La política económica en una sociedad conflictiva. El caso argentino

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Y 5¿10 La política económica en una sociedad conflictiva. El caso argentino Richard D. Mallon Juan V. Sourrouille

Amorrortu Buenos

editores

Álres

Directores de la biblioteca de economía política, Arturo C, Meyer y Juan Carlos de Pablo

La política económica en una sociedad conflictiva. El caso argenti no, Richard D. Mallon y Juan V. Sourtouille O) Richard D. Mallon y Juan Y. Sourrouille, 1973 Única edición en castellano autorizada por los autores y debidamente protegida en todos los países. Queda hecho el depósit o que

previene la ley n* 11.723. () Todos los derechos de la edición

castellana reservados por Amorrortu editores S. A., Icalma 2001, Buenos Aires.

La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntic

a o modificada, escrita a máquina por el sistema multigraph, mimeógrafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola derecho s

reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. Industria argentina, Made in Argentina.

Prólogo

de El interés por realizar esta investigación surgió en el curso

nuestro trabajo en el Consejo Nacional de Desarrollo entre 1263 y 1966. Allí pudimos observar, desde una posición privilegiada,

las dificultades de los ejecutores de la política económica en su lucha cotidiana con el familiar dilema entre estabilización y crecimiento.

Un hecho que nos impresionó vivamente fue la frustración de los

técnicos gubernamentales —tanto de los que se ocupaban de la planificación como de los que actuaban en organismos vinculados directamente con la ejecución de la política económica— en su intento de clarificar los efectos alternativos (de corto y largo

plazo, repercusión política y económica, etc.) que debían tener en

cuenta los ejecutores de la política en la elaboración de sus decisiones. En verdad, la estructura convencional del análisis económico parecía inadecuada para la conducción política de una sociedad plu-

ralista y conflictiva, en que la posibilidad de las medidas econó-

micas está determinada en alto grado por la necesidad de movilizar y retener cambiantes coaliciones de apoyo. Por otro lado, a veces

se tiene la impresión de que los economistas estarían más a gusto

bajo gobiernos fuertes y estables, del tipo de los que en la Ar-

gentina suelen requerir el apoyo de una dictadura militar.

Este libro representa, en consecuencia, la búsqueda de un enfoque de política económica apto para gobiernos constitucionales y de-

mocráticos en sociedades pluralistas y conflictivas. Aun cuando el

análisis sólo trata la experiencia argentina, estamos persuadidos de que este enfoque es también relevante para otros países semiindustrializados, cuyo desarrollo socioeconómico no ha sido acompañado de una suficiente modernización institucional. El trabajo se centra sobre las políticas de balance de pagos y la lucha antiinflacionaria, si bien la gama de temas considerados es ciertamente más amplía y no se circunscribe a los límites tradicionales de la economía. Sin embargo, no se han utilizado técnicas analíticas ajenas al instrumental tradicional de los economistas y tampoco se presenta ningún modelo formal que haya surgido como alternativa Írente a los empleados en el análisis económico convencional. Pese a que no estamos totalmente satisfechos con los resultados, creemos que este problema ha recibido escasa atención en la literatura económica y que nuestro enfoque, si bien fundamentalmente pragmático, es generalizable y útil para los técnicos que asesoran a los ejecutores de la política económica.

Durante los años de investigación que ha llevado este libro hemos acumulado tal cantidad de deudas intelectuales y logísti cas que se hace materialmente imposible agradecer a todos los acreedores.

Sin el

generoso y prolongado aporte del Development Service de la Universidad de Harvard la tarea no habría Advisory sible. El apoyo del Social Science Research Council convir sido potrabajo en un verdadero esfuerzo de colaboración intern tió este acional, El Centro de Investigaciones Económicas del Instituto Torcuato Di Tella nos proveyó de un amplio apoyo logístico en Buenos Aires, y varios organismos del gobierno, principalmente el Instituto Nacional de Estadística y Censos y el Ministerio de Economía, nos ofrecieron una ayuda decisiva en materia de inform ación. La lista de colegas con quienes estamos intelectualm ente en deuda es vasta, y sí intentáramos una reseña comple ta deberíamos incluir a

los ministros de Economía, presidentes del Banco Central y secretarios de planificación de los últimos veinte años, a los miembros de la Asociación Argentina de Economía Polític a y al cuerpo de profesores de desarrollo económico de la Univer sidad de Harvard, Entre los integrantes del primer grupo, quisié ramos expresar nuestro particular agradecimiento a Alfredo Gómez Morales, Antonio Cafiero, Aldo Ferrer y Roque Carranza. Por berto Fracchia, Marcelo Diamand y Mario Brode su parte, Al rsohn nos proporcionaron un valioso estímulo intelectual. En Harvard, Walter Falcon, Simon Kuznets, Edward Mason, Gusta v Papanek, Raymond Vernon y Daniel Schydlowsky se presta ron, con particular amabilidad, a comentar versiones preliminares . Ninguna de esas personas, ni tampoco las otras muchas que dieron parte de su tiempo para ayudarnos en esta empresa, son por cierto responsables del resultado final, con el que algunas de ellas, al menos, bien pueden disentir. Finalmente, desearíamos agradecer a nuestro asiste nte de investigación, John Miranowsky, por su dedicación en el manejo de la computadora, a Nancy Hall por su ayuda biblio gráfica, a Raúl Soutrouille por su inestimable colaboración en la preparación de esta edición y a una extensa lista de personas que llevaron adelante la larga y tediosa tarea de mecanografiar y correg ir el manuscrito. Pero la mayor deuda la tenemos con nuestr as respectivas familias, que toleraron con paciencia las dificultades emanadas de una labor que insumió mucho más tiempo que el originalmente previsto. Este libro ha sido publicado en dos ediciones con pequeñ as diferencias. La versión española no incluye algunos detalles innecesarios para el público argentino o latinoamericano y presenta un apéndice estadístico más detallado que la versión inglesa. Esta úl. tima, a su vez, contiene algunas revisiones más

recientes, más de forma que de fondo, que no ha sido posible incluir en la edición española.

Primera parte. Una interpretación de la experiencia argentina en la formulación

de la política económica

TSS A TT TT AS

AS

E SR

NES

Introducción

En el análisis de las medidas económicas que deben adoptarse en los países en desarrollo sería conveniente dejar de lado los modelos de ingreso y empleo que se utilizan en las economías avanzadas, puesto que en aquellos el crecimiento está limitado más por una oferta insuficiente que por una demanda deficiente, y su problema radica en aprender a trasformar con mayor eficiencia los Yecursos

disponibles en bienes y servicios, más que en generar su pleno empleo por medio de adecuadas políticas monetarias y fiscales.

Esta es la respuesta que uno de los autores —en su examen doc-

toral, hace varios años— daba a una incisiva pregunta del profesor

Simon Kuznets. En ella se advierte claramente un elemento de verdad, pero el campo para desarrollar una política monetaria y fiscal más autónoma se está expandiendo a medida que las economías menos avanzadas se hacen más monetizadas, las bases impositivas se ensanchan, la producción interna sustituye a la importación y el sector público asume responsabilidades cada vez mayores. Una vez que este proceso está bien canalizado, pocos gobiernos nacionalistas interesados en apurar el ritmo del desa-

rrollo pueden resistirse a tratar de mantener o expandir el ingreso

y el empleo internos en forma más independiente de las fluctuaciones de las exportaciones primarias. Las dificultades que entraña conciliar un crecimiento más rápido con el equilibrio interno y externo están ampliamente demostradas por la experiencia de las economías avanzadas; pero, además de ello, otras dos clases de li-

mitaciones complican la conducción de la política macroeconómica

en los países menos desarrollados. Una de estas limitaciones consiste en la mayor dependencia directa de las economías menos desarrolladas con respecto a sectores foráneos. Esto resulta por demás obvio cuando, por ejemplo, la exportación genera la mayor parte del ingreso monetario, los impuestos sobre el comercio exterior son la principal fuente de ingresos fiscales, y las subsidiarias locales de los bancos y empresas extranjeros pueden aislarse de las políticas monetarias nacionales merced a su acceso independiente a la financiación foránea. De cualquier manera, estas limitaciones son muy comunes a los países pequeños en diferentes etapas de crecimiento. Una limitación más típica de las naciones menos desarrolladas es la dependencia externa creada por la sustitución de importaciones en gran escala detrás de altas barreras proteccionistas. Paradójicamente, el resultado de estas políticas ha sido reducir la respuesta de las exportaciones e importaciones a los cambios en los precios relativos, porque la

11

mayor parte de la producción interna no primaria y una gran proporción de las importaciones han llegado a ser muy poco competitivas, De esta manera, la independencia de la política macroe conómica está limitada por la obligación de los gobiernos de valerse, fundamentalmente, de ajustes en el nivel total de la actividad y empleo internos para resolver los problemas del balance de pagos a corto plazo, La segunda clase de limitaciones especiales en la conducción de la política macroeconómica de los países en desarrollo consist e en el alto grado de conflicto sociopolítico. Desde luego que el conflicto es una experiencia humana universal, pero en las socied ades más avanzadas las instituciones actúan como mediadoras y reprimen o moderan sus manifestaciones más extremas. En ellas ha sido posible establecer instituciones relativamente fuertes y respetadas, tales como tesorerías y bancos centrales que maneja n la política macroeconómica de acuerdo con ciertas reglas de juego que gozan de general aceptación. Esto es menos cierto en los países en desarrollo que no están regidos por un partido único poderoso 09 por un gobierno totalitario, Más generalmente, las coalici ones forjadas en una etapa inicial para apoyar ciertas reglas de juego político-económicas han sufrido diversos ataques, cuando no han sido completamente desarticuladas por la emergencia de nuevos y cada vez mejor organizados grupos de intereses competidores , engendrados en el proceso comúnmente denominado «de modern ización», Estas nuevas fuerzas no solo encuentran muy dificultoso ponerse de acuerdo sobre las nuevas reglas de juego, sino que al romper la coalición preexistente contribuyen, con frecuencia, a revivir tradicionales divergencias regionales, étnicas y otras previamente integradas en la vida nacional o suprimidas por el antiguo régimen. Una de las consecuencias ha consistido en que de la política macroeconómica —

1955

956

— 6534

—94

— 128,1

— 158,0

1956

1957

1958

1959

1960

1954

1953

1952

1951

—920 —45 — 96 9,7

Año

Movimientos COMPENSAtorios (1)

60,7 —175,5 —2223 251,1 308,4

—2686 —1840 353,5 —98 —2110

(2)

Reservas internacionales

(3)

Total

— —

150,4

123.0

231,7

240,9

70,3

— 201,3

353,5 —0,2

— 360,6 — 188,5

Datos del balance de pagos

— 142,7

— 128,0

— 23,4

— 14,3

— 235,0

9,6

9,7

— 346

— 91,9

(4)

317,3

246,6

— 190,8

— 125,4

253,0

— 261,5

— 1559

192,9

— 168,2

— 241,6

5)

MoviReservas mientos intercompensanaciotorios nales

174,6

118,6

— 214,2

— 139,7

18,0

— 231,9

— 6,2,

1929

— 172,8

— 333,5

Total (6)

Autoridades monetarias

— 17,6

5,5

3,8

— 61,8

105,6

(7)

Reservas internacionales

Instítuc. autoriz,

— 142,7

— 128,0

— 23,4

— 14,

— 233.0

9,6

9,7

— 91,9 —46

(8)

torios

compensa-

Movimientos

299,1

252,1

— 187,0

-— 187,2

358,6

(9)

e

Reservas internacionales

Total

Datos de las cuentas de autoridades monetarias instituciones autorizadas

(10)

157,0

124,1

— 210,4

— 201,5

1236

(11)

Total

— 15,3

—0,Í

140

— 531,1

244,6

0,1

—0,1



0,1.

"01

Movimientos compensatorios

8,7

1,0

—35,3

11,7

— 297,9

50,5*

6,1*

160,6*

—1538*

—270*

(12)

Reservas internacionales

Difetencia

— 6,6

0,9

—21,3

— 39,4

— 53,3

—27,1* —15,7* 160,6* 6,0" 50,6*

(13)

Total

Cuadro B.10. Conciliación de los movimientos compensatorios con la variación en las reservas internacionales, 1951-1970 (en millones de dólares).

253

177

— 17,5 0,1 1,0 — 0,7 —

B-9; la posición acreedora del país ante el Fondo Monetario Intetnacio-

nal se computa en las reservas internacionales, y la posición deudora, en los movimientos compensatorios. Columna 7: Banco Central, Boletín estadístico, varios números.

Fuentes: Columnas 1, 2 y 3: cuadro B-3. Columnas 4, 5 y 6: cuadro

las reservas internacionales. En el balance de pagos, el Acuerdo de París apatece registrado en 1957, 1958 y 1959 a medida que se firmaron los acuerdos definitivos, y por su valot neto. Á partir de 1959, las variaciones de esta deuda se incluyen íntegramente en los movimientos de capital compensatorio * No incluye la variación en instituciones autorizadas.

imputación de las operaciones. Las negociaciones con el Club de París aparecen registradas por las autoridades monetarias en 1956, fecha de la firma dei Acuerdo Provisional, como una entrada de capital compensatorio y una disminución del pasivo en divisas bilaterales computado en

en 1953 obedece al ajuste en las tenencias de divisas bilaterales del Banco Central del valor en dólares de saldos acreedores con España. Entre 1959 y 1970; las diferencias en las reservas internacionales surgen de ajustes en el movimiento de divisas bilaterales, que se registran en las reservas por su valor neto. Las diferencias en movimientos compensato rios, con excepción de 1956-1957 y 1958, obedecen a distintos años de

sobre la posición de divisas al contado de las instituciones autorizadas 4 operar en cambios en años anteriores a 1955. La diferencia observada

Notas: La variación de las reservas internacionales en el balance de pagos incluye las de instituciones autorizadas. No se dispone de información

0,1 1,0 — 0,7 —



—17,5 — = — o

41,2 414,7 160,5 — 108,8 259,9

—47 479,7 58,3 —259,2 1850

459 —630 102,2 150,4 749

9,3 —233 19,9 —27)0 0,5

31,9 43811 140,4 —S818 2394

—140 503,0 38,4 —2322 184,5

23,7 4148 159,5 —109,5 239,9

— —47 4798 57,3 —2599 185,0

284 —6350 102,2 150,4 74,9

1966 1967 1968 1969 1970

439 —630 102,2 150,4 749

—118 1,1 154 11,9 —7,2

—30 —41 —536 —82 —16

—68 58 211 201 64

—1499 —3278 140,44 4,3 47,1

—1886 —3356 152,8 — 103,3 29,3

38,7 78 —124 107,6 17,8

12,0 —310 222 26,7 —43,5

— 161,9 —2968 118,2 —224 906

38,7 —200,6 78 —3046 130,6 —12,4 107,6 - 130,0. 72,8 17,8

— 161,7 — 326,1 1559 16,2 39,9

—19356 —340,3 147,2 —111,5 15,7

319 136 8,7 127,7 24,2

1961 1962 1963 1964 1965

Cuadro B-11. Tipos de cambio, 1947-1970 promedios anuales).

[en pesos por dólar;

Cotizaciones en el mercado oficial

E

E

A

$71 >=

23 má

*3

voz

1

oh 5 .1i01_M

|:

Año

Tipo vendedor básico

(1)

1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955

4,23 4,23 4,85 6,36 7,50 7,90 7,50 7,30 10,12

1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970

18,00 18,00 18,00 80,63 82,80 83,13 115,98 138,61 141,00 171,62 209,35 333,50 350,00 350,00 379,17

Tipo comprador básico

Tipo vendedor para transacciones financieras

Mercado paralelo

(2)

(3)

(4

3,36 3,36 3,36 3,91 3,00 3,00 5,00 5,00 6,87 18,00 18,00 18,00 80,63 82,80 83,13 115,98 138,61 141,00 171,62 209,35 333,50 350,00 350,00 379,17

4,17 4,50 6,21 10,69 1301 13,00 13,98 13,98 14,63 18,00 18,00 18,00 75,86 82,80 82,88 115,95 138,61 141,00 171,62 209,35 333,50 350,00 350,00 379,17

4,33 6,98 11,71 15,99 23,74 22,94 22,56 25,30 30,49 35,34 39,62 30,10 79,80 82,80 82,88 115,95 138,61 157,18 243,80 241,99 338,99 350,00 351,10 386,04

Fuentes: Techint, Boletín informativo, n? 183, 1971. Las columnas 1, 2 y 3 se calcularon a partir de cotizaciones mensuales del Banco de la Nación Argentina; la columna 4, de cotizaciones en mercados internacionales.

información sobre los precios de estos productos debe considerarse sujeta a un amplio margen de error, Las estimaciones sobre producción de carne vacuna, ovina y por: cina —que en conjunto representan, aproximadamente, el 70 % del valor total de la cría de ganado en la Argentina— se definen como el valor de las ventas para faena ajustado con el de las

variaciones en las existencias y el de la exportación de animales

XX

ME

TA

=

vivos. Debido a la importancia que tiene la carne para la economía

argentina, son muchas las fuentes de información estadística rela-

tivas a este subsector, Las más importantes para la faena de ganado son la Junta Nacional de Carnes, que controla la producción en los grandes frigoríficos (alrededor del 80 % del total de la faena en 1960), y la Secretaría de Agricultura, que suministra datos sobre los mataderos más pequeños del interior del país. Esta última es menos confiable, y acaso constituya la principal fuente de error en las estimaciones sobre producción de carne. Del mismo modo,

178

las cifras relativas a la matanza de ovinos y porcinos adolecen de limitaciones en cuanto a su cobertura, particularmente a raíz de que el consumo en los propios establecimientos es muy elevado. También son considerables las discrepancias en las estimaciones oficiales de las existencias de ganado. Uno de los problemas reside

en que las pariciones tienen lugar, en su mayor parte, en la primavera, mientras que las estimaciones oficiales de las existencias se efectúan a mitad de año, y las estimaciones de la producción, al finalizar este, Y

Un segundo problema consiste en que, entre un censo agropecuario

y otro (1947, 1952, 1960 y 1969), los datos oficiales deben basarse en los informes de los ¿gentes regionales de la Secretaría de Agricultura, informes que frecuentemente difieren de manera

significativa de otras estimaciones, Por ejemplo, de acuerdo con

fuentes oficiales, entre 1960 y 1963 las existencias de ganado disminuyeron en 2 millones de cabezas, en tanto que otras estimaciones (véase el cuadro B-14)

muestran un ligero aumento

en aque-

llas. Por otro lado, según las estimaciones oficiales, entre 1963 y 1965 las existencias aumentaron algo más del 13 %, mientras

que de acuerdo con otras fuentes permanecieron relativamente

estables. Las estimaciones sobre producción de lana, leche y otros productos pecuarios son también incompletas y no están sujetas a controles estadísticos periódicos. En cuanto a los precios, costos de trasporte y márgenes cometciales en el subsector ganadero, ocurre algo muy similar a lo que ya señalamos en relación con los cereales. A los efectos de estimar el producto agrícola bruto es necesario contar con datos sobre el valor de los insumos intermedios, con respecto al cual no se dispone de información anual. En consecuencia, tanto las series del Banco Central cuanto las del CONADECEPAL emplean indicadores indirectos en sus estimaciones, tales como la producción de artículos utilizados principalmente en el sector agtícola (p. ej., fertilizantes y productos de sanidad animal y vegetal) y de aquellos bienes y servicios para los cuales las ventas a los agricultores son registradas como tales (p. ej., combustibles, lubricantes y seguros). Esta información se completa con estimaciones del uso de semillas y gastos de mantenimiento de equipos, que se deducen de estudios especiales y de relaciones históricas. Por lo tanto, es obvio que las estimaciones de las cuentas nacionales deben ser utilizadas con gran cautela cuando se analizan los cambios en la productividad por sectores y en la utilización de

nuevos insumos agrícolas.

(Continúa

en

pág.

184.)

11 Véase Lovell S. Jarvis, Supply response in the cattle industry. The Argentine case: 1937-38/1966-G7, tesis inédita de doctorado, Cambridge, Mass., MIT, 1969, y Lucio G. Reca, «El aumento de existencias de ganado vacuno

en 1971», en Instituto de Investigaciones Económicas y Financieras de la

CGE,

179

Estudios sobre la econonia argentina, n? 11, enero de 1972.

180

17,1

Frutas, hortalizas y flores

93,2 94,8 95,9

63,5

83,5

31,9 14,5 20,4

15,2

187,0

Construcciones y mejoras

Total

Otros

vacuno

Ganado ovino y lana

Ganado

95,3

82,2 84,4

59,4

72,1

1950

86,8

ganadera

28,6

Producción

39,3

83,0

Cultivos industriales

agrícola

Cereales y lino

Producción

Rubro

Valor en 1960 ten miles de millones de pesos)

89,1

76,7

93,7 99,7 95,0

930

80,1 86,5 84,0

83,0

1951

98,4

89,9

83,5

89,3

108,7 89,2

39,9 85,0 74,4 96.3 93,56 105,4

98,3

95,6

99,5

1933

62,0

19532

Cuadro B-12. Estimaciones de la producción agropecuaria efectuadas por el CONADE,

98,3

82,5

103,2

103,6

107,2

105,6

94,0 81,3 102,2

91,4

1954

1950-1963

87,6 102,0

114,5 97,7 106,2

109,7

100,9

91,8

93,6

94,5

1935

971

106,9

109,9

91,0

193,5

102,9

80,4 93,8 94,7

87,8

1956

(índice 1960 = 100).

181

Fuente: CONADE-CEPAL, op, cif., cuadro 3-17, e informes inéditos.

969

85,1

Construcciones y mejoras

Total

102,2 95,4 103,1

Ganado vacuno Ganado ovino y lana Otros

101,1

93,6

103,0 96,2 99,6

101,0

101,3

Producción ganadera

Frutas, hortalizas y flores

100,4

83,9

107,7 92,8 100,5

103,5

107,8 95,0 97,2

100,0 100,0 100,0 100,0

100,0

100,7

98,3

105,1

28,8

108,2

93,8 91,5 97,2

94,2

114,6

95,2

103,2

1962

113,2 104,8

101,2

81,9

93,0

1961

100,0 100,0 100,0 100,0

105,4 96,2 89,0

98,5 108,7 28,1

industriales

97,8 86,9 93,5

Cultivos

Cereales y lino

100,0

99,0

1960

1959

1958 101,8

1957

93,6

(continuación).

Producción agrícola

Rubro

Cuadro B-12

96,9

108,4

94,5 89,9 98,5

94,7

83,4 112, 109,1

98,3

1963

182

vacuno ovino y lana

Total

Construcciones y mejoras

Ganado Ganado Otros

Producción ganadera

Cultivos industriales Girasol Caña de azúcar Uva Frutas, hortalizas y flores

Sorgo

Cereales y lino Trigo Maíz

Producción agrícola

Rubro

1960 = 100).

100,6 98,4

100,0

100,0

103,5 107,6 92,8 100,5

71,9 100,0

95,3

95,2 34,8 96,0 61,8 82,4

86,8

51,9 14,5

204

15,3

187,8

107,1 86,4 97,8

100,9

94,9 97,3

100,0 100,0 100,0

Ti 103,8

88,0

114,1

63,4

98,4 108,0

119,8

113,4

124,5 153,2 130,2 208,1 115,3 57,4 122,5 120,8 100,9

1964 114,1

(indice

106,5

93,1 98,1

118,9

109,8

106,1 156,3 120,7 576 1159 129.0 106,8

127,1 228,9 116,8 107,2 106,1 118,7 102,7 104,6

976

88,0

105,3

1963

94,8 87,4

99,3

67,8

100,0

1962 106,6

1950 y 1959-1970

118,0 205,6 102,7 72,9 92,1 104,3 1134

Central,

100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

81,2

105,2 115,1 120,0 119,4 96,8 48,2 105,5 111,2 87,3

60,3 88,1 20,4 0. 82,4 88,8 75,4 778 81,5

41,6 15,6 9,5 1,1 28,2 3,8 4,7 96 159

99,1

100,0

96,9

1961

1960

1959

72,3

1950

efectuadas por el Banco

83,8

Valor en 1960 (en miles de millones de pesos)

Cuadro B-13. Estimaciones de la producción agropecuaria

183 119,6

120,0

866

128,6 121,4 117,4

121,5

1159

121,4

dros inéditos.

e. mo

+

Fuente: Banco Central, Origen del producto y distribución del ingreso, 1950-1969, suplemento del Boletin estadístico, n* 1, enero de 1971, y cua-

Total

105,1 98,6

67,1

71,6

92,9

81,1

Construcciones y mejoras

134,7 100,3 118,6 141,7 97,6 112,2

130,1 104,6 112,2 126,8 107,9 110,8

126,3 102,8 119,1

1258

122,2 103,3 107,9

_—

126,8 121,1

123,0

103,8 98,3 167,0 407,9 111,2 109,2 93,4 112,4 142,5

Ganado vacuno Ganado ovino y lana Otros

rin

115,9

Producción ganadera

Caña de azúcar Uva Frutas, hortalizas y flores

Sorgo Cultivos industriales Girasol

Trigo Maíz

130,1 120,3 227,8 627,4 123,3 142,1 97,3 120,0 144,5 125,1

115,4 107,0 207,1 226,7 138,7 139,6 83,8 174,6 125,5

103,5 104,1 1724 349,9 122,9 97,5 125,1 131,5 112,9

139,6 192,9 125,1 140,8 124,2 94,3 137,2 112,0 126,3

Cereales y lino

116 106,1 159,7 311,5 1129 117,2

133,7

117,1

113,7

123,4

112,4

124,6

Producción agrícola —_——

1970

1969

1968

Rubro

1967

(continuación). 1966

B-13

1965

Cuadro

Cuadro B-14. Comparación de estimaciones de existencias de ga-

nado vacuno, 1948-1970

(en millones de cabezas).

Estimaciones de Jarvis + += =————>=" -Disponibilidad Al 30 de junio anual u (2) (3)

Año

Estimaciones oficiales al30dejunio (1)

1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964

41,0 — — — 45,7b 41,2 436 438 46,9 44,0 41,3 41,2 43,50 43.2 43,2 41,2 —

41,1 41,1 40,9 40,2 40,6 40,4 429 43,8 48,0 486 47,3 46,0 45,9 47,3 48,6 47,4 46,5

47,77 47,8 47.6 46,7 417,2 47,0 49,9 33,3

— — — — — — — —

35,8 56,3 55,2 53,4 33,4 550 56,2 35,3 34,0

— — — — 45,4 47,4 48,6 48,4 46,9

1966 1967 1968 1969 1970

— 51,30 31,50 48,30 —

49,8 51,8 — -— —

579 60,2 — — —

51,5 52,8 529 52,9 51,8

1965

46,7

47,3

55,0

Estimaciones de Reca al 30 de junio (4)

rm

488

a El toral de animales disponibles anualmente es igual al rebaño a principios de año más la parición anual; los censos oficiales tomados al 30 de junio se efectúan precisamente antes de comenzar esta. b Este dato, que corresponde al 11 de noviembre, se considera generalmente sobrestimado (véase Lovell S. Jarvis, Supply response in the cattle industry, The Argentine case: 1937-38 /1 966-67, tesis inédita de doctorado, Cambridge, Mass., MIT, 1969, pág. 204). e Junta Nacional de Carnes; los datos para 1960 y 1969 cotresponden a censos agropecuarios levantados el 30 de setiembre. Fuentes: Columnas 1, 2 y 3, L. S. Jatvis, op. cif, cuadro 4-1, pág. 203, CoIumna 4, Lucio G. Reca, «El auménto de existen cias de ganado vacuno en 1971», en Instituto de Investigaciones Económicas de la CGE, Estudios sobre la economía argentina, ne 11, enero de 1972,

5.

Estadisticas industriales

El sector industrial desempeña un papel clave en las estadísticas de: cuentas nacionales, no solo porque es la fuente de más del 30 % del producto interno bruto total, sino tambi cifras para los sectores comercio, servicios y traspoén porque las rte, y para la inversión bruta y el consumo privado, están en gran parte basadas

184

q

en estimaciones

de la producción

manufacturera.

Como

explica-

mos en el apéndice A, el método general empleado para estimar las series de Ja producción industrial consiste en la interpolación de precios y cantidades entre los años censales. Los censos indus-

triales de los que se extrajeron datos para este estudio son los de 1946,

1948,

1950,

1953,

1957

y

1963.

Sin embargo,

solo

los

de 1946, 1953 y 1963 comprenden a todos los establecimientos industriales, mientras que los restantes corresponden a establecimientos que empleaban más de cierto número de trabajadores de acuerdo con el censo anterior. Las interpolaciones intercensales entre 1946 y 1960 se derivaron originariamente de las series estadísticas anuales sobre el volumen de la producción y el empleo (cantidad de empleados, horas trabajadas y salarios pagados) en las diferentes actividades industriales.** Estos índices fueron determinados tomando como base el censo de 1943, y ajustados más tarde de acuerdo con los resultados del censo de 1946; pero desde entonces no se han hecho más revisiones. Hacia 1960, en vista de que las series anuales eran tan poco representativas del movimiento real de la producción industrial, dejaron de publicarse. Como consecuencia de ello, el Banco Central y el CONADE se vieron ante la necesidad de elaborar sus propios índices de producción sobre la base de informaciones dispersas, referentes principalmente al volumen de producción de empresas individuales, en vez de la producción de artículos determinados. La información sobre precios se obtiene de tres fuentes principales: el índice de precios mayoristas del Banco Central para el período 1939-1956;1% el índice de precios mayoristas publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, que arranca en 1936 y

continúa publicándose1* y fuentes diversas para productos no incluidos en los citados índices de precios. Las estadísticas de los mencionados censos completos parecen razonablemente confiables: no se han registrado discrepancias muy marcadas entre los datos de producción censal y los estudios sobre utilización de los productos industriales en los cálculos de insumoproducto, y solo aparecen diferencias menores entre los datos sobre

empleo contenidos en los censos industriales y los de población,

cuando se los compara convenientemente. Los resultados oficiales de los censos se corrigen mediante ciertos ajustes en la estimación del producto industrial, debido a la producción artesanal en pequeña escala —que no está incluida en ellos—, la valuación de

la producción de las empresas verticalmente integradas —como las compañías petroleras— productores.

y el tratamiento

impositivo

de ciertos

12 Véase Instituto Nacional de Estadística y Censos, Irforme sobre la serie de números indice del volumen físico de la producción industrial, Buenos Aires, 1948. 13 Véase Banco Central, «Indices de precios mayoristas en la Capital Federal», Boletin estadistico, n? 9, setiembre de 1962. 14 Instituto Nacional de Estadística y Censos, Indices de precios al por mayor, Buenos Altres, octubte de 1960.

185

Los datos de los censos en lo que respecta al consumo intermedio de materias primas, combustibles, lubricantes y energía eléctrica también son ajustados, para incluir las estimaciones de los costos administrativos obtenidos de los balances de las empresas. En las interpolaciones

intercensales

se considera

que

el consumo

inter-

medio permanece constante como proporción de la producción a un nivel bastante discriminativo, si bien se toman en cuenta los cambios registrados de un año a otro en los precios relativos entre insumos y productos. En lo que se refiere a las series calculadas a precios constantes, están estimadas sobre la base de estos mismos indicadores y en forma similar a la que se ha descripto para la agricultura.

Cuadro B-15. Tasas anuales de crecimiento de los índices de producción industrial con diferentes ponderaciones.

1950 1960 1969 Fuente: Banco cuadro 47,

Tasas

mo

Central,

de crecimiento

durante

el período

1950-1960

1960-1969

1950-1969

2,8 4,1 4,0

56 3,6 66

4,1 48 32

Origen

del

producto

Y distribución...,

Op.

cít,

Ya hemos mencionado en el apéndice A la mejora en la confiabi-

lidad de las interpolaciones intercensales con respecto a las estima-

ciones recientes del producto interno bruto industrial, Por ejemplo, la tasa anual de crecimiento a precios constantes estimada para el producto industrial entre 1953 y 1963 fue del 3,6 %, comparada con la del 3,9 % que surge de la confrontación entre los censos de esos años. Este sesgo hacia la subestimación puede llegar a ser aún menor para las estimaciones posteriores a 1963, porque las interpolaciones han estado basadas en la producción de un grupo de firmas que incluye a la mayoría de las empresas de moderna tecnología que han crecido más rápidamente en los años recientes, y no en un índice de la producción industrial. Á este respecto, es interesante observar que la experiencia argentina en dicho período

no confirma la bien conocida presunción acerca de la desviación

de los números índice —a saber: que las series que utilizan ponderaciones de los años finales tienden a mostrar una tasa de creci-

miento menor que las mismas series cuando usan ponderaciones

de los años iniciales.15 Como puede apreciarse en el cuadro B-15, en la Argentina ha ocurrido lo contrario de tal presunción, porque la declinación de los precios relativos de algunas actividades que crecieron rápidamente

15 Véase, por ejemplo, Simon Kuznets, Long-term changes in the national income of the United States since 1870, International Association for Research in Income and Wealth, Series 11, 1932, pág. 34 y sigs,

186

q -

Ponderaciones del año

se vio compensada por un alza en los precios relativos de otras actividades en rápido crecimiento. La confirmación de este fenó-

meno puede obtenerse de la comparación de los índices de precios

industriales: la diferencia entre la tasa de crecimiento del índice de precios mayoristas (utilizando valores de 1953) y el índice de precios implícitos en el producto interno bruto correspondiente a la industria (empleando valores de 1963) es absolutamente insignificante. También cabe hacer aquí un breve comentario acerca de las estimaciones del producto bruto de los sectores minería y construcción. Con respecto al primero existe un problema especial, porque

el 50 % del valor agregado sectorial es generado por la extracción de petróleo y gas natural por parte de empresas en las que la

producción, refinación y distribución han estado verticalmente integradas. Por lo tanto, no hay precio de mercado para el petróleo crudo y el gas natural con el cual estimar el valor agregado de acuerdo con el método de la producción. Los diferentes procedi-

mientos utilizados por el Banco Central y el CONADE-CEPAL

para solucionar este problema han dado lugar a importantes discre-

pancias entre las estimaciones de estos organismos con respecto al

producto interno bruto para la minería, como observamos en el apéndice A al comparar las estimaciones de cuentas nacionales utilizadas en este estudio. Para estimar el valor de la construcción en el sector privado y en el sector público se utilizan diferentes métodos. En el primer caso, el volumen de la construcción se basa en los permisos de construcción otorgados; las principales desventajas de esta fuente de información consisten en que la cobertura es incompleta, en que no todos los permisos otorgados se utilizan y en que el tiempo

que insume la construcción difiere para los diferentes tipos de

edificios. Estas estimaciones del volumen de la construcción se convierten en valores corrientes mediante el índice del costo de

la construcción, basado en datos de principios de la década del cincuenta,

Puesto que no se ha efectuado en fecha reciente ninguna investiga-

ción con respecto a esta actividad, las series estadísticas cortespondientes a la construcción privada deben considerarse como unas de las más deficientes de las cuentas nacionales. Las datos básicos

de la construcción para el sector público se obtienen de las cifras

contables suministradas por varias organizaciones oficiales y empresas del Estado, y son más confiables. En ambos casos, las estimaciones del consumo intermedio tampoco se han actualizado recientemente, de modo que es prudente suponer que las series no reflejan en forma adecuada los cambios que deben haberse producido en los métodos de construcción durante el período que se analiza. (Continúa

187

en

pág.

192.)

188

Rubro

Total

Máquinas Otros2

y aparatos eléctricos

Alimentos y bebidas Tabaco Textiles Confecciones Madera Papel y cartón Imprenta y publicaciones Productos químicos Derivados del petróleo Caucho Cuero Piedras, vidrio y cerámica Metales Hierro y acero Vehículos y maquinaria

749,3

72,2 23,5 102,2 33,7 294

185,2 128 71,7 37,6 21,9 136 14,0 56,2 45,9 126 18,7 21,6

Valor en 1960 (en miles de millones de pesos)

69,7

34,4 27,3 115,3

32,5 19,9 101,8

69,1

55,1 34,9

81,7 92,7 96,4 95,9 97,3 19,7 928 34,7 353,7 63,4 90,5 84,7

89,2 88,0 94,4 95,4 98,3 73,7 101,2 53,0 56,6 46,0 86,6 83,5

49,3 30,2

1951

1950

679

49,56 34,5 36,9 29,2 100,4

81,9 101,7 91,1 87,0 94,9 69,1 63,7 33,5 61,4 66,5 94,2 80,1

1952

619

39,8 37,1 89,3

53,2 42,1

83,7 103,4 82,7 84,8 92,2 61,9 62,0 36,6 63,9 60,6 90,2 79,8

1953

44,6 44,5

83,9 99,0 88,3 88,2 94,8 78,8 71,7 66,2 67,6 73,9 87,1 85,6 71,3 70,2

1954

83,1

50,7 55,7 102,8

$6,1 83,4

937

86,4

83,6

97,6 104,4 98,1 98,9 98,5 91,7 82,3 74,8 72,7

1955

1956

87,8

86,0 78,3 550 62,1 87,2

83,4 90,8 98,7

74,5

100,8 90,9 79,3

96,3

112,3 102,2 98,0 100,1

Cuadro B-16, Estimaciones de la producción industrial efectuadas por el CONADE, 1950-1963 (indice 1960 = 100).

189

(continuación).

86,5

1959

726 88,8 121,0 94,0

114,1 105,1 74,1 89,8 112,1

101,6

96,6

102,0 103,4 94,8 96,2 99,6 117,0 90,7 93,8 92,3 80,8 113,8 99,3 96,1 94,0

98,2 86,8 64,5

81,4 119,2

102,9 108,0

101,1 117,7 100,1 94,1 98,8 88,6 1132 1119

104,2

1958

117,8 104,2 103,5

1957

108,5 101,8. 102.2 104,7 1038 105,1 960 86,9 90,2

op. cít., cuadros 3-19 y 3-20, e informes inéditos.

artesanales.

Fuente: CONADE-CEPAL,

a Incluye actividades

Total

Orros2

Vehiculos y maquinaria Máquinas y aparatos eléctricos

Hierro y acero

Metales

Piedras, vidrio y cerámica

Caucho Cuero

Derivados del petróleo

Productos químicos

Papel y cartón Imprenta y publicaciones

Madera

Textiles Confecciones

Tabaco

Alimentos y bebidas

Rubro

Cuadro B-16 1960

100,0

100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

108,6

119,2 136,2 119,4 120,0 154,4

112,3

87,4

99,1 102,7 101,3 999 101,1 123,3 111,4 108,1 111,0 133,8

1961

107,4 151,9 88,5 79,3 74,7 956

101,2

123,5 102,2 69,2 927

958

77,7 116,8 89,9

69,9

116,6 103,8 14,7

1963

108,8 133,2 105,3 93,6 108,2

84,0 91,0 120,1 96,1 998 1244 130,7 78,3 110,2

81,5

107,2 104,1

1962

190

- -

Total

+-—



Sustancias químicas, derivados del petróleo y caucho Derivados del petróleo Productos minerales no metálicos Productos metálicos básicos Hierro y acero Productos metálicos, maquinaria y equipos Vehículos automotores Otros

Papel, imprenta y editoriales

Alimentos, bebidas y tabaco Textiles, prendas de vestir y cuero Madera y muebles

Rubro

86,1 37,4 31,1

31,71 23,8 88,8

66,8

33,2 24.0

172,5 45,2

32,2

767,4

33,2 54,0

215,6 142,0 130 234

111,8 46,9 218

1950 87,5 90,7 84,7 83,7

Valor en 1960 (en miles de millones de pesos)

97,8

103,9

112,3

104,1

110,0

100,0 100,0 100,0

100,0 100,0 100,0 100,0

94,2 89,2

75,1 42,8 100,5 90,9

1139 141,5

103,7 146,5

113,8 126,7 109,5 111,0 115,2

113,3 109,0

100,0 100,0

92,3 88,2 82,2 120,4 124,2

109,9 83,1 110,4 108,6

1961

105,3 102,3 118,6 1179

1960

100,0 100,0 100,0 100,0

1959 100,8 95,0 106,6 108,9

1962

118,4

107,3

94,2 99,7

124,8 169,0

159,2 179,3

106,4

96,0 119,4

97,1 1140 123,5

136,3 134,3

1128 127,3

1964 114,5 95,2 115,7 116,1

112,0 78,5 100,8 104,3

1963

Cuadro B-17. Estimaciones de la producción industrial efectuadas por el Banco Central, 1950 y 1959-1970 (indice 1960 = = 100).

E

191

(continuación).

y muebles

de vestir y cuero

115,5 136,0

134,8

137,9

136,1 105,5 126,7 139,3 162,2 163,1 142,4 171,5 191,5 144,6 198,3 121,3

1967

Fuente: Banco Central, Origen del producto y distribución. .., op. cit., cuadro 47, e informes inéditos.

Total

automotores

115,9

Vehículos

Otros

159,8 162,3 136,9 166,9 178,3 143,6 192,2

1966 130,5 106,4 137,2 146,0

145,2 200,8

180,2 199,9

127,3

122,9 109,6 129,9 138,9 156,7 151,5

1965

Productos metálicos, maquinaria y equipos

básicos

minerales no metálicos

Productos metálicos Hierro y acero

Productos

Derivados del petróleo

Papel, imprenta y editoriales Sustancias químicas, derivados del petróleo y caucho

Madera

Textiles, prendas

Alimentos, bebidas y tabaco

Rubro

Cuadro B-17

147,4

175,8 167,3 165,3 206,9 237,1 153,8 205,3 122,4

1968 140, 111,2 1358 149,5

163,7

167,8

213,9 184,8 198,9 230,8 254,1 195,8 269,8 134,0

144,4 121,5 146,0 177,3 145,8 115,9 144,1 160,8 202,6 178,17 178,0 230,5 23359 181,8 251,1 129,7

1970

1969

6.

Estadísticas del sector servicios

No se dispone de series estadísticas regulares sobre los servicios, uno de los sectores a los que más se descuida en los censos. Las principales fuentes de información son las siguientes: datos contables referentes a los servicios suministrados por el Estado, las empresas públicas y las instituciones financieras controladas por este; datos sobre el flujo de bienes comercializados y las actividades de trasporte; estimaciones de la edificación para calcular el ingreso

por alquileres; datos de los censos económicos

para ciertas activi-

dades comerciales y servicios personales, y los censos de población como una verificación general de las otras estimaciones y la única fuente de datos para los servicios profesionales y del personal doméstico. Las estimaciones basadas en datos contables de las actividades controladas por el gobierno son, probablemente, las más dignas de confianza. El producto generado por los servicios que el gobierno provee gratuitamente está valuado a su costo en insumos materiales y pagos de salarios; el valor del uso de las propiedades inmuebles del Estado y el de la depreciación de los equipos y edificios no está incluido. Por otra parte, las cifras para el sector comercio se basan en estudios ocasionales sobre los márgenes brutos de los comerciantes a los niveles mayorista y minorista, que se han supuesto prácticamente constantes durante muchos años. Datos parciales sobre tarifas, volumen de tráfico y cantidad de vehículos cometciales en circulación sirven de base para la estimación de los

servicios de trasporte privado. El alquiler de viviendas se estima a partir de su cantidad anual calculada de acuerdo con el método

del inventario perpetuo y haciendo abstracción, como es de práctica, de si son o no efectivamente alquiladas. Por último, el ingreso de los servicios personales se extrae, en especial, de los censos de población y de datos complementarios sobre tasas de remunera-

ciones,

Las series a precios constantes para el comercio y los servicios de trasporte se basan en el flujo de bienes, y las de los servicios públicos, en el volumen de la producción; pero prácticamente para tados los otros servicios el producto a precios constantes se estima

a partir de las estadísticas de empleo. La utilización del empleo

como indicador de las variaciones en el ingreso real de los servicios probablemente lleve a sobrestimar el aumento en el producto bruto registrado durante el período de rápido crecimiento del empleo público que siguió a la Segunda Guerra Mundial, Por la misma razón, las estimaciones del ingreso real de los servicios pueden haber sido subestimadas durante los últimos años, cuando el empleo público se estabilizó y la productividad del trabajo probablemente haya mejorado; el rápido incremento de los precios relativos implícitos para los servicios públicos y personales entre 1960 y 1970 es otra muestra de que en los últimos años pueden haberse

registrado aumentos de productividad no incluidos en las estima-

ciones del producto interno real, La importancia relativa del empleo

192

y otros indicadores en la estimación del producto bruto a precios constantes para el sector servicios puede observarse en el cuadro que presentamos a continuación: Porcentaje del producto

interno bruto total

Empleo

Servicios financieros Servicios domésticos Otros

.

e O

Servicios profesionales

A

Gobierno

NA to y

A.

Subtotal B.

18,2

Indices del volumen físico de diversas características Cotnetcio Trasporte

y comunicaciones

Vivienda Electricidad, gas y agua Subtotal C,

193

Total

16,7 8,1

2,0 1,3 28,1 46,3

Tercera parte. Políticas de estabilización

6. La experiencia inflacionaria

La Argentina ostenta el nada envidiable privilegio de poseer una de las más elevadas tasas de inflación sostenida de la historia reciente, Durante el período 1949-1965, el costo de vida aumentó a un promedio anual superior al 28 9, cifra que ocupa el quinto lugar en el nivel mundial, en estrecha competencia con las de

otras cuatro naciones latinoamericanas y Corea.? Aparte de estos

seis países, ningún otro promedió más del 10 9% durante dicho período, y para el mundo tomado en conjunto la tasa de inflación promedio estuvo bastante más abajo del 5 % anual.

El mantenimiento de una tasa de inflación tan rápida y sostenida, que no hace eclosión ni pierde ritmo con el tiempo, es más bien un fenómeno nuevo en la historia económica, cuya explicación ha puesto en serias dificultades a los observadores. El hecho de que la economía argentina soportara una casi constante presión inflacionaria durante los últimos veinte años no es, desde luego, difícil de explicar: las tentativas de Perón por llevar a cabo un cambio

radical en la distribución del ingreso; el bajo crecimiento de la

agricultura; el desarrollo de industrias nacionales favorecidas por altas barreras proteccionistas, y otras causas estructurales, son más que suficientes para generar tal presión, Pero no es común que ella conduzca a tan elevadas y persistentes tasas de inflación. Ésta es la razón por la cual se ha sostenido que —independientemente de las causas subyacentes en los desniveles estructurales, que pueden haber dado el estímulo inicial para un alza en el nivel de precios-— también tiene que haber influido algún tipo de mecanismo de propagación para reforzar y sostener la tasa de inflación. La excesiva expansión monetaria ha sido señalada con frecuencia como uno de los resortes propagadores. Una importante escuela de pensamiento sostiene que la excesiva expansión monetaria es condición necesaria y suficiente para explicar una inflación como la que sufre la Argentina. El argumento monetarista se desarrolla así: dada la estrecha relación que existe

entre el mercado de bienes y el financiero, solo puede haber exceso de demanda global en el primero si hay exceso de oferta en el segundo, en el sentido de que el aumento de la circulación monetaria supere la demanda para tenencias de efectivo. En ese caso, el exceso de liquidez se vuelca en el mercado de bienes para inflar 1 Véase Joseph O. Adekunle, «Rates of inflation in industrial, other developed, and less developed countries, 1949-1965», IMF Staff Papers, vol. 13, noviembre de 1968, cuadro 3, págs. 5336-37.

197

la demanda efectiva y elevar los precios. O, desde otro punto de vista, el efecto de las excesivas demandas salariales sobre los

costos no puede influir sobre el nivel general de precios a menos

que sea convalidado por la expansión monetaria; si no lo es, tales aumentos de salarios, cuando son trasferidos a los precios, pueden crear una brecha entre el valor total de la producción y la demanda efectiva, generando así suficiente desocupación como para moderar las demandas salariales, Desde luego, nadie sería capaz de sostener con algún viso de seriedad que las elevadas tasas de inflación pueden mantenerse sin aumentar la oferta monetaria. En cambio, sí podría discutirse lo siguiente: 1) si la demanda de saldos monetarios reales es suficientemente estable o predecible como para que la política mo.

netatia desempeñe un papel eficiente en el control de la inflación,

y 2) si los agentes económicos responden a las restricciones monetarias en una forma que contribuya a restaurar el equilibrio (o al menos modere considerablemente la tasa de inflación) en un período razonable, a un costo aceptable en términos de desempleo y pérdidas de producción. El uso de las expresiones «suficiente. mente estable», «período razonable» y «costo aceptable» significa que las respuestas a estas cuestiones (como a la mayoría de las que se relacionan con la política económica) implican juicios de valor. Esto es aún más cierto si, como sostienen algunos monetaristas, para que las restricciones monetarias sean efectivas deben ser

también convincentes, es decir, que el público debe convencerse de

que serán llevadas efectivamente a la práctica. No obstante, si la confianza fuese la clave para la efectividad

de la política monetaria, el éxito de esta dependería no tanto de la

política particular empleada, sino de quien la ideó y trató de ponerla en ejecución. Sin duda, podría argiúirse que una severa

restricción monetaria es, o bien ineficaz si la emplean autoridades

a quienes no se les cree, o bien innecesaria sí las autoridades acreditadas pueden cambiar fundamentalmente las expectativas de precios convenciendo al público de que se proponen estabilizar la economía,

La demanda de dinero en condiciones inflacionarias El análisis de la moderna teoría monetaria de la inflación debe comenzar con el examen del papel esencial que desempeña la demanda de dinero. De acuerdo con dicha teoría, la demanda de dinero no es solo una función de los ingresos y egresos, sino

también del precio de otros activos competitivos y de las expec-

tativas de precios, Así, cuando el nivel de precios sube, el creciente costo de mantener saldos de caja inútiles, que no dan ganancias ni aumentan su valor, induce al público 2 remplazar una parte de

su efectivo por la tenencia de otros activos que le proporcionen

una defensa más eficaz contra la inflación. En consecuencia, la

198

relación entre el ingreso y la cantidad de dinero (a velocidad de circulación) no se supone constante, como en la antigua teotía, sino que se la considera una variable clave sujeta al manejo de la política monetaria: a las autoridades monetarias les cabe la res-

ponsabilidad de prevenir el traspaso de la moneda hacia gastos

inflacionatios en bienes y servicios, haciendo más atractiva la posesión de activos financieros mediante la restricción del crédito y el aumento de las tasas de interés.? Por lo tanto, la eficiencia de la restricción monetaria como instru-

mento de política a corto plazo depende fundamentalmente del comportamiento de la demanda de efectivo y se ve beneficiada

por el buen funcionamiento de un mercado de activos financieros. En otras palabras, para conducir una

gestión

monetaria

racional

durante un período inflacionario, las expectativas de precios deben ser funcionalmente

incorporadas

en estimaciones

razonablemente

confiables de la demanda de dinero. A tal efecto, Friedman, Cagan

y otros han ensayado una metodología basándose en la hipótesis de que las expectativas de precios se relacionan con su comporta» miento en el pasado según un modelo empíricamente mensurable de retrasos distribuidos.¿ Esta metodología ha sido sometida a

prueba en varios estudios, con datos de un considerable número de países;

uno

de los más

comprensivos

es el efectuado

por

Adekunle,* Sin embargo, las investigaciones sobre la demanda de dinero en la Argentina han arrojado resultados diversos. Dagnino Pastore encontró una relación significativa entre precios, ingreso y demanda de dinero durante la primera parte del período 1935-1960, pero a partir de la década del cincuenta dicha relación se quiebra. López y Damus tampoco tuvieron éxito con datos trimestrales y mensuales para el período 1959-1963. En cambio, Diz consiguió explicar, utilizando la especificación de Cagan para las expectativas de precios, una gran proporción de las variaciones anuales en los

saldos monetarios reales per cápita durante el período 1935-1962

en su conjunto, pero a partir de la década del cincuenta el retraso tedio ponderado de los precios que mejor explica las expectativas 2 Para ser justos, debemos señalar aquí que algunos distinguidos monetaristas no invocan el control discrecional de la oferta monetaria para manejar el nivel de precios, o sea, lo que en literatura económica se ha dado en llamar «la puesta a punto». Como dice el monetarista más conocido, «la evidencia sugiere que los cambios monetarios se toman un buen tiempo para ejercer su influencia, y que el plazo varía considerablemente (...) Existen serías limitaciones para la posibilidad de una política monetaria discrecional, y un grave peligro de que tal política pueda empeorar los problemas, en vez de solucionarlos» (Milton Friedman, «The supply of money and changes in prices and output», en Edwin Dean, ed., The controversy over the quantity theory of money, Boston, Heat and Co., 1963, reimpreso de un estudio para el U. Congress Joint Economic Committee, Washington, 1958, pág. 105). 3 Véase Milton Friedman, ed., Studies in the guantity theory of money, Chicago, University of Chicago Press, 1957. Los datos utilizados en estos estudios corresponden a países que padecen de hiperinflación. 4 Joseph O, Adekunle, «The demand for money: Evidence from developed and less developed countries», IMF Staff Papers, vol, 15, julio de 1968,

199

de precios crece sustancialmente en magnitud. En otras palabras, los hallazgos de Diz nos inducirían a pensar que, cuando la tasa de inflación se aceleró en la Argentina, los poseedores de activos basaron sus expectativas con respecto a la futura tasa de inflación en los aumentos de precios más distantes en el pasado.” Los ensayos realizados por los propios autores con datos trimestrales pata el período 1957-1968 confirman estos resultados insatisfactorios (véase el apéndice C). Sin embargo, cuando se introdujo en la ecuación la variable tiempo expresada como logaritmo con signo negativo, los coeficientes de todas las variables tornáronse muy significativos: el coeficiente de determinación (R?) subió a 0,945, y retrasos cottos resultaron ser la mejor aproximación a las expectativas de precios. Aún más significativo para los propósitos

de nuestro análisis, esta nueva ecuación con la variable tiempo volvió a fracasar como estimador eficiente de la demanda de dinero

cuando Krieger Vasena se hizo cargo otra vez del Ministerio de Economía, en 1967.

Estas conclusiones implican que la inestabilidad de la demanda de efectivo es un serio impedimento para el eficaz control de la inflación por medio de la política monetaria. La errátil declinación de la proporción entre las existencias monetarias y el producto interno

bruto —proporción que cayó de 0,28 en 1954 a 0,14 en 1963—-*

estuvo relacionada, casi seguramente, con las expectativas acerca del alza de precios y el escaso interés que ofrecía mantener disponibilidades en caja; peto las fluctuaciones en la demanda de dinero no parecen haber tenido un ritmo factible de ser previsto. Á las autoridades monetarias se les ha criticado el exceso de celo evidenciado durante este período, por haber restringido tanto la oferta monetaria que la economía quedó estancada, mientras los precios continuaban subiendo. Cuando parecía que Krieger Vasena lograría controlar la inflación, a fines de la década del sesenta, lo hizo 5 José M. Dagnino Pastore, Ingreso y dinero: Argentina 1935-1960, Buenos Aires, Centro de Investigaciones Económicas del Instituto Torcuato Di Tella, 1964 (tesis de doctorado preparada para la Universidad de Harvard); Manuel Fernández López y Silvestre Damus, Determinantes de la demanda de liquidez por el sector privado en la Argentina, 1959-1963, Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, 1964, y Adolfo €. Diz, Money and prices in Argentina, 1935-1962, tesis de doctorado, Universidad de Chicago, 1966 (véase esp. pág. 46 y sigs.), publicada luego en David Meiselman, ed., Varieties of monetary experience, Chicago, University of Chicago Press, 1970. Sin embargo, con respecto a los retrasos en las expectativas de precios en los modelos de esta clase, véase Dean $. Dutton, «The demand for money and the price level», Journal of Political Economy, vol. 79, setiembre-octubre de 1971, esp. pág. 1168.

6 La definición de moneda es M,, o liquidez primaria; la relación entre liquidez total (incluyendo los depósitos bancarios a plazo fijo) y producto interno

bruto también declinó, durante el mismo período, en casi la misma proporción: de 0,39 a 0,20. De acuerdo con las comparaciones financieras internacio nales de John G, Gutley, la razón «normal» para la Argentina debió haber sido alrededor de 0,25 para M, (véase su «Financial structure in developing countries», en David Krivine, ed., Fiscal and monetary problems in developme sales, Proceedings of Third Rehovoth Conference, Nueva York, Praeger, 7).

200

imponiendo controles a los precios y salaríos en tanto seguía una

política monetaria expansiva. La falta de un buen mercado para

activos financieros

en la Argentina

probablemente

explique,

al

menos en parte, la conducta errátil de la demanda de efectivo. Los

márgenes de efectivo mínimo exigidos a los bancos fueron a mepudo tan altos que estos se vieron desalentados en la búsqueda de nuevos depósitos, y la compraventa de bonos casi desapareció, a causa de los topes fijados a las tasas de interés para combatir la usura. Como consecuencia de ello, al margen de las instituciones bancarias y cambiarias controladas se desarrolló un sistema muy complicado de intermediación financiera. Comenzaron a «circular» como sustitutos parciales de la moneda instrumentos de crédito de empresas conocidas y documentos de deudas del sector público (por impuestos, aportes jubilatorios y otras obligaciones impagas). Uno de los activos financieros ilegales más atractivos fueron, desde luego, las divisas, a las que la política de tipo de cambio «fijo» garantizaba un buen porcentaje de ganancia si se las adquiría antes de una de las tantas devaluaciones masivas. Por ende, puede argumentarse que la experiencia argentina no refuta, en realidad, la teoría monetaria de la inflación: la moneda, como medida convencional, simplemente dejaba de representar con precisión la oferta real de dinero, a consecuencia de lo cual las autoridades monetarías perdían el control sobre el mercado de activos financieros. En nuestra ecuación de demanda de dinero, la variable logarítmica de tiempo puede representar, entonces, el crecimiento del mercado «negro», cuya importancia decayó bruscamente cuando Krieger Vasena redujo las expectativas de precios, liberó las tasas de interés e hizo más atractiva la tenencia de activos financieros legales, De.lo dicho hasta aquí se desprende una importante conclusión: las autoridades tienen que disponer de medidas tales como una tasa de interés y un tipo de cambio apropiados, que les permitan mantener el control sobre el mercado, para manejar la política monetaría con eficacia. Sin embargo, aun en este caso las restric-

ciones pueden no ser una condición suficiente para restaurar la

estabilidad de precios. Ello depende de la rapidez y naturaleza de la reacción de la economía a la constricción monetaria, de la forma en que el peso de la restricción del crédito se reparte entre los sectores público y privado, del comportamiento del ingreso y gasto gubernamentales, de las acciones y expectativas de los sindicatos y empresarios, de los efectos colaterales sobre la producción y el

empleo, y de una serie de otros factores económicos e institucio-

nales que podemos analizar mejor si nos remitimos directamente a la experiencia argentina. Esta experiencia adquiere especial relevancía para el análisis del papel antiinflacionario de la política monetarla, puesto que en varias ocasiones se ha confiado casi exclusivamente en las restricciones monetarias para restaurar el equilibrio interno y externo, como veremos a continuación.

201

202

50

$0

porcentual

Vorlación

1994

45

46

47

48

49

Gráfico 6-1. Variaciones en los indices de precios, 1944-1952.

TA

Precios implícitos del producto interno

indice de precios mayoristas

50

Si

52

NS ] indice det costo de vida

(OA

bruto

La experiencia inflacionaria en el gobierno de Perón La estabilidad interna de la Argentina estaba amenazada aun antes de que Perón llegara al poder, Entre 1939 y 1945, el índice de precios mayoristas aumentó un 90 %

(o un 11 a 12 %

anual), im-

pulsado por un incremento del 250 % en los precios de los bienes importados y por la escasez general que se padecía en aquella época de conflictos mundiales, Sin embargo, durante ese mismo período el índice del costo de vida en Buenos Aires y el deflacionador implícito del producto interno bruto subieron solo la mitad



043 0,43 039 047 042 018 029 041 007 —025 — 007 —

3

049 051 0,50 061 045 0,34 040 051 022 —002 045 025 016 035 — 084

Definiciones 1. Variación porcentual en el Índice del costo de vida ariación porcentual en el índice de ptecios mayo , ristas, excluidos los agro pecuarios, 3. Variación porcentua) en el tipo de cambio en el trimestre corrient ariación porcentual en el e, tipo de cambio en el trim ariación porcentual estre anterior, medida sobre el promed en el producto interno bruto a precios cons io móvil de tres trim tantes, estres, 6. Vatiación porcentual en el índice de la tasa de salarios en el trim corriente, estre 7. Variación Potcentual en el índice de la tasa anterior, de salarios en el trim estre 8. Variación porcentual en la liquidez Primaria 9. Variación Potcentual en el trimestre anterior , en la liquidez primaria, trimestres, promedio de los dos últi mos

corrientes en el nivel de precios que las de otros no fue posible verificar períodos, aunque la importancia relativa de los diferentes

260

3

“A variaciones en el tipo de cambio sobre el nivel de precios es también muy importante, pero no está bien claro cómo debería interpretársela. Si se traduce en una presión sobre los costos, cabría

esperar que el valor retrasado de la variable tuviese un coeficiente más significativo —tal como en el caso de los salarios—,; pero

en las ecuaciones del costo de vida ocurre exactamente lo contrario. Por cluidos tipo de luación

otra parte, en las ecuaciones de precios mayoristas (exlos bienes agropecuarios) la magnitud del coeficiente del cambio implica que la trasferencia inmediata de la devaa los precios no agrícolas representa una proporción mucho

mayor que la de los bienes importados en el costo de producción. * En consecuencia, es bastante probable que los aumentos en el tipo

de cambio también influyan sobre las expectativas de precios. Si esto es correcto, adquiere suma importancia a los fines de las políticas, porque un tipo de cambio más flexible podría generar menos

expectativas de futuras alzas de precios y tener, así, un efecto inflacionario considerablemente menor que el que surge de nuestras regresiones, las cuales reflejan las periódicas devaluaciones masivas que tuvieron lugar durante la mayor parte del lapso analizado.

Implicaciones para la política de estabilización En conjunto, la investigación empírica sobre la inflación en la

Argentina parece indicar que, pese a las evidencias de una sustancial capacidad ociosa durante la mayor parte del período que arranca en 1958, la expansión monetaria ha representado un papel

muy significativo en la determinación de la tasa de aumento del nivel de precios. Sin embargo, sería muy ingenuo considerar la relación entre oferta monetaria y precios como una simple relación causal, Los resultados empíricos también son compatibles con la hipótesis de que el origen de la inflación argentina podría hallarse pot el lado de los costos, pero que la fase actual a la que los precios son llevados hacía arriba por los incrementos autónomos de los costos depende de si la tasa de expansión monetaria va en aumento en relación con la del producto interno bruto, lo cual estaría influido por la tasa de expansión del crédito bancario al sector privado en relación con el aumento de los costos. Entonces, la cadena causal cierra el círculo y terminamos nuevamente en una digresión sobre huevos y gallinas. 13 Desde luego, la presencia de términos constantes negativos más bien elevados, pero estadísticamente insignificantes, en las ecuaciones de precios mayorístas torna algo dificultoso interpretar la elasticidad-precio con respecto al tipo de cambio. Debería señalarse también que, a raíz de la gravitación de

los productos alimenticios que son a la vez exportables en el índice del costo de vida, la importancia de las variaciones instantáneas del tipo de cambio sobre el comportamiento de los precios al consumidor no resulta tan rara, desde el punto de vista de la presión de costos, como en primera instancia

podría suponerse,

261

hi

Para quebrar esta circularidad, sería más provec

hoso abordar el problema desde el punto de las variables políticas que parecen influir sobre la tasade vista de crecimiento del producto interno bruto. Maynard y Van Rijckeghem dividieron el producto total real entre sector agropecuario pleando variaciones porcentuales (Za) y sector «resto» (Zr), y emestimaron la siguiente ecuación anuales para el período 1950-1964 (los errores estándar figuran paréntesis): 1 entre Lr

=

2,30

R* = DW

+

0,13(B, (0,04)

0,81 =



N

+

0,2202+—1,8 (0,05)

+

0,13Z, (0,09)

1,74

donde B, es el crédito bancario al sector «resto»; N, los sala pagados por dicho Sector, y rios Mt s, el valor en dólares bienes importados, excluidos los de capital, atrasados en un de los tercio de año, En vista de la envergadura de la expansión del crédito bánc relación con los aumentos ario en de salarios como determinante producción interna, si los ejec de la cupados por la estabilización peroutores de las políticas están preopiensan que no pueden crear una recesión suficiente en la eco nomía como para contener tale mentos (o suponen que otras pelíticas son más adecuadas paras aupropósito), deberían consider este ar la posibilidad de imponer restricciones monetarias de forma tal que afecten lo menos posi crédito bancario privado, ble el El otro determinante fundament al de la Expansión monetaria jando de lado las variaciones en las reservas de divisas) es, (de. luego, la financiación del défi desde cit Central, Cabe suponer, entonces del gobierno por parte del Banco , que en condiciones similare s los

una oferta generalmente limi tada a tasas de interés con troladas conduce a severos racionami entos crediticios, razón por la cual las empresas —que por lo común mantienen un nivel de efectivo nimo— se ven obligadas a mí. financiar cada vez más sus Operaciones

14 G. Maynard y Y. van

Rijckeghem, op. cif. Véase Rijckeghem, Stabilization también Willy van Policy ín an inflationary economy: Á Postinortesa, Bruselas, Vrije Universiteit Brussels, CEMS/12, marz o de 1972,

262

corrientes mediante un habilidoso manejo de sus cuentas por pagar cobrar. El efecto del crédito bancario resulta entonces extremadamente crítico. Cualquier restricción ulterior ocasionará probablemente una disputa general por la solvencia, que en el corto o mediano plazo puede acarrear presiones inflacionarias adicionales, Las

firmas que enfrentan una demanda menos elástica para sus productos tratarán de mejorar sus disponibilidades aumentando los precios, y aquellas que enfrenten una demanda más elástica pueden .—a menos que consigan tomar prestado en el mercado paralelo a tasas de interés mucho mayores— verse obligadas a reducir su producción o ir a la quiebra. Como señaló un observador de la experiencia brasileña, «el crédito bancario es el estrecho ápice de una

pirámide que soporta un volumen sustancialmente multiplicado de crédito entre empresas y de consumo. Si las autoridades tratan de contraer el crédito bancario, es entonces aplicable una teoría de dominó».+ Las otras variables que Maynard y Van Rijckeghem interpretaron como determinantes significativos de la tasa de crecimiento del sector no agrícola son las fluctuaciones en la importación y en la producción agrícola. Una política clave necesaria para asegurar

una sostenida expansión de la producción agrícola y de la capacidad

para importar es, como señalamos en la segunda parte, el mantenimiento del tipo de cambio «real», En consecuencia, los ejecutores de las políticas deben tener en cuenta que, aunque a primera vista la investigación empírica y el sentido común harían suponer que el ajuste del tipo de cambio de acuerdo con el aumento en el nivel de precios interno contribuye a la inflación, es un importante deter-

minante de la tasa de crecimiento del producto interno bruto, la

que a su vez parece influir sobre la tasa de inflación en medida mucho mayor que la devaluación. Esto sería todavía más correcto si, como ya señalamos, se adoptase una política más flexible de ajuste escalonado del tipo de cambio, de la que pudiera esperarse

una influencia menor sobre las expectativas de precios que las infrecuentes pero grandes devaluaciones del pasado, Por encima de todo, también debería tenerse en cuenta que, una vez producida una grave crisis del balance de pagos, a los ejecutores de las políticas no les queda otra alternativa que recurrir a la inflación de demanda,

sin reparar en la cantidad de desempleo que hubiera en ese mo-

mento o que ella pudiese provocar (véanse nuevamente las conclusiones a las que se llegó en la segunda parte de la obra).

Aunque de la investigación empírica se deduce que la presión de los salarios en la Argentina influiría sobre la inflación en grado menor que la tasa de crecimiento del producto interno bruto, la 15 Emile Depres, «Stabilization and monetary policy in less developed countries», en Jesse W. Markham y Gustav EF. Papanek, eds., Industrial orgamization and economic development, Boston, Houghton Mifflin, 1970, pág. 402, Otro comentario sobre el manejo del crédito como restricción al uso de la capacidad productiva en Brasil puede verse en Samuel A. Motley, «Inflation and stagnation in Brazil», Economic Development and Cultural Change, vol, 19, n? 2, enero de 1971, págs. 196-202,

263

«pansión monetaria y las variacione s en el tipo de cambio, sería injustificado extraer de esos resultados alguna conclusi ón política a. La presión de los salarios bien Podría ser una de las causas

La inflación «neutral» com o objetivo de política Creemos que el análisis preced ent dificultades que plantea el mov e ha puesto de relieve las enormes erse ráp

idamente hacía una nula (o inflación a «tasas internacionales») en un país inflación como la gentina, sea cual fuere la combinación de medidas de estabili-

sariamente sacrificarse por el bien común. Este tipo de argumento Pod ría aceptarse en una econom ía en la que la inflación hubiese sido rel ativamente leve y de corta duración, y,

de inflación «correctiva»,

264

a fin de ajustar las tarifas reales de

rr” bio, las tasas de interés y otros precios claves en relación con el nivel general de precios, para mejorar la distorsionada asignación

de recursos. El argumento que se opone más comúnmente a lo antedicho es que una vez que la economía se halla estabilizada tales ajustes pueden llevarse a cabo con más facilidad. Sin embargo,

desgraciadamente dicha táctica nunca fue puesta a prueba, porque cualquier estabilización que se alcanzaba por congelamiento no tat-

daba en ceder, dando lugar a una manteniéndose intactas muchas de precios relativos. Con frecuencia se oye decir que el estabilización se debe, simplemente, o fibra política o a la debilidad de

nueva escalada de las tasas y las mismas distorsiones de los fracaso de tales programas de a la falta de poder de mando los gobiernos. Desde luego, es

indudable que ningún gobierno puede llevar adelante una estabi-

lización o cualquier otro programa difícil sin un mínimo de determinación, eficiencia y autoridad;

pero resulta sumamente

extraño

que el problema de la factibilidad de una rápida estabilización en condiciones de aguda inflación secular no haya recibido mayor atención, Cuando los precios están aumentando más de un 2 % mensual, salvo que un congelamiento sea total y simultáneamente equitativo para la mayoría de los precios y retribuciones de los factores —si no para todos ellos—, el propio congelamiento im-

pone a breve plazo tan severas dificultades económicas a algunos

de los grupos «congelados» que las tensiones sociopolíticas resultantes se tornan insostenibles. Si, por otra parte, el congelamiento se mantiene durante un período prolongado —-p. ej., más de un año—, también será casi inevitable que alguna perturbación exó-

gena —tal como el fracaso de una cosecha o un cambio en el

mercado internacional— obligue a efectuar ajustes correctivos que resulten incompatibles con las condiciones del congelamiento. En resumen, los congelamientos en condiciones de inflación acelerada o galopante tienden a ser demasiado rígidos y prolongados como para adecuar los ajustes necesarios a las tensiones sociopolíticas, las perturbaciones exógenas y las distorsiones que deben corregirse antes de que la economía pueda ser descongelada sanamente. Si no es factible lograr una rápida estabilización, ¿qué alternativa queda pata evitar la inflación incontrolada o desenfrenada? Responder a este interrogante no es sencillo, pero, como ilustraron Maynard y Van Rijckeghem, dentro de las restricciones impuestas por los efectos retrasados de los factores causantes de la inflación sería posible lograr que esta fuese disminuyendo progresivamente en un

período de pocos años, acordando mientras tanto algunos aumentos

en los salarios reales sin reducir necesariamente el ingreso real de otros sectores, Esta solución prácticamente requeriría el consenti-

miento explícito o tácito de los grupos de intereses más poderosos

con respecto a una política de ingresos. Desde luego, sería vano

esperar que tales grupos presten ese apoyo en forma voluntaria,

sin que medie para ello algún incentivo atrayente (y también algunas penalidades efectivas). Uno de los atractivos más eficaces a los que el Estado podría

263

ir

para

poner en

pe in US iagún lugar a dudas que no está : dispuesto a permitir aumentos exorbitantes en los precios y salarios para modificar la distribución del ingreso real. Si bien en un principio ello podría acelerar la tasa de inflación, lugar, que el tipo de cambio, el Estado debería asegurar, en primer tasas de interés y otros preci las tarifas de servicios públicos, las os claves que están bajo su contro]

compensados, y fijarse en su favor nuevos incentivos —tales como contratos públicos a plazos largos, pago especialmente de los servicios prestados, y más rápido la depreciación inflacionari cláusulas de reajuste para proteger de a los contratos—, En realidad los salarios y precios establecidos en , blico es realmente extraordi el arsenal de medidas del poder púnario en la Argentina si el propone utilizarlas para un gobier etivo concreto y está prepar no se demostrar su determinación obj de que no atenderá más que ado para pias directivas, a sus pro-

Probablemente, disuadir a los

grupos de intereses de desviarse las directivas de la política de de ingresos requeriría mucho esfuerzo que lo que se cree menos si el gobierno demostrara emp adaptarse a las mismas reglas. El sector público no debería eño en que los empresarios privad esperar os firmen con zus sindicato s convenios

Este acercamiento quid Pro quo

más bien flexible.a la política estabilización, junto con la de incertidumbre acerca de las la necesidad de ajustar en for finanzas y ma realista la política sobre para acomodarla a las tensione la s sociopolíticas, perturbacion marcha es exó266

rm enas y corrección de las importantes

p O *

distorsiones

de los precios

relativos, sugiere que el progreso hacia la estabilidad de precios sería, en el mejor de los casos, lento y tal vez bastante irregular. Por lo tanto, lo más adecuado para tal estrategia política debería seruna inflación «neutral», en el sentido de que el nivel de precios podría continuar subiendo más rápidamente que las tasas internacionales por un período indefinido, y que la política estaría encaminada, en esencia, a corregir las distorsiones provocadas por la inflación o a prevenir que vuelvan a producirse. El objetivo de Jos ejecutores de las políticas consistiría en tratar de lograr que la tasa de inflación pudiera predecirse con cierta exactitud, y que todos los precios

claves subiesen

aproximadamente

medida. Este tipo de política tendría mayores

en la misma

posibilidades

éxito si las rigideces convencionales fueran erradicadas

de

de la eco-

nomía lo antes posible, En el sector público, por ejemplo, sería necesario que la base impositiva fuera más elástica a los precios, convirtiendo los impuestos específicos a una base ad valorem y

ajustando los pagos atrasados por la pérdida en el valor real desde

el momento en que se incurrió en la deuda; asimismo, tendría que asegurarse un mayor acceso del sector público al mercado de capitales por medio de la revaluación de las emisiones de los títulos del Estado, de modo tal que estos volvieran a ser atractivos para los ahorristas privados. Por el lado del gasto, el gobierno también tendría que tratar de ajustar sus criterios de inversión y procedimientos presupuestarios a las nuevas reglas de juego.** Las rigi-

deces análogas del sector privado tendrían que eliminarse mediante

revaluaciones y el empleo más intensivo de cláusulas de reajuste y similares, para proteger a los más vulnerables de los estragos de la inflación y promover el resurgimiento de los tmercados financieros. Á tal fin, es imperioso poner en marcha una política de tasas de interés real positivas. Un vínculo más estrecho y efectivo entre ahorristas e inversores y entre prestamistas y prestatarios, en

un mercado financiero saludable, ayudaría a prevenir que las empresas locales más pequeñas caigan en manos de los usuteros del mercado monetario extrabancarío, Sin embargo, la política de estabilización o inflación neutral que hemos expuesto casi seguramente fracasaría si la tasa de crecimiento económico no fuese más sostenida que en el pasado, debido a la reiteración de las agudas crisis del balance de pagos. El principal propósito de la estrategia sugerida es mantener la economía lejos de las marchas y contramarchas, para poder así —por primera vez en una generación— disfrutar la sana experiencia de un creci-

miento sostenido, En la medida en que la ley de Verdoorn sea

efectiva, el crecimiento sostenido también ayudará a mejorar la productividad y, como consecuencia, a apaciguar un tanto la áspera lucha por la distribución del ingreso, mucho más difícil de modificar cuando el total del ingreso real per cápita no crece o lo hace 16 Para un estudio de esta cuestión, véase Richard D. Mallon, «Planning in crisis», Journal of Political Economy, vol. 78, julio-agosto de 1970, segunda

parte.

267

de las Exportaciones, tanto trad Bien cabría esperar que la aper icionales cuanto no tradicionales, Portamiento más disciplinado tura de la economía hacia un comen cuanto a precios y a cali dad y cados de factores y bienes, para posibilitar, de esta man era, un Hlayor acercamiento al plen o empleo sin originar pres iones de demanda inflacionarias.

Conclusiones

En este capítulo hemos trat ado para identificar el factor resp de demostrar que una tentativa onsable de la rápida y prolon gada

Una estrategia política suficienteme nte flexible como para responder a las tensiones sociopolíticas resu nas y las incertidumbres de maneltantes, las perturbaciones exópera más adecuada que los fraca sados programas de estabilizaci ón y congelamientos con que intentó hacerlo en el pasado. se La estrategia propuesta de estab il;. zación de los precios relativos podría ser denominada, más exac ta. mente, política de inflación reut consistiría en tratar que la inflral, porque su principal objetivo ación fuese más predecible y provocara tantas distorsiones, no más que en eliminarla por comp leto, Sin duda, muchos argentinos infl uyentes continuarán insistiendo en

las excesivamente restrictivas o irresponsablemente expansivas políticas que han sumido al país en marchas y contramarchas durante

10

p

casi una generación; pero si surgen nuevos conductores para ofrecer a la Argentina una alternativa viable, tal vez el agotamiento de la política económica de impasse les permita obtener el apoyo popular para llevar a cabo algo parecido al programa político que expusimos en estos capítulos,

269

1

Conclusiones

En este libro hemos procurado analizar

las persistentes crisis que sufrió la política económica argentina después de siete décadas de notable -—si no siempre extraordinar io— crecimiento económico. Hasta 1930, dicho crecimiento estuv o basado, principalmente, en la dinámica expansión de la producción agropecuaria destinada a la exportación; pero aun después de producida la Gran Depresión la economía argentina, tras recuperarse rápidamente, continuó creciendo en forma satisfactoria ——por lo menos, en comparación con la mayoría de los otros países dura nte ese período-— merced a la aceleración del ritmo de industrializaci al final de la Segunda Guerra Mundial ón interna. Por lo tanto, el país se hallaba en una posición muy sólida: su ingreso per cápita era, cuando menos. tan alto como el que prevalecía en Europa meridional; tenía una estructura de producción diversificada y pote ncialmente apta para la expansión futura; contaba con sufic ientes reservas de oro y divisas como para pagar con creces las impo rtaciones normales de un año, y el mercado internacional estaba ávido de comprar sus exporta. ciones a los precios más altos que se recordasen. Sin embargo, durante el cuarto de siglo siguiente, goría de potencia industrial la Argeen vez de elevarse a la catentina apenas fue capaz de acrecentar su ingreso real per cápita en un insignificante promedio anual del 1 9%. Las explicaciones de por qué la Arge ntina no fue capaz de sacar mayor provecho de sus posibilidades discrepan ampliamente, pero por lo general han estado centradas en la búsqueda de un chivo emisario: la mala conducción de Peró n, la existencia de gobiernos débiles en los últimos años, la ortodoxi a del Fondo Monetario Interna cional, la incapacidad para levar adel

de las instituciones socioeconómicas exist ante una reforma total carácter nacional, las acechanzas del exter entes, la intransigencia del ior, o simplemente la poca habilidad de los argentinos para vivir de acuerdo con sus propios medios. Todas estas explicaciones pued en ser correctas en alguna medida, pero a lo largo de este libro se ha sostenido que la causa fundamental del semiestancamiento y de la gran inestabilidad cícli. ca de la economía residió en que la cond debidamente adaptada a las condiciones ucción política no estuvo de una sociedad conflictiva. Por lo general, en este tipo de sociedad es no existen procedimientos aceptados o reglas de juego para conci liar las demandas divergentes sobre recursos limitados, generadas por enfrentamientos sectoriales y por la lucha por la distribución del ingreso. Sin embargo, es necesario que las políticas monetaria, fiscal y cambiaria —las ma-

270

"—

nte estaeropolíricas mediante las cuales el Estado puede realme ad de los ibilid dispon la y ción utiliza la entre brio blecer algún equili — sean elaboradas en forma tal que permitan movilizar el recursos apoyo

?

de una coalición Je fuerzas suficientemente poderosa como

para sostener al gobierno en el poder. En otras palabras, en ausen-

,

+

eon

entaría, a todas cia de una dictadura represiva —la cual repres uces, un paso atrás en el desarrollo de instituciones mediadoras

en la Argentina— las políticas macroeconómicas tendrán que ser compatibles con las reglas de juego que cada gobierno sucesivo, con

una base de sustentación diversa y variable, pueda negociar. Antes de exponer en forma sucinta lo que tal condición implica

para el planteamiento y conducción de las macropolíticas, sería conveniente pasar revista a las razones por las cuales los programas políticos argentinos no se han adecuado correctamente a las restricciones económicas y políticas existentes y, en ocasiones, hasta

han parecido destinados a destruir a la sociedad. Estas razones pue-

den ser agrupadas bajo dos títulos generales: 1) la alienación sociopolítica de la sociedad argentina, y 2) dilemas económicos de los países semiindustrializados.

La alienación sociopolítica de la sociedad argentina Después de producida la Gran Depresión, el vuelco en la estrategia de desarrollo económico

en la Argentina hacia una más

rápida

industrialización y urbanización desplazó, naturalmente, el asiento

del poder económico, que hast1 entonces se hallaba en manos de los intereses agroexportadores. Este creciente desplazamiento estuyo acompañado también por una consolidación del sentimiento nacional-populista contra el metropolitanismo liberal de la élite que había conducido al país durante el período previo de crecimiento orientado hacia la exportación. Este cambio en la base del poder económico y el despertar del nacional-populismo no se concretó en un esfuerzo coherente para movilizar los nuevos intereses industrialistas, de los trabajadores urbanos y de otros grupos conexos en apoyo de un nuevo consenso nacional, Tal vez la herencia paternalista del gobierno elitista, la naturaleza inmigratoria de la población, la gran dependencia del país con respecto al capital y el empresariado extranjero, así como también otros factores sociales e históricos, no hayan permitido a la sociedad prepararse adecuadamente para esta difícil tarea; pero, cualesquiera que sean las razo-

nes, la causa inmediata del fracaso en proveer una salida política

organizada para estas huevas fuerzas fue la decisión de los militares

de asumir el control directo del poder.

Imposibilitadas de participar plenamente en el poder y liberadas de la necesidad de construir una coalición política de amplia base,

capaz de asumir la responsabilidad del mando, la mayoría de estas

nuevas fuerzas optaron por retirarse, formando pequeñas asociaciones o grupos dedicados a presionar por el logro de beneficios

271

A

para sus estrechos intereses económicos e ideológicos. Cuando (inalmente surgió el carismático líder que portaría el estandarte del nacional

-populismo, manifestó una tendencia a imponer una con. ducción personalista y semiautoritaria en favor de algunos grupos de intereses y en detrimento de la mayoría de los otros. Esta experiencia peronista no solo reforzó las enconadas divisiones polí. ticas de la sociedad argentina, sino que persuadió a muchos de sus miembros de que la única manera de mejorar su condición era empeorando la de sus adversarios, principio totalmente contradictorio con la psicología de una sociedad pluralista y progresiva, La agudización del conflicto entre grupos intransigentes también tendió a reforzar las actitudes no pragmáticas problemas y en la ejecución de las políticas en la solución de los . La sustitución unilateral de la teoría por el análisis concreto no solo impidió la búsqueda de políticas más racionales, sino que a veces condujo a curiosas contradicciones, Así, la reacción de los que se sintieron dañados

por el abuso de poder del Estado durante

fue tratar de lograr que nunca más volvierael régimen de Perón abusos, para lo cual destruyeron registros, n a cometerse tales zaciones de servicios técnicos y estadísticos, desmantelaton Organiy debilitaron la autoridad central, perjudicando de esa manera la capacidad del sector público para funcionar eficientemente, circunst ancia que contribuyó

al desorden fiscal que más tarde llegó a trastocar

la economía argentina. Asimismo, el ideal de un mercado libre de trabas como árbitro neutral de la asignación de recursos fue abrazado a la vez por exportadores agrarios y empresarios industriales, contradicción alguna entre la concesión de tasas quienes no vieron tección, exenciones de impuestos u otros favores especiales de prodiscriminatorios, por un lado, y el libre juego del mecanismo de los precios de mercado, por el otro. La fuerte atracción de la ideologí a del economismo, reforzada por la común actitud de los tecnócratas al sostener que la economía de compromiso era trivial y, en el mejor de los casos, inefectiva, también contribuyó, sin duda, a la obstinación con que los ejecutores de las políticas insistieron en romper lanzas contra las viejas paredes de siempre, Ningún gobierno del período en estudio demostr ó con sus acciones una clara concepción del método mediador en la ejecución de las políticas, método que, como hemos sostenido, es el único que tiene posibilidades de alcanzar éxito en las sociedades tivas. Debe hacerse hincapié en que esta actitudpluralistas conflicrequiere que la «satisfactoriedad» remplace a la optimización en la selección de las metas políticas, y que la ejecución de estas debe como un proceso secuencial, en el que las medidas ser considerada están sujetas a constante revisión y reajuste a Ja luz de sus efectos a corto plazo. De este modo, los ejecutores de las políticas mediadoras están obli. gados a seguir estrategias muy flexibles e incrementalistas, para poder mantener así el adecuado apoyo de amplias coaliciones políticas de diferentes grupos de intereses y facciones . En contraste con ello, desde la Segunda Guerra Mundial todos los gobiernos 272

Me



orar

vv” argentinos, O bien ignoraron la necesidad de atenerse a las restricciones que imponen las coaliciones políticas, o bien se encasillaron en posiciones inflexibles que no dejaban margen para negociar apoyo político.

,

.

o.

,

Ejemplos elocuentes de violaciones de las reglas de política media, dora en la reciente experiencia argentina son, en orden cronológicosu para apoyo de coalición la renegociar en Perón el fracaso de cambio de política con respecto al capital extranjero -—a comienzos de la década del cincuenta— y las medidas tomadas por el régimen de Aramburu que lo distanciaron de las organizaciones obreras,

a pesar de que el apoyo de estas hubiese sido esencial para lograr

su objetivo de restaurar una democracia efectiva. Á su vez, Frondizi dio un vuelco total a su política en 1939, pero no se concedió suficiente flexibilidad con respecto al tipo de cambio y demás políticas como para encarar más tarde los problemas del balance de pagos y el empleo. La «terapia de choque» de las restricciones monetarias adoptadas en 1962 coincidió con un breve período de guerra civil, durante el cual fue imposible negociar ningún programa económico, en tanto los sistemas monetario y fiscal se sumían

en un atolladero que perjudicó seriamente al gobierno posterior de

Illia, Este demostró mayor flexibilidad económica, pero rechazó de

plano una ampliación de su base política que diera apoyo a su programa y le permitiera mantenerse en el poder, Tras el derrocamiento del gobierno radical, Onganía se propuso resolver los problemas económico, social y político del país en etapas sucesivas; confió la primera de ellas a Krieger Vasena, quien nuevamente se encasilló en un congelamiento de precios y salarios con un tipo de cambio fijo, medida que, como quedó demostrado, era demasiado

rígida para enfrentar los acontecimientos económicos posteriores

y la alienación sociopolítica de gran parte de la población. Despues de la caída de Onganía, sus sucesores continuaron la lucha —también sin éxito— por llevar adelante un programa económico que

gozara del beneplácito de una coalición política viable,

Esta lamentable experiencia de alienación y frustración solo puede ser comprendida si se la encuadra en los muy espinosos problemas

económicos que enfrentaban los países semiindustrializados como la Argentina. Tales problemas no se avienen así como así a las solu-

ciones rápidas y simples. Por ejemplo, la tentativa efectuada en la segunda mitad de la década del cincuenta para restaurar más

fuertes incentivos de precios mediante una devaluación y la libe-

ración de controles originaron serias dificultades, a causa de los retrasos en la respuesta de la economía a los cambios en los precios relativos, la persistencia de una demanda postergada de importaciones y los cambios imprevistos en la composición del gasto y la distribución del ingreso. Otros de los factores que en los últimos años obstaculizaron la aplicación de los programas económicos

fueron las periódicas oscilaciones en el ciclo ganadero, los impre-

decibles cambios en las expectativas inflacionarias de precios y en la demanda de dinero, el deterioro en la disciplina y control fiscal, y fluctuaciones exógenas en las condiciones climáticas y en los

213

términos del intercambio externo. Desde Juego, factores análogos a comunes que preocupan a los ejecutores de las políticas en todas partes, pero las peculiares que presentan en la Árgentina los hacen especialmentecaracterísticas difíciles de manejar, estos constituyen riesgos

Dilemas económicos de los países semi industrializados La mayoría de los países semiindustriali zados en el mundo contem. poráneo —al ígual que muchas de las potencias industriales avanzadas durante sus primeras etapas de crec imiento— alcanzaron su actual situación tratando de forzar el paso por medio de la sustitución de importac de su desarrollo interno iones, para “atenuar su dependencia con respecto a las fluctuacio nes del balance de pagos externos. Al mismo tiempo, han tenid o económicos para brindar una participac que adecuar sus sistemas ión más amplia a los nuevos y mejor organizados grupos de intereses, y hacer lugar a la urbanización acelerada y los profundos camb ios en los hábitos de los consumidores que trae aparejada la mode rnización. La conciliación de estas trasformaciones en el marco de las restricciones institucionales y de recursos existentes —par a un grado tolerable de estabilidad económic asegurar, de esa manera, a demandado un gran despliegue de habil externa e interna— ha idad política y capacidad de conducción macroeconómica, que pocos paces de alcanzar conservando un efectivo gobiernos han sido capluralismo político. En lo que respecta a la estabilidad exter na, una de las principales fuentes de dificultades reside en que el mecanismo de ajuste del balance de pagos de los países semiindustriali zados es menos auto. mático que lo que tiende a ser en las nacio nes menos desarrolladas, a la par que es menos sensible a los preci os que en las economías industriales avanzadas. En los países semiindustrializados, la producción primaria para exportación ya no es esencial del nivel de ingresos y gastos inter más un determinante nos, pero todavía representa la mayor fuente de divisas, por lo que una disminución (expansión) de la producción primaria no gener reducción (alza) de la demanda de divis a automáticamente una as que compense las £luctuaciones en la oferta, Además, los biene s no primarios producidos al amparo de elevadas barreras proteccion istas son, en general, extremadamente no competitivos a nivel internacional, y la mayoría de las importaciones no pueden competir con la producción interna por la misma tazón. Si a estos factores se agrega el hecho de que los movimientos internacionales de capit al riaciones en las tasas relativas de inter no responden a las va. eses como en los países avanzados, no debe sorprender que el balance de pagos en las economías semiindustrializadas sea meno s sensible a las variaciones a corto plazo en las tasas de interés y en el tipo de cambio. Para resolver las apremiantes crisis de sus pagos externos, los países como la Argentina se ven obligados a depender en gran medida de

274

,

r y redistribuir el ingreso las políticas internas encaminadas a reduci acatiea un alto costo mente usual o y el gasto nacional, cuyo manej social.

ñ

de En la Argentina, esta desventaja se ve agravada por el hechoente

ipalm que las exportaciones primatías están compuestas princ precios or bienes agrícolas, cuya oferta tiende a ser inelástica a los cción, el en el corto plazo debido a la duración del período de produ genencias, existe de nivel el al, region alto grado de especialización su difusión y la agríco ión tigac inves la en atraso el y ralmente bajo, precio de la entre los productores. Por otra parte, la elasticidaddos o tres de do perío un te duran la anóma es oferta de ganado la carne de precio el en años, en el sentido de que un aumento de la uso el por ten compi que ctos con respecto a los demás produ propor: mayor una r retene a ieros estanc los a e induc misma tierra guiente reducción de animales para engorde y cría, con la consi a, en el memaner esta de ; adíos sembr a ción del área destinada la de granos. o cuant carne de oferta la tanto nuye dismi diano plazo ctos agtoprodu los que de Adquiere más importancia aún el hecho ivamente relat rción propo una n ituye const n tació pecuarios de expor cual. que modo de grande del presupuesto familiar en la Argentina, tras-

se quier aumento significativo en los precios de exportación nes por presio genera y o intern vida de costo al iato de inmed

lada imento pata aumentos de salarios que lo compensen. Este imped ecuarios agrop vos relati s precio los de una mayor flexibilidad

y

tiemn—combinado con la gran inestabilidad de estos a lo largo delel valor en nes uacio fluct s po, debido principalmente a las brusca cial real del tipo de cambio— ha hecho mermar en forma sustan dos perío con as las inversiones en equipos especializados y en mejor unos y

de amortización relativamente largos, a despecho de que agropeotras son imprescindibles para aumentar la producción cuaria. Guerra MunDespués de un breve apogeo posterior a la Segunda nuyó y perdismi inas argent nes tacio expor las de dial, el producto s anuales dólare de es maneció estancado en menos de 1.000 millon o de la mient creci rápido del pesar A a. hasta la década del sesent interna cción produ la ores, anteri años e quinc los te duran industria los mía econo la a r istra sumin no estaba todavía en condiciones de poco tampo cuales los n, itaba neces se que bienes manufacturados ajustada de dían importarse a raíz de la permanente situación políticas las a vuelco un dar ó divisas. En consecuencia, se decidi para país al o ingres el jero extran l capita al tando anteriores, facili sideónica, electr , otriz impulsar el desarrollo de las industrias autom s. La nueva rúrgica, química y otras de bienes durables e intermedio a del sector técnic ión ormac trasf ar tacul espec una jo política produ de capital, uso el en ivo industrial, que se tornó mucho más intens ntes a crecie os mient rendi a sujeto y icado tecnológicamente sofist nte icame práct escala. Al mismo tiempo, el empleo industrial cesó de favor en aguda forma en giró de crecer, la composición del gasto crela y n, tació impor la de es dient depen los nuevos bienes más más especialiciente demanda de divisas para comprar maquinaria

275

vi zada e insumos industriales desembocó nuevamente en desequilibrio del balance de pagos, una vez que cedió un grave la fugaz oleada de entrada de capitales. Estas difícultades del balance de pagos se agudizaron los igualmente serios y estrechamente relacionados aún más con problemas del mantenimiento de la estabilidad interna. Durant e el cuarto de siglo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, el internos de la Argentina creció a un promed nivel de los precios io superior al 20 0% anual, y en uno de los años excedió del 100 %., problema de la inflación es universal, particularme Desde luego, el nte en los países semiindustrializados; pero en las sociedades conflictivas en transición —como la argentina— la lucha por la distribución del ingreso ha hecho casi imposible conciliar los reclamos sobre los limitados recursos solamente a través de macropolíticas. Sin embargo, todas las administraciones argentinas, más tarde o más temprano, se vieron obligadas a tratar de detener la inflaci ón, mediante restricciones monetarias o fiscales ortodo por lo general xas o por medio de tentativas de congelamiento de precios y salarios. En vez de atenuar el aumento del nivel de precios, la mayorí a de estos esfuerzos dieron como resultado una reducción del nivel de la actividad económica, y aun aquellas tentativas que en un principio mostraban algunos indicios de éxito terminaron eventu almente en una renovada espiral salarios-precios-tipo de cambio. Pero lo que resulta más grave aún es el hecho de que, en lugar de ciones económicas y los instrumentos polític proteger las instituos de la grave erosión inflacionaria, la frustrada preocupación de los por la eliminación de esta Hevaron a la virtual sucesivos gobiernos destrucción de los mercados de capitales anteriormente bien organizados, a la pérdida del control gubernamental sobre el mercado moneta fiscal, a tremendas distorsiones en los precios rio y el sistema relativos y en la remuneración de los factores, y 2 una redistr ibución del ingreso en detrimento de los grupos de la sociedad débilmente organizados y más vulnerables, produciendo así la ulterio r alienación de otros sectores de la poblaci

ón,

Políticas

mediadoras

alternativas

El remedio más difundido para la resolución del tipo de problemas que acabamos de describir es la instalación de un «gobierno fuerte», capaz de imponer un ordenamiento económico racional. En la práctica, tal gobierno termina por ser o bien personalista, o bien de un solo partido, o bien una dictadura milita r, El mayor problema que plantea esta clase de solución institucio nal es que aquellos que son más diestros para adueñarse del poder para manejar la economía, y una vez estab rara vez resultan aptos lecidos no hay forma de quitarlos del medio, salvo con la ayuda de aventureros políticos aún más diestros para tomar el poder (y tal vez menos aptos para la conducción económica). Sea como fuere, el empleo de la fuerza 276

0 - mp

políticas desemboca en en Jugar del compromiso para imponer lassectoriales y en la lucha entos una polarización de los enfrentami s políticos ideolóy la distribución del ingreso entre movimiento evitada ampliando icamente opuestos. Esta salida solo puede ser mico, que la participación efectiva en los planos político y econó

dictadura «benigna» aun en el caso de ser llevada a cabo pornesunamedia doras capaces de requiere el fortalecimiento de institucio de intereses. Por s grupo tos distin los resolver los conflictos entre nativas tal vez alter doras media cas políti de eda búsqu la lo tanto, por parte de menos al o, futur continuará indefinidamente en el de que surja a algun d ilida posib existe no aquellos para los cuales destierre que social ma un rey filósofo o de que se implante un siste os. por completo los conflictos human

para posibiLas principales sugerencias contenidas en este estudio s de ser cione condi las litar la utilización de un método que reúna de las satisfactorio,

secuencial e incrementalista

en la ejecución

una mayor políticas en la Argentina tienen como propósito lograx nes

ria a las institucio flexibilidad y proteger de la erosión inflaciona incentivos y los inlos ca, políti de os ument instr

económicas, los ce de pagos, se gresos de los más vulnerables. Con respecto al balan proteger al tipo en tía consis tante sostuvo que la medida más impor real, es decir, valor su en nes uacio fluct as brusc de cambio de las de la moneda valor el te mantener o acaso incrementar gradualmen Si —tal nos. inter os preci de nivel el extranjera en relación con ser puede no na inter ción infla la — libro este en ene como se sosti comla , y nales nacio inter eliminada totalmente o limitada a tasas

le, la única pleta flexibilidad del tipo de cambio resulta inalcanzab ños ajustes peque de ca políti una ar adopt en ste consi ativa altern magnitud, poca de nes uacio deval en este por medio de frecuentes

el tipo de para mantener su paridad real. La política de fijar por meente dicam perió cambio a una paridad nominal y ajustarlo de los ía mayor la por uida —seg as dio de devaluaciones masiv dad abili inest gran una ca provo do— pasa el en tinos gobiernos argen , tados impor e tados expor s de los precios relativos de los biene de do merca el en ón ulaci espec voraz una extrema incertidumbre, n y de los cambios y el deterioro de los incentivos pata la exportació ipal

princ términos del intercambio internacional. La otra política de com-

sugerida para promover la estabilidad externa es tratar ial, es sector pensar, al menos en parte, los efectos del dualismo nte comnalme nacio inter rio prima decir, la existencia de un sector Si los serlo. de lejos está que dario secun uno con petitivo junto razopor arriba hacia ibles precios relativos agropecuarios son inflex n puede no es trial indus vos relati os preci nes sociopolíticas, y los la ces, enton plazo, no media o corto el en nte icame drást reducirse dad ctivi produ la en as mejor única alternativa posible es promover

Con el agrícola y subsidiar las exportaciones no tradicionales. aría una del tiempo, esta combinación de políticas origin

trascurso permitiría expansión más acelerada del ingreso de divisas, lo cual en la ones tensi las ir reduc país, del o mient creci elevar la tasa de

nte más lucha por la distribución del ingreso y hacer eventualme

277

factible la introducción de reformas de mayor alcance en la asignación de recursos. Para prever las fiuctuaciones a corto plazo también se sugirió adoptar políticas explícitas de precios y de ali-

mentación animal, a fin de atenuar el ciclo ganadero y reforzar

el programa de paridad de precios para la agricultura, Con respecto a la inflación, se ha sostenido que perseguir el obje. tivo óptimo de una total estabilidad de precios acaso sea contra. producente en las condiciones que predominan en la Argentina. Las medidas necesarias para imponer la «inflación nula»

tendrían que ser demasiado rígidas para evitar las tensiones sociopolíti cas, las distorsiones de los precios relativos y las perturbaciones exógenas. De cualquier manera, las causas de la inflación argentina que hemos señalado son demasiado complejas como para incorporarlas a alguno de los modelos estándar de costos o demanda, efectos retrasados de las variables causales, los determinan y los tes de la demanda de dinero y el papel desempeñado por las expectativas de ingresos y de precios no se conocen lo suficiente como para trazar un programa antiinflacionario muy preciso. Por lo tanto, sería preferible concentrarse en tratar de elaborar una política de inflación neutral, o de estabilización de los precios relativos, a fin de prevenir de la erosión inflacionaria los indicadores sitan para mejorar la asignación de los recursos. Si se que se necea los grupos de intereses de que no pueden validar convenciera sus reclamos de una mayor proporción de recursos con exorbitantes demandas de salarios y precios, también sería posible llegar a un acuerdo sobre una política de ingresos que podría reducir la tasa de inflación a lo largo del tiempo, Una política de estabilización de precios relativos debería trarse en aquellos precios clayes que son más importante concen» s para la

determinación de la asignación de recursos. Aparte

de la tasa de cambio y de la relación de precios carne/cereales, también debería darse especial prioridad al mantenimiento de una tasa de interés «real» positiva, para ayudar a reconstruir los mercados internos de capitales; de esta manera, el sector público y las empresas privadas nacionales -—que, a diferencia de las empresas más grandes y de las extranjeras, no pueden satisfacer sus requerimientos financieros con sus propios ahorros ni con el crédito bancario cuando este se halla racionado-—— no se verían forzados a financiarse imprimien do moneda, posponiendo los pagos de impuestos o de previsión social, o recurriendo a los usureros. El mantenimiento de la tasa de interés «real» también contribuiría a restaurar el control efectivo del Banco Central sobre el mercado monetario, que quedó sin efecto durante las décadas del cincuenta y del sesenta a causa de la veloz expansión de los intermediarios financieros no bancarios. En otros países, la revaluación de los pagarés y otros de deuda ha demostrado ser un medio apropiado instrumentos para obtener buenos resultados. Entre los precios claves que deberían ocupar la atención de los ejecutores de las políticas cabe mencionar también las tarifas de los servicios públicos y las tasas de impuestos, que deben ser protegidas de la erosión inflac ionaria por un ajuste 278

más oportuno, el empleo generalizado del criterio de valuación ad bien provaloren, en lugar del específico, y otros procedimientos bados.

Tal vez la conclusión más importante de este estudio resida en que, siempre que el equilibrio en los pagos externos sea mantenido

or medio de una sana expansión de las exportaciones, la estabilidad de los precios y el crecimiento serán complementarios, y no

antagónicos. En ausencia de una tasa de crecimiento económico

que la satisfactoria —por lo menos, dos o tres veces más elevada sus con décadas últimas dos las en Argentina la que pudo alcanzar

líticas de bruscas marchas y contramarchas—, es muy poco factíble que las tensiones de una sociedad conflictiva puedan aliviarse Las preservando al mismo tiempo la forma pluralista de gobierno. probabilidades que le caben a la Argentina de obtener éxito en estos difíciles esfuerzos dependerán de muchos factores; uno de

los más importantes radica en si los conductores de las políticas

pueden formarse una idea sobre el grado de apertura que pretenden para su economía y, a partir de ella, diseñar y poner en práctica un programa congruente con esta decisión. Su tarea se vería

facilitada en gran medida si pudiesen contar con un grupo de tecnócratas pragmáticos no comprometidos con alguna norma ideal de comportamiento económico. La provisión de esta clase de análisis y sugerencias constituye el mayor desafío para quienes tienen voca-

ción por el desarrollo económico, especialmente cuando son más y más las naciones que se incorporan al conflictivo grupo de las semiindustrializadas,

219

Apéndice

1.



La demanda

de dinero

Los autores han efectuado una elevada cantidad de experim

entos de regresión sobre los determinantes de la demanda de dinero en

la Argentina, En una serie de ellos se utilizó la oferta monetar ia como variable dependiente, y diferentes combinaciones y especificaciones del producto interno bruto, expectativas de precios y tendencias cronológicas, como variables explicativas o indepen dientes. Áun cuando en la definición de la oferta monetaria utilizad a

en algunos de los ensayos se incluyeron los depósitos de ahorro

plazo fijo en los bancos, los mejores resultados se obtuvie y a ron empleando una definición más restrictiva: la de billetes y monedas y depósitos en cuenta corriente (definida comúnmente como M4). La ecuación de regresión más satisfactoria fue la siguiente (basada en datos trimestrales para el período 1956-1 a 1967-11):

(11)

la M = 1,045 +- 1,252 In z — 0,009 P* — 0,305 In T N (3,671) N (3,459) (17,786)

R?* = 0,883, D-W = 0,615

donde ln M/N es el logaritmo de la oferta monetaria per cápita

deflacionada por el índice del costo de vida —billetes y moneda s en circulación fuera de los bancos y depósitos en cuentas cotrientes— (véanse los cuadros C-1 y C-4); In Y /N, el logaritmo del producto interno bruto per cápita a precios de 1960, medido como promedio móvil de tres trimestres (véanse la sección 2 y el cuadro 6); P*, la variable expectativas de precios con un esquem a de ponderación de 0,7 (véase el cuadro C-3), y In T, el logaritmo

de una variable temporal. El R2 es el R? ajustado por grados de

libertad, y las cifras entre paréntesis debajo de los coeficientes son

valores del estadístico £.

En otra serie de experimentos, la velocidad moneda (el cociente entre oferta monetaria bruto) se utilizó como variable dependiente, riables independientes fueron las mismas de

de y en la

circulación de la producto interno tanto que las vaversión anterior.

Esta especificación de la relación entre moneda y otras variabl es

económicas resultó superior en el sentido de que no solo produjo

un R* más elevado, sino también que el estadístico Durbin-Watso

n mostró menor probabilidad de correlación serial en los residuos,

Cuadro (+1. Oferta imonctaria, promedios trimestrales

(en miles

Trimestre

Promedio

de millones de pesos).* Promedio Trimestre Año AKXASÓÁ 43,0 1 1955 45,1 TI A

1956

1957

100 IV

436 48,5

1 II YI

53,2 53,1 54,2

IV 1 II TI

57,0 63,0 63,6 63,4

IV

64,7

TI TIT IV

71,8 76,8 90,2

1939

1 11 TIT IV

105,9 113,7 120,4 132,2

1960

1 TI

146,6 154,3

TIT

162,3

IV

167,6

1

181,4

111

186,1

1961

1962

1963

1964

a La oferta monetaria

TT IV

209,9 210,7

1 IL TII

223,9 234,7 246,2

IV 1 TI TI

266,6 293,1 326,1 343,1

IV

370,7

404,5 424,9 440,4 462,6

1966

I TI uI TV

3044 531,0 567,3 618,5

1967

1 Y

673,9 723,3

YI

763,1

IV

803,0

1

369,2

111

982,8

1968

TI IV

193,5

IV

207,4 208,6

1

184,9

TI

1 11

11 TI 1v

1965

70,0

1

1958

—Aqr

Año

.

se define como los billetes y monedas

923,9

1.043,3

fuera de los

bancos y saldos en cuentas corrientes (medios de pago de particulares). A raíz

de las huelgas bancarias, fue necesario interpolar datos para febrero de 1938 y abril y mayo de 1959. suFuentes: Banco Central, Estadísticas monetarias y cambiarias, 1940-1960, plemento del Boletín estadístico, n* 6, junio de'1962, y Boletín estadístico, varios números,

Se hicieron algunos intentos para incluir variables ficticias en la ecuación, a fin de registrar las fluctuaciones estacionales en la velocidad de circulación, pero los mejores resultados (basados en datos trimestrales para el período 1956-1 a 1967-11) fueron:

(1.2)

M Y

=

2,938 —

0,009 P* — 0,435 In T (28,029) (3,734)

R2 = 0,945, D-W

=

1,361

donde Af son los billetes y monedas y depósitos en cuentas corrienes; tes, e Y representa el producto interno bruto a precios corrient

281

-———q

Cuadro C-2. Estimaciones trimestrales del producto interno bruto a precios corrientes, Año

1956-1968

Trimestre

1956

1957

(indice

Deflacionador ajustado del PIB trimestral a

I

23,0

11 III IV

24,7 25,5 26,6

1

1960 = 100).

27,0

PIB a precios corrientes » 19,2

22,7 22,8 24,4 25,6

1

27,0

25,6

TII IV

32,2 33,6

30,2 30,9

1958

1 11 TU 1v

34.0 38,3 43,3 48,8

33,2 37,7 43,1 48,4

1959

I 11 TII 1v

61,1 79,6 91,1 960

63,7 76,9 81,2 83,5

1960

1 11 TII IV

97,3 99,7 100,7 102,4

93,3 98,2 101,9 104,5

1961

1 11 11

104,9 1126 119,0

123,7

111,5 123,8 129,3

1229

1962

I 10 HI IV

125,1 138,3 155,1 161,8

139,2 151,6 149,7 152,4

1963

I 11 II Iv

170,3 179,9 185,8 203,6

170,6 174,7 180,6 200,1

1964

I II YII Iv

220,0 229,3 2324 251,3

214,7 243.0 250,8 283,5

238,9

290,2

IV

1965

1966

282

1

TI 11 Iv

277,8 306,4 337,7

326,7 352,4 392,4

1 YT FET IV

338,2 357,0 370,3 409,7

372,0 427,0 4384 483,9

Cuadro C-2

(continuación).

A

Trimestre

Año

Deflacionador ajustado del PIB trimestral2 423,3

I

1967

1968

PIB a precios corrientes b

11

448,3

TIL

489,4

485,1

566,6 571,6

iv

528,6

604,7

i TI

539,0 537,1

623.6 683,1

estimaonador ajustado del producto interno bruto trimestral fue

a El deflaci bruto de acuerdo do prorrateando el deflacionador anual del producto interno de vida. El deflacionador con las variaciones trimestrales del índice del costo AL, Distribución anual del producto interno bruto se tomó de CONADE-CEP Aires, 1963, 5 vols, del ingreso y cuentas nacionales en la Argentina, Buenos hasta 1963, y de Banco cuadro 3-50, para el período que abarca desde 1956 período comprendido el para , números varios ico, estadíst Central, Boletín multiplicando el Íadas empalma fueron series dos entre 1964 y 1968. Las de la comparación dice del Banco Central por 1,04, factor que se obtuvo e al costo de los años inmediatos. Para la fuente del índice correspondient

de vida, véase el cuadro C4, b El índice del producto interno bruto

a precios corrientes

fue calculado

bruto trimesmultiplicando el deflacionador ajustado del producto interno constantes precios a bruto interno o product del al trimestr índice el tral por

que en cuanto a las otras dos variables (P* y ln T) y a las cifras la en dimos que iones definic mismas las rigen an, consign se aquí ecuación 1,1. Cuando se puso a prueba la ecuación con retrasos más largos para tolas expectativas de precios, los resultados fueron menos satisfac

rios. Por ejemplo, con un esquema de ponderación de 0,3 para retrasos distribuidos (en el que las variaciones de precios en el

período ¿-— 1 tienen la mitad de la ponderación que les correspondía en el esquema de 0,7), se obtuvieron los siguientes resultados:

=

y |3 |

(1.3)

R2 =

l

+

(véase el cuadro C-6).

2,941 —

0,012 P* — 0,430 in 7 (3,269) (26,95)

0,9415, D-W

=

1,248

residuos de la Otro hallazgo interesante consistió en que los las variae ecuación 1.2 están correlacionados negativament con e utiliposibl fue nos no cuando aun ciones en la tasa de inflación, deterde ones ecuaci las de ativo explic poder el r mejora zarlos para de sección a próxim la en minación de precios que comentamos este apéndice,

período Cuando la ecuación 1.2 fue ampliada hasta abarcar el coefilos 1968-11, el KR? disminuyó, la significación estadística de estadístico el y oró, deteri cientes de las variables independientes se serial Durbin-Watson mostró mayor probabilidad de correlación 283

"

«Ll p de Cuadro C-3ny. Esquemas de ponderación geométrica empleados en el

cálculo de variables P*.*

Pertogo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27

Esquemas

01 0,10 0,09 0,08 0,07 0,07 0,06 0,05 0,05 0,04 0,04 0,03 0,03 0,03 0,03 0,02 0,02 0,02 0,02 0,02 0,01 0,01 0,01 0,01 0,01 0,01 0,01 0,01

0,72 0,18 015 0,12 0,10 008 0,07 0,05 0,04 0,04 0,03" 0,02 0,02 0,02 0,01 0,01 0,01

0,3 076 019 0,14 0,11 0,08 0,06 0,05 0,04 0,03 002

de ponderación

0,5 039 0,24 0,14 0,09 0,05 0,03

0,7 052 0,25 0,12 0,06

1,0 063 0,23 0,09

1 Las ponderaciones geométricas, multiplicadas por las variaciones de precios en los períodos correspondientes, fueron calculadas utilizando la (1—81)1, donde 31 =20/2+8, expresión y 3 es la ponderación específica elegida para las series, Cuanto mayor es el número del esqu ema de ponderación adoptado, más resulta el período de formación corto de las expectativas de precios. El períado se refiere a trimestres, por lo que la amplitud de los períodos tempo rales ya de seis años y tres trimestres para el esquema 0,1 '2 tres trimestres para el esquema 1,0,

en los residuos, Según puntualizamos en el capítulo 6, este resul. tado puede interpretarse como una prueba de que los determinantes de la demanda de dinero se modificaron después de que Krieger Vasena introdujo su nueva política de estab ilización, en el segundo 284

|

¡imestre de 1967. Los resultados de este procedimiento para el

período 1956-1 a 1968-11 son los siguientes:

(14)

M y

2,904 — 0,012 P* — 0,4416 Ín T (3,236) (26,136)

R? =

0,932, D-W

=

1,133

2, Funciones de determinación de precios

Diz

Uno de los primeros y más rigurosos esfuerzos para la estimación de funciones de determinación de precios para la Argentina fue el

realizado por Adolfo C. Diz en Money and prices in Argentina,

1935-1962, tesis de doctorado presentada en la Universidad de Chicago en junio de 1966, Se efectuaron dos series de experimentos, La primera de ellas trata de explicar las variaciones en la tasa de inflación tomando como única base las variaciones en la oferta monetaria, con diferentes retrasos. Los mejores resultados, utilizando datos trimestrales de variaciones porcentuales para el subperíodo 1946-1962 (particularmente relacionado con nuestro período de estudio), fueron los siguientes: (2.1)

P x= — R?2 =

0,629* M¿ + 0,088 Mi-2 — 0,453* Mi -4 — (0,110) (0,103) (0,104) 0,043 Mie (0,114) 0,443

donde P son los precios mayoristas; M, los billetes y monedas y depósitos en cuenta corriente (se sometió a prueba una definición más amplia de la oferta monetaria, pero arrojó resultados menos satisfactorios), y £—i, los valores retrasados con respecto al trimestre corriente ¿. Las cifras que aparecen entre paréntesis reptesentan los errores estándar, en tanto que el asterisco indica un nivel de significación del 5% (véase A, C. Diz, op. cil., cuadro 15, pág. 66).

Aun cuando en estas ecuaciones dejemos de lado los problemas de

multicolinealidad, en la medida en que los valores retrasados de M puedan servir parcialmente como aproximación para las variables omitidas, así como la interpretación del signo negativo de algunos de los coeficientes

(que Diz ha intentado

aclarar), gran

parte de las variaciones en la tasa de inflación quedan sin explicar.

285

1 Cuadro C-4. Indice trimestral del costo de vida, excluidos los al.

quileres y la electricidad, 1956-1968 (índice 1960 = 100).* Año

Trimestre

Indice

Año

Trimestre

Índice

1956

1 11 HIT IV

20 22 22 23

1963

I TI 111 1V

168 178 184 201

1957

1 TI TI

24 27 29

1964

1 TI TIT

213 221 224

IV 1958

1959

1960

1961

1962

I

30

IV

30

1965

242

1

254

TI

34

TIT Iv

1

38 43

273

TIT IV

299 330

I 11 TIT IV

38 76 87 92

1966

I II TII Iv

342 361 374 415

1

97

1967

Y

99

11

TIN

100

IV

102

TIL

303

IV

5343

I EI

1

TIT

103 111

YT

554 332

117

1v

11

122

5536

IV

393

1 TI FIT

126 139 154

lv

163

1

1968

435

460

2 El índice del costo de vida para Buenos Aires, publicado en el Boletín de estadística del Instituto Nacional de Estadística y Censos, fue convertido de base 1943 a base 1960 para el período anterior a marzo de 1962, cuando comenzó a publicarse el nuevo Índice con base 1960. El ajuste se efectuó empalmando las dos series en el período 1962, común a ambas, Los datos trimestrales son promedios aritméticos de datos mensuales. Para eliminar el sesgo causado por el congelamiento de alquileres y los precios poco realistas de la electricidad, también se ajustó el costo de vida, eliminando estos componentes del índice por medio de la siguiente fórmula: Total — (Alquiler y electricidad)

(0,167)

0,833 antes de marzo de 1962 y Total — (Alquiler y electricidad)

(0,051)

0,949

desde marzo de 1962 en adelante, para reflejar los cambios en los esquemas de ponderación.

286

r

ró A taíz de ello, en una segunda serie de experimentos Diz incorpo satis-

la más variables explicativas adicionales en sus ecuaciones, correspondió 1962— 1946período el —para factoria de las cuales las variables expresadas en también a precios mayoristas, con todas

logaritmos, excepto Re y Su:

(2.2)

0,462*M: — 0,022 Mea — 0,217* Mis — P= (0,105) (0,108) (0,103) +

4,356* Re — 0,514* Y + (0,234) (1,196)



0,079 Mio (0,092)

+

0,097* X + 0,033 W + 0,006 51 + 0,017 Se + (0,019) (0,022) (0,043) (0,024)

+

0,045* Sa (0,012)



AAA



A

R2 = 0,760 pondonde Rz son las expectativas de precios con un esquema de deración de 0,1 para retrasos distribuidos de anteriores variaciones de precios (lo cual revela retrasos relativamente grandes, que demostraron ser casi siempre más significativos que los retrasos pequeños de todos los experimentos de Diz); Y, el ingreso nacional real promedio; X, el tipo de cambio oficial; W, los salarios nominales, y 51, S», 53, las variables estacionales ficticias, en tanto que para los otros símbolos y cifras consignados rigen las mismas cil., definiciones que dimos en la ecuación 2,1 (véase A. C. Diz, op. cuadro 18, pág. 73). Es evidente que la inclusión de variables independientes adicionala les mejora el poder explicativo de la ecuación (en parte por es variabl las de ica reducción en el tamaño y la significación estadíst M), y que las expectativas de precios comienzan a constituirse en el determinante más importante de la tasa de inflación, Esto resulta desconcertante por las razones ya mencionadas, particularmente en vista de que grandes retrasos en las variaciones de precios en el pasado (en promedio, superiores a cinco años) parecen tener mayor influencia sobre las expectativas de precios futuros que retrasos pequeños. También debe tenerse en cuenta que no se pro: baron valores retrasados de las nuevas variables independientes, y

que el R? ajustado por grados de libertad sería menor de 0,7, lo

que implica que cerca de un tercio de las variaciones de precios quedan sin explicar.

Díaz Alejandro Introduciendo valores retrasados de las variables —con excepción de la oferta monetaria—, Díaz Alejandro logró identificar funciones de determinación de precios con mayor poder explicativo que

287

Cuadro C-5. Indice trimestral de precios mayoristas, excluidos los agropecuarios, 1956-1968 (indice 1960 = 100). Año

Trimestre

Indice

Año

Trimestre

1956

I U 1 IV I In 11 IV

18,9 204 21.6 22,2 230 248 278 28,7

1963

I XI MI IV I TI TI IV

1957

1958

1

28,9

11 TI IV I Il TI IV I Il 11

1959

1960

1961

1962

1964

1965

31.0 349 39,7 50,1 76,7 94.8 97:6 100.0 99,8 100,0

IV

100,2

I Ú 1 IV 1 11 TT IV

103,0 106,8 111,5 1159 118,9 134,8 148,4 156,2

Índice

165,1 1716 1784 189,4 203.0 2166 225,5 236,5

I

2548

Io 111 57 I u Tn IV I II TH

1966

1967

2779 3049 312,1 321.0 3341: 350,3 368,3 3946 4258 446,5

14

1968

461,3

I TI

|

|

|

| |

467,3 467.8

Fuente: Véase el cuadro C-32, Sin embatgo, los datos anteriores a 1960 no son estrictamente comparables.

las verificadas por Diz. Empleando variaciones porcentuales sobre observaciones semestrales para el período 1950-1965, sus mejores

ecuaciones para el costo de vida y los precios mayoristas fueron las

siguientes:

(2.3)

Poo = — 4,95 + 0,06 (Xo)e + 0,22 (Xo)s1 — (3,01) (0,24)



0,26

(Xo)e2 —

(0,22) +

0,50 (Xr0): +

(0,23)

0,18

0,53

(0,15) (0,14) R*= 0,81, D-W = 1,66 288

(Xa)e

+

(0,19) (Xio)i1

0,17

(Xo);: +

(0,06) +

0,17 (Xio0)i=e

(0,14)

'

| .

(2,4)

r-1 — -— 2,66 + 0,49 (X5)e d- 0,26 (Ag)

Uno

(3,12)

—- 0,68 (Xode=2 — (0,23)

0,37 (Xs): + 0,25 (Xo): + (0,19)

(0,06)

0,37 (Xio)e + 0,441 (X10)1-1 + 0,18 (X10):-2 (0,13) (0,15) (0,15)

+

R?2 =

(0,23)

(0,23)

0,86, D-W

1,56

=

s cortiendonde Xs son los billetes y monedas y depósitos en cuentas (oferta acione import las más tes; Xs, el producto interno bruto

importación y exportareal); Xo, el tipo de cambio promedio de el salario promedio por hora, mientras que las cifras

ción, y X10, está ajustado entre paréntesis son los errores estándar, el R2 no n-Watson Durbi tico estadís el es D-W y d por grados de liberta history ic econom the (véase Carlos F. Díaz Alejandro, Essays on Press, sity Univer Yale Haven, of the Argentine Republic, New 373). pág. 1970, cuadro 7-9,

la ecuación Estos resultados se contradicen a tal punto con los de te. Sin emdiferen país un de datos 2.2 que parecen basados en problemas bargo, un análisis cuidadoso permite detectar algunos s aislando las pasada son serios. En primer lugar, si las ecuaciones la oferta variables independientes una por una, se comprueba queintroducen

se monetaria es estadísticamente significativa hasta que Asimismo, s. salario de tasa el tipo de cambio y, en particular, la de

coeficiente el análisis de la matriz de correlación revela que el mismo retraso el con (X10) y (X6) entre R simple ación correl

en realidad, es de 0,66 o mayor para la ecuación del costo de vida; es más tes» endien «indep les variab dos estas la correlación entre depen-

le alta que la que existe entre cada una de ellas y la variabde precios ón ecuaci la en a observ diente (una relación similar se

en la significamayoristas). De ahí que no se pueda confiar mucho lidad. olinea multic la a ción estadística de los coeficientes, debido n estaicació signif la que de hecho el La misma gravedad reviste

a lo largo del Jística de las ecuaciones se muestra muy inestable —1930 a 1937 partes tiempo. Si subdividimos el período en dos (para ones ecuaci las de s ficada simpli nes y 1957 a 1968—, versio propot ad) libert de grados de o númer menor el tener en cuenta

subperíodo y cionan R? ajustados cercanos 2 cero para el primer puede verse: como o, segund el para os distint resultados totalmente (2.5)

Po =

+

3,97 + 0,36 (XoJi-1 (1,54) (2,17)

0,45 (Xa)e (7,54)

R2 = 0,81, D-W

289

=

1,62

+ 0,003 (0,01)

(Xs): +

Cuadro

C-6. Estimaciones del producto interno bruto a precios

constantes: cálculos trimestrales y promedio móvil de tres trinses. tres, 1956-1968 (indice 1960 = 100).* Año

Trimestre

1956

I

834



92,1 89,7

88,4 91,4

1937

I II TII IV

94,6 96,1 93,6 91,7

94,4 94,8 93,8 93,5

1958

1 TI TIT

97,3 98,4 99,7

Ivy

99,4

96,2 98,3 99,2

101,1

1 11

104,2 96,6

100,1 96,6

89,1

Iv

90,9

87,0

91,4

I

98,0

TI

94,5

98,6

1959

111 1960

1961

1963

lv

102,2

103,3

1 TI TI

106,3 109,9 108,6

106,1 108,3 105,9

Iv

99,3

106,4 106,7

1

111,3

TI TTI IV

109,6 96,3 94,2

103,8 100,1 97,0

I 11

100,2 97,1

97,2 98,2

97,2 98,3

98,7 99,4

97,6

102,7

I

II TU

106,0 107,9

IV

112,8

110,9

1 TI TI

112,1 117,6 1150

lv

114,2 114,9 116,3

116,2

114,0

I

110,0

115,0

I 11

lv

290

99,3

1007

1964

1966

92,2

1014

TIT IV

1965

92,4

In

1962

p

Promedio móvil de tres trimestres

11 TI

1V

me

PIB trimestral

119,6 118,4

118,6

103,8 108,9

16,0 113,9

117,2

Cuadro C-6

(continuación).

nn Año

Trimestre

PIB trimestral

Promedio móvil de tres trimestres

1967

I 1

114,6 1264

119,59 119,3

IV

114,4

115,6

1 TI 1041

115,7 127,3 125,9

119,1 123,0 124,7

1968

119,2

116,8

111

IV

120,9

=

a Las estimaciones del producto interno bruto anual fueron prorrateadas en 1956-1 trimestres de acuerdo con los siguientes indicadores: para el período Cena 1957-1V, valor de los documentos compensados publicados en Banco tral, Boletin estadístico, varios números; 1958-14 1963-1V, estimaciones trimestrales del producto interno bruto publicadas en Carlos Moyano Llere-

na, ed., Panorama de la economía argentina, Buenos Aires, varios números;

19641 a 1965-1V, estimaciones trimestrales del producto interno bruto aparecidas en Oficina de Estudios para la Colaboración Económica Internacional, Nivel de la economía argentina en 1965, Buenos Aires, 1966, cuadro 2, pág. 9, y 1966-1 a 1968-1V, estimaciones trimestrales del Banco Central publicadas en Ministerio de Economía y Trabajo, Ixforme económico, varios números,

(2.6)

Pmoy

=

2,73

+

0,23

(0,86) (1,13) + 0,61 (Xo): (8,27)

R2 —= 0,82, DW

=

(Xa)e-1



0,02

(Xa):

+

(0,06)

1,35

Para estas ecuaciones se utilizan las mismas definiciones y símbolos

que para las anteriores, pero cubriendo el período desde la segunda

mitad de 1957 hasta el primer semestre de 1968; el R? también

ha sido ajustado por grados de libertad, y las cifras entre paréntesis

se refieren al estadístico E. Cabe observar que en la ecuación 2.5 la oferta monetaria comienza a ser estadísticamente significativa al nivel del 5 % cuando se eli-

mina la variable salarios, pero la modificación más sustancial es que el tipo de cambio se revela, con mucho, como el más impor-

XA

RKÉÁ A KÁA

tante determinante de la tasa de inflación. El coeficiente de correlación simple R entre (Xo): y la variable dependiente es de 0,89

en la ecuación 2.5 y de 0,75 en la 2.6, lo cual implica que las otras variables agregan muy poco poder explicativo. Otro hecho desconcertante es que en todas las ecuaciones de Díaz Alejandro el término constante es más bien grande (y, en algunos casos, sÍg-

nificativo al nivel del 10 96), lo que significa que una o algunas variables independientes han quedado fuera de las ecuaciones (o

Oo

que estas no han sido bien especificadas).

291

Y

Maynard -Van Rijckeghem Trabajando con variaciones porcentuales anuales para el período 1950-1965, Maynard y Van Rijckeghem

desarrollaron un modelo

que ha sido utilizado por técnicos gubernamentales en la Argen. tina y que ha continuado prediciendo variaciones de precios con bastante precisión varios años después de ser terminado (véase Willy van Rijckeghem, Stabilization policy in an inflationary eco. 11021p: A post mortem, Bruselas, Vrije Universiteit Brussels, CEMS/ 12, marzo de 1972). Uno de los aspectos más interesantes del

modelo es que las variaciones del crédito bancario otorgado al

sector privado con respecto a las variaciones en la tasa de salarios se correlacionan positivamente con las variaciones en la producción no agropecuaria y negativamente con la tasa de inflación, como hemos observado en el capítulo 8. La ecuación de precios de este

modelo es la siguiente (véase Gustav F. Papanek, ed., Developmen:

policy. Theory and practice, Cambridge, Mass., Harvard Univetsity Press, 1968, pág. 214):

(2.7)

P, =

+

7,16 + 0,70 M_w2 — 0,89 Z, — 1,82 1 + (0,72) (0,57) (5,85) (0,47)

0,30 N

(0,26)

R? = 0,86, DW = 1,85 donde P, es la variación porcentual anual en los precios mayoristas no agropecuarios; M 1,2, la variación porcentual en la oferta mo-

netaria total (incluyendo depósitos a plazo fijo y en caja de aho-

r10), retrasada medio año; Z,, la variación porcentual en el producto interno bruto real no agropecuario; x, la variable ficticia

que representa el control de precios vigente en 1953 y 1954 y su eliminación en 1959, y N, la variación porcentual en las tasas de salarios de acuerdo con los convenios colectivos de trabajo.

El R* equivalente, una vez ajustado por grados de libertad, es de 0,76, similar al mejor de los que obtuvimos en nuestras ecuaciones —como veremos más adelante—, pero resulta sorprendente que ningún coeficiente sea significativo al nivel del 5 % o menos, excepto el de la variable ficticia. El término constante es, como en las ecuaciones 2,3 a 2.6, también relativamente grande, aunque

carece de significación estadística alguna. El aspecto más ctitica-

ble de esta ecuación reside, tal vez, en que un modelo basado en variaciones anuales brinda escasa utilidad a los ejecutores de las políticas que enfrentan problemas de estabilización de corto plazo, y en que arroja muy poca luz sobre la estructura de retrasos de las variables independientes en una economía sacudida por tasas de inflación muy inestables.

292

Cuadro C-7. Promedios trimestrales del tipo de cambio, 1956-1968 (en pesos por dólar).2 “Año

Trimestre

Promedio

Año

1 II

24,0 21,7

1963

I TI YI

23,3 24,5 26,7

1964

1958

1 11 104l Iv

241 26,6 29,1 421

1959

1 II 10ñ4

66,7 83,2 84.1

TV

82,8

1 TI TII IV

83,0 83,2 82,8 82,9

1967

82,7

1968

1956

TIL IV 1957

IV

1960

1961

1962

1

TI TIT IV I

Y

11 Iv

Trimestre

Promedio

1 11

134,59 137,8

1 TI TH

133,4 137,8 141,0

1965

I 11 TI IV

150,9 166,5 173,2 181,9

1966

1 11 111

138,8 193,9 211,1

1v

235,9

I 11 MI IV

274,5 350,0 350,0 330,0

1

350,0

189 20,2

Tm IV

23,5

IV

828 32,8 83,0

H

138,1 142,4

147,7

350,0

82,8

106,1

124,4 141,4

a Los datos trimestrales son promedios aritméticos del tipo vendedor oficial mensual. Fuente: Banco período.

Central, Memoria

asual, volúmenes

correspondientes

a este

Nuestras propias ecuaciones Como consecuencia de lo antedicho, decidimos verificar ecuaciones similares a las de Maynard y Van Rijckeghem con datos trimestrales. Se disponía de estadísticas para todas las variables des-

de 1957 en adelante, con excepción del producto interno bruto,

problema que resolvimos haciendo nuestras propias estimaciones a partir de diversas fuentes (véase el cuadro C-6 y la nota explicativa); tales estimaciones fueron trasformadas luego en un promedio móvil de tres trimestres, para eliminar la gran influencia

estacional de la producción agrícola. Tal vez se hubiera podido

efectuar una estimación más adecuada del producto interno bruto

293

no agrícola por trimestres si se hubiese

dispuesto

de alguna varia.

ble aproximada del comportamiento del valor agregado agrícola; pero la única fuente disponible que merecía alguna confianza eran las entregas de productos al mercado, cuya secuencia temporal guarda muy poca relación con la generación efectiva del ingreso en la producción. Téngase en cuenta, entonces, que la variable indicativa del producto interno bruto no agropecuario que empleamos en muestras ecuaciones representa una burda tendencia de corto plazo, A despecho de reiterados esfuerzos, no fue posible obtener resultados satisfactorios con las variables de Maynard y Van Rijckeghem —valor retrasado de las importaciones, crédito bancario al sector privado o crédito bancario menos salarios—. Sin embargo, resulta interesante observar que las fluctuaciones en el crédito bancario al sector privado estuvieron negativamente correlacionadas

con la tasa de aumento de los precios, confirmando así, en cierta

medida, una de nuestras hipótesis fundamentales. También se efec-

tuaron, entre otros, experimentos con variaciones en las reservas brutas de divisas al final de los trimestres anteríores como variable explicativa; variaciones en la oferta monetaria con retrasos mayores a dos períodos; variaciones en las variables con respecto al mismo trimestre del año anterior; índices en lugar de variaciones porcentuales en las variables, y especificaciones logarítmicas alternativas de las variables. La inclusión de variables ficticias estacionales en la ecuación del costo de vida para el cuarto y primer trimestre (que para el cuarto trimestre resultó significativa al nivel del 10 %) incrementó la significación de todas las otras va-

riables independientes, excepto el tipo de cambio.

Las ecuaciones de estimación que demostraron ser más satisfactorias fueron bastante similares a las verificadas por Díaz Alejandro, con variaciones porcentuales en el tipo de cambio, producto interno bruto, tasa de salarios y oferta monetaria como variables

explicativas más eficaces, En la ecuación del costo de vida, la elasticidad de crecimiento de los precios con respecto al producto interno bruto excedió de la unidad (con signo negativo); para la oferta monetaria (medida en ¿— 1) se acercó a 0,6 (y a 0,5 para el período £ — 1,5); para el tipo de cambio fue de alrededor de 0,2, igual que para la tasa de salarios (aun cuando la elasticidad combinada con respecto a salarios, tanto en + como en ¿— 1, fue de casi 0,3). En las ecuaciones de precios mayoristas, las elasticidades equivalentes fueron algo menores para el producto interno bruto, muy parecidas para la tasa de salarios y mayores para la oferta monetaria (£— 1) y el tipo de cambio, Cabría suponer, entonces, que la estabilización de los precios mayoristas requiere políticas más restrictivas que la del costo de vida, pero la mejor ecuación de precios mayoristas contiene un término constante elevado y negativo (aunque sín significación estadística). Cuando la ecuación del costo de vida fue pasada nuevamente con la velocidad de circulación (cociente entre oferta monetaria y producto interno bruto) como variable explicativa, los coeficientes

294

|

Año

a

Trimestre

Índice

Año

Trimestre

Indice

1956

I TI TIY IV

330 34,0 34,0 34,0

1963

I TI TIT IV

181,0 190,2 200,0 209,4

1957

I TI

34,0 34,0

1964

I II

229,5 245,6

1V

34,0

IV

273,7

TI 1958

1

1961

1 TI TIT

71,6 85,9 89,1

1966

59,1

91,4

94,3

1967

1 II

114,6 120,3

1968

131,9

I

140,6

1v

163,4

TI TI

310,0 336,4 367,4

1 11 TIT

405,5 456,3 487,4

375,6

503,8

I

526,3

II TI IV

619,7 629,1 629,1

I 11

629,7 629,7

TI

128,8

IV

I

1

95,8 100,2 109,1

1

266,1

11 TII

IV

11 11 IV

TIT

1962

1965

35,3

50,6 54,3

IV

1960

11

TI 111

1v

1959

34,0

IV

629,7

629,7

154,2 159,3

Fuente: Para el salario básico de convenio de los peones industriales, Instituto Nacional de Estadística y Censos, Boletín de estadística, varios múmeros.

de M/Y y del tipo de cambio R resultaron aproximadamente iguales pero de signo opuesto, y todas las otras variables independientes se volvieron estadísticamente insignificantes. Similares resultados se obtuvieron mediante nuevas pasadas de la ecuación de precios mayoristas con el mismo cambio en la especificación. Esto último puede interpretarse como una prueba más de que el crecimiento y la estabilidad tienden más bien a ser complementarios que anta-

gónicos. La «mejor» de las ecuaciones que incluían la variable

M/Y fue (para el período 1957-I11 a 1968-11, con el estadístico £ entre paréntesis):

(2.8)

Pee = 0,04 + 0,38 Rs — 0,32 (M/Y): (3,06) (6,74) (8,12) R* =

293

0,68, D-W

=

1,49

eleccion

Cuadro C-8. Indice trimestral de salarios industriales, 1256-1968 (indice 1960= 100),

296

Y

1

58

"59

so

e

Reales

-

a

8) 82

(2,92)

ar

63

64

a

65

ar

a

66

(0,30)

A.

(3,82)

(5,04)

-

(4,31)

A

(1,41)

(1,64)

Poy = 0,43 + 0,19R, — 1,277 + 0,73M,_y + 0,23,_, + 1,94D, + 2,27D,

a Los valores estimados provienen de la siguiente ecuación:

1957

ALLI

7

-—

2 =

67

rs

a

0,73

68

ea

DW

=

mo

1,58 E.

entre los valores estimados y reales de las variaciones trimestr ales en el indice del costo de

Verioción porcentual

Gráfico C-1. Comparación

vida, 195719682

|

Otros experimentos demostraron, sin embargo, que esta ecuación nante del exagera la importancia del tipo de cambio como determi aumento de precios. Por ejemplo, la ecuación 4 del cuadro 8-1 fue pasada nuevamente después de eliminar de ella el tipo de cam-

bio, sin que tuviera ningún efecto sobre el R? ajustado, mientras que tanto el tamaño cuanto la significación estadística de los coeficientes de las otras variables se incrementaron en forma considerable. Resultó bastante interesante comprobar que la variable producto interno bruto fue la que reveló el mayor

aumento en el

poder explicativo (período 1957-111 a 1967-1):

(29)

Per == 0,60 — 1,73Y + 0,27 We + 0,98 Mia (0,52) (6,8) (2,9) (3,7) KR? =

0,72, DW

=

1,58

La estabilidad de nuestras ecuaciones también fue verificada pasan-

do las mismas ecuaciones para diferentes períodos de tiempo. Como cabía esperar, se obtuvieron resultados sustancialmente distintos, aunque el tipo de cambio no fue la única variable explicativa significativa, como en el caso en que se efectuó una prueba similar con las ecuaciones de Díaz Alejandro. Por ejemplo, cuando se pasó la ecuación de precios mayoristas 7 del cuadro 8-1 para el período 1960-1 a 1967-L, la importancia relativa y la significación estadística de la variable tasa de salarios creció sustancialmente, las variaciones en el tipo de cambio para el período corriente

comenzaron

a ser más

significativas

que

para

períodos

previos, y la oferta monetaria con diferentes retrasos tornó a des-

aparecer. La principal razón de estos cambios es que la multicolínealidad entre M y W decrece de modo considerable, mientras que entre M e Y aumenta en forma aguda, Vemos, entonces, que no es mucho lo que hemos avanzado con nuestras ecuaciones en la búsqueda de las relaciones estables subyacentes que explican la

dinámica de la inflación en la Argentina, si es que estas existen.

Finalmente, investigamos la medida en que nuestras regresiones identifican con exactitud los puntos de inflexión en la tasa de inflación, y tratamos de encontrar explicaciones plausibles para las discrepancias más significativas entre las estimaciones y las variaciones registradas en el nivel de precios. Como puede observarse en los gráficos C-1 y C-2, nuestras mejores estimaciones para el costo de vida y los precios mayoristas fallan en aproximadamente un tercio de los puntos de inflexión. Las ecuaciones predicen con bastante exactitud la gran inflación de 1959 y la subsiguiente estabilización, y registran el renovado impulso de los precios en 1962, aun cuando fallan con el punto de inflexión superior por un trimestre. La variancia entre las estimaciones y las tasas reales

de inflación aparece distribuida bastante aleatoriamente hasta 19661967,

cuando

nuestras

ecuaciones

comienzan

a sobrestimar

con

singular frecuencia la tasa de inflación. Debe recalcarse que este es el período en que Onganía toma el poder y Krieger Vasena

297

"paa

298

1957

no

agrop.

P, may,

(1,50)

(3,50)

(2,39)

(1,76)

= —2,12 + 0,29R,_, — 095 + 0,18W,

a Los valores estimados provienen de la siguiente ecuación:

20 +.

Variación porcentual

(2,47)

(3,21)

+ 0,24%,_., + 0,74M,_,

Estimados

E2 =

0,77

D-W

=

2,03

Gráfico C-2. Comparación entre los valores estim ados y reales de las variaciones en el indice de agropecuarios, 1957-1968,2 precios mayoristas no

llega al Ministerio de Economía para aplicar su programa de estabilización complementado por controles de salarios y precios. Es robable, entonces, que nuestras ecuaciones puedan mejorarse con

la introducción de una variable ficticia que represente las restricciones de precios durante este período, junto con otra que represente la eliminación de estos mismos controles en 1939.

3. Estadísticas monetarias y fiscales a. Las estadísticas monetarias son compiladas por el Banco Central y publicadas regularmente en sus boletines estadísticos y memorias

anuales. Dicha institución publicó una

descripción completa de

las series monetarias corrientes, que en su forma actual datan de 1940. En ellas se incluyen las actividades del Banco Central y de todos los bancos y cajas de ahorro, excepto las operaciones de

las secciones hipotecarias que poseen algunos bancos y de las ins-

tituciones hipotecarias especializadas, y las cuentas especiales de participación en valores mobiliarios. Tampoco se incluyen las transacciones en aceptaciones bancarias y las operaciones de las ins-

tituciones de crédito para el consumo, así como las actividades de los otros intermediarios financieros no bancarios, que —como vimos en el capítulo 6— se expandieron muy rápidamente durante

el período analizado en este estudio?

Las operaciones monetarias están valuadas a precios corrientes de mercado, excepto las transacciones en moneda extranjera, que en los bancos comerciales se registran a un tipo de cambio contable fijado por el Banco Central, Este último se vale, a su vez, del siguiente procedimiento: en el activo, las divisas ingresan al costo

y egresan al tipo promedio ponderado de las existencias; en el pasivo, las obligaciones contraídas se registran al tipo de cambio vigente, y las amortizaciones, al tipo promedio ponderado, mientras que las diferencias entre los tipos contables y los reales se imputan a la cuenta «Diferencias de cambio». Puesto que en las transacciones con el exterior solo se distingue entre operaciones en oto y divisas (netas), operaciones con organismos internacionales

y las ya citadas diferencias de cambio? es virtualmente imposible (Continúa

en

pág. 308.)

1 Banco Central, Estadísticas monetarias y cambiarias, 1940-1960, suplementa del Boletín estadístico, n* 6, junio de 1962. 2 Véanse, a este respecto, Samuel Itzcovich y Ernesto Feldman, Un sistera de transacciones financieras para la Argentina (1955-1965), Documento de Trabajo del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, febrero de 1969, y Juan Y. Sourrouille, Cuentas financieras: problemas contables y experiencia rei simposio sobre mercados de capitales, Buenos Aires, 1972 (mimeo-

etafiado).

Ñ

3 Hasta 1970, las contribuciones a organismos internacionales estuvieron incluidas, junto con las diferencias de cambio en el sector público, en las estadísticas monetarias, mientras que los pasivos con estos organismos se registraban

en los factores de absorción. Á partir de ese año aparecen incluidas entre los activos netos con el sector externo.

299

300

Total

Sector privado

reparticiones

oficiales

28,1

12,0

7,9



Junta Nacional de Granos

Otras deudas de gobiernos y

5,7



Otras deudas del gobierno nacional



Diferencias de cambior

inter-

13,6

Aportes a organismos nacionales *

Sector oficial

2,5

Oro y divisas

(neto)

1948

Rubro

33,6

14,8

10,3

63

16,6

2,3

1949

198 20,4

10,8

6,7

478

27,1

11,4

33,4

33,2

12,3

7,1

19,4

18,2

6,8

0,9

25

3,2

17,5

1952

1951

1950

45,8 78,8

65,6

19,9

10,2

30,1

29

1954

37,9

15,7

90

24,7

3,0

1953

93,3

33,2

24,5

11,4

359

2,3

1935

111,5

68,7

26,2

11,5

0,7

132,0

81,0

39

41,7

1,2

46,8

42

44 38,4

1957

1956

1,2

74,56

— 0,7

1958

247,7

129,8

794

17,3

4,3

104,7

13,2

1959

21,9

30

121,5

32,5

1960

Cuadro C-9. Factores de creación de medios de pago, 1948-1970 (saldos al finalizar el año, en miles de millones de pesos).

'

301

del Banco

Central estos rubros son incluidos, junto con oro y divisas (neto), bajo el rótulo «Sector

2.906,3

Fuentes: Banco Central, Estadísticas monetarias y cambiarias, 1940-1960, ap. cit., y Boletín estadístico, varios números posteriores.

externo».

2.088,5 16597 9404 12331

523,4

404,1

384,0

1.179,5

817,8

469,1

3754 726,3

287,9

254,4

232,8

626,2

18,9

14,7

1.488,8 2.4040

29.9 294

2944 224

66,6

734,3

670,6

619,1 568,8

50,4

63,5 67,4

62,5

56,5

40,7

73,7 53,8

988,0

873,6

453,7

129,7

1970

41,6

1969

39,3

41,8

146 59,9 469,8 11,4

797,9

111,1

1968

36,1

31,2

353,0

42,4

10,0

12,4

178,7

26,7

8,2

9,2

7,7 216 123.6

8,0

a Á partir de 1970, en las publicaciones

Total

Sector privado

Otras deudas de gobiernos y reparticiones oficiales

Junta Nacional de Granos

94,1

6,1

Otras deudas del gobierno nacional

internacio-

24,7

a organismos

Diferencias de cambio*

Aportes nales2

9,4 35,1 276,1 11,6

728,7

591,8

453,5

346,8

225,9

162,1

132,8

Sector oficial

113,3

15,1

15,8

— 124

18,4

4,0

1967

11,5

1966

1965

1964

Oro y divisas (neto)

Rubro

1963

(continuación).

1962

C-9

1961

Cuadro

e

302

C-10. Distribución

1949

1950

Total

33,6

40,4

1,0

3,7

0,5

3,4

21

0,1 3,5

2,7

Otros gobiernos y reparticiones oficiales

0,8

2,1

13,8 17,6 22.0 67 91 119 7,0 8,5 10,1 10,6 126 14,7 75 94 10,3 0,3 0,3 0,4

1948

12,2 18,4

183

30,4

1932

47,8

09 46 09 3,6 53,4

3,9

0,8

4,6

0,7

65.6

5,4

0,7

6,1

0,7

6,2

78,8

8,0

0,9

8,9

0,9

7A

43,9

1954

1955

1956 1957

132,0

A

a

180,8

20,0

—_

o

247,7 331,1

280

39,8

15,2

110 9,6 93,3

111,5

36 26 40

30,6

0,7

1350

237 21

3,0

19

56

0,1 21,1 17,0 10,3 439

601

105,4 73,3 108,6

173,6

1960

23,7

16,3

0,2

44,59

73,0

5317

844

142,2

1959

11,2 19 24 18,9

124

0,4

40,7

58,3

385

60,3

988

1958

96 0,5 1,1 —0,5 117 16,7 8,7

516 60,2 67,6 22,1 26,7 318 36.1 418 15,7 17,1 198 24,1 25,8 218 26,0 30,0 346 45,5 aa 169 19,3 245 29,5 0,5 0,7 09 0,6 0,5 37,1

1953

(saldos al finalizar el año, en miles de millones de pesos).

10,9 121 04 0,4 43 3,2

16,5

11,4

15,4

26,7

1951

de los medios de pago, 1948-1970

Gobierno nacional

Depósitos oficiales

Cuentas varias

Organismos internacionales 2

Patrimonio neto

Fondos esterilizados

Depósitos de poca movilidad

Factores de absorción

Cuentas corrientes

Billetes y monedas

Medios de pago de particulares

Rubro

Cuadro

303 628,4 4,5

702,8 328,4 3,3

430,2 289,4 5,2

200,9 336,4

233,7 73

167,8 260,0 178,9

115,8 1969

123,5

84,3 149,4 85,3

83,8

137,4

74,8

Cuentas corrientes

Factores de absorción

E

863,1

513,5

274,8

-

O

AOS

O

a Véase la nota del cuadro C-9, Fuentes: Las mismas del cuadro C-9,

Total

Otros gobiernos y reparticiones oficiales

Gobierno nacional

Depósitos oficiales

Cuentas varias

Organismos internacionales £

Patrimonio neto

Fondos esterilizados

Depósitos de poca movilidad

34 37,7 384,0

41,1

Ml

280,2

106,5

70,6

ln

726,3

5234

O

PRA

2.088,5

2,404,0

115,4 1.233,1

94,5

940,4

63,5

39,5

29,8 288,0

206 259,6

15,8

11,9

7,1

6,1

45,6

39 317,8

— 16,7

17,2 131,2

4,0

0,9

3,3

1,6

1,6

23,2

12,8

16,5

20,0

224,7

184,2

78,5

63,7

49,9

95,2

E

658,9 564,2

391,5

396,9

2965

227.8

167,1

1354

121,7

Billetes y monedas

44,4 18,8 0,7 35.0 43 30,7 404,1

1.2231

1.1050

671,7

497,5

395,6

282,9

219,7

205,4

Medios de pago de particulares

37,0 196 60

1969

1968

1966

1965

1964

Rubro

1963

(continuación). 1962

C-10

1961

Cuadro

304

.—.-



Déficit o superávit global

Gastos de capital Inversión real Otros

Olros ingresos

a

—6.172,9

64704 2.9948 3.475,6

348,2

6.0737

— 50,7

660,6 —

Gastos corrientes

y pensiones

2.187,2 1541i 330,6

— 843,4 6.0230 35414

3,2123 1.3474 2.2270 16,5

1948

Aborro

familias Jubilaciones

Impuestos indirectos Impuestos directos Aportes jubilatorios Otros ingresos Coparticipación y otras trasferencias a las provincias Ingresos corrientes Gastos de consumo Remuneración de los empleados Subsidios Intereses de la deuda pública Trasferencias corrientes a las

Rubro

47282 2.2970 3,8047 175,6

1950

22

—2.595,9

3.7230. 28292 8938

641,1

4860

6.891,7

1.229,6 —

2.914,0 1.418,11 305,9



—2.767,1

4433,7 3.3520 1.081,7

437,3

12293

7,995,5

1338,3 1,178,5

3.652,6 18653 269,3

— 1.453,2 —1.780,7 7.377,7 92248 39381 45226

4.1369 1,5681 3.0183 107,6

1949

—1514

— 5.131,3 4.453,2 678,1

848,8

— 4.13L1

10.923,1

3.986,2 1.5140

4.7459 2.658,1 373,1

—2.691,0 13.054,2 5.905,1

9.191,4 3.410,8 4.9194 223,6

1951

—_

—2,190,5

3.303,7 46538,1 645,6

668,1

2.441

13.026,7

2,561,4 2,117,7

6.042,8 2464,7 469,3

— 3.338,2 154718 7.531,53

8.2193 4496, 58730 241,4

1952

104978 4.305,7 76391 2946

1953

120145 4.3490 9.0087,4 3369

1954

25.474,88

6 156,1 5.806,9

94860 7.339,7 289,5

64808 5490 986,8

10847

A

6.1542 6.0939 60,3

13349

3.765,9

278910

7.9178 76740

110534 491912 461,3

La

—-5,575,3 — 1.0534

3.2406 5,2003 40,3

1.3383

722,9 —1673,5

21.345,2

4.7949 4.1738

8.360,5 (8182 257,5

— 1.9374 —4.673,2

64233 3.4859 939,4

914,1

3.5338

16,072,9

3.043,5 2.872,0

74453.8 41153 344,0

23.9819 8.456,33 14.616,5 333,5

1957

3.642.2

7.717,3 1319 139,4

1.295,8

10.063,7

31835,8

8.393,6 8.074,8

11.1964,0 7.2800 330,1

— 5.690,7 41.899,5 15.632,1

A

163364 74194 12.606,1 481,3

1956

—4.545,7 —5.186,3 23.801,3 31.656,9 11.689,55 14,592,7

124334 35,.067,7 103450 498,9

1955

(en millones de pesos).

—3,110,5 —3.719,7 39.626,7 22.068,1 8.568,1 94746

Cuadro C-11. Ingresos y gastos corrientes del gobierno nacional, 1948-1966

305

Rubro

C-11

corrientes

de la deuda

397844 38.030,5 1.753,99

4.1834

9.884,6

y CEPAL, inéditos,

Análisis y proyecciones

— — — 52.067,7

—9.362,8 —41.623,6

459228 399109 6.011,9

— — —

147413,5 — 381.210,7 36.351,4 11.168,65

8,407,8

— — —

125.586,8 70.550,5 — 657474 298.213,7 198.046,2 —3.070,9 — 48.796,0 6.458,9 18.447,7

5.8796

65.444,5 65.030,2 414,5

56.040,1 47.892,44 51.975,8 455093 177.282,1 138.192,0 23.531,4 —12.133,3 14.480,0 12,8286

2.561,3

43.970,33 425390,4 1.379,99

34.116,3 32/2300 110.671,8 17.396,9 — 7.590,8 —

2 084,0

— 24.955,9 — 14.796,7

24.1560 238738 282,2

184034 17.4938 909,6

— 18.686,4

24.671,7 23.262,2 85.077,6 — 3.6716 4,871,7

128939 12,.176,7 47.953,0 —3811,1 3.528,1

1.162,2

50.500,0 244000

191655

19810,2

319,4

— 146.312,3

121.7096

77.615,44

312345

693270

30.912,58

51670,2

210168

3903311

30,9259

193419

Fuentes: CONADE-CEPAL, op. cit., cuadros 2-90, 2-91, 2-92 y 2-94, e informes económico: V. El desarrollo económico de la Argentina, México, 1939.

Déticit o superávit global

Gastos de capital Inversión real Otros

2

pú-

Trasferencias las familias Jubilaciones y pensiones Gastos corrientes Ahorro Otros íngresos

blica

Intereses

Subsidios

Remuneración de los empleados

11545,7

138.342,3

90.3816

86.145,58

66.721,5

553060

del desarrollo

517.121,1 28,929.» 19.5958

195.938,7

13.039,0

197,633,4 67.600,0

174.8894

249.417,7

192.975,3

165.148,8

161.7234

128.068,7

79406,0

394335

44.141,9

Ingresos

23.1940

-— 8.588,5 — 17.390,7 —27,242,2 — 35.685,8 -—— 32.048,7

corrientes

— 123.989,2 546,050,7 240,543,4

— 45 820,6 — 68.399,0 — 105,408,7 417.562,1

177.693,0 39.713,7 98,432,33 1.977,7

131.045,9 42.018,3 64,436,7 1,293,0

108.350,6 33,384,7 52.780,92 2.681,3

107.951,7 38.510,6 50.318,7 628,2

84.2436 30.902,99 39.569,33 595,1

524640 169236 27.058,4 350,7

25.338,1 10.341,6 16.730,9 319,8

Gastos de consumo

1966 370,067,5 127.530,0 168.345,1 4.097,35

1965

299.798,6 85.301,56 133.662, 2.208,1

1964

1963

1962

1961

1960

1959

1958

(continuación).

Impuestos indirectos Impuestos directos Aportes jubilatorios “Otros ingresos Coparticipación y otras trasferencias a las provincias

Cuadro

306

16,6

Otros, no presupuestarios

Inversión fija

Inversión financiera

De capital

Trasferencias

Intereses de la deuda pública

De operación

Corrientes

Egresos

268,3

20,7

De capital

Total

27,8

203,0

1965

No tributarios

Tributarios

Ingresos

A. Tesorería General

Rubro

miles de millones de pesos).

323,1

252,9 30,9 23,5 15,7

1966

63,0 20,5

156,1

246,6 276 153,9

427,9

502,8

12,9 13,6

312

419.0

1967

62,9 33,9

199,8

186,2

43,3

65,6

22,1 153,56

330,3

506,0

54,2

61,4

226,5

189,2

25,8

373,4

383,3

785,7

21,7

118 669,6

83,8

74,3

605,9

1970

(en

85,8

498,2 73,8

1969

278,3 27,4 143,6

448,3

594,4

18,6

70,6

EN

431,3

1968

Cuadro C-12. Ingresos y egresos de la Tesorería General de la Nación y del sistema de seguridad social, 1963-1970

307

Fuente: Ministerio de Economía

Superávit o déficit

Egresos

Ingresos

B. Sistema de seguridad social

Superávit o déficit

Total

Otros, no presupuestarios

Trasferencias

353,2 360,1 —63

330,6 334,8

—242

304,5 279,9

24,6

— 1,

18,7

— 72,1

190,7 192,5

— 198

— 99,2

— 137,5

340,3

138,0 119,3

845,0

716,8 — 47,2

644,1

602,0

460,6

14,9

4,9

442,4 437,4

— 59,5

46,4 55.0 30,2

427 48,2 11,0

42,1 47,2 9,7

37,1 33,7 18,0

— = 17,6

y Trabajo, Informe económico, varios números.

Amortización de la deuda pública

comparar las variaciones de las reservas de divisas en las cuentas monetarias con las de las estadísticas del balance de pagos. Ade. más de los problemas de valuación ya comentados, la mayor di. fícultad reside en la amplia definición de la cuenta oro y divisas (neto) en el balance de los bancos comerciales, que se presta de. masiado a manipulaciones arbitrarias.* Revisten particular importancia para las estadísticas monetarias los movimientos del «Fondo unificado de las cuentas del gobierno na-

cional», Esta cuenta —en la que todas las reparticiones oficiales,

excepto las empresas públicas, están obligadas a depositar sus fondos— se halla abierta en el Banco de la Nación Argentina y puede ser girada por la Tesorería Nacional con ciertas restricciones.* En las estadísticas monetarias, estos créditos se incluyen en «Otras

deudas del gobierno nacional», junto con los adelantos transitorios, los valores

públicos

y otros préstamos

efectuados

por el

Banco Central a la Tesorería. Los depósitos del gobierno nacional

registrados en las cuentas monetarias incluyen los de las reparticiones oficiales y la "Tesorería en el Banco de la Nación y los depósitos del gobierno en el Banco Central. b. Estadísticas fiscales. Las normas de contabilidad pública imponen el registro de los ingresos del gobierno de acuerdo con el criterio de lo efectivamente percibido, y el de los egresos, según el criterio de lo comprometido a pagar. Este sistema, junto con la carencia de un presupuesto del sector público acorde con los principios del registro integral de todas sus actividades, son las dos limitaciones fundamentales que presentan las estadísticas de este

sector. También debe destacarse que entre 1957 y 1963 el año fiscal comprende el período que corre del 1? de diciembre al 30 de

noviembre, mientras que en los otros años coincide con el añocalendario. Como consecuencia de ello, a fin de formular las series fiscales aquí presentadas fue necesario introducir ajustes en las estadísticas publicadas oficialmente; dichas series responden, en lo

posible, a las definiciones de la contabilidad nacional para el sector

público y son comparables sobre la base del año-calendario. La introducción de tales ajustes resultó especialmente difícil para el período anterior a 1965, en que las cuentas del gobierno nacional estaban clasificadas de acuerdo con los principios tradicionales de la responsabilidad administrativa, Además, la irregular relación cronológica entre los compromisos y los pagos al sector público —+fenómeno al que hicimos referencia pero que no está reflejado en nuestras series fiscales por falta de datos sistemáticos— torna

imprudente atribuir un gran significado analítico a la diferencia entre ingresos del gobierno y gastos cortientes, e impide identificar

la fuente de financiación del déficit fiscal con alguna precisión.*

4 Véase Banco Central, op. cit, pág. 67. 5 Véase el decreto 8.586/47. 6 Para mayores detalles sobre los ajustes efectuados en las estadísticas fiscales utilizadas aquí, véase CONADE-CEPAL, Distribución del ingreso y cuentas nacionales en la Argentina, Buenos Aires, 1965, 3 vols., vol. 1, págs. 167-73,

308

4.

Estimaciones del consumo y de la inversión

Como explicamos brevemente en el apéndice A, la composición del

gasto nacional se estima por el método del flujo de bienes con el

consumo privado tomado como residuo, Por lo tanto, sobre esta

última categoría repercuten los errores acumulativos que se come-

ten en la estimación de los otros componentes del gasto. Una fuente importante de tales errores son las dificultades que plantea determinar el empleo de cierta clase de artículos que pueden ser utilizados ya sea como bienes finales o como insumos intermedios, o tanto para inversión cuanto para consumo. Los problemas de

agregación en las estadísticas de producción y en los Índices de

precios, así como la escasez de información sobre la existencia de manufacturas, también limitan la confianza que se puede depositar en las estimaciones del flujo de bienes, aunque las investigaciones

de insumo-producto han sido de gran utilidad para verificar la

coherencia de las estimaciones. En última instancia, los cálculos directos del flujo de bienes de consumo privado que presenta el estudio preparado por CONADE-CEPAL, al que nos referimos en la nota 6, revelan desvíos máximos de solo el 2 % del producto interno bruto, comparados con las estimaciones residuales del

consumo.

Con respecto a las estimaciones de la inversión, la inclusión de las reparaciones requiere un comentario especial, a causa de las particulares condiciones vigentes en la Argentina. Á comienzos de la década del cincuenta se concluyó que, en vista de los rígidos controles a la importación, una considerable proporción de los bienes de capital que no se producían en el país eran usados por mucho más tiempo que el que las estadísticas de depreciación les asignaban como período de vida útil; al parecer, gran parte de estos equipos estaban siendo virtualmente reconstruidos en talleres

locales. Por lo tanto, se decidió que este tipo de gastos en los que se incurría para prolongar la vida útil de los equipos fuera incluido en las estimaciones de la inversión, aunque las fuentes de los datos

cuantitativos eran muy deficientes, excepto para los ferrocatriles. Las reparaciones representaron alrededor del 8 % de la inversión total en 1950, pero a partir de allí su importancia relativa disminuyó. Para el resto de la inversión en maquinaria y equipos, la corriente de bienes de capital importados ha desempeñado, desde luego, un papel más importante. Aparte del problema de identificar las importaciones por su uso final —complicado aún más por el cambio de clasificaciones en las estadísticas de importación en 1951 y 1965—, la principal dificultad radica en la valuación a

precios de mercado de los bienes de capital importados, a raíz

de la generosa concesión de exenciones selectivas de derechos de importación como instrumento de promoción industrial, que se otorgó entre fines de la década del cincuenta y principios de la del sesenta. A los efectos de estimar la inversión en construcciones se han uti(Continúa

309

en

pág.

318.)

310

privado

bruta fija

Consumo

Inversión

744,2

—0,5

743,17

Ingreso interno bruto

Ingreso neto de factores del exterior

Ingreso nacional bruto

11,8

—0,9

712,1

769,4

713,0

— 28

— 37

773,1

12,3

715,8

160,7

7324

Producto interno bruto

Efecto de Ja variación en la relación de intercambio

53,0 77,0

72,1 103,7

Importaciones de mercancías y servicios 92,2

1,2

132,4

536,6

69,6

1952

Menos:

6,1

148,5

568,4

69,4

1951

91,3

— 13,2

131,9

548,2

68,5

1950

Exportaciones de mercancías y servicios

Variación de existencias

del gobierno

Consumo

Rubro

799,1

800,3 —11

766,9 —10 766,0

24

1979

83,3

86,8

99

132,4

579,6

72,5

1954

—39 865,

25

52 860,8

—16

862,8

874,2

855,6

859,1

89,5

90,1

— 12,1

154,1

651,0

80,6

1956

100,2

78,1

8,5

146,5

647.0

75,6

1955

1950-1963 (en miles de millones

2,2

759,8

63,2

81,0

7,3

131,5

334.0

68,8

1953

Cuadro C-13. Estimaciones del producto interno bruto real por tipo de gasto, CONADE,

de pesos, a precios de 1960).

311

C-13

(continuación).

de existencias

13 —. 10378 0778 73 —47 9731 10304 63 9148 —38 9110

954,5 —3,3

9510

903,8 — 1,

902.0

Ingreso interno bruto

Ingreso neto de factores del exterior

Ingreso nacional bruto

Fuente:

CONADECEPAL,

op. cit., cuadros 3-1 y 3-8.

Efecto de la variación en la relación de intercambio

—10,7

965,1

103,7

99,9 Ml 919,2

96,8

87,8

89,1 741,8 250,3 —37 94,4 1354 10365 88,3 6737 2209 6,5 102,5 114,1 9778

80,5 660.6 159,6 9,5 101,9 91,0 921,1

80,7 717,3 175,6 —16

—139 992 51 9866

1.006,2

130,1

127,8

— 29

2548

695,9

1962

1961

1960

1959

1958

94,7

— 76

173,3

6794

794

1957

— 154

Producto interno bruto

Exportaciones de mercancías y servicios Menos: Importaciones de mercancías y servicios

Variación

Inversión bruta fija

Consumo privado

del gobierno

Rubro

Consumo

Cuadro

312

Consumo

Importaciones de mercancías y servicios

Ingreso nacional bruto

Ingreso neto de factores del exterior

Ingreso interno bruto

Efecto de la variación en la relación de intercambio

Producto interno bruto

Menos:

de mercancías y servicios

de existencias

Exportaciones

Variación

Inversión bruta fija

del gobierno

privado

Consumo

Rubro

de millones de pesos, a precios de 1960).

761,9

-— 0,5

762,44

13,6

748,7

93,8

91,2

— 131

113,3

578,1

730

1950

923,3

927,1 — 38

—48

— 3,3

1.0255

— 39

10397 1.001,6

10308

— 31

1.034,5

101,4

130,6

— 7,1

187,0

738,4

87,0

1963

10456

— 14,1

1.059,7

130,2

128,1

— 1,

220,7

751,7

90,7

1962

—4,1

91,4 788,7 242,4 —38 94,7 135,6

1961

1.0064

1.006,4

931,9

89,6

710,7 207,9 97 102,5 114,1

1960

80,2 694,5 137,6 10,2 101,8 92,5

1939

1.142,2 70 1.1492 63 1.142,

89,3 821,7 207,6 19,1 122,2 117,7

1964

Cuadro C-14. Estimaciones del producto interno bruto real por tipo de gasto, Banco Central, 1950 y 1959-1970 (en ntles

313 0,44 159,7 146,0

1.453,72

—212 1,431,9 — 12,0

14199

0,7 136,6 117,5 1,346,5 — 8,6 1,337,9 —- 10,7

1.327,2

0,9 142,5 113,7

1.287,1 — 4,0

1.283,1 —- 9,6 1.273,44

1,58 144,0 111,9

1.233,9 0,9 1.256,8 — 9,3 1.247,5

26,4 134,2 116,4

1,246,9 5,4 1.252,3

—49 1.247,4

Variación de existencias

Exportaciones de mercancías y servicios Menos: Importaciones de mercancías y servicios

Fuente: Banco Central, Boletín estadístico, marzo de 1971.

Ingreso nacional bruto

Ingreso neto de factores del exterior

Ingreso interno bruto

Efecto de la vatiación en la relación de intercambio

Producto interno bruto

privado

OI

303,4

264,2

235,0

223,9

216,8

Inversión bruta fija

AA

1.034,7

964,2

925,0

902,0

894,8

Consumo

a.

99,0

98,1

97,4

96,0

91,1

Consumo del gobierno

mr

1969

1968

1967

Rubro

1966

(continuación). 1965

Cuadro C-14

O

1,5229

99,5 1.068,2 323,5 45 171,3 143,9

1970

314

100,2 32,2

106,3 42,2

op. cif., cuadros 3-8 y 3-10.

CONADE.-CEPAL,

Fuente:

133,6

6,1

— 15,2

154,6

1,2

14,5 107,0

18,4 90,4

116,6

14,7 95,2

41,5 27,0

41,5 23,1

37,3 22,6

130,9

59,4

67,6

53,1

227,4

6,5

16,9 168,5

32,5 35,6

179,3 41,6

90,0

220,9

73,0

132,4

148,5

1960

246,6

—31

224,8

—9)9

12,7 190,5

443 316

548 39,2 15,6 195,5

173,8 59,0

1442

90,6

234,8

1962

201,9 48,4

1537

96,6

250,3

1961

193,2

—64

17,6 149,6

50,1 32,5

157,2 424

114,3

85,4

199,7

1963

(en miles de millones de pesos, a precios

80,9

1952

1951

1950-1963

76,2

131,9

1930

Inversión interna bruta

Construcción Maquinatia y equipos Sector privado Variación de existenclas

Sector público

mejoras Maquinaria y equipos Por origen de los bienes Producción local Importados Par tipo de comprador

Construcciones y

Por tipo de bienes

Inversión bruta fija

Rubio

de 1960).

Cuadro C-15. Estimaciones de la inversión interna bruta, CONADE,

315 1970 323,

1401 86l 540 183,2 60,0 123,2 4,5

3278

199 305,

1256 788 468 1798 634 116,3 0,4

305,8

1968 2642

1141 716 425 150,1 55,0 951 0,7

2642

1967 2350

9% 66 344 1370 52,4 34,6 09

2359

1966 2239

93 618 285 1336 51,0 82,6 18

223,7

1965 2168

854 568 286 1314 53,5 759 26,4

243,2

196% 207,6

825 514 311 125,0 48,7 76,3 19,1

226,7

1963 187,0

769 452 317 1102 39,7 70,5 —71

17912

1962 2207

822 515 307 138,5 52,5 86,0 —13

2194

1961 2424

913 549 364 151,1 53,8 97,3 —38

2386

1960

2079

873 532 341

120,6 44,1 76,5

97

2176

1959

137,6

722 412 250

65,3 18,3 470

10,2

1478

1133

7A7 51 236

38,7 717 31,0

— 131

100,2

Construcciones y mejoras Sector privado Sector público

Maquinaria y equipos Equipo de trasporte Maquinaria y otros

Variación de existencias

Inversión interna bruta

Fuente: Banco Central, Boletín estadístico, marzo de 1971.

Inversión bruta fija

Rubro

1950

sos, a precios de 1960).

1950 y 1959-1970 (en miles de millones de peCuadro C-16. Estimaciones de la inversión interna bruta, Banco Central,

lizado tres fuentes básicas de información. Para el sector público se emplearon datos contables del gobierno y de las empresas públicas, los cuales, además de las dificultades mencionadas en la

sección anterior, obligan a discriminar los gastos globales, que in. cluyen tanto la construcción cuanto la instalación de equipos en proyectos públicos complejos. La construcción y las mejoras agropecuarias son estimadas con los datos de los censos agropecuarios,

A

AXÁ

interpolados sobre la base de estimaciones aproximadas del flujo de bienes y materiales que se utilizan principalmente para estos fines. La construcción privada se estima a partir de los permisos

de edificación y fuentes diversas; sus principales limitaciones obedecen, como ya comentamos, a la incompleta cobertura de la información básica y al uso general del índice del costo de la construeción como medida de los cambios en el valor de todo tipo de construcciones. Las series a precios constantes para la inversión y el consumo se calculan en forma similar a la de las estimaciones de la producción sectorial real. El valor en dólares corrientes de los bienes de capital importados es deflacionado por el valor unitario de las importaciones por categorías, con lo cual se elaboran índices de volumen que se aplican a los valores del año base; de esta manera, las series quedan sujetas a errores de agregación, especialmente con respecto a las fluctuaciones a corto plazo. Las estimaciones de la depreciación en las cuentas nacionales se efectúan de acuerdo con los balances de las sociedades anónimas, o sea, por el método corriente de calcularlas según el costo de adquisición original, valuación que en una economía inflacionaria resulta, en cifras reales, mucho menor que lo que sería en otras circunstancias, Las mayores diferencias entre las series del Banco Central y las

del CONADE utilizadas en este estudio, con respecto a la inver-

sión en equipos de producción interna, consisten en que las estímaciones del Banco se basan en información más actualizada sobre las reparaciones —las cuales muestran una disminución más acen-

tuada después de 1950— y en que los datos del censo de 1963

revelaron, en comparación con el de 1933, un crecimiento mayor que el estimado en la producción de bienes de capital: para 1960, la estimación del Banco Central es alrededor del 6 9 más alta que

la del CONADE. En lo que atañe a los bienes de capital impor-

tados, las estimaciones revisadas del Banco Central utilizan la nomenclatura más discriminada que se adoptó en 1965, la cual permite una clasificación más precisa de los bienes por su uso final, especialmente en lo que se refiere a la división de las piezas de mnaquinarias entre uso intermedio e inversión. Las estimaciones del Banco para este rubro son algo menores que las del CONADE, pero la tendencia de las dos series es completamente similar entre 1950 y 1960. Por último, las discrepancias entre ambas series con respecto a las variaciones de existencias obedecen, en particular, a que el Banco incluyó algunos nuevos productos manufacturados después de 1958, especialmente en las industrias de automóviles y de tractores.

316

Cuadro C-17. Composición estimada del consumo privado, 1950,

1935, 1960 y 1963 (en porcentajes). Rubro

Alimentos y bebidas Carne Indumentaria Vivienda Bienes durables y mantenimien10 del automotor Otros gastos Fuente:

CONADE-CEPAL,

1950

1955

1960

1963

30,7 70 22,1 8,1

309 7,3 19,5 7,1

33,7 9,3 19,6 4,2

37,8 8,9 14,8 46

7,6 31,5

8,8 33,7

11,2 31,3

9,3 33,5

op. cit., cuadro

2-71.

5. Estadísticas sobre la distribución del ingreso y el empleo Hemos señalado ya que en la Argentina no se hacen compilaciones directas sobre el ingreso personal. Puesto que los datos referentes al sistema de seguridad social y a la recaudación de impuestos están sesgados por un alto grado de evasión, buena parte de las investigaciones sobre la contabilidad nacional han procurado cubrir esa brecha recurriendo a varias fuentes indirectas de información, así como a las encuestas de presupuestos familiares. El procedimiento más utilizado en las series publicadas regularmente consiste en

cotejar las estimaciones del valor agregado en los diferentes sec-

tores productivos con los datos sobre población, empleo y tasas promedios de salarios resultantes de los censos demográficos y económicos y de los convenios colectivos de trabajo. En estas estimaciones, la remuneración de los asalariados comprende no solo lo percibido realmente por estos sino también las contribuciones para seguridad social, tanto del empleado cuanto del empleador. Las estimaciones para la agricultura, la construcción, el trasporte privado y el servicio doméstico tal vez sean menos dignas de confianza porque para este grupo de actividades los censos no proporcionan ninguna información en cuanto a remuneraciones medias. En todos los casos, el ingreso de los empresarios y trabajadores independientes se estima a partir de la diferencia entre el valor agregado y la remuneración de los asalariados.

Los datos básicos sobre empleo por sector de actividad económica

son, en general, bastante satisfactorios para los años censales —especialmente, 1947 y 1960—;

por otro lado, las estimaciones inter-

censales resultan bastante burdas, excepto en aquellas actividades para las cuales se dispone de datos contables. Las estimaciones

anuales aproximadas del empleo en la industria se basan en el

antiguo índice de producción industrial, el cual supone que las variaciones en el producto por persona ocupada en las empresas todo el sector. tomadas como muestra son representativas de (Continúa en pág. 333.)

317

318

manufactureras

y minas

y almecenamiento

Fuente:

Total

CONADE-CEPAL,

42,1

3,5

7,6

1,0

4,0 0,4 12,9 3,4 4,3 3,6 0,7 0,7

1951

op. cif., cuadro 2-12.

32,1

26

Otros

servicios

38

0,7

0,5

0,5

29

3,3

28

10,0

0,3

2,5

1950

Gobierno general

financieros

Electricidad, gas y agua Bancos y otros intermediarios

Comunicaciones

Trasporte

Comercio

Construcción

Industrias

Canteras

Agropecuario y pesca

Sector

Cuadro C-18. Estimaciones de la remuneración

13 96 4,4 53,6

0,8

10

4,8

3,8

4,0

16,1

0,5

3,3

1932

58,8

4,8

1,5 11,4

1,1 0,9

5,1

676

1,6 13,4 3,2

10

1,2

39

69

4,6

4,4 6,0

20,2

0,7

69

1954

16,6

0,6

64

1953

768

6,0

15,2

1,8

75 08 239 4,7 79 64 1,3 1,2

1955

93,6

2,7 17,8 7,3

1,5

1,7

8,3

95

6,7

28,8

1,1

8,2

1956

de los empleados, CONADE,

116,1

8,4

20,1

3,2

8,1 11,5 11,0 18 18

39,5

9,5 12

1957

1740

12,2

330

58

147 16 56,3 13,0 15,7 156 30 33

1958

1950-1963

286,3

23,2

51,8

78

263 28 91,7 188 259 27,0 55 54

1959

371,3

27,9

659

10,6

7,3

71

33,8

33,0

23,1

126,4

40

31,9

1960

15,4 91,7 34,4 466,2

153,7 30,9 40,9 40,6 9,3 9,2

32

35,0

1961

367,0

44,9

120,2

20,2

11,5

11,3

46,9

47,7

36,9

172,6

7,2

47,8

1962

26,6 137,1 54,7 674,5

15,4

12,5

56,2

8,2 209,0 43,5 55,2

56,1

1963

(en miles de neillones de pesos).

319 1.368,0 937,7 6689

5466

4438

3518

272,2

31,5

3.0939

782,8

132,3

335,2

dros 2, 4, 6, 8, 10, 12, 14, 16, 18 y 20.

Fuente: Banco Central, Origen del producto y distribución del ingreso, 3950-1969, suplemento del Boletín estadístico, n2 1, enero de 1971, cua-

Total

693,7 2.732,33

622,1 2418,8

486,0 1 820,7

sociales y 354,3

113,3 243,1

98,2

176,9

73,9

151,99

560

1116

41,2

83,6

30,8

64,1

22,7

300,6

7,0

17,3

2639

285,7

260,9

Servicios comunales, personales

12,1

208,2

282,9 244,3

0,9

9,0

151,4

78,3 68,1

nes inmuebles

Instituciones financieras y bie-

103,6

Trasporte, almacenamiento y comunicaciones 80,7

36

Comercio, restaurantes y hoteles

61,0

168,0

134,0

98.2

72,0

53,7

49,5

391

29,5

358

Construcción

52,4

130,9

95,9

64,7

48,9

38,3

32,6

24,7

18,2

28

Electricidad, gas y agua

45,7

46,6

34,6

24,6

17,2

12,5

89

7,2

5,1

35,0

518,4

388,9

261,5

173,1

1468

1295

102,3

77,8

9,6

0,5

Industrias manufactureras

426 885,6

29,3

20,6

10,8

9.0

69

51

37

2,3

0,3

Canteras y minas

268,5 39,8

232,3

203,8 35,8 711,6 63,6 193,9 2259 159,4

132,3

90,0

60,3

48,8

369

334

31,2

3,0

Agropecuario y pesca

1965

771,3

1968

1967

1966

1965

1964

1963

1962

1961

Sector

1960

(en miles de millo

1959

1950 y 1959-1969

1950

Cuadro C-19. Estimaciones de la remuneración de los empleados, Banco Central, nes de pesos).

320

10,3

Electricidad

Egente:

Promedio

CONADE.CEPAL,

20,6 24,2

20,5

198 227

21,7

23,2

246

23,4

22,1

20,7

20,1 219 20,1 189 16,9

20,4

18,6

15,6 19,5 19,1 20,8 19,5 18,3 16,0 19,3 18,5

11,5 14.0 14,9 15,7 13,8 15,7 11,6

op. cíl., cuadro 3-89,

12,2

Trasporte y almacenamiento

ponderado

11,4

Comercio

Bancos

15,9

12,3

Construcción

manufactureras

12,0

Canteras y iminas

Industrias

19

1954

1953

1956

46,6

72,1

39,6 33,5

53,1

32,9

38,0

81,1

92,2

74,2

82,9

78,7

50,5

38,2

50,6

90,6

32,6

78,0

70,3

834

1959

1961

190,0 0 a

155,1

149,0

189,8 203,5 252.0 190,4

164,2

140,0

153,3

151,8

163,9

1963

180,2 1844 192,2 219,2 134,3

1962

1960 = 100).

117,9 1226 124,2 124,2 120,1 127,1 117,2 100,0 100,0. 122,1

100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

1960

(indico

55,1

44,5

45,3

1958

1950-1963

41,3

33,0

31,8

29,2

1957

CONADE,

21,9 26,1 22,3 31,0 24,0 248 25,3 370 23,6 32,5 22,3 296 21,4 28,8 24,9 38,4 23,5 2,1

1955

de convenios,

1952

básicos

1951

los salarios

Agropecuario

de

1950

C-20. Estimaciones

Sector

Cuadro

321

100,0"

100,0

100,0

Industrias manufactureras

Electricidad, gas y agua

Construcción

almacenamiento

Comercio,

Trasporte,

Fuente:

121,7

100,0

188,6 210,5 219,8 169,0

155,1 159,3 164,3 144,1

152,6

165,5 255,7 37.

Op. cit., cuadro

286,2

231,9

252,5 279,5 256,3 267,6 283,9 252,0

1964

187,9

229,3

192,8

190,5

146,3

179,8

157,1

1963

151,4

1962

Banco Central, Origen del producto y distribución...,

ponderado

Promedio

120,0

122,2

100,0

100,0

y co-

1169 1224 124,2 119,1 1244 1236

1961

Servicios financieros y bienes iínmuebles

municaciones

restaurantes

100,0

100,0

y hoteles

100,0

Canteras y minas

1960

345,0

369,1

301,3

340,5

392,1

348,7

338,0

374,2

356,0

1965 1966

4689

477,3

446,0

415,7

514,3

465,5

458,5

490,9

5919

612,1

551,1

564,6

671,0

603,0

600,4

643,8

583,5

1967

623,3

563,1

585,6

716,4

618,7

627,1

647,2

634,3

1968

(índice 1960 = 100).

470,1

C-21. Estimaciones de los salarios básicos de convenios, Banco Central, 1960-1969

Agropecuario y pesca

Sector

Cuadro

680,5

646,0

784,6

678,5

686,5

710,0

684,3

1969

322

A

general

Ocupaciones

pesos)

remuneradas

Total de sueldos y salarios

(en

miles)

(en millones

Remuneración media anual promedio

Otros servicios

Gobierno

Bancos y otros intermediarios financieros

Electricidad, gas y agua

Comunicaciones

Trasporte y almacenamiento

Comercio

Construcción

Industrias manufactureras

Canteras y minas

Pesca

Agropecuario

Sector

de

5.229,8

29.855,44

39.151,6 5.322,3

49.754,7 5,315,5

9,360

7.356

5.709

3438 8.405 13.894 19.070 9.079 11,864 12.704 12,525 11.722 17.706 11.770 9,393

4.076 6.335 11.113 8.185 6.888 8.891 10,064 9.109 9.633 13.775 9.352 7.432

2,534 5,515 8.799 6,400 6.127 6.996 8.288 7.396 8.574 10.910 7.364 5892

1952

1951

1950

Cuadro C-22. Estimaciones de la remuneración media de los asalariados, CONADE,

..o. HEa

33.929,1 5,227,6

10,316

6.702 10.159 14,550 10,701 9.945 12,337 13.622 12.804 13.753 19.208 13.542 9.335

1953

1950-1961

18.460 14.077 11,307 15.820 16,184 15.069 16,402 21.558 16.895 12.070

12982

17.273 12.494 11.127 15.903 15.124 14,404 15.062 20.785 15.122 10,353

11.651

5419,6

70.355,1

11.455

11.024

61.792,44 5.303,8

8.196

1955

7.317

1954,

(en pesos corrientes).

325 95.512 109.616

152.546 36.096 58.067

74.876 90.815

109,189 64 096 45.262

58.279 66,799

82.278 51.908 42.082

45.575

32.517 43.031

64,165 33,427 24 286

27.866

20.611 22.691

36.767 20.627 15.759

18.754

20.042

20.277

30.860 18 681 14.841

15.453

Comunicaciones

Electricidad, gas y agua

Bancos y otros intermediarics financieros Gobierno general Otros servicios

de

93,383 74.541

59 563

34.678

25.134

20.020

Trasporte y almacenamiento

Fuente:

remuneradas

CONADE-CEPAL,

Ocupaciones

pesos)

Total de sueldos y salarios

miles)

op. ci?., cuadro 5-80.

(en

(en millones

Remuneración media anual promedio

430,446.9 57986

343.814,6 5.834,1

267.926,2 5 878,8

162.679 ,7 5,837 9

107.196,0 5.715,38

85,807,6 5552,3

74233

44,596 53.922 112.675 83.755 64.319 80,761 39.724 43,275 93 165 66,239 51,595 64.810

31.912 35.043 66.038 46.742 44,407 52.060

17.242 21.489 34.870 29.735 28.238 31.994

10.784 14.227 28.122 21,307 18,514 22,920

9.055 13,186 25241 16,027 17.117 19.105

Agropecuario Pesca Canteras y minas Industrias manufactureras Construcción Comercio

58.932.

1961

19€0

1959

1938

Sector

1957

(continuación). 1956

Cuadro C-22

324

a

rm

>

6.581

8.121

11,197

5118

3.792

Comercio, restaurantes y hoteles

Trasporte, ciones

Establecimientos muebles

Servicios comunales, sociales y personales

Remuneración

Ocupaciones

remuneradas

(en miles)

(en miles de

anual promedio

Total de sueldos y salarios millones de pesos)

media

financieros y bienes in-

5.072,0

29,3

8.253

Construcción

-

8.725

Electricidad, gas y agua

comunica-

6 398

Industrias manufactureras

y

8.377

almacenamiento

3.058

Canteras y minas

1950

Agropecuario y pesca

Sector

Cuadro C-23. Estimaciones de la remuneración corrientes).

A

5.6419

254,6

45.134

41.823

80 664

66 245

41.745

54.310

65.607

47.060

56.576

30.738

1959

. “e

Banco

¿.

5.661,4

326,7

57.714

53.828

105.435

86.464

54,085

59.814

94.821

63.620

84.136

33.515

1960

media de los asalariados,

-

1950

5.704.5

414,7

72.698

70.560

143.133

101.627

67.937

74.407

117.239

80,737

111.075

38.446

1961

Central,

HA AAA

5.5854

514,0

92.035

90.893

177.030

123,823

79.098

98.269

165.141

90.559

142,323

50.636

1962

y 1959-1969

A

1963

pesos

5.505,2

627,9

114.066

109,426

235.361

171.420

96.822

131.564

223.661

124.495

189,431

61.370

(en

325

C-23

Electricidad, gas y agua

y comunica-

media

Fuente:

Banco Central, Origen

0p.

cit, cuadros

1.281,2 5.937,5

31 y 34.

1.708,2 5.962,3

279,176

209,923

149.609

881,4 5.726,7

523.396 279.966

402.780 209.406

393.711

307.090 148.015

292.090

2.515, 6,278,0

6.1826

28529 6.4465

442.572 389.295 352.953 2.243,1

831.014 430.689

604.538

733.274 391.954

542,325 676.714 354.823

481,252

250.067 704.687 498.432 864.322 469.278 351.566 223.376 677.939 446.304 764.862 428.542 324.075

195.829 692,854 411.729 676.634 401.349 287.739

167.032 337.040 317,794 493,048 307.646 220.702

130.771 403.733 237.383 381.961 234,589 176,895

90.084 233.589 170.352 290.938 169,791 131.306

211.012

1969

1968

1967

1966

1965

1964

del producto y distribución...,

Ocupaciones remuneradas (en miles)

(en miles de

anual promedio

Total de sueldos y salarios millones de pesos)

Remuneración

Servicios comunales, sociales y personales

financieros y bienes in-

almacenamiento

Establecimientos muebles

Trasporte, ciones

Comercio, restaurantes y hoteles

Construcción

.,

(continuación).

Agropecuario y pesca Canteras y minas Industrias manufactureras

Sector

Cuadro

326

Fuente:

Total

Banco

1.4278

5.661,4

56419

102,3

474,6

670,3

3881

68,0

1.506,1

39,6

9846

1960

1.402,38

994

477,2

644,2

317,7

69,8

1.565,4

37,3

1.008,11

1959

53.704,5

1.455,8

108,2

475,2

678,7

4120

67,1

1,5160

41,4

949,5

1961

3.583,4

1.479,7

113,9

458,0

686,3

372,2

66,6

1,408,9

43,7

936,1

1962

Central, Origen del producto y distribución..., Op. cíl., cuadro

50720

1,2932

71,0

se-

Instituciones financieras, guros y bienes inmuebles

sociales

389.0

Trasporte, almacenamiento comunicaciones

Servicios comunales, y personales

530,2

y

Comercio, restaurantes teles

316,7

y ko-

47,4

1.415,2

Construcción

Electricidad, gas y agua

manufactureras

28,4

Industrias

980,9

Canteras y minas

1950

y pesca

Apricultura, caza, silvicultura

Sector

34,

3.505,2

1.491,9

116,4

441,0

695,2

333,9

67,9

1 322,4

429

971,6

1963

702,0

386,3

79,5

1,543,0

46,9

1003,1

1965

Banco

5.7263

1.523,7

1189

5937,5

1.567,77

122,3

457,4 — 485,7

704,3

3624

73,3

1.458,4

41,9

984.4

1964

Cuadro C-24. Personal ocupado que percibe remuneración, por sectores de actividad, (en miles de ocupaciones).

53962,3

1,604,8

125,4

496,1

707,9

405,9

31,9

1,5469

48,1

945,3

1966

1967

1950

6.182,6

1.616,1

127,8

307,0

7156

457,0

81,4

1,607,0

47,3

1.023,4

Central,

62780

1.630,0

1338

509,3

741

5366

79,8

1.5886

337

1.021,5

6,446,3

1.669,7

1450

509,3

1376

5706

78,2

1631.3

52,3

1.056,3

1969

1959-1969

1968

y

327 8,9 55 60

7,6

9,2

9,2



















Rosario

Tucumán

Mendoza

5,5 12,4 2,5

59

12,7

24







4,7

10,8

2,5

Rosario

Tucumán

Mendoza

Fuente:

de Estadística y Censos.

6,1

43



7,3

Córdoba

Buenos

instituto Nacional

4,8

40

4,7

4,7

54

Áires

Julio

Abril

Octubre

Arca

Julio

“Abril

8,6

9,5







Córdoba

1969

6,1

5,5

51

74

7,5

8,3

Buenos Aires

1968

Julio

Abril

Octubre

Área

Julio

1965

Abril

1964

Abril

48 4,2 5,5 10,9 38 40 3,2 35 11,4 27

5,2

64 7,3 7,2 9,5 3,8

44 63 5,5 64 4,7

Octubre

Julio

Abril

Octubre

1966

47

Julio

1970

2,7

TA

58

66

50

Octubre

26 —

8.352.900 798,663 798.292 326.208 480,841

47 49 10,4 3,3

(personas)

Población según el censo de 1970

6,1 10,2 —

7,3 — —

6,2

Octubre

68

Julio

1967

50

Octubre

62 89 65 10,3 24

Abril

(porcentajes de la población económicamente activa).

Julio

1963

Cuadro C-25. Tasas de desempleo, 1963-1970

4

328

Industrias manufactureras

y otros intermediarios

general

Producto interno bruto a precios de mercado

Otros servicios

Gobierno

Servicio de viviendas

Bancos

Electricidad, gas y agua

Comunicaciones

Trasporte y almacenamiento

Comercio

Construcción

financieros

9,7

Canteras y minas

Pesca

9,5

13,1

12,3 12,2 138 13,2 17,6 20,2 137 14,7

16,3

10,8 19,3 13,2 13,3

70 16,3 12,4

Agropecuario

13,1 8,5 10,1 86 11,2 12,0 17,7 10,8 10,7

1951

Sector

1950

16,0

17,5 18,7

23,3

13,1 22,8 15,6 16,0 20,2 14,5 17,9 18,6 16,7 20,4

1952

17,1

15,4 19,5 14,5 17,4 20,7 13,5 18,3 22,3 19,5 22.0 269 20,4 19,6

1953

18,1

159 17,1 18,8 18,8 239 12,7 18,4 21.0 20,4 239 30,2 229 210

1954

20,2

26,7 342 25,8 24,0

23,2

16,8 17,6 20,3 218 26.0 148 18,7 27,1

1955

249

27,7

282

338 239 227 379

25.7

28,6 24,5 33,1 23,4

22,2 28,5

1956

Cuadro C-26. Estimaciones de precios implícitos en el producto interno bruto, CONADE, 1950-1963 (índice 1960 = 100).

C-26

y outros intermediarios

servicios

general

Fuente:

CONADE-CEPAL,

op, cit., cuadro

Producto interno bruto a precios de mercado

Otros

Gobierno

Servicio de viviendas

Bancos

Electricidad, gas y agua

Comunicaciones

Trasporte y almacenamiento

Comercio

Construcción

financieros

(continuación).

A

Industrias manufactureras

Canteras y minas

Pesca

Agropecuario

Sector

Cuadro

—————

329

3-30.

96,7 97,3 116,4 121,9 103,3 113,5 158,2 120,9 133,9 119,6 137,9 118,4

SO

100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,9 100,0 100,0

100,0

653,0 104,8 780 90,9 83,4 75,9 87,1 77,3 73,2 72,4 79,0 86,8

819

50,2 43.0 40,7 48,3 38,9 36,9 37,5 38,5 48,5 61,3 50,3 44,3

41,4

34,9

29,8

35,8

30,9

31,7

324

26,5

41,0

43,4

31,2

31,6

30,6

97,1

100,0

89,2

38,1

28,3

A

1961

1960

1959

1958

1957

190,0 959 200.4 180,8 197.0 136,2 778 159,6 141,2 159,9 131,9 146,1 196.4 135.0 176,0 148,6 180,6 150,7 451

1849

208,4 272.9 171,1 203,5 181.7 206.5 177,1

169.1

1963

1962

330

9,3

15,6

9,5

9,1

Trasporte, nicaciones

Instituciones financieras y bienes inmuebles

Servicios sonales

Producto interno bruto a precios de mercado

sociales

» Cifras provisionales. Fuente: Banco Central.

comunales,

y per-

comu-

8,1

Comercio, restaurantes y hoteles

y

11,8

Construcción

almacenamiento

11,5

9,4

Industrias manufactureras

Electricidad, gas y agua

7,3

15,5

Canteras y minas

1950

Agricultura, caza, silvicultura y pesca

Sector

1960 = 100).

82,3

796

748

72,7

82,2

88,8

73,3

81,7

90,6

91,2

12959

100,0

1000

10009

1000

1000

1000

100,0

1000

1000

100,0

1960

111,3

1234

1233

1110

106,7

121,5

1209

1109

1198

98,2

1961

140,2

161,1

1519

1498

124,9

159,2

1438

1399

1620

127,3

1962

179,5

190.0

177,3

2148

1570

196,9

185,8

1786

2153

179,5

1963

2259

245,8

2253

2532

1979

2379

203,0

2148

227,8

257,1

1964

290,2

3364

283,1

3050

2524

339,4

277,3

2839

316,1

295,2

1965

360,1

444,7

347,0

426,7

3040

436,7

3779

347,7

4164

332,2

1966

459,3

563,33

488,1

5952

396,7

5624

504,5

4366

4442

401,1

1967

511,1

631,11

57718

730,2

431,7

6043

5660

4733

477,1

448,7

1968

5535

6884

677,

808.7

481,7

662,3

5550

4935

4990

507,41

19691

Cuadro C-27. Estimaciones de precios implícitos en el producto interno bruto, Banco Central, 1950 y 1959-1969 (indice

YN

331

1963 1962

18,1

17,1

1960

100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

16,0

1959 79,2 81,0 89,5 89,4 89,7 87,5 93, 81,9

13,1

1958

47,2 39,7 459 47,6 44,1 34,4 38,6 41,1

1957

31,0 30,3 34,2 35,0 33,5 28,5 34.0 30,6

Producto interno bruto

Exportaciones de mercancías Importaciones de mercancías

Producto interno bruto a precios de mercado

Fuente: CONADE-CEPAL,

Maquinaria y equipos

Consumo privado Inversión interna bruta fija Construcciones y mejotas

Consumo del gobierno

Rubro

op. cit, cuadros 3-65, 3-73, 3-74 y 3-50.

169,1 143,8 145,7 157,1 138,5 121,1 135,9

451

129,8 112,56 113,7 120,8 109,3 99,0 97,7

1150

184,9

199,9 185,9 180,0 198,8 165,9 158,6 164.2

249

20,2

21,2 17,5 19,5 23,4 14,8 9,5 9,2

19,2 16,8 17,9 205 14,5 10,5 9,7

16,9 15,7 16,8 19,8 13,1 11,6 12,3

13,5 12,6 13,8 15,8 11,3 11,3 96

Consumo privado Inversión interna bruta fija Construcciones y mejoras Maquinaria y equipos Exportaciones de mercancías Importaciones de mercancías

Consumo del gobierno

1961

27,4 24,2 27,5 31,9 23,2 26,1 29.0

24,1 19,2 21,4 25,4 17,2 12,1 11,4

a precios de mercado

1956

1955

1954

1953

1952

Rubro

1951

1950-1963

Cuadro C-28. Estimaciones de precios implícitos en el producto interno bruto por tipo de gasto, CONADE, (indice 1960 = 100).

Al

332

7,0

6,1

9,1

Producto interno bruto a precios de mercado

82,3

919

87,6

89,7 880 91,9

81,5

80,0

1959 12%60

1000

100,0

100,0

1000 1000 100,0

1000

100,0

Fuente: Banco Central, Boletín estadístico, marzo de 1971.

y ser-

de mercancías

Importaciones vicios

y ser-

12,2 12,7 96

Inversión interna bruta fija Construcciones y mejoras Maquinaria y equipos

mercancías

8,4

privado

Consumo

de

96

del gobierno

Consumo

Exportaciones vicios

1950

Rubro

111,3

976

988

1100 1199 104,7

1089

1278

1961

140,2

13600

1209

1450 1539 137,2

1374

1718

1962

1793

162,7

158,1

1749 194 16211

179,2

2009

1963

2259

167,2

1769

2126 2329 185,1

2236

2699

1964

290,2

198,5

2070

287,2 330,3 254,6

282,2

380,7

1965

360,11

245,1

2466

3540 4224 3056

350,5

500,6

1966

4593

3866

3759

4538 550,0 388,5

447,6

6208

1967

SIL1

4278

400,8

4937 5999 4128

505,1

670,6

1968

53354

4436

401.3

5120 6466 4225

557,0

7269

1969

Cuadro C-29, Estimaciones de precios implícitos en el producto interno bruto por tipo de gasto, Banco Central, 1950 3 1959-1969 (indice 1960 = 100).

En consecuencia, estas estimaciones adolecen de la misma falla que el propio índice de producción industrial: una creciente obsolescencia. Un método

similar se utiliza para estimar el empleo en el

sector comercio, otro de los que ocupa mayor cantidad de personal; en este caso, el muestreo de las empresas fue realizado en 1946. También vale la pena señalar que los censos de población arrojan, por lo común, una fuerza de trabajo más numerosa que la que revelan los censos económicos, porque los primeros registran las actividades artesanales domésticas con mayor amplitud

que los últimos. Por esta razón, las estimaciones definitivas del

empleo están siempre supeditadas a la publicación de los resultados de los nuevos censos demográficos, en vez de los económicos, Puesto que las tasas de remunetación están basadas, principalmente, en los datos de los convenios colectivos de trabajo, las estimaciones del ingreso no se ajustarán a la realidad en la medida en que se hagan pagos suplementarios a los empleados o se produzcan alteraciones sustanciales en la duración de la jornada real de trabajo. Al parecer, durante el período analizado no hubo grandes diferencias entre la tasa de crecimiento del promedio de salarios realmente pagados y la tasa resultante de los convenios colectivos; los datos disponibles revelan que entre 1953 y 1263 el crecimiento anual de los primeros fue del 27,1 %, y el de Jos últimos, del 25,8 %. Sin embargo, en otros períodos se advierten mayores divergencias entre estas dos mediciones del salario.

En el sector agropecuario, las estimaciones del personal empleado

en carácter permanente se efectúan sobre la base de los censos de población y agropecuarios, mientras que el empleo transitorio se calcula a partir de estudios técnicos sobre las horas de trabajo

que requieren los diferentes tipos de producción agrícola. Puesto

que los trabajadores transitorios constituyen alrededor del 70 % del total del personal empleado en la agricultura argentina, y que los salarios para el sector están basados en escalas establecidas legalmente, la confiabilidad de estas estimaciones es cuestionable. Métodos similares se utilizan para calcular el empleo en los sec-

tores de la construcción y de los servicios personales, cuya estimación correcta es todavía más complicada por la gran cantidad de

personas que tienen doble ocupación, la frecuente rotación de los trabajadores, la escasa información sobre convenios colectivos de trabajo y la preponderancia del trabajo por cuenta propia.

El propósito del estudio del CONADE-CEPAL sobre la distribu-

ción del ingreso era, precisamente, superar estas dificultades en el análisis del tema en la Argentina. Por esta razón se lo utilizó como principal fuente de los datos analizados en el capítulo 7. Esta información es quizá más precisa para la distribución del ingreso y el empleo por sectores de actividad económica que para la clasificación por categorías de ingreso personal o familiar.

En contraste con las del producto sectorial, el consumo y la inver-

sión, las estimaciones del Banco Central y del CONADE sobre la distribución funcional del ingreso difieren en forma considerable.

ias en cuanto Causa principal de tales diferencias son las discrepanc (Continúa en pág. 338.) 333

334

100,0

Nivel general

113,7

11044 123,1 119,6 111,1 104,5 105,0 103,7

1961

6,9

39 7,8 59 7,3 47,6 44,8 13,6

1949

143,5

140,3 150,5 155,7 148,5 119,9 110,2 154,3

1962

86

7,6 9,5 8,1 91 30,59 48,1 15,6

1950

180,7

175,5 187,6 203,9 198,2 143,3 115,8 184,0

1963

118

10,3 13,9 11,5 11,6 51,0 48,1 15,9

1931

1964

220,7

222,6 224,6 235,7 220,4 146,7 121,5 184,0

163

15,0 18,8 15,5 16,2 516 48,1 20,4

1952

170

154 20,2 16,0 17,1 31,9 48,1 22,7

1953

1965

283,8

176

15,3 22,5 17,4 17,2 52,0 48,1 22,9

1954

374,3

356,8 3874 450,3 364,3 393,2 409,3 369,4

1966

198

17,0 25,8 20,1 19,1 52.0 48,1 23,6

1935

460,1 499,1 579,6 481,5 456,3 450,2 463,3

1967

224

19,3 28,0 23,4 27,2 52,1 48,1 24,1

1956

(índice 1960 = 100).

284,8 289,1 310,9 283,1 184,0 127,6 267,4

1948-1970

332,9 571,0 700,5 533,17 536,6 495,2 597,7

1968

280

25,8 31,5 28,9 34,5 52,56 48,1 27,5

1957

565,8 630,8 712,3 360,5 565,0 544,8 395,0

1969

368

35,5 38,6 37,9 44,9 54,0 48,1 37,5

1958

638,5 690,1 869,5 600,2 391,5 599,2 595,0

1970

787

828 68,7 73,8 118,1 65.0 48.1 1150

1959

483,7 562,1 604,7 686,9 Fuentes: Instituto Nacional de Estadística y Censos, Costo del nivel de vida en la Capital Federal, Buenos Aires, 3* ed., marzo de 1968, para el periodo 1948-1962, y Boletín de estadistica, varios números, pata el período 1963-1970.

100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Alimentación Indumentaria Gastos generales Menaje Alojamiento Alquiler Electricidad

1960

5,2

Nivel general

Rubro

4,5 55 42 59 46,6 44,2 13,0

1948

C-30. Indice del costo de vida, promedios anuales,

Alimentación Indumentaria Gastos generales Menaje Alojamiento Alquiler Electricidad

Rubro

Cuadro

335

cl

nacionales

27,4

29,1 25,6 36,7 276 23,3 22,0

21,9

27,0

21,5

22,1

Productos no agropecuariosP

Fuente: Banco Central, Boletín estadístico, setiembre de 1962.

b Nacionales e importados.

a No agropecuarios.

Nivel general

272

18,5

18,0

21,3

228 22,8 23,4

1949

1948

Productos importados A

Alimentos y bebidas

No agropecuarios

Producción animal

Producción vegetal

Agropecuarios

Productos

Rubro

1950

48,2

1

.s

54,9 48,4 649 676 756 53,5

46,1 388 58,5 48,9 48,3

-ro >

63,1

66,7

72,1

63,9

48,4

e

73,0

70,1

y

746

A

RT o

825 795

100,0 61,4

CTA

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

1956

70,4 65,3 78,7 849 91,3

81,3

734 670 60,7 766 77,3 87,2 55,1

1953

1954

71,

95,9

84,9

74,2

76,1

60,3

66,5

1953

1951

1932

(indice 1956 = 100). Cuadro C-31. Indice de precios mayoristas, promedios anuales, 1948-1 956

336

Nivel general

22,8

234

Productos

no agropecuarios?

236

18,6

Productos importados £

Alimentos y bebidas

23,4

18,3

Producción animal

No agropecuarios

23,7

21,1

22,7

19536

Producción vegetal

Agropecuarios

Productos nacionales

Rubro

37,0

85,3 84,4 89,5

38,1 36,4 320 86,4

85,6

88,1 88,7

40,2 30.0

31,7

884

352

28,2

86,3

1959

37,3

1958

29,0

284 26,5 31,7 21,1 29,2 258 26,1

1957

Cuadro C-32, Indice de precios mayoristas, promedios anuales, 1956-1970

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

100,0

108,3

109,3

96,8

110,1 108,6

113,8 97,3

105,8

100,0 100,0

108,8

1961

100,0

1960

(índice 1960 = 100).

141,1

196

140,4 133,5 128,7

168,4 120,2

1449

141,7

1962

181.7

1760

177,3 1779 156,9

221,8 168,5

195,8

182,8

1963

UA

337

348,2 3373 277,9 343,7

340,8

291,5 303,7 2324 287,7

284,0

223,3 243,1

178,6

220,5

229,2

No agropecuarios Alimentos y bebidas

AR

Fuente:

Instituto Nacional

a No agtopecuarios. b Nacionales e importados.

LAT Fm,

no agropecuarios*

Nivel general

Productos

Productos importados *

A

e

1970 568,6

576,7 525,7 627,7

565,2 648,+ 547.7 564,1

5671

1969 498,9

498,2 524,6 412,7

499,2 507,5 469.9 497,4

497,6

1968 471,3

461,1 470.0 430,9

4157 488,1 424,4 472,4

469,2

429,7

4196 4265 4126

434,0 4362 393,0 431,4

428,0

1967

de estadistica, varios números.

327,0

312,8

259,5

Producción animal

Boletín

333,5 3406

275,0 2399

251,1 2436

Agropecuarios Producción vegetal

de Estadística y Censos,

343.8

286,5

231,6

Productos nacionales

Rubro

1966

(continuación). 1965

C-32

1964

Cuadro

1 ?

aF

E

y k 3]

a los datos del empleo, que aunque tienden a desaparecer en el conjunto

son

bastante

significativas

en

el nivel

sectorial.

Estas

diferencias entre las dos fuentes comienzan a observarse a mediados de la década del cincuenta y se acentúan con el trascurso del tiempo, Ello obedece, en particular, a que las estimaciones del CONADE están basadas principalmente en los censos de población de 1947 y 1960 —ajustándose las estimaciones de los años intermedios de acuerdo con los resultados de los censos económicos—, mientras que el Banco Central utiliza el procedimiento inverso: los censos económicos de 1953 y 1963 se toman como años base, y las esti. maciones de los años intermedios se interpolan ajustándose a los resultados de los censos de población, que no incluyen aún los resultados de 1970,” En el nivel sectorial, las discrepancias sobre el sector agropecuatio se deben, en particular, a las diferentes estimaciones con respecto al personal transitorio. En la industria, las dos estimaciones co-

mienzan a diferir notoriamente en 1956, en parte porque el Banco

Central no toma en cuenta las actividades artesanales no registradas en los censos económicos; el empleo total en la industria de acuerdo

con el censo de población de 1960 (que incluye a los artesanos) es un 15 9% más elevado que la estimación del Banco Central para

ese año.* La diferencia en comercio y servicios personales tomados por separado es muy significativa, pero ello se debería a las distin-

tas actividades que incluyen el Banco Central y el CONADE

estos

sectores;

la discrepancia

en cuanto

a la ocupación,

en

consi-

derando ambos sectores, es solo de alrededor del 2 % en 1960, Por último, la diferencia entre las dos fuentes con respecto al empleo en el sector público se explica porque el Banco Central in-

cluye en sus estimaciones de la población económicamente activa

a los ciudadanos que cumplen con el servicio militar, mientras el CONADE no lo hace. Resulta difícil formarse un juicio objetivo

acerca de cuál serie sobre el empleo es más confiable, pero importa

tener en cuenta que, al integrar las estimaciones de la ocupación con las de la distribución del ingreso por tramos presentada en el cálculo del CONADE, no se revelan distorsiones o discrepancias apreciables en los tres años que se estudian en detalle.

7 Debe mencionarse también que en el momento

en que se efectuaron

las

estimaciones del CONADE no se disponía de los resultados del censo econó-

mico de 1963, y que las estimaciones de población allí utilizadas corrigieron los datos del censo de población de 1960 por deficiencias en su cobertura. Para mayor información, véase CONADE-CEPAL, op. cif, vol, 1, págs. 408-09. 8 Los cocientes entre las estimaciones de las cuentas nacionales y de los

censos económicos en la ocupación industrial para el Banco Central y el ADE 3.

338

son, respectivamente, de 1,15 y 1,25 en 1953 y de 1,05 y 1,443 en

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