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Spanish Pages 936 [940] Year 2012
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ESTUDIOS SOBRE LA CIENCIA
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EN EL EXTRANJERO (1910-1936)
Salir del ensimismamiento, experimentar las potencialidades de la formación y la cultura, abrir caminos por el mundo, tales podrían ser los enunciados de una de las más fructíferas líneas del movimiento regenerador surgido de la gran crisis española de final del siglo XIX. Algunos de sus resultados son ya bien conocidos, entre los cuales destaca con luz propia el de las pensiones en el extranjero, muy en particular de las gestionadas por la JAE desde 1907. El presente libro aborda esa misma temática en el campo de la formación y el desarrollo de la ciencia aplicada. Desde esa misma fecha, en efecto, iniciativas semejantes cristalizaron en pensiones de ampliación de estudios para ingenieros y de formación en nuevas técnicas y procedimientos empíricos para obreros manuales procedentes de fábricas, talleres y granjas nacionales. Su organización fue confiada poco después a un organismo estatal autónomo, la Junta de Patronato de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el Extranjero (JPIOE), que desarrollará su obra ininterrumpidamente, bajo diferentes nombres, hasta más acá de la guerra civil. Pero sobre este esqueleto básico, el trabajo se adentra además en un amplio espectro de cuestiones que le son inseparables. Como telón de fondo está todo el desarrollo de la enseñanza profesional, la eclosión de las políticas sociales desarrolladas desde 1920 por el nuevo Ministerio de Trabajo, la aparición de un nuevo tipo de reflexiones sobre la gestión del Estado y sobre la manera de abordar los problemas de la productividad del trabajo y su organización ante las nuevas exigencias de competitividad de la segunda revolución industrial, las vicisitudes de la innovación técnica y de su transferencia y adaptación a nuevos contextos y, en fin, los interrogantes más generales acerca de las relaciones entre educación y desarrollo económico.
LA JUNTA DE PENSIONES DE INGENIEROS Y OBREROS
FRANCISCO VILLACORTA BAÑOS
LA REGENERACIÓN TÉCNICA
47 Nuria Valverde Pérez Actos de precisión. Instrumentos científicos, opinión pública y economía moral en la ilustración española 48 Miguel Alcíbar Comunicar la Ciencia. La clonación como debate periodístico 49 Gustavo Vallejo Escenarios de la cultura científica argentina. Ciudad y universidad (1882 – 1955) 50 José Antonio Rodríguez Esteban Conmemoración de la expedición científica de Cervera-QuirogaRizzo al Sáhara Occidental en 1886 51 Claude Debru Neurofilosofía del sueño 52 Néstor Herrán Agua, semillas y radiaciones: El Laboratorio de Radiactividad de la Universidad de Madrid, 1904-1929 53 Alberto Gomis Blanco y Jaume Josa Llorca Bibliografía crítica ilustrada de las obras de Darwin en España (1857-2008) 54 Juan Mainer Baqué La forja de un campo profesional. La pedagogía y la didáctica de las Ciencias Sociales en España (1900-1970) 55 Sandra Rebok Una doble mirada. Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX 56 Aitor Anduaga Egaña Geofísica, Economía y Sociedad en la España contemporánea 57 Francisco Ortega El cuerpo incierto. Corporeidad, tecnologías médicas y cultura contemporánea 58 John Slater Todos son hojas: literatura e historia natural en el Barroco español 59 Paula Olmos Gómez Los negocios y las ciencias. Lógica, argumentación y metodología en la obra filosófica de Pedro Simón Abril (ca. 1540-1595) 60 Mercedes del Cura González Medicina y pedagogía. La construcción de la categoría «infancia anormal» en España (1900-1939) 61 Aitor Anduaga Egaña Meteorología, ideología y sociedad en la España contemporánea 62 Xavier Calvó-Monreal Polímeros e instrumentos. De la Química a la Biología Molecular en Barcelona (1958-1977)
CSI C
Francisco Villacorta Baños es investigador científico del Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC. Sus líneas de trabajo principales han versado sobre la historia de la cultura y de la sociabilidad general e intelectual y sobre el análisis social de los grupos profesionales de la clase media, la organización de su trabajo y su inserción organizada en el conjunto de la vida social y del Estado. Como publicaciones más destacadas cabe mencionar las siguientes: Burguesía y Cultura. Los intelectuales españoles en la sociedad liberal, 1808-1931. Madrid, 1980; El Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, 1885-1912. Madrid, 1985; Profesionales y Burócratas. Estado y poder corporativo en la España del siglo XX 1890-1923. Madrid, 1989; Culturas y mentalidades en el siglo XIX. Madrid, 1993 y «Prólogo» a Emilio Castelar: Historia de la Revolución Francesa. Un prólogo a Thiers. Pamplona, 2009, pp. V-CXXVII.
Francisco Villacorta Baños
Ha sido profesor asociado de la Universidad Carlos III de Madrid e invitado en varias ocasiones de las universidades francesas de Aix-Marseille I, François Rabelais de Tours y Nancy2. Igualmente, ha sido secretario y director de la revista Hispania, del CSIC, entre 1999 y 2005.
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CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
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ESTUDIOS SOBRE LA CIENCIA, 63
Director José Luis Peset Reig (CSIC) Secretario Jon Arrizabalaga Valbuena (CSIC) Comité Editorial Rafael Huertas García-Alejo (CSIC) Mauricio Jalón Calvo (Universidad de Valladolid) Antonio Lafuente García (CSIC) M.ª Luz López Terrada (CSIC) Víctor Navarro Brotons (Universidad de Valencia) Miguel Ángel Puig-Samper Mulero (CSIC) M.ª Isabel Vicente Maroto (Universidad de Valladolid) Consejo Asesor Raquel Álvarez Peláez (CSIC) Emilio Balaguer Perigüell (Universidad Miguel Hernández, Alicante) Rosa Ballester Añón (Universidad Miguel Hernández, Alicante) Ricardo Campos Marín (CSIC) Nicolás García Tapia (Universidad de Valladolid) Thomas Glick (Universidad de Boston, Estados Unidos) Antonello La Vergata (Universidad de Módena, Italia) Leoncio López-Ocón Cabrera (CSIC) Marisa Miranda (CONICET, La Plata, Argentina) Luis Montiel Llorente (Universidad Complutense, Madrid) Jorge Molero Mesa (Universidad Autónoma de Barcelona) Francisco Pelayo López (CSIC) Juan Pimentel Igea (CSIC) M. Christine Pouchelle (CNRS, París) Julio Samsó (Universidad de Barcelona) José Manuel Sánchez Ron (Universidad Autónoma de Madrid) Javier Puerto Sarmiento (Universidad Complutense, Madrid) Manuel Sellés García (UNED, Madrid) Concepción Vázquez de Benito (Universidad de Salamanca)
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FRANCISCO VILLACORTA BAÑOS
LA REGENERACIÓN TÉCNICA LA JUNTA DE PENSIONES DE INGENIEROS Y OBREROS EN EL EXTRANJERO (1910-1936)
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2012
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Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones. El proyecto de Investigación HAR2011-27290, financiado por la Secretaría de Estado de I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad ha colaborado parcialmente en la publicación de este libro. Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es/
Derechos de imagen de cubierta: ©Fotolia.com © CSIC © Francisco Villacorta Baños NIPO: 723-12-200-6 e-NIPO: 723-12-201-1 ISBN: 978-84-00-09651-9 e-ISBN: 978-84-00-09652-6 Depósito Legal: M-41322-2012 Maquetación, impresión y encuadernación Gráficas Muriel S.A. Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado TCF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.
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Para Loli
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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CAPÍTULO I. EL CONTEXTO DE PARTIDA, 1898-1907. . . . . . . . . . . . . . . .
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1. La herencia. La formación profesional y técnica en España en el siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Regeneracionismo y enseñanza técnica entre los siglos XIX y XX 3. Titulaciones y mercado de trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. La regeneración desde fuera. Por los caminos de Europa . . .
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CAPÍTULO II. LA JUNTA DE PATRONATO DE PENSIONES DE INGENIEROS Y OBREROS EN EL EXTRANJERO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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1. Una experiencia en marcha, 1907-1910 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. La Junta de Pensiones, 1910-1920 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1. Gumersindo de Azcárate y sus colaboradores, al frente de la Junta (1910-1917) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2. Orientaciones prácticas iniciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.3. Las primeras expediciones de la Junta de Patronato . . . . . 3. La Junta de Pensiones en el Ministerio de Trabajo, 1920. Hacia nuevas metas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1. La Biblioteca y el Servicio de Documentación de la Junta de Pensiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.2. La Asociación de Españoles Pensionados y Expensionados en el Extranjero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3. Las nuevas expediciones y sus resultados, 1920-1930 . . . .
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Índice
CAPÍTULO III. EL ENSAMBLAJE DEFINITIVO DE LA JUNTA DE PENSIONES, 1924-1930. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. Los nuevos contextos globales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. La política de enseñanza profesional de la época de Primo de Rivera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1. El Estatuto de Enseñanza Industrial de 1924 . . . . . . . . . . 2.2. El Estatuto de Enseñanza Profesional de 1928 . . . . . . . . . 3. La Junta de Pensiones en el Estatuto de Enseñanza Industrial de 1924 y en el de Enseñanza Profesional de 1928. 4. Nuevos encuadramientos institucionales . . . . . . . . . . . . . . . . . 5. Enseñanza industrial y políticas públicas del Ministerio de Trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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CAPÍTULO IV. LOS RETOS INDIVIDUALES: PERFECCIONAMIENTO PROFESIONAL, PROMOCIÓN SOCIAL, INNOVACIÓN EMPRESARIAL. LOS OBREROS . . . . . . 215 1. Los retos de la formación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.1. Perfiles de los obreros pensionados . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.2. Un objetivo fundamental: trabajo y formación . . . . . . . . . 1.3. Principales centros de estudio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.4. Las bazas del aprendizaje industrial . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Los retos de la promoción individual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1. Trayectorias profesionales ulteriores a la pensión . . . . . . . 2.2. Algunas historias particulares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
217 220 225 227 242 250 252 261
CAPÍTULO V. LOS RETOS COLECTIVOS: POR LOS CAMINOS DE EUROPA, ABRIENDO LA «CAJA NEGRA» DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA . . . . . . .
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1. Las coordenadas externas de las pensiones formativas obreras . . 1.1. Algunas cuestiones preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.2. Países y centros de destino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Los principales sectores industriales enfocados . . . . . . . . . . . . 2.1. El rastro de los paisajes negros de la primera revolución industrial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2. Las industrias de construcciones mecánicas y sus nuevas variantes especializadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.3. Hacia un nuevo sistema técnico: la electricidad y sus diferentes aplicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.4. El reino del motor de explosión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.4.1. Las empresas automovilísticas . . . . . . . . . . . . . . . . 2.4.2. La aviación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Índice
3. Las otras prioridades enfocadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1. Las industrias textiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.2. Artes del libro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3. El sector agrícola . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. Otras actividades y oficios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CAPÍTULO VI. LOS RETOS COLECTIVOS: EMPRESAS Y ENTIDADES ESPAÑOLAS PATROCINADORAS DE OBREROS PENSIONADOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. Las sociedades y empresas patrocinadoras de candidatos a pensión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.1. El sector minero-metalúrgico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.2. Las grandes sociedades de construcción mecánica . . . . . . 1.3. Las compañías ferroviarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.4. Otras compañías de construcción metálica especializada . 1.5. Los astilleros modernos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.6. Otros pequeños talleres especializados . . . . . . . . . . . . . . 1.7. Las compañías eléctricas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.8. El sector textil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.9. Artes del libro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.10. Otras industrias y oficios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.10.1. Agricultura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.10.2. Manufacturas de arte y otras . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. La otra red de patrocinadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
383 383 394 404 412 419 419 420 428 434 436 443 446 448 454 459 461 461 465 468
CAPÍTULO VII. RECONOCER, TRANSFERIR, ADAPTAR TECNOLOGÍA: LOS RETOS COLECTIVOS DE LA EXPERIENCIA DE PENSIONES DE PERFECCIONAMIENTO OBRERO DESDE EL INTERIOR Y DESDE EL EXTERIOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
.....
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1. Coordenadas generales de una experiencia de relación tecnológica entre países . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Las pensiones formativas ¿un procedimiento eficaz de transferencia y adaptación tecnológica? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1. Máquinas, procedimientos, mano de obra . . . . . . . . . . . . . 2.2. El contexto: la red de relaciones económicas y técnicas existentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. Las patentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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CAPÍTULO VIII. LOS INGENIEROS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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1. Las ingenierías oficiales de minas, montes y agrónomos . . . . . 1.1. Estructuras y expectativas profesionales . . . . . . . . . . . . . .
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Índice
2. Los ingenieros industriales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. Las carreras profesionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1. El impacto de la guerra civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.2. Perfiles científico-profesionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. Pensiones y formación científica. Un marco de posibilidades 4.1. Advertencias iniciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.2. Dónde y sobre qué formarse . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.3. Países y centros industriales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.4. Centros de formación e investigación . . . . . . . . . . . . . . . . 4.5. Políticas oficiales sobre aprovechamiento de recursos, inspección fito-sanitaria y política social . . . . . . . . . . . . . . 5. Pensiones, formación y carrera profesional . . . . . . . . . . . . . . . 6. Algunas figuras descollantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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FINAL, 1931-1936 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. El contexto general republicano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. El Centro de Perfeccionamiento Profesional Obrero en época republicana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. Las convocatorias de la etapa republicana . . . . . . . . . . . . . . . . 4. Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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APÉNDICES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Apéndice 1. Ernesto Winter Blanco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Apéndice 2. César de Madariaga y Rojo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Apéndice 3. Estadística de escuelas y alumnos de artes e industrias y escuelas del trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Apéndice 4. Evolución presupuestaria de las pensiones y sus servicios anejos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Apéndice 5. Obreros pensionados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Apéndice 6. Ingenieros pensionados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Fuentes primarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Fuentes bibliográficas de la época . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Otra bibliografía citada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Otra bibliografía consultada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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ÍNDICE ONOMÁSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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INTRODUCCIÓN Los estrechos vínculos que las sociedades modernas forjan entre conocimiento y modernización del sistema productivo apenas necesitan hoy en día ser ponderados. Se podría decir que siempre, pero particularmente desde que los avances técnicos dejaron de depender casi exclusivamente de la experimentación empírica para adentrarse en el uso sistemático de la ciencia y desde que la utilización de la mano de obra comenzó a adentrarse en el apasionante campo de la organización científica del trabajo, entre ambos territorios comenzó a generarse una activa corriente de interacción y dependencia en la que, podemos decir metafóricamente, capital financiero, capital científico y capital humano han intercambiado con notable provecho sus activos patrimoniales. En su estrecha interconexión se asienta, en definitiva, el fundamento de buena parte de las políticas educativas y sociales de todos los Estados modernos. En cuanto tal, constituye un insoslayable punto de partida que conviene emplazar en el frontispicio de este estudio, cuyo tema, como veremos, se relaciona estrechamente con la cuestión, aunque el carácter monográfico con que está planteado no permita una detenida prospección en todas sus extensas e interesantes implicaciones. Ese mencionado tema versa sobre las iniciativas emprendidas por el Estado desde comienzos del siglo XX orientadas a promover la movilidad de profesores, estudiantes y obreros de los centros de formación técnica y profesional con el fin de permitirles ampliar o perfeccionar sus respectivos ámbitos de conocimiento dentro de instituciones educativas, centros industriales o explotaciones agrarias de los países más avanzados. Estas iniciativas cristalizaron definitivamente a partir de 1907 en pensiones de ampliación de estudios para ingenieros y de formación en nuevas técnicas y procedimientos empíricos para obreros manuales empleados en fábricas, talleres o granjas españoles. Su organización fue confiada
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Francisco Villacorta Baños
poco después a un organismo estatal autónomo, la Junta de Patronato de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el Extranjero, que desarrollará su obra ininterrumpidamente, bajo diferentes nombres, hasta más allá de la guerra civil. Por alusiones, se impone la referencia a la otra Junta, la Junta por antonomasia en este tipo de actividades, la de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, cuya importancia resulta superfluo subrayar aquí. Pero mientras que conocemos ésta ya medianamente bien, la primera, en cambio, apenas ha merecido atención hasta el momento,1 a pesar de tratarse de una iniciativa paralela por su cronología, su carácter y sus funciones a la de Ampliación de Estudios, y merecedora asimismo de una detallada reseña. Lo imponen así tanto la importancia de sus realizaciones concretas como su implicación en un contexto de amplio radio, que incluye cuestiones como la formación técnico-profesional de la mano de obra obrera —una cuestión, dicho sea de paso, bastante olvidada de la historiografía actual2— los problemas tecnológicos de las economías dependientes como la española, un conjunto de problemas de índole social relacionados con el desenvolvimiento histórico del mundo del trabajo, así como, finalmente, los primeros pasos en España de algunas disciplinas modernas orientadas a enfocar todas esas cuestiones desde una perspectiva técnico-científica, tales como la orientación y selección profesional, la psicotecnia y de la organización científica el trabajo. En lo dicho se compendia el enunciado puramente descriptivo de la labor encomendada a la Junta de Pensiones. No es en sí misma una labor desdeñable. En teoría, el intercambio científico, la transmisión de experiencias de organización empresarial, la formación en nuevas técnicas industriales, la promoción profesional y otras inquietudes personales tal vez menos formalizadas, aunque no carentes de interés, relacionadas con los proyectos de vida de los individuos —necesariamente sociales— han constituido un importante valor añadido en el desarrollo de la ciencia y la industria modernas. En la práctica, según veremos, 1 Un primer adelanto de esta monografía es mi artículo «La Junta de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el Extranjero, 1907-1936», en el monográfico Europa-España, en el perspectiva del siglo XX, Francisco Villacorta Baños (ed.), Arbor, CLXX, 669, septiembre 2001, pp. 127-146. 2 Basta echar un vistazo al recuento historiográfico de los últimos años para certificarlo. Al respecto, Historia de la educación en la España contemporánea. Diez años de investigación. Editores: J.-L. Guereña, J. Ruiz Berrio, A. Tiana Ferrer. Madrid, C.I.D.E, 1994.
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la Junta cumplió su tarea con eficacia y dio origen a destacadas iniciativas de formación y documentación profesional. Pero a partir de ese somero recuento de objetivos y realizaciones es posible también, además, desplegar un rico contexto de condicionantes y significaciones, en los que esa simple labor adquiere lugar propio en un marco de análisis más amplio y cronológicamente muy significativo. Así lo queremos reflejar en la estructura del trabajo, al resaltar autónomamente los dos contextos, de índole bastante diversa, en que las actividades de la Junta de Pensiones se desenvolvieron. En el marco de partida, la entidad vino emplazarse en la bocana de una época que canalizó todo el aluvión de inquietudes del regeneracionismo, entre ellas, la de la reforma pedagógica y la de apertura hacia Europa. Lo hizo en la parte correspondiente a la enseñanza técnica y la formación profesional, un sector que, todavía en mayor grado que los de la enseñanza superior y media clásicas e incluso el de la educación primaria, sufría de un lamentable raquitismo. Y lo hizo con todas los rasgos de improvisación y ensayo, de empeño utópico a veces, que planearon en la mayoría de las iniciativas de renovación pedagógica de la época, caracterización genérica de las empresas del institucionismo, en cuya órbita se inscribe también ésta sin ningún género de dudas. Pero lo mismo que sucedió con la Junta para Ampliación de Estudios, la ulterior confrontación de objetivos y logros, en el marco de una práctica institucional a la vez de intervencionismo estatal y de gestión administrativa autónoma, le dio la decantación definitiva y la elevó al rango de las realizaciones útiles y duraderas, aunque ya dentro de un nuevo contexto, el que a partir de 1924 abre el nuevo Estatuto de Enseñanza Industrial del Directorio Militar. No se puede decir que este definitivo marco de ensamblaje de la Junta de Pensiones fuese menos utópico si se tiene en cuenta la desproporción entre los ambiciosos objetivos proyectados y los precarios medios disponibles que eran habituales, pero al menos, por lo que respecta a la institución que nos ocupa, acertó a encontrarle un espacio propio dentro de un plan sistemático de desarrollo de la formación profesional, que comprendía desde la fase de pre-aprendizaje hasta la formación continua y la readaptación profesional del trabajador adulto. Y que incluso a la larga miraba más allá del específico ámbito formativo para implicarse en las modalidades iniciales de las políticas de asistencia social al obrero aprendiz, al emigrado, al minusválido. El único marco, por su globalidad y sistematización, en el que cobraban pleno sentido las tareas
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de ampliación de estudios en el extranjero y de documentación técnica en que la Junta había acumulado su experiencia, pero que al mismo tiempo subordinaba su actuación al desarrollo de políticas estatales de radio más extenso y decisivo. La separación ulterior de todo lo relacionado con las pensiones de ampliación de estudios para los ingenieros fue un corolario final no deseado, en absoluto inevitable a resultas de esta deriva social que había adquirido la obra de las pensiones desde su incorporación al ámbito de competencias del Ministerio de Trabajo, pero, sin duda, plenamente coherente con la forma en que se produjo la gestión, fuertemente corporativizada, de estos asuntos en la época de la Dictadura, que se plasmará a partir de 1928 en la separación entre la enseñanza industrial superior, cuyas atribuciones se trasladaron al nuevo Ministerio de Economía Nacional, y el resto de la enseñanza técnica, encapsulada, si no intencionalmente al menos en la práctica, como un aspecto más, a la larga secundario, de las atenciones de política social. Pero esto fue ya en los prolegómenos de la experiencia política republicana, en medio de cuya tormenta política la callada labor de la Junta de Pensiones —en este momento ya fraccionada en dos entidades: el Centro de Perfeccionamiento Profesional Obrero y la Oficina Central de Documentación, e incorporada al ministerio de Instrucción Pública— apenas logrará mantenerse a flote. Este estudio no hace en ocasiones más que rozar la superficie de todas estas ambiciosas perspectivas, en la medida en que se relacionan con el tronco temático de la Junta de Pensiones. Pero no está de más subrayar en este preámbulo el cúmulo por demás rico de las posibilidades de un estudio de este tipo. Como telón de fondo esta todo el desarrollo de la enseñanza profesional, la eclosión de las políticas sociales desarrolladas desde 1920 por el nuevo Ministerio de Trabajo, la aparición de un nuevo tipo de reflexiones sobre la gestión del Estado y sobre la manera de abordar imperiosos problemas de la productividad del trabajo y su organización en el marco de las nuevas exigencias de competitividad de la segunda revolución industrial, las vicisitudes de la innovación técnica y de la predominancia en este terreno por parte de tradiciones tecnológicas firmemente asentadas en el tejido industrial y en el sistema académico, las cuestiones de la transferencia y adaptación de esas tecnologías y, en fin, los interrogantes más generales acerca de las relaciones entre educación y desarrollo económico. El punto cronológico de partida será en lo fundamental el cambio de centuria, que fue —es ya casi un tópico— un aldabonazo en pro de la educación del pueblo
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español, aunque será obligado un repaso muy rápido —a veces simplemente indicativo de las cuestiones y los problemas centrales— por la historia de la enseñanza profesional y técnica durante el siglo XIX, a fin de mejor fundamentar la genealogía histórica de los temas que constituyen el objeto central de este estudio. Este trabajo se ha realizado, en su concepción ya lejana y en su redacción final, en el marco del grupo de investigación El Estado español contemporáneo. Estructuras, políticas, representaciones, del Instituto de Historia, actualmente dentro del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. Su conclusión coincide con el del programa de investigación HUM2007-62675HIST, financiado por el ministerio de Ciencia e Innovación. Sin el apoyo, siempre estimulante, de estas referencias institucionales, que han facilitado el cobijo humano, la facilidad de desplazamientos y los recursos necesarios, un trabajo como el presente, con una cuantiosa exigencia de consulta de bibliografía extranjera, hubiera resultado tarea mucho más ardua de lo que ha sido. Vaya a todas ellas mi agradecimiento.
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CAPÍTULO I EL CONTEXTO DE PARTIDA, 1898-1907 1. LA HERENCIA. LA FORMACIÓN PROFESIONAL Y TÉCNICA EN ESPAÑA EN EL SIGLO XIX A despecho de la escasa atención oficial e historiográfica que ha merecido tradicionalmente, el desarrollo moderno de la formación profesional sobrevuela, a veces como testimonio, a veces como mero indicio, siempre como espacio privilegiado de observación, la historia toda del desarrollo económico y social de la sociedad española contemporánea. En primer lugar, como en todos los aspectos que se relacionan con las magnitudes históricas elementales del mundo actual —el trabajo en el presente caso— la cuestión de la formación profesional moderna solo puede ser abordada a partir de los cambios legales producidos entre los siglos XVIII y XIX en lo relativo a la utilización de la mano de obra dentro de las nuevas actividades económicas. Más allá de la inercia de las herencias históricas en este y en otros campos, la política estatal al respecto, que en cierto modo está implícita en el concepto de formación profesional, sólo se desencadena a partir de las condiciones de legalidad adoptadas para enmarcar aquellas actividades y de los efectos prácticos que tales normas generaron en las relaciones entre los agentes económicos. En España fueron inicialmente las Cortes de Cádiz las que dieron paso a tal proceso legal al establecer solemnemente en los artículos 339, 340 y 354 el carácter sagrado e inviolable de la propiedad individual y las libertades de industria, comercio y trabajo y refrendarlo en esos términos por el decreto de Cortes de 8 de junio de 1813,1 dejándolo así consagrado para las ulteriores normas constitucionales y gubernativas, por encima de las vicisitudes políticas coyunturales. En relación a las actividades generales de reglamentación gremial la confirmación definitiva vendrá en sendos decretos de 20 de enero de 1834 ratificando la libertad de industria, comercio y trabajo, sin que las asociaciones gremiales existentes o que se fundasen Decreto CCLXII, recogido en Colección de Decretos y Órdenes de las Cortes de Cádiz. Reimpresión de Madrid, Cortes Generales, 1987, vol. II, p. 888. 1
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en el futuro pudiesen entorpecer la creación o traslado de industrias, la comercialización de los productos o la disponibilidad del trabajo por medio de normas de carácter monopolístico.2 En todo caso —se dispondría algo más adelante— podrían subsistir depuradas de las antiguas facultades, y aun sería conveniente crearlas al efecto, para las tareas de mutua ilustración, fomento y auxilio de los artesanos en forma de establecimientos de socorros mutuos y cajas de ahorros.3 Por lo que respecta al ejercicio de las viejas actividades de tradición colegial, a su vez, un decreto de Cortes de 8 de junio de 1823, durante el Trienio Constitucional, restablecido por otro de 20 de julio de 1837,4 tras el paréntesis de la Década Ominosa, estableció el libre ejercicio de las profesiones científicas sin necesidad de adscribirse a ninguna corporación o colegio particular y sólo con la obligación de presentar sus títulos a la respectiva autoridad local. En propiedad, se puede decir que tal proceso legal corroboraba en parte transformaciones ya operadas en el sistema productivo y en parte precipitaba las condiciones que eran precisas para encarrilar las actividades económicas sin trabas por la nueva senda del capitalismo moderno. En lo tocante a los cambios en la utilización de la mano de obra, el proceso estaba en marcha desde hacía mucho tiempo en toda Europa y era la consecuencia natural del desarrollo de la economía libre y de la ventajosa competencia que ejercía sobre las actividades artesanas sometidas al régimen de oficios agremiados. En el nuevo contexto el desarrollo de la manufactura libre trajo a la par la quiebra del antiguo sistema de formación de mano de obra a cargo de los gremios y cofradías, la descapitalización radical de algunos oficios y la degradación de las condiciones de acceso al trabajo de los nuevos obreros industriales, incluidos las mujeres y los niños, y no solo como resultado de la quiebra de los procedimientos tutelares ejercidos por las organizaciones gremiales, sino por efecto de la misma dinámica de diferenciación entre funciones técnicas superiores encargadas en la nueva división del trabajo de las tareas de planificación y dirección y las funciones ejecutoras, despojadas en la nueva producción especializada y mecanizada de todo control sobre los tiempos y resultados de su trabajo. Gaceta de 21. R. O. de 30-VII-1836, Gaceta 2-VIII. Colección de leyes, decretos y declaraciones de las Cortes y de los Reales Decretos..... Madrid, Imprenta Nacional, 1846, tomo XXIII, pp. 70-71. 2 3 4
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En consecuencia, la historia de la formación profesional reverbera el conjunto de las transformaciones producidas por efecto a la par de las innovaciones tecnológicas y gestionariales aplicadas a la producción. El conocimiento técnico-científico se estatuye como una competencia esencialmente orientada a la innovación, a la búsqueda —empírica inicialmente, científica después— de nuevas utilidades que promuevan la productividad del trabajo humano y el rendimiento del capital y que para su eficaz aplicación precisa de unas condiciones mínimas de receptividad y manejo de los cambios por parte de las personas llamadas a aplicarlo en la práctica; en síntesis, de capacidad para adaptarse a las nuevas habilidades teóricas y prácticas inducidas por los cambios técnicos. A la larga, esas transformaciones desembocan además en un nuevo patrón de las actividades y los oficios. Se puede decir que ese rasgo se impone como principio general de todo proceso de innovación técnica. Los cambios tecnológicos, que necesariamente se traducen en formas inéditas en la división y en la organización del trabajo dentro de las unidades productivas, tienen el efecto inseparable de producir alteraciones significativas en la delimitación de los oficios y en la estructura general de las clasificaciones socioprofesionales. El maquinismo fue el fenómeno determinante al respecto durante los siglos XVIII y XIX, como lo serán posteriormente, por señalar solo algunas mutaciones fundamentales de las ulteriores revoluciones industriales, las nuevas energías, la organización científica del trabajo, el automatismo industrial, las tecnologías de la información y así hasta nuestros días. Una variante particularmente sugestiva de esas transformaciones lo constituyen los cambios en la gestión de las unidades productivas. Si en el siglo XIX se encuentran básicamente vinculados al fenómeno de capitalización y gestión empresarial de tipo paternalista a cargo de individuos, grupos y redes familiares, en el XX se superponen a ello las técnicas del llamado Scientific Management que se expande vinculado al desarrollo de los procedimientos científicos de aprovechamiento físico y psicológico de la mano de obra, a la gestión corporativa de los recursos financieros, como resultado de la generalización de la sociedad anónima, y a la producción masiva. Hacemos con ello referencia únicamente, por lo tanto, a los aspectos más generales de las estructuras y modelos económicos, sin entrar en los modernos debates de historia económica sobre el papel del empresario, sobre los cambios en los modelos gestionariales que han presidido la internacionalización de las empresas multinacionales, sobre la interferencia, en fin, de los actores individuales e institucionales en el equilibrio de los agentes económicos, algunas
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de cuyas cuestiones volverán a lo largo de este estudio, al hilo de los temas concretos analizados.5 No es posible olvidar, por último, que las profesiones y oficios remiten a formas elementales de estructuración social y, en cuanto tal, reflejan el conjunto de elementos culturales que están implícitos a todo fenómeno de diferenciación social. Si durante mucho tiempo esas categorías se vieron relativamente desdeñadas en el análisis social como consecuencia de la prioridad otorgada al concepto que las englobaba —el trabajo— su ulterior recuperación, al menos relativa, ha rehabilitado asimismo todo un conjunto de fenómenos de índole cultural adheridos tradicionalmente a esas compartimentaciones sociolaborales. Estos nuevos enfoques han proyectado la mirada sobre los factores humanos del trabajo y con ellos han cobrado importancia numerosas cuestiones vinculadas a la estructura y al desarrollo de los grupos sociales, la formación y disgregación de los oficios, a la persistencia de los valores ligados al saber técnico y la práctica experta, entre los cuales dos resultan en el presente caso de especial interés: los que se materializan en proyectos individuales de formación y desenvolvimiento profesional y los que se relacionan con los efectos de movilidad social implícitos en la formación del capital humano. Así pues, la formación profesional resalta a la luz de estos factores como un concepto de hondas resonancias económicas y sociales. Su mismo despliegue en cuanto política estatal —dejamos de lado aquí la iniciativa empresarial al respecto, más significativa si cabe, aunque más rara— expresa la manera de afrontar los retos planteados por todas las transformaciones mencionadas actuando sobre una de las partes afectadas y resulta un excelente indicador de la nueva deriva del Estado, bastante general desde al menos el último tercio del siglo XIX, hacia la intervención activa directa en la vida económica nacional y en la asistencia social del mundo del trabajo. Respecto Como punto de partida, un buen recuento de los temas y enfoques de la moderna historia empresarial, en el monográfico «Où va l’histoire des entreprises?». Sous la direction de Dominique Barjot, Revue économique, 58, 1, Janvier, 2007. Aparte la introducción del propio Barjot, aparecen allí muy interesantes estudios de carácter general sobre la transformación operacional de la empresa europea de la postguerra según el modelo americano, de Franco Amatori y Andrea Colli, sobre los condicionantes del camino (la path dependence) en los fenómenos de innovación técnica, de Laurent Tissot, o sobre el concepto de distrito industrial, de Jean-Claude Daumas, además de otros de carácter más monográfico, en los cuales uno muy interesante referente a los modelos empresariales en pugna en el proceso de electrificación de Barcelona. 5
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a la formación profesional esa política responde, en definitiva, al planteamiento de que operando sobre los conocimientos especializados de la mano de obra se actuará de manera indirecta sobre las condiciones generales del mercado laboral, adecuando oferta y demanda de trabajo especializado, y a la larga sobre la capacidad de adaptación y de innovación de las empresas, además de producir otros efectos colaterales, buscados o no, relacionados con la integración y movilidad sociales, que se derivan inevitablemente de toda política formativa. A estas características, comunes en mayor o menor grado a idénticos procesos en todos los países del entorno histórico europeo, añade España aquellas que le son particulares y que tienen un efecto preciso sobre la mayor o menor demanda de este tipo de política formativa, así como sobre las características generales del vínculo entre Nación, Estado y Mercado que le han sido privativas. Si algún rasgo general cabe destacar de la muy enteca y heterogénea historia de la formación profesional en España es su carácter subalterno en relación al resto de las ramas de un sistema educativo nacional ya de por sí muy frágil. En cierto modo, como veremos, el desarrollo de este tipo de estudios se encontró sujeto a un rasgo que podríamos calificar como la paradoja de la formación profesional: una formación, en sí misma fuente potencial de desarrollo económico y promoción social, para una actividad percibida en sí misma como subalterna y con escasas posibilidades movilizadoras, tratándose especialmente de un sistema industrial como el español todavía muy embrionario, que apenas había mostrado el verdadero alcance de sus potencialidades económicas y sociales; en síntesis, una formación para ser artesano u obrero, sin alcanzar a ver en ella posibilidades ciertas de dejar de serlo. Un segundo rasgo de la formación profesional española sería, sin duda, el desequilibrio entre posibilidades formativas y desarrollo de las actividades económicas industriales demandantes de conocimientos propios de los nuevos oficios y profesiones, lo cual apunta hacia las relaciones particularmente conflictivas entre aquellas magnitudes, desplegadas en la historia contemporánea de España. Su discusión aquí llevaría a desarrollos muy tangenciales de la línea central de este estudio, pero no está de más recordar algunos datos oportunos al tema presente. Un primer factor fue la incapacidad del Estado para mantener un impulso sostenido en el campo educativo y muy particularmente en el de la enseñanza técnica. Con carácter general se puede decir que durante mucho tiempo, prácticamente hasta bien entrado el siglo XX, esta tarea quedó confiada básicamente al libre albedrío del mercado, y cuando no fue así,
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a la responsabilidad gestora y financiera de las instituciones de gobierno local o la iniciativa, en mucho menor medida, de los sectores industriales interesados. El hecho no tendría que ser en sí mismo necesariamente problemático, si no fuese porque apuntaba además a otros elementos condicionantes de los mencionados desajustes en la España contemporánea. El primero y más básico fue el de la escasa difusión de la economía industrial demandante de este tipo de formación técnica y, en consecuencia, la apatía, en cierto modo lógica, de las por otra parte raquíticas instituciones del Estado liberal en su difusión. Otro de ellos, sin duda el más oportuno al caso presente, fue el de la discordancia entre sectores y zonas de demanda de este tipo de estudios técnico-profesionales —en definitiva, de las zonas de expansión del mercado de mano de obra industrial— y el esquema centralizado clásico que presidió en todo momento las iniciativas de promoción estatal de este tipo de estudios. Así, a partir de esas dos fuerzas y en el campo particular que nos ocupa, se crearán antes las escuelas de formación de ingenieros que las de técnicos medios, antes las de estos últimos que las de formación profesional elemental; antes con frecuencia las instituciones centrales madrileñas que las provinciales y, cuando éstas finalmente lleguen a ser objeto de atención, por creación ex novo o por asunción de las creadas por iniciativas diversas, incorporándolas al esquema jerarquizado de estudios que presidió, en general, la formación de todo el sistema educativo nacional, centralista y jerárquico, cuyo punto de partida tenía que pasar necesariamente por Madrid, con independencia del factor más decisivo al caso: la demanda de mano de obra industrial. Las vicisitudes de las instituciones de enseñanza profesional de Barcelona, incluida su Escuela de Ingenieros Industriales, tal y como las ha diseñado una ya abundante investigación sobre el tema, comenzando, solo a modo de jalón indicativo, por la meritoria obra de Ramón Alberdi, ilustran a la perfección el papel frecuentemente entorpecedor que desempeñó este rígido esquema de centralización liberal en el desarrollo de la formación técnica y profesional. No se puede decir que sobre todos estos temas la historiografía española se haya mostrado muy pródiga, al menos en lo que se refiere a las etapas cronológicas más tempranas. Posiblemente en términos generales eso no sea más que el resultado de las limitaciones mencionadas de este tipo de enseñanza y, más en particular, de los estudios técnicos elementales. Un rápido vistazo a la legislación liberal al respecto nos mostrará el trayecto seguido por la política oficial acerca de las distintas modalidades del aprendizaje profesional en la industria capitalista y el pequeño taller artesano,
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así como acerca de sus dos dimensiones inseparablemente entrelazadas en la práctica: la educativa propiamente dicha y la social.6 La primera tentativa —frustrada— a este respecto fue el Proyecto de ley sobre el trabajo, policía, sociedades, jurisdicción e inspección de la industria manufacturera presentado en las Cortes el 8 de octubre de 1855 por el entonces ministro de Fomento, Manuel Alonso Martínez. Cercanas todavía en el tiempo las reglamentaciones gremiales, lo que el ministro llamaba las «leyes del aprendizaje» aparecía allí doctrinalmente como un resabio del Antiguo Régimen gravoso para el pleno desarrollo del «genio industrial» y, en consecuencia, obviaba cualquier referencia a las condiciones de aprendizaje dentro de los propios establecimientos fabriles.7
6 No son abundantes los datos sobre enseñanza técnica industrial en las síntesis generales sobre la historia educativa española. Tampoco fue, durante mucho tiempo, un terreno especialmente cultivado en general dentro de esa historia, aunque en la actualidad eso haya cambiado bastante y tengamos a nuestra disposición bastantes libros monográficos sobre aspectos parciales de la enseñanza profesional y sus instituciones o sobre zonas determinadas. Alguno ha sido ya citado y otros que irán apareciendo a lo largo de este trabajo. En todo caso, conviene mencionar ya desde este momento, los de más amplia perspectiva, como son los siguientes: ALBERDI, Ramón: La formación profesional en Barcelona. Política — Pensamiento — Pensamiento — Instituciones 1875-1923. Barcelona, Edics. Don Bosco, 1980; ESTEBANELL I COMAS, Eusebi: Escola Industrial, 90 anys d’història. Sabadell, Escola d’Arts i Oficis, 1994; Industrialización y enseñanza técnica en Aragón 1895-1995: Cien años de Escuela y profesión, L. Germán Zubero, José Antonio Biescas, Carlos Forcadell y Eloy Fernández Clemente. Zaragoza, Ilustre Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales de Aragón, 1996; DÁVILA BALSERA, Paulí: Las Escuelas de Artes y Oficios y el proceso de modernización del País Vasco, 1879-1929. Bilbao, Universidad del País Vasco, 1997; Escuela de Artes y Oficios de Jaén. Primer centenario. Jaén, Escuela..., 1998; DÍEZ, Juan José: Las escuelas estatales de Artes y Oficios y la educación del obrero en España (1871-1900). Villena, Artes Gráficas, 2002; MONÈS I PUJOL-BUSQUETS, Jordi: Les escoles professionals municipals, 1890-1990. Barcelona, Ajuntament, 1991 y muy especialmente del mismo autor, con un muy acentuado empeño por confrontar el problema de la formación con las condiciones económicas del medio: Formació professional i desenvolupament econòmic i social català (1714-1939). Barcelona, Societat d’Història de l’Educació dels Països de Llengua Catalana, 2005; LOZANO LÓPEZ DE MEDRANO, Celia: Ideología, política y realidad económica en la formación profesional industrial española (1857-1936). Barcelona-Lleida, Fundación Ernest Lluch-Milenio, 2007 y un resumen en Industriales, religiosos y obreros en la enseñanza profesional industrial española, 1900-1935, comunicación presentada a las I Jornadas de Historia Empresarial: España y Europa, en http://www.ub.edu/histeco/pdf_jhemp/Lozano.pdf); RODRÍGUEZ HERRERO, Juan José: La formación profesional en España (1939-1982). Valladolid, Consejería de Educación y Cultura, 1997. 7 Tan solo con respecto a los jóvenes obreros entre 8 y 12 años se decretaba la obligatoriedad de limitar su horario de trabajo a una parte de la jornada, a fin de dejarles
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El espíritu de la frustrada tentativa de 1855 fue retomado durante la I República por el ministro de Fomento Eduardo Benot, quien presentó en el Congreso el 25 de junio de 1873 un nuevo proyecto sobre condiciones de trabajo en fábricas, talleres y minas, convertido en ley el 24 de julio siguiente (Gaceta 28-VII), en la que se prohibía el trabajo de los menores de 10 años en esos establecimientos y se decretaban algunas exigencias básicas de protección, higiene, prevención de accidentes y garantías legales para los de 11 a 17 años. Entre ellas, sin mencionar expresamente el problema del aprendizaje profesional, se establecía para los establecimientos fabriles de más 80 obreros adultos y situados a más de cuatro kilómetros de un centro de población la obligatoriedad de sostener una escuela de instrucción primaria, a la que pudiesen acudir los trabajadores adultos y sus hijos menores. Para los comprendidos entre 9 y 17 años se decretaba la asistencia obligatoria a la escuela durante, al menos, tres horas diarias. En este mismo tenor, aparte modificaciones de detalle, se manifestará la ley sobre el trabajo de las mujeres y los niños de 19008 y en las disposiciones que desde el nuevo ministerio de Instrucción Pública vinieron a corroborarla ese mismo año con algunas precisiones prácticas de aplicación. En todos los casos, las preocupaciones ministeriales se dirigían hacia la enseñanza primaria, obligando a los patronos a facilitar a sus jóvenes obreros el tiempo preciso para adquirirla o, en su caso, a proveer una escuela primaria en sus instalaciones.9 Es indudable, pues, que no era el aprendizaje profesional, sino el trabajo infantil y la tarea alfabetizadora lo que movía en estos casos la política oficial respecto a los jóvenes obreros. De hecho, la preocupación por el aprendizaje profesional propiamente dicho, que no hay que confundir con el adiestramiento empírico en un oficio, se proyectó, por todo el conjunto de reminiscencias antiguas del trabajo agremiado, hacia el campo de la enseñanza institucional más bien que hacia el de la empresa, con el objetivo —según se decía a final de siglo en el órgano de la patronal catalana, El Trabajo Nacional— de suplir precisamente «los tiempo libre para dedicarse a su instrucción, art. 6. Proyecto presentado el 8-X-1855, Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes, nº 214, Apéndice 1, pp. 7045-7049. 8 Ley de 13 de marzo de 1900, Gaceta 14 y Reglamento de 13 de noviembre, Gaceta 15 y 16. 9 R. D. de 25 de mayo de 1900, Gaceta 26. La única modificación de importancia, que obligaba a computar al menos una hora del tiempo de aprendizaje en el horario reglamentario de trabajo (art. 1), fue anulada de inmediato por la R. O. de 30 de julio de 1900, Gaceta 1-VIII.
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casi siempre inútiles años de aprendizaje empírico en los talleres».10 Algunos datos de primera mano al respecto parecen indicar, en efecto, que en aquella etapa las tareas del jovencísimo meritorio de taller se asemejaban en ocasiones mucho más a las de un servicio de índole personal o doméstico que a las del aprendizaje profesional en sentido estricto, en virtud de su encadenamiento a una estructuración de las jerarquías obreras calcada sobre moldes de patriarcalismo familiar, que se sustentaba sobre el peso de la experiencia, la autoridad, la confianza y las capacidades para desenvolverse en las prácticas de reproducción social (mantenimiento del oficio paterno, oficio familiar y de por vida) propias de la economía tradicional del oficio artesano antes que sobre los conocimientos técnicos propiamente dichos.11 Para que tal preocupación aparezca referida a la empresa —siquiera con su propio nombre, otra cosa será la realidad— habrá que esperar hasta bien entrado el siglo, de la mano del Instituto de Reformas Sociales, y se traducirá definitivamente en la ley de contrato de aprendizaje de 1911.12 El contrato definido por esta ley era aquel en el que el patrono se obligaba a enseñar prácticamente un oficio o industria, a la vez que utilizaba el trabajo del aprendiz, con o sin remuneración, durante un tiempo determinado. La disposición determinaba las modalidades, duración, condiciones, deberes y derechos, garantías legales y circunstancias de la rescisión del contrato, así como, obviamente, las obligaciones educativas del patrono, que iban desde las puramente profesionales hasta las de educación primaria siguiendo los criterios de las disposiciones anteriores ya mencionadas. La recuperación de este enfoque solo se producirá una quincena de años más tarde, en el marco de las políticas social y de enseñanza profesional del Directorio Militar, como más adelante veremos, bien es verdad que ya contextualizado en la copiosa corriente de reflexión científica e intelectual de la época de entreguerras, que ha trasladado la cuestión del aprendizaje al debate 10 En el artículo «La enseñanza industrial en España», El Trabajo Nacional, VII (18981899), pp. 257-258, recogido en ALBERDI, Ramón: La enseñanza profesional en Barcelona..., pp. 10-11. 11 Una interesante perspectiva de todas estas cuestiones, ENRECH MOLINA, Carles: «Jerarquía fabril y cualificación en la industria textil durante el último tercio del siglo XIX», en el monográfico Oficios de Historia Social, 45, 2003 (I), pp. 101-117, compendio de algunas cuestiones de su tesis doctoral, Estructures laborals i jerarquies obreres en la industria textil catalana (1881-1923). UAB, 2000. 12 Ley de 17 de julio de 1911, Gaceta 19.
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público sobre las políticas sociales y sobre las condiciones de movilización y competitividad industrial. Entretanto el propio sistema educativo en formación había ido integrando, siquiera de forma muy rudimentaria, los aspectos propiamente educativos de tal formación técnica y profesional de los artesanos y de los nuevos obreros industriales. Resulta preciso, sin embargo, volver a subrayar desde este momento su carácter residual y subalterno, incluso hasta nuestros días. Sin duda, por sus estrechos vínculos históricos con el sistema gremial los liberales sólo adoptaron la parte que les convenía de las reconvenciones ilustradas acerca de la conveniencia de una formación en los oficios fuera de aquel sistema. De manera que su política educativa apenas rozó tangencialmente la cuestión, enmarcándola a veces dentro de una formación supletoria para los jóvenes o adultos que no hubiesen recibido una adecuada educación primaria; relegándola, en otras ocasiones, en un conjunto de instituciones excéntricas del tronco básico de la enseñanza estatal, es decir, de la enseñanza directamente financiada por el Estado central, con enseñanzas frecuentemente rutinarias y mal dotadas, y sólo en algunos pocos casos esa política llegó a sus últimas consecuencias, con la organización, en concreto, de instituciones de experimentación en ciencias físicas y naturales y de centros de enseñanza del ciclo superior de formación técnica, que eran, por cierto, aquellos sobre los que en primer lugar el Estado moderno y más adelante el nuevo Estado liberal tendrían interés en ejercitar sus derechos, especialmente en los conocimientos que tenían que ver con los ejércitos o con los actividades comerciales e industriales monopolizadas. Ya desde el siglo XVIII, en efecto, algunas nuevas enseñanzas habían comenzado a difundirse fuera de los canales clásicos, fuesen universitarios o gremiales: en los Consulados de Comercio, en las Sociedades Económicas, en las nuevas instituciones científicas, artísticas y literarias promovidas por la Monarquía Ilustrada y sus apéndices de las primeras décadas del siglo XIX, tales como las Academias, el Jardín Botánico, el Observatorio Astronómico, el Gabinete de Ciencias Naturales, el Gabinete de Máquinas y Modelos, los primeros embriones de las ulteriores escuelas técnicas superiores de ingeniería o el Conservatorio de Artes.13 En realidad, partiendo de un interés genérico por el conocimiento 13 Sobre todas estas instituciones existen ya monografías de notable calidad, cuya referencia concreta sería un tanto superflua, teniendo en cuenta su carácter incidental a nuestro estudio y los actuales procedimientos de búsqueda bibliográfica informatizada. Sobre
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empírico y aplicado, sus líneas de derivación posteriores se movieron más en el ámbito de las enseñanzas técnicas de grado superior —de grado medio como mucho— que en el de la formación profesional básica, apenas afectada por tales disposiciones. Ese fue el caso de la última de las instituciones mencionadas, creada por R. D. de 18 de agosto de 1824 con el objetivo de integrar los fondos del Gabinete de Máquinas y de constituir nuevas cátedras de ciencia aplicada. El Conservatorio fue reconducido hacia nuevos objetivos, al menos en teoría, en lo que se puede considerar la primera disposición orientada a establecer un plan general de enseñanzas industriales, el R. D. de 4 de septiembre de 1850 del ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, a la sazón dirigido por Manuel de Seijas Lozano. Por este decreto se graduaban los niveles elemental, de ampliación y superior de tales estudios y se describían someramente las instituciones encargadas de ellas. En realidad solo los grados intermedio y superior merecían la calificación de enseñanza técnico-profesional institucionalizada en su pleno sentido, puesto que el elemental se impartiría en forma de enseñanzas complementarias nocturnas dentro de los institutos, escuelas normales, escuelas de bellas artes o incluso escuelas elementales, según las disciplinas, y dependiendo de las disponibilidades educativas de la localidad. El plan concreto de estas escuelas, que se hizo esperar todavía cinco años, fue sólo un poco más explícito acerca de los auténticos recursos de este tipo de enseñanza. Como escuelas elementales, establecidas «para que las clases trabajadoras adquieran con brevedad [...] los conocimientos más precisos y usuales en las operaciones materiales de las artes y oficios», se mencionaban las de Béjar y Alcoy, además de las de Cádiz, Málaga, Bilbao y Gijón, que impartirían también estudios de ampliación. Las profesionales de tipo intermedio, orientadas a «proporcionar la instrucción necesaria para construir y dirigir acertadamente las fábricas, talleres, obras mecánicas, máquinas, instrumentos y artefactos industriales de todas clases» se localizarían únicamente por el momento en Madrid, Barcelona, Sevilla, Vergara y Valencia, aunque podrían establecerse también en otras provincias, siempre que contasen con los fondos precisos para ello. Finalmente, solo ellos han trabajado con mayor o menor dedicación Antonio Rumeu de Armas, Manuel López Arroyo, Carmen Añón, Pilar Gómez-Centurión, Antonio Lafuente y Javier Moscoso, María Pilar de San Pío Aladrén, Juan Riera, Miguel Ángel Puig-Samper, Joaquín Fernández Pérez e Ignacio González Tascón, Víctor Guijarro Mora, Félix Muñoz Garmendia y Miguel Blesa de la Parra, entre otros.
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Madrid contaría con las enseñanzas de grado superior, las de ingeniero industrial, impartidas en el Real Instituto Industrial creado por el decreto de 1850, en el que se integraban además el museo de máquinas del Conservatorio, un taller de modelos y máquinas y una escuela elemental, es decir, todo aquello en que se cifraban los objetivos teóricos máximos atribuidos a la institución: los de «procurar las enseñanzas industriales en todo su desarrollo, propagar los inventos más útiles, formar el profesorado para las escuelas públicas del ramo, los directores de fábricas y talleres y los constructores mecánicos teórico-prácticos de instrumentos, modelos, máquinas y artefactos».14 En realidad, como diría más tarde uno de los ministros implicados en esta política educativa, Ruiz Zorrilla, en la propia estructura jerarquizada de los estudios estuvo el principal inconveniente práctico para la formación profesional básica de los operarios y obreros, a los que teóricamente se dirigía la disposición, puesto que ordenó todo el ciclo educativo, incluida la mecánica burocrática del profesorado, subordinado a la obtención del grado profesional superior, dejando, en consecuencia, sin entidad substantiva propia el nivel formativo básico: «los estudios elementales —dirá concretamente— quedaban de hecho con todas las trabas de la enseñanza universitaria; la instrucción tenía el levantado carácter que exige la preparación a más anchos horizontes y hasta el Profesorado tomaba los grados inferiores como paso a los superiores, quedando anulado el sistema por falta de enseñanzas apropiadas al obrero, que sólo hallaba teorías en general incomprensibles, sin talleres, sin modelos, sin aplicaciones de ninguna clase»;15 algo que, como veremos, lastrará el desarrollo todo de la formación profesional hasta fechas muy tardías. Acogidas a estas disposiciones se crearon, en efecto, en los años siguientes algunas escuelas industriales. Las de Barcelona, Gijón, Sevilla, Valencia y Vergara mencionaba concretamente la Ley general de Instrucción Pública de 1857 (art. 138) al incorporarlas al régimen universitario común, como fue el caso, por lo demás, de todo el resto de enseñanzas de tipo técnico y profesional entonces existente. La misma norma las equiparaba además al Real Instituto Industrial de Madrid en Plan de las Escuelas Industriales decretado por S. M. en 20 de mayo de 1855. Reglamento para su ejecución, aprobado por Real Decreto de 27 del mismo mes y año. Madrid, 1855. Sobre su historia y dotación inicial, CANO PAVÓN, José María: «El Real Instituto Industrial (1850-1867): medios humanos y materiales», Llull, 21, 1998, pp. 33-62. 15 Exposición al R. D. de 5 de mayo de 1871, Gaceta 8-V. 14
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el derecho a impartir enseñanzas superiores y expedir el título de ingeniero industrial. Así fue como poco después, por R. O. comunicada de 16 de agosto de 1860, la Escuela de Barcelona era declarada Superior y, desprendiéndose paralelamente los ciclos inferiores de la enseñanza industrial y otros estudios profesionales, se convertirá en los años siguientes en Escuela de Ingenieros Industriales, la única existente en España hasta la constitución de la bilbaína en 1899. Pero así fue también cómo el resto de las Escuelas, sin raíces en una base industrial sólida dentro de su zona, declinaron irremediablemente. Pero para ello tuvieron que confluir además algunos otros hechos de naturaleza diversa, relacionados unos con contingencias particulares de la coyuntura económica y política, otros con fundamentos más profundos de la relación entre enseñanza técnica y sociedad. El hecho cierto fue que en la Ley de 1857 estas escuelas industriales, excepto el Instituto Industrial de Madrid, quedaron vinculadas económicamente tanto a los recursos del Estado como a los presupuestos municipales y provinciales y que en la situación de crisis que va a sacudir España casi de inmediato ese factor va a resultar determinante. Algunas nunca llegaron realmente a impartir los estudios superiores de ingeniería industrial, como las de Gijón y Vergara. Otras, como las de Valencia y Sevilla se van a ver afectadas ya directamente por las economías presupuestarias de los años inmediatos.16 En concordancia con ello un decreto de 9 de octubre de 1866 separaba algunas escuelas, entre ellas las industriales, del régimen universitario común financiado por el Estado, bajo el nombre de Escuelas Especiales.17 Quedaban solo la de Barcelona y la de Madrid, pero ésta última recibió el tiro de gracia al suprimirse en el presupuesto siguiente la partida económica para su financiación. Gracias a esta combinación de circunstancias pudo subsistir la 16 Las de Vergara y Gijón desaparecen en 1860, la de Valencia en 1865 y la de Sevilla en 1866, por efecto del R. D. de 7 de agosto (Gaceta 9 de agosto) de aplicación a Fomento de las economías previstas en virtud del artículo 1º de la ley presupuestaria de 30 de junio de 1866. Sobre la pasajera vida de estas Escuelas, ALONSO VIGUERA, José María: La ingeniería industrial española en el siglo XIX (Sucinta historia de una especialidad de la Ingeniería Civil)... Madrid, 1944, pp. 71-92. Las de Sevilla y Valencia cuentan ya con sendos meritorios estudios monográficos de CANO PAVÓN, José Manuel: La Escuela Industrial sevillana (1850-1866). Historia de una experiencia frustrada. Sevilla, Publicaciones de la Universidad..., 1996 y La Escuela Industrial de Valencia (1852-1865) y sus antecedentes. La difícil formación de un capital humano. Valencia, Editorial de la UPV, 2002. 17 Lo que, decía la disposición, redundaría «en provecho de las ciencias, las artes y la industria» y «alivio no insignificante del presupuesto de gastos», Gaceta 13-X-1866.
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Industrial Barcelonesa, que ya casi desde sus orígenes recibía el apoyo económico de las instituciones locales y se encontraba bien asentada en el ambiente industrial de la zona, en tanto que desaparecían las otras del mismo género del resto de la nación, incluida la de Madrid. Como es obvio, a pesar de las declaraciones genéricas de todas las disposiciones acerca de la importancia de la formación industrial del obrero y el artesano, de ese proceso no salió precisamente reforzada la enseñanza profesional de grado elemental. En realidad, casi todo tuvo que recomenzar en los años siguientes, bajo nuevas condiciones sociales y políticas, no todas favorables al desarrollo de este tipo de estudios. Si la etapa política abierta en 1868 significó, con carácter general, una sensibilidad acrecentada para con los problemas educativos y sociales, en cambio, el acento puesto en la descentralización y la autonomía financiera de los entes provinciales y locales en materia de enseñanza,18 dejó sin cobertura presupuestaria algunos de los estudios existentes y sin auténticos cimientos a las iniciativas al respecto —abundantes y todavía poco conocidas en su integralidad— surgidas en aquellos años. En la práctica, casi únicamente los creados con firmes garantías presupuestarias lograrán sobrepasar aquella etapa política. Por decreto de Fomento de 7 de noviembre de 1868 (Gaceta 8), obra de Ruiz Zorrilla, se recompusieron los estudios nocturnos para artesanos en el Conservatorio de las Artes de Madrid y tres años después el mismo ministro tomaba la iniciativa de crear en el propio Conservatorio una Escuela de Artes y Oficios, «destinada a vulgarizar la ciencia y sus importantes aplicaciones, formando la educación del artesano, maestro de taller, contramaestre de fábrica, maquinista y capataz, y propagando los conocimientos indispensables a la Agricultura e Industria». Lo hacía, según señalaba, a contracorriente de la descentralización educativa oficial del momento, pero convencido de la «necesidad social» y de la importancia para «la riqueza y prosperidad de un país» de este tipo de escuelas, por lo que muy pronto la ahora creada sería motivo de emulación en otras muchas partes y excusaría la acción directa del Estado sobre ellas. Para completar el cuadro de estudios, a las cátedras, profesores y recursos ya existentes en el Conservatorio se unían los del nivel elemental de la Escuela de Pintura de la Superior de Bellas Artes. Como 18
Disposiciones generales sobre libertad de enseñanza y sobre su financiación de
21 de octubre de 1868, Gaceta 22; 14 de enero de 1869, Gaceta 15 y 30 de junio de 1869, Gaceta 3-VII.
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en casos anteriores, las clases serían, «en lo posible», nocturnas, facilitando por medio de pensiones el acceso a la Escuela de alumnos procedentes de talleres y fábricas de Madrid, así como proveyéndoles, por medio de premios anuales, de los recursos precisos para la instalación de una pequeña industria o taller.19 El efecto de emulación fue inmediato en el caso de Barcelona, que constituirá apenas dos años después su Escuela Libre Provincial de Artes y Oficios, financiada por la Diputación Provincial, subsumiéndose en la que por iniciativa del entonces Director de la Escuela de Ingenieros Industriales, Ramón de Manjarrés y Bofarull, existía desde 1868 en aquel centro.20 No lo fue tanto en otros casos, por lo que de nuevo el ministerio retomará la iniciativa en 1886. Tras comisionar a comienzos de año a Joaquín María Sanromá para que estudiase la organización de las Escuelas de Artes y Oficios en varios países europeos,21 la decisión llegará en el mes de noviembre. Por una R. O. del 5 de ese mes,22 se elevaba a la categoría de Central la Escuela de Madrid, constituyendo además en ella una sección de enseñanza artístico-industrial para la mujer, y se creaban algunas nuevas en centros de tradición industrial o educativa en este campo, como Alcoy, Almería, Béjar, Gijón, Logroño, Santiago y Villanueva y la Geltrú.23 Por lo demás, el Estado se comprometía a contribuir financieramente al mantenimiento de aquellas que se creasen por iniciativa de las corporaciones locales. En realidad, ni siquiera el ministerio tenía una idea muy precisa del panorama general de este tipo de enseñanzas en toda España,24 de forma R. D. ya mencionado de 5 de mayo de 1871, Gaceta 8. Creada el 27 de abril de 1873. Reseña de las vicisitudes de su creación, en R. Alberdi, óp. cit., pp. 196-197 y 237 ss. 21 SANROMÁ, Joaquín María: Memoria sobre las Escuelas de Artes y Oficios en Inglaterra, Italia, Francia y Bélgica, redactada por mandato del Excmo. Sr. Ministro de Fomento en cumplimiento de la Real Orden de 8 de enero de 1886 por el Excmo. Sr. D...., Madrid, Imprenta del Colegio Nacional de Sordo-Mudos y de Ciegos, 1886. 22 Gaceta 6-XI. Reglamento de esa misma fecha. 23 Luciano NOVO Y MIGUEL hablaba más bien de influencia política en la elección de estas poblaciones sobre otras de mayor tradición industrial, aunque es claro que casi todas ellas tenían, por iniciativa oficial o privada, una ya larga experiencia en formación técnica, La enseñanza profesional obrera y técnico-industrial en España. Barcelona, 1933, p. 9. 24 Como ejemplo, poco después la Gaceta de 23 de diciembre de 1886 publicaba una circular disponiendo que los Gobernadores civiles diesen cuenta a la Dirección General de Instrucción Pública del número de Escuelas de Artes y Oficios que existían en su respectiva jurisdicción. 19 20
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que, en los años siguientes, su preocupación estuvo orientada en prioridad a promover las enseñanzas en la Escuela Central y a resolver el problema de la índole y de la gradación de estudios que le eran exclusivos. Así, la R. O. de 13 de septiembre de 1887 creaba una sección profesional de Maquinistas y el R. D. de 12 de septiembre de 1894 una sección especial de enseñanzas diurnas consagrada a las enseñanzas técnico-industriales y artístico-industriales, de cuatro años de duración en ambos casos. Las primeras, en las que se incorporaba la sección de Maquinistas, se orientaban a proveer a los alumnos de una formación teórica y práctica idónea para ocupar en la industria los servicios técnicos y las funciones de Contramaestre o Jefe de Taller; formación oficializada por el título de Perito mecánico-electricista. Las segundas estaban dirigidas a la preparación para oficios artesanales de tipo artístico y únicamente daban derecho a un diploma de idoneidad en las especialidades industriales elegidas.25 Es claro, pues, que el sentido de la disposición apuntaba de nuevo hacia la constitución de estudios de carácter especializado profesional y esto quedó reforzado al año siguiente a través de un R. D. de 19 de agosto que solventaba algunas cuestiones problemáticas de la disposición de 1894,26 adaptaba de nuevo los estudios a las reformas de la ley presupuestaria de 30 de junio de 1895, que obligaba entre otras cosas, vistas las restricciones presupuestarias, a retornar parcialmente a la enseñanza nocturna y ampliaba el panorama de las secciones y estudios. A partir de este momento, la Escuela Central impartiría enseñanzas profesionales y estudios generales o preparatorios para aquellas.27 Se mantenían entre las profesionales las secciones técnico-industrial y artísticoindustrial del decreto de 1894, aunque ampliando los contenidos de la primera a fin de comprender a una nueva titulación: la de aparejadores, y se restablecía la abandonada sección para la enseñanza artístico-industrial de la mujer. Las Escuelas de distrito existentes se mantendrían por el momento en el ámbito de los estudios de carácter general.28 Gaceta 16-IX-1894. Reglamento de 2 de octubre de ese año, Gaceta 4-X. Ya en enero de ese año otro R. D del día 4 había restablecido la enseñanza nocturna en la sección de Maquinistas y había sometido aquella sección especial al régimen general de la Escuela, Gaceta 5-I-1895. 27 Que mantenían su entidad como enseñanzas profesionales básicas, a pesar de su carácter preparatorio para las profesionales propiamente dichas, tuvo que aclarar en 1897 el entonces ministro, Aureliano Linares Rivas, ante la confusión producida por el decreto de 1895, R. D. 14-V-1897, Gaceta 15-V. 28 R. D. de 20 de agosto de 1895, Gaceta 23-VIII. 25
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En resumen, en el final de siglo se encontraban ya perfilada la distinción entre nuevas enseñanzas industriales y enseñanzas artístico-industriales que será habitual desde comienzos de siglo, lo que sin duda era el mejor testimonio de un cambio significativo en la índole de la demanda de mano de obra industrial. Otra cosa es que, a juzgar por las críticas habituales al respecto, sus contenidos y el obligado carácter práctico de unas y otras no caminasen a la par de las buenas intenciones ministeriales, según veremos a continuación.
2. REGENERACIONISMO Y ENSEÑANZA TÉCNICA ENTRE LOS SIGLOS XIX Y XX
Regeneracionismo, europeísmo, nacionalismo, populismo son conceptos clave vinculados al complejo mundo intelectual de la España del cambio entre los siglos XIX y XX, sobre los que sería redundancia insistir, estando todavía relativamente cercanas las numerosas reflexiones inspiradas por la efemérides del 98. A todas esas categorías, incluso a sus potencialidades contradictorias, les subyace, sin embargo, una preocupación de orden teórico y práctico común: la educación, en su más amplio sentido.29 Difícilmente se encontrará una propuesta reformista del género que sea, de entre las múltiples colocadas en la palestra pública por aquellas fechas, que no contenga su correspondiente capítulo dedicado a ponderar la necesidad de educación —enseñanza pública y formación interior— del pueblo español, considerándolo el medio más 29 Por lo que respecta a las cuestiones científico-técnicas que aquí están en cuestión, inciden especialmente en ellas GÓMEZ MENDOZA, J. y ORTEGA CANTERO, N.: «Geografía y regeneracionismo en España (1875-1936)», Sistema. Revista de Ciencias Sociales, 77, marzo, 1987, pp. 77-89, así como algunos estudios de El Regeneracionismo en España. Política, educación, ciencia y sociedad. Vicente L. Salavert Fabiani, Manuel Suárez Cortina, eds. Valencia, Universitat de València, 2007 , en particular los de MAYORDOMO, Alejandro: «Regeneracionismo y educación: la construcción pedagógica de la sociedad y la política», pp. 165-205 y ROCA ROSELL, Antoni: «El discurso civil en torno a la ciencia y la técnica», pp. 241-259; también, SÁNCHEZ RON, José Manuel: «Más allá del laboratorio: Cajal y el regeneracionismo a través de la ciencia» y LUSA MONFORTE, Guillermo y ROCA ROSELL, Antoni: «Regeneracionisme científic i tècnic: l’oportunitat del 98», ambos trabajos en 1898: Entre la crisi d’identitat i la modernització. Actes del Congrés Internacional celebrat a Barcelona, 20-24 d’abril de 1998, volum I, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2000, pp. 347-364 y 469-475, respectivamente.
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adecuado para encauzar de nuevo su rumbo nacional y para colocarle en pie de igualdad con el resto de los pueblos europeos. La creación del ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1900 y la política educativa de sus primeros ministros —de García Alix y Romanones especialmente— constituyó el mejor testimonio de que estas demandas sociales intentaban además convertirse en política oficial. En general, todos los campos educativos estuvieron en el punto de mira de la política reformista, aunque ciertamente con muy diversos resultados. De todos ellos resulta aquí pertinente el referido a la enseñanza técnica y profesional, aunque ya quedó dicho que en sus niveles más bajos apenas es posible separarla de la formación primaria y de otras preocupaciones más genéricas de índole social. Lo más general que de aquella se puede decir es que había sido un ámbito de conocimientos de escasa demanda pública y de aún menor atención política. En los estratos superiores, las primeras escuelas técnicas superiores constituidas en las primeras décadas del siglo XIX —las de ingenieros de Caminos, Minas, Montes y Agrónomos, creadas respectivamente en 1803, 1835, 1846 y 1855— se orientarán predominantemente a la formación del personal burocrático de los respectivos cuerpos técnicos estatales y sólo secundariamente de especialistas al servicio de la empresa privada, configurando así un mercado de alta mano de obra técnica particularmente rígido y corporativizado. La escuela barcelonesa de ingeniería industrial fue la única en todo el territorio nacional30 hasta la constitución a final del siglo XIX de la de Bilbao, por iniciativa de la Diputación Provincial y bajo la presión social de los industriales vascos.31 En los niveles intermedio y bajo, sólo una no muy tupida red de Escuelas de Artes y Oficios, de Bellas Artes, de ayudantías de las altas 30 Su historia resulta ya bien conocida gracias a los desvelos de la propia Escuela y de su profesor Guillermo LUSA MONFORTE, que ha publicado sobre ella numerosos textos, como Documentos de trabajo de la institución o capítulos de publicaciones colectivas. 31 Se creó por R. D. de 2-IV-1897, pero no tuvo funcionamiento real hasta el Reglamento de 5-I-1899, Gaceta 6-I. Ciertas presiones dentro de la propia profesión estuvieron en la base del retraso, según GARRABOU, R.: Enginyers, industrials, modernització econòmica i burguesia a Catalunya (1850-inicis del segle XX). Barcelona, L’Avenç, 1982, p. 43. Algunos datos en GARAIZAR AXPE, Isabel: «1897: la burguesía industrial vasca ante la necesidad de una escuela superior de ingeniería industrial», en Actes de les V Trobades d’Història de la Ciència y de la Tècnica (Roquetes, 11-13 desembre 1998). Coordinació: Josep Batlló Ortiz, Pere de la Fuente Collell, Roser Puig Aguilar. Barcelona, Societat Catalana d’Història de la Ciència i de la Tècnica, 2000, pp. 359-367.
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funciones técnicas de ingeniería o arquitectura y de peritaje, en escuelas de patrocinio estatal o local, habían animado el mortecino mercado de trabajo técnico, de forma que, con carácter general, puede decirse que a lo largo de todo el siglo XIX fue más bien el empirismo propio de los antiguos sistemas gremiales y de las fases embrionarias de la industrialización el que predominó en España en la formación de la mano de obra artesanal e industrial. De hecho, sólo un puñado de escuelas podían considerarse a comienzos del siglo XX auténticamente adaptadas a las exigencias del mercado de mano de obra técnica de nivel elemental e intermedio: unas pocas de enseñanza técnica oficial de nivel intermedio, como las de ayudantes de las distintas especialidades de ingenieros, la de maestros de obras, aparejadores y agrimensores (primero en las Escuelas de Bellas Artes y desde la ley de instrucción pública de 1857 en las de Arquitectura32) o las de capataces de minas de las Escuelas de Mieres y Almadén, precisamente porque estaban concebidas como centros formativos del personal auxiliar de los titulados técnicos superiores, y algunas otras, sin duda mejor adaptadas al mercado, allí donde una particular tradición manufacturera o un desarrollo más activo de las nuevas industrias imponían una mayor especialización de la mano de obra. En tal apartado podemos clasificar la Escuela Industrial de Béjar y algunas de las nacidas en Cataluña al amparo de las instituciones locales y de la iniciativa de los empresarios del textil o de la institución salesiana, que tan minuciosamente han documentado Ramón Alberdi (para la ciudad de Barcelona) y Jordi Monès. Muy pocas de la red de Escuelas de Artes y Oficios —según la opinión más difundida— cumplían, en cambio, las exigencias prácticas de la enseñanza técnica y profesional, aunque, al menos, desde final de siglo comenzaban a encontrar su camino entre el ámbito de las antiguas ocupaciones —artístico-industriales— y las nuevas de carácter técnico-industrial. Lo habitual era en este caso censurar acremente el estado de este tipo de enseñanza, de la cual se podía decir, con Giner de los Ríos, que «apenas [había] comenzado»: una Escuela de Artes y Oficios en Madrid, «desgraciadamente sin talleres», escuelas nocturnas de dibujo y modelado en todas las capitales de provincia y otras 32 Al respecto, MARCOS ALONSO, Jesús A.: «Arquitectos, maestros de obra, aparejadores. Notas para una historia de las modernas profesiones de la construcción», Construcción, Arquitectura, Urbanismo, 22, 1973, pp. 57-61; 23, 1974, pp. 56-59; 24, 1974, pp. 63-66 y 25, 1974, pp. 43-47.
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muchas ciudades importantes, otras pocas más prácticas y completas en algunos centros industriales y las enseñanzas impartidas en alguna meritoria sociedad privada, como El Fomento de las Artes. 33 Prácticamente el mismo diagnóstico que hará el órgano de la patronal catalana una quincena de años más tarde, en el marco del impulso regeneracionista finisecular: ni la Escuela de Madrid, a pesar de sus estudios teóricos completos, ni la de Barcelona ni las provinciales existentes podían preciarse de impartir enseñanzas industriales prácticas en sentido estricto.34 Más de una década después, un pensionado de la Junta para Ampliación de Estudios, después de estudiar la enseñanza textil en Inglaterra, Francia, Bélgica y Alsacia, extraía, con respecto a las escuelas españolas, idéntica conclusión: «No es difícil encontrar en España una Escuela en que se explique forja sin fragua, fundición sin cubilote; motores con un solo motorcillo de gasolina o gas; termotecnia sin calderas, ni máquina de vapor; electricidad sin dínamos, ni alternadores, ni motores, ni aparatos bastante de electrometría; ajustaje sin máquinas útiles, etc., etc. [...]. He tenido que desempeñar durante seis años la cátedra de Tecnología textil, que comprende la filatura de todas las fibras, sin una sola máquina de preparación ni de filatura».35 Si echamos un vistazo a los programas de estudios de algunas de las más arraigadas escuelas de aquellos años veremos que corroboraban con bastante aproximación las reservas más arriba mencionadas: un bloque de asignatura básicas, integrado por la aritmética, álgebra y geometría, dibujo geométrico industrial, dibujo de adorno y figura, modelado y vaciado, nociones de física y química, mecánica, principios de construcción, resistencia de materiales y tecnología, es decir, lo que constituía el núcleo oficial de asignaturas definido en las sucesivas disposiciones sobre estas escuelas y, sólo en contados casos, algunas enseñanzas más específicas inspiradas por las demandas de mano de obra industrial del medio, como enseñanzas especiales de tejidos, maquinistas o, ya más tardías,
33 GINER DE LOS RÍOS, Francisco: «Sobre la educación técnica en la Institución Libre de Enseñanza», (Informe presenta en la Conferencia de Educación de Londres de 1884), en Educación y Enseñanza, vol. XII de Obras Completas, Madrid, 1925, pp. 153-154. 34 «La enseñanza industrial en España», El Trabajo Nacional, VII, 1898-1899, pp. 257258, cit. por ALBERDI, R.: La formación profesional..., pp. 10-11. 35 Memoria del profesor de la Escuela Superior de Industrias de Villanueva y Geltrú, M. MASSÓ Y LLORENS: «Tecnología textil», Anales (JAEIC), T. IV, 1911, pp. 305-326, cita p. 322. Becado en 1909.
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las profesionales de la Escuela Central de contramaestres, peritaje mecánico-eléctrico o aparejadores.36 En términos generales se podría decir, como lo hace Carlos Forcadell de la Artes y Oficios de Zaragoza, que, salvo excepciones, iban dirigidas al mundo de los antiguos oficios y eran un adecuado reflejo de la realidad social y laboral de su medio.37 Si tomamos a modo de ejemplo la profesión de los alumnos que estudiaban en la Escuela de Artes e Industrias de Almería en el curso 1904-1905, la mayoría de los oficios representados —en total 64— respondían a una clasificación socio-profesional de tipo tradicional, fuese artesana o industrial. Exceptuando los clasificados como escolares (50) y estudiantes (76), así lo eran, en efecto, la mayor parte de los oficios más nutridos: carpinteros (43), escribientes (34), ebanistas (31), dependientes (28), pintores (25), tallistas (19) y a continuación a cierta distancia, apenas sobrepasando los diez efectivos, los empleados, comerciantes, sastres, panaderos, canteros, caldereros, albañiles y jornaleros. Del resto sólo algunos pocos podían razonablemente adscribirse a nuevas actividades de carácter industrial: los ajustadores (34), torneros (10), maquinistas (6) y tipógrafos (4).38 Las deficiencias resultaban especialmente notorias en el terreno de la formación técnica y profesional básicas, aquella que se contenía o rozaba en sus límites con la educación primaria; una educación de carácter polivalente, capaz de adaptarse a las necesidades cambiantes de un desarrollo económico cada vez más complejo y diversificado, imprescindible para una formación permanente que diese respuesta al reto de los cambios técnicos y para la readaptación profesional ante las eventualidades del paro obrero. En este terreno las medidas habían tendido a confundirse lógicamente con las que promovían la lucha contra el analfabetismo, empresa Algunos modelos y resultados concretos de estas escuelas, en Escuela de Artes y Oficios de Villanueva y Geltrú: Memoria leída en la apertura del curso académico de 189495. Villanueva, 1894, 24 págs.; Escuela de Artes e Industrias de Almería: Discurso de apertura del curso 1905-1906 y Memoria del de 1904-1905. Almería, 1905, 29 págs.; Escuela Municipal de Artes, Distrito 8º. Barcelona, Gracia: Apertura del curso de 1907-1908 y distribución de premios. Barcelona, 1907, 26 págs. De todas ellas era esta última la que presentaba un cuadro de estudios considerablemente más rico. 37 FORCADELL, Carlos: «Cien años de enseñanzas técnicas en Zaragoza, 1895-1995. De la Escuela de Artes y Oficios a la de Ingeniería Técnica Industrial», en Industrialización y enseñanza técnica en Aragón, 1895-1995: cien años de Escuela y profesión. L. Germán Zubero y otros. Zaragoza, Ilustre Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales de Aragón, 1996, p. 108. 38 Escuela de Artes e Industrias de Almería..., óp. cit., p. 26. 36
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que había dejado efectivamente a lo largo del siglo una red de escuelas de adultos, pero que a fin de cuentas se ha había desenvuelto, en opinión de Antonio Viñao, «con mayores problemas y carencias que aquella primera red, la de la escuela primaria, a la que trataba de sustituir».39 Desde comienzos de siglo esta modalidad de alfabetización se sustituyó por clases nocturnas de adultos impartidas en las escuelas de primeras letras, según lo avanzado en el Reglamento Orgánico de Primera Enseñanza de 6 de julio de 1900 (Gaceta 8) y definitivamente organizadas en el R. D. de Amalio Gimeno de 4 de octubre de 1906 (Gaceta 9). En esta disposición se establecían clases nocturnas para adultos en todas las escuelas de niños y en las mixtas a cargo de un maestro y se pormenorizaban los contenidos educativos, básicamente de educación primaria con una exposición sencilla y aplicada, así como nociones cívicas y doctrinales orientadas al hombre del campo. El propio ministro ampliará unos años después estas clases, de forma algo más simplificada, a las mujeres adultas.40 Aunque no siempre estas experiencias educativas funcionaron con fluidez, habida cuenta el habitual raquitismo presupuestario de instrucción pública y las deficiencias en organización e instalaciones, lo cierto es que las normas mencionadas abrieron una línea permanente de dedicación ministerial a lo largo de toda esta época, que tampoco puede ser desdeñada.41 Con respecto a sus contenidos, sería solo mucho más tarde, durante la II República, cuando estas enseñanzas emprendieran una cierta renovación pedagógica al asignarles, junto la formación primaria básica, una tarea de formación permanente profesional de la población adulta, especialmente de la más joven. Según el decreto de Fernando de los Ríos de 1 de diciembre de 1932 (Gaceta, 6) estas enseñanzas debían suplir, en efecto, la formación básica no adquirida en su momento, pero también proporcionar enseñanzas de ampliación de aquel programa y, finalmente, promover clases especiales de aplicación relacionadas con las industrias y actividades económicas de la 39 VIÑAO FRAGO, Antonio: Escuela para todos. Educación y modernidad en la España del siglo XX. Madrid, M. Pons Historia, 2004, p. 148. 40 R. D. de 19 de mayo de 1911, Gaceta 20. 41 En la práctica, las disposiciones aclaratorias o complementarias de las normas básicas mencionadas son abundantes. Citemos aunque solo sean las más generales: R. O. de 28 de octubre de 1906, R. D. 4 de abril de 1913, R. O. de 30 de septiembre de 1917, R. O. 25 de noviembre de 1918 y O. de 26 de octubre de 1934.
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zona. En cualquier caso, con todas las deficiencias y limitaciones que se quiera, el esfuerzo alfabetizador adulto había sido considerable desde las algo más de cinco mil clases adultos de 1903 a las casi veintidós mil quinientas en 1933, con un total de casi seis millones de inscritos, según el autor mencionado.42 Aunque no dejase de planear sobre el impuso educativo general de toda esta época, la formación de adultos era en la práctica un nivel formativo que tocaba de forma muy tangencial al campo específico de la formación técnico-profesional que ahora tenemos entre manos. En este terreno propiamente dicho, la política seguida en el cambio de siglo, y especialmente la de los dos primeros ministros de Instrucción Pública, se orientó, por una parte, a equilibrar los estudios humanísticos clásicos de los Institutos con nuevas disciplinas de carácter técnico y a reordenar globalmente, por otro, los ciclos bajo y medio de casi toda la enseñanza profesional existente. En parte, ya en la época inmediatamente anterior, bajo el impulso regeneracionista del general Polavieja, se había desbrozado la senda por donde habían de transitar los nuevos ministros. Por decreto de Luis Pidal y Mon de 4 de enero de 1900 (Gaceta 5), en efecto, se reunía toda la red de Escuelas de Artes y Oficios y de Escuelas provinciales de Bellas Artes en unas nuevas Escuelas de Artes e Industrias, graduadas en Elementales y Superiores y divididas cada una de ellas en dos secciones: técnica y artística. Como era habitual, las clases serían nocturnas y, del mismo modo, las distintas escuelas reproducirían la jerarquía acostumbrada del sistema académico español: solo Madrid gozaría de una Escuela Superior con programa completo; la de Barcelona tendría una enseñanza técnica elemental y una artística superior y el resto de escuelas se mantendría por el momento en el nivel elemental. En el caso de que alguna Escuela de las llamadas a integrarse tuviese organizada una carrera superior de Bellas Artes se mantendría VIÑAO FRAGO, Antonio: Escuela para todos..., p. 149. Otro historiador de la educación, TIANA FERRER, Alejandro (Maestros, misioneros, militantes. La educación de la clase obrera madrileña, 1898-1917. Madrid, MEC, 1992) minimiza el alcance: «Tuvieron una acción limitada en el proceso de educación, p. 243. Sobre la educación de adultos, pp. 238-243. En este libro también, pp. 200-220, un seguimiento de las reformas de la enseñanza profesional, con algunas valoraciones diferentes a las que siguen a continuación. Sobre la zona valenciana, incluyendo también la formación profesional, LÁZARO LORENTE, Luis Miguel: «La educación de adultos en Valencia (1875-1915)», en Cuestiones histórico-educativas. España, siglos XVIII-XX, Rosa Calatayud Soler y otros. Valencia, Universitat de Valencia, 1991, pp. 135-178. 42
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en su integridad, recibiendo la nueva Escuela unificada la denominación de Escuela de Artes e Industrias y de Bellas Artes. El primer ministro de Instrucción Pública, García Alix, recibió como herencia la obligación de gestionar el ajuste a la nueva estructura. Lo hizo en sendas disposiciones de mayo y julio de 1900 referidas a los planes de estudio y la adaptación del profesorado de la Central y las siete de distrito de las antiguas de Artes y Oficios.43 Y muy poco después será el turno de las más problemáticas de Bellas Artes. Al decir del ministro, estando hasta ese momento sometidas al régimen de financiación por las instituciones locales, sus responsables pudieron ver en la disposición un subterfugio para desprenderse, al menos parcialmente, de sus compromisos financieros, a pesar de las normas taxativas dadas en la disposición de enero en el sentido de que tales instituciones reintegrarían al Estado las cantidades que los créditos presupuestos consignasen a partir de entonces para el sostenimiento de tales enseñanzas en las nuevas Escuelas. Así lo ratificaba de nuevo en la disposición de julio de ese año, donde se establecían las normas de adaptación al nuevo régimen de las provinciales de Bellas Artes. En principio, pues, independientemente de estas dificultades, la red oficial de escuelas de formación profesional técnica y artística se engrosaría teóricamente con diez nuevos centros: los de Barcelona, Cádiz, Coruña, Granada, Málaga, Oviedo, Palma de Mallorca, Sevilla, Valencia y Zaragoza.44 El ministro completó además su obra con una disposición de 25 de mayo de ese año en la que establecía para las Escuelas Normales y para los Institutos, en las poblaciones donde no existiesen Escuelas especiales de Artes e Industrias, la obligatoriedad de impartir algunas clases nocturnas para alumnos obreros en disciplinas de carácter práctico y adaptadas a las características económicas de la comarca.45 Pero el proyecto más ambicioso y coherente en este terreno vino de la mano del siguiente ministro de Instrucción, el conde de Romanones. Su objetivo fue integrar la mayor parte de la enseñanza profesional de grado elemental y medio en unos recreados Institutos Generales y Técnicos que respondiesen, según decía en la Exposición, «a las necesidades tan varias como son las de la moderna vida comercial, industrial y científica». Para ello incorporaba a los Institutos, además de los estudios ordinarios de Bachiller, los elementales y superiores de Magisterio y los elementales R. O. de 26 de abril de 1900, Gaceta 2-V y de 7 de julio de 1900, Gaceta 9. R. O. de 17 de julio de 1900, Gaceta 18. 45 R. D. de 25 de mayo de 1900, Gaceta 26. 43 44
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de Agricultura, Industria, Comercio y Bellas Artes. Como en el caso del bachillerato, tales estudios proveerían a los alumnos del nivel exigido, bien para el acceso a las instituciones respectivas de grado superior, bien para la incorporación al mercado de trabajo provistos de certificados de aptitud, según los casos, como Maestros elementales y superiores, Prácticos agrónomos y Peritos agrimensores, Prácticos o Peritos industriales y Contadores de Comercio. Todos ellos daban además acceso automático a las escuelas superiores respectivas: a las de Comercio que se creaban en Alicante, Barcelona, Bilbao, Málaga y Madrid; a las superiores de Artes Industriales (en Barcelona, Córdoba, Granada, León, Valencia, Zaragoza, Sevilla y Toledo) y de Bellas Artes, que volvían a organizarse, estas últimas, separadas de las Escuelas industriales; a las superiores de Industrias (en Madrid, Alcoy, Béjar, Gijón, Cartagena, Las Palmas. Tarrasa, Vigo y Vilanova y la Geltrú); y a las Escuelas Superiores de Ingenieros Industriales de Barcelona y Bilbao, y a la nueva de Madrid, que se creaba por el mismo decreto. Por último, los nuevos Institutos recogían la formación obrera en forma de una escuela gratuita de enseñanza elemental nocturna y de contenidos básicamente prácticos.46 Una reforma tan generalizada de la enseñanza media no podía pasar obviamente desapercibida para los más diversos grupos sociales y profesionales afectados de algún modo por las medidas adoptadas. La oposición parlamentaria comenzó efectivamente una vez concluido el paréntesis veraniego y se explayó en el Congreso de la mano de los diputados marqués de Figueroa y Eduardo Vincenti.47 Pero Romanones, que tan bien conocía los hábitos de la política menuda, decía en sus memorias de 1924 que fue en definitiva el profesorado oficial «el que resistió a aquel injerto».48 El diputado liberal Eduardo Vincenti presentaba en la sesión del Congreso del 19 de noviembre los testimonios de quince publicaciones pedagógicas hostiles al conjunto de la reforma o a aspectos concretos de ella.49 R. D. de 17-VIII-1901, Gaceta 19-VIII. Reglamento de 29 de septiembre de 1901, Gaceta 2-X. 47 Diario de Sesiones de Cortes. Congreso de los Diputados, 59, 13-XI-1901, pp. 14421450, e Ibídem, 14-XI-1901, pp. 1471-1476. 48 ROMANONES, Conde de: Notas de mi vida, p. 180 de la edición de Madrid-Barcelona, Marcial Pons, 1999, Prólogo de Javier Moreno Luzón. 49 Eran los siguientes: El Clamor del Magisterio, de Barcelona; La Segunda Enseñanza, de Madrid; El Eco Mercantil, de La Coruña; El Museo Escolar, de Sevilla; El Magisterio Español, de Madrid; El Magisterio Turolense; El Defensor del Magisterio, de Gerona; El Defensor, de Granada; Diario del Magisterio, de Madrid; Boletín del Magisterio Extremeño, 46
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En la Asamblea de Enseñanza, celebrada en Madrid entre los días 17 y 21 de diciembre de ese año, por iniciativa de la Liga Protectora de
la Educación, que dirigía Vincenti, movilizadora de una importante masa de opinión profesional, la oposición a este punto concreto del regeneracionismo pedagógico se puso claramente de manifiesto: «los estudios de aplicación no son propios de segunda enseñanza —decía una de las conclusiones— [...] y deben llevarse a las Escuelas de Artes e Industrias, de Agricultura, de Comercio o de Náutica».50 La reforma, en efecto, no llegó a sobrepasar el período de gestión de los dos ulteriores ministros de Instrucción Pública, en buena medida, como el propio Romanones pudo ya comprobar de inmediato por sí mismo, porque no terminaron de llegar los créditos presupuestarios precisos para llevarla adelante. Su sucesor en el Ministerio, Gabino Bugallal, comenzó por desgajar de los Institutos las enseñanzas industriales y de Bellas Artes,51 conforme a lo solicitado en la Asamblea de Enseñanza de 1901. Posteriormente reformó algunos extremos de los estudios generales de Bachillerato al objeto de «aligerar» un poco el plan de Romanones, cuya acumulación de asignaturas había originado «reiteradas reclamaciones de los escolares y de sus familias», de la «prensa profesional y política», de «jefes de establecimientos de segunda enseñanza y de los catedráticos mismos, ya en sus individuales y cotidianas incitaciones, ya en sus Asambleas».52 Por último, volvió a unificar los estudios de Magisterio dentro de las Escuelas Normales, sin perjuicio de mantener los elementales en los Institutos allí donde no existiese Escuela Normal.53 Y finalmente, un nuevo ministro conservador, Lorenzo Domínguez Pascual, desgajará del plan de 1901 los estudios de Agricultura.54 En un aspecto permaneció vigente la reforma, no obstante: en el mantenimiento de la tercera escuela de Ingenieros Industriales, la Central, creada en el decreto de agosto de 1901 como culminación de la reorganización integral de la enseñanza técnica planeada. de Badajoz; El Magisterio Gallego; Diario del Magisterio, de Barcelona; El Magisterio Valenciano; La Escuela Moderna, de Madrid y El Monitor, de Barcelona: D. S. C. C., 64, 19-XI-1901, pp. 1608-1609. 50 Asamblea Nacional de Amigos de la Enseñanza. Sesión de Clausura, Conclusiones. Madrid, 1902, p. 28. 51 R. D. de 1 de septiembre de 1903, Gaceta 5-IX. 52 R. D. de 6 de septiembre de 1903, Gaceta 18-IX. 53 R. D. de 24 de septiembre de 1903, Gaceta 26-IX. 54 R. D. de 30 de julio de 1904, Gaceta 2-VIII.
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La rectificación general del proyecto de 1901 sólo llegará en 1906, obra de Amalio Gimeno, por medio de un decreto donde se aplicaba el plan de estudios industriales de Romanones, pero algo más simplificado y remodelado en forma de un curso preparatorio y cuatro comunes, previos a todas las enseñanzas propiamente profesionales de peritos industriales en diversas especialidades (mecánico-electricistas, químicos industriales), aparejadores y peritos artísticos, de manera que, en la práctica, se recuperaba con carácter general el modelo de enseñanza técnica graduada impartida enteramente en las anteriores Escuelas de Artes e Industrias, renunciando al compartido entre Institutos y Escuelas del plan Romanones. Además se recuperaban los tradicionales estudios para la mujer que impartía la Central de Madrid y se creaban las especialidades nuevas de Taquigrafía y Mecanografía.55 En la práctica, ese cambio se confirmó al año siguiente con el decreto de 6 de agosto de 190756 del siguiente ministro, Faustino Rodríguez San Pedro, en el que manteniendo la estructura diferenciada entre Escuelas de Artes Industriales y Escuelas de Industrias se apuntaba hacia algunas tendencias muy significativas a la vez de los problemas tradicionales de este tipo de enseñanza y de los cambios que más adelante van a experimentar, vinculados algunos a la experiencia de pensiones que constituyen el objeto de este estudio. Por de pronto, se insistía todavía más en retomar un primer nivel de enseñanza teórico-práctica dirigida a los obreros, que había sido la gran perdedora en las disposiciones reorganizadoras de los últimos años, al reforzar los niveles educativos medios. Estos no cabían, según decía el propio ministro en el preámbulo, «en los estrechos límites de las primeras horas de la noche» y resultado de ello había sido el abandono de los obreros que antes buscaban en las Escuelas de Artes y Oficios «la instrucción especial requerida para el acertado ejercicio de sus respectivas profesiones». A partir de ahora se buscaría que esas enseñanzas básicas teórico-prácticas tuviesen una «virtualidad por sí mismas», sin dejar de ser al mismo tiempo, en su organización graduada y sistemática, el nivel inferior de los estudios superiores de peritaje. Con este doble sentido se recuperaba también la formación en antiguas especialidades, como fogoneros y maquinistas, prácticamente en desuso como consecuencia de aquella inclinación hacia
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R. D. de 23 de septiembre de 1906, Gaceta 25. Gaceta 9-VIII. Reglamento subsiguiente de 6 de agosto de 1907, Gaceta 10-VIII.
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las titulaciones de tipo medio, y se ratificaba una nueva disciplina creada por R. D. de 2 de noviembre de 1906,57 aunque todavía sin implantación efectiva, orientada al adiestramiento práctico en conducción y reparación de automóviles. Un segundo aspecto muy significativo era el de ratificar expresamente la posibilidad de diversificar las enseñanzas en las Escuelas Superiores de Industrias de otras ciudades de acuerdo con las demandas particulares de cada medio económico —las comprendidas en la sección de enseñanzas especiales— aunque respetando los planes, titulaciones y cuestionarios de reválida fijados con carácter general en la disposición. Por lo demás, por primera vez una norma reorganizativa de este género hacía mención a la experiencia de pensiones de estudiantes y obreros en el extranjero —que había comenzado en 1903 según reseñaremos más adelante— al concederles preferencia en la ocupación de plazas de personal técnico subalterno encargado de las clases prácticas (art. 43 del Reglamento), si bien dejando constancia al mismo tiempo de la propia indefinición de la nueva experiencia, puesto que se añadía que tal preferencia estaba condicionada a la calificación favorable de los trabajos de pensión por parte de la «Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas». En conclusión, todo parece indicar que las enseñanzas técnicas iban adquiriendo poco a poco carta de naturaleza en el mercado de trabajo artesanal e industrial, aunque ciertamente con mayores dificultades de las previstas y que lo definitivo en este terreno no era tanto la iniciativa ministerial como las demandas efectivas de mano de obra técnica por parte de las fuerzas económicas locales. Ramón Alberdi ha trazado para Barcelona y su comarca las vicisitudes de tal fructífera relación desde la sacudida del 98 hasta la constitución de la Escuela Industrial de 1904, así como el cómputo de las fuerzas vivas de la ciudad que lograron darle el impulso definitivo. La reforma de la enseñanza industrial había sido un objetivo omnipresente en todas sus iniciativas cívicas y políticas, desde el mensaje de los cinco presidentes a la Regente en 1898, el polaviejismo catalán o las negociaciones del Fomento del Trabajo Nacional con el gobierno Silvela en los primeros meses del nuevo siglo. El decreto de 1904, decía el ministro Domínguez Pascual, era el resultado de todo ese
57 Gaceta 17-XI. El decreto era además una modificación parcial del de 23 de septiembre, con algunas otras modificaciones del plan de estudios, que preludiaban ya el de 6 de agosto de 1907.
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impulso, en el que se había empeñado con especial energía en su etapa decisiva la Escuela de Ingenieros Industriales de la ciudad.58 La nueva Escuela Industrial creada, en realidad un Politécnico, venía a integrar los tres niveles de la enseñanza industrial —las Escuelas de Artes y Oficios de titularidad provincial y municipal existentes, la de Ingenieros y las de tipo intermedio que se creasen en el futuro— y estaría regida por un patronato integrado por las organizaciones promotoras del nuevo organismo y por todas aquellas que colaborasen económicamente con él en el futuro, incluido el propio Estado, que conservaba la titularidad oficial de la Escuela Superior y que comprometía las 75.000 ptas. consignadas al proyecto en el presupuesto en curso y la voluntad de conservar esa asignación en los próximos nueve años. Instalada en la antigua fábrica Batlló en 1906 la nueva Escuela será a partir de este momento una referencia imprescindible en la formación industrial de los menestrales obreros barceloneses y en la apertura hacia las nuevas exigencias formativas que iba demandando el medio industrial. No es de desdeñar su ejemplo, porque constituía el modelo más general de integración de los distintos niveles de la enseñanza técnica desligados muy significativamente del apéndice «artístico» de connotaciones artesanas. Aun sin la referencia última a la Escuela Superior, eso mismo se estaba produciendo en instituciones equivalente de otros lugares, como Cádiz, Sevilla, Tarrasa o Valencia, ciudad esta última en la que su Escuela adoptó la misma denominación de Industrial y llegó a recibir también el concurso económico del Estado.59 Pero esta fructífera relación entre enseñanza y medio industrial, aun limitada en sus resultados, estaba muy lejos de repetirse en todas partes, a pesar de las mencionadas tentativas al respecto. La exposición al decreto de junio de 1910 con el que el conde de Romanones, de nuevo ministro de Instrucción Pública en el Gabinete Canalejas de aquel año, volvía a ocuparse del tema era toda una declaración de impotencia respecto a los resultados de este programa reformista, al menos en algunos de los 58 Sobre todo ese impulso, LUSA MONFORTE, Guillermo: Inquietudes y reformas de cambio de siglo: el proyecto de la nueva Escuela Industrial (1899-1910). Documentos de la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona, 12. Barcelona, Escola Tècnica Superior d’Enginyeria Industrial de Barcelona..., 2002. 59 Creada oficialmente por R. D. de 19 octubre de 1906, Gaceta 20, con cargo a los presupuestos municipales y provinciales, desde enero de 1911, según el R. D. de 21 de octubre de 1910, Gaceta 23-X, el Estado se hizo cargo de los gastos del personal docente.
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objetivos perseguidos. La «inmensa mayoría» de los obreros matriculados en las escuelas abandonaban su curso y las enseñanzas técnicas, lejos de aumentar, disminuían de año en año. El planteamiento —decía— estaba viciado desde su origen, porque muchas de las enseñanzas para obreros puestas en marcha, incluso en las Escuelas de Artes e Industrias, se concebían como «supletorias y ampliadoras de la primera enseñanza» y tenían un carácter oral y nada práctico. Lo que estaba en cuestión era, pues, aquello que el propio ministro enfatizaba como «problema del aprendizaje». Una lógica equivalente, solo que en dirección contrapuesta, parecía mover los estudios superiores de estas escuelas, respecto a los cuales «un excesivo celo de los Profesores», «dando a sus explicaciones demasiada amplitud y sobre todo demasiada elevación» terminaba por hacerlos «inaccesibles» para muchos que buscaban en ellos la habilitación para las funciones prácticas de la titulación de peritaje. El diagnóstico parecía referirse, pues, a dos problemas que había tenido que afrontar desde el principio este tipo de escuelas. El primero era la jerarquía académica en que habían sido situadas, incluso la puramente burocrática de su profesorado, que tendía a elevar su categoría oficial emplazando estos estudios en el escalafonamiento automático de los grados últimos de la enseñanza técnica y, lo que es más importante, en concurrencia con los ingenieros por la captación de los recursos profesionales, una concurrencia conflictiva que había partido del artículo 4º del decreto de 20 de agosto de 1895,60 más arriba reseñado, y a la que también había contribuido el propio Romanones con su decreto de 1901. Ello había dado lugar desde aquellas fechas a algunas gestiones de los títulos interesados de peritaje en demanda de una efectiva delimitación de las respectivas competencias de peritos e ingenieros, dando lugar a una primera tentativa en este sentido por la R. O. de 29 de agosto de 190361 y a su definitivo complemento por la de 22 de enero de «Aprobado un grupo de enseñanzas profesionales, se expedirá a los alumnos el título correspondiente, previo examen de reválida y pago de 25 pesetas. El Gobierno determinará los cargos para cuyo desempeño serán preferidos los que posean los títulos de que se trata», Gaceta 23-VIII-1895. 61 R. O. de 29 de agosto de 1903, Gaceta 30, dada a instancias de Antonio Mayoral y Escacho en representación de los peritos mecánicos electricistas. Se decía allí que aquellos títulos tendrían preferencia para servir como ayudantes de los ingenieros industriales sobre cualquier otro aspirante que no acreditase haber cursado estos o más elevados estudios; para firmar proyectos o realizar obras particulares cuya importancia no exigiese la intervención del ingeniero; para informar como peritos en cuestiones de su especial 60
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1907.62 Unas disposiciones que obviamente no cerraban el pleito y cuyos
ecos volverán a resonar en las reformas de las enseñanzas industriales de la época de Primo de Rivera, como más adelante veremos. El segundo problema derivaba directamente del anterior puesto que, en las condiciones mencionadas, la formación técnica elemental se diluía en un mero complemento de la enseñanza primaria, sin que el tipo de enseñanza impartida, en sus contenidos y en sus métodos, se aproximasen lo más mínimo a las exigencias profesionales prácticas que se suponían consustanciales a este nivel formativo. En consecuencia con todo ello la disposición de Romanones de 1910 preveía la división de los estudios hasta entonces cursados en las Escuelas Elementales y Superiores de Industrias y en las Elementales y Superiores de Artes Industriales en dos niveles graduados: Primera y Segunda Enseñanza Técnica, que se impartirían en sendas Escuelas, separadas administrativamente,63 denominadas respectivamente Escuelas de Artes y Oficios y Escuelas de Industrias. Las enseñanzas serían nocturnas en las de Artes y Oficios e incorporarían una importante novedad: la creación de talleres adecuados a las características económicas de la comarca, en colaboración con los agentes profesionales y científicos interesados de la localidad, y la adscripción a ellas de los existentes en las escuelas ahora reformadas. En cuanto a las Escuelas de Industrias, mantendrían en lo fundamental el plan de estudios del Reglamento de 1907, impartiendo en horario nocturno los cursos generales y en diurno los de especialización, cursos, estos últimos, que, se decía expresamente, tenderían en su extensión y contenidos a acomodarse a las exigencias de los exámenes de ingreso en las Escuelas de Ingenieros. No era ésta la única concesión frente a los propósitos de compartimentación, al menos relativa, de los estudios a que tendía la reforma, a fin de dar respuesta autónoma a las diferentes exigencias de formación que demandaba el mercado de competencia; y finalmente, serían preferidos en el Ministerio de Instrucción Pública, y recomendados por éste a los demás Ministerios, para la provisión de aquellas plazas que requiriesen conocimientos técnicos de su especialidad. 62 R. O. de 22 de enero de 1907, Gaceta 28, rectificada en Gaceta 2-II, dada a instancias de Alfredo López Álvarez, presidente de la Asociación de Peritos Industriales. A las atribuciones ya mencionadas se añadía ahora la capacidad para firmar toda clase de proyectos de su especialidad, y dirigir su realización, siempre que la potencia de la instalación de que se tratase no excediese de 25 caballos para aplicaciones de la industria particular. 63 Aunque por el momento esta separación administrativa se consagraba únicamente, a modo de prueba, en las de Madrid.
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mano de obra artesanal e industrial. Se preveía también que en el caso de que un alumno obrero lograse por méritos propios escalar los sucesivos grados formativos hasta acceder a una Escuela de Ingenieros gozaría durante su permanencia en ella de una pensión anual de 1000 pesetas, en tanto mantuviese el mismo nivel de esfuerzo.64 Como le sucedió en 1901, Romanones logró marcar de nuevo una tendencia, pero no imponerla en sus detalles. Muy poco después, su sucesor en el cargo, el también liberal Julio Burell, dejó sin efecto la disposición pretextando dificultades prácticas de aplicación al curso entrante y, aunque lo recuperará casi de inmediato,65 fue solo un paréntesis para la reforma, que llegó en diciembre de ese año. No respondía ésta tanto a un nuevo criterio, afirmaba, cuanto a una aclaración del decreto de junio. En la práctica, siendo eso cierto en gran medida e incluso reafirmándolo con la unificación del profesorado de los dos niveles, dejaba en el camino algunos de los objetivos expresos más comprometedores para los recursos presupuestarios venideros o que más rompían con el status quo anterior, en concreto la prescripción expresa de creación de talleres y de su ubicación, precisamente, en las escuelas de nivel inferior o la desvinculación orgánica de estos estudios con los de ingeniería industrial. En este caso se retornaba al derecho de los titulados superiores de este nivel al ingreso sin examen en aquellas escuelas superiores.66 En cierto modo la desconfianza del ministro acerca de los disponibilidades presupuestarias futuras para tales compromisos, con ser natural, iba esta vez demasiado lejos, puesto que desde 1906 se había abierto una línea de crédito presupuestario al respecto, que será permanente a partir de entonces y que recibirá un gran espaldarazo organizativo con la creación en 1911 del Instituto de Material Científico, a través del que en adelante se canalizarán las compras.67 Incluso algún R. D. de 8 de junio de 1910, Gaceta 10. RR. OO. de 22 de agosto, Gaceta 24, y 21 de septiembre, Gaceta 22. 66 R. D. y Reglamento de 16 de diciembre de 1910, Gaceta 28. 67 Los créditos afectaban tanto al material científico de las cátedras de las Facultades como a los laboratorios de los Institutos y a los talleres, laboratorios y jornales de los maestros de taller de las Escuelas de Artes e Industrias. Desde el presupuesto para 1911 las cantidades se unificaron en un único capítulo dentro de los gastos generales de Instrucción Pública (500.000 ptas.), a propuesta del Instituto que había de encargarse de la organización. Sobre el Instituto de Material Científico se ha ocupado en varias ocasiones Ana ROMERO, especialmente en «Dos políticas de instrumental científico: el Instituto de Material Científico y el Torres Quevedo», en el monográfico En torno a la historia del 64 65
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tiempo después otro ministro, Ruiz Jiménez, retomará los aspectos preceptivos del decreto de Romanones, al disponer la creación de un taller en cada una de las Escuelas de Artes y Oficios y de Industrias, sin perjuicio de que, allí donde ya existiese, se aplicasen los recursos afectados a su renovación y enriquecimiento.68 Con todo ello, al cabo de más de diez años del inicio de este impulso regenerador educativo, no cabe duda de que la enseñanza técnica y profesional, particularmente el adecuado enfoque de sus estudios y la singularidad de sus recursos, comenzaba a asentarse con más o menos firmeza en la política del Ministerio de Instrucción Pública. Todavía hubo un intento en 1915 de retornar al modelo de las anteriores Escuelas de Artes e Industrias,69 pero «ante el revuelo que produjo», al decir de Novo Miguel,70 a partir del restablecimiento de las disposiciones de 1910 al año siguiente por parte de nuevo de Julio Burell, el modelo permanecerá en lo básico inalterable hasta las reformas de la etapa de Primo de Rivera casi diez años más tarde. En esta última disposición de Burell, en todo caso, se entraba en una cuestión —las escuelas de aprendizaje ya oficiales o las que en el futuro asumiera el Estado— que constituirán uno de los más novedosos aspectos de las reformas futuras.71 De esta forma, al cabo de más de un cuarto de siglo desde el inicio del impulso regeneracionista pedagógico de final del XIX, el panorama cuantitativo de este tipo de enseñanzas se había modificado en buena medida (Apéndice 3), aunque en términos absolutos las cifras —las controladas oficialmente— tampoco resultasen excesivamente llamativas. Resulta bastante evidente, no obstante, que no se encontraban contabilizadas ahí todo un amplio conjunto de iniciativas de formación, incluida CSIC, José Manuel Sánchez Ron (comp.), Arbor, CLX, 631-632, julio-agosto, 1998, pp. 359-386 y «Regeneración e instrumentación científica», Los significados del 98. La sociedad española en la génesis del siglo XX. Octavio Ruiz Manjón y Alicia Langa Laorga (eds.). Madrid, Fundación ICO-Biblioteca Nueva-Universidad Complutense de Madrid, 1999, pp. 716-724. 68 R. O. de 12 de agosto de 1913, Gaceta 18. 69 R. D. y Reglamento de 18 y 19 de agosto de 1915, Gaceta 24, obra del conde de Esteban Collantes. 70 NOVO MIGUEL, Luciano: La enseñanza profesional obrera y técnico industrial en España. Barcelona, 1933, p. 12. 71 R. D. de 10 de julio de 1916, Gaceta 15. Con respecto a las escuelas de aprendizaje, al año siguiente el Estado asumirá la que desde 1888 tenía en marcha la antigua de Escuela de Artes y Oficios y entonces Industrial de Gijón, R. O. de 9 de junio de 1917, Gaceta 11.
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la de tipo industrial y profesional, llevadas a cabo por instituciones, partidos o sindicatos, sobre las que están incidiendo cada vez más las investigaciones monográficas locales. En términos relativos el avance estadístico controlado resulta, sin duda, muy destacable. El número de alumnos se había más que triplicado entre 1912 (12.443) y 1932-33 (39.637). Hasta la propia minuciosidad de los datos reflejados en el Anuario Estadístico de España parecían confirmar una más atenta mirada oficial sobre este segmento tradicionalmente relegado de la enseñanza pública.
3. TITULACIONES Y MERCADO DE TRABAJO Con frecuencia, confrontado el mercado de trabajo técnico a todas las limitaciones que se han señalado, fue práctica común en las empresas la utilización de técnicos titulados extranjeros, procedentes de los países de origen de las inversiones. En realidad, la inquietud que producía este fenómeno latía ya en las iniciales disposiciones sobre enseñanza técnica. Al crear escuelas industriales —se decía en el preámbulo del decreto de 1850 reseñado más arriba— la juventud tendrá una alternativa que le aparte de las facultades superiores, «a que afluye hoy en excesivo número, y se dedicará a las ciencias de aplicación y a profesiones para las cuales hay que buscar en las naciones extranjeras personas que sepan ejercerlas con todo el lleno de conocimientos que exigen».72 Igualmente, en el decreto de Ruiz Zorrilla de 7 de noviembre de 1868 recomponiendo los estudios prácticos nocturnos en el Conservatorio de las Artes de Madrid se hacía una condena expresa de la dependencia técnica en que se encontraba España, «lo que obligaba a acudir a artistas extranjeros para adquirir y conservar las más sencillas máquinas de nuestros talleres». En el cambio de siglo, tal preocupación ocupaba un lugar destacado en las intenciones reformistas ministeriales. Resultan muy significativas a este respecto las cifras proporcionadas por una encuesta promovida por el ministro, conde de Romanones, en 1901, como base de sus proyectos de reforma en este campo, según la cual trabajaban en la industria española en aquel momento 1386 técnicos extranjeros de diversa titulación, originarios de 12 países europeos, y aun para que los datos se Colección Legislativa de España, 1850, Tomo LI, Madrid, Imprenta Nacional, 1850, pp. 5-6. 72
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La regeneración técnica
aproximasen a la verdad, según el ministro, habría que agregar «un 50 % a las cifras globales».73 De hecho, el mapa de su localización y de sus orígenes nacionales respondía en sus grandes trazos a los rasgos convencionales que los estudios económicos e industriales han trazado sobre la localización y la procedencia de los recursos financieros de la industrialización española del siglo XIX. No es precisa una revisión pormenorizada de los datos. Nos aportarían algunas tendencias inequívocas en algunos casos, muy inciertas en otros, puesto que la movilidad de la mano de obra respondía de igual manera a imponderables difíciles de controlar totalmente. A partir de la publicación de la obra de Teresa Tortella sobre la financiación exterior de la economía española, en todo caso, la tarea de identificar tendencias e indicios resulta mucho más fácil.74 En términos generales, si las cifras refuerzan el mapa convencional sobre las zonas más pujantes de desarrollo industrial, que se corresponden con las de mayor presencia y diversidad nacional de los técnicos extranjeros, pueden llegar también a desdibujarlo parcialmente, en el sentido de que las grandes líneas de interés de la inversión exterior del siglo XIX fueron la minería y los ferrocarriles y estos sectores se repartían de manera aleatoria por toda la península. Quedan claros, no obstante, algunos casos, como los de Huelva o Cádiz, donde el capital y los técnicos ingleses dominaron la minería del cobre (Río Tinto) y el comercio de vinos de Jerez, así como el almacenaje y comercialización de carbones en la capital gaditana. Se les ha visto en la minería del plomo, plata y mercurio de Almadén, Datos publicados por R. O. 10-VII-1901, Gaceta 12-VII. TORTELLA, Teresa: Una guía de fuentes sobre inversiones extranjeras en España (1780-1914). Madrid, Archivo del Banco de España, 2000. Sus datos han complementado considerablemente los hasta ahora disponibles, a partir sobre todo de las obras de CAMPILLO, Manuel: Las inversiones extranjeras en España (1850-1950). Madrid, s.e., 1963; BRODER, Abraham Albert: Le rôle des intérêts économiques étrangers dans la croissance de l’Espagne au XIXème siècle, 1767-1924. Lille, Atelier National de Reproduction des Thèses, 1984. También, poniendo bastante el acento en las inversiones alemanas, PLATT, D. C. M.: «Las finanzas extranjeras en España, 1820-1870», Revista de Historia Económica, 1, 1983, pp. 121-150. Una valiosa monografía al respecto, LOSCERTALES, Javier: Deutsche Investitionen in Spanien, 1870-1920. Stuttgart, Franz Steiner, 2002. Un resumen en «Inversiones alemanas en España, 1870-1920, Actas del VII Congreso de Historia Económica de Santiago de Compostela (Septiembre, 2005), en http://www.usc.es/estaticos/congresos/histec05/b14_loscertales.pdf. En la misma línea, un valioso trabajo reciente actualizando las grandes líneas de la inversión francesa en España, CASTRO BALAGUER, Rafael: «Historia de una reconversión silenciosa. El capital francés en España, c18001936», Revista de Historia Industrial, XVI, 33, 2007, pp. 81-118. 73
74
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Francisco Villacorta Baños
Centenillo,75 Linares y La Carolina,76 aunque su capital estaba también de forma muy destacada en la del hierro de Vizcaya. En esta provincia los intereses británicos estaban diversificados además en la metalurgia, el ferrocarril, la telegrafía y los textiles. En Sevilla se les podía encontrar lo mismo en la minería del hierro y en el ferrocarril que en el negocio de vinos, en la industria del corcho, en la de cerámica o en la de construcción. Los de nacionalidad francesa dominaron sin comparación en casi todos los lugares. En general, según hemos señalado, minería y ferrocarriles constituyeron sus dominios preferidos. Bajo esta hipótesis se puede explicar la destacada presencia de sus técnicos en Almería, Ciudad Real, Córdoba, Jaén, León, Logroño y Oviedo. Superponiéndose a estos sectores, en otras provincias la inversión de este país gozaba de una presencia ya antigua —o durante las últimas décadas del siglo había iniciado una diversificación— en sectores como la metalurgia (Oviedo, Córdoba, Vizcaya), la electricidad y equipamiento eléctrico (Ciudad Real, Jaén, Guipúzcoa, Valencia), los textiles (Gerona, Valencia), la industria química (Vizcaya, Valencia, Sevilla), corcho (Gerona, Sevilla), obras públicas (Guipúzcoa, Vizcaya, Zaragoza), construcción metálica (Zaragoza), vidrio (Vizcaya, Oviedo,77 Madrid y Barcelona), tabacos (Sevilla), banca, alimentación y obras públicas (Guipúzcoa).
75 Un auténtico pueblo nuevo, inglés en su ordenada concepción urbanística y social, andaluz en su estética y en su sociabilidad popular, según Luis GARCÍA SÁNCHEZ-BERBEL, desde que los ingenieros ingleses de las familias Römer, English y Haselden comienzan la explotación de las minas a lo largo del último tercio del siglo XIX: El Centenillo, un pueblo andaluz y minero. Madrid, Cyan, 1993. Del mismo autor, sobre las explotaciones, El Centenillo, historia de las explotaciones mineras. La Carolina, Centro de Estudios sobre Nuevas Poblaciones Miguel Avilés, 2000. 76 MUÑOZ DUEÑAS, María Dolores: «Minería e industria: ingenieros ingleses en España (1870-1920)», en Doctor Jordi Nadal. La industrializació i el desenvolupament econòmic d’España/La industrialización y el desarrollo económico de España. Editors: Albert Carreras, Pere Pascual, David Reher, Carles Sudrià. Coordinador: Miquel Gutiérrez. Barcelona, Universitat, 1999, Vol. 2, pp. 874-889. Su estudio está basado en las listas de «Associates» y «Old Students» de la Royal School of Mines, según el registro de 1920. 77 Según los datos recogidos por MARCOS VALLAURE, Emilio: «Datos sobre el personal y la producción de La Industria», en Museo de Bellas Artes de Asturias: Arte e industria en Gijón (1844-1912). La fábrica de vidrios Cifuentes, Pola y Cía. (Exposición). Dirección y preparación Emilio Marcos Vallaure, 19 enero/3 marzo. Oviedo, 1991) dicha fábrica tenía en 1848 veintisiete extranjeros del total de 176 empleados; en 1891 eran 71 de 580, p. LXXIII. Los nombres de algunos de los extranjeros que trabajaron en la fábrica, en una buena parte franceses, pp. LXXVII-LXXXIX.
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La regeneración técnica
Menos importante, la inversión belga —y sus técnicos— siguió al pie de la letra las pautas del capital francés en los dos sectores dominantes mencionados, aunque su presencia durante el siglo XIX, antes del gran empuje de los tranvías eléctricos, solo resulta destacable en Vizcaya, donde estuvo desde el principio en la explotación de las minas de hierro del Somorrostro, en la minería y la metalurgia del zinc de Asturias y otras provincias y en la financiación y explotación de los ferrocarriles de La Robla. En cuanto a los alemanes, llegados algo más tarde a los negocios por excelencia del siglo XIX, estuvieron preferentemente en la industria química barcelonesa y asturiana (explosivos), en la banca (Madrid) y, aunque en segundo plano, en el negocio de la minería del hierro de Vizcaya, en el de alcoholes, electricidad y textiles de esta provincia (ver tabla 1). Sería un error, sin embargo, inferir de estos datos una nueva versión, de nuevo lacerante, de una singularidad o anomalía típicamente española. El fenómeno fue bastante general allí donde se ofrecían circunstancias equivalentes: una nueva fuente de recursos extractivos o industriales, un capital extranjero dispuesto a explotarlos y la existencia en el país de origen de unos recursos técnicos más avanzados, de manera general o en sectores y ramas industriales particulares. No es extraño encontrar en los inicios de una nueva fase económica o en los preliminares de una rama industrial particular las quejas de los inversores locales, cualquiera que sea el lugar y país, sobre las carencias de las técnicas tradicionales o sobre las deficiencias de formación del personal trabajador convocado.78 Allí donde los estudios han sobrepasado la estrecha mirada localista —o incluso la nacional, que es otra forma de localismo— queda bastante patente la importancia de esa forma temprana de transferencia tecnológica que fueron los ingenieros y técnicos desplazados por Europa con sus empresas de origen o simplemente con sus conocimientos a la búsqueda de algún camino industrial inédito o de oportunidades de 78 «La permanencia de ese discurso es tal que hay que reconocerle una parte de realidad y un sentimiento profundo de los empresarios», corroborado por la frecuente apelación a los técnicos y a los contables llegados del exterior, incluso del extranjero, señala Pierre CAYEZ en su análisis del caso de Lyon, en Francia: «Les villes françaises et l’enseignement technique au XIXe siècle», en Instruir le peuple. Éducation populaire et formation professionnelle dans la France du Sud-Est et l’Italie du Nord, XVIIIe-XXe siècles. Grenoble, Universités des Sciences Sociales, 1992, pp. 232-233.
55
Provincias
Ingenieros
1
5
5
Cáceres
Cádiz
Canarias
Castellón
1
Burgos
2
13
3
5
2
1
5
2
14
18
1
Barcelona
1 1
3
Baleares
Badajoz
Ávila
8
5
35
6
3
2
3
40.000
5
8
33
11
1
15.000
50.000
90.000
31.000
4.000
72 500.000
1 Se ignora
11
—
95.000
9
25
6
2
Almería
3 36.000
2
20.000
12
2
9
Sueldos
5
1
Directores de fábricas, Jefes de taller, etc.
Alicante
5
Montadores de máquinas, Mecánicos, Químicos
2
Contabilidad, Tenedores de libros, etc.
—
6
Total
Albacete
Álava
Subdirectores, Jefes de servicio, Contramaestres
Francia
5
2
5
35
1
11
24
4
3
Inglaterra
3
22
1
1
2
1
Alemania
1
1
19
2
Bélgica
2
5
2
Suiza
2
1
Nacionalidad
Holanda
Cargos
1
5
Italia
Tabla 1. Estadística de técnicos extranjeros en España, 1901
Noruega
1
1
Grecia
2
02 Intro+Cap1.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:44 Página 56
Turquía
Bohemia Portugal
6
Granada
7
4
2
León
Lérida
33
Jaén
Huesca
Huelva
Guipúzcoa
4
1
Gerona
Guadalajara
1
Cuenca
Coruña
11
8
Provincias
Córdoba
Ingenieros
Ciudad Real
Montadores de máquinas, Mecánicos, Químicos
11
8
16
12
21
27
2
9
16
Directores de fábricas, Jefes de taller, etc.
12
14
31
8
1
2
3
7
13
Subdirectores, Jefes de servicio, Contramaestres
14
12
35
11
20
2
11
12
Contabilidad, Tenedores de libros, etc.
2
3
10
17
1
8
6
16
10.000
30.000
2
14.000
43 190.000
44 476.000
—
125 750.000
52 150.000
—
29 Se ignora
58 100.000
1
7
44 180.000
8
2
2
20
Inglaterra
1
13
11
11
23
8 106
32
8
19
1
16
24
Total
65 150.000
Sueldos Francia
Alemania
11
9
5
6
20
30
1
4
8
1
Bélgica
6
1
2
7
Suiza
2
1
2
2
Nacionalidad
1
1
Holanda
Cargos
6
Italia
Tabla 1 (cont.). Estadística de técnicos extranjeros en España, 1901
Portugal
4
30
Noruega
1
Turquía
1
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Grecia
Bohemia
1
12
2
3
Lugo
Madrid
Málaga
Murcia
2
2
Salamanca
Santander
Segovia
2
Pontevedra
Palencia
Oviedo
Orense
9
2
Provincias
Navarra
Ingenieros
Logroño
4
8
5
6
4
9
10
7
1
4
3
4
7
2
7
7
5
3
5
10
4
21
7
28
4
Montadores de máquinas, Mecánicos, Químicos
33
Directores de fábricas, Jefes de taller, etc.
3
3
2
3
2
3
27
3
Subdirectores, Jefes de servicio, Contramaestres Contabilidad, Tenedores de libros, etc.
8.000
1
—
27.000 10
80.000 8
70.000
22
21
19
—
125.000
50.000
25.000
—
7
2
5
37
18
Francia
36 180.000 17
10
19
21
121 204.000
30.000
Total
19
Sueldos
1
7
Inglaterra
8
2
29
4
8
31
11
3
Alemania
1
7
1
Bélgica
6
Suiza
2
1
8
1
Nacionalidad
1
Holanda
Cargos
6
Italia
Tabla 1 (cont.). Estadística de técnicos extranjeros en España, 1901
Portugal
19
2
2
Noruega
1
1
02 Intro+Cap1.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:45 Página 58
Grecia
Turquía
Bohemia
Provincias
Ingenieros
10 12
9
73
3
8
Directores de fábricas, Jefes de taller, etc.
47
1
11
4
3
9
13
97
3
14
2
3
3
3
24
1
8
1
2
4
3
Subdirectores, Jefes de servicio, Contramaestres Contabilidad, Tenedores de libros, etc.
9
Total
—
20.000
50.000
7
6
3
6
150.000 18
—
500.000 33
34.000
250.000 26
1.386 5.220.000
46
250
8
53
Francia
486.000 19
10 Se ignora
6
12
54
Inglaterra
4
82
9
2
27
Alemania
7
37
3
6
3
2
44
2
12
2
4
11
2
Bélgica
1
2
1
20
1
Portugal
10
3
1
1
Noruega
7
Bohemia
10
Grecia
Turquía
Fuente: R. O. 10-VII-1901, Gaceta, 12-VII. Recogemos las cifras tal y como aparecen en la Gaceta, aunque en ocasiones las cifras provinciales por cargos no concuerdan exactamente con las correspondientes de nacionalidad, tal vez por la falta de información precisa al respecto sobre alguno de los técnicos.
Total
Zaragoza
Zamora
Vizcaya
Valladolid
9
Valencia
11
3
Toledo
Teruel
1
Tarragona
13
2
20
Montadores de máquinas, Mecánicos, Químicos
Soria
Sevilla
Sueldos Suiza
Nacionalidad
Holanda
Cargos
Italia
Tabla 1 (cont.). Estadística de técnicos extranjeros en España, 1901
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Francisco Villacorta Baños
negocio.79 No faltan, por descontado, en la historia grande de la industrialización europea —Cockerill, Brown, Binswanger y otros que aparecerán en estas páginas— los ejemplos al respecto. La singularidad del caso español no estaría, pues, tanto en el fenómeno en sí mismo de la participación de técnicos extranjeros en las etapas iniciales del desarrollo industrial como en la incapacidad para asentar sobre esa transferencia tecnológica implícita en el capital y en los técnicos extranjeros, en las máquinas importadas, en los modelos de gestión empresarial, un camino propio, instalado entre la propia experiencia tecnológica de la empresa, la política estatal de formación superior y los nuevos instrumentos de experimentación e investigación científica, que son las condiciones, no escritas de antemano, que la investigación establece cada vez con mayor vigor —concluida la era de los modelos cerrados de desarrollo industrial— como fundamento de cada historia singular hacia el desarrollo económico moderno. No son raros, por otra parte, otros testimonios de la época que reflejan ese mismo problemático vínculo entre formación, mano de obra y monopolio profesional en este campo concreto del mercado de trabajo técnico. En realidad, en esta cuestión de los titulados extranjeros se mezclaban dos aspectos diferentes, aunque íntimamente entrelazados: el de los técnicos superiores foráneos que realmente trabajaban en establecimientos industriales dentro de España y el de la convalidación de títulos para el correspondiente ejercicio profesional. En la estadística de Romanones se contabilizaban concretamente 206 ingenieros extranjeros trabajando en España, mientras que en una lista proporcionada por el ministro aquel mismo año, a solicitud del diputado Juan
79 Un amplio conjunto de datos referidos a buena parte de Europa se recogen en el libro, ya antiguo, L’Acquisition des techniques par les pays non-iniciateurs. Colloque international du CNRS, Pont-à-Mousson... 28 juin-5 juillet, 1970, organisé avec la collaboration du International Cooperation in History of Technology Committee (ICOHTEC). Paris, CNRS, 1973. Mucho más próximo, con un buen número de trabajos referidos a España, Transfert de Technologies en Méditerranée. Michèle Merger (dir.). Paris, PUPS, 2006. Además, ANDERSON, B. L.; PILLING, P. W.: «Spanish Entrepreneurs and British Technology in Early XIXth Century Andalucia», The Journal of European Economic History, XIX, 1, 1990, pp. 35-72. Igualmente, RAVEUX, Olivier: «El papel de los técnicos ingleses en la industria metalúrgica y mecánica del norte del Mediterráneo (1835-1875): una primer aproximación», Revista de Historia Industrial, 6, 1994, pp. 143-161. El artículo ofrece datos sobre algunos técnicos ingleses, con nombres y apellidos, que participaron en la industrialización de La Provenza, Cataluña, Grecia, Italia. La mayor parte de los datos se refiere a la primera.
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La regeneración técnica
Cervantes,80 se enumeraban, entre 1857 y noviembre de 1902, ciento ochenta y dos titulados en centros extranjeros autorizados legalmente a ejercer en España; de ellos, treinta y cuatro dentro de las especialidades de ingeniería.81 Pues bien, de esos 34 ingenieros, 29 correspondían a la titulación de minas y habían sido convalidados entre 1898 y 1902 al amparo de unas nuevas disposiciones sobre la materia, precisamente ante la escasez de estos técnicos en relación al crecimiento de la demanda promovida por el auge de la actividad minera en los años de cambio de siglo. Las mencionadas disposiciones,82 dictadas previo informe de la Junta Consultiva de Minería y de la Escuela Superior, fijaban las formalidades precisas para dar validez a los títulos extranjeros de minería (presentación del título, debidamente legalizado y traducido, de los programas de estudios y de las certificaciones de asignaturas cursadas y del derecho reconocido en el país de origen a dirigir explotaciones mineras), sin mencionar para nada las normas restrictivas de la Ley general de Educación de 1857, que sólo preveía la habilitación temporal por el gobierno, previa acreditación de la validez de los títulos, el ejercicio continuado durante seis años en el país de origen y el pago de una tasa económica de convalidación. Sin duda, en la década siguiente a estas medidas coyunturales las circunstancias cambiaron notablemente si se consideran la disponibilidad de títulos nacionales, la demanda de esta titulación y las convalidaciones autorizadas. En 1908 la Asociación de Ingenieros de Minas suscribía una exposición al ministro de Fomento, asumida también por el Instituto de Ingenieros Civiles, volviendo a interesarle en el asunto de las convalidaciones. El escrito fue informado por el Consejo de Minería el uno de agosto, poniendo de relieve sus diversas y contradictorias facetas, algunas —señalaba— de difícil solución, porque no se trataba sólo de «refugiarse», como último recurso, en los criterios restrictivos de la Ley de 1857, sino que habrían de tenerse también en cuenta los intereses de los alumnos españoles en centros extranjeros.83 El problema exigía, 80 D. S. C. C., 41, 29-X-1902, pp. 1027-1028. Datos remitidos en noviembre, Ídem, 53, 21-XI-1902, p. 1340. 81 Archivo del Congreso de los Diputados, leg. 329-21. 82 RR. OO. de 3-VIII-1898, Gaceta 15 y 22-IX-1899, Gaceta 5-X. 83 «Han variado esencialmente las circunstancias de nuestra minería del año 1898
acá, porque entonces era grande la escasez de facultativos que pudiesen prestar servicios a las empresas y al Estado, y hoy sucede lo contrario», decía el ministro de Fomento, Sánchez Guerra, en el Senado, D. S. C. S., 19, 6-XI-1908, p. 208.
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en todo caso, una nueva orientación y así lo reconocía el ministro Sánchez Guerra a preguntas del senador e ingeniero de minas, Eduardo Gullón, quien le interpelaba teniendo a la vista otra relación de títulos extranjeros de ingeniería convalidados entre 1897 y 1908: ciento cincuenta en total, procedentes en su mayoría de Francia —ochenta y cuatro—, Bélgica —veintinueve—, Alemania —diecinueve— e Inglaterra —doce—,84 «más de los expedidos por la Escuela de Madrid en igual lapso de tiempo» señalaba el diario ABC, al hacerse eco de la protesta.85 Y efectivamente, según lo sugerido en el Senado, el ministro remitió poco después la convalidación de los títulos de minería a las disposiciones generales de la Ley de 1857, derogando las dictadas a final de siglo.86 Este repliegue hacia posiciones proteccionistas se presentaba, en efecto, especialmente problemático enfocado desde los intereses de los estudiantes españoles en centros extranjeros, porque desde comienzos de siglo se venía potenciando, a través de diversas iniciativas de carácter público y privado, este tipo de apertura académica y científica. Lo habían recogido prácticamente todas las disposiciones reformadoras de los últimos años, cualquiera que fuese su ámbito particular de aplicación. Lo había hecho Romanones en 1901 estableciendo pensiones para profesores y alumnos de diversas Facultades y Escuelas, según veremos más adelante. Pero, sobre todo, había sido una medida de plena concordancia con la opinión pública regeneracionista de aquellos años cruciales de cambio de siglo: de la política, que representaba a la perfección el programa costista de escuela y despensa; de la intelectual, plenamente concordante en la idea de una nueva educación científica, orientada a la agricultura, la industria y el comercio y, realizada, en la medida de lo posible, en «colegios de pensionados en el Extranjero»;87 o de la profesional, expresada en las sucesivas convocatorias corporativas, como por ejemplo las Asambleas Universitarias de 1902 y 1905. En la Asamblea General de Amigos de la Enseñanza de 1901 se pedía incluso que esta relación científica con el extranjero se institucionalizase en un centro de estudios industriales prácticos, dotado de una buena biblioteca, laboratorios y gabinetes de experimentación e investigación y localizado, a ser posible, D. S. C. S., 19, 6-XI-1908, p. 209. «Los ingenieros de minas», ABC, 27-I-1909, p. 14. 86 R. O. de 29 de enero de 1909, Gacetas de 30-I y 3-II. 87 GINER DE LOS RÍOS, F.: «El problema de la educación nacional y las clases productoras», en Educación y Enseñanza, vol. XII de Obras Completas. Madrid, 1925, pp. 225-308. 84 85
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en los Estados Unidos de Norteamérica, en un clima plenamente dominado por las más avanzadas tendencias del desarrollo industrial.88 En la línea, por otra parte, de lo propuesto en el final de siglo por el ministro socialista francés Millerand del gabinete Waldeck-Rousseau, según veremos más adelante. Es más, se había intentado que esta opinión trascendiese el específico marco profesional hasta crear en la clase media una inclinación hacia esa apertura europea, asumiendo los sacrificios que ello pudiera implicar. El periódico El Imparcial había realizado una activa campaña desde 1899 poniendo de relieve la escasa rentabilidad de los gastos invertidos en un título universitario clásico, que a la larga no ofrecía a los más otras opciones que menguados destinos burocráticos de 1500 a 3000 ptas., conseguidos, por lo demás, en cerrada competencia. Por el contrario, las enseñanzas técnicas ofrecían unas perspectivas inmediatas de futuro mucho más halagüeñas. Sin embargo, a falta de las condiciones educativas precisas dentro de España, debían ser los centros extranjeros de enseñanza superior o de aplicaciones prácticas los que proporcionasen una oportunidad, razonablemente accesible, de poner a los jóvenes en condiciones de incorporarse a la renovación industrial del país: «la educación del hijo en un centro docente extranjero —se decía en el comentario editorial de 1 de septiembre de 1900— es lo que condiciona mejor para abrirse camino en el presente estado social de España, ser muy útil a sí propio y a su país». Los gastos educativos tampoco resultaban mucho más cuantiosos que en las ciudades y centros nacionales, con la ventaja de contar con opciones educativas más diversificadas en titulaciones y grados, frente al anquilosamiento y «petrificación» de los centros oficiales españoles. La campaña tuvo su punto álgido en septiembre de 1900, en los prolegómenos de la etapa ministerial de García Alix89 y se reprodujo por las mismas fechas en los dos años siguientes a lo largo del ministerio Romanones.90 Resulta muy difícil de evaluar su auténtico alcance, aunque el propio periódico mencionaba en 1901 la treintena de jóvenes asturianos enviados a formarse al extranjero; los cuarenta y tantos que divulgaba, con 88 Asamblea Nacional de Amigos de la Enseñanza: Sesión de Clausura. Conclusiones. Madrid, 1902, pp. 41-41. 89 Se desarrolló a través de ocho comentarios editoriales, glosando argumentos semejantes a los reseñados, El Imparcial, 1, 4, 5, 7, 12, 18 y 27 de septiembre de 1900. 90 «Algo se adelanta», El Imparcial, 21-VIII-1901; «De actualidad para las familias», Ídem, 12-IX-1902 e «Insistencia necesaria», Ídem, 14-IX-1902.
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nombres y apellidos, un periódico de la misma región al año siguiente y la relativa frecuencia con que los jóvenes vascongados se desplazaban a Inglaterra con el mismo objetivo. Las clases medias de otras regiones preferían, en cambio, Bélgica y, sobre todo, Suiza, como destinos.91 Como si respondiese cabalmente a una demanda precisa de su época por esos mismos años se divulgaba un proyecto de «escuelas progresivas» para obreros, concebido por el pintor y dibujante catalán Ginés Codina y Sert, que había llevado la dirección artística de la sección de dibujos de la importante fábrica de tejidos Sert y Solá, fundada en 1843. El plan preveía todo un minucioso sistema de formación técnica, práctica y teórica, en los establecimientos industriales de cada zona, graduado en cuatro niveles formativos hasta alcanzar al cabo del octavo curso el grado de Jefe técnico y organizado de manera descentralizada en forma de Patronatos locales, que proveerían su relación con el medio económico de la zona y sus procedimientos de autofinanciación. Dio a conocer su plan en un libro publicado en 1904 y le prestó resonancia con una conferencia en el Ateneo de Madrid el 11 de diciembre ese mismo año.92 Pues bien, como complemento de sus propuestas, un segundo volumen publicado ese mismo año divulgaba los datos básicos (planes de estudios, cursos, horarios, número de alumnos a veces, tipo de profesorado, organización) de las más importantes escuelas técnicas existentes en Alemania, Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Austria-Hungría, Francia, Bélgica, Italia, Japón, Suecia y Noruega y Rusia, con especial atención a los cuatro primeros países mencionados.93 Es posible entrever algunas de las implicaciones de ese fenómeno de apertura hacia las escuelas técnicas de otros países en una proposición de ley presentada en el Senado por el doctor Cortezo en 1905. El texto proponía la validez de los estudios cursados por españoles en establecimientos docentes extranjeros, a todos los efectos excepto para el ingreso en un Cuerpo oficial de escala cerrada y en destinos públicos sin oposición, tras la habilitación, en el caso de los títulos superiores, ante un tribunal de profesores de la enseñanza oficial especialistas en el campo «De actualidad...», El Imparcial, 12-IX-1902. CODINA SERT, /Ginés/: Escuelas progresivas para obreros (sistema Codina). Libro I: Plan. Madrid, Imprenta de Ricardo Rojas, 1904 e Ídem: Escuelas progresivas para obreros, conferencia leía por su autor... en el Ateneo Científico y Literario de Madrid en 11 de diciembre de 1904. Madrid, Imprenta de R. Rojas, 1904. 93 CODINA SERT, /Ginés/: Escuelas progresivas para obreros (Sistema Codina). Libro II: La Enseñanza técnica en el Extranjero. Madrid, 1904. 91 92
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disciplinar interesado. La convalidación de títulos por ciudadanos extranjeros continuaría rigiéndose por los preceptos de la Ley de Instrucción Pública, quedando transitoriamente anuladas todas las habilitaciones concedidas hasta la fecha en tanto se acreditaba la procedencia de los títulos originarios y de los procedimientos seguidos.94 Sobre la proposición se abrió información pública, a la que acudieron numerosos informantes con exposiciones orales y escritas, que no proporcionaron enfoques de interés a la estricta simetría de los intereses en juego. La Comisión parlamentaria tardó un año en emitir su informe y finalmente el proyecto entró a discusión el 6 de noviembre de 1906 en unos términos apenas diferentes de los primitivos. Fue un largo debate sostenido fundamentalmente por los senadores catedráticos, sin apenas otro objetivo que el de prolongar lo más posible el trámite. Y cuando algunas concesiones ministeriales, tendentes a sentar un mayor control de las Juntas de Profesores y del Consejo de Instrucción Pública en las convalidaciones de títulos, parecieron vencer la resistencia corporativa, en ese momento entraron en juego los estudiantes de las Escuelas de Ingenieros, que habían seguido con inquietud las discusiones en la Alta Cámara. El día 26 de noviembre los alumnos de Minas y de Industriales acordaron no asistir a clase y dirigirse al reto de las Escuelas en solicitud de apoyo. Aquella misma tarde lograron que la Asociación de alumnos de Ingenieros y Arquitectos asumiera la protesta.95 Al día siguiente sendas comisiones designadas al efecto visitaron al presidente del Consejo de Ministros, López Domínguez, y a los ministros de Fomento y de Instrucción Pública. Por la tarde ratificaron el acuerdo de no asistir a clase en tanto no se garantizase que el proyecto de ley detendría su trámite. A ellos se habían unido además los alumnos de la Facultad de Ciencias de Madrid, los de la Universidad y Escuelas de Barcelona, los de Ingenieros Industriales de Bilbao y los de Medicina de Valladolid.96 Durante los días siguientes la actitud de huelga y las gestiones continuaron en los mismos términos. Las comisiones visitaron a los políticos Barrio y Mier, Canalejas y Rafael Gasset, que se mostraron receptivos a sus peticiones.97 Otro tanto hicieron con Salmerón y Vázquez de Mella, al mismo tiempo que reforzaban su campaña con diversas notas D. S. C. S., 24, 13-XI-1905, p. 236, apéndice 9. «Escuelas de Ingenieros. Huelga de estudiantes», El Imparcial, 27-XI-1906. «Continúa la huelga», El Imparcial, 28-XI-1906. 97 «Gestiones de los estudiantes», El Imparcial, 29-XI-1906. 94 95 96
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explicativas a la prensa.98 Los principales núcleos de la protesta seguían localizados en Madrid, Barcelona, Bilbao y Valladolid, aunque no faltaban conatos en algunos otros centros provinciales. El día 29 una comisión de alumnos de la Escuela de Industriales de Bilbao se desplazaba a Madrid para entrevistarse con Maura,99 al tiempo que la Junta de Patronato de la Escuela autorizaba a su Presidente a dirigir un escrito al Ministro de Instrucción Pública y al Presidente del Congreso para protestar contra el proyecto de ley.100 El 1 de diciembre las comisiones de las Escuelas Especiales se reunían de nuevo con los ministros de Fomento y de Instrucción Pública sin que las posiciones de huelga se modificasen, ni en ese día ni en los siguientes. Las protestas tuvieron una desembocadura natural en las inmediatas vacaciones navideñas. Y cuando llegó la hora de la reincorporación o del mantenimiento del compromiso huelguista, imprevistas circunstancias se habían incorporado al curso de los hechos. La sección madrileña de la Asociación de Ingenieros Industriales había tomado partido contra la proposición de ley.101 Los alumnos de Industriales de Bilbao se incorporaban a clase, tras ser informados de las gestiones realizadas en Madrid por el Presidente de la Junta de Patronato, y el resto del alumnado no parecía alentar el mismo espíritu anterior.102 Pero en realidad habían sido las circunstancias políticas las que habían desarmado de forma natural el conflicto. Desde el 30 de noviembre pasado se habían sucedido dos Gabinetes liberales sin conseguir la estabilidad necesaria para gobernar. Y efectivamente ni el turno liberal ni el proyecto en cuestión sobrepasaron aquel mismo mes de enero.
4. LA REGENERACIÓN DESDE FUERA. POR LOS CAMINOS DE EUROPA En coherencia con todo lo señalado hasta aquí la política educativa de los primeros ministros de Instrucción Pública en este terreno se orientó también a promover la relación del universitario español con sus homólogos extranjeros, que es el terreno específico en el que quiere detenerse «Contra los títulos extranjeros. La razón de los alumnos», El Imparcial, 30-XI-1906. El Imparcial, 30-XI y 1-XII-1906. 100 La exposición llegará al Congreso el 22-XII-1906, D. S. C. C., 161, p. 4936. 101 «Acuerdos de la Junta Directiva», Boletín Industrial, XXVI, 15-I-1907, pp. 6-9. 102 A la reunión del día 10 de enero de las comisiones de huelga solo asistieron las de Industriales, Arquitectos y Minas. «Las Escuelas Especiales», El Imparcial, 11-I-1907. 98
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con mayor detalle el presente trabajo. Tras haberlo sugerido los ministros anteriores en diversas disposiciones,103 por R. D. de 18 de julio de 1901104 de Romanones, en efecto, se creaban pensiones de 4000 ptas. anuales, más gastos de viaje, para los alumnos más aventajados de las Facultades de Derecho, Medicina y Farmacia, de las Secciones, por turno, de Ciencias y Filosofía y Letras, de las Escuelas Normales Centrales de Maestros y Maestras y de las Escuelas de Ingeniería, todas ellas igualmente por turno. Serían los Claustros o Juntas de esas instituciones los encargados de determinar las materias objeto de estudio y los lugares de residencia de los pensionados, así como de dictaminar la memoria reglamentaria de fin de pensión. Un informe favorable daría al pensionado la posibilidad de renovar la beca por un año más y, a su retorno, el derecho a ocupar la primera vacante de profesor auxiliar que solicitare. El mismo decreto, por otra parte, facultaba al Gobierno para conceder permiso a los profesores numerarios, auxiliares y supernumerarios de los mismos centros, uno como máximo por cada Facultad, Sección o Escuela, para residir en el extranjero durante un año con todo su sueldo, más alguna subvención suplementaria si así lo permitiesen los créditos disponibles, a fin de ampliar estudios en sus respectivas disciplinas. La memoria ulterior de sus resultados podría servir, tras informe favorable del Consejo de Instrucción Pública, como mérito en la carrera. Los cambios políticos no afectaron en este caso a la política del ministerio. Uno de los siguientes ministros de Instrucción, el conservador Manuel Allendesalazar complementó dos años después el anterior decreto con una propuesta precisa de la subvención debida al profesorado —3000 ptas. anuales— y con una ampliación de los centros beneficiados por esta política —entre los nuevos: los Institutos, las Escuelas de Artes e Industrias y de Industrias y Artes Industriales, las de Comercio, las de Veterinaria y las nuevas Secciones de las Facultades de Ciencias y de Filosofía y Letras creadas en la reciente reforma de dichas Facultades— estableciendo además la obligación para los profesores pensionados de impartir en el curso siguiente una lección semanal sobre el tema objeto de su perfeccionamiento en el extranjero. Las becas para los alumnos más destacados de esos mismos centros, excepción hecha de los de los Institutos, fueron también objeto 103 Art. 65 del R. D. de 13-IX-1898, Gaceta 25, reformando las Escuelas Normales y art. 17 del R. D. de 6-VII-1900, Gaceta 8, sobre organización de las Escuelas Normales e Inspección de la Primera Enseñanza. 104 Gaceta 20-VII.
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de una reglamentación más precisa: su atribución sería el resultado de una oposición y los resultados positivos de la experiencia en el extranjero darían el derecho, ya no a las plazas de auxiliar numerario, sino al nombramiento de auxiliar sustituto personal del profesor del Centro correspondiente al grado de enseñanza y la materia objeto de la pensión, con derecho a percibir la gratificación correspondiente a las plazas vacantes de auxiliares retribuidos y a concurrir a las oposiciones por el turno de auxiliares de las cátedras numerarias del profesorado correspondiente. La novedad más importante fue, sin embargo, la inclusión en la convocatoria de dos alumnos obreros por las Escuelas de Artes e Industrias y otros tantos por las de Artes Industriales e Industrias, a propuesta de los Claustros respectivos. Para los alumnos beneficiados sería mérito preferente para la provisión de plazas de ayudantes de maestros de talleres de su respectiva especialidad.105 En cierto modo con ello se enlazaba con una ya vieja práctica ministerial, que desde poco después de la consolidación definitiva del Conservatorio de las Artes, antecedente como vimos del Instituto Industrial, había considerado el método de las pensiones como el mejor procedimiento para poner en contacto a los estudiantes técnicos españoles con las realidades industriales del entorno europeo. Algunos de esos primitivos pensionados contribuirán, según Alonso Viguera, a poner en franquicia la moderna carrera civil del ingeniero industrial español.106 Podría decirse, por consiguiente, que las orientaciones enunciadas por estas normas sobrepasaban el marco de la política partidista y de la actuación de un ministerio para emplazarse en un amplio consenso de opinión pública sobre la necesidad de un cambio de rumbo de la enseñanza pública hacia las disciplinas empíricas y técnicas y hacia un mayor contacto académico y universitario con el exterior, según señalamos más arriba. Pero las disposiciones sobrepasaban también el marco estricto de la enseñanza clásica superior para abrir los ojos hacia una realidad social que se estaba imponiendo de manera avasalladora en la historia política y económica del momento: la realidad del movimiento obrero organizado, y no sólo como consecuencia de lo que se consideraban sus efectos perturbadores para el orden social. En los últimos años, por no remontarse demasiado en el tiempo, esta cuestión había estado presente en todas propuestas reformistas R. D. 8-V-1903, Gaceta 9-V. Estas pensiones se crearon por R. O. de 6 de abril de 1829. Sobre ello, ALONSO VIGUERA, óp. cit., pp. 22-25. 105 106
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ministeriales. En el decreto de 12 de septiembre de 1894 sobre la Escuela Central de Artes y Oficios se había facultado ya a su Junta de Patronato para arbitrar pensiones a fin de que algunos alumnos obreros de extraordinario mérito pudiesen pasar al extranjero a completar su educación (Gaceta, 16IX). Lo mismo hacía el artículo 14 del decreto de 4 de enero de 1900 de Pidal y Mon, sobre Escuelas de Artes y Oficios y, como vimos, comenzó a ser efectivo, a escala muy limitada, a partir del decreto de 8 de mayo 1903. En el nuevo ministerio de Fomento (Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas), una vez desgajadas las atribuciones de Instrucción Pública, se vivían igualmente desde comienzos de siglo tiempos de reformas, según ha puesto de relieve Santiago Castillo, confluentes en algún punto con las tendencias que hemos venido señalando. En la nueva Sección de Industria y Comercio y en el negociado subsiguiente de Industria y Trabajo puestos en marcha entre 1902 y 1903 se comenzó a considerar, junto a sus problemas esenciales en el campo de la estadística, inspección y estudio de las cuestiones afectadas por los títulos de ambas dependencias, el tema de la adecuada formación de la mano de obra industrial, como una de las inevitables políticas de atención al mundo del trabajo.107 En efecto, en plena sintonía con estas tendencias de opinión pública y de política oficial una R. O. de 22 de septiembre de 1903,108 en este caso del ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, convocó cien pensiones para obreros manuales a fin de que pudiesen ampliar sus conocimientos en Francia y Bélgica durante dos años, prorrogables por uno más a propuesta del ingeniero jefe de la expedición, de los dos que, conforme a la disposición, debían encargarse de ella. Las pensiones tendrían una dotación de 150 francos, a lo que habría que añadir, en su caso, los jornales obtenidos por los obreros en sus lugares de colocación en el extranjero, aunque su importe sólo les sería abonado en el momento de su definitivo regreso a España. Las solicitudes, añadía la R. O., irían acompañadas de informe favorable de una sociedad obrera o industrial,109 de las 107 CASTILLO, Santiago: «La Sección de Industria y Trabajo. Eslabón olvidado de la reforma social en España», Sociología del Trabajo, 54, primavera 2005, pp. 127-161. 108 Gaceta 23-IX. 109 Poco después el ministro Burell se encargaría de reconvenir a los gobernadores civiles para que, a efectos de este informe, investigasen si las sociedades en cuestión estaban inscritas en el registro provincial de asociaciones, es decir, si estaban legalmente constituidas, Circular de 25 de septiembre de 1903, Gaceta 27. Al poco, sin embargo, a instancias de algunos interesados, dispuso que fuese suficiente con un informe o certificado de la fábrica o taller de origen, Circular de 12 de octubre de 1903, Gaceta 13.
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Escuelas Industriales y de Artes y Oficios o de las Cámaras de Comercio o Agrícolas y la selección estaría a cargo de una Junta presidida por el Presidente del Instituto de Reformas Sociales e integrada, además, por el director de la Escuela Superior de Industrias, presidentes de la Cámara de Comercio, Unión Mercantil, Fomento de las Artes, Círculo Industrial, Centro Instructivo del Obrero y Centro de Sociedades Obreras de Madrid, así como de los presidentes de las ocho sociedades obreras más antiguas y de las cuatro más modernas. Finalmente, la disposición esbozaba la logística concreta de la expedición y disponía los controles a que estaría sometida tanto por parte de los ingenieros responsables, que deberían informar trimestralmente sobre su marcha y elaborar una memoria general a su conclusión, como por parte del propio ministerio en su responsabilidad última de coordinar todas las operaciones de ponerla en marcha y de proveer los fondos precisos para ello. Se puede decir que esta disposición fue el ensayo general de la experiencia pública que historiamos. Aun sin institucionalizar, ahí estaba ya la Junta que desde 1910 va a dirigir esta experiencia a todos los efectos legales y estaba asimismo Gumersindo de Azcárate, presidente del Instituto de Reformas Sociales desde 1903110 y que encabezará igualmente aquel organismo desde su constitución. El éxito de la convocatoria sorprendió a los propios organizadores. Durante los meses siguientes llegaron al ministerio 1220 solicitudes desde casi todas las provincias y desde la mayor parte de los sectores profesionales.111 No puede decirse en sentido estricto que sus orígenes geográficos y sus perfiles profesionales reprodujesen con fidelidad el mapa de la estructura económica, dado que las actividades agrícolas se encontraban muy poco representadas. Algo mejor podía reflejar, al menos a grandes rasgos, el de la localización industrial y el de los oficios. Se encontraban presentes en las candidaturas 145 oficios, agrupados en 20 ramas de actividad, más una de industrias varias. La distribución de las solicitudes según estas grandes clasificaciones de actividad profesional era la siguiente: Nombrado por R. D. de 13 de mayo de 1903, Gaceta 15. Toda la documentación por provincias y profesiones fue resumida en un folleto, publicado en 1903: Ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas...: Clasificación por profesiones y provincias de las solicitudes presentadas por obreros que piden pensión para ampliar sus conocimientos en el extranjero. Madrid, 1903, 24 págs. Todo ello en Archivo General de la Administración (AGA), (5)16 32/16567. Sólo Teruel dejó de aportar candidaturas. 110 111
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agrícola: 38, alimentación: 23, alumbrado y calefacción: 8, artes y ciencias: 52, aseo personal: 4, cerámica y vidrio: 13, construcción: 189, cueros y pieles: 40, decorado y artísticas: 92, eléctrica: 60, extractivas: 15, gráficas: 131, madera: 36, metalúrgicas: 295, mueble: 85, químicas: 6, transportes: 20, vestido: 96 y varias: 17. Queda bastante patente el sesgo sobre algunos sectores —metalurgia, construcción, artes gráficas, vestido, decorado e industrias artísticas— en los que podían encubrirse perfectamente viejos oficios artesanales y nuevos procedimientos industriales: herreros u hojalateros y constructores de máquinas de vapor, albañiles y constructores de hornos, encuadernadores y fotograbadores, sastres y contramaestres de telares. Incluso una industria relativamente nueva, la eléctrica, se encontraba bien representada. Pero en términos generales puede decirse que las clasificaciones socioprofesionales de índole artesanal predominaban de forma muy patente. Por su origen geográfico los mayores efectivos los proporcionaron las provincias de Madrid (231), Barcelona (125), Oviedo (75), Murcia (61), Santander (52), Coruña (40), Cádiz (39), Salamanca (39), Sevilla (39), Valencia (38), Guipúzcoa (31), Logroño (31), Málaga (30), Vizcaya (29), Valladolid (25) y Zaragoza (24). A partir de esta distribución, perfectamente previsible para quien conozca mínimamente la economía española del período, es posible perfilar también algunos rasgos más concretos sobre las actividades dominantes en cada zona y sus elementos diferenciales. Las artes gráficas, construcción, artes y ciencias e industrias metalúrgicas predominaban entre los candidatos madrileños; vestido y metalúrgica entre los barceloneses; la metalurgia dominaba ampliamente en Asturias y Vizcaya; la metalurgia y construcción en Murcia y Santander.112 Del conjunto de candidaturas el Ministerio acotó una selección de 236 nombres que justificaban algunos méritos sobresalientes, de donde habían de salir los cien pensionados, y los publicó en un folleto en ese mismo año, clasificados por provincias y con la mención de sus méritos acreditados. La información que nos proporciona es, pues, un primer testimonio del perfil dominante en este obrero ansioso de promoción profesional que va a predominar en el conjunto de las expediciones de obreros pensionistas, en aquello que dependía de sí mismo, como eran los esfuerzos por completar su formación, pero también en lo que constituía sus recursos relacionales, que las disposiciones exigían para dar 112
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curso a las solicitudes y que informan sobre empresas, instituciones educativas, sociedades de asistencia o asociaciones profesionales que le cobijaban en sus inquietudes y en sus legítimas ambiciones. Un altísimo porcentaje de los candidatos seleccionados había realizado o se encontraba en aquel momento cursando estudios profesionales de nivel elemental. Muy pocos eran los que mencionaban el de peritaje o capataz de minas y algunos otros, tampoco muy numerosos, el de bachillerato. En su mayor parte provenían de los centros de educación profesional que se habían ido poniendo en marcha desde el último tercio del siglo XIX: las Escuelas de Artes y Oficios, especialmente, pero también, en menos medida, las de Industrias y las híbridas de Artes, Industrias y Bellas Artes a que habían dado lugar algunas disposiciones del cambio de siglo, según vimos. Datos suplementarios sobre las asignaturas cursadas, aportados en numerosos casos, confirmaban meridianamente su inclusión en el plan curricular de las primeras escuelas mencionadas: aritmética y álgebra, geometría, dibujo lineal (o geométrico) y de figura, francés. En mucha menor medida aparecían las de física, química, matemáticas, mecánica, dibujo de máquinas, textiles o electricidad, obviamente relacionadas con la respectiva especialidad profesional del candidato. Pero los datos a este respecto son indicativos además de otro conjunto de instituciones de educación profesional esparcidas por las distintas provincias, cuya actividad no es en todos los casos lo conocida que sería de desear, tales como las Escuelas Pías de Sabadell, el Centro Instructivo del Obrero, que aportó siete candidatos, el Fomento de las Artes, otros cuatro (estos dos últimos centros formaban parte además de la Junta encargada de la selección) y el Centro de Instrucción Comercial, los tres de Madrid, la escuela de aprendices y armeros de la fábrica de armas de Trubia, en Asturias, que aportó asimismo ocho candidatos, los Talleres Salesianos de Salamanca, la Escuela de adultos y el Círculo Católico de Sevilla, las Escuelas de la Asociación de Católicos, la Escuela de Artesanos y el Colegio del Arte mayor de la Seda, los tres de Valencia. Con relación al resto de las entidades patrocinadoras, no eran pocos —algo más de una cuarentena— los que contaban con el apoyo de sus centros de trabajo; le seguían, con cifras ligeramente inferiores, los patrocinados por entidades económicas corporativas como las Cámaras agrarias, industriales o comerciales, y por asociaciones obreras, y, ya a mucha más distancia, por sociedades de ayuda mutua. Finalmente, para completar este perfil, es de subrayar que se trataba en algunos casos de obreros-estudiantes o estudiantes-obreros ya fogueados en la emulación del
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trabajo bien hecho y del producto innovador, que tan bien se encontraba encarnada en esos escaparates de la vida moderna, que eran, en general, las exposiciones artesanales e industriales, las patrocinados por las más diversas entidades y con el más diverso alcance, hasta el culmen de las exposiciones internacionales. Veinticuatro obreros candidatos habían participado o asistido a alguna de ellas, destacando los once que habían formado parte de la expedición de obreros promovida oficialmente para visitar la Exposición Internacional de París de 1900.113 Así pues, con la selección de los candidatos comenzó su andadura una experiencia sin ninguna duda extraordinariamente novedosa en su momento y asumida con notable rigurosidad desde sus mismos orígenes. Tenemos los nombres de 99 de ellos, distribuidos entre 41 oficios de índole tan diversa como la que más arriba señalábamos respecto a los candidatos, aunque algunos de ellos podían considerarse relativamente favorecidos en la elección. Concretamente destacaban los ajustadores (once pensionados), tipógrafos (5), ebanistas (5), electricistas (4), mecánicos electricistas (4), fundidores (4), cerrajeros (4), albañiles (4) y agricultores (4). Durante los dos años siguientes aparecieron en la Gaceta la situación coyuntural de los desplazados a Francia y Bélgica, especificando sus lugares de destino y colocación y el importe de la pensión y, en su caso, del jornal devengado, sin obviar, por otra parte, las situaciones de fracaso en los empeños por encontrar para ellos un lugar adecuado de trabajo114 y de indisciplina por parte de algunos de los convocados, a los que fue preciso devolver a España.115 Uno de los ingenieros 113 Todos los datos resumidos de Ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas: Relación de los Obreros que justifican méritos sobresalientes. Madrid, 1903, 24 págs., en AGA, (5)16 32/16566. No es necesario insistir aquí sobre la importancia de las Exposiciones universales en la vida económica y en el desarrollo técnico de Europa en el siglo XIX. Únicamente queremos hacer una llamada de atención ante los abundantes datos que a lo largo de este trabajo irán apareciendo sobre el efecto decisivo que aquéllas tuvieron para algunos empresarios y técnicos y que fueron el desencadenante de experiencias muy productivas de transferencia de tecnología, de iniciativas empresariales, de hallazgos o mejoras técnicos en nuevos procedimientos industriales o de apertura de nuevos mercados. 114 Informes al respecto aparecieron, al menos, por RR. OO. de 14 de abril de 1904, Gaceta 19; 8 de agosto de 1904, Gaceta 14; 4 de marzo de 1905, Gaceta 13 y 19 de julio de 1905, Gaceta 23. 115 El Liberal del 22 de septiembre de 1906 se hacía eco de una carta dirigida al periódico y al ministro por algunos de estos obreros pensionados quejándose de las vejaciones sufridas y pidiendo se les pagase el viaje de regreso. Manifestaban asimismo haber
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responsables, Enrique Sanchís, resumirá más tarde sus resultados en los siguientes términos: 30 obreros habían empleado «medianamente el tiempo de pensión», 40 lo habían aprovechado «con resultado bueno o muy bueno y los 30 restantes de manera extraordinaria, que merece se califique de sobresaliente.116 Como cierre de toda la experiencia se organizó oficialmente una expedición de trabajos gráficos y manuales de los obreros pensionados que se celebró en la sala de exposiciones del Jardín Botánico entra los días 14 y 25 del mes de julio de 1906.117
acordado socorrer personalmente a cuatro obreros que habían sido apartados injustamente. El ministro de Fomento señalaba al día siguiente que eran cuatro individuos a los que hubo que formar expediente por su mala conducta y a quienes les fue suspendida la pensión, La Vanguardia, 23 de septiembre de 1906, p. 8. 116 Informe relativo a la reforma de las pensiones para obreros, 23 de febrero de 1907, p. 1, en AGA, (5) 16 32/16567. 117 Fue convocada por R. O. de 24 de enero y por otra disposición de 10 de julio, Gaceta 12, se dispuso su apertura en aquellos días. Sobre ella, «Exposición de trabajos de la expedición obrera al extranjero», Revista Minera, LVII, 2071, 8-VII-1906, pp. 332-333.
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CAPÍTULO II LA JUNTA DE PATRONATO DE PENSIONES DE INGENIEROS Y OBREROS EN EL EXTRANJERO 1. UNA EXPERIENCIA EN MARCHA, 1907-1910 No se puede decir que la gestión de aquella primera convocatoria se desarrollase sin problemas, a juzgar por los datos proporcionados regularmente por los ingenieros responsables y publicados en la Gaceta. Pero eso no fue razón suficiente para torcer la determinación política a este respecto. El balance general pudo ser interpretado de forma tan lisonjera como para llegar a convertirse en una línea permanente de la política de Fomento. Lo decía el ministro Augusto González Besada al publicar, primero, una disposición que la ratificaba, disponiendo una nueva expedición de 88 obreros,1 y, algo más tarde, un decreto que añadía algunas reformas a la composición y a los procedimientos puestos en marcha en 1903.2 Tales cambios coincidían, en síntesis, con las recomendaciones expuestas por los dos ingenieros responsables, Enrique Sanchís Tarazona y Ernesto Winter Blanco, en sendos informes elaborados a comienzos de 1907 acerca del trabajo realizado y de las reformas aconsejables para el futuro. Conviene detenerse un momento sobre ellos. Enrique Sanchís veía como primera y más perentoria reforma la de garantizar mediante especificaciones más concretas en las normas reguladoras el regreso a España de los expedicionarios, una vez concluida la pensión, dado que solo bajo esas premisas estaba garantizada la utilidad colectiva de la experiencia. La segunda era la de facilitar mediante incentivos y mediante la ayuda institucional la difusión en España de los conocimientos adquiridos, bien por medio de la acción pedagógica, bien a través de su aplicación a nuevos establecimientos industriales, logrando de esta forma que estos obreros sustituyesen a los técnicos extranjeros tan frecuentemente solicitados por 1
Que se sumarían a los doce que habían obtenido prórroga de la anterior (R. O. de
3 de febrero de 1906), R. O. de 18 de abril de 1907, Gaceta 21. 2 R. D. de 16 de junio de 1907, Gaceta, 18. Las pensiones serían para 15 alumnos ingenieros de las Escuelas Especiales de Agrónomos, Minas y Montes y 100 obreros.
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la industria nacional y bajo condiciones salariales excesivamente gravosas para su competitividad. Finalmente, en este terreno de los principios generales, mostraba la conveniencia de facilitar también la ampliación de los estudios —y no solo de las aplicaciones empíricas— en centros de enseñanza obrera del extranjero y de establecer un centro de instrucción e información en España donde se facilitasen a los patronos y a los obreros todos los datos que necesitasen para el desarrollo de sus proyectos industriales, primera idea-embrión de la biblioteca y centro de documentación que tanta importancia llegará a adquirir en el futuro dentro de este servicio de pensiones, según veremos más adelante. En un terreno más práctico, el informe señalaba la conveniencia de seleccionar mejor los oficios, de forma que se diese prioridad a las actividades de mayor novedad y futuro, evitando la dispersión de que había sufrido la expedición concluida, tal vez condicionada en este extremo por la abundante presencia de obreros en la Junta clasificadora frente a los industriales y patronos, que eran, sin embargo, al menos en principio, la parte más interesada en los nuevos procedimientos adquiridos. Mostraba asimismo la insuficiencia de los 5 francos diarios de pensión, cosa que podía lastrar la prioridad formativa, de aprendizaje, de los expedicionarios frente al trabajo mejor remunerado en actividades ya bien conocidas. Por último el informe hacía un repaso a la logística concreta de la expedición y las dificultades a que se había visto expuesta en los primeros momentos. Aun tratándose de esos primeros pasos, todavía vacilantes, resultan, sin embargo, de especial interés, teniendo en cuenta que son los que marcan los procedimientos prácticos que recorrerán, con apenas ligeros cambios, todas las expediciones futuras. En general, los obreros llegaron a su destino con la colocación ya definida, aunque no siempre respondió a sus expectativas y a sus gustos. En estos casos, se les buscó un nuevo taller, «tanteando» más o menos hasta conseguirlo. Los medios utilizados para ello fueron de dos tipos: la gestión particular y la influencia proporcionada por las legaciones de París y Bruselas. Al final los obreros terminaron por encontrar su sitio y durante el tercer año de pensión «se puede decir que los buenos obreros apenas se han movido de sus puestos y en realidad no han hecho más que practicar y afianzar lo que habían visto y aprendido durante los dos primeros años». Con respecto a las recomendaciones en este punto, mostraba la conveniencia de interesar a los gobiernos de los países de destino para que actuasen a fin de apaciguar los recelos que se observaba ocasionalmente entre los industriales, que les llevaban, a veces, a rechazar al pensionado y, en otras, a
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no iniciarles en los detalles más novedosos de la producción. Asimismo, al describir el perfil psicológico de los obreros que habían concluido la pensión, parecía querer remitirse a la conveniencia de utilizar algún tipo de procedimiento científico de selección, a fin de que se primase a los de personalidad paciente, constante y laboriosa, frente a los indisciplinados, celosos e inquietos, que los había habido en la expedición recién concluida y ante los que tal vez fuese conveniente determinar de manera más precisa las facultades disciplinarias. También aquí se adelantaba a la forma futura de gestión de esta tarea. Mucho más escueto fue el informe de Ernesto Winter. Se limitaba en tres páginas a hacer algunas recomendaciones para intensificar la tarea formativa por parte de los comisionados ingenieros y para incrementar el control de los obreros pensionados, incluidas las previsiones a fin de garantizar su retorno tras la pensión. Señalaba finalmente la conveniencia de establecer también pensiones para aprendices-estudiantes y de extremar las precauciones en la tarea selectiva, concediendo al ingeniero comisionado alguna capacidad discrecional para decidir en último término sobre el candidato más idóneo.3 Pues bien, algunas de las recomendaciones mencionadas se reflejaban de manera patente en la disposición de junio de 1907. Otras procedían de la minuta elaborada inmediatamente por el negociado de Industria, Trabajo y Comercio del Ministerio, recogida casi íntegramente en el preámbulo del decreto, que insistía en particular sobre la conveniencia de extender la obra de pensiones a los alumnos de las Escuelas especiales a fin de que completasen su formación superior en un medio que promoviese su capacidad de inventiva dentro de sus respectivos dominios. Puesto que resultaba imposible el objetivo óptimo de trasladar en bloque «a todos los alumnos que cada año salieran de las Escuelas de Ingenieros», haciéndoles practicar su profesión en el extranjero «el tiempo mínimo de dos años consecutivos», la propuesta más posibilista era seleccionar solo a ciertos alumnos de acuerdo con la graduación de salida de su respectiva Escuela y orientarlos hacia un nuevo centro de acogida de los obreros y de los jóvenes ingenieros españoles, localizado en la ciudad de Ginebra, centro cosmopolita en un país de notables avance agrícolas e industriales, en la encrucijada de otros países europeos avanzados a donde los pensionados pudiesen trasladarse sin mayores 3 Informes de Enrique Sanchís de 23 de febrero de 1907, 10 páginas y de Ernesto Winter, sin fecha, 3 págs., en AGA, (5) 16 32/16567.
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dificultades, y que, por lo demás, les permitiría iniciar su carrera profesional «viviendo en la mayor escuela práctica de ciudadanos».4 Así pues, en efecto, la novedad más importante de la nueva convocatoria de 1907 estaba en la incorporación de algunos alumnos de fin de carrera de las Escuelas de Ingenieros de Minas, Montes y Agrónomos, seleccionados por la Escuela respectiva en condiciones algo diferentes a las sugeridas: cinco por cada Escuela, con una duración de entre tres y seis meses y con una gratificación de 300 francos mensuales. En cuanto a los pensionados obreros, su selección debería acomodarse a una serie de prioridades industriales (metalúrgica, electricidad; automóvil, maquinaria, viticultura y derivados de la leche, textiles, tintorería y tratamiento de tejidos, fotograbado, estampación, fototipia y litografía y vidrio en la presente convocatoria), que fijaría en el futuro el recién constituido Consejo permanente de la Producción. Su trámite se llevaría a cabo a partir de ese momento en el marco de los Consejos Provinciales de las respectivas Diputaciones en relación con los patronos y organismos obreros interesados. A todos ellos se les implicaba en la experiencia impeliéndoles a un compromiso firme acerca de las condiciones de reincorporación al término de la pensión, un objetivo prioritario en cuya garantía se determinaba que los jornales devengados por los obreros en el extranjero serían retenidos íntegramente para su reintegración tras el regreso a España y cumplidos todos los compromisos contraídos con los centros de trabajo de origen. Un centro administrativo, localizado en Ginebra, compuesto de un Jefe y dos auxiliares, se encargaría de coordinar la gestión económica y la logística exterior de las becas. Con este decreto se cerraba la etapa del ensayo y se entraba con decisión en una línea de política socio-pedagógica. A decir verdad, es la única expedición sobre la que apenas tenemos constancia de sus vicisitudes, salvo las que nos llegan de ocasionales informaciones periodística; informaciones sobre el nombre de algunos obreros pensionados y sobre la composición profesional de la expedición, que estuvo integrada por 15 obreros de la industria metalúrgica, 10 de la eléctrica, 5 de la automovilística, 8 de la de fabricación de maquinaria, 12 de la textil, 7 de la de tintorería, 14 de los oficios agrícolas, 11 de los de fotograbado y litografía y 6 de los del vidrio.5 Pero informaciones sobre todo, mucho más 4
Negociado de Industria, Trabajo y Comercio. Pensiones al extranjero. AGA, (5)
16 32/16567. 5
Nota oficiosa del Ministerio de Fomento, La Vanguardia, 2 de agosto de 1907, p. 7.
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sintomáticas, sobre un cierto efluvio propagandístico que la experiencia destilaba, en un contexto expansivo de la conflictividad obrera, lo que explicaría la reacción virulenta del anarquismo o la recelosa de los medios obreros socialistas. Algunos obreros de la anterior expedición habían tenido su momento de gloria a finales de mayo de 1905 cuando el rey Alfonso XIII, de visita en París, les acogió en la recepción oficial en la Embajada de España y, en nombre de todos los expedicionarios, ofrecieron al monarca algunos presentes artísticos elaborados de su mano.6 A su regreso, se reprodujeron ocasionalmente las atenciones, en forma de elogios y agasajos en los medios oficiales y periodísticos. La Junta local de Reformas Sociales de Barcelona aprobó a comienzos de abril de 1906 una proposición en el sentido de que solicitase al Gobierno la reserva a favor de los obreros pensionados, a fin de incitarles a volver a España, de las plazas retribuidas de ayudantes de las Escuelas de Artes y Oficios e incluso una comisión de los pensionados de la primera expedición visitó al entonces Gobernador Civil de la ciudad, Osorio y Gallardo, para abogar en ese mismo sentido, ya que, señalaban, en el extranjero habían ganado buenos salarios y ahora «no saben amoldarse a los de aquí».7 El propio ministro, González Besada, se hacía eco en marzo de 1907 de la cuestión, señalando que se buscaba colocaciones dignas para ellos ante el problema, muy cierto en esta primera expedición, del no retorno de algunos de los pensionados, para lo cual el Director de Obras Públicas se había dirigido a directores de fábricas y talleres para recomendarles la admisión de los obreros.8 Las cooperativas de Barcelona celebraron en abril de ese mismo año un banquete de homenaje al obrero pensionado Juan Ripoll, que había aprovechado el tiempo en Francia y Bélgica para estudiar el movimiento cooperativo en esos países. El banquete se celebró en el local de la escuela sostenida por la cooperativa La Vanguardia Obrera en el barrio de Horta.9 Otros pensionados, como Quirico Parés, Pedro Vidal o Ángel Grané dieron por aquellas fechas sendas conferencias sobre temas de su especialidad en el Sindicato Protector del Trabajo de Barcelona.10 6 Fueron Francisco Aguilar, César Iglesias, Esteban Patiño y Julio Falces, acompañados por los ingenieros responsables Sanchís y Mataix, La Vanguardia, 1 de junio de 1905, p. 10. 7 La Vanguardia, 4 de abril de 1906, p. 4 y 25 de abril de 1907, p. 3, respectivamente. 8 La Vanguardia, 1 de marzo de 1907, p. 8. 9 La Vanguardia, 29 de abril de 1907, p. 3. 10 La Vanguardia, 22 de junio de 1907, p. 4 y La Vanguardia, 13 de julio de 1907, p. 3.
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La despedida de la segunda expedición en el verano de 1907 estuvo rodeada de parecida atención pública. El día 14 de agosto se celebró en Barcelona un solemne acto de homenaje a los expedicionarios, que incluyó, por la mañana, la recepción oficial en el Paraninfo de la Universidad bajo la presidencia de Ossorio y Gallardo11 y con asistencia del alcalde, autoridades militar y universitaria y otros destacados representantes de las entidades económicas de la ciudad, la visita y comida en el Tibidabo a mediodía y, por la noche, la recepción en la sede del Sindicato Protector del Trabajo Nacional, que era el organismo que se había hecho cargo de la organización del evento, con su presidente Francisco Martí Dalmau a la cabeza.12 Un acto más sencillo había despedido en Manresa el día 12 a los seis pensionados residentes en la localidad.13 De forma que faustos públicos y dificultades prácticas se conjugaban a la perfección en estas primeras etapas de la experiencia y auguraban, en palabras de un comentarista, que el «recibimiento no será tan entusiasta como la despedida».14 El mismo escepticismo compartía Miguel de Unamuno, que se hacía eco de la experiencia en un artículo publicado en Buenos Aires. El «ambiente social» los nivelaría a su regreso. Puestos a elegir, importaría poco que «nos [inundasen] los extranjeros» si se conseguía que se quedasen, se naturalizasen y enseñasen in situ a los naturales.15 Hasta en la colocación de los expedicionarios en el exterior se vivían los inevitables recelos e incertidumbres propios de un todavía poco rodado ensayo.16 11 Como dato curioso el ministro de Gobernación le enviará al día siguiente un telegrama felicitándole por la solemnidad de la despedida de los obreros pensionados y remitiéndole, sobre la petición cursada en abril, al art. 43 del Reglamento de las Escuelas Industriales, mencionado en otro lugar, en el que se reservaban los puestos de maestros de taller a los pensionados en el extranjero que obtuviesen calificación favorable... de la JAE, organismo que, obvio es decirlo, no tenía ninguna atribución sobre este tipo de pensiones, La Vanguardia, 16 de agosto de 1907, p. 2. 12 La Vanguardia, 15/08/1907, p. 2. «Anteayer salieron de Barcelona, después de haber sido obsequiados con grandes fiestas y banquetes, los obreros pensionados», decía el ABC de 17 de agosto de 1907, p. 3. 13 La Vanguardia, 15 de agosto de 1907, p. 5. 14 ALFEÑIQUE: «Cotidianas», La Vanguardia, 17 de agosto de 1907, p. 6. 15 UNAMUNO, Miguel de: «La influencia extranjera», OO. CC., IX: Discursos y artículos. Madrid, Escelicer, 1966, pp. 907-909. Publicado en Nuevo Mundo de Buenos Aires el 15 de febrero de 1906. 16 A mediados de septiembre regresa a Madrid el jefe del negociado de Industria del ministerio de Fomento, Lorenzo Muñoz, después de haber dirigido la colocación de los
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Más allá de las informaciones periodísticas no es imposible entrever también algunos desajustes en su funcionamiento, al menos en los términos en que se había previsto en la disposición de junio, en concreto en el hecho de que el centro administrativo principal se localizase en Ginebra, en tanto que desde la primera expedición el centro logístico se había decantado hacia París y allí estaba destinado el ingeniero responsable y su principal núcleo de gestión.17 Desajustes, sin duda, también en el envío de ingenieros pensionados, que apenas puede decirse que se pusiese en marcha realmente en esta convocatoria. De hecho, solo nos consta el nombre de dos ingenieros de minas pensionados, José García-Siñeriz y Pardo-Moscoso y José López Mateos.18
2. LA JUNTA DE PENSIONES, 1910-1920 El diseño definitivo de esta experiencia estatal se producirá en los años ulteriores, como decantación práctica de las vicisitudes vividas por las pasadas expediciones de pensionados. En 1910 se dispuso la división del periodo de pensión obrera en dos fases. La más importante continuaba consistiendo en los dos años de estancia en el extranjero. Pero antes de ella preveía un período formativo, desarrollado en España, con la asistencia a cursos de lengua francesa y de tecnicismo industrial, o análogos, a juicio de una Junta de Patronato de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el Extranjero, que ahora se creaba. Esto último significó, sin duda, un paso decisivo en la institucionalización de la experiencia. Tal y como quedaba perfilada en el decreto, sería el organismo encargado de seleccionar los obreros, preparar la expedición, dirigir y controlar a los expedicionarios, organizar e inspeccionar la delegación directiva en el extranjero y, en general, gestionar toda la tarea administrativa pensionados en el exterior, con algunas mayores dificultades de las previstas ante el recelo de algunos patrones, aunque finalmente solventadas, según informaba La Vanguardia de 25 de septiembre de 1907, p. 7. 17 El personal entonces existente era el siguiente: Cristóbal Botella, Oficial Secretario, Miguel Martínez, contador, Juan Barco, auxiliar, y Alberto Mar, Ángel García Viniegra, Enrique Parody e Ignacio León y Primo de Rivera, todos ellos auxiliares del ingeniero responsable, el último con destino en Bruselas, AGA (5)16 32/16567. En realidad el último era un pensionado de la promoción de 1907. En 1910 se le prorrogaba la pensión por R. O. comunicada de 18 de diciembre, AGA (5)16 32/16571. 18 En AGA (5)16 32/16567 la memoria manuscrita de su informe de pensión. Sobre ella volveremos más adelante.
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de las pensiones, nombrado su personal y proponiendo al ministro las reformas que considerase precisas, todo ello —se sobrentendía— dentro de una amplia autonomía administrativa, que estaba implícita en la propia constitución de la Junta de Patronato. La dependencia orgánica de sus integrantes ilustra perfectamente, por otra parte, el marco de referencia en que la nueva Junta venía a incrustarse. Su Patronato quedaba integrada por tres vocales natos (los presidentes del Instituto de Reformas Sociales, del Instituto Nacional de Previsión y de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas), uno de representación de los obreros, designado por el Instituto de Reformas Sociales y cinco de libre designación del Ministro, cuatro de ellos ingenieros.19 Por su parte, el centro gestor en el extranjero se transfería a Bruselas o Lieja, con una delegación en París. Hacia él se dirigía también buena parte de las previsiones normativas, sin duda para sortear las dificultades que en las expediciones anteriores habían lastrado el cumplimiento de los objetivos formativos. Este centro, dirigidos por un ingeniero y seis auxiliares, distribuidos entre Francia y Bélgica (dos de ellos podrían ser de estas nacionalidades), tendría por misión una tarea formativa general en la lengua y en el tecnicismo propio de cada uno de los expedicionarios, la gestión de su distribución en las fábricas, talleres, granjas o centros educativos que juzgase más útiles para su formación y la responsabilidad de inspección y vigilancia continuas de los desplazados. Estos estaban obligados a remitir mensualmente al Centro la relación precisa de sus trabajos en curso. Todos estas comunicaciones, así como la preceptiva Memoria final, deberían dirigirse al final de la pensión al organismo directivo madrileño y podrían servir como criterio, a instancias de la Delegación extranjera, para una prórroga de seis meses en la estancia reglamentaria de dos años, a favor de los alumnos más aventajados, durante la que podrían seguir su formación en Inglaterra o Alemania. Como en las disposiciones anteriores, se desgranaba también en ésta toda una pormenorizada 19 En concreto, estaban, por esas instituciones de representación nata, Gumersindo de Azcárate (R. D. de 13 de mayo de 1903, Gaceta 15), Eduardo Dato (R. D. de 24 de diciembre 1908, Gaceta 25), que será sustituido en noviembre de 1913, tras la dimisión de aquel, por José Marvá y Mayer (RR. DD. de 7 de noviembre de 1913, Gaceta 8) y Santiago Ramón y Cajal (R. D. de 11 de enero de 1907, Gaceta 15); y por el Instituto de Reformas Sociales, en representación obrera, Francisco Largo Caballero y de nombramiento libre ministerial, Pedro Ávila, Miguel Otamendi, marqués de Alonso Martínez, Eduardo Gullón y Adolfo Álvarez Buylla, que actuaría de secretario. Estos últimos en ABC, 2-VI-1910, p. 10.
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casuística tendente a garantizar la colaboración de los patronos, sindicatos y organismos económicos en el cumplimiento de una adecuada planificación de los oficios seleccionados y su distribución provincial, de la selección de los obreros y de las circunstancias del reingreso en sus centros de trabajo de origen o, en su caso, de su colocación.20 Por primera vez después de las dos convocatorias anteriores la nueva expedición de pensionados quedaba subordinada a una dirección autónoma, responsable única de todo un amplio programa de selección, colocación, seguimiento y retorno de los ingenieros y obreros pensionados. Su trabajo comenzó de forma inmediata, tras el nombramiento de los vocales de la Junta de Patronado y las primeras medidas organizadoras de la oficina y personal de la Junta. Conviene detenerse un momento en su intrahistoria, porque aquellos pocos meses representaron una etapa clave, aquella en la que se hicieron patentes los peligros en que podía extraviarse una experiencia de este tipo dejada a la inercia de la máquina burocrática y en la que, en consecuencia, se dio el golpe de timón preciso a fin de convertirla en el instrumento capaz de cumplir los objetivos de índole educativa y social con que había sido concebida.21 En noviembre estaban ya seleccionados una parte considerable de los ochenta obreros que constituían la expedición y se emprendía su primera fase nombrado director y subdirector del curso preparatorio en la ciudad condal en las personas de Silvino Thos y Codina y Ernesto Winter, respectivamente. Por las mismas fechas llegaban las comunicaciones de los Directores de las Escuelas de Ingenieros de Agrónomos, Minas, Montes proponiendo los nombres de los estudiantes beneficiados con la pensión.22 A comienzos de 1911 se nombraba al personal responsable de la expedición en el extranjero. Se confirmaba a Enrique Sanchís Tarazona como Ingeniero jefe de la Delegación en París, así como al resto de los componentes del servicio. Se designaba a Cristóbal Botella como secretario (después sustituido por Alejandro Chao) y, como auxiliares, a Alfonso Roca de Togores, Alejandro Chao, Miguel Martínez, José Jerique y Alberto Mar. A ellos se añadían poco después, como auxiliares temporeros, los nombres de Luis Guillén y Alberto de Armiñán Pérez, cesado, R. D. de 27-V-1910, Gaceta 28-V, del liberal Fermín Calbetón. Los datos que siguen a continuación proceden del expediente abierto con motivo de la expedición iniciada en 1910, en AGA, (5) 16 32/16571. 22 AGA (5)16 32/16571. 20 21
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este último, muy poco después y sustituido por Ramón Gómez de la Serna (R. O. 27-II-1911).23 Desde finales de 1910 los itinerarios y planes de trabajo de la expedición estaban trazados y a lo largo de los primeros meses del año entrante la Junta se vio impelida a una carrera desenfrenada de solicitudes de libramiento de fondos que —se comprobó de forma inmediata— no tenía ninguna posibilidad de mantenerse en los mismos términos.24 En efecto, cortando radicalmente por lo sano, el 24 de abril de 1911 la Junta proponía al ministro Rafael Gasset el cese de todos los funcionarios que constituían la delegación de París a fin de utilizar sólo a aquellos que, por su actuación anterior, fuesen acreedores de ello y a tal efecto avanzaba los nombres de los auxiliares Alejandro Chao y Miguel Martínez, confiriendo al primero la responsabilidad de recoger y custodiar interinamente todo el material y documentación de la Delegación. Así lo aceptó, en efecto, el ministro con fecha 24 de mayo fundamentándolo en que, aparte de costosa y poco adecuada, la Delegación parisina seguía funcionando conforme a disposiciones derogadas por el decreto de convocatoria de la expedición en curso. No mucho después, el 14 de julio, la Junta proponía en sustitución un centro simplificado, compuesto por un inspector, los auxiliares mencionados y un número de comisionados extranjeros que se juzgase conveniente, responsables de colocar a los obreros e impartirles cursos breves de lengua y rudimentos técnicos. El 16 de ese mismo mes la Junta proponía —y era asumido por el ministro el 9 de agosto— la designación de Juan Manuel España, ingeniero director de los talleres de construcción Bonvillain et Ronceray de Paris, como comisionado de la Junta en
23 Las biografías del escritor recogen este dato, suponiendo que fue este puesto lo que le llevó a su segunda estancia en Paris, en 1909. GÓMEZ DE LA SERNA, Gaspar: Ramón (Obra y vida). Madrid, Taurus, 1963, pp. 74-76. En realidad, no obtuvo el cargo hasta febrero de 1911, por influencia de su padre, y será cesado, junto con el resto de los comisionados parisinos, en abril de ese año. Es impensable otra cosa, puesto que hasta el decreto de 1910 no se creó la delegación de la Junta en París. 24 27-I-1911, Solicitud 58.350 ptas., libradas por R. O. 11-II, junto con 2000 a favor de Silvino Thos; 13-II: R. O. disponiendo mandamiento de pago de la cantidad de 20.000 al Banquero de España en París para su entrega al Ingeniero Jefe de la expedición y otra de la misma fecha, por valor de 10.381,25 con el mismo destino; 17-II: R. O. con mandamiento de pago por 4.701,35 para gastos de locomoción de ingenieros de minas; 10III: R. O. con mandamiento de pago por 3.211 ptas. para gastos de locomoción de ing. Agrónomos; 24-IV: R. O. con mandamiento de pago de 66.591 para gastos de la expedición. Todo ello en AGA, (5) 16 32/16571.
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esa ciudad, sin gratificación, y de R. A. Henry, ingeniero director de Charbonnages du Hasard, de Lieja, y Léon Lobet, ingeniero presidente de la Asociación de Alumnos Textiles de la Escuela de Verviers, como comisionados retribuidos con 1800 y 1125 francos anuales respectivamente. Como inspector general de la expedición era designado Ernesto Winter, de quien se decía que había detentado la dirección técnica y manual de los obreros durante el curso preparatorio de Barcelona y les había acompañado y dirigido en sus lugares de trabajo en el extranjero, buscado colocación y actuado como intermediario entre la Junta y los comisionados extranjeros.25 Los mencionados, junto con tres funcionarios auxiliares en el centro directivo madrileño (Feliciano Álvarez, Tomasa Romero y Paulino Sánchez), todos ellos renovados a solicitud de la Junta a comienzos de 1912, serían los encargados de sacar adelante esta experiencia formativa en los años venideros. En conclusión, para resumirlo muy brevemente, este fue el momento en que Azcárate —al decir del que más adelante será Ingeniero Inspector de la Junta durante largos años, César de Madariaga— sustituyó «el servicio burocrático, ineficaz y lento, creado en el Ministerio de Fomento por Gasset»26 y trasladó sus reales a la sede del Instituto de Reformas Sociales, firme bastión del institucionismo, desde donde pudo gestionar la experiencia con una amplísima autonomía.27 Toda la experiencia adquirida por la Junta en esta primera expedición bajo su mando se verá reflejada, en efecto, en la convocatoria siguiente de 1913. Como novedades, el R. D. de 4 de abril,28 de Miguel Villanueva disponía que la Junta se encargase de proponer las industrias prioritarias, el número de pensionados y la distribución provincial para realizar a continuación la convocatoria oficial. Un protagonismo particular de la Junta venía impuesto igualmente como consecuencia de la simplificación del centro gestor extranjero. Toda la tarea informativa y Todos los documentos mencionados, en AGA (5)16 32/16571. MADARIAGA, La formación profesional de los trabajadores. Madrid, Aguilar, 1933, pp. 479-480. 27 La misma que estaba implícita en las funciones técnicas desempeñadas por la JAE, «una novedad en la vida administrativa del ministerio de Instrucción pública», según señalaba sagazmente José SUBIRÁ en su interesante reseña de la institución: La Junta para Ampliación de Estudios. Una gran obra de cultura patria. Madrid, Imprenta Alrededor del Mundo, 1924, p. 3. 28 Gaceta 5-IV. 25 26
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fiscalizadora acerca de los ingenieros y los obreros expedicionarios se acumularía ahora en la oficina central, así como sus reglamentarios informes de rendición de cuentas al cierre de aquella etapa. Junto al organismo central se enfatizaba el papel del ingeniero inspector en tanto que responsable máximo de toda la gestión exterior, en contacto con los auxiliares de Bélgica y Francia y con algunos comisionados extranjeros remunerados —hasta cuatro podían ser propuestos por la Junta— como colaboradores en la colocación de los obreros en las fábricas y talleres de su respectiva jurisdicción. Otros aspectos parecían adquirir también un nuevo enfoque. La formación ya no sería exclusivamente empírica, sino que la Junta, a propuesta de los responsables directos de la expedición, podría autorizar a los obreros a seguir uno o varios cursos en las escuelas profesionales extranjeras, corriendo a cargo del Estado los gastos de matrícula o cualesquiera otros que por esta circunstancia se produjeran. Igualmente parecía quebrarse el monopolio de que parecían gozar Francia y Bélgica en la colocación de los expedicionarios. De hecho, la Junta había solicitado ya a comienzos de marzo de 1911 la autorización para que algunos obreros pensionados residiesen fuera de aquellos dos países, eventualidad autorizada por resolución ministerial comunicada de 21 de aquel mismo mes.29 Ahora la autorización parecía darse por supuesta con carácter general, puesto que las opciones de las enseñanzas de idiomas en el curso preparatorio se abrían al inglés y al alemán, además del francés. También se introducían otros pequeños cambios en este curso. El llamamiento se haría por secciones de no más de 30 alumnos, agrupándolos según la afinidad de sus oficios a fin de dar a las enseñanzas la orientación más apropiada. Bajo estas normas comenzó la Junta de Patronato de Ingenieros y Obreros en el Extranjero a acumular su experiencia y a poner los primeros jalones de un patrimonio material y de una red de contactos en el extranjero, que le habrían de ser de gran utilidad en las difíciles circunstancias europeas que se avecinaban. Desde 1916 comenzó a publicar una revista, el Boletín de la Junta de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el Extranjero (BJPIOE), órgano de seguimiento de los pensionados, de difusión de consejos prácticos para su
29 Solicitud firmada por Azcárate el 6-III-1911 y resolución ministerial, en AGA, (5)16 32/16571.
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mejor desenvolvimiento y de publicación de las memorias finales de los ingenieros y obreros pensionados. Pero antes de entrar en mayores detalles acerca de las experiencias concretas de la Junta y de sus pensionados tal vez convenga detenerse un momento en dos cuestiones muy próximas entre sí y, en nuestra opinión, muy decisivas en la decantación definitiva de la entidad: la personalidad de sus primeros gestores y la filosofía práctica desplegada en sus iniciativas y actividades.
2.1. Gumersindo de Azcárate y sus colaboradores, al frente de la Junta (1910-1917) No es aventurado decir que Gumersindo de Azcárate fue el alma inicial de la experiencia, hasta su muerte en 1917, aunque su actividad aparezca desdibujada entre el conjunto de iniciativas emprendidas como presidente del Instituto de Reformas Sociales. En cuanto vocal nato de la Junta de Patronato de Pensiones, según la disposición constitutiva de mayo de 1910, y su presidente desde ese mismo año, Azcárate fue, sin duda, mucho más que un presidente honorífico.30 Más adelante, el ingeniero de minas César de Madariaga Rojo, que contribuirá decisivamente a la gestión del organismo a partir de 1919, no tendrá dudas en endosar reiteradamente la forma definitiva de esta experiencia al patricio institucionista.31 «Pérdida grande es para nuestra Junta —se dirá igualmente en el Boletín con ocasión de su muerte en 1917— que seguirá inspirándose en el amplio espíritu que [...] supo inculcar a esta obra de las pensiones».32 Hombre de la Institución Libre de Enseñanza próximo a Giner de los Ríos y a todo el resto de prohombres de la primera generación de la entidad, compartió con ellos las preocupaciones 30 Sabemos que, al menos en algún caso, era él quien gestionaba directamente ante el Ministerio los asuntos de la Junta. «Azcárate y Álvarez Buylla (Secretario) estuvieron ayer en el Ministerio de Fomento para hablar con el Ministro sobre la forma de enviar obreros pensionados al extranjero», ABC, 2-VII-1913, p. 8. 31 Además de lo mencionada más arriba, en la p. 194 de La formación profesional...señalaba que estas pensiones fueron instituidas por el Ministerio de Trabajo en el año 1906 y «organizadas seriamente por Azcárate en el año 1912», la Junta «fue creada por Azcárate» para sustituir el servicio burocrático creado por Gasset, pp. 479-480. 32 «A la memoria de D. Gumersindo de Azcárate», Boletín de la Junta de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el Extranjero (BJPIOE), II, 22-24, octubre-diciembre 1917, s. p.
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pedagógicas, que fueron, en general, el sello intelectual de escuela. En cuanto tal, tuvo interés en estar presente en todos aquellos espacios donde entrevió la posibilidad de contribuir a la mejora del estado político y moral del hombre español, incluido su enriquecimiento cultural y profesional. En este campo estuvo además entre los vocales del comité directivo de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones científicas, en cuyo seno pudo entrever, sin duda, los positivos efectos de una apertura intelectual de tal género. Pero estuvo igualmente en el centro de las más importantes iniciativas de reforma social emprendidas bajo la égida del institucionismo desde comienzos del siglo XX en su calidad de presidente de la Comisión de Reformas Sociales33 y del subsiguiente Instituto de Reformas Sociales de 1903,34 en cuanto vocal del Consejo de Patronato del Instituto Nacional de Previsión más adelante.35 No resulta exagerado decir que su espíritu quedó impreso en la obra de la Junta de Pensiones, de la misma manera que su huella, según se ha dicho, permaneció viva en las intenciones, objetivos y forma de funcionamiento del Instituto de Reformas Sociales hasta su disolución.36 Su personalidad tiene la suficiente relevancia y ha merecido ya estudios monográficos de notable amplitud y calidad como para eximirnos aquí de un balance biográfico, siquiera somero.37 Del resto de los iniciales gestores, cabe destacar la figura de Ernesto Winter Blanco, ingeniero de Minas, en la órbita del institucionsimo ovetense y vinculado parentalmente con la familia García Arenal.38 Su dedicación incansable, su buen conocimiento del idioma francés, puesto que
R. D. de 30 de septiembre de 1902, Gaceta 4-X. R. D. de 13 de mayo de 1903, Gaceta 15. 35 R. D. de 24 de diciembre de 1908, Gaceta 25. 36 PALACIO MORENA, Juan Ignacio: La institucionalización de la reforma social en España (1883-1924). Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1988, p. 496. 37 A los trabajos ya antiguos de Pablo de AZCÁRATE (sobre todo Gumersindo de Azcárate. Estudio biográfico documental. Madrid, Tecnos, 1967 y La Cuestión Universitaria, 1875. Epistolario de Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón. Madrid, Tecnos, 1967) se ha sumado más próximamente el sobresaliente trabajo, centrado en su pensamiento, de Gonzalo CAPELLÁN DE MIGUEL: Gumersindo de Azcárate. Biografía intelectual. Valladolid, Junta de Castilla y León, 2005, donde puede encontrarse además una amplia bibliografía. 38 Su hermana Ernestina estuvo casada con el hijo de Concepción Arenal, Fernando García Arenal, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, ingeniero-director de la Junta de Obras del Puerto de Gijón entre 1875-1889. 33 34
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se formó en gran medida entre Francia y Bélgica, país aquel de donde procedía su familia, su interés por la actividad empresarial y la innovación técnica fueron preciosos para encarrilar la experiencia de pensiones por la senda correcta. Abandonada la dirección en 1919 siguió colaborando activamente con ella en temas relacionados con la enseñanza técnica, con las experiencias de innovación tecnológica y organizativa del movimiento industrial, con los problemas sociales de la emigración y la previsión social, cuestiones que le llevaron en 1930 al frente del Orfanato Minero asturiano, recién creado, puesto en el que le alcanzó la muerte en noviembre de 1936, asesinado, junto con un hijo, por un grupo de militares y falangistas (Apéndice 1). Por lo que se refiere a Enrique Sanchís Tarazona fue un ingeniero de Caminos, Canales y Puertos al servicio del Estado, que desde finales del siglo XIX venía mostrando especial interés por la mejora de las infraestructuras y por los nuevos procedimientos de transporte por carretera. En 1902 solicitó permiso al Ministerio para asistir al primer Congreso de Automovilismo celebrado en París con ocasión del Salón del Automóvil de aquel año y más adelante amplió sus conocimientos sobre el tema en visitas a algunas fábricas de Inglaterra y Estados Unidos, todo lo cual le puso en situación idónea para encabezar el primer ensayo de las expediciones obreras, que buscaba precisamente formar técnicos en los sectores e industrias emergentes de la Europa del momento.39 Pero Enrique Sanchís hizo más que eso. Una y otra circunstancias le proporcionaron el medio de estar entre los pioneros de la nueva industria. Su actividad a este respecto es ya conocida. En el Salón parisino de 1906 presentó un modelo de automóvil de diseño y construcción propia, incluido el motor, el Triauto Sanchís o Tricar Est. Su principal innovación consistía en la construcción integrada del bastidor y la carrocería, formando un solo cuerpo de acero estampado, procedimiento que solo bastante más tarde recuperará la industria del automóvil. Construyó al mismo tiempo otros modelos, como un cuadriciclo destinado al transporte comercial, otro igualmente de cuatro ruedas con dos asientos, otro coche ligero para tres personas y un pequeño coche de carreras. Todos ellos, además de su modelo de bastidor y de motor de seis cilindros estuvieron presentes en
39 En la Revista de Obras Públicas aparecen un buen número de artículos suyos publicados con esta temática entre 1896 y 1902. Los datos biográficos en «Vehículos mecánicos», Revista de Obras Públicas, L, 1371, 2-I-1902, pp. 21-22.
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la Exposición celebrada en Madrid en 1906 a fin de dar a conocer los trabajos efectuados por los obreros de la primera expedición. Lo que nunca se ha dicho es que el triauto, el coche de carreras, el bastidor y el motor fueron construidos por los obreros expedicionarios, bajo la dirección de Sanchís. El hecho bien merece aunque solo sea el simple homenaje de airear el nombre de los participantes: José Tobajas, Miguel Lajusticia, Francisco Mateu, Emilio Usano, Gonzalo Fresnedo, Arturo García, Manuel Álvarez, Gonzalo Ferrer, César Iglesias, Esteban Patiño, José Reig, Hermenegildo Gil, José Maesa y Jesús Rodríguez.40 Sanchís creó poco después la marca Sanchis-France, con establecimiento en Courbevoie, que continuó funcionando hasta 1912. Tras el cierre, sus vehículos fueron distribuidos por Louis Pierron, el constructor en Francia de los automóviles de la marca inglesa Mass.41 Incluso llegó a tentar pasajeramente la opción aeronáutica, aeroplanos y globos dirigibles, sin alcanzar en ese camino los galones obtenidos en el automóvil.42
2.2. Orientaciones prácticas iniciales En segundo lugar, queremos detenernos aquí un momento en lo que denominaríamos la filosofía práctica, sin duda de neta raíz institucionista, que sirvió de norte a las primeras expediciones de ingenieros y obreros y en algunas reacciones que estas iniciativas despertaron desde su inicio. Puede servirnos de guía para lo primero los Consejos a los pensionados recogidos en uno de los números iniciales del Boletín, texto casi con seguridad de Ernesto Winter. En resumen, esa filosofía podría compendiarse en los términos ver, aprender y relacionarse. En último 40 Así consta en «Exposición de trabajos de la expedición obrera al extranjero», Revista Minera, LVII, 2071, 8-VII-1906, pp. 332-333. 41 GIMENO VALLEDOR, Pablo: El automóvil en España. Su historia y sus marcas. Madrid, Editorial RACE, 1993, p. 90; FONDIN, Jean: Hauts-de-Seine, berceau de l’automobile. Boulogne-Billancourt, E.T.A.I, 1992, p. 225 y www.vehiculoclasico.es/es/marcas/pioneras/pioneras4.htm. Datos también en LAGE MARCO, Manuel: Historia de la industria española de automoción. Empresas y personajes. Madrid, FITSA, 2005, p. 57. 42 El ABC de 12 de febrero de 1909, p. 11 informaba que el Comité Ejecutivo de la futura Exposición de Valencia le había invitado a presentar un aeroplano de su invención. Más adelante dirigirá al Ministerio de Instrucción Pública un proyecto de nuevo globo dirigible, de doble envoltura. La Dirección General de Bellas Artes lo sometió a informe de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. El informe, no excesivamente halagüeño, se publicó en la Gaceta de 11 de febrero de 1915.
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extremo, no se trataba tanto de una iniciativa de estricto aprendizaje profesional cuanto de abrirse a un nuevo espíritu de inquietud intelectual por el perfeccionamiento y la innovación técnica. Ver era en consecuencia una disposición intelectual tan importante como la propia experiencia profesional: «abrir los ojos» en los viajes, en las visitas a las fábricas, en las excursiones, en la observación de los escaparates, en la vida al aire libre («nunca se pierde el tiempo al aire libre»). En cualquiera de estas circunstancias en apariencia anodinas se podían descubrir aspectos de interés de potencialidades insospechadas para la vida profesional futura. Junto a la observación despierta y vigilante, el cultivo de las relaciones personales era la segunda disposición de espíritu exigida para que la estancia en el extranjero resultase provechosa para la formación y perfeccionamiento profesional del pensionado; una formación con la perspectiva que daba el conocimiento vivido y contrastado en múltiples experiencias personales, y no sólo obtenido a partir de los libros, que podían ser instrumentos muy útiles para sembrar ciencia, metodizar conocimientos, enseñar a pensar, pero que no tenían el vigor, «la fuerza que da la palabra», «que sólo en la vida, en el diario comercio con otras personas» se lograba. Relacionarse con los naturales del país, cultivar la amistad con las gentes de su oficio, hablar con profesionales cualificados en las distintas ramas profesionales eran, aparte sus potencialidades formativas, aptitudes vitales modeladoras de la autoestima y la autonomía personal, tan importantes como los propios conocimientos profesionales adquiridos.43 Por eso no es de extrañar que incluso antes de estas normas de comportamiento, el propio Winter hubiese llamado la atención contra dos males que podían sobrevenir a los pensionados en su formación exterior y en su posterior experiencia profesional en España. El primero era el de desenfocar los objetivos concretos de estancia en el extranjero: querer abarcar con su mirada más allá de lo que podía asumir con su formación y su actividad profesional de partida en lugar de contentarse con el enfoque atento del «ver profesional» en todas las circunstancias formativas y de trabajo en las que se encontrase. El segundo era el de la decepción y el fatalismo a su regreso a España («En este país no se puede hacer nada») que, en su opinión era la fórmula habitual de esas «gentes sombrías de tez cetrina y mirada apagada que pasean su aburrimiento 43
«Consejos a los pensionados en el Extranjero», BJPIOE, I, 5, mayo, 1916, pp. 19-21.
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constante y el vacío de su existencia». La pérdida de las potencialidades formativas vinculadas a la pensión podía proceder de esperar más de lo que en buena lógica resultaba razonable. A diez años vista de los reseñados textos, la experiencia contrastada de las expediciones desarrolladas bajo su dirección confirmaba lo certero de sus advertencias. Si algunos patronos, si algunos obreros habían esperado inicialmente de las pensiones secretos milagrosos de fabricación o una recompensa especial de ascenso social, con cierta frecuencia se habían sentido descorazonados ante el sistema de producción fabril del momento, en que los procedimientos científicos lentamente asentados en la práctica industrial estaban camino de sustituir a los empíricos en las corporaciones industriales de avanzadilla. Pero si no remedios productivos milagrosos, los pensionados habían obtenido, en cambio, algo que no habían previsto y que había resultado a la larga igualmente fructífero: «el espíritu investigador, la iniciativa».44 Un planteamiento formativo tan abierto —como el que, en general, informó el ideario institucionista, en el que sin duda alguna se insertaba— atrajo hacia sí las mismas opiniones encontradas que merecieron todas sus obras y que, con parecidos términos, sufrió la Junta de pensiones por antonomasia, la de Ampliación de Estudios. El mismo gestor antes mencionado ponía a esas objeciones nombres y apellidos, definiendo arquetípicamente el papel potencialmente contradictorio en que podía enmarcarse la tarea de la Junta: un profesor —contaba— le había indicado la conveniencia de proponer al gobierno la supresión de las pensiones y la fundación de Escuelas profesionales o la mejora de las existentes; el general Cubillo, que las pensiones sólo servían para «estropear obreros», que volvían del extranjero con ideas socialistas y anarquistas; Largo Caballero, que todo pensionado era una persona perdida para la lucha.45 Que estas alternativas no eran hipótesis teóricas, sino que se estaban jugando en la vida cotidiana de los pensionados lo atestigua la polémica que acompañó la primera expedición a resultas de algunos artículos publicados en El Heraldo (18-II-1906), El Liberal (22-IX-1906), El País y, sobre todo en España Nueva de Rodrigo Soriano en febrero y marzo de 1907, obra de un exilado bien conocido en los medios anarquistas WINTER, Ernesto: «Concepto de la eficacia de las Pensiones», Boletín de la Asociación de Españoles Pensionados y Expensionados en el Extranjero, (BAEPEE), II-III, 19-22, noviembre-febrero, 1925-1926, pp. 7-8. 45 Ibídem, pp. 7-8. 44
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parisinos, calificando la experiencia de pérdida de tiempo y malversación de fondos y denunciando el incumplimiento de las disposiciones sobre depósito en los consulados de los jornales de los obreros y el falseamiento de los resultados expuestos en la muestra del Jardín Botánico de 1906.46 También el periódico El Socialista se hizo eco de algunas de estas cuestiones, a propósito igualmente de la mencionada exposición, aunque insistiendo sobre todo en los peligros de despilfarro y empleomanía de la delegación parisina, cuestión, como hemos visto más arriba, sobre la que estaba en plena sintonía con los directivos de la Junta.47 No resultan nada extrañas estas contrapuestas percepciones sobre la obra emprendida porque se la rodeó, al menos en sus primeros pasos, de un marchamo oficialista que la emplazó de forma natural en el espacio de la controversia pública. Las dos primeras expediciones estuvieron, a este respecto, especialmente expuestas a expectativas y apetencias desbordadas por ser las de consolidación y por carecer lógicamente de una perspectiva realista de las posibilidades y límites de la acción formativa en marcha. En ese contexto se pudo por un momento tener la percepción de que lo fundamental era el nuevo servicio burocrático en sí mismo y que podía convertirse en un nuevo centro de atracción caciquil, amparado en mensajes de promoción e integración obrera, según sugerimos más atrás.
2.3. Las primeras expediciones de la Junta de Patronato Posiblemente, es cierto, la iniciativa tenía en el fondo mucho del utopismo pedagógico un poco ingenuo que acompañó todas las iniciativas acometidas por el institucionismo. Sin duda también hubo que lidiar con las dificultades prácticas de primera hora para gestionar una experiencia que dependía en buena medida de la colaboración, hasta cierto punto desinteresada, de empresas e instituciones extranjeras, dificultades 46 Artículos firmados por un anarquista residente en París, José Monterde, España Nueva, 28-II-1907 y 1-III-1907. Rebatió los argumentos el Jefe de la Expedición, Enrique Sanchís, aunque de su informe se desprendía también la labor de captación practicada sobre los pensionados por los núcleos anarquistas exilados. Adjuntaba al informe cartas de algunos de los pensionados contradiciendo las acusaciones del mencionado periodista, así como una carta del Consulado de París señalando no estar en condiciones legales y materiales para hacerse cargo de los fondos de los pensionados, AGA, (5)16 32/16567. 47 El Socialista, 1067, 17 de agosto de 1906, p. 3.
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agravadas más delante por los problemas derivados de la guerra europea. Eso no fue obstáculo para que el balance fuera, en general, positivo. Observémoslo con mayor detenimiento a partir del informe publicado acerca de las tres primeras expediciones gestionadas por la Junta, es decir, las de fecha de convocatoria de 1910, 1913 y 1916. Comenzando por las de obreros, setenta iniciaron la expedición de 1910. De las tres amplias ramas prioritarias de la convocatoria, la industria textil aportó 14 pensionados; la de mecánica y electricidad, 32; la de agricultura, viticultura, oleicultura e industrias derivadas de la leche, 16 y la de curtidos y papelería, 7. De todos ellos, diez desistieron más o menos rápidamente por enfermedad o por razones personales. De los restantes, tan sólo cuarenta tuvieron una colocación permanente. Los otros dieciocho trabajaron de forma intermitente y algunos con largos intervalos sin colocación. No fueron unos resultados óptimos, ciertamente, pero —se decía en el folleto publicado en 1919 con los resultados de las tres primeras expediciones— «era un ensayo, y hubimos de tener mayor tolerancia que la que buenamente hubo de otorgarse después de establecer un régimen determinado».48 No obstante, veintiséis de los expedicionarios llegaron a publicar informes científicos de final de pensión.49 Sin duda, la prueba de fuego del nuevo sistema fue la expedición de 1910. Algunos datos se han indicado ya sobre las particulares formas de gestión administrativa, decisivas en toda su posterior historia, que se decantaron en aquellas primeros meses de 1911. Sobre su historia externa ha quedado además una detallada memoria de resultados que la Junta dirigió al ministro de Fomento.50 Desde comienzos de 1911 se procedió a organizar el curso preparatorio en Barcelona, atendiendo a elevar el nivel de instrucción elemental de los obreros más retrasados y a formarles en la lengua francesa con aplicaciones a la tecnología, mecánica, física y química, compaginando estos estudios con frecuentes excursiones a fábricas, talleres, laboratorios y granjas
48 Breve resumen de la labor realizada con las pensiones de ingenieros y obreros. Madrid, Imprenta Clásica Española, segunda edición (1919), 60 págs., p. 3. Folleto insertado también al final del BJPIOE de 1920. 49 Memorias presentadas por los obreros pensionados en el extranjero. Expedición de 1911 a 1913. Barcelona, La Neotipia, 1914. 50 Junta de Patronato de Ingenieros y Obreros Pensionados en el Extranjero: Memoria relativa al primer período de su gestión, que presenta al Excelentísimo Sr. Ministro de Fomento. Madrid, Suc. de M. Minuesa de los Ríos, 1913.
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de la zona.51 Iniciada la expedición propiamente dicha, las dificultades iniciales provinieron del centro parisino, que no siempre estuvo capacitado para atender la muy diversa demanda de actividad de los obreros pensionados, lo que facilitó, por otra parte, la crucial reorientación que más arriba hemos señalado. Así fue como Ernesto Winter entró a encargarse con suma libertad de todo lo relativo a la orientación formativa y a las actividades de los pensionados, que encauzaron la experiencia por los senderos desbrozados por los que ha de transcurrir en los años ulteriores. Fue una decisión afortunada, puesto que hubo necesidad en un primer momento de vencer por procedimientos de gestión personal directa las reticencias de los empresarios extranjeros y hasta la desconfianza de los propios obreros de las potenciales empresas de acogida. Ese tipo de gestión permitió a la Junta, ya desde sus inicios, dotarse de una red de relaciones que le serán preciosas en los difíciles años por venir. El ingeniero director de Charbonnages du Hasard de Lieja, Sr. Henry; el presidente de la Asociación de alumnos textiles de la Escuela de Verviers, Léon Lobet; el director-gerente de los talleres Bonvillain Ronceray, Juan Manuel España; el cónsul y el vicecónsul de España en Zurich, Manuel Soto y Morillas y V. Birenstihl, respectivamente; el embajador de España en Bruselas, Merry del Val, mencionaba la referida memoria de 1913.52 Complemento de la expedición obrera de ese año fue otro interesante ensayo de pensiones para mujeres jóvenes dedicadas a la asistencia de enfermos en hospitales y clínicas. El 27 de marzo de 1912 la Junta se dirigió al Ministro proponiéndole el establecimiento de estas pensiones, tras la gestión de la Vicepresidenta del Patronato de la Fundación del Hospital de San José y Santa Adela, la marquesa de Alhucemas, a favor de algunas enfermeras que aspiraban a completar sus conocimientos en el extranjero, especialmente en Inglaterra. Tras estudiar el caso, los miembros de la Junta decidieron hacer suya la iniciativa, persuadidos de la conveniencia de que las mujeres abriesen «sus horizontes» en las esferas que socialmente les fuesen propicias y de que, aunque 51 El ingeniero, que llegará a ser director técnico de la Maquinista Terrestre y Marítima, SERRAT Y BONASTRE, José publicó las conferencias dadas en este curso, junto a otras que impartirá con el mismo fin entre junio y septiembre de 1916: Tecnología mecánica. Resumen de las conferencias dadas a los obreros pensionados en el extranjero. Barcelona... Editorial Labor. El ejemplar visto, de 1960, era la octava edición, quinta reimpresión. 52 Memoria relativa..., pp. 15-16.
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las disposiciones en que se fundamentaban las atribuciones de la Junta se referían en todo momento a los obreros, tampoco había nada en ellas que prohibiese las pensiones a las mujeres trabajadoras. De acuerdo con ello, el ministro abrió por R. D. de 19 de abril de 191253 un concurso para cubrir cinco pensiones de dieciocho meses de duración para el aprendizaje de la enfermería en hospitales y clínicas de Inglaterra. Finalmente serán seleccionadas María del Pilar Osorio, Saturnina Herreros, Amparo Torres, Herodiana Escobedo y Ana Pérez Trillo, quienes salieron de Madrid el 6 de junio de 1912 para incorporarse al London Hospital de la capital inglesa.54 La iniciativa en este caso no tendrá continuidad en los años siguientes. La expedición de 1913 comenzó con 50 pensionados de las especialidades de agricultura e industrias derivadas (14 pensionados), mecánica y electricidad (18), minería y metalurgia (3), papelería (3), artes gráficas (3), curtidos (3) y textiles (6), de los que cuatro desistieron al poco de comenzar la guerra europea, un avicultor pensionado en Francia y los tres de la minería-metalurgia que estaban colocados en Bélgica.55 Treinta y dos terminaron presentando sus memorias de final de pensión, todas ellas publicadas en el recién aparecido Boletín de la Junta.56 Por último, compusieron la expedición de 1916 cuarenta y seis pensionados, entre agricultores (11 pensionados), trabajadores del textil (10), dibujantes de muebles (2), artes del libro (5), electricistas (8), mecánicos (8), un relojero y un orfebre. También su desarrollo se vio perturbado inicialmente por la guerra, pero no lo suficiente como para desviarse de los destinos que eran habituales desde las primeras expediciones. Sus resultados estaban todavía por ver en el momento del informe. En el balance general, sin obviar las deficiencias puntuales que es posible entrever a partir de estos datos, y con el hecho asimismo de que algunos de los expedicionarios habían decidido permanecer en el extranjero, el resultado había sido, sin embargo, muy positivo. Buena parte de los pensionados —datos concretos de cuarenta y cinco de ellos recoge el informe— habían aprovechado la estancia en el extranjero para completar su formación teórica, cursando estudios o asistiendo a cursos en Escuelas o Laboratorios especializados de Bélgica, Francia, Alemania, Inglaterra e Gaceta 20-IV. Memoria relativa..., pp. 27-29. 55 Breve resumen..., pp. 16-23. 56 Ibídem, pp. 41-43. 53 54
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Italia. Muchos de ellos habían logrado obtener puestos destacados en España a su regreso, bien es cierto que con dificultades en los primeros momentos y no sin un activo seguimiento y apoyo por parte de la Junta. Los menos habían logrado establecerse por su cuenta, creándose una posición desahogada. No es el momento de entrar en mayores detalles, puesto que todo ello lo analizaremos más adelante con detenimiento. En cuanto a los ingenieros de las especialidades de minas, agrónomos y montes, sesenta y seis habían disfrutado de pensión entre 1911 y 1917 recorriendo instalaciones agrícolas e industriales de Francia, Suiza y Alemania especialmente, de Estados Unidos, Italia, Inglaterra y Bélgica en menor medida, y de Polonia, Suecia, Argentina y Túnez en algún caso. Los temas elegidos y los establecimientos visitados podrían no resultar excesivamente sintomáticos, en principio, a tenor de la somera muestra disponible en cada una de las especialidades, pero en todo caso representan innegablemente una muestra indicativa de las inquietudes de formación práctica de los jóvenes ingenieros en su alternativa, en esta época mucho más apremiante que nunca, entre su tradicional dedicación al Estado y las nuevas posibilidades abiertas por el desarrollo industrial. Sin duda su actividad no estuvo tan controlada como la de las expediciones obreras, ni tampoco se cumplieron al pie de la letra las previsiones de coordinación y tutela que, según el decreto de 1910, debían ejercer sobre los pensionados obreros, pero al cabo se podía también contabilizar un número significativo de estudios prácticos resultado de sus experiencias en el exterior.57 En su momento se analizarán con más detalle todos estos aspectos. En resumen, todo parece indicar que a lo largo de estos años, nada propicios por lo demás para la normal relación con los países europeos próximos, dada la situación de guerra, la Junta logró fijar una práctica gestora autónoma y una red de contactos y relaciones en el mundo académico y empresarial de esos países, que al cabo terminó por corregir la inevitable improvisación de los primeros momentos. Más adelante señalaremos también con detalle los nudos de esa red empresarial europea. Basta señalar por el momento su componente más directo y humano: el de las personalidades que facilitaron la colocación de los obreros pensionados, sin
57 Veinticinco títulos recogía el informe, Breve resumen..., pp. 48-49. Todos ellos serán recogidos en tres volúmenes publicados por la Junta, según veremos en el capítulo correspondiente a los ingenieros.
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cuya colaboración el funcionamiento de la logística exterior de la Junta hubiera resultado imposible. Ciertamente que no fue siempre una colaboración fácil ni desinteresada. Algunos fueron recompensados económicamente por sus gestiones y por los cursos impartidos a los obreros expedicionarios. En otros casos hubo que contar con la incansable dedicación del primer gestor de la oficina de Paris, Alejandro Chao, siempre activo e incluso insistente, hasta improvisar en ocasiones promesas de consideraciones honoríficas.58 Y en efecto, algunos de ellos aparecerán, junto a sus razones sociales, en 1924 en una R. O. comunicada del 2 de diciembre de Presidencia del Gobierno, agradeciéndoles la labor realizada en apoyo de los obreros pensionados.59 Y ni mucho menos eran la mayoría
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Una reseña necrológica de su labor, en «Don Alejandro Chao», BJPIOE, XI, 7, 8,
9, julio-agosto-septiembre 1925, s. p. 59 R. O. comunicada de Presidencia del Directorio Militar de 2-XII-1924, AGA, (5)16 32/16532, Expediente de 1925, carp. 3. Incluía las siguientes personalidades: Albert de
Wiart, ex Vicecónsul de España en Bruselas; Jacques de Jon, director técnico de Minerva Motor, de Amberes; Isidore Lemal, Jefe de los talleres La Meuse, de Sclessin; François Gyseling, administrador delegado de Nouvelles Usines Bollinckx, de Buysinghen, Bélgica; Georges Pierre Patyn, director de misma empresa; René Henry, ingeniero director gerente de Charbonnages du Hasard, de Lieja; J. H. Regnier Gury, ingeniero director general de Ateliers St. Léonard, de Lieja; Émile Zigneffe, administrador de la sociedad Cockerill, de Lieja; Louis Joassart, director general de la Fabrique Nationale d’Armes de Guerre de Herstal, Lieja; Marcel Habets, ingeniero director técnico de la sociedad Cockerill; Jacques van Hougarden, ingeniero director general de la sociedad OugréeMarihaye, Ougrée, Bélgica; Armand Stouls, ingeniero director general de la sociedad Espérance-Longdoz; Marcel Fraipont, director general de Cristalleries du Val St. Lambert, Lieja; Louis Ketin, administrador director de la sociedad Fonderies Ketin, de Sclessin, Bélgica; Léon Lobet Fils, director de los Ateliers Textiles, de Verviers, Bélgica; Eugène Nvssen, ingeniero belga; A. Marcel, arquitecto del gobierno francés; Pierre Eugène Mallet, responsable de la mano de obra extranjera (sección española) del Ministerio de Trabajo francés; Émile Ronceray, ingeniero director de la casa Bonvillain et Ronceray; Georges Kellner, constructor de Voitures Automobiles, Paris; Lorenzo Quintero, administrador de Hispano-Suiza, de Bois Colombes; Ch. Beaudouin ingeniero director de Ateliers Mécaniques de Précision, París; A. Bréchard, director de Ateliers de Tissages Mécaniques, de Roanne; A. d’Hospital y Louis Dubrujeau, ingenieros de la casa Marinoni, Paris; François Rousselon, industrial y comisionista, de Paris; Alexandre Grammont, ingeniero electricista de Lyon; Paul Rodd, jefe de máquinas de la Imprimerie Crété; Ch. Huge, ingeniero, y el señor Juniar, jefe de personal, ambos de la casa Renault, Boulogne-Billancourt; H. Harmont, director de la TypographieLitographie Harmont, Paris; Max Knoblanch, secretario archivero de la Cámara de Comercio de España en París; Verne, Guine & Gia (sic), director de la casa Ascenseurs Roux-Combaluzier, de París; Louis Barbillon, director del Institut Électrotechnique de
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en la urdimbre de relaciones tejidas, pero sí los que aparecían más repetidamente en la relación de destinos dentro de las ciudades más solicitadas: París, Lieja, Bruselas, Amberes, Lyon, Burdeos, Grenoble. Poco después la propia Junta propondrá ampliar la medida a otro conjunto de personalidades, especialmente belgas.60
3. LA JUNTA DE PENSIONES EN EL MINISTERIO DE TRABAJO, 1920. HACIA NUEVAS METAS Con toda esta experiencia ya decantada, en efecto, a la altura de 1920 la Junta se sentía con conocimientos y recursos suficientes para abordar nuevos objetivos, a pesar de que las circunstancias no resultaban todo lo propicias que cabría esperar a resultas de la llegada de la paz a Europa. No tanto por la demanda de mano de obra, que recibió un impulso considerable en algunos países muy vinculados a la obra de pensiones, como Francia y Bélgica, cuanto por la incertidumbre y el desorden económicos de la postguerra, inicialmente como consecuencia del esfuerzo financiero y la reorientación económica hacia los sectores industriales movilizados por la contienda, que trajo como consecuencia una fuerte inflación, y después por la frustración de las esperanzas de crecimiento continuado, con las secuelas del paro, el retorno del proteccionismo
Grenoble; Enrique Villamil, industrial de Burdeos; Marsop Dalbavie, profesor de la Universidad de Burdeos; Joseph Etéve, director de la École de Travaux Publics, de París; A. Briam, director de las Escuelas de Aprendizaje de París; el señor Faire, jefe de la casa Panhard, de París; Hilario Aldea, jefe de máquinas de fotorotograbado del Petit Parisien, de París, y Benjamin Rebourg, director de Ateliers Cail de Denain. 60 Instancia del 15 de enero de 1925 del presidente de la Junta, Eduardo Sanz y Escartín, al Subsecretario del Ministerio de Trabajo. Proponía a las siguientes personalidades: Georges Florimond Walton, administrador director de la sociedad Nouvelles Usines Bollinckx; Louis Dupont, ingeniero director de las fábricas Beaume et Marpent; Camille Marchant, administrador delegado de la casa Marchant et Stichelmansa y de la sociedad Flandria Filature; Oscar Englebert, director general de la Manufacture Liégeoise de Caoutchouc O. Englebert Fils & Co, de Lieja; Alexandre Galopin, ingeniero director de la Société Génerale de Bélgica; Léon Greiner, ingeniero director general de la sociedad Cockerill, de Seraing; Gustave Trasenster, ingeniero administrador y presidente de la sociedad Ougrée-Marihaye, de Ougree; Sr. Timmermans, ingeniero director general de Ateliers de la Meuse y Manuel de Soto, cónsul de España en Zurich. Poco después se accedía a la solicitud. Instancia y Resolución comunicada de 11 de febrero de 1925, firmada por E. Aunós, en AGA, (5)16 32/16532, Expediente de 1926, carp. 4.
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comercial y agudización de las tensiones internacionales.61 En el plano de la economía doméstica de los obreros expedicionarios, todas estas circunstancias amenazaban con ahogar los recursos presupuestarios previstos en las pensiones y la Junta se vio obligada a solicitar del ministerio la adopción de un procedimiento que restituyese el poder adquisitivo de los pensionados y que les permitiese, además, dedicar parte de su tiempo a la formación en las Escuelas profesionales de sus lugares de destino. A partir del decreto de 27 de junio de 1919 (Gaceta 28), en efecto, la Junta tuvo la facultad de proponer, junto a las pensiones, el jornalpensión debido en cada caso al pensionado obrero, así como la gratificación de los ingenieros pensionados. Dentro en todo caso de los créditos presupuestarios aprobados, lo que inevitablemente habría de traducirse en la reducción de las pensiones concedidas. Por el contrario, otras circunstancias coyunturales proporcionaban un nuevo marco de oportunidades. Desde 1920 la Junta había sido transferida al Ministerio de Trabajo, al crearse este departamento,62 y con ella se había incorporado su personal, el administrativo de primera hora (Feliciano Álvarez, Paulino Sánchez-Marín y Tomasa Romero) y el Delegado general en París desde 1912, Alejandro Chao. Pero junto a ellos, dos incorporaciones de última hora: César de Madariaga y Rojo y Francisco Vighi Fernández, decisivos en la marcha de la Junta en los próximos años, especialmente el primero.63 De esta forma, a partir de las experiencias ya en marcha y de las que planeaba su nuevo director efectivo, un decreto del año siguiente reorganizaba el conjunto de las atribuciones de la entidad en su nueva ubicación orgánica.64 Era, en síntesis, una ratificación de sus competencias tradicionales, pero con algunos cambios en apariencia poco destacados, y sin embargo cruciales, que es preciso subrayar con cierto énfasis. Nos referimos en concreto a todas 61 Un planteamiento general accesible ALDCROFT, Derek H.: «Las consecuencias económicas de la guerra y de la paz, 1919-1929», en Cabrera, Mercedes; Juliá, Santos y Martín Aceña, Pablo (comps.): Europa en crisis, 1919-1939. Madrid, Ed. Pablo Iglesias, pp. 124. 62 RR. DD. de 8-V-1920, Gaceta 9-V, y 24-V-1920, Gaceta 25-V, y R. O. de 29-V-1920, Gaceta 30-V. 63 R. O. de transferencia del personal de 26 de junio de 1920, Gaceta 6-VII. Madariaga había sido nombrado Inspector general de los obreros por R. O. de 14 de noviembre de 1919. Vighi había sido propuesto por la Junta en la sesión del 29 de noviembre de ese año como auxiliar de la sala de lectura. 64 R. D. de 14-V-1921, Gaceta 22, de Eduardo Sanz y Escartín.
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aquellas nuevas facultades que tendían al reforzamiento de sus facultades de autonomía administrativa —una de sus más destacadas bazas tradicionales— al establecer la posibilidad de gestionar, aparte las dotaciones presupuestarias oficiales, fondos propios procedentes de los bienes adquiridos, de la venta de publicaciones o de donaciones particulares. Por lo demás, los beneficios de la pensión se ampliaban en el mismo decreto a otros colectivos profesionales hasta entonces olvidados, como los ingenieros industriales, peritos mecánicos, electricistas y químicos, ayudantes de los Cuerpos de ingenieros y, en general, cualquier técnico, con títulos o sin ellos, de probada capacidad, al servicio de la empresa privada o del Estado. Se abría, por lo demás, una nueva línea de pensiones para seguir cursos profesionales en España y se le otorgaba a la Junta la posibilidad de organizar cursos de perfeccionamiento profesional para obreros por iniciativa propia o a petición de entidades patronales, corporaciones o sindicatos, utilizando como profesores de preferencia a ingenieros y obreros antiguos pensionados. Estos cursos, decía el ministro en el preámbulo, organizados a modo de ensayo inicialmente, podrían constituir en el futuro, si el resultado fuese satisfactorio, un precedente para más amplios desarrollos hasta llegar a su obligatoriedad, al modo como acontece en Alemania y como se ha establecido recientemente en Francia por la ley Astier.65 La Junta de Pensiones adoptaba igualmente con el decreto una regulación más precisa de su funcionamiento, especialmente a través de una Comisión Ejecutiva ahora creada, y una mayor apertura en su composición, incorporándose a ella nuevos vocales natos de procedencia política y corporativa: el Subsecretario de Trabajo y los presidentes del Instituto Nacional de Previsión y de la Junta de Colonización y Repoblación interior, cuatro de representación paritaria obrera y patronal y cinco de nombramiento
65 La ley Astier de 1919 permitía realizar el aprendizaje práctico en el lugar de trabajo y recibir una formación teórica dentro de un establecimiento de enseñanza profesional. Para los aprendices menos de 18 años estos cursos profesionales eran obligatorios. Sobre la ley y su tramitación, por el propio proponente, ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial en France et à l’étranger. Paris, H. Dunod et E. Pinat, Éditeurs. 1912, pp. 314-460. Sobre su significado en el impulso de la enseñanza técnica en Francia, L’Énseignement technique de la Révolution à nos jours. Textes officiels avec introd., notes et annexes. Tome I : De la Révolution à 1926, sous la dir. de T. Charmasson, avec la collaboration Anne-Marie Lelorrain, Yannick Ripa. Paris, Economica-INRP, 1987, especialmente sobre la Ley Astier, pp. 56-72.
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directo del Ministro de entre los ingenieros de todas las especialidades y de las Escuelas de Peritos Industriales o de Artes y Oficios, debiendo recaer este Vocal en profesor encargado de las enseñanzas prácticas.66 Estos serán los pilares de la expansión de la Junta en los próximos años de la mano de César de Madariaga. Conviene detenerse algunos momentos sobre todas estas nuevas bazas antes de entrar en las características particulares de las ulteriores expediciones hasta el advenimiento de la II República. Decíamos que la autonomía administrativa había sido una de sus más sobresalientes bazas tradicionales y tal apreciación se justifica tanto por razones de orden práctico como por entrar de lleno en algunas nuevas corrientes sobre la gestión administrativa que comenzaban a estar muy presentes en la España de la época. Sin duda, la posibilidad de gestión directa del presupuesto atribuido, sin consideraciones de orden burocrático referidas a dietas, viajes y otras formas administrativas de control del gasto, proporcionaron a la Junta una flexibilidad preciosa, imprescindible para moverse en las especiales condiciones en que se desarrollaba su actividad y en la índole y circunstancias de los beneficiados de la experiencia. La concentración de la responsabilidad directa de las expediciones en manos del ingeniero inspector y de los jefes de delegación en el extranjero, de Bruselas y París inicialmente, de esta última ciudad después, permitió en todo momento una atención inmediata y directa sobre las vicisitudes de los pensionados, que resultó ser a la larga el mejor instrumento de control, obligados como estaban los pensionados a ofrecer puntualmente noticias de sus actividades ordinarias. Por último, la rendición de cuentas permanente a través de las páginas de la revista proporcionó a todo ello la visibilidad pública precisa para que la experiencia funcionase sin particulares desajustes. En la práctica, sólo muy pocos casos se pueden documentar en la información de archivo o en la periodística que justifiquen el calificativo de experiencia fallida con relación a alguno de los expedicionarios seleccionados: algún caso de retorno precipitado por enfermedad o por circunstancias políticas coyunturales, algún pensionado perdido sin paliativos, algunos otros incumplidores del compromiso de retorno tras la pensión, nunca «en proporciones mayores del dos Aunque se especificó que los Vocales existentes continuasen en sus funciones, al año siguiente se añadieron otros nuevos conforme a la disposición: el ingeniero industrial José Antonio Artigas y el profesor y jefe de los talleres de la Escuela Industrial de Madrid, Mariano Moreno Caracciolo, RR. DD. de 9 de junio de 1921, Gaceta 10. 66
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por ciento» según César de Madariaga67 y, por supuesto, diferencias muy sensibles en el aprovechamiento de la pensión; pero frente a estos casos no son raros aquellos de los que la Junta pondera vivamente su responsabilidad y aprovechamiento. No resulta aventurado suponer que, en la práctica, la administración de esta experiencia funcionó conforme a los principios de una gestión empresarial, más que de una oficina burocrática. En la comunicación que el recién nombrado ingeniero inspector de las pensiones, César de Madariaga, presentó al Primer Congreso Nacional de Ingeniería, celebrado en Madrid entre los días 16 y 25 de noviembre de 1919, aparte la sección programática que luego comentaremos, señalaba precisamente como una de las bazas más relevantes de la Junta «su funcionamiento autónomo». «Las relaciones que la Junta tiene con las realidades objetivas de su labor —decía— son cosas vivas y tangibles expresadas con toda claridad en los archivos de correspondencia, informes y actas donde se pueden ver estas realidades sin traducir o interpretar expedientes administrativos largos y embarazosos. Una carta, un telegrama, una conversación confirmada después por escrito, son los instrumentos en que la labor se desarrolla. No se trata, por lo tanto, de una oficina administrativa más».68 Caracterizada en estos términos, bien se podía decir que respondía adecuadamente al modelo de organización burocrática que por aquella época difundían gran parte de los estudiosos del Estado, fuesen juristas, ingenieros, sociólogos o cualesquiera otros cobijados bajo la denominación genérica de técnicos, coincidentes en propugnar unos procedimientos de gestión administrativa más simples y descentralizados (corporativizados a ser posible), que desligasen, al menos relativamente, las políticas públicas de los avatares de la representación política, que sustituyesen el inevitable voluntarismo político, cuando no el puro y simple arbitrismo, por la rigurosidad del conocimiento técnico. Los que de ello se han ocupado más modernamente no dudan en ver en esta tendencia una deriva fundamental de la organización del Estado a lo largo del siglo XX, poniéndolo en relación precisamente con la búsqueda de una «libera administratio» desligada de los controles jurídicos y parlamentarios vigentes, en particular en el terreno C. de MADARIAGA: La formación profesional..., p. 210. Recogida sin firma en «Notas sobre la educación profesional del obrero adulto», BJPIOE, VII (la secuencia correcta desde su fundación sería V), 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1920, pp. 46-68. Cita, p. 59. 67 68
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presupuestario, y que en paralelo —añadiríamos— respondía interesadamente a la creciente colonización de las oficinas públicas por parte de los grupos funcionariales corporativizados.69 La propia composición de la Junta era en cierto modo desde sus inicios un reflejo de esta actuación administrativa corporativizada. Tras la muerte de Azcárate, la Junta quedó integrada, en su más alto puesto, por Luis Marichalar y Monreal, Vizconde de Eza, que le había sustituido igualmente al frente del Instituto de Reformas Sociales, teniendo como vocales a José Marvá y Mayer, presidente del Instituto Nacional de Previsión, Santiago Ramón y Cajal, presidente de la JAE, Eduardo Gullón, por la Escuela Especial de Ingenieros de Minas, Marqués de Alonso Martínez, presidente de la Junta Consultiva Agronómica, Miguel Otamendi, por la Escuela Especial de Ingenieros de Caminos, Pedro Ávila, por los ingenieros de Montes, Francisco Largo Caballero, en cuanto vocal del Instituto de Reformas Sociales y Adolfo Álvarez-Buylla, jefe de sección del mismo, que actuaría además de Secretario. La segunda baza fundamental de la Junta en esta hora fue, sin lugar a dudas, su nuevo ingeniero inspector, César de Madariaga. No sería justo desconocer lo que los primeros ingenieros gestores de la experiencia habían ido aportando al acervo moral y material de las primeras expediciones, a su adecuada orientación. Pero igualmente injusto sería no destacar la contribución decisiva a su balance global de quien va a tener en sus manos, de forma más o menos directa, los destinos de la Junta prácticamente hasta la guerra civil. Ingeniero de minas, pensionado por la Junta de Pensiones en 1916 a fin de estudiar en Inglaterra acerca de la repatriación del beneficio de las piritas españolas, una llamada providencial desde Madrid, según él mismo decía, le apartó de las actividades privadas para permitirle adentrarse, a través de la Junta de Pensiones, en un fascinante campo teórico que despuntaba por aquellos momentos en España: el de la psicotecnia, la organización científica del trabajo, la orientación y selección profesional y la rehabilitación 69 El concepto pertenece al libro de ARIÑO ORTIZ, G.: La Administración institucional (Bases de su régimen jurídico). Mito y realidad de las personas jurídicas del Estado. Madrid, Inst. de Estudios admin., 1972, pp. 60-83. Véase también VILLACORTA BAÑOS, Francisco: «La estructura de la nueva administración», en La época de la Restauración (1875-1902). Vol. I: Estado, Política e Islas de Ultramar... Coordinación e introducción por Manuel Espadas Burgos. Madrid, Espasa-Calpe, 2000, t. XXXVI de la Historia de España Menéndez Pidal, dirigida por José María Jover Zamora, pp. 145-178.
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y capacitación profesional del obrero minusválido. Sobre todos esos temas terminará proporcionando notables estudios teóricos e interesante experiencias prácticas a través de las nuevas instituciones que en España o fuera comenzaban a organizar académica o socialmente tales inquietudes. Sin duda, cabría considerarle prototipo de una mentalidad que llamaríamos reformismo tecnocrático si esta adjetivación no se hubiese visto tan gravemente comprometida por su implicación en objetivos políticos espurios, cosa que, por descontado, quedaba muy lejos de las intenciones de buena parte de estos reformistas, y desde luego del propio César de Madariaga. A través de la Junta, esa misma cadena de circunstancias le hizo implicarse activamente, «sin claudicaciones de ideales ni afiliaciones políticas y como funcionario del Ministerio de Trabajo», seguía diciendo él mismo,70 en los proyectos de reforma de la enseñanza profesional y técnica del Directorio. En el definitivo Estatuto de Enseñanza Profesional de 1928 se encuentran plasmadas buena parte de sus reflexiones teóricas sobre orientación y selección profesional y psicotecnia y sus experiencias prácticas de perfeccionamiento profesional a través de la Junta de Pensiones, como más adelante veremos. Todo ello merecería un estudio monográfico detallado, que, recogido aquí, desviaría excesivamente el relato histórico de la Junta de Pensiones. Un remedo de ese deseable trabajo, puramente indicativo también en este caso, podrá encontrarse más adelante, en el apéndice 2. Apenas encargado de la inspección general de las pensiones, Madariaga tenía ya en mente buena parte de los desarrollos futuros de la entidad. Solo unos días más tarde presentaba al Congreso de Ingeniería las notas improvisadas sobre la formación del obrero adulto, ya mencionadas, donde se hacía balance y prospectiva sobre un asunto que era «de una importancia social considerable». En estas notas aparecen ya esbozadas algunas de sus concepciones vertebrales, que más adelante proyectará en estudios teóricos y en políticas prácticas dentro del Ministerio de Trabajo: la importancia de la formación obrera al mismo tiempo desde el punto de vista económico y social, su consideración en el marco «de un sistema integral de enseñanza profesional», su papel en la realización del desarrollo personal del individuo y de la justicia social. Para el adecuado acomodo a ese marco de posibilidades de las muy diversas circunstancias en que se encontraba el obrero adulto preveía un plan 70
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de acción de cuatro puntos, orientados respectivamente a la educación completa profesional del obrero adulto sin oficio, a la educación profesional del obrero inútil o incapacitado físicamente, a la educación complementaria del obrero adulto imperfectamente formado y a la ampliación y divulgación de los conocimientos profesionales. Los dos últimos objetivos entraban dentro de las tareas de la Junta de Pensiones desde su fundación; en los contenidos particulares de su acción primeramente, pero también en el procedimiento estratégico que proveía la plasmación práctica de esta importante labor: implicando decisivamente a la «industria activa» y en particular a su personal técnico, así como al profesorado de las Escuelas especiales. La Junta lo venía desarrollando así, «puesto que para sacar el mayor rendimiento de la estancia [de los obreros] en otros países se precisa hacer una preparación educativa primero, y después desarrollar una función totalmente educativa, orientándoles, aconsejándoles, procurando desarrollen sus facultades más aptas y, en general, procurando por todos los medios establecer un contacto constante con ellos que permita no abandonarlos un momento en la labor de elevar su nivel cultural» (p. 58). Esta tarea habría de completarse en el inmediato futuro con una más consciente planificación de la «misión industrial» de los ingenieros pensionados, a fin de que, «auxiliada con los trabajos que los obreros practican», coadyuvasen intensamente «al perfeccionamiento de la técnica española». Igualmente, esa labor de perfeccionamiento e investigación habría de ser promovida por medio de un servicio bibliográfico e informativo que, poniendo en conocimiento de ingenieros y obreros los logros de la técnica y de la ciencia aplicada de otros países, ampliase el rendimiento que la industria española pudiese obtener de las pensiones. En definitiva, apenas nombrado, en la mente del nuevo ingeniero inspector bullían ya los objetivos en que se empeñará la Junta Pensiones en los próximos años. Desde 1920, en efecto, se dio un nuevo impulso a la Biblioteca y al servicio de información bibliográfica técnica que había organizado su antecesor en los locales de la Junta, poniendo a disposición de los estudiantes y obreros todo el fondo documental acumulado a lo largo de los años. Si hacia mediados de ese año tales servicios contabilizaban la suscripción a 146 revistas, en su mayoría extranjeras,71 con un fondo de libros, fundamentalmente técnicos, de poco más de cuatro 71
«Actividades de la Junta», BJPIOE, V, 6, 7, junio-julio, 1920, pp. III-V.
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mil ejemplares,72 seis años más tarde —la fecha en que los datos son más completos— los fondos sumaban 9.686 libros, 578 suscripciones a revistas, con un fondo de almacén de 56.824 números y 19.860 fichas de documentación técnico-bibliográfico, es decir, resúmenes informativos sobre el contenido de los artículos de las revistas, relaciones bibliográficas, patentes, procedimientos industriales, etc. El número de lectores en ese año 1926 había sido de 9.233.73 Y en los años siguientes todo ese impulso incluso se acrecentó. En dos informaciones sobre la labor de la Junta, aparecidas en sendos medios extranjeros en 1928, la revista francesa Chimie & Industrie y El Diario de la Marina de La Habana, recogidas dentro del Boletín, se hablaba —bien es cierto que con una cierta exageración según las cifras que más adelante recogeremos— de una biblioteca de más de 20.000 obras técnicas, «casi todo lo que existe en las diversas especialidades», subscripción de casi 800 revistas, 16.000 catálogos, más de 80.000 fichas de documentación técnica y un importante número de lectores —15.721 en 1927— solo sobrepasado por la Biblioteca Nacional. Su importancia era tal, se añadía, que no había ninguna biblioteca en España «ni tal vez en Europa» cuya rapidez de crecimiento pudiera comparársele.74 Todo parece indicar, en conclusión, que la Biblioteca y Servicio de Documentación se habían convertido en un centro habitual de consulta de las novedades bibliográficas técnicas por parte de ingenieros, estudiantes, obreros especializados y profesionales diversos. Por ello es conveniente pasar por esta dependencia con la parsimonia que merece.
3.1. La Biblioteca y el Servicio de Documentación de la Junta de Pensiones Sería, sin duda, minusvalorar la obra realizada por este servicio atenerse al escueto contenido del enunciado de este epígrafe. Fue, digámoslo ya desde este momento, mucho más que una Biblioteca en el sentido clásico del término y ni siquiera añadiéndole el complemento de la 72 Cuatro mil trescientos setenta y siete mencionaba, con sus especialidades, el BJPIOE, VI, 1-2, enero-febrero, 1921, p. 32 73 Estadísticas al 31 de diciembre de 1926, BJPIOE, XIII, 1, 2, 3, enero-febrero-marzo, 1927, pp. 1-6. 74 Informaciones de «Bourses pour ingénieurs et ouvriers» y SUÁREZ SOLÍS, Rafael: «Obreros pensionados en el Extranjero», BJCPIO, 4, 5, 6, abril, mayo, junio, 1928, pp. 2-5 y 6-8, respectivamente.
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Documentación agotaría su significado completamente. El acopio de revistas y libros técnicos tuvo en su origen una finalidad práctica de apoyo a las actividades formativas preliminares y a la colocación exterior de los obreros pensionados, un ejemplo más de la rigurosidad con que desde el principio se asumió la empresa. En tiempos de Enrique Winter se denominó Biblioteca profesional de Artes y Oficios. La primera anotación sobre ella indicaba ya de forma muy clara sus objetivos prácticos. La primera sección constituida estaba formada por más de 400 catálogos de maquinaria de todas clases, material de laboratorio e instrumentos de medida, folletos y reseñas de instalaciones y notas de distintos productos industriales. En la formación del fondo principal de la sección había colaborado uno de los más activos colaboradores de la obra de pensiones desde sus primeras etapas, el ingeniero Juan Manuel España, al servicio de la casa francesa Bonvillain Ronceray. Para su renovación periódica se había solicitado el envío de todos esos documentos comerciales de empresa a constructores ingleses, franceses y suizos y a los representantes de talleres en España.75 Pero al mismo tiempo se habían dado los primeros pasos en un servicio de mucho mayor alcance público: la elaboración de informes técnico-bibliográficos sobre cuestiones científicas o procedimientos industriales, en respuesta a consultas precisas de individuos o instituciones interesadas. En algún caso se rotulan estas actividades como Biblioteca-Consultorio de Artes y Oficios.76 75 Entre todo ello destacaban los catálogos distintos tipos de maquinaria de vapor, los de motores de gas, gasómetros, lavadores de gas, purificadores y aparatos de medida, los de motores de automóviles y accesorios, los de material eléctrico, los de máquinasherramientas, los de trabajo e instalaciones metalúrgicas y de minas, los de maquinaria de precisión, bombas, compresores e instalaciones frigoríficas, maquinaria para madera y producción textil, instalaciones de transporte, maquinaria de fabricación de cales y cementos y maquinaria agrícola, «Biblioteca profesional de Artes y Oficios», BJPIOE, I, 1, enero, 1916, pp. 31-32. Información puntual ulterior, «Sección de Catálogos», BJPIOE, V, 8, 9 y 10, agosto-octubre, 1920, pp. XLIII-XLIV. 76 Se recogen algunos de esos informes iniciales (fabricación de sosa por el procedimiento electrolítico, recalentadores de vapor (al informe, publicado en BJPIOE, I, 5, mayo, 1916, pp. 174-176, W[inter] apostillaba: «El Sr. Otzet (un obrero pensionado sobre el que más adelante hablaremos) después de recibir esta nota optó por mandar construir un recalentador ateniéndose a estas reglas. Con ello obtuvo una economía de cerca de 600 pesetas en el precio de la instalación. El recalentador construido funciona perfectamente, p. 176) carborundum, temple de las herramientas para madera, calidad del acero y tratamiento para la fabricación de imanes, aceite de Füsel, fabricación de alcohol de melazas de remolacha), en BJPIOE, I, 1, enero, 1916, p. 29 e Ídem, I, 2, febrero, 1916, pp. 79-81.
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La regeneración técnica
A juzgar por los logros que tal dedicación produjo en este terreno del acopio documental y en el más práctico de orientar a los expedicionarios hacia los sectores económicos y las empresas más decisivas en cada momento, el resultado no pudo ser más satisfactorio. Pero eso no fue más que el punto de arranque del ambicioso proyecto de la Biblioteca y Servicio de Documentación, cuyo sobresaliente balance estadístico señalamos más arriba, aunque con él sólo rozamos una mínima parte de su auténtico alcance. En 1926 el Boletín dedicaba un buen número de páginas a reseñar la historia y logros de todas estas actividades desarrolladas en torno al servicio de pensiones, enmarcándolas en las corrientes internacionales coetáneas que intentaban esbozar una organización internacional de documentación científica que pusiese en contacto los esfuerzos emprendidos al efecto por instituciones particulares en cada uno de los países y que elaborase unos protocolos únicos de recogida y catalogación de la documentación científica. Acababa de celebrarse entre el 1 y 4 de octubre de 1925 el Congreso Internacional de la Prensa Técnica, donde se habían avanzado algunas orientaciones al respecto y donde se había creado la Federación Internacional de la Prensa Técnica.77 Por aquel entonces, el servicio de la Junta era ya suficientemente conocido como para que los organizadores del Congreso, así como la Union Internationale de la Chimie Pure et Appliqué, se hubiesen dirigido a la entidad solicitándole información acerca de la obra realizada. El escrito de contestación a ambos fue elaborado por Francisco Vighi y publicado, en francés, en el Boletín y constituye un buen testimonio del notable resultado de la experiencia a seis años vista de su puesta en marcha. Es más, hasta se podría decir que se emplazaba en primera fila de aquellas corrientes internacionales mencionadas. Era por de pronto la experiencia más ambiciosa y sistemática del género en España, a pesar de algunas tentativas coetáneas del mismo tipo emprendidas en la cátedra de química industrial inorgánica de la Escuela de Ingenieros Industriales de 77 Un primer artículo reseñaba los esfuerzos internacionales al respecto, «La organización internacional de la documentación», BJPIOE, XII, 4, 5, 6, abril, mayo, junio, 1926, pp. 1-6. Le seguía una información sobre la experiencia de la revolución rusa al respecto «El estado actual de las Bibliotecas rusas», pp. 7-9, el informe de F(rancisco) V(ighi) sobre la Biblioteca y Servicio de Documentación de la Junta, «La Bibliographie Scientifique en Espagne», pp. 10-11 y finalmente, un informe suplementario sobre la proyección nacional e internacional de este servicio, «Nuestro servicio Técnico-Bibliográfico», pp. 12-13.
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Francisco Villacorta Baños
Madrid y en el Instituto de Química Industrial de la Mancomunitat Catalana.78 En el momento del informe, el servicio de la Junta contaba con varias secciones que podían perfectamente encuadrarse en el marco de las recomendaciones elaboradas por el Congreso Internacional de 1925, aunque algunas se encontrasen todavía en estado embrionario. Entre las ya puestas en marcha se encontraban el repertorio bibliográfico de fichas de los libros, folletos y artículos publicadas en las revistas de la prensa técnica mundial, el repertorio analítico de los artículos catalogados, consistente en la duplicación del somero resumen o comentario de su contenido recogido en el reverso de las referencias bibliográficas, el repertorio de técnicos especialistas, clasificados por especialidades e indicando la industria o establecimiento oficial o particular y finalmente, el repertorio de fabricantes de máquinas y útiles y de productos manufacturados, utilizando los catálogos industriales de que se disponía. Entre los proyectos previstos en la línea de lo recomendado por el Congreso de 1925 el informe señalaba en primer término la idea de confeccionar un catálogo unificado de las bibliotecas científicas generales de Madrid, secundando la dirección que el secretario de la Facultad de Medicina, el Dr. Negrín, había emprendido en la biblioteca de la Facultad; y en segundo lugar, la idea de emprender ese mismo repertorio en los servicios de documentación y bibliotecas especializadas de los institutos de
78 Se mencionaban únicamente estas experiencias. La investigación actual ha documentado con mucha mayor precisión algunas otras, desde la creación de la Escuela Superior de Bibliotecarias de la propia Mancomunidad hasta la participación española en el movimiento documental internacional puesto en marcha desde finales del siglo XIX. Al respecto, MIRALPEIX, Concepció, ABADAL, Ernest: «Education on Library and Information Science in Spain. Devolopment and current tendencies», Bibliothek, 24, 2000/1, pp. 44-53 y, muy especialmente, los trabajos que lleva a cabo el Departamento de Anatomía Patológica e Historia de la Ciencia de la Facultad de Medicina de Granada, OLAGÜE DE ROS, Guillermo; MENÉNDEZ NAVARRO, Alfredo y PULGAR ENCINAS, Rosa María: «Josep Pascual i Prats (1854-1931) y el ‘Index Medicus Hispanus’ (1904-1906): una contribución española en los inicios de la documentación científica», Dynamis, 10, 1990, pp. 209-254; OLAGÜE DE ROS, G.; MENÉNDEZ NAVARRO, A. y ASTRAIN GALLART, Mikel: «La incorporación de España al movimiento documental europeo de principios de siglo. La contribución de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid al International Catalogue of Scientific Literature (1904-1921) y la Unión Internacional Hispano-Americana de Bibliografía y Tecnología Científicas (1910)», Dynamis, 12, 1992, pp. 225-261 y OLAGÜE DE ROS, G.; MENÉNDEZ NAVARRO, A.; MEDINA DOMÉNECH, Rosa M. y ASTRAIN GALLART, M.: «Internacionalismo y Ciencia. Las bases sociocientíficas del movimiento documental europeo», Dynamis, 17, 1997, pp. 317-340.
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La regeneración técnica
investigación y de ampliación de estudios, carentes hasta ese momento de colecciones bibliográficas. Como ampliación de este informe remitido al embrión de organismo internacional que acababa de ponerse en marcha, el Boletín recogía a continuación algunos datos suplementarios sobre el papel que ya había comenzado a jugar en la acción cultural de algunas instituciones nacionales e internacionales. Su experiencia había sido solicitada para la organización de bibliotecas de carácter técnico dentro del Ateneo Obrero de Gijón, la Casa del Pueblo de Bilbao y hasta del Ministerio de Agricultura e Industria de Guatemala.79 La Academia de Intendencia Militar había comisionado un capitán profesor para estudiar la organización del servicio y el Ateneo de Madrid y otras sociedades habían solicitado el concurso de la Junta para organizar sus servicios de bibliografía y documentación.80 En resumen, todo indica que el nuevo servicio se había proyectado con la misma rigurosidad y ambición que las propias pensiones de las que era complemento. Veamos con detenimiento su desarrollo. En 1920, al hacerse cargo César de Madariaga del servicio de biblioteca y documentación, se disponía ya de un fondo considerable de revistas técnicas, en su mayoría de lengua francesa e inglesa, y unas disponibilidades nada desdeñables de libros de los mismos temas, ordenados conforme al moderno sistema de clasificación decimal Dewey que había comenzado a imponerse lentamente desde su primera elaboración en 1876 ante de la necesidad de utilizar criterios bibliográficos comunes en las relaciones científicas internacionales.
79 En el BJPIOE, VII, 3-4, marzo-abril, 1922, pp. 9-13, aparece una relación de los libros enviados por la Junta por encargo de la Dirección de Agricultura de Guatemala «Tipo de Biblioteca agrícola para un presupuesto de 1500 pesetas». 80 «Nuestro servicio Técnico-Bibliográfico», BJPIOE, XII, 4, 5, 6..., pp. 12-13. Con respecto al Ateneo de Madrid este hecho resulta patente para quien se haya adentrado en el catálogo de su Biblioteca, organizada según el sistema decimal Dewey, que la Biblioteca de la Junta había comenzado a aplicar.
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Francisco Villacorta Baños Revistas disponibles (a mediados de 1920) Especialidades Francés Inglés Italiano Alemán Español TOTAL Ingeniería general y 23 14 6 4 1 48 Organización industrial Minas y metalurgia 3 5 2 2 12 Mecánica y motores 4 5 9 Construcción y cerámica 5 2 3 10 Transportes 3 11 1 15 Electricidad 6 4 10 Industrias químicas 7 5 2 2 1 17 Agricultura 6 1 7 Textiles y tintorería 2 3 1 6 Industrias varias 5 3 3 1 12 TOTAL 64 53 14 12 3 146 BJPIOE, V, 6-7, junio-julio, 1920, pp. pp. III-V. Revistas disponibles (al 31 de diciembre de 1920) Especialidades Español Francés Inglés Alemán Italiano TOTAL I. Ciencias puras y aplicadas 6 21 8 1 3 39 e ingeniería general II. Minería, metalurgia 3 11 15 4 2 35 y combustibles III. Mecánica industrial 3 14 2 19 y motores IV. Construcciones 1 9 6 8 3 27 e hidráulica V. Transportes
1
10
28
5
1
45
VI. Electricidad
1
10
13
2
1
27
VII. Industrias químicas VIII. Agricultura e industrias derivadas IX. Industria textil
1
10
7
5
2
25
2
3
3
2
2
12
X. Industrias varias XI. Economía y organización industrial TOTAL
3
11
13
7
2
36
13
22
18
7
3
64
32
122
126
44
19
343
14
BJPIOE, VI, 1-2, enero-febrero, 1921, p. 31.
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La regeneración técnica Volúmenes del servicio bibliográfico (al 31 de diciembre de 1920) Especialidad
Nº
Especialidad
Nº
Diccionarios, Enciclopedias, etc.
150 Industrias químicas y alimenticias 252
Matemáticas y Física
189 Oficios manuales y Artes Gráficas 160
Mecánica general y de taller
279
Motores térmicos y automóviles. Aviación
226 Industrias textiles
Hidráulica Ferrocarriles, transportes y manutención mecánica Construcción
Comercio y organización industrial
190 81
56 Industrias forestales
54
Agricultura, ganadería e industrias 245 derivadas Horticultura, jardinería, riegos, 172 230 abonos 54
Electricidad
341 Bellas Artes y artes industriales
201
Geología, minería y combustibles
234 Enseñanza general y técnica
300
Metalurgia general y siderurgia
129 Catálogos industriales
500
Química general e industrial
214 TOTAL 4377
BJPIOE, VI, 1, 2, enero-febrero, 1921, p. 32.
Pues bien, en menos de un año, las suscripciones se habían más que doblado hasta abarcar «casi todas las que se publican» y comenzaban a perfilarse con mayor precisión los métodos de trabajo del servicio. El crecimiento había sido particularmente intenso en las revistas de lengua alemana y en las españolas. Esto último parecía dejar claro que el servicio comenzaba a proyectarse más ampliamente que su anterior utilidad informativa en la logística de las pensiones. Se inició paralelamente la elaboración de las fichas de documentación, resúmenes de artículos, procedimientos industriales, patentes, recuentos bibliográficos, etc., y lo que es más importante, toda una nueva perspectiva sobre la tarea formativa global que era preciso proveer, de la que la estancia en el extranjero no sería más que una de sus bazas y de la que podría beneficiarse todo aquel que tuviese necesidad de entrar en contacto con
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Francisco Villacorta Baños
las novedades científico-técnicas aparecidas en todo el mundo, fuesen cuales fuesen los objetivos de su búsqueda y el nivel de conocimientos de partida. Todo ello hizo que, ya desde el principio, según se decía en el Boletín, el nuevo servicio fuese «consultado con halagadora frecuencia».81 Pero para llegar al cabo de estos propósitos con una cierta eficacia se necesitaba dotar al servicio del personal necesario para la ardua tarea material proyectada y, no menos importante dada la diversidad de perspectivas señaladas, suficientemente capacitado para proyectarla más allá del mero trabajo documental acumulativo. Era preciso poner la información reunida a disposición incluso de aquellas personas que se acercaban a ella sin la formación exigida para sacar todo el provecho posible del trabajo realizado. Así fue como en los años siguientes el servicio fue a la par acumulando personal y experiencia en una nueva fórmula de gestión que más adelante César de Madariaga definiría como Biblioteca-Escuela. Se puede decir que hasta 1920 la Junta funcionó, y hasta sentó los cimientos de los nuevos servicios, con la austeridad impresa desde el inicio por Gumersindo de Azcárate. Cuatro personas, una de ellas en París —las ya mencionadas más arriba— fueron capaces de llevar a cabo, junto con el director, toda la gestión de las pensiones y la tarea documental inicial. En junio de 1920 todos ellos, junto a los nuevos nombramientos de finales de 1919, fueron confirmados en sus puestos en su nueva ubicación orgánica dentro del Ministerio de Trabajo.82 Pues bien, desde finales de 1919 los nuevos servicios fueron acogiendo un creciente número de funcionarios y hasta se puede decir que no se restringieron a las tareas en este momento reseñadas, sino a otro conjunto de iniciativas surgidas en torno a la Junta y a César de Madariaga, como el Instituto de Reeducación Profesional de Inválidos del Trabajo constituido en 1922, al que Junta proporcionó parte de su primer personal, según veremos más adelante. Junto con Madariaga se incorporó en noviembre de aquel año el ingeniero industrial Francisco Vighi Fernández como auxiliar de la sala de lectura; en febrero de 1921 dos personas para el servicio administrativo, Victoriano Sánchez Rodríguez y Milagros Mellado Soler; en enero del año siguiente, otro oficial administrativo, José Antonio Vida Nájera; en enero de 1923, una persona para la sección bibliográfica, Carlos Alonso Hernández; poco después, ese mismo año, otra para la misma sección: 81 82
BJPIOE, VI, 1, 2, enero-febrero, 1921, p. 31. R. D. de 26 de junio de 1920, Gaceta 6-VII.
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La regeneración técnica
José Meseguer Pardo; en enero de 1925 se incorporaron Cayetano Tamés Alarcón, ingeniero, de nuevo para la sección bibliográfica, y Francisco Llerandi Pérez, como conserje; en junio del año siguiente, como ordenanza, Leoncio Mesonero Hernández y, como oficial administrativo, Margarita Pellón Ezquer; al año siguiente un nuevo ordenanza, Felicísimo Mascaraque Yepes, y en abril de 1928, otro oficial administrativo, María Sánchez Estrada. A partir de ahora habrá que esperar ya hasta la República para incorporar nuevos efectivos, dos concretamente en 1932, Mariano Moreno Caracciolo en la sección bibliográfica83 y José María Toro Arenal en la administrativa, y uno, de nuevo en esta sección, en 1934, Antonia Lasso de la Vega Bugarín.84 Con ser considerable el cambio producido desde 1920 y muy indicativo en sí mismo de la expansión de los servicios gestionados por la Junta, no explica completamente el enorme trabajo llevado a cabo a partir de aquella fecha, que documentaremos de inmediato. Una importante parte del éxito se debió a la capacidad de Madariaga para implicar a las Escuelas de Ingenieros en la tarea, consiguiendo que durante algunos años designasen anualmente a algunos de sus alumnos para el servicio de la biblioteca, inclusive la Escuela de Caminos, no incluida en los beneficios de las pensiones para sus alumnos. «La dificultad de este trabajo y la preparación del personal —señalaba Madariaga justificando el interés que le había llevado a proyectar estos servicios de documentación para otros ámbitos, en el marco de la formación profesional integral prevista en el Estatuto de Enseñanza Profesional de 1928— puede salvarse de una manera similar a como se ha hecho algunas veces en la Oficina de Documentación Profesional de Madrid: requiriendo el concurso de alumnos de las escuelas de ingeniería para los que el trabajo representa una enseñanza útil y posiblemente de orientación y que eran estimulados mediante una pequeña remuneración, permitiéndoles efectuar además la labor en el tiempo útil compatible con sus tareas escolares».85 Así, en efecto, tenemos constancia de los nombres de algunos de estos colaboradores esporádicos: José María García Viana, José Belzola y Menchaca, Pascual de Arellano, 83 Profesor de la Escuela Industrial de Madrid. Desde 1921 era vocal de la Junta, nombrado conforme al art. 3 del decreto de reorganización de la Junta de mayo de 1921, es decir, como representante de las Escuelas de Peritos o Artes y Oficios, con la condición de estar al cargo de sus enseñanzas prácticas. 84 Historial administrativo de todos ellos en el D. de 13 de abril de 1923, Gaceta 21. 85 MADARIAGA, C. de: óp. cit., p. 204.
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Francisco Villacorta Baños
Cayetano Tamés y José María Sánchez y Sánchez, por las Escuelas de Montes, Minas, Caminos, Agrónomos e Industriales, respectivamente, durante el curso 1923-24.86 Uno de ellos, según se ha indicado más arriba, entrará a formar parte del personal permanente del centro a partir de 1925. Así pues, todo este personal, permanente y esporádico, va a empeñarse en los años siguientes en una labor verdaderamente titánica. La primera y más evidente tarea consistía por supuesto en la catalogación de los libros y revistas recibidos, que no era en sí mismo un trabajo menor, dado el pujante crecimiento de los fondos. Desde el presupuesto de 1923 la consignación de una cantidad específica para el servicio permitió dar un nuevo impulso a la Biblioteca y en especial a la sección de revistas.87 El resultado final al cabo de varios años, aquellos en que disponemos de una información fidedigna a través del Boletín, fue una excepcional colección de suscripciones, que implicaba el ingreso cada año de un alto número de volúmenes. Las 546 suscripciones de 1925 aportaron al centro 11.088 volúmenes88; las 578 de 1926, 13.586; al final de ese año se contaba con un almacén total de revistas de 56.825 números89; y al concluir 1927 eran 71.815.90 La alta relación entre suscripciones y números recibidos hace pensar lógicamente que no se trataba solo de revistas científicas, en el sentido convencional del término, sino también profesionales, es decir, órganos de defensa y difusión de sectores económicos particulares o de grupos profesionales, de periodicidad mucho más alta, y hasta diarios. Esto último se encuentra ya reflejado con un apartado singular en el resumen relativo a diciembre de 1926. No es posible realizar aquí un análisis, siquiera somero, del conjunto de las revistas, aunque se trata de una cuestión por demás interesante que, por lo que respecta a España, ha comenzado a ser analizada con la importancia que merece por investigadores individuales y por grupos de trabajo, y que parte de algunas constataciones obvias: por una parte, el hecho de ser un instrumento fundamental de difusión y de transferencia de ciencia y tecnología; por otro, el ya mencionado movimiento de coordinación internacional sobre las revistas y la documentación de carácter científico 86 Propuestos por las Escuelas respectivas entre septiembre y octubre de 1923, BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, p. 98. 87 BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, p. 102. 88 BJPIOE, XI, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1925, p. 7. 89 BJPIOE, XIII, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1927, p. 5. 90 BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, p. 3.
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La regeneración técnica
y profesional, al que España se incorporó de inmediato con la creación en 1926 de la Asociación Española de la Prensa Técnica.91 Revistas disponibles (al 31 de diciembre de 1922) Especialidades I. Ciencias puras y aplicadas e ingeniería general
Español Francés Inglés Alemán Italiano TOTAL 7
16
8
1
2
34
3
11
15
5
2
36
3
12
2
2
9
6
6
V. Transportes
1
10
27
6
VI. Electricidad
1
8
13
4
VII. Industrias químicas
11
6
5
22
VIII. Agricultura e industrias derivadas
13
2
3
18
II. Minería, metalurgia y combustibles III. Mecánica industrial y motores IV. Construcciones e hidráulica
17 3
26 44
2
28
IX. Industria textil
2
3
4
2
2
13
X. Industrias varias
4
12
12
5
2
35
XI. Economía y organización industrial
15
22
13
6
2
58
TOTAL
35
118
118
45
15
331
BJPIOE, VIII, 1, 2, enero-febrero, 1923, p. 71. 91 Una historia del movimiento y de la Asociación española, en Cincuenta años de prensa técnica. Pasado, presente y futuro de la prensa técnica española. Barcelona, A.E.P.T., 1978, donde se recogen también los títulos históricos más sobresalientes. Otros meritorios trabajos en la misma línea, TEN, Antonio E. y CELI ARAGÓN, M.: Catálogo de las revistas científicas y técnicas publicadas en España durante el siglo XIX. Valencia, Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia, 1996; ALGABA, Antonio: «La difusión de la innovación. Las revistas científicas en España 1760-1939», Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 69 (17), 1 de agosto de 2000, en http://www.ub.es/geocrit/sn-69-27.htm y
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Francisco Villacorta Baños Revistas disponibles (al 31 de diciembre de 1923) Especialidades
Español Francés Inglés Alemán Italiano TOTAL
I. Ciencias puras y aplicadas e ingeniería general
12
19
9
1
3
44
II. Minería, metalurgia y combustibles
5
11
18
4
2
40
3
14
3
III. Mecánica industrial y motores
20
IV. Construcciones e hidráulica
4
10
9
5
5
33
V. Transportes
2
14
28
5
1
50
VI. Electricidad
4
6
15
2
2
29
VII. Industrias químicas
1
12
6
11
3
33
VIII. Agricultura e industrias derivadas
16
18
5
2
IX. Industria textil
3
4
4
2
2
15
X. Industrias varias
8
13
19
4
3
47
XI. Economía y organización industrial
23
29
13
5
4
74
TOTAL
78
139
140
44
25
426
41
BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, p. 102.
FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy: «Las revistas de ingenieros: la recepción en España de la segunda revolución industrial», en Les élites et la presse en Espagne et en Amérique Latine: des Lumières à la seconde guerre mondiale. Actes réunis et présentés par Paul Aubert et Jean-Michel Desvois. Madrid-Bordeaux-Aix-en-Provence, Casa de Velazquez, Maison des Pays Ibériques-Université de Provence, 2001, pp. 171-188.
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La regeneración técnica Revistas disponibles (al 31 de diciembre de 1924) Especialidades
Español Francés Inglés Alemán Italiano TOTAL
I. Ciencias puras y aplicadas e ingeniería general
15
20
3
3
2
43
II. Minería, metalurgia y combustibles
5
12
19
5
2
43
5
14
2
III. Mecánica industrial y motores
21
IV. Construcciones e hidráulica
5
11
12
5
5
38
V. Transportes
3
11
30
4
1
49
VI. Electricidad
5
9
10
4
3
31
VII. Industrias químicas
1
12
4
8
4
29
VIII. Agricultura e industrias derivadas
19
13
10
2
IX. Industria textil
2
3
4
1
2
12
X. Industrias varias
9
14
20
4
4
51
XI. Economía y organización industrial
31
32
20
10
5
98
TOTAL
95
142
146
48
28
459
BJPIOE, X, 12, diciembre, 1924, p. 39.
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44
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Francisco Villacorta Baños Revistas disponibles (al 31 de diciembre de 1925) Especialidades I. Ciencias puras y aplicadas e ingeniería general
Español Francés Inglés Alemán Italiano TOTAL 21
26
5
4
2
58
5
12
23
12
2
54
5
14
5
5
12
12
7
5
41
V. Transportes
4
11
31
4
1
51
VI. Electricidad
8
11
11
6
3
39
VII. Industrias químicas
3
16
8
9
2
38
VIII. Agricultura e industrias derivadas
22
14
13
3
2
54
IX. Industria textil
2
4
4
1
2
13
X. Industrias varias
9
16
22
4
4
55
39
42
21
11
6
119
118
169
164
66
29
546
II. Minería, metalurgia y combustibles III. Mecánica industrial y motores IV. Construcciones e hidráulica
XI. Economía y organización industrial TOTAL
BJPIOE, XI, 10-12, octubre-diciembre, 1925, p. 7.
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24
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La regeneración técnica Revistas disponibles (al 31 de diciembre de 1926) Especialidades I. Ciencias puras y aplicadas e ingeniería general
Español Francés Inglés Alemán Italiano TOTAL 17
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6
4
2
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5
13
22
13
2
55
6
14
5
5
12
12
9
5
43
4
17
25
7
1
54
13
12
12
6
1
44
5
16
8
9
2
40
VIII. Agricultura e industrias derivadas
25
14
10
4
5
58
IX. Industria textil
2
4
4
1
2
13
X. Industrias varias
8
15
24
5
4
56
41
30
27
15
7
120
4
6
129
176
II. Minería, metalurgia y combustibles III. Mecánica industrial y motores IV. Construcciones e hidráulica V. Transportes VI. Electricidad VII. Industrias químicas
XI. Economía y organización industrial XII. Diarios TOTAL
10 164
BJPIOE, XIII, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1927, p. 5.
121
25
78
31
578
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Francisco Villacorta Baños Revistas disponibles (al 31 de diciembre de 1927) Especialidades I. Ciencias puras y aplicadas e ingeniería general II. Minería, metalurgia y combustibles III. Mecánica industrial y motores IV. Construcciones e hidráulica V. Transportes
Español Francés Inglés Alemán Italiano TOTAL 18
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6
3
3
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5
15
22
13
2
57
2
6
14
5
8
13
12
9
5
47
4
17
25
7
1
54
13
13
12
6
1
45
6
17
8
10
2
43
27
15
10
4
5
61
IX. Industria textil
2
4
4
1
2
13
X. Industrias varias
9
15
24
5
4
57
42
31
28
15
8
124
4
7
140
185
VI. Electricidad VII. Industrias químicas VIII. Agricultura e industrias derivadas
XI. Economía y organización industrial XII. Diarios TOTAL
27
11 165
78
33
601
BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, p. 3.
Respecto al fondo de libros, contamos de nuevo con la serie completa de su crecimiento entre 1920 y 1927, que da en conjunto un aumento porcentual global del 275 %, lo que supuso en la práctica una compra media anual de en torno a mil libros. Todo parece indicar que estas magnitudes se incrementaron en los años siguientes, de los que tenemos solo datos parciales indicativos. En febrero de 1929 habían ingresado 303 nuevos libros; en mayo de ese año, 243; la cifra total entre enero y junio habían sido de 1321 nuevos libros.92 92 Datos respectivamente de Revista de Formación Profesional (RFP), I, 2, febrero, 1929, p. 32; RFP, I, 5, mayo, 1929, p. 26 y Boletín de la Junta Central de Perfeccionamiento Industrial Obrero, (BJCPIO) XV, 1-6, enero-junio, 1929, p. 110.
122
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La regeneración técnica Fondo de libros (al 31 de diciembre del año correspondiente)
Número de libros
1922
1923
1924
1925
1926
1927
4.953
6.608
7.512
8.685
9.686
12.045
Fuente: BJPIOE, VIII, 1, 2, enero-febrero, 1923, p. 71; VIII, 10, 11 y 12, octubrediciembre, 1923, pp. 99-101; X (sic), 12, diciembre, 1924, p. 39; XI, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1925, p. 6; XIII, 1, 2, 3, enero-marzo, 1927, pp. 4-6; XIII, 7, 8, 9, julio, agosto, septiembre, 1927, p. 12 y XIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1927, p. 22; XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, p. 2. Los datos aportados por el resumen de este último número, que son los que hemos recogido, diferían ligeramente de la suma de los parciales proporcionados por los números del Boletín correspondientes a 1927.
La segunda y más novedosa actividad consistía en la elaboración de las fichas documentales. Se trataba, como ya se ha indicado, de la anotación y resumen de los principales artículos aparecidos en las revistas, recogiendo una descripción general de su contenido, recuentos bibliográficos, procedimientos industriales, patentes, etc., a fin de formar en conjunto una cartoteca de documentación científica y técnica. Todo parece indicar que esta labor comenzó a realizarse de forma sistemática más tardíamente, una vez consolidados los nuevos objetivos de la Junta e incorporado el nuevo personal. La información que sobre ella tenemos es también fragmentaria, pero suficientemente indicativa del trabajo realizado. A lo largo de 1925 se elaboraron, según recoge el Boletín, 10.029 fichas de documentación, tal vez —podríamos añadir como hipótesis— incorporando las ya elaboradas esporádicamente en etapas anteriores o simplemente como consecuencia de la prioridad concedida en aquel momento a esta labor. A lo largo del año siguiente se redactaron otras 9.831. El conjunto de las existentes a finales de 1926 alcanzaba, pues, la cifra de 19.860. Al concluir 1927 eran ya 28.592 tras la confección de 8.732 durante ese año.93 Los datos ulteriores que poseemos parecen indicar que el ritmo se mantuvo, ligeramente más pausado, en los años siguientes, con unas cifras en torno a las 600 fichas documentales al mes.94 En lo que respecta a su temática, sobresalían en los BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, p. 4. 3528 confeccionadas entre enero y junio de 1929, BJCPIO, XV, 1-6, enero-junio, 1929, pp. 110-110; 612 en febrero y 654 en mayo de aquel año, RFP, I, 2, febrero, 1929, p. 32 y I, 5, mayo, 1929, p. 26. Resto de los datos en BJPIOE, XI, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1925, p. 8 y BJPIOE, XIII, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1927, p. 6. 93
94
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Francisco Villacorta Baños
distintos recuentos las secciones de «Ciencias aplicadas» y, a una gran distancia, las de «Arte del ingeniero», «Industrias mecánicas», «Agricultura», «Química industrial», «Electricidad industrial» y así hasta 27 clasificaciones temáticas. Para el último de los años del que tenemos una información completa al respecto, el de 1927, la clasificación temática de las fichas era la siguiente: Fichas de documentación del servicio bibliográfico, por materias (al 31 de diciembre de 1927) Especialidad Obras generales Filosofía
Nº
Especialidad
Nº
163
Puentes, bóvedas y carpintería
426
125
Vías terrestres de comunicación
594
Ciencias Sociales
2.583
Canales y ríos canalizados
176
Ciencias Puras
2.430
Cursos de aguas naturales
702
Ciencias aplicadas Generalidades Arte del ingeniero Ensayos de Materiales Industrias mecánicas
22.995 262 10.505 408 5.241
Tecnología sanitaria Locomoción, transportes Agricultura
1.443 627 5.155
Lectura, Imprenta, Industria del libro 1.518 Química Industrial
4.340
Máquinas de vapor
738
Metalurgia
611
Motores hidráulicos
409
Profesiones y Oficios
181
Construcción
854
Bellas Artes
386
Electricidad Industrial
3.446
Motores de explosión
424
Industria minera TOTAL
878 28.592
BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, p. 4.
Es preciso señalar que toda esta información acumulada no se restringía íntegramente al servicio de los usuarios internos de la biblioteca. Lo mismo que sucederá con el resto de los servicios gestionados por la Junta, su experiencia fue aprovechada por empresas y particulares para orientarse adecuadamente en el campo de la educación y de la información técnico-industrial. «Se han hecho especialmente durante este año —señalaba el Boletín— informaciones bibliográficas a petición de
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La regeneración técnica
particulares, sobre varias cuestiones de técnica industrial y sobre selección de libros para bibliotecas obreras y escuelas industriales».95 Aunque no de forma muy explícita, las noticias sobre este tipo de trabajo se repetirán en los próximos años. Entre enero y marzo de 1926 se habían realizado 37 informes técnico-bibliográficos y 4 informes técnicos96; entre julio y septiembre de ese año, 5 informes técnico-bibliográficos97; en octubre, 17 informes técnicos y 5 en noviembre.98 Algunos de ellos aparecían además reseñados de manera más o menos amplia en las páginas del Boletín, bien respondiendo a esta modalidad de encargo, bien como respuesta a cuestiones científico-técnicas de especial actualidad.99 BJPIOE, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, p. 102. BJPIOE, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1926, p. 28. 97 BJPIOE, XII, 7, 8, 9, julio, agosto, septiembre, 1926, p. 15. 98 BJPIOE, XII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1926, p. 51. 99 A los temas recogidos en otro lugar se podrían añadir los siguientes: «Relación de algunos documentos en lengua francesa sobre la standardisation (unificación)», pp. XXVIIIXXX; «Relación de algunos documentos concernientes a la fabricación de yeso», pp. XXXIXXXII, ambos en BJPIOE, V, 11, 12, noviembre-diciembre, 1920. «Información sobre destilación de hullas, lignitos y esquistos bituminosos», BJPIOE, VII (sic, la secuencia correcta sería V), 1, 2, 3, enero-febrero-marzo, 1920, pp. 21-23. «Relación de algunos documentos sobre la fabricación de briquetas de carbón», pp. XXXIV-XXXV; «Patentes», pp. XXXVXXXVI; «Relación de algunos documentos sobre la explotación de yacimientos petrolíferos», pp. XXXVI-XXXVII; «Relación de algunos documentos sobre el pan y la panificación», pp. XXXVIII-XXXIX, todos ellos en BJPIOE, V, 6, 7, junio-julio, 1920. «Manutención mecánica de materiales», pp. XXXVII-XXXVIII; «Documentos especiales a la manutención de los puertos», pp. XXXVIII-XL; «Documentos especiales a la manutención de carriles, p. XL; «Documentos especiales a diversas manutenciones, pp. XL-XLI; «Lavado de carbones», pp. XLI-XLII; «Artes Gráficas», pp. XLII-XLIV, todos en BJPIOE, V, 8, 9, 10, agosto-octubre, 1920. «Limpieza y desbarbado de metales por el chorro de arena», pp. 6162 y «Documentación acerca de las ‘pipes lines’ o tuberías de transporte para el petróleo», pp. 62-63, ambos en BJPIOE, VI, 1, 2, enero-febrero, 1921. «Fabricación de cales y cementos», pp. 54-55 y «Bombas y ventiladores», pp. 55-56, ambos en BJPIOE, VI, 3, 4, marzoabril, 1921. «Destilación seca de leñas (Informe solicitado a la Junta)», BJPIOE, VII, 3-4, marzo-abril, 1922, pp. 14-16 y 5-6, mayo-junio, 1922, pp. 7-9. «Información bibliográfica sobre meteorología solicitada para la creación de una Biblioteca de Meteorología», pp. 913; «Fabricación de papel por medio de celulosas diversas», pp. 13-15 y «Bibliografía francesa y española sobre Piscicultura. Solicitada por el Coto social de Cuatrefonda (Valencia)», pp. 15-16, todas en BJPIOE, VII, 5, 6, mayo-junio, 1922. «Información sobre refinación de aceite», pp. 11-13, como complemento a un artículo de C. TAMÉS (agregado al servicio de Información Técnica y Bibliográfica de la Junta) sobre «La desodorización por el vapor a presión reducida de los aceites saponificables», BJPIOE, XII, 7, 8, 9, julio-agosto-septiembre, 1926, pp. 1-10. C. TAMÉS: «Un nuevo método para la extracción del azúcar de la remolacha», BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, pp. 21-27. 95 96
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Francisco Villacorta Baños
Porque ciertamente la publicación del órgano oficial de la Junta de Pensiones fue otra de las importantes tareas llevada a cabo dentro de la sección. Desde su origen, la revista había sido concebida como un medio de difusión de los resultados científicos de las expediciones de pensionados, tanto ingenieros como obreros; un medio que supliese la recopilación final de resultados, al modo como se había hecho en parte con la expedición de 1910, pero que al mismo tiempo proporcionase las informaciones prácticas precisas para la gestión de las pensiones, que diese a conocer periódicamente la dirección y las actividades de los desplazados, que ayudase a establecer lazos personales entre ellos en sus destinos y que, en fin, sirviese para justificar públicamente la gestión y la propia obra de las pensiones. El Boletín reunió, pues, todo ello a partir de 1916. Desde 1920 la revista se incorporó al proyecto formativo global de la nueva etapa. Manteniendo las mencionadas rúbricas, añadió la información técnica elaborada en la sección, que a partir de mediados de 1920 ocupó una rúbrica de paginación diferenciada, bajo el nombre de servicio de Información Técnica, en todos los números de la revista.100 No dudó igualmente en seguir difundiendo en forma de libro o folleto las memorias de pensión que por su entidad lo mereciesen e inició a partir de 1920 la publicación de una colección de manuales técnicos sencillos, orientados hacia los obreros con escasa preparación científica, a cargo frecuentemente de obreros expensionados o traducidos por ellos de algún manual extranjero. A comienzos de 1921 se habían publicado ya un Tratado de Roscado, traducido del francés por el obrero pensionado Rodríguez de la Rosa, el Tratado elemental teórico-práctico de tejidos, del pensionado Juan Bueno y Combustibles y materiales refractarios, traducido del inglés. Estaba en preparación el Manual del Bobinador de Godofredo Saucedo. Además se habían publicado como tomos independientes dos memorias de ingenieros: Concentración de minerales por flotación, de Ramón Díaz Quetcuti, y La repatriación del beneficio de nuestras piritas, de César de Madariaga.101 Es este último un rasgo que conviene subrayar con cierto énfasis. El Boletín fue en tanta medida obra de los obreros pensionados y expensionados como de los funcionarios responsables de su publicación porque ellos contribuyeron básicamente a llenar sus páginas con las memorias Se trataba inicialmente de una amplia sección (BJPIOE, V, 6-7, junio-julio, 1920, pp. I-XLIV, Ídem, V, 8, 9, 10, agosto, septiembre, octubre, 1920, pp. I-XLIV), más adelante algo menos regular y extensa. 101 BJPIOE, VI, 1, 2, enero, febrero, 1921, pp. 33-34 100
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La regeneración técnica
reglamentarias y, más allá de ellas, con las reflexiones teóricas y prácticas que la experiencia profesional les inspiraba, durante o después del período de pensión. Todo ello con el eminente objetivo práctico de formar, orientar, dar soluciones a los problemas de la vida ordinaria en el extranjero o los que pudieran plantearse en el trabajo dentro de las fábricas, informar sobre patentes y procedimientos industriales, hacer accesibles los nuevos catálogos de las grandes sociedades de construcción de utensilios y máquinas, etc. No era raro que algunos trabajos o memorias de los pensionados se publicasen acompañados de un anexo de la sección técnica donde se enmarcaban bibliográficamente sus datos y se añadían otros complementarios a fin de documentar adecuadamente desde el punto de vista científico el tema abordado. Pero, por supuesto, el centro de las nuevas actividades de la Junta lo constituyó la sala de la Biblioteca, donde confluían buena parte de las tareas ya mencionadas. Se trataba de una dependencia, según decía el propio Boletín, un tanto singular, cuya «base esencial del funcionamiento es la información del público acerca del tema que le interesa estudiar y así es frecuente la petición directa de temas en vez de obras. Ello da lugar a un trabajo mayor del personal y a una especial colocación de libros y revistas, pero cumple mejor la función de orientación bibliográfica».102 Madariaga la denominaba Biblioteca-Escuela: «dada la complejidad de la tarea y las dificultades del hipotético obrero solicitante de estos servicios, el auxilio técnico que puede proporcionar una biblioteca de este tipo tiene que consistir en una verdadera biblioteca-escuela en la que el trabajador encuentre el técnico que le oriente en sus investigaciones, le guíe en el planteamiento de los problemas y en la busca de soluciones, le aconseje los libros o revistas y hasta le explique alguna cuestión que no comprende».103 Tal vez con estas explicaciones quede más claro el papel esencial jugado por los alumnos ingenieros incorporados a esta empresa durante algún tiempo. A partir de la información proporcionada por el Boletín, aunque no siempre sea homologable en años sucesivos, hemos elaborado la tabla adjunta (Actividad de la Biblioteca) que recoge las magnitudes de la vida ordinaria de la biblioteca que resultan actualmente de mayor interés. Aun limitada a unos pocos años, puede servir de forma indicativa de su dinamismo, en general, incluso de aquellos otras fechas de las que no tenemos información precisa, dado que —de esto ya ha quedado constancia— el 102 103
BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, p. 102. MADARIAGA, óp. cit., p. 205.
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Francisco Villacorta Baños
personal del servicio no dejó de crecer a lo largo de esta época, cosa bastante improbable de no haberse mantenido la actividad. Las informaciones poco minuciosas de los primeros años dejaron paso a partir de 1925, durante cierto tiempo al menos, a una reseña, mes por mes, de los asistentes a las dependencias, así como del número de libros y revistas consultadas, de los índices de utilización de los fondos y de los coeficientes de dispersión de las consultas. En un principio, la Biblioteca se encontraba abierta las tardes, de cuatro a nueve, de los días laborales, incluidos los sábados, según el cómputo de días activos utilizado en las operaciones estadísticas de cálculo anual. Sin embargo, a partir de noviembre de 1927 comenzó a funcionar también por la mañana y esto supuso un considerable aumento del número de lectores, según los datos que permanecen de este momento, por desgracia ya bastante fragmentarios. Con todo, son suficientemente indicativos como para permitirnos afirmar que en poco más de un año los asistentes a la biblioteca y la utilización de los fondos se había casi duplicado. Actividad de la biblioteca Años
Lectores
Libros Revistas Media Media libros-revistas Consultados Consultadas lectores/día consultados/día
1921
40 aprox. 800 mes aprox. 25-40
1922 1923 1924 1925
13.771
13.076
6.210
49,9 aprox.
69,8 aprox.
1926
11.871
14.312
4.032
41,9 aprox.
65,4 aprox.
1927
15.200
20.300
5.105
58,2 aprox.
97,3 aprox.
18.665
5.410
100 aprox.
172 aprox.
I-VI 1928 11.955 I-VI 1929 13.984
Fuente: elaboración propia a partir de BJPIOE, VI, 1, 2, enero, febrero, 1921, p. 32; VIII, 1, 2, enero, febrero, 1923, p. 72; VIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, p. 102; XI, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1925, pp. 5-7; XIII, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1927, pp. 4-5; XIII, 4, 5, 6, abril, mayo, junio, 1927, p. 3; XIII, 7, 8, 9, julio, agosto, septiembre, 1927, p. 12; XIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1927, p. 22; XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, p. 3; BJCPIO, XV, 1-6, enero-junio, 1929, pp. 110-111. Se trata de una
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La regeneración técnica apreciación aproximada máxima elaborada a partir de los datos separados de lectores de libros y de revistas que menciona el Boletín. Esta misma fuente extrae la cifra media de lectores y de obras consultadas por día únicamente a partir de los lectores de libros. En nuestro caso hemos preferido tener en cuenta para realizar esa media también el número de lectores de revistas. Creemos que, aunque discutible, esta es la interpretación adecuada de los datos proporcionados, que tienen toda la apariencia de proceder de secciones independientes. En último extremo, en ambos casos se partiría de hipótesis estadísticas erróneas con seguridad —en un caso, que los lectores de libros y revistas son las mismas personas y, en otro, que son diferentes— pero creemos, por otros criterios indirectos que aparecen en toda la documentación, que esta última hipótesis es la más razonable y que, en todo caso, sería la que menos margen de error podría producir.
En su reparto mensual, la distribución de los lectores podría ser la se recoge en el gráfico adjunto, referida al año 1927, que coincide básicamente con las tendencias apuntadas en los datos disponibles de otros años.
Lectores
Asistentes a la biblioteca, 1927
3500 3000 2500 2000 1500 1000 500 0 1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
Meses Fuente: BJPIOE, XIII, 4, 5, 6, abril, mayo, junio, 1927, p. 3; Ídem, XIII, 7, 8, 9, julio, agosto septiembre, 1927, p. 12; Ídem, XIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1927, p. 22. Resumen en BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, p. 3. La suma de los datos mensuales da un resultado ligeramente diferente al del resumen anual de 1928.
Los datos proporcionados por el Boletín nos ofrecen también ocasionalmente un mapa aproximativo de las especialidades científico-técnicas más solicitadas, tanto en libros como en revistas. Entre aquéllos, el más alto lugar de la escala lo ocupaban en 1925 las ciencias puras, mecánica-electricidad-hidráulica, agricultura y química industrial, seguidas ya
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Francisco Villacorta Baños
a cierta distancia por la metalurgia, diccionarios, comunicaciones, construcciones, artes industriales, ciencias sociales, industrias varias, comercio y contabilidad. Entre las revistas, las especialidades más consultadas fueron en aquel mismo año las de ciencias e ingeniería general, seguidas de las de electricidad, construcción e hidráulica, economía y organización industrial, industrias químicas, transportes, agricultura e industrias derivadas, minería, metalurgia y combustibles, industrias varias y mecánica y motores. Las de especialidad de textil no recibieron ninguna solicitud de consulta.104 Los datos correspondientes relativos al año siguiente seguían básicamente la misma orientación, con ligeras variantes en el orden de las especialidades.105 Otros datos del mayor interés resultan ser los índices de utilización de los fondos tal y como se mencionan en los informes periódicos. Estamos ante una Biblioteca, según se ha visto, particularmente rica en colecciones de revistas con relación a las existencias de libros y es lógico suponer que eso se refleje de manera muy neta en los índices diferenciales de utilización de unas y otras. En concreto, los índices respectivos de utilización de libros y revistas para 1925 (damos por hecho que se refieren al porcentaje de utilización respecto al fondo total respectivo) fueron de 1,5 y de 0,55; los de lo 1926, de 1 , 47 y 0 , 3 106; y los de 1927 , de 1 , 69 y 0 , 34 . 107 No son magnitudes usuales hoy día en las estadísticas corrientes de las bibliotecas y, por consiguiente, su evaluación resulta muy espinosa. Sin embargo no son tanto los índices de utilización como sus valores globales relativos los que resultan más significativos en este caso. En efecto, la utilización predominante de libros frente a un fondo mucho más numeroso de revistas nos induce a pensar que el lector tipo habitual estaba representado por el estudiante, fuese de ingeniería, fuese de las escuelas técnicas y profesionales de nivel inferior, fuese en último extremo el obrero-estudiante, en busca de una información troncal recogida en libros especializados más que la inevitablemente fragmentaria proporcionada por las revistas, más propia, por consiguiente, de los BJPIOE, XI, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1925, pp. 6-7. BJPIOE, XIII, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1927, pp. 4-5. 106 BJPIOE, XI, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1925, pp. 5-7 y XIII, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1927, pp. 4-5. 107 BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, pp. 2-3. Agradezco a Pilar Martínez, directora de la Biblioteca Navarro Tomás del CCHS, CSIC, sus útiles consideraciones sobre todos estos índices estadísticos. 104 105
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niveles altos de especialización o de las demandas de informaciones concretas sobre algún procedimiento o patente industrial. El propio mapa de especialidades más solicitadas, tanto en libros como en revistas, que más arriba mencionamos, parece abundar en esta misma hipótesis, así como igualmente la cadencia mensual de lectores de la biblioteca, muy relacionada con el calendario escolar. Pero el concepto de biblioteca-escuela no quedaría, con lo dicho, suficientemente acreditado si no añadimos algunos datos nuevos que nos ayuden a fijar definitivamente su perfil. Según señalaba Madariaga, mientras funcionó como tal, a fin de «obtener un rendimiento mayor al servicio se organizaron cursos especiales de lengua francesa e inglesa, a cargo de antiguos obreros pensionados en el extranjero, los que merced a su léxico especial y forma de expresión lograban enseñar rápidamente los conocimientos básicos del lenguaje a sus compañeros».108 En efecto, los cursos de idiomas se concibieron desde el primer momento como una ayuda práctica para iniciar a los obreros en la consulta de los libros de la sección de documentación, especialmente —según se decía también en el Boletín— «para los obreros más numerosos de Madrid, que son los de artes gráficas y los mecánicos y electricistas». Pero no sólo los cursos de idiomas. Junto a ellos se proyectaron también cursos breves de especialización técnica en la línea de lo recomendado por el Congreso de Ingeniería de 1919. Se trataría de temas de interés industrial práctico a cargo de colaboradores voluntarios en esa obra cultural, con una orientación preparatoria, más que especializada, a fin de despertar interés a posibles futuros especialistas, comenzando, por supuesto, por los pensionados, pero incluyendo también a todos aquellos que precisasen completar su formación en asuntos industriales y que deseasen contribuir, en último término, a la formación de las capacidades de ejecución de los planes de «reconstitución nacional» que las circunstancias del momento aconsejasen. Para su efectividad, deberían ser gratuitos, breves, con un número limitado de alumnos y, a ser posible, susceptibles de convertirse en pequeñas publicaciones de permitiesen extender su radio de acción.109 En la MADARIAGA, óp. cit., p. 206. «Cursos breves de especialización», BJPIOE, VII (sic, la secuencia correcta será V), 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1920, pp. 66-68. Se mencionaban ya los de Juan Urrutia: La formación de nuestros técnicos; Juan Usabiaga: Telefonía sin hilos; Fernando Baró: La obra de Suiza en la corrección de sus torrentes; Juan Gavalá: Desecación de marismas; Luis Gamir: Destilación de hullas y Octavio Elorrieta: La moderna economía forestal, p. 68. 108 109
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práctica, sin embargo, las pretensiones de especialización quedaban excesivamente anchas y poco después se anunciaba también la creación de cursos de iniciación matemática, física, química y mecánica, en la misma línea que ya señalábamos más arriba de confiar al personal de la biblioteca un papel de orientación y aun de magisterio para los usuarios sin suficiente formación.110 Conforme a estos propósitos, a comienzos de 1920 se iniciaban los cursos de especialización con las conferencias sobre telefonía sin hilos a cargo del ingeniero industrial y catedrático de la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid, Juan Usabiaga Lasquivar.111 A finales de ese año se difundía el programa de un curso sobre Bobinado, a cargo del obrero expensionado Godofredo Saucedo, en colaboración con la Escuela Industrial de Madrid, que pondría a su disposición el material práctico necesario. Estaba dirigido a obreros electricistas y a alumnos de aquella escuela y comprendería 20 lecciones de dos horas cada una, con un máximo de 20 alumnos.112 El Boletín de marzo-abril del año próximo reseñaba, en efecto, la celebración del curso, con gran éxito, puesto que había reunido a 57 matriculados y acogía una amplia asistencia, no sólo entre los obreros especialistas y estudiantes previstos de antemano. La lista de los matriculados comprendía, entre otros, a quince estudiantes de electricidad, nueve obreros expensionados, nueve trabajadores de la compañía Electra, cuatro militares e incluso no faltaban los titulados medios y superiores, como dos ingenieros industriales, Laureano Arana Irugüe y Antonio Serrano García, el perito mecánico y estudiante de ingeniero Juan Martín Cabero y hasta el catedrático mencionado Juan Usabiaga.113 Ese mismo año comenzaban asimismo las clases de idiomas con el concurso de algunos obreros expensionados. Los 102 matriculados en el momento de cerrarse el cupo —en este caso todos con un claro perfil obrero— se distribuyeron en dos grupos de iniciación al francés, uno de segundo curso de la misma lengua y uno de inglés.114 En los años
BJPIOE, V, 8, 9, 10, agosto, septiembre, octubre, 1920, p. 35. BJPIOE, VII (V), 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1920, p. 71. 112 Convocatoria y plan del curso, BJPIOE, V, 11, 12, noviembre, diciembre, 1920, p. 62. 113 BJPIOE, VI, 3, 4, marzo, abril, 1921, pp. 28-30. 114 BJPIOE, VI, 5, 6, 7, 8, 9, 10, mayo, junio, julio, agosto, septiembre octubre, 1921, p. 19. El perfil profesional de los alumnos era el siguiente: 22 mecánicos en el grupo A 110 111
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siguientes el Boletín recoge periódicamente, al menos hasta 1926, la continuidad de tales cursos, que llegan a convocar hasta 209 matriculados, aunque el desarrollo concreto del curso rebaje lógicamente las cifras. El coeficiente de asistencia final fue en todo caso muy aceptable, teniendo en cuenta que se trataba de cursos gratuitos y nocturnos, entre las siete y media y ocho y media de la noche, dirigidos por personas sin otra preparación para el puesto que su aprendizaje de la lengua durante el período de pensión. Con independencia de cuáles fuesen sus circunstancias concretas,115 el hecho cierto era su misma continuidad, lo que parecía ratificar las elementales razones con que el Boletín acreditaba su permanencia: «siguen cumpliendo la función para la que fueron creados, como ayuda para la consulta de libros y para obreros que no pueden recibir estas enseñanzas en lugares y horas adecuados y de una manera gratuita».116 Las mismas, por otra parte, con que daba cuenta del mantenimiento asimismo del resto de los cursos: «funcionan los cursos de iniciación matemática y mecánica, con idéntico propósito que las clases de idiomas. De carácter práctico y libre, a cargo del mismo personal del servicio bibliográfico y orientado a la consulta de libros y revistas».117 Combinados ocasionalmente, aunque en menor medida, con los particulares de especialización, como el referido a Devanados, desarrollado a lo largo del curso 1925-1926, con 44 alumnos matriculados.118
de francés; 16 de artes gráficas, 5 electricistas y 7 señoritas, de ellas dos bobinadoras, dos costureras, dos mecanógrafas y una sastra, en el grupo B de francés; 13 mecánicos electricistas, 9 de artes gráficas y dos señoritas en el segundo curso de francés; 9 mecánicos electricistas, 12 de artes gráficas, un albañil, un periodista, dos tintoreros y tres empleados en el curso de inglés. 115 El pensionado Pablo Prieto mencionaba efectivamente en el Boletín las numerosas dificultades para llevar a buen puerto la iniciativa: «Sobre los cursos de idiomas», BJPIOE, VI, 11-12, noviembre-diciembre, 1921, pp. 11-14. 116 BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, pp. 102-103. 117 Ibídem, p. 103. 118 BJPIOE, XI, 10, 11, 12, enero, febrero, marzo, 1925, p. 4.
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Francisco Villacorta Baños Clases de idiomas 1920-21 1922-23 1923-24
1924-25
1925-1926
Alumnos Alumnos Alumnos Alumnos Alumnos Alumnos Matrícula al XII- al XII- al inicio al XII- Matrícula al inicio al XII1922 1923 de curso 1924 de curso 1925
Francés, 1º, A Francés, 1º, B Francés, 1º, C Francés, 2º Francés, 3º Inglés, 1º Inglés, 2º Total alumnos
22
32
21
48
38
50
35
20
28
33
18
22
16
55
43
23
28
25
19
24
28
102
30
18
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15
14
6
32
26
17
7
8
5
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9
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30
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18
8
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Fuente: BJPIOE, VI, 5, 6, 7, 8, 9, 10, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, 1921, p. 19; Ídem, VIII, 1, 2, enero, febrero, 1923, pp. 72-73; Ídem, VIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, pp. 102-103; Ídem, X, 12, diciembre, 1924, p. 40 e Ídem, XI, 10, 11, 12, octubre, noviembre diciembre, 1925, p. 4.
Como ya señalamos más arriba con respecto al Boletín, de nuevo es preciso subrayar el protagonismo en todas estas iniciativas de los obreros expensionados, convertidos en los mejores colaboradores y propagandistas de la obra de la Junta de Pensiones. Tal vez sea, pues, el momento de entrar en la reseña de una iniciativa que a partir de 1924 va a confluir de forma más institucionalizada con todas las nuevas actuaciones de la entidad. Nos referimos a la Asociación de Obreros Expensionados.
3.2. La Asociación de Españoles Pensionados y Expensionados en el Extranjero Había sido una empresa concebida prácticamente desde las primeras etapas de las expediciones obreras, a fin de mantener el espíritu de cordialidad y franca amistad de las relaciones trabadas durante la etapa
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de pensión en el extranjero. Más allá de estos primeros y desinteresados propósitos no tardará, no obstante, en hacerse presente la necesidad de hacer valer ante los centros de trabajo los conocimientos adquiridos en el extranjero, así como de revalorizarlos en una labor sistemática de orientación, difusión y colaboración en las tareas de la Junta. Lo habían intentado sin éxito a lo largo del tiempo varios pensionados, incluido el propio director durante muchos años, Ernesto Winter.119 A comienzos de 1921 lo intentaban de nuevo los obreros expensionados Pablo Prieto, Pablo García y Francisco Sánchez a través de una carta-llamamiento con ese objetivo, que incluía ya un proyecto de estatutos. Se trataba de todo un programa de actuación en diversos frentes que la experiencia de la pensión y la postpensión les había ido sugiriendo a fin de afrontar las dificultades y retos a que se habían visto confrontados en todas esas circunstancias. Tenía como objetivo conservar el espíritu de compañerismo y franca amistad promovido en la etapa de pensión, establecer lazos entre las distintas expediciones a fin de compartir experiencias y conocimientos, crear un órgano capaz de recomendar los expensionados a los industriales, colaborar con la obra de pensiones para hacerla más eficaz en su objetivo de elevar la cultura obrera, intervenir activamente en la difusión de los conocimientos adquiridos tratando de formar parte activa en las Escuelas de aprendizaje existentes y en las que se fundasen en el futuro, orientar a los futuros pensionados sobre cuestiones generales o profesionales de la vida en el extranjero y auxiliarse mutuamente en los negocios o en la solicitud de puestos en las empresas industriales. Tendría una organización federal e intersindical y preveían ya la constitución de un órgano propio de difusión. Para que las propuestas de intervenir en la práctica a favor de los obreros expensionados no quedasen en una mera declaración de intenciones, indicaban que los pensionados que solicitasen un puesto, lo mismo que todos aquellos que quisieran emprender negocios o representaciones, podrían dirigirse a los comités regionales o al comité central de la asociación a fin de que éstos hiciesen las gestiones directas que juzgasen más eficaces en su favor.120 Tampoco esta vez las cosas parecieron adquirir mejor rumbo, a pesar las informaciones del comité organizador, unos meses más tarde, de
BJPIOE, V, 6, 7, junio, julio, 1920, p. 26. Carta, fechada en enero de 1921, y Proyecto de Estatutos, en BJPIOE, V 11, 12, noviembre, diciembre, 1920, pp. 63-65. 119 120
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haber recibido ya algunas adhesiones y de haberse constituido comités en Barcelona, Valencia y Córdoba.121 En la práctica, tuvieron de pasar todavía tres años para que la asociación pudiese por fin darse por constituida, y no sin la intervención decidida de un personaje, el ingeniero Juan Manuel España, que desde los primeros años de la Junta se había distinguido por su incondicional apoyo a la obra de las pensiones desde su puesto de ingeniero director de los talleres de construcciones metálicas Bonvillain et Ronceray de París.122 Iniciada, en efecto, su andadura en abril de 1924, desde el mes siguiente contaba ya con un órgano periodístico, el Boletín de la Asociación de Españoles Pensionados y Expensionados en el Extranjero (BAEPEE), aunque la aprobación oficial del su reglamento no se produjese hasta mediados del año siguiente. En ese momento se eligió el comité definitivo, bajo la dirección del obrero expensionado Agustín Redondo y compuesto además por Pablo Prieto, como secretario, Marcelino Rodríguez, como contador-cajero y Manuel Serrano y Emilio Usano como vocales.123 Contaba ya por entonces con 52 asociados, más 42 adheridos124 y había emprendido algunas iniciativas en las que estará empeñada en los próximos años. Mantenía correspondencia con varias casas industriales para la colocación del personal, colaboraba con la biblioteca de la Junta en la celebración de los cursos de idiomas, había presentado un informe en la información abierta sobre la reforma de la enseñanza técnica del Directorio y entre sus proyectos inmediatos estaban los de establecer cursos profesionales que fuesen, tal vez, el embrión de una escuela de aprendizaje y la organización de una verdadera bolsa de trabajo.125 En esta misma línea, en septiembre de 1924 los responsables de la Asociación dirigían una carta a la presidencia del Directorio Militar y a Valentín Ruiz Senén, vicepresidente de la sociedad que acababa de obtener el monopolio de telefonía en España, interesándoles en su respectivo campo a favor de los técnicos españoles frente a la preferencia que frecuentemente se concedía a los extranjeros, incluso en puestos dependientes BJPIOE, VI, 3, 4, marzo, abril, 1921, pp. 26-27. «Resumen de año» BAEPEE, II, 9, enero, 1925, pp. 3-4. 123 Sesión de constitución oficial del 10 de agosto de 1925, BAEPEE, II, 15, 16, julio, agosto, 1925, p. 22. El mismo comité que el elegido el 2 de marzo, salvo el vocal Usano, al que sustituyó Pascual Palacios, BAEPEE, II, 11, marzo, 1925, p. 15. 124 BAEPEE, II, 12-14, mayo-junio, 1925, pp. 31-33. 125 BAEPEE, II, 9, enero, 1925, p. 4. 121 122
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al del Estado, como sucedía en concreto en los servicios de la aviación nacional, donde trabajaban unos 25 técnicos extranjeros entre las dependencias de Cuatro Vientos, Los Alcázares, Larache, Nador, Tetuán y Sevilla, o en la nueva línea de ferrocarril Ontaneda-Calatayud, donde el director y siete técnicos más habían llegado con el capital inglés que lo financiaba. Respecto a la compañía telefónica, lamentaban que las condiciones de concesión reservasen, aunque fuese como porcentaje legal máximo, el 20 % por ciento de su personal a los técnicos extranjeros.126 En todas estas iniciativas confluyó, por lo tanto, con las nuevas inquietudes de la propia Junta, lo que contribuyó a consolidar algunas actividades regulares de la institución, con esa característica tan singular de autogestión de los recursos y de lancasterismo pedagógico que se puede observar en todas sus tareas casi desde el inicio. La propia Asociación consideraba los cursos de idiomas como algo propio y se podría decir lo mismo del resto de los cursos. En 1925 se creó efectivamente la Bolsa de Trabajo prevista y se inició un curso de conferencias celebrado en la Casa del Pueblo, a cargo de los obreros expensionados Agustín Redondo (Los sistemas modernos de producción y las organizaciones obreras, 3-XII), Pablo Prieto (Las averías de los ascensores eléctricos y medios de evitar los accidentes, 18-XII), Jaime E. Montero (Los peligros de la electricidad y medios de evitarlos, 31-XII), Marcelino Rodríguez (Gasógenos de gas pobre), F. López Mateos (La máquina y el arte, 27-I-1926), Pascual Palacios (Aceros al carbono y aceros especiales), Pablo Prieto (La enseñanza profesional y los sindicatos obreros), M. Rodríguez (Motores de gas pobre, 2ª parte) y Mariano Moreno Caracciolo (Los problemas actuales de la aeronáutica). Casi todas ellas fueron recogidas por el periódico El Metalúrgico, publicado por el Sindicato metalúrgico El Baluarte, de Madrid.127 Y de aquí fue, en efecto, de donde partió una iniciativa de alcance, llevada a cabo fundamentalmente por algunos expensionados: la Escuela de Aprendices del mencionado sindicato. Entre sus principales promotores estaban Pablo Prieto 126 Cartas del 15 de septiembre de 1924, firmadas por Redondo, Rodríguez y Jaime Montero, BAEPEE, I, 6, octubre, 1924, pp. 8-10. Adjuntas, las cartas de contestación de Ruperto Zoiles, secretario del Directorio, y de Ruiz Senén. Aquél decía que la reserva legal de la concesión telefónica había que interpretarla en sentido inverso: el 80 % de los puestos de la nueva compañía se reservaban a la mano de obra nacional. 127 «Labor de Asociación», BAEPEE, II-III, 19, 20, 21, 22, noviembre 1925-febrero 1926, pp. 38-40 y BAEPEE, III, 23, 24, 25, 26, marzo-junio, 1926, pp. 30-31.
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y Agustín Redondo, que reseñaron en El Socialista los objetivos de la escuela y la buena nueva de su inauguración, celebrada en diciembre de 1926. Durante los diez años que durará su experiencia la escuela se consolidó como un auténtico centro de formación técnico-profesional y bien se puede decir que como una hijuela más de la Junta de Pensiones, puesto que en ella misma, incluso en su financiación y en sus actividades anejas, como las visitas a fábricas, las excursiones culturales, la biblioteca profesional, la suscripción a revistas profesionales, etc., se reproducía el modus operandi de la Junta y el elenco de actividades que los pensionados habían vivido en su período formativo en Barcelona o Madrid y en su tiempo de pensión en el extranjero. Por otra parte, tres de los nueve profesores que menciona Francisco de Luis Martín, a quien debemos todos estos datos,128 eran expensionados: los referidos Redondo y Prieto y Marcelino Rodríguez. El primero se mantuvo implicado en el proyecto hasta sus últimos días, elaborando a comienzos de 1936 un proyecto de reestructuración de la escuela al producirse su reapertura tras el cierre que siguió a los sucesos de octubre de 1934. Eso a pesar de encontrarse destinado en París, como responsable exterior de la colocación de los pensionados. Sobre él volvemos, sin embargo, más adelante. Entre 1925 y 1926 la Asociación se vio envuelta en algunos embrollos que, sin duda, le apartaban de los caminos mencionados para adentrarle en operaciones ajenas a sus competencias. A finales de aquel año organizó un plebiscito a fin de forzar el retorno de Enrique Winter como delegado de la Junta en París, en sustitución del fallecido Alejandro Chao. Al parecer, aquél había mostrado su intención de optar a ese puesto con el objetivo de dar un nuevo impulso a la obra de las pensiones. Tal aptitud no podía lógicamente ser del agrado de los responsables de la Junta y la asociación creyó ver en ello recelo hacia su labor y el intento de aislarla de las actividades oficiales de la entidad, lo que obligó al presidente, Sanz y Escartín, a salir al paso de tales suposiciones en carta de fecha 11 de febrero de 1926.129 No parecían bien orientadas las quejas, en efecto —o tal vez sí—, puesto que algún tiempo después el elegido para el cargo será el propio presidente del comité directivo de la Asociación, Agustín Redondo, LUIS MARTÍN, Francisco de: La cultura socialista en España 1923-1930. Propósitos y realidad de un proyecto educativo. Salamanca-Madrid, Ediciones de la Universidad de Salamanca-CSIC, 1993, pp. 140-146. 129 «Labor de Asociación», BAEPEE, II-III, 19..., pp. 40-41. 128
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nombrado en la sesión de la Junta del 9 de noviembre de 1928 para gestionar en París la colocación de los expedicionarios de ese año.130 Todavía en aquel año de 1926 la Asociación logró poner en marcha una sección catalana, contando de nuevo con la preciosa colaboración de J. M. España, de nuevo en peregrinación por toda la península realizando las alabanzas de la obra de pensiones y de la asociación, incitándola a emprender en el año en curso la iniciativa de creación de una escuela de aprendices mecánicos.131 Incluso obtuvo una subvención de 1.500 ptas. con cargo al capítulo relativo a Bolsas de Trabajo (O. de 14 de junio de 1926). Pero la actuación de la entidad, en cuanto órgano de fraternidad y de interés común no pareció dar más de sí de lo que ya había aportado a la obra de las pensiones y a la vida profesional de sus asociados. El 12 de septiembre de ese año quedó constituido efectivamente el comité directivo de la sección catalana,132 el 7 de julio del año siguiente otro activo expensionado, Godofredo Saucedo, sustituía a Redondo en la dirección del comité133 y a partir de ahí ninguna noticia suplementaria ha podido obtenerse de ella, posiblemente arrastrada por ese principio de la vida moderna que indica que lo que no transciende a la opinión pública no existe. Es muy probable que desapareciese el Boletín, puesto que los números se espaciaban cada vez más conforme pasaba el tiempo. Y de seguro que con él desapareció también la entidad.
3.3. Las nuevas expediciones y sus resultados, 1920-1930 Cuarenta y cinco pensiones ofertaba la convocatoria de 1920, distribuidos en seis grupos: 5 para las artes del libro (impresor, encuadernador, procedimientos fotomecánicos [2] y dibujante), 5 para los minero-metalúrgicos (capataz o perito de la fabricación de aceros, capataces 130 Así aparece recogido en la O. de 20 de mayo de 1933, Gaceta 24-V, en contestación a la solicitud de aumento de sueldo, teniendo en cuenta la situación de la peseta, o en todo caso su traslado al Centro de Perfeccionamiento de Madrid, del que dependía. Se denegaba la solicitud. 131 «Labor de la asociación», BAEPEE, III, 23..., p. 31. 132 Integrado por Luis Mestres, como presidente, F. Joanxich, secretario y Cristóbal Salvo, Juan Torrent y José Cardona, vocales, «Labor de asociación», BAEPEE, III, 27, 28, 29, 20, julio-octubre, 1926, pp. 4-5. 133 BAEPEE, IV, 6, 7, 8, 9, junio-septiembre, 1927, p. 6. Prieto y Rodríguez siguieron en sus puestos, vocales: Manuel Serrano, Pascual Palacios y R. Bartolomé del Cerro.
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o peritos químico-metalúrgicos [2] y mineros sondeadores [2]), 5 para las artes industriales (dibujante de muebles, forjador de arte, ceramistas [2] y vidriería artística), 7 para los textiles (dibujante, aprestos [2], tintes [2] e hilaturas [2]), 14 para las construcciones mecánicas (capataces o peritos fundidores de acero [2], mecánicos fresadores [3], fundidores de metales y aleaciones especiales [2], mecánica de precisión [2], mecánicos herramentistas [3] y electricistas [2]) y 9 de industrias rurales y varias (aceiteros [2], vinateros [2], industrias derivadas de la leche [2], curtidos [2] y jardinería). Como en convocatorias anteriores se pretendía dejar bien asegurado el compromiso de los posibles pensionados con sus empresas de origen, tanto en el patrocinio del pensionado como en la reintegración laboral a su regreso. Y como garantía suplementaria ante circunstancias no deseadas, se especificaba que la pensión tendría una duración total de treinta meses, incluidos los tres meses de curso preparatorio, aunque el nombramiento sería por un año, prorrogable individualmente hasta aquel tope cuando la Junta lo considerase conveniente. Por lo demás, en la presente convocatoria la Junta ponía a disposición de las empresas privadas su experiencia para cobijar bajo el mismo plan y régimen que los pensionados oficiales, aunque sin compromiso económico alguno, a los trabajadores que aquellas decidiesen enviar a perfeccionar su oficio en el extranjero.134 Las candidaturas llegadas para las 45 plazas fueron 152, distribuidas en relación a los seis grupos mencionados de la siguiente manera: 11, 12, 8, 8, 58 y 55. Por su origen geográfico, como era habitual, Madrid (38 candidatos) y Barcelona (25) habían aportado el mayor número de efectivos a la convocatoria, de la que, por lo demás, estaban ausentes 25 provincias. Entre los criterios de selección provisional —interesantes para conocer lo que se consideraba en aquel momento el perfil más idóneo de los candidatos, así como los criterios procedimentales de la entidad para afinar en su elección— la Junta enfatizaba la eliminación de los obreros con una instrucción primaria imperfecta, de los que, aun poseyéndola, únicamente tenían una técnica manual y no parecían mostrar ambición alguna de instrucción complementaria, de los que, por el contrario, únicamente poseían una formación teórica sin experiencia Convocatoria por R. O. de 25 de junio de 1920, Gaceta 2-VII. Tras la laboriosa selección, el nombramiento se produjo por R. O. de 21 de enero de 1921, Gaceta 12. Esta relación comprendía 39 pensionados, algunos de los cuales dejarán al final sus puestos a otros candidatos. 134
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práctica y, finalmente, de los oficios no prioritarios, señalados en la convocatoria, y que no hubiesen justificado adecuadamente la presentación de su candidatura. Entre los restantes, los criterios de selección se fundamentaban en comprobaciones precisas y directas sobre la exactitud de las informaciones aportadas, sobre sus orientaciones concretas y, en último extremo, sobre el peso y la credibilidad de las asociaciones profesionales patrocinadoras de los candidatos.135 Que todas estas precisiones no respondían a un exagerado prurito burocrático lo atestiguan las frecuentes reflexiones de los principales responsables de la experiencia, desde su inicio según hemos visto, por aquilatar los criterios de selección y garantizar así, a través de un comprometido proceso de selección desarrollado en muy poco tiempo y con muy escasas informaciones disponibles, la idoneidad de las personas seleccionadas y, en conclusión, el éxito de la empresa. Precisamente a mediados de ese mismo año un artículo del Boletín, firmado por C. M. (por supuesto, César de Madariaga) volvía a insistir ampliamente sobre la cuestión, convencido como estaba —decía— que «muy pocos solicitantes» eran verdaderamente conscientes de la finalidad de las pensiones, «llevados de un egoísmo muy natural y nada censurable, que les hace pensar en que ‘la pensión les conviene’ por encima de todo». Así aparecían diversos tipos de candidatos —el picaresco, el empleomaniático, el perdonavidas o recomendado, el tipo mendigo— muy poco conscientes de la finalidad perseguida y, por descontado, muy poco recomendables. En el otro extremo de estos demandantes de «pensiones benéficas» estaban los que las consideraban becas para estudiantes u obreros en formación o aquellos otros que con mejor intención que conocimientos creían poder aportar, con alguna pequeña ayuda de la ciencia extranjera y con la genialidad de sus ideas e inventos, soluciones milagrosas para el desarrollo de la ciencia y la técnica nacionales. En realidad, algunos de ellos únicamente deseaban «revolucionar la industria nacional... de su padre». Estas divergencias, por lo demás naturales, entre finalidad de las pensiones y objetivos de los candidatos hacía que «la selección de los pensionados [fuese] más difícil y compleja de lo que [parecía]», y representase «el momento más importante de las funciones de la Junta», puesto que no siempre el mejor, el más capacitado para aprender, podía ser 135 «Actividades de la Junta», BJPIOE, V , 11 - 12 , noviembre-diciembre, 1920 , pp. 58-61. No se contabilizan tres candidaturas procedentes respectivamente de Arras, Burdeos y París.
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la norma última de selección, sino aquel que, además de aprender, estaba en condiciones de poder enseñar a otros lo aprendido o aplicarlo a un sector más extenso de la técnica nacional. Era éste, finalmente, el criterio más riguroso de las pensiones, y no el perfeccionamiento y beneficio personal, que, siendo también beneficioso después de todo para la economía en general, resultaría en sí mismo un procedimiento excesivamente costoso para la nación. Por consiguiente, la misión de las pensiones no se agotaba en su período de disfrute, sino en la difusión de los conocimientos adquiridos y todos los esfuerzos de aquella etapa deberían ir dirigidos a «preparar el modo de que los pensionados puedan a su regreso desarrollar estos efectos de su difusión».136 De nuevo Madariaga avanzaba aquí algunos de los objetivos que tenía ya en mente para los años venideros y que hemos desarrollado más arriba. Este mismo año se reanudaban las convocatorias de ingenieros, después de dos años de interrupción, debido a las circunstancias europeas, llegándose incluso a recuperar parcialmente el atraso con algunos ingenieros de promociones anteriores propuestos para pensión. En total fueron 24 los que disfrutaron de ella en este año.137 La siguiente convocatoria, la de 1923, introdujo algunas novedades de interés desde diversos puntos de vista. Destaca primeramente el exiguo número de plazas convocadas, únicamente trece, lo que no cabe duda que tenía mucho que ver con las complicadas circunstancias económicas de Europa en aquel momento. Como adelantando esta eventualidad, el primer Boletín de aquel año advertía que «la inestabilidad de las condiciones industriales en los diferentes países dificulta grandemente el desarrollo normal de estas pensiones y embaraza bastante la colocación en talleres y fábricas».138 La duración de las pensiones oscilaba entre nueve meses (para el grupo A) y treinta (para el B), aunque renovable, en este caso, por años a libre criterio de la Junta. El segundo dato de interés es que la convocatoria adoptaba una modalidad 136 C. M.: «El candidato a pensión y la finalidad de las pensiones», BJPIOE, V, 6-7, junio-julio, 1920, pp. 17-21. 137 Once de montes, ocho de agrónomos y cinco de minas, «Actividades de la Junta», BJPIOE, VI, 1-2, enero-febrero, 1921, pp. 29-30. Entre las propuestas de montes estaba inicialmente el ingeniero Vidal Martínez Falero, que no llegó a gozar de pensión, «Viaje de estudios de Ingenieros de Montes», Revista de Montes, XLIV, 1045, 01/08/1920, pp. 549-551. La única comunicación oficial publicada, R. O. de 26 de junio de 1920, Gaceta 1-VII contenía únicamente 15 ingenieros. 138 BJPIOE, VIII, 1-2, enero-febrero, 1923, p. 71
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doble, dirigida en un primer grupo, el A, hacia técnicos y directores de empresas, conforme a lo acordado en la disposición reorganizadora de 1921, y reservando el grupo B para la convocatoria tradicional de obreros. A aquellos se les reservaba además una particular tarea de dirección de los expedicionarios obreros en su formación inicial, en su orientación bibliográfica y en la tutela de su estancia en el exterior. Como último punto relevante destaca, finalmente, que la única especialidad convocada en este caso fue la de fundición, a fin de estudiar en el extranjero los procedimientos de esa técnica aprovechando el Congreso Internacional de Fundición —y su Exposición anexa— que había de celebrarse en París en el mes de septiembre de ese año.139 Algunos tendrán además la oportunidad de asistir a la paralela Exposición y Congreso de fundidores alemanes celebrada en Hamburgo entre el 19 de agosto y 3 de septiembre de ese mismo año140 Si desde el principio de la experiencia la vinculación entre ingenieros y obreros se presentaba como una consecuencia natural de su integración en el proceso industrial, e incluso así había sido previsto en el decreto fundacional de 1907,141 a partir de 1921 esa relación se va a hacer deliberadamente más estrecha, al incorporar al elemento técnico en las convocatorias de pensiones de obreros y comprometerlo en el desarrollo concreto de la expedición, ya no solo, por consiguiente, como coadyuvantes independientes en el mismo objetivo según se venía —y se seguirá— realizando en las expediciones de ingenieros pensionados. El objetivo —se decía expresamente en el Boletín— era reunir de nuevo a obreros y técnicos en beneficio y solidaridad formativa mutua. «La idea de enviar a ingenieros o técnicos-directores y a obreros, formando un todo orgánico, responde a la aspiración de que los ingenieros dirijan a los obreros en la parte teórica de la fundición, y que los ingenieros aprovechen también las enseñanzas de la manipulación de las cosas que pueden recoger de los obreros, conviviendo además de este modo durante un tiempo que puede ser de gran provecho para ambos grupos de pensionados». 139 Convocatoria de 18 de abril de 1923, Gaceta 11-V. Reseña del congreso, «El Congreso Internacional de la Fundición», por M. Moreno Caracciolo, vocal de la Junta, BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, pp. 1-4. 140 JOANXICH, Francisco: «La Exposición y el Congreso de fundidores de Hamburgo», BJPIOE, IX, 1, 2, 3, enero-febrero-marzo 1924, pp. 9-16. 141 «[...] relacionar la expedición obrera con la expedición de Ingenieros, que deben comunicarse entre sí, y en cierto modo ser éstos directores de los primeros», R. D. de 16 de junio de 1907, Gaceta 18, p. 1085.
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Sin perjuicio, no obstante, de seguir después separadamente una parte del tiempo de pensión.142 La convocatoria fue enviada a escuelas, empresas, asociaciones y a más de 400 fundidores particulares y, en esta ocasión, el resultado no fue todo lo satisfactorio que se esperaba. En el mes de junio se habían recibido únicamente 11 solicitudes para el grupo A (dos ingenieros industriales, seis peritos industriales, un ayudante de minas, un licenciado en ciencias y un patrono fundidor) y 22 del B.143 Finalmente la Junta propuso el 26 de julio el nombre de los trece pensionados, cuya designación fue comunicada por R. O. de 31 de julio,144 aunque en la práctica dos de los nombramientos fueron anulados poco después por no cumplir las prescripciones establecidas y en su lugar se añadió a la lista otros cuatro técnicos fundidores, de entre los mejor clasificados en la selección.145 Este año volvían de nuevo las pensiones de ingenieros, tras otro paréntesis de dos años, con la inclusión por primera vez de los ingenieros industriales. Por R. O. comunicada de 11 junio se nombraron a 22 ingenieros, incluidos industriales, aunque en la práctica las páginas del Boletín solo dejan constancia del desplazamiento de quince de ellos.146 Complemento de ella fue la orden comunicada de 6 de diciembre concediendo pensión a dos ingenieros de minas, ampliando la de dos obreros fundidores de los nombrados en 1920 y, digámoslo de pasada aunque más adelante hablaremos detenidamente sobre ello, dejando subsistentes las pensiones concedidas por la Junta, que estaban en entredicho a resultas de las primeras medidas del supuesto «regeneracionismo» administrativo puestas en práctica por el Directorio Militar.147 En febrero de 1924 se publicaba la siguiente convocatoria de pensiones,148 algo antes de lo que era habitual en razón del escaso número «Actividades de la Junta», BJPIOE, VIII, 6, junio, 1923, p. 21. Ibídem, pp. 24-26. 144 AGA, (5)16 32/16532. Expediente de 1923, carp. 1. 145 Acuerdo de la Junta de 3 de octubre aprobado el 26 de octubre de 1923, AGA, Ibídem. 146 «Sección Oficial», BJPIOE, VIII, 7, 8, 9, julio, agosto, septiembre, 1923, p. 82 y BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, p. 99. 147 Los ingenieros pensionados eran Carlos Fernández de Caleya y Roberto de Guezala. Las prórrogas de pensión, a favor de Porfirio Mateo y Jerónimo Cuadrado. Comunicado de la Junta de 23-XI-1923, AGA, (5)16 32/16532 y «Comunicaciones oficiales», BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre-diciembre, 1923, p. 98. 148 Convocatoria de 30 de enero de 1924, Gaceta 1-II. 142 143
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de pensionados en la anterior convocatoria. Retornaba el abanico diversificado de industrias preferentes, aunque las modalidades del plan expedicionario respondían a lo dispuesto el año anterior, en particular en lo relativo a las responsabilidades del elemento técnico. Las pensiones de este grupo —se decía— tendrían la «carga ineludible» de colaborar con la Junta en la gestión formativa y logística de la expedición obrera, bien es verdad que «en la proporción compatible con su propio trabajo». Treinta y cuatro eran en este caso las pensiones convocadas, cuatro de ellas para el grupo A, distribuidas entre las industrias metalúrgicas (incluidos trefiladores y laminadores), las construcciones mecánicas (incluidos soldadores), las industrias eléctricas (incluidos bobinadores y tracción), las industrias aeronáuticas (incluidos montadores de construcciones metálicas, montadores de motores, constructores, veleros, etc) y un último grupo de industrias varias. La duración de las pensiones oscilaría entre doce (para el grupo A) y treinta meses, aunque en este caso sometidas a prórrogas anuales decididas libremente por la Junta en atención a las condiciones del pensionado. La Junta había justificado estas características de la convocatoria por la conveniencia de perfeccionar la mano de obra nacional a fin de que pudiese sustituir sin menoscabo alguno al personal técnico extranjero en aquellas industrias o modalidades de trabajo donde éste seguía siendo preferido, así como por el interés de promover el conocimiento y la formación sobre industrias emergentes, como la aeronáutica o la eléctrica de producción y de tracción.149 No era una observación puramente retórica, puesto que muy poco antes había entrado en registro una instancia firmada por antiguos pensionados, con Agustín Redondo a la cabeza, poniendo en conocimiento de la entidad las dificultades que algunos encontraban para su colocación, dado que las sociedades industriales solían estar dirigidas por extranjeros y preferían a los trabajadores de su nacionalidad, y proponiendo la limitación de extranjeros en la industria española a un determinado tanto por ciento.150 Por lo demás —añadiría más adelante en el Boletín— se repetía, habida cuenta «los resultados felicísimos del nuevo sistema», la convocatoria conjunta de técnicos y obreros por las posibilidades que abría de formación mutua, de convivencia interclasista entre ambos grupos, de disciplina y vigilancia mutua y de preparación para una futura colaboración a su regreso a España.151 149 Comunicación del Presidente de la Junta al Ministerio de 11 de enero de 1924, AGA, (5)16 32/16532. Expediente de 1924, carp. 2. 150 Escrito ingresado el 5 de enero, AGA, (5)16 32/16532. Expediente de 1924, carp. 2. 151 «La última convocatoria de Pensiones», BJPIOE, X, 7-8-9, julio-agosto-septiembre, 1924, pp. 89-91.
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Cerrado el plazo de la convocatoria se habían recibido 232 solicitudes, 26 para el grupo A y 206 para el B, con procedencia geográfica dominante, como era habitual, de Madrid (69 solicitudes), Barcelona y Vizcaya (24), Oviedo (22) y Santander (18), a considerable distancia de las restantes 29 provincias proponentes. Acerca del perfil profesional de los candidatos, sobresalían obviamente los trabajadores de las industrias señaladas en la convocatoria: mecánicos (99), electricistas (26), fundidores (9) y aviación (9), aunque no faltaba una amplia representación de oficios —hasta 38— de toda índole, algunos no precisamente modernos. De los veintiséis candidatos técnicos, los peritos —mecánicos, electricistas, químicos, textiles— eran el grupo más numeroso, sin que faltasen ingenieros industriales y de montes, un arquitecto y otras ocupaciones menos habituales en estas convocatorias, como un técnico de publicidad y un director de editorial cinematográfica.152 Como novedad de esta convocatoria, aparte los cuidadosos trámites habituales, se hizo un ensayo de selección científica de los candidatos en Madrid, Barcelona y Bilbao, llevado a cabo con la colaboración del Instituto de Orientación Profesional de Barcelona y de la sección de Psicotecnia formada en el nuevo Instituto de Reeducación Profesional de Inválidos del Trabajo creado en 1922 en Carabanchel Bajo (Madrid), instituciones, ambas, que comenzaban a despuntar y que recibirán una importante consagración dentro de los planes de reforma de la enseñanza técnica y profesional que estaban en marcha en aquel momento. En ellos participaba, con protagonismo particular, el ingeniero inspector de la Junta de Pensiones, César de Madariaga.153 La resolución del concurso fue propuesta por la Junta el 18 de junio y publicada finalmente en la Gaceta el día 17 de agosto, por R. O. del 3 de julio.154 Complemento de las pensiones de esta expedición fue la convocatoria de bolsas de estudio de 20 días para visitar la Exposición Internacional
Ibídem, pp. 94-96. Ibídem, p. 97. También, MALLART, José: «Cincuentenario del originariamente llamado Instituto de Orientación y Selección profesional», Revista de Psicología General y Aplicada, 29, 131, 1974, p. 944, citando las Memorias del Instituto de Reeducación... de 1925. 154 AGA, (5)16 32/16532. Expediente de 1924, carp. 2. 152
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de Artes Decorativas que se iba a celebrar en París entre abril y octubre de 1925.155 Presentados 169 candidatos a ellas, fueron seleccionados finalmente 28, más dos candidatos sin derecho a emolumentos, todos ellos con un perfil profesional incluido en una acepción amplia de las artes industriales.156 La visita fue aprovechada, según señalaba el Boletín, para completar la inspección anual de los expedicionarios, examinándose y verificándose 1647 partes semanales de pensionados.157 Apenas presentaba novedad la convocatoria de pensiones del año 1926, una copia de la de 1924 salvo en el número de plazas y en las industrias seleccionadas, que en este caso añadían a las de aquel año las textiles y las derivadas de la agricultura. Las pensiones ahora ofertadas eras dos para el grupo A y treinta y seis para el B.158 De nuevo las orientaciones de la Junta a los candidatos pueden servir para conocer con mayor precisión los objetivos y los procedimientos prácticos de su actuación. La tendencia cada vez más definida de la entidad —decía su presidente, el conde de Lizárraga, en una nota anexa al texto de la convocatoria publicada en el Boletín— era orientar a los obreros hacia los estudios, matriculándolos en acreditadas escuelas profesionales extranjeras, lo que implicaba la posesión de estudios previos en España, preferentemente en las Escuelas de Artes y Oficios o Escuelas de Artes e Industrias. La 155 Propuesta «con urgencia» del Presidente de la Junta al Ministerio de 1 de octubre de 1925. AGA, (5)16 32/16532. Expediente de 1925, carp. 3. La convocatoria, de fecha 3 de octubre de 1925, fue publicada en la Gaceta del día 6. Sobre la exposición, un escenario privilegiado para el art decó europeo de interiores entonces en boga, Les Expositions universelles à Paris de 1855 à 1937. Direction: Myriam Bacha. Paris, Action Artistique de la Ville de Paris, 2005, pp. 154-166. 156 Entre ellos estaban algunos que llegarían a alcanzar cierto renombre en sus respectivas especialidades artísticas, como el pintor y dibujante Juan Esplandiú, el grabador Manuel Pascual Escribano (también pensionado por la Academia Española de Roma a partir de 1931, LORENTE LORENTE, Jesús Pedro: «Pensionados de entreguerras de la Academia Española de Roma», Artigrama, 5, 1988, p. 222) o el ilustrador Félix Alonso García. Resolución de 3 de noviembre de 1925. La fecha de partida se establecía para el mismo día 4 de ese mes, bajo la dirección de Ángel Vegue y Goldoni, AGA (5)16 32/16532, Expediente de 1925, carp. 3. Como se puede comprobar, la salida de la expedición sobrepasaba las fechas oficiales de apertura de la muestra, aunque sin duda se reservó para ella una visita reservada. La Junta propondrá poco después al ministerio dirigir cartas de agradecimiento a los ministros franceses de Trabajo y Obras Públicas por las atenciones prestadas a los expedicionarios, AGA, Ibídem. 157 «Resumen de la actuación de la Junta durante el año 1925», BJPIOE, XI, 10, 11, 12, Octubre-Noviembre-Diciembre, 1925, pp. 3-4. 158 Convocatoria de 18 de noviembre de 1926, Gaceta 30.
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experiencia había demostrado que éstos eran los que más provecho sacaban de su estancia en el extranjero y los que más provenir tenían a su regreso, puesto que llegaban ya con una predisposición definida hacia el oficio y hacia sus posibilidades formativas. Era por consiguiente importante para los candidatos exponer concretamente los objetivos de su plan de trabajo, tanto en el extranjero como en España, a su regreso. Por lo demás, en una segunda nota, la Junta ofrecía su experiencia para orientar y dirigir a todos aquellos que deseasen cursar estudios técnicos en cualquiera de las escuelas profesionales del extranjero.159 Conforme a los procedimientos habituales, es decir, confrontando la documentación aportada con entrevistas personales a la mayoría de los candidatos y a sus patronos, la Junta propuso de entre los 161 candidatos totales (8 del grupo A y 153 del B) a dos técnicos y 37 obreros,160 que fueron nombrados por R. O. de 8 de abril de 1927 (Gaceta 21), y salieron hacia París en el mes de mayo siguiente a fin de completar el curso preparatorio a cargo de los técnicos pensionados. El procedimiento habitual, según se decía en el Boletín, era hacer más o menos prolongado ese período según las necesidades de cada pensionado, para colocarlos después en la industria francesa, belga, suiza e italiana y exigirles mantener una comunicación semanal con la Junta, a fin de que ésta pudiera conocer todos los detalles de sus trabajos y poder decidir en el momento oportuno los nuevos lugares de trabajo o las escuelas profesionales a donde orientarlos.161 A propósito de este curso preparatorio, sus responsables —que finalmente no fueron los técnicos teóricamente encargados de ello, sino los obreros Ernesto Tagle y Jacinto Martín— publicaron en el Boletín una memoria detallada de las actividades, que puede servir como ejemplo del trabajo preparatorio de la pensión, en general, aunque con un particular interés en este caso al realizarse en París, lo que permitía una mejor adaptación al ambiente definitivo de estudio y de trabajo. Se mencionaban en ella los cursos de lengua francesa e inglesa, los estudios técnicos de carácter general, con el apoyo de algunos peritos 159 «Actividades de la Junta», BJPIOE, XII, 10, 11, 12, octubre-noviembre-diciembre, 1926, pp. 49-50. 160 Propuesta de convocatoria de fecha 9 de noviembre de 1926. Propuesta de pensionados aprobada en la sesión del pleno de la Junta de 4 de abril de 1927 y remitida el día 5 al Ministro de Trabajo AGA, (5)16 32/16532. Expedientes de 1926 y 1927, carps. 4 y 5. 161 «Actividades de la Junta de Pensiones de Ingenieros y obreros en el extranjero», BJPIOE, XIII, 4, 5, 6, abril-mayo-junio, 1927, pp. 1-2.
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pensionados y las visitas informativas a algunos de los centros de estudio y trabajo más habituales: el Conservatoire d’Arts et Métiers, la École Nationale d’Arts et Métiers y las sociedades Génerale Électrique, Legendre Frères, Bonvillain-Ronceray, Métropolitain de Paris y Thomson Houston.162 La expedición de ingenieros de este año, comprendió a ocho pensionados de las escuelas de minas, industriales y montes, nombrados por R. O. comunicada de 9 de junio de 1926,163 a los que se unirán después otros tres, uno de la de montes y dos de la de agrónomos por R. O. comunicada de 9 de agosto.164 La convocatoria de pensiones de 1928 repetía al pie de la letra la del año anterior,165 excepción hecha del número de plazas, que en este caso eran dos del grupo A y treinta y cuatro del B. La Junta examinó en los meses siguientes, con los procedimientos habituales, las cuatro candidaturas llegadas dentro del grupo A y las 145 del B166 y acordó los candidatos seleccionados (para el grupo B únicamente veintinueve) en la sesión del 4 de mayo de 1929, que fueron remitidos al Ministerio y publicados por R. O. de 27 de mayo de 1929, Gaceta 30.167 Si algo destaca de la presente convocatoria, en la línea de lo sugerido por el Presidente de 162 «Memoria general sobre el Curso preparatorio seguido en París desde mayo a septiembre en el año 1927», por Ernesto TAGLE y Jacinto MARTÍN, Obreros pensionados. BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, pp. 28-43 163 Propuesta aprobada por la Junta el 12 de mayo de 1926, AGA, (5)16 32/16532. Expediente de 1926, carp. 4. 164 En realidad, la propuesta de la Junta de 6 de julio comprendía un ingeniero agrónomo más, Fernando Martín Sánchez Juliá, quien más adelante será un destacado dirigente de la Asociación Nacional Católica de Propagandistas, AGA (5)16 32/16532. Expediente de 1926, carp 4. Las reseñas posteriores de las actividades de los pensionados no lo mencionan. Sin duda renunció al disfrutar ya de una pensión de la Junta para Ampliación de Estudios, con la que recorrió buena parte de Europa, especialmente Italia, y cuyo fruto fue la obra La reforma agraria italiana y la futura reforma española, publicada en 1928. 165 Proposición de la Junta al Ministerio de 6-XII-1928 proponiendo la convocatoria, AGA, (5)16 32/16532. Expedientes de 1928, 29, 30 y 31, carp. 6. Aprobada por R. O. de 11-XII-1928, Gaceta 13. 166 Estas cifras no concordaban con los 158 candidatos totales que proporcionaba la RFP, I, 2, febrero, 1929, procedentes prioritariamente de Madrid (40), Asturias (32), Vizcaya (15) y Barcelona (13), p. 31. 167 Comunicaciones de la Junta y notas de los jefes de las secciones de Industria y Trabajo del Ministerio de 1928 y 1929, AGA, (5)16 32/1/16532. Expedientes de 1928, 29..., carp. 6.
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la Junta el año anterior acerca de la conveniencia de optar por los candidatos ya bien orientados en su formación y perspectivas profesionales, es el perfil técnico intermedio de que gozaba un buen número de ellos. Dejando aparte los dos técnicos del grupo A, doce de los veintinueve restantes estaban en posesión de un título de peritaje, sin que faltase el caso de quien acumulaba varios de ellos. Otra novedad de la expedición fue que, por primera vez, aparecía pensionada en esta convocatoria general una mujer, Esperanza Zuloaga Estringana, ceramista, hija del importante ceramista establecido en Segovia, Daniel Zuloaga, cuya etapa formativa transcurrirá en Limoges, en Stoke-on-Trent, Inglaterra, y muy particularmente en la Manufactura Nacional de Sèvres, como muchos años antes lo habían hecho su propio padre y sus tíos Guillermo y Germán, y como lo harán igualmente sus hermanos Juan y Teodora. Sobre ello volveremos. Era ya en vísperas de trascendentales cambios en la vida española y bien pronto los pensionados comprobarán que eso no tenía sólo que ver con los hechos políticos propiamente dichos. Su primera y más directa percepción de los nuevos tiempos que se anunciaban fue que las quince pesetas diarias de pensión-jornal, menos impuestos, que percibían se evaporaban a ojos vista como consecuencia de los problemas de cambio de la divisa nacional. En los primeros meses de 1930 el problema resultaba ya acuciante y los pensionados dirigieron una petición de aumento de asignación a la ahora ya denominada Junta Central de Perfeccionamiento Profesional Obrero, que lo estudió en su sesión del 14 de marzo, convino en la justicia de la solicitud y dirigió al Ministerio una comunicación al día siguiente, proponiendo el aumento de la asignación diaria a 17,50 pesetas desde el primero de mayo. Así lo asumió efectivamente el Ministro, publicándolo en la Gaceta el 13 de mayo por R. O. del día ocho.168 La siguiente convocatoria de pensiones, la de 1931, se publicó bajo inciertas perspectivas. No eran sólo las económicas, sino también las que afectaban al encuadramiento definitivo de esta experiencia en el marco de las reformas sociales y pedagógicas de la formación obrera llevadas a cabo por el gobierno en los últimos años, según veremos. Dos plazas del grupo A y veinticuatro del B ofertaba la propuesta y la única novedad del resto de la disposición estaba en el curso preparatorio, que, en contra 168 Comunicación y nota del Jefe de la Sección de Trabajo de 30-IV-1930, en AGA, (5)16 32/16532, Ibídem.
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de lo habitual, se celebraría en parte en Madrid, a fin de no penalizar el presupuesto asignado, que para mayor complicación, había sido rebajado en 70.000 pesetas por la ley presupuestaria de julio de 1930.169 El procedimiento de la convocatoria y selección tuvo, sin embargo, en este caso nuevo impulso, en el que hay que ver de nuevo la mano directa del ingeniero inspector, César de Madariaga, al frente otra vez del servicio de pensiones y documentación, tras el abandono de los cargos de responsabilidad ocupados en los años precedentes dentro del Ministerio. En el escrito de 21 de julio siguiente, remitiendo la propuesta de pensionados, hacía una amplia relación de todo el proceso. Se había anunciado profusamente la convocatoria en los medios públicos y en los organismos interesados. Habían llegado finalmente 172 instancias, con la distribución geográfica que ya era habitual: Madrid (57 candidatos), Barcelona (26), Vizcaya (19), Santander (16), Asturias (12) y a considerable distancia otras 17 provincias, más sendas instancias de Marruecos y Alemania. Descontadas las candidaturas rechazadas de inmediato por deficiencias diversas, sobre el resto se siguió el procedimiento ordinario de entrevistas personales con los candidatos y sus patronos u organismos patrocinadores, contando con el concurso de algunas Escuelas de Trabajo y del Instituto Psicotécnico de Madrid y se llegó a acotar la propuesta de pensionados. El procedimiento tuvo en cuenta en todo momento, no obstante, los criterios que habían regido la conducta de la Junta desde su constitución de favorecer el perfeccionamiento profesional, es decir, aquellos candidatos ya formados en el oficio, o aquellos otros que, sin estarlo, tuviesen cualidades sobresalientes o representasen a una industria en formación, merecedora de la protección del Estado. Así, en la práctica, se habían preferido —decía— a los trabajadores de pequeñas industrias, sin las posibilidades de las grandes para formar a su personal con sus propios medios, y asimismo, en igualdad de condiciones, a los procedentes de regiones con tradición industrial, donde las habilidades adquiridas en el extranjeros tuviesen mayores posibilidades de fructificar. Aparte criterios y procedimientos, el inspector constataba la insuficiencia de las asignaciones diarias previstas de 17,50 ptas, habida cuenta la devaluación de la divisa, y proponía su aumento a 25 y 20 para los grupos A y B respectivamente, lo que había obligado a reducir a 1 y 20 la 169 Aprobación y convocatoria de R. O. de 6 de febrero de 1931, Gaceta, 25. Propuesta del Inspector Jefe del Centro y nota del Jefe de Negociado de la Dirección General de Trabajo, en AGA, (5)16 32/16532. Ibídem.
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propuesta de pensiones. Contando con la reducción presupuestaria de 1930, juzgaba que ello reducía considerablemente las posibilidades de este servicio, que siempre había juzgado imprescindible para su adecuado desenvolvimiento una cifra de 45 a 50 pensionados. En consecuencia, al lado de los candidatos propuestos incorporaba otros nombres merecedores de atención por si la Superioridad juzgase conveniente «compensar la mutilación presupuestaria y el desinterés con que los últimos Ministerios de la monarquía distinguieron a este Servicio». Entre los candidatos adicionales, cinco pertenecían a los oficios agrícolas, dos a artes gráficas y nueve eran «excelentes alumnos» de especialidades diversas de la Escuela de Trabajo de Barcelona. Pero además Madariaga llamaba particularmente la atención acerca del técnico Manuel Muñoz Díaz y del obrero Raimundo Antuña Noval, trabajadores en el Instituto de Reeducación Profesional de incapacitados en el trabajo de Carabanchel, especialistas en mecánica protética, que por trabajar en un organismo del Estado estaban incursos en las normas de incompatibilidad con las pensiones, así como el caso de Pedro Palomares Montes, igualmente incapacitado, no obstante lo cual había salido de la «Escuela de Agricultura» de Aranjuez (sic: en realidad Estación de Horticultura y Jardinería, fundada en 1927170) con el título de Maestro jardinero horticultor con el número uno de su promoción. Para todos estas especiales circunstancias recomendaba una particular atención del Estado de acuerdo con «las modernas tendencias de reparación legal de la invalidez». Finalmente, también contradiciendo el texto de la convocatoria, solicitaba que el curso preparatorio se organizase, como era habitual, en París, bajo la dirección del antiguo pensionado, Agustín Redondo, que había cubierto en 1928 la plaza del fallecido Alejandro Chao.171 170
En Aranjuez estuvo establecida la primitiva Escuela Central de Agricultura, entre
1855 y 1868, LACRUZ ALCOCER, Miguel: «La escuela central de agricultura de Aranjuez (1855-1868)», Historia de la Educación. Revista interuniversitaria, 12-13, 1993-1994, pp. 341-364. Como planteamiento general, FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy: «La enseñanza de la agricultura en la España del siglo XIX», en Agricultura y Sociedad, 56, julio-septiembre, 1990, pp. 113-141. En 1927 se creó en la ciudad una Estación de Horticultura y
Escuela de Jardinería, VERGARA GARCÍA, G.; MAURI ABLANQUE, P. V.; GALLEGO HERREROS, J. F. y LORENZO CARRETERO, C.: «La estación de horticultura y jardinería de Aranjuez», Agricultura. Revista agropecuaria, 69, 816, 2000, pp. 424-428. El artículo es básicamente la reproducción del proyecto de funcionamiento de la Estación, redactado por el ingeniero agrónomo Manuel Blasco Vicent. 171 Comunicación dirigida al Ministro de Trabajo de 21 de julio de 1931, firmada por César de Madariaga. AGA, (5)16 32/16532. Expedientes de 1928, 29... Ibídem.
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Los argumentos de Madariaga fueron asumidos parcialmente por el Jefe de Negociado de Trabajo y remitidos a informe del Consejo de Trabajo, que los refrendó en su sesión del 7 de agosto, si bien haciendo constar la salvedad de si existía crédito presupuestario para atender a todas las pensiones propuestas. Finalmente, el resultado fue la aceptación de los dos trabajadores del Instituto de Reeducación, manteniéndoles su sueldo aumentado hasta el monto de las pensiones concedidas, y la recuperación además de dos de los alumnos de la Escuela de Trabajo de Barcelona.172
172 Nota del Jefe de Negociado de Industria de 4 de agosto de 1931. Informe final de 2 de septiembre, AGA, (5)16 32/16532. Expedientes de 1928, 29... Ibídem. La concesión fue publicada por sendas RR. OO. de 17 de agosto de 1931, Gacetas 26, y 1 de septiembre.
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CAPÍTULO III EL ENSAMBLAJE DEFINITIVO DE LA JUNTA DE PENSIONES, 1924-1930 1. LOS NUEVOS CONTEXTOS GLOBALES La última convocatoria de la que hemos dado noticias venía ya gestionada por el Centro de Perfeccionamiento Obrero y Oficina Central de Documentación Profesional, segunda denominación que recibía la antigua Junta de Patronato de Pensiones como consecuencia de los cambios producidos en el ámbito de la formación técnica y profesional desde el golpe de estado de Primo de Rivera de 1923. Cambios considerables, en relación con los que marcaban el tono en toda Europa, que, aparte de situar esta experiencia formativa que historiamos en un nuevo contexto general, tendrán un efecto decisivo sobre el propio organismo director y sobre las posibilidades de gestión de las funciones encomendadas. Detengámonos de forma más precisa sobre estas circunstancias. Difícilmente puede hallarse desde los turbulentos tiempos de las revoluciones europeas de comienzos del siglo XIX otro segmento cronológico más agitado y decisivo desde todos los puntos de vista que las décadas que siguieron a armisticio de 1918. Crisis, aguda, de modernización, preñada de tentativas y experiencias que abre el verdadero siglo XX. Desde el campo que nos ocupa, los interrogantes sobre la formación de la mano de obra, sobre las innovaciones técnicas y organizativas de las empresas, que son fundamentales en esa época, estuvieron enmarcados en la gran aventura de las nuevas energías y medios de locomoción y de las nuevas técnicas de comunicación que desde final del siglo XIX marcaron la pauta de la segunda revolución industrial. Una primera e importante novedad vino de la difusión —de la teoría más que de la práctica en un primer momento, al menos en Europa— de los principios de la organización científica del trabajo. Recibieron tal nombre por aquellos años los experimentos prácticos llevados a cabo por el ingeniero F. W. Taylor en algunas empresas metalúrgicas americanas, orientados a la evaluación de los movimientos y tiempos de los obreros en la ejecución de las tareas encomendadas a fin de conseguir por medio de una adecuada racionalización de esfuerzos, cadencias, descansos e incentivos económicos un mejor rendimiento de su trabajo, en
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una etapa ya, por otra parte, de considerable avance en la estandarización y en la producción en masa. Recopiló años más tarde (1911) los sobresalientes resultados de esas experiencias en una obra titulada The Principles of Scientific Management, que los dieron a conocer en todo el mundo. Respuesta, como han visto los economistas, a la escasez y falta de formación de la mano de obra, procedente en buena medida del flujo desbordado de la emigración, ha de tener interesantes derivaciones desde otros puntos de vista en su encuentro con circunstancias muy diferentes de la organización productiva y de las relaciones industriales, como eran las europeas, y con los trascendentales cambios en la política y en la economía inducidos por la inmediata guerra europea.1 Con la llegada de la guerra, en efecto, a estas preocupaciones se añadieron los nuevos retos que los gobiernos de los países beligerantes se vieron obligados a afrontar de manera acuciante. Uno de ellos fue la exigencia de afrontar con un enfoque riguroso, y no meramente empírico, la tarea de selección profesional ante las especiales exigencias que planteaba el manejo del instrumental de guerra, especialmente del más novedoso de todos en aquella época: la aviación; otro, complementario, la necesidad de formación acelerada que permitiese cubrir con garantías los puestos de trabajo fabriles abandonados por los trabajadores llamados a filas. Incluso concluida la guerra, la urgente tarea de reconstrucción material y de reconstitución, en sentido amplio, de las bases sociales y económicas de la vieja sociedad capitalista prolongaron el impulso guerrero a través de un intenso proceso de movilización industrial y, con él, la intensificación y diversificación de las miradas sobre los problemas de la empresa y del trabajo. Desde todos estos campos, en definitiva, quedó patente la urgencia de una atención renovada a los problemas de la formación de la mano de obra industrial, de la selección de personal y de un nuevo esquema de poder y de organización dentro de la fábrica, que Sobre la difusión del taylorismo en España algunos datos en FERNÁNDEZ GÓMEZ, Julio A.: «Prehistoria del taylorismo en España: la difusión de la organización científica del trabajo en el primer tercio de siglo», en El trabajo a través de la historia. Actas del II Congreso de la Asociación de Historia Social... Santiago Castillo, coord. Madrid, Asociación de Historia Social, 1996, pp. 469-476; también, HERRERO, F. y CARPINTERO, H.: «El taylorismo en España. Su divulgación durante el primer tercio del s. XX», Revista de Historia de la Psicología, XX, 3-4, 1999, pp. 307-314, en realidad, sobre todo comentario de un texto de Alonso Garfuni de 1931. Con carácter general, sobre el impacto de sus diferentes variantes en la organización de las empresas, LUCAS MARTÍN, Antonio: Sociología de la empresa. Madrid, Ibero Europea de Ediciones, 5ª edición 1992. 1
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diesen respuesta a la par a las exigencias de los adelantos industriales y a los retos de una eficaz organización científica del trabajo, incluido el rendimiento adecuado de la mano de obra. Por lo general, se puede decir que gobiernos y fuerzas vivas del momento, en todos los países y bajo todos los regímenes, vieron en estas nuevas circunstancias una oportunidad para abordar desde sus respectivas posiciones ideológicas o profesionales retos de muy diversa naturaleza relacionados con las cuestiones que acabamos de mencionar. En realidad, es en este momento, según Alberto Cambrosio, cuando se difunde auténticamente el interés por abordar científicamente la formación, la selección, el rendimiento, el control y la higiene física y mental del personal obrero dentro de la fábrica, aunque sus fundamentos teóricos o empíricos se encontrasen perfilados desde tiempo atrás. En lo que se ha llamado la entrada de la psicología en la fábrica —la difusión de los test psicológicos y la voluntad más o menos firme de dejar en manos expertas en esa disciplina las mencionadas funciones y hasta un objetivo general de «visibilidad» de las condiciones del obrero en la fábrica y fuera de ella— coincidían, en efecto, según aquél historiador, los discursos concurrentes de los tayloristas, los teóricos sociales partidarios de la orientación profesional, los ingenieros y directores del personal de fábrica, los sociólogos promotores del reformismo social y los médicos y expertos en las escuelas de higiene mental.2 Obviamente se trataba de percepciones muy diferentes dependiendo del grado de implicación en cada uno de los factores puestos en juego. La más urgente procedía del campo de la organización productiva y de las relaciones laborales en el seno de la empresa. Por todas partes los retos planteados inicialmente por el ingeniero americano y los que se derivaban del ulterior esfuerzo económico y político confluían con las antiguas reflexiones de los economistas, que ya desde los clásicos habían establecido firmemente la estrecha relación entre división del trabajo y productividad. El taylorismo pretendió refrendarlo desde perspectivas diferentes bajo un marchamo «científico», avalado por numerosos estudios sobre la fisiología del cuerpo y del esfuerzo humano y sobre la experiencia práctica de organización del trabajo dentro de la fábrica. Pero lo hizo en una coyuntura 2 CAMBROSIO, Alberto: «Quand la psychologie fait son entrée à l’usine: sélection et contrôle des ouvriers aux Etats-Unis pendant les années 1910», Le Mouvement social, 113, 1980, p. 41.
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crucial del desarrollo del capitalismo, en el tránsito hacia la producción de masas, y en un país como los Estado Unidos, con considerables problemas de reserva de mano de obra para afrontar el reto y eso fue lo que lo emplazó igualmente frente al mundo obrero, frente a la voluntad de ser social y económicamente que representaba el oficio clásico en el marco de la empresa. En su sentido último fue, pues, el instrumento para quebrar por exigencias de la intensificación productiva de la segunda revolución industrial lo que restaba del antiguo control del viejo oficio industrial sobre los tiempos de producción y sobre los mercados internos del trabajo: «doblegar al obrero de oficio, “liberar” al proceso de trabajo del poder que éste ejerce sobre él para instalar en su lugar la ley y la norma patronales, tal será la contribución histórica del taylorismo», resume al respecto Benjamín Coriat.3 Pero en el desarrollo de tal empresa el punto de mira de la ingeniería técnica y humana de la fábrica terminó en ocasiones, dentro del agudo clima de guerra social del período de entreguerras, por desplazarse más allá de ese ámbito, convirtiendo la tecnología y la supuesta ciencia de la organización en un arma ideológica de lucha social, en paralelo con el desplazamiento inducido en la estrategia pública del movimiento obrero desde el obrero de oficio hacia el obrero-masa, desde la política de poder en la fábrica hacia el poder público, vista su acentuada subordinación profesional en el marco estricto de la empresa. De esta forma, el taylorismo y todo lo que se encontraba vinculado a él en la organización técnica y en el control de las relaciones laborales y humanas dentro de la fábrica, objetivo más o menos explícito, esto último, de los procedimientos de la psicología industrial, quiso igualmente presentarse como un afrontamiento desigual entre una «ciencia» (de la organización y del trabajo) y una «voluntad», pretensión arbitraria de las organizaciones sindicales de masas de acabar con el dominio capitalista sobre el trabajo. Pero como es sabido, lo que se terminó identificándose con el concepto de organización científica del trabajo, más allá del taylorismo puro, tuvo con mucha frecuencia, especialmente en Europa, un objetivo más general, que tenía que ver con la gestión de un amplio conjunto de problemas relacionados con la economía y el trabajo, incluidas la formación técnica y las relaciones laborales, y hasta con la pretensión de reorientar
CORIAT, Benjamin: El taller y el cronómetro. Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y la producción en masa. Madrid, Siglo XXI editores, 1993, p. 24. 3
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a los poderes públicos hacia una acción coordinada, de supuesto carácter técnico, en el enfoque de las políticas públicas sobre los problemas de la conflictividad laboral y de la asistencia social del mundo del trabajo. Desde el campo del Estado, en efecto, el intervencionismo en materia de formación profesional, que es lo que atañe a este estudio particular, traducía naturalmente las inquietudes económicas del momento. Pero traducía en no menor medida la necesidad de abordar de manera integral los problemas sociales del mundo obrero y, en particular, de lo que constituía en la circunstancia de la primera postguerra del siglo XX su aspecto más novedoso: la búsqueda de unos mecanismos tutelados de institucionalización de la paz social. En cierto modo, se pensaba, lo que el Estado lograba en este terreno de la formación, como en el resto de las actividades económicas y sociales por otra parte, escapaba a las leyes ciegas del conflicto social o incluso a los renovados mecanismos de tutela y control del patrono industrial en el seno de la fábrica. Todo ello encajaba perfectamente con la vocación y la práctica intervencionista directa sobre la producción y el mercado adquirida con ocasión de la guerra europea y gustosamente asumida después de ella en todas partes y en casi todos los sectores económicos como una exigencia inevitable ante la ruda confrontación económica que se anunciaba. La confluencia de estas dos líneas de fuerza puede decirse que se realizó bajo la égida de un tipo social emergente, arraigado en los intersticios de lo público y lo privado: el cuadro o técnico moderno, el experto, el human engineering, el ingeniero mediador social de la primera época, que tuvo en esta compleja coyuntura de entreguerras su momento de gloria.4 Desde lo público, gozaron de una presencia y una autonomía cada Para diferenciarlo de la acepción hoy día más común de técnico manipulador de las relaciones sociales en el conjunto de la sociedad o en el marco restringido de la empresa. Una aproximación a los diversos enfoques de época sobre la acción social, la organización empresarial y la gestión de los recursos humanos, ORTSMAN, Oscar: Changer le travail. Les expériences, les méthodes, les conditions de l’expérimentation sociale. Paris, Bordas, 1978. Más actuales, insistiendo sobre las posibilidades del trabajo social, la psicotecnia y la racionalización del trabajo en aquella etapa de cambios profundos en la política social y en la organización empresarial, Les chantiers de la paix sociale, 1900-1940. Textes réunis par Yves Cohen et Rémi Baudouï. Fontenay/Saint Cloud, ENS Ed., 1995, y MOUTET, Aimée: «Ingénieurs et rationalisation dans l’industrie française de la Grande Guerre au Front Populaire», Culture Technique, 12, 1984, pp. 137-153. Sobre sus potencialidades en el marco de la empresa, el capítulo «El técnico en la sociedad industrial» de LUCAS MARTÍN, Sociología de la empresa..., pp. 171-180. 4
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vez mayor en el acrecentado sector público de la economía nacional y mantuvieron en la ingente empresa de reconstrucción material los tentáculos públicos que el Estado se había visto precisado a diseñar en la planificación productiva de los años de guerra. Desde lo privado, el extraordinario cambio técnico propiciado por la guerra, la recomposición de sectores industriales y reclasificaciones profesionales vinculados a esos cambios, la concentración financiera y el creciente dominio de la sociedad anónima, dirigida por expertos independientes del accionariado, los aupó con idéntico vigor en el seno de la empresa. Pero hacía falta una teoría que lograse integrar esta acrecentada revalorización del capital humano en la tarea de reorganización técnica y económica de la empresa y de reconstrucción moral de las sociedades golpeadas por la guerra. Esa fue la tarea del taylorismo. Y entendemos con ello no solo las experiencias particulares de organización productiva del ingeniero norteamericano, en propiedad escasamente difundidas, ni siquiera en los Estados Unidos, sino también, como hemos señalado, otras inquietudes modernas de pedagogos, sociólogos, médicos o ingenieros en torno a los problemas prácticos generados en las empresas por la selección del personal, por su adecuación al puesto de trabajo, por la fatiga y el rendimiento en el trabajo y por la trágicas secuelas que se derivaban de la mala gestión de esos problemas técnicos y sociales, como eran la alienación en el trabajo y su rechazo, la desmoralización, la falta de rendimiento, la conflictividad, los accidentes de trabajo. La guerra, por lo otra parte, las había acrecentado con sus sombríos repertorios de seres amputados moral o físicamente. En torno a estas cuestiones se había gestado ya por aquellos años un extenso corpus de reflexión experta que había dado numerosos frutos en forma de nuevos campos y enfoques dentro de antiguas disciplinas científicas y sociales, como la medicina del trabajo, la psicotecnia, la fisiología experimental, la antropología social, las ciencias del trabajo, la fisiología del trabajo muscular y de la fatiga, etc. Por lo general, los expertos que se ocuparon en Europa —o más en particular en España— de difundir las potencialidades de la nueva disciplina estaban muy lejos de concebir los principios de la organización científica del trabajo como un mecanismo ciego regido, por un lado, por el principio de dirección técnica y, por otro, por el de ejecución automática de funciones cada vez más especializadas, en una especie de Metrópolis carcelaria semejante a la imaginada en 1926 por Fritz Lang en su película homónima. Fue una posición experta, crítica hacia éste u otros aspectos del taylorismo puro, bastante generalizada en la Europa
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del momento, pero que se compaginaba con frecuencia paralelamente con el reconocimiento de sus virtualidades en lo que tenía de enfoque tecnocrático de los problemas del mundo social, en contraposición radical a los enfrentamientos entre clases y a los mecanismos clásicos de abordarlos por parte de las políticas públicas. Confrontados a los movimientos de fondo que afectaban al sistema capitalista, los ingenieros y técnicos dieron sentido a su revalorizado papel público y a su consecuente reflexión identitaria por medio de una ideología corporativa que pretendía conciliar la teoría (económica, médica, pedagógica, psicológica, sociológica) con la realidad. Implicados como expertos en ambas esferas, quisieron ser además mediadores entre ellas sobre la base de la objetividad de la ciencia y de la técnica, aplicadas a la organización productiva y a la resolución de los problemas sociales, en contraposición a los enfoques partidistas dictados por los intereses antagónicos de las clases sociales. Un campo de particular atención de esa tarea de ingeniería social era el de la formación técnica de los trabajadores, aspecto particularmente relevante para el presente estudio, que tenía la virtud en principio de implicar activamente al individuo, a la empresa y al Estado. Era la cuestión básica que el taylorismo puro había dejado de lado por el hecho mismo de que se trataba de un mecanismo de intensificación productiva adaptado a una mano de obra escasamente formada; una cuestión por lo demás sobre la que la ulterior psicología industrial había de resultar bastante contradictoria, dadas sus eventuales pretensiones de asentar su crédito sobre el análisis y el seguimiento de la personalidad y la aptitud y no, en sentido estricto, sobre el conocimiento técnico del trabajador. En relación a España se trató, sin lugar a dudas, de una de las cuestiones de más atento análisis dentro de la constelación doctrinal taylorista y, por descontado, desde posiciones críticas de sus interpretaciones más puristas. A pesar del desarrollo industrial y de los esfuerzos de racionalización —dice Miquel Siguán refiriéndose a Cataluña— «la verdad es que la industria catalana todavía necesita pocos de estos peones especialistas. Necesita sobre todo buenos especialistas profesionales de oficio [....] y los hombres que colaboraron con estas instituciones (se refería a la Escuela del Trabajo, el Secretariat del Aprenentadge y el Institut d’Orientació Professional que nacieron para contribuir a formarlos) sienten escasa simpatía por una teoría que tiende a desintegrar los oficios tradicionales y a sustituirlos por gestos estereotipados y repetitivos».5 5
SIGUAN, Miquel: La Psicologia a Catalunya. Barcelona, Edicions 62, 1981, p. 202.
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Tal vez las primeras y sumarias versiones de estos nuevos métodos de organización del trabajo industrial pudieron dar a entender como inevitable aquella evolución, en la medida en que contribuían a disolver, al menos en parte, categorías socioprofesionales firmemente asentadas en las formas del trabajo artesano e industrial de la primera revolución industrial y obligaban a un esfuerzo suplementario de aprendizaje y adaptación a las nuevas máquinas y procedimientos. En la medida también que en sus primeras etapas los nuevos métodos forzaban hasta el límite básicamente la productividad del trabajo, en tanto que las transformaciones del utillaje tecnológico adoptaban un ritmo más lento, al menos hasta la gran sacudida de la primera guerra mundial. Pero hacia los años veinte tales cambios técnicos estaban en pleno desarrollo en toda Europa hasta el punto de que una de las grandes inquietudes de la reconstitución económica en la postguerra residió precisamente en garantizar, a veces por métodos semimonopolistas, el papel de las industrias tradicionales, lo que entonces comenzaron a llamarse industrias clave, en un tejido industrial en curso de recomposición a partir de los sectores más dinámicos: la electricidad, la industria química, la radio, el teléfono, la aviación y el automóvil especialmente, espoleados precisamente por el efecto mismo de la guerra y por la empresa de rearme posterior. En consecuencia, paralelamente a este desarrollo tecnológico se impuso también una nueva forma de especialización que tendía, más que a la superespecialización simple, a un tipo de especialización compleja, que en contra de las intenciones implícitas o expresas de sus promotores6, en contra asimismo de las visiones pesimistas del hombre máquina de los teóricos del maquinismo industrial, como Friedmann, habría de producir unos resultados por demás interesantes, que no es el caso desarrollar aquí con detalle. Únicamente un apunte por el momento. En algunos casos en que tal evolución se ha estudiado con detenimiento, como es el caso de la Escuela de Aprendizaje de la Renault de París, el resultado fue el surgimiento de un nuevo técnico de grado medio especialmente dotado para remontar los escalones profesionales de la empresa y para convertirse en un caso particularmente logrado de promoción social obrera, según veremos más adelante. Que era reconstruir las capacidades profesionales del obrero de oficio, pero sin el poder político que éste le confería en el seno de la fábrica (CAMBROSIO, «Quand la psychologie...», p. 43); algo nada nuevo en verdad puesto que estaba en el origen mismo, ya remoto, de las escuelas de fábrica, bien es verdad que se trataba de una tendencia muy reforzada en esta época de entreguerras. Volveremos sobre la cuestión más adelante. 6
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España no estuvo ausente de los complejos problemas que acabamos de señalar ni a la hora de entrar en las cuestiones estrictas de la enseñanza profesional ni en el momento de proyectarlas a partir de su nueva metodología sobre los objetivos finales de índole social.7 Como en otros lugares, la formación profesional y todo el resto de disciplinas desplegadas en torno al mundo del trabajo y de la empresa reflejaban una deliberada voluntad de aplicar las potencialidades del conocimiento y la ciencia para afrontar los retos futuros, proyectados a la vez hacia las nuevas realidades económicas, hacia el campo de la asistencia social en su sentido más amplio, hacia la emancipación del obrero industrial sobre nuevas bases, en las que el trabajo y su dignificación pasasen a ocupar un lugar destacado en las relaciones industriales y, en último extremo, hacia la empresa común de movilización industrial que las circunstancias de la época estaban demandando con urgencia. Tales serán los criterios en los que insistirá una y otra vez César de Madariaga al emplazarlas como eje de su actuación en el Ministerio de Trabajo. Eso es lo que vamos a perfilar someramente en las páginas siguientes en aquellos extremos vinculados con especial cercanía a la obra de pensiones, que fueron muchos. Pero antes tal vez convenga hacer una mínima referencia contextualizadora de estas iniciativas con el propósito de subrayar mejor la innovación y el alcance de la empresa. No es una novedad para quien haya seguido estas páginas hasta este punto —o las de otros más expertos en el tema— que las enseñanzas técnica y profesional básicas no fueron precisamente un terreno cultivado con especial esmero por la acción educativa estatal. Y hasta se podría decir que parecía no formar parte de las preocupaciones más urgentes de los reformadores institucionistas, los más concienzudamente aplicados a la empresa de renovación pedagógica nacional, si nos atenemos a los datos que nos proporcionan las pensiones de la otra Junta, la de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Es sabido que la educación fue una de las preocupaciones más constantes de los gestores de la JAE y que ese campo y su disciplina matriz, la pedagogía, tuvo abierta ininterrumpidamente una 7 Sobre el desarrollo de la Psicología en España, y en particular de la industrial, algunas referencias de carácter general en SIGUAN, La Psicologia...; CARPINTERO, Heliodoro: Historia de la Psicología en España. Madrid, Pirámide, 2004; SÁIZ, Milagros y SÁIZ, Dolors: «La Psicología aplicada en España», Revista de Historia de la Psicología, XIX, 1, 1998, pp. 83-119; HERRERO, Fania: «Los orígenes de la Psicología industrial en España», Acción Psicológica, II, 1, 2003, pp. 51-61.
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línea de pensiones, cubierta por una pléyade de expertos —y ocasionalmente muy sobresalientes— representantes de las instituciones educativas nacionales de la enseñanza primaria, media y superior. Pues bien, del conjunto de 266 pensionados de esta especialidad contabilizados por Marín Eced entre 1907 y 1936, únicamente cuatro pertenecían a las Escuelas de índole profesional, concretamente tres de las industriales y uno de la del Hogar y Profesional de la mujer. Solo una poca mayor receptividad hacia estos asuntos se observa en los temas de estudio propuestos por los pensionados, especialmente por la penetración con fuerza a partir de 1924 de los temas de orientación y selección profesional, una de las cuestiones estrella de los Estatutos de Enseñanza Industrial y Profesional de 1924 y 1928, según veremos.8
2. LA POLÍTICA DE ENSEÑANZA PROFESIONAL DE LA ÉPOCA DE PRIMO DE RIVERA En el contexto descrito se explica la deriva de la enseñanza profesional y técnica hacia el Ministerio de Trabajo, que el Directorio se apresuró a realizar por R. D. de 15 de marzo de 1924, a fin de enlazarla con los nuevos retos de la organización industrial y con los ya antiguos problemas sociales del mundo obrero, como el de la emigración, las relaciones laborales, los accidentes de trabajo o los seguros sociales, separándola del tronco de Instrucción Pública, más preocupado por los aspectos formativos generales de la enseñanza. Tales eran los argumentos del Directorio al realizar la reforma. La guerra, se decía en el preámbulo del decreto, había puesto de relieve la imperiosa necesidad de una organización científica del trabajo y de una economía basada en la 8 Nos atenemos a la lista de pensionados que gozaron efectivamente de la pensión. Fueron los siguientes: Luis Castellá Lloveras, Anastasio Anselmo González Fernández, Amadeo Pontes Lillo y Ramiro Suárez Bermúdez. Entre los que habiendo obtenido la pensión no la disfrutaron por razones diversas, únicamente aparece, en 1936, el profesor de la Escuela Superior de Trabajo de Madrid y uno de los últimos gestores de la Junta de Pensiones, Mariano Moreno Caracciolo, MARÍN ECED, Teresa: La renovación pedagógica en España (1907-1936). Los pensionados en pedagogía por la Junta para Ampliación de Estudios. Madrid, CSIC, 1990, pp. 359-376. En los Anales de la Junta aparece además la memoria de un pensionado no recogido en la lista: la del profesor de tecnología textil de la Escuela Superior de Industrias de Villanueva y Geltrú, M. Massó y Llorens, pensionado para estudiar la organización de las enseñanzas textiles en Inglaterra, Francia, Bélgica y Alsacia, «Tecnología textil», Anales. JAEIC, T. IV, Madrid, 1911, pp. 305-326.
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capacitación del elemento técnico y en la conversión de la energía manual del obrero en una fuerza colaboradora, convirtiendo a éste a la par en un seguro y firme sostén de la paz social. A ello respondía la transferencia de la enseñanza técnica al ministerio de Trabajo, Comercio e Industria a fin de ponerla en «contacto con los núcleos de intereses y actividades localizados en él».9
2.1. El Estatuto de Enseñanza Industrial de 1924 En la práctica, todo este interesante contexto teórico y práctico de la postguerra europea estará presente en los proyectos de reforma del aprendizaje y de la enseñanza técnica que va a emprender la Dictadura, de la mano particularmente de César de Madariaga Rojo, el Ingeniero Inspector general desde 1919 de la Junta de Pensiones. En calidad de tal fue designado, en efecto, miembro de la Comisión creada por decreto del mismo 15 de marzo, con el encargo de redactar en el plazo de tres meses un proyecto de organización de la enseñanza técnica. Junto a él, un numero grupo de representantes institucionales o privados interesados en la cuestión: subdirectores de Industria y Trabajo del Ministerio, directores de las Escuelas de Ingenieros y de Peritos, representantes de sus asociaciones y de la Cámara de Industria de Madrid, vocales del Instituto de Reformas Sociales y otros personas de reconocida capacidad de designación directa.10 Pero la participación de aquél fue mucho Gaceta 16-III-1924. En el decreto constitutivo se señalaban al Subdirector de Industria, los Directores de las Escuelas de Ingenieros Industriales de Madrid, Barcelona y Bilbao, los Directores de las Escuelas Industriales de Madrid y Tarrasa, representantes de la Asociación Nacional de Ingenieros Industriales y de la de Peritos Industriales, el Inspector Jefe de la Junta de Patronato de Ingenieros y Obreros en el extranjero, un representante de la Cámara de Industria de Madrid, el Delegado Regio en el Patronato de la Escuela Industrial de Barcelona, un profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid, cuatro vocales del Instituto de Reformas Sociales, entre ellos uno obrero y otro patronal y cuatro personas de reconocida competencia nombrados por el Ministerio de Trabajo. Más adelante se añadirán a ellos el encargado de la Secretaría creada en la misma disposición, Manuel García Miranda y los vocales de designación directa José Pérez del Pulgar, José Jorro Miranda, Teodosio Leal Quiroga y Francisco Ibáñez Alonso, RR. OO. de 21 de marzo, Gaceta, 23; otro conjunto de vocales propuestos por la propia Comisión: el Subdirector de Trabajo, el Director del Laboratorio de Investigación Industrial para la fabricación de vidrios científicos, los Directores de la Escuela Industrial de Linares y de 9
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más decisiva que la de simple vocal, porque, nombrado vicepresidente de la Comisión, el alejamiento del presidente, según él mismo señalaba, le hizo actuar en la práctica como tal y desde esa posición disponer de una vista privilegiada sobre las tareas de la Comisión y de paso engarzar el primer eslabón de una cadena de colaboraciones con los responsables del Ministerio de Trabajo, particularmente con el ministro Eduardo Aunós, que le llevará a ocupar altas responsabilidades en el Ministerio en éste y en otros campos. A él debemos un conocimiento bastante preciso de las vicisitudes de la Comisión, incluidas las líneas de fuerza que actuaron en la elaboración del Estatuto de Enseñanza Industrial de 1924. Y tal vez principalmente éstas, porque, como sucede frecuentemente en las comisiones, algunos vocales declinaron ampliamente su responsabilidad en los trabajos por imponderables diversos, circunstancia que aprovecharon otros, precisamente los más interesados en un determinado sentido, para imponer sus criterios en algunas ponencias, «sin consultar para nada con los que, por tener intereses comunes, hubieran llegado a concretar una solución intermedia». De esta forma, el sentimiento personal de la presidencia en funciones era que la Comisión «en todo momento se había visto coaccionada por el criterio dominante de que no se trataba de elaborar un Estatuto nuevo de enseñanza técnica adecuado a las necesidades del país, sino que se trataba de una labor de adaptación de las organizaciones existentes dentro de los límites estrechos y tradicionales conocidos y sobre la base de determinados acuerdos de clase totalmente ignorados por la Comisión». En conclusión, proponía adoptar las bases aprobadas como un documento de trabajo, que, junto a la documentación recogida en la información pública abierta, permitiese a los técnicos del Ministerio elaborar un Estatuto que resolviese el problema de la formación profesional industrial «independientemente de toda organización existente».11 Y seguía con algunos datos más concretos de los distintos frentes abiertos en las discusiones; algunos, simples requerimientos de interés corporativo particular, pero otros que apuntaban a esenciales líneas de la de Industrial y de Artes y Oficios de Valencia y otro vocal nombrado por el Ministro de Trabajo, R. O. 3 de abril, Gaceta, 5, nombramiento que recayó en Leopoldo Palacios, R. O. 8 de abril, Gaceta, 9, aunque le fue aceptada la renuncia por razones de salud, R. O. de 23 de abril, Gaceta, 26. 11 Datos del oficio dirigido por César de Madariaga como presidente efectivo de la Comisión al subsecretario de Trabajo de fecha 9 de julio de 1924, recogido en La formación profesional..., pp. 451-454
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fuerza políticas del régimen dictatorial, como las discusiones acerca de la capacidad de autonomía de la Escuela Industrial de Tarrasa o las desarrolladas en torno a la propuesta del propio Madariaga en el sentido de que las escuelas privadas industriales estuviesen sujetas a la tutela e inspección del Estado y se abstuviesen en sus enseñanzas de cualquier objetivo lucrativo, político o confesional, aspecto, este último, derrotado en la votación y mantenido por su autor como voto particular a las bases aprobadas por la Comisión.12 Resulta pertinente subrayarlo porque, como veremos más adelante, será una de las cuestiones candentes de la política educativa, en general, del régimen y más en concreto de la enseñanza industrial, en la que se engarzará el amplio movimiento estudiantil y académico que contribuirá a partir de 1928 a socavar sus cimientos. Los técnicos del Ministerio elaboraron, efectivamente, a partir de estas mimbres el definitivo Estatuto de Enseñanza Industrial, publicado por R. D. de 31 de octubre de 1924, Gaceta 5-XI, sin acertar —en realidad sin pretender— zanjar los diferentes intereses corporativos puestos sobre la mesa. En él se clasificaba toda la enseñanza técnica en tres niveles institucionales: las enseñanzas obreras a cargo de las nuevas Escuelas de Trabajo destinadas a formar oficiales y maestros obreros; las enseñanzas profesionales que se impartirían en las Escuelas Industriales, cuyo último grado de estudios sería el de Peritaje; y finalmente las enseñanzas facultativas, cursadas en las tres Escuelas de Ingenieros Industriales existentes. Dicho en estos escuetos términos, apenas es posible, sin embargo, hacerse una idea de todo su alcance. No es este un trabajo que exija tampoco su reseña pormenorizada, por lo que bastará con hacerse eco de tres cuestiones que se relacionan con el tipo de gradación de estudios diseñado a partir de las titulaciones impartidas en cada uno de los grados, con su permeabilidad entre esos niveles y con la forma de financiación de la enseñanza prevista; cuestiones, todas, muy presentes en todo lo que llevamos dicho hasta aquí sobre la formación profesional, sin duda contaminadas por los intereses corporativos de los representantes profesionales presentes en la Comisión, como no podía ser de otra forma, pero también espoleadas por su concordancia con los Ibídem, pp. 454-455. Votaron esta parte de la proposición, además de Madariaga, Moreno Caracciolo, Alsina, Cort, Flórez Posada, Morillo y Núñez Tomás, representantes respectivamente de la Escuela Industrial de Madrid, la Escuela Industrial de Linares, la Escuela Industrial de Valencia, la Subdirección de Industria del ministerio, la Escuela Central de Ingenieros Industriales y el Instituto de Reformas Sociales. 12
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procedimientos políticos propios del régimen, puesto que tal era por añadidura la manera particular que la Dictadura quería deliberadamente trasladar a su acción de gobierno. El primer hecho fundamental fue, según dijimos, la integración de la enseñanza elemental y media, la Escuela elemental del Trabajo y la Escuela Industrial, («En todas las escuelas industriales se darán al mismo tiempo las enseñanzas de aprendizaje, salvo el caso de que la implantación de estas enseñanzas aconseje establecer una Escuela Elemental independiente de la profesional», art. 34) y una gradación rigurosa de sus estudios, de forma que para acceder al nivel superior sería preciso haber obtenido el certificado de suficiencia en los inferiores, comenzando por el de oficial, siguiendo por el de maestro y terminando en el de perito. A los estudios de este último título se podría acceder, con ciertas ventajas, desde el título de bachiller. En cuanto a las enseñanzas facultativas, divididas en cuatro etapas (estudios preparatorios fuera de la Escuela, estudios científicos, estudios técnicos y curso de especialización) los canales de ingreso podrían ser el título de bachiller y el de perito. Las dos primeras etapas podrían cursarse en las Facultades de Ciencias o en una Escuela Preparatoria que se crease en el futuro y que impartiese la fase de estudios comunes de ingeniería que en Francia aseguraba la École Politechnique. Los peritos, sin embargo, podrían acceder al tercer nivel de estudios sometiéndose a pruebas especiales de ingreso. En resumen, según decía con la mejor voluntad el legislador en el preámbulo de la disposición, «ofrece tal sistema de coordinación de enseñanzas la ventaja de facilitar el acceso de los peritos al grado superior, y a la vez hace posible que el obrero pueda llegar a alcanzar el título de Ingeniero, sin menoscabo de los conocimientos científicos que sirven de base a esta carrera. Con el estímulo y la ayuda que prevé el presente Estatuto [...] podrán todas las clases sociales españolas nutrir de elementos directores nuestras industrias, con lo que se logrará una más íntima compenetración entre ellas». Con ello se buscaba además, añadía, «dar a cada uno de los elementos humanos que intervienen en la producción la conciencia de su responsabilidad, de su misión específica, en concordancia con la obra del conjunto, en su relación con las organizaciones industriales de que directamente dependen y las más altas finalidades patrias a que sirven con su diaria labor».13 13
Gaceta, 5-XI-1924, pp. 586-587
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En cuanto a la financiación, se preveía la colaboración del Estado, las Diputaciones (o en su caso las Mancomunidades) y los Municipios en la creación —obligatoria bajo ciertas condiciones de población— y en el sostenimiento de las instituciones escolares de los distintos niveles, estableciendo para ello unas pautas precisas de responsabilidad pecuniaria de cada uno de aquellos entes en relación al volumen de población de su ámbito territorial. Idéntico criterio se establecía para la provisión de becas para los alumnos de las Escuelas Industriales y de Ingenieros, en una proporción que podría alcanzar hasta el 15 % de los alumnos. En cambio, las enseñanzas en las Escuelas de Trabajo serían gratuitas, salvo que estuviesen orientadas a obtener el título de peritaje, en cuyo caso se reintegrarían las matrículas no satisfechas (art. 33). Norma con muy buenas ideas y con orientaciones generales acertadas, pero redactada con «marcado espíritu de clase» —lo ponían de relieve la mayor parte de los comentaristas— tuvo por ello un pésimo recibimiento por casi todos los elementos a los que afectaba, puesto que todos se sentían agraviados en algún punto concreto, en el mismo precisamente en el que se sentían congratulados sus contendientes corporativos. Las previsiones de financiación, por otra parte, nunca llegaron a cumplirse no solo por el asunto de las cuantías y de su imposición, sino por la falta de concordancia entre medios y necesidades en espacios geográficos de muy distinta estructura económica. Así fue como se le hizo desde distintos frentes una «fuerte oposición» hasta provocar su más rotundo fracaso.14 Tal vez la apreciación más exacta de esta obra nos la ofrezca de nuevo César de Madariaga. El Estatuto —nos dice— «iba orientado a encajar la organización estatal dentro del marco de la ingeniería industrial oficial, paralelamente a como la enseñanza minera, la agronómica, etc. lo estaban tradicionalmente enquistadas dentro del marco de la ingeniería oficial minera, agronómica, etc. El adjetivo industrial, como su amplitud conceptual vulgar, facilitaba el camino extraordinariamente, y la eficaz ayuda de dos fuertes mentalidades desaparecidas ya prematuramente de la colectividad de los ingenieros industriales15 logró orientar inicialmente la ruta con el prejuicio de clase señalado».16 14 Los entrecomillados proceden de NOVO Y MIGUEL: La enseñanza profesional obrera y técnico industrial..., pp. 14-15. 15 Uno de ellos fue Juan Flórez Posada, nombrado Subdirector de Trabajo, Comercio e Industria por R. D. de 21 de diciembre de 1923, Gaceta 22, y en cuanto tal miembro nato de la Comisión de 1924. Murió en 1933. 16 MADARIAGA, La formación..., pp. 455-456.
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En realidad, en buena parte de los temas mencionados, fue una superposición de «prejuicios» de clase —de intereses se entendería hoy mejor— la que se impuso. Se reunió, en efecto, toda la enseñanza industrial bajo la tutela efectiva de los ingenieros estatales, pero al mismo tiempo, el índice de permeabilidad y de gradación de estudios fue considerable —al menos potencialmente; otra cosa podrían ser las normas concretas de aplicación, abiertas de nuevo a la pugna corporativa— en contra de la opinión que venían defendiendo desde comienzos de siglo los ingenieros industriales; se estableció un sistema de financiación mixta, «facilitada por la facilidad de la Dictadura para imponer cargas especiales» y hasta se delimitó muy precisamente la frontera de las respectivas atribuciones de ingenieros y peritos, lo que en una norma general de esta especie solo se explicaba por la necesidad de superponer exigencias corporativas, delegando en el futuro la resolución de los conflictos que ello generase.17 Respecto a la enseñanza industrial elemental, se cometió el «error», según Madariaga, de «llevar la escuela elemental del trabajo, por un espíritu de economía mal entendido, a las antiguas Escuelas Industriales, sin establecer paralelamente una organización especial peculiar al nuevo tipo, con lo que solamente se logró incrementar los haberes del profesorado sin crear en realidad la Escuela del Trabajo»18, es decir, el error de subordinar de nuevo, como hemos visto reflejado en disposiciones anteriores, la enseñanza profesional elemental al currículo escolar superior, con lo que se facilitaba otra vez su disolución como tal enseñanza autónoma. Y aun podríamos añadir algunas reservas en la línea tradicional de cierta mentalidad empresarial que juzgaba potencialmente peligrosa la intromisión del Estado en una cuestión, como el aprendizaje, que consideraba su competencia exclusiva. En una conferencia pronunciada en 1926 en la sede de la Asociación de Ingenieros Industriales de Barcelona, el ya mencionado ingeniero Juan Manuel España, director de la sociedad 17 Concretamente, el art. 35 señalaba que el título de perito tendría el derecho exclusivo para actuar como ayudante facultativo de los ingenieros industriales y que además tendría las facultades propias de éstos en aquellas instalaciones mecánicas, químicas o eléctricas cuya potencia instalada no excediese de 100 HP, la tensión de 15.000 voltios y su personal técnico de 100 obreros o contramaestres. 18 MADARIAGA, La formación profesional..., pp. 455-456. Esta afirmación era, sin duda, más cierta que la del profesor de Escuela Industrial, Novo y Miguel, quien señalaba ese mismo error por la depreciación que había producido en esos centros, La enseñanza profesional obrera y técnico industrial..., pp. 14-15.
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de fundición Bonvillain & Ronceray de Bourg-la-Reine, gran colaborador de la obra de pensiones, señalaba respecto a este tema que «nadie /estaba/ mejor servido que cuando puede servirse solo» y que el Estado «nunca /podría/ hacer lo que pueden hacer cuatro industriales si quieren», organizando cursos de perfeccionamiento, bien en la empresa, bien en horario nocturno dentro de la escuela pública, por muy poco dinero y con la garantía de que obtendrían «diez veces más antes del final del segundo curso por el mejor rendimiento del personal».19 2.2. El Estatuto de Enseñanza Profesional de 1928 Así fue como la conjunción de todas estas circunstancias particulares del campo educativo industrial, unidas a los rasgos propios de las etapas más avanzadas del régimen dictatorial, confluyeron para transformar cuatro años después el Estatuto mencionado en el definitivo Estatuto de Formación Profesional de 1928, esta vez bajo la responsabilidad efectiva, no solamente delegada, de César de Madariaga, nombrado en 1926 director general de Comercio, Industria y Seguros20 y con la colaboración decisiva del ingeniero industrial Flórez Posada21; norma redactada, según el propio Madariaga decía, «sin el concurso de la opinión pública», pero que «quizás por eso mismo pudo estudiarse sin prejuicio de ninguna clase, que no es poco prejuicio el tener que contar en los asuntos técnicos con una opinión pública sugerida particularmente por personas interesadas que incidentalmente tienen participación en los negocios públicos y cuentan de antemano con la ignorancia natural de la inmensa mayoría de los demás participantes, profanos todos en la materia».22 En realidad, esa disposición no fue otra cosa que el resultado último de una extensa labor ministerial sobre el tema a lo largo de todo el año. Seis decretos se sucedieron entre abril y octubre, culminándolos una refundición de todos ellos publicada por R. D. de 23 de ese mismo mes (Gaceta 1-XI). Sin embargo, desdoblado de inmediato por R. D.Ley de 3 de noviembre el Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria 19 ESPAÑA, J. M.: Los procedimientos científicos utilizados prácticamente en las fundiciones metalúrgicas modernas. Conferencia dada en la Asociación de Ingenieros Industriales de Barcelona el día 9 de abril de 1926, separata de Técnica. Revista Tecnológico-Industrial, p. 12. 20 R. D. de 24 de diciembre de 1926, Gaceta 31. 21 MADARIAGA, La formación profesional..., pp. 455-356. 22 MADARIAGA, La formación profesional..., p. 456.
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con la creación del de Economía Nacional y trasladado a éste todo lo referido a las enseñanzas industriales superiores dependiente de las Escuelas de Ingenieros Industriales, fue necesaria una nueva refundición donde se recogiera orgánicamente la legislación vigente en las respectivas dependencias. Así fue como se publicó, por una parte, el R. D.-Ley de 14 de diciembre (Gaceta 27) recogiendo el Estatuto sobre formación técnica de Ingenieros Industriales y de Investigación dentro del Ministerio de Economía Nacional, y por otra, el R. D.-Ley de 21 de diciembre (Gaceta 28) con el Estatuto de Formación Profesional dentro del Ministerio de Trabajo y Previsión. Contenía esta última disposición una importante novedad en lo relativo a los organismos encargados de la tarea formativa. Todo lo referente a la orientación y selección profesional y el pre-aprendizaje, que en el Estatuto de 1924 formaba una especie de apéndice (el capítulo IX), sin auténtica ilación orgánica con el resto de las previsiones educativas —un complemento de la formación llevada a cabo en las Escuelas elementales de Trabajo— pasaba aquí a destacarse como un primer e imprescindible fundamento de todo el edificio formativo. No era —lo dijo por aquellas fechas y lo repetirá más adelante César de Madariaga— ni un “snobismo” y menos aún «aclimatación de especies exóticas». «Lo que [la ley] hace es colocar en el centro de la organización de formación profesional de los muchachos la orientación profesional de los trabajadores».23 Era, en consecuencia, el procedimiento idóneo conforme a los más modernos resultados de la organización científica del trabajo para sentar sobre bases científicas la eficacia general del sistema de enseñanza programado. Cualesquiera que fuesen los ámbitos de procedencia de los jóvenes obreros y estudiantes y sus objetivos últimos, el proceso de orientación y selección previo tendía a garantizar la adecuación entre cualidades personales y opciones profesionales elegidas. Encauzaba la orientación profesional de los jóvenes en el conjunto de la formación escolar, tutelaba el aprendizaje mixto y complementario a fin de que se adecuase a las características personales y laborales del interesado, guiaba su readaptación profesional en los casos de cambio voluntario o forzoso de oficio, en relación con las instituciones de paro forzoso; y, en fin, evaluaba científicamente las potencialidades psicofísicas del aprendiz 23 «La orientación y la selección en el Estatuto de formación profesional», Revista de Formación Profesional, I, 1, enero, 1929, p. 3. También, MADARIAGA: La formación profesional..., p. 75.
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para mejor orientar los métodos de aprendizaje y para potenciar su rendimiento profesional. Aunque en el momento apareciesen con un interés secundario —concluía— esas instituciones «son las llamadas a gobernar en su día los problemas de formación profesional».24 Respecto a las características generales del sistema de educación profesional diseñado, y siguiendo los mismos criterios que más arriba utilizamos en la reseña del Estatuto de 1924, estaba previsto que los estudios industriales y artesanales impartidos en las Escuelas de Trabajo y en las Escuelas de Artesanos, se organizaran siempre de forma que cualquier persona pudiera acceder a ellos total o parcialmente, de manera muy flexible en el tiempo según sus demandas y posibilidades, independientemente de su trabajo ordinario. A su culminación obtendría un certificado de aptitud, de oficial o maestro, industrial o artesano, independiente de su certificado docente, obtenido ante una Comisión mixta formada por patronos y obreros nombrados por el Inspector de la zona, o en su caso por el Comité paritario del oficio correspondiente de la zona. Para obtener el certificado docente de maestro —industrial o artesano— sería preciso además haber trabajado cierto tiempo como oficial. Tenemos, pues, según lo dicho hasta ahora, las secciones de orientación y selección profesional con sus actividades formativas de pre-aprendizaje y las Escuelas de Trabajo y de Artesanos, como núcleo duro de toda la vasta fronda normativa de la disposición. Los estudios superiores vendrían impartidos a continuación en las Escuelas Industriales, a las que se accedería con el título de maestro industrial o artesano o con los estudios de bachillerato elemental, en este caso con la obligación de realizar un examen complementario acerca de las disciplinas no cursadas que formasen parte del currículum de maestro industrial. Completados con éxito dos cursos de estudios, darían derecho al título de auxiliar industrial, tras los que se desarrollarían los estudios de especialización fijados en cada caso por el Patronato o la carta fundacional de la Escuela, al cabo de los cuales se accedería al título de técnico industrial, tras una reválida y tras haber trabajado doce meses en una fábrica o taller de la especialidad, bajo la inspección de la Escuela. Un hecho llama poderosamente la atención en este punto: los mismos nombres de las nuevas titulaciones, sorteando cuidadosamente los tradicionales de peritaje. Tanto como las rigurosas condiciones de 24
«La orientación...», p. 9.
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graduación y permeabilidad entre ellas y con el título superior de ingeniero. Los estudios de auxiliar —decía la norma— darían derecho a ingresar en la Escuela de Ingenieros Industriales y para obtener el grado de Ayudante de Industria, en las condiciones especiales que se fijarían por el Ministerio de Economía Nacional (Libro V, art. 11). Parece razonable pensar que se utilizaba aquí el término auxiliar en su sentido genérico, incluyendo por lo tanto a la categoría específica de técnico. Fuera de este esqueleto educativo básico la disposición marcaba también algunas otras novedades de primera importancia. Una de ellas era el papel central atribuido a unos nuevos Patronatos locales de formación profesional en la fundación y gestión de los centros, incluida la capacidad para fijar de manera bastante autónoma las líneas de atención educativa preferentes de acuerdo con las características económicas de cada zona. Era ésta una cuestión de singular importancia, que tendía a reforzar los compromisos entre las Instituciones, los elementos activos de la industria, las corporaciones, los técnicos y las fuerzas vivas dentro de los ámbitos locales, a fin de espolear en general su interés por este tipo de formación e implicarles específicamente en la financiación de los centros, una financiación que se ratificaba casi en los mismos términos establecidos en 1924, aunque con una mayor flexibilidad para tener en cuenta circunstancias singulares de las finanzas locales. Otra de las novedades destacadas era la creación de un órgano central responsable de toda la organización educativa prevista: la llamada Junta Central de Formación Profesional. Y decimos responsable a sabiendas de que ese término no es el adecuado a la estricta fórmula legal que le identifica: el de un órgano «consultativo» y «auxiliar de la Administración» (Libro I, arts. 10 y 12). Sin embargo, creemos que es el que en la práctica se adecua mejor a las funciones reales con que fue concebido, que no fueron las de un órgano asesor al uso, de los que escoltaban desde los orígenes del régimen administrativo español contemporáneo las tareas ejecutivas en todas las ramificaciones del esqueleto burocrático. En definitiva esa era también la opinión de César de Madariaga, su máximo responsable en el doble sentido técnico y legal, puesto que surgía bajo su iniciativa y se le hacía depender de la Dirección general de Previsión y Corporaciones que en aquel momento ocupaba. La Junta Central —señalará éste en 1933, cuando ya este organismo haya desaparecido, arrastrado junto al resto de las entidades corporativas por la corriente reformadora de la República— era un órgano con funciones «ejecutivas» dentro del marco de sus atribuciones, que era «sumamente amplio». De esta forma se eliminaban los
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factores de «alterabilidad» que con mucha frecuencia entorpecían las resoluciones burocráticas y se dejaba paso a un mejor «enlace entre la acción privada y la estatal», consiguiendo de paso despejar las «presiones y prejuicios» ajenos a la formación profesional y proporcionando «unidad y continuidad de criterio» en su tratamiento.25 Todo ello se había perdido con el traslado de sus funciones al Consejo Nacional de Cultura, este sí un órgano consultivo clásico en cuanto sucesor del Consejo de Instrucción Pública: «la institución de los órganos locales gestores de la formación profesional ha sufrido duramente los embates de la crítica, de tal modo que en ocasiones el ejército de asaltantes logró reunir algunas fuerzas con que atacar la fortaleza y estuvo a punto de derrumbarlos con la misma sencillez con que, por motivos de arquitectura burocrática, se ha derruido el edificio central del sistema, la Junta Central de Formación Profesional [...] al ser trasplantados los servicios de formación profesional al Ministerio de Instrucción Pública y parecer evidente a los delineantes del sistema la centralización y unificación de los órganos rectores de la enseñanza en el Consejo Superior de Cultura».26 Puesto que no resulta creíble el desconocimiento de la verdadera naturaleza legal de la Junta por parte de su máximo responsable, esas contradicciones sólo pueden explicarse a través del peculiar sistema de gestión estatal que venía implícito en el mecanismo corporativo: un minucioso diseño de los instrumentos de control político estatal y un ejercicio «descentralizado» —por utilizar el término que al menos desde principios de siglo resumía estas fórmulas corporativas— de su gestión administrativa, según señalamos en otro lugar. Tales eran los rasgos más generales del sistema diseñado en 1928, que apuntaban hacia algunas características algo diferentes a las que es habitual encontrar en las reseñas de la formación en las disciplinas técnicas y profesionales en España. Con frecuencia se ha tendido a caracterizar genéricamente la enseñanza profesional como una senda muy secundaria, apenas desbrozada incluso durante mucho tiempo, trazada en paralelo al camino, si no real al menos franco, representado por el bachillerato o estudios equivalentes, que daba acceso a las carreras facultativas y Los entrecomillados corresponden a MADARIAGA, La formación profesional..., pp. 458-459. En otro lugar señalaba que, aunque legalmente no fuese así, «la propia experiencia hizo casi siempre aceptar los acuerdos de carácter informativo de la Junta, convirtiendo así, de hecho, la función consultiva en ejecutiva...», p. 430. 26 Ibídem, p. 463. 25
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técnicas superiores. Si en una panorámica de amplio radio resulta difícil no concordar con estas apreciaciones, como más atrás dijimos, resultaría igualmente injustificable no matizar esa opinión para los proyectos de reforma de la enseñanza profesional emprendidos por el Directorio. En realidad, a pesar de lo que en ocasiones se ha dicho, ni la disposición sobre reforma de los estudios universitarios de Eduardo Callejo de la Cuesta, subordinada en este punto a decisiones políticas previas27, ni la obra de la Dictadura en el campo de la enseñanza profesional, al desligarla del tronco general educativo de Instrucción Pública, tenían por objeto establecer una doble vía «paralela y desigual» orientada a dos grupos sociales, diferenciados por sus orígenes y sus expectativas sociales.28 Mucho menos en un principio, cuando el tronco diferenciado de enseñanza técnica comprendía también las escuelas superiores de ingenierías y respondía a una concepción integrada de su currículo formativo: facilitar a la vez una carrera intermedia a los bachilleres sin alicientes o sin medios suficientes para acometer estudios superiores y a los obreros inteligentes y voluntariosos el acceso, con la ayuda del Estado y las corporaciones provinciales y locales, que se establecía en el propio Estatuto, al título de ingeniero, abriendo a «todas las clases sociales españolas» el camino a la dirección de las industrias nacionales en beneficio de su «más íntima compenetración» y de la «riqueza nacional».29 Por mucho que todo ello tuviese el tonillo bienintencionado de las altas declaraciones oficiales, no dejaba por eso de apuntar hacia tendencias inequívocas de las relaciones sociales. En realidad, partiendo de una base ineludible de diferenciación entre los destinatarios de unos u otros niveles de enseñanza, los proyectos concretos de esta época traslucen en igual o mayor medida objetivos políticos de regeneracionismo social, demandas efectivas de formación técnica del mercado laboral y oposiciones y fracturas de tipo corporativo mucho más matizadas, como corresponde ya una sociedad relativamente compleja. No cabe duda que la obra de la Dictadura en el campo de la enseñanza técnica y profesional se configuraba como un reto más de sus objetivos de política social 27 Nos referimos al Real Decreto-Ley de 19 de mayo de 1928, Gaceta 21-V, que ratificó desde Instrucción Pública el traspaso de las enseñanzas técnicas al ministerio de Trabajo, Comercio e Industria. 28 Son los términos de RODRÍGUEZ HERRERO, La formación profesional..., p. 51. 29 Del preámbulo del R. D. publicando el Estatuto de Enseñanza Industrial de 31 de octubre de 1924, Gaceta 5-XI, p. 586.
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en su sentido más amplio, es decir, como un procedimiento ideológico de integración y socialización del mundo del trabajo y, al propio tiempo, como un mecanismo de incorporación en los esquemas de desarrollo personal y de movilidad social propios del mundo liberal, según lo declaraba explícitamente el preámbulo de la disposición de 1924, conforme más arriba señalamos. Otra cosa es que, efectivamente, la obra ulterior de la Dictadura a este respecto sufriese la misma inflexión hacia el corporativismo o, si se quiere llamarlo así, hacia una forma de degeneración consistente en saldar cuentas corporativas, que experimentó en otras muchas de sus políticas, que hizo que, finalmente, las nuevas Escuelas de Trabajo terminasen concibiéndose como instituciones de formación profesional obrera relativamente autónoma, es decir, desligada en parte de un cursus curricular graduado de las enseñanzas técnicas hasta su más alto nivel de las escuelas de ingenieros, según se había establecido en 1924, y que dentro de aquel específico ámbito las exigencias de economía educativa llevasen finalmente a vincular excesivamente los estudios elementales y los profesionales medios, produciendo algunos efectos perversos para las expectativas ascensionales de estos últimos. Por no hablar de los agravios sentidos por el relegamiento de su profesorado en los puestos de dirección de los centros y de su inspección, cuestiones en las que no vamos a entrar, pero que en la gestión menuda de la política en este campo tuvo un peso indudable: el que le prestaba la conciencia de agravio y, en conjunción con la coyuntura política de cambio al régimen republicano, el sentimiento de revancha y de oportunidad para revertir los resultados de aquella batalla de fuerzas corporativas.30 En definitiva, si en el Estatuto de 1924 se había cometido el «error» de llevar las Escuelas del Trabajo a las Escuelas Industriales, el de ahora será, según la opinión corporativa, el de llevar las Escuelas Industriales a las Escuelas del Trabajo. «El mayor error de Madariaga consistió 30 Las pp. 455-487 de la obra tan mencionada de Madariaga se orientaban precisamente a rebatir las críticas vertidas a algunos de los extremos del Estatuto. En ellas se pueden seguir también de manera general las tentativas que siguieron a la caída de la Dictadura para modificar sus disposiciones, en un lance en el que se mezclaban lógicamente el agravio corporativo con imputaciones políticas oportunistas para reforzar el empeño. Nada nuevo con relación al comportamiento general de casi todos los grupos corporativos en equivalentes circunstancias, según se relata en VILLACORTA BAÑOS, F.: «Dictadura y grupos profesionales organizados, 1923-1930», Ayer, 40, 2000, pp. 51-78, dentro del monográfico El nacimiento de los intelectuales en España, Carlos Serrano, ed.
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—según decía Novo y Miguel en 1933— en no dar a la Escuela Industrial toda la importancia que merece, encariñándose en cambio, con predilección, por la Escuela elemental de Trabajo. Además atacó injustamente al profesorado de Escuelas Industriales, colectivamente, y les consideró, en general, poco capacitados para ser Directores e Inspectores».31 Habían sido aquellos, no obstante, unos objetivos deliberadamente planeados por los técnicos ministeriales, bajo la dirección de César de Madariaga, y los motivos resultan bastante comprensibles si se tiene en cuenta todo lo señalado hasta aquí acerca de la fragilidad de los niveles elementales de la formación profesional en unas escuelas, fuesen de enseñanza técnico-industrial o artístico-industrial, con la proa orientada hacia los niveles educativos superiores y sin apenas otros referentes institucionales, salvo casos excepcionales. En realidad, como decía Madariaga, tales estudios elementales no existían todavía como sistema de Estado en 1924, salvo la formación complementaria suministrada por las Escuelas de Artes y Oficios y, tal vez, en algún caso por las industriales de grado medio.32 «La tendencia del Estatuto —precisaba— es, por el contrario, aminorar la importancia de este objetivo y señalar el mayor interés a ocuparse de la formación profesional de los trabajadores que no han de ser jefes técnicos, hasta el punto de que la creación de estas escuelas (de técnicos) se dificulta en toda localidad donde existan todavía problemas de formación profesional obrera de carácter elemental».33 El más ligero análisis —dirá en otro momento— «muestra que es más natural incrementar la importancia de la enseñanza de miles de obreros que de decenas de profesionales que la industria absorbe difícilmente».34 Pero en propiedad, ni siquiera tal perspectiva global se perdía con las nuevas Escuelas elementales y Superiores de Trabajo, al menos para su principal mentor: «el hecho de situar la formación profesional del trabajador, junto con la formación universitaria, en un mismo plano de realidades, permite esperar que cuando la tradición se vaya forjando y los métodos y orientaciones se vayan dibujando con mayor precisión sobre las soluciones y sobre los resultados, el trabajo manual, que hasta ahora se ve desdeñado, no tanto por su “rendimiento” como por su “condición”, adquirirá el valor digno que le corresponde dentro de la cultura NOVO MIGUEL, Luciano: La enseñanza profesional obrera y técnico-industrial..., p. 17. MADARIAGA, La formación profesional..., p. 373. Ibídem, p. 459. 34 Ibídem, p. 474. 31
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de un pueblo».35 Solo que tal perspectiva quedaba englobada en una dialéctica progresiva que el autor compendiaba en una frase de Goethe recogida de sus Conversaciones de Eckermann: «No basta dar pasos que conduzcan a la meta: es menester que cada paso sea una meta sin dejar de ser un paso», es decir, que el trabajador encontrase en las sucesivas fases de su formación alguna mejora con respecto a la situación anterior, aunque no llegase a ir más lejos por falta de capacidad, de voluntad, de entusiasmo o estímulo. Eso solo era posible recuperando para cada grado educativo una sustantividad propia, no sacrificada en aras del «aristocratismo» del título superior industrial.36 Es indudable, no obstante, que una filosofía de este tipo resultaba escasamente audible en medio del coro de reivindicaciones y agravios corporativos que regían este tipo de relaciones académico-profesionales. No es posible olvidar que en todas estas reformas se encontraban implicados también viejos conflictos de titulaciones y competencias que enfrentaban a peritos e ingenieros y que, a diferencia de 1924, el Estatuto de 1928 significó a este respecto la revancha de estos últimos, la cancelación momentánea del pleito conforme a un principio de jerarquización corporativa que tanto benefició en esta época, de manera general, a ciertos grupos profesionales, y muy especialmente a los ingenieros industriales.37 Por esta característica la reforma mereció la censura y la oposición —en sordina en la primera época, frontalmente en el cambio de régimen— del profesorado de las antiguas escuelas de industrias y de sus entidades asociativas, que no van a dejar de aprovechar las oportunidades que a partir de 1930 les brindaba la inestable situación política, como más adelante veremos. Hubo, no obstante, a este respecto en las disposiciones mencionadas una cuestión más decisiva y con mucha mayor capacidad de convocatoria, una cuestión que terminó llevando lo que era en principio un pleito profesional al terreno general de la confrontación política aprovechando la ya declinante suerte del Dictador. Fue la cuestión el pleito de las titulaciones técnicas y profesionales privadas concedidas por la Ibídem, p. 27. Ibídem, pp. 458-459. 37 NIETO, Alejandro: La retribución de los funcionarios en España (Historia y actualidad). Madrid, 1967, pp. 250-251. El Dictador, resume este autor, «libró a la Administración del influjo de los partidos políticos para entregarla indefensa al de ciertos grupos burocráticos de presión», p. 250. 35 36
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Dictadura a determinadas congregaciones religiosas; y los convocados, la juventud universitaria, especialmente los alumnos de ingenieros, agrupada desde enero de 1927 en la Federación Universitaria Escolar (FUE) de Madrid. En realidad, el desasosiego había comenzado ya años atrás, antes incluso de la llegada de la Dictadura, a causa de un decreto de septiembre de 192238, rectificado poco después como consecuencia las presiones de los ingenieros civiles39, que ratificaba la equivalencia del título de ingeniería militar de los oficiales del Cuerpo de Artillería al título civil de ingeniero industrial. Incluso remontándonos en el tiempo el inicio del pleito llevaba hasta el art. 51 de la ley de presupuestos de 5 de agosto de 1893 y los 29 y 31 de la homóloga de 30 de junio de 1895 y su decreto de aplicación de 16 de septiembre de ese año, que facultaba al ministerio de la Guerra a expedir al final de sus estudios a los jefes y oficiales de aquel Cuerpo el título de ingeniero industrial del Ejército.40 A este agravio se unió el que implicaba la capacidad de expedir títulos de ingeniería concedida en el Estatuto de Enseñanza Industrial a instituciones de enseñanza superior privada, en realidad, al Instituto Católico de Artes e Industrias, aprovechando ese espíritu de «clase» tan presente en la disposición de 1924, «por razón —como decía Madariaga— de ser uno de sus redactores profesor de aquella institución privada».41 Creemos que se refería al P. José Agustín Pérez del Pulgar, designado para formar parte de la comisión en marzo de 192442, aunque en ella estaba también El R. D. de Presidencia de 11 de septiembre de 1922, Gaceta 13, ratificaba esa equiparación y la igualdad de derechos para ocupar cargos oficiales y realizar actividades privadas relacionadas con su capacidad técnica. 39 El R. D. de 30 de octubre de 1922, Gaceta 31, confirmaba la igualdad de derechos de ambos títulos en la esfera particular, pero establecía la exclusividad de los militares en los puestos oficiales de los Ministerios militares y, por el contrario, la de los civiles en el resto de los Ministerios. 40 Partiendo de una revista como Ciencia Tomista no deja de ser llamativo que considerase a estos hechos como una de las «causas» de la «revolución española aún no terminada» de 1931 y ellos mismos como uno de los indicios de las «crisis agudísimas que vienen experimentando las carreras y profesiones intelectuales», GAFO, José D.: «Crónicas científico-sociales», Ciencia Tomista, 129, mayo-junio, 1931, pp. 409-410. 41 MADARIAGA, óp. cit., p. 475. 42 R. O. de 21 de marzo de 1924, Gaceta 23. El jesuita José Agustín Pérez del Pulgar fue un notable ingeniero y físico, estudiante en el Instituto Electrotécnico Montefiore de la Universidad de Lieja, pensionado por la JAE en Suiza en 1917 para estudiar el estado de la construcción eléctrica en ese país, y profesor de Electrotecnia en el Instituto Católico de Artes e Industrias desde 1911 hasta su muerte en 1939. Su obra principal es 38
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otro profesor de la institución, el ingeniero industrial Vicente Burgaleta, integrante nato en cuanto jefe de la sección de ingenieros del ministerio de Trabajo en aquel momento. La protesta de los alumnos y profesores de las tres escuelas oficiales de Madrid, Barcelona y Bilbao, así como de las asociaciones estudiantes, bajo el liderazgo de Antonio María Sbert, inclinaron a los responsables ministeriales a dar de nuevo satisfacción, al menos parcial, a los ingenieros industriales, estableciendo en el reglamento ulterior de aplicación del Estatuto a las Escuelas de Ingenieros Industriales que los titulados por las Escuelas oficiales serían los únicos con capacidad legal para cualquier clase de actuación profesional con validez oficial (art. 1º) y que el citado título solo podría obtenerse completando los estudios oficiales en la Escuelas de Ingenieros y realizando la correspondiente reválida (art. 4º).43 Todo pareció así aplacarse, pero este antecedente explica por qué la Scholarum (Asociación de Alumnos de Ingenieros y Arquitectos), con su dirigente Sbert a la cabeza, mostrará una especial sensibilidad hacia el tema cuando las circunstancias políticas vuelvan a ponerlo en candelero. Esto sucedió en 1928 por medio del famoso artículo 53 del decreto-ley de Reforma Universitaria de 19 de mayo, que facultaba a las instituciones que cumpliesen determinadas condiciones (en realidad a los jesuitas de Deusto y a los agustinos de El Escorial) a expedir títulos universitarios. Este fue el desencadenante del conflicto de los estudiantes con la Dictadura, extendido más adelante al profesorado. En propiedad, más allá de la chispa desencadenante, que recibió cumplida satisfacción en el mes de septiembre de 1929 con la derogación del denostado artículo44, el conflicto había adquirido ya una considerable entidad política contra la Dictadura y, por extensión, contra el propio régimen monárquico.45 Electrodinámica industrial, en cuatro volúmenes. Una somera biografía científica en FRAILE MORA, Jesús: Genios de la Ingeniería Eléctrica. De la A a la Z. Madrid, Fundación Iberdrola, 2006, pp. 456-457. En línea en www.ciccp.es/ImgWeb/Castilla y Leon/IngenieríaHumanismo/Genios de la Ingeniería Eléctrica.pdf. Algunos datos sobre su influencia en la orientación de los estudios de aquella institución de los jesuitas en «ICAI. Una historia inspirada», Anales de Mecánica y Electricidad, 76, 4, 1999, pp. 92-107. 43 Reglamento por R. D. de 11 de octubre de 1926, Gaceta 19. 44 R. D. de 21 de septiembre de 1929, Gaceta, 24-IX. 45 Más datos en VILLACORTA BAÑOS, Francisco: Burguesía y cultura. Los intelectuales españoles en la sociedad liberal, 1808-1931. Madrid, Siglo XXI editores, 1980, pp. 197-201; Respecto a estos acontecimientos en la Universidad de Valencia, MANCEBO, M.ª Fernanda: La Universidad de Valencia. De la Monarquía a la República (1919-1939). Valencia, Universitat...-Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1994, especialmente pp. 78 ss.
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Con independencia, pues, de las perspectivas políticas últimas del conflicto, no es posible olvidar que se trataba de una cuestión profesional a diferentes bandas, relativa a un aspecto crucial de la propia identidad profesional, como era la definición precisa del ámbito del monopolio profesional, ya fuese su campo de disputa la ingeniería militar, la titulaciones intermedias, según señalamos más atrás a propósito de la disposición de 29 de agosto de 1903 o, en el presente caso, los títulos privados de ingeniería. Obra, en definitiva, de técnicos superiores aquellas disposiciones de 1924 y 1928, con una importante presencia de ingenieros, podía ser considerada también la de su revancha, en una etapa —política— especialmente propicia para ello, en la que una pretendida negación de la política la disfrazó con la máscara de la competencia técnica.
3. LA JUNTA DE PENSIONES EN EL ESTATUTO DE ENSEÑANZA INDUSTRIAL DE 1924 Y EN EL DE ENSEÑANZA PROFESIONAL DE
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Ya ha quedado implícito, a través de la reseña de las sucesivas convocatorias celebradas durante la época de Primo de Rivera, que la Junta mantuvo incólumes sus atribuciones y sus actividades formativas a lo largo de todo este período. En principio, tal apreciación responde de manera aproximada a una visión general de sus funciones en el nuevo marco político, pero en sí misma no es capaz de proporcionar la verdadera dimensión, mucho más rica, de lo sucedido con estos servicios en el tránsito entre la Junta de Pensiones que encara el período y el Centro de Perfeccionamiento Obrero y Oficina Central de Documentación Profesional que lo cierra. Ya desde antes del golpe de estado de Primo de Rivera la Junta se había visto envuelta, como el resto de los organismos estatales, en las pesquisas emprendidas por la comisión investigadora creada por la orden de Presidencia de 4 de abril de 192346 a fin de
46 R. O. del marqués de Alhucemas 4 de abril de 1923, Gaceta 5. La Comisión estaba constituida por el magistrado del Tribunal Supremo Fernando de Prat y Gay, el Oficial mayor del Consejo de Estado Alberto López Selva; el Contador del Tribunal de Cuentas Francisco Aced Bartrina y del Jefe de Administración de la Intervención civil de Guerra y Marina Enrique Labrador y de la Fuente. Para esta labor fiscalizadora dentro del Ministerio de la Guerra se designaba al General Pedro Bazán Esteban,
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examinar el uso de las autorizaciones presupuestarias dictadas, por razones extraordinarias, desde los años de la guerra europea.47 La actividad fiscalizadora de esta Comisión se entreveró cronológicamente con las primeras medidas del Directorio Militar a partir de septiembre de ese año, nada tranquilizadoras precisamente para un servicio como el de pensiones con una amplia autonomía gestora de los recursos desde sus inicios. No se puede decir, de entrada, que estas actividades formasen parte de las prioridades políticas definidas del Directorio, a menos que se las incluyese implícitamente en el vago regeneracionismo finisecular que aquel pregonaba en sus justificaciones y proclamas. Por el contrario, por la índole de sus actividades era precisamente una de las que tenía a priori posibilidades de convertirse en blanco de algunos rasgos activos de ese regeneracionismo, los que con Tuñón de Lara podríamos denominar de demagogia aldeana, un tanto nacionalista, otro tanto rústica y castiza, siempre recelosa de novedades y experimentos, siempre quejosa de la carga fiscal, del despilfarro presupuestario y del desbarajuste administrativo, que eran, más allá de propuestas concretas y de las variantes en otros sectores, las cantinelas omnipresentes de las proclamas regeneracionistas que resultan pertinentes al caso. El Directorio no pudo substraerse a la tentación más evidente de dar satisfacciones a ese espíritu. La índole de las medidas adoptadas son de sobra conocidas: las disposiciones de incompatibilidad entre funciones públicas y actividades privadas, las normas estrictas de asistencia y de horario de los funcionarios en sus oficinas, la revisión de las circunstancias administrativas excepcionales, como licencias, permisos, comisiones, etc. Todo ello tuvo el efecto teatral añadido de alimentar durante cierto tiempo las especulaciones humorísticas de los diarios acerca de las dificultades de las oficinas ministeriales para contener la avalancha de personal recuperado, en los casos más dignos, desde las covachuelas secretas de las tertulias y cafés. Pero junto con el personal que él mismo dispusiera, y para el de Marina al Almirante Federico Ibáñez Valera, auxiliado igualmente por personal de su elección. 47 En concreto las indagaciones concernían a todos los candidatos y pensionados desde el 24 de mayo de 1920, al destino de las cantidades de las pensiones anuladas, a las prórrogas de pensión, cursos de perfeccionamiento impartidos y sus gastos, dietas percibidas por los vocales de la Junta, detalle de los ingresos y gastos, cantidades percibidas por el Inspector, Auxiliares y Comisionados y acuerdos adoptados en torno a un cierto número de incidentes acaecidos con algunos ingenieros, AGA (5)16 32/16532. Expediente de 1923, carp. 1.
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también resultan bastante conocidos los resultados finales de este esforzado empeño, digno de mejor causa. En definitiva, la política de negación a bombo y platillo de beneficios —incluso privilegios— individuales (personificados y reconocibles) para terminar haciéndolos corporativos (colectivos y anónimos).48 La Junta de Pensiones tuvo muchas posibilidades de estar en el disparadero por la parte que le tocaba de esa política, en concreto a partir de una de estas disposiciones iniciales de Presidencia, de 21 de septiembre de 1923, que solicitaba de los diferentes ministerios datos precisos de todo tipo acerca de todas las personas bajo su dependencia que gozasen de una comisión o pensión en el extranjero.49 Un mes más tarde, se establecían con carácter general las nuevas normas a que debía ajustarse toda concesión de comisiones en el extranjero: su carácter temporal y público, con publicación en la Gaceta, si no tenía el calificativo de «reservada».50 Por esas mismas fechas, dentro del ministerio de Trabajo, los nuevos responsables ejecutaban internamente esa acción fiscalizadora solicitando a la Junta por R. O. comunicada de 22 de octubre, reiterada el 15 de noviembre siguiente, el envío de la relación jurada de los funcionarios, categorías, destinos, antigüedad y cargos desempeñados dentro de la sección. Todavía por entonces estas solicitudes se solaparon con la de la Comisión Investigadora Civil, que el 19 de noviembre reiteraba al Ministerio la solicitud de envío de una relación detallada de todo lo actuado por la Junta desde junio de 1920.51 E insistirá incluso el 31 del mes de enero del año siguiente, dado el silencio de la Junta.52 Pero las consecuencias anunciadas de todas estas medidas no acabaron de cumplirse en el presente caso, paradójicamente en un servicio que tenía como función prioritaria la provisión de pensiones en el extranjero, y, por lo demás, apenas si se dejó notar en otras circunstancias Algunas de estas disposiciones en VILLACORTA BAÑOS, Francisco: «Dictadura y grupos profesionales...», pp. 56-57. 49 Gaceta, 22-IX-1923. 50 R. O. Circular de 25 de octubre de 1923, Gaceta 26. 51 Remitida a la Junta el 21 de noviembre, AGA (5)16 32/16532. Expediente de 1923, carp. 1. 52 Comunicado del Subdirector de Industria, J. Pasqual de Pobil de 2 de febrero instando a la Junta a enviar la documentación solicitada, AGA, (5)16 32/16532. Expedientes de 1923, carp. 1 y 1924, carp. 2. La documentación fue remitida finalmente a mediados de febrero. 48
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administrativas del mismo tipo más coyunturales.53 De forma que, en la práctica, el plan moralizador lanzado a bombo y platillo, con particular estruendo sobre este tipo de situaciones administrativas, ni siquiera rozó el servicio de pensiones, del mismo modo que tampoco la forma de gestionarlas, en su envidiable autonomía administrativa, se vio incursa en las disposiciones consecuentes inmediatas que pretendían amparar aquellas situaciones administrativas de mayores garantías legales.54 «Conforme, por entender que la Real orden de 25 de octubre último relativa a la forma de conceder en lo sucesivo las comisiones para España y el extranjero no se refiere a las pensiones que, como las concedidas a propuesta de la Junta de Patronato de Ingenieros y Obreros pensionados, están sometidas a un régimen que garantiza no solo el acierto de la concesión, sino la vigilancia sobre el pensionado durante su estancia en el extranjero», apostillaba el Subdirector de Industria, el ingeniero industrial Flórez Posada, la propuesta de la Junta de 23 de noviembre relativa a la concesión de dos nuevas pensiones de ingenieros de minas y la renovación de dos de obreros fundidores de la promoción de 192055 y tras mostrar en otra comunicación inmediata del día 27 su inquietud acerca del alcance de la mencionada disposición respecto a las pensiones gestionadas por la Junta y solicitar instrucciones acerca de la manera de interpretarla56. Y en efecto, poco después, aprovechando los citados nombramientos, la R. O. comunicada del 6 de diciembre declaraba subsistentes la totalidad de las pensiones concedidas por la Junta, cerrando así el paréntesis de inquietud vivido desde el mes de septiembre.57 Tal vez habría 53 En fechas ulteriores aparecieron diversas órdenes relativas a los distintos ministerios anulando todas las comisiones y pensiones vigentes salvo las especificadas expresamente en la propia disposición. Con respecto a Trabajo fue publicada por R. O. de Presidencia de 7 de noviembre de 1923, Gaceta 9. En ella sólo figuraba la anulación de la pensión del ingeniero industrial Antonio Ochoa Parias, a punto de iniciar su viaje a Francia, Inglaterra y Estados Unidos para estudiar el estado y los últimos perfeccionamientos de la radiotelefonía. 54 La R. O. de 25 de octubre de 1923, Gaceta 26, fijaba las condiciones a que habría de atenerse en lo sucesivo la concesión de comisiones en el extranjero, excepto las «reservadas»: concesión expresa y publicación en la Gaceta. 55 Fecha 30-XI-1923. En todo caso, concluía, «a pesar de tal conformidad, y con el fin de saber con certeza cuál es el proceder debido, esta subdirección propone que se dé cuenta del expediente al Directorio Militar», AGA, (5)16 32/16532, Expediente de 1923, cart. 1. 56 Escrito de 27-XI-1923, firmado por Eduardo Sanz Escartín, AGA, (5)16 32/16532. Expediente de 1923, carp. 1. 57 «Comunicaciones oficiales», BJPIOE, VIII, 10, 11, 12..., 1923, p. 98.
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que emplazar esta logro en el haber de los «técnicos», en este caso los ingenieros, sobre los que, retirados los políticos profesionales, comenzará a descansar la acción gubernamental del régimen y, en particular, los aspectos que nos interesan relativos a la formación de la mano de obra técnica. De esta forma, la Junta pudo continuar sin trabas su labor e incluso se puede decir que, en algunos aspectos, va a comenzar a vivir sus etapas más fructíferas. Las expediciones de pensionados, aun restringidas en número, la biblioteca, el servicio de documentación, los cursos, el boletín, todo se encontraba a pleno rendimiento, bien engrasado por la experiencia de los años. Su director comenzaba a asentarse con fuerza entre el nuevo personal técnico que ha de tener un protagonismo destacado en las actuaciones del ministerio de Trabajo en esta época. Estas credenciales de la Junta de Pensiones resultaron refrendadas en el Estatuto de Enseñanza Industrial de 31 de octubre de 1924. En efecto, las funciones del organismo quedaban enmarcadas en el capítulo VIII referente a los estudios de investigación y de ampliación de las Escuelas de Ingenieros y de Peritos industriales. Estas Escuelas, así como una Comisión Permanente de Enseñanza Industrial y las respectivas Juntas regionales o locales que ahora se creaban podrían establecer, de acuerdo con sus presupuestos, estudios de investigación industrial o de ampliación de materias. Entre las entidades que adquirían de facto la categoría de Institutos oficiales de ampliación de estudios e investigación industrial estaba la Junta de Pensiones, (art. 49), que seguiría sostenida por el Estado (art. 51) y a la que se le reservaba unas más amplias e importantes funciones enmarcadas en al menos dos aspectos de la labor que venía gestionando hasta entonces. Tenía que ver el primero con su originaria proyección exterior, pero en un sentido mucho más amplio que el de la estricta formación o perfeccionamiento profesional. El artículo 52 del mencionado capítulo VIII del Estatuto preveía, en efecto, la creación de Residencias obreras en el extranjero, que tendrían por objeto: a/ constituir un centro de orientación y preparación para los grupos de pensionados que el Estado, las Escuelas o las Corporaciones pudiesen enviar al extranjero; b/ organizar o fomentar la enseñanza complementaria de carácter general o profesional anexa a los grandes núcleos de obreros emigrantes de acuerdo con la Dirección General de Emigración; c/ fomentar la creación de agrupaciones locales allí donde la acción directora de la Residencia no se pudiese ejercer y d/ constituir focos de cultura general que, a la vez que cumpliesen sus fines propios, sirvieran de enlace al trabajador emigrante con
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su país, preparando de este modo su regreso en las condiciones más ventajosas. Pues bien, estas residencias serían organizadas por la Junta de Pensiones en los lugares y forma que ella determinase y en proporción a los medios económicos atribuidos por el Estado o los particulares. Asimismo, para difundir el objetivo principal de estas Residencias sin multiplicar su número, la Junta de Pensiones podría pensionar a maestros nacionales, que con destino en ellas y preparados en el ambiente extranjero y en contacto con la realidad y las necesidades culturales del obrero emigrado, pudieran servir de enlace entre las Residencias y los pequeños grupos de emigración diseminados por diversos países. Podría asimismo la Junta, conforme al artículo 54, contribuir al intercambio de profesores españoles y extranjeros de enseñanza industrial. El segundo aspecto se relacionaba con la más reciente tarea de formación del obrero calificado dentro del país. Así, junto a las escuelas mencionadas, la Junta podría organizar o estimular cursos de especialización de enseñanzas prácticas en técnicas poco conocidas en colaboración con entidades interesadas y con el concurso de técnicos y obreros, nacionales o extranjeros, así como pensionar a personas para adquirir dichas técnicas en el exterior. Así pues, a la fructífera obra que venía cumpliendo la Junta de Pensiones en los últimos años se añadía ahora una especial atención hacia los problemas de la formación profesional por parte de las políticas públicas, de la que aquel organismo no podía por menos, en principio, que salir beneficiado. No es mucho suponer, pues, que la disposición reglamentaria que va refrendar su obra en 192658 significaba en cierto modo la culminación del estatus administrativo alcanzado por la Junta dentro del Ministerio, puesto que, como señalaba su mentor, el ministro Eduardo Aunós, el Reglamento venía a dar unidad y estabilidad a las normas por las que se regía el servicio de pensiones desde 1910, ratificando además la práctica administrativa ordinaria de la entidad y fijando el estatuto particular de los funcionarios que desde antiguo colaboraban en la obra del Patronato. En efecto, bastan los títulos declarativos del artículo primero para decantar con bastante precisión las virtualidades de la obra de pensiones de ingenieros y obreros en el extranjero: unos «servicios de carácter técnico administrativo», encomendado «para su ponencia y ejecución» a la «Comisión 58
Reglamento de R. D. de 22 de octubre de 1926, Gaceta 3-XI.
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ejecutiva, auxiliada por los organismos técnico-administrativos compuestos de una Secretaría y de una Dirección de perfeccionamiento profesional» (art. 1º). Varios rasgos no pueden pasar desapercibidos de esta declaración básica: la insistencia en su carácter técnico, su índole ejecutiva y —un elemento nuevo que preludia ya las futuras evoluciones del organismo— su encuadramiento en un marco ampliado de política educativa que comenzaba a denominarse de perfeccionamiento profesional. El reglamento era, en efecto, una sistematización orgánica de todo el funcionamiento institucional, administrativo y económico del servicio de pensiones y sus dependencias anejas: de la Junta y sus órganos en primer término (Comisión ejecutiva, Pleno, Secretaría, Dirección de perfeccionamiento profesional e inspección) con sus funciones, protocolos y procedimientos; de su personal, a continuación, fijando ya la plantilla de gratificaciones debidas a cada categoría, sus derechos y deberes y los procedimientos para cubrir las plazas y las vacantes. Sería una tarea superflua, por premiosa, proceder a una reseña pormenorizada de las partes más previsibles de su articulado, las que se refieren a los protocolos de actuación administrativa de un organismo complejo, como era la Junta, actuando con una considerable autonomía dentro del Ministerio. Pero es obligado a cambio compensar esa renuncia con una mención cuidadosa de los aspectos más decisivos y más novedosos recogidos en la disposición, aquellos que se podían considerar básicamente programáticos, a partir de las sugerencias que le venían del Estatuto de 1924, aunque incidiesen ya sobre tendencias ensayadas, siquiera muy modestamente, en la actuación del centro a lo largo de los últimos años. Uno de ellos, decisivo, tenía que ver sin lugar a dudas con su actuación económica. Partiendo de las fuentes de recursos que había señalado el artículo 7º del decreto de mayo de 1921, los fondos serían gestionados «directamente por la Comisión ejecutiva» según dispusieran las leyes «dentro de los acuerdos de la Junta» y de las prescripciones del Reglamento. Para ello serían depositados a nombre y en la forma que la Comisión ejecutiva designase y la ordenación de pagos se ejercería siempre por el Presidente o por el Vicepresidente de la Junta. La tarea de inspección y control de la aplicación de los gastos correspondería igualmente a la Comisión ejecutiva, aunque su ejercicio quedaría delegado en otra especial compuesta de tres individuos, dos en representación de aquel órgano y uno del Pleno. En resumen, y esta es la síntesis más destacable, actuando presupuestariamente con plena autonomía conforme había quedado establecido en los procedimientos tradicionales de la Junta.
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Un segundo aspecto, novedoso, se relacionaba con las ahora denominadas atribuciones técnicas de la Junta. Su Dirección de perfeccionamiento profesional e inspección estaría compuesta de las secciones técnicas de pensiones de obreros e ingenieros, documentación bibliográfica, enseñanzas profesionales, inspección y delegación en el extranjero y régimen de expensionados. La primera se encargaría de todo lo relacionado con la preparación, concesión y gestión de las pensiones, incluidas las prioridades industriales, caducidad o ampliación de las mismas, publicaciones de los ingenieros y obreros, matrículas, libros, subvenciones, viajes, traslados, propaganda y servicio de prensa, relaciones con el extranjero, etc., es decir, todo lo que venía realizando la Junta en lo referente al régimen general de las pensiones. La de documentación tendría a su cargo la biblioteca, el servicio de revistas, el bibliográfico, el de fomento y difusión de la biblioteca y —se añadía abriendo una nueva perspectiva sobre el futuro que cristalizará en el Estatuto de 1928— la tarea de «creación de nuevos centros bibliográficos». En todo ello su norma de actuación sería el servicio al público, en general, y a las entidades oficiales o particulares que lo solicitasen, estando facultado en estos últimos casos para percibir las cantidades que la Junta fijase como tarifa. Para su adecuada gestión técnica, estaría en contacto con los organismos internacionales similares a fin de centralizar, establecer el cambio de publicaciones y unificar la documentación con arreglo a las normas internacionales al uso. La sección de enseñanza profesional se encargaría de la organización de cursos profesionales, de idiomas, de conferencias, en cooperación con los organismos docentes similares. Y finalmente, la de inspección y delegación en el extranjero tendría a su cargo las tareas, ya bien acreditadas, de colocación de los obreros, su orientación hacia las escuelas técnicas de las distintas especialidades, las residencias para obreros, servicios de la delegación, así como la organización de los viajes de inspección del Delegado. En conjunto, pues, el reglamento de 1926 ratificaba lo existente tanto o más de lo que apuntaba para el futuro, aunque a esto último lo amparaba con un rango normativo que nunca hasta entonces había tenido y lo abría hacia los desarrollos ulteriores que ya estaban en marcha dentro de la política sobre formación profesional del Ministerio. Fue a partir de estas bases, en efecto, como la Junta encontrará a partir de 1928 su último emplazamiento funcional, ya definitivamente en el campo restringido del perfeccionamiento profesional obrero. Este anclaje se produjo en el Estatuto de Formación Profesional de aquel
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año. El ámbito de atribuciones de esta norma era, según vimos, todo el conjunto de enseñanza profesional obrera que se extendía entre el preaprendizaje y selección profesional y el grado medio de enseñanza profesional de las Escuelas Industriales. Este proyecto integral de enseñanza profesional primaria y media se atribuía, por un lado, a centros de formación —en los que se incluían las oficinas-laboratorios de orientación y selección profesional y el preaprendizaje59, las Escuelas de trabajo industriales y artesanas y las Escuelas de técnicos industriales— y, por otro, a instituciones de perfeccionamiento e investigación, bien a través de centros profesionales en España o en el extranjero, de gabinetes de documentación profesional o de centros de estudio y aplicación de fisiología del trabajo, psicotecnia y organización científica del trabajo. Pues bien, el servicio de pensiones de la antigua Junta de Patronato pasaba a partir de ahora a integrarse en esta última red bajo el nombre de Junta Central de Perfeccionamiento Profesional Obrero60, del mismo modo que su servicio de información bibliográfico adquiriría entidad oficial como Oficina Central de Documentación Profesional, con secciones locales, que deberían constituirse anejas a los centros de formación. Esas oficinas, según el Estatuto, tendían por objeto poner a disposición de los trabajadores u otros usuarios sus servicios de fichas de documentación o los libros y revistas técnicas originales, donde todos ellos pudiesen entrar en contacto con las nuevas técnicas y procedimientos industriales. A la Oficina Central se le atribuía 59 Algunos datos sobre el desarrollo de todas estas secciones, en BENAVENT OLTRA, José Antonio: La orientación psicopedagógica en España (desde sus orígenes hasta 1939). Valencia, Promolibro, 1996, pp. 195-202, pp. 305-309. 60 Su continuidad orgánica quedó ratificada por la continuidad de la junta directiva que venía rigiendo la antigua Junta. En 1929 estaba compuesta por el Conde de Lizárraga, presidente del Consejo de Trabajo como Presidente, Vocales: José A. Artigas, ingeniero industrial; Luis Benjumea, director general de Emigración y Acción Social; Octavio Elorrieta, ingeniero de montes; Juan Flórez Posada, Subdirector de Industria; José Garilán, vocal del Consejo de Trabajo; Felipe Gómez Cano, subdirector de Trabajo; Francisco Gómez Rojas, ingeniero profesor de la Escuela Especial de Ingenieros de Minas; Francisco Junoy, vocal del Consejo de Trabajo; F. Largo Caballero, vocal del Consejo de Trabajo; José Marvá, presidente del Instituto Nacional de Previsión; Mariano Moreno Caracciolo, profesor de la Escuela Industrial; Miguel Otamendi, ingeniero de caminos y Santiago Ramón y Cajal, presidente de la JAE. La comisión Ejecutiva esta compuesta por el Conde de Lizárraga, Marqués de Alonso Martínez, Luis Benjumea, Flórez Posada., Gómez Cano, Gómez Rojas, Largo Caballero y Moreno Caracciolo; Secretario: Feliciano Álvarez González, en contraportada de la RFP., I, 1, 1929.
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la responsabilidad de publicación de un nuevo órgano denominado Revista de Formación Profesional, a la que se confería a todos los efectos legales la categoría de boletín oficial de la Subdirección de Formación Profesional. En contrapartida —y esta era la otra cara del definitivo anclaje de los servicios de la ya Junta Central— se retiraban de sus facultades todo lo referente a las pensiones de ampliación de estudios e investigación de los ingenieros que hasta entonces detentaba,61 atribuciones que pasaron a depender en cada caso de las respectivas Escuelas y centros directivos,62 aunque testimonios ulteriores existen de que, en algunos casos, echarán de menos la acreditación ya reconocida en el extranjero de la Junta de Pensiones-Centro de Perfeccionamiento, que les permitiese «obtener —como se decía en algún caso— mayores facilidades en los estudios de investigación».63 Es conveniente, aprovechando la experiencia de quién detentó la dirección de la Junta entre 1919 y 1932 y fue un protagonista de primer orden en las reformas que venimos reseñando, añadir algunos comentarios acerca del idóneo entendimiento de este concepto de perfeccionamiento que se atribuía, entre otras instituciones, a los servicios de pensiones y de documentación profesional. Respondía este objetivo, según Madariaga, a la necesidad de una formación complementaria para el obrero adulto bajo exigencias muy diversas: para formarlo en asuntos omitidos en su educación teórica o práctica, para especializarlo, para darle información o documentación sobre asuntos determinados de su actividad práctica que le planteaban las innovaciones industriales o las nuevas formas de trabajo, para completar, en fin, sus conocimientos generales de orden científico o empírico. Todo ello podía ser realizado en parte en el plan escolar y de ahí la exigencia, explícitamente recogida en el Estatuto de 1928, de que las Escuelas de Trabajo estuviesen a disposición de todos los obreros de la localidad para ayudarlos en la R. D. L 21-XII-1928, Gaceta 28-XII. Ese fue el caso de la Dirección general de Agricultura del Ministerio de Economía Nacional, que se apresuró a establecer sus propias pensiones para ingenieros y peritos, R. O. de 10 de febrero de 1931, Gaceta 20-II. 63 En al menos dos casos, sendos ingenieros José Calvo Minués, industrial, y José María Ríos García, de minas, se dirigieron al Ministerio de Instrucción Pública solicitando ser reconocidos como pensionados del Centro a efectos de su traslado al extranjero. En ambos casos el Ministerio accedió a ello, sin derecho obviamente a pensión alguna. Respectivamente, O. de 5 de noviembre de 1932, Gaceta 11, y O. de 4 de abril de 1934, Gaceta 12. El entrecomillado corresponde a esta última orden. 61 62
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resolución de las dudas que el ejercicio del oficio pudiera suscitarles. Podía realizarse en la etapa del servicio militar, como sucedía con las escuelas de guarnición francesas o, finalmente, podía llevarse a cabo por medio de cursos profesionales sistematizados, por medio de auxilio técnico institucionalizado en centros de información profesional o por el contacto directo con instituciones escolares o con fábricas nacionales y extranjeras, que era la función particular de las pensiones desde 1907. El autor explayaba precisamente buena parte de estas posibilidades tomando como punto de referencia las experiencias llevadas a cabo por la Junta de Pensiones. El perfeccionamiento podría consistir —decía— en cursos especiales monográficos o conferencias de difusión cultural, pero lo que ofrecía mayor utilidad era particularmente la estancia más o menos prolongada en centros educativos o lugares de trabajo donde se pudiese lograr ese deseado enriquecimiento. De estas estancias, solo resultaban verdaderamente eficaces las que permitían dedicar el máximo de tiempo al objeto de perfeccionamiento, es decir, las estancias financiadas. Esa era la función práctica de las pensiones. Para cumplir su objetivo, no obstante, las pensiones debían organizarse cuidadosamente en su selección y en su seguimiento. Junto a las pensiones, el auxilio técnico profesional podía proporcionarse por medio de los centros de documentación, del Central que había sido creado en 1920 anejo al servicio de pensiones y de los previstos por el Estatuto en los nuevos centros de formación profesional. En ellos, sus fichas de documentación técnica debían constituir una verdadera cartoteca a cargo de personal preparado que anotase, resumiese y clasificase los principales artículos aparecidos en las revistas profesionales y que, llegado el caso, pudiesen actuar de técnicos orientadores para los usuarios del servicio, guiándolos en el planteamiento de los problemas y en la búsqueda de soluciones, orientándolos en la búsqueda de libros y revistas y hasta explicándoles las cuestiones no comprendidas; actuando, en una palabra como una auténtica Biblioteca-Escuela, al modo como durante algún tiempo lo había hecho, según vimos, la Central.64 Pero, con ser importantes, no eran los mencionados cambios experimentados por la antigua Junta los de mayor alcance. En la medida en que sus atribuciones se subordinaban a un proyecto político integral de formación profesional y de asistencia social del mundo del trabajo, organizadas conforme al modelo corporativista, según veremos a continuación, la Junta 64
MADARIAGA: La formación profesional..., pp. 193-211.
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Central venía al mismo tiempo a situar en la arena pública la singularidad de sus funciones, sobre las que había plasmado su envidiable autonomía gestora y, lo que era más importante, perdía la neutralidad política que aquella posición le proporcionaba. De hecho el propio Madariaga, llegará a calificarla en algún momento como «paladín del Estatuto de 1928»65 y aunque podría pensarse que se trataba de una inconsciente confusión entre persona y cargo, tan frecuente en circunstancias de una prolongada coincidencia entre ambos como era el caso, lo cierto era que el propio Madariaga había tenido mucha parte en el nacimiento, en torno a su plataforma de la Junta de Pensiones, de un conjunto de novísimas instituciones dedicadas a la documentación profesional, al estudio y aplicación de la fisiología del trabajo, a la psicotecnia y a la organización del trabajo, que verán plasmadas de una manera muy vigorosa sus objetivos particulares en el Estatuto de 1928. En la práctica, hasta su personal se había visto ocasionalmente confundido, de forma que parte del personal nombrado por la Junta había pasado a trabajar en el Instituto de Reeducación Profesional de Inválidos del Trabajo creado en 192266 y organizado bajo la dirección de los Dres. Antonio Oller y Gonzalo Rodríguez Lafora y de César de Madariaga, quien estuvo al frente de la sección de psicotecnia.67 Aparte de otro personal, procedente de las expediciones obreras, que entró a formar parte del profesorado y de los talleres del Instituto. Cinco Ibídem, p. 479. Sobre el Instituto, ya basta bien estudiado, especialmente, BACHILLER BAEZA, Ángel: Historia de la medicina del trabajo en España. La obra científica del prof. Antonio Oller Martínez. Valladolid, Secretariado... 1984 y La medicina social en España (el Instituto de Reeducación y la Clínica del Trabajo, 1922-1937). Valladolid, Secretariado de Publicaciones..., 1985. También desde el enfoque médico, MARTÍNEZ PÉREZ, José: «El obrero recuperado: medicina del trabajo, ortopedia y tecnología médica en la imagen social de las personas con discapacidades (España, 1922-1936)», História, Ciências, Saúde. Manguinhos, 13, 2, 2006, pp. 349-373, así como del mismo autor: «La Organización Científica del Trabajo y las estrategias médicas de seguridad laboral en España (1922-1936)», Dynamis, 14, 1994, 131-158 67 Los incorporados desde el inicio a esta sección fueron el doctor Antonio Meilán, los maestros Mercedes Rodrigo y José Mallart, formados en el extranjero en la nueva disciplina psicotécnica, y el médico neurólogo José Germain, que trabajaba en el gabinete y laboratorio psicotécnico del Dr. Lafora, BENAVENT OLTRA, José Antonio: La orientación psicopedagógica..., p. 108. En la reorganización del Centro de Perfeccionamiento Profesional de 1934, según veremos, se estableció que este personal pasase definitivamente al Instituto Nacional de Psicotecnia, D. de 13 de abril de 1934, Gaceta 19, rectificado el día 21. El Instituto de Psicotecnia se había creado por D. de 22 de marzo de 1934, Gaceta 24 y el acoplamiento de su personal se produjo por D. de 24 de abril de ese año, Gaceta 26. Entre ellos estaban los mencionados, procedentes de la Sección de Psicotecnia de 1923. 65 66
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trabajadores expensionados, se encontraban en 1925 en esta situación.68 En cualquier caso, el resultado imprevisto a partir de ahora de estas implicaciones no buscadas será una cadena de cambios en su funcionamiento, en su organización interna y en su dependencia orgánica, que le pondrán en el disparadero de la actuación política y que terminarán, en conjunción con otras dificultades coyunturales de la etapa republicana, por ahogar sus iniciativas. Significativo de estas nuevas condiciones a que se vio avocada la Junta fue el hecho de que durante algunos meses de 1929, muy pocos, conviviesen dos revistas de equivalentes intereses y contenido: el viejo Boletín —desde 1929 reconvertido en Boletín de la Junta Central de Perfeccionamiento Profesional Obrero— y la Revista de Formación Profesional creada oficialmente en el Estatuto de 1928, para, como no podía ser de otra forma, desaparecer inmediatamente ambas. Desde el punto de vista de la organización interna, el primer eslabón de esa cadena de cambios se engarzó incluso antes del final de aquella etapa política de excepción, en el proceso de desmantelamiento de la obra de Eduardo Aunós dentro del Ministerio de Trabajo y Previsión. Lo decía expresamente el Ministro proponente, Pedro Sangro y Ros de Olano, al señalar en su decreto-ley de 2 de mayo de 1930 (Gaceta 7) que se trataba de una reorganización no justificada, como en ocasiones anteriores, por incorporación o segregación de servicios entre Trabajo y otros Departamentos, sino por la necesidad de ajustar los existentes «a las proporciones estrictamente indispensables para atender a las necesidades de la intervención del Estado, actualmente ineludible, y a que la articulación entre ellos dé unidad y reporte eficacia y economía a esa intervención». En consecuencia, en el artículo primero suprimía un conjunto de organismos, Consejos y Juntas, entre ellos los referidos a las Corporaciones, a la Junta Central de Formación Profesional y a la de Perfeccionamiento Profesional Obrero. Decreto, por consiguiente, orientado al desmantelamiento del andamiaje corporativo puesto en pie por la Dictadura, la Junta Central de Perfeccionamiento Obrero, nacida en ese proceso, aunque anterior a él si se considera su organismo matriz y muy diversa, en propiedad, a los objetivos corporativos estrictos del régimen, se verá arrastrada al vacío junto con todo el resto de instituciones 68 Eran Francisco Mateos, profesor; Jaime Montero, jefe electricista; Pablo Prieto, jefe de conservación de aparatos; Agustín Redondo, jefe de talleres y Marcelino Rodríguez, profesor, BAEPEE, II, 10, febrero, 1925, pp. 31-33.
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corporativas. No tanto por la supresión de sus funciones y personal, que serán recreados por el artículo 18 del decreto, con el nombre de Centro de Perfeccionamiento Obrero y Oficina Central de Documentación Profesional, sino por la anulación de su estatuto autónomo tradicional, que era lo que se plasmaba sutilmente en su negación como Junta Central y en su nueva dependencia administrativa directa del Consejo de Trabajo, dentro de una nueva Subcomisión de Formación Profesional creada en él, Subcomisión en la que, a su vez, se había convertido la Junta Central de Formación Profesional prevista en el Estatuto de 1928 (art. 39). Conviene tener una idea precisa de lo esto significaba y nadie mejor para señalarlo que la persona que tuvo en sus manos la gestión práctica del servicio de pensiones a lo largo de muchos años, como fue César de Madariaga. La reorganización, sin duda a causa de la precipitación — decía— no había tenido en cuenta factores importantes, como las muy diferentes características de la funciones desempeñadas por las Juntas Centrales de Formación Profesional y de Pensiones, ahora integradas en un mismo organismo. La de Pensiones había desarrollado siempre su labor a cobijo del Instituto de Reformas Sociales y «solamente un desconocimiento de sus funciones, de los riesgos de actuar como servicio burocratizado, de su mecanismo especial y de su coste, pudo aconsejar la supresión». En consecuencia —señalaba más adelante— en sus actividades dentro de aquella Subcomisión había propuesto desgajar el Centro de Perfeccionamiento, «que por razón de su actuación en el extranjero y sus necesidades especiales requiere la jurisdicción de una Comisión gestora con independencia administrativa.69 No era el único que participaba de esta idea ni tampoco se circunscribía ésta a las muy singulares circunstancias del servicio de pensiones: «Para que los servicios de Administración central de la Enseñanza profesional obrera y técnico-industrial en España se presten en debida forma —señalaba el profesor de Escuela Superior del Trabajo, Novo Miguel, en 1933— es preciso cambiar por completo las normas actuales, tanto en personal como organización. Ha de desaparecer el concepto antiguo de oficina pública, lenta, complicada, llana de papeles y cintas, y se impone darles una organización científica, y por tanto metódica, ordenada y simplista, a estilo de los Bancos modernos, en los que todos los servicios se prestan rápidamente, con 69
MADARIAGA: La formación profesional..., pp. 479-481.
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una diligencia y una precisión verdaderamente admirables».70 No sería mucho suponer que describía de manera bastante aproximada el funcionamiento de la suprimida Junta de Pensiones en sus momentos álgidos. Pero no sería el último, aquel trascendental cambio, en la nueva etapa política que estaba a punto de abrirse en la historia de España. Y no precisamente en la dirección apuntada por ambos autores.
4. NUEVOS ENCUADRAMIENTOS INSTITUCIONALES Pero antes de abordar el último capítulo en la cronología de los organismos que venimos estudiando es conveniente hacer ya un balance global de toda la experiencia, dirigiendo la mirada hacia algunos interrogantes generales que han quedado sugeridos al hilo de todo lo que llevamos dicho hasta aquí. Este análisis nos orientará en dos direcciones. En la primera daremos un rodeo por algunas cuestiones relacionadas colateralmente con las políticas públicas reseñadas, que nos hagan percibir más claramente el sentido último de las reformas en el campo de la enseñanza profesional y, por derivación, en el de las pensiones. En una segunda, entraremos en un análisis detenido de los ámbitos de acción, trayectorias personales, expectativas y resultados en el desarrollo de la obra de pensiones y de las actividades anejas de documentación, con el fin de extraer de ello algunas conclusiones sobre el papel que pudieron jugar dentro de sus respectivos marcos de significación, como eran los de la promoción profesional de los beneficiados por las pensiones, el perfeccionamiento técnico de los ingenieros, la formación de la mano de obra obrera, la innovación e investigación científica y técnica o cualesquiera otros resultados de índole social que pudieran derivarse de los mencionados. Dentro del primer apartado, una cuestión preliminar tiene que ver con el nombre adoptado para las nuevas instituciones de enseñanza profesional primaria, las Escuelas de Trabajo. Es sabido que desde 1913 funcionó en la Universidad Industrial71 de Barcelona una institución con el NOVO MIGUEL, La enseñanza profesional obrera y técnico industrial..., p. 62. Nos referimos a la Escuela Industrial creada en 1904, que recibía también con frecuencia aquella denominación, dada la concepción formativa unificada desde la enseñanza técnica elemental a la de ingeniería superior, al respecto, ROCA ROSELL, Antoni: «Ciencia y sociedad en la época de la Mancomunitat de Catalunya (1914-1923)», en Ciencia y sociedad en España: de la Ilustración a la Guerra Civil, José Manuel Sánchez Ron (ed.). Madrid, Eds. El Arquero-CSIC, 1988, p. 236. 70 71
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nombre de Escuela Elemental del Trabajo, nacida de la integración en aquel centro creado en 1904 de las enseñanzas técnicas elementales que impartía la Escuela Libre Provincial de Artes y Oficios, la institución creada en 1873 por iniciativa de la Diputación Provincial. Desde enero de 1922, ya bajo la dependencia de la Mancomunidad, comenzó a llamarse Escuela del Trabajo y a impartir títulos oficiales.72 Este fue por supuesto el antecedente más próximo y accesible. Pero es bastante razonable pensar que a su vez procediera de experiencias educativas de tipo profesional importadas. Modelos no faltaban ciertamente. Es suficiente dar un rápido repaso a las páginas del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza para toparse con un considerable repertorio de teorías y prácticas pedagógicas difundidas por todo el mundo. Algunas de ellas eran además invocadas en los proyectos públicos y privados de renovación educativa. En algunas ocasiones es posible escuchar los ecos de modelos concretos de escuelas o de experiencias pedagógicas, como los que representaban las de Mulhouse y Estrasburgo73, Tournay de Bélgica, Erbelfeld de Prusia y Braun de Moravia, las Half-time Schools norteamericanas74, la Escuela Diderot de París75 o la legislación Astier en 72 ALBERDI, R.: La formación..., pp. 279-328. La historia de la Escuela en LÓPEZ I MARTÍNEZ, Olga: Història de l’Escola del Treball.: 1913-1994. Barcelona, Diputació de Barcelona, 1995. 73 Se trataba de las escuelas de mecánica organizadas por la Cámara Gremial de Alsacia y Lorena en relación con las diferentes fábricas y talleres de ambas regiones. Sobre ellas, HAU, Michel: L’industrialisation de l’Alsace (1803-1939). Strasbourg. Association des Publications près les Université de Strasbourg, 1987, pp. 311-325, 365-393 y 403-409 y WINTER BLANCO, E.: El movimiento industrial después de la guerra (Francia, Inglaterra e Italia). Madrid, JAEIC, 1922, pp. 76-82 y 84-87. 74 Todas ellas aparecen en distintos proyectos de organización de la enseñanza técnica aparecidos en Barcelona en el último tercio del siglo XIX: las primeras, en la proposición dirigida en 1871 a la Diputación por ocho diputados provinciales pidiendo la organización de la enseñanza artística e industrial en la ciudad conforme a lo realizado en Madrid por el D-L. de 5 de mayo de 1871 (según vimos en otro lugar); las segundas en el Proyecto de Escuelas Industriales elevado al ministro de Instrucción Pública García Alix por el Fomento del Trabajo Nacional en 1900 en respuesta a su consulta pública sobre las reformas precisas de las enseñanzas técnicas. Todo ello en R. ALBERDI, óp. cit., pp. 14-18 y 237 ss. 75 La ponía como ejemplo la memoria de apertura del curso 1894-95 de la Escuela de Artes y Oficios de Villanueva y la Geltrú: Memoria leída en la apertura del curso académico de 1894-95. Villanueva.., 1894, p. 13. Fue, en efecto, una de las tempranas y renovadoras experiencias de formación profesional de Francia, véase el notable trabajo de LEGOUX, Yves: Du compagnon au technicien. L’École Diderot et l’évolution des qualifications 18731972. Préface de Georges Friedmann. Paris, Technique & Vulgarisation S. A., 1972.
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Francia.76 A comienzos de siglo, según indicamos, Codina Sert había recogido todo un catálogo de estas escuelas técnicas existentes en los principales países de Europa y América, con sus planes de estudios, organización, horarios, profesores, alumnado, etc. Y desde aquellas fechas cruciales para la reorientación educativa de la nación los ejemplos educativos extranjeros fueron un tópico regeneracionista al uso, del que el propio procedimiento de las pensiones era, en definitiva, un testimonio sintomático. Que además sus gestores institucionistas abriesen dentro de ellas una línea pedagógica de particular vigor lo ratificaba plenamente, aunque justo es reconocer, según avanzamos más arriba, que dentro de ella no resultó precisamente privilegiado el sector de la enseñanza profesional y técnica.77 Fuera de este antecedente, el único modelo extranjero que coincidía en el nombre con el finalmente adoptado era, sin embargo, el del pedagogo muniqués Georg Kerschensteiner. Su método pedagógico se orientaba hacia la escuela pública de primeras letras, pero tan volcada sobre la formación profesional que ocasionalmente tanto sus seguidores como sus detractores pudieron equivocadamente considerarla como un modelo de escuela puramente manual. En realidad, sus objetivos se orientaban efectivamente a la preparación del niño para su vida profesional futura, pero a través de la formación de su carácter, utilizando para ello las potencialidades educativas que proporciona el trabajo y con el objetivo último de guiar su esfuerzo al progreso y el bienestar futuros de la comunidad nacional. «La escuela de trabajo —resume Luis Sánchez Sarto, el traductor y prologuista español de su obra La educación cívica— no es, por consiguiente, sino el método de realizar la educación cívica mediante la formación profesional».78 En este sentido, no resulta difícil encontrar ocasionalmente en las orientaciones de las reformas ministeriales sobre enseñanza profesional, en los propios estudios teóricos de César de Madariaga e incluso en los informes y sugerencias que
76 La mencionaba, como vimos, la disposición reorganizativa de la Junta de Pensiones de Ingenieros y Obreros de 1921, dentro del nuevo Ministerio de Trabajo. 77 Así lo ratifica también MARÍN ECED, T.: óp. cit., pp. 290-294, aunque no faltaron en esa labor algunas de las jóvenes promesas de las nuevas disciplinas psico-pedagógicas (la orientación profesional, la psicotecnia o la educación especial) como Mercedes Rodrigo Bellido o Rodolfo Tomás Samper. 78 KERSCHENSTEINER, Georg: La educación cívica. Traducción y Prólogo de Luis Sánchez Sarto, Barcelona... Editorial Labor, 1934, p. 16.
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con frecuencia espoleaban la obra de pensiones, según se ha ido señalando más arriba, algunos ecos de aquel sentido moral y cívico que Kerschensteiner atribuía a la formación en el trabajo y en lo que él llamaba el conocimiento científico-natural. No fue, en efecto, el pedagogo muniqués un extraño en España. Sus obras comenzaron a traducirse en los años veinte, poco después de su publicación original en Alemania, en la fase más activa de difusión de su ideario pedagógico tras haber dado por finalizada su etapa como consejero y comisario escolar de la ciudad de Munich en 1919. De la tarea de traducción y, ocasionalmente, del comentario de sus publicaciones se encargó en buena medida Lorenzo Luzuriaga.79 Sin embargo, tal vez por esta tardía proyección pública de su obra, no entró con demasiada frecuencia en los objetivos de los pensionados en pedagogía por la JAE. En cuanto a posibles inspiraciones prácticas de sus concepciones pedagógicas se puede mencionar el R. D. de 25 de septiembre de 1922, que creó por vía de ensayo en varias escuelas primarias unos cursos complementarios destinados a «completar la educación de los alumnos, ampliando los conocimientos de cultura general» y a «iniciar a los escolares en los trabajos manuales y en las prácticas de taller» (art. 1º), así como unas clases especiales complementarias de carácter aplicado; proyectos en los que sería posible percibir el antecedente del curso añadido en las escuelas muniquesas por Kerschensteiner para dar vía libre a sus experiencias de pedagogía del trabajo. En el caso español, la experiencia se impuso en escuelas graduadas de algunas ciudades y arraigó en varios de ellos, principalmente en el grupo «Cervantes» de Madrid, sito en la avenida de Raimundo Fernández Villaverde, 2. Sin embargo —según recordará en 1944 José Mallart, uno de los técnicos pioneros de los organismos madrileños de psicotecnia, que mencionaremos de inmediato— la experiencia «adoleció
79 Se tradujeron por aquellos años las siguientes obras: El problema de la educación pública. Con un estudio preliminar de Lorenzo Luzuriaga. Madrid. Publicaciones de la Revista de Pedagogía, 1925; Concepto de la escuela del trabajo. Traducido de la 5ª edición alemana por Lorenzo Luzuriaga. Madrid, Ediciones de La Lectura, s. a.; la ya citada, La educación cívica y El alma del educador y el problema de la formación del maestro. Traducción de Luis Sánchez Sarto. Barcelona-Buenos Aires, Editorial Labor, 1928. Sobre su obra, también, TOMÁS Y SAMPER, Rodolfo: Jorge Kerschensteiner y la escuela del trabajo. Madrid, El Magisterio Español, s. a.
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de falta de dirección superior, así como de escasez de elementos para desarrollar y continuar la obra».80 Este mismo autor da cuenta asimismo de los campos escolares creados a partir de 1921 anejos a las escuelas rurales de algunas poblaciones, en los que sería posible percibir igualmente el eco de esta pedagogía del trabajo o de sus variantes particulares de las «escuelas jardín» o «escuelas-granja» y otras experiencias de la Escuela Nueva alemana. Su desarrollo fue más bien moroso y hasta final de 1935 únicamente se habían puesto en marcha 83 de estos campos.81 Sean o no todas estas experiencias influencia directa del pedagogo muniqués, lo que no cabe duda es que todas ellas se incluían en un extenso catálogo de iniciativas de renovación educativa, tras las que se encontraban habitualmente los profesores institucionistas, a los que se habían unido en los últimos tiempos una renovada cohorte de técnicos y pedagogos interesados más bien en los nuevos enfoques de los problemas del mundo del trabajo: los factores del rendimiento industrial, la organización de las actividades laborales, el aprendizaje técnico y la orientación y selección profesional. Al señalar más adelante las experiencias extranjeras que mayor interés habían ofrecido a la hora de abordar el problema de la formación profesional de los jóvenes españoles en los proyectos de 1924-1928 mencionaba concretamente Madariaga las escuelas de preaprendizaje de la Cámara de Comercio de París, la Universidad del Trabajo de Charleroi y los centros orientados por la Datsh (Deutscher Ausschuss fur Techniches Schulwesen) y la Dinta (Deutscher Institut fur Technische Arbeitschule). Las primeras habían inspirado el modelo de escuelas de preaprendizaje puestas en marcha en el Estatuto de 1928. La segunda había sido en buena medida el patrón de la Escola del Treball de la Mancomunidad, «y como ésta última ha influido sobre la orientación española, ésta debe a aquélla una gran parte de su eficacia». En cuanto a las últimas, su importancia radicaba en la renovación que habían introducido en los métodos de aprendizaje y de la enseñanza técnica en Alemania, incorporando, en el caso de la Dinta, nuevos procedimientos derivados de estudios psicotécnicos del trabajo, lo que haría variar radicalmente —decía— muchos hábitos educativos vigentes.82 80 MALLART, José: La enseñanza profesional en España. Guía para jefes de empresa, padres de familia, profesores, orientadores, aprendices y estudiantes. Madrid, Vimar, 1944, p. 23. 81 Ibídem, pp. 24-26. 82 MADARIAGA: La enseñanza profesional..., p. 516.
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Otro dato significativo al respecto nos lo proporcionan algunos pormenores sobre un estrecho colaborador de Madariaga en aquellos días, el abogado barcelonés —después también escritor— Luis Valerí Sahis, que era en 1925-1926 Vicesecretario de la secretaría de Enseñanza Técnica del ministerio de Trabajo. Pues bien, Valerí fue becado por la Junta para Ampliación de Estudios el año 1925-1926 a fin de estudiar en Francia, Bélgica y Suiza las organizaciones de enseñanza elemental obrera.83 Es razonable pensar que su influencia contribuyese también a hacer valer las experiencias educativas que estaban teniendo lugar en la Universidad Industrial de Barcelona, incluida su Escuela del Trabajo. En resumen, todo parece indicar que en la práctica el antecedente próximo de aquella Escola contó de manera decisiva, con las salvedades referidas, a la hora de elegir el nombre de las nuevas instituciones educativas. Porque en realidad no fue solo ese nombre lo que Madariaga quiso incorporar a sus proyectos, sino el conjunto de experiencias pioneras que allí se realizaban en el campo del aprendizaje y de de la orientación profesional, ofreciéndoles una nueva cobertura legal en un momento en que algunas de ellas, como obras que eran del nacionalismo catalán, se encontraban en graves aprietos financieros a causa de la desafección de los nuevos gestores políticos del Ayuntamiento, y proyectándolas con diverso alcance para toda España, según veremos a continuación. Señala M. Siguán que cuando Madariaga tomó en sus manos la tarea de reconducir las reformas de la enseñanza técnica de 1924, confió la preparación de lo referente a la orientación y selección profesional al Dr. Rodríguez Lafora, un neurólogo seguidor de la línea de psicología experimental abierta por el Dr. Simarro, y a su colaborador en el Instituto Psicotécnico de Madrid, José Germain. Este último se puso en contacto con el Dr. Emilio Mira, entonces ya director del Instituto de Orientación de Barcelona, y ambos con frecuentes reuniones en Madrid y Barcelona redactarán los artículos correspondientes a aquellos capítulos a lo largo de 1927.84 A estas instituciones que acabamos de mencionar, y a otras de semejante índole, se refiere por supuesto el segundo aspecto aclaratorio al que deseábamos referirnos. Se trata de los organismos más novedosos, sin duda, MARÍN ACED, T.: óp. cit., p. 376. Lo narraba el propio Germain en 1980, GERMAIN, José: «José Germain: autobiografía (I)», Revista de Historia de la Psicología, I, 1, 1980, especialmente pp. 20-22; también, SIGUAN, Miquel: La Psicologia a Catalunya..., pp. 196-197. 83 84
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de todo el espectro institucional puesto en marcha por los Estatutos que venimos reseñando: los organismos de orientación y selección profesional y las escuelas de preaprendizaje en primer lugar; y a continuación los de estudio y aplicación de de fisiología del trabajo, de psicotecnia y de organización científica del trabajo, englobados definitivamente en el Estatuto de 1928, junto a los servicios proporcionados por la Junta de Pensiones, dentro del capítulo relativo a los estudios de perfeccionamiento profesional e investigación. Todos ellos en realidad, y no sólo estos últimos, se encontraban instalados en la estela que había ido dejando la Junta y sus gestores a lo largo de los años transcurridos desde su creación. Concretamente —se decía en el Estatuto de 1928, libro VI, art. 20— en tanto no existiesen centros específicamente dedicados a la investigación de los problemas de la moderna ciencia del trabajo, los de orientación y selección debían colaborar en los centros docentes donde estuviesen instalados en el estudio de esas cuestiones y auxiliar las iniciativas privadas de instituciones como el Comité Nacional de Organización Científica del Trabajo y otras similares. Ya señalamos más arriba el papel atribuido, en general, a todas estas nuevas disciplinas y orientaciones técnico-pedagógicas en la tarea de «ingeniería» de las relaciones laborales dentro de las fábricas y de las relaciones sociales en el marco general de la sociedad. El primer organismo de este tipo había comenzado a funcionar en Barcelona en 1914 dentro del Museo Social con el nombre de Secretariat d’Aprenentatge, tras el viaje de estudios por Alemania y Bélgica de quien había de ser el principal animador de su primera etapa, el abogado Josep Ruiz-Castellà.85 Convertido definitivamente en 1918 en el Institut d’Orientació Professional, cifraba sus objetivos en orientar a los jóvenes en la elección de oficio, ejercer sobre los aprendices y nuevos empleados de la industria una misión de patronato y procurar el desarrollo de la enseñanza profesional.86 En los años SIGUAN, M.: «La Psicología en España», Anuario de Psicología, 16, 1977-1, p. 7. Son numerosas las referencias que ya existen sobre esta institución. El recuento más actualizado, BENAVENT OLTRA, José Antonio: «Del “Museo social de Barcelona” al “Institut psicotènic de la Generalitat de Catalunya”: origen, evolución y desaparición de una institución pionera y modélica de orientación psicopedagógica (1909-1939)», Revista española de orientación y psicopedagogía, 19, 1, 2008, pp. 79-100 y 19, 2, 2008, pp. 212234. También, del mismo autor, el ya mencionado libro La orientación psicopedagógica en España..., así como RODRÍGUEZ MORENO, María Lluïsa: Fonaments i prospectives de l’orientació profesional a Catalunya. Barcelona, Laertes, 1987. Igualmente el resumen de la tesis doctoral de M. KICHNER: «Historia de la Psicología aplicada en Barcelona (19161936)», Anuario de Psicología, 20, 1979, pp. 3-22. 85
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siguientes el Institut desarrollará una fructífera labor bajo la dirección primero de Ruiz-Castellà87 y desde 1927 del Dr. Emilio Mira, que ya dirigía dentro del Institut una sección de Psicometría.88 Al poco de su nacimiento comenzó la publicación de la revista Annals de l’Institut d’Orientació Professional y logró traer a Barcelona la II Conferencia Internacional de Psicotecnia aplicada a la orientación profesional y a la organización científica del trabajo, celebrada en 1921. Sus trabajos y publicaciones sirvieron de modelo inicialmente a la constitución en 1923, por iniciativa de César de Madariaga, de una sección de orientación profesional dentro del Instituto de Reeducación Profesional de Inválidos del Trabajo de Carabanchel Bajo, en Madrid, dedicada a seleccionar los inválidos más susceptibles de reeducación y para distribuirlos científicamente por los diversos talleres y lugares de trabajo del Instituto.89 Ya en marco de las reformas de la enseñanza profesional de la Dictadura, y especialmente en el Estatuto de 1928, ambos centros se convirtieron en una firme base para proyectar desde ellos la red de Oficinas-laboratorios de orientación y selección profesional y las Secciones de preaprendizaje esparcidas por los nuevos centros educativos, atribuyéndoles las facultades de inspección y tutela de todas las que se creasen. Aparte, por supuesto, de una amplia gama de funciones específicas en el campo delimitado por su titulación, como la formación del personal encargado de estas funciones, la definición de los métodos de trabajo, la estadística general de estos nuevos organismos, la colaboración con la iniciativa privada a fin de detectar la utilización óptima de oficios determinados y «aptitudes excepcionales para provocar nuevos focos de actividad industrial en Su programa de trabajo, en RUIZ CASTELLÀ, Josep: Projecte de funcionament de l’Institut d’Orientació Professional. Barcelona, Junta Mixta de l’Institut, 1918. 88 Sobre su vida y obra, IRUELA, Luis Miguel: Psiquiatría, psicología y armonía social. Doctor Emilio Mira y López, la vida y la obra. Barcelona, Ajuntament-Universitat, 1993. Una biografía más reducida del Dr. Mira y de algunos otros personajes mencionados, como los Dres. Gonzalo Rodríguez Lafora y José Germain, en Personajes para una historia de la psicología en España. Milagros Sáiz Roca y Dolores Sáiz Roca, coords. BarcelonaMadrid, Universitat Autonoma...-Pirámide, 1996. 89 Contó con la colaboración del doctor Antonio Meilán, los maestros Mercedes Rodrigo y José Mallart, formados en el extranjero en la nueva disciplina psicotécnica, y el médico neurólogo José Germain, BENAVENT OLTRA, José Antonio: La orientación psicopedagógica..., p. 108. En este libro también una historia del Instituto madrileño, pp. 107-114 y 165 ss., especialmente, pp. 189-195, pp. 294-305. 87
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determinadas localidades», la elaboración de técnicas de selección profesional y de superdotados, la selección de los candidatos de pensiones en el extranjero, la colaboración, en fin, con el Instituto de Reeducación profesional y otros organismos en la investigación de los factores psico-fisiológicos de los accidentes de trabajo, con el fin de establecer la relación de contraindicaciones para los diversos oficios. De hecho, ambos Institutos habían sido declarados oficiales por R. D. de 22 de marzo de 1927.90 El de Barcelona, pasará, ya en la República, a depender de la Generalitat, con en nombre de Institut Psicotècnic, con tres secciones: orientación y selección profesional, psicotécnica comercial e industrial y psicopedagogía. El de Madrid, por su parte, alcanzó su autonomía institucional con el Estatuto de Enseñanza Industrial de 1924, trasladándose posteriormente a un local en la calle de Embajadores, 4. En 1930 pasaba a denominarse Instituto Psicotécnico de Madrid y desde 193491, una importante reorganización le convirtió en el Instituto Nacional de Psicotecnia, trasladándose al edificio de la calle Alberto Aguilera 25, incautado a los jesuitas del Instituto Católico de Artes e Industrias.92 Fue el primer jalón de una obra que, sobrevolando los desastres de la guerra, la sangría de su personal y las consecuencias de la revancha posterior93, perdurará bajo el nombre primero de Instituto de Psicología Aplicada y Psicotecnia (1955) con delegaciones provinciales o locales en sustitución de las Oficinas-laboratorios previstas en el Estatuto de 1928, hasta terminar, con la red provincial desmantelada y con estas disciplinas plenamente integradas en el ámbito universitario, convertido primero en Instituto de Psicología Aplicada y Orientación Profesional y después en Instituto de Orientación Educativa y Profesional 90 Gaceta 24. En el Estatuto de 1928 se da equivocadamente esta fecha como la particular del decreto. 91 D. de 22 de marzo de 1934, Gaceta 24, firmado por Salvador de Madariaga y Rojo. 92 También él cuenta ya con numerosas referencias, CARPINTERO, Heliodoro: Historia de la Psicología en España. Madrid, Pirámide, 2004, especialmente, pp. 173-182; SÁIZ, Milagros; SÁIZ, Dolors: «La Psicología aplicada..., especialmente pp. 96-103; HERRERO, Fania: «Los orígenes de la Psicología industrial..., especialmente pp. 54-58. 93 Algunos de sus principales actores, como César de Madariaga y Mercedes Rodrigo, saldrían de España y se convertirían en protagonistas destacados de la introducción de estas disciplinas en Sudamérica, especialmente en Colombia y Puerto Rico, ARDILA ARDILA, Rubén: «Mercedes Rodrigo (1891-1982», Revista Latinoamericana de Psicología, 20, 3, 1988, pp. 429-434. Ambos fueron separados del Instituto Nacional de Psicotecnia en 1940, O. de 31 de enero, BOE 11-II, junto a Ascensión Madariaga y Rojo y Luisa Rivand Santos.
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hasta su definitiva disolución en los servicios correspondientes de las Comunidades Autónomas de 1982.94 Respecto al otro de los organismos mencionados, el Comité Nacional de Organización Científica del Trabajo, se trataba de una institución creada en 1928 en el marco de un Comité Internacional surgido el año anterior a iniciativa de algunas entidades americanas y europeas a fin de abordar el mismo género de desafíos que estaban en la base de las instituciones que venimos reseñado: el de equilibrar los principios de la gestión científica del trabajo y las exigencias de las relaciones industriales, de la gestión económica y las políticas sociales.95 En España estuvo estrechamente vinculado a las disciplinas (la psicotecnia, la educación especial, el preaprendizaje, la selección profesional), las personas (Mira, Madariaga, Mallart) y las instituciones (los Institutos Psicotécnicos, la Junta de Pensiones) que encarnaban ese peculiar taylorismo social. De hecho, el servicio de pensiones era miembro protector del Comité, a cuya financiación contribuía. En 1935-36 su aportación era de 150 ptas. mensuales.96 El comité de redacción de su revista, iniciada en 1928 y dirigida por José Mallart, estaba instalado en el Instituto Psicotécnico de Madrid.97
D. de 2 de septiembre de 1955, BOE 5-X. Además de las obras ya citadas, sobre el surgimiento de las corrientes de orientación y selección profesional, por parte de uno de los más activos protagonistas, MALLART, José: «Cincuentenario del originariamente llamado Instituto de Orientación...», pp. 929-1008. Se reproduce además un artículo de César de Madariaga (El perceptotaquímetro universal óptico y algunas de sus posibles aplicaciones) recogido de las Memorias del Instituto de Reeducación profesional de Inválidos del Trabajo, pp. 947-971. También, HUERTAS, J. A., PADILLA, J. M.: «La escuela de Madrid (1923-1980): instituciones, temas y personajes», Revista de Psicología del Trabajo de las Organizaciones, XIII, 1, 1997, pp. 73-90 y HUERTAS, PADILLA y MONTES, A.: «La supervivencia de la Psicología en diversas instituciones madrileñas después de la guerra (1939-1953)», en Historia de la psicología española. Desde la perspectiva socio-institucional. Florentino Blanco (ed.). Madrid, Biblioteca Nueva, 1997, pp. 219-243. 95 Sobre él, CAYET, Thomas: Organiser le Travail, Organiser le Monde. Etude d’un milieu international d’organisateurs-rationalisateurs durant l’entre-deux-guerres, thèse soutenue le 28 octobre 2005, à l’Institut Universitaire Européen de Florence. En red, http://afhe.ehess.fr/document.php?id=198. 96 AGA (5)1.3 31/3716. 97 Sobre ella PÉREZ FERNÁNDEZ, Francisco: «José Mallart y la Revista de Organización Científica (1928-1936)», Revista de Historia de la Psicología, 22, 3-4, 2001, pp. 481-488. Sobre la obra de Mallart, en la línea de la psicología industrial de la «relaciones humanas», MORET, 94
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5. ENSEÑANZA INDUSTRIAL Y POLÍTICAS PÚBLICAS DEL MINISTERIO DE TRABAJO El tercer aspecto de este apartado pretende poner de relieve la intensa interconexión que todas estas orientaciones sobre enseñanza profesional presentaban con el resto de las políticas diseñadas desde el ministerio de Trabajo, Comercio e Industria, de manera general con la tendencia corporativista adoptada en la gestión de todos los asuntos sociales por parte del titular del Ministerio desde comienzos de 1924 hasta la caída de Primo de Rivera: Eduardo Aunós y, más en particular, con algunos aspectos especialmente vinculados a la experiencia que historiamos, como la política formativa de los niños y jóvenes incorporados tempranamente al mercado de trabajo, siguiendo las orientaciones que desde 1911 marcaba el contrato de aprendizaje, o como la política de asistencia a la emigración. Todas esas cuestiones recibieron una particular atención por parte del régimen de Primo de Rivera, gestionadas con el particular procedimiento corporativo que ha quedado resellado como uno de los rasgos más definitorios del propio régimen. Por sólo hacer referencia a los organismos más próximos a nuestro tema de estudio, la Junta Central de Formación Profesional creada en el Estatuto de 1928 incorporaba, aparte las lógicas representaciones natas de carácter político, delegaciones de todas las partes teóricamente interesadas en la formación profesional, concebida en un amplio sentido social que incluía los aspectos educativos y técnicos, pero también los laborales y asistenciales, todos ellos cobijados bajo la particular tutela atribuida a los órganos superiores del régimen de corporativismo profesional puesto en marcha en la misma época por la Ley de Corporaciones y por otras normas reguladoras de la organización profesional pública o privada: el Consejo de las Corporaciones, el Consejo de Trabajo, el Consejo Industrial.98 Otro tanto se podría decir, a escala más Rosa M.: Josep Mallart i Cutó, un precursor de la psicopedagogía. Figueres, Institut d’Estudis Empordanesos, 2003. También, PADILLA, José María, HUERTAS, Juan Antonio: «Un análisis situado de la producción intelectual de José Mallart», Revista de Historia de la Psicología, XX, 3-4, 1999, pp. 339-350. 98 Estaría integrada por el Ministro de Trabajo, como Presidente; el Director general de Previsión y Corporaciones, presidente por delegación; el subdirector de Formación Profesional, como vicepresidente; el presidente del Instituto Nacional de Previsión; el inspector general de Trabajo; el subdirector de Industria; el subdirector de Trabajo; el
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reducida, de la Junta Central de Perfeccionamiento profesional obrero, igualmente ahormada en esos moldes corporativos, que formaban los nuevos y viejos órganos colaboradores en la gestión de las políticas sociales, además de las representaciones institucionalizadas de las especialidades de ingeniería convocadas desde el inicio en la tutela de la Junta.99 Pero donde se manifestará con particular intensidad la integración de estas políticas sociales del Ministerio será en la interconexión entre las orientaciones formativas de los Estatutos de 1924 y 1928 y las disposiciones del contrato de aprendizaje, renovadas en el marco de una de las más brillantes luminarias legales del régimen: el nuevo Código de Trabajo de 1926.100 En realidad, respecto a este punto apenas se apreciaron cambios en sus contenidos normativos con relación a lo dispuesto en el decreto de 1911 más arriba mencionado. Las mayores novedades residían, de nuevo, en la particular corporativización o tutela de este tipo de contratos por parte de los poderes públicos en colaboración con organismos sociales interesados, que se incluía en unas disposiciones reglamentarias anejas; una tutela corporativa, ya lo indicamos, particularmente cara a las autoridades de la Dictadura en todos los asuntos de índole social y laboral de los que se ocuparon. Aunque no es seguro que fuera también del agrado de los patronos. Seguramente a subdirector de Corporaciones; tres profesores numerarios de la Escuela Industrial de Madrid, elegidos por los claustros de profesores de todas las Escuelas Industriales de España; tres profesores de la Escuela Elemental del Trabajo de Madrid, elegidos como los anteriores; el director del Instituto de Orientación profesional de Madrid; el presidente de la Junta Central de Perfeccionamiento profesional obrero; dos representantes del Ministerio de Instrucción Pública, uno por la secundaria y otro por la primaria; un representante de las Escuelas de Artesanos; un representante de la Federación de técnicos industriales; los presidentes de las Corporaciones del Trabajo; el presidente de la Comisión delegada del Consejo de Corporaciones; el presidente del Consejo Industrial; el presiente del Consejo de Trabajo; un vocal obrero y otro patronal, designados por la Comisión delegada del Consejo de Corporaciones, Libro I, art. 13, R. D.-L. de 21 de diciembre de 1928, Gaceta 28. 99 La Junta de Patronato de Pensiones estaría integrada, según el reglamento de 1926, por cinco vocales natos (el Presidente del Instituto Nacional de Previsión, el Director general de Acción Social Agraria, el Director general de Emigración, el Director general del Trabajo y Acción Social y el Jefe superior de Industria), dos en representación de los obreros y otros dos de los patronos, a propuesta del Consejo de Trabajo, y cinco nombrados directamente por el ministro en representación de los ingenieros de minas, montes, agrónomos e industriales, debiendo recae la designación de este vocal en el profesor encargado de las enseñanzas prácticas, art. 2, R. D. 22-X-1926, Gaceta 3-XI. 100 R. D.-L. de 23 de agosto de 1926, Gacetas 1, 2 y 3 de septiembre.
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esto se refería Madariaga cuando señalaba el desinterés de buena parte de ellos ante sus peticiones de colaboración: «no hace muchos años hube de tantear la opinión de los principales industriales madrileños, especialmente los del ramo metalúrgico, para tratar de instituir una organización gremial de aprendizaje, y hube de rendirme ante la evidencia del desinterés general, el entusiasmo verbal pero estéril de unos pocos, muy pocos, y la franca declaración de algunos que afirmaban doctoralmente que no había por qué ocuparse del aprendizaje».101 Es indudable, como ya dijimos más arriba, que todo aquello que en este campo comenzaba a caer bajo la tutela del Estado, de la forma que fuese, escapaba al dominio incondicionado de los patronos en un momento, por lo demás, en que la difusión de los presupuestos del «Scientific Management» podía servirles de coartada para desmantelar las tradiciones de los oficios clásicos y las conquistas del movimiento obrero organizado. Y la enseñanza, las relaciones laborales, ciertos sectores económicos y una capacidad acrecentada de control y hasta de tutela sobre determinados procesos económicos, como los de cartelización o consorciación, tan presentes en la economía de entreguerras, eran los terrenos conquistados por el Estado en el crucial proceso de militarización social que impuso la guerra, un proceso con respecto al cual las organizaciones económicas mostraban —y tendrán oportunidad de hacerlo con mucho mayor fundamento aún en los próximos años en torno a los proyectos de corporativización económica y social— una actitud muy ambivalente.102 Para la adecuada gestión de estos contratos, en efecto, el Código de 1926 obligaba a establecer en cada delegación local del Consejo de Trabajo unos registros de aprendizaje y proponía el establecimiento de Sociedades de patronato encargadas de tutelar el cumplimiento de las disposiciones de este tipo de contrato y de velar por la protección C. de MADARIAGA: La formación profesional..., p. 176. La cuestión remite en último término a uno de los asuntos más debatidos por la historiografía de los regímenes políticos totalitarios de entreguerras: la relación entre el capitalismo de la época, con fuertes tendencias monopolísticas, y el totalitarismo político, por decirlo, para entendernos, en los términos en que lo patentó la historiografía marxista. Al respecto, véase el ponderado estudio de Ian KERSHAW: The Nazi dictatorship. Problems and perspectives of interpretation. London, Edward Arnold, 1989, 2ª edición, especialmente el capítulo 3: «Politics and Economics in the Nazi State», pp. 42-60, donde se hace un repaso a las controversias e interpretaciones sobre la cuestión. Hay edición española de Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2004. 101 102
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de los aprendices. El registro se compondría de dos libros, uno para la anotación de los contratos y otro para las sociedades de patronato (arts. 110-130). Respecto a la instrucción y educación elemental, el patrono o maestro debería facilitar la asistencia del aprendiz a la escuela más próxima durante ciertas horas del día y a lo largo de todo el segmento de edad del aprendiz considerado como de escolarización primaria. O en su caso, establecer una escuela dentro del establecimiento industrial. Acerca de su formación estrictamente profesional, el art. 106 mencionaba que serían de aplicación las disposiciones del Estatuto de Enseñanza Industrial de 1924, aunque, en propiedad, no se puede decir que éste fuese muy explícito al respecto. Esta tarea correspondería, por el contrario, al Estatuto de Enseñanza Profesional de 1928, donde las disposiciones relativas al contrato y a la enseñanza quedaron estrechamente imbricadas. Allí se especificaba con carácter general que, de acuerdo con el art. 71 del Código de Trabajo, el patrono debería señalar las normas compatibles con la organización de las enseñanzas en los Centros de Formación profesional, fijándolas en el contrato de aprendizaje. En contrapartida, sería obligatoria la presentación del contrato de aprendizaje cuando el aprendiz se sometiese al plan mixto de enseñanza regulado en las Escuelas del Trabajo —la particular de los contratos de aprendizaje, de forma que el aprendiz pudiera disponer de dos días completos, por lo menos, para su formación o el tiempo que se fijase en la Carta fundacional de la Escuela— o sería preciso declarar la razón de no poder presentarlo, si así ocurriera, al someterse al plan mixto libre de formación, el previsto para el contrato de trabajo normal, asistiendo a la escuela únicamente para completar la formación (Libro III, arts. 28 y 29). Por lo demás, el Estatuto preveía una colaboración estrecha entre inspección del trabajo e inspección de formación profesional para el cumplimiento de las normas de aprendizaje en su aspecto pedagógico, así como entre las instituciones afectadas por el Estatuto con el objetivo de colaborar en los trabajos estadísticos sobre los contratos atribuidos a las delegaciones locales de Trabajo, y, en fin, para la tutela general del aprendizaje, a efectos de lo cual los Institutos de Orientación y Selección profesional existentes y las oficinas-laboratorio de esa índole previstas en el Estatuto serían consideradas, sin necesidad de inscripción expresa en el registro, como sociedades de patronato del contrato de aprendizaje. En la línea, por consiguiente, de lo que
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venía haciendo el Institut d’Orientació Professional de Barcelona desde su constitución en 1918.103 Esta particular imbricación de la enseñanza y el perfeccionamiento obrero con las políticas sociales del Ministerio se manifestó también en el terreno de la asistencia a la emigración. En este caso, los datos que queremos poner de relieve aquí tienen la particularidad de relacionarse directamente con la obra llevada a cabo por la Junta de Patronato de Pensiones, una entidad que, si no emigrantes en sentido estricto, sí tenía bajo su responsabilidad a expedicionarios obreros a los que situar en los centros de trabajo de los países seleccionados, especialmente en Francia y Bélgica, y por lo tanto no dejaba de sentirse igualmente concernida en su labor más básica por las políticas sobre inmigración de estos países. Como vimos más atrás, la conveniencia de realizar estas gestiones de colocación de los expedicionarios con un respaldo oficial expreso habría sido ya sugerido por los primeros ingenieros responsables de la experiencia, aunque las dramáticas circunstancias y las cambiantes coyunturas políticas y económicas del período apenas habían dejado un resquicio para el sereno análisis de estas políticas oficiales de colaboración y todo había quedado más bien confiado a la diligencia de los gestores y a la buena voluntad de los empresarios. En propiedad, durante bastantes años tampoco fue estrictamente precisa la intervención oficial al más alto nivel, puesto que, salvadas las lógicas reticencias de los primeros momentos, los responsables encontraron pronto un conjunto bastante seguro de empresarios y gerentes de establecimientos industriales de primer orden dispuestos a colaborar con la obra de pensiones, en unas circunstancias por lo demás bastante propicias para la incorporación de la mano de obra extranjera, que contribuyese al esfuerzo productivo de la guerra y a la tarea de reconstrucción y de movilización industrial posteriores. Es cierto que las circunstancias de la postguerra —más frecuentemente las políticas que las económicas— condujeron también a ciertos cambios en la política oficial sobre la inmigración dentro de las naciones europeas. Si en los países más dinámicos la actividad económica en general, y especialmente ciertos sectores de ella, favorecía el mantenimiento de una actitud abierta a la inmigración, y en la práctica promovió un gran movimiento inmigratorio hacia ellos104, las circunstancias ALBERDI, óp. cit., pp. 64-65. Respecto a Francia, entre 1920 y 1930 sufrió el mayor crecimiento de población extranjera de su historia, dice Camilla TOBBO: Le cas des travailleurs immigrés face aux évolutions technologiques. Paris, 1985, p. 12. Algo parecido sucedió en Bélgica. En BARBANCE, 103
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políticas y ciertos movimientos de la opinión pública se afanaban en sentido contrario, en parte como consecuencia de los recelos políticos derivados de la guerra y de los movimientos migratorios inducidos directamente por ella y por otras circunstancias políticas de la época, en parte a causa de la extensión de las políticas sociales y la necesidad consecuente de discriminar adecuadamente los individuos con derecho a sus beneficios. En general, en todos los países esta cuestión comenzó a ser enfocada en esta época desde el campo de las relaciones diplomáticas bilaterales, dando lugar a diversos convenios de reciprocidad en materia de inmigración y de su asistencia, y ocasionalmente a ser canalizada a través de organismos especializados.105 En España, el interés por los problemas de la emigración, y su inseparable concausa el paro, llegó de la mano del Ministerio de Fomento y tuvo un firme apoyo en el Instituto de Reformas Sociales desde prácticamente los primeros años de su actividad.106 En 1907 la Ley de Emigración creó el Consejo Superior de la Emigración, al que se reservó expresamente la tutela y fiscalización de todos los asuntos relativos a ese fenómeno social: a su control, información y asistencia, a su estadística, al traslado de los emigrantes. Con posterioridad a la guerra europea, su interés se extendió a los movimientos de población derivados de ella y a las nuevas políticas adoptadas por todos los países a ese respecto. En 1918 el Instituto elaboró una encuesta a fin de conocer la nueva realidad de la emigración española, interesándose en este caso no sólo por la dirigida hacia los países iberoamericanos y asiáticos, que había sido la preocupación dominante de la disposición de 1907, sino particularmente por la encauzada hacia los países europeos.107 Se trataba, pues, de una Marthe: Saint-Nazaire. Le port, la ville, le travail. Reimpresión de la edición de Saint Nazaire, Crépin-Leblond, Editeur, 1948, algunos datos sobre las dificultades de abastecimiento de mano de obra para los astilleros y fábricas metalúrgicas de la zona, pp. 425-427. 105 Sobre las políticas migratorias en Europa, especialmente de los países más concernidos por la experiencia que historiamos, BADE, Klaus: Migration in European History. Oxford, Blackwell, 2003; NOIRIEL, Gérard: Le creuset français. Histoire de l’immigration XIXe-XXe siècle. Paris, Seuil, 1988 e Histoire des étrangers et de l’immigration en Belgique de la préhistoire à nos jours. Sous la dir. de Anne Morelli. Bruxelles, Éd. Vie Ouvrière, 1992. Documentos de muy diverso tipo referidos a la inmigración en Francia, PONTY, Janine: L’immigration dans les textes. France 1789-2002. Paris, Belin, 2004. 106 En 1909 la institución enviaba a Pedro Sangro y Ros de Olano al I Congreso Iberoamericano de Emigración. SANGRO Y ROS DE OLANO, P.: Primer Congreso Nacional de Emigración. Memoria acerca de los trabajos del Congreso, presentada al IRS. Madrid, IRS, 1909. 107 En 1918 una R. O. Circular de 6 de marzo (Gaceta 8) del ministerio de Gobernación interesaba a los Alcaldes presidentes de las Juntas locales de Reformas
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preocupación ligada a un tema de atención prioritaria de la Junta de Pensiones y su entonces máximo responsable ejecutivo, Ernesto Winter, quiso dejar oír también su opinión al respecto publicando en el Boletín de la Junta unas reflexiones a modo de contestación a la mencionada encuesta. Tomaba inicialmente como base la experiencia adquirida por la Junta en la gestión de las expediciones obreras en el extranjero, confirmando algunas de las potencialidades y carencias ya señaladas en anteriores escritos sobre la cuestión. El interés prioritario seguía siendo la recuperación final del obrero expedicionario y aunque, en general, podía decirse que el emigrante español sentía resistencia a integrarse en el país de acogida, algunos terminaban haciéndolo o incluso, una vez retornados a España, volvían a intentar la aventura exterior, ante las dificultades de reintegración laboral. La Junta hacía frente a estas eventualidades promoviendo por una parte su formación exterior en escuelas técnicas especializadas que les permitiese retornar en condiciones profesionales ventajosas, y por otra, realizando una acción tutelar en la reincorporación y en las etapas de postpensionado. La experiencia acumulada en ese campo le llevaba a proponer una acción tutelar más decidida del Estado en relación al obrero emigrante, organizando escuelas españolas provistas por maestros, que podrían perfectamente ser enviados como pensionados y encargarse asimismo del censo de emigrantes, de la información sobre las ofertas de trabajo de retorno y, en general, de mantener el espíritu patriótico, haciéndoles comprender su compromiso con la tierra de origen. Desde un punto de vista más práctico, las nuevas circunstancias legales de la emigración en Europa, y concretamente en Francia a la que se refería particularmente, Sociales para que colaborasen en esa obra respondiendo de inmediato el cuestionario. Poco después, por el art. 5 del R. D. de 16 de mayo de ese año (Gaceta 21) se ampliaba la acción tutelar y fiscalizadora que el Consejo Superior de Emigración tenía sobre la emigración a los países de América, Asia y Oceanía también a la dirigida hacia los países europeos y en consecuencia algo más tarde disponía por R. O. de 4 de septiembre (Gaceta 7) que los Gobernadores colaborasen con el Consejo en esas nuevas funciones remitiéndole periódicamente los datos de los demandantes de pasaportes. La encuesta abierta en 1918 dio lugar a dos publicaciones de Instituto de Reformas Sociales: Información sobre emigración española a los países de Europa durante la guerra. Madrid, IRS, 1919 y BERNALDO DE QUIRÓS, Constancio: La emigración obrera en España después de la guerra. Madrid, IRS, 1920. Sobre todo ello, PALACIO MORENA, J. I.: La institucionalización de la reforma social en España. La Comisión y el Instituto de Reformas Sociales. Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1988, Informes, pp. 259-286. Sobre emigración, p. 282.
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exigían unas condiciones más precisas de la contratación a través de las bolsas de trabajo, tal vez creando un centro gestor en París canalizador de toda la información relativa a ofertas de trabajo tanto en Francia como en España, recabando del gobierno francés algún tipo de documento que evitase toda sospecha de espionaje y facilitase a los emigrados la inscripción en los registros franceses. Todo ello podría facilitarse con carácter general promoviendo una mayor atención sobre los desplazados por medio de la creación de comités de hispanófilos franceses que se encargasen de la tutela y protección del obrero español.108 Pues bien, en estos contextos, nacional e internacional, sobre la emigración se inscribe la iniciativa adoptada en 1927 por el Ministerio de Estado español de interesar al Embajador español en París acerca de la suerte de los pensionados en la república vecina con el fin de facilitarles los trámites administrativos ante las autoridades francesas del trabajo y ante los responsables de las empresas, ya que todas esas nuevas circunstancias mencionadas comenzaban a ponerlo más difícil.109 En esta misma línea comenzó a estudiarse en el Ministerio los términos de un acuerdo sobre el intercambio de «stagiaires» (trabajadores en prácticas formativas) entre España y Francia, en términos parecidos a los ya firmados por esta nación con, al menos, Gran Bretaña, Alemania y la Comisión de Gobierno del Sarre. El proyecto de acuerdo, concluido a comienzos de 1930, fue remitido al ministerio de Trabajo e informado por la Junta en mayo de ese año, con numerosas añadidos y puntualizaciones, fruto de su experiencia pasada en la gestión pública y privada del trabajo de los pensionados, cada vez más sujeto a las trabas reglamentistas del ministerio de Trabajo francés. Y aunque la mayor parte de estas consideraciones fueron asumidas por el centro ministerial español, posiblemente desde la otra parte, dado el desequilibrio de los intercambios de mano de obra, no se estaba dispuesto a llegar demasiado lejos en esa política, ya que un año después el Gobierno francés comunicaba al Embajador español en París su deseo de atenerse a la redacción primitiva 108 El texto con las respuestas al cuestionario se publicó en el BJPIOE, 13-14-15, enero, febrero, marzo, 1917, pp. 43-48, bastante antes de que apareciesen oficialmente sus enunciados. Es seguro, por otros indicios ocasionales, que la revista se publicaba con cierto —a veces con bastante— retraso. 109 En ese contexto daba la noticia ABC del 25 de junio de 1930, p. 16. Los pensionados españoles en Francia encontraban dificultades para colocarse y el gobierno había iniciado los contactos para firmar un convenio de reciprocidad.
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del convenio, lo que unido a los avatares del cambio de régimen en España y a las dramáticas circunstancias económicas del momento terminarán por agostar la iniciativa.110 En efecto, lo que finalmente acabará imponiéndose con carácter general será más bien el repliegue protector de los países sobre sus propias disponibilidades de mano obra, como consecuencia de la crisis de trabajo provocada por el derrumbe económico de los primeros años treinta. En todas partes comenzaron a proliferar las normas protectoras de la mano de obra nacional, que se añadieron ya definitivamente a los crecientes mecanismos administrativos de control de los años veinte: las disposiciones de 1930 y 1936 de Bélgica111, la ley de 10 de agosto de 1932 de Francia, por atenernos exclusivamente a los países más implicados en las expediciones obreras.112 Política, por cierto, en la que también participó España, a pesar de no ser un país de inmigración. A comienzos de 1931, entonces ministro de Trabajo y Precisión, Pedro Sangro y Ros de Olano publicó un decreto que era precisamente, según decía en su preámbulo, la respuesta a las restricciones a la inmigración que se estaban imponiendo en los países transatlánticos y en los europeos. En realidad, en su articulado se podían ver también muchas de las objeciones que desde antaño venían oponiéndose a la presencia de técnicos extranjeros en España. El artículo cuarto decía expresamente que las explotaciones económicas que empleasen trabajadores extranjeros podrían mantener por el momento ese personal dentro de las nuevas condiciones del decreto, pero que en lo sucesivo habrían de reemplazarlos por obreros o empleados españoles, siempre que hubiese entre ellos mano de obra disponible, capacitada para los puestos profesionales ofertados.
Expediente en AGA, (5)16 32/16532. Expediente de 1928, 29..., carp. 6. El R. D. de 31 de marzo de 1936 preveía concretamente la autorización individual de trabajo, anulando el procedimiento de contingente, para los trabajadores de países que hubiesen firmado un acuerdo con Bélgica, siempre que el patrono lo propusiese y fuese autorizado por el servicio oficial correspondiente, autorización que sería siempre temporal y estaría condicionada a la carencia de mano de obra nacional preparada para ocupar el puesto previsto. 112 Sobre este último caso, SINGER-KEREL, Jeanne: «Protection de la main-d’oeuvre nationale en temps de crise. Le précédent des années trente», Revue Européenne des Migrations Internationales, 5, nº 2, 1989, pp. 7-27. A texto completo en http://www.persée.fr/. 110 111
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CAPÍTULO IV LOS RETOS INDIVIDUALES: PERFECCIONAMIENTO PROFESIONAL, PROMOCIÓN SOCIAL, INNOVACIÓN EMPRESARIAL. LOS OBREROS Es ya el momento de hacer un balance general de los resultados que es posible detectar a partir de todas las potencialidades abiertas por las pensiones, conforme a los criterios que más arriba mencionábamos. Es posible hacerlo ya, incluso antes de completar el recuento cronológico de la experiencia, porque en propiedad todos los datos están ya sobre la mesa, dado que las convocatorias de la época republicana, según veremos, serán por demás menguadas de efectivos y sin apenas publicidad sobre sus resultados. Los interrogantes resultarán sin duda mayores que la capacidad de respuesta de las fuentes disponibles y que las hipótesis más o menos razonables que acerca de ellas sea legítimo formular, pero tal ejercicio no puede obviarse en un trabajo de este tipo, por mucho que las respuestas tengan bastante de sugerencia e intuición a partir de los enfoques teóricos que sociólogos, economistas e historiadores han avanzado en torno a las relaciones entre formación, innovación técnica y desarrollo económico y social. «El progreso económico —se resume en la frase final de un texto referido a la tecnología española de los últimos doscientos años— requiere complementariedad entre el capital físico (instalaciones, equipo, maquinaria) y capital humano. La clave de la tecnología y del futuro está en la educación».1 Una más reciente publicación desarrolla con gran perspicacia los determinantes educativos de la actividad empresarial, incluida la española, llegando a inequívocas conclusiones sobre la estrecha relación entre formación y empresabilidad, sobre la capacidad del empresario formado para adaptarse a los cambios económicos y tecnológicos y sobre su percepción del desarrollo sistemático de las innovaciones técnicas como fundamento de competitividad empresarial.2 1 España: 200 años de tecnología [Textos de Jordi Nadal, Albert Carreras, Pablo Martín Aceña y Francisco Comín. Documentación: J. Domènech]. Barcelona, Instituto Nacional de Industria-RENFE, 1988, p. 260. 2 TORTELLA, G.; GARCÍA RUIZ, J. L.; ORTIZ-VILLAJOS, J. M. y QUIROGA, G.: Educación, instituciones y empresa. Los determinantes del espíritu empresarial. Madrid, Academia Europea de Ciencias y Artes, 2008. Un avance de una investigación en marcha, de la que es de esperar en el futuro otros resultados igual de sugerentes.
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Tratándose de una experiencia de formación de capital humano cabe preguntarse inicialmente sobre su capacidad para dar respuesta a las expectativas de promoción personal que los individuos se habían forjado al participar en ella. Seguidamente resulta conveniente indagar hasta qué punto la selección de los candidatos, sus empresas de origen y los centros de trabajo y de formación en los destinos europeos componían un mapa fidedigno de la estructura económica y tecnológica dominantes en el contexto europeo del momento, incluida España: de su localización geográfica en origen y destino, de los sectores de la producción y de la tecnología emergentes que se buscaba expresamente acometer por la obra de pensiones. Cabe interrogarse, en tercer lugar, sobre el efecto concreto que el perfeccionamiento técnico individual, dentro de aquellos sectores señalados con mayor o menor acierto por los directivos de la experiencia, pudo tener sobre el despegue, la innovación o la movilización de actividades empresariales concretas, ya que no obviamente sobre la economía industrial en general, imposible de aquilatar a partir de los datos disponibles y muy improbable dadas las magnitudes del capital humano movilizado en toda esta experiencia formativa. En último término, cabría reformular algunas de estas preguntas en relación a las expediciones de ingenieros, de las que, en principio, podrían esperarse respuestas más concluyentes acerca de todas las potencialidades señaladas, en razón del destacado papel técnico jugado por esos profesionales en la innovación técnica y en la organización del trabajo del sistema industrial. En la práctica, digámoslo ya de entrada, el menor control sobre estas expediciones y las particularidades propias del mercado de trabajo técnico superior en España limitará considerablemente en este punto el alcance de nuestro análisis. De todos los interrogantes mencionados podemos extraer así conclusiones muy diversas. Las más inequívocas se refieren a su capacidad para informarnos de manera bastante certera acerca de la rigurosidad de la empresa emprendida con las pensiones y su acierto en la elección de candidatos y sectores industriales enfocados. Las más hipotéticas, las que tratan de su impacto directo sobre la economía española, dado que, como todo lo que se refiere a la formación de capital humano, únicamente cabe apuntar aquí hacia lo que esa formación proporciona de manera inequívoca: las condiciones de posibilidad de la aplicación del cambio tecnológico por parte de la mano de un sistema industrial, el efecto multiplicador de todo esfuerzo en este sentido, del que los propios directivos de la experiencia eran muy conscientes, y, en conclusión,
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ampliando la perspectiva a un marco nacional, el efecto positivo difuso, aunque real, en su conjunción con otras experiencias formativas empresariales o académicas, sobre el desarrollo del capital científico y tecnológico de la economía en su conjunto. Desde un punto de vista económico, el gasto en capital humano actuaría así del mismo modo que la inversión respecto al capital físico, puesto que la formación implicaría un valor añadido respecto a la capacidad productiva de cada individuo.3 Y a la inversa, según añade Clara Isabel Núñez, el fuerte analfabetismo hasta bien entrado en siglo XX «debió haber tenido efectos devastadores sobre las posibilidades de desarrollo económico en nuestro país».4
1. LOS RETOS DE LA FORMACIÓN Apenas cabe duda de que el primero de aquellos interrogantes tuvo cumplida respuesta en el servicio de pensiones que analizamos. Independientemente de la problemática evaluación de sus efectos en los diversos campos mencionados, las pensiones cumplieron, en general, con eficacia los objetivos formativos, teóricos y prácticos, que cada cual había 3 Sobre ello, TORTELLA. G. y NÚÑEZ, C. E.: «Educación, capital humano y desarrollo, una perspectiva histórica», en La maldición divina: ignorancia y atraso económico en perspectiva histórica, Clara Eugenia Núñez y Gabriel Tortella (eds). Madrid, Alianza, 1993, pp. 15-38. Un muy sugestivo trabajo de las verdaderas relaciones, siempre mediatas, entre formación y crecimiento económico, en clave comparativa, BRODER, Albert: «Enseignement technique et croissance économique en Allemagne et en France, 18701914. Quelques éléments en vue d’une analyse approfondie», en Cohen, Yves et Manfrass, K. (dir.): Frankreich und Deutschland. Forschung, Technologie und industrielle Entwicklung im 19. und 20. Jahrhundert. München, Deutsches Historisches Institut Paris, 1990, pp. 66-95. También, los trabajos de MITCH, David: «The role of education and skill in the British industrial revolution», en The British Industrial Revolution. An Economic Perspective, Mokyr, J. (ed.). Boulder, Westview Press, 1999, pp. 241-279 y Education and Economic Growth in Historical Perspective, en EH.net Encyclopedia, http://eh.net/ency clopedia/article/mitch.education. 4 NÚÑEZ, C. E.: «Alfabetización y desarrollo económico en España, 1860-1977», en Ibídem, pp. 223-236. Cita, p. 230. Una interesante perspectiva de conjunto sobre esta cuestión no ya solo por su importancia en el crecimiento de la productividad, sino por su influencia en el cambio de algunos comportamientos demográficos claves en el aumento del nivel de vida familiar y en el arranque de la economía preindustrial, ASSELAIN, JeanCharles y MORRISSON, Christian: «Les origines de la croissance économique moderne: éducation et démographie en Angleterre (1650-1750)», Histoire, Economie & Société, XXIV, 2, abril-juin 2005, pp. 195-220.
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proyectado personalmente al participar en la experiencia. En general, puede decirse que existió un cuidadoso método de colocación y seguimiento de los pensionados a fin de que su formación teórica y práctica se complementasen adecuadamente en las fábricas, talleres o centros formativos más idóneos para cada caso. El perfeccionamiento teórico solo terminó siendo prioritario como recurso último ante las dificultades de colocación de los expedicionarios en los establecimientos y fábricas que los habían acogido tradicionalmente, como fue el caso particularmente en los primeros años treinta. Pero incluso más allá de este estricto objetivo profesional, el horizonte hacia el que miraba la experiencia comprendía una inmersión integral en las maneras de la vida económica, política y civil modernas. «Las pensiones en el extranjero —decía al respecto César de Madariaga— independientemente de su valor como perfeccionamiento profesional, ofrecen, además, el beneficio de llevar al obrero que las disfruta y a la masa de compañeros y colegas a quienes irradia en una u otra forma la impresión recibida, elementos nuevos de conocimientos sobre organización, costumbres profesionales, normas de trabajo, disciplina, ordenación y otras tantas que pueden rendir gran provecho, lo mismo en el sentido de crear figuras de acción revolucionaria, como pueden presentarse algunos casos de nuestra experiencia, que en el de adquirir tono burgués, como en alguna ocasión se lamentaba un ministro socialista español al hablar de los evidentes beneficios de estas pensiones y señalar el único perjuicio que en ocasiones había encontrado».5 Desde que Pitirim Sorokin puso en circulación al final de los años veinte del pasado siglo el concepto de movilidad social, readaptando las connotaciones políticas, eugenésicas, darwinistas y demográficas que eran habituales hasta entonces en la consideración de las estructuras y de los cambios sociales para sentar en la organización profesional un principio positivo de análisis de esos fenómenos, este criterio se ha convertido en el más difundido y manejable de los indicadores de pertenencia y clasificación social, incluso más allá de lo que preveía su propio padre fundador. En verdad, para este sociólogo el criterio mencionado distaba mucho de tener la preeminencia absoluta frente a otros indicadores aparentemente menos visibles, pero no por ello menos decisivos, como eran los culturales. En la actualidad son éstos precisamente los que la investigación social destaca con renovado vigor tras la quiebra de 5
MADARIAGA: La formación profesional..., p. 211.
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los modelos analíticos economicistas y estructurales, en sus versiones más esquemáticas, sobre las condiciones de formación y transmisión de las categorías sociales.6 Pero con independencia de la acogida más o menos entusiasta de estos nuevos criterios culturales, dentro del marco particular de la organización profesional el papel reservado a la educación ha ocupado ciertamente un lugar de privilegio en los análisis de la estratificación y movilidad sociales. Los temas de la igualdad de oportunidades, del papel de la educación en el acceso al mercado de trabajo, de la democratización de la cultura, son habituales en los estudios a la vez de los sistemas escolares y de la movilidad social. La generalización de esas redes cada vez más tupidas y complejas de formación en las sociedades modernas constituye en sí mismo un índice por demás significativo de la institucionalización de canales de integración y movilización de los individuos fuera de los cauces propios de las comunidades tradicionales. En las sociedades que han tendido y generalizado un sistema de formación exterior a la familia, es inevitable que aquel juegue un papel singular en los mecanismos de la distribución de los individuos en la estructura social. Otra cosa es, por supuesto, aquilatar el verdadero alcance de su acción para quebrar la fuerza de estructuras y valores asentados en una tradición histórica secular. Si para algo han servido también los nuevos enfoques culturales en el estudio de la estructuración social ha sido para desvanecer algunas ilusiones utópicas acerca del auténtico impacto que los cambios en la educación y en de las clasificaciones socioprofesionales clásicas podrían tener sobre la ruptura, en equivalente medida, de las barreras sociales, porque éstas, como ha estudiado el sociólogo francés Pierre Bourdieu, en La Distintion entre otras obras, están cifradas en esa especie de códigos de la genética social que son los hábitos; esos arquetipos que permanecen más allá de los relevos en las cúpulas sociales o de los estrechos pasadizos de tránsito en los encastillamientos sociales para establecer las auténticas fronteras objetivas de la diferenciación y de la reproducción social. Otros han hablado, con equivalente sentido, del «conformismo lógico», de los consensos voluntarios de «hegemonía social», del «sentido común del poder», por hacer solo referencia a algunas otras herramientas teóricas elaboradas por la politología, la sociología o
6 MERLLIÉ, Dominique: Les enquêtes de mobilité sociale. Paris, PUF, 1994, especialmente, pp. 12-56.
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la historia para dar cuenta de las constantes más universales en la conformación del vínculo social.7
1.1. Perfiles de los obreros pensionados Como ya se ha señalado repetidamente más arriba, el perfil predominante de los candidatos seleccionados en la obra de las pensiones distaba mucho de reproducir la imagen del obrero-tipo convencional. Por el contrario, entre el joven heredero orientado hacia las pensiones desde el seno de una empresa familiar más o menos importante, a fin buscar innovaciones prácticas en el utillaje o en los procedimientos industriales, y el joven técnico con legítimas ambiciones de completar su formación teórica y práctica con vistas a mejorar su posición en el centro de trabajo de origen o establecerse por su cuenta se podrían casi completar las listas de los obreros expedicionarios. En el corte en vertical de esos perfiles podrían, sin duda, encontrarse niveles muy distintos de capacidad y preparación, pero en un porcentaje muy elevado respondían bastante fielmente al modelo de perfeccionamiento que los directivos de la experiencia habían perseguido con notable tenacidad: el que partía de un obrero formado en alguna escuela pública o privada de enseñanza profesional y que procedía de un centro de trabajo reconocido o, si no era así, había mostrado a lo largo de su experiencia profesional inquietud y motivación por mejorar; el que, ya dentro de la etapa de pensión, compaginaba trabajo y estudio; el que gestionaba cuidadosamente su ciclo formativo para llegar hasta el final en los objetivos perseguidos; el que, bajo estos incentivos, pasaba de un centro de trabajo a otro, comparaba sus logros productivos, viajaba, observaba, se relacionaba, se convertía, en una palabra, en un hombre de su tiempo sin complejos. Algunas circunstancias personales objetivas facilitaban, de acuerdo con ciertas orientaciones de primera hora, la eficacia de la elección. Convenía que los obreros pensionados no fuesen ni demasiado jóvenes ni demasiado viejos, que no estuviesen casados, que se les distribuyese por grupos profesionales afines para mejor gestionar la formación inicial y la distribución en las Conceptos respectivamente de Durkheim, Gramsci y E. P. Thompson. Sobre ellos, VILLACORTA BAÑOS, F.: «La España social, 1900-1923. Estructuras, cambios, comportamientos», en España e Italia en la Europa contemporánea: desde finales del siglo XIX a las dictaduras. Fernando García Sanz (ed.). Madrid, CSIC, 2002, especialmente, pp. 287 ss. 7
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empresas extranjeras y que, siendo obreros en sentido estricto, se hubiesen formado en escuelas profesionales.8 Para mejor fijar los rasgos de partida, es posible encarnar estos caracteres-tipo en la fisonomía concreta de algunos de los pensionados, de los que tenemos la semblanza particular de su currículo formativo y profesional hasta el momento de acceder a la pensión por haber sido publicada su memoria de candidatura dentro de las páginas del Boletín. Uno de ellos era, por ejemplo, Sebastián Dueñas, tipógrafo de Granada. Había entrado como aprendiz en el Noticiario Granadino, al tiempo que seguía varios cursos en la Escuela de Artes y Oficios de la ciudad y aprendía en un centro privado los rudimentos de la lengua francesa. Siendo ya oficial impresor pasó a El Defensor de Granada como maquinista. Buscando mayores horizontes para su profesión se trasladó a Madrid, donde comenzó a trabajar en los talleres X y Z como minervista, taller que abandonó al no permitírsele renunciar al trabajo de horas extraordinarias para asistir a los cursos de la Escuela Nacional de Artes Gráficas. Pudo hacerlo en su nueva empresa, pero solo durante poco tiempo, volviéndosele a plantear la alternativa de abandonar el trabajo o los estudios. Ningún aliciente había encontrado ni en sus lugares de trabajo, ni en sus compañeros ni en la Escuela Nacional, cuyas clases eran «deplorables», sino más bien entorpecimiento, ocultación de los conocimientos del oficio para evitar la competencia, ramplonería y rutina; y solo el interés personal por estar en contacto con las novedades del oficios a través de las revistas industriales y profesionales, como por ejemplo la que publicaba el Instituto Catalán de las Artes del Libro, los Anales Gráficos editados en español por la Escuela de Leipzig (el Technikum für Buchdruker, sobre el que más adelante volveremos), la revista del mismo título del Instituto gráfico bonaerense, el Arte Tipográfico, de Nueva York, editada en español, así como el Tipógrafo y Litógrafo alemán, y otras en lenguas extranjeras le habían abierto los ojos, según decía, a la nuevas posibilidades de su oficio.9 Otro era Francisco Joanxich Aymé, metalúrgico de Barcelona. Había comenzado como aprendiz en los talleres de carpintería metálica y modelos para fundición de Eduardo Oró de Lérida, había pasado cuatro años Memoria relativa al primer período de su gestión, que presenta al Excelentísimo Sr. Ministro de Fomento..., p. 12. 9 DUEÑAS, Sebastián: «Notas acerca de la formación profesional de un obrero tipógrafo», BJPIOE, VI, 1, 2, enero, febrero, 1921, pp. 8-11. 8
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después a la de Juan Mani de Barcelona en calidad de medio oficial, después a los talleres Planas durante tres años, al de Ginés Casany, que le confió el puesto de jefe de taller, y finalmente a la fábrica Aceros San Martín, en la que desempeñaba el cargo de químico analista-ensayador de metalurgia. Porque, efectivamente, en todo ese trayecto laboral había logrado también abrirse paso en los estudios teóricos de su oficio, primero en las clases de dibujo lineal que se daban por la noche en el Instituto de Lérida, más tarde en la Escuela Provincial de Artes y Oficios y su sucesora la Escola Elemental del Treball. Al terminar los estudios de la especialidad mecánica en esta escuela inició el peritaje impartido para obreros en el Ateneo Obrero de Barcelona, estando a punto de concluirlo en el momento de presentar su candidatura a la pensión, en la especialidad de química y electricidad, por la Escuela Industrial de Vilanova i la Geltrú. Fuera de esta enseñanza profesional, había seguido tres cursos de lengua francesa en L’Alliance Française, otros de inglés en el Ateneo Obrero, otras enseñanzas, como alumno oficial y oyente, en la Escuela de Bellas Artes, y tres cursos de Economía social, por la relación, según él mismo decía, «que modernamente tiene con la técnica», tras los cuales el tema había ocupado ampliamente sus lecturas, con particular interés las que tenían relación con la organización científica del trabajo.10 Un tercero era el artista plástico y decorador Francisco Artigas Dernis, cuya semblanza biográfica aparecía en el Boletín en 1920 acompañando un comentario sobre diversas exposiciones en Barcelona, Madrid y Santander en las que había expuesto sus obras. Incorporado como aprendiz en la casa Pujol Hermanos de Barcelona, continuó en la de Enrique Murillo como oficial. Durante este tiempo había realizado obras de talla bajo la dirección de Salvador Alarma, entre ellas, algunas para el bar La Luna de la plaza de Cataluña y para los ascensores de la casa Enrique Cardellach. En 1909 ingresó en el taller de José Artigas de Valencia, donde se dedicó al aprendizaje del dibujo de muebles. En 1912 regresó a la casa Pujol de Barcelona, con el cargo de dibujante-director artístico. En 1913 ejecutó varios trabajos en Madrid y Toledo por encargo de la casa Manuel López de Madrid, entre ellos la decoración interior y mobiliario de la Fábrica Nacional
10 JOANXICH AYMÉ, Francisco: «Notas acerca de una formación profesional», Ibídem, pp. 12-16.
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de Armas de Toledo. En 1915, de nuevo en Barcelona, hizo el proyecto de la Casa Smith Premier, ejecutado por la carpintería Margarit, el proyecto de la Camisería y géneros de punto Sorolla, de la calle Puerta Ferrisa, de la misma ciudad, ejecutada por la carpintería Estanislao Mas y la decoración parcial del interior de los Grandes Almacenes de Damians, de la calle de Pelayo, ejecutada por la Casa Viladó. Más tarde entró en la Casa Vidal como dibujante decorador, en la que trabajaba en el momento de obtener la pensión.11 En otros casos era más bien la índole de las inquietudes y proyectos de los candidatos lo que retenía la atención de los gestores de las pensiones, incluso si se daba la circunstancia de no darle finalmente curso, como fue el caso de Manuel Llaneza Gil, quien a propósito de su plan de perfeccionar el conocimiento de la fabricación de limas, mostraba el escaso desarrollo que en España tenía la producción de aceros especiales y de la elaboración del temple de esta herramienta básica.12 Otro candidato, Vicente Aldeguer Sala, este sí pensionado, proponía el desarrollo de varias industrias a partir de productos de consumo o de desecho muy abundantes en la región levantina donde habitaba, tales como la industria de extracción de aceite —como lubrificante o para la fabricación de jabones— a partir de la almendra amarga y dulce de albaricoque, que en aquellos momentos era exportada en grandes cantidades para estos fines desde la región murciana hacia Inglaterra, Alemania y Francia; la explotación con el mismo objetivo de las aceitunas, de las heces de vino para la obtención del crémor o del limón para obtención del ácido cítrico cristalizado.13 Otro candidato del sector agrícola, Ulpiano G. del Valle, mostraba su alarma ante la invasión de los productos lácteos de Francia y Holanda, una vez pasadas las circunstancias de la guerra europea, y proponía estudiar en Alemania, Francia, Holanda y Dinamarca las industrias de los colorantes vegetales, las de cuajos y fermentos y las de fabricación de quesos, a fin de dar paso a esta industria española desde la cantidad, a la que por la demanda y precio le habían llevado las circunstancias excepcionales pasadas, 11 WINTER, Ernesto: «Francisco Artigas y su obra», BJPIOE, VII (sic, la secuencia correcta sería V), 4-5, abril mayo, 1920, pp. 1-2. 12 LLANEZA GIL, M.: «Notas acerca de la fabricación de limas», BJPIOE, VI, 1, 2, enero-febrero, 1921, pp. 17-20. 13 ALDEGUER SALA, Vicente: «Conveniencia de la creación de algunas industrias derivadas de la agricultura», Ibídem, pp. 21-22.
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a las condiciones económicas de calidad y competencia que comenzaban a confrontarle los productos lácteos de aquellos países.14 Respecto a la procedencia geográfica, numerosos datos parciales recogidos al hilo de las sucesivas convocatorias de las pensiones han trazado ya el esbozo aproximativo de su distribución provincial; una distribución que, por reiterada, se puede concluir razonablemente que coincidiría a grandes rasgos con la del conjunto de las expediciones si estuviésemos en condiciones de hacer ese recuento. Basta comparar de nuevo aquellos datos con los que nos proporciona el cómputo general de pensionados hasta 1920, publicado en el ya mencionado folleto de 1919. De los 162 expedicionarios obreros sobre los que se dan datos al respecto, del total de 164 pensionados, los efectivos más numerosos procedían de las provincias de Barcelona (32) y Madrid (26), seguidos ya a cierta distancia por Asturias y Vizcaya (13), Tarragona y Salamanca (9) Valencia y Zaragoza (7), Navarra (4) y a continuación con tres o menos otras veinticinco provincias.15 El indicador geográfico puede ofrecer aún mayor interés confrontado a la evaluación de los perfiles profesionales concretos de los pensionados en cada una de las provincias, incluso si las tendencias predominantes resultan por demás predecibles para quien tenga un conocimiento mínimamente aquilatado sobre la localización de las actividades productivas en el campo y en la industria de la España del momento. Deteniéndonos sólo en aquellos oficios o profesiones que podían marcar de forma más clara las diversidades económicas regionales en su distribución por productos o por ramas industriales, como eran los oficios mecánicos o electromecánicos, los textiles y las actividades agrícolas —la mayoría de los restantes señalados por las convocatorias, como curtidos, artes del libro, muebles u oficios artísticos, por sus características eran susceptibles de repartirse de manera más uniforme por toda la geografía nacional— su distribución territorial apunta muy claramente en algunos casos, no tanto en otras, hacia las tendencias estructurales indicadas. Barcelona aporta de manera casi 14 GONZÁLEZ DEL VALLE, Ulpiano: «Las industrias de la leche en España», Ibídem, pp. 23-24. 15 Con tres efectivos Cádiz, Córdoba, La Coruña, Logroño y Ciudad Real; con dos Alicante, Baleares, Gerona, Guipúzcoa, León, Santander y Sevilla; y con uno Albacete, Cáceres, Guadalajara, Jaén, Lérida, Lugo, Murcia, Palencia, Soria, Teruel, Toledo, Valladolid y Vitoria, Breve resumen de la labor..., pp. 7-29.
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monopolística, con algunos pequeños apéndices en Tarragona, Gerona, Salamanca (Béjar), Zaragoza, Valencia y Albacete, los efectivos dedicados a la industria textil. Madrid destaca, en cambio, en los oficios mecánicos, en los que contribuyen también, a cierta distancia, Vizcaya, Barcelona, Asturias, Salamanca, Cádiz (San Fernando), Santander (Los Corrales de Buelna) y otras provincias. Por último, la procedencia de los oficios agrícolas seleccionados presenta una mayor diversificación, aunque en buena medida también predecible. Navarra, Tarragona, Barcelona, Valencia, Logroño, Vizcaya, Ciudad Real, La Coruña, Asturias, Baleares, Zaragoza, Alicante, Teruel, Murcia, Santander, Palencia y Madrid proporcionaron los principales efectivos, en su mayor parte del sector de la vitivinicultura y en menor medida de la oleicultura y de las industrias derivadas de la leche. Ciertamente, no son indicios demasiado precisos, porque tampoco lo eran a este respecto los criterios de selección, que se veían lógicamente forzados por el principio impredecible de la preparación individual. No obstante, también los escasos datos que disponemos en torno a este extremo parecen orientar hacia las ecuaciones generales que rigen este tipo de aritmética social: la estricta correspondencia entre desarrollo económico, innovación técnica y formación del capital humano. «Debemos consignar —se decía en la memoria de las actividades de la promoción de pensionados de 1910— que las provincias que han mandado mejor personal han sido Barcelona, Bilbao, Oviedo y Salamanca, aunque algunos de las otras son también excelentes obreros».16
1.2. Un objetivo fundamental: trabajo y formación Con carácter general no cabe duda de que el reto de completar la formación, incluso hasta los grados superiores de ingeniería, contó de manera destacada en la voluntad de numerosos candidatos a pensión; un reto de fisonomías múltiples, que no dejaba de evidenciar de rechazo el estado excesivamente rígido del mercado español de las titulaciones técnicas superiores. Así, podían buscarse indistintamente titulaciones en nuevas especialidades industriales, unos estudios menos teóricos y más prácticos, de menor duración, menos sujetos al rígido maltusianismo de las Escuelas superiores españolas, más orientados a las actividades 16
Memoria relativa al primer período de su gestión..., p. 12.
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económicas privadas y menos al servicio del Estado; en resumen, como ya decía el diario El Imparcial a comienzos de siglo, unas posibilidades alejadas de la «petrificación» de los centros oficiales españoles. Lo cual no significaba dejar de lado, por otra parte, los alicientes de «aristocratismo» y de promoción social que estaban adheridos tradicionalmente al título superior y que poco habían cambiado —según decía Madariaga en 1933— a pesar de las transformaciones producidas desde los tiempos en que el ingeniero se orientaba casi exclusivamente a los cuerpos técnicos del Ministerio de Fomento y al de Hacienda: «Hasta el obrero que ha tenido aspiraciones a puestos directivos ha sentido el ansia de obtener el título de ingeniero, considerándolo como la única llave para abrir determinadas puertas deseadas, lo que le ha llevado frecuentemente a la emigración a Francia, Bélgica y otros países; de mi experiencia personal al frente de la Junta de Pensiones, hoy Centro de Perfeccionamiento Profesional, podría recoger muchos nombres de pensionados cuyo único objetivo de solicitar la pensión fue precisamente recoger el valioso pergamino, considerando las grandes dificultades que en España tendrían para lograrlo y las posibilidades de conseguirlo en otro país, aun cuando fuera en una escuela por correspondencia. Y lo curioso del caso es que el procedimiento ha dado resultado en algunos casos, lo que demuestra unas veces el valer de algunos profesionales y en otros la estupidez de algunos patronos, amén de algunos otros casos en que podría quizás demostrarse ambas conclusiones».17 Los datos que poseemos sobre este perfil poliédrico de los obreros expedicionarios son numerosos. Los más explícitos nos los proporcionan los resúmenes publicados sobre las circunstancias y resultados de la expedición de 1910 y sobre las de 1910, 1913 y 1916 conjuntamente, más adelante.18 En estas fuentes se confirma el significativo número de personas que compaginaban trabajo y estudio. Del conjunto de 118 pensionados de las dos primeras expediciones mencionadas, de las que se contaba con resultados firmes en 1919, cuarenta y cinco se encontraban en ese caso, aunque seis de ellos abandonaron los estudios en parte por falta de adecuada preparación para seguirlos con aprovechamiento. Del resto, algunos tenían específicamente como objetivo la obtención de un diploma profesional, incluso del nivel superior de ingeniería —seis de MADARIAGA, La formación profesional..., p. 231. Se trata de los textos ya mencionados Memoria..., publicado en 1913 y Breve resumen... de 1919, de donde proceden los datos que siguen. 17 18
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ellos menciona en concreto dicha fuente19— y otros buscaban más bien formación complementaria práctica para sus actividades ya bien definidas.20 Podemos decir sin temor a equivocarnos que la senda desbrozada por estos pioneros fue ampliamente recorrida por sus sucesores. Referidos al conjunto de las expediciones, los casos en que se menciona esta circunstancia son numerosos. Del total contabilizado de 539 obreros pensionados 136 de ellos tuvieron algún tipo de ocupación formativa, según lo documentan expresamente las reseñas de sus actividades, bien especificando el centro o señalándolo genéricamente, bien a través de clases presenciales y prioritarias, bien como actividad suplementaria e incluso por correspondencia. No tenemos una evaluación precisa de los resultados globales de esos estudios, como sucede con las primeras expediciones, pero sí algunos datos aislados que nos conducen en la dirección apuntada, como son los casos, entre otros, del pensionado López Mateos, estudiante en la escuela técnica de Mittweida y después colocado como «ingeniero electricista» en la Sociedad Peñarroya; como López Acebedo, estudiante en la recién creada Escuela Superior de Fundición de París, o como Godofredo Saucedo, estudiante de ingeniería en Birmingham y después uno de los primeros contratados por la recién constituida CTNE, como ayudante de ingeniería de la oficina técnica.21
1.3. Principales centros de estudio Al respecto, hay una serie de instituciones educativas que aparecen regularmente en esas anotaciones y que merecen aunque solo sea algunas líneas suplementarias. Sin duda, las más repetidas son las que se encuentran vinculadas a los oficios que los gestores de la obra de pensiones consideraron prioritarios desde el comienzo en la tarea de perfeccionamiento técnico: los acogidos al amplio tronco de la industria minero-metalúrgico-mecánica y sus derivaciones modernas a partir de las nuevas energías de la electricidad y el petróleo. Sobre ellos volveremos con mayor detenimiento más adelante. Los centros politécnicos más frecuentados por los obreros y técnicos de estas profesiones fueron la Eran los siguientes: Antonio Massagué, Francisco Llusá, Manuel Pujol, Eduardo Casans, Francisco López Mateos y Leopoldo Gutiérrez. Breve resumen..., pp. 30-31 y 34. 20 Breve resumen..., pp. 30-33. 21 «Cosas que conviene saber» BAEPEE, II, 10, febrero, 1925, pp. 7. 19
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École des Travaux Publiques, du Bâtiment et de l’Industrie, el Conservatoire d’Arts et Métiers, ambos en París, y la Université du Travail de Charleroi. Se trataba en el primer caso de una entidad privada cuyo embrión había surgido de los cursos por correspondencia organizados por el maestro de obras Léon Eyrolles en 1891 y que desde 1902 comenzó su andadura como escuela de aplicación en la localidad de Arcueil-Cachan, en los alrededores de Paris, aunque manteniendo igualmente la formación de los alumnos por correspondencia, modalidad utilizada por un buen número de pensionados22; régimen, por cierto, específico de la inglesa International Correspondence Schools, también aprovechada en algún caso. El Conservatoire, por su parte, era una de las más antiguas y acreditadas instituciones de formación profesional de París. Fundado en plena revolución, en 1794, por iniciativa del Abbé Grégoire, a fin de convertirse en un centro de enseñanza y experimentación de las artes industriales, terminará adquiriendo finalmente en 1819 su fisonomía definitiva como alta escuela de aplicación de los conocimientos científicos al comercio y a la industria en un régimen de enseñanza pública y gratuita.23 En los años de entreguerras, según cuenta Ernesto Winter, se estableció en él por iniciativa de un gran número de industriales deseosos de facilitar a sus operarios el acceso a la promoción profesional una «enseñanza práctica» complementaria de sus cursos nocturnos, que tuvo un notable 22 VACHER, Hélène: «L’École spéciale des travaux publics et le projet de l’ingénieurarchitecte au début du XXe siècle, 1901-1939», en Formation au travail, enseignement technique et apprentissage. Sous la direction de Thérèse Charmasson. Paris, Éditions du CTHS, 2005, pp. 65-85. 23 LÉON, Antoine: La Révolution française et l’éducation technique. Paris, Société des études robespierristes, 1968, especialmente pp. 157-159, 170-173, 189 y 241-242. Más recientemente, Le Conservatoire National des Arts et Métiers au coeur de Paris, 1794-1994. Direction: Michel Le Möel et Raymond Saint-Paul. Coordination scientifique: Claudine Fontanon. Paris, Conservatoire..., 1994; FONTANON, Claudine: «Le Conservatoire nacional des Arts et Métiers (1794-1920)», en La France n’est-elle douée pour l’industrie?, sous la direction de Louis Bergeron et Patrice Bourdelais. Paris, Belin, 1998, pp. 275-304. Sobre la enseñanza de algunas nuevas disciplinas científicas, BLONDEL, Christine: «L’électricité au Conservatoire des Arts et Métiers: des physiciens aux électrotechniciens (1850-1940)», en Histoire de l’électricité. La naissance de l’ingenieur électricien. Origines et développement des formations nationales électrotechniques. Actes du troisième Colloque international de l’histoire de l’électricité, organisé par l’Association pour l’histoire de l’électricité en France, Paris, 14-16, décembre 1994, réunis et édités par Laurence Badel. Paris, AHEF, 1997, pp. 23-39.
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éxito24 y que fue, sin duda, la sección a la que tuvieron acceso los pensionados españoles. Por último, la Université du Travail de Charleroi era desde su creación en 1903 por el joven abogado socialista Paul Pastur un centro de referencia europeo en la formación profesional. Establecida inicialmente con ocho secciones, que incluían estudios técnicos (diseño industrial, electricidad, construcción, minas, industrias químicas y metalurgia) y comerciales (ciencias comerciales y lenguas), su enseñanza se graduó desde 1913 en forma de tres escuelas distintas: Industrial Superior, Profesional diurna y Profesional nocturna y de domingo, cosa que obviamente, cualquiera que fuese el nivel de partida, facilitaba las aspiraciones formativas de los pensionados, muy abundantes en las cuencas industriales aglutinadas en torno a las ciudades belgas de Lieja y Charleroi.25 Terminará siendo, según señala César de Madariaga, el modelo para la Universidad Industrial de Barcelona, cuando en 1913 terminen de integrarse en la Escuela Industrial creada en 1904 el conjunto de los estudios técnicos elementales de la Escuela Libre de Artes y Oficios de la Diputación y más adelante, en 1924, los propios de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales.26 El traslado físico solo se concluirá en 1927.27 Muy por detrás de ellos en las opciones educativas de los pensionados se encontraban otros centros de carácter politécnico o especializado. Entre los primeros se contaban la Escuela de Artes y Oficios de Lincoln, la Escuela Técnica de Glasgow (antiguo Anderson College fundado en 179528) y el Instituto Técnico de Liverpool, en el Reino Unido, la Escuela Mittweida de Sajonia o la Escuela Industrial de Lieja, en Bélgica. Pero sin duda, los centros más numerosos y frecuentados de este grupo fueron los franceses: la Sociedades de Enseñanza Profesional del Rhône29, en Lyon, 24 WINTER BLANCO, Ernesto: El movimiento industrial después de la guerra (Francia, Inglaterra e Italia). Madrid, JAE, 1922, pp. 52-53. 25 STAQUET, Willy: L’Université du Travail de Charleroi. Mons, 1997. 26 Trasladada por R. O. de 18 de marzo de 1924, Gaceta 23. 27 La Escuela de Ingenieros en el recinto de la Universidad Industrial (1927). Edición a cargo de Guillermo Lusa Monforte. Documentos de la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona, 14. Barcelona, Escola Tècnica Superior d’Enginyeria Industrial de Barcelona..., 2004. 28 Sobre él, ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., pp. 134-135. 29 Entidad nacida de la Association lyonnaise pour la propagation de l’enseignement creada en 1864, convertida en 1871 en la Société d’enseignement professionnelle du Rhône. Sobre ella, y en general sobre las relaciones entre desarrollo industrial y creación de las instituciones de enseñanza técnico-profesional en la ciudad de Lyon durante el siglo XIX,
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y de París y, especialmente, el Instituto Politécnico de Grenoble, un centro cuyo embrión se encuentra en unos cursos de electricidad industrial emprendidos en 1892 por iniciativa del profesor de física de la Universidad, Paul Janet, ampliados en los años siguientes a las especialidades de hidráulica y electroquímica y electrometalúrgica, con sus laboratorios específicos, hasta formar el esqueleto una auténtica universidad técnica de diversas especialidades de ingeniería superior. Fue creado además un Laboratorio de Control, que dio servicio de inspección de instalaciones y contadores a empresas y particulares. En 1907, por iniciativa del entonces director del Instituto, del presidente de la Unión de Fabricantes del Papel de Francia, la Cámara de Comercio de la ciudad y las autoridades políticas regionales y nacionales se anexó al centro una Escuela de Papelería, con una sección superior que proveía el título de ingeniero y una sección elemental para la formación de contramaestres de fabricación, así como sendos laboratorios especiales de ensayos químicos y de ensayos de pastas de papel; un centro en el que se formaron también algunos pensionados de esta especialidad.30 Entre los centros de enseñanza especializados dentro de la rama que estamos tratando cabría destacar los orientados a las secciones mecánicoCAYEZ, Pierre: Crises et croissance de l’industrie lyonnaise 1850-1900. Paris, CNRS, 1980, pp.174-184. También, ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., pp. 201-203. 30 Sobre las enseñanzas allí recibidas por un obrero pensionado, GUTIÉRREZ, Leopoldo: «Química del encolado del papel (Apuntes tomados del curso de Papelería en la Escuela de Grenoble)», BJPIOE, I, 3, marzo, 1916, pp. 88-99. Sobre el Instituto y la Escuela de Papelería, Escuela Especial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos: La enseñanza técnica en Europa. Memoria presentada en cumplimiento de la R. O. de 5 de julio de 1911 por los Profesores D. Vicente Machimbarrena y D. Carlos de Orduña. Madrid. 1912, pp. 14-15. Con mayor detenimiento hizo la reseña del centro uno de los pensionados, J. CUCURELLA: «Varias notas e informaciones. El Instituto Politécnico de Grenoble», BJPIOE, IX, 1, 2, 3, enero-febrero-marzo, 1924, pp. 39-45, tomando como base las palabras pronunciadas por el director del Instituto, M. Barbillon, en la apertura del curso 1922-1923. También, DOIZY, Marie Ange; FULACHER, Pascal: Papiers et Moulins des origines à nos jours. Argenton-sur-Creuse, Éditions Technorama, 1989, pp. 260-263. Sobre ambas instituciones, también, ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., pp. 211-212. Hoy día es la Escuela Superior de Ingenieros de Grenoble. Sobre las relaciones «ejemplares» entre industria e instituciones educativas y de investigación en esta ciudad, los interesantes trabajos recogidos en el monográfico sobre «Le dialogue entre la science et l’industrie à Grenoble...» de La Revue pour l’histoire du CNRS, 2, mai, 2000, especialmente la reflexión general de François Caron y las conclusiones de Muriel Le Roux y Girolamo Ramunni.
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metalúrgicas y eléctricas, en concordancia con las especialidades predominantes de los pensionados. Entre ellos se contaron la Escuela de Electricidad y el Instituto Metalográfico de Berlín, la Escuela de Mecánica de Lieja31, la Escuela Profesional de Obreros Metalúrgicos (Berufsschule für Metallarbeiter) de Winterthur, Suiza32, la Escuela Profesional de Charleroi33 y, ya en París, las escuelas «Radioeléctrica»34, la Superior de Electricidad y la Superior de Fundición. La de Electricidad era —lo sigue siendo— una institución privada constituida en 1894 por la Société Française des Électriciens35 a fin de formar a los profesionales de esta industria en pleno desarrollo. Al poco de su creación se instaló en el barrio parisino de Malakoff, donde la frecuentaron los pensionados españoles.36 La de Fundición tuvo su origen en el Congreso Internacional de Fundición, 31 Fundada en 1901 por iniciativa de la provincia y de la ciudad de Lieja, en forma de pensionado, adquirió muy pronto una gran importancia su especialidad en la rama del automóvil, ofreciendo cursos prácticos de tres años de construcción y mecánica del automóvil y de chófer de un año, IZART, J.: «Choses vues. L’école de mécanique de Liège...», La Vie Automobile, 9e année, 414, 4-IX-1909, p. 567-568. 32 Sobre ella y otras instituciones suizas de formación profesional, que más adelante señalaremos, como la Escuela de Relojería de Ginebra o la de la firma Sulzer, WETTSTEIN, Emil: Die Entwicklung der Berufsbildung in der Schweiz. Aarau-Frankfurt am Main, Sanerländer, 1987. 33 Creada en 1909. El pensionado Juan García Argüelles siguió en ella un curso de radiotelefonía, BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, p. 6. 34 En estos términos se mencionaba. Podía hacer perfectamente referencia a la Sección de enseñanza teórica y práctica de radiotelegrafía creada en 1911-1912 dentro de la Superior de Electricidad, orientada especialmente hacia los oficiales e ingenieros del Ministerio de la Guerra, Société française des électriciens: École Supérieure d’Électricité. Section de Radiotélegraphie. Paris, Chiron, 1926. 35 Entidad creada en 1883, uno de los frutos de la I Exposición Internacional de la Electricidad, desarrollada en París en 1881. El congreso científico celebrado simultáneamente tuvo una gran importancia en la homogeneización de las unidades de medida eléctrica. Además de la Escuela la principal obra de la SIE fue el Laboratoire central d’électricité, creado en oficialmente en 1882, aunque puesto en marcha realmente en 1888 por la entidad, RAMUNNI, Girolamo: «La naissance de la Société internationale des électriciens», en Histoire de l’électricité. Électricité et électrification dans le monde. Actes de deuxième colloque international d’histoire de l’électricité... Paris, 3-6 juillet 1990, réunis et édités par Monique Trédé. Paris, Association pour l’histoire de l’électricité en France, 1992, pp. 73-86. 36 RAMUNNI, Girolano: Cent ans d’histoire de l’École Supérieur d’Électricité, 18941994. Avec la colab. de Michel Savio. Paris, Saxifrage, 1995. Un resumen más reciente el capítulo «Au coeur du processus de formation des électriciens en France: l’École supérieur d’électricité (1894-1994), en el que participan G. RAMUNNI: «Moments de l’histoire de Supélec»; Philippe OLMER: «La nécessaire réforme des années soixante»; André BLANC-LAPIERRE: «L’expansion de l’institution»; Jean-Loup DELCROIX: «L’École dans
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anejo a la Exposición celebrada en París en septiembre de 192337, aunque la iniciativa provenía del Congreso de la Association Technique de la Fonderie, celebrado en Lieja dos años antes, donde Eugène Ronceray, uno de los socios de la fundición Bonvillain & Ronceray, de la que más adelante hablaremos, expuso la idea en una conferencia sobre aprendizaje. La creación definitiva se debió al Sindicato general de Fundidores de Francia, bajo el patrocinio del Estado y comenzó sus trabajos desde el mismo mes de enero del año siguiente en los locales de la Escuela Nacional de Artes y Oficios.38 Un pensionado, Santos López Acevedo, fue alumno de la primera promoción de la Escuela, en cuyo ingreso obtuvo el primer puesto de la clasificación general, y durante algún tiempo remitió informes periódicos sobre ella.39 De nuevo en este caso, según este mismo pensionado señalaba, la iniciativa privada se había adelantado a la acción estatal, ya que la Escuela «había sido creada en virtud de la necesidad que de buenos técnicos tenía el Sindicato General de Fundidores de Francia...[...]. No ha de pasar mucho tiempo sin que veamos a la industria del hierro progresar enormemente en Francia, impulsada por el empuje juvenil de sus nuevos ingenieros fundidores, que hoy día se disputan las empresas apenas salidos de la Escuela».40 les années quatre-vingt» y Bernard PICINBONO: «Supélec aujourd’hui», en Histoire de l’électricité. La naissance d l’ingénieur-électricien. Origines et développement des formations nationales électrotechniques. Actes du troisième colloque international d’histoire de l’électricité, organicé par l’Association pour l’histoire de l’électricité en France..., réunis et édités par Laurence Badel. Paris, Associations pour l’histoire..., 1997, pp. 173-218. Sobre ella también, así como sobre otras escuelas y secciones de enseñanza de la electricidad en Francia, FOX, Robert: «France in perspective: education, innovation and performance in the French electrical industry, 1880-1914», en Education, technology and industrial performance in Europe, 1850-1939. Ed. by Robert Fox and Anna Guagnini. Cambridge, University PressParis, Éd. de la Maison des Sciences de l’Homme, 1993, pp. 201-226; también ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., pp. 282-283. 37 MORENO CARACCIOLO, Mariano (vocal de la Junta): «El Congreso Internacional de Fundición», BJPIOE, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1923, pp. 1-4. 38 El ingeniero Juan Manuel España, director técnico de Bonvillain-Ronceray y uno de los más activos colaboradores de la obra de pensiones en París dirigió en 1924 la publicidad de la Escuela al Subsecretario del ministerio de Trabajo para que la colocase en lugar conveniente a fin de obtener la frecuentación de la Escuela por parte de alumnos españoles, carta de 28 de julio, AGA (5)16 32/16532. Expediente de 1928, 29, 30 y 31, carp. 6. 39 «La Escuela Superior de Fundición de París», BJPIOE, IX, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1924, pp. 1-8. 40 L[OPEZ] ACEVEDO, S.: «La enseñanza superior de fundición», BJPIOE, XI, 7, 8, 9, julio-agosto-septiembre, 1925, p. 6. En este mismo número se reseñaban ampliamente los
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Como caso particular de esta misma rama cabe citar la Escuela Superior de Aeronáutica y de Construcciones Mecánicas de París creada en 1909 por el coronel de Artillería Jean-Baptiste Roche como centro preparatorio para las disciplinas superiores de ingeniería, que fue frecuentada por los pensionados españoles de la especialidad. Y en relación con ella, por la especialidad aeronáutica que el pensionado concernido fue a desarrollar, es preciso mencionar por último el ya en aquel momento prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts, en los Estados Unidos de Norteamérica, al que se dirigió en 1925, pensionado por la Junta, uno de los pioneros de la aviación española, Heraclio Alfaro Fournier, para iniciar su largo periplo americano, según veremos más adelante. El Instituto, fundado en 1861 por William Barton Rogers en 1861, se convirtió muy pronto desde su puesta en marcha en 1865 en una referencia mundial de la enseñanza y la investigación en las más diversas ramas de las ciencias experimentales, la tecnología y las ciencias humanas; alta posición en la que ha permanecido hasta nuestros días.41 Entre los pensionados del sector agrícola (fundamentalmente de las ramas de la viticultura, oleicultura y actividades derivadas de la leche) fueron bastante habituales las actividades complementarias formativas. Los primeros tuvieron su centro de operaciones en la zona vitivinícola de Burdeos, compaginando los trabajos en las bodegas de la zona con la asistencia, financiada por la Junta, a las conferencias y a las enseñanzas prácticas en el Laboratorio de ensayos y análisis de vinos del profesor de química de la Universidad bordelesa, M. J. Dalbavie y en menor medida en el de química y micrografía del profesor J. Ch. Essner.42 trabajos del V Congreso Internacional de Fundición celebrado en Lieja en octubre de 1925, pp. 41-52. 41 La bibliografía sobre él es ya inmensa. Con carácter general, HAPGOOD, Fred: Up the Infinite Corridor. MIT and the Technical Imagination. Reading, Addison-Wesley, 1993; STRATTON, Julius A. and MANNIX, Loretta H.: Mind and Hand. The Birth of M.I.T. Cambridge, MIT Press, 2005. Un muy documentado resumen en http://en.wikipedia.org/ wiki/Massachusetts_Institute_of_Technology. 42 Algunos pensionados dedicaron su memoria a estos cursos, MELERO RETES, Antonio: «Apuntes de las conferencias que el ingeniero químico M. Dalbavie, de Burdeos, ha dado a la Sección vinatera española de obreros pensionados en el extranjero, correspondiente a esta expedición», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 313-330; MASSÓ JOVÉ, José: «El ácido sulfuroso en Enología. Dosado oficial en Francia. Método Rippert. Método aproximado o preliminar, seguido en el laboratorio del químico M. Dalbavie, de Burdeos», BJPIOE, II, 16, 17, 18, abril, mayo, junio, 1917, pp. 2441; del mismo obrero pensionado: «Vino blanco de 1914, tratado al ácido sulfuroso en
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Algunos completaron además esta formación con cursos en la Société Philomathique de aquella ciudad en su rama dedicada a enología. Se trataba de la sección girondina de la Société Philomathique de Paris creada en 1788 como sociedad científica no secreta, republicana e independiente, abierta al conocimiento bajo los principios de autenticidad, tolerancia y libertad.43 Tampoco faltaron expedicionarios en otras zonas vitivinícolas y en sus centros formativos, como la Escuela de Viticultura de Beaune, en la Borgoña, creada en 1884, donde dos obreros pensionados aprendieron viticultura y, especialmente, a injertar las cepas americanas inmunes a la filoxera44, y la de Viticultura y Enología de Tréveris. Los segundos repartieron su formación entre Escuela-Laboratorio de Aceites y Grasas del Instituto Politécnico de Milán, la casa Recci de Porto Maurizio (actual Imperia, en la Riviera italiana, una zona de larga tradición olivarera45), el Oleificio Sperimentale de Spoleto (del que más adelante hablaremos) y, ya fuera de Italia, la Escuela de Agricultura de Antibes, en la Provenza francesa. La Escuela de Milán, creada en 1904, se había convertido desde su puesta en marcha en 1908 en un auténtico centro de experimentación sobre las grasas y sus derivados, «la mejor montada existente en Europa y aun en América», aparte su función como escuela para obreros del aceite, jabón, perfumes, barnices, etc.46 En su creación le cupo una parte importante a la poderosa Sociedad Humanitaria, una entidad creada en Milán en 1893 por Prospero Moisè 25 de junio de 1915 (procedencia Tarragona)», BJPIOE, II, 16, 17, 18, abril-mayo-junio, 1917, pp. 42-48; y HERREROS, Felipe: «Estudios teórico-prácticos hechos en el laborato-
rio de M. Dalbavie, de Burdeos, y de mis excursiones a las distintas regiones de Francia», BJPIOE, III, 7, 8, julio-agosto 1918, pp. 50-64. 43 Su divisa fue «Étude et amitié». Desde su origen organizó cursos científicos, que estuvieron en el origen del Licée des Sciences et des Arts, creado en 1794, La Société Philomathique de Paris et deux siècles d’histoire de la science en France. Colloque du Bicentenaire de la S. Ph. de Paris. Publié sous la direction de André Thomas. Paris, PUF, 1990. Sobre la floreciente sección de Burdeos, con cursos de más de 3000 asistentes, ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., p. 210. 44 Apostilla de W[inter] a la memoria de LÓPEZ, Anselmo y PUY, Mariano: «Vinificación por medio de las levaduras seleccionadas y trabajos de bodega», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 359-364, Winter, p. 364. Sobre la Escuela, Lycée Agricole: L’école de viticulture de Beaune, 1884-1984. Beaune, Institut national de recherches et d’applications pédagogiques, 1984. 45 Existe actualmente en la ciudad un Museo del Olivo, que muestra las diversas técnicas, maquinaria y utensilios utilizados históricamente en la elaboración del aceite. 46 WINTER BLANCO, E.: El movimiento industrial..., pp. 25-26.
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Loria con el objetivo de favorecer todo aquello que pudiera mejorar la situación social y la educación del obrero y que pronto, con el apoyo de la sociedad milanesa, se convirtió en una destacada referencia en la vida social y cultural de la ciudad y de toda Italia, promoviendo escuelas profesionales, redes de bibliotecas populares, un teatro, iniciando una Universidad de Artes decorativas y patrocinando otras múltiples iniciativas en el campo de la economía obrera, como casas y bolsas del trabajo, cajas de ahorro, colonias y cooperativas agrícolas para trabajadores desocupados y un instituto de crédito para cooperativistas.47 La Escuela de Antibes, por su parte, (École d’Agriculture et d’Horticulture d’Antibes) fue creada oficialmente por el Consejo General de la Provenza en 1890 como escuela de enseñanza agrícola práctica y en medio de múltiples vicisitudes, entre el Estado y las autoridades regionales, ha mantenido su continuidad hasta nuestros días, con el nombre actual de Lycée Agricole et Horticole d’Antibes.48 Los terceros, por ultimo, frecuentaron, en ocasiones sucesivamente, algunas de las Escuelas de lechería, quesería y mantequería existentes en Francia, concretamente las de Mamirolle, Surgères, Poligny y Byans, creadas en Francia entre el cambio de los siglos XIX y XX, la mayoría de las cuales ha permanecido hasta nuestros días como fundamento de la enseñanza y la investigación en esta importante rama agrícola del país vecino.49 Las de Mamirolle y Poligny fueron creadas en 1888 y 1889 respectivamente en aquellas localidades de la región del Franche-Comté, una zona de larga tradición artesanal en la elaboración del queso en régimen de pequeñas cooperativas locales (fruitières), que servirán en el siglo XIX a los fourieristas franceses para ilustrar su idea de la asociación productiva que 47 Il Modello Umanitaria. Storia, immagini, prospettive. A cura di Massimo della Campa. Milano, Società Humanitaria-Racconto Edizioni, 2003. 48 Datos en línea en http://www.vertdazur.educagri.fr/letablissement/lycee-horticole/ cadre-de-vie/historique-du-lycee.html (14/04/2011). 49 La mayor parte de los pensionados por el sector agrícola en la promoción de 1910 pasaron por las escuelas de lechería de Francia e Italia que mencionamos en este epígrafe: FUEGO ÁLVAREZ, R.: «Lecherías cooperativas...», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., especialmente sobre la escuela de Surgères, pp. 216-227; FERNÁNDEZ FRAGA, Gonzalo: «Las escuelas de lechería de Francia. Página agraria», Ibídem, pp. 279295, quien las criticaba ásperamente por su espíritu autoritario y su espíritu de lucro, con la excepción de la de Surgères; GONZÁLEZ DEL VALLE, Ulpiano: «El comercio de la manteca en Suiza» y «La agricultura en Suiza», en Ibídem, respectivamente pp. 297-301 y 303-306; JIMÉNEZ, Andrés: «Industria de la Caseína», Ibídem, pp. 307-311.
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buscaban expandir.50 Parecidas bases se podían encontrar en el departamento de la Charente-Maritime, donde fue creda en 1905 la escuela de Surgères por iniciativa de Pierre Dornic51 y de las industrias lecheras cooperativas de la villa. Como las anteriores, buscaba dejar atrás los métodos artesanales en la manipulación de la leche, en la fabricación de la mantequilla y del queso, poniendo en práctica nuevas técnicas de tratamiento de acuerdo con los resultados científicos sobre la fermentación y las condiciones ambientales de invasión microbiana de Louis Pasteur, a fin de asegurar la conservación de los productos y posibilitar su comercialización nacional. En 1910 promovió la creación de una fábrica de hielo, que facilitará notablemente el transporte de la mantequilla en vagones refrigerados.52 En Italia el centro principal de referencia en esta rama fue la Stazione Sperimentale di Caseificio de Lodi, un importante centro creado por decreto de 30 de abril de 1871 para el estudio de la leche y derivados, que mantenía una granja agrícola y un establo de bovinos de leche.53 50 VERNUS, Michel: Le comté, une saveur venue des siècles. Lyon, Textuel, 1988 y «Les fouriéristes et les fruitières comtoises», Cahiers Charles Fourier, 2, décembre, 1991, pp. 4756. Sobre las fruitières del Jura, también LEBEAU, René: «Le Gruyère jurassien, expression d’une société rurale», en Histoire et géographie des fromages. Actes du Colloque de Géographie historique, Caen, 1985, publiés sous la direction de Pierre Brunet. Caen, Université..., 1987, pp. 173-180. Sobre estas escuelas, véanse los trabajos informativos, sin pretensiones académicas, de BRENET, Gilbert: «L’enseignement laitier en France» y TINGUELY, Pierre: «Historique de l’E.N.I.L. de Poligny», ambos en L’Enseignemet agricole a 150 ans, 1848-1998. Contributions historiques de la Franche-Comté. Besançon, Comité Régional d’Histoire de l’enseignement agricole, 1998, pp. 33-44 y 227-248, respectivamente. 51 Véase KOCHER-MARBOEUF, Eric: «Pierre Dornic: le ‘maître à penser’ des laitières des Charentes et du Poitou», en Formation au travail, enseignement technique et apprentissage. Sous la dir. de T. Charmasson. Paris, Éditions du CTHS, 2005, pp. 275-280. 52 La actual ENILIA: École Nationale de l’Industrie Laitière et des Industries Alimentaires es su sucesora. Sobre ella, además de otras escuelas de muy diverso género bajo la perspectiva de la interrelación entre actores individuales, iniciativas públicas y demanda de enseñanza técnica por parte del medio económico, véase Formation au travail, enseignement technique et apprentissage, Actes, 127e Congrès du CTHS, Nancy, 1520 avril 2002. Sous la direction de Thérèse Charmasson. Paris, Editions du CTHS, 2005. También, MARTIN, Michel; TANGUY, Corinne y ALBERT, Pierre: «Le rôle des écoles laitières dans le processus d’innovation des entreprises: réseaux et proximité», Espaces et Sociétés, 124-125, 2006/2-3, pp. 111-129, así como DELBAERE, Nicolas: «L’État et la formation professionnelle laitière de 1880 à 1914», Cahiers Jaurès, 195-196, 2010/1-2, pp. 81-102. 53 CARBONE, Ettore: «L’insegnamento professionale nell’industria latiera italiana: il contributo dell’Istituto Sperimentale di Caseificio di Lodi». Comunicazione presentata al Congresso Interdistrettuale dei Rotary Clubs d’Italia, Napoli 20-22 marzo 1958. Lodi, Tip. La Moderna, 1958, 11 pp. Sep. de La Rivista del Latte, a. 14, nº 5 (set-ott. 1958).
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Ocasionalmente se mencionan también como centros formativos para otros oficios menos representados dentro de este sector las escuelas de Horticultura de Versalles creada oficialmente en 1873-7454, la Schweitzer de Motocultura de Montseveroux, la Nacional de Agricultura de Montpellier (una vieja escuela agrícola de carácter privado establecida en la Saulsaie, en Les Combes de l’Ain, transferida en 1870 a Montpellier y desde 1892 convertida en Escuela Nacional de Agricultura y más adelante en Escuela Superior de Ingeniería Agronómica, una de las más activas, por otra parte, en la lucha por la regeneración del viñedo francés55), la Escuela Superior de Jardinería (Höhere Gärtnerlehranstalt) de Dahlen (Berlín) y la École-Ferme de la Féculerie del barrio de la Patte d’Oie, de Herblay, en Seine et Oise.56 Frecuentes fueron también las actividades formativas entre los obreros del sector textil, un oficio que, antiguo y a la vez reactivado en un sector pionero en la industrialización europea, había dejado un considerable reguero de escuelas en las principales zonas de producción textil del continente, nacidas en buena medida por iniciativa de los propios industriales del sector, de las organizaciones económicas o de las instituciones políticas locales, lo que era por sí mismo el mejor testimonio del fructífero matrimonio entre los nuevos territorios de la industria, la innovación tecnológica y la formación.57 Las frecuentadas por los obreros pensionados textiles fueron la de Sedería de Lyon y las textiles de Mulhouse 54 Sobre ella, CHARMASSON, Thérèse; LELORRAIN, Anne-Marie y RIPA, Yannick: L’Énseignement agricole et vétérinaire de la Révolution à la Libération. Textes officiels avec introduction, notes et anexes. Sous la direction de Th. Charmasson. Paris, Publications de la Sorbonne, 1992, pp. LXXXIII-LXXXIV. 55 Al respecto, Histoires et chronologies de l’agriculture française. Sous la direction de Dominique Poulain. Paris, Ellipses, 2004, p. 320; LEGROS, J. P. et ARGELÈS, J.: L’odyssée des agronomes de Montpellier, 1848-1998. Paris, Édiagro, 1997, p. 101 y BOULAINE, Jean: Histoire de l’Agronomie en France. Paris, Technique et Documentation, 1996, pp. 301 ss. 56 En Regards sur Herblay. Du village du Paris à la ville d’Ile-de-France. Millau, Maury Imprimeur, 1985 no se menciona nada sobre esta Escuela Granja, a pesar de hacer un recuento de la enseñanza y las actividades económicas. 57 Un recuento historiográfico sobre esta cuestión en Francia, BODÉ, Gérard et SAVOIE, P.: «L’offre local d’enseignement. Les formations techniques intermédiaires, XIX-XXe. siècles», Histoire de l’Éducation, 66, mai, 1995, pp. 109-112. La perspectiva compleja entre todos estos actores de las iniciativas de enseñanza técnica, en BODÉ, G.: «Le ministre, le préfet et le proviseur: stratégies d’établissements, politique nationale et contingences locales dans l’enseignement technique, 1800-1940», en Formation au travail, enseignement technique et apprentissage. Paris, Éditions du CTHS, 2005, pp. 17-30.
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y Roubaix, en Francia, Verviers, en Bélgica, y Oldham y Manchester58 en Inglaterra, aparte de algunos otros centros, como la Escuela Superior de Comercio y de Textiles y la Facultad de Ciencias de Lyon, con secciones particulares, como tintura59, muy vinculadas a la tradición textil sedera de la ciudad.60 La del centro lanero de Verviers había arrancado en 1855 cuando la Cámara de Comercio de la ciudad creó una École de Tissage, a la que se unió desde 1890, por iniciativa del Ayuntamiento, una sección superior, permitiendo así abrir sus puertas a la École Supérieur de Textiles desde el año 1894-1895.61 La de Mulhouse fue creada en 1861 como escuela práctica de tejido mecánico por iniciativa de Auguste Dollfus, presidente de la Société Industrielle de Mulhouse62 y con el apoyo financiero
58 En realidad, Escuelas Técnicas municipales, aunque muy adaptadas al medio industrial. Sobre ellas, algunos datos en MASSÓ Y LLORENS, «Tecnología textil...», pp. 317-321. 59 Donde estudió el obrero pensionado Josep CLAVERÍA: «Un coup d’oeil sur la teinture», BJPIOE, IV, 5, 6, 7, mayo, junio, julio, 1919, pp. 32-43. 60 Sobre la puesta en marcha de estas enseñanzas, y de otras como la química y el curtido, por parte de la iniciativa privada en la ciudad de Lyon, CAYEZ, Pierre: «Les villes françaises et l’enseignement technique au XIXe siècle», en Instruir le peuple. Éducation populaire et formation professionnelle dans la France du Sud-Est et l’Italie du Nord, XVIIIeXXe siècles. Grenoble, Universités des Sciences Sociales, 1992, pp. 231-247. 61 BAUDET, Jean C.: «The training of engineers in Belgium, 1830-1940», en Education, technology, and industrial performance in Europe..., pp. 92-114, sobre la escuela, p. 104. Una reseña de la época, GILLET, Camille: École supérieure des Textiles. Filature, tissage, teinture. Verviers, 1900. 62 Una importante sociedad creada en 1826, que tuvo una parte muy importante en el desarrollo de la enseñanza técnica en la ciudad y no solo en el sector textil. Al respecto, OTT, Florence: La Société industrielle de Mulhouse. 1826-1876. Ses membres, son action, ses réseaux. Strasbourg, Presses universitaires de Strasbourg, 1999. También, de la misma autora, «L’enseignement technique: un souci constant de la Société industrielle de Mulhouse», en Formation au travail..., pp. 153-163, así como «L’action de la Société Industrielle de Mulhouse en faveur de l’enseignement professionnel», en L’Enseignement professionnel et la formation technique du début du XIXe au milieu du XXe siècle. Sous la direction de Brigitte Carrier-Reynaud. St-Étienne, Publications de l’Université de St.-Étienne, 2006, pp. 21-43. El Bulletin de la Société Industrielle de Mulhouse, que se publica desde 1828, dedicó su número 764, 3/1976, 166 págs, a la historia de la entidad: 150 anniversaire de la Société Industrielle de Mulhouse, 1826-1976. El artículo de Lucien CENDRE: «L’Enseignement supérieur à Mulhouse» dedica algunas páginas a la escuela textil de la ciudad y la considera como la primera «escuela de fábrica» del este de Francia, p. 143. Dedican también unas páginas a la SIM, en el contexto de la creación de las condiciones de enseñanza y difusión de los recursos técnicos alsacianos, COTTE, Michel et LAMARD, Pierre: «Veille tecnologique et Systeme technique: un modèle regional? Le cas Montbéliard-Mulhouse-Belford», en Rhin-sud. Un
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de los Établissement André Koechlin et Cie, uno de los pies de la futura Sociedad Alsaciana de Construcciones Mecánicas. En 1868 se convirtió en École de Filature et de Tissage, adquiriendo un gran prestigio y atrayendo casi desde el principio a estudiantes de diversos países. En 1921 alumnos de veinte nacionalidades diferentes se habían formado en la escuela y en 1939 se alcazaba ya la treintena.63 La profesional de Lyon, a pesar de ser una ciudad de larga tradición sedera y de contar con estudios superiores de esta rama en la École Supérieure de Commerce et de Tissage creada en 1872 por la Cámara de Comercio lionesa64, no logró salir a flote hasta 1883 en que los esfuerzos integrados del Ayuntamiento de la ciudad, una sociedad de crédito y algunos propietarios de talleres lograron su instalación como École municipale de Tissage et de Broderie en un local provisional y desde 1934 en un edificio propio en la CroixRousse, el barrio textil histórico de la ciudad.65 La de Roubaix fue creada oficialmente por el Estado en 1881 como École Nationale des Arts Industriels, aunque absorbiendo las enseñanzas de hilado, tejido y tintura impartidas al menos desde 1836 por iniciativa del Ayuntamiento de la ciudad. Sin embargo, y tal vez esto sea lo más significativo, existió paralelamente un Institut Technique, fundado en 1895 por patronos del textil y mejor adaptado para la formación en la industria del sector, según Daumas, donde se formaron la mayoría de los herederos de los grandes barones del textil de la zona. Hacia 1908 existían allí cursos de diseño, tecnología y contabilidad. Una escuela de agentes de comercio y un taller de aprendizaje de tejido mecánico completaban la organización.66 territoire en devenir?, sous la direction de P. Lamard et Raymond Woessner. Berfort, Université de Technologies de Belfort-Montbéliard, 2007, especialmente pp. 97-103. 63 SPECKLIN, Paul: Au fil d’une histoire. Chronique de l’Association des Anciens Élèves de l’École Textile de Mulhouse (1896-1996). Mulhouse, Association..., 1996, especialmente, pp. 35-67. En línea en http://www.archives.uha.fr/histoire/ensitm.htm. En esta obra hay datos también de otras escuelas textiles. Sobre esa misma escuela, numerosos datos también en las referencias mencionadas en la nota anterior. Informe de uno de los obreros pensionados, que obtuvo el diploma de ingeniero textil en la Escuela, LLUSÁ, Francisco: «Trabajo sobre el algodón», (en realidad, una descripción del telar Northrop), en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 123-132. También, WINTER, El movimiento industrial..., p. 76. 64 CAYEZ, Crises et croissance ..., pp. 179-180. 65 ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., pp. 199-200 y también una información de calidad en línea http://www.bm-lyon.fr/decouvrir/ collections/tissage.htm. 66 Sobre estos centros, DAUMAS Jean-Claude: Les territoires de la laine. Histoire de l’industrie lainière en France au XIXe siècle. Villeneuve d’Ascq, Presses Universitaires du Septentrión,
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En cuanto al resto de las escuelas de especialización referidas a otros oficios y profesiones menos representados en las expediciones obreras, es preciso hacer referencia en primer lugar a la Escuela de Artes Gráficas (el Technikum für Buchdrucker) de Leipzig, creada por el Instituto de Artes Gráficas de la ciudad en 1898, a iniciativa de Julius Mäser.67 Más esporádicamente aparecen mencionadas, para los curtidores, la Escuela de Curtidos de Lieja y el «Instituto Químico de Lyon», en realidad la École de Chimie Industrielle de Lyon, fundada en 1882 por iniciativa del profesor de la Facultad de Ciencias de la ciudad, J. Raulin, y los industriales de la rama química de la ciudad, en forma de centro de enseñanza superior libre de inspiración católica68, a fin de formar a los directores y contramaestres, empleados técnicos e ingenieros de la industria química. Desde 1899 incorporó, bajo el nombre de École Française de Tannerie, una nueva sección, creada con la colaboración del Syndicat general des cuirs et peaux de France.69 Ambas terminarán confluyendo más adelante con la mencionada escuela municipal textil de la ciudad para constituir el actual Instituto Textil y Químico (I.T.E.C.H.), desde 1993 dentro del Institut Polytechnique 2004, pp. 255-260. También, ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., pp. 208-209 y Joël RAVIER: «L’Histoire de la formation technique et professionnelle à Roubaix de 1800 à 1940», en L’Enseignement professionnel et la formation technique..., pp. 58-59 y 66-68. 67 METZEL, Bruno: «Buchdrucker-Lehranstalt un Meisterschule für das Graphische Gewerbe», Leipziger Beobachter, 11, 1934-35, pp. 786-788 y HELLER, Alfred: Das Technikum für Buchdrucker. Ein Erziehungsidee und ihre Verwirklichung in 25 Jahren. Festschrift anläßlich des 25jährigen Bestehens..., Leipzig, 1923, 34 págs. 68 Sobre esta y otras iniciativas del mismo género, frente a las Escuelas de Artes y Oficios, «que no formaban a sus ojos más que contramaestres ateos», GRELON, André: «Formation et carrière des ingénieurs en France (1880-1939)», en La France n’est-elle pas douée pour l’industrie?..., especialmente, pp. 238-239. En este artículo se puede encontrar además una amplia perspectiva de todo el sistema de formación técnica superior en Francia, incluidas algunas otras instituciones mencionadas en este trabajo. También, del mismo autor: «Formation et développement des élites techniques et commerciales en France, sous la Troisième République», en Frankreich und Deutschland. Forschung, Technologie und industrielle Entwicklung in 19. Und 20 Jahrhundert. Internationales Kolloquium... 1987. Herausgegeben von Yves Cohen und Klaus Manfrass. München, C. H. Beck’schen Verlagsbuchhandlung, 1990, pp. 39-52. 69 Sobre los trabajos allí realizados por uno de los obreros pensionados, VIVES, Manuel: «Análisis de Taninos (Prácticas de laboratorio en el Institut Chimique de Lyon)», BJPIOE, II, 22-24, octubre-diciembre, 1917, pp. 8-10. Del mismo pensionado: «Estudio de los mataderos de París», Ibídem, pp. 12-14.
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de Lyon.70 Para los relojeros, las Escuelas de Relojería de esa misma ciudad francesa (La École Professionnelle d’Horlogerie, fundada en 1894 por M. Boudra71) y de Ginebra (la École d’Horlogerie de la ville de Genève), creada en 1824 por la Sociedad para el progreso de las Artes72; para otras especialidades de tipo artístico o artístico-industrial, el Instituto de Grabado de París (Institut de la Gravure), la Académie Julian y las Escuelas-Manufacturas de Cerámica de Sèvres, en Francia, y de Landshut, en Alemania. Por los años en que los pensionados visitaron la de Sèvres las cosas habían cambiado considerablemente para la vieja y prestigiosa manufactura real creada en 1745: cambios en los gustos artísticos, en las formas de producir y de relacionarse con la clientela institucional y privada, en su manera de emplazar sus creaciones entre el mercado del arte y el industrial, en la de adaptarse a la expansión tanto de los procedimientos industriales en la fabricación de los utensilios y productos de loza y cerámica como de las artes decorativas, en particular de las cerámicas de arte. Desde finales del siglo XIX no contó ya con obreros y artistas fijos, sino contratados por tiempo limitado, del mismo modo que su Escuela no se consagró ya a la formación de su personal sino a obreros y técnicos para la industria cerámica en plena expansión. Desde 1921 abrió incluso un taller de loza y poco después se lanzó al mercado de las porcelanas técnicas, como tubos, recipientes filtrantes o placas electrolíticas, entre otras para la industria del nitrógeno. Entre 1927 y 1937 organizará numerosos cursos para artistas franceses y extranjeros, entre los que se encontraron algunos españoles, incluidos los dos pensionados.73 La escuela alemana, 70 ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., pp. 197-199 y CAYEZ: «Les villes françaises et l’enseignement technique...», especialmente pp. 244-247. La Escuela de Curtidos, después convertida en Escuela Superior de Cuero y Pinturas, Tintes y Adhesivos, se unirá en 1988 con la Escuela Superior de Industrias Textiles de Lyon, sucesora desde 1984 de la Escuela Municipal de Tejido de 1884, para convertirse en el actual I.T.E.C.H. 71 Funcionaba como una escuela-taller, combinando negocio y aprendizaje ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., pp. 200-201. 72 JAQUET, Eugène: L’École d’Horlogerie de Genève 1824-1924. Genève, Éditions Atar, 1924. Numerosos datos también en JUILLERAT, Romain-Paul: 125 ans. École de Mécanique, 1879-2004. Lancy, 2004, en línea http://cig-ge.ch/images/EM.pdf. 73 Otro de ellos fue el ceramista catalán Josep Guardiola, BLONDEL, Nicole; PRÉAUD, Tamara: La Manufacture nacional de Sèvres. Parcours du blanc à l’or. Charendon, Flohic Éditions, 1996, especialmente, pp. 63-72. También, BRUNET, Marcelle et PRÉAUD, Tamara: Sèvres. Des origines à nos jours. Fribourg-Paris, Office du Livre-Société Française du Livre, 1978 y MIDANT, Jean-Paul : Sèvres. La manufacture au XXe siècle. Paris, M. Aveline, 1992.
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por su parte, existente desde 1873, tenía las características de un establecimiento teórico-práctico orientado hacia la enseñanza y el mercado, aunque finalmente adoptará los caracteres de una auténtica Facultad superior de cerámica artística y alfarería.74 En cuanto a la Academia Julian, que frecuentaron algunos pensionados de la primera promoción, se trataba de una escuela privada de bellas artes, creada en 1868 en París por el pintor Rodolphe Julian, que había adquirido muy rápidamente un gran prestigio por la calidad de sus enseñanzas, por haber admitido tempranamente a mujeres en su seno y por constituir el refugio de artistas marginados del sistema oficial francés de Bellas Artes, incluidos numerosos extranjeros, algunos de las cuales agitaban el febril panorama de la innovación pictórica parisina desde finales del siglo XIX. Con los años la Academia llegará a tener tres establecimientos en la capital, uno de ellos —el de la rue Vivienne 51, abierto en 1880— exclusivo para mujeres. En la segunda postguerra contará además con una sección de artes decorativas y diseño, en estrecha relación ya con las enseñanzas oficiales de Bellas Artes y Artes Decorativas.75
1.4. Las bazas del aprendizaje industrial Pero las instituciones mencionadas no fueron las únicas en las que se formaron los obreros pensionados. Ya desde el siglo XIX algunas grandes firmas industriales habían tomado la iniciativa de establecer escuelas de aprendizaje dentro de sus principales establecimientos, que les permitiese una mejor gestión de su mano de obra, no sólo en lo referente a la formación profesional propiamente dicha, sino también a su educación general y cívica, a su disciplina, control y lealtad a la empresa. Lo Sobre ella y otras escuelas del mismo tipo creadas en Alemania en el siglo XIX, SCHÖNE, Sally: Keramische Fachschulen in Deutschland (1870-1945). Stuttgart, Arnoldsche Verlaganstalt, 2002. Más específicamente, BENKER, Gertrud: «Die Staatliche Fachschule für Keramik Landshut», Verhandlungen des Historischen Vereins für Niederbayern, 116/117, 1990/91, pp. 5-44 y BENKER, G. y HAGN, Herbert: Historische Kacheln und Model vom Spätmittelalter bis zum Jugendstil die Sammlung der Staatlichen Faschschulen für Keramik Landshut. Landshut, Museen der Stadt Landshut, 2002. 75 Una escueta reseña histórica en HÉROLD, Martine: L’Académie Julian a cent ans. S. l., s. e., s. a, versión bilingüe francés/inglés. Sobre la participación de las mujeres en ella, comenzando por la pionera Marie Bashkirsteff, Overcoming All Obstacles. The Women of the Académie Julian. Gabriel Weisberg and Jane Becker (eds.). New York, The Dahest Museum-Rutgers University Press, 1999. 74
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que, por otra parte, no era sino un aspecto específico de la tendencia general a hacerse cargo de los aspectos todos de la existencia obrera, desde el alojamiento hasta el suministro de productos de consumo, desde la escuela hasta la protección social, y siempre con esos mismos objetivos de fijar y domeñar la mano de obra. Ningún niño de Creusot entraba en la fábrica metalúrgica del mismo nombre —propiedad de una de las principales baronías franceses del acero, los Schneider— si no sabía leer y escribir o si había sido expulsado de su escuela a lo largo de los estudios. «La escuela [era] pues un filtro que [ahorraba] a la empresa el inconveniente de heredar fortes têtes o têtes de bois», dice muy gráficamente Louis Bergeron sobre la que era una de las pioneras de este tipo.76 El aliciente de una pequeña paga, retenida en parte hasta completar los años de aprendizaje, la disciplina rígida, las clases teóricas y prácticas impartidas por el personal de la casa eran los procedimientos habituales para obtener la formación profesional y cívica requerida. «De este modo —como decía uno de los obreros pensionados— el constructor mismo se educa a sus aprendices, completamente amoldados a los sistemas y costumbres de la casa77». Algunos de los establecimientos industriales más frecuentados por los obreros pensionados contaban con este tipo de instituciones formativas, indudablemente ya en el siglo XX menos atentas a los requerimientos del paternalismo empresarial que a la necesidad de preparar al personal para las exigencias técnicas y organizativas del trabajo dentro de las fábricas en proceso creciente de automatización y de reforzar los componentes internos del mercado de trabajo que garantizasen la continuidad y sujeción de su personal. Tales eran, por ejemplo, el establecimiento de Trafford Park (Manchester) de Vickers desde 191478, la fábrica Krupp-Grusonwerke de 76 BERGERON, Louis: Le Creusot, une ville industrielle, un patrimoine glorieux. Paris, Éditions Belin-Herscher, 2001, especialmente pp. 139-141, cita p. 141. Las escuelas de la empresa se crearon en 1882 y llegaron a contar en el último tercio del siglo XIX con cuatro mil alumnos. Del mismo autor: «Les Schneider: la famille et l’entreprise (1830-1942)», en Les Schneider, Le Creusot. Una famille, une entreprise, une ville (1836-1960). Paris, Fayard, 1995, pp. 146-167. Sobre las escuelas, también WINTER, El movimiento industrial..., pp. 6465 y ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., p. 214. 77 PRAT Y CODINA, V.: «Estudio y funcionamiento de talleres (continuación)», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., p. 443. Se refería a la sociedad Maschinenfabrik de Winterthur. 78 La denominada después Metropolitan-Vickers Works School. Más adelante, en 1951, se abrirá otra importante escuela de electricidad, la Apprentice Training School de Metropolitan-Vickers Electrical Co. Sobre sus programas de estudios, JACKSON, Willis: «Education in Industry», Journal of Vocational Education & Training, XI, 22, 1959, pp. 3-14.
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tanques, de Magdeburgo, la Cockerill, con sus escuelas de obreros y técnicos mineros y de construcción naval79, la Marcinelle et Couillet desde 186180, la Sulzer de Winterthur desde 187081 y la Maschinenfabrik, de la misma ciudad suiza, la Ludw. Loewe de Berlín82, la Schneider, la Société Française de Constructions Mécaniques (antigua Cail) de Denain83, la Diederichs de Bourgoin-Jalieu desde 189984, la Siemens-Schuckert desde comienzos de siglo85, la Bréguet desde 190486, la Gnome et Rhône, la Société genevoise d’instruments de physique, la Berliet (desde 191787), 79 Creadas respectivamente en 1828 en Seraing y 1883 en Hoboken. Participó igualmente en la creación de la Escuela Industrial de Seraing en 1957, HALLEUX, Robert: Cockerill. Deux siècles de technologie. Alleur-Liège, Éd. Du Perron, 2002, pp. 65-68, 129-130. 80 BOLLE, Alfred: Notice historique sur Couillet. Couillet, Centenaire des Sociétés royales des Décorés et des Amis du Progrès, 1968, p. 38. 81 «Sulzer», Internacional Directoy of Company Histories, vol. III, Editor: Adele Hast. Chicago and London, St. James Press, 1991, p. 631. 82 Era conocida por todo el país por su importancia. Formaba obreros especializados para el establecimiento y contribuía, en general, a la enseñanza profesional obrera, según decía en su informe de pensión, F. JOANXICH: «Notas sobre los Laboratorios de la fábrica Ludw. Loewe & C. A. G. Berlín», BJPIOE, X, 10-11, octubre, noviembre 1924, especialmente, pp. 43-45. 83 Uno de los pensionados en dicha empresa, Miguel MARTÍNEZ MARAÑÓN, mencionaba las actividades de tal escuela-taller con clases dos veces por semana, donde era obligatoria la asistencia de todos los obreros menores de 18 años, «Notas de trabajo. Talleres de construcciones mecánicas», BJPIOE, II, 19, 20, 21, agosto, septiembre, octubre, 1917, p. 2. Sobre ellas, WINTER BLANCO: El movimiento industrial..., pp. 82-84. 84 Théophile Diederichs, alcalde de Jalieu decide crear una escuela gratuita de dibujo geométrico y dibujo ornamental, que bautiza con el nombre de Escuela Nacional de Dibujo, y da también cursos de diseño industrial. Aunque fuera de la propia fábrica de maquinaria textil, de la que hablaremos más adelante, la mayor parte de los profesores son ingenieros de la fábrica. A largo plazo cristalizará en una Escuela práctica de comercio e industria, aneja al Collège de Bourgoin, ROJON, Jerôme et CHASSAGNE, Serge: «Patrons et ouvriers en Bas-Dauphiné, les Diederichs de Bourgoin-Jallieu (1882-1938)», Cahiers d’Histoire. Lyon -Grenoble-Clermont-Saint-Étienne-Chambéry, XLI, 3, 1996, pp. 331-332. 85 Aunque Schuckert había iniciado sus actividades de aprendizaje desde 1890, tras la unión con Siemens se reglamentó en ambas empresas la cuestión de los aprendices bajo normas análogas. Más tarde se hará lo mismo en casi todas las nuevas fábricas o secciones de la empresa, SIEMENS, Georg: Historia de la casa Siemens. Tomo I, 1847-1922. Tomo II, 1923-1945. Munich, Editorial Karl Alber, 1956, cita t. I, pp. 368-370. 86 En su etapa anterior al negocio aeronáutico. Proporcionaba un diploma de Ingeniero electricista, ASTIER, P. et CUMINAL, I.: L’Enseignement technique, industriel et commercial..., p. 281. 87 En sus dos secciones de «Stagiaires» y Aprendices. Sobre ellas, WINTER, El movimiento industrial..., pp. 65-70.
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la Renault (desde 1919)88, la Compagnie Parisiennse de Distribution d’Électicité (desde mediados los años 20)89, la Dion-Bouton desde 1921, la Bonvillain et Ronceray90, la Société Alsacienne des Constructions Mécaniques en Belford, desde 1907 en forma de cursos profesionales91 y desde 1923 con una escuela de aprendizaje92, la Peugeot por la misma época.93 Y por supuesto, otras muchas empresas, de cuya mención prescindimos, por no recibir la visita de los pensionados94. Uno de los obreros pensionados, Pablo Prieto, publicó en el Boletín en 1920 un trabajo sobre «Los factores del rendimiento industrial del obrero», donde ponía el acento en la formación profesional como un medio de revalorizar económicamente el trabajo y de facilitar el tránsito de las empresas hacia maquinismo y la estandarización industrial. Pero 88 Al respecto, QUENSON, Emmanuel: L’école d’apprentissage Renault, 1919-1989. Paris, CNRS, 2001, 381 págs. 89 La Compagnie, participada por la sociedad Schneider, fue una de las que terminará fundiéndose en la nacionalizada EDF en 1946. Impartía cursos técnicos elementales, de perfeccionamiento y profesionales propiamente dichos, MALÉGARIE: Compagnie Parisiense de Distribution d’Électricité. 20 ans d’action sociale. Paris, Éditions des DeuxRives, 1946, pp. 77-103. 90 Sobre las dos últimas mencionadas, algunos datos en L[OPEZ] ACEVEDO, S.: «Las Escuelas de aprendices», BJPIOE, XI, 7, 8, 9, julio-agosto-septiembre, 1925, pp. 7-10. 91 Al respecto, el epígrafe «Former les hommes» de Alstom à Belfort. 130 ans d’aventure industrielle. Sous la direction de Robert Belot et Pierre Lamard. Avec la collaboration de Laurent Heyberger, Marina Gasnier, Francis Péroz, Olivier Schmitt et JeanClaude Maurel. Boulogne-Billancourt, ETAI, 2009, pp. 208-223. Sobre las enseñanzas también WINTER, El movimiento industrial..., pp. 82-89. 92 Haciendo de inmediato una ventajosa concurrencia a la oficial École Pratique de Commerce et d’Industrie de la ciudad, creada un año antes, LAMARD, Pierre: «Le cas des écoles pratiques de Belfort et de Montbéliard: un même statut pour des finalités différentes», en L’Enseignement professionnel et la formation technique..., especialmente, pp. 48-50. Lo cual parece indicar las diferentes lógicas en que se desenvolvía la promoción de la enseñanza técnica en el campo público y en el privado: la educativa-técnica y la profesional-obrera. Al respecto, citado por el anterior, BRUCY, Guy: Histoire des diplômes de l’enseignement technique et professionnel (1880-1965). Paris, Belin, 1998, p. 44. 93 HATZFELD, Nicolas: L’École d’apprentissage Peugeot, 1930-1970, mémoire de DEA d’histoire sociale. Universités Paris I-VIII, 1987 e ídem: «L’école d’apprentissage Peugeot (1930-1970): une formation d’excellence», Formation Emploi, 27-28, juillet-décembre, 1989, pp. 115-128. 94 De algunas de estas se hacía eco un obrero pensionado, Julio MARBÁ, al realizar la reseña de los stands de la Exposición Internacional de la Fundición de París de septiembre de 1927, «Algunas visitas a la Exposición de Fundición», BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, pp. 55-66.
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aunque imprescindible, no era la enseñanza teórica que se impartía convencionalmente en los centros españoles —incluso si se reconocía el esfuerzo cada vez mayor por introducir buenos talleres y perfeccionados laboratorios— lo que predominaba en los países industriales más adelantados. La tendencia era más bien «introducir la escuela donde exista el taller», bien complementando la formación práctica en la fábrica, bien creando escuelas de aprendices en los propios establecimientos fabriles: «puede decirse que en los países como Alemania y los Estados Unidos, donde esta enseñanza está hoy más avanzada se caracteriza precisamente por las Escuelas de aprendices y por la formación propia de su personal obrero y técnico por las grandes firmas industriales».95 Al año siguiente, el mismo pensionado recogió en el Boletín la traducción libre del prospecto de una de estas secciones de aprendizaje, concretamente la puesta en práctica por la Compañía ferroviaria de ParísOrléans en sus grandes centros de Tours y Perigeux y en otros 37 talleres y secciones de pequeño material, con un cómputo total en 1920-21 de en torno a 1200 aprendices. Más allá de los procedimientos de enseñanza y de las materias impartidas, es la filosofía de estas nuevas formas de actuación empresarial la que resulta más interesante en la actualidad. Se trataba de fórmulas sustitutivas de la escuela de primeras letras, que sin duda no proporcionaba la enseñanza técnica requerida, ni tampoco la disciplina y socialización laboral que la actividad fabril demandaba. Partía, pues, de una máxima fundamental: «el aprendiz se forma en el taller, donde es observado como en una escuela». La percepción de un trabajo útil, el pequeño salario desde el principio, la tutela permanente en sus enseñanzas prácticas y en las teóricas complementarias por parte de un obrero maestro, la ocupación perfectamente reglamentada del tiempo, los controles habituales de conocimientos, las recompensas, la implicación activa de los padres, la organización complementaria de actividades culturales, lúdicas y deportivas, todo tendía a proporcionar al aprendiz una formación integral, en la que a los aspectos técnicos se sumaban los de ética profesional con respecto a la empresa y los valores morales «de la disciplina, del orden, del método, del respeto a sí mismo». La endogamia familiar promovida por la empresa en el ingreso de aprendices y el compromiso de permanencia en ella, al menos hasta después de haber
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PRIETO, Pablo: «Los factores del rendimiento industrial del obrero», BJPIOE, V,
8, 9, 10, agosto-octubre, 1920, especialmente, pp. 20-24.
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cumplido el servicio militar, establecido en el contrato de aprendizaje, reforzaban el sentimiento de paternalismo y control empresarial, así como la temprana socialización en los usos y hábitos ordinarios del trabajo, aun después de desaparecida legalmente, al tratarse de una sociedad anónima, la figura estricta del patrono individual.96 Las defecciones de los aprendices —confirmaba efectivamente López Acevedo, en sus notas sobre las experiencias de aprendizaje de Dion-Bouton y Bonvillain et Ronceray— eran mínimas y se había convertido en el procedimiento habitual de reclutamiento del personal.97 Lo mismo señalan las investigaciones modernas para las escuelas de la Alsaciana y de Peugeot, en las que el índice de integración en los respectivos talleres a la salida de las escuelas alcanzaba el 90 %, justificando plenamente los esfuerzos lo mismo por parte de las empresas, que veían los beneficios de incorporar las competencias más adecuadas para sus necesidades técnicas y organizativas en plena evolución, que por parte de los obreros, a quienes se abría un nuevo marco de posibilidades de promoción social98, algo que señalaremos también de inmediato en relación con las escuelas de aprendizaje de Renault y de la Alsaciana. Winter Blanco, al resumir el carácter de las escuelas de aprendizaje que había visitado en su periplo por Europa, las clasificaba en dos categorías: las dedicadas a formar obreros selectos destinados a ser un día jefes de equipo o contramaestres y las orientadas a proveer obreros «del montón», que eran las que se cobijaban bajo el régimen de aprendizaje obligatorio y algunas de las creadas por los industriales. Estas últimas tenían como objetivo formar un personal obrero con buenos conocimientos prácticos y con «pocas aspiraciones», sometido a la disciplina de los más inteligentes. Las de aprendizaje obligatorio del Estado, tendían a favorecer el desarrollo industrial proporcionando a cada individuo una profesión fundamentalmente teórica, encarrilándole hacia donde pudiese desarrollar mejor sus potencialidades y dejándole a continuación proseguir sólo su ulterior carrera de perfeccionamiento. En su opinión, las tendencias más actuales consistían sin embargo en integrar al aprendiz en la estructura de 96 «Notas sobre la organización del aprendizaje en el Compañía de Orleans», traducción de Pablo Prieto, BJPIOE, VI, 3, 4, marzo-abril, 1921, pp. 8-21. 97 L[OPEZ] ACEVEDO, S.: «Las Escuelas de aprendices»..., pp. 8-9. 98 LAMARD, Pierre: «La construction d’un Systeme d’enseignement scientifique et technique dans l’aire urbaine Belfort-Montbéliard», en Rhin-sud. Un territoire en devenir?..., pp. 118-119.
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la empresa, incentivarle, hacerle recorrer diversas secciones y realizar trabajos diferentes de modo que su habilidad se diversificase, asumiese el riesgo de la iniciativa y comenzase a «parecer un hombre en vez de ser una herramienta perfecta en manos del jefe de equipo».99 Admoniciones de un «ingeniero social» frente a la deshumanización de la organización «científica» del trabajo que se propugnaba por doquier, eran también los postulados de una economía social que algunos empresarios y gestores técnicos estaban intentando introducir en el seno de las fábricas, como parte de una gestión integral de la economía empresarial, en la que el control, la fidelidad, la garantía en la formación, la paz social o la implicación del personal en los cambios técnicos y organizativos constituían argumentos de primera importancia. Winter menciona en particular las experiencias formativas y sociales de los talleres automovilístico Berliet en Montplaisir y Venissieux, cerca de Lyon, de los que dice que «son los mejor montados de Francia» desde el punto de vista de la organización del trabajo; una organización «a la americana», aunque abarcando mucho más lejos que el taylorismo, en su acepción estrecha de productivismo y rendimiento físico, puesto que esos objetivos se complementan con un amplio elenco de medidas de protección y beneficios sociales: por supuesto, la escuela de aprendices, pero también cooperativa, enfermería, cantina de fábrica, casa-cuna, habitaciones obreras, transportes, círculos sociales, uniones deportivas y hasta una revista técnica obrera, L’Effort.100 Investigaciones más actuales corroboran la perspicaz mirada del antiguo responsable de la obra de pensiones. Concretamente, la escuela de aprendizaje de Renault, sobre la que existe ya un meritorio trabajo, surgió de la confluencia de intereses de la dirección, deseosa de introducir los modernos procedimientos de racionalización del trabajo, y de los ingenieros, que buscaban ocupar un papel más destacado en las fábricas. En un principio, la obra formativa, delegada por completo en manos de estos profesionales, estuvo orientada tanto a introducir un tipo de aprendizaje práctico, calcado sobre las situaciones reales de la organización productiva de las fábricas, como a promover entre los aprendices la adhesión a ciertos valores morales y sus referencias culturales a fin WINTER, El movimiento industrial..., pp. 70-72. WINTER BLANCO: El movimiento industrial..., pp. 282-292. También sobre estos talleres, CAMBON, Victor: L’Industrie organisée d’après les méthodes américaines... Leçons professées à l’École Centrale des Arts et Manufactures... Paris, Payot, 1920, pp. 177-238. 99
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de reforzar el espíritu de cuerpo y la identificación con la empresa y su jerarquía. Sin embargo, a partir de finales de los años 30 las relaciones entre producción y formación se relajaron un tanto con la adopción de métodos de selección y de orientación profesional tomados de la psicología aplicada. Los resultados de la escuela, en todo caso, fueron algo diferentes a los previstos, mostrando la superioridad de esta política de formación y empleo con relación a la adquisición de un título en una escuela y abriendo una línea de movilidad profesional situada entre las categorías de obreros calificados y las de cuadros técnicos medios y superiores. En estas condiciones, la racionalización del trabajo en la industria y la aplicación de las técnicas de la psicología industrial, que venían en principio en su apoyo, no se definieron sólo, pues, por la descualificación del trabajo obrero conforme habían previsto algunos observadores críticos hacia las concepciones tayloristas más extremas, como Georges Friedmann101, «sino también por la aparición de una categoría de personal destinada, sobre la base de los saberes adquiridos en el taller, a proveer los escalones intermedios y superiores de la organización», es decir, puestos superiores a los enunciados en los objetivos de la escuela de aprendizaje.102 Muy parecidos resultados se señalan a este respecto acerca de la escuela de aprendizaje de la Sociedad Alsaciana de Belford. En 1963, al cerrarse la escuela, todavía permanecían en la empresa 771 trabajadores del conjunto de 2070 allí formados, entre los que había cuatro jefes de taller, 41 contramaestres, 39 maestros, 69 técnicos, 10 empleados, 55 dibujantes y más de 300 obreros profesionales de los grados 2 y 3, es decir, más del 67 % han obtenido algún tipo de promoción superior, en más de una cuarta parte a funciones superiores al estatutario de obrero y algunos, a puestos de cierta responsabilidad. Todo lo cual atestigua una fuerte estabilidad del personal cualificado formado en la escuela y una innegable identificación corporativa con la empresa.103
101 En concreto, FRIEDMANN, Georges: Le travail en miettes. Paris, Gallimard, 1956 y Problèmes humains du machinisme industriel. Sobre este autor y su visión de los problemas sociales derivados del maquinismo industrial, PILLON, Thierry: Georges Friedmann. Problèmes humains du machinisme industriel. Les debuts de la sociologie du travail. Paris, Ellipses Édition Marketing, 2009. 102 QUENSON, óp. cit., p. 277. A partir de p. 278 analiza con detenimiento algunas de esas trayectorias profesionales. 103 Alstom à Belford. 130 ans d’aventure industrielle..., pp. 217-218.
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En algunos casos eran las propias escuelas las que se organizaban en forma de centro-taller o escuela-granja con algunas actividades económicas orientadas hacia el mercado. El pensionado López Mateos mencionaba al respecto la escuela Mittweida cerca de Leipzig, en Alemania, un instituto técnico superior creado 1867 por el ingeniero Carl Georg Weitzel para la formación de ingenieros mecánicos, que había llegado a tener en sus aulas a más de 3000 alumnos de muy diversos países, logrando abrir muy tempranamente sus enseñanzas experimentales a las nuevas exigencias de la electrotécnica y más adelante del automóvil, la aviación y las telecomunicaciones y organizando desde 1901 unos talleres de precisión que servían a la vez como banco de prácticas y como centro de producción de tornos y motores eléctricos, aparatos generadores, transformadores, watímetros y máquinas herramientas.104 Tal era el caso también de los centros experimentales italianos ya mencionados sobre la leche y las grasas o, en Francia, el de la Escuela-granja de Lechería de Surgères, orientada a formar obreros y directores de las lecherías mecánicas, que producía entre cinco y quince mil litros diarios de leche.105
2. LOS RETOS DE LA PROMOCIÓN INDIVIDUAL A partir de los datos mencionados se decantan por sí mismos los de promoción social que están implícitos en toda empresa de formación del capital humano. No pretendemos entrar en este momento en las consideraciones de carácter estructural que ligan formación, innovación técnica, economía y empleo, que están ya suficientemente acreditadas en numerosos estudios económicos y sociológicos y sobre las que, en todo caso, volveremos más adelante.106
104 LÓPEZ MATEOS, F.: «La escuela técnica de Mittweida, BJPIOE, III, 6, junio, 1918, pp. 6-8. La Escuela continúa existiendo hoy día. 105 FUEGO ÁLVAREZ, R.: «Lecherías cooperativas...», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 216-217. 106 Además del trabajo ya mencionado de G. Tortella y Clara E. Núñez, esta última autora ha insistido en numerosos trabajos sobre la relación entre formación del capital humano y crecimiento económico. Véase especialmente La fuente de la riqueza. Educación y desarrollo económico en la España contemporánea. Madrid, Alianza Editorial, 1992 y «Sobre la escasez de capital social fijo y humano en la España contemporánea», en Homenaje a Gabriel Tortella. Las claves del desarrollo económico y social. J. Morilla, J. Hernández Andreu, J. L. García Ruiz y J. M.ª Ortiz-Villajos (eds.). Madrid, LID-Universidad de
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Lo que en este momento se impone es únicamente ofrecer algunos datos concretos sobre una cuestión que es previa a todas esas consideraciones y que en realidad es la única que el investigador afronta a pie firme sin la tutela inducida por las intenciones más o menos explícitas de los implicados en un proyecto formativo como el que aquí se trata. Podemos, en efecto, dejarnos llevar por los propósitos regeneradores sobre la industria española de los proyectistas de la experiencia. Podemos imaginarnos el alto concepto que acerca de ellos pudieron forjarse interesadamente sus protagonistas directos, los pensionados. En todo caso, el investigador solo es capaz de barajar de manera inequívoca el conjunto de resultados prácticos inmediatos que ello tuvo sobre algunos proyectos formativos y profesionales. Se trata, en resumen, de esa primera e insoslayable cuestión, que compromete la voluntad irreductible de cada persona a la hora de embarcarse en objetivos profesionales como los de las pensiones y que constituye una parte cuando menos relevante de sus planes individuales de vida: la cuestión del mejoramiento individual, de la promoción en el trabajo, del cumplimiento de los proyectos planteados como resultado de un esfuerzo personal. Como en los casos anteriores, contamos con una fuente bastante minuciosa referida a las primeras expediciones gestionadas por la Junta de Pensiones y algunos otros datos dispersos ulteriores, proporcionados por la obra postpensiones o la Asociación de Expensionados, que en conjunto nos permiten un acercamiento razonablemente indicativo sobre las circunstancias de regreso de los pensionados, al menos hasta mediados los años veinte. Según el Resumen de 1919, con datos firmes únicamente para las expediciones de 1910 1913, diecisiete obreros se habían establecido por su cuenta a su regreso a España107; otros cinco Alcalá, 2010, pp. 241-270. Otros trabajos básicos indicativos: MOKYR, Joel: La palanca de la riqueza. Creatividad tecnológica y progreso económico. Madrid, Alianza, 1990 y Learning and Technological Change, Ed. by Ross Thomson. New York, St. Martin’s Press, 1993. Particularmente interesante es el libro Education, technology and industrial performance in Europe..., ya citado, donde hay un artículo referido a España, de Santiago RIERA I TUÈBOLS: «Industrialization and technical education in Spain, 1850-1914», pp. 141-170. 107 Bernardino Abós, Antonio Otzet, Antonio Massagué, José Daurella, Juan Torrent, Vicente Comos, José Pujadas, Fernando Gomendiurrutia, Juan Miquel, Francisco Llusá, Manuel Pujol, Rafael Entrenas, Gonzalo Fernández Fraga, Francisco Fontanillas y Leopoldo Gutiérrez. Eran los que recogía el folleto Breve resumen..., p. 34. Sin embargo, datos semejantes se señalaban en otro lugar del folleto a propósito de Antonio Melero Retes, Ibídem, p. 12 y Mateo Magarolas, Ibídem, p. 13.
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habían ampliado talleres, fabricas o negocios pertenecientes a sus padres108; y finalmente, otros veinticuatro, de ellos cuatro todavía en el extranjero, ocupaban cargos importantes como directores de fábricas y contramaestres.109 Los datos posteriores confirman aproximativamente estas tendencias. En la lista general de los pensionados hasta 1921 y en la de los integrantes de la Asociación de Expensionados de 1925, recogidos en ambos casos con sus respectivas direcciones y cargos110 es posible contabilizar otros nueve nombres del primer caso111 y diecinueve del tercero112, además de otros once en que quedaban patentes los positivos resultados obtenidos por la consecución de nuevos puestos o mejores condiciones profesionales.113 No se cuenta con datos concretos con posterioridad a aquellas fechas, pero nada hace indicar un cambio en las tendencias mencionadas, sino más bien lo contrario, dado el incremento ulterior de las exigencias de formación de los candidatos, que, como vimos, quedó establecida prácticamente en un perfil de nivel intermedio.
2.1. Trayectorias profesionales ulteriores a la pensión Pero con independencia de este escueto recuento de resultados hay algunos otros detalles que pueden indicar de manera más precisa las diferentes maneras que cada cual tuvo de aprovechar las oportunidades que 108 Jaime Cercós, Isaías Flamarique, Francisco Madurga, José Bracons y Rigoberto Doménech, Ibídem, p. 34. 109 Salvador Barrachina, Manuel Vives, Joaquín Querol, Pedro Aguinagalde, Pablo García, Francisco Sánchez Godoy, Vicente Lisbona, Anselmo López, Eduardo Casans, Francisco López Mateos, José Albanell, Narciso Font, Juan Bueno Díaz, Francisco Llusá, José María Subirá, Valentín Prat, Francisco Menéndez Acebal, Dimas Ledesma, Aureliano Gervasio Redondo, Ulpiano González del Valle y Rogelio Fuego Álvarez. En el extranjero: Francisco Ripoll, Antonio Villarreal, Leopoldo Gutiérrez y Pedro Juan Smith, Ibídem, p. 34. 110 Respectivamente, BJPIOE, VI, 1, 2, enero, febrero, 1921, pp. 35-41 y BAEPEE, II, 10, febrero, 1925, pp. 31-33 111 José Ortiz, Jaime Riera, Tomás Burrull, Francisco Alafont, Juan Bueno Díaz, Modesto Gambarte, Andrés Huelves, Rafael Jimeno y José María Longueira. 112 Lázaro Erro, F. Albors Obiol, Julio Calandre, Matías Ruiz Clavijo, Jesús Echeverría, Godofredo Saucedo, S. López Acevedo, Manuel Coronado, Jerónimo Cuadrado, Joaquín Ferrer, M. Francés Villarán, Isidoro Luque, Porfirio Mateo, Antonio Pedrola, Julio del Río, Godofredo Saucedo, Antonio Villarreal y Eligio Zubiaur Garay. 113 Francisco Artigas, Vicente Salviejo, Joaquín Manció, Manuel Serrano, Pablo Prieto, Ramón Guix, Francisco Mateos, Jaime Montero, José Pifarré, Agustín Redondo y Marcelino Rodríguez.
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se le ofrecieron durante el tiempo de pensión.114 Aparte las opciones formativas ya mencionadas, que podían superponerse a cualquiera de las circunstancias profesionales definitivas de los pensionados a su vuelta a España, el resto de las alternativas podían dar lugar a una muy diversa gradación de situaciones. La más sencilla era el retorno al centro de trabajo de origen y no pocos lo hicieron, bien es verdad que con frecuencia mejorando notablemente su posición en la empresa, incluso hasta adquirir diversos puestos técnicos de producción o gestión y hasta la dirección general. Sin contar, por supuesto, aquellos pensionados que procedían de negocios familiares y que tenían como finalidad precisa la búsqueda de nuevas oportunidades para la empresa, tal como recogen ocasionalmente las fuentes que venimos utilizando. Así, por solo poner algunos ejemplos, Rigoberto Doménech era Director propietario de los Talleres Jordá Hermanos, de la calle Vizcaya, 3 de Madrid, que le propusieron para la pensión, con el objeto de ponerle al frente de la fábrica; Bracons Casacuberta, de Roda de Vic dirigía los talleres de fundición y carpintería de su padre, Bracons y Riera, en asociación con otro pensionado procedente también del textil, Jaime Riera. La empresa terminará siendo una importante fábrica de telares mecánicos, que se anunciaba como «primera fábrica nacional de telares automáticos en serie».115 Otro fue el electricista salmantino Dimas Ledesma, que reingresó en los talleres Moneo intentando algunas novedades de organización y seguros de maquinaria, además de entrar como profesor en una Escuela de Artes y Oficios dependiente de una fundación particular; o como el fundidor A. García Leonardo, de los Talleres de ferrocarriles del Norte de Valladolid.116 Otros 114 Todos los datos genéricos y particulares que se mencionan a continuación, salvo citación específica, proceden de las fuentes ya tantas veces mencionadas Memoria..., Breve resumen... y las listas de pensionados y de integrantes de la Asociación de 1921, 1923 y 1925, respectivamente, «Residencia y colocación de los ingenieros y obreros pensionados hasta 1921», publicado en BJPIOE, VI, 1, 2, enero-febrero, 1921, pp. 35-41, el de 1923, BJPIOE, 1, 2, enero-febrero, 1923, pp. 91-96 y «Lista de socios y adheridos» de la Asociación, BAEPEE, II, 13, 14, mayo, junio, 1925, pp. 31-33. 115 Un telar mecánico realizado en su taller fue premiado en la Exposición de Barcelona de 1929. Tenía delegación en Barcelona, en la vía Layetana 95. 116 Los más imporantes de la empresa durante más de un siglo. Sobre ellos, PÉREZ SÁNCHEZ, Guillermo A.: «Los talleres principales de reparación de la compañía del norte en Valladolid: un estudio de historia social (1861-1931)», Investigaciones Históricas, 12, 1992, pp. 255-285, así como buena parte de las contribuciones del libro La ciudad y el tren. Talleres y ferroviarios en Valladolid (1856-1936), Pedro Carasa Soto (coord.). Valladolid, Ayuntamiento, 2003.
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habían cambiado de empresa, es de suponer que mejorando sus condiciones, como Raúl Granda, que pasó de la Fábrica de Armas de Oviedo a trabajar como delineante en la Duro-Felguera; como el electricista Casimiro Álvarez, de Gijón, que pasó de la fábrica Moreda y Gijón a los talleres de reparación de los tranvías eléctricos, después de haber trabajado en el Francia en la Société de Constructions Électriques de Creil; o igualmente Jesús Echeverría, de la casa Eugenio Grasset de Madrid, que falleció cuando desempeñaba el cargo de jefe de los talleres de reparación de locomotoras de la Sociedad Española de Construcciones Metálicas, la entidad constituida en 1901 por la integración de cuatro importantes sociedades del ramo. Salvador Barrachina, sedero procedente de la casa Garín, de Valencia, tras algunas vicisitudes había pasado como director a la fábrica de tejidos de seda Duato Sales, mejorando considerablemente las condiciones de fabricación.117 El también obrero del textil, Narciso Font, llegó a ser director de hilatura de la casa Grober de Bescanó, Gerona, una de las dos fábricas de esa sociedad creada en 1902 con el objetivo de fabricar diversos productos de pasamanería.118 Otro de la misma especialidad, José Albanell instaló a su regreso una fábrica de tejidos en Cardedeu con telares automáticos Northrop, aprovechando las enseñanzas recibidas en las casas Diederich de Bourgoin (Francia) y Maschinenfabrik de Rüti (Suiza). Por último, el mecánico José Pifarré se colocó algún tiempo después de su regreso en la recién creada empresa de transportes Alsina y Graells como probador de coches y el electricista de Béjar, Godofredo Saucedo, que había estudiado en la Escuela de Electricidad de Birmingham, terminará siendo el primero de los expensionados en formar parte, en 1925, del personal técnico de la recién creada CTNE, como ayudante de ingeniería de la oficina técnica.119 En las industrias del libro, Manuel Serrano, que procedía de Artes Gráficas Mateu, había obtenido por oposición el puesto de fotograbador en los talleres del Instituto Geográfico y Estadístico; Antonio Villarreal era director técnico de Gráficas Villarrica de Madrid; Sebastián Dueñas trabajaba como minervista en la editorial Calpe, de Madrid, y Julio Sáenz Catalá, de la primera promoción, en la sección de Planos de la Imprenta Postal. Breve resumen..., pp. 8-9 y BJPIOE, I, 9, noviembre, 1916, p. 43. TORTELLA, T.: Una guía de fuentes..., p. 141. En 1919 se convirtió en sociedad anónima. 119 «Cosas que conviene saber», BAEPEE, II, 10, febrero, 1925, p. 7. 117
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Finalmente es posible mencionar al mecánico Isidoro Luque, que se encontraba en 1925 en la dirección del salto El Porvenir, de Zamora, y al tapicero Emilio Usano, que en esa misma fecha se declaraba tapicero de la Real Casa. No faltan los casos en que se menciona expresamente en las propias memorias de los pensionados o en las reseñas de sus actividades los objetivos particulares perseguidos o las orientaciones precisas que habían recibido de sus centros de trabajo de origen. «Siguiendo las instrucciones de Duro-Felguera, me dedico principalmente al estudio y observación de los trabajos de laminación», señalaba el pensionado Dimas García Álvarez.120 De los pensionados Jacinto Martín Maestre y Ernesto Tagle Castillo se decía que trabajaban en la compañía Brown Boveri de Suiza estudiando los motores de las locomotoras destinadas a los Caminos de Hierro del Norte de España.121 De Manuel Villalabeitia Uribia, que tras pasar primero por la Sociedad Vickers de Stretford en la sección de transformadores de alta tensión y motores de tracción para locomotoras y, a continuación, por la Compañía francesa Paris-Orleáns estudiando sus talleres de reparaciones y sus sistemas de montaje de líneas y dispositivos de seguridad y señalización, se encontraba en 1927 trabajando, bajo autorización, en el montaje de las locomotoras eléctricas Westinghouse en la línea Barcelona-Manresa, por encargo de su casa de origen, la factoría de Sestao de la Sociedad Española de Construcción Naval.122 Otros, Joaquín Arozamena Postigo y Julio Marbá Planas, estuvieron en Gnome et Rhône, estudiando la fabricación y funcionamiento del motor radial de aviación Júpiter.123 La fabricación de hojalata (Ignacio Arce Corujo), la talla de engranajes, (Alejandro Eguía Genua y Juan Fermín Navarro), la pintura mecánica al aerógrafo (Alfonso Hartmann Quesada), la construcción de turbinas de vapor (Silvano Portilla Camporro), el moldeo mecánico y la construcción de placas modelo para grandes piezas (José San Juan Bagán), el manejo de la fresadora universal de la F. N. de Herstal (Agustín San José) fueron algunos otros objetivos explícitos de las actividades de pensión.124 En 1923, al proponer la Junta la prolongación de pensión de dos obreros fundidores, señalaba que habían trabajado sobre «Notas del pensionado», BJPIOE, X, 10, 11, octubre, noviembre, 1924, p. 23. BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, pp. 7 y 9. 122 Ibídem, p. 9. 123 Ibídem, p. 4. 124 Todas ellas en Ibídem, pp. 4-9. 120 121
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hierro moldeable y al existir «en nuestra industria nacional de Eibar fábricas donde se producen, interesa el perfeccionamiento de estos obreros (estando la Junta en relación con los fabricantes) para que observen los procedimientos extranjeros y las innovaciones que deban adoptarse».125 Y a pesar de no ser muy numerosos los casos documentados a este respecto, es razonable suponer que estas instrucciones perfectamente podían ser la norma. De hecho, en los preliminares de la experiencia el entonces ministro Félix Suárez-Inclán se dirigió a los responsables de varias importantes empresas nacionales para solicitarles información sobre los establecimientos fabriles extranjeros donde, por virtud de sus transacciones comerciales o sus relaciones de cualquier otro orden, pudieran tener buena acogida e instrucción los obreros españoles. Las cartas llegaron, que sepamos, a la Constructora Naval Española de Cádiz, los astilleros Euskalduna, los Talleres y Fundición de Puertollano, la Maquinista Guipuzcoana de Beasain, la Metalúrgica Aragonesa, la Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona, Altos Hornos de Bilbao, Sociedad La Vizcaya, Fábrica de Mieres, Moreda y Gijón, Altos Hornos de Málaga, Basconia, la fábrica de motores de gas Miguel Escuder, Talleres de Deusto, la sociedad metalúrgica Domingo de Orueta, la sociedad Material para Ferrocarriles y Tranvías de San Martí de Provençals y la fábrica de palas La Activa de Gijón. Incluso una empresa extranjera, la Compagnie Générale des Constructions de Saint-Denis, conocedora por su representante en Madrid, Mr. Charpentier, del proyecto de pensiones, se ofreció a acoger uno o dos operarios.126 En otras ocasiones pudieron cambiar de trabajo a partir de las habilidades adquiridas durante la pensión e incluso acceder a puestos del profesorado en centros de enseñanza industrial o de artes industriales, como fueron los casos de los mencionados Ledesma y Llusá, el del orfebre Francisco Artigas, profesor de la Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes de Barcelona, el del agricultor Rogelio Fuego Álvarez, empleado a su regreso como profesor en la Granja Experimental de San Felices de Buelna, Santander127, el del mecánico José María Salas, que entró 125 Escrito de 23 de noviembre de 1923 del presidente Sanz y Escartín a la Dirección de Trabajo, Industria y Comercio dando cuenta de los acuerdos de sus reuniones de 2 y 10 de noviembre de 1923, AGA (5)16 32/16532. Expediente de 1923, carp. 1. 126 Referencias a todos estos datos en AGA (5)16 32/16567. 127 Abierta en 1913, véase CARTAÑÀ I PINÉN, Jordi: «Las estaciones agronómicas y las granjas experimentales como factor de innovación en la agricultura española
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como maquinista-ajustador de Tecnología en metal en la Escuela Superior de Minas de Madrid o el del pintor decorador Carmelo Davalillo Artigas, que terminará siendo profesor de dibujo de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Barcelona.128 Dos casos particulares a este respecto fueron el del perito textil Manuel Bueno Díaz y el del químico metalúrgico Joan Castells i Ruiz. El primero aparecía en las reseñas indistintamente como fabricante de tejidos y Director de la fábrica de Rafael Díaz Gómez de Béjar. A su regreso ocupó la cátedra de Teoría de Tejidos y Tecnología textil en la Escuela Industrial de la localidad y, según contaba en un informe que le encargó la Junta para conocer la influencia de los pensionados sobre la industria nacional y la reacción de los industriales acerca de ellos, estaba intentando poner en marcha, con la colaboración del Ayuntamiento, un programa de reformas de las enseñanzas de la Escuela, que comprendía nuevos profesores, nuevas disciplinas e incentivos económicos para los alumnos más aventajados en ellas.129 En efecto, en 1926 alcanza el puesto de Profesor numerario por oposición y establece en la Escuela un Laboratorio de materias textiles al servicio de los fabricantes de la ciudad. Entre 1929 y 1932 ocupará el cargo de Director de la Escuela y volverá a él en 1939 hasta su muerte en mayo de 1941.130 En cuanto al segundo, terminará ocupando un relevante papel en la obra de renovación de los estudios metalográficos llevada a cabo por el catedrático Emilio Gimeno Gil en la Universidad de Barcelona. Profesor de la asignatura de Metalografía en la Escuela del Trabajo de esa ciudad desde 1931, al crear aquél el Instituto de Metalografía y de la Mecánica en 1933 se convierte en su secretario general y dos años después en el director de la revista mensual publicada dentro de la sección, Metalurgia y Construcción Mecánica. El Instituto contemporánea (1875-1920)», en Innovación, desarrollo y medio local. Dimensiones sociales y espaciales de la innovación. Número extraordinario dedicado al II Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio), Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, nº 69 (16), 1 de agosto de 2000. 128 La Vanguardia de 13 de octubre de 1961 informaba del homenaje que se la había rendido al ascender a profesor de término de la Escuela, p. 21. 129 BUENO DÍAZ, Juan: «La industria textil en Béjar», BJPIOE, VII (sic, en realidad la secuencia correcta sería V), 4, 5, abril, mayo, 1920, especialmente, pp. 14-15. 130 Datos de Javier R. SÁNCHEZ MARTÍN: «D. Juan Bueno Díaz...», Béjar en Madrid, 24 de enero de 2003, p. 3. Artículo proporcionado, junto a otros sobre la empresa de procedencia, por el autor, a quien agradezco su deferencia.
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animó durante aquellos años concurridas sesiones científicas públicas los primeros jueves de cada mes.131 En todos estos casos, no fue raro que el nuevo trabajo tuviera que ver con las empresas para las que habían trabajado en el extranjero, que finalmente los incorporaban a sus filiales en España. El molinero aragonés Antonio Viladés se colocó a su vuelta en la casa Daverio, en Madrid. El mecánico bilbaíno Eduardo Casans permaneció al servicio de la sociedad Brown Boveri como ingeniero, título que había obtenido en la École de Travaux Publics de París estudiando por correspondencia. O incluso los convertían en representantes exclusivos de sus productos o introductores de sus procedimientos de fabricación. Del mecánico barcelonés Valentín Prat Codina, procedente de la Maquinista Terrestre y Marítima, se indicaba que se había convertido en montador de motores Diesel en representación de la casa Winterthur Maschinenfabrik, de Suiza, donde había trabajado; del viticultor Antonio Massagué, que había regresado con la representación de productos enológicos Otto, de Béziers, haciendo muy buenos negocios y vendiendo vinos de España en el extranjero; del obrero textil Massó Llorens, que representaba a la importante casa Platt de maquinaria textil, donde había trabajado en Oldham; de Juan Torrent Roig, también del textil, que había iniciado en la casa Ferrer y Bernadas la fabricación de tiras bordadas en seda, para sastres, con privilegio de introducción en España en representación de la casa Verdol, de Lyon.132 Un paso más avanzado consistía en el establecimiento de negocios propios, ocasionalmente de importación y exportación relacionados con sus actividades en el extranjero. Algunos de estos casos se mencionan efectivamente. El oleicultor de Reus, Jaime Cercós había iniciado durante la pensión negocios de venta en mercados italianos y a su regreso los mantuvo en la casa que dirigía en su ciudad; el agricultor José Ortiz, de 131 Al respecto, CALVO, F. A. y GUILEMANY, J. M.: «Contribución del profesor Emilio Gimeno Gil al prestigio de la Universidad de Barcelona: Rector de 1939 a 1941», en Història de la Universitat de Barcelona. I Simposium, 1988. Barcelona, Universitat, 1990, especialmente pp. 476-478. Sobre Castells, «Joan Castells i Ruiz», http://www.enciclopedia.cat/. Al frente del Instituto estuvo José Serrat Bonastre, activo colaborador de la obra de pensiones como responsable de los cursos preparatorios celebrados en Barcelona, según vimos. 132 En efecto, en la referencia de la casa Verdol del Annuaire Didot-Bottin de 1926, sección Departamentos: Rhône, constaba que una de sus sucursales era la de Barcelona, a cargo de J. Torrent Roig, Paseo de San Juan, 77. Su memoria de pensión versó precisamente sobre la mencionada máquina: «La industria textil y sus progresos. Informe sobre la máquina Verdol», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 209-213.
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Orihuela, se encontraba en Francia en el negocio de frutas, asociado con otro pensionado, Francisco Pons; otro, Gonzalo Fernández Fraga había montado a su vuelta una mantequería en La Coruña; otros, José Pujadas, de Barcelona y Modesto J. Gambarte, de Navarra, comerciaban con vinos por cuenta propia. El primero había lamentado en su memoria de pensión las dificultades para comercializar los vinos españoles por el desconocimiento que de ellos se tenía, habida cuenta que su uso más extendido en el exterior era para el coupage de vinos procedentes de zonas relativamente frías, a fin de rebajar su acidez, y por la inadaptación de los hábitos de vendimia y elaboración de los caldos españoles a los gustos de los consumidores extranjeros133; Manuel Pujol, de Barcelona, después de estudiar química agrícola en la Facultad de Burdeos se había establecido por su cuenta en Manresa en el negocio de tintes. En textiles, José Daurella, de Manresa, había establecido en la calle de Ángel Guimerá 41, un taller para la fabricación de rodetes, púas y carretes de seda, que ocupaba a varios obreros y aprendices y marchaba muy bien134; igualmente, Tomás Burrul, procedente de la casa Canals y Parès, y Juan Miquel, que a su regreso comenzó a trabajar en la casa José Raventós de Barcelona como encargado de fábrica, terminaron abriendo fábrica por cuenta propia. En el momento de la información (1919) lo intentaba también Joaquín Manció, de la casa Pons y Geli. En curtidos, Bernardino Abós, de Zaragoza, había facilitado la venta de pieles a muchas casas españolas durante la pensión, llegando a hacer entre ahorros de la pensión y comisiones un pequeño capital, entrando en sociedad en París en la casa Bronier. Una vez liquidada, regresó a España y estableció en su ciudad la casa Abós y Gavín, fábrica de curtidos, en la calle Alonso V, 17. En otros sectores, el mecánico Francisco Fontanillas, procedente de Industrias Mecánicas Consolidadas de Barcelona había instalado a su regreso una pequeña fundición; el electricista Francisco Alafont había abierto una empresa de montajes eléctricos; el modelista bilbaíno F. Gomendiurrutia se había establecido por su cuenta, lo mismo que el niquelador Andrés Huelves, que había montado un taller de galvanoplastia; el trazador de 133 PUJADAS, José: «Exportación de vinos españoles a los demás países de Europa», BJPIOE, II, 16, 17, 18, abril, mayo, junio, 1917, pp. 63-66. 134 Su memoria de pensión versó sobre «Construcción de púas para llenar carretes de seda y descripción y funcionamiento de la máquina para construir tubos como los modelos A y B», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 163-202. W[inter] apostilla a la memoria que en su taller «hace los trabajos que aquí se relatan», p. 163.
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calderería Rafael Jimeno figuraba como director y propietario de un taller de automóviles y del barcelonés Francisco Ripoll se decía que se encontraba trabajando como contramaestre en la casa Voisin, de París, pero que regresaría a España para establecer un taller de reparaciones con su hermano. Finalmente, a José María Longueira se le calificaba de «constructor de obras» de La Coruña. Tampoco faltaron como es lógico situaciones de decepción entre los obreros retornados. Algunos lo manifestaron así a la Junta, que ocasionalmente lo consignó en sus anotaciones de la obra postpensiones. En algún caso eso les incitó a regresar a los centros de trabajo en el extranjero de forma provisional o definitiva. Es preciso insistir, no obstante, que la Junta tuvo especial interés en evitar estos abandonos, que significaban el fracaso en uno de sus principales desvelos en la gestión de las pensiones: la de garantizar el regreso y la utilidad última social de los fondos públicos utilizados en la obra. De ahí que no fuese un hecho extraordinario que sus referencias acerca de la colocación final de los expedicionarios en España añadiesen la apostilla de que el puesto ocupado se debía a la intermediación de la Junta. «Colocado por la Junta en la Papelera de Peñarroya», en Córdoba, se señalaba del guipuzcoano Pedro Aguinagalde, que había obtenido un título en la Escuela de Papelería de Grenoble.135 En otros casos, algunos pensionados entraron directamente a trabajar en los organismos públicos que habían surgido en los ámbitos de influencia de la entidad. Cinco expensionados se encontraban en 1925 en esta circunstancia, trabajando en diversos puestos del Instituto de Reeducación de Inválidos del Trabajo, según avanzamos más atrás. Eran los siguientes: el ilustrador Francisco Mateos, redactor artístico de El Socialista y profesor del Instituto; Jaime E. Montero, jefe electricista; Pablo Prieto, jefe de conservación de aparatos; Agustín Redondo, jefe de talleres y Marcelino Rodríguez, profesor técnico. Algún caso conocemos incluso en que se estableció una preferencia hacia los obreros pensionados en la convocatoria de una plaza oficial, como en la de Maestro cerrajero ajustador mecánico de la Escuela Central de Ingenieros Industriales de abril de 1925136. 135
La papelera fue creada por la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya en
1914 para aprovechar los recursos madereros de la finca adquirida al hacerse en 1908 con la Nueva Sociedad de minas del Horcajo. Terminará vendiéndola en 1928 a Papelera del
Sur, Libro del Centenario, Presidente de la Société Minière et Métallurgique de Peñarroya, Jesús Romeo Gorría/, s. l., s. e., s. f. (1983), pp. 507-509 y 553. 136 Convocatoria de 4 de abril de 1925, Gaceta 25.
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2.2. Algunas historias particulares Tal vez un acercamiento más preciso a algunos expedicionarios que aprovecharon con particular intensidad el tiempo de pensión ayude mejor a perfilar el retrato-tipo de esa secuencia de promoción social favorecida por las pensiones. Un caso particular fue el de Antonio Otzet, tintorero textil de Barcelona, que relataba parcialmente el propio Ernesto Winter. Durante la pensión, estudio tintorería en la Escuela textil de Verviers y trabajó algún tiempo en la casa Bayer, en Elberfeld, en investigación de colorantes.137 De nuevo en España, no logró encontrar un trabajo. La Junta le contrató para los cursos preparatorios de Barcelona y allí, en una de las obligadas excursiones a los establecimientos fabriles del contorno, entró en contacto con los directivos de la casa Cros, que, gratamente sorprendidos por sus explicaciones, quisieron contratarle por poco dinero. Algo después la delegación en España de la química Kalle, de Biebrich, le contrató y le envió algún tiempo a Alemania. Al llegar la guerra y quedar cortado el abastecimiento de colorantes por parte de la poderosa industria química alemana, Otzet emprendió por cuenta propia el negocio de colorantes en España y, según decía Winter, «se hizo rico». Se necesitó, añadía, una casa alemana y la guerra para crear su «negro newyorkino» y su «brun Bismack», «fabricados por procedimientos científicos, sin más secretos que sus procedimientos químicos».138 Winter no tuvo ocasión de contar la continuación de la historia. Acabada la guerra y normalizadas las transacciones de colorantes, la industria alemana reemprendió la conquista del mercado español, que había quedado interrumpida por la guerra. Para hacerle frente se formó en 1923 la sociedad Fabricación Nacional de Colorantes y Explosivos por iniciativa de Leopoldo Sagnier, que bajo la razón social de Vero Vidal venía fabricando colorantes sintéticos desde 1881, y en la que se integraron además otras cuatro sociedades químicas creadas desde 1917 aprovechando las circunstancias de la guerra y al amparo de la Ley de Protección de la Industria Nacional de ese año. Entre ellas estaba la compañía Marca y Otzet. La FNCE
137 Su memoria de pensión sobre «Manera de reservar los colorantes básicos sobre el negro de anilina», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 139-150. 138 WINTER, Ernesto: «Concepto de la eficacia de las Pensiones», BAEPEE, II-III, 19-22, noviembre-febrero, 1925-1926, pp. 6-7.
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terminará entrando tres años después bajo el dominio del consorcio químico alemán IG Farben creado en 1925.139 Otro caso singular, también narrado por Winter, fue el de Pedro Juan Smith, obrero textil de Barcelona. También él volvió al extranjero tras la frustración del regreso a Barcelona. Pasó después por los EE. UU. y Canadá con el objetivo de estudiar los tejidos de amianto, con las miras de establecer un negocio de ese tipo por cuenta de una casa americana. Pero la gran empresa de la reconstrucción tras la guerra le atrajo de nuevo a París, donde el propio Winter le visitó «de gran director» en su oficina de la Avenue de l’Opera. Sin embargo, los franceses, salvo unos pocos industriales del norte, no entendieron sus ideas de la gran producción estandarizada y volvió a Norteamérica.140 De Francisco Artigas hemos ya trazado más arriba lo esencial del currículum formativo. Tras su regreso a España, expuso —al parecer sin mucho éxito— en el Salón de Arte Moderno de Madrid los trabajos elaborados durante el tiempo de pensión, consistentes en dibujos de las ciudades visitadas, proyectos de cubiertas editoriales y de repujados en cuero, pequeñas tallas sobre los marcos y figuritas exentas de factura moderna influenciada por el «arte negro».141 Ernesto Winter tuvo a continuación especial interés en seguir su trayectoria, reseñando en las páginas del Boletín su exposición de tallas, junto a los orfebres vallisoletanos Osmundo y Eloy Hernández —aquel primero también pensionado entre 1916 y 1919 en París, donde inició su colaboración con Artigas— en el Ateneo de Valladolid en 1921142, así como las presentadas en la exposición de tallas policromadas de la Academia de San Fernando al año 139 Un buen análisis del contexto de la química alemana y española entre final del XIX y primer tercio del XX en PUIG, Nuria y LOSCERTALES, Javier: «Las estrategias de crecimiento de la industria química alemana en España, 1880-1936: exportación e inversión directa», Revista de Historia económica, XIX, 2, primavera-verano 2001, pp. 345-383. También, PUIG, Nuria: Los orígenes de una multinacional alemana en España: Fabricación Nacional de Colorantes y Explosivos, 1881-1965, Documento de Trabajo 9904. Madrid, Fundación Empresa Pública, 1999. También, CABANA: Fàbriques i empresaris. Els protagonistes de la revolució industrial a Catalunya. 1. Metal·lurgis i químics. Barcelona, Enciclopèdia Catalana, 1992, pp. 269-272. 140 WINTER: «Concepto...», pp. 7-8. 141 «Las gentes no le comprendieron, claro es», concluía su reseña de la exposición José FRANCÉS: El Año Artístico, 1919. Madrid, Editorial Mundo Latino, 1920, pp. 355-357. 142 WINTER BLANCO, E.: «Osmundo Hernández y Francisco Artigas», BJPIOE, VI, 5-10, mayo-octubre, 1921, pp. 1-4. El Boletín recoge además una memoria que los dos orfebres habían presentado al concurso de fabricación de una custodia para la catedral de Burgos, pp. 4-8.
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siguiente.143 Siguió siendo asimismo profesor auxiliar de la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona hasta su muerte en 1925.144 En el sector artístico merecen también una mención particular otros dos pensionados: Esperanza Zuloaga Estringana y Alfonso Blat Monzó. La primera, hija del ceramista Daniel Zuloaga, continuadora junto a sus hermanos, especialmente Juan y Teodora, de la obra de su padre en el taller que éste había abierto en la iglesia románica de San Juan de los Caballeros de Segovia en 1904145, había trabajado ya en Sèvres pensionada por el Estado en 1925 y había aprovechado ese tiempo para hacer una exposición en París. Esta segunda pensión, desarrollada entre 1929 y 1930 le sirvió además para recorrer Limoges, Stoke-on-Trent, el corazón de la cerámica inglesa, y de nuevo Sèvres con el objetivo de profundizar en el estudio de los esmaltes, «de la química aplicada a la Cerámica» como ella misma decía en carta a José Manuel Verdú, a quien se había dirigido a fin de facilitar su candidatura en una convocatoria orientada «por entero al sexo masculino».146 Su actividad en el taller segoviano estará en todo momento entrelazado con el de sus hermanos hasta su temprana muerte en 1937.147 143 WINTER, E.: «La Dama de Castilla (Busto de Artigas Dernis, repujado en plata por Osmundo y Eloy Hernández», BJPIOE, VII, 13-14, enero-febrero, 1922, pp. 1-3. 144 RAFOLS, José F.: Diccionario biográfico de artistas de Cataluña. Desde la época romana hasta nuestros días. Barcelona, Millá, tomo I, 1951, p. 60. 145 Sobre su trayectoria, desde los estudios en Sèvres junto a sus hermanos Guillermo y Germán, la creación de la Fábrica y Escuela de Cerámica de La Moncloa y las frustradas tentativas posteriores de las industrias cerámicas La Segoviana y de Pasajes de San Juan, ORDÓÑEZ, Leticia: «La Real Fábrica de La Moncloa», Villa de Madrid, 80, 1984, pp. 41-54; ZULOAGA ESTRINGANA, Juan: «Daniel Zuloaga. El hidalgo ceramista y su obra en Segovia», Estudios Segovianos, 6, 1954, pp. 405-418; y sobre todo, mucho más recientemente, RUBIO CELADA, Abraham: Los Zuloaga, artistas de la cerámica. Alcobendas, TF. Editores, 2007, especialmente, pp. 35-65 Sobre Esperanza Zuloaga, p. 70. 146 Carta del 28 de diciembre de 1928, recogida en la tesis doctoral de Abraham RUBIO CELADA: De la tradición a la modernidad: los Zuloaga ceramistas. Madrid. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia, 2004, Vol. I de documentos, p. 260. En línea en http://eprints.ucm.es/tesis/ghi/ucm-t28044.pdf. 147 María Jesús QUESADA es severa en el juicio artístico de la producción del taller desde la muerte de Daniel Zuloaga en 1921: «Zuloaga murió pero los hornos siguieron encendidos repitiendo una y otra vez anodinos cacharros sin alma. Réplica de aquellos que en su día había modelado el ceramista y que el molde había inmortalizado. Estos son la mayoría de los que hoy conocemos y que llevan su sello y su firma, pero que están hechos en un barro que nunca conocieron sus manos», Daniel Zuloaga, 1852-1921. Segovia, Diputación Provincial-Caja de A. y M. P. de Segovia, 1985, p. 62.
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En cuanto a Alfonso Blat, se trata, como señala Josep Pérez Camps, de un artista bastante olvidado, aunque con un papel importante en la tarea de hacer avanzar la técnica y la figuración del arte cerámico levantino desde las formas tradicionales a la modernidad, así como en su búsqueda de este camino en la enseñanza y en el contacto con los centros cerámicos extranjeros, a los que le llevó su pensión de 1931-1932148 y otro viaje de estudios por Europa en 1957, igualmente becado por el Estado, a fin de estudiar la organización y los sistemas pedagógicos de las escuelas cerámicas más importantes de Francia, Alemania e Italia. En su primera estancia extranjera recorrió los centros de Sèvres y Limoges (Francia), el Liceo de Arte industrial de Praga y el Laboratorio de materiales cerámicos de Fróhlich, Rumenice (Checoslovaquia), las manufacturas de porcelana de Meissen y Nymphenburg (Alemania) y las de Gouda (Holanda). De esta forma, junto a su producción y exposiciones personales tuvo especial interés en desarrollar una permanente acción pedagógica, primero en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Valencia y después en la Escuela Práctica de Cerámica de Manises, de la que llegará a ser director en 1948. Su legado artístico y documental se encuentra en la actualidad en el Museo de Cerámica de esta ciudad.149 Por último, merece la pena resaltar otros tres nombres de manera muy especial. El primero de ellos, Lisinio Andréu Lamarca, fue un oleicultor leridano que en su tiempo de pensión, entre 1913 y 1916, estudió la elaboración y el comercio de aceites en Italia pasando por la casa Recci de Porto Maurizio (Imperia), el Oleificio Sperimentale de la ciudad y el Laboratorio de Aceites y Grasas de Milán. El Boletín de la Junta dedicó un número prácticamente monográfico en 1916 a sus informes sobre fabricación, conservación, enfermedades, utilización económica de los residuos de la olivicultura e instituciones económicas y sociales que en aquel país gestionaban desde el campo público y privado el 148 Había intentado asistir con una bolsa de viaje a la Exposición de Artes Decorativas de París en 1925, becado por la Junta, pero su documentación no llegó a tiempo a la convocatoria. Nota de la Jefatura Superior de Industria (Flórez Posada) a la Junta comunicándole haber recibido su instancia y un escrito de apoyo de José Vilar, gerente de la fábrica de cerámica Hijos de Justo Vilar, de Manises, 29-X-1925, AGA (5)16 32/16532. Expediente de 1924 (sic), carp. 2 149 PÉREZ CAMPS, Josep: «Recordando al ceramista Alfonso Blat en el centenario de su nacimiento», en 6ª Biennal Internacional de Ceràmica, Manises, del 14 de noviembre de 2003 al 18 de enero de 2004. Exposiciones. Manises, Museu de Ceràmica, 2003, pp. 101117. En línea en www.manises.es/manisesPublic/museo/museo_ceramica.htm.
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importante mercado oleícola, así como la legislación sobre el comercio de aceites, el crédito agrario, los molinos cooperativos, las sociedades mutuales, las cajas agrarias, etc.150 A su regreso a España publicó en el periódico El Ideal de Lérida numerosos artículos de vulgarización sobre el tema, interesando incluso a la Diputación provincial, que le concedió una beca para estudiar en la Escuela Superior de Agricultura de Barcelona. En 1922 la Junta le facilitó la publicación de un folleto sobre este mismo tipo de cuestiones —producción, crédito agrícola, molinos cooperativos, comercialización— en el sector aceitero español, muy especialmente en Cataluña, una de las zonas, junto a Valencia y Aragón, donde se habían desarrollado desde las últimas décadas del siglo XIX los primeros ensayos de fabricación y comercialización de aceites de calidad.151 En él constaba como comisionista de aceites.152 En 1926 será el primer contador de la Junta directiva del nuevo Colegio Oficial de Agentes Comerciales de Barcelona, constituido por decreto de 24 de mayo.153 En 1933 le encontraremos participando en el VII Congreso de la Federación Internacional de la Prensa Técnica y Profesional celebrado en Viena, con una ponencia, junto al entonces vocal de la sección española, Federico Montagud, sobre «La creación de las secciones de la F.I.P.T.P.». Tres años después formaba 150 Los rótulos de sus diversos artículos fueron los siguientes: Estudios de olivicultura, pp. 1-4; enfermedades del olivo, 4-8; fabricación de aceites, 8-15; utilización de los residuos de la olivicultura para la alimentación del ganado, 15-25; conservación de aceitunas comestibles. Métodos italianos, 25-31; notas sobre degustación de los aceites de oliva, 3135; el crédito agrario en Italia, 35-41; molinos cooperativos, 42-58; instituciones agrícolas en Italia. Crédito agrario, 58-70; Ídem: Sociedades cooperativas, sociedades mutuas de seguros, cajas rurales en relación con el Instituto de Crédito Agrario de la Liguria, 70-79; Ley de 5-IV-1908 sobre aceite..., 80-87; Enseñanzas agrícolas..., 87-88; industria de la perfumería en los Alpes Marítimos (Francia), 89-93; cultivo de algunas plantas de perfumería en los Alpes Marítimos, 93-109. Todos ellos en BJPIOE, 10, 11, 12, diciembre 1916. 151 RAMON I MUÑOZ, Ramon: «La producción y el comercio de aceite de oliva en los países del Mediterráneo (1850-1938): competencia y especialización», en Mediterráneo e Historia Económica. Coordinadores: Jordi Nadal y Antonio Parejo. Almería, Caja Rural Intermediterránea, 2005, pp. 329-354, especialmente pp. 337-338. Este mismo historiador tiene en su haber otras destacadas publicaciones sobre el ramo del aceite y sus derivados. 152 ANDRÉU LAMARCA, Lisinio: El comercio de aceites en España. Madrid, Calpe, 1922, 32 págs. Se publicó dentro de la colección Catecismos del Agricultor y del Ganadero 153 Los restantes miembros de la primera Junta eran: presidente: José Grant Sala; vicepresidente: Agustín Giralt Baixeras; tesorero: Pedro Sans Salvadó; secretario: Manuel García Pérez del Ingerto, y vocales: Luis Agustí Sala, Francisco Santaeulalia Ferrer y Pedro Folch Torner, La Vanguardia, 15 julio 1926, p. 10.
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parte de la Junta Directiva de la Asociación española como Delegado en las Comisiones Internacionales.154 Otro de estos descollantes pensionados fue Joaquín Ferrer, técnico fundidor de la Maquinista y Fundiciones del Ebro, de Zaragoza en el momento de acceder a la pensión y jefe de la sección de fundición y del laboratorio metalográfico de la compañía durante muchos años después de su regreso. En realidad, era ya desde antes una pieza fundamental de la empresa, incorporado a ella por su amistad desde los años estudiantiles con el hijo primogénito del fundador de la compañía, el técnico alemán especialista en el montaje y mantenimiento de complejos azucareros, Albert Bressel. La compañía había nacido en 1911 con el objetivo de atender a las reparaciones ordinarias de las máquinas utilizadas por esa industria. Más tarde incorporará una fundición y se embarcará en la producción, dentro de sus talleres mecánicos, de diverso tipo de maquinaria. Sobre todo ello volveremos más adelante. Joaquín Ferrer fue —así lo califica Mariano Hormigón, recogiendo el testimonio de los descendientes del fundador en una historia inédita de la compañía155— «uno de los elementos claves en el desarrollo de la propia empresa».156 Había estudiado Ciencias Químicas y se había implicado en el desarrollo de la fundición incluso ya desde su etapa de estudiante. En 1920, aprovechando la etapa de huelga metalúrgica iniciada en agosto, realiza junto con Arturo Bressel un trabajo investigación metalúrgica en el Laboratorio de la empresa consistente en el ensayo de aleaciones cobre-estaño, que causó sensación en la Facultad de Cincuenta años de prensa técnica..., pp. 45 y 49. BRESSEL EGIDO, José Antonio; BRESSEL EGIDO, Alberto Luis y BRESSEL VIÑUALES, Arturo: Maquinista y Fundiciones del Ebro, Sociedad Anónima, Sociedad Anónima, 19181989. Zaragoza. Reproducido en mimeo, 1997, que hemos consultado en el ejemplar de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza. Hay en toda la obra una constante preocupación por poner de relieve el interés de la empresa en modernizar el utillaje productivo, lo que proporciona un buen recuento del tipo y de los proveedores de maquinaria para una empresa de fundición y construcciones mecánicas de tamaño medio, como era la Maquinista. 156 HORMIGÓN BLÁNQUEZ, Mariano: La historia de la industrialización de Zaragoza, vol. II, Zaragoza, CEZ, 1999, p. 393. La compañía está presente en todo el volumen, pero resume su historia entre pp. 392-397; igualmente, ampliando considerablemente los datos, BIEL IBÁÑEZ, María Pilar: Zaragoza y la industrialización. La arquitectura industrial en la capital aragonesa entre 1875 y 1936. Zaragoza, Inst. Fernando el Católico, 2004, pp. 549571, libro, por otra parte, de muchos más amplios vuelos que los estrictos de arqueología industrial que indica su título. 154 155
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Ciencias de Zaragoza, lo que le valió una beca para ampliar estudios en la Universidad de París durante seis meses.157 Desde diciembre de 1921 entra a formar parte de la plantilla como jefe de fundición y de laboratorio. En 1923 inicia su etapa como pensionado de la Junta de Pensiones, trabajando en la sociedad Bonvillain Ronceroy de Paris (lo que sin duda propicia que la empresa se decida en 1924 por la compra de nuevos equipos de moldeo mecánico de esa compañía para su fundición158), en la fábrica Renault de Boulogne-Billancourt y visitando los importantes establecimientos metalúrgicos y de fabricación metálica del Departamento francés del Loire. Su minuciosa descripción de las instalaciones, forma de trabajo, secciones, gestión, servicios, etc. de todos esos centros le muestran como un técnico capacitado para comprender y asimilar los nuevos procedimientos técnicos y de gestión de una moderna instalación fabril de fundición y de construcción mecánica.159 Como nota a pie de otro de sus trabajos —sobre fundición— la redacción del Boletín de la Junta de Pensiones, donde se publicaba, añadía que no era corriente todavía en las fundiciones nacionales dar importancia a los servicios de laboratorio para la buena marcha de la fabricación, lo que parecía señalar indirectamente hacia los modernos procedimientos emprendidos desde el principio por la empresa.160 En 1925 Ferrer participó en el Congreso de la fundición celebrado en Lieja con un trabajo sobre «Algunos ensayos sobre la fundición»161; formación, experiencia y observaciones de primera mano que seguramente le fueron preciosos en su dilatada responsabilidad en la Maquinista zaragozana. La mencionada obra menciona ocasionalmente su protagonismo en la adopción de novedades técnicas como responsable de la fundición. Con posterioridad a la guerra civil continuó en su puesto al frente de dicho servicio de la compañía.
Maquinista y Fundiciones..., p. 12. Ibídem, p. 19. 159 FERRER, J.: «Informaciones industriales», BJPIOE, X, 4, 5, 6, abril, mayo, junio, 1924, pp. 1-42 y «Estudio sobre algunos ensayos del hierro fundido», BJPIOE, XI, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1925, pp. 1-50. 160 FERRER, J.: «Varias notas sobre fundición», BJPIOE, VIII, 7, 8, 9, julio, agosto, septiembre 1923, pp. 1-24. 161 Mencionado por ESPAÑA, J. M.: Los procedimientos científicos utilizados prácticamente las fundiciones metalúrgicas modernas. Conferencia dada en la Asociación de Ingenieros Industriales de Barcelona el día 9 de abril de 1926, separata de Técnica. Revista Tecnológico-Industrial, s. l., s. e., s. f., p. 5. 157 158
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Pero, muy en la línea de las experiencias de todo tipo adquiridas por los pensionados, su influjo fue más amplio que el puramente técnico. En uno de los números del Boletín de 1927 se recogía precisamente con complacencia la memoria descriptiva del Gabinete de Orientación y Selección Profesional establecido en la empresa zaragozana, que funcionaba bajo la dirección de Joaquín Ferrer y Antonio Gracia. Al regresar a su puesto de trabajo tras la pensión —contaba el primero— se encontró con una pequeña sección dedicada al estudio de la orientación profesional de los aprendices y obreros, que había organizado el jefe de los servicios administrativos, Antonio Gracia162, y se aprestó a sumar a ella con entusiasmo los conocimientos sobre organización científica del trabajo aprendidos en su estancia en el extranjero. El Gabinete estaba dividido en tres secciones. La primera trataba sobre la «preparación de la selección de aprendices adecuados para la industria metalúrgica, contando para ello con algunos aparatos iguales a los demostrativos de psicología construidos por la compañía para la cátedra de esa asignatura del Instituto General y Técnico de la ciudad». Con ellos se buscaba seleccionar adecuadamente a los aprendices, analizar sus aptitudes mecánicas y psicológicas y reorientarlos hacia las actividades donde mejor pudieran ponerlas en valor. Con todo ello se elaboraba un historial formativo y personal del trabajador, que comprendía incluso su comportamiento fuera de la fábrica. La segunda sección era la de «Desarrollo cultural y de capacidad profesional de los obreros» de la fábrica. Para ello había servido la biblioteca formada por la dirección de la empresa, de unos 500 volúmenes. Comenzaron la propaganda introduciendo unas hojitas informativas en el sobre de la paga semanal y el resultado fue inmediato, hasta obtener usuarios asiduos de la sección. Habían conseguido además que las sociedades culturales que realizaban actos en los teatros les enviasen invitaciones gratuitas para los lectores más aplicados. Uno de ellos, Fernando Tirado había además obtenido una de las pensiones formativas en el extranjero, convocadas por el Ayuntamiento. Iría a Alemania y a su regreso sería recolocado como maestro en los talleres. 162 Antonio Gracia Pascua se había incorporado a los primitivos talleres Alberto Bressel a los 15 años de edad, como aprendiz en los trabajos de tipo administrativo, haciéndose cargo en la Maquinista de la contabilidad de la empresa y de la organización de la Oficina Administrativa, Maquinista y Fundiciones..., p. 7. Otros empleados incorporados inicialmente a esta experiencia fueron José Gracia, Lorenzo Muñoz, Andrés Sánchez, Joaquín Elena, Antonio Cabezas y José Padrós, Ibídem, p. 27.
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La tercera sección se encargaba de la «organización de los trabajos en talleres bajo los métodos científicos. Mayor rendimiento del obrero con menor desgaste». Habían comenzado a identificar los trabajos y obreros con mayor número de accidentes, habían realizado algunos cambios en los responsables de las máquinas, habían marcado con carteles las diferentes áreas de peligro, dando como resultado provisional una reducción del ocho por ciento en los accidentes. Pero el trabajo no había hecho más que empezar. Cronómetro en mano, tomaban tiempos, reducían movimientos, cambiaban la colocación y posición de algunas máquinas, estudiaban concienzudamente el tema, para lo que habían llegado a traducir algunos libros, uno de ellos, «El secreto de los altos salarios» de los ingenieros ingleses Bertrand Austin y W. Francis Lloyd, que era, decía Ferrer, «nuestro catecismo de organización». En resumen, señalaba, un trabajo modesto todavía, pero digno para las dos únicas personas encargadas, obligadas muchas veces a llevar adelante la iniciativa una vez terminadas las obligaciones ordinarias de su cargo.163 Ni que decir tiene que este pudo ser el origen de la Escuela de Aprendices de la compañía en el ramo del metal, ese tipo de organización que los pensionados habían visto con tanta frecuencia en las empresas extranjeras visitadas y que tan extraña era, salvo contadas excepciones, en la empresa española. Su creación se produjo como consecuencia de una disposición del Ministerio de Industria, en 1940, estableciendo la obligatoriedad de abrir centros o escuelas de aprendices en aquellas empresas con una plantilla superior a 500 operarios. No obstante no encontrarse la empresa en aquellos momentos incursa en esa última condición, el entonces director, Arturo Bressel, la consideró el pretexto idóneo para poner en marcha esa idea acariciada desde hacía mucho tiempo. Nombró precisamente como jefe de estudios a Joaquín Ferrer.164 Más adelante sus enseñanzas serán reconocidas oficialmente165, la Escuela merecerá el apoyo económico del Estado166 e incluso llegará a alcanzar rango de centro no oficial reconocido de formación profesional.167 163 FERRER, Joaquín y GRACIA, Antonio: «Ensayo de Organización científica del Trabajo en un taller español», BJPIOE, XIII, 7, 8, 9, julio-agosto-septiembre, 1927, pp. 1-10. 164 Maquinista y Fundiciones..., p. 70. Sobre la escuela, pp. 69 ss. 165 Disposición de 28 de octubre de 1953, BOE del 11 de enero de 1954. 166 Orden de 12 de diciembre de 1956, BOE del 14 de febrero de 1957. 167 Decreto de 22 de diciembre de 1960, BOE del 4 de enero de 1961 y Orden del 18 de enero de 1961, BOE del 8 de febrero de 1961.
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Joaquín Ferrer morirá repentinamente, aún joven, en mayo de 1947, siendo todavía jefe de fundición y de la Escuela de Aprendices. Finalmente hay que resaltar con letras de molde la figura de Agustín Redondo Simón, un mecánico madrileño que pasó en el extranjero por las casas Renault, Schneider y Vickers. En un artículo en el Boletín de comienzos de 1920 desgranaba precisamente con minuciosidad la forma de organizar el trabajo en las grandes industrias mecánicas extranjeras, tomando como modelo la fábrica de Erith de aquella última compañía: la estricta organización del trabajo y la producción, la mecanización casi general de la fabricación de piezas, la sustitución del fundido por la estampación o el embutido, la precisión en su manufactura —que obviaba numerosos trabajos ulteriores de ajuste y montaje— facilitada por la utilización de máquinas herramientas cada vez más eficaces, la especialización profesional, la coordinación de los procedimientos entre el departamento de estudio y proyección técnico, la responsabilidad individual del obrero en la tarea encomendada, incentivada por el sistema de trabajo a destajo, y los sistemas de control y calidad de la producción.168 También él, según señalaba Winter, tuvo dificultades para reinsertarse tras la pensión a un modo de trabajar muy diferente al de las grandes instalaciones industriales europeas e incluso ensayó con la ayuda de un socio un pequeño negocio, donde «hizo un ensayo muy fino de organización, si no de taylorización».169 No se desvinculó, sin embargo, de los contactos y las posibilidades que le había abierto la pensión. Comenzará a trabajar algo después en el Laboratorio de Automática creado en 1911170 y más adelante, según señalamos, como jefe de talleres del Instituto de Reeducación de Inválidos del Trabajo de Carabanchel. Su mismo empuje al frente de la Asociación de expensionados, según vimos, le hizo estar al frente de la iniciativa de la Escuela de aprendices del Sindicato metalúrgico El Baluarte de Madrid y terminará abriéndole las puertas a la delegación de la Junta en París en 1928, tras la muerte de Alejandro Chao. 168 REDONDO, A.: «Cómo funcionan las grandes industrias mecánicas en el extranjero», BJPIOE, VII (sic, la secuencia correcta sería V), 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1920, pp. 42-45. 169 WINTER, E.: «Concepto...», p. 7. 170 Heredero del Laboratorio de Mecánica aplicada creado en 1907 en el seno del Centro de Ensayos de Aeronáutica de 1904. Sobre él, MORENO, Roberto y ROMERO, Ana: «Recuperación del instrumental científico-histórico del CSIC. Antecedentes del Instituto . 1. El Laboratorio de automática», Arbor, CLVI, 616, abril, 1997, pp. 131-166.
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En ese cargo permanecía en 1936 al producirse la rebelión militar. Pues bien, en septiembre de ese año el entonces ministro de Industria y Comercio, Anastasio de Gracia Villarrubia, nombraba a Agustín Redondo Director General de Industria171 y apenas unos meses más tarde, en enero de 1937, se le sumaba, por encargo del ministro de Marina y Aire, Indalecio Prieto172, el de la jefatura de la Comisaría de Armamento y Municiones creada en el mes de diciembre anterior dentro de aquel ministerio con el encargo de centralizar todo lo concerniente a la compra y fabricación de material de guerra.173 Era, por consiguiente, ese «personaje hoy desconocido» que menciona Ángel Viñas, tan desconocido como la experiencia que aquí historiamos.174 Aparte su militancia socialista, resulta razonable pensar que contaron también en su nombramiento sus experiencias como obrero pensionado en las industrias europeas y sus relaciones como encargado de la colocación de los expedicionarios desde 1928, que le habían dado un conocimiento que se suponía precioso para la casi imposible tarea que ahora tenía por delante. Su actuación al frente del puesto, entre el nombramiento y la constitución de la Subsecretaría de Armamentos al unificarse todo lo relativo al esfuerzo industrial y militar de la guerra en el nuevo ministerio de Defensa Nacional en mayo de 1937175, estuvo plagada de dificultades objetivas y de entorpecimientos políticos entre los distintos grupos activos en defensa de la República, sin que en conclusión le quedase otra alternativa al gobierno republicano que acudir al mercado exterior para hacerse con el material de guerra preciso.176 Manuel de Benavides narra las dificultades para poner orden en la producción de la fábrica Hispano Suiza de Decreto de 9 de septiembre de 1936, Gaceta 10. Decreto de 7 de enero de 1937, Gaceta 8. 173 Decreto de Presidencia del Consejo de Ministros de 18 de diciembre de 1936, Gaceta 20. 174 VIÑAS, Ángel: El escudo de la República. El oro de España, la apuesta soviética y los hechos de mayo de 1937. Barcelona, Crítica, 2007, p. 199 175 Fue sustituido como Director General de Industria por José Maluquer Nicolau, D. de 28 de junio de 1937, Gaceta 29. En cuanto al resto de atribuciones, el primer subsecretario provisional de Armamentos fue Ángel Pastor Velasco, nombrado por O de 6 de junio de 1937, Gaceta 8, que fue sustituido en agosto de ese año, O. del día 12, Gaceta 13, por Alejandro Otero Fernández, que había sido el alma de la Comisión de Compra de Armas de París que hasta entonces se había encargado en el exterior de esas funciones. Sobre ello, HOWSON, Goffrey: Armas para España. La historia no contada de la guerra civil española. Barcelona, Península, 2000, pp. 145-151 y 286-287 176 Un resumen de estos problemas, VIÑAS, El escudo de la República..., pp. 198-203. 171 172
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Barcelona, que hubiera podido ser preciosa en la fabricación de vehículos y motores de avión, y para movilizar la industria metalúrgica catalana, a causa de los enfrentamientos de los distintos grupos políticos presentes en la Comisión de Industrias de Guerra de la Generalitat, y que Redondo no logró encauzar en sus distintos viajes a Barcelona.177 Agustín Redondo concluyó su periplo en el exilio mejicano178, donde, según César de Madariaga, todavía en 1961 ocupaba un «destacado puesto técnico».179
177 BENAVIDES, Manuel de: Guerra y revolución en Cataluña. México, Roca, 1878, pp. 256-264. 178 Según el registro Movimientos Migratorios Iberoamericanos del Ministerio de Cultura, http://pares.mcu.es/MovimientosMigratorios/detalle.form?nid=13094 llegó a México en octubre de 1942 en el Buque Nyassa. Constaba en su ficha que tenía entonces 46 años de edad y la profesión de Ingeniero mecánico. 179 MADARIAGA, César de: Las metas actuales de la capacitación y de la rehabilitación laborales. Sus ajustes y reajustes. Madrid, Aguilar, 1961, p. XXV.
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CAPÍTULO V LOS RETOS COLECTIVOS: POR LOS CAMINOS DE EUROPA, ABRIENDO LA «CAJA NEGRA» DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA 1. LAS COORDENADAS EXTERNAS DE LAS PENSIONES FORMATIVAS OBRERAS
1.1. Algunas cuestiones preliminares Cerrada aquella primera e insoslayable cuestión es posible pasar a documentar otros datos de la experiencia de pensiones y documentación que nos permitan encuadrarla de manera más amplia en la España y en la Europa industriales de su tiempo, incluyendo en este apartado —ahora sí— los aspectos relacionados con las políticas de formación y con las políticas sociales que se encuentran amalgamadas en la experiencia que historiamos Un primer dato significativo al respecto se refiere al fenómeno mismo de la pensión. No era, como es obvio, un procedimiento nuevo. Puestos a seguir con detenimiento sus pistas, resultaría difícil no encontrar en cualesquiera de los proyectos gubernamentales de «fomento» de la riqueza nacional o de «arreglo» del sistema educativo nacional la apelación a este recurso de emulación de los logros extranjeros, que algún comisionado especial del gobierno de turno se encargaría de conocer sobre el terreno. Nuestra más célebre filosofía nacional del XIX, el krausismo, tuvo su engarce en este procedimiento; algo cuando menos original en la historia académica de un país, lo que bien mirado constituye el extremo más singular del caso, con permiso de Menéndez Pelayo. Pero lo mismo se podría decir de otros célebres pioneros españoles en campos diversos de la actividad científica o económica, al menos desde el siglo XVIII.1 El sistema de 1 Datos sobre ello en el siglo XVIII, HELGUERA QUIJADA, Juan: «La política de transferencias de tecnología industrial en la España del siglo XVIII: instrumentos y resultados», en Transferts de technologies en Méditerranée, Michèle Merger (dir.). Paris, PUPS, 2006, pp. 157171. En su bibliografía, otros trabajos del mismo autor. Sobre el tema también, LAFUENTE, A. y PESET, J. L.: «Política científica y espionaje industrial en los viajes de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1748-1751)», Melanges de la Casa de Velázquez, XVII, 1981, pp. 233-262.
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pensiones había constituido ya un procedimiento complementario de formación en los primeros proyectos de organización de la enseñanza industrial del siglo XIX —el Conservatorio de Artes y sus anejos— aunque siguiera después la misma suerte que esas instituciones.2 Y ya en etapas coetáneas a la experiencia aquí reseñada, la pensión formativa en el extranjero era un procedimiento muy extendido de formación superior, incluso dentro de los países situados a la cabeza del desarrollo científico y tecnológico, como señalaba José Subirá en 1924.3 Lo nuevo no era, pues, la pensión formativa en sí, sino su sistematización en un mecanismo gubernamental estable y la vinculación de sus propósitos educativos a una política de asistencia y promoción social del mundo del trabajo y de estímulo al conocimiento de las innovaciones técnicas. Como ya dijimos al principio de este trabajo, una política de perfeccionamiento de la mano de obra técnica, como en general cualquier política formativa, implica un proyecto deliberado de actuación sobre algunos mecanismos clave en el funcionamiento de las sociedades, sea en su capacidad industrial, o económica en general como lo es en el caso presente, sea de manera global —sin entrar en este momento en las complejas relaciones entre escuela y sociedad— en la transformación de los comportamientos que resultan siempre de las políticas de integración y promoción sociales. Implica, en definitiva, una política pública que solo es posible en el marco del Estado en acción, tan denostado por los teóricos ortodoxos del liberalismo clásico antiguos y modernos y, sin embargo, tan presente desde los orígenes mismos de la política moderna, a través del gobierno jacobino y de todos los diferentes modelos de participación política reformista. Como muy bien sabían los profesores institucionistas, a los que inequívocamente se vincula la experiencia que historiamos, promover la educación y el desarrollo humano, la emancipación de la mujer, los seguros sociales y los retiros obreros, preocuparse por la suerte de la emigración, reflexionar sobre el origen de las estructuras sociales, sobre los cimientos sociales del Estado, sobre los mecanismos de funcionamiento de las instituciones políticas representativas, 2 ALONSO VIGUERA, José María: La ingeniería industrial española en el siglo XIX (Sucinta historia de una especialidad de la Ingeniería Civil)... Madrid, 1944, pp. 22-25. 3 Mencionaba concretamente a Inglaterra, los Estados Unidos, Alemania, Francia, Bélgica, Italia, Rumanía, Japón, Turquía, China, Chile y Argentina, SUBIRÁ, La Junta para Ampliación..., pp. 3-4 y 8. Sobre ello también, LÓPEZ GARCÍA, Santiago: «El Patronato Juan de la Cierva (1939-1960), I Parte: Las instituciones precedentes», Arbor, CLVII, 619, julio 1997, pp. 212-213.
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etc., —todo lo que en definitiva concibieron teóricamente y realizaron en la práctica desde distintos ámbitos y posiciones en las seis décadas cruciales de la historia de España que se extienden entre los siglos XIX y XX— significaba actuar sobre los fundamentos sociales de la legitimidad democrática y de la justicia social modernas. Bien entendido que, desde el punto de vista del individuo, sus objetivos no eran tanto poner en cuestión las desigualdades sociales como situar a cada cual en condiciones de romper sus barreras y establecer una regulación equitativa de acceso a las posiciones sociales superiores. Y desde la perspectiva de la sociedad, sobre la base de que lo que era de justicia social en el sentido mencionado era también eficaz desde el punto de vista colectivo, puesto que permitía sacar el mejor partido posible de las cualidades de cada individuo. Las pensiones, un recurso del Estado por muy humilde que fuese, se emplazaban en la dirección que marcaba un concepto de Estado activo e intervencionista, legitimado por su capacidad para actuar en beneficio de la comunidad nacional en su conjunto, al margen de las cerradas estructuras de la representación política, que era el sentido que los institucionistas daban a su muy repetida demanda de poner en concordancia la España oficial con la España real. Aun sin datos inequívocos al respecto, creemos no andar, sin embargo, muy desencaminados al vincular el origen concreto de estas políticas educativas iniciadas en España a comienzos de siglo,4 en su impulso, en sus modalidades, en sus orientaciones ideológicas, con las llevadas a cabo en Francia desde junio de 1899 por el ministro socialista Millerand del gabinete Waldeck-Rousseau. Restringiéndonos aquí al campo de la formación, el «ciudadano» Millerand impulsó una activa política de promoción de la enseñanza técnica, reformando los estudios de las escuelas existentes y creando un gran número de nuevas, vinculadas a las exigencias económicas particulares de cada medio, promoviendo la organización de cursos profesionales libres por medio de los sindicatos, bolsas de trabajo, patronos y asociaciones de antiguos alumnos, tutelando las iniciativas de las corporaciones y los particulares en este campo, promoviendo el reciclaje formativo postescolar y, en fin, facilitando a los alumnos el 4
Más allá de los vínculos, tal vez excesivamente genéricos, que se ha hecho entre el
70 francés y el 98 español. Al respecto, CACHO VIU, Vicente: «Francia 1870-España 1898», en «Homenaje al Profesor Pabón». Revista de la Universidad Complutense, 113, julio 1978, pp. 131-161, reelaborado en Repensar el noventa y ocho. Madrid, Biblioteca Nueva, 1997, pp. 77-115.
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estudio personal y directo de los progresos industriales o comerciales realizados en el extranjero. Un proyecto en este sentido fue el de constituir una escuela de perfeccionamiento técnico en los EE. UU., que coordinase los esfuerzos que se realizaban en el momento en favor de los alumnos de los establecimiento superiores de enseñanza técnica en forma de becas industriales de viaje al extranjero; una medida que no estaba dando el resultado perseguido, según se pensaba, porque los pensionados, abandonados a sí mismos, carecían de la guía precisa para orientar racionalmente sus estudios y sacar de su estancia en el extranjero todo el beneficio deseable. La institución proyectada podría obviar estos inconvenientes puesto que, colocada bajo la dirección de un hombre de valía científica demostrada y con profundo conocimiento del país, podría guiar a los jóvenes ingenieros en sus proyectos, sus viajes de estudios, sus visitas a fábricas, incluso contribuir a colocarlos en esas fábricas a fin de adquirir por medio de la colaboración personal una experiencia precisa de los nuevos procedimientos de fabricación. Sería, por lo demás, un auténtico centro de estudio, adecuadamente dotado, que recibiría a becarios del Estado o de cualquier otra corporación pública o privada.5 Aun sin forzar mucho la imaginación, no resulta difícil descubrir múltiples puntos de contacto entre estos proyectos y la manera de gestionar las pensiones españolas, que más arriba hemos descrito, lo que nos indica algunas concomitancias, sin duda más que casuales. Una figura del institucionismo tan sobresaliente, ya en estos momentos, como Adolfo Posada se hacía eco precisamente en los primeros años de la nueva experiencia de las realizaciones y proyectos de Millerand, conforme los describía la obra mencionada de Lavy. También para España, el procedimiento elegido resultaba «adecuado para orientar a la juventud universitaria, las generaciones científicas venideras y hasta, y acaso sea esto lo capital, para formar el futuro personal docente», aunque las experiencias llevadas a cabo hasta el momento no hubieran obtenido un resultado completamente satisfactorio. Tal era el caso de las pensiones convocadas por Romanones y Allendesalazar, a causa del desinterés de los alumnos universitarios convocados, tal vez como consecuencia de las condiciones excesivamente rigurosas, de la excesiva concentración de 5 Lo de «ciudadano» es el apelativo habitual utilizado por A. LAVY para referirse al ministro en el libro de 1902 donde da cuenta de su acción de gobierno: L’oeuvre de Millerand. Un ministre socialiste (juin 1899-janvier 1902). Faits et documents. Paris, Société Nouvelle de Librairie et d’Edition, 1902. Reseña de sus proyectos educativos técnicos, pp. 359-387.
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las decisiones en los establecimientos docentes de la capital y de la menguada recompensa académica que se establecía para ese periplo formativo en el exterior. De igual manera, el ejemplo de Francia proponiendo crear un centro formativo en los EE. UU. «debiera suscitar entre nosotros un movimiento de modestia análogo, digo mal, mucho mayor [...]. Realmente necesitamos unas cuantas escuelas de perfeccionamiento en Francia, Inglaterra, Alemania y EE. UU. para nuestros ingenieros, comerciantes, filósofos, maestros, militares y hasta... curas».6 Un segundo aspecto relevante de la cuestión que tenemos entre manos se refiere a los oficios y las especialidades industriales concretas promovidas desde la Junta como objetivo prioritario de pensión, es decir, los sectores señalados por los teóricos beneficios colectivos que se derivarían de aquella política formativa. Se trata de una cuestión ya avanzada al hilo de la reseña particular de cada una de las expediciones y lo que aquí cabe, por consiguiente, es hacer únicamente el cómputo y balance globales. De lo señalado en su momento se deduce que no es posible esperar del encuadramiento de estos oficios un mapa ni siquiera aproximado de la estructura de las ocupaciones socioprofesionales de la España del momento, puesto que su selección respondía a opciones deliberadas de carácter estratégico, encaminadas a obtener un particular resultado económico y social. En todo caso lo sería de las ramas o sectores productivos que se juzgaban preferentes o más susceptibles de movilizar a través de una política indirecta de formación técnica de su mano de obra. Y a juzgar por los datos que proporciona el sumario general de los oficios pensionados se puede decir que no podían estar más claras las ideas de sus gestores acerca de tales prioridades. En efecto, el encuadramiento de los pensionados por grandes ramas productivas nos proporciona un cuadro realmente significativo. El bloque más importante, a considerable distancia del resto, se encuentra enmarcado en el sector minero-metalúrgico-mecánico y sus variantes
6 POSADA, A.: Política y Enseñanza. Madrid, Daniel Jorro, 1904. Reseña de la obra de Millerand, pp. 188-193. Citas textuales, pp. 129 y 189. Sobre el nacimiento en concreto de la política científica del Estado francés, a iniciativa obstinada del diputado Honoré Audiffred, que terminará culminando la Caisse des Recherches Scientifiques, embrión del futuro CNRS, véase PINAULT, Michel: La science au Parlement. Les debuts d’une politique des recherches scientifiques en France. Paris, CNRS éditions, 2006. También en esta obra algún dato sobre la alemana del mismo género Sociedad Kaiser Wilhelm, creada en 1910, p. 66.
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modernas a partir de las energías eléctrica y petrolífera de la segunda revolución industrial. Son, por citar solo una selección de estas clasificaciones socioprofesionales, los mineros, mecánicos, electricistas, modelistas, fresadores, torneros, ajustadores, fundidores, caldereros, soldadores, troqueladores, trefiladores, montadores, cerrajeros, niqueladores, metalúrgicos, maquinistas o devanadores, aparte por supuesto las diversas carreras técnicas de grado medio, como ayudantes de minas o las distintas especialidades de peritaje industrial. El conjunto de estas categorías profesionales sumaban 257 pensiones, algo más del 54 % del total. En su interior, otros datos más concretos proporcionan algunos matices de interés: doce pensionados se relacionaban con la naciente industria aeronáutica; otros cincuenta y siete frecuentaron las empresas automovilísticas europeas del momento, en bastantes casos recorriendo varias de ellas a lo largo de la pensión. Muy por detrás venían a continuación los expedicionarios del sector agrícola, 59 en total, con una particular inclinación hacia los trabajadores de la rama vitivinícola, con 36 pensionados, y en mucha menos medida los de la leche y productos derivados (8) y los del aceite (5). Les seguían los trabajadores del textil, con 41 pensionados, y los tipógrafos y artes del libro, con 32, y ya a considerable distancia los curtidores (9), papeleros (4) y otro amplio conjunto de profesiones varias, que iban desde el sector de la construcción (albañiles, canteros) al de las artes industriales (decoradores, ceramistas, dibujantes de muebles o tejidos, ebanistas, tallistas, vidriería artística) y otras actividades, mucho más esporádicas, de carácter artesanal, como encuadernadores, tapiceros, relojeros, capinteros, jardineros, zurrador de pieles, cestero, sombrerero, juguetero o tonelero. Que aquella preferencia no tenía lógicamente nada de fortuita se desprende de forma muy clara de la importancia que los sectores mencionados habían ido adquiriendo desde la gran movilización de los recursos minero-metalúrgicos que acompañó la implantación del ferrocarril en toda Europa, de su diversificación ulterior en las industrias de transformación mecánica, especialmente espoleada por la demanda de la carrera armamentística y por la propia guerra ulterior y, en fin, por la gran movilización industrial de entreguerras, con la radioelectricidad, la electromecánica, la industria automovilística y la aviación como sus principales soportes. En resumen, de las investigaciones realizadas acerca del desarrollo la economía industrial ha quedado como conclusión bastante firme la idea de que aquellos sectores han resultado
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poseer con carácter general un alto valor estratégico en el desarrollo de las economías nacionales y han proporcionado el componente más determinante de su eficiencia técnica. Con respecto a España, no cabe la menor duda, como más adelante veremos, que aquellos sectores industriales, especialmente los que mejor seguían las líneas marcadas por la segunda revolución industrial, proporcionaron una nueva oportunidad para intentar abordar con cierta premura el proceso industrializador que no se logró coronar en la primera. En principio, algunas nuevas circunstancias favorecían esta vez ese proceso. Una mayor solidez y diversificación de sus estructuras productivas, una mayor internacionalización económica permitían aprovechar mejor las transferencias de tecnología que están implícitas en los intercambios económicos con los países de industrialización avanzada, sin las cuales ningún proceso industrializador, por dependiente que sea, puede mantener un impulso duradero. Las ya abundantes reflexiones sobre los vínculos entre desarrollo económico, creación-transferencia de tecnología y política de enseñanza e investigación científicas parecen no dejar lugar a dudas sobre la importancia de los factores tecnológicos, que se infiltran en el espacio cerrado de la «caja negra» de la gran maquinaria industrial y ayudan a entender los verdaderos patrones del progreso económico moderno y la complejidad de sus relaciones con los determinantes económicos clásicos. En este sentido, abrir la «caja negra» de los equilibrios económicos neoclásicos es abrir la «caja de Pandora» de la complejidad metodológica en el enfoque de las relaciones entre ciencia/tecnología y crecimiento económico.7 Las circunstancias para tal conjunto de oportunidades resultaban especialmente propicias en la coyuntura de las décadas de cambio de Eso fue lo que quiso poner de relieve Nathan ROSENBERG con su pretensión de sacar a la luz el registro de la caja negra de los equilibrios económicos neoclásicos y descubrir los auténticos resortes del éxito económico, véanse especialmente, Dentro de la caja negra: tecnología y economía. Epílogo: Algunas consideraciones sobre la caja negra española, Miquel BARCELÓ ROCA y Francesc SOLÉ PERELLADA. Barcelona, La Llar del Llibre, 1993 y Exploring the black box. Technology, economics, and history. Cambridge, University Press, 1994. Para una accesible visión de conjunto de las diferentes posiciones sobre la influencia del factor técnico en el cambio económico, además del mencionado libro de Rosenberg, véase el capítulo «Historia económica de la difusión tecnológica», de BERG, Maxine, en La era de las manufacturas 1700-1820. Una nueva historia de la Revolución industrial británica. Barcelona, Crítica, 1987, pp. 195-215. Sobre Rosenberg y su obra, VEGARA CARRIÓ, Josep M.ª: «Cambio tecnológico, análisis económico e historia. La aportación de Nathan Rosenberg», Revista de Historia Industrial, 5, 1994, pp. 11-38. 7
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siglo, puesto que las transferencias y adaptación de aquellas tecnologías se vinculaban a la creación de nuevos contextos industriales, con el desarrollo de sectores productivos con extraordinarias potencialidades de futuro, y a las posibilidades de una nueva fuente de energía capaz de proporcionar oportunidades a los países carentes de los recursos energéticos de la primera revolución industrial,8 entre los cuales, como ha señalado F. Caron, Suiza fue a este respecto el caso más ilustrativo.9 Con carácter general, se ha dicho, los fenómenos de cambios en las estructuras económicas intersectoriales surgen en el seno de sistemas técnicos en proceso de corrección de sus disfuncionalidades y son fruto de la innovación —de una demanda y de una oferta de invención aplicada con mayor o menos eficacia— antes de serlo de la demanda de nuevos bienes de capital, de nuevos productos de consumo o de nuevos procedimientos de organización y de financiación de las empresas. Hay, pues, una «demanda de invención» y una «oferta creadora», que se despliegan en un fructífero diálogo entre formación, experiencia tecnológica de las empresas y desarrollo de la investigación científica, se difunden a través de los cambios en las estructuras productivas intersectoriales y terminan eclosionando como consecuencia de los
Lo ha estudiado con respecto a la industria catalana Luis ARTEAGA: «El proceso de electrificación en Cataluña (1881-2000)», en Obras Públicas en Cataluña. Presente, pasado y futuro. Salvador Tarragó (ed.). Barcelona, Real Academia de Ingeniería, 2003, pp. 355376. Esteve DEU I BAIGUAL lo ha analizado igualmente para el sector textil lanero de Sabadell (Del vapor a l’electricitat. Estalvi de costos energètics en la indústria llanera sabadellenca 1910-1924. Sabadell, Quaderns d’Arxiu de la Fundació Bosch i Cardellach, 1995) llegando a la conclusión que la sustitución de la energía del vapor por la eléctrica comportó una reducción de los costos energéticos en términos reales en el periodo de máximo encarecimiento de los precios del carbón; unos años que coincidieron con los de mayor intensidad del proceso de electrificación, aunque en buena parte continuase dependiendo del consumo del carbón para diversos procesos industriales, p. 26. Con carácter más general, aunque con la mirada muy centrada también en la industria textil catalana, SUDRIÀ, C.: «Un factor determinante: la energía», en La economía española en el siglo XX. Una perspectiva histórica, Nadal, J., Carreras, A., Sudrià, C. (Comps.). Barcelona, Ariel, 1987, pp. 313-363, así como Gracia DOREL-FERRÉ: «L’eau ou le charbon? L’arternative énergetique de l’industrie catalane au XIXe siècle», en Doctor Jordi Nadal..., vol. 2, pp. 1057-1067. También, CATALÁN, Jordi: «Las vías de la industrialización y la Europa periférica», en Doctor Jordi Nadal..., vol. 1, pp. 205-239, especialmente, p. 215. 9 Véase al respecto, CARON, François: Les deux révolutions industrielles du XXe siècle. Paris, Albin Michel, 1997, libro, por otra parte, de extraordinaria calidad y de notable interés para el conocimiento de bastantes cuestiones tratadas en este trabajo. 8
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cambios en la demanda final.10 Si los cambios tecnológicos responden siempre a una demanda social, ellos a su vez construyen lo social en tanta medida al menos como son su producto. En la coyuntura del final del siglo XIX la electricidad tuvo el papel central en ese proceso de cambio tecnológico y transformación de las estructuras económicas. La aplicación generalizada de la electricidad alcanzó casi la categoría de símbolo de una nueva era de la economía industrial. Su conocimiento y gestión técnica adquirió así una dimensión estratégica al controlar el nuevo elemento estructurante del «sistema técnico» de la segunda revolución industrial, que además movilizó energías y recursos nacionales, permitió a determinados bancos especialmente bien situados en su respectivo mercado financiero nacional dar un nuevo paso en el control y en la orientación de las grandes empresas y en su expansión internacional y revalorizó el papel de la formación y del conocimiento técnico, al potenciar relativamente las bazas de la iniciativa y la invención —de las rupturas tecnológicas— frente al control institucionalizado de los recursos técnicos por parte de las grandes empresas.11 Otra cosa son los fenómenos de adaptación, uso innovador y recreación de las tecnologías, aspecto del mayor interés con relación a España. A grandes rasgos existe hoy día un acuerdo bastante generalizado de que las transferencias tecnológicas se realizan prioritariamente vinculadas a la inversión de capital. Pero esto, como veremos en su momento en este estudio, aparte de no garantizar la eficacia de su implantación ni 10 Al respecto, unos interesantes análisis de la vieja noción de estructura económica, poniéndola en relación con la de sistema técnico e intentando comprender la naturaleza de los cambios que se producen en uno y otro campo, en CARON, François: «Histoire économique et dynamique des structures», L’Année sociologique, 41, 1991, pp. 107-128 y, aplicado al desarrollo del sector eléctrico, «Dynamique des systèmes techniques et ‘capitalisme’: le cas de l’industrie électrique en France 1880-1939», Histoire, Économie, Société, 19e année, 3, 2000, pp. 387-410. Sigue en este aspecto la línea avanzada por Nathan Rosenberg, al poner de relieve las pulsiones internas hacia la invención que se generan en los sistemas tecnológicos complejos, frente a la preeminencia del papel de la demanda como factor explicativo de la dinámica de invención. Al respecto, VEGARA CARRIÓ, «Cambio tecnológico, análisis económico e historia...», pp. 18-20. 11 Al respecto, Pierre PASSARIEUX: «Les débuts de l’industrie électrique. Les brevets d’invention et les grands ingénieurs fondateurs d’entreprise», en Électricité et électrification dans le monde. Actes du deuxième Colloque international d’histoire de l’électricité... Paris, 3-6 juillet 1990, organisé par l’Association pour l’histoire de l’électricité en France. Réunis et édités par Monique Trédé. Paris, Association pour l’histoire de l’électricité en France, 1992, pp. 487-498.
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mucho menos una capacidad mínima de autonomía tecnológica a largo plazo, tampoco fue la tónica dominante de los movimientos de capitales extranjeros a lo largo de las etapas iniciales de la revolución industrial, por lo general poco inclinados a las actividades productivas directas en los países de inversión. Solo tardíamente en el siglo XIX, y con la necesidad de sortear las nuevas condiciones de proteccionismo y regulación estatal, la inversión exterior volvió también sus ojos hacia la implantación fabril, que permitía a la vez sortear aquellos problemas, buscar posiciones ventajosas en el capítulo de los costes de producción y dar saluda al excedente de capital de los países de origen. Fue en ese momento cuando, como complemento de todo ello, se agregó esta vez además en España una política sistemática por parte del Estado —aun aceptando todas las matizaciones que se quiera a ese concepto— de promoción de las relaciones científicas y tecnológicas con aquellos países que estaban en condiciones de ofertar la tecnología que España buscaba; una política formativa que permitiese en un primer momento manejar adecuadamente la modernización técnica incorporada y abrir con posterioridad el camino hacia la formación de infraestructuras propias de creación científica y técnica.12 En definitiva, como ha señalado Landes para la primera revolución industrial, una cuestión clave de los fenómenos de transferencia tecnológica es la preparación de técnicos capaces de maniobrar los nuevos procedimientos industriales. Si en aquel momento eso puso ser objeto en Inglaterra de una deliberada política restrictiva para la movilidad de las máquinas y de sus expertos —no siempre exitosa, en verdad— el cambio de posición a partir de 1825 12 Algunos estudios generales sobre modernización económica y cambio tecnológico referidos a España, MARTÍN GONZÁLEZ, Carmen y RODRÍGUEZ ROMERO, Luis: Cambio técnico y dependencia tecnológica. El caso de España. Madrid, Fundación del Instituto Nacional de Industria, 1977, así como, desde un planteamiento marxista, BRAÑA, Javier; BUESA, Mikel y MOLERO, José: El Estado y el cambio tecnológico en la industrialización tardía: un análisis del caso español. Madrid..., FCE, 1984. Ambos se centran especialmente en la etapa del desarrollo económico español posterior a la Guerra Civil. De MOLERO y BUESA, también: «Innovación y cambio tecnológico», en Lecciones de economía española, J. L. García Delgado (dir.), Rafael Myro y José A. Martínez Serrano (codirs.)... Madrid, Civitas, 1997, 3ª edición, pp. 135-164. Igualmente, situando el caso español en el contexto del mercado tecnológico de la economía mundial, MOLERO ZAYAS, José: Tecnología e industrialización. Madrid, Ed. Pirámide, 1983. Más recientemente, centrándose especialmente en el cambio tecnológico en el marco de la concepciones de la economía evolutiva, ¿Que inventen ellos? Tecnología, empresa y cambio económico en la España contemporánea, Santiago López GarcíA y Jesús M.ª Valdaliso (eds.). Madrid, Alianza Editorial, 1997.
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desparramó por el continente una riada de técnicos ingleses, algunos de los cuales forman parte hoy del cuadro de honor de la historia industrial europea.13 Fue a estas imprescindibles tareas formativas de técnicos, españoles en este caso, a las que quiso aportar su humilde contribución la Junta de Pensiones en las etapas expansivas de la segunda revolución industrial.
1.2. Países y centros de destino El siguiente interrogante que pretendemos afrontar tiene que ver con los lugares y los centros productivos de destino de los expedicionarios obreros. Como punto de partida, el reto que ahora se nos presenta es el de desbrozar los indicios razonables de prueba que vinculen, como algo más que mero fruto de las circunstancias y las oportunidades del momento, los sectores económicos, los centros de trabajo, las empresas, las instituciones educativas, todas las experiencias, en fin, en las que los pensionados consumieron su tiempo en el extranjero, con algunas particulares exigencias de la vida económica nacional y de la actividad de sus empresas. Todo aquello, en consecuencia, que resulta menos predecible y documentable conforme nos alejamos del dato escueto del pensionado y de sus objetivos personales. El primer dato relevante al respecto se refiere a los países de destino de los obreros pensionados. Francia ocupó en este orden un primer y muy destacado puesto. De las 881 referencias globales de estancias en lugares, en centros de trabajo y en establecimientos formativos de los expedicionarios, recogidas en las reseñas de actividades, seguimiento u obra postpensiones, 584 correspondieron al país vecino, de las cuales 295 a París y las localidades de su zona de influencia metropolitana. Muy por detrás, aunque también con considerabla ventaja, venía Bélgica (150 menciones) y a continuación, muy distanciadas, Reino Unido (43), 13
LANDES, David S.: Progreso tecnológico y revolución industrial. Madrid, Tecnos,
1979, pp. 165-169. Menciona ASHTON, Thomas S.: Iron and Steel in the Industrial Revolution. Manchester, University Press, 1924, el interés de todos los países europeos
en aquellas primeras etapas de la Revolución Industrial por atraer a los obreros y técnicos ingleses, pp. 200-204. Insiste en la importancia de la «trasferencia de personal» en el proceso general de «transferencia de habilidades técnicas» N. ROSENBERG: Tecnología y Economía. Barcelona, Gustavo Gili, 1979, especialmente el capítulo «Desarrollo económico y transferencia de tecnología: algunas perspectivas históricas», pp. 168-190.
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Alemania (39) Suiza (38), Italia (14), Holanda (6), Checoslovaquia (3), Suecia (2), EE. UU. (2) y Luxemburgo (2). Resultan perfectamente comprensibles estas preferencias si se tienen en cuenta algunos datos lo mismo de carácter general que de índole interna a la experiencia de las pensiones. No se puede olvidar que Francia y Bélgica fueron los países exclusivos de destino en las primeras expediciones, aunque posteriormente un giro, sin duda poco realista, exploró dirigir la mirada hacia Ginebra como cuartel general de aquellos soldados de la industria. En todo caso era la lengua el factor determinante que inspiraba las decisiones a este respecto, una preocupación muy firme en todo momento y con toda lógica, puesto que era una condición imprescindible para el adecuado aprovechamiento de las experiencias laborales y formativas. España, como otros países, se encontraba bajo el poderoso influjo que había dejado en la lengua francesa el siglo de las luces y que se había multiplicado políticamente por la difusión de las instituciones y modelos de gestión estatal de la época revolucionaria. Había sido la lengua extranjera casi exclusiva del sistema educativo y la de mayor influencia en la vida intelectual durante el siglo XIX y continuaba siéndolo en gran medida en el XX, a pesar de la deliberada búsqueda de nuevos maestros en Inglaterra y Alemania por parte de los jóvenes científicos y humanistas. Respecto a la economía, la influencia también decisiva de países terceros no neutralizaba el efecto determinante del factor lengua, puesto que tanto Francia como Bélgica habían contado también de manera destacada en el nacimiento en España del sector financiero y en el desarrollo pujante de la producción minera, ambos sectores especialmente tocados por la inversión extranjera durante el siglo XIX. Ambos países contaron además durante cierto tiempo con un factor coyuntural de primera importancia: la demanda de mano de obra que se derivó de la ingente tarea de reconstrucción material de la primera postguerra, especialmente beneficiada por las compensaciones económicas y otras ventajas industriales respecto a Alemania, impuestas en el tratado de Versalles. Pero aparte estas razones particulares había otras de carácter general que podrían explicar con mayor amplitud de miras la orientación preferente de los pensionados hacia Francia y Bélgica. En ambos países era, en efecto, donde mejor se conjugaban los criterios operativos fundamentales que guiaban la experiencia: la elección estratégica de sectores objeto de pensión por parte de los gestores de la Junta, la diversificación de oportunidades proporcionada a los diversos oficios seleccionados y
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la economía de esfuerzos en la tarea de colocación de los expedicionarios, teniendo en cuenta que el centro exterior de gestión de las pensiones se localizaba en París. Todo ello quedará más claro si se precisan algo más los datos sobre los destinos preferentes de los expedicionarios dentro ambos países. Con respecto a Francia fue la capital y su entorno, como dijimos, el gran polo de atracción de los pensionados. Las explicaciones más plausibles se encuentran en sus propias potencialidades industriales y formativas en este espacio, especialmente en esta época en los sectores emergentes del automóvil y de la aeronáutica. París se había convertido en el siglo XIX en un escenario privilegiado de localización industrial14 y, si en el cambio de centuria esa dinámica se había invertido relativamente, lo había sido en beneficio de las localidades de su zona metropolitana como Saint-Denis, Ivry, Boulogne-Billancourt, Suresnes, Courbevoie, La Courneuve, Yssyles-Moulineaux, Choisy-le-Roi, Puteaux, Levallois-Perret, Gentilly, Vitry, Kremlin-Bicêtre, Creil, Corbeil, Meaux, Vanves, Malakoff, Montrouge, Saint-Ouen, Clichy, Étampes, Pontoise, Rambouillet, Charenton-le-Pont, Saint-Mandé, Vincennes, Montreuil-sous-Bois, Bagnolet, Les Lilas, le PréSaint-Gervais, Pantin, Aubervilliers, Neuilly-sur-Seine, Nanterre, Colombes, Bois-Colombes, Asnières, Gennevilliers y otras.15 Pero no resulta descartable desde otra perspectiva el intenso atractivo de la capital francesa como auténtica capital europea in pectore del siglo XIX, como imán incontenible durante las primeras décadas del XX de todos aquellos jóvenes artistas que sentían bullir en su interior el fuego de la innovación creativa y el inconformismo bohemio, hasta el momento al menos en que Berlín comenzó a irradiar, tras la guerra europea, su locu14 RATCLIFFE, Barrie M.: «Manufacturing in the Metropolis: the dynamism and dynamics of Parisian industry in the Mid-Nineteenth Century», en The Journal of European Economic History, 23 (2), 1994, pp. 264-328. 15 Pueden verse al respecto, de entre la gran cantidad de trabajos ya publicados, los suguientes: Evolution de la géographie industrielle de Paris et sa proche banlieue au XIX siècle. M. Daumas et J. Payen (dirs.), G. Jigaudon (Illustrateur). Vol. 1: La montée de la grande industrie, 1830-1872. Vol. 2: Vers la maturité de l’industrie parisiense, 1872-1914. Vol. 3: Atlas. Paris, Conservatoire National des Arts et Métiers-École des Hautes Études en Sciences Sociales, 1976. También, LUCIANI Jacques, Les activités industrielles des satellites proches de Paris (Corbeil, Creil, Mantes, Meaux, Melun, Etampes, Pontoise, Rambouillet), Doctorat d’état en Géographie sous la direction de Jean Bastié, Université Paris IV, 1986. Aspectos teóricos sobre la localización industrial, AUBERT, Francis et GAGNÉ, Carl: «Histoire de la dynamique territoriale de l’industrie. Le rôle de la demande de travail», Cahiers d’économie et sociologie rurales, 76, 2005, pp. 49-70.
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ra creativa sobre el continente. Como dato anecdótico, circunstancial aunque relacionado con el tema que nos ocupa, y que ilustra bien este papel jugado por París, es preciso recordar el caso del peregrinaje artístico parisino de Ramón Gómez de la Serna, amparado económicamente durante un poco tiempo por las tareas gestoras de las pensiones en aquella ciudad. Fuera de París, las ciudades más frecuentadas fueron Burdeos, a donde se precipitaron la mayoría de los pensionados de la rama vitivinícola; Lyon, la segunda aglomeración urbana e industrial del país, que había unido a su tradición histórica sedera un importante desarrollo industrial de los sectores mecánico y químico, al unísono con las cercanas Roanne, Saint-Étienne, Chalon y Saint Chamont, en el Departamento del Loire;16 y Grenoble, centro del pujante desarrollo de la «hulla blanca» desde la segunda mitad del siglo XIX y de una industria puntera de tecnología hidráulica precisa para su explotación. Aparte las mencionadas, únicamente cabría destacar las ciudades de Denain y Lille, en el Departamento del Norte, señaladas por la presencia de importantes establecimientos metalúrgico-mecánicos, frecuentados por los pensionados. Así pues, a despecho de su menor peso industrial que el Reino Unido y Alemania y de la persistencia en el país de algunos modelos políticos y económicos (el Estado jacobino, la empresa familiar) a los que en algún caso se ha atribuido, sin mucho fundamento, la causa de cierta apatía en sus capacidades de innovación económica y técnica,17 Francia pudo ofrecer, aparte su lengua y su proximidad, un emplazamiento principal muy accesible a la gestión de la Junta, perfectamente adecuado a las prioridades 16 Sobre el conjunto de la industria de esta zona, incluidas algunas empresas que aparecerán a lo largo de este trabajo, Entreprises et pouvoir économique dans la région RhôneAlpes (1920-1954), JOLY, Hervé et ROBERT, François, avec la collaboration d’Alexandre GIANDOU. Lyon, Centre Pierre Léon d’histoire économique et sociale, 2003. 17 Se trata de una cuestión de permanente actualidad en la historiografía económica francesa desde antiguo, aunque especialmente reactivada desde que David S. LANDES la puso de nuevo sobre el tapete en su artículo «French Entrepreneurship and Industrial Growth in the Nineteenth Century», Journal of Economic History, 9, 1949, pp. 45-61 y en un contexto más amplio en su Unbound Prometheus (Progreso tecnológicoy revolución industrial). Puede decirse que desde entonces buena parte de la historiografía económica sobre Francia, desde un lado por inercia y desde el otro por reacción, se ha posicionado sobre el tema. Sin pretender más que una relación indicativa de las principales aportaciones sobre este debate, se pueden destacar las siguientes. O’BRIEN, Patrick y KEYDER, Calman: Economic Growth in Britain and France, 1780-1914. Two Paths to the Twentieth Century. London, Allen & Unwin, 1978; CAMERON, R. E.: France and the economic development of Europe, 1800-1914. New Jersey, Princeton University
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industriales marcadas en sus convocatorias, donde se estaba produciendo, si no la más avanzada, una innegable efervescencia innovadora en los sectores del automóvil, la aeronáutica y la electricidad, y que concentraba asimismo buena parte de las energías nacionales en el campo de las instalaciones y transportes urbanos, en el de la edición, en el de las artes industriales o en el artístico. Y fuera de la capital, algunos importantes emporios industriales y una economía vital y de amplio espectro, capaz de satisfacer demandas de trabajo y formación industrial muy diversas y con un potente e innovador sector agrícola que el campo español podía perfectamente adoptar como modelo. Ventajas en muchos puntos equivalentes se percibían en las zonas económicas belgas que acogieron a los expedicionarios españoles, aun sin la influencia de un núcleo económico dominante del género de la capital francesa.18 En realidad, era todo el territorio marcado por la frontera de los ríos Mosa y Sambra el que hacía aquí de concentrado industrial. En las colinas y valles diseñados por sus cuencas fluviales se había
Press, 1961; FREEDEMAN, C. E.: Joint-Stock Enterprise in France, 1808-1867. From Privileged Company to Modern Corporation. Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1979. De estos dos últimos historiadores, «French Economic Growth. A Radical Revision», Social Science History, VII, 1, Winter, 1983, pp. 3-30. Desde la posición opuesta, siguiendo con mayor o menor fidelidad las tesis de Landes, una muy documentada aportación, comparando sectores económicos, productividad, gasto público, etc., DORMOIS, Jean-Pierre: L’économie française face à la concurrente britannique à la veille de 1914. Préface de David S. Landes. Paris-Montréal, Éditions L’Harmattan, 1997. Un resumen, «France’s experience of industrial retardation during the Belle Époque» en Jean-Pierre Dormois et M. Dintenfass (dir.): The British Industrial Decline. Londres, Routledge, 1998, pp. 207-229. Un análisis del gran capitalismo francés, mostrando la «normalidad», aunque diferenciada, de su desarrollo, en SMITH, M. S.: «Putting France in the Chandlerian Framework: France’s 100 Largest Industrial Firms in 1913», Business History Review 72, 1, Spring 1998, pp. 46-85. Un resumen del debate hasta la fecha de publicación, el artículo de CROUZET, François: «The historiography of French economic growth in the nineteenth Century», Economic History Review, LVI, 2, 2003, pp. 215-242. Con posterioridad han publicado relevantes balances del tema SMITH, Michael S.: The Emergence of Modern Business Enterprise in France, 1800-1930. Cambridge (Mass.), Harvard University Press. 2006 y HORN, Jeff: The Path not taken: French Industrialization in the Age of Revolution, 1750-1830. Cambridge (Mass.)-London, The MIT Press, 2006. En España se hace eco de esa «ridiculez» del llamado «fracaso francés» Josep FONTANA en «Algunas consideraciones sobre las grandes etapas de la economía europea en el siglo XX», en La economía española del siglo XX. Una perspectiva histórica..., pp. 10-11. 18 Sobre los inicios de la industrialización belga en sus diversos sectores y espacios, Essai sur la révolution industrielle en Belgique 1770-1847, P. LEBRUN, M. BRUWIER, J. DHONDT, G. HANSOTTE. Bruxelles, Palais des Académies, 1979.
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ido generando desde comienzos del siglo XIX un rico y diversificado tejido industrial, vertebrado geográfica y económicamente por las ciudades de Mons (minería del carbón), Lieja y Charleroi (metalúrgica, construcciones mecánicas, material ferroviario, vidrio, armas, industria química) y Verviers (textil de la lana), que habían hecho de Bélgica la adelantada continental de la revolución industrial. Los mencionados centros y sus localidades satélites —Couillet, Marchienne-au-Pont, Châtelet, Marcinelle, Sclessin, Chatelineau, Herstal, Seraing, Angleur, Ougrée, Grivegnée, Longdoz, Fléron, Visé, Juslenville— aparecen constantemente en el periplo laboral y formativo de los expedicionarios españoles y en ese espacio se manifiesta con meridiana claridad la decidida orientación de los gestores de la experiencia de pensiones hacia el ramo de la metalurgia y de la transformación del metal, un campo crucial en el desarrollo económico y en el mecanismo de transferencia y adaptación de la tecnología que las pensiones buscaban.19 Sin duda, a partir de lo dicho, para ningún otro espacio económico son más pertinentes las categorías epistemológicas elaboradas sobre el fenómeno económico-geográfico de las «cuencas industriales», considerando como tal aquel territorio remodelado inicialmente para asegurar el rendimiento óptimo de la industria pesada sacando provecho de los recursos locales de materias primas, especialmente del carbón, y de mano de obra y concentrando geográficamente las principales innovaciones científico-tecnológicas características de la revolución industrial, lo que se traducía a su vez en formas de integración horizontal y vertical de los medios de producción, en el desarrollo de sinergias técnicas entre sus principales recursos, en la formación de economías de escala y en el despliegue de nuevos procedimientos formativos de la mano de obra;20 características Una buena descripción geográfico-económica de la zona, que además tiene la virtud de componerse por los años a que se refiere nuestro estudio, es la recogida en la Geografía Universal, redactada bajo la dirección de P. Vidal de la Blache y L. Gallois, tomo II: Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, por A. DEMANGEON. Barcelona, Montaner y Simón, 1928. Más modernamente, La Wallonie. Le Pays et les Hommes. Histoire-économies-sociétés. Direction scientifique Hervé Hasquin. Tome 1, II. De 1830 à nos jours. Bruxelles, La Renaissance du Livre, 1976, donde hay algunos datos sobre las empresas de la zona mencionadas en este estudio. 20 Tal es la definición de René LEBOUTTE: Vie et mort des bassins industriels en Europe, 1750-2000. Paris-Montréal, Éditions L’Harmattan, 1997, p. 12. En concreto sobre estas cuencas belgas, pp. 73-100. También, PASLEAU, Suzanne: «Caractéristiques des bassins industriels dans l’Eurégio Meuse-Rhin», Fédéralisme Régionalisme, 3, 2002-2003, en http://popups.ulg.ac.be/federalisme/document.php?id=298. 19
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cuyos cimientos han minado ya definitivamente en las últimas décadas del siglo XX los más modernos procedimientos de organización productiva basada en la información, la innovación y la investigación científica.21 En su momento constituyeron, sin embargo, un conjunto de bases materiales y circunstancias económicas y humanas encadenadas, que algunas zonas europeas y hasta países enteros —el caso concreto de Bélgica— supieron aprovechar para ponerse en el pelotón de cabeza del desarrollo industrial. Un aspecto importante del proceso fue el trazado del ferrocarril, en el caso de Bélgica especialmente relevante por su implantación pionera dentro del continente. El ferrocarril suscitó una extraordinaria demanda de producción básica metalúrgica y de artículos de hierro de factura relativamente simple, como raíles, pero también de otros mucho más complicados, lo que dio un extraordinario impulso a la fabricación de maquinaria y a las construcciones metálicas. Como efecto añadido eso afectó igualmente a la demanda de otros productos, como madera, vidrio, cuero, piedra, ladrillos y otros materiales relacionados con la fabricación de máquinas, coches e instalaciones fijas. Si a ello se suma, como señala Landes, el efecto sobre la demanda y producción general de bienes de consumo, es justo decir que la construcción del ferrocarril fue, en Bélgica desde los años 40 del siglo, en todas partes en las décadas siguientes, «el estímulo individual más 21 En la actualidad, un concepto que ha merecido particular interés es el de «distrito industrial», categoría geográfico-económica para designar un ámbito de especialización económica de pequeñas y medianas empresas, con capacidad para obtener ventajas comparativas de las sinergias económicas, técnicas, sociales, institucionales proporcionadas por el medio. Al respecto, BECATTINI, G.: Il distretto industriale. Turín, Rosenberg & Sellier, 2000; BENKO, Georges y LIPIETZ, Alain: «Le nouveau débat regional: positions», en Les régions qui gagnent. Distrits et réseaux: les nouveaux paradigmes de la géographie économique. Paris, PUF, 1992, pp. 13-32; DUNFORD, Mick y HEURLEY, Jennifer: «Districts industriels: vingt ans de recherche», Espaces et Sociétés, 88-89, 1997, pp. 305, 327. Un libro construido sobre ese concepto, Les territoire de l’industrie en Europe, 1750-2000: entreprises, régulations et trajectoires. Actes du Colloque international de Bensançon, 27, 28 et 29 octobre 2004. Textes reunis et présentés par Jean-Claude Daumas, Pierre Lamard et Laurent Tissot. Besançon, Presses universitaires de FrancheComté, 1997, donde aparece un artículo referente a España, de Miguel GUTIÉRREZ-POCH: «Du moulin à l’usine: continuités et changements dans les systèmes industriels localisés de la papeterie espagnole. Succès ou échec du district industriel? (1750-1936)», pp. 385400. Un amplio elenco de cuestiones al respecto, también referidas a España, en el número monográfico Los distritos industriales, coord.: Vicente Enric Soler i Marco, de Mediterráneo Económico, 13, 2008.
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importante para el crecimiento industrial en Europa Occidental»22 y que ello constituyó, según los más recientes estudios sobre la producción y transmisión de innovación tecnológica, un valor añadido esencial en lo que los más modernos estudios sobre desarrollo tecnológico consideran el núcleo duro de un «sistema técnico», caracterizado por actuar como el fundamento de un amplia y compleja red de innovaciones técnicas, intervenir decisivamente sobre el proceso de industrialización y el desarrollo económico en general y transformar significativamente el estilo y los modos de vida.23 En conclusión, es innegable que las mencionadas cuencas industriales de Bélgica, relativamente próximas entre sí, así como la aglomeración parisiense, representaron a este respecto los ejemplos más paradigmáticos de espacios económicos integrados donde los expedicionarios de los más diversos oficios podían a un tiempo entrar en contacto con empresas más o menos punteras dentro de su correspondiente rama, completar su formación teórica y práctica en centros educativos y en establecimientos diversos de su especialidad y, como efecto derivado no menos importante, evitar el aislamiento que pudiese hacerles caer en el peligro de la «desnacionalización» hasta disuadirles del regreso. Fuera de los mencionados, los centros de destino del resto de los países se encuentran mucho más marcados por algunos establecimientos industriales de particular relieve. En Suiza, por la compañía Brown Boveri de Baden especialmente, por la Oerlikon en la localidad del mismo LANDES, óp. cit., p. 171. Algunos hitos científicos de estas corrientes interpretativas de las relaciones tecnología-sociedad, HUGHES, Thomas P.: Networks of Power. Electrification in Western Society, 1880-1930. Baltimore. The Johns Hopkins University, 1983; GRAS, A.: Grandeur et dépendence. Sociologie des macro-systèmes techniques. Paris, PUF, 1993; The social construction of Technological Systems. New directions in the sociology and history of technology. Wiebe E. Bijker, Thomas P. Hughes and Trevor J. Pinch (eds.) Cambridge, Mass., MIT Press, 1989. Sobre Francia y el ferrocarril, CARON, François: «La naissance d’un système technique a grande échelle. Le chemin de fer en France (1832-1870)», monográfico sobre Histoire des techniques, Yves Cohen, Dominique Pestre, Présentation, Annales HSS, 4-5, juillet-octobre, 1998, pp. 859-885. Sobre el concepto mismo de sistema técnico, GILLE Bertand: «Prolégomènes à une histoire des techniques», en Histoire des techniques. Tecnique et civilisations, technique et sciences. Sous la direction de B. Gille. Paris, Gallimard, 1993, pp. 1-118, definición, p. 19. Una revisión del concepto de sistema técnico de Gille, VERLEY, Patrick, «Quelques remarques sur la pertinence du concept de système technique pour l’époque de la première industrialisation», en J. Bourlès (éd.), La rupture technologique, Paris, Economica, 1999, pp. 19-34. 22 23
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nombre, por la Sulzer de Winterthur, aunque ciudades como Ginebra y Zurich proporcionaban también opciones más diversificadas; en Alemania, por la compañía de máquinas herramientas y armas Loewe, de Berlín, por la compañía de construcciones aeronáuticas Junkers de Dessau, por la Escuela de Artes Gráficas de Leipzig o, en mucha menor medida, por las compañías electro-mecánicas AEG y Siemens Schuckert de Berlín; mucho menos en el resto de los países en razón de sus limitados efectivos, aunque no falta la importante compañía inglesa de armamento, construcciones mecánicas y automóviles Vickers, la italiana de automóviles Fiat o el centro experimental de la leche de Lodi en este mismo país, por solo avanzar en este momento algunos de los más importantes centros de acogida de pensionados.
2. LOS PRINCIPALES SECTORES INDUSTRIALES ENFOCADOS 2.1. El rastro de los paisajes negros de la primera revolución industrial Es el momento de dar un paso más hacia la acreditación al menos somera de los principales centros industriales, compañías y establecimientos fabriles implicados en la experiencia que historiamos. Sería excesivo decir que en tales nombres se contiene la historia toda de la industria europea del siglo XIX y de las tres primeras décadas del XX. No lo es sin embargo sostener que con ellos se podría trazar una sinopsis bastante aproximada de su cronología y de sus ramificaciones, al menos de la historia industrial del continente y contando siempre con las matizaciones que introducirían en ella las prioridades marcadas por los directivos de las pensiones. Comenzando precisamente por estas, resulta patente que los expedicionarios tuvieron especial querencia por seguir el rastro de las «manchas negras» del carbón y del hierro del continente, protagonistas de la primera revolución industrial. En su periplo se recorre la geografía de las principales cuencas carbonífero-metalúrgicas y de sus principales establecimientos de fundición, producción de acero y construcciones metálicas, sacudidos en aquellos años por algunas circunstancias políticas y económicas cruciales, que a continuación señalaremos. Es en las cuencas belgas, especialmente en la que tiene su centro en Lieja, donde esa concentración adquiere mayor intensidad. Allí se había formado tempranamente un poderoso tejido de explotaciones
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mineras, altos hornos, acerías y talleres de construcciones mecánicas, aparte otros establecimientos y ramas industriales proveedores naturales de los productos demandados por aquéllas, que resultaba especialmente adecuado, por su concentración y diversidad, para cumplir los objetivos que se había impuesto la Junta de Pensiones.24 Algunas grandes sociedades fundadas en aquellos tiempos han formado parte del esqueleto económico de la región hasta nuestros días, aunque ya sujetas a esa especie de selección natural que va fagocitando o haciendo desaparecer a las más frágiles. Por los años en que las recorrieron los pensionados estas zonas industriales estaban siendo sacudidas por dos fenómenos críticos: el primero, el de la movilización económica de entreguerras impulsada por las ayudas a la reconstrucción. Se ha llegado a decir que desde el punto de vista estrictamente industrial la destrucción de la guerra fue «una bendición disfrazada» que permitió a los industriales de la zona utilizar los recursos de las reparaciones y los préstamos especiales para recomponer desde sus cimientos las antiguas instalaciones en condiciones extremadamente favorables y recuperar rápidamente su nivel de producción anterior a la guerra.25 Tuvo que recurrir para ello frecuentemente a la mano de obra extranjera, lo que ciertamente facilitó la tarea de los gestores de las pensiones industriales españolas. El segundo aspecto tiene que ver con la evolución de las lógicas económicas de la época hacia la concentración empresarial y al dominio semimonopolístico del mercado, a través de acuerdos sobre reparto del mercado o sobre precios. La empresa de la reconstrucción fue también a este respecto un aliciente añadido y, si no la hipótesis extrema de la nacionalización en algún momento prevista, las conversaciones entre las trece grandes empresas metalúrgicas belgas y la casi total consorcialización de las ayudas facilitó el camino hacia la integración horizontal y vertical de empresas metalúrgicas y
24 Una visión de conjunto, Histoire de Liège, sous la direction de Jacques STIENNON. Toulouse, Privat, 1991, especialmente, pp. 223-227 y WIRTGEN, Christine et DUSART, Bernard et Michel: Visages industriels d’hier et d’aujourd’hui en Pays de Liège. LiègeBruxelles, P. Mardaga, éditeur, 1981. De manera más monográfica, PASLEAU, S.: Industries et populations: l’enchaînement des deux croissances à Seraing au XIXe siècle. Genève, Droz, 1998 e Innovation, savoir-faire, performance. Vers une histoire économique de la Wallonie. Philippe Destatte (dir). Charleroi, Institut Jules-Destrée, 2005 25 LANDES, óp. cit., pp. 629-630.
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mineras, precipitando por lo demás un proceso ya de muy amplio radio cronológico.26 A este respecto, por sólo mencionar —de entre un conjunto mucho más amplio de sociedades del mismo tipo— el nombre y la situación de algunas de ellas por los años en que las recorrieron los pensionados españoles, las sociedades de Altos Hornos de l’Espérance, de Seraing, y la Dothée et Cie de Longdoz, creadas respectivamente en 1836 y 1847, habían pasado a ser en 1863 la Société des Charbonnages, Hauts Fourneaux et Laminoirs de l’Espérance, desde 1877 transformada en Societé métallurgique d’Espérance-Longdoz; 27 las de Charbonnages et Hauts Fourneaux d’Ougrée, creada en 1835, y Société de la Fabrique de Fer, creada en 1836 en Seraing, se habían convertido en la S. A. d’Ougrée, que integrada con la sociedad Charbonnages de Marihaye habían dado lugar en el cambio de siglo a la S. A. d’Ougrée-Marihaye.28 Y estaba además la sociedad de altos hornos de la Providence, creada en 1830 por el técnico inglés Thomas Bonehill en Marchienne-au-Pont, que sólo mucho más tarde entrará en esa dinámica,29 así como la S. A. des Hauts Fourneaux, Usines et Charbonnages de Marcinelle et Couillet, con este nombre desde 183530 y a partir de 26 Sobre las condiciones de reparto de las indemnizaciones y sobre toda estrategia de integración y posicionamiento en el mercado minero-metalúrgico en Bélgica y en Francia, aunque se refiera especialmente a la compañía Ougrée-Marihaye, BUSSIÈRE, Eric: «La sidérurgie belge durant l’entre-deux-guerres: le cas d’Ougrée-Marihaye (1919-1939)», RBHC (Revue Belge d’Histoire Contemporaine)-BTNG, XV, 3-4, 1984, pp. 303-380. De forma más general, del mismo autor: La France, la Belgique et l’organisation économique de l’Europe. 1918-1935. Paris, CHEFF 1992. 27 WILLEM, Léon: 450 ans d’Espérance. La S. A. Métallurgique d’Espérance-Longdoz: de 1519 à 1969. Alleur-Liège, Éditions du Perron, 1990. 28 Toda esta evolución de la empresa —y la posterior hasta el cierre de 2005— en PASQUASY, François: Les Hauts Fourneaux d’Ougrée. Histoire d’une usine à fonte. Liège, Céfal, 2008. 29 Sobre ella, impresiones del pensionado Dimas GARCÍA ÁLVAREZ: «Notas del pensionado», BJPIOE, X, 10, 11, octubre-noviembre, 1924, pp. 23-34. Su historia, en Forges de la Providence: 1838-1963. Marchienne-au-Pont, Société anonyme des laminoirs, hauts fourneaux, forges, fonderies et usines de la Providence, 1963, 122 págs., reseñado por PRAAG, Ph. Van, Business History Review, 39, 3, 1965, pp. 413-416. 30 Transformación de las dos pequeñas instalaciones anteriores, las Usines des Hauchies y la Maison Fontaine-Spitaels, unidas en 1830 en la sociedad Fontaine-Spitaels et Cie, BOLLE, Alfred: Notice historique sur Couillet. Centenaire des Sociétés royales des Décorés et des Amis du Progrès, 1968, pp. 36-39, en línea en www.couillet.be/folder.200503-22.6290325421/plonearticle.2005-03-31.9721396432; también, ÉVRARD, Alfred: Les
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1910, separadas sus divisiones minera y metalúrgica, como Société Métallurgique de Hainaut, que terminará uniéndose más tarde con la Société Métallurgique de la Sambre et Moselle para formar la HainautSambre. Más adelante será el turno de la unificación de otra acería creada en 1873 para la producción de acero Bessemer, también receptora de algún pensionado, la Angleur, aliada a los Charbonnages Belges, con la también siderurgia belga Athus-Grivegnée (formada en 1911) para dar Angleur-Athus, en 1927;31 será igualmente el turno de las absorciones de Alliance-Monceau —otra típica integración metalúrgicominera receptora también de un pensionado32— por Ougrée-Marihaye, en 1931 y de Charbonnages des Liégeois por Cockerill.33 Y junto a todas ellas estaban asimismo otras menores, vinculadas a las anteriores con múltiples lazos industriales y financieros, que tarde o temprano han de terminar diluyéndose en el conglomerado semimonopolítico en que culminará la industria minero-metalúrgica de la zona. Tales eran las Usines et Aciéries Allard, en Mont-sur-Marchienne; o los Charbonnages du Hasard, en Visé y las minas de Fléron, de su propiedad; las de capital francés de Rieu du Coeur, en Mons, y los Charbonnages de MassesDiarbois, en Ransart, en la zona de Charleroi, que fueron, todos ellos, los establecimientos que acogieron a los técnicos mineros pensionados;34 Usines métallurgiques de la Société de Marcinelle et Couillet (Belgique). Progrès et développement de la métallurgie, fabrication du matériel de guerre, tourelles cuirassées. Paris, Publications du journal Le Génie Civil, 1891. 31 Sobre la integración financiera del negocio minero-metalúrgico del sur luxemburgués belga, YANTE, Jean-Marie: «La sidérurgie du Sud-Luxembourg belge (18721914). Production, mouvement du profit, structure financière des firmes», Revue belge d’histoire contemporaine-BTNG, XVI, 1-2, 1985, pp. 87-106. 32 L’Alliance, creada en 1864 en Marchienne-au-Pont por los industriales Joseph Niffle et Joseph Wilmart se unirá antes de la primera gran guerra con la más importante empresa minera de la cuenca de Charleroi, los Charbonnages de Monceau-Fontaine, para convertirse en la Société Minière et Métallurgique de l’Alliance Monceau, que caerá bajo control de Ougrée en 1930, BUSSIÈRE, art. cit., pp. 336-337. 33 LANDES, óp. cit., pp. 632-633. También, sobre algunas de estas sociedades, los artículos de Eric Bussière mencionados en páginas precedentes. 34 Memorias de los pensionados GARCÍA CASAL, José: «Transportador mecánico empleado en el interior de las minas de Hasard», BJPIOE, VI, 11, 12, noviembre, diciembre, 1921, pp. 4-6 y GARCÍA MUÑIZ, Julián: «La industria hullera en Bélgica», Ídem, pp. 7-10, con una gran atención a las condiciones sociales y movimiento de salarios. En 1922 el Boletín dedicó un número monográfico a las memorias de tres ayudantes de minas pensionados en la región de Lieja entre 1920 y 1922: FERNÁNDEZ ARIAS, José: «I. El trabajo en los hornos de acero», «II. Las fundiciones de acero duro», «III. Manera de combatir los
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un sector formativo, este último, no muy solicitado pero esencial en la integración de ramas productivas y en las sinergias entre extracción, metalurgia de base y maquinismo35 que constituyen los puntos fuertes de engarce de la primera revolución industrial y que se convertirán en un recurso crucial de supervivencia en el siglo XX, incluidos los acuerdos de diverso género —cárteles y consorcios— sobre producción y precios, ante la morosidad del sector en la época de entreguerras frente a las ramas industriales emergentes.36 Pero estaba sobre todo la empresa más frecuentada de todas y la que ha sido el punto de referencia general de todo el desarrollo industrial de la zona hasta nuestros días: la sociedad Cockerill, de Seraing. Iniciada su aventura industrial en 1817 con la apertura de un primer establecimiento minero y metalúrgico de coque por parte de John Cockerill, hijo de un técnico textil inglés desplazado a Verviers para difundir la maquinaria textil, su fortuna estará vinculada en un principio con la gran aventura del ferrocarril, al que proporciona la primera locomotora de fabricación belga. En 1838 funda un nuevo establecimiento, destinado a desarrollar el primer complejo industrial integrado: altos hornos, fundición, forja de laminados y talleres de construcción mecánica. Se encuentran situados a proximidad de minas de carbón y de hierro, así como de una red de ferrocarril y un puerto sobre el río Meuse. Todo ello le lleva a diversificarse en barcos, incluidos cañoneros, máquinas tuneladoras, puentes y otras construcciones en metal. Desde 1866 comienza a expandirse incorporando minas de carbón, incluidas las de hematites pardas de bajo contenido de fósforo del Somorrostro, en España, lo que, por sus características, le facilita la adopción del nuevo procedimiento metalúrgico Bessemer. Sus defectos físicos y químicos de las piezas de acero moldeadas», BJPIOE, VII, 9, septiembre, 1922, pp. 1-8; GARCÍA CASAL, Jose: «I. Cómo se elige el sistema de explotación cuando se emplea el martillo-picador», «II. Cómo se emplea la madera en las minas de Bélgica», «III. El trabajo mecánico en las minas», Ibídem, pp. 9-17; GARCÍA MUNIZ, Julián: «I. La moderna tecnología en las minas de carbón», «II. El régimen de trabajo en las minas de Bélgica», «III. Régimen de trabajo en las minas de carbón de Lieja», Ibídem, pp. 17-27. 35 Algunos datos al respecto, en relación a las mencionadas regiones belgas, en el epígrafe «La maîtrise de la source d’énergie sur place», PASLEAU, óp. cit., pp. 62-85. 36 Un ejemplo de este conjunto de factores económicos en la cuenca minerometalúrgica de Charleroi, en DELAET, Jean-Louis: «Les charbonnages du pays de Charleroi aux XIXe et XXe siècles», Mémoires de la Mine. Identités culturelles en Europe. En línea en http://sites.univ-provence.fr/mines/Geographie/geo_belgique/geo_notice_belgique.htm
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fábricas asegurarán la prosperidad de la cuenca de Lieja-Verviers durante más de un siglo, incluyendo en su haber una extensa obra social en forma de habitaciones obreras, comedores, hospital, orfanato y escuelas para niños y adultos. Será, de todas las empresas del mismo género creadas en la zona a lo largo del siglo XIX, la que conseguirá sobrevivir a todas las vicisitudes económicas y políticas del siglo XX, formando el núcleo fundamental de integración del sector (Cockerill y Ougrée-Marihaye en 1955, Cockerill-Ougrée y Providence en 1966, Cockerill y Espérance-Longdoz en 1970, Cockerill e Hainaut-Sambre en 1981, Cockerill-Sambre-Usinor en 1999) hasta llegar a constituir la unidad operativa Wallonie del grupo Arcelor constituido en 2002 por Arbed, Aceralia y Usinor.37 Fuera de Bélgica, fue la industria minero-metalúrgica francesa la solicitada con preferencia por los técnicos metalúrgicos y mecánicos pensionados.38 Cabe mencionar en primer lugar dos nuevos establecimientos de la sociedad belga la Providence —aunque con una importante participación de los Rothschild franceses— emplazados en la línea de frontera entre los dos países,39 respectivamente en Hautmont (en el departamento de Nord) en 1843 y en Réhon, cuenca de Longwy, en una de las más importantes zonas metalúgicas francesas, la Lorena, el año 1865. Allí mismo tuvo sus reales el emporio industrial metalúrgico de la familia Wendel, otra de las firmas receptoras de pensionados, protagonista destacado a través de sus distintas razones sociales de la rica historia industrial en el sector del hierro y el acero del departamento del Meurthe-et Moselle desde que a comienzos del siglo XVIII el fundador de la dinastía, Jean-Martin Wendel, se hiciera con las instalaciones de forja de Hayange hasta la gran crisis la siderurgia francesa de los años setenta del 37 De entre la ya abundante bibliografía sobre el grupo, destaquemos la ya mencionada obra de HALLEUX, Robert: Cockerill. Deux siècles..., donde se encuentra recogida toda la evolución de la Cockerill y de todo el resto de sociedades que terminarán confluyendo en ella; dedica igualmente una especial atención a la labor de los ingenieros y a la formación de la mano de obra en su zona de influencia; PASLEAU, Suzanne: John Cockerill. Itineraire d’un géant industriel. Alleur-Liège, Éditions du Perron, 1992, así como pp. 86-115 de Industries et populations...; DAMBLY, Ph.: Vapeur en Belgique. Bruxelles, G. Blanchart & Cie, 1989. Sobre todas estas empresas de las cuencas del Sambre y del Mosa también International Directory of Company Histories, 26. Editor: Jay P. Pederson. Detroit... St. James Press, 1999, pp. 81-84. 38 Una interesante visión de conjunto sobre su surgimiento, concentración, cruce de negocios e intereses entre familias, ramas del metal y grupos bancarios, GILLE, Bertrand: La sidérurgie française au XIXe siècle. Recherches historiques. Genève, Droz, 1968. 39 LENTACKER, Firmin: La frontière franco-belge. Étude géographique des effets d’une frontière internationale sur la vie de relations. Lille, F. Lentacker, 1974, p. 152.
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siglo XX y la ulterior nacionalización de los restos de su imperio.40 En el grupo litoral del bajo Loira, agrupado en torno a la ciudad de Nantes, acogieron también pensionados las Usines Métallurgiques de la Basse Loire (anteriormente fundición y forjas de Saint Nazaire y entre 1890 y 1910 Aciéries, Hauts-Fourneaux et Forges de Trignac) en la localidad de Trignac-Montoire, junto al puerto de Saint Nazaire, aprovechando la demanda de sus instalaciones portuarias y la facilidad de abastecimiento marítimo de mineral, procedente, entre otros lugares, de España.41 Pero fue sobre todo el grupo central del alto valle del Loira, en el triángulo acotado por las ciudades de Saint-Etienne (sur), Dijon (norte) y Nevers (este) donde recalaron con preferencia los pensionados. Entre sus establecimientos destaca sobre todo la metalúrgica de Le Creusot, la más importante instalación francesa de su género en el siglo XIX, a pesar de las crisis ocasionales y de pérdida de aliento desde comienzos del siglo XX.42 No fue, no obstante, la más hospitalaria para los pensionados. Este papel lo jugó con preferencia la cuenca sur, la del Departamento del Loire, agrupada en torno a la ciudad de Saint-Étienne, no muy lejos, por otra parte de la aglomeración lyonesa, lo que innegablemente favorecía la predilección por el sitio. Cuarenta y nueve concesiones mineras, explotadas por veintiséis compañías, contabilizaba en el conjunto de la cuenca el pensionado Joaquín Ferrer a mediados de los años veinte.43 Entre sus establecimientos, los más frecuentados fueron las Forges et Acieries de La Marine et des chemins de fer, de SaintChamont (desde 1903 Forges et Aciéries de La Marine et d’Homécourt, al integrar las minas de carbón de esta localidad, propiedad de la Société
40 Sobre el grupo minero-metalúrgico lorenés y los principales «barones» del acero de la zona, los Wendel, véase MOINE, Jean-Marie: Les barons du fer. Les maîtres de forges en Lorraine du milieu du 19e siècle aux années trente. Histoire sociale d’un patronat sidérurgique. Nancy-Metz, Serpenoise-P. U. de Nancy, 1989, así como FRITSCH Pierre: Les Wendel, rois de l’acier français. Paris, Robert Laffont, 1976. 41 Véase BARBANCE, Marthe: Saint-Nazaire. Le port, la ville, le travail..., especialmente, pp. 365 ss. 42 Sobre ella, el libro de BERGERON, L.: Le Creusot: une ville industrielle, un patrimoine glorieux. Paris, Belin-Herscher, 2001 y el mencionado artículo «Les Schneider: la famille..., en Les Schneider, Le Creusot, une famille, une entreprise, une ville... Sobre la ciudad y la obra social de la empresa, DEVILLIERS, Christian, HUET, Bernard: Le Creusot. Naissance et développement d’une ville industrielle, 1782-1914. Seyssel, Éditions du Champ Vallon, 1981. 43 FERRER, J.: «Una excursión por el Departamento del Loire», BJPIOE, X, 4, 5, 6, abril, mayo, junio, 1924, p. 12.
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Vezin-Aulnoye) las primeras en Francia en proporcionar raíles de acero por el procedimiento Bessemer,44 otra de las instalaciones pioneras del hierro: la metalúrgica Jacob Holtzer, de Unieux, creada en 1830, que en 1852 fue la primera en producir en Francia acero por el procedimiento de pudelado,45 y finalmente las Forges y Aciéries de Firminy, una importante metalúrgica por aquellos años del siglo XX en que la visitó el pensionado Joaquín Ferrer, con cuatro mil empleados y producción en «casi todas las facetas de la industria del hierro».46
2.2. Las industrias de construcciones mecánicas y sus nuevas variantes especializadas En efecto, todas ellas fabricantes de productos metalúrgicos y siderúrgicos de base, pero también considerablemente diversificadas ya en su mayor parte en la producción de aceros especiales, ferroaleaciones, laminados, forja, alambres, fabricación mecánica de locomotoras, vagones y material ferroviario, maquinaria diversa y material de guerra.47 Si una característica 44 ANGELETTI, Julien; FALSETTI, Raymond et SCHLESSER, Gérard: Homécourt le siècle du fer, de Vezin-Aulnoye aux forges et aciéries de la Marine et d’Homécourt à Sidélor, à Wendel-Sidélor, à Orne-Amont et Sacilor. Thionville, Editions Fensch Vallée, 2006. Fueron incorporadas en 1970 a Creusot-Loire, del grupo Schneider. Véase también, MIOCHE, P.: «La Compagnie de la Marine et Homécourt en Lorraine, 1912-1974», Annales de l’Est, 5e série, 41e année, 1, 1989, pp. 3-28. 45 Sobre todas estas industrias, y otras no mencionadas aquí por no haber recibido pensionados, puede verse el libro, extraordinariamente documentado, de GRAS, L.-J.: Historie économique de la Métalurgique de la Loire. Suivie d’une notice sur la construction mécanique et l’industrie des Cycles et Automobiles dans la région stéphanoise. Saint-Étienne, Société de l’Imprimerie Théolier, 1908. Todas ellas y algunas otras terminarán formando, avanzado el siglo XX, un amplio conglomerado metalúrgico: la Société CreusotLoire, para finalmente terminar liquidando su actividad a partir de 1980. Sobre ella también, VERNEY-CARRON, Nicole: Le ruban et l’acier. Les élites économiques de la région stéphanoise au XIXe siècle (1815-1914). Saint-Étienne, Publications... Université..., 1999, especialmente, pp. 100-102 y 216-219. Sobre la evolución ulterior de J. Holtzer, BEAUD, Claude: «La Première Guerre Mondiale et les mutations d’une entreprise métalurgique de la Loire: les Établissement Jacob Holtzer», Bulletin du Centre d’Histoire Économique de la Région Lyonnaise, 5, 1980, pp. 1-30. 46 FERRER, Joaquín: «Una excursión..., pp. 25-33, cita p. 25. Terminará integrada con otras acerías de la zona en la firma Compagnie de forges et aciéries de La Marine, de Firminy et de Saint-Étienne. 47 FERRER, Joaquín: «Una excursión..., pp. 11-42. Una detallada descripción de las instalaciones de Holtzer y Firminy por aquellos años, pp. 15-25, 25-33, respectivamente.
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unificaba a buena parte de estas instalaciones, aparte su paisaje «negro» de la primera revolución industrial y la ya enorme diversidad de sus productos, esa era la de encontrarse bajo el paraguas de una de las principales familias del acero francés, los Schneider. Puesta la primera piedra del emporio en 1782 con el objetivo de fabricar máquinas industriales en Le Creusot, propietario del establecimiento metalúrgico de ese nombre desde 1836 y a partir de 1838 de otro del mismo tipo en Chalon, en la misma cuenca, con sus energías volcadas sobre la producción metalúrgica y material ferroviario, a partir de los años sesenta comenzó a diversificarse, integrando verticalmente una variada gama de productos siderometalúrgicos, y desde final de siglo a renovar la geografía de su producción y los centros de aprovisionamiento de mineral. En esa estrategia se insertó, por un lado, su orientación después de la derrota de 1871 hacia el sector del armamento, a fin de «forjar los cañones de la revancha»,48 y, por otro, su expansión hacia las zonas siderúrgicas de la Lorena, del norte y del Loire y la compra en el exterior de minas de hierro, entre otras la denominada El Conjuro, en la Alpujarra granadina en 1899. Su historia a lo largo de esta época ha sido trazada con gran solvencia por Jean-Philippe Passaqui poniendo de relieve las estrategias empresariales de integración vertical del grupo respecto a sus centros de aprovisionamiento de mineral, de innovación técnica en los procedimientos de utilización de sus recursos minerales, para lo que fue crucial la temprana puesta en marcha del laboratorio de análisis e investigación de Le Creusot, y de mantenimiento durante todo el siglo XIX del centro de gravedad sobre este establecimiento, modificando únicamente el peso relativo de sus principales producciones, en lugar de orientar su producción hacia nuevos establecimientos en respuesta a las cambiantes circunstancias del contexto económico y político.49 Desde final de siglo, por el contrario, inició su diversificación en el sector eléctrico produciendo motores y transformadores y levantando para ello una nueva fábrica a comienzos de siglo en Champagne-sur-Seine, 48 Fue el encargo que Eugène Schneider recibió Adolphe Thiers desde el mismo año de 1871. 49 El laboratorio, puesto en marcha a comienzos de los años 1860, representó, según este autor, «un cambio considerable en la historia de la empresa e incluso, más allá, en la de la industria siderúrgica francesa», p. 362 de PASSAQUI, Jean-Philippe: La stratégie des Schneider. Du marché à la firme intégrée (1836-1914). Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2006.
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cerca de Fontainebleau, donde trabajaron bastantes obreros pensionados,50 al tiempo que amplaba su división de grandes obras públicas, especialmente en el sector portuario.51 En torno a los años de la primera guerra mundial era considerada la mayor empresa francesa. Después de la guerra reemprenderá sus actividades tradicionales y entrará en contacto con otros grandes grupos eléctricos, con Westinghouse inicialmente — 1929— para desarrollar la rama de material y tracción eléctrica ferroviaria y más intensamente con su antiguo socio en el sector, el grupo Empain —1969—, sobre los que intentará por algún tiempo asegurar su pervivencia, aunque finalmente habrá de abandonar una gran parte de sus actividades clásicas —metalurgia, construcciones metálicas, obras públicas— para centrarse en las aplicaciones e ingenierías de la electricidad. Es esta la evolución que intenta poner de relieve Agnès D’Angio, al seguir la trayectoria desde la producción y organización de bienes muy diversos, estratégicamente emplazados en sectores complementarios, en tecnologías y productos de uso civil y militar bien anclados social y políticamente, en gestión de servicios internos transformados a continuación en recursos externos, hasta una compañía de tamaño mucho más reducido que proporciona servicios integrales (clés en main) de ingeniería en el campo de la distribución eléctrica y en los sistemas automáticos de control, para lo que ha conservado los principales aportes de última hora a la empresa, las compañías Merlin Gerin, Telemécanique y Square D sobre todo.52 50 Especializada en la fabricación de maquinaria de extracción minera y de laminación. Sobre ella, WINTER, El movimiento industrial..., pp. 237-243. 51 Al respecto, PASSAQUI, Jean-Philippe: La stratégie des Schneider...; BEAUD, C.: «L’Evolution générale de la société Schneider et Cie de sa fondation jusqu’à la fin de la seconde guerre mondiale (1837-1944)», en MERGER, Michéle, BARJOT, Dominique et POLINO, Marie-Noële: Les entreprises et leur réseaux: hommes, capitaux et pouvoirs, XIXe et XXe siècles. Paris, Presses de l’Université de Paris-Sorbonne, 1998, pp. 523-526; Les Patrons du Second Empire, sous la direcction de Philippe Jobert. Vol. 2: Bourgogne. ParisLe Mans, Picard-Cénomane, 1991, pp. 191-197. La empresa terminará controlada en los años sesenta del siglo XX por el grupo belga Empain y, junto con otras adquisiciones estrategicas, especializándose en material eléctrico y en ingeniería de automatismos, véase el libro conmemorativo de Tristan de la BROISE et Félix TORRES: Schneider, l’histoire en force. Paris, Éditions de Monza, 1996. Un resumen en línea, http://www.schneiderelectric.es/sites/spain/es/empresa/perfil/historia/historia-schneider-electric.page (14/04/2011). También, International Directoy of Company Histories, 2. Editor: Lisa Mirabile. Chicago and London, St. James Press, 1990, pp. 93-94. 52 D’ANGIO, Agnès: Schneider et Cie et la naissance de l’ingénierie. Des pratiques internes à l’aventure internationale 1836-1949. Paris, CNRS Éditions, 2000. De la misma autora, Schneider & Cie et les travaux publics (1895-1949). Paris, École de Chartes, 1995.
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España estuvo también en el punto de mira de su expansión internacional. Además de la minería, en 1917 colaboró junto con la sociedad SACENE, del grupo Empain, en poner en marcha la Sociedad española de Construcciones Electro-Mecánicas, poniendo especialmente a su disposición algunos «miembros competentes de su personal», a fin de fabricar y vender material eléctrico de los sistemas SNE (que fue la razón social resultante del acuerdo) en España (incluido su protectorado norteafricano) y Portugal.53 En realidad, el accionariado se encontraba mucho más diversificado, bien es verdad que, con respecto a los actores franceses, muy entrelazado por el cruce de participaciones accionariales, como Le Creusot, la Banque de l’Union Parisienne, las Câbleries de Jeumont, Schneider et Cie o Tréfileries et Laminoirs du Havre. La empresa se dedicará hasta su cierre en 1978 a la producción de cobre electrolítico y transformados metálicos del cobre, latones, laminados y trefilería y, al menos hasta 1930, también a la fabricación de material y aparatos eléctricos.54 En la zona siderometalúrgica del norte, la preferencia fue más bien hacia dos grandes fábricas de construcción de maquinaria, las compañías Cail, de Denain, y la Fives Lille, dos ejemplos típicos de esas grandes empresas de construcciones mecánicas que abastecieron a lo largo de los siglos XIX y XX la extraordinaria demanda de máquinas de vapor, material ferroviario, maquinaria agrícola, herramientas para minas, cañones y obuses, construcciones metálicas, etc. Cail y Fives fueron dos compañías con numerosos puntos en común, integradas ocasionalmente durante algún tiempo, que como otras numerosas del mismo tipo en toda Europa, entre ellas la mayor parte de las más arriba mencionadas, se levantaron El capital se repartió, además de los mencionados, entre la Banque de l’Union Parisienne y sus filiales, el Banco de Bilbao y otros accionistas, D’ANGIO, Schneider et Cie..., p. 144. La vinculación ulterior de su negocio en España se producirá a través de la sociedad suiza Gardy, presente en España desde 1923, su ulterior propietaria Merlin Gerin y el gupo español Himel. Todos estos vínculos, en la investigación realizada sobre esta última sociedad por Miquel GUTIÉRREZ POCH: HIMEL (Hispano Mecano Eléctrica SAU) 1958-2008. Barcelona, 2008, especialmente pp. 313-320. 54 Otros accionistas fueron los bancos Bilbao, Urquijo, Bauer y Compañía y Acosta, las sociedades mineras G. & A. Figueroa, Peñarroya y Riotinto, SARMIENTO MARTÍN, Encarnación: La Electromecánicas, una gran industria cordobesa (1917-1939). Córdoba, Caja Provincial de Ahorros, 1992; más recientemente, CANO SANCHIZ, Juan Manuel: «Arqueología industrial en Córdoba: la Sociedad española de construcciones electromecánicas (primera fase: 1917-1930)», Anales de arqueología cordobesa, 19, 2008, pp. 361-386. 53
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sobre aquellas mismas bases. Ambas participaron, como dice Rondo Cameron, en la construcción de la mayor parte de los ferrocarriles del continente europeo.55 Cail se especializó tempranamente después de su creación en 1812 en maquinaria de refinado del azúcar, diversificandose desde 1845 en la construcción de locomotoras en sus fábricas en Denain y Valenciennes. En el período de entreguerras su actividad había decaído considerablemente, aunque mantenía sus secciones de fundición, construcción y reparación de locomotoras y calderería.56 Confluirá en todas sus actividades con los talleres de construcción mecánica de Fives, junto a Lille, fundados en 1861 por P. Schaken y Basile Parent bajo la razón social de Parent, Schaken, Caillet et Cie (desde 1864 Compagnie FivesLille). Roto el acuerdo en 1870 ambas crecerán independientemente, compitiendo en las mismas ramas industriales. La Fives contaba además en los años 20 con establecimientos en Givors, Saint Etienne y Lyon y empleaba a numeroso personal extranjero, entre ellos muchos españoles.57 Ambas empresas firmarán su integración definitiva en 1958 y juntas formarán en 1973 con la rama francesa de la Babcock Wilcox la compañía FCB. En los años siguientes se expanderá con nuevas absorciones en las ramas de los minerales, agroalimentación, compresores, siderurgia, térmica industrial y automóviles, aunque a partir de 1997 se irá desprendiendo paulatinamente de las actividades de fabricación para concentrarse, como Grupo Fives-Lille, en la ingeniería industrial en los sectores del aluminio, siderurgia, automóvil, cemento, energía y azúcar.58 55 CAMERON, Rondo E.: Francia y el desarrollo económico de Europa, 1800-1914. Conquistas de la paz y semillas de guerra. Madrid, Tecnos, 1971, p. 107. En este libro pueden encontrarse asimismo numerosas referencias a las empresas que se mencionan en el presente trabajo. A pesar del tiempo transcurrido desde su publicación, continúa siendo un punto de referencia esencial de la historia industrial europea. 56 WINTER, óp. cit., pp. 271-275. CHADEAU, L’Économie du risque..., pp. 23-43. La descripción de sus talleres, por algunos de los obreros pensionados, PRAT Y CODINA, V.: «Estudio y funcionamiento de talleres», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp 49-59 y pp. 413-427; MARTÍNEZ MARAÑON, Miguel: «Notas de trabajo: Talleres de construcciones mecánicas», BJPIOE, II, 19, 20, 21, julio, agosto, septiembre, 1917, especialmente, pp. 1-2 y GOMENDIOURRUTIA (sic), Fernando: «Notas de modelista: Talleres Cail (Denain)», BJPIOE, II, 19, 20, 21, julio, agosto, septiembre, 1917, pp. 8-12. 57 Ibídem, pp. 292-294. 58 A la fábrica de Fives se deberán algunas sobresalientes construcciones mecánicas civiles, como los ascensores de la torre Eiffel, el puento Alejandro III y la estación de Orsay, de Paris, y las estaciones de Orleáns, Lille y Roubaix, entre otras obras. Algunos datos sobre las principales compañías de construcciones metálicas de Francia, entre ellas
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También en Francia, otra histórica compañía dedicada a la construcción mecánica que recibió a un pensionado fue Decauville, una empresa origen del modelo patentado de pequeño ferrocarril portátil de vía estrecha de ese nombre, creada por Armand y Paul Decauville ante las necesidades prácticas de transporte de la producción de remolacha de la finca familiar hacia las instalaciones de refinado. El sistema, perfeccionado respecto a modelos anteriores, se difundió con el tiempo ampliamente desde sus talleres base de Corbeil hacia diversas aplicaciones de uso militar, minero, transporte local o turístico, trabajo en el campo o en la industria, así como hacia otras instalaciones productivas dentro de Francia, Italia y Bélgica, diversificada igualmente en muy divesos campos de la construcción mecánica: material rodante de su sistema, locomotoras y autorraíles de vía normal, maquinaria agrícola y de obras públicas, motores eléctricos, motocicletas y automóviles, máquinas herramientas, etc.59 En España teminará instalándose como sociedad anónima nacional en 1932, con sede social en Barcelona.60 Aparte las mencionadas, otras compañías de parecida índole y si cabe de mayor éxito internacional acogieron en diversos países europeos a los obreros pensionados españoles. Entre las dedicadas a la metalurgia de base cabe mencionar la referencia esporádica a las acerías Roechling, de Völklingen, en el Sarre, Poldi, en Kladno, cerca de Praga, y los altos hornos de Belval de la Société Métallurgique des Terres Rouges, en Luxemburgo. Propiedad, la primera, de una familia dedicada desde comienzos del siglo XIX al negocio del carbón, entra decididamente a partir de 1881 en la producción metalúrgica, creando un establecimiento puntero en la tecnología primero de coquefacción de la hulla y a continuación en la utilización del gas como combustible del horno. las mencionadas, LEMOINE, Bertrand: L’Architecture du Fer. France: XIXe siècle. Seyssel, Éditions Champ Vallon, 1986, pp. 298-305. Una historia gráfica de la compañía, con los datos fundamentales sobre la empresa, GOULLIART, Emmanuel: L’Usine dans la ville FivesLille, 1812-2007. Lille, Éd. de l’Étagère, 2007. También, Histoire de la France industrielle, sous la direction de Maurice Lévy-Leboyer. Paris, Larousse, 1996, pp. 175-176. 59 La empresa terminará siendo engullida en los años 70 del siglo XX por la sociedad Marrel de equipamientos de vehículos industriales. Sobre la empresa, BAILLY, Roger: Decauville, ce nom qui fit le tour du monde. Le Mée-sur-Seine, Éd. Amattéis, 1989 y FRESNÉ, Eric: 70 ans de chemins de fer betteraviers en France. Auray, Loco Revue LR Press, 2007. 60 TORTELLA, Teresa: «La inversión extranjera a través del Archivo del Banco de España, 1916-1966», en La Inversión extranjera en España. Luis Julio Tascón Fernández (ed.). Madrid, Editorial Minerva, 2008, pp. 49-84, referencia, p. 78.
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En el siglo XX, de la mano de Hermann Roechling, la empresa se implica decididamente en los proyectos industriales y de guerra del II y del III Reich, lo que ha de ponerle en el disparadero de las responsabilidades políticas en las dos postguerras.61 En cuanto a las acerías Poldi, de la ciudad checa de Kladno, se habían convertido desde su fundación en 1889 por Karl Wittgenstein en otra de las referencias europeas de la tecnología y la producción metalúrgicas por su capacidad para producir aceros de muy alta calidad, aptos para determinados productos metálicos muy exigentes en su fiabilidad, como las armas, herramientas o industria aeronáutica.62 En España tuvo una activa relación con la industria de construcciones metálicas de precisión (armas, cerrajería) del País Vasco, donde tenía representante desde los años 20. En 1926 constituyó una sociedad anónima nacional para el abastecimiento de sus profuctos en España, las Fundiciones Aceros Poldi, con sede social en la calle Provenza 276 de Barcelona.63 Por último, la acería de Belval, abierta en 1912, formaba ya parte, en el momento en que acogió un pensionado —entre 1926 y 1927— del proceso a la vez de cartelización económica y de reordenación política de los grandes intereses estratégicos de la zona aprovechando las cláusulas restrictivas impuestas a Alemania en las disposiciones del tratado de Versalles.64 La propia sociedad de Terres Rouges en sus dos ramas —la minera y la
61 Sobre todo ello, SEIBOLD, Gerhard: Röchling. Kontinuität im Wandel. Stuttgart, Jan Thorbecke, 2001 y BANKEN, Ralf: «Der Nationalsozialismus in der Unternehmensgeschichte: Hinterlässt die Sonderkonjunktur Spuren? Akkumulation. Informationen des Arbeitskreises für Kritische Unternehmens-und Industriegeschichte, 20, 2004, pp. 1-18. Sobre Roechling especialmente pp. 1-3. 62 El Anuario de minería, metalurgia, electricidad y demás industrias de España..., publicado por la Revista Minera..., bajo la dirección de Adriano Contreras..., Madrid, Suc. de Rivadeneyra, vol. XXIII, 1923 le incluía en la sección de aparatos de aviación. 63 Será una de las empresas-símbolo de la tradición industrial checa sacrificada en el banquete neocapitalista del postcomunismo, al pasar en 1999, en bancarrota, a manos de la compañía Scholz Edelsthl GMBH, subsidiaria del grupo alemán Scholz AG. SCHÖNFELDER, Bruno: «Debt Collection, Foreclosure and Bankruptcy in the Czech Republic. An Economic Analysis», Post-Communist Economies, vol. 13, 4, December, 2001, pp. 409430 y MYANT, Martin R.: The Rise and Fall of Czech Capitalism. Economic Development in the Czech Republic since 1989. Cheltemham, Edward Elgar Publisching, 2003. 64 El inicio de su memoria se hacía eco de ello, antes de entrar a describir la estructura y servicios auxiliares de la fábrica, ARCE CORUJO, Ignacio: «Notas sobre la organización del servicio de Altos Hornos y servicios auxiliares en la fábrica de Belval de la Société Métallurgique des Terres Rouges», BJCPIO, XV, 1-6, enero-junio 1929, pp. 79-109.
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metalúrgica— era el resultado de un amplio acuerdo de las grandes sociedades luxemburguesas, francesas y belgas del ramo —especialmente la Arbed luxemburguesa, Schneider, Wendel y los bancos, la Société Générale en particular, y acerías belgas— para hacerse cargo de las propiedades de la sociedad alemana Gelsenkirchener Bergwerks AG, uno de los episodios de lo que pretendía ser un proceso general de recomposición del mercado europeo del sector. Tal tentativa finalmente frustrada fue, sin embargo, al mismo tiempo, en sus potencialidades últimas, un antecedente crucial en la ulterior ordenación del sector del hierro y del acero, ya en la segunda postguerra, como consecuencia del peso industrial del consorcio ArbedTerres Rouges de un pequeño país sin mercado interno y de la extraordinaria personalidad de un protagonista destacado de las negociaciones, el director general de Arbed, Émile Mayrisch, que tuvo la pretensión de poner la mirada más allá —en una Europa en paz económica y política— de aquel campo de batalla en que pugnaba la descarnada diplomacia de los negocios resultado de la guerra recién concluida.65 En cuanto a las empresas de construcciones mecánicas de otros países, apenas cabe duda en atribuir los primeros puestos a las compañías inglesas Vickers, Clayton & Shuttleworth y J. Stone & Co, a la alemana Krupp y a las ramas europeas de la norteamericana Babcock Wilcox. La primera encarna uno de los nombres centrales de la historia industrial británica. Fundada en 1829 por Edgard Vickers en la ciudad de Sheffield siguiendo un pequeño establecimiento familiar de hierro, en los años sesenta del siglo, ahora como Vickers Sons & Company, era ya una firma diversificada en casi todos los sectores metalúrgicos y de construcción 65 Un libro crucial de todas estas cuestiones, BARTHEL, Charles: Bras de Fer. Les maîtres de forges luxembourgeois, entre les debuts difíciles de l’UEBL et le Locarno sidérurgique des cartels internationaux, 1918-1929. Luxembourg, Edic. Saint-Paul, 2006. En página 20 un esquema de la evolución histórica de la metalurgia y minería de la zona hasta la formación de los dos grandes grupos, Arbed (1911) y Terres Rouges (1919). Sobre la personalidad y la obra de Mayrisch, así como su círculo de Colpach, SCHLUMBERGER, Jean y MEYER, Robert: Émile Mayrisch, précurseur de la construction de l’Europe. Lausanne, Centre de Recherches Européennes, 1967; BARIÉTY, Jacques: «Le sidérurgiste luxembourgeois Emile Mayrisch, promoteur de l’Entente Internationale de l’Acier après la Première Guerre mondiale», en Les relations franco-luxembourgeoises de Louis XIV à Robert Schuman, Actes du colloque de Luxembourg, 17-19 novembre 1977, Raymond Poidevin y Gilbert Trausch (éds.). Metz, Publications du Centre de recherches relations internationales de l’Université de Metz, 1978, pp. 245-257; BARTHEL, Charles: «Émile Mayrisch», en Dictionnaire critique de l’Union européenne, sous la dir. de Yves Bertoncini Thierry Chopin, Anne Dulphy. Paris, Colin, 2008, pp. 274-276.
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mecánica (astilleros, blindajes, armas y motores, locomotoras, etc.) y que había iniciado su expansión internacional. A partir de estos momentos, siguiendo una política selectiva de compras o de fusiones con firmas competidoras (la firma Naval Construction & Armaments Company Limited, Barrow, en 1888; la firma Maxim Nordenfelts, fabricante del cañón transportable Maxim en 1890;66 la sección inglesa de Westinghouse, junto a la Metropolitan Railway de material rodante de ferrocarril, a la que terminó absorviendo en 1919 bajo el nombre de MetropolitanVickers;67 la Amstrong Whitworth de producción de armas en 1927) o entrando en nuevas ramas industriales (la compañía Wolseley Tool and Motor Car Company Limited en 1901, ampliada en los años de la guerra con una sección aeronáutica con motores Rolls Royce), se hace con un puesto de honor en la mayor parte de las ramas de fabricación de maquinaria, buques, cañones, submarinos y más delante de tracción eléctrica, automóviles, aeroplanos y hasta bicicletas, máquinas herramientas e instrumentos ópticos, ya en la etapa de reconversión civil posterior a la gran guerra. Entre sus ramificaciones extranjeras estuvo, como veremos, la Sociedad Española de Construcción Naval creada en 1909 junto a otros socios españoles y con astilleros en El Ferrol, Cartagena, Cádiz —tras hacerse con la factoría de Matagorda en 191468—, Sestao y Torrelavega.69 Por la segunda década del siglo XX Ernesto Winter podía visitar cuatro establecimientos de la compañía, algunos de ellos receptores de los pensionados españoles.70 66 Que también se fabricaba a finales de siglo XIX en el establecimiento armero, antiguo Euzcalduna, de Placencia de las Armas, Guipúzcoa, con el que la firma Maxim se había hecho en 1888, La Ilustración Española y Americana, 22-I-1897, p. 47. 67 Sobre ella DUMMELOW, John: Metropolitan-Vickers Electrical Co., 1899-1949. Manchester, M-V. E. Co, 1949. Tambien en línea en http://www.gracesguide.co.uk/ wiki/Metropolitan-Vickers_Electrical_Co_1899-1949_by_John_Dummelow. 68 Al respecto, ROMERO GONZÁLEZ, Jesús: Matagorda 1870-1940: la construcción naval española contemporánea. Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1999. 69 SCOTT, J. D.: Vickers, a history. London, Weidenfeld and Nicolson, 1962. TREBILCOCK, Clive: The Vickers Brothers: Armaments and Enterprise 1854-1914. London, Europa Publications, 1977; EVANS, Harold: Vickers, against the odds. London, Hodder and Stoughton, 1978; DAVENPORT-HINES, R. P. T.: «Vickers as a multinational before 1945», en British Multinationals: Origins, Management and Performance, G. Jones (ed.). Aldershot, Gower, 1986, pp. 43-74. También, un buen resumen, COHEN, M. L.: «Vickers plc», in Internacional Directory of Company Histories, vol. 27. Tina N. Grant Editor. Detroit... St. James Press, 1999, pp. 494-497. 70 WINTER, óp. cit., pp. 160-171, 210-217 y 230-232.
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La equivalente alemana de Vickers sería, sin lugar a dudas, la compañía Krupp, firma creada en 1811 en Essen para la fabricación de utensilios metálicos diversos, y especializada a partir de mediados de siglo en la producción de cañones de acero fundido, que fue su fortuna. Eso le permitió diversificarse, comprando minas y altos hornos y fabricando todo tipo de armamento. Los proyectos de creación de la Armada Imperial de final de siglo le supusieron un enriquecimiento extraordinario, le llevaron a absorber a su principal competidor, la casa Gruson de Magdeburgo, y le colocaron en un lugar puntero en la tecnología de la industria metalúrgica y de las diversas ramas armamentísticas. Por los años en que el pensionado Joanxich visitó sus instalaciones de Magdeburgo su producción se había reorientado, al menos oficialmente, hacia la fabricación de locomotoras, camiones, excavadoras y maquinaria agrícola, como consecuencia de las limitaciones en la fabricación de armas impuestas por el tratado de Versalles. Fueron años de grave crisis, que terminaron reduciendo su fuerza de trabajo a menos del treinta por ciento de la que ocupaba en los años de la guerra. Su prosperidad retornó poco después de la subida al poder del nazismo, convirtiéndose en una de las firmas alemanas más directamente implicadas en los proyectos industriales del régimen.71 La Clayton era otras de las grandes firmas inglesas de construcción de maquinaria pesada. Creada en 1842 en Lincoln como empresa de ingeniería y fundición, comenzó tempranamente a orientar su manufactura hacia la maquinaria agrícola a vapor, a especializar la producción en sus nuevos establecimientos (tres llegó a tener antes de la primera guerra mundial) y a diversificar la gama de sus productos: máquinas trilladoras, tractores, arados y otros ingenios de uso agrícola y ganadero. Por los años en que los dos pensionados españoles visitaron sus establecimientos de Lincoln (1913-1916) la producción se había reorientado preferentemente hacia el material de guerra, produciendo obuses y aviones de patente Vickers. Más adelante tentará también la fabricación de locomotoras y vagones a través de su división Clayton Wagons Ltd, creada en 1920, aunque 71 Véase en castellano el voluminoso texto, mezcla de historia familiar y de la empresa, de MANCHESTER, William Raymond: Las armas de los Krupp. Barcelona: Bruguera, 1969. También, LEITZ, C. M.: «Arms exports from the Third Reich, 1933-1939: the example of Krupp», The Economic History Review, vol. 51, 1, 1998, pp. 133-154; KÖHNELINDENLAUB, Renate: «Krupp», en International Directory of Company Histories, vol. 4, Adele Hast, ed. Chicago... St. James Press, 1991, pp. 85-89.
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su reconversión no será fácil y terminará vendiendo sus diferentes secciones a las sociedades inglesas del ramo Clayton Dewandre Ltd y Smith’s Stamping Works, desde esa fecha Smith-Clayton Forge, importante productora hasta nuestros días de maquinaria de obras públicas.72 Por lo que respecta a J. Stone & Co., localizada en el distrito londinense de Deptford (actual Greenwich) se trataba de una compañía mucho más diversificada, que comenzó fabricando desde su creación en 1831 hélices de barco y producciones metálicas muy diversas, desde clavos y remaches a tapas y columnas de respiración del alcantarillado o columnas de fuentes, para hacerse con el tiempo con un amplio abanico de productos y de patentes de invención, propias o con otras compañías, que incluía, entre otras, un tipo particular de bronce, utilidades de cabina, de comunicación (terminales de telégrafo, bitácoras) y de seguridad (puertas hidráulicas sistema Stone-Lloyd) de los barcos, maquinaria de sondeo, construcción de locomotoras de vapor y diesel de patente Maybach —que también vendió a compañías ferroviarias españolas— con equipamiento especializado medidor de distancias y velocidades (en colaboración con la compañía inglesa de instrumental científico Smiths Industrial Instruments Ltd) y un particular sistema de alumbrado eléctrico para coches ferroviarios ampliamente difundido por todo el mundo.73 Finalmente, algunos pensionados fueron colocados en el establecimiento que la compañía americana Babcock Wilcox tenía en Villeneuvela-Garenne, al norte de París. La empresa, fundada en 1881 por George Herman Babcock y Stephen Wilcox en Bayonne, New Jersey, para la fabricación y venta de calderas de vapor acuotubulares, emprendió pronto su expansión internacional abriendo una filial en Inglaterra en 1891 y dando el salto desde allí al continente, con la creación de secciones en Francia y Alemania. Más adelante, como veremos, abrirá un importante establecimiento en Sestao (Vizcaya), que patrocinará además algunos pensionados. Su especilización de base en las calderas y generadores de vapor se mantuvo, incorporándose con el tiempo a las nuevas energías gasística, eléctrica y nuclear y adoptando en su gestión la ingeniería integral 72 MUIR, Augustus: 75 Years: A Record of Progress: Smith’s Stamping Works (Coventry) Ltd. Smith-Clayton Forge Ltd., Lincoln. Coventry, Ribble Road Works, 1958. 73 Algunos de sus catálogos, J. Stone & Co.: J. Stone & Co.’s Ironwork for Drainage Works. Deptford-, London, 1898. Stone’s patent bronze and its applications. Patentees & Sole Manufacturers: J. Stone & Co.. Deptford, London, 1891. Sistema Stone de Alumbrado Eléctrico para Coches Ferroviarios. Madrid, J. Stone & Co. Limited, s. a.
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(reddy-to-use, clé-en-main) de esas aplicaciones. Llegó a ser con posterioridad a la segunda guerra mundial la compañía lider en energía nuclear y la llave de los programas nucleares de los EE. UU. Desde 1978 forma parte de la firma McDermott International, Inc.74 Apenas hace falta recordar, por otra parte, que buena parte de las metalúrgicas de base más arriba mencionadas —con Cockerill a la cabeza, pero también Marcinelle et Couillet, Le Creusot, La Marine y otras— se especializaron igualmente a mayor o menor escala en la fabricación de locomotoras, coches, vagones, material ferroviario y construcciones mecánicas civiles, en menos medida en navíos y armas. Junto a ellas, otra amplia cohorte de empresas de tamaño medio compitieron en estos campos de extraordinarias posibilidades en las etapas expansivas de la industrialización. Algunas de ellas acogieron también a los pensionados españoles. En Bélgica, se mencionan concretamente los Ateliers Saint Léonard, de Marchienne-au-Pont (desde 1837 propiedad de la Société des Mines et Fonderies de zinc de la Vieille-Montagne, que terminará creando un extenso imperio dedicado a la explotación de los yacimientos de ese mineral de diversos países europeos, entre ellos España, a través de la Compagnie Royale Asturienne des Mines de 185375), la Société des Ateliers de la Meuse, creada en Lieja en 1835, que a lo largo del siglo XX se diversificó considerablemente en otros tipos de maquinaria y productos metálicos;76 los Ateliers Métallurgiques formados en 1905 por la Al respecto, NIELSEN, Morris: The Babcock & Wilcox Company, 1867-1967.A century of progress. New York, Newcomen Society in North America, 1967. Un resumen de su historia más reciente, InternationaL Directory of Company Histories, vol. 3, Editor: Adele Hast. Chicago...St. James Press, 1991, pp. 558-560 y vol. 37, Editor: Tina Grant. Detroit..., St. James Press, 2001, pp. 242-246. La producción y las instalaciones en Villeneuve-la-Garenne, donde trabajaron los pensionados españoles en WINTER, El movimiento industrial..., pp. 261-264. 75 CHASTAGNARET, Gérard: «Une réussite dans l’exploitation des minerais non ferreux espagnols au XIXe siècle: la Compagnie Royale Asturienne des Mines», en Aux origines du rétard économique de l’Espagne, XVIe-XIXe siècles, par Jean-Pierre AMALRIC, Bartolomé BENNASSAR, Albert BRODER..., Paris, Édic. du C.N.R.S., 1983, pp. 81-113. También, GARÇON, Anne-Françoise: Mine et métal, 1780-1880. Les non-ferreux et l’industrialisation. Rennes, Publications de l’Université..., 1998, especialmente pp. 128-130. 76 Según los catálogos, publicados entre 1908 y 1918 fabricaba tubos de acero para canalizaciones y sus sistemas de ensamblaje, material para altos hornos, metalúrgicas, laminación y minas, locomotoras y cabezas tractoras ligeras, Catálogos en Répertoire des catalogues commerciaux belges (RCB), http://www.mot.be/. A falta de historia monográfica de las sociedades, los catálogos proporcionan a veces una información preciosa sobre 74
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unión de tres establecimientos equivalentes establecidos en las localidades de Tubize, Nivelles y Charleroi (La Sambre);77 la firma La Brugeoise, Nicaise et Delcuve, igualmente reunión de una empresa creada en Brujas en 1855 (desde comienzos de siglo La Brugeoise) con una factoría de construcciones metálicas y locomotoras, Parmentier, Nicaise et Delcuve;78 los Ateliers Germain, de Monceau-sur-Sambre, junto a Marchienne-au-Pont, sucesores en 1896 de los Brison fundados en 1857 para la fabricación de material rodante de ferrocarril, actividad sobre la que volverán tras un paréntesis a comienzos de siglo dedicados a la fabricación de automóviles, según veremos, diversificándose además en una variada gama de producciones metálicas.79 Todas ellas, además, proveedoras de material para las compañías ferroviarias españolas.80 Otras empresas belgas del mismo tipo que acogieron ocasionalmente a pensionados fueron la de construcción mecánica y fabricación de máquinas Phoenix, de Gante, una de las más antiguas de la zona, fundada en 1821, y que desde final de siglo había comenzado a diversificar considerablemente a partir de la electricidad (turbinas y bombas centrífugas, equipos de iluminación eléctrica, máquinas herramientas) su anterior producción la historia industrial. Un ejemplo de su utilización a ese respecto, MARTÍN RODRÍGUEZ, Manuel y GIMÉNEZ YANGUAS, Miguel: «Los catálogos comerciales de empresas productoras de equipos, una posible fuente de estudio de nuestra reciente historia económica: el catálogo de la caldera Babcock & Wilcox», Revista de Estudios Regionales, 18, 1987, pp. 237-250. Sobre La Meuse también, PASLEAU, Suzanne: «Caractéristiques des bassins industriels ...», s. p. Datos sobre ella en el informe del obrero pensionado MARCÉN, Ernesto: «Estudio sobre talleres de Bélgica, Suiza y Francia», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 84 ss. 77 Fabricaba, según los catálogos comerciales, estampados-moldeados metálicos, locomotoras de vapor y eléctricas y coches y furgones de ferrocarril, Catálogos en RCB... 78 En 1956 terminará integrándose con los Ateliers Métallurgiques, más adelante con Constructions Ferroviaires du Centre y, finalmente, en 1986, cayendo bajo el dominio del constructor ferroviario y aeronáutico canadiense Bombardier. 79 Según los catálogos y la publicidad de la época fabricaban material rodante de ferrocarril y tranvías y tenía una división de puentes y viguería y otra mecánica, que fabricaba piezas de todas clases, armarios metálicos de vestuarios, máquinas herramientas, mecánica de precisión y muebles metálicos de oficina. Catálogos en RCB... y publicidad en Revue Générale des Chemins de Fer. 80 CAYON GARCÍA, Francisco y MUÑOZ RUBIO, Miguel: «¡Que fabriquen ellos! La fabricación de locomotoras de vapor en España: ¿una ocasión perdida para la industria?», en Del metal al motor. Innovación y atraso en la industria metal-mecánica española. Pere Pascual Domènech, Paloma Fernández Pérez (eds.). Bilbao, Fundación BBVA, 2007, pp. 287-343.
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centrada en locomotoras, motores de vapor y gas, prensas hidráulicas y maquinaria textil;81 otras fueron L’Energie, creada en 1899 en Marcinelle, así como la firma Beer de Jemeppe-sur-Meuse, junto a Seraing, importante empresa dedicada a la fabricación de máquinas de vapor, material y maquinaria para minas y más tardíamente grupos y componentes eléctricos, con la que aquélla primera terminará uniéndose muy poco antes de su cierre a comienzos de los años sesenta del siglo XX; igualmente la también fabricante de instrumental minero y maquinaria para metalurgia la SA Liégeoise de Constructions de Machines, Forges et Fonderies de fer, desde final de siglo claramente orientada hacia la fuerza eléctrica.82 Suiza proporcionó igualmente un selecto plantel de establecimientos del mismo tipo, donde tuvieron acogida los pensionados.83 El más antiguo de ellos era Escher, Wyss & Cie, creado en 1805 en Zurich por Hans Caspar Escher junto con el banquero Salomón von Wyss, como factoría textil algodonera, lo que le llevó poco después a la construcción directa de máquinas textiles, ruedas y turbinas hidráulicas para sus instalaciones y desde 1835, ampliando esta sección y abriendo nuevas sucursales, de barcos, máquinas de vapor y locomotoras, sectores nuevos que desplazaron definitivamente al textil a partir de 1861. Desde comienzos de siglo sus turbinas para centrales eléctricas térmicas e hidroeléctricas ganaron ampliamente el mercado europeo, expandiendo además su producción por Alemania e Italia.84 Acogió varios pensionados de la primera expedición. Bastantes datos en el Albert Gieseler Register: «Société anonyme du Fhoenix», http://www.albert-gieseler.de/ index.html. 82 Máquinas de extracción y de bombeo, cabrestantes eléctricos, ventiladores especiales para minas y compresores de aire mostraba como sus principales bazas en la Exposición Internacional de Lieja del año 1905, MAS, Francisco de A.: «La Bélgica industrial y social y la Exposición Universal de Lieja de 1905», Revista de Obras Públicas, 1616, septiembre 1906, p. 304. También su catálogo de ese año, Société Anonyme liégeoise pour la construction de machines, forges et fonderies de fer. Liège, 1905. 83 Una muy interesante perspectiva sobre las relaciones entre formación superior e industria de construcción de máquinas, en PAQUIER, Serge: «Une étude des relations entre hautes écoles techniques et performances d’un secteur industriel en Suisse (1880-1914)», en Histoire de l’électricité. La naissance d l’ingénieur-électricien..., pp. 249-272. «Incontestablemente, la industria de construcción de máquinas se benefició directamente de la puesta en marcha de una enseñanza técnica de alto nivel. Las escuelas de Lausanne y de Zurich muestran claramente su intención de formar ingenieros para la industria», p. 255. 84 Desde 1969 la empresa pasará a depender de Sulzer, que mencionaremos a continuación. Datos sobre su historia, 150 Jhare Escher Wyss 1805-1955. Zurich, Escher Wyss, 81
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La llegada del ferrocarril terminará siendo también la fortuna de otro pequeño establecimiento, Sulzer, abierto como fundición de hierro en 1834 por los hermanos Jacob, Johann y Salomon Sulzer en Winterthur. Desde mediados de siglo sus propietarios hicieron venir desde Inglaterra al ingeniero Charles Brown, que les introdujo en la fabricación de máquinas de vapor, especialmente para barcos, y les convirtió en uno de los destacados constructores europeos de maquinaria y, con el tiempo, de equipamiento eléctrico: locomotoras, tanques, máquinas compresoras, sistemas de calefacción, equipos de ventilación. Desde finales de siglo la empresa optó también por la producción de motores diesel según la patente de Rodolf Diesel, quien había trabajado para la compañía en 1879 y que en 1893 le cedió algunas de sus patentes. Después de los acuerdos económicos y de licencia de 1893 entre el inventor y las principales firmas interesadas, la Maschinenfabrik de Augsburgo, Krupp y Sulzer, y solventados en 1897 problemas de patente con la principal compañía fabricante de motores de gas, la Motorenfabrik Deutz, la Sulzer comenzó a fabricar motores diesel para barcos y desde 1913 para locomotoras, producciones a las que la guerra dio un gran impulso para equipar los sistemas de tracción de los submarinos.85 El gobierno francés impulsó la presencia de la empresa en Francia antes de terminar la
1955; Dentro de un estudio de arqueología industrial, SCHOLZ, R. W.; BÖSCH, S.; MIEG,
H. A. y STÜNZI, J. (eds.): Industrieareal Sulzer-Escher Wyss. Zürich, Verlag der Fachvereine, Zürich, 1996. Sobre ésta y el resto de las empresas suizas que siguen, Dictionnaire historique et biographique de la Suisse/Historisch-biographisches Lexikon der Schweiz/, publié sous la dir. de Marcel Godet, Henri Türler, Victor Attinger. Neuchâtel, Attinger, 19211934. En línea, Historisches Lexikon der Schweiz/Dictionnaire historique de la Suisse. http://www.hls-dhs-dss.ch/textes/. Algún dato sobre ella, MARCÉN, Ernesto: «Estudio sobre talleres en Bélgica, Francia y Suiza», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 86-89. 85 Sobre esta empresa, 125 ans Sulzer Frères, Société Anonyme, Winterthur, Suisse. Winterthur, Sulzer Frères, 1959; Das Jubiläumsiahr 1984 im Rückblick. Winterthur, Sulzer, 1984; LABHART, Walter: Schweitzer Pioniere der Wirtschaft und Technik. Zürich, Verein für Wirtschafthistoricshe Studien, 1984 e International Directory of Companies History, 3, Editor: Adele Hast. Chicago..., St. James Press, 1991, pp. 630-633. Curiosamente, tras ponderar el obrero pensionado la necesidad de difundir en España dicha máquina, que se extendía cada vez más en la industria de tracción, en particular en la marina, Ernesto Winter apostillaba lo siguiente: «el motor Diesel es antieconómico en España, debido al precio elevado del combustible petróleo», PRAT Y CODINA, V.: «Estudio y funcionamiento de talleres (continuación)», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 427-428; apostilla, p. 428.
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guerra, probablemente con el objetivo de facilitar a las sociedades participantes el acceso a esa tecnología, quedando instalada su fábrica en Saint-Denis.86 El propio Brown, visto el éxito, promovió en 1871 su propia fábrica de locomotoras de vapor en la misma ciudad de Winterthur, la Maschinenfabrik Winterthur mencionada por los pensionados (en realidad Schweizerischen Lokomotiv- und Maschinenfabrik). Como otras de su género, desde final de siglo se verá precisada a transferir parte de su producción a la tracción eléctrica y diesel y diversificar su producción en una amplia gama de productos: calderas de calefacción, bombas hidráulicas, motores diesel, motores de gas pobre, tractores.87 Tuvo una particular relación con la barcelonesa Maquinista Terrestre y Marítima, que utilizó sus patentes de motores de gas pobre88 y diesel. Según contaba el obrero pensionado Valentín Prat y Codina en 1914 la compañía, ampliamente internacionalizada, había abierta una sección de Hispanoamérica, dirigida por el ingeniero José Alsina Prat, enviado por la Maquinista para el estudio de la construcción de los motores diesel.89 A partir de los años sesenta del siglo XX, todos los establecimientos suizos mencionados terminarán diluyéndose en las diversas ramas del imperio Sulzer. Otra interesante compañía suiza del mismo tipo, receptora también de pensionados españoles, será la Maschinenfabrik Oerlikon. Nacida en 1868 como fábrica de máquinas herramientas y transferida poco después a la localidad de su nombre, cercana a Zurich, con el propósito de fabricar locomotoras, su interés reside en algunos aspectos de índole diversa 86 Participaron en la creación de la Compagnie de Constructions Mécaniques Sulzer, además de la compañía suiza, la metalúrgica de La Marine et d’Homécourt, la Delattre et Fronard y la Pont-à-Mousson, entre otras, ROUSSELIER-FRABOULET, D.: Les entreprises sous l’Occupation. Le monde de la métallurgie à Saint-Denis. Paris, CNRS Éditions, 1998, pp. 169 y 231. 87 En 1923 su representante en España era Miguel Milano, con sede en la calle Núñez de Balboa 7 de Madrid, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, p. 923. 88 La Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona utilizó las patentes de los motores de gas pobre de la Maschinenfabrik, según Francisco de A. MAS: «La Bélgica industrial y social y la Exposición Universal de 1905», Revista de Obras Públicas, 1617, 20 septiembre 1906, pp. 311-312. 89 PRAT CODINA, V.: «Estudio y funcionamiento de talleres (continuación)», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 427-443, mención, p. 441. Sobre la sociedad, VOGEL, Kaspar: Die Schweizerische Lokomotiv- und Maschinenfabrik 18711997. Luzern, Minirex, 2003, 2ª edición ampliada.
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relacionados con el tema que nos ocupa. Primeramente, fue una firma que entrevió tempranamente las posibilidades de la nueva energía eléctrica y optó de inmediato por ese tipo de tracción para sus locomotoras. En 1891 traza junto a la alemana AEG la primera línea de alta tensión entre Lauffensur-le-Neckar y Francfurt y desde final de siglo entra ya en el negocio del transporte de tracción eléctrica abriendo la línea de tranvía ZurichOerlikon-Seebach. En 1906 reabre además la sección de máquinas herramientas, la Oerlikon-Bührle, que en el período de entreguerras se convertirá en una destacada empresa de producción de armas. En segundo lugar, entre sus técnicos estuvieron Charles E. L. Brown, hijo del antiguo ingeniero inglés de la Sulzer, y Walter Boveri, que en aquel mismo año de 1891 crearán la compañía Brown Boveri & Cie, el establecimiento suizo más frecuentado por los pensionados, nacido ya en la estela del negocio eléctrico de final de siglo, otro de los supervivientes, junto a Sulzer, en la implacable selección natural de las técnicas y las empresas pioneras de la revolución industrial, y que con el tiempo —en los años sesenta del siglo XX— terminará haciéndose con la compañía Oerlikon, según veremos más adelante.90 Finalmente, resulta interesante también por la figura de su creador, Gustav Daverio, un antiguo ingeniero de la casa Sulzer, que el mismo año de la creación de la compañía abre un estudio de investigación sobre máquinas de molinería. Tras su muerte en 1899 sus sucesores se harán con la empresa de un constructor de molinos de Zurich e iniciarán la producción de su patente. Junto a Bühler, el otro fabricante suizo de molinos de cereales establecido en Uzwil, en el cantón de San Gall, en 1860, gozarán de una importante presencia en el mercado europeo del ramo, incluido el español. Un pensionado, Antonio Viladés, trabajó entre 1913 y 1916 en los establecimientos de ambas casas en Marsella y Zurich y a su vuelta a España seguirá unido a la compañía Daverio.91 90 Sobre la actividad e instalaciones de ambas empresas, véase el informe del ingeniero pensionado FRANCO DE BORDONS, Carlos: «La industria eléctrica en Suiza», Junta de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el extranjero: Memorias presentadas por los ingenieros pensionados en el extranjero, 1914-1915. Madrid, Talleres Tipográficos Fortanet, s. f., pp. 12-38. 91 Información sobre estas empresas, en el mencionado Dictionnaire historique et biographique de la Suisse.../ Historisches Lexikon der Schweiz/Dictionnaire historique de la Suisse. http://www.hls-dhs-dss.ch/textes/. Sobre la presencia de ambas casas en España, NADAL, Jordi: «La industria fabril española en 1900. Una aproximación», en La economía española del siglo XX. Una perspectiva histórica..., p. 28. De manera monográfica, aunque centrado en la empresa dominante en España en el siglo XIX, la húngara Ganz,
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En Bélgica una evolución semejante a la que acabamos de mencionar podría observarse en la sociedad Carels Frères, de Gante, una empresa dedicada desde su fundación en 1838 a la fabricación de calderas de vapor fijas para grandes instalaciones, pero muy atenta en todo momento a la evolución de las nuevas energías, lo que le va a convertir en pionera en Bélgica en la incorporación a sus producciones del motor diesel y de los generadores de vapor movidos por corriente continua.92 En Alemania una importante empresa receptora de pensionados, equivalente a las mencionadas por su apuesta hacia la evolución de las tecnologías y los mercados, fue la casa Ludwig Loewe & Cie, con establecimientos en varias ciudades alemanas. Creada en 1869 por Ludwig Loewe, tras un viaje a los Estados Unidos de América, con el objetivo de fabricar máquinas de coser, llega poco después a un acuerdo con el gobierno imperial para fabricar armas cortas, actividad que terminará siendo, aparte las máquinas-herramientas de la fábrica matriz, su principal especialización y su fortuna, como proveedora del fusil Mauser, de las pistolas Luger y Borchardt y, más adelante, del cañón de licencia inglesa Maxim. A finales del XIX organiza todas sus producciones de armas en una nueva firma, que toma el control, entre otras, de la fábrica nacional de armas de Herstal, en Bélgica.93 Fue una empresa pionera en Europa en la utilización de los procedimientos americanos de racionalización de la producción y el trabajo, de la mano del ingeniero Georg Schlesinger,94 MORENO LÁZARO, Javier: «La production de la farine en Espagne: de la meunerie traditionnelle à la mouture à cylindres, 1750-1913», en Transferts de technologies en Méditerranée..., pp. 431-445. Algún somero dato en España: 200 años..., pp. 88-90. Informe del obrero VILADÉS, Antonio: «El rendimiento de las harinas de pan», BJPIOE, IV, 5, 6, 7, mayo-julio 1919, pp. 27-31. 92 La empresa terminará confluyendo con otros establecimientos belgas de la competencia en los mismos sectores: la sección belga de la Thomson-Houston, la Société d’Électricité et Mécanique y Van de Kerchove, vaciados finalmente todos ellos en el imperio Empain, a través de ACEC, del que más adelante hablaremos, http://kvl-stoommachine.nl/ geschiedeniscarels.htm (14/04/2011). 93 BITSCH, Marie-Thérèse: La Belgique entre la France et l’Allemagne, 1905-1914. Paris, Publications de la Sorbonne, 1994, pp. 223-224. 94 Quien promoverá la primera semblanza histórica de la compañía, Schlesinger, G. y Matschoss, C. (Hrsg.): Die Geschichte der Ludwig Loewe & Co. AG-60 Jahre Edelarbeit 1869-1929. Hrsg. zum 60jährigen Jubiläum der Firma. Berlin 1930. Sobre este técnico alemán pionero en los nuevos procedimientos racionales del trabajo, véase Georg Schlesinger und die Wissenschaft vom Fabrikbetrieb, Spur, G. y Fischer, W. (Hrsg.). München-Wien, Carl Hanser Verlag, 2000. Con un enfoque más general, aunque tomando
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sin llegar, no obstante, según Landes, al modelo de desarrollo continuo y circular de trabajo, cosa, por otra parte, que ya había observado Francisco Joanxich, el perspicaz pensionado que hacía en el Boletín la interesante reseña de sus instalaciones fabriles, laboratorios y dotaciones formativas y sociales.95 Fue pionera igualmente en la promoción del nuevo modelo de financiación de la industria eléctrica, con la creación en 1894, junto a un conjunto de entidades bancarias, de la Gesellschaft für Elektrische Unternehmungen (Gesfürel), dedicada a comprar y electrificar compañías de tranvías urbanos, una estrategia ampliamente seguida después por las grandes sociedades asociadas al nuevo negocio eléctrico, según veremos.96 La condición judía de la familia Loewe terminará decidiendo la suerte de la empresa, cediendo en 1929 la división de armas y entrando a través de su firma matriz en el negocio de los componentes eléctricos y desde allí, vía Gesellschaft fur Elektrische Unternehmungen, en la compañía AEG.97 Se trataba, pues, de una empresa que, moviéndose en el ámbito general de la producción mecánica, orientó su producción hacia diversos productos cuya característica tecnológica más sobresaliente era la precisión, un terreno que resultaba decisivo en la fabricación de un conjunto de numerosos datos de esta compañía, HAAK, René: Von der Mechanischen Technologie zur Produktionswissenschaft. Ein Beitrag zu Entstehung und Entwicklung der Wissenschaft vom Fabrikbetrieb im deutschen, amerikanischen und japanischen Kontext. Tokyo, Deutsches Institut für Japanstudien, 2000. 95 Al modelo de «flujo lineal», según la traducción de la edición española, LANDES, óp. cit., p. 341. JOANXICH, F.: «Notas sobre los Laboratorios de la fábrica ‘Ludw. Loewe & Cº. A. G.’ Berlín», BJPIOE, X, 10, 11, octubre, noviembre, 1924, pp. 37-79: «la casa... emplea los sistemas de fabricación intensiva, o sea el trabajo en serie, con arreglo a normas científicas que no siguen, naturalmente, al pie de la letra las doctrinas de William Taylor, porque los obreros alemanes, sobre todo después de la guerra, no se prestan a ello; pero en ellas hay todo lo que de bueno y aplicable tiene la organización preconizada por el famoso ingeniero norteamericano», p. 41. 96 NAHM, Gerardo: «Las inversiones extranjeras y la transferencia de tecnología entre Europa y América Latina: el ejemplo de las grandes compañías eléctricas alemanas en Argentina», Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona, 1, 1 de marzo de 1997, s. p. (p. 8). Sobre ella también, SIEMENS, Georg: Historia de la casa Siemens..., tomo I, pp. 69, 166, 215-216, 258-259. 97 Todavía en los primeros años del presente siglo los herederos de la familia plantearon un pleito de devolución de propiedades ante el Tribunal de Resolución de Reclamaciones sobre bienes depositados en bancos suizos durante la época nazi, resuelto favorablemente por sentencia del 13 de octubre de 2004, http://www.crt-ii.org/ _awards/_apdfs/Ludwig_Loewe.pdf (21/03/2011).
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máquinas o utensilios muy exigentes con la producción estandarizada, la intercambiabilidad de las piezas y la facilidad de mantenimiento, como eran las armas cortas, la máquina de coser, la máquina de escribir, la bicicleta y, más adelante a mayor escala, la motocicleta, el automóvil y el avión. El pensionado Joanxich ponía precisamente el acento en esta capacidad de la fábrica visitada, la de Berlín, para crear «patrones y calibres para el control de las fabricaciones» mecánicas a un nivel no superado por «ninguna otra fábrica del mundo».98 En sus notas, dicho pensionado comparaba esta actividad de la fábrica berlinesa con la de otra prestigiosa firma embarcada en la misma dirección, aunque sus productos nada tuviesen que ver con los de la firma alemana: la ginebrina Société Genevoise d’Instruments de Physique, también receptora de pensionados. Se trataba de una sociedad clave en todo el desarrollo de la industria mecánica especializada, incluido el automóvil, y de la expansión de la producción de material eléctrico en Suiza. Creada por los científicos ginebrinos Marc Thury y Auguste de la Rive en 1862, la sociedad respondía inicialmente a la demanda de aparatos de experimentación y de demostración de uso científico: microscopios, pluviómetros, manómenos, bombas neumáticas, etc. Desde 1870 el ingeniero y político Théodore Turrettini reorientó, sin embargo, la SIP hacia la fabricación en serie de diversas máquinas destinadas a la industria: hornos, motores, compresores, cámaras frías, contadores eléctricos. Paralelamente la sociedad comenzó a producir máquinas de medir y reglas de alta precisión. Es en este dominio en el que la compañía concentrará su actividad desde los años 20, en particular en la producción de las llamadas pointer machines, que permitían fabricar piezas de gran precisión destinadas al ensamblaje ulterior sin un previo proceso de retoque y ajuste, y de calibres de todo tipo para la construcción de automóviles.99 Con un fuerte apoyo además de las estructuras políticas de la JOANXICH, F.: «Notas...», p. 39. Sobre la importancia de este tipo de máquinaherramienta especializada, de particular interés ante el nuevo campo de la producción estandarizada, LANDES, óp. cit., pp. 419 ss. Sobre ello también, STEEDS, W.: A History of Machine Tools, 1700-1910. Oxford, Oxford University Press, 1969. Aunque se centra más en el análisis de los diversos tipos de maquinaria que en las empresas y, entre éstas, más en las americanas que en las europeas, hay, sin embargo, algunas referencias a la Loewe, como fabricante en particular de una fresadora circular. 99 Bajo estos términos aparecía en las referencias del Annuaire Didot-Bottin, 1926. Algunos modelos de su intrumental científico estuvieron presentes en los primeros laboratorios e institutos que impulsaron la investigación científica en España. Al respecto, 98
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ciudad, la sociedad se convirtió en una empresa piloto de toda una constelación de industrias eléctricas y electro-mecánicas100 y en un vivero de iniciativas industriales, en las que un nombre destacó por encima de todos, el ingeniero e inventor René Thury,101 hijo del fundador de la SIP, y entre cuyos principales aportes se contaron el alumbrado eléctrico, la construcción de máquinas y aparatos eléctricos, el trazado y explotación de redes eléctricas, la construcción mecánica y hasta el automóvil, a través de las sucesivas razones sociales acogidas a su dirección y a sus patentes: la Société d’Appareillage Électrique de 1883, explotadora en Suiza de las patentes Edison, la Compagnie de l’Industrie Électrique de 1892, la Compagnie de l’Industrie Électrique e Mécanique de 1902, fabricante, entre otras cosas, de los automóviles marca Stella,102 y finalmente, ya con una importante presencia accionarial de la Brown Boveri, los Ateliers de Sécheron de 1918, cuyas innovadoras locomotoras eléctricas contribuyeron desde aquella fecha a la electrificación de la red ferroviaria de Suiza y de otros países, incluida España.103 Los vínculos financieros y técnicos y las estrategias empresariales de estas compañías son el mejor ejemplo de MORENO, Roberto, ROMERO, Ana y REDRAJO, Fernando: «La recuperación de la instrumentación científico-histórica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas», Arbor, CLIII, 603, marzo 1996, pp. 9-54. 100 GUERDAN, René: Histoire de Genève. Paris, Éditions Mazarine, 1981, pp. 310-311. 101 Sobre él, y su posición clave en tanto que empresario, ingeniero e inventor en el desarrollo del tejido industrial de la zona, Aymon de MESTRAL, «René Thury (1860-1938)», en Pionniers suisses de l’économie et de la technique. Zurich et Bienne, Institut de recherché économiques, 1958, Tome 4, pp. 49-68. 102 En colaboración con el empresario Raoul Pictet, Thury y uno de sus colegas de trabajo en la SIP, James Nussberger, produjeron los primeros prototipos de triciclo a vapor de Suiza. Aunque la colaboración no pasó del ensayo, Piccard y el propio Thury terminarán siendo dos de los más destacados empresarios del automóvil suizo, el primero a través de la sociedad Piccard-Pictet, fabricante de los míticos Pic-Pic, los «Rolls Royce» suizos, desde 1906 hasta su cierre en 1920 (COUTURIER, Alexis: Pic-Pic, mon amour. Genève, Edition de la banque Pictet, 1997), y Thury desde su mencionada compañía entre 1903 y 1913. Al respecto, SION, Brigitte et SYON, Joëlle de: Circulez, Genevois! Y’a tout à voir! Genève, Éditions Slatkine, 2002; y de las mismas autoras, 1905-2005, 100 ans de progrès automobile. Genève, Éditions Slatkine, 2004. 103 La SIP terminará cerrando en el 2005, HÖLZ, Max: «Le patrimoine industriel, fosse commune de l’histoire sociale?», Le Courrier. L’essenciel, autrement, (Génève) 31, janvier, 2006. Artículo a propósito de la exposición «La SIP: du microscope à la machineoutil», que la ciudad le dedicó entre enero y abril de 2006. Un resumen, también en http://www.ville-ge.ch/archives/, 11 págs. (21/03/2011). Sobre los Ateliers de Sécheron, BENGUIGUI, Isaac: Sécheron, Cent ans d’électrotechnique. Genève, Slatkine, 1995.
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un contexto tecnológico en el que la electricidad comenzaba a ganar el pulso a la energía vapor como fundamento del nuevo sistema técnico.104 Del mismo género que la mencionada sociedad ginebrina fueron dos importantes establecimientos parisinos receptores de pensionados: la sociedad Jules Carpentier y los talleres de instrumental de precisión, de índole muy diversa, de Charles Beaudouin. Sucesora la primera de los talleres Ruhmkorff, de París, que habían contribuido muy activamente a los primeros pasos de la electricidad,105 contaba en las décadas de final de siglo en su establecimiento de la rue Delambre, 20, con un importante utillaje mecánico en la producción de motores, galvanómetros y otro diverso instrumental científico ya bien reorientado hacia el campo de los componentes eléctricos,106 y en particular hacia el de los aparatos de control y medición eléctrica.107 Más adelante se interesará tambien 104 Sobre este contexto y el papel de la formación superior en el desarrollo industrial de todas las innovaciones técnicas, el mencionado trabajo de PAQUIER, S.: «Un étude des relations entre hautes écoles techniques...», especialmente, pp. 257 ss. En él se traza la trayectoria formativa y profesional de Thury y Brown. 105 BRENNI, P., «19th Century French Scientific Instrument Makers: V: Heinrich Daniel Ruhmkorff (1803-1877)» en Bulletin of Scientific Instrument Society, nº 41, 1994, pp. 4-8. 106 Evolution de la géographie industrielle..., vol. 2, p. 401. 107 De los talleres Carpentier saldrán en Francia los primeros galvanómetros, amperímetros, voltímetros, puentes de Wheatstone utilizados en la industria y en la experimentación en Francia. Construyó el galvanómetro de patente Deprez-D’Arsonval y el oscilógrafo Blondel para el estudio de las corrientes alternas. Durante la guerra europea se une a otros constructores para crear la CGR (Carpentier, Gaiffe, Rochefort): Compagnie Générale de Radiologie, especializada en la medición electromagnética. Otra rama continuadora de su obra, la Gadir-Capentier se mantuvo hasta los años 50 del siglo XX en el dominio de la medición eléctrica. BEAUDOUIN, Denis: Charles Beaudouin. Une histoire d’instruments scientifiques. Les Ulis, EDP Sciences, 2005, especialmente, cap. 8: «Les grands constructeurs du XIXe au XXe siècle», pp. 267-277. Sin que falte además una contribución especial suya al campo musical, con su modelo de pianola eléctrica: el Mélographe Répétiteur y el posterior Mélotrope. También, Conservatoire national des arts et metiers: Jules Carpentier 1851-1921. Publié à l’occasion de l’exposition Jules Carpentier..., juin 1972. Paris, Conservatoire national des arts et métiers, s. f. Algún dato también en MARCELIN, Franck: Dictionnaire des fabricants français d’instruments de mesure du XVème au XIXème siècle. Aix-en-Provence, Galerie Franck Marcelin, 2004, sin paginar. Algunos de sus catálogos, así como los de otras compañías que aparecen en este estudio, en Catalogues de constructeurs du Fonds Brieux, http://arts-etmetiers.net/pdf/Brieux.pdf. Rastros de algunos de los intrumentos científicos de este y otros muchos fabricantes aparecen en Abriendo las cajas negras. Colección de instrumentos científicos de la Universitat de València. Catálogo de la exposición celebrada en La Nau, Universitat de València, noviembre 2002-enero 2003. Edición a cargo de José Ramón
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por el de la telegrafía eléctrica y la radio. Se le debe además una contribución fundamental para el desarrollo del cinematógrafo, a través de sus investigaciones en el campo de la óptica, ya que fue la sociedad a la que los hermanos Lumière encargaron la fabricación de las 200 primeras unidades de un novedoso sistema de registro y proyección de su invento, mucho más pequeño y manejable que el Edison, contribuyendo en los años siguientes de manera muy decidida a la puesta en marcha de los progresos técnicos del nuevo campo.108 En cuanto a la otra casa, fue creada en 1903 por Charles Beaudouin y orientó su negocio desde el principio a las instalaciones mecánicas y eléctricas, especialmente de instituciones científicas, y a la construcción de instrumental científico muy diverso, como medidores y registradores de electricidad y radiactividad, bombas de vacío, aparatos de telegrafía, registradores y ampliadores de señales telegráficas, etc. Después de la primera guerra se reconvertirá parcialmente hacia la radioelectricidad, sin olvidar su tradicional producción especializada de instrumental científico —que será de nuevo exclusiva después de la segunda guerra— en los campos del instrumental de vacío, con una importante cuota del mercado nacional francés, la electrodinámica, electromagnetismo, rayos X, espectrografía, radiocristalografía, micromanipulación y electromedicina. Desde 1970 su herencia técnica pasa a la Compagnie Générale d’Électricité, que continúa fabricando algunos de sus instrumentos hasta 1973.109 Bertoméu Sánchez y Antonio García Belmar. Valencia, Universitat..., 2002 y en DELGADO, Mª Ángeles, LÓPEZ, J. Damián y otros: «La recuperación del material científico de los gabinetes y laboratorios de Física y de Química de los institutos y su aplicación a la práctica docente en secundaria», en XXI Encuentros de Didáctica de las Ciencias Experimentales. Bilbao, Universidad del País Vasco, Servicio Editorial, 2004, pp. 361-380. Una Comissió d’Instruments Científics (COMIC), dentro de la Societat Catalana d’Història de la Ciència i de la Tècnica, http://webonet.no-ip.com/comic/, así como la Scientific Instrument Commission (SIC), http://iuhps.org/in_bibrm.htm, realizan a este respecto una meritoria labor. 108 FANDIÑO, Xaime: «Influencia de la tecnología en la elaboración del documental audiovisual», www.axenciaaudiovisualgalega.org/ficheros/537_1.pdf. Con carácter general, considerando la tecnología como un dispositivo global que implica categorías de orden ideológico, estético y social, además del específicamente técnico, Le Cinématographe, nouvelle technologie du XXe siècle/The Cinema, a new Technology for the 20th Century. Publié sous la diretion de André Gaudreault, Catherine Russell, Pierre Véronneau. Lausanne, Payot, 2004. 109 BEAUDOUIN, Denis: Charles Beaudouin... También, ALLARD, Patrick; BEAUD, Michel; BELLON, Bertrand; LÉVY, Anne-Marie y LIENARD, Sylvie: Dictionnaire des groupes industriels
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La variante particular de especialización productiva dentro de la rama del metal dedicada a la fabricación de armas cortas fue otra de las industrias especialmente enfocadas por la Junta de Pensiones. Además de la Loewe ya mencionada, la Fábrica Nacional de Armas de Herstal, junto a Lieja —que aquélla terminará controlando desde comienzos de siglo, según señalamos— constituyó un periplo habitual de los pensionados emplazados en los establecimientos metalúrgicos de la cuenca del Mosa. Zona desde antiguo de pequeños fabricantes de armas de fuego, terminaron uniéndose a comienzos del siglo XIX en un sindicato que fabricantes que en 1889 integró su producción en una nueva fábrica, la Nacional de Herstal. Diez años más tarde inició su colaboración con John Moses Browning para producir las pistolas de su más conocida patente y desde comienzos del siglo XX comenzó su diversificación también en bicicletas, motocicletas y automóviles; especialización, esta última, hacia la que es muy probable que se orientasen algunos de los pensionados acogidos, aunque la procedencia de otros parece señalar más bien hacia la producción armera, dado que sus armas sirvieron ampliamente de «modelo» durante mucho tiempo a la manufactura artesanal armera del París Vasco, según veremos.110 La segunda fábrica de este tipo fue la Manufacture française d’armes et cycles de Saint Étienne, una singular empresa que Pierre Blanchon y Étienne Mimard compran en 1885 siendo un modesto negocio de venta de armas por correspondencia y a la que este último, director hasta su muerte en 1944, convierte en una de las primeras de Francia en dominios et financiers en France. Paris, Ed. du Seuil, 1978, p. 120. Sobre ambas empresas también, L’Empire de la physique. Cabinet de physique du lycée Guez de Balzac d’Angoulême, sous la direction de Francis Gires. Niort, Association de Sauvegarde et d’Étude des Instruments Scientifiques et Techniques de l’Enseignement, 2006. En 1912 el obrero Ángel RAMOS SÁNCHEZ describía las instalaciones de la sociedad en su memoria de pensión, publicada en el BJPIOE, I, 5, mayo, 1916, «Instalación de pequeños talleres», pp. 166-170. Otro, José AGUADO, recogía en el mismo número las características de uno de los intrumentos de radiotelefonía fabricados: «Oscilador rotativo para estación portátil», pp. 153-158. 110 En 1972 se unirá a la marca italiana Baretta y desde 1989 entrará en la órbita del grupo francés Snecma, «Société nationale d’étude et de construction de moteurs d’aviation», grupo que recoge buena parte de la tradición industrial francesa del campo de la aeronáutica tras su nacionalización en 1945. Véase FRANCOTTE, Auguste et GAIER, Claude: FN 100 years: the story of a great Liege company 1889-1989. Bruxelles, Didier Hatier, 1989 y los mismos autores: FN-Browning. 100 ans d’armes de chasse et de guerre. Bruxelles, Didier Hatier, 1989. En España la empresa estaba representada a comienzos del siglo XX por Jover, Almirall i Biosca, S. L., sita en la calle Mallorca, 279 de Barcelona.
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tan variados como la fabricación de armas de guerra y de caza, bicicletas (Hirondelle), máquinas de coser (las Omnia), máquinas de escribir (Typo) y más delante de radios, repuestos y accesorios para bicicletas, motos y automóviles, objetos de pesca deportiva y otros muchos objetos metálicos. Su logro más genuino fue la venta por correspondencia y la publicación de catálogos y prensa especializada de apoyo, gracias a las revistas Tarif-Album y Chasseur français, que alcanzarán respectivamente en los años 60 una tirada de más 700.000 y 800.000 ejemplares.111 Sus catálogos, con una tirada de más de 250.000 ejemplares, llegaron a alcanzar en 1907 las 1.200 páginas de letra minúscula, ilustradas con más de 15.000 grabados, que componían «una verdadera enciclopedia práctica de todo lo relacionado con la caza, la pesca, los deportes y, en general, la vida al aire libre». Numerosas industrias artesanales de la zona, vinculadas a la mecánica de precisión, utillaje y quincallería prosperaron durante mucho tiempo en tanto que proveedores de los numerosos artículos metálicos que la Manufacture proponía bajo su firma.112 «La más grande fábrica de armas de Francia», la califica en 1924 uno de los pensionados, Joaquín Ferrer.113 A comienzos de siglo llegó incluso a fabricar algún prototipo de automóvil de la mano de Charles Schaudel, uno de los pioneros franceses y creador en Burdeos de la compañía a la que su sucesor en la gestión, Émile Dombret, denominará Motobloc por su principal contribución técnica a la nueva industria automovilística: el bloque transversal integrado del motor y caja de cambios y embrague, según veremos más adelante. Estuvo además entre las empresas pioneras en Francia en la introducción de técnicas de racionalización productiva.114 El alma de la 111 No hay que confundir esta empresa con la Manufacture d’armes de guerre de la misma ciudad, aunque la confusión es frecuente en estudios y en catálogos bibliográficos. Sobre esta última, DUBESSY, Raymond: Historique de la Manufacture d’armes de guerre de Saint-Étienne. Paris, Le Livre d’Histoire-Lorisse, 2006, reimpresión de una monografía de 1900. 112 BESSE, Nadine: «Une grande aventure industrielle», en Manufrance. Les regards de la Mémoire. Conception et réalisation graphique: Gérard Finel; avant-propos: N. Besse; texte: François Bouchut... Paris, Les Éditions de l’Eparge, 1992, p. 7. Algunos de sus catálogos han sido reimpresos modernamente en edición facsímil. 113 Una descripción de sus instalaciones y forma de trabajo en FERRER, J.: «Una excursión...», pp. 36-42. 114 Aunque centrado sobre todo en las actitudes patronales y en las trayectorias profesionales obreras, algunos datos al respecto en BURDY, Jean-Paul: «Entre l’atelier et la manufacture taylorisée: les ouvriers du cycle à Saint-Étienne (1900-1950)», en L’usine et le Bureau. Itinéraires sociaux et professionnels dans l’entreprise, XIXe et XXe siècle. Sous
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empresa en todos estos años, Mimard, legó a su muerte el 50 % de sus acciones a la ciudad de Saint-Étienne, con la condición de consagrar su renta a la enseñanza técnica. Pero las dificultades en la aplicación del testamento y la competencia extranjera en los años de apertura de los mercados europeos condujeron a la empresa a un traumático descenso a los infiernos, que le llevará al cierre a mediados de los años 80.115 Por último, en este mismo sector de la producción de armas, hay que hacer una referencia a la sociedad Hotchkiss et cie, que recibió un pensionado de la primera expedición. Fue una sociedad fundada por el ingeniero norteamericano Benjamin Hotchkiss en 1867, con fábrica primero en el sur francés y desde 1875 en Saint-Denis, en los alrededores de París, pujante durante mucho tiempo en el sector, que incluso proporcionó las más modernas piezas de artillería de campaña del ejército norteamericano en la guerra contra España en 1898,116 pero que posteriormente, en declive en este sector, terminará tentando la aventura automovilística desde 1903 hasta su cierre en 1955, produciendo modelos de uso civil y militar, motores y órganos mecánicos, en especial para las fábricas norteamericanas. Llegará a tener una filial en el Reino Unido para fabricar motores, abierta durante la primera gran guerra.117 Otro interesante caso de fabricación especializada de maquinaria fue el la Usine Hanrez, de Monceau-sur-Sambre, en Bélgica, receptora de un pensionado en 1928. Fundada en 1857, inicia su andadura dedicada a la la dir. de Yves Lequin et Sylvie Vandecasteele. Lyon, Presses universitaires..., 1990, pp. 75-92, especialmente el epígrafe «Taylorisme et paternalisme: une gestion autoritaire et parfois contestée», pp. 88-92. 115 Sobre la Manufacture..., denominada desde 1947 Manufrance, y su peculiar relación con la ciudad de Saint-Étienne, KUKAWKA, Pierre: Manufrance, radiographie d’une lutte. Paris, Éditions Sociales, 1980. En sus locales está instalada actualmente la École supérieur de Commerce de la ciudad, que es lo que recoge el libro De Manufrance à Sup. de Co. Saint-Etienne. 100 ans de photographies. Lyon, Éd. lyonnaises d’art et d’histoire, 1997, trazando asimismo algo de su historia, especialmente de su modalidad de venta por correspondencia. Un industrial de la zona, Jacques Tavitian, se hizo a continuación con la mayor parte de sus marcas y patentes y reinició desde 1988 algunas actividades de la vieja sociedad. 116 KINARD, Jeff: «Artillery», en The Encyclopedia of Spanish-American and PhilippineAmerican Wars. A Political, Social, and Military History, Spencer C. Tucker, ed. Santa Barbara, ABC-CLIO, LLC, 2009, pp. 24-26. 117 Autos. Encyclopédie complète, 1885 à nos jours, sous la direction de G. N. Georgano..., Paris, Éd. de la Courtille, 1973, pp. 328-329; del mismo autor, Les voitures de 1886 à 1930. Paris, Gründ, 1990, pp. 105, 114 y 146.
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construcción de máquinas de vapor, aparatos elevadores para las minas y ventiladores, se reconvierte después hacia la construcción de locomotoras y material para las fábricas de vidio y desde la primera década del siglo XX se especializa en la fabricación de máquinas de estirado de la pasta de vidrio conforme al procedimiento inventado por aquellas fechas por los ingenieros Émile Gobbe y Émile Fourcault (el procedimiento Fourcault), que convirtió la cuenca industrial de Charleroi en un destacado centro mundial de producción de estas máquinas y, en general, de vidrio.118 En propiedad, estos últimas firmas mencionadas no son más que casos particulares de una amplia gama de empresas que tomando como base la rica experiencia adquirida durante el siglo en el trabajo del metal se aprovecharon al mismo tiempo de la investigación científica de la época —sobre la energía cinética de los gases, sobre los fenómenos de la electricidad y el magnetismo, sobre la electrolisis, sobre las propiedades mecánicas de los metales, sobre nuevas aleaciones, sobre nuevas energías, etc.— para abrir nuevas perspectivas de negocio, bien por la modificación de los procedimientos industriales dentro de las empresas con una ya larga tradición en el ramo, bien por la incorporación de otras actividades o de nuevas empresas concurrentes. En esta rica perspectiva general que abren la tradición tecnológico-industrial, el desarrollo de la investigación científica y tecnológica y la difusión de la enseñanza técnica se incardinan buena parte de los establecimientos industriales que mencionaremos a continuación y que acogieron a pensionados españoles: talleres más o menos grandes especializados en el tratamiento del hierro-acero o de otros metales, como la laminación o el trefilado, medianos o pequeños talleres de construcciones metálicas, fabricación de máquinas herramientas o de precisión, aplicaciones de la electricidad a los procedimientos metralúrgicos tradicionales o en la producción de 118 Dictionnaire des Patrons en Belgique. Les hommes, les entreprises, les reseaux. Edité par Ginette Kurgan-Van Hentenrijk, Serge Jaumain, Valérie Montens, avec la collaboration de Jean Puissant et Jean-Jacques Heirwegh. Bruxelles, De Boeck Université, 1996, pp. 349-351. También, DELAET, Jean-Louis: «La mécanisation de la verrerie à vitres à Charleroi dans la première moitié du XXe siècle», en G. Kurgan-Van Hentenryk et J. Stengers, (eds.): L’innovation technologique. Facteur de changement (XIXe-XXe siècle). Bruxelles, Éditions de l’Université..., 1986, pp. 113-152 y CABLE, Michael: «Mechanization of Glass Manufacture», Journal of the American Ceramic Society, 82, 5, May 1999, pp. 1093-1112. Sobre el sector, en general, CHEVALIER, Ann; DELANDE, Jean-Pierre; LAURENT, Isabelle y TOUSSAINT, Jacques: L’aventure du cristal et du verre en Wallonie. Tournai, La Renaissance du Livre, 1999.
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nuevos metales como el aluminio, reconversión o dedicación prioritaria de las industrias de construccionjes metálicas a la tracción eléctrica o al motor de explosión en sus variantes automóvil o aviación, etc. En definitiva, como se ha puesto de relieve repetidamente, la industria metálica —y el ferrocarril muy destacadamente— constituyó el núcleo del sistema técnico de la primera revolución industial y fue en ella donde se engarzó el principal acerbo de experiencia técnica industrial de las ulteriores etapas económicas, incluidas, por descontado, sus rupturas. No siempre hemos podido rastrear aunque no sea más que una somera noticia de todas y cada una de las empresas mencionadas en las reseñas de actividades de los pensionados.119 Es razonable pensar que se trataba en algunos casos de establecimientos de mucha menor entidad que aquellos de los que tenemos noticias más precisas, orientados a un mercado local o regional, y que sólo accesoriamente entraban en las opciones de colocación de los expedicionarios. Pero el tenor de las conocidas y el simple enunciado de la razón social del resto, en otras ocasiones, bastará para ofrecer una imagen aproximada del tipo de conocimientos y contactos que buscaban los obreros colocados en ellas. Uno de estos procedimientos metalúrgicos de particular interés era la laminación directa del material férrico en sustitución o complemento del martillo pilón. Los diversos avances técnicos en su mecanización desde mediados los años sesenta del siglo hacia el aún lejano logro de la laminación continua de banda ancha, solo accesible en los años treinta del siglo XX, supusieron un extraordinario progreso en la industria metalúrgica y en la fabricación de perfiles metálicos muy diversificados, aptos para la demanda de las distintas aplicaciones de la producción mecánica especializada. Se trataba de avances incorporados de manera natural por las grandes empresas proveedoras de productos metalúrgicos de base en sus tentativas por perfeccionar y diversificar los tratamientos mecánicos del metal y por lo tanto formaban parte de las experiencias de trabajo de los expedicionarios colocados en los establecimientos metalúrgicos mencionados más arriba. Pero, como sucedía con todo nuevo procedimiento industrial, facilitaba también su desarrollo en algunas otras instalaciones especializadas. Establecimientos de este tipo receptores de 119 En aquellos casos en que no hemos encontrado alguna referencia monográfica, por pequeña que sea, a su razón social, nos ha servido como referencia básica el anuario general de comercio francés, conocido desde 1909 simplemente con el título Annuaire du commerce Didot-Bottin. Hemos revisado en concreto los años 1909 y 1926.
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pensionados fueron la sociedad Bonvillain-Ronceray, en Francia, las Fonderies Mécaniques de Amberes, la fundición Ketin, de Sclessin-Lieja, un taller de laminación, sin detalles de su razón social, de la ciudad de Differdange, el centro de la metalurgia luxemburguesa, y la «fábrica de David Llewellyn» (sic) en Port-Talbot, Inglaterra. La primera fue, sin duda, la empresa más frecuentada por los pensionados españoles, en razón de la presencia al frente de su dirección técnica del ingeniero gaditano Juan Manuel España, un muy activo colaborador de la obra de pensiones. Establecida inicialmente en París y, desde 1908, en Choisy-le-Roi, su producción puntera por aquellos años era la maquinaria especializada para fundición y moldeo mecánico,120 así como la distribución de máquinas-herramientas de diversas firmas americanas, al menos hasta 1913.121 Empresa pequeña por su tamaño,122 su importancia radicó en la personalidad de uno de sus propietarios, Eugène Ronceray, muy interesado en la investigación y en la enseñanza de la fundición, siendo uno de los principales artífices de la creación de la Association technique de la Fonderie, en estrecho contacto con los ingenieros y empresas americanas del ramo, y de la École Supérieur de Fonderie, ya mencionada en otro lugar de este estudio.123 Su director técnico, Juan Manuel España, estaba en plena sintonía con estas inquietudes. Fue vicepresidente de la Association technique de fonderie de Francia, participó activamente en la creación de la sección española de la Federación Internacional de la Prensa Técnica de 1925124 y puso especial interés en mostrar en la práctica estos avances de su sector a los pensionados españoles y en difundir el 120 Informe de uno de los obreros sobre una nueva nave para su actividad de moldeo, MARTÍNEZ PARÍS, J.: «Cálculos de la cubierta para nave de modelos de la S. A. Ph. Bonvillain & E. Ronceray», BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, pp. 44-53. 121 Entre ellas, Jones & Lamson Machine Co., Norton Co., Bryant Chucking Grinder Co., Fellows Gear Shaper Co., Hendey Machine Tool Co. y Fitchburg Machine Works Co., MAZZOLENI, Roberto: «The Agency System in the International Distribution of U.S. Machine Tools, 1900-1915: Social Norms and Contracts», Business and Economic History, 27, 2, Winter, 1998, pp. 427-429. Aunque este texto señala que en 1913 estas compañías llegaron a un acuerdo para traspasar la representación a F. Auberty & Co., en realidad Bonvillain continuó manteniendo tratos económicos con algunas de ellas. 122 A su traslado a Choisy-le-Roi contaba con 110 obreros, BASTIÉ, La croissance..., pp. 140-142 y 158. 123 Véase también, MOUTET, Aimée: Les logiques de l’entreprise. La rationalisation dans l’industrie française de l’entre-deux-guerres. Paris, Éditions de l’École des Hautes Études en Sciences Sociales, 1997, p. 67. 124 Cincuenta años de prensa técnica..., pp. 26-27.
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mensaje de la formación y de la ciencia aplicada en los medios profesionales de Francia y España.125 Otra empresa equivalente, menos frecuentada, fue la de Fonderies J. Marichal, Ketin et Cie, de Sclessin (Lieja), constituida en 1910 igualmente fruto de la unión de las dos razones sociales integrantes, dedicada especialmente a la fabricación de cilindros de laminación destinados a la industria metalúrgica y que llegará a tener una importante presencia en la producción y el mercado de diversos países europeos, como Alemania (Siegen), Francia (Maubeuge) y España, además de las fábricas de Sclessin y Chenée de Bélgica.126 En cuanto a la llamada fábrica de David Lewellyn, resulta difícil conocer con exactitud su identificación concreta. En Port Talbol, donde se localizaba la residencia del pensionado existían por entonces dos grandes fábricas de laminados, propiedad ambas de la sociedad Baldwins, Ltd.127 Pero en general todo Gales del Sur era un amplio conclomerado de fábricas metalúrgicas de hojalata, galvanizados y laminados, que incluía importantes localizaciones en Bristol, Newport y Scunthorpe, entre otros muchos lugares. Es muy posible que el pensionado, del sector de laminación, tuviese como referencia fundamental a aquel importante 125 Véanse los informes que presentó al V Congreso de la Fundición celebrado en Lieja entre el 25 y 28 de octubre de 1925: Contribution à l’étude de la technologie de fonderie. Paris, Association technique de fonderie, 1927 y Contribution à l’étude des sables de la fonderie de la péninsule ibérique. Paris, Association technique de fonderie, 1927. En 1926 impartió una conferencia en la sede de la Asociación de Ingenieros Industriales de Barcelona, en la difundió los métodos y las máquinas de Bonvillain y se permitó dar su opinión, no muy positiva, sobre el Estatuto de Enseñanza Industrial de 1924, ESPAÑA, J. M.: Los procedimientos científicos utilizados prácticamente las fundiciones metalúrgicas modernas. Conferencia dada en la Asociación de Ingenieros Industriales de Barcelona el día 9 de abril de 1926. (Separata de Técnica. Revista Tecnológico-Industrial) S. l., s. e., s. f. 126 Las referencias mencionaban únicamente a las «Fonderies Ketin», que era el patrimonio social aportado por la fábrica de Sclessin. Su catálogo de 1930, Société Anonyme des Fonderies J. Marichal, Ketin et Cie. Cylindres de laminoirs. Liège (Sclessin), 1930. La empresa pertenece en la actualidad al grupo alemán Gontermann-Peipers GMBH. 127 La primera se abrió en 1902 por la compañía W. Gilbertson & Co. Ltd., de Pontardawe, como consecuencia de la expansión del sector, en un momento en que las fábricas del Sur de Gales dominaban el mercado mundial de este tipo de productos. En 1906 pasará a manos de Baldwins. Esta misma sociedad puso en marcha la segunda, Margam Iron & Steel Works, en 1918 en respuesta a las presiones del gobierno británico para aumentar la producción de acero durante la guerra. Datos sobre ellas en JENKINS, Paul: Twenty by Fourteen. A history of the South Wales tinplate industry, 1700-1961. Llandysul, Gomer, 1995; PROTHEROE-JONES, Robert: Welsh Steel. Cardiff, National Museum of Wales, 1995; RICHARDS, Alun J.: Tinplate in Wales. Pwllheli, Llygad Gwalch, 2008.
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personaje —procedente de una familia en el negocio de la minería y de la producción de hierro desde tiempos remotos128— por dos razones principales. En primer lugar, por el tupido entrecruzamiento de los negocios entre los principales actores de la pujante economía galesa de la época, fenómeno en el que David Lewellyn ocupó, junto con Seymour Berry (primer Barón de Buckland) y David Alfred Thomas (primer Vizconde de Rhondda) un protagonismo de primer rango. En segundo lugar, por haberse hecho recientemente estos tres industriales con la mayoría de las acciones de otro de los grandes productores de laminados de la zona, John Lysaght Ltd., para descargarlo a continuación, a través de un intercambio de acciones y de puestos de dirección, sobre el imperio minero metalúrgico de Guest, Keen & Nettlefords en el que va a confluir buena parte de ese proceso de entrecruzamiento y confluencia de intereses.129 128 David R. Lewellyn llegó a ser el más grande propietario minero del Sur de Gales, promotor de la Welsh Associated Collieries y desde ella alentador igualmente del proceso de racionalización productiva de la minería y la metalurgia galesa por sus acuerdos con la sociedad de minería, navegación y transporte de minerales Powell Duffryn para formar la Powel Duffrin Associated Collieries, y con la importante industria metalúrgica British Iron and Steel Co. (después Guest, Keen and Baldwins Iron and Steel Co.), en donde descargó algunas de sus actividades mineras y, sobre todo, su empresa comercializadora de carbón y servicios portuarios Guéret, Llewellyn and Merrett, con sede en Cardiff. Fue Presidente o Director de una veintena de sociedades, incluida la Guest, Keen & Nettlefolds Ltd., (GKN) antecedente de la mencionada British Iron... Datos sobre él en la Welsh Biography Online, http://yba.llgc.org.uk/en/ (21/03/2011), así como en la sección Who’s Who de la página del Durham Mining Museum, http://www.dmm.org.uk/ mindex.htm (21/03/2011). Según Francisco QUINTANA NAVARRO («Los intereses británicos en Canarias en los años treinta: una aproximación», Vegueta, 0, mayo 1992, pp. 149172 y pp. 156-157 y 169) la empresa Guéret, Llewellyn... estuvo en el origen de la Compañía General Canaria de Combustibles de servicios portuarios, que operaba desde 1920 en el Puerto de La Luz. Durante algún tiempo su agente en España fue John Gridley, que terminará ocupando su Gerencia, así como la de Cory Bros. & Co. Ltd., otra de las destacadas compañías operadoras de los puertos canarios, de la que aquélla terminará siendo filial. Será igualmente el primer Presidente de la Organización Europea del Carbón, 1946-1948. Datos en Churchill Archives Centre. The Papers of John Gridley, en http://janus.lib.cam.ac.uk/db/node.xsp?id=EAD% 2 FGBR% 2 F 0014 % 2 FGRID (21/03/2011). 129 De hecho, en los años 30 del siglo la concetración de intereses dio lugar a una nueva empresa para reunir las actividades metalúrgicas de la GKN y de la Baldwins: la Guest Keen Baldwins Iron and Steel Company, con una reorganización de los centros productivos, en la que los emplazados en Port Tabot recibieron un gran impulso. Datos sobre esta importante compañía fundada a mediados del siglo XVIII, JONES, Edgar: A
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Un caso particular en esos avances en los tratamientos mecánicos del metal era el trefilado. En las últimas décadas del siglo, los progresos de la electricidad dieron una nueva oportunidad a un antiguo metal como era el cobre —y a sus nuevas aleaciones— en razón de sus sobresalientes propiedades mecánicas y conductoras. Como empresas de este tipo receptoras de pensionados aparece ocasionalmente La Cablerie & Tréfilerie de Amberes y una fábrica de alambre y clavos que la compañía Tréfileries et Laminoirs du Havre acababa de comprar en Montreuil, Maine-et-Loire. La sociedad había sido creada en torno a las actividadades desarrolladas por Lazare Weiller, un inquieto judío alsaciano trasladado a Angulema después de la anexión de la Alsacia por Alemania, formado en aquella ciudad y en Oxford, investigador pionero de nuevas aleaciones que facilitasen el trabajo mecánico y mantuviesen la conductibilidad eléctrica del cobre y descubridor del bronce fosforoso que será la base inicial de su fortuna. En 1882 se creó en Angulema el Établissement Lazare Weiller, que se transferirá a El Havre en 1892 y refundará en 1897 con aquel nombre, contando con los avales industriales de sus principales accionistas, en sectores complementarios del negocio eléctrico desde tiempo atrás: la Société des Applications Industrielles, que se ocupaba del desarrollo de la producción y de la distribución eléctrica y la Société Industrielle des Téléphones de los hermanos Elissen, que habían estado también en el origen de la sociedad francesa Edison.130 History of GKN. Vol. 1: Innovation and Enterprise. Vol. 2: The Wrowth of a Business. Basingstoke-London, Macmillan, 1987-1990. Un buen resumen en «GKN plc», International Directory of Company Histories, vol. 38. St. James Press, 2001, en línea en http://www.fundinguniverse.com/company-histories/. Numerosos datos sobre todo este proceso en REES, J. Morgan: Trust in British Industy 1914-1921. A Study of Recent Develpments in Business Organisation. London, P. S. King & Son, Ltd., 1922. Reedición en línea por Batoche Books, Kitcherner, 2011, en http://www.efm.bris.ac.uk/ het/rees/Trusts.pdf. 130 Estuvo además en negocios y experimentos pioneros en el campo de la telefonía sin hilos, incluida la televisión, la aeronáutica, transporte urbano y aparatos contadores para vehículos, además de ser un decidido partidario de las nuevas técnicas científicas de trabajo industrial y de las formas de gestión empresarial norteamericanas. La empresa de explotación de taxis automóviles, la Compagnie française des automobiles de Place, fundada en 1905 por él y otros capitalistas estuvo en el origen de la expansión de la sociedad Renault Frères, que suministró buena parte de los vehículos, FRIDENSON, Patrick: Histoire des usines Renault. 1. Naissance de la grande entreprise, 1898-1939. Paris, Seuil, 1998, pp. 56-58. Como político estuvo muy implicado en el problema de Alsacia-Lorena y en la promoción de las relaciones pacíficas entre las naciones europeas después de la guerra. Véase MOUSSEAU, J.: Le siècle de Paul-Louis Weiller, 1893-1993: as de l’aviation
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La expansión de la empresa en las primeras décadas del siglo XX será vertiginosa, en sectores y ramas muy diversas: metalurgia de aceros especiales y de metales no ferrosos, trefilería y cablería, telefonía, cartuchería, aluminio y construcciones mecánicas. De forma que hacia 1930 había absorvido ya trece compañías, tenía seis filiales y participaciones directas o indirectas en otras 25 compañías de las mencionadas ramas. A través de todo ello estaba en relaciones accionariales con algunas de las más importantes empresas e instituciones de crédito del país: Comptoir National d’Escompte, Minerais et Métaux, Banque Nationale de Crédit, Lyonnaise des Eaux, Forges et Aciéries de la Marine, Société Générale d’Entreprises, Compagnie Générale d’Électricité, Schneider, Alais, Froges & Camargue. Desde los años de la guerra la compañía había emprendido la expansión en la rama del aluminio,131 lo que le valdrá a la larga estar en la evolución de este sector hasta la desembocadura general en el imperio Pechiney. En él confluirá además con otra de estas nuevas empresas especializadas en el tratamiento de los metales más característicos de la segunda revolución industrial —cobre-aluminio— como fue la Compagnie Française des Métaux creada en 1892 a partir de los antiguos establecimientos Laveissière de Saint-Denis, receptora también de un pensionado entre
de la Grande Guerre, pionnier de l’industrie aéronautique, précurseur d’Air France, financier international, mécène des arts. Paris, Stock, 1998. Aunque dedicado a su hijo, hay numerosas noticias sobre Lazare Weiller, especialmente, pp. 37-80. Sobre la propia empresa, el documentado estudio de CHADEAU, Emmanuel: «Produire pour les électriciens. Les Tréfileries et Laminoirs du Havre de 1897 à 1930», en Histoire de l’électricité. Des entreprises pour produir de l’électricité. Le génie civil, la constructions électrique, les installateurs. Actes du cinquième colloque de l’Association pour l’histoire de l’électricité en France, Paris 19-21 avril 1988, réunis et édités par F. Cardot. Paris, Association ..., 1988, pp. 285-303. También Idem: Les Entrepreneurs: l’économie du risque, 1850-1980. Paris, Olivier Orban, 1988, pp. 250-266. 131 Durante la guerra europea compra la Société des Couleurs Métallurgiques et de l’Aluminium Laminé, abre en Italia L’Aluminum Italiano (1916), compra en los años veinte el Établissement Charles Coquillard de hoja de aluminio, en aquellos momentos en mano de la empresa suiza Victor Neher Kreuzlingen, con el objetivo de hacerse con la técnica suiza del laminado de ese metal, aunque se desprende de la empresa en 1933 (BALAYE, Eddy: «Les Etablissement Charles Coquillard et le développement du secteur de l’emballage en aluminium chez Pechiney (1924-1967)», Cahiers d’histoire de l’aluminium (CHA), 29, Hiver, 2001-2002, pp. 23-36); entra igualmente en el capital de la Société de Froges y participa en la su fusión con otras imporantes empresas del ramo para constituir Alais-Froges et Carmargue, CHADEAU, «Produire...», p. 293.
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1924 y 1926.132 En España TLH, colaboró con su experiencia en el lami-
nado y trefilería del cobre al establecimiento de la Sociedad Española de Construcciones Electro-Mecánicas de Córdoba, según señalamos. En Inglaterra una importante empresa del ramo receptora de algún pensionado fue la Johnson and Phillips Ltd, establecida en el barrio londinense de Charlton (actual distrito de Greenwich). Creada en 1875 con el objetivo de fabricar cable de telégrafo y su material complementario, su verdadera expansión estuvo vinculada a las enormes posibilidades abiertas por el negocio del alambre y del cable en sus variantes más diversas, desde la ingeniería propia de fabricación de sus diversos tipos para uso industrial o eléctrico, terrestre o submarino, el trazado y mantenimiento de redes telegráficas, la maquinaria e instrumental de sondeo y balización, así como el equipamiento completo en este terreno de factorías y buques, hasta un amplio conjunto de aplicaciones y aparatos de telefonía y luz eléctrica en su sentido más amplio.133 Su manual sobre transformación eléctrica, publicado inicialmente en 1925, continúa siendo en la actualidad, en su decimotercera edición adecuadamente actualizada, un libro de referencia fundamental en su campo.134 Otras empresas de este tipo colaboradoras en la obra de pensiones fueron la «Métallurgique Électrique» de Vitry-sur-Seine y la «Métallurgique Électrique» de Saint Satur. Se trataba en el primer caso, sin duda, de la fundición de latón instalada en la ciudad en 1914 bajo el nombre de Fonderie et Laminoirs de Vitry aprovechando la proximidad de las centrales eléctricas térmicas construidas en 1901 y 1902 (la de Tranways de l’Est Parisien y la Thomson), más tarde comprada por la Compagnie Générale d’Électricité para hacer de ella el núcleo de partida de la futura compañía Duralumin.135 132 BIEGANSKI, Stéphane: «Une fusion surprise: Pechiney-Trefimétaux en 1967», CHA, 30, Été, 2002, pp. 27-34. Compagnie française de métaux fue el nombre adoptado por Laveissière et Cie tras su unión con la maison Secrétan en 1880. Dedicada a fundición, lami-
nado y estirado de metales y a productos de metales no ferrosos. Llegó a contar con catorce fábricas en todo el país, ROUSSELIER-FRABOULET, Danièle: Les entreprises sous l’Occupation..., pp. 12 y 231. También, Evolution de la géographie industrielle..., vol. 2, pp. 381-382 y 471. 133 Sobre la compañía, BROOKS, Collin. The History of Johnson and Phillips, a Romance of Sevety-Five Years. London, Privately Printed, 1950 134 HEATHCOTE, Martin J.: J & P Transformer Book. A Practical Technology of the Power Transformer. Thirteenth Edition. Ámsterdam... Oxford..., Elsevier-Newnes, 2007. 135 Convertida inicialmente en Électro-Cuivre, después en Compagnie Générale d’Électrométallurgie y finalmente en Compagnie Générale du Duralumin et du Cuivre.
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La empresa de Saint Satur, en el Departamento de Cher, fue creada por su parte en 1920, dedicándose a la metalurgia del hierro y del aluminio en un principio, con especial orientación hacia la industria automovilística, y diversificando considerablemente sus productos con posterioridad, aunque manteniéndose en sus dos producciones metálicas de origen hasta la excisión de las dos ramas en 1989.136 Otros establecimientos de características equivalentes mencionados son la Maison Victor Michel y la Maison Robert, ambas de Paris, dedicadas a diferentes aplicaciones de la galvanoplastia, en el primer caso a las técnicas de grabado e impresión y más adelante a viejos y nuevos procedimientos técnicos del ramo: fotograbación, dibujo, fotografía, retocado, offset;137 en el segundo, a la fabricación de hoja de aluminio para embalaje y estuches de objetos delicados (perfumes, chocolates, especialidades farmacéuticas).138 El pensionado que pasó por las dos últimas se reorientará bien pronto, sin embargo, hacia Alemania, en compañía del ingeniero industrial Ángel Figuera y Figuera, a fin de estudiar las distintas aplicaciones de esa técnica en aquel país, para finalmente terminar formándose en la Escuela de Galvanoplastia (Staatliches Faschule für Metallindustrie) de Iserlohn y trabajando en la Langbein Pfanhauser-Werke A. G., de Leipzig, la sección de galvanoplastia de la sociedad AEG.139 Y por último se menciona igualmente la sociedad anotada como «L’Aluminium»,
Según la publicidad de la época (Revue Générale des Chemins de Fer) se decidaba al cobre, latón, bronce y otros metales no ferrosos y aleaciones de niquel y aluminio. Fabricaba hilos y cables desnudos y recubiertos de estaño, tubos sin soldadura, perfiles, planchas, bandas, discos, cables de aluminio-acero, conexiones eléctricas, papeles de estaño, aleaciones ligeras y otros productos. Terminará formando parte de la principal compañía francesa del aluminio, Pechiney, junto con algunas otras empresas concurrentes, como hemos visto más arriba. Datos también en la página de la Société d’histoire de Vitrysur-Seine/ rubriques/rubrique industrielle. Salvo esta empresa y otra fundición de cobre abierta en 1895, que también menciona Bastié: La croissance..., p. 157, no existieron otras empresas de este género en Vitry-sur-Seine. 136 La de Fundición se integró entonces en el Grupo CF2M y la de aluminio constituyó la sección francesa de FPS Kelsey Hayes, datos someros en http://www.ud18.cgt.fr/ IMG/pdf/Journal_de_la_FASS.pdf (14/04/2011). 137 Se ubicaba en el número 3 de la calle Duguay-Trouin, Datos de los Annuaire du Commerce Didot-Bottin, 1909 y 1926. 138 Era el tipo de producción que anunciaba en el Annuaire Didot-Bottin, 1926. Su establecimiento estaba en el número 28 del Bd. Strasbourg. 139 FIGUERA, J.: «Memoria referente al viaje a Alemania para el estudio de la Galvanoplastia», BJPIOE, IX, 1, 2, 3, enero-febrero-marzo, 1924, pp. 31-37.
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de Marsella, haciendo posiblemente referencia con este nombre al consorcio L’Aluminium Français creado en 1912 por las empresas francesas relacionadas con ese metal, en virtud del cual todas ellas ponían en común su producción de aluminio bruto para su transformación, comercialización y promoción, reservándose además el consorcio la posibilidad de producirlo directamente si la demanda sobrepasaba la capacidad productiva de los grupos integrantes.140 Más difícil es saber exactamente con qué fábrica se identificaba la referencia, puesto que desde comienzos de siglo la zona próxima a Marsella, a donde se desplazó el pensionado, se había convertido en un ámbito privilegiado de producción de alúmina para la nueva industria aprovechando los yacimientos de bauxita y las empresas químicas existentes en los departamentos de Bouches du Rhône, Gard y Hérault. El establecimiento más antiguo, el de Gardanne, producía alúmina desde 1894 para la Société française de l’alumine pure (SFAP), desde 1895 integrada en otra de las compañías pioneras del alumnio francés, la Société Électro-métallurgique Française (compañía de Froges141). En 1908 se suma a él la fábrica de La Barasse de Marsella, después en la órbita del segundo gran grupo superviviente en el proceso de compras e integraciones de los años veinte, el de Ugine.142 Todavía al año siguiente se añadirá una nueva, en
140 Al respecto, HACHEZ-LEROY, Florence: L’Aluminium Français: l’invention d’un marché, 1911-1983. Paris, CNRS, 1999. 141 En 1921 se unirá con la compañía química Alais et la Camargue, que había añadido el aluminio a su producción tradicional de sosa, formando la sociedad Alais, Froges et la Camargue. 142 Unión en 1922 de la Société Électrochimie (d’électrométallurgie et des aciéries électriques d’Ugine) de Henry Gall y de la Compagnie des forges et aciéries electriques de Paul Girod, junto con las de L’Aluminium du Sud-Ouest y L’Aluminium du Sud-Est, para formar la Société d’Électrochimie, d’Électrométallurgie et des Aciéries Électriques d’Ugine. Los dos grupos industriales mencionados, junto con el Kuhlmann, terminarán confluyendo por distintos caminos en la sociedad Pechiney-Ugine-Kuhlmann en 1971, Pechiney desde 1983. Sobre el aluminio francés, ya bien estudiado por el impulso recibido desde la creación el Institut pour l’histoire de l’aluminum, véase FERRAND, Louis: Histoire de la Science et des Techniques de l’Aluminium et ses développements industriels. I Le passé. Langentière, Édité par l’auteur, 1960; MIOCHE, Philippe: L’Alumine à Gardanne de 1893 à nos jours. Une traversée industrielle en Provence. Grenoble, Presses universitaires..., 1994 ; LESCLOUS, René: Histoire des sites producteurs d’aluminium. Les choix stratégiques de Pechiney 1892-1992. Paris, Les Presses de l’École de Mines, 1999; Industrialisation et sociétés en Europe occidentale de la fin du XIXe siècle à nos jours. L’Âge de l’aluminium. Sous la direction de Ivan Grinberg et Florence Hachez-Leroy. Paris, Colin, 1997.
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Saint-Louis-des-Aygalades, aunque por pertenecer de la Société française pour l’industrie de l’aluminium, filial de la suiza-alemana AIAG de Neuhausen, no pasará a formar parte del consorcio L’Aluminium e incluso encontrará graves tropiezos para su funcionamiento en los años de la guerra europea.143 Junto a estas nuevas posibilidades de la metalúrgica y de la producción metálica especializada estaba toda una amplia gama de talleres más o menos grandes de la más diversa índole. La llegada de la producción industrial, como ha señalado Landes, fue el fin de muchos talleres artesanales, pero también el origen de un número mucho más alto de ellos, bien de reparación y mantenimiento de máquinas, bien de especialización en el tratamiento de los productos laminados, bien de subcontratación de trabajo por parte de los grandes establecimientos. Esto resultaba especialmente cierto en el campo de la metalurgia que venimos tratando, actividad de base de otros múltiples sectores con entidad propia. El automóvil puede ser un buen ejemplo, como más adelante veremos, de las posibilidades de crecimiento exponencial abiertas a las industrias del sector metalúrgico-mecánico, incluida las de los nuevos metales o aleaciones no ferrosos. Entre los establecimientos de este tipo receptores de pensionados pueden mencionarse algún taller de mantenimiento del material móvil ferroviario y algunas otras compañías especializadas de producciones metálicas, de larga tradición en algunos casos, embarcadas, en otros, en la extensa tarea de proporcionar modelos y componentes especializados a la pujante industria automovilística y aeronáutica. Entre los primeros se mencionan los grandes talleres de reparaciones que la Compañía ferroviaria París-Orléans había abierto en Tours y Perigueux, a cuyas secciones de aprendizaje dedicó una amplia reseña el pensionado Pablo Prieto.144 Entre las segundas destacan la sociedad 143 Argumentando la presencia alemana en su accionariado la fábrica es incautada por el Estado francés en 1915 y entregada al consorcio francés para su gestión en beneficio de la defensa nacional. Acabada la guerra, la fábrica fue devuelta en 1920 a sus propietarios suizos, no sin resistencia por parte del grupo francés y sólo después de haber comprometido la retirada de ella del capital alemán, LO FARO, Frédéric: «Une usine sous séquestre: Saint-Louis-des-Aygalades», CHA, 30, Été, 2002, pp. 35-52. 144 PRIETO, Pablo: «Nota sobre la organización del aprendizaje en la Compañía de Orléans», BJPIOE, VI, 3, 4, marzo-abril, 1921, pp. 8-21. Según este pensionado, que pasó por Francia entre 1916 y 1919, la compañía tenía organizadas secciones de aprendizaje en otros 37 talleres de 27 localidades. En 1926 abrirá otro importante taller en Vitry-surSeine para la tracción eléctrica, donde aplicará algunos métodos, bastante eficaces, de
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Guilliet Fils et Cie de Auxerre, establecimiento artesanal fundado en 1847, que se convertirá con el tiempo en una de las más importantes empresas mundiales dedicadas a la producción de instalaciones y máquinas-herramientas para madera, así como taladradoras de metal para la nueva industria automovilística.145 En 1925 la empresa tenía 1800 obreros y concentraba directa o indirectamente el 71 % de la mano de obra industrial de la ciudad. Su presencia en España fue muy activa, con delegaciones tempranas en Barcelona, Bilbao, Pamplona, San Sebastián y Madrid, donde llegó a tener un depósito que ocupaba a ocho personas, presidido por sus agentes responsables, los hermanos Comín. En 1927 se crea la sociedad Guilliet Hijos y Cía, que abre un taller de fabricación de tornos para madera en la calle Fernando VI, 32, de Madrid.146 Y todavía después de la guerra civil, la empresa madre envió a Madrid a un ingeniero para estudiar la reapertura de la fundición, que efectivamente fue inaugurada en presencia del embajador de Francia, comprendiendo la fundición, un taller de fabricación y una oficina de estudios.147 Otras empresas semejante fueron los talleres Lemercier de Angers, creados en 1888, dedicados a construcciones metálicas especializadas; los establecimientos Duchesne et Cie. de Villeurbanne, continuación de varias compañías locales existentes desde mediados del siglo XIX y dedicados por los años veinte a una muy amplia variedad de producciones metálicas, que comprendían desde material de ferrocarril (vagones, vagonetas, racionalización del trabajo, MOUTET, A.: Les logiques de l’entreprise..., pp. 291-292 y 315. Según M. CARDON («Entretien et réparation des locomotivas et automotrices électriques au chemin de fer d’Orléans», Revue Générale des Chemins de Fer, 51, nº 6, juin, 1932, pp. 468-491) la utilización del personal respresentaba 1,3 agentes por máquina en servicio y 0,23 agentes-mes por 1000 kms. recorridos, en tanto que en las máquinas de vapor las cifras correspondientes eran de 2,3 y 0,75 respectivamente, pp. 483-484. 145 En el Annuaire Didot-Bottin, 1926 se anunciaba como la más grande fábrica del mundo en su especialidad, con 5000 máquinas siempre disponibles para su distribución. 146 Es la dirección que constaba como asistente a la Asamblea Forestal de Barcelona de 1929: Semana forestal de Barcelona. Asamblea. Prácticas de aprovechamientos de productos varios del monte. Excursiones forestales de 4 al 10 de noviembre de 1929. Barcelona, s. e., 1929, p. 230. 147 La empresa madre cerrará en 1979, GUILLAUME, J. C.: Guilliet. Histoire d’une entreprise, 1847-1979. Auxerre, Société des Sciences Historiques et Naturales de l’Yonne, 1986. Datos sobre España, pp. 103-104, 122-123, 188-189. Sobre ella también, MOUTET, Aimée: Les logiques de l’entreprise..., p. 90, y 16e Document d’évaluation du patrimoine archéologique des villes de France. Auxerre. Sous la direction de Chistian Sapin... Paris, Ministère de la Culture et de la Communication, 1998, p. 35.
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aparatos de ensayo y reglaje para resortes de locomotoras) y dispositivos de pesado (básculas, balanzas, puentes-báscula para locomotoras, dispositivos desmontables para pesar las cubas) a la construcción metálica y los artículos de calderería en acero negro galvanizado;148 y, por último, la fábrica Jean Baptiste Samoullier, de Chambon-Feugerolles, especializada en todo tipo de limas y escofinas.149 Se mencionan finalmente como receptoras ocasionales de algún pensionado algunas otras de mucha más complicada identificación. En Lyon, los Ateliers Goénaga de construction mécaniques, dedicados también desde final de siglo a equipamiento e instalaciones eléctricas para ferrocarriles. En Roanne, los talleres de fundición de hierro y cobre J. Brunet Sadot150 y la S. A. de Constructions Métalliques, ambas posiblemente inducidas por la apertura del Arsenal de la ciudad en los años de la guerra europea y desde entonces hasta nuestros días uno de los enclaves franceses de fabricación de armamento pesado, lo que atrajo hacia la ciudad un considerable número de pequeñas y medianas industrias del metal;151 en Bélgica, los talleres Broeckhoven y los Hoffman; en París, la «Société de Constructions Métalliques»152 y la compañía «Barco Vico».
2.3. Hacia un nuevo sistema técnico: la electricidad y sus diferentes aplicaciones Señalábamos más arriba que la mayor parte de las grandes empresas de construcción mecánica, cualesquiera que fuesen sus campos predilectos de especialización, dieron el paso con mayor o menor decisión en las décadas de cambio de siglo o bien hacia la energía eléctrica o hacia
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Datos de las numerosas referencias del Annuaire du Commerce Didot-Bottin,
1909 y 1926. 149 La localidad estuvo especializada en ese tipo de producción hasta después de la segunda guerra mundial, SCHNETZLER, Jacques: «La main-d’oeuvre industrielle dan la région stéphanoise», Révue de Géographie de Lyon, XL, 3, 1965, p. 250. 150 Que aparece efectivamente en el Annuaire du Commerce Didot-Bottin, Rhône, 1926. 151 En 1919 la circunscripción de Roanne comprendía una veintena de establecimientos metalúrgicos, que ocupaban en torno a 500 obreros, BARRAS, Michel: Histoire de l’Arsenal de Roanne 1916-1990. Lyon, Éditions Lyonnaises d’Art et d’Histoire, 1998, p. 130. 152 Pudiera ser la Société de Constructions Métalliques de Baccarat, situada en la calle Villiot, 2, que menciona el Annuaire Didot-Botin, 1926.
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el motor de explosión, en sus diversas variantes. Hay, sin embargo, algunas firmas que, aun partiendo ocasionalmente de las mismas bases, debieron su fortuna en el siglo XX a su decidida reorganización del negocio en esa línea, viendo las enormes posibilidades que proporcionaba la conjunción del ferrocarril y la electricidad, o en su caso del petróleo, para los sistemas de transporte urbano y suburbano, para el trabajo en las minas o como medio de tracción de los barcos, al obviar algunos de los inconvenientes mayores de la máquina de vapor, como la condensación, el calentamiento del habitáculo de trabajo o el problema del almacenamiento del combustible. En estas perspectivas de negocio confluyeron con algunas otras empresas, surgidas ya en la estela de la electricidad, que se beneficiaron de inmediato del extraordinario auge alcanzado por la producción de electricidad, la electromecánica, el negocio de fabricación de material y máquinas herramientas eléctricas y por la aplicación de esa energía al transporte urbano, con el trazado de las líneas de tranvías, que comienzan a implantarse en las más importantes ciudades europeas desde las últimas décadas del siglo XIX, y del tren metropolitano un poco más adelante.153 Además de la Oerlikon ya mencionada, una empresa de este tipo especialmente acogedora con los pensionados españoles fue la suiza Brown Boveri & Cie. Fundada en 1891 en Baden por Charles Eugen Lancelot Brown y Walter Boveri, se convirtió pronto en una de las principales industrias suizas de maquinaria, productora de material ferroviario, locomotoras eléctricas, turboalternadores y turbinas de vapor de patente Parsons.154 En 1900 tenía ya otro establecimiento en Mannheim,
153 Aunque visto particularmente desde la óptica norteamericana, un planteamiento general del negocio eléctrico, diferenciando los dos grandes segmentos productivos: el de los bienes de equipo, una industria compleja dominada por pocos productores, con grandes cambios técnicos y donde las patentes jugaron una gran influencia en el desarrollo de la tracción ferroviaria, y el de los productos y bienes de iluminación, mucho más accesible, con pocos cambios técnicos, muchos productores y en el que las patentes solo fueron importantes en las lámparas de incandescencia, con posterioridad a 1892, en PASSER, Harold C.: The Electrical Manufacturers 1875-1900. A Study in Competition, Entrepreneurship, Technical Change, and Economic Growth. Cambridge, Harvard University Press, 1953. 154 Sobre las oportunidades de este nuevo negocio de las centrales eléctricas y de los tranvías en una época en que «cualquier villorrio pretendía poseer su correspondiente fábrica de electricidad, y en calles apenas merecedoras de ser pavimentadas habían de tenderse líneas de tranvías», G. SIEMENS: Historia de la casa Siemens..., tomo I, p. 167. Sobre la Brown Boveri, pp. 307-312.
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Alemania, y antes de la primera Guerra Mundial estaba ampliamente extendida por toda Europa,155 incluida España, a donde se incorporó de la mano del ingeniero Eugenio Grasset, fabricante madrileño de material y equipamiento ferroviario. Varios pensionados se formaron en su establecimiento de Baden y alguno en su división eléctrica de Münchenstein, cerca de Basilea, una instalación comprada a la empresa Allioth & Co. en 1913 para dedicarla a la construcción de motores y montaje de locomotoras e instalaciones de tracción eléctrica.156 Otra compañía equivalente, colaboradora inicial de la obra de pensiones, fue la Société Électricité et Hydraulique de Charleroi y su posterior razón social a partir del cambio de propietario, los Ateliers de Constructions Électriques de Charleroi (ACEC). Constituida aquélla en 1886 por el ingeniero Julien Dulait con el objetivo de fabricar motores, tranvías y utillaje eléctrico, se hace cargo de ella en 1904, en dificultades económicas, el barón Empain creando los Ateliers orientados a la fabricación de locomotoras eléctricas, con el objetivo de competir con las pujantes empresas alemanas Siemens y AEG en el campo de la tracción eléctrica, aunque sin olvidar, como sus grandes competidoras por otra parte, el amplio campo de expectativas de negocio abiertas por la electricidad. De hecho será también una importante productora de cable, pequeños motores y otras aplicaciones de uso eléctrico.157 Compra también
155 Según señalamos, en 1967 se hará con Maschinenfabrik Oerlikon, en 1969 con otra importante compañía suiza del campo de la electrotecnia, Sécheron, de Ginebra, y en 1988 terminará uniéndose con la compañía sueca Asea para formar el grupo ABB, LANG, N.: Charles E. L. Brown 1863-1924, Walter Boveri, 1865-1924. Gründer eines Weltunternehmens. Meilen, Verein für Wirtschaftshistorische Studien, 1992 e International Directory of Companies History, 2. Editor: Lisa Mirabile. Chicago..., St. James Press, 1990, pp. 1-4 e Ídem, 22. Editor: Jay P. Pederson. Detroit..., St. James Press, 1998, pp. 7-12. La división de negocio de ingeniería eléctrica de la empresa está en el origen de una de las grandes multinacionales del ramo, Adtranz, tras unirse en 1996 con la división de ingeniería mecánica y sistemas de transporte del grupo Daimler-Benz, de AEG. 156 Sobre esta instalación, la memoria citada de FRANCO DE BORDONS: «La industria eléctrica...», pp. 33-38. 157 Desde el principio fabricó ascensores hidráulicos y eléctricos, tranvías, perforadoras electromecánicas, puentes rodantes, dinamos, lámparas de arco e interruptores eléctricos. Realizaba además instalaciones eléctricas e hidráulicas. Todo ello le llevó a construir una nueva fábrica en 1900. Ya bajo el imperio Empain abrió secciones particulares de cable y pequeños motores, formadas en 1910 y 1920. Más adelante será el caso de la radioelectricidad y la electrónica. De la sección de cable se hacía eco el ingeniero industrial pensionado Francisco Pascau Olivés al visitar en 1923 la fábrica, aunque personalmente se
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paralelamente al propio Dulait unos talleres instalados en 1898 en Jeumont, Departamento francés de Nord, muy cerca de la frontera belga, y especializados en la tracción eléctrica por los canales de la Louvière. En realidad, en todos esos establecimientos diversifica considerablemente su producción —electricidad, cobre y acero, cables, aislantes, motores, alternadores, generadores, bombas centrífugas, cuadros de distribución de alta y baja tensión— de acuerdo con las necesidades de material de lo que constituye su línea de negocio preferente y el origen de su ya imperio, el transporte urbano eléctrico, y de acuerdo con las exigencias estratégicas de sus implantaciones nacionales.158 El baron belga Édouard Empain constituye un ejemplo típico de las posibilidades industriales que abre la innovación técnica y de la manera en que procede «la mano visible» de los gestores159 en la coyuntura económica de las décadas de cambio de siglo para sacar partido de un cambio tecnológico fundamental, como era el tránsito desde el sistema técnico dominado por la industria mecánica de tracción vapor hasta otro regido por la tracción eléctrica. Se introduce en 1880 en el nuevo negocio eléctrico, creando la Société des railways économiques de Liège-Seraing et Extensions, amparado por la ley belga de los transportes de cercanías, que será la plataforma para su expansión en este campo. A final de siglo
interesase por el material aislante de los cables, PASCAU OLIVÉS, F.: «La industria del caucho en general y la fabricación de cámaras en particular», BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre-diciembre, 1923, p. 95. En España estaba representada en 1923 por Severiano Goñi, con sede en la calle Lealtad 6 de Madrid, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, p. 716. 158 Numerosos datos sobre ambos, en KURGAN-VAN HENTENRYK, Ginette: «Le patronat de l’électricité en Belgique, 1895-1945», Stratégies, gestion, management. Les compagnies électriques et leurs patrons, 1895-1945, sous la direction de Dominique Barjot, Henri Morsel et Sophie Coeure. Actes du 12e colloque de L’Association pour l’Histoire de l’Électricité en France, les 3, 4 et 5 février 1999. Paris, Fondation Électricité de France, 2001, pp. 55-68. Con carácter más general, de la misma autora, sobre el dominio de los cuatro grandes holdinsgs eléctricos de Bélgica, Électrobel, Tractionel, Sofina y Électrorail, que controlaban las empresas de producción y distribución de electricidad y las de construcción mecánica y transporte eléctrico, con múltiples lazos financieros comunes que les convertían, de hecho, en una única «comunidad de intereses», «Le régime économique de l’industrie électrique belge depuis la fin du XIXe siècle», Histoire de l’electricite. 1880-1980. Un siècle d’électricite dans le monde. Actes du Premier colloque international d’histoire de l’électricité... Paris, 15-17 avril 1986, réunis et édités par Fabienne Cardot. Paris, PUF, 1987, pp. 119-133 y p. 125. 159 CHANDLER, Alfred D.: La mano visible. La revolución de la gestión en la empresa norteamericana. Barcelona, Belloch, 2008.
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había logrado hacerse ya con la concesión de travías de varias ciudades europeas, incluídas algunas españolas a través de la Société Générale de Tramways Électriques d’Espagne constituida en 1899. Su golpe de efecto más decisivo se producirá al conseguir en 1897 para su Compagnie générale de Traction la concesión del trazado de la red y la explotación del ferrocarril metropolitano de París, proyectado con ocasión de la Exposición Universal de 1900. La creación a este fin en 1899 de la Compagnie du chemin de fer métropolitain de Paris y la posterior compra de los mencionados talleres de Jeumont, a los que renombra en 1906 Société de Constructions électriques du Nord et de l’Est (SACENE),160 con establecimientos en esa ciudad y en Nancy, le permitían, pues, responder a las exigencias del poder público francés sobre la procedencia del material destinado al metro de París.161 Es más, la Métropolitain, que acogerá también a un pensionado en 1924, llegará a poner en marcha desde entonces seis fábricas de material rodante, al menos hasta 1912,162 aunque después
Detentaba su representación en España en 1916 los ingenieros Muñiz y Olano, calle Agua, 1 de Gijón, Anuario de minería, metalurgia, electricidad y demás industrias de España..., publicado por la Revista Minera..., bajo la dirección de Adriano Contreras..., XVI, 1916, Madrid, Enrique Teodoro, 1916, p. 748. 161 Métro-Cité: le chemin de fer métropolitain à la conquête de Paris, 1871-1945. Ouvrage établie par Sheila Hallsted, sous la direction de François Gasnault et Henri Zuber. Paris, Paris-Musées..., 1997. A partir de este momento la presencia del grupo Empain en Francia será muy importante. En la propia París crea en 1900, junto con la Compagnie russofrançaise des chemins de fer et tramways électriques —que él controla— la Société parisienne pour l’industrie des chemins de fer et des tramways électriques, convertida de inmediato en Société Parisienne pour l’Industrie Électrique, SPIE, que en 1954 terminará uniéndose con un antiguo establecimiento de construcciones mecánicas creado en 1846, la Société de Construction de Batignoles, para formar la SPIE Batignoles, de accidentada vida económica desde entonces, véase MONVILLE, J. et BEZANÇON, X.: Naître et renaître. Une histoire de SPIE. Paris, Presses de l’École Nationale de Ponts et Chaussées, 2004. A través de sus instalaciones de Jeumont entrará en contacto con el grupo Schneider, TOURNOIS, Guy: «Jeumont-Schneider. D’où viens-tu? Qui es-tu?», en Histoire de l’électricité. Des entreprises pour produir de l’électricité..., pp. 247-267. Sobre el barón Empain y su grupo en el negocio de la electricidad parisina, también BELTRAN, Alain: La VilleLumière et la fée électricité. L’énergie électrique dans la région parisienne: service public et entreprises privées. Paris, Éditions Rive Droite-IHI, 2002, pp. 252-261 y del mismo autor «Il gruppo Empain e l’elettrificazione della regione parisina (1900-1946)», Studi Storici, XXVIII, 4, ottobre-dicembre, 1987, pp. 927-941, así como BITSCH, Marie-Thérèse: La Belgique entre la France..., especialmente pp. 211-213. Sobre la historia familiar el grupo industrial, TOUSSAINT, Yvon: Les barons Empain. Paris, Fayard, 1996. 162 Evolution de la géographie industrielle..., vol. 2, p. 433. 160
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dejará paso completamente al material procedente de SACENE y de su razón social heredera, Forges et Ateliers de Constructions Électriques de Jeumont, renombrada así en 1921 al integrar otra compañía creada por Empain en 1913 en las cercanías de París, las Forges de Longueville, especializada en calderería gruesa y viguería metálica. Pero el caso Empain no fue una excepción. Parecido esquema de negocio se puede seguir en las dos grandes empresas eléctricas alemanas más arriba citadas, la Siemens Schuckert y la AEG, gigantes industriales ya en aquel momento, como en la actualidad, claros ejemplos de las nuevas maneras empresariales de gestionar los problemas de la financiación industrial y de la expansión internacional en un contexto de proteccionismo económico y de recelos, cuando no de fieras enemistades políticas, como era el caso de las relaciones europeas en aquellas décadas de cambio de siglo;163 ambas empresas, por lo demás, con una activa presencia en España desde fechas muy tempranas en el campo de la producción y distribución eléctrica, del transporte urbano y de la fabricación de material eléctrico, pero, en cambio, muy contadamente utilizadas en la obra de pensiones, sin duda en razón inicialmente de los problemas linguísticos que más arriba señalábamos y después de la problemática situación económica y política de la Alemania de entreguerras. La más antigua de ellas, la Siemens, se había creada en 1847 con el objetivo de fabricar e instalar sistemas telegráficos. Desde el principio la empresa adquirió un notable auge, tomando como base de partida las muy diversas aplicaciones de la electricidad. Como dice Mikulas Teich, «un factor decisivo para la empresa de Werner Siemens fue el reconocimiento del papel indispensable del conocimiento científico de la electricidad para el progreso técnico y, consiguientemente, para la obtención de beneficios comerciales».164 Todo ello hasta alcanzar una 163 Un buen panorama general al respecto, HERTNER, Peter: «Estrategias financieras y adaptación a los mercados exteriores: la industria electrotécnica alemana y sus actividades multinacionales de 1890 a 1939», en Empresas multinacionales, finanzas, mercados y gobiernos en el siglo XX. I. Perspectiva histórica de las empresas multinacionales. Compilación de Alice Teichova, Maurice Lévy-Levoyer y Helga Nussbaum. Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1990, pp. 197-213. 164 TEICH, Mikulas: «Investigación eléctrica y normalización en los inicios de la economía corporativa», en Empresas multinacionales, finanzas, mercados y gobiernos en el siglo XX. II. Estudios históricos de las finanzas y mercados internacionales. Compilación de Alice Teichova, Maurice Lévy-Leboyer y Helga Nussbaum. Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1989, p. 47.
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dimensión de gigante industrial, con más de 50.000 productos manufacturados en centenares de establecimientos de decenas de países.165 Frente a su no muy frecuentada fábrica matriz en Berlín, algunos pensionados recorrieron, en cambio, el establecimiento de material y construcciones eléctricas —la Société de Construcctions Électriques— que la compañía tenía en Creil, cerca de París. Se trataba de una fábrica que la compañía alemana Schuckert había abierto a fin de explotar sus patentes en el país (alumbrado, tracción eléctrica, tranvías, dinamos, lámparas de arco, contadores, proyectores) y que explotaba la francesa Compagnie Générale d’Électricité. Cuando se unieron Siemens-Halske y Schuckert en 1903 ésta puso la fábrica francesa al servicio de la nueva empresa, obteniendo así un punto de apoyo en Francia, lo que a la larga le permitirá romper amarras con su antiguo socio.166 La AEG, por su parte fue creada por Emil Rathenau en 1883, ya en plena expansión del negocio eléctrico, inicialmente bajo el nombre de Deutsche Edison Gesellschaft für Angwandte Elektricität con el objetivo de explotar las patentes Edison en Alemania, lo que le proporcionó una posición estratégica para abordar en los años siguiente un ambicioso proyecto de construcción de estaciones generadoras, de fomento de la electrificación pública y privada y de control de los adelantos técnicos en el ramo. En 1887, tras un acuerdo entre los principales concurrentes alemanes para compartir los códigos técnicos de la industria eléctrica, cambia su nombre por el de Allgemeine Elektricitäts Gesellschaft y comienza a interesarse por la tracción eléctrica, entrando en el negocio de los tranvías y trenes metropolitanos e iniciando su expansión en diversos países.167 Ambas se acomodaron además perfectamente —y esto es sin duda lo más importante— a un nuevo modelo de gestión y de expansión empresarial que más atrás hemos sugerido en el caso del barón Empain y que se 165 Su historia es ya bien conocida, comenzando por el testimonio de primera mano ya mencionado de Georg SIEMENS: Historia de la casa Siemens...Otras aportaciones sobresalientes, EVANS, Harold: Siemens Brothers, 1858-1958. An essay in the historiy of industry. London, Weidenfeld and Nicolson, 1958; WEIHER, S. von y GOETZELER, H.: The Siemens Company, its Historical Role in the Progress of Electrical Engineering. Berlin-Munich, Siemens Aktiengesellschaft, 1977; FELDENKIRCHEN, Wilfried: Siemens, 1918-1945. Munich, Piper, 1995. Un resumen accesible, «Siemens», Internacional Directory of Company Histories, vol. 14, Editor: Tina Grant. Detroit..., St. James Press, 1996, pp. 444-447. 166 SIEMENS, George: Historia de la casa Siemens..., vol. I., p. 359. 167 «AEG», Internacional Directory of Company Histories, vol. I, Editor: Thomas Derdak. Chicago and London, St. James Press, 1987, pp. 409-411.
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manifiesta igualmente en casi todas las empresas más activas por la misma época, entre ellas las suizas.168 Comprendía, según lo describe Thomas P. Hughes para AEG, un vasto sistema en interacción formado de componentes técnicos, como máquinas de vapor, generadores y motores eléctricos, que era la tarea de AEG, y de componentes organizativos como sociedades de producción, de servicio, de construcción y de finanzas, que estaba a cargo de la BEW (Berliner Elektrizitätswerke), que comercializaba la electricidad de Berlín, el Berliner Handels-Gesellschaft (banco de inversión con estrechos vínculos con la AEG) y la Bank für Elektrische Unternehmungen (Elektrobank) en Zurich, que financiaba para la AEG la construcción de sistemas de alimentación eléctrica y alumbrado. De forma que como ese autor dice, en vísperas de la primera guerra mundial era la «más grande combinación de empresas industriales integradas vertical y horizontalmente bajo control centralizado en Europa».169 En Francia, una empresa de parecida orientación hacia la producción de componentes, la tracción eléctrica y el equipamiento de tranvías, más acogedora hacia los pensionados, fue la Thomson Houston. Empresa subsidiaria inicialmente de la norteamericana del mismo nombre fundada por los ingenieros Elihu Thomson y Edwin Houston en 1880 para la construcción de utillaje y motores eléctricos, introdujo inicialmente sus productos en Francia a través de una compañía de gas hasta que la empresa matriz fue adquirida por la American-Edison General Electric Company. Se formó entonces entre ésta y al compañía francesa una nueva sociedad dedicada a la explotación en Francia de las patentes Thomson-Houston,
168 Numerosos datos al respecto, especialmente sobre Brown Boveri y su instrumento financiero BBC-Motor, en PAQUIER, Serge: «Évolution des modèles entrepreneuriaux et composantes socio-politiques en Suisse, des années 1880 à 1939», Stratégies, gestion, management. Les compagnies électriques..., pp. 69-82. Con carácter más general, sobre la Unternehmergeschäft suiza, HERTNER, Peter: «Les sociétés financières suisses et le développement de l’industrie électrique jusqu’à la Première Guerre Mondiale», Histoire de l’electricite. 1880-1980. Un siècle d’électricite..., pp. 341-355 169 HUGHES, Thomas P.: «Les grands systèmes techniques. L’histoire comme systèmes en évolution», monográfico sobre Histoire des techniques, Yves Cohen, Dominique Pestre, présentation, Annales, HSS, 4-5, juillet-octobre, 1998, p. 841. Con carácter general, los rasgos sobre esta evolución en HAUSMAN, William J.; WILKINS, Mira y NEUFELD, John L.: «Global Electrification. Multinational Enterprise and International Finance in the History of Light and Power, 1880s-1914», Revue Économique, 58, 1, 2007, pp. 173190. Para el caso francés, el mencionado artículo de F. CARON: «Dynamique des systèmes techniques...».
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que bien pronto adquirió en la práctica una amplia autonomía para invertir en sectores emergentes, como los tranvías y la producción y distribución de electricidad y para expandirse internacionalmente hacia España, Italia, Egipto y Rumanía. Posteriormente diversificará su producción en objetos eléctricos de consumo, telefonía y comunicaciones y más adelante en semiconductores, equipamiento médico y electrónica militar y aviación. Hacia el final de la década de los años veinte entrará en relación con otra importante empresa, de sólido pasado en la rama de construcción mecánica: la Société Alsacienne de Constructions Mécaniques, también receptora de un pensionado en 1924.170 El origen de esta sociedad se encuentra vinculado a dos empresas creadas en Mulhouse en 1826 y en Estrasburgo en 1827, ambas en Alsacia, especializadas en un principio respectivamente en la fabricación de máquinas textiles y motores hidráulicos y en relojería, intrumental de precisón, balanzas y pequeñas máquinas herramientas, y más adelante volcadas ambas en la fabricación de locomotoras. Unidas bajo aquel nombre en 1872, la nueva firma traslada algunos años después parte de su producción a la cercana ciudad de Belfort (Haut-Rhin), a fin de mantener su presencia en el merado francés, tras la anexión alemana de la Alsacia. Desde comienzos de siglo inicia su diversificación hacia el negocio eléctrico —cables, dinamos, alternadores, motores— lo que, integrado en los sistemas de tracción de sus locomotoras, terminará por constituir una de sus herencias técnicas más relevantes hasta nuestros días.171 Aunque ciertamente no la única. Durante toda su historia construyó asimismo maquinaria textil, recuperada especialmente después de la primera guerra europea. Mientras duró ésta, se diversificó además en la fabricación de material de guerra, transmisión telefónica y telefonía sin hilos, lo que le pondrá en un mercado en el que hoy día se encuentra también de manera destacada su herencia industrial. La opción prioritaria hacia la electromecánica —locomotoras eléctricas, motores de laminación, grupos turboalternadores para centrales eléctricas— se reforzó considerablemente en la época de entreguerras, en especial tras el mencionado acuerdo con la Thompson para crear una sociedad filial a 170 Histoire du groupe Thomson. Une entreprise dans le siècle. Jouy-en-Josas, Université Thomson, 1995. Sobre la Alsaciana, el libro básico extraordinariamente documentado es el de BERNARD, François: L’Alsacienne de Constructions Mécaniques des origines à 1965. Strasbourg, Presses Universitaire de Strasbourg, 2000. 171 Fue la actividad más presente en España en un principio, especialmente la de fabricación de cables, representada por Emilio Pirani y con delegación en la Rambla de Cataluña, 20 de Barcelona, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, p. 722.
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partes iguales a fin de poner en común la producción de Belford y cinco fábricas de la compañía francesa Thomson Houston —de la decena que poseía—172 en la rama electrotécnica. Pero sobre todo esa posición se reforzó tras la compra en 1932 de la Société de Constructions Électriques de France, que poseía dos fábricas de construcción de locomotoras eléctricas en Séméac, junto a Tarbes (Hautes-Pyrénées) y Vénissieux (Rhône-Alpes). En realidad, esta filial y el resto de producción y de sus inversiones en sectores estratégicos de punta terminarán por vaciar a la propia sociedad madre y por marcar el rumbo de su historia posterior. Después de la segunda guerra mundial su presencia era sobresaliente en el campo de la tracción ferroviaria eléctrica y diesel a través de Alsthom y otras sociedades menores, en el de las comunicaciones y la electrónica, que se consagrará con la creación de la sociedad Alcatel,173 en el de la manquinaria textil, en el de la trefilería y torneado, en el de la electrometalúrgica y en otro conjunto de inversiones de punta que le ponían en primera línea en el nuevo sector nuclear. Pero una gestión excesivamente ambiciosa de inversiones en éstos y otros sectores, sin contar con las nuevas condiciones de la competencia en sus productos clásicos en un momento de apertura de los mercados europeos tras la firma del Tratado de Roma, llevará a la empresa a buscar la salvación en 1965 en manos de la francesa Hispano-Suiza, holding de mucha menor entidad, que no logrará superar el desafío, quedando sus restos esparcidos en muy poco tiempo, bien en manos de los sectores aeronáutico y 172 Al respecto, BERNARD, François: «Les choix de la Société alsacienne de constructions mécaniques dans l’après-guerre: aux origines de la création d’Alsthom, 19181928», Stratégies, gestion, management. Les compagnies électriques..., pp. 191-200. La producción de material eléctrico y de equipamientos para las centrales eléctricas de la nueva filial suponía entonces cerca de la mitad de la capacidad francesa en el sector, p. 198. También, un buen resumen, CARPENTIER, Louis: «L’Alsthom. L’essor d’une entreprise de construction électrique et mécanique au XXe siècle», en Histoire de l’électricite. Des entreprises pour produir de l’électricité..., pp. 269-283. También sobre Alstom, el ya mencionado trabajo, Alstom à Belford..., un muy pedagógico recuento sobre los más diversos aspectos de la empresa, así como su ajetreada peripecia entre el sector público y el privado durante las últimas décadas. 173 El conjunto de sus inversiones en este campo, reagrupados en una nueva sección, la Compagnie Générale d’Électricité, la Alsthom y otras empresas de telecomunicaciones darán lugar en 1963 a la compañía Société alsacienne de constructions atomiques, de télécommunications et d’électronique (ALCATEL), MARSEILLE, J.; TORRES, F. y BRODER, A.: Alcatel Alsthom. Histoire de la Compagnie générale d’électricité. Paris, Larousse, 1992. También, «Alcatel», International Directory of Companies History, 9. Editor: Paula Kepos. Detroit..., St. James Press, 1994, pp. 9-11 y vol. 36. Editor: Jay P. Pederson. Detroit..., St. James Press, 2001, pp. 28-31.
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nuclear del Estado, vía la Société National d’Étude et de Construction de Moteurs d’Aviation (Snecma), creada en 1945 para integrar la sociedad Gnome & Rhône al resto de constructores aeronáuticos ya nacionalizados en 1937, bien en manos de algunas de las más importantes filiales creadas, en ese momento ya con otros accionistas dominantes, especialmente la Compagnie Génerale d’Électricité. Alsthom, Alcatel y la sección de cables cayeron de inmediato bajo su dominio. Para la primera la CGE contaría a partir de 1989 con un nuevo socio industrial: la división GEC Power de la inglesa General Electric Company, y desde 1999 con el grupo helvético-sueco ABB, a fin de hacer frente a los grupos industriales americanos y japoneses en las tecnologías de la producción energética y en la rama de la tracción eléctrica ferroviaria.174 Precisamente, la inglesa General Electric Company colaboró también ocasionalmente con la obra de pensiones en su primer establecimiento, abierto en Birmingham en 1902, en el momento en que le visitó el pensionado Godofredo Saucedo, entre 1913 y 1916, dedicado a la fabricación de generadores y motores de todas clases, material eléctrico de distribución y carbones para arcos voltaicos.175 Se trataba de la más temprana e importante empresa inglesa de material eléctrico, creada en 1880 por Gustav Binswanger, un inmigrante alemán que, asociado poco después a otro compatriota, Hugo Hist, con experiencia ya en el negocio eléctrico, dió lugar a la General Electric Apparatus Company, distribuidora de todo tipo de instrumental eléctrico. El rápido crecimiento del sector hizo su fortuna inicial, antes de entrar en las décadas siguientes, por imperativos económicos, políticos y militares, especialmente decisivos en los dos grandes conflictos bélicos europeos, en el mercado de la ingeniería eléctrica, de los productos electrónicos de consumo, de la tecnología de las comunicaciones y de la defensa.176 La compañía se incorporó al negocio eléctrico español en 1908.177 Un seguimiento minucioso de todo el desmantelamiento de la SACM en BERNARD: L’Alsacienne..., pp. 391-397. 175 WINTER, El movimiento industrial..., pp. 232-233. 176 Adquirirá en 1999 el nombre de Marconi plc, momento en que su sistema de defensa Marconi es comprado por British Aerospace para formar BAE Systems. International Directory of Companies History, 2. Editor: Lisa Mirabile. Chicago..., St. James Pres, 1990, pp. 24-26 e Ídem, 33. Editor: Tina Grant. Detroit..., St. James Press, 2000, pp. 286-290; JONES, Robert and MARRIOTT, Oliver: Anatomy of a Merger. A History of GEC, AEI and English Electric. London, Jonathan Cape, 1970. 177 TORTELLA, T.: Una guía de fuentes..., p. 136. 174
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En esta misma rama, por último, en competición directa con las mencionadas, estuvo la sección inglesa de la Westinghouse Electric Company norteamericana, la British Westinghouse Electrical and Manufacturing Company, que acogió igualmente un pensionado de la promoción de 1910 en sus instalaciones de Trafford Park, en Manchester, abiertas en 1902, dedicadas, como su empresa madre, a la producción de aplicaciones y distribución de electricidad. La rama, como hemos visto, derivará ulteriormente hacia la fabricación de material ferroviario eléctrico y entrará en la órbita de Vickers con el nombre de Metropolitan-Vickers. Otra importante empresa que debió su fortuna a la electricidad, receptora también de pensionados, fue la suiza Schindler. Creada en 1874 en Lucerna por Robert Schindler y Eduard Villiger para la fabricación de ascensores y maquinaria de todo tipo, se especializa pronto en aquel campo, utilizando la tracción hidráulica inicialmente y desde la última década del siglo también la eléctrica. Su éxito es rotundo y bien pronto inicia su diversificación en el mercado de cadenas articuladas, producción de motores, locomotoras, grúas y escaleras mecánicas, bien en colaboración con otras empresas, bien por medio de absorción de firmas. En pocos años abre agencias y factorías de numerosos países hasta convertirse en los años veinte en el líder europeo de su rama y más adelante en uno de los primeros del mundo.178 Una de las firmas que ya bien avanzado el siglo XX terminará cayendo en manos del gigante suizo será precisamente la sociedad francesa de ascensores y contacargas Roux Combaluzier, del número 22 de la calle de Passy, también mencionada entre las receptoras de pensionados. Una tercera casa del ramo, receptora de un pensionado, fue la italiana Stigler, empresa creada en 1885 y establecida en Milán, que fabricaba ascensores y mecanismos de
En España abre agencias en Zaragoza, 1913, Barcelona, 1919 y Madrid, 1921. En 1979 adquirirá Guiral industrias Eléctricas (GIESA), por intermediación de la empresa suiza Schlieren de Vagones y Ascensores, conviertiéndose en 1987 en Giesa Schindler, que se convertirá en Schindler S. A. en 1993. Una muy detallada cronología histórica del 178
grupo en Important Dates in Schindler’s Historiy, www.schindler.com/group_pdf_history.pdf; también, International Directory of Companies History, 29. Editor: Tina Grant. Detroit..., St. James Press, 2000, pp. 419-422. Datos también en la biografía del fundador de Giesa, el empresario aragonés Joaquín Guiral Palacio, por María Ángeles VELAMAZÁN GIMENO, en Grandes empresarios aragoneses. Dirigida por Luis Germán. Madrid-Barcelona..., LID, 2009, pp. 199-205.
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transporte horizontal y vertical. En 1928 terminará engrosando las filas de la compañía pionera americana Otis.179 Por lo demás, como fue el caso de la producción metalúrgica de la primera revolución industrial, la electricidad favoreció el desarrollo de un abanico muy diversificado de negocio, ya fuese en el de la producción de turbinas eléctricas, en el del trazado de líneas y producción de aparatos telefónicos, en el campo puro de la generación y distribución de energía para el alumbrado, en el de material y utensilios de medida y uso eléctrico, en el de la fabricación de máquinas herramientas y motores eléctricos o en el de las más modernas aplicaciones a la telefonía sin hilos y la radioelectricidad, en toda una nueva manera, en conclusión, de redefinir la producción y distribución energética, la fabricación de máquinas y productos y la provisión de utilidades y servicios en relación a la nueva energía, que pronto terminará siendo dominante,180 en sustitución del vapor y los derivados energéticos del carbón. Entre las firmas mencionadas como receptoras de pensionados en todos estos campos,181 merece una mención particular la compañía francesa de tecnología hidráulica Neyret Beylier de Grenoble. Capital esta ciudad de una importante región industrial y uno de los principales centros franceses productores de la «hulla blanca»,182 ya desde comienzos Memoria del pensionado PRIETO, Pablo: «Ascensores eléctricos. Su funcionamiento», BJPIOE, VII, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1920, pp. 19-41. 180 Sobre el impacto inicial de la electricidad y el conjunto de ramas industriales implicadas, ALAYO, Joan Carles: «La tecnologia elèctrica abans de l’any 1881. Evolució de la indústria elèctrica a partir de l’enllumenat», Quaderns d’Història de l’Enginyeria, V, 20022003, pp. 173-184. La mayor parte de las empresas que hemos señalado y un buen número de las que mencionaremos a continuación aparecen, en la fabricación de las diversas modalidades de motores eléctricos, en Les moteurs électriques. Moteurs à courant continu et à courant alternatif, synchrones, asynchrones, à champ tournant... Paris, Librairie des publications populaires, 1907. 181 Existe, además de las que señalamos a continuación, una referencia a la empresa James Gordon. La recogemos aquí porque, parecería lógico suponer que se hace referencia a la compañía inglesa fabricante de bombas hidráulicas, Gilkes & Gordon, y no a la James Gordon dedicada al utillaje y maquinaria agrícola, teniendo en cuenta que el ingeniero industrial Tomás Palencia de la Torre, que menciona haberla visitado, tuvo como objetivo de su pensión el estudio de las industrias eléctricas. No tenemos, en todo caso, ningún dato suplementario que confirme una u otra hipótesis. 182 Al respecto, MORSEL, Henri y PARENT, Jean-François: Les industries de la région grenoblois. Itinéraire historique et géographique. Grenoble, Presses universitaires de Grenoble, 1991. Sobre la empresa, pp. 153-176. Entre los accionistas de Neyret estaban los Schneider, La Marine-Homécourt, Pont-à Mousson, Gillet, Ugine y otros. 179
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del siglo XIX los primeros industriales dueños de la empresa aprovechan estos recursos para fabricar motores hidráulicos, máquinas de vapor y turbinas para los molinos, ferrerías, serrerías y papeleras de la zona. Desde 1896, con nuevos inversores y ya bajo el nombre Neyret, Beylier & Cie, la utilización de la energía hidráulica y la fabricación de material para las fábricas papeleras se convierte en su más floreciente especialidad. El siguiente paso lo da en 1917 al unirse a con la empresa ginebrina Piccard Pictet y desgajar con ella una rama dedicada exclusivamente a las turbinas hidráulicas, que terminará siendo, con Piccard primero y después con Constructions Électriques de France, su más renombrada actividad y la base de su expansión internacional, incluida España, donde venderá sus turbinas183 y donde finalmente se instalará después de la guerra civil con la entrada en el capital de Talleres Planas, heredera tras varias vicisitudes de la más importante empresa española del ramo, la Planas, Flaquer y Cía. Su herencia técnica se encuentra actualmente en una de las divisiones de la compañía Alstom.184 Además de la mencionada, sería posible añadir en esta misma rama a la compañía francesa Rateau, de París, una entidad creada en 1897 por el ingeniero de minas Auguste Rateau para la explotación industrial de sus patentes de invención en el campo de la mecánica y la comprensión de los gases; sociedad convertida en uno de los grandes contructores 183 Su representante en España en 1923 era Pedro Oromi y Cia, que lo era también de la metalúrgica belga St. Léonard, Plaza del Palacio 11 triplicado de Barcelona, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, p. 920. 184 Desde 1948 se denominará Neyrpic. En 1984, el grupo pasa a formar parte de la francesa Alsthom a través de un recorrido que le lleva primero a entrar en la órbita de la Société Générale d’Entreprises, una de las más importantes empresas francesas de trabajos públicos, y después de la Compagnie Général d’Electricité, en cuyo accionariado entra la Générale d’Entreprises en 1966, y de ahí, a través del proceso más arriba señalado, a Alsthom, BARJOT, Dominique: La grande entreprise française de travaux publics (1883-1974). Paris, Economica, 2006, especialmente, pp. 756-757 y 769. En 1994, al unirse al grupo la inglesa GEC, la sociedad pasa a denominarse GEC Alsthom Neyrpic. En junio de 1998, GEC Alsthom pasa a denominarse Alstom, mientras que la antigua Neyrpic pasa a denominarse Alstom Hydro. En junio de 1999, se fusionan las actividades de Generación de Energía de ABB y Alstom, dando lugar a ABB Alstom Power, al que se incorpora Alstom Hydro, MEGNINT, Lucien: «Neyrpic et les machines hydauliques. Une longue histoire», en Histoire de l’électricité. Des entreprises pour produir de l’électricité..., pp. 189-214. Sobre los Planas y las razones de su éxito y su fracaso, NADAL, Jordi: «Los Planas, constructores de turbinas y material électrico (1858-1949)». Revista de Historia Industrial, 1, 1992, pp. 63-93. Publicado también en Tècnica i Societat en el Món contemporani. I Jornades, Maig 1992. Edició a cura de Roser Enrich y otros. Sabadell, Museu d’Història de Sabadell, 1994, pp. 81-112.
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europeos de turbinas de vapor y turbo-compresores de aplicación a la ventilación de las minas, a la generación eléctrica y a la tracción motriz terrestre y la propulsión marítima.185 Volveremos además a ella más adelante, para hablar de su contribución a las primeras etapas del desarrollo de la investigación aeronáutica. Por último, señalemos en este punto, aunque se trate de una empresa muy polivalente, el caso de la sociedad Sautter, Harlé et Cie, que recibió algunos pensionados de la primera expedición. Se trataba de una empresa emplazada originariamente, bajo el nombre de Sautter et Cie, en la rama de fabricación de dispositivos ópticos de iluminación para los faros. La temprana utilización de la electricidad en esta actividad le llevó a implicarse activamente, ya como Sautter-Lemonnier desde 1883 y como Sautter, Harlé et Cie desde 1890, en el desarrollo de las industrias derivadas de la nueva energía, produciendo una variada gama de productos y aplicaciones de uso civil y militar, como construcción de máquinas eléctricas, alumbrado, mecanismos eléctricos y óptica de faros, utillaje eléctrico de acorazados y submarinos, mando de torretas, proyectores eléctricos, turbomáquinas de transmisión de fuerza y producción de electricidad, campo este último en el que produjo algunos aparatos y equipamientos diseñados por Rateau en el sector de las turbomáquinas y los compresores para la aviación.186 Desde finales de siglo, además, tentó la suerte en la nueva industria del motor de explosión, construyendo motores de petroleo horizontales para la marina y siendo poco después la primera empresa francesa en fabricar motores Diesel para la propulsión de barcos, con acuerdo de sublicencia de la compañía francesa Fréderic Dyckhoff, que detentaba la patente en este país.187 Poco después entrará también en la producción de automóviles.188 185 Su herencia técnica se encuentra actualmente en la sociedad Alstom, que la absorvió entre 1972 y 1976, DELOUCHE, Hervé: Rateau. Histoire d’une entreprise, La Courneuve, GEC Alsthom, 1994. Sobre A. Rateau, Emile JOUGUET: Auguste Rateau (1863-1930). Paris, Dunot, 1932, 59 págs. Extracto de Annales de Mines, septiembre 1932. 186 De hecho, en España aparece junto a la Rateau en la solicitud de patentes en este campo, AMENGUAL MATAS, R. Rubén: Bielas y álabes, 1826-1914. Evolución de las primeras máquinas térmicas a través de las patentes españolas. Madrid, Oficina Española de Patentes y Marcas, 2008, especialmente, p. 190. 187 ALTHUSER, Jean-Michel y NAEGEL, Paul-Antoine: «Les débuts du moteur Diesel en France. Nouveaux éléments historiques», Connaissance de la Meuse, 89, 2008, pp. 2-7. 188 La sociedad caerá más adelante en manos de la empresa de aviación Bréguet y desde allí terminará siendo incorporada al imperio Fives, donde hoy se encuentra su
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Otras sociedades relacionadas con la electricidad receptoras de pensionados, muy ocasionalmente en todos los casos, fueron, en el campo de la distribución, la Compagnie Parisienne de Distribution d’Électricité, sociedad creada en 1907 y desde 1914 concesionaria única de la distribución eléctrica en la región parisiense,189 la «Société d’Électricité» y la Compagnie Internationale d’Électricité, ambas de Lieja, la primera posiblemente la Société d’Electricité du Pays de Liège190 creada en 1904 por el barón Empain y la última fundada por otro activo hombre de negocios belga, Henri Pieper, propietario de la sociedad Pieper, dedicada a la fabricación de armas y desde final de siglo, de la mano de su hijo del mismo nombre, a la electricidad, motos, bicicletas y, más adelante, bajo el control de la compañía Impéria, al automóvil. En 1889 ambos fundan la CIE, que participará poco después en la electrificación de la Compagnie des Tramway Liégeois.191 En cuanto a las compañías de material eléctrico se mencionan concretamente la casa de «componentes eléctricos Thury» de Ginebra,192 que tal era la referencia del pensionado para referirse, sin duda, a la entonces denominada Compagnie de l’Industrie Électrique et Mécanique, la etapa de las sociedades marcadas por el genio de René Thury en que, a sus ocupaciones en el campo de la producción de material y motores eléctricos (tornos elevadores, ascensores, cabrestantes, motores para tornos y
herencia técnica. Datos sobre la empresa en la biografía de Émile Henri Amadée Harlé, el gran artífice de su expansión desde 1890, BLANC, Jérôme: Les Engels, une famille d’industriels et de philanthropes. Paris, Édit. Christian, 1994, pp. 128-140. 189 Será una de las que se volcará en 1946 en la nacionalizada EDF, BELTRAN, Alain: La Ville-Lumière et la fée électricité. L’énergie électrique dans la région parisiènne: service public et entreprises privées. Paris, Éditions Rive Droite-IHI, 2002, especialmente pp. 298 ss. Era una sociedad participada por Schneider, D’ANGIO, Schneider et Cie..., Apéndices, p. 251. 190 Existió en Bélgica otra Société d’Électricité et de Mécanique, que comercializaba locomotoras y motores eléctricos, así como componentes eléctricos y material de instalaciones de radiotelegrafía —centrales transmisoras y aparatos receptores— con patentes Thomson-Houston y Carels, pero su sede estaba en Charleroi y su fábrica en Gante. Catálogos en RCB... 191 La firma Pieper-Impéria terminará haciéndose con la compañía Minerva de automóviles de lujo, según veemos más adelante. BEDEUR, Michel: Histoire de l’usine PieperImperia. Vol. 1: Henri Pieper, en génie créateur (1876-1952). Vol. 2: Impéria: un Empire automobile belge 1902-1958. Dison, Vieux Temps, 2004. La CIE esta representada en España en 1923 por Elorrio, Londáiz, Espada y Cía, calle Guetaria 6, San Sebastián, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, p. 921. 192 Tal era la referencia relativa al pensionado González Doval.
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grúas), añadió la de motocicletas y automóviles, además de iniciar el camino de la tracción eléctrica ferroviaria con sus innovadoras locomotoras alimentadas por corriente continua de alta tensión que más adelante continuarán los Ateliers de Sécheron, según indicamos.193 Junto a ella aparecen citadas además las sociedades Aron, la Compagnie Continentale de Compteurs, ambas en París, el Atelier Jaspar de Lieja, la Fabius Henrion, de Nancy, y la Petrier, Tissot et Raybaud, de Lyon. En el primer caso se trataba de la sección francesa, abierta en 1890 (la Compagnie française des compteurs Aron, situada en 1909 en el quai de Jemmappes, 200, de París194) del taller creado por uno de los pioneros alemanes de la electricidad, Hermann Aron, taller convertido en 1893 en la H. Aron, ElektrizitätszählerFabrik GMBH, en la sociedad anónima Aronwerke Elektrizitäts A.G. en 1929 y algo más adelante, en 1933, a fin de arianizar la entidad compuesta mayoritariamente por accionistas judíos en la Heliowatt-Elektrizitäts AG., lo que no le salvará, no obstante, de la desaparición, ya que en 1935 fue vendida a la sociedad Siemens. En realidad, el éxito de la compañía se debió fundamentalmente a la fabricación de un patentado contador de electricidad, el contador biwatímetro Aron, aunque a lo largo de toda su trayectoria fabricará igualmente otro tipo de material eléctrico y, muy particularmente, desde 1923, del aparato de radio Nora (A R O N invertido), con fuerte presencia en el mercado alemán durante muchos años.195 En el mismo sector estaba la Compagnie Continentale des Compteurs, una empresa productora de gas y fabricante de sus contadores inicialmente y después también de agua y electricidad —especialidad en la que estaba el obrero pensionado— principal competidora desde su gran fábrica de la
193 Además de las referencias recogidas en otro lugar sobre Thury y su papel en la industria ginebrina, en general, sobre el desarrollo de la electricidad en Suiza, PAQUIER, Serge: Histoire de l’électricité en Suisse. La dynamique d’un petit pays européen, 1875-1939. Genève, Éditions Passé Présent, 1998, 2 vols. 194 En 1909 se anunciaba como grandes proveedores parisinos de las municipalidades, estaciones centrales de electricidad, ministerios, grandes administraciones y ferrocarriles, Annuaire générale du Commerce...Didot-Bottin, 1909. 195 Una pequeña biografía en FRAILE MORA, Jesús: Genios de la ingeniería eléctrica..., pp. 37-38. También, sobre su actividad industrial, http://www.uhrenindustriemu seum.de/images/firmenbeschreibungen.pdf. Un más amplio acercamiento a su actividad científica e industrial, KATZIR, Shaul: From academic physics to invention and industry: the course of Hermann Aron’s (1845-1913) career. Berlin, Max-Planck-Institut für Wissenschaftsgeschichte, 2009. En línea en http://www.mpiwg-berlin.mpg.de/en/fors chung/Preprints/P370.PDF.
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calle Grénelle de Paris de la dominante en Francia —la Compagnie pour la fabrication des compteurs et matériel d’usines à gaz— no obstante lo cual tenía ramificacaciones en varios países europeos, una de las cuales, la belga Contimeter, estuvo en el origen de la empresa Bulex de calderas de agua caliente sanitaria y de calefacción.196 Pioneros de este campo eléctrico fueron también en Bélgica (Lieja) y Francia (Nancy) el Atelier de Joseph Jaspar y la casa Fabius Henrion. Especialista el primero desde 1875 en laminados, el encuentro de su propietario en la Exposición Universal de París de 1878 con otro ilustre pionero belga,197 Zénobe Gramme, le lanza a la fabricación de dinamos, campo eléctrico en la que aquél había hecho su principal aportación, y más adelante hacia un variado abanico de utillaje y maquinaria movida por fuerza eléctrica: máquinas herramientas, motores, ascensores y escaleras mecánicas, lámparas de arco, controladores de potencia, interruptores, etc.198 En cuanto a Henrion inició el negocio de la electrificación en la ciudad de Nancy en 1887 y cuando su empresa, Fabius Henrion et Cie, fue absorvida en 1898 por la recién creada Compagnie Générale d’Electricité, de París,199 siguió en el negocio eléctrico a través de una fábrica de componentes eléctricos, especialmente bombillas de incandescencia, y a través de un establecimiento minero, (la Compagnie des charbons Fabius-Henrion, desde 1912 Compagnie lorraine de charbons pour
196 La empresa terminará uniéndose más adelante con otro fabricante lionés, Appareils électriques de compteurs Garnier. Numerosos datos de las compañías y de la evolución tecnológica de los contadores en FRANÇOIS, Jacques: «Les compteurs à gaz», Culture Technique, 9, 1983, pp. 147-169, dentro del monográfico dedicado a La mesure dans la vie quotidienne. Con menos datos sobre las empresas, sobre los contadores de electricidad, OSWALD, Jean: «Le compteur d’électricité», Ibídem, pp. 136-145. 197 HALLEUX, R., BERNÈS, A-C., avec la collaboration de ETIENNE, L.: «L’évolution des sciences et des techniques en Wallonie», dans Wallonie. Atouts et références d’une Région, (sous la direction de Freddy Joris). Namur, Gouvernement Wallon, 1995, p. 215. 198 Sus catálogos comerciales de diversos años del siglo XX comprendían lámparas de arco, dinamos y motores de corriente continua, ascensores, tornos de monta-cargas eléctricos, tornos paralelos, fresadoras, remachadoras y bombas rotativas, en RCB... También, ATELIER JASPAR S.A.: Les grands électriciens belges. Joseph Jaspar 1823-1899. Liège, 1942 y LACOSTE, P.: «Mémoires et documents. Joseph Jaspar (1823-1899)», Revue générale des applications industrielles, 1, 1949, pp. 3-4. 199 THIÉBAUT, Pascal: «Du moteur à l’usine, ou Petite histoire d’une grande entreprise nancéienne: la Compagnie Générale Electrique», In situ. Revue des patrimoines, 8, Mars 2007, p. 2. En línea en http://www.insitu.culture.fr/article.xsp?numero=8&id_arti cle=thiebaut-1075 (09/03/2011).
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l’électricité) orientado hacia la producción de escobillas para motores eléctricos, carbones para lámparas de arco y pilas eléctricas, resistencias, aleaciones especiales y otros productos del género demandados en estas etapas iniciales de la difusión de la electricidad.200 Por último, la sociedad Pétrier, Tissot & Raybaud fue una empresa de equipamiento electro-técnico creada en 1909 y localizada en Lyon, fabricante de una muy variada gama de aparatos eléctricos y sus accesorios de montaje en toda clase de instalaciones de electricidad de alta y baja tensión.201 En 1931 integra a su producción la de motores eléctricos, al unirse con la sociedad Le Moteur Électrique, aunque por esta época ha dejado ya de estar controlada por sus tres socios principales.202 También en el campo de los motores eléctricos se menciona como receptora de pensionados a la sociedad Legendre Frères de París, una casa creada en 1902 y especializada en la fabricación de motores eléctricos de diverso tipo, de pequeño y medio calibre, muy fiables e innovadores, en especial su motor más demandado, el de acoplamiento centrífugo. Fabricó igualmente motores para ascensores, siendo la primera casa en utilizar en Francia el sistema de frenado eléctrico.203 Otras pequeñas sociedades de parecida índole en el ramo eléctrico, receptoras de algún pensionado, fueron los Établissement Lamy y Rieffel, de la calle Fontaine-au-Roi 60, de París, dedicada a la fabricación, reparación y alquiler de motores y dinamos, los talleres René Meyer, del Bd. Jordan 88 a 94, fabricante de toda clase de piezas moldeadas y labradas 200 En 1937 se convierte en Le Carbone-Lorraine, por su unión con Le Carbone y después de la II guerra mundial se reorienta parcialmente hacia el sector de pilas eléctricas, CIPEL, junto con la Thomson Houston, y hacia la electrometalurgia, Société des poudres métalliques et des alliages spéciaux Ugine-Carbone, junto con aquella importante empresa, Ugine, dedicada al aluminio. Datos de www.archivesnationales.culture.gouv.fr. Existe un prospecto aniversario Le Carbone-Lorraine, 1892-1967, s. l., s. f. 201 Según el catálogo de 1927 fabricaba paneles de distribución y para alternadores de alta y baja tensión, paneles para centrales de distribución, aparatos y pilones metálicos, fusibles, seccionadores de alta tensión, interruptores aéreos de alta tensión, interruptores y disyuntores de aceite, aparatos de protección de alta tensión, pararrayos, accesorios de montaje como aislantes de porcelana, consolas y acoplamientos, equipos de baja tensión, Appareillage électro-industriel Pétrier, Tissot et Raybaud. Lyon, P.T.R., 1927. 202 Entreprises et pouvoir économique dans la région Rhône-Alpes..., p. 154 y JOLY, Hervé: «Le capitalisme familial dans les entreprises moyennes: un déclin reversible», en Entreprises et Histoire, 28, décembre 2001, dentro del monográfico Les PME, p. 68. 203 La sociedad fue comprada en 1971 por Motores JM de Domfront, Normandía, que continuó construyendo motores Legendre hasta 1983.
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en materia aislante (ebonita, fibra), y la Société des Industries Thermiques, una pequeña industria localizada en el número uno de la calle Félix Faure, especializada en soldadura autógena y electricidad.204 Por último, hay que mencionar, en el ramo de la comunicación eléctrica, a varias empresas que recibieron esporádicamente algunos pensionados. Una fue la Bell Telephone Manufacturing Co. (BTMC), la sección belga de la sociedad americana Bell creada en 1882 y que abrió poco después un establecimiento industrial en Ambres para la producción y venta de equipamiento para telegrafía y telefonía y para toda clase de aplicaciones relacionadas con la electricidad. La fábrica, en primera línea desde entonces en las sucesivas innovaciones del sistema Bell, se convirtió en el principal punto de apoyo para introducción de la compañía americana en Europa y otros continentes, bajo aquel nombre o bajo su heredero directo, el de la American Telephone and Telegraph Co.205 Junto a la mencionada estuvieron igualmente las dos compañías que en Francia y Bélgica abastecieron desde 1910 el mercado, en rápido crecimiento, de la radiotelegrafía y que conducirá algo más adelante al negocio a la vez de receptores de radio y de emisiones radiofónicas. Tales eran la Compagnie Française Radioélectrique y la Compagnie Belge Radioélectrique. La primera fue creada en 1910 por el ingeniero Émile Girardeau, el autor de la primera patente del radar. El rápido crecimiento del sector en los años siguientes, en especial en los años de la guerra, permitió a la compañía, en unión desde 1918 con su participada Compagnie générale de télégraphie sans fil (CSF), hacerse un hueco importante en el negocio, con la provisión de aparatos al ejército, el mercado de exportación y la 204 Datos de todas ellas en el Annuaire Didot-Bottin, 1926. Las referencias mencionan además en el ramo de la electricidad la sociedad «Naegel y Kampf», de Hamburgo, sobre la que no hemos obtenido ninguna información. Igualmente existen algunas referencias un tanto confusas dentro de estas ramas industriales (Lafayette, en telefonía, Paris, y radioelectricidad Neurkichen, Colonia), Grundly Ross en Glasgow, Goberner en Angoulême, que no hemos logrado descrifrar en su contenido concreto. 205 En realidad, la ATT había sido creación en 1885 de la propia compañía Bell. En aquella terminará uniéndose no solo la herencia de la sociedad madre, sino también la de la otra gran aliada/competidora de la Bell, la Western Electric Co., que participó en la formación de la sociedad belga BTMC. Véanse Bell Telephone Manufacturing Company: 18821982. Antwerpen, Bell telephone Mfg Co, 1982; VERHOEST, Pascal and VERCRUYSSE, JeanPierre: «The role of the State in the Belgian Telecommunications sector in the nineteenth Century. Réseaux. The French Journal of Communication, II, 1, 1995, pp. 91-111, así como la amplia historia del sistema Bell, A History of Engineering and Science in the Bell System, M. D. Fagen, ed. New York, The Bell Telephone Laboratories, 1975-1978, 2 vols.
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venta de los receptores Radiola. Ello le facilitó algo más adelante romper el monopolio estatal de la red radioléctrica decretada en 1903, siéndole autorizanda desde 1920 la explotación de las redes radioeléctricas entre Francia y los países extranjeros a través de su filial Compagnie RadioFrance206 y desde 1922 la creación de una estación nacional propia, la Radiola, después Radio París, cuyo centro emisor estaba instalado inicialmente en la propia fábrica de la CFR en Levallois-Perret. Desde 1929, sin embargo, abandonará la fabricación de receptores para consagrarse a los equipamientos profesionales y componentes, cediendo aquella actividad a otra compañía del grupo, la Radiotechnique, que poco a poco irá cayendo bajo el dominio de Philips, hasta su absorción en 1947.207 La sociedad belga, por su parte, fue creada en 1922, adquiriendo en poco tiempo un notable crecimiento con la fabricación y venta de receptores de su propia patente, los Ondolina.208
2.4. El reino del motor de explosión 2.4.1. Las empresas automovilísticas
El caso de las empresas automovilistas y aeronáuticas frecuentadas por los pensionados españoles resulta especialmente interesante por varias razones directamente relacionadas con los interrogantes generales sobre formación profesional, transferencia de tecnología y organización industrial a los que nos ha conducido el tema que nos ocupa. 206 Un pensionado, José CARDONA describió en 1925 el funcionamiento de esta empresa en sus tres instalaciones de la rue Montmatre, de París, del centro de emisión de Sainte Assise y del centro de recepción de Villecresnes, los dos últimos en los alrededores de la capital, «Visita a la estación radiotelegráfica Radio-France», BJPIOE, XI, 10, 11, 12, octubre-noviembre-diciembre, 1925, pp. 80-89. En otro informe dio cuenta de las características de uno de los aparatos allí fabricados: «Los aparatos de TSH. para la aviación», BJPIOE, XII, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1926, pp. 19-39. 207 GRISET, Pascal: Les révolutions de la communication XIXe-XXe siècle. Paris, Hachette, 1991, p. 40; también, del mismo autor: Entreprise, technologie et souveraineté. Les télécommunications transatlantiques de la France (XIXe-XXe siècles). Paris, Rive Droite-Institut d’histoire de l’industrie, 1996, especialmente, pp. 523-529; Vingt-cinq années de TSF. Société Française Radio-électrique. Paris, Jacques Makowski, 1935. Datos cronológicos en http://100ansderadio.free.fr/. Su catálogo y una somera historia, Société Française RadioÉlectrique, Paris, Editions Perceval, s. f. (1949). 208 Historia de la SBR: www.radiopassion.be/SBR histoire.htm.
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En primer término, por la particular estructura que adoptó en todos los países la inicial industria automovilística, inserta en la pequeña empresa, incluso en la muy pequeña, casi artesanal, muy adecuada al mercado de competición y a una demanda de innovación que impulsó el desarrollo inicial de la producción automovilística y de la aeronáutica, en este último caso con efectos menos duraderos en razón de las circunstancias de la guerra europea que actuaron de inmediato sobre la demanda del producto. En segundo término, por el conjunto de oportunidades técnicas y económicas que servían de fundamento a esa misma estructura empresarial. Señala Patrick Fridenson referido a la industria automovilística francesa —apreciaciones que pueden servir para referirse al conjunto de la europea a poco que se comparen situaciones, protagonistas y medios— que la mencionada estructura resultaba la más idónea para atraer inversiones que permitiesen sacar partido de dos bazas con las que Francia contaba al final del siglo XIX: una mano de obra obrera de buena calidad y un gran número de ingenieros bien formados. La fuerza de los primeros industriales franceses del automóvil fue haber sabido (y haber podido, gracias a las técnicas nuevas de los aceros especiales y de las máquinas herramientas) explotar ese excelente potencial humano. En suma, la economía francesa de los años veinte no es otra cosa que una economía del final del siglo XIX que se prolonga gracias a los dirigentes de empresa, ante todo comerciantes, dispuestos a correr riesgos en el plano técnico y apoyándose sobre la calidad de la mano de obra.209 Un repaso, siquiera sea sólo somero, de la historia de las empresas pioneras del automovilismo ratifica el acierto de esas apreciaciones: el valor decisivo de las patentes de invención de nuevos motores y de las soluciones empíricas progresivas de los problemas que planteaba su experimentación práctica; la decidida vocación de aventura de un conjunto de ingenieros y prácticos —Otto, Daimler, Diesel, Panhard, Lavassor, Schaudel, Ford, Kettering, Maybach, Olds, Benz, Knight, Stanley, Bugatti, Hotchkiss, Renault, Dion, Bouton, Bollée, Peugeot, Mors, Berliet, Birkigt, Agnelli, Citroën y tantos otros— habitualmente formados en las compañías mecánicas o en los primeros talleres automovilísticos, tentados a continuación hacia su propia aventura empresarial y, cuando las
FRIDENSON, Patrick: Histoire des usines Renault. I. Naissance de la grande entreprise 1898-1939. Paris, Éditions du Seuil, 1998, p. 297. 209
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circunstancias lo exigieron, lanzados a la conquista del aire, el otro escenario predilecto de los locos de la velocidad de la Belle Époque.210 En tercer lugar, por los cambios sobrevenidos en la producción y en la demanda dentro del mercado automovilístico a lo largo del primer tercio del siglo, que condujeron a la larga a una drástica selección natural de empresas y recursos técnicos. El elemento decisivo del periodo posterior a la guerra mundial fue la competencia de la industria automovilística norteamericana, dotada de medios técnicos, organizativos —el fordismo— y comerciales mejor adaptados a la estructura de la demanda masiva. La adaptación a las nuevas condiciones fue lo que dió el éxito a las grandes marcas del automóvil europeas del momento, sobrevivientes del rico modelo de pequeñas empresas vigente a lo largo del primer tercio del siglo. Finalmente, la consideración de las empresas automovilísticas y aeronáuticas, referida al tema particular de las pensiones que nos ocupa, resulta especialmente interesante por la extraordinaria pujanza inicial de esta rama en el país más hospitalario con los pensionados, Francia,211 y por su intensa concentración en la capital y sus alrededores, lo que facilitó su emplazamiento y diversificación de experiencias en este tipo de empresas en un radio geográfico muy accesible. En efecto, París y los departamentos próximos —sobre todo el de Hauts-de-Seine, al oeste de la capital— constituyeron el verdadero corazón de la nueva actividad. «La periferia de Paris es una ‘Silicon Valley’ Belle Époque, consagrada al «cycle»212 y al automóvil», señala E. Chadeau213 Veinticuatro municipios del Departamento, añade J. Fondin, han acogido hasta la actualidad a 238 constructores, 40 carroceros y varias decenas de fabricantes de piezas y accesorios214 y resulta claro, según lo Una referencia de conjunto de todas estas cuestiones, incluida una historia general y española del automóvil, en FONT MEZQUITA, José y DOLS RUIZ, Juan Francisco: Tratado sobre automóviles. Tomo III: El entorno del automóvil. Valencia, Editorial Universidad Politécnica, 2004. También, desde una perspectiva más americana, FLINK, James J.: The Automobile Age. Cambridge, Mass., MIT Press, 1988, especialmente para la época que tratamos, cap. 2. «The Emerging Industry», pp. 15-22 para la industria francesa. 211 El primer país del mundo por su producción automovilística entre 1890 y 1904 y el primero europeo entre 1904 y 1930, según Fridenson, óp. cit., p. 10. 212 En francés designa tanto el artilugio a pedales como a motor. 213 CHADEAU, Emmanuel: Louis Renault. Paris, Plon, 1997, p. 26. 214 FONDIN, J.: Hauts-de-Seine, berceau de l’automobile. Paris, ETAI, 1992, especialmente, pp. 14-69. También, FLONNEAU, Mathieu: «Paris au coeur de la révolution des usages de l’automobile 1884-1908», Histoire, Économie, Société, 26e année, 2, avril-juin, 2007, pp. 61-74. 210
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dicho anteriormente, que fue sobre todo el primer tercio del siglo XX cuanto esa concentración llegó a su más alto desarrollo.215 De todas las compañías, Renault ocupó un primer y destacado lugar en la recepción de pensionados, en sus instalaciones de BoulogneBillancourt.216 La sociedad, fundada en en 1899 bajo la iniciativa del joven ingeniero, Louis Renault, procedente de una familia dedicada a la industria textil, ha logrado sobrevivir a más de un siglo de retos técnicos y financieros, en el que ha debido afrontar la reconversión de sus producciones a lo largo de la guerra (motores de aviación,217 tanques, municiones, aviones), y de la postguerra, la gran prueba de la Gran Depresión en la que se hundieron tantas otras compañías automovilísticas, la nacionalización tras la segunda gran guerra y el retorno paulatino al sector privado desde 1990.218 El resto de las marcas francesas subsistentes hoy día fueron mucho menos hospitalarias con los pensionados. Dos recibió Citroën, en sus instalaciones del quai de Javel de París,219 uno —casi con seguridad dos220— Peugeot en las de Levallois-Perret. Esta última, heredera de una larga tradición empresarial en el ramo de la maquinaria textil se introdujo en el negocio de las bicicletas, motos y automóviles desde la última década 215 Muchas de estas empresas cuentan ya con estudios monográficos particulares. Sobre la industria automovilística francesa en general, LOUBET, Jean-Louis: Histoire de l’automobile française. Paris, E. du Seuil, 2001. También, tomando como base los informes realizados por el banco Crédit Lyonnais, L’Industrie automobile, 1905-1971. Études présentés par Jean-Louis Loubet. Genéve, Droz, 1999. 216 Descripción de las instalaciones, por un obrero pensionado, CASTELLÁ, A.: «Descripción de la sala de montaje de motores de la fábrica Renault y del montaje en serie del automóvil 6 GV Renault», BJPIOE, XI, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1925, pp. 33-50. 217 Estudio de algunos de sus motores de aviación, por el obrero pensionado DÍAZ TEJERA, Francisco: «Reglaje de la distribución de los motores de explosión», BJPIOE, XI, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1925, especialmente, pp. 75-79. 218 Sobre la empresa, además del estudio ya mencionado, LOUBET, Jean-Louis: Renault. Histoire d’une entreprise. Boulogne-Billancourt, ETAI, 2000. 219 Informe del pensionado Cándido SELMA: «Descripción del moldeo y preparación de las placas modelos del cárter, en aluminio, del 5 H. P. Citroën», BJPIOE, XI, 7, 8, 9, julio, agosto, septiembre, 1925, pp. 11-32. 220 Hay una referencia genérica de un pensionado trabajando en los «Talleres Levallois Perret». Podía referirse también en este caso a los que la S. A. des automobiles et cycles Peugeot poseía en esa localidad, rue Danton, 69, dedicados a garaje y taller de reparaciones, que empleaba ya en 1903 a un centenar de obreros, Evolution de la Géographie industrielle..., vol. 2, p. 473. También, LOUBET: L’industrie automobile..., pp. 138-144. Sin embargo, tampoco se puede olvidar que también existía allí una Société industrielle de carrosserie d’automobiles de Levallois, que será la que utilice como plataforma la marca
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de siglo y compaginó todas estas actividades hasta que en 1927 se desgajara la última sección en una nueva sociedad autónoma, la S. A. des automobiles Peugeot.221 Citroën, la más tardía, nació en 1919, cuando André Citroën, que diez años antes había accedido a la dirección técnica de la Compagnie d’électricité et d’automobiles Mors y la había salvado de unas circunstancias difíciles, decidió emprender su propia aventura automobilística. Seis años más tarde se había hecho con prácticamente toda la herencia automovilística de su antigua casa y era, con diferencia, la marca dominente en el mercado francés. Las tres tienen ya un amplio repertorio bibliográfico de notable calidad y el interés aquí no reside tanto, pues, en trazar las particulares peripecias de cada una de ellas como en poner de relieve sus opciones técnicas y sus estrategias empresariales que les permitieron sobrevivir en un terreno en el que tantas otras terminaron extinguiéndose.222 Tal es el cometido que intentan desentrañar algunos textos de un notable especialista en la historia del automóvil en Francia, Jean-Louis Loubet.223 Citroën, la marca más moderna, hace valer la ventaja de sus instalaciones modernas y mejor adaptadas al método de producción masiva y de organización fordista.224 Técnicamente opta por la especialización en el sector automóvil y en la producción de un número muy limitado de modelos con fuertes tiradas y con una pujante presencia en los mercados exteriores. Renault y Peugeot, por el contrario, le van a la zaga en el proceso de incorporación de métodos americanos de producción masiva, Fiat para iniciar su producción en Francia a finales de los años veinte, la que desde 1934 será la sociedad SIMCA, LOUBET: L’industrie automobile..., pp. 304-307. Hasta entonces fabricaba carrocerías en subcontratación para Citroën. 221 Una bibliografía básica sobre ella, LOUBET, Jean-Louis: La maison Peugeot. Paris, Perrin, 2009; COHEN, Yves: Organiser à l’aube du taylorismo. La pratique d’Ernest Mattern che Peugeot, 1906-1919. Besançon, Presses Universitaires Franc-Comtoises, 2001; y «PSA Peugeot Citroën S. A.», International Directory or Companies History, 28. Editor: Jay P. Pederson. Detroit..., St. James Press, 1999, pp. 370-374. 222 Una bibliografía básica sobre la compañía, SCHWEITZER, Sylvie: Des Engrenages à la chaine. Les usinen Citröen, 1915-1935. Lyon, Presses Universitaires..., 1982; Ídem, André Citröen, 1878-1935. Le risque et le défie. Paris, Arthème Fayard, 1992, y BRUSTAIL, Joël y GREGGIO, Rodolphe: Citroën. Essai sur 80 ans d’antistratégie. Paris, Vuibert, 2000. 223 LOUBET: Histoire de l’automobile..., pp. 113-122 y LOUBET, Jean-Louis: Citroën, Peugeot, Renault et les autres... Histoire de stratégies d’entreprises. Boulogne-Billancourt, ETAI, 1999. 224 Sobre la introducción de los procedimientos de racionalización productiva de la industria francesa en la época de entreguerras, con abundantes datos sobre la automovilística la obra ya citada de MOUTET, Aimée: Les logiques de l’entreprise..., 1997.
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incluso en el caso de la última firma no llegan a triunfar sin antes haber desencadenado fuertes tormentas en el seno de sus órganos de dirección entre el director técnico, Ernest Mattern y el director general Alexandre Lemoine, según ha señalado Yves Cohen. Pero su posición industrial se encuentra más reforzada por la diversificación productiva y por la variedad de su oferta automovilística, adaptada a un mercado nacional consolidado, en el caso de la primera firma, en una amplia red comercial, en el segundo, en una estructura de sucursales de venta directa, que economizan la comisión del revendedor. Ambos, igualmente, más prudentes que Citroën en la gestión de sus inversiones, que en el caso de Renault es casi al cien por cien con recursos propios. Les diferencia también el grado de integración de su producción, mucho mayor en Renault y Peugeot, en tanto que Citroën compra o subcontrata parte de las piezas y componentes de sus automóviles. Y les diferencia su política comercial, que en Citroën juega con los bajos precios buscando un mayor beneficio en la cantidad de ventas de un número reducido de modelos, con fuerte impacto técnico y con alta fidelización de la clientela, en tanto que Renault y Peugeot intentan consolidar una imagen de marca y de calidad vendiendo a mayor margen comercial y adaptándose en mayor medida al gusto diversificado del mercado. Todos estos rasgos guiarán en parte las evoluciones divergentes de las firmas en las grandes crisis por venir, hacia la pérdida de su independencia en el caso de Citroën, salvada en 1935 de sus deudas por Michelin, hacia la nacionalización en el caso de Renault por razones ajenas a las puramente económicas, aunque enraizadas en una cultura muy francesa de culto al Estado y nacionalismo económico, y hacia lo que el autor mencionado considera el caso más alto y genuino de éxito industrial, Peugeot, fundado a la vez sobre los logros técnicos, sobre la adaptación prudente y continua de su gestión desde el modelo familiar al internacional sin caer en la tentación de pensar, como sus concurrentes, «que la supervivencia pasaba por la aceleración continua de las cadencias de producción» y sobre la capacidad para dar con éxito el paso de la firma especializada de la mayor parte de su historia a la generalista de la segunda postguerra: todo lo que le hizo capaz, en definitiva, de reestructurar en torno a sí al conjunto del sector automovilístico privado francés, tras hacerse con Citroën y Chrysler-Europe.225 225 También del mismo autor, Jean-Louis LOUBET, un resumen de las estrategias empresariales automovilísticas en la etapa de tránsito hacia la producción de masas: «L’Automobile des années vingt à cinquante. Modèle, crise et remise en cause», en
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En las tres mencionadas se encuentran las herencias técnicas y empresariales de otras muchas empresas francesas del ramo —hasta 90 contabiliza todavía Loubet en 1929226— en aquellos momentos tanto o más importantes que las mencionadas, y que fueron con frecuencia mucho más solicitadas por los pensionados españoles. Entre ellas estaba la mencionada compañía de electricidad y de automóviles Mors, fundada por los ingenieros Louis y Émile Mors hacia 1880 para la fabricación de señalizaciones de ferrocarril y material de instalaciones eléctricas,227 si bien se reorienta pronto hacia la aventura automovilística. En un momento en que el encendido se realizaba habitualmente por el sistema de tubo caliente, el ingeniero eléctrico Émile Mors opta por el encendido eléctrico por bobina de baja tensión y dinamo. El éxito de la firma fue inmediato, a lo que contribuyeron sus éxitos en las carreras París-Berlín de 1901 y en la frustrada París-Madrid de 1903, y llegó a construir por aquellas fechas hasta 300 vehículos por año. Pero la mala gestión y el agotamiento de su inquietud innovadora le llevaron a un cambio de rumbo igualmente rápido. En 1908 André Citroën entró como director en una compañía ya en franco declive. Aunque la guerra aplazó momentáneamente su caída, tras ella su división de automóviles pasará a manos de su antiguo gestor, concentrándose a continuación en la fabricación de componentes y otros productos, y definitivamente ya más adelante en el sector de sus actividades eléctricas originarias.228 Otra de estas empresas pioneras fue la Dion-Bouton, formada en 1883 por el aristócrata Albert de Dion, junto con el obrero mecánico Georges Bouton y el ingeniero Charles Trépardoux, orientada al principio hacia la tracción vapor y desde 1885, únicamente ya con los dos primeros, hacia el motor de petróleo. La empresa tuvo notable éxito, convirtiéndose desde su sede en Puteaux en una de las más activas de la pléyade de empresas del mismo tipo por su producción integrada de los distintos componentes del automóvil y por su constante dedicación a la calidad, la innovación L’économie française dans la compétition internationale au XXe siècle... Sous la direction scientifique de Maurice Lévy-Leboyer. Paris, Ministère de l’économie...-Comité pour l’histoire économique et financiare de la France, 2006, pp. 197-217. 226 LOUBET: Histoire de l’automobile..., p. 113. 227 Evolution de la géographie industrielle..., vol. 2, pp. 407-408 y 434. En 1901 tenía 400 obreros y en 1903, 800. 228 Su herencia se encuentra en la actualidad en la sociedad VINCI Energies, dentro del grupo Vinci (antigua Compagnie Générale des Eaux). http://www.vinci.com/vin ci.nsf/fr/entreprises.htm (14/04/2011).
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y la diversificación del producto, llegando a contar en su época de mayor explendor treinta y dos talleres especializados en las diferentes secciones de la producción automovilística. Durante la guerra se incorporó igualmente al esfuerzo bélico produciendo motores de avión, obuses y automóviles de uso militar y sanitario. En la postguerra, sin embargo, no logrará recuperar el pulso, desbordada por la competencia de la producción masiva a bajo precio de Citroën, Renault y Peugeot, y se verá obligada a cesar la producción en 1933.229 Fue una empresa bien introducida en España, que hasta llegó a plantearse tempranamente fabricar sus vehículos dentro del país e incluso, según cuenta García Ruiz, tuvo una tardío eco, no reconocido legalmente, en los chasis de los camiones de gran tonelaje, clónicos de los De Dion, fabricados por la Sociedad Española de Fabricación de Automóviles (SEFA) de Madrid a partir de 1930.230 Otra gran empresa pionera del automóvil muy receptiva para los pensionados fue la Hispano-Suiza. Catalana de origen, creada en 1904 como salida a un proyecto fallido de construcción de vehículos eléctricos (la sociedad Emilio de la Cuadra) y con el apoyo técnico del ingeniero suizo Marcos Birkigt, desde 1911 se instala en Francia en un antiguo depósito de tranvías en Levallois y desde 1913 en una fábrica propia en Bois Colombes, en pleno corazón de la nueva industria francesa, desde donde se posiciona rápidamente a la cabeza del mercado francés de los automóviles, camiones y autobuses de gasolina. Pero Birkgt no olvida al mismo tiempo el otro gran sector en auge y entre 1911 y 1914 deposita más de cien patentes de motor de avión en todo el mundo.231 La guerra da plenamente la razón al genio técnico del suizo, colocando en aquellos años a la empresa en primera línea de la fabricación de motores de aviación.232 Será uno de los fundadadores del Automobile Club de France, junto al periodista Paul Meyan y el baron Zuylen de Nyelvelt, VILLE, René: De Dion-Bouton. Saint-Martin-deSescas, Amicale de Dion-Bouton, 2001-2003, 2 vols. Resumen de su historia en FONDIN, óp. cit., pp. 178-180 y LOUBET: Histoire de l’industrie..., p. 513. Su delegación en España estaba en el Paseo de Recoletos 16 y su taller en el de la Castellana 47, de Madrid, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, sección de fabricantes de automóviles, pp. 699-704. 230 GARCÍA RUIZ, José Luis: «La industria de la automoción en Madrid: ¿hubo oportunidades perdidas?», en Del Metal al Motor..., pp. 189-222. 231 CHADEAU, E.: De De Blériot à Dassaut. L’industrie aéronautique en France, 19001950. Paris, Fayard, 1987, p. 86. 232 Estudio de algunos de sus motores de aviación, por el pensionado DÍAZ TEJERA, Francisco: «Reglaje de la distribución de los motores de explosión», BJPIOE, XI, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre, 1925, especialmente, pp. 69-75. 229
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Son los años además en que los destinos de las secciones española y francesa comienzan a divergir, proceso que se consuma en 1923 cuando, para sortear las dificultades de abastecimiento al Estado francés que se le habían presentado en cuanto empresa extranjera, se crea la Sociedad francesa Hispano-Suiza, a la que se transfiere la fábrica de Bois Colombes y el uso de las marcas y patentes.233 Desde los años treinta la empresa francesa se escinde en dos: la que mantiene sus investigaciones y su actividad en el campo aeronáutico y una sociedad holding controladora muy dominante de la anterior y de otras fábricas relacionadas con el automóvil y la mecánica de precisión de la rama aeronáutica y minoritaria en otras numerosas sociedades en el sector nuclear, motores a reacción, turbinas de gas, etc. No mantendrá, sin embargo, el mismo impulso técnico de sus orígenes, puesto que a partir de 1949 deberá acudir a la tecnología Rolls-Royce —el turboreactor Nene— para la fabricación de sus motores. Sobre estas bases confluirá con las actividades de una Sociedad Alsaciana en declive, como vimos, a la que absorvió en 1965 sin lograr, no obstante, mantener durante mucho tiempo ese proyecto que les había convertido por un momento en el primer grupo en el campo nuclear en Europa y el segundo en el sector de la construcción mecánica de Francia.234 Su herencia técnica actual se encuentra en el campo aeronáutico, dentro del holding Snecma, Grupo Safran. La Berliet de Lyon fue otra de las empresas automovilísticas frecuentadas por los pensionados. Fundada en torno a la figura del pionero automovilístico Marius Berliet, comienza desde 1894 la fabricación de motores y automóviles y desde 1906 de camiones. Los grandes vehículos, que comprendían camiones pesados, camionetas, autocares y vehículos militares, terminarán siendo su principal especialidad desde la guerra mundial. 233 Son numerosas ya las obras sobre la sociedad. Centradas en la sección francesa que aquí tenemos entre manos, POLACCO, Michel: Hispano-Suiza, le futur a sa légende. Paris, Le cherche-midi éditeur. 1993. Mirando más hacia España, POLO, Emilio: La Hispano-Suiza. Los orígenes de una leyenda 1899-1915. Madrid, Ed. Wing & Flag, 1994; Ídem: HispanoSuiza. El vuelo de las cigüeñas, 1916-1931. Madrid, Ed. Wing & Flag, 1994; LÓPEZ CARRILLO, José María: Los orígenes de la industria de la automoción en España y la intervención del INI a través de ENASA. Madrid, Fundación Empresa Pública-Cuadernos de Trabajo, 1996, pp. 14-61; CABANA: Fábriques i empresaris... 1, Metal·lúrgics-Químics, pp. 217-233. Pero sobre todo la más reciente y completa de todas, mirando a la vez la sección española y francesa, con una amplísima información de todo tipo, de LAGE, M.: Hispano Suiza 1904-1972. Hombres, empresas, motores y aviones. Madrid, LID, 2003. 234 Las condiciones de fusión y el resultado, BERNARD: L’Alsacienne..., pp. 364-372.
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Instalada en 1915 en Vénissieux, la nueva fábrica se convertirá en un modelo de organización empresarial y social, según señalamos, lo que no impedirá su crisis en los años 70, pasando a enriquecer la cuenta empresarial y el acervo técnico de los Vehículos Industriales de Renault.235 En menor medida, otros fabricantes franceses mucho menos conocidos, al menos en esta actividad automovilística, recibieron ocasionalmente algunos pensionados. Como las casas, Delaunay Belleville, Charron-Girardot-Voigt y Ballot, las tres en sus establecimientos cercanos a París. La primera, una prestigiosa fábrica de calderas de vapor, especialmente para barcos, reconvertida al automóvil de lujo desde 1904, al material de guerra como tantas otras entre 1914 y 1918, y posteriormente, en la difícil reconversión de la postguerra, hacia la reparación de locomotoras, la fabricación de motores semi-diesel, armas y cartuchería, al tiempo que mantenía una producción automovilística ya muy reducida. Las pérdidas le llevarán a la quiebra en 1929.236 La segunda fue iniciativa, una vez más, de tres amantes de la velocidad, primero de la bicicleta y más adelante del automóvil, Fernand Charron, Leonce Girardot y Émile Voigt, quienes en 1901 presentaron en Salon de l’Automobile et du Cycle de París el primer prototipo de su invención, muy apegado a los Panhard-Levassor, de los que hasta entonces habían sido vendedores y pilotos. Abierta su fábrica en Puteaux, fabricaron, en un primer momento a buen ritmo, coches de prestigio y más adelante utilitarios —desde 1906 como Automobiles Charron con capital mayoritariamente inglés237— hasta su cierre en 1930. Pero su nombre ha permanecido especialmente por haber sido la empresa pionera en Francia en la fabricación de vehículos armados semiblindados para uso militar, con un primer prototipo ya en 1902, presentado en el Salon de l’Automobile et du Cycle de París en ese año. Su principal mercado en esta rama será BOGÉ, J. et VIASSNOFF, N.: Berliet de Lyon. Nancy, EPA, 1981. NAKAJIMA, Toshikatsu: «Crise et croissance de l’industrie mécanique de la région parisiense (1918-1939)», en Les entreprises et leurs réseaux. Hommes, capitaux, techniques et pouvoirs, XIXe-XXe siècles. Mélanges en l’honneur de François Caron, sous la dir. de Michèle Merger et de Dominique Barjot, avec la collab. de Marie-Noëlle Polino. Paris, Presses de l’Université de Paris-Sorbonne, 1998, pp. 769-770. Sobre su producción y funcionamiento, WINTER, El movimiento industrial..., pp. 258-261. 237 Fernand Charron se apartará de la dirección de la empresa en 1909 para pasar a dirigir la Clément-Bayard. Sin embargo, en 1911 creará su propia empresa, Société des Automobiles Fernand Charron, en Corbevoie, que fabricará automóviles bajo la marca ALDA (Ah, la Delicieuse Automobile) hasta 1920. 235 236
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la Rusia zarista.238 La Ballot, por su parte, fue una compañía creada en 1905 por los hermanos Edouard et Maurice Ballot y por otros accionistas, entre los que se encontraba el suizo Marc Birkigt, y dedicada inicialmente a la fabricación de motores de explosión fijos y marinos. Como a otros tantos, la guerra le reorientará hacia la subcontratación aeronáutica, fabricando motores de patente Hispano, actividad en la que llega a alcanzar el 3,6 % de la producción total.239 Después de la guerra, seguirá fabricando motores de automóvil de diversos tipos, tanto para carreras y para sus propios modelos de alta gama como para otras firmas. Finalmente en 1931 terminará entrando bajo el imperio HispanoSuiza y cesando al año siguiente la producción bajo aquella marca. Fuera de París recibió igualmente un pensionado la casa Motobloc de Burdeos. Fue otros de los frutos pioneros de la industria automovilística francesa, creada por el ex armero militar, Schaudel, fabricante de bicicletas desde finales del XIX. A partir de 1897 ensaya también la aventura del automóvil y, visto su éxito, aborda la fabricación industrial creando en 1902 la S. A. des Automobiles Motobloc con el objeto de explotar sus patentes, en particular la de su principal innovación: el bloque-motor, la integración en un cartel transversal rígido del motor, la caja de velocidades y el embrague, lo que se traducía en una mayor robustez y una marcha con menores vibraciones. Schaudel abandonará la empresa poco después para pasar a la dirección técnica de la Manufacture de St.-Étienne, según vimos, pero su sucesor al frente de la aventura automovilística, el ingeniero Émile Dombret llevará la idea a su desarrollo industrial, convirtiéndose en el gran argumento publicitario de la marca. Instala en los años siguientes sucursales en diversos países, entre ellos España. Durante la guerra se consagra a la producción de material de guerra, especialmente obuses, y en los años siguientes su retorno a la producción automovilística resulta especialmente difícil ante las nuevas condiciones generales del mercado y, en particular, ante la apertura de una moderna fábrica en Burdeos de la firma norteamericana Ford. Viviendo en gran parte de la demanda de vehículos y otro material militar por parte del Estado, la crisis de los años treinta le lleva a caer en manos de las firmas aeronáuticas Datos de SURLÉMONT, Raymond: «French Armored Cars 1902-1945», Armored Car. The Wheeled Fighting Vehicle Journal, 22, March 1994, pp. 1-5 y GOUGAUD, Alain: L’aube de la gloire. Les autos mitrailleuses et les chars français pendant la grande guerre. Issy-les-Moulineaux, OCÉBUR, 1987, pp. 11-17, así como las páginas web sobre automóvil francés ya mencionadas. 239 CHADEAU: De Blériot à Dassault..., p. 457. 238
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Bloch y Potez, que crean la firma Société Aéronautique du Sud-Ouest (SASO) para producir en común en la antigua fábrica Motobloc diversos componentes y piezas mecánicas para las sociedades del grupo.240 Dejando aparte las francesas, las compañías automovilísticas más colaboradoras con la obra de pensiones fueron las belgas. Con una estructura empresarial del nuevo sector semejante al señalado para Francia, de entre la gran variedad de firmas destacó sin duda la que desde 1905 comenzó a difundir un automóvil de lujo bajo el nombre de la diosa de la sabiduría Minerva. Su origen estuvo en un taller de bicicletas creado en 1897 por Sylvain de Jong, junto a sus hermanos y a un grupo de comerciantes de la ciudad de Amberes. A partir de 1900 comenzó a producir además motocicletas bajo la patente del motor suizo Zwicker y Lüthi, actividad que mantendrá hasta 1910. A partir de 1903, sin embargo, con la creación de la sociedad anónima Minerva Motors, su opción empresarial preferente fue el automóvil, decidiéndose desde 1908 por la utilización del motor de licencia estadounidense Knight. Su crecimiento será rápido a partir de entonces, diversificando además su producción en camiones, vehículos especiales y ambulancias, hasta alcanzar al final de los años veinte la cifra de 6.500 trabajadores repartidos en seis fábricas. Sin embargo, como otras muchas marcas automovilísticas de su tiempo Minerva entrará en crisis a partir de los años 30, en parte debido a su problemática adaptación a las condiciones financieras y organizativas de la producción a gran escala, en parte por el mantenimiento de su opción estratégica hacia los automóviles de lujo, lo que le fue fatal en la desastrosa crisis económica de los años ulteriores hasta obligarla a declarar la quiebra en 1934, situación de la que ya no logró sacarla otro grupo automovilístico belga, Impéria, que se hizo a continuación con sus acciones.241 Esta misma marca recibió igualmente a un pensionado, ajustador, de la promoción de 1910.242 240 CHANUC, Lucien: L’Automobile à Bordeaux. Bordeaux, Éditions Féret et Fils, 1979, especialmente pp. 36-54; CHADEAU: De Blériot à Dassault..., pp. 226 y 472-473. 241 KUPÉLIAN, Yvette et KUPÉLIAN, Jacques: Minerva. Overijse, Jacques Kupélian, 1985. También, KUPÉLIAN, Y. y SIRTAINE, Jacques: Histoire de l’automobile belge. BruxellesParis, P. Legrain-E.P.A., 1979. Su representante en España era el conde de la Patilla, con exposición en la calle Génova 11 y tallares en Ayala 25. Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, sección de fabricantes de automóviles, pp. 699-704. La empresa F. S. Abadal y Cía de Barcelona, fundada en 1908, montó durante algún tiempo a partir de 1912 los automóviles Impéria. 242 La referencia menciona a la casa «Piedboeuf» (Memorias presentadas por los obreros..., pp. VII-VIII) para referirse, sin duda, a Adrien G. Piedboeuf, fundador de los
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Aparte de Minerva, algunos pensionados trabajaron también ocasionalmente en las Nouvelles Usines Bollinckx de Buysinghen, junto a Bruselas. Se trataba de una conocida firma belga de fabricación de motores de gas, calderas de vapor, compresores y herramientas neumáticas.243 En 1918 las fábricas S. A. des Moteurs à Gaz A. Bollinckx y la S. A. des Constructions H. Bollinckx se unen con aquel nombre y desde 1926 reconvertirán sus instalaciones a fin desarrollar los proyectos de negocio en la rama de camiones de la firma Miesse, otra de las empresas pioneras del sector y durante bastante tiempo una de las más importantes de Bélgica, conviertiéndose en Automobiles Miesse et Usines Bollinckx, que comenzaron a fabricar a partir de 1932 motores diesel bajo licencia Garnier.244 Fuera de los dos países señalados, únicamente se mencionan como receptoras de pensionados a las firmas Fiat, la AB Avancemotor, de Augustendal, Estocolmo, y la Elektromobilfabrik de Berlín, uno por cada una de ellas. La Fiat, una de las pioneras europeas, creada en 1899 por Giovanni Agnelli y también de las pocas supervivientes de aquel modelo de pequeña empresa familiar, que fue el característico de esta rama en sus primeros tiempos.245 Su presencia en España está acreditada desde 1919, ocupando de inmediato un puesto entre las mejor asentadas en el mercado Ateliers del mismo nombre, de Lieja, que comenzó a producir desde 1905 los automóviles de esa marca, concebidos por el ingeniero alemán Paul Henze. En 1908 Piedboeuf compró la fábrica Pieper, de Nessonvaux, junto a Verviers, y trasladó allí la producción automovilística, datos de «Impéria 1905-1958», de la muy documentada lista de fabricantes belgas de automóviles de Daniel ABSIL, www.rvccb.be/PAGES/CONSTRUCTEURS LISTE/. 243 En alguno de sus catálogos señalaban que «Le quart des industriels belges possédent des machines à vapeur Bollinckx». Société anonyme des Ateliers de Construction H. Bollinckx. Société Anonyme des moteurs à gaz A. Bollinckx. Beersel-Huizingen, 1914. Catálogos en RCB... Una pormenorizada descripción de los talleres, en la memoria del pensionado Cristóbal SALVO: «Unos grandes talleres de construcciones grandes», BJPIOE, VIII, 6, junio, 1923, pp. 11-19. 244 Aparece en las referencias como receptora de un pensionado una tercera compañía belga relacionada con el automóvil, la mencionada como «casa automovilística Bressoux». Puesto que no existió ninguna compañía con este nombre, posiblemente se refiere a la casa Mathis-Hermes, que produjo muy pasajeramente entre 1912 y 1913 algunos automóviles de marca Hermes en aquel municipio de la aglomeración de Lieja. El pensionado, en todo caso, regresó muy pronto a España por enfermedad. 245 Sobre ella, CASTRONOVO, Valerio: G. Agnelli: la Fiat dal 1899 al 1945. Turín, Einaudi, 1977 e International Directory of Companies History, 1, Editor: Thomas Derdak, Chicago..., St. James Press, 1990, pp. 161-163, e Ídem, 11, Editor: Paula Kepos, New York..., Saint James Press, 1995, pp. 102-104.
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español, junto con Ford, Citröen y Chevrolet. En 1930 entrevió la posibilidad de establecer una fábrica en Barcelona en alianza con fabricantes locales, a fin de minimizar los efectos del nuevo arancel, aunque finalmente desistió en beneficio de Guadalajara.246 La Avancemotor, dedicada a la fabricación de motores de automóvil desde 1902 a partir de una antigua fábrica de estufas de parafina creada por Johan Victor Svenson y F. W. Lindqvist y que, como otras muchas del ramo en aquel país, terminará engrosando en 1929 el cuerpo de lo que es actualmente la firma Volvo.247 La última, finalmente, fue una compañía que durante cierto tiempo, 19071913, fabricó en sus instalaciones del barrio berlinés de Charlottenburg algunos triautos eléctricos, comercializados bajo la marca Bef (Berliner Elektromobil-Fabrik);248 un producto, pues, perfectamente potencial, en aquellas primeras etapas de la industria automovilística, al que le faltó, sin embargo, la confluencia de una «temporalidad» técnico-social, inclinada finalmente hacia los nuevos carburantes líquidos, que tan finamente ha analizado Anne-François Garçon.249 Por lo demás, como ya señalamos de pasada en su momento, otras compañías con una orientación empresarial ya bien definida en otros campos, se lanzaron también coyunturalmente al negocio automovilístico. Algunas, como Vickers, Krupp, Schneider, Siemens250 o, más tardíamente la CGE,251 tuvieron especial interés en estar presentes en la expansión 246 ESTAPÉ-TRIAY, Salvador: «La industria española del automóvil en el primer tercio del siglo XX: una oportunidad desaprovechada», en línea en http://www.unizar.es/eueez/ cahe/estape.pdf, pp. 12-13. También, citado por el mismo, BIGAZZI, D.: «Un’impresa italiana sul mercato mondiale: l’attivitá multinazionale della Fiat fino al 1940», Annali di Storia dell’impresa, 2, 1986, pp. 209-263. 247 La J. V. Svenson Motorfabrik quebró en 1922 y su nuevo propietario, la sociedad acreedora Handelsbanken, renombró la compañía como AB Avancemotor, que en 1929 se integró en la Munktells Mekaniska Verkstads AB, matriz de Volvo. Una semblanza relativamente pormenorizada en http://www.volvo.com/constructionequipment/corporate/ en-gb/AboutUs/history/introduction.htm. 248 Philippe B. de l’Arc: L’automobile, http://pboursin.club.fr/velec/marques.htm e Items of Historical Interest in the Development and Commercialization of Electric Vehicles, http://www.econogics.com/ev/evhistb.htm. 249 GARÇON, Anne-Françoise: «La voiture électrique dans La Nature (1890-1900). Approche micro-historique d’un échec technique», Cahiers François Viète, 5, 2003, pp. 1743, dentro del monográfico dedicado al Automobile: vitesse et temps morts de l’innovation. 250 Que abrió su sección de automóviles eléctricos en 1905, SIEMENS: Historia de la casa..., t. I, p. 364 y t. II, p. 184. 251 La CGE participó en los años de la segunda guerra mundial y el la postguerra, ante la escasez de gasolina, en algunos ensayos de coches eléctricos, con el concurso del
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del mercado automovilístico apoyando financieramente proyectos ya en marcha (la marca Wolseley, en el caso de Vickers), comprando patentes o haciendo ensayos circunstanciales de vehículos no convencionales, como los vehículos blindados durante los años de la guerra mundial. Otras reconvirtieron parcialmente sus instalaciones para abrirse a ese nuevo sector. Entre ellas estuvo la inglesa General Electric Company, en sus instalaciones de Birmingham. Entre ellas estuvieron también dos empresas belgas ya mencionadas: la FN de Herstal, que llegó a ser uno de los más importantes constructores belgas de automóviles y motocicletas y hasta llegó a instalarse pasajeramente en París, en el corazón del sector automovilístico europeo;252 otra fue los Ateliers Germain, que durante algunos años contruyó vehículos bajo licencia Daimler y Knight (para los motores) y Panhard y Renault (para el diseño automovilístico) para terminar produciendo también sus propios modelos a partir de 1903 y hasta la primera guerra mundial.253 En Francia lo hicieron también pasajeramente la empresa de construcción mecánica Cail de Denain, la Sautter, Harlé et Cie, la Hotchkiss et Cie y hasta la Manufacture d’armes et cycles de Saint-Étienne llegó a fabricar algunos prototipos, según dijimos, de la mano de Charles Schaudel, aunque bien pronto terminó reorientándose en este sector hacia los componentes y recambios, como, por otra parte, fue la tónica habitual de las pujantes empresas metalúrgicas de la zona.254 Y por ultimo, semejante orientación hacia el automóvil siguió, según mencionamos, la Compagnie de l’Industrie Électrique et Mécanique de René Thury en el comienzo del siglo XX. ingeniero Jean Albert Grégoire, los CGE-Tudor y los CGE-Grégoire. La aventura, contada en primera persona por el principal protagonista, en GRÉGOIRE, J. A.: 50 ans d’automobile. 2. La voiture électrique. Paris, Flammarion, 1981, pp. 127-273. 252 FONDIN, Hauts-de-Seine, berceau..., p. 187. Construyó vehículos bajo licencia Rochet-Schneider entre 1906 y 1935. En ese año se decide cerrar la fabricación de automóviles y dedicarse a los vehículos especiales de uso civil y militar, bajo licencia CitroënKegresse. Sus últimos vehículos, después de la segunda guerra mundial, saldrán de una colaboración entre la FN y otros dos constructores belgas: Miesse y Brossel. Datos del mencionado catálogo de Daniel Absil. Tuvo representación en España, detentada por J. A. de Landaluce, en la calle Alcalá 99 de Madrid, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1916, sección de representantes de automóviles. 253 Se le conoció a veces como la Panhard belga o la Daimler belga, GEORGANO, Les voitures..., p. 25. 254 «Nuestra región es la más importante en Francia en la fabricación de piezas de recambio» y Saint-Étienne «el primer centro para la fabricación de estas piezas», señalaba en 1908 L.-J. GRAS, Histoire économique de la Métalurgique de la Loire..., pp. 434-437.
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2.4.2. La aviación
Acotaciones parecidas a las señaladas con respecto al automóvil se podrían hacer sobre los inicios de la empresa aeronáutica europea. Hay mucho de equivalente en la forma en que se gestó el impulso pionero de los ingenieros, prácticos y aventureros en la experimentación de la velocidad en tierra y cielo, hay fundamentos técnicos compartidos y empresas dedicadas a ambas actividades, hay múltiples confluencias en las soluciones aportadas a los problemas técnicos iniciales de ambas industrias: al de calentamiento de los motores, a las suspensiones, al de la compresión de los gases, al del encendido, al del diseño. Pero hubo sobre todo una circunstancia que dio a ese maridaje un impulso definitivo: la primera guerra mundial y la aparición del avión como una temible arma de guerra. Más de diez mil aparatos supuso solo en Francia la nueva demanda en los años de la guerra para una industria que apenas había salido de la fase experimental. Un considerable número de empresas, de todos los sectores metálicos, orientaron su producción hacia la fabricación de armas y las del automóvil, con preferencia hacia la fabricación de motores de avión, aeroplanos,255 vehículos de uso militar, carros, obuses y municiones. Entre ellas, se encontraban casi todas las firmas automovilísticas que hemos mencionado: Renault, Mors, Hispano-Suiza, Dion Bouton, Lorraine-Dietrich, Ballot, Motobloc, Berliet, Peugeot, Citroën, Delaunay-Belleville, etc. Tres de ellas —Renault, Lorraine e Hispano— se convirtieron concretamente en las empresas dominantes en Francia en el sector de motores de aviación y conservaron esa posición durante cierto tiempo, incluso en medio de la inevitable etapa de reconversión industrial aeronáutica que siguió al armisticio.256 Este hecho obligó a su vez a algunas de las empresas pioneras de la aviación a tentar el camino inverso hacia el sector del automóvil, como fue el caso de Voisin, de Farman, de Gnome et Rhône, de Blériot. De nuevo Francia, y en particular una vez más la región parisiense, continúan siendo los centros de observación preferentes, habida cuenta la concentración de pensionados en el país y en la zona, que por otra parte, como sucedía con el automóvil, se correspondía perfectamente 255 Hacia este sector en concreto, 5 empresas en 1915, 12 en 1916, 22 en 1917, señala E. CHADEAU: De Blériot à Dassault..., p. 87. 256 Las tres se repartían casi el 75 % del marcado, MOUSSEAU, Jacques: La conquête du ciel, 1903-1933. Paris, Perrin, 2003, p. 277.
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con la concentración de industrias, establecimientos auxiliares y centros aeronáutico en la región. La industria aeronáutica —dice Emmanuel Chadeau— acumulaba en 1917 en la aglomeración parisina más de 20.000 obreros, con fabricantes de aviones y motores, centros subcontratatos y centros de la aeronáutica militar, repartidos en treinta localidades de los alrededores de la capital.257 De entre todas estas sociedades, la más receptiva para los pensionados fue la Gnome et Rhône, una compañía formada en 1915 a partir de la Société de Moteurs Gnome de patente alemana, formada en Lyon por el ingeniero Louis Seguin, y la Société industrielle des moteurs Le Rhône, fabricante desde 1897 de motores industriales. Hacia 1909 ambas empresas confluyeron sobre el nuevo sector aeronáutico y desde 1915, bajo la nueva razón social, entraron de lleno en el esfuerzo de la guerra concentrándose en la fabricación de motores de aviación. Más tarde la firma se diversificará en otras actividades —automóviles, máquinas de coser y las célebres motocicletas de su nombre— aunque su destino permanecerá vinculado a la fabricación de motores, especialmente de aviación, desde 1921 del motor Jupiter bajo licencia de la firma inglesa Bristol Aeroplane Co., construido también en España por la Unión Naval Levante, y desde su nacionalización en 1945, de motores, cohetes y sistemas de control al servicio de la aviación militar.258 Le seguían a continuación las compañías Bréguet, Morane-Saulnier, Voisin, Salmson, Farman y Lorraine-Dietrich, las seis —especialmente las primeras— en el corazón mismo de la historia aeronáutica francesa. Louis Bréguet fue uno de los más activos pioneros franceses de la aviación y de la industria aeronáutica. Primero en Douai, donde su padre producía máquinas y motores eléctricos, asociado inicialmente con el ingeniero Jacques Richet y desde 1911 con su hermano Jacques, instalados ya en Villacoublay-Vélizy, en los alrededores de Paris, investiga incansablemente sobre aerodinámica, sobre despegue vertical, sobre élices y CHADEAU, Emmanuel: De Blériot à Dassault..., p. 445. En 1941 había tomado el control de Lorraine-Dietrich. A su nacionalización se integra en la sociedad Snecma (Société nationale d’étude et de construction de moteurs d’aviation), más tarde Safran. En 1968 absorverá la compañía Hispano-Alsacienne, nacida dos años antes de la fusión de la Société française Hispano-Suiza y de la Société aéronautique de construction de moteurs, una sección de la sociedad CGE Alsthom. En aquélla se encuentra, por tanto, en la actualidad la herencia histórica de la Hispano-Suiza francesa. MOUSSEAU, óp. cit., pp. 277-290. También, DAVID, Daniel: Gnome & Rhône. L’histoire des Motocyclettes. Saint-Geneviève-des-Bois, L’Amical des Motos Gnome & Rhône, 2001. 257 258
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otros dispositivos aerodinámicos en su establecimiento industrial y su escuela de aviación anexa. Desde 1912 comienza a producir hidroaviones y a introducir los motores Salmson en sus prototipos. La guerra significará, como para otras empresas, un gran impulso a su producción, que reorientará en los años siguientes también hacia la aviación civil, estando en primera línea en la carrera hacia la formación de compañías comerciales de transporte aéreo de correo y de personas. Sus modelos serán, por otra parte, los elegidos por el ejército español para dotar a su incipiente sección de defensa aérea; modelos cuya fabricación bajo licencia confiará a la recién creada sociedad Construcciones Aeronáuticas. Nacionalizada en 1939 y repartidas sus actividades en los grupos de construcciones aeronáuticas del norte y del oeste, (SNCAN y SNCAO) terminará siendo en los primeros años de la segunda postguerra uno de los más importantes constructores, llegando a tener once establecimientos en todo el país, aunque las dificultades económicas ulteriores le llevarán a entrar desde 1967 en la órbita de la sociedad Marcel Dassault.259 La firma Morane-Saulnier fue otro de esos copiosos frutos de los pioneros franceses de la aviación. Creada en 1911 en Puteaux por los hermanos Morane, Léon y Robert, y por Raymond Saulnier, antiguo colaborador de otro de estos aviadores-empresarios, Louis Blériot, contribuyó en la etapa de la guerra a dotar de aparatos a las primeras escuadrillas aéreas francesas y continuó fabricando aparatos de entrenamiento y ataque, turismo y transporte hasta principios de los años sesenta en que la firma es absorbida por la sociedad Potez, bajo el nombre de Société de Construction d’Avions de Tourisme et d’Affaires (Socata).260 Otro tanto se podría decir de la Farman, nacida igualmente al calor de la aventura técnica de la velocidad de la primera década de siglo. Primero en las carreras ciclistas, después en las automovilísticas, los hermanos Maurice y Henri Farman optaron finalmente por la aviación y emprendieron hacia 1908 la fabricación en Boulogne de sus propios prototipos, 259 Formando el grupo Marcel Dassault-Bréguet Aviation, desde 1990 Dassault Aviation. Además de la obra mencionada de Chadeau, también, CHRISTIENNE, Charles y LISSARRAGUE, Pierre: History of French Military Aviation. Washington, Smithsonian Institution Press, 1986 e International Directory of Company Histories, 1. Editor: Thomas Derdak. Chicago and London, St. James Press, 1987, pp. 44-46. 260 A través de Potez terminará confluyendo en el grupo Aérospatiale, de la que Socata se convierte en una de sus filiales. Su fábrica de Tarbes es utilizada además para la fabricación de otros modelos militares del grupo, MAOUI, Gérard: 80 ans de technologie aéronautique, 1911-1991. Morane-Saulnier-Socata. Paris, Le Cherche-Midi, 1990.
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lo que muy pronto hará su fortuna, al beneficiarse de los contratos de abastecimiento de la guerra. Pasada ésta, sin embargo, su reorientación hacia el automóvil y, en particular, hacia el gran turismo competidor de HispanoSuiza y del Rolls-Royce, no contó con la misma suerte y la compañía se vió obligada a cerrar la producción a comienzos de los años 30.261 Finalmente, entre los pioneros de la aviación francesa merece de igual manera un puesto de honor la sociedad Voisin Frères, de Issy-lesMoulineaux. Su evolución en esos años fue paralela a las firmas ya mencionadas, aunque después de la guerra optó decididamente por el automóvil. En este campo, su historia —y la de su matriz Société des aéroplanes Gabriel Voisin— perdurará hasta bien entrada la segunda postguerra, ya en el seno de la nacionalizada Snecma. Su diseño de un pequeño coche popular, presentado en el Salón del Automóvil de París en 1950, tendrá eco en la firma española Autonacional, que comprará la licencia y fabricará 38.000 ejemplares del llamado Biscúter Voisin, con motores de la firma inglesa Villiers.262 Salmson fue, por su parte, un establecimiento dedicado desde la fecha de creación en 1890 a un muy diversificado negocio de reparación de locomotoras y construcción de máquinas diversas —bombas de elevación de agua, bombas centrífugas, turbinas, ascensores, motores de gas y petróleo— hasta que se sintió tentado por la aventura del aire. En 1912 se instala en Billancourt y funda la Société de Moteurs Salmson, que casi de inmediato, como consecuencia de la guerra, adquiere un impulso extraordinario. En 1918 cuenta ya con otro establecimiento en Villeurbanne, cerca de Lyon, y ocupa en conjunto a más de 7000 personas. La postguerra significa, sin embargo, un duro golpe, que trata de paliar diversificando su producción en máquinas herramientas, magnetos, carrocerías y especialmente automóvil, sector en el que, con la colaboración del ingeniero Émile Petit, llega a poner sobre el mercado algunos prestigiosos modelos de competición y comerciales que aseguran la supervivencia de la firma hasta bien entrada la segunda postguerra.263 Fondin, Hauts-de-Seine, berceau..., pp. 186-187. Ibídem, pp. 240-241. 263 Véanse, CHEVALIER, Claude: Salmson, histoire d’un nom. Paris, ETAI, 1997, especialmente, pp. 9-85; FOUQUET-HATEVILAIN, Pierre. Samson. Paris, EPA, 1986 y BITCHAKDJIAN, Jean: Les débuts des industries françaises d’aéronautique : la société des moteurs Salmson. Paris. Mém. de maîtrise, Lettres et Sciences Humaines, Paris 10, 1969, texto mecanografiado. 261 262
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La Lorraine, por último, fue una rama desgajada del negocio de la familia noble alsaciana De Dietrich, dedicada desde el siglo XVII al trabajo del hierro. En el siglo XIX, tras la anexión de la Alsacia por Alemania, la empresa decide crear un nuevo taller de construcción de material ferroviario en Lunéville, en la Lorena francesa, taller que adquiere el estatuto de empresa autónoma en 1897 a fin de escapar al control de las autoridades alemanas. Es esta fábrica la que inicia —primero junto a la sociedad madre, luego en solitario— la aventura automovilística desde final de siglo, fabricando modelos de patentes Bollée, Bugatti y TurcatMéry sucesivamente. En 1904 la empresa francesa se transforma en sociedad anónima y traslada su sede a Argenteuil, cerca de París, ya completamente desligada de sus orígenes, aunque manteniendo un conflicto jurídico sobre la utilización del nombre de marca original. Como tantas otras empresas del mismo tipo participará en el gran esfuerzo de la guerra produciendo motores de avión, que será a partir de ese momento su principal dedicación —la que conocerá el pensionado español entre 1924-1926, quien agradecerá a la empresa las facilidades proporcionadas para adquirir toda clase de conocimientos sobre «sus excelentes motores»264— hasta caer en manos, ya en los años treinta, de una de las sociedades aeronáuticas francesas supervivientes, la Potez y Bloch.265 Fuera de Francia, las únicas firmas aeronáuticas colaboradoras con la obra de las pensiones fueron las alemanas Junkers —seis pensionados— y Dornier —uno— y la holandesa Fokker, uno.266 Los tres nombres se encuentran ligados a los inicios de la industria aeronáutica europea. El alemán Hugo Junkers emprendió sus investigaciones en el sector, 264
GONZALVO, Francisco: «Montaje y puesta a punto del motor de aviación
450HPW», BJPIOE, XII, 1, 2, 3, enero, febrero marzo, 1916, pp. 1-26, p. 26. Sobre ella y su producción, WINTER, El movimiento industrial..., pp. 254-258. 265 Sobre ella, aunque la mayor parte de su información se refiera a la rama alsaciana, HAU, Michel: La Maison De Dietrich de 1685 à nos jours. Reichshoffen, Association De Dietrich, 2005. También, Les Patrons du Secons Empire. Vol. 4: Alsace, par Nicolas STOSKOPF. Paris-Le Mans, Picard-Céomane, 1994, pp. 62-67; HAU, M.-STOSKOPF, Nicolas: Les dynasties alsaciènnes du XVIIe siècle à nos jours. Paris, Perrin, 2005 e International Directory of Companies History, 31. Editor: Tina Grant. Detroit..., St. James Press, 2000, pp. 156-159. Descripción de sus talleres por un obrero pensionado, MARTÍNEZ MARAÑÓN, Miguel: «Notas de trabajo...», BJPIOE, 19, 20, 21..., pp. 2-7. 266 Sobre ellas, además de las referencias particularizadas que se recogen a continuación, las entradas correspondientes de la Enciclopedia de Aviación y Astronáutica. Barcelona, Ediciones Garriga, 1972, respectivamente los vols. 5, J-M, pp. 64-79; 3, D-Fm, pp. 381-397 y 4, Fo-I, pp. 13-24.
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en colaboración con Hans Ressner, hacia 1906, después de casi veinte años dedicado al estudio y de fabricación de motores, hornos y calentadores de gas, termostatos y compresores. En 1915 logró sacar el primer modelo de avión completamente metálico, que revolucionó la naciente industria aeronáutica. En 1917 la empresa fue obligada por el gobierno alemán a asociarse con la compañía Fokker, creada en 1912 por el pionero holandés Anthony Fokker, establecido en Alemania,267 a fin de abordar la producción en serie de sus modelos y hacer frente a la demanda de los años de la guerra. Con posterioridad, de nuevo independiente, diversificará su producción en motores Diesel para aviones, realizará los primeros ensayos de turborreactores y entrará en el negocio de las líneas de transporte. Su Junkers Luftwerkehr AG será una contribución decisiva a la nueva compañía nacional de transporte, la Deutsche Luft Hansa Aktiengesellschaf promovida en 1926 por el gobierno alemán a fin de unificar bajo el control del Estado las líneas regionales existentes. Sus permanentes dificultades financieras —la última de ellas, la que facilitará al nuevo gobierno nazi la toma de control de la empresa y de todas sus patentes en 1933— no fueron obstáculo para levantar un emporio aeronáutico, incluida una escuela de aviación, y poner en circulación algunos de los más innovadores y resistentes modelos de aviones, cuya leyenda perdurará hasta bien entrados los años de la segunda postguerra.268 La Dornier Flugzeugwerke, por su parte, fue creada el año 1914 en Friedrichshafen por el ingeniero alemán Claudius Dornier, como sección independiente de la compañía de aeronaves Zeppelin para la que trabajaba. Desde los años veinte comenzó a ser conocida internacionalmente por el diseño de sus grandes hidroaviones metálicos (especialmente el Entre sus aportaciones técnicas estuvo el dispositivo de sincronización del movimiento de las élices y el disparo de la ametralladora emplazada en el avión. Después de la guerra se trasladó a su país natal y fundó su primera compañía de construcción de aviones en 1919. En 1922 se trasladó a los EE. UU., presidiendo la Atlantic Aicraft Coporation hasta 1930. Su fábrica holandesa continuó diseñando y construyendo aparatos tanto de uso civil como militar hasta 1996. POSTMA, Thijs: Fokker. Aircaft Builders to the World. London, Jane’s Publishing Company Limited, 1980 y WEYL, A. R.: Fokker. The Creative Years. London, Putnam, 1965. 268 International Directory of Companies History, 1, Editor: Thomas Derdak. Chicago... Saint James Press, 1987, pp. 110-111; SCHMITT, Günter: Junkers und Seine Flugzeuge. Berlin, Verlag für Verkehrswesen, 1986; Ídem: Hugo Junkers. Ein Leben für Technik. Planegg, Aviatic, 1991 y DETLEF, Siegfried: Der Fliegerblick. Intellektuelle Radikalismus und Flugzeugproduktion bei Junkers 1914 bis 1934. Bonn, J.H.W. Dietz, 2001. 267
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Do J Wal y el Do-X) y sus aviones de transporte terrestre, construidos en su mayor parte fuera de Alemania a fin de respetar las restricciones de fabricación de material militar impuestas en el Tratado de Versalles. Italia especialmente (la Società di Construzzioni Meccaniche Aeronautiche de Pisa), pero también España (CASA), Japón y Holanda fueron los países constructores con patentes Dornier. Más adelante, ya desde propia Alemania, llegará a poner en el cielo algunos reputados modelos de bombardeos y aviones de combate, con gran protagonismo en las acciones bélicas de los años venideros.269 Pero el negocio automovilístico y aeronáutico no implicó solo a las empresas fabricantes de las nuevas máquinas en sentido estricto. Una de las características del nuevo sector industrial fue precisamente su enorme capacidad para movilizar recursos técnicos y para promover en su entorno un amplio abanico de fabricantes de componentes en todos y cada uno de los retos específicos que comportaba la compleja maquina automovilística o aeronáutica, fuese en el campo de los motores, fuese en el sector de la fundición, de la estampación y manipulación de laminados metálicos, del moldeado de las piezas270 o de fabricación de componentes específicos, como hélices y engranajes, fuese en el sector del encendido eléctrico.271 Una de estas empresas que vió enormemente Su herencia técnica se encuentra en la actualidad, tras varias vicisitudes intermedias, en la compañía norteamericana Avcraft Aviation y en la Dornier Medtech, fabricante de equipamiento médico. Véase, MICHIEL VAN DER MEY, Maarten: Dornier Wal. A Light coming over the Sea. Florence, LoGisma editore, 2005. También, con interesantes informaciones sobre la relación entre industria aeronáutica y nacionalsocialismo y sobre la presencia de esta empresa en España, ROSENTHAL, Frank: Die Luft— und Raumfahrtindustrie zwischen Wettbewerb und Industriepolitik. Ein Handbuch zur deutschen (1908-1994) und westeuropäischen (1945-1995) hift— und Raumfahrtindustrie. Frankfurd am Main... Peter Lang, 1996. 270 El perfeccionamiento en todos estos sectores metálicos fue un permanente motivo de emulación por parte de industriales y asociaciones profesionales en todos estos años. En lo afecta a los obreros pensionados, la promoción de 1924, circunscrita en particular a la especialidad de fundición, dio lugar a un buen número de memorias sobre el tema. Además de las ya citadas, SELMA, Cándido: «Varias notas sobre moldeo» y LÓPEZ ACEVEDO, Santos: «El cubillote», en BJPIOE, IX, 1, 2, 3, enero-febrero-marzo 1924, pp. 17-29 y X, 4, 5, 6, abril, mayo, junio, 1924, pp. 43-46, respectivamente; MARTÍNEZ, A.: «Apuntes sobre fundición», BJPIOE, X, 7, 8, 9, julio-agosto-septiembre, 1924, pp. 1-82 y LÓPEZ ACEVEDO, S.: «Notas sobre la fabricación de la fundición acelerada», Ibídem, pp. 83-88. 271 Algunos informes de pensionados, aun sin señalar el concreto centro de trabajo, se alineaban en este amplio sector técnico, como los de BRACONS CASACUBERTA, J.: «Séchage des châsis de fonderie au moyen de l’air chaud», BJPIOE, I, 1, enero 1916, 269
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abiertas sus posibilidades por la nueva industria, receptora también de pensionados, fue la Société Rateau, de París, según señalamos. En el terreno aeronáutico sus investigaciones le llevaron al diseño de un turbocompesor sobrealimentado —a fin de evitar los problemas de la rarefacción del aire en altitud— de los motores de combustión utilizando para ello los propios gases de escape, que fue utilizado en las primeras etapas de la aviación. En el sector de los motores, además de las empresas automovilísticas más arriba mencionadas, aparecen también como receptoras de sendos pensionados la casa Aster de Saint Denis y los Talleres Sarrazin-Frères de Neuilly-sur-Seine. La primera fue uno de los más destacados fabricantes de motores de automóvil y motocicleta, chasis y caja de velocidades de la primera década de siglo, provedora ocasional de las firmas automovilísticas Gladiator, Clément y Ariès en Francia, y de las Excelsior, Argyll, Dennis, Singer, Swift, West y Whitlock en otros países, así de la sección de motocicletas de firma norteamericana Waltham Manufacturing Co. Llegó a tener concesiones de fabricación en Milán y Wenbley, Inglaterra,272 país éste donde se producirán automóviles completos con esa marca entre 1922 y 1930.273 La segunda empresa construyó inicialmente motores de automóvil274 y casi de inmediato entró en las subcontratas para la producción de motores, componentes y hasta modelos completos de avión. Fue, sin duda, una de las que mejor improvisaron un negocio al amparo de la demanda de la guerra.275
pp. 19-20, SÁNCHEZ CERCADILLO, C.: «Montaje de un motor a gas pobre de doble cuerpo», BJPIOE, VII (sic, la secuencia correcta sería V), 1, 2, 3, enero-febrero-marzo 1920, pp. 1-10 y ECHEVERRÍA, J.: «Mecanización de piezas en serie», Ibídem, pp. 11-18, quien analizaba el tema precisamente por su aplicación a la industria del automóvil. 272 Philippe B. de l’Arc en su mencionada lista de las empresas automovilísticas, Histoire de l’automobile..., añade además una sección sin datar en Alcorcón, España. No hemos logrado información al respecto. 273 Pasó por ella un obrero pensionado de la promoción de 1910, posiblemente en su momento final de declive, porque los datos oficiales son que la empresa francesa concluyó su ciclo en ese mismo año de 1910, Memorias presentadas por los obreros..., pp. VII-VIII. 274 Véase HERLEA, Alexandre: «Technologie et industrie des moteurs à combustión interne en France et en Allemagne avant la Première Guerre mondiale: concurrente, coopération et développement parallèle», en Yves Cohen et K. Manfrass (dir.): Frankreich und Deutschland. Forschung..., p. 357. 275 A juzgar por los datos de CHADEAU, E.: De Blériot à Dassault..., la empresa pudo fundarse en 1916, pp. 87, 113 y 457.
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En el campo de las industrias metálicas, la primera empresa a la que es preciso hacer referencia es la Kellner, de París, fabricante de carruajes de lujo desde 1860 en que su fundador, el austriaco Georges Kellner, se instalara en la capital. Con la llegada de la industria del automóvil, el propio industrial, ya muy anciano, se insteresó por las posibilidades de su negocio en ese campo, opción que sus sucesores —la empresa Kellner frères successeurs— adoptaron ya muy decididamente desde la segunda década del siglo. En definitiva, como dice, Serge Bellu, eran los mismos métodos artesanales de fabricación y los mismos oficios los que intervenían en el viejo sector y en el de la carrecería automóvil en sus primeras etapas. La firma pasó, pues, de los carruajes hipomóviles de lujo del siglo XIX a las carrocerías automóviles de alta gama —HispanoSuiza, Renault, Bugatti— del XX sin perder el gusto elegante y el trabajo refinado de la alta artesanía.276 A los preliminares de ese cambio asistieron los seis pensionados de la primera expedición colocados en la empresa. Otro lo hizo en esa misma promoción en el también fabricante de carruajes y accesorios S. Chicot, de la rue des Arts 78, de Levallois, en los alrededores de París.277 Y en la misma línea estuvieron los dos pensionados carpinteros de la misma expedición que trabajaron en los talleres de Saint Denis de la Compagnie Internationale des Wagons Lits, la sociedad fundada en 1876 por el ingeniero belga Georges Nagelmackers para difundir por el continente el modelo de fabricación y explotación comercial de coches de ferrocarril concebidos para viajes nocturnos de larga duración que ya existían en el Reino Unido y en los Estados Unidos (los coches Pullman); una compañía inscrita con letras de oro en el libro del cosmopolitismo viajero que, sobrevolando múltiples vicisitudes, continúa hoy día en primera fila en el sector de servicios integrales del turismo internacional.278 En este mismo sector, otro pensionado trabajará en 276 BELLU, Serge: Carrosserie française, du style au design. Avec la collaboration de Martine Santoni. Boulogne-Billancourt, E.T.A.I., 2007, p. 38 277 Annuaire générale du Commerce... Didot-Bottin, 1909. 278 En realidad se trataba de la Compagnie Générale de Construction de Saint Denis creada por la Wagons Lits en 1892 para fabricar, acondicionar y mantener sus vehículos, el más importante de sus talleres técnicos, que hacia 1926 comprendía además otros 12 en diferentes ciudades europeas y africanas, incluido uno en Irún. Sobre este aspecto de su actividad, Cinquantenaire de la Cie Internationale des Wagons Lits et des grands express européans, 1876-1926. S. l., CIWL, 1926, pp. 42-46. Una historia general de la compañía, CARACALLA, Jean-Paul: El placer de viajar. Del Orient-Express al tren de alta velocidad, historia de la Compagnie des Wagons Lits. Paris, CIWL-Flammarion, 2001.
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los años veinte para una empresa de trayectoria paralela a la Kellner, la Henri Labourdette de Courvebois, bien conocida en España como proveedora que era de carruajes —y más adelante de automóviles— para la Corte y su entorno.279 Igual que aquélla, desarrolló su actividad intensamente impregnada del gusto refinado de su origen artesano y de las posibilidades de los nuevos materiales en la evolución de los elementos funcionales y aerodinámicos, que aplicó a los chasis de alta gama de los fabricantes Renault, Panhard-Levassor, Delaunay-Belleville, HispanoSuiza, Rolls-Roys y otros.280 Finalmente, otros lo harán para algunos establecimientos de carrocería de difícil localización en la actualidad, como las Carrosseries de Puteaux y otras.281 Otra empresa auxiliar del nuevo sector receptiva para los pensionados fue la «sociedad Werts»,282 una empresa de fundición al servicio de la empresa automovilística y aeronáutica, como fabricante, entre otros productos, de hélices de avión, localizada en Pantin, Seine-Saint Denis, una zona de localización de la industria metalúrgica desde mediados del siglo XIX en torno al pasillo de la línea férrea París-Estrasburgo.283 Es razonable imaginar que se trata de la sociedad madre de la ulterior Devaux Werts Fonderie.284 279 Su delegación en España se encontraba en 1923 en la calle Miguel Ángel, número 21 y 31 de Madrid. Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, sección de fabricantes de automóviles, pp. 699-704. 280 Su diseño más logrado fue el Skiff-Torpedo, evolución automoviente del doble faetón, llamado «Rey de España» que la casa construía, BELLU, Carrosserie française..., pp. 38 y 51-55. También, una muy interesante historia de la tranformación de los elementos de función y de diseño del automóvil a partir de los equivalentes en los carruajes hipomóviles, contada por el principal protagonista de la empresa, HENRI-LABOURDETTE, Jean: Un siècle de carrosserie française. Lausanne, Edita, 1972. 281 Se menciona en concreto que los obreros carroceros de la promoción de 1910 pasaron por las Carrocerías de Puteaux, Sallier (Lyon), Azon (Glasgow), Grendly Ross y Archibald Russel Govener (Angoulême), aunque la información no resulta muy fidedigna con respecto a otras posteriores, más concretas, sobre los obreros pensionados, Memorias presentadas por los obreros..., pp. VII-VIII. Otro de la primera promoción estuvo, después de pasar por Kellner, en la casa Dumont, de Villejuif, París. 282 Hemos creído conveniente integrar bajo este nombre, por creer que se trata del mismo caso, algunas referencias que en las fuentes originales aparecían también bajo otras variantes, como Wertz Frères, Wertes y Les Fils de Mr. Wert. 283 KATZ, Cécile: Territoire d’usines: Seine-Saint-Denis. Grâne, Creaphis, 2003, p. 72. 284 Localizada en Meaux, Seine et Marne, estuvo dedicada, dentro del grupo Delachaux, al mercado del automóvil, la aeronáutica y la metalurgia y bienes de equipamiento, POGGI, Laurence: «Devaux Werts Fonderies sur le marché aéronautique.
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En este mismo ramo, receptores también de un pensionado, fueron los talleres B. R. C. (Bardin-Renard-Couche), sociedad constituida en 1920 en Saint-Denis, fabricante de accesorios y piezas de recambios, estampación de metales y aleaciones en caliente, uno de los múltiples proveedores en aquella época de los abundantes establecimientos automovilísticos y aeronáuticos de la zona.285 Se mencionan igualmente algunos otros pequeños talleres dedicados a la aplicación del torneado (los de Bourel y Vieira, rue du Chemin Vert, 139; G. Traverse, rue Saint Maur, 119 y Lasseur & Lacube, rue du Repos, todos ellos en París) con especial aplicación a la industria del automóvil, según señalaba el obrero pensionado José María Subirá,286 y la sociedad René de Malzine, de Sclessin, en la aglomeración de Lieja, fabricante de engranajes tallados y reductores de velocidad, y por lo tanto de uno de los mecanismos esenciales en la conversión de la energía del motor en movimiento y de los cambios de marchas. Es preciso recordar que el propio emblema de la marca Citroën hace referencia a los labios de los sistemas de engranaje, de los que el fundador André Citroën era especialista.287 Otras empresas receptoras de pensionados en esta rama resultan de más difícil identificación. Los «Talleres Blanchard Frères», de París, posiblemente se referían a la G. Blanchard, con fábrica en Saint OuenL’Aumône, especializada en chapa remachada para camiones, hierro blanco para coches y apliques y farolas de iluminación exterior; los establecimientos «Rati» solo cabe identificarlos con buena voluntad al de nombre P. Ratier, fabricante de élices para aviones, instalado en la carretera de Chântillon, número 97 de Montrouche, puesto que ninguna referencia existía con aquel nombre en el anuario comercial de París, que pudiera aportar algo al pensionado, soldador de profesión.288 Fournisseur de l’outillage de la carlingue du futur Airbus A380», Hommes et Fonderie, 326, Août-Septembre, 2002, pp. 20-21. Devaux era, por su parte, una empresa de moldeo de todo tipo. Estaba instalada en 1926 en el 170 de la Avenida de París, en la Plaine de St. Denis, no lejos de Pantin, el emplazamiento inicial de Werts. El grupo Delachaux decidió cerrar en el 2006 la sección de fundición automóvil de la fábrica de Meaux. 285 ROUSSELIER-FRABOULET, D.: Les entreprises sous l’Occupation..., p. 233. 286 SUBIRÁ TEIG, José M.ª: «Estudio sobre los tornos», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 1-47. 287 Véase el catálogo Ateliers René de Malzine. Sclessin, Belgique. Élements pour le calcul des engrenages taillés et des réducteurs de vitesse. Liège, Cie générale de publicité et information, 1950. Sobre la compañía, el informe del pensionado V. VILADÉS: «Innovación en la construcción de fresas para cortar engranajes», BJPIOE, VIII, 6, junio, 1923, pp. 1-4. 288 Datos de ambas referencias en el Annuaire Didot-Bottin, 1926.
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Pero sin duda la industria más innovadora de este ramo, receptora igualmente de un pensionado, fue la Usines Jean Gallay, de Ginebra, creada en 1895 como simple empresa de calderería para pasar pronto a un nuevo uso del laminado metálico en el campo automovilístico y aeronáutico: el de los radiadores y procedimientos de refrigeración de los motores, hasta concluir en la actualidad en la superespecialización en el mecanizado, moldeado, soldadura, revestimiento y tratamiento térmico de nuevas aleaciones refractarias, sometidas a condiciones extremas, en particular en el campo de la aeronáutica y de los vehículos especiales.289 La empresa se expandió tempranamente en el Reino Unido (Delaney Gallay, 1910) y en Francia (Société anonyme pour l’exploitation des procédés et brevets des Usines Jean Gallay, 1919) siempre con su punto de referencia en el nuevo sector industrial.290 En el terreno de la electricidad aplicada al nuevo sector, dos empresas acogieron ocasionalmente a pensionados: la Société des magnétos La Magicienne, establecida en Saint Ouen291 y la Société des Magnétos R. B., de París, compañía explotadora en Francia del modelo de magneto puesto a punto por Robert Bosch en 1887 para el encendido de los motores del automóvil y el avión y una de las más importantes desde que se introdujo en Francia con el cambio de siglo en la fabricación de accesorios eléctricos para el automóvil.292 Más adelante, junto a otras del sector — Bendix, Air Equipement, Établissement Ducellier y TEM— entrará en la órbita de uno de los más importantes empresarios franceses de componentes del automóvil y aviación de la época, Baptistin Boetto.293 Forma parte actualmente del grupo G&M Radiator. La empresa francesa fue comprada en 1930 por Usines Chausson, creada en 1907 y principal competidora de la Gallay en el campo de los radiadores para automóvil. Cesó en su actividad en 2000. LINHART, Danièle; RIST, Barbara y DURAND, Estelle: Perte d’emploi, perte de soi, Toulouse, Ed. Érès, 2002 y MASSÈRA, Bernard et GRASON, Daniel: Chausson: une dignité ouvrière, Paris, Editions Syllepse, 2004. También, www.archivesnationales.culture.gouv.fr/camt/fr/inventaires2001/2001024-2.html (14/04/2011). 291 Philippe B. de l’Arc, en su exhaustiva lista de las empresas automovilísticas, http://pboursin.club.fr/velec/marques.htm, la cataloga entre las dedicadas a esta industria entre 1902 y 1905. 292 En su Catálogo de 1930 llamaba la atención a los hipotéticos compradores sobre la autenticidad de los componentes, dada la abundancia de imitaciones de sus modelos, Société des magnétos R.B.: Magnétos. Paris, Impr. Martet, 1930, 12 p. En 1926 tenía en París dos establecimientos, en la rue de Surmelin, 11 y en la Soleillet, 16, Annuaire Didot-Bottin, 1926. 293 «Baptistin Boetto», Arts et Métiers, 9, septembre, 1957, p. 72 y LARHRA/ISH ANR Patrons de France, http://www.patronsdefrance.fr. 289 290
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Por último, acogieron también a varios pensionados los talleres Monier et Carriot, Poillot y Marchal, de París,294 los tres dedicados a la construcción de modelos. El primero se dedicaba a modelos de maquinaria, en general, pero particularmente del automóvil y aviación, como engranajes, hélices y otros componentes especiales para aeroplanos. Trabajaba, según el obrero pensionado Luis Mestres Cabanes para las marcas Schneider, Panhard-Levassor, Delahaye, Delaunay-Belleville, Renault, Peugeot y alguna otra.295 Poillot estaba emplazado en el número 107 de la calle Marcadet de París y construía modelos de madera para fundición de toda clase de metales y para realización de invenciones.296 Por último Marchal, que acogió un pensionado de la primera expedición, se anunciaba como modelista mecánico. Estaba situado en el número 73 de la calle St. Maur.297
3. LAS OTRAS PRIORIDADES ENFOCADAS 3.1. Las industrias textiles Como más arriba señalamos, otra de las prioridades formativas de las pensiones fue la industria textil. Por supuesto, no era ya la industria clave que había sido en la primera industrialización, sino más bién, como dice Landes, la gran perdedora de la segunda,298 en el momento en que el floreciente mercado colonial y de exportación comenzaba a decaer ante las políticas de protección de las industrias locales en todos los países. La innovación es, sin embargo, una planta vivaz, que se desarrolla allí donde ha extendido sus raíces y esto es lo que los grandes centros históricos del Las referencias inducen a cierta confusión, puesto que hablan de las sociedades Poillot et Carriot y Monier et Carriot. Sin duda se trata de las mencionadas. Datos sobre ambas también en el Annuaire Didot-Bottin, 1926. 295 MESTRES CABANES, Luis: «Notas de modelista. Talleres de construcción de modelos de MM. Monier & Carriot», BJPIOE., 19, 20, 21, julio, agosto, septiembre, 1917, pp. 13-21. Estaban establecidos en 1926 en el número 114 de la calle Bagnolet de París. En esta rama se mencionan también como receptores de obreros modelistas a Elie Naval, de París, y Émile Wauthier, de Charleroi. No tenemos dato alguno de estas empresas. Igualmente aparece como receptora de algún pensionado la empresa L’Automatisme, en París, que Philippe de l’Arc menciona dentro de la rama del automóvil, al menos en 1906. 296 Datos del Annuaire Didot-Bottin, 1926. 297 Datos del Annuaire générale du Commerce...Didot-Bottin, 1909. 298 LANDES, óp. cit., p. 479. 294
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textil europeo podían seguir ofreciendo, que en esta época era ya, además de su producción de máquinaria textil y de tejidos tradicionales, sus investigaciones sobre las nuevas fibras artificiales celulósicas,299 su considerable diversificación industrial y, por supuesto, su profundización en la novedad de tinturas y diseños. Algunos pensionados se orientaron precisamente en esta dirección. Torrent Roig dedicó su memoria al «Dibujo aplicado al arte textil».300 Joaquín Manció y Fernando Hidalgo, dedicaron buena parte de su tiempo de pensión al estudio de los dibujos decorativos de los museos de Arte Textil y del Guimet, de Lyon, en particular los de tejidos coptos, bizantinos y sasánidas allí depositados. El último pasó además por el museo del Trocadero de París copiando los diseños de lacados japoneses, con la vista puesta en su especialidad de dibujante de muebles. En 1919 el Boletín de la Junta le dedicó un número monográfico, reproduciendo algunos de los modelos recogidos, en el que participaron otros obreros pensionados de la sección de artes del libro, como Manuel Serrano (en la fotograbación), el jefe de minervas de la Imprenta Clásica Española José Fernández Zavala (en la impresión) y el cajista Manuel García Vázquez (en la traducción del artículo sobre lacados).301 Como sucedía con las industrias metalúrgicas y mecánicas, el destino de los pensionados de los oficios textiles podría muy bien servir para puntear, sumaria pero certeramente, la geografía de la industrialización textil europea: en Inglaterra, el algodón de Manchester y Oldham y la lana de Beldford; en Francia, el algodón de Muhouse, la lana-algodón de Roubaix-Tourcoing, la seda de Lyon y su entorno; en Bélgica, la lana de Verviers y el algodón-lino de la región gantesa; en Suiza, el algodón de Couvet, Rüti y Barr.302 De entre los pensionados textiles, algunos se orientaron hacia las fábricas de maquinaria relativa a las diferentes operaciones del trabajo textil, que fueron parte inseparable de la pujanza de las manufacturas de tejidos propiamente dichas y de sus centros de emplazamiento.303 299 Aspecto sobre el que llamaba la atención el obrero pensionado Pedro Juan SMITH: «La fibra vegetal », BJPIOE, I, 9, noviembre, 1916, pp. 30-31. 300 En Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 203-207. 301 E. W. B.: «Los dibujos de tejidos coptos», pp. 2-3; «Las lacas japonesas en el Trocadero», pp. 4-6. El resto del número corresponde a los dibujos de Fernando Hidalgo, BJPIOE, IV, 1, 2, enero, febrero, 1919. 302 De utilidad todavía como mirada de conjunto de LANDES, op. cit., pp. 222-241. 303 Algunos trabajos de obreros pensionados recogiendo las novedades en este campo fueron los siguientes: QUEROL, Joaquín: «Máquinas de encolar», BJPIOE, I, 2, febrero,
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Algunas de aquellas fábricas habían diversificado su producción más o menos tempranamente o trasladado su producción a otros sectores mecánicos, según vimos; otras permanecían en el sector en el siglo XX. Entre ellas estaba una de las receptoras de pensionados, la Platt Brothers de Oldham. Había nacido en 1821 en el seno de una familia con una ya larga tradición industrial. Con su nombre definitivo desde 1854, apenas diez años más tarde estaba en condiciones de proveer de máquinas textiles a la creciente industria algodonera del Lancashire, con Oldham como uno de sus florones.304 Todavía en la epoca de entreguerras, cuando daba trabajo a unos 7000 obreros según Winter,305 era el mayor productor mundial de máquinas hiladoras y tejedoras, aunque muy pronto, en 1929, terminará vendiendo sus patentes a la firma japonesa Toyoda automatic Loom Works LTD y reorientando en parte su producción hacia el automóvil, las máquinas herramientas y la maquinaria pesada, campo por otra parte en el que ya tenía una notable experiencia desde bastante tiempo atrás.306 Un poco más tardío fue el también establecimiento mecánico textil —igualmente receptor de pensionados— Maschinenfabrik Rüti, fundado en 1842 por los hermanos Honegger, Caspar y Salomon, a partir de una pequeña manufactura familiar de tejidos, tras inventar un nuevo tipo de telar mecánico. Instalado desde 1847 en la localidad de ese nombre, en el cantón de Zurich y situado en un empinado promontorio, su verdadero despegue comenzó tras la invención en 1870 del ferrocarril cremallera, que le permitió enlazar mecánicamente sus instalaciones con la red ferroviaria y facilitar así la salida de su producción. Fue el 1916, pp. 33-49; MIQUEL, Juan: «Gastos de mano de obra de cada máquina de encolar», Ibídem, pp. 49-51; QUEROL, J.: «Para-urdidos», Ibídem, pp. 52-60; MADURGA VAL, Francisco: «La selfactina y la continua en la hilatura de algodón», BJPIOE, I, 9, noviembre, 1916, pp. 1-8; LLUSÁ Y MARCET, Francisco: «Diferente trabajo de estiraje, desde el manual hasta la continua, sea ordinaria o con el sistema Casablancas», Ibídem, pp. 8-16; MIQUEL, J.: «El paraurdidos Glasgow eléctrico», Ibídem, pp. 47-50; LLUSÁ, F.: «El estiraje sistema Casablancas y la invención Jannik», BJPIOE, III, 11, 12, noviembre, diciembre, 1918, pp. 24-31. 304 LANDES, óp. cit., pp. 245-246. 305 WINTER, El movimiento industrial...., pp. 207-209. 306 «Toyoda automatic Loom Works LTD» (la sección matriz del actual grupo Toyota), International Directory of Companies History, 3, Editor: Adele Hast. Chicago..., Saint James Press, 1991, p. 636. Platt International, Platt-Saco Lowell y Platt UK Ltd son los herederos tecnológicos actuales de la antigua compañía Platt Brothers, http://www.old ham.gov.uk/oldham_beyond_vision.pdf (14/04/2011) y http://www.platt.co.uk/his tory2.htm (14/04/2011).
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origen de su prosperidad y la de la localidad de acogida, incluidas las condiciones sociales; aspectos que subrayaba particularmente uno de los obreros pensionados al dar cuenta de la caja de enfermos de la empresa y de las condiciones educativas, habitacionales y buen orden en general que reinaban en la ciudad.307 También en Suiza otro establecimiento del mismo tipo receptor de pensionados fue la fábrica Dubied et Cie, de Couvet, en el cantón de Neuchâtel.308 Iniciativa de Henri Edouard Dubied, de una familia de industriales dedicados tradicionalmente a la relojería (por su madre) y al tejido de encaje (por su padre), compró tras la Exposición Universal de París de 1867 la patente de fabricación para Europa de una máquina de tricotar inventada por el americano Isaac-Wixon Lamb. La empresa aseguró la prosperidad de la población durante casi un siglo, llegando a producir además piezas metálicas de muy diversa clase, acumuladores, armas y coches de niños. Para ello abrió una nueva división en 1898 en Pontarlier (Francia) dedicada a piezas para bicicletas y automóviles y otra en 1941 especializada en máquinas herramientas.309 Tuvo también fábricas en Inglaterra, Italia y en Cataluña, la S. A. Española Dubied.310 En Francia, dos establecimientos de este género acogieron pensionados españoles, ambos en la región lionesa. El primero, la sociedad Diederichs, de Bourgoin, fue creado en 1864 por Jean Théophile, técnico de una fábrica de tejidos de algodón que en una coyuntura de escasez de materia prima puso a punto una mezcla de algodón y seda. Aventurándose a continuación a crear su propia fábrica, en 1871 contaba ya con 600 obreros y en 1882 pasaba a ser sociedad anónima de tejidos y
307 BRACONS CASACUBERTA, José: «Caja de enfermos y algunos otros detalles sobre la organización obrera de los Talleres de Construcción Rüti, en Rüti (Suiza)», BJPIOE, 19, 20, 21, julio, agosto, septiembre, 1917, pp. 22-24. 308 Informe del obrero pensionado BADÍA, Gonzalo: «Género de punto. Indicaciones generales para arreglar las máquinas rectilíneas. Notas tomadas en Dubied, de Couvet...», BJPIOE, 11, 12, noviembre, diciembre, 1918, pp. 1-23. 309 BAILLODS, JULES: La maison Dubied à Couvet (1867-1947). Petite histoire d’une grande entreprise. Neuchâtel., s. e., 1947, y en la entrada «Dubied» (y sus derivados) de la mencionada página web del Dictionnaire historique et biographique de la Suisse. 310 La menciona Montserrat LLONCH CASANOVAS entre los establecimienos que se dedicaban en España a la fabricación de máquinas tricotosas, Tejiendo en red. La industria del género de punto en Cataluña (1891-1936). Barcelona, Publications i Edicions Universitat de Barcelona, 2007, p. 100. Estaba emplazada en la calle Valencia 234 de Barcelona, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, p. 832.
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máquinas tejedoras, fundición y construcción mecánica, diversificada en locomotoras y maquinaria agrícola, convirtiéndose en la principal fábrica de la ciudad, con 1500 obreros al inicio de la primera postguerra europea. Fue, pues, una empresa, como sucedía en casos semejantes, con una fuerte impronta en la ciudad, a la que marcó en sus actividades productivas, en su política, en su enseñanza, según vimos, en sus equipamientos sociales y en sus actividades lúdicas.311 La segunda sociedad fue Verdol, creada en 1883 por Jules Verdol, a fin de explotar un nuevo tipo de mecanismo selector de la trama de seda labrada, de su invención, por medio de papel continuo en lugar de cartones intercambiables,312 para las tejedoras mecánicas del sistema Jacquard, el sistema semiautomático inventado a comienzos del siglo XIX por el lionés Joseph-Marie Jacquard y que significó un considerable progreso en la automatización de ciertas operaciones de la labor de tejido y, por consiguiente, en el ahorro de mano de obra,313 lo que explica la violencia de la reacciones obreras —la rebelión de los Canuts lioneses de 1831— que siguieron a los intentos de su implantación.314 El sistema se difundió con gran éxito particularmente en la industria lanera y algodonera, en menor medida en las sederías, y, con relación a España, tuvo una adaptación muy precoz en Cataluña, contribuyendo decisivamente a la expansión del sector textil en la primera etapa industrializadora.315 La fábrica Verdol vendía, además de ejemplares 311 Véanse, ROJON, Jérôme et CHASSAGNE, Serge: «Patron et ouvriers en Bas-Dauphiné, les Diederichs de Bourgoin-Jallieu (1882-1938)», Cahiers d’Histoire. Lyon-Grenoble-ClermontSaint-Étienne-Chambéry, XLI, 3, 1996, pp. 313-341; CAYEZ, Pierre: L’industrialisation lyonnaise au XIXème siècle. Du gran commerce à la grande industrie. Thése presentée devant l’Universié de Lyon II, 29, janvier 1977. Lille, Service de reproductions des Thèses, 1979, tome II, pp. 623-624. Algunos someros datos también en HUSS, Valérie: L’aventure textil en RhôneAlpes. Veurey, Éditions Le Dauphiné Libéré, 2005 y CAYEZ, Pierre: Crises et croissance de l’industrie lyonnaise, 1850-1900. Paris, Éditions du C.N.R.S, 1980, p. 68. 312 Informe del obrero pensionado TORRENT, J.: «Instrucciones para el reglaje de la máquina Verdol», BJPIOE, III, 11, 12, noviembre, diciembre, 1918, pp. 37-44. 313 Sobre ella, por el obrero pensionado ALBORS OBIOL, F.: «Jacquard y su máquina», BJPIOE, IV, 6, 6, 7, mayo, junio, julio, 1919, pp. 8-26. 314 RUDE, Fernand: La Révolte des canuts, 1831-1834. Paris, La Découverte, 2001. Desde 1983 la sociedad Verdol se encuentra incluída dentro del grupo suizo Stäubli, con el nombre de Stäubli Lyon desde 1996. Sobre la importancia del sistema Jacquard en el desarrollo del textil en la zona, CAYEZ, Pierre: Métiers Jacquard et hauts-fourneaux. Aux origines de l’industrie lyonnaise. Lyon, Presses universitaires de Lyon, 1978. 315 NADAL, Jordi y MALUQUER DE MOTES, Jordi, dirs. (1985): Catalunya, la fàbrica d’Espanya. Un segle d’industrialització catalana, 1833-1936, Exposició, Antic Mercat del Born, 1985. Barcelona, Ajuntament, 1985, p. 79. Señala también J. Nadal que en 1850 la
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más o menos automatizados de su modelo, otras tejedoras del modelo Jacquard original, del Vincenzi, por el técnico italiano que había introducido las primeras mejoras al primitivo Jacquard,316 y componentes especiales y herramientas utilizadas en la industria textil. El resto de los establecimientos del ramo receptores de pensionados se ocupaban de la fabricación de tejidos, en sus diversos géneros. La ciudad francesa de Lyon y su zona de influencia económica tuvieron en este caso la preferencia.317 Se mencionan al respecto, las fábricas J. B. Monnet,318 «Rousset»,319 Trouhans y Lamy. Esta última fue, sin duda, la más importante. A través de diversas razones sociales desde la de su fundador, PierreToussaint Déchazelle, en 1752 (sucesivamente Corderier, Corderier & Lemire, Lemire & Cie, Lemire & Danguin, Lemire Père et Fils, Lamy & Giraud, Lamy & Cie, Lamy & Gautier) hasta la definitiva —y actual— Prelle de 1918, la firma ha mantenido un alto crédito por la calidad del tejido y del diseño, al servicio de un mercado vestimental y ornamental de lujo.320 Junta calificadora de los productos de la Exposición Industrial de Madrid pudo denunciar el rechazo del Jacquard como una de las causas de las dificultades de la industria bejarana, «La industria fabril española en 1900..., p. 46. Por el contrario, la difusión del sistema en la industria de la seda fue más tardía. El telar Jacquard no se aplicó inicialmente más que a la fabricación de tejidos de seda estampados y eso de forma bastante limitada, DAUMAS, M. : «Le progrès industriel au XIXe siècle», en Les brevets, leur utilisation en histoire des techniques et de l’économie, table ronde CNRS-IHMC, Gif-surIvette, 6 et 7 décembre 1984. Paris, IHMC, 1985, p. 39. 316 Sobre el significado paticular de ambas transformaciones del telar Jacquard, así como sobre la compañía Verdol, interesantes datos en TASSINARI, B.: La soie à Lyon. De la grande fabrique aux textiles du XXIe siècle. Lyon, Editions Lyonnaises d’Art et d’Histoire, 2005, especialmente, pp. 76-88. 317 Sobre ella los informe de los obreros pensionados BARRACHINA, S. y SOLÉ, Ignacio: «Apuntes sobre la industria sedera lyonesa», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 151-157, que incluye una descripción de la máquina Verdol; ROCA GURGUI, José: «Observaciones relativos al título de los hilados de seda», BJPIOE, III, 11, 12, noviembre, diciembre, 1918, pp. 32-37 y VICENT, Salvador: «Notas sobre la fabricación de terciopelos», BJPIOE, VI, 5-10, mayo-octubre 1921, pp. 9-13. 318 Existe actualmente una casa llamada Préparation textile et tissage Jean Monnet, emplazada en Dolomieu, relativamente cerca de Lyon. 319 Especializada en pasamantería y galonería de oro y plata, BJPIOE, 1, 2..., 1928, p. 8. En el Annuaire Didot-Bottin, 1926 no existía ninguna casa con este nombre. Pudiera ser la casa Rosset, de sederías, con establecimiento en Lyon, rue du Griffon, 9, y delegaciones en París y Londres, aunque existían al menos otros tres fabricantes de la ciudad con el apellido Roussel. Sobre aquélla, TASSINARI, B.: La soie..., p. 165. 320 Sobre la casa en particular, CHARPIGNY, Florence: «La fabrique lyonnaise de soieries. Une maison à travers ses archives, de Lamy et Giraud à Lamy et Gautier, 1866-1914»,
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En cuanto a la casa Trouhans, se trataba de una de las fábricas abiertas a finales del siglo XIX por un antiguo industrial textil alsaciano, que abandonó su tierra tras la ocupación alemana. En las cercanas localidades de Trouhans y Brasey-en-Plaine, en el departamento de Côte d’Or donde se instaló, hizo construir un complejo industrial algodonero, la Société Cotonnière de la Côte d’Or (hilado en Trouhans y tejido en Brasey), especializado fundamentalmente en gasa para vendajes y marcó la vida de ambas comunas con su actividad económica, su política parternalista industrial y sus iniciativas sociales (habitaciones y viviendas, enfermería, cooperativa, carnicería) para los obreros de sus fábricas.321 Otro destacado emplazamiento histórico de la industria textil de la zona era Roanne. Desde final del siglo XVIII su actividad se había orientado ya hacia el algodón, pero como había sucedido en otros lugares, la crisis de los años sesenta le había hecho diversificarse hacia la lana y la seda. Algunos pensionados trabajaron en la ciudad para las casas Tissage mécanique de cotonnades Stéphane Faisant y Tissages Bréchard, esta última una de las más importantes y protagonista, junto con otros patronos integrantes de la Union des fabricants roannais, de los primeros conflictos obreros del textil al comienzo de los años ochenta del siglo.322 Bulletin du Centre d’Histoire Economique et Sociale de la Région Lyonnaise, 1, 1982, pp. 27-38. Algunas muestras de su producción, en el catálogo de la Exposición La Soierie Lyonnaise du XVIIIe au XXe siècle dans les collections du musée des Tissus de Lyon, a cargo de Marie BOUZARD. Lyon, Éditions Lyonnaises d’Art et d’Histoire, 1999. También, TASSINARI, B.: La soie..., pp. 165 y 232-233 y «Lamy & Gautier», Systeme d’information sur le patronat français, LARHRA/ISH, http://www.patronsdefrance.fr/index_fr.php. 321 Sobre el personaje y sus iniciativas, a cargo de una sobrina bisnieta, Monique FRANÇOIS: «Les Wiedemann», en Migrations du Ban de la Roche vers l’Amérique, 18, 19 et 20ème siècles http://badonpierre.free.fr/salmpierre/mfrancois.html. También, de la misma autora: Le vieillard au fin sourire. Une famille. Cinq cents ans de petite histoire dans la grande. Paris, Chez l’auteur, 1998, especialmente, pp. 160-161. 322 DUMOULIN, Maurice: En Pays Roannais. Études d’histoire provinciale. Roanne, Imp. Chargnon et Bardiot, 1892, pp. 252 ss. y 267-273. Algún dato también, ASTRE, MarieJosé y CABOTSE, Jean: Roanne d’autrefois. Roanne, Horvath, 1980. Algunos datos sobre las empresas, MIGUET, Danièle: Sites industriels en Roannais. Lyon, Patrimoine Rhônalpin, 1987, p. 7 y Ombres et Lumières. Imagerie industrielle et technique à Roanne et dans la Loire de 1780 à 1919. /Exposition/, 18 septembre 17octobre 1993. Catalogue...Paris, Fédération française de coopération entre bibliothèques, 1993, pp. 38 y 72-73. En 1926 tenía, según el Annuaire Didot-Bottin, 200 telares. En 1965 las cuatro grandes empresas de la ciudad, entre la que estaba Bréchard, son absorbidas por el grupo MDC, que constituye la división Tissages Roannais, y se asocia en 1968 con Texunion, rama textil de Rhône-Poulenc, para formar la Nouvelle Texunion, en Roanne et son Arrondissement,
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Cerca de la capital, en la localidad Saint Just-la-Pendue, estaba la pequeña empresa de tejidos ligeros de decoración Muzelle, que recibió también algún pensionado.323 Hacia el sur, en las estribaciones de los Alpes, a medio camino entre Lyon y Grenoble, en una zona de densa concentración de sederías y molinos papeleros, estaba la pequeña localidad de Renage, que supo aprovechar sus posibilidades hidráulicas para instalar en el siglo XIX una papelera, propiedad de Blanchet-Kléber, según veremos, transformada después en sedería, especializada en crespones, la llamada «Grande Fabrique», propiedad de la firma Montessuy et Chomer, que llegó a contar hasta 1500 obreros, entre ellos, numerosas mujeres en régimen de pensionado bajo la tutela de las religiosas de San Vicente de Paul. Entre sus obreros se contó ocasionalmente algún pensionado.324 En la zona textil del norte, la «Manchester francesa», con base en Roubaix-Tourcoing se mencionan como receptores de pensionados los «Ateliers Coton» de Roubaix y la casa «Lapourgny» de Saint Omer.325 El primero fue, sin duda, uno de los múltiples establecimientos textiles instalados en la ciudad de Roubaix.326 Según el informe de la Cámara de Comercio de la ciudad con ocasión de la Exposition Internationale du Nord de 1911 se contaban en ella por aquellos años 267 establecimientos industriales del ramo, que ocupaban en torno a 60.000 obreros. En todo el espacio geográfico abarcado por las dos ciudades y sus sous la direction de Jean-Pierre Houssel, en Grande Encyclopédie du Forez et des Communes de la Loire. Sous la direction de Gilbert Gardes. Le Coteau, Éditions Horvath, 1984, pp. 17-28. 323 Sobre ella, subsistente todavía en los años 80 como pequeña industria en medio de la concentración del textil de la zona, GUIFFAULT, Bernard: «Le tissage et l’ennoblissement dans le bassin d’emploi de Roanne: bilan de l’évolution d’une industrie de maind’oeuvre en milieu rural», Revue de Géographie de Lyon, 54, 4, 1984, p. 292. 324 Al respecto, MORSEL, Henri y PARENT, Jean-François: Les industries de la région grenoblois. Itinéraire historique et géographique. Grenoble, Presses universitaires de Grenoble, 1991, especialmente, pp.35-48. También, CAYEZ, P.: Crises et croissance..., p. 78. 325 Saint Omer se encuentra en el Departamento Pas de Calais, aunque no lejos de Roubaix (Nord). Su actividad textil había descendido considerablemente en el siglo XX, aunque había logrado mantener una activa especialización en lencería, corsetería y géneros de punto, Histoire de Saint Omer, sous la direction d’Alain Derville... Lille, Presses Universitaires..., 1981, especialmente, pp. 189-201. 326 Posiblemente su denominación indique más la actividad genérica que el nombre propio de la empresa, sobre la que no hemos encontrado ningún rastro, tampoco en el Annuaire Didot-Bottin, Départament du Nord, 1926.
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alrededores, con un cómputo de en torno a 320.000 almas, las industrias textiles ocupaban alrededor del 70 % de la población activa, claro exponente de la actividad especializada textil de la zona, tanto en su tradicional sector lanero como en el algodonero.327 En realidad, su historia industrial desde finales del siglo xviii puede ilustrar a la perfección el peso decisivo de una tradición industrial, de unos empresarios atentos a los progresos técnicos y a la situación del mercado y de una cadena ininterrumpida de conocimiento y formación técnica en el desarrollo de las actividades económicas de la moderna revolución industrial. Así, la ciudad pudo abandonar la actividad tradicional de la lana en beneficio del algodón desde finales del VXIII, retornar a ella cuando las circunstancias (el tratado de comercio con Inglaterra de 1860 y con otros países a continuación, la guerra civil norteamericana) pusieron a este sector en dificultades y diversificarse después en tejidos de mezcla o en otras nuevas materias, conservando en todo momento una extraordinaria pujanza y capacidad de adaptación.328 Dentro del mismo sector textil, un pensionado de la primera expedición trabajó en la fábrica textil Walbaum & Cie, de Reims, abierta en 1851 por Frédéric Auguste Walbaum, de una familia tradicionalmente dedicada al negocio de los vinos de champaña; empresa de producción muy diversificada, que llegará a ser una de las más importantes de la ciudad, con 510 telares de 327 DAVIET Jean-Pierre, «Le complexe industriel de Roubaix-Tourcoing et le marché de la laine (1840-1950)», en el monográfico Le processus d’industrialisation et le secteur textile dans la France du Nord XIIIe-XXe siècle, Revue du Nord, n° 275, octobre-décembre, 1987, pp. 777-778. 328 Desde 1927 el complejo Roubaix-Tourcoing se había convertido en el más grande centro textil de Francia, tratando 108 millones de kilos de materias primas trabajadas, PIAT, Jean: Roubaix, capitale du texile. Roubaix, Imprimerie Sillic, 1968, p. 80. También, BONTE, Jacques: Patrons textiles, un siècle d’industrie textile à Roubaix-Tourcoing, 1900-2000. Lille, Éd. Voix du Nord, 2002. Más actual y completo, comprendiendo también el análisis de las zonas laneras de Vienne, Elbeuf, Fourmies, Reims y Mazamet, DAUMAS, Jean-Claude: Les territoires de la laine.... Numerosos datos, un tanto desordenados, también en POUCHAIN, Pierre: Les maîtres du Nord du XIXe siècle à nos tours. Mesnil-sur-l’Estrée, Perrin, 1998 y un resumen en PETILLON, Chantal: «Le Manchester français», en La population de Roubaix. Industrialisation, démographie et société, 1750-1880. Villeneuve d’Ascq. Presses Universitaires du Septentrion, pp. 23-63. Datos e imágenes, en Memoire en Images. Roubaix. Th. DELATTRE, J.-P. POPELIER et Ph. WARET. Joué-les-Tours, Alan Sutton, 1999. Aun sin datos particulares sobre empresas resulta también interesante, DELSALLE, Paul: La brouette et la navette. Tisserands, paysans et fabricants dans la région de Roubaix (Ferrain, Mélantois, Pévèle), 18001848. Dunkerque, Éditions des Beffrois, 1985.
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todo tipo.329 Otro pensionado trabajó sucesivamente en Mazamet, en el departamento de Tarn (Midi-Pirineos), centro histórico lanero especializado en el siglo xix en el deslanado de pieles muertas y en el trabajo de la lana cardada,330 a continuación en el importante establecimiento textil Normand de la ciudad de Romorantin (Loir et Cher), otro centro destacado de esta industria y de pequeños talleres de confección dominados por la fábrica Hayen,331 y finalmente en algún establecimiento (sin especificar) de otro de los emporios franceses de la lana, la ciudad de Elbeuf. Por último, se relaciona también a un pensionado trabajando en el establecimiento algodonero Schlumberger y Herzog, establecido en 1818 sobre el canal de Logelbach, en Colmar (Alto Rhin, Alsacia), el segundo en importancia tras la casa Haussmann abierta en 1775 por los antepasados del célebre barón del mismo nombre, prefecto del Departamento de Seine durante el Segundo Imperio y promotor de las grandes reformas urbanas del París ochocentista. La sociedad Herzog contaba ya hacia mediados del siglo XIX con la fábrica matriz, donde trabajaban más de 1400 obreros, y otras cinco filiales en la zona.332 En Bélgica, el ámbito preferido fue la zona lanera de Verviers y el establecimiento más frecuentado, la casa Simonis, una antigua firma ocupada en la manufactura de mantas de lana desde 1680 y que a finales del siglo XVIII, junto con otro manufacturero de la zona, Jean-François
329 Información de Jean-Yves SUREAU, de su libro Les Rues de Reims, mémoire de la ville. Reims, Chez l’auteur, 2002. En línea en http://lavieremoise.free.fr/dossiers/ dossiers.php?val=190_dictionnaire+biographie+remoise+u-z. 330 DAUMAS, Les territoires de la laine..., pp. 292 y 362-363. Más que técnico, su éxito fue sobre todo comercial, al establecer unas sólidas redes de importación de pieles desde América del Sur y más adelante Australia, según señala CAZALS, Rémy: Les révolutions industrielles à Mazamet, 1750-1900. Paris-Bordeaux, La Découverte/ Maspero-Privat, 1983, p. 260-261. También, JENKINS, D. T.: «Mazamet and the Skin Wool trade, 18501913», Textile History, 15, 2, 1984, pp. 171-190. El pensionado Joaquín Querol describió estas actividades en el BJPIOE, I, 2, abril, 1916, pp. 61-72 y BJPIOE, I, 9, noviembre, 1916, pp. 32-42. 331 La anotación sobre el pensionado habla del establecimiento Lenormand. Algunos datos e imágenes de estas imponentes fábricas, en COUFFRAN, Jean: Memoire et images. Romorantin. Joué-lès-Tours, Alan Sutton, 1996. 332 Ambas grandes empresas fueron la base para convertir la ciudad en un importante bastión textil, diversificado más tarde en el trabajo de la lana, yute, seda y cintería, Histoire de Colmar, sous la direction de Georges Livet. Toulouse, Privat, 1983, pp. 158161, 208 y 226-227. Entre los pensionados textiles uno pasó, según la anotación, por la «Société Gardi», de París, sobre la que no hemos encontrado referencia alguna.
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Biolley, tuvo la fortuna de entrar en contacto con el técnico textil inglés William Cockerill, con quien firmó un contrato de exclusividad para la distribución de aparatos mecánicos de hilado, consiguiendo un notable avance tecnológico sobre sus competidores de la zona y, en propiedad, el arranque de la revolución industrial belga. La firma terminará especializándose hasta nuestros días en el prestigioso paño para mesas de billar que lleva su nombre.333 Otros establecimientos citados en la reseña de actividades de los pensionados fueron las casas Donckem frères, A. Dresse, Delhougne y R. Hamoir de la misma ciudad y la casa Arthur Hauglustaine de Juslenville, dedicada a la hilatura de seda cardada y sus mezclas;334 y fuera de la zona lanera, la casa La Liève de Eecloo dentro de la rama textil del lino-algodón de la región gantesa, una empresa de tejido de algodón, tintorería y apresto dedicada particularmente al mercado de las colonias inglesas y la América central y del sur.335
333 Aunque no recoge propiamente la historia particular de estas sociedades, numerosos datos sobre ellas en LEBRUN, Pierre: L’industrie de la laine à Verviers pandant le 18e et le début du 19e siècle. Contribution à l’étude de la revolution industrielle. Liège, Faculté de Philosophie et Lettres, 1948. En la actualidad la empresa se encuentra unida a otra antigua empresa de la zona, Peltzer et Fils, que tuvo también mucho que ver la prosperidad textil de Verviers y su entorno, especialmente por su actividad comercial importadora y sus avances en el escardado y lavado mecánico de la lana. 334 Sobre todas las mencionadas, los informes siguientes de obreros pensionados: BUENO DÍAZ, Juan: «Estudios prácticos industriales sobre la región textil vervietoise (Bélgica)», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 93-114; FONT, Narciso: «Estudio de la fabricación de hilados de lana peinada», en Ibídem, pp. 115-118; PALOP, José: «Estudio de la fábrica de cardados e hilados de Juslenville (Verviers)», Ibídem, pp. 119-121. 335 Sobre ella, el informe del obrero pensionado VERDAGUER, Domingo: «Estudio de la fábrica de tejidos La Liève (Eecloo, Bélgica)», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 133-137. Se trataba de una de las tres grandes compañías textiles de la región gantesa dedicadas primero al algodón y después al lino, dos de ellas, la Lys y la Linière Gantoise, creadas en 1838, en las primeras etapas de la industrialización belga, LAUREYSSENS, Julienne: «Le credit industriel et la Société Générale des Pays-Bas pendant le regime hollandais (1815-1830)», Revue belge d’histoire contemporaine-BTNG, 3, 1972, 1-2, pp. 119-140, p. 123; DHONDT, Jean: «L’industrie cotonnière gantoise a l’époque française», Revue d’histoire moderne et contemporaine, II, octubre-decembre, 1955, pp. 233-279 y GUBIN, Eliane: «L’introduction de la machine à filer le lin dans les Flandres (1800-1850) et ses répercussions sociales», en L’innovation technologique. Facteur de changement (XIXe-XXe siècle), études rassemblées par G. Kurgan-Van Hentenryk et J. Stengers. Bruxelles, Éditions de l’Université..., 1986, p. 16. La Lys y la Liève terminarán uniéndose en 1959 en la S. A. Filature Lys-Liève.
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En Inglaterra la más importante firma receptora de un pensionado dentro de esta actividad fue la «Gaunt» de Bradford. Se trataba, sin duda, de alguna de las importantes fábricas controladas por la familia de ese apellido, en el entorno de Bradford-Pudsey-Farsley-Leeds, auténtico centro mundial de la lana al menos hasta la gran depresión de los años treinta del siglo XX. La familia Gaunt había logrado controlar por alianzas matrimoniales o por compras las más importantes firmas de la zona, como eran la A.W. Hainsworth & Sons y la Edwin Woodhouse & Co., además de la propia razón social, R. Gaunt & Sons, que se había desarrollado a través de la adquisición de otras importantes fábricas de la zona, como la Broom-Mills en 1883.336 Por último, aparecen mencionadas como receptoras de pensionados en este sector la compañía HC de Manchester, la compañía suiza Jules Meyer, de Barr, en el cantón del Zug, de fuerte tradición textil, y la Koppon, de Upsala, en Suecia.
3.2. Artes del libro Otra actividad bien atendida por los gestores de las pensiones fue la de las artes del libro. Como en los casos anteriores, las opciones fueron también aquí diversas, en algunos casos hacia las fábricas modernas de papel, en las que sólo muy tardíamente había comenzado a interesarse la inversión española, en otros hacia las empresas de maquinaria de impresión y en último término hacia establecimientos tipográficos, bien de tipo tradicional, bien de nuevos procedimientos de utilización de los caracteres o de las imágenes. Para el primer caso los pensionados encontraron un espacio especialmente idóneo en la región francesa de RhôneAlpes, donde las condiciones de abundancia de agua y de materia prima Las alianzas matrimoniales entre las familias Gaunt y Hainsworth dentro del sector textil de la zona en STRONG, Ruth: The Hainsworth Story. Seven Generations of Textile Manufacturing. Lindley, Jeremy Mills Publishing Limited, 2006. Sobre el desarrollo, en general, de la industria inglesa de la lana, JENKINS, D. T. and PONTING, J. G.: The British wool textile Industry, 1770-1914. London, Heinemann Educational Books, 1982. Un importante libro de época, HEATON, H.: The Yorkshire Woollen and Worsted Industries. From the Earliest Times up to the Industrial Revolution Oxford, Oxford University Press, 1965. Edición original, 1920; KODITSCHEK, Theodore: Class formation and urban-industrial society: Bradford 1750-1850. Cambridge, University Press, 1990, especialmente cap. 6: «The rising generation or urban entrepreneurs», pp. 165-181. 336
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habían favorecido históricamente la aparición de diversos molinos papeleros y donde desde comienzos del siglo XIX comenzaron a difundirse tempranamente los avances técnicos —utilización de la llamada pila holandesa, blanqueo al cloro, utilización del hierro y el acero para los cilindros y engranajes, utilización de la prensa hidráulica y de la máquina de vapor— de la fabricación moderna de papel.337 Su cercanía a la ciudad de Grenoble favorecía además, según vimos, la posibilidad de completar la formación en la Escuela de Papelería creada en 1907, anexada al Instituto Politécnico de la ciudad. Los establecimientos papeleros de la zona visitados por los pensionados fueron los de Blanchet-Kléber (BFK), de Rives, reunión en propiedad en una única empresa desde 1820 de los varios establecimientos propiedad de las familias Blanchet y Kléber, dedicadas desde el siglo XVI al negocio papelero,338 y Lafuma, de Voiron, un establecimiento creado en 1843 y desde 1901 asociado a otro de la zona, Bertholet, por iniciativa de André Navarre para formar la compañía Lafuma, Berthollet & Navarre y más adelante, en 1921, junto a otras incorporaciones, las Papeleras de Francia. Entre ellas estaba la Cartonnerie Navarre, abierta en 1903 en Champs-sur-Drac para aprovechar la energía de la nueva central hidroeléctrica constuida en 1903 en los ríos Fure y Morge, que también recibió la visita de un pensionado.339 André Navarre fue un activo industrial papelero vasco, decisivo en el desarrollo industrial 337 ANDRÉ, Louis: Machines à papier. Innovation et transformations de l’industrie papetière en France, 1798-1860. Paris, Éditions de l’École des hautes études en sciences sociales, 1996. Sobre la industria papelera en España cabe destacar los trabajos de GUTIÉRREZ I POCH, Miquel. Los más próximos al medio francés en el que los pensionados buscaron trabajo y formación son «Tradición y cambio tecnológico: la industria papelera española, 1750-1936», en La cara oculta de la industrialización española. Jordi Nadal (ed.). Madrid, Alianza, 1994, pp. 341-368; «. Máquinas francesas y fracaso español. La mecanización de la industria papelera española (1836-1880)», en Doctor Jordi Nadal..., vol. 2, pp. 1248-1276. 338 Llegaron a contar con cuatro fábricas en la comuna de Rives, entre ellas la Grande Fabrique, después convertida en sedería, según señalamos. Sobre ellas y el resto de los molinos papeleros de la zona, MORSEL, Henri y PARENT, Jean-François: Les industries..., pp. 75-100. Informe de un obrero pensionado sobre las papeleras de la localidad, AGUINAGALDE, Pedro: «Fabricación de papel», BJPIOE, I, 3, marzo, 1916, pp. 100-104. 339 DOMÉNECH, Roberto: «Preparación de la cola de resina», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 159-162. El pensionado menciona además en la zona la papelería Plascatair de Charaville, que no hemos podido documentar. No aparece en el documentado estudio de BLANCHARD, Raoul: «L’industrie de la papeterie dans le Sud-Est de la France», Revue de géographie alpine, vol. 14, 1, 1926, pp. 5-186. Sobre la Cartonnerie, p. 32.
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y técnico de este ramo en Francia, pionero en la utilización del esparto y del pino de Las Landas en la industria papelera y en la fabricación del papel de embalaje kraft.340 En la misma región, aunque en el vecino departamento de Ardèche, algunos pensionados visitaron igualmente el establecimiento papelero Montgolfier, de Anonnay, un nombre vinculado al negocio desde el siglo XIV y desde final del siglo XVIII igualmente a la aventura del aire, con la fabricación por los hermanos Joseph y Étienne del aerostato que lleva su nombre.341 La fábrica pasará a la muerte del segundo a su yerno, Barthélémy de Canson, y recibirá a partir de 1807 el nombre de Canson & Montgolfier, siendo una de aquellas a las que la ulterior innovación técnica y la mecanización de la producción ha permitido perdurar hasta nuestros días y entrar en el proceso de integración e internacionalización característico de la estrategia empresarial de las últimas décadas. Por lo que respecta a su presencia en España, en 1989 terminará fusionándose con la Papelera Guarro-Casas.342 340 Hoy la Papelera de Rives se encuentra instalada en la población de Renage, en el mismo condado de Rives, integrada en la filial Arjo Wiggins del grupo Sequana Capital. Una información de calidad sobre toda esta evolución, en http://cerig.efpg.inpg.fr/ histoire-metiers/fibre-pate/sommaire.htm. El mismo obrero mencionado dio cuenta de los cambios operados en la utilización de materias primas dentro de la industria papelera en sendos trabajos publicados en 1918: AGUINAGALDE, Pedro: «Estudio del algodón. El algodón y su empleo industrial en la papelería» y «Fabricación de la celulosa de esparto», BJPIOE, III, 3, 4, marzo, abril, 1918, respectivamente pp. 1-15 y 16-32; otro estudió la utilización del azul ultramar tanto para el blanqueo de la pasta como para la coloración exterior del papel, GUTIÉRREZ, Leopoldo: «El azul ultramar y su empleo en la fabricación del papel», BJPIOE, IV, 5, 6, 7, mayo-julio 1919, pp. 1-7. 341 REYNAUD, Marie-Hélène: Les Frères Montgolfier et leurs étonnantes machines. Valsles-Bains, De Pleint Vent, 1982 y CLÉMENT, Pierre-Louis: Les montgolfières, leur invention, leur évolution du XVIIIème siècle à nos jours. Paris, Tardy, 1982. Sobre sus molinos papeleros en esta época, ROSENBAND, Leonard N.: Papermaking in Eighteenth-Century France. Management, Labor, and Revolution at the Montgolfier Mill, 1761-1805. Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 2000. Igualmente, REYNAUD, M.-H.: Les moulins à papier d’Annonay à l’ère préindustrielle, les Montgolfier et Vidalon. Annonay, Editions du Vivarais, 1981; Ídem: «La papeterie à Annonay à la fin du XIXe siècle», dans Regards sur l’histoire industrielle de l’Ardèche. Actes du colloque de Mémoire d’Ardèche temps présent, Privas, Archives départementales, 1984, p. 29-40; Ídem: Une histoire de papier: les papeteries Canson et Montgolfier. Annonay, Canson, 1989; Ídem: Au temps de la fabrication du papier à la main. Annonay, Musée des papeteries Canson et Montgolfier, 1994; Ídem: De la forêt au Napier. Annonay, Musée des papeteries Canson et Montgolfier, 1993. 342 Esta rígida ley comenzará en 1972 con la absorción de las otras dos papelaras Montgolfier, las de Grosberty de Saint-Marcel-Les Annonay, seguirá con la incorporación a la órbita del grupo Arjomari, a su vez reunión de varias papeleras francesas, entre
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Fuera de las señaladas, sólo en otro caso se menciona a una papelera como receptora de un pensionado: la Clairefontaine, creada en 1858 por Jean-Baptiste Bichelberger en Étival, en los Vosgos, y denominada desde 1910 S. A. des Papeteries de Clarefontaine. Además de papel, en la última década del siglo comenzó a especializarse en artículos elaborados, como sobres, cuadernos y otros objetos de escritorio, artículos que, enormemente diversificados por las adquisiciones ulteriores de empresas competidoras, son hoy la parte más visible de la producción del grupo.343 En cuanto a los establecimientos de maquinaria de impresión, las únicas sociedades receptoras de pensionados fueron la Marinoni y la Ravasse, ambas de París. Se trataba en el primer caso —la más colaboradora— de la empresa creada en 1847 por Hippolyte Marinoni,344 un técnico impresor hecho a sí mismo que estará en primera fila de la innovación tipográfica y en la creación del periódico moderno de gran tirada —Le Petit Journal— hasta su muerte en 1904.345 En 1866 Marinoni ponía a punto la primera rotativa para periódicos; en 1890, un procedimiento que permitía a sus rotativas imprimir directamente ilustraciones en cuatro colores; en 1882 se hacía con la mencionada publicación y la convertirá en el modelo de periódico ilustrado moderno de gran tirada. Antes de su muerte todavía tuvo tiempo de interesarse vivamente por los nuevos medios de locomoción del futuro, desde la bicicleta hasta el automóvil y el avión, por la telegrafía sin hilos, por la energía solar e incluso por promover ocasionalmente pensiones para jóvenes deseosos de expandir sus horizontes intelectuales en el extranjero.346 ellas las Blanchet et Kléber de Rives que hemos mencionado más arriba y concluirá con la fusión de ese grupo con el angloamericano Wiggins Teape Appleton para crear el grupo ArjoWiggins Appleton. Véase página Web del grupo. Sobre los empresarios y las redes familiares del negocio en aquellos primeras etapas de la industrialización papelera, ANDRÉ, Machines..., pp. 215-237. También, DOIZY, Marie-Ange y FULACHER, Pascal: Papiers et moulins des origines à nos jours. Argenton-sur-Creuse, Éditions Technorama, 1989, pp. 184-255. Sobre todo ello, también, http://cerig.efpg.inpg.fr/histoire-metiers/. Sobre Guarro-Casas, «Lluís Guarro i Casas (1876-1950)», en Cien empresarios catalanes. Francesc Cabana (dir.). Madrid, LID, 2006, pp. 387-395. 343 El actual grupo Exacompta-Clarefontaine. 344 LE RAY, Eric: «Histoire de l’imprimerie et de la presse, en marge d’un centenaire: Hippolyte Auguste Marinoni (1823-1904)», Cahiers GUTenberg, 43, décembre 2003, pp. 33-99. 345 Sobre el periódico, MARTIN, Marc: «La réussite du Petit Journal ou les debuts du quotidien populaire», en Bulletin du Centre d’Histoire de la France contemporaine, 3, 1982, pp. 11-36. 346 Aparte de algunas otras iniciativas de socialismo utópico industrial, como la autogestión de algunas minas por los propios obreros en la zona de Saint Étienne, LE RAY: Ibídem, pp. 75-76.
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Sus máquinas estuvieron igualmente presentes en la modernización de la impresión y en el crecimiento de las tiradas de la prensa española. En su catálogo de 1893 aparecía como uno de los primeros compradores de su rotativa cromotipográfica el periódico El Imparcial, al que, por otra parte, muy pronto seguirán otros periódicos nacionales.347 La sociedad terminará uniéndose en 1921 a los Ateliers Voirin, otra innovadora empresa en el campo de la impresión litográfica, y haciéndose en los dos años siguientes con la sociedad Matériel d’Imprimerie et Machines-Outils y los Établissements Alauzet et Derriey, lo que implicaba la ampliación de su gama de productos a las máquinas de tipografía y litografía y al material de encuadernación.348 En cuanto a la casa E. Ravasse, con un amplio catálogo de prensas y máquinas de impresión, tenía sus talleres en el número 104 de la route de Flandre, en Pantin, y recibió a un pensionado de la primera expedición. En lo referente a los talleres propiamente dedicados al trabajo de impresión que recibieron pensionados, la mayoría se concentraba en la ciudad de París y sus alrededores, como sucedía, por otra parte, con el grueso de la industria tipográfica y editorial del país. Uno de ellos fue el de los talleres de impresión Engelman, creados por el alsaciano Godefroy Engelmann en 1816 en París, con el objetivo de poner a punto y difundir en Francia el método de reproducción litográfica que hacía poco había logrado en Munich el impresor bohemio Aloys Senefelder. Su gran invención, patentada en 1837, fue la litografía en colores, que obtuvo de inmediato un amplio reconocimiento y difusión, aunque sólo será más adelante, con la difusión de las máquinas semiautomáticas de impresión por cilindros con sistema de localización del dibujo —en Francia construidas a partir de 1860 por los mencionados Ateliers Voirin, con la colaboración del impresor Paul Dupont— cuando el procedimiento adquirirá una auténtica proyección sobre el sector editorial.349 Ibídem, p. 68. También, SEOANE, María Cruz y SAIZ, M.ª Dolores: Historia del periodismo en España. 3. El siglo XX: 1893-1936. Madrid, Alianza, 1996 y SAIZ, M.ª Dolores: «La prensa madrileña en torno al 98», en Historia y Comunicación Social. 3, 1998, pp. 195-200. 348 NAKAJIMA, Toshikatsu: «Crise et croissance de l’industrie mécanique de la région parisiènne (1918-1939), en Les entreprises et leurs reseaux..., p. 768. En 1963 la empresa fue comprada por el grupo americano Harris Intertype Co, adquirido a su vez por el alemán Heidelberg-Druckmaschinen AG, convertido así en el primer productor mundial de máquinas de impresión. Desde 1999, Heidelberg Web Systems. 349 LANG, Léon: Godefroy Engelmann, imprimeur lithographe. Les incunables, 18141817. Colmar, Éd. Alsatia, 1977 y Michel MELOT: «Le texte et l’image», en Histoire de 347
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Precisamente, el establecimiento Dupont fue también receptor de pensionados. Su nombre se encuentra vinculado a otro de los grandes representantes de la innovación tipográfica francesa del siglo XIX: Paul Dupont (1795-1879), historiador él mismo de sus propios avances técnicos y de los de sus contemporáneos, aparte de los del arte del libro desde sus orígenes, de las técnicas de impresión y de la legislación de prensa e imprenta.350 Obrero tipógrafo en sus orígenes en el taller del impresor Firmin Didot, en 1849 tenía ya su propio taller y se convirtirá en uno de los más influyentes impresores-editores del Segundo Imperio. Su imprenta contaba en 1900 con 1000 obreros.351 Otros establecimientos de impresión mencionados son los de Laureys Frères, las Imprimeries Réunies, la «Maison Langlois» y los Ateliers Pichon. En el primer caso se trataba de un importante establecimiento especializado en las diversas técnicas del grabado, que en su publicidad se decía proveedor de los principales periódicos franceses.352 La anotación sobre el pensionado señalaba, en efecto, su destino en el departamento de Le Petit Parisien, uno de los periódicos, creado en 1876, competidores del Petit Journal en la prensa de masas y que llegará a ser después de 1900 el periódico de mayor tirada el mundo, con más de millón y medio de ejemplares de tirada media durante los años veinte y treinta.353 El establecimiento tenía su sede en 1926 en la calle de Enghien, l’édition française. Roger Chartier et Henri-Jean Martin. Vol. III: Le temps des éditeurs. Du Romantisme à la Belle Époque. Paris, Fayard, 1985, pp. 329-352. Engelman fue además uno de los inspiradores lejanos de la Société Industrielle de Mulhouse, que tanta influencia tuvo en el desarrollo de la enseñanza técnica en la Alsacia desde su fundación en 1826, al presentar en 1812, en una sesión de la logia masónica La Parfaite Harmonie, una proposición para crear una sociedad de emulación industrial, KOEHNLEIN, Max: «Un inspirateur de la Société Industrielle», publicado por primera vez en el Bulletin de la Société Industrielle de Mulhouse en septiembre de 1933, y reproducido en el nº 796, 1/1985 de la misma revista, pp. 33-39. 350 DUPONT, Paul: Histoire de l’imprimerie. Paris, Edouard Rouveyre, (1853), 2 vols. Hay una edición moderna de Paris, L’Harmattan, 1998. 351 Sobre él, MOLLIER, Jean-Yves: L’Argent et les Lettres. Histoire du capitalisme d’édition 1880-1920. Paris, Fayard, 1988, pp. 121-149 y Notice sur l’établissement typographique de M. Paul Dupont. Paris, 1851. Socialmente fue un empresario adelantado a su tiempo, creando varias instituciones de ahorro y previsión para su personal y haciéndo participar a sus colaboradores en los beneficios. 352 Anotación del Annuaire générale du Commerce... Didot-Bottin, 1909. 353 AMAURY, Francine: Histoire du plus grand quotidien de la IIIe République. Le Petit Parisien (1876-1944). Paris, PUF, 1972, 2 vols. También, CHARLE, Christophe. Le Siècle de la presse (1830-1939). Paris, Seuil, 2004, pp. 309-326.
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17, con un anexo en el 137 del Bd. Ney.354 La casa Langlois, por su parte, hace referencia sin duda al impresor y librero Hyacinthe Langlois, especializado en guias de viaje,355 que en 1926 tenía dos establecimientos de impresión y dos librerías en París.356 En cuanto a Léon Pichon fue, sin duda, uno de los más importantes editores artísticos de su tiempo.357 Marius Audin en su Histoire de l’Imprimerie par l’image le cita entre los mejores contemporáneos,358 preocupado por la calidad tipográfica, el diseño y la ilustración de los libros, según dejaba constancia en el prólogo a otro libro de aquel mismo autor359 y en una colaboración especial dentro de la colección londinense The Studio, dedicada al nuevo libro ilustrado en Francia.360 Participó igualmente en el proyecto editorial de la revista Arts et Métiers Graphiques, que entre 1927 y 1939 reunió a un selecto plantel de ilustradores y editores franceses interesados en el desarrollo del arte gráfico moderno.361 354 Datos del Annuaire Didot-Bottin, 1926. Aunque en las anotaciones no se menciona concretamente el nombre del establecimiento, es muy posible que el pensionado Manuel Serrano trabajase también en él, SERRANO, Manuel: «Mis primeras observaciones en el fotograbado», BJPIOE, IV, 1, 2, enero, febrero, 1919, pp. 27-30. 355 Histoire de l’éditon française. Roger Chartier et Henri-Jean Martin. Vol. III: Le temps..., p. 239. 356 Sitos respectivamente en el Bd. Pomatowsky, 61, Faub. de Saint Martin, 186, rue de Babylone 70 y rue Monge, 101. Datos del Annuaire Didot-Botin, 1926. En 1909 constaba únicamente su establecimento de San Martín, Annuaire générale du Commerce... Didot-Bottin, 1909. 357 Sobre sus ediciones, PICHON, Léon: Editions d’art.... Catalogue, avec une introduction par Henri Focillon. Paris, Pichon, 1923. 358 AUDIN, Marius: Histoire de l’Imprimerie par l’image. Tome I: L’Histoire et la technique. Paris, Henri Jonquières, 1929, pp. 75-76. 359 AUDIN, Marius: Le Livre, son ilustration, sa décoration. Préface de Léon Pichon. Paris, Les Éditions G. Crès et Cie, 1926, pp. I-V 360 PICHON, Léon: The New Book ilustrations in France, special Winter Lumber of The Studio. London The Studio, 1924. Entre los ilustradores mencionados estaba Luis Jou, catalán que había vivido en París el movimiento de los nuevos ilustradores, pp. 16-17. 361 Al respecto, DUFOUR, Hélène: «Arts et Métiers Graphiques 1927-1939,» Arts et Métiers du Livre, 188, novembre-décembre, 1994, pp. 3-31. Junto al promotor, Charles Peignot, allí estuvieron como principales colaboradores, además de Pichon, Bertrand Guégan, historiador del libro; François Haab, editor; Henri-Albert Motti, director de la Imprimerie de Vaugirard, donde se imprimía la revista; Walter Maas, publicista; Lucien Vogue, fundador de la Gazette du Bonton, Jardin des Modes y de la revista de fotorreportajes Vu; Henri Jonquières, André Lejard y Jean Bruller. Fue colaborador asiduo el impresor tipográfico Maximilien Vox, sin formar parte del consejo de redacción, pp. 4-5. El dossier monográfico en que este artículo se inserta incluye también el de BLANCHARD, Gérard: «AMG et la Typographie française en 1930», pp. 32-36.
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La S. A. des Librairies-Imprimeries Réunies, por su parte, fueron el resultado de la reunión de un conjunto de casas de edición parisinas bajo el doble impulso de la reactivación capitalista en todos los sectores, incluido el del libro, y la agudización de las reivindicacines de sus obreros, que había dado lugar a un duro movimiento huelguista en 1878. En este contexto los impresores Martinet, Motteroz y los hermanos Mourgues crearon en 1882 la S. A. des Imprimeries réunies, que convocó de forma inmediata a importantes refuerzos financieros, en especial del Comptoir d’Escompte de Paris, el primer gran banco francés que se interesó en la inversión editorial. En los años siguientes la casa se fortaleció aún más con la incorporación de la editorial-librería de la viuda del impresor Morel, especializada en libros de arquitectura y editora, junto con la Balthazar Bance a la que absorberá en 1862, de algunas de las más importantes revistas francesas de arquitectura de su tiempo, como la Encyclopédie d’architecture, la Gazette des architectes et du bâtiment y, sobre todo, de la sobresaliente Revue générale de l’architecture et des travaux publics de César Daly.362 La última casa incorporada será la de Albert Quantin, sucesora de la de Jules Claye en 1876 y que había conseguido hacerse un importante hueco editorial, entre otras cosas con la edición ne varietur de las obras de Víctor Hugo.363 Hacia 1890 la compañía empleaba a 400 obreros en su establecimiento parisino.364 La presencia en España de estas publicaciones se vió favorecida por las relación de Bance con Jean-Baptiste Baillière, en cuya casa especializada en ciencias médicas y naturales había trabajado.365 Su sobrino François-Jean Baptiste Bailly 362 Sobre esta última, SABOYA, Marc: Presse et architecture au XIXe siècle. César Daly et la Revue générale de l’architecture et des travaux publics. Paris, Picard, 1991, pp. 97 y 112. Sobre las mencionadas casas de edición, BOUVIER, Béatrice: L’édition d’architecture à Paris au XIXe siècle. Les maisons Bance et Morel et la presse architectural. Genève, Droz, 2003, especialmente, pp. 52-60. Un resumen de la misma autora en «L’éditeur de presse architecturale et son équipe rédactionnelle : le cas de l’Encyclopédie d’architecture (18501892) et de la Gazette des architectes et du bâtiment (1863-1886)», INHA-Publications électroniques, Actes des colloques: Actes du Ve Congrès national d’archéologie et d’histoire de l’art http://www.inha.fr/colloques/document.php?id=2260. 363 Sobre todos estos editores, el capítulo «Une concentration réussie, la SA des Librairies-Imprimeries réunies et la maison Quantin», en MOLLIER, L’Argent et les lettres..., pp. 151-168. 364 Evolution de la géographie industrielle de Paris..., vol. 2, pp. 284-387. 365 DU BARRY, J.-J.: «Le premier siècle d’une des doyennes des maisons d’éditions médicales et scientifiques: Jean Baptiste Baillière (fondé en 1818)», Histoire des Sciences Médicales, 3, 1986, pp. 259-266.
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creó en Madrid la casa Bailly-Baillière, que sirvió de cauce para estas y otras publicaciones francesas en España.366 Como receptora de pensionados aparece también en París la casa editora Lévy, creada en 1836 por el alsaciano Michel Lévy como librería y gabinete de lectura y desde 1845, junto a sus hermanos Nathan y Calmann, como editora Michel Lévy Frères y bien pronto lanzada a la promoción de algunos de los que terminarán siendo grandes nombres de la literatura francesa y europea del siglo XIX, como Stendhal, Heine, Hugo, Sand, Dumas, Mérimée, Balzac, Flaubert, Nerval, Renan, France, Loti y otros muchos.367 Ellos y algunos otros nombres en su mayoría aún vivos de la edición francesa, como Hachette, Garnier o Carpentier marcaron el camino desde el librero romántico al editor capitalista contemporáneo. Ya fuera de París, aunque en sus alrededores, aparece mencionada la importante imprenta Crété, de Corbeil, en el departamento Seine-etOise, abierta desde 1794 y desde 1827 en manos de Louis-Simon Crété, de quien recibió su nombre. Él mismo y sus sucesores la convirtieron en una importante industria local que ocupaba a final de siglo a 500 obreros y sesenta años más tarde a más de 2500, momento en que comenzará un lento pero imparable declive.368 En ella estudió el pensionado Antonio Villarreal entre 1913 y 1916 las técnicas del heliograbado rotativo, rotograbado y huecograbado rotativo.369 Por último, receptores de pensionados fueron también dos periódicos editados en Burdeos, La France /de Bordeaux et du Sud-Ouest/, periódico publicado entre 1880 y la segunda guerra mundial y La Petite Gironde, el diario sucesor en 1872 de La Gironde, ambos publicados por BOUVIER, B.: L’édition d’architecture..., pp. 35-36. La sociedad, más tarde Calmann-Lévy, se encuentra en la actualidad dentro del grupo Hachette, el imperio en que ha terminado por convertirse aquella pequeña librería parisina abierta en 1826 por Louis Hachette, MOLLIER, J. Y.: Louis Hachette (1800-1864). Le fondateur d’un empire. Paris, Fayard, 1999; MOLLIER, J. Y.: Michel & Calmann Lévy ou la naissance de l’édition moderne, 1836-1891. Paris, Calmann-Lévy, 1984; resumen sobre las casas Hachette y Calmann Lévy, MOLLIER: L’Argent..., pp. 171-197 y 355-401, respectivamente. 368 Después de pasar fugazmente por las manos de grupo Hachette para el que trabajaba prioritariamente, en 1998 será comprada por el grupo Quebecor World, que mantiene en el lugar un establecimiento de impresión moderno con algo más de 300 personas ocupadas, MICHEL, Georges: Corbeil et Essonnes: des origines à la fusión. Évry, Éditions Libération-Presse, 1976, pp. 126-127; LECOMTE, G.: Un siècle d’imprimerie, 1829-1929: le centenaire de l’imprimerie Crété. Corbeil, 1929. 369 VILLARREAL, Antonio: «Notas sobre el heliograbado rotativo, rotograbado y huecograbado rotativo», BJPIOE, V, 6, 7, junio, julio, 1920, pp. 1-16. 366 367
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el impresor Gustave Gounouilhou, y que se convertirá pronto en un importante periódico regional, con más de 170.000 ejemplares de tirada en 1912. A partir de 1944 su herencia pasará a Sud-Ouest, en tanto que el mencionado en primer término, afectado por las ordenanzas del gobierno provisional de Argel de 1944 sobre la prensa considerada colaboracionista, tuvo que disfrazar su continuidad con el nombre La France-La Nouvelle République de Bordeaux et du Sud-Ouest.370 En relación con ellos se encuentra, sin duda, la referencia a la imprenta Pech et Cie, de esa misma ciudad, receptora de un pensionado de la primera expedición. Fuera de Francia, únicamente aparecen mencionados ocasionalmente unos pocos establecimientos de imprenta: en la ciudad de Leipzig de amplia tradición impresora y sede de una Escuela de Artes Gráficas, según vimos, el referenciado como «Ulrico und Cie» y la Spamersche Buchdruckerei;371 y en Frankfurt, la sección de imprenta de la importante fundición tipográfica Bauer (Bauersche Giesserei), a la que la historia de la imprenta debe un considerable número de tipos usualmente utilizados hoy en día en el arte de impresión. La empresa, tras pasar por considerables vicisitudes a lo largo del siglo XX, cerró en 1972 su establecimiento alemán trasladando el negocio a su filial española, Fundición Tipográfica Neufville, de Barcelona, que pervive actualmente con el nombre de Neufville Digital comercializando la impronta digital de los tipos legados por los distintos establecimentos de la empresa histórica: la matriz, la Barcelonesa (que además tenía delegaciones en la calle Coello 116 de Madrid, en Bilbao, Sevilla, Valencia y Zaragoza), la Ludwig & Mayer, la Fonderie Typographique Française y la Fundición Tipográfica Nacional de Madrid.372 370 Este periódico pasará en 1963 en manos de Sud-Ouest, GAYAN, Louis-Guy: «SudOuest: du journal au groupe», Communication et Langages, 82, 4ème trimestre, 1989, pp. 79-92, especialmente, pp. 81-83. 371 EULE, Wilhelm: Das Großdruckhaus: Spamersche Buchdruckerei. Berlin, Organisation Verlagsgesellschaft. 1930. 372 La Neufville fue fundada a finales del siglo XIX por Jacobo de Neufville y pasó en 1898 a manos de Bauersche. La Fundición Tipográfica Nacional, situada en la Ronda de Atocha 15, triplicado, fue en sus orígenes en 1915 la comercializadora de los tipos alemanes de la Schriftguss de Dresde, PENELA, José Ramón y GARCÍA MORENO, Dimas: Tipografía Española, 1900-1936, en http://issuu.com/tipoduro/docs/tipografia_1900_36, pp. 3-5. Vendía además máquinaria de artes gráficas Miele y Marinoni, Anuario-Guía de comercio Bailly-Baillière, 1926 y Anuario Financiero y de Sociedades Anónimas (AFSAE), 1929. Su Presidente y Consejero-Delegado en ese año eran respectivamente Arcadio D. de Corcuera y Salvador D. de Corcuera.
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3.3. El sector agrícola En relación con los pensionados incluidos dentro del sector agrícola, en sus diversas especialidades, ya señalamos más arriba un rasgo que los caracterizaba por encima de todos: su especial interés por la formación teórico-práctica en escuelas e instituciones diversas que el desarrollo económico y la investigación agraria había ido sembrando en los diferentes países visitados. En sus memorias de pensión están esbozados, con mayor o menor precisión, las cuestiones generales que encaraba una agricultura europea abocada a pasos agigantados hacia la producción y comercialización de productos especializados y cada vez más subordinada a criterios capitalistas y científicos en su gestión. Así podían interesarse, como queda reflejado en ellas, por cuestiones tan diversas como la lucha contra la filoxera del viñedo y otras patologías del vino o los avances en los procedimientos y técnicas de vinificación,373 la mecanización agraria,374 el análisis de tierras y el abonado,375 la hibridación genética,376 etc. Ello no impedía, no obstante, el trabajo en algunos establecimientos, a veces de forma estable, las más coyunturalmente vinculadas al trabajo estacional de las tareas del campo, como las vendimias. No es raro este tipo de apunte, señalando la participación de los pensionados en las vendimias o en los trabajos de bodega —de Eymet, en la Dordoña, de Grand Graboule (Narbonne), de Medoc, de Saint-Émilion, de los dominios de algunos productores concretos377— en la cosecha de cereales con 373 Además de las memorias sobre los mismos temas ya mencionadas en otro lugar, ALBERDI, Cruz: «Caldos cúpricos empleados en la región bordelesa para combatir el mildiu», BJPIOE, I, 4, abril, 1916, pp. 131-135; del mismo obrero pensionado, «Nociones generales de la región del Médoc (Gironda). Viticultura y vinificación», BJPIOE, II, 16, 17, 18, abril-mayo-junio 1917, pp. 1-17; sobre el tratamiento de la «quiebra férrica», puesto en práctica por los Sres. Malvezin y Essner en Burdeos, BALLESTER, Francisco: «La casse férrica de los vinos», BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, pp. 67-70. 374 Algunas de ellas, HERRERO, Federico: «Pruebas con tractores agrícolas», BJPIOE, I, 4, abril, 1916, pp. 115-120 y FLAMARIQUE, Isaías: «Experiencias de tractores agrícolas», Ibídem, 121-125 375 Por ejemplo, las memorias de ERRO, Lázaro: «Introducción al estudio de los abonos químicos, BJPIOE, III, 7, 8, julio-agosto 1918, pp. I-IV y HERRERO, Federico: «Cultivo de cereales. Tierras-abonos-análisis de tierras», Ibídem, pp. 1-49. 376 FLAMARIQUE, I.: «Híbridos, productores directos», BJPIOE, I, 4, abril, 1916, pp. 136-145. 377 Algunas de ellas ya se han mencionado. Otras, ALBERDI, Cruz: «Trabajos de bodega», BJPIOE, II, 16, 17, 18, abril-mayo-junio 1917, pp. 17-24; FLAMARIQUE, I.: «Trabajos
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maquinaria en la Beauce, en la fabricación de quesos de Gouda, Edam, Alkmaar y Camembert378 o en el estudio y crianza de las razas ovinas Limousine, Larzac y Poitevine.379 Por solo poner algunos ejemplos. En cuanto a los establecimientos concretos, resulta difícil en muchos casos una localización y una historia precisa de ellos, dada la estructura de la producción agraria vitivinícola dominada por la pequeña propiedad, tanto de la zona de la Gironda como de la del Languedoc-Roussillon. Posiblemente por eso mismo eran otras las condiciones de aprovechamiento de la pensión a que se veían abocados los pensionados, cosa que favorecía su auténtica inmersión en las cruciales transformaciones técnicas y económicas del viñedo francés de la época, que salía de las difíciles circunstancias —sobreproducción, estancamiento de los precios y de los beneficios, alza del coste de la mano de obra— de las décadas de cambio de siglo. Una buena parte de las bodegas y «chateaux» mencionadas se localizaban en la región vitivinícola de Burdeos y sus zonas aledañas de la Dordogne. Ya señalamos que en esta zona casi todos los pensionados asistieron en la Facultad de Ciencias de la Universidad a los cursos de los profesores Dalbavie y Essner, contratados expresamente por la Junta para esa labor. Algunos pasaron al mismo tiempo por una sociedad, la Compagnie générale Aérohydraulique, especializada en la pasteurización de la leche y del vino, para lo que fabricaba un instrumento de su patente, llamado Salvator.380 Otro lo hizo en la «casa Malvezin», sin duda el establecimiento del enólogo y fabricante de material e instrumentos para vinificación y, particularmente pasteurizadores, Frantz Malvezin, quien desde 1918 hasta su muerte en 1923 tentará igualmente la aventura de vendimia hechos en el Château Pavie de la viuda Madame Bouffard (año 1915)», Ibídem, pp. 49-55 y del mismo obrero pensionado, «Excursión al Château Barret de Mr. Ballande (diputado) a 8 km al sur de Bordeaux (Departamento de la Gironde)», BJPIOE, II, 22-24, octubre-diciembre 1917, pp. 37-44. 378 BUDÓ, E.: «Algunas notas sobre la industria quesera», BJPIOE, VII, 3, 4, marzoabril, 1922, pp. 1-5. 379 HERRERO, Federico: «Ganadería lanar. Estudio de las razas de Larzac, Limousine y Poitevine», BJPIOE, II, 22-24, octubre-diciembre, 1917, pp. 1-7. 380 Constaba de dos partes: el baño maría y dos tubos helicoidales de introducción (calentamiento) y de recuperación (enfriamiento) del líquido de pasteurización. Descripción de las operaciones, en JALÓN, Gerardo: «Pasteurización», BJPIOE, VII, 3, 4, marzo-abril, 1922, pp. 7-9. Tenía delegación en París, en la calle Alesia, 135. Annuaire générale du Commerce... Didot-Bottin, 1909.
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de la producción vinícola de calidad al comprar el Château Haut Bailly a sus entonces propietarios, los herederos de Bellot de Minières.381 Pero además tuvieron la oportunidad de vivir en primera fila las transformaciones científicas, jurídicas y económicas que hicieron de los caldos de la región los abanderados del vino francés de calidad en todo el mundo: el nacimiento de la enología científica, la implantación de las denominaciones de origen, al menos como una estructura piramidal indicadora de la jerarquía interna de los caldos, la afirmación comercial del «chateaux» como garantía de calidad, los primeros ensayos de las denominaciones de origen controlado que constituyen hoy día la base de la comercialización de los vinos de calidad en todo el mundo.382 Entre las firmas concretas receptoras de pensionados, algunas eran grandes bodegas comercializadoras de los vinos, la actividad más lucrativa y capitalizada, funcionado a veces sobre contratos de abastecimiento exclusivo o limitado con los productores de grandes crudos —incluso a partir de la gran guerra sobre consorcios de reparto de mercado o sobre control directo de denominaciones de prestigio ante el conflicto creciente entre marcas clasificadas y marchas de bodega383— y ampliamente dominada por los negociantes extranjeros, alemanas e ingleses sobre todo, atentos a la fuerte demanda de vinos de calidad de esos mercados. Una de ellas Lo menciona PÉREZ ROMAGNOLI, Eduardo: «Inmigrants métallurgistes français et viti-viniculture moderne à Mendoza et San Juan, Argentina (1885-1930)», Les Cahiers d’Outre Mer, 60, 239, 2007, pp. 283-299, por haber trabajado en su establecimiento uno de los introductores en Argentina de las modernas técnicas de vinificación, el químico francés Pierre Cazenave, pp. 291-292. Sobre el Chateau Haut Bailly, que Malvezin compró en 1918, G. A. K.: Clarets and Sauternes: classed growth of the Medoc and other famous red and white wines of the Gironde. London, The wine and spirit trade record, 1920, pp. 208-209. 382 Al respecto, ROUDIÉ, Philippe: Vignobles et vignerons du bordelais (1850-1980). Paris, CNRS, 1988. También, del mismo autor: «, un modèle pour la viti-viniculture mondiale?», Les Cahiers d’Outre Mer, 50, 200, octobre-décembre, 1997, pp. 402422, dentro de un dossier monográfico sobre Bordeaux et l’Outre Mer, 1948-1997. Sobre el nacimiento de la enología moderna, PAUL, Harry W.: Science, Vine, and Wine in Modern France. Cambridge, Mass., University Press, 1996. 383 Salvo contratos específicos con productores de calidad, las grandes bodegas preferían comprar vinos de diferentes orígenes y mezclarlos para crear distintas marcas comerciales. La creación en 1925-1926 de la Union des six grands crus classés de la Gironda por iniciativa del baron Philippe de Rothschild fue considerado por los negociantes como una verdadera declaración de guerra, que tendrá de inmediato consecuencias, de diversa índole, en las relaciones entre bodega y proveedor. Mas datos en «Conflits négoce-propriété (1925-1960)», BUTEL, Paul: Les dynasties bordelaises. De Colbert à Chaban. Paris, Perrin, 1991, pp. 397-399. 381
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era la casa Calvet, presente en el negocio de los vinos desde 1818, una de las más importantes ya a final del siglo384 y plenamente asentada con un gran prestigio en vísperas de la segunda guerra mundial, como dice Paul Butel, con un lugar destacado en la exportación y en el mantenimiento de la reputación de los grandes burdeos.385 En 1930 creó su primer laboratorio de enología, del que fueron los primeros directores Jean RibéreauGayon y Émile Peynaud, creadores de la enología francesa moderna.386 Otras eran las casas Latrille y Ginestet, incorporadas al negocio de los vinos ya en la primera postguerra y volcadas, en consorcio con otras también recién llegadas como Descas y Dupuy, sobre el mercado nacional.387 Se menciona asimismo la casa Bicharrette y una bodega, sin razón social, en la localidad de Lesparre, en la zona del alto Médoc. El resto de los establecimientos mencionados correspondían, a juzgar por su denominación, a casas dedicadas predominantemente a la producción de vinos. Se citaban concretamente la casa A. Thèron Fils, de Burdeos,388 el Château Haut Brion, cuyos vinos comercializó desde 1895 la bodega del comerciante de origen alemán Louis Eschenauer,389 el 384 A comienzos de siglo sus instalaciones se extendían en 16.521 m2 y podían recibir 10.000 toneladas de caldos, incluidos los botelleros para dos millones de botellas. Doscientos
obreros podían trabajar en sus instalaciones, iluminadas ya con luz eléctrica. Datos de Dictionnaire manuel du negociante en vins et spiritueux et du maître de chai. BordeauxParis, s. d. (1900), pp. 126-127, citado por HIÉRET, Jean-Pierre: L’outillage traditionnel de la vigne et du vin en Bordelais. Bordeaux, Presses Universitaires..., 1986, p. 140. 385 BUTEL, Paul: Les dynasties..., p. 383. Sobre la familia, sus redes familiares y de negocio, pp. 379-383. La casa se mantiene unida hasta comienzos de los años ochenta del siglo XX, Les Patrons du Second Empire. Vol. 6: Bordeaux et la Gironde, par Hubert BONIN /y otros/. Paris-Le Mans, Picard-Cénomane, 1999, pp. 76-77. En la actualidad sus diversas ramas, bien como productores de vinos, bien como negociantes, están presentes en más de cien países, Bordeaux: vins & négoce. Sous la direction de Bruno Boidron et MarcHenry Lemay. Bordeaux, Éditions Féret, 2000, pp. 156-158. 386 Bordeaux et ses vins, classés par ordre de mérite dans chaque commune. Sous la direction de Bruno Boidron. Bordeaux, Éditions Féret, 2004, 17e. éd., pp. 2201-2202. Datos sobre ambos y sobre algunas de las casas mencionadas en el presente trabajo, PEYNAUD, Émile y BLOUIN, Jacques: El gusto del vino. El gran libro de la degustación. Madrid, MundiPrensa, 2000, 2ª ed., así como el mencionado libro de PAUL, Science, Vine... 387 BUTEL, Les dynasties..., pp. 389-396. Ginestet terminó en 1971 en manos de la casa Bernard Taillan, p. 404. También, Bordeaux: vins..., pp. 196-199. 388 El obrero pensionado Manuel PUJOL dedicó su memoria a la «Fabricación de crémor tártaro a partir de las heces del vino. Procedimiento St-Thibéry (modificado) aplicado en la casa A. Thèron Fils, Bordeaux», BJPIOE, II, 22-24, octubre-diciembre 1917, pp. 15-36. 389 BUTEL, óp. cit., p. 422.
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Château d’Albert, de Burdeos, dirigida por M. Bicharrete Cours, donde los pensionados aprendieron a utilizar el ácido sulfuroso en la conservación de los vinos tintos,390 el Château Barret, de Médoc, zona vitivinícola de prestigio ya desde el siglo XVIII y clasificada en 1855 como denominación de origen, y finalmente, el Château Pavie, de Saint Émilion, una de las denominaciones del Libournais, no consideradas en la clasificación de 1855 y que a lo largo del XIX y XX, a través de la aplicación de las técnicas de punta de la investigación enológica y del apoyo de las bodegas comercializadoras pudo alcanzar la notoriedad del Médoc.391 Pero no faltaron los pensionados, especialmente los del área catalana, que prefirieron orientarse hacia la zona vitivinícola del RoussillonLanguedoc, embarcado por aquellas fechas en un interesante proceso de integración cooperativa tras la crisis de sobreproducción sobrevenida después de la recuperación del desastre de la filoxera y que había dado lugar a numerosas protestas de los propietarios y a la revuelta final del año 1907. «Hijas de la miseria» —como se las llamó en su época— las cooperativas vinícolas, dice Marcel Lachiver, «iban a permitir a los viticultores resistir el desequilibrio económico y social y al mismo tiempo integrarse en el sistema económico».392 Fue en esta zona, más retrasada en el proceso de modernización y reglamentación jurídica de los caldos, donde aquel proceso tuvo lugar adelantamente, mientras que en la bordelesa no se iniciará realmente hasta 1932. Los establecimientos visitados en esta zona fueron la casa Otto, de Béziers, posiblemente una bodega comercializadora, y en menor medida la de Vinos del Mediodía, de Lézignan, cerca de Narbonne, y otra bodega en Fournès, en el Gard, propiedad del vizconde Amelot de la Roussille. Fuera de ellas solo se menciona en la zona el Château Bartisols, de Banyuls. 390 Anotación de W[inter] a la memoria de MELERO RETES, Antonio: «Varios trabajos prácticos», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., p. 336. 391 Sobre ello, BUTEL, Les dynasties..., p. 389. ROUDIÉ, Ph., Vignobles..., menciona también el caso de los vinos del Libournais (Pomerol y Saint-Émilion especialmente) como resultado de ese esfuerzo científico y comercial, p. 395 y CANDAU, J.; ROUDIÉ, Ph. y RUFFE, C.: Saint-Émilion: terroir viticole et espace de vie sociale. Bordeaux, CERVINCSP-Université..., 1991. 392 LACHIVER, Marcel: Vins, vignes et vignerons. Histoire du vignoble français. Paris, Fayard, 1988, p. 483. También sobre ello y sobre los aspectos estructurales de la propiedad y la economía vitivinícola de la zona, aunque lastrados en su consideración por una rígida escolástica marxista, GAVIGNAUD, Geneviève: Propiétires-viticulteurs en Roussillon. Structuresconjonctures-société. XVIIIe-XXe siècles. Paris, Publications de la Sorbonne, 1983.
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Respecto a otras zonas, únicamente se hace referencia muy esporádica a las Bodegas Ayala y Massing de Ay-en-Champagne, en la principal zona productora del vino espumoso. La primera de ellas, todavía en el mercado hoy en día dentro del grupo Bollinger, que la adquirió en el 2005, tuvo su nacimiento en 1860, con el matrimonio del noble de origen español, Edmondo de Ayala, con una rica heredera de la zona. Sus contactos en Inglaterra y en los círculos nobiliarios europeos convertieron la marca en suministradora oficial de las Cortes de Inglaterra y España.393 Algún otro pensionado estuvo en las bodegas Petit de Paris, sin duda, algún establecimiento de la importante dinastía de bodegueros que con este nombre comercializaba y distribuía el vino y los licores a los despachos de bebidas de París.394 Fuera de Francia, únicamente se menciona la casa Staub y Wisner de Zurich. Los de la especialidad de productos de la leche tuvieron, sin duda, la elección mucho más fácil, puesto que las escuelas de lechería y quesería que frecuentaron, según señalamos, contaban con industrias anejas de tratamiento de la leche y de fabricación de mantequilla y queso, donde pudieron completar su formación práctica. Se mencionan, no obstante, algunos otros casos, como el de sendos pensionados que trabajaron en la Granja Luthernay, en Reims y en una Cooperativa lechera de Steenvoorde, en el departamento de Nord. Uno de ellos, Rogelio Fuego Álvarez, trabajó en ésta última durante su instalación e incluso se encargó de la fabricación quesera durante algunos meses.395 Algo semejante se podría decir de los pensionados de la especialidad oleícola. Su orientación preferente fueron los centros de experimentación sobre aceites y grasas de Italia, según señalamos, aunque frecuentaron también las zonas de cultivo y producción oleícola de la costa mediterránea francesa. Obviamente su interés estuvo centrado en las condiciones de producción y comercialización modernas del aceite de ambos países, especialmente de Italia, que habían generado un dinámico sector de exportación, en tanto que en España, salvo en algunas zonas productivas de Cataluña y Valencia, continuaba anclado en métodos Datos de su sitio oficial, http://www.champagne-ayala.fr/ (14/04/2011). Había en 1909 en la ciudad 35 distribuidores con este nombre, algunos de ellos con múltiples establecimientos, Annuaire générale du Commerce... Didot-Bottin, 1909. 395 Nota adicional de Winter a su memoria de pensión: «Lecherías cooperativas de Charentes y Poitou, Sociedad cooperativa de Steenvorde (Nord)...», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 215-278. 393 394
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ancestrales y constreñido en sus tradicionales mercados locales.396 Los objetivos de los pensionados, aparte cuestiones técnicas, estaban bastante claros, hasta el punto de que Ernesto Winter apostillaba lo siguiente como conclusión de las memorias de dos de los pensionados del sector: «Los pensionados Cercós y Zaforas creen que una modificación de procedimientos comerciales de nuestro mercado de aceites sería muy eficaz».397 A los centros formativos teórico-prácticos más arriba mencionados únicamente se podrían añadir la casa Recci de Porto Maurizio (actual Imperia) y el Oleificio Sperimentale di Spoleto, donde una organización cooperativa puesta en marcha desde comienzos del siglo XX en la ciudad buscaba revalorizar el aceite de oliva extravirgen de la provincia umbria; una organización enmarcada en el ámbito más general del Consorcio Agrario Provincial de Perugia creado en agosto de 1899 con el fin de proveer a los socios en sus necesidades de mercancías y máquinas necesarias para el ejercicio de la agricultura, de crédito, de comercialización de productos y hasta de establecimientos capacitados para producir todas esas utilidades. El pensionado Vicente Zaforas pasó tres meses en aquel establecimiento y recogía en su memoria de pensión las lecciones teóricoprácticas recibidas bajo la dirección del profesor Flaminio Bracci, incluida la descripción de un, al parecer, eficaz aparato de su invención destinado a la decantación del aceite del agua de vegetación. Buena parte de ella se dedicaba además a describir los diversos métodos practicados para reconocer la identidad y la pureza de diferentes tipos de aceites.398 En la Provenza francesa otro pensionado visitó las dos principales casas constructoras de material oleícola: la Victor Coq, especializada en decantadores, y la Lobin et Druge, en trituradoras de cilindros, así como la fábrica de aceites Jules Deiss, de Marsella, donde veía una disposición general productiva muy semejante a la catalana de Jouve, de Juneda, que 396 Un claro testimonio de la necesidad del cambio técnico en este sector son las publicaciones del ingeniero industrial catalán, catedrático de química orgánica de la Universidad de Sevilla, Ramón de Manjarrés y de Bofarull (1827-1918) sobre la mejora de la fabricación y clarificación de los aceites españoles. El conocimiento moderno de esta producción y de sus industrias derivadas ha avanzado considerablemente gracias a los trabajos publicados por Ramón RAMÓN I MUÑOZ, de la Universidad de Barcelona. 397 CERCÓS, Jaime: «Relación de las noticias y conocimientos adquiridos durante el tiempo de estancia en Marsella sobre el cultivo del olivo y la fabricación de aceites», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 365-371 y ZAFORAS, Vicente: «Informaciones sobre el olivo», Ibídem, pp. 373-395. Winter, p. 395. 398 Memoria del obrero pensionado ZAFORAS, Vicente: «Informaciones...», pp. 373-395.
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había visitado con ocasión del curso preparatorio de la pensión en Barcelona, aunque con una muy superior capacidad de producción. Por último, dentro de los oficios agrícolas algunos pensionados se dirigieron igualmente a establecimientos de horticultura y jardinería. Se menciona el caso de uno de ellos, Sabadell Martínez, que trabajó con el arquitecto paisajista Otto Kruepper, de Berlín, que había concluido hacía algunos años su obra más acabada: el parque Rudolph Wilde de la entonces todavía independiente municipalidad de Schöneberg, así como en los jardines municipales de la ciudad de Munich.399 Uno trabajó en Francia para la casa de agricultura Monet-Jover Albertville et IrenéeJacamaz de Bourg Saint Maurice, en la Saboya,400 y otros dos para los renombrados establecimientos de horticultura y jardinería Royer Fils y Truffaut et Cie. de Versalles, Gros Pin401 de Hyères (Var), Gravereau de Haÿ-les-Roses, Vilmorin y Delavier de Antibes, los Établissements horticoles Viaud-Briand de Poitiers,402 y Nomblot-Bruneau,403 emplazado en la carretera de Orléans de Bourg-la-Reine, una localidad próxima a París y que, como Versalles, obtenía de la horticultura (rosales, árboles frutales y ornamentales, productos de huerta) sus principales recursos.404 Su propietario durante las primeras décadas del siglo XX, Alfred 399 La descripción de los jardines de esta ciudad y de las composiciones de su flora, en SABADELL MARTÍNEZ, Francisco: «Los jardines de Munich», BJPIOE, VII, 7-8, julioagosto, 1922, pp. 33-50. 400 HERREROS, Felipe: «Notas de apicultura movilista», BJPIOE, I, 4, abril 1916, pp. 126-130. 401 Desde 2006 en manos del grupo Delbard. 402 Sobre ellos, Poitiers, une histoire culturelle, 1800-1950... sous la direction d’Alain Quella-Villéger. Poitiers, Atlantique, 2004, pp. 463 y 471. Algunos de sus catálogos, Établissements Horticoles Viaud-Bruant: Les Plus Belles Fleurs. Les Meilleurs Arbres. Catalogue 1929; Catalogue horticole. Le catalogue général 1932 aux établissements horticoles Viaud Bruant. Poitiers, 1932. 403 A los trabajos realizados por diversos pensionados en todos ellos dedicó el BJPIOE un número monográfico en 1916, I, 6 (la secuencia correcta sería 7, 8, 9, 10), julio, agosto, septiembre, octubre, con los siguientes artículos: LLISO, R.: «Del rosal, su plantación, cultivo forzado y multiplicación», pp. 177-191, «Azaleas y Rhododondons», pp. 192-199, «El cultivo de las plantas en la casa Gros Pin de Hyères», pp. 217-224 y «Árboles formados y su poda en la casa Nomblot-Bruneau de Bourg-la-Reine», pp. 225-239; COMOS CHIRIVELLA, Vicente: «Notas de jardinería», pp. 200-213 y «Multiplicación del Pelargonium a grandes flores», pp. 214-216; CORBÍN, Vicente: «Árboles frutales y viticultura», pp. 240-247. 404 Así se dice en Bourg-la-Reine. État des comunes à la fin du XIXe siècle, publiés sous les auspices du Conseil Général. Notice historique et renseignement administratives. Montévrain, 1899, p. 58.
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Nomblot, había sido incorporado al negocio por su suegro en el final de siglo y hará del vivero uno de los más reconocidos y premiados en las exposiciones generales y en las particulares del ramo.405
4. OTRAS ACTIVIDADES Y OFICIOS El resto de los oficios pensionados presentaba, según señalamos, una importancia muy secundaria respecto a los mencionados y ofrecía una gran diversidad. Podermos suponer con respecto a ellos que estaba reflejado en su pensión el mérito, o hasta la influencia personal, y que implicaba a industrias que, aun siendo importantes en la economía nacional, su tecnología no tenía a juicio de los gestores el valor estratégico que en el contexto de la segunda revolución industrial presentaban las nuevas industrias eléctricas y mecánicas o las derivadas de un sector económico con gran peso en la producción nacional como el agrícola. De las grandes ramas industriales que había ido decantando la economía del siglo XIX y que, en algún caso, se convertirán en sectores clave en el XX únicamente el químico resalta como gran ausente, salvo lo que a este respecto pudiera aportar la industria química de tinturas para el textil o la de curtidos. Ya vimos que la primera tuvo una importancia destacada en la peripecia personal del pensionado Antonio Otzet, en un momento precisamente clave para este mercado, como fue la primera gran guerra, y en relación con una empresa, Bayer, que llegó a dominarlo muy destacadamente. La casa Bayer, en efecto, creada en 1865 por Friedrich Bayer, ha sido, y sigue siendo, una de las grandes industrias mundiales del sector, decisiva a la vez por su contribución a la fabricación de productos químicos y a la farmacología —apenas es necesario recordar que su primer y más conocido logro fue la aspirina— y por su protagonismo de una deriva empresarial hacia la cartelización y consorcialización económica especialmente activa en el período de entreguerras. De la mano de su entonces presidente, Carl Duisberg, organizó en 1925 un 405 En el Annuaire du Commerce Didot-Bottin, 1909 y 1926 proclamaba sus premios en las exposiciones universales de París de 1889 y 1900, en San Luis 1904, Lieja 1905, Milán 1906, Zaragoza 1908, Bruselas 1910 y Gante 1913, además de haber formado parte del jurado en la Exposición Franco-Británica de Londres 1908 y en la de Turín 1911. Su propietario fue consejero municipal de Bourg-la-Reine en 1912, LIEUTIER, Paul: Bourgla-Reine. Essai d’histoire local. Paris, Librairie Letonzey & Ané, 1914, p. 278, y diputado nacional por los republicanos de izquierdas entre 1928 y 1932.
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trust de industrias químicas, el Interessengemeinschaft Farbenindustrie (IG Farben) que controló de manera abrumadora la poderosa industria química alemana y que se aprovechó a conciencia de sus buenas relaciones con el régimen nazi.406 Pero resulta perfectamente explicable el olvido de este sector en los planes de los gestores de las pensiones, puesto que como han subrayado Nuria Puig y Javier Loscertales, entre 1880 y 1939 España apenas tuvo relieve, ni siquiera pequeño, en la industria química mundial.407 Respecto a la industria de curtidos, las principales empresas mencionadas como receptoras de pensionados se situaban en una zona de vieja tradición del curtido, las riberas del Ródano próximas a Lyon.408 Fueron las Tanneries Lombardet,409 instaladas en Saint Fons, un importante centro de la industria química lyonesa,410 y las señaladas como «Tanneries Lyonnaises» de Oullins, dedicada a la fabricación de diversos componentes del cuero de aplicación fundamentalmente industrial, como correas para neumáticos,411 dinamos y selfactinas, cueros y badanas especiales para correas y embutidos, piñones de cuero para engranajes, guardacantones para máquinas de tejer.412 Fuera de ellas sólo se 406 Al respect, HAYES, Peter: Industry and Ideology: IG Farben in de Nazi Era. New York, Cambridge University Press, 1987 y PLUMPE, Gottfried: Die IG Farbenindustrie AG. Wirtschaft, Technik, Politik, 1904-1945. Berlin, Dunker & Humblot, 1990. En castellano, GIRONA, José y otros: Apuntes para la historia de Química Farmacéutica Bayer, S. A., Barcelona, Química Farmacéutica Bayer, 1992. 407 PUIG, Nuria y LOSCERTALES, Javier: «Las estrategias de crecimiento de la industria química alemana en España, 1880-1936: exportación e inversión directa», Revista de Historia Económica, XIX, 2, primavera-verano 2001, p. 349. 408 Informe del obrero pensionado ABÓS, Bernardino: «La industria del curtido», BJPIOE, I, 3, marzo 1916, pp. 84-87. 409 Fueron declaradas en liquidación en 1933, http://www.archivesnationales.culture. gouv.fr/camt/fr/inventairesaq/120aq-16.html (14/04/2011). 410 Cuna de la rama química —la sociedad Perret-Olivier— de la Société Saint-Gobain du Rhône y de la sociedad Gilliard, Monnet et Cartier (desde 1895 Société Chimique des Usines du Rhône), una de las implicadas en la creación en 1928 de la sociedad RhônePoulenc, DAVIET, Jean-Pierre: Un destin international: la Compagnie de Saint Gobain de 1830 à 1939. Paris, Éditions des Archives Contemporaines, 1988; Ídem: Une multinationale à la française. Histoire de Saint-Gobain, 1665-1989. Paris, Fayard, 1989 y CAYEZ, Pierre: Rhône-Poulenc, 1895-1975. Contribution à l’étude d’un groupe industriel. Paris, Colin/Masson, 1988. 411 Courroies-talons, correas que envolvían el neumático en la zona en contacto con la llanta. 412 Eran los productos que anunciaba en el Annuaire Didot-Bottin, 1926.
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mencionan ocasionalmente las Tanneries Krafft de Paris, sin duda la empresa B. Krafft de cueros teñidos, instalado en la rue Danton, 7 de Kremlin-Bicêtre.413 Otras referencias, también muy esporádicas, completan el cuadro en el sector químico. Del perito químico J. A. Vera y Gómez se decía que se dedicó al estudio de la gran industria del ácido sulfúrico por el procedimiento de «cámaras y contacto».414 Otro pensionado, trabajador en la manufactura de concha, trabajó entre 1924 y 1926 en la Société Industrielle du Celluloïd, de Epinay-Villetaneuse, cerca de Paris, dedicada a la fabricación de diversos productos moldeados en este nuevo material plástico,415 en aquellos momentos en franco proceso de expansión a causa de su maleabilidad en el tratamiento industrial, el primer material industrializado de un sector en construcción, como era el plástico, con implicaciones económicas y sociales futuras de gran envergadura.416 En cuanto al resto, algunos pensionados procedían de diversos oficios de las que calificaríamos genéricamente como artes industriales. Algunos Dato del Annuaire Didot-Botin, 1926. En la aglomeración parisiense estas insdustrias estaban instaladas en los municipios de Gentilly y Kremlin-Bicêtre, en el valle del Bièvre. Hacia 1905 las industrias del cuero empleaban seiscientas personas en Gentilly y una centena en Kemlin en unos sesenta pequeños establecimientos, BASTIÉ, La croissance..., pp. 153-156. 414 Procedimientos en realidad nada nuevos, puesto que el procedimiento de cámaras de plomo procedía ya de finales del siglo XVIII. El de contacto, no alcanzó una amplia aplicación hasta finales del XIX, aunque las investigaciones al respecto dabatan del primer tercio del siglo. Consistía en la oxidación del gas sulfuroso conseguido por la torrefacción de piritas. Este procedimiento fue perfeccionada por los industriales lyoneses Perret, ya mencionados. 415 La empresa se llamará algo más adelante Atelier de la Nobel Française. En la localidad existía otra empresa dedicada al celuloide, Linge Azur, productora de moldes para la pequeña fundición de zinc y bronce-aluminio. Además, desde 1907 estaba instalada allí la Société Française des Films l’Éclair, una de las tres grandes sociedades nacionales de producción cinematográfica. HULEUX, Régis et MAYOLLE, Béatrice:Villetaneuse, du village à la ville. Saint Denis, PSD, 2001, especialmente, pp. 67-74. 416 Tratan sobre ello PINCH, Trevor J. y BIJKER, Wiebe E.: «The social construction of Facts and Artefacts: or How the Sociology of Science and the Sociology of Technology might benefit each other», en The Social construction of technological system. New directions in the sociology and history of technology. Ed. by Wiebe E. Bijker, Thomas P. Hughes and Trevor J. Pinch. Cambridge (Mass.)-London, MIT Press, 1989, pp. 17-50. Otro artículo de BIJKER, Wiebe E. aplica las dos categorías principales de su teoría, «Technological frame» e «Inclusion» para explicar el triunfo técnico y económico de la bakelita y el celuloide en los inicios de la industria del plástico, «The Social Construction of Bakelite: Toward a Theory of Invention», pp. 159-187. 413
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artesanos de la primera expedición trabajaron en el establecimiento de fabricación de muebles de estilo Buscaylet, con varios talleres en París.417 Francisco Artigas, pensionado como «dibujante de muebles» trabajó en la casa fabricante de muebles Lacombe, de la calle Bossuet, 22, de Lyon.418 Otro, de oficio calderero, recorrió en Toulouse los talleres «Oeitania» (posiblemente Occitania) y los Ateliers de Ferronnerie d’Art, dedicados a la forja artística. En este sector, otro de la primera expedición lo hizo en la Compagnie de Bronzes de Bruselas, una sociedad nacida como pequeño taller en 1854 y que llegará a ser un importante proveedor de objetos de arte (bronces artísticos de imitación), moblaje (grifería industrial y doméstica, relojes de pared) e iluminación (lámparas, arañas, apliques, cornucopias, candelabros) para los salones privados y públicos de la sociedad belga, así como de estatuaria pública, hasta su crisis en los años setenta del siglo XX y su definitiva desaparición en 1979.419 Un cuarto trabajó en la casa Poffer, de Paris, un pequeño taller de orfebrería, y, sobre todo, en los Ateliers Orfèvrerie Adolphe Boulenger, de Creteilsur-Marne, creados en 1870 y especializados en fundición del nickel y en el trabajo de la alpaca, produciendo cubertería de lujo y orfebrería fina y galvanizada. En 1902 tenía 60 obreros.420 En el sector de la cerámica artística los centros de Limoges y Sèvres estuvieron, como no podía ser menos, entre los elegidos. Un pensionado trabajó en las casas Guerin et Cie, de aquella ciudad y en la de loza, porcelana y vidrio Labrut et Reculle, de la rue de la Cerche, 2, de Orleáns.421 Guerin et Cie fue una de los numerosos hornos artesanos instalados en la ciudad y obligados después a la fabricación industrial desde que a mediados del siglo XIX el americano David Haviland adaptó la tradición artesana a los gustos de los consumidores americanos y a los procedimientos industriales de fabricación y decoración 417 Se recogen con este nombre establecimientos en la calle Cler, 15, Barouillère, 13 y Sèvres, 103. Annuaire générale du Commerce... Didot-Bottin, 1909. 418 Dato del Annuaire Didot-Bottin, 1926. 419 Un monográfico especial de Les Cahiers de la Fonderie, nº 28-29 recuerda sus diversas facetas técnicas, empresariales (organización, concurrencia) y sociales (aprendizaje, mano de obra): Fabrique d’Art. La Compagnie des Bronzes, 1854-1979, Bruxelles, La Fonderie, 2004. Trazan su historia general Christine A. DUPONT y Guy LEMAIRE. 420 Algún dato en http://www.culture.gouv.fr/documentation/memoire/HTML/ IVR11/IA00063237/index.htm (14/04/2011). Sobre ella, datos en la memoria del obrero pensionado V. LISBONA AGUADO: «Estudios de orfebrería», en Memorias presentadas por los obreros pensionados..., pp. 61-75. 421 Dato del Annuaire Didot-Bottin, 1926.
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y convirtió a Limoges en un gran emporio de la cerámica y porcelana.422 Iniciada en el negocio en 1836, fue integrando, por compra o por unión, diversos talleres de la ciudad hasta que fue a su vez comprada en 1921 por Elite, convirtiéndose en Guerin Pouyat Elite. Terminaría, sin embargo, cerrando en 1932.423 En la Manufacture Nationale de Sèvres se formó la ya mencionada Esperanza Zuloaga Estringana y por allí pasó también, además de por otros centros artísticos e industriales del ramo, el ingeniero industrial Rafael Guillén Bastos, estudiando la composición química de los silicatos cerámicos,424 así como el ceramista valenciano Alfonso Blat, quien, como ya señalamos en otro lugar, recorrió también un buen número de los más prestigiosos centros europeos de la cerámica artística. En el sector de la joyería, dos pensionados trabajaron respectivamente en las joyerías Rubatto de París y Dubois de Lyon.425 Y finalmente, al menos tres pensionados —y sin duda otros tantos más, aunque sin referencia expresa de su centro de colocación— trabajaron en el sector de la construcción o del trabajo artístico de cantería. Uno lo hizo en la Société Marbres, Pierres et Granits, de Lyon y Buxy, una de las compañías dedicadas al trabajo de los materiales, especialmente mármoles, de las cercanas canteras del Jura.426 En el momento en que acogió al obrero pensionado, cantero de oficio, acababa de hacerse con una de las más importantes canteras de la zona, que poseía la Compagnie de la Marbrerie de Molinges d’Emile Gauthier, abierta en 1865.427 Otro lo hizo en la Un acercamiento al contexto general de esta industria, FLÉJOU, Lucie: «Qualité, image de marque et exportations: forces et fragilités du modèle économique de la porcelaine de Limoges (1880-1940), Entreprises et Histoire, 46, avril, 2007, pp. 85-97. 423 VERYNAUD, Georges: Histoire de Limoges. Limoges, Centre Régional de Recherche et de Documentation Pédagogiques, 1973. Datos sobre la compañía en SANCHEZ, Pierre: Diccionnaire des ceramistes, peintres sur porcelaine, verre et émail, verriers et émailleurs, exposant dans les salons, expositions universelles, industrielles, d’art decoratif et des manufactures nationales, 1700-1920. Tome second, G-PA. Préface d’Antoinette Fay-Halle. Dijon, L’Echelle de Jacob, 2005, pp. 693-694. 424 Su informe en GUILLÉN, Rafael: «Análisis químico de los silicatos cerámicos», BJPIOE, XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, pp. 13-20. 425 De ninguna de las dos hemos encontrado rastro alguno, ni siquiera en el Annuaire du Commerce Didot-Bottin 426 Aunque centrado sobre las condiciones estructurales de la producción y del mercado, más que sobre empresas concretas, resulta interesante el libro de GADILLE, Rolande: L’industrie française de la Pierre marbrière. Paris, Les Belles Letres, 1968. 427 Véase, Inventaire général des monuments et des richesses artistiques de la France, Région Franche-Comté. Marbres et Marbreries (Jura), Réd. Laurent Poupard; photogr. Yves 422
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sociedad «Pierre Armée Panchot» de Paris (en realidad S. A. des constructions de «Fer-Béton» et Pierre-armée Panchot428) del Bd. Magenta, 76, dedicada a la técnica constructiva de la armadura de las planchas de piedra, a fin de reforzar su resistencia a la flexión, y a la nueva técnica del hormigón armado. Y el tercero y más interesante lo hizo en una empresa que en cierto modo recogía la herencia de la mencionada técnica, perfeccionada y aplicada al hormigón: la S. A. Béton Armé Hennebique, de Paris, una sociedad creada por el constructor francés Francois Hennebique en 1892, el mismo año de obtención de la patente de su procedimiento de hormigón armado.429 Pronto comenzará a difundir su patente en diversos países europeos, entre ellos España, donde lo hace desde 1896 de la mano del ingeniero de caminos, canales y puertos José Eugenio Ribera Dutasta, quien más tarde se decantaría por un procedimiento modificado de su propia invención. Realizará aquí alrededor de 200 construcciones con este nuevo procedimiento, que se sumaban a las instalaciones en hierro que había realizado ya desde los años 80.430 Fue una empresa activa e innovadora, con procedimientos modernos de gestión, utilizando técnicas publicitarias y captación directa de clientes, que contribuyó muy decisivamente —especialmente a través de la revista Le Béton Armé, que publicaría desde 1898— a generalizar el uso del hormigón armado en los más diversos usos residenciales e industriales.431
Sancey. Paris, Erti, 1997. Amplia información también en http://www.culture.gouv.fr/ culture/inventai/itiinv/marbre39/index.html. 428 Dato del Annuaire Didot-Bottin, 1926. 429 Sobre su vida y obra, DELHUMEAU, Gwenaël: L’invention del béton armé. Hennebique, 1890-1914. Paris, Norma Éditions, 1999, un estudio ampliado de la introducción a la obra Le Béton en représentation. La mémoire photographique de l’entreprise Hennebique, 1890-1930, DELHUMEAU, G., GUBLER, Jacques, LEGAULT, Réjean, SIMONNET, Cyrille. Paris, 1993, pp. 9-26. El resto de este libro es una colección de fotografías comentadas de las construcciones realizadas por la empresa. 430 DELHUMEAU, G., óp. cit., p. 18. 431 Sobre Hennebique en España, ROSELL, Jaume y CÁRCAMO, Joaquín: Los orígenes del hormigón armado y su introducción en Bizkaia. La fábrica Ceres de Bilbao. Bilbao, Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Bizkaia, 1995, especialmente, pp. 33-38 y 87-100.
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CAPÍTULO VI LOS RETOS COLECTIVOS: EMPRESAS Y ENTIDADES ESPAÑOLAS PATROCINADORAS DE OBREROS PENSIONADOS 1. LAS SOCIEDADES Y EMPRESAS PATROCINADORAS DE CANDIDATOS A PENSIÓN
Es pues ya el momento de pasar a una cuarta cuestión que nos ponga en contacto con los centros de origen de los obreros expedicionarios, así como el de la identidad de sus patrocinadores en caso de no coincidir, o de superponerse, con la acreditación de los responsables de aquellos centros. Con los primeros es posible componer, con el modesto alcance que atribuimos a todos estos datos, en definitiva restringidos a unos pocos centenares de casos, el mapa de todas aquellos industriales o instituciones económicas en los que —permítasenos esta hipótesis básica— existía por lo menos una cierta autoexigencia por perfeccionar la formación de su mano de obra y la inquietud —o incluso la necesidad— de entrar en contacto con las realidades industriales del entorno europeo por razones de estrategia empresarial, de relación económica transnacional o de transferencia efectiva de tecnología de uso. Con los segundos, por el contrario, entramos en contacto con una realidad más difusa y no por ello menos real y menos interesante: con las disponibilidades de una serie de nódulos de solidaridad y de colaboración social más o menos desinteresados —se podría hablar recogiendo la herencia durkheiniana de vínculos de integración y de organización social o en un concepto más moderno de recursos de capital social o relacional— de los que un joven obrero-estudiante o estudiante-obrero podía echar mano en los primeros años de su carrera en sus legítimas ambiciones formativas o profesionales. No es un asunto trivial, puesto que toda una interesante corriente de historiografía actual tiende a ver en estas redes de relación un terreno particularmente fructífero de análisis lo mismo del campo social que de la actividad empresarial, en este último caso, a su vez, firmemente asentada a contracorriente de las tendencias clásicas de análisis económico, al poner de relieve la pluralidad de actores —empresarios e instituciones, grupos de acción corporativa, directivos y trabajadores, consumidores, etc.—
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intervinientes en los distintos niveles de la vida de la empresa y de los equilibrios macroeconómicos.1 Respecto a la primera cuestión sería de nuevo por demás pretencioso intentar componer a partir de los nombres más repetidos una cartografía siquiera elemental de los recursos industriales de la España del momento. Pero si no en esos términos, cabe al menos la posibilidad de balizar con ellos algunas pistas sobre lo que podría ser un mapa rudimentario de sus principales firmas. De ningún modo pretendemos, no obstante, hacer un resumen de la historia de las principales compañías españolas mencionadas, ni siquiera somero como lo hemos hecho hasta aquí para las extranjeras, en razón de su lógica mayor proximidad y mejor conocimiento por parte del mundo académico especializado en la historia industrial o tecnológica. Se intenta más bien poner de relieve los datos de naturaleza muy diversa —participación financiera, colaboración técnica, relación comercial, utilización de mano de obra experta extranjera, explotación de procedimientos y patentes, etc.— que nos ayuden a orientarnos, con algún tipo de referencia de significación inequívoca, al mismo tiempo de las necesidades objetivas de una política formativa técnica como la que estamos tratando y de las opciones estratégicas de colocación de los pensionados en los distintos sectores y empresas del exterior que hemos mencionado anteriormente.
1.1. El sector minero-metalúrgico No es ninguna novedad subrayar la particular estructura de islotes aislados de la industrialización española durante el siglo XIX, apenas un poco más entrelazados a lo largo del XX, a pesar del innegable proceso de intensificación de la trama industrial en las zonas más dinámicas. Estas Un resumen reciente, muy bien estructurado, sobre el capital social y las redes relacionales en la vida económica, incluyendo una amplia bibliografía sobre el tema en FERNÁNDEZ PÉREZ, Virginia: Influencia de las redes sociales directivas en la flexibilidad estratégica organizacional: un enfoque contingente, tesis doctoral. Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Universidad de Granada, 2008. En línea en http://hera.ugr.es/tesisugr/ 17475491.pdf (15/04/2011). Aplicado a un sector concreto, el de las industrias del alambre de hierro y acero, son interesantes las reflexiones iniciales de FERNÁNDEZ PÉREZ, Paloma: «Empresas familiares y acuerdos cooperativos en el metal español: el caso de las industrias del alambre de hierro y acero (1880-1974), Investigaciones de Historia Económica, 4, 2006, especialmente, pp. 52-53. 1
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islas industriales fueron lógicamente las que gozaron de mayor presencia entre los sectores y las industrias señaladas por la obra de pensiones. Por supuesto, estaban en primer lugar aquellos establecimientos que habían ido asentando a lo largo del último tercio del siglo XIX los fundamentos de una industria nacional en los campos minero, metalúrgico, construcciones mecánicas, trefilería, astilleros, construcciones metálicas, etc. La minería, en consonancia con el papel jugado por este sector en la economía industrial española del siglo XIX ,2 estuvo representada por doce pensionados, entre ellos —los únicos cuya procedencia conocemos— por tres ayudantes de minas de los pozos de Mieres y San Martín del Rey Aurelio, es decir de las dos principales zonas carboníferas y metalúrgicas asturianas, las de Mieres y Langreo, en los valles del Caudal y del Nalón respectivamente, dominadas por el peso industrial de la Fábrica de Mieres y de Duro-Felguera, empresas que aportaron un buen número de pensionados, entre los que suponemos estaban también los ayudantes de minas mencionados, aunque no se mencione concretamente su empresa de procedencia. Ambas empresas, en efecto, fueron la punta de lanza a la vez de la integración minería-siderurgia característica de la primera revolución industrial y de la diversificación industrial asturiana en otros sectores complementarios o subsidiarios espoleados por la demanda industrial generada por estas grandes empresas. En este sentido no es sorprendente que la actividad minero-metalúrgica propia y la reverberada en su entorno fueran los sectores mejor acogidos a la hora de seleccionar los pensionados.3 La primera empresa, abierta en 2 Para conocerlo, nada mejor que el apabullante estudio de CHASTAGNARET, Gerard: L’Espagne, puissance minière dans l’Europe du XIXe siècle. Madrid, Casa de Velázquez, 2000. También el excelente análisis de COLL MARTÍN, Sebastián, SUDRIÀ Y TRIAY, Carles: El carbón en España, 1770-1961. Una historia económica. Madrid, Turner, 1987, centrado en los datos macroeconómicos y en la política oficial. Entre pp. 226 y 233, sociedades anónimas carboníferas que se constituyeron o empliaron entre 1876 y 1935. Sobre Asturias en concreto, un útil resumen en C. H. «La minería del carbón en Asturias», Estrategias, V, 20, 2006, pp. 29-32. Sobre los dos grades sectores, minería y metalurgia, de la economía asturiana durante el siglo XIX, OJEDA, Germán: Asturias en la industrialización española, 18331907. Madrid, Siglo XXI Editores, 1985. También, ANES ALVAREZ DE CASTRILLÓN, Rafael: Asturias, fuente de energía. El carbón asturiano en la economía española, HUNOSA, 30 aniversario, 1967-1997. Oviedo, Ediciones Nobel, 1997. 3 Un buen resumen de la evolución de la siderurgia española, en BILBAO, Luis María y FERNÁNDEZ DE PINEDO, Emiliano: «Artesanía e Industria», en M. ARTOLA (dir.): Enciclopedia de Historia de España, vol. 1: Economía y sociedad. Madrid, Alianza Editorial, 1988, especialmente pp. 149-190.
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1844, transformada en 1852, tras comprar algumas minas de carbón, en la Société Houllère et Métallurgique des Asturies y comprada en 1857
por el financiero francés Numa Guilhou se convirtirá desde los años ochenta del siglo, ya como Sociedad Fábrica de Mieres, en la más importante fábrica de productos metalúrgicos y estructuras metálicas de Asturias durante algunos años. Al menos hasta que la otra gran sociedad, la creada en 1858 por los hermanos Pedro y Julián Duro Benito, junto a otros socios, en La Felguera (Langreo), comience su ascenso por la absorción de diversas compañías que operaban en la zona (en el campo minero, el grupo Santa Ana de Herrero Hermanos y la Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias más adelante, en el metalúrgico, la Compañía de Asturias creada en 1894) y por su decidida apuesta por el mercado del acero, hasta convertirse por algún tiempo en los años de comienzos de siglo en la primera siderurgia española.4 Junto a estas dos empresas, en la misma zona, otra importante fábrica metalúrgica proveedora de pensionados fue la Moreda y Gijón, la empresa creada en 1879 por el ingeniero francés Isidoro Clausel, que ya disponía de minas de carbón en la cuenta del Aller, e instalada en Gijón, con el fin de fabricar alambre y laminados finos de calidad, producto de creciente demanda como consecuencia de la expansión del sector conservero. Propiedad desde 1899 de la también metalurgia Sociedad Industrial Asturiana Santa Bárbara, fundada 1895 por el banquero Policarpo Herrero y el ingeniero José Tartiere Lenegre, terminará siendo una de las tres grandes compañías del país —junto con la barcelonesa Rivière y la cántabra Quijano— dedicadas a fabricación de alambre y sus productos derivados, como tamices, cedazos, puntas de París, tornillos, rejillas, enredados, muelles, quitalodos, cables y cordones de cobre y acero, somieres o filtros.5 OJEDA, Germán: Duro Felguera, historia de una gran empresa industrial. Oviedo Grupo Duro Felguera, 2000 y FERNÁNDEZ MUÑIZ, B., GARCÍA ÁLVAREZ, M. Teresa, MONTES PEÓN, J. M. y VÁZQUEZ ORDÁS, C. J.: «Duro Felguera», en Estrategias y operaciones empresariales en los nuevos mercados. 20 casos a estudio, García Olalla, M. y Vázquez Ordás, C. J. (dirs.), Editorial Civitas, 2002, pp. 301-325. 5 FERNÁNDEZ PÉREZ, Paloma: Historia de Moreda (1879-2004) y Rivière (1854-2004). Un siglo y medio de trefilería en España. Cerdanyola del Vallés, Moreda Rivière Trefilería, 2004. También, GONZÁLEZ ROMERO, José Fernando y MUÑOZ DUARTE, Pelayo: Arquitectura industrial en Gijón. La huella de una ausencia. Editorial: Ediciones Trea, 2008, pp. 73-80 y OJEDA, Asturias en la industrialización..., pp. 292-293. Numerosos datos 4
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Por último, en la misma zona, proporcionó también algunos pensionados la sociedad Laviada y Compañía, una antigua fundición creada en 1850 como La Begoñesa por el ingeniero belga Julio Kessler, convertida después en Kessler, Laviada y Compañía y finalmente, desde 1919, en Laviada y Compañía, dedicada a la producción de baterías de cocina de hierro fundido, con baño de porcelana, y tuberías delgadas para inodoros y letrinas.6 Sin ser tan importante como las mencionadas, su vida fue también larga. En los años que siguieron a la guerra civil era ya una empresa diversificada que producía además vidrio, loza y cerámica y ladrillos refractarios, por su integración con otras empresas de la zona, la más importante de ellas, La Industria (la Cifuentes, Pola y Cía de fabricación de vidrio) de la que más adelante hablaremos.7 Cerrará finalmente en 1982. Como no podía ser menos, la siderurgia vasca y otras industrias del metal de la zona, en plena pujanza en el primer tercio del siglo XX,8 fue otro de los sectores especialmente favorecido por la selección de pensionados. La mayor parte de ellos trabajaban en los distintos centros de los Altos Hornos de Vizcaya, la sociedad que en 1902 agrutinó a tres de los más importantes establecimientos industriales metalúrgicas creados desde mediados de siglo en torno a la ría de Bilbao: los Altos Hornos de Bilbao (integración a su vez en 1882 de diversos pozos mineros, derechos y propiedades, entre las que se contaban los establecimientos metalúrgicos
también sobre todas las compañías mencionadas, en ANES ALVAREZ DE CASTRILLÓN, Rafael: «El Banco Herrero: siglo y medio en la vida económica de Asturias», Revista de la historia de la economía y de la empresa, 1, 2007, pp. 193-209. 6 En 1908 tenía 400 obreros y producía 10.000 piezas diarias, según la reseña de su instalación en la Exposición Hispano-Francesa de Zaragoza de 1908, ABC, 20-V-1908, p. 12. 7 Sobre ella, algunos datos en GONZÁLEZ ROMERO, José Fernando y MUÑOZ DUARTE, Pelayo: Arquitectura industrial en Gijón...., pp.84-87; OJEDA: Asturias en la industrialización..., p. 265 y ERICE, Francisco: Propietarios, comerciantes e industriales. Burguesía y desarrollo capitalista en la Asturias del siglo XIX (1830-1885). Oviedo, Servicio de Publicaciones de la Universidad..., 1995, tomo I, p. 290. Se menciona también como proponente de un pensionado a las «Fundiciones Guillermo», de Gijón, empresa sobre la que no hemos obtenido ninguna información. 8 Sobre todas todas las compañías que siguen, así como sobre las papeleras, fábricas de armas, etc. en el País Vasco, GONZÁLEZ PORTILLA, Manuel: La formación de la sociedad capitalista en el País Vasco (1876-1913). Vol. I [Industrialización y cambio social]. Vol. II [Los orígenes históricos del «nacionalismo» económico y de los monopolios, 1898-1913]. San Sebastián, L. Haramburu Editor., 1981. Como apéndice a ambos volúmenes hay algunos datos sobre las empresas mencionadas en el texto. Del mismo autor, La siderurgia vasca (18801901). Nuevas tecnologías, empresarios y política económica. Bilbao, UPV/EHU, 1985.
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de la compañía Ibarra y Cía en Guriezo y Baracaldo), La Vizcaya, constituida en ese mismo año de 1882, e Iberia, abierta en 1888, ambas con fundiciones en Sestao. Junto a esta sociedad, ampliamente dominante desde su creación en el mercado de los productos metalúrgicos de base (lingotes, carriles, viguería) y en una amplia gama de manufacturas férricas de primera elaboración, como chapa galvanizada, latón, barras, hojadelata o tubos, y más adelante maquinaria de tracción para minas y fábricas, proporcionaron también pensionados en este mismo sector y zona la Fundición de Santiago Ibarra y Hermano, creada en 1883 en Ortuella y dedicada también a la construcción de maquinaria y estructuras metálicas y a la fabricación de tuberías para conducciones de toda clase,9 así como la compañía Talleres de Deusto, abierta en 1891 en esa localidad vizcaína, dedicada a la fabricación por el procedimiento Robert de aceros moldeados y a la elaboración de piezas para ferrocarriles y travías, para maquinaria de cualquier otra clase y para trenes de laminación. Hacia comienzos de siglo tenía 270 trabajadores, 330 en 1919.10 En el arco minero-metalúrgico del norte, por último, otra empresa que proporcionó algunos pensionados fue la S. A. José María Quijano, de Los Corrales de Buelma, en la provincia de Santander, la heredera del taller de forja que en 1873 creara José María Quijano con el objetivo de fabricar «puntas de París». Su arriesgada aventura empresarial, su atención a los nuevos procedimientos de fabricación y moldeo del acero, en frecuente comunicación con empresas y técnicos de Inglaterra, Francia y Bélgica, hicieron de la empresa una de las grandes trefilerías del país durante el siglo XX.11 9 GONZÁLEZ PORTILLA: La formación..., vol. 1, p. 237. A comienzos del siglo XX tenía 120 trabajadores, «La industria de Vizcaya, IV: Fábricas de Vizcaya», Revista de Obras Públicas, L, 1394, 12-VI-1902, p. 496. 10 «Exposición de Industrias Modernas. Talleres de Deusto», Revista de Obras Públicas, XLIV, 1161, 23-XII-1897, pp. 682-683; ALZOLA, Pablo de: «La industria de Vizcaya, IV: Fábricas de Vizcaya», Ídem, L, 1394, 12-VI-1902, pp. 495-496 y algunos datos también en IBÁÑEZ, Maite y ZABALA, Marta: Las galleteras de Deusto. Mujer y trabajo en el Bilbao industrial. Bilbao, Fundación Bilbao Bizkaia Kutxa-Ayuntamiento de Bilbao, 2007. Sobre las iniciativas de todos los modernos «barones del hierro» vizcaínos, numerosos datos en las biografías recogidas en Los 100 empresarios españoles del siglo XX. Dirigido por Eugenio Torres. Madrid, LID, 2000. 11 BUSTAMANTE QUIJANO, Ramón: José María Quijano. Vida y obra de un hidalgo emprendedor. Santander, Nueva Montaña Quijano, 1986. También, 125 Aniversario de Trefilerías Quijano, S.A. (1873-1998), Santander, Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Cantabria, 1998.
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Junto a las metalúrgicas mencionadas, otras esparcidas por el resto de la península contribuyeron en menor medida a la obra de las pensiones patrocinando algunos de sus obreros en las sucesivas convocatorias. Fueron por lo general pequeñas o medianas empresas, con un mercado local o regional de fabricación de hierro y acero y de construcciones metálicas, con frecuencia instaladas al calor de la demanda de pequeñas fundiciones, talleres y servicios de mantenimiento impulsada por la actividad ferroviaria, habitualmente proveedoras de estructuras metálicas de las empresas constructoras de la zona y, en algunos casos, impulsadas hacia objetivos de mayor envergadura no siempre saldados con el éxito. Algunas han dejado una clara impronta en la fisonomía industrial y arquitectónica de su ciudad sede y del entorno. Tal es el caso de los Talleres Moneo de Salamanca, una empresa creada en 1881, entre otros, por Anselmo Pérez Moneo, que daría nombre a la empresa. En el año 2005 una exposición realizada en el Palacio de Abrantes de la ciudad ha hecho pública su labor en la difusión de la arquitectura modernista del hierro en la capital charra a partir de los planos y proyectos de trabajo, recuperados por Joaquín Bérchez en el oportuno momento del cierre de la compañía.12 Su ámbito comercial estuvo circunscrito en lo fundamental a las provincias limítrofes de Zamora, Ávila, Cáceres y, en mucha menor medida, Valladolid y Toledo, aunque como excepción participó igualmente en la construcción del primer muelle de hierro del puerto de Vigo, siempre dentro de un abanico muy amplio de actividad, que iba desde productos y construcciones en el ámbito de la arquitectura pública y privada, del amueblamiento y del ornato urbano y de utilidades diversas de servicio público a la maquinaria agrícola y las más pequeñas reformas y detalles en hierro en los ámbitos público y privado.13 Otra de estas empresas fue la Sociedad Jareño de Construcciones Metálicas, localizada en los números 80-82 de la calle Méndez Álvaro de 12 La labor de la compañía en esa dirección había sido ya difundido por J. BÉRCHER GÓMEZ en 1976: «Hierro y modernismo en la arquitectura de Salamanca», Estudios Pro Arte, 7-8, 1976, pp. 22-40. 13 Moneo Hijo y Cía. La modernización de la imagen urbana de Salamanca a finales del siglo XIX, 9 de agosto de 2005/15 de septiembre de 2005... Edición a cargo de Joaquín Bérchez. Salamanca, Fundación Municipal de Cultura-Universidad, 2005. El propio editor recuerda en el catálogo las vicisitudes de la recuperación de los planos, pp. 11-22 y M. T. PALIZA MONDUARTE y J. R. NIETO GONZÁLEZ trazan lo esencial de la historia de la compañía y de su trabajo, pp. 107-118.
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Madrid, en los aledaños de la estación de Peñuelas. Fue creada en 1913 por José Jareño Hernández-Vaquero, llegando a ser una de las más importantes empresas de construcción metálica de la capital.14 Era fundición de hierro y de cerrajerías artísticas. Un buen número de las farolas fernandinas (Fernando VII, 1832) que adornan la ciudad —y hasta algunas de Salamanca, según han señalado M. T. Paliza y J. R. Nieto15— llevan la impronta Jareño en su pie. Fabricaba armaduras, puentes, entramados y un muy diversificado abanico de maquinaria y de objetos de calderería, cerrajería y fumistería. Construía máquinas para extracción de aceite de oliva, para fábricas de cerámica o panaderías y hasta más adelante ensayará muy esporádicamente la fabricación de vehículos militares. Realizaba instalaciones de calefacción central y parcial de toda clase de edificios. En 1931, a fin de facilitar la salida de su producción, se hace con la Sociedad Comercial de Hierros,16 integrante del consorcio de almacenistas agrupados en la Unión de Almacenistas del Hierro de España.17 Algún pensionado procedió también de la Fundición Miguel del Prado, situada en el barrio de San Andrés de Valladolid, un barrio de localización industrial atraida por las instalaciones de la estación de ferrocarril.18 Fue una empresa de larga trayectoria, creada en 1875 en el mencionado contexto industrial, pero que a lo largo de su historia, hasta su cierre en 1972,19 se va a implicar en diversos proyectos industriales, como 14 Algún dato en GARCÍA RUIZ, José Luis: «La industria de la automoción en Madrid: ¿hubo oportunidades perdidas?, en Del Metal al Motor. Innovación y atraso en la historia de la industria metal-mecánica española. Pere Pascual Domènech, Paloma Fernández Pérez (eds.). Bilbao, Fundación BBVA, 2007, pp. 189-222, especialmente, p. 196. 15 Moneo Hijo y Cía. La modernización de la imagen urbana..., p. 108. 16 Junta de Accionistas de 4-VIII-1931, en ABC, 9-VIII-1931, p. 62. En 1929 su Consejo de Administración estaba compuesto por el ingeniero industrial Fernando Martín de Vidales, como Presidente; Vicepresidente: Alberto de Alcocer; Secretario, Francisco Perezagua y Director Gerente, Luis Martín de Vidales, Anuario Financiero y de Sociedades Anónimas, 1929. 17 Sobre ella, MARTÍNEZ RUIZ, J. I.: La Unión de Almacenistas de Hierros y la distribución de hierros comerciales en España, Madrid, Fundación Empresa Pública, Programa de Historia Económica, Documento de Trabajo, nº 9806, 1998. 18 Situada entre las calles Tudela, Labradores y Nicolás Salmerón. FERNÁNDEZ DE DIEGO, Eloísa. El barrio de San Andrés de la ciudad de Valladolid. Valladolid: Universidad de Valladolid, 1971. 19 Sus instalaciones pasaron, según dice José Luis GARCÍA CUESTA, a la sociedad Automóviles de Turismo Hispano-Ingleses, SA, (AUTHI) como pago de un crédito y única acreedora, «Estrategias inmobiliarias y transformación de suelo en Valladolid», en Espacio natural y dinámicas territoriales. Homenaje al Dr. D. Jesús García Fernández... Valladolid, Secretariado de Publicaciones... Universidad..., 2001, pp. 606-607.
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la fabricación de maquinaria de obras públicas (grúas y palas excavadoras)20 y de turbinas de modelos Pelton, Francis y Kaplan, contribuyendo al equipamiento de numerosas instalaciones hidráulicas de la postguerra con proyectos propios o en colaboración con la representación española de Escher Wyss.21 Otras dos empresas de carácter equivalente que proporcionaron algún pensionado fueron la de Talleres de fundición M. Ramírez Tordolla, de Mérica y la señalada como «Talleres de Lamiaco», de Bilbao. La primera fue creada en 1900 y aún subsiste hoy día como empresa dedicada de ordinario a la fabricación de estructuras de metal y excepcionalmente a la maquinaria y equipos para transporte. En cuanto a la segunda, la referencia no resulta muy explícita y posiblemente sea más una calificación genérica que la razón social de un establecimiento metalúrgico concreto. En todo caso existió en esa localidad bilbaína desde finales del siglo XIX un establecimiento dedicado a la metalurgia del cobre y latón (tubería y más adelante también calderería de hierro negro y galvanizado): la nacida como La Delta Española, más adelante Eduardo K. L. Earle, que bien pudo ser el establecimiento de origen del pensionado. Fue una empresa con amplio impacto en la vida económica y social (habitaciones, economato, escuelas, actividades lúdicas) de la localidad. Otras empresas más tardías del lugar fueron los talleres de calderería y forja Victoria y Echevarría y los de estampados metálicos G. Andiano y Cía.22 Entre este tipo de empresas que estamos mencionando estaban también las que en Cataluña habían ido paso a paso asentando en este sector la diversificación industrial del siglo XX, potenciada por la expansión y cercanía del aprovisionamiento energético eléctrico.23 Se mencionan concretamente la sociedad Industrias Mecánicas Consolidadas, una En el BOE del 4 de febrero de 1959 se le autorizaba a ampliar sus instalaciones para este tipo de productos. 21 La información de La Vanguardia de 29 de septiembre de 1956, p. 14, mencionaba quince instalaciones hidráulicas en colaboración con Escher y trece de proyectos propios. 22 VARGAS ALONSO, Francisco Manuel: «Sociedad y trabajo industrial en un ámbito local: Lamiako (1876-1937)», dentro del monográfico VI Jornadas de Estudios Histórico Locales: El Trabajo en Euskal Herria, enVasconia, 30, 2000, pp. 335-349, especialmente, pp. 339, 341-342 y 348. 23 Algunas de ellas aparecen en el apéndice del trabajo de FERNÁNDEZ, Paloma: «A Kingdom for Small and Medium Entrepreneurship. An Approach to the Study of Catalan Metal Industries in the 20th century». Paper submitted to the XIVth International Economic History Congress, Helsinki, 21-25 August 2006, http://www.helsinki.fi/iehc2006/papers2/ Fernandez.pdf, y en CABANA, F.: Fàbriques i empresaris... 1. Metal·lurgis i químics. 20
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fundición de hierro y rejería artística, con taller de construcción de máquinas y productos metálicos muy diversos, así como de instalaciones industriales de bombas, grúas, elevadores y maquinaria textil.24 Otra era una Fundición Ramis, propiedad de José Ramis Remaní, emplazada primero en la calle San Ignacio 12 y después en la del Príncipe Jorge 12 de Barcelona, fabricante también de cocinas económicas de fundición, y, por último, aparece también en Barcelona como patrocinadora la fundición mencionada en la referencia como «Cándido Selma», nombre coincidente con el del pensionado, Cándido Selma Martín.25
1.2. Las grandes sociedades de construcción mecánica Pero no cabe duda de que la atención de los gestores de las pensiones estuvo centrada sobre todo en el crucial sector de la fabricación de maquinaria y, muy en particular, en el de la fabricación de máquinas y locomotoras de vapor y material rodante de ferrocarril.26 Sin duda eso resulta por demás interesante, puesto que por los años en que estamos situados en nuestra investigación la deriva mundial y, en particular, la europea hacia la que miraban los patrocinadores de la experiencia, evolucionaba de manera muy rápida hacia la tracción eléctrica y la Diesel, es decir, como se ha puesto de relieve en alguna ocasión, cuando la tecnología del vapor comenzaba a ceder ante la competencia de los otros sistemas de tracción.27 24 Según el citado trabajo de Paloma FERNÁNDEZ, «A Kingdom of Small...», tenía 78 trabajadores, se supone que en los años 20, que es a donde remiten sus fuentes de documentación. Más adelante se llamará Industrias Mecánicas, s. a., con sede en la Carretera del Port, 33 de Barcelona, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, p. 935. 25 Se trata, sin duda, de la fundición Herederos de Francisco Selma, que menciona Paloma Fernández, Ibídem, con 15 trabajadores. Estaba situada en la calle Aragón, 116 de Barcelona, según el Anuario de minería, metalurgia, electricidad y demás industrias de España..., 1923, p. 489. 26 Un resumen del estado general del sector durante el siglo XIX en España: 200 años..., pp. 71-76. 27 Como dice ORTIZ DE VILLAJOS, José María refiriéndose a la Maquinista Terrestre y Marítima «a partir de principios del siglo XX la tecnología del vapor comenzaba a estar obsoleta debido a la manifiesta ventaja para muchos usos de los motores de combustión interna», en «Importancia de las patentes para los primeros fabricantes de máquinas de vapor en España: Nuevo Vulcano, La Maquinista Terrestre y Marítima y Alexander Hermanos». Comunición para la sesión... La industria y el mercado mundial: el cambio de ventaja comparativa en
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Entre las empresas patrocinadoras destacó en primer lugar la Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona, la más importante de su género, la empresa síntesis, desde la fecha de su fundación en 1855, de diversas tentativas industriales de los empresarios catalanes por entrar en el núcleo duro del nuevo sistema industrial: el de la fabricación de maquinaria. Una de ellas fue la liderada por los industriales Nicolás Tous, Celedonio Ascacíbar y Juan Güell, que comienzan invirtiendo en la Compañía Barcelonesa de Fundición y Construcción de Máquinas, convertida en 1841, junto con otros asociados, en la Tous, Ascacíbar y Cía y ésta será uno de los dos puntales que permitirán crear la MTM el año 1855. La otra línea, la más decisiva, fue la de Bonaplata y su fábrica barcelonesa de fundición, recuperada en 1839 por Valentín Esparó para abrir un taller de construcción de máquinas de la más diversa índole. En 1852 compra unos terrenos en la Barceloneta, que serán la sede de la nueva sociedad desde su constitución. Pues bien, sobre estas bases, dedicada a la dedicada a la construcción de maquinaria de vapor —después también a los motores de gas pobre de la compañía Winterthur y a los diesel de Krupp— y estructuras de hierro aplicadas a la navegación, transporte ferroviario y construcción civil va a llegar a convertirse en una de las más importantes empresas de construcción mecánica de España hasta su vaciado en el imperio GEC Alsthom al final de los años ochenta del siglo XX.28 Junto a ella estuvieron en la experiencia de las pensiones dentro del sector la casa Eugenio Grasset y Cía, la Maquinista y Fundiciones del perspectiva histórica del VIII Congreso de la AEHE, Galicia, 13-16 de septiembre de 2005, en http://www.usc.es/estaticos/congresos/histec05/b4_ortiz_villajos.pdf, p. 12. 28 Estudio monográfico sobre ella, CASTILLO, A. del: La Maquinista Terrestre y Marítima: personaje histórico. Barcelona, Seix Barral, 1955 y La Maquinista Terrestre y Marítima, 18561944. Barcelona, Seix Barral, 1944. Pero otras muchas obras recogen también datos sobre ella, CABANA: Fàbriques i empresaris... 1. Químics i metal·lurgics..., pp. 62-87. Igualmente, RIERA I TUÈBOLS, S.: Quan el vapor movia els trens. La fabricació de locomotores por La Maquinista Terrestre y Marítima. Barcelona, Asociación de Ingenieros Industriales de Cataluña, 1998; NADAL, J.: «La metal:lúrgia. De les reparacions mecàniques a les construccions metàl·liques», en NADAL, J. y otros (dirs.): Història econòmica de la Catalunya contemporània. Vol. 3: s. XIX. Indústria, transports i finances. Barcelona, Enciclopèdia Catalana, 1991, pp. 159-202; sobre su primera época, también, ESCRIBANO, A.: «La Maquinista Terrestre i Maritima», Recerques, 18, 1986, pp. 141-146. Sobre la fabricación y el destino de algunas de sus fabricaciones, NADAL, Jordi: «Las máquinas de vapor fijas de La Maquinista Terrestre y Maritima, SA», Revista de Historia Industrial, 16, 1999, pp. 115-161 y SANZ, Fernando F.: La construcción de locomotoras de vapor en España. Gijón, Ediciones TREA, 2001, con una parte destacada de su información sobre la compañía, especialmente, pp. 31-49, 95-96.
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Ebro, la Ajuria y Aranzábal, de Vitoria, el establecimiento de la Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques abierto en Villaverde Alto, Madrid, la sociedad Walckok-Wilcox de Galindo, Vizcaya, y la Sociedad Auxiliar de Ferrocarriles, de Beasain. En conjunto, pues, una buena representación de las industrias de construcción mecánica de España en el siglo XX. La primera casa quedó establecida en 1897 en Madrid como fundición, fabricante de material ferroviario y calderería en terrenos aledaños a la estación de Príncipe Pío, de la Compañía del Norte (Carretera del Pardo 15-19 y 35). El industrial bilbaíno mentor de la empresa, que estuvo también en el negocio eléctrico, como fundador en 1908 de La Electra de Lima —desde 1916 bajo el imperio de Hidroeléctrica Ibérica del Banco de Bizcaya29— y como socio de Echevarrieta-Larrínaga en Saltos del Ter primero y más adelante en la Hispano-Portuguesa de Transportes Eléctricos-Saltos del Duero, así como con aquel mismo empresario en el negocio de los cementos Portland Yberia,30 fue asimismo el representante e introductor de la ya mencionada casa suiza Brown Boveri en España.31 Por su parte, la Maquinista y Fundiciones del Ebro, ha merecido ya algunas líneas más arriba al trazar la semblanza de uno de los pensionados más sobresalientes, Joaquín Ferrer. Partió, según señalamos, de un taller abierto en 1911 por el técnico alemán, especialista en el montaje y mantenimiento de complejos azucareros, Albert Bressel, con el objetivo de atender a las reparaciones ordinarias de las máquinas utilizadas por esa industria. En la empresa terminará participando igualmente a 29 BARTOLOMÉ RODRÍGUEZ, Isabel: «Electra del Lima y el Grupo Hidroeléctrico: ¿Construyendo el mercado ibérico de electricidad avant la lettre? (1908-1944)», en IX Congreso de la AEHE (Murcia, 2008), en línea en: www.um.es/ixcongresoaehe/pdfB5/ Electra del lima.pdf. 30 DÍAZ MORLÁN, Pablo: Horacio Echevarrieta, 1870-1963. El capitalista republicano. Madrid LID Editorial Empresarial, 1999, pp. 104-107, 110, 176, 292. «Talleres Grasset, fundada en 1895, fue otra de las compañías dedicadas al material ferroviario, aunque de importancia muy secundaria», CAYÓN, Francisco: «La industria de construcción de material ferroviario: estructura y evolución (1848-1997)», en Siglo y medio del ferrocarril en España, 1848-1998. Economía, industria y sociedad. Editores: Miguel Muñoz Rubio, Jesús Sanz Fernández y Javier Vidal Olivares. Madrid, Fundación de los Ferrocarriles Españoles, 1999, pp. 795 y 797. 31 Según TORTELLA, Teresa: Una guía..., p. 239. También, TASCÓN, Julio: «Las inversiones extranjeras en España durante el franquismo: para un estado de la cuestión», Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, 1, 2002, p. 287).
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partir de 1917 el ingeniero José Pellegero Soteras, hijo de un activo empresario aragonés, protagonista de otras iniciativas industriales en la ciudad, José Pellegero y Cucalón.32 El taller incorporó más tarde una fundición y se especializó preferentemente en la fabricación de maquinaria para las fábricas del sector, aunque tentará también a lo largo de su trayectoria otros productos, como las compuertas hidráulicas para presas, canales y pantanos, las máquinas-herramientas bajo la marca Nestor, sector éste iniciado ya en 1922, aunque especialmente activo y diversificado solo después de la guerra civil, y ocasionalmente durante la guerra, los vehículos blindados, proyectiles, bombas de mano, proyectiles de mortero, pontones, espoletas para bombas de aviación y reparación de cañones y ametralladoras.33 Una referencia permanente en la memoria industrial de la ciudad, la califica Mariano Hormigón, que ha sobrevivido al propio cierre de la empresa en 1988. La tercera empresa mencionada, la Ajuria y Aranzábal, fue fundada en 1911 por Segundo Aranzábal y Serafín Ajuria, ambos salidos de la tradición ferretera vasca, con el objetivo de fabricar y vender maquinaria y aperos agrícolas. Tras algunas vicisitudes iniciales, ya como S. A. Ajuria y Aranzábal desde 1914, inició una brillante andadura en el sector, que la llevó a partir del año 1927 a hacerse con el control del mercado nacional de trilladoras, desplazando a los tradicionales abastecedores extrajeros, particularmente ingleses, y a contribuir a la mecanización34 —bien Sobre él, FERNÁNDEZ CLEMENTE, Eloy: «José Pellegero y Cucalón, natural de Luesma», en MAÑAS, Fabián: Comarca del Campo de Daroca. Zaragoza, Junta de Aragón, Departamento de Presidencia..., 2003, pp. 263-265. No tuvo éxito su fábrica de galvanoplastia y orfebrería, p. 264. Su hijo José Pellegero Soteras se formó como ingeniero en Alemania, Francia y Bélgica, p. 265. Una biografía sobre el fundador de la empresa, por L. GERMÁN ZUBERO y Arturo BRESSEL VIÑUALES, en Grandes empresarios aragoneses..., pp. 109-112. 33 HORMIGÓN: La historia de la industrialización..., pp. 154-155. Además de las obras mencionadas en otro lugar, sobre la empresa también, GERMAN ZUBERO, Luis: «De la implantacion del metal a la consolidacion de la automoción en Zaragoza, 1850-2000», en Del Metal al Motor..., pp. 223-260. Sobre su sección de máquinas herramientas, URDANGARIN, C. y ALBADALDETRECU, F.: Historia técnica y económica de la máquina-herramienta. San Sebastián, Confederación Española de Cajas de Ahorros, 1982, especialmente, pp. 194-195 y p. 237. 34 MARTÍNEZ RUIZ, José Ignacio: «La mecanización de la agricultura española: de la dependencia exterior a la producción nacional de maquinaria (1862-1932)», Revista de Historia Industrial, nº 8, 1995, pp. 43-63. Un adelanto de su libro Trilladoras y tractores. Energía, tecnología e industria en la mecanización de la agricultura española (1862-1967). Sevilla-Barcelona, Universidad de Sevilla-Edicions Universitat de Barcelona, 2000, 32
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es cierto que con un mercado no demasiado pujante— de las labores agrícolas en el país.35 Otra de las compañías que contribuyó a la nacionalización del abastecimiento de maquinaria, en este caso para las instalaciones eléctricas y las compañías ferroviarias, fue la Babcock Wilcox. Nació en 1918 efectivamente en ese contexto, ante las dificultades de aprovisionamiento de maquinaria por parte de la industria española, especialmente locomotoras, en el momento de la guerra europea, y desde sus importantes instalaciones de Sestao terminará fabricando, con patentes de la homónima inglesa, material tan diverso como turbinas hidráulicas, locomotoras, tubos estirados sin soldadura, grúas y maquinaria tractora para el transporte en fábricas y minas. Conseguirá ser, en efecto, una de las grandes, solo por detrás de la Maquinista barcelonesa, con casi el 30 % de la producción nacional en este tipo de productos. Fabricará también, aunque en mucha menor cantidad y fundamentalmente para la exportación, al menos antes de la guerra civil, equipos de tracción eléctrica y diesel, todavía escasamente demandados por las compañías ferroviarias donde se detiene ampliamente en la Ajuria y Aranzábal. También, MONTES, F.: «Historia industrial de Álava», en Álava, nº extraordinario de Banco de Vizcaya-Revista Financiera. Bilbao, 1964, pp. 105-128 y ARRIOLA AGUIRRE, Pedro M.ª: «Vitoria-Gasteiz 1950-1980: política urbana, espacio industrial e industrialización», Lurralde, 8, 1985, pp. 219-232. Como empresa del mismo género, proveedora de un pensionado, se menciona además la de Ursino Casellas, de Valls, sobre la que no hemos obtenido ninguna información. 35 Sobre la mecanización, en general, de la agricultura española, GARRABOU, Ramón: «Sobre el atraso de la mecanización agraria en España (1850-1933)», Agricultura y Sociedad, 57, 1990, pp. 41-77. Sobre las relaciones entre sistema arancelario y mercado de productos metalúrgicos en España, en la agricultura en particular, SÁEZ GARCÍA, Miguel Ángel: «Herraduras, clavos y arados. Sector agrario y siderurgia moderna en la segunda mitad del siglo XIX», Revista de historia industrial, 26, 2004, pp. 183-210. La tesis del artículo es que la siderurgia española fue la pagana de las concesiones arancelarias otorgadas a los importadores de productos metálicos tanto para la agricultura como para el desarrollo ferroviario, a lo que se unió el escaso dinamismo de la demanda agraria, anclada en técnicas tradicionales. También, sin poner excesivamente el acento en la mecanización, GALLEGO MARTÍNEZ, Domingo: «Transformaciones técnicas en la agricultura española en el primer tercio del siglo XX», en R. Garrabou, J. I. Jiménez Blanco y C. Barciela (eds.): Historia agraria de la España contemporánea. Barcelona, Crítica, 1986, vol. III: El fin de la agricultura tradicional (1900-1960), pp. 171-229. Un estudio sectorial, FERNANDEZ PRIETO, L.: «Selección de innovaciones en una agricultura atlántica de pequeñas explotaciones. Galicia 1900-1936. La adopción de trilladoras mecánicas», Noticiario de Historia Agraria, VII, 14, 1997, pp. 133-163. Algunos datos sobre la fabricación de trilladoras en el siglo XIX, en España: 200 años..., pp. 97-100.
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españolas,36 aunque eso le permitirá ser el canal de introducción en España de la tecnología de otras importantes empresas extranjeras con las que la sociedad madre inglesa o sus secciones en otros países estaba estableciendo acuerdos de colaboración, entre ellos los ya mencionados más arriba, en el camplo de los sistemas de tracción eléctrica ferroviaria. En relación con el siguiente establecimiento de construcciones mecánicas proveedor de pensionados, la Euskalduna, nos refierimos concretamente al centro que la compañía de ese nombre dedicada desde 1900 a la reparación y, más adelante, a la construcción de buques, una de las empresas de mayor alcance de Ramón de la Sota,37 había abierto en 1922 en Villaverde Bajo, Madrid, con el objetivo de diversificar su negocio en la fabricación de material motor y móvil ferroviario. A pesar de optar decididamente en estos años por el negocio ferroviario, que incluyó asimismo un pabellón en Olaneaga para la construcción de locomotoras bajo patente Schneider y otro local en Madrid, propiedad hasta entonces de la Sociedad Española de Construcciones Metálicas, no logró alcanzar en esta rama la importancia de las sociedades mencionadas, situéndose entre 1923 y 1929 en algo más de un 18 % de la producción nacional del sector.38 Finalmente, algunos pensionados salieron de la Auxiliar de Ferrocarriles de Beasain, también señalada a veces en las referencias 36 ABARRATEGUI BACAICOA, F. Javier: Babcock & Wilcox y el patrimonio históricoindustrial vasco. Bilbao Fundación Babcock para la innovación tecnológica, 2000; CAYÓN GARCÍA, Francisco y MUÑOZ RUBIO, Miguel: «Wabcock & Wilcox, seis décadas construyendo locomotoras, Historia de la industria ferroviaria española (II)», Vía Libre, 428, febrero, 2000, en línea: www.vialibre-ffe.com/. Sobre W & W también, CAYÓN: «La industria de la construcción de material ferroviario...», en Siglo y medio de Ferrocarril..., pp. 791-792. En 1998 aquellos dos autores habían publicado un Documento de trabajo de la Fundación Empresa Pública, titulado La industria de construcción de material ferroviario. Una aproximación histórica. Madrid, Sobre W & W, pp. 25-26. Numerosos datos también en SANZ: La construcción de locomotoras..., pp. 54-56 y 69-85. 37 Sobre él y sus negocios en la minería, siderurgia, astilleros y transporte marítimo, TORRES VILLANUEVA, Eugenio: Ramón de la Sota 1857-1936. Un empresario vasco. Madrid, LID, 1998. 38 CAYÓN: «La industria de construcción de material ferroviario...», en Siglo y medio de Ferrocarril..., p. 792. También, de CAYÓN y MUÑOZ RUBIO: La industria de construcción..., pp. 26-29 y HOUPT, Stefan y ORTIZ-VILLAJOS, José M.ª (dirs.): Astilleros Españoles 1872-1998. La construcción naval en España. Madrid, LID, Editorial Empresarial, 1998, pp. 173-174. Igualmente, SANZ: La construcción de locomotoras..., pp. 56, 85-93 y TORRES VILLANUEVA, Ramón de la Sota..., pp. 329-337. En febrero de 1968 la compañía terminará fusionándose con la Sociedad Española de Construcción Naval.
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como Española de Construcciones Metálicas o Fábrica de Vagones, nombres que adoptó sucesivamente, en efecto, esta empresa, sin duda la de mayor proyección actual de todas las mencionadas.39 Nacida en un medio técnico de antiguas ferrerías, puede decirse que esa energía técnica tradicional no se va a interrumpir, a pesar de las múltiples vicisitudes, desde la lejana creación en 1860 de la Fábrica de Hierros San Martín de Urbieta, dedicada a la fabricación y laminación de hierrro pudelado. En 1892 pasa a denominarse La Maquinista Guipuzcoana y a reorientase ya decididamente hacia la construcción de material ferroviario. Desde 1901, bajo el nombre sindicado de Sociedad Española de Construcciones Metálicas que ha unido a diversas empresas nacionales del ramo (la Cifuentes, Stoldtz y Cia de Gijón, la Maquinista guipuzcoana, los Talleres Zorroza de Bilbao y la Constancia de Linares) se especializa la construcción de vagones de ferrocarril, que es el nombre que adopta efectivamente la nueva fábrica de Beasain. Finalmente, una nueva razón social salida en 1917 de la propia empresa madre, Auxiliar de Ferrocarriles, arrienda la fábrica con el objetivo de dar salida al extraordinario crecimiento de la demanda de los años de la guerra y desde 1925, ya como propietaria de la fábrica, la convierte en la principal empresa nacional en su rama de actividad, en aquellos momentos, la de furgones y vagones, aunque no tardará en introducirse en la construcción de locomotoras eléctricas, como preludio de una vocación, hasta nuestros días, de estar a plena entrega en la investigación y manufactura de todo tipo de productos ferroviarios.40
1.3. Las compañías ferroviarias Junto a las sociedades fabricantes de material ferroviario mencionadas, también algunas compañías explotadoras de las líneas mostraron interés en favorecer el contacto de sus empleados con los nuevos modelos de material móvil y con la organización de las instalaciones fijas de
39 Actualmente Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles, tras la unión en 1971 con la sociedad Material Móvil y Construcciones, antigua Carde y Escoriaza, de Zaragoza. 40 LEGORBURU FAUS, Elena: «La Fábrica grande»: historia de Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles de Beasain. Beasain, Comisión de Cultura Ayto-CAF-Fundación Kutxa, 1996. Sobre ella también, CAYÓN: «La industria...», en Siglo y medio..., pp. 793-795 y CAYÓN y MUÑOZ RUBIO: La industria de construcción..., pp. 33-35.
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mantenimiento y reparación de material que equipaban sus equivalentes europeas, según señalamos más atrás. Compañías proveedoras de pensionados fueron la M.Z.A, la compañía del Norte en sus instalaciones de Valladolid y Barcelona, la de Ferrocarriles Andaluces y la Compañía de Ferrocarriles de Langreo.41 Casi todas tienen ya un copioso elenco bibliográfico, que se ha agrandado muy en particular en las últimas décadas.42 Por lo que nuestro estudio interesa, conviene destacar únicamente el dominio de la financiación internacional en todas ellas, especialmente activo en la MZA y en la del Norte —aunque con el tiempo aumentase de forma muy sensible la participación del capital nacional— que sin duda facilitó la acogida de los pensionados. Ni que decir tiene que nos referimos en particular a su acogida en las compañías francesas y belgas, puesto que era el capital de estos países —del primero sobre todo— el dominante con mucha diferencia en la red ferroviaria española. Las compañías francesas habían aportado el 60 % de las inversiones en este negocio, según datos de 1911 del Ministerio de Obras Públicas de España y todavía en los preliminares de la primera guerra mundial, según Rondo Cameron, las compañías francesas controlaban el 85 % del sistema ferroviario español.43 También la Compañía de Ferrocarriles Andaluces siguió la pauta señalada, no obstante la presencia en ella desde el principio de algunos de los más activos capitalistas andaluces de la época: los Gándara o los Loring, por ejemplo. Pero sin duda contó mucho también la necesidad sentida de proporcionar formación a su personal, como lo habían hecho, por otra parte, a lo largo 41 Sobre el establecimiento de procedencia de uno de los pensionados, el taller de reparaciones de la Compañía del Norte en Valladolid, el ya mencionado trabajo de PÉREZ SÁNCHEZ, Guillermo A.: «Los talleres principales de reparación de la Compañía del Norte en Valladolid....». 42 Mencionemos, por hacer solo referencia a las contribuciones más imporantes, las siguientes: con carácter general, el ya mencionado Siglo y medio del ferrocarril en España, 1848-1998. El volumen segundo de esta obra recopila un importante corpus bibliográfico sobre el ferrocarril español, pp. 333-361. En particular, sobre las compañías implicadas en la obra de pensiones, además de las mencionadas, TEDDE DE LORCA, Pedro: «La Compañía de los Ferrocarriles Andaluces (1878-1920): una empresa de transportes en la España de la Restauración», Investigaciones Económicas, 12, 1980, pp. 27-76 y los capítulos referentes a los Gándara y los Loring de la tesis doctoral de María ZOZAYA MONTES: El Casino de Madrid: ocio, sociabilidad, identidad y representación social. Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Geografía e Historia, 2008, pp.395-442 y 469-521. 43 Ambos datos recogidos por HUERTA HUERTA, Rafael: Inversiones extranjeras en España. Estudio multidisciplinar. Madrid, 1992, 2 vols. Vol. 1, pp. 181-182.
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de toda su trayectoria empresarial en España. Lo que sabemos, al menos de la Compañía del Norte, es que sus directivos iniciales fueron franceses y que la compañía tuvo una responsabilidad fundamental como formadora de directivos españoles —por supuesto ingenieros de caminos y más adelante también industriales— y como creadora de una cultura corporativa en la economía española durante el último tercio del siglo XIX y comienzos del XX.44 En la coyuntura cronológica más avanzada que estamos tratando el interés por formar a su personal se había ampliado sin duda también a los técnicos medios y a los obreros, como estaba en la lógica de todo el desarrollo del binomio innovación/formación que se veían precisadas a encarar todas las empresas de la época. En cuanto a la Compañía de Langreo, se trataba de un típico ferrocarril minero de capital franco-británico, una de las primeras líneas trazadas en España con el objetivo de transportar el carbón desde la cuenca minera hasta el puerto de Gijón. De mucha mayor importancia económica, sin duda, de lo que podría inferirse de la longitud de sus líneas y ramales, la empresa fue capaz de mantenerse independiente hasta 1972, en que la compró la compañía de ferrocarril de vía estrecha (FEVE).45
1.4. Otras compañías de construcción metálica especializada Por último en este campo de la industria metálica en sentido amplio aparecen también como patrocinadoras esporádicas de pensionados algunas compañías emplazadas en las ramas industriales más solicitadas precisamente en la formación práctica en el exterior, como eran las metálicas de precisión, las automovilísticas y las aeronáuticas. En el primer VIDAL OLIVARES, Javier: «Las compañías ferroviarias y la difusión de las modernas formas de gestión empresarial en España, 1850-1914», en La Empresa en la historia de España... Edición a cargo de Francisco Comín, Pablo Martín Aceña. Madrid, Editorial Civitas, 1996, pp. 285-301, así como del mismo autor La formación de los directivos en la gran empresa: el caso de la Compañía de los Ferrocarriles del Norte de España, 1858-1936. Madrid, Fundación Empresa Pública. Documento de Trabajo, 1997, especialmente, pp. 49102. Con carácter más general, Railway management and its organisational structure: its impact on and diffusion into the general economy/ Les compagnies des chemins de fer et leurs structures d’organisation: impact et diffusion dans l’économie/ Las compañías ferroviarias y su estructura organizativa: impacto y difusión en la economía, J. Amstrong, C. Bouneau and J. Vidal Olivares, session organizers; Clara Eugenia Núñez, editor. Sevilla: Universidad de Sevilla..., 1998. 45 TORTELLA, Teresa: Una guía de fuentes..., p. 107. 44
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sector, un papel muy relevante lo tuvieron las fábricas de armas. Centros de origen de pensionados fueron, en efecto, algunos de los establecimientos de producción de municiones, fusiles y cañones, que se habían ido asentando al compás de la formación de los ejércitos reales desde el siglo XVI. De todos los subsistentes en el siglo XX promovieron, por ejemplo, candidaturas la Fábrica de Artillería de Sevilla, las Fábricas Nacionales de Armas de Toledo y de Trubia y la Fábrica de Armas de Oviedo. Todos estos establecimientos habían sufrido múltiples vicisitudes desde el siglo XVIII como consecuencia de las guerras contra Francia, de la invasión de 1808 y de la posterior guerra calista antes de lograr consolidarse como nódulos, sin duda todavía muy precarios, de una industria de equipamiento del ejército nacional. La de artillería de Sevilla tuvo su origen en 1560 en una pequeña fundición dirigida por Juan Morel. En 1634 pasó a ser propiedad de la Corona y durante los siglos XVIII y XIX abasteció de cañones y munición a los galeotes, las flotas y la armada. En 1904 se la denominó Fábrica de Artillería de Sevilla y se sustituyó el bronce por el acero de características adecuadas para las bocas de fuego.46 La Nacional de Toledo había comenzado a funcionar en 1761, en tiempos de Carlos III, por expreso deseo del monarca, que deseaba tener una fábrica de espadas similar a la de Torre Annunziata de Nápoles, su anterior reino. Desde 1780 se instala extramuros de la ciudad, en un nuevo edificio proyectado por el arquitecto Sabatini y a lo largo del siglo XIX experimenta las transformaciones lógicas derivadas de los cambios en la tecnología militar, comenzando a dotarse de nueva maquinaria para los respectivos talleres de cartuchería (cascos, balas, cargadores, espoletas más adelante) que desarrolla a partir de los años setenta, para la sección electromecánica, para la fundición y la contrucción de herramientas y para la sección de electroquímica y ornamentación, sin dejar en todo caso su producción tradicional de armas blancas e incluso diversificando esta rama con la fabricación de instrumental quirúrgico y hojas de afeitar. En 1932 tenía 814 operarios y contaba con una Escuela de aprendices.47
46 SUÁREZ MENÉNDEZ, Roberto: «La industria militar», en Historia de la empresa pública en España, Francisco Comín, Pablo Martín Aceña (dirs.). Madrid, Espasa Calpe, 1990, pp. 205-240. La de Sevilla, pp. 220-221. También en el mismo libro, sobre alguna de estas fábricas en el siglo XVIII y primeras décadas del XIX, ELGUERA QUIJADA, Juan: «Las Reales Fábricas», pp. 51-87. 47 PERIS, Diego: La fábrica de armas de Toledo... Con la colaboración de Antonio de Lucas y Ángel Alcalde. Cuenca, Gabinete del Rector de la Universidad de Castilla-La
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Las de Oviedo y Trubia nacieron en el contexto de la guerra hispano-francesa de 1793-1795, cuando la ocupación por parte del ejército francés de las zonas pirenaicas fronterizas desmanteló algunos establecimientos de la red de fábricas de producción de armas abiertas a lo largo del siglo por la política ilustrada (el complejo de las Reales Fábricas de Armas de Placencia de Soraluce, el de Orbaiceta, en Navarra, el de San Sebastián de la Muga, en Gerona) y arrojó sobre tierras asturianas un numeroso plantel de armeros vascos. El Consejo de Estado juzgó entonces conveniente establecer en la zona nuevos establecimientos armeros, menos vulnerables que los de la zona fronteriza y así organizó la producción en Oviedo, en Trubia, a fin de explotar la proximidad a las minas de carbón de Langreo y los yacimientos de hierro de Castañedo del Monte, y en otros talleres menores.48 En todos los casos, la inseguridad de las circunstancias ulteriores —la guerra de la independencia primero, la carlista a continuación— no facilitó el éxito inmediato de ese cometido. Hasta 1855 no se logró concentrar en la fábrica de Oviedo todos los elementos de la fabricación de fusiles. En cuanto a Trubia, fue solo a partir de 1844 cuando, de la mano de Francisco Antonio de Elorza, la reconstituida fábrica alcanzó un desarrollo considerable y se situó en una posición avanzada en el ensayo y aplicación de los nuevos procedimientos metalúrgicos. Como datos relevantes al estudio presente, la fábrica contó desde el principio con el concurso de personal técnico extranjero, especialmente belga y francés, y se abasteció durante mucho tiempo para sus piezas de artillería de tubos de acero procedentes de las casas inglesas Firth y Whittworth y de la francesa Creusot. Aparte de trabajar como fundición de ornamentos artísticos, bustos y estatuas, en relación con importantes orfebres y escultores de la época, fabricaba piezas de artillería de hierro y acero y sus proyectiles, planchas de blindaje y corazas, carruajes de chapa, aparatos y máquinas de remoción, aunque a lo largo del siglo XX entró en otros tipos de productos orientados hacia el mercado ferroviario, como ténderes, coches, vagones y maquinaria diversa. Incluso en los años previos a la guerra civil recibió del Consejo Mancha, 1999. También, MELGAR CAMARZANA, Manuel; LUCAS VEGAS, Rafael de, MARTÍNEZ SASTRE; Rosa María, BLANCO GARCÍA, María Ángeles: «El fondo documental de la Fábrica de Armas de Toledo», Archivo Secreto. Revista Cultural de Toledo, 4, 2008, pp. 22-31. 48 ADARO RUIZ, Luis: Los comienzos de las fábricas de municiones gruesas de Trubia y de armas de Oviedo, 1792-1799. Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1986.
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Nacional Ferroviario el encargo de fabricar algunas locomotoras, producción a la que las circunstancias no depararon excesivo éxito. Desarrolló, por lo demás, una extensa obra social, con fuerte impronta sobre la vida de la localidad, entre la que cabe resaltar una temprana escuela de aprendizaje de fábrica.49 Desde 1987 depende de la Empresa Nacional Santa Bárbara. En el campo de la industria privada, la única fábrica de armas que proporcionó algunos pensionados fue la Esperanza y Unceta, de Guernica. Creada en 1908 en Eibar, en una zona de fuerte tradición armera,50 fue una de las empresas que comenzó a romper el régimen de producción de armas vigente en la zona, al iniciar la fabricación completa de algunos modelos de diseño original o clónico (en particular del fusil Mauser de la casa Loewe y la pistola Browning de la FN de Bélgica51), a contracorriente de los hábitos tradicionales de subcontrar la elaboración de las piezas a las ferrerías artesanales de la zona, reservando a la casa matriz los aspectos generales del diseño y patente y del montaje y ajuste final de las piezas, según la tradición puesta en práctica por la antigua Real Fábrica de Placencia de las Armas. Algunos de sus modelos fueron adoptados casi de inmediato por el Ejército y fuerzas de orden público (el Victoria, el Campo Giro, el Astra), lo que, sin duda, facilitó su rápida expansión. Desde 1925 como Unceta y Cia, tras la retirada de uno de sus fundadores, fue una de las empresas que sobrevivió al Estudia en particular la producción artística, SUÁREZ MENÉNDEZ, Roberto: Fábrica de Trubia 1794-1987. Historia y producción artística. Carreño, Centro de Escultura de Candas, Museo Antón, 1993. Sobre la producción de armamento, MORTERA PÉREZ, Artemio: La fábrica de Trubia. Dos siglos de tecnología artillera. Gijón, Fundación Alvargonzález, 2005 y MIER GONZÁLEZ, J. Aníbal; GARCÍA DE BENITO, M.ª Luz: Fábrica Nacional de Trubia, 1792-1986. Evolución histórica y producción armamentística. Oviedo, Fundación Melquiades Álvarez, 2004. Sobre su producción ferroviaria, SANZ, Fernando F.: La construcción de locomotoras..., pp. 111-113. 50 El contexto técnico tradicional y el marco de nuevas oportunidades económicas que proporcionaron a esta industria la introducción de la energía eléctrica y la cada vez mayor integración en los mercados internacionales, en CATALÁN, Jordi: «Capitales modestos y dinamismo industrial. Orígenes del sistema de fábrica en los valles guipuzcoanos, 18411918», en Pautas regionales de la industrialización española (siglos XIX y XX), Jordi Nadal y Albert Carreras (dirección y coordinación). Barcelona, Ariel, 1990, pp.125-155. 51 Incluso la FN de Herstal, según cuenta Juan L. CALVÓ (La industria armera nacional, 1830-1930. Fábricas, privilegios, patentes y marcas. Eibar, Comisión Ego Ibarra, 1997) llegó a inquietarse y quiso hacer valer, sin éxito, sus derechos sobre sus patentes Browning registradas en España, p. 43. 49
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llamado pleito armero posterior a la primera guerra mundial, consecuencia del endurecimiento de las condiciones legales de acceso a las armas de fuego,52 es cierto que no sin tener que extender su actividad a otras producciones, como balanzas de mostrador, máquinas fresadoras para otras empresas de la provincia, como la Babcock Wilcox, y espoletas para bombas de aviación destinadas a la vecina empresa Talleres de Guernica. Las vicisitudes ulteriores de la empresa estarán vinculadas a las propias de la guerra civil y de la guerra mundial. Durante la guerra civil los empleados se posicionaron del lado republicano, mientras que Unceta huía hacia el lado franquista. Tomada la ciudad en abril de 1937, Unceta comenzó a producir armas para las tropas de Franco y para el III Reich.53 Dejando aparte la rama armera, este sector industrial de la mecánica de precisión proporcionó únicamente otra empresa patrocinadora de un pensionado: la sociedad anónima Fabricación mecanográfica nacional, de Barcelona, empresa nacida en 1928 y especializada en máquinas de escribir, que comercializaba con la marca Hispania. En su publicidad de los años 30 ponderaba su carácter íntegramente nacional de su concepción y su fabricación, realizada por «eminentes ingenieros del ramo», «en series americanas, con la maquinaria más moderna» que hacían de ella «la máquina más rápida, robusta, perfecta y moderna en estética y concepción». Publicidad aparte, fue un sector, como el de las armas, ampliamente dominado por las «copias» descaradas de los modelos Underwood y Remington realizadas por la Industrial Valenciana, como dicen los autores del resumen histórico de la tecnología española en los últimos doscientos años, resultado de la «carencia en España de talleres mecánicos de precisión».54 52 EGUREN, J. M.: Breve historial del pleito armero. Eibar, 1923 y LARRAÑAGA, Ramiro: Síntesis histórica de la armería vasca. San Sebastián, Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, 1981, pp. 151-176. 53 A los trabajos ya clásicos sobre la industria armera guipuzcoana (Calvó, Ramiro Larrañana o Paul Arzac) se han unido en los últimos años los de GOÑI MENDIZÁBAL, Igor, especialmente, «Evolución de la industria armera vasca entre 1876 y 1969. Un enfoque a largo plazo», en Del Metal al Motor..., pp. 385-432; «Imitación, innovación y apoyo institucional. Estrategias de penetración en los mercados internacionales de la industria armera vasca durante el siglo XX», Revista de Historia de la Economía y de la Empresa, 2, 2008, pp. 207-234 y «La internacionalización de la industria armera vasca, 1976-1970. El distrito industrial de Eibar y sus empresas», dentro del monográfico «La Internacionalización de la empresa española en perspectiva histórica», ICE, Revista de Economía, 849, julio-agosto 2009, pp. 79-95. 54 200 años de tecnología..., p. 145. La empresa proporcionaba en 1929, como dirección provisional, el número 584 de la Gran Vía de las Cortes Catalanas, de Barcelona. El
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Por lo que se refiere al sector del automóvil, fueron numerosos los técnicos y mecánicos interesados en la nueva industria, según señalamos, aunque escaso el patrocinio directo de las empresas nacionales del ramo. Únicamente se menciona la Fábrica Nacional de Automóviles de Barcelona y algunos otros talleres menores de reparación de automóviles. Se tratataba en el primer caso del ensayo industrial de un aristócrata amante de la velocidad, Raúl Pateras, marqués de Pescara, muy bien arropado desde las altas instancias del Estado. Durante varios años, entre 1929 y 1933, la compañía, con el soporte de experimentados técnicos del ramo, logró construir unos pocos atractivos automóviles bajo la marca Nacional Pescara y hasta obtener algún éxito deportivo, aunque, no lo olvidemos, en un momento en que la estructura del sector estaba en plena adaptación al modelo de producción de masas. La crisis de los años treinta, en parte, y al parecer también los intereses estratégicos de la italiana Fiat, que bustaba en esos momentos aumentar su presencia, como fabricante nacional, en el mercado español, arruinaron la apuesta.55 Entre los talleres se mencionan el de Luis Bordás, de Barcelona, una activa sociedad de representación de firmas automovilísticas y taller de reparación y de construcción de piezas fundada en 1912 e instalada en el número 255 de la calle Córcega.56 Como Autódromo se denominaba ocasionalmente su casa en la publicidad de la época; otro fue el de Julio Sanjuán, emplazado en la Gran Vía, 57 de Valencia.57 Por último, la industria aeronáutica tan bien representada en el destino de los pensionados, proporcionó también algunos candidatos Anuario Financiero y de Sociedades Anónimas de España de 1929 lo situaba en el número 641. Su gerente era en ese momento Francisco Armengol. 55 Su potencial les llevó a ganar el Campeonato Europeo de Montaña de 1931, FONT MEZQUITA, José... Tratado sobre automóviles..., p. 32; también en los mencionados artículos de ESTAPÉ-TRIAY, Salvador: «La industria española del automóvil en el primer tercio del siglo XX...», y BIGAZZI: «Un’impresa italiana sul mercato mondiale...», así como M. G: «Una vida entre motores», La Vanguardia. Revista, 28-X-2001, p.7, a propósito del húngaro Eugen Rona, director del equipo de competición en la mencionada empresa y creador más tarde de la denominada Motores Euro, Manuel GARRIGA CASAS y Plàcid GARCÍA-PLANAS: «Una mirada de 1914», Ibídem, pp. 6-7. Sobre la FNA, también, LAGE MARCO, Manuel: Historia de la industria española de automoción..., pp. 155-158. 56 El Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, p. 704 le incluía también entre las casas fabricantes de automóviles 57 El Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., de 1916 le sitúa entre los talleres de reparación de automóviles. Otros posteriores, entre los talleres de fabricación y reparación de maquinaria
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directos. Uno de ellos procedía de la sociedad Construcciones Aeronáuticas, S. A., la empresa fundada en 1923 por iniciativa del ingeniero militar José Ortiz de Echagüe y que, junto a Carde y Escoriaza, Compañía Española de Construcciones Aeronáuticas, Pujol, Comabella y Cia, Loring, Hispano-Suiza, Talleres Hereter, Elizalde y otros, constituyeron los primeros jalones de la industria aeronáutica española tanto de aparatos como de motores, vinculada casi en exclusiva a la demanda del Estado. La estrategia impuesta por el ejército de optar por marcas y modelos ya acreditados en la reciente contienda mundial reforzó la presencia en España de algunas de las compañías extranjeras que más arriba hemos mencionado, como la Bréguet y la Dornier, algunos de cuyos modelos construyó CASA, o como Lorraine-Dietrich que negoció la construcción de algunos de sus motores en Elizalde, como la firma inglesa Bristol Aeroplane Co., cuyo motor de avión del modelo Júpiter fabricó en España la Unión Naval de Levante.58 Pero desde luego no fueron aquéllas las únicas empresas del sector. Algún otro pensionado dentro de la misma rama procedió de Industrias Sanqui, instalada en Getafe, una de esas compañías que aprovecharon la oportunidad que se ofrecía con la instalación primero de la Escuela Nacional de Aviación y más adelante de CASA y generaron en su derredor una activa producción auxiliar de componentes para la nueva industria. Entre ellas estuvo la empresa fundada por el empresario Santiago Sánchez Quiñones, fabricando instrumental de a bordo, magnetos y otros materiales.59 En realidad era una empresa, con sede en la calle Alberto 58 L. UTRILLA NAVARRO ha estudiado con mucha precisión los inicios de la industria aeronáutica española, así como de las primeras empresas de transporte aéreo, con el juego de intereses económicos y estratégicos incorporados. Un magnífico resumen en «La aeronáutica española de 1898 a 1936», en Actas del II Simposio Ciencia y técnica en España de 1898 a 1945, Cabrera, Cajal, Torres Quevedo, 1, 2 y 3 de agosto de 2000. Eds.: Francisco González de Posada, Francisco A. González Redondo, Domingo Trujillo, Jacinto del Castillo. Madrid, Amigos de la Cultura Científica, 2002, pp. 283-309. Dejando de lado sus extrañas valoraciones iniciales, datos también en GÓMEZ DE MENDOZA, Antonio y LÓPEZ GARCÍA, Santiago: «Los comienzos de la Industria Aeronáutica en España y la Ley de Wolff (1916-1929)», Revista de Historia Industrial, I, 1992, pp. 155-177, así como en ROCA ROSELL, Antoni: «Aeronàutica i ciencia a Espanya (1904-1936)», en Tècnica i Societat en el Món contemporani..., pp. 179-196. Una biografía del fundador de la empresa, por Elena SAN ROMÁN LÓPEZ, en Los 100 empresarios españoles..., pp. 308-312. 59 BARRAGÁN, José Antonio: «Historia Industrial de España. Historia del sector aeronáutico (1)», Estrategias SEPI, IV, 16, mayo-junio, 2005, pp 27-30 e Ídem, Ídem (2), Estrategias SEPI, IV, 17, septiembre-octubre, 2005, p. 30. Otras empresas del mismo tipo
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Aguilera 14, que se anunciaba como proveedora de componentes, en general, para la industria automovilística y aeronáutica y decía tener agencias comerciales en Sevilla (Cánovas del Castillo, 39), Melilla (General Marina, 9), Londres (42 Abinger Road-Bedford Park) y París (31 Bd. Saint Michel).60 Algo más tarde, en 1929, estará igualmente en la creación de la sociedad anónima Concesionaria de Líneas Aéreas Subvencionadas (CLASSA) unión de las principales empresas del sector de fabricación y de transporte aéreo para el desarrollo de la aviación comercial.61
1.5. Los astilleros modernos Otro foco de selección de los pensionados fueron los modernos astilleros nacidos desde comienzos del siglo XX, bajo el aliciente tanto de los proyectos políticos de constitución de una nueva armada para la marina de guerra española como de la creciente demanda de más modernos medios de transporte marítico por parte de una industria y un comercio vascos en plena expansión.62 De aquel primer impulso nacieron en 1888 los fugaces Astilleros del Nervión, de Sestao, con el objetivo de hacer frente a la demanda de construcción de buques de guerra prevista en la Ley de la Escuadra de 1887. Sus múltiples vicisitudes, su palmario fracaso final, darán vía libre veinte años más tarde a la constitución de la Sociedad Española de Construcción Naval, al calor del nuevo plan naval de 1907. La sociedad nació con una importante contribución financiera y técnica de las compañías inglesas John Brown y Vickers-Amstrong. fueron la de fabricación de hélices Amalio Díaz, L. Osorio e Industrias Electromecánicas. Más adelante tentará otras vías de negocio, como la carrocería. Las cabinas del teleférico Rosales-Casa de Campo de Madrid fueron fabricadas por Sanqui, bajo licencia CWA (Carrosserie Werke Aarburg), de Suiza. 60 Datos del Anuario-Guía del comercio Bailly-Baillière, 1929 61 UTRILLA NAVARRO, «La aeronáutica...», pp. 300-308. También, DÍAZ MORLÁN, Pablo: Horacio Echevarrieta, 1870-1963..., pp. 210-214. 62 Además de la obra ya mencionada de HOUPT, Stefan y ORTIZ-VILLAJOS, José M.ª (dirs.): Astilleros Españoles...; VALDALISO, Jesús M.ª: Los navieros vascos y la marina mercante en España, 1860-1935. Una historia económica. Bilbao, IVAP, 1991 y del mismo autor: «Nacimiento y desarrollo de la industria naval del hierro y el acero en el País Vasco: el caso de Vizcaya (c. 1889-1979)», Itsas Memoria, Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 2, 1998. pp. 307-325. Sobre la importante flota naviera con que llegó a hacerse la compañía Altos Hornos de Vizcaya, MERINO MARTINEZ, Marcos: Altos Hornos de Vizcaya. Historia de su Flota (el hito de una Siderurgia 1.895-1.988). Bilbao, el autor, 2005.
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Durante mucho tiempo va a monopolizar la construcción naval en España en su nuevo establecimiento de Sestao, al que se incorporan muy poco después las instalaciones de los antiguos Astilleros del Nervión, y en los arsenales de titularidad estatal, que serán traspasados sucesivamente a la nueva empresa: los astilleros y la zona militar de El Ferrol, el astillero de Cartagena y algo después los Talleres de Artillería de La Carraca, en Cádiz,63 restos, todos ellos, de la política de fortalecimiento marítimo de los ministros Alberoni, Patiño, Ensenada y el conde de Aranda en el siglo 64 XVIII. Además, en 1914 la Naval compra la factoría de Matagorda, propiedad de la Compañía Trasatlántica65 y en 1917 abre un nuevo establecimiento en Reinosa, Cantabria, en un momento en que ha entrado también en el negocio de la construcción ferroviaria.66 Los Talleres de la Carraca proporcionaron también algúnos pensionados. En la rama civil, además de la ya mencionada compañía Euskalduna, iniciativa de los navieros vascos, patrocinaron algún pensionado los Astilleros Ardanaz, de Lutxana-Erandio, fundados por Rafael Olazábal en 1917, en un momento de notable expansión de la actividad del sector, a fin de aprovechar la extraordinaria demanda de barcos de los años de la primera guerra mundial.67 Otra compañía del sector, igualmente 63 QUINTERO GONZÁLEZ, José: La Carraca. El primer arsenal ilustrado español (17171776). Madrid, Ministerio de Defensa, 2004 y MARTÍNEZ ROMERO, María F.: La indus-
trialización de Cádiz: sector naval (siglos XIX y XX). Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1991. 64 Sobre aquella etapa final, LOZANO COURTIER, Alberto: «De empresa pública a empresa privada: la gestión de los Arsenales del Estado, 1870-1936», en La Empresa en la historia de España..., pp. 369-382. 65 ROMERO GONZÁLEZ, Jesús: Matagorda, 1870-1940. La construcción naval española contemporánea. Cádiz, Universidad, 1999, especialmente segunda parte: «1914-1940: Matagorda y la Sociedad Española de Construcción Naval». 66 HOUPT, S. y ROJO CAGIGAL, J. C.: «Los orígenes de los Astilleros del Norte, 18721914», y ROMERO GONZÁLEZ, J. y HOUPT, S.: «La S. E. de Construcción Naval y sus Astilleros de Sestao», en HOUPT y ORTIZ DE VILLAJOS (dirs.): Astilleros Españoles..., pp. 63-92 y pp. 95-146, respectivamente. También, MACÍAS, Olga: «Los Astilleros del Nervión: regeneración y continuidad de la industria naval vizcaína (1887-1900)», Itsas. Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 5, 2006, pp. 487-502. 67 Cerrarán apenas cinco años después como consecuencia de la crisis de la postguera. En su muelle se instalarán desde 1922 los talleres y fundiciones Celaya, más adelante Astilleros Celaya. Algún dato en ALONSO VERÁSTEGUI, Juan José: Guayas, buque escuela nacido en Erandio. Erandio, Ayuntamiento..., 2009, p. 17. También, HOUPT, S., ROMERO GONZÁLEZ y ROJO CAGIGAL, J. C.: «Beneficios, crisis y diversificación. Euskalduna, 1914-1937», en HOUPT y ORTIZ DE VILLAJOS (dirs.): Astilleros Españoles...,
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colaboradora, fue la Victorio Luzuriaga, de Pasajes, la continuadora del humilde taller de fundición abierto por el pionero, Javier Luzuriaga, en San Sebastián, a quien un golpe de suerte en un sorteo de la lotería de Navidad de final de siglo permitió emprender una aventura industrial de altos vuelos. Además de la fundición y talleres de construcción de máquinas de Pasajes Antxo, continuación de las Fundiciones Molinao, con las que se hizo en 1918, en 1929, ya como Victorio Luzuriaga, amplió sus negocios abriendo nuevos talleres de construcción y reparación de buques en Pasajes de San Pedro, a los que añadió en 1933 un dique flotante, que se convirtió en la principal instalación de carenado y reparación de la flota de pesca de la zona.68 Igualmente proporcionó un pensionado el pequeño astillero Talleres de Ramón Pérez, en San Román de la Llanilla, en Santander. En la misma rama, aunque como en el caso de Luzuriaga no solo en ella, estuvo también otra empresa proveedora de pensionados, la santanderina Corcho. Fue una empresa, hoy desaparecida en las fauces del grupo Bosch-Siemens Home Appliances, que durante más de siglo y medio desarrolló una amplia gama de productos y servicios industriales: al principio, instalaciones de fumistería (cocinas, calderería, plombería, metalistería), hidroterapia (instalaciones para balnearios, bañeras esmaltadas), saneamiento, calefacciones; con el tiempo, considerablemente diversificados en calderería gruesa en los ramos ferroviario, minero y naval, turbinas hidráulicas Francis-Mirapeix, instalaciones eléctricas, construcción y reparación de buques, con una especial ligazón con la compañía Trasatlántica;69 y con posterioridad a la guerra civil y en proyectos industriales ya subordinados a los de otros grupos económicos bajo los que se había visto obligada a cobijarse, en la rama de electrodomésticos (dentro del grupo navarro Orbaiceta, que llegó a detentar las marcas Super Ser, Agni y Crolls, además de Corcho) y, finalmente, p. 171. ZABALA, Aingeru: «El marco de la construcción naval vizcaína del siglo XVIII al XXI», Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 2, 1998, pp. 297-306. 68 La referencia no especifica en cuál de las dos instalaciones trabajaba el pensionado. Datos sobre la empresa y su interesante evolución posterior, en la rama de los astilleros, fundición y automóvil, en gran parte hoy en manos de Corporación Mondragón, http://cybereuskadi.com/victorio-urresti-luzuriaga (15/04/2011) y http://www.antxo.com/?page_id=293 (15/04/2011). En la postguerra entró igualmente en relación con Neyrpic Española, antigua Planas y Cia, NADAL: «Los Planas...», p. 83. 69 En 1908 contaba con 800 operarios, según la reseña de sus instalaciones en la Exposición Hispano-Francesa de Zaragoza, ABC, 3-VII-1908, p. 14 y 4-VII-1908, p. 24.
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de cocinas vitrocerámicas y a gas. La empresa llegó a disponer de tres instalaciones en la ciudad, una de ellas, la naval, concentrada en los importantes astilleros López-Dóriga de San Martín, absorbidos en 1913, y desde 1928 arrendatario además del llamado Dique de Gamazo —por el político que dio el primer impulso a ese proyecto, en marcha desde 1885— una instalación inaugurada en 1907 en la misma Punta de San Martín, que abrió nuevas posibilidades a la industria santanderina de construcción y reparación de buques.70
1.6. Otros pequeños talleres especializados Por último, en este sector de la industria metálica aparecían como proveedoras de pensionados algunas otras empresas o talleres de menor entidad, algunas de las cuales desgraciadamente todavía no han tenido su adecuado capítulo aparte, aunque sea pequeño, en la historia industrial. Es cierto que algunas de ellas apenas han dejado huella más allá del mercado local o regional, pero otras han pervivido hasta nuestros días por su capacidad para encontrar un pequeño nicho de actividad muy especializada y un espíritu de innovación dentro de él que ha garantizado su pervivencia. Una de esas empresas en particular tenía mucho que ver con la Corcho que acabamos de mencionar. Tal vez su diferente destino pueda servir como ejemplo paradigmático de una historia de supervivencia industrial poco concordante con la que durante bastante tiempo nos ha ofrecido la semblanza convencional de las grandes empresas multinacionales. Se trata de la compañía madrileña Talleres Enrique Flores (actual Flores Vallés) especializada, como aquélla, en la fumistería (cocinas y estufas) desde 1830 en que Manuel Vallés abriera su taller de la calle Vizcaya 12. Cien años más tarde eran ya varios números (12-16) los que su taller ocupaba en esa calle y tenía otros en el Paseo de Delicias 32, además de su sede oficial en la calle Cruz 11 y 12. Producía en ese momento cocinas centrales, fijas y portátiles, termosifones, calentadores, estufas americanas, salamandras y caloríferos de todas clases. A partir de un proceso de sustitución, primero, de la leña por el carbón, del hierro por el acero, de una preocupación formativa concienzuda en las Datos sobre los astilleros y sobre Corcho, GONZÁLEZ ECHEGARAY, Rafael: El Astillero de San Martín. Un siglo de construcción naval. Santander, Astilleros del Atlántico, 1979. 70
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técnicas y procedimientos de su especialidad, la empresa ha logrado alcazar la sexta generación familiar como líder en la ingeniería integral (cléen-main) de fabricación y montaje de grandes instalaciones industriales de cocinas y laboratorios, con un laboratorio de I+D y varias filiales vertebradoras de las actividades del grupo.71 Se trata obviamente de un caso excepcional que en modo alguno reproduce ninguna de las otras pequeñas empresas patrocinadoras de pensionados, aunque por su tamaño pudieran perfectamente asemejársele. Una de ellas fue la fábrica de limas José Fuente, de Trubia, propiedad de José Fuente y Díaz-Estébanez, quien fabricaba allí limas y escofinas para la Fábrica de Armas de la localidad. Poseía además una tejera y en 1920 se hizo con la Fábrica de Loza de la vecina San Claudio.72 Otra fue la fábrica Jordá Hermanos de construcción de maquinaria para harineras, con sede social en Madrid en el Paseo Santa María de la Cabeza, 23, fundición en la cercana calle Sebastián Elcano y Taller en la de Vizcaya 1-3. Otra, la fundición Herederos de Marco y Nogués, con instalaciones y talleres de maquinaria en el Paseo de Santa María de la Cabeza 4, Ronda de Atocha 5 y Pacífico 22. Otra semejante, la fundición de metales para objetos artísticos Silverio Bengochea de la calle García de Paredes 47 de Madrid. También en la capital, la referenciada como «Sebastián Izquierdo», sin duda la Izquierdo y Garrido de construcciones metálicas de la calle Guzmán el Bueno 19.73 En Barcelona, aparecía mencionada en esta misma rama de actividad la casa «Escolá», sin duda la fábrica de calderería de cobre y hierro de Amadeo Escolá. Fabricaba aparatos de vacío, instalaciones para fábricas de alcoholes vínicos e industriales y para laboratorios: alambiques para aguardientes y licores, material de destilación, barcas, cazos, bombas, secadores, serpentinas, tuberías; aparatos para tintes, aprestos y estampados de la industria textil: calderas de doble fondo, autoclaves, grageadores, mezcladores. Estaba instalada en la calle Pedro IV, 241. De diferente 71 FERNÁNDEZ, Marta: «Flores Valles prende los fogones de la sexta generación», Expansión, 26-06-2007 y AMADO, Mabel: «De hogar de leña a cocina moderna», ABC, 3III-2007. 72 TOMÉ FERNÁNDEZ, Sergio: «Los primeros tiempos de la industria cerámica de San Claudio», en Homenaje a Carlos Cid. Oviedo, Servicio de Publicaciones de la Universidad..., 1989, pp. 419-436, especialmente, p. 433. 73 Los datos de las últimas empresas proceden del Anuario-Guía Bailly-Baillière, 1926. Hay además otra empresa patrocinadora de un pensionado sobre la que no hemos obenido ningún dato: la referenciada como Casa Víctor Eraso, de Vitoria.
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actividad, aunque en relación con todas las mencionadas, intervino también en la proposición de un pensionado la «Sociedad General de Representaciones» de Madrid, en realidad de Representaciones y venta de Maquinaria, una sociedad anónima constituida en 1918, con sede social en la calle Galdo 1 de la capital. Del mismo tipo era otra empresa patrocinadora de algunos pensionados, la Industria Moderna Española (S. en C.), de la calle Hermosilla 86 de Madrid, representante de la casa alemana Thiem & Töwe, de Halle, fabricante de aparatos de generación de gas-petróleo del llamado sistema De Laitte-Benoid, de uso en iluminación y calefacción domésticas o en pequeñas instalaciones.74
1.7. Las compañías eléctricas En el campo de la producción y distribución de electricidad y otras industrias anejas las razones sociales proponentes de obreros para la pensión reflejaban, como en el caso más arriba estudiado de las sociedades de destino, las muy variadas posibilidades del negocio eléctrico de las décadas de cambio de siglo entre el XIX y el XX. En el sector de la producción y distribución en concreto, podían observarse ya los signos orientativos hacia la concentración horizontal y vertical de empresas, que sería su característica en todos los países, incluida España, conforme avanzaba el siglo. De las compañías mencionadas, algunas formaron parte del inicial proceso de producción termoeléctrica en pequeñas empresas pioneras en la difusión del uso industrial y doméstico de la nueva energía. Tal era, en parte, el caso de «La Eléctrica Salmantina», (sin duda La Electra Salmantina, dado el año, 1935, de patrocinio de la pensión), el nombre que recibió desde 1933 la primera sociedad productora de electricidad existente en la ciudad, creada en 1889 por Carlos Luna, abogado, industrial y terrateniente por su matrimonio con la salmantina Inés Terrero.75 La entidad se convertiría en sociedad anónima en 1897 y pasaría más ade74 En 1916 constaba como representación de Gas Benoid, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1916, p. 752. Después pasará a llamarse Industria..., Anuario de minería, metalurgia, electricidad y demás industrias de España..., bajo la dirección de Adriano Contreras y Román Oriol..., Madrid, Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería, Tomo XXIV, 1924, p. 922. 75 Algunos datos en el catálogo de la Exposición Salamanca a comienzos del siglo XX de MARTÍN PATINO, Basilio: Espejos en la niebla: un ensayo audiovisual. Madrid, Círculo de Bellas Artes-Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2008, especialmente, pp. 20-21, 83.
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lante a formar parte de la red de distribución de Saltos del Duero, la compañía creada en 1918 con el nombre de Sociedad Hispano-Portuguesa de Transportes Eléctricos (desde 1928 tras el acuerdo definitivo con Portugal, Saltos del Duero) para el aprovechamiento integral hidroléctrico de la cuenca de este río.76 Otro pensionado de la misma zona trabajaba, según la referencia, en la «S. A. Hidroeléctrica» de la que apenas es posible extraer otra cosa que su especialidad, ya que ni la Española ni la Ibérica, que más adelante recogerá la herencia de Saltos del Duero, tenían en aquellos momentos, en cuanto tales, presencia en la zona, aunque las tres estuviesen ligadas por vínculos financieros. Existían, en cambio, desde la primera década del siglo dos pequeñas centrales de producción: la Hidroeléctrica del Águeda de Villavieja (1904) e Hidroeléctrica del Río Francia de Sequeros (1909) que posiblemente vengan aquí más al caso. En Madrid, estuvieron también en la obra de las pensiones la sociedad «Electra» (la Cooperativa Electra Madrid), la compañía distribuidora constituida en 1912 por la reunión de las anteriores Cooperativa Eléctrica de Madrid y la sociedad Electra, de la que la productora Hidroeléctrica Española (Hidrola) del Banco de Vizcaya se había reservado el papel de proveedora única; uno de los dos grupos de producción/distribución de electricidad que se habían repartido el grueso del mercado madrileño a partir de las pequeñas empresas zonales anteriores.77 Fuera quedaba casi únicamente otra empresa que también contribuyó a proporcionar algún pensionado: la Sociedad Hidráulica Santillana, la compañía forma76 Datos de NÚÑEZ ROMERO-BALMAS, Gregorio: «Empresas de producción y distribución de electricidad en España (1878-1953)», Revista de Historia Industrial, 7, 1995, p. 39. Los fondos de la Electricista y de su sucesora Electra de Salamanca se encuentran en el Archivo de Iberdrola, GARCÍA ADÁN, Juan Carlos y DIEGO MARTÍN, Yolanda: «El Archivo Histórico de Iberdrola y la industria eléctrica de España: fondos para la investigación histórica». Congreso de Historia económica Santiago de Compostela, septiembre 2005, http://www.usc.es/estaticos/congresos/histec05/b21_garcia_diego.pdf. También, BARTOLOMÉ RODRÍGUEZ, Isabel: La industria eléctrica en España (1890-1936). Estudios de Historia Económica, nº 50. Madrid, Banco de España, 2007, pp. 111. En línea en http://www.bde.es/webbde/es/secciones/informes/Publicaciones_se/docs/anoactual/. También, GARCÍA ZARZA, Eugenio: El aprovechamiento hidroeléctrico salmantino-zamorano. Salamanca, Universidad..., 1973. 77 El otro grupo era el que formaron en 1912 las sociedades productoras del grupo Urquijo y otros grandes bancos (Gasificación Industrial y Salto de Bolarque) con la distribuidora Compañía General Madrileña de Electricidad, creada en 1889, bajo la razón social Unión Eléctrica Madrileña. Al respecto, NÚÑEZ ROMERO-BALMÁS, Gregorio:
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da en 1905 bajo el liderazgo del marqués de Santillana, a fin de abastecer de aguas algunos barrios de la zona norte de Madrid a los que el Canal de Isabel II no prestaba servicio. En 1908 ponía en servicio con este fin el embalse de Santillana, que le introdujo además en el sector de la producción y distribución de electricidad en las mismas zonas de la ciudad.78 Fuera de las mencionadas, proporcionó también algún pensionado la Sociedad Cooperativa eléctrica de Langreo, la compañía creada en 1922 por la Duro-Felguera y otras siete sociedades minero-metalúrgicas de la zona a fin de aprovechar los menudos procedentes de los lavaderos de las explotaciones mineras próximas y abastecer de energía termoeléctrica a las compañías participantes. Comenzando la producción en dos centrales, La Felguera y Sotón, su más importante instalación estará más adelante en el complejo termoeléctrico de Lada, que llegará a contar con cuatro grupos generadores, el último abierto en 1981.79 Moviéndose en torno a las nuevas industrias y aplicaciones de la electricidad,80 otra de las empresas colaboradoras de las pensiones fue la Compañía Metropolitana Alfonso XIII de Madrid. La sociedad estuvo en su origen en el centro de ese mismo proceso de aprovechamiento de las potencialidades eléctricas, tanto por su naturaleza, como había sido el caso del resto de los trenes metropolitanos pioneros, como por la génesis concreta de la iniciativa. Todo partió en el entorno de las actividades de un grupo de ingenieros de Caminos embarcados desde comienzos de siglo en el negocio de la construcción de saltos hidroeléctricos, de la producción y de la distribución eléctrica. Agrupados primero en una oficina técnica, des«Empresas de producción...», pp. 39-80 y CAYÓN GARCÍA, Francisco: Un análisis del sector eléctrico en Madrid a través de las empresas Hidroeléctrica española, Electra Madrid y Unión Eléctrica Madrileña (1907-1936). Madrid, Fundación Empresa Pública. Documento de Trabajo, 1997. También, AUBANELL JUBANY, Anna Maria: «La competencia en la distribución de electricidad en Madrid, 1890-1913», Revista de Historia Industrial, 2, 1992, pp. 143-171. 78 Se mantuvo en actividad hasta principios de los años 70, aunque los otros dos grandes operadores habían aquirido la mayoría de sus acciones. Sobre ella, VILLANUEVA LARRAYA, Gregoria: Hidráulica Santillana. Cien años de historia. Madrid. Madrid, G. Blázquez, 1995 y TORTELLA, T.: Una guía de fuentes..., pp. 248-249. 79 Se encuentra en la actualidad dentro del grupo Iberdrola, SENDÍN GARCÍA, Manuel Ángel: «La industria eléctrica en Asturias», Ería, 6, 1984, pp. 3-36. 80 Además de las que reciben aquí una mención especial, patrocinaron también algún pensionado otras aparentemente relacionadas con el sector, como la Sociedad de Construcciones eléctricas Conto de Jeréz de la Frontera y el Centro Industrial Eléctrico de Valencia, sobre las que no se ha obtenido información alguna.
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de 1904 en la sociedad Mengemor (Antonio Mendoza-Antonio González Echarte-Alfredo Moreno), que emprendía una activa política de inversiones en centrales eléctricas en Madrid (la de Tetuán de las Victorias, que será durante bastantes años el eje de la distribución en la zona de la electricidad producida por la Hidroeléctrica Santillana, con la que los mencionados ingenieros estaban también vinculados), en Almería, en Jaén y otras zonas de la cuenca del Guadalquivir,81 los ingenieros de la sociedad (ya sin Alfredo Moreno, pero contando con un nuevo socio técnico, Miguel Otamendi) estaban en condiciones para embarcarse a partir de 1914 en el nuevo proyecto. Fue este último quien presentó en ese año ante el Ministerio de Fomento la solicitud de concesión. Sin embargo, las dificultades financieras iniciales, que solo se solventaron tras la intervención directa del propio rey,82 las del ajuste de los intereses de la corporación municipal en el negocio y las posteriores de aprovisionamiento del material móvil, en concreto el cobre de la instalación, los bogies de los coches y los motores eléctricos,83 aplazaron la inauguración del primer trayecto hasta 1919.84 Otra empresa igualmente participante fue la de Ascensores Otis Pifre, de Madrid, instalación dependiente de la sociedad formada en 1913 al fusionarse la compañía americana Otis con su sección comercializadora francesa, los Ateliers Abel Pifre. El técnico americano Elisha Graves Otis estuvo en el origen mismo de la industria de ascensores con su empresa fundada en 1853 y desde entonces ésta ha abanderado las principales innovaciones técnicas del sector: la escalera mecánica de final 81 Sobre la Mengemor, el documentado estudio de BERNAL, Antonio-Miguel: «Ingenieros-empresarios en el desarrollo del sector eléctrico español: Mengemor, 19041951», Revista de Historia Industrial, 3, 1993, pp. 92-126. La sociedad terminará en 1951 en manos de la Sevillana de Electricidad. 82 Solo a partir de la iniciativa del monarca de participar con un millón de pesetas en la nueva sociedad, se animaron los inversores a completar el capital previsto. El Banco de Vizcaya, que es sabido que tenía fuertes intereses en el negocio eléctrico de la capital, soportó el grueso de la operación. 83 Fueron los capítulos de material en los que hubo que acudir al mercado extranjero. En concreto, el cobre se contrató con la Standard Underground Cable Company de Pittsburgh, los motores eran de Westinghouse y Schneider; los aparatos de maniobras, de la General Electric Company de Nueva York y los bogies, de la Brill de Filadelfia. 84 Son varias las obras dedicadas al Metro de Madrid. Véase sobre todo: MOYA, A.: Metro de Madrid (1919-1989). Setenta años de historia. Madrid, Compañía Metropolitana, 1990. Los datos anteriormente mencionados proceden fundamentalmente de esta obra. También, GÓMEZ SANTOS, Marino: El Metro de Madrid: medio siglo al servicio de la ciudad 1919-1969. Madrid, Escelicer, 1969.
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del XIX, el ascensor eléctrico de inmediato, comenzando a partir de entonces su expansión internacional por medio de compras o fusiones con operadores nacionales del Reino Unido (R. Waigood & Co., 1913), Francia, Alemania, Portugal, Austria, Escandinavia, Suiza, España y mucho más modernamente Japón o Corea. En España retornó con fuerza tras la guerra civil al llegar en 1965 a un acuerdo el entonces presidente de la compañía, Hubert Faure, con un banquero español accionista de la sociedad Jacobo Schneider de Madrid, que operaba en la rama de ascensores desde 1898,85 para hacerse con esta sociedad. A partir de esa base su posterior acuerdo con Zardoya, otra compañía creada en 1919 y con fuerte expansión en los años sesenta, dio a la nueva Zardoya Otis un papel dominante en el mercado nacional de ascensores.86 En la rama de material eléctrico colaboró igualmente la compañía AEG Ibérica de Electricidad, que fue el nombre final adoptado en 1920 para su sección española por la compañía alemana AEG. Se había instalado en España en 1889 al crear, junto con el grupo Perèire, la Compañía General Madrileña de Electricidad, «probablemente —dice Loscertales— la primera inversión alemana en el extranjero según el modelo del Unternehmergeschaft»,87 pero no fue ahí, sin embargo, sino en Sevilla y en Barcelona, donde había de poner en práctica en los años siguientes las posibilidades todas del procedimiento: el control intregrado de la instalación, producción y venta de electridad, la explotación de redes urbanas de tranvías y la fabricación de material, útiles y maquinaria relacionados con las aplicaciones industriales de la electricidad, contando siempre con instrumentos privilegiados de financiación, en este caso del Electrobank.88 Tenía sus talleres en la calle Atocha 17 y delegaciones en Bilbao y Barcelona. Realizaba instalaciones de calefacción central, ascensores y montacargas eléctricos de la marca italiana Stigler y saneamientos. En 1929 anunciaba más de 3500 instalaciones realizadas en España y Portugal. AFSAE, 1929. Era además representante en Madrid de la Grusonwerk de Magdeburgo, propiedad de Fried Krupp, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, p. 723. 86 GOODWIN, Jason: Otis. Giving Rise to the Modern City. Chicago, Ivan R. Dee, 2001, especialmente pp. 237-238. 87 LOSCERTALES, Javier: «Inversiones alemanas en España, 1870-1920», en línea, www.usc.es/estaticos/congresos/histec05/b14_loscertales.pdf, (02/10/2012). 88 En 1904 la sociedad se fusionará con la Compañía Ibérica de Electricidad Thomson Houston, cambiando el nombre en 1907 por el de AEG Thomson Houston Ibérica y de nuevo en 1920 por el mencionado más arriba, TORTELLA: Una guía de fuentes..., pp. 65-66. 85
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Otras sociedades del sector implicadas fueron la S. A. del Vatímetro B y B, de Madrid, y la Compañía para la fabricación de contadores y material industrial, de Barcelona. La primera fue fundada en 1900. Tenía su fábrica en la calle Bravo Murillo 26, donde fabricaba lámparas de arco voltaico y contadores de corriente alterna de la marca Bolivér, así como contadores B y B para corriente continua y alterna. La empresa obtuvo un Gran Premio en la Exposición Hispano-Francesa de Zaragoza de 1908.89 A partir de los años veinte comenzará, sin embargo, la cuesta abajo y finalmente en la Junta general extraordinaria del 11 de febrero de 1924 se decidió su disolución, cosa que se llevó a cabo en la nueva Junta del 10 de marzo siguiente.90 La segunda, creada como sociedad anónima en 1921 con capital francés de la Compagnie pour la fabrication des compteurs et matériel d’usines à gaz, la más importante del país vecino,91 producía una gama más diversificada de contadores de agua, gas y electricidad, amperímetos, voltímetros y otros aparatos de mediciones eléctricas. Tenía sección en Madrid, en la calle Juan de Mena 5, dirigida por Mauricio Pépin.92 Igualmente se menciona la «S. A. de Construcciones eléctricas e industriales» de Zaragoza, posiblemente una denominación no muy precisa para referirse a la Sociedad de Construcciones Eléctricas de Barcelona, sociedad anónima constituida en 1912 por el empresario catalán, más tarde político, Juan Pich y Pon, para la instalación de centrales eléctricas, gestión de alumbrado público y construcción y venta de aparatos eléctricos, con delegaciones desde su fundación en Madrid y Zaragoza, ciudad ésta donde se hizo con algunas pequeñas instalaciones de producción eléctrica, como la Electra de Caspe y la de Fuerzas Motrices del Huerva y donde tendrá contratos de suministro con Riegos 89
«Recompensas obtenidas en la Exposición hispano-francesa de Zaragoza», ABC,
25-XI-1908, p. 14. Por entonces, su presidente era Vicente Llorente y su secretario,
Salvador de Casas. 90 Convocatorias y resultados en ABC de 20-XI-1923, 16-I-1924 y 13-II-1924. 91 TORTELLA, Teresa: «La inversión extranjera a través del Archivo del Banco de España, 1916-1966», en La Inversión extranjera..., p. 78. 92 En 1923 sus directores eran Pablo Viteau y Carlos Camacho. Tenía las oficinas y la fábrica en la Carretera de Sarriá, 48. En 1928 su presidente era César de la Mora y Abarca, AFSAE, 1929. Fabricaba contadores de gas de modelos Siry Lizars (dos de las casas participantes en la creación de la Compagnie des Compteurs) y Duplex (uno de los mayores éxitos comerciales de la casa); de agua, modelos Frager, Estrella D. P., Cometa y Stella; y eléctricos, ACT, IM, BTR y OK. Anuario-Guía del comercio BaillyBaillière, 1926.
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y Fuerzas del Ebro.93 Y en este mismo apartado cabría mencionar la pensión propuesta para el montador electricista de Buenaventura Fabra de Barcelona, una casa con varios establecimientos de ultramarinos en la ciudad (Ronda de San Pablo 79, Aragón 147, Manso/esquina con San Antonio) y con algunos hornos para cocción de repostería, que es con lo que seguramente tenía relación el candidato. Por último, cabe mencionar como patrocinadora de un pensionado a la Compañía Telefónica Nacional de España, la sociedad nacida en 1924 a la que el Directorio Militar proporcionó los más amplios poderes para acabar con el fragmentado panorama de la red telefónica española del momento, lo que en la práctica, tras el acuerdo con la International Telephone and Telegraph Corporation y la creación poco después de la Standard Electric, supuso a corto plazo el práctico monopolio del servicio y el acceso privilegiado del capital y la técnica norteamericana sobre el sector.94
1.8. El sector textil En la rama textil, la mayor parte de los establecimientos proveedores de candidatos a la pensión provenían lógicamente de Cataluña. Aparecen entre sus nombres algunas de las más célebres familias protagonistas de la aventura industrial textil catalana de los siglos XIX y XX, como los Güell, protagonista destacado de la vida social y económica, y no solo del textil, desde mediados del siglo XIX y desde 1895, como Güell, Parellada y Companya, empeñados en el gran complejo urbano-industrial de su Colonia de Santa Coloma de Cervelló, construido en algunos de sus edificios más emblemáticos a lo largo de la última década del siglo.95 93 Sociedad todavía hoy subsistente: http://www.sece.com/es/sece-historia.asp (15/04/2011). También, AFSAE, 1929 y HORMIGÓN: Historia de la industrialización..., vol. 2, pp. 348, 355-356. 94 Sobre todo ello, Las comunicaciones en la construcción del Estado contemporáneo en España, 1700-1936. El correo, el telégrafo y el teléfono. Ángel BAHAMONDE MAGRO (dir.); Gaspar MARTÍNEZ LORENTE y Luis Enrique OTERO CARVAJAL. Madrid, Ministerio de OO. PP..., 1993, especialmente, pp. 194-220. También, DIEGO GARCÍA, Emilio: Historia de la industria en España. La electrónica y la informática. Madrid, Ed. Actas, 1995, especialmente la primera parte, pp. 17-59. 95 CABANA: Fàbriques i empresaris... 2, Cotoners. Barcelona, Enciclopèdia Catalana, 1993, pp. 140-166. Diecisiete edificios formaban en 1909 el cuerpo de la fábrica, dedicados al proceso completo de producción de energía, hilado, tejido, secaderos, corte y plegado,
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Otros fueron los Muntadas y Campeny, fundadores de La España Industrial en 1847, con fábrica en Sans, una de las empresas dedicadas a la hilatura y la fabricación de tejidos muy diversos de algodón96 de más amplio radio cronológico — terminará cerrando en 1981— y de más firme empeño en su homologación tecnológica con las últimas innovaciones de la industria textil europea.97 Nada más coherente esta voluntad de colaboración con las funciones de la Junta en unas empresas que habían partido en sus orígenes con casi total dependencia de la tecnología y de los técnicos extranjeros, cuyo primer compromiso de sus ya lejanos fundadores había sido el viaje iniciático por Europa a la búsqueda de procedimientos, máquinas, técnicos, etc. «La dependència de l’exterior era completa», señala Cabana hablando precisamente de la Industrial.98 Otras casas mencionadas, tanto de Barcelona como de otros centros textiles de la zona, fueron la de «Viuda de Serra»,99 la «José Raventós», almacenes, reparación de máquinas, carpintería, etc., «La industria catalana. Fábrica de panas de Güell y compañía (S. en C.)», ABC, 22-II-1909, pp. 14-15. 96 «Hilados, tejidos, blanqueo, estampados, tintes y aprestos de algodón, elaborando géneros lisos y labrados para vestidos y cortinajes, forrería, molesquines, telas para encuadernaciones y especialmente panas de varias clases», se mencionaba en la reseña de la instalación de la empresa en la Exposición Hispano-Francesa de Zaragoza de 1908, Blanco y Negro, 30-V-1908, p. 21. Su fábrica tenía por entonces 1200 obreros y sus trabajos daban ocupación a más de 8000 personas fuera de ella. Reseña de la Exposición de Santiago de Compostela del año siguiente, ABC, 26-XI-1909, p. 4. 97 En este aspecto insisten los sugerentes trabajos de GUTIÉRREZ I MEDINA, Maria Lluïsa: La España Industrial 1847-1853. Un model d’innovació tecnològica. Barcelona: Associació/Col·legi d’Enginyers Industrials de Catalunya, 1997; un resumen en «L’Espanya Industrial: un model d’innovació tecnològica», en Tècnics i tecnologia en el desenvolupament de la Catalunya contemporània. Jordi Maluquer de Motes (dir.). Barcelona, Enciclopedia Catalana, 2000, pp. 250-255. Enriqueta CAMPS CURA incide, en cambio, en la formación del mercado interno de trabajo dentro de la empresa, en el marco de las teorías sobre el desarrollo del capital humano: «La teoría del capital humano: una contrastación empírica. La España Industrial en el siglo XIX», Revista de Historia Económica, VIII, 2, primavera-verano, 1990, pp. 305-334. 98 CABANA: Fábriques i empresaris..., 2, Cotoners..., pp. 83-113, cita p. 88. Sobre ella también, BOUZA, Jerónimo: «Moralidad, trabajo y capital en la industria del siglo XIX. Un informe sobre la España Industrial de Barcelona en 1868», Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales (Serie documental de Geo Crítica), (Revista electrónica) IX, 513, 30 de mayo de 2004 y RIBAS MIRÁNGELS, Enric: «La España Industrial (1851-1936). Análisis económico-financiero de la Compañía», en Doctor Jordi Nadal..., Vol. 2, 1999, pp. 1125-1163. 99 Referencia difícil de concretar exactamente, dadas las varias casas textiles, sin excluir las de maquinaria textil, existentes en la zona que incluían ese apellido en su razón social: Serra, s. a. de Manlleu, de maquinaria textil, Serra-Balet, Serra y Graupera, Serra, Puig y Cía, Bertrand y Serra, Serra Ollé y otras.
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la Sans y Cía, instalada en 1914 en el Eixample barcelonés y especializada en lonas impermeables,100 la «J. Sala» (¿Sala y Badrinas?), la «Canals y Pérez» (sin duda, Canals y Parès, una de las más importantes del tejido de algodón de St. Martí de Provençals, con 120 telares mecánicos en 1920101), la «Salvadó», constituida en 1854 en Puigcerdá en el sector de hilatura y tejidos de lana, especializada en el siglo XX en sotanas y vestimentas para eclesiásticos,102 la «Pons y Gelí», de la calle Bruch, 63 de Barcelona y la Pascual y Cía, de Reus. Otras dos sociedades promotoras de candidatos merecen algunas líneas aparte. Una es la «Jover» (y Serra), más adelante Isidro Jover y Cía, una fábrica de tejidos de punto abierta en 1895 en Canet de Mar, sucesora de la establecida en Gélida en 1884 por el industrial y naviero Joan Jover y Serra.103 Una empresa, por lo tanto, que comenzó a alinearse en el nuevo sector del punto, que llegará a representar treinta años más tarde una parte considerable de la actividad industrial textil, especialmente en el sector de la lana,104 con particular presencia en el Maresme catalán. En la propia Canet se creará en 1920 una Escuela Especial de Tejedores de Punto.105 La heredera actual de la casa es Pulligan International. La segunda es la compañía de Salvador Casacuberta. Su origen estuvo en la razón Pujol y Casacuberta creada en 1898 como sociedad en comandita para fabricar aprestos y tejidos y con domicilio en la calle Ausias March 37 de Barcelona. En 1903 pasó a ser Pujol, Casacuberta y Corbera, sociedad en comandita. En 1904 la fábrica estaba ya en plena CABANA, Fábriques..., 2: Cotoners, pp. 234-235. NADAL, Jordi y TAFANELL, Xavier: Sant Martí de Provençals, pulmó industrial de Barcelona (1847-1992). Barcelona, Columna, 1992, p. 146. 102 CABANA, Fàbriques..., Vol. 3: Lana. Seda. Gènere de punt. Lli. Jute. Acabats, pp. 127-129. 103 Poseía además en la localidad una papelera: la Gelidense. Su hijo, Joaquín Jover y Costas recibirá el título de marqués de Gélida como recompensa por la contribución de la naviera al esfuerzo de la guerra de Cuba, «Joan Jover y Serra», Gran Enciclopèdia Catalana, volum 13. Barcelona, Enciclopèdia Catalana, 1998, p. 279. Sobre ella, CABANA, Fàbriques i empresaris..., 2, Cotoners..., pp. 359-360. 104 Dos tercios de la industria de la lana y un tercio de la algodonera, según NADALTAFUNELL: Sant Martí..., p. 153. Sobre el conjunto del nuevo sector, véase el documentado estudio ya mencionado de LLONCH CASANOVAS, Montserrat: Tejiendo en red.... No hace referencia en este estudio a la casa Jover, aunque sí aparece en p. 312 una foto de su fábrica de Canet de Mar. 105 NADAL-TAFUNELL: Sant Martí..., p. 153. Sobre la empresa también CABANA: Fábriques..., vol 3, pp. 359-360. 100 101
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actividad en la calle Sicilia de Sant Martí de Provençals en hilados de lana, algodón y mezcla. La retirada de los socios dejó a Salvador Casacuberta al frente de la empresa a partir de 1918 y desde el año siguiente inició la producción de hilado de seda, que terminará dando el nombre popular a su fábrica, La Sedeta. Por aquellos años —los mismos en que prestó su nombre a la candidatura de pensión de uno de sus obreros— era ya una empresa importante que ocupaba a un millar de operarios y tenía dos centenares de telares, siendo una de las principales del ramo, la primera en España en tejidos de lana de señora y de fantasía. Su actividad se mantendrá hasta finales de los años setenta.106 Sin duda relacionada con la industria textil, en concreto con la maquinaria del ramo, aunque los datos no sean muy explícitos al respecto, promovió también alguna candidatura de pensión la casa «Hijos de A. Padrós».107 Fuera de Cataluña, únicamente aparecen como proveedores de pensionados en este sector, las casas «López y Cía» y «Garín» de Valencia, así como, también en esta ciudad, el patrocinio conjunto sobre otro candidato a pensión de los «Talleres de Catalá Benlloch» y del Colegio del Arte Mayor de la Seda, la antigua institución corporativa del gremio de sederos de la ciudad que había abierto en 1878 una Escuela con algunas disciplinas propias de esa antigua especialidad textil y que, como complemento, desde 1882 instituirá una pensión anual para posibilidar a los alumnos el perfeccionamiento formativo en Lyon u otro centro sedero del exterior.108 De los talleres mencionados, sin duda, el más importante era el Catalá Benlloch, todavía hoy en actividad después de casi 240 años de su apertura (1770). Instalada en 1897 en unos NADAL-TAFUNELL: Sant Martí..., pp. 148-149. Según el AFSAE de 1929 existía entonces en Barcelona una sociedad anónima A. Padrós, constituida en 1920, dedicada a la maquinaria y construcciones metálicas en el ramo del textil, sita en ronda de San Pedro, 32. Sin embargo, el pensionado Gonzalo Badía procedía de Valls y trabajó en la sociedad suiza Dubied, fabricante de tricotosas. Estos datos pueden señalar más bien al fabricante de la ciudad de Valls, Antoni Padró, que funda a finales del siglo XIX en Barcelona una fábrica de géneros de punto con el ingeniero Ernest Kaupp, procedente de Alemania, donde aquél se había dirigido para proveerse de la maquinaria pertinente. A la muerte del primero, Kaupp se hace cargo de la empresa bajo la denominación Tricotajes Kaupp, LLONCH I CASANOVAS, M.: «La innovació tecnològica en la indústria del gènere de punt», en Tècnics i tecnologia..., pp. 300315, datos en p. 309. Según el Anuario Industrial de Cataluña de 1944 tenía la fábrica en la Avda. de José Antonio Primo de Rivera y el despacho y almacén en la calle Borrell, 122. 108 LÁZARO LORENTE, Luis Miguel: «La educación de adultos...», p. 166. 106
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nuevos talleres en Paiporta, desde comienzos de siglo iniciará la comercialización de sus tejidos de seda en los EE. UU., en el norte de África, en el Reino Unido, en Francia y otros países. En cuanto a la casa Garin, es otra de las supervivientes, igualmente heredera de una tradición que se remonta al siglo XVIII. El actual taller, creado en 1820, estuvo especializado durante mucho tiempo en ornamentos religiosos y en tejidos de alta calidad para decoración, especialidad, esta última que mantiene en la actualidad.109 Ambas, en todo caso, abastacen el mercado local de tejidos de seda y espolines para las vestimentas de las fiestas falleras, una actividad, señala María Ángeles Arazo, que tal vez ha permitido en último extremo ofrecer una salida airosa a estos establecimientos sederos valencianos ante la complicada perspectiva comercial de este tipo de artesanía de lujo.110 Finalmente, en el enclave lanero de Béjar, aparece mencionada la casa de Rafael Díaz Gómez, abierta hacia 1870 por José Díaz Amador y especializada durante mucho tiempo en tejidos de lana para uniformes, como otros establecimientos de la ciudad, lo que, según el informe ya mencionado del pensionado de la ciudad, Bueno Díaz, era el origen de la crisis y de la falta de adaptación a las nuevas demandas del mercado.111 Fue, sin embargo, una empresa que logró superar estas dificultades e incluso alcazar su máxima expansión en los años posteriores a la guerra civil, logrando mantenerse en actividad hasta el momento presente.112
109 Datos sobre ambas en http://www.rafaelcatala.com/empresa.html y http://www.garin1820.com/page_home_lang_es. Sobre la sedería valenciana, sus relaciones con la lyonesa y el papel del Colegio Mayor, centrado sobre todo en el siglo XVIII y principios del XIX, SANTOS ISERN, Vicente M.: Cara y Cruz de la sedería valenciana (siglos XVIII-XIX). Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1981. 110 ARAZO, María Ángeles y JARQUE, Francesc: Fallas. Delirio mediterráneo. Valencia, Federico Doménech, S. A., 1999, especialmente el capítulo «Damasco, brocado y espolín», donde da algunos datos de las casas mencionadas, pp. 173-175. 111 Apreciación en la que concuerda perfectamente con la investigación actual. Al respecto, SÁNCHEZ MARTÍN, Javier R.: «El cambio de uniforme militar y la crisis de los años veinte en Béjar», Estudios Bejaranos, 7, diciembre 2003, pp. 113-130. 112 Datos sobre su historia en SÁNCHEZ MARTÍN, Javier R.: «La industria textil bejarana de principios del siglo XX», Béjar en Madrid, 4320, 31 de diciembre de 2004, especialmente, pp. 43-44, y sobre todo del mismo autor: «Industria textil y fábricas de Béjar (III)», Béjar en Madrid, 4476, 28 de diciembre de 2007, especialmente, pp. 46-48.
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1.9. Artes del libro En las industrias de artes gráficas fueron en su totalidad imprentas y sociedades de edición las que patrocinaron pensionados, a falta de establecientos importantes de contrucción de maquinaria dentro del sector. Madrid proporcionó el grueso de ellas. Una fue la sociedad anónima Artes Gráficas Mateu e Industrias del Libro, con instalaciones en 1926 en el Paso del Prado 34 y en la calle Gobernador 41. La empresa había vivido por aquellos años una aventura particular. Nacida en 1870 fruto del esfuerzo individual del obrero tipográfico José María Mateu, había logrado situarse a comienzos del siglo XX entre las primeras de Madrid, con 104 obreros. En 1920 los hijos del fundador planearon convertirla en sociedad anónima, implicando en la operación al magnate de la prensa madrileña Alfonso Escobar, marqués de Valdeiglesias y, a través de él, a otras altas instancias de la vida nacional, incluído Alfonso XIII, que subscribió algunas acciones. Inició entonces una expansión ampliando instalaciones, haciéndose con los talleres tipográficos de un nuevo socio: Levenfeld, y comprando la librería de Fernando Fé, hasta alcanzar los 154 empleados. Pero las cosas no fueron según lo esperado y en 1925 se liquidaba la sociedad. Los hermanos Mateu se hicieron cargo del activo y del pasivo de la sociedad y el resto de los socios renunciaron a todo derecho ulterior sobre sus acciones. Fue una de las operaciones financieras frustradas del monarca.113 Otra de las empresas fue Prensa Gráfica. Se trataba de la sociedad anónima constituida en 1913 con el objetivo de publicar periódicos y revistas ilustradas y editar obras. Contó como patrimonio inicial con la revista Mundo Gráfico, la publicación desgajada en 1911 del principal periódico ilustrado de actualidad, Nuevo Mundo, fundado por José del Perojo en 1894. Al año siguiente añadió a su elenco un nueva revista: La Esfera y en diciembre de ese mismo año Nicolás María Urgoiti y Papelera Española entraron en la empresa, a la que incorporarán de inmediato las revistas Nuevo Mundo (que mal administrada había caído en manos de su principal acreedor, la Papelera Española) y Por Esos Mundos. En los años siguientes se añadirán Aire Libre, El Cuento Semanal y Elegancias.114 GORTÁZAR, Guillermo: Alfonso XIII, hombre de negocios. Persistencia del Antiguo Régimen, modernización economica y crisis política, 1902-1931. Madrid, Alianza Editorial, 1986, pp. 111-113. 114 Datos, SEOANE, María Cruz y SAIZ, María Dolores: Historia del Periodismo en España, 3: El siglo XX..., pp. 175-176; PÉREZ CARRERA, José Manuel: Andrenio. Gómez 113
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Fue, pues, como ha puesto de relieve Mercedes Cabrera, la primera apuesta editorial del magnate papelero Nicolás María Urgoiti una vez consolidada la de Papelera Española, nacida a remolque de su actividad de fabricante de pasta, pero muy pronto emplazada en el apasionante horizonte de la formación de opinión pública.115 La tercera fue la imprenta Sucesores de Rivadeneyra, otro de los establecimientos tipográficos destacados de Madrid desde que lo fundara a mediados del siglo XIX el impresor Manuel Rivadeneyra y emprendiera la aventura de la Biblioteca de Autores Españoles. A la altura de 1920 era ya una sociedad anónima, con instalaciones de impresión y galvanoplastia en el Paseo de San Vicente 20 y estaba presidida por el empresario y político ciervista Luis Montiel y Balanzat, igualmente fabricante de papel en Madrid (la Papelera Madrileña del Paseo de las Acacias 45), siendo el director-gerente Federico Levenfeld y Spencer, el ingeniero alemán llegado a España a comienzos de 1908 para hacerse cargo de la empresa Sociedad de Utensilios y Productos Esmaltados creada en 1901, con fábrica en Córdoba, y después implicado también en Madrid en otros negocios de tipografía y de galvanoplastia aplicada a la industrias del libro.116 Desde 1990 la imprenta forma parte del grupo suizo Edipresse. Otros establecimientos tipográficos madrileños implicados en la obra de pensiones fueron la Imprenta Clásica Española de la calle Eloy Gonzalo 34 y Glorieta de Chamberí s/n (Iglesia), la Gráfica Unión, la imprenta de José Méndez y los Talleres de fotograbado Fragma, de la calle Palma 51. Fuera de Madrid únicamente aparecen mencionadas las de Baquero y la crítica literaria de su tiempo. Madrid, Turner-Ayuntamiento de Madrid, 1991, pp. 76-78. 115 CABRERA, Mercedes: La industria, la prensa y la política. Nicolás M.ª Urgoiti (18691951). Madrid, Alianza Editorial, 1994, pp. 71-75. 116 Luis Montiel llegará a crear en Madrid un imperio papelero-impresor-editorial, que incluía a la papelera Montiel, la revista Estampa, el periódico Ahora, el deportivo As y los semanarios Semana y Tribuna, además de la imprenta Sucesores de Rivadeneyra, que imprimía la Gaceta de Madrid y los Diarios de Sesiones de Cortes, y la empresa Compañía Peninsular de Industrias (Copisa) dedicada a diversas actividades industriales, entre ellas la de fabricación de tintas de huecograbado. Esta última actividad pasó en 1996 al grupo Sun Chemical. Sobre su actividad como empresario periodístico, GÓMEZ APARICIO, Pedro: Historia del periodismo español. De la Dictadura a la Guerra Civil. Madrid, Editora Nacional, 1981, pp. 156-160 y SEOANE-SAIZ, Historia del periodismo en España. 3..., pp. 377-378, 428-431 y 502. También algunos datos en LLANAS, Manuel: «Una monografia inèdita de Gaziel sobre la premsa espanyola: context, comentari i edición», Anàlisi. Quaderns de Comunicació i Cultura, 19, 1996, especialmente, pp. 12-16.
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Gráficas Valencia y el Establecimiento litográfico de M. García Cantos de la capital levantina y la imprenta de Manuel Cardona de Sevilla.
1.10. Otras industrias y oficios 1.10.1. Agricultura
En la agricultura y en el resto de los oficios seleccionados muy secundariamente para la pensión no resulta nada fácil bosquejar, aunque sea solo a trazos gruesos, perfiles muy definidos de los objetivos y las expectativas que estaban detrás de candidatos y proponentes. Podía tratarse de artesanos propietarios u obreros dedicados a la manufactura de las artes industriales (forja, estampados, cerámica, arte popular, muebles de estilo, decoración) deseosos de entrar en contacto con las novedades del diseño extranjero en sus respectivas áreas. Podían ser los herededros de pequeñas o medianas propiedades, productores de vino, aceite, leche o queso, que buscaban un camino a la mecanización de sus explotaciones o a la mejora de sus productos. Podían ser, en fin, jóvenes que se consideraban llamados por el camino del arte y buscaban encontrar en el contacto con sus colegas extranjeros los hilos del laberinto artístico moderno. En cualquier caso, muchas veces no es posible conocer la entidad exacta de las casas industriales o de comercio proponentes. En otras simplemente no existían, y sus patrocinadores eran las asociaciones y organismos que señalaremos en el epígrafe siguiente. Entre las conocidas, aparecen en el campo agrícola las Bodegas Cooperativas de Olite y San Martín de Unx, dos organizaciones avanzadas del proceso cooperativo agrícola navarro, iniciado por el párroco de aquella primera localidad, Victoriano Flamarique y por el profesor del Seminario de Pamplona, Antonino Yoldi, siguiendo las enseñanzas del catolicismo social del valenciano P. Vicent.117 La de Olite nació en 117 Pusieron en marcha sucesivamente una Caja Rural, sistema Raiffeisen, 1904, una cooperativa de compras y suministros, 1906, una Fábrica Cooperativa Harinera, 1907, una cooperativa eléctrica: la Electra-Caja Rural, 1908, un Círculo Católico, 1909 y la Cooperativa Vinícola Olitense, 1911. Una sucinta biografía de ambos, EQUIZA, Jesús: El cooperativismo en Navarra en el siglo XX. Madrid, Nueva Utopía, 1996, pp. 317-322. Sobre el movimiento cooperativo, también, MAJUELO GIL, Emilio y PASCUAL BONIS, Ángel: «El Cooperativismo agrario católico en Navarra (1909-1939)», Principe de Viana, XLVII, 177, 1986, pp. 235-270 y PEJENAUTE GOÑI, Javier María: «Desarrollo del cooperativismo agrario
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1911 con 115 socios y tres años más tarde, la de San Martín.118 Uno de los pensionados, de nombre Isaías Flamarique, de Tafalla, recorrió entre 1913 y 1916 amplias zonas de Francia interesándose por la viticultura y la mecanización agrícola. En 1919 se encontraba intentando organizar la motocultura en las propiedades familiares. La obra de aquellos pioneros no se impuso, sin embargo, sin una dura oposición por parte de los grandes propietarios y las fuerzas políticas más conservadoras. Eso fue el origen del Sindicato de Labradores de Olite constituido de inmediato y de su cooperativa vinícola Cosecheros Reunidos, de 1913, que fueron también promotores de algunos pensionados. Algunos de ellos, José García de Lacalle o Macario Gorri Tambo por ejemplo, figuraban precisamente como capataces bodegueros de Olite. También en Navarra, otras casas patrocinadoras fueron la Vinícola Champanesa, una sociedad anónima con sede en la calle Yanguas y Miranda 3, y la Miguel Eribarren, ambas de Pamplona. En La Mancha aparecían como proponentes de pensionados las casas de Miguel Caravantes y José Merlo, de Valdepeñas, ambas representantes de dos de las dinastías bodegueras más destacadas de la ciudad, la primera formada en 1877 como Los Llanos y desde 1907 con aquel nombre;119 la última, uno de los múltiples nombres de una importante familia dedicada al negocio del vino en la zona desde la época de los Reyes Católicos,120 emparentados a su vez con una tercera saga familiar de bodegueros, los López-Tello, en uno de cuyos establecimientos, la Vinícola Valdepeñas («conocida como Casa Tello»121), dedicada a la venta de vinos y licores terminó trajando el pensionado Aníbal López-Tello, con toda seguridad miembro de la familia e interesado en el extranjero por la comercialización de los productos de la zona, para lo que tentó la posibilidades de la Casa de España de Marsella, un centro multiuso dedicado a la exposición, información y venta de productos españoles, además de contar con un banco cooperativo de navarro desde la Federación a la Confederación (1910-1917)», Príncipe de Viana, L, 188, 1989, pp. 646-686.
EQUIZA, óp. cit., pp. 106-107. Desde 2003 en el grupo Nazca, actualmente grupo Vinartis. Datos sobre la mayor parte de las bodegas de Valdepeñas, MARTÍNEZ DÍAZ, José Luis: La genalogía de las bodegas de Valdepeñas. Ciudad, Real, Ayuntamiento de Valdepeñas, 2005. Sobre las diferentes ramas Caravantes, pp. 88-102 y 144-148. 120 Ibídem, pp. 186-188. 121 Ibídem, p. 81. 118 119
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apoyo a la exportación, una cooperativa y otros servicios sociales como escuela y biblioteca.122 En la Rioja, se menciona la casa Arturo Marcelino, de Haro, propiedad de uno de los más activos bodegueros de esa localidad, su alcalde durante los primeros años del siglo XX, fundador y presidente desde 1909 del Sindicato de Exportadores de vinos de la Rioja, constituido en abril de 1907,123 con el objetivo de poner en valor y favorecer la comercialización de los vinos de Rioja, incluidos los «coupages», en los mercados exteriores, uno de los episodios de la pugna, como ha visto Carlos Navajas, entre los exportadores, reacios a poner trabas a la creciente demanda de vinos de la zona por parte de los productores girondinos, a fin de acrecentar su producción de caldos con denominación Burdeos, y los bodegueros deseosos de salvaguardar la producción y exportación de vinos de calidad con denominación protegida de origen.124 En otras zonas vitivinícolas, se mencionan las casas Bartolomé Ferro, de La Palma (Cartagena), la Antonio García, de Orihuela y la A. Hoffer, de Tarragona; en la industria quesera, la fábrica G. Núñez Riega de Tejeiro. Además, aparecían mencionadas las explotaciones agrarias de Viuda e Hijos de Enrique Illueca en Palencia y Viuda e Hijos de José Mensaque en Sevilla. Por último, patrocinaron igualmente sendos pensionados otros establecimientos que merecen una mención particular. Uno de ellos fue el valenciano de arboricultura y perfumes Robillard, procedente de un antiguo vivero establecido en el extremo del barrio del Cabañal, junto 122 LÓPEZ TELLO, Aníbal: «La Casa de España. Marsella», BJPIOE, III, 5, mayo, 1918, pp. 1-11. 123 Algunos de las casas fundadoras son hoy prestigiosas empresas productoras y comercializadoras de vino de Rioja: Bodegas Riojanas, Bodegas Bilbaínas, Compañía Vinícola del Norte de España, Franco Españolas, Paternina, Azpilicueta, La Rioja Alta, Martínez Lacuesta y Carlos Serres. La Arturo Marcelino ha desaparecido. La Felipe Ugalde ha dejado su herencia a la actual casa Rioja Vega, dentro del Grupo Vitivinícola Príncipe de Viana, en Navarra. Datos sobre la fundación, La Rioja 25-I, 2-IV y 9-IV de 1907. Sobre algunas de las bodegas y personalidades mencionadas bastantes datos en MEES, Ludger: «La vitinicultura en Navarra y La Rioja: Economía, Sociedad y Política de Intereses (1850-1940)», Gerónimo de Uztariz, 6/7, 1992, pp. 147-181. Algunas de las bodegas cuentan ya con estudios monográficos particulares, como La Rioja Alta y Bodegas Riojanas. 124 NAVAJAS ZUBELDIA, Carlos: «“Cosecheros” contra “comerciantes”. Los antecedentes inmediatos de la creación del Consejo Regulador de la denominación vinícola “Rioja”», Berceo, 129, 1995, pp. 175-188. Datos también en el artículo de MEES mencionado, lo mismo que sobre el cooperativismo navarro de Victoriano Flamarique.
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a la actual playa de Malvarrosa, cuyo nombre se debe precisamente a la gran cantidad de malvas rosáceas platadas allí por Félix Robillard. Era éste un botánico francés formado en el Jardin des Plantes de Paris, que fue jardinero mayor del Jardín Botánico valenciano tras su traslado a comienzos del siglo XIX al Huerto de Tramoyeres y que colaboró con su principal organizador en el nuevo emplazamiento, el botánico José Pizcueta, en la instalación y reclasificación cientifica de los ejemplares.125 Desde su instalación a mediados de siglo el vivero contribuyó precisamente a la rehabilitación del lugar, hasta entonces una zona pantanosa, apenas habitada por unos pocos pescadores. Más adelante añadirá a su establecimiento una fábrica de esencias y de comercialización de perfumes.126 Otro fue la sociedad agrícola El Despertar, una entidad nacida en 1908 en Corao, en el concejo de Cangas de Onís, bajo la iniciativa del que llegará a ser importante líder sindical agrario Ángel Sarmiento, con el objetivo de organizar servicios sociales, cooperativa, caja de ahorros y préstamos e instrucción para sus asociados. Desde 1911, en efecto, puso en marcha una cooperativa del mismo nombre para comercializar directamente los productos de la zona. Su actividad perdurará hasta la guerra civil.127 Por último, equivalente a él fue el Sindicato Agrícola de Gijón nacido en 1906 también con espíritu reivindicativo, aunque terminaría reorientándose pronto hacia actividades económicas de cooperación y de crédito/ahorro mutualista, bases de la actual La Cooperativa agrícola, de Gijón.128
COSTA, Manuel: El Jardín Botánico de la Universidad de Valencia. València, Publicacions de la Universitat..., 2001, p. 21. 126 Un testimonio de su producción a finales del XIX, Catalogo general del establecimiento de arboricultura de Viuda e Hijos de F. Robillard situado al extremo del Cabañal (Grao de Valencia). En el mismo, cultivo y elaboreo del geranium rosa ó malvarosa para 1890 y 1891. Valencia: Imp. Doménech, 1890. 127 El resto de los miembros fundadores fueron Roberto Trespando, José del Corro y José García Bustince. Datos en http://www.abamia.net/Jornadas%20culturales.html (15/04/2011), donde pueden encontrarse textos del líder campesino fundador, Ángel Sarmiento e informaciones de época sobre la entidad y su obra. También, CASO, Javier G.: «Cangas revive su historia», La Voz de Asturias, 17-IX-2008 y La Nueva España, 16 de septiembre de 2006. Sarmiento murió en México en 1962. 128 Algunos datos en http://www.lacooperativa.es/ (26/04/2011). 125
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1.10.2. Manufacturas de arte y otras
En el sector de las manufacturas de arte, conocemos los nombres proponentes del ceramista catalán Salvador Sunet Urgellès, que ha dejado algunas muestras de su estilo en algunos establecimientos y calles de Barcelona,129 el patrocinio conjunto de la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado de Valencia y los Talleres del artista fallero Enrique Guillot,130 la casas de muebles Francisco Vidán y M. B. Piñal, de Barcelona y el comercio de fabricación y venta de muebles de estilo y de decoración Lissárraga Sobrinos, situado inicialmente en la calle Mayor y desde enero de 1914 en la Carrera de San Jerónimo 39/Arlabán 10, de Madrid.131 Fue un comercio con amplia presencia en la alta vida social madrileña. Su mercado más importante, aparte la decoración de residencias privadas, estuvo en el acondicionamiento integral de algunas importantes instituciones, como el Casino de Madrid, los hoteles Ritz de Madrid (1909) y de Barcelona (1919), los trasatlánticos Cristóbal Colón y Alfonso XIII de la Compañía Trasatlántica, decorados con muebles de imitación de los de la época de Carlos IV existentes en las residencias reales,132 así como en la encenografía teatral de la alta comedia. El obrero pensionado Fernando Hidalgo hizo para la casa algunos ensayos de lacas japonesas, de acuerdo con los modelos que había observado en el museo del Trocadero de París que, según se decía en el Boletín de la Junta, «dieron excelente resultado».133 Se le conocen además algunas vinculaciones con el mundo institucionista, puesto que colaboró con Bartolomé José de Cossío y el Museo Pedagógico en difundir los bordados y encajes tradicionales españoles. El Museo había incorporado como material didáctico una colección de esas manifestaciones del arte popular y Cossío implicó al mencionado establecimiento madrileño para crear un taller 129 El mencionado Diccionario de artistas de Cataluña..., recoge en concreto el friso realizado en 1946 con 300 azulejos representando la procesión de un Corpus setecentista para la decoración del refectorio del Mesón de las Golosinas de Barcelona, vol. III, p. 112. En este sector se mencionan además las casas de cerámica industrial Francisco y Cía, de Bilbao y Jaime Fornés Comas, de Benimamet, donde estuvo, al parecer, el ceramista Alfonso Blat. No tenemos confirmación de estos datos. 130 Lo menciona María Ángeles ARAZO como maestro de uno de los más destacados artistas falleros del siglo XX, Regino Más, Fallas..., p. 111. 131 Reseña de la inauguración, con la asistencia de la Reina, en ABC, 2-XII-1914, p. 15. 132 ABC, 24-X-1920, p. 16. 133 BJPIOE, IV, 1, 2, enero, febrero, 1919, p. 2.
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dedicado a reproducir fielmente los bordados antiguos —y a promover su venta, por supuesto—; taller puesto bajo la dirección de su mujer Carmen López Cortón. Esta colaboración culminará en una exposición en 1913, en Madrid, sobre encajes y bordados populares, reeditada en 1923 en el Hotel Goya de París, situado en el número 50 del Faubourg St. Honoré, propiedad de dicho comercio madrileño.134 Propuso igualmente algún pensionado la casa de comercio Aeolian, establecida en la Gran Vía (del Conde de Peñalver) madrileña, especializada en la venta de pianos y pianolas de dicha marca, de sus gramófonos y discos, así como de máquinas de escribir. Se trataba por tanto de la sección española de esta importante compañía norteamericana que se había convertido desde su creación en los años 80 del siglo XIX, y por medio de múltiples integraciones y compras de sociedades competidoras, en líder mundial en la comercialización de pianos y, sobre todo de pianolas, el piano mecánico de gran difusión en las primeras décadas del siglo XX, que debía su nombre precisamente al primer modelo de tal instrumento comercializado por Aeolian.135 Desde mediados los años diez entró además en el negocio de la música grabada, comercializando gramófonos y discos de pizarra bajo la enseña Vocalion, recuperando el nombre de una compañía inglesa de órganos comprada en 1903; rama musical que en último extremo terminaría hundiendo el negocio de las pianolas. De hecho, en España Aeolian será una de las casas agrupadas en 1925 para constituir Unión Radio —el embrión de la futura Sociedad Española de Radiodifusión— gran altavoz, como todas las emisoras de la época, de la música, aunque por aquellos años todavía predominase la emisión de música interpretada en vivo, ante la mala calidad del sonido radiado desde gramófono.136 134 Catálogo Bordados populares y encajes: exposición, Madrid, mayo, 1913. Madrid, Lisárraga y Sobrinos, 1913, con un artículo de Cossío: «Elogio del arte popular». 135 Inventado, al parecer, por el artesano de Detroit Edwin S. Votey, MUNS, Eva: «La pianola: una altra forma de gaudir de la música», Wagneriana, 23, noviembre 2005, en http://www.associaciowagneriana.com/. Sobre su difusión y, en menor medida, sus empresas fabricantes, REBLITZ, Arthur A.: The Golden Age of Automatic Musical Instruments. Edited by Q. David Dowers. Woodsville (New Hampshire), Mechanical Music Press, 2001. 136 Junto con otras sociedades con intereses en la producción de electricidad y material eléctrico, como AEG-Telefunken, Compañía General de Electricidad, Compañía Nacional de Telegrafía Sin Hilos, Compañía Telefónica Nacional de España, Electrodo, Omnium Ibérico Industrial, Sociedad Española de Acumuladores Tudor, Sociedad Ibérica
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En cuanto al resto de las casas y establecimientos proponentes de pensionados, no siempre ha sido posible una acreditación fidedigna de algunos datos suplementarios al de su estricta razon social. Entre las mejor conocidas destaquemos la fábrica de vidrios La Industria de Gijon, la industria moderna de más éxito de las del mismo género abiertas por las mismas fechas en el entorno cántabro,137 que, por cierto, fue el motivo de la llegada a España del grupo de obreros y técnicos alsacianos, entre los que se encontraba el que será el abuelo del tantas veces mencionado Ernesto Winter Blanco. La empresa fue creada en 1844 con aquel nombre por un grupo de comerciantes y técnicos residentes en Gijón, entre los que destacaban los tres que serán sus propietarios casi exclusivos desde 1853: el técnico vidriero suizo Luis Truan Lugeon y los empresarios locales Mariano Suárez Pola y Anselmo Cifuentes. Desde aquel año pasará a denominarse legalmente Cifuentes, Pola y Cía, aunque mantendrá en sus documentos y catálogos, así como en la memoria popular, su nombre de origen, transformándose en una de las referencias industriales más firmes de la ciudad. Disponía de una sección de fabricación de vidrio industrial y otra de manufacturas de lujo. Ya avanzado el siglo XX, terminará vinculada desde 1948, según señalamos, a otras empresas de su entorno, en concreto a la fábrica de cerámica La Santina, a la de ladrillos refractarios de La Felguera, a la vidriera de
de Construcciones Eléctricas y Bell, ACOSTA MENESES, Yanet: La información agraria en España: desde sus orígenes hasta la agenda 2000. Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Ciencias de la Información, Departamento de Historia de la Comunicación Social. Madrid, 2008, pp. 339-340; EZCURRA, Luis: Historia de la Radiodifusión Española en los primeros años. Madrid, Editora Nacional, 1974, pp. 137 y 164-167, y GARITAONANDÍA, Carmelo: La radio en España (1923-1939). Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 1988, pp. 24-28. Ademas de las compañías señaladas más arriba este autor añade Lámparas Metal, Marconi, Radiola, Radio Corporation of America y Western Electric. 137 La de La Coruña y la de Avilés, véase CRABIFFOSSE CUESTA, Francisco: «Los orígenes de la industria del vidrio en Asturias (1827-1853)», en Arte e industria en Gijón (18441912). La fábrica de vidrios Cifuentes, Pola y Cía. (Exposición). Dirección y preparación Emilio Marcos Vallaure, 19 enero/3 marzo. Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias, 1991, pp. XIX-LII. En este mismo lugar, otros numerosos datos muy interesantes sobre la fábrica en diversas épocas, sobre los empresarios participantes y sobre algunas otras de sus iniciativas industriales. Sobre la Industria, también, GONZÁLEZ ROMERO, José Fernando y MUÑOZ DUARTE, Pelayo: Arquitectura industrial en Gijón..., pp. 82-84. Algunos datos menores en LLORDEN MIÑAMBRES, Moisés: Desarrollo económico y urbano de Gijón, siglos XIX y XX. Oviedo, Universidad, Servicio de Publicaciones, 1994, pp. 18-19.
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Avilés y a la metalúrgica Laviada, bajo el nombre La Industria y Laviada, hasta su cierre en 1984. En este sector, se menciona igualmente al taller artesanal madrileño de pintura y vidriería Sociedad La Artística y la casa del pintor decorador Aurelio Pérez Garmendia. Otras entidades proponentes de pensionados fueron la Federación Española de Óptica y los Talleres de Casto Ulloa, la empresa establecida en 1919 en al calle Carmen 14 de Madrid y en varios aspectos pionera en su sector en España, la sociedad anónima de transportes La Castellana, constituida en 1915 y con domicilio social en la calle García de Paredes 19 de Madrid, y las casas de relojería Luis Thierry (Fuencarral 59) y Daniel Riopérez, también en Madrid. Este último, segoviano de origen, estaba convencido, sin duda, de la importancia de este tipo de viajes de estudio al extranjero, puesto que él mismo se formó en París entre 1900 y 1907. A su vuelta instaló un taller de joyería, primero en Barcelona (como Joaillier, fabricant et dessinateur, se anunciaba, calle Muntaner, número 8) y después en Madrid, en el número cuatro de la Cuesta de Santo Domingo y definitamente en el 18 de la calle Fuencarral, a partir de 1922, convirtiéndose en un importante joyero y orfebre, en cuyo haber obran abundantes labores de orfebrería sacra, la más importante de las cuales, la corona de la Vírgen de la Fuensanta de Segovia, concluida en 1916.138
2. LA OTRA RED DE PATROCINADORES Pero el patrocinio de pensionados no fue exclusivo de las empresas, como señalamos más arriba. Una red paralela de instituciones públicas y privadas estuvo implicada también en la tarea, muy en consonancia con los vastos compromisos de índole formativa y social que la experiencia buscaba desde el principio. El apoyo más amplio procedió de las diversas instituciones educativas dedicadas a la formación técnica y profesional. En la actualidad, conforme avanzan las investigaciones generales o Se le deben además, la corona de Nuestra Señora de San Lorenzo, patrona de Valladolid, la de la Virgen de La Capilla, patrona de Jaén, una Custodia para la catedral de Madrid y un Tabernáculo para la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación de los Padres Agustinos de Madrid. Datos todos de RIOPÉREZ Y MILÀ, Santiago: Si preguntáis por mí (Autobiografía y memorias). Madrid, Ediciones 98, 2007, pp. 39-49 y 377-379. 138
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particulares sobre un campo hasta hace poco inexplorado, ya no es posible mantener la idea, muy extendida durante bastante tiempo, de que poco se podía decir al respecto, como ha quedado advertido en la bibliografía que acompaña este estudio. Pues bien, desde la perspectiva particular que nos ocupa, en ello estuvieron las Escuelas de Artes y Oficios de Madrid, Jaén, Valladolid, Santander y Granada, las Escuelas Industriales de Linares, Vilanova y la Geltrú, Madrid, Valencia, Sevilla, Jaén, Cádiz y Santander, la Escuela elemental y superior del Trabajo de Barcelona, la elemental del Trabajo de San Sebastián, el Patronato local de Formación Profesional de Valdepeñas, la Escuela Superior de Agricultura de Barcelona, el Instituto Agrícola de San Isidoro de Castelló de Ampurias, en Gerona, la Estación Ampelográfica Central, que era el centro creado en 1911, culminación en cierto modo de la red de establecientos del mismo género abiertos desde finales del siglo XIX en las regiones atacadas por la filoxera a fin de facilitar la introducción de las cepas americanas;139 ahí estuvieron también algunas instituciones privadas especialmente orientadas a la enseñanza técnica como el Instituto Católico de Artes e Industrias de Madrid (la que llegara a ser prestigiosa institución, fundada en 1908 y entregada a la gestión de los jesuitas) y las Escuelas Salesianas; incluso la propia Institución Libre de Enseñanza, sobre cuyas preocupaciones pedagógicas de todo tipo resulta excusado insistir; y por último, dos entidades corporativas de estudiantes de este medio: la Asociación de Alumnos obreros de la Escuela de Vilanova y la Geltrú y el Instituto de Exalumnos de la Escuela del Trabajo de Barcelona, la institución, como dice Francisco de Luis, desarrollada al amparo de la Escuela que llegó a contar con más de trescientos asociados y que colaboró en las tareas de la Escuela organizando excursiones, conferencias y visitas a centros industriales.140 Le seguían a cierta distancia en la implicación en el proyecto de las pensiones algunas entidades de resistencia, representación o arbitraje del mundo obrero, profesional o patronal. Se trataba de organismos de índole muy diversa en total concordancia con los variados propósitos involucrados 139 CARTAÑÀ I PINÉN, Jordi: «Las estaciones agronómicas y las granjas experimentales como factor de innovación en la agricultura española contemporánea (1875-1920)», en las Actas del II Coloquio Internacional de Geocrítica: Innovación, desarrollo y medio local. Dimensiones sociales y espaciales de la innovación. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 69 (16), 1 de agosto de 2000, 8 págs. 140 LUIS MARTÍN, Francisco de: La cultura socialista..., p. 149.
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en la experiencia y con la diversa identidad profesional de algunos de los participantes en ella, que, como señalamos más arriba, estaban muy lejos de acomodarse en toda su exactitud a la específica del obrero manual. Así, se podían encontrar avalando a los obreros a sindicatos obreros de clase, como los metalúrgicos de Bilbao, Erandio, Zaragoza y Madrid (El Baluarte, constituido en 1919, que abrió en 1926 la escuela metalurgica que más arriba reseñamos), el Sindicato Minero Asturiano, el Obrero de Ablaña (Asturias), las Federaciones y Sociedades obreras de Albacete y las Asociaciones de Obreros del Arte de Imprimir de Sevilla, junto a otros de composición y funciones más diversificadas, como era el caso del Círculo Católico de Obreros de Santander, fundado en 1895 por iniciativa, como otros de la zona, del obispo Sánchez de Castro;141 una institución que también organizó una sección de enseñanza, primero en la calle San José donde tenía su sede y después en la de Pedrueca, colocada desde 1901 bajo la responsabilidad de los Hermanos de la Salle,142 o, ya más tardíamente, el Comité paritario de Peleteros de Barcelona. Otro conjunto de entidades patrocinadoras parecían señalar más bien hacia un tipo de candidato con formación de nivel medio o incluso superior, tales como las representaciones corporativas de la Asociación de Ingenieros Industriales de Barcelona, de la Asociación de Peritos Industriales de Madrid, Asociación de Ayudantes Facultativos de Minas de Gijón, Sociedad Española de Maquinistas Navales de Barcelona y Asociación general de cocineros de Madrid. En tal apartado es posible contabilizar igualmente a una entidad profesional catalana que desde su constitución mostró una especial preocupación por los problemas técnicos y de dirección de las empresas. Se trata de la Cámara de directores, mayordomos y contramaestres del arte textil, entidad constituida en el otoño de 1918, con su sede social en la calle Princesa, 50 Principal, de Barcelona, y con delegaciones en los principales centros textiles de la región como Manresa, Manlleu y Ripoll, en todos los cuales realizaba frecuentemente actividades de formación y propaganda sobre aspectos técnicos de la industria textil. Fue creada por iniciativa de Juan Riu, que 141 GARRIDO MARTÍN, Aurora: «Santander en 1900: vida política y asociacionismo», en Santander hace un siglo. Manuel Suárez Cortina, editor. Santander, Universidad de CantabriaAteneo de Santander, 2000, pp. 64-104, especialmente, pp. 92-98. En 1900 contaba con 2200 socios y desde 1905 dispondrá además de sociedad de socorros y caja de ahorros. 142 Datos en http://www.lasalle.es/santander/historia/lasalleencantabria.php (15/04/2011).
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fue su primer Presidente, al que sucedieron Julián Manich y Emilio Ramón. En sus actuaciones públicas tuvo especial empeño en reivindicar, aun declarándose sociedad obrera, las prerrogativas y autoridad oficial que le correspondían, a su juicio, en cuanto personal técnico con responsabilidad en la gestión empresarial y con capacidad para mediar en los conflictos sociales.143 Ella misma se autoproclamaba representante del «personal técnico directivo de la Hilatura» y, en efecto, en esta línea terminará por confluir con otras entidades del mismo género para formar en 1924 la Federación de Técnicos de Cataluña.144 El siguiente grupo de instituciones colaboradoras de la obra de las pensiones se podría catalogar ya directamente en el apartado de las organizaciones patronales. No es un misterio subrayar que la cuestión de la formación técnica y profesional del trabajador fue uno de los permanentes motivos de inquietud del mundo patronal, al menos desde finales del siglo XIX, cuando estaban ya bien claros los estrechos vínculos entre el rendimiento del capital —la vida duradera de sus empresas— y la capacidad de innovación técnica y de manejo de los nuevos procedimientos de fabricación y de gestión. Y si algo tendrán en común la mayoría de las entidades que mencionaremos a continuación, aparte el lógico celo por los intereses compartidos, eso será su implicación directa en la tarea formativa, en forma de conferencias, cursos y hasta enseñazas regulares dentro sus particulares campos de especialización industrial. Entre esas instituciones estaban la Unión Industrial de Barcelona, una entidad del patronato textil catalán constituida en 1904, que abrió ese mismo año una escuela textil y una bolsa de trabajo.145 Otra fue la Sociedad de Mecánicos y Metalarios de Cataluña, agrupación representativa de los intereses de la industria metal-mecánica constituida en el cambio de siglo con los objetivos de formación, arbitraje de conflictos y asistencia solidaria.146 Equivalente era en el ramo de la fabricación Un testimonio de sus objetivos en los discursos pronunciados el 27 de marzo de 1922 en el acto de homenaje a los tres primeros presidentes, La Vanguardia, 28-3-1922, pp. 7-8. 144 La Vanguardia, 4 de enero de 1924, p. 12. El domicilio social estaba instalado precisamente en el domicilio social de la Cámara. Se constituyó por la unión de los técnicos del género de punto, La Unión Industrial, el Sindicato General de Técnicos de Cataluña y la propia Cámara. 145 Al respecto, Unión Industrial, asociación técnica textil. Bodas de Oro 1905-1955. Barcelona, Imp. A. Artega, 1955. Sobre ella, ALBERDI: La formación profesional en Barcelona..., pp. 623-639 y MONÈS: Formació professional i desenvolupament econòmic..., pp. 208-209. 146 FERNÁNDEZ, Paloma: Historia de Moreda..., Rivière..., p. 137 143
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de cable otra entidad patrocinadora de algún pensionado: el trust formado en 1925 en San Sebastián bajo el nombre SA de Trefilería y derivados147 que integró a las diez empresas más importantes del ramo, procedentes de las dos asociaciones de productores ya existentes.148 Junto a ellas estuvieron además en esta tarea la Sociedad de patronos del ramo de construcción de Salamanca y la Cámara de Comercio de Gerona. Colaboraron en esta misma tarea apoyando a candidatos a pensión algunas otras instituciones características del mundo obrero; instituciones de sociabilidad, formación y, a veces, proselitismo, solo algunas de entre la tupida red que bajo incentivos y procedencias ideológicas muy diferentes habían ido recogiendo en todas parte la creciente inquietud por la suerte del obrero manual. No faltó en ellas en numerosos casos una atención particular hacia su futuro profesional y su formación técnica. Tales fueron el Ateneo Obrero de Gijón, fundado en 1881, que organizó desde el principio actividades regulares de formación obrera con notable éxito, al menos hasta la apertura de la Escuela de Artes y Oficios de la localidad en 1888,149 el Ateneo Obrero de Barcelona, de 1883, que impartía igualmente enseñanzas de artes y oficios aplicados a la Industria y el Comercio y que desde 1910 abrió incluso una sección de Aprendices en esas disciplinas,150 el Enciclopédico Popular de la misma ciudad, el de mayor proyección desde su nacimiento en 1902, aunque en propiedad sus actividadades propiamente escolares nunca llegaron a adquirir Consta como tal en el patrocinio de un candidato a pensión, aunque cabe la posibilidad que el trabajase en alguna de las empresas vascas asociadas. 148 Fueron las siguientes: S. A. Quijano de Los Corrales de Buelna; Alambres del Cadagua, Echevarría, S. A., Trefilería Barbier, Sociedad Franco-Española de Cables de Acero (las tres en Bilbao), Hijos de Mendizábal de Durango y Sociedad Industrial Asturiana-Moreda de Gijón, por la Central de Fabricantes de Alambres y Puntas con sede en Madrid; y la Riviere, la Metalúrgica Rosés y la fábrica de puntas Olivella, por la Unión de Fabricantes de Alambres y Puntas de París, de Barcelona, FERNÁNDEZ, Paloma: «Redes de cooperación en la industria del alambre de hierro y acero en España (18801974)», Congreso AEHE Galicia. Sesión Redes Empresariales, http://www.usc.es/estaticos/congresos/histec05/b12_fernandez_perez.pdf (15/04/2011), s. p. La autora agradece a F. L. Rivière Manén la información al respecto. También, de la misma autora: «Hilos de metal. La industria del alambre de hierro y de acero en España (1856-1935)», Revista de Historia Industrial, XIV, 27, 2005/1, pp. 165-192, especialmente, pp. 185-188. 149 MATO DÍAZ, Ángel: El Ateneo Obrero de Gijón (1881-1937). Gijón, El Ateneo..., 2006, especialmente, pp. 35-40 y 63-66. 150 Datos de la instancia de fecha 25 de abril de 1910 al Ministerio de Instrucción Pública solicitando una subvención para financiar esas enseñanzas, AGA (5)16 32/16568. 147
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importancia,151 la Sociedad Rodense y la Sociedad Gallega de Amigos del Arte de Santiago de Compostela. Por último, participaron también ocasionalmente algunas instituciones oficiales como la Alcaldía de Pozoblanco de Córdoba y la Diputación provincial de Guadalajara, así como otros patrocinadores individuales, cuyo rastro resulta hoy día difícil de identificar.152
SOLÀ, Pere: Els ateneus obrers i la cultura popular a Catalunya (1900-1939). L’Ateneu Enciclopèdic Popular. Barcelona, La Magrana, 1978, especialmente, pp. 142-147. 152 Tales eran, por ejemplo, los Sres. Jemein Herrazti y Zenitagoya, de Bilbao, J. Vilalta, de Barcelona y Manuel Aguirre, Cayetano Nuevo, Nestol Álvarez y Manuel Pardo, de Madrid. 151
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CAPÍTULO VII RECONOCER, TRANSFERIR, ADAPTAR TECNOLOGÍA: LOS RETOS COLECTIVOS DE LA EXPERIENCIA DE PENSIONES DE PERFECCIONAMIENTO OBRERO DESDE EL INTERIOR Y DESDE EL EXTERIOR 1. COORDENADAS GENERALES DE UNA EXPERIENCIA DE RELACIÓN TECNOLÓGICA ENTRE PAÍSES
Las referencias documentales que hasta aquí hemos recogido acerca de las empresas receptoras de pensionados, así como sobre los centros de procedencia o patrocinio, aun someras como no podía ser de otra forma, tienen en realidad un propósito explicativo que no se agota en su estricto dato erudito, un objetivo que juzgamos acorde con los propósitos generales de la experiencia que tenemos entre manos. Desde la consideración interna de ésta, pretenden, como señalábamos más arriba, entenderla en toda su complejidad poniendo de relieve la diversidad de los recursos formativos utilizados, la importancia objetiva de las redes de relación entabladas y hasta, si se quiere, la sorpresa ante el innegable éxito de la iniciativa, teniendo en cuenta que se desarrolló en medio de unas circunstancias excepcionales, nada favorables para este tipo de colaboración académicoindustrial —y por otras razones que las más obvias de su impacto en la vida cotidiana— como fueron la primera guerra europea (el temor al espía de guerra) y la agudización de la competencia económica internacional de la postguerra (el temor al espía industrial). Pero por encima de este terreno, los datos señalados han intentado delimitar tres principios muy básicos de la historia industrial muy relacionados con los interrogantes más generales de este estudio: las relaciones entre formación, progreso técnico y desarrollo económico. El primer principio quiere subrayar los factores de continuidad y de interdependencia que gobiernan el desarrollo de la economía empresarial, así como los fenómenos de innovación en el seno de un sistema técnico. La economía vital de una empresa es, como la del ser vivo, la de su continuidad en la vida y ésta solo está garantizada a partir de la capacidad de adaptación a los cambios técnicos, de la búsqueda deliberada de nuevos procedimientos y productos y de la adaptación a las evoluciones de la demanda,
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por hacer referencia a tres enfoques mayores sobre los mecanismos del cambio económico.1 Todo lo cual, si no garantiza completamente su supervivencia, pone al menos las bases para que se constituya un patrimonio material y pericial de bienes y conocimiento susceptible de formar parte de nuevos proyectos industriales. El conocimiento técnico es acumulativo y se inserta de manera estratégica en la vida de las empresas, con independencia que se le juzgue más o menos determinante dependiendo de la parcialidad académica a la que cada cual se inscriba. En realidad, hoy día se tiende cada vez más a poner el acento en el camino recorrido (la path dependency), incluida la experiencia en la gestión empresarial, para explicar los fenómenos de supremacía técnica de las empresas, de las instituciones científicas o incluso de los países.2 Frente a la noción de equilibrio 1 No pretendemos entrar en detalle sobre las concepciones «evolucionistas» de la economía y la tecnología, bajo las que se cobijan una parte muy interesante de las investigaciones sobre la historia de la empresa. Sobre ellas puede encontrarse una amplia visión en las obras NELSON, Richard R. y WINTER, Sidney G.: An Evolutionary Theory of Economic Change. Cambridge (Mass.), The Belknap Press of Harvard University Press, 1982 y MOKYR, Joel: La palanca de la riqueza..., con las modificaciones introducidas ulteriormente en la teoría sobre el marco doctrinal de los paradigmas científicos kuhnianos, especialmente por DOSI, Giovanni: «Technological paradigms and technological trajectories. A suggested interpretation of the determinants and directions of technical change», Research Policy, XI, 3, June, pp. 147-162 y «Una reconsideración de las condiciones y los modelos del desarrollo. Una perspectiva “evolucionista” de la innovación, el comercio y el desarrollo», Pensamiento Iberoamericano. Revista de Economía Política, 20, juliodiciembre, 1991, pp. 167-191. Sobre los resultados, a veinte años vista, de las perspectivas metodológicas abiertas por la obra de Nelson y Winter, véase el monográfico sobre «Industrial Dynamics» de Industrial and Corporate Change, XI, 4, 2002, en especial la revisión de G. DOSI y F. MALERBA: «Interpreting industrial dynamics twenty years after Nelson and Winter’s Evolutionary Theory of Economic Change: a preface», pp. 619-622. Un pedagógico resumen en español, RODRÍGUEZ POMEDA, Jesús; MORCILLO ORTEGA, Patricio; CASANI FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Fernando y RODRÍGUEZ ANTÓN, José: «Un ensayo sobre las relaciones contemporáneas entre biología, economía y dirección estratégica de la empresa», en Encuentros Multidisciplinares, 2, mayo-agosto, 1999, 13 págs., en línea en http://www.encuentros-multidisciplinares.org/. Para una crítica de las distintas direcciones del evolucionismo económico y tecnológico, BRONCANO, Fernando: «Cambio tecnológico y evolución: tres concepciones sobre las relaciones entre ciencia, técnica y sociedad», Arbor, CLII, 598-599, octubre-noviembre 1995, pp. 27-72. 2 Un interesante sumario de cuestiones al respecto en Technological Trajestories. Markets, Institutions. Industrialized Countries, 19th-20th Centuries. From Context Dependency to Path Dependency/Trajectoires technologiques. Marchés, Institutions. Les pays industrialisés, 19e-20e siècles. De la dépendence du context à la dépendence du sentier, Laurent Tissot y Béatrice Veyrassat (dirs.). Berne, Berlin..., Peter Lang, 2001.
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de la teoría economía neoclásica, esta corriente interpretativa se mueve más bien en el marco de la economía evolutiva, en la que el factor técnico actúa como un mecanismo selector de la supervivencia empresarial interactuando siempre en un medio complejo, donde se entrecruza la acción del individuo, el mercado y el Estado con las herencias técnicas y gestionariales y con las condiciones generales de formación y de experimentación científico-técnica.3 Pero de todos esos factores de los nuevos equilibrios económicos, el factor tecnológico propiamente dicho posee unas propiedades de estabilidad y de pequeños cambios acumulativos — «trasunto de los genes en la evolución biológica» hipotéticamente4— de las que no gozan los elementos mucho más cambiantes del mercado y la inversión. Es más, se podría decir que la razón social de una actividad productiva puede desaparecer por eventualidades muy diversas sin que desaparezca su razón técnica, en sentido amplio, incorporada a nuevos proyectos empresariales en el marco de un proceso evolutivo azaroso si se le considera desde la primera de las magnitudes, pero rigurosamente necesaria si el enfoque se centra sobre la segunda. Las posibilidades de inversión, los recursos disponibles, las estrategias empresariales tienen oportunidades múltiples de manifestarse en una economía medianamente desarrollada, incluso en una que da sus primeros pasos por la senda del desarrollo económico moderno, y en España no faltaron ninguno de esos recursos durante el siglo XX, a juzgar por las investigaciones ya realizadas sobre los empresarios y sus vicisitudes económicas durante la época. Pero el mercado de los recursos técnicos es mucho más limitado y se encuentra regido por parámetros que no siempre los agentes movilizadores de los recursos de capital dominan en su integridad. Hasta es posible documentar una notable pujanza de la ciencia teórica y los descubrimientos científicos sin que de ello se siga un equivalente camino en la movilización de recursos técnicos aplicados y en la vitalidad general económica, lo que queda bien de manifiesto al comparar los indicadores de excelencia científica, evaluados a través de los criterios convencionales en vigor en las décadas iniciales del siglo XX, como eran los descubrimientos científicos, las revistas y departamentos de investigación, los premios Nobel, etc., con los de aceleración económica e innovación gestionarial de la misma 3 Una muy interesante perspectiva de estas cuestiones en la «Introducción: hacia una historia económica evolutiva» de Santiago LÓPEZ GARCÍA y Jesús M.ª VALDALISO, en ¿Qué inventen ellos?..., pp. 19-49. 4 BRONCANO, «Cambio tecnológico y evolución...», p. 43.
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época. La indudable superioridad de la ciencia europea sobre la americana en tal período —utilizando los mencionados parámetros de evaluación— no fue obstáculo para que la economía de aquel país comenzase al mismo tiempo a ser percibida como el paradigma del futuro, con el que inevitablemente la vieja y orgullosa Europa terminaría entrando en confrontación. Se ha contrapuesto en ocasiones, para dar cuenta del fenómeno, los acercamientos contrapuestos a las ciencias industriales que ofrecen los «tecnólogos», por lo general ingenieros, y los científicos profesores o investigadores de la ciencia pura. No es una cuestión nueva, puesto que está en el origen mismo de la diferenciación entre tecnología y ciencia, perfectamente establecida en las primeras etapas de la revolución industrial e incluso, ya en las fases ulteriores del desarrollo integrado científico-técnico, en los escollos en la aplicación práctica industrial de los resultados de la observación y experimentación científica de la naturaleza, sea —por poner algunos ejemplos científicos de grandes virtualidades prácticas en los siglos XIX y XX — la cinética de los gases, la electricidad o el magnetismo. En cualesquiera de estas observaciones científicas hay una insalvable solución de continuidad —de la física de los gases a las aplicaciones de la máquina de vapor o del motor de explosión, de la electricidad y el magnetismo a la electrotecnia, por seguir esos ejemplos— que no responde tanto, como es obvio, a la contraposición entre ciencia y tecnología como a los cortocircuitos de diverso género en la comunicación entre empirismo técnico y ciencia en un primer momento y a los desajustes entre instituciones/corporaciones encargadas de la gestión científica y sistema industrial. Se trata de una de esas dicotomías, junto con la de ciencia pura/ciencia aplicada, internalismo/externalismo en el desarrollo tecnológico, paradigmas científicos/sociología de la ciencia, con que se abordan en la actualidad los análisis sobre la historia de la tecnología y la economía industrial.5 Desde la 5 Un sugestivo mundo de implicaciones en el acompasamiento y desacompasamiento de esta singular «pareja de bailarines» que es la ciencia y la tecnología en PRICE, Derek J. de S.: «Ciencia y tecnología: distinciones e interrelaciones», en B. Barnes, T. S. Kuhn, R. K. Merton y otros: Estudios sobre sociología de la ciencia. Madrid, Alianza Editorial, 1972, pp. 163-177. En este mismo libro, algunos otros trabajos interesantes sobre la misma cuestión, en particular los de Merton sobre «Los imperativos institucionales de la ciencia» y de J. Ben-David sobre «El empresario científico y la utilización de la investigación». La revista Technology and Culture, publicada por la Society for the History of Technology es una referencia imprescindible sobre el tema desde su fundación en 1959.
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perspectiva del empirismo tecnológico norteamericano Nathan Rosenberg ha hecho de las características particulares de la ciencia y la tecnología uno de los temas clave de sus análisis, con la mirada puesta en la adecuada comprensión de los cambios tecnológicos y de su influencia en el desarrollo económico. Y frente a posiciones firmemente asentadas en los estudios sobre las relaciones entre innovación y economía, que consideraban la ciencia como un procedimiento exógeno que se encontraba capacitado ocasionalmente para dar respuesta, en forma de procedimientos tecnológicos aplicados, a determinados incentivos de invención básicamente movidos por los mecanismos del mercado, este autor subraya el papel decisivo de la economía endógena de las tradiciones y de los retos tecnológicos, que proporcionan interrogantes fundamentales a la ciencia, le asignan frecuentemente su agenda y sus recursos y generan su propia demanda de invención, si no independiente, al menos disociada relativamente de los objetivos generales y difusos de la demanda económica.6 En el plano de las relaciones entre ciencia y tecnología dentro de los mecanismos institucionalizados de enseñanza y experimentación la supuesta discordancia se reduce a un mero replanteamiento de los objetivos y procedimientos de enfoque. Como ha puesto de relieve Ramunni en el análisis concreto de algunos textos de la disciplina electrotécnica de Francia en su reorientación concreta a la formación de ingenieros de la nueva especialidad, «la relación ciencia/técnica se convierte en una identidad si se aborda la metodología de investigación, pero se diferencia si se observa la naturaleza de los objetos sometidos a la investigación»; su supuesta separación solo es, en definitiva, la «transformación de una preocupación de formación práctica en metodología de formación», que en nada entorpece la comprensión de las relaciones últimas entre ciencia e industria.7 También en Francia, Christine Blondel ha documentado con rigor la densidad de los vínculos entre los físicos teóricos de las grandes instituciones científicas parisinas y diversos representantes de la física aplicada, desde los constructores de instrumental científico o los laboratorios de análisis de las sociedades industriales hasta los ingenieros, empresarios y administradores estatales, en las negociaciones sobre la 6 Datos, de nuevo, de VEGARA CARRIÓ, «Cambio tecnológico, análisis económico e historia...», especialmente, pp. 16-20. 7 RAMUNNI, Girolamo: «Recherce scientifique et recherche technique: l’électrotechnique en France», Histoire, Économie et Société, VIII, 3, 1989, pp. 427-428.
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definición de las unidades eléctricas.8 Como lo ha hecho igualmente para Suiza Serge Paquier.9 En algunos otros casos, las circunstancias políticas han podido facilitar ese necesario diálogo entre ciencia y aplicación industrial, como ha señalado Françoise Olivier-Utard para la Universidad de Strasbourg.10 A veces, la observación comparativa de las distintas tradiciones académicas ofrece algunas claves indicativas del muy diferente maridaje entre ciencia e industria, cuestión de notable envergadura teórica difícilmente abordable en esta referencia incidental.11 En cualquier caso, se parta desde una u otra vertiente, el diálogo sin interferencias entre ambas magnitudes aparece como un factor determinante de las ventajas comparativas en la competencia económica entre empresas y entre países.12 Desde la otra perspectiva, sin embargo, la que contempla los desajustes entre sistema científico y sistema industrial —considerando como tales el conjunto de las circunstancias sociales e institucionales de su respectivo desenvolvimiento— la cuestión presenta numerosas sugerencias BLONDEL, Christine: «Les physiciens français et l’électricité industrielle à la fin du XIXe siècle», Physis. Rivista internazionale di storia della scienza, 35, 2, 1998, pp. 245-271. 8
En línea en http://halshs.archives-ouvertes.fr/docs/00/17/21/46/PDF/Blondel_Physiciens _francais_Physis_1998.pdf. También, «L’électricité au Conservatoire des Arts et Métiers: des physiciens aux électrotechniciens (1850-1940)», en Histoire de l’Électricité. La naissance de l’ingénieur-électricien..., pp. 23-39. Igualmente, BERTHO LAVENIR, Catherine: «Ofre scientifique et demande technique dans les applications de l’électricité aux télécommunications de 1820 à 1906», en Frankreich und Deutschland..., pp. 234-246. 9 En el épigrafe «Les rôles essentiels des experts: encoré une mixité entre “praticiens” formé sur le tas et ‘théoriciens’ des hautes écoles» de su trabajo ya citado «Une étude des relations entre hautes écoles techniques...», pp. 267-272. 10 Tanto la Kaiser-Wilhelm-Universität como su continuadora Université de Strasbourg quisieron ser, por razones políticas, el escaparate de ese progreso conjunto de la ciencia y la industria en la disputada Alsacia, OLIVIER-UTARD, F.: «La dynamique d’un double héritage. Les relations université-entreprise à Strasbourg», Actes de la Recherche en Sciences Sociales, 148, 2003/3, pp. 20-33. 11 Algunos datos básicos, DONOVAN, Arthur: «Education, Industry, and the American University», en Education, Technology, and Industrial performance in Europe..., pp. 255276. En español, LOZANO LÓPEZ DE MEDRANO, C.: «Los modelos de educación técnica entre 1800-1914: Europa y los Estados Unidos», en Actes de la VII Trobada d’Història de la Ciència i de la Tècnica. Barcelona, SCHCT, 2003, pp. 409-416. 12 Un trabajo construido sobre el principio de la «intensidad tecnológica», definida en relación «a la proximidad más o menos grande de las actividades científicas y técnicas de la actividad de producción propiamente dicha» es el de AMABLE, Bruno y MOUHOUD, El Mouhoub: «Changement technique et compétitivité internationale: une comparación des six grands pays industriels», Revue d’Économie Industrielle, 54, 4e trimestre, 1990, pp. 22-43.
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de interés en su aplicación a la historia industrial española, puesto que resulta difícil encontrar otro país donde las investigaciones sean más unánimes a la hora de mostrar la particularidad de su mercado de mano de obra técnica. Del mismo modo que la singularidad del caso español en el proceso industrializador fue, según se ha dicho, «la proclividad del marco institucional a generar y mantener a lo largo del tiempo estructuras de oferta con un marcado carácter restrictivo y monopolista que tendía a separar la industria española de la competencia internacional por medio de la protección arancelaria»,13 la singularidad de la ingeniería española —salvemos solo a medias, para ser justos, a la ingeniería industrial— consistió durante mucho tiempo en concentrar sus recursos técnicos sobre el servicio estatal y bajo un cerrado régimen de monopolio profesional. En un contexto de creciente interdependencia económica, la preponderancia de este factor estatal —derechos del Estado, fiscalidad, inspección y estadística, elección y reconocimiento de estándares industriales, etc.— pudo actuar en un principio como un cortocircuito en la línea de circulación entre ciencia/técnica y aplicación industrial, al concentrar el conocimiento técnico superior en instancias ajenas al sistema industrial en sentido estricto. Otra cosa pudieron ser tal vez las etapas ulteriores del desarrollo económico en los que las circunstancias políticas excepcionales de todos conocidas, los modelos nacionalista y tecnocrático de crecimiento —el modelo «colbertista» de relación entre Estado y mundo empresarial que funcionó con éxito, especialmente en ciertas industrias de alta tecnología, en la gran etapa de expansión económica de la segunda postguerra en Francia— pudo generar igualmente en España un particular caso de despegue industrial, apoyado por supuesto sobre un acelerado proceso de inversión y de transferencia tecnológica,14 pero también, a los efectos que aquí nos ocupa, sobre un sistema de formación técnica equivalente al francés, las grandes escuelas, que —se ha dicho sobre el país vecino— «ha permitido y permite todavía una coordinación estrecha entre el gobierno y el mundo de los negocios».15 Pero obviamente se trata aquí solo de una hipótesis, muy alejada de las posibilidades de este trabajo. 13 FRAILE BALBÍN, Pedro: Industrialización y grupos de presión. La economía política de la protección en España, 1900-1950. Madrid, Alianza, 1991, p. 202. 14 Al respecto, CEBRIÁN VILLAR, Mar: «La contratación de tecnología extranjera y el crecimiento económico español (1960-1973)», en La inversión extranjera en España..., pp. 199-222. 15 Las características del caso francés, KIPPING, Matthias: «Les relations gouvernement-monde des affaires dans la France de l’après-guerre: adaptations et adaptabilité
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Pero junto a este factor, que ayuda a entender los encadenamientos del patrimonio industrial y técnico, está otro no menos importante. Si la continuidad y la interdependencia rigen el destino de las empresas y de las técnicas, la discontinuidad —las rupturas tecnológicas— dan cuenta de sus límites —en posibilidades de disminución de costos o de diversificación de productos— y les hacen avanzar. En este sentido, las transformaciones de los contextos técnicos, sea en el desarrollo de nuevas fuentes de energía, sea en la configuración de nuevas ramas industriales, sea en sectores circunscritos de diseño y fabricación de nuevos productos, ofrecen un marco de análisis de extraordinarias posibilidades de la historia empresarial y, de manera más amplia, de la historia económica. Schumpeter vio claramente que los cambios profundos de las estructuras económicas de ciclo largo —su destrucción creadora— lejos de ser un problema puramente financiero comportaba un reto técnico y estratégico de primer orden en el que la acción del empresario o del técnico innovador recuperaba el protagonismo perdido por efecto de la inercia en el control corporativo de las técnicas y de los intereses consolidados establecidos.16 Pero ese reto se encuentra igualmente en el nivel de la empresa en el simple problema periódico de renovación del utillaje productivo. Así sucede, en efecto, con mucha frecuencia en la historia de las empresas que aquel giro crucial ha venido acompañado de nuevos gestores, de cambios en el estatuto jurídico o accionarial, del ataque certero de algún crucial problema técnico por parte de científicos o empresarios individuales, que inclinan definitivamente el perfil de una empresa o de una rama productiva hacia la vertiente de un nuevo sistema técnico, es decir, abriendo las posibilidades, en esos mencionados contextos, del valor añadido de la iniciativa, de la invención técnica y, desde ellas, de la innovación.17 Por mucho que d’un système original», Histoire, Economie, Société, 20e année, 4, octubre-décembre, 2001, pp. 577-596, dentro del monográfico L’Histoire des entreprises aujourd’hui, sous la direction de Dominique Barjot. Cita textual de la introducción de este último, pp. 445-446. 16 La referencia básica a este respecto fue la obra The Theory of Economic Development. Cambridge, Mass. Harvard University Press, 1934, revisada parcialmente en este aspecto en favor una mayor diversidad de los actores de la innovación, en Capitalism, Socialism and Democracy, de 1942, publicada por primera vez en español en 1968 por Aguilar. 17 Un enfoque de la historia de la técnica desde esta perspectiva schumpeteriana, en PARENT, Jean: «Evolution des techniques et analyse economique», en Histoire des techniques. Technique et civilisations. Technique et science..., pp. 1027-1061. Renato GIANNETTI ha resumido las diferentes perspectivas teóricas de la innovación técnica durante las últimas décadas en «Las representaciones de la innovación tecnológica en perspectiva histórica», Revista de Historia Industrial, 6, 1994, pp. 31-45.
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las concepciones shumpeterianas hayan sido matizadas en numerosas ocasiones18 y se comprendan mejor en un contexto de alto dominio del mercado y de bajo perfil institucional que en los dominantes en Europa, incluso en los países de industrialización pionera, la apuesta central de su teoría por el perfil de liderazgo en el cálculo económico, el impulso de oportunidad, la ruptura innovadora, la revalorización de la ciencia, etc. apuntan hacia el más sólido fundamento de la creación moderna de riqueza. Desde el punto de vista de la historia de la técnica el historiador americano Thomas P. Hughes ha elaborado en la estela de Schumpeter y Rosenberg un modelo más complejo en el que la acción del esforzado individuo innovador —el constructor de sistema, frecuentemente en lucha con los mecanismos institucionalizados de innovación, públicos o privados— planta, como un estratega militar, sus avanzadillas tecnológicas (salients), que interrelacionan con los elementos de resistencia o retardo (reverse salients) en la evolución de los sistemas técnicos, incluyendo en esa pugna los elementos puramente técnicos junto a los económicos, políticos, institucionales, empresariales, etc.19 Es ese juego el que explica el dinamismo adaptativo de las técnicas y de las economías empresariales y lo que ayuda a descifrar los diversos modelos corporativos de éxito y los cambios, al menos relativos, en el reparto del mercado mundial. En efecto, como ha señalado también Dominique Barjot, si los sistemas técnicos nacen de sus precedentes sin discontinuidad, si las estructuras Algunas de estas relecturas de la teoría schumpeteriana, en ROSENBERG, N.: Progreso técnico: el análisis histórico. Vilassar de Mar, Oikos Tau, 1992, pp. 11-16 y HAGEDOORN, John: «Innovation and Entrepreneurship: Schumpeter Revisited», Industrial and Corporate Change, V, 3, 1996, pp. 883-896. Igualmente, Anne-Françoise GARÇON resume certeramente los nuevos enfoques de la historia técnica que han venido a enriquecer el paradigma schumpeteriano: «Comment retracer historiquement les chemins de la novation», conclusiones de Les chemins de la nouveauté. Innover, inventer au regard de l’histoire. Sous la dir. de Liliane Hilaire-Pérez et Anne-Françoise Garçon. Paris, Éd. du CTHS, 2003, pp. 443-447. 19 Su obra más emblemática es la ya citada Networks of Power.... Un resumen en «L’histoire comme systèmes en évolution», Annales, HSS. 53, 4-5, 1998, pp. 839-857, dentro del ya citado monográfico dedicado a Histoire des techniques. Rosenberg había sugerido ya el mecanismo de esa pugna entre innovación y retardo: el hecho de que la vieja tecnología seguía su desarrollo después de aparecer la nueva, «Factores que afectan a la difusión tecnológica», en Tecnología y Economía..., p. 223. Hace un amplio y sugestivo comentario crítico de la obra de Hughes, Mercedes ARROYO en la revista electrónica Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, 44, 30 de julio de 1997, 33 págs. En línea en http://www.ub.es/geocrit/b3w-44.htm. 18
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de las firmas se adaptan a cada nuevo sistema técnico, no necesariamente resulta de ello una superioridad de la gran empresa, porque el desarrollo de nuevos contextos técnicos ofrecen oportunidades inmejorables para generar impulsos científicos revulsivos de las condiciones habituales de desarrollo de la economía empresarial, incluso de las que se consideran mejor asentadas en la ortodoxia de los principios clásicos.20 Los sectores del automóvil y la aviación en la fase de los pioneros son un ejemplo patente de cómo un mínimo de demanda del nuevo producto —que no representaba en definitiva en sus primeras etapas más que un nuevo «article de Paris»21— era capaz de generar un gran impulso científico o tecnológico de innovación y cómo existía, moviendo los hilos de ese impulso, la «demanda latente» vinculada a dichas transformaciones técnicas y capacitada, a su vez, para actuar en ese marco con el mismo efecto de arrastre que la oferta de productos genera respecto a la demanda económica en general.22 Junto a los factores mencionados sería posible finalmente considerar un tercero, que estaría en la capacidad regenerativa —siguiendo los símiles naturalistas adoptados— de la diversidad y el intercambio de las innovaciones técnicas entre empresas, entre sectores, entre espacios económicos. Las transferencias de tecnología constituyen, conforme a los resultados de las modernas investigaciones en historia económica, evolución tecnológica y educación, una condición preliminar para el despegue industrial. Más allá de lo que el concepto parece indicar a primera vista, por transferencia de tecnología, en su sentido más general, se quiere indicar la preeminencia de este factor entre los que configuran el espectro de una estructura económica, en la medida en que si el capital, el mercado y la mano de obra pueden conjugarse en espacios circunscritos, los recursos técnicos juegan sus bazas en el mercado global y repercuten de manera decisiva sobre la superioridad de los productos y de las empresas. En el sentido subordinado de aprender, compartir o vender recursos técnicos, transferir tecnología remite solo, pues, a las condiciones y capacidades de su eficiente aplicación en el país de acogida, y no a la posibilidad teórica de generar un sistema técnico alternativo. No hay alternativas específicas —empresariales, locales, nacionales— a la innovación técnica en su sentido más 20 BARJOT, Dominique: «Introduction» al monográfico Où va l’histoire des entreprises?, Revue économique, 58, 1, janvier, 2007, p. 7. 21 FLONNEAU, M.: «Paris au coeur de la revolution des usages...», p. 68. 22 CARON: «Histoire économique et dynamique...», pp. 117 ss.
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general, salvo en un contexto de congruencia e interconexión con el sistema técnico dominante.23 No existe propiamente en tecnología mercado local, aunque el aislamiento de los mercados locales permitan la pervivencia por cierto tiempo de tecnologías obsoletas y aunque, en propiedad, el desarrollo técnico comprenda un abanico más o menos extenso de opciones y readaptación creativa en su aplicación a muy diversas condiciones económicas, recursos, mercados y factores institucionales de cada medio, todo aquello que, por ejemplo, puede entenderse incluido en los conceptos ya consagrados de «sistema manufacturero norteamericano»24 o «sistema nacional de innovación»25 y que permite el debate sobre la diferenciación nacional de los sistemas técnicos.26 Pero la insistencia cada vez más acusada en los estudios históricos sobre el tema acerca las lógicas externalistas del desarrollo técnico, en cuanto resultado, en definitiva, de un compromiso social, «de una elaboración colectiva»,27 de una 23 «La conclusión central [...] es que la transferencia de tecnología industrial a los países menos desarrollados es inevitable», señala N. ROSENBERG, en su capítulo «Transferencia internacional de tecnología: implicaciones para los países industrializados», en Dentro de la caja negra..., pp. 243-275. 24 Caracterizado por el uso intensivo de capital, recursos y trabajadores no cualificados, y dedicado a la producción de bienes estandarizados para el consumo masivo. Desde el punto de vista técnico, habría que añadir su dedicación preferente a la fabricación de máquinas herramientas y la localización de los sistemas institucionalizados de investigación tecnológica preferentemente en la propia empresa. Nathan ROSENBERG lo percibió realizado adelantadamente en la pujante industria norteamericana de máquinas herramienta, «Cambio tecnológico en la industria de máquinas herramienta, 1840-1910, artículo publicado en 1963 y recogido en Tecnología y Economía..., pp. 17-41. Una interesante perspectiva sobre los actores, determinaciones y trayectorias de las alternativas tecnológicas en CARON, François: «Introduction: les choix technologiques», La Technologie au risque de l’histoire. Sous la direction de Robert Belot, Michel Cotte, Pierre Lamard. Paris, Université de Technologie de Belfort-Montbéliard-Berg International éditeurs, 2000, pp. 13-22. 25 Su caracterización, en las líneas avanzadas, en FREEMAN, C.: «The ‘National System of Innovation’ in historical perspective», Cambridge Journal of Economics, 19, 1995, pp. 4-24. 26 Cuyas referencias básicas son las obras de STRASSMANN, W. Paul: Risk and Technological Innovation. American manufacturing methods during the Nineteenth Century. Ithaca, Cornell University Press, 1959 y HABAKKUK, H. J.: American and British technology in the nineteenth century: the search for labour-saving inventions. Cambridge, University Press, 1962. Una sugestiva referencia europea organizada sobre este método comparativo de los sistemas tecnológicos nacionales, el ya mencionado libro Frankreich und Deutschland. Forschung..., 1990. 27 Las condiciones económicas, el mercado, las circunstancias políticas, los gestores, los negociadores, los relaciones públicas, todo el conjunto de factores intervinientes en
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consideración de los usos y no solo de la invención tecnológica,28 solo cabe entenderse en el contexto de esa reconocida primacía de los factores técnicos o, si se quiere, de una sola y decisiva interrelación del tríptico Ciencia-Tecnología-Economía en los procesos de gestión del conocimiento y de las decisiones empresariales que gobiernan a la vez el cambio técnico y el económico.29 Se podría decir de nuevo con Nathan Rosenberg, que la perspectiva histórica sugiere que la cuestión central no es si las tecnologías industriales se transferirán, sino, más bien, cuándo y dónde tendrá lugar y qué tecnologías se transferirán, cómo se modificarán durante el proceso y cuán rápidamente este proceso se producirá.30 Los cambios en las estructuras económicas solapan, se ha dicho, los cambios en los sistemas técnicos y es éste el factor explicativo dominante de la naturaleza de aquellas transformaciones, aunque no las agote en su totalidad, porque también él estaría incompleto sin remitirse al conjunto de la experiencia económica y social que incide sobre el balance final de los procesos de difusión y adaptación tecnológicas.31 los procesos «tourbillonnaires» de una innovación lograda, en lugar del modelo lineal —desde su concepción hasta su difusión exitosa por sus propias características intrínsecas— que ha sido habitual aplicar al desarrollo técnico. Al respecto, AKRICH, M.; CALLON, M.; LATOUR, B.: «A quoi tient le succès des innovations. Premier épisode: l’art de l’intéressement», Annales des Mines, Serie Gérer et comprendre, 11, juin 1988, pp. 417 y «À quoi... Deuxième épisode: l’art de choisir les bons porte-parole», Annales des Mines..., 12, septembre 1988, pp. 14-29, cita p. 15. Los artículos contienen numerosos ejemplos aplicativos de sus posiciones teóricas a casos concretos de innovaciones técnicas logradas. Más modernamente, desde diferente planteamiento, el ya mencionado libro The Social Construction of Technological Systems: New Directions in the Sociology and History of Technology. 28 Que es lo que quiere poner de relieve David EDGERTON como ingrediente indispensable de la historia de las técnicas: «De l’innovation aux usages. Dix thèses éclectiques sur l’histoire des techniques», Annales, HSS. 53, 4-5, 1998, pp. 815-837, dentro del ya citado monográfico dedicado a Histoire des techniques. 29 Una amplia visión al respecto, poniendo en juego las diferentes teorías sobre el cambio técnico y el cambio económico, en la introducción general de Les conditions économiques du changement technologique, sous la direction de Jean Bernard et Maurice Catin. Paris-Montréal, L’Harmattan, 1998, pp. 13-30. 30 Según el análisis de la obra de Rosenberg de VEGARA CARRIÓ, «Cambio tecnológico, análisis económico e historia...», p. 23. 31 CARON: «Histoire économique et dynamique...», p. 109. De manera más general, los estudios de J. S. METCALFE, entre los cuales especialmente «The Diffusion of Innovations: an Interpretative Survey», en Technical Change and Economic Theory. Edited by G. Dosi, C. Freeman, R. Nelson, G. Silverberg, L. Soete. London-New York, Pinter Publishers, 1988, pp. 560-589.
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En definitiva, con todo el enriquecimiento de perspectivas que se quiera, «transferir es adaptar en el sentido amplio del término», como ha dicho Lévy-Levoyer en la síntesis final de libro ya relativamente antiguo, aunque todavía muy válido para abordar de entrada la cuestión. Tales fenómenos solo son posibles en el marco del conjunto coherente que forman un sistema técnico y un sistema económico, que precisan de tecnologías complementarias, personal formado, un mercado, escalas de producción suficientes y, en fin un conjunto de valores o un conjunto de clases sociales capaces de facilitar el progreso. Es en el marco de esas complejas redes de relación entre lo técnico, lo económico y lo educativo donde se desarrolla la lógica de los intercambios de tecnología y donde este fenómeno se convierte en un factor esencial para el desarrollo de los sectores industriales más innovadores.32 Ni la importación de métodos y máquinas nuevas, ni la simple imitación, ni la promoción oficial de novedades tecnológicas surten el efecto adecuado sin un utillaje científico idóneo, un mercado y un encuadramiento ideológico receptivo de estos utensilios en el nuevo medio. «El umbral de receptividad se encuentra vinculado a exigencias técnicas, comerciales y socio-culturales».33 La cuestión de las transferencias tecnológicas es, pues, la de la estructura de acogida del país receptor. Todas las transferencias tecnológicas necesitan, en efecto, una mínima capacidad de acogida y reactualización dentro del sector y del país receptores. Con cierta frecuencia, los estudios que tratan acerca la influencia técnica de algunos países sobre otros «no iniciadores», sobre la presencia pionera en su historia industrial de algunas figuras llegadas de fuera, dan por sentado aquello que precisamente deberían comprobar: que los países de acogida disponen de condiciones de recepción tecnológica capaces de aprovechar las oportunidades, integrar lo recibido y abrir nuevas sendas de actividad en el ramo afectado o en sus anexos, cosa que no sucede más que raramente, como lo atestigua la dependencia en que se mantienen habitualmente los países 32 Al respecto, véanse las sugerentes apreciaciones de DRAY, Vincent: «Les élites techniques, le développement et les transferts de technologie: moyens scientifiques, techniques et capacités d’adaptation dans les secteurs industriels innovants en France, de 1914 à 1940», Économies et Sociétés, (Série Histoire économique quantitative), 38, Mars, 2008, pp. 483-535. 33 LÉVY-LEBOYER, Maurice: «Rapport de synthèse», en L’Acquisiton des techniques par les pays non-initiateurs. Colloque International du CNRS. Pont-à-Mousson... 28 juin5 juillet, 1970, organisé avec la collaboration du International cooperation in History of Technology Committee (ICOHTEC). Paris, CNRS, 1973, pp. 603-604 y 609-610.
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receptores de los centros proveedores de patentes y máquinas y la acentuación de sus disparidades industriales, más bien que su mengua, a pesar del marco de oportunidades abierto periódicamente por las transformaciones —las rupturas tecnológicas— de los sistemas técnicos. Lo cual debería servir, al menos, para poner en cuestión la atribución del concepto de transferencia de tecnología en su sentido pleno a cualquier fenómeno de simple utilización de tecnología importada, concepto válido en todo caso para productos y tecnologías de concepción y uso simples, pero no para los de una notable complejidad tecnológica o científica. En todo caso, como ha puesto de relieve Santiago López García, el fenómeno presenta tal grado de complejidad contemplado desde la propia tecnología, la empresa o la macroeconomía que aconseja abordarlo con enfoques metodológicos y artefactos de análisis empírico apropiados, que permitan el acercamiento riguroso a los procesos de difusión y de colmatación de la brecha tecnológica entre las unidades económicas consideradas.34 En el nivel del establecimiento fabril una condición fundamental de la estructura de acogida es la de disponer de personal capacitado para aplicar las técnicas importadas. Para ello el factor clave lo constituye el grado de desarrollo, en el nivel superior, de la enseñanza técnica y de las instituciones públicas o privadas de investigación científica y, en el inferior, de la formación profesional idónea del capital humano. En definitiva, es el aspecto más relacionado con los objetivos puestos en marcha por el sistema de pensiones. Pero en el nivel de la organización empresarial, que no solo comprende los aspectos tecnológicos, sino también los relativos a la gestión administrativa y a la organización del trabajo, la estructura formativa de acogida no es capaz de garantizar enteramente una adecuada transferencia de todas las potencialidades competitivas asociadas al conocimiento técnico. Una tendencia muy acusada en la actualidad es la que tiende también a poner sobre la mesa de ensayo de la ciencia aplicada no solo los aspectos tecnológicos propiamente dichos, sino también las condiciones «científicas» de la organización gestionarial y competitiva, colocando al «manager» en el alto estrado «tecnológico» antes reservado Que es lo que intenta explorar con su discusión sobre el cambio tecnológico tomando como guía la llamada ley de Wolf, un método de análisis empírico sobre los límites del desarrollo tecno-económico, equivalente en tecnología al principio económico de los rendimientos decrecientes de la economía clásica: «De exploración con Schumpeter», en ¿Qué inventen ellos?..., pp. 85-118. 34
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casi en exclusiva al ingeniero. De esta forma, como ha señalado Dunning, la supervivencia en la lucha por la existencia y crecimiento de las firmas y su localización más ventajosa estaría sobre todo en su habilidad, primero, para generar y desarrollar algunas ventajas o lograrlas antes y por encima de sus competidores o potenciales competidores; segundo, para hacer el mejor uso de estas ventajas, tanto extendiendo sus propias actividades o vendiendo sus derechos de uso a otras firmas; y tercero, para elegir las más efectivas localizaciones para potenciar estas ventajas y para crear actividades de valor añadido y coordinar inter e intra firmas transacciones derivadas de ellas.35 Incluso en el campo estrictamente técnico algunas investigaciones ponen cada vez más el acento —siguiendo el curso marcado por las mismas teorías de la economía evolutiva, cuyo núcleo central es, según dijimos, el principio del equilibrio inestable de las relaciones entre factores, herencias y actores económicos— en la considerable ventaja que comporta el patrimonio acumulado, la experiencia del saber en general, y no solo del tecnológico, y las decisiones estratégicas empresariales o institucionales (la path dependency) en el balance final de los resultados económicos de las empresas y hasta de las naciones.36 Se ha podido incluso decir que las modernas capacidades técnicas de las naciones no se derivan en último término tanto de su compromiso con la investigación científica, como de ese otro patrimonio histórico acumulado.37 Así pues, remitiéndonos ya a las posibilidades concretas en este campo del sistema de pensiones, se necesitaba algo más que una formación acrecentada para dar curso a los cambios globales que se dan por descontados en las transferencias tecnológicas. Era preciso además que el tamaño de la empresa, que la experiencia tecnológica acumulada, que el mercado y la mano de obra, que el contexto industrial, que la especialización creativa en ramas ascendentes, facilitasen la aplicación de las novedades técnicas y organizativas, en algunos casos sobre sistemas industriales de producción masiva, que era el rasgo industrial dominante del 35 DUNNING, John H.: Multinationals, Technology and Competitiveness. London, Unwin Hyman, 1988, p. 1. 36 Un ejemplo del complejo diálogo de todos los factores mencionados en CORBEL, Pascal: Technologie, innovation, stratégie. De l’innovation technologique à l’innovation stratégique. Paris, Gualino-Lextenso éd., 2009. 37 INKSTER, Ian: Science and Technology in History. An Approach to Industrial Development. London, Macmillan, 1991, especialmente, pp. 89-128.
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siglo XX, pero en otros sobre pequeños talleres que obtenían su ventaja competitiva en la dosificación creativa de sus recursos productivos y en la fabricación especializada. Tales pudieron ser las muy diferentes condiciones mínimas que presidieron la importación de conocimientos adquiridos por los ingenieros y obreros pensionados. En algún caso, por su volumen de producción y número de personal, pudieron ser suficientes para apuntalar algunas reformas vinculadas a la gran producción, por ejemplo, el proyecto de organización parataylorista desarrollado en la Maquinista y Fundiciones del Ebro, que más arriba mencionamos, ligado de alguna manera, podemos suponer, a la experiencia formativa exterior del técnico pensionado Joaquín Ferrer. Pero indudablemente solo de manera parcial y embrionaria, puesto que solo con un gran optimismo cabría hablar en este caso de gran producción, del mismo modo que apenas se podría comparar el tamaño medio de los establecimientos industriales españoles con los correspondientes de los países europeos más avanzados o incluso, en ciertos sectores, con los de países de equivalente peso económico, como Italia, Checoslovaquia o Rumanía. Y aunque, como dice Fraile Balbín, «el requisito de la gran escala como precondición para el cambio técnico ha sido ampliamente criticado38», resulta difícil concebir, si no es como un experimento fútil, todas aquellas formas nuevas de organización del trabajo, incluidas las secciones técnicas de análisis y experimentación, en una pequeña fundición o taller de fabricación y reparación de máquinas con apenas, como mucho, unas pocas decenas de obreros, como era el caso de tantas de las empresas del género en Madrid o Barcelona, por poner dos ejemplos de ciudades proveedoras de numerosos pensionados.39 Otra cosa es, en efecto, el sentido restringido de innovación técnica y empresarial a pequeña escala. El éxito empresarial estaría aquí relacionado con jugar precisamente a la contra de la gran producción estandarizada, en el campo de la especialización y organización competitiva. 38 FRAILE BALBÍN, Industrialización y grupos de presión..., p. 147. Sobre el tamaño y la eficiencia técnica, pp. 146-149. 39 El cómputo medio de personal de las empresas que menciona Paloma FERNÁNDEZ en su apéndice del trabajo ya citado: «A Kingdom for Small and Medium Entrepreneurship...», corrobora estas apreciaciones. Se trataba de una estructura industrial de pequeña y mediana empresa (85 empresas con menos de 30 empleados, 58 entre 30 y 99), en tanto únicamente una pasaba de 1000, pp. 23-29.
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Un obrero pensionado, Ángel Ramos Sánchez, lo ejemplarizada precisamente en algunas pequeñas fábricas de éxito que había visitado en París, dedicadas a la fabricación de aparatos telegráficos y telefónicos y muy especialmente en la mencionada casa Beaudouin de aparatos de precisión y electricidad, una pequeña instalación, pero «de gran producción» donde se cumplían las que juzgaba condiciones esenciales para la concurrencia con la producción de masas: «buenas máquinas-herramientas, bien dispuestas y de manera que, aprovechando bien toda la fuerza de producción de las máquinas, el tiempo y el espacio, se reduzcan los gastos al mínimo».40 Otro pensionado ponía el ejemplo de la compañía Bonvillain et Ronceray, con no muy importante dotación de medios técnicos, pero con una organización «verdaderamente magnífica» que explicaba «cómo un taller en no muy grande escala [podía] competir y aun producir como otros mayores»41 La clave del éxito empresarial no estaba tanto, pues, en la reproducción mimética de técnicas y de estructuras, sino en la invención competitiva capaz de generar un espacio propio de excelencia a partir del producto, la comercialización, el diseño o la organización empresarial. Y en efecto cada vez más la investigación monográfica económica tiende a percibir la heterogeneidad de los procesos de éxito empresarial, bien sea a través de análisis sectoriales de observación, como la pequeña y media empresa capaces de una «especialización flexible» en productos diversificados o de alta calidad42 o a través de las posibilidades de capital social abiertas por las redes de interés y solidaridad, bien las ya mencionadas de carácter técnico, bien las de carácter geográfico, como es el caso de la atención prestada últimamente, según señalamos en otro lugar, al concepto de distrito industrial, en cuanto conglomerado geográfico especialmente dotado económicamente para integrar experiencia y 40
RAMOS SÁNCHEZ, Ángel: «Instalación de pequeños talleres», BJPIOE, I, 5, mayo,
1916, pp. 166-170.
MARTÍNEZ MARAÑÓN, Miguel: «Notas de trabajo...», BJPIOE, 19, 20, 21..., 1917, p. 2. La producción flexible y el papel de la pequeña empresa fue lo planteado inicialmente por Charles F. SABEL y Jonathan ZEITLIN: «Historical Alternatives to Mass Production: Politics, Markets and Technology in Nineteenth Century Industrialization», Past and Present, 108, 1985, pp. 133-176. Numerosas respuestas a estas cuestiones en el libro editado por los mismos autores: World of Possibilities. Flexibility and Mass Production in Western Industrialization. Cambridge (Mass.)-Paris, Maison des Sciences de l’HommeCambridge University Press, 1997. Lo ratifica igualmente Fraile Balbín, al dar cuenta de la innovación técnica en el campo siderúrgico, Industrialización..., pp. 147-149. 41
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sinergias técnicas, economías de escala, estructuras de producción y comercialización y relaciones sociales e institucionales con impacto añadido sobre los resultados empresariales. En este nivel de las redes de empresas, es decir, de los poderes, no tenemos más remedio que remitirnos de nuevo a los datos de la financiación exterior de la economía española y al conjunto de subordinaciones de orden político e industrial que le están implícitas. Los fenómenos de transferencias tecnológicas funcionan también sobre estructuras de acogida de orden general, sean de tipo económico, político o social. Hay que tener en cuenta que en un país con una amplia penetración extranjera en los sectores económicos clave, las posibilidades de desarrollar con cierta capacidad innovadora una rama particular con tecnología adoptada se encuentran muy limitadas por las condiciones establecidas de la competencia y por el control del mercado y los recursos técnicos por parte de las firmas dominantes. Como señalaba Eugenjusz Olszewski respecto a las relaciones tecnológicas entre países iniciadores y no iniciadores en el libro más arriba mencionado, sería preciso tener en cuenta que el papel del capital extranjero no es un papel simple: «hay elementos evidentes de aceleración del desarrollo técnico, pero hay también elementos de freno».43 Podríamos remitirnos, a modo de ejemplo, a dos de las empresas más arriba señaladas en la obra de las pensiones: los acuerdos tecnológicos de la Vickers con la SECN impedía a ésta exportar buques sin autorización y eso que nada garantizaba que la tecnología transferida no fuese la ya desechada por la casa matriz. En realidad, como dice Lozano Courtier, esa era la cuestión clave de la transmisión de conocimientos técnicos realizada.44 Desde luego, su aportación tecnológica a la industria nacional ha sido objeto de muy diferentes interpretaciones.45 OLSZEWSKI, Eugenjusz: «Rapport de synthèse», L’Acquisition des techniques..., p. 616. Y documenta las dificultades de la empresa para llevar adelante algunos proyectos o para poner en el mercado sus productos, LOZANO COUTIER, Alberto: «Estado, importación de tecnología y nacionalización de la construcción naval española: la SECN 1909-1935», en ¿Qué inventen ellos?..., pp. 281-303. Incide en estas mismas cuestiones Pablo DÍAZ MORLÁN al desgranar la red de intereses nacionales y extranjeros, especialmente Krupp y Vickers, en torno al negocio de las construcciones navales y de material de guerra en España en los años veinte, Horacio Echevarrieta..., pp. 192-193. 45 Nos referimos a la polémica entre el gran historiador de la casa Vickers, Clive TREBILKOCK y R. Joseph HARRISON a propósito de la cuestión. La polémica surgió particularmente a propósito del artículo del primero «British Armaments and European Industrialization, 1890-1914», The Economic History Review, 26, 2, 1973, pp. 254-272. Negó el segundo para el caso español la importancia de la transferencia tecnológica producida, 43
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Pero por encima del ejemplo concreto, el dato ilustra una práctica algo más que esporádica de las transferencias de tecnología en la actualidad, y no solo en los sectores de armamento.46 Sería incluso posible considerar que en las condiciones de acogida tecnológica los factores de índole social tienen un papel mucho más decisivo que lo que, por lo general, han ponderado los análisis sectoriales de historia económica o tecnológica. Son todos esos factores que la sociología del desarrollo técnico ha insistido en destacar como determinantes, al lado de los específicos a la creación e intercambio de conocimientos, en las experiencias logradas de transferencia tecnológica: la necesidad de que la innovación se incorpore sin contradicciones graves en un sistema técnico existente, al que readapta generando finalmente su inevitable efecto transformador en la dinámica social; en consecuencia con ello, la exigencia igualmente de que interactúe con unos valores sociales y un sistema de poder permeables al cambio, incluida la no beligerancia excluyente de algún grupo o categoría social.47 La necesidad, en conclusión, como señala Ginette Kurgan-van Hentenryk, de que se diferencien en el estudio de los procesos de innovación tecnológica los orígenes, frecuentemente extranacionales, de la invención del conjunto de reacciones internas a ella por parte de los empresarios y técnicos, de los poderes públicos, de los consumidores y hasta de otros actores, como los artistas, muy lejanos en apariencia de ese campo técnico, pero que
«British Armaments and European Industrialization, 1890-1914: the Spanish case re-examined», The Economic History Review, 27, 4, 1974, pp. 620-624, que recibió la réplica en ese mismo número de la revista, «British Armaments and European Industrialization, 1890-1914: the Spanish case re-affirmed», pp. 625-631. Harrison volvió a la carga algo después en un artículo publicado en España, «El coste de oportunidad del Programa Naval español de 1907: ¿pantanos o acorazados?, Hacienda Pública Española, 38, 1976, pp. 111-122, donde se ratificaba en sus opiniones dando datos sobre la actitud hermética y contrariada de los trabajadores aportados por Vickers a la empresa respecto a la tecnología utilizada, pp. 121-122. 46 Lo ha observado igualmente CEBRIÁN VILLAR, para una etapa más cercana de fuerte importación de tecnología extranjera, como fue la época del desarrollismo, «La contratación de tecnología...», p. 206. 47 Al respecto, el resumen de GUILLOU, Anne: «L’adoption des innovations techniques», Cahiers Fraçois Viète, 5, 2003, pp. 13-15. Un ejemplo de análisis al respecto, referido a las innovaciones de la energía eléctrica, GUGERLI, David: «Sociocultural Aspects of Technological Change: the Rise of the Swiss Electricity Supply Economy», Science in Context, 8, 3, 1995, pp. 459-486.
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pueden contribuir a generar un campo de empatía hacia la aceptación colectiva de las novedades.48 Uno de los más destacados ingenieros españoles, de entre los pensionados de los que trataremos en el capítulo próximo, José García Santesmases, confirmaba con meridiana precisión todas estas problemáticas implicaciones de las transferencias tecnológicas en una fecha, como 1986, muy alejada de la que ahora nos ocupa, testimonio muy claro de que las cuestiones de fondo que alentaban las políticas de formación y transferencia de conocimientos aquí reseñadas continuaban plenamente vigentes. Uno de los mayores y más urgentes problemas que planteaba el «reto tecnológico» —señalaba— era el educativo, y no solo en los niveles superiores y medios, sino en el elemental para que el trabajador se encontrase «adiestrado en las nuevas técnicas» y adquiriera «una cierta base científica y lógica». A continuación debía tratarse el tema de las transferencias tecnológicas «con sumo cuidado», ya que era preciso realizar paralelamente una investigación propia nacional sobre la rama concernida, a fin de alcanzar con el tiempo «una tecnología propia» que evitase «la colonización tecnológica de España». Solo bajo esta condición aquellas transferencias podían ser «beneficiosas al país». Finalmente, era también preciso evitar el espejismo que ofrecían las multinacionales instaladas en el país. Engendraban ocasionalmente la apariencia de participar en industrias y tecnologías punta cuando, por el contrario, podían perfectamente comportarse como compartimentos estancos de producción y distribución de productos que en casi nada beneficiaban la tecnología nacional. Esta era un objetivo interno continuo y eficaz. No se podía esperar que la regalasen, había «que ganarla».49
48 Es decir, añadiendo al externalismo geográfico el externalismo metodológico de tipo económico o cultural en el enfoque de la historia tecnológica. Al respecto, KURGANVAN HENTENRYK, G.: «En guisse de conclusión», de L’innovation technologique. Facteur de changement (XIXe-XXe siècles). Études rassemblées par G. Kurgan... et J. Stengers. Bruxelles, Ed. de l’Université..., 1986, pp. 243-259. 49 GARCÍA SANTESMASES, José: «El desafío tecnológico en España: papel de las Fundaciones», Cuenta y Razón, 24, septiembre, 1986, pp. 50-51
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2. LAS PENSIONES FORMATIVAS ¿UN PROCEDIMIENTO EFICAZ DE TRANSFERENCIA Y ADAPTACIÓN TECNOLÓGICA? Es en la consideración del conjunto de estos factores donde el seguimiento de la experiencia española de las pensiones puede resultar plenamente acomodado al análisis de la historia económica nacional del siglo XX. En concreto quiere poner de relieve que la elección de especialidades, empresas, explotaciones o centros de estudio barajados en las expediciones de pensionados no fue desde luego, o al menos no solo, una cuestión de preparación de los candidatos, de oportunidades coyunturales, de relaciones forjadas de manera más o menos interesada o de facilidades por parte de algunos empresarios o gestores, sino un mecanismo impuesto por el grado de internacionalización de su sistema productivo, por las condiciones generales de desarrollo técnico y gestionarial de cada una de las ramas productivas enfocadas y, en fin, por las condiciones que gobiernan, con carácter general, los fenómenos del conocimiento y la aplicación de la ciencia y la tecnología, incompatibles con cualquier atisbo de enfoque nacional. No es, en síntesis, el intercambio de técnicas, de personal, de capital, de recursos formativos como el que aquí tenemos entre manos, un arbitrio singular promovido por el Estado para sustentar su opción estratégica coyuntural ante los problemas del desarrollo económico nacional o ante determinados cambios de rumbo de gran magnitud en el sistema técnicoindustrial, sino una característica general del sistema y sería un error, por lo tanto, desvincular esta experiencia concreta de otro conjunto, mucho más amplio y cada vez mejor conocido en todas sus dimensiones, de la internacionalización —por decirlo en términos actuales— de la demanda/intercambio de conocimientos técnicos dentro de la economía y del sistema institucional español en cualesquiera de sus canales de transferencia, el institucional académico, el empresarial, el financiero. En definitiva, como ponen de relieve los historiadores inclinados a reconocer la preeminencia del factor técnico en el crecimiento económico, las interdependencias económicas no hacen más que reflejar las interdependencias técnicas, algo que avala las características básicas inherentes de los sistemas técnicos: la universalidad y la coherencia.50 La fórmula 50 La interdependencia técnica descrita por Natham ROSENBERG: «Technological Interdependence in the American Economy», en Technology and Culture, XX, 1, january,
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de formación y transferencia técnica aquí contemplada sería solo el impulso subsidiario del Estado a ese proceso, uno de los ensayos de una política, que ya podríamos llamar de investigación/desarrollo avant-la-lettre, orientada desde las nuevas posibilidades intervencionistas del Estado del siglo XX y desde la constatación de las graves limitaciones técnicas a que se veía confrontada la vida de las empresas españolas en aquel creciente —en intensidad y en amplitud— proceso de internacionalización. Al estudiar François Russo las condiciones de difusión de las informaciones en el campo de la metalúrgica en la Francia del siglo XIX mencionaba concretamente algunas que encajan a la perfección con las funciones encomendadas a la Junta a lo largo de toda su trayectoria. Consideraba que las transferencias de información tecnológica se habían producido en los viajes, en la recepción de técnicos extranjeros, particularmente ingleses, en las exposiciones internacionales y través de las sociedades científicas, de los periódicos y revistas científicas y de los tratados generales y sistemáticos de esa mencionada disciplina.51 Se olvidaba ciertamente de algunas que nunca hubieran pasado desapercibidas a un empresario, como los simples intercambios económicos o la más decisiva inversión productiva directa, pero ponía de relieve a su pesar las condiciones ineludibles que ya desde el siglo XIX y más intensamente a lo largo del XX acompañaban los fenómenos de difusión tecnológica: un sistema de formación, unos canales más o menos institucionalizados de comunicación y unas instituciones profesionalizadas, dedicados todos al cultivo de la ciencia fundamental y de la técnica aplicada. Todos los libros sobre el tema, antiguos o modernos, no son otra cosa que un amplio catálogo de recursos al respecto, documentando las mil maneras en que el conocimiento científico y tecnológico hace el viaje universal que le es consustancial: inventores y 1979, pp. 25-50, lo que descontado el punto fundamental de observación de este autor
—las propias redes amplias de relación tecnológica como fundamento mismo del papel determinante del factor tecnológico en el crecimiento a largo plazo de la economía— tenía mucha semejanza con las categorías de universalidad y coherencia del concepto de «sistema técnico» dominante en medio académico francés, como señalaba François CARON: «Histoire économique...», pp. 111-114. 51 RUSSO, F.: «La difusión de l’information dans le domaine de la métallurgie en France au XIXe siècle», en L’Acquisition des techniques..., pp. 287-299. De forma más completa y sugestiva, EDMONSON, James: From «Mécanicien to Ingénieur». Technical and Education and the Machine Building Industry in nineteenth Century France. New York, Garland Publishing, 1987.
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técnicos, máquinas, viajes de estudio, negocio o simple espionaje, patentes, museos, exposiciones, etc.52 Veamos algunos detalles —la mayoría meros datos recopilatorios de lo dicho hasta aquí— sobre la forma en que la experiencia de las pensiones pudo inferir en estas cuestiones, poniendo sobre la mesa las potencialidades y expectativas empresariales al respecto, los recursos técnicos enfocados y la formación general de la mano de obra que se buscaba. Han de ser necesariamente datos recogidos del reverso de las historias oficiales y de las conmemoraciones entusiastas. No sentimos un especial placer en dejar de lado en este punto lo que la economía española del período logró, que sin duda fue mucho, y no tenemos empacho en reconocérselo así a esa pléyade de historiadores que desde hace tiempo se empecinan en darnos en la cabeza con el garrote de la «normalidad» española, sin preocuparse demasiado de los materiales con que está construida. Tampoco pretendemos poner en cuestión los indudables avances de la ciencia y de la técnica españolas durante el primer tercio del siglo XX, que se encarnan en un conjunto más o menos amplio de nombres de casi todas las disciplinas,53 repetidos hasta la saciedad a fuerza de incidir —justo es reconocerlo también— sobre un elenco de personalidades y recursos mucho más reducidos que el de otros países europeos próximos. Se trata simplemente de dar respuesta a un interrogante de sentido común: por qué se consideraba necesaria una política activa Además de los ya citados, otros libros de carácter general, seleccionados de entre la abundante bibliografía existente ya sobre el tema, Technology Transfer. A Comunication Perspective. Edited by Frederick Williams, David V. Gibson. Newburing Park-LondonNew Delhi, Sage Publications, 1990; International Technology Transfer: Concepts, Measures and Comparisons, edited by Nathan Rosenberg and Claudio Frischtak. New York, Praeger, 1985, así como la introducción de Liliane HILAIRE-PEREZ al mencionado libro Les chemins de la nouveauté... Con respecto a Cataluña, un amplio elenco de tales recursos en el libro ya citado Tècnics i tecnologia.... Otro tanto con respecto al conjunto de España en el también mencionado Transferts de technologies en Méditerranée... 53 Aunque no sea el procedimiento más idóneo para abordar su estudio el que nos proponen Antonio GÓMEZ MENDOZA y Santiago LÓPEZ GARCÍA: «Los comienzos de la Industria Aeronáutica en España...». Niegan el atraso técnico de España a comienzos del siglo XX como algo que no tiene «una base documental sólida» y lo argumentan de la siguiente forma tomando como ejemplo la rápida asimilación de la tecnología aeronáutica: «el desarrollo de la industria aeronáutica no resultó entorpecido por el atraso técnico del país ni por la falta de una tradición en el campo de las ciencias mecánicas y ni siquiera por la falta de capital humano apropiado», p. 156. Cabría preguntarse qué hubiera sido lo «normal» de no haber existido esos inconvenientes. 52
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del tipo que venimos tratando y cómo pudo moverse con cierta fluidez entre las dificultades objetivas mencionadas, lo cual, creemos, enfoca directamente al núcleo organizador de la experiencia que historiamos.
2.1. Máquinas, procedimientos, mano de obra La primera constatación que ayuda a entenderla es la de las limitaciones técnicas a que se veían confrontados los inversores y empresarios a la hora de planear nuevos proyectos industriales. La historia monográfica de numerosas empresas, que afortunadamente se enriquece día a día, proporciona un elenco inagotable de datos sobre las posibilidades y límites de una economía sometida a una doble dependencia financiera y técnica del exterior. El efecto inmediato más próximo al tema que nos ocupa fue el ya mencionado de la presencia en España de numerosos técnicos extranjeros, bien porque la iniciativa industrial y la inversión procediesen del exterior o bien porque se hiciese apelación a conocimientos técnicos de algún experto extranjero si se trataba de inversión nacional y se buscaba un impulso decisivo, plenamente competitivo en el interior y en el exterior, en la tecnología utilizada, la organización productiva y la calidad del producto fabricado. Así pues, la fórmula más básica de este problema, la de los técnicos extranjeros, que era como trascendía a los intereses corporativos y a las preocupaciones políticas menudas, no comprendía más que uno de los efectos inevitables de la particular configuración económica de la España contemporánea, puesto que la técnica y los técnicos de más allá de los Pirineos estaban tras la iniciativa de un buen número de las empresas que más atrás hemos mencionado y, cuando no era así, seguían de cerca las iniciativas de los grupos financieros franceses, belgas, ingleses o alemanes implicados en el nuevo negocio. Con todo, como dice Gabriel Tortella, aun con todos los inconvenientes que se le han atribuido (agotamiento de filones, repatriación de beneficios, desarrollo de enclaves aislados de desarrollo, etc.) la inversión extranjera fue un hecho positivo en España e hizo una contribución muy señalada a la formación del capitalismo español.54 Hablamos en todo caso de la inversión en bienes de capital, en absoluto la más pujante en los movimientos financieros hacia las actividades económicas TORTELLA, Gabriel: «El capital extranjero en la formación del capitalismo español», en La inversión extranjera..., pp. 43-44. 54
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nacionales. No es necesario, creemos, insistir sobre los ya abundantes datos acerca de ese flujo de capital, orientado prioritariamente a financiar el sector público, y sobre sus efectos, muy en particular la retracción de la inversión productiva, lo que da pleno sentido para el caso español a los términos con que Rondo Cameron calificaba a este tipo de inversiones en toda Europa: «un capital tirado por la borda».55 Desde la óptica de la innovación tecnológica en general, incluso ese capital productivo extranjero dejaba al descubierto, como ha puesto de relieve Rosenberg, la ausencia en el país receptor de un sector industrial de bienes de capital capacitado para proporcionar las bases de las cualificaciones y los conocimientos técnicos necesarios para garantizar una inversión eficiente desde el punto de vista técnico y rentable desde el económico. Y eso resulta tanto más importante cuanto que fue en ese sector, según el mencionado autor, donde históricamente se generó el mayor número de innovaciones y donde se acumuló en mayor medida la experiencia para producirlas a un costo decreciente, de forma que como conclusión general, puede decirse que la creación de tal tipo de industria era una vía importante de «institucionalizar las presiones internas para la adopción de nueva tecnología».56 Tampoco es necesario insistir en el hecho de que la transmigración tecnológica, y en cierta medida también la de los técnicos que la sirven, forman parte de la más genuina historia de la revolución industrial de todos los países.57 En sus trabajos, en clave comparativa, entre el desarrollo de la 55 De hecho, el caso español ocupaba buena parte de su argumentación al respecto, cap. 13: «Capital tirado por la borda: el negocio de los empréstitos estatales», CAMERON, Rondo E.: Francia y el desarrollo económico de Europa, pp. 369-386. Sus datos han sido completados en varios trabajos por Miguel A. LÓPEZ-MORELL, especialmente al historiar uno de los canales fundamentales de esas inversiones, la banca Rothschild, La Casa Rothschild en España (1812-1941). Madrid, Marcial Pons Historia, 2005, especialmente, pp. 517-518. También, La incidencia del capital extranjero en el desarrollo económico de la España Contemporánea. Sevilla, Facultad de Ciencias Económicas. Documento de Trabajo, 1999. 56 Los interrogantes de Rosenberg en esta ocasión se referían a los bienes de capital, «Bienes de capital, tecnología y crecimiento económico» y a los procesos de transferencia de tecnología, «Desarrollo económico y transferencia de tecnología: algunas perspectivas históricas», ambos artículos recogidos en Tecnología y Economía. Barcelona, Gustavo Gili, 1979, especialmente, pp. 167 y 181-183. 57 A propósito del trazado de la red ferroviaria francesa dice F. CARON que los ingenieros franceses se guiaron en sus decisiones iniciales por lo que conocían de la experiencia británica. «La red francesa fue en gran medida el fruto de una transferencia de tecnología», «La naissance d’un système technique à grande échelle...», Annales..., 1998, p. 869.
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industria mecánica en Inglaterra y USA, Rosenberg reconocía haber quedado «impresionado por el grado hasta el cual la transferencia de habilidades técnicas [...] dependía de la transferencia de personal especializado»58 Pero valoraciones genéricas aparte sobre la inversión, la tecnología y los técnicos foráneos, lo señalado deja sin resolver algunos interrogantes cruciales del caso, que es necesario plantear al menos como hipótesis de trabajo: su relación, por una parte, con una particular configuración nacional del mercado de mano de obra técnica y, por otra, la cuestión del umbral o brecha de dependencia. Sobre lo primero, tal vez la experiencia de otros países del entorno ayude a enfocar la cuestión. Al hablar Pierre Lanthier de la necesaria incorporación a Francia de la primera tecnología de la nueva industria eléctrica, señala que en ningún momento el elemento extranjero de las compañías instaladas —menciona sobre todo a ThomsonHouston y Empain— resultó dominante, tampoco financieramente. Pero —añade— «el factor más importante lo constituía la ausencia casi absoluta de personal extranjero en los escalones más altos de la dirección [...] «A partir de 1895 se hizo cada vez más frecuente contratar a ingenieros de la Administración pública para puestos clave en los consejos de administración», a través de los que —sugiere— se canalizaba una demanda implícita de política industrial nacional.59 Sobre lo segundo —y sin entrar en un complicado enfoque teórico sobre la cuestión— es indudable que si por principio la tecnología y los técnicos tienden de forma natural a ocupar los espacios vacíos allí donde se encuentran, lo hacen de manera casi abrumadora en los países de industrialización tardía y dependiente. Por solo poner un ejemplo ajeno a España y muy sintomático por transmitir información de primera mano, al hablar G. Siemens de las dos fábricas de la marca instaladas en Rusia en los albores de 1914, que ocupaban a 4500 personas, mencionaba su diversidad de nacionalidades, entre ellos bálticos, alemanes, finlandeses, suecos y sobre todo poloneses. Estos eran particularmente preciosos por su conocimiento de las lenguas extranjeras, «toda vez que la economía del Imperio del Zar estaba organizada por extranjeros».60 ROSENBERG, «Desarrollo económico y transferencia...», pp. 171-172. Es más, «gracias a ellos —según señala— se redujeron las tensiones entre la industria privada y el Estado», LANTHIER, Pierre: «Las multinacionales y la industria eléctrica francesa, 1889-1940», Empresas multinacionales, finanzas, mercados y gobiernos en el siglo XX. II..., pp. 183-184. 60 SIEMENS: Historia de la casa Siemens..., t. I, p. 358. 58 59
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Cómo no recordar en España algunos nombres que forman ya parte de su historia económica moderna, tales como los banqueros franceses Rothschild y Perèire o sus agentes, entre ellos el célebre Bauer, los ingleses Baring y su representante Enrique O’Shea o los alemanes Voguel y Gwinner, abanderados de la intensa penetración de la economía alemana en España desde finales del XIX; el belga Lesoinne y los franceses Guilhou, Mage, Rivière, Tartière e Isidoro Clausel de Coussergues, el suizo Truan Lugeon, el inglés William Hulton, protagonistas de la economía asturiana; el francés Antoine Averly y el alemán Bressel, de la aragonesa; el francés Perrenod, el belga Wohlquemuth, el norteamericano Frederick Stark Pearson, los escoceses hermanos Alexander, el suizo Markus Birkigt, de la catalana. Y tantos otros: White, Battle, Morris, Duff Gordon, Orborne, Domecq, Donay, Sanford, Delclaux, hasta aventureros empresarios como Richard Preece Williams o Edouard Otlet.61 Empresarios, técnicos o financieros —sin ir a buscar más lejos que las empresas mencionadas a lo largo de este trabajo— sus nombres reconocidos y los de otros muchos olvidados hoy en día resultan todavía más significativos por lo que ocultan en la recámara, que no es tanto el hecho de ver las posibilidades de explotación de una riqueza extractiva o transformadora en territorio español como en el conocimiento técnico que les capacitaba para hacerlo en condiciones idóneas de eficacia y competitividad dentro de la economía industrial de su tiempo. Basten algunos ejemplos, extraídos entre los múltiples que documentan las investigaciones monográficas sobre empresas y empresarios, y referidos a aquellas que hemos mencionado en el presente trabajo. En general, los acuerdos empresariales más importantes, una vez en condiciones de emprender una nueva inversión, fuese de instalación o de recomposición del utillaje productivo, estaban vinculados a decisiones técnicas: qué energía y qué máquinas generadoras instalar, qué maquinaria de tracción o de arrastre adoptar en la incipiente red ferroviaria, qué sistemas de señalización, qué procedimiento metalúrgico adoptar teniendo en cuenta las disponibilidades de materia prima, qué técnicas utilizar en la mecanización y laboreo de la extracción del mineral y su preparación como combustible, qué instalaciones adaptar en el primer tratamiento mecánico de la producción 61 Un elenco más amplio de estos nombres, en TORTELLA, Gabriel: «El capital extranjero en la formación del capitalismo español», en La Inversión extranjera en España..., pp. 36-42. En el sector de las acerías vascas, algunos de estos ingenieros y técnicos en FRAILE BALBÍN, Industrialización y grupos de presión..., p. 151.
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del alto horno, qué sistemas de laminación o de moldeo, qué máquinas herramientas instalar, qué máquinas hiladoras y tejedoras elegir, qué procedimientos de tintado y de estampación, etc. Tales o parecidos son los interrogantes —y el recuento podría seguir hasta la extenuación— que es posible identificar sin mayor esfuerzo en las historias monográficas de buena parte de las empresas hasta aquí mencionadas.62 Tal vez, puesto que los datos al respecto no fueron en aquella oportunidad muy minuciosos, convenga complementarlos en este momento con detalles precisos relacionados con lo que ahora nos ocupa.63 Cuando los socios de la compañía Güell, Ramis y Cía optaron en 1844 por la fabricación de panas en su nuevo establecimiento, Joan Güell viajó a Inglaterra para encargar las máquinas, estudiar la fabricación de ese tejido y contratar un director y personal especializado en el producto. Otro tanto había hecho tiempo atrás José Bonaplata, a fin de establecer una fábrica textil «a la inglesa».64 Cuando Francisco de Goitia, uno de los eslabones de la antigua ferrería que tras más de un siglo de vicisitudes terminará convirtiéndose en la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles de Beasain, quiso reemprender la actividad tras los desastres de la guerra carlista, deseando reconvertir su negocio al no poder competir en el ámbito de la metalurgia de base, viajó a Londres, donde compró las patentes necesarias para la elaboración de hojalata, convirtiéndose por algún tiempo en la primera de su género en España. Cuando, ya en la Restauración, el empresario vasco Víctor Chávarri tomó la decisión de ensayar el aprovechamiento de los recursos locales de mineral de hierro de su Vizcaya natal, que veía presa de las apetencias de los inversores extranjeros, a fin de colocar la antigua actividad ferretera vasca en el mapa de la metalurgia moderna, tuvo especial cuidado de contar para su establecimiento, La Vizcaya, con la experiencia de una empresa suficientemente acreditada en Europa, la sociedad belga Cockerill y de sus Un ejemplo muy expresivo del peso de todos estas opciones estratégicas y de los recursos técnicos a los que era habitual acudir, en la industria textil en este caso, en BENAUL I BERENGUER, Josep Maria: «La transferència de tecnologia en la industrialització llanera», en Tècnics i tecnologia..., pp. 330-337. 63 Los datos que siguen a continuación, salvo que se encuentren acotados por una referencia particular, proceden de las monografías sobre las compañías citadas en los capítulos precedentes. Prescindimos aquí, pues, de su reiteración. 64 NADAL, Jordi: «Los Bonaplata, tres generaciones de industriales catalanes en la España del siglo XIX», Revista de Historia Económica, I, 1, 1983, pp. 79-95, la fábrica «a la inglesa», pp. 79-81. 62
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técnicos, que coparon la plantilla técnica de la nueva fábrica. Y cuando más adelante los Altos Hornos de Bilbao recojan la herencia de buena parte de la metalúrgica vizcaína del momento, su primera decisión será la renovación integral de las instalaciones con el asesoramiento del ingeniero y metalurgista inglés Mr. E. W. Richards.65 Cuando en 1892 el Estado se vio obligado a hacerse cargo de la empresa en quiebra Astilleros del Nervión creada poco antes por el consorcio Martínez Rivas-Palmer con el objetivo de «nacionalizar» la construcción de barcos bajo el paraguas de la demanda del Estado, uno de los principales problemas a que se vio confrontado fue a la retirada de los dos centenares de técnicos ingleses llegados de la mano del socio inglés. Por supuesto, en la próxima tentativa, la que dio lugar a la Sociedad Española de Construcción Naval, la importancia de los socios tecnológicos Vickers, Armstrong & Whitworth y John Brown proporcionaron la garantía financiera y técnica suficiente para garantizar un esfuerzo industrial duradero, aunque fuera en la periferia del progreso técnico de la rama correspondiente y con una aportación al avance de la tecnología nacional que ha sido objeto de muy dispares interpretaciones, según vimos. Muy significativo resulta, por el dar cuenta de las posibilidades y límites de una experiencia industrial prometedora durante bastantes años, el caso de la empresa de fabricación de turbinas hidráulicas para las centrales eléctricas, Planas y Cía, que ha historiado Jordi Nadal. Su definitivo fracaso —ha venido a decir— estuvo en la incapacidad técnica para adaptarse a la demanda de potentes turbinas para las grandes centrales hidroeléctricas y en su frágil posición en el mercado de distribución, de material y de transporte eléctricos, mayoritariamente en manos extranjeras, en algunos casos, como los de Siemens, AEG o Brown Boveri, fabricantes también de turbinas. Sin duda, un inmejorable testimonio de tal conjunto de compromisos entre iniciativa empresarial, limitaciones técnicas y apelación constante a la experiencia extranjera se encuentra en la biografía del «hidalgo» fundador de una de las empresas anteriormente mencionadas como proveedora de pensionados: la metalúrgica Quijano, de Los Corrales de Buelna, en Santander. Inicia la fabricación de «puntas de París» con máquinas compradas a la Viuda de Dubois et fils y entabla sus primeros contactos comerciales, entre otros con las casas Galtin J. et Cie de LEGORBURU FAUS, Elena: La labranza del hierro en el País Vasco. Hornos, ruedas y otros ingenios. ... Bilbao, Servicio Editorial, Universidad del País Vasco, 2000, pp. 196-197. 65
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Paris, Jonas Simonsen y Cía de Londres, Richard Johnson y Cía de Manchester, Federico Weder, de Irerlshon, W. Koop Hohn de Altena y West Hermanos y Cía de Liverpool; amplía su negocio montando una turbina para la fuerza motriz, cuyo montaje corre a cargo del ingeniero francés Albert Bovagnet; en 1883 hace un viaje a Francia para comprar el tren de laminación preciso para la fabricación de su propio alambre; en el 86 comienza la fabricación de cadenas y soportes, para lo que trae de Francia a un especialista apellidado Cosson para el adiestramiento de los improvisados metalúrgicos; en el 91 inicia la fabricación de alambre de espino con una máquina adquirida a Augusto Dickel, de Wertiz, Westfalia; en los años siguientes se embarca en nuevos proyectos industriales (un convertidor de acero dulce de patente Legernsel, un alto horno Siemens, un nuevo tren de laminación, nuevas instalaciones de trefilar y galvanizar) con la colaboración y el consejo técnico siempre de ingenieros extranjeros (el belga Langlade, los franceses Walraud y Beck, los ingleses Mac Lenan, Eward Renford y el alemán Gerhard), con la mirada puesta en su gran proyecto de creación de la Nueva Montaña Quijano, al tiempo que orienta a su hijo mayor hacia la Universidad de Lovaina para estudiar ingeniería de construcciones civiles y mecánicas. Suficiente, en resumen, para probar que lo «hidalgo» montañés no quitaba lo moderno cuando se trataba de apostar por el éxito de una apuesta industrial de futuro.66 No creemos que sea preciso multiplicar los testimonios, que todos a una inciden sobre idénticas conclusiones: ni los recursos técnicos nacionales, cosa nada extraña en propiedad teniendo en cuenta la interdependencia y universalidad de los sistemas técnicos, ni los mecanismos de formación superior y de adiestramiento de la mano de obra autóctona, esto sí ya más anómalo, estaban capacitados para recoger hasta sus últimos términos los envites de modernización económica que el capital, aun con todas sus limitaciones, estaba dispuesto a poner sobre la mesa.
Que es lo que resalta también Andrés HOYO APARICIO en la biografía del fundador de la empresa, en Los 100 empresarios españoles..., pp. 42-47. 66
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2.2. El contexto: la red de relaciones económicas y técnicas existentes Las mismas circunstancias que ayudan a entender la necesidad de este esfuerzo nacional por el perfeccionamiento del capital humano en el sector técnico dan también razón de la relativa facilidad, al menos en este nivel inferior o medio de formación, con que las empresas extranjeras aceptaron los requerimientos de colaboración solicitados por los responsables de la obra de pensiones. Sin duda, buena parte de ellas no vieron en esa solicitud otra cosa que el lógico interés por dominar las técnicas incorporadas a las máquinas y procedimientos industriales de los que eran proveedores en el mercado español. Con frecuencia, según los expresan las memorias de algunos obreros pensionados —más raramente las de los ingenieros— fueron los propios representantes de esas compañías en España quienes facilitaron el trámite. Dicho en términos más concretos, si los obreros pensionados dirigieron sus pasos hacia las empresas señaladas —y si éstas aceptaron colaborar con sus planes formativos— fue posiblemente porque eran las proveedoras de maquinaria utilizada en el centro de trabajo de procedencia, porque sus productos abastecían el mercado español, porque su enseña estaba impresa en la locomotora que guiaban o mantenían, porque sus patentes estaban siendo utilizadas ya en España en la producción de sus altos hornos o la fabricación de sus máquinas y utensilios, porque sus modelos de turbina producían la electricidad y sus centrales eléctricas alimentaban la red eléctrica que movía los tranvías urbanos, cuyos vehículos a su vez procedía de la misma o de otra compañía participada, porque sus máquinas estacionales y sus herramientas facilitaban la electricidad y los brazos mecánicos del trabajo en la fábrica, porque, en fin, la economía española se movía al compás de la de sus, a la vez, asociados y competidores europeos y esto, que parece un reconocimiento por demás obvio, no lo es ya tanto si se le considera desde la constatación implícita que está detrás del régimen de pensiones formativas: el hecho de que, desde el punto de vista técnico —no insistimos más desde el punto de vista financiero— la economía europea estaba en España, pero que la española tal vez no estaba todo lo preparada que era preciso para extraer de ello las consecuencias descontadas. Resulta imprescindible dar un paso más y recordar algunos datos concretos de ese tejido de relaciones que nos permite comprender mejor la experiencia que tenemos entre manos, ateniéndonos únicamente a las principales empresas mencionadas, que son desde luego
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una parte mínima de las sociedades protagonistas de ese encuentro, aunque buena parte de ellas tenga en sí misma un destacado peso dentro de su rama productiva. Su nivel más básico estaba representado por las compañías abastecedoras de bienes de equipo al proceso industrializador español. A los efectos que nos interesan, incluso cabría decir lo mismo de las simples utilidades y productos que introducían en el mercado nacional, puesto que portaban una impronta técnica de fabricación que era en sí misma un reto para empresarios y técnicos interesados en el ramo, a cuyo secreto podían acceder por los mecanismos de aprendizaje del tipo «learning by doing» o «learning by using» que describieron Kenneth Arrow y Nathan Rosenberg.67 Se puede decir, así, que buena parte de las compañías fabricantes de locomotoras y material ferroviario que hemos mencionado como destino de los pensionados —desde la pionera Saint Léonard, que proporcionó las primeras locomotoras del ramal MadridAranjuez— estuvieron entre las abastecedoras de las principales compañías operadoras en la red ferroviaria española. De las 1281 locomotoras compradas por la MZA entre 1854 y 1936 un 8,9 % procedieron de la fábrica de Creusot de Schneider y en porcentajes menores estaban también en esa relación la Cail, Cockerill,68 Marcinelle y Couillet, FivesLille, la fábrica de Graffenstaden de la Société Alsacienne de Constructions Mécaniques, Saint Léonard y Stone & Co. Algo parecido sucedió con la Compañía del Norte, si se exceptúa la Marcinelle y se 67 ARROW, Kenneth J.: «The Economic Implications of Learning by Doing», The Review of Economic Studies, 29, 3, January, 1962, pp. 155-173 y ROSENBERG, Nathan: Tecnología y Economía..., especialmente, pp. 217-220. Ambos se refieren a las condiciones endógenas del cambio tecnológico, pero no resulta difícil explayarlo igualmente para las condiciones preliminares de toda transferencia tecnológica. Se cuenta en la biografía de José María Quijano que al emprender su primer negocio de fabricación de «puntas de Paris», con máquinas compradas a la Viuda de Dubois et fils, ordenó a sus inexpertos operarios desarmarlas y volverlas a armar, comprobando al cabo con sorpresa que no sobraban piezas y que las máquinas funcionaban como antes, al tiempo que los obreros las conocían «como si fueran hijas suyas», BUSTAMANTE QUIJANO, Ramón: José María Quijano..., p. 110. 68 Como dato complementario, la Cockerill vendió a la compañía 6 locomotoras entre 1860 y 1865, en 1876 le abasteció de 20.000 toneladas de raíles; en 1891, de 2.515 toneladas de estacadas. Entre sus inversiones estuvo la adquisición en 1870-1871 de tres navíos para el aprovisionamiento de minerales desde España. En 1874-75 participó, como dijimos, en la creación de la Société franco-belge des mines de Somorrostro, PASLEAU, Industries et populations..., pp. 99-107.
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suma la Tubize.69 Un vistazo más extenso a los pequeños ramales, los ferrocarriles mineros o los tranvías urbanos, sectores donde la inversión estaba más diversificada, nos llevarían a idénticos resultados.70 Por solo poner algunos ejemplos, el ferrocarril de la Robla, de capital mayoritario belga, tenía un contrato de arrendamiento de locomotoras con la firma Cockerill.71 Las tractoras Thomson-Houston, Schuckert y Siemens, las «Charleroi» de la ACEC, en unos años en que Empain había entrado ya con fuerza en el negocio de los tranvías, estaban ampliamente difundidas los transportes urbanos de Madrid,72 Barcelona, Bilbao, Zaragoza, Valencia, Sevilla, Málaga y otros lugares. Y aún podría hacerse una nómina mucho amplia con las compañías Liégeoise de Construction de Machines, l’Energie, Germain, Beer, Decauville o la fábrica de Belford de la Compañía Alsaciana,73 añadiendo las máquinas de tracción y arrastre para el trabajo en fábricas y minas, contabilizando las calderas de vapor estáticas para proporcionar energía a las fábricas y a las primeras estaciones eléctricas de Babcock Wilcox, Bollinckx, Fives-Lille, Rateau, Delaunay-Belleville, Carels o las compañías proveedoras de tubos e instalaciones de conducción de gas y agua, como La Meuse, presente en forma de sociedad anónima en el mercado español desde 1922, con sede social en la calle Bailén 92 de Barcelona. La compañía de maquinaria agrícola Clayton, sin ser una de las más activas en España, estaba presente en el mercado español desde la década de los años sesenta del siglo XIX. Las máquinas textiles Platt o las tricotosas Dubied se encontraban ampliamente difundidas en la industria textil catalana. Nos costa incluso que ambas cedieron máquinas de su producción a algunas escuelas españolas: la primera a la Superior de 69 Las cifras corresponden al artículo de CAYÓN GARCÍA, Francisco y MUÑOZ RUBIO, Miguel: «¡Que fabriquen ellos! La fabricación de locomotoras de vapor...», en Del metal al motor..., especialmente, pp. 308-313; también, GÓMEZ MENDOZA, A.: «La Compagnie du chemin de fer de Madrid á Saragosse et Alicante et sus fournisseurs», en MERGER, BARJOT, POLINO, Les entreprises et leurs réseaux..., pp. 413-434. 70 MUÑOZ RUBIO, Miguel ha intentado una aproximación general al proceso de sustitución del material ferroviario remolcado extranjero por el de producción nacional, «La aportación española de material ferroviario remodado: una primera aproximación», en Homenaje a Gabriel Tortella..., pp. 241-270. 71 TORTELLA, Teresa, Una guía de fuentes..., p. 109. 72 Una historia de las empresas y de los modelos de tractoras en BURGALETA SIMÓN, Agustín: Madrid, 101 años de tranvías. Madrid, EMT, 1988. 73 Las locomotoras fabricadas inicialmente, con grandes demandas de la compañía francesa del Oeste, pero también de España y Portugal, van a permitir una rápida puesta en órbita de la fábrica de Belfort, se señala en el mencionado trabajo Alstom à Belford..., p. 12.
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Industrias de Villanueva y Geltrú;74 la segunda, a la escuela graduada de niñas del Grupo Reina Victoria de Madrid, desplazando desde Barcelona a un profesor que durante tres meses dio clases gratuitamente sobre su mecanismo y funcionamiento.75 Lo estaban igualmente en su campo las herramientas Guilliet para madera, según vimos, que además de sus instalaciones en Madrid, tenía delegaciones en Barcelona, Bilbao, Valencia, San Sebastián, Zaragoza, Pamplona y otros lugares. En el incipiente desarrollo de la producción de energía eléctrica, según ha señalado Jordi Nadal, tuvieron un relevante peso de manera general las turbinas Escher Wyss, Siemens, AEG, Brown Boveri, así como, con posterioridad a 1918, las Neyrpic. En una rama semejante, el establecimiento parisino Rateau colocaba en el mercado español por los años veinte una amplia gama de productos y servicios de ingeniería —y sus patentes— entre los que se contaban las máquinas centrífugas para grandes instalaciones de diques, puertos y canales, las bombas multicelulares para instalaciones mineras, alimentación de calderas y compresiones hidráulicas, las turbinas de vapor soplantes para altos hornos y fundiciones, los compresores de aire y ventiladores para minas, túneles, fraguas y fundiciones.76 Roechling y Poldi fueron compañías suministradoras de aceros especiales para las empresas españolas. La primera se incorporó a España en 1925, según Teresa Tortella.77 La segunda constituyó en 1926 una sociedad anónima nacional con sede en Barcelona, según señalamos en otro lugar. También aparecieron como sociedades anónimas españolas por los mismos años la de Patentes Platt y la de electricidad Metropolitan Vickers, dedicada al comercio de maquinaria y material eléctrico. Los Contadores Aron se distribuían en exclusiva en España por la casa de venta de maquinaria Jaime Schwab, con sede en la calle Los Madrazo 20 de Madrid. La compañía Oerlikon se anunciaba regularmente en las páginas de la Revista de Obras Públicas y hasta llegó a tener un encarte Seis máquinas de un valor conjunto de 20.000 francos por 5000, a pagar en cuatro años, en realidad el precio del embalaje y el transporte, MASSÓ Y LLORENS, «Tecnología textil...», p. 310. 75 R. O. de 6 de agosto de 1927, Gaceta 16, dando las gracias a la compañía. 76 Su sede en España por los años veinte estaba en la calle Lagasca 42 y sus talleres en Galileo 43, Anuario-Guía Bailly-Baillière, 1926. Sobre sus patentes españolas, AMENGUAL MATAS, Bielas y álabes, 1826-1914..., pp. 190-192. 77 Su sede social estaba en Barcelona, TORTELLA, Teresa: «La inversión extranjera a través del Archivo del Banco de España, 1916-1966», en La Inversión extranjera en España..., p. 75. 74
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informativo periódico, donde daba a conocer las novedades de la empresa, las características de sus máquinas y otros datos de interés corporativo. Se encontraba registrada en España desde 190178 y fue una sociedad pionera en la introducción en España de las turbinas de producción hidroeléctrica y, con menos éxito, de la radiotelegrafía sin hilos.79 La también suiza Brown Boveri se incorporó en 1914 a la actividad productiva española de la mano del ingeniero Eugenio Grasset, según vimos, para la fabricación y venta de aparatos y material eléctrico, así como para el desarrollo de instalaciones relacionadas con la electricidad y la ingeniería eléctrica. Sus modelos de horno eléctrico para la producción de acero fueron los pioneros de este sistema metalúrgico en España dentro de la CAF de Beasain.80 Como la Oerlikon, contó con un encarte periódico en la prensa profesional, en este caso en la Revista Minera, para dar a conocer las novedades técnicas y comerciales de la empresa. La de Laminoirs et Tréfileries du Havre abrió en 1917, según vimos, una sección en Córdoba: la Española de Construcciones Electro-Mecánicas. Daverio y Bühler contribuyeron muy decisivamente a la modernización de la industria molinera española. Daverio existió finalmente como sociedad anónima española desde 1928 con sede social en la calle Sevilla 5 de Madrid.81 Bühler vendía además una amplia gama de máquinas para la fabricación de cerveza, cemento, ladrillos y tejas, pastas alimenticias, de impresión y otras. Las armas de la Loewe y de la fábrica nacional belga de Herstal, según señalamos, sirvieron ampliamente de «modelo» al sector armero guipuzcoano y algunas grandes firmas armamentísticas inglesas y alemanas (Maxim, Vickers, Krupp) tuvieron interés ya desde el siglo XIX por estar presentes en el mercado del mineral de hierro y en la gran construcción mecánica (Orconera Iron Ore, Placencia de las Armas, SECN, Unión Naval de Levante), interés que 78 En 1923 detentaba su representación en España Hubert y Cia, con sede en la calle Príncipe 30 de Madrid, Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1923, p. 923. 79 La primera red de estaciones radiotelegráficas fue adjudicada a la Sociedad Española Oerlikon en 1908, aunque cedió sus derechos a la recién creada Compañía concesionaria del servicio público español de telegrafía sin hilos, OTERO CARVAJAL, «La evolución del telégrafo en España, 1800-1936», en Las comunicaciones en la construcción..., p. 181 80 VEGA SEOANE, A. de: «Productos de hierro colado y acero en Guipúzcoa», en Guipúzcoa Económica, marzo, 1951, pp. 1-5, citado por CATALÁN: «Capitales modestos y dinamismo industrial...», p. 141. 81 Su Presidente en 1919 era Ignacio Linazasoro, Director-Gerente: Léon Hiely Lombard, AFSAE, 1929
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más adelante se amplió a los sectores automovilístico y aeronáutico, muy vinculado en sus primeras etapas a las demandas del Estado y del resto de las administraciones políticas para sus programas de transporte, rearme y abastecimiento militar. Buena parte de las firmas automovilísticas mencionadas abrieron tempranamente secciones de venta en España y casi todas optaron también muy pronto por facilitar su acceso al mercado española en forma de sociedades anónimas españolas. Renault lo hizo desde 1908; De Dion-Bouton desde el año siguiente; Minerva desde 1912; Peugeot desde 1922; Citroën desde 1924; Voisin desde 1923 y más adelante, junto con firma inglesa Villiers, contribuirá a la primera precaria motorización, autárquica solo de palabra, de la postguerra española, el mencionado Biscúter. Fiat Hispania se crea en 1919 y la sección se encuentra entre las primeras del ramo en intentar el paso ulterior de su asentamiento en el mercado español en forma de un establecimiento de montaje de automóviles de la marca, cosa que hará desde 1931 en una instalación de Guadalajara adquirida a Hispano-Suiza. Mors, instalada en España desde 1911, introdujo un considerable número de vehículos destinados a la limpieza urbana y la lucha contra incendios y hasta se planteó muy tempranamente montar sus modelos en España. Es más, llegó a proponer al Primer Congreso del Motor y del Automóvil celebrado en Madrid en 1926, según cuenta García Ruiz, que «se tomaran medidas para combatir la escasez de jefes de taller cualificados y para que el Estado garantizase la emisión de títulos de las empresas que estuviesen dispuestas a fabricar vehículos».82 No fue la única empresa extranjera que ante la eventualidad o la ya efectiva instalación en España se interesó por el problema de la formación técnica. Cuenta Javier Loscertales que entre las condiciones de la unión en 1910 de la Siemens-Schuckert y La Industria Eléctrica de Luis Muntadas —que por cierto fabricaba también transformadores con patente de la sociedad Thury— estaba el compromiso de enviar al personal a la fábrica madre de Berlín para familiarizarse con la tecnología alemana.83 Algo parecido haría la Bayer, florón de las pujantes industrias químicas alemanas, en su filial barcelonesa, Federico Bayer y Cía, creada en 1899.84 La Babcock Wilcox fue una de las primeras empresas extranjeras con
GARCÍA RUIZ, «La industria de la automoción...», pp. 11-12. Javier LOSCERTALES: «Inversiones alemanas en España, 1870-1920», p. 24. 84 Ibídem, p. 32-33. 82 83
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producción en España en abrir en su seno una sección de aprendizaje, según el modelo habitual de las grandes sociedades de la época. Hasta en sectores considerados menos estratégicos que los mencionados sería posible identificar una urdimbre de relaciones de notable intensidad con los sectores productivos nacionales.85 Las historias particulares del sector textil francés, especialmente de algunas zonas como la lana de Roubaix o la seda de Lyon mencionan su amplia y antigua relación con el mercado español. Una sociedad anónima española, la Sedería de Lyon, canalizó desde 1926 el intercambio comercial entre España y aquella zona textil francesa.86 Algunos periódicos españolas se componían con linotipias y rotativas francesas de Voirin y Marinoni. Los libros de este país llegaban a España por mediación de la librería Bailly-Baillière. Y no hablamos ya de aquellos otros casos mucho menos documentados, puesto que afectaban a productos de uso y consumo: textiles, quesos, vinos, leche, abonos, razas animales, pero que señalaban con idéntica precisión la urdimbre económica tejida entre España y sus vecinos europeos. Algo semejante a lo señalado del mercado automovilístico se podría decir del aeronáutico. Los modelos Bréguet y Dornier de CASA, Fokker de Loring, los motores Gnome de Elizalde, los Jupiter (licencia Bristol Aeroplane Co) de Unión Naval de Levante, según señalamos, estuvieron entre los que enriquecieron la temprana experiencia de la industria española en este campo y algunas de ellas intentaron con mucha intensidad posicionarse en el desarrollo de las primeras etapas del transporte aéreo español, incluso con fuerte apoyo de los respectivos gobiernos nacionales, como era natural en la descarnada diplomacia de los negocios de los años de entreguerras, según ha documentado concienzudamente Ángel Viñas para el caso alemán.87 85 Por ejemplo, los tejidos de seda de procedencia lyonesa, de los que el mercado español era un importante consumidor desde el siglo XVIII, CAYEZ, Pierre: Métiers Jacquard et hauts fourneaux..., especialmente cuadros de las pp. 26 y 38. 86 Su Presidente en 1926 era Juan Trilles. AFSAE, 1926. 87 Prácticamente la mitad de su obra La Alemania nazi y el 18 de julio. Madrid, Alianza, 1974 se dedica a documentar de primera mano la activa gestión de los intereses económicos y estratégicos alemanes en España, con Canaris como figura alemana central y con un particular protagonismo, del lado español, de Horacio Echevarrieta, según ha consignado también el libro ya citado de Díaz Morlán. El deseo de sortear las cláusulas restrictivas al desarrollo de la industria militar, impuestas en el tratado de Versalles fue una de las claves de la estrategia. Para etapas más próximas Nuria PUIG ha destacado el papel de la sociedad Sofindus-Rowak, fundada en 1938, como instrumento financiero para entrar en
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Pero su ejemplo no era más que un caso particular del generalizado zafarrancho de las grandes firmas en la conquista de mercados para sus productos en todo el mundo; un zafarrancho a la búsqueda a la vez de posiciones industriales firmes, en forma al mismo tiempo de exclusiones técnicas patentadas y de maneras de gestión de los negocios amparados en instrumentos privilegiados de financiación, frecuentemente por medio de una banca industrial propia, y adaptando sus estrategias de expansión exterior a las tendencias cada vez más marcadas hacia el proteccionismo. Son bien conocidos ya los procedimientos de ese método, que desde el campo de la actividad financiera recibe el nombre convencional de Unternehmergeschäft, haciendo honor a los bancos y empresas alemanes que lo ejecutaron de manera excepcionalmente eficaz.88 Lud. Loewe, Siemens o AEG, entre las alemanas más arriba citadas,89 pero también las del barón Empain (Société générale belge d’entreprises électriques, Electrobel), las suizas Oerlikon, Escher-Wyss y Brown Boveri, las americanas General Electric y Westinghouse. Casi todas ellas y sus instrumentos financieros (Gesfürel de Loewe, Deutsche Bank, Electrobank y Sofina de AEG, la Indelec y la SEB de Siemens, la Banque Empain, después Banque Industrielle Belge, la BBC-Motor de Brown Boveri, la Société Franco-Suisse pour l’Industrie Électrique y la Union Européenne
sectores clave de la economía española: «La conexión alemana: redes empresariales hispano-alemanas en la España del siglo XX», VIII Congreso de la Asociación Española de Historia Económica. La formación del tejido empresarial en España (siglos XIX y XX): el papel de los grupos y las redes empresariales. Galicia, 16-18 septiembre 2005, en línea en http://www.usc.es/estaticos/congresos/histec05/b12_puig.pdf. 88 Un procedimiento financiero-técnico-industrial consistente, según LANTHIER, Pierre, en la estrategia por parte de una empresa electrotécnica de proporcionar capitales, por medio de una banca amiga o una filial financiera, a una empresa de tranvías o de electricidad, a la que proveía además de los servicios técnicos para construir y equipar la red, a la espera de que ésta estuviese en condiciones de emitir títulos en los mercados financieros, con los que se hacía de inmediato en compensación de la deuda contraída, «Logique électrique et logique électrotechnique: la cohabitation des électriciens et des électrotechniciens dans la direction des constructions électriques françaises: une comparaison internationale», en Strategies, gestion, management. Les compagnies électriques et leurs patrons, 1895-1945, sous la direction de Dominique Barjot, Henri Morsel et Sophie Coeure. Actes du 12e colloque de L’Association pour l’Histoire de l’Électricité en France, les 3, 4 et 5 février 1999. Paris, Fondation Électricité de France, 2001, pp. 35-53. 89 Siemens y AEG llegaron a publicar sendas revistas de empresa en castellano (Revista Siemens y La AEG al día), según Antonio ALGABA: «La difusión de la innovación. Las revistas científicas en España...», 1760-1936», s. p.
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Industrielle et Financière de Schneider y otras90) gozaron de un puesto de privilegio en la expansión del mercado de producción y distribución de la electricidad, de material eléctrico, de los tranvías, de los motores y de la tracción eléctrica en todos los países.91 Algunas de ellas, como AEG o Siemens, alcanzaron un particular protagonismo en el desarrollo de la industria eléctrica española en sus diversas ramas de actividad (producción y distribución, material eléctrico, tranvías) y a través de distintos procedimientos de acuerdo con las condiciones económicas y la legislación aduanera, bien ampliando anteriores oficinas técnicas, bien accediendo a la producción directa por la entrada en alguna sociedad nacional, según señalaba George Siemens en su historia de esta empresa en sus relaciones con la Industria Eléctrica de Cornellá, de Luis Muntadas. Una de sus características más acusadas era, ciertamente, la instalación productiva dentro del país receptor de tecnología, opción cada vez más utilizada por las grandes empresas con vocación internacional ante la necesidad de modificar sus estrategias comerciales a los cambios de Numerosos datos sobre todas estas redes de integración del mercado eléctrico en Europa, en HERTNER, Peter: «Les sociétés financières suisses et le développement de l’industrie électrique jusqu’à la Première Guerre Mondiale», en 1880-1980, un siècle d’électricité dans le monde. Actes du premier Colloque international d’histoire de l’électricité, Paris, 15-17 avril 1986, organisé par l’Association pour l’histoire de l’électricité en France..., réunis et édités par Fabienne Cardot. Paris, Presses Universitaires de France, 1987, pp. 341-355. Datos complementarios, SEGRETO, Luciano: «Le rôle des investissements suisses dans l’industrie électrique francçaise jusqu’à la Deuxième Guerre mondiale» y BRION, René: «Le rôle de la Sofina», ambos en Le financement de l’industrie électrique 1880-1890. Actes du septième colloque de l’Association..., réunis et édités par Monique Trédé-Boulmer. Paris, AHEF, 1994, pp. 199-216 y 217-232, respectivamente; especialmente sobre la Brown Boveri y BBC Motor, PAQUIER, Serge: «Évolution des modèles entrepreneuriaux et composantes socio-politiques en Suisse, des années 1880 à 1939», en Strategies, gestion, management..., pp. 69-82. Sobre Bélgica y Alemania, KURGAN-VAN HENTENRYK, Ginette: «Structure and Strategy of Belgian Business Groups (1920-1990)» y FELDENKIRCHEN, Wilfried: «Business Groups in the German Electrical Industry», ambos en Beyond the Firm: Business groups in International and historical perspective. Edited by Takao Shiba and Masahiro Shimotani. Oxford, Oxford University Press, 1997, pp. 88105 y 135-165, respectivamente. También sobre Bélgica, KURGAN-VAN HENTENRYK, G.: «Le patronat de l’électricité en Belgique, 1895-1945», en Strategies, gestion, management..., pp. 55-68. Numerosos datos también en el mencionado artículo de F. CARON: «Dynamique des systèmes techniques...», especialmente, pp. 395-408. 91 Sobre el mercado español de la electricidad, en su amplio sentido, y su dependencia del exterior, TENA JUNGUITO, Antonio: «Importazioni, livelli di protezione e produzione di materiale elettrico in Spagna (1890-1935)», Studi Storici, XXVIII, 4, ottobredicembre 1987, pp. 1005-1026. 90
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las políticas económicas de todos los países. Como señalaba de nuevo George Siemens respecto a esa sociedad, en algunos países las oficinas técnicas y los pequeños talleres anexos pasaron a convertirse en fábricas, dependiendo de las condiciones de la legislación aduanera y de los mercados, «y ello, así como las crecientes aspiraciones nacionaleconómicas de aislamiento, hicieron ver la oportunidad de llevar a cabo la representación en forma de Sociedad».92 Los nuevos teóricos de la historia de la empresa han visto además en ese hecho los primeros pasos hacia un cambio fundamental en la gestión organizativa de la gran empresa americana, el paso desde la gestión de secciones funcionales (la Uform) concentradas en la sociedad madre hacia la gestión por medio de unidades multidivisionales, bien por líneas de productos, bien por zonas geográficas (la Mform), con fórmulas de adaptación y salvaguardia muy diversas relacionadas con las circunstancias económicas y políticas de cada espacio nacional.93 Pero hay una dimensión de esos cambios tanto o más importante que el mencionado, según todos los indicios: el que se vincula con el desarrollo de las estructuras de experimentación y búsqueda sistemática de innovación por parte de la empresa madre, es decir, con el reforzamiento del componente técnico empresarial. Desde el momento en que pierde relativamente el control directo sobre la fabricación de sus productos, adaptada por imperativos políticos a las muy diversas condiciones legales y económicas de diferentes medios, la sociedad madre debe compensar esa pérdida con el control reforzado sobre los procedimientos de fabricación. Como dice F. Caron, la aparición de nuevos sectores y de grandes organizaciones con vocación multinacional no resulta solo ni principalmente de la lógica de las economías de escala. «Es una consecuencia de la aparición de formas nuevas de institucionalización del esfuerzo de investigación y de estrategias de control de los saberes, que solo pueden desarrollarse en
92 SIEMENS: Historia de la casa..., t. I, p. 359. En esta misma página la referencia a la Sociedad de Cornellá. Lo subrayan igualmente Nuria PUIG y Javier LOSCERTALES para la industria química alemana en España, «Las estrategias de crecimiento de la industria química alemana...», pp. 365 ss. 93 Los conceptos parten de la obra de Alfred CHANDLER: Strategy and Structure, publicada en 1962. Una reciente crítica de estas categorías con relación a la industria europea, en el monográfico Où va l’histoire des entreprises?, Revue Économique, 58, 1, janvier, 2007, especialmente la «Introduction» de Dominique BARJOT, pp. 5-30 y el artículo de Franco AMATORI y Andrea COLLI: «Strategies and Structures of European Entreprise», pp. 39-58.
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ese marco». «La investigación es ante todo un medio de conquistar, de mantener o de reforzar una situación dominante, fundada en el dominio y el control de un saber o de un saber hacer» y solo a esa luz es posible entender los cambios en las estrategias económicas y en las estructuras de la gestión empresarial del siglo XX.94 De nuevo un ejemplo relacionado con una de las empresas francesas frecuentadas por los pensionados puede servir para ilustrar convenientemente este hecho. ¿Qué es lo que pudo salvar a la tecnología hidráulica Neyrpic frente a la Planas, que terminó convirtiendo a esta importante industria catalana primero en dependiente en su tecnología y después en sus finanzas de aquella sociedad grenoblesa? ¿Qué es lo que hizo que mientras que Planas fracasó por las razones más arriba mencionadas, pudiera Neyrpic pervivir, incluso sin mantener el nombre, en la razón técnica hoy encubierta con la denominación de ABB Alstom Power, bajo el paraguas de las sociedades ABB y Alstom, e incluso bajo otra sin tal cobertura empresarial, pero no menos dinámica técnicamente como es la Société Grenobloise d’Études et d’Applications Hydrauliques (SOGREAH)? Sin pretender entrar en los detalles de una historia industrial compleja, sujeta a múltiples condicionamientos, dos datos permanecen en relieve por encima de las vicisitudes propias de la empresa, dos datos íntimamente ligados, imposibles de entender en su integridad separados uno de otro. El primero fue la localización de la empresa en una ciudad plenamente implicada a través de sus instituciones educativas en el diálogo ciencia-industria y, en particular, en los sectores hidráulico, papelero y eléctrico,95 algo que ya ha quedado suficientemente acreditado a lo largo de todo este estudio. El segundo, la consecuente apuesta de la empresa por la experimentación e la innovación en el campo de la tecnología hidráulica, que le llevó a crear desde 1907 varias estaciones de estudios y de ensayo de turbinas hidráulicas en modelos reducidos, instalaciones convertidas desde 1917 en el Service d’Essais et de Recherches Hydraulique y a partir de 1923 en el Laboratoire Dauphinois d’Hydraulique, llegando a ser uno de los más reputados centros de maquetación de ensayos hidráulicos en muy diversos CARON: «Histoire économique...», pp. 126-127. Al respecto, F. CARON: «Le dialogue entre la science et l’industrie à Grenoble.... La science et l’industrie, un mariage de raison», en La Revue pour l’histoire du CNRS, 2, Mai, 2000, texto integral en línea, http://histoire-cnrs.revues.org/document2872.html, donde se menciona en concreto el caso que aquí tenemos entre manos. 94 95
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campos de aplicación. El Laboratorio se desgajó como sociedad anónima bajo el nombre de Sogreah en 1955 y desde entonces vivió las vicisitudes propias de la sociedad madre (Alsthom, CGE) hasta adquirir su independencia en 1998 como sociedad de ingeniería hidráulica, en la que cuenta en la actualidad con una merecida reputación mundial.96 No se trata de un ejemplo aleatorio ni carente de relación con los objetivos temáticos de este estudio. Si algo resalta con nitidez en los informes de los pensionados —de los obreros y técnicos medios, y no solo de los ingenieros, como veremos— es el papel que en la nueva economía de las empresas visitadas jugaban los laboratorios de análisis, las secciones técnicas de investigación, el aprendizaje y, desde otra vertiente, las diferentes dotaciones sociales, es decir, las formas de gestionar la unidad productiva a la vez sobre pilares de orden económico, técnico, formativo y social, elementos todos que han estado planeando una y otra vez sobre numerosos testimonios de la experiencia que historiamos. El pensionado Francisco Joanxich, mencionado en otras ocasiones, lo señalaba de manera terminante, tras hacer una minuciosa descripción de las instalaciones, procedimientos, organización, secciones y tipos de ensayos del Laboratorio Central de la Fábrica Nacional de Herstal, una de las raras fábricas de Europa en las que —observaba— sus «laboratorios han llegado a ser, por la fuerza misma de los hechos, un organismo vivo del que depende la fabricación».97 Tal objetivo de estudio no era otro que «el de ofrecer con un ejemplo palpable, real, de una entidad seria y poderosa, un voto de calidad en ese tema interesantísimo de las investigaciones y ensayos en la industria». En España había a este respecto «un vacío inmenso por llenar» en tanto que en el resto de los países industrializados comenzaban a proliferar las iniciativas tanto en el sector privado como en el público, bien del Estado, bien de las instituciones locales, lo mismo al servicio de las grandes corporaciones industriales que de la pequeña industria, en la que también el laboratorio tenía su misión 96 Además del citado trabajo de MEGNINT: «Neyrpic et les machines...», el trabajo VEYRET-VERNER, Germain («Deux usines pilotes», Revue de Géographie Alpine, XL, 1, 1952, pp. 183-195, en línea en http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/ rga_0035-1121_1952_num_40_1_1972) ofrece una detenida información sobre los sectores y los métodos de investigación del Laboratorio. Más actual, Sogreah, la passion d’un métier. Rédigé par Éric ROBERT. Echirolles, Sogreah Consultants, 2008. Además, «Historique Sogreah», http://www.sogreah.fr/le+groupe-fr-2-historique.html. 97 JOANXICH, Francisco: «Un laboratorio industrial moderno», BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre-noviembre-diciembre, 1922, pp. 1-91, cita p. 3.
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si se aplicaban «las mismas normas del método científico, que son el fundamento, la piedra angular de la industria moderna».98
3. LAS PATENTES El sistema de patentes de introducción o de invención fue una variante de transferencia tecnológica de alcance muy superior al del mero tráfico de máquinas y productos, muy relacionada con el resto de mecanismos más directos de difusión tecnológica más arriba señalados. Su utilización como fuente de la historia industrial se encuentra notablemente revalorizada hoy en día, a pesar de que en sí mismo este procedimiento no esté libre de polémicas ni las patentes mismas se encuentren a cubierto de dobles lecturas, al ser un procedimiento como cualquier otro sometido a las estrategias complejas de la concurrencia económica internacional. Como dice acertadamente Saiz González las patentes son «un producto más en el mercado».99 Por lo tanto, según se ha señalado frecuentemente por historiadores y economistas interesados en el tema, a las virtualidades propias de las patentes en el terreno de los incentivos y protección de las innovaciones, de la información y transferencia de la tecnología, se le podrían añadir algunos otros perfiles para una más matizada comprensión de su papel en la historia industrial.100 No es el menor la necesidad de considerar el contexto histórico, incluidas las capacidades estatales de control sobre los recursos técnicos y formativos, el desarrollo de las actividades económicas usuarias de nuevas tecnologías o un contexto de monopolio de hecho de nueva tecnología, que podía hacer menos perentoria, al menos en su origen, su protección legal, como sucedió con las primeras máquinas textiles.101 Las investigaciones sobre el tema han precavido igualmente contra la tendencia a la equiparación automática entre patente e innovación. El depósito de patentes pudo actuar también como un instrumento, al menos provisional, para limitar la entrada de competidores industriales, Los subrayados en el original, Ibídem, pp. 82-84. SAIZ GONZÁLEZ, J. Patricio: «Las patentes de invención en los siglos XIX y XX», en Historia de la tecnología en España. Javier Ayala-Carcedo, director. Barcelona, Valatenea, 2001, vol. 1, p. 98. 100 «La influencia del sistema de patentes sobre el índice de progreso tecnológico es ambigua y varía de una industria a otra», señala igualmente Joel MOKYR, La palanca de la riqueza..., pp. 307-308. Sobre las patentes, pp. 307-314. 101 Ibídem, p. 98. 98 99
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limitar, por consiguiente, la competencia y condicionar las posibilidades de innovación. La expansión internacional de las grandes empresas, su lenta penetración en sociedades o sectores ascendentes en sus zonas de crecimiento se hizo frecuentemente por medio de acuerdos de diversa índole sobre reserva, reparto o limitación de mercados entre el dador y el receptor de las correspondientes patentes de fabricación. De igual modo, la estrategia empresarial podía ser también el secreto a fin de preservar las innovaciones de fabricación y, por el contrario, no toda patente resulta sinónima de innovación, lo que limitaría por este flanco sus potencialidades indicativas del progreso científico y tecnológico. Se ha señalado además que la patente podía no ser tan necesaria en determinadas coyunturas, cuando el nuevo producto resultaba de una alta complejidad técnica y exigía un alto volumen de inversión, como sucedió con las primeras fases de la industria aeronáutica.102 Por consiguiente, sus grandes potencialidades en el campo del conocimiento técnico —otra cosa sería su consideración en el análisis económico en sentido estricto— están en la línea general en que las delimitó ya uno de los pioneros de estas investigaciones, J. Schmookler:103 en su papel indicativo de las transformaciones producidas en el funcionamiento institucional, cada vez más profesionalizado y sistemático, de la creación de ciencia y técnica, en la consecuente relegación de los procedimientos empíricos y de la acción del inventor individual a favor de las grandes firmas e instituciones, (quién protagoniza la invención); en la estrategia defensiva de las grandes firmas frente a dos fenómenos contradictorios de la historia industrial: la internacionalización de los sistemas técnicos y el nacionalismo económico (cómo garantizar el monopolio de la invención); y, por supuesto, en su capacidad final, en resumen, para reflejar las tendencias generales de las economías nacionales a nivel general, de las que la 102 CARON, François: «Pour une economie de l’innovation», en Les Brevets, leur utilisation en histoire des techniques et de l’économie, table ronde... CNRS-IHMC-CRHI, 1984. Paris, IHMC, 1985, pp. 7-18. 103 Su referencia básica es Invention and economic growth. Cambridge (Massachusetts), Harvard University Press, 1966. En todo caso, la más completa referencia española sobre la cuestión, el libro de de José Patricio SÁIZ GONZÁLEZ: Invención, patentes e innovación en la España contemporánea. Madrid, Oficina Española de Patentes y Marcas, 1999, proporciona en la página 29 un elenco resumido de las más importantes aportaciones sobre ello. Un resumen de este libro en SÁIZ GONZÁLEZ, J. Patricio: «Patentes, cambio técnico e industrialización en la España del siglo XIX», Revista de Historia Económica, XVII, 2, primavera-verano, 1999, pp. 265-302.
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invención técnica es un factor subsidiario, teniendo en cuenta la estrecha relación estadística que existe entre los porcentajes de patentes detentadas y los porcentajes disfrutados de mercado mundial (qué ventajas competitivas se encuentran vinculadas a la patente inventiva). En España, las investigaciones al respecto han sido particularmente fructíferas en las últimas décadas. De ellas se desprende con mayor precisión todavía la situación de atraso y dependencia tecnológica en que se movió la economía española respecto a la mayoría de los países europeos y americanos desarrollados durante el siglo XIX. Se puede condensar en un dato básico desprendido de las principales investigaciones hasta ahora realizadas: en el amplio radio cronológico que comprende el siglo XIX y primer tercio del XX el registro español de patentes de invención estuvo dominado, en grado mayor o menor, por instituciones corporativas, secundariamente por inventores individuales, y por tecnologías de origen foráneo patentadas por técnicos extranjeros o por residentes fuera de España.104 Sobre este punto de partida general, los muy meritorios resultados de las investigaciones globales o sectoriales sobre las patentes registradas han enriquecido considerablemente el panorama histórico concreto de la ciencia y la tecnología industrial española desde el siglo XVIII. No es el momento de reseñar en profundidad sus resultados, sino de poner de relieve aquellas particularidades que mejor pueden complementar los datos que llevamos señalados hasta aquí sobre transferencias tecnológicas y formación del capital humano. Es preciso, en primer término, no perder de vista el específico ámbito de emplazamiento del sistema de patentes, que es, como ha señalado Ortiz-Villajos, el de la inversión de capital «porque, en buena medida, la tecnología se ha incorporado en los procesos productivos a través de la inversión en maquinaria y capital fijo»,105 lo que implica, en último término, su emplazamiento en relación con el creciente proceso de integración de los mercados internacionales y con las expectativas de beneficio previstas en esa relación, cuestión en la que insiste Sáiz González. 104 Dos textos son la referencia básica en este campo. Además del ya citado de Sáiz González, el otro corresponde a ORTIZ-VILLAJOS, José María: Tecnología y desarrollo económico en la historia contemporánea. Estudio de las patentes registradas en España entre 1882 y 1935. Madrid, Oficina Española de Patentes y Marcas, 1999. Un resumen en ORTIZ DE VILLAJOS, José M.ª: La innovación tecnológica en la economía española. Estudio sectorial de las patentes solicitadas en España entre 1882 y 1935. Documento de trabajo 9805. Madrid, Fundación Empresa Pública, 1998. 105 ORTIZ-VILLAJOS, Tecnología y desarrollo económico..., p. 318.
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Conviene igualmente reevaluar la importancia de los contextos políticos en que tuvo lugar tanto en España como en el resto del mundo el interés creciente por la salvaguarda internacional de los derechos de la propiedad intelectual, que fueron básicamente los del repliegue proteccionista de las últimas décadas del siglo XIX. En este contexto, la necesidad por parte de las empresas de salvaguardar legalmente, evitando imitaciones o situaciones de hecho comprometidas para sus marcas, procedimientos y productos, lo que ya tenían ganado en la práctica técnica y comercial de sus establecimientos de origen, dio lugar a la constitución de la Unión para la protección de la propiedad industrial y al convenio anejo aprobado en París en 1883, reactualizando, a partir de los cambios operados con el tiempo en los procedimientos de creación innovadora y de sus potencialidades económicas, los viejos principios en que se había asentado la propiedad intelectual desde la Revolución Francesa: el derecho de propiedad (el derecho natural, lo individual) y el bien público (el derecho público, lo colectivo, el mercado). Los datos extraídos de las notables investigaciones monográficas existentes ya en España sobre el tema inciden sobre aquellos datos fundamentales, concadenados con las exigencias de la nueva política arancelaria y con las complejidades de la expansión del nuevo sistema técnico de la segunda revolución industrial En primer lugar, desde un plano general comparativo con respecto a los países del entorno, el registro español de patentes solo comenzó a adquirir una relativa importancia a partir de la reforma de la legislación de 1878 y de los convenios internacionales de 1883-1884 firmados por España, que ofrecieron mayores garantías y unas más ventajosas condiciones económicas a la innovación patentada. Se unió a ello además el giro proteccionista de la política económica nacional, que obligó a las empresas extranjeras a modificar su estrategia de penetración en el mercado español; una obligada actitud defensiva gestionada, en ocasiones, a través de acuerdos de cesión de patentes o por medio de la fabricación directa en sustitución de las importaciones, pero que podía implementarse simplemente, como ha señalado Sáiz González, en el registro de tecnología con una estrategia de protección o de control de mercado, orientada impedir o retrasar la copia o la adaptación utilizando la modalidad de patente de introducción.106 Por último, es preciso subrayar que esta disputa por los mercados se realizó en un 106 SÁIZ GONZÁLEZ, J. Patricio: «Los orígenes de la dependencia tecnológica española. Evidencias en el sistema de patentes. 1759-1900», Economía Industrial, 343, 2002/1, p. 91.
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contexto de mucha mayor integración económica y de cambio fundamental en los paradigmas tecnológicos del primer desarrollo industrial, con la expansión fabril de la electricidad, la química orgánica, el motor de explosión y las comunicaciones inalámbricas. Los análisis sectoriales de las patentes españolas hasta ahora realizados parecen abundar en los mismos datos. Al menos en el sector ferroviario, el mejor estudiado hasta el momento, las compañías con mayor número de patentes solicitadas en España entre 1845 y 1936 fueron, salvo algunos casos, nuevas sociedades nacidas en las últimas décadas del siglo XIX (Brown Boveri, Thomson-Houston, Winterthur, Oerlikon, Siemens), en el momento en que las preocupaciones señaladas se habían hecho más ostensibles, y tuvieron como objetivo innovaciones fundamentales del contexto técnico de la época, como era la aplicación de la electricidad al negocio ferroviario. Los apartados de tracción eléctrica y sistemas de alimentación de ferrocarriles eléctricos acapararon casi el 34 % de las patentes solicitadas por las compañías entre 1845 y 1936.107 Los resultados en el campo eléctrico, en general, parecen avalar los influjos determinantes de los contextos político, económico y técnico. Sorprende, según señala Francisco Cayón, que en este sector no sean los españoles los que se sitúen como principales solicitantes de patentes, como sucede en el conjunto del sistema de patentes nacional durante todo el siglo XIX, y sean sobrepasados aquí por los inventores franceses. Tras los españoles se situaban los estadounidenses, británicos y alemanes. En conjunto, los cinco países dispusieron del 86 % de las patentes eléctricas depositadas en España entre 1878 y 1899, lo que parece señalar hacia una concentración de los recursos técnicos y hacia una creciente internacionalización productiva de las empresas líderes en las diferentes ramas de la segunda revolución industrial. Datos que se confirman al observar las ratios de patentes por solicitante y el índice de aplicación efectiva de las patentes, que estuvieron siempre del lado de las empresas y no de los solicitantes individuales.108 107 Al respecto, el documentado libro de CAYÓN GARCÍA, F.; FRAX ROSALES, E.; MATILLA QUIZA, M.ª J.; MUÑOZ RUBIO, M. y SÁIZ GONZÁLEZ, J. P.: Vías Paralelas Invención y Ferrocarril en la España Contemporánea (1826-1936), Madrid, FFE, 1998. Un resumen también en CAYON, FRAX, MATILLA, MUÑOZ, SÁIZ: «Patentes y evolución tecnológica del ferrocarril español. 1826-1936», en Siglo y medio del ferrocarril..., pp. 739-760. 108 CAYÓN GARCÍA, Francisco: «La introducción de la tecnología eléctrica en España en el siglo XIX: un análisis a través del sistema de patentes», en http://www.unizar.es/eueez/ cahe/cayon.pdf.
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Pero resultan tanto más sorprendentes esos datos en lo referido en particular al predominio de los inventores franceses cuanto que el sector eléctrico de ese país fue deudor en buena medida de la tecnología extranjera y, de hecho, las primeras compañías francesas en el elenco de las detentadoras de patentes españolas en el sector resultaban ser sociedades con acuerdos de cesión de tecnología, como la de explotación de los procedimientos Thomson-Houston y la Thomson-Houston de la Méditerranée. Desde luego, su importancia económica distaba mucho de la detentada, por ejemplo, por la industria eléctrica alemana. En vísperas de la segunda guerra mundial el personal unido de los dos más grandes grupos eléctricos de Alemania, Siemens y AEG, sobrepasaba los efectivos del conjunto de la rama eléctrica francesa.109 Por último, otro dato refuerza los perfiles de la persistente dependencia tecnológica del sistema industrial español que venimos dibujando: la innovación patentada de carácter netamente nacional —procedente de individuos y establecimientos españoles— nunca gozó de ventajas comparativas en los productos considerados de alta tecnología en cada momento histórico, aunque la utilización y adaptación de tecnologías foráneas aportó a algunos productores nacionales los conocimientos precisos para alcanzar un cierto número de innovaciones en productos menos complejos tecnológicamente, que iban perdiendo fuerza en los países más avanzados, reorientados ya hacia sectores más complejos y con mayor valor añadido. Lo dice Ortiz-Villajos en relación a los primeros fabricantes de máquinas de vapor en España, las sociedades Nuevo Vulcano, La Maquinista Terrestre y Marítima y Alexander Hermanos.110 Y no sería muy aventurado explayar esas conclusiones al conjunto de la relación tecnológica española con el exterior. En España, resume Sáiz González, «la inmensa mayoría de las patentes protegían avances parciales fruto de la demanda derivada de tecnología implantada y de los procesos de crecimiento económico».111 En el campo textil, Monserrat Llonch ha señalado que «durante el primer tercio del siglo XX 109
HOMBURG, Heidrun: «Aspects économiques de l’occupation allemande en France,
1940-1944: l’exemple de l’industrie électrotechnique», Histoire, Économie & Société, XXIV, 4, octubre-décembre 2005, pp. 529-530.
ORTIZ-VILLAJOS, José M.ª: «Importancia de las patentes para los primeros fabricantes de máquinas de vapor en España...». 111 SÁIZ GONZÁLEZ, «Invención patentes y tecnología en la España de la Restauración», en La Cultura española en la Restauración... Manuel Suárez Cortina (ed.). Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, 1999, p. 331. 110
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las invenciones realizadas en el ámbito de la industria textil no se caracterizaron por la obtención de nuevos productos o nuevas máquinas, sino que muchas de las mejoras patentadas se concentraron en el capítulo de los nuevos procedimientos para perfeccionar productos, rectificar acabados y mejorar la eficiencia de la tecnología existente», lo que en términos claros significa reconocer su carácter subordinado a las principales fuentes del control del saber patentado, en manos de las grandes corporaciones multinacionales. Eso incluso en un sector, como el textil, donde el saber técnico acumulado proporcionó algunas oportunidades a un auténtico proceso de transferencia/adaptación/creación tecnológica en sectores como el hilado, tejido y fabricación de máquinas, comportando a nivel general un grado de dependencia tecnológica durante el primer tercio del siglo XX inferior al resto de los sectores económicos españoles;112 un sector donde, de hecho, se produjeron algunas innovaciones de alcance, como el sistema Casablancas de estirado de las fibras en el proceso de hilado. Con carácter general, pues, como ha señalado de nuevo Sáiz González —y como parecen indicar, por otra parte, los fenómenos globales de transferencia de tecnología y no solo a través de las patentes— «la intensa complejidad técnica de muchas de estas tecnologías registradas, la extensión de la patente empresarial frente a la individual y las progresivas tendencias oligopolísticas hacia la homogeneización productiva internacional [...] hicieron que la asimetría informativa fuese cada vez menos favorable a los inventores y empresarios españoles, que se esforzaban en seguir las pautas de una economía cada vez más internacional y cada vez más influida por la capacidad de innovación».113
112 LLONCH CASANOVAS, Montserrat: Tejiendo en red..., especialmente sobre las patentes, pp. 81-90. 113 SÁIZ GONZÁLEZ, J. P.: «Los orígenes de la dependencia tecnológica española...», p. 91.
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CAPÍTULO VIII LOS INGENIEROS 1. LAS INGENIERÍAS OFICIALES DE MINAS, MONTES Y AGRÓNOMOS Es el momento de ensayar una mirada sobre los ingenieros participantes en la experiencia de las pensiones, sobre los propuestos por las Escuelas superiores respectivas, que fueron la mayoría, y sobre el puñado de ellos seleccionados en las convocatorias generales. Es conveniente subrayar de entrada un dato básico, que resulta muy orientativo de la índole y de los resultados de la experiencia en este segmento concreto de la formación superior, que ahora emprendemos. Se refiere a las escuelas convocadas al proyecto de movilización, que fueron en principio únicamente las de Minas, Montes y Agrónomos. Y lo significativo no es tanto la ausencia de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos, que contaba con su propio régimen interno de ayudas para completar la formación de los alumnos, como el olvido inicial de las Escuelas de Ingenieros Industriales, tan concernidas —o más— que las mencionadas en los objetivos declarados de formación del capital humano en beneficio de la industria nacional. Solo a partir de la convocatoria de 1921, según señalamos más atrás, estas especialidades quedaron incorporadas oficialmente a los beneficios de la pensión y desde 1923, además, con la posibilidad de concursar en el segmento A específico para técnicos dentro de las convocatorias generales de pensiones. Aún así, en el cómputo global, el número de ingenieros industriales pensionados resultará a la larga insignificante respecto al del resto de las ingenierías oficiales. Las ingenierías oficiales: he aquí, sin duda, la clave de esta flagrante contradicción, de la que estará lastrada toda la experiencia en este concreto segmento formativo. Fueron los ingenieros organizados en corporación oficial los primeros a quienes se aplicaron los beneficios de la pensión en el momento en que se decidió dar continuidad a los ensayos preliminares de la experiencia e institucionalizar su funcionamiento y quienes los disfrutaron en exclusiva durante algunos años. Y en consecuencia con ello, resultaron muy dominantes numéricamente en el cómputo general de las expediciones de ingenieros, en tanto que en el segmento formativo técnico-obrero las especialidades industriales, como
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señalamos más atrás, predominaron con gran diferencia. Si se tiene en cuenta que la propia incorporación de los ingenieros había sido concebida como un medio de gestionar el perfeccionamiento profesional del trabajador bajo la tutela de la función directiva técnica, («relacionar la expedición obrera con la expedición de Ingenieros, que deben comunicarse entre sí, y en cierto modo ser éstos directores de los primeros»1), es decir, en la forma en que tales cometidos se graduaban en el funcionamiento de los servicios públicos o en la organización de la fábrica, se tendrá como punto de partida un indicio indirecto, aunque muy significativo, del modelo de referencia que seguía latiendo bajo este proyecto de perfeccionamiento técnico del capital humano, que era el de la gestión ilustrada y jacobina de la «felicidad pública», el modelo que, expresado en términos muy simplificados, encarnaba desde los inicios del Estado liberal el ministerio de Fomento y sus posteriores hijuelas. El hecho es tanto más significativo cuanto que —digámoslo ya de entrada— fue en aquel régimen oficial de su actividad profesional donde, en términos generales, los ingenieros pensionados tuvieron la ocasión de aplicar las habilidades teóricas y prácticas supuestamente aprendidas en el tiempo de pensión. El perfil que intentaremos trazar a continuación no pretende agotar todas las posibilidades de un análisis biobibliográfico y profesional de los ingenieros implicados en la experiencia que historiamos. Busca simplemente dar respuesta a algunos interrogantes que han surgido de manera natural al hilo de la observación minuciosa de la actividad formativa propiciada por las pensiones y de las circunstancias y oportunidades ulteriores de su aplicación efectiva; interrogantes en torno a su capacidad para reorientar las opciones profesionales de los participantes, como fue el caso de algunos de los pensionados del sector técnico-obrero, a su influencia en la inclinación hacia una práctica de investigación científica incorporada a su actividad oficial o desarrollada en la incipiente red de instituciones especializadas de ese tipo que el Estado intentaba poner en marcha por las mismas fechas; y si tal era el caso, al ascendiente de su etapa de pensionado en la adopción de un determinado perfil científico, observable en sus ulteriores trabajos y publicaciones.
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Exposición preliminar al R. D. de 16 de junio de 1907, Gaceta 18, p. 1085.
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1.1. Estructuras y expectativas profesionales Son asuntos, pues, que no pretenden evaluar de forma maximalista un proyecto formativo como el que aquí tenemos planteado, creyendo que la atención preferente a la formación de unos centenares de individuos puede tener un impacto muy visible sobre un desenvolvimiento de la vida económica o sobre un desarrollo académico y científico, que están, ambos, engarzados en la realidad nacional —incluso en la realidad pretérita— con múltiples y resistentes anclajes, que la investigación histórica ha puesto ya de relieve en muchas ocasiones desde diferentes perspectivas. Pretenden únicamente sopesar la eficacia específica —circunscrita al punto de observación fundamental, que es el individuo— de una determinada asignación de recursos por parte del Estado, orientada a elevar el nivel formativo y científico de sus élites técnicas, y de la que se espera, por lo tanto, que repercuta de manera directa en los actores implicados en forma de una mejor preparación para encarar los retos profesionales del futuro o en forma de una orientación científica preferente que les lleve a influir de alguna manera en su área de especialidad y, tal vez —como hipótesis última— tenga posibilidad de procurar un efecto positivo en sectores concretos de la vida económica, en la industrial particularmente, o en la creciente acción tutelar y transformadora del Estado. Todo lo más podemos tener la pretensión de que el análisis de la muestra elegida haga conocer algo mejor la urdimbre completa de tan importantes comunidades científicas y corporativas como son los ingenieros. Así pues, sobre esta plataforma fundamental de análisis, el recuento de las circunstancias concretas de los curricula profesionales y científicos, que no pretenden ser exhaustivos, ha de servirnos para perfilar de la manera más precisa posible, aunque necesariamente limitada, los trazos del bosquejo bio-bibliográfico y profesional que pretendemos. Pues bien, iniciando ya el análisis prometido, de los 118 ingenieros pensionados de minas, montes y agrónomos, 101 de ellos ocuparon su puesto al servicio del Estado, aunque no todos ellos lo hiciesen en el marco del respectivo Cuerpo oficial que les estaba reservado, en principio, a la salida de la Escuela,2 ni tampoco todos ellos permaneciesen 2 Decimos en principio, porque no en todos los casos fue así. Para los ingenieros de minas ese derecho se mantuvo en suspenso desde los alumnos ingresados en la Escuela con posterioridad al curso de 1909 (R. O. de 16 de abril de 1909, Gaceta 6-V) hasta mayo de 1930 en que se restableció con carácter general aquel derecho del Reglamento orgánico del
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sin interrupción durante toda su vida profesional en el destino estatal efectivamente ocupado. Veamos algunas circunstancias particulares que diversifican relativamente las opciones, pero que en último término en nada contradicen la señalada tendencia dominante. Tres ingenieros de montes ocuparon puestos permanentes en el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias, sobre el que más adelante volveremos, es decir centrados en las tareas investigadoras por encima de los alicientes corporativos, sin duda mucho mayores, que les proporcionaría el curso burocrático de la carrera oficial, que fue la opción de algunos otros que ocuparon un destino transitorio en el centro. Otros tres más accedieron a puestos directos en el profesorado, aunque fuese pasajeramente.3 Al menos otros dos entrarán tras la guerra al servicio de forma permanente de organismos públicos creados por el nuevo Estado, concretamente en el Sindicato Nacional del Combustible (el concuñado de Franco, Roberto de Guezala e Igual) y en el Instituto Nacional de Industria (José María Lasala Suquilvide).4 No es raro encontrar, al mismo tiempo, en las etapas iniciales de la carrera algunas opciones vocacionales o simplemente derivadas de la rigidez de las plantillas de los Cuerpos y de su acusado maltusianismo, Cuerpo para todos los alumnos oficiales que hubiesen cursado la carrera desde la disposición suspensiva de 1909 y para los que la cursasen en el futuro (R. O. de 12 de mayo de 1930, Gaceta 17-V). Incluimos además en ese cómputo todas aquellas nuevas instituciones que con el tiempo, aunque funcionalmente independientes, fueron incorporándose a la jurisdicción burocrática del Cuerpo. El decreto de 9 de septiembre de 1927, Gaceta 13, dando normas para la calificación de los candidatos a los puestos de esas instituciones, mencionaba las siguientes: además de las Escuelas Superiores respectivas, incluido el Instituto Agrícola Alfonso XII, el Instituto Geológico y Minero, el Instituto Nacional de Investigaciones y Experiencias agronómicas y forestales, la Escuela profesional de Peritos Agrícolas, las Confederaciones Hidrográficas, el Circuito de Firmes Especiales y el Consejo Ferroviario. 3 Lo cual quiere decir sin condicionante imperativo de pertenencia al Cuerpo. Tales fueron José Aguado Smolinski, que ocupó en 1936 un puesto en la Escuela de Veterinarios de León, César de Madariaga, que obtuvo en 1935 el puesto de profesor numerario de la Escuela Especial de Minas, y Francisco Robles García, que en 1925 era profesor de la Escuela de Obreros mineros de Bélmez, compaginando el puesto con sus ocupaciones en la empresa minera privada de la zona. Se trataba de la Escuela práctica de obreros mineros, fundidores y maquinistas, abierta en esa población en 1924, por traslado de la Escuela de Ayudantes facultativos de Minas de Vera, Almería. R. D. de 17 de julio de 1924, Gaceta 18-VII. 4 Guezala fue Diputado a Cortes por la rama técnica del Sindicato Nacional del Combustible durante la legislatura de 1943-1946. Lasala pasó al INI por O de 7 de mayo de 1942, BOE 13.
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como era el caso de las Inspecciones provinciales de Trabajo, los puestos de profesores o auxiliares de algunas escuelas de ayudantes facultativos de los Cuerpos oficiales o de las clases prácticas en la Escuela oficial, como por ejemplo en el Laboratorio Químico Industrial (el Laboratorio Gómez-Pardo) anejo a la Escuela Oficial de Minas.5 Sin contar, por supuesto, la incorporación a la empresa privada, que en el caso de la ingeniería de minas tuvo un considerable relieve, muy superior al del resto de las especialidades, como consecuencia de la eclosión del negocio minero desde finales del siglo XIX. El consecuente incremento de los titulados de esta especialidad de ingeniería había inducido al Estado, según señalamos, a suspender sus derechos automáticos de acceso al Cuerpo oficial, a fin de evitar, sin duda, la colusión entre intereses privados y públicos que podría derivarse de esa situación excepcional del mercado minero.6 De hecho, en los recuentos de las primeras expediciones de ingenieros pensionados, con su situación profesional y su dirección postal, aparecidos en el Boletín de la Junta en 1921 y 1923 se mencionaban algunos datos que de forma más o menos explícita apuntaban en esa dirección. En algunos casos se indicaba así expresamente: al servicio de la Sociedad Carbones de Berga, en Figols (Mariano Herrera Delcalzo); de las Minas de Teverga, Asturias (Vicente Solano Polanco); de «La Felguera» —DuroFelguera— (Ramón Díaz Quetcuti); de la Corporación TécnicoIndustrial Minera de La Habana, (Torcuato Hevia Álvarez, 1921) y de 5 Laboratorio creado a partir del legado de José Gómez Pardo, en memoria de su hermano Lorenzo, ilustre profesor de mineralogía de la Escuela. Su edificio, hoy desaparecido, fue proyectado, como la propia Escuela, por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, REPULLÉS Y VARGAS, Enrique María: Escuela de Ingenieros de Minas de Madrid y Laboratorio de Gómez Pardo. Madrid, Imp. del Asilo de Huérfanos, 1897. Sobre él y su fundador, también, T OLOSA L ATOUR , M.: «Madrileños Ilustres. Los Gómez Pardo», en La Ilustración Española y Americana, XL, 30 de octubre de 1898, pp. 246-247. 6 Que de hecho era lo que se estaba produciendo. En 1909 entró en la Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio del Ministerio de Fomento una solicitud de 40 ingenieros de minas en expectación de ingreso en el Cuerpo pidiendo el cumplimiento del R. D. de 22 de febrero de 1907 que prohibía simultaneidad el servicio del Estado con el de empresas particulares. El director general solicitó como consecuencia de ella a los Ingenieros Jefes de los distritos mineros la relación de los ingenieros que se encontrasen en esa situación y su intervención para hacerles entender la obligatoriedad de solicitar la situación de Supernumerario o renunciar al servicio particular, Circular de 29 de abril de 1909, Gaceta 2-V.
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la Azucarera de Vitoria (Juan Cayetano Villar López7). En otros, los datos resultaban meramente indicativos. Pío Suárez Inclán vivía entones en Santa Elena, Jaén, en el núcleo de la minería del plomo y la plata de Linares-La Carolina-El Centenillo-Santa Elena, para mayores indicios después de haber estudiado durante el tiempo de pensión la minería y la metalurgia del plomo y de la plata en los Estados Unidos; algunos otros declaraban domicilios en zonas de localización minera, que parecían señalar igualmente hacia sus actividades profesionales privadas.8 Otras referencias al respecto proceden de una fuente muy valiosa para conocer las trayectorias profesionales de todas las especialidades de ingeniería, especialmente de la de minas, como era el Anuario de minería, metalurgia, electricidad y demás industrias de España, que publicaba la Revista Minera. Según esta fuente, en 1916 varios ingenieros de minas pensionados ocupaban puestos de responsabilidad en diversas explotaciones mineras: Jiménez Crozat era director de algunas minas de hierro y molibdeno, propiedad de la Sociedad de minas de la Costa granadina; Juan Trueba, de las Despeñadero, Juan Carlos y Luis, de Entrambasaguas, propiedad de la Sociedad Bilbao-Santander, al tiempo que impartía clases en la Escuela de Ayudantes Facultativos de Minas de Bilbao; Enrique Rubio Sandoval era director de doce minas de hierro, todavía en prospección, de los términos de Los Corrales, Saucejo y Martín de la Jara, en Sevilla; Juan Jesús Inciarte, igualmente de otras de plomo en Almodóvar del Campo, Chillón y Linares; Rosendo Castro y Rodríguez trabajaba para la Sociedad Española de Electricidad Allmänna Svenska (ASEA) y José Vives y Blasco, para la Sociedad Minas y Plomos de la Sierra de Lújar, en Orgiva (Granada).9 En 1924 Luis Elorduy, de una familia con intereses mineros en la zona asturiana, había pasado a la dirección de la mina La Felguerosa de la 7 Sociedad creada en 1900 e incorporada pocos años después en la órbita de Azucarera Española. Su magnífico edificio industrial, abierto en 1904, obra del arquitecto Fausto Íñiguez de Betolaza, alberga hoy un centro tecnológico. Trabajó allí en colaboración el ingeniero agrónomo y político José María Díaz de Mendivil, que contribuyó muy activamente al desarrollo de la agricultura alavesa, CAÑIZO GÓMEZ, José del: Cien promociones de ingenieros agrónomos 1861-1960. Madrid, Ediciones del Centenario Agronómico, 1961, p. 308. 8 Datos de «Residencia y colocación de los ingenieros y obreros pensionados hasta 1921», publicado en BJPIOE, VI, 1-2... 1921, pp. 35-41; también en BJPIOE, VIII, 1, 2, enero-febrero, 1923, pp. 91-96. 9 Datos todos de la relación de minas del Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1916, pp. 319-396.
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Sociedad Duro-Felguera, quien en 1922 se había hecho con la sociedad familiar Elorduy y Díaz Caneja, propietaria hasta entonces de las minas de San Frechoso, en la montaña de Rimadero de San Martín del Rey Aurelio;10 Carlos Fernández de Caleya trabajaba en las minas de Teverga, también en la zona, así como Luis Jiménez Crozat, al servicio de la Real Compañía Asturiana de Minas, como ingeniero de su fundición de Arnao; Roberto de Guezala e Igual, en la Sociedad Hullera Española, en Ujo, el puesto de mando de las explotaciones mineras del marqués de Comillas, y José León Izaguirre, en la sociedad Nespral y Cia, en El Entrego; Juan Jesús Inciarte había accedido a la subdirección de la Sociedad Hullera Vasco-Leonesa, con explotaciones de hulla y aglomerados en Santa Lucía de Gordon; Rosendo Castro había pasado a la casa Gumersindo García de representación de maquinaria extranjera, con sede en Gijón y delegaciones en Madrid, Barcelona, Vigo y Bilbao; Carlos Franco Bordons, estaba en ese momento al servicio de la sociedad Minas y Ferrocarril de Utrillas, en Teruel; Enrique Rubio había pasado a la compañía The United Alkalí, que explotaba minas de piritas cupríferas y férricas en Huelva, y en la que terminará recalando tras los avatares profesionales y políticos que más adelante señalaremos; Vicente Solano Polanco trabajaba para la Fábrica de Mieres; Mariano Herrera Delcalzo formaba ya parte de la dirección de la Sociedad Carbones de Berga, en Barcelona, que será su definitivo destino, dentro del sector privado, opción igualmente abrazada por Francisco Robles, ya entonces al frente de varias minas de plomo en Linares y La Carolina, así como por Juan Trueba y José Vives, que continuaban al servicio de sus antiguas empresas.11 Algunos años más tarde, en 1931, algunas de estas opciones privadas se encontraban definitivamente decantadas. Enrique Rubio, Juan Trueba, Mariano Herrera Delcalzo, Francisco Robles, Rosendo Castro y José Vives continuaban en las ocupaciones empresariales mencionadas, en tanto que otros ingenieros pensionados de las viejas o nuevas promociones velaban sus armas en el sector privado, a la espera, las más de las veces, de su definitivo ingreso en el Cuerpo oficial. José León 10 Consta su producción desde 1905, OJEDA, Asturias en la industrialización..., pp. 358-359 y GARCÍA CARBAJOSA, Rogelio; MANZANO RODRÍGUEZ, Pablo y SUÁREZ ANTUÑA, Faustino: Patrimonio industrial. San Martín del Rey Aurelio. S. l., Centro del Profesorado y de Recursos Nalón-Caudal, 2004, pp. 72 y 80. 11 Todos los datos proceden de la relación de ingenieros y de minas del Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1924.
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Izaguirre era ya entonces responsable de la Sociedad Hulleras de Sabero y Anexas, donde pasará bastantes años, según veremos; Marino Dávila Vacas era agente general para España de la sociedad norteamericana de maquinaria de minas The Jeffrey Manufacturing Co.; Roberto de Guezala y Torcuato Hevia dirigían varias minas de la Sociedad Hullera Española en el valle de Aller; el último llevaba igualmente las explotaciones de otros propietarios menores; Ramón Rodrigáñez, las de hierro argentífero de la Duro-Felguera en Langreo, San Martín del Rey Aurelio y Laviana; en la misma zona, Juan García Dueñas llevaba las minas de la Sociedad Tres Amigos de Mieres y la de El Entrego de la sociedad Nespral y Cía.; José Pérez Salado era entonces director de la Société de Recherches et Exploitations Minières de Val d’Aran, de Burdeos, con negocios en la población ilerdense de Vilach, en el sector del cinc; Pío Suárez Inclán seguía registrado en el sector del plomo jiennense, como director de la mina Santa Teresa, propiedad de José Tartiere; José Rivas Artal era subjefe de minas de la sociedad Duro-Felguera; Alejandro Lacasa Moreno se encontraba en la Mina Arrayanes de Linares12. Pero queda entendido que buena parte de los aludidos optaron por el servicio del Estado —incluso por su compaginación más o menos regular con los negocios privados— en cuanto tuvieron la oportunidad de ello o, más raramente, tras una larga etapa de dedicación a la empresa privada. Solo a los restantes, a aquellos, muy escasos, de los que no poseemos información oficial, resulta razonable vincularlos de manera exclusiva con la actividad privada, bien sea en la gestión técnica, bien añadiendo a ésta su implicación personal por tratarse de negocios o inversiones familiares.13 Su número, en todo caso, resulta más bien menguado. Datos todos del Anuario de minería, metalurgia, electricidad y demás industrias de España..., bajo la dirección de Adriano Contreras y Román Oriol..., Madrid, Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería, tomo XXXI, 1931, pp. 281-388. 13 Aunque no existen estudios sobre este fenómeno de renuncia de los derechos administrativos de Cuerpo a favor de las actividades privadas, el «pantouflage» francés, resulta un campo de observación particularmente interesante de los movimientos de flujo y de reflujo de los sectores económicos concernidos por las respectivas ramas técnicas. En Francia, sin dejar de afectar a todos los cuerpos estatales, se ha observado con particular intensidad en el Cuerpo de minas, por su proximidad profesional con las industrias metalúrgicas y energéticas. De hecho, se ha observado una especial proclividad de los miembros de este Cuerpo a ocupar puestos clave de las actividades económicas públicas (ajenas al Cuerpo) o del sector privado, especialmente en el sector estratégico de la energía, donde los vínculos con el Estado son más estrechos, al respecto, BELTRAN, Alain: 12
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Si descartamos aquellos desaparecidos tempranamente o que encauzaron su vida profesional fuera de España (en total tres casos14), únicamente restan catorce ingenieros de las tres especialidades consideradas, de los cuales ocho con datos más o menos precisos de su ocupación privada y los seis restantes, dos por cada especialidad, sin esa información puntual que ofrece la condición burocrática o la referencia indirecta de las otras fuentes mencionadas acerca de sus destinos profesionales. La relación hipotética entre la especialidad técnica elegida y las inversiones y negocios familiares no suele ser un dato de primera mano, aunque resulta muy probable a poco que se penetre en las interioridades de la historia empresarial y en la prosopografía de las redes familiares. En el caso de los ingenieros aquí contemplados, tales vínculos con los intereses privados aparecen sin lugar a dudas en algunas ocasiones y están, en concreto, en el origen de algún abandono o tardía incorporación en la carrera oficial, como es el caso de los ingenieros de minas Ruperto Sanz, Eliseo Belzunce, José León Izaguirre Porset y Ramón Díaz Quetcuti. El primero se encontraba vinculado al negocio minero a través de su padre, el empresario Ruperto Sanz Langa, que abrió las venas de la mina de cobre La Profunda, en Los Cármenes, León, explotada desde comienzos del siglo XX por un consorcio formado por inversores ingleses, las familias vascas Oriol y Urquijo y el propio Sanz, que fue su director durante bastantes años.15 El hijo, después de especializarse en «Le corps de mines et l’industrie des années 50 aux années 80», en État et énergie aux XIXe et XXe siècles. Séminaire 2002-2006, sous la direction scientifique de Alain Beltran, Christophe Bouneau, Yves Bouvier.... Paris, Comité por l’histoire économique et financière de la France, 2009, pp. 217-257. 14 Recogemos en esta contabilidad únicamente a los ingenieros sobre los que no nos consta una actividad ni en la empresa privada ni en el Estado. En caso contrario, aun si desaparecieron igualmente de manera prematura, han sido incluidos en su respectiva estadística. Fueron los casos de Benito Belzunce (que orientó su vida hacia Filipinas), Ángel Carrera Cejudo (muerto en 1923) y Francisco Prados Martínez (muerto en los años de la guerra civil). Sobre todo ello volveremos. 15 Fue el primer Director del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de León (Caja España) entre 1900 y 1905, Presidente de la Sociedad Económica de la Ciudad durante varios años, Vicepresidente de la Cámara de Comercio y participó igualmente en el negocio azucarero a través de la Sociedad Industrial Castellana y de la Azucarera Leonesa. Datos en la tesis doctoral de CALVO CABALLERO, María del Pilar: Defensa de intereses y cultura de la patronal castellano-leonesa (1876-1931). Universidad de Valladolid, Facultad de Filosofía y Letras, 1999, en línea en http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/hist/ 89145179872325039143457/007558.pdf. Publicada con el título Asociacionismo y cultura
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Berlín en los procedimientos de extracción de los nuevos combustibles líquidos a partir del carbón, entró al servicio de CAMPSA, la compañía creada en 1927 para administrar el monopolio estatal de petróleos, y algunos años después era ya director de su refinería de Cornellá. Su nombre, sin embargo, se encuentra vinculado muy particularmente, como director de prospecciones de la compañía, al espejismo petrolífero español, concretamente el del Páramo de La Lora y el Valle del Tozo burgaleses, alumbrado en los años sesenta del siglo XX.16 El caso de esta índole mejor conocido es el de Eliseo Belzunce, quien en 1945 presentó la denuncia de una veta de magnesita en Eugi, Navarra, descubierta con la colaboración de un albañil trotamontes de la zona, Francisco Echeverría, dando lugar de inmediato a la empresa Magnesitas de Navarra (Magna)17 con el apoyo financiero de industriales de la siderurgia vasca, interesado en ese mineral, usado como material refractario para los altos hornos.18 En realidad, el ingeniero Eliseo Belzunce optó desde el principio por las actividades privadas, en un
patronales en Castilla y León durante la Restauración (1876-1923). Valladolid, Consejería de Cultura y Turismo, 2003, especialmente pp. 236-237, 348 y 414. Algún dato muy somero también en MATÍAS RODRÍGUEZ, Roberto; NEIRA CAMPOS, Ana y ALONSO HERRERO, Eduardo: «Explotación prehistórica del yacimiento de cobre de la mina La Profunda (Cármenes, León, España)», en Primer Simposio sobre la Minería y la Metalurgía Antigua en el Sudoeste Europeo, Centre d’Arqueología d’Avinganya..., 5-7 de mayo del 2000. Coordinación general y editores, Josep M. Mata-Perelló y Joan Ramon González. Barcelona, Museu de Geologia «Valenti Masachs» - Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio Geológico y Minero, 2002, 2 vols., vol. 1, pp. 117-127, p. 120. 16 Un ejemplo de su protagonismo, con honores de primera página, la entrevista publicada por Diario de Burgos de 11 de agosto de 1964, reproducida al día siguiente con idéntico relieve por ABC y La Vanguardia. Sobre este episodio de la historia petrolífera española, TORTELLA, G.; BALLESTERO, A. y DÍAZ FERNÁNDEZ, J. L.: Del monopolio al libre mercado. La historia de la industria petrolera española. Madrid, LID, 2003, pp. 269-270 y 277-279. 17 Sobre la empresa, GRACIA ARMENDÁRIZ, Juan: Cuero de montaña. Historia de Magnesitas de Navarra. Madrid, Demipage, 2007. La empresa pasó en 1966 bajo control de la empresa alemana Didier, alcanzando por entonces su máxima expansión con la compra de Magnesitas Sinterizadas de Andoain. Con posterioridad, tras una etapa de grave crisis y la intervención del Gobierno de Navarra, que logró reflotarla, fue vendida a un consorcio formado por el grupo francés Roullier y Grecians Magnesite, pp. 99-151. 18 Participaron en la empresa, entre otros, el industrial guipuzcoano Patricio Echeverría, Francisco Montero Salcedo (relacionado con Altos Hornos de Vizcaya), Antonio Iturragagoitia, dueño de la factoría de masas refractarias de Andoain, y Joaquín Elósegui Amundiarán, Ibídem, p. 78.
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principio, una vez concluida su etapa de pensión, en la siderurgia de Sagunto, en aquel momento en plena etapa de instalación; más tarde en Vergara, donde fundó la empresa PROMISA (Productos minerales, sociedad anónima) dedicada a la prospección minera, y finalmente a la mencionada empresa de magnesita.19 En cuanto a José León Izaguirre, tras pasar algún tiempo en las minas de hulla Nespral y Cía, en Asturias, fue una figura clave en la modernización de las explotaciones mineras de la compañía Hulleras de Sabero y Anexas, de León, durante los años 1928 a 1935 en que fue su director, distinguiéndose además por su acción social en favor de los trabajadores, para los que promovió la construcción de viviendas y un hospital. Fue, por lo tanto, un ingeniero dedicado durante buena parte de su vida profesional a la empresa privada, al servicio del Banco de Vizcaya, que era el punto de engarce financiero entre la siderurgia vizcaína, los ferrocarriles de la Robla y las mencionadas explotaciones mineras.20 No obstante, en sus últimos años de vida activa no dejó de sentir la llamada del Estado y desde 1940 hizo uso de sus derechos al ingreso en el Cuerpo oficial.21 Aunque siguió por algún tiempo en sus actividades privadas en situación de supernumerario, desde 1949 ingresó como profesor en la Escuela Especial y cerró su carrera como inspector general, vicepresidente del Consejo de Minería.22 Semejante trayectoria siguió Díaz Quetcuti, como director desde 1927 de las minas Moreda y Santa Ana, en el concejo de Aller, propiedad de la Sociedad Industrial Asturiana Santa Bárbara fundada en 1895 por Carlos Tartière. Tras pasar posteriormente un tiempo por las minas de hulla Orueta e Ibrán de Villabona y Carbayón, después de la guerra emprenderá el retorno a las actividades oficiales, primero desde el puesto Datos de la entrevista a los hijos del Eliseo Belzunce, Ibídem, pp. 161-166. SÁNCHEZ MELADO, Jesús: Crisis de la minería del carbón y transformación del espacio: el caso de las cuentas orientales leonesas. Tesis doctoral, Universidad de Valladolid. Facultad de Filosofía y Letras. Departamento de Geografía. Noviembre de 2006, pp. 130 y 169-179. También, PRADO REYERO, Julio: «La minería del Valle de Sabero. La orgía minera», Vadinia, 4, 1995, en línea en http://valledesabero.iespana.es/hulleras3.htm y «José León Izaguirre Porset, forjador de la sociedad Hulleras de Sabero y anexas, s. a.». Artículo aparecido en la revista Informe Social, nº 13, septiembre, 1974. Editada por el Sindicato Nacional del Combustible, p. 6 21 O. de corrida de escalas en el Cuerpo de Minas de 27 de junio de 1940, BOE 2-VIII. 22 Disposiciones de 26 de septiembre de 1941, BOE, 1-X, 31 de diciembre de 1948, BOE 19-I y 13 de febrero de 1961, BOE 23, respectivamente. 19 20
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de profesor de Laboreo de Minas en la Escuela de Capataces de Minas de Mieres y después desde el Cuerpo oficial.23 Sin duda, hubo otros casos de ingenieros con antecedentes familiares como el de Ruperto Sanz, que marcaron para siempre su trayectoria profesional en el sector privado. De Fernando Gondra Lazúrtegui sabemos que provenía de dos destacadas familias de industriales vizcaínos —Julio de Lazúrtegui y Ciriaco Gondra, por citar solo a los patriarcas en cuyo tiempo ambas familias emparentaron24— muy presentes en las iniciativas industriales y financieras de la Restauración (minas de hierro y carbón, metalurgia, Banco de Bilbao) y que tuvo durante bastantes años la alta responsabilidad de la sociedad anónima Basconia, dedicada a la fabricación de acero, perfiles y laminados, y a la construcción metálica y montajes mecánicos.25 Aunque tales vínculos no resulten, por lo general, explícitos sin un minucioso rastreo de las genealogías familiares, tenemos, como poco, resultados indicativos sobre los que poder desbrozar el camino. La opción privada predominó en otros casos ya mencionados, como el de Mariano Herrera Delcalzo, al servicio de la Sociedad Carbones de Berga, en Figols, desde poco después de su salida de la Escuela. En 1931 continuaba al frente de la sociedad, según queda reflejado al recibir la visita de los congresistas asistentes al VIII Congreso de la Prensa Catalono-Balear, lo que, junto a la ausencia de dato alguno oficial sobre su carrera, hace suponer que fue su definitiva opción profesional.26 O como fueron los casos de José Vives y Blasco, Francisco Robles García y Rosendo Castro, 23 O. de 20 de junio de 1941, BOE 17-VII y D. de 16 de noviembre de 1956, BOE 4XII. Algunos datos sobre él en Las raíces de un Campus. 150 años de la Escuela de Capataces de Minas de Mieres, 1855-2005. Oviedo, Ediciones de la Universidad..., 2005, p. 136 y CANAL HERNANDO, José Víctor: «La Colectiva en la Sociedad Industrial Asturiana. Minas de Moreda y Santa Ana», Estafería Ayerana, 3, enero, 2009, pp. 29-39. 24 Ciriaco Gondra casó con la única hermana de Julio de Lazúrtegui, Asunción. Mas adelante renovarán los lazos familiares al casar endogámicamente al primogénito de aquel matrimonio, Ricardo Gondra Lazúrtegui, también ingeniero de minas, con su prima hermana Mercedes, hija mayor de Julio de Lazúrtegui. Datos de M.ª Victoria de GONDRA ORÁA (hija de Fernando Gondra Lazúrtegui): El Bilbao de Julio de Lazúrtegui. La acertada visión del futuro industrial y mercantil del País Vasco adelantada por un bilbaíno del XIX... Bilbao, Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao, 1984. 25 En ella estaban, además de los Gondra Lazúrtegui, otras destacadas familias bilbaínas, como los Gandarias, Costa, Lequerica, Llaguno, Ampuero y Balzola. La compañía terminará integrándose en 1969 en Altos Hornos de Vizcaya, GONDRA ORÁA: El Bilbao..., pp. 159-161. 26 La Vanguardia, de 30-X-1931, p. 26.
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de los que tampoco conocemos actividad oficial posterior, además de otros dos, Alejandro Lacasa Moreno y Ramón Rodrigáñez Serrano, también en el sector privado por aquellos años, a quienes el odio fratricida de la guerra civil segó la trayectoria para siempre, según veremos. Cosa diferente era la compaginación de las actividades públicas y privadas, a pesar de las prohibiciones expresas recogidas en los respectivos reglamentos de los Cuerpos oficiales. Resulta muy significativo que inmediatamente después de la suspensión del derecho de ingreso automático en el Cuerpo de los ingenieros de minas, que más atrás hemos mencionado, entrase en la Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio del ministerio de Fomento una solicitud de 40 ingenieros de minas en expectativa de ingreso en el Cuerpo pidiendo el cumplimiento del R. D. de 22 de febrero de 1907 que prohibía simultanear el servicio al Estado con la posesión de participaciones o la realización de trabajos en empresas particulares instaladas en su distrito, incluso si los cometidos se realizaren en otras minas, fábricas u oficinas de beneficio situadas en distritos diferentes al de su destino oficial. El director general solicitó como consecuencia de ella a los Ingenieros Jefes de los distritos mineros la relación de los ingenieros que se encontrasen en esa situación y su intervención para hacerles entender la obligatoriedad de solicitar la situación de Supernumerario o renunciar al servicio particular.27 No siempre conocemos las interioridades de este tipo de negocios, aunque algunos datos aislados de la historia empresarial o detalles concretos de biografías particulares nos dejan entrever indicios muy sugerentes —tal vez simplemente la punta del iceberg—, algunos de los cuales (los casos Elorduy, Sanz, Gondra Lazúrtegui, Guezala28) han quedado apuntados más atrás. Ateniéndonos a la lista de ingenieros aquí enfocados, sabemos además que los ingenieros de minas Joaquín Aguirre Martínez y Francisco Lacasa Moreno eran titulares en los años sesenta de sendas empresas mineras de plomo en Córdoba y Soria,
Circular de 29 de abril de 1909, Gaceta 2-V. Teresa TORTELLA menciona la Sociedad Industrial minera Guezala constituida en 1918 con parte del capital extranjero, sin duda vinculada a los hermanos Roberto y Fernando de Guezala e Igual, «La inversión extranjera a través del Archivo...», en La Inversión extranjera en España..., p. 78. Aquel será en la época de Franco técnico del Sindicato Oficial del Combustible y su hermano, primer Gobernador Civil franquista de Alicante, llegará en 1955 al puesto de Inspector general, jefe del Cuerpo de Ingenieros de Minas al servicio de la Hacienda Pública. 27 28
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respectivamente.29 Los Lacasa Moreno eran hacia 1916 propietarios de varias minas (La Chiquita, Tinajuela, Las Ánimas, Salvación y otras) de cobre y piritas en Andújar. El agrónomo Ignacio Chacón Enríquez se hizo cargo antes de la guerra, durante su estancia en la Granja Agrícola de Avilés, de la gerencia de la empresa Tranvías de Avilés y continuó en ese puesto una vez trasladado a la Sección Agronómica de Oviedo, ciudad en la que ha de ocupar un destacado protagonismo en la postguerra, según veremos.30 El de la misma especialidad, Pérez Urruti, compaginó sus cargos oficiales con la gestión de su finca murciana, Lo de Casas, —parrales y limoneros— a la que logró convertir en un vergel, pasando su personal de tres a setenta familias.31 El también agrónomo Santiago Cibrián dirigió durante muchos años, junto con Eduardo Rodrigáñez, una reputada Academia preparatoria para el ingreso en la Escuela Superior, emplazada inicialmente en la calle Zorrilla y más adelante en la del Prado, 24, de Madrid. En 1964 accederá a una cátedra en la Escuela Técnica de Peritos Agrícolas de la capital.32 Si desviamos la vista de los ingenieros pensionados el panorama resulta a este respecto mucho más vasto. Hasta 32 academias preparatorias del mismo tipo relacionaba el Anuario de la minería... de 1916, en buena medida patrocinadas por ingenieros de las distintas especialidades.33
2. LOS INGENIEROS INDUSTRIALES No son muy diferentes a las señaladas más arriba las conclusiones obtenidas en el análisis de los 15 ingenieros industriales pensionados, 29 O de 12 de diciembre de 1969, BOE 24-XII concediéndoles para su personal determinadas condiciones particulares en el cumplimiento del servicio militar. Por estos años ambos ingenieros se encontraban ya jubilados. Francisco Lacasa Moreno era hermano del ingeniero pensionado Alejandro Lacasa, que fue asesinado durante la guerra civil, y de otro de la misma especialidad, de nombre Enrique, que fue represaliado por la misma época por parte del gobierno republicano. Sobre ello volveremos. 30 FERNÁNDEZ BUELTA, José: «Fundador y primer presidente del IDEA: Excmo. Sr. Don Ignacio Chacón Enríquez», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, XXVII, 78, enero-abril, 1973, p. 250. 31 LLEÓ SILVESTRE, Antonio: «Evocación de la personalidad de D. Juan Antonio Pérez-Urruti Villalobos», Montes, 68, 1956, pp. 89-96. 32 O de 22 de junio de 1964, BOE 30-VII. Las referencias extremas que poseemos de la Academia datan de 1930 y 1957, recogidas de prospectos publicitarios y publicidad en la revista Agricultura. Revista Agropecuaria. 33 Anuario de minería, metalurgia, electricidad..., 1916, pp. 573-575.
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incluidos los del grupo A de las convocatorias generales, a pesar de las muy diferentes condiciones legales de partida de su carrera profesional. De ellos, diez estuvieron al servicio del Estado, bien en los nuevos Cuerpos creados para los ingenieros industriales en los ministerios de Hacienda (Calviño Ozores, Cortina Gómez y Miravet Agraz34) e Industria (Grancha, Mariano de las Peñas y Rafael Guillén Bastos), bien en la cátedra universitaria o el puesto en el profesorado de la Escuela Especial) (Castañeda Chornet, José García Santesmases, Ángel Figuera Figuera), o en la Dirección General de Correos y Telégrafos (Tomás Palencia de la Torre35). De solo dos de ellos conocemos con seguridad una actividad en el campo de la industria privada.36 Rafael Belderrain Oteiza llegó a ser subdirector de la sociedad Duro-Felguera y director entre 1953 y 1958 de la Escuela del Trabajo de La Felguera, la institución continuadora de la obra de la Escuela de Artes y Oficios creada en 1917 por la compañía. Heraclio Alfaro Fournier, por su parte, aprovechó la pensión para regresar a los Estados Unidos, donde se había formado años atrás, y emprender una brillante actividad empresarial y académica en aquel país. Allí estuvo al servicio de importantes empresas pioneras en el campo de la aviación, como las American Tool Works Co. de Cincinnati, Dayton Wright Co. y Glenn L. Martin Co. de Cleveland, creó su propia compañía de proyectos aeronáuticos, la Aircraft Developments Inc., participó en los proyectos empresariales de la firma J. Pitcairn Aircraft para poner en el mercado los modelos del autogiro La Cierva, para el que inventó además un mecanismo de transmisión de la fuerza del motor al rotor a fin de acortar la carrera de despegue, dio un impulso decisivo a ciertos aspectos de la tecnología aerostática, como los alerones Slap, de los primeras fases de la aviación, recibió e impartió clases y conferencias Llegaría a ser Subdirector de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Tomás Palencia de la Torre era Jefe de Negociado de 3ª en 1931, cuando participó en representación de la Sección Telegráfica de la Dirección General de Correos y Telégrafos en la preparación de la Conferencia Internacional Telegráfica de Madrid de 1932, ROMERO LÓPEZ, José María: «Preparaciones de la Administración y desarrollo de las Conferencias Internacionales Telegráfica y Radiotelegráfica celebradas en 1932», en línea en http://www.coit.es/foro/index.php?op=eventos_75aniversarioconferenciaMadrid, pp. 18-19. También, OLIVÉ ROIG, Sebastián: «Madrid, 1932: nace la Unión Internacional de Telecomunicaciones», Bit, 166, diciembre 2007-enero 2008, pp. 110-113. 36 De otros tres, Miguel Canals Arribas, Francisco Pascau Olivés y B. Fernández Villacañas no hemos obtenido dato alguno, lo que indirectamente parece apuntar hacia las actividades privadas. 34 35
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en centros superiores de enseñanza e investigación, como el Instituto Tecnológico de Chicago, donde obtuvo el título de ingeniero aeronáutico, el Tecnológico de Massachussets, donde se formó durante los dos años de pensión, y el Cleveland College de la Western Reserve University, alcanzando un alto prestigio en todas estas actividades y mereciendo entrar en los anales de los pioneros de la aviación mundial.37 Pero Heraclio Alfaro fue, sin embargo, una personalidad de excepción entre los pensionados de su misma rama técnica (Mariano de las Peñas y Grancha) convocados deliberadamente a formarse en el extranjero como técnicos y pilotos de la naciente industria aeronáutica. Los dos habían estado ya entre los elegidos en 1911 por el ministerio de Fomento para cubrir unas pensiones creadas expresamente con el objetivo de hacer prácticas de aviación en la Escuela establecida en París, a fin de obtener el título de piloto.38 No mucho después se creaba oficialmente por decreto de 3 de enero de 1913 (Gaceta 4) la Escuela de Aviación de Getafe con la posibilidad de contratar a cuatro profesores que tuviesen el título de pilotos. Dado el «éxito felicísimo» que se había obtenido de las mencionadas pensiones, según se decía en la propia disposición, el puesto recayó poco después en los cuatro pensionados, bajo la dirección del designado presidente, Luis Montesino y Espartero, marqués de Morella, que se había formado, entre otros lugares, en la Escuela Central de Artes y Manufacturas de París.39 Una biografía con numerosos detalles al respecto en SÁENZ DE UGARTE, José Luis: Heraclio Alfaro: aviador-inventor, ingeniero aeronáutico. Vitoria-Gasteiz, Diputación Foral de Álava, 1993. Datos también en «Alfaro Fournier, Heraclio», Enciclopedia de Aviación..., vol. 1, A-Az, pp. 407-411. 38 Se convocaron por R. O. de 31 de mayo de 1911, Gaceta 31, y su resolución se publicó por R. O. de 3 de julio de 1911, Gaceta 16 de julio. Además de los mencionados estaban Julio Adaro Terradillos y Manuel Menéndez Valdés, otros dos pioneros españoles de la aviación. 39 R. O de 14 de febrero de 1913, Gaceta 17-II. Datos también en Jorge FERNÁNDEZ COPPEL: «La ENA de 1913, madre de la formación de pilotos en España», Aviador COPAC, 19, noviembre-diciembre 2003, nº especial Centenario de la Aviación, pp. 3133. Algunos datos de ella también en SÁNCHEZ RON, José Manuel: «La aeronáutica española en los tiempos de Torres Quevedo», en Actas del III Simposio Ciencia y Técnica en España de 1898 a 1945, Cabrera, Cajal, Torres Quevedo, 10, 11 y 12 de julio de 2001. Coords.: Francisco González de Posada, Domingo Trujillo, Jacinto del Castillo. Madrid, Amigos de la Cultura Científica, 2004, especialmente, pp. 186-191. Algún dato también en UTRILLA NAVARRO, L.: «La aeronáutica española de 1898-1936», en Actas del II Simposio Ciencia y técnica..., p. 285. 37
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Ante la nueva situación, las pensiones específicas creadas dos años antes dejaban de tener sentido y, en efecto, en abril de ese año una disposición extendía a los profesores y alumnos de la nueva Escuela los beneficios que el decreto de 27 de mayo de 1910 sobre la Junta de Pensiones había establecido para las especialidades de ingeniería.40 Fue, pues, la base sobre la que los dos ingenieros mencionados, en ese momento profesores de la Escuela, volvieron a recorrer en ese mismo año Francia e Inglaterra como pensionados de la Junta. En realidad, ambos se convirtieron a partir de ahora, junto a otros pioneros españoles, en el principal capital humano de la administración pública para la asistencia a los eventos científicos y para la gestión ministerial en todo lo relativo a la industria aeronáutica y al desarrollo de la navegación aérea en su vertiente civil. Los dos ingenieros mencionados entraron a formar parte del cuadro de funcionarios de la sección de industria del ministerio de Fomento41 —no sin laboriosas reclamaciones legales previas— tras el vaciado de la Escuela en el ministerio de la Guerra en 1917, bajo dependencia militar. Al crearse en 1919 dentro de la sección de industria de la Dirección de Comercio, Industria y Trabajo un negociado de aerostación y aviación civiles Mariano de las Peñas pasó destinado a él42 y seguirá al cargo de una sección en los organismos sucesores, la Dirección general de Navegación y Transportes Aéreos y la Dirección general de Aeronáutica Civil hasta su sustitución en ella en 1933 por el otro aviador pensionado por la Junta, Antonio Grancha.43
3. LAS CARRERAS PROFESIONALES La carrera profesional ulterior de todos estos ingenieros tuvo algunos rasgos convencionales y algunos otros menos previsibles en principio, aunque perfectamente lógicos teniendo en cuenta las circunstancias políticas excepcionales del período. No fue raro entre los ingenieros considerados la obtención de los puestos más altos de la
R. D. de 11 de abril de 1913, Gaceta 12. RR. OO. de 30 de mayo de 1920, Gaceta 25-VII y 11 de noviembre de 1920, Gaceta 16. 42 R. D. de 14 de noviembre de 1919, Gaceta 15-XI, de creación del negociado y R. O. de 30 de mayo de 1920, Gaceta 25-VII, de nombramiento de Mariano de las Peñas. 43 De las Peñas pasó a la Jefatura de Industria de Madrid. O. de 11 de mayo de 1933, Gaceta 12. 40 41
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jerarquía burocrática del respectivo Cuerpo, cosa que frecuentemente solo dependía, supuesta la probidad técnico-burocrática y dado el sistema de ascensos, de dos cualidades: longevidad y paciencia. En agrónomos, por ejemplo, cinco ingenieros de entre los pensionados, llegaron a presidir el Consejo Agronómico en los últimos años de su carrera y uno más llegó a ser vicepresidente;44 en minas, uno ocupó el más alto puesto en el Consejo de Minería y nueve llegaron a vicepresidente; en montes, dos ocuparon ese segundo escalón de la jerarquía corporativa. En conjunto, fueron raros, entre los que alcanzaron una cierta longevidad, los que no llegaron a conseguir los puestos de inspectores generales o el superior de presidentes de sección del respectivo Consejo.
3.1. El impacto de la guerra civil Sería ocioso añadir, como condición fatal suplementaria del tracto cronológico aquí contemplado, una cierta subordinación —mayor de la que resulta habitual en un funcionario público en circunstancias normales— a las eventualidades políticas del momento, sea en uno o en otro de los trágicos extremos allí confrontados. A esto nos referíamos al sugerir los rasgos impredecibles de las biografías profesionales durante esta crucial época. En general los ingenieros se vieron compelidos a lo largo de toda esta época en torno a varias líneas de fuerza, que no siempre lograron conjugar con equilibrio ante las complejas circunstancias políticas que les tocó vivir: una era su posición social, convencionalmente emplazada entre las burguesías medias rurales y urbanas, aunque tampoco faltasen representantes aislados de sus estratos más altos, como algún miembro de la aristocracia rural, grandes propietarios o relevantes industriales mineros-metalúrgicos; otra era su estatuto profesional técnico y oficial, que les impelía a emplazarse en un espacio de neutralidad científica, regulado en su práctica por un canon no escrito de lealtad personal cuyo horizonte teórico era el bien público y su representación jurídica, el Estado; la última concernía a su posición ideológica individual, frecuentemente conservadora y católica, que se puso a prueba con las políticas reformadoras del Estado republicano. La agudización de las tensiones y la excepcionalidad de las circunstancias quebraron en ocasiones los equilibrios Datos biográficos más o menos extensos sobre algunos destacados integrantes del Cuerpo, en CAÑIZO GÓMEZ, José del: Cien promociones... 44
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entre esos diferentes puntales de comportamiento público. En general, a este respecto, los ingenieros, como resume Pan-Montojo acerca de los agrónomos, fueron polarizándose en sus posiciones políticas como lo hizo la propia sociedad.45 Algunos mostraron ya durante los años republicanos su incomodidad con el nuevo régimen. Cinco ingenieros agrónomos fueron separados del servicio tras la intentona de golpe de Sanjurjo en aplicación de la ley de defensa de la República. Dos de ellos, Alfonso Ruiz de Assín y Luis Rodríguez López-Neira habían estado entre los favorecidos por la pensión formativa en el exterior.46 Otros, por el contrario, afrontaron con mayor o menor profesionalidad la obra republicana, incluso aquella que más rudamente ponía a prueba sus opiniones personales, como era el caso de la reforma agraria para los agrónomos. Su posición al respecto abarcó toda la gama del espectro ideológico: espanto, obstrucción, lealtad, rectitud, equilibrio, neutralidad y entusiasmo. Algunos han sido mencionados como especialmente activos en el desarrollo de esa problemática tarea, entre los cuales el pensionado Jesús Navarro de Palencia.47 La guerra les condujo a un más decidido compromiso. Algunos lo hicieron muy tempranamente a favor del bando rebelde, abandonando el servicio y pasando al llamado territorio nacional. Cincuenta y nueve agrónomos lo habían hecho a 15 de noviembre de 1938, según Pan Montojo,48 aunque ciertamente el gobierno no estaba en posesión de todos los datos, porque solo unos pocos pagaron ese compromiso con la interrupción momentánea de su carrera. La primera oleada de ceses llegó de inmediato tras el golpe con el objetivo de depurar a todos los funcionarios
45 PAN-MONTOJO, Juan: Apostolado, profesión y tecnología. Una historia de los ingenieros agrónomos en España. Madrid, Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos-B & H Editores, 2005, p. 268. 46 Ibídem, pp. 270-271. Declarada nula por el Tribunal Supremo su separación, fueron repuestos con todos los derechos a comienzos de 1935, DD. de 4 de enero de 1935, Gaceta 6. Rodríguez López-Neira había sido nombrado en 1924 vocal del recién creado Consejo de Economía Nacional e integrante de su Comisión negociadora de Tratados Comerciales, RR. DD. de 19 de marzo de 1924, Gaceta 23. 47 Pan Montojo recoge el reconocimiento además hacia Jorge Montojo, Luis Escrivá de Romaní, Rafael Cavestany de Anduaga, José Vergara Doncel, Luis Miranda Niverio, Escardó, Ángel Cruz García, Luis Cuni Mercader, Alejandro Vázquez Gutiérrez, Ángel Pasamontes Castellanos, Manuel Maduero Box, José Bernaldo de Quirós, Antonio Rueda Muñiz, Julio Castellanos Díez y Miguel Cuesta Lastortres, Ibídem, pp. 283-295 y p. 293. 48 Ibídem, p. 303.
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que hubiesen participado en el movimiento subversivo y fueran notoriamente adversarios del régimen, como se decía en el decreto de Presidencia del 21 de julio,49 y en efecto, 25 ingenieros de minas, entre otro personal técnico y administrativo de los ministerios de Industria y Comercio y de Instrucción Pública, fueron separados del servicio poco después,50 así como otros 16 agrónomos y 7 de montes.51 Se trataba de una primera y apresurada depuración ideológica, que en las fechas inmediatas se matizó considerablemente a fin de afrontar de forma más precisa los diferentes grados de compromiso con la causa rebelde. En sendas disposiciones de agosto y de septiembre se reservaba esa última sanción para los funcionarios sobre los que no existiesen dudas de su abandono del servicio, en tanto que para otras circunstancias más dudosas el gobierno se reservaba la facultad de decretar la jubilación forzosa o la situación de disponible gubernativo.52 Conforme a estas normas en los meses siguientes fueron desgranándose las decisiones sobre el personal del Estado. En conjunto, para las carreras de agrónomos y montes, eso supuso al menos, según Pan Montojo, la separación de 46 ingenieros de la primera especialidad y 23 de la segunda en el bando republicano, así como de cuatro y dos respectivamente en el bando rebelde.53 Ateniéndonos exclusivamente a los ingenieros que hemos visto embarcados en la experiencia de las pensiones, fueron expulsados de la función pública los agrónomos Miguel Echegaray Romera,54 que en ese momento era agregado agronómico de la Embajada de España en Washington; Luis Rodríguez-López-Neira, que se hallaba en situación de disponible gubernativo,55 Serafín Sabucedo,56 Juan Marcilla Gaceta 22. Veinticuatro del primero, D. de 26-VII-1936, Gaceta 28 y uno, el profesor de la Escuela Luis Suárez del Villar, del segundo, D. 19 de septiembre de 1936, Gaceta 20. 51 DD. de 2 de agosto de 1936, Gaceta 3 y 18 de agosto de 1936, Gaceta 19. 52 Disposiciones de 20 de agosto de 1936, Gaceta 22 y de 27 de septiembre de 1936, Gaceta 29. 53 PAN-MONTOJO, Juan: «La depuración de los ingenieros del ministerio de Agricultura, 1936-1942», en La depuración de funcionarios bajo la dictadura franquista (1936-1975), Josefina Cuesta (dir.). Madrid, Fundación Francisco Largo Caballero, 2009, p. 238. 54 D. de 28 de octubre de 1936, Gaceta 29 55 D. de 4 de febrero de 1937, Gaceta 7. 56 D. de 23 de febrero de 1937, Gaceta 26. Poco después la Presidencia de la Junta Técnica del nuevo Estado le nombraría Presidente de la Confederación Regional de Exportación del Plátano, BOE 16 de enero de 1938. 49
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Arrazola,57 Daniel Nagore, Jesús Miranda González, Francisco Jiménez Cuende58 y Ramón Garrido Domingo59 Otro de la misma especialidad, Antonio Esteban de Faura, fue sancionado ese mismo mes con la suspensión de empleo y sueldo.60 Le fue levantada la sanción algo después, concediéndosele, en cambio, una licencia de tres meses por enfermedad,61 aunque definitivamente terminará siendo declarado jubilado forzoso al año siguiente.62 Igual suerte que los mencionados sufrieron, de entre los ingenieros de minas pensionados, Francisco Robles García,63 Luis Forrat Soldevila, Juan Jesús Inciarte y Córdoba, José Casaus y García Samaniego,64 Alfonso de Alvarado Medina65 y Marino Dávila Vacas.66 Para los de montes la suerte no fue tan aciaga. De entre los pensionados en el extranjero únicamente hemos documentado la expulsión de Luis Sanguino Benítez67 y el pase a disponible gubernativo de Juan Antonio Pérez Urruti.68 Por último, cabe señalar igualmente la expulsión de la carrera del ingeniero industrial y aviador Mariano de las Peñas Mesqui69. Algunos hubo incluso que pagaron con su vida el tributo a aquellos días de odio. Cuatro al menos, que sepamos, de entre los pensionados —los de minas Ramón Rodrigáñez Serrano,70 Tomás González de O. de 21 de agosto de 1937, Gaceta 25. Los tres por D. de 20 de abril de 1937, Gaceta 21. 59 O de 21 de febrero de 1938, Gaceta 28. 60 O. de 26 de abril de 1937, Gaceta 28. 61 O de 21 de diciembre de 1937, Gaceta, 26-XII-1937. 62 O. de 18 de abril de 1938, Gaceta 23. 63 D. de 12 de diciembre de 1936, Gaceta 17. Junto a él aparecían otro diez ingeniero de la misma especialidad. 64 Igualmente junto a otros seis ingenieros, Comunicación del 9 de marzo 1938, Gaceta 13. 65 Lo mismo junto a otros cinco ingenieros, Comunicación de 21 de marzo 1938, Gaceta 27. 66 Junto a Enrique Lacasa Moreno y Luis Casaus y García Samaniego, O. de 2 de julio de 1938, Gaceta 20, que poco antes habían sido declarados cesantes de sus puestos en la Escuela Superior de Minas, Comunicación de 20 de marzo 1938, Gaceta 30. 67 D. de 22 de marzo de 1938, Gaceta 26. 68 Junto a otros dos ingenieros de la misma especialidad, O. de 3 de septiembre de 1936, Gaceta 7. Con carácter general, sin duda es posible observar en esta especialidad una mayor inclinación hacia las penas más leves, a la hora de aplicar las sanciones previstas. 69 Por abandono del servicio, al no posesionarse del destino de Jefe de la Delegación de Industria de Toledo en Ocaña, O. de 5 de abril de 1937, Gaceta 10. 70 De la genealogías familiares riojanas de los Sáenz de Rodriguáñez y de los Sagasta, hijo del ingeniero agrónomo y político Celedonio Rodrigáñez Vallejo y de Catalina Serrano, 57 58
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Canales71 y Alejandro Lacasa Moreno72 y el agrónomo Alfonso Ruiz de Assín73— sufrieron esa última suerte de forma violenta. Otros dos, de entre los ingenieros que venimos considerando —el agrónomo Jesús Miranda González y el de montes Francisco Prados Martínez74— fallecieron en aquellos años. La fractura corporativa no se cerró con el fin de la guerra, teniendo en cuenta que los ingenieros al servicio del Estado que habían mostrado una colaboración explícita con la legalidad durante la guerra civil no superaron obviamente el proceso depurador que siguió a la derrota republicana. PanMontojo lo ha evaluado para los ingenieros agrónomos en, al menos, 28 exclusiones de la carrera por diversos motivos.75 Entre ellos se encontraban dos ingenieros pensionados, Enrique Balenchana Paternain y José María Dorronsoro Dorronsoro. El primero tuvo en aquellos años una activa vida profesional y política, de patente identificación republicana. En 1923 aparece destinado en el Catastro de Murcia, región de donde procedía su familia. En los primeros años de la República le vemos en Madrid en la Secretaría de la Liga de los Derechos del Hombre y en las pugnas ideológicas del Ateneo, participando en las discusiones sobre la reforma agraria76 y sobrina del general isabelino del mismo apellido, en SANPEDRO ESCOLAR, José Luis: «Genealogía de Don Práxedes Mateo Sagasta y Escolar», Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, IX, 2005-2006. Madrid, Ediciones de la RAMHG, 2006, p. 271. Murió en Asturias el 15 de agosto de 1936 a los 38 años de edad. 71 Tomás y Antonio González de Canales, integrantes una familia de ricos propietarios de Bujalance, murieron asesinados en esa ciudad el 29 de septiembre de 1936. Tomás era ingeniero de minas de la Jefatura de Córdoba, ABC, Sevilla, 21/09/1938, p. 18. 72 ABC, 19 de mayo de 1939, p. 43 73 La Orden de 17 de octubre de 1942, BOE 11-XI le declaraba «muerto en campaña» a efectos de la ley de 11-VII-1941, BOE 16, sobre pensiones extraordinarias de guerra. Falleció «asesinado por su religión y por su patria» se decía en la esquela colectiva de ABC, 22 de julio de 1939, p. 23. PAN-MONTOJO recoge las palabras de la revista Agricultura, 93, enero de 1940, donde se le cita como uno de «nuestros caídos» por su condición de «católico», p. 23, Cinco ingenieros agrónomos murieron violentamente, más dos estudiantes de la Escuela, Apostolado..., p. 300. 74 De este último se decía que murió «a consecuencia de los sufrimientos y privaciones», ABC, 4-VI-1939, p. 29. 75 Sumando las bajas en el escalafón ordenadas durante la guerra, los sancionados sin expulsión —en número de trece— y el caso de Manuel Carlés Navarro, asesinado por masón en 1936, dan un total de 42 ingenieros agrónomos afectados, el 10 % de la plantilla de 1936, PAN-MONTOJO, Apostolado..., pp. 305-307. 76 Intervino en noviembre de 1931 defendiendo que los ingenieros agrónomos destinados en el Catastro formasen parte de la Comisión técnica encargada del estudio y
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oponiéndose a la candidatura de Valle-Inclán a la presidencia de la institución, patrocinada por Azaña. Al final terminará incluso por formar parte de la siguiente Junta Directiva, presidida por Unamuno.77 Por la misma época aparece firmando el manifiesto fundador de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética. Profesionalmente es elevado en diciembre de 1932 a la presidencia de la Junta directiva del recién creado Instituto de Investigaciones Agronómicas,78 aunque por poco tiempo, puesto que tras ocupar la presidencia del gobierno Alejandro Lerroux es trasladado a la Sección Agronómica de Badajoz. Durante la guerra es designado primer delegado de la Sección de Agricultura de Madrid,79 presidente de la Junta calificadora de fincas rústicas y vocal del Comité de Abastecimientos de la capital. Por todo ello fue condenado tras la guerra por el delito de auxilio a la rebelión a 20 años de cárcel.80 Sobre José María Dorronsoro Dorronsoro sabemos que fue igualmente firmante del Manifiesto de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética y que colaboró activamente con la política republicana durante la guerra civil. Fue designado Director general de Montes, Pesca y Caza en septiembre de 1936, participó en la Comisión mixta de transferencias al gobierno autónomo catalán y alcanzó en noviembre de 1938 el puesto de Director general de Agricultura en una disposición firmada por el ministro comunista Vicente Uribe.81 Se exilió a México tras la guerra,82 recalando en el Estado de Campeche, donde se dedicó inicialmente al cultivo de la higuerilla para la obtención de aceite industrial. Fue más tarde profesor de la Escuela Nacional Agrícola de Chapingo y asesor de la Secretaría de Recursos Hidráulicos del Estado de México.83 Murió en 1965.
discusión del proyecto, «Una información pública sobre el problema agrario», ABC, 17-XI-1931, p. 24. 77 Elegida el 27 de enero de 1934, RUIZ SALVADOR, Antonio: Ateneo, Dictadura y República. Valencia, Fernando Torres Editor, 1976, pp. 170 y 269 78 O. de 18 de noviembre de 1932, Gaceta 24. 79 O. de 3-XII-1938, Gaceta 4, firmada por el Subsecretario Vicente Uribe. 80 PAN-MONTOJO, Apostolado..., p. 305. 81 D. de 9 de septiembre de 1936, Gaceta 10, O. de 2 de noviembre de 1938, Gaceta 3 y D. 25 de noviembre de 1938, Gaceta 26, respectivamente. 82 En España, su nombre apareció entre los nueve ingenieros agrónomos expulsados de la carrera en mayo de 1939 por haber abandonado España y por sus antecedentes contrarios al golpe de Estado de 1936, O. de 3 de mayo de 1939, BOE 7. 83 GIRAL, Francisco: Ciencia española en el exilio (1939-1989). El exilio de los científicos españoles. Barcelona-Madrid, Anthropos-Centro de Investigación y Estudios
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Por último, otro ingeniero agrónomo, José del Cañizo, que había sido durante la República secretario de la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos y militante de Acción Republicana, el partido de Azaña, fue sancionado, aunque logró rehabilitarse con rapidez y, según dice Pan-Montojo, en 1949 formó ya parte de la comisión permanente del I Congreso Nacional de Ingeniería Agronómica, así como algo después de la Comisión del Centenario del Cuerpo oficial.84 Por esas fechas ha sido ya premiado con la Orden del Mérito agrícola y en 1966 lo será con la Gran Cruz de la misma Orden. En cuanto al resto de las especialidades que aquí tenemos en el punto de mira el resultado pudo ser el que sigue. Las expulsiones en la carrera de minas alcanzaron seguramente al final a doce ingenieros. En la orden de 27 de junio de 1940, aprobando la corrida de escala en el Cuerpo de minas se señalaba que se habían producido 8 bajas por separación definitiva del servicio,85 aunque años después uno de ellos sería readmitido.86 Pero allí no se contabilizaban algunos otros ingenieros, supernumerarios o aspirantes, con situación no consolidada en el Cuerpo, entre los que se encontraba César de Madariaga.87 Junto a este, de entre los pensionados, se encontraban Carlos Fernández de Caleya y del Amo,88 Republicanos, 1994, p. 340. También sobre algunos de los exilados agrónomos, especialmente sobre José Luis de la Loma y Oteyza, PINAR, Susana: «La genética española en el exilio y su repercusión en la ciencia mexicana», en De Madrid a México. El exilio español y su impacto sobre el pensamiento, la ciencia y el sistema educativo mexicano, Agustín Sánchez Andrés y Silvia Figueroa Zamudio (coords.). Morelia, Comunidad de MadridUniversidad de Michoacán, 2001. En línea en http://dieumsnh.qfb.umich.mx/madridmexico/indice.htm. 84 PAN-MONTOJO, Apostolado..., p. 306. 85 Eran los ingenieros Francisco Rived Revilla, Enrique Centeno Alonso, Carlos Fernández de Caleya y del Amo, Juan Jesús Inciarte y Córdoba, Enrique Rubio Sandoval, Enrique Dupuy de Lome y Vidiella y Luis Jordana Soler, BOE 2 de agosto de 1940. 86 Se trataba de Tomás Varela Radio, expulsado sin formación de expediente por O. de 10 de noviembre de 1939, BOE 13, y readmitido por Orden de 5 de noviembre de 1951 BOE 24-XII) 87 Además de él estaban José Gil Ramales y Diego Herrán, supernumerario al servicio del Ministerio de Hacienda, Eduardo Zabala y Echanove, aspirante (ambos expulsados por O. de 10 de noviembre 1939, BOE 13), Luis Lafón Lagares, aspirante al servicio del Ministerio de Hacienda (O. de 27 de noviembre de 1939, BOE, 11-XII) y Eugenio Ruano Fernández, O. de 7 de enero de 1940, BOE, 14. 88 Emparentado con la familia del político e institucionista Gumersindo de Azcárate. Estaba casado con una hija de Justino de Azcárate Flórez, hijo de Cayo de Azcárate, hermano de Gumersindo.
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Juan Jesús Inciarte y Córdoba, quien sufrió la doble fatalidad de ser expulsado por el gobierno republicano y por el rebelde,89 y Enrique Rubio Sandoval. Este último siguió su vida profesional en Venezuela, a donde acudió junto a otros ingenieros de minas españoles también en dificultades por interés especial del ministerio de Fomento de ese país a fin de elaborar un plan de creación de una Escuela de Minas en Caracas y con otros proyectos de investigación minera en el país por encargo de la sociedad The United Alkalí Co., en la que había trabajado durante largos años antes de entrar al servicio del Estado. Rubio Sandoval llegará a formar parte del cuadro de profesores de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad Central de Venezuela, donde se integra efectivamente en 1940 el Instituto de Geología, antes dependiente del ministerio de Fomento.90 En cuanto a la de montes, tras la una primera criba ideológica, sin formación de expediente, que comprendió a nueve ingenieros,91 las cosas no
Abuelo del Matías Rodríguez Inciarte, Ministro de la Presidencia en 1981 y desde 1984 en el Banco de Santander, donde detenta en la fecha actual (2010) la Vicepresidencia. 90 Entre los incorporados estaban Federico Luchsinger, Eduardo Zabala, que trabajaban, ambos, en CAMPSA, y Enrique Rubio Sandoval, en Potasa, perteneciente al grupo Imperial Chemical en España, MARTÍN FRECHILLA, Juan José: Forja y Crisol. La Universidad Central, Venezuela y los exilados de la Guerra Civil española 1936-1958. Caracas, Universidad Central de Venezuela, 2006. Sobre Rubio Sandoval, pp. 324-326, 350-351 y 453-455. 91 O. de 29 de abril de 1939, BOE 7-V. Entre ellos estaba José Elorrieta y Artaza, significado políticamente, sin duda, por haber sido nombrado en octubre de 1936 por el Consejero de Agricultura del Gobierno Vasco, Gonzalo de Nardiz, Ingeniero Jefe de los Servicios forestales de Euskadi, O. de 14 de octubre, Diario Oficial del País Vasco 17. En 1944 retornará, sin embargo, al servicio estatal en el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias. Su hermano Octavio, que colaboró desde el inicio con el gobierno de Burgos, montando en esta ciudad, junto con algunos colaboradores, una réplica del IFIE madrileño (GÓMEZ MENDOZA, Josefina y MANUEL VALDÉS, Carlos M.: «Las instituciones forestales en la España contemporánea», en Ciencias y Técnicas forestales. 150 años de aportaciones de los ingenieros de montes, Alberto Madrigal Collazo, coord. Madrid, Fundación Conde del Valle de Salazar, 1999, pp. 566-567) y que fue nombrado tras la guerra Presidente de la Rama de Resinas y Colofonías del ministerio de Industria y Comercio, pudo tener alguna influencia al respecto. De los expulsados en la mencionada Orden, otro de ellos, Antonio del Campo y Larios, fue readmitido en 1945. El resto eran José Lillo y Sanz, Pedro del Pozo Rodríguez, Manuel Gasols Moguera, Tomás de Epalza y López de Lerena (colaborador de José Elorrieta en la Diputación de Vizcaya), Juan González de Langarica, Juan Ignacio Irujo y Ollo y Antonio Bueno Ferrer. 89
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fueron, creemos, excesivamente lejos. Únicamente nos consta la expulsión de otros cuatro ingenieros de la especialidad. Cinco de entre todos ellos fueron reintegrados al servicio al cabo de poco tiempo, en dos de los casos con una ligera sanción.92 El caso más llamativo fue el del entonces Presidente del Consejo Superior de Montes, Enrique Mackay, expulsado en diciembre de 1941 —por acusaciones de benevolencia en la tramitación, como juez instructor, de las causas de depuración93— y reintegrado con todos los derechos en 1944 al considerar, con los nuevos testimonios y pruebas, que las acusaciones que habían servido de base a condena carecían de fundamento.94 Ninguno de ellos había sido pensionado por la Junta. Por último, de entre los ingenieros industriales pensionados, únicamente nos consta la expulsión del destinado en el Ministerio de Hacienda José Calviño Ozores, realizada por O. de julio de 1939 amparándose en el art. 13 de la Ley de depuración de los funcionarios del 10 de febrero de ese año, que facultaba al ministro para separarlos de la carrera, concurriendo alguno de los motivos de sanción especificados en la ley, sin tramitación de expediente ni audiencia al interesado.95
3.2. Perfiles científico-profesionales La excelencia científica en todos los supuestos mencionados de máximo ascenso burocrático se supone, aunque no siempre lo corrobora de
92 PAN-MONTOJO: «La depuración...», p. 243 proporciona una cifra total de once expulsiones. Entre los sancionados, José Irazazábal y Jaquetot, separado en mayo de 1937 por decisión de la Junta Técnica del Estado y readmitido por O. de 6 de mayo de 1939, BOE 9, y Rafael Ayerbe Vallés, O. de 10 de julio de 1940, BOE 20, readmitido por O. de 5 de julio de 1946, BOE 16. Un caso singular de expulsión definitiva fue el de un combatiente en el bando rebelde como teniente provisional de ingenieros dentro del Regimiento de transmisiones, Francisco Oyarzun Larrayoz, aunque en 1938 se le traslada en comisión de servicio al Servicio Forestal de la Guinea Continental Española, manteniendo su puesto en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. En la disposición de 7 de julio de 1939, BOE 11 se le expulsa por no haberse posesionado de su cargo en Guinea, a pesar de las prórrogas concedidas. Trabajará posteriormente en RENFE, dentro de la División de Explotaciones Forestales, dedicada a la producción de traviesas para las vías del ferrocarril, OYARZUN LARRAYOZ, Francisco: «Explotación forestal de los montes del Sur de España para abastecimiento de traviesas a la RENFE», Montes, 141, 1968, pp. 199-203. 93 PAN-MONTOJO, «La depuración...», p. 242. 94 Órdenes de 6 de diciembre de 1941, BOE 27 y 22 de mayo de 1944, BOE 30. 95 O. de 8 de julio de 1939, BOE 11.
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la misma manera la estadística de los trabajos científicos publicados. Afortunadamente existe ya para los ingenieros agrónomos y para los de montes una minuciosa reconstrucción de su vida corporativa y científica llevada a cabo respectivamente por Juan Pan-Montojo y por Josefina Gómez Mendoza y Vicente Casals Costa.96 El último ha aplicado el análisis bibliométrico de la llamada «ciencia de la ciencia» de Derek J. de S. Price al estudio de la producción científica de los ingenieros de montes en tres determinados momentos entre 1868 y 1936, tal y como aparece en otras tantas importantes revistas del ramo, intentando destilar de sus resultados la evolución misma de la comunidad profesional, del grupo corporativo, desplegada entre el entramado de sus nódulos de interés científico, de sus centros de formación y de sus nacientes instituciones de investigación científica pura. Solo para este último sector los índices de producción científica, tal y como está reflejada en el Boletín del Servicio Forestal de Investigaciones y Experiencias, se aproximaban al modelo —la llamada ley de Lotka— elaborado por la mencionada escuela de cuantificación bibliométrica de la ciencia, un modelo teórico que, partiendo de la comprobación empírica de ciertos sectores modernos de producción científica, establece una relación del cuadrado inverso 1/n2 entre el número de investigadores que hacen n contribuciones a un determinado campo científico y el de aquellos que hacen una única contribución.97 Todo lo cual parece indicar que solo con respecto a ese grupo su actividad profesional les ponía en condiciones de reproducir los rasgos «papirocéntricos» de una comunidad científica desarrollada. Es más, el predominio durante bastante tiempo de un segundo grupo, el concentrado en el profesorado de la Escuela «de orientación pragmática y tecnocrática» y evaluado a través de la Revista de Montes, grupo alejado del mencionado estándar bibliométrico, lo considera Casals Costa un grave inconveniente para la consideración de los ingenieros de montes «como una comunidad científica, idea claramente 96 PAN-MONTOJO, Apostolado...; GÓMEZ MENDOZA, Josefina: Ciencia y política de los montes españoles (1848-1936). Madrid, ICONA, 1992 y CASALS COSTA, Vicente: Los ingenieros de montes en la España contemporánea 1848-1936. Barcelona, Ediciones del Serbal, 1996. 97 Sobre el modelo y las diferentes variantes analíticas que se han sucedido desde la aparición del artículo de LOTKA, Alfred J.: «The frequency distribution of scientific productivity», Journal of the Washington Academy of Sciences XVI, 12, 1926, pp. 317-323, véase URBIZAGÁSTEGUI ALVARADO, Rubén: «La Ley de Lotka y la literatura de bibliometría», Investigaciones Bibliotecológicas, XIII, 27, julio-diciembre 1999, pp. 125-141.
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defendida por los primeros forestales y por algunos posteriores [...], pero no compartida por bastantes otros ingenieros que con frecuencia ocupaban los puestos directivos de la Junta [Consultiva Agronómica]».98 También para los ingenieros agrónomos Pan-Montojo ha intentado una evaluación a este respecto, con resultados muy interesantes, significativos por añadidura para el presente estudio. El primero es que la eclosión de publicaciones de la especialidad agronómica que se produce a partir de 1911 tiene como encuadre general, en su dimensión interior, el clima de regeneracionismo científico que se difunde desde comienzos de siglo y que encuentra su mejor encarnación en el magisterio y estímulo de Ramón y Cajal, lo que López-Ocón Cabrera ha denominado la «cajalización de España».99 Lo cual, a su vez, impulsa la presencia de científicos y profesionales españolas en instituciones académicas, reuniones científicas y redes internacionales de investigación y debate, en el contexto suplementario, en este caso exterior, de aceleración general de todos estos procedimientos de relación científica internacional. El segundo resultado es de orden cualitativo. Frente a las publicaciones generales y más o menos deudoras del exterior del siglo XIX, durante el XX se afianza una bibliografía especializada construida en muchos casos sobre la base de investigaciones y experiencias propias, realizadas de manera muy destacada por ingenieros que dedican la mayor parte de su vida profesional al servicio de los nuevos establecimientos de análisis e investigación agronómicas. Entre los ingenieros más prolíficos mencionados por este autor se encuentran algunos de los veremos completando su formación pensionados por la Junta, como Miguel Benlloch, Juan Marcilla Arrazola, Arnesto Mestre Artigas, José del Cañizo y Daniel Nagore. Por último, este mismo autor refuerza las conclusiones señaladas más arriba con respecto a los ingenieros de montes sobre la polarización profesional entre una minoría de científicos y tecnólogos autores de un alto porcentaje de publicaciones del ramo y una mayoría de administradores y gestores económicos, alejados del mundo de la producción y la divulgación científicas.100 Sin embargo, también en este capítulo es preciso hacer un pequeño esfuerzo de ponderación a fin de no adoptar como criterio absoluto de CASALS COSTA, Los ingenieros de montes..., pp. 255-277, cita p. 277. El epígrafe «La cajalización de España (1906-1936)», en LÓPEZ-OCÓN CABRERA, Leoncio: Breve historia de la ciencia española. Madrid, Alianza, 2003, pp. 343-378. 100 PAN-MONTOJO, Apostolado, profesión y tecnología..., pp. 265-262. 98
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juicio lo que en propiedad responde a orientaciones y metodologías diferenciadas en el ejercicio de unas funciones a la vez científicas y técnicas, que son desempeñadas por lo general por comunidades o por sectores profesionales distintos, relativamente cautivos de unos mecanismos institucionales y académicos, que propenden en un caso hacia el mencionado «papirocentismo» (las científicas) y en otro hacia la papirofobia (las técnicas), como ha subrayado igualmente Casals Costa al asumir para los ingenieros de montes los conceptos de Derek J. de S. Price.101 Y sobre todo, para no personalizar una responsabilidad que en buen entendimiento concernía a las condiciones estructurales en que se desarrollaba la carrera burocrática dentro de los Cuerpos oficiales del Estado. En definitiva, en ese estatuto profesional se había concentrado, como ha señalado Josefina Gómez Mendoza, toda la evolución de la moderna actividad de ingeniería de montes, desviándose relativamente de los principios científicos naturalistas desde los que había emergido.102 En todo caso, lo que de manera inequívoca significa aquel hecho es que en un buen número de casos los ingenieros de esta época reprodujeron el viejo modelo puramente gestionarial de las funciones técnicas de fomento de la prosperidad nacional, de estadística, de tutela superior sobre los bienes e intereses públicos y de inspección sobre las actividades económicas, antes que el nuevo modelo que el propio Estado estaba patrocinando, aunque fuese tímidamente, y que se podría resumir en los términos, hoy día ya consagrados, de Investigación y Desarrollo. Otros ciertamente sí comenzaron a transitar por esta senda y son a los que más adelante dedicaremos una mención particular en los epígrafes consagrados a sus memorias de pensión y al análisis, en su caso, de las trayectorias científicas. Por el momento es suficiente apuntar aquí la particular posición de este alto personal técnico ante los nuevos retos del Estado y del mercado del siglo XX después de haber gozado durante el XIX de un régimen sumamente cerrado de corporación moderna al servicio de un tipo de administración jacobina de tradición francesa, 101 El trabajo de PRICE a que se refiere es «Ciencia y tecnología: distinciones e interrelaciones», en B. Barnes, T. S. Kuhn, R. K. Merton y otros: Estudios sobre sociología de la ciencia. Madrid, Alianza, 1980, especialmente, pp. 168-169. Su referencia fundamental en castellano es Hacia una ciencia de la ciencia. Barcelona, Ariel, 1973. 102 Véanse, en concreto sus epígrafes «¿Naturalistas o técnicos?, pp. 67-69, «La inflexión técnica finisecular», pp. 69-71, «Los técnicos y políticos», pp. 139-141 y todo el desarrollo de la administración forestal, pp. 207-217, Ciencia y política...
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bien es cierto que mucho menos pujante que la del país vecino. Tal posición consistía en su emplazamiento entre el Estado, donde la corporación había comenzado a fragmentarse en funciones y organismos nuevos, a veces de diferentes ministerios, que la todavía corporación oficial única se esforzaba en mantener bajo su jurisdicción burocrática —frecuentemente sin mucho éxito, puesto que se trataba precisamente de una política que, deliberada o no respecto a este resultado en concreto,103 tenía la virtud de alterar hasta cierto punto las piezas del esqueleto burocrático de la corporación— y el Mercado, cada vez más exigente en la demanda de este tipo de personal para gestionar desde el campo privado las nuevas oportunidades de negocio abiertas por el desarrollo económico. Lo que acabamos de sugerir merece una aclaración, aunque sea somera. El perfil decididamente científico que adoptaron algunos ingenieros de estas nuevas promociones salidas de la Escuela a partir de la segunda década del siglo XX —un perfil sobre el que la influencia de esta etapa inicial de ampliación de estudios propiciada por las pensiones no debe ser desdeñada— tuvo como efecto la necesidad de replantear algunas condiciones reglamentarias de base sobre las que hasta entonces se había desarrollado la carrera burocrática de estos funcionarios técnicos. Una de ellas era en concreto la rigurosa correspondencia entre categoría y función, que exigía inexcusablemente el traslado de dependencia a cada nuevo ascenso profesional, si no se producía la circunstancia, rarísima, de coincidir dentro del mismo servicio la plaza vacante y el funcionario con derecho preferente a ella. Se superponía por aquellos años tal norma con la tendencia muy marcada en todas las oficinas del Estado hacia la cuadriculación estricta de plantillas en cada dependencia y servicio, de forma que —eso se pensaba— quedasen taponados los portillos secretos por los que pudiese colarse el temido aumento presupuestario de personal y el ingreso o ascenso de funcionarios de favor.104 Así, por ejemplo, el Circuito Nacional de Firmes Especiales, constituido en 1926 (R. D.-L. de 9 de febrero, Gaceta 10) para gestionar técnica y presupuestariamente este capítulo de la política de obras públicas de la Dictadura se constituyó expresamente fuera de la jurisdicción administrativa del Cuerpo oficial de Caminos. El personal facultativo con servicio en él debería pasar a situación de supernumerario dentro del Cuerpo según el art. 43 del Reglamento orgánico de 23 de abril de 1926, Gaceta 24. 104 Tenemos la obligación de repetir lo que ya hemos señalado en otras ocasiones, sin mucho éxito ciertamente, vista la contumacia con que la historiografía, incluso la más reciente, repite los tópicos sobre la administración pública del Estado liberal español. Es lo siguiente: el problema fundamental de la función pública de la primera mitad del siglo XX no 103
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Semejantes principios, como es obvio, resultaban difícilmente conciliables con las características del mencionado perfil científico, desarrollado en la Escuela Especial o en los nuevos organismos de investigación especializada, que exigía como mínimo continuidad en el esfuerzo y acumulación de conocimientos, cualidades ambas no dadas por añadidura a la simple condición burocrática. Pues bien, en tal contexto se justifica la medida adoptada en 1925, poco después de la operación de reforma del ministerio de Fomento y de la publicación subsiguiente de las plantillas de distribución por servicios del personal de ingenieros en sus distintas especialidades.105 Por R. O de 29 de junio, Gaceta 11 de julio, se reconocía abiertamente que las plantillas aprobadas, justificables por razones de buen servicio orgánico en el caso de las Jefaturas provinciales, respondían en otros servicios, como las Escuelas Especiales, Laboratorios, Instituto Geológico, Instituto Agrícola Alfonso XII, Insectario de la Fauna forestal y otros centros análogos, más a una conveniente proporcionalidad entre las diversas categorías que a estrictas necesidades del servicio, puesto que las especiales circunstancias de tales centros aconsejaban prescindir en lo posible de categorías, con el objetivo de que los funcionarios allí destinados gozasen de la permanencia indispensable para la eficacia de la misión docente o científica encomendada. Por ello se autorizaba a variar las categorías marcadas en las plantillas de dichos centros y evitar así el obligado traslado tras un ascenso, con la única exigencia de que tales cambios fuesen ratificados por una disposición publicada en la Gaceta oficial. En fechas ulteriores, esta posibilidad se hizo efectiva de forma concreta en al menos la Escuela Especial de Ingenieros de Montes,106 en la de Minas y en el Instituto Geológico de España.107 Resta, sin embargo, por medir el alcance general de estas líneas de falla entre Cuerpo, Escuela y nuevos organismos de investigación especializada en la carrera profesional concreta de estas titulaciones facultativas fue el sistema del spoil system, —el desgastado tópico del cesante, para entendernos— sino la rigidez de las estructuras de gestión burocrática propiciada por la presión reivindicativa de los funcionarios en su búsqueda de generalización del modelo de corporación técnica privilegiada. 105 R. D. de 11 de mayo 1925, Gaceta 13. 106 Al establecer que el ingeniero Fernando Baró y Zorrilla continuase en la Escuela, no obstante su ascenso a Ingeniero Jefe de 2ª, R. O. Comunicada de 28 de octubre de 1925, Gaceta 4-XI. 107 R. O. de 14 de enero de 1926, Gaceta 19.
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al servicio del Estado. Lo que cabe decir, en todo caso, es que se trataba de desajustes objetivos entre la estructura funcional y burocrática clásicas y las crecientes exigencias científicas de la carrera profesional, incluida su organización profesionalizada. Confrontados entre las dos lógicas que regían su carrera, la gestionarial y la científica, ambas susceptibles de generar sinergias corporativas contradictorias, las líneas de fricción saltan ocasionalmente a la reseña histórica de estas instituciones profesionales, si bien no existe ningún trabajo que las haya abordado monográficamente. Casals Costa menciona la lógica gerontocrática que gobernaba el Cuerpo de montes desde su órgano superior, la Junta Consultiva/Consejo Superior, no muy complaciente por lo demás con las iniciativas científicas que surgían, sin duda deliberadamente, extramuros de su poder, como eran las comisiones para el estudio de algún aspecto específico de la ciencia forestal, lo que explica las ocasionales tensiones entre ambas tendencias, según atestigua el propio Casals en el caso de Joaquín María Castellarnau y la Comisión para el estudio micrográfico de las especies forestales españolas.108 Otros autores han hablado en esta misma especialidad del frecuente cambio de destino de los ingenieros en los distritos forestales como consecuencia de su sometimiento a la economía corporativa de los empleos, lo que explica asimismo el surgimiento de misiones independizadas del servicio ordinario del distrito, el más importante en este campo las del Patrimonio Forestal del Estado durante la época de Primo de Rivera, un servicio con gran autonomía financiera y administrativa y un fuerte poder político, que incluso supuso cierta duplicación de servicios.109 Decíamos que se trataba de fracturas estructurales en el desarrollo de las potencialidades plenas de los Cuerpos y habría que añadir que no siempre iban en la misma dirección que las tendencias corporativas dominantes en sentido estricto, ya que allí donde los poderes públicos adoptaron decisiones de las que se pudiese derivar algún efecto, involuntario o
108 CASALS COSTA: Los ingenieros de montes..., pp. 195-198 y 251-256; del mismo autor monográficamente: «Ciencia y burocracia. El caso de Joaquín María de Castellarnau y Lleopart», en M. Valera y C. López Fernández (eds.): Actas del V Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, Barcelona, DM/PPU, 1991, tomo 1, pp. 660-673. 109 Sobre ello, así como sobre las Comisiones y servicios específicos, con interesantes sugerencias acerca de la cuestión abordada en este punto, GÓMEZ MENDOZA, MANUEL VALDÉS: «Las Instituciones Forestales en la España Contemporánea...», especialmente, pp. 556-560.
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deliberado, de fragmentación de las jurisdicciones históricas del Cuerpo, se vieron por lo general enfrentados al rechazo de la opinión corporativa, con independencia del sentido hacia el que condujesen las mencionadas líneas de fricción. Lo ha visto Pan Montojo a propósito del traslado de los estudios de ingeniería al ministerio de Instrucción Pública durante la época de la II República, decisión que conllevaba —así se declaró explícitamente— el cese del profesorado de las respectivas Escuelas superiores en el servicio activo de los Cuerpos y su pase a la situación de supernumerarios voluntarios.110 Tal decisión, dice Pan Montojo, no fue vista con buenos ojos por los ingenieros, al crear dobles dependencias en el caso de los centros de investigación y al someter al profesorado de las Escuelas a un régimen distinto al de sus Cuerpos de procedencia, recuperando el sistema de oposiciones para la dotación de las plaza docentes.111 El caso fue que los Cuerpos oficiales recuperaron todas sus anteriores prerrogativas apenas poco más de un año después, entre enero y marzo de 1934,112 y que la lógica corporativa supo, una vez más, pasar por encima de los imperativos funcionales para reorientar de nuevo el decurso profesional en los términos acostumbrados. No entraba en la coherencia burocrática, en efecto, que aquella situación se mantuviese cuando el nuevo Cuerpo oficial de ingenieros industriales al servicio del ministerio de Industria y Comercio completaba por las mismas fechas su integración corporativa (un único escalafón, una gradación por antigüedad en el servicio), siguiendo la lógica que había iniciado en tiempos de Primo de Rivera.113 En realidad, se trataba de un fenómeno mucho más general que el circunscrito a los Cuerpos técnicos superiores que hemos mencionado. De hecho, aparece ocasionalmente al hilo de historias generales o monográficas de diferentes especialidades científicas. Podría enunciarse de manera El 2 de diciembre de 1932, Gaceta 4, se dispuso por el ministerio de Obras Públicas que los ingenieros de Caminos que figuraban como profesores de la Escuela Especial fueran bajas en el servicio activo de dicho ministerio y declarados supernumerarios voluntarios. Igualmente se hizo con el resto de los ingenieros, Minas, Montes, Agrónomos e Industriales, dependientes de los ministerios de Agricultura e Industria y Comercio el 16 del mismo mes y año, Gaceta 22. 111 PAN-MONTOJO, Apostolado..., p. 275. 112 Por D. del ministerio de Obras Públicas del 11 de enero de 1934, Gaceta 12, se reestablecía la situación anterior para los ingenieros de Caminos, por otro del de Industria y Comercio de 16 de febrero de 1934, Gaceta 20, para los de Minas, y finalmente por el de Agricultura de 7 de marzo de 1934, Gaceta 9 para los Cuerpos de Montes y Agrónomos. 113 D. de Presidencia de 7 de diciembre de 1933, Gaceta 8, unificando en un único escalafón a los ingenieros al servicio del ministerio de Industria y Comercio, las Escuelas 110
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general, hablando de las interferencias que para una adecuada gestión de las exigencias científicas presentaba la estructura burocrática establecida para las instituciones formativas y académicas españolas llamadas consecuentemente a realizar esa labor. El habitual traslado en caso de ascenso u obtención de cátedra, la estricta jerarquización académica a partir de la Universidad Central madrileña y de las altas instituciones de recompensa científico-profesional, la abigarrada economía de los empleos, todo ello producía el efecto perverso para la investigación de interrumpir, a veces para siempre, el embrión de grupo científico generado en torno a una personalidad de cierto relieve, fenómeno que se fue haciendo más agudo conforme se encarecían las posibilidades, bastante frecuentes en el siglo XIX, de un temprano acceso a la cátedra. José Manuel Sánchez Ron menciona el caso de algunos pioneros de la investigación físico-química, como Manuel Martínez-Risco y Jerónimo Vecino, cuya «producción científica [...] decayó radicalmente» al obtener su cátedra fuera de Madrid y apartarse así de las facilidades y ambiente que les ofrecía el Laboratorio de Investigaciones Físicas creado en 1910 en el marco de la JAE.114 En realidad, tal dinámica de reconducir las nuevas actividades académicas fuera de las instituciones universitarias clásicas, que en España abanderó la JAE, fue también la que emprendieron por la misma época con carácter general los sistemas académicos europeos fuertemente burocratizados y centralistas según el modelo francés e incluso aquellos otros donde esta última característica faltaba, como los de tradición alemana. Ambas derivas académicas pesaban ya con fuerza en los impulsos reformadores de la ciencia y de la educación superior españolas del período. Es más, la última de estas grandes obras de regeneración científica de la preguerra, la Fundación Nacional para Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas, creada en junio de 1931, nació con el objetivo, según señalan Justo Formentín y Esther Rodríguez Fraile, de reunir y potenciar los impulsos y los intereses científicos allí donde se generasen, fuesen empresas, fundaciones o centros universitarios provinciales, por lo que se unieron a ella algunos laboratorios ya existentes Especiales de Madrid y Barcelona y el Instituto de Ampliación de Estudios e Investigación Industrial de Madrid. 114 SÁNCHEZ RON, J. M.: «Las ciencias Físicas y Químicas en la JAE», en Tiempos de investigación. JAE-CSIC, cien años de ciencia en España. Editor científico Miguel Ángel Puig-Samper Mulero. Madrid, CSIC, 2007, pp. 107 y ss.
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en Madrid y otros que se crearán desde 1933 en la propia capital y en Universidades provinciales.115 Sus potencialidades y su tiempo, como resulta obvio, fueron contados, pero no así desde luego las tendencias hacia las que apuntaba, que serán parcialmente recuperados, en otro contexto, dentro de los planes de investigación aplicada del CSIC.116
4. PENSIONES Y FORMACIÓN CIENTÍFICA. UN MARCO DE POSIBILIDADES Lo señalado hasta aquí puede producir la impresión de que se parte de la idea preconcebida, bastante general hoy en día en ciertos ambientes económicos y sociales, de que el desarrollo y aplicación de los esfuerzos profesionales y científicos en el marco de la administración pública significa ya de por sí un acto fallido, el mejor testimonio de la inoperancia de todos esas iniciativas emprendidas por el Estado para movilizar el capital humano en provecho de la economía nacional. No adoptaría quien esto escribe tal posición como punto de partida, al menos sin introducir algunas matizaciones. Se trata en principio de un elemento estructural de análisis, que ciertamente dice mucho sobre el papel que las élites técnicas han jugado en el desarrollo de la economía moderna en España y, más en general, sobre las complejas relaciones entre Estado y Mercado, que es una de las claves más interesante en el análisis histórico del mundo contemporáneo. Resulta perfectamente comprensible percibir una cierta incoherencia en el hecho de promover la visita a fábricas, el conocimiento de nuevos procedimientos industriales, el desarrollo de sectores industriales Se unieron inicialmente tres laboratorios madrileños dependiente de la JAE y desde 1933 se crearon bajo la dependencia de la nueva institución dos institutos en Madrid y ocho laboratorios en centros educativos provinciales, La Fundación Nacional para Investigaciones Científicas (1931-1939). Actas del Consejo de Administración y estudio preliminar, Justo FORMENTÍN IBÁÑEZ, Esther RODRÍGUEZ FRAILE. Madrid, CSIC, 2001, pp. 13-16. También RODRÍGUEZ FRAILE, E.: «La ciencia aplicada en España. La Fundación Nacional para Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas», en Tiempos de investigación..., pp. 243-249 y LÓPEZ GARCÍA, «El Patronato «Juan de la Cierva»... I parte: Las Instituciones Precedentes», pp. 218-225 116 Sobre ello, los destacados trabajos de LÓPEZ GARCÍA, Santiago sobre el Patronato Juan de la Cierva. Además del ya citado, «II parte: La organización y la financiación», Arbor, CLIX, 625, enero 1998, pp. 1-44; «III parte: La investigación científica y tecnológica», Arbor, CLXII, 637, enero 1999, pp. 1-32. 115
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de punta, las formas más eficaces de explotación minera y forestal, las nuevas técnicas de producción agrícola en los sectores del vino, el aceite o la leche, etc., para concluir al final sus principales protagonistas por acomodarse a una economía personal de seguridad antes que de riesgo, que es el núcleo por excelencia de la posición individual —la empresarial— ante el mercado. Sin embargo las cosas tampoco pueden ser enfocadas de manera tan unilateral para la cronología particular en que se despliega el presente estudio. El Estado estaba entrando en el siglo XX con una fuerza inusitada como promotor directo de la oferta de determinados sectores industriales estratégicos, por ejemplo energía, transporte, obras hidráulicas, etc., bajo la fórmula de servicio público, perfectamente consagrada ya en las nuevas orientaciones del derecho público moderno;117 como agente condicionante de manera decisiva, en algunos otros, de la demanda total de determinados bienes y servicios, es decir, como participante en la formación y desarrollo del mercado y no solo en las áreas tradicionales de los monopolios históricos, de la fabricación directa de armas o de las contratas privilegiadas de abastecimiento de municiones, vehículos y material de guerra; como promotor activo o como apoyo financiero de una amplia gama de iniciativas de enseñanza e investigación en los campos industriales emergentes; y, en fin, incluso como promotorregulador de los mecanismos de consenso político-social.118 Al efecto que aquí nos ocupa, lo más decisivo en la compleja perspectiva de relaciones que sugerimos eran, en efecto, las nuevas políticas de promoción de un sistema científico moderno, con la creación de nuevas instituciones de investigación experimental dentro o fuera de los centros
117 Existen ya numerosos estudios sobre sectores de actividad diferentes en diversos lugares. Para un enfoque de conjunto de esta cuestión en España, MUÑOZ MACHADO Santiago: Servicio público y mercado, t.1: Los fundamentos. Madrid, Civitas, 1998. La formulación originaria más acabada fue la llamada Escuela de derecho administrativo de Burdeos, con su figura señera Léon DUGUIT: Les transformations du droit public. Paris, Colin, 1913. Una reactualización de las distintas perspectivas de esta temática en el monográfico Le service public, l’économie, la République (1780-1960), en la Revue d’histoire moderne et contemporaine, 52-3, Juillet-septembre, 2005. 118 Un estudio general de estas nuevas perspectivas del Estado referidas a los sectores energéticos en Francia, en el mencionado libro État et énergie aux XIXe et XXe siècles..., volumen resultado de un seminario sobre el tema desarrollado por iniciativa del Comité entre 2002 y 2006. Particularmente pedagógico al efecto que aquí nos ocupa es el resumen que Denis VARASCHIN hace de los trabajos dedicados últimamente en Francia al caso concreto de la electricidad: «État et électricité en France en perspective historique», pp. 57-96.
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académicos clásicos, con la financiación de contactos e intercambios entre individuos e instituciones, con el patrocinio de transferencias de tecnología en el marco de políticas de colaboración técnica o de inversión. En definitiva, lo que resulta indiscutible es que la evaluación de un esfuerzo de formación y promoción científica no está tanto en que sea de utilidad para una determinada práctica industrial circunscrita a un tiempo y a una política económica como en que lo sea igualmente de una práctica científica de efectos globales y duraderos, en la que todo lo demás está contenido, incluidas las más diversas maneras de transferencia, también en el tiempo largo, hacia las aplicaciones industriales o las políticas públicas. La utilidad del esfuerzo formativo, por consiguiente, solo puede ser evaluada, según dijimos más arriba, desde una consideración general de los campos disciplinares implicados y desde el protagonismo de los ingenieros que están aquí en el punto de mira en la tarea de hacer entrar la práctica científica del país por senda del desarrollo científico moderno, lo que significa nutrir el substrato científico de referencia en cada área, avanzar en el camino de la interconexión de sus recursos científicos con los de la comunidad científica internacional y, en fin, como logro más acabado, componer un corpus de ciencia básica y de tecnología aplicada al servicio de los más variados objetivos económicos nacionales. Ahora bien, el análisis de todo lo cual implicaría entrar de forma monográfica en asuntos de tal amplitud y complejidad que sobrepasarían lo razonable teniendo en cuenta la índole temática del estudio presente. Lo que sigue es, pues, una serie de apuntes bio-bibliográficos y profesionales de algunos de los ingenieros participantes en la experiencia de las pensiones, con el objetivo de sugerir y apuntar las virtualidades de una política pública, más que para el calibrar en toda su extensión los efectos últimos sobre el sistema científico-industrial español de la época.
4.1. Advertencias iniciales Dos precisiones preliminares se imponen antes de entrar en la tarea sugerida. Es conveniente, antes de nada, evaluar el esfuerzo mismo formativo tal y como se plasmó en la experiencia que historiamos. Como dijimos más arriba respecto a las pensiones del sector técnico-obrero, todo el proceso fue concebido y organizado de manera rigurosa, si bien tuvo desde el principio en este sector concreto un carácter mucho más autónomo, cual correspondía al nivel formativo superior implicado. Fue
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obligatorio, como en aquel caso, trasladar a una memoria los resultados finales de la pensión y fue habitual que estas memorias, en ocasiones auténticos tratados por su amplitud y rigurosidad, fueran publicadas bien en forma de libro o folleto —individual o colectivo— bien en las páginas del Boletín de la Junta. Durante los primeros años, la norma se siguió de manera casi general. Buena parte de los trabajos de los ingenieros de las primeras expediciones fueron publicados en tres volúmenes, en los que, por su temática predominante y su planteamiento general, hay que ver, sin duda, la mano de Ernesto Winter. Los tres tienen, en efecto, una patente inclinación hacia los temas relacionados con la minería, la metalurgia y la industria mecánica, con la excepción de dos memorias correspondientes a ingenieros agrónomos. Pero además, en aquellos casos, la articulación de los distintos resultados está concebida de manera integrada, a modo de capítulos de un proyecto científico general dedicado a estudiar la riqueza minera y las técnicas de explotación, con especial vigilancia a las instalaciones de extracción y arrastre eléctricos, las técnicas de primera elaboración metalúrgica, en particular el horno eléctrico, la tracción eléctrica en instalaciones y construcción mecánica, y la política española respecto a los recursos minerales; todo ello en los diferentes países recorridos, que fueron Suiza, Francia, Bélgica, Alemania, Polonia, Suecia, Italia y —novedad a destacar— los Estados Unidos, opción bien asentada entre estos pensionados, que gozaron, sin duda, de mayor autonomía para decidir sus preferencias formativas. Tomando como referencia el conjunto de las pensiones, y no únicamente las memorias que ahora comentamos, 28 de los ingenieros expedicionarios optaron por este país, lo que sin duda refleja una patente inclinación en este sector hacia el modelo económico norteamericano.119 En la consideración del conjunto de las pensiones, este hecho equilibra algo la opción europea, que fue prácticamente unánime entre los obreros y técnicos medios y que sin duda estuvo guiada más bien por consideraciones de tipo práctico. Tras el meritorio esfuerzo inicial, los compromisos formales se relajaron considerablemente en los años siguientes, lo cual tampoco fue obstáculo para que las memorias de los ingenieros más diligentes o más aplicados apareciesen regularmente en las páginas del Boletín y de manera
119 Esta misma querencia hacia el modelo norteamericano la ha observado Vicente CASALS COSTA entre los ingenieros de montes a la hora de buscar un modelo para el nuevo Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias de 1929, Los ingenieros de montes..., pp. 332-333.
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ocasional también en forma de libro o folleto, conforme queda reflejado en la bibliografía citada y en el Apéndice 6. El segundo aspecto que conviene tener en cuenta para una más rigurosa evaluación de los resultados es el de las circunstancias políticas y económicas en que los objetivos formativos tuvieron que desenvolverse. Ningún dato objetivo nuevo, si se quiere, con respecto a lo ya señalado para los pensionados del sector técnico-obrero, pero un detalle subjetivo fundamental: se trataba en este caso de ingenieros, y las esporádicas prevenciones de los responsables de empresas e instituciones ante el obrero pensionado por un gobierno extranjero se convertían ahora en habituales ante la posibilidad de que el pretexto formativo ocultase, en realidad, un larvado propósito de espionaje industrial por parte de unas personas suficientemente formadas como para comprender con suficiencia las complejidades de la ciencia aplicada. Las memorias de los ingenieros, en efecto, están repletas de lamentaciones al respecto, especialmente, como es lógico, en los casos de visitas a centros metalúrgicos, explotaciones mineras o grandes establecimientos de construcciones mecánicas. Pero resulta significativo que no sólo en estos casos. La tradicional solidaridad académica podía también resentirse en circunstancias de nacionalismo político y económico tan exacerbadas como las que imperaban en la Europa de entreguerras y no faltaron, en efecto, entre los ingenieros quejas a ese respecto. En todos los casos quedaba bien claro que, bien por las circunstancias bélicas coyunturales, bien por razones económicas más generales, el esfuerzo formativo no alcanzó en algunas ocasiones las expectativas descontadas. Podemos resumir esta impresión generalizada en las siguientes palabras del ingeniero de minas Menéndez Puget: «dificultades grandísimas» para cumplir la misión; imposibilidad de visitar los establecimientos en algunos casos y, en otros, las visitas «han sido tan rápidas que los ingenieros que me acompañaban en estas visitas parecían más bien procurar despistarme que enseñarme los detalles interesantes del establecimiento».120 Las cartas y recomendaciones de los embajadores y agentes consulares, que fue un procedimiento habitual de apoyo a las actividades de los pensionados, no siempre cumplieron en este caso su cometido y hasta pudieron eventualmente acentuar los recelos, al aparecer con un marchamo oficialista, que debía en todo caso ser objeto de gestión en instancias ajenas 120 MENÉNDEZ PUGET, Laureano: «Preparación de muestras para estudios metalográficos (Laboratorio Dujardin)», en Memorias presentadas por los Ingenieros pensionados en el extranjero, años de 1913 y 1914. Barcelona, La Neotipia, s. f., p. 227.
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al de la economía privada. Las dificultades solo se salvaron en ocasiones por medio de relaciones personales generadoras de mutua confianza o a través de gestiones individualizadas, según señalaban algunos de los ingenieros. En algún caso se menciona la intervención de la escritora polaca Sofía Casanova, del gestor de las pensiones en París, Alejandro Chao, de colegas extranjeros con los que se mantenían contactos previos, de profesores de las Escuelas técnicas, de los representantes en España de las casas extranjeras que se deseaba visitar, o incluso de técnicos de nacionalidad española situados en puestos de responsabilidad de dichas sociedades. En cualquier caso, todos estos recursos no bastaron por lo general para garantizar a los ingenieros pensionados la misma libertad de movimientos de que gozaron los pensionados del sector técnico-obrero. Dicho esto, es preciso señalar, no obstante, en aras de la estricta verdad, que tampoco faltaron testimonios complacientes por el trato cortés y por la eficaz ayuda prestada tanto por los responsables de las empresas visitadas como por los representantes consulares. También las actividades concretas en el extranjero de los ingenieros pensionados merecen algunas acotaciones, que las sitúen en su esfera particular en relación a las de los técnicos obreros. Se trató por lo general de estancias de estudio e investigación mucho más cortas: tres meses, a veces ampliados a algunos más y ocasionalmente por un período todavía más largo, en estos casos ya bajo iniciativa y responsabilidad personal. Pero la limitada duración habitual condicionó, como es lógico, toda la perspectiva formativa. El carácter general de sus indagaciones fue, en síntesis, estudiar la aplicación práctica de técnicas conocidas o procedimientos nuevos en el campo minero, metalúrgico, mecánico, eléctrico etc.; obtener informaciones sobre la organización estatal de determinados servicios, como los de prevención de plagas o enfermedades animales; analizar monográficamente las nuevas aplicaciones de alguna industria, como la del caucho, particularmente en relación con el automóvil y la aeronáutica, la celulosa en relación a la industria papelera y a la textil de la «seda artificial», la de resinas en relación a las industrias de barnices, pinturas y otros productos de la industria química, la electrometalurgia, la obtención de nuevos combustibles, etc. Sin que pretendamos obviamente abarcar con esta enumeración el abanico opcional completo de sus indagaciones, sino solo aquellas que dejaron constancia de sus resultados en forma de memorias publicadas. Volveremos sobre ellos, en todo caso, más adelante, al reseñar las actividades particulares de pensión de algunos ingenieros.
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4.2. Dónde y sobre qué formarse Las inquietudes profesionales y científicas que reflejaban los temas propuestos a estudio no diferían excesivamente, pues, de las que se decantaban de los estudios y prácticas del sector técnico-obrero, solo que en ocasiones adoptaban unos acentos mucho más monográficos y académicos, conforme a las mencionadas singularidades de este tipo de pensión. No resulta difícil, por otra parte, encontrar vinculaciones entre los temas de estudio propuestos y las cátedras o especialidades particulares de los profesores de la Escuela Superior respectiva. Al menos en las primeras expediciones eso fue lo habitual, partiendo los pensionados con un programa concreto de estudios redactado por el correspondiente profesor de la Escuela121. Recogiendo aquí solo unos enunciados generales compendiadores de su amplia diversidad, estaban en primer lugar los que proponían el estudio de la riqueza minera en diversos países y sus sistemas de explotación, con especial examen a los procedimientos eléctricos de arranque y extracción y con una derivación particular desde este campo hacia la industria de destilación de los combustibles, bien de los de origen mineral, bien de los procedentes de los nuevos fósiles líquidos. Como sucedía en el otro sector, también entre los ingenieros la metalurgia del hierro y de los minerales no ferrosos, como el cobre o el aluminio, gozó de una atención preferente, de nuevo aquí ensanchada hacia las industrias de construcción mecánica y hacia las instalaciones y procedimientos de tracción eléctrica. En el campo agrícola y forestal, el interés se centró en el análisis de los sistemas de cultivo y de sus nuevas técnicas, en el examen de las características y aclimatación de variedades de plantas y cultivos, en el desarrollo en el extranjero de la explotación industrial de algunos productos, como el azúcar, cerveza, leche, celulosa y seda artificial, caucho y, sobre todo, viticultura e industria resinera y sus destilados. Por último, otras propuestas se orientaron 121 Algunos de ellos han quedado recogidos en la documentación de archivo, concretamente para la expedición de 1910-11: los de los profesores Octavio Elorrieta, catedrático de Ordenación y Xilometría y Miguel del Campo, de Selvicultura y Dasotomía, en el caso de la Escuela de Montes. También, aunque sin concretar el profesor, para las Escuelas de Minas y Agrónomos. Todos en AGA (5)16 32/16571. La filiación científica aparece en otros muchos casos con solo mencionar los programas de trabajo de pensión, aun sin existir estas referencias expresas.
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al estudio en diversos países de la política oficial sobre la ordenación, cuidado y explotación de la riqueza boscosa, sobre el régimen minero, sobre sistemas de cultivo agrícola y prevención y tratamiento de las plagas y las enfermedades de las plantas y sobre la gestión nacional de las redes eléctricas. Hay que subrayar, no obstante, que las técnicas de explotación de los recursos y los procedimientos industriales que los ingenieros observaron y describieron en sus memorias (por citar algunos, los procedimientos metalúrgicos Talbot,122 y Gröndal,123 la tracción eléctrica, el motor Diesel, el horno metalúrgico eléctrico,124 el explosivo Miedziankit,125 la organización de los servicios de tranvías, las técnicas de galvanoplastia,
122 Se trataba de una variante del procedimiento Martin-Siemens puesto a punto por el ingeniero norteamericano Benjamin Talbot en 1899, en el que se utilizaba colada fundida en lugar de cargas sólidas de lingote y chatarra, descargada sobre un baño de acero y una escoria básica preexistentes en el horno y nunca evacuados completamente para mantener la reserva de calor, ELORDUY, Luis de y RIVAS ARTAL, José: «Notas sobre la obtención del acero, según el procedimiento continuo de Talbot», Memorias presentadas por los ingenieros pensionados en el extranjero, 1914-1915, VII. Madrid, Talleres Tipográficos Fortanet, s. f., pp. 243-264. A pesar del título, las memorias de este volumen corresponden a pensionados del año 1916. La Revista Minera lo había dado a conocer en España ya en 1900, «Reunión anual del Instituto del Hierro y el Acero. Un gran progreso en la fabricación de acero: el procedimiento Talbot», Revista Minera, LI, 1780, 8-VI-1900, pp. 269-270; A. C.: «Más sobre el procedimiento continuo de Talbot para fabricar acero Martin-Siemens», Revista Minera, LI, 1786, 24-VII-1900, pp. 346-348 y «El sistema Talbot en Inglaterra», Revista Minera, LI, 1890, 24-VIII-1900, p. 397. 123 Se trataba de un procedimiento de trituración del mineral bruto y de tratamiento electro-magnético a fin de obtener mineral de mejor ley, con el que se fabricaban briquetas aptas para su fundición con mayor facilidad y rendimiento, en el caso sueco descrito utilizando un horno eléctrico. El procedimiento estaba instalado, además de la fábrica de Ridkarhyttan, en Suecia —de donde lo describía el ingeniero de minas Francisco ROBLES GARCÍA— en otras numerosas partes del mundo, entre ellas España, donde existía una instalación de ese tipo en Alquife, «I.-Preparación mecánica de los minerales por el procedimiento Gröndal. II.- El horno eléctrico de Trollhättan», en Memorias presentadas por los ingenieros..., años de 1913 y 1914, pp. 53-144. 124 El horno descrito por el ingeniero Robles García era el de Trollhättan, en Suecia, una instalación modelo patrocinada por el Estado, quien facilitó gratuitamente la energía durante dos años para promover la utilización de este tipo de horno por sus menores gastos de instalación y sus mejores rendimientos, «II.- El horno...», p. 73. 125 Se trataba de un explosivo de fabricación alemana formado por clorato de potasio (más adelante se utilizarán también otros compuestos, como el nitrato amónico) ligeramente empapado en combustible líquido derivado del petróleo, muy utilizado por empresas mineras y de demolición, debido a su seguridad y economía.
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la metalurgia del cobre, la explotación de las riquezas piríticas) no eran en sentido estricto nuevos en su acepción puramente técnica y que la novedad tal vez estaba solo, para el ingeniero recién licenciado, en su aplicación concreta en forma de explotación o producción industrial, una inmersión en los obligados aspectos prácticos de la teoría aprendida durante los años de carrera, que sin duda habían faltado en la Escuela. De hecho, así se planteó oficialmente en el decreto de 1907 que les incorporaba a la experiencia de las pensiones: «buscar adecuados complementos prácticos a las enseñanzas de nuestras Escuelas especiales», donde los alumnos adquirían «extensa cultura científica», que era preciso complementar para el adecuado desenvolvimiento de las «ciencias de aplicación» si se quería que alcanzasen «la categoría de inventores o innovadores en sus dominios».126 Así pues, la novedad estaba sobre todo —y tal vez sea en este punto donde hay que buscar el aspecto más interesante del proyecto formativo de este sector— en la inmersión en las nuevas formas de hacer a la vez conocimiento científico y aplicación práctica, a través de los múltiples laboratorios que, dentro o fuera de las instituciones académicas oficiales, estaba poniendo en marcha el moderno modelo de desarrollo económico basado en la innovación y en el desarrollo de la ciencia básica y aplicada. Hay que situar, pues, las potencialidades de la pensión en este segmento dentro de las particularidades mencionadas. Si en el caso del sector técnico-obrero uno de los objetivos declarados era, según señalamos en otro lugar, sembrar una semilla de emulación innovadora ante la contemplación del rico escenario de la actividad económica y social de la Europa del momento, para los ingenieros pensionados ese objetivo se impuso como el más pertinente a su, por lo general, menguado período de pensión y al nivel formativo superior con que encaraban el reto. Lo mencionaba expresamente el referido decreto: «ensanchar los conocimientos adquiridos, abrir horizontes a la juventud, estimularla con grandes ejemplos, avivar su ingenio, excitar sus entusiasmos y encaminarla hacia la práctica de lo bien aprendido es, seguramente, obra meritoria de gran valía».127
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Exposición preliminar al R. D. de 16 de junio de 1907, Gaceta 18, p. 1085. Ibídem, p. 1085.
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4.3. Países y centros industriales Entre los establecimientos industriales visitados aparecen muchos de los ya conocidos por formar parte habitualmente del periplo de formación práctica de los técnicos obreros. Como en aquel caso, Francia, Bélgica y, en menor medida, Alemania, Suiza e Italia resultaron ser los países de destino predominantes. Incluso en algunas ocasiones, como excepción, ofrecieron algunos buenos ejemplos de hospitalidad para con los ingenieros pensionados. Los primeros pensionados de minas, José García Siñeriz y José López Mateos recorrieron en Colonia, Alemania, durante 1909 las fábricas Maschinenbauanstalt Humboldt, de locomotoras, y Gasmotorenfabrik Deutz, fabricante del pionero y más difundido modelo de motor de combustión interna, el de patente Otto,128 así como la cuenca minera de Westfalia, describiendo las condiciones geológicas de la zona, el trabajo en las minas, las técnicas y el utillaje empleado129 El también de minas Luis Jiménez Crozat recorrió en 1913 las cuencas hulleras del norte de Francia y las de Bélgica, describiendo sus métodos de trabajo, instalaciones, sistemas de seguridad, maquinaria, etc., sin olvidar la relación de las principales compañías operantes, también en el campo metalúrgico, como las acerías de Angleur; pasó después a Alemania para visitar, ya con menos facilidades, la fábrica Krupp de Essen dedicada a la fabricación de aceros especiales aptos para todas aquellas construcciones metálicas o piezas en la industria del armamento, maquinaria de ferrocarril y de minas, laminaciones, blindajes, etc, que exigiesen una gran resistencia al desgaste y a la ruptura; para concluir finalmente en la Maschinenfabrik de Oerlikon, en Suiza, interesándose, de entre su variada gama de construcciones mecánicas y eléctricas, por los motores de extracción y tracción para el trabajo minero.130 Semejante motivo de interés fue el de Alfonso de Alvarado, que recorrió Francia, Alemania y Austria como observador atento a los avances de la enseñanza y de la industria de aquellos países. En Alemania visitó varias instalaciones de la casa Siemens 128 La compañía había establecido una sucursal en Madrid en 1902, TORTELA, Una guía de fuentes..., p. 61. Ambas empresas confluirán más adelante en la fabricación de motores y vehículos industriales. 129 Informe manuscrito fechado el 21 de noviembre de 1909, en AGA (5)16 32/16566. 130 JIMÉNEZ CROZAT, Luis: «Visita a las cuencas hulleras del norte de Francia», en Memorias presentadas... años de 1913 y 1914, pp. 193-274.
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dedicadas a teléfonos, megáfonos y aparatos de señal para minas (los talleres de la antigua Halske), a cables de extracción mixtos (la Kabel Werke) y a dinamos y alternadores de grandes dimensiones (la Grossdynamowerke de Nonnendampf-Spandau), así como las instalaciones del tren de laminación eléctrico de la fábrica de acero y productos metalúrgicos Rheinische Stahlwerke de Duisburg. En el Imperio austríaco visitó los altos hornos y minas de hulla de la Prage Eisenindustrie, en Bohemia.131 Más adelante, en 1920, otro ingeniero de minas, Juan Luis de Gondra, volverá a plasmar en su memoria de pensión un amplio recorrido por las minas del norte de Europa, comenzando por las de la compañía de Anzin, presente en la explotación de los yacimientos de la cuenca norte francesa desde 1757, siguiendo por los de las cuencas belgas de Lieja (Charbonnages de Bonnier, de L’Espérance et Bonne Fortune, de Bonne Espérance, Batterie et Violette, de La Haye) y de Mons-Charleroi (Charbonnages de Monceau-Fontaine, de Maurage), para pasar después desde el Limburgo belga (Charbonnages de Winterslag) hasta el holandés (mina estatal Príncipe Enrique) en Rumpen-Heerlen.132 Otros ingenieros de minas que recogieron en sus objetivos de estudio temas equivalentes fueron Ramón Rodrigáñez Serrano («Visita a la región minera de Bélgica», 1923) y Roberto de Guezala («El arranque mecánico y transportes de la hulla y problemas relacionados con las cuencas asturianas», 1924). Suiza fue el país elegido por el también ingeniero de minas, Carlos Franco de Bordons, para hacer un seguimiento de la introducción de la electricidad en los establecimientos de construcción mecánica y de su aplicación a la tracción en el ferrocarril y el tranvía, visitando al efecto las fábricas Maschinenfabrik Oerlikon y Brown Boveri, así como las instalaciones de tranvías y ferrocarriles eléctricos de varias ciudades y regiones suizas.133 Como complemento de su memoria añadía además un estudio del motor Diesel —sus propiedades, aplicaciones, combustibles, fábricas— con un apartado especial a la compañía «Sulzer Frères», que había dedicado a la fabricación de estos motores —decía— 131 ALVARADO Y MEDINA, Alfonso de: «Notas del viaje a Alemania y Austria», en Memoria relativa al primer período..., pp. 35-63. 132 GONDRA, Juan Luis de la: «Arranque mecánico de la hulla», BJPIOE, X, 10, 11, octubre, noviembre, 1924, pp. 1-22. 133 FRANCO DE BORDONS, Carlos: «La industria eléctrica en Suiza», Memorias presentadas por los ingenieros pensionados en el extranjero, 1914-1915, VII, pp. 3-203.
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«lugar preferente y a la que se [debían] no pocas de las mejoras introducidas en su funcionamiento».134 El ingeniero industrial J. A. Figuera recorrió en compañía del técnico obrero Andrés Huelves, según señalamos, una docena de establecimientos dedicados en Alemania a diversas aplicaciones del niquelado y la galvanoplastia (la Buch und Kunstdruckerei-Joannes May y la R. & J. Wenninger Graphische Kunstanstalt, de Mannheim, la Karl-Schemmel Graphische Kunstanstalt, de Dresde, la Karnah V. C. Graphiche, de Leipzig, la Metall-Kunst-Werkstatten, de Werdau, la Brendarmour Simhart, de la Nymphenburgerstrasse, 20, de Munich, la Württember-gische Metallwaren Fabrik de Geislingen-Steige, la Norddeutsche Affinerie, de Hamburgo, la Schmole y Compañía y la Heinrich Kissing, de Menden) así como los establecimientos berlineses de las compañías Siemens y AEG, la sección de niquelado de ésta última (la Langbein Pfanhauser-Werke, de Leipzig) y la fábrica de la moneda (Reichsdruc-kerei), también en Berlín, aparte otros establecimientos de enseñanza técnica de interés en el ramo, como la ya mencionada Escuela de Litografía y Grabado de Leipzig, la Escuela de galvanoplastia de Iserlohn y el Laboratorio Electroquímico de la Escuela Superior Técnica (Technische Hochschule Charlottenburg) de Berlín.135 También en Alemania, otro ingeniero de la misma especialidad, Miguel Cortina Gómez, hizo un recorrido en 1923 por las centrales eléctricas de alta tensión —superior a 100.000 voltios— del centro y sur del país, haciendo una minuciosa descripción de sus instalaciones de producción, transformación y transporte de la electricidad producida. En concreto, las centrales descritas fueron las de Lauchhammer (Brandeburgo), y las estaciones transformadoras de las cercanas localidades de Gröditz y Riesa (Sajonia), donde la sociedad explotadora tenía altos hornos de producción de acero; las también termoeléctricas de la sociedad Elektrowerke A. G.: las de Zschornewitz (Sajonia-Ahhalt), Lauta (Sajonia) y Trattendorf (Brandeburgo), suministradoras de la energía a Berlín, Leipzig y Dresde; la termoeléctrica de Hirschfelde (Brandeburgo) y, finalmente la hidroeléctrica del Lago Walchen, en Baviera.136 Un tema parecido se propuso estudiar en Francia el ingeniero industrial José Castañeda Chornet Ibídem, pp. 205-239. FIGUERA, J. A.: «Memoria referente al viaje a Alemania para el estudio de la Galvanoplastia», BJPIOE, IX, 1, 2, 3, enero-febrero-marzo, 1924, pp. 31-37. 136 CORTINA, M.: «Memoria sobre Centrales eléctricas de alta tensión», BJPIOE, XI, 1, 2, 3, enero-marzo, 1925, pp. 51-95. 134
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(«Tracción eléctrica, instalaciones y suministros de energía. La Red Nacional Eléctrica francesa»), una cuestión de plena vigencia en aquellos momentos, que también sugería el anterior con respecto a Alemania: la interconexión de redes entre las diversas compañías explotadoras del negocio de producción y distribución eléctrica. Otro de la misma especialidad, Rafael Belderrain Oteiza, pasó por París, Tours y Lille con el tema de estudio «Talleres de construcción mecánica. Su instalación y funcionamiento», 1926. Por último, el de minas Félix Aranguren Sabas pasará por la fábrica Krupp de Essen, en Alemania, a fin de estudiar la «Fabricación de aceros especiales», entrando en contacto con un campo de especialización que marcará toda su ulterior vida profesional, según veremos. Otras propuestas, sin dejar de orientar su mirada hacia las actividades empresariales concretas, ponían especialmente el acento en las nuevas técnicas y procedimientos en la explotación y uso industrial del carbón y otros combustibles. En algunos casos, las memorias publicadas nos proporcionan un indicio más preciso de las indagaciones llevadas a cabo, casi siempre en torno a los avances en las técnicas de tratamiento de las materias primas minerales para su mejor aprovechamiento industrial. El ingeniero de minas Ramón Díaz Quetcuti estudió el método de aprovechamiento de los minerales separándolos de su ganga por el procedimiento de flotación, que se estaba difundiendo rápidamente en los Estados Unidos. En España —señalaba— el procedimiento estaba todavía en sus inicios y aunque las menas de plomo de Córdoba, Almería y Jaén se trataban perfectamente por los procedimientos de concentración por gravedad, sus schlams contenían todavía un apreciable porcentaje de mineral que podría ser recuperado muy eficazmente por flotación.137 Un tema semejante le fue asignado en 1926 al también ingeniero de minas José Bartual Vicens: «Procedimientos de separación de minerales por flotación y la depuración de los humos producidos por los hornos de plomo». Por su parte, el industrial Miguel Canals Arribas estudió el uso del carbón pulverizado en la calefacción industrial, algo —señalaba— de ya muy antigua tradición, a la que los progresos de los procedimientos mecánicos de trituración, secado y pulverización habían colocado de nuevo en la postguerra en primera línea en lo referente a la producción energética industrial. Su estudio proporcionaba una
DÍAZ QUETCUTI, Ramón: Concentración de minerales por flotación. Madrid, JPIOPE, 1920. 137
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descripción minuciosa de dichos procedimientos, así como de los de transporte del combustible pulverizado, su utilización en las cámaras de combustión y la viabilidad económica del proceso. Como remate, exponía los resultados prácticos de la utilización del carbón pulverizado obtenidos en las instalaciones de la central eléctrica de las minas de Bruay (Francia) y en la central de pulverización de la sociedad minero-metalúrgica OugréeMarihaye, en Bélgica.138 En su estudio le había servido de guía la visita a la École de Chauffage Industrielle del Institut Français des Combustibles et de l’Énergie, dedicado al estudio de los combustibles desde el punto de vista de las transferencias de calor y de las formas de su tratamiento y utilización para obtener rendimientos térmicos óptimos.139 Otro de la misma especialidad, Enrique Miravet Agraz, pasó también por dicha Escuela, interesándose por los procedimientos económicos de combustión y la organización de la economía de los combustibles. Con una perspectiva más general que el anterior, su mirada se dirigió hacia las opciones energéticas planteadas a las empresas, desde la elección del combustible, su precio y garantías de abastecimiento hasta la organización más eficiente de su logística y utilización dentro de las fábricas. También aquí describió someramente la economía del combustible en dos importantes empresas francesas: las acerías de la Marine et d’Homéncourt y de la Creusot. Por último, entró a describir las organizaciones puestas en marcha en diversos países, especialmente Alemania y Francia, por los empresarios para coordinar las investigaciones sobre combustibles, nuevos procedimientos, instalaciones, etc., concernientes a la economía de los combustibles y a la eficacia térmica.140 En la misma línea iban las propuestas de estudio de algunos otros ingenieros de minas: Ruperto Sanz y Sanz, «Destilación de los lignitos», Alemania, 1923, y Carlos Fernández de Caleya: «Destilación de lignitos y turbas a baja temperatura», Alemania, 1924. El primero señalaba en su memoria141 la gran importancia que tenía para España el conocimiento de 138 CANALS ARRIBAS, Miguel: «El carbón pulverizado en la industria», BJPIOE, 7, 8,9, julio, agosto, septiembre, 1923, pp. 25-79. 139 Más tarde École de Thermique. Algún dato al respecto en GUILLERMIC, A.: Le chauffage par les combustibles liquides. Paris, Publications de l’Institut Français du PétroleSociété des Éditions Technip, 1980, t. I, p. VII. 140 MIRAVET AGRAZ, Enrique: Procedimientos económicos de combustión y organización de la economía de los combustibles. Madrid, JPIOPE, 1927. 141 La Revista Minera... publicó en 1925 dos artículos de Ruperto SANZ, que —aun sin indicarlo expresamente, pero con indicios bastante firmes— tienen su origen en las
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los nuevos métodos de extracción de combustibles líquidos a partir del carbón, habida cuenta su carencia de reservas de petróleo. Como poco —añadía— se debería establecer un laboratorio analítico e industrial que se ocupara de testar en los carbones nacionales los métodos de extracción ensayados en otros países.142 Hubo también algunas novedades importantes respecto a los técnicos obreros en lo relativo a la selección de los países y centros industriales de destino. Además del mencionado polo industrial bohemio, entre los nuevos estuvieron los complejos mineros de la Silesia germano-polaca (Kielce, Sosnowice, Dombrowa), que visitaron los ingenieros de minas Tomás González de Canales y Laureano Menéndez Puget. El primero estudió allí la minería y la metalurgia del cobre y del cinc.143 El segundo amplió su análisis a la minería del Sarre (minas de Heinitz, Ruda y Reden) y se detuvo especialmente respecto a la zona silesiana en el estudio de los procedimientos de trabajo de la «Compañía franco-rusa» de Dombrowa,144 una de las sociedades del complejo minero-metalúrgico de la Sociedad Huta Bankowa de aquella ciudad, participada, vía Schneider et Cie, por la Union Européenne Industrielle et Financière, el holding creado en 1920 por aquel grupo, la Banque de l’Union Parisienne y el grupo Empain, entre otros accionistas, para repartirse el control de las participaciones industriales y bancarias del antiguo imperio austro-húngaro, especialmente las de la nueva Checoslovaquia.145 Estuvo igualmente la ya señalada novedad de los Estados Unidos de Norteamérica, para estudiar sus centros mineros (la cuenca plomoinvestigaciones de pensión: «Obtención de combustibles líquidos», LXXVI, 2958, 1-I1925, pp. 4-9 y 2959, 8-I-1925, pp. 21-23.
«Obtención...», Revista Minera..., 2959..., p. 23. GONZÁLEZ DE CANALES, T.: «I.- Metalurgia del cobre (Kielce). II.- Metalurgia del cinc (Sosnowice). III.- Explosivo Miedziankit. IV.- Metalurgia del cinc (Alta Silesia). V.Metalografía», en Memorias presentadas... años de 1913 y 1914, pp. 147-190. 144 MENÉNDEZ PUGET, Laureano: «I.- Instalaciones de relleno hidráulico (minas Reden, Heinitz y Ruda. II.- Lavadero de carbón de la mina Reden. III.- Preparación de muestras para estudios metalográficos (Laboratorio Dujardin)», en Memorias presentadas... años de 1913 y 1914, pp. 272-322. 145 BEAUD, Claude: «Une multinationale française au lendemain de la première guerre mondiale: Schneider et l’Union Européenne Industrielle et Financière», Histoire, Économie et Société, II, 2-4, 1983, pp. 625-645. Del mismo autor, «Inversiones y beneficios del grupo multinacional Schneider: 1894-19432», en Empresas multinacionales, finanzas, mercados y gobiernos en el siglo XX. I. Perspectiva histórica..., pp. 123-140. También, D’ANGIO, Schneider et cie et la naissance..., pp. 176-179. 142 143
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argentífera de Coeur d’Alene, en Idaho, y sus estribaciones en torno a Nine Mile Creek y Canyon Creek, así como su principal empresa explotadora: la Bunker Hill & Sullivan; el distrito igualmente plomo-argentífero de Leadville, en Colorado y su compañía Western Mining Co.), su metalurgia del plomo,146 hierro y acero (Eliseo Belzunce Lizárraga) y cobre (José M.ª Vallés Gómez-Pardo), los modernos procedimientos de beneficio de las menas de hierro (en realidad, una nueva descripción del procedimiento electromagnético Gröndal, ya mencionado147), los métodos de sondeo (Alejandro Lacasa Moreno y José M.ª Lasala Suquilvide) y los nuevos procedimientos eléctricos aplicados a la minería y metalúrgica en aquel país (Juan Gómez Ortíz y Fernando Gondra Lazúrtegui). Hasta en el campo de la agricultura y la explotación económica del bosque este país se convirtió en interesante objetivo de observación para las respectivas especialidades de ingeniería, según veremos de inmediato. Igualmente aparecen entre los nuevos destinos dos polos históricos de producción minera y metalúrgico-mecánica de Suecia, como eran Riddarhyttan, con minas de hierro, y Trollhättan, importante centro de producción hidroeléctrica desde 1909 y sede, entre otros establecimientos, de la constructora de locomotoras NOHAB (a su creación en 1847, Nydqvist & Holm), que más adelante será la base de la aeronáutica y automovilística Saab.148 Muy secundariamente aparecen en el periplo de los ingenieros de ésta u otras especialidades países como Austria, Canadá, Chile, Argentina, Argelia o Túnez. Estudiaron todo ello en una amplísima memoria los ingenieros de minas Pío SUÁREZ INCLÁN y Antonio de las HERAS Y MARAVER: «Minería y metalurgia del plomo y de la plata en los Estados Unidos», Memorias presentadas por los ingenieros pensionados en el extranjero, 1914-1915. Madrid, Talleres Tipográficos Fortanet, s. f., pp. 1-186. En el mismo volumen ofrecía una visión mucho más breve de la riqueza carbonífera del país —yacimientos, producción, exportación, precios— el también ingeniero de minas T. HEVIA Y ÁLVAREZ: «Breve idea de la riqueza carbonífera de los EE. UU.», pp. 189-224. 147 HERRERO EGAÑA, Andrés y CASAUS Y GARCÍA SAMANIEGO, J.: «Estudio comparativo de los modernos procedimientos de beneficio de las menas de hierro en los Estados Unidos», Memorias presentadas... años de 1913 y 1914, pp. 3-49. Idéntico tema de estudio fue propuesto el mismo año por el también ingeniero de minas Jesús Solana San Martín, sin que participase después en la memoria final. 148 Su importancia se acrecentará con el ensanche y modernización del antiguo canal de Trollhättan que unía esta ciudad con el puerto marítimo de Göteborg, ofreciendo mayores facilidades para la salida de su producción a los mercados internacionales. Las obras duraron entre 1909 y 1916, «El nuevo canal de Trollhätan en Göteborg (Suecia)», Revista de Obras Públicas, LXV, 2164, 15-III-1917, pp. 134-136 y LXV, 2165, 22-III-1917, pp. 145-146, artículo recogido de la revista francesa Le Génie Civil. 146
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En el campo agrícola y forestal los temas de atención preferente fueron las nuevas industrias y procedimientos en la explotación de los recursos naturales, así como la organización de los servicios nacionales de ordenación y mejora de la riqueza natural y de prevención de enfermedades de animales y plantas en diversos países. No faltaron, en todo caso, algunas visiones generales sobre el desarrollo agrícola y los procedimientos de cultivo de los países recorridos. Así, el agrónomo Francisco Pando-Argüelles Kreibich recibió el encargo en 1912 de obtener datos sobre la situación agrícola de Francia, Alemania, Suecia y Bélgica, optando finalmente por analizar las condiciones y posibilidades agrícolas de este último país, con una especial atención al estado de la enseñanza agrícola en sus distintos niveles. Noventa y ocho centros contabilizaba en su conjunto, desde la enseñanza práctica elemental hasta la superior.149 Otros dos ingenieros agrónomos, A. Esteban de Faura y Gregorio Cruz Valero, estudiaron en 1913 el sistema de producción extensiva agrícola norteamericano. El primero publicó su memoria de pensión poco después150 y continuó centrado en el tema hasta dar a la luz en 1918 un amplio estudio sobre el régimen de cultivo de secano,151 un trabajo que, junto a otros, contribuyó, al decir de Ramón Garrabou,152 a romper algunos tópicos regeneracionistas sobre la obsolescencia económica de las formas tradicionales de gestión del cultivo cerealista de secano en España, «que no era —según decía el propio ingeniero— tan malo, en general, como suponían muchos, dada su semejanza con este sistema americano, que actualmente es considerado como la última palabra para la explotación de los terrenos de secano».153 Entre las nuevas actividades derivadas de la explotación integral de los bosques estaba la industria del caucho, aunque por la segunda década del siglo se encontrase ya en franco avance la sustitución del látex natural por materia prima sintética. Un ingeniero industrial, Pascau PANDO-ARGÜELLES, Francisco: «Noticias sobre lo que fue y es la agricultura en Bélgica», en Memoria relativa al primer período..., pp. 65-93. 150 ESTEBAN DE FAURA, A.: «El cultivo de secano en América (Dry-farming)», en Memorias presentadas por los ingenieros..., años de 1913 y 1914, pp. 325-402. 151 ESTEBAN DE FAURA, Antonio: Teoría y práctica del cultivo moderno de secano. Madrid, Imp. Clásica Española, 1918. 152 GARRABOU, Ramón: «Sobre el cambio técnico en la gestión del agua en zonas áridas y semiáridas», comunicación presentada al XIII congreso de Historia Económica, Buenos Aires. Comunicación. http://eh.net/XIIICongress/cd/papers/17Garrabou367.pdf. 153 ESTEBAN DE FAURA: «El cultivo de secano...», p. 325. 149
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Olivés pudo recorrer algunos establecimientos menores dedicados a esa industria en Francia y Bélgica (Pontox y Cie, de Marsella, casa Olier en Argenteuil,154 la S. A. pour le Commerce et l’Industrie du Caoutchouc, de Bruselas y Alost, la Manufacture Générale de Caoutchouc G. JenatzyLeleux, de Charleroi, la Colonial Rubber de Gante) después de que algunas grandes empresas (Michelin, Dunlop, Hutchinson, Goodrich, Englebert y otras) le negasen cualquier colaboración.155 Un agrónomo, Santiago Cibrián, dio un amplio repaso en 1923 a la importante rama de la industria del azúcar de remolacha en Francia y Bélgica, tercer y quinto productores europeos, respectivamente, por aquellas fechas, destacando las condiciones naturales, recursos de producción, costes, salarios, rendimientos, maquinaria, comercio de azúcares, etc., y describiendo los trabajos en las fábricas de refinado y de fabricación de azúcar en ambos países.156 Otro de la misma especialidad, Luis Rodríguez López-Neira, analizó detenidamente la industria quesera italiana, desde el estudio de la ganadería lechera hasta los procedimientos de elaboración de la manteca, en particular de los nuevos procedimientos mecánicos de separación de las natas y de los métodos ulteriores de pasteurización, acidificación, batido y demás operaciones de la fabricación del queso, poniendo de relieve sus mejores resultados en calidad y en duración del producto que los sistemas tradicionales.157 Del mismo tema en Suiza («Estudio de la explotación de ganado vacuno para transformación de producto lactífero en la fabricación quesera») se ocupó el también ingeniero agrónomo Arnesto Mestre Artigas. Otro de la misma especialidad, Juan Ibarra Peral, propuso como tema de estudio del cultivo del lúpulo y de las variedades de cebada en relación con la fabricación de cerveza y la obtención de levaduras en Francia, Inglaterra y Alemania. Pero sin duda la mayor atención en este campo se centró en las nuevas industrias derivadas de la celulosa y de la resinación del bosque. Biografía de su fundador, creador de la Société des Établissements A. Olier, que poseía otro establecimiento en Clermond-Ferrand dedicado a la fundición, forja, construcción mecánica y calderería, en Arts et Métiers, 9, septiembre, 1953, p. 50 155 PASCAU OLIVÉS, Francisco: «La industria del caucho en general y la fabricación de cámaras en particular», BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre-diciembre, 1923, pp. 63-96. La parte científica y técnica sobre la nueva industria ocupa la mayor parte del artículo. 156 CIBRIÁN, Santiago: «La industria del azúcar de remolacha en Francia y Bélgica», BJPIOE, VIII, 1, 2, enero-febrero, 1923, pp. 1-43. 157 RODRÍGUEZ LÓPEZ-NEIRA, Luis: «Las queserías cooperativas italianas», en Memorias presentadas por los ingenieros... años de 1913 y 1914, pp. 405-426. 154
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El ingeniero de montes Ignacio Echeverría Ballarín recogió en una de las entregas de su memoria de pensión de 1926 el estado de la industria de la celulosa y de la seda artificial en Francia, Alemania e Italia, contabilizando en el primer país 23 instalaciones de celulosa leñosa y de paja y esparto y 19 fábricas de seda artificial, situadas en las zonas textiles históricas de Lyon, Lille, Roubaix y Tourcoing; en Alemania, 45 fábricas de celulosa y 95 fábricas de seda artificial y en Italia, 6 fábricas de celulosa y 11 de seda artificial;158 una contabilidad complementaria a su estudio sobre los laboratorios y centros de investigación de esta rama industrial, de los que más adelante hablaremos. Al año siguiente el ingeniero publicó un más amplio folleto sobre el tema —recogido de inmediato en el Boletín159— en el que señalaba su deliberado objetivo, más específicamente, de llamar la atención de los industriales españoles sobre las aplicaciones de la celulosa a la industria de las fibras plásticas artificiales, mucho más rentables que las de la pasta de papel, que era la aplicación nacional dominante. Se trataba de un estudio general sobre el estado de tales industrias en el mundo en todos los aspectos relevantes de su producción, mercado internacional, aplicaciones, procedimientos técnicos, práctica industrial, centros de investigación, etc., pero con una particular atención sobre la incidencia y posibilidades de la industria en España y sobre el desarrollo mundial del sector ascendente de las materias plásticas y las fibras textiles artificiales. Una cuestión, pues, de excepcional importancia para España, donde la industria nacional derivada de la explotación de los bosques, en las dos ramas mencionadas, permanecían dependientes de las importaciones extranjeras de materia prima, consecuencia de «una porción de perjuicios nacidos de la aceptación a priori de juicios gratuitos [sobre la escasa capacidad de explotación industrial de la madera nacional] y otros de un espíritu rutinario en exceso [en los procedimientos de explotación] que da como bueno lo que pudo ser cierto hace algunos años, pero hoy no lo es en virtud de los progresos de la técnica».160 158 ECHEVERRÍA, Ignacio: «Información sobre la industria de la celulosa y la seda artificial en Francia, Alemania e Italia, BJPIOE, XII, 10, 11, 12, octubre-noviembre-diciembre 1926, pp. 40-45. 159 ECHEVERRÍA, Ignacio: La celulosa de la madera y la seda artificial. Madrid, JPIOPE, 1927. Recogido con paginación propia en el BJPIOE, XIII, 7, 8, 9, julio, agosto, septiembre, 1927 y 10, 11, 12, octubre-diciembre, 1927. 160 Ibídem, pp. 33-34.
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El gran tema en este campo fue, no obstante, el de la industria resinera y sus productos secos, breas y colofonias, de los que, a su vez, se derivaban una amplia gama de elaboraciones para la industria química, como el aguarrás, pinturas y barnices, encáusticos y revestimientos hidrófugos, colas, lacres, jabones de resina, aceites olorosos, negro de humo, grasas industriales, alcanfor sintético, perfumes y otros. El espacio privilegiado de estudio de esta industria fue Francia, en particular una amplia zona boscosa del Sudoeste de algo más de un millón de hectáreas entre los departamentos de Landes, Gironde y Lot et Garonne, que constituía en sí misma un modelo de colonización económica del territorio a partir de una antigua zona de arenas pantanosas estériles revalorizada por medio de un extenso programa de más de un siglo de investigaciones y trabajos —las primeras repoblaciones comenzaron en 1803 y se prolongaron hasta 1864— en orden al aprovechamiento industrial y a la habitabilidad y conservación del medio. El resultado, pues, como dice Paul Arnould, de una compleja operación que convirtió la vieja estructura agro-silvo-pastoril en un monocultivo del bosque abierto a los logros industriales y a la rentabilidad.161 En 1920 los cuatro ingenieros de montes pensionados (Ángel Carrera Cejudo, Felipe Villar y López, Vicente Brú Gómez y Manuel Neira y Franco) dedicaron su tiempo al estudio de esta industria, los tres primeros en Francia y el último en los Estados Unidos de Norteamérica («Destilación de resinas y colofonias en los Estados Unidos»). Los dos primeros además dejaron constancia en memorias publicadas de los resultados de su investigación. Felipe Villar hizo en la suya un análisis general del medio, el volumen de producción, los precios, los mercados interior y exterior de los diversos productos y las condiciones generales de rentabilidad de la actividad resinera. En último término se detuvo en el problema de los incendios forestales, de sus causas, política preventiva y medios de extinción.162 Por su parte, Ángel Carrera Cejudo, sobre esta misma base, dio a su investigación un sesgo general de apoyo al desarrollo de la industria química nacional, incluidas las condiciones —la estrecha alianza entre producción, ciencia y formación obrera— 161 ARNOULD, Paul: «Les forêts industrielles (Landes, Sologne)», en Les sources de l’histoire de l’environnement. Le XIXe siècle, sous la direction de Andrée Corvol. ParisMontréal, l’Harmattan-Direction des archives de France-Institut d’histoire moderne et contemporaine, 1999, pp. 3-9. 162 VILLAR, F.: «La producción resinera en Francia», BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre-diciembre, 1923, pp. 5-32.
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que, según las investigaciones realizadas, habían espoleado el auge de la industria química alemana. El objetivo último era, en definitiva, que la actividad resinera española —su particular campo de interés— dejase de comportarse como una industria exportadora de las primeras materias elaboradas, aguarrás y colofonias, para comprender también el rico ámbito abierto por el más reciente desarrollo de la industria de las resinas en países como Estados Unidos o Francia.163 En este camino un papel central le estaría reservada a la investigación científica, a partir de una auténtica renovación y apoyo económico estatal —en aquel momento «irrisorio»— de las actividades realizadas en el Instituto Agronómico y en el Instituto de Experiencias Técnicoforestales, en cuyo seno cabría el Laboratorio de Resinas semejante al francés de la Universidad bordelense, que le había cobijado en sus trabajos de pensión.164 También en 1923 el conjunto de los ingenieros de montes pensionados (Dionisio Ramírez Jiménez, F. Prados Martínez, Santiago Puig y Vilar y A. M.ª Jiménez Rico), más uno de la especialidad industrial (José Calviño Ozores), se orientaron hacia esta industria, con preferencia, 163 Sus apreciaciones se correspondían estrictamente con la realidad. La Unión Resinera Española, creada en 1898, dominaba de manera semimonopolística el negocio de las resinas españolas y dedicaba el grueso de su producción al mercado internacional. Solo desde los años 20 emprendió una tímida política de diversificación industrial, «La Unión Resinera Española», Enciclopedia Auñamendi, en línea en http://www.euskomedia. org/aunamendi/, así como «Unión Resinera Española», ABC, 1 de julio de 1908, p. 20, y muy especialmente URIARTE AYO, Rafael: La Unión Resinera Española (1898-1936). Documento de Trabajo nº 9610, Fundación Empresa Pública. Madrid, 1996 y La Unión Resinera Española (1936-1986). Documento de Trabajo nº 2005, Fundación Empresa Pública, Madrid, 2000. 164 CARRERA CEJUDO, Ángel: Las resinas y los laboratorios industriales (Contribución al progreso de la industria química en España)... con un prólogo de Julián Iturralde. Madrid, JPIOPE, 1922. El prologuista, junto con Octavio Elorrieta, habían publicado en 1914 una memoria en el Instituto de Ingenieros Civiles, en la que llegaban a muy parecidas conclusiones que Carrera Cejudo: Estudio sobre la resinación de los montes españoles en sus aspectos botánico, forestal, industrial y económico... Madrid, 1914. Reseñada en Revista de Montes, XXXVIII, 895, 1/5/1914, pp. 308-313 y 896, 15/5/1914, pp. 345-348. Sobre el mencionado laboratorio, así como otras innovaciones de índole semejante de la Universidad de Burdeos, adaptadas a las exigencias económicas de la zona, como la Escuela de Química Aplicada a la industria y a la agricultura y la enseñanza sobre Fermentaciones, PAUL, Harry W.: «Apollo Courts the Vulcans: the Applied Science Institutes in NineteenthCentury French Sciences Faculties», en The Organization of Science and Technology in France, 1808-1914. Ed. by Robert Fox and George Weisz. Cambridge-Paris, Cambridge University Press-Maison des Sciences de l’Homme, 1980, pp. 155-181, 162.
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como en el anterior caso, hacia la mencionada zona productora del sudoeste francés. Solo el ingeniero industrial reorientó su estancia hacia Inglaterra a fin de estudiar la fabricación de barnices y pinturas. Para el resto, el destino fue Burdeos, con indicación ya más expresa de la institución universitaria de acogida: el «Laboratorio de resinas de la Facultad de Ciencias», en realidad un Laboratorio de Química Aplicada a la industria de la Resina creado en 1900, del que más adelante hablaremos. De todos ellos, únicamente Prados Martínez dejó constancia publicada de sus investigaciones, de nuevo una visión general de las posibilidades de explotación del «bosque industrial»: procedimientos de resinación, productos y formas de aprovechamiento industrial y comercial.165 Con posterioridad a esta fecha, solo un nuevo ingeniero de montes, Aguado Smolinski, orientó su interés hacia esta rama («Fabricación de productos derivados del aguarrás y colofonias», 1926). Finalmente, algunos ingenieros de la especialidad agronómica dirigieron su mirada hacia las novedades en el terreno de la mecanización agraria. El ingeniero Jesús Miranda visitó precisamente la Escuela agrícola de Grignon un día en que se probaba un nuevo tractor agrícola de la casa Egmon Lefèvre. A su paso por Berlín Antonio de la Sotilla visitó en 1912 las secciones de la casa Siemens dedicadas a la construcción de maquinaria para el electrocultivo y la de transformadores y electromotores aplicados al trabajo agrícola.166 Otro de la misma especialidad, Miguel Benlloch Martínez asistió en 1920 a un concurso de tractores celebrado en Aisthorpe, cerca de Lincoln (Inglaterra), donde las casas comerciales presentaron 46 modelos diferentes de esa maquinaria agrícola.167 Un cuarto, Ramón Garrido Domingo, tuvo como tema de pensión el estudio del motocultivo en Francia y Bélgica.
165 PRADOS, Francisco: «La industria resinera en la región Sudoeste de Francia», BJPIOE, VIII, 10, 11, 12, octubre-diciembre, 1923, pp. 33-61. 166 MIRANDA Y GONZÁLEZ, Jesús: «Memoria del viaje de prácticas al extranjero», en Memoria relativa al primer período..., pp. 117-119 y SOTILLA, Antonio de la: «Memoria del viaje efectuado al extranjero», en Memoria relativa al primer período..., pp. 173 y 176-185. 167 BENLLOCH, M.: «Una impresión del concurso de tractores celebrado en Aisthorpe, cerca de Lincoln (Inglaterra)». BJPIOE, V, 8, 9, 10, agosto-octubre, 1920, pp. 17-19.
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4.4. Centros de formación e investigación Entre los centros educativos visitados por los ingenieros pensionados no faltó alguno de los frecuentados por los técnicos obreros, como la Superior de Electricidad de Malakoff, en París, donde se formó, por ejemplo, José García Santesmases, pero por lo general su red formativa se completó con instituciones algo diferentes. Algunas eran prestigiosas instituciones de enseñanza superior de ingeniería, bien conocidas en los medios académicos de la respectiva especialidad por los convencionales vínculos transnacionales entre personas e instituciones científicas y por haber acogido ocasionalmente alumnos españoles. Entre ellas estuvieron la Escuela de Minas de París, cuyos laboratorios de química y metalurgia describieron los mencionados García Siñeriz y López Mateos, y la Escuela de Minas de Hainaut, creada en 1836 en la ciudad de Mons, en pleno centro de la minería belga, la primera y más prestigiosa institución formativa de los ingenieros de esa especialidad en el país; la Escuela politécnica superior de Charlottenburg, (Technische Hochschule Charlottenburg), abierta 1879 en Berlín168 o la Policlinique de Lausanne, creada en 1887, donde el agrónomo Antonio de la Sotilla cumplió el encargo de estudiar el «análisis por volumetría físico-química» según el procedimiento analítico puesto en práctica por los profesores Paul Dutoit y Marcel Duboux.169 Este mismo ingeniero visitó además las altas instituciones científicas de Zurich: el Politécnico, el Instituto cantonal de Física y Fisiología, el Federal de Química, el Laboratorio de Mecánica, el Instituto de ensayo de materiales de construcción y la Escuela agrícola y forestal, donde, según decía, se realizaban ensayos sobre la fertilización del suelo por la electricidad y sobre la acción de ésta en diferentes secciones de los vegetales.170 Estuvieron también la Escuela Superior de Agricultura de Zollikofen, junto a la ciudad de Rüti, en Suiza, fundada en 1860, una de las primeras del país,171 la Escuela Nacional de Agricultura de Grignon, la más antigua de Francia (1826), 168 Por ella pasaron el ingeniero de minas Alvarado Medina y el agrónomo Antonio de la Sotilla en 1912. 169 Su libro L’analyse des vins par volumétrie physico-chimique fue publicado en Lausanne por F. Rouge and Cie en 1912. 170 SOTILLA, «Memoria...», en Memoria relativa al primer período..., pp. 172-173. 171 «Écoles d’agriculture», Historisches Lexikon..., http://www.hls-dhs-dhs-dss. ch/index.php. Sobre ella también la memoria Antonio de la Sotilla, Ibídem, pp. 171-172.
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una escuela, según la describía el ingeniero Jesús Miranda, «muy bien montada», con laboratorios de botánica, viticultura, entomología, horticultura, agricultura general, ingeniería rural, geología y selvicultura,172 las de Agricultura de Poppelsdorf y de Vinicultura, Arboricultura y Jardinería, de Bonn y Geisenheim respectivamente, en Alemania. Alguna otra recogía ya las nuevas temáticas especializadas, específicas a las demandas de formación de las industrias ascendentes, como fue el caso de la École de Chauffage Industriel de París aneja al Institut Français des Combustibles et de l’Énergie, visitada por los ingenieros industriales Miguel Canals Arribas y Enrique Miravet Agraz. Era una escuela especializada en el estudio y la enseñanza de los problemas de transferencias y de rendimientos calóricos de los combustibles sólidos y líquidos. Incluso otro ingeniero agrónomo, Juan Miranda González, tuvo especial interés en hacer un recorrido general por la enseñanza agrícola impartida en Inglaterra, lo cual podía considerarse, en principio, una cuestión de relativo interés práctico, dadas las notables diferencias entre las condiciones naturales y las estructuras de los sectores agrícolas británico y español. Pero se trataba, en propiedad, de hacer un recorrido por un modelo muy diferente al que en España y otros países integraban la Escuela Especial y su título oficial de ingeniero agrónomo, algo que precisamente el ingeniero pensionado tenía especial interés en poner de relieve. No existía tal cosa en Inglaterra sino más bien un tipo de enseñanza apropiado para formar un cuerpo de profesores agrícolas para el aula, el laboratorio, el taller y el campo. Eso quedaba implícito en la red institucional que integraban, en el más alto nivel, las Universidades y centros de investigación, entre los que se habían distribuido los distintos campos de especialización científica (Fisiología vegetal, en el Colegio Imperial de Ciencias de Londres; Nutrición vegetal y Nutrición animal, en la Universidad de Cambridge; Patología vegetal y abonado del suelo, en la Estación experimental de Harpenden; Cultivo de frutales y enfermedades de las plantas, en el Instituto Nacional de la Universidad de Bristol; Patología animal, en el Real Colegio de Veterinaria de Londres; Lechería, en la Universidad de Reading; Zoología agrícola, en la Universidad de Birmingham; Economía agrícola, en la Universidad de Oxford), los colegios agrícolas de carácter teórico-práctico, algunos de
172 MIRANDA Y GONZÁLEZ, Jesús: «Memoria...», en Memoria relativa al primer período..., pp. 117-118.
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ellos especializados, como el de lechería de Kingston o el de horticultura de Swanley, las granjas-escuela repartidas por el país y las instituciones particulares especiales. En los colegios, granjas y centros agronómicos se impartían además cursos breves externos para los agricultores, que podían llegar a convertirse en una formación más amplia de dos años equivalente a una especie de peritaje especializado.173 En realidad era, pues, esa vertebración entre investigaciones agronómicas y transferencias de tecnologías y prácticas agrícolas al sector lo que estaba implícito en el campo de observación de estas indagaciones, algo que, más allá de la memoria comentada, constituía el verdadero objetivo de buena parte de las experiencias formativas de los ingenieros pensionados, en cualesquiera de sus especialidades. Fuese en el estudio específico de este tipo de centros o secciones de investigación científica y experimental de las instituciones académicas superiores, fuese en los laboratorios de análisis e investigación observados en el interior de las empresas visitadas, la percepción de los nuevos caminos que adoptaba el desarrollo científico y la competitividad económica internacional constituía, a no dudarlo, el gran horizonte vislumbrado —y envidiado— a través de esas ventanas abiertas sobre el exterior, que eran las pensiones.174 Las referencias, las descripciones, los requerimientos a la autoridad científica de organismos de investigación del tipo mencionado fueron habituales en las memorias de pensión publicadas, cuando no su objetivo MIRANDA, Juan: «Notas de viaje», BJPIOE, VII, 5-6, mayo-junio, 1922, pp. 1-6. Para un encuadre general de esta cuestión, centrado sobre todo en el desarrollo de la industria eléctrica, FOX, Robert and GUAGNINI, Anna: Laboratories, workshops, and sites. Concepts and practices of research in industrial Europe, 1800-1914. Berkeley, University of California, 1999. Sus conclusiones son que los laboratorios de la segunda generación, dedicados a la investigación innovadora y no solo al análisis y al control de calidad, tuvieron un importante papel en el desarrollo de la industria eléctrica, pero solo en la consolidación y la ampliación del avance conseguido inicialmente por otros medios. No fue la causa principal. Del mismo modo, aunque los estudios actuales parecen indicar que la política oficial de investigación nunca ha sido una panacea para todos los momentos y lugares, se puede asumir sin dificultad el hecho de que, hace un siglo, una política orientada a la investigación, ejercida en el contexto adecuado, fue capaz de éxito y que, a fortiori, esta política puede obtener éxito también hoy, pp. 191-195. Al respecto, viene al caso el ejemplo de Werner Siemens patrocinando la oficial Physikalisch-Technische Reichsanstalt (1887) ante el costo y la escasa rentabilidad inicial de la investigación en el campo de las mediciones eléctricas, TEICH, Mikulas: «Investigación eléctrica y normalización en los inicios de la economía corporativa», Empresas multinacionales, finanzas, mercados y gobiernos en el siglo XX. II. Estudios..., pp. 47-49. 173 174
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central de estudio. La ya mencionada Reale Stazione sperimentale di Caseificio de Lodi, en Italia, era para el ingeniero agrónomo Rodríguez López-Neira una referencia permanente de criterio científico al describir la industria quesera italiana. El también agrónomo Santiago Cibrián mencionaba en el mismo sentido el Laboratoire de Biologie Végétale de Fontainebleau175 al analizar la industria remolachera en Francia. Los ya mencionados Jesús Miranda y Antonio de la Sotilla tenían unas muy claras prioridades en su diversificado periplo por las instituciones educativas de Francia, Alemania o Suiza: sus laboratorios de toda clase, sus secciones de ensayo de semillas, sus instalaciones electrotécnicas, de prueba de máquinas, de tecnología hidráulica, de motores de explosión, etc. Ambos dieron particular relieve a sus estancias en el Instituto Pasteur de París, un centro de referencia científica mundial, desde su apertura en 1888, en el campo de la bacteriología y de la química agrícola. Ambos se detuvieron especialmente en las secciones de fermentación y pasteurización industrial aplicada a la mantequería y quesería y en los experimentos sobre nutrición mineral de los vegetales que llevaba a cabo el profesor Mazé en el laboratorio de química agrícola.176 Otro ingeniero de la misma especialidad, José María Dorronsoro, pasó igualmente por el Instituto con el siguiente tema de pensión: «Estudio bacteriológico del suelo. Organización de la sección creada en el Institut Pasteur». Los de minas Elorduy y Rivas Artal redactaron sus «Notas de Mineralografía», complementarias al ya mencionado estudio sobre el procedimiento metalúrgico Talbot, en el laboratorio de metalografía de la Columbia University de Nueva York, bajo la dirección del profesor William Campbell.177 Otro de la misma especialidad, Menéndez Puget, describió los trabajos que se realizaban en el laboratorio de la mencionada «Compañía franco-rusa» de Dombrowa (el Laboratorio Dujardin, por el nombre del ingeniero responsable) para la preparación del «Tonerde» (arcilla o alúmina), un preparado de bruñido metálico mucho más eficaz que el rojo inglés utilizado habitualmente, así como su dotación 175 Creada oficialmente en 1889 por iniciativa del botanista Gaston Bonnier, http://www.univ-paris-diderot.fr/fontavon/historique.php (15/04/2011). 176 MIRANDA, «Memoria...», en Memoria relativa al primer período..., pp. 95-116 y SOTILLA, «Memoria...», en Memoria relativa al primer período..., pp. 138-139. 177 ELORDUY y RIVAS ARTAL: «Notas de mineralografía», Memorias presentadas por los ingenieros...,1914-1915, VII, pp. 265-296. Sus trabajos versaron sobre el estudio microscópico de los metales, sobre matas y speiss y finalmente sobre la aplicación del microscopio a los minerales opacos, p. 243.
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en instrumental para medir la resistencia de las piezas metálicas, la instalación de medición eléctrica y un nuevo cronógrafo Dujardin-Richard.178 El agrónomo José del Cañizo, al reseñar la red de servicios fitopatológicos diseñada en 1913 en Italia, de la que más adelante hablaremos, mencionaba como sus órganos ejecutivos a algunos de estos institutos y laboratorios que se habían ido sumando desde el siglo XIX a la investigación y a la prevención de las enfermedades de animales y plantas: el Laboratorio criptogámico de Pavía, creado en 1871, la Estación de Entomología Agraria de Florencia, de 1879, la Estación de Patología vegetal de Roma, 1887,179 y el Laboratorio de Entomología agraria de Portici, en Nápoles. Su centro de observación había sido además la Universidad de Roma donde el ilustre malariólogo Giovanni Battista Grassi había creado una importante escuela de investigación entomológica en torno a su Laboratorio de Entomología agraria.180 Uno de sus discípulos había sido Gustavo Pittaluga, que tanta importancia ha de tener desde su llegada a España en 1903 en la lucha contra el paludismo. Del resto, tres ingenieros se detuvieron con especial cuidado en describir los centros de investigación de la rama científica relativa a sus especialidades. El ingeniero agrónomo Jesús Navarro de Palencia pasó seis meses en el Reino Unido siguiendo la pista de las nuevas investigaciones sobre genética. Tras dar un repaso a la tradición científica del campo desde los descubrimientos de Mendel y enumerar algunos de sus principales especialistas en todo el mundo (Thomas H. Morgan en los Estados Unidos, Bateson, Punnett, Stapledon, Biffen y Engledow en el Reino Unido, Strampelli, Todaro y Munerati en Italia, Vilmorin en Francia) entró a considerar los investigadores y centros británicos que había 178 MENÉNDEZ PUGET: «III.- Preparación de muestras para estudios metalográficos (Laboratorio Dujardin), Memorias presentadas por los ingenieros... años de 1913 y 1914, pp. 318-322. 179 Sobre ella, SIBILIA, Cesare: La Reale Stazione di Patologia Vegetale di Roma. Roma, Istituto di Studi Romani, 1939 y Atti del Convegno celebrativo del centenario della Regia stazione di patologia vegetale di Roma 1887-1987, Roma, 8-9 giugno 1987. Roma, Edigraf, 1990. 180 Una biografía de Grassi, así como algunas cartas que intercambió con su discípulo Giovanni Noè, que fundó en Santiago de Chile un Instituto de Biología, en el Dossier Battista Grassi, uno zoologo per la malaria. A cura di Ernesto Capanna, Parassitologia, 38, Supplemento 1, dicembre, 1996, pp. 1-46. El propio Grassi recogió, junto a su discípula Anna Foà, las actividades del Laboratorio de Entomología agraria por los años en que lo visitó el ingeniero español: GRASSI, G. B. y FOÀ, A.: Breve relazione sull’attività scientifica e didattica del laboratorio di entomologia agraria della Regia Università di Roma. Roma, Tipografia Cuggiani, 1920.
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recorrido, especialmente la The John Innes Horticultural Institution, que dirigía el profesor William Bateson, el «precursor y bautizador de esta Ciencia», que había hecho de aquella institución «un centro de genética de lo mejor que existe». Pero mencionaba igualmente las investigaciones de la Universidad de Cambridge sobre cereales de R. H. Biffen y F. L. Engledow (el Plant Breeding Institute fundado en 1912) y sobre aves de R. C. Punnet, las del profesor G. Stapledon en la Welsh Plant Breeding Station de 1919 de la Universidad de Aberyswyth, Gales, las del National Institute of Agricultural Botany y la «Estación Nacional de Ensayo de Semillas».181 Con respecto a España, el ingeniero mencionaba algunos nombres pioneros (Antonio de Zulueta en el Museo de Ciencias Naturales, Juan López Suárez después de su regreso de los EE. UU., y sobre todo, en agricultura, Gallástegui Unamuno, dentro de la Misión Biológica de Galicia, Celestino Arana en cereales, Ramón Blanco en ganadería, [José María Díaz de] Mendívil en remolacha y [Fernández] Nonídez, instalado definitivamente en los Estados Unidos182), pero que trabajaban de forma aislada, con «falta absoluta de labor metódica de grupo» y casi sin apoyo oficial. «Carecemos —concluía— de ciencia genética aplicada a nuestra variabilísima producción agrícola, y es necesario percatarse de la absoluta necesidad de comenzarla».183 Por su parte, la preocupación del ingeniero de montes Ignacio Echeverría apuntaba todavía de forma más directa a los problemas prácticos vinculados al desarrollo de la ciencia y la experimentación, en su caso a la de la química de la madera y la celulosa, y en definitiva, al de la 181 Sobre todas estas instituciones y algunas otras más tardías, PALLADINO, Paolo: «The Political Economiy of Applied Research: Plant Breeding in Great Britain, 19101940», Minerva. A Review of Science, Learning and Policy, vol. 28, 4, 1990, pp. 446-468. 182 Tras su primera estancia financiada por la JAE. Sobre todos estos nombres y, en general, sobre el desarrollo de la ciencia genética en España, PINAR, Susana: «The Emergence of Modern Genetics in Spain and the Effects of the Spanish Civil War (1936-1939) on its Development», Journal of the History of Biology, vol. 35, 1, 2002, pp. 111-148, con una muy amplia bibliografía sobre el tema. De la misma autora, ampliando la dimensión exterior de la ciencia genética española tras la guerra civil, el capítulo citado: «La genética española en el exilio y su repercusión en la ciencia mexicana», en De Madrid a México.... Sobre Gallástegui y Zulueta, también algunos datos en los capítulos de Amando ORDÁS y Alfonso NAVAS, respectivamente, del mencionado libro Tiempos de investigación... 183 NAVARRO DE PALENCIA, Jesús: «Los problemas de la genética y su actualidad», BJPIOE, X, 4, 5, 6, abril, mayo, junio, 1924, pp. 47-62. En las últimas páginas recoge el resultado de un trabajo experimental de citología genética realizado durante el tiempo de pensión, pp. 56-62.
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propia justificación del período formativo exterior que encaraba. Comenzaba señalando «la necesidad de intensificar la investigación científica en España» con un triple objetivo: el primero, formar un personal técnico especializado y convenientemente adiestrado en la práctica de la fabricación, motivo de preocupación en España, «con sobrada razón», e imposible de solucionar si no se creaban institutos de experimentación que convirtiesen los remedios del momento —la formación del personal en el extranjero— «en soluciones perennes», que garantizasen la «independencia científica». Los institutos de experimentación podían, por tanto, contribuir a solucionar el problema de la «la escasez de bibliografía técnica y científica», nacional, que no era «por desgracia abundante, ni [podía] serlo mientras no [existiese] una investigación seriamente organizada y protegida»; el segundo objetivo, la mejora en los procedimientos a fin de obtener un mayor rendimiento industrial y la consiguiente ventaja competitiva en los productos manufacturados; y finalmente, el avance en la calidad de los mismos aplicándoles nuevos perfeccionamientos. Ambos eran objetivos de particular urgencia en las circunstancias de la economía del momento. La reconstitución postbélica había hecho prosperar, a la par que la producción industrial, un «movimiento paralelo de investigación científica», «con una intensidad jamás alcanzada», orientado hacia la solución de aquellos problemas sugeridos por la práctica industrial, que habían dejado obsoletos los antiguos laboratorios de análisis y ensayos existentes en las empresas antes de la guerra. España no podía quedar al margen del movimiento, «ya que —señalaba— la inferioridad en varias ramas de su industria nacional proviene, en gran parte, de un cierto espíritu restringido y de mal entendida economía que mira tan solo al provecho momentáneo e inmediato», sin darse cuenta de la rentabilidad final de ese tipo de instalaciones. En coherencia con sus propuestas mencionaba el conjunto de institutos de ensayos químicos de madera y celulosa más recomendados del mundo —y sus principios de financiación, organización y funcionamiento— (el Forest Produts Laboratory, de Madison y Montreal en Canadá; el Laboratorio central de Helsingfors de Finlandia, creado en 1913; la Versuchs-station für Holzund Zellstoffchemie de Eberswalde, Alemania; el Instituto para la química de la madera de Abo, en Suecia; el Das Papier technische Institut de Göthen, Alemania, de 1915; el Instituto de Experimentación de Milán, la Escuela Superior Técnica de Darmstadt, Alemania, y el Instituto Politécnico de Grenoble) de los que dependerían en buena parte la evolución futura de una industria de tan considerables posibilidades
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como eran el papel, la celulosa en fibra, la nitrocelulosa, el celuloide, el acetato de celulosa o «la seda artificial».184 Sin duda no es un dato aleatorio que este mismo ingeniero termine, a treinta años vista, por reseñar la historia del Laboratorio de Celulosas, abierto en 1927 dentro del recién reorganizado Servicio de Investigaciones y Experiencias Forestales —y en el definitivo Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias de 1929— en calidad de investigador de su primera hornada, como más adelante señalaremos. Por último, el tercer ingeniero, Ángel Carrera Cejudo, se centró en la industria química derivada de las resinas y para ello no pudo por menos, según dijimos, de ponderar el meritorio trabajo realizado por el Laboratorio de química aplicada a la industria de la resina desde su creación en 1900 por iniciativa del profesor Vèzes, a petición de los profesionales de la resina de la Gironda y las Landas. Por los años en que los ingenieros pensionados frecuentaron el centro se estaba dando un nuevo paso en la concordancia entre los intereses industriales de la zona y la investigación científica en este ramo con el proyecto de creación de la asociación denominada Instituto del Pino, que tenía como objetivo programático, según Carrera Cejudo, la conservación y aprovechamiento integral de las landas francesas, con funciones de investigación, enseñanza técnica, laboratorio de ensayos, oficina de documentación y negociado industrial.185 Terminará convirtiéndose en 1937 en un Instituto universitario de la Universidad de Burdeos, al que se agregará en 1940 un Departamento de Celulosa.186 Y es que, en efecto, la existencia en España de centros de naturaleza equivalente a los que los ingenieros pensionados recorrían en su periplo exterior nos permite conocer mejor en algún caso lo que constituían las cuestiones científicas y los asuntos de la política práctica del momento de una determinada especialización técnica, lógicamente presentes en las inquietudes formativas de los expedicionarios. Las secciones de experimentación afectas al Instituto agrícola de Alfonso XII, como la Estación 184 ECHEVERRÍA, Ignacio: «Los institutos de experiencias químicas de madera y celulosa», BJPIOE, XII, 10, 11, 12, octubre-noviembre-diciembre 1926, pp. 1-18. Volvía a insistir sobre esta urgente tarea de investigación en el mencionado folleto de 1927: La celulosa..., pp. 36-38. 185 El ingeniero Carrera Cejudo publicó en el Boletín el proyecto de Instituto del profesor Georges Dupont, su principal impulsor: DUPONT, Jorge: «El Instituto del Pino», traducido por A. Carrera Cejudo, BJPIOE, VI, 3, 4, marzo-abril, 1921, pp. 1-7. Se hizo eco de él en su memoria de 1922: Las resinas..., pp. 76 ss. 186 Datos en «Historique» del sitio http://www.u-bordeaux1.fr/ipin/accueil.htm.
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de Patología vegetal de 1888, la Estación Pecuaria Central y las pecuarias provinciales de 1924, la red de Granjas Escuelas prácticas de Agricultura que se desarrolla desde el siglo XIX, las estaciones enológicas creadas en la lucha contra la filoxera, y su culminación en la Ampelográfica Central de 1913, los centros aislados de experimentación horto-frutícola, sericícola y de cerealicultura, los de motocultivo, las Estaciones de Olivicultura y Elayotecnia, etc.,187 pueden ser buenos ejemplos, definitivamente completados con el Instituto Nacional de Investigaciones y Experiencias Agronómicas y Forestales y con el definitivo Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas de 1932.188 Es habitual encontrar estos centros en el curriculum administrativo de los ingenieros agrónomos y algunos de los pensionados, en efecto, hicieron de las principales cuestiones que allí se ventilaban el objetivo temático de su estancia en el extranjero. Para alguno de ellos terminará siendo el principal campo de especialización de toda su carrera.189 Merece la pena recoger algunos nombres y 187 Al efecto, el epígrafe «El Instituto Agrícola de Alfonso XII y los primeros establecimientos docentes y experimentales», de PAN-MONTOJO, Apostolado, profesión y tecnología..., pp. 126-141. Estos centros representaban antes de la República la ocupación numéricamente más amplia del Servicio Agronómico, según este autor, p. 257. En concreto, sobre las Estaciones relacionadas con el vino, del mismo autor: «Los orígenes de la intervención estatal en la vitivinicultura: las Estaciones Vitícolas, Enológicas, Antifiloxéricas y Enotécnicas (1870-1900)», en Vinyes i vins, mil anys d’història. Comunicacions del III Col·loqui d’història agrària... Barcelona, Universitat..., 1993, vol. 2, pp. 119-130, así como el epígrafe «Renovación técnica y fomento de las exportaciones: dos programas públicos fallidos» de La bodega del mundo. La vid y el vino en España (1800-1936). Madrid, Alianza-Ministerio de Agricultura..., 1994, pp. 229-243. También, el ya citado trabajo de CARTAÑÀ I PINÉN, Jordi: «Las estaciones agronómicas y las granjas experimentales como factor de innovación...». 188 En él se integraron las siguientes instituciones de investigación y prácticas agronómicas entonces existentes: Estación Agronómica Central, Estación de ensayo de semillas de Madrid, Estación de ensayo de máquinas, Estación de motocultivo de Madrid, Estación de Patología vegetal, Estación Ampelográfica Central, Estación Sericícola de Murcia, Estación de Riegos de Binéfar, Estación de Viticultura y Enología de Vilafranca del Penedés, Estación de cerealicultura, Servicio Meteorológico Agrícola, Estación de Patología Pecuaria, Estación Pecuaria Central y Estación Superior de Oleicultura y Elayotecnia, CASALS COSTA: Los ingenieros de montes..., p. 327. También, PAN-MONTOJO: Apostolado, profesión y tecnología..., pp. 254-256 y 268-279. 189 Una valiosa aproximación a las condiciones económicas y técnicas de la vitivinicultura de diversas regiones productoras españolas, centrada muy especialmente en el siglo XX, Viñas, bodegas y mercados. El cambio técnico en la viniviticultura española, 18501936, Juan Carmona, Josep Colomé, Juan Pan-Montojo, James Simpson (eds.). Zaragoza, Prensas Universitarias..., 2001.
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sus objetivos temáticos de pensión. En el campo vitivinícola fueron partícipes de esta experiencia algunos de los que llegarán a ser en las décadas siguientes destacados expertos de la moderna enología española.190 Alfonso Ruiz de Assín pasó en 1911 por Burdeos con el tema de pensión «Estudio de la fabricación de vinos» y será después director de la Estación Enológica de Jumilla durante ocho años;191 Arnesto Mestre Artigas, aunque dedicó su tiempo de pensión al «Estudio de la explotación de ganado vacuno para transformación de producto lactífero en la fabricación quesera», llegará a ser uno de los más prolíficos investigadores en la especialidad vinícola y hombre de gestión de sus aplicaciones como director de la Estación Enológica de Felanitx, fundada por iniciativa de su hermano Cristóbal. Bajo su impulso técnico se organizó además en 1919 la Bodega Cooperativa de esa localidad mallorquina.192 Otro de ellos, Francisco Jiménez Cuende, estuvo en Francia e Italia en 1920 estudiando la «Viticultura y la cooperación agrícola» en esos países. Inmediatamente pasó a profundizar en su perfil científico enológico desde sus destinos oficiales en la Estación de Enología de Aranda de Duero (desde donde contribuirá al esfuerzo regeneracionista de Alfa, revista publicada por la Comisión de Iniciativas de Burgos desde 1920), en la Estación de Ampelografía y Enología Central y al frente de la sección 4ª del Ministerio de Agricultura, desde donde impulsará el estudio de la reforma del Estatuto del Vino de 1933. En 1928 contribuirá a la creación de la revista Agricultura. Revista Agropecuaria, en cuya dirección ha de permanecer entre 1932 y 1967;193 por su parte, Francisco Sánchez Herrero dirigió sus pasos a esos países ese mismo año con idéntico cometido: 190 Existe una tesis doctoral que encuadra perfectamente el estado de estos estudios y sus principales cultivadores durante el siglo XIX, MARTÍNEZ MONTALVO, Mercedes Cristina: Nuevos estudios de las fermentaciones y del suelo en España durante el siglo XIX. Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2004. 191 Tras pasar por Colonización y Servicio Catastral, entrará en el Ministerio, donde llegará a ser jefe de la Sección Agronómica de Madrid, CAÑIZO GÓMEZ, Cien promociones..., p. 286. 192 BENIMELIS SEBASTIÁN, J.: «L’Estació Enològica de Felanitx i la reconstitució de la vinya a Mallorca a la primera meitat del segle XX», en Vinyes i vins..., vol. 1, pp. 225243. Sobre Arnesto Mestre, OLIVER D’AUBOCASSER, J.: «Fet per memòria. D. Arnest Mestre Artigas», Felanitx, XXXIII, 1557, 10-II-1968, pp. 1-5, así como otros artículos del mismo número, dedicados a recordar su actividad como fundador de la Bodega Cooperativa de Felanitx, pp 1 y 8 y de la Cooperativa Agrícola Poblense, p. 3. 193 «Ha muerto Francisco Jiménez Cuende», Agricultura. Revista Agropecuaria, XLIX, 579, septiembre 1980, p. 564.
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«Viticultura y enología en Francia e Italia». Más tarde le veremos destinado en la Estación de Viticultura y Enología de Haro y a continuación al frente de la Estación de Arboricultura y Fruticultura de Logroño hasta su destitución en 1936.194 Por el contrario, una de las figuras clave de la enología española del siglo XX, Juan Marcilla Arrazola, pensionado en 1911, proyectó en esta ocasión dedicar su tiempo en el exterior en un tema ajeno al de su definitiva especialización: el estudio de «La olivicultura en Italia».195 Sobre él volveremos más adelante. En el campo de la selección y cultivo especializado de las plantas en su relación con la cría animal dos ingenieros agrónomos pensionados llegarán a convertirse en sobresalientes zootécnicos agronómicos dentro del Instituto Agrícola Alfonso XII (desde la República, Instituto Nacional Agronómico) y de la Estación Pecuaria Central aneja a la Granja de Castilla la Nueva, en la finca de la Florida, organizando allí un magnífico laboratorio para el estudio de la alimentación del ganado. Uno de ellos, Zacarías Salazar Mouliáa analizó en su viaje de pensión en 1912 «Las estaciones de ensayos de semillas de Europa», en concreto de Zurich, Viena, Lausanne y Berlín, especialmente las dos primeras, que consideraba las más avanzadas. Su objetivo práctico de observación preludiaba ya el perfil científico de toda su vida: el «ensayo de semillas conducente al mejoramiento de la alimentación de la ganadería, tan mal explotada en nuestro país, y cuyo estado decadente tanto influye en el atraso de nuestra agricultura», labor que realizará como profesor de Zootecnia en el Instituto Agrícola Alfonso XII desde 1923 y como director de la Estación Pecuaria Central vinculada a la mencionada cátedra desde 1924.196 Más tarde se unirá a sus 194 Datos de PROVEDO, José: «Estación de Fruticultura. Centro de Logroño. 19161973». Zubia, 6, 1988, pp. 81-90, p. 83. Sobre la estación de Haro, Estación Enológica de Haro. Cien años de historia (1892-1992), Javier Pascual Corral, José León Sánchez (coords.). Logroño, Gobierno de La Rioja..., 1992. 195 Alfonso V. CARRASCOSA SANTIAGO dice que la estancia en el extranjero la realizó en la Estación Vitivinícola de Montpellier, «Juan Marcilla. Presidente fundador de la SEM», Actualidad SEM, 45, junio, 2008, pp. 16-21, así como «Juan Marcilla Arrazola (1886-1950)», http://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/patrimonio/personajes/biografia.asp?id=23. No tenemos constancia de ello. No existe seguimiento ulterior de la pensión ni memoria final. 196 SALAZAR, Zacarías: «Las estaciones de ensayos de semillas de Europa. Observaciones», en Memoria relativa al primer período..., pp. 131-136, p. 136. Sobre su importante trayectoria científica, CAÑIZO GÓMEZ, Cien promociones..., pp. 287-291. La Estación Central pasará a depender de la Dirección General de Ganadería, al crearse este organismo en mayo de 1931, BARATAS DÍAZ, Luis Alfredo y FERNÁNDEZ PÉREZ, Joaquín:
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investigaciones Miguel Echegaray y Romea, quien volverá a Zurich en 1926, también pensionado, para analizar las «Experiencias modernas de alimentación y nutrición del ganado». Pasará a continuación bastantes años como Agregado a la Embajada de España en Washington y, a su regreso, llegará a ocupar el puesto de Consejero de la FAO y a ser presidente del Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas. En el campo del estudio y tratamiento de las enfermedades de las plantas, además de los estudios ya mencionados más arriba, otros temas de pensión fueron el «Estudio de las principales enfermedades del olivo», llevado a cabo en Italia por el ingeniero agrónomo José Romany en 1911. Las vicisitudes de la carrera le llevaron, sin embargo, en 1926 a la dirección la Estación Enológica de Reus, donde desarrollo un plan en tres direcciones: extensión del servicio de cooperación técnica al cultivo de los árboles frutales, desarrollo de la investigación sobre la vid y apoyo a la enseñanza impartida por la Escuela de Viticultura y Enología puesta en marcha en la Estación;197 y la «Selección y enfermedades de las plantas», estudiada en los Estados Unidos por el de la misma especialidad Juan Cayetano Villar y López. Pero la referencia científica principal en este campo será sobre todo Miguel Benlloch Martínez, según veremos, aunque su memoria de pensión, ya mencionada, apenas ofreciese pistas sobre este definitivo perfil científico. Semejante punto de referencia ofrece —y hasta podríamos decir en mayor grado en razón del conocimiento que tenemos al respecto por los mencionados trabajos de Josefina Gómez Mendoza y Casals Costa— el Instituto Central de Experiencias Técnico-forestales de 1907 y su heredero, el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias de 1929.198 Aun sin contar en numerosos casos con memorias publicadas de los resultados de la pensión, el simple enunciado de sus propósitos los relaciona de manera natural con las líneas de investigación desarrolladas en aquel Instituto por la nueva ciencia forestal española, tal y como las han descrito los mencionados investigadores: Joaquín Aguirre Martínez y «Proyectos de mejora y desarrollo ganadero de la Dirección General de Ganadería de 1931 a 1936», Llull, XII, 1989, pp. 309-322. 197
ARNAVAT, Albert: «L’Estació enològica de Reus», en Vinyes i vins..., vol. 1, pp. 213-
223, especialmente, p. 221. 198 Además de los mencionados, el muy sugestivo trabajo de GÓMEZ MENDOZA, Josefina y MANUEL VALDÉS, Carlos M.: «Las instituciones forestales en la España contemporánea», ya mencionado, pp. 549-588.
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Martín Sada Moneo se dirigieron a Francia, Suiza y Austria en 1911 para estudiar «Selvicultura y Dasonomía»; Miguel Bermejo y Durán ese mismo año a Francia con el tema «Ordenación y Xilometría. Montes del Franco-Condado y de las Landes»; entre octubre de 1920 y abril de 1921, José Elorrieta Artaza (hermano de otro ingeniero de montes, Octavio, quien, como profesor de la Escuela, como director del Instituto desde 1922 y como director general de Montes, Pesca y Caza desde 1928, tuvo una influencia muy destacada en la reorientación del aprovechamiento de los bosques españoles hacia producciones mediatas y no solo madereras, como era habitual hasta entonces, en la cristalización definitiva de los mencionados centros de investigaciones forestales y en la elaboración de las Instrucciones para la Ordenación de Montes de 1930199), estuvo en California estudiando la ordenación de montes en aquel Estado; junto a él compartió el mismo objetivo el ingeniero Ángel Lirón de Robles, quien después ha de realizar su labor profesional en la Confederación Hidrográfica del Ebro; aquel mismo año Antonio Fornes Botey recorrió Francia, Suiza e Italia analizando la corrección de torrentes y realizando finalmente su memoria sobre «El valle de Chamonix bajo el aspecto hidrológico forestal»; otro, Cecilio Susaeta, centró su atención en el «Estudio de los transportes forestales en Suiza», 1920, sin duda en ambos casos bajo la dirección del catedrático de la Escuela, Fernando Baró y Zorrilla, titular de la cátedra Construcción general, construcción forestal y transportes forestales, e interesado igualmente en hidráulica torrencial;200 otros dos ingenieros, José M.ª Herreros López y Vicente Pastor Pérez, se orientaron hacia Chile para realizar estudios de la flora chilena y de sus condiciones climatológicas en comparación con las de España, con vistas a la posible aclimatación aquí de algunas de sus especies exóticas. El segundo terminó instalándose en Chile, donde, según Vicente Casals Costa, colaboró con la Inspección de Bosques, que le encargó la redacción de un pequeño manual sobre las industrias forestales, se hizo cargo de la cátedra de Silvicultura del Instituto Agronómico de aquel país y pasó después a ocuparse de los trabajos de repoblación que desarrollaba la Compañía estatal de Ferrocarriles. Más El texto de referencia de la política oficial forestal que sustituyó al de 1890, GÓMEZ MENDOZA, Ciencia y política..., pp. 230-234 y CASALS COSTA, Los ingenieros de montes..., pp. 281-285 y 325-342. 200 Sobre él y otros ingenieros interesados en esta cuestión, el epígrafe «Especialistas en hidrología torrencial», GÓMEZ MENDOZA, J., Ciencia y política..., pp. 141-143. 199
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adelante se dedicará a la industria forestal privada, siendo el primer ingeniero de montes que actuó profesionalmente en el país.201 Con la misma orientación Manuel Martín Bolaños recorrió Francia, Italia, Túnez, Argelia y Marruecos estudiando la composición de los bosques y sus condiciones de regeneración, con vistas a la aclimatación peninsular de especies exógenas, en particular del eucalipto, campo éste que terminará siendo su principal línea de especialización, según veremos. Aunque en esta ocasión solo es el tema de la última parte de su memoria de trabajo, sus apreciaciones finales preludiaban el interés científico y económico —que no el ecológico, según puntualiza J. Gómez Mendoza202— que su posterior trabajo va a proyectar sobre esta especie arbórea: «sin tener en cuenta el valor del suelo, si durante doce años se planta una hectárea en cada uno, las rentas obtenidas a partir de esta época cortando anualmente la parcela que cumple los doce, son iguales al coste total de la plantación, aumentado en sus intereses en dicho período»203. Algunos de los mencionados —y otros también pensionados, aunque sin referencia expresa de tema de estudio, como Luis Sanguino, Ezequiel González Vázquez o J. A. Pérez Urruti— formaron parte de la nómina de pioneros en las líneas desarrolladas en el mencionado Instituto Forestal. Baste mencionar algunas de sus iniciales secciones: la de flora y mapa forestales, la estación de ensayos de semillas, la de hidráulica torrencial, el laboratorio de la madera, la de resinas, la de celulosas y su laboratorio,204 la de CASALS COSTA, Vicente: «La política forestal en Chile. Una perspectiva histórica», Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 45 (16), 1 de agosto de 1999, dentro del monográfico Iberoamérica ante los retos del siglo XXI, Número extraordinario dedicado al I Coloquio Internacional de Geocrítica. 202 «Resulta sorprendente que uno de los ingenieros —refiriéndose a Martín Bolaños— que más se detuvieron en el estudio ecológico y que más criticaron las aclimataciones, no apunte ni siquiera alguna duda respecto a la conveniencia de la difusión del eucalipto», GÓMEZ MENDOZA, J., Ciencia y política..., p. 245. 203 En mayúsculas en el original, MARTÍN BOLAÑOS, Manuel: «Memoria de un viaje forestal por el extranjero», BJCPIO, XV, 7, 8, 9, julio, agosto, septiembre 1929, pp. 1-38 (numeración propia) y BJCPIO, XV, 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre 1929, pp. 39-75. 204 El laboratorio formado de 1927, dentro del recién reorganizado Servicio de Investigaciones y Experiencias Forestales (y en el definitivo Instituto de 1929), estuvo en un principio instalado en un espacio de la propia Escuela Superior hasta la inauguración del nuevo edificio de la institución en 1954. Narraba su creación y describía la maquinaria y los trabajos realizados durante los primeros años en su nueva ubicación el ingeniero Ignacio ECHEVERRÍA BALLARÍN, uno de sus primeros investigadores: «La instalación semiindustrial de celulosa y papel del Instituto Forestal», Montes, nº 74, 1957, pp. 71-77. 201
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combustibles vegetales.205 De los ingenieros recién mencionados, Luis Sanguino fue uno de los redactores —junto con Fernando Baró y Eladio Romero— de la memoria de 1927 que reivindicó —y obtuvo en 1929— la autonomía científica del antiguo Instituto Central de Experiencias Técnicoforestales tras su relativa disolución dos años antes en el Instituto Nacional de Investigaciones y Experiencias Agronómicas y Forestales.206 Los otros dos, cuyas memorias de pensión no aparecieron en el Boletín de la Junta, publicaron en la Revista de Montes algunas notas complementarias a su informe, que muestran bien la índole de las preocupaciones científicas y profesionales que habían encarado en su viaje por el extranjero. El primero dio un repaso a los jardines zoológicos —Acuarios, Terrarios e Insectarios— que había visitado en su paso por Berlín, en razón de ser, en su opinión, «grandes auxiliares en la enseñanza» y estar «llamados a desempeñar un papel importante en los estudios de investigación».207 El segundo se detuvo en analizar los investigaciones realizadas en Selvicultura y Dasonomía por parte de algunos científicos y botánicos pioneros (los austriacos Cieslar y Schott, el francés Jolyet, los alemanes Mayr, Engler, Schütt, Kienitz-Gerloff y Zederbauer) dentro de diversos institutos de experimentación de aquellos países, muy en particular de la Estación de Experiencias Forestales de Mariabrunn, en Viena. Todas esas investigaciones se cobijaban de diferente manera, poniendo el acento bien en la adaptación, bien en la herencia, bajo las amplias perspectivas teóricas abiertas por el principio de la selección natural, aunque todas apuntasen también hacia objetivos prácticos, como eran una política racional de repoblaciones, la selección de semillas, el control de las plagas forestales, la selección de los cultivos industriales, etc. Pero por encima de todo estaba el hecho mismo de la gran tarea investigadora emprendida desde muy lejanas fechas por los individuos y las instituciones mencionados, que era el verdadero objetivo de las estancias en el extranjero: la búsqueda de principios y procedimientos útiles para elaborar a la vuelta los cimientos de 205 Organigrama del proyecto de refundación de 1927, en CASALS COSTA, Los ingenieros de montes..., p. 330. 206 CASALS COSTA, Los ingenieros de montes..., pp. 328-329. En 1929, en las reseñas de la Semana Forestal de Barcelona aparecía como integrante del Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias, Semana Forestal de Barcelona..., p. 9. 207 GONZÁLEZ, Ezequiel: «Notas de un viaje de prácticas por el extranjero», Revista de Montes, XXXVIII, nº 894, pp. 258-262; nº 895, pp. 299-302 y nº 896, pp. 330-335, todos de 1914. En el nº 897, 1914, pp. 375-378 describió el pabellón forestal de una Exposición industrial celebrada en la ciudad de Coira/Chur, en el cantón suizo de los Grisones.
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un «cuerpo de doctrina original, característico, único» que se pudiese catalogar como la «ciencia forestal española». Los nuevos rumbos de la profesión de ingeniero exigían perentoriamente ese paso: «si nuestra profesión —señalaba— no se asienta en bases científicas dentro de sus ramas fundamentales, aun cuando así fuera en las auxiliares y secundarias, no tendría razón de ser en la forma en que hoy está constituida».208 Al año siguiente el mismo ingeniero glosó en otra serie de artículos de la misma revista los métodos de análisis de dureza de las maderas puestos a punto por diversos botánicos extranjero, tal y como se habían aplicado dentro, de nuevo, de la Estación vienesa de Mariabrunn.209
4.5. Políticas oficiales sobre aprovechamiento de recursos, inspección fito-sanitaria y política social Por último, algunos ingenieros orientaron su atención hacia las políticas públicas desarrolladas en algunos países en torno a la ordenación y protección de los recursos naturales, incluido el estudio de las enfermedades de animales y plantas. El estudio más elaborado a este respecto fue el del ingeniero de minas, tantas veces protagonista de este estudio, César de Madariaga, quien en una extensa memoria, fruto de su visita de estudio al Reino Unido durante 1916, entró a considerar una cuestión de política industrial que ha sido objeto de amplios debates en la política y en la historiografía económica, de entonces y de nuestros días: la del control de los recursos económicos nacionales. Siempre le había parecido —señalaba en sus primeras páginas— «un motivo de sonrojo para nuestra eficiencia técnica, entendiéndola por tal desde la gestión financiera hasta la estrictamente técnica, que una materia prima de alto valor industrial como la pirita sirviera tan solo para el florecimiento de las grandes industrias de otros países, dejando en el nuestro el mínimo que la industria minera puede dejar estando en manos de sociedades extranjeras». Este sentimiento, la escasa actualidad técnica del tratamiento metalúrgico de las piritas, que en su opinión no había 208 PÉREZ URRUTI, Juan A.: «Necesidad de la observación. El problema de la selección individual», Revista de Montes, XXXVII, nº 875, 1913, pp. 452-460 y XXXVII, nº 876, 1913, pp. 488-496. 209 PÉREZ URRITI, Juan A.: «Orientaciones para el estudio de las propiedades físicas de las maderas españolas», Revista de Montes, XXXVIII, nº 906, pp. 688-695; nº 907, pp. 728-735 y nº 908, pp. 759-766, todos ellos de 1914.
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sufrido variación en los últimos tiempos, y la circunstancia de no haber tenido acceso a algunas de las fábricas de su interés, en aquellos momentos en plena fiebre productiva derivada de la guerra, le hicieron reorientar su plan de trabajo hacia los factores económico-industriales del tema elegido. En esta orientación, pues, tras un minucioso análisis de la producción y comercio de las piritas y sus derivados, sus conclusiones fueron las siguientes. España poseía los mayores criaderos del mundo de piritas, que constituían una base fundamental de la industria del azufre, y en bastante menor medida de otros minerales, como hierro, cobre, oro, plata y cinc. El aprovechamiento integral de las piritas de las minas españolas se hacía en el extranjero, especialmente en el Reino Unido, utilizándose en suelo nacional una parte mínima de los minerales obtenidos. El tratamiento de las piritas era sumamente sencillo y las materias primas auxiliares se obtenían ampliamente en España, siendo de especial interés en la industria metalúrgica, en las industrias químicas y en la de explosivos, lo que las hacía sumamente importantes para el porvenir industrial de España y para su defensa nacional. Finalmente, los obstáculos que dificultaban el establecimiento de una industria nacional de las piritas no eran de orden técnico ni comercial, sino únicamente organizativo, por la necesidad de una capacidad de aprovechamiento de escala a la que en España no se estaba acostumbrado.210 Dentro de la especialidad de agrónomos, José del Cañizo Gómez, estuvo en Italia en 1923 a fin de estudiar la organización de los servicios fitopatológicos puesto en marcha en aquel país en orden a la erradicación de las enfermedades y plagas del campo, al control de la circulación de plantas y semillas en el interior del país y al cumplimiento de las disposiciones sobre el comercio internacional de estos bienes. Entre ellos incluía los altos centros de investigación que más arriba hemos señalado, los observatorios regionales de fitopatología, la red de delegados especiales fitopatológicos y la de inspectores de plagas del campo; en conjunto, una organización integrada puesta en marcha a partir de 1913 en apoyo de una política de saneamiento y mejora de producción agrícola y pecuaria.211 Otro de ellos, el también ya mencionado Juan Miranda y González pasó en 1920 por Francia y Bélgica, observando la política de reconstitución 210 MADARIAGA, César de: «Memoria sobre la repatriación de la industria de beneficio de nuestras piritas», en Memorias presentadas por los ingenieros..., 1914-1915, VII, pp. 299-418. 211 CAÑIZO GÓMEZ, José del: «La organización de los servicios fitopatológicos en Italia», BJPIOE, X, 12, diciembre, 1924, pp. 1-29.
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de las zonas agrícolas devastadas por la guerra (en Francia: servicio central, servicio de repartición de animales, semillas y abonos, servicio de repartición de instrumental agrícola y servicio de motocultivo), así como la política de indemnizaciones votada por la Cámara francesa y la legislación y los contratos de restauración agrícola de Bélgica, para resarcir a los agricultores por la destrucción de sus propiedades de todo tipo.212 Finalmente, otro de la misma especialidad, Germán Royo Durán, estudió en 1920 en los Estados Unidos la ganadería y la organización de los servicios pecuarios de ese país. En la especialidad de montes, el malogrado ingeniero ya mencionado, Ángel Carrera Cejudo volvió de nuevo sobre la experiencia de la repoblación landesa, para contemplarla, más allá de su valor económico de «bosque industrial», como un tipo de experiencia de inversión social que había convertido un antiguo desierto en una próspera zona agrícola e industrial. En su artículo, publicado en Boletín de la Junta, sobre «El problema forestal y los Cotos sociales de Previsión» propugnaba la incorporación de la repoblación forestal a la política de reforma agraria, creando una especie de caja de capitalización colocada sobre los rendimientos futuros del monte repoblado, tal y como se había sido planteado en Francia por la Asociación para la Ordenación de Montes (Association pour l’aménagement des montagnes) y por su presidente, el ingeniero Paul Descombes, en publicaciones y conferencias. En España la idea había prendido en sus aspectos generales en las propuestas del sociólogo Severino Aznar, que definía el coto social de previsión como una asociación económico-social formada por elementos económicamente débiles con el fin de obtener recursos para fines de previsión o, expresándolo más brevemente, una Cooperativa de trabajo puesta al servicio de una Mutualidad, y se encontraba refrendada además por el concepto de coto social de la legislación sobre retiros obreros. El cálculo económico sobre el rendimiento del capital invertido en repoblación no era, según las previsiones del ingeniero, desfavorable con respecto al colocado en una capitalización clásica.213 Por lo demás, Carrera Cejudo insistía en el artículo sobre sus concepciones e ideas selvícolas sobre los montes públicos que había expuesto en su libro de 1920, La repoblación forestal. Un año en Galicia, fruto de MIRANDA, Juan: «Notas de viaje», BJPIOE, VII, 7, 8, julio-agosto, 1922, pp. 1-33. CARRERA CEJUDO, Ángel: «El problema forestal y los Cotos sociales de Previsión», BJPIOE, V, 11, 12, noviembre-diciembre 1920, pp. 1-19. Cálculo económico en pp. 7 ss. 212 213
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sus experiencias como secretario desde 1917, apenas terminada la carrera, de la Junta Provincial de Defensa de los Bosques recién creada en el Distrito forestal de Orense-Lugo. En ambas publicaciones propugnaba que la sección facultativa de montes del ministerio de Hacienda —un arcaísmo derivado de las leyes desamortizadoras en su opinión— pasase al ministerio de Fomento para ser administrada por el Cuerpo de Montes214 y que se implicase al capital privado en la política de repoblación forestal en los términos apuntados en el artículo.215 La cuestión afrontaba, pues, una de las dimensiones, la social, de la «economía forestal moderna» que propugnaban algunos de los ingenieros más activos del momento, como Octavio Elorrieta, Pérez Urruti o Antonio Lleó.216 Este último, en concreto, catedrático de la Escuela Superior, retomará el tema de los cotos forestales en los próximos años a través de diversos artículos publicados en la Revista de Montes inicialmente y, ya tras la guerra civil, en el marco de las actuaciones de política social del régimen a través del Instituto Nacional de Previsión, acumulando además a las mencionadas potencialidades silvícolas y sociales del coto las capacidades de previsión, ahorro y educación que venían ejercitando desde 1911 las Mutualidades pedagógicas.217 Fue en este contexto uno de los 214 Hacía referencia a una disputa corporativa entre los funcionarios facultativos de ambos ministerios, iniciada al crearse en 1896 el registro de montes públicos enajenables y establecerse en Hacienda un Servicio de Montes para su gestión. Muy poco después de los trabajos aquí reseñados se dio por concluida esta duplicidad, al disponerse en 1921 que todos los montes públicos pasasen al ministerio de Fomento, R. D. 4/6/1921, Gaceta 5. Sobre ello, GÓMEZ MENDOZA, Ciencia y política..., pp. 32-38 y 209. 215 El libro de Carrera Cejudo ha sido reimpreso en 1999 dentro del libro Pensamento forestal no século XX, edición ó coidado de Eduardo Rico Boquete. Santiago de Compostela-Ourense, Consellería de Agricultura... Obra Social de Caixa Ourense. Una somera reseña bio-bibliográfica del ingeniero en las pp. 27-32. 216 Sobre sus campañas al respecto, GÓMEZ MENDOZA, Ciencia y política..., especialmente, pp. 104-114 y 139-142. 217 LLEÓ, Antonio: «Asamblea de Cotos Sociales de Previsión», Revista de Montes, XLIV, 1053, 1920, pp. 807-813; «De los Cotos Forestales de Previsión», XLVI, 1076, 1922, pp. 418429 y «El Coto Forestal de Previsión de Polanco», XLVI, 1077, 1922, pp. 469-474. Con posterioridad a la guerra sus publicaciones en este campo versaron de nuevo sobre los cotos sociales de previsión y sobre los cotos y las mutualidades escolares, algunas de ellas en las páginas de la mencionada revista, como por ejemplo, muy significativa, «Cómo puede la política forestal contribuir a la seguridad social», Montes, 86, 1959, pp. 125-133. Sobre la historia de las Mutualidades y Cotos, RUIZ RODRIGO, Cándido, PALACIO LIS, Irene: Higienismo, educación ambiental y previsión social. Antecedentes y prácticas de la educación social en España, 1900-1936. València, Universitat..., 1999, especialmente, pp. 200-265.
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principales animadores de la Comisión Nacional de Mutualidades y Cotos Escolares, de la que fue secretario durante más de una década, y ocupó igualmente el puesto de ingeniero jefe de la Asesoría Forestal, ambos cometidos dentro del Instituto Nacional de Previsión.218 Por último en este mismo campo, Diego Terrero González estudió en 1920 en Portugal la organización forestal de ese país.219
5. PENSIONES, FORMACIÓN Y CARRERA PROFESIONAL No se esconde tras el enunciado de este epígrafe, como hemos señalado ya en páginas anteriores, un interrogante general sobre el perfil colectivo científico y profesional de los importantes grupos profesionales que tenemos entre manos, ni tampoco lógicamente sobre el efecto preciso en él de la experiencia que historiamos, al menos más allá de lo que resulta razonable extraer de un corto ensayo de aprendizaje y relación con las realidades académicas e industriales de otros países, por lo general más avanzados que España. Lo único que es posible extraer desde el punto de observación en que nos situamos es más bien las tendencias, las líneas de fuerza en la vida profesional y la forma en que se insertan en el inevitable tránsito de la profesión-burocracia a la profesión-ciencia, que ha observado con perspicacia la mejor historiografía existente al respecto. Lo que a este respecto resulta innegable, en todo caso, es que existen evidentes concomitancias entre todas las propuestas de estudio que hemos desgranado en páginas anteriores y los perfiles profesionales en que se vieron embarcadas estas promociones de ingenieros, ya plenamente expuestos a los avances científicos de la época dentro de cada especialidad y a las nuevas orientaciones de la práctica industrial. Según señalamos más arriba, la mayor parte completaron sus primeros destinos en los centros de análisis y experimentación diseñados por la política 218 La mayor parte de su carrera la hizo en la Escuela Superior, donde ingresó definitivamente en 1928, como catedrático primero de Química general, Forestal, Agrícola y Análisis y desde 1932 de Derecho Administrativo, Legislación Forestal y Economía Política y Forestal. Sobre el ingeniero y su obra, URUEÑA ANTÓN, Félix: Una vida al servicio de la seguridad social. Don Antonio Lleó y las Mutualidades y Cotos Escolares de Previsión. Alicante, s. e., 1961. 219 Su memoria fue publicada en libro aparte en 1921: Organización económico-forestal de Portugal. Madrid, JPIOE. También la Revista de Montes recogió de al año siguiente un complemento a ella: «Repoblaciones de “Acacia” en Portugal», XLVI, 1073, 1922, pp. 298-301.
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oficial. Merece la pena añadir nuevos ejemplos a los ya recogidos más atrás. El ingeniero agrónomo José del Cañizo, discípulo del entomólogo Ignacio Bolívar, encontró el acomodo adecuado a sus estudios sobre los servicios fitopatológicos en Italia en la Estación de Fitopatología de La Moncloa, puesto en el que se encontraba en 1935, lo que le permitió formar parte de la organización del VI Congreso de Entomología celebrado en Madrid. El de la misma especialidad Gregorio Cruz Valero fue nombrado a su regreso de pensión director de la Estación Enológica de Almendralejo y más adelante encargado de la organización del Observatorio de Fitopatología de Extremadura en la Granja Agrícola de Badajoz, antes de pasar a la dirección de la sección agronómica de esa ciudad, desde donde se distinguió por sus esfuerzos en la mejora de las técnicas de cultivo y de producción oleícola.220 La asistencia y la educación enológicas impartidas en la Estación Enológica de Reus recibió el concurso de dos agrónomos pensionados, el ya mencionado José Romany y Antonio de la Sotilla, quien después de pasar por la Estación de Agricultura general de Arévalo, tuvo la oportunidad de difundir en el trabajo y en la enseñanza de la Estación las técnicas de electrocultivo observadas en su estancia en Alemania;221 el de la misma especialidad Francisco Fernández de Navarrete fue destinado en 1918 a la Granja Agrícola de Córdoba hasta su ingreso en 1922 en la Estación de Ensayo de Máquinas del Instituto Agrícola Alfonso XII, escuela de la será profesor a partir de 1935;222 otro, Jesús Miranda González dirigió la GranjaEscuela de capataces agrícolas de Salamanca, en cuya sección agronómica estaba destinado, para pasar a continuación igualmente al Instituto Agrícola como titular de las asignaturas de Herbicultura, Praticultura, Horticultura y Jardinería;223 a Luis Pequeño González-Ocampo su etapa de pensión, en Argentina, le dio las credenciales precisas para acceder en 1927 al puesto de Agregado agronómico de la Embajada de España en Buenos Aires, que ocupó hasta 1941;224 Ignacio Chacón 220 CAÑIZO GÓMEZ, Cien promociones..., p. 298 y «Homenaje a don Antonio Cruz Valero», Agricultura. Revista Agropecuaria, XXXI, 362, junio 1962, p. 351. 221 Publicó en 1914, Escuela de Viticultura y Enología de Reus. Electroquímica. Instalación, métodos, aparatos y trabajos que se efectúan. Barcelona, Eduardo Navas, 1914. 222 CAÑIZO GÓMEZ, Cien promociones..., p. 310. 223 Ibídem, pp. 291-292 224 En 1929 describía los servicios de genética vegetal de este país, «División genética vegetal. Su organización. Experiencias realizadas y resultados obtenidos», en la revista técnica de la Dirección General de Agricultura, Boletín de Agricultura Técnica y
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Enríquez fue destinado a la Granja pomológica de Tiñana, en Asturias, tras su paso por Francia, algo después a la Granja Agrícola de Avilés y finalmente a la Jefatura de la Sección Agronómica de Oviedo, desde donde tuvo el dudoso honor de implicarse en los acontecimientos de la defensa de la ciudad y ser nombrado en ese mismo año de 1936 presidente de la Diputación. En este puesto permanecerá doce años, durante los cuales realizó una amplia tarea a favor de la economía (apoyo a la institución provincial de ahorro, creación de estaciones y exposiciones pomológicas, granjas y laboratorios de experimentación ganadera, fomento del turismo provincial) la beneficencia y sanidad (hospital provincial y psiquiátrico), la educación (escuelas de formación agropecuaria) y la cultura de la provincia. En esta última faceta se le debe instituciones tan asentadas en la vida cultural de la provincia como el Instituto de Estudios Asturianos, el Conservatorio Provincial de Música y el Centro Coordinador de Bibliotecas.225 Por su parte, Ramón Garrido Domingo tuvo una activa vida profesional y política en la provincia de Albacete, de donde procedía su familia,226 y más adelante en puestos directivos del Ministerio de Agricultura, incluida la presidencia en 1950 del Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas.227 Otro tanto se podría decir de Daniel Nagore respecto a la provincia de Navarra, a la que consagró toda su vida profesional desde su puesto en la Diputación, a la que se incorporó en 1915 y de cuya Dirección de Agricultura y Ganadería se hizo cargo en 1917. Desarrolló desde allí la más amplia gama de servicios Económica. Sección Doctrinal, septiembre, 1929, pp. 305-323. A su regreso a España ocupó el cargo de director de la Estación Fitosanitaria de Barcelona, CAÑIZO GÓMEZ, Cien promociones..., p. 309. 225 Sobre el ingeniero y su obra, FERNÁNDEZ BUELTA, «Fundador y primer presidente del IDEA: Excmo. Sr. Don Ignacio Chacón Enríquez», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos..., pp. 249-269. Sobre el IDEA, URÍA, Jorge: Cultura oficial e ideología en la Asturias franquista: el I.D.E.A. Oviedo, Universidad, Servicio de Publicaciones de ArteMusicología, 1984. 226 Su tío, Carlos Domingo Gómez, fue alcalde y presidente de la Diputación, además de senador y consejero del Banco de España. El mismo estuvo a punto de presentarse como candidato agrario en las elecciones a Diputados nacionales en 1933, formando parte después de la dirección local del Partido Agrario Español, GIL CUADRADO, Luis Teófilo: El Partido Agrario Español (1934-1936). Una alternativa conservadora y republicana. Memoria para optar al grado de doctor.... Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 2006, pp. 218, 266 y 440-441. En línea en http://www.ucm.es/BUCM/tesis/ghi /ucm-t29208.pdf. 227 CAÑIZO GÓMEZ, Cien promociones..., pp. 315-316.
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agrícolas, unos de nuevo cuño (meteorología, selección de semillas, enseñanza y experimentación agrícola, viticultura, fruticultura), otros por medio de la incorporación de servicios hasta entonces detentados por el Estado (granja agrícola provincial, plagas del campo) y promocionando la introducción y mejora de nuevos tipos de cría animal y de cultivos.228 Tuvo además un especial interés en recuperar los trazados y aprovechamientos de las antiguas vías pecuarias de las Bardenas Reales, tarea a la que dedicó sus constantes esfuerzos durante la década 1925-1935229 y que sirvió de base a las disposiciones sobre cañadas del Reglamento de Fomento Pecuario aprobado por la Diputación Foral el 15 de septiembre de 1943. Respecto a los ingenieros del Cuerpo de minas no estará de más recordar, de nuevo a manera de hipótesis, lo señalado más arriba sobre sus potencialidades de actuación «colbertiana» en las excepcionales circunstancias de reconstrucción nacional en régimen de autarquía y de nacionalismo económico. En efecto, entre los pensionados de esta rama llegará a ser una figura señera de la industria nacional el ingeniero Félix Aranguren Sabas, una figura muy emblemática por su contribución decisiva a la política industrial del nuevo Estado en su empeño por crear los modernos sectores españoles de la siderurgia y del aluminio, en primera fila en un primer momento en el cometido de reconstrucción nacional en condiciones de autarquía, y en un segundo plano posteriormente en la tarea de fomento y planificación industrial de los años de los Planes de Desarrollo. Como señalamos más arriba, dedicó su tiempo de pensión al estudio de los procedimientos metalúrgicos de la sociedad alemana Krupp. A su vuelta ingresa en Altos Hornos de Vizcaya, pasando pronto al puesto de jefe de taller de aceros Bessemer y algo después a jefe de Hornos Altos. En 1935 es nombrado director de la Fábrica de Metales de Lugones de la Sociedad Industrial Asturiana Santa Bárbara. Durante la guerra, tras pasar a zona nacional, se le encomienda en el verano de 1937 la puesta en marcha de las instalaciones de AHV. Acabada la guerra, pasa como jefe de estudios a la Sociedad Española de Construcciones 228 Sobre la sección y sus servicios, NAGORE, Daniel: Los servicios agrícolas y pecuarios de la Diputación de Navarra. Madrid, Ministerio de Economía Nacional, 1929, suplemento al nº 250 del Boletín de Agricultura Técnica y Económica. Sección Doctrinal, 1929, 38 págs. También, LANA BERASAIN, José Miguel: «Progresos y regresos de la vitivinicultura navarra: la acción pública y sus contextos sociales (1850-1936), en Viñas, bodegas y mercados..., especialmente, pp. 285-299. 229 CAÑIZO GÓMEZ, Cien promociones..., pp. 306-307.
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Electromecánicas, puesto desde el que participa en la creación, junto al INI, de la Empresa Nacional del Aluminio (ENDASA), siendo nombrado Consejero-Delegado y dirigiendo la puesta en marcha de las fábricas de Valladolid y Avilés. Pero sin duda su más importante realización fue la creación de la Empresa Nacional Siderúrgica (ENSIDESA) y la construcción de su factoría de Avilés, tareas que le ocuparon entre 1948 y 1956. No abandonará desde entonces sus iniciativas en la industria metalúrgica, participando en la creación de las sociedades Industrias Navarras del Aluminio, Ferroaleaciones del Norte y Ferroaleaciones Especiales Asturianas. Junto a ello, dedicará también desde entonces buena parte de su tiempo a la cátedra de Siderurgia y Electrosiderurgia de la Escuela Especial, de la que se encarga desde 1950, así como a las investigaciones del Instituto del Hierro y del Acero creado por el CSIC, en cuyas filas se integra desde su creación en 1947.230 Entre 1963 y 1965 ocupa el puesto de Agregado industrial en la Embajada de España en los EE. UU. de Norteamérica, pasando a dirigir a su regreso el Instituto Geológico y Minero, puesto desde el que planea una amplia reorganización para asegurar su futuro y convertirlo en un eficaz instrumento de la política minera a través de la investigación en geología básica y aplicada. A su cese en 1968 pasa destinado a la Delegación de Industria de Madrid como jefe de la Sección de Minas, puesto en el que se jubila en 1973.231 Otro ingeniero pensionado que tuvo su particular cometido en la política industrial del régimen —aunque en un empeño al final parcialmente frustrado— fue Laureano Menéndez Puget. En 1951 fue designado presidente de la Comisión gestora de Piritas Españolas, un organismo dedicado a la investigación de nuevas menas de pirita nacional y de nuevos procedimientos de obtención de azufre y ácido sulfúrico, con el objetivo último de alumbrar una futura Empresa Nacional de Piritas Españolas, que nunca llegará a tomar cuerpo en la realidad. Ni el objetivo de una pirita propia ni el de los nuevos procedimientos en un momento en que la 230 Sobre él y el resto de los Institutos de investigación metalúrgica que terminarán confluyendo en 1963 en el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas, CRESPO GARCÍA, Mariano; GARCÍA MORÁIS, Narciso y MATEO NIETO, Prudencio: Sesenta años de investigación metalúrgica en el CSIC. Madrid, CSIC, 2009, especialmente, pp. 49-59. 231 Todos los datos de su biografía proceden el libro homenaje que se le dedicó en 1986, donde se recogen aportaciones de sus discípulos y colaboradores, junto a escritos del propio ingeniero, Don Félix Aranguren, ingeniero de Minas. Fernando HEVIA CANGAS, Alberto MALLOL FERNÁNDEZ y Luis PARADELO PRADA. Madrid, Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas-Asociación Nacional de Ingenieros de Minas, 1986.
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hegemonía de la pirita como mena de azufre comenzaba a decaer frente a otros recursos, ni tampoco la difícil colaboración con las empresas del ramo, permitieron consolidar el proyecto y únicamente podría apuntarse en su haber el esfuerzo de investigación y de formación científica puesto en marcha. En definitiva, como resume Antonio Gómez Mendoza, se optó por una huida hacia delante apostando por la idea regeneracionista de utilizar recursos y procedimientos nacionales en lugar del inevitable diálogo con el mercado y con el sistema técnico dominante del momento.232 Que sepamos, al menos otros dos ingenieros de la misma especialidad, José María Lasala Suquilvide y Roberto de Guezala, orientaron su vida profesional, según señalamos, al servicio de los nuevos organismos directivos de la política industrial del régimen. En cuanto a la especialidad de montes, queremos acumular en este punto algunos nuevos datos a nombres ya destacados más arriba, aquellos, por ejemplo, que, saliendo de la Escuela entre 1911 y 1914, serán llamados, como dice Josefina Gómez Mendoza, «a protagonizar la política y la cultura forestales en los siguientes treinta años: Pérez Urruti, Lleó Silvestre, Ezequiel González y Jesús Ugarte», todos pensionados por la Junta, con la excepción del último; los mismos, junto a otros de promociones más tardías, que han de confluir muy particularmente en las directrices de política forestal de las décadas veinte y treinta del siglo y en las líneas desarrolladas en los sucesivos organismos de investigación y experimentación forestales. Uno de los más destacados fue, sin duda, Pérez Urruti. Tras la pensión estuvo destinado en la 3ª División HidrológicoForestal, en las cuencas del Segura y del Andarax y entró en el debate público sobre los muy diversos retos que tenían planteados los ingenieros forestales: la repoblación y su financiación, selección de semillas, explotación económica del monte, seguros contra incendios, etc. Su prestigio profesional le valió ser designado secretario general del Congreso de Ingeniería de 1919, año además en que comienza su vida política como Diputado a Cortes por el distrito de Torrox y como Secretario Técnico de Fomento del ministro Emilio Ortuño y de los ulteriores Juan de la Cierva y José Maestre (1920-1922).233 Eso le permitió ser uno de los que El epígrafe «En busca de la pirita propia», de De mitos y milagros. El Instituto Nacional de Autarquía (1941-1963), Antonio Gómez Mendoza (ed.). Madrid, Universitat de Barcelona, 2000, pp. 159-177. 233 Más adelante estará al frente de la 3ª División Hidrológico-Forestal y del Patrimonio Forestal del Estado. Presidirá la Asociación de Ingenieros de Montes y del 232
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«más influyeron —al decir de la misma autora— en la elaboración y en el desenvolvimiento de la nueva política forestal»,234 incluida la creación del unificado Instituto Nacional de Investigaciones y Experiencias Agronómicas y Forestales de 1926, como partidario que era, según Casals Costa, de la integración de los Cuerpos de agrónomos y montes.235 Otros, como avanzamos en las páginas precedentes, encontraron la desembocadura natural de sus trabajos de pensión en las líneas científicas abiertas dentro del Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias, por utilizar el nombre definitivo del organismo de investigación forestal. Allí entraron —para quedarse, muy condicionados por su opción formativa durante el tiempo de pensión— Luis Sanguino, Ezequiel González Vázquez o Ignacio Echeverría Ballarín. Ezequiel González fue una figura clave de las nuevas orientaciones de estudio sobre las masas arbóreas puestas en marcha en el Instituto, tanto de las de ecología vegetal, con el desarrollo de las disciplinas climática, geobotánica y edafológica, como de las relativas a la ordenación y explotación de los montes. Su principal legado científico, la Selvicultura, disciplina de la que era catedrático titular en la Escuela Superior, se publicó en Valencia en 1938, a donde se había trasladado la Escuela, junto con el gobierno republicano.236 Ignacio Echeverría, por su parte, fue el contrapunto industrial de las nuevas tendencias de explotación integral del bosque propuestas a estudio y debate público. Josefina Gómez Mendoza le toma ocasionalmente la palabra para singularizarla como la «más decididamente productivista» de cuantas ha encontrado, al subordinar la política de fomento del bosque a las especies que la industria de pastas imponía.237 Posiblemente se trataba de una afirmación radical del técnico lastimado por el desfase que separaba la industria española de la celulosa de la Instituto de Ingenieros Civiles, LLEÓ SILVESTRE, Antonio: «Evocación de la personalidad de D. Juan Antonio Pérez-Urruti Villalobos», Montes, 68, 1956, pp. 89-96. El autor le atribuye además la paternidad de la Ley sobre conservación y fomento de la riqueza forestal de 24 de julio de 1918, firmada por Cambó. 234 GÓMEZ MENDOZA, Ciencia y política..., p. 99. 235 CASALS COSTA, Los ingenieros de montes..., p. 317. 236 Numerosos datos sobre él en CASALS COSTA: Los ingenieros de montes..., especialmente, pp. 381-392 y GÓMEZ MENDOZA, J.: Ciencia y política..., especialmente pp. 165-183. 237 GÓMEZ MENDOZA, J., Ciencia y política..., p. 112, citando el artículo de Echeverría Ballarín: «Repoblación forestal aplicada a la industria papelera. Medidas para solucionar sus problemas selvícolas y sociales», Montes e Industrias, III, 15, 1932, p. 399.
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de los países vecinos, descrito en sus trabajos de pensión que más atrás hemos reseñado. Tras la guerra, a más de veinte años vista, sus posiciones serán mucho más matizadas. Tomaba ahora en consideración los diferentes factores que intervenían en la productividad forestal: los humanos y su adecuada formación, la materia prima viva que eran los bosques y su conservación y, finalmente, las industrias forestales y su racionalización productiva en orden a la más eficiente utilización de la materia prima.238 Y como había hecho en sus trabajos de pensión, dirigía su mirada hacia las instituciones que en otros países, singularmente en Alemania, se ocupaban de estos diferentes aspectos de la productividad forestal. En cualquier caso fue un ingeniero con una aguda sensibilidad hacia las implicaciones económicas prácticas de su actividad científica y técnica. Sus estudios de pensión le convirtieron en el más reputado especialista en celulosas de su época y en calidad de tal entró en el Instituto Forestal al frente de la sección correspondiente. Cuenta Rafael López Torre que la Diputación de Pontevedra, embarcada desde 1927 en los trabajos de repoblación puestos en marcha por iniciativa del presidente de aquella institución, Daniel de la Sota, y por el ingeniero Rafael Areses, tomó contacto con el Instituto con vistas a un mejor conocimiento de las especies repobladas y a su utilización industrial, lo que llevó a Ignacio Echeverría a implicarse activamente en los proyectos de la Diputación pontevedresa. La colaboración tuvo un tardío epígono, cuando en plena guerra civil, en 1937, Echeverría es nombrado representante de la Junta Técnica del Estado rebelde en el Consorcio del Estado, Diputación y Ayuntamientos, encargado de la gestión de las repoblaciones, y presentó un elaborado proyecto de instalación de una fábrica de celulosa, con la mirada puesta en el aprovechamiento industrial de los montes repoblados desde 1927; proyecto que murió por el momento fruto de las circunstancias.239 Al menos hasta 1957.240 Su especialización le llevará ECHEVERRÍA BALLARÍN, I.: «Racionalización forestal. Breves consideraciones sobre la productividad forestal», Montes, 59, 1954, 321-326. 239 LÓPEZ TORRE, Rafael: De la reforestación de Pontevedra. El gran proyecto de Daniel de la Sota hecho realidad, 1927-1958. Pontevedra, Tekla Comunicación, 2009, especialmente, pp. 59-60, 78-80 y 116. El resultado científico de la colaboración fue el libro de Echeverría, junto con Simeón de Pedro: El pino pinaster en Pontevedra. Su productividad normal y aplicación a la celulosa industrial, publicado en 1948. 240 En ese año se crea, por iniciativa del Instituto Nacional de Industria, la Empresa Nacional de Celulosa de Pontevedra, uno de los puntales primitivos del actual grupo ENCE. Sobre todas estas cuestiones, una referencia básica es el libro RICO BOQUETE, 238
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asimismo a interesarse por las zonas de expansión del eucalipto de Huelva, donde el IFIE instaló desde 1943 varios centros de experimentación de nuevos cultivos y variedades y donde finalmente terminó por implantarse un nuevo núcleo de la industria celulósica.241 En el Instituto terminará recalando Martín Bolaños tras el tiempo de pensión pasado en Francia —asistió en Montpellier a las clases de Josias Braun-Blanquet, botánico suizo fundador de la fitosociología o estudio de las comunidades vegetales— y en otros países del entorno mediterráneo, según vimos. En la sección de Flora y Mapa Forestal del Instituto colabora con Luis Ceballos en la confección del Mapa Forestal de la provincia de Cádiz y emprende la de Huelva, que no se llegaría a publicar. El traslado al Distrito Forestal de Cuenca le aparta momentáneamente de la institución a la que retornará ya definitivamente tras la guerra. Su dedicación científica más relevante fue, sin embargo, el estudio y aclimatación en España del género Eucalyptus, con la creación de arboretos experimentales a partir de las muestras de semillas traídas desde Australia con ocasión de la asistencia en 1952 a un congreso internacional sobre eucaliptos. En la actualidad, un Centro de Investigación y Documentación del Eucalipto (CIDEU) de la Universidad de Huelva dedica una de sus líneas de investigación a rescatar la vida y la obra de este pionero de los estudios sobre el tema.242 Al Instituto terminará incorporándose igualmente José Elorrieta Artaza, tiempo después de concluida en 1937, en circunstancias de todos conocidas, su etapa al frente de la política forestal de la Diputación vizcaína, a la que se había incorporado en 1917, apenas concluida la carrera. Eduardo: Montes e industria forestal en la provincia de Pontevedra (1900-1975). Antecedentes y desarrollo de la Empresa Nacional de Celulosas, S.A. Santiago de Compostela, Tórculo Edicións, 1999. 241 La Empresa Nacional de Celulosas de Huelva, RICO BOQUETE, Eduardo: «La Administración forestal y la expansión del eucalipto por Andalucía Occidental, 19001983, en Repoblación forestal en Andalucía: intervenciones históricas y situación actual, Eduardo Araque Jiménez, José Domingo Sánchez Martínez (eds.), Jaén, Universidad de Jaén, 2009, especialmente, pp. 130-131, así como del mismo autor, «La política autárquica y la industria de la celulosa en España, 1939-1959», Comunicación al VII Congreso de la Asociación de Historia Económica, Zaragoza 19-21, septiembre 2001, en http://www.unizar.es/eueez/cahe/ricoboquete.pdf. 242 Datos sobre él, en GÓMEZ MENDOZA, Ciencia y política..., p. 245 y CASALS COSTA, Los ingenieros..., pp. 367-377. Algunos datos y encuadre general de esta línea de actuación forestal en el mencionado trabajo de RICO BOQUETE, «La Administración forestal...», pp. 123-164.
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La obra de este ingeniero se inserta, como la de Daniel Nagore en Navarra más atrás recogida o las de otros políticos y técnicos con idénticas preocupaciones en, al menos, Vizcaya (Mario Adán de la Yarza) Guipúzcoa (Vicente Laffite) Álava o Pontevedra (Sota, Areses y Pedro Basanta), en un proceso por demás interesante a la vez de tipo político y técnico: el de la lenta reconstitución de las funciones y contenido político de las instituciones de gobierno provincial y el de la regeneración, en el presente caso, de la base natural de su medio, con el horizonte último más o menos visible, más o menos radical, de nacionalización política. Lo señalaba Octavio Elorrieta en una ponencia presentada al I Congreso de Estudios Vascos de 1918, encargada por el entonces presidente de la Diputación vizcaína, el nacionalista Ramón de la Sota y que, por cierto, utilizaba, según Garayo Urruela, parte del texto del documento que ha de servir de base a los planes de reforestación de aquel organismo provincial, bajo la dirección de José Elorrieta. Con más de la mitad del territorio improductivo —señalaba el ingeniero vasco— difícilmente se podía hablar de independencia regional, de nacionalismo ni de progreso y mejora de la sociedad vasca. Solucionar el problema forestar era reconquistar el solar y la patria vasca.243 Pues bien, esa fue la tarea llevada a cabo por José Elorrieta, bajo el impulso político mencionado y con la base técnica que le proporcionó el viaje de pensión a los Estados Unidos, donde estudió la ordenación forestal del país y visitó los montes nativos de Pinus insignis de California. A la vuelta, emprendió la tarea repobladora del Barazar vizcaíno utilizando especies americanas como el alarce, el roble americano, los pinos laricio, insignis, marítimo y silvestre, el abeto rojo, el ciprés de Lawson o la sequoia.244 Completó la obra instalando dos importantes viveros de 243 Ponencia «La riqueza forestal e industrias derivadas», citada por GARAYO URRUELA, Jesús M.ª: «Los Montes en el País Vasco (1833-1935)», Agricultura y Sociedad, 65, octubre-diciembre 1992, p. 148. La Diputación de Guipúzcoa creó su Servicio Forestal entre 1902 y 1905, Los servicios agrícolas y pecuarios de la Diputación de Guipúzcoa. Madrid, Ministerio de Economía Nacional, 1929, suplemento al nº 252 del Boletín de Agricultura Técnica y Económica. Sección Doctrinal, 1929, 28 págs. La de Álava en 1910 y la de Vizcaya entre 1911 y 1914, Los servicios agrícolas y pecuarios de la Diputación de Vizcaya. Madrid, Ministerio de Economía Nacional, 1929, suplemento al nº 251 del Boletín de Agricultura Técnica y Económica. Sección Doctrinal, 1929, 24 págs. 244 Además del trabajo mencionado de Garayo, véanse AZKASIBAR ZUBIZARRETA, Jorge: «La Repoblación Forestal en el País Vasco», en Ciencias y Técnicas forestales..., pp. 301-312, especialmente p. 308, y URIARTE AYO, R.: «Administraciones públicas, iniciativa privada y repoblación forestal en el País Vasco atlántico (1850-1936)», en línea en http://www.usc.es/estaticos/congresos/histec05/b7_uriarte_ayo.pdf.
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experimentación en las fincas La Tejera (1932) y Las Mamblas (1933) de Covarrubias, Burgos, a fin de estudiar los métodos de repoblación de distintas variedades de pino.245
6. ALGUNAS FIGURAS DESCOLLANTES Pero la relación entre los tres conceptos que encabezan este epígrafe se estrecha de forma mucho más neta en algunos casos. Los interrogantes surgidos varias veces a lo largo de estas páginas sobre la utilidad pública y sobre el beneficio privado de la experiencia que historiamos se conjugan de nuevo al proyectar la mirada sobre un conjunto de nombres que —podemos considerarlo así a la luz de criterios objetivos y subjetivos— mejor aprovecharon la apuesta en ambas esferas y han permanecido con nombre propio, más o menos firme, en la historia de sus respectivas disciplinas científicas. Ha sido una selección arriesgada, puesto que —lo señalábamos anteriormente— no se pretende aquí un análisis detallado de las aportaciones y logros de los ingenieros pensionados a lo largo de su vida profesional y científica en sus respectivos campos de especialización ni tampoco es posible un recuento mínimamente documentado de los cambios operados en el sistema científico-institucional español durante el medio siglo que abarca convencionalmente una biografía profesional tipo. En último extremo, quede constancia de que se trata de una selección subjetiva, que ha contado en su apoyo con el aval objetivo de la consagración científica pública, el reconocimiento de los pares y las publicaciones, los principales parámetros utilizados en la selección. Un criterio primario convencional nos lo ofrece, en efecto, la pertenencia a las más altas instituciones científicas oficiales, las Reales Academias, en el presente caso en particular a la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Cinco de los ingenieros pensionados culminaron su carrera en ella: los ingenieros agrónomos Miguel Benlloch Martínez y Juan Marcilla Arrazola, los de minas José García Siñeriz y Pardo-Moscoso y Antonio Torroja Miret y el doctor en Ciencias Físicas, ingeniero diplomado en la Escuela Superior de Electricidad de París aprovechando la estancia de 245 El de La Tejera ha merecido una tesis doctoral de GRAU CORBI, José Manuel: Resultados de 67 años de experiencias en Covarrubias (Burgos): crecimiento y adaptación de Pinus Sylvestis L., Pinus pinster Ait. y Pinus nigra Arn.... Madrid, Universidad Politécnica. Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes, 2003.
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pensión, José García Santesmases. Y hay que añadir a ellos la peculiar figura del ingeniero industrial pensionado, después reorientado preferentemente hacia la investigación en teoría económica, José Castañeda Chornet, que alcanzó un sillón en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Todos ellos comparten la característica de haber dedicado la mayor parte de su esfuerzo profesional a la docencia y a la investigación en la Universidad o en la Escuela Superior respectiva, lo que constituye sin duda un dato de primera importancia, nada novedoso en el currículum científico-tipo legado por el siglo XIX, aunque bastante más en el caso de las titulaciones de ingeniería, para las que los altos puestos de la burocracia corporativa gozaban, sin duda, de un atractivo muy superior. Mayor alcance tiene al respecto el de haber participado de alguna manera en la política oficial de fomento de la investigación, integrando las nuevas unidades académicas creadas, dentro o fuera de la Universidad, o formando parte de sus órganos directivos, algo que, sin duda, permanecerá como el rasgo singular más novedoso en la trayectoria profesional de todas estas promociones de ingenieros que hemos venido considerando. Conviene entrar en algunos datos concretos de las figuras mencionadas. El primero recogió únicamente en su tiempo de pensión la asistencia a un concurso de tractores en Aisthorpe, Inglaterra, que no vaticinaba su posterior especialización científica. Tras pasar algún tiempo a continuación en la Junta de Colonización y Repoblación interior, pasó a ocuparse del combate de las plagas en la Sección Agronómica de Tarragona y de allí, en 1922, a la Estación Fitopatológica de Burjasot, donde decantó su definitiva vocación científica hacia este campo. Profesor desde 1926 de Entomología Agrícola y Patología Vegetal de la Escuela de Agrónomos y director de la Estación Central de Fitopatología Agrícola entonces aneja a la cátedra, tuvo un destacado papel en la puesta en marcha del Servicio Fitopatológico Agrícola de España creado por decreto de 1 de enero de 1927 con funciones de investigación y experimentación, inspección fitopatológica y servicio de extinción de plagas. Su dedicación científica le convirtió en un reputado especialista en las enfermedades y agentes patógenos de las plantas y su combate, con 302 artículos, estudios experimentales, ponencias y conferencias dedicados al tema, el ingeniero agrónomo con mayor producción científica hasta 1955, al decir de Pan-Montojo.246 246 PAN-MONTOJO, Apostolado, profesión y tecnología..., p. 262. Las 302 referencias durante su carrera se mencionan en ARROYO, Manuel: «In Memorian: Don Miguel Benlloch Martínez», Agricultura. Revista Agropecuaria, LII, 616, noviembre, 1983,
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Todo ello le valió la frecuente presencia en reuniones científicas internacionales y distinciones diversas, además de la académica mencionada, como la presidencia de la Real Sociedad Española de Historia Natural, la orden de mérito francesa para la investigación y la invención, la elección de socio de honor de la Accademia Teatina per le Szience de Chieti, el nombramiento como vocal del Patronato Alonso de Herrera y como consejero de honor del CSIC, y otras. Juan Marcilla Arrazola, por su parte, fue igualmente una referencia fundamental de la ciencia agronómica española, en este caso en el campo de la microbiología enológica. Su perfil científico tras el tiempo de pensión se decantó primero en la Estación Enológica de Villafranca del Panadés y desde 1915 en la Estación Ampelográfica Central de Madrid. Desde allí accedió en 1924 al puesto de profesor de la Escuela en la cátedra de Viticultura y Enología y desde 1928 en la de Microbiología Agrícola, que contribuyó a crear. Llegaría a ser director del Instituto Nacional Agronómico. Tuvo una especial dedicación al desarrollo de las instituciones investigadoras en su campo. Al crearse en 1931 la Fundación Nacional para Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas, Marcilla solicitó una subvención para seguir estudiando los procesos fermentativos de los vinos generosos de Andalucía occidental y al estudiar la propuesta Castillejo, a la sazón secretario del nuevo organismo, vio la posibilidad de abrir una línea de investigación, que cristalizará en 1933 en el Centro de Investigaciones Vinícolas, para cuya dirección se designó a Marcilla Arrazola.247 La desembocadura natural de estas inquietudes será, tras la guerra civil, el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas de 1932, en el que dirigió desde 1943 la Estación de Química Agrícola, y muy especialmente el CSIC. Acabada la contienda, continuó su labor en los laboratorios de Fisiología Vegetal del Real Jardín Botánico y en la Sección de Fermentaciones por él fundada en el Instituto de Biología Ramón y Cajal, del que fue designado director en 1941.248 La dirigió hasta su muerte en 1950, desde 1947 ya en el nuevo Instituto de Microbiología pp. 810-811. Datos también sobre él, en Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Relación de Académicos desde el año 1847 hasta el 2003. http://www.rac.es/ficheros/ doc/00186.pdf, pp. 49-50. 247 Al respecto, La Fundación Nacional para Investigaciones Científicas, 1931-1939... y RODRÍGUEZ FRAILE, Esther: «La ciencia aplicada en España...», en Tiempos de investigación..., especialmente, pp. 246-247. 248 O. de 31 de octubre de 1941, BOE 14-XI.
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Aplicada creado en 1946 dentro del Patronato Juan de la Cierva. Fue asimismo Consejero Técnico Asesor de esta institución y presidente de su Comisión técnica de fertilizantes y aprovechamiento industrial de productos del campo, presidente del Patronato Alonso de Herrera y vicepresidente del CSIC, en calidad de todo lo cual ocupó la Procuraduría de Cortes en representación de la entidad desde 1946 hasta su muerte.249 En cuanto a los ingenieros de la especialidad de minas, José García Siñeriz y Pardo-Moscoso fue un destacado especialista en el campo de la geofísica, que desarrolló su labor profesional dentro del Cuerpo de ingenieros geógrafos y llevó a cabo sus tareas investigadoras en el marco del Instituto Geológico y Minero de España, donde organizó un laboratorio de Geofísica para el estudio y aplicación de los métodos científicos de reconocimiento de la composición y forma del subsuelo a fin de reducir los ensayos y abaratar el desarrollo de las prospecciones mineras. Su trabajo, Métodos Geofísicos de Prospección y sus aplicaciones a la resolución de varios problemas geológico-tectónicos, publicado en 1928, constituía —según señalaba en el prólogo el entonces director, Luis de la Peña y Braña— el primero sobre la materia escrito en España y de los pocos existentes al respecto en la literatura técnica de otros países250 y redactado precisamente a partir de los trabajos llevados a cabo dentro del Instituto. García Siñeriz llegará a ser director del centro en 1947, cesando en septiembre de 1954 al ser nombrado presidente del Consejo de Minería. Formará igualmente parte de otras numerosas instituciones científicas nacionales y extranjeras. También, tras la guerra, aprovechará las oportunidades ofrecidas por el CSIC, desarrollando su actividad científica como director del Instituto Nacional de Geofísica, creado en 1941 dentro del Patronato Juan de la Cierva, y participando en la dirección 249 Datos sobre su biografía, además de los trabajos ya mencionados de CARRASCOSA, «Juan Marcilla...»; del mismo autor «Los orígenes de la microbiología enológica española», Semana Vitivinícola, 3162, 17/03/2007, pp. 809-813; «El Instituto de Fermentaciones Industriales (CSIC) y la microbiología enológica española», Semana Vitivinícola, 3169, 05/05/2007, pp. 1371-1375 e «Inicio de la microbiología enológica madrileña», Semana Vitivinícola, 3301, 06/03/1010, pp. 438-444. También, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales: Relación de Académicos..., pp. 13-14 y CAÑIZO GÓMEZ, Cien promociones..., pp. 278-28. Algún dato también en HUERTAS GARCÍA-ALEJO, Rafael: «Las ciencias bio-médicas en el CSIC durante el franquismo», en Tiempos de investigación..., pp. 293-297. Nombramiento de Vicepresidente 3º, D. de 14 de octubre de 1942, BOE 22. 250 G[ARCÍA] SIÑERIZ, José: Métodos Geofísicos de Prospección y sus aplicaciones a la resolución de varios problemas geológico-tectónicos. Marid, Tip. y Lit. Coullaut, 1928, p. XIII.
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del organismo central como vicepresidente 2º, nombrado en ese mismo año de 1941.251 Por lo que respecta a Antonio Torroja Miret, su figura ofrece algunas particularidades. Aunque se le puede considerar ingeniero de minas por sus estudios y por conservar sus derechos formales de pertenencia y de ascenso en el Cuerpo oficial, hasta la categoría de Inspector general, en la práctica su perfil científico y su dedicación se movieron en el ámbito de sus estudios en la Facultad de Ciencias de Madrid, marcado por la influencia de su padre y maestro, el matemático Eduardo Torroja y Caballé. Así, accedió tempranamente a la cátedra de Geometría proyectista y descriptiva de la Universidad de Zaragoza y desde 1918 a la de Barcelona, de la que llegará a ser decano de su Facultad de Ciencias entre 1939 y 1941, rector en 1957 y rector honorario desde 1963, y donde contribuyó a crear y a mantener durante largo años el Seminario matemático dentro del Instituto Jorge Juan, réplica del Laboratorio y Seminario Matemático creado en 1915 por la JAE.252 En esta misma ciudad estuvo al cargo de la enseñanza de mecánica aplicada en la Escuela de Peritos Industriales, entidad de la que fue subdirector entre 1928 y 1936. Fue igualmente académico de la de Ciencias y Letras de Barcelona, vocal del Patronato Alfonso el Sabio del Consejo Superior de Investigaciones y consejero de honor de esta institución. Su actividad como matemático se desarrolló en la estela de su padre, en el marco de la escuela de geometría proyectiva sintética de Staudt, firmemente implantada en España por su maestro, en un momento en que en Europa, como señala Mariano Hormigón, «tenía sus pasos contados»253. 251 Instituto creado por D. de 24 de febrero de 1941, BOE 5-III, nombramiento de director O. de 12 de marzo de 1941, BOE 16-III, nombramiento de vicepresidente del CSIC, D. de 30 de mayo de 1941, BOE 8-VI. Datos biográficos también en Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Relación de Académicos..., pp. 114-115. Una Fundación García Siñeriz rememora en la actualidad su destacada contribución a la ciencia geofísica española. 252 Sobre él, GONZÁLEZ REDONDO, Francisco A.; VICENTE LASECA, Lourdes de y FERNÁNDEZ TERÁN, Rosario E.: «La organización de la educación matemática en la Junta para Ampliación de Estudios: el Laboratorio y Seminario Matemático», Revista Complutense de Educación, XIX, 1, 2008, pp. 137-153. Torroja lo había intentado crear ya en 1933, en colaboración con el Institut d’Estudis Catalans, pero en aquel momento no llegó a término esa colaboración, VERNET GINÉS, Joan: «La història de la ciència al nostre país», en Actes de les I Trobades d’Història de la Ciència i de la Tècnica. Coordinadors: J. M. Camarasa, H. Mielgo, A. Roca. Barcelona, 1974, especialmente, pp. 6-7. 253 HORMIGÓN, Mariano: «Las matemáticas en España en el primer tercio del siglo XX», en Ciencia y Sociedad en España: de la Ilustración..., especialmente pp. 271-272 y
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También resulta singular el caso de nuestra siguiente destacada personalidad, de entre los ingenieros pensionados. José Castañeda Chornet fue, en efecto, un ingeniero industrial cuyo nombre ha permanecido vinculado al desarrollo de la moderna ciencia económica española. Es ya convencional relacionarlo con las etapas fundadoras de la nueva Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid, creada en 1943, el primer centro de formación de los economistas profesionales en España. Junto a otras influyentes personalidades, como José María Zumalacárregui, Heinrich F. von Stackelberg y Valentín Andrés Álvarez, la figura de Castañeda, como catedrático de Teoría Económica, constituyó, al decir de Julio Segura, «un hito crucial por haber sido el verdadero difusor del análisis microeconómico moderno», por su magisterio universitario y por haber sido el autor de unas Lecciones de teoría económica manejadas por todos los estudiantes españoles de economía durante bastantes años, «el primer libro publicado en España sobre esta materia» —señalaba su contemporáneo Valentín Andrés Álvarez en su discurso de contestación al de ingreso de Castañeda en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas— y «quizá la primera y más completa sistematización del método matemático aplicado al conjunto de los hechos económicos».254 277. Algunos datos biográficos en La Vanguardia Española, 05/05/1974, p. 36; Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales: Relación de Académicos..., pp. 64-65;
También, RÍOS, Sixto: «Matemática y Astronomía», en La Edad de Plata de la Cultura Española (1898-1936). Vol. II: Letras, Ciencias, Arte, Sociedad y Culturas. Coord. y advertencia preliminar por Pedro Laín Entralgo. Historia de España Menéndez Pidal, tomo XXXIX. Madrid, Espasa Calpe, 1994, pp. 475-494. 254 SEGURA SÁNCHEZ, Julio: «Una nota sobre la historia de la introducción y asimilación del análisis microeconómico moderno en España», en Economía y economistas españoles. 7: La consolidación académica de la economía. Enrique Fuentes Quintana (dir.). Madrid, Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas...-Galaxia Gutenberg, 2002, p. 388, pp. 385-407. Sobre las influencias y originalidad de las Lecciones... de Castañeda en particular, pp. 397-402. La segunda cita procede de una más amplia información biográfica y científica, redactada uno de sus primeros discípulos, V ILLAR SARRAILLET, Huberto: «José Castañeda: su personalidad, su vida y su obra», en Economía y economistas españoles. 7: La consolidación..., pp. 243-276, algún dato también en ROJO DUQUE, Luis Ángel: «José Castañeda: recuerdos de un alumno», Ibídem, pp. 277-280 y SÁNCHEZ LISSEN, Rocío: «Los tres primeros catedráticos de teoría económica en la Universidad española», en Economía y economistas españoles. 7: La consolidación..., especialmente, pp. 157-160. Sobre él también VELARDE, Juan: Economistas españoles contemporáneos: primeros maestros. Madrid, Espasa-Calpe, 1990, especialmente, pp. 46-48 y GALINDO MARTÍN, Miguel Ángel y ANDREU, María Paz: «José Castañeda Chornet», en
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A pesar de dedicar la mayor parte de sus esfuerzos científicos al campo de la teoría económica, en ningún momento dejó de lado las preocupaciones prácticas del ingeniero economista, como profesor titular desde 1942 de la asignatura Organización de empresas en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid. Los Apuntes de economía política teórica y aplicada, su interés por la dirección científica de las empresas y sus preocupaciones sobre la organización científica del trabajo fueron algunos de los frutos más sobresalientes de esta vertiente de su actividad. Por último, en relación al tema de estudio desarrollado durante su tiempo de pensión —«Tracción eléctrica, instalaciones y suministros de energía. La Red Nacional Eléctrica francesa»— cabe reseñar el trabajo presentado conjuntamente con José Luis Redonet —«Incidencia de las restricciones eléctricas sobre la economía nacional»— a una sesión de la Conferencia Mundial de la Energía, celebrada en Madrid en 1960, un trabajo de «valor» y «originalidad... enorme», al decir de Juan Velarde, quien lo recogió en 1969 en sus Lecturas de economía española.255 Encontró asimismo reconocimiento, como la mayoría de los mencionados, en el CSIC, en el que fue consejero de honor del organismo y consejero de los Patronatos Raimundo Lulio, Juan de la Cierta y Marcelino Menéndez y Pelayo. Por último, José García Santesmases permanece vinculado a la historia de la ciencia española como un investigador pionero en los campos de la ferrorresonancia y circuitos ferrorresonantes de cálculo y control, en el de la robótica, en el de los sistemas de computación, así como, en su última época, en el de la neurocibernética. Formado en la especialidad de Física por la Universidad de Barcelona y en ingeniería, como señalamos, por la Escuela Superior de Electricidad de París, obtuvo en 1944 la cátedra de Física Teórica y Experimental de la Universidad de Granada y dos años más tarde la de Física Industrial de la Universidad de Madrid. Durante algunos años completó su formación hacia el mencionado perfil científico primero, durante algunos meses, en el Cavendish Laboratory de Cambridge junto al Dr. Cosslet, y en otros laboratorios ingleses, holandeses y franceses,256 y más ampliamente en el Computation Laboratory de la Universidad de Harvard, bajo la dirección de Howard Diez economistas españoles, Jesús de la Iglesia García (dir.). San Lorenzo de El Escorial, Real Colegio Universitario María Cristina-Ayuntamiento, 1995, pp. 179-184. 255 Citado por VILLAR SARRAILLET: «José Castañeda...», pp. 270-272. 256 Becado por el Instituto de Electrónica en 1949. Visitó además del mencionado los laboratorios del Imperial College de Londres, del King’s College, los de las Universidades de Manchester y Birmingham y el National Physical Laboratory. En
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H. Aiken.257 Tras el retorno a la cátedra en Madrid, su importante labor de magisterio y su actividad investigadora se desarrollará en esta ciudad, en el marco sobre todo de la sección de electricidad del Instituto de Electrónica, sección convertida en 1955 en Instituto de Electricidad y Automática, dentro del Patronato Juan de la Cierva del CSIC.258 Sus investigaciones, como ha puesto de relieve Santiago López García, fueron decisivas para situar el sistema científico español en este área en el mapa científico internacional.259 En la línea de computación electrónica, analógica y digital, cabe destacar que bajo su proyecto y dirección se realizó la primera calculadora diferencial electrónica española, presentada en el Jornadas Internacionales de Cálculo Analógico de Bruselas de 1955, así como que en su haber cuente con la construcción en 1973 del primer microordenador español. En fecha tan temprana como 1968 llamaba la atención desde un medio generalista sobre la importancia que cobraba para el futuro industrial de Europa la «batalla del cálculo» y sobre todo sus innovaciones más importantes, como eran los procedimientos de programación, lo que comenzaba a denominarse el «software».260 En su última etapa García Santesmases y equipo iniciaron un nuevo reto, pionero de nuevo en España: el de la neurocibernética, es decir, el de la simulación electrónica del funcionamiento neuronal y la apertura de un campo interdisciplinar de colaboración entre físicos y biólogos. Obtuvo por todo lo mencionado un elevado reconocimiento internacional, con numerosas distinciones y altos mandatos de instituciones científicas nacionales e internacionales.261 Holanda visitó la fábrica de Philips de Eindhoven y en Francia el Laboratorio de Física Atómica y Molecular del Collège de France, Consejo Superior de Investigaciones Científicas: Memoria (1949). Madrid, 1951, pp. 344-345. 257 NICOLAU, Edmond: «Obituary Professor José García Santesmases», Kybernetes 19, 5, 1990, p. 3. 258 Consejo Superior de Investigaciones Científicas: Memoria 1955-1957. Madrid (1959), pp. 687-688. 259 Aunque la industria española no se encontrase en aquellos momentos capacitada para asumir el reto de fabricar ordenadores, LÓPEZ GARCÍA, Santiago: «Telecomunicación, informática y automática. Equilibrios discontinuos en la tercera revolución tecnológica», en Doctor Jordi Nadal..., vol. 2, pp. 1581-1596, especialmente, pp. 1583-1584, así como del mismo autor «Los precedentes de la informática y la automática en España (19251971)», en Tècnica i Societat en el món contemporani..., especialmente, pp. 207-208. 260 GARCÍA SANTESMASES, José: «Batalla tecnológica en torno a las calculadoras electrónicas», ABC (Los Domingos de ABC), 03/11/1968, pp. 26-27. 261 Algunos datos biográficos en Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales: Relación de Académicos..., pp. 76-77; El País 18/05/1979, con ocasión de la entrega de la Medalla de Oro de Echegaray la reseña necrológica de ABC, 25/10/1989, p. 67.
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En conclusión, para cerrar sintéticamente este capítulo, de todos los datos de las sumarias trayectorias profesionales que acabamos de recoger sería conveniente subrayar dos aspectos. El primero se refiere a las especiales oportunidades que en la mayoría de los casos encontraron en la política científica oficial puesta en marcha por el nuevo Estado, en particular a través de los organismos aglutinados en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Todos los mencionados se encontraron implicados en el devenir del nuevo organismo, bien como participantes en los altos puestos consultivos y de gestión, bien a través de su incorporación a la práctica investigadora llevada a cabo en los laboratorios e institutos de investigación empírica creados de nuevo cuño. Circunstancias que no fueron —queda bien entendido— exclusivas de los científicos biografiados. Otros, de entre los pensionados, gozaron de equivalentes posibilidades, entre los que cabe mencionar a Echeverría Ballarín, Salazar y Mouliáa, Herrero Egaña, García Dueñas, Suárez Inclán, Sanguino, Jiménez Cuende, Cañizo Gómez, Nagore, Chacón Enríquez o Gómez Ortíz. El segundo aspecto tiene que ver con el mantenimiento de las redes de relación científica y profesional trabadas a lo largo del primer tercio del siglo, cuestión que viene a asentarse con bastante firmeza frente a ciertas ideas convencionales que convierten sin mayores matizaciones la ciencia y la técnica del momento en franquistas —lo que es cierto si se contabiliza su adscripción expresa y el índice de confianza ideológica precisa para figurar en primera fila del reconocimiento académico nacional— y autárquicas, lo que en absoluto cabe afirmar si no se tiene la precaución de añadir algunas aclaraciones. Otra cosa fue, como ha puesto de relieve López García en el caso del Patronato Juan de la Cierva, que las circunstancias políticas obligadas de aislamiento y las consecuentes estrategias autárquicas terminasen por llevar a un callejón sin salida la política oficial sobre formación de capital humano y sobre ciencia y tecnología aplicada, como por otra parte sucedió con el INI en la implementación industrial de esa política. Pero con todas sus limitaciones los nuevos organismos abrieron los suficientes cauces de comunicación exterior, por medio de becas, participación en eventos científicos internacionales e invitaciones a científicos extranjeros,262 como para permitir a
Sobre todo ello, DELGADO GÓMEZ-ESCALONILLA, Lorenzo: «Dimensión internacional del CSIC», en Tiempos de investigación..., pp. 269-277. 262
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la generación senior el mantenimiento de sus vínculos exteriores y a una más joven generación perdida de científicos españoles realizar una crucial labor de puente formativo —a costa, cierto es, de sacrificar sus auténticas potencialidades innovadoras— sin el cual, como dice López García, posiblemente el futuro tecnológico del país hubiera sufrido un mayor retroceso del que supuso de por sí la pérdida de importantes figuras de la ciencia y la técnica anteriores a la guerra.263
263 LÓPEZ GARCÍA, «El Patronato “Juan de la Cierva”... I parte: Las Instituciones Precedentes», pp. 206-207. También algunos datos de interés al respecto en el capítulo de LÓPEZ FERNÁNDEZ, Carlos: «Instituciones científicas e ideología en la España de 1940 a 1955», en Cinquanta anys de ciència i tècnica a Catalunya. Entorn l’activitat científica d’E. Terradas (1883-1950) (27 i 28 de setembre del 1984), EIC-ETSEIB. Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 1987, pp. 163-174.
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FINAL, 1931-1936 1. EL CONTEXTO GENERAL REPUBLICANO Resulta bastante paradójico, cuando se analiza con detenimiento la política educativa y cultural de la II República, aquella república de «trabajadores de todas clases», que de todos los sectores educativos tocados por el innegable esfuerzo presupuestario del régimen, fuese precisamente el menos beneficiado de todos el dirigido a formar profesionalmente a los trabajadores. Con razón podía interrogarse el director de la Escuela Superior del Trabajo de Madrid, Federico de la Fuente, en el Congreso Internacional de Enseñanza Técnica celebrado en Barcelona en mayo de 1934 si se había hecho realmente la revolución que se esperaba en el presupuesto de Instrucción Pública. «Los siete millones que se dedican a la enseñanza profesional son los mismos que se asignaban en plena Dictadura y en los últimos presupuestos de la Monarquía. Representaban el 3,15 % y hoy representan el 2,25 %».1 Si desde el punto de vista presupuestario es así a lo largo de la época republicana, al menos a grandes cifras, no queda el consuelo de pensar que el esfuerzo pudo ser más grande por parte de las instituciones provinciales y locales, obligadas legalmente a compartir el sostenimiento este tipo de enseñanza, puesto que el compromiso fundamental estaba en el Estado, que desde 1914, como ha mostrado Celia Lozano, había quedado muy rezagado en el sostenimiento de este tipo de estudios no solo en términos relativos respecto al crecimiento del número de alumnos y al aumento general de la riqueza industrial sino también respecto a la contribución de las instituciones provinciales y locales.2 Estas, especialmente las últimas, intentaron hacer honor, a juzgar por las cifras, a la nueva responsabilidad que se les atribuía en los Estatutos de Enseñanza Técnica y Profesional de 1924 y 1928, tal vez menos, no obstante de lo 1 FUENTE, Federico de la: ¿Hemos hecho la revolución en el Presupuesto de Instrucción Pública? Memoria presentada al Congreso de Enseñanza técnica de Barcelona. Madrid, Alfán, 1933. Federico de la Fuente había sido el elegido por las Escuelas Superiores del Trabajo como representante en la Comisión de formación profesional creada el 9 de octubre de 1931 en sustitución de la suprimida Junta Central de Formación Profesional, como veremos a continuación, O. de 28 de octubre de 1931, Gaceta 2-XI. 2 LOZANO LÓPEZ DE MEDRANO, Celia: «El gasto público en formación profesional industrial en España (1857-1935)», Investigaciones de Historia Económica, 11, 2008, pp. 39-73.
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que ya estaba demandando el propio desarrollo de las instituciones educativas puestas en marcha por aquella normativa legal.3 Pero a grandes rasgos, no cabe duda de que la formación profesional fue el gran sector formativo olvidado en la política educativa de la República. Cabrían algunas hipótesis al respecto. La primera y más obvia sería la decisión estratégica deliberada de concentrar todos los esfuerzos en el impulso alfabetizador, así como, en el terreno de la política social, la necesidad de hacerlo en las políticas puras de protección del trabajo y de regulación de las relaciones industriales, como consecuencia de las difíciles circunstancias económicas y sociales que la República tuvo que afrontar. El primer ministro de Trabajo de la República, Largo Caballero, había sido durante bastantes años vocal de la Junta de Pensiones y tenía un perfecto conocimiento de su obra y, en general, de todos los esfuerzos realizados en su entorno en pro de la formación profesional de los trabajadores, aunque no faltasen tampoco en su juicio sobre estas cuestiones los recelos del viejo militante sindical acerca del presumible desclasamiento que resultaba inseparable de toda política formativa orientada a la clase obrera. En cualquier caso, al margen de ello, la orientación de la política ministerial hacia las cuestiones de legislación protectora del trabajo y de regulación de las relaciones laborales resultó inevitable, dadas las circunstancias. Se puede conjeturar que una responsabilidad indirecta muy destacada en aquella relegación residió en el hecho mismo de la transferencia de las atribuciones de formación profesional al Ministerio de Instrucción Pública, incorporándolas a un campo de actuación con prioridades políticas ya muy definidas. Tal era la opinión de Madariaga, quien vivió toda esta deriva con creciente inquietud: «posiblemente —escribía en 1933— habría que dictaminar por razones prácticas tan sólo [...] que cuando un departamento como el español de Instrucción Pública se halla tan atareado para salvar el déficit enorme de escuela primaria, para introducir una enseñanza secundaria racional y para llevar a la Universidad el espíritu moderno, no parece que el ambiente ministerial ni el momento sean los más propicios para seguir desarrollando el plan inicial en las materias de formación profesional tan complejas y de tan variada contextura y estabilidad».4 3 Según María Luisa Rico Gómez, que realiza en este momento su tesis doctoral sobre las Escuelas del Trabajo, las quejas a este respecto de los responsables educativos fueron frecuentes. 4 MADARIAGA, La formación profesional..., p. 486.
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Pero no es descartable, en segundo lugar, una cierta ambivalencia en el juicio de la obra de la Dictadura en este campo, que paradójicamente resultará perniciosa para el desarrollo ulterior de todas sus posibilidades. Se trataba, por una parte, de una obra en absoluto ajena, salvo aspectos concretos, al universo de las preocupaciones pedagógicas del republicanismo y del socialismo triunfantes. Madariaga transcribía al inicio de su tantas veces citada publicación de 1933 el articulado de un proyecto de bases de enseñaza técnica que «a requerimiento amable y particular de algunos elementos dirigentes del partido socialista» hubo de redactar «en una ocasión, y que equivale posiblemente a un programa mínimo de hoy». Un programa elaborado, al parecer, en torno a 1926, tomando como punto de partida el entonces vigente Estatuto de Enseñanza, y por consiguiente en buena medida descargado sobre el Profesional de 1928, como obra suya que era en gran parte.5 De hecho, la obra del Estatuto de 1928, se había iniciado a buen ritmo. Según mencionaba la nueva revista de la Oficina Central de Documentación Profesional, hasta abril de 1929 se habían declarado oficiales los institutos de Orientación y Selección Profesional de Madrid y Barcelona, funcionaban ya oficinas-laboratorios en Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia y Gijón, se habían constituido cincuenta Patronatos locales y algunos habían aprobado ya sus cartas fundacionales, como el Real Instituto de Formación Profesional de Madrid, el Real Politécnico Hispano-Americano de Barcelona y el Real Colegio Hispalense de Formación Profesional de Sevilla, se habían creado hasta la fecha, en fin, treinta Escuelas de Trabajo.6 Y el impulso no se interrumpiría con el cambio de régimen, a pesar de los peligros iniciales de neutralización que señalaremos a continuación. Porque el Estatuto tenía, por otra parte, como herencia de la Dictadura, su mancha política de origen y la oposición interesada de algunas fuerzas corporativas, que pusieron todo el empeño por llevar el agua a su molino aprovechando las movedizas condiciones políticas del cambio de régimen. A los motivos de agravio más atrás referidos suscitados por la disposición, se añadieron en aquel momento las nuevas Fue redactado, según señalaba en anotación, p. 13, antes de «la creación de los Comités Paritarios», refiriéndose sin duda al R. D.-Ley de Organización Corporativa Nacional de 26-XI-1926, Gaceta 7, que establecía con carácter obligatorio esos organismos, MADARIAGA, óp. cit., pp. 7-15. 6 «Crónica», RFP, I, 4, abril, 1929, pp. 1-2. 5
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inquietudes derivadas de los cambios en la dependencia administrativa de los estudios técnicos en todos sus grados, y de la necesidad de funcionar en condiciones muy diferentes a las que habían presidido toda su anterior existencia. Lo señalaremos de manera precisa al reseñar las nuevas condiciones de desenvolvimiento de los centros de perfeccionamiento profesional que tenemos entre manos. Por el momento es suficiente recoger lo que tuvo que ver con los intentos más generales, al final frustrados, de revisar desde su base la obra de la Dictadura en este campo. Apenas caído el Dictador los intereses corporativos se pusieron en marcha intentando especialmente la modificación del libro V del Estatuto en lo referente a las Escuelas Superiores del Trabajo. Lo aprobado en la Asamblea del profesorado de dichas escuelas celebrada en Sevilla a mediados de mayo de 1930 insistía en la gradación jerárquica de los tres niveles de enseñanza, de modo que la escuela elemental fuese preparatoria para la superior y ésta preparatoria para la Escuela de Ingeniería, «error fundamental que —apostillaba Madariaga— desvía totalmente el espíritu de la formación profesional», se pronunciaba por una mayor autonomía de las Superiores respecto al sistema tutelar previsto en el Estatuto y finalmente por el retorno de la dirección e inspección de las Escuelas a la jurisdicción del profesorado. Proposiciones no del todo concordantes con los intereses de las titulaciones medias tuteladas por las especialidades superiores de ingeniería y arquitectura, especialmente de la de ingeniería industrial, agrupada en la Federación Nacional de Peritos Industriales, que por las mismas fechas hacía oír su voz en gran parte coincidente con las líneas generales del Estatuto de 1928.7 Todas estas manifestaciones de opinión corporativa se vieron considerablemente espoleadas por la propia inexperiencia inicial del régimen republicano, que pareció por un momento tener la intención de someter las reformas en todos estos campos al amigable compromiso de los grupos corporativos interesados. Al incorporar en septiembre de 1931 todas las atribuciones sobre formación profesional obrera al Ministerio de Instrucción Pública creó una comisión encargada de adaptar los servicios a la nueva planta ministerial. Al transferir poco después al mismo ministerio las competencias de ingeniería superior, otra comisión se encargaría de proponer las reformas que fuesen precisas en ese campo. La comisión estaba compuesta, según las previsiones iniciales 7
MADARIAGA, óp. cit., pp. 478-484, cita p. 483.
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por un representante de las asociaciones de ingenieros de minas, agrónomos, caminos, canales y puentes, montes e industriales, otro por cada una de las escuelas respectivas, cuatro profesores de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central en representación de sus secciones de Naturales, Físicas, Químicas y Exactas y un representante por cada una de las asociaciones de alumnos de las escuelas de ingenieros mencionadas.8 Pero inmediatamente el ministro Barnés se vio precisado a incluir en ella un buen número de entidades y cuerpos interesados en la cuestión, que habían sido dejados de lado: a la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, olvidada en el momento de atribuir la representación conjunta a las escuelas de Madrid y Barcelona,9 a la Asociación de Ingenieros Industriales de Barcelona y Escuela de Ingenieros textiles de Tarrasa (un representante conjunto),10 a la Asociación de Ingenieros Navales11 y a su Escuela superior,12 a las Escuelas superiores de Arquitectura de Madrid y Barcelona (un representante conjunto), así como a las asociaciones profesionales de alumnos de ambas,13 al Cuerpo de Ingenieros militares,14 a las asociaciones de estudiantes de la Facultad de Ciencias, por cada una de sus secciones15 y, finalmente, a los Colegios de Arquitectos.16 Y la cosa no quedó ahí porque, apenas redactado el dictamen correspondiente, otra comisión —esta vez de los representantes de las titulaciones medias— se encargaría de hacer oír su voz oficialmente acerca de los estudios que les estaban encomendados. Como en el caso anterior, estaba compuesta por representantes de las asociaciones de peritos (de Minas, Agricultura, Comercio y de las nuevas impartidas en las Escuelas Superiores del Trabajo), del profesorado de las Escuelas respectivas y de la Escuela Central de Idiomas, del profesorado de cada una de las cátedras de ciencias naturales, exactas, físicas y químicas de los Institutos de Madrid y de los representantes de las asociaciones de estudiantes de todas esas escuelas.17 O. de 8 de enero de 1932, Gaceta 9. O. de 15 de enero de 1932, Gaceta 16. 10 O. de 16 de enero de 1932, Gaceta 20. 11 O de 21 de enero de 1932, Gaceta 22. 12 O. de 25 de febrero de 1932, Gaceta 3-III. 13 O. de 22 de enero de 1932, Gaceta 23 14 O. del ministerio de la Guerra de 4 de febrero de 1932, Gaceta 9. 15 O. del ministerio de Instrucción Pública de 4 de febrero de 1932, Gaceta 9. 16 O. de 27 de febrero de 1932, Gaceta 4-III. 17 O. de 8 de junio de 1932, Gaceta, 12. 8 9
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Los resultados de esas intenciones reformistas no llegaron muy lejos en lo que respecta a la formación profesional obrera en sentido estricto.18 Si acaso, algunas concesiones puntuales en motivos de agravio muy circunscritos, como los de los cargos de dirección y las inspecciones de las Escuelas del Trabajo, que en parte fueron transferidos efectivamente al campo del interés corporativo del profesorado, que coincidía además con una concepción de estas funciones menos dirigista que la del régimen caído. La dirección de los centros, efectivamente, fue confiada de manera indirecta a la responsabilidad de los claustros al extender a estas escuelas profesionales, tras su traslado al Ministerio de Instrucción Pública, una norma del Departamento, dictada apenas cambiado el régimen, que obligaba a todas las instituciones bajo su jurisdicción a proponer nuevos gestores, dada la dimisión de los que venían encargándose de ello.19 En cuanto a lo segundo, fue el propio director general de Enseñanza Profesional y Técnica quien emprendió por autorización de marzo de 1932 una visita de inspección a todos los centros oficiales de su dependencia y en esa tarea continuaba todavía año y medio más tarde.20 En cuanto al resto, aunque existió en 1932 algún conato de paralización general del desarrollo del Estatuto de 1928, en espera de unas normas definitivas acerca del funcionamiento de la recién creada Dirección general de Enseñanza Profesional y Técnica, bien pronto las cosas retomaron su curso habitual21 y se mantuvo el ritmo, recogido periódicamente en la Gaceta, de constitución de Patronatos locales de formación profesional y nuevas Escuelas del Trabajo, aunque tal vez no al ritmo esperado por sus mentores. «Desgraciadamente —decía al respecto César de Madariaga— la incertidumbre y la discusión apasionada de los intereses particulares llamados a asesorar a los ministros, y 18 NOVO MIGUEL, L.: La enseñanza profesional obrera y técnico-industrial..., pp. 2022, recoge los dictámenes de ambas comisiones, muy centrados, como era previsible, en
los respectivos intereses de Cuerpo. Prescindimos de su reseña pormenorizada, puesto que en la práctica apenas rozaron la estructura básica del proyecto de enseñanza bosquejado por el Estatuto de 1928. 19 Disposiciones de 30 de abril de 1931, Gaceta 3-V y 27 de noviembre de 1931, Gaceta 5-XII. 20 Orden disponiendo la continuación de la visita y el libramiento de los créditos correspondientes, de 27 de octubre de 1933, Gaceta 2-XI. 21 En el art. 5 de la Orden de 29 de febrero de 1932, Gaceta 3-III, se dejaba en suspenso la tramitación de propuestas de creación de nuevas Escuelas de Trabajo, suspensión que quedó sin efecto muy poco después por Orden 28 de mayo, Gaceta 3-VI.
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ante lo cual discretamente se paraliza la acción del Estado, ha impedido imprimir el ritmo debido a la formación profesional de los trabajadores».22
2. EL CENTRO DE PERFECCIONAMIENTO PROFESIONAL OBRERO EN ÉPOCA REPUBLICANA Entrando ya en las instituciones gestoras del ahora llamado perfeccionamiento obrero, no cabe duda de que lo decisivo en esta etapa fue su faceta interior, vinculada al conjunto de prácticas de asistencia y perfeccionamiento de la formación profesional, tal y como habían quedado sugeridas en el Estatuto de 1928, pero sin duda cada vez más arrinconadas ante el protagonismo de la actividad reformadora republicana en otros campos, frente a la cual terminará por naufragar hasta cierto punto el viejo utopismo institucionista de pedagogía social y de autonomía de las iniciativas cívicas, incluso de las cobijadas bajo el manto del Estado. Es cierto que la Junta mantuvo sus facultades y su política tradicional formativa estrechamente vinculada a la demanda de trabajo industrial. En la comunicación ya mencionada de julio de 1931 al ministro de Trabajo proponiendo los pensionados de la convocatoria de febrero de aquel año César de Madariaga ratificaba expresamente su singularidad tradicional en el campo del «perfeccionamiento», y no de la «formación profesional, por lo que la pensión ha de recaer sobre un obrero selecto ya formado en el oficio o bien que tenga actitudes excepcionales». El criterio de «exigencia social» que presidía la pensión, que no el beneficio ni la recompensa individual, era la que guiaba la selección de los pensionados hacia los oficiales especializados —no siempre a favor de los mejor formados, «si el oficio /era/ corriente»— hacia las industrias de reducida magnitud, que requerían más la ayuda del Estado y, en igualdad de condiciones, hacia los trabajadores procedentes de regiones de tradición industrial, donde la formación adquirida tendría más posibilidades de desarrollarse ulteriormente.23 Pero no resulta muy aventurado suponer la fragilidad de estos objetivos ante las grandes cuestiones políticas que se abrían a la España republicana, ante las dificultades de financiación estatal que cerraban MADARIAGA: óp. cit., p. 483. Escrito de 21 de julio de 1931, AGA (5)16 32/16532. Expediente de 1928, 29..., carp. 6. 22
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la década e incluso ante la propia compulsión reformadora republicana. La convocatoria de pensiones seguirá publicándose regularmente, como veremos, cierto que casi nunca para los 45-50 expedicionarios que la Junta había considerado siempre imprescindibles, y en número decreciente conforme la mencionada coyuntura obligaba a reducir el presupuesto estatal y conforme se hacían presentes las nuevas y profundas dificultades en el ámbito industrial europeo de los primeros años treinta. Sigamos con detenimiento todo el proceso. Según vimos, los servicios a cargo de la antigua Junta pasaron a mediados de 1930 a ser gestionados por el Centro de Perfeccionamiento obrero y su Oficina Central de Documentación Profesional dentro del Ministerio de Trabajo y Previsión. Fue solo una solución transitoria, puesto que poco más de un año después todos los servicios del Estado en orden a la formación y perfeccionamiento profesional que se encontraban asignados a aquel Departamento fueron transferidos al Ministerio de Instrucción Pública.24 Poco después este Ministerio ponía todas estas nuevas atribuciones bajo la dirección de una Comisión de Formación Profesional, dependiente de la Subsecretaría, con el encargo de redactar en el plazo de un mes las normas definitivas de organización de los diferentes servicios25 y finalmente todas ellos quedarán englobados dentro de la Dirección general de Enseñanza profesional y técnica creada a comienzos de 1932, en la que además se integraba, conforme a lo dispuesto en el reciente decreto de Presidencia que reorganizaba los ministerios de Economía y de Fomento,26 todo lo referente a la enseñanza técnica superior —ingenierías industrial, caminos, canales y puertos, minas, montes y agrónomos— anteriormente en aquellos ministerios, remitiendo las facultades consultivas sobre estos temas al Consejo Superior de Cultura, el organismo que había sustituido al antiguo Consejo de Instrucción Pública. De esta forma, la República optaba, frente a la política anterior, por unificar de nuevo todo el tronco formativo técnico en el seno de Instrucción Pública, que a partir de ahora sumaría a sus atribuciones tradicionales las de enseñanza especial de ingenieros civiles, las Escuelas Elementales y Superiores de Trabajo, las Oficinas de D. de 19 de septiembre de 1931, Gaceta, 23. D. de 9 de octubre de 1931, Gaceta, 10. Terminaría siendo suprimida al poco de crearse la Dirección general de Enseñanza profesional y técnica, descargando en ésta sus atribuciones, D. de 29 de febrero de 1932, Gaceta 5-III. 26 D. de Presidencia de 16 de diciembre de 1931, Gaceta, 17. 24 25
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Selección profesional, los Institutos de Reeducación y Orientación profesional y el Psicotécnico de Madrid y el Centro de Perfeccionamiento Obrero, además de aquellas otras que le encomendasen en el futuro.27 Todos los centros de formación y perfeccionamiento obrero mencionados formarían parte de una Sección especial de Formación Profesional dentro del Ministerio, dividida en dos negociados, dependiendo de la Dirección general mencionada y —matización muy significativa— «sometida al régimen común de organización interior del Departamento».28 No tardarían mucho en incorporarse a dicha Sección otras escuelas de carácter profesional,29 así como organizarse aquélla de manera diferente por medio, ahora, de cuatro negociados mejor adaptados a la diversidad de los nuevos centros incorporados. Y aún sufrirá este órgano nuevas vicisitudes en los próximos años, quedando incorporado a la Subsecretaría del Ministerio en 1935 al suprimirse la Dirección general y retornando de nuevo a ella a su restablecimiento en febrero de 1936 bajo el nombre de Dirección General de Segunda Enseñanza y Enseñanza superior.30 Todo un testimonio de las vicisitudes particulares de los organismos que constituyen nuestro objeto de atención. En efecto, el propio Centro de Perfeccionamiento obrero y su Oficina Central de Documentación Profesional se vieron sometido a algunos cambios organizativos, que si algo indicaban era precisamente esa misma subordinación funcional a una concepción política burocratizada muy diferente de la que había primado en la mayor parte de los años más fecundos de la antigua Junta y una difícil adaptación a las vicisitudes internas y externas, políticas y económicas, del período. Podrían incluso imaginarse, a la luz de los datos que vamos a mencionar, algunas disputas D. de 10 de febrero de 1932, Gaceta 13 creando la Dirección General y transfiriendo los mencionados centros. Decreto convalidado por la Ley de 23 de julio de 1932, Gaceta 24. 28 O. de 29 de febrero de 1932, Gaceta 5-III. En ella se disolvía además la Comisión de Formación Profesional creada en octubre de 1931. 29 Concretamente las de Arquitectura, la Nacional de Artes Gráficas, las de Ayudantes de Obras Públicas, Capataces de Minas y Peritos Agrícolas, las de Aparejadores, las de Comercio, las de Artes y Oficios y el Colegio Politécnico de La Laguna, D. de 10 de marzo de 1932, Gaceta 12; Escuela del Hogar y profesional de la Mujer, O. de 29 de febrero de 1932, Gaceta 5-III; finalmente, Colegios Nacionales de Sordomudos y Ciegos y Escuela Central de Anormales, Orden de 8 de mayo de 1934, Gaceta 12. 30 Respectivamente, D. de Presidencia de 28 de septiembre de 1935, Gaceta 29 y D. de 24 de febrero de 1936, Gaceta 25. 27
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internas entre los funcionarios de estos servicios por hacerse con la parte más gruesa del botín burocrático que la antigua Junta había dejado. Pero nada confirma esta suposición y no resulta nada probable que toda la reorganización ulterior respondiese a criterios puramente corporativistas, teniendo en cuenta que vendrá firmada, en calidad de ministro de Instrucción Pública, por Salvador de Madariaga y Rojo, hermano del principal inspirador de toda la expansión de las funciones de la Junta desde 1920. Por el contrario, pudo perfectamente concebirse como el único medio adecuado para salvar algo, al menos, de la obra de la antigua Junta, ante las dificultades objetivas que tanto desde el interior como desde el exterior lastraban su función originaria en el servicio de pensiones. Veamos cuáles fueron estos cambios. A comienzos de 1932, como consecuencia de la designación de César de Madariaga como director de las Minas de Almadén, era nombrado nuevo director del Centro el ingeniero industrial Francisco Vighi Fernández, anteriormente jefe de su sección de Documentación. Para ocupar el puesto de este último era nombrado Mariano Moreno Caracciolo.31 Pues bien, apenas dos años más tarde un decreto del Ministerio reorganizaba los servicios de la Oficina de Documentación, que pasaban a distribuirse en cuatro secciones: Bibliográfica, de Informaciones mecánicas, de Informaciones de química industrial y de Informaciones de electrotecnia, al tiempo que fijaba la plantilla a que habría de atenerse en el futuro la dotación de su personal.32 Al mismo tiempo, en efecto, otra disposición de 21 de febrero de 1934 distribuía entre los dos servicios el personal existente, del que, como era de esperar a resultas del anterior decreto, la Oficina Central se llevaba la parte del león, aunque las imprecisiones y la confusión entre ambos servicios eran tales que la disposición duró poco más de un mes.33 Definitivamente más precisa fue la disposición de 13 de abril siguiente (Gaceta 19, que hubo de ser rectificada y publicada de nuevo el día 21) en la que, por si había alguna duda respecto a lo acordado en febrero, se disponía expresamente la separación de los servicios de documentación y de pensiones y se distribuía el personal entre ambos, con todo lujo de detalles O. de 26 de enero de 1932, Gaceta 27 y rectificación sobre el sueldo de este último de 22 de febrero de 1932, Gaceta 3-III. 32 D. de 16 de febrero de 1934, Gaceta 18 y rectificación en la del 25. 33 O. de 21 de febrero de 1934, Gaceta 25 y su anulación por O. de 29 de marzo de 1934, Gaceta 31. 31
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acerca de su historial burocrático dentro de las dependencias de la antigua Junta. Eran en conjunto trece personas de distintas categorías para el servicio de documentación, seis para el de pensiones y otro conjunto de ellas nombrado por la extinta Junta de Pensiones en 1922 y que prestaba servicio en el Instituto Nacional de Psicotecnia, que se integrarían definitivamente en la plantilla de este centro. Lo que, en conjunto, expresaba bien el alcance, incluso meramente burocrático, que aquella Junta había ido adquiriendo con el transcurso de los años.34 Inmediatamente esta separación legal se tradujo en separación física y el servicio de pensiones se trasladó provisionalmente al edificio de la calle Zorrilla donde funcionaba el Conservatorio de Música y Declamación,35 en tanto que, para el servicio de documentación, se buscaba un lugar que pudiese satisfacer sus amplias necesidades de espacio en sustitución de los locales alquilados en el número 24 la calle del Prado. Terminó siendo elegido el edificio del Instituto de Artes e Industrias sito en el número 25 de la calle Alberto Aguilera que había sido transferido al Ministerio de Instrucción Pública tras su incautación a la Compañía de Jesús en 1933 y donde se habían instalado otros centros de naturaleza similar, como las Escuelas Profesionales de Trabajo y el Instituto Nacional de Psicotecnia y donde se tenía previsto trasladar igualmente la Escuela Central de Ingenieros Industriales. En coherencia con estas decisiones, vista la propia imprecisión sobre la dependencia orgánica de ambas secciones, al año siguiente las dos pasarán a engrosar los servicios del Instituto Nacional de de Psicotecnia,36 al producirse su reorganización de octubre de 1935 que, entre otras cosas además de lo señalado, creaba en su seno la Escuela Central de Preaprendizaje y Orientación El servicio de pensiones se mantenía bajo dependencia orgánica de la Dirección General de Enseñanza Profesional y Técnica o de la persona delegada por ésta. Nada se decía a este respecto del servicio de documentación, salvo su adscripción a las funciones asignadas en el art. 3 y siguientes del libro 6º del Estatuto de Enseñanza Profesional de 1928. Este olvido permanecerá en las disposiciones siguientes. Damos por hecho que su destino natural era el Instituto Nacional de Psicotecnia. 35 O. de 24 de abril de 1934, Gaceta 2-V. 36 Se decía así expresamente en el caso del servicio de pensiones, aunque no en el de documentación. La dependencia orgánica de este servicio desde 1934 nunca fue muy precisa, aunque todas las referencias ulteriores, ya en la postguerra, parecen indicar que ambas secciones volvieron a reunirse en la práctica en ese Centro de Perfeccionamiento obrero y Documentación profesional que aparentemente había dejado de existir legalmente como organismo unificado desde aquella fecha. 34
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profesional. Con esta reforma, una institución desgajada en cierto modo de la antigua Junta de Pensiones reasumía la herencia de ésta con sus dos servicios de documentación profesional y de pensiones. El primero, creemos, quedaba incorporado a la secretaría, que tenía a su cargo todas las actividades de documentación, archivo y relación con las OficinasLaboratorios regionales, provinciales y locales. El segundo se integraba en la Sección de Perfeccionamiento obrero y Acción social, dentro del Departamento de Psicotecnia del adulto.37 La aplicación de la norma resultaba relativamente fácil para el servicio de pensiones, pero no tanto para el de documentación por razones perfectamente comprensibles. De hecho, puestos a la obra del acondicionamiento de unos locales adecuados en el edificio de destino, llegará la fecha crítica de 1936 sin dar por concluido totalmente el proyecto.38
3. LAS CONVOCATORIAS DE LA ETAPA REPUBLICANA Más arriba dijimos que los organismos herederos de la Junta de Pensiones mantuvieron sus atribuciones tradicionales en el campo del perfeccionamiento profesional obrero y tal vez sea llegado el momento ahora de precisar el alcance de tal afirmación, en la única actividad de la que queda constancia documental fidedigna, al menos de sus aspectos más formales. Continuaron, en efecto, las convocatorias de pensiones en el extranjero, pero no se puede decir, en cambio, que entrasen en la normalidad, ni siquiera en la normalidad relativamente morosa de los últimos años. Por de pronto, la promoción de obreros pensionados en 1931, nombrados ya en la etapa republicana, vieron interrumpida su estancia en el extranjero el 15 de diciembre de 1932, sin que en este caso se acordase la prórroga del segundo año que venía siendo habitual.39 No eran, obviamente, las circunstancias, internas y externas, más propicias para el gasto presupuestario y para la adecuada colocación de los obreros en los establecimientos industriales, con frecuencia en graves dificultades, de la Europa del momento.
Decreto de 22 de octubre de 1935, Gaceta 25. Se decidió el presupuesto de obras por O. de 22 de abril de 1935, Gaceta 23; el 22 de octubre se ordenó el traslado, junto con la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer, Gaceta 25-X, aunque en febrero del año siguiente todavía se tuvo que ordenar la renovación de los contratos de arrendamiento vigentes, O. de 14 de febrero de 1936, Gaceta 15. 39 O. de 10 de diciembre de 1932, Gaceta 13. 37 38
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La siguiente convocatoria de pensiones sólo se produjo en octubre de 1933 y bajo una modalidad algo diferente a lo habitual, que hacía pensar
más en alumnos obreros orientados hacia el perfeccionamiento de sus estudios en escuelas técnicas extranjeras que en trabajadores propiamente dichos. En efecto, las quince plazas convocadas se cubrirían tras un cursillo en España, al que accederían treinta aspirantes, veinte de ellos propuestos por los Patronatos locales de las Escuelas Superiores de Trabajo de entre los alumnos de éstas que hubiesen concluido sus estudios de Maestro industrial y los diez restantes salidos de un concurso libre al que podrían optar toda clase de obreros que acreditasen los conocimientos teóricos y prácticos correspondientes al nivel mencionado. Los quince elegidos pasarían seis meses en el extranjero y serían tutelados en todo momento por el representante del Centro en el extranjero o directamente su Director Inspector, quienes fiscalizarían los estudios y prácticas realizados y emitirían una calificación de los resultados obtenidos.40 El proceso de presentación y selección de candidaturas fue más lento de lo previsto41 y fue sólo en marzo de 1934 cuando se pudo disponer de la lista de los seleccionados. La disposición que publicaba sus nombres, a despecho de su apariencia burocrática anodina, nos resulta particularmente interesante puesto que da algunos indicios de las nuevas condiciones de procedimiento burocrático —«Visto igualmente el oficio del expresado Centro formulando presupuesto de gastos de la expedición», se decía en los considerandos iniciales— en que se veían obligados a actuar los servicios de pensiones frente a la amplia autonomía en la gestión del gasto de que habían disfrutado con anterioridad. En la disposición se denegaba, por otra parte, una solicitud de los 28 cursillistas en el sentido de que ampliase a todos ellos el beneficio de la pensión.42 Conviene subrayar de nuevo el considerable recorte que sufrían las estancias en el extranjero, no ya frente a los objetivos iniciales de esta experiencia, sino también frente a lo que era habitual en los últimos años. En este caso, sólo cuatro de los expedicionarios merecieron una ampliación de dos meses a la estancia de seis establecida en la convocatoria.43 O. de 21 de septiembre de 1933, Gaceta 6-X. Por O. de 19 de octubre de 1933, Gaceta 22, se ampliaba el plazo para presentar las candidaturas. La lista de los cursillistas —28 en lugar de 30— se publicó por O. de 13 de diciembre de 1933, Gaceta 14, para iniciar el curso a comienzos de 1934. 42 O. de 27 de febrero de 1934, Gaceta 1-III. 43 O. de 13 de agosto de 1934, Gaceta 23. 40 41
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Detrás de todo ello estaba, sin duda, la catastrófica situación económica internacional y los problemas de cambio que sufría la peseta desde finales de la década anterior. Un dato suplementario parece confirmarlo fehacientemente. A comienzos de 1933 el delegado del Centro en París, Agustín Redondo, solicitó por todas esas circunstancias un aumento del sueldo o el traslado de sus funciones al Centro directivo de Madrid. En su respuesta, el Ministerio reconocía la situación y, aun ponderando el coste presupuestario de más de 12.000 ptas. anuales que suponía el cargo, aceptaba el aumento de otras 1.000 en concepto de gratificación, manteniendo su ubicación en la capital francesa.44 La siguiente, y última, expedición fue convocada en febrero del año siguiente, esta vez conforme a las fórmulas clásicas y recuperando a los procedimientos y garantías de todo tipo, ya señaladas, que venían siendo habituales en las convocatorias desde los años veinte, aunque manteniendo el número de pensiones y el tiempo de estancia en niveles mínimos. Doce fueron las plazas convocadas este año y de nuevo por seis meses, más uno de preparación en Bruselas, a seleccionar entre las especialidades industriales mecánicas (tres plazas), gráficas (tres), eléctricas (dos) y varias (cuatro).45 La orden de concesión, de 5 de abril, fue publicada en la Gaceta el 7 de ese mismo mes. De nuevo, esta disposición nos testifica el encuadre del servicio en el engranaje económico del Ministerio, al resolver las fechas precisas de partida, momento en que comenzarían los expedicionarios a devengar las dietas correspondientes y en el que el Habilitado debería cursar el pedido de los fondos para sufragar los gastos correspondientes. Y si insistimos en estas cuestiones es porque constituyen el mejor testimonio de las circunstancias bajo las que se vieron obligados a actuar los servicios de pensiones y de documentación en esta época. La misma documentación de archivo que ha permanecido sobre la experiencia lo expresa mejor que cualquier otro testimonio. Por primera vez a lo largo de la ya amplia trayectoria del servicio los fondos recogen por primera vez un minucioso seguimiento de la habilitación y justificación del gasto,46 en tanto que en el O. de 20 de mayo de 1933, Gaceta 24. O. de 14 de febrero de 1935, Gaceta 24. Dato curioso, el artículo primero dice así: «Convocar un concurso entre obreros para proveer diez plazas de pensionados...». 46 Al respecto, alguna documentación sobre habilitación de gastos de biblioteca del Centro de Perfeccionamiento y Oficina Central de Documentación en 1935, en AGA (5)1.3 31/3714. Igualmente sobre el libramiento de fondos y justificación de gastos del Presupuesto de 1935 para el servicio de pensiones, AGA (5)1.3 31/3716. 44 45
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pasado, recordemos las palabras de Madariaga, «una carta, un telegrama, una conversación confirmada después por escrito» eran los instrumentos suficientes para dar curso a los recursos disponibles.47 No faltan otros testimonios del mismo género acerca de los cambios en el funcionamiento económico de estos servicios.48 Con todo, esos fueron los últimos actos oficiales de normalidad burocrática del Servicio de Pensiones. Como dato complementario, que cierra la historia de esta interesante experiencia por el momento en sus aspectos administrativos, pero que tiene algo de simbólico a partir de los acontecimientos ulteriores, cabe señalar el retorno de su máximo impulsor, César de Madariaga, a la dirección de la ya menoscabada tarea de las pensiones obreras. Aprovechando la muerte del que durante muchos años fue secretario de la Junta, Feliciano Álvarez González, y director del servicio de pensiones desde el fraccionamiento de 1934, César de Madariaga solicitó la recuperación del puesto, que le fue concedido en ese mismo mes de abril de 1935,49 incorporándose a él a partir del mes de julio siguiente.50 Poco tiempo para recuperar el norte perdido entre el barullo de las reformas burocráticas, las prioridades educativas del Ministerio, las dificultades económicas del período y hasta la importancia objetiva que había adquirido su hijuela, la actividad de documentación y servicio de biblioteca. En medio de todo ello, la Junta, que había surgido para abrir las ventanas hacia el exterior, perecía en el peor de los ensimismamientos colectivos: el de una guerra civil. Su labor de compulsa sistemática de experiencias formativas y laborales del personal técnico superior y obrero español con sus equivalentes europeos se cerraba momentáneamente para sólo reaparecer más tarde, en otro contexto, bien a merced de las 47 MADARIAGA, César: «Sobre la educación profesional del obrero adulto», BJPIOE, VII (la secuencia correcta sería V), 1, 2, 3, enero, febrero, marzo 1920, p. 59. 48 Como por ejemplo sobre la regulación de las horas extraordinarias en el servicio de la biblioteca del Centro de Documentación profesional, O. de 21 de agosto de 1934, Gaceta 28; o sobre libramientos de los fondos presupuestarios, O. de 21 de agosto de 1934, Gaceta 4-IX. 49 O. de 20 de abril de 1935, Gaceta 25. 50 Solicitó una prórroga de incorporación a fin de atender las funciones docentes en la Escuela de Capataces de Minas de Almadén, anejas a la dirección del Centro, que le fue concedido por O. de 28 de mayo de 1935, Gaceta 7-VI. Finalmente dejaría la dirección de las Minas a partir del 27 de junio, O. de 24 de junio de 1935, Gaceta 27.
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leyes de la oferta y demanda de mano de obra, la emigración, bien a la lenta recuperación de todas estas redes de relación tejidas desde comienzos de siglo. En el marco, pues, de otra historia bien diferente.
4. EPÍLOGO Uno de los detalles más curiosos, si es que se puede hablar así, de la vida burocrática es su capacidad de supervivencia a los mayores desastres como consecuencia del mantenimiento de un patrimonio moral (la voluntad y los esfuerzos empeñados), jurídico (los derechos burocráticos) y material (el personal, los servicios rendidos y bienes acumulados) sobre los que es obligado decidir una vez pasadas las circunstancias excepcionales. De esta forma, del mismo modo que el patrimonio moral y material de la JAE se volcó, convenientemente embridado, sobre el nuevo Consejo Superior de Investigaciones Científicas, los de la antigua Junta de Pensiones, sin duda menos numerosos, pero no menos amparados por aquel principio hereditario burocrático, reaparecieron después de la guerra civil a la espera del correspondiente arbitrio que decidiese volcarlos en una nueva función coherente con los objetivos del nuevo régimen político. No era tarea fácil, por razones bastante obvias, tanto internas como externas, y de ahí que las tareas que ocupó a la antigua Junta no terminaran de asentarse después de la guerra, a pesar de mantenerse teóricamente en sus funciones ambos servicios y de reintegrar a parte, al menos, de su personal debidamente depurado. Las primeras disposiciones posteriores a la guerra civil relativas a los servicios desarrollados por la antigua Junta se referían precisamente al personal. A comienzos de abril de 1939 se designaba el nuevo director del Centro de Perfeccionamiento Obrero, el ingeniero industrial y jefe de departamento de las Escuelas de Orientación Profesional y Preaprendizaje de Madrid, Guillermo Krahe Herrero.51 Algún tiempo después por orden de 9 de noviembre de 1939 se incorporaba sin sanción a los empleados Paulino Sánchez, Cayetano Tamés, Felicísimo Mascaraque, Milagros Mellado Soler y María Sánchez Estrada, que ocupaban antes de la guerra los puestos respectivos de contador, auxiliar bibliográfico, ordenanza y oficiales en el Centro.52 Al año siguiente se 51 52
Orden de 10 de abril de 1939, BOE 24-IV, p. 2211. Orden de 8 de noviembre de 1939, BOE 18-XI, p. 6487.
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dio curso, al menos oficialmente, a la convocatoria de nuevas expediciones de obreros, vinculándolas a las propuestas de las Escuelas dependientes de los Patronatos de Formación Profesional, aunque no disponemos de datos que confirmen el efectivo cumplimiento de esa autorización,53 ni en el corto, por razones obvias, ni en el medio plazo. Lo que sin lugar a dudas entró en funcionamiento fueron los servicios de la Oficina Central de Documentación Profesional. En 1942 se confirmaba definitivamente en sus funciones al Centro y a su personal, entonces ya con una nómina de nueve personas, más el director, la mayor parte de ellos procedentes de la plantilla anterior a la guerra.54 Incluso se le asignó la dirección de los cursos de perfeccionamiento que se realizaban en las Escuelas de Orientación y Preaprendizaje de Madrid, por lo menos provisionalmente, a la espera de unas instalaciones adecuadas para que éstas los desarrollasen por su cuenta,55 así como ocasionalmente algunas otras funciones relacionadas con la selección de aprendices.56 Pero a partir de 1955, como consecuencia de la aprobación de la ley de Formación Profesional Industrial de 20 de julio, el Centro va a encontrarse de nuevo inmerso en un incierto proceso de cambios. Según el art. 25 de la ley, los servicios quedarían incorporados a un futuro Instituto Politécnico Industrial concebido como escuela superior de maestría, encargada de la formación industrial superior y del estudio de los problemas de la organización industrial y de la productividad del trabajo, en relación con la Comisión Nacional de Productividad y el Instituto de Racionalización del Trabajo. En tanto se ponía en marcha aquel centro, los servicios se ponían bajo la dependencia de la Junta Provincial de Formación Profesional Industrial de Madrid.57 Todavía al año siguiente se nombraba nuevo director en la persona de David Jato Miranda,58 pero Orden de 7 de noviembre de 1940, BOE 20-XI, p. 8094 Se trataba de José Messeguer Pardo, Victoriano Sánchez Rodríguez, Milagros González Lapena, Cayetano Tamés Alarcón, José María Toro Arenal, Abelardo Martínez de Lamadrid, Pablo Martí Gispert, Cecilio Ruiz Castillejos y Alejando Hernández del Castillo, O. de 20 de julio de 1942, BOE 6-VIII, pp. 5834-5835. 55 O. de 27 de agosto de 1942, BOE 3-IX, p. 6775. 56 Así, por ejemplo, su intervención en 1946 en la selección de aprendices, a solicitud del Frente de Juventudes para la concesión de becas de estudio, Resolución de la Dirección General de Enseñanza Profesional y Técnica de 29 de diciembre de 1945, BOE 24-I-1946, p. 687. 57 O. de 2 de diciembre de 1955, BOE 6-I-1956, p. 162. 58 O. de 27 de noviembre de 1956, BOE 4-I-1957, p. 75. 53
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Francisco Villacorta Baños
sus días estaban ya contados. En 1959 un decreto de 23 de septiembre suprimía el Centro de Perfeccionamiento Obrero y la Oficina Central de Documentación Profesional, incorporando sus servicios a la Institución de Formación del Profesorado de Enseñanza Laboral que ahora se creaba por mandato de la ley de Formación Profesional de 1955,59 y poco después se ordenaba la transferencia de sus instalaciones a aquella Institución y el acoplamiento del personal entre su profesorado o entre el personal administrativo de la Escuela de Maestría Industrial de Madrid.60 Pero no debían ser muy fáciles de manejar todos los fondos acumulados por el Centro a lo largo de su ya cincuentenaria historia, cosa fácil de entender si se tienen en cuenta los datos más arriba señalados sobre su Biblioteca-Escuela y su servicio de documentación, por lo que la página final de esta historia solo se cerrará algunos años más tarde. Así, en efecto, en 1967, bajo el ministerio de Manuel Lora Tamayo en Educación Nacional, un hombre, como es sabido, con fuertes lazos con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se dispuso que los «valiosos fondos bibliográficos» de los desaparecidos servicios, que permanecían depositados en la Escuela de Maestría Industrial de Madrid sin poder ser utilizados por los investigadores y con sus ricas colecciones interrumpidas, pasasen a depender de aquella institución. Al efecto, se creaba una comisión encargada de distribuir los fondos entre las diferentes bibliotecas del Consejo atendiendo a la afinidad de materias y, a ser posible, a la complementariedad con las colecciones existentes en cada una de ellas.61 Y así fue como la herencia material de la Junta de Pensiones, ya que no su herencia moral, vino a reunirse póstumamente con la de su hermana mayor, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, aunque para ello fuese obligado su reparto —como sucede con el patrimonio un tanto vetusto de los viejos parientes muertos en el olvido sin descendencia directa— entre los jóvenes y olvidadizos herederos, sin una conciencia muy precisa del esfuerzo y la dedicación puestos durante largos años en su acopio. D. de 23 de septiembre de 1959, BOE 12-X. D. de 23 de septiembre de 1959, BOE 12-X, y O. de 30 de diciembre de 1959, BOE 19-I-1960, p. 729. 61 La comisión estaba formada por José Calderón Martínez, jefe de sección del Centro Nacional de Química Orgánica; Antonio García Berduch, jefe de sección del Instituto de Cerámica y Vidrio; José Jiménez González, jefe de sección del Centro de Investigaciones Fisicas «Leonardo Torres Quevedo» y Eduardo Acero Sáez, secretario de la Escuela de Maestría Industrial de Madrid, O. de 17 de mayo de 1967, BOE 6-VII, p. 9484. 59 60
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APÉNDICES
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APÉNDICE 1 ERNESTO WINTER BLANCO Enrique Winter nació en Gijón el 28 de mayo de 1873, nieto del alsaciano Ernesto Winter llegado a Gijón hacia 1844-45, junto a un grupo de obreros, para participar en los proyectos de fabricación de vidrio emprendidos por aquellas fechas en el entorno cántabro por el ingeniero suizo Luis Truan Lugeon y un grupo de empresarios locales. Participará finalmente en el de La Industria (más tarde Cifuentes, Pola y Cía), con una aportación de 26.000 reales. Instalado definitivamente en la ciudad, algún tiempo después abrió un bazar en la calle Corrida, que permanecerá abierta hasta 1892. El joven Ernesto estudió las primeras letras en el petit seminaire de Brives (Corrèze, Francia), cerca de donde vivía una hermana de su padre. A los 14 años volverá a España para cursar los estudios de bachillerato, bellas artes y arquitectura en Madrid. Allí residía su hermana Ernestina, esposa del hijo de Concepción Arenal, Fernando García-Arenal, que había sido ingeniero-director de la Junta de Obras del Puerto de Gijón entre 1875-1889. A través de él entra en contacto con la Institución y traba amistad con Giner, Fernando de los Ríos y Bartolomé José de Cossío, con quien mantendrá una activa correspondencia entre 1910 y 1935. La muerte de sus padres en los inicios de la década de 1890 le lleva a dejar la carrera de arquitectura y a cursar en la Universidad Politécnica de Lieja la de ingeniero de minas. En 1901 termina sus estudios en el Instituto Electro-Técnico Montefiore anejo a la Universidad. Apenas dejadas las aulas, emprende una serie de actividades e iniciativas que le han de ser preciosas para la futura tarea de gestor de las pensiones. Crea inicialmente, junto con un amigo belga, un laboratorio de ensayos y desarrollos técnicos, la Oficina técnica Winter-Combier, que proyectó diversas fábricas de cementos y de carburo de calcio y se ocupó de peritajes y ensayos durante cinco años en Lieja, Hamburgo, París, Colonia y Amberes.1 Asiste al 1 Datos recogidos del escrito de la Junta proponiéndole como director técnico de las expediciones de obreros en el extranjero, 16 de julio de 1911, AGA (5)16 32/16571. En su obra Elogio de la inquietud, 1923, a propósito de una de sus expresiones (en la juventud el espíritu «esta fraguando») apostillaba lo siguiente: «perdónese esta expresión al autor que ha sido representante de cementos», p. 20 de la edición de Madrid, Productora de Ediciones, 1993.
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mismo tiempo a la Exposición Internacional de Dusseldorf de 1902 por encargo de la Revista de Obras Públicas, donde publica cinco artículos glosando las novedades empresariales en el campo del hierro y del acero, de las máquinas de vapor, la electricidad y la sociedad Schuckert.2 Paralelamente ha comenzado sus actividades en la gestión de las primeras expediciones de obreros pensionados en el extranjero. Desde 1903, fecha de la primera de ellas, sus actividades, sus escritos, su observación del mundo de la industria y del trabajo obrero, estarán estrechamente vinculadas a la tarea encomendada. Asiste a la Exposición Internacional de Lieja de 1905 y lo hará igualmente a las de Bruselas (1910) y Gante (1913). Es sin duda la rica experiencia que la gestión de las pensiones le proporciona acerca del mundo industrial y obrero de la Europa del momento la que le lleva a escribir por aquellos mismos años una extensa obra sobre Los factores del rendimiento industrial (estudio técnico-económico-social de los factores de producción), que da a la luz en 1909. Se trata, según él mismo subraya, de una obra que busca poner en relación los conocimientos prácticos de instalación y explotación a que los industriales se veían de continuo confrontados con los ofrecidos por la ciencia y la técnica, a fin de obtener los más fidedignos datos de base favorecedores del rendimiento industrial. Es de destacar que, entre los factores propiamente técnicos sobre los rendimientos de las diversas opciones energéticas y sus aplicaciones, tipos de motores, sistemas de transporte de energía, máquinas herramientas, etc., concedía una gran importancia al estudio del rendimiento del factor obrero, no solo como mecanismo «técnico» observable a la luz de los determinantes físicos y económicos de su trabajo, de su «conservación» y «amortización», sino también como factor «consciente» del trabajo, donde entraban en consideración los datos de la herencia industrial del medio, de su iniciativa, su cultura, su formación, elementos todos determinantes del rendimiento final del factor trabajo. En 1910 contrae matrimonio con Carlota Flesch en Rumelange (Luxemburgo) y se instala en Barcelona, desde donde dirige la actividad cada vez más institucionalizada de la obra de pensiones. Prepara y dirige los cursos de enseñanza técnica e idiomas preparatorios de las expediciones obreras, celebrados en la ciudad condal, recorre los países
En Revista de Obras Públicas, L, tomo I, 1902, p. 149, pp. 309-314 y 379-380 y tomo II, pp. 463-466 y 613-615, en línea en http://ropdigital.ciccp.es/index.php (12/04/2011). 2
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Apéndice 1
europeos en visitas de control e inspección. Desde la creación del Boletín de la Junta de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el Extranjero, en 1916, su actividad en él es intensa, no solo en sus temas de interés intelectual preferentes, sino en el de atenta lectura y control de los informes y memorias presentado por los obreros pensionados, en forma de pequeñas apostillas de análisis complementario, de puntualización y hasta de rectificación a los respectivos escritos. Con uno de ellos elabora en 1916 un amplio cuestionario-informe sobre el trabajo diurno en la panadería de Italia, donde se entremezclan los aspectos técnicos, sociales y organizativos, incluido el tan esencial en su opinión como era el aprendizaje.3 A comienzos de 1917 dedica un amplio espacio dentro del Boletín a recoger el texto ampliado de una conferencia pronunciada en el Ateneo Enciclopédico Popular de Barcelona el 23 de enero de ese mismo año, con su tema tan querido del aprendizaje industrial. Su línea argumental descansaba sobre las ventajas del aprendizaje profesional en la escuela frente al rutinario, y casi siempre inútil, aprendizaje empírico en el taller. Pero en una escuela lo más próxima posible a la actividad práctica del taller, bien accesible al mercado con algún tipo de producción corriente, hecha con pulcritud y en tiempo prudencial, es decir, en las condiciones reales de la producción y mercado por parte de los talleres, tal y como se veía en algunas escuelas extranjeras, bien por medio de una activa implicación de las sociedades gremiales del medio en la creación del centro, la orientación de los estudios y la formación práctica de los estudiantes. Como apéndice, proporcionaba unas orientaciones muy concretas sobre los procedimientos prácticos de creación de una Escuela de Aprendizaje.4 En ese mismo número del Boletín transcribe el escrito dirigido al ministerio de la Gobernación, en contestación a su encuesta sobre emigración, ya comentada en otro lugar de este estudio. En otro artículo de ese mismo año hace un repaso al proceso de sustitución de las máquinas herramientas de acero ordinario por otras de acero rápido y la exigencia derivada de organizar el trabajo de los talleres de acuerdo con algunos de los procedimientos puestos en práctica 3 «Informe acerca del trabajo diurno en la panadería en Italia», BJPIOE, 4, junio, 1916, pp. 115-146. La secuencia correcta sería 6, junio. Pero también este caso se trata-
ría de un número de referencia duplicado. 4 WINTER BLANCO, Ernesto: «El problema del aprendizaje. Ampliación de una conferencia dada en el Ateneo Enciclopédico Popular de Barcelona el día 23 de enero de 1917», BJPIOE, 13-14-15, enero, febrero, marzo, 1917, pp. 1-42.
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por Taylor.5 En ese mismo número, otro escrito (en francés, lo que parece indicar una publicación previa en el extranjero) expresa algunas de sus convicciones sobre el trabajo de la mujer, con apreciaciones y propuestas que hasta hoy día, a pesar del tiempo trascurrido, resultan de plena actualidad y se emplazan aún en el horizonte de utopía en el que el autor lo contemplaba («Utopies») La mujer ha estado siempre considerada — decía— como una «petite main» y sus salarios han sido considerados con frecuencia como gratificaciones y ayudas suplementarias más que como trabajo remunerado; su propia condición femenina ha sido considerada como una traba para su dignificación laboral, cuando debería haber sido más bien el criterio para ampliar los beneficios sociales y hacer el trabajo más humano, atento a las circunstancias particulares de su naturaleza, especialmente de la maternidad. Frente a ello —proponía— el salario de la mujer debería ser tan elevado como el de los hombres, a fin de evitar su sobreexplotación, haciendo de sustitución del trabajo del hombre. Es más —añadía— debería ser incluso superior, teniendo en cuenta el trabajo suplementario que realiza en casa. El salario que gana en la fábrica no es más que un salario nominal. Su salario real sería la diferencia entre el salario de la fábrica y el valor del trabajo que habría podido hacer en casa y que, con frecuencia, debe encargar a otra persona, sea remunerada o no.6 La encuesta sobre emigración a la que acabamos de referirnos era, según dijimos en otro lugar, un intento de encontrar respuestas a los interrogantes que la guerra europea había abierto sobre la relación de los ciudadanos europeos, en particular sobre los obligados por razones políticas o económicas a buscar refugio fuera de sus fronteras. Parecidas inquietudes fueron las que movieron a los mecenas de la Institución Cultural Española de Buenos Aires,7 entre ellos los doctores hispano-argentinos 5 W.: «Consideraciones respecto al empleo de herramientas de acero rápido en los trabajos de torno», BJPIOE, II, 19, 20, 21, julio, agosto, septiembre 1917, pp. 25-41. 6 W.: «Oeuvre post-pensiones. Utopies. Le travail de la femme à l’avenir», BJPIOP, II, 19, 20, 21..., pp. 42-51. 7 Sobre ella y sus ramificaciones en otros países, LÓPEZ SÁNCHEZ, José María: «La Junta para Ampliación de Estudios y su proyección americanista: la Institución Cultural Española en Buenos Aires», Revista de Indias, LXVII, 239, 2007, pp. 81-102, dentro del monográfico La Junta para Ampliación de Estudios y América Latina: Memoria, Políticas y Acción Cultural (1907-1939), coordinado por Consuelo Naranjo Orovio. También, NARANJO OROVIO, Consuelo y BERNABÉU ALBERT, Salvador: «Relaciones internacionales e institucionales de la JAE», en Tiempos de investigación..., pp. 87-93.
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Apéndice 1
Avelino y Ángel Gutiérrez, a proponer a la JAE, con la que llevaban colaborado desde 1914, la financiación de tres pensionados que se dedicasen a estudiar las transformaciones administrativas, económicas e industriales de los países en vías de reconstrucción después de la guerra. La Junta eligió para este encargo a un jurista, Pablo de Azcárate, a un economista, Francisco Bernis y al ingeniero Ernesto Winter. La obra El movimiento industrial después de la guerra (Francia, Inglaterra e Italia). Pensiones Gutiérrez (Buenos Aires). Madrid, JAEIC, 1922, es el resultado de ese encargo: un amplio y documentado repaso por las fábricas, los procedimientos industriales, las novedades de gestión empresarial y organización del trabajo y las experiencias sociales de los tres países visitados. En un considerable número de esos establecimientos había colocado el autor a los pensionados españoles en los años pasados. Por estos mismos años Winter ha trasladado su residencia a Madrid, tras el abandono de la responsabilidad de las pensiones en 1919. Allí recibe la propuesta de un antiguo compañero de Lieja, López Oñate, para trabajar en la minería. Vuelve, en efecto, a Asturias en 1922 para dirigir el pozo Coto-Musel de Laviana, por encargo de la empresa El Fomento de Gijón. Su actuación en ese puesto hará que los líderes sindicales mineros Manuel Llaneza y Belarmino Tomás le apoyen posteriormente como director del Orfanato Minero. En 1925 deja la mina al cambiar de propietario y vuelve a Barcelona, como delegado de la empresa Moreda y Gijón. La actividad industrial no le ha apartado, sin embargo, de sus desvelos intelectuales y pedagógicos. Publica en 1923 su obra Elogio de la inquietud, prologada por Fernando de los Ríos. Se trata de un auténtico manual de uso de la razón, la voluntad y la sensibilidad institucionistas, en algunas de cuyas páginas se escuchan los ecos de las instrucciones a los pensionistas que más arriba se han reseñado. En 1928 actúa como secretario del Congreso Nacional de la Fundición y a partir de ese año dirige la revista El Constructor, desde donde seguirá activamente las Exposiciones de Barcelona y Sevilla de 1929. Al año siguiente participa en la VI Conferencia Internacional de Psicotecnia, celebrada en Barcelona. Tras la llegada de la República, es nombrado consejero del Consejo Nacional de Cultura creado en 1932 en sustitución del antiguo Consejo de Instrucción Pública. Al año siguiente es confirmado oficialmente como miembro del Consejo de Administración del Bureau International de L’Enseignement Technique de París, en representación del gobierno español. En cuanto tal participa
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como representante español en la preparación del Congreso Internacional de Enseñanza Técnica celebrado en Barcelona entre los días 17 y 19 de mayo de 1934.8 Desde 1930 además las circunstancias le han abierto una nueva senda, que será decisiva en su vida. En 1929 a petición del sindicato de obreros mineros de la UGT el Consejo de Ministros aprueba la entrega de un real por tonelada de carbón exportado para obras sociales. Entre ellas destaca una de particular querencia del líder minero Manuel Llaneza, el Orfanato Minero. Tras la reunión de Llaneza, Amador Fernández y Ramón Peña con el ministro, conde de Guadalhorce, el 20 de agosto de 1929 se confirma la aplicación de lo acordado y el Orfanato se crea por R. D. de 27 de diciembre de 1929. El 26 de agosto del año siguiente Ernesto Winter es nombrado primer director, con el consenso de los representantes obreros. El proyecto —señala Miguel Ángel Álvarez Areces, a quien seguimos en lo fundamental en estas líneas— va a representar la cristalización de sus ideas filosófico-pedagógicas. Él mismo traza el diseño inicial del edificio, aunque fuese revisado después técnicamente por el arquitecto Bustelo y Casariego, dentro del estilo racionalista lecorbusiano. Él dirige toda la construcción y la primera instalación.9 En sus primeros años de vida se esfuerza por aplicar allí las ideas pedagógicas que más le han influenciado: la escuela nueva inglesa de Cecil Reddie y la coeducación de Hadden Badley, así como las experiencias de Ovide Decroly, en Bélgica, María Montessori en Italia y Kerschensteiner en Alemania. Como buen adepto de la ILE ensaya allí también algunas experiencias de pedagogía activa que la entidad lleva ensayando desde tiempo atrás en distintos lugares e instituciones, como era el contacto con la naturaleza y la educación ambiental, en forma de colonias y campamentos escolares. En 1936 Winter mantuvo algunas diferencias con los responsables del Patronato acerca de la contratación de profesores del centro y dimitió de su cargo. Tenía la intención de desplazarse a Valencia, donde le Disposición de 8 de diciembre de 1933, Gaceta 10. Sobre el orfanato, GÓMEZ GONZÁLEZ, María Jesús: El Orfanato Minero Asturiano. Apuntes históricos para un estudio de la institución. Oviedo, INFIDE, 2003. Desde el punto de vista arquitectónico, MORALES SORO, María Cruz: «El Orfanato Minero: la vanguardia arquitectónica de los años 30 en Asturias», en Mineros, sindicalismo y política. Oviedo, Fundación José Barreiro, 1987, pp. 149-177. 8 9
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habían ofrecido organizar un centro equivalente para huérfanos de Correos. Pero entretanto había comenzado la guerra y la ciudad de Oviedo se había convertido en un reducto rebelde, bajo la dirección del coronel Aranda. En uno de sus viajes a la ciudad para hacer gestiones ante el Patronato es detenido. Aunque liberado inmediatamente, debe rellenar un formulario y se le convoca ante el jefe militar. En la noche del 6 de noviembre un grupo de militares y falangistas se presentan en el Orfanato y sacan a Winter de la cama. Su hijo mayor Ernesto le acompaña. Al día siguiente son encontrados muertos junto a la vía del ferrocarril colindante con el Centro. Poco después su familia sale de España hacia Portugal, por la frontera gallega.
FUENTES Las líneas precedentes siguen en lo básico el guión biográfico de Ernesto Winter Blanco, trazado por Miguel Ángel Álvarez Areces en la introducción a la reedición de algunos de sus escritos, bajo el título Ernesto Winter Blanco. Sólo la vida inquieta es vida, Gijón, Ateneo Obrero de Gijón, 1993. Incluye una biografía de Ernesto Winter elaborada por Miguel Ángel ÁLVAREZ ARECES, pp. 13-39; referencias bibliográficas con citas de sus diferentes escritos, pp. 41-43. En algún caso se han completado y pulido algunos datos, en particular acerca de su protagonismo en la obra de pensiones. Una biografía más sucinta fue incluida por este mismo autor en la última entrega de los apéndices (1981-1992) de la Gran Enciclopedia Asturiana, Gijón, Silverio Cañada ed., 1993 (t. XX, p. 411). También le dedica una reseña José Ramón TOLÍVAR FAES, Nombres y cosas de las calles de Oviedo, Oviedo, Imprenta Gofer, 1992, pp. 238-239. Algunos otros datos aparecen también en la introducción de Etelvino GONZÁLEZ LÓPEZ, a la edición de 1993 de la mencionada obra Elogio de la inquietud, pp. i-vi.
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APÉNDICE 2 CÉSAR DE MADARIAGA Y ROJO De todas las personalidades implicadas en la gestión de la Junta de Pensiones, César de Madariaga es, sin lugar a dudas, el que mayor atención ha merecido a lo largo de todo el trabajo, muy en consonancia con el largo periplo cumplido como su responsable máximo y con las altas responsabilidades detentadas dentro del Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria, desde 1928 Ministerio de Trabajo y Previsión, en funciones mucho más amplias de las particulares encomendadas a la Junta o sus anexas, entre ellas la más importante la de formación técnico-profesional del mundo obrero. Pretendemos aquí únicamente, por lo tanto, recopilar las líneas de fuerza de una biografía intelectual y pública, significativa por demás en virtud de las circunstancias excepcionales de orden político que le tocó vivir, con el convencimiento de que han de ser solo una pequeña contribución al esperado estudio monográfico futuro de la vida y la obra del personaje, que sin reservas merece. Nacido en 1893 en el seno de una familia de tradición militar, estudiante en la Escuela de Minas de Madrid, donde se distinguió ya por su posición crítica hacia las enseñanzas recibidas,1 ingeniero finalmente de la promoción de 1914, tras su salida de la Escuela pasó de forma inmediata a trabajar en la minería del cobre de la United Alkali Co. de Huelva y en la del plomo de la Sociedad Minera Peñarroya, al tiempo que formaba parte de la Comisión encargada de estudiar la producción nacional de sulfato de cobre, actividades todas que sin duda decidieron el signo de lo que había de ser su tema de estudio durante el tiempo de pensión en Inglaterra en 1916: la repatriación del beneficio de las piritas españolas. A su regreso, durante los tres años siguientes continuó 1 En el prólogo de su último libro publicado, Las metas actuales de la capacitación y de la rehabilitación laborales. Sus ajustes y reajustes. Madrid, Aguilar, 1961, señalaba lo siguiente: «Hace ya muchos años que hube de tomar el primer contacto con la realidad al darme cuenta de la discrepancia notable entre la amplitud de los problemas de la capacitación profesional y la estrechez con que se encuadraban las soluciones, no obstante que mi observación surgía de una escuela de ingeniería [...] Mi sincero deseo de reforma me movió a suscitar una acción colectiva por medio de un documento de crítica razonada que tuvo la virtud de no promover sanción alguna punitiva [...], pero que sólo dejó una estela de silencio, por el momento», p. XV.
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con sus actividades privadas, ahora como ingeniero agregado a la dirección técnica de la Siderurgia de Los Corrales de Buelna, donde realizó ensayos industriales para la producción de acero directo y hierro en esponja, aparte de realizar diversos peritajes para la Compañía Rio Tinto y la Sociedad Francesa de Piritas, informes económicos industriales para el Banco de Crédito Industrial y ocupar el cargo de vocal en la Comisión designada para redactar el Reglamento definitivo de Policía Minera.2 En este mismo año una llamada providencial desde Madrid, según él mismo decía, le apartó de las actividades privadas para permitirle adentrarse en un nuevo mundo. Bien se puede decir que Madariaga terminó siendo, según señalábamos más atrás, la principal apuesta jugada en el momento en que se quiso emplazar la obra de las pensiones en el marco de las políticas públicas de asistencia al mundo obrero que había de desarrollar el Estado desde el nuevo Ministerio de Trabajo a partir de 1920. Desde el punto de vista biográfico, la gestión de la Junta le permitió adentrarse en un fascinante campo teórico que despuntaba por aquellos momentos en España: el de la psicotecnia, la organización científica del trabajo, la orientación y selección profesional y la rehabilitación y capacitación profesional del obrero minusválido. Sobre todos esos temas terminará proporcionando notables estudios teóricos e interesantes experiencias prácticas a través de las nuevas instituciones que en España o fuera comenzaban a organizar académica o socialmente tales inquietudes. En cuanto interesado y bien pronto ya experto en estos temas formará parte de la representación española en el primer Congreso de Organización Científica del Trabajo, celebrado en Praga en 1920 y de las II y III Conferencias Internacionales de Psicotecnia celebradas en Barcelona y en Milán en los años 1921 y 1923 respectivamente. Su interés por el tema de la adaptación humana y laboral del mutilado, de apremiante urgencia en los años subsiguientes a la guerra, le llevó a difundir desde las páginas del Boletín de la Junta las iniciativas europeas al respecto, especialmente las francesas, y a iniciar así un ámbito de colaboración con los médicos interesados en este campo. En 1925 asistirá al Congreso Internacional de Accidentes del Trabajo celebrado en Amsterdam. Participará igualmente en el Congreso Internacional de Fundición de París, 1923, y será nombrado Comisario General de España en la Exposición Internacional de Filadelfia de 1926, tarea que le será 2
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reconocida oficialmente.3 Su autoridad en todos estos temas le llevará a jugar un destacado papel, según vimos, en la puesta en marcha en 1922 del Instituto de Reeducación Profesional de Inválidos del Trabajo de Carabanchel Bajo, del que será vocal desde su fundación y miembro de su Comisión Ejecutiva desde el año siguiente, aparte de dirigir la sección de psicotecnia creada en 1923. A partir de 1924 comienza para él una actividad mucho más comprometida que la gestión de las pensiones y el estudio y divulgación científicas: la implicación directa en los proyectos técnico-políticos del régimen de Primo de Rivera. Lo hizo, según él mismo decía, «sin claudicaciones de ideales ni afiliaciones políticas y como funcionario del Ministerio de Trabajo», en las diversas iniciativas de su Ministerio y en las que le venían derivadas de los puestos ocupados. Por supuesto, en los de reforma de la enseñanza profesional y técnica del Directorio, que han sido los enfocados prioritariamente a lo largo del presente estudio y en los que no se va a insistir aquí. En el definitivo Estatuto de Enseñanza Profesional de 1928 se vieron plasmadas buena parte de sus reflexiones teóricas sobre orientación y selección profesional y psicotecnia y sus experiencias prácticas de perfeccionamiento profesional llevadas a cabo a través de la Junta de Pensiones. Pero también en otros campos no señalados allí o apuntados muy sumariamente. La presidencia efectiva de la Comisión encargada de la redacción del Estatuto de Enseñanza industrial de 1924 atrajo hacia él, sin duda, la atención de Eduardo Aunós, subsecretario del Ministerio en esas fechas y titular desde 1925, que le nombró responsable de la nueva Dirección general de Comercio, Industria y Seguros, creada en diciembre de 1926.4 En cuanto gestor de ese amplio campo de actuación estuvo en sus manos, según vimos, la definitiva reorientación de la enseñanza industrial, que terminará siendo rebautizada como profesional, en virtud de los recortes en su alcance, obligados por la creación del Ministerio de Economía Nacional y del traslado a él de las enseñanzas y funciones de las ingenierías superiores. Madariaga tuvo a este respecto, sin poder calibrar su 3 Se da las gracias a Madariaga, por su brillante actuación en la Exposición Internacional de Filadelfia y se le transmite el agradecimiento expresado por el Embajador norteamericano en Madrid por sus personales y eficientes esfuerzos en interés de la exposición, R. O. de 7 de junio de 1927, Gaceta 15. 4 R. D. de 24 de diciembre de 1926, Gaceta 31. Nombramiento publicado en esa misma fecha.
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precisa responsabilidad, un rango primordial de confianza del principal responsable de esta línea de actuación política, Eduardo Aunós, a quien acompañó en su viaje a Italia con ocasión de la apertura de la Feria de Muestras de Milán de abril de 1927, donde se realizaron, según se avanzaba en la propia autorización oficial del viaje, otros «encargos políticos de carácter confidencial».5 Bien puede decirse que la enseñanza profesional fue su gran obra en esta etapa y que los organismos e instituciones que de allí se derivaron (la Junta Central de Formación profesional, el Patronato Local de Formación Profesional de Madrid, las Escuelas de Preaprendizaje y Orientación, el Instituto Nacional de Psicotecnia) fueron en gran medida obra suya, de las que detentó en algunos casos la máxima representación. Su protagonismo en ese campo no puede hacer olvidar, no obstante, el otro conjunto de atribuciones vinculadas a su cargo. En cuanto Director General estuvo entre los vocales de la Comisión Ejecutiva del Consejo de Economía Nacional creado en 1924 con el fin de integrar las funciones de un conjunto de organismos existentes en diversos ministerios, encargados de la formación de los aranceles, defensa de la producción y gestión y negociación de los convenios comerciales,6 así como entre los miembros de su Comité regulador de la producción creado poco después con el objetivo de organizar el control sobre el conjunto de las actividades productivas. Presidió también en virtud de su cargo el Comité de Vigilancia de la Exportación creado en julio de 1928, encargado igualmente de la intervención estatal sobre las actividades económicas de exportación7 y formó parte de la Comisión nombrada para dictaminar sobre el concurso de creación del monopolio de petróleos.8 Por su cargo presidió igualmente el Consejo Superior de Cámaras de Comercio e Industria y el Registro de la Propiedad Industrial y Comercial (Oficina de Patentes y Marcas). En el campo de los seguros su actuación comenzó a adquirir mayor relieve cuando, tras la mencionada reorganización ministerial de 1928, 5 R. D. de 31 de marzo autorizando el viaje según el acuerdo del Consejo de Ministros del día 20, y disponiendo que acompañasen al Ministro César de Madariaga y el jefe de la Secretaría auxiliar técnica del ministerio, Gaceta 10 de abril 6 Incorporación al organismo por R. D. de 23 de julio de 1924, Gaceta 25 y R. O. de 12 de noviembre de 1928, Gaceta 18. 7 R. O. de 22 de julio de 1928, Gaceta 27 y R. D. de 25 de agosto de 1928, Gaceta 29. 8 Creada por R. O. de 29 de agosto de 1927, Gaceta 30.
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en la que el Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria reducía sus atribuciones a los asuntos de Trabajo y Previsión, pasó a ocupar la Dirección general de Previsión y Corporaciones en la nueva planta orgánica, al quedar suprimida la ocupada anteriormente.9 Desde este puesto en un principio y desde la Inspección General de Previsión a partir de junio de 192910 contribuyó a la puesta en marcha de la Sociedad mixta de seguro de crédito a la exportación, fundada, junto con el Banco Exterior de España, en agosto de 1928,11 organizó el Seguro ferroviario obligatorio igualmente creado en 1928, aunque en la práctica no entraría en vigor hasta julio de 1929, formó parte como vocal del Instituto Nacional de Estructuración Minera entre septiembre de 1929, en que se creó, y marzo de 1930 en que volvieron a transferirse las funciones al Consejo de Minería que anteriormente las venía detentando,12 además de seguir presidiendo desde la etapa anterior la Junta Consultiva de Seguros y Ahorros. En relación con estas actividades actuó como ponente en el Congreso Nacional del Comercio en Ultramar celebrado en Sevilla en 1929 con ocasión de la Exposición Ibero-Americana y participó como delegado español en la Conferencia Técnica del Carbón, convocada por la Oficina Internacional del Trabajo en Ginebra en 1929. Todo ello sin dejar de ocupar una primera fila en aquellas actividades y organismos que implicaban directamente a la gestión de las pensiones de obreros y a su ya ganado prestigio en el campo científico psicotécnico. Aunque había dimitido como vocal del Consejo de Dirección del Instituto de Reeducación de Inválidos en 1926,13 continuará vinculado a él como vocal y vicepresidente del Patronato de Tutela Social del mismo al menos hasta 1928. Será igualmente vocal del Patronato de Ciegos, así como del Patronato de la Fundación Marvá de investigaciones sociales, creada en enero de 1926 por iniciativa de los funcionarios del Ministerio de Trabajo a fin de rendir tributo de admiración a José Marvá en su ochenta aniversario. En el campo de los estudios sociales y psicotécnicos será delegado oficial en el Congreso de Higiene Mental R. D. de 12 de noviembre de 1928, Gaceta 13. R. D. de 21 de junio de 1929, Gaceta 22. Con esa misma fecha se le añadía el despacho de los asuntos de la Dirección general de Corporaciones. 11 R. D.-L. de 6 de agosto de 1928, Gaceta 12. Nombramiento de Madariaga, R. O. de 8 de junio de 1929, Gaceta 10. 12 RR. DD. 6 septiembre de 1929, Gaceta 8 y 28 de febrero de 1930, Gaceta 1 de marzo. 13 R. D de 11 de octubre de 1926, Gaceta 12. 9
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de Zaragoza de 1930, presidente de la VI Conferencia Internacional de Psicotecnia, celebrada en Barcelona en ese mismo año y delegado oficial de la Conferencia Internacional de Enseñanza Técnica de Lieja, también en 1930. Se ocupará igualmente ese mismo año de la asignatura de Iniciación Psicotécnica en la Escuela de Sanidad de Madrid. La caída de Primo de Rivera supuso el final de sus responsabilidades políticas directas,14 pero en absoluto una ruptura con los principales objetivos, intelectuales y prácticos, que lo habían movido en esa etapa y en las anteriores. Incluso se dejó involucrar de forma inmediata en los proyectos políticos de quien había sido su principal mentor en aquellos años en el Ministerio de Trabajo, Eduardo Aunós. Formó parte, así, del Comité Nacional de un nuevo Partido Laborista Nacional integrado en la Unión Monárquica, de vida efímera.15 En cuanto a sus ocupaciones profesionales, aparte de seguir detentando la dirección del servicio de pensiones, ahora Junta del Centro de Perfeccionamiento Industrial Obrero, al que se reincorpora a comienzos de marzo de 1930, mantuvo la tutela sobre su obra en la enseñanza profesional en medio de la incierta dependencia orgánica de estas funciones tras la caída de Primo de Rivera y, muy especialmente desde su responsabilidad de Inspector general de Formación Profesional, aunque, dado el conflicto que la cuestión había desencadenado entre los intereses corporativos, según vimos, su posición no pudo mantenerse mucho tiempo y prefirió dimitir en marzo de 1931.16 Pero lo esencial de su obra se mantuvo a pesar de las amenazas larvadas que contra ella, como fruto que se suponía de la Dictadura, 14 Se acepta la dimisión de Madariaga del cargo de Inspector General de Previsión y Encargado de la Dirección General de Corporaciones, R. D. de 28 de febrero de 1930, Gaceta 1 de marzo. Se le acepto igualmente la dimisión del cargo de representante del Ministerio en la Sociedad para el seguro del crédito a la exportación, R. O. de 5 de febrero de 1931, Gaceta 19. 15 El Comité estuvo formado por Aunós como presidente, Andrés Garrido (exdirector general de Agricultura), Madariaga, Fernando Girón (presidente de la Unión de Telegrafistas españoles), José María Monteagudo (director general del Sindicato y Montepío de Actores Españoles), Mariano Puyuelo (exsecretario general y presidente del Comité de relaciones de la Confederación de Sindicatos Libres), el escritor Rafael Sánchez Mazas y el catedrático Luis del Valle, FERNÁNDEZ RIQUELME, Sergio: «Política, Autoridad y Trabajo. Eduardo Aunós y Estado corporativo en España», La Razón Histórica. Revista hispanoamericana de Historia de las Ideas, 10, enero-marzo, 2010, p. 23. En línea, www.revistalarazonhistorica.com. 16 Se admite la dimisión de Madariaga del cargo de Inspector Jefe de Formación Profesional, R. O. de 21 de marzo de 1931, Gaceta 26.
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proyectaban los intereses políticos y corporativos. Su libro tantas veces citado en las páginas anteriores, La formación profesional de los trabajadores, publicada en 1933, sigue siendo hoy un extenso manifiesto explicativo de los fundamentos teóricos que avalan desde el punto de vista económico y desde el plano social su intensa ocupación por la formación industrial y la selección profesional que plasma el Estatuto de 1928, sin que falten, por otra parte, expresiones más o menos explícitas de preocupación por su futuro y hasta cierta contenida irritación sobre las formas como se encauzaba por aquellos años su gestión desde el Ministerio de Instrucción Pública. De hecho, se podría corroborar sin temor a asumir una información excesivamente sesgada lo que el propio protagonista señalaba en el prólogo de la obra anteriormente mencionada y repetía en su curriculum vitae: que había sido «coautor, actor, contradictor o gestor de una buena parte de las organizaciones españolas en materia de capacitación laboral» y redactor principal de la legislación vigente (hacia los primeros años cincuenta) —mantenida por la Monarquía, la República y la Administración del general Franco— referente a organización corporativa, formación y orientación profesional, reeducación de inválidos, propiedad industrial de patentes y marcas, seguro obligatorio ferroviario y otras.17 Su posición y su prestigio ya en esta época le había llevado a ocupar los puestos de vicepresidente en el Comité Nacional de Organización Científica, el de presidente, en 1930, de la Asociación Internacional de Psicotecnia, y el de miembro de los comités de la Organización Científica del Trabajo de Ginebra, del de Relaciones Industriales de Amsterdam y del Bureau International de l’Enseignement Technique.
LA REPÚBLICA Tras la proclamación de la República, en diciembre de 1931 se hace cargo de la Dirección del Establecimiento Minero-Metalúrgico de Almadén, así como de la enseñanza aneja de la Escuela de Capataces de Minas, cargos que compagina pasajeramente con la responsabilidad de jefe de Reaseguros de la sociedad La Equitativa. El alejamiento de Madrid supone al mismo tiempo la excedencia de su puesto al frente 17
MADARIAGA, Las metas actuales..., p. XVI y Curriculum vitae (véase Fuentes).
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del Centro de Perfeccionamiento Industrial Obrero.18 No se aparta, no obstante de las inquietudes intelectuales de siempre. En 1932 participa como delegado oficial en la Conferencia Internacional de Enseñanza Técnica de Bruselas y sigue dando en los años siguientes sus cursos de graduación de Psicotécnicos para abastecer de estos profesionales a las instituciones nacionales que habían abierto en aquellos años esta línea de actuación pedagógico-social. Su alejamiento oficial de Madrid, en todo caso, es solo momentánea. En 1935 gana un concurso-oposición de profesor numerario de la Escuela Superior de Minas, para la cátedra de Derecho, Legislación de Minas y Economía política y social y Economía industrial y social-minera y Contabilidad, y la perspectiva de su próximo retorno a la capital le lleva a solicitar la reincorporación al puesto de jefe del servicio de Pensiones, que le es concedida en el mes de abril,19 aunque todavía permanecerá algunos meses en la Escuela de Almadén con prórroga especial, a fin de no perturbar el desarrollo de las enseñanzas.20 Finalmente dimite de su puesto en Almadén21 y desde agosto-septiembre de ese año22 retoma las mencionadas actividades en Madrid, aunque con graves inconvenientes en el caso de su puesto de profesor, puesto que la Escuela se encuentra en dificultades para disponer la totalidad de los créditos para el pago de su sueldo.23
GUERRA CIVIL Y FRANQUISMO La situación, en todo caso, apenas dura unos meses antes de que estalle la guerra civil. Durante este tiempo Madariaga asume plenamente su compromiso con la legalidad republicana. Tras la creación O. concediendo a Madariaga la situación de excedente voluntario del cargo de Director e Inspector Jefe del Centro de Perfeccionamiento, con la declaración de apto para el reingreso..., 24 de mayo de 1932, Gaceta 3 de junio 1932. 19 O. de 20 de abril de 1935, Gaceta 15. 20 Orden de 28 de mayo de 1935, Gaceta 7 de junio admitiendo la prórroga. 21 Se admite su dimisión del cargo de Director de las Minas de Almadén por O. de 24 de junio de 1935, Gaceta 27. 22 Es nombrado profesor por O. de 6 de agosto de 1935, Gaceta 10. 23 En su expediente de depuración del puesto de la Escuela se encuentran algunos documentos referentes a esta cuestión: su instancia solicitando el pago y las resoluciones al respecto, así como otros documentos referentes a esta última época antes de la guerra civil, incluida una relación jurada de los servicios prestados al Estado desde 1916, AGA (5)1.03 31/1950. 18
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del Ministerio de Defensa Nacional en mayo de 1937 y la organización dentro de él de una Subsecretaría de Armamento, que unificaba las anteriormente dispersas atribuciones en el campo de la compra de material, gestión de las empresas incautadas adscritas al esfuerzo de la guerra y fabricación de armamento, Madariaga es señalado por el entonces ministro, Indalecio Prieto, como jefe de su sección de Aprovisionamiento, que tenía por encargo la formación del plan general de fabricación y de adquisición de primeras materias para las fábricas y talleres que trabajaban en la producción de material de guerra, así como la creación de los establecimientos que fueran necesarios y su dotación en materias y elementos de fabricación.24 En esta misma dirección pasa después a dirigir la Fábrica Nacional de Pólvoras de Murcia y concluye estos agitados días como Inspector de las Industrias Químicas de Guerra. Tras la derrota, pasa a Francia, instalándose en Marsella, donde es contratado por el Gobierno francés como inspector adjunto a la Inspección del Trabajo en el Centro de Reclasificación de la mano de obra de las industrias de armamento de la zona. En España, mientras tanto, su expediente es sometido a depuración, como el de todo funcionario público. En el que le es abierto como profesor de la Escuela de Minas se decía que muchas de las declaraciones juradas del profesorado e ingenieros subalternos de la Escuela le consideraban un «destacado elemento izquierdista», que se había decantado de manera decidida por el Frente Popular, había ocupado el cargo de director de la Fábrica de Pólvoras de Murcia y había intentado que los profesores se afiliaran a la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza. Por todo lo cual, el profesor instructor, Antonio Marín Hervás, proponía su separación del puesto de profesor de la Escuela y así lo ratificaban sucesivamente la Comisión Superior Dictaminadora de Expedientes de Depuración, el director general de Enseñanza Profesional y Técnica, Antonio Tovar y finalmente la Secretaría General de Minas y Combustibles del Ministerio de Industria, comunicándose así públicamente en el BOE del 2 de noviembre de 1939.25 Paralelamente, otro expediente de depuración le separaba igualmente del puesto ocupado en el Instituto Nacional de Psicotecnia, es decir de 24 De su Decreto de organización de 18 de junio de 1937, Gaceta 19. Es nombrado jefe de la sección por la O. Circular de 26 de julio de 1937, Gaceta 28. 25 O. de 31 de octubre de 1939, BOE 2 de noviembre. Su expediente de depuración, según señalamos, en AGA (5)1.03 31/1950.
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la dirección del servicio de pensiones, que, como vimos, había sido incorporado a esa institución en 1935.26 Una vez producida la ocupación alemana de Francia, sale hacia Colombia donde se instala por algunos años. Allí compagina durante cierto tiempo la docencia en la Facultad de Administración Industrial y Comercial de Bogotá como profesor de las cátedras de Factor Humano y Geografía Económica con un puesto de asesor técnico de metalurgia y siderurgia del Instituto de Fomento Industrial de Colombia. En sus últimos años de estancia en el país actúa como asesor de economía industrial del Banco de la República de Colombia. Por último, en 1948 se instala definitivamente en Argentina, donde crea y dirige una empresa de equipos modernos de extinción de líquidos inflamables. Muere en 1961 durante un viaje a Chile.
IDEARIO Y PRODUCCIÓN INTELECTUAL La producción intelectual de César de Madariaga se encuentra estrechamente adherida a las múltiples ocupaciones prácticas señaladas. No es el caso de hacer aquí su análisis exhaustivo, pero tampoco es posible dejar de señalar sus principales líneas de fuerza. Fue —lo decíamos más atrás— un técnico, identificando en ese término una posición fundamental de responsabilidad con su profesión, incluyendo las potencialidades científicas y prácticas que le eran propias, pero también con su «personalidad social» y con el natural compromiso colectivo que todas esas potencialidades comportaban. Si hacia 1920, como señalábamos en otro lugar, tenía ya en mente los desarrollos futuros de la Junta de Pensiones y servicios complementarios, de los que se acababa de hacerse cargo, otro tanto se podría decir de su posición general ante los retos que encaraba la política y la economía española de aquellos agitados años. En un escrito temprano de su actividad intelectual señalaba ya su extrañeza por que se mantuviese aún por muchos la separación profunda entre la economía y la ingeniería, la teoría y la práctica y el libro y el taller, «como si la teoría no se dedujese de la práctica, ni el libro del taller». Indicaba en él que el ingeniero tenía tres tipos de responsabilidad. La más inmediata consistía en poner sus conocimientos técnicos al servicio de la economía de las empresas, lo cual no significaba 26 Se expulsaba también de este organismo a su hermana Ascensión Madariaga Rojo, a Mercedes Rodrigo y a Luisa Rivand Santos, O. de 31 de enero de 1940, BOE, 11 de febrero.
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al servicio de los intereses exclusivos de sus accionistas, sino de los fines económico-sociales que en aquellas se plasmaban, y bajo consideraciones del interés económico nacional, en una función técnica, por lo tanto, directiva y no subordinada. Pero además debía cumplir una labor «progresiva» investigando nuevos productos y nuevas aplicaciones prácticas de su respectiva industria, lo que hoy recibiría el título de investigación aplicada, y finalmente debía atender también a una labor científica «preliminar» de investigación básica relacionada con la minería y la metalurgia, aunque tales actividades apareciesen sin utilidad inmediata.27 Las circunstancias del momento le dieron la oportunidad para reflexionar a continuación en varias ocasiones sobre esos compromisos vectores de la intervención técnica del ingeniero. Su memoria de pensión había sido, según indicamos también, un llamamiento a la recuperación de la riqueza minera pirítica en beneficio de la nación, una perspectiva de plena actualidad con los debates de aquellos días sobre la nacionalización de la riqueza minera;28 debates en los que el propio Madariaga participó desde las páginas de periódicos y revistas profesionales a lo largo de 1919 y 1920. Lo hizo primero en respuesta a un artículo de Luis Olariaga en el periódico El Sol sobre las mejores condiciones de explotación de la riqueza minera nacional;29 después, como reflexión a las consideraciones del ingeniero de minas Álvarez Mendiluce en el reciente Congreso Nacional de Ingeniería sobre la necesidad de revisar el plan de enseñanza de la economía y la legislación minera de la Escuela. A este propósito dio un repaso a las actuaciones en materia minera del régimen comunista ruso y a la nueva organización de los servicios económicos del país, no tanto para justificarlos globalmente ni en sus procedimientos ni en su configuración final, sino para defender la idea de que la reconstitución nacional de un país suponía «la creación de una organización económica general» concordante con las necesidades y las circunstancias del momento.30 No quitaban, no MADARIAGA, César de: «Reconstitución nacional. Misión del ingeniero», Revista Minera..., LXX, 2700, 16 de agosto de 1919, pp. 397-399. 28 De hecho, en la difusión de su memoria como publicación independiente, reimpresa en 1920, añadía lo siguiente en forma de subtítulo: «Antecedentes para el estudio de una nacionalización». 29 MADARIAGA, César de: «La crisis del carbón», Revista Minera..., LXX, 2699, 8 de agosto de 1919, pp. 385-386, recogido de la revista España Económica y Financiera. 30 MADARIAGA, César de: «La minería en el régimen comunista», Revista de Minas..., LXXI, 2720, 16 de enero de 1920, pp. 37-40 y «El comunismo en el régimen minero», Idem, 2721, 24 de enero de 1920, pp. 47-50. 27
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obstante, sus puntualizaciones el hecho de que la idea de nacionalización económica planease de manera concluyente sobre el debate. Y así, para entrar de lleno en ello solo necesitó Madariaga por aquellos mismos días una conferencia pronunciada por el líder minero asturiano Manuel Llaneza en el Ateneo de Madrid, donde defendió la nacionalización de la minería del carbón utilizando para ello una mitad de razonamientos y la otra de descalificaciones hacia las tareas realizadas por los ingenieros en las explotaciones mineras asturianas. De su respuesta desde las páginas de la Revista Minera... y de los escritos que algo más tarde dedicará a la política extractiva y comercial de las minas de Río Tinto, aclaratorios de dos conferencias pronunciadas en el Instituto de Ingenieros Civiles,31 se podía extraer una muy precisa idea de su concepto de nacionalización: «una forma de gestión de la industria en poder del Estado, en la cual el interés nacional sustituye al interés privado de los capitalistas, y en la cual sus agentes únicos son los elementos técnicos nacionales». Una «nacionalización industrial» con algunas rasgos prioritarios añadidos que conviene subrayar: con un funcionamiento nada diferente al de la industria privada, solo que «de mayor eficiencia» en virtud de un más completo aprovechamiento de los recursos nacionales y de la unificación de su gestión; con un posicionamiento activo del elemento técnico no solo en la gestión, sino en la iniciativa nacionalizadora en los casos de lo que consideraba flagrante agravio a los imperativos del interés nacional, como era el de las minas de Río Tinto; con una «razón de táctica social superior» de cara al elemento obrero, que le hiciese consciente de los límites de sus derechos y de sus deberes,32 preocupación ésta, sin duda, más bien exótica en su medio profesional y que no tardó en granjearle el calificativo de «obrerista».33 31 Reseñas en Revista Minera..., LXXI, 2756, 16 de octubre de 1920, p. 534 e Idem, 2761, 24 de noviembre de 1920, p. 609. Las conferencias y todos los artículos aparecidos
ese mismo año en la revista sobre el tema tenían, por supuesto, un destacado motivo de actualidad: la importante huelga minera dentro de la Empresa Río Tinto, que se prolongó prácticamente durante todo el año 1920. 32 Los artículos mencionados en MADARIAGA, César de: «La nacionalización de las minas», Revista Minera..., LXXI, 2742, 1 de julio de 1920, pp. 343-346; «Río Tinto y la minería nacional», Idem, 2757, 24 de octubre de 1920, pp. 539-541. 33 En su polémica con el ingeniero Joaquín MENÉNDEZ ORMAZA, sobre la que insistiremos a continuación: «Las dificultades e inconvenientes de generalizar y especificar a la ligera», Revista Minera..., LXXI, 2760, 16 de noviembre de 1920, pp. 584-587. La respuesta de Madariaga: «Lo soy, en el sentido que Cierva es ciervista, pero no en el sentido que la mayoría de los ciervistas son ciervistas», «Intermedio lírico», Revista Minera..., LXXI, 2761, 24 de noviembre de 1920, pp. 599-601, cita p. 600.
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En estos mismos escritos y en otros pertenecientes a las polémicas abiertas por sus opiniones, sin duda nada convencionales en su medio de referencia, volverá a insistir sobre algunas de estas cuestiones, a fin de precisar las claves maestras de su exigencia de intervención intelectual directora del ingeniero en la vida pública con el objetivo de ejercer la debida influencia, «y si es preciso la debida coacción» como la que ejercían organizaciones de toda clase, sin espíritu de subordinación a los intereses del capital, sin apreciaciones estrechas de los conflictos obreros o desprecio de clases. La clave consistía en su funcionamiento como auténtica corporación de ingenieros sin las miras estrechas de los Cuerpos clásicos —demasiado apegados al «diafragma»— para lo cual consideraba necesario fomentar la sindicación de los técnicos de la industria y precipitar así una fuerza activa de intervención pública lo mismo ante los gobernantes que ante la empresa y las organizaciones obreras. En ese momento, señalaba, no sería ya mucho pedir que los ingenieros cumpliesen «con su deber, cual es el de asentar las bases de una economía verdaderamente nacional».34 Lo precisará de manera aún más comprometida en su respuesta al llamamiento realizado por entonces desde la revista España a las clases intelectuales españolas para que abrazasen la causa del socialismo, la casa común donde se condensaban las esperanzas de muchos españoles hasta hacía poco clientes de otros grupos políticos. El ingeniero español —subrayaba textualmente— «solo puede colaborar al (sic) partido socialista, si ello fuera oportuno, a título de asesor, sin mezclarse para nada en su actuación política, y que como tal tiene la obligación moral de colaborar a la obra constructiva de este partido o a la de cualquier otro, desarrollando su función genuina técnico-económica».35 Lo argumentaba señalando que el ingeniero constituía la base fundamental de cualquier organización económica, sobre la cual podía asentarse igualmente cualquier edificación social. Su movilización política comenzaría por apartar a la ingeniería de sus funciones y disgregarla de sus elementos. Su militancia además rompería el equilibrio que ejercía entre el capital y el trabajo. Solo su organización como clase intelectual «en un plan de eficacia nacional» salvaría estas contradicciones y 34 Datos de sus mencionados artículos «Río Tinto...», p. 541 e «Intermedio lírico», p. 601. 35 En cursiva en el original, MADARIAGA, César de: «¿Cuál es la misión de los ingenieros españoles frente al socialismo?», Revista Minera..., LXXI, 2728, 16 de marzo de 1920, pp. 136-138, cita p. 137. El llamamiento apareció en la revista España de 6 de marzo de 1920.
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desde esa posición podría colaborar con el partido socialista o con cualquier otro que pudiera representar «un futuro nacional». Como ejemplo de hacia dónde apuntaban sus miras copiaba al final una nota que acababa de difundir la Unión de Sindicatos Profesionales de Ingenieros Franceses precisando su orientación y los fines perseguidos. En los años siguientes volverá a insistir sobre estas ideas, incluso ya desde posiciones de responsabilidad técnico-política. En la conferencia que pronunció el 13 de abril de 1926 en la Asociación de Alumnos de Ingenieros y Arquitectos, acerca del tema «La organización científica del trabajo y la sindicación de los ingenieros», hizo su presentación el alumno de la Escuela de Agrónomos, Antonio María Sbert,36 de quien es bien conocido su protagonismo en las luchas estudiantiles que terminarán socavando el régimen primoriverista.37 En las pronunciadas en los años subsiguientes modulará más su opinión a favor de la responsabilidad del elemento técnico en la adecuada gestión del factor humano de la producción y, muy en particular, de la utilización para ello de los procedimientos que estaba poniendo en sus manos la nueva ciencia psicotécnica, algo sobre lo que, por aquellas fechas, comenzaba ya a ser considerado uno de los máximos expertos españoles a pesar de que todavía sonase por aquel entonces en el medio ingenieril a «snobismo». Así lo hizo en las pronunciadas en 1925 en el Instituto de Ingenieros Civiles de Madrid y en el Instituto J. J. Rousseau de Ginebra,38 en la del 30 de marzo de 1928 en la sede del Instituto de Ingenieros Civiles bajo el título «La organización científica del trabajo y los técnicos»39 y hasta en la impartida el 6 de diciembre de 1934 en esa misma entidad. Por entonces la psicotecnia había sido ya acogida entre los planes de estudios de la Escuela de Caminos y de la Central de Ingenieros 36 «Conferencia de D. César de Madariaga», Revista Minera..., LXXVII, 3020, 16 de abril de 1926, p. 225. 37 Algunos datos en VILLACORTA BAÑOS, Francisco: Burguesía y cultura. Los intelectuales españoles en la sociedad liberal, 1808-1931. Madrid, Siglo XXI editores, 1980, pp. 197-201 y más recientemente el compendio de GONZÁLEZ CALLEJA, E.: Rebelión den las aulas. Movilización y protesta estudiantil en la España contemporánea 1865-2008. Madrid, Alianza, 2009, especialmente, pp. 99-137. 38 Recogidas ambas en la Revista Minera..., MADARIAGA, César de: «La Psicotecnia, disciplina fundamental del ingeniero moderno», LXXVI, 2965, 24 de febrero de 1925, pp. 113119; «La orientación profesional psicotécnica», LXXVI, 2981, 24 de junio de 1925, pp. 375-378 y 2982, 1 de julio de 1925, pp. 389-392. En esta última hace una interesante descripción de los trabajos prácticos llevados a cabo en el Instituto de Reeducación de Inválidos de Carabanchel. 39 «Conferencia de D. César de Madariaga en el Instituto de Ingenieros Civiles», Revista Minera..., LXXIX, 3115, 8 de abril de 1928, p. 172.
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Industriales, según señalaba. En las dramáticas circunstancias del momento, cuando algunos ingenieros acababan de perecer víctimas del incendio desatado en Asturias por la revolución, reiteraba, como conclusión, su confianza en que «los aspectos psicotécnicos de la producción (que en la conferencia había contrapuesto a los puramente fisiotécnicos orientados al máximo beneficio y «causa genérica» de la situación de enfrentamiento social vigente) sabiamente ordenados, den fin a los excesos de los egoísmos suicidas de clase [...] y a los excesos del societarismo arrollador» y en que «la verdadera tecnocracia, que corresponde a los ingenieros crear y honrar, establezca la necesaria coordinación entre ambas fuerzas».40 Desde principios de los años veinte, en efecto, Madariaga se había introducido de lleno en las líneas de reflexión de lo que había de ser su principal acervo intelectual: las referidas al factor humano de la producción. Al reseñar en 1920 la tímida llegada a España de los primeros ecos del taylorismo, se esforzaba en distinguirlo de la idea de organización científica del trabajo. Si uno tenía como referencia el máximo rendimiento a través del mínimo esfuerzo físico, a fin de incrementar las posibilidades naturales de intensificación productiva, la otra, para ser auténticamente científica, debía ser integral, es decir, constituyente también del factor psicológico del obrero, que exigía por «dignidad personal», como cualquier otro agente productivo, que la forma de trabajo fuese adoptada con su acuerdo y que se le aceptase, «como hombre», el pleno reconocimiento de sus derechos.41 Que en definitiva, dirá algo después en la polémica despertada por sus opiniones, considerase al obrero como «un ser humano de libre albedrío y no como un órgano material de condiciones privilegiadas que hay que organizar científicamente para que nos deje el mayor beneficio posible».42 La ecuación entre aquellos factores habría de ser, 40 MADARIAGA, César de: Aspectos fisiotécnicos y psicotécnicos de la producción. Conferencia. Madrid, s. e., 1934, p. 31. Comentario también en «Variedades», Revista Minera..., LXXXV, 3436, 16 de diciembre de 1934, p. 583. 41 MADARIAGA, César de: «Intermedio taylorista», Revista Minera..., LXXI, 2733, 24 de abril de 1920, pp. 211-213. 42 MADARIAGA, César de: «Taylorismo y armas al hombro», Revista Minera..., LXXI, 2736, 16 de mayo de 1920, pp. 255-257. Artículo de dúplica a la respuesta al anterior desde las mismas páginas por parte del ingeniero Joaquín MENÉNDEZ ORMAZA («El arquitrabe del taylorismo», LXXI, 2735, 8 de mayo de 1920, pp. 239-240), quien había escrito recientemente un libro sobre las primeras experiencias españolas del taylorismo: La cuestión social en sus relaciones con los distintos modernos sistemas de pago de salarios. Madrid, Librería de Ángel de San Martín, s. a.
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por consiguiente, el máximo rendimiento con la menor fatiga posible y la mayor satisfacción espiritual, moral y social.43 No resultarán extrañas, para quienes hayan seguido las referencias a nuestro personaje a lo largo de este estudio, las implicaciones de estas categorías intelectuales y morales tempranamente adquiridas en su ulterior biografía personal.44 No lo serán menos respecto a su trayectoria científico-profesional. Por los mismos años, según vimos, todo este caudal ha de cristalizar en una nueva disciplina, la Psicotecnia, de la que se convertirá en destacado promotor en España. A ella, en sus diversas potencialidades, pero principalmente la orientación y selección profesional, la organización científica del trabajo y la reeducación de inválidos, dedicará a partir a ahora una parte destacada de su actividad práctica e intelectual. No insistiremos aquí sobre la primera ya recogida a grandes rasgos. Sobre la segunda, además de los trabajos citados hasta aquí a lo largo de este estudio merece señalarse Organización científica del trabajo. 1ª Parte. Las ideas, libro publicado en 1929, resultado de un curso de conferencias impartidas en los Institutos Psicotécnicos de Madrid y Barcelona, donde insistirá sobre la organización científica del trabajo no solo en cuanto procedimiento al servicio del rendimiento económico, sino sobre todo como base de un ideal humanista de revalorización del factor humano de la producción, de adaptación de la técnica y los procedimientos del trabajo a las condiciones físicas y mentales de cada individuo y de generación de tiempo de ocio liberador del espíritu humano. Poco después aparecerán dos amplios volúmenes sobre las dos vertientes fundamentales de su actividad teórico-práctica hasta el momento, la referida a La reeducación profesional de los inválidos del trabajo, y la relativa a la selección y formación de los trabajadores, el tantas veces citado libro sobre La formación profesional de los trabajadores.45 Con posterioridad a la guerra civil dará a la luz sobre todo dos grandes compendios de 43 Tal y como lo expresaba en una conferencia en el Instituto de Ingenieros Civiles en febrero de 1925, MADARIAGA, César de: «La Psicotecnia, disciplina fundamental del ingeniero moderno», Revista Minera..., LXXVI, 2965, 24 de febrero de 1925, p. 119. 44 Recordemos las acusaciones que se le hicieron priorizar la enseñanza obrera sobre la de los técnicos medios en el Estatuto de Enseñanza Profesional de 1928, las de haber promovido la sindicación del profesorado en su expediente de depuración. Por no hablar de su activa implicación en el reformismo tecnocrático de la Dictadura, en su decir «sin claudicaciones de ideales ni afiliaciones políticas y como funcionario del Ministerio de Trabajo». 45 Publicados respectivamente en 1931 y 1933 por la Editorial Aguilar.
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Apéndice 2
sus reflexiones sobre estos temas: el primero, una Introducción al estudio del factor humano en la industria. Nociones de psicoeconomía, publicado en Colombia en 1946, reeditado en España en 1953 por la editorial Aguilar,46 que analizaba de manera monográfica aquel mencionado ideal humanista de situar al hombre en el «centro de gravedad de la actividad económica», en el aspecto de sus facultades y aptitudes, de las condiciones técnicas y ambientales del trabajo y la obtención no solo de un producto económico, sino también de un «producto social»; el segundo, publicado en 1961 por esa misma editorial, Las metas actuales de la capacitación y de la rehabilitación laborales. Sus ajustes y reajustes, era una actualización general de los temas tratados en sus mencionadas publicaciones de 1931 y 1933, despojándolos al mismo tiempo de las minuciosas referencias a sus años de actividad práctica en el terreno de la reeducación de inválidos y en el diseño de la formación oficial de los trabajadores. En el campo teórico-práctico abierto por su memoria de pensión, las condiciones de la industria minera española, sus reflexiones se condensaron inicialmente en un primer texto divulgativo sobre los datos más básicos de carácter industrial y científico de las explotaciones mineras, La industria minera (Madrid, Calpe, 1925), para volver solamente en 1935 sobre sus antiguas preocupaciones en torno a la ordenación entre interés privado y público en la explotación de la riqueza minera nacional. En su texto Un plan de racionalización de la industria minera, publicado en 1935 como apéndice al Boletín de Minas, Metalurgia y Combustibles, insistía sobre el derecho del Estado a regular la propiedad minera de acuerdo con las conveniencias del interés público y sobre la pertinencia de que la consecuente ordenación se estableciese sobre una concordancia de intereses entre ambos sectores, con un régimen de excepción fiscal que tuviese en cuenta las condiciones particulares de la inversión minera y con un fuerte estímulo a la iniciativa privada y a las exportaciones, aunque subordinadas al interés público.47 Por último, fruto de sus actividades políticas en el campo del seguro fueron dos publicaciones sobre legislación española, condiciones Como Iniciación al estudio... MADARIAGA, César de: «Un plan de racionalización de la industria minera», Boletín de Minas, Metalurgia y Combustibles, XIX, 222, noviembre 1935, con portada propia, Madrid, Vicente Rico, 1935. 46 47
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financieras de las pólizas e información práctica de empresas del ramo de los seguros de vida, publicados en 1932 y 1933.48 Por supuesto, que nos venimos refiriendo en este último epígrafe únicamente a sus ensayos recogidos en publicaciones separadas. Otros numerosos trabajos de temas semejantes (psicotecnia, reeducación de inválidos y sus técnicas, experiencias extranjeras al respecto, organización científica del trabajo, industria minera, educación profesional, pensiones formativas) vieron la luz en publicaciones periódicas como el Boletín de la Junta, la Revista Minera..., España Económica y Financiera, Memorias del Instituto de Reeducación Profesional de Inválidos del Trabajo, Revista de Organización Científica, Revista de Medicina e Higiene del Trabajo u otras de sus países de acogida tras la guerra, como El Mes Económico y Financiero y Economía y Estadística, de Colombia, así como en las actas de los congresos sobre ingeniería, formación profesional y psicotécnica a los que asistió entre 1920 y 1932. En particular, la Junta de Pensiones y su Boletín constituyeron los principales aliados en su toma de contacto con los centros europeos destacados en la materia, en especial con el Institut Jean-Jacques Rousseau y con su fundador y director, Edouard Claperède, cuya obra ayudó a difundir en España, y con las experiencias francesas de reeducación de inválidos de guerra. El Boletín fue su principal medio de difusión de tales temas desde el momento en que se hizo cargo de la publicación a finales de 1919.49
48 MADARIAGA, C. de: El seguro sobre la vida en España. S. l., 1932 y Del coste de los contratos de Seguros sobre la Vida-Pólizas con participación en los beneficios. Madrid, s. n. 1933. 49 Restringiéndonos a trabajos monográficos al respecto, desde mediados de 1920 se publican en el Boletín de la Junta los siguientes: CM: «Notas sobre la reeducación de los mutilados y, en particular, acerca de las experiencias aprovechables para los mutilados del trabajo» y «Documentos bibliográficos acerca de la reeducación de mutilados», BJPIOE, VII (sic, la secuencia correcta sería V), 4, 5, abril, mayo, 1920, pp. 16-20 y 76-80, respectivamente; «La reeducación de mutilados», comentario de una proposición de ley de apoyo y educación de los mutilados de guerra presentada en la Asamblea Francesa, BJPIOE, V, 11, 12, noviembre, diciembre 1920, pp. 31-57; «El II Congreso de Aprendizaje», BJPIOE, VII, 13, 14, enero, febrero 1922, pp. 4-11; «La orientación y la selección profesional. Acotaciones a la III Conferencia de Psicotecnia aplicada a la orientación profesional, celebrada en Milán en octubre 1922», BJPIOE, VIII, 1, 2, enero, febrero 1923, pp. 44-65. En este mismo año publica la traducción de la obra de Claperède «La orientación profesional. Sus problemas y sus métodos» (traducción de Mercedes Rodrigo), BJPIOE, VIII, 3, 4, 5, marzo, abril, mayo 1923, 87 págs. Dos años más tarde recoge una experiencia de
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Apéndice 2
FUENTES La mayor parte de los datos de la biografía de César de Madariaga y Rojo proceden de su Curriculum Vitae, proporcionado por su familia en Argentina, por mediación de la familia Solana Madariaga. Quiero expresar mi gratitud a todos ellos. Datos también de la mencionada Relación jurada de los servicios prestados al Estado, de 1936. Algún dato en Who’s Who in Latin America. Ronald HILTON, Ed. Part III: Colombia, Ecuador and Venezuela. Standord, University Press, 1951, p. 36.
tipo práctico realizada bajo la dirección del mismo, BIENEMAN, Dora: «Estudio sobre la aptitud dactilográfica en relación con la orientación profesional», así como el del profesor LAHY, J. M., jefe de trabajos de Laboratorio de Psicología experimental de la Escuela de Altos Estudios de París: «La profesión de mecanógrafo. Estudio de los gestos de la pulsación», ambos en BJPIOE, XI, 4, 5, 6, abril, mayo, junio 1925, respectivamente, pp. 5-47 y 53-110. Finalmente, «III Congreso de Organización Científica del Trabajo» y CM: «Metodización internacional de estudios de Organización Científica del Trabajo», en BJPIOE, XII (sic, la secuencia correcta sería XIII), 10, 11, 12, octubre, noviembre, diciembre 1927, pp. 1-2 y 3-6.
667
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669
Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes Escuelas Industriales y de Artes y Oficios Escuelas Industriales
A y O con Peritaje
1923-24 Artes y Oficios
Escuelas de Artes y Oficios y Bellas Artes Escuelas Industriales y de Artes y Oficios Escuelas Industriales
A y O con Peritaje
21 160 2.150
2.494
12
330
425
2.221
135
120 441
527
395
12
118
1.445
1.227 201 102 4.145
580
2.504
325
275
6.703
357
362
1.276
10 3.709
194
956
2.289 801
2 97
30
111
275
5.828
345 5
V H V
H
Alumnos libres
Privadas Alumnos oficiales
Totales
2
1
78
57
75
27.329
21.175
5
31
1.245
H
V
V H
Alumnos libres
Alumnos oficiales
Entes locales2
12.443 896
H
V
V
H
Alumnos libres
Alumnos oficiales
Enseñanza del Estado
1912
Escuelas
1914-15 Artes y Oficios
Año
APÉNDICE 3: Estadística de escuelas y alumnos de artes e industrias y escuelas del trabajo1
13 Apendice 3-4.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:56 Página 669
Apéndice 3
Escuelas
670 284
83 7.202 3.341
90
12.759 2.650
779
H
6
2
V
Alumnos oficiales
47
H
H
59
1.469 359
V
Alumnos oficiales
444
V
Totales
39.637
68 27.329
H
Alumnos libres
Privadas
1 Recogemos únicamente los estudios de índole técnico-industrial y artístico-artesano, dejando fuera otro conjunto de instituciones de formación que podemos llamar profesionales, que desde los años veinte aparecen con pujanza, financiados por el Estado y por la iniciativa privada. 2 En algunos casos de forma exclusiva, en otras con la colaboración del Estado. Al efecto que aquí nos ocupa (documentar la evolución numérica de los alumnos acogidos a este tipo de enseñanza) hemos prescindido esa diferenciación, que aparece reflejada en las estadísticas.
138
V
Alumnos libres
Entes locales2
8.527 1.314 1.140
1.275
H
V
V
H
Alumnos libres
Alumnos oficiales
Enseñanza del Estado
Fuente: Anuarios Estadísticos de España de los años correspondientes.
Escuela Industrial de Barcelona
Escuela de Armería de Eibar 1932-33 Escuelas Superiores del Trabajo Escuelas Elementales del Trabajo Artes y Oficios
1923-24 Artes y Oficios
Año
APÉNDICE 3 (cont.): Estadística de escuelas y alumnos de artes e industrias y escuelas del trabajo1
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671
1909
1908
1907
1906
1904
Año
1 Escribiente
1 Auxiliar
1 Auxiliar de Secretaría
2 Inspectores Jefes de expedición
1 Auxiliar en Bélgica
2 Auxiliares
1 Auxiliar de Secretaría
2 Inspectores Jefes de expedición
Gastos generales de las expediciones
Personal
Gastos generales de las expediciones
Personal
Concepto
2 Auxiliares Gastos generales de las expediciones, incluidos los del centro ministerial
Fomento Personal 1 Jefe de expedición en el extranjero 1 Secretario
Gastos generales de las expediciones, incluidos los del centro ministerial
Fomento Personal 1 Jefe de expedición en el extranjero 2 Auxiliares
Agricultura
Ministerio
23.360 276.640
282.115
17.885
255.890
46.355
260.215
39.785
300.000
300.000
302.245
300.000
300.000
Parcial Ptas. Total Ptas.
APÉNDICE 4: Evolución presupuestaria de las pensiones y sus servicios anejos
13 Apendice 3-4.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:56 Página 671
Apéndice 4
672
Concepto
Fomento
1917
Idem Idem
Los mismos que en 1913
42.000 222.400
233.400
52.525
Idem
Idem
264.400
285.925
Parcial Ptas. Total Ptas.
Los mismos que en 1913
15.000
Gratificación de un escribiente, un ordenanza, profesores y conferenciantes del curso preparatorio Gastos generales de las expediciones
Fomento
6.000
6.000
4 Comisionados, agentes de colocación
Gratificación del personal de secretaría de la Junta
5.000
5.000
1 Auxiliar en Bélgica
Fomento Delegación 1 Inspector general en el extranjero 1 Auxiliar en Paris
5.000
2.000 6.000
Gratificación para dos profesores españoles, preparadores de los obreros expedicionarios Auxilio al Instituto Nacional de Previsión
Gastos generales de las expediciones
3.000
32.400
9.125
Gratificación para dos profesores extranjeros
Fomento Delegación 1 Jefe de expedición en el extranjero 6 Auxiliares
Ministerio
1915
1913
1911
Año
APÉNDICE 4 (cont.): Evolución presupuestaria de las pensiones y sus servicios anejos
13 Apendice 3-4.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:56 Página 672
Ministerio
673
5.000 3.000
1 Secretario de la Junta 1 Auxiliar Contador
Idem
Trabajo Los mismos que en 1922-23
Trabajo Los mismos que en 1922-23
1927
1928
Idem
Idem Idem
Trabajo Los mismos que en 1922-23
Trabajo Los mismos que en 1922-23
84.500 285.000
1924-25
60.000
2.500
5.000
1 Escribiente
7.000
1 Director 1 Delegado en París
Servicio de información técnica, adquisición de libros, subscripciones e impresión del Boletín Gastos generales de las expediciones
Personal
222.400
26.500
Idem
Idem
Idem
Idem
369.500
248.900
Parcial Ptas. Total Ptas.
1926
Trabajo
1922-23
4.000
Gastos de la Sala de Lectura
Gastos generales de las expediciones
3.000 2.500
1 Escribiente
5.000 5.000
1 Delegado en París
7.000
1 Secretario de la Junta
1 Inspector general
Concepto
1 Auxiliar Contador
1920-21 Fomento Personal
Año
APÉNDICE 4 (cont.): Evolución presupuestaria de las pensiones y sus servicios anejos
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Trabajo
Fomento Personal del 1 Inspector Jefe Centro de 1 Secretario Perfeccionamiento Obrero 1 Contador
1930
674
1931
52.500 7.500
Gastos de la Ofic. Central de Documentación Profesional
6.000
Quinquenios y otros trabajos especiales extraordinarios
2 Oficiales
4.000
9.000
10.000
77.500
Gastos de la Oficina de Documentación Profesional
Gastos generales de las expediciones
24.500
Personal de la El mismo que en 1929 Junta Central de Perfeccionamiento Obrero
Gastos generales de las expediciones
65.000
2.500
1 Traductor
Gastos de la Oficina de Documentación Profesional
2.500
3.500
6.000
10.000
1 Escribiente
Personal de la 1 Inspector Jefe Junta Central 1 Secretario de la Junta de Perfeccionamiento Obrero 1 Auxiliar Contador
Concepto
Trabajo
Ministerio
1929
Año
228.000
89.000
285.000
102.000
285.000
89.500
317.000
387.000
374.500
Parcial Ptas. Total Ptas.
APÉNDICE 4 (cont.): Evolución presupuestaria de las pensiones y sus servicios anejos
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675
1935
1934
Instrucción Personal del El mismo que en 1931 Pública Depart. de Documentación Profesional
Gastos generales de las expediciones
3.000
Gastos de la Sección de Documentación
81.500
500 12.000
2.000
81.500
7.500
81.500
Oficina Material no inventariable Central de Material inventariable DocumenGastos de revistas, libros y publicaciones tación
Instrucción Personal del El mismo que en 1931 Pública Depart. de Documentación Profesional
Gastos generales de las expediciones
Material de la Ofic. Central de Docum. Profesional
Instrucción Personal del El mismo que en 1931 Pública Centro de Perfeccionamiento Obrero
1933
Concepto
Instrucción Los mismos que en 1931 Pública
Ministerio
1932
Año
150.000
99.000
150.000
89.000
Idem
249.000
239.000
Idem
Parcial Ptas. Total Ptas.
APÉNDICE 4 (cont.): Evolución presupuestaria de las pensiones y sus servicios anejos
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676
Gastos generales de las expediciones
Instrucción Personal del El mismo que en 1931 Pública Depart. de Documentación Profesional Oficina Gastos de revistas, libros y Publicaciones Central de Documentación Gastos de la Sección de Documentación
Gastos generales de las expediciones
2.400
2.400
9.600
81.500
400 9.600
1.700
Gastos de la Sección de Documentación
Concepto
Material no inventariable Instrucción Oficina Pública Central de Material inventariable Documentación Gastos de revistas, libros y publicaciones
Ministerio
Fuentes: Presupuestos generales del Estado de los años correspondientes.
1937
1935
Año
25.000
93.500
150.000
95.600
118.500
245.600
Parcial Ptas. Total Ptas.
APÉNDICE 4 (cont.): Evolución presupuestaria de las pensiones y sus servicios anejos
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1931-1932
Acillona Ciruelo, T. Fresador mecánico Adell, Plácido Viticultor
679 1903-1906 1913-1916
Ceramista
Cestero
Tipógrafo
Aguar Tarín, F.
Aguilar, Francisco
Aguilera, Julián
Aguinagalde, Pedro Papelero
1903-1905
1925
Tornero
Aguado, José 1913-1916
1910-1913
1926-1927
Modelista
Acebal Marinas, Carlos
1913-1916
Curtidor
Profesión Expedición u oficio
Abós, Bernardino
Nombres
APÉNDICE 5: Obreros pensionados
Trabajador en las papelerías Lafuma (St. Jean de Moirans, Isère), Blanchet, de Rives (Isère) y Montgolfier (Anonnay). Estudiante en la Escuela de Papelería de Grenoble. Fabricación de papel (B, 1916); Estudio del algodón. El algodón y su empleo industrial en la papelería (B, 1918) y Fabricación de la celulosa de esparto (B. 1918)
Trabajador en la imprenta de Paul Dupont (París)
Colocado en la Maison Feson (París)
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Trabajador en las casas de instrumentos de precisión Beaudouin y Carpentier (París). Oscilador rotativo para estación portátil (Telegrafía sin hilos) (B, 1916)
Trabajador en la casa Bicharrette (Burdeos), vendimias de Eymet (Dordoña) y en la casa Aérohydraulique (Burdeos)
Trabajador en las Tanneries Lombardet y Lyonnaise (Lyon) y casa Kraft (París). La industria del curtido (B, 1916) Trabajador en Les Nouvelles Usines Bollinckx (Courcelles, Bélgica) y en los Ateliers de Construction de la Meuse (Sclessin, Bélgica). Estudiante en la Université du Travail (Charleroi)
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
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Apéndice 5
680
Alonso, Agustín
1916-1919 Trabajador en una fábrica de seda de Renage (Isère). Jacquard y su máquina (B, 1919)
Técnico 1924-1925 Departamento de Aeronáutica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Boston, EE.UU). Estudio de las industrias aeronáuticas Aeronáutico (A) Mecánico 1913-1916 Trabajador en la casa Clayton (Lincoln, Inglaterra) y en Dion Bouton de automóviles (Saint-Denis, París). Estudiante en la Escuela de Artes y Oficios de Lincoln (Inglaterra).
1913-1916 Trabajador en bodegas de Burdeos y Lesparre. Estudiante en el Laboratorio de ensayos y análisis de vinos de M. Dalbavie (Burdeos). Caldos cúpricos empleados en la región bordelesa para combatir el mildiu (B, 1916). Nociones generales de la región del Médoc (Gironda), viticultura y vinificación (B, 1917). Trabajos de bodega (B, 1917) 1920-1924 Trabajador en las casas P. H. Bonvillain et E. Ronceray (Choisy-le-Roi, Paris) y Renault (Boulogne-Billancourt, París) y Saint-Léonard (Lieja)
Alfaro Fournier, Heraclio
Agricultor
Alberdi, Cruz
1910-1913 Trabajador en la casa Diederichs (Bourgoin, Francia) y en la Maschinenfabrik (Rüti, Suiza)
Trabajador en una granja de Luthernay (Reims)
Textil
Textil
Albanell, José
1903-1905
Trabajador en la Société Internationale d’Électricité (Lieja, Bélgica)
Albors Obiol, Francisco
Agricultor
Alarcón, Dionisio
1903-1905
Trabajador en las casas automovilísticas Mors y Renault (Paris)
Ajustador
Electricista
Alafont, Francisco
1910-1913
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Albizu Lambide, Luis
Mecánico
Profesión Expedición u oficio
Aguirre, Miguel
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Curtidor
Mecánico naval
Moldeador
Técnico electricista Tallista
Álvarez, Mariano
Álvarez Canal, Baldomero
Álvarez Germán, Daniel
Amandi Álvarez, Modesto Andrés, David
Electricista
Álvarez, Casimiro
Ajustador
Tallista en madera
Álvarez, Ángel
Álvarez, Manuel
Capataz de Minas
Álvarez, Alfredo
681 1903-1906
1935
1935
1924-1926
1910-1913
1903-1905
1910-1913
1903-1906
1913-1916
1925
Profesión Expedición u oficio
Alonso García, Félix Cartelista
Nombres Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Colocado en la casa Buscaylet (París)
Ginebra
Lieja
Trabajador en los talleres Billancourt-Saint Gervais (París), en la H. & M. Farman (automóviles y aeroplanos de Boulogne), en la sociedad Rateau (Danain, Nord) y en Usines Sant Léonard (Lieja)
Estudiante en la Escuela de curtidores de Lieja
Trabajador en la Société Constructions Métalliques y en Renault Frères (París)
Trabajador en la Societé de Constructions Électriques (Creil, Francia)
Colocado la casa de muebles de estilo Buscaylet (París). Estudiante en la Escuela Durville de París
Trabajador en Charbonnages du Hasard (Visé, Bélgica). Abandonó la pensión al inicio de la guerra
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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1913-1916
Oleicultor
Andréu Lamarca, Lisinio
682 1926-1927 1924-1926
1926-1927
Aparicio Rodríguez, Mecánico Sol aviación
Aparicio Calvo, José Mecánico aviación
Aragón Martín, Valentín
Bobinador
1931-1932
Mecánico protético
Antuña Noval, Raimundo
1903-1905
Albañil
Profesión Expedición u oficio
Andrés, Vicente
Nombres Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Trabajador en la casa Brown Boveri (Baden, Suiza)
Trabajador en los talleres de motores de automóviles Bréguet (Villacoublay-Vélizy, Paris), Lorraine & Dietrich (Argenteuil), talleres Hispano-Suiza (Bois Colombres, Francia) y casa Salmson (París)
Trabajador en la casa Gnome et Rhône (París). Estudiante del Conservatoire des Arts et Métiers
Estudiante en prácticas en la casa Recci (Porto Maurizio), Oleificio Sperimentale y en el Laboratorio de Aceites y Grasas de Milán. Estudios de olivicultura; Enfermedades del Olivo; Fabricación de aceites; Utilización de los residuos de la olivicultura para la alimentación del ganado; Conservación de las aceitunas comestibles; Notas sobre degustación de los aceites de oliva; El crédito agrario en Italia; Molinos cooperativos; Instituciones agrícolas en Italia, Sociedades Cooperativas, Mutuas de socorro, Cajas rurales en relación con el Instituto de Crédito Agrario de la Liguria, ley de 5 de abril de 1918 y reglamento de comercio de aceites de 7 de septiembre de 1908; La industria de la perfumería en los Alpes Marítimos (Francia) y Cultivo de algunas plantas de perfumería en los Alpes Marítimos (B. 1916, monográfico)
Colocado en París, en una casa de cemento armado
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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683
Arranz, Luis
Broncista
Armisén Torner, E. Proyectista aeronáutico Arozamena, Joaquín Mecánico aviación
Trabajador en la Société Germain (Monceau-sur-Sambre-Marchienneau-Pont) y en la Société d’accumulateurs Schmidt (París)
Trabajador en la casa Farman (París) y en la Sociedad Gnome et Rhone, estudiando la fabricación y el funcionamiento del motor Júpiter. Estudiante en el Conservatoire des Arts et Métiers (París)
1926-1927
1903-1906
Trabajador en los talleres Junkers Fluzgzeugwerke (Dessau, Alemania)
Estudiante en el Laboratorio de M. Dalbavie (Burdeos). Trabajador de la casa J. Petit (París)
Trabajador en la metalúrgica La Providence (Charleroi, Bélgica)
Auxerre
Trabajador en la Société Électricité et Hydraulique (Charleroi, Bélgica)
Trabajador en la metalúrgica Espérance-Longdoz, en la Societé Cockerill (Seraing, Bélgica), en la “fábrica de David Llewellyn” (PortTalbot, Inglaterra) y en la fábrica de Belval de la Société Métallurgique des Terres Rouges (Luxemburgo). Estudiante por correspondencia de la École de Travaux Publics (París)
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1924-1925
1916-1919
Arís, Luis
Agricultor
1910-1913
Argüeso, Telesforo Mecánico
1903-1905 1935
Mecánico electricista
Arconada Rodrigo, Modelista Benjamín
Arciniega, Manuel
1926-1927
Profesión Expedición u oficio
Arce Corujo, IgnacioLaminación
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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684
Maquinaria de vapor Textil
Agricultor
Bacas Campmany, Francisco Badía, Gonzalo
Ballester Murtra, Francisco 1926-1927
1916-1919
1907-1910
1910-1913
1916-1919 y 1924
Fundidor
Dibujante de muebles
Artigas Dernis, Francisco *
1903-1905
Bacardit, Jaime
Electricista
Arroyo, Agustín
1903-1906
1907-1910
Modelista
Arrieta, Emilio
1925
Ayma Oms, Antonio Metalurgia
Ceramista
Profesión Expedición u oficio
Arranz López, Fernando
Nombres Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Trabajador en las bodegas Latrille y Jinestet (Burdeos). Estudiante en el Laboratorio de Química y Micrografía de M. J. Ch. Essner (Burdeos). Estudiante en la sección de vinos de la Société Philomathique de Burdeos. La casse férrica en los vinos (B, 1928); El frío y su aplicación al vino, los vermuts y a los aperitivos (BC, 1928); El ferrocianuro de potasa utilizado para la deferrización de los vinos (BC, 1929)
Trabajador en la casa Dubied et Cie de construcción de máquinas para géneros de punto (Couvet, Suiza). Género de punto. Indicaciones generales para arreglar las máquinas rectilíneas (B, 1918)
Abandonó la pensión
Trabajador en París y en la casa Lacombe (Lyon).
Trabajador en el Atelier Jaspar (Lieja, Bélgica) y en la casa Schneider (Champagne-sur-Seine, Francia)
Trabajador en la Société John Cockerill (Seraing)
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
13 Apendice 5.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:57 Página 684
685 1924-1926
Soldador
Constructor 1903-1905 de coches
Broncista
Belbiure Serrano, José
Belloso, Jacobo
Bengoechea, Enrique 1931-1932
1903-1905
Bartolomé, Roberto Electricista
Minero 1903-1906
1907-1910
Barriuso, Acacio
Maquinaria de vapor
Barnola Massó, Antonio
1910-1913
1910-1913
Ajustador
Barguilla, Pedro
1924-1925
Barrachina, Salvador Sedero
Proyectista aeronáutico
Profesión Expedición u oficio
Barba Martínez, Luis
Nombres Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Colocado en Mr. Chicot (Levallois-Perret, París)
Trabajador en la Societé des Industries Thermiques (París),en los talleres B. R. C. (Saint Denis) y en los talleres L. Lemercier (Angers)
Trabajador en el Atelier Jaspar (Lieja, Bélgica)
Trabajador en la casa Verdol (Lyon) y Diederichs (Bourgoin, Francia). Estudiante en la Escuela de Sedería de Lyon. Apuntes sobre la industria sedera lyonesa (Memorias…1914) Trabajador en Charbonnages Maiser Dierbois (Bélgica), en Cockerill (Seraing) y en la Société Phoenix (Gante)
Trabajador en Carrosseries de Puteaux (Francia)
Trabajador en los talleres Fokker (Amsterdam, Holanda) y talleres Junkers (Dassau, Alemania)
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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686
Avicultor
Blanco Moreno, Ángel 1920-1924
1931-1932
Blanco San Esteban, Electricista Julián
Blat Monzó, Alfonso Ceramista industrial
1913-1916
Fotograbador 1903-1905
Bes, José
Bernardo de Quirós, Trazador Luis calderería 1903-1906
1928-1930
Bermejo Estellés, Rafael
Tornero fresador
1903-1906
Benlloch, Francisco Pintor
1916-1919
Expedición
1924-1926
Mecánico
Profesión u oficio
Benito Martínez, A. Manufactura de concha
Benito Esteban, Juan
Nombres
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Estudiante en Sèvres y Limoges (Francia), en el Liceo de Arte industrial de Praga y en el Laboratorio de materiales cerámicos de Fróhlich, Rumenice (Checoslovaquia), en las manufacturas de porcelana de Meissen y Nymphenburg (Alemania) y en las de Gouda (Holanda)
Trabajador en la Compagnie Parisienne de Distribution d’Électricité y en la AEG de Berlín
Abandonó Francia al inicio de la guerra
Colocado en la Maison Raymond (París)
Trabajador en la Société anonyme Marcinelle et Couillet (Couillet, Bélgica), en la Cockerill (Seraing) y en la Société Phoenix (Gante)
Trabajador en la Bell Téléphone Company y en la Minerva Motors (Amberes)
Colocado en París y en Niza
Trabajador en los talleres de la Societé de Celluloïd, EpinayVilletaneuse (París) y en Nápoles
Trabajador en los talleres de Neuilly-sür-Seine
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Perito mecá- 1931-1932 nico electricista (A) 1907-1910
Bragulat, Aurelio
Brossa Rovira, Antonio Bruguera, Rogelio
687 1935
Bruselas
1910-1913 Trabajador en la casa Hauglustaine (Juslenville, Bélgica) y en Gaunt (Bradford, Inglaterra). Estudios prácticos industriales sobre la región textil vervietoise (Bélgica) (Memorias…, 1914). La industria textil en Béjar (B, 1920).
Textil
Bueno Díaz, Juan
Burgos Duet, Rafael Pintor decorador
1920-1923 Estudiante-trabajador en el Istituto Sperimentale di Caseificio de Lodi (Italia). Algunas notas sobre la industria quesera (B, 1922)
Industrias de la leche
Budó Gibert, Eduardo
Encuaderna 1903-1905 Colocado en la casa Mannier (París) y en Verviers (Bélgica) dor
Vidrio
1913-1916 Estudiante en Rüti Maschinenfabrik. Trabajador de la casa Brown Boveri (Baden, Suiza). Séchase des chassis de fonderie au moyen de l’air chaud y Caja para enfermos y algunos detalles sobre la organización obrera de los talleres de construcción Ruti, en Ruti (Suiza) (B, 1917)
Textil
Bracons Casacuberta, J.
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1903-1905 Colocado en Biarritz y en París
Expedición
Carpintero
Profesión u oficio
Borrajo, Antonio
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Textil
Burrull, Tomás
688
1913-1916 Trabajador en Liverpool. Estudiante en la International Correspondence Schools
Pintor carrocerías
Escultor decorador
Moldeador en hierro
Agricultor
Cabo, Ruperto
Cabrer, Pedro
Cabricano Álvarez, Juan A.
Calandre, Julio
1916-1919 Trabajador en la casa Bicharrette (Burdeos) y en el laboratorio de enología de los productos Otto (Béziers). Nota sobre la casse blanca de los vinos (B, 1919)
1928-1930 Trabajador en la sociedad Cockerill (Seraing)
1903-1905 Colocado en París
1903-1905 Trabajador en la Société anonyme Marcinelle et Couillet (Couillet)
Cabañas, Francisco Ajustador
1916-1919 Trabajador en Tissages Bréchard (Roanne, Francia). Estudiante de la Escuela de Comercio de Lyon
1910-1913 Trabajador en las casas automovilísticas Mors y Renault (París)
Mecánico
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Burgos, Mateo
Expedición
Perito 1928-1930 Estudiante de ingeniero electricista en la Escuela Superior de Electricidad de Malakoff (París) Mecánico y Electricista A
Profesión u oficio
Burgos Monfort, José
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Agricultor
Cámara, Nicasio
689
Industrias
Cano Castro, Consuelo
Cano Cepedillo, M. Trefilador
1910-1913 Trabajador en la casa “Goberner” (Angouleme) y en la sociedad L’Aluminium (Marsella)
Mecánico
Cano, Francisco
1924-1926 Trabajador en la casa Dion-Bouton (Saint Denis), en la Compagnie Française de Métaux (Saint-Denis, Paris) y en Laminoirs et Tréfileries du Havre (Montreuil)
1934
1928-1930 Trabajador en la sociedad La Providence (Rehon-Longwy, Francia, y Marchienne-au-Pont, Bélgica)
Camarena Barrio, F. Perito mecánico
1916-1919 Estudiante en los Laboratorios de M. Dalbavie y M. Essner (Burdeos). Trabajador de la casa Bicharrette y Château Haut Brion (Burdeos)
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Cerrajero
Calvo Vélez, Saturnino
1925
Electricista 1928-1930 Trabajador en la sociedad Brown Boveri (Baden). Estudiante por correspondencia de la École de Travaux Publics (París)
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Calmerza Vallejo, Crisanto
1925
Profesión Expedición u oficio
Calderón González, Orfebre David
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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690 Impresor
Castañeira, Antonio
1903-1905 Trabajador en la casa Marinoni (París), en Reims y en Nancy
1913-1916 Trabajador en la casa Brown Boveri (Baden). Estudiante de ingeniería por correspondencia en la École de Travaux Publics (París). Método gráfico para determinar la caída de tensión de un alternador trifásico a una carga y diferencia de fases determinadas (B, 1916) y Regulación de la velocidad en los motores eléctricos (B, 1918)
Mecánico
Casans, Eduardo
1916-1919 Trabajador en la casa Calvet (Burdeos). Estudiante en el Laboratorio de M. Essner (Burdeos)
Saint Michel-sur-Ternoise – Ligny-St. Flochel, Arras
1931-1932
Agricultor
1935
Casado Matallana, M. Quesero
Carpi, Arcadio
Caridad Madrigal, Juan Óptico
Radiocomu- 1924-1926 Trabajador en la Societé Française Radioélectrique (Levallois-Perret, nicación Francia), casa Neurkichen (Colonia, Alemania) y Societé Belge Radioélectrique (Bruselas). Visita a la estación radiotelegráfica RadioFrance (B, 1925). Los aparatos de T. S. H. para Aviación (B, 1926)
Cardona Comabella, J.
1903-1905 Colocado en la casa Buscaylet (París)
Ebanista
Cantera, Enrique
1934
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Escuelas de Trabajo
Profesión Expedición u oficio
Cansino Jaime, José
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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691
1903-1905 Trabajador de la Société Électricité et Hydraulique (Charleroi, Bélgica)
Mecánico electricista
Trefilador
Oleicultor
Castillo, José del
Ceballos Saiz, Prisco
Cercós, Jaime
1910-1913 Estudiante de la fabricación de aceites en Marsella, Niza y Lucca. Seis meses Relación de las noticias y conocimientos adquiridos durante el tiempo de estancia en Marsella, sobre el cultivo del olivo y fabricación de aceites (Memorias…, 1914)
1924-1926 Trabajador en la casa Dion Bouton (Saint-Denis).
1928-1930 Trabajador en las Acerías de Jacob Hotlzer (Unieux, Francia), Aceros Roechling (Völklingen, Alemania) y Aceros Poldi (Praga)
1924-1926 Trabajador en Renault y Thomson Houston (París), Établissement Duchesne (Lyon) y Manufacture Française d’armes et cycles (Saint Etienne). Descripción de la sala de montaje de motores de la fábrica Renault y del montaje en serie del automóvil 6 GV Renault (B, 1925)
Troquelador
Castells Ruiz, Juan Químico metalúrgico
1910-1913 Abandonó la pensión
Curtidor
Castellanos, Lorenzo Castellá Campabadal, A.
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1916-1919 Trabajador en los talleres L’Automatisme (Courbevoie, París). Estudiante en la École de Travaux Publics
Expedición
Mecánico
Profesión u oficio
Castaños, Espiridión
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Orfebre
Profesión u oficio
692
Ajustador
Agricultor
Corbín, Vicente
1913-1916 Trabajador en Antibes, casa Gros Pin (Hyères), casa Nomblot (Bourg-la-Reine) y casa Viaud-Bruant (Poitiers). Notas de jardinería y Multiplicación del pelargonium a grandes flores (B, 1916) 1926-1927 Trabajador en Renault y Citroën (París). Matrices de embutir (BC, 1928)
Agricultor
Conde Lamas, Fermín
1931-1932
Fresador
Colomé Bergés, Manuel Comos Chirivella, Vicente
1913-1916 Estudiante en la Escuela de Horticultura de Versailles. Trabajador en el Château d’Albert y Aérohydraulique (Burdeos). Árboles frutales y viticultura (B, 1916)
1934
Grabador reproductor
Colinas Quirós, Ceferino
1916-1919 Estudiante de la Facultad de Ciencias de Lyon. Un coup d’oeil sur la teinture (B, 1919)
Textil
Tejedor de seda
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1903-1906 Trabajador en la imprenta de Paul Dupont y en la Maison Bernard (París) 1903-1906 Estudiante de la fabricación a máquina del terciopelo en la École municipale de Tissage et de Broderie de Lyon
1934
1925
Expedición
Clavería, Josep
Ciscar, Ramón
Chirino Herrera, A. Escuelas del Trabajo Cid, José María Tipógrafo
Chicharro Valverde, Luis
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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693
Fundidor
Electricista
Artes del libro
Electricidad
Textil
Cuadrado García, Jerónimo
Cucurella Xicola, J. M.ª
Cueto, Lorenzo
Dabán Gras, Marcelino
Dalmau, Buenaventura
Cristófono Álvarez, Escuelas del J. Trabajo
1907-1910
1907-1910
1916-1919 Trabajador en los talleres Engelmann (París)
1920-1924 Estudiante en el Instituto Politécnico de Grenoble, Francia. Varias notas e informaciones. El Instituto Politécnico de Grenoble (B, 1924)
1920-1924 Trabajador en la casa Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi) y en los Talleres Blanchard Frères (Paris)
1934
Costales Trabanco, Calderero solda- 1931-1932 J. M.ª dor
1923-1924 Trabajador en París y en la S. A. John Cockerill (Seraing)
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Corte, Patricio de la Técnico fundidor A
1925
Expedición Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París 1903-1905 Trabajador en el Hotel du Palais (Biarritz) y en París
Profesión u oficio
Córdoba Lara, Mueblista Antonio Coronado, Manuel Albañil
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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694
Albañil
Tornero
Domaica Larrea, Julián
Mecánico ferro- 1924-1926 Trabajador en la casa Hispano-Suiza (Bois Colombes) y en la fábrica viario de motores de aviación Salmson (Paris). Reglaje de la distribución de los motores de explosión (B, 1925).
Díaz Tejera, Francisco
Díez, Benito
Mueblista
Díaz Regillón, Salvador J.
1928-1930 Trabajador en la Hispano-Suiza (Bois Colombes) y en Renault (Boulogne…). Estudiante en la Escuela Especial de Aviación (París)
1903-1905 Colocado en París
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Mecánico naval 1924-1926 Trabajador en los talleres René Meyer (París), en la fábrica de automóviles Dion Bouton (Saint-Denis) y en la casa Cockerill (Lieja)
Díaz Montes, José 1925
Mecánico electricista
Díaz, Jesús
1903-1905 Trabajador en la Société Électricité et Hydraulique (Charleroi, Bélgica)
Proyectista aero- 1924-1925 Trabajador en los talleres Junkers Flugzeugwerke (Dessau, náutico Alemania)
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Delgado Cebrián, D.
Expedición
Davalillo Artigas, Carmelo
Daurella, José
Textil
Profesión u oficio
1910-1913 Trabajador en la casa “Sailleron Neveu” (Lyon), en la casa Jules Meyer (Barr, Suiza) y en Rochdale (Inglaterra). Construcción de púas para llenar carretes de seda y descripción y funcionamiento de la máquina para construir tubos como los modelos A y B (Memorias…, 1914) Pintor decorador 1926-1927 Estudiante en París, Londres, Bruselas, Brujas, La Haya, Malinas, Gante, Amberes y Bolonia.
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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695
Mecánico
Quesero
Impresor
Doménech, Rigoberto
Domínguez, Eduardo
Dueñas Blasco, Sebastián
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1903-1905 Trabajador en la Société anonyme Marcinelle et Couillet (Couillet) 1910-1913 Trabajador en la casa Marchal (París)
Elorriaga, Gervasio Fundidor
Modelista
Agricultor
Entrenas, Rafael
Erro, Lázaro
1916-1919 Estudiante en la Facultad de Ciencias y en el Laboratorio de M. Essner (Burdeos). Introducción al estudio de los abonos químicos (B, 1918)
1926-1927 Trabajador en Renault (París) y en Berliet (Lyon). Estudiante en el Conservatoire des Arts et Métiers
Ajustador
Eguía Genua, Alejandro
1916-1919 Trabajador en la casa Vickers (Sidcup, Inglaterra). Mecanización de piezas en serie (B, 1920)
Mecánico
1920-1924 Trabajador en la Bauersche Giesserei, sección de imprenta (Frankfurt am Main) y en París. Estudiante en el Technikum für Buchdrucker de Leipzig 1903-1905 Trabajador en la Société Électricité et Hydraulique (Charleroi, Bélgica)
1903-1906 Estudiante en la École Nationale de Laitèrie (Mamirolle, Doubs, Francia), en Coulommiers y en Aurillac
1913-1916 Trabajador en las casas Rénault y Schneider (París)
1910-1913 Trabajador en Clairefontaine (Étival, Francia) y en la fábrica Lafuma (Voiron, Isère). Estudiante en la Escuela de Papelería de Grenoble. Preparación de la cola de resina (Memorias…, 1914)
Expedición
Echeverría, Jesús
Echevarría, Casildo Mecánico electricista
Papelero
Profesión u oficio
Doménech, Roberto
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Juguetero, Cartelista
Cerrajero
Enfermera
Profesión u oficio
696
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Agricultor
Pintor
Mueblista
Ajustador
Estefanía, Luis
Falces, Julio
Falcón Beltrán, Antonio
Feijóo, César
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1903-1905 Trabajador en la casa de automóviles Mors (París) y en la Cail (Denain)
1925
1916-1919 Trabajador en el Laboratorio de M. Dalbavie (Burdeos) y en la casa Otto (Béziers). Investigación de la fabricación o adulteración de los vinos (B, 1919) y Las levaduras. Resumen de las conferencias de M. Essner (B, 1919) 1903-1906 Estudios en los Museos y en la Academia Julian (París)
Mecánico avia- 1924-¿1925? ción
1925 Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de 1926-1927 París. Estudiante independiente. Trabajador en la fábrica de juguetes de Mr. Coll (Le Perreux). Hizo el proyecto de despacho que se ejecutó y montó en el pabellón español de la Foire de París. 1920-1923 Trabajador en la casa Guerin et Cie. (Limoges) y Maison de R. Labrut et Reculle (Orleáns)
1925
1912-1913 Trabajo y formación en el London Hospital de Londres
Expedición
Esteban Ramos, Gervasio
Esteban Gutiérrez, Ceramista M.
Esplandiu Peña, Juan
Escobedo, Herodiana Escolar Andrés, Calixto
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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697
1916-1919 Trabajador en la casa Langlois (París)
Fernández Zavala, J. Artes del libro
1910-1913 No hizo nada
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1931-1932
Papelero
Fernández Sacristán, J.
1925
Fernández Suárez, E. Soldador
Cuero repujado
1928-1930 Trabajador en las Acerías Jacob Hotlzer (Unieux, Francia). Visita a las fábricas de limas de J. B. Samoullier (Le Chambon-Feugerolles), a las acerías Roechling (Völklingen, Alemania) y otras. Abandonó la pensión
Fernández Larrosa, Fabricante de limas C.
Fernández Márquez, José
1910-1913 Estudiante en las Escuelas de Mamirolle, Byans y Surgères (Francia) y Lodi (Italia). Las escuelas de lechería de Francia. Página agraria (Memorias…, 1914)
1920-1922 Trabajo en las minas de la región de Lieja. I. El trabajo en los hornos de acero, II. Las fundiciones de acero duro, III. Manera de combatir los defectos físicos y químicos de las piezas de acero moldeadas (B, 1922).
Industrias de leche
Fernández Fraga, Gonzalo
Fernández, Gregorio
Ayudante de Minas
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Fernández Arias, José
Expedición
Perito industrial 1926-1927 Trabajador en la fábrica Renault (Boulogne…) y en la Maschinenfabrik Oerlikon (Oerlikon, Suiza). Estudiante en el Conservatoire des Arts et Métiers Viticultor 1903-1906 Colocado en Burdeos y en Pessac
Profesión u oficio
Fermín Navarro, Juan
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Panadero
Capataz de Minas
Ingeniero Químico A
Electricista
Técnico fundidor A
Agricultor
Fernández, Julio
Fernández Villacañas, B.
Ferrer, Gonzalo
Ferrer Figueras, Joaquín
Flamarique, Isaías
Profesión u oficio
Fernández, Luis
Nombres Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
698
1913-1916 Trabajador en bodegas bordelesas de Médoc y St. Emilion, siegas con maquinaria en la Beauce. Estudiante en el Laboratorio de M. Dalbavie (Burdeos), en la Escuela Schweitzer de Motocultura, en Monseveroux (Isère) y Narbonne. Experiencias de tractores agrícolas (B, 1916); Híbridos, productores directos (B, 1916); Excursión al Château Barret (B, 1917); Trabajos de vendimia hechos en el château Pavie de la viuda Madame Bouffard (año 1915) (B, 1917); Excursión hecha a Saint-Emilion (Francia) (B, 1917); Notas de enología práctica, Vinos tintos finos (Bordeaux). Explicaciones de M. Auguste Dumas en la excursión chez M. Ballande. Clarificación de vinos (B, 1918)
1923-1924 Trabajador en la sociedad Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi) y en Seraing y Charleroi (Bélgica). Informaciones industriales (B, 1924); Varias notas sobre fundición (B, 1923) y Estudio de algunos ensayos del hierro fundido (B, 1925)
1903-1905 Colocado en Schneider (Champagne-sur-Seine)
1924-1926 Munich, París, Londres. Estudio de las industrias químicas
1913-1916 Trabajador en París, Lyon, Italia y Ginebra. Informe acerca del trabajo diurno en la panadería en Italia (junto con E. Winter) (B, 1916); Comparación de varias clases de pan en Italia y España. Examen comparativo de procedimientos de fabricación (B, 1916) 1913-1916 Trabajador en las minas de Fléron (Bélgica). Abandonó la pensión al inicio de la guerra
Expedición
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
699
Textil
Montador electricista
Francés Villarán, Manuel
Franco López, Francisco
Estampador
Industrias de leche
Frontera, Lorenzo
Fuego Álvarez, Rogelio
Fresnedo, Gonzalo Ajustador
1920-1923 Trabajador en la fábrica de hilatura Saint Gilles-les-Termonde y en la de aprestos de Mr. R. Hamoir (Verviers, Bélgica)
Impresor
1910-1913 Estudiante de la fabricación de quesos en Gouda, Edam y Alkmaar (Holanda), Escuelas de Poligny, Seyssel y Surgères (Francia). Trabajador en la Cooperativa de Steenvoorde (Nord, Francia). Lecherías cooperativas de Charentes y Poitou, Sociedad cooperativa de Steenvorde (Nord) (Memorias…, 1914)
1926-?
1903-1905 Trabajador en la casa Mors (Paris)
Baden ¿Brown Boveri?
1903-1905 Colocado en Bois-Colombes (París), en Reims y en Nancy
Textil
Fortuny Rosas, Pedro Fraile, Santiago
1935
1907-1910
Mecánico
Fontanillas, Francisco
1910-1913 Trabajador en la casa Simonis (Verviers, Bélgica) y en Bradford (Inglaterra). Estudio de la fabricación de hilados de lana peinada (Estudios…, 1914) 1910-1913 Trabajador en los talleres Ketin (Sclessin-Lieja), Acières de Charleroi y Bonvilain-Ronceray (Paris)
Expedición
Textil
Profesión u oficio
Font, Narciso
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Profesión u oficio
Fundidor
700
Mueblista
Cerrajero
Agricultor
García, Abelardo
Electricista
Garaloces, Juan A. Industrias de leche
Gambarte, Modesto J.
Gallego Bruitrago, Huecograbador Claudio
Gallardo Fajardo, José
Galán, Eusebio
Gago Rodríguez, J. Fundidor
Gabarrón Hernández, M.
Fuente, Eulogio de la Minero
Nombres
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Bruselas
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1910-1913 Trabajador en la Compagnie Internationale d’Électricité (Lieja, Bélgica)
1916-1919 Trabajador en la casa Bicharrette (Burdeos). Estudiante en los Laboratorios de M. Dalbavie y de M. Essner (Burdeos). ¿Qué será de nuestro comercio de vinos después de la guerra? (B, 1918) y Notas sobre la elaboración y comercio de vinos (B, 1919) 1910-1913 Abandonó la pensión
1935
1925
1925
1923-1924 Trabajador en la Métallurgique Électrique (Vitry-sur-Seine) y en la Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi)
1903-1905 Trabajador en Charbonnages Maiser Dierbois (Bélgica) y en los d’Ougrée (Lieja) 1923-1924 Trabajador en las sociedades Werts y Renault (París) y en la Angleur (Lieja)
Expedición
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Agricultor
Ajustador
Herrero
Fototipista
Técnico fundidor 1923-1924 Trabajador en las sociedades Cockerill (Seraing) y Ougrée-Marihaye (Lieja) y en la Societé l’Alliance (Marcienne au Pont). Notas del pensionado (B, 1924). 1926-1927 Trabajador en la sociedad Ateliers des Constructions Électriques Electricista (Charleroi). Estudiante en la Escuela Profesional de Charleroi
Perito mecánico 1924-1926 Trabajador en la casa Citroën (París) y en Bonvillain-Ronceray (ChoisyA le-Roi). Estudio de las industrias mecánicas. El Fileteado (1926)
García, Enrique
García, Fernando
García, Francisco
701
García, Pablo
García Álvarez, Dimas
García Argüelles, Juan
García Azaceta, Virgilio
1913-1916 Trabajador en la casa Lévy (París)
1903-1905 Trabajador en las sociedades Mors (París) y Kellner (LevalloisPerret, París)
1910-1913 Trabajador en una casa automovilística en Bressoux (Lieja). Regresó por enfermedad
1903-1905 Trabajador en Reims
1903-1905 Trabajador en la Société Mors (París) y en Schneider (Champagnesur-Seine)
Cerrajero
García, Arturo
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1903-1905 Trabajador en la Société Électricité Hydraullique (Charleroi, Bélgica) y en la Société Phoenix (Gante)
Expedición
Forjador
Profesión u oficio
García, Amancio
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Profesión u oficio
702
Ayudante de Minas
Curtidor
Mueblista
García Muñiz, Julián
García del Olmo, José
García Ortiz, Francisco 1925
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1920-1922 Trabajo en las minas de la zona de Lieja. La industria hullera en Bélgica (B, 1921) I. La moderna tecnología en las minas de carbón, II. El régimen de trabajo en las minas de Bélgica, III. Régimen de trabajo en las minas de carbón de Lieja (B, 1922) 1910-1913 Regresó por enfermedad
1923-1924 Trabajador en la fundición de La Marine (Saint Chamont, Francia) y en la casa Cockerill (Seraing)
Fundidor
García Jiménez, Ulpiano
García Leonardo, A.
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1920-1922 Trabajo en las minas de la zona de Lieja. Transportador mecánico empleado en el interior de las minas de Hasard (B, 1921); I. Cómo se elige el sistema de explotación cuando se emplea el martillo-picador, II. Cómo se emplea la madera en las minas de Bélgica, III. El trabajo mecánico en las minas (B, 1922) Perito industrial 1928-1930 Estudiante de ingeniería aeronáutica en la Escuela Superior de Aeronáutica de París
Ayudante de Minas
1925
1920-1922
Expedición
García Casal, José
García de la Calle, Capataz bodeJosé guero García Carpintero, Cerrajero José
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
13 Apendice 5.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:58 Página 702
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
703
Mueblista
Ceramista
Gomendiurrutia, F. Modelista
Gimeno Martínez, José
Gil, Hermenegildo Cerrajero
Gero Montero, Arcadio
Gaztañaga, Manuel Electricista
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1913-1916 Trabajador en la Société Française des Constructions Mécaniques (antigua Cail, Denain), Monier et Carriot y Poillot (París). Notas de modelista. Talleres Cail (Denain) (B, 1917)
1925
1903-1905 Trabajador en los Ateliers Hoffman y en los Franken et Lefevre (Bruselas, Bélgica)
1925
1916-1919 Trabajador en la Maison Berliet (Lyon). Estudiante en la École de Travaux Publics (París)
1931-1932
Garrafón Fernández, V.
Fotograbador
1916-1919 Trabajador en la casa Langlois y en Imprimeries Réunis (París). La ilustración del libro (B, 1919)
García Vázquez, M. Artes del libro
Mecánico fresador 1920-1924 Trabajador en la fábrica de magnetos La Magicienne (Saint Ouen, París), en Delaunay Belleville (Saint Denis, Paris) y en Peugeot
García Trillo, Leonardo
1928-1930 Estudiante de ingeniería eléctrica en la Escuela Superior de Electricidad de Malakoff (París)
Expedición
Técnico electricista A
Profesión u oficio
García Santesmases, José
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
13 Apendice 5.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:58 Página 703
Mecánico aviación
Tejedor
Ajustador
Gonzalbo Bescós, F.
González, Emilio
González, Rafael
704
González Doval, A. Electricista
González Curiel, T. Tornero
1910-1913 Trabajador en la casa de componentes eléctricos Thury (Ginebra)
1926-1927 Trabajador en el Laboratorio químico de Mr. Essner (Burdeos). Estudiante en la Société Philomathique de Burdeos. Trabajador en las bodegas Latrille & Jinestet (Burdeos). El añejamiento del vino. La acción del frío (BC, 1929); Vinos claretes (BC, 1929) 1926-1927 Trabajador en la Fábrica Nacional de Armas de Herstal (Bélgica). Estudiante en la École Industrielle y en los cursos de domingo de la École de Mécanique.
González Diz, Ricardo
Viticultor
1903-1905 Trabajador en la sociedad Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi)
González, Turriano Fundidor
1903-1905 Trabajador en la Société anonyme Marcinelle et Couillet (Couillet) y en la sociedad Germain (Monceau-sur-Sambre-Marchienne-au-Pont)
1903-1906 Tejedor en Lyon y en la casa Walbaum (Reims). Estudiante en la École Nationale des Arts Industriels de Roubaix (Francia)
1924-1926 Trabajador en la Societé Lorraine & Dietrich y en la Hispano-Suiza (Bois Colombes). Montaje y puesta a punto del motor de aviación 450 HPW (B, 1926)
1910-1913 Trabajador en las casas Cockerill y Beer (Seraing), Brown Boveri (Baden, Suiza) y Societé de Constructions Électriques (Creil, Francia)
Modelista
Gondra, Fidel
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1903-1906 Colocado en Burdeos
Expedición
Viticultor
Profesión u oficio
Gómez, Diego
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
13 Apendice 5.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:58 Página 704
705
Decorador cera- 1931-1932 mista 1920-1922 Burdeos 1910-1913 Trabajador en los talleres Naegel y Kampf (Hamburgo) y en la Elektromobilefabrik (Berlín). Estudiante en la Escuela de Electricidad de Berlín
Fundidor
Capataz bodeguero
Electricista
Gorostiza Gongueta, J.
Gorri Tambó, Macario
Gorrichátegui, Emilio
1910-1913 Estudiante en las Escuelas de Poligny y Byans (Francia), en Bélgica, Suiza y en el Caseificio de Lodi (Italia). El comercio de la manteca en Suiza y La agricultura en Suiza (Memorias…, 1914); Las industrias de la leche en España (B, 1921) 1910-1913 Trabajador en la fundición Ketin (Lieja). Fundición de hierro templado (B, 1916)
Gorostiola, Juan
González del Valle, Industrias de Ulpiano leche
González Vidriero Rodríguez, Alfredo
Aparejador
1924-1926 Trabajador en la Maison de Lycéenes, en la Societé Pierre Armé Panchot (París) y en Milán en la construcción del Albergo Diurno Metropolitano 1920-1922
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
González Pérez, Emilio
Expedición
1924-1925 Visita a fábricas de juguetes de Ginebra, Munich, Nurenberg, París y Courbevoie 1931-1932
Profesión u oficio
González Jáuregui, Juguetero F. González Medina, Fundidor José
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
13 Apendice 5.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:58 Página 705
Electricista
Profesión u oficio
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
706 1907-1910
1920-1924 Estudiante en el Instituto Politécnico de Grenoble (Francia)
Tintoreríaestampación
Electricista
Ingeniero Industrial A
Grau Vila, Francisco
Guix Bofarull, Ramón
Guillén Bastos, Rafael
Gutiérrez, Eusebio Agricultor
1907-1910
Textil
Grau Iglesias, Francisco
1903-1905 Colocado en Tours y Nancy
1926-1927 Estudios en la Manufactura Nacional de Sèvres, Limoges, Bruselas, Amberes, Brujas, Manchester y Londres. Análisis químico de los Silicatos Cerámicos (B, 1928)
1903-1906 Esperando trabajo en Saint-Étienne 1904. Estudiante en la École Nationale des Arts Industriels de Roubaix
Tejedor
1926-1927 Trabajador en la casa Ballot (París). Estudiante por correspondencia de la École de Travaux Publiques. La turbina de combustión interna (BC, 1929)
1926-1927 Estudiante en la Université du Travail (Charleroi)
1916-1919 Trabajador en la casa Berliet (Lyon). Estudiante por correspondencia de la École de Travaux Publics (Paris)
Expedición
Grané, Ángel
Grande Barrilero, Forjador E. Grande Lozano, J. Mecánico aviación
Granda, Raúl
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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707
Hernández, Osmundo
Hernández Carenas, Ángel
1903-1905 Trabajador en la Société Cockerill (Seraing)
Perito industrial 1928-1930 Trabajador en los talleres de construcciones metálicas La Brugeoise, Nicaise et Delcuve (Brujas, Bélgica) y en los Ateliers de Constructions Électriques de Charleroi (ACEC). Estudiante en la Université du Travail Orfebre 1916-1919 Trabajador en la joyería Rubbato (París).
Hernández, Miguel Ajustador
1903-1905 Colocado en Bayona y en París
1910-1913 Trabajador en la casa Méndez Hijos y Cía (Beçon-les-Bruyères)
Mecánico electricista Ebanista
Heredia Bentabol, Carlos ** Hermoso, Andrés
1924-1925 Trabajador en la Compañía Fives Lille, Cie. Parisienne Centrale Électrique y casa Bréguet (Villacoubley, Francia)
Estudiante de ingeniería en la Escuela de Papelería de Grenoble. Trabajador de las papeleras de Rives y Anonnay. Química del encolado del papel (Apuntos tomados del curso de Papelería de la Escuela de Grenoble) (B, 1916) Química del encolado del papel, encolado vegetal y a la gelatina, técnica de encolado y El azul ultramar y su empleo en la fabricación del papel (B, 1919)
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1926-1927 Trabajador en Renault (Boulogne…) y en las carrocerías Henri Labourdette (Courbevoie, Paris)
Mecánico
Gutiérrez Lamata, F.
1913-1916
Expedición
Hartman Quesada, Mecánico A.
Papelero
Profesión u oficio
Gutiérrez, Leopoldo
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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708 1920-1922 Burdeos
Herreros, Saturnina Enfermera
Hevia Cosío, José M.ª Agricultor
Agricultor
Herreros, Felipe
1928-1930 Trabajador en la sociedad Babcok Wilcox (Villeneuve La Garenne, Francia) 1913-1916 Trabajador en L’Aérohydraulique (Burdeos) y en la cosecha de la Beauce. Estudiante en el Laboratorio de M. Dalbavie (Burdeos) y en Bourg St. Maurice (Francia) y Orbe (Suiza). Notas de apicultura movilista (B, 1916); Estudios teórico-prácticos hechos en el laboratorio de M. Dalbavie, de Burdeos, y en mis excursiones en las distintas regiones de Francia (B, 1918) 1912-1913 Trabajo y formación en el London Hospital de Londres
Trazador
Herrero Martínez, Santos
Agricultor
1913-1916 Estudiante de viticultura en el Laboratorio de M. Dalbavie (Burdeos), de ganadería ovina en Roquefort-Larzac y Poitou, estudiante en la Escuela Schweitzer de Motocultura de Montseveroux (Francia). Trabajador en la cosecha, con maquinaria, en la Beauce. Director de una granja en Eure et Loir. Pruebas de tractores agrícolas (B, 1916); Ganadería lanar, estudio de las razas de Larzac, Limousine y Poitevine (B, 1917). Cultivo de cereales, tierras, abonos, análisis de tierras (B. 1918)
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Herrero, Federico
Expedición 1924-1926 Trabajador en París y en la Societé Alsacienne de Constructions Mécaniques (Belford, Francia)
Profesión u oficio
Herrera González, D. Soldador
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Profesión u oficio
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
709
Albañil
1903-1905 Trabajador en el Hotel du Palais (Biarritz) y en Paris
1923-1924 Trabajador en la Métallurgique Électrique (Saint Satur, Francia), en las Fonderies de St. Nazaire (Loire) y en las Forges et Aciéries de Saint Chamond (Loire)
Fundidor
Iglesias García, Eugenio
Infante, Jesús
1903-1905 Trabajador en la casa Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi) y en la Hotchkiss et Cie (Saint-Denis, Paris)
Ajustador
Iglesias, César
1907-1910
1928-1930 Trabajador en las Bodegas Ayala y Massing (Ay-en-Champagne). Estudiante en el Laboratorio de Mr. Essner (Burdeos)
Viticultor
Ibáñez Alegría, Rufino
Inés Martínez, Julián Automóviles
1926-1927 Trabajador en los talleres Occitania y en los Ateliers de Ferronerie d’Art (Toulouse) 1903-1905 Colocado
Pulidor niquela- 1920-1924 Trabajador en la Maison Victor Michel (París) y en la Maison Robert (Paris). Estudiante con el ingeniero Andrés Figuera en los talleres de dor galvanoplastia de Alemania. Estudiante en Escuela de Galvanoplastia (Staatliches Faschule für Metallindustrie) de Iserlohn
1916-1919 Trabajador en París. Arte Copto. Dibujos. E. W. B.: Los dibujos de tejidos coptos (B, 1919)
Expedición
Huerta Platero, Calderero Manuel Ibáñez, José María Agricultor
Huelves Vázquez, Andrés
Hidalgo, Fernando Dibujante de muebles
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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710
Trazador calderería
Químico metalúrgico
Jimeno, Rafael
Joanxich Aymé, Francisco
1920-1924 Trabajador en la fábrica de armas de Herstal (Lieja), en la casa Ludwig Loewe & Cª (Berlín) y en la casa Krupp (Magdeburgo). Etudiante en el Instituto Metalográfico (Berlín). Un Laboratorio industrial moderno. Notas sobre los Laboratorios F. N. Herstal (B, 1922); Notas sobre los Laboratorios de la fábrica Ludw. Loewe & C.º A. G. Berlín (B, 1924); La exposición y el Congreso de fundidores de Hamburgo (B, 1924)
1903-1906 Trabajador en la Société anonyme Marcinelle et Couillet (Couillet)
1923-1924 Trabajador en los talleres de J. Brunet Sadot (Roanne, Francia), talleres Neyret Beylier (Grenoble) y en Vitry-sur-Seine.
Perito electricista 1928-1930 Trabajador en la sociedad Oerlikon (Suiza)
Jiménez García, E. Fundidor
Jiménez Pérez, Narciso
1928-1930 Trabajador en la sociedad Oerlikon (Suiza)
1903-1905 Colocado en París y Reims
Fundidor
Jiménez, Antonio
Jiménez Fernández, Perito J. Electricista
1910-1913 Estudiante en las Escuelas de Mamirolle y Byans (quesería) y Surgères (lechería) (Francia). Industria de la caseína (Memorias…, 1914)
Industrias de leche
Jiménez, Andrés
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1920-1922 Burdeos. Pasteurización (B, 1922)
Expedición
Capataz bodeguero
Profesión u oficio
Jalón Hueto, Gerardo
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
13 Apendice 5.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:58 Página 710
Tornero metalúrgico
1903-1906 Trabajador en la Société Mors (París) y en la Fundición Mollet (Reims)
711
Mecánico
Mecánico
Electricista
Lápitz, Epifanio
Larraz, Roque
Ledesma, Dimas
Lisbona Aguado, V. Orfebre
Lillo Orzáiz, Juan
Forjador
Lajusticia, Miguel
1910-1913 Trabajador en los talleres de la sociedad La Meuse (Sclessin)
1913-1916 Trabajador en las casas Hispano-Suiza (Bois Colombes) y BonvilainRonceray (Choisy-le-Roi). Estudiante en la École de Travaux Publics
1903-1905 Trabajador en la Société Constructions Métalliques (París) y en la casa Kellner (Levallois-Perret, París)
1934
1910-1913 Trabajador en los Ateliers Orfevrèries Boulenger (Creteil, Francia). Estudios de orfebrería (Memorias…, 1914)
1910-1913 Trabajador en la casa Grundly Ross y Cía (Glasgow). Estudiante en la Escuela Técnica. Notas sobre el arrollamiento de conductores en las armaduras de las máquinas eléctricas (Memorias…, 1914) Técnico Electricista 1934
Escuelas del Trabajo
Láinez Gil, Felipe
Lahera Ayuso, Félix Proyectista aero- 1924-1926 Trabajador en los talleres Junkers Flugzeugwerke (Dassau y náutico Konisberg, Alemania)
Lagunilla, Manuel
1907-1910
Jové Carbonells, José Fotograbadolitografía Mecánico Just Jimeno, Julio
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1916-1919 Trabajador en la casa Monnet (Lyon). Estudiante en la École de Travaux Publics (París)
Expedición
Profesión u oficio
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
13 Apendice 5.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:58 Página 711
Tapicero
Relojero
Técnico fundidor A
López, José
López, Teodoro
López Acebedo, Santos
712
1926-1927 Trabajador en los talleres automovilísticos Minerva Motors (Amberes) y en los talleres de la casa Berliet (Venissieux, Lyon). Estudiante en la École de Travaux Publics por correspondencia 1903-1905 Trabajador en la casa Kellner (París)
López Arroyabe, A. Montador
López Málaga, José Tapicero
1923-1924 Trabajador en la casa Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi), en el laboratorio de Dion Bouton (París) y en los talleres de la sociedad Koppon (Upsala, Suecia). Estudiante en la Escuela de Fundición de París. El cubillote (B, 1924); Notas sobre la fabricación de la fundición acelerada (B, 1924); La enseñanza superior de fundición (B, 1925) y Las Escuelas de Aprendices (B, 1925)
1916-1919 Trabajador en la casa Dubois (Lyon). Estudiante en la Escuela de Relojería de Ginebra
1903-1906 Colocado en la casa Kellner (París)
1910-1913 Trabajador en la casa Aérohydraulique (Burdeos), Château Haut Brion, Vinos del Mediodía (Lezignan, Narbonnais) y Vinos de Fourques (Gard). Estudiante en la Escuela de Viticultura de Beaune (Borgoña). Vinificación por medio de las levaduras seleccionadas y trabajos de bodega (Memorias…, 1914)
Vinatero
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1903-1905 Trabajador en la casa Lacour (Biarritz) y en Nancy
Expedición
Carpintero
Profesión u oficio
Longueira, José María López, Anselmo
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Electricista
Profesión u oficio
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
713
Textil
Llusá y Marcet, Francisco
1910-1913 Trabajador en las casas Delhougne (Verviers) y Herzog (Colmar, Francia). Estudiante en la Escuela Textil de Mulhouse. Diferente trabajo de estiraje, desde el manual hasta la continua, sea ordinaria o con el sistema Casablancas (B. 1916). El estiraje sistema Casablancas y la invención Jannink (B, 1918). Del Tisaje en América (B, 1918)
1913-1916 Trabajador en Antibes, Hyères, en las casas Nomblot (Bourg-laReine, Francia) y Royer (Versailles). Del rosal, su plantación, cultivo forzado y multiplicación; Azaleas y Rhododondons; El cultivo de las plantas en la casa Gros Pin de Hyères y Árboles formados y su poda en la casa Nomblot-Bruneau de Bourg-la-Reine (B, 1916)
Floricultor
Lliso, Ricardo
Luque, Isidoro
Loredo Barrial, Luis Lucena, Manuel
1913-1916 Estudiante de ingeniería eléctrica en la Escuela Mittweida (Sajonia). La Escuela técnica de Mittweida (B, 1918) 1934
Expedición
1916-1919 Trabajador en la casa Calvet (Beaune). Estudiante en el Laboratorio de M. Dalbavie (Burdeos). La casa de España. Marsella (B. 1918) Perito electricis- 1928-1930 Trabajador en la casa Brown Boveri (Baden) ta Escultor estatua- 1903-1905 Colocado en París y estudiante en la Academia Julian rio Mecánico 1916-1919 Trabajador en París
López Pedralles, Escuelas del Jesús Trabajo López Tello, Aníbal Vinatero
López Mateos, F.
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1907-1910 1916-1919 Trabajador de la casa M. Hernández y J. B. Monnet (Lyon). Estudiante de la Escuela de Comercio de Lyon.
Electricidad
Textil
Manau Artigas, Arturo Manció, Joaquín
714
Marcén, Ernesto
Mecánico
1910-1913 Trabajador en los talleres de la Meuse (Sclessin), Escher-Wyss (Zurich) y Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi). Estudio sobre talleres de Bélgica, Suiza y Francia (Memorias…, 1914)
Maño Fuste, Técnico de cro1935 París Federico molitografía Marbá Planas, Julio Tornero 1926-1927 Trabajador en la Hispano-Suiza (Bois Colombes), en la Société Gnome et Rhone (París y Genevilliers) para el estudio del motor de aviación Júpiter y en los Talleres Dornier (Fridrichshaffren, Alemania). Algunas visitas a la Exposición de Fundición (B, 1928); Memoria de mi estancia en los talleres de construcción de motores de aviación “Hispano-Suiza” de París (BC, 1929)
1910-1913 Trabajador en la casa Bicharrette y Château Haut Brion (Burdeos)
Viticultor
Magarolas, Mateo
1913-1916 Trabajador de la casa Platt (Oldham, Inglaterra). Estudiante textil en Oldham y Manchester. La selfactina y la continua en la hilatura de algodón (B, 1916) 1903-1905 Trabajador en la casa Schneider (Champagne-sur-Seine)
1934
Expedición
Tornero
Textil
Industrias
Profesión u oficio
Maesa, José
Macho Bergia, Francisco Madurga Val, Francisco
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
13 Apendice 5.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:58 Página 714
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
715
Tipógrafo
Microcopista
Fumista y calefactor
Electricista
Moldeador
Marín Ortiz, José
Marín Sepúlveda, T.
Martín, Vicente
Martín Basterrechea, J.
Mecánico reloje- 1926-1927 Trabajador en la École Professionalle d’Horlogerie (Lyon). Estudiante en la Societé d’Enseignement Professionnel du Rhône ro
Marcos Ocejo, Adolfo
Marés, Vicente
Mueblista
Marco Pérez, Agustín
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1931-1932
1913-1916 Trabajador en la casa Thomson Houston y en la de teléfonos Lafayette (París)
1931-1932
1928-1930 Trabajador en la estación sericícola de Les Arcs-sur-Argen (Var) y en la de Alès (Gard). El huevo o semilla de gusanos de seda (BC, 1929)
1903-1906 Trabajador en el periódico La France y en la imprenta F. Pech et cie. (Burdeos)
1925
¿1920-1922? Trabajador en la casa Muzelle (Roanne, Francia)
Textil sedero
Marco Pardo, Emilio
1924-1925 Trabajador en las casas Ulrico und Cª y Spamersch Buchddruckerei (Leipzig)
Expedición
Fotomecánica
Profesión u oficio
Marco Díaz, Salvador
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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716
Mecánico automóviles
Mecánico
Artes del libro
Martínez Fernández, S.
Martínez Millán, Carlos
Martínez Mónico, Manuel
1920-1924 Trabajador en los talleres Laureys Frères, departamento del Petit Parisien, sección fotograbado y fotografía (París, Francia)
1920-1923 Trabajador en la casa Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi)
1913-1916 Trabajador en la Société Française des Constructions Mécaniques (antigua Cail, Denain) y en las casas Delaunay Belleville (Saint Denis) y Bonvillan-Ronceray (Choisy-le-Roi). Notas de trabajo: Talleres de construcciones mecánicas (B, 1917) 1924-1926 Trabajador en las casas Usine Herrero, Société Rateau y Société Magnétos R. B. (París)
Martínez Marañón, Trazador Miguel
1923-1924 Trabajador en la Métallurgique Électrique (Vitry-sur-Seine, Francia) y en Saint Chamond (Loire) 1926-1927 Trabajador en la Societé des Ateliers Métallurgiques de la Sambre (Charleroi) y en la Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi). Estudiante en la Université du Travail de Charleroi. Cálculos de la cubierta para nave de modelos de la S. A. Ph. Bonvillain & E. Ronceray (B, 1928)
Fundidor
Martín Sainz, Tomás
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1926-1927 Trabajador en la casa Brown Boveri (Baden, Suiza), estudiando los motores de las locomotoras destinadas a los Caminos de Hierro del Norte de España, y en los talleres Münchenstein (Basilea). Apuntes sobre locomotoras eléctricas (BC, 1929); Apuntes sobre máquinas de extracción (BC, 1929)
Expedición
Martínez París, José Metalúrgico
Electricista
Profesión u oficio
Martín Maestre, Jacinto
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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717 1910-1913 No hizo nada
Textil
Vinatero
Massana, Andrés
Massó Jové, José
1916-1916 Estudiante en el Laboratorio de M. Dalbavie (Burdeos). Trabajador en la casa Bicharrette (Burdeos) y en las vendimias de Grand Graboule (Narbonne). Estudiante en la Société Philomathique de Burdeos. El ácido sulfuroso en enología (B, 1917); Dosado oficial en Francia. Método Rippert. Método aproximado o preliminar seguido en el laboratorio del químico M. Dalbavie, de Burdeos (B, 1917); Vino blanco de 1914 tratado al ácido sulfuroso en 25 de junio de 1915 (Procedencia Tarragona) (B, 1917)
1910-1913 Trabajador en la casa Malvezin (Burdeos), vendimias del Médoc, casa Bartisols (Banyuls), y Béziers. Estudiante en el Laboratorio de ensayos y análisis de vinos de M. Dalbavie (Burdeos)
1916-1919 Trabajador de la casa Trouhans (Francia). Estudiante de la Escuela de Comercio de Lyon
Textil
Mas, Agustín
Massagué, Antonio Viticultor
1910-1913 Regresó por enfermedad
Aceitero
Martos, José
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1925
Ceramista
Martínez del Cid, José
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1931-1932
Expedición
Calderero
Profesión u oficio
Martínez Zamanillo, F.
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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718
1920-1923 Trabajador en los talleres Sulzer (Winterthur, Suiza).
Montador de maquinaria frigorífica
Ceramista
Cerrajero
Impresor
Mauri Castro, Antonio
Meana González, Celestino
Medio, Luis
Melendreras, Julio
1903-1905 Trabajador en la casa Marinoni y en la imprenta de Paul Dupont (París)
1903-1905 Trabajador en los Ateliers Hoffman, en los Saint Léonard y en los de la Meuse (Sclessin)
1920-1924 París y Alemania. Estudiante en la Escuela de Cerámica de Landshurt
1903-1906 Trabajador en las sociedades Mors y Sautter, Harlé et Cie (París)
Tornero metalúrgico
Matéu, Francisco
1920-1924 París y Leipzig. Apunte para una Memoria sobre “El arte de ilustrar libros” (B. 1921)
1920-1924 Trabajador en La Métallurgique Électrique (Vitry-sur-Seine), en la Cª. Barco Vico, en la casa Bonvillain et Ronceray (Choisy-le-Roi), en los talleres Blanchard Frères (Paris) y en la Fonderie Mécanique (Amberes)
Ilustrador
Fundidor
Mateo Aranda, Porfirio
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1913-1916 Estudiante de la Escuela Textil de Oldham. Trabajador de la casa Platt (Oldham). Algo sobre las cualidades que debe poseer un director de fábrica de hilados (B. 1916)
Expedición
Mateos González, Francisco
Textil
Profesión u oficio
Massó Llorens, A.
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Profesión u oficio
719
Tallista
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1934
1903-1906 Colocado en París
1910-1913 Estudiante en el Laboratorio de ensayos y análisis de vinos de M. J. Dalbavie (Burdeos). Apuntes de las conferencias que el ingeniero químico M. Dalbavie, de Burdeos, ha dado a la Sección vinatera española de obreros pensionados en el extranjero, correspondiente a esta expedición y Varios trabajos prácticos (Memorias…, 1914)
1925
Expedición
1910-1913 Trabajador en la casa Aron (Paris) y casa Fabius Henrion (Nancy) 1913-1916 Trabajador en la casa Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi) y en la Monier & Carriot de construcción de modelos. Notas de modelista. Talleres de construcción de modelos de MM. Monier y Carriot (B, 1917)
Electricista
Modelista
Mérida, Braulio
Mestres Cabanes, Luis
1910-1913 Trabajador en Cockerill (Seraing) Menéndez Acebal, Forjador F. Menoyo Butrón, F. Tornero mecánico 1928-1930 Trabajador en la fábrica Sulzer (Winterthur, Suiza)
Mendiguren Industrias Eguiguren, Alberto
Méndez, Jesús
Melero Retes, Antonio Vinatero
Meléndez, Santiago Artes del libro
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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720
Electricista
Carpintero
Herramentista
Tipógrafo
Montero, Jaime E.
Montoya, Vicente
Moral Diego, Fernando
Morales, Veremundo
Moreno Benavente, J Grabador
Latonero
1928-1930 Trabajador en el Institut de la Gravure (París)
1903-1906 Trabajador en La Petite Gironde (Burdeos)
1920-1924 Trabajador en un taller de laminación (Differdange, Luxemburgo) y en la factoría Cockerill (Seraing)
1903-1905 Colocado en Biarritz y en la Société Internationale des Wagons-Lits (Saint-Denis, París)
1916-1919 Trabajador en los talleres de motores eléctricos Legendre Frères (París). Estudiante por correspondencia de la École de Travaux Publics (París)
1903-1904 Trabajador en la Compañía general de Bronces (Bruselas)
1913-1916 Trabajador en las casas Lapourgny (St. Omer, Pas de Calais, Francia), Faisant (Roanne) y Verdol (Lyon). Gastos de mano de obra de cada máquina de encolar y Paraurdidos Glasgow eléctrico (B. 1916)
Textil
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1931-1932
1925
Expedición
Moldeador
Orfebre
Profesión u oficio
Montaner, Miguel
Migueláñez Jorge, José Miner Bautista, Manuel Miquel, Juan
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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721
Expedición Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1903-1906 Colocado en Lyon
Soldador
Escuelas del Trabajo
Ceramista
Calderero
Muñoz Martínez, Dalmau
Navarro Esparver, José
Navas, Casimiro
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1913-1916 Trabajador en la casa Clayton (Liverpool). Estudiante en el Technical Institute of Liverpool
1925
1934
1924-1926 Trabajador en los Établissement Rati (París) y en los talleres SarrazinFrères (Neully-sur-Seine)
Tornero meta- 1903-1906d Trabajador en la Société Bonvilain-Ronceray (Choisy-le-Roi) y en los lúrgico Ateliers Schneider (Havre) Técnico protéti- 1931-1932 co
Sombrerero
Perito mecánico 1928-1930 Trabajador en los talleres La Brujeoise, Nicaise et Delcuve (Brujas), en Les Ateliers de Constructions Métalliques la Sambre (Charleroi), en la fábrica L’Énergie (Marcinelle) y en los Ateliers Métallurgiques (Charleroi) Dibujante de 1924 París. Suspendida la pensión muebles
Profesión u oficio
Muñoz Martín, Manuel
Muñoz Díaz, Manuel
Muesa, José
Moya, Antonio
Moreno Costa, Rafael ***
Moreno Blanco, José
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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722
Mecánico
Vidrio
Omaechevarría, Juan
Oriach Rovira, Antonio
Olmo, María del
Maquinista
Ocina Alejandre, Andrés
Fundidor
Noval, Nicasio
Automóviles
Cerrajero
Nieto Molinero, Juan
Novell Pujol, Virgilio
Tonelero
Profesión u oficio
Nieto, Manuel
Nombres
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
Pensionada honorífica para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París.
1907-1910
1920-1924 Trabajador en la fábrica Citröen (París), en Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi) y en la fábrica de armas de Herstal (Lieja)
1925
1926-1927 Trabajador en Atelier Broeckhoven, en la Société Minerva Motors (Amberes) y en la Société Française des Constructions Mécaniques (Denain). Estudiante en la École de Travaux Publics por correspondencia
1907-1910
1910-1913 Trabajador en la fundición Ougrée-Marihaye (Lieja) y en Cockerill (Seraing)
1925
1903-1906 Colocado en Burdeos
Expedición
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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1912-1913 Trabajo y formación en el London Hospital de Londres
Osorio, María del Pilar
723
Perito industrial 1928-1930 Trabajador en las fundiciones Les Fils de Mr. Werts (Paris). Estudiante en la Escuela Superior de Fundición (París)
Pagán Tuduri, Fermín Juan
Ensayos aerodi- 1924-1925 Trabajador en la casa Junkers (Dessau), casa Siemens Schuckert námica (Berlín) y Établissement Bréguet (Villacoublay-Vélizy)
Pajares Bueno, Eduardo
Palacios González, Mecánico fresa- 1920-1924 Trabajador en la fábrica Citröen y en Moteurs Gnome et Rhône dor (París) y en los talleres Minerva Motors Ltd. (Amberes) Pascual
Tejedor
Parés, Quirico
1903-1906 Estudiante en la École Nationale des Arts Industriels de Roubaix
Textil-Tintorero 1910-1913 Estudiante en la Escuela textil de Verviers (Bélgica). Trabajador en la casa Bayer (Leverküsen, Alemania). Manera de reservar los colorantes básicos sobre el negro de anilina (Memorias…, 1914)
Otzet, Antonio
Enfermera
1910-1913 Trabajador en la casa automovilística Mors (París)
Fundidor
Ortiz Leguina, Vicente
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1916-1919 Estudiante en el Laboratorio Dalbavie (Burdeos) y en la Escuela Nacional de Agricultura (Montpellier). 1923-1924 Trabajador en la Renault y en la Werts (París) y Saint Chamond (Loire)
Expedición
Ortún, José Benito Mecánico
Agricultor
Profesión u oficio
Ortiz, José
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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724
Cerrajero
Ayudante de Minas
Mecánico
Ajustador
Patiño, Esteban
Patón Suárez, Eusebio
Pedrola, Antonio
Peña, Manuel
Pascual Escribano, Escultor decoraManuel tivo
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1903-1905 Trabajador en la casa Schneider (Havre)
1916-1919 Trabajador en la casa Thomson Houston (París) e Inglaterra. Estudiante en la École de Travaux Publics
1920-1922 Nilvange (Mosela, Francia). Trabajos de piquera en los altos hornos (B, 1921)
1903-1905 Trabajador en la Société Mors (París) y en la Maison Ravasse (Puteaux, Paris)
1925
1920-1922 Seraing
Parrado Suárez, Cándido
Minero
1910-1913 Trabajador en la casa Arthur Hauglustaine (Juslenville, Bélgica) y en Bradford (Inglaterra). Estudio de la fábrica de cardados de Juslenville (Verviers) (Memorias…,1914)
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Palop Cuenca, José Textil
Expedición
1924-1925 Londres (Talleres Johnson and Philips, talleres Stone y talleres James Gordon). Estudio de las industrias eléctricas 1903-1905 Trabajador en la casa Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi)
Profesión u oficio
Ingeniero Palencia de la Industrial A Torre, Tomás Palomares, Mariano Ajustador
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Ebanista
Ajustador
Moldeador
Herrero
Tintorero
Mecánico
Electricista
Pereira Legarreta, A.
Perero Casuso, F.
Pérez, Francisco
Pérez, José
Pérez, Moisés
Pérez, Vicente
Curtidor
Peñuelas, Rafael
Perea, Manuel
Minero
Profesión u oficio
Peña García, Alfredo
Nombres
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
725
1913-1916 Trabajador en la casa Schindler (Lucerna) y casa Roux Combaluzier (Paris)
1916-1919 Trabajador en los talleres L’Automatisme (Courbevoie). Estudiante en la École de Travaux Publics
1903-1906 Colocado en Reims
1903-1905 Trabajador en la sociedad Cockerill (Seraing)
1934
1926-1927 Trabajador en la sociedad Citroën (París y Saint Ouen). Estudiante en el Conservatoire des Arts et Métiers
1903-1905 Colocado en Bayona y en casa Buscaylet, Paris
1910-1913 Trabajador en la Tannerie Lombardet (Sant Fons, Francia)
1926-1927 Trabajador en las minas de la sociedad Cockerill (Liégeois Campine, Genck-Zwartberg, Limburg y Lieja); en los Charbonnages du Hasard (Lieja) y en las minas del Rieu du Coeur (Mons). La industria carbonera en Bélgica (BC, 1928); La lucha contra el grisú (BC, 1928); Congelación y encubado de los pozos de las minas Les Liégeois (BC, 1928)
Expedición
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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726
Fundidor
Pijoán, Fernando
1924-1925 Trabajador en Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi) y enVitry-surSeine. Algo sobre defectos de fundición (B, 1925)
1913-1916 Trabajador en las casas Schneider (Champagne-sur-Seine) e HispanoSuiza (Bois Colombes). Motores de gran rendimiento (B, 1916)
Mecánico
1926-1927 Trabajador en la Societé Legendre Frères de motores eléctricos (París), en los talleres de construcciones eléctricas de la Société Thomson Houston (París) y en la fábrica Oerlikon (Suiza). Estudiante en el Consevatoire des Arts et Métiers. El rebajado de la mica en los colectores para máquinas de corriente continua y alterna (BC, 1919)
Pifarré, José
Devanador
Perramón Malgrá, Juan
1912-1913 Trabajo y formación en el London Hospital de Londres
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Perito industrial, 1928-1930 Estudiante en la École de Travaux Publics (Paris). Trabajador en la Perito químico y S. A. de Béton Armé Hennebique (París) Aparejador
Enfermera
Pérez Trillo, Ana
1934
1934
Expedición
Pico Torres, Tiburcio
Maestro industrial Escuelas del Trabajo
Profesión u oficio
Pérez García, Mauro Pérez Moya, Francisco
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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727
Electrosiderúrgico 1924-1926 Trabajador en la casa Schneider (Champagne-sur-Seine), en Le Creusot (Saône et Loire) y Fabrique Nationale d’Armes de Herstal (Lieja) 1916-1919 Estudiante en la École de Travaux Publics (París). Ascensores eléctricos: su funcionamiento (B, 1920); Los factores del rendimiento obrero (B, 1920); Impresiones del último movimiento metalúrgico en Italia (B, 1920)
Prat Murria, Enrique
Prieto, Pablo
Electricista
1910-1913 Trabajador en los talleres Cail (Denain) y en Winterthur Maschinenfabrik (Winterthur, Suiza). Estudio y funcionamiento de talleres (Memorias…, 1914)
1928-1931 Trabajador en la H. C. Company (Manchester)
Mecánico
Mecánico textil
Portella Batista, Claudio
Prat Codina, Valentín
Tintoreríaestampación
Porta Ramoneda, Isidro
1916-1919 Estudiante en los Laboratorios de M. Dalbavie y M. Essner (Burdeos). Estudio en la École-Ferme de la Feculerie (Herblay, Francia) 1907-1910
1926-1927 Trabajador en la el departamento de locomotoras y turboalternadores de la casa Cockerill (Seraing) y en los talleres Brown Boveri (Baden). Estudiante en los cursos de domingo de la École de Mécanique de Lieja
Agricultor
Pons Pons, Francisco
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1903-1905 Trabajador en la sociedad Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi)
Expedición
Portilla Camporro, S. Ajustador
Fundidor
Profesión u oficio
Pino, Eulogio del
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Textil
Vinatero
Textil
Artes del libro
Puy, Mariano
728
Querol, Joaquín
Querol Julvez, Pascual
1920-1924 Trabajador en la casa Laureys Frères, sección de grabados (París)
1913-1916 Trabajador en las fábricas de Mazamet (Francia), en las casas Faisant (Roanne) y Normand (Romorantin) y en Elbeuf. Máquinas de encolar y El deslanado en Mazamet (B. 1916)
1910-1913 Estudiante en el Laboratorio de ensayos y análisis de vinos de M. Dalbavie (Burdeos). Trabajador en vinos del Mediodía de Francia (Lezignan, Narbonnais) y en Fourques (Gard). Estudiante en la Escuela de Viticultura de Beaune (Borgoña). Vinificación por medio de las levaduras seleccionadas y trabajos de bodega (Memorias…, 1914)
1913-1916 Estudiante en el Instituto Químico de Burdeos. Trabajador en la casa Théron et fils (Burdeos). Fabricación de crémor tártaro. Procedimiento St. Thibéry (modificado), aplicado en la casa Théron et Fils-Bordeaux (B, 1917) 1907-1910
Vinicultor
Pujol, Manuel
Puntí Santacreu, Román
1913-1916 Trabajador en la casa Staub y Wismer (Zurich) y en Treveris (Alemania). Estudiante en la Escuela de Viticultura y Enología de Treveris. Excursión hecha a Saint-Émilion (Francia) y Exportación de vinos españoles a los demás países de Europa (B, 1917)
Vinicultor
Pujadas, José
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1910-1913 Estudiante en la Escuela de Agricultura de Antibes
Expedición
Oleicultor
Profesión u oficio
Pueo, Basilio
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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1923-1924 Trabajador en la Métallurgique Électrique (Saint Satur, Francia) y en la S. A. de Construcciones Metálicas (Roanne) 1913-1916 Trabajador en las casas Renault, Beaudouin y Morane (motores de aeroplanos) (París). Instalación de pequeños talleres (B, 1916) 1924-1925 Trabajador en los talleres Junkers Flugzeugwerke (Dassau, Alemania)
Fundidor
Mecánico
Tornero
Ramírez Méndez, Isidro
Ramos, Ángel
Ramos Mora, Esteban
729
1913-1916 Trabajador en las casas Renault y Schneider (París) y en la Vickers de Erith (Inglaterra). Cómo funcionan las grandes industrias mecánicas en el extranjero (B, 1920)
Mecánico
Ajustador
LatoneroHojalatero
Redondo Simón, Agustín
Redondo, Aureliano G.
Reig, José
1903-1905 Colocado en la casa Charron-Girardot-Voigt (París) y en Lieja en el sector del automóvil
1910-1913 Trabajador en los talleres St. Léonard (Lieja)
1924-1926 Trabajador en los talleres Elie Naval y Émile Wauthier (París y Charleroi)
Raya Aguilar, Justo Modelista
Rabella Cartañá, Vicente Ramírez Freita, Alfonso
1923-1924 Trabajador en la casa Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi)
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Fundidor
Expedición
1907-1910
Profesión u oficio
Vidrio
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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730
1903-1905 Trabajador en la Société Germain (Monceau-sur-SambreMarchienne-au-Pont, Bélgica)
Broncista
Mecánico
Ebanista
Dibujante en tejidos
Río, Vicente del
Ripoll, Francisco
Ripoll, Juan
Ríus, Esteban
1903-1905 Colocado en Lyon. Estudiante en la Escuela de Bellas Artes de Lyon
1903-1905 Colocado en la casa Buscaylet (París)
1913-1916 Trabajador en la casa Motobloc (Burdeos), talleres Cail (Denain), Hispano-Suiza (Bois Colombes) y casa Voisin de aeroplanos (París)
1910-1913 Abandonó la pensión
Ajustador
Río, Julio del
1903-1906 Trabajador en Charbonnages Masses Diarbois (Bélgica) y en los d’Ougrée (Lieja)
1916-1919 Trabajador de la Societé Gardi (París) y casa Platt Brothers (Oldham, Inglaterra)
Textil
Riera, Jaime
Rimada, Florentino Minero
1913-1916 Trabajador en las casas Lombardet y Tanneries Lyonnaises (Lyon) y casa Kraft (Paris)
Curtidor
Ribes, Joaquín
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1924-1926 Trabajador en la compañía Thomson Houston (París), en la casa Fiat (Milán) y en la casa Avancemotor Augustendal (Estocolmo)
Expedición
Mecánico automóviles
Profesión u oficio
Rey Barral, Francisco
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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731
Textil
Vitivinicultor
Vinatero
Ajustador
Electricista
Mueblista
Roca Gurgui, José
Rodero Jiménez, Luis
Rodríguez, Emilio
Rodríguez, Jesús
Rodríguez, Marcelino
Rodríguez Lema, Manuel
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Burdeos
1925
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1916-1919 Trabajador en la casa Pétrier, Tissot & Raybaud (Lyon). Estudiante por correspondencia de la École de Travaux Publics (París)
1903-1905 Trabajador en la casa Schneider (Havre)
1910-1914? Trabajador en el Châteu Calvet y casa Malvezin (Burdeos). Estudiante en el Laboratorio de ensayos y análisis de vinos de M. Dalbavie (Burdeos)
1935
1916-1919 Estudiante de la Escuela Superior de Comercio de Lyon y de la Escuela de Sedería. Observaciones relativas al título de los hilados de seda (B, 1918)
1903-1906 Trabajador en la imprenta de Paul Dupont (París)
Expedición
Rodríguez Ochoa, S. Perito mecánico 1928-1930 Trabajador en la fábrica Gnome et Rhône (París). Estudiante por correspondencia en la Escuela Especial Aeronáutica (París) Rodríguez Zuloaga, Decorador cerá- 1903-1905 Colocado en la casa de M. Duboseq (París). Estudiante en la Francisco mico Academia Julian
Tipógrafo
Profesión u oficio
Robles, Leopoldo
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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732
Textil sedero
Carpintero
Fotograbador
Ceramista
Romero Martínez, Manuel
Ruiz, Manuel
Ruiz, Teófilo
Ruiz Arroyo, Juan
Ruiz Clavijo, Matías Agricultor
Pintor decorativo
Romero Bazán, Pelayo Roubaix
1935
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1916-1919 Trabajador en la casa Otto (Béziers). Estudiante en el Laboratorio de M. Essner (Burdeos). Impresiones (B, 1918). Investigación de la fabricación o adulteración de los vinos (B, 1919) y Método de extracción del vino por difusión (B, 1919)
1925
1913-1916 Trabajador de la casa Bianchi (París)
1903-1905 Colocado en la Compagnie Wagons-Lits (Saint-Denis, París)
Bolsa de viaje para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1925
Pintura y vidrie- 1931-1932 ría artística
Rojas Fernández, M.
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1926-1927 Estudiante en la Société de l’Enseignement Professionnel du Rhône (Lyon). Trabajador en los talleres de pasamanería y galonería de Mr. Rousset (Lyon)
Expedición
Contramaestre textil
Profesión u oficio
Roig Mascaró, Salvador
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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1910-1913 Regresó por enfermedad
1916-1919 Trabajador en la casa Pétrier, Tissot & Raybaud (Lyon) 1920-1924 Trabajador en la fábrica de armas de Herstal (Lieja). Estudiante en la Berufsschule für Metallarbeiter (Winterthur, Suiza). Unos grandes talleres de construcciones grandes (B, 1923)
Tornero
Escuelas del Trabajo
Ajustador
Mecánico
Electricista
Mecánico
Capataz de Minas 1928-1930 Trabajador en la sociedad Brown Boveri (Baden) y Ajustador
Sáez, Domingo
Sáez BenitoSánchez, José
Sáiz, Constantino
733
Salas, José M.ª
Salviejo, Vicente
Salvo Saura, Cristóbal
Sánchez Velasco, Fernando
1916-1919 Trabajador en los talleres de Levallois-Perret (Seine)
1910-1913 Trabajador en la casa Beer (Seraing) y la Meuse (Sclessin)
1934
1903-1905 Colocado en París
Sáenz Catalá, Julio Encuadernador
Curtidor
1910-1913 Trabajador en la casa Lombardet (Sant Fons)
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Sabater, Miguel
Expedición
1920-1924 Trabajador con el arquitecto paisajista Kruepper (Berlín), en los jardines municipales de Munich. Estudiante en la Höhere Gärtnerlehranstalt de Dahlen (Berlín). Los jardines de Munich (B, 1922).
Profesión u oficio
Sabadell Martínez, Jardinero F.
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
13 Apendice 5.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:58 Página 733
734
Santacruz, Ricado
San Miguel, Fausto Modelista
Moldeador
San José Bagán, José
1925
Pensionado honorífico para asistir a la Exposición de Artes Decorativas de París
1928-1930 Trabajador en la sociedad Guilliet Fils et Cie. (Auxerre) y en los Ateliers La Meuse (Sclesing)
1926-1927 Trabajador en los talleres de fundición Werts Frères (Patin, Paris), en la fábrica Babcock & Wilcox (Courneuve, Seine), en los talleres de fundición Guilliet Fils (Auxerre, Francia) y en la Société Bollinckx (Courcelles, Bélgica). Estudiante en el Conservatoire des Arts et Métiers
1926-1927 Trabajador en la Fábrica Nacional de Armas de Herstal (Lieja). Estudiante en los cursos de domingo de la École Mécanique de Lieja
Ajustador
San José, Agustín
1916-1919 Trabajador en los talleres Morane (París). Estudiante en la École de Travaux Publics (París). Montaje de un motor a gas pobre de doble cuerpo (B, 1920) 1931-1932
Electricista
1910-1913 Trabajador en la casa Beaudouin (Paris)
Tornero
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1924-1925 Trabajador en la Societé Brown Boveri (Baden, Suiza)
Expedición
Bobinador
Profesión u oficio
Sánchez Montes, E. Encuadernador
Sánchez Cercadillo, C.
Sánchez Soto, Olegario Sánchez Godoy, Francisco
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Profesión u oficio
735
Técnico moldeador
Schütze Alonso, Oscar
Fundidor
1923-1925 Trabajador en la casa Renault y talleres Citroën (París). Varias notas sobre el moldeo (B, 1924) y Descripción del moldeo y preparación de las placas modelos del cárter, en aluminio, del 5 H. P. Citroën (B, 1925).
Trabajador en la imprenta Crété (Corbeil, Francia)
Lieja
Selma Martín, Cándido
1935
1931-1932
1935
1913-1916 Trabajador en la General Electric (Birmingham). Estudiante en la Escuela de Electricidad de Birmingham
1926-1927 Trabajador en la casa Marinoni (Saint Ouen, París) y en el periódico ilustrado L’Ilustration. Estudiante en el Conservatoire des Arts et Métiers. La técnica de la impresión en huecograbado (BC, 1929)
Retocador de rotohuecograbado
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1926-1927 Trabajador en los talleres de la Société de Marbres, Pierres et Granits (Lyon y Buxy, Saône et Loire). Estudiante en la Société de l’Enseignement Professionnel du Rhône
Expedición
Segura Ruiz, Rafael Mecánico impresión
Segura Iglesias, Enrique
Segovia Caballero, Joyero C.
Electricista
Saucedo, Godofredo
Sanz Rodríguez, A. Cantero I.
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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736
1928-1930 Estudiante en la Escuela Oficial de Relojería (Lyon) 1910-1913 Estudiante de la Escuela de Sedería de Lyon. Trabajador en la casa Verdol (Lyon). Apuntes sobre la industria sedera lyonesa (Memorias…, 1914)
Textil
Relojero
Sedero
Smith, Pedro Juan
Solano Gil, José
Solé, Ignacio
1907-1910 Soler Cots, Pedro Textiles Suárez Alonso, Luis Perito mecánico 1928-1930 Trabajador en la sociedad “Monier et Saiter” (París), Dion Bouton y Trefilador (Saint Denis) y La Câblerie & Tréfilerie (Amberes)
1913-1916 Trabajador en Manchester, Great Yarmouth (Inglaterra), Vienne y Lyon (Francia). Estudiante en la Escuela Textil de Manchester. La fábrica vegetal “Kapok” (B. 1916)
1910-1913 Trabajador en Hispano-Suiza (Levallois-Perret), Inglaterra y Estados Unidos. Informe sobre la fabricación de herramientas (Memorias…, 1914)
Mecánico
1916-1919 Trabajador en una imprenta en Paris. Mis primeras observaciones en el fotograbado (B, 1919). Orígenes del Fotograbado (B, 1920).
Smith, Francisco
Fotograbador
Serrano, Manuel
1903-1905 Trabajador en la S. A. Phoenix (Gante)
1907-1910
Tornero
Sero?, Juan
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1903-1905 Trabajador en la casa de Mr. Duboury (Biarritz) y en Nancy.
Expedición
Sisquella, Francisco Electricidad
Ebanista
Profesión u oficio
Sena Rincón, José
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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737
Francia, Alemania e Inglaterra. Estudio de la Organización de las escuelas de aprendizaje y elementales del trabajo, así como el funcionamiento de los servicios de documentación técnica. Un nuevo método para la extracción del azúcar de la remolacha (B, 1928) Perito electricis- 1926-1927 Estudiante en la École Pratique de Radioélectrique (París) ta 1910-1913
1903-1905 Trabajador en la casa Mors (Paris)
Ebanista
Ingeniero Agrónomo
Textil
Ajustador
Talón, Victoriano
Tamés Alarcón, Cayetano ****
Tenas, Eudaldo
Tobajas, José
Tejero Sanz, Manuel
Tracción eléctri- 1926-1927 Trabajador en la casa Brown Boveri (Baden), estudiando los motores ca destinados a las locomotoras de los Caminos de Hierro del Norte de España, y en los talleres Münchenstein de locomotoras eléctricas (Basilea). Apuntes sobre locomotoras eléctricas (BC, 1929); Apuntes sobre máquinas de extracción (BC, 1929)
Tagle Castillo, Ernesto
1932
Trabajador en la casa Bréchard (Roanne)
1903-1905 Colocado en París y Reims
1910-1913 Trabajador en los talleres de torneado Bourel y Vieira, G. Traverse y Lasseur & Lacube (París) Estudio sobre los tornos (Memorias…, 1914)
Mecánico
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Subirá Teig, José Mª.
1931-1932
Expedición
Pintor decorador
Profesión u oficio
Subijana Zabala, Ignacio
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Profesión u oficio
Expedición
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
738
Tracción eléctrica 1931-1932 1931-1932 1916-1919 Trabajador en los talleres Pichon (París) 1903-1906 Colocado en la casa Kellner (París)
Fundidor
Mecánico
Artes del libro
Tapicero
Ebanista
Totorica, Enrique
Trujillo Gomar, F.
Trulls Bonet, José
Tubau, Fermín
Usano, Emilio
Usón Felez, José
1931-1932
1928-1930 Trabajador en la fundición Allard (Marchienne-au-Pont). Estudiante en la Université du Travail de Charleroi
Enfermera
1910-1913 Trabajador en las casas Bréchard (Roanne), Verdol (Lyon) y Ateliers Coton (Roubaix). Estudiante en la Escuela Textil de Roubaix. El dibujo aplicado al arte textil; La industria textil y sus progresos. Informe sobre la máquina Verdol (Memorias…, 1914); Instrucciones para el reglaje de la máquina Verdol (B, 1918) 1912-1913 Trabajo y formación en el London Hospital de Londres
Torres, Amparo
Torrent Roig, Juan Textil
Torices Pequera, F. Tracción eléctri- 1924-1925 Trabajador en la casa Thomson Houston, Cie. Métropolitain y Étaca blissement Lamy et Rieffel (París) Torre Revilla, Mecánico naval 1931-1932 Ramón
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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739
Verdaguer, Domingo
Textil
1910-1913 Trabajador en Tissages de la Liève (Eecloo, Bélgica). Estudio de la fábrica de tejidos La Liève (Eecloo, Bélgica) (Memorias…, 1914)
1903-1906 Sin colocación 1904 1926Estudio de la gran industria del ácido sulfúrico por los procedimientos de cámaras y contacto
1923-1924 Trabajador en los talleres Werts y Renault (París), Berliet (Lyon) y en la compañía Forges et Aciéries de la Marine et d’Homécourt (Saint Chamond, Loire)
Fundidor
Velasco Carrasco, L.
Ventura, Juan Zurrador Vera y Gómez, José Perito químico A. A
1924-1926 Trabajador en la casa Renault (París), casa Rateau (Le Courneuve), S. A. St. Léonard y S. A. Liégeoise de Constructions (Lieja)
Mecánico
1928-1930 Trabajador en la fábrica Hanrez (Charleroi), en los talleres L’Energie (Marcinelle). Estudiante en la Université du Travail (Charleroi)
Vega Cabeza, José
Tornero
Varela Salas, Ricardo
1907-1910
1924-1926 Trabajador en Usines Jean Gallay, Société Genevoise d’Instruments de Physique (Ginebra) y Societé de Magnétos R. B. (París)
Fotograbadolitografía
Vallvé Calafell, Ramón
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1920-1924 Trabajador en la fábrica Bonvillain-Ronceray (Choisy-le-Roi ) y en la fábrica Dion Bouton de motores de automóvil (París)
Expedición
Vázquez Martínez, Mecánico A.
Ajustador
Profesión u oficio
Valle Cortina, Alfredo
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Hilador
Fotograbadolitografía Textil
Molinero
Mecánico fresador
Vidal, Pedro
Vidal Bosch, José
Viladés, Antonio
Viladés Portela, Vicente
740
1913-1916 Trabajador en la casa Daverio (Marsella) y en la Daverio y Buhler (Zurich). El rendimiento de harinas en pan (B, 1919) 1920-1924 Trabajador en la casa René de Malzine y en la fábrica de armas de Herstal (Lieja). Innovación en la construcción de fresas para cortar engranajes (B, 1923).
1910-1913 Regresó por enfermedad
Vilaseca Textil 1907-1910 Puigdollers, Pedro Villalabeitia Uribia, Tracción eléctri- 1926-1927 Trabajador en los talleres de la sociedad Metropolitan-Vickers Manuel ca (Trafford Park, Manchester), en la Compagnie Paris-Orléans y, por autorización de la Junta, en su centro de origen, la SECN de Sestao, ayudando en el montaje de las locomotoras eléctricas Westinghouse en la línea Barcelona-Manresa
Vila, Antonio
Textil
Vicent, Salvador
1916-1919 Trabajador de las casas Lamy y Hernández (Lyon). Notas sobre la fabricación de terciopelos (B, 1921) 1903-1905 Colocado en Lyon. Estudiante en la École Nationale des Arts Industriels de Roubaix 1907-1910
1916-1919 Trabajador en la Maison Berliet (Lyon)
Electricista
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Viana, Pedro
Expedición 1907-1910
Profesión u oficio
Verneda Claret, José Metalurgia
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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741 Mecánico
1910-1913 Trabajador en los talleres Cockerill (Seraing) y Cail (Denain)
Forjador
Yurrita, Andrés
Zuazua, Luis
1903-1905 Estudiante en la École de Tannerie de Lyon
Curtidor
Yáñez, Joaquín
1913-1916 Trabajador de la casa Ougrée-Marihaye de aceros (Lieja). Abandonó la pensión al inicio de la guerra
1910-1913 Trabajador en casa Recci (Porto Mauricio). Estudiante en Niza y en el Oleificio Sperimentale (Spoleto). Informaciones sobre el olivo (Memorias…, 1914)
1913-1916 Estudiante en el Instituto Químico de Lyon. Trabajador en la industria del calzado (París). Análisis de taninos (prácticas de laboratorio en el Institut Chimique de Lyon) (B, 1917) y Estudios de los mataderos de París (B, 1917)
Curtidor
Vives, Manuel
Oleicultor
1913-1916 Trabajador en la casa Brown Boveri (Baden, Suiza)
Electricista
Villazón, Luis
Zaforas,Viente
1903-1905 Colocado en la casa Kellner (París) y en la Maison Dumont (Villejuif, París)
Constructor de coches
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
Villarroel, Jacinto
Expedición
1913-1916 Trabajador en la casa Creté (Corbeil) y en la casa Marinoni (París). Estudiante en la Escuela de Artes Gráficas de Leipzig. Algo sobre la Exposición de Artes Gráficas y el Libro (Leipzig, 1914) (B, 1916); Roto-talla-dulce o heliograbado rotativo (B, 1916); Notas sobre el heliograbado rotativo, rotograbado y huecograbado rotativo (B, 1920).
Profesión u oficio
Villarreal, Antonio Fotograbador
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
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Profesión u oficio
Ceramista
Centro de trabajo o estudio. Tema de la memoria, impresa y (publicación)
1928-1930 Estudiante-trabajadora en la Manufactura Nacional de Sèvres, en Limoges y en Stoke-on-Trent (Reino Unido)
1923-1924 Trabajador en la Métallurgique Électrique (Saint Satur), en la Fundition et Forges de Montoir (Saint Nazaire) y en la compañía Forges et Aciéries de La Marine et d’Homécourt (Saint Chamond)
Expedición
Fuentes: BJPIOE, VIII, 1-2, enero-febrero, 1923, pp. 90-96 y VIII, 7, 8, 9, julio-septiembre, 1923, pp. 81-82; VIII, 10,11.12, octubre-diciembre, 1923, 99-101; X, 12, diciembre, 1924, pp. 36-38; XI, 10, 11, 12, octubre-diciembre, 1925, pp. 1-3; XIII, 1, 2, 3, enero-marzo, 1927, pp. 1-3; XIII, 10-12, octubre-diciembre, 1927, pp. 18-21; XIV, 1, 2, 3, enero, febrero, marzo, 1928, pp. 49; BJCPIO, XV, 4, 5, 6, abril, mayo, junio, 1928, pp. 97-98; BJCPIO, XV, 7, 8, 9, julio, agosto, septiembre 1929, pp. 60-62; BJCPIO, XV, 10, 11, 12, octubre-diciembre, 1929, pp. 35-38 (el informe se refiere al 31 de marzo de 1930), Gaceta de Madrid, 19 de abril de 1904, p. 250, Idem, 14 de agosto de 1904, p. 562, Idem, 13 de marzo de 1905, p. 963 e Idem, 23 de julio de 1905, p. 298; La Vanguardia, 3 de agosto de 1907, p. 3 y La Vanguardia, 16 de agosto de 1907, p. 2; *Consta también en la lista de pensionados de la convocatoria de 1920 (pensión de tres meses). Aparece desplazado en 1924. * Así consta en Memoria…, pp. 6 y 19, aunque su nombre no aparece en el Breve resumen de la labor… *** Aparecen sobre él referencias contradictorias, como pensionado suspendido (BJPIOE, X, 7, 8, 9, julio, agosto, septiembre 1924, p. 98), con residencia en París (BJPIOE, X, 10, 11, noviembre, diciembre 1924, p. 79) y como retornado a España con permiso de la Junta, BJPIOE, X, 12, diciembre 1924, p. 38. **** Concesión individualizada, a su instancia, como Auxiliar del Centro de Perfeccionamiento obrero y Oficina de documentación profesional, para estudiar la organización de las Escuelas de aprendizaje y los servicios de documentación técnica en Francia, Alemania e Inglaterra, O. de 20 de junio de 1932, Gaceta 22-VII.
Zuloaga Estringana, Esperanza
Zubiaur Garay, Eligio Fundidor
Nombres
APÉNDICE 5 (cont.): Obreros pensionados
13 Apendice 5.qxd:02-Cap-1.qxd 15/12/12 19:58 Página 742
742
743 1926 1916 1913 1926
1926
Ingeniero de Minas
Ingeniero de Minas
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Montes
Alvarado de Medina, Alfonso
Aranguren Sabas, Félix
Balenchana, Enrique de
Barros, Emigdio
Bartual Vicens, José Ingeniero de Minas
Belderrain Oteiza, Rafael
Ingeniero Industrial
1913
Ingeniero de Montes
Alonso de Celada, Bernardino 1911
1911
Ingeniero de Montes
Aguirre Martínez, Joaquín
Año 1926
Especialidad
Aguado Smolinski, Ingeniero de Montes José
Nombres
APÉNDICE 6: Ingenieros pensionados
Chalons-sur-Saône, Nimes, Lieja y Bruselas. Procedimientos de separación de minerales por flotación y la depuración de los humos producidos por los hornos de plomo París, Tours y Lille. Talleres de construcción mecánica. Su instalación y funcionamiento
Italia
Essen y Hamburgo (Alemania). Fabricación de aceros especiales
Alemania y Austria. Máquinas eléctricas de extracción, la energía eléctrica en los trenes laminadores y Altos Hornos y mina de hulla de la Prage Eisenindustrie (Bohemia). Notas del viaje a Alemania y Austria, (Memoria relativa..., 1913)
Suiza, Alemania y Francia
Francia, Suiza, Austria. Selvicultura y Dasonomía.
Burdeos, Lyon y Hamburgo. Fabricación de productos derivados del aguarrás y colofonías
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
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Apéndice 6
1920
Benlloch Martínez, Ingeniero Miguel Agrónomo
Ingeniero de Montes
Ingeniero de Montes
Ingeniero Industrial
Ingeniero Industrial
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Montes
Bermejo y Durán, Miguel
Brú Gómez, Vicente
744
Calviño Ozores, José
Canals Arribas, Miguel
Cañizo Gómez, José del
Carrera Cejudo, Ángel 1920
1923
1923
1923
1920
1911
1920
Belzunce, Benito
Belzunce Lizárraga, Ingeniero de Eliseo Minas
Año
1917
Especialidad
Ingeniero de Minas
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
Francia, Suiza, Italia. Las resinas y los Laboratorios Industriales… (1922); El problema forestal y los cotos sociales de previsión (B, 1920); El Instituto del Pino (B, 1921)
Italia (Laboratorio de Entomología agraria del profesor Grassi). La organización de los servicios fitopatológicos en Italia (B, 1924).
Grenoble y París (École de Chauffage Industriel). El carbón pulverizado en la industria (B, 1923)
Londres. Fabricación de barnices y pinturas
Estudio de industrias resineras en Francia
Francia. Ordenación y Xilometría. Montes del Franco-Condado y de las Landas
Estudio del motocultivo en Francia, Bélgica, Inglaterra e Italia. Una impresión del concurso de tractores celebrado en Aisthorpe, cerca de Lincoln (Inglaterra) (B, 1920)
Estados Unidos, Canadá. La metalurgia moderna del hierro y del acero en los Estados Unidos
Estados Unidos
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 15/12/12 19:59 Página 744
1912
745 1914 1923 1914
Ingeniero de Montes
Ingeniero Industrial
Ingeniero de Montes
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero Agrónomo
Cortés Pujadas, Luis
Cortina Gómez, Miguel
Crehuet Pastor, Silvano
Cruz Valero, Gregorio
Chacón Enríquez, Ignacio 1917
1913
1920
Cibrián Miegimolle, Ingeniero Santiago Agrónomo
Ingeniero de Minas
Castro Rodríguez, Rosendo
1911
Año
1926
Ingeniero de Minas
Especialidad
Castañeda Chornet, Ingeniero José Industrial
Casaus y Gª. Samaniego, José
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
Francia
Estados Unidos
Francia, Suiza, Italia y Alemania
Berlín. Memoria sobre Centrales eléctricas de alta tensión (B, 1925).
Francia, Suiza, Italia y Alemania
Fabricación del azúcar y cultivo de la remolacha en Francia y Bélgica. La industria del azúcar de remolacha en Francia y Bélgica (B, 1923)
Francia, Suiza, Italia y Alemania
Francia. Tracción eléctrica, instalaciones y suministros de energía. La Red Nacional Eléctrica francesa
Estudio comparativo de los modernos procedimientos de beneficio de las menas de hierro en los EE. UU (Memorias presentadas… 1913 y 1914)
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 15/12/12 19:59 Página 745
1926
746 1916
Ingeniero de Minas
Ingeniero de Montes
Elorduy e Inza, Luis de
Elorrieta Artaza, José
1913
Esteban de Faura, Antonio.
Ingeniero Agrónomo
1916
Enríquez Larrondo, Ingeniero Emiliano Agrónomo
1920
1926
Echeverría Ballarín, Ingeniero de Ignacio Montes
Ingeniero Agrónomo
Echegaray Romea, Miguel
1916 1926
Ingeniero de Minas
Díaz Quetcuti, Ramón
1917
Año
Dorronsoro Ingeniero Dorronsoro, José M.ª Agrónomo
Ingeniero de Minas
Especialidad
Dávila Vacas, Marino
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
EE. UU. El cultivo de secano en América (Dry-farming) (Memorias presentadas…1913 y 1914)
Estados Unidos. Ordenación de montes en los Estados Unidos
Friburgo y Munich. Los Institutos de experiencias químicas de madera y celulosa (B, 1926); Información sobre la industria de la celulosa y la seda artificial en Francia, Alemania e Italia (B, 1926); La celulosa de la madera y la seda artificial (1927). Notas sobre la obtención del acero, según el procedimiento continuo de Talbot y Notas de mineralogía (Memorias presentadas… 1914-1915, VII)
Zurich. Experiencias modernas de alimentación y nutrición del ganado
Instituto Pasteur (París). Estudio bacteriológico del suelo. Organización de la sección creada en el I. P.
Concentración de minerales por flotación (1920)
Estados Unidos
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 15/12/12 19:59 Página 746
747 1912 1916 1917
Ingeniero de Minas
Franco y Bordons, Ingeniero de Carlos Minas
Ingeniero de Montes
Ingeniero de Minas
Forrat Soldevila, Luis
Gallego Quero, Félix
García Dueñas, Pedro J. 1915
1920
Ingeniero de Montes
1923
1915
Fornes Botey, Antonio
Ingeniero Agrónomo
Fernández Navarrete y Rada, Francisco
1924
Ingeniero Industrial
Ingeniero de Minas
Fernández de Caleya, Carlos
1912
Año
Figuera y Figuera, Ángel
Ingeniero de Montes
Especialidad
Farias Barón, Juan
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
Estados Unidos
Suiza. La industria eléctrica en Suiza (Memorias presentadas… 19141915, VII)
Suiza, Francia, Bélgica e Inglaterra.
Francia, Suiza e Italia. Corrección de torrentes en Francia, Suiza e Italia.
Berlín (visita a las fábricas de Galvanoplastia, con el pensionado obrero A. Huelves). Memoria referente al viaje a Alemania para el estudio de la galvanoplastia (B, 1924).
Estados Unidos
Dusseldorf, Bochum, Essen Ruhr y Berlín (Alemania). Destilación de lignitos y turbas a baja temperatura
Francia y Suiza
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 15/12/12 19:59 Página 747
Ingeniero de Minas
Garmendía Mendizábal, Jesús
748 1920 1915 1913 1914
Ingeniero de Minas
Gondra Lazúrtegui, Ingeniero de Fernando Minas
Ingeniero de Minas
Gondra y Llona, Juan Luis de
González de Canales, Tomás
González Vázquez, Ingeniero de Ezequiel Montes
González Real, Herminio
Ingeniero de Montes
1923
Ingeniero de Minas 1920
1920
1914
1909
Año
Gómez Ortiz, Juan
Garrido Domingo, Ingeniero Ramón Agrónomo
Ingeniero de Minas
Especialidad
García Siñeriz y Pardo-Moscoso, José
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
Francia, Suiza, Italia y Alemania
Suiza, Alemania y Francia. Notas de un viaje de prácticas por el extranjero (Revista de Montes, 1914)
Beuthen . I.-Metalurgia del cobre (Kielce). II.-Metalurgia del cinc (Sosnowice). III.- Explosivo Miedziankit. IV.- Metalurgia del cinc (Alta Silesia). V.- Metalografía (Memorias presentadas…1913 y 1914)
Aplicaciones de la Electricidad a la Minería y Metalurgia. Estados Unidos
París y Bruselas. Arranque mecánico de la hulla (B, 1924)
Estados Unidos. Estudios de tracción eléctrica en sus aplicaciones a la minería y metalurgia en los Estados Unidos
Motocultivo en Francia y Bélgica
Francia
Francia y Alemania. Visita a la Escuela de Minas de París, a las fábricas Maschinenbauanstalt Humboldt y Gasmotorenfabrik Deutz y a la cuenca minera de Westfalia, en Alemania. Memoria manuscrita
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 15/12/12 19:59 Página 748
1915 1920
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Minas
Ingeniero de Minas
Ingeniero de Minas
Ingeniero de Montes
Ingeniero de Minas
Ingeniero Agrónomo
Gutiérrez Pérez, Julio
Heras y Maraver, Antonio de las
Herrera Delcalzo, Mariano
749
Herrero Egaña, Andrés
Herreros López, José Mª
Hevia y Álvarez, Torcuato
Ibarra Peral, Juan
1920
1911
1914
1915
1912
1924
Ingeniero de Minas
Guezala e Igual, Roberto de
1913
Año
Ingeniero Industrial
Especialidad
Grancha, Antonio
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
Estudio del cultivo del lúpulo y de las variedades de cebada en relación con la fabricación de la cerveza y la obtención de levaduras en Francia, Inglaterra y Alemania
Estados Unidos. Breve idea de la riqueza carbonífera de los EE. UU. (Memorias presentadas… 1914-1915)
Estudios de la flora chilena y de sus condiciones climatológicas en comparación con las de nuestro país, y la posible aclimatación en éste de algunas especies exóticas en Chile
Estudio comparativo de los modernos procedimientos de beneficio de las menas de hierro en los EE. UU. (Memorias presentadas… 1913 y 1914)
Alemania
Estados Unidos. Minería y metalurgia del plomo y de la plata en los Estados Unidos (Memorias presentadas… 1914-1915)
Inglaterra y Francia
Douai (Francia) y Bruselas. El arranque mecánico y transportes de la hulla y problemas relacionados con las cuencas asturianas
Francia e Inglaterra
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
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1920 1923
Ingeniero de Minas
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Montes
Ingeniero de Minas
Ingeniero de Minas
Ingeniero de Montes
Ingeniero de Montes
Jiménez Crozat, Luis
Jiménez Cuende, Francisco
Jiménez Rico, A. M.ª
Lacasa Moreno, Alejandro
750
Lasala Suquilvide, José M.ª
Lirón de Robles, Ángel
Lleó Silvestre, Antonio 1912
1920
1920
1920
1913
1917
Ingeniero de Minas
Izaguirre Porset, José de León
1914
Año
Ingeniero de Minas
Especialidad
Inciarte, Juan Jesús
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
Francia y Suiza
Estados Unidos. Ordenación de montes y estudio de parques nacionales
Estudio de los diversos sistemas de sondeo en relación con la prospección y la explotación de yacimientos carboníferos en los Estados Unidos
Estudio de los diversos sistemas de sondeo y sus aplicaciones especiales en los Estados Unidos
Laboratorio de resinas de la Facultad de Ciencias de Burdeos.
Viticultura y cooperación agrícola en Francia e Italia
Bélgica y Suiza. Visita a las cuencas hulleras del norte de Francia (Memorias presentadas… 1913 y 1914)
Estados Unidos
Wesfalia
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 15/12/12 19:59 Página 750
1911
Ingeniero Agrónomo
Marcilla Arrazola, Juan**
751 1911 1912
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Minas
Ingeniero Agrónomo
Martínez Franco, Jesús
Menéndez Puget, Laureano
Mestre Artigas, Arnesto **
Miranda González, Ingeniero Jesús Agrónomo
1913
1916
Ingeniero de Montes
Martín Bolaños, Manuel 1926
1916
Ingeniero de Minas
Madariaga y Rojo, César de
1909
Año
Ingeniero de Minas
Especialidad
López Mateos, José
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
Francia, Alemania y Suiza. Memoria del viaje de prácticas al extranjero (Memoria relativa…, 1913)
Suiza. Estudio de la explotación del ganado vacuno para transformación de producto lactífero en la fabricación quesera
Kattowitz (Silesia). I.- Instalaciones de relleno hidráulico (minas Reden, Heinitz y Ruda. II.-Lavadero de carbón de la mina Reden. III.Preparación de muestras para estudios metalográficos (Laboratorio Dujardin) (Memorias presentadas… 1913 y 1914)
Suiza e Italia
Argelia, Italia y Francia. Composición de los bosques y de sus condiciones de regeneración. Especies exóticas, particularmente del género eucaliptus. Memoria de un viaje forestal por el extranjero (BC, 1929)
Italia. La Olivicultura en Italia
Inglaterra. Memoria sobre la repatriación de la industria de beneficio de nuestras piritas (Memorias presentadas… 1914-1915, VII)
Alemania. Visita a las fábricas Maschinenbauanstalt Humboldt y Gasmotorenfabrik Deutz (Colonia) y las minas de la región de Westfalia.
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
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Ingeniero Agrónomo
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Montes
Nagore Nagore, Daniel
Navarro de Palencia, Jesús
752
Neira y Franco, Manuel
1923
Ingeniero Industrial
Ingeniero de Montes
Pascau Olivés, Francisco
Pastor Pérez, Vicente 1920
1912
Pando-Argüelles y Ingeniero Kreibich, Francisco Agrónomo
1920
1923-1924
1915
1926
Ingeniero Industrial
Miravet Agraz, Enrique
Año
1920
Especialidad
Miranda González, Ingeniero Juan Agrónomo
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
Estudios de la flora chilena y de sus condiciones climatológicas en comparación con las de nuestro país, y la posible aclimatación en éste de algunas especies exóticas en Chile
Francia. La industria del caucho en general y la fabricación de cámaras en particular (B, 1923).
Francia, Alemania, Bélgica y Suecia. Noticias sobre lo que fue y es la agricultura en Bélgica (Memoria relativa…1913)
Estados Unidos. Destilación de resinas y colofonias en los Estados Unidos
En la John Innes Horticultural Society de Londres, con el profesor Bateson. Los problemas de la Genética y su actualidad (B, 1924)
Estados Unidos
París. Procedimientos económicos de combustión y organización de la economía de los combustibles (1927)
Francia, Suiza, Alemania. Estudio de la reorganización del cultivo en las regiones invadidas y la reorganización de la enseñana agrícola en Inglaterra en relación con los problemas de la postguerra en Francia y Bélgica. Notas de viaje (B, 1922); Reconstitución agrícola en la zona devastada francesa y belga (B, 1922).
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 15/12/12 19:59 Página 752
753 1923
Ingeniero de Montes
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Montes
Ingeniero de Montes
Prados Martínez, F.
Puerta YáñezBarnuevo, Francisco de la
Puig y Vilar, Santiago
Ramírez Jiménez, Dionisio 1923
1923
1913
1912
Ingeniero de Montes
Pérez Urruti, Juan A.
1915
Ingeniero de Minas
1915
Pequeño González- Ingeniero Ocampo, Luis Agrónomo
Pérez Salado, José
1913
Ingeniero Industrial
Peñas Mesqui, Mariano de las
Año 1914
Especialidad
Peña y Braña, Luis Ingeniero de de la Minas
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
Laboratorio de resinas de la Facultad de Ciencias de Burdeos
Burdeos. Estudio de la destilación de maderas y la fabricación de los productos derivados, especialmente acetonas y formol
Francia e Italia
Francia, Bélgica, Alemania y Suiza Necesidad de la observación. El problema de la selección individual (Revista de Montes, 1913); Orientaciones para el estudio de las propiedades físicas de las maderas españolas (Revista de Montes, 1914) Laboratorio de resinas de la Facultad de Ciencias de Burdeos. La industria resinera en la región Sudoeste de Francia (B, 1923)
Estados Unidos
Argentina
Francia e Inglaterra
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 15/12/12 19:59 Página 753
Ingeniero de Minas
Rodrigáñez Serrano, Ramón
754 1911
Romany Vignau, José **
1920
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Minas
Ingeniero Agrónomo
Royo Durán, Germán
Rubio Sandoval, Enrique
Ruiz de Assín, Alfonso **
1911
1914
1914
Rotaeche, Antonio Ingeniero de de Montes
Ingeniero Agrónomo
1913
1913
1923
1913
1916
Año
Rodríguez Toribio, Ingeniero de F. Montes
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Minas
Robles García, Francisco
Rodríguez López Neira, Luis
Ingeniero de Minas
Especialidad
Rivas Artal, José
Nombres
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
Burdeos. Estudio de la fabricación de vinos
Inglaterra
Estudio de la ganadería y organización de los servicios pecuarios en los Estados Unidos
Francia, Suiza, Italia y Alemania
Italia. Estudio de las principales enfermedades del olivo
Francia, Suiza y Alemania
Italia. Las queserías cooperativas italianas (Memorias presentadas… 1913 y 1914)
París y Bruselas. Visita a la región minera de Bélgica
Estados Unidos. Notas sobre la obtención del acero, según el procedimiento continuo de Talbot y Notas de mineralografía (Memorias presentadas… 1914-1915, VII) Alemania. I.- Preparación mecánica de los minerales por el procedimiento Gröndal. II.- El horno eléctrico de Trollhättan (Memorias presentadas…1913 y 1914)
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 15/12/12 19:59 Página 754
Especialidad
Ingeniero Agrónomo
756 1915 1920
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Montes
Villar López, Juan Cayetano
Villar López, Felipe
Francia, Suiza e Italia. Resinación de montes y cooperación en Francia, Suiza y Norte de Italia. La producción resinera en Francia (B, 1923)
Estados Unidos. Selección y enfermedades de las plantas
Nueva York. La metalurgia del cobre , recogiendo datos industriales y prácticos de cuantas operaciones se realizan hasta obtener el metal afinado
Francia
1917 1926
Francia e Italia
1912
Ingeniero de Minas
Suiza, Italia y Alemania
1912
1920
1932
Estudio de los transportes forestales en Suiza
1920
Francia, Alemania e Inglaterra. Estudio de la Organización de las escuelas de aprendizaje y elementales del trabajo, así como el funcionamiento de los servicios de documentación técnica. Un nuevo método para la extracción del azúcar de la remolacha (B, 1928) Portugal. Estudio de la organización forestal en Portugal. Organización económico-forestal de Portugal (1921)
Estados Unidos. Minería y metalurgia del plomo y de la plata en los Estados Unidos (Memorias presentadas… 1914-1915)
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
1915
Año
Vallés GómezPardo, José M.ª
Ingeniero de Montes Ingeniero de Minas Ingeniero de Minas Ingeniero Val, Abudemio del Agrónomo
Terrero GonzálezEstrada, Diego Torroja Miret, Antonio Trueba Aguirre, Juan
Tamés Alarcón, Cayetano ***
Suárez Inclán, Pío
Ingeniero de Minas Susaeta y Ochoa de Ingeniero de Echagüe, Cecilio Montes
Nombres
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 18/12/12 12:03 Página 756
Especialidad
Ingeniero Agrónomo
756 1915 1920
Ingeniero Agrónomo
Ingeniero de Montes
Villar López, Juan Cayetano
Villar López, Felipe
Francia, Suiza e Italia. Resinación de montes y cooperación forestal en Francia, Suiza y Norte de Italia. La producción resinera en Francia (B, 1923)
Estados Unidos. Selección y enfermedades de las plantas
Nueva York. La metalurgia del cobre , recogiendo datos industriales y prácticos de cuantas operaciones se realizan hasta obtener el metal afinado
Francia
1917 1926
Francia e Italia
1912
Ingeniero de Minas
Suiza, Italia y Alemania
1912
1920
1932
Estudio de los transportes forestales en Suiza
1920
Francia, Alemania e Inglaterra. Estudio de la Organización de las escuelas de aprendizaje y elementales del trabajo, así como el funcionamiento de los servicios de documentación técnica. Un nuevo método para la extracción del azúcar de la remolacha (B, 1928) Portugal. Estudio de la organización forestal en Portugal. Organización económico-forestal de Portugal (1921)
Estados Unidos. Minería y metalurgia del plomo y de la plata en los Estados Unidos (Memorias presentadas… 1914-1915)
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
1915
Año
Vallés GómezPardo, José M.ª
Ingeniero de Montes Ingeniero de Minas Ingeniero de Minas Ingeniero Val, Abudemio del Agrónomo
Terrero GonzálezEstrada, Diego Torroja Miret, Antonio Trueba Aguirre, Juan
Tamés Alarcón, Cayetano ***
Suárez Inclán, Pío
Ingeniero de Minas Susaeta y Ochoa de Ingeniero de Echagüe, Cecilio Montes
Nombres
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
14 Apendice 6.qxd:14 Apendice 6.qxd 15/12/12 19:59 Página 756
Especialidad París y Nancy Francia, Bélgica, Inglaterra y Suiza
1912
País y Centro de prácticas. Temas de estudio, memoria impresa y (publicación)
1923
Año
Fuentes: BJPIOE, VIII, 1-2, enero-febrero, 1923, pp. 91-96 y V, 6-7, junio-julio, 1920, pp. 23-25; V, 8, 9, 10, agosto-octubre, 1920, p. 34; VI, 1-2, enero-febrero, 1921, pp. 29-30, VIII, 10, 11, 12, octubre-diciembre, 1923, p. 99; XIII, 1, 2, 3, enero-marzo, 1927, p. 3. * Consta en Memoria relativa…, p. 30, aunque no en las reseñas posteriores sobre las pensiones. ** Consta en Memoria relativa…, p. 31, aunque no en las reseñas posteriores sobre las pensiones. La información recogida en los cuadros precedentes procede de todas las fuentes archivísticas y hemerográficas que se han utilizado para el trabajo en su conjunto. Una enumeración minuciosa comprendería centenares de referencias. Las consignadas expresamente quieren subrayar solo aquellas que contienen un mayor número de datos. Se ha seguido de manera general la tramitación y propuesta de la Junta, conservada en el AGA, la publicación en la Gaceta y en el Boletín de la Junta, el seguimiento puntual de los pensionados, número por número, en el Boletín, donde se publicaban habitualmente las memorias finales de la pensión. Las fechas de pensión recogen el proceso completo de cada expedición, desde la convocatoria hasta la conclusión, o las prórrogas en su caso. Todos estos datos se han aquilatado minuciosamente contando con el seguimiento preciso de los pensionados y con los expedientes de prórrogas de las pensiones conservadas en la documentación administrativa. Algunos nombres propuestos para las pensiones aparecen sin otros datos concretos de ningún género en momentos en que se publicaba el Boletín, lo que parece indicar que, en realidad, renunciaron a la pensión. Referencias de las publicaciones: B=BJPIOE; BC=BJCPIO; el resto coresponde a las recopilaciones de memorias de pension, recogidas en la bibliografía.
Villegas de la Vega, Ingeniero de Roberto Montes Ingeniero de Vives y Blasco, José Minas
Nombres
APÉNDICE 6 (cont.): Ingenieros pensionados
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757
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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA FUENTES PRIMARIAS Archivos Archivo General de la Administración (AGA), Legajos: (5)16 32/16566. (5)16 32/16567. (5)16 32/16571. (5)16 32/16532. (5)1.3 31/3714. (5)1.3 31/3716. (5)1.03 31/1950. Archivo del Congreso de los Diputados, leg. 329-21. Diario de Sesiones de Cortes. Congreso de los Diputados, 1901, 1902, 1906. D. S. C. S., 1905, 1908.
Otras fuentes (publicadas, online, series) ABC, 1907, 1908, 1909, 1910, 1913, 1914, 1920, 1923, 1924, 1930, 1931. Annuaire Didot-Bottin, 1926. Annuaire du commerce Didot-Bottin, 1909. Annuaire du Commerce Didot-Bottin, Rhône, 1926. Anuario-Guía de comercio Bailly-Baillière, 1926. Anuario Financiero y de Sociedades Anónimas (AFSE), 1929. Boletín de la Asociación de Españoles Pensionados y Expensionados en el Extranjero, (BAEPEE), 1924-1927.
759
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Francisco Villacorta Baños
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ÍNDICE ONOMÁSTICO Abadal, Ernest, 110. Abadal y Cía, F. S., 367. Abarrategui Bacaicoa, F. J., 433 AB Avancemotor, 368, 730. ABB Alstom Power, 349, 515. ABB, grupo, 338, 346, 349. Abós, Bernardino, 251, 259, 413, 679. Abós y Gavín, fábrica de curtidos, 259. Absil, Daniel, 368, 370. Académie Julian, 241, 242, 696, 713, 731. Accademia Teatina per le Szience, Chieti, 612. Acebal Marinas, Carlos, 679. Aced Bartrina, Francisco, 182. Acero Sáez, Eduardo, 638, 847. Aceros San Martín, sociedad, 222.
Aciéries, Hauts-Fourneaux et Forges de Trignac, 297. Acillona Ciruelo, T., 679. Acosta Meneses, Y., 467. Activa, La, fábrica de palas, Gijón, 256. Adán de la Yarza, Mario, 609. Adaro Ruiz, L., 438. Adaro Terradillos, Julio, 540. Adell, Plácido, 679. Adtranz, sociedad, 338. AEG. Allgemeine Elektricitäts Gesellschaft, 191, 314, 316, 332, 338, 341, 342, 343, 452, 503, 508, 512, 513, 522, 686. AEG Ibérica de Electricidad, 452. AEG-Telefunken, 466. AEG Thomson Houston Ibérica, 452.
1 De personas, empresas y referencias particulares de instituciones educativas, así como de organismos y servicios de investigación científica. Excluimos del recuento las referencias contenidas en los subepígrafes «Fuentes primarias», «Fuentes bibliográficas de la época» y «Otra bibliografía citada», que han sido documentadas ya en las notas de pie de página y que gozan de una indización particular en la sección de Fuentes y Bibliografía.
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Aeolian, establecimiento, 466. Aérospatiale, grupo. Agnelli, Giovanni, 357, 368. Aguado, José, 321, 679. Aguado Smolinski, José, 528, 580, 743. Aguar Tarín, Francisco, 679. Aguilar, Francisco, 79, 679. Aguilera, Julián, 679. Aguinagalde, Pedro, 252, 260, 395, 396, 679. Aguirre, Miguel, 680. Aguirre Martínez, Joaquín, 537, 592, 743. Agustí Sala, Luis, 265. AIAG, sociedad, Neuhausen, 334. Aiken, Howard H., 617. Air Equipement, sociedad, 382. Aircraft Developments Inc., 539, Ajuria, Serafín, 431. Akrich, M., 486. Alafont, Francisco, 252, 259, 680. Alais et la Camargue, sociedad, 333. Alais, Froges et la Camargue, 330, 333. Alambres del Cadagua, 472. Alarcón, Dionisio, 680. Alayo, Joan Carles, 348. Albadaldetrecu, F., 431. Albanell, José, 252, 254, 680. Alberdi, Cruz, 404, 680, Alberdi, Ramón, 24, 25, 27, 33, 37, 38, 46, 197, 210, 471. Alberoni, Giulio, 444. Albert, Pierre, 236. Albizu Lambide, Luis, 680.
Albors Obiol, Francisco, 252, 387, 680. Alcalde, Ángel, 437. Alcocer, Alberto de, 426. Aldcroft, Derek H., 100. Aldea, Hilario, 99. Aldeguer Sala, Vicente, 223. Alexander Hermanos, sociedad, 428, 501, 522. Alfaro Fournier, Heraclio, 233, 539, 540, 680. Alfonso XIII, 459. Algaba, A., 117, 512. Alhucemas, marquesa de, 95. Allard, Patrick, 320. Allendesalazar, Manuel, 67, 276. Alliance, L’, 294. Allioth & Co., 338. Almenar, Salvador, 847. Alonso, Agustín, 680. Alonso de Celada, Bernardino, 743. Alonso García, Félix, 147, 681. Alonso Hernández, Carlos, 114. Alonso Herrero, Eduardo, 534. Alonso Martínez, Manuel, 25, 82, 104, 190. Alonso Verástegui, J. J., 444. Alonso Viguera, J. M., 31, 68, 274. Aloy Ruiz, María de las Mercedes, 847. Alsina y Alsina, Francisco, 167. Alsina y Graells, sociedad, 254. Alsina Prat, José, 313. Alstom Hydro, 349. Alstom/Alsthom, sociedad, 245, 249, 345, 346, 349, 350, 429, 507, 516.
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Índice onomástico
Althuser, Jean-Michel, 350. Altos Hornos de Bilbao, 256, 423, 503. Altos Hornos de la Providence, 293, 296, 683, 689. Altos Hornos de l’Espérance, 293. Altos Hornos de Málaga, 256. Altos Hornos de Vizcaya, 423, 443, 534, 536, 603. Aluminium Français, L’, 333, 334, 689, 847. Aluminum Italiano, L’, 330. Aluminium du Sud-Est, L’, 333. Alvarado de Medina, Alfonso, 545, 568, 569, 581, 743. Álvarez, Alfredo, 681. Álvarez, Ángel, 681. Álvarez, Casimiro, 254, 681. Álvarez, Manuel, 90, 681. Álvarez, Mariano, 681. Álvarez Areces, Miguel Ángel, 646, 647. Álvarez Buylla, Adolfo, 82, 87, 104, Álvarez Canal, Baldomero, 681. Álvarez Germán, Daniel, 681. Álvarez González, Feliciano, 85, 100, 190, 635. Álvarez Mendiluce, Ezequiel, 659. Alzola, Pablo de, 424. Amable, Bruno, 480. Amadeo Escolá, fábrica, 447. Amado, Mabel, 447. Amalio Díaz, fabricación de élices, 443. Amalric, Jean-Pierre, 309. Amandi Álvarez, Modesto, 681. Amatori, Franco, 514.
Amaury, Francine, 399. Amelot de la Roussille, vizconde, 408. Amengual Matas, R. Rubén, 350, 508. American-Edison General Electric Company, 343. American Telephone and Telegraph Co., 355. American Tool Works Co., 539. Ampuero, familia, 536. Amstrong, J., 436. Amstrong Whitworth, sociedad, 306. Anderson, B. L., 60. Andiano y Cía, G., sociedad, 427. André, Louis, 395, 397. Andrés, David, 681. Andrés, Vicente, 682. Andrés Álvarez, Valentín, 615. Andreu, María Paz, 615. Andréu Lamarca, Lisinio, 264, 265, 682. Anes Álvarez de Castrillón, Rafael, 421, 423. Angeletti, Julien, 298. Angleur, 294, 568. Angleur-Athus, metalúrgica, 294. Antolín, Francesca, 847. Antoni Padró, Valls, sociedad textil, 457. Antonio García, Orihuela, bodega, 463. Antuña Noval, Raimundo, 152, 682. Añón, Carmen, 29. Aparicio Calvo, José, 682. Aparicio Rodríguez, Sol, 682.
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Appareils électriques de compteurs Garnier, 353. Appentice Training School, de Metropolitan-Vickers Electrical Co., 243. Aragón Martín, Valentín, 682. Arana, Celestino, 586. Arana Irugüe, Laureano, 132 Aranda, conde de, 444. Aranguren Sabas, Félix, 571, 603, 604, 743. Aranzábal, Segundo, 431. Araque Jiménez, Eduardo, 608. Arazo, M.ª Ángeles, 458, 465. Arbed, sociedad metalúrgica, 305. Arbed-Aceralia-Usinor, 296. Arbed-Terres Rouges, 305. Arc, Philippe B. de l’, 369, 378, 382, 383, Arce Corujo, Ignacio, 255, 304, 683. Arcelor , grupo, 296 Arciniega, Manuel, 683. Arconada Rodrigo, Benjamín, 683. Ardila Ardila, Rubén, 204. Arellano, Pascual de, 115. Arenal, Concepción, 88, 641. Areses, Rafael, 607, 609. Argelès, J., 237. Argemí, Lluís, 847. Argüeso, Telesforo, 683. Argyll, sociedad, 378. Ariès, sociedad, 378. Ariño Ortíz, G., 104. Arís, Luis, 683. Arjomari, grupo, 396. ArjoWiggins Appleton, 396. Armengol, Francisco, 441.
Armiñán Pérez, Alberto, 83. Armisén Torner, E., 683. Armytage, W. H. G., 847. Arnavat, Albert, 592. Arnould, Paul, 578. Aron, Hermann, 352. Aron, H. Elektrizitätszähler-Fabrik GMBH, 352, 508. Aronwerke Elektrizitäts A.G., 352. Arozamena, Joaquín, 255, 683. Arranz, Luis, 683. Arranz López, Fernando, 684. Arrieta, Emilio, 684. Arriola Aguirre, P. M.ª, 432. Arroyo, Agustín, 684. Arroyo, Mercedes, 483, 847. Arrow, Kenneth J., 506. Arteaga, Luis, 280. Artes Gráficas Mateu/e Industrias del Libro, 254, 459. Arthur Hauglustaine, sociedad textil, 393, 687, 724. Artigas, José Antonio, 102, 190. Artigas Dernis, Francisco, 222, 252, 256, 262, 263, 684. Artística, La, sociedad de pintura y vidrio, 468. Artola, Miguel, 421. Arturo Marcelino, bodega, 463. Ascacíbar, Celedonio, 429. Ascensores Otis Pifre, 451. ASEA, compañía, 338. Ashton, Thomas S., 283. Asociación de Ayudantes Facultativos de Minas de Gijón, 470. Asociación de Alumnos obreros de la Escuela de Vilanova i la Geltrú, 469.
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Índice onomástico
Asociación de Amigos de la Unión Soviética, 547. Asociación de Católicos, 72. Asociaciones de Ingenieros, 61, 66, 170, 327, 470, 548, 605, 625, Asociaciaciones de Peritos Industriales, 49, 470, 624. Asociación Española de la Prensa Técnica, 117. Asociación general de cocineros de Madrid, 470. Asociación Internación de Psicotecnia, 655. Asociación Nacional Católica de Propagandistas, 149, Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos, 548, Asociación para la Ordenación de Montes/Association pour l’aménagement des montagnes, 598. Asselain, Jean-Charles, 217. Association Technique de la Fonderie, 232, 326. Aster, sociedad, 378. Astier, Placide/ley Astier, 101, 197, 229, 230, 232, 234, 239, 240, 241, 243, 244. Astillero de San Martín, 445. Astilleros Ardanaz, 444. Astilleros Celaya, 444. Astilleros López-Dóriga, 446. Astilleros del Nervión, 443, 444, 503. Astrain Gallart, Mikel, 110. Astre, M.-J., 389. Atelier Jaspar, 352, 684, 685. Ateliers Abel Pifre, 451.
Ateliers Brison, 310. Ateliers de Constructions Électriques de Charleroi (ACEC), 315, 338, 507, 701, 707. Ateliers de Ferronnerie d’Art, 415, 709. Ateliers Goénaga, 336. Ateliers Germain, 310, 370, 683, 704, 730. Ateliers Hoffman, 336, 703, 718. Ateliers J. Brunet Sadot, 336, 710. Ateliers de Jeumont, 339, 340. Ateliers Lemercier, Angers, 335, 685. Ateliers Métallurgiques, sociedad, 309, 310. Ateliers de la Nobel Française, 414. Ateliers Orfèvrerie Adolphe Boulenger, 415, 711. Ateliers Pichon, 399, 738. Ateliers Piedboeuf, 368. Ateliers René de Malzine, 381, 740. Ateliers de Sécheron, 318, 338, 352. Ateliers Saint-Léonard, 98, 309, 349, 506, 680, 681, 718, 729, 739. Ateliers Voirin, 398, 511. Ateneo de Madrid, 64, 111, 546, 660. Ateneo Enciclopédico Popular/ Ateneu Enciclopèdic Popular, Barcelona, 472, 473, 643. Ateneo Obrero, Barcelona, 222, 472. Ateneo Obrero de Gijón, 111, 472.
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Francisco Villacorta Baños
Ateneo de Valladolid, 262. Athus-Grivegnée, 294. Atlantic Aicraft Coporation, 376. Attinger, Victor, 312. Aubanell Jubany, A. M., 450. Aubert, Francis, 275. Aubert, Paul, 118. Auberty & Co., F., 326. Audiffred, Honoré, 277. Audin, Marius, 400. Aunós, Eduardo, 99, 166, 187, 194, 206, 651, 652, 653. Austin, Bertrand, 269. Automobiles Charron, 365. Automobiles Miesse et Usines Bollinckx, 368. Automóviles de Turismo HispanoIngleses, SA, (AUTHI), 426. Autonacional, sociedad, 374. Avcraft Aviation, sociedad, 377. Averly, Antoine, 501. Ávila, Pedro, 82, 104. Ayala, Edmondo de, 409. Ayala-Carcedo, Javier, 517. Ayala y Massing, bodega, 409, 709. Ayerbe Vallés, Rafael, 550. Ayma Oms, Antonio, 684. Azaña, Manuel, 547. Azcárate, Cayo de, 548. Azcárate, Gumersindo de, 70, 82, 85, 87, 88, 104, 114, 548. Azcárate, Pablo de, 88, 645. Azcárate Flórez, Justino de, 548. Azkasibar Zubizarreta, Jorge, 609. Aznar, Severino, 598. Azpilicueta, bodega, 463. Azucarera Española, 530 Azucarera Leonesa, 533.
Azucarera de Vitoria, 530 Babcock, George Herman, 308. Babcock Wilcox, sociedades, 302, 305, 308, 309, 310, 507, 510, 708, 734. Babcock-Wilcox, sociedad española, 430, 432, 440. Bacardit, Jaime, 684. Bacas Campmany, Francisco, 684. Bacha, Myriam, 147. Bachiller Baeza, Ángel, 193. Bade, Klaus, 211. Badel, Laurence, 228, 232. Badía, Gonzalo, 386, 457, 684. Bahamonde Magro, Ángel, 454. Baillière, Jean-Baptiste, 401. Baillods. J., 386. Bailly, François-Jean Baptiste, 401. Bailly, Roger, 303. Bailly-Baillière, imprenta, 402, 511. Balaye, Eddy, 330. Baldwins, Ltd, 327. Balenchana, Enrique de, 546, 743. Ballande, Mr., 405. Ballester Murtra, Francisco, 404, 684. Ballestero, A., 534. Ballot, Edouard, 366. Ballot, Maurice, 366. Ballot, sociedad, 366, 371, 706. Balzac, Honoré de, 402. Balzola, familia, 536. Bance, Balthazar, impresor, 401. Banco de Bilbao, 301, 536. Banco de Crédito Industrial, 650. Banco Herrero, 423. Banco de la República de Colombia, 658.
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Índice onomástico
Banco de Bizcaya/Vizcaya, 430, 449, 451, 535. Banco Urquijo, 301, 449. Bank für Elektrische Unternehmungen (Elektrobank), 343, 452, 512. Banken, Ralf, 304. Banque Industrielle Belge/Banque Empain, 512. Banque Nationale de Crédit, 330. Banque de l’Union Parisienne, 301, 573. Baratas Díaz, Luis A., 591. Barba Martínez, Luis, 685. Barbance, Marthe, 210, 297. Barbillon, Louis, 98, 230. Barceló Roca, Miquel, 279. Barciela, Carlos, 432. Barco, Juan, 81. Baretta, ver Pietro Baretta. Barguilla, Pedro, 685. Bariéty, Jacques, 305. Baring, banca, 501. Barjot, Dominique, 300, 339, 349, 365, 482, 483, 484, 507, 512, 514, 851. Barnes, B., 478, 553. Barnés, Domingo, 625. Barnola Massó, Antonio, 685. Baró y Zorrilla, Fernando, 131, 555, 593, 595. Barrachina, Salvador, 252, 254, 388, 685. Barragán, José Antonio, 442. Barras, Michel, 336. Barrio y Mier, Matías, 65. Barriuso, Acacio, 685. Barros, Emigdio, 743.
Barthel, Charles, 305. Bartolomé, Roberto, 139, 685. Bartolomé Ferro, La Palma, bodega, 463. Bartolomé Rodríguez, Isabel, 430, 449. Bartual Vicens, José, 571, 743. Basanta, Pedro, 609. Basconia, s. a., sociedad metalúrgica, 256, 536. Bashkirsteff, Marie, 242. Bastié, Jean, 285, 332, 414. Bateson, William, 585, 586, 752. Batlló Ortiz, Josep, 36. Baudet, Jean C., 238. Baudouï, Rémi, 159. Bauer/Bauersche Giesserei, fundición tipográfica, 403, 695. Bauer y Cia, banca, 301, 501. Bayer, Friedrich, 412. Bayer, sociedad, 261, 412, 510, 723. Bazán Esteban, Pedro, 182. BBC-Motor, 343, 512, 513. Beaud, Claude, 298, 300, 573. Beaud, Michel, 320. Beaudouin, Charles, 98, 319, 320. Beaudouin, Denis, 319, 320. Becattini, G., 289, 849. Becker, Jane, 242. Bedeur, Michel, 351. Beer, sociedad metalúrgica, 311, 507, 704, 733. Begoñesa, La, 423. Belbiure Serrano, José, 685. Belderrain Oteiza, Rafael, 539, 571, 743. Bell, sociedad, 466.
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Bell Telephone Manufacturing Co. (BTMC), 355, 686. Bellon, Bertrand, 320. Belloso, Jacobo, 685. Bellot de Minières, Alcide, 406. Bellu, Serge, 379, 380. Belot, Robert, 245, 485. Beltran, Alain, 340, 351, 532, 533, 847, 851. Belzola y Menchaca, José, 115. Belzunce, Benito, 533, 744. Belzunce Lizárraga, Eliseo, 533, 534, 535, 574, 744. Benaul i Berenguer, Josep Maria, 502. Benavent Oltra, José Antonio, 190, 193, 202, 203. Benavides, Manuel de, 271, 272. Ben-David, J., 478. Bendix, sociedad, 382. Bengoechea, Enrique, 685. Benguigui, Isaac, 318. Benimelis Sebastián, J., 590. Benito Esteban, Juan, 686. Benito Martínez, A., 686. Benjumea, Luis, 190. Benker, Gertrud, 242. Benko, Georges, 289. Benlloch, Francisco, 696. Benlloch Martínez, Miguel, 552, 580, 592, 610, 611, 744. Bennassar, Bartolomé, 309. Benot, Eduardo, 26. Benz, Karl, 357. Bércher Gómez, J., 425. Berg, Maxine, 279. Bergeron, Louis, 228, 243, 297. Berliet, Marius, 357, 364.
Berliet, sociedad, Lyon, 244, 248, 364, 371, 695, 703, 705, 712, 739, 740. Berliner Elektrizitätswerke (BEW), 343. Berliner Elektromobil-Fabrik (BEF), 368, 369, 705. Berliner Handels-Gesellschaft, 343. Bermejo y Durán, Miguel, 593, 744. Bermejo Estellés, Rafael, 686. Bernabéu Albert, Salvador, 644. Bernal, Antonio-Miguel, 451. Bernaldo de Quirós, Constancio, 212. Bernaldo de Quirós, José, 543. Bernard, François, 344, 345, 364. Bernard, Jean, 486, 849. Bernard Taillan, bodega, 407. Bernardo de Quirós, Luis, 686. Bernès, A.-C., 353. Bernis, Francisco, 645. Berry, Seymour, 328. Bertho Lavenir, Catherine, 480. Bertholet, papelera, 395. Bertoméu Sánchez, J. R., 320. Bertoncini, Yves, 305. Bertrand, Elie, 847. Bertrand y Serra, sociedad textil, 455. Bes, José, 686. Besse, Nadine, 322. Bezançon, X., 340. Bicharrette, bodega, Burdeos, 407, 679, 688, 700, 714, 717. Bichelberger, Jean-Baptiste, 397. Bieganski, Stéphane, 331.
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Índice onomástico
Biel Ibáñez, María Pilar, 266. Bieneman, Dora, 667. Biescas Ferrer, José Antonio, 25, 847. Biffen, R. H., 585, 586. Bigazzi, D., 369, 441. Bijker, Wiebe E., 290, 414. Bilbao, Luis María, 421, 847. Binswanger, Gustav, 55, 346. Biolley, Jean-François, 393. Birenstihl, V., 95. Birkigt, Marcos/Marc, 357, 363, 366, 501. Biscúter Voisin, 374. Bitchakdjian, J., 374. Bitsch, Marie-Thérèse, 315, 340. Blanc, Jérôme, 351. Blanc-Lapierre, André, 231. Blanchard Frères/G. Blanchard, talleres, 381, 693, 718. Blanchard, Gérard, 400. Blanchard, Raoul, 395. Blanchet, familia, 395. Blanchet-Kléber, papelera, 390, 395, 397, 679. Blanchon, Pierre, 321. Blanco, Florentino, 205. Blanco, Ramón, 586. Blanco García, M. Ángeles, 438. Blanco Moreno, Ángel, 686. Blanco San Esteban, Julián, 686. Blasco Vicent, Manuel, 152. Blat Monzó, Alfonso, 263, 264, 416, 465, 686. Blériot, Louis, 373. Blériot , sociedad, 363, 367, 371, 372, 378. Blesa de la Parra, Miguel, 29.
Blondel, Christine, 228, 479, 480. Blondel, Nicole, 241. Blouin, Jacques, 407. Bodé, Gérard, 237. Bodega Cooperativa de Felanitx, 590. Bodega Los Llanos, 462. Bodegas Bilbainas, 463. Bodegas Riojanas, 463. Boetto, Baptistin, 382. Bogé, J., 365. Boidron, Bruno, 407. Bolívar, Ignacio, 601. Bolle, Alfred, 244, 293. Bollée, Amédée, 357. Bollée, sociedad, 375. Bollinckx, A., 368. Bollinckx, H., 368. Bollinger, grupo, 409. Bonaplata, José. Bonaplata, fábrica, 429. Bonehill, Thomas, 293. Bonin, Hubert, 407, 847. Bonnier, Gaston, 584. Bonte, Jacques, 391. Bonvillain et Ronceray, 84, 98, 108, 136, 171, 232, 245, 247, 267, 326, 327, 491, 680, 693, 698, 699, 700, 701, 704, 709, 711, 712, 714, 716, 718, 719, 721, 722, 724, 726, 727, 729, 739. Borrajo, Antonio, 687. Bosch, Robert, 382. Bösch, S., 312. Bosch-Siemens Home Appliances, 445. Botella, Cristóbal, 81, 83. Bouchut, François, 322.
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Boudra, M., 241. Bouffard, Mme., 405. Boulaine, Jean, 237, 848. Bouneau, Christophe, 436, 533. Bourdelais, Patrice, 228. Bourdieu, Pierre, 219. Bourel y Vieira, talleres, París, 381, 737. Bourguignon, François, 851. Bourlès, J., 290. Bourrigaud, René, 848. Bouton, Georges, 357, 362. Bouvier, Béatrice, 401, 402. Bouvier, Yves, 533. Bouza, Jerónimo, 455. Bouzard, Marie, 389. Boveri, Walter, 314, 337, 338. Bracci, Flaminio, 410. Bracons Casacuberta, J., 252, 253, 377, 386, 687. Bracons y Riera, sociedad, 253. Bragulat, Aurelio, 687. Braña, Javier, 282. Braun-Blanquet, Josias, 608. B. R. C. Bardin-Renard-Couche, 381, 685. Bréchard, A., 98. Bréguet, Jacques, 372. Bréguet, Louis, 372. Bréguet, sociedad, 244, 350, 372, 442, 511, 682, 707, 723. Brendarmour Simhart, galvanoplastia y niquelado, 570. Brenet, Gilbert, 236. Brenni, P., 319. Bressel, Albert, 266, 268, 430, 501. Bressel, Arturo, 266, 269. Bressel Egido, Alberto Luis, 266.
Bressel Egido, José Antonio, 266. Bressel Viñuales, Arturo, 266, 431. Briam, A., 99. Brion, René, 513, 848. Bristol Aeroplane Co., 372, 442, 511. British Aerospace/BAE Systems, 346. British Iron and Steel Co., 328. British Westinghouse Electrical and Manufacturing Company, 306, 347. Broder, Albert Abraham, 53, 217, 309, 345, 848. Broeckhoven, talleres, 336, 722. Broise, Tristan de la, 300. Broncano, Fernando, 476, 477. Bronier, curtidos, 259. Brooks, Collin, 331. Broom-Mills, fábrica textil, 394 Brossa Rovira, Antonio, 687. Brossel, sociedad, 370. Brown, Charles, 312, 313. Brown, Charles E. L., 55, 314, 319, 337, 338. Brown Boveri & Cie, 255, 258, 314, 318, 337, 343, 430, 503, 508, 509, 512, 513, 521, 569, 682, 687, 689, 690, 699, 704, 713, 716, 727, 733, 734, 737, 741. Browning, John Moses, 321, 439. Brú Gómez, Vicente, 578, 744. Brucy, Guy, 245. Brugeoise, La, 310. Brugeoise, Nicaise et Delcuve, La, 310, 707, 721. Bruguera, Rogelio, 687.
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Índice onomástico
Bruller, Jean, 400. Brunet, Marcelle, 236, 241. Brunet, Pierre, 236 Brustail, Joël, 360. Bruwier, M., 287. Bryant Chucking Grinder Co., 326. Buch und Kunstdruckerei-Joannes May, galvanoplastia y niquelado, 570. Budó Gibert, Eduardo, 405, 687. Buenaventura Fabra, establecimientos, Barcelona, 454. Bueno Díaz, Juan, 126, 252, 257, 393, 687. Bueno Ferrer, Antonio, 549. Buesa, Mikel, 282. Bugallal, Gabino, 50, 51, 69. Bugatti, Ettore, 357. Bugatti, sociedad, 375, 379. Bühler, Adolf, 314. Bühler, sociedades, 314, 509. Bulex, sociedad, 353. Bunker Hill & Sullivan, sociedad minera, 574. Burdy, Jean-Paul, 322. Bureau International de L’Enseignement Technique, 645, 655. Burell, Julio, 50, 51, 69. Burgaleta, Vicente, 181, 507. Burgaleta Simón, Agustín, 507. Burgos, Mateo, 688. Burgos Duet, Rafael, 687. Burgos Monfort, José, 688. Burrull, Tomás, 252, 259, 688. Buscaylet, muebles de estilo, 415, 681, 690, 725, 730. Bussière, Éric, 293, 294.
Bustamante Quijano, Ramón, 424, 506. Butel, Paul, 406, 407, 408. Cabana, Francesc, 262, 364, 427, 429, 454, 455,456. Cabañas, Francisco, 688. Cabezas, Antonio, 268. Cable, Michael, 324. Câbleries de Jeumont, 301. Câblerie & Tréfilerie, La, Amberes, 329, 736. Cabo, Ruperto, 688. Cabotse, J., 389. Cabrer, Pedro, 688. Cabrera, Nicolás, 540. Cabrera Calvo-Sotelo, Mercedes, 100, 460. Cabricano Álvarez, Juan A., 688. Cacho Viu, Vicente, 275. Cail, ver: Société Française de Constructions Mécaniques. Caisse des Recherches Scientifiques/CNRS, 277. Caja Rural, Olite, 461. Calandre, Julio, 252, 688. Calatayud Soler, R., 41. Calbetón, Fermín, 83. Calderón González, David, 689. Calderón Martínez, José, 638. Callejo de la Cuesta, Eduardo, 176. Callon, M., 486. Calmerza Vallejo, Crisanto, 689. Calvet, bodega, 407, 690, 713, 731. Calviño Ozores, José, 539, 550, 579, 744. Calvo, F. A., 258. Calvó, Juan L., 439, 440.
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Calvo Caballero, María del Pilar, 533. Calvo Minués, José, 191. Calvo Vélez, Saturnino, 689. Camacho, Carlos, 453. Cámara, Nicasio, 689. Cámara de Comercio de Gerona, 472. Cámara de directores, mayordomos y contramaestres del arte textil, 470. Camarasa, J. M., 614. Camarena Barrio, F., 689. Cambon, Victor, 248. Cambrosio, Alberto, 157, 162. Cameron, Rondo E., 286, 287, 302, 435, 499. Caminos de Hierro del Norte de España, 253, 255, 430, 435, 436, 506, 737, 852. Campa, Massimo della, 235. Campbell, William, 584. Campillo, Manuel, 53. Campo, Miguel del, 565. Campo y Larios, Antonio del, 549. Campos, Ricardo, 852. Camps Cura, Enriqueta, 455. Campsa, 534, 549. Canal Hernando, José Víctor, 536. Canalejas, José, 47, 65. Canals Arribas, Miguel, 539, 571, 582, 744. Canals y Parès, sociedad textil, 259, 456. Canaris, Wilhelm, almirante, 511. Candau, J., 408. Cano, Francisco, 689. Cano Castro, Consuelo, 689.
Cano Cepedillo, M., 689. Cano Pavón, José Manuel, 30, 31. Cano Sanchiz, Juan Manuel, 301. Cansino Jaime, José, 690. Canson, Barthélémy de, 396. Canson & Montgolfier, 396. Cantera, Enrique, 690. Cañizo Gómez, José del, 530, 542, 548, 552, 585, 590, 591, 597, 601, 602, 603, 613, 618, 744. Capanna, Ernesto, 585. Capel, Horacio, 847, 848. Capellán de Miguel, Gonzalo, 88. Cárcamo, Joaquín, 417. Caracalla, Jean-Paul, 379. Carasa Soto, Pedro, 253. Carbone, Ettore, 236. Carbone-Lorraine, Le, 354. Carde y Escoriaza, sociedad, 434, 442. Cardon, M., 335. Cardona Comabella, J., 139, 356, 690. Cardot, Fabienne, 330, 339, 513. Carels Frères, sociedad, 315, 351, 507. Caridad Madrigal, Juan, 690. Carlés Navarro, Manuel, 546. Carlos Serres, bodega, 463. Carmona, Juan, 589. Caron, François, 230, 280, 281, 290, 343, 365, 484, 485, 486, 496, 499, 513, 514, 515, 517, 853. Carpentier, impresor, 402. Carpentier, Jules, 319. Carpentier, Louis, 345. Carpi, Arcadio, 690.
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Carpintero, Heliodoro, 156, 156, 163, 204, 848. Carrascosa Santiago, Alfonso V., 591, 613. Carrera Cejudo, Ángel, 533, 578, 579, 588, 598, 599, 744. Carrera Pujal, Jaime, 848. Carreras, Albert, 54, 215, 280, 439, 848. Carrier-Reynaud, Brigitte, 238. Carrosseries de Puteaux, 380, 685. Carrosserie Werke Aarburg, 443. Cartañà i Pinén, Jordi, 256, 469, 589. Cartonnerie Navarre, 395. Casa de España, Marsella, 462. Casa del Pueblo, Bilbao, 111. Casablancas, Ferran, sistema, 385, 523. Casacuberta, Salvador, 457. Casado Matallana, M., 690. Casals Costa, Vicente, 551, 552, 553, 556, 562, 589, 592, 593, 595, 606, 608. Casani Fernández de Navarrete, Fernando, 476. Casanova, Jean-Claude, 849. Casanova, Sofía, 564. Casans, Eduardo, 227, 252, 258, 690. Casariego, Francisco, 646. Casas, Salvador de, 453. Casaus y G.ª Samaniego, José, 545, 574, 745. Casaus y G.ª Samaniego, Luis, 545. Casino de Madrid, 435, 465. Caso, Javier G., 464.
Castañeda Chornet, José, 539, 570, 611, 615, 745. Castañeira, Antonio, 690. Castaños, Espiridión, 691. Castellá Campabadal, A., 359, 691. Castellá Lloveras, Luis, 164. Castellana, La, transportes, 468. Castellanos, Lorenzo, 691. Castellanos Díez, Julio, 543. Castellarnau y Lleopart, Joaquín María, 556. Castells Ruiz, Juan, 257, 258, 691. Castillejo, José, 612. Castillo, Alberto del, 429, 848. Castillo, Jacinto del, 442, 540. Castillo, José del, 691. Castillo, Santiago, 69, 156. Casto Ulloa, óptica, 468. Castro Balaguer, Rafael, 53. Castro Rodríguez, Rosendo, 530, 531, 536, 745. Castronovo, Valerio, 368. Catalán, Jordi, 280, 439, 509. Catin, Maurice, 486, 849. Cava, Begoña, 848. Cavendish Laboratory, Universidad de Cambridge, 616. Cavestany de Anduaga, Rafael, 543. Cayez, Pierre, 55. 230, 238, 239, 241, 387, 390, 413, 511, 847, 849. Cayet, Thomas, 205. Cayón García, Francisco, 310, 430, 433, 434, 450, 507, 521. Cazals, Rémy, 392. Cazenave, Pierre, 406. Ceballos, Luis, 608.
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Ceballos Saiz, Prisco, 691. Cebrián Villar, Mar, 481, 493. Compagnie Générale de Radiologie (CGR), 319. Celi Aragón, M., 117. Cendre, Lucien, 238. Centeno Alonso, Enrique, 548. Centro de Instrucción Comercial, Madrid, 72. Centro Instructivo del Obrero, Madrid, 70, 72. Centro de Investigación y Documentación del Eucalipto (CIDEU), Huelva, 608. Centro de Investigaciones Físicas “Leonardo Torres Quevedo”, 270, 638. Centro de Investigaciones Vinícolas, 612. Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas, CSIC, 604. Centro de Sociedades Obreras, Madrid, 70. Cercós, Jaime, 252, 258, 410, 691. Ceres, fábrica, Bilbao, 417. Cervantes, Juan, 61. Chacón Enríquez, Ignacio, 538, 601, 618, 745. Chadeau, Emmanuel, 302, 330, 358, 363, 366, 371, 372, 373, 378. Chandler, Alfred D., 339, 514. Chanuc, Lucien, 367. Chao, Alejandro, 83, 84, 98, 100, 138, 152, 270, 564. Charbonnages Belges, 294. Charbonnages de Bonne Espérance, Batterie et Violette, 569.
Charbonnages de Bonnier, 569. Charbonnages de L’Espérance et Bonne Fortune, 569. Charbonnages de Fléron, 294, 698. Charbonnages du Hasard, 85, 98, 294, 681, 702, 725. Charbonnages et Hauts Fourneaux d’Ougrée, 293. Charbonnages des Liégeois, 294. Charbonnages de Marihaye, 293. Charbonnages de Masses-Diarbois, 294, 685, 700, 730. Charbonnages de Monceau-Fontaine, 294, 569. Charbonnages de Rieu du Cœur, 294, 725. Charbonnages de Winterslag, 569. Charle, Christophe, 399. Charles Beaudouin, sociedad, 319, 491, 679, 729, 734. Charlot, Bernard, 848. Charmasson, Thérèse, 101, 228, 236, 237. Charpentier, M., 256. Charpigny, Florence, 388. Charron, Fernand, 365. Charron-Girardot-Voigt, 365, 729. Chartier, Roger, 399, 400. Chassagne, Serge, 244, 387, 847, 848. Chastagnaret, Gérard, 309, 420, 848. Château d’Albert, 408, 692. Château Barret, 405, 408. Château Bartisols, 408, 717. Château Haut Bailly, 406. Château Haut Brion, 407, 689, 712, 714.
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Índice onomástico
Château Pavie, 405, 408. Chausel, Isidoro, 422, 501. Chávarri, Víctor, 502. Chevalier, Ann, 324. Chevalier, Claude, 374. Chevrolet, sociedad, 369. Chicharro Valverde, Luis, 692. Chicot, S., carroceros 379, 685. Chirino Herrera, A., 692. Chopin, Thierry, 305. Christienne, Charles, 373. Chrysler-Europe, 361. Cibrián Miegimolle, Santiago, 538, 576, 584, 745. Cid, Carlos, 447. Cid, José María, 692. Cierva y Codorníu, Juan de la, autogiro, 539. Cierva y Peñafiel, Juan de la, 605, 660. Cieslar, Adolf, 595. Cifuentes, Anselmo, 467. Cifuentes, Pola y Cía, 54, 423, 467, 641. Cifuentes, Stoldtz y Cia, 433. Circuito Nacional de Firmes Especiales, 528, 554. Círculo Católico de Obreros, Santander, 470. Círculo Católico de Sevilla, 72. Círculo Industrial, Madrid, 70. Ciscar, Ramón, 692. Citroën, André, 357, 360, 362, 381. Citroën, sociedad, 359, 360, 361, 363, 369, 370, 371, 381, 510, 692, 701, 722, 723, 725, 735. Ciuró, Joaquín, 849.
Clairefontaine/S. A. des Papeteries de Clarefontaine, 397, 695. Claperède, Edouard, 666. Clavería, Josep, 238, 692. Claye, Jules, impresor, 401. Clayton Dewandre Ltd, 308. Clayton & Shuttleworth, 305, 307, 507, 680, 721. Clayton Wagons Ltd, 307. Clément, Pierre-Louis, 396. Clément, sociedad, 378. Clément-Bayard, sociedad, 365. Cleveland College/Western Reserve University, 540. C. de Mourgues frères, impresores, 401. Cockerill, John, 55, 295. Cockerill, sociedad, 98, 99, 244, 294, 295, 296, 309, 502, 506, 507, 683, 684, 685, 686, 688, 694, 693, 701, 702, 704, 707, 719, 720, 722, 725, 727, 741. Cockerill, William, 393. Cockerill-Ougrée, sociedad, 296. Cockerill-Sambre-Usinor, 295. Codina Sert, Ginés, 64, 198. Coeure, Sophie, 339, 512. Cohen, M. L., 306, 360, 361. Cohen, Yves, 159, 217, 240, 290, 343, 378. Colegio del Arte Mayor de la Seda, Valencia, 72, 457, 458. Colegio de Horticultura de Swanley/Swanley Horticultural College, 583. Colegio Imperial de Ciencias, Londres, 582.
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Colegio de Kingston/Midland Agricultural and Dairy College, 583. Colegio de Veterinaria, Londres, 582. Colegio oficial de Agentes Comerciales, Barcelona, 265. Colinas Quirós, Ceferino, 692. Coll Martín, Sebastián, 421. Colli, Andrea, 514. Colomé, Josep, 589. Colomé Bergés, Manuel, 692. Columbia University, Nueva York, 584. Colonial Rubber, Gante, caucho, 576. Comillas, marqués de, 531. Comín, hermanos, 335. Comín, Francisco, 215, 436, 437. Comisión gestora de Piritas Españolas, 604. Comisión Nacional de Mutualidades y Cotos Escolares, 600. Comisión de Reformas Sociales, 88. Comité Nacional de Organización Científica del Trabajo, 202, 205, 655. Comos Chirivella, Vicente, 251, 411, 692. Conde Lamas, Fermín, 692. Conjuro, El, minas de hierro, 299. Compagnie de Bronzes, Bruselas, 415, 720. Compagnie des charbons FabiusHenrion, 353.
Compagnie du chemin de fer métropolitain de Paris, 149, 340, 738. Compagnie Continentale de Compteurs, 352. Compagnie d’électricité et d’automobiles Mors, 360, 362, 371, 510, 680, 688, 696, 699, 701, 711, 718, 723, 724, 737. Compagnie pour la fabrication des compteurs et matériel d’usines à gaz, 353, 453. Compagnie des forges et aciéries électriques, 333. Compagnie française des automobiles de Place, 329. Compagnie française des compteurs Aron, 352, 719. Compagnie française des Métaux/Tréfimétaux, 330, 331, 689. Compagnie française Radioélectrique, 355, 356, 690. Compagnie générale Aérohydraulique, 405, 679, 692, 708, 712. Compagnie générale du Duralumin et du Cuivre, 331. Compagnie générale d’Électricité (CGE), 149, 320, 330, 331, 342, 345, 346, 349, 353, 369, 466, 516. Compagnie générale d’Electrométallurgie, 331. Compagnie générale des Eaux, 362. Compagnie générale de télégraphie sans fil (CSF), 355.
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Índice onomástico
Compagnie générale de Traction, 340. Compagnie de l’Industrie Électrique, 318. Compagnie de l’Industrie Électrique et Mécanique, 318, 351, 370. Compagnie Internationale d’Électricité, Lieja, 351, 680, 700. Compagnie Internationale des Wagons Lits/ Compagnie Générale de Constructions de Saint Denis/256, 379, 720, 732. Compagnie lorraine de charbons pour l’électricité, 353. Compagnie de la Marbrerie de Molinges d’Emile Gauthier, 416. Compagnie parisienne de Distribution d’Électricité, 245, 351, 686. Compagnie Radio-France, 356, 690. Compagnie royale Asturienne des Mines, 309, 848. Compagnie russo-française des chemins de fer et tramways électriques, 340. Compagnie des Tramway Liégeois, 351. Compañía de Asturias, sociedad metalúrgica, 422. Compañía Auxiliar de Ferrocarriles, Beasain, 430, 433, 502, 509.
Compañía Barcelonesa de Fundición y Construcción de Máquinas, 429. Compañía Euskalduna de Construcción y Reparación de Buques, 256, 430, 433, 444. Compañía para la fabricación de contadores y material industrial, 453. Compañía de Ferrocarriles Andaluces, 435. Compañía de Ferrocarriles de Langreo, 435, 436. Compañía de los ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (M.Z.A), 435, 506. Compañía ferroviaria París-Orléans, 246, 255, 334, 335, 740. Compañía General Canaria de Combustibles, 328. Compañía General Madrileña de Electricidad, 449, 452. Compañía Ibérica de Electricidad Thomson Houston, 452. Compañía Metropolitana Alfonso XIII, 450, 451. Compañía Nacional de Telegrafía Sin Hilos, 466, 509. Compañía Peninsular de Industrias (Copisa), 460. Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), 227, 254, 454, 466. Compañía Trasatlántica, 444, 445, 465. Compañía Vinícola del Norte de España, 463.
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Comptoir National d’Escompte, 330, 401. Computation Laboratory, Universidad de Harvard, 616. Concesionaria de Líneas Aéreas Subvencionadas (CLASSA), 443. Confederación Hidrográfica del Ebro, 593. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 318, 559, 612, 613, 616, 618, 636. Conservatorio de las Artes, Madrid, 28-30, 32, 52, 68, 273. Conservatoire d’Arts et Métiers, Paris, 149, 228, 480, 682, 683, 695, 725, 726, 734, 735. Constancia, La, construcciones metálicas, 434. Construcciones Aeronáuticas, S. A, (CASA), 373, 377, 442, 511. Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles, Beasain, 434. Constructora Naval Española, Cádiz, 356. Contimeter, sociedad, 353. Contreras, Adriano, 304, 340, 448, 532. Cooperativa Agrícola Poblense, 590. Cooperativa Electra Madrid, 449. Cooperativa Eléctrica de Madrid, 449. Cooperativa Vinícola de San Martín de Unx, 461. Cooperativa Vinícola de Olite, 461. Corbel, Pascal, 489.
Corbín, Vicente, 411, 692. Corcuera, Arcadio D. de, 403. Corcuera, Salvador D. de, 403. Corderier, sociedad, 388. Corderier & Lemire, 388. Córdoba Lara, Antonio, 693. Coriat, Benjamín, 158. Coronado, Manuel, 252, 693. Corporación Mondragón, 445. Corporación Técnico-Industrial Minera de La Habana, 529. Corro, José del, 464. Cort Boti, Alfonso, 167. Corte, Patricio de la, 693. Cortés Pujadas, Luis, 745. Cortezo, Carlos M.ª, 64. Cortina Gómez, Miguel, 539, 570, 745. Corvol, André, 578. Cory Bros. & Co. Ltd., 328. Cosecheros Reunidos de Olite, 462. Cossío, Bartolomé José de, 465, 466, 641. Cosslet, Vernon E., 616. Costa, familia, 536. Costa, Manuel, 464. Costales Trabanco, J. M.ª, 693. Cotgrove, Stephen F., 849. Cotte, Michel, 238, 485. Couffran, Jean, 392. Couturier, Alexis, 318. Crabiffosse Cuesta, Francisco, 467. Crédit Lyonnais, 359. Crehuet Pastor, Silvano, 745. Crespo García, Mariano, 604. Crété, Louis-Simon, 402.
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Índice onomástico
Creusot, sociedad metalúrgica, Le, 243, 297, 299, 301, 309, 438, 506, 572, 727. Cristalleries du Val St. Lambert, 98. Cristófono Álvarez, J., 693. Cros, sociedad química, 261. Crouzet, François, 287. Cruz García, Ángel, 543. Cruz Valero, Gregorio, 575, 601, 745. Cuadrado García, Jerónimo, 144, 252, 693. Cubillo, general, 92. Cucurella Xicola, J. M.ª, 230, 693. Cuesta, Josefina, 544. Cuesta Lastortres, Miguel, 543. Cueto, Lorenzo, 693. Cuminal, I., 101, 229, 230, 232, 234, 239, 240, 241, 243, 244. Cuni Mercader, Luis, 543. Dabán Gras, Marcelino, 693. Daimler-Benz, grupo, 338. Daimler, Gottlieb Wilhelm, 357, 370. Dalbavie, Marsop J., 99, 233, 234, 405, 680, 683, 689, 696, 698, 700, 708, 713, 717, 719, 723, 727, 719, 731. Dalmau, Buenaventura, 693. Daly, César, 401. Dambly, Ph., 296. D’Angio, Agnès, 300, 301, 351, 573. Daniel Riopérez, relojería, 468. Dassault Aviation, 363, 367, 371, 372, 373, 278.
Dato, Eduardo, 82. Daumas, Jean-Claude, 239, 289, 391, 392. Daumas, M., 285, 388. Daurella, José, 251, 259, 694. Davalillo Artigas, Carmelo, 257, 694. Davenport-Hines, R. P. T., 306. Daverio, Gustav, 314. Daverio, sociedades, 258, 314, 509, 740. David, Daniel., 372. Daviet, Jean-Pierre, 391, 413. Dávila Balsera, Paulí, 25. Dávila Vacas, Marino, 532, 545, 746. Day, Charles R., 849. Dayton Wright Co., 539. Decauville, Armand, 303. Decauville, Paul, 303. Decauville, sociedad, 303, 507. Decroly, Ovide, 646. De Dietrich, familia, 375. Delaet, Jean-Louis, 295, 324. Delande, Jean-Pierre, 324. Delaney Gallay, 382. Delattre, Ph., 391. Delattre et Fronard, sociedad, 313. Delaunay Belleville, sociedad, 365, 371, 380, 383, 507, 703, 716. Delavier, horticultura y jardinería, 411. Delbaere, Nicolas, 236. Delbard, grupo, 411. Delcroix, Jean-Loup, 231. Delgado, M.ª Ángeles, 320. Delgado Cebrián, D., 694.
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Francisco Villacorta Baños
Delgado Gómez-Escalonilla, Lorenzo, 618. Delhougne, sociedad textil, 393, 713. Delhumeau, Gwenaël, 417. Delouche, Hervé, 350. Delsalle, Paul, 391. Delta Española, La, sociedad, 427. Demangeon, A., 288. Dennis, sociedad, 378. Derdak, Thomas, 342, 368, 373, 376. Derville, Alain, 390. Descas, bodega, 407. Descombes, Paul, 598. Despertar, El, sociedad agrícola, 464. Destatte, Philippe, 292. Desvois, Jean-Michel, 118. Detlef, Siegfried, 376. Deu i Baigual, Esteve, 280, 849. Deutsche Bank, 512. Deutsche Edison Gesellschaft für angwandte Elektricität, 342. Deutsche Luft Hansa Aktiengesellschaf, 376. Deutscher Ausschuss fur Techniches Schulwesen (Datsh), 200. Deutscher Institut fur Technische Arbeitschule (Dinta), 200. Devaux Werts Fonderie, 380, 381. Devilliers, Christian, 297. Dewey, Melvil, 111. Dhondt, Jean, 287, 393. D’Hospital, A., 98. Díaz, Jesús, 694. Díaz Amador, José, 458. Díaz Fernández, J. L., 534.
Díaz de Mendívil, José María, 530, 586. Díaz Montes, José, 694. Díaz Morlán, Pablo: 430, 443, 492, 511. Díaz Quetcuti, Ramón, 126, 529, 533, 535, 571, 746. Díaz Regillón, Salvador J., 694. Díaz Tejera, Francisco, 359, 363, 694. Didot, Firmin, 399. Diederichs, Jean Théophile, 244, 386. Diederichs, sociedad textil, 244, 254, 386, 387, 680, 685. Diego García, Emilio, 454. Diego Martín, Yolanda, 449. Diesel, Rudolf, 258, 312, 350, 357, 566, 569. Díez, Benito, 694. Díez, Juan José, 25. Dintenfass, M., 287. Dion, Albert de, 357, 362. Dion-Bouton, sociedad, 245, 247, 362, 363, 371, 510, 680, 689, 691, 694, 712, 736, 739. Doizy, Marie-Ange, 230, 397. Dollfus, Auguste, 238. Dols Ruiz, Juan Francisco, 358. Domaica Larrea, Julián, 694. Dombret, Émile, 322, 366. Domènech, J., 215. Doménech, Rigoberto, 252, 253, 695. Doménech, Roberto, 395, 695. Domingo Gómez, Carlos, 602. Domingo Orueta, sociedad metalúrgica, 256.
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Índice onomástico
Domínguez, Eduardo, 695. Domínguez Pascual, Lorenzo, 44, 46. Donckem frères, sociedad textile, 393. Donovan, Arthur, 480. Dorel-Ferré, Gracia, 280. Dormois, Jean-Pierre, 287. Dornic, Pierre, 236. Dornier, Claudius, 376. Dornier Flugzeugwerke, 375, 376, 377, 442, 511, 714. Dornier Medtech, sociedad, 377. Dorronsoro Dorronsoro, José M.ª, 546, 547, 584, 746. Dosi, Giovanni, 476, 486. Dothée et Cie, 293. Dowers, Q. David, 466. Dray, Vincent, 487. Dresse, A., sociedad textil, 393. Duato Sales, fábrica de seda, 254. Du Barry, J.-J., 401. Dubessy, Raymond, 322. Dubied et Cie, 386, 457, 507, 684. Dubied, Henri Edouard, 386. Dubois, Lyon, joyería, 416, 712. Duboux, Marcel, 581. Dubrujeau, Louis, 98. Dueñas Blasco, Sebastián, 221, 254, 695. Dufour, Hélène, 400. Duguit, Léon, 560. Duisberg, Carl, 412. Dujardin, ingeniero, 584, 585. Dulait, Julien, 338, 339. Dulphy, Anne, 305. Dumas, Alejandro, 402. Dummelow, John, 306.
Dumoulin, Maurice, 389. Dunford, Mick, 289. Dunlop, caucho, 576. Dunning, John H., 489. Dupont, Christine A., 415. Dupont, Georges, 588. Dupont, Louis, 99. Dupuy, bodega, 407. Dupuy de Lome y Vidiella, Enrique, 548. Duralumin, 331. Durand, Estelle, 382. Durkheim, Émile, 220. Duro Benito, Julián, 422. Duro Benito, Pedro, 422. Duro-Felguera, sociedad, 254, 255, 421, 450, 529, 531, 532, 539. Dusart, Bernard, 292. Dusart, Michel, 292. Dutoit, Paul, 581. Echegaray Romea, Miguel, 544, 592, 746. Echevarría, Casildo, 695. Echevarría, S. A., trefilería, 472. Echevarrieta, Horacio, 430, 443, 492, 511. Echevarrieta-Larrínaga, sociedad, 430. Echeverría, Francisco, 534. Echeverría, Jesús, 252, 254, 378, 695. Echeverría, Patricio, 534. Echeverría Ballarín, Ignacio, 577, 586, 588, 594, 606, 607, 618, 746. Eck, Jean-François, 849.
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Francisco Villacorta Baños
École de Chauffage Industrielle/École de Thermique, París, 572, 582, 744. École Diderot, Paris, 197. École-Ferme de la Féculerie de Herblay, 237, 727. École Française de Tannerie/Instituto Textil y Químico, Lyon, 240, 241, 741. École Nationale d’Arts et Métiers, 149. École Policlinique, Lausanne, 581. École Pratique de Commerce et d’Industrie, Belford, 245. École Pratique de Radioélectrique, París, 737. École Professionnelle d’Horlogerie, Ginebra, 231, 241, 712. École Professionnelle d’Horlogerie, Lyon, 241, 715, 736. École Politechnique, Paris, 168. École des Travaux Publiques, du Bâtiment et de l’Industrie, Paris, 99, 228, 258, 683, 689, 690, 691, 703, 706, 711, 712, 720, 722, 724, 725, 726, 727, 731, 734. EDF. Électricité de France, 351. Edgerton, David, 486. Edipresse, grupo, 460. Editorial Calpe, 254. Edmonson, James, 496. Eduardo K. L. Earle, sociedad, 427. Edwin Woodhouse & Co., sociedad textil, 394. Egmon Lefèvre, maquinaria agrícola, 580.
Eguía Genua, Alejandro, 255, 695. Eguren, J. M., 440. Electra-Caja Rural, Olite, 461. Electra del Caspe, 453. Electra de Lima, La, 430. Electra Madrid, 132, 449, 450. Electra Salmantina, 448, 449. Electrobank, 452, 512. Électrobel/Société générale belge d’entreprises électriques, 339, 512. Électro-Cuivre, sociedad, 331. Electrodo, sociedad, 466. Électrorail, 339. Elektrowerke A. G., sociedad eléctrica, 570. Elena, Joaquín, 268. Elguera Quijada, Juan, 437. Elissen, hermanos, 329. Elizalde, sociedad, 442, 511. Elorduy y Díaz Caneja, sociedad minera, 531. Elorduy e Inza, Luis de, 530, 537, 566, 584, 746. Elorriaga, Gervasio, 695. Elorrieta Artaza, José, 549, 593, 608, 609, 746. Elorrieta Artaza, Octavio, 190, 549, 565, 579, 593, 599, 609. Elorrio, Londáiz, Espada y Cía, 351. Elorza, Francisco Antonio de, 438. Elósegui Amundiarán, Joaquín, 534. Emilio de la Cuadra, sociedad, 363. Empain, Édouard, 338, 339, 351, 512.
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Índice onomástico
Empain, grupo, 299, 300, 301, 315, 340, 341, 342, 500, 507, 512, 573. Empresa Nacional del Aluminio (ENDASA), 604. Empresa Nacional de Celulosa de Pontevedra, ENCE, 607, 608. Empresa Nacional de Celulosas de Huelva, 608. Empresa Nacional de Piritas Españolas, 604. Empresa Nacional Santa Bárbara, 439. Empresa Nacional Siderúrgica (ENSIDESA), 604. Energie, L’, sociedad, Marcinelle, 311, 507, 739. Engelmann, Godefroy, 398. Engelmann, impresión, 398, 399, 400, 693. Engels, familia, 351. Englebert, Oscar, 99. Engledow, F. L., 585, 586. Engler, Adolf, 595. Enrech Molina, Carles, 26. Enrich, Roser, 349. Enrique Cardellach, ascensores, 222. Enríquez Larrondo, Emiliano, 746. Ensenada, marqués de la, 444. Entrenas, Rafael, 251, 695. Epalza y López de Lerena, Tomás de, 549. Equitativa, La, seguros, 655. Equiza, Jesús, 461, 462. Erice, Francisco, 423. Erro, Lázaro, 252, 404, 695.
Escardó, ingeniero, 543. Eschenauer, Louis, 407. Escher, Hans Caspar, 311. Escher, Wyss & Cie, 311, 427, 508, 512, 714. Escobar, Alfonso, marqués de Valdeiglesias, 459. Escobedo, Herodiana, 96, 696. Escolar Andrés, Calixto, 696. Escribano, A., 429. Escrivá de Romaní, Luis, 543. Escuela agrícola y forestal, Zurich, 581. Escuela de Agricultura/École d’Agriculture et d’Horticulture/Lycée Agricole et Horticole, de Antibes, 234, 235, 728. Escuela Agricultura de Poppelsdorf , Bonn, 582. Escuela de Aprendices de El Baluarte, Madrid, 137, 470. Escuela de Aprendices de la Maquinista y Fundiciones del Ebro, 269, 270. Escuela de Aprendizaje de la sociedad Renault, París, 162. Escuela de Artes Gráficas/Technikum für Buchdrucker, de Leipzig, 221, 240, 291, 403, 570, 695, 741. Escuela de Artes y Oficios, Lincoln, 229, 680. Escuela de Artes y Oficios/Escuela Central de Artes e Industrias, Madrid, 32-34, 37, 38, 45, 69.
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Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes, Barcelona, 256, 257, 263. Escuela de Artes y Oficios/Escuela de Industrias, Villanueva y Geltrú/Vilanova i la Geltrú, 38, 39, 164, 197, 222, 508. Escuela de Artesanos de Valencia, 72. Escuela de Aviación de Getafe/ Escuela Nacional de Aviación, 442, 540, 541. Escuela de Ayudantes Facultativos de Minas de Bilbao, 530. Escuela de Bellas Artes, Lyon, 730. Escuela de Capataces de Minas de Almadén, 37, 635, 655, 656. Escuela de Capataces de Minas de Mieres, 37, 536. Escuela Central de Artes y Manufacturas de París, 540. Escuela de Cerámica de Landshut, 241, 242, 718. Escuela de Cerámica de Manises, 264. Escuela de Curtidos de Lieja, 240, 681. Escuela de Electricidad, Berlín, 231, 705. Escuela de Electricidad de Birmingham, 254. Escuela Especial de Tejedores de Punto, Canet de Mar, 456. Escuela de Galvanoplastia/Staatliches Faschule für Metallindustrie, Iserlohn, 332, 570, 709.
Escuela de Horticultura de Versalles, 237, 692. Escuela Industrial/Universidad Industrial de Barcelona, 31, 32, 46, 47, 165, 196, 201, 229. Escuela Industrial de Béjar, 37, 257. Escuela Industrial, Lieja, 229, 704. Escuela Industrial de Madrid, 102, 115, 132. Escuela Industrial de Seraing, 244. Escuela Industrial de Sevilla, 31. Escuela Industrial de Tarrasa, 167. Escuela Industrial de Valencia, 31. Escuela de Ingeniería Técnica Industrial de Zaragoza, 39. Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona, 31, 33, 36, 47, 229, 852. Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, 36, 65, 66, 625. Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid, 44, 109, 132, 260, 631, 663. Escuela-Laboratorio de Aceites y Grasas del Instituto Politécnico de Milán, 234, 264, 682. Escuela de lechería, quesería y mantequería de Byans, 235, 697, 705, 710. Escuela de lechería, quesería y mantequería de Mamirolle, 235, 695, 697, 710. Escuela de lechería, quesería y mantequería de Poligny, 235, 236, 699, 705. Escuela de lechería, quesería y mantequería de Surgères
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Índice onomástico
(ENILIA), 235, 236, 250, 697, 699, 710. Escuela Libre Provincial de Artes y Oficios de Barcelona, 33, 47, 197, 222, 229. Escuela de Maestría Industrial de Madrid, 638. Escuela de Mecánica, Lieja, 231, 704, 727, 734. Escuela de Minas, Hainaut, 581. Escuela de Minas, París, 581, 748. Escuela Nacional Agrícola de Chapingo, 547. Escuela Nacional de Agricultura, Grignon, 580, 581. Escuela Nacional de Agricultura/Escuela Superior de Ingeniería Agronómica de Montpellier, 237, 723. Escuela Nacional de Artes Gráficas, Madrid, 221. Escuela Nacional de Artes y Oficios, París, 232. Escuela Nacional de Dibujo, Jalieu, 244. Escuela de Obreros mineros de Bélmez/Escuela de Ayudantes facultativos de Minas de Vera, 528. Escuela de Papelería, Grenoble, 230, 260, 395, 679, 695, 707. Escuela de Peritos Industriales, Barcelona, 614. Escuela de Pintura, Escultura y Grabado, Valencia, 465. Escuela Politécnica de Zurich/Eidgenössische Polytechnische Schule, 581.
Escuela Profesional de Charleroi, 231, 701. Escuela Profesional de Obreros Metalúrgicos/Berufsschule für Metallarbeiter, Winterthur, 231, 733. Escuela Profesional de Peritos Agrícolas, 528. Escuela de Química aplicada a la industria y a la agricultura, Facultad de Ciencias, Burdeos, 579, 695. Escuela Radioeléctrica, París, 231. Escuela Schweitzer de Motocultura de Montseveroux, 237, 698, 708. Escuela de Sedería/École municipale de Tissage et de Broderie, de Lyon, 237, 239, 241, 685, 692, 731, 736. Escuela Superior de Aeronáutica y de Construcciones Mecánicas de París, 233, 694, 702, 731. Escuela Superior de Agricultura, Zollikofen, 581. Escuela Superior de Agricultura de Barcelona, 265,469. Escuela Superior de Bibliotecarios, Barcelona, 110. Escuela Superior de Comercio y de Textiles/École supérieur de Commerce et de Tissage, Lyon, 238, 239, 688, 714, 717, 731. Escuela Superior de Electricidad, Malakoff, 231, 581, 610, 616, 688, 703.
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Escuela Superior de Fundición/ École Supérieur de Fonderie, París, 227, 231, 232, 712, 723. Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, 104, 114, 230, 663. Escuela Superior de Ingenieros de Montes, 555. Escuela Superior de Ingenieros de Minas, 61, 104, 257, 528, 535, 555. 649, 656, 657. Escuela Superior de Jardinería/ Höhere Gärtnerlehranstalt, de Dahlen (Berlín), 237, 733. Escuela Superior Politécnica/ Technische Hochschule Charlottenburg, Berlín, 570, 581. Escuela Superior Técnica de Darmstadt, 587. Escuela Técnica/Anderson College, Glasgow, 229, 711. Escuela Técnica de Mittweida, Sajonia, 227, 229, 250, 713. Escuela Técnica de Peritos Agrícolas, Madrid, 538. Escuela textil/École de Filature et de Tissage, de Mulhouse, 237, 238, 239, 713. Escuela textil/École Nationale des Arts Industriels, de Roubaix, 238, 239, 704, 706, 723, 738, 740. Escuela textil/École Supérieur de Textiles de Verviers, 85, 238, 261, 723. Escuela textil de Oldham, 238, 714, 718. Escuela textil de Manchester, 238, 714, 736.
Escuela del Trabajo/Escola del Treball de Barcelona, 152, 153, 161, 197, 200, 201, 222, 257, 469. Escuela del Trabajo, La Felguera, 539. Escuela de Veterinarios de León, 528. Escuela de Viticultura de Beaune, 234, 712, 728. Escuela de Vinicultura, Arboricultura y Jardinería, Geisenheim, 582. Escuela de Viticultura y Enología de Tréveris, 234, 728. Escuelas de Artes y Oficios/Escuelas de Artes e Industrias/Escuelas de Artes Industriales, 25, 32-34, 36, 37, 39, 41, 42, 44, 45, 48-51, 68, 70, 72, 79, 102, 147, 178, 221, 469, 670. Escuelas de Artesanos, 173, 207. Escuelas de Bellas Artes, 32, 36, 37, 41, 42, 222. Escuelas Industriales/Escuelas de Industrias, 25, 30, 31, 43, 4547, 49, 51, 52, 68, 70, 72, 80, 165, 167-170, 173, 177, 178, 186, 190, 207, 469, 669, 670. Escuelas Pías de Sabadell, 72. Escuelas de Preaprendizaje y Orientación Profesional, 631, 652. Escuelas Superiores de Ingeniería, 36, 49, 50, 65, 66, 77, 78, 83, 106, 116, 165, 167, 169, 172, 174, 181, 186, 191, 525, 554,
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Índice onomástico
555, 557, 565, 567, 606, 611, 625, 662. Escuelas de Trabajo, 164, 167-170, 172, 173, 177, 178, 190, 191, 196, 207, 209, 469, 622-626, 631, 633, 669, 670. Espadas Burgos, Manuel, 104. España, Juan Manuel, 84, 95, 108, 136, 139, 170, 171, 232, 267, 326, 327. España Industrial, La, sociedad textil, 455, 455. Esparó, Valentín, 429. Esperanza y Unceta, sociedad, 439. Esplandiu Peña, Juan, 147, 696. Essner, J. Ch., 233, 404, 405, 684, 689, 690, 695, 700, 704, 709, 727, 732. Establecimiento litográfico de M. García Cantos, 461. Establecimiento Minero-Metalúrgico de Almadén, 655. Estación de Agricultura general, Arévalo, 601. Estación Agronómica Central, Madrid, 589. Estación Ampelográfica/de Ampelografía y Enología Central, 469, 589, 612. Estación de Arboricultura y Fruticultura de Logroño, 591. Estación Central de Fitopatología Agrícola, La Moncloa, 601, 611. Estación de Cerealicultura, Madrid, 589.
Estación Enológica de Almendralejo, 601. Estación de Enología de Aranda de Duero, 590. Estación Enológica de Felanitx, 590. Estación Enológica de Jumilla, 590. Estación Enológica de Reus, 592, 601. Estación de Entomología Agraria, Florencia, 585. Estación de Ensayo de Máquinas, Madrid, 601. Estación de ensayo de semillas de Madrid, 589. Estación de Experiencias Forestales de Mariabrunn, 595, 596. Estación experimental/Rothamsted Experimental Station, Harpenden, 582. Estación Fitopatológica de Burjasot, 611. Estación Fitosanitaria de Barcelona, 602. Estación de Horticultura y Jardinería, Aranjuez, 152. Estación de motocultivo de Madrid, 589. Estación Nacional de Ensayo de Semillas, Reino Unido, 586. Estación de Patología vegetal, Madrid, 589. Estación de Patología vegetal, Roma/Reale Stazione di Patologia Vegetale, 585. Estación Pecuaria Central, Madrid, 589, 591.
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Estación de Patología Pecuaria, 589. Estación de Riegos de Binéfar, 589. Estación Sericícola de Murcia, 589. Estación Superior de Oleicultura y Elayotecnia, Madrid, 589. Estación de Viticultura y Enología de Haro, 591. Estación de Viticultura y Enología de Vilafranca del Penedés, 589, 612. Estación Vitivinícola de Montpellier, 591. Estapé-Triay, Salvador, 369, 441. Esteban Collantes, conde de, 51. Esteban de Faura, Antonio, 545, 575, 746. Esteban Gutiérrez, M., 696. Esteban Ramos, Gervasio, 696. Estebanell i Comas, Eusebi, 25. Estefanía, Luis, 696. Estivill, J., 855. Établissement André Koechlin et Cie, 239. Établissement Charles Coquillard, 330. Établissement Ducellier, 382. Établissement Duchesne et Cie., Villeurbanne, 335, 691. Établissement Lamy y Rieffel, 354, 738. Établissement Lazare Weiller, 329. Établissements Alauzet et Derriey, 398. Établissements horticoles ViaudBriand, 411, 692. Etéve, Joseph, 99. Etienne, L., 353.
Eugenio Grasset y Cía, 254, 429, 430. Eule, Wilhelm, 403. Euzcalduna, Placencia de las Armas, 306. Evans, Harold, 306, 342. Évrard, A., 293. Exacompta-Clarefontaine, 397. Excelsior, sociedad, 378. Eyrolles, Léon, 228. Ezcurra, Luis, 467. Fabius Henrion et Cie, sociedad, 352, 353, 719. Fábrica de Artillería de Sevilla, 437. Fábrica Cooperativa Harinera, Olite, 461. Fábrica y Escuela de Cerámica de La Moncloa, 263. Fábrica de Hierros San Martín de Urbieta, Beasain, 434. Fábrica de Loza San Claudio, 447. Fábrica Nacional de Armas de Herstal, Lieja, 98, 255, 315, 321, 370, 439, 509, 516, 704, 710, 722, 727, 733, 734, 740. Fábrica de Armas de Oviedo, 254, 437, 438. Fábrica Nacional de Armas de Toledo, 223, 437, 438. Fábrica Nacional de Armas de Trubia, 72, 437, 438, 439. Fábrica Nacional de Automóviles, 441. Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, 539.
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Índice onomástico
Fábrica Nacional de Pólvoras, Murcia, 657. Fábrica de Vagones, Beasain, 434. Fabricación mecanográfica nacional, 440. Fabricación Nacional de Colorantes y Explosivos, 261. Factoría naval de Matagorda, 306, 444. Facultad de Ciencias de Lyon, 238, 692. Facultad de Ciencias, Universidad de Barcelona, 614. Facultad de Ciencias, Universidad de Madrid, 614. Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad Central, Venezuela, 549. Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, Universidad de Madrid, 615. Fagen, M. D., 355. Faire, 99. Falces, Julio, 79, 696. Falcón Beltrán, Antonio, 696. Falsetti, Raymond, 298. Fandiño, Xaime, 320. Farias Barón, Juan, 747. Farman, Henri, 373. Farman, Maurice, 373. Farman, sociedad, 371, 372, 373, 681, 683. Faure, Hubert, 452. Fay-Halle, Antoinette, 416. Federación Española de Óptica, 468. Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza, 657.
Federación Internacional de la Prensa Técnica y Profesional, 109, 265, 326. Federación de Técnicos de Cataluña, 471. Federación Universitaria Escolar, 180. Federico Bayer y Cía, 510. Feijóo, César, 696. Feldenkirchen, Wilfried, 342, 513. Felipe Ugalde, bodega, 463. Fellows Gear Shaper Co., 326. Fermín Navarro, Juan, 255, 697. Fernández, Amador, 646. Fernández, Gregorio, 697. Fernández, Julio, 698. Fernández, Luis, 698. Fernández, Marta, 447. Fernández Arias, José, 294, 697. Fernández Buelta, J., 538, 602. Fernández de Caleya, Carlos, 144, 531, 548, 572, 747. Fernández Clemente, E., 25, 118, 152, 431. Fernández Coppel, Jorge, 540. Fernández de Diego, Eloísa, 426. Fernández Fraga, Gonzalo, 235, 251, 259, 697. Fernández Gómez, Julio A., 156. Fernández Larrosa, C., 697. Fernández Márquez, José, 697. Fernández Muñiz, B., 422. Fernández Navarrete y Rada, Francisco, 601, 747. Fernández Nonídez, José, 586. Fernández Pérez, Joaquín, 29, 591.
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Fernández Pérez, Paloma, 310, 420, 422, 426, 427, 428, 471, 490. Fernández Pérez, Virginia, 420. Fernández de Pinedo, Emiliano, 421, 847, 850. Fernández Prieto, L., 432. Fernández Riquelme, Sergio, 654. Fernández Sacristán, J., 697. Fernández Suárez, E., 697. Fernández Terán, Rosario E., 614. Fernández Villacañas, B., 539, 698. Fernández Zavala, J., 384, 697. Fernando Fe, librería, 459. Ferrand, Louis, 333. Ferrer, Gonzalo, 90, 698. Ferrer y Bernadas, sociedad textil, 258. Ferrer Figueras, Joaquín, 252, 266, 267, 268, 269, 270, 297, 298, 322, 430, 490, 698. Ferroaleaciones Especiales Asturianas, 604. Ferroaleaciones del Norte, 604. Ferrocarril españoles de vía estrecha (FEVE), 436, 507, 535. Fiat, sociedad, 291, 360, 368, 441, 510, 730. Figeal, Madeleine, 848. Figuera y Figuera, Ángel, 332, 539, 570, 747. Figueroa, marqués de, 43. Figueroa, G. & A., sociedad minera, 301. Figueroa Zamudio, Silvia, 548. Finel, Gérard, 322. Firth, sociedad, 438. Fischer, W., 315.
Fitchburg Machine Works Co., 326. Fives Lille/Compagnie Fives-Lille 301, 302, 303, 350, 506, 507, 707. Flamarique, Isaías, 252, 404, 462, 698. Flamarique, Victoriano, 461, 463. Flandria Filature, sociedad, 99. Flaubert, Gustave, 402. Fléjou, Lucie, 416. Flesch, Carlota, 642. Flink, James J., 358. Flonneau, Mathieu, 358, 484. Flórez Posada, Juan, 167, 169, 171, 185, 190, 264. Foà, Anna, 585. Focillon, Henri, 400. Fokker, Anthony, 376. Fokker, sociedad, 375, 376, 511, 685. Folch Torner, Pedro, 165. Fomento de las Artes, El, 37, 70, 72. Fomento de Gijón, El, sociedad minera, 645. Fomento del Trabajo Nacional, 197. Fonderie et Laminoirs de Vitry, 331. Fonderie Mécanique, Amberes, 326, 718. Fonderie Typographique Française, 403. Fonderies J. Marichal, Ketin et Cie, 327. Fondin, Jean, 90, 358, 363, 370, 374.
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Índice onomástico
Font, Narciso, 252, 254, 393, 699. Font Mezquita, José, 358, 441. Fontana, Josep, 287. Fontanillas, Francisco, 251, 259, 699. Fontanon, Claudine, 228. Forcadell, Carlos, 25, 39. Ford, Henry, 357. Ford, sociedad, 366, 369. Forest Produts Laboratory, Canadá, 587. Forges et Aciéries de Firminy, 298. Forges et Aciéries de La Marine et d’Homécourt, 297, 298, 309, 313, 330, 348, 572, 702, 709, 739, 742. Forges et Aciéries de La Marine et des chemins de fer, 297. Forges et Ateliers de Constructions Électriques de Jeumont, 341. Forges de Longueville, 341. Formentín Ibáñez, J., 558, 559. Fornes Botey, Antonio, 593, 747. Forrat Soldevila, Luis, 545, 747. Fortuny Rosas, Pedro, 699. Fouquet-Hatevilain, Pierre, 374. Fourcault, Émile, 324. FPS Kelsey Hayes, sociedad, 332. Fox, Robert, 232, 579, 583, 855. Fragma, talleres de fotograbado, 460. Fraile, Santiago, 699. Fraile Balbín, Pedro, 481, 490, 491, 501. Fraile Mora, Jesús, 181, 352. Fraipont, Marcel, 98. France, Anatole, 402.
Francés, José, 262. Francés Villarán, Manuel, 252, 699. Francisco y Cía., Bilbao, cerámica, 465. Francisco Vidán, muebles, 465. Franco Bahamonde, Francisco, 655. Franco y Bordons, Carlos, 314, 338, 531, 569, 747. Franco Españolas, bodega, 463. Franco López, Francisco, 699. François, Jacques, 353. François, Monique, 389. Francotte, Auguste, 321. Frax Rosales, E., 521. Fréderic Dyckhoff, compañía, 350. Freedeman, Charles, E., 287, 850. Freeman, C., 485, 486. Fresné, Eric, 303. Fresnedo, Gonzalo, 90, 699. Fridenson, Patrick, 329, 357, 358, 848. Friedmann, Georges, 162, 197, 249. Frischtak, Claudio, 497. Fritsch, Pierre, 297. Frontera, Lorenzo, 699. Fuego Álvarez, Rogelio, 235, 250, 252, 256, 409, 699. Fuente, Eulogio de la, 700. Fuente, Federico de la, 621. Fuente Collell, P. de la, 36. Fuente y Díaz-Estébanez, José, 447. Fuentes Quintana, Enrique, 615. Fuerzas Motrices del Huerva, 453. Fujita, M., 850.
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Fulacher, Pascal, 230, 397. Fundación Nacional para Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas, 558, 559, 612. Fundición y forjas de Saint Nazaire, 297, 709, 742. Fundición Miguel del Prado, 426. Fundición Ramis, 428. Fundición de Santiago Ibarra y Hermano, 424. Fundición Tipográfica Nacional, 403. Fundición Tipográfica Neufville/Neufville Digital, 403. Fundiciones Aceros Poldi, 304. Fundiciones Celaya, 444. Fundiciones Molinao, 445. Gabarrón Hernández, M., 700. Gabinete de Ciencias Naturales, 28. Gabinete de Máquinas y Modelos, 28. Gadille, Rolande, 416. Gadir-Capentier, sociedad, 319. Gafo, José D., 180. Gagné, Carl, 285. Gago Rodríguez, J., 700. Gaier, Claude, 321. Galán, Eusebio, 700. Galindo Martín, Miguel Ángel, 615. Gall, Henry, 333. Gallardo Fajardo, José, 700. Gallástegui Unamuno, Cruz, 586. Gallego Bruitrago, Claudio, 700. Gallego Herreros, J. F., 152. Gallego Martínez, Domingo, 432. Gallego Quero, Félix, 747.
Gallois, L., 288. Galopin, Alexandre, 99. Galtin J. et Cie, París, 503. Gambarte, Modesto J., 252, 259, 700. Gamir, Luis, 132. Gándara, familia, 435. Gandarias, familia, 536. Ganz, sociedad, 314. Garaizar Axpe, Isabel, 36. Garaloces, Juan A., 700. Garayo Urruela, Jesús M.ª., 609. García, Abelardo, 700. García, Amancio, 701. García, Arturo, 90, 701. García, E., 848. García, Enrique, 701. García, Fernando, 701. García, Francisco, 701. García, Pablo, 135, 252, 701. García Adán, Juan Carlos, 449. García Alix, Antonio, 36, 42, 63, 197. García Álvarez, Dimas, 255, 293, 701. García Álvarez, M. Teresa, 422. García Arenal, Fernando, 88, 641. García Argüelles, Juan, 231, 701. García Azaceta, Virgilio, 701. García Belmar, A., 320. García de Benito, M.ª Luz, 439. García Berduch, Antonio, 638. García Bustince, José, 464. García de la Calle, José, 462, 702. García Carpintero, José, 702. García Casal, José, 294, 295, 702. García Carbajosa, Rogelio, 531. García Cuesta, José Luis, 426.
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Índice onomástico
García Delgado, J. L., 282. García Dueñas, Pedro J., 532, 618, 747. García Fernández, Jesús, 426. García Jiménez, Ulpiano, 702. García Leonardo, A., 253, 702. García Miranda, Manuel, 165. García Moráis, Narciso, 604. García Moreno, Dimas, 403. García Muñiz, Julián, 294, 295, 702. García Olalla, M., 422. García del Olmo, José, 702. García Ortiz, Francisco, 702. García Pérez del Ingerto, Manuel, 265. García-Planas, Plàcid, 441. García Ruiz, José Luis, 215, 250, 363, 426, 510. García Sánchez-Berbel, Luis, 54. García Santesmases, José, 494, 539, 581, 611, 616, 617, 703. García Sanz, Ángel, 850. García Sanz, Fernando, 220. García Siñeriz y Pardo-Moscoso, José, 80, 568, 610, 613, 614, 748. García Trillo, Leonardo, 703. García Vázquez, M., 384, 703. García Viana, José María, 115. García Viniegra, Ángel, 81. García Zarza, Eugenio, 449. Garçon, Anne-Françoise, 309, 369, 483. Gardes, Gilbert, 390. Gardy, sociedad, 301. Garfuni, Alonso, 156. Garilán, José, 190.
Garín, sociedad textil, 254, 457, 458. Garitaonandía, Carmelo, 467. Garma, Santiago, 853. Garmendía Mendizábal, Jesús, 748. Garnier, impresor, 402. Garrabou, Ramón, 36, 432, 575. Garrafón Fernández, V., 703. Garrido, Andrés, 654. Garrido Domingo, Ramón, 545, 580, 602, 748. Garrido Martín, Aurora, 470. Garriga Casas, Manuel, 441. Gasificación Industrial, 449. Gasmotorenfabrik Deutz, 568, 748. Gasnault, François, 340. Gasnier, Marina, 245. Gasols Moguera, Manuel, 549. Gasset, Rafael, 65, 84, 85, 87. Gaudreault, André, 320. Gaunt, familia, 394. Gaunt, R. & Sons, sociedad textil, 394, 687. Gavalá, Juan. Gavignaud, Geneviève, 408. Gayan, Louis-Guy, 403. Gaztañaga, Manuel, 703. GEC Alsthom, 349, 372. GEC Alsthom Neyrpic, 349. GEC Power, 346. Gelidense, La, papelera, 456. Gelsenkirchener Bergwerks AG, 305. General Electric Apparatus Company, 346.
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General Electric Company, Birmingham, 346, 349, 370, 735. Georgano, G. N., 323, 370. Germain, José, 193, 201, 203. Germán Zubero, Luis, 25, 39, 347, 431. Gero Montero, Arcadio, 703. Gesellschaft für Elektrische Unternehmungen (Gesfürel), 316, 512. Giandou, Alexandre, 286. Giannetti, Renato, 482. Gibson, David V., 497. GIESA. Guiral industrias Eléctricas, 347. Giesa Schindler, 347. Gil, Hermenegildo, 90, 703. Gil Cuadrado, Luis Teófilo, 602. Gil Ramales y Diego Herrán, José, 548. Gilbertson, W. & Co. Ltd, 327. Gilkes & Gordon, 348. Gille, Bertrand, 290, 296, 854. Gillet, Camille, 238. Gilliard, Monnet et Cartier, 413. Giménez Yanguas, Miguel, 310. Gimeno, Amalio, 40, 45. Gimeno Gil, Emilio, 257, 258. Gimeno Martínez, José, 703. Gimeno Valledor, Pablo, 90. Giner de los Ríos, F., 37, 38, 62, 87, 88, 641. Ginés Casany, fundición, 222. Ginestet, bodega, 407, 684, 704. Giral, Francisco, 547. Giralt Baixeras, Agustín, 165. Girardeau, Émile, 355. Girardot, Leonce, 365.
Gires, Francis, 321. Girod, Paul, 333. Girón, Fernando, 654. Girona, José, 413. Gladiator, sociedad, 378. Glenn L. Martin Co., 539. Gnome & Rhône, sociedad, 244, 255, 346, 371, 372, 511, 682, 683, 714, 723, 731. Gobbe, Émile, 324. Godet, Marcel, 312. Goethe, Johann W., 179. Goetzeler, H., 342, Goitia, Francisco, 502, Gomá Orduña, J., 850. Gomendiurrutia, F., 251, 259, 302, 703. Gómez, Diego, 704. Gómez Aparicio, Pedro, 460. Gómez Cano, Felipe, 190. Gómez-Centurión, Pilar, 29. Gómez González, María Jesús, 646. Gómez Mendoza, Antonio, 442, 497, 507, 605. Gómez Mendoza, Josefina, 35, 549, 551, 553, 556, 592, 593, 594, 599, 605, 606, 608. Gómez Ortiz, Juan, 574, 618, 748. Gómez Pardo, José, 529. Gómez Pardo, Lorenzo, 529. Gómez Rojas, Francisco, 190. Gómez de la Serna, Gaspar, 84. Gómez de la Serna, Ramón, 84, 286. Gómez Santos, Marino, 451. Gondra, Ciriaco, 536. Gondra, Fidel, 704.
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Índice onomástico
Gondra y Llona, Juan Luis de, 569, 748. Gondra Lazúrtegui, Fernando, 536, 537, 574, 748. Gondra Lazúrtegui, Ricardo, 536. Gondra Oráa, M.ª Victoria de, 536. Gontermann-Peipers GMBH, 327. Gonzalbo Bescós, F. 375, 704. González, Emilio, 704. González, Joan Ramon, 534. González, Rafael, 704. González, Turriano, 704. González Besada, Augusto, 75, 79. González Calleja, E., 662. González de Canales, Tomás, 545, 546, 573, 748. González de Canales, Antonio, 546. González Curiel, T., 704. González Diz, Ricardo, 704. González Doval, A., 351, 704. González Echarte, Antonio, 451. González Echegaray, Rafael, 446. González Fernández, Anastasio A., 164. González Jáuregui, F. 705. González de Langarica, Juan, 549. González Lapena, Milagros, 637. González López, Etelvino, 647. González Medina, José, 705. González Pérez, Emilio, 705. González Portilla, Manuel, 423, 424, 850. González de Posada, Francisco, 442, 540. González Real, Herminio, 748.
González Redondo, Francisco A., 442, 614. González Rodríguez, Alfredo, 705. González Romero, José Fernando, 422, 423, 467. González Tascón, Ignacio, 29. González del Valle, Ulpiano, 223, 224, 235, 252, 705. González Vázquez, Ezequiel, 594, 595, 605, 606, 748. Goñi, Severiano, 339. Goñi Mendizábal, Igor, 440. Goodrich, industria del caucho, 576. Goodwin, Jason, 452. Gorostiola, Juan, 705. Gorostiza Gongueta, J., 705. Gorri Tambó, Macario, 462, 705. Gorrichátegui, Emilio, 705. Gortázar, Guillermo, 459. Gougaud, Alain, 366. Goulliart, Emmanuel, 303. Gounouilhou, Gustave, 403. Gracia, José, 268. Gracia Armendáriz, Juan, 534. Gracia Pascua, Antonio, 268, 269. Gracia Villarrubia, Anastasio de, 271. Gráfica Unión, imprenta, 460. Gráficas Valencia, 461. Gráficas Villarrica, 254. Gramme, Zénobe, 353. Grammont, Alexandre, 98. Gramsci, Antonio, 220. Grancha, Antonio, 539, 540, 541, 749. Granda, Raúl, 254, 706. Grande Barrilero, E., 706.
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Grande Lozano, J., 706. Grané, Ángel, 706. Granja Agrícola de Avilés, 538, 602. Granja Agrícola de Badajoz, 601. Granja Agrícola de Córdoba, 601. Granja de Castilla la Nueva, 591. Granja-Escuela de Capataces agrícolas, Salamanca, 601. Granja Experimental de San Felices de Buelna, 256. Granja Luthernay, 409, 680. Granja pomológica de Tiñana, 602. Grant, Tina N., 306, 309, 342, 346, 347, 375. Grant Sala, José, 265. Gras, A., 290. Gras, L.-J., 298, 370. Grason, Daniel, 382. Grasset, Eugenio, 338, 509. Grassi, Giovanni Battista, 585, 744. Grau Corbi, José Manuel, 610. Grau Iglesias, Francisco, 706. Grau Vila, Francisco, 706. Gravereau, horticultura y jardinería, 411. Greggio, Rodolphe, 360. Grégoire, Jean Albert, 370. Grégoire, (Henri) Abbé, 228. Greiner, Léon, 99. Grelon, André, 240. Gridley, John, 328. Grinberg, Ivan, 333. Griset, Pascal, 356. Grober, sociedad, 254.
Gros Pin, horticultura y jardinería, 411, 692, 713. Grossdynamowerke, dinamos/Siemens, 569. Grupo CF2M, 332. Grupo Vitivinícola Príncipe de Viana, 463. Grusonwerk, sociedad, 307, 452. G. Traverse, talleres, París, 381, 737. Guadalhorce, conde de, 646. Gual Villalbí, P., 848, 850. Guagnini, Anna, 232, 583. Guardiola, Josep, 241. Guarro i Casas, Lluís, 397. Gubin, Eliane, 393. Gubler, Jacques, 417. Guégan, Bertrand, 400. Güell, familia, 454. Güell, Juan, 429, 502. Güell, Parellada y Companya, 454. Güell, Ramis y Cía, 502. Guerdan, René, 318. Guereña, Jean Louis, 14. Guéret, Llewellyn and Merrett, 328. Guerin et Cie, cerámica, 415, 696. Guerin Pouyat Elite, 416. Gueslin, André, 850, 851. Guest, Keen and Baldwins Iron and Steel Co., 328. Guest, Keen & Nettlefolds Ltd., (GKN), 328. Guezala e Igual, Fernando, 537. Guezala e Igual, Roberto de, 144, 528, 531, 532, 537, 537, 569, 605, 749. Gugerli, David, 493.
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Índice onomástico
Guiffault, Bernard, 390. Guijarro Mora, Víctor, 29. Guilemany, J. M., 258. Guilhou, Numa, 422, 501. Guillaume, J. C., 335. Guillén, Luis, 83. Guillén Bastos, Rafael, 416, 539, 706. Guillermic, A., 572. Guillet, Léon, 850. Guilliet Fils et Cie/Guilliet Hijos y Cía, 335, 508, 734. Guillou, Anne, 493. Guiral Palacio, Joaquín, 347. Guix Bofarull, Ramón, 252, 706. Gullón, Eduardo, 62, 82, 104. Gumersindo García, representación de maquinaria, 531. Gundlach, H., 850. Gutiérrez, Ángel, 645. Gutiérrez, Avelino, 645. Gutiérrez, Eusebio, 706. Gutiérrez, Leopoldo, 227, 230, 251, 252, 396, 707. Gutiérrez, Miquel, 54. Gutiérrez Lamata, F., 707. Gutiérrez i Medina, Maria Lluïsa, 455. Gutiérrez Pérez, Julio, 749. Gutiérrez i Poch, Miquel, 289, 301, 395. Gyseling, François, 98. Haab, François, 400. Haak, René, 316. Habakkuk, H. J., 485. Habets, Marcel, 98. Hachette, Louis, 402.
Hachette, casa de edición, 402. Hadden Badley, John, 646. Hagedoorn, John, 483. Hachez-Leroy, Florence, 333, 847. Hagn, Herbert, 242. Hainaut-Sambre, 294, 296. Hainsworth, familia, 394. Hainsworth & Sons, A. W., sociedad textil, 394. Half-time Schools, 197. Hall, A. Rupert, 851. Halleux, Robert, 244, 296, 353. Hallsted, Sheila, 340. Hamoir, R., sociedad textil, 393, 699. Hansotte, G., 287. Hapgood, Fred, 233. Harlé, Émile Henri Amadee, 351. Harmont, H., 98. Harris Intertype Co, 398. Harrison, R. Joseph, 492, 493. Hartman Quesada, A., 255, 707. Hasquin, Hervé, 288. Hast, Adele, 244, 307, 309, 312, 385. Hatzfeld, Nicolas, 245. Hau, Michel, 197, 375, 851. Hausman, William J., 343. Haussmann, sociedad textil, 392. Haviland, David, 415. Hayange, forjas. Hayen, sociedad textil, 392. Hayes, Peter, 413. Heathcote, Martin J., 331. Heaton, H., 394. Heidelberg-Druckmaschinen AG/ Heidelberg Web Systems, 398. Heine, Heinrich 402.
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Francisco Villacorta Baños
Heinrich Kissing, galvanoplastia y niquelado, 570. Heirwegh, Jean-Jacques, 324. Helguera Quijada, Juan, 273. Heliowatt-Elektrizitäts AG, 352. Heller, Alfred, 240. Hendey Machine Tool Co., 326. Hennebique, François, 417. Henri Labourdette, carroceros, 380, 707. Henri-Labourdette, Jean, 380. Henry, R. A., 85, 95. Henry, René, 98. Heras y Maraver, Antonio de las, 574, 749. Herederos de Francisco Selma, 428. Herederos de Marco y Nogués, fundición, 447. Heredia Bentabol, Carlos, 707. Herlea, Alexandre, 378. Hermoso, Andrés, 707. Hernández, J. L., 850. Hernández, Miguel, 262, 263, 707. Hernández, Osmundo, 262, 263, 707. Hernández Andréu, J., 250. Hernández Carenas, Ángel, 707. Hernández del Castillo, Alejandro, 637. Hérold, Martine, 242. Herrera Delcalzo, Mariano, 529, 531, 536, 749. Herrera González, D., 708. Herrero, Fania, 156, 163, 204, 851. Herrero, Federico, 404, 405, 708. Herrero Egaña, Andrés, 574, 618, 749.
Herrero, Policarpo, 422. Herrero Hermanos, sociedad minera, 422. Herrero Martínez, Santos, 708. Herreros, Felipe, 234, 411, 708. Herreros, Saturnina, 96, 708. Herreros López, José M.ª, 593, 749. Herten, B. van der, 855. Hertner, Peter, 341, 343, 513, 851. Heurley, Jennifer, 289. Hevia y Álvarez, Torcuato, 529, 532, 574, 749. Hevia Cangas, Fernando, 604. Hevia Cosío, José M.ª, 708. Heyberger, L., 245. Hidalgo, Fernando, 384, 465, 709. Hidroeléctrica del Águeda de Villavieja, 449. Hidroeléctrica Española (Hidrola), 449, 450. Hidroeléctrica Ibérica, 430, 449. Hidroeléctrica del Río Francia de Sequeros, 449. Hiely Lombard, Léon, 509. Hiéret, Jean-Pierre, 407. Hijos de A. Padrós, 457. Hijos de Justo Vilar, fábrica de cerámica, 264. Hijos de Mendizábal, trefilería, 472. Hilaire-Pérez, Liliane, 483, 497. Hilton, Ronald, 667. Himel (Hispano Mecano Eléctrica), 301. Hispano-Portuguesa de Transportes Eléctricos-Saltos del Duero, 430, 449.
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Índice onomástico
Hispano-Suiza, sociedad, 271, 363, 442, 510. Hist, Hugo, 346. Hoffer, A., Tarragona, bodega, 463. Hölz, Max, 318 Homburg, Heidrun, 522. Homs, Oriol, 850. Honegger, Caspar, 385. Honegger, Salomon, 385. Hormigón Blánquez, Mariano, 266, 431, 454, 614. Horn, Jeff, 287. Hougarden, Jacques van, 98. Hotchkiss, Benjarin, 323, 357. Hotchkiss et cie, sociedad, 323, 370, 709. Houpt, Stefan, 433, 443, 444. Houssel, Jean-Pierre, 390. Houston, Edwin, 343. Howson, Goffrey, 271. Hoyo Aparicio, Andrés, 504. Hubert y Cía, 509. Huelves Vázquez, Andrés, 252, 259, 570, 709. Huerta Huerta, Rafael, 435. Huerta Platero, Manuel, 709. Huertas, Juan Antonio, 205, 206. Huertas García-Alejo, Rafael, 613, 852. Huet, Bernard, 297. Huge, Ch., 98. Hughes, Thomas P., 290, 343, 414, 483. Hugo, Victor, 401, 402. Huleux, Régis, 414. Huss, Valérie, 387.
Hutchinson, industria del caucho, 576. Ibáñez, José María, 709. Ibáñez, Maite, 424. Ibáñez Alegría, Rufino, 709. Ibáñez Alonso, Francisco, 165. Ibáñez Valer, Federico, 183. Ibarra y Cía, sociedad metalúrgica, 424. Ibarra Peral, Juan, 576, 749. Iberia, sociedad metalúrgica, 424. Iglesia García, J. de la, 616. Iglesias, César, 79, 90, 709. Iglesias García, Eugenio, 709. Impéria, compañía, 351, 367. Imperial College of Science and Technology, Londres, 616, 851. Imprenta Clásica Española, 460. Imprenta Postal, 254. Imprimerie Crété, Corbeil, 98, 402, 735, 741. Imprimerie de Vaugirard, 400. Imprimeries Réunies/ S. A. des Librairies-Imprimeries Réunies, 399, 401, 703. Inciarte, Juan Jesús, 530, 531, 545, 548, 549, 750. Industria, La, 467, 641. Industria Eléctrica, La, 510, 513. Industria y Laviada, La, vidrio, 468. Industria Moderna Española, 448. Industrial Valenciana, sociedad, 440. Industrias Electromecánicas, 443. Industrias Mecánicas Consolidadas, Barcelona, 259, 427.
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Francisco Villacorta Baños
Industrias Navarras del Aluminio, 604. Industrias Sanqui, 442. Inés Martínez, Julián, 709. Infante, Jesús, 709. Inkster, Ian, 489. Insectario de la fauna forestal, 555. Institución Cultural Española, Buenos Aires, 644. Institución de Formación del Profesorado de Enseñanza Laboral, 638. Institución Libre de Enseñanza, 87, 469, 646. Institut d’Estudis Catalans, 614. Institut Français des Combustibles et de l’Énergie, 572, 582. Institut Technique, Roubaix, 239. Instituto agrícola de Alfonso XII/Instituto Nacional Agronómico, 555, 579, 588, 591, 601, 612. Instituto agrícola de San Isidro, Castellón de Ampudias, 469. Instituto de Ampliación de Estudios e Investigación Industrial, 558. Instituto de Artes Gráficas, Leipzig, 240. Instituto de Biología Ramón y Cajal, 612. Instituto cantonal de Física y Fisiología, Zurich, 581. Instituto Catalán de Artes del Libro, 221. Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI), 180, 181, 204, 469, 631.
Instituto Central de Experiencias Técnico-forestales, 579, 588, 592, 593, 595. Instituto de Electricidad y Automática, CSIC, 617. Instituto de Electrónica, CSIC, 616, 617. Instituto Electrotécnico Montefiore, Lieja, 180, 641. Instituto de ensayo de materiales de construcción, Zurich, 581. Instituto de Estudios Asturianos, IDEA, 538, 602. Instituto de Exalumnos de la Escuela del Trabajo de Barcelona, 469. Instituto de Experimentación/Istituto Sperimentale del Legno, de Milán, 587. Instituto Federal de Química, Zurich, 581. Instituto de Fermentaciones Industriales, CSIC, 613. Instituto de Fomento Industrial, Colombia, 658. Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias, IFIE, 528, 549, 562, 592, 594, 595, 606, 607, 608. Instituto Geográfico y Estadístico, 254. Instituto de Geología, Universidad Central, Venezuela, 549. Instituto Geológico y Minero, 528, 555, 604, 613. Instituto de Grabado/Institut de la Gravure de París, 241, 720. Instituto Gráfico bonaerense, 221.
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Índice onomástico
Instituto de Ingenieros Civiles, 61, 579, 606, 660, 662. Instituto Jorge Juan, CSIC, 614. Instituto del Hierro y del Acero, CSIC, 604. Instituto del Hierro y el Acero, Londres, 566. Instituto J. J. Rousseau, Ginebra, 666. Instituto de Material Científico, 50. Instituto de Metalografía y de la Mecánica, Barcelona, 257. Instituto Metalográfico, Berlín, 231, 710. Instituto de Microbiología Aplicada creado, CSIC, 612. Instituto Nacional/National Institute of Fruit and Cider, Universidad de Bristol, 582. Instituto Nacional de Geofísica, CSIC, 613. Instituto Nacional de Industria, INI, 528, 607,604, 618. Instituto Nacional de Previsión, 82, 88, 101, 104, 190, 206, 599, 600. Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas, 547, 589, 592, 602, 612. Instituto Nacional de Investigaciones y Experiencias Agronómicas y Forestales, 528, 589, 595, 606. Instituto de Orientación Profesional/Institut d’Orientació Professional/Institut Psicotècnic, Barcelona, 146, 161, 201, 202, 203, 204, 210, 664.
Instituto Pasteur, París, 584, 746. Instituto del Pino, Burdeos, 588, 744. Instituto Psicotécnico/Instituto Nacional de Psicotecnia/ Instituto de Psicología Aplicada y Psicotecnia/Instituto de Psicología Aplicada y Orientación Profesional/Instituto de Orientación Educativa y Profesional, Madrid, 151, 193, 201, 203, 204, 205, 629, 631, 652, 657, 664. Instituto Químico/École de Chimie Industrielle de Lyon, 240. Instituto de Química Industrial, Barcelona, 110. Instituto para la química de la madera de Abo, Suecia, 587. Instituto Químico de Burdeos, 728. Instituto de Racionalización del Trabajo, CSIC, 637. Instituto de Reeducación Profesional de Inválidos del Trabajo, Carabanchel, 114, 146, 152, 153, 193, 203, 204, 205, 260, 270, 651, 662, 666. Instituto Politécnico de Grenoble, 98, 230, 395, 587, 693, 706. Instituto de Reformas Sociales, 27, 70, 79, 82, 85, 87, 88, 104, 165, 195, 211, 212. Instituto Técnico, Liverpool, 229, 721. Instituto Tecnológico de Chicago, 540.
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Francisco Villacorta Baños
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), 233, 540, 680. Instituto Torres Quevedo, CSIC, 50. Institutos Generales y Técnicos, 42, 44, 268. Interessengemeinschaft Farbenindustrie (IG Farben), 262, 413. International Correspondence Schools, 228, 688. International Telephone and Telegraph Corporation, 454. Íñiguez de Betolaza, Fausto, 530. Irazazábal y Jaquetot, José, 550. Irenée-Jacamaz, jardinería, 411. Iruela, Luis Miguel, 203. Iturragagoitia, Antonio, 534. Iturralde, Julián, 579. Izaguirre Porset, José de León, 531, 532, 533, 535, 750. Izart, J., 231. Izquierdo y Garrido, sociedad, 447. Jackson, Willis, 243. Jacob Holtzer, metalúrgica, 298, 691, 697. Jacobo Schneider, sociedad, 452. Jacquard, Joseph-Marie, 387, 388. Jaime Fornés Comas, Benimamet, cerámica, 465. Jaime Schwab, maquinaria, 508. Jalón Hueto, Gerardo, 405, 710. James Gordon, sociedad, 348. Janet, Paul, 230. Jaquet, Eugène, 241. Jardín Botánico, Madrid, 28, 93, 612.
Jareño Hernández-Vaquero, José, 426. Jarque, Francesc, 458. Jasanoff, Sh., 851. Jaspar, Joseph, 353. Jato Miranda, David, 637. Jaumain, Serge, 324. Jean Baptiste Samoullier, limas, 336, 697. Jeffrey Manufacturing Co., maquinaria de minas, 532. Jenkins, D. T., 327, 392, 394. Jigaudon, G., 285. Jiménez, Andrés, 235, 710. Jiménez, Antonio, 710. Jiménez Blanco, J. I., 432. Jiménez Crozat, Luis, 530, 531, 568, 750. Jiménez Cuende, Francisco, 545, 590, 618, 750. Jiménez Fernández, J., 710. Jiménez García, E., 710. Jiménez González, José, 638. Jiménez Pérez, Narciso, 710. Jiménez Rico, A. M.ª, 579, 750. Jimeno, Rafael, 252, 260, 710. Joanxich Aymé, Francisco, 139, 143, 221, 244, 307, 316, 317, 516, 710. Joassart, Louis, 98. Jobert, Philippe, 300. John Brown, sociedad, 443, 503. John Innes Horticultural Institution, The, 586, 752. John George Brill Co. 451. John Lysaght Ltd., 328. Johnson and Phillips Ltd, 331, 724.
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Índice onomástico
Joly, Hervé, 286, 354. Jolyet, Antoine, 595. Jon, Jacques de, 98. Jones, Edgar, 328. Jones, G., 306. Jones, Robert, 346. Jones & Lamson Machine Co., 326. Jong, Sylvain de, 367. Jonquières, Henri, 400. Jordá Hermanos, 447. Jordana Soler, Luis, 548. Joris, Freddy, 353. José Fuente, limas, 447. José Méndez, imprenta, 460. José Merlo, bodega, 462. José Raventós, sociedad textil, 259. Jou, Luis, 400. Jouguet, Émile, 350. Jouve, molino aceitero, 410. Jové Carbonells, José, 711. Jover, Almirall y Biosca, S. L., 321. Jover y Serra/Isidro Jover y Cía, 456. Jover y Serra, Joan, 456. Jover y Costas, Joaquín, marqués de Gélida, 456. Jover Zamora, José María, 104. Juillerat, Romain-Paul, 241 Jules Carpentier, sociedad, 319, 320, 679. Jules Deiss, molino aceitero, 410. Jules Meyer, Barr, sociedad textil, 394, 694. Juliá, Santos, 100. Julian, Rodolphe, 242. Julio Sanjuán, taller automovilístico, 441.
Junkers, Hugo, 375. Junkers Luftwerkehr AG, 291, 375. 376, 683, 685, 694, 711, 723, 729. Junoy, Francisco, 190. Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), 14, 15, 38, 46, 80, 82, 85, 88, 92, 104, 149, 163, 164, 180, 190, 199, 201, 274, 558, 559, 586, 614, 636, 644, 645, 851. Just Jimeno, Julio, 711. Kabel Werke, cables/Siemens, 569. Kalle, sociedad química, 261. Karl-Schemmel Graphische Kunstanstalt, 570. Karnah V. C. Graphiche, 570. Katz, Cécile, 380. Katzir, Shaul, 352. Kaupp, Ernest, 457. Kellner, carroceros/Kellner frères successeurs, 98, 379, 380, 701, 711, 712, 738, 741. Kellner, Georges, 98, 379. Kepos, Paula, 345, 368. Kerschensteiner, Georg, 198, 199, 646. Kershaw, Ian, 208. Kessler, Julio, 423. Kessler, Laviada y Compañía, 423. Kettering, Charles F., 357. Ketin, fundición, 98, 326, 327, 699, 705. Ketin, Louis, 98. Keyder, Calman, 286. Kichner, M., 202. Kienitz-Gerloff, Felix, 595.
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Francisco Villacorta Baños
Kinard, Jeff, 323. King’s College, Londres, 616. Kipping, Matthias, 481. Kléber, familia, 395. Knight, Charles Y., 357, 367, 370. Knoblanch, Max, 98. Knorr-Cetina, Karin, 851. Kocher-Marboeuf, Eric, 236. Koditschek, Theodore, 394. Koehnlein, Max, 399. Köhne-Lindenlaub, Renate, 307. Koppon, Upsala, sociedad metalúrgica, 394, 712. Krahe Herrero, Guillermo, 636. Kruepper, Otto, 411, 733. Krugman, P., 850. Krupp, Fried, 452. Krupp, sociedad, 243, 305, 307, 312, 429, 492, 509, 568, 603, 710. Kuhlmann, grupo, 333. Kuhn, T. S., 478, 553. Kukawka, Pierre, 323. Kupélian, Jacques, 367. Kupélian, Yvette, 367. Kurgan-van Hentenryk, Ginette, 324, 339, 393, 493, 494, 513. Labhart, Walter, 312. Laboratoire de Biologie Végétale, Fontainebleau, 584. Laboratoire Dauphinois d’Hydraulique, 515. Laboratorio de Automática, Madrid, 270. Laboratorio de Celulosas, Madrid, 588.
Laboratorio central de la madera de Helsingfors, Finlandia, 587. Laboratorio criptogámico, Pavía, 585. Laboratorio de Entomología agraria de Portici, Nápoles, 585. Laboratorio de Entomología agraria, Universidad de Roma, 585, 744. Laboratorio de Física Atómica y Molecular, Collège de France, 617. Laboratorio de Investigación Industrial para la fabricación de vidrios científicos, 165. Laboratorio de Investigaciones Físicas, JAE, 558. Laboratorio de materiales cerámicos de Fróhlich, 264, 686. Laboratorio de Mecánica, Zurich, 581. Laboratorio de Química Aplicada a la industria de la Resina, Facultad de Ciencias, Burdeos, 579, 580, 750, 753. Laboratorio Químico Industrial/ Laboratorio Gómez-Pardo, 529. Laboratorio de Psicología experimental, Escuela de Altos Estudios, París, 667. Laboratorio y Seminario Matemático, Barcelona, 614. Labrador y de la Fuente, Enrique, Enrique, 182. Labrut et Reculle, cerámica, 415, 696. Lacasa Moreno, Alejandro, 532, 537, 538, 546, 574, 750. Lacasa Moreno, Enrique, 538, 545.
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Índice onomástico
Lacasa Moreno, Francisco, 537, 538. Lachiver, Marcel, 408. Lacombe, Lyon, muebles, 415, 684. Lacoste, P., 353. Lacruz Alcocer, Miguel, 152. Laffite, Vicente, 609. Lafón Lagares, Luis, 548. Lafuente, Antonio, 29, 273. Lafuma, Berthollet & Navarre, 395, 695. Lafuma, papelera, 395, 679. Lage Marco, Manuel, 90, 364, 441. Lagunilla, Manuel, 711. Lahera Ayuso, Félix, 711. Lahy, J. M., 667. Laín Entralgo, Pedro, 615. Láinez Gil, Felipe, 711. Lajusticia, Miguel, 90, 711. Lamard, Pierre, 238, 239, 245, 247, 189, 485. Lamb, Isaac-Wixon, 386. Lámparas Metal, 467. Lamy & Cie, 388, 740. Lamy & Giraud, 388. Lamy & Gautier, 388, 389. Lana Berasain, José Miguel, 603. Landaluce, J. A. de, 370. Landes, David S., 282, 283, 286, 287, 290, 292, 294, 316, 317, 334, 383, 385. Lang, Fritz, 160. Lang, Léon, 398. Lang, N.: 338. Langa Laorga, Alicia, 51. Langbein Pfanhauser-Werke/AEG, 332, 570.
Langlois, Hyacinthe, 400. Lanthier, Pierre, 500, 512, 851. Lápitz, Epifanio, 711. Lapourgny, sociedad textil, 390, 720. Largo Caballero, Francisco, 82, 92, 104, 190, 621. Larrañaga, Ramiro, 440. Larraz, Roque, 711. Lasala Suquilvide, José M.ª, 528, 574, 605, 750. Lasseur & Lacube, talleres, París, 381, 737. Lasso de la Vega Bugarín, Antonia, 115. Latour, Bruno, 486. Latrille, bodega, 407, 684, 704. Laurent, Isabelle, 324. Laureys Frères, 399, 716, 728. Laureyssens, Julienne, 393. Laveissière et Cie, 330, 331. Laviada, sociedad metalúrgica, 468. Laviada y Cía, 423. Lavy, A., 276. Lázaro Lorente, Luis Miguel, 41, 457. Lazúrtegui, Asunción de, 536. Lazúrtegui, Julio de, 536. Lazúrtegui, Mercedes de, 536. Leal Quiroga, Teodosio, 165. Lebeau, René, 236. Leboutte, René, 288. Lebrun, Pierre, 287, 393. Le Chatelier, Henry, 850. Lecomte, G., 402. Ledesma, Dimas, 252, 253, 256, 711.
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Legault, Réjean, 417. Legendre Frères, motores eléctricos, 149, 354, 720, 726. Legorburu Faus, Elena, 434, 503. Legoux, Yves, 197. Legros, J. P., 237. Leitz, C. M., 307. Lejard, André, 400. Lelorrain, Anne-Marie, 101, 237. Lemaire, Guy, 415. Lemal, Isidore, 98. Lemay, Marc-Henry, 407. Lemire & Cie, 388. Lemire & Danguin, 388. Lemire Père et Fils, 388. Le Möel, Michel, 228. Lemoine, Alexandre, 361. Lemoine, Bertrand, 303. Lentacker, Firmin, 296. Lequin, Yves, 323. Léon, Antoine, 228. León y Primo de Rivera, Ignacio, 81. León Sánchez, J., 591. Lequerica, familia, 536. Le Ray, Eric, 397. Le Roux, Muriel, 230. Lerroux, Alejandro, 547. Lescent, I., 851. Lesclous, René, 333. Levallois Perret, talleres, 359, 733. Levenfeld y Spencer, Federico, 459, 460. Lévy, Anne-Marie, 320. Lévy, Calmann, 402. Lévy, casa editora, 402, 701. Levy, Hermann, 851, 852. Lévy, Michel, 402.
Lévy, Nathan, 402. Lévy-Levoyer, Maurice, 303, 341, 362, 478, 849, 851. Liceo de Arte Industrial, Praga, 686. Lienard, Sylvie, 320. Lieutier, Paul, 412. Liève, La, sociedad textil, 393, 739. Liga de los Derechos del Hombre, 546. Liga Protectora de la Educación, 44. Lillo Orzáiz, Juan, 711. Lillo y Sanz, José, 549. Linares Rivas, Aureliano, 34. Linazasoro, Ignacio, 509. Lindqvist, F. W., 369. Linge Azur, sociedad, 414. Linhart, Danièle, 382. Linière Gantoise, sociedad textil, 393. Lipietz, Alain, 289. Lirón de Robles, Ángel, 593, 750. Lisbona Aguado, V., 252, 415, 711. Lissárraga Sobrinos, decoración, 465, 466. Lissarrague, Pierre, 373. Livet, Georges, 392. Llaguno, familia, 536. Llanas, Manuel, 460. Llaneza Gil, Manuel, 223, 645, 646, 660. Lleó Silvestre, Antonio, 538, 599, 600, 605, 606, 750. Llerandi Pérez, Francisco, 115. Llewellyn, David, 326, 327, 328. Lliso, Ricardo, 411, 713.
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Índice onomástico
Llonch Casanovas, Montserrat, 386, 456, 457, 522, 523. Llorden Miñambres, Moisés, 467. Llorente, Vicente, 453. Lloyd, W. Francis, 269. Lluch, Ernest, 847. Llusá y Marcet, Francisco, 227, 239, 251, 252, 256, 385, 713. Lobet, Léon, 95, 98. Lobin et Druge, prensas de aceite, 410. Locke, Robert R., 852. Loewe, Ludwig, 315. Lo Faro, Frédéric, 334. Loma y Oteyza, José Luis de la, 548. London Hospital, 696, 708, 723, 736, 738. Longueira, José María, 252, 260, 712. López, Anselmo, 234, 252, 712. López, J. Damián, 320. López, José, 712. López, Teodoro, 712. López Acebedo (Acevedo), Santos, 227, 232, 245, 247, 252, 377, 712. López Álvarez, Alfredo, 49. López Arroyabe, A., 712. López Arroyo, 29. López Carrillo, José María, 364. López y Cía, sociedad textil, 457. López Cortón, Carmen, 466. López Fernández, C., 556, 619. López García, Santiago, 274, 282, 442, 477, 488, 497, 559, 617, 618, 619. López Málaga, José, 712.
López i Martínez, Olga, 197. López Mateos, F., 137, 227, 250, 252, 713. López Mateos, José, 80, 568, 751. López-Morell, Miguel A., 499. López-Ocón Cabrera, Leoncio, 552. López Oñate, ingeniero, 645. López Pedralles, Jesús, 713. López Sánchez, José María, 644. López Selva, Alberto, 182. López Suárez, Juan, 586. López Tello, Aníbal, 462, 463, 713. López-Tello, familia, 462. López Torre, Rafael, 607. Lora Tamayo, Manuel, 638. Loredo Barrial, Luis, 713. Lorente Lorente, Jesús Pedro, 147. Lorenzo Carretero, C., 152. Loria, Prospero Moisè, 235. Loring, familia, 435. Lorraine-Dietrich, sociedad, 371, 372, 375, 442, 682, 704. Loscertales, Javier, 53, 262, 413, 452, 510, 514. Loti, Pierre, 402. Lotka, Alfred J., 551. Loubet, Lean-Louis, 359, 360, 361, 362, 363. Lozano Courtier, Alberto, 444, 492. Lozano López de Medrano, Celia, 25, 480, 621. Lucas, Antonio de, 437. Lucas Martín, Antonio, 156, 159. Lucas Vegas, Rafael de, 438. Lucena, Manuel, 713. Luchsinger, Federico, 549.
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Francisco Villacorta Baños
Luciani, Jacques, 285. Luis Bordás/Autódromo, 441. Luis Martín, Francisco de, 138, 469. Luis Thierry, relojero, 468. Luna, Carlos, 448. Luque, Isidoro, 252, 255, 713. Lusa Monforte, Guillermo, 35, 36, 47, 229, 852. Ludwig Loewe & Cie, 244, 291, 315, 316, 317, 321, 439, 509, 512, 710. Ludwig & Mayer, fundición tipográfica, 403. Lumière, hermanos, 320. Luzuriaga, Javier, 445. Luzuriaga, Lorenzo, 199. Lyonnaise des Eaux, 330. Lys, sociedad textil, 393 Maas, Walter, 400. Machimbarrena, Vicente, 230. Mackay, Enrique, 550. Macleod, Roy, 850. Mas, Francisco de, 311, 313. Maschinenfabrik, Augsburgo, 312. Maschinenfabrik Oerlikon, 313, 314, 337, 338, 508, 509, 512, 521, 568, 569, 697, 710, 726. Oerlikon-Bührle, 314. Maschinenfabrik Winterthur/Schweizerischen Lokomotiv- und Maschinenfabrik, 244, 258, 313, 429, 521, 727. Macho Bergia, Francisco, 714. Macías, Olga, 444. Madariaga y Rojo, Ascensión, 204, 658.
Madariaga y Rojo, César de, 85, 87, 100, 102, 103, 104, 105, 111, 114, 115, 127, 131, 141, 142, 146, 151, 152, 153, 163, 165, 166, 167, 169, 170, 171, 172, 174, 175, 177, 178, 180, 191, 192, 193, 195, 198, 200, 201, 203, 204, 205, 208, 218, 226, 229, 272, 528, 548, 596, 597, 621, 622, 624, 626, 627, 630, 635, 649-667, 751. Madariaga y Rojo, Salvador, 204, 630. Madrigal Collazo, Alberto, 549. Maduero Box, Manuel, 543. Madurga Val, Francisco, 252, 385, 714. Maesa, José, 90, 714. Magarolas, Mateo, 251, 714. Magnesitas de Navarra (Magna), 534. Maison Bernard, impresión, 692. Maison De Dietrich, 375. Maison Dumont, carrocero, 741. Maison Feson, 679. Maison Fontaine-Spitaels, metalurgia, 293. Maison Langlois, impresión, 399, 697, 703. Maison Mannier, Paris, encuadernación, 687. Maison Raymond, fotograbación, 686. Maison Robert, 332, 709. Maison Secrétan, 331. Maison Victor Michel, 332, 709. Majuelo Gil, Emilio, 461. Malégarie, Ch., 245.
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Índice onomástico
Malerba, F., 476. Mallart i Cutó, Josep, 146, 193, 199, 200, 203, 205, 206, 852. Mallet, Pierre Eugène, 98. Mallol Fernández, Alberto, 604. Maluquer de Motes, Jordi, 387, 455, 852. Maluquer Nicolau, José, 271. Malvezin, Frantz, 405, 406. Malvezin, sociedad, 405, 717, 731. Manau Artigas, Arturo, 714. Mancebo, M.ª Fernanda, 181. Manchester, William Raymond, 307. Manció, Joaquín, 252, 259, 384, 714. Manfrass, Klaus, 217, 240, 378. Mani, Juan, fundición, 222. Manich, Julián, 471. Manjarrés y Bofarull, Ramón de, 33, 410. Mannix, Loretta H., 233. Manuel Cardona, imprenta, 461. Manuel Valdés, Carlos M., 549, 556, 592. Manzano Rodríguez, Pablo, 531. Manufactura Nacional de Sèvres, 150, 241, 263, 264, 416, 706, 742. Manufacture d’armes de guerre, Saint Étienne, 322. Manufacture française d’armes et cycles de Saint Étienne/Manufrance, 321, 322, 323, 366, 370, 691. Manufacture Générale de Caoutchouc G. Jenatzy-Leleux, 576.
Manufacture Liégeose de Caoutchouc O. Englebert Fils & Co., 576. Mañas, Fabián, 431. Maño Fuste, Federico, 714. Maoui, Gérard, 373. Maquinista y Fundiciones del Ebro, 266, 267, 268, 269, 429, 430, 490. Maquinista Guipuzcoana , La, Beasain, 256, 434. Maquinista Terrestre y Marítima, 95, 356, 258, 313, 428, 429, 432, 522. Mar, Alberto, 81, 83. Marbá Planas, Julio, 245, 255, 714. Marca y Otzet, sociedad, 261. Marcel, A., 98. Marcel Dassault, sociedad, 373. Marcel Dassault-Bréguet Aviation, 373. Marcelin, Franck, 319. Marcén, Ernesto, 310, 312, 714. Marchal, talleres, 383, 695. Marchant, Camille, 99. Marchant et Stichelmansa, sociedad, 99. Marcilla Arrazola, Juan, 544, 552, 591, 610, 612, 751. Marco Díaz, Salvador, 715. Marco Pardo, Emilio, 715. Marco Pérez, Agustín, 715. Marcos Alonso, Jesús A., 37. Marconi, sociedad, 467. Marconi plc, 346. Marcos Ocejo, Adolfo, 715. Marcos Vallaure, Emilio, 54, 467. Marés, Vicente, 715.
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Francisco Villacorta Baños
Mardaga, P., 292. Margam Iron & Steel Works, 327. Marichalar y Monreal, Luis, vizconde de Eza, 104. Marín Eced, Teresa, 164, 198. Marín Hervás, Antonio, 657. Marín Ortiz, José, 715. Marín Sepúlveda, T., 715. Marinoni, Hippolyte Auguste, 397. Marinoni, sociedad, 98, 397, 403, 511, 690, 718, 735, 741. Markle, G. E., 851. Marquina, Javier, 852. Marrel, sociedad, 303. Marriot, Oliver, 346. Marseille, J., 345. Martí Dalmau, Francisco, 80. Martí Gispert, Pablo, 637. Martin, Henri-Jean, 399, 400. Martin, Marc, 397. Martin, Michel, 236. Martín, Vicente, 715. Martín Aceña, Pablo, 100, 215, 436, 437. Martín Basterrechea, J., 715. Martín Bolaños, Manuel, 594, 608, 751. Martín Cabero, Juan 132. Martín Frechilla, Juan José, 549. Martín González, Carmen, 282. Martín Maestre, Jacinto, 148, 149, 255, 716. Martín Patino, Basilio, 448. Martín Rodríguez, José Luis, 852. Martín Rodríguez, Manuel, 310. Martín Sainz, Tomás, 716. Martín Sánchez Juliá, Fernando, 149.
Martín de Vidales, Fernando, 426. Martín de Vidales, Luis, 426. Martinet, impresor, 401. Martínez, Miguel, 81, 83, 84. Martínez, Pilar, 130. Martínez del Cid, José, 717. Martínez Díaz, José Luis, 462. Martínez Falero, Vidal, 142. Martínez Fernández, S., 716. Martínez Franco, Jesús, 751. Martínez Lacuesta, bodega, 463. Martínez de Lamadrid, Abelardo, 637. Martínez Lorente, G., 454. Martínez-Risco, Manuel, 558. Martínez Rivas-Palmer, consorcio, 503. Martínez Marañón, Miguel, 244, 302, 375, 491, 716. Martínez Millán, Carlos, 716. Martínez Mónico, Manuel, 716. Martínez Montalvo, Mercedes C., 590. Martínez París, José, 326, 716. Martínez Pérez, José, 193. Martínez Romero, M.ª Francisca, 444, 852. Martínez Ruiz, José Ignacio, 426, 431. Martínez Sastre, Rosa M.ª, 438. Martínez Serrano, José A., 282. Martínez-Val Peñalosa, J. M., 852. Martínez Zamanillo, F., 717. Martos, José, 717. Marvá Mayer, José, 82, 104, 190, 852. Más, Agustín, 717. Más, Regino, 465.
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Índice onomástico
Mascaraque Yepes, Felicísimo, 115, 636. Maschinenbauanstalt Humboldt, locomotoras, 568, 748. Maschinenfabrik Rüti, 254, 385, 386, 680, 687. Mäser, Julius, 240. Massagué, Antonio, 227, 251, 258, 717. Massana, Andrés, 717. Massèra, Bernard, 382. Massó Jové, José, 233, 717. Massó Llorens, A., 258, 718. Massó y Llorens, M., 38, 164, 238, 508. Mata-Perelló, Josep M., 534. Mataix, Miguel, 79. Mateo Aranda, Porfirio, 144, 252, 718. Mateo Nieto, Prudencio, 604. Mateos González, Francisco, 194, 252, 260, 718. Material para Ferrocarriles y Tranvías, San Martí de Provençals, 256. Material Móvil y Construcciones, sociedad, 434. Matériel d’Imprimerie et Machines-Outils, 398. Matéu, Francisco, 90, 718. Matéu, José María, 459. Matéu, M., 854. Mathis-Hermes, sociedad, 368. Matías Rodríguez, Roberto, 534. Matilla Quiza, M.ª J., 521. Mato Díaz, Ángel, 472. Matschoss, C., 315. Mattern, Ernest, 360, 361.
Maura, Antonio, 66. Maurel, Jean-Claude, 245. Mauri Ablanque, P. V., 152. Mauri Castro, Antonio, 718. Maxim Nordenfelts, sociedad, 306, 509. Maybach, Wilhelm, 357. Mayolle, Béatrice, 414. Mayoral y Escacho, Antonio, 48. Mayr, Ernst, 595. Mayrisch, Émile, 305. Mayordomo, Alejandro, 35. Mazé, Pierre, 584. Mazzoleni, Roberto, 326. McDermott International, Inc, 309. MDC, grupo textil, 389. Meana González, Celestino, 718. Medina Doménech, Rosa M., 110, 852. Medio, Luis, 718. Meerten, M. van, 855. Mees, Ludger, 463. Megnint, Lucien, 349, 516. Meilán, Antonio, 193, 203. Melendreras, Julio, 718. Meléndez, Santiago, 719. Melero Retes, Antonio, 233, 251, 408, 719. Melgar Camarzana, Manuel, 438. Mellado Soler, Milagros, 114, 636. Melot, Michel, 398. Mendel, Gregor J., 585. Méndez, Jesús, 719. Mendiguren Eguiguren, Alberto, 719. Mendoza, Antonio, 451. Menéndez Acebal, F., 252, 719.
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Menéndez Navarro, Alfredo, 110. Menéndez Ormaza, Joaquín, 660, 663. Menéndez Pelayo, Marcelino, 273. Menéndez Pidal, Ramón, 104, 615. Menéndez Puget, Laureano, 563, 573, 584, 585, 604, 751. Menéndez Valdés, Manuel, 540. Mengemor, sociedad, 451. Menoyo Butrón, F., 719. Merger, Michèle, 60, 273, 300, 365, 507, 851. Mérida, Braulio, 719. Mérimée, Prosper, 402. Merino Martínez, Marcos, 443. Merllié, Dominique, 219. Merlin Gerin, sociedad, 300, 301. Merry del Val, Alfonso, 95. Merton, R. K., 478, 553. Mesonero Hernández, Leoncio, 115. Messeguer Pardo, José, 115, 637. Mestral, Aymon de, 318. Mestre, José, 605. Mestre Artigas, Arnesto/Arnest, 552, 576, 590, 751. Mestre Artigas, Cristóbal, 590. Mestres Cabanes, Luis, 139, 383, 719. Metalúrgica Rosés, 472. Metall-Kunst-Werkstatten, 570. Métallurgique Électrique, Saint Satur, 331, 709, 729, 742. Métallurgique Électrique, Vitrysur-Seine, 331, 700, 716, 718. Metalúrgica Aragonesa, 256. Metcalfe, J. S., 486.
Metropolitan Railway, sociedad, 306. Metropolitan-Vickers Electrical Co., 306, 347, 508, 740. Metropolitan-Vickers Works School, 243. Metzel, Bruno, 240. Meyan, Paul, 363. Meyer, Robert, 305. Michel, Georges, 402. Michel Lévy Frères/Michel & Calmann Lévy, 402. Michelin, sociedad, 361, 576. Michiel van der Mey, Maarten, 377. Midant, Jean-Paul, 241. Mieg, H. A, 312. Mielgo, H., 614. Mier González, J. Aníbal, 439. Miesse, sociedad automovilística, 368, 370. Miguel Caravantes, bodega, 462. Miguel Eribarren, bodega, 462. Miguel Escuder, motores de gas, 256. Migueláñez Jorge, José, 720. Miguet, Danièle, 389. Milano, Miguel, 313. Millerand, Alexandre, 63, 275, 276, 277. Mimard, Étienne, 321, 323. Mina Arrayanes, 532. Minas y Ferrocarril de Utrillas, 531. Minas de Teverga, 529, 531. Miner Bautista, Manuel, 720. Minerais et Métaux, S. A., 330.
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Índice onomástico
Minerva Motors, sociedad, 98, 351, 367, 368, 510, 686, 712, 722, 723. Miquel, Juan, 251, 259, 385, 720. Mirabile, Lisa, 300, 338, 346. Mioche, Philippe, 298, 333. Mira y López, Emilio, 201, 203, 205. Miralpeix, Concepció, 110. Miranda González, Jesús, 545, 546, 580, 582, 584, 601, 751. Miranda González, Juan, 582, 583, 597, 598, 752. Miranda Niverio, Luis, 543. Miravet Agraz, Enrique, 539, 572, 582, 752. Misión Biológica de Galicia, 586. Mitch, David, 217. Moine, Jean-Marie, 297. Mokyr, Joel, 217, 252, 476, 517. Molero Zayas, José, 282. Mollier, Jean-Yves, 399, 401, 402. Moneo, talleres/Moneo Hijo y Cía, 253, 425, 426. Monès i Pujol-Busquets, Jordi, 25, 37, 471, 853. Monet-Jover Albertville, jardinería, 411. Monier et Carriot, talleres, 383, 703, 719, 736. Monnet, J. B./Préparation textile et tissage Jean Monnet, 388, 711, 714. Montagut, Federico, 265. Montaner, Miguel, 720. Monte de Piedad y Caja de Ahorros de León, 533. Monteagudo, José María, 654.
Montens, Valérie, 324. Monterde, José, 93. Montero, Jaime E., 137, 194, 252, 260, 720. Montero, Manuel, 853. Montero Salcedo, Francisco, 534. Montes, A., 205. Montes, F., 432. Montes Peón, J. M., 422. Montesino y Espartero, Luis, marqués de Morella, 540. Montessori, María, 646. Montessuy et Chomer, sociedad, 390. Montgolfier, Étienne, 396. Montgolfier, Joseph, 396. Montgolfier, papelera, 396, 679. Montiel, papelera, 460. Montiel y Balanzat, Luis, 460. Montojo, Jorge, 543. Montoya, Vicente, 720. Monville, J., 340. Mora y Abarca, César de la, 453. Moral Diego, Fernando, 720. Morales, Veremundo, 720. Morales Soro, María Cruz, 646. Morane, Léon, 373. Morane, Robert, 373. Morane-Saulnier, 372, 373, 729, 734. Morcillo Ortega, Patricio, 476. Moreau, J. L., 848. Moreda y Gijón, sociedad, 254, 422, 256, 472, 645, 849. Morel, impresor, 401. Morel, Juan, 437. Morelli, Anne, 211, 853. Moreno, Roberto, 270, 418.
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Moreno, Alfredo, 451. Moreno Benavente, J., 720. Moreno Blanco, José, 721. Moreno Caracciolo, Mariano, 102, 115, 137, 143, 164, 167, 190, 232, 630. Moreno Costa, Rafael, 721. Moreno Lázaro, Javier, 315. Moreno Luzón, J., 43. Moreno Moré, José Luis, 853. Moret, Rosa M., 205. Morgan, Thomas H., 585. Morilla, J., 250. Morillo, José, 167. Morrisson, Christian, 217. Mors, Émile, 362. Mors, Louis, 362. Morsel, Henri, 339, 348, 390, 395, 512. Mortera Pérez, Artemio, 439. Moscoso, Javier, 29. Moteur Électrique, Le, sociedad, 354. Motobloc/ S. A. des Automobiles Motobloc, 366, 371, 730. Motorenfabrik Deutz, 312. Motores Euro, 441. Motores JM, 354. Motteroz, impresor, 401. Motti, Henri-Albert, 400. Mouhoud, El Mouhoub, 480. Mousseau, J., 329, 371, 372. Moutet, Aimée, 159, 326, 335, 360. Moya, Antonio, 451, 721. Muesa, José, 721. Muir, Augustus, 308. Munerati, Ottavio, 585. Muns, Eva, 466.
Muntadas, Luis, 510, 513. Muntadas y Campeny, familia, 455. Muñiz y Olano, ingenieros, 340. Muñoz, Juan, 853. Muñoz, Lorenzo, 80, 268. Muñoz Díaz, Manuel, 152, 721. Muñoz Duarte, Pelayo, 422, 423, 467. Muñoz Dueñas, María Dolores, 54. Muñoz Garmendia, Félix, 29. Muñoz Machado, Santiago, 560. Muñoz Martín, Manuel, 721. Muñoz Martínez, Dalmau, 721. Muñoz Rubio, Miguel, 310, 430, 433, 434, 507, 521. Museo de Ciencias Naturales, Madrid, 586. Museo Pedagógico, Madrid, 465. Museo Social, Barcelona, 202. Muzelle, sociedad textil, 390, 715. Myant, Martin R., 304. Myro, Rafael, 282. Nadal, Jordi, 54, 215, 265, 280, 314, 349, 387, 395, 429, 439, 445, 455, 456, 457, 502, 503, 508, 851, 853. Naegel, Paul-Antoine, 350. Nagelmackers, Georges, 379. Nagore Nagore, Daniel, 545, 552, 602, 603, 609, 618, 752. Nahm, Gerardo, 316, 847. Nakajima, Toshikatsu, 365, 398. Naranjo Orovio, Consuelo, 644. Nardiz, Gonzalo de, 549. National Institute of Agricultural Botany, 586.
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Índice onomástico
National Physical Laboratory, Teddington, 616. Navajas Zubeldia, Carlos, 463. Naval Construction & Armaments Company Limited, 306. Navarre, André, 395. Navarro Esparver, José, 721. Navarro de Palencia, Jesús, 543, 585, 586, 752. Navas, Alfonso, 586. Navas, Casimiro, 721. Negrín, Juan, 110. Neira Campos, Ana, 534. Neira y Franco, Manuel, 578, 752. Nelson, Richard R., 476, 486. Nerval, Gérard de, 402. Nespral y Cia, sociedad minera, 531, 532, 535. Neufeld, John L., 343. Neufville, Jacobo de, 403. Neyret, Beylier & Cie, sociedad, 348, 349, 710. Neyrpic, sociedad, 349, 445, 508, 515. Nicolau, Edmond, 617. Niè, Giovanni, 585. Nielsen, Morris, 309. Nieto, Alejandro, 179. Nieto, Manuel, 722. Nieto González, J. R., 425, 426. Nieto Molinero, Juan, 722. Niffle, Joseph, 294. NOHAB, locomotoras/Saab, 574. Noiriel, Gérard, 211. Nomblot, Alfred, 412. Nomblot-Bruneau, horticultura y jardinería, 411, 692, 713.
Norddeutsche Affinerie, galvanoplastia y niquelado, 570. Normand, sociedad textil, 392, 728. Norton Co., 326. Nouvelles Usines Bollinckx, 98, 99, 368, 507, 679, 734. Noval, Nicasio, 722. Novell Pujol, Virgilio, 722. Novo y Miguel, L., 33, 51, 169, 170, 178, 195, 196, 626. Nuevo Vulcano, sociedad, 428, 522. Núñez, Clara E., 217, 250, 436. Núñez Riega de Tejeiro, G., quesería, 463. Núñez Romero-Balmas, Gregorio, 449. Núñez Tomás, Francisco, 167. Nussbaum, Helga, 341. Nussberger, James, 318. Nvssen, Eugène, 98. Nydqvist & Holm, 574. O’Brien, Patrick, 286. Observatorio Astronómico, 28. Observatorio de Fitopatología de Extremadura, 601. Ochoa Parias, Antonio, 185. Ocina Alejandre, Andrés, 722. Oficina técnica Winter-Combier, 641. Ojeda, Germán, 421, 422, 423, 531. Olagüe de Ros, Guillermo, 110. Olariaga, Luis, 659. Olazábal, Rafael, 444. Olds, Ransom, 357.
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Francisco Villacorta Baños
Oleificio Sperimentale, Porto Maurizio, 264, 682. Oleificio Sperimentale, Spoleto, 234, 410, 741. Olier/ Société des Établissement A. Olier, sociedad de caucho, 576. Olivé Roig, Sebastián, 539. Olivella, puntas, 472. Oliver d’Aubocasser, J., 590. Olivier-Utard, F., 480. Ollé Romeu, José María, 852. Oller Martínez, Antonio, 193. Olmer, Philippe, 231. Olmo, María del, 722. Olszewski, Eugenjusz, 492. Omaechevarría, Juan, 722. Omnium Ibérico Industrial, 466. Orbaiceta, fábricas de armas, 438. Orbaiceta, grupo, 445. Orconera Iron Ore, Bilbao, 509. Ordás, Amando, 586. Ordóñez, Leticia, 263. Orduña, Carlos de, 230. Orfanato Minero Asturiano, 89, 645, 646, 647. Oriach Rovira, Antonio, 722. Oriol, familia, 533. Oriol, Román, 448, 532. Oró, Eduardo, fundición, 221. Ortega Cantero, N., 35. Ortiz, José, 252, 258, 723. Ortiz de Echagüe, José, 442. Ortiz Leguina, Vicente, 723. Ortiz de Villajos, José M.ª, 215, 250, 428, 433, 443, 444, 518, 522. Ortsman, Oscar, 159.
Ortún, José Benito, 723. Ortuño, Emilio, 605. Osorio, L. componentes aviación, 443. Osorio, María del Pilar, 96, 723. Osorio y Gallardo, Ángel, 79, 80. Oswald, Jean, 353. Otamendi, Miguel, 82, 104, 190, 451. Otero Carvajal, L. E., 454, 509. Otero Fernández, Alejandro, 271. Otis, Elisha Graves, 451. Otis, sociedad, 348. Ott, Florence, 238. Otzet, Antonio, 108, 251, 261, 412, 723. Otto, Béziers, sociedad vinícola, 258, 408, 688, 696, 732. Otto, Nicolaus August/Patente Otto, 357, 568. Oyarzun Larrayoz, Francisco, 550. Pabón, Jesús, 275. Padilla, José María, 205, 206. Padrós, A., s. a., maquinaria textil, 457. Padrós, José, 268. Pagán Tuduri, Fermín Juan, 723. Pajares Bueno, Eduardo, 723. Palacio Lis, Irene, 599. Palacio Morena, J. I., 88, 212. Palacios, Leopoldo, 166. Palacios González, Pascual, 137, 139, 723. Palencia de la Torre, Tomás, 348, 539, 724. Paliza Monduate, M. T., 425, 426. Palladino, Paolo, 586.
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Índice onomástico
Palomares, Mariano, 734. Palomares Montes, Pedro, 152. Palop Cuenca, José, 393, 724. Pando-Argüelles y Kreibich, Francisco, 575, 752. Panhard, René, 357. Panhard-Levasseur, 99, 370, 380, 383. Pan-Montojo, Juan, 543, 544, 546, 547, 548, 550, 551, 552, 557, 589, 611. Papelera Guarro-Casas, 396, 397. Papelera Española, 459, 460. Papelera Madrileña, 460. Papelera del Sur, 260. Papier Technische Institut de Göthen, Das. Alemania, 587. Paquier, Serge, 311, 319, 343, 352, 480, 513. Paradelo Prada, Luis, 604. Parejo, Antonio, 265. Parent, Basile, 302 Parent, Jean, 482. Parent, Jean-François, 348, 390, 395. Parent, Schaken, Caillet et Cie, 302. Parés, Quirico, 79, 723. Parmentier, Nicaise et Delcuve, 310. Parody, Enrique, 81. Parrado Suárez, Cándido, 724. Pasamontes Castellanos, Ángel, 543. Pascau Olivés, Francisco, 338, 339, 539, 575, 576, 752. Pascual Bonis, Ángel, 461. Pascual y Cía., sociedad textil, 456.
Pascual Corral, Javier, 591. Pascual Doménech, Pere, 54, 310, 426. Pascual Escribano, Manuel, 147, 724. Pascual i Prats, Josep, 110. Pasleau, Suzanne, 288, 292, 295, 296, 310, 506, 851. Pasqual de Pobil, J., 184. Pasquasy, François, 293. Passaqui, Jean-Philippe, 299, 300. Passarieux, Pierre, 281. Passer, Harold C., 337. Pasteur, Louis, 236. Pastor Pérez, Vicente, 593, 752. Pastor Velasco, Ángel, 271. Pastur, Paul, 229. Pateras, Raúl, marqués de Pescara, 441. Paternina, bodega, 463. Patilla, conde de la, 367. Patiño, Esteban, 79, 90, 724. Patiño, José, 444. Patón Suárez, Eusebio, 724. Patrimonio Forestal del Estado, 556, 605. Patronato Alfonso el Sabio, CSIC, 614. Patronato Alonso de Herrera, CSIC, 612, 613. Patronato Juan de la Cierva, CSIC, 274, 559, 613, 616, 617, 618. Patronato Raimundo Lulio, CSIC, 616. Patyn, Georges Pierre, 98. Paul, Harry W., 406, 407, 579. Paul Arzac, J. L., 440, 853.
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Francisco Villacorta Baños
Paul Dupont, imprenta, 398, 399, 679, 692, 718, 731. Payen, J., 285. Pearson, Frederick S., 501. Pech et Cie, imprenta, 403, 715. Pechiney, sociedad, 330, 331, 333. Pechiney-Ugine-Kuhlmann, grupo, 333. Pederson, Jay P., 296, 338, 345, 360. Pedro, Simeón de, 607. Pedro Oromi y Cia., 349. Pedrola, Antonio, 252, 724. Peignot, Charles, 400. Pejenaute Goñi, Javier María, 461. Pellegero y Cucalón, J., 431. Pellegero Soteras, José, 431. Pelzer et Fils, sociedad textil, 393. Pellón Ezquer, Margarita, 115. Penela, José Ramón, 403. Peña, Manuel, 724. Peña, Ramón, 646. Peña y Braña, Luis de la, 613, 753. Peña García, Alfredo, 725. Peñas Mesqui, Mariano de las, 539, 540, 541, 545, 753. Peñuelas, Rafael, 725. Pépin, Mauricio, 453. Pequeño González-Ocampo, Luis, 601, 753. Perea, Manuel, 725. Pereira Legarreta, A., 725. Perèire, banca, 452, 501. Perero Casuso, F., 725. Pérez, F., 848. Pérez, Francisco, 725. Pérez, José, 725. Pérez, Moisés, 725.
Pérez, Vicente, 725. Pérez Camps, Josep, 264. Pérez Carrera, José Manuel, 459. Pérez Díaz, Víctor, 853. Pérez Fernández, Francisco, 205. Pérez García, Mauro, 726. Pérez Garzón, J. Sisinio, 853. Pérez Moneo, Anselmo, 425. Pérez Moya, Francisco, 726. Pérez del Pulgar, José Agustín, 165, 180. Pérez Romagnoli, Eduardo, 406. Pérez Salado, José, 532. Pérez Sánchez, Guillermo A., 253, 435. Pérez Trillo, Ana, 96, 726. Pérez-Urruti Villalobos, J. A., 538, 545, 594, 596, 599, 605, 606, 753. Perezagua, Francisco, 426. Peris, Diego, 437. Perojo, José del, 459. Péroz, Francis, 245. Perramón Malgrá, Juan, 726. Perret-Olivier, sociedad química, 413. Peset, José Luis, 273, 853. Pestre, Dominique, 290, 343. Petersen, J. C., 851. Petillon, Chantal, 391. Petit, Émile, 374. Petit, bodegas, París, 409, 683. Pétrier, Tissot et Raybaud, sociedad, 352, 354, 731, 733. Peugeot, Armand, 357. Peynaud, Émile, 407. Philips, sociedad, 356, 617.
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Índice onomástico
Phoenix, sociedad, Gante, 310, 685, 686, 701, 736. Physikalisch-Technische Reichsanstalt, 583. Piat, Jean, 391. Piccard, Paul, 318. Piccard-Pictet, sociedad, 318, 349. Pich y Pon, Juan, 453. Pichon, Léon, 400. Picinbono, Bernard, 232. Pico Torres, Tiburcio, 726. Picon, Antoine, 853. Pictet, Raoul, 318. Pidal y Mon, Luis, 41, 69. Piedboeuf, Adrien G., 367, 368. Pieper, Henri, 351. Pieper, sociedad, 351. Pieper-Impéria, sociedad, 351. Pierre-Toussaint Déchazelle, sociedad, 388. Pierron, Louis, 90. Pietro Baretta, sociedad, 321. Pifarré, José, 252, 254, 726. Pijoán, Fernando, 726. Pilling, P. W., 60. Pillon, Thierry: 249. Pinar, Susana, 548, 586. Pinault, Michel, 277. Pinch, Trevor J., 290, 414, 851. Pino, Eulogio del, 727. Piñal, M. B., muebles, 465. Pirani, Emilio, 344. Pitcairn Aircraft, J., 539. Pittaluga, Gustavo, 585. Pizcueta, José, 464. Planas, Flaquer y Cía/Talleres Planas, 222, 349, 445, 503, 515.
Plant Breeding Institute, Cambridge, 586. Platt Brothers, maquinaria textil, 258, 385, 507, 508, 714, 718, 730. Platt, D. C. M., 53. Plessis, Alain, 853. Plumpe, Gottfried, 413. Poffer, orfebrería, 415. Poggi, Laurence, 380. Poidevin, Raymond, 305. Poillot, talleres, 383, 703. Polacco, Michel, 364. Polavieja, general, 41. Poldi, acerías, 303, 304, 508, 691. Polino, Marie-Noëlle, 300, 365, 507. Polo, Emilio, 364. Pont-à-Mousson, sociedad, 313, 348. Pons y Gelí, sociedad textil, 259, 456. Pons Pons, Francisco, 259, 727. Pontes Lillo, Amadeo, 164, 853. Ponting, J. G., 394. Pontox y Cie, caucho, 576. Ponty, Janine, 211. Popelier, J.-P., 391. Porta Ramoneda, Isidro, 727. Portella Batista, Claudio, 727. Portilla Camporro, S. 255, 727. Portland Yberia, cementos, 430. Posada, Adolfo, 276, 277. Postma, Thijs, 376. Potasa, sociedad/Imperial Chemical, 549. Potez, sociedad, 373. Potez y Bloch, sociedad, 367, 375.
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Francisco Villacorta Baños
Pouchain, Pierre, 391. Poulain, Dominique, 237. Poupard, Laurent, 416. Powell Duffryn Associated Collieries, 328. Pozo Rodríguez, Pedro del, 549. Praag, Ph. van, 293. Prado Reyero, Julio, 535. Prados Martínez, F., 533, 546, 579, 580, 753. Prage Eisenindustrie, sociedad, 569, 743. Prat Codina, Valentín, 243, 252, 258, 302, 312, 313, 727. Prat y Gay, Fernando de, 182. Prat Murria, Enrique, 727. Préaud, Tamara, 241. Prelle, sedería, 388. Prensa Gráfica, 459. Price, Derek J. de S., 478, 551, 553. Prieto, Indalecio, 271, 657. Primo de Rivera, Miguel, 49, 51, 155, 164, 182, 206, 556, 557, 651, 653. Productos minerales, sociedad anónima (PROMISA), 535. Profunda, La, mina de cobre, 533. Provedo, José, 591. Prieto, Pablo, 133, 135, 136, 137, 138, 139, 194, 245, 246, 247, 252, 260, 334, 348, 727. Protheroe-Jones, Robert, 327. Pueo, Basilio, 728. Puerta, Natividad de la, 853. Puerta Yáñez-Barnuevo, Francisco de la, 753. Puig, Nuria, 262, 413, 511, 514.
Puig Aguilar, R., 36. Puig-Samper Mulero, Miguel Ángel, 29, 558. Puig y Vilar, Santiago, 579, 753. Puissant, Jean, 324. Pujadas, José, 251, 259, 728. Pujol y Casacuberta, 456. Pujol, Casacuberta y Corbera/La Sedeta, 456, 457. Pujol, Comabella y Cía, sociedad aeronáutica, 442. Pujol, Manuel, 227, 251, 259, 407, 728. Pulgar Encinas, Rosa M.ª, 110. Pulligan International, 456. Punnett, R. C., 585, 586. Puntí Santacreu, Román, 728. Puy, Mariano, 234, 728. Puyuelo, Mariano, 654. Pyke, F., 849. Quantin, Albert, impresor, 401. Quebecor World, 402. Quella-Villéger, Alain, 411. Quenson, Emmanuel, 245, 249. Querol, Joaquín, 252, 384, 385, 392, 728. Querol Julvez, Pascual, 728. Quesada, María Jesús, 263. Quijano, José María, 424. Quintana Navarro, Francisco, 328. Quintero, Lorenzo, 98. Quintero González, José, 444. Quiñones, E., 854. Quiroga, G., 215. Rabella Cartañá, Vicente, 729. Radio Corporation of America, 467. Radiola, 467.
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Índice onomástico
Radiotechnique, sociedad, París, 356. Rafael Díaz Gómez, sociedad textil, 257, 458. Rafols, José F., 263. Ramírez Freita, Alfonso, 729. Ramírez Jiménez, Dionisio, 579, 753. Ramírez Méndez, Isidro, 729. Ramis Remaní, José, 428. Ramón, Emilio, 471. Ramón y Cajal, Santiago, 35, 82, 104, 190, 540, 552. Ramon i Muñoz, Ramon, 265, 410, 854. Ramos Sánchez, Ángel, 321, 491, 729. Ramos Mora, Esteban, 729. Ramunni, Girolamo, 230, 231, 479. Ratcliffe, Barrie M., 285. Rateau, Auguste, 349, 350. Rateau, sociedad, 349, 350, 508, 739. Rathenau, Emil, 342. Raulin, J., 240. Ravasse, maquinaria de impresión, 397, 724. Raveux, Olivier, 60. Ravier, Joël, 240. Raya Aguilar, Justo, 729. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 90, 110, 610. Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 611, 615. Real Academia de San Fernando, 262.
Real Colegio Hispalense de Formación Profesional de Sevilla, 623. Real Compañía Asturiana de Minas, 531. Real Fábrica de Armas de Placencia de Soraluce/Real Fábrica de Placencia de las Armas, 438, 439. Real Instituto de Formación Profesional de Madrid, 623. Real Instituto Industrial, 30-32, 68. Real Politécnico Hispano-Americano de Barcelona, 623. Real Sociedad Española de Historia Natural, 612. Reblitz, Arthur A., 466. Rebourg, Benjamin, 99. Recci, aceites, Porto Maurizio, 234, 264, 410, 682, 741. Red Nacional de Ferrocarriles Españoles (RENFE), 550. Reddie, Cecil, 646. Reder, Gustavo, 854. Redondo, Aureliano G., 252, 729. Redondo Simón, Agustín, 136, 137, 138, 139, 145, 152, 194, 252, 260, 270, 271, 272, 634, 729. Redonet, José Luis, 616. Redrajo, Fernando, 318. Rees, J. Morgan, 329. Regnier Gury, J. H., 98. Reher, David, 54. Reichsdruckerei, Berlín, 570. Reig, José, 90, 729. Remits, J., 854. Renan, Ernest, 402.
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Renault, Louis, 357, 359. Renault Frères/Renault, sociedad, 98, 245, 247, 248, 267, 270, 329, 357, 358, 359, 360, 363, 361, 364, 370, 371, 379, 380, 383, 510, 680, 680, 681, 688, 691, 692, 694, 695, 697, 700, 707, 723, 729, 735, 739. René Meyer, talleres, 354, 694. Repullés y Vargas, E. M., 529. Ressner, Hans, 376. Rey Barral, Francisco, 729. Reynaud, Brigitte, 854. Reynaud, Marie-Hélène, 396. Rheinische Stahlwerke, sociedad metalúrgica, 569. Rhône-Poulenc, sociedad, 413. Ribas Mirángels, Enric, 455. Ribera Dutasta, José Eugenio, 417. Ribéreau-Gayon, Jean, 407. Ribes, Joaquín, 730. Richards, Alun J., 327. Richet, Jacques, 372. Rico Boquete, Eduardo, 599, 607, 608. Rico Gómez, María Luisa, 622. Riegos y Fuerzas del Ebro, 454. Riera, Jaime, 252, 253, 730. Riera, Juan, 29. Riera, Santiago, 854. Riera i Tuèbols, Santiago, 251, 429. Rimada, Florentino, 730. Río, Julio del, 252, 730. Río, Vicente del, 730. Rioja Alta, La, bodega, 463. Rioja Vega, bodega, 463. Riopérez y Milà, Santiago, 468.
Ríos, Fernando de los, 40, 641, 645. Ríos, Sixto, 615. Ríos García, José María, 191. Riotinto/Rio Tinto Company Ld., 301, 650. Ripa, Yannick, 101, 237. Ripoll, Francisco, 252, 260, 730. Ripoll, Juan, 79, 730. Rist, Barbara, 382. Riu, Juan, 470. Riu, Manuel, 848. Ríus, Esteban, 730. Rivadeneyra, Manuel, 460. Rivand Santos, Luisa, 204, 658. Rivas Artal, José, 532, 566, 584, 754. Rive, Auguste de la, 317. Rived Revilla, Francisco, 548. Robert, Éric, 516. Robert, François, 286. Robillard, arboricultura y perfumes, 463. Robillard, Félix, 464. Robles, Leopoldo, 731. Robles García, Francisco, 528, 531, 536, 545, 566, 754. Roca Gurgui, José, 388, 731. Roca Rosell, Antoni, 35, 196, 442, 614, 854. Roca de Togores, Alfonso, 83. Roche, Jean-Baptiste, 233. Rochet-Schneider, sociedad, 370. Rodd, Paul, 98. Roderik, Gordon W., 854. Rodero Jiménez, Luis, 731. Rodrigáñez, Eduardo, 538.
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Índice onomástico
Rodrigáñez Serrano, Ramón, 532, 537, 545, 569, 754. Rodrigáñez Vallejo, Celedonio, 545. Rodríguez, Emilio, 731. Rodríguez, Jesús, 90, 731. Rodríguez, Marcelino, 126, 136, 137, 138, 139, 194, 252, 260, 731. Rodríguez Antón, José, 476. Rodríguez Bustelo, Enrique, 646. Rodríguez Fraile, Esther, 558, 559, 612. Rodríguez Herrero, Juan José, 25, 176. Rodríguez Inciarte, Matías, 549. Rodríguez Lafora, Gonzalo, 193, 201, 203. Rodríguez Lema, Manuel, 731. Rodríguez López-Neira, Luis, 543, 544, 576, 584, 754. Rodríguez Moreno, María Lluïsa, 202. Rodríguez Ocaña, Esteban, 852. Rodríguez Ochoa, S., 731. Rodríguez Pomeda, Jesús, 476. Rodríguez Romero, Luis, 282. Rodríguez San Pedro, Faustino, 45. Rodríguez Toribio, F., 754. Rodríguez Zuloaga, Francisco, 731. Rodrigo, Mercedes, 193, 198, 203, 204, 658, 851. Roechling, acerías, 303, 508, 691, 697. Roechling, Hermann, 304. Rogers, William Barton, 233.
Roig Mascaró, Salvador, 732. Rojas Fernández, M., 732. Rojo Cacigal, J. C., 444. Rojo Duque, Luis Ángel, 615. Rojon, Jérôme, 244, 387. Roldán, Santiago, 853. Rolls Royce, sociedad, 306, 364, 374, 380. Romanones, Conde de, 36, 42-45, 47-52, 55, 62, 63, 67, 276. Romany Vignau, José, 592, 601, 754. Romero, Ana, 50, 270, 318. Romero, Eladio, 595. Romero, Tomasa, 85, 100. Romero Bazán, Pelayo, 732. Romero González, Jesús, 306, 444. Romeo Gorría, Jesús, 260. Romero López, José María, 539. Romero Martínez, Manuel, 732. Rona, Eugen, 441. Ronceray, Eugène, 98, 232. Rosell, Jaume, 417. Rosenband, Leonard N., 396. Rosenberg, Nathan, 279, 281, 283, 479, 483, 485, 486, 495, 497, 499, 500, 506, 854. Rosenthal, Frank, 377. Rotaeche, Antonio de, 754. Rothschild, familia, 296, 499, 501. Rothschild, Philippe de, 406. Roudié, Philippe, 406, 408. Rousselier-Fraboulet, D., 313, 331, 381. Rousselon, François, 98. Roux Combaluzier, sociedad, 98, 347, 725. Royal School of Mines, 54.
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Royer Fils, horticultura y jardinería, 411, 713. Royo Durán, Germán, 598, 754. Ruano Fernández, Eugenio, 548. Rubatto, joyería, 416, 707. Rubio Celada, Abraham, 263. Rubio Sandoval, Enrique, 530, 531, 548, 549, 754. Rude, Fernand, 387. Rueda Muñiz, Antonio, 543. Ruffe, C., 409. Ruhmkorff, Heinrich D., 319. Ruhmkorff, talleres, 319. Ruiz, Manuel, 732. Ruiz, Teófilo, 732. Ruiz Arroyo, Juan, 732. Ruiz de Assín, Alfonso, 543, 546, 590, 754. Ruiz Berrio, J., 14. Ruiz-Castellà, Josep, 202, 203. Ruiz Castillejos, Cecilio, 637. Ruiz Clavijo, Matías, 252, 732. Ruiz Jiménez, Joaquín, 51. Ruiz Manjón, Octavio, 51. Ruiz Rodrigo, Cándido, 599. Ruiz Salvador, Antonio, 547. Ruiz Senén, Valentín, 136, 137. Ruiz Zorrilla, Manuel, 30, 32, 52. Rumeu de Armas, Antonio, 29, 854. Russell, Catherine, 320. Russo, François, 496, 854. Sabadell Martínez, F., 411, 733. Sabater, Miguel, 733. Sabatini, Francesco, 437. Sabel, Charles F., 491. Saboya, Marc, 401.
Sabucedo Arenal, Serafín, 544, 755. Sacene, sociedad, 301. Sada Moneo, Martín, 593, 755. Sáenz Catalá, Julio, 254, 733. Sáenz de Ugarte, José Luis, 540. Sáez, Domingo, 733. Sáez Benito-Sánchez, José, 733. Sáez García, Miguel Ángel, 432. Safran, grupo, 364, 372. Sagasta y Escolar, Práxedes Mateo, 546. Sagnier, Leopoldo, 261. Saint-Paul, Raymond, 228. Saiz, Constantino, 733. Saiz, M.ª Dolores, 398, 459, 460. Saiz González, José Patricio, 517, 518, 519, 520, 521, 522, 523, 854. Saiz Roca, Dolors, 163, 203, 204. Saiz Roca, Milagros, 163, 203, 204. Salas, José M.ª, 256, 733. Salavert Fabiani, Vicente L., 35. Salazar Muliáa, Zacarías, 591, 618, 755. Salmerón, Nicolás, 65, 88. Salmson, Société de Moteurs Salmson, 372, 373, 374, 682, 694. Salto de Bolarque, 449. Saltos del Ter, sociedad, 430. Salvadó, sociedad textil, 456. Salvador Casacuberta, 456. Salviejo, Vicente, 252, 733. Salvo Saura, Cristóbal, 139, 368, 733. San José, Agustín, 255, 734. San José Bagán, José, 255, 734.
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Índice onomástico
San Miguel, Fausto, 734. San Pío Aladrén, M.ª Pilar, 29. San Román López, Elena, 442. San Sebastián de la Muga, fábricas de armas, 438. Sancey, Yves, 417. Sánchez, Andrés, 268. Sánchez, Joan-Eugeni, 850. Sanchez, Pierre, 416. Sánchez Andrés, Agustín, 548. Sánchez de Castro, Vicente S., 470. Sánchez Cercadillo, C., 378, 734. Sánchez Estrada, María, 115, 636. Sánchez Godoy, Francisco, 135, 252, 734. Sánchez Guerra, José, 61, 62. Sánchez Herrero, Francisco, 590, 755. Sánchez Lissen, Rocío, 615. Sánchez-Marín, Paulino, 85, 100, 636. Sánchez Martín, Javier R., 257, 458. Sánchez Martínez, José Domingo, 608. Sánchez Mazas, Rafael, 654. Sánchez Melado, Jesús, 535. Sánchez Montes, E., 734. Sánchez Quiñones, Santiago, 442. Sánchez Rodríguez, Victoriano, 114, 637. Sánchez Ron, J. M., 35, 51, 196, 540, 558, 851, 855. Sánchez y Sánchez, José María, 115. Sánchez Sarto, Luis, 198, 199. Sánchez Soto, Olegario, 734. Sánchez Velasco, Fernando, 733.
Sanchís Tarazona, Enrique, 74, 75, 79, 83, 89, 90, 93. Sanchis-France, 90. Sand, George, 402. Sangro y Ros de Olano, Pedro, 194, 211, 214. Sanguino Benítez, Luis, 545, 594, 595, 606, 618, 755. Sanpedro Escolar, José Luis, 546. Sanromá, Joaquín María, 33. Sans y Cía, sociedad textil, 456. Sans Salvadó, Pedro, 265. Santacruz, Ricado, 734. Santaeulalia Ferrer, Francisco, 265. Santillana, marqués de, 450. Santina, La, cerámica, 467. Santos Isern, Vicente M., 458. Sanz, Fernando F., 429, 433, 439, 854. Sanz Escartín, Eduardo, conde de Lizárraga, 99, 100, 138, 147, 185, 190, 256. Sanz Fernández, Jesús, 430. Sanz Langa, Ruperto, 533. Sanz Rodríguez, A. I., 735. Sanz y Sanz, Ruperto, 533, 536, 537, 572, 755. Sapin, Christian, 335. Sarmiento, Ángel, 464. Sarmiento Martín, Encarnación, 301. Sarrazin-Frères, talleres, 378, 721. Saucedo, Godofredo, 126, 132, 139, 252, 254, 346, 735. Saulnier, Raymond, 373. Sautter et Cie, 350. Sautter, Harlé et Cie, 350, 370, 718.
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Sautter-Lemonnier, 350. Sauvy, A., 855. Savio, Michel, 231. Savoie, P., 237. Sbert, Antonio M.ª, 181, 662. Schaken, P., 302. Schaudel, Charles, 322, 357, 366, 370. Schindler, Robert, 347. Schindler, sociedad, 347, 725. Schlesinger, Georg, 315. Schlesser, Gérard, 298. Schlieren de Vagones y Ascensores, 347. Schlumberger, Jean, 305. Schlumberger y Herzog, sociedad textil, 392, 713. Schmitt, Günter, 376. Schmitt, Olivier, 245. Schmookler, J., 517. Schneider, Eugène, 299. Schneider, familia, 243, 297, 299, 300, 348, 506. Schneider et Cie, sociedades, 244, 245, 270, 298, 301, 305, 330, 340, 351, 369, 383, 433, 451, 513, 573, 684, 695, 698, 701, 714, 721, 724, 726, 727, 729, 731. Schnetzler, Jacques, 336. Scholarum, Asociación de Alumnos de Ingenieros y Arquitectos, 65, 181, 662. Scholz, R. W., 312. Scholz Edelsthl GMBH, 304. Schöne, Sally, 242. Schönfelder, Bruno, 304. Schott, Heinrich Wilhelm, 595.
Schriftguss, fundición tipográfica, 403. Schuman, Robert, 305. Schumpeter, Joseph A., 482, 483, 488. Schütt, Franz, 595. Schütze Alonso, Oscar, 735. Schweitzer, Sylvie, 360. Scott, J. D., 306. Secretariat d’Aprenentatge, 202. Sedería de Lyon, 511. Segovia Caballero, C., 735. Segreto, Luciano, 513. Seguin, Louis, 372. Segura Iglesias, Enrique, 735. Segura Ruiz, Rafael, 735. Segura Sánchez, Julio, 615. Seibold, Gerhard, 304. Seijas Lozano, Manuel de, 29. Selma Martín, Cándido, 359, 377, 428, 735. Sena Rincón, José, 736. Sendín García, Manuel Ángel, 450. Senefelder, Aloys, 398. Sengenberger, W., 849. Seoane, María Cruz, 398, 459. Sero?, Juan, 736. Serra, s. a., 455. Serra-Balet, 455. Serra y Graupera, 455. Serra Puig y Cía, 455. Serra Ollé, 455. Serrano, Ángel, 853. Serrano, Carlos, 177. Serrano, Catalina, 545. Serrano, Manuel, 136, 139, 252, 254, 384, 400, 736.
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Índice onomástico
Serrano García, Antonio, 132. Serrat y Bonastre, José, 95, 258. Sert y Solá, sociedad textil, 64. Service d’Essais et de Recherches Hydraulique, 515. Servicio de Investigaciones y Experiencias Forestales, 594. Servicio Meteorológico Agrícola, 589. Shiba, Takao, 513. Shimotani, Masahiro, 513. Shinn, Terry, 855. Sibilia, Cesare, 585. Siemens, Georg, 244, 316, 337, 342, 369, 500, 513, 514. Siemens, Werner, 341, 583. Siemens/ Siemens-Halske/SiemensSchuckert, sociedad, 244, 291, 338, 341, 342, 369, 503, 507, 508, 510, 512, 513, 521, 522, 568, 570, 580, 723. Siguan, Miquel/Siguán, Miguel, 161, 163, 201, 202, 352. Silvela, Francisco, 46. Silverberg, G., 486. Silverio Bengochea, fundición, 447. Simarro, Luis, 201. SIMCA, sociedad, 360. Simonis, sociedad textil, 392, 699. Simonnet, Cyrille, 417. Simpson, James, 589. Sindicato Agrícola de Gijón/La Cooperativa agrícola, 464. Sindicato de Exportadores de vinos de la Rioja, 463. Sindicato general de Fundidores de Francia, 232.
Sindicato general de Técnicos de Cataluña, 471. Sindicato de Labradores de Olite , 462. Sindicato metalúrgico El Baluarte, Madrid, 137, 270, 470. Sindicato Minero Asturiano, 470. Sindicato Nacional del Combustible, 528. Sindicato Obrero de Ablaña, 470. Sindicato Protector del Trabajo, Barcelona, 79, 80. Singer, sociedad, 378. Singer-Kerel, Jeanne, 214. Sion, Brigitte, 318. Sirtaine, Jacques, 367. Sisquella, Francisco, 736. Smith, Francisco, 736. Smith, Michael S., 287. Smith, Pedro Juan, 252, 262, 384, 736. Smiths Industrial Instruments Ltd, 308. Smith’s Stamping Works/SmithClayton Forge, 308. Sociedad A. Ajuria y Aranzábal, 430, 431, 432. Sociedad A. Española Dubied, 386. Sociedad A. José María Quijano/Trefilerías Quijano, 422, 424, 472, 503, 650. Sociedad A. de Trefilería y derivados, 472. Sociedad A. del Vatímetro B y B, 453. Sociedad Alsaciana de Construcciones Mecánicas: ver Société
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Alsacienne des Constructions Mécaniques. Sociedad Bilbao-Santander, minas, 530. Sociedad Carbones de Berga, 529, 531, 536. Sociedad Comercial de Hierros, 426. Sociedad Cooperativa eléctrica de Langreo, 450. Sociedad Corcho, 445, 446. Sociedad de Construcciones Eléctricas, Barcelona, 453. Sociedad de Enseñanza Profesional del Rhône, Lyon, 229, 715, 732, 735. Sociedad de Enseñanza Profesional del Rhône, París, 230. Sociedad Española de Acumuladores Tudor, 466. Sociedad Española de Construcción Naval (SECN), 255, 306, 433, 443, 444, 492, 503, 509, 740. Sociedad Española de Construcciones Electro-Mecánicas, 301, 509, 603. Sociedad Española de Construcciones Metálicas, 254, 433, 434. Sociedad Española de Electricidad Allmänna Svenska (ASEA), 530. Sociedad Española de Fabricación de Automóviles (SEFA), 363. Sociedad Española de Maquinistas Navales, Barcelona, 470.
Sociedad Española de Radiodifusión, 466. Sociedad Fábrica de Mieres, 256, 421, 531. Sociedad francesa Edison, 329. Sociedad francesa Hispano-Suiza, 98, 345, 364, 366, 371, 372, 374, 379, 380, 682, 694, 704, 711, 714, 726, 730, 736. Sociedad Francesa de Piritas, 650. Sociedad Franco-Española de Cables de Acero, 472. Sociedad Gallega de Amigos del Arte, Santiago de Compostela, 473. Sociedad General de Representaciones y venta de Maquinaria, 448. Sociedad Hidráulica Santillana, 450, 451. Sociedad Hispano-Portuguesa de Transportes Eléctricos, 449. Sociedad Hullera Española, 531, 532. Sociedad Hullera Vasco-Leonesa, 531. Sociedad Hulleras de Sabero y Anexas, 532, 535. Sociedad Humanitaria, Milán, 234, 235. Sociedad Huta Bankowa, 573. Sociedad Ibérica de Construcciones Eléctricas, 467. Sociedad Industrial Asturiana Santa Bárbara, 422, 535, 603. Sociedad Industrial Castellana, 533.
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Índice onomástico
Sociedad Industrial Minera Guezala, 537. Sociedad Jareño de Construcciones Metálicas, 425, 426. Sociedad Kaiser Wilhelm, 277. Sociedad de Mecánicos y Metalarios de Cataluña, 471. Sociedad de Minas de la Costa granadina, 530. Sociedad Minas y Plomos de la Sierra de Lújar, 530. Sociedad minera franco-rusa, Dombrowa, 573, 584. Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya/Société Minière et Métallurgique de Peñarroya, 227, 260, 301, 649, 848, 853. Sociedad Tres Amigos, minas, 532. Sociedad de patronos del ramo de construcción, Salamanca, 472. Sociedad Rodense, 473. Sociedad de Utensilios y Productos Esmaltados, 460. Società di Construzzioni Meccaniche Aeronautiche, 377. Société A. des automobiles Peugeot, 245, 247, 359, 360, 361, 363, 371, 383, 510, 703. Société A. Béton Armé Hennebique, 417, 726. Société A. pour le Commerce et l’Industrie du Caoutchouc, 576. Société A. des constructions de “Fer-Béton” et Pierre-armée Panchot, 417, 705. Société A. des Constructions H. Bollinckx, 368.
Société A. de Constructions Métalliques, Roanne, 336, 729. Société A. pour l’exploitation des procédées et brevets des Usines Jean Gallay, 382. Société A. Filature Lys-Liève, 393. Société A. des Hauts Fourneaux, Usines et Charbonnages de Marcinelle et Couillet, 244, 293, 294, 309, 506, 686, 688, 695, 704, 710. Société A. liégeoise de Constructions de Machines, Forges et Fonderies de fer, 311, 507, 739. Société A. des Moteurs à Gaz A. Bollinckx, 368. Société A. d’Ougrée, 293, 294, 700, 730. Société A. d’Ougrée-Marihaye, 98, 99, 293, 294, 296, 572, 701, 722, 741. Société aéronautique de construction de moteurs, CGE Alsthom, 372. Société aéronautique du Sud-Ouest (SASO), 367. Société des Automobiles Fernand Charron, 365. Société d’accumulateurs Sdmidt, París, 683. Société alsacienne de constructions atomiques, de télécommunications et d’électronique (ALCATEL), 345, 346. Société Alsacienne des Constructions Mécaniques, 239, 245,
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247, 249, 344, 346, 364, 506, 507, 708. Société d’Appareillage Électrique, 318. Société des Applications Industrielles, 329. Société des Ateliers de la Meuse, 98, 99, 309, 507, 679, 711, 714, 718, 733, 734. Société des Charbonnages, Hauts Fourneaux et Laminoirs de l’Espérance, 293. Société chimique des Usines du Rhône, 413. Société de Construction d’Avions de Tourisme et d’Affaires (Socata), 373. Société de Construction de Batignoles, 340. Société de Constructions Électriques, Creil, 254, 342, 681, 704. Société de Constructions Électriques de France, 345, 349. Société de Constructions électriques du Nord et de l’Est (SACENE), 340, 341. Société de Constructions Métalliques/Société de Constructions Métalliques de Baccarat, Paris, 336, 681, 711. Société des Couleurs Métallurgiques et de l’Aluminium Laminé, 330. Société Creusot-Loire, 298. Société Électricité et Hydraulique de Charleroi, 338, 683, 691, 694, 695, 701.
Société d’Électricité/Société d’Electricité du Pays de Liège, 351. Société d’Électricité et de Mécanique, Charleroi, 351. Société d’Électricité et Mécanique, 315. Société d’Électrochimie, d’Électrométallurgie et des Aciéries Électriques d’Ugine, 333, 348, 354. Société Électro-métallurgique Française (Froges), 333. Société de la Fabrique de Fer, 293. Société Fontaine-Spitaels et Cie, 293. Société française de l’alumine pure (SFAP), 333 Société française de Constructions Mécaniques (antigua Cail), Denain, 99, 244, 301, 302, 370, 506, 696, 703, 716, 722, 727, 730, 741. Société française des Électriciens, 231. Société française des Films l’Éclair, 414 Société française pour l’Industrie de l’Aluminium, 334. Société franco-belge des mines de Somorrostro, 506. Société franco-suisse pour l’Industrie Électrique, 512. Société de Froges, 330. Société Générale, banca, 99, 305. Société générale d’Entreprises, 330, 349.
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Índice onomástico
Société générale de Tramways Électriques d’Espagne, 340. Société genevoise d’Instruments de Physique (SIP), 244, 317, 739. Société grenobloise d’Études et d’Applications Hydrauliques (SOGREAH), 515, 516. Société houillère et métallurgique des Asturies. 422. Société industrielle de carrosserie d’automobiles de Levallois, 359. Société industrielle du Celluloïd, 414, 686. Société industrielle des moteurs Le Rhône, 372. Société Industrielle de Mulhouse, 238, 399. Société industrielle des Téléphones, 329. Société des Industries Thermiques, 355, 685. Société des magnétos La Magicienne, 382, 703. Société des magnétos R. B. 382, 716, 739. Société Marbres, Pierres et Granits, 416, 735. Société métallurgique d’Espérance-Longdoz, 98, 293, 296, 683. Société Métallurgique de Hainaut, 293. Société Métallurgique de la Sambre et Moselle, 294, 716, 721. Société Métallurgique des Terres Rouges, 303, 304, 683.
Société des Mines et Fonderies de zinc de la Vieille-Montagne, 309. Société Minière et Métallurgique de l’Alliance Monceau, 294, 701. Société de Moteurs Gnome, 372. Société nationale de Constructions Aéronautiques du Nord, SNCAN, 373. Société nationale de Constructions Aéronautiques de l’Ouest, SNCAO, 373. Société nationale d’étude et de construction de moteurs d’aviation (Snecma), 321, 346, 364, 372, 374. Société parisienne pour l’industrie des chemins de fer et des tramways électriques, 340. Société parisienne pour l’Industrie Électrique (SPIE), 340. Société Philomathique de Bordeaux, 234, 684, 704, 717. Société Philomathique de Paris, 234. Société des poudres métalliques et des alliages spéciaux UgineCarbone, 354. Société des Railways économiques de Liège-Seraing et Extensions, 339. Société Rateau, 378, 507, 681, 716. Société de Recherches et Exploitations Minières de Val d’Aran, 532. Société Saint-Gobain du Rhône, química, 413.
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Société Vezin-Aulnoye, 298. Soete, L., 486. Sofina, 339, 512. 513. Sofindus-Rowak, sociedad, 511. Solà, Pere, 473. Sola, Víctor M.ª, 755. Solana Madariaga, familia, 667. Solana San Martín, Jesús, 574, 755. Solano Gil, José, 736. Solano Polanco, Vicente, 529, 531, 755. Solé, Ignacio, 388, 736. Solé Perellada, Francesc, 279. Soler Cots, Pedro, 736. Soler i Marco, Vicente E., 289. Soriano, Rodrigo, 92. Sorokin, Pitirim, 218. Sota, Daniel de la, 607, 609. Sota, Ramón de la, 433, 609. Sotilla Ochotorena, Antonio de la, 580, 581, 584, 601, 755. Soto, Manuel de, 99. Soto Carmona, Álvaro, 855. Soto y Morillas, Manuel, 95 Spamersche Buchdruckerei, 403, 715 Specklin, Paul, 239. SPIE Batignoles, compañía, 340. Spur, G., 315. Square D, sociedad, 300. Stackelberg, Heinrich F. von, 615. Standard Electric, 454. Standard Underground Cable Company, 451. Stanley, Francis E., 357. Stapledon, G., 585, 586. Staquet, Willy, 229. Staub y Wisner, bodega, 409, 728.
Stäubli, grupo/Stäubli Lyon, 387. Staudt, Karl Georg Christian von, matemático, 614. Stazione Sperimentale di Caseificio, Lodi, 236, 584, 687, 697, 705. Steeds, W., 317. Stendhal, 402. Stengers, J., 324, 393, 494. Stephens, Michael D., 854. Stiennon, Jacques, 292. Stigler, sociedad, 347, 452. Stone, J. & Co., sociedad, 305, 308, 506. Stoskopf, Nicolas, 375. Stouls, Armand, 98. Strampelli, Nazareno, 585. Strassmann, W. Paul, 485. Stratton, Julius A., 233. Straus, André, 848. Strong, Ruth, 394. Stünzi, J., 312. Suárez Alonso, Luis, 736. Suárez Antuña, Faustino, 531. Suárez Bermúdez, Ramiro, 164. Suárez Cortina, Manuel, 35, 470, 522. Suárez-Inclán, Félix, 256. Suárez Inclán, Pío, 530, 532, 574, 618, 756. Suárez Menéndez, Roberto, 437, 439. Suárez Pola, Mariano, 467. Suárez Solís, Rafael, 107. Suárez del Villar, Luis, 544. Subijana Zabala, Ignacio, 737. Subirá, José, 85, 252, 274, 381. Subirá Teig, José M.ª, 737.
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Índice onomástico
Sucesores de Rivadeneyra, 460. Sudrià i Triay, Carles, 54, 280, 421. Sulzer, Jacob, 312. Sulzer, Johann, 312. Sulzer, Salomon, 312. Sulzer, sociedad/Compagnie de Constructions Mécaniques Sulzer, 231, 244, 291, 311, 312, 313, 314, 569, 718, 719. Sun Chemical, grupo, 460. Sunet Urgellès, Salvador, 465. Sureau, Jean-Yves, 392. Surlémont, Raymond, 366. Susaeta y Ochoa de Echagüe, Cecilio, 593, 756. Svenson, Johan Victor, 369. Svenson Motorfabrik, J. V. 369. Swift, sociedad, 378. Syon, Joëlle de, 318. Tafanell, Xavier, 456, 457, 848. Tagle Castillo, Ernesto, 148, 149, 255, 737. Talbot, Benjamin, 566, 584. Talleres de Artillería de La Carraca, 444. Talleres de Catalá Benlloch, 457. Talleres de Deusto, 256, 424. Talleres Enrique Flores/Flores Vallés, 446, 447. Talleres de Enrique Guillot, 465. Talleres de fundición M. Ramírez Tordolla, 427. Talleres y Fundición de Puertollano, 256. Talleres de Guernica, 440. Talleres Hereter, aeronáutica, 442. Talleres Jordá Hermanos, 253.
Talleres Loring, aeronáutica, 442. Talleres Münchenstein (Brown Boveri), locomotoras électricas, 716, 737. Talleres de Ramón Pérez, 445. Talleres Salesianos de Salamanca, 72. Talleres Zorroza, 433. Talón, Victoriano, 737. Tamés Alarcón, Cayetano, 115, 125, 636, 637, 737, 756. Tanguy, Corinne, 236. Tanguy, Lucie, 849. Tanneries Krafft/B. Krafft, 414, 679, 730. Tanneries Lombardet, 413, 679, 725, 730, 733. Tanneries Lyonnaises, 413, 679, 730. Tarragó, Salvador, 280. Tartiere, Carlos, 535. Tartiere Lenegre, José, 422, 501. Tascón Fernández, L., Julio, 303, 430. Tassinari, B., 388, 389. Tavitian, Jacques, 323. Taylor, F. W., taylorismo, 155, 156, 157, 158, 160, 161, 205, 249, 316, 644, 663. Tedde de Lorca, Pedro, 435, 847. Teich, Mikulas, 341, 583. Teichova, Alice, 341. Tejero Sanz, Manuel, 737. Telemécanique, sociedad, 300. TEM, sociedad, 382. Ten, Antonio E., 117. Tena Junguito, Antonio, 513. Tenas, Eudaldo, 737.
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Terradas, Esteban, 619. Terrero, Inés, 448. Terrero González-Estrada, Diego, 600, 756. Texunion/Nouvelle Texunion, 389. Thepot, André, 855. Thèron Fils, A., 407, 728. Thiébaut, Pascal, 353. Thiem & Töwe, sociedad, 448. Thiers, Adolphe, 299. Thomas, André, 234. Thomas, David Alfred, 328. Thompson, E. P., 220. Thomson, Elihu, 343. Thomson-Houston, sociedades, 149, 315, 343-345, 351, 354, 500, 507, 521, 522, 691, 715, 724, 726, 730, 738. Thomson, Ross, 251. Thos y Codina, Silvino, 83. Thury, Marc, 317. Thury, René, 318, 319, 351, 352, 370, 510, 704. Tiana Ferrer, Alejandro, 14, 41. Timmermans, ingeniero, 99. Tinguely, Pierre, 236. Tirado, Fernando, 268. Tissages Bréchard, 389, 688, 737, 738. Tissage mécanique de cotonnades Stéphane Faisant, 389, 720, 728. Tissages Roannais, 389. Tissot, Laurent, 289, 476. Tobajas, José, 90, 737. Tobbo, Camilla, 210. Todaro, Francesco, 585.
Tolívar Faes, Ramón, 647. Tolosa Latour, M., 529. Tomás, Belarmino, 645. Tomàs, Josep R., 855. Tomás y Samper, Rodolfo, 198, 199. Tomé Fernández, Sergio, 447. Torices Pequera, F., 738. Toro Arenal, José María, 115, 637. Torre Annunziata, fábrica de armas, Nápoles, 437. Torre Revilla, Ramón, 738. Torrent Roig, Juan, 139, 251, 258, 384, 387, 738. Torres, Amparo, 96, 738. Torres, Eugenio, 424. Torres, Félix, 300, 345. Torres Quevedo, Leonardo, 540. Torres Villanueva, Eugenio, 433. Torroja y Caballé, Eduardo, 614. Torroja Miret, Antonio, 610, 614, 756. Tortella, Gabriel, 215, 217, 250, 498, 501, 507, 534. Tortella, Teresa, 53, 254, 303, 346, 430, 436, 450, 452, 453, 507, 508, 537, 568. Tortosa, F., 850. Tournois, Guy, 340. Tous, Ascacíbar y Cía, 429. Tous, Nicolás, 429. Toussaint, Jacques, 324. Toussaint, Yvon, 340. Totorica, Enrique, 738. Tovar, Antonio, 657. Toyoda automatic Loom Works LTD, 385. Tractionel, 339.
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Índice onomástico
Tranvías de Avilés, sociedad, 538. Trasenster, Gustave, 99. Trausch, Gilbert, 305. Trebilkock, Clive, 306, 492. Trédé, Monique, 231, 281. Trédé-Boulmer, Monique, 513. Trefilería Barbier, 472. Trefilería Rivière, 422, 472. Tréfileries et Laminoirs du Havre, 301, 329, 330, 509, 689. Trépardoux, Charles, 362. Trespando, Roberto, 464. Tricotajes Kaupp, 457. Trilles, Juan, 511. Trouhans/ Société Cotonnière de la Côte d’Or, 388, 389, 717. Truan Lugeon, Luis, 467, 501, 641. Trueba Aguirre, Juan, 530, 531, 756. Truffaut et Cie. horticultura y jardinería, 411. Trujillo, Domingo, 442, 540. Trujillo Gomar, F., 738. Trulls Bonet, José, 738. Tubau, Fermín, 738. Tubize, metalúrgica, 507. Tucker, Spencer, C., 323. Tuñón de Lara, 183. Turcat-Méry, sociedad, 375. Türler, Henri, 312. Turrettini, Théodore, 317. Typographie-Litographie Harmont, 98. Ugarte, Jesús, 605. Unamuno, Miguel de, 80, 547. Unceta y Cía, 439. Unceta, Rufino, 440.
Unión de Almacenistas del Hierro de España, 426. Unión Eléctrica Madrileña, 449, 450. Union Européenne Industrielle et Financière, 512, 573. Unión de Fabricantes de Papel de Francia, 230. Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias, 422. Unión Industrial de Barcelona, 471. Unión Internacional de Telecomunicaciones, 539. Union Internationale de la Chimie Pure et Appliqué, 109. Unión Mercantil, Madrid, 70. Unión Naval Levante, 372, 442, 509, 511. Unión Radio, 466. Unión Resinera Española, La, 579. Unión de Sindicatos Profesionales de Ingenieros Franceses, 662. United Alkali Co., The, 531, 549, 649. Universidad de Barcelona, 257, 616. Universidad de Birmingham, 582, 616. Universidad de Cambridge, 582, 586. Universidad Central, Madrid, 165, 558, 614, 616. Universidad de Granada, 616. Universidad de Manchester, 616. Universidad de Oxford, 582. Universidad de Reading, 582.
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Universidad del Trabajo/Université du Travail de Charleroi, 200, 228, 229, 679, 706, 707, 716, 738, 739. Universidad de Zaragoza, 267, 614. Urbizagástegui Alvarado, Rubén, 551. Urdangarin, C., 431. Urgoiti, Nicolás María, 459, 460. Uría, Jorge, 602. Uriarte Ayo, Rafael, 579, 609. Uribe, Vicente, 547. Urquijo, familia, 533. Urueña Antón, Félix, 600. Urrutia, Juan, 131. Usabiaga Lasquivar, Juan, 131, 132. Usano, Emilio, 90, 136, 255, 738. Usine Hanrez, 323, 739. Usines et Aciéries Allard, 294, 738. Usines Chausson, 382. Usines Jean Gallay, 382, 739. Usines des Hauchies, 293. Usines Métallurgiques de la Basse Loire, 297. Usón Felez, José, 738. Utrilla Navarro, L., 442, 443, 540. Vacher, Hélène, 228. Val, Abudemio del, 756. Valdaliso, Jesús M.ª, 282, 443, 477. Valera, M., 556. Valerí Sahis, Luis, 201. Valle, Luis del, 654. Valle Cortina, Alfredo, 739. Valle-Inclán, Ramón, 547. Vallés, Manuel, 446. Vallés Gómez-Pardo, José M.ª, 574, 756.
Vallvé Calafell, Ramón, 739. Van de Kerchove, sociedad, 315. Vandecasteele, Sylvie, 323. Vanguardia Obrera, La, cooperativa, Horta, 79. Vanthemsche, G., 851. Varaschin, Denis, 560. Varela Radio, Tomás, 548. Varela Salas, Ricardo, 739. Vargas Alonso, Francisco Manuel, 427. Vázquez Gutiérrez, Alejandro, 543. Vázquez Martínez, A., 739. Vázquez Ordás, C. J., 422. Vázquez de Mella, Juan, 65. Vecino, Jerónimo, 558. Vega Cabeza, José, 739. Vega Seoane, A. de, 509. Vegara Carrió, Josep M.ª, 279, 281, 479, 486. Vegue y Goldoni, Ángel, 147. Velamazán Gimeno, M.ª Ángeles, 347. Velarde, Juan, 615, 616. Velasco Carrasco, L., 739. Velázquez Bosco, Ricardo, 529. Venables, A. J., 850. Ventura, Juan, 739. Vera y Gómez, José A., 414, 739. Verbeurgt, G., 855. Vercruysse, Jean-Pierre, 355. Verdaguer, Domingo, 393, 739. Verdol, Jules, 387. Verdol, sociedad textil, 258, 387, 388, 685, 720, 736, 738. Verdú, José Manuel, 263. Vergara Doncel, José, 543.
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Índice onomástico
Vergara García, G., 152. Verhoest, Pascal, 355. Verley, Patrick, 290. Verneda Claret, José, 740. Vernet Ginés, Joan, 614. Verney-Carron, Nicole, 298. Vernus, Michel, 236. Vero Vidal, sociedad química, 261. Véronneau, Pierre, 320. Versuchs-station für Holzund Zellstoffchemie de Eberswalde, Alemania, 587. Verynaud, Georges, 416. Veyrassat, Béatrice, 476. Veyret-Verner, Germain, 516. Vèzes, M., 588. Viana, Pedro, 740. Viassnoff, N., 365. Vicent, Antonio, 461. Vicent, Salvador, 388, 740. Vicente Laseca, Lourdes de, 614. Vickers/Vickers Sons & Company, 243, 255, 270, 291, 305, 306, 307, 347, 369, 370, 492, 493, 503, 509, 695, 729. Vickers, Edgard, 305. Vickers-Amstrong, sociedad, 443. Vickers-Whitworth, 503. Victor Coq, decantadores de aceite, 410. Victor Neher Kreuzlingen, sociedad, 330. Victoria y Echevarría, sociedad, 427. Victorio Luzuriaga, sociedad, 445. Vida Nájera, José Antonio, 114. Vidal, Pedro, 79, 740. Vidal de la Blache, P., 288.
Vidal Bosch, José, 740. Vidal Olivares, Javier, 430, 436, 436, 848. Vighi Fernández, Francisco, 100, 109, 630. Vila, Antonio, 740. Viladés, Antonio, 258, 314, 315, 740. Viladés Portela, Vicente, 381, 740. Vilaseca Puigdollers, Pedro, 740. Villacorta Baños, Francisco, 104, 177, 181, 184, 220, 662. Villalabeitia Uribia, Manuel, 255, 740. Villamil, Enrique, 99. Villanueva, Miguel, 85. Villanueva Larraya, Gregoria, 450. Vilar, José, 164. Villar López, Felipe, 578, 756. Villar López, Juan Cayetano, 530, 592, 756. Villar Sarraillet, Huberto, 615, 616. Villarreal, Antonio, 252, 254, 402, 741. Villarroel, Jacinto, 741. Villazón, Luis, 741. Ville, René, 363. Villegas de la Vega, Roberto, 757. Villiers, sociedad, 374, 510. Villiger, Eduard, 347. Vilmorin, horticultura y jardinería, 411, 584. Vinartis, grupo, 462. Vincenti, Eduardo, 43, 44. Vincenzi, 388. VINCI Energies, 362. Vinícola Champanesa, 462,
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Vinícola Valdepeñas/Casa Tello, 462. Vinos del Mediodía, bodega, 408. Viñao Frago, Antonio, 40, 41. Viñas, Ángel, 271, 511. Viteau, Pablo, 453. Viuda de Dubois et fils, 501. Viuda e Hijos de Enrique Illueca, explotación agraria, 463. Viuda e Hijos de José Mensaque, explotación agraria, 463. Vives, Manuel, 240, 252, 741. Vives y Blasco, José, 530, 531, 536, 757. Vizcaya, La, sociedad metalúrgica, 256, 424, 502. Vogel, Kaspar, 313. Vogue, Lucien, 400. Voigt, Émile, 365. Voisin Frères/Société des aéroplanes Gabriel Voisin, 260, 371, 374, 510, 730. Volvo, sociedad, 369. Votey, Edwin S., 466. Vox, Maximilien, 400. Waigood, R. & Co., 452. Walbaum, Frédéric Auguste, 391. Walbaum & Cie, sociedad textil, 391, 704. Waldeck-Rousseau, Pierre, 63, 275. Waltham Manufacturing Co., 378. Walton, Georges F., 99. Walton, Whitney, 855. Waret, Ph., 391. Weiher, S. von, 342. Weiller, Lazare, 329, 330. Weiller, Paul-Louis, 329.
Weisberg, Gabriel, 242. Weisz, George, 579, 855. Weitzel, Carl Georg, 250. Welsh Associated Collieries, 328. Welsh Plant Breeding Station, Universidad de Aberyswyth, 586. Wendel, familia, 296, 297, 305. Wendel, Jean-Martin, 296. Wenninger Graphische Kunstanstalt, R. & J., galvanoplastia, 570. Werts, fundición, 380, 381, 700, 723, 734, 739. West, sociedad, 378. Western Electric Co. 355, 467. Western Mining Co., 574. Westinghouse, sociedades, 300, 347, 451, 512. Wettstein, Emil, 231. Weyl, A. R., 376. Whitlock, sociedad, 378. Whittworth, sociedad, 438. Wiart, Albert de, 98. Wiedemann, familia, 389. Wiggins Teape Appleton, 397. Wilcox, Stephen, 308. Wilde, Rudolph, 411. Wilkins, Mira, 343. Willem, Léon, 293. Williams, Frederick, 497. Wilmart, Joseph, 294. Winter, Ernesto, 641. Winter, Sidney G., 476. Winter Blanco, Ernestina, 88. Winter Blanco, Ernesto, 75, 77, 83, 85, 88, 90, 91, 92, 95, 108, 135, 138, 197, 212, 223, 228, 229, 234, 239, 243, 244, 245, 247,
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Índice onomástico
248, 259, 261, 262, 263, 270, 300, 302, 306, 309, 312, 346, 365, 375, 384, 385, 408, 409, 410, 467, 562, 641-647, 698. Wirtgen, Christine, 292. Wittgenstein, Karl, 304. Woessner, Raymond, 239. Wolseley Tool and Motor Car Co. Ltd., 306, 370. Woronoff, Denis, 855. Württembergische Metallwaren Fabrik, galvanoplastia y niquelado, 570. Wyss, Solomon von, 311. Xandri Pich, José, 855. Yante, Jean-Marie, 294. Yáñez, Joaquín, 741. Yoldi, Antonino, 461. Yurrita, Andrés, 741. Zabala, Aingeru, 445. Zabala, Eduardo, 549. Zabala, Marta, 424.
Zabala y Echanove, Eduardo, 548. Zaforas,Vicente, 410, 741. Zardoya, compañía, 452. Zardoya Otis, compañía, 452. Zederbauer, Emerich, 595. Zeitlin, Jonathan, 491. Zeppelin, compañía, 376. Zifneffe, Émile, 98. Zoiles, Ruperto, 137. Zozaya Montes, María, 435. Zuazua, Luis, 741. Zuber, Henri, 340. Zubiaur Garay, Eligio, 252, 742. Zuloaga, Daniel, 150, 263. Zuloaga, Germán, 150, 263. Zuloaga, Guillermo, 150, 263. Zuloaga Estringana, Esperanza, 150, 263, 416. Zuloaga Estringana, Juan, 150, 263. Zuloaga Estringana, Teodora, 150, 263. Zulueta, Antonio de, 586. Zumalacárregui, José María, 615. Zuylen de Nyelvelt, barón, 363.
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ESTUDIOS SOBRE LA CIENCIA
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EN EL EXTRANJERO (1910-1936)
Salir del ensimismamiento, experimentar las potencialidades de la formación y la cultura, abrir caminos por el mundo, tales podrían ser los enunciados de una de las más fructíferas líneas del movimiento regenerador surgido de la gran crisis española de final del siglo XIX. Algunos de sus resultados son ya bien conocidos, entre los cuales destaca con luz propia el de las pensiones en el extranjero, muy en particular de las gestionadas por la JAE desde 1907. El presente libro aborda esa misma temática en el campo de la formación y el desarrollo de la ciencia aplicada. Desde esa misma fecha, en efecto, iniciativas semejantes cristalizaron en pensiones de ampliación de estudios para ingenieros y de formación en nuevas técnicas y procedimientos empíricos para obreros manuales procedentes de fábricas, talleres y granjas nacionales. Su organización fue confiada poco después a un organismo estatal autónomo, la Junta de Patronato de Pensiones de Ingenieros y Obreros en el Extranjero (JPIOE), que desarrollará su obra ininterrumpidamente, bajo diferentes nombres, hasta más acá de la guerra civil. Pero sobre este esqueleto básico, el trabajo se adentra además en un amplio espectro de cuestiones que le son inseparables. Como telón de fondo está todo el desarrollo de la enseñanza profesional, la eclosión de las políticas sociales desarrolladas desde 1920 por el nuevo Ministerio de Trabajo, la aparición de un nuevo tipo de reflexiones sobre la gestión del Estado y sobre la manera de abordar los problemas de la productividad del trabajo y su organización ante las nuevas exigencias de competitividad de la segunda revolución industrial, las vicisitudes de la innovación técnica y de su transferencia y adaptación a nuevos contextos y, en fin, los interrogantes más generales acerca de las relaciones entre educación y desarrollo económico.
LA JUNTA DE PENSIONES DE INGENIEROS Y OBREROS
FRANCISCO VILLACORTA BAÑOS
LA REGENERACIÓN TÉCNICA
47 Nuria Valverde Pérez Actos de precisión. Instrumentos científicos, opinión pública y economía moral en la ilustración española 48 Miguel Alcíbar Comunicar la Ciencia. La clonación como debate periodístico 49 Gustavo Vallejo Escenarios de la cultura científica argentina. Ciudad y universidad (1882 – 1955) 50 José Antonio Rodríguez Esteban Conmemoración de la expedición científica de Cervera-QuirogaRizzo al Sáhara Occidental en 1886 51 Claude Debru Neurofilosofía del sueño 52 Néstor Herrán Agua, semillas y radiaciones: El Laboratorio de Radiactividad de la Universidad de Madrid, 1904-1929 53 Alberto Gomis Blanco y Jaume Josa Llorca Bibliografía crítica ilustrada de las obras de Darwin en España (1857-2008) 54 Juan Mainer Baqué La forja de un campo profesional. La pedagogía y la didáctica de las Ciencias Sociales en España (1900-1970) 55 Sandra Rebok Una doble mirada. Alexander von Humboldt y España en el siglo XIX 56 Aitor Anduaga Egaña Geofísica, Economía y Sociedad en la España contemporánea 57 Francisco Ortega El cuerpo incierto. Corporeidad, tecnologías médicas y cultura contemporánea 58 John Slater Todos son hojas: literatura e historia natural en el Barroco español 59 Paula Olmos Gómez Los negocios y las ciencias. Lógica, argumentación y metodología en la obra filosófica de Pedro Simón Abril (ca. 1540-1595) 60 Mercedes del Cura González Medicina y pedagogía. La construcción de la categoría «infancia anormal» en España (1900-1939) 61 Aitor Anduaga Egaña Meteorología, ideología y sociedad en la España contemporánea 62 Xavier Calvó-Monreal Polímeros e instrumentos. De la Química a la Biología Molecular en Barcelona (1958-1977)
CSI C
Francisco Villacorta Baños es investigador científico del Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC. Sus líneas de trabajo principales han versado sobre la historia de la cultura y de la sociabilidad general e intelectual y sobre el análisis social de los grupos profesionales de la clase media, la organización de su trabajo y su inserción organizada en el conjunto de la vida social y del Estado. Como publicaciones más destacadas cabe mencionar las siguientes: Burguesía y Cultura. Los intelectuales españoles en la sociedad liberal, 1808-1931. Madrid, 1980; El Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, 1885-1912. Madrid, 1985; Profesionales y Burócratas. Estado y poder corporativo en la España del siglo XX 1890-1923. Madrid, 1989; Culturas y mentalidades en el siglo XIX. Madrid, 1993 y «Prólogo» a Emilio Castelar: Historia de la Revolución Francesa. Un prólogo a Thiers. Pamplona, 2009, pp. V-CXXVII.
Francisco Villacorta Baños
Ha sido profesor asociado de la Universidad Carlos III de Madrid e invitado en varias ocasiones de las universidades francesas de Aix-Marseille I, François Rabelais de Tours y Nancy2. Igualmente, ha sido secretario y director de la revista Hispania, del CSIC, entre 1999 y 2005.
LA REGENERACIÓN TÉCNICA LA JUNTA DE PENSIONES DE INGENIEROS Y OBREROS EN EL EXTRANJERO (1910-1936)
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
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