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Spanish; Castilian Pages 397 [380] Year 1961
N I C II O L A S S. T I M A S HE F F
LA TEORIA SOCIOLOGICA Su naturaleza y desarrollo
FONDO
DE C U L T U R A E C O N O M I C A MEXICO-BUENOS
AIRES
I'um crj edición en ingles, 195$ Secunda edición, repisada, en inglés, 1957 P iin ietj edición en español, junio de 1961
I-a edición original de esta obta fue registrada por Random Ilousc, de Nueva York, con el título, Soc/oJogicai Theoiy. íts Nature and Growth. Derechos reservados conforme a la ley. arwin. En obras pos teriores de Spencer se encuentran expresiones como "supervivencia de los más aptos”, y afirmaciones como la de que la conquista de un pueblo por otro ha sido en lo esencial la victoria de lo social sobre lo antisocial, o del mejor adaptado sobre el peor adaptado. Hacia 1860 emprendió Spencer una empresa casi sobrehumana: la redacción de un sistema de filosofía sintética, en el que unificaría to dos las ciencias teóricas de su tiempo. El primer volumen, titulado Los primeros principios, apareció en 1862. La parce siguience, sobre Ja evolución inorgánica, fue omitida, como relata en su autobiografía, por miedo a no disponer de tiempo bastante para acabar las partes restantes y de mayor importancia de su empresa. Esas partes fue ron: Principios de biología (1 8 6 4 -6 7 ), Principios de psicología (18701 2 )y1 Principios de sociología (1 8 7 6 -9 6 ), y Principios de ética (18799 3 ) . La publicación de los Principios de sociología /ue precedida de 1 Escrita» originalmente en 1850 y tantos, y revisados completamente para que fo: masco paite de la Synthctic P bihíopby (Filosofía sintética).
un libro independiente titulado El estudio de la sociología (1 8 7 3 ), el más legible de los tratados sociológicos de Spencer. En Los primeros principios Spencer descartó la teología como cien cia de lo definitivamente incognoscible. (Esta frase, dicho sea de pasada, satisface tanto a los hombres religiosos como a ios ateos.) El libro trata primordialmente de fenómenos físicos. No obstante, en esta obra el sistema sociológico de Spencer está casi completo, y los Principios de sociología posteriores son esencialmente Ja elaboración de ideas publicadas en 1862. Por esto hay que tratar a Spencer como uno de los primeros sociólogos. Después de publicados Los primeros principios, brotaron en la mente de Spencer nuevas ideas relativas a la conexión entre la cre ciente integración de la materia y la disipación concomitante del mo vimiento. En 1867 estaba completo su sistema de ideas, que no sufrió después ningún cambio. Sus nuevas ideas fueron incorporadas a edi ciones revisadas de Los primeros principios y de Estática social.
La teoría evolucionista JLa verdadera base del spencerismo es la teoría de la evolución. En Los primeros principios se formulan tres leyes fundamentales: prime ra, la ley de la persistencia de la fuerza, Jo que significa Ja existencia y la persistencia de una causa última que trasciende al conocimiento humano; segunda, la ley de la indestructibilidad de la materia (éste era uno de los descubrimientos físicos recientes en aquel tiempo, inva lidado en la actualidad) ; y tercera, la ley de la continuidad del movi miento, lo que significa que la energía pasa de una forma a otra, pero perdura siempre. A ellas se añaden cuatro proposiciones secundarias: la persistencia de la relación entre las fuerzas, o la uniformidad de la ley; la transformación y equivalencia de las fuerzas; la tendencia de todas las cosas a moverse siguiendo la línea de menor resistencia y de mayor atracción; y por último, el principio de la alternación o rit mo del movimiento. Algunas de estas proposiciones las tomó Spencer de la física de su tiempo. Spencer había formulado siete leyes y advirtió que podía expresar unitariamente su resultado. La tendencia de la época se dirigía a re ducir la multitud de leyes diferentes a algunas formas generales. Spen cer pensó que el resultado unitario de aquellas siete leyes podía formu larse como la ley de la evolución, que en su opinión era la ley suprema de todo devenir. La forma que Spencer dio a esta ley es una definición
muy engorrosa. "La evolución — dice— es una integración de la ma teria y una disipación concomitante de movimiento, durante las cua les la materia pasa de una homogeneidad indefinida e incoherente a una heterogeneidad definida y coherente, y el movimiento que sub siste sufre una transformación paralela." 2 La parte importante de esta concepción es la que ya había sido expuesta en Estática social, a saber, la tendencia de lo homogéneo o uniforme a hacerse heterogéneo o multiforme. ¿Constituía esa ten dencia una necesidad? Spencer creía que sí. Sostenía que lo homo géneo es inestable por sí mismo, y que no puede permanecer en ese estado a causa de que los efectos diferentes de fuerzas persistentes sobre partes diversas de lo homogéneo tienen que producir diferencias que se manifestarán en el desarrollo futuro. Spencer intentó demostrar su fórmula evolucionista en el orden sintético, sintético en el sentido de unificar todas las ciencias. Procuró demostrar que hay redistribución de materia y de movimiento, la cual produce el paso de lo uniforme a lo multiforme en todos los mundos del ser, en los cuerpos celestes, en los organismos y en las sociedades, aunque reconocía que este proceso se realizaba de modos diferentes. Spencer reforzaba su argumentación con ejemplos. Las sociedades — decía— constantemente ajustan su población a los medios de sub sistencia; había leído a Malthus y le había impresionado mucho su Ensayo sobre la población (1 7 9 8 ). En general la oferta y la demanda se ajustan la una a la otra. Las instituciones políticas están en armo nía con los deseos del pueblo. Una sociedad de negocios es, en la práctica, una unión en que la autoridad de uno de ios socios es reco nocida tácitamente como superior a la de los demás. El estudio de los escritos de Spencer suscita inevitablemente la cues tión de si creía que la evolución, que es la ley del devenir, se dirigía en verdad hacia el progreso, de si la evolución es en realidad la ley de todo devenir. Spencer negó algunas veces esta interpretación. En la cuarta edición de Los primeros principios, publicada en 1880, dice: "Se supone erróneamente que la teoría de la evolución implica una proclividad intrínseca en cada especie hacia una forma superior. Aná logamente, suponen muchos que la transformación que constituye la evolución implica una tendencia intrínseca a experimentar los cam bios que expresa la fórmula de la evolución”.3 Pero — dice— el avance de la evolución no es fatal, depende de ciertas condiciones. La fre 2 Tomado de la edición en inglés de Los primeros principios, p. 4 0 7 . 3 P. 4 8 1 .
cuente presencia del proceso de disolución, opuesto a la evolución, el movimiento de lo multiforme hacia lo uniforme, revelan que, cuando no se dan las condiciones esenciales, tiene lugar con igual facilidad el proceso contrario. El progreso de un organismo social hacia estruc turas más heterogéneas y más definidas se prosigue sólo mientras si guen operando las acciones que producen esos efectos. A base de estas afirmaciones, podría estar justificado concluir que a Spencer no se le puede culpar de sostener la presencia incesante de la evolución ni de que ésta lleve siempre al progreso. Pero veamos algunas otras de sus afirmaciones. En El estudio de la sociología dice Spencer: "La evolución no mo dificará su dirección general más en esta que en otras cosas; seguirá los mismos lincamientos que hasta ahora”.4 En otro lugar dice: 'Las semillas de la civilización existentes en el hombre originario y distribuidas sobre la tierra era seguro que encontrarían en el trans curso de tiempo acá y allá circunstancias favorables a su desarrollo”.6 En otras palabras, creía entonces que el hombre estaba por su natu raleza predestinado al progreso. Estas contradicciones (que revela claramente la comparación de las ideas de Los primeros principios en sus últimas ediciones con las de El estudio de la sociología y de la Estática social) quizás puedan conciliarse. En principio, pueden darse condiciones que dirijan el proceso del cambio hacia la disolución, opuesta a la evolución (de lo multiforme a lo uniforme), mas de hecho han prevalecido condicio nes que han dirigido el proceso hacia el progreso. Pero la obra sociológica de Spencer está dominada por la idea de que a través de todos los tiempos ha habido realmente evolución social, y que esta evolución se ha movido incesantemente de lo uniforme a lo multi forme, es decir, hacia formas cada vez más progresivas. Parece indu dable que Spencer fue un apóstol de la evolución unilineal hacia el progreso.
La ciencia de la sociología Como Comte, cuyas obras leyó en sus últimos años y criticó severa mente, Spencer admitía la posibilidad de una ciencia de la sociología, palabra ésta que reconocía de mala gana haber tomado del maestro francés. ¿Por qué es posible una ciencia de la sociedad? En la sociedad * P. 309. 6 Tomado de la edición eo inglés de Estática social, edición revisada, p. 238.
■—dice Spencer— hay orden de coexistencia y de progreso. Si hay orden, los fenómenos correspondientes pueden constituir el asunto de una ciencia que, como él dice, puede ajustarse a la forma deductiva, en otras palabras, puede ser una ciencia teórica. Pero — añadía— la materia de la sociología es muy peculiar. Siendo único el proceso so cial, la sociología es una ciencia que debe explicar el estado presente de la humanidad atendiendo a las fases iniciales de la evolución y aplicándoles las leyes de la evolución. .Esperaba explicar el presente conocido por medio del pasado desconocido y conjetural. Esca actitud procedía de la opinión general de Spencer según la cual la evolución era la ley suprema de todo devenir. Es interesante que, aunque Spencer escribió varios tratados de so ciología — Estática social, El estudio de la sociología y Principios de sociología— y que gran parte de Los primeros principios es una intro ducción a la sociología, nunca hizo una definición formal de esa dis ciplina. Para él, la sociología era la ciencia de los fenómenos superorgánicos, o más exactamente, de la evolución superorgánica. El concepto que Spencer tenía de lo superorgánico (palabra que todavía empican algunos escritores) es que ha habido continuidad en la evolución: primero, evolución en el mundo inorgánico de la ma teria sin vida, después evolución en el mundo orgánico o viviente, y por último evolución en las combinaciones de organismos vivientes en sociedades. Evolución superorgánica es una expresión hermosa, pero sólo tiene sentido si denota una clara concepción de la naturaleza de la sociedad, cuestión que, infortunadamente, nunca aclaró Spencer. Tampoco definió Spencer exactamente las relaciones entre la so ciología y las demás ciencias. Creía que la sociología haría uso de las generalizaciones de las ciencias particulares, como la economía, la ciencia política y la etnología. Sostuvo también que la sociología di fiere de la historia. La historia es el relato de acontecimientos sobreve nidos en las vidas de las sociedades; la sociología estudia la evolución de éstas. En alguna ocasión observó Spencer que la sociología, tai como ordinariamente se la concibe, trata exclusivamente de los fenó menos resultantes de las cooperaciones de los ciudadanos. No pre tendía él que estas observaciones fuesen una definición formal de la sociología, ni se aplican a las voluminosas obras sociológicas del mis mo Spencer. ¿Qué método deben emplear los sociólogos? A esta pregunta res pondía Spencer: "Debemos aprender, por inspección, las relaciones de coexistencia y sucesión en que los fenómenos sociales están unos con
otros. Comparando sociedades de diferentes tipos y sociedades en dife rentes fases, debemos averiguar qué rasgos de tamaño, estructura, fun ciones, aparecen asociados entre si"’.6 Pero este principio no guió sus propios procedimientos. Como material usó principalmente ejemplos tomados de la etnología, basándose en la hipótesis de que el hombre primitivo muestra etapas atrasadas de evolución. Con la observación de los contemporáneos atrasados suponía que podía reconstruirse la serie de transformaciones que habían producido la sociedad avanzada de hoy. La importancia que Spencer concedía a la etnología se mani fiesta en el hecho de que ia primera mitad del primer volumen de los Principios de sociología se titula "Datos de etnología”, y está casi íntegramente consagrada a una reconstrucción conjetural de la vida física, afectiva, intelectual y, especialmente, religiosa del hombre primitivo. De hecho, Spencer seleccionó materiales de las culturas más diver sas, ampliamente separadas entre sí en el tiempo y en el espacio. Tomó datos de acá y de allá y los unió de suerte que sirvieran de apoyo a su hipótesis evolucionista; los materiales combinados de modo tan arbitrario los usó para confirmar su hipótesis. Tal procedimiento, na turalmente, no guarda la menor armonía con las reglas de la lógica y los principios del método científico.
La analogía orgánica La base de la teoría sociológica de Spencer es la teoría de la evolu ción. Sin embargo, formuló una teoría secundaria que representó tam bién un papel importante en su sistema de ideas: la analogía orgá nica, es decir, la identificación, para ciertos fines, de la sociedad con un organismo biológico. Spencer sostuvo explícitamente en la edición revisada de Estática soc'ud que el reconocimiento del paralelismo entre las generalizaciones relativas a los organismos y las relativas a las sociedades era el primer paso hacia la teoría general de la evolución. Spencer formuló la analogía orgánica en los siguientes términos: 'T an por completo está la sociedad organizada según el mismo sistema de un ser individual, que podemos percibir algo más que analogías entre ellos; la misma definición de la vida es aplicable a ambos. Únicamente cuando se advierte que las transformaciones experimen tadas durante el crecimiento, la madurez y la decadencia de una so ciedad se conforman a los mismos principios que las transformaciones 6 Tomado de la 3^ edición en inglés de Principios d» sociología, yol. I, p. 4 4 2 .
experimentadas por agregados de todos los órdenes, inorgánicos y orgánicos, se ha llegado al concepto de la sociología como ciencia”. Más específicamente, observó diversas analogías entre los organismos biológicos y sociales: Primero: tanto la sociedad como los organismos se diferencian de la materia inorgánica por un crecimiento visible durante la mayor parte de su existencia. Un niño crece hasta llegar a ser hombre, una pequeña comunidad se convierte en una gran ciudad, un pequeño Estado se convierte en un imperio. Segundo: así como las sociedades y los organismos crecen de ta maño, así también aumentan en complejidad y estructura. Aquí tenía presente Spencer no tanto la comparación dei desarrollo de una so ciedad con el crecimiento de un organismo individual como la afini dad del desarrollo social con !a supuesta sucesión evolutiva de la vida orgánica. Los organismos primitivos soji simples, mientras que los organismos superiores son muy complejos. Tercero: en las sociedades y en los organismos la diferenciación progresiva de estructura va acompañada de una diferenciación pro gresiva de funciones. Esto es poco más que una tautología: si hay un organismo con órganos complejos, cada órgano desempeña una fun ción específica; si hay una sociedad subdividida en muchas organiza ciones diferentes, éstas tienen funciones diferentes. Cuarto: la evolución crea para las sociedades y para los organismos diferencias de estructura y de función que se hacen posibles unas a otras. Quinto: así como un organismo vivo puede ser considerado como una nación de unidades que viven individualmente, así una nación de seres humanos puede ser considerada como un organismo. Spencer siguió esta linea peculiar de razonamiento hasta llegar a una nueva analogía: En los organismos y en la sociedad puede ser destruida la vida del agregado o conjunto, pero las unidades seguirán viviendo durante algún tiempo por lo menos. Spencer era un individualista, rasgo difícil de conciliar con el orga nicismo, y admitía diferencias importantes entre las sociedades y los organismos. La primera de ellas es que en un organismo las partes forman un todo concreto, y en una sociedad las partes son libres y están más o menos dispersas. La segunda es que en un organismo la conciencia se concentra en una pequeña parte del agregado, y en una sociedad está difundida por todos los miembros individuales. Y la tercera es que en un organismo las partes existen para beneficio del
rodo, y en una sociedad el todo existe meramente para beneficio del individuo. (H e ahí un ejemplo importante del individualismo de Spencer.) A pesar de este complicado esfuerzo para establecer las analogías y las diferencias entre la vida orgánica y la social, y no obstante el empleo de la analogía orgánica como tema central de la segunda parte de sus Principios de sociología, Spencer negaba que sustentara esta teoría. Contestando a los críticos, hacía afirmaciones como la siguiente: "He usado las analogías, pero sólo como un andamio que' me ayudara a construir un cuerpo coherente de inducción sociológicaj Quitemos el andamiaje: las inducciones se sostendrán por sí mis^ mas".7 Pero, desgraciadamente, usó de manera consecuente y notoria la terminología del organicismo. Por lo demás, un capítulo de los Principios de sociología se titula "La sociedad es un organismo”. Desde luego que no fue Spencer el creador de la analogía orgá nica. La emplearon algunos filósofos antiguos, y con frecuencia estuvo también representada en la filosofía y en la ciencia política alemanas, especialmente durante la primera mitad del siglo xix. Pero Spencer fue el primero en dar a esa analogía el valor de una teoría científica, y en definitiva fue prisionero del mismo fantasma a quien había invocado. Comprendía que realmente la sociedad no es un organis mo, puesto que había diferencias esenciales entre ambas cosas, y sin embargo persistió en la tesis analógica. Decía que la analogía era un mero andamiaje, pero al construir su teoría procedió como si el anda miaje fuera la verdadera construcción. Hoy se ha aclarado la fuente de donde dimanaron las dificultades de Spencer, y la sociología se ha abierto camino lejos de las falacias que acosan a la mente humana en el uso de la analogía orgánica. La sociología actual sostiene que la sociedad es un sistema, y entiende que un organismo también es un sistema. Este concepto de sistema es uno de los conceptos claves usados en la ciencia. Se habla de sis tema en relación con muchas y muy diferentes cosas: el sistema este lar, del cual forma parte el Sol, el sistema solar, del que forman parte la madre Tierra y los demás planetas. El átomo es un sistema formado por el núcleo y los electrones. Y hay sistemas de ideas: el sistema filosófico de Platón, el sistema jurídico romano, el sistema de la física newtoniana. La palabra sistema designa todo lo que puede concebirse como un todo, formado por partes interdependientes y semiautónomas. Esto es exacto de la sociedad y del organismo en cuanto 7 ikU ., vol. I, pp. 592-93,
una y otro son todos, formados por partes interdependientes, cada una de las cuales es semi-autónoma, que poseen determinado ser y evolucionan por sí mismas, y en este aspecto la analogía es válida. Pero es impropio transferir, sin pruebas empíricas, una proposición biológica a la sociología porque el organismo y la sociedad sean sis temas, como tampoco puede la sociología tomar una proposición de la física subatómica a base de esa analogía sistemática. La cuestión del sistema social ha sido planteada en sociología del modo más su gestivo por el sociólogo italiano Pareto, cuyas opiniones se estudian en el capitulo 13.
La sociedad y las fases de la evolución La preocupación de Spencer con la teoría evolucionista y la analogía orgánica representó un papel importante al impedirle responder sa tisfactoriamente a la pregunta fundamental: ¿Qué es la sociedad? Quizás hubo un motivo más para este olvido del problema relativo a la naturaleza de la sociedad. Spencer era un individualista extrema do. De acuerdo con esa actitud, postulaba que las características de las partes componentes, los individuos, determinaban por comple to las características del todo, opinión que desarrolló explícitamente en Estática social y en El estudio de la sociología. Pero también aquí se desvió de esa actitud y apareció la inconsecuencia una vez más. En el primer volumen de Jos Principios de sociología, por ejemplo, ad vierte Spencer de un modo totalmente incidental que en el organismo social aparece una vida del todo completamente distinta de las vidas de las unidades, aunque es una vida producida por éstas. Si no tuvo nada definido que decir acerca de la naturaleza de la sociedad. Spencer expresó, no obstante, opiniones muy definidas r.cerca del avance de la evolución social. Sobre esta materia la obra de Spencer contiene dos líneas de razonamiento, una de los cuales se rela ciona lógicamente con su concepto fundamental de la evolución de un modo más efectivo que el otro. La primera línea de razonamiento desarrolla la tesis de que el hecho principal de la evolución es el paso desde las sociedades simples hasta los diversos niveles de las sociedades compuestas. Las sociedades compuestas nacen por la agre gación de algunas sociedades simples; mediante nuevas agregaciones de sociedades compuestas, nacen sociedades doblemente compuestas; por la agregación de sociedades doblemente compuestas nacen socie dades triplemente compuestas.¡Una sociedad simple está formada por familias, y una sociedad compuesta lo está por familias unidas en
clanes, una sociedad doblemente compuesta por clanes unidos en tri bus, y las sociedades triplemente compuestas, como ia nuestra, son aquellas en que las tribus se han unido para formar naciones o Esta dos.) Al aumentar el tamaño, aumenta la estructura, así como las dife rencias de poder y de ocupación de los individuos. Simultáneamente, se diferencian las funciones. Éstos son los principales lincamientos del sistema evolucionista de Spencer, tal como lo presentó en Los prime ros principios y después en los Principios de sociología. La segunda línea de razonamiento desarrolla la tesis de que tam bién ha tenido lugar un tipo de evolución un tanto diferente, a saber, de la sociedad militar a la sociedad industrial (Comte había presenta do con anterioridad una tesis análoga). Estos dos tipos se distinguen sobre la base del predominio de 1a cooperación obligatoria en la sociedad militar y de la cooperación voluntaria en el tipo industrial. Merece señalarse en este respecto que Franklin H. Giddings, so ciólogo norteamericano de fines del siglo x ix y comienzos dei x x (véanse capítulos 6 y 11) que fue en gran medida discípulo de Spen cer, aunque pertenecía a otra secta del culto evolucionista, debe ser señalado como responsable de la general incomprensión del evolu cionismo spenceriano. En una exposición de las ideas de Spencer, Giddings olvidó la línea principal del pensamiento dei maestro y se dedicó exclusivamente a la transición de la sociedad militar a la so ciedad industrial. Presentó el escrito a Spencer, que tenía entonces 80 años de edad, y habiendo recibido la aprobación de éste, Giddings lo publicó en una de sus obras haciendo referencia a la carta de Spencer. En consecuencia, la exposición de Giddings se aceptó como oficial en muchas exposiciones de la teoría evolucionista de Spencer. De vez en cuando dijo Spencer que las sociedades no necesitaban pasar inevitablemente por etapas idénticas de evolución ni hacerse exactamente iguales unas a otras, como creían los vulgarizadores de sus ideas. Sostenía él que había diferencias entre las sociedades indi viduales debidas a perturbaciones que alteraron la línea recta de la evolución. Los Principios de sociología citan cinco perturbaciones po sibles: primera, una diferencia originaria de aptitudes entre las razas; segunda, el efecto debido al influjo de la etapa inmediatamente anterior de 1a evolución; tercera, peculiaridades de costumbres; cuar ta, la situación de una sociedad dada en el marco de una comunidad más amplia de sociedades (por ejemplo, el que una sociedad esté rodeada de naciones amigas o enemigas); y quinta, la influencia de la mezcla de razas. En relación con este último punto, debe adver
tirse que la antropología que pudo conocer Spencer todavía no había señalado la relativa importancia de la mezcla de razas y la impor tancia fundamental de los contactos culturales en la teoría de los cambios sociales. Hecha esta corrección necesaria, es exacta la idea de Spencer acerca de la mezcla de razas.
El principio de no intervención Aunque el tratamiento que Spencer dio a la sociología fue primordial mente teórico, Ja disciplina en que el pensaba debía servir también para suministrar principios de política social. Se recordará que Comte destinaba la sociología a servir de guía a los hombres para organizar una sociedad mejor: Spencer, por el contrario, quería que la socio logía demostrase que los hombres no deben intervenir en el proceso natural que se opera en una sociedad. Creía en la existencia de un instinto innato de libertad y que toda interferencia en esc instinto producía reacciones perjudiciales. Creía, también, que la naturaleza estaba dotada de una tendencia providencial a librarse de los ineptos y acoger a los mejores. ¿Quiénes son los mejores? Spencer dice que no son los superiores moralmente, sino primordial mente los más sanos y más inteligentes. El que malgasta la vida por estupidez, vicio u holganza, es de la misma clase que las víctimas de enfermedades o de deformidades de los miembros. En realidad, los enfermos y los lisiados no debieran ser protegidos. La teoría del progreso revelada por el estudio de la sociología — añade Spencer— modera mucho las esperanzas y los temores de los partidos extremistas. En la medida en que una doctrina puede influir en la conducta general, la doctrina de la evolución está calcu lada para producir un efecto calmante sobre el pensamiento y sobre la acción. Los hombres del tipo superior pueden ver lo poco que puede hacerse y, sin embargo, creerlo digno de ser hecho. Insistía en que uno debe combinar la energía filantrópica con la calma filosófica. Para Spencer, la sociedad era una compañía por acciones para la mutua protección de los individuos. Especificaba las actividades que debían prohibírsele al Estado, entre ellas la educación, las medidas sanitarias, la reglamentación y acuñación de moneda, el servicio de correos, la construcción de faros, la mejora de los puertos. Cuando el gobierno intervenía en uno de esos campos, escribía al director de un periódico (sus cartas se publicaban a causa de su fama) denun
ciando la estupidez de un gobierno que interfería en la evolución natural. Creía que la naturaleza es más inteligente que el hombre: la naturaleza sabe adónde va y prepara un futuro mejor para la humanidad. En opinión de Spencer aún no había llegado la etapa final de la evolución, aunque en gran parte su teoría era una especie de escatología victoriana que consideraba que el summum era el tipo Vic toriano de la sociedad de! laissez jaire. Pensaba, sin embargo, que habría todavía más progreso, y que con él desaparecería el pequeño residuo de coacción que aún existía. Parecía creer que la etapa final de la evolución sería una especie de anarquismo. Pero, en 1884 publi có un artículo en el que admitía que, aunque esta concepción se ade lantaba mucho a su tiempo, quizá la utilizaran los futuros sociólogos.
Juicio retrospectivo de Spencer ¿Cuáles eran las soluciones que Spencer daba a los problemas funda mentales de la teoría sociológica que formulamos en el primer capí tulo? Para Spencer, la sociedad es un superorganismo nacido de la combinación de organismos individuales. Como podía esperarse, está ausente de sus escritos la moderna concepción de la cultura como sistema de modos de pensar y de obrar relacionados entre sí. Pero este concepto actual de la cultura le hubiera llevado a ver las insufi ciencias de su método. Uno de los corolarios más importantes de ese concepto es que cada sector cultural debe ser considerado en su con texto, que no puede ser entendido aisladamente. En contraste con este principio, Spencer aislaba persistentemente los sectores culturales de sus contextos y los encajaba en sus patrones preconcebidos. El problema de la relación entre el hombre y la sociedad lo resol vió Spencer de acuerdo con un individualismo extremado: el indi viduo es lo fundamental, la sociedad no debe interferirse en la vida de los hombres, el individuo tiene que actuar y, al actuar, hará lo mejor para él y para la sociedad. Spencer no fue un sociólogo monista. No aísla uno solo de los factores que impulsan a la sociedad hacia adelante a través de las di ferentes etapas de su evolución. El proceso evolutivo total era para Spencer la fuerza primera, el motivo impulsor que lo explica todo, fuerza incognoscible e impersonal, que determina todo el devenir en todas las esferas del ser. Pero sus ideas relativas a las perturbaciones de la evolución, ideas que no desarrolló extensamente, muestran que
se inclinaba a creer que no había un solo factor determinante de los cambios sociales. El método de investigar la sociedad y sus cambios que Spencer decía emplear era en parte comparativo, en parte funcional. El in vestigador que lo usa primero compara las sociedades; después se explican, en relación con su significado para el conjunto de la evo lución, los aspectos individuales sacados a luz por el estudio compara tivo. Pero, en realidad, Spencer procedía por deducción. Empezaba con un esquema evolutivo al cual había llegado deductivamente; de ese esquema derivaba la necesidad de ciertas fases, y después prestaba carne y sangre a esas fases abstractas por el método del ejemplo, to mando de acá y de allá los que parecían ajustarse a su sistema. Spencer presenta sus tipos principales de sociedad — simple, com puesta, doblemente compuesta y triplemente compuesta— con sub divisiones relativas a las formas de jefatura, por una parte, y relativas a los tipos de vida nómada, semi-sedentaria y sedentaria, por la otra. Después de haber localizado diversas sociedades de que tuvo cono cimiento mediante lecturas, probablemente averiguaría si las socieda des doblemente compuestas, pongamos por caso, presentaban analogías en política, religión, derecho, artes, y así sucesivamente. Pero es seguro que no habría tenido resultados positivos porque, como se ve en su clasificación, el mismo tipo de sociedad, el tipo doblemente com puesto, por ejemplo, puede carecer de jefatura, tener una jefatura inestable, o tener la jefatura más estable, lo que significa las mayores diferencias posibles en su política. Los pueblos pueden ser nómadas, semi-sedentarios o sedentarios, lo que significa también una gran di versidad de organizaciones económicas. Spencer habría comprobado que sociedades que están en la misma etapa de evolución no poseen necesariamente, de acuerdo con el prin cipio de la diferenciación de la estructura social, analogías en política, religión, moral, arte, y otras manifestaciones culturales, y que, por el contrario, se encuentran tipos análogos de gobierno y de religión en tipos de sociedad estructuralmente diferentes. Pero Spencer no con sideró esencial la prueba empírica para el procedimiento científico. La teoría de Spencer, al contrario de la de Comte, no es teoría sociológica tal como hoy se entiende ésta. Comte había formulado una teoría fundamental que explicaba el segmento social de la rea lidad, y procuraba describir y explicar los hechos sociales de acuerdo con aquella teoría limitada. Pero Spencer tuvo mayores ambiciones. Formuló una teoría integral de toda la realidad. Su ley de la evolu
ción es una ley cósmica. Su teoría, en consecuencia, es esencialmente filosófica, no sociológica, y, estrictamente hablando, son los filósofos quienes deben decidir acerca de su validez. Debe advertirse, sin em bargo, que la filosofía de Spencer era fundamentalmente una subli mación de la física de su tiempo, la cual se hallaba en una fase de transición. Los físicos actuales han rechazado muchas de las opiniones del siglo xix. Como la teoría de Spencer se basaba en esas opiniones, es comprensible que gran parte de su sistema tenga que ser dejado a un lado. Éste es siempre el peligro, cuando se formula un sistema de ciencia empírica sobre la base de una teoría filosófica, y la teoría filosófica misma hunde sus raíces en conclusiones empíricas provi sionales a que llegaron los hombres en determinada época. No obstante, a diferencia de las de Comte, las opiniones de Spencer tuvieron enorme aceptación en su tiempo. Dominaron las inteligencias de muchos profesores y de otra gente de 1865 a 1895. Durante tres décadas fue casi imposible que un intelectual declarara no haber leído a Spencer. Tuvo adversarios, sin duda; pero todo el mundo lo tenía en cuenta. Así ocurrió especialmente en Inglaterra, en los Esta dos Unidos y, de un modo peculiar, en Rusia, Su influencia se hizo sentir menos en Francia y Alemania. La atracción de Spencer fue poderosa, porque sus teorías respondían a dos necesidades de la época: una, el deseo de unificar los conoci mientos (esto lo reconoció el mismo Spencer en su autobiografía); otra, la necesidad de justificar científicamente el principio del laissez faire, nota dominante en el clima ideológico de aquel tiempo en In glaterra y en los Estados Unidos. En Rusia atraía la teoría porque concedía importancia a la libertad, y en aquellos días Rusia luchaba por conquistarla. Spencer alcanzó la cima de su popularidad en 1882, cuando vi sitó los Estados Unidos. Se le recibió con gran entusiasmo y muchas veces los grandes capitanes de la industria lo proclamaron el hombre más grande de la época porque justificaba sus actividades. Después de aquel viaje triunfal, su popularidad declinó constantemente. Nuevas ideas aparecieron en el horizonte. Se empezaba a pensar que la so ciedad debía ejercer algún control racional y político. Además, la filosofía pragmática iba ganando ascendiente y no tardó en reempla zar a la un tanto ingenua filosofía naturalista de Spencer. En su ancia nidad Spencer se dio cuenta de que las corrientes de los tiempos ibaa contra sus enseñanzas. Murió triste, según se dijo, al advertir que la obra de su vida no había alcanzado la meta que se había propuesto.
En la misma época en que los padres fundadores de la sociología ex ponían sus opiniones, muchos sabios y filósofos de la sociedad formu laban teorías de las cuales se reconoce hoy que contribuyeron también a impulsar hacia adelante la investigación sociológica en diferentes direcciones. Los autores no se llamaban a sí mismos sociólogos, pero sin conocer sus aportaciones sería imposible un conocimiento adecuado del desarrollo de la teoría sociológica. Aunque las aportaciones de los autores que presentamos en este capítulo casi no tienen relaciones entre sí, sus teorías pueden clasi ficarse en tres grupos: las de Quételet y Le Play aportaron progresos importantes en los métodos de investigación; las de Marx, Morgan, Gobineau y Buckle son ejemplos notables de teorías monísticas, esto es, de teorías que explican el devenir social por el desenvolvimiento de un factor particular; la teoría de Danilevsky puede interpretarse como una primera alternativa del evolucionismo.
Quételet: El enfoque estadístico Adolphe Quételet (1 7 9 6 -1 8 7 4 ), estadístico belga, fue un joven muy precoz. A los diecisiete años enseñaba matemáticas en una escuela particular; a los diecinueve fue profesor de la misma disciplina en la Universidad de Gante; a los veintiuno fue nombrado profesor del Ateneo de Bruselas. Su primer interés por la literatura y la poesía pasó gradualmente de las matemáticas y sus aplicaciones a los fenómenos sociales, bajo la influencia del famoso astrónomo Laplace, que inició a Quételet en la teoría entonces nueva de las probabilidades. En un ensayo publicado en 1829 y después en su obra principal, titulada 5 obre el hombre y el desarrollo de las facultades humanas: Ensayo sobre física socud (1 8 3 5 ), Quételet subrayó la regularidad en el cam po de los acontecimientos sociales, especialmente en fenómenos en que se creía por lo común que se reflejaba el libre albedrío. Sobre la base de numerosos cálculos hechos por él mismo y por otros, tales como la medida de la estatura de los soldados de un regi miento, Quételet llegó a la conclusión de que, en los fenómenos so ciales, por lo general prevalece una curva de distribución. En otras palabras, son mucho más frecuentes los casos que se acercan al término 64
medio que los casos que se aparcan de él considerablemente. De aquí el concepto del hombre medio, que ocupa un lugar central en su teoría. Pero Quételet confundió erróneamente el promedio con lo deseable. No tuvo en cuenta el hecho de que promedios iguales pueden derivarse de dos o más situaciones totalmente diferentes, lo cual depende de diferencias en la distribución. Así, por ejemplo, dos so ciedades pueden tener ei mismo ingreso medio per capita, pero en una situación la mayor parte de la gente puede tener ingresos próxi mos al promedio, mientras que en la otra un gran número de indi viduos con ingresos bajos sería contrapesado por una minoría con ingresos muy altos. A pesar de estos defectos, la aportación de Quételet a las ciencias sociales, incluida la sociología, fue de gran importancia. Él fue el pri mero en revelar la posibilidad de usar la estadística como instrumento para conocer ios fenómenos sociales. En una de sus obras expuso la opinión de que podemos juzgar de la perfección de una ciencia por la facilidad con que se le puede aplicar el cálculo, afirmación que se ha convertido en leitmotiv del neopositivismo actual ( véase capítulo 15). Quételet, a diferencia de ciertos sabios de su tiempo, fue persona de considerable prestigio. Era miembro honorario de muchas acade mias científicas y la familia real lo nombró preceptor de los príncipes. Pero durante mucho tiempo los sociólogos ignoraron o despreciaron sus opiniones, como si abrigasen la indignación que los esfuerzos de Quételet habían provocado en Comte (véase capítulo 2 ) . Hasta fines del siglo x ix no empezó la sociología a emplear el método estadís tico, y hasta el siglo x x no apareció el neopositivismo orientado cuan titativamente.
Le Play: Primeros estudios de casos partkfdares Como Comte, Frédéric Le Play (1 8 0 6 -8 2 ) fue impresionado por la desorganización social de su tiempo, consecuencia, según creían, de la Revolución francesa. Los dos sabios se plantearon el problema de cómo unificar o cómo restablecer el orden social. Y Jos dos buscaron soluciones basadas en el conocimiento empírico. Le Play nació en Honfleur, pequeña aldea marítima francesa. Su padre murió cuando él tenía cinco años, y su madre, mujer de carácter fuerte y de profundas convicciones religiosas, se hizo cargo de la familia. Ei joven Le Play estudió en el Colegio del Havre; en 1825 ingresó en Ja Escuela Politécnica y en 1827 en la Escuela de Minas.
Allí se encontró con profesores que despreciaban las costumbres na cionales y creían que el desarrollo intelectual era el fin supremo de la civilización. Estas ideas repugnaron a Le Play y sirvieron, según pa rece, para fortalecer su interés por las costumbres y los valores tradi cionales. Mientras se reponía de una grave lesión sufrida en 1830, sobrevino en Francia otra revolución. Le Play se prometió consagrar el resto de su vida a restablecer la paz social en su patria. En 1833, a petición del gobierno español, Le Play hizo una explo ración geológica de una provincia de España. La publicación de sus observaciones le dieron oportunidad de hacer expediciones similares a Alemania, donde ya había estado en años anteriores, Bélgica, In glaterra y Rusia. En 1840 fue nombrado profesor de la Escuela de Minas. En 1855 ya había terminado y publicado su magna obra en seis volúmenes titulada Los trabajadores europeos, obra que no sólo le granjeó fama inmediata, sino que le permitió también dedicar el resto de su vida al estudio de la sociedad. A instancias del emperador N a poleón III escribió los tres tomos de La reforma social en Francia ( 1 8 6 4 ), y después terminó la Organización de la familia ( 1871) y la Organización del trabajo ( 1 8 7 2 ). Poco antes de morir preparó un volumen titulado Constitución esencial de la humanidad (1 8 8 1 ). Aunque la primera preparación de Le Play fue primordialmente en matemáticas e ingeniería, estudió diligentemente las obras de Rousseau y de Comte, y, cosa aun más importante, fue un agudo observador del pueblo y de sus ideas. En sus escritos insistió especial mente en las clases trabajadoras (denominación que él inventó) y sobre las autoridades sociales (los jefes locales, pero también los de carácter religioso y político). Tendía a una sólida reconstrucción de las ideas en general y a la conservación de las costumbres. El principal método de estudio de Le Play era la observación minu ciosa de los fenómenos sociales según un esquema unitario. Este es quema quedó terminado, en lo esencial, en 1833. El método com prendía lo que se llama hoy método de estudio de casos particulares, y ésta es una de las principales aportaciones de Le Play a la ciencia social. Coincidiendo con Comte en que la familia es la unidad social básica, utilizó el presupuesto familiar como expresión cuantitativa de la vida de familia y como base para el análisis cuantitativo de los hechos sociales. Una de las funciones primordiales de la familia es la de conseguir medios de subsistencia para sus individuos mediante el trabajo, y sostenía que el modo de conseguirlos dependía del lugar, es decir, de las condiciones geográficas. De ahí la fundamental impor-
latida que Le Play concedía a la tríada lugar-trabajo-familia como i entro del estudio sociológico. Cuando se proponía estudiar una familia, Le Play, con ayuda de las autoridades sociales, buscaba una cuyo habitat y situación la acer casen a la familia media de la localidad; a veces no conocía el len guaje local; pero, viviendo con la familia, conseguía un conocimiento fundamental de su modo de vivir. De esta suerte inauguró Le Play una técnica de investigación social llamada hoy observación de partior algún invento tecnológico importante. Así, la segunda etapa del salvajismo debió su existencia a las artes de hacer fuego artificial y de la pesca, y la tercera al arco y la flecha. La barbarie comenzó con la invención de la alfarería; la segunda etapa se caracterizó por la domesticación de animales y la tercera por la fundición del hierro. La civilización fue anunciada por la invención del alfabeto fonético. Según Morgan, cada una de estas etapas de evolución tecno lógica tenía su correspondencia en progresos característicos en reli gión, en organización de la familia y del sistema político, así como en el régimen de propiedad. Lt sociedad antigua de Morgan causó fuerte impresión a Marx y a su colaborador Friedrich Engels (1 8 2 0 -9 5 ). Este último, siguiendo el consejo de Marx, publicó en 188-1 El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, libro en el que hizo uso muy ex tenso de las teorías de Morgan y de sus ejemplos, procedentes en gran parte de observaciones sobre las sociedades indígenas americanas. De esta suerte, la obra de Morgan se convirtió en una parte de la sociología marxista y, en cierta medida, sigue desempeñando un papel en la Rusia comunista.
Gobincau: Determinismo rac'ud Comte, Marx y Spencer fueron exponentes de la teoría del progreso. Arthur de Gobincau (1 8 1 6 -8 2 ), por el contrario, deploraba el que le parecía marcado retroceso de la Francia de su tiempo y procuró des cubrir su causa. Ofreció el resultado de sus meditaciones en los cuatro volúmenes del Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas (1 8 5 3 -5 5 ), que puede considerarse como la manifestación más im portante de la teoría racial en sociología. Como representante de la aristocracia francesa, el autor se sentía orgulloso de ser descendiente de los conquistadores teutónicos de las Galias. Consideraba a los ale manes racialmente inferiores a los franceses por la gran mezcla bio lógica de aquellos, proposición ésta sumamente discutible. La ver dadera raza superior — decía— se había conservado en Inglaterra. Las opiniones de Gobineau sufrieron en cierta medida la influencia
del famoso historiador Augustin Thicrry (1 7 9 5 -1 8 5 6 ),1 quien a su vez debía a Comte algunas de sus ideas. La importancia del factor racial en el desenvolvimiento social fue sustentada por Gobineau mediante la arbitraria eliminación de otras hipótesis. Contestando a la pregunta de por qué decaen las naciones, Gobineau afirma que ni el fanatismo religioso, ni la decadencia reli giosa, ni el lujo, ni el libertinaje, la corrupción o la crueldad explican dicha decadencia, porque muchas naciones siguen floreciendo no obs tante la presencia de una o más de esas condiciones. La variable causal esencial es, según él, la composición racial. De acuerdo con su argumentación, las circunstancias raciales dominan todos los proble mas importantes de la historia. Basta, pues, la desigualdad de las razas para explicar el destino de los pueblos: las razas superiores son capaces de progresos fundamen tales, mientras que otras, como los indios americanos, están social y culturalmente limitadas por su herencia racial. Así, todas las civili zaciones importantes han sido obra de los arios (que en realidad no son una rama racial), quienes forman el sector más elevado de la raza blanca. Nunca dijo explícitamente Gobineau qué es lo que constituye una raza, y confundía lamentablemente la raza como sector biológico de la humanidad con un grupo étnico constituido por individuos uni dos por la común aceptación de una cultura específica. Hablando desde el punto de vista de las razas, decía que la conquista de un pueblo por otro de raza superior va seguida de mejoras proporcionadas a la cualidad hereditaria de los conquistadores, siempre que se con serve la pureza racial. Pero generalmente los conquistadores se mez clan con los conquistados, y de ahí se sigue la decadencia racial y cultural. Por consiguiente, la historia humana puede ser resumida como una sucesión de edades de los dioses, de los héroes, y de con fusión y mediocridad durante la cual las sociedades humanas dege neran en meros rebaños. Tal fue la teoría de la retrogresión, opuesta a la del progreso. La teoría de Gobineau es, antropológicamente, un error: no hay razas superiores e inferiores. En otras palabras, las capacidades innatas del hombre no están determinadas por la raza. Y la teoría es también un error desde el punto de vista sociológico: la mezcla racial, lo mismo que la interpenetración de las culturas, muchas veces produce el flo recimiento de la cultura. En el tiempo en que Gobineau publicó 1 Autor de Consideraciones sobra Lt historia de Francia, 1840.
su obra, la antropología y la sociología aún no conocían estos hechos, de suerte que no pudo demostrarse de un modo convincente su debi lidad científica; por el contrario, la teoría pudo fascinar la imagi nación de mucha gente. No obstante, la teoría racial de Gobineau pasó inadvertida durante su vida, especialmente en Francia. Se debió esto a que contradecía categóricamente la que entonces estaba gene ralizada, o sea la teoría del progreso ilimitado, sustentada por Turgot, Condorcet y Comte. A fines del siglo X I X la teoría de Gobineau fue introducida en Alemania debido en gran parte a la obra de Houston Stuart Chamberlain (1 8 5 5 -1 9 2 7 ). Chamberlain publicó en alemán Los fundamen tos del siglo xix (1 8 9 9 ), obra que influyó profundamente en el emperador Guillermo II y en muchos de los hombres que lo rodea ban. Aunque seguía los principales lincamientos de la teoría de Go bineau, Chamberlain admitía que la mezcla racial no siempre es dañina culturalmente; puede haber mezclas favorables que, en reali dad, debieran conservarse. Estas doctrinas racistas fueron adoptadas después por el nacionalsocialismo, o sea el nazismo hitleriano. Tam bién contribuyeron a originar el anglo-sajonismo, punto de vista bas tante generalizado en los Estados Unidos a fines del siglo xix y principios del xx y que tuvo su papel en la formulación de la ley restrictiva de la inmigración de 1924 (cuyas disposiciones funda mentales pasaron a la ley de 1 9 5 2 ).
Buckle: Monismo geográfico Henry T. Buckle (1 8 2 1 -6 2 ), hijo de un rico comerciante londinense, viajó mucho y dedicó su vida a actividades literarias y científicas. En este último campo representó un papel al aportar una especie de determinismo geográfico al pensamiento sociológico del siglo X I X . La History of Civilization in England (Historia de la civilización en Inglaterra, 1857-61), obra principal de Buckle, quedó incompleta por muerte prematura del autor. La idea fundamental de Buckle era que los procesos social e his tórico son consecuencia de la acción de fenómenos externos sobre la mente humana y de la acción de la mente sobre aquellos mismos fenómenos. Sólo la primera parte de esta teoría fue desarrollada por Buckle en la parte publicada de sus escritos. El progreso cultural — decía— depende de la formación de una clase ociosa, cosa que sólo es posible cuando la producción supera al consumo. Ese excedente es
en esencia resultado de una combinación favorable de condiciones de clima, suelo y alimentos disponibles. En la historia primitiva, la crea ción de un excedente de alimentos depende de la energía y regu laridad del trabajo humano, de una parte, y del carácter de la natu raleza, o sea del medio natural, de la otra. La cualidad del trabajo está determinada por el clima; el clima templado vigoriza, el clima cálido debilita; en las regiones frías nacen costumbres variables e inconexas, mientras que la productividad del trabajo humano depen de de la fertilidad del suelo. Buckle "probaba” estas hipótesis con sus observaciones generales de las características geográficas y sociales de Irlanda, la India, Egipto, América Central y el Perú, y llegaba a la conclusión de que sus observaciones venían en apoyo de su teoría. Buckle concedió también cierta importancia sociológica al aspecto visual de la naturaleza; si el medio natural es sublime o aterrador, desarrolla la imaginación; si es menos impresionante, prevalece la inteligencia. Intentó demostrar este teorema contraponiendo las civi lizaciones de la India y de Grecia. Creía Buckle que la influencia del medio geográfico era más di recta, y por lo tanto más fuerte, sobre los pueblos primitivos, y que se debilitaba con el progreso cultural. Si hubiera terminado su obra, probablemente hubiera intentado mostrar cómo se realizó, en los últimos períodos históricos, el creciente dominio humano sobre los fe nómenos naturales exteriores. El estudio de la influencia de las condiciones geográficas fue em prendido muchas veces por escritores que saquearon a Buckle. Entre sus predecesores se cuentan Aristóteles, Montesquieu y varios geógra fos alemanes; durante algunos decenios fue muy leída su Historia de la civilización en Inglaterra, e influyó en los medios intelectuales. Y con frecuencia las opiniones de Buckle han sido reformuladas en forma de un determinismo geográfico unilateral. Esta teoría ya no es aceptable, pues hoy se sabe que la geografía limita, más bien que determina, el desenvolvimiento social y cultural. La existencia de re cursos naturales, por ejemplo, no garantiza que serán explotados por el hombre, pero su falta impedirá numerosos progresos. Desgracia damente, esta bien fundada opinión es contradicha todavía hoy por un determinismo geográfico ocasional.
Danilevsky: Una primera alternativa respecto del evolucionismo Nicholas Danilevsky (1 8 2 2 -8 5 ) fue un naturalista ruso profunda mente interesado en los asuntos políticos. En 1869 publicó, en entre
gas que iban apareciendo en una revista mensual rusa, una obra titu lada Rusia y Europa, en la que se propuso contestar a esta pregunta: ¿Por qué Europa odia a Rusia? En el curso de su estudio sobre el tema, formuló una teoría del desarrollo de las sociedades humanas que discrepaba de Ja teoría evolucionista. En realidad, la teoría del desarrollo de Jas sociedades sustentada por Danilevsky suministró una especie de modelo que en años subsiguientes se convirtió en un susti tuto deí evolucionismo. Danilevsky partió de la observación de que es anticientífico consi derar la historia como un desarrollo incesante de la experiencia eu ropea, ignorando, o tratando como cosas al margen, los progresos realizados en otras partes del mundo. Los ciclos históricos más bien debieran estudiarse dentro del marco de tipos históricos culturales o civilizaciones. Sostenía que a base de los conocimientos disponibles po dían enumerarse trece civilizaciones más o menos completas e inde pendientes o semi-independientes: la egipcia, Ja china, la semítica antigua, la india, la irania, la persa, la hebrea, la griega, la romana, Ja árabe, la germano-romana, la eslava, la mexicana y la peruana. Cada una de esas civilizaciones pasó por ciclos análogos a los del crecimiento orgánico: infancia, juventud, madurez, decadencia. Al gunas civilizaciones, por ejemplo la mexicana y la peruana, fueron detenidas en fases tempranas, mientras que la eslava en su época alcanzaba la madurez y la germano-romana ya estaba en el proceso de decadencia. En opinión de Danilevsky, no todas las tribus o pueblos ascienden hacia la civilización, sino sólo Jos que son mental y espiritualmente capaces de hacerlo. Además, el desarrollo de la civilización no se limita a una sola tribu o pueblo, sino que se realiza en un grupo de tribus o pueblos lingüísticamente emparentados. La condición indis pensable para el desarrollo es la independencia política de uno por lo menos de esos pueblos, que permita la formación de un tipo his tórico cultural. Asimismo, hay grupos cuyas actividades impiden la formación de una civilización, como los hunos, los tártaros y los turcos; mientras que el resto de los pueblos forma una especie de residuo que Danilevsky llamaba material etnográfico. Según Danilevsky, toda civilización produce su estilo particular, que se manifiesta del modo más claro en la edad de la madurez. Dicho con más precisión, cada civilización sobresale en uno de los campos de la actividad humana. Así, los griegos acentuaron la belleza; los romanos se especializaron en el derecho y en la organización po-
lírica; la civilización semítica destacó la religión. En tiempos más recientes, las sociedades germano-romanas sobresalieron en los cam pos político, tecnológico y estético, mientras que la civilización eslava promete grandes cosas en todos los campos. Como conjuntos, las civilizaciones son impenetrables e intransmi sibles; pero sus rasgos individuales pueden ser imitados o seguidos, en particular las realizaciones científicas y tecnológicas. Además, las civilizaciones pueden difundirse por la colonización y, con menos eficacia, por "injerto”. Ejemplos de este último procedimiento son el florecimiento de la civilización helénica sobre el tronco egipcio y el desarrollo de la cultura romana sobre el árbol céltico. Por lo ge neral, las civilizaciones que reciben el injerto mueren en ese proceso. Pero todas las civilizaciones tienen una vida limitada, aunque Dani levsky no pretendió conocer el tiempo límite del ciclo de crecimiento y decadencia; pero suponía que, más tarde o más temprano, las civi lizaciones mueren por una especie de fatalidad interna. En esa fase, los pueblos retornan al estado de material etnográfico, si bien en un tiempo futuro pueden convertirse en portadores de nuevas ci vilizaciones. Cuando apareció, la obra de Danilevsky pasó casi del todo inadvertida; pero a fines del decenio de los 1880 súbitamente atrajo la aten ción en Rusia, de suerte que aparecieron dos nuevas ediciones de Rusia y Europa, seguidas en 1890 de una traducción francesa abre viada. Probablemente ese libro fue importante fuente de inspiración para La decadencia de Occidente de Oswald Spengler (véase capí tulo 2 0 ) , obra que durante algunos años ejerció gran influencia, medio siglo después de la aparición de su oscuro predecesor. La teoría de Danilevsky sobre el desarrollo y decadencia de las civiliza ciones era intemporal, oponiéndose, como se oponía, a la teoría po pular de la evolución unilineal hacia el progreso. Y , namralmente, el hecho de que la obra estuviera escrita en ruso y no fuera rraducida hasta 1890 fue también un obstáculo para que se la conociese. Pero Danilevsky contribuyó al desarrollo cumulativo de la teoría socioló gica, en especial al estudio de los cambios sociales y culturales. Vol verán a encontrarse algunas de sus ideas en las obras de Toynbee y de Sorokin, cuyas teorías estudiaremos en el capítulo 20.
En el transcurso de medio siglo tuvieron lugar numerosos comien zos en el campo de las ciencias sociales; al cabo de algún tiempo con vergieron, contribuyendo así a enriquecer la teoría sociológica. Pero en ese primer período, dichos comienzos tuvieron muy pocas rela ciones entre sí. Spencer por ejemplo, conoció la obra de Comte y tomó de ella la palabra sociología; pero, por lo demás, no fue influido por las aportaciones del maestro francés. Le Play estaba familiarizado con la obra de Comte, y Gobineau sufrió la influencia del histo riador Thierry, que a su vez había sido impresionado por las obser vaciones de Comte sobre la importancia de la raza. Quételet se formó en el mismo clima intelectual que Comte. Tylor reconocía que ningún autor había influido en el más que Quételet, aunque también citaba a Comte. Morgan estaba familiarizado con los escritos de Spencer, pero el empleo que hizo de la palabra evolución fue sólo incidental en su argumentación. La versión originaria del marxismo es cosa aparte de cualquiera otra exploración sociológica inicial (aunque tiene conexiones con las dispares corrientes intelectuales de la filo sofía hegeliana, con el socialismo utópico y, finalmente, con la eco nomía política inglesa); pero, en una obra posterior, Engels utilizó muchas ideas de Morgan. Los escritos de Buckle y de Danilevsky parecen no haber tenido relación alguna con los de los sociólogos contemporáneos sujos. La mayor parte de las aportaciones hasta ahora examinadas fueron escritas en la firme creencia de que la evolución era la ley suprema del devenir. El evolucionismo de Spencer era cósmico; el de Comte era pluralista, pero subrayaba los factores ideológicos y demográfi cos; el evolucionismo de Marx era económico, y el de Morgan tec nológico. En oposición con las ¡deas de 'esos autores, Danilevsky formuló una teoría cíclica del cambio social, abandonando el dogma de la evolución unilateral hacia el progreso. Tylor, Gobincau y Le Play rechazaron también el supuesto del desarrollo progresivo de la sociedad humana. Una de las mayores preocupaciones de los primeros evolucionistas fue el descubrir los factores del progreso, o, traducido al lenguaje contemporáneo, los determinantes del cambio social. Predominaba la tendencia al monismo, es decir, a considerar un solo factor como fun damental o por lo menos como predominante. Además de los factores ideológico, demográfico, económico y tecnológico, señalados por los
evolucionistas, Gobineau y Buckle subrayaron los factores raciales y geográficos. Dos de los comienzos reseñados fueron importantes desde el punto de vista de la metodología. Quételet reveló cómo aplicar los métodos estadísticos al estudio de los fenómenos sociales, y Le Play realizó excelente trabajo con un método que después se llamó estudio de casos particulares. Es digno de notarse que, con relación a ambos métodos, tuvo lugar el fenómeno de la acción retardada. Hasta fines del siglo x ix no se aplicó el método estadístico en estudios sociales especializados, por primera vez en el campo de la criminología. Y has ta después de 1920 no adquirió fuerza perceptible la idea de hacer de la sociología una ciencia cuantitativa. Del otro lado, el método de Le Play fue usado desde el principio por sus discípulos en el limitado campo de los estudios sobre familias; pero hasta la segunda década del siglo x x , e independientemente de toda influencia de Le Play, no descubrieron los sociólogos norteamericanos el método del estudio de casos particulares y lo convirtieron en rival de la investigación estadística. La mayoría de las obras hasta ahora estudiadas no fueron consi deradas por sus autores obras de sociología. Únicamente Comte y Spencer, y en menor grado Le Play, se dieron cuenta de que estaban construyendo una ciencia nueva. Quételet estaba preocupado con la estadística; Marx, Gobineau, Buckle y Danilevsky hubieran clasifi cado sus obras como filosofía de la historia; Tylor y Morgan hacían aportaciones a la etnología. Por consiguiente, es muy comprensible que durante la época de los iniciadores la sociología misma fuese un concepto vago. Los problemas científicos que constituyen el núcleo central de la teoría sociológica fueron más veces planteados que re sueltos. La metodología, excepto en las obras de Quételet y de Le Play, era torpe y rudimentaria. Pero en esos primeros años hubo muchos atisbos que suscitaron ideas y dieron frutos científicos en el trans curso de los decenios subsiguientes.
TERCERA PARTE APARICIÓN DE ESCUELAS RIVALES
El último cuarto del siglo x ix delimita aproximadamente el segundo periodo de la historia de la sociología. Por una parte, se le puede con siderar como la época de la lucha de las escuelas. En contraste con la situación que conquistaron durante el primer período, los estu diosos en el campo de la sociología se familiarizaron con las diferen tes teorías y acentuaron, muchas veces sobreacentuaron, las diferencias existentes entre ellas. En consecuencia, gran parte de su actividad con sistió en esfuerzos para demoler las teorías rivales. Por otra parte, en la medida en que fue dominado por la teoría evolucionista, el período tuvo cierra unidad. Lo que sobre todo discutían los sociólogos era cuál jxxJía considerarse como la interpretación más adecuada de la evolu ción, y el debate solía centrarse sobre la identificación del factor pre dominante responsable de la evolución de la sociedad. Pero debe advertirse que el predominio del evolucionismo era abso luto. En una época en que el evolucionismo tendía, por su misma naturaleza, a reducir la sociología al estudio de la dinámica social y a explicar la estructura y las funciones de toda sociedad únicamente en relación con la fase evolutiva en que se encontraba, algunos so ciólogos se propusieron seguir la línea iniciada por Comte con sus ideas sobre estática social. Con su actividad crearon un nuevo enfoque de la sociología que podría llamarse analítico o sistemático, subra yando el estudio de la estructura y funcionamiento de la sociedad y dedicando relativamente poco estudio a las etapas por las que la so ciedad ha pasado. Algunos de ios iniciadores de la sociología analítica creían en la evolución, pero la evolución no representaba sino un pa pel insignificante en sus teorías. Entre las muchas escuelas en que se dividió la predominante teoría evolucionista se destaca el darwinismo social. Merece notarse que Charles Darwin, autor de El origen de las especies (1 8 5 9 ) y de La selección respecto al sexo (1 8 7 1 ), y creador de la teoría moderna de la evolución biológica, no era un darwinista social. No estudió problemas de filosofía social y se inclinaba a acentuar el contraste entre los procesos de la evolución biológica y de la evolución social. 83
Bagehot F.l primer autor que intentó formular una teoría sociológica apli cando los principios de la selección natural y de la variabilidad a la sociedad política, fue Walter Bagehot (1 8 2 6 -7 7 ). Pertenecía a una familia inglesa de la clase media, estudió en Oxford y después se dedicó a negocios bancarios. Desde 1860 fue director de The Econotnist. Publicó sus opiniones por primera vez en una serie de artículos que salieron en The Fortmghtly Revietv ( 1 8 6 7 ), y más tarde esos artículos aparecieron en forma de libro con el título de Physks and Politics (Física y política, 1 872). En esa obra procuró Bagehot formular el carácter esencial de la lucha de grupos. El rasgo principal —-dice— es que esa lucha la di rigen grupos de hombres en cooperación, no individuos. Es mani fiesta la superioridad de los grupos compactos sobre los débilmente unidos. La diferencia entre el hombre no civilizado y el civilizado es igual a la que existe entre los animales silvestres y los domésticos, y aseguraba que el proceso de domesticación es el mismo para los hombres y para los animales, afirmación curiosa teniendo en cuenta las manifiestas desemejanzas de ambos procesos. Las tribus más dó ciles sobreviven; en consecuencia, han llegado a ser dueñas de la tierra las naciones que tienen los sistemas de organización familiar más compactos. Esta teoría es una sublimación en el plano sociológico de la supervivencia de los más aptos. Puesco que la cohesión del grupo es tan importante en el proceso evolutivo, es preciso determinar cuál es el factor que fragua el grupo. Para Bagehot ese factor es "el aglutinante de la costumbre”, o sea la tendencia de ios descendientes a parecerse a sus progenitores no sólo biológicamente, sino también mentalmente. Aquí surge la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las fuerzas que conservan las costumbres? Ba gehot señala tres fuerzas. En primer lugar está la religión del miedo, con sanciones terribles para los violadores. En segundo lugar, está la tendencia persecutoria, o sea la propensión a castigar las desviaciones del orden establecido, el cual sirve de apoyo a las costumbres. Según Bagehot, ningún bárbaro tolera ver a un individuo de su nación apar tarse de los viejos usos y costumbres de la tribu. En tercer lugar, está la tendencia del hombre a imitar lo que tiene delante. La imitación no es consciente, es contagiosa y particularmente fuerte entre los niños y los salvajes, y ella explica la sorprendente uniformidad de la sociedad salvaje y el que los salvajes sean los más rápidos y fieles
imitadores. (La ciencia social moderna sabe, naturalmente, que esos rasgos no distinguen necesariamente a la sociedad "salvaje”.) En la imjwrtancia que concedía a la imitación se anticipó Bagehot a Ga briel Tarde, uno de los creadores de la sociología analítica que con tribuyó de manera importante a la decadencia del evolucionismo en sociología (véase capítulo 8 ) . El estudio de Ja costumbre hecho por Bagehot y que acabamos de esbozar, tuvo por objeto acJarar la afirmación de que la cohesión del grupo es el requisito necesario para la victoria en la lucha de gru pos. Como segundo factor que hace posible la supervivencia de los más aptos, Bagehot tomó de Darwin la idea de la variabilidad. Sin variabilidad, la lucha por la existencia no tendría sentido, pues no produciría ningún mejoramiento de la organización biológica o so cial. Al igual que Spencer, Bagehot creía en el progreso, y explicaba su posibilidad mediante la tendencia de los descendientes, opuesta u la de la imitación, a diferir de sus progenitores. Según él, el pro greso sólo es posible si la fuerza de la legalidad basada en la imitación es bastante poderosa para mantener unida la nación, pero no tanto que mate toda variación y reprima la perpetua tendencia de la natura leza al cambio. Sobreviven los grupos en que el equilibrio de esas fuerzas garantiza la mayor eficacia del grupo. Ese equilibrio, en opi nión de Bagehot, es característico de las sociedades dirigidas por un gobierno fruto de la discusión: en tales sociedades está abierta la puerta a las innovaciones y al progreso.
Gumplowicz Las ideas de Bagehot no tuvieron nunca aceptación muy general; en realidad, su obra fue ignorada durante mucho tiempo. No puede decirse lo mismo de otro representante del darwinismo social, Ludwig Gumplowicz (1 8 3 8 -1 9 0 9 ), judío polaco. Gumplowicz inició su ca rrera académica en la monarquía austro-húngara, donde el antisemi tismo era fuerte y los conflictos étnicos dominaban el escenario polí tico. Durante toda su vida sufrió un complejo de inferioridad, y la tragedia señaló sus últimos años. En 1894 se suicidó su hijo, y en 1909 se suicidó él después de haber dado muerte a su mujer. Las sombras que envolvían su vida fueron iluminadas, pero no disipadas, por una visita que en 1903 le hizo el sociólogo norteamericano Ward (véase capítulo 6 ) , que era hombre muy optimista. A consecuencia de dicha visita, tuvo Gumplowicz Ja oportunidad de publicar en The
American Journal of Sociology (volumen 9 ) un artículo en el que, en oposición con sus anteriores ideas, admitía que las leyes de bronce de los procesos naturales ppdían ser modificadas por el intelecto humano, que es también una fuerza natural. La actividad académica de Gumplowicz se limitó a la universidad provinciana de Graz, donde fue primero conferenciante y después, a partir de 1882, profesor. Su primer contacto con el campo de la so ciología tuvo lugar a través de los escritos de Comte y de Spencer. Sus obras más importantes son Raza y Estado ( 1 8 7 5 ), Lucha de ra zas (1 8 8 3 ) y en especial Eshozo de sociología (1 8 8 5 ). Escribió otras muchas obras que añadieron pocas cosas importantes al Esbozo ds
sociología. En todos esos escritos, aunque insiste en la necesidad de relacionar la sociología con el campo general de la ciencia, sustenta Gumplowicz la idea de que los fenómenos sociales constituyen una categoría única distinta de todos los demás fenómenos por varios rasgos fundamenta les. En su opinión la sociología es la ciencia de la sociedad humana y de las leyes sociales. Por lo tanto, es la base de todas las otras cien cias sociales, que se dedican a manifestaciones particulares de la vida social. En opinión de Gumplowicz, la evolución social y cultural es total mente producto de la lucha entre grupos sociales. Esa lucha, análoga a la lucha por la existencia y a la supervivencia de los más aptos entre los individuos, reemplazaba a la lucha individual en su teoría de la evolución. Sólo el grupo es importante, porque el individuo es un producto del grupo. Sólo una insignificante minoría de individuos prosigue su educación recibiendo impresiones originadas fuera de su propio grupo social. Es la comunidad la que piensa, porque no pasa de ser una ilusión la idea de que el hombre piensa como individuo. Pero, ¿por qué deben luchar los grupos? Gumplowicz presenta dos hipótesis fundamentales: una, la hipótesis poligenética, afirma que la especie hombre se derivó de diversos tipos antiguos en muchos momentos diferentes y en muchos lugares distintos, de suerte que no hay vínculo sanguíneo entre las razas; y otra, la hipótesis de que existe entre Jos diferentes grupos y razas un odio insuperable. Llegó a ambos supuestos deductivamente y los confirmó con buenas autori dades. Cuanto más hacia atrás vamos, dice Gumplowicz, mayor es el número de pequeños grupos sociales que encontramos, constituidos por hordas que se caracterizan por la promiscuidad sexual y la igual dad de posición social. El conflicto (la guerra) entre ellos tenía por
causa directa el deseo de mejorar las condiciones económicas. (En esto, como en otras muchas cosas, las ideas de Gumplowicz muestran mar cado sabor marxista.) En los tiempos primitivos, la guerra tenía por consecuencia el exterminio del grupo vencido. Después los hom bres encontraron más ventajoso reducir a la esclavitud a los vencidos y explotarlos económicamente. En este proceso de sobreimposición de un grupo a otro veía Gumplowicz el origen del Estado. Aunque no de buen grado, esta teoría fue aceptada por muchos sociólogos, y hasta por los de los Estados Unidos, a falta, en aquel tiempo, de otras hipó tesis plausibles. Después de formado el Estado, la lucha de los grupos se bifurca: continúan las guerras entre Estados impulsados por un implacable afán de conquista, pero además dentro de cada Estado nace la lucha de clases. Aunque las clases combatientes y sus metas cambian a tra vés de la historia, la clase que está en el poder siempre se da cuenta de que puede mantener y extender más fácilmente su dominio creando instituciones legales y políticas. Todas estas ideas relativas al Estado tienen afinidad con el marxismo. Como muchos pensadores alemanes de aquel tiempo, Gumplowicz propendía a contraponer Estado y sociedad. Para él la sociedad era la suma total de los grupos antagónicos, y cada grupo se concentraba alrededor de uno o más intereses comunes. Dondequiera que los hombres se sienten estrechamente unidos por intereses comunes, se esfuerzan por acruar juntos como unidades en la lucha por el predo minio. Así se forman los grupos y resulta incesante la lucha entre ellos. Al contrario que otros evolucionistas, Gumplowicz era pesimista en lo que respecta al progreso. No podía aceptar la idea de la evolu ción de la humanidad como un todo, porque para él no existía esa cosa única llamada humanidad. Su hipótesis poligénica impedía la posibilidad de una evolución unitaria. Creía él que la evolución de cada grupo había sido esporádica e interrumpida por retrocesos. En todo Estado han tenido lugar una evolución y un progreso parciales; pero siempre ha habido bárbaros que esperan la señal de empezar la obra de destrucción. Aunque es seguro que Gumplowicz no tomó nada de Danilevsky, hay aquí algún paralelismo con la Opinión de éste último (véase capítulo 4 ) sobre el nacimiento de las culturas particu lares (no de la cultura humana en general) y sobre la existencia de fuerzas negativas y destructoras. La caída de muchos Estados pode rosos ante el asalto de hordas bárbaras más bien pequeñas — añade Gumplowicz en una interesante anticipación a las ideas de Toynbee— ,
no puede comprenderse a menos que se admita la existencia de ene migos sociales interiores. En resumen, no hay progreso ni retrogresión en el curso de la historia en su conjunto; sólo puede advertirse progreso en determi nados períodos y determinados países. Las opiniones de Gumplowicz sobre este tema están mucho más cerca de la opinión común en la actualidad que las de sus optimistas contemporáneos.
Ratzenhofer El darwinismo social aparece en forma mucho más mitigada en la obra del sociólogo austriaco Gustav Ratzenhofer (1 8 4 2 -1 9 0 4 ). De humilde origen, este hombre, que era cadete a la edad de dieciséis años, tuvo numerosos duelos e hizo distinguidos servicios de guerra; en 1878 fue nombrado archivista del ejército, posición que le dio amplia oportunidad para leer y estimuló el deseo de escribir. En 1898 fue ascendido a mariscal de campo y nombrado presidente deí tribu nal supremo militar de Austria. Se retiró del ejército en 1903. Intelectualmente, fue un autodidacto influido por la lectura de Comte, Spencer, John Stuart Mili y Gumplowicz. Sus obras principales son Naturaleza y fin de la política ( 1 8 9 3 ), Estmlios sociológicos (1 8 9 8 ) y Sociología (1 9 0 8 , postuma). Murió a bordo del barco en que re gresaba de un viaje a los Estados Unidos, donde había dado conferen cias con gran éxito. En opinión de Ratzenhofer, la sociología es Ja ciencia de las rela ciones mutuas entre seres humanos. Su misión es descubrir las ten dencias fundamentales de la evolución social y las condiciones del bienestar general de los seres humanos. El problema fundamental de Ja sociología es determinar el carácter único de la regularidad social y distinguirla de Ja regularidad del mundo de los fenómenos en gene ral. La sociología debe descubrir el principio básico que gobierna to dos los asuntos sociales y contribuir, con esa guía, a resolver todos los problemas sociales. Esc principio director, la fuerza motriz, la UrJkraft, es el interés. El interés es la llave que abre la puerta del tesoro de la sociología. La vida social, según Ratzenhofer, es un haz de intereses enraizados en la naturaleza misma de los hombres. El interés es la expresión de una necesidad a través de la percepción de su inevitabilidad. Las necesidades son, en cuanto tales, innatas o instintivas, mas para que se conviertan en intereses tienen que ser percibidas y entendidas por las mentes humanas como inevitables.
Ratzcnhofer clasificaba ios intereses del modo siguiente: procreativos, fisiológicos (nutrición), individuales (autoafirmación), socia les (basados en la consanguinidad, dirigidos al bienestar del grupo), y trascendentales (religión). Estos cinco tipos de intereses son las verdaderas fuerzas que están detrás de la acción del individuo y del grupo. La sociedad existe sólo en el proceso social, que es la suma total de las relaciones sociales existentes entre los hombres; pero esas relaciones, a su vez, se basan en la conducta interesada o egoísta que motiva toda acción social. Como quizás es natural en un militar de la vieja escuela, creía Ratzenhofer que en la acción de los grupos predomina el antagonismo. El orden social es la organización de la lucha por la existencia. Pre domina el antagonismo a causa de la disposición innata en el hombre de obedecer a sus impulsos primarios y de odiar a sus prójimos. El aumento de la población pone un límite a esa disposición. Después, como se hace inevitable el sojuzgamiento del grupo por gobernan tes, aparecen los comienzos de articulación social y del Estado. Ex pansiones ulteriores conducen a la conquista de unos Estados por otros, proceso que es causa de una complejidad y diferenciación cre cientes. La lucha y la guerra por lo general consolidan las estructuras sociales, mientras que la cultura y el comercio debilitan el vínculo social.
Small Albion W . Small (1 8 5 4 -1 9 2 6 ), sin haber sido un pensador particu larmente original, contribuyó quizás más que otro cualquiera al pro greso académico de la sociología norteamericana. Small nació en Maine, estudió en el Colby College y en el Newton Thcological Seminary, y después pasó dos años en las universidades de Berlín y de Leipzig, donde adquirió un conocimiento completo de la ciencia social alemana. Durante diez años fue profesor de historia y de economía en el Colby College, y durante tres años fue su rector. En 1892 fue nombrado jefe del recién creado departamento de so ciología de la Universidad de Chicago, el primero que existió de esa especialidad. Desempeñó el cargo hasta su muerte, y representó papel muy importante en la preparación de toda una generación de soció logos. En 1894 publicó, en colaboración con George E. Vincent, el primer libro de texto de sociología. Al año siguiente fundó The American Journal of Sociology, que dirigió hasta su muerte. En 1905
iipareció General Sociology (Sociología general), su obra maestra. A través de la cátedra y el libro familiarizó a sus compatriotas con el pensamiento europeo y promovió el conocimiento en Europa de la sociología norteamericana, lo que por sí mismo justifica plenamente el que en 1913 se le nombrara presidente del Instituto Internacional de Sociología. Aunque influido por Ratzenhofer, Small mitigó el ya mitigado darwinismo social de aquél, reduciéndolo a una teoría de los intereses y de sus conflictos. Esta teoría iba bien con su concepto anterior de los deseos como principales resortes de la acción humana en socie dad, idea que probablemente tomó de Ward. En la Sociología general Small define el interés como 'una aptitud no satisfecha correspon diente a una situación no realizada”. Esta fórmula — dijo— era un intento para expresar algo que está detrás de la conciencia. Infortuna damente, la vaguedad de la expresión es plenamente característica de las obras de Small en general. El interés es el eje de la teoría sociológica de Small. Los intereses son los móviles más simples que pueden descubrirse en la conducta de seres humanos; la vida misma es el proceso de desarrollar, adaptar y satisfacer intereses. Éstos son de seis clases: salud, riqueza, sociabi lidad, conocimiento, belleza, rectitud. Subjetivamente considerados, los intereses son deseos; objetivamente, son necesidades. Los intereses dominan tanto la vida individual como la social. El individuo es en todo momento el producto de la lucha persistente entre sus intereses; y análogamente, la sociedad es la consecuencia de las miríadas de esfuerzos de los individuos para satisfacer sus intereses. Small subraya la relación de interdependencia de los aspec tos individuales y sociales de la lucha de intereses, y dice: "Individuo y sociedad no son medios el uno para el otro, sino aspectos de ambos. Una sociedad es una combinación de las actividades de las perso nas. Una persona es un centro de impulsos conscientes que sólo en sociedad se realizan plenamente.” Small emplea ahí la palabra sociedad, aunque antes la había repu diado en su obra a favor de la palabra asociación, insistiendo en que el cambio no era simplemente de palabras. La palabra sociedad su giere una visión más bien estática de los hechos sociales, mientras que asociación — decía— expresa una visión dinámica. Small quería estudiar el proceso de la asociación humana, y en ese proceso descu bría el antagonismo como cosa primordial, e implícita en él la coli sión de intereses. Pero, cediendo a sus propias preferencias éticas, lie-
gaba a afirmar que el antagonismo se resuelve en cooperación a través de la socialización. No obstante la influencia personal de Small, sus opiniones no per duraron ni influyeron en gran medida sobre la sociología norteameri cana. Es manifiesta una causa: formuladas al comenzar el siglo x x , las opiniones de Small pertenecían a una clase de sociología que en aquel tiempo ya estaba en decadencia. Aunque, en oposición con la mayor parte de sus contemporáneos, Small no agrupó sus ideas en tomo del concepto de evolución; sin embargo, suponía que la teoría evolucionista era válida en general. Pensaba que la evolución hacia el progreso se expresaba en el paso del antagonismo inicial a la pacifi cación mediante 1a socialización, y creía que el proceso social, por necesidad interna, producía cada vez mas hombres disímiles, opinión que sigue la línea de la fórmula evolutiva de Spencer. Pero la explicación que dio Small de las relaciones entre la socio logía, las otras ciencias sociales y la psicología, está de acuerdo con gran parte del pensamiento actual. Small insistió en ía unidad de las ciencias sociales, particularmente en The Meaning of the Social Sciences (El significado de las ciencias sociales, 1910), y observó que cada una de esas ciencias prestaba atención primordialmente a ciertos fragmentos o aspectos de la misma cosa. Acerca de la sociología y la psicología dijo: "El psicólogo toma la asociación como el hecho co nocido y fijo, para proseguir la investigación de los mecanismos de los actores individuales. El sociólogo, por el contrario, toma por cosa sabida al individuo y emprende la investigación de la asociación”. Es lamentable, pensamos nosotros, que los sociólogos posteriores no ha yan seguido con más frecuencia ese excelente consejo.
Sumncr Una variedad especial de darwinismo social se ofrece en la obra de William Graham Sumncr (1 8 4 0 -1 9 1 0 ), uno de los más importantes sociólogos norteamericanos. Nacido en Patterson, Nueva Jersey, era hijo de un inmigrante inglés que había abandonado su patria porque su negocio había sido llevado a la ruina con el avance de la revo lución industrial. A pesar de ese antecedente, el hijo llegó a ser uno de los campeones más vigorosos del principio del laissez faire, que era en parte un reflejo de la revolución industrial en el mundo de las ideas. Cumplidos los veinte años, Sumner pasó varios en Oxford. Noticias que se han conservado relativas a conversaciones que entonces tuvo
allí, muestran que el principal problema a discusión era la posibilidad de una ciencia de la sociedad, dónde debía empezar esa ciencia y cómo debía estructurarse. Se pensaba con frecuencia que el punto de par tida era la filosofía de la historia al estilo de Buckle; pero la ciencia social tiene que ser una ciencia inductiva, y nadie veía cómo podría recogerse la cantidad necesaria de material y darle tal disposición, que efectivamente pudiera realizarse Ja inducción. En 1868, después de haber regresado de Inglaterra a los Estados Unidos, Sumner fue nombrado tutor en la Universidad de Yale. Mien tras desempeñaba ese cargo leyó Los primeros principios y la Estática social, de Spencer, pero esas obras no le produjeron gran impresión. En 1869 fue ordenado de ministro episcopal. Cuando empezó a escri bir sermones, advirtió que lo que más le interesaba eran los temas relacionados con la ciencia social y con la economía política. Por ese tiempo leyó El estudio de la sociología, de Spencer, y encontró la guía que necesitaba. En Yale fue ascendido a profesor al mismo tiempo que se convertía al evolucionismo. Por haber recomendado a sus alumnos que leyeran a Spencer, estuvo a punto de ser expulsado de la Univer sidad por sospechoso de ateísmo. No obstante, conservó la cátedra, que desempeñó hasta su muerte. Durante los dos últimos años de su vida fue presidente de la American Sociological Soeiety, cargo en el que sucedió a Ward, que había sido su primer presidente. Sumner es autor de una sola obra importante, Volkways (1 9 0 6 ). A pesar de la fecha de publicación, las opiniones de Sumner perte necen a la sociología del siglo X I X , porque el libro se basaba en con ferencias pronunciadas en el transcurso de muchos años. Volkways fue concebido como anticipo de una obra monumental, The Science of Soeiety (h ¡ ciencia de la sociedad), que Sumner había empezado en 1872, pero que no terminó. Albert G . Keller, fiel discípulo de Sum ner, la terminó y publicó en 1927 con los nombres de los dos. Muchas de las ideas contenidas en Costumbres (Volkways) ya las había expues to Sumner en numerosos ensayos publicados entre 1880 y 1900. Una colección póstuma de Ensayos atestigua la persistencia del interés por la obra de Sumner muchos años después de su muerte. Sumner consideraba la sociedad como un sistema de fuerzas some tidas a leyes que la ciencia tenía por misión investigar. Los hombres delxm obedecer a leyes sociales lo mismo que obedecen a leyes físicas: hay que conocer y respetar esas leyes. De ahí la admisión incondicional de la doctrina liberal expresada en el título mismo de uno de sus ensayos: The Absurd Effort to Make the World Over (El absurdo
esfuerzo para rehacer el mundo, 1 8 9 4 ). Para Sumner, la ley fun damental es la de la evolución, proceso espontáneo, unilineal e irreversible que no puede ser modificado por el esfuerzo social. La evolución es impulsada hacia adelante por la lucha por la existencia, combate que enfrenta al hombre con la naturaleza y con los demás hombres, sin que nadie pueda ser culpado por las penalidades que unos individuos imponen a otros. La supervivencia de los industriosos y los frugales es la supervivencia de los más aptos. Tal es Ja ley de la civilización. No existe ninguna otra posibilidad. Es igualmente imjjosible encadenar las fuerzas sociales que producen los monopolios, las guerras y las clases sociales y sus luchas. Esas fuerzas son ante todo la presión que ejercen la población y las condiciones económicas; el papel de las fuerzas morales es secundario. La lucha de clases ha señalado todo el desenvolvimiento histórico; el principal objetivo de esa lucha es la dominación del Estado. Las opiniones de Sumner combinaban buena cantidad de determi nismo económico con el empleo de conceptos biológicos; y él estaba firmemente convencido del preeminente valor de los datos etnoló gicos. Fue muy poco influido, o quizás ni la conoció, por la teoría no evolucionista de la sociología norteamericana y europea. Según Keller, sucesor de Sumner en Yale, el principal método de éste consistía en reunir una gran masa de hechos comprobados y dejarlos hablar por sí mismos, mediante la aplicación del sentido común preparado y organizado. Éste es el juicio de un admirador. Más exactamente, Sum ner empleaba una cantidad enorme de material, pero la organización que le daba era más bien débil. Costumbres es un intento al estilo del darwinismo social para ex plicar el origen evolutivo, el carácter, la función y la persistencia de los hábitos de grupo (costumbres). Puesto que la primera misión de la vida es vivir, los hombres empiezan con actos, no con ideas. Por pruebas y tanteos se seleccionan los mejores y más adecuados modos de obrar entre los varios posibles y de acuerdo con las circunstancias que prevalecen. Esos métodos se repiten, y su repetición produce há bito en el individuo y costumbre en el grupo. Así las costumbres, es decir, las maneras de hacer las cosas comúnmente aceptadas en una sociedad, se producen inconscientemente. Nadie sabe cómo ni cuándo nacen, y crecen como por el juego de una energía vital interna. Nunca fue Sumner suficientemente claro acerca de la fuerza que produce las costumbres. Intentó tres explicaciones diferentes: el in terés (bajo la influencia de Sm all); el dolor y el placer (los polos
del hedonismo); y los cuatro móviles del hambre, el sexo, la vanidad y el miedo (anticipación de los cuatro deseos de W. I. Thomas). Las costumbres pueden ser modificadas, pero en medida limitada, por el esfuerzo deliberado del hombre. Con el tiempo, pueden perder su fuerza, decaer y morir o transformarse. Sumncr no investigó nunca las circunstancias en que las costumbres se transforman o pierden su imperio sobre los hombres, y por lo tanto no formuló nunca nada que se acercase a leyes sociales. Cuando son vigorosas, las costumbres dirigen en gran parte la conducta individual y social y producen y alimentan ideas de filo sofía del mundo y de política vital. Cuando las opiniones elementales sobre lo verdadero y lo recto se convierten en teorías de bienestar, las costumbres implícitas en ellas se convierten en normas morales. La terminología de Sumncr es un tanto inconsecuente. Unas veces opone las normas morales • a las costumbres, pero otras emplea la palabra costumbres para designar todos los modos de obrar común mente aceptados, incluidas las normas morales. Concedía importancia suprema a unas y otras. Las costumbres dominan la vida social; la vida de sociedad consiste en formar costumbres y aplicarlas. Las leyes reflejan las normas morales, y para que tengan fuerza deben ser siem pre consecuentes con éstas. Sin embargo, cuando las costumbres y las normas morales se convierten en leyes o instituciones, cambian de carácter. El estudio que Sumner hace de las instituciones se anticipó a las enseñanzas de la escuela institucional (véase capítulo 19)> enfoque de la materia basado en una filosofía totalmente diferente de la ten dencia darwinista de Sumner. "Una institución consta de un concepto (¡dea, noción, teoría, interés) y de una estructura. La estructura es un armazón, un aparato, o quizás sólo cierto número de funcionarios puestos a colaborar de maneras prescritas y en determinada coyun tura. La estructura sustenta el concepto y proporciona instrumentos para traerlo al mundo de los hechos y de la acción en forma tai, que sirva a los intereses de los hombres." 1 Puesto que las leyes y las instituciones aparecen sólo en un alto nivel de desarrollo, después de haberse convertido las meras costumbres en normas morales, Sumner parece haber creído que la manera irracional de producirse las cos tumbres es gradualmente reemplazada por un mecanismo altamente • Con la frase "normas morales'' traducimos la palabra inglesa mores, que parece designar las normas morales no doctrinales, sino consuetudinarias. [T .] 1 Folkwajs, p. 54.
racional que crea estructuras u organizaciones con el objeto de encar nar ideas específicas; pero no exploró nunca esta línea de investigación. 1.a teoría de Sumner es evolucionista; pero su estudio de las cos tumbres y de las normas morales (palabras de uso común entre los sociólogos contemporáneos) puede considerarse como una aportación a la sociología analítica, al conocimiento de la estructura y modo de funcionar de los grupos sociales. Sumner aportó también a la sociolo gía analítica la distinción entre grupos-nosotros y grupos-ellos, y sub rayó la oposición entre nosotros, el grupo-nosotros o intra-grupo, y todos los demás, los grupos-ellos o extra-grupos. Cada grupo alimenta su orgullo y vanidad, se jacta de su propia superioridad, exalta sus divinidades y mira con desprecio a los extraños. Cada grupo cree que sus costumbres son las únicas correctas, de suerte que las costumbres de otros grupos provocan la desaprobación y suscitan epítetos de des precio y abominación. Mientras que los individuos de un intra-grupo están unidos por relaciones de paz, orden y derecho, sus relaciones con todos los extraños son de hostilidad. A las actitudes de superioridad relativas a las costumbres del intra-grupo a que uno pertenece, y de comparación difamatoria con las de los extra-grupos, Ies dio Sumner el nombre de etnocentrismo, palabra hoy de uso común. También afirmaba Sumner que existe una correlación entre el etnocentrismo y el desarrollo de la solidaridad de grupo. "Las exigencias de la guerra con extraños son las que hacen la paz interior. . . La lealtad al grupo, el sacrificio por él, el odio y desprecio hacia los ex traños, fraternidad dentro, guerra afuera: todas estas cosas crecen juntas, como productos comunes de la misma situación.” 2 Bagehot y otros habían hecho observaciones análogas muchos años antes, pero sólo después de la obra de Sumner tuvieron amplia aceptación estas opiniones. Aspecto igualmente importante de la obra de Sumner es que ori ginó el enfoque o punto de vista normativo (o institucional, en la terminología de Parsons; véase capítulo 1$) para el estudio de los fenómenos sociales. En otras palabras, inició el estudio del origen y las funciones de las normas sociales. Es cierto que Spencer y los pri meros etnólogos habían estudiado las costumbres y ios usos de diversas sociedades; pero se habían limitado a describirlas, sin analizar sus funciones en la sociedad. Pero Sumner no se detuvo en ese punto. En la introducción a Folkways dice que había querido escribir un libro sobre sociología, pero que al hacerlo se había desviado por una nece2 Ibid.,
p. 12.
sidad interna a estudiar la importancia sociológica de los usos, modos, normas morales y principios éticos. Y advierte que la palabra etología sería nombre muy adecuado para aquel esatdio. Esta palabra se deriva del vocablo griego ethos, que los griegos aplicaban a los usos, ¡deas, normas y códigos por los que un grupo se diferenciaba de los otros y tenía un carácter individualizado. Ética, lo perteneciente o relativo al ethos, son las normas de lo justo o recto. En opinión de Sumner, era cosa extraña que las naciones modernas hubieran perdido estas palabras y desdeñado las importantes sugerencias que Ies son inheren tes. Su obra, pues, iba a ser un intento, sólo en parte logrado, de enriquecer el estudio de la vida social enfocándolo sobre las normas de lo justo comúnmente aceptadas. Las aportaciones de Sumner a la sociología analítica son más im portantes que su idea del origen y persistencia de las costumbres. Su teoría de la supervivencia de las costumbres más idóneas o ade cuadas es refutada por la existencia de costumbres dañinas que con frecuencia conducen a la decadencia o quizás, a la destrucción de los grupos que las practican.3 Tampoco es admisible su opinión de que las costumbres son fuerzas independientes de los hombres; ahora se sabe que los fenómenos del nacimiento, persistencia, modificación y decadencia de las costumbres son reducibles a sistemas complejos de acción c interacción humanas. Y es sabido que, en determinadas cir cunstancias, las leyes pueden modificar grandemente las normas mo rales mismas.
Juicio retrospectivo del darwinismo social Spencer vio en la evolución una ley universal del devenir, y derivaba de una ley cósmica la evolución orgánica (biológica) y la evolución superorgánica (social). Los darwinistas sociales razonaron de otra manera. Estaban familiarizados con la teoría darwiniana de la evo lución biológica y creían que esa teoría podía aplicarse a la sociología sustituyendo los organismos con los grupos sociales, y a base de esta creencia formularon su propia sociología. Para ellos la sociedad era un universo un tanto vago de grupos sociales antagónicos. Bagehot, el primero de los darwinistas sociales, no especificó qué clase de gru pos eran ésos. Gumplowicz y Ratzenhofer los identificaron con los 3 Es sorprendente que tuviera noticia de la existencia de tales costumbres y que, sin embargo, siguiera sustentando su tesis de la supervivencia de las costumbres más convenientes.
grupos raciales; y Sumner, realizando un progreso importante, con los grupos étnicos o culturales. Gumplowicz, fuertemente influido j>or el marxismo, incluyó también las clases sociales entre los grupos antagónicos fundamentales, y en este respecto lo siguió Sumner. Nin guno de estos autores determinó el carácter de la cultura, aunque Bagehot y Sumner, al destacar la importancia de las cosmmbres, an duvieron cerca de hacerlo. En las obras de Bagehot y Gumplowicz no puede señalarse ninguna unidad básica para el análisis; esa unidad fue el interés para Ratzenhofer, y la costumbre para Sumner. Los danvinistas sociales sustentaron opiniones diferentes sobre las relaciones entre la sociedad y el individuo. Bagehot y Gumplowicz consideraban al individuo completamente sumergido en ia sociedad. Ratzenhofer, por el contrario, consideraba a la sociedad como una mera red de relaciones interpersonales, opinión no muy lejana del individualismo spenceriano. La actitud de Sumner fue un tanto am bigua. Podría pensarse que, de acuerdo con su teoría, la sociedad do minaría por completo la vida humana mediante las costumbres y las normas morales, y sin embargo él fue siempre un vigoroso defensor del individualismo extremado. Para todos estos autores, el determinante básico del cambio social, e implícitamente de las condiciones sociales en general, era biológico. Bagehot. Gumplowicz y Ratzenhofer dieron la mayor importancia a la selección y a la supervivencia del grupo más apto, mientras que para Sumner eran las costumbres más convenientes las que determinan el estado de una sociedad. La necesidad de hacer científica la sociología fue subrayada por Gumplowicz y Ratzenhofer. Esto significa que los modelos metodo lógicos que hay que aplicar en sociología deben ser los que prevalecen en las ciencias naturales. Pero como esos modelos también fueron identificados con el esquema evolucionista, se malogró este intento de hacer sociología verdaderamente científica. La metodología de los darwinistas sociales no difería mucho de la de Spencer; se emplearon esencialmente datos históricos y etnológicos para ilustrar proposi ciones derivadas de su teoría de la evolución, y sobre esa base se consideraban demostradas dichas proposiciones. En la historia de la teoría sociológica, el darwinismo social debe ser considerado como la exploración de una posibilidad. Hoy se sabe que esa exploración condujo a un callejón sin salida; pero a fines del siglo X I X el camino parecía prometedor. Debe reconocerse, sin embargo, que no todas las enseñanzas de los
darwinistas sociales se perdieron. Ellos iniciaron la formulación de una teoría de los antagonismos sociales, identificaron algunos de los grupos entre los que es más probable la oposición recíproca, y seña laron la correlación existente entre el antagonismo de los grupos y la solidaridad intragrupal. Bagehot vislumbró la importancia socio lógica de la imitación. Gumplowicz vio claramente la vulnerabilidad de la teoría del progreso e, independientemente de Danilevsky, consi deró el progreso limitado a sectores de la humanidad, y no en todos los cambios humanos en general. Sumner mostró una nueva pers pectiva a los estudios sociológicos al destacar el aspecto normativo de la vida social. Aunque los principales aspectos del darwinísmo social, lo mismo que los del evolucionismo en general, resultaron infructuosos, algunos de sus productos secundarios fueron legítimas aportaciones a la teoría sociológica.
1:1 evolucionismo de Spencer era cósmico. La evolución, ley suprema de todo devenir, incluía el devenir de la sociedad humana. La mente humana, con su capacidad para deliberar y para elegir, no era, pues, un factor de la evolución; en realidad, su interferencia con la evo lución más bien era dañina. Al mediar el decenio de los 1880 surgió una nueva rama del evolucionismo que, contrariamente a la teoría de Spencer, atribuyó a la mentalidad humana un papel importante en la evolución. El fundador del evolucionismo psicológico fue el soció logo norteamericano Lester F. Ward. Su teoría fue desarrollada des pués por Franklin H. Giddings. En este capítulo presentaremos las opiniones y las obras de ambos autores.
Vida y obras de Ward Lester F. Ward (1 8 4 1 -1 9 1 3 ) nació en Illinois de gente de humilde posición. Aunque su instrucción primaria fue escasa, su deseo per sonal de adquirir conocimientos lo impulsó a estudiar biología e idio* mas extranjeros durante la noche, después de un agotador y tedioso trabajo durante el día. Ingresó en una escuela preparatoria, pero interrumpió sus estudios el estallido de la Guerra de Secesión. Se incorporó al Ejército de la Unión en 1863 y fue gravemente herido. Después de la guerra, fue escribiente en el departamento de Hacienda de los Estados Unidos y combinó su trabajo con el estudio en la Columbian University (hoy George Washington Uníversity). Se espe cializó en botánica y derecho y recibió el grado de Maestro en Artes el año 1872. En 1881 fue nombrado ayudante, y en 1883, paleontó logo jefe del Servicio Geológico de los Estados Unidos, donde hizo investigaciones geológicas y paleontológicas originales. La lectura de Comte y Spencer despertó el interés de Ward por la sociología. Experimentó el hechizo de los majestuosos sistemas de los dos padres fundadores de la nueva ciencia, y se sintió de acuerdo en muchas cosas con el evolucionismo cósmico de Spencer; pero no podía admitir las conclusiones que el maestro inglés sacaba del pos tulado de una evolución impersonal y que se producía por sí sola. La humildad de su propio origen y los sufrimientos que había obser vado en torno suyo movieron a Ward a introducir en el esquema
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spenceriano un principio que hiciera deseable y al mismo tiempo cien tíficamente justificable la intervención de la conciencia humana en la evolución. Encontró el germen de ese principio en la obra de Comte. ¿No se orientaba el sistema de Comte hacia la reforma social sobre la base de leyes sociales que había de descubrir la nueva ciencia? Ward decidió que en la sociedad humana había, además de evolución impersonal, acción deliberada, producto también ella del proceso evolutivo. Esta idea de finalidad en los asuntos humanos fue el resorte impul sor que actuó durante doce años de trabajo sobre los dos volúmenes de la obra maestra de Ward titulada Dynamic Sociology (Socio logía dinámica, 1 8 8 3 ). Durante algún tiempo la obra pasó casi inad vertida. Los Estados Unidos atravesaban un período de rápido adelanto bajo la bandera del principio de no intervención, y en aquellos mo mentos, una obra que atacaba el principio fundamental del progreso visible pareció atrasada y hasta perjudicial. Pero en 1890 Albion Small, entonces presidente del Colby Coüege, reconoció los grandes méritos de Sociología dinámica. El interés de Small, y poco después el de otros profesores, animó a Ward a escribir más libros: Psychic Factors of Civilization (Factores psíquicos de la civilización, 1 8 9 3 ), Outline of Sociology (Esbozo de sociología, 1898), Puré Sociology (Sociología pura, 1903) y Applied Sociology (Sociología aplicada, 1 9 0 6 ). En su mayor parte, estos libros amplían, reiteran y modifican en aspectos secundarios la magna obra anterior. Pero en Sociología pura hay una parte que refleja el efecto del contacto de Ward con los dos darwinistas sociales austríacos: Gumplowicz y Ratzenhofer. (Como se advirtió en el capítulo anterior, Ward, a su vez, produjo ciertos cambios en las opiniones de Gumplowicz.) Otras influencias nuevas se echan de ver en Sociología pura, especialmente la de Tarde, soció logo francés que, independientemente de Ward, subrayó la impor tancia del factor psíquico en la realidad social y, por consiguiente, se libró casi por completo del evolucionismo (véase capítulo 8 ) . En general, durante los veinte años transcurridos entre la publicación de Sociología dinámica y la de Sociología pura, la sociología había tenido un rápido desarrollo. Valiéndose de su conocimiento del francés, Ward leyó ávidamente las obras más importantes en este campo. En 1902 enumeró los principales sistemas de sociología y escribió un ensayo critico sobre ellos.1 Por el tiempo en que publicó sus últimos obras, gozaba Ward de 1 Publicado en The America» Journal of Sociology, vol. 7.
gran fama no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo cien tífico. En 1903 fue elegido presidente del Instituto Internacional de Sociología, y en 1906 fue el primer presidente de la Sociedad Socio lógica Norteamericana. En este mismo año dimitió su cargo oficial y empezó a enseñar sociología en la Brown University. Antes de esa fecha, no había explicado más que algunos cursos de verano, prin cipalmente en la Universidad de Chicago. Hasta su muerte conservó la cátedra de Brown.
Postulados fundamentales I.a teoría sociológica de Lestcr Ward puede ordenarse en torno de cuatro postulados. El primero es la ley de la evolución, que tiene aproximadamente el mismo sentido que en la obra de Spencer. En Sociología dinámica Ward prefirió hablar de la ley de la agregación de la materia, pero en sus obras posteriores no conservó esta innova ción verbal. Una opinión amplia sobre la evolución sólo se encuentra en Sociología dinámica, donde el proceso total de la evolución apa rece dividido en las etapas de cosmogenia, biogenia, antropogenia y sociogenia. Estas palabras ilustran la predilección de Ward por los neologismos basados en las lenguas clásicas. El segundo postulado de la teoría de Ward es la bifurcación de la evolución después de la etapa de la antropogenia. Acompañando a la evolución espontánea, producida por fuerzas ciegas que Ward llama génesis, aparece la telesis o acción finalista del hombre, basada en el conocimiento y previsión de las consecuencias de sus actos. En tercer lug3r, postulaba Ward que toda ciencia es el estudio sis temático de un grupo particular de fuerzas. Para Ward las fuerzas sociales eran evidentemente fuerzas psíquicas, pero se limitaban al sentimiento en cuanto móviles motores que actúan detrás de los fe nómenos sociales, mientras que "Ja facultad de pensar no es una fuerza”. Su clasificación definitiva apareció en Sociología pura, donde divide las fuerzas en ontogénicas, una positiva, que busca el placer, y otra negativa, que evita el dolor; en filogénicas, una directa, sexual, y otra indirecta, el efecto basado en la consanguinidad, y en sociogénicas, tríada de la fuerza moral (que busca lo bueno y lo dig no de confianza), la fuerza estética (que busca lo bello) y la fuer za intelectual (que busca lo verdadero y lo útil). Si alguien se extraña de que Ward incluyera la fuerza intelectual entre las fuerzas sociales y al mismo tiempo sostuviera que las ideas no son fuerzas, la
aparente paradoja podría resolverse diciendo que la fuerza intelec tual no es la verdad en sí misma, sino el amor a la verdad, que es un sentimiento. En cuarto lugar postulaba Ward el principio de la síntesis creadora o sinergia. Este principio, que no esta explícito en Sociologut di námica, es la espina dorsal misma de Sociología pura. Es un prin cipio universal que opera en todos los departamentos de la natu raleza, y en cada etapa de la evolución la transición a la siguiente se hace mediante la sinergia. La energía social, dice Ward en Socio logía pura, donde parece lamentar haber usado anteriormente la pala bra fuerza en vez de energía, surge a través de la sociedad en todas direcciones, y, como una tempestad o una inundación, es despiadada. Los intereses innatos de los hombres operan con finalidades que se entrecruzan, y a veces sin finalidad alguna. Esta situación impera en la naturaleza. Muchas fuerzas se contraponen y chocan» pero como no puede perderse nada de movimiento, se llega a un equilibrio parcial que crea estructuras más o menos estables. Esas estrucmras vuelven a chocar entre sí, y se repite el proceso, creándose estructuras cada vez más elevadas en todas las esferas del ser. En todas partes, las estructuras creadas de ese modo por la sinergia contienen más que la suma de los factores tomados independientemente. Al formular el principio de la sinergia, Ward se reconoció deudor en parte de Wilhelm Wundt (1 8 3 2 -1 9 2 0 ), famoso psicólogo alemán de aquel tiempo.2 En alguna ocasión dijo Ward que la síntesis creadora es "la expresión cosmológica de la trilogía hegeliana".3
Sociología: Su división y método Ward no juzgó nunca necesario dar una definición formal de la sociología. En Sociología pura escribió que Ja sociología es la ciencia de las realizaciones humanas. Además, dice Ward, la sociología es una verdadera ciencia, puesto que cubre un campo definido de fenómenos que se producen en un orden regular, como efectos de causas o fuerzas naturales. Distinguía la sociología de la antropología, sosteniendo que la sociología es una ciencia que trata principalmente de las razas his tóricas que han creado una civilización. La relación entre la sociología y las ciencias sociales especiales la explica él mediante el principio 2 W undt: Logik ( 1 8 9 5 ) , vol. II, pp. 26 7 -8 1 . 8 Edición en inglés de Sociología pura, p, 175. Las citas siguientes son también de ese libro.
de la sinergia. La sociología es un compuesto producido por la sín tesis creadora de las ciencias sociales especiales. También le interesó a Ward el problema de las divisiones internas de la sociología. Distinguía en primer lugar la sociología pura y la aplicada. La sociología pura es el estudio de los fenómenos y las leyes de la sociedad tal como existe. Así se llega a un diagnóstico etiológico, con exclusión de todas las cuestiones de tratamiento tera péutico y de todas las consideraciones éticas. Esto quiere decir que las preguntas que formula la sociología pura son las siguientes: ¿Qué, por qué, cómo? Del otro Jado, la sociología aplicada debe contestar a la pregunta: ¿Para qué? Se interesa por los ideales sociales y por las consideraciones éticas, y su objeto es proponer mejoras de las condiciones sociales que puedan realizar los hombres. No obstante, la sociología aplicada es una ciencia y no un arte, porque ofrece como guías ciertos principios generales comprobados. Aunque distinguía cuidadosamente entre sociología pura y socio logía aplicada, Ward insistía en que el conocimiento de las leyes sociales obtenido por la sociología pura podía y debía usarse para mejorar la sociedad humana. En defensa de esta opinión tuvo que luchar con la mayor parte de sus contemporáneos, en particular contra Spencer y Sumner, que no creían en la acción social planeada. Ward estalxi de acuerdo en que, ciertamente, las leyes sociales son inalte rables, pero los hombres pueden utilizarlas para alcanzar sus fines, lo mismo que utilizan las leyes físicas.4 ¿Cómo pueden hacerlo? Encontramos su respuesta en el desarrollo de la teoría de la telesis. Ward dividía la sociología pura en dos partes, genética y télica, de acuerdo con su segundo postulado. Esta clasificación resultó cien tíficamente inadecuada, porque Ward nunca pudo distinguir clara mente entre fenómenos genéticos y fenómenos télicos o de finalidad, y con frecuencia se vio obligado a considerar los mismos fenómenos ya en la sección genética, ya en la sección télica de su sistema, en ocasiones hasta contradiciéndose. La parte de la sociología dedicada a la genética la divide Ward en estática y dinámica, palabras que habían hecho familiares las obras de Comte y de Spencer. Pero Ward dio a esa distinción una preci sión de que carecía en las obras de sus predecesores. Polemizó con quienes sostenían que la estática debía limitarse al estudio de las estructuras sociales, en tanto que la dinámica estudiaría su funcio* Quedó de manifiesto esta actitud en numerosos trabajos, recogidos en seis volúmenes coo el título de Glimpses of the Cosmos (Reflejo: del Cosmos, 1 9 1 3 -1 8 ).
namicnto. La función — decía Ward— es lo que hacen las estruc turas. La estática cubre los campos de la estructura y de la función; Ja dinámica es el estudio de los cambios de estructura. Ward no se preocupó por el método de Ja sociología, materia favo rita de muchos de sus contemporáneos. Creía que el método princi pal era la generalización, es decir, la agrupación de fenómenos y el tratamiento de los grupos como unidades. Este procedimiento es muy vago, ciertamente. En realidad Ward presentó la mayor parte de sus conceptos y teoremas sociológicos con formulaciones evolucio nistas relativas a los campos de la astronomía, la física, la química, la biología y 1a antropología. Mediante el esfuerzo creador de Ward, esos materiales se convirtieron después en argumentos en favor de ciertas proposiciones relativas a fenómenos sociales que se supone forman parte de la misma evolución cósmica. Generalmente, Ward llegaba a sus concepciones sociológicas por intuición, y a veces por la aguda observación de los acontecimientos y situaciones de su tiem po. Para eso, no puede formularse una metodología articulada, y ésta fue quizás la razón de que Ward tuviera tan poco que decir sobre la materia. Pero Ward fue muy firme y explícito acerca del método en un respecto: rechazó la idea, que entonces iba ganando fuerza, de que la sociología debía descansar sobre las matemáticas. "No siempre se sigue — escribió en Sociología pura— que porque los fenómenos que abarca una ciencia estén sometidos a leyes uniformes puedan ser reducidos a fórmulas matemáticas. Las leyes o procesos uniformes son las cosas esenciales de una ciencia. Su expresión matemática no es esencial.”
Génesis y telesis Ward, cuyo principal interés en el campo de la sociología pura se enfocaba sobre la dinámica, describió la estática como una especie de instantánea de la actividad continua que constituye el funciona miento de las estructuras sociales. Puesto que las fuerzas sociales son de naturaleza psíquica, la ley fundamental de la estática social debe tener ese mismo carácter. Por lo tanto, la regla fundamental de la estática social es la ley de la parsimonia, la ley del mínimo esfuerzo. "En esta ley — escribe Ward— vemos realizado el grado máximo de generalización.” Pero no aclara por completo el significado de esa ley. Es lo más probable que se refiera al funcionamiento de las es
tructuras sociales que se manifiesta en una suma algebraica de pla ceres y dolores; en otras palabras, el funcionamiento tiene por resul tado un exceso del placer sobre el dolor. Ward distingue las leyes, que son enunciados de secuencias uni formes, de los principios, que explican su modo de operar. Sólo cita un principio de estática social: la sinergia, mediante la cual las fuerzas sociales contrapuestas son refrenadas, equilibradas y moldeadas en estructuras que, una vez formadas, persisten y sirven como dínamos de energía social. El principal interés de Ward, Ja dinámica social, se centra sobre los cambios de estructura social. Mientras que los fenómenos estáticos son controlados por un solo principio, hay tres principios dinámicos: primero, la diferencia de potencial social, que se manifiesta principal mente en el cruce de culturas; segundo, la innovación basada en la invención; y tercero, la conación, o sea el esfuerzo mediante el cual la energía social se aplica a cosas materiales, dando por resultado realizaciones humanas. Le deja perplejo a uno leer que esos tres prin cipios son fuerzas inconscientes que trabajan a favor del progreso social. Que el progreso se va realizando es para Ward cosa evidente por sí misma. No podía comprender cómo alguien puede leer historia sin percibir el progreso. En su opinión, es superfluo enumerar ejem plos de la superioridad de las civilizaciones modernas respecto de las antiguas. La Sociología pura trata el progreso por referencia a la si nergia. Ward dice que el progreso es resultado de la fusión de ele mentos disímiles, fusión que es creadora porque de ella nace una tercera cosa nueva y superior a las anteriores. En Sociología dinámica, escrita antes de haber formulado el principio de la sinergia, la necesidad interna del progreso está demostrada de una manera peculiar, casi geométrica. Ward presenta seis definiciones y cinco teoremas, todos relacionados entre sí y comprensivos de una de sus ideas favoritas: Ja salvación por la educación. Las definiciones de Ward por lo menos son congruentes con sus proposiciones fundamentales: la felicidad es el exceso del placer sobre el dolor; el progreso es el triunfo en el empeño de armonizar los fenómenos naturales con las conveniencias humanas; la acción dinámica es el empleo del método indirecto de conación; la opinión dinámica es un concepto correcto de las rela ciones del hombre con el universo; el conocimiento es familiaridad con el medio; la educación es la distribución universal del conoci miento existente. Los teoremas dicen que cada renglón subsiguiente de la lista es un medio directo para el que le precede inmediatamente
y un medio indirecto para los demás renglones. De acuerdo con esto, ei progreso es el medio directo para la felicidad, mientras que el cono cimiento y la educación son medios indirectos para el progreso y la felicidad. Estos teoremas no están demostrados, ni pueden ser de mostrados. En lugar de demostraciones, Ward ofrece alegatos muy elocuentes dirigidos a los sentimientos de los lectores. No obstante, en Sociología dinámica el evolucionismo psicológico de Ward, que subraya la importancia del conocimiento y de la previsión, se mues tra en forma más prístina que en Sociología pura, donde estudia el progreso dentro del campo de la genética, no de la télica. En su estudio de la dinámica emplea Ward el concepto de telesis, segundo agente de los cambios sociales. Expone las diferencias y las relaciones entre génesis y telesis: los grandes agentes de la sociedad son el dinámico y el directivo. I.as fuerzas sociales (agente dinámico) son fuerzas naturales y obedecen a leyes mecánicas. Son impulsos cie gos, Esto es cierto aun respecto de las fuerzas espirituales. El agente directivo (que aparece en la telesis) es sensación o idea indiferente. No es una fuerza, y sin embargo, su influencia es inmensa. La mente puede concebir ideales de perfección. Ésa es la imaginación creadora. La mente no puede hacer algo de nada. Pero con esos materiales no sólo puede reconstruir, sino también construir.5 También destaca la facultad racional del hombre: "El agente di rectivo es una causa final. . . Una causa final está siempre más o menos lejana del fin . . . El fin es visto [conocido] por la mente. Se sabe también que existe alguna propiedad o fuerza natural y se percibe su acción sobre las cosas m ateriales.. . [El cuerpo se adapta} a dejarre mover de tal manera, que la fuerza natural conocida lo im pulsará hacia el fin percibido." 6 A pesar del mal uso que en el se hace de terminología filosófica, ese enunciado es una formulación razonable, de sentido común, del modo como las ideas (el conoci miento) influyen sobre la actividad humana en la sociedad. No obs tante, resulta difícil comprender cómo podía Ward considerar gené ticos y no téücos principios como el de la innovación basada en la invención, y el de la conación o esfuerzo social. Tal conclusión se debe probablemente a la defectuosa psicología de fines del siglo x ix, que tendía a dividir la mente en compartimientos. En consecuencia, las ideas, entre ellas los ideales de perfección, tan importantes en la telesis, no podían ser llamadas a trabajar dentro de un mismo sistema 6 p. 82. 6 P. 467.
con los sentimientos y las conaciones. Esta concepción complica y aun debilita innecesariamente el sistema de Ward. Quizás fue más afortunada la capacidad expresiva y clasificadora de Ward cuando, en Sociología dinámica, distingue entre conación direcra e indirecta. La conación directa se refiere al uso de la fuerza muscular del organismo; sus leyes son las mismas del movimiento. Cuando la conación es indirecta, los obstáculos que se interponen son evitados mediante rodeos (a base de conocimiento). La conación directa es estéril, no da resultados; la conación indirecta es mucho más eficaz. Ward creía que había un señalado avance en la esfera del gobierno de los métodos de la conación direcra hacia los de la conación indirecta. La legislación impuesta por coacción, expresión de la fuerza bruta del gobierno, tiende a dejar lugar a la legislación atra yente que ofrece recompensas a la ejecución de actos que el Estado reputa beneficiosos. Como la conación indirecta se basa en el cono cimiento, la educación la hará más fácil y más frecuente. Por lo tan to — insiste Ward— la educación debe ser obligatoria y universal. En su análisis de la telesis, Ward anda muy cerca de considerar a la cultura como materia importante del esrudio sociológico. Para él Ja sociología es el estudio de las realizaciones sociales. Llamaba civilización a la suma total de las realizaciones humanas a la luz cumulativa del conocimiento, y rechazaba la palabra cultura, que le pare cía referirse a las humanidades. Para él, la realización humana im plicaba continuidad, de suerte que podía hablar de productos de dicha realización, entre los cuales mencionaba los bienes materiales, los sis temas militares, los sistemas políticos, los sistemas jurídicos, los siste mas industriales y las instituciones. Ahí, aunque en forma rudimen taria, están algunos de los rasgos fundamentales que hoy reciben el nombre de cultura. En esa forma se anticipó Ward a uno de los aspec tos sobresalientes de la sociología del siglo X X , a saber, la importancia concedida a la cultura.
Juicio retrospectivo de Ward I-as respuestas que dio Ward a las cuestiones fundamentales de la teoría sociológica pueden resumirse brevemente en los siguientes tér minos: Primero, no formuló nunca una definición de la sociedad, dando por supuesto que es cosa en la que todo el mundo está de acuerdo. Hizo muchas observaciones interesantes relativas a la cultura, em-
pleando la palabra civilización, que para él era la realización cumulativa y duradera de la mente humana. Segundo, lo que tomó como unidad para el análisis sociológico fue la fuerza social, que identificaba con el sentimiento como productora de energía impulsora. Destacó también otra unidad: el acto indivi dual de imaginación creadora. Las estructuras sociales nacen y cam bian mediante una combinación de acción dinámica, basada en el sen timiento, y de imaginación creadora. Tercero, para Ward, como para otros evolucionistas consecuentes, ei estado de la sociedad en un momento dado y la dirección del cam bio social están determinados por la etapa evolutiva en que se en cuentra. Pero esta proposición no está tan sólidamente concebida en los escritos de Ward como en otros sistemas sociológicos de tipo evo lucionista, a causa de la importancia que concede a la síntesis crea dora, poder primordial de la evolución, y de la existencia de factores psíquicos de civilización que caracterizan las etapas finales de la evolución cósmica. Cuarto, Ward no se planteó nunca explícitamente el problema de las relaciones de la personalidad con la sociedad y con la cultura. El hombre está sumergido en ei proceso genético, pero al mismo tiempo influye en ese proceso por la telesis. '‘El medio transforma al animal, mientras que el hombre transforma el medio’'.7 Quinto, para Ward la sociología es la ciencia de las ciencias, una síntesis creadora de todas las ciencias. El difuso contenido de sus tra tados sociológicos está en conformidad con esa opinión. ¿Qué importancia tiene la sociología de Ward en la perspectiva histórica? Ward mismo consideraba las innovaciones siguientes como sus aportaciones más valiosas: la ley de la agregación, distinta de la evolución; la teoría de las fuerzas sociales; el contraste entre las fuer zas sociales y la influencia del medio; la superioridad del proceso télico sobre el genético; la demostración de la necesidad de la igual dad ante la educación. Aún pueden enumerarse más aspectos valiosos de la obra de Ward a la luz de los progresos ulteriores: la importan cia que concede al elemento psíquico en las relaciones interhumanas, en especial la acción télica; el señalar las realizaciones humanas como la materia adecuada de la sociología; la afirmación de la posibilidad del progreso racional humano mediante la planeación social y la edu cación; muchas formulaciones sugestivas concernientes a sociología pura y aplicada, sobre las relaciones entre la estática y la dinámica
(en especial las relaciones de estructura y de función);y el negar que la cuantificación sea un requisito de la ciencia. La teoría sociológica de Ward es más filosófica que empírica, por cuanto compartía la creencia popular de su tiempo en la evolución cósmica como ley suprema del devenir social y explicaba los fenó menos sociales a base de una teoría sobre la realidad total. Pero esa actitud estaba mitigada por la importancia que concedía a la caracte rística única de la evolución social enraizada en la facultad racional del hombre. Su teoría de las fuerzas sociales encarnaba la opinión de que la sociología puede desenvolverse tomando por base la con cepción de una acción mecánica entre las acciones humanas promovi das por cí sentimiento, posición hoy inaceptable. Sus esclarecedoras opiniones acerca de la telesis fueron un tanto confusas a causa de la defectuosa psicología de su tiempo. Con frecuencia es inconsecuente y sus libros están mal organizados. No obstante, por la penetración, la frecuente brillantez y Ja gran erudición de su autor, las obras de Ward siguen siendo más legibles que la mayor parte delos trabajos sociológicos escritos en la misma época.
Conceptos fundamentales de Giddings Frankün II. Giddings (1 8 5 5 -1 9 3 1 ) nació en Sherman, Connecticut. Aunque estudió ingeniería en el Union College, empezó a ganarse la vida como periodista, trabajo que le permitió penetrar en muchas situaciones sociales diferentes. En 1888 fue nombrado conferenciante (y después profesor) de política en Bryn Mawr College, cargo que abandonó seis años más tarde para ser profesor de sociología en la Columbia University. Las aportaciones sociológicas de Giddings son dobles. En sus pri meras obras fue esencialmente un evolucionista psicológico. En sus escritos posteriores acentuó, sin abandonar el evolucionismo, el cuan titativismo y el conductismo. De esa manera Giddings fue uno de los padres fundadores de la tendencia neo-positivista en sociología que floreció en el segundo cuarto del siglo x x. Aquí sólo nos compete examinar su primera teoría, especialmente tal como está expuesta en los Principies of Sociology (Principios de sociología, 1 8 9 6 ), su obra maestra, y hábilmente abreviada y un tanto modificada en los Elements of Sociology (Elementos de sociología, 1 8 9 8 ). Como tantos otros investigadores sociales de su tiempo, Giddings aceptó la teoría evolucionista como una verdad evidente por sí misma.
Para él, lo mismo que para Spencer y Ward, la evolución era la ley suprema del devenir en todas las esferas de la realidad. Afirmó explí citamente, con referencia a Los primeros principios de Spencer, que la evolución social es un aspecto de la evolución cósmica. En consecuen cia, Giddings creía innecesario buscar un principio nuevo de inter pretación objetiva: bastaba la evolución a través del equilibrio de la energía. El influjo de esta opinión sobre la obra de Giddings es muy fuerte. Igual que Spencer, enfoca los problemas de la evolución social desde los campos de la biología y la etnología y busca en ellos prue bas convincentes de los hechos sociales. Pero, a diferencia de Spencer y de acuerdo con Ward, Giddings creía que la sociedad es en esencia un fenómeno psíquico, aunque el proceso psíquico a su vez esté condicionado y limitado por un pro ceso físico. Así, las leyes sociales son en primer lugar las leyes de un proceso psíquico, pero en segundo lugar son las leyes de la limitación social por un proceso físico. Esta posición complica la sociología de Giddings, pues se ve constantemente obligado a alternar entre leyes psíquicas y leyes físicas y a explicar sus mutuas interacciones. Giddings daba por sabido que existen leyes sociales y que pueden ser formuladas con la misma precisión que las leyes de los fenómenos naturales. No obstante, concedía especial importancia a las leyes del proceso psíquico básico. Siguiendo la dirección de Ward, creía que la clave para explicar ios fenómenos sociales es la volición. Buscó, además, un móvil o principio único que caracterice al individuo consciente como ser social y que determine las relaciones .sociales en cuanto volitivas. Aún no se ha descubierto — decía— ese principio. Tras un breve exa men de las aportaciones de sus grandes contemporáneos: Novicow, De Greef, Tarde y Durkheim, sostuvo que sus explicaciones de la sociedad pecaban o de demasiado angostas o de demasiado amplias. Puesto que el contrato (señalado por De G reef)8 y la alianza (se ñalada por Novicow) son características especiales de ia sociedad, y la imitación (ley fundamental de Tarde) y la impresión (subrayada por Durkheim)9 son fenómenos más generales que la sociedad, es necesario hallar un principio intermedio entre ésos. Este principio es la conciencia de índole, frase acuñada por Giddings, aunque reco nocía expresamente su deuda con Adam Smith, quien, en su Teoría 8 Guillaume de Greef, sociólogo belga < 1 8 4 2 -1 9 2 4 ), autor de una Introducción
a Jtt sociología ( 1 8 8 6 ) . 9 Véanse capítulos 7, 8 y 9.
de los sentimientos morales (1 7 5 9 ) había señalado la importancia de la simpatía reflexiva en la vida social. La conciencia de índole, según Giddings, es un estado de conciencia en el que todo ser reconoce a otro ser consciente como de su misma índole. La conciencia de índole puede ser consecuencia de la imitación o de la imposición (coacción). Pero no es una mera consecuencia, pues también puede iniciar contratos y alianzas y otros fenómenos socia les. Por lo tanto, la conciencia de índole satisface los requisitos del concepto intermedio que Giddings buscaba. Además, realiza la fun ción de delinear la conducta social derivada de tipos similares de con ducta, a saber, económica, política o religiosa. La conciencia de índole es un estado mental agradable que com prende la simpatía orgánica (subconsciente), la percepción de las semejanzas, la simpatía reflexiva, el cariño, y el deseo de reconoci miento. Unidas mediante la conciencia de índole — dice Giddings— , las mentes individuales actúan las unas sobre las otras de tal manera que sienten simultáneamente las mismas emociones, llegan a los mis mos juicios y a veces obran de concierto. Mediante esa interacción nace la mente social. La mente social no es para Giddings una mera abstracción o fic ción, sino algo concreto, aunque exista sólo en las mentes indivi duales. La mente social — advierte en una ocasión— es la actividad mental simultánea de dos o más individuos en comunicación los unos con los otros, el acuerdo de las emociones, los pensamientos y las voliciones de dos o más individuos en comunicación. Aunque Giddings parece haber experimentado el influjo de Durk heim (véase el capítulo 9 ) , no dio a la mente social el lugar pre dominante que Durkheim asignó a la mente colectiva. Los hechos sociales registrados por Giddings bajo ese encabezamiento hoy suelen explicarse por referencia a la cultura como un sistema fijo de modos estandarizados de pensar y de actuar, sin recurrir al engañoso concepto de la mente social. También ha sido abandonada la noción de la con ciencia de índole, que gozó de mucha boga durante varios años. Pero en la obra teórica de Giddings la conciencia de índole fue el concepto central en torno del que había de constituirse el sistema de la sociolo gía, dando por supuesto el postulado fundamental de la evolución.
Sociología: Su naturaleza y métodos La sociología no es para Giddings una ciencia abstracta. Puesto que los primeros principios de la evolución son concretos, la ciencia que los
formula debe ser concreta. La sociología es una presentación descrip tiva, histórica y explicativa de la sociedad considerada como ima rea lidad concreta. En la base de esas proposiciones se encuentra una vez más la creencia de los evolucionistas en que la evolución es una para toda la humanidad. La sociología es, por lo tanto, la exposición de un proceso único y que no se repite, aunque sus elementos pueden ser recurrentes. Al definir la sociología como una ciencia concreta, Giddings se guía a Spencer; pero difiere de éste al determinar la clase de rela ciones que existen entre la sociología y las otras ciencias sociales. Para Giddings ja sociología es una ciencia general de todas las clases de fenómenos sociales y estudia los atributos que son comunes a todas las subclases. (Esto es una anticipación notable, aunque incompleta, de la definición de Sorokin citada al principio de este libro.) Como ciencia general, la sociología es ciencia de elementos y de primeros principios. Esta concepción, como el lector recordará, es casi idén tica a nuestra primera formulación de la teoría sociológica misma. La definición formal de Giddings no permite penetrar mucho en lo que realmente hace la ciencia. Esa definición formal se completa con otra: la sociología es la interpretación de los fenómenos sociales en relación con la acción psíquica, la adaptación orgánica, la selección natural y la conservación de la energía. De los cuatro elementos aquí mencionados, sólo el primero se relaciona con el proceso psíquico que, según Giddings, es básico en la vida social. Los otros tres se relacionan con el proceso físico limitador; dos (el segundo y el ter cero) están expresados de acuerdo con el darvinismo social, mientras que el último recuerda las opiniones de Spencer expuestas en Los pri
meros principios. Puesto que la sociología es primordial mente el estudio de la evo lución de la humanidad desde sus orígenes hasta su presente estado de civilización, el principal método suyo es histórico o retrospectivo. Un serio problema metodológico lo constituye la manera de determi nar aproximadamente las características de los hombres primitivos. Esto puede hacerse primordialmente suponiendo un paralelismo entre los hombres primitivos y los salvajes actuales. Pero, a diferencia de muchos evolucionistas, entendía Giddings que el problema no era nada sencillo, ya que reconocía diferencias esenciales en la situación de unos y otros y admitía la posibilidad de que muchas sociedades primitivas contemporáneas estén en proceso de decadencia. En con secuencia, la retrospección histórica debe complementarse con la de
ducción, con el detenido estudio de las posibilidades psíquicas y de la síntesis psicológica. Giddings rechaza expresamente la analogía orgá nica, que es uno de los métodos empleados por Spencer. Giddings se interesó de un modo característico por la división in terna de la sociología. Se une a Ward cuando rechaza la identificación de la estática social con la estructura y de la dinámica social con el funcionamiento de los grupos humanos. Este funcionamiento — dice Giddings— , es una parte más de la estática y puede llamarse cien tífica. La dinámica sólo aparece cuando se modifica la función o se transforma ia estructura. Podrían dirigirse estas interesantes observa ciones a muchos sociólogos contemporáneos que emplean la frase "análisis estructural-funcional” y se inclinan a identificar el funciona miento con la dinámica.
Estática y cinética Como la mayoría de los sociólogos evolucionistas, no llegó Giddings a elaborar una teoría detallada de la estática. No obstante, distinguía la composición social de la constitución social, algo a la manera del Gemeinschaft und Gesellscbaft de Ferdinand Toennies (véase capí tulo 8 ) . La composición social es el producto natural de las activi dades fisiológicas y psicológicas de los individuos, suplementadas por la selección natural. Los grupos se forman inconscientemente, y sus formas quedan establecidas antes de que la mente social empiece a reflexionar sobre ellas. Del otro lado, la constitución social es la organización de los miembros individuales de la sociedad en asociacio nes especializadas para el logro de diferentes fines sociales. Giddings no elaboró claramente esta dicotomía. La agrupación más sencilla incluida en el concepto de composición social es la familia. De la agrupación de familias nacen dos tipos más amplios de agrupaciones: uno étnico (basado en parentesco real o supuesto), tales como la horda, la tribu, el pueblo; otro demótico, que se mantiene unido por las relaciones habituales, los intereses mutuos y la cooperación, más que por el parentesco. Entre las agrupaciones demóticas se cuentan los vecindarios, las divisiones locales como los distritos, las ciudades y los Estados. Pero Giddings también trata al Estado como una de las manifestaciones más importantes de la constitución social. La teoría de Giddings sobre la estática comprende también las di visiones de clase dentro de la sociedad. Contrariamente a la opinión que prevalecía en su tiempo, creía que las clases económicas son di
visiones secundarias de la sociedad, mientras que las clases (en el sentido de categorías más bien que de grupos sociales) basadas en las diferencias físicas, mentales y morales de los individuos, son de primordial importancia. En su opinión hay cuatro verdaderas clases societarias: la social (correspondiente a la élite o minoría), la asocial (las masas), la seudosocial (formada por los que dependen de la ayuda de otros) y la antisocial (los delincuentes). Las opiniones de Giddings sobre la tradición completan su teoría de la estática. Identifica la tradición con la memoria social o las ideas heredadas, y explica este fenómeno como la ocupación simultánea de las mentes de muchos individuos en ciertas creencias, preceptos, máxi mas y hechos de conocimiento transmitidos por las generaciones ante riores. Gomo Ward, Giddings se acercaba en esto al concepto actual de la cultura, sin usar la palabra misma ni reconocer claramente las propiedades de la cultura. En el cuerpo total de la tradición distingue tres grandes órdenes: el económico, basado en el aprovechamiento; el jurídico, que descansa sobre la tolerancia; y el político, con sus raíces en la alianza y la obediencia. Hay también órdenes secundarios: el personal (las creencias sobre el cuerpo y el alm a), el estético y el reli gioso; y órdenes terciarios: el teológico, el metafísico y el científico, que aparecieron después que los dos primeros. Giddings intentó, no con mucho éxito, sistematizar los conocimien tos sobre lo que llamaba cinética social. Como era natural en un hombre que vivía en el clima intelectual del darwinismo social, creía que el antagonismo era el modo universal de acción. Pero el antago nismo es auto-limitador: la mayoría de los individuos son demasiado iguales en fuerza para que uno espere vencer al otro. El equilibrio de fuerzas se somete, no obstante, a prueba de tiempo en tiempo. Pero la prueba termina inevitablemente en un equilibrio basado en la tole rancia, y así la tolerancia y la justicia se originan en la fuerza.
Dinámica Giddings desarrolló de manera más completa el aspecto dinámico de su sociología: el estudio de la genética social. Este estudio requiere la elaboración de generalizaciones relativas a los modos y mecanis mos de la evolución, y la descripción de los procesos concretos de la evolución humana. Las condiciones de la vida exterior — dice— , tienen por conse cuencia la formación de agregados sociales. Dentro del agregado apa
rece la conciencia de índole entre los individuos parecidos y se con vierte en asociación, que reacciona favorablemente sobre los placeres y las posibilidades de vida de los individuos. Cuando los individuos se dan cuenta de esa reacción favorable, empieza el proceso volitivo. Adquieren importancia las preferencias individuales y sociales. De la diversidad de relaciones y actividades que se intentan, algunas resul tan atractivas y son preferidas. Pero aquí reaparece el proceso físico. Puesto que las preferencias pueden ser insensatas y dañinas o discre tas y beneficiosas, muchas de ellas no sobreviven en la lucha por la existencia. La naturaleza rechaza las preferencias dañinas, algunas ve ces con la extinción de toda una sociedad. Estas opiniones, que refle jan una vez más el darwinismo social, son muy análogas a las de Sumner, salvo que Giddings insiste en el carácter consciente y volitivo de las preferencias. Como las preferencias dañinas son rechazadas por la selección na tural, la teoría del cambio social puede concentrarse en las preferencias inteligentes. Aquí encontramos la ley de Giddings: Una comunidad tiende a perfeccionar su tipo sometiéndose al concepto predominante de un bien ideal. (En el lenguaje sociológico moderno esto quiere decir que todo grupo grande recibe la influencia del ideal social que acepta.) AI desarrollar esta ley, Giddings subraya que las bases de las preferencias sociales racionales son los valores sociales, que él define como valuaciones sociales de ciertas satisfacciones, relaciones, modos de actividad y formas de organización social. El objeto supremo de los valores sociales es bueno en sí mismo. Es notable el empleo que hace Giddings de la frase 'valor social”. Hasta hoy no ha tenido general aceptación. Como ya se ha señalado, las leyes de la preferencia social que per tenecen al aspecto psíquico o volitivo de la sociedad, están limitadas por las leyes físicas de la selección natural y de la supervivencia. La ley de la selección natural se formula en relación con la supervivencia de los más aptos; la aptitud social se identifica con la posesión de cua lidades intelectuales y morales, entre ellas la simpatía y el afecto. La ley de la supervivencia toma la siguiente forma: sobrevivirán los valores que se adapten a un conjunto de valores que es cada vez más complejo y armonioso. Este enunciado es una nueva formulación del concepto spenceriano de la evolución, con la consideración debida al proceso evolutivo, tan importante en la teoría de Giddings. Los escritos de Giddings sobre el proceso concreto de la evolución están redactados en términos que recuerdan los neologismos de Ward.
La sociedad, prehumana y humana — dice Giddings— , ha pasado por las cuatro etapas fundamentales de la zoogenia, la antropogenia, la etnogenia y la demogenia. La asociación zoogénica es una relación social primitiva que desarrolla las formas de la vida animal; la aso ciación antropogénica es una relación más variada que creó la mente humana. Las relaciones organizadas que crearon un pueblo se llaman asociación etnogénica, en tanto que la asociación demogénica se refiere a las relaciones, a la vez diversas y organizadas, que tienen por conse cuencia los grandes pueblos civilizados. La civilización, pues, corres ponde a la etapa demogénica de la evolución humana. A base de pre ferencias diversas, en el experimento histórico aparecen tres tipos de civilización: el militar-religioso, el liberal-jurídico y el económico-ético. La civilización económico-ética ofrece dos variedades: la persecución infatigable de fines materiales (camino peligroso), o el predominio social de metas morales e intelectuales, como en la democracia del antiguo Estados Unidos. En opinión de Giddings, el progreso es un hecho indiscutible. Ob jetivamente, el progreso se manifiesta en la multiplicación de rela ciones, en el aumento de bienestar material, en el crecimiento de la población, en la evolución de la conducta racional. Subjetivamente, se le advierte en la expansión de la vida moral e intelectual. Estas opi niones convengan muy bien con el clima intelectual de fines del si glo X I X , cuando la creencia optimista en el progreso era un dogma rara vez discutido. Hemos condensado la sociología genética de Giddings en unas pocas proposiciones. íil mismo, intentando una reconstrucción detallada del pasado social del hombre, amontonó conjetura sobre conjetura, todas plausibles pero ninguna demostrable ni refutable. Contesta a la pre gunta: ¿Cómo pudo haber ocurrido?, y no a esta otra: ¿Qué sabemos acerca de lo que ocurrió? Sin embargo, debe reconocerse que esta des viación del canon de la ciencia aun no ha desaparecido del todo en la actualidad.
Juicio retrospectivo de Giddings En relación con los problemas fundamentales esbozados en el capí tulo primero, la sociología de Giddings en su primera fase (hasta comienzos de siglo aproximadamente) puede formularse como sigue: Primero: La sociedad es un grupo de hombres unidos por la con ciencia de índole. Las mutuas relaciones entre las mentes así unidas
produce la mente social, expresión que significa cultura, sobre poco más o menos. Pero este concepto sólo incidentalmente es estudiado con el nombre de tradición. Segundo: En la sociología de Giddings la unidad de investigación es el socius, o el hombre relacionado con otro hombre mediante la conciencia de índole. Tercero: El principal factor determinante del estado de una socie dad y de ios cambios sociales es psíquico; pero su acción está limi tada por las condiciones físicas de la existencia humana, especialmente por los procesos de selección y supervivencia. Cuarto: El problema de las relaciones entre el individuo y la so ciedad no está claramente planteado. La importancia concedida al factor psíquico parece reservarle al hombre el papel de crear y moldear la sociedad, aunque dicho papel está limitado por los procesos bioló gicos que acaban de mencionarse. Quinto: Se define la sociología como la más general de las ciencias sociales; no obstante, es una ciencia concreta, no una ciencia abstracta. El método principal es la reconstrucción histórica, el cual, en manos de Giddings, es en gran parte un procedimiento ilimitadamente con jetural, que se basa de un lado en unos pocos conocimientos compro bados y del otro en una psicología de sentido común. En el desenvolvimiento general de la teoría sociológica, Giddings debe ser considerado como uno de los evolucionistas más talentosos y brillantes. Como su teoría está tan profundamente impregnada del pos tulado de la evolución, queda muy poco de ella si se rechaza ese postulado, y ése es el caso, según la mayor parte de los especialistas. Sin embargo, perduran algunas aportaciones de Giddings. Hay que citar, en primer lugar, la importancia que concedió al componente psíquico de la sociedad y de la cultura, y su demostración de la impo sibilidad de llegar a comprender la sociedad humana y sus realiza ciones por analogía con sistemas mecánicos o biológicos. En este res pecto, Giddings prolongó una línea de ¡deas que inició Ward y que Tarde desarrolló independientemente. Así, la orientación que culmina en los escritos de Charles H. Cooley, W . I. Thomas y Talcott Par sons, entre otros, se remonta, en parte al menos, a Giddings. En se gundo lugar, formuló una definición de la sociología sugestiva, y para muchos aceptable, y expuso valiosas opiniones sobre la división de esa ciencia en estática y dinámica. En tercer lugar, Giddings fue uno de los primeros sociólogos que señalaron la importancia de los va lores en la vida social del hombre.
El darwinismo social y el evolucionismo psicológico fueron tenden cias de inspiración marcadamente spenceriana, no obstante las numero sas diferencias que hay entre esas dos escuelas y la teoría de Spencer. Pero el evolucionismo no brotó sólo de la mente de Spencer, Comte y Marx fueron evolucionistas a su manera, como lo fueron, en cierta medida, otros muchos que hicieron aportaciones a la primitiva sociología. No es sorprendente que, con todas esas influencias, hayan surgido en el segundo período del desenvolvimiento de la teoría sociológica nuevas variedades de evolucionismo.
Loria: Evolucionismo económico El evolucionismo económico está representado en numerosas obras, Ja más importante de las cuales es El origen de la familia, de la pro piedad privada y del Estado (véase pág. 7 2 ) , de Engels, y por nume rosos patrocinadores, el más representativo de los cuales es el econo mista italiano Achille Loria (1 8 5 7 -1 9 4 3 ). En sus Bases económicas de la sociedad (1 8 8 6 ) intenta Loria demostrar la tesis de que la dis minución gradual de tierra libre (tierra que aún no se ha apropiado nadie) es el factor básico del desarrollo evolutivo social. Con este argumento esperaba Loria reemplazar con un factor tangible y com prensible la fuerza misteriosa e inmanente que, en las obras de los marxistas, se supone que impulsa a la sociedad hacia adelante. La tesis de Loria tiene sus raíces en el supuesto de que la historia antigua y medieval se repetía en la historia de las colonias de América. En ambos casos, mientras la tierra fue libre no hubo división de la sociedad en clases ni actuaron fuerzas restrictivas tales como la moral, la ley o la religión. Al empezar los particulares a apropiarse la tierra, la esclavitud se convirtió en la institución predominante. La fase siguiente, determinada por el avance del mismo proceso de apro piación, se caracterizó por la organización obligatoria de los traba jadores: la servidumbre en las zonas rurales, y las guildas y los gremios en las ciudades. Cuando toda o la mayor parte de la tierra pasó a ser propiedad particular, surgió el capitalismo, caracterizado por la institución de la mano de obra libre. Loria reconoce las numerosas diferencias que existen entre las mentalidades de los mundos antiguo 118
y medieval de un lado y el colonial de otro. Pero sostiene que esas diferencias, al no haber afectado al desenvolvimiento social, revelan que la influencia de los factores psicológicos es superficial. El libro de Loria contiene otras muchas cosas discutibles. En su opinión, la obra del Dante refleja la posición social y económica de las ''viejas familias” de la burguesía florentina; la de Petrarca, la de las "familias nuevas"; y !a de Boccaccio la de la plebe. Las diferentes fases del desarrollo de la religión, de la moral, del derecho y del Estado no hacen sino reflejar las diferentes fases de la apropiación de la tierra. La religión y la moral actuaban para mantener sometidos a los esclavos, y las complementaba un terrorismo desorganizado. La supre sión de los siervos y de los artesanos exigió un sistema moral dual: una moral para las clases oprimidas, a quienes se exhortaba a des preciar la pobreza y demás males de su existencia terrenal; otra moral para Jas clases superiores, a quienes solamente se enseñaba a no ir demasiado lejos, por miedo a una rebelión en masa de la plebe. La fase del capitalismo se caracteriza por un desenvolvimiento más pleno del derecho y del Estado, y por el nacimiento de una nueva fuerza restrictiva: la opinión pública. La definición que Loria da de la sociología está estrechamente rela cionada con esas opiniones. La sociología es una ciencia intermedia entre la economía y las ciencias del derecho, de la moral y de la polí tica. Su misión principal consiste en establecer correlaciones entre los cambios que tienen lugar en las condiciones económicas básicas y las modificaciones de la moral, el derecho y la política. Aunque este concepto de la sociología contribuye a poner de manifiesto las inter conexiones muchas veces olvidadas u oscuras que existan entre los diferentes aspectos de la sociedad — lo cual es siempre una tarea im portante de la sociología— , incurre, no obstante, en el error de iden tificar los fenómenos económicos con las relaciones sociales mismas. Esta infortunada identificación se encuentra repetidamente en los escritos de los evolucionistas económicos.
Veblen: Evolucionismo tecnológico El evolucionismo tecnológico es una modificación del evolucionismo económico y está muy bien representado en la obra de Thorstein Veblen (1 8 5 7 -1 9 2 9 ). Veblen nació en Wisconsin, estudió en las uni versidades de Johns Hopkins, Yale y Cornell, a partir de 1892 desem peñó varios cargos docentes y en 1899 publicó La teoría de la clase
ociosa, la más famosa de las obras que publicó. Las opiniones teóricas fundamentales de Veblen pueden resumirse con brevedad. Los grandes medios de habituación y de disciplina mental en la vida humana son las diversas ciases de trabajo de que viven los hombres y las técnicas asociadas con ellas. Veblen intentó demostrar que las relaciones sociales y la cultura humanas son moldeadas por la tecno logía. El hombre tiene ciertos instintos constantes, pero las costum bres a que dan nacimiento esos instintos varían de acuerdo con las cambiantes posibilidades de expresión que proporciona el medio ma terial. En una palabra, el hombre es lo que hace. La evolución de la sociedad es, pues, esencialmente un proceso de adaptación mental de ios individuos bajo la presión de circunstancias que ya no toleran los hábitos formados anteriormente. La readaptación se hace lentamente y de mala gana bajo la coacción de las situaciones nuevas. La facilidad de adaptación depende del grado en que los individuos están expuestos a las fuerzas coercitivas del medio. Toda clase social protegida contra la acción del medio adaptará más tar díamente sus opiniones a las situaciones cambiantes y tenderá así a retardar la transformación toral de la sociedad. La clase ociosa es pre cisamente ese sector retardatario del orden social. Puede considerarse toda sociedad como un mecanismo industrial, cuyos elementos estructurales son sus instituciones económicas. Hay una estrecha correspondencia entre la cultura y la tecnología que cons tituye su base. El régimen feudal fue un sistema de fuerza humana adiestrada y organizada según un plan de subordinación de unos hom bres a otros hombres. En el nuevo régimen de la sociedad industrial, las fuerzas mecánicas toman el lugar de la fuerza humana. La nueva tecnología destruye la antigua organización de la sociedad. La marcada influencia de Veblen sobre otros escritores — especial mente sobre los sociólogos, los historiadores y los economistas— ha persistido y continúa en la actualidad. Pero su evolucionismo tecnoló gico ha ejercido mucha menos influencia que su incisiva e irónica pintura de la conducta de la clase ociosa y de la competencia por emular a dicha clase que se desarrolla entre casi todos los demás sec tores de la sociedad. Numerosos escritores han encontrado orientacio nes muy sugestivas en los estudios sistemáticos que hace Veblen de instituciones económicas del capitalismo tales como el absentismo, y en su insistencia sobre el contraste y el antagonismo fundamentales entre la clase predatoria (negocios, intereses creados, sectores prote gidos) y la clase industriosa (el hombre común, las clases trabaja
doras) de la sociedad. Según Veblen, esas divisiones tienen sus raíces en las condiciones tecnológicas. Su concepto de la tecnología como vanguardia y guía del proceso evolutivo encontró nueva expresión en el concepto del retardo de la cultura desarrollado por William F. Ogburn (véase capítulo 15) y popularizado por escritores como Harry Elmer Barnes.
Coste: Evolucionismo demográfico El evolucionismo demográfico de Adolphe Coste (1842-1901) no es de inspiración marxista, sino comtiana. Fn sus primeros años, Coste formó parte de un pequeño grupo de positivistas discípulos de Comte; después influyeron en él Loria y Durkheim. Sus obras más importantes son Principios de sociología objetiva (1 8 9 9 ) y La experiencia de los pueblos ( 1 9 0 0 ) .1 La ¡dea principal de Coste es que un solo factor determina la evolución de la sociedad: la creciente densidad de la población refle jada en ios tipos de aglomeraciones humanas. Describe cinco etapas evolutivas consecutivas: la aldea, la ciudad, la metrópoli, la ciudad capital y la capital de una federación. A cada una de esas etapas de la evolución demográfica de la humanidad corresponden etapas definidas en el desarrollo del gobierno, de la producción económica, de la pro piedad y de diversos tipos de asociaciones humanas. Pero Coste comprendía que su teoría no lo explicaba todo, y así tomó la osada decisión científica de separar del total de los fenómenos sociales los tipos que no pueden explicarse genéticamente, a saber, la religión, la filosofía, la literatura y las artes. Esas esferas, no suscep tibles de análisis sociológico, las estudiaría una ciencia aún no consti tuida a la que llamaba ideología. La sociología y la ideología — decía Coste— investigan dos clases distintas de fenómenos. Por una pane, los descubrimientos en el campo del pensamiento abstracto y los actos creadores en las artes ocurren casi al azar; por otra parte, la organiza ción social se desenvuelve independientemente de esos descubrimientos y actos creadores. Los críticos de Coste han insistido con frecuencia en que la inde pendencia de los dos campos es sólo relativa, no absoluta. No obs tante, Coste aportó a la sociología una idea que después fue explorada por Alfred Weber y Robcrt M. Maclver entre otros, quienes diferen 1
El título francés completo dice L’Expíricnce des pcupics et tes preiniions qW
elte autorite.
cian los dos campos de la civilización y de la cultura y postulan prin cipios diferentes para explicar su desarrollo (véanse capítulos 20 y 2 1 ).
Kidd: Evoljtcionismo religioso Mientras Coste consideraba la religión y, en general, todas las acti vidades intelectuales y estéticas de la humanidad, independientes del proceso evolutivo, Benjamín Kidd (1 8 5 8 -1 9 1 6 ), filósofo social inglés, sostenía que la religión es el motor de la evolución. No fue Kidd, desde luego, el primero en sustentar Ja tesis de que la religión es el factor fundamental de Ja historia. EJ gran historiador francés Fustel de Goulanges (1 8 3 0 -8 9 ), autor de Ja obra clásica titulada Ui ciudad antigua (1 8 6 4 ), afirmaba que las ideas, y sobre todo las ideas reli giosas, son el motor de ios cambios sociales. Pero Kidd combinaba la importancia del factor religioso con la teoría evolucionista. En evi dente oposición a Comte, Kidd declara en su Social "Evolution (Evoloción social, 1894) que la razón no puede ser la causa fundamental del progreso, ya que la razón hace al hombre individualista y anti social, mientras que la evolución ha sido primordialmente social y ha aumentado ia cohesión de la sociedad. La única fuerza que puede explicar el progreso es la religión, provista de sanciones sobrenaturales y capaz de alimentar una moral altruista. Es la religión la que unifica las generaciones, mantiene unidas las sociedades y salva a las civiliza ciones amenazadas de graves peligros. Fue la religión Ja que evitó Ja desintegración social completa en los primeros siglos del cristia nismo; fue una base religiosa la que sustentó toda la grandeza de los últimos tiempos de la Edad Media; fue asimismo la religión, en la forma del protestantismo, la que trajo la libertad política y econó mica. Sólo Ja religión hará posibles ulteriores progresos sociales. La importancia de la religión como base del progreso es el tema de al gunos autores de todas las épocas, de lo cual pueden servir hoy de ejemplo las obras de Toynbee (véase capítulo 2 0 ).
Novicow Esta rápida revista del evolucionismo de fines del siglo x ix termina con la exposición de las opiniones de Jacques Novicow (1 8 4 9 -1 9 1 2 ),2 2 Hasta cierto pumo puede considerarse a Novicow como perteneciente también a la escuela organicista, pero sus aportaciones a ella son de escasa importancia.
quien era de origen ruso, pero pasó la mayor parte de su vida en Francia y escribió principalmente en francés. Su teoría está formulada con gran precisión en Las luchas entre sociedades humanas y sus fases necesarias ( 1 8 9 3 ), obra señaladamente evolucionista. Novicow coin cidía con los darwinistas sociales en que la lucha por la existencia es el mecanismo central de la evolución; pero, contrariamente a las opiniones de aquéllos, creía que el mecanismo mismo está sujeto a cambios, y en estos cambios distinguía cuatro etapas necesarias ( nece sidad destacada en el título de su obra principal). En la primera, la lucha humana fue principalmente fisiológica y tuvo por consecuencia el exterminio del enemigo. En la segunda, la lucha se hizo primordial mente económica, aunque se combinó con muchos aspectos de la co acción física. En la tercera, el antagonismo tomó un carácter predo minantemente político: la lucha por el predominio político dentro de los Estados y entre los Estados. La etapa final se caracteriza por el antagonismo de carácter intelectual; toma a veces la forma de guerras religiosas o de actividad revolucionaria, pero es siempre en esencia la lucha por el predominio de unas ideas. Novicow estaba firmemente convencido de que las formas más rudas de la lucha social van des apareciendo gradualmente y de que, finalmente, la lucha se reducirá a la competencia intelectual. Esto — decía— tendrá por efecto el au mento de la justicia y de la simpatía y la disminución del odio. Todo esto constituye, manifiestamente, una teoría más basada en la evo lución unilineal hacia el progreso. Novicow expresó la idea un tanto spenceriana de que las cuatro fases de la evolución social no hacían más que prolongar la línea de los conflictos químicos, astronómicos y biológicos. A diferencia de la mayor parte de los autores estudiados en este capítulo, Novicow definió la sociedad y la sociología. Concebía la sociedad como un grupo de individuos entre los cuales se han estable cido relaciones vitales y que tienen conciencia de su recíproca solida ridad. En los días en que expuso esta opinión, era muy raro que se diera importancia a la solidaridad social. Las formulaciones de Comte estaban casi olvidadas, y I¿t división del trabajo en la sociedad, de Durkheim, apareció simultáneamente con la obra de Novicow, quien definió la sociología como la ciencia general de la sociedad, de la cual son partes o capítulos las ciencias sociales concretas. Esto es, con ligeras modificaciones, una nueva expresión de la idea de Comte según la cual la sociología absorbería a las ciencias sociales concretas.
Versiones del organicismo Mientras que Jas teorías evolucionistas arriba examinadas son princi palmente no spencerianas, un grupo de teorías organicistas son spencerianas, pero no evolucionistas. Los autores de esta escuela organicista se inspiraron en la analogía entre la sociedad y un organismo, que es el segundo postulado del sistema de Spencer. Paul Lilienfeld (1 8 2 9 -1 9 0 3 ) fue ciudadano ruso de origen alemán. Durante diecisiete años fue gobernador de la provincia de Curlandia (ahora parte de Letonia o Latvia) y en los últimos de su vida fue miembro del Senado ruso, alta corporación judicial y administrativa. En 1897 fue presidente del Instituto Internacional de Sociología. Es autor de la obra en cinco tomos titulada Ideas acerca de las ciencias sociales del futuro (1 8 7 3 -8 1 ). Sostiene Lilienfeld que la sociedad humana, como un organismo na tural, es un ser real. La sociedad no es sino una continuación de la naturaleza, una continuación más alta de las mismas fuerzas que están en la base de todos los fenómenos naturales, el más elevado y más desarrollado de todos los organismos. Aunque reconocía que también hay diferencias importantes entre los organismos y las sociedades, Li lienfeld señala muchas analogías de detalle. Las células del organismo corresponden a los individuos de la sociedad, los tejidos a los grupos voluntarios más sencillos, ios órganos a las organizaciones más com plejas, la substancia intercelular al medio físico, ¡que incluye hasta los alambres del telégrafo! Las actividades económicas, jurídicas y políticas son paralelas a los aspectos fisiológicos, morfológicos y uni tarios de un organismo. La mercancía en circulación equivale al ali mento no asimilado. Las razas conquistadoras son masculinas, las conquistadas son femeninas; su lucha equivale a la lucha de los esper matozoos en torno del huevo. Las personas que pasan de una sociedad a otra son análogas a los leucocitos. Esas analogías se convierten en identidades en la teoría de Lilienfeld. En la sociedad — dice— encuentra uno exactamente las mismas es tructuras, órganos y funciones que en los demás organismos. Así se llega, pues, a la conclusión de que la sociología no puede constituirse si no es sobre la base de la biología. Una teoría orgánica mucho más moderada la expuso Albert G. Scháffle (1 8 3 1 -1 9 0 3 ). Nacido en Nürtingen, en la Alemania sudocci dental, estudió teología en la universidad de Tubinga, en la cual fue desde 1860 profesor de economía, y en 1868 pasó a Viena, donde
permaneció tres años. Tras una breve excursión por la política aus tríaca, se estableció en Stuttgart, donde dedicó el resto de su vida a estudiar y escribir. Sus principales obras en el campo de la sociología son Estructura y vida del cuerpo social (1 8 7 5 -7 8 ), en cuatro volú menes, y Bosquejo de sociología (póstuma, 1906). Scháffle reconocía que sus opiniones habían sido influidas de ma nera importante por Comte, Spencer y Lilienfeld. Aunque coincidía con Spencer en que la sociedad no es en realidad un organismo, con frecuencia, lo mismo que Spencer, pasaba de la analogía a la identifi cación. Sostenía que la estructura, la vida y la organización de los cuerpos sociales (una de sus expresiones favoritas) se parecen estre chamente a las de los cuerpos orgánicos. Aunque atribuía a la ana logía orgánica gran valor heurístico, reconocía que los cuerpos orgá nicos y los sociales no son idénticos. Para él, el cuerpo social es una individualidad viviente de naturaleza superior, el último y más com plejo equilibrio de fuerzas de nuestro planeta. La obra de Scháffle, en particular la primera edición de Estructura y vida del cuerpo social, no obstante sus moderadas pretensiones, con tiene muchas analogías discutibles: los edificios y las carreteras son el esqueleto del cuerpo social; las mercancías acumuladas son la subs tancia intercelular; la economía es la nutrición; el cambio de mer cancías y de personas es la locomoción; el equipo técnico es el sistema muscular; los símbolos y las comunicaciones son el funcionamiento del sistema nervioso; la minería, la colonización y la propaganda corres ponden a la autoafirmación y ei crecimiento del organismo. Si Scháffle no hubiera hecho otra cosa que exponer esas analogías, su obra no merecería ser tenida en cuenta. Pero tenía muchas más cosas que decir. Bajo la apariencia engañosa del organicismo, contri buyó a iniciar el análisis de la sociedad de acuerdo con un sistema. La sociología — dice— sólo puede producir resultados valiosos sí concibe la totalidad de los fenómenos sociales como un todo orgánico. Sustitúyase "todo orgánico” por "sistema” y el resultado es una im portante y comúnmente aceptada proposición de la sociología actual. De conformidad con esa idea básica, Scháffle enfocó su estudio sobre los conjuntos sociales más desarrollados, los pueblos (o grupos étnicos, en la terminología moderna) y sus comunidades. Para él, un pueblo es un grupo duradero de personas, mentalmente vinculadas unas a otras, adscritas a un territorio definido y capaces de desarrollar una cultura. En este concepto de la sociedad incluía las posesiones mate riales de un pueblo, opinión que probablemente refleja su preocupa
ción por ia ciencia de la economía. La suma total de los pueblos rela cionados por la comunicación y el contacto, aunque individualmente reflejen niveles diferentes de evolución y desarrollo y posean peculia ridades geográficas y etnográficas, es, para Scháffle, la sociedad. Scháffle se interesó profundamente por el problema del método de investigación sociológico más apropiado. Este método debe basarse tanto en la experiencia externa como en la interna o introspección. La misión de la sociología es formular empíricamente las relaciones causales cognoscibles en la vida social. La principal dificultad para realizar esa misión es la interferencia de actos arbitrarios de los indi viduos; pero toda acción deliberada — dice— está causalmente deter minada, y los móviles individuales desempeñan la función de causa. No puede concebirse la libertad como una conducta fortuita, sino más bien como libertad de autoexpresión. Ésta es la manera como ios historiadores explican los problemas que estudian, y ios casos histó ricos deben formar el punto de partida para las inducciones socioló gicas. A base de un número suficiente de inducciones, se hace posi ble la deducción. De esta suerte, puede encontrarse una ley genética unitaria que explique el nacimiento de las civilizaciones más altas. Scháffle no formuló nunca por sí mismo esa ley, pero aceptó implí citamente una versión modificada del evolucionismo, dando especial importancia a la selección natural a la manera spenceriana. Otro miembro de la escuela organicista, Alfred Fouillée (18381 9 1 2 ), un francés autodidacto que no asistió nunca a una universidad, fue durante muchos años profesor en escuelas superiores de provincias y durante tres enseñó en la Escuela Normal Superior, de París. Debe su fama a una serie de libros en que expone la idea de que la socie dad es un organismo, aunque de tipo peculiar, puesto que es contrac tual. Sus obras más importantes son La ciencia social contemporánea ( 1 8 8 0 ), Evolución de las ideas-fuerzas (1 8 9 0 ) y Psicología de las ideas-fuerzas (1 8 9 3 ). La teoría de Fouillée es definidamente organicista. Encuentra entre las sociedades y los organismos analogías que se parecen mucho a las señaladas por Spencer, pero subraya una diferencia básica: la unidad de una sociedad depende primordialmente de la buena voluntad de los individuos que la componen para compartir las necesidades colectivas. No puede haber sociedad sin un acuerdo interno entre los individuos, sin la representación del todo a que los individuos pertenecen. Entre los miembros de una sociedad existe un contrato implícito, y este contrato se manifiesta en la conducta humana.
La representación del todo es una idea-fuerza fundamental. Las ideas-fuerzas son engendradas por la sociedad, sin duda alguna, pero residen en los individuos. Esas ideas-fuerzas tienen su propia herencia intelectual; en otras palabras, se desarrollan de acuerdo con leyes inmanentes. Pero en cambio influyen en la sociedad en que son engen dradas, proceso que se hace especialmente manifiesto en la educación. El organicismo aparece en la obra de Fouillée en forma mitigada. Su forma más extrema la representan los escritos teóricos de su com patriota René Worms (1 8 6 9 -1 9 2 0 ). En su Organismo y sociedad ( 1 8 9 6 ), Worms concibe la sociedad como una agregación duradera de seres vivos que ejercitan en común todas sus actividades. Enumera cuatro analogías entre las sociedades y los organismos: las estructuras externas varían con el tiempo y presentan formas irregulares; las es tructuras internas experimentan un cambio constante mediante el pro ceso de asimilación-desintegración; existe una diferenciación coordi nada entre las partes; tanto los organismos como las sociedades se reproducen a sí mismos. Puesto que la analogía orgánica es profunda y estrecha, las concepciones sociológicas deben desenvolverse bajo los mismos encabezamientos que las biológicas. Hay que reconocer, no obstante, que la sociedad no sólo es más plástica, más apta para reem plazar las pérdidas de miembros, que el organismo, sino también más compleja. En realidad, es un superorganismo. Pero estas diferencias no son suficientemente importantes para que obliguen a abandonar el análisis social desde un punto de vista organicista. Worms modificó sus opiniones en la séptima edición (1 9 2 0 ) de su obra: "El estudio, la experiencia y la reflexión nos han enseñado a limitar la aprobación que al principio dimos a la analogía organicista.1' Las sociedades entran en la existencia en el mismo nivel que los orga nismos y al principio funcionan según las mismas leyes; pero después avanzan de un modo peculiarmente humano hacia un ideal concebido por la mente (justicia, libertad, ilustración). En ese proceso aparecen la igualdad y la solidaridad contractual.
Resumen Las teorías examinadas en este capítulo no son teorías sociológicas completas. Las del primer grupo, que representan tendencias diversas del evolucionismo, son primordialmente intentos de hallar respuesta a esta pregunta: ¿Qué es lo que determina el cambio social? Las res puestas son notoriamente incongruentes entre sí, pero todos los escri
tores de este grupo coinciden en que hay una causa fundamental de desarrollo evolutivo a la cual pueden reducirse fácilmente todos los demás supuestos factores determinantes. La teoría de Novicow es algo menos monista que las de los otros escritores. El segundo grupo de teorías, versiones diversas del organicismo, son principalmente intentos para dar respuesta a otra pregunta: ¿Qué es la sociedad? La respuesta según la cual la sociedad es un organismo confunde manifiestamente la analogía con la identidad. Las opiniones de Lilienfeld y de Worms representan las actitudes más radicales, en tanto que las de Scháffle y Fouillée revelan la percepción de graves dificultades en lo que respecta a la analogía, y de diferencias impor tantes entre la vida social y la orgánica, que tratan de explicar. Las ideas de Fouillée eran más originales que las de Scháffle, pero éste se acercó más a una teoría sistemática de la sociedad del tipo ahora corriente. Actualmente, salvo su versión económica, el evolucionismo en su forma decimonónica está muerto. Pero como su muerte sobrevino en el período siguiente del desarrollo de la teoría sociológica, pospon dremos para la cuarta parte de este libro el estudio de las causas y circunstancias de ese fallecimiento. El organicismo crudo declinó antes que el evolucionismo. Scháffle y Worms limitaron ellos mismos esencialmente sus puntos de vista organicistas en los últimos años de sus vidas. La muerte de esos puntos de vista también ha sido completa en casi todos los medios sociológicos, aunque se advierte su persistencia en algunas obras del siglo XX, como las de Oswald Spengler y algunas otras. De un modo totalmente nuevo y de acuerdo con los cánones de la ciencia empí rica, la teoría funcional contemporánea (véase capítulo 1 7 ), utiliza la analogía orgánica, pero no se basa en ella. Así, pues, este capítulo ha explorado dos callejones sin salida. En la historia de las ideas ha habido muchos finales muertos de ese tipo, y es preciso conocer los más importantes para evitar errores ya co rregidos.
Al mismo tiempo que florecía el evolucionismo, apareció un nuevo en foque analítico de la sociología. En el último cuarto del siglo XIX cuatro hombres hicieron aportaciones notables a esta tendencia. Uno de ellos, Durkheim, fue también un franco evolucionista, y en con secuencia sus opiniones deben estudiarse separadamente (véase ca pítulo 9 ) . Los otros tres iniciadores de la sociología analítica fueron Ferdinand Toennies, Georg Simmel y Gabriel Tarde.
Toennies Ferdinand Toennies (1 8 5 5 -1 9 3 6 ) nació en Schleswig, la provincia más septentrional de Alemania, y pasó toda su vida académica en la universidad de Kiel, de aquella provincia. Además de notables apor taciones a la teoría sociológica, realizó muchos trabajos prácticos excelentes y escribió informes brillantes acerca de ellos. (En este respecto, sugirió que la sociología descriptiva se llamara sociografía; aunque esta palabra no tuvo aceptación general, se usa ahora bastante para denominar un tipo especial de estudio práctico cuantitativo.) Su obra primera y más importante fue Gemeinschaft und Gesellsebaft (Comunidad y sociedad), publicada por primera vez en 1887 y posteriormente en otras seis ediciones, suerte rara para un estudio de teoría sociológica. En ella se encuentra la principal aportación del autor a dicha teoría. Sus demás libros (el último, Introducción a la sociología, apareció el mismo año de su muerte) contienen muchas ideas excelentes, pero ninguno de ellos ha ejercido la influencia que Gemeinschaft und Gesellschaft. (Una traducción inglesa de este libro apareció en 1940 con el título de Fundamental Concepts of Sociology; a dicha traducción acompañan algunos ensayos procedentes de otros li bros de Toennies.) Como muchos tratados teóricos de autores alema nes, Gemeinschaft und Gesellschaft parece innecesariamente complica do; pero sus ideas fundamentales pueden resumirse fácilmente. Todas las relaciones sociales son creaciones de la voluntad humana, de la cual hay dos tipos. El primero es la voluntad esencial: la ten dencia básica, instintiva, orgánica, que impulsa la actividad humana como desde atrás. El segundo es la voluntad arbitraria: la forma de volición deliberada y finalista, que determina la actividad humana con 129
relación al futuro. La voluntad esencial, dice Toennies, domina la vida de los campesinos, de los artesanos, de la gente común, mientras que la voluntad arbitraria caracteriza las actividades de los hombres de negocios, de los científicos, de las personas investidas de auto ridad y de los individuos de las clases superiores. Las mujeres y los jóvenes tienden a ejercitar la voluntad esencial, los hombres y los an cianos la voluntad arbitraria. Esos dos tipos de voluntad explican la existencia de dos tipos fun damentales de tipos sociales. Un grupo social puede mantenerse en existencia porque la simpatía entre sus individuos les hace sentir que esa relación es un bien en sí misma. Por otra parte, un grupo social puede nacer como instrumento para conseguir un fin determinado. AI primer tipo de grupo, expresión de la voluntad esencial, lo llama Toennies Gemeinschaft (comunidad), y al que procede de la volun tad arbitraria Gesellschaft (sociedad). En esta distinción puede verse un desarrollo del contraste señalado por Comte entre unión social y combinación social. En su obra fundamental estudió Toennies los siguientes ejemplos de Gemeinschaft: la familia, el vecindario (en la aldea o en la ciudad) y el grupo de amigos; los dos grandes tipos de Gesellschajt que estudió son la ciudad y el Estado. Para Toennies los conceptos de Gemeinschaft y Gesellschaft se refieren no sólo a tipos de agrupación humana, sino también a fases genéticas de desarrollo. La Gesellschaft surge, mediante la especialización de las personas y de los servicios, de la estructura de la Gemeinsebaft, en especial cuando las mercancías y los servicios se venden y compran en el mercado libre. Como Toennies manifestó claramen te su preferencia por los valores asociados con la Gemeinschaft, algu nos autores 1 han interpretado sus ideas sobre el desenvolvimiento histórico como una teoría de la retrogresión. Toennies negó que fuera ésa su posición. La gente — decía— muere de vejez, pero ningún médico condenará la vejez. En sus obras posteriores reconoció la posibilidad de invertir esa tendencia (intentado en cierto modo por el nacionalsocialismo de H itler), pero no por los métodos super ficiales de la oratoria y la romantificadón del pasado. Como la Gemeinschaft y la Gesellschaft corresponden a tipos de voluntad, Toennies trata las relaciones sociales como manifestaciones de ellos. Las voluntades humanas pueden entrar en relaciones múl tiples, que pueden proponerse la conservación del orden social o su destrucción; pero sólo las primeras, las relaciones de afirmación re1 En especial lía raid HÓffding, filósofo danés, y von W iese (véase capítulo 2 1 ) .
cíproca, deben ser estudiadas por los sociólogos. La afirmación recí proca misma varía de intensidad. Así, existe un estado social cuando dos personas quieren estar en determinada relación; esa relación es generalmente reconocida también por los demás. Cuando un estado social prevalece entre más de dos personas, aparece el círculo. Pero si se cree que los individuos forman una unidad a causa de la comu nidad de características naturales o psíquicas, forman un colectivo. Finalmente, si hay organización, asignando funciones específicas a personas determinadas, el cuerpo social se convierte en una corporación. Según Toennies, todas estas formaciones sociales pueden basarse ya sobre la voluntad esencial, ya sobre la voluntad arbitraria. Sin embargo, se concibe difícilmente cómo un colectivo puede ser una Gesellscbaft o una corporación una Gemeinschaft. Toennies expuso también una clasificación original de las normas sociales que, aunque superada hoy, contiene muchas ideas interesantes. El derecho — dice— consiste en las normas sociales que, de acuerdo con su sentido, pueden aplicar los tribunales. Las reglas morales son aquellas que, de acuerdo con su sentido, aplica un juez ideal, ya sea personal, divino o abstracto. La concordia consiste en las reglas que se basan en las relaciones de la Gemeinschaft y se consideran naturales y necesarias. Las costumbres son reglas que tienen sus raíces en prác ticas tradicionales, mientras que las convenciones se basan en acuerdos expresos o tácitos que, a su vez, se fundan sobre metas comunes para cuya consecución se consideran medios apropiados las reglas o precep tos. Resulta bastante claro que esta clasificación de las normas sociales se relaciona estrechamente con la distinción fundamental de Toennies entre ios tipos de grupos sociales. El derecho y la convención son característicos de las asociaciones, las reglas morales y la concordia, de las comunidades, mientras que las costumbres probablemente in forman ambos tipos. La principal aportación de Toennies a la sociología fue la formu lación de una sugestiva tipología de los grupos sociales y aun de tipos de sociedad. Con algunas modificaciones, la distinción entre Gemeinschajt y Gesellscbaft es análoga en ciertos respectos a las di cotomías que posteriormente expusieron otros autores, por ejemplo la posición y el contrato de Henry Maine, y la solidaridad social me cánica y orgánica de Durkheim (véase capítulo 9 )- Aunque la dico tomía es quizás una simplificación excesiva de las grandes variaciones que caracterizan la vida de los grupos humanos, la formulación de Toennies aún se usa en el análisis sociológico.
Simmel Georg Simmel (1 8 5 8 -1 9 1 8 ) fue un alemán de raza judía. Estudió filosofía en la universidad de Berlín, durante muchos años fue privatdozent en aquella universidad y terminó su carrera académica como profesor en la universidad de Estrasburgo. Conquistó fama entre los sociólogos por una serie de brillantes artículos publicados en 1890 y tantos, aunque su Sociología, una colección de los aludidos artículos, no apareció hasta 1908. ¿Qué es la sociedad? La respuesta de Simmel a esta pregunta fun damental revela su papel como innovador de ideas y de orientaciones teóricas. La sociedad — dice— no puede ser entendida como una entidad psíquica independiente de las mentes individuales; esta idea es una especie de misticismo o de conceptualismo que atribuye realidad a meros conceptos. Pero es igualmente incorrecto creer que sólo los individuos existen realmente; los individuos en cuanto tales no son átomos sociales, es decir, la materia de que está formada la sociedad. Ni es verdad que la realidad pueda identificarse sólo con las unidades más pequeñas de que se componen los todos o conjuntos. Se encuentra realidad no sólo en la materia, sino también en lo que da su forma a la materia. La sociedad, por lo tanto, es mucho más que los individuos que la componen; de hecho, la verdadera significación de la socie dad se revela en su contraste con la suma de individuos. La sociedad (o grupo, porque Simmel no distingue claramente entre los dos con ceptos) es una unidad objetiva que se expresa en las relaciones recí procas entre sus elementos humanos. La reciprocidad entre los hombres nace de impulsos específicos, que pueden ser, por ejemplo, eróticos, religiosos o asociativos, o de fines humanos especiales, tales como la defensa o el juego. Hasta ahora las ciencias sociales — decía Simmel— han estudiado sólo unos pocos tipos de relaciones recíprocas, principalmente económicas y po líticas; pero en realidad existen innumerables variedades de relaciones interactivas, entre las que se cuentan fenómenos tan habituales como el mirarse el uno al otro, el comer juntos, el escribirse cartas, el ayudar a otros y recibir expresiones de agradecimiento por ello. La sociedad, pues, se refiere a los individuos en sus múltiples relaciones recíprocas, y el comprenderla exige el análisis de la interacción psíquica. Muchas relaciones recíprocas pueden no persistir a través del tiem po, mientras que otras cristalizan en situaciones definibles y consisten
tes, tales como el Estado, la Iglesia, o hasta una banda de conspirado res, una escuela, una asociación económica. De vez en cuando desplegó Simmel un don especial para relacionar cosas aparentemente tan di símiles, que sólo muy pocas mentalidades habrían percibido los rasgos comunes que le servían de base para la abstracción teórica. Simmel se preocupó mucho por el concepto mismo de sociología. No escribió nunca un tratado sistemático sobre la materia, en la creencia de que el esfuerzo sería prematuro. Sostenía que la nueva disciplina estaba en Ja infortunada situación de fundar con hechos su derecho a la existencia. Pero — añadía— la mente humana tiende a crear superestructuras mientras los cimientos aún son inseguros. Con esta excusa, rehuyó Ja tarea de definir Ja nueva ciencia. Creía Simmel que los primeros intentos para crear una sociología independiente habían fracasado porque sus autores no se adjudica ron una materia no tratada ya por las ciencias sociales existentes. Esto es erróneo, porque como él mismo había dicho, hay innumerables tipos de relaciones sociales no estudiados por las disciplinas sociales concretas. Pero esta inconsecuencia tuvo resultados fructuosos: estimuló a Simmel a formular una opinión nueva sobre la materia propia del análisis sociológico. Para ser una ciencia — decía— , la sociología debe tener un conte nido bien definido que pueda estudiarse por métodos científicos. Cada ciencia se define por un concepto abstracto parcial; la diversidad de esos conceptos permite la diferenciación de las ciencias y la división del trabajo entre ellas. Sobre tales bases conceptuales se levanta la ciencia política, la economía y las ciencias de los diversos aspectos de la cultura. No hay, según él, una sola ciencia social con varias subdivisiones, sino una serie de ciencias diferentes. De acuerdo con esto, Simmel rechazaba la pretensión de muchos de sus contempo ráneos de que la sociología era una especie de superciencia. El concepto definidor central de la sociología es la forma de la sociedad. Entendía por forma el elemento de la vida social que es relativamente estable, que esta tipificado, a diferencia del contenido, que es marcadamente variable. El análisis abstracto de las formas sociales es una tarea legítima porque requiere el estudio de la es tructura real de la sociedad. Existen formas análogas de organización con contenidos totalmente diferentes orientados hacia intereses dis tintos, mientras que en formas disímiles de organización social se encuentran intereses (contenidos) sociales análogos. Formas tales como las relaciones de superioridad-inferioridad, de competencia, de divi
sión del trabajo, y la formación de partidos, son análogas en todas partes, a pesar de las infinitas variaciones de contenido. Así, pues, en relación con cualquiera de esas formas sociales pueden formularse las siguientes preguntas: ¿Qué significa en su estado más puro? ¿En qué circunstancias aparece? ¿Cómo se desarrolla? ¿Qué acelera o retarda su funcionamiento? Si la sociología se estructura según estos linca mientos, suministrará un nuevo enfoque de hechos muy conocidos. El estudio de los hechos sociales realizado por la sociología desempeñará una función análoga al análisis que la geometría hace de los hechos de las ciencias naturales, porque las formas geométricas, como las sociales, pueden estar incorporadas en las configuraciones más di versas de contenido. Anhelaba Simmel trazar límites precisos no sólo entre la sociología y las ciencias sociales concretas, sino también entre la sociología, de un lado, y la psicología, la filosofía social y la historia, del otro. Las situaciones sociales estudiadas por la sociología son — decía— conse cuencia de contenidos psicológicos específicos en los individuos com prendidos en situaciones sociales. La psicología analiza esos conte nidos, pero no va más allá de las existencias individuales. Aunque estas últimas son los soportes de la sociedad, los móviles individuales en sí mismos no son realmente sociales, y su estudio no corresponde a la sociología. La filosofía social difiere de la sociología en que in cluye valores y metas que no son accesibles a la sociología como ciencia empírica. Por otra parte, la historia se acerca a un punto de vista sociológico cuando busca leyes históricas. La teoría de Comte cae dentro de esta categoría y tiene tanto de histórica como de sociológica; lo mismo puede decirse de las investigaciones que se proponen demostrar que hay una tendencia natural en el poder político a pasar de un indi viduo a varios y después a muchos, o de los intentos para formular etapas inevitables de desenvolvimiento económico. Según Simmel, esos esfuerzos están condenados al fracaso. Porque no puede comprobarse la existencia de leyes históricas; esas leyes son sólo precursoras del conocimiento científico. Pero la sociología debe descubrir leyes so ciales, esto es, regularidades, concernientes a las formas de organi zación social. Puede realizar su tarea por la comparación de situaciones análogas, independientemente del tiempo y del espacio. Simmel se daba cuenta del carácter altamente abstracto de sus opiniones teóricas, y en consecuencia las ilustraba frecuentemente con ejemplos muy esclarecedores. Por ejemplo, para mostrar claramente
las diferencias existentes entre los puntos de vista psicológico, socio lógico y económico (este último representativo de las ciencias sociales concretas), utilizaba la situación en que un número considerable de trabajadores hasta entonces puntuales deja de acudir al taller. Según Simmel, el psicólogo investiga los motivos y las emociones que están detrás de las decisiones de los trabajadores individuales para no asistir al trabajo. El sociólogo analiza la situación como un caso en que dos (o más) formas de asociación entran en conflicto. El economista ve el episodio como un sindicato en huelga. Por concretos que sean estos ejemplos, Simmel se interesaba primordialmente por determi nar las tarcas propias de la sociología como investigación de formas puras de asociación, con abstracción de sus contenidos materiales, para describir los diferentes tipos de formas sociales y formular las leyes según las cuales los individuos de los grupos actúan entre sí. Simmel entendía que la sociología debía someterse a métodos cien tíficos. El método principal, tal como él lo veía, debía ser el compara tivo, aunque en un sentido completamente distinto del que daban a esta palabra los evolucionistas del tipo de Spencer. El sociólogo no se interesa directamente en las circunstancias concretas de los casos que estudia, sino que procura seleccionar para su estudio casos en que difieren los contenid s o intereses, mientras son las mismas las for mas de interacción. Simmel no ofreció una fórmula sencilla para el procedimiento comparativo, y sabía también que algunas veces este método conduce a sesgos o prejuicios subjetivos e intuitivos. Simmel fue él mismo un agudo observador, cosa que se advierte claramente en sus gráficos y perspicaces ensayos sobre el antagonis mo, la superordenación y la subordinación, el papel del extraño, la ciudad moderna, y aun sobre temas tales como el paso de dos a tres del número de individuos del grupo. En contra de sus admoniciones, él mismo incurría frecuentemente en sus escritos en el estudio de con tenidos, y de contenidos muy concretos. La influencia de Simmel sobre la sociología ha sido considerable, y en cierto modo sigue actuando en la actualidad. Al principio del si glo XX sus opiniones, en especial las relativas al antagonismo y a la estratificación social, se reflejaron en los escritos de los sociólogos norteamericanos E. A. Ross y Albion W. Small, y un poco más tarde en los de los distinguidos sociólogos contemporáneos Florian Zna niecki (véase capítulo 18) y Howard Becker. Becker ha represen tado un papel importante al exponer algunas de las concepciones de Simmel a la consideración de los estudiantes norteamericanos en años
recientes a través de su adaptación de la obra de Leopold von Wiese, quien en Alemania sucedió a Simmel como el exponente más desta cado de la sociología formalista (véase capítulo 2 1 ). Pocos estarán hoy de acuerdo con el propósito de Simmel de confinar la sociología al estudio de las formas sociales, y el mismo Simmel fue un conspicuo transgresor de ese principio. No obstante, el estudio sistemático de las formas sociales como tales contribuyó de modo importante al des arrollo de la teoría sociológica abstracta.
Tarde Gabriel Tarde (1 8 4 3 -1 9 0 4 ) nació en Sarlat, en el sur de Francia. Fue alumno de los jesuítas y estudió derecho en Toulouse y en París. Durante veinticinco años fue juez de instrucción.2 Este cargo le ofre ció muchos casos que investigar y le dejó tiempo bastante para meditar y escribir. En el decenio de los 1880 comenzó una serie de artículos muy interesantes. En 1894 fue trasladado a París y en 1900 fue nom brado profesor de filosofía moral en Ja Sorbona. Entre sus obras so ciológicas más importantes se cuentan Las leyes de la imitación ( 1 8 9 0 ), Lógica social (1 8 9 4 ), La oposición universal ( 1897) y Las leyes sociales (1 8 9 8 ), breve resumen de los tres libros anteriores. La teoría sociológica de Tarde gira en torno del proceso de la imi tación. La importancia de la imitación en la vida social había sido señalada por Bagehot muchos años antes que Tarde; mas parece que Tarde no conocía al autor inglés, pero reconocía su deuda con el gran matemático francés A. Cournot (1 8 0 1 -7 7 ), de quien aprendió la sig nificación de la recurrencia de los fenómenos y la importancia que tiene el medirlos y contarlos. En una de sus obras había afirmado Cournot que en todos los fenómenos de la vida hay una tendencia manifiesta a la imitación, a la repetición de actos análogos. (Tarde no mencionó un tratado que apareció tres años antes que sus Leyes de la imitación, titulado La vida de las sociedades, de Bourdier, donde aparece esta frase: "Como la difusión en una mezcla gaseosa tiende a equilibrar el volumen de los gases, así la imitación tiende a equilibrar el ambiente social”.) En todo el dominio de la investigación científica — decía Tarde— persisten tres grandes procesos: repetición, oposición, adaptación. To
2 £1 juez de instrucción, que dirige la instrucción de los sumarios, en materia criminal, tiene aproximadamente las mismas funciones que d gran jurado de acusación en los Estados Unidos.
das Jas semejanzas se deben a la repetición, que para Tarde es una ley cósmica casi en el mismo sentido en que la evolución lo era para Spencer. La repetición aparece en varias formas. En el mundo físico es ondulación; en el mundo biológico es herencia; y en la esfera psí quica y social la forma de la repetición es la imitación. Todos los fenómenos sociales. pueden reducirse en definitiva a la relación entre dos personas, una de las cuales ejerce influencia mental sobre la otra. La sociedad misma empezó cuando el hombre ajustó por primera vez su conducta a la de otro. Pero, ¿por qué un hombre es modelo de otro? Tarde contestó ci tando el estímulo de variación, consecuencia de la iniciativa o inven ción individual. Invención-imitación es el esquema básico del proceso social. La invención supone siempre algún elemento de variación o cambio, habitualmente es una asociación creadora de elementos ya existentes o una fructuosa combinación de repeticiones (o de imita ciones de invenciones anteriores); pero este último caso puede redu cirse al primero. El tempo de las invenciones efectuadas en una so ciedad es afectado por la dificultad relativa de combinar ideas, por el nivel de la habilidad mental innata de sus individuos y por las con diciones sociales que pueden ser favorables o desfavorables a las in venciones. La imitación, pues, es un proceso mediante el cual es socialmente adoptada una invención. Y la sociedad es un grupo de hombres capaces de imitarse unos a otros, o que por lo menos están en posesión de rasgos comunes que vienen a ser copias del mismo modelo. Tarde se esforzó en destacar la importancia de la imitación defi niendo su carácter en cuatro esferas: filosóficamente, la imitación es un caso del tipo universal de repetición; neurológicamente, la imi tación es una función de la memoria; psicológicamente, la imitación se reduce a sugestión (en una ocasión dice Tarde que la imitación es una especie de sonambulismo); sociológicamente, las leyes de la imitación resuelven el problema de por qué, por ejemplo, de cien invenciones son adoptadas diez y rechazadas las otras. Entre las leyes lógicas de Ja imitación figuran las proposiciones según las cuales los individuos imitan un determinado modelo porque piensan que es más útil o que está más de acuerdo con otros previamente establecidos, y la imitación de los modelos se propaga del centro a la periferia de una sociedad; pero en ese proceso los modelos son modificados por la refracción de los medios, exactamente como los rayos de luz que pasan del aire al agua. Las leyes ilógicas comprenden las siguien
tes generalizaciones: los modelos subjetivos (ideas) son imitados antes que los objetivos; los ejemplos dados por personas o grupos supe riores prevalecen sobre los dados por personas o grupos inferiores; unas veces prevalece como modelo el pasado y otras veces el pre sente, lo cual, en la terminología de hoy, equivale a decir que unas veces prevalece la costumbre (imitación del pasado) y otras la moda (imitación de m o Jelo sn uevos) . La teoría de la imitación de Tarde, como lo indican estos ejemplos, contiene elementos que han entrado a formar parte de la teoría sociológica contemporánea; pero algunas de sus opiniones son inaceptables hoy, en especial la primera de sus leyes ilógicas; y a otras hay que ponerles algunas limitaciones, como su pretcnsión de que los modelos superiores son necesariamente más influyentes que los inferiores. Menos sugestivo es el estudio que Tarde hace de la oposición y la adaptación. La oposición aparece aquí una vez más como una especie de ley cósmica, supuestamente discernible en matemáticas, física, bio logía, psicología y sociología. La oposición se manifiesta en dos for mas. La oposición de umjlUto es el encuentro de dos ondas antitéticas de imitación, discernible en la guerra, en la competencia y en la polé mica. La guerra, a la cual se recurre cuando la oposición es total, tiende a desaparecer, opinión optimista común en los tiempos de Tarde. La competencia caracteriza a la actividad económica, mientras que la oposición verbal de la polémica prevalece en la religión, en la jurisprudencia y en la ciencia. La. oposición de ritmo, segunda for ma de Tarde, es la tendencia de ios fenómenos sociales a fluctuar periódicamente. Ejemplos de esto son las ondas de inmigración y de delincuencia, la alternativa de prosperidad y depresión, la aparición y la caída de los imperios y de las civilizaciones. El concepto que sus tenta Tarde del conflicto y del ritmo como meras formas diferentes del mismo proceso de oposición es sumamente discutible, si pen samos en que esos dos aspectos de la vida social parecen tener muy poco en común. La adaptación se manifiesta en la ley de la agregación, en el dgS: cubrimiento de un nuevo equilibrio después de la oposición. La adapta cio rré T ^ I^ á íd a por un estado de cosas prelógico y después por otro lógico; durante el primero, las invenciones no tienen relación entre sí y la situación es caótica; durante el segundo, las invenciones se contradicen entre sí y ya se riñen duelos lógicos o ya se opera la unión de las invenciones antagónicas. En todo caso, se suprime la dis cordancia y se constituye un nuevo sistema. Cada nueva adaptación
es una invención, de suerte que el proceso se repite indefinidamente. En esto se manifiesta inequívocamente la influencia de Hegcl. La adap tación es un movimiento que selecciona un pequeño número de rea lizaciones de entre un gran grupo de posibilidades. Es un movimiento que, en general, no es reversible, pero no tiene una meta visible. No obstante, es manifiesta una tendencia. La evolución de los hechos sociales — aquí Tarde se sometía al evolucionismo de su tiempo— consiste en su paso gradual de un número muy grande de fenómenos muy pequeños a un número menor de grandes fenómenos. Como cul minación de este proceso puede preverse el nacimiento de una civiliza ción única y universal. Tarde no llegó a darse cuenta de lo que implicaba esta teoría de la imitación. En efecto, él construyó una herramienta para demoler el evolucionismo. Porque los evolucionistas, como se recordará, con sideraban las analogías entre sociedades diferentes como un argu mento decisivo a favor de su teoría. Esas analogías podían explicarse ahora por la imitación; y los principios de la imitación podían ser la base para la aparición de una teoría general de la difusión de la cul tura (véase capítulo 1 8 ). Tarde influyó en la sociología de varias maneras. La sociología norteamericana experimentó su influjo a través de los escritos de Ross y otros. Sus ideas se incorporaron a la etnología moderna, y de ésta pasaron a la sociología actual. La importancia que concedía a la imitación como proceso individual, lo puso en frente de Durkheim, quien enseñaba que la coacción social es el aspecto básico de la rea lidad social.
Juicio retrospectivo de las primeras teorías analíticas El examen de las teorías de los tres iniciadores de la sociología ana lítica revela que cada uno de ellos ha contribuido de manera impor tante a la teoría sociológica moderna. Tocnnies inauguró el estudio de tipos fundamentales de grupos sociales y sugirió un sistema para clasificarlos. Simmel inició el estudio de tipos*de procesos sociales tal como se revelan en la acción recíproca entre los individuos, y muchos de sus enunciados aún no han sido superados. Tarde fue el primero en proporcionar, según muchos pensadores, una sólida base para una teoría de los cambios sociales y culturales. Pero en aquellos días apenas se advirtió la importancia de esos esfuerzos como preparación del camino para una teoría sociológica
sistemática basada en la investigación empírica. En realidad, los ini ciadores de la sociología analítica discrepaban entre sí, como habían discrepado los representantes de las diversas tendencias del evolucio nismo. Aún no estaban maduros los tiempos para la obra de estruc turar una teoría general de la sociedad y de los cambios sociales.
ÉM ILE D U R K H E IM Émile Durkheim (1 8 5 8 -1 9 1 7 ) nació en Épinal, Lorena, en la fron tera nordeste de Francia, de padres judíos. Es probable que el haber nacido en la parte más nacionalista de Francia, su temprano con tacto con ios desastres de la guerra franco-prusiana, y su identifica ción con la minoría judía, tan fuertemente coherente, hayan contri buido a interesarlo en el estudio de la solidaridad de grupo. Después de haberse graduado en la Escuela Normal Superior, de París, Durkheim viajó por Alemania estudiando economía, folklore y antropología cultural. Fue nombrado profesor de la universidad de Burdeos en 1887, y en 1902 pasó a la de París. En 1896 fundó el Année sociologique, que durante muchos años fue la principal revista sociológica de Francia. Durkheim reconocía a Comte como su maestro. De él tomó Durk heim el interés positivista por el empirismo y la importancia del gru po en la determinación de la conducta humana.
Estadio de los hechos sociales El núcleo del punto de vista de Durkheim se califica a veces de rea lismo social, en el sentido de que atribuía realidad social definitiva al grupo y no al individuo. En este respecto, las opiniones de Durk heim eran análogas a las de Gumplowicz (aunque probablemente no estaba familiarizado con las obras de éste). Su teoría era diametral mente opuesta al individualismo y el nominalismo de Spencer, pues Durkheim sostenía que los hechos sociales no pueden reducirse a he chos individuales. ¿Qué es, pues, un hecho social? Llamar así a todo acontecimiento relacionado con la sociedad o que tenga importancia social es em plear esa expresión sin claridad ni provecho. Piensa Durkheim que en Ja vida social hay algunos hechos inexplicables por el análisis físico o psicológico; hay manems-dfi^actuar, de pensar y de sentir que son externas al individuo y que_poseen el poder de ejercer coacción sobre él. Entre los ejemplos figuran las máximas de moral pública, las observancias familiares y religiosas, las reglas de la conducta pro fesional. Esas realidades son los hechos sociales de Durkheim que constituyen el dominio propio del estudio sociológico. Los hechos 141
sociales existen como corrientes sociales aun en ausencia de toda organización social claramente definida, como ocurre con las oleadas de entusiasmo o de indignación que se apoderan de los individuos de una muchedumbre. Esas corrientes son verdaderamente sociales, por* que tienen realidad objetiva y una acción coercitiva sobre el individuo. I.os fenómenos sociales hunden sus raíces en los aspectos colectivos de las creencias y las prácticas de un grupo. La universalidad no es el rasgo distintivo de los hechos sociales; una idea que está en todas las conciencias individuales no'por eso es social. Porque existe una diferencia importante entre esos dos órdenes de hechos, individuales y sociales: ciertos modos de obrar y de pensar, ejecutados repetida mente, se cristalizan como patrones, diferenciables de los sucesos particulares que los reflejan. Durkheim advierte que esos patrones (hechos sociales) adquieren así un cuerpo, una forma tangible, y constituyen una realidad por derecho propio, aparte de sus manifes taciones particulares en los individuos. Estas últimas representan fe nómenos sociales sólo en un sentido muy restringido de la palabra social. Pero como las manifestaciones individuales pertenecen a ambos órdenes de hechos, puede llamárseles propiamente socio-psicológicos. Los sucesos individuales, tales como un caso particular de suicidio, en contraste con el promedio de suicidios en un grupo, interesan al so ciólogo sólo indirectamente. Así, pues, para Durkheim la sociología es el estudio de los hechos sociales. Además, es un estudio cuya naturaleza está determinada en parte por su misma materia. Porque los hechosjsociales pueden descubrirse de dos maneras: primero, por su poder de coacción sobre los individuos, evidenciado con frecuencia en las sanciones aplicadas a diversos tipos de conducta; y segundo, por su. di.fusiójn general dentro del grupo. Durkheim advierte que la imitación no es en realidad un hecho social, como pretendía Tarde, pues es un proceso individual que, aunque tiene consecuencias sociales, no obstante está localizado en el individuo como tal. La imitación posee generalidad, indudable mente; pero no es obligatoria y, por lo tanto, no es social. Por otra parte, las instituciones, cuando se las considera como creencias y mo dos de conducta establecidos por la vida colectiva del grupo, son ver daderos hechos sociales, puesto que tienen una existencia externa inde pendiente del individuo y lo coaccionan. Por lo tanto, la sociología — dice Durkheim— puede ser definida como la ciencia de las insti tuciones, de su génesis y funcionamiento. Según Durkheim, los hechos sociales deben ser tratados como co
sas. Observa que anteriormente la sociología había tratado más o me nos exclusivamente con conceptos, no con cosas.jComte y Spencer, por ejemplo, dedicaron grandes partes de sus escritos a estudiar el curso del progreso humano; pero el progreso es una concepción men tal y no un hecho que pueda ser comprobado por la investigación empírica. Para Durkheim una cosa difiere de una idea conceptual del mismo modo que io que conocemos desde fuera difiere de lo que conocemos desde dentro. Según Durkheim, "las cosas incluyen todos los objetos de conocimiento que no pueden ser concebidos por pura actividad mental, los que exigen para su concepción datos exteriores? a la mente, procedentes de observaciones y experimentos, los que se' forman desde los rasgos más externos e inmediatamente accesibles has-1 ta lo menos visible y más profundo".1 Durkheim insiste en que el estudio de los hechos sociales no puede confiarse al discutible método de la introspección. Nadie puede estar seguro de que las ideas de las cosas corresponden a las cosas mismas. El sociólogo debe buscar la objetividad: cuando estudia la sociedad debe suponer, como el naturalista, que quizás está entrando en el reino de lo desconocido y lo inexplorado. Al principio de su investigación, debe acercarse a los hechos observando los fenómenos suficiente mente externos para ser inmediatamente visibles, rales como la afilia ción religiosa, la situación marital, el índice de suicidios, la ocupación económica, y así sucesivamente. Pero esos fenómenos fácilmente discernibles, dice Durkheim ( y trató de demostrarlo en estudios acerca del suicidio y de la religión, como se dirá más abajo), un análisis más penetrante muestra que son reflejos de circunstancias sociales más fundamentales. Así, por ejemplo, los índices del suicidio pueden re flejar el grado de solidaridad social en diferentes tipos de grupos. Los hechos sociales no son producto de voluntades humanas indi viduales y por lo tanto no pueden ser descubiertos por la investiga ción psicológica. Los hechos sociales son exteriores al individuo y, al mismo tiempo, moldean las acciones humanas de un modo inevitable y significativo^.En consecuencia, los hechos de la vida individual y de la vida colectiva se relacionan entre sí, pero no son coincidentes. Durk heim acude a una situación paralela: una célula viva está formada por elementos químicos, pero la vida característica de la célula es distinta de esos elementos y exterior a ellos. Así también en toda so ciedad humana: cada una se distingue por hechos sociales diferentes de sus miembros individuales y externos a ellos. Los hechos sociales, 1 Tomado de la 2* ed. en inglés de Las rtglas del método sociológico, p. X IV .
por lo tanto, difieren cualitativamente de los hechos psicológicos y su estudio representa un nivel distinto de análisis, punto éste que des arrollaremos más abajo, al estudiar la metodología de Durkheim.
Fnenas colectivas en la vida social El modo como Durkheim trata los hechos sociales está estrechamente relacionado con sus varios estudios sobre la conciencia colectiva. Algu nos elementos de ambos sentidos, el mental y el moral, están mani fiestos en sus dilatados esfuerzos para aclarar las funciones de las fuerzas colectivas en la vida social. Algunos intérpretes de Durkheim le han atribuido la concepción de una mente colectiva como realidad objetiva — posición insostenible desde el punto de vista de la ciencia social moderna— , y la terminología de Durkheim y muchas de sus afirmaciones justifican esta interpretación. Pero otros pretenden que esta forma extrema de realismo social no entraba en la intención de Durkheim y que su análisis de los fenómenos colectivos mentales y morales se acerca en muchos respectos al concepto moderno del papel de la cultura en la vida social. Desarrolló ese análisis (así como otros problemas) en todas sus obras más importantes. La división del trabajo en la sociedad (1 8 9 3 ), primera obra de Durkheim sobre sociología, es un estudio clásico sobre la solidaridad social. En la primera parte de esta obra los fenómenos sociales en general son tratados como consecuencias de la división del trabajo en sociedad, que es considerada como una variable independiente. El estudio hace uso muy extenso de material tomado del derecho, aspecto de la vida social que Durkheim consideraba no sólo fácilmente obser vable, sino también la forma más organizada de coacción social. Comparando las sociedades arcaicas y las adelantadas, encuentra Durkheim que las primeras se caracterizan por la solidaridad mecá nica y las segundas por la solidaridad orgánica. La solidaridad me cánica tiene sus raíces en la similaridad de los miembros individuales de una sociedad, y la solidaridad orgánica en su disimilaridad. Esta distinción es análoga al concepto que Spencer tenía de la evolución como paso de la homogeneidad a la heterogeneidad. Pero la evolu ción no es el punto central del libro de Durkheim. El contraste entre los dos tipos de sociedad, mecánico y orgánico, sirve como de fondo para el estudio de los fenómenos colectivos. En las sociedades donde la solidaridad es mecánica, hay fuertes es tados de conciencia colectiva, la cual es definida, en este primer libro,
como la suma total de creencias y sentimientos comunes al término medio de los individuos de la sociedad y que por sí mismos forman un sistema. La conciencia común posee una realidad distinta, porque persiste en el tiempo y sirve para unir las generaciones. La conciencia colectiva vive, ciertamente, en los individuos y mediante ellos, pero como es producto de similitudes humanas, su fuerza e independencia son mayores cuanto más pronunciadas son las analogías entre los individuos de la sociedad. Esta situación prevalece en la sociedad arcaica, que se distingue por la solidaridad mecánica; la conciencia común casi cubre por completo la mentalidad y la moral individuales. Pero en cada individuo hay dos conciencias: una compartida con el grupo (es decir, "la sociedad viviendo en nosotros*', concepción muy parecida a la actual de la internalización de la cultura); otra, pecu liar al individuo. Pero en condiciones en que prevalece la solidaridad mecánica, la superior potencia de las fuerzas colectivas es indicada por las reacciones drásticas contra las violaciones de las instituciones del grupo. Aquí la coacción social se expresa del modo más decisivo en las leyes represivas, severas, penales, que sirven para conservar la solidaridad mecánica. La solidaridad orgánica aparece cuando se desarrolla la división del trabajo social. La división del trabajo y las consiguientes disimilitudes entre los hombres producen una interdependencia creciente en la so ciedad, y la interdependencia se refleja en la mentalidad y en la moral humanas, y en el hecho de la solidaridad orgánica misma. Al aumen tar ésta última, disminuye la importancia de la conciencia colectiva. Así, el derecho penal sostenido por sanciones represivas tiende a ser reemplazado por el derecho civil y administrativo, que exige la res titución de la justicia más bien que castigo. (Sobre la base de las pruebas, esta idea de Durkheim, que sigue el estilo evolucionista, es muy discutible.) Las sociedades avanzadas, que se distinguen cada vez más por la solidaridad orgánica, representan, según se sigue de lo anterior, el progreso moral que destaca los valores superiores de la igualdad, la libertad, la fraternidad y la justicia. Los contratos, por ejemplo, adquieren primordial importancia. Pero los contratos — dice Durkheim— no significan eliminación de la coacción, porque con tienen elementos predeterminados que no son negociados por las par tes y que existen con anterioridad a los acuerdos contractuales mismos e independientemente de ellos. (Los actuales contratos de trabajo son un buen ejemplo de lo que dice Durkheim: en gran medida, es la ley, y no las partes contratantes, la que decide lo relativo a jornada
de trabajo, salarios y condiciones materiales del trabajo.) Así, pues, aun en las sociedades basadas en la solidaridad orgánica, la coacción social sigue desempeñando un papel importante. Debe recordarse, en este respecto, que cuando fue escrita La división del trabajo en la so ciedad estaba relativamente poco desarrollado el análisis de las limi taciones sociales a la libertad individual. Ésta lia sido una de las mayores aportaciones de Durkheim. La segunda parte del libro de Durkheim trata de las causas de la creciente división del trabajo, y subraya el papel clave, tal como él lo veía, de la densidad creciente de la población. Este estudio, ahora anticuado en gran parte, aporta poco a la teoría sociológica. Las reglas del método sociológico (1 8 9 5 ), segunda de las obras principales de Durkheim, presenta un nuevo concepto de la conciencia colectiva. Aquí sostiene Durkheim que la agregación, la interpenetra ción y la fusión de las mentalidades individuales engendra una espe cie de unidad psíquica perfectamente distinguible de los individuos. Este producto colectivo no debe identificarse con la suma de sus partes: el grupo piensa, siente y obra de un modo totalmente dife- rente que los individuos que lo componen. Por consiguiente, el aná lisis de la conducta del grupo debe empe2ar con el estudio de los fenó menos colectivos, no de los individuales. De ahí se sigue que no hay más continuidad entre la psicología y la sociología que entre la bio logía y la psicología. La sociología tiene su propia y exclusiva ma teria: el grupo, una realidad sui generis, y por lo tanto sus propios métodos. Los hechos sociales no pueden explicarse a base de procesos psí quicos individuales, porque estos últimos no producen por sí mismos representaciones, emociones ni otras tendencias colectivas del grupo. Esos fenómenos colectivos, por el contrario, ejercen fuerte presión sobre los individuos; consecuencias de esa presión, que pueden no percibir los individuos, son los atributos comunes a los miembros individuales del grupo. Este enunciado aparece en Ims reglas del mé todo sociológico, en uno de sus aspectos, como una inversión de la actitud asumida por Durkheim en La división del trabajo en la so ciedad. Aquí se dice que la conciencia colectiva está compuesta de las y reprimí**"1™ del hombre medio que forma la ma yoría de un grupo. En Ims reglas del método sociológico, las analo gías mentales y emocionales de la mayoría nacen de la presión que ejerce sobre cada uno de ellos J a conciencia colectiva'. La extensa monografía de Durkheim sobre El suicidio (1 8 9 7 ) con
tiene, a veces en la forma más aguda posible, la teoría de la coacción social, que está estrechamente relacionada con sus opiniones sobre la conciencia colectiva. Aceptando la idea de Quételet según la cual las técnicas cuantitativas son útiles, si no esenciales, en la ciencia social, Durkheim investigó cuidadosamente (y con notable ingenio estadístico para aquel tiempo) los índices del suicidio en diferentes segmentos de la población europea. Emplea su extenso análisis esta dístico para dos fines: primero, para refutar las teorías que pretenden explicar las variaciones de grupo en el número de suicidios a base de factores psicológicos, biológicos ("raciales’') , genéticos, climáti cos o geográficos, en lo que tuvo éxito notable; y segundo, para apo yar con pruebas empíricas su propia explicación teórica sociológica. En este segundo aspecto, Durkheim llegó a la conclusión de que los diferentes índices de suicidios (en cuanto distintos de los casos individuales, problema para la psicología) son consecuencia de dife rencias en la estructura social, especialmente de diferencias en el grado y tipo de solidaridad social. Así, el suicidio egoísta, producto de una integración de grupo relativamente débil, prevalece en aquellos gru pos en que es manifiesta la falta de cohesión social, por ejemplo, entre los célibes y los protestantes; y el suicidio anómico, inducido por el trastorno de las normas sociales, es estimulado por los cambios súbitos característicos de los tiempos modernos. Durkheim también mostró claramente que la solidaridad social puede inducir al suicidic, como lo revela su tercer tipo, el suicidio altruista, que se manifiesta, por ejemplo, en índices elevados en ciertas sociedades primitivas y en algunos ejércitos modernos. Este breve esbozo de algunos de sus ha llazgos hace poca justicia a El suicidio, citado con frecuencia como un hito fundamental en el estudio de la sociedad y en el que la teoría conceptual y la investigación empírica se unen de un modo imponente. Pero infortunadamente, en esa misma obra despliega Durkheim una forma extrema de realismo sociológico. Habla de corrientes sui cidas como tendencias colectivas que dominan a los individuos y, por así decirlo, los arrastran (o más bien a algunos de ellos, a los más susceptibles) en su oleada. Así, el acto del suicidio es interpretado a veces como un producto de esas corrientes. Hay que recordar que la mayor importancia de El suicidio está en que demostró la función de la teoría sociológica en la ciencia empírica. Representaciones colectivas e individuales (1 8 9 9 ), en que la con ciencia común es considerada como un producto esencialmente sociopsicológico de la interacción humana, añade poco a los estudios ante-
riorcs de Durkheim. Sin embargo, esta obra Índica una tendencia bilateral del pensamiento de Durkheim que persistió en todo el resto de su carrera: de una parte, un concepto cada vez más idealista del grupo social; de la otra, la especulación sobre el origen social o de gru po de la moral, de los valores, de la religión y de la ciencia. Ambas tendencias son evidentes en Juicios de realulud y juicios de valor (1 9 1 1 ). En esta obra relaciona Durkheim la conciencia colec tiva con los ideales sociales, y sostiene que los conecta un proceso recíproco: las ideas sociales dan nacimiento a la conciencia colectiva, y ésta, a su vez, genera ideales sociales. Los ideales nacen de la rea lidad, ciertamente, pero van mucho más allá de ella; la concepción que se forja el hombre de una sociedad ideal, forma parte de una rea lidad social y por lo tanto requiere estudio sociológico. La religión, el derecho, la moral y la economía — considerados por Durkheim como ios sistemas sociales más importantes— son al mismo tiempo sistemas de valores y de ideales. Los ideales sociales constituyen la conciencia colectiva tal como existe, independientemente de las con cepciones individuales, mientras que los valores son manifestaciones de la conciencia común en los individuos mismos. Estas opiniones ilustran la nueva fase del pensamiento de Durkheim. La conciencia colectiva parece ser trasladada del nivel de la psicología del grupo al mundo de las ideas, y proporciona el contenido mismo de las ideas de los individuos. En esta obra se percibe claramente el tono, si no la intención, de la filosofía idealista, especialmente hegeüana, que había impresionado a Durkheim en su juventud.
Interpretación social de la religión En Las formas elementales de la vida religiosa (1 9 1 2 ), última de sus obras principales, Durkheim lleva su análisis de las fuerzas colectivas o de grupo al estudio de la religión en sus manifestaciones más ele mentales. Al principio de la obra dice: "En este libro nos proponemos estudiar la religión más primitiva y simple actualmente conocida. . . encontrada en una sociedad cuya organización no es superada en sencillez por ninguna otra”. Escogió, para estudiarlos intensamente, aunque de segunda mano, a los arunta, una tribu australiana. La elec ción se basó en parte en la suposición de que los arunta representan una fase remota del desarrollo evolutivo; pero Durkheim quería tam bién estudiar un caso en el que pudiera captarse la sociedad en con junto y en el que los rasgos internos y las interconexiones institu cionales fuesen experimentalmente observables.
Otros investigadores habían buscado la forma más elemental de religión. Spencer y Tylor, por ejemplo, ia habían hallado en el ani mismo o cuito de los espíritus en las sociedades primitivas; Max Müller (1 8 2 3 -1 9 0 0 ) la identificó con el naturismo o culto de las fuerzas de la naturaleza. Pero Durkheim rechazó esas teorías porque desconocen la diferencia clave y universal entre lo sagrado y lo pro fano (distinción que estudiaremos más abajo) y porque explican la religión interpretándola como una ilusión sin fundamento en el mun do de la realidad. Durkheim, por el contrario, tomó el totemismo imperante entre los arunta como la forma más simple de religión. El totemismo se refiere a la creencia implícita en una fuerza o prin cipio misterioso (o sagrado), que impone sanciones por las violacio nes de los tabús, que inculca obligaciones morales en el grupo y que anima al tótem mismo. Este último, en forma de un animal, una plan ta o un objeto natural, es un símbolo a la vez del principio totémico sagrado y del grupo (clan ). La vida de los arunta estaba claramente dividida en las actividades seculares de pequeños grupos diseminados (uniformes, languidecentes, insulsas) y las reuniones colectivas, pe riódicas y sagradas, del clan, señaladas por la exaltación, la euforia del grupo y hasta por la infracción de los tabús. Durkheim considera estas actividades colectivas como la cuna de los sentimientos y las ideas religiosas. Del estudio de este caso elemental desarrolla Durkheim sus tesis fundamentales: que la vida del grupo es la fuente generadora o causa eficiente de la religión; que las ideas y las prácticas religiosas se refieren al grupo social o lo simbolizan; que la distinción entre sagrado y profano es universal y tiene consecuencias importantes para la vida social en su conjunto. Lo sagrado, para Durkheim, se refiere a cosas puestas a un lado por el hombre, entre ellas las creencias religiosas, los ritos, las deidades, o todo lo socialmentc definido como cosa que requiere un tratamiento religioso. Dice Durkheim: "El círculo de los objetos sagrados no puede, pues, ser determinado de una vez para siempre. Su extensión varía infinitamente, según las diferentes religiones”. La significación de lo sagrado reside en el hecho de su distinción de lo profano: "La cosa sagrada es por excelencia aquella que el profano no debe tocar ni puede tocar impunemente”. El hombre hace siempre esta distinción, por diferentes que sean sus designaciones de los dos órdenes en dife rentes tiempos y lugares. La participación en el orden sagrado, por ejemplo en ritos y ceremonias, da un prestigio social especial, con lo
que muestra una de las funciones sociales de la religión. La religión en sí misma puede definirse como un sistema unificado de creencias y de prácticas relativas a las cosas sagradas. Las creencias y las prác ticas sagradas unifican al pueblo en una comunidad moral (una igle sia en el sentido más general), participación colectiva en unas creen cias que a su vez es esencial para el desarrollo de la religión. "¿A qué se refieren los símbolos sagrados de las creencias y las prácticas religiosas?”, pregunta Durkheim. Advirtiendo que defor man la realidad empírica, dice que no pueden referirse al medio exte* rior ni a la naturaleza humana individual, sino sólo a la realidad moral de la sociedad. La fuente y el objeto de la religión es Ja vida colectiva; lo sagrado es, en el fondo, la sociedad personificada. Esta explicación sociológica secular de la religión (en la que Durkheim ignora crasamente la naturaleza no empírica de la religión) se apoya en estudios sobre la analogía de las actitudes humanas hacia Dios y hacia la sociedad: ambas cosas inspiran la sensación de divinidad; ambas poseen autoridad moral y estimulan la devoción, el auto-sacrificio y la conducta individual excepcional. El individuo que se siente dependiente de un poder moral externo no es, por lo tanto, víctima de una alucinación, sino miembro de una sociedad a la cual responde. Durkheim concluye que la función esencial de la religión es la crea ción, el refuerzo y la conservación de la solidaridad social. Mientras haya sociedad habrá religión. Las formas elementales de la vida religiosa comprende, además del análisis de la religión, los comienzos de una explicación análoga de las formas básicas de clasificación y de las categorías fundamen tales del pensamiento mismo, en que Durkheim halla esas represen taciones colectivas enraizadas también en la vida del grupo. No po demos seguir a Durkheim en la aventura de la determinación social de la clasificación y de las categorías, pero debe advertirse que esta exploración especulativa llevó francamente a Durkheim al campo de la sociología del conocimiento, en la actualidad importante sección del estudio sociológico.
Aportaciones a la metodología Durkheim se dio muy agudamente cuenta de que la mayor parte de los anteriores teóricos de la sociedad habían descuidado mucho el problema del método apropiado para analizar los fenómenos socia les. Es cierto que Comte había tratado del método, pero en términos
generales y para subrayar la necesidad de un enfoque positivista. Y El estudio de la sociología, de Spencer, al exponer las posibilida des y las dificultades de la sociología científica, sólo vagamente trata de los mérodos que debieran usarse en la nueva disciplina. Al hablar de las fuerzas colectivas en la vi