112 63 11MB
Spanish Pages [360] Year 1973
Y 5¿10 La política económica en una sociedad conflictiva. El caso argentino Richard D. Mallon Juan V. Sourrouille
Amorrortu Buenos
editores
Álres
Directores de la biblioteca de economía política, Arturo C, Meyer y Juan Carlos de Pablo
La política económica en una sociedad conflictiva. El caso argenti no, Richard D. Mallon y Juan V. Sourtouille O) Richard D. Mallon y Juan Y. Sourrouille, 1973 Única edición en castellano autorizada por los autores y debidamente protegida en todos los países. Queda hecho el depósit o que
previene la ley n* 11.723. () Todos los derechos de la edición
castellana reservados por Amorrortu editores S. A., Icalma 2001, Buenos Aires.
La reproducción total o parcial de este libro en forma idéntic
a o modificada, escrita a máquina por el sistema multigraph, mimeógrafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, viola derecho s
reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. Industria argentina, Made in Argentina.
Prólogo
de El interés por realizar esta investigación surgió en el curso
nuestro trabajo en el Consejo Nacional de Desarrollo entre 1263 y 1966. Allí pudimos observar, desde una posición privilegiada,
las dificultades de los ejecutores de la política económica en su lucha cotidiana con el familiar dilema entre estabilización y crecimiento.
Un hecho que nos impresionó vivamente fue la frustración de los
técnicos gubernamentales —tanto de los que se ocupaban de la planificación como de los que actuaban en organismos vinculados directamente con la ejecución de la política económica— en su intento de clarificar los efectos alternativos (de corto y largo
plazo, repercusión política y económica, etc.) que debían tener en
cuenta los ejecutores de la política en la elaboración de sus decisiones. En verdad, la estructura convencional del análisis económico parecía inadecuada para la conducción política de una sociedad plu-
ralista y conflictiva, en que la posibilidad de las medidas econó-
micas está determinada en alto grado por la necesidad de movilizar y retener cambiantes coaliciones de apoyo. Por otro lado, a veces
se tiene la impresión de que los economistas estarían más a gusto
bajo gobiernos fuertes y estables, del tipo de los que en la Ar-
gentina suelen requerir el apoyo de una dictadura militar.
Este libro representa, en consecuencia, la búsqueda de un enfoque de política económica apto para gobiernos constitucionales y de-
mocráticos en sociedades pluralistas y conflictivas. Aun cuando el
análisis sólo trata la experiencia argentina, estamos persuadidos de que este enfoque es también relevante para otros países semiindustrializados, cuyo desarrollo socioeconómico no ha sido acompañado de una suficiente modernización institucional. El trabajo se centra sobre las políticas de balance de pagos y la lucha antiinflacionaria, si bien la gama de temas considerados es ciertamente más amplía y no se circunscribe a los límites tradicionales de la economía. Sin embargo, no se han utilizado técnicas analíticas ajenas al instrumental tradicional de los economistas y tampoco se presenta ningún modelo formal que haya surgido como alternativa Írente a los empleados en el análisis económico convencional. Pese a que no estamos totalmente satisfechos con los resultados, creemos que este problema ha recibido escasa atención en la literatura económica y que nuestro enfoque, si bien fundamentalmente pragmático, es generalizable y útil para los técnicos que asesoran a los ejecutores de la política económica.
Durante los años de investigación que ha llevado este libro hemos acumulado tal cantidad de deudas intelectuales y logísti cas que se hace materialmente imposible agradecer a todos los acreedores.
Sin el
generoso y prolongado aporte del Development Service de la Universidad de Harvard la tarea no habría Advisory sible. El apoyo del Social Science Research Council convir sido potrabajo en un verdadero esfuerzo de colaboración intern tió este acional, El Centro de Investigaciones Económicas del Instituto Torcuato Di Tella nos proveyó de un amplio apoyo logístico en Buenos Aires, y varios organismos del gobierno, principalmente el Instituto Nacional de Estadística y Censos y el Ministerio de Economía, nos ofrecieron una ayuda decisiva en materia de inform ación. La lista de colegas con quienes estamos intelectualm ente en deuda es vasta, y sí intentáramos una reseña comple ta deberíamos incluir a
los ministros de Economía, presidentes del Banco Central y secretarios de planificación de los últimos veinte años, a los miembros de la Asociación Argentina de Economía Polític a y al cuerpo de profesores de desarrollo económico de la Univer sidad de Harvard, Entre los integrantes del primer grupo, quisié ramos expresar nuestro particular agradecimiento a Alfredo Gómez Morales, Antonio Cafiero, Aldo Ferrer y Roque Carranza. Por berto Fracchia, Marcelo Diamand y Mario Brode su parte, Al rsohn nos proporcionaron un valioso estímulo intelectual. En Harvard, Walter Falcon, Simon Kuznets, Edward Mason, Gusta v Papanek, Raymond Vernon y Daniel Schydlowsky se presta ron, con particular amabilidad, a comentar versiones preliminares . Ninguna de esas personas, ni tampoco las otras muchas que dieron parte de su tiempo para ayudarnos en esta empresa, son por cierto responsables del resultado final, con el que algunas de ellas, al menos, bien pueden disentir. Finalmente, desearíamos agradecer a nuestro asiste nte de investigación, John Miranowsky, por su dedicación en el manejo de la computadora, a Nancy Hall por su ayuda biblio gráfica, a Raúl Soutrouille por su inestimable colaboración en la preparación de esta edición y a una extensa lista de personas que llevaron adelante la larga y tediosa tarea de mecanografiar y correg ir el manuscrito. Pero la mayor deuda la tenemos con nuestr as respectivas familias, que toleraron con paciencia las dificultades emanadas de una labor que insumió mucho más tiempo que el originalmente previsto. Este libro ha sido publicado en dos ediciones con pequeñ as diferencias. La versión española no incluye algunos detalles innecesarios para el público argentino o latinoamericano y presenta un apéndice estadístico más detallado que la versión inglesa. Esta úl. tima, a su vez, contiene algunas revisiones más
recientes, más de forma que de fondo, que no ha sido posible incluir en la edición española.
Primera parte. Una interpretación de la experiencia argentina en la formulación
de la política económica
TSS A TT TT AS
AS
E SR
NES
Introducción
En el análisis de las medidas económicas que deben adoptarse en los países en desarrollo sería conveniente dejar de lado los modelos de ingreso y empleo que se utilizan en las economías avanzadas, puesto que en aquellos el crecimiento está limitado más por una oferta insuficiente que por una demanda deficiente, y su problema radica en aprender a trasformar con mayor eficiencia los Yecursos
disponibles en bienes y servicios, más que en generar su pleno empleo por medio de adecuadas políticas monetarias y fiscales.
Esta es la respuesta que uno de los autores —en su examen doc-
toral, hace varios años— daba a una incisiva pregunta del profesor
Simon Kuznets. En ella se advierte claramente un elemento de verdad, pero el campo para desarrollar una política monetaria y fiscal más autónoma se está expandiendo a medida que las economías menos avanzadas se hacen más monetizadas, las bases impositivas se ensanchan, la producción interna sustituye a la importación y el sector público asume responsabilidades cada vez mayores. Una vez que este proceso está bien canalizado, pocos gobiernos nacionalistas interesados en apurar el ritmo del desa-
rrollo pueden resistirse a tratar de mantener o expandir el ingreso
y el empleo internos en forma más independiente de las fluctuaciones de las exportaciones primarias. Las dificultades que entraña conciliar un crecimiento más rápido con el equilibrio interno y externo están ampliamente demostradas por la experiencia de las economías avanzadas; pero, además de ello, otras dos clases de li-
mitaciones complican la conducción de la política macroeconómica
en los países menos desarrollados. Una de estas limitaciones consiste en la mayor dependencia directa de las economías menos desarrolladas con respecto a sectores foráneos. Esto resulta por demás obvio cuando, por ejemplo, la exportación genera la mayor parte del ingreso monetario, los impuestos sobre el comercio exterior son la principal fuente de ingresos fiscales, y las subsidiarias locales de los bancos y empresas extranjeros pueden aislarse de las políticas monetarias nacionales merced a su acceso independiente a la financiación foránea. De cualquier manera, estas limitaciones son muy comunes a los países pequeños en diferentes etapas de crecimiento. Una limitación más típica de las naciones menos desarrolladas es la dependencia externa creada por la sustitución de importaciones en gran escala detrás de altas barreras proteccionistas. Paradójicamente, el resultado de estas políticas ha sido reducir la respuesta de las exportaciones e importaciones a los cambios en los precios relativos, porque la
11
mayor parte de la producción interna no primaria y una gran proporción de las importaciones han llegado a ser muy poco competitivas, De esta manera, la independencia de la política macroe conómica está limitada por la obligación de los gobiernos de valerse, fundamentalmente, de ajustes en el nivel total de la actividad y empleo internos para resolver los problemas del balance de pagos a corto plazo, La segunda clase de limitaciones especiales en la conducción de la política macroeconómica de los países en desarrollo consist e en el alto grado de conflicto sociopolítico. Desde luego que el conflicto es una experiencia humana universal, pero en las socied ades más avanzadas las instituciones actúan como mediadoras y reprimen o moderan sus manifestaciones más extremas. En ellas ha sido posible establecer instituciones relativamente fuertes y respetadas, tales como tesorerías y bancos centrales que maneja n la política macroeconómica de acuerdo con ciertas reglas de juego que gozan de general aceptación. Esto es menos cierto en los países en desarrollo que no están regidos por un partido único poderoso 09 por un gobierno totalitario, Más generalmente, las coalici ones forjadas en una etapa inicial para apoyar ciertas reglas de juego político-económicas han sufrido diversos ataques, cuando no han sido completamente desarticuladas por la emergencia de nuevos y cada vez mejor organizados grupos de intereses competidores , engendrados en el proceso comúnmente denominado «de modern ización», Estas nuevas fuerzas no solo encuentran muy dificultoso ponerse de acuerdo sobre las nuevas reglas de juego, sino que al romper la coalición preexistente contribuyen, con frecuencia, a revivir tradicionales divergencias regionales, étnicas y otras previamente integradas en la vida nacional o suprimidas por el antiguo régimen. Una de las consecuencias ha consistido en que de la política macroeconómica —
1955
956
— 6534
—94
— 128,1
— 158,0
1956
1957
1958
1959
1960
1954
1953
1952
1951
—920 —45 — 96 9,7
Año
Movimientos COMPENSAtorios (1)
60,7 —175,5 —2223 251,1 308,4
—2686 —1840 353,5 —98 —2110
(2)
Reservas internacionales
(3)
Total
— —
150,4
123.0
231,7
240,9
70,3
— 201,3
353,5 —0,2
— 360,6 — 188,5
Datos del balance de pagos
— 142,7
— 128,0
— 23,4
— 14,3
— 235,0
9,6
9,7
— 346
— 91,9
(4)
317,3
246,6
— 190,8
— 125,4
253,0
— 261,5
— 1559
192,9
— 168,2
— 241,6
5)
MoviReservas mientos intercompensanaciotorios nales
174,6
118,6
— 214,2
— 139,7
18,0
— 231,9
— 6,2,
1929
— 172,8
— 333,5
Total (6)
Autoridades monetarias
— 17,6
5,5
3,8
— 61,8
105,6
(7)
Reservas internacionales
Instítuc. autoriz,
— 142,7
— 128,0
— 23,4
— 14,
— 233.0
9,6
9,7
— 91,9 —46
(8)
torios
compensa-
Movimientos
299,1
252,1
— 187,0
-— 187,2
358,6
(9)
e
Reservas internacionales
Total
Datos de las cuentas de autoridades monetarias instituciones autorizadas
(10)
157,0
124,1
— 210,4
— 201,5
1236
(11)
Total
— 15,3
—0,Í
140
— 531,1
244,6
0,1
—0,1
—
0,1.
"01
Movimientos compensatorios
8,7
1,0
—35,3
11,7
— 297,9
50,5*
6,1*
160,6*
—1538*
—270*
(12)
Reservas internacionales
Difetencia
— 6,6
0,9
—21,3
— 39,4
— 53,3
—27,1* —15,7* 160,6* 6,0" 50,6*
(13)
Total
Cuadro B.10. Conciliación de los movimientos compensatorios con la variación en las reservas internacionales, 1951-1970 (en millones de dólares).
253
177
— 17,5 0,1 1,0 — 0,7 —
B-9; la posición acreedora del país ante el Fondo Monetario Intetnacio-
nal se computa en las reservas internacionales, y la posición deudora, en los movimientos compensatorios. Columna 7: Banco Central, Boletín estadístico, varios números.
Fuentes: Columnas 1, 2 y 3: cuadro B-3. Columnas 4, 5 y 6: cuadro
las reservas internacionales. En el balance de pagos, el Acuerdo de París apatece registrado en 1957, 1958 y 1959 a medida que se firmaron los acuerdos definitivos, y por su valot neto. Á partir de 1959, las variaciones de esta deuda se incluyen íntegramente en los movimientos de capital compensatorio * No incluye la variación en instituciones autorizadas.
imputación de las operaciones. Las negociaciones con el Club de París aparecen registradas por las autoridades monetarias en 1956, fecha de la firma dei Acuerdo Provisional, como una entrada de capital compensatorio y una disminución del pasivo en divisas bilaterales computado en
en 1953 obedece al ajuste en las tenencias de divisas bilaterales del Banco Central del valor en dólares de saldos acreedores con España. Entre 1959 y 1970; las diferencias en las reservas internacionales surgen de ajustes en el movimiento de divisas bilaterales, que se registran en las reservas por su valor neto. Las diferencias en movimientos compensato rios, con excepción de 1956-1957 y 1958, obedecen a distintos años de
sobre la posición de divisas al contado de las instituciones autorizadas 4 operar en cambios en años anteriores a 1955. La diferencia observada
Notas: La variación de las reservas internacionales en el balance de pagos incluye las de instituciones autorizadas. No se dispone de información
0,1 1,0 — 0,7 —
—
—17,5 — = — o
41,2 414,7 160,5 — 108,8 259,9
—47 479,7 58,3 —259,2 1850
459 —630 102,2 150,4 749
9,3 —233 19,9 —27)0 0,5
31,9 43811 140,4 —S818 2394
—140 503,0 38,4 —2322 184,5
23,7 4148 159,5 —109,5 239,9
— —47 4798 57,3 —2599 185,0
284 —6350 102,2 150,4 74,9
1966 1967 1968 1969 1970
439 —630 102,2 150,4 749
—118 1,1 154 11,9 —7,2
—30 —41 —536 —82 —16
—68 58 211 201 64
—1499 —3278 140,44 4,3 47,1
—1886 —3356 152,8 — 103,3 29,3
38,7 78 —124 107,6 17,8
12,0 —310 222 26,7 —43,5
— 161,9 —2968 118,2 —224 906
38,7 —200,6 78 —3046 130,6 —12,4 107,6 - 130,0. 72,8 17,8
— 161,7 — 326,1 1559 16,2 39,9
—19356 —340,3 147,2 —111,5 15,7
319 136 8,7 127,7 24,2
1961 1962 1963 1964 1965
Cuadro B-11. Tipos de cambio, 1947-1970 promedios anuales).
[en pesos por dólar;
Cotizaciones en el mercado oficial
E
E
A
$71 >=
23 má
*3
voz
1
oh 5 .1i01_M
|:
Año
Tipo vendedor básico
(1)
1947 1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955
4,23 4,23 4,85 6,36 7,50 7,90 7,50 7,30 10,12
1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970
18,00 18,00 18,00 80,63 82,80 83,13 115,98 138,61 141,00 171,62 209,35 333,50 350,00 350,00 379,17
Tipo comprador básico
Tipo vendedor para transacciones financieras
Mercado paralelo
(2)
(3)
(4
3,36 3,36 3,36 3,91 3,00 3,00 5,00 5,00 6,87 18,00 18,00 18,00 80,63 82,80 83,13 115,98 138,61 141,00 171,62 209,35 333,50 350,00 350,00 379,17
4,17 4,50 6,21 10,69 1301 13,00 13,98 13,98 14,63 18,00 18,00 18,00 75,86 82,80 82,88 115,95 138,61 141,00 171,62 209,35 333,50 350,00 350,00 379,17
4,33 6,98 11,71 15,99 23,74 22,94 22,56 25,30 30,49 35,34 39,62 30,10 79,80 82,80 82,88 115,95 138,61 157,18 243,80 241,99 338,99 350,00 351,10 386,04
Fuentes: Techint, Boletín informativo, n? 183, 1971. Las columnas 1, 2 y 3 se calcularon a partir de cotizaciones mensuales del Banco de la Nación Argentina; la columna 4, de cotizaciones en mercados internacionales.
información sobre los precios de estos productos debe considerarse sujeta a un amplio margen de error, Las estimaciones sobre producción de carne vacuna, ovina y por: cina —que en conjunto representan, aproximadamente, el 70 % del valor total de la cría de ganado en la Argentina— se definen como el valor de las ventas para faena ajustado con el de las
variaciones en las existencias y el de la exportación de animales
XX
ME
TA
=
vivos. Debido a la importancia que tiene la carne para la economía
argentina, son muchas las fuentes de información estadística rela-
tivas a este subsector, Las más importantes para la faena de ganado son la Junta Nacional de Carnes, que controla la producción en los grandes frigoríficos (alrededor del 80 % del total de la faena en 1960), y la Secretaría de Agricultura, que suministra datos sobre los mataderos más pequeños del interior del país. Esta última es menos confiable, y acaso constituya la principal fuente de error en las estimaciones sobre producción de carne. Del mismo modo,
178
las cifras relativas a la matanza de ovinos y porcinos adolecen de limitaciones en cuanto a su cobertura, particularmente a raíz de que el consumo en los propios establecimientos es muy elevado. También son considerables las discrepancias en las estimaciones oficiales de las existencias de ganado. Uno de los problemas reside
en que las pariciones tienen lugar, en su mayor parte, en la primavera, mientras que las estimaciones oficiales de las existencias se efectúan a mitad de año, y las estimaciones de la producción, al finalizar este, Y
Un segundo problema consiste en que, entre un censo agropecuario
y otro (1947, 1952, 1960 y 1969), los datos oficiales deben basarse en los informes de los ¿gentes regionales de la Secretaría de Agricultura, informes que frecuentemente difieren de manera
significativa de otras estimaciones, Por ejemplo, de acuerdo con
fuentes oficiales, entre 1960 y 1963 las existencias de ganado disminuyeron en 2 millones de cabezas, en tanto que otras estimaciones (véase el cuadro B-14)
muestran un ligero aumento
en aque-
llas. Por otro lado, según las estimaciones oficiales, entre 1963 y 1965 las existencias aumentaron algo más del 13 %, mientras
que de acuerdo con otras fuentes permanecieron relativamente
estables. Las estimaciones sobre producción de lana, leche y otros productos pecuarios son también incompletas y no están sujetas a controles estadísticos periódicos. En cuanto a los precios, costos de trasporte y márgenes cometciales en el subsector ganadero, ocurre algo muy similar a lo que ya señalamos en relación con los cereales. A los efectos de estimar el producto agrícola bruto es necesario contar con datos sobre el valor de los insumos intermedios, con respecto al cual no se dispone de información anual. En consecuencia, tanto las series del Banco Central cuanto las del CONADECEPAL emplean indicadores indirectos en sus estimaciones, tales como la producción de artículos utilizados principalmente en el sector agtícola (p. ej., fertilizantes y productos de sanidad animal y vegetal) y de aquellos bienes y servicios para los cuales las ventas a los agricultores son registradas como tales (p. ej., combustibles, lubricantes y seguros). Esta información se completa con estimaciones del uso de semillas y gastos de mantenimiento de equipos, que se deducen de estudios especiales y de relaciones históricas. Por lo tanto, es obvio que las estimaciones de las cuentas nacionales deben ser utilizadas con gran cautela cuando se analizan los cambios en la productividad por sectores y en la utilización de
nuevos insumos agrícolas.
(Continúa
en
pág.
184.)
11 Véase Lovell S. Jarvis, Supply response in the cattle industry. The Argentine case: 1937-38/1966-G7, tesis inédita de doctorado, Cambridge, Mass., MIT, 1969, y Lucio G. Reca, «El aumento de existencias de ganado vacuno
en 1971», en Instituto de Investigaciones Económicas y Financieras de la
CGE,
179
Estudios sobre la econonia argentina, n? 11, enero de 1972.
180
17,1
Frutas, hortalizas y flores
93,2 94,8 95,9
63,5
83,5
31,9 14,5 20,4
15,2
187,0
Construcciones y mejoras
Total
Otros
vacuno
Ganado ovino y lana
Ganado
95,3
82,2 84,4
59,4
72,1
1950
86,8
ganadera
28,6
Producción
39,3
83,0
Cultivos industriales
agrícola
Cereales y lino
Producción
Rubro
Valor en 1960 ten miles de millones de pesos)
89,1
76,7
93,7 99,7 95,0
930
80,1 86,5 84,0
83,0
1951
98,4
89,9
83,5
89,3
108,7 89,2
39,9 85,0 74,4 96.3 93,56 105,4
98,3
95,6
99,5
1933
62,0
19532
Cuadro B-12. Estimaciones de la producción agropecuaria efectuadas por el CONADE,
98,3
82,5
103,2
103,6
107,2
105,6
94,0 81,3 102,2
91,4
1954
1950-1963
87,6 102,0
114,5 97,7 106,2
109,7
100,9
91,8
93,6
94,5
1935
971
106,9
109,9
91,0
193,5
102,9
80,4 93,8 94,7
87,8
1956
(índice 1960 = 100).
181
Fuente: CONADE-CEPAL, op, cif., cuadro 3-17, e informes inéditos.
969
85,1
Construcciones y mejoras
Total
102,2 95,4 103,1
Ganado vacuno Ganado ovino y lana Otros
101,1
93,6
103,0 96,2 99,6
101,0
101,3
Producción ganadera
Frutas, hortalizas y flores
100,4
83,9
107,7 92,8 100,5
103,5
107,8 95,0 97,2
100,0 100,0 100,0 100,0
100,0
100,7
98,3
105,1
28,8
108,2
93,8 91,5 97,2
94,2
114,6
95,2
103,2
1962
113,2 104,8
101,2
81,9
93,0
1961
100,0 100,0 100,0 100,0
105,4 96,2 89,0
98,5 108,7 28,1
industriales
97,8 86,9 93,5
Cultivos
Cereales y lino
100,0
99,0
1960
1959
1958 101,8
1957
93,6
(continuación).
Producción agrícola
Rubro
Cuadro B-12
96,9
108,4
94,5 89,9 98,5
94,7
83,4 112, 109,1
98,3
1963
182
vacuno ovino y lana
Total
Construcciones y mejoras
Ganado Ganado Otros
Producción ganadera
Cultivos industriales Girasol Caña de azúcar Uva Frutas, hortalizas y flores
Sorgo
Cereales y lino Trigo Maíz
Producción agrícola
Rubro
1960 = 100).
100,6 98,4
100,0
100,0
103,5 107,6 92,8 100,5
71,9 100,0
95,3
95,2 34,8 96,0 61,8 82,4
86,8
51,9 14,5
204
15,3
187,8
107,1 86,4 97,8
100,9
94,9 97,3
100,0 100,0 100,0
Ti 103,8
88,0
114,1
63,4
98,4 108,0
119,8
113,4
124,5 153,2 130,2 208,1 115,3 57,4 122,5 120,8 100,9
1964 114,1
(indice
106,5
93,1 98,1
118,9
109,8
106,1 156,3 120,7 576 1159 129.0 106,8
127,1 228,9 116,8 107,2 106,1 118,7 102,7 104,6
976
88,0
105,3
1963
94,8 87,4
99,3
67,8
100,0
1962 106,6
1950 y 1959-1970
118,0 205,6 102,7 72,9 92,1 104,3 1134
Central,
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
81,2
105,2 115,1 120,0 119,4 96,8 48,2 105,5 111,2 87,3
60,3 88,1 20,4 0. 82,4 88,8 75,4 778 81,5
41,6 15,6 9,5 1,1 28,2 3,8 4,7 96 159
99,1
100,0
96,9
1961
1960
1959
72,3
1950
efectuadas por el Banco
83,8
Valor en 1960 (en miles de millones de pesos)
Cuadro B-13. Estimaciones de la producción agropecuaria
183 119,6
120,0
866
128,6 121,4 117,4
121,5
1159
121,4
dros inéditos.
e. mo
+
Fuente: Banco Central, Origen del producto y distribución del ingreso, 1950-1969, suplemento del Boletin estadístico, n* 1, enero de 1971, y cua-
Total
105,1 98,6
67,1
71,6
92,9
81,1
Construcciones y mejoras
134,7 100,3 118,6 141,7 97,6 112,2
130,1 104,6 112,2 126,8 107,9 110,8
126,3 102,8 119,1
1258
122,2 103,3 107,9
_—
126,8 121,1
123,0
103,8 98,3 167,0 407,9 111,2 109,2 93,4 112,4 142,5
Ganado vacuno Ganado ovino y lana Otros
rin
115,9
Producción ganadera
Caña de azúcar Uva Frutas, hortalizas y flores
Sorgo Cultivos industriales Girasol
Trigo Maíz
130,1 120,3 227,8 627,4 123,3 142,1 97,3 120,0 144,5 125,1
115,4 107,0 207,1 226,7 138,7 139,6 83,8 174,6 125,5
103,5 104,1 1724 349,9 122,9 97,5 125,1 131,5 112,9
139,6 192,9 125,1 140,8 124,2 94,3 137,2 112,0 126,3
Cereales y lino
116 106,1 159,7 311,5 1129 117,2
133,7
117,1
113,7
123,4
112,4
124,6
Producción agrícola —_——
1970
1969
1968
Rubro
1967
(continuación). 1966
B-13
1965
Cuadro
Cuadro B-14. Comparación de estimaciones de existencias de ga-
nado vacuno, 1948-1970
(en millones de cabezas).
Estimaciones de Jarvis + += =————>=" -Disponibilidad Al 30 de junio anual u (2) (3)
Año
Estimaciones oficiales al30dejunio (1)
1948 1949 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964
41,0 — — — 45,7b 41,2 436 438 46,9 44,0 41,3 41,2 43,50 43.2 43,2 41,2 —
41,1 41,1 40,9 40,2 40,6 40,4 429 43,8 48,0 486 47,3 46,0 45,9 47,3 48,6 47,4 46,5
47,77 47,8 47.6 46,7 417,2 47,0 49,9 33,3
— — — — — — — —
35,8 56,3 55,2 53,4 33,4 550 56,2 35,3 34,0
— — — — 45,4 47,4 48,6 48,4 46,9
1966 1967 1968 1969 1970
— 51,30 31,50 48,30 —
49,8 51,8 — -— —
579 60,2 — — —
51,5 52,8 529 52,9 51,8
1965
46,7
47,3
55,0
Estimaciones de Reca al 30 de junio (4)
rm
488
a El toral de animales disponibles anualmente es igual al rebaño a principios de año más la parición anual; los censos oficiales tomados al 30 de junio se efectúan precisamente antes de comenzar esta. b Este dato, que corresponde al 11 de noviembre, se considera generalmente sobrestimado (véase Lovell S. Jarvis, Supply response in the cattle industry, The Argentine case: 1937-38 /1 966-67, tesis inédita de doctorado, Cambridge, Mass., MIT, 1969, pág. 204). e Junta Nacional de Carnes; los datos para 1960 y 1969 cotresponden a censos agropecuarios levantados el 30 de setiembre. Fuentes: Columnas 1, 2 y 3, L. S. Jatvis, op. cif, cuadro 4-1, pág. 203, CoIumna 4, Lucio G. Reca, «El auménto de existen cias de ganado vacuno en 1971», en Instituto de Investigaciones Económicas de la CGE, Estudios sobre la economía argentina, ne 11, enero de 1972,
5.
Estadisticas industriales
El sector industrial desempeña un papel clave en las estadísticas de: cuentas nacionales, no solo porque es la fuente de más del 30 % del producto interno bruto total, sino tambi cifras para los sectores comercio, servicios y traspoén porque las rte, y para la inversión bruta y el consumo privado, están en gran parte basadas
184
q
en estimaciones
de la producción
manufacturera.
Como
explica-
mos en el apéndice A, el método general empleado para estimar las series de Ja producción industrial consiste en la interpolación de precios y cantidades entre los años censales. Los censos indus-
triales de los que se extrajeron datos para este estudio son los de 1946,
1948,
1950,
1953,
1957
y
1963.
Sin embargo,
solo
los
de 1946, 1953 y 1963 comprenden a todos los establecimientos industriales, mientras que los restantes corresponden a establecimientos que empleaban más de cierto número de trabajadores de acuerdo con el censo anterior. Las interpolaciones intercensales entre 1946 y 1960 se derivaron originariamente de las series estadísticas anuales sobre el volumen de la producción y el empleo (cantidad de empleados, horas trabajadas y salarios pagados) en las diferentes actividades industriales.** Estos índices fueron determinados tomando como base el censo de 1943, y ajustados más tarde de acuerdo con los resultados del censo de 1946; pero desde entonces no se han hecho más revisiones. Hacia 1960, en vista de que las series anuales eran tan poco representativas del movimiento real de la producción industrial, dejaron de publicarse. Como consecuencia de ello, el Banco Central y el CONADE se vieron ante la necesidad de elaborar sus propios índices de producción sobre la base de informaciones dispersas, referentes principalmente al volumen de producción de empresas individuales, en vez de la producción de artículos determinados. La información sobre precios se obtiene de tres fuentes principales: el índice de precios mayoristas del Banco Central para el período 1939-1956;1% el índice de precios mayoristas publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, que arranca en 1936 y
continúa publicándose1* y fuentes diversas para productos no incluidos en los citados índices de precios. Las estadísticas de los mencionados censos completos parecen razonablemente confiables: no se han registrado discrepancias muy marcadas entre los datos de producción censal y los estudios sobre utilización de los productos industriales en los cálculos de insumoproducto, y solo aparecen diferencias menores entre los datos sobre
empleo contenidos en los censos industriales y los de población,
cuando se los compara convenientemente. Los resultados oficiales de los censos se corrigen mediante ciertos ajustes en la estimación del producto industrial, debido a la producción artesanal en pequeña escala —que no está incluida en ellos—, la valuación de
la producción de las empresas verticalmente integradas —como las compañías petroleras— productores.
y el tratamiento
impositivo
de ciertos
12 Véase Instituto Nacional de Estadística y Censos, Irforme sobre la serie de números indice del volumen físico de la producción industrial, Buenos Aires, 1948. 13 Véase Banco Central, «Indices de precios mayoristas en la Capital Federal», Boletin estadistico, n? 9, setiembre de 1962. 14 Instituto Nacional de Estadística y Censos, Indices de precios al por mayor, Buenos Altres, octubte de 1960.
185
Los datos de los censos en lo que respecta al consumo intermedio de materias primas, combustibles, lubricantes y energía eléctrica también son ajustados, para incluir las estimaciones de los costos administrativos obtenidos de los balances de las empresas. En las interpolaciones
intercensales
se considera
que
el consumo
inter-
medio permanece constante como proporción de la producción a un nivel bastante discriminativo, si bien se toman en cuenta los cambios registrados de un año a otro en los precios relativos entre insumos y productos. En lo que se refiere a las series calculadas a precios constantes, están estimadas sobre la base de estos mismos indicadores y en forma similar a la que se ha descripto para la agricultura.
Cuadro B-15. Tasas anuales de crecimiento de los índices de producción industrial con diferentes ponderaciones.
1950 1960 1969 Fuente: Banco cuadro 47,
Tasas
mo
Central,
de crecimiento
durante
el período
1950-1960
1960-1969
1950-1969
2,8 4,1 4,0
56 3,6 66
4,1 48 32
Origen
del
producto
Y distribución...,
Op.
cít,
Ya hemos mencionado en el apéndice A la mejora en la confiabi-
lidad de las interpolaciones intercensales con respecto a las estima-
ciones recientes del producto interno bruto industrial, Por ejemplo, la tasa anual de crecimiento a precios constantes estimada para el producto industrial entre 1953 y 1963 fue del 3,6 %, comparada con la del 3,9 % que surge de la confrontación entre los censos de esos años. Este sesgo hacia la subestimación puede llegar a ser aún menor para las estimaciones posteriores a 1963, porque las interpolaciones han estado basadas en la producción de un grupo de firmas que incluye a la mayoría de las empresas de moderna tecnología que han crecido más rápidamente en los años recientes, y no en un índice de la producción industrial. Á este respecto, es interesante observar que la experiencia argentina en dicho período
no confirma la bien conocida presunción acerca de la desviación
de los números índice —a saber: que las series que utilizan ponderaciones de los años finales tienden a mostrar una tasa de creci-
miento menor que las mismas series cuando usan ponderaciones
de los años iniciales.15 Como puede apreciarse en el cuadro B-15, en la Argentina ha ocurrido lo contrario de tal presunción, porque la declinación de los precios relativos de algunas actividades que crecieron rápidamente
15 Véase, por ejemplo, Simon Kuznets, Long-term changes in the national income of the United States since 1870, International Association for Research in Income and Wealth, Series 11, 1932, pág. 34 y sigs,
186
q -
Ponderaciones del año
se vio compensada por un alza en los precios relativos de otras actividades en rápido crecimiento. La confirmación de este fenó-
meno puede obtenerse de la comparación de los índices de precios
industriales: la diferencia entre la tasa de crecimiento del índice de precios mayoristas (utilizando valores de 1953) y el índice de precios implícitos en el producto interno bruto correspondiente a la industria (empleando valores de 1963) es absolutamente insignificante. También cabe hacer aquí un breve comentario acerca de las estimaciones del producto bruto de los sectores minería y construcción. Con respecto al primero existe un problema especial, porque
el 50 % del valor agregado sectorial es generado por la extracción de petróleo y gas natural por parte de empresas en las que la
producción, refinación y distribución han estado verticalmente integradas. Por lo tanto, no hay precio de mercado para el petróleo crudo y el gas natural con el cual estimar el valor agregado de acuerdo con el método de la producción. Los diferentes procedi-
mientos utilizados por el Banco Central y el CONADE-CEPAL
para solucionar este problema han dado lugar a importantes discre-
pancias entre las estimaciones de estos organismos con respecto al
producto interno bruto para la minería, como observamos en el apéndice A al comparar las estimaciones de cuentas nacionales utilizadas en este estudio. Para estimar el valor de la construcción en el sector privado y en el sector público se utilizan diferentes métodos. En el primer caso, el volumen de la construcción se basa en los permisos de construcción otorgados; las principales desventajas de esta fuente de información consisten en que la cobertura es incompleta, en que no todos los permisos otorgados se utilizan y en que el tiempo
que insume la construcción difiere para los diferentes tipos de
edificios. Estas estimaciones del volumen de la construcción se convierten en valores corrientes mediante el índice del costo de
la construcción, basado en datos de principios de la década del cincuenta,
Puesto que no se ha efectuado en fecha reciente ninguna investiga-
ción con respecto a esta actividad, las series estadísticas cortespondientes a la construcción privada deben considerarse como unas de las más deficientes de las cuentas nacionales. Las datos básicos
de la construcción para el sector público se obtienen de las cifras
contables suministradas por varias organizaciones oficiales y empresas del Estado, y son más confiables. En ambos casos, las estimaciones del consumo intermedio tampoco se han actualizado recientemente, de modo que es prudente suponer que las series no reflejan en forma adecuada los cambios que deben haberse producido en los métodos de construcción durante el período que se analiza. (Continúa
187
en
pág.
192.)
188
Rubro
Total
Máquinas Otros2
y aparatos eléctricos
Alimentos y bebidas Tabaco Textiles Confecciones Madera Papel y cartón Imprenta y publicaciones Productos químicos Derivados del petróleo Caucho Cuero Piedras, vidrio y cerámica Metales Hierro y acero Vehículos y maquinaria
749,3
72,2 23,5 102,2 33,7 294
185,2 128 71,7 37,6 21,9 136 14,0 56,2 45,9 126 18,7 21,6
Valor en 1960 (en miles de millones de pesos)
69,7
34,4 27,3 115,3
32,5 19,9 101,8
69,1
55,1 34,9
81,7 92,7 96,4 95,9 97,3 19,7 928 34,7 353,7 63,4 90,5 84,7
89,2 88,0 94,4 95,4 98,3 73,7 101,2 53,0 56,6 46,0 86,6 83,5
49,3 30,2
1951
1950
679
49,56 34,5 36,9 29,2 100,4
81,9 101,7 91,1 87,0 94,9 69,1 63,7 33,5 61,4 66,5 94,2 80,1
1952
619
39,8 37,1 89,3
53,2 42,1
83,7 103,4 82,7 84,8 92,2 61,9 62,0 36,6 63,9 60,6 90,2 79,8
1953
44,6 44,5
83,9 99,0 88,3 88,2 94,8 78,8 71,7 66,2 67,6 73,9 87,1 85,6 71,3 70,2
1954
83,1
50,7 55,7 102,8
$6,1 83,4
937
86,4
83,6
97,6 104,4 98,1 98,9 98,5 91,7 82,3 74,8 72,7
1955
1956
87,8
86,0 78,3 550 62,1 87,2
83,4 90,8 98,7
74,5
100,8 90,9 79,3
96,3
112,3 102,2 98,0 100,1
Cuadro B-16, Estimaciones de la producción industrial efectuadas por el CONADE, 1950-1963 (indice 1960 = 100).
189
(continuación).
86,5
1959
726 88,8 121,0 94,0
114,1 105,1 74,1 89,8 112,1
101,6
96,6
102,0 103,4 94,8 96,2 99,6 117,0 90,7 93,8 92,3 80,8 113,8 99,3 96,1 94,0
98,2 86,8 64,5
81,4 119,2
102,9 108,0
101,1 117,7 100,1 94,1 98,8 88,6 1132 1119
104,2
1958
117,8 104,2 103,5
1957
108,5 101,8. 102.2 104,7 1038 105,1 960 86,9 90,2
op. cít., cuadros 3-19 y 3-20, e informes inéditos.
artesanales.
Fuente: CONADE-CEPAL,
a Incluye actividades
Total
Orros2
Vehiculos y maquinaria Máquinas y aparatos eléctricos
Hierro y acero
Metales
Piedras, vidrio y cerámica
Caucho Cuero
Derivados del petróleo
Productos químicos
Papel y cartón Imprenta y publicaciones
Madera
Textiles Confecciones
Tabaco
Alimentos y bebidas
Rubro
Cuadro B-16 1960
100,0
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
108,6
119,2 136,2 119,4 120,0 154,4
112,3
87,4
99,1 102,7 101,3 999 101,1 123,3 111,4 108,1 111,0 133,8
1961
107,4 151,9 88,5 79,3 74,7 956
101,2
123,5 102,2 69,2 927
958
77,7 116,8 89,9
69,9
116,6 103,8 14,7
1963
108,8 133,2 105,3 93,6 108,2
84,0 91,0 120,1 96,1 998 1244 130,7 78,3 110,2
81,5
107,2 104,1
1962
190
- -
Total
+-—
—
Sustancias químicas, derivados del petróleo y caucho Derivados del petróleo Productos minerales no metálicos Productos metálicos básicos Hierro y acero Productos metálicos, maquinaria y equipos Vehículos automotores Otros
Papel, imprenta y editoriales
Alimentos, bebidas y tabaco Textiles, prendas de vestir y cuero Madera y muebles
Rubro
86,1 37,4 31,1
31,71 23,8 88,8
66,8
33,2 24.0
172,5 45,2
32,2
767,4
33,2 54,0
215,6 142,0 130 234
111,8 46,9 218
1950 87,5 90,7 84,7 83,7
Valor en 1960 (en miles de millones de pesos)
97,8
103,9
112,3
104,1
110,0
100,0 100,0 100,0
100,0 100,0 100,0 100,0
94,2 89,2
75,1 42,8 100,5 90,9
1139 141,5
103,7 146,5
113,8 126,7 109,5 111,0 115,2
113,3 109,0
100,0 100,0
92,3 88,2 82,2 120,4 124,2
109,9 83,1 110,4 108,6
1961
105,3 102,3 118,6 1179
1960
100,0 100,0 100,0 100,0
1959 100,8 95,0 106,6 108,9
1962
118,4
107,3
94,2 99,7
124,8 169,0
159,2 179,3
106,4
96,0 119,4
97,1 1140 123,5
136,3 134,3
1128 127,3
1964 114,5 95,2 115,7 116,1
112,0 78,5 100,8 104,3
1963
Cuadro B-17. Estimaciones de la producción industrial efectuadas por el Banco Central, 1950 y 1959-1970 (indice 1960 = = 100).
E
191
(continuación).
y muebles
de vestir y cuero
115,5 136,0
134,8
137,9
136,1 105,5 126,7 139,3 162,2 163,1 142,4 171,5 191,5 144,6 198,3 121,3
1967
Fuente: Banco Central, Origen del producto y distribución. .., op. cit., cuadro 47, e informes inéditos.
Total
automotores
115,9
Vehículos
Otros
159,8 162,3 136,9 166,9 178,3 143,6 192,2
1966 130,5 106,4 137,2 146,0
145,2 200,8
180,2 199,9
127,3
122,9 109,6 129,9 138,9 156,7 151,5
1965
Productos metálicos, maquinaria y equipos
básicos
minerales no metálicos
Productos metálicos Hierro y acero
Productos
Derivados del petróleo
Papel, imprenta y editoriales Sustancias químicas, derivados del petróleo y caucho
Madera
Textiles, prendas
Alimentos, bebidas y tabaco
Rubro
Cuadro B-17
147,4
175,8 167,3 165,3 206,9 237,1 153,8 205,3 122,4
1968 140, 111,2 1358 149,5
163,7
167,8
213,9 184,8 198,9 230,8 254,1 195,8 269,8 134,0
144,4 121,5 146,0 177,3 145,8 115,9 144,1 160,8 202,6 178,17 178,0 230,5 23359 181,8 251,1 129,7
1970
1969
6.
Estadísticas del sector servicios
No se dispone de series estadísticas regulares sobre los servicios, uno de los sectores a los que más se descuida en los censos. Las principales fuentes de información son las siguientes: datos contables referentes a los servicios suministrados por el Estado, las empresas públicas y las instituciones financieras controladas por este; datos sobre el flujo de bienes comercializados y las actividades de trasporte; estimaciones de la edificación para calcular el ingreso
por alquileres; datos de los censos económicos
para ciertas activi-
dades comerciales y servicios personales, y los censos de población como una verificación general de las otras estimaciones y la única fuente de datos para los servicios profesionales y del personal doméstico. Las estimaciones basadas en datos contables de las actividades controladas por el gobierno son, probablemente, las más dignas de confianza. El producto generado por los servicios que el gobierno provee gratuitamente está valuado a su costo en insumos materiales y pagos de salarios; el valor del uso de las propiedades inmuebles del Estado y el de la depreciación de los equipos y edificios no está incluido. Por otra parte, las cifras para el sector comercio se basan en estudios ocasionales sobre los márgenes brutos de los comerciantes a los niveles mayorista y minorista, que se han supuesto prácticamente constantes durante muchos años. Datos parciales sobre tarifas, volumen de tráfico y cantidad de vehículos cometciales en circulación sirven de base para la estimación de los
servicios de trasporte privado. El alquiler de viviendas se estima a partir de su cantidad anual calculada de acuerdo con el método
del inventario perpetuo y haciendo abstracción, como es de práctica, de si son o no efectivamente alquiladas. Por último, el ingreso de los servicios personales se extrae, en especial, de los censos de población y de datos complementarios sobre tasas de remunera-
ciones,
Las series a precios constantes para el comercio y los servicios de trasporte se basan en el flujo de bienes, y las de los servicios públicos, en el volumen de la producción; pero prácticamente para tados los otros servicios el producto a precios constantes se estima
a partir de las estadísticas de empleo. La utilización del empleo
como indicador de las variaciones en el ingreso real de los servicios probablemente lleve a sobrestimar el aumento en el producto bruto registrado durante el período de rápido crecimiento del empleo público que siguió a la Segunda Guerra Mundial, Por la misma razón, las estimaciones del ingreso real de los servicios pueden haber sido subestimadas durante los últimos años, cuando el empleo público se estabilizó y la productividad del trabajo probablemente haya mejorado; el rápido incremento de los precios relativos implícitos para los servicios públicos y personales entre 1960 y 1970 es otra muestra de que en los últimos años pueden haberse
registrado aumentos de productividad no incluidos en las estima-
ciones del producto interno real, La importancia relativa del empleo
192
y otros indicadores en la estimación del producto bruto a precios constantes para el sector servicios puede observarse en el cuadro que presentamos a continuación: Porcentaje del producto
interno bruto total
Empleo
Servicios financieros Servicios domésticos Otros
.
e O
Servicios profesionales
A
Gobierno
NA to y
A.
Subtotal B.
18,2
Indices del volumen físico de diversas características Cotnetcio Trasporte
y comunicaciones
Vivienda Electricidad, gas y agua Subtotal C,
193
Total
16,7 8,1
2,0 1,3 28,1 46,3
Tercera parte. Políticas de estabilización
6. La experiencia inflacionaria
La Argentina ostenta el nada envidiable privilegio de poseer una de las más elevadas tasas de inflación sostenida de la historia reciente, Durante el período 1949-1965, el costo de vida aumentó a un promedio anual superior al 28 9, cifra que ocupa el quinto lugar en el nivel mundial, en estrecha competencia con las de
otras cuatro naciones latinoamericanas y Corea.? Aparte de estos
seis países, ningún otro promedió más del 10 9% durante dicho período, y para el mundo tomado en conjunto la tasa de inflación promedio estuvo bastante más abajo del 5 % anual.
El mantenimiento de una tasa de inflación tan rápida y sostenida, que no hace eclosión ni pierde ritmo con el tiempo, es más bien un fenómeno nuevo en la historia económica, cuya explicación ha puesto en serias dificultades a los observadores. El hecho de que la economía argentina soportara una casi constante presión inflacionaria durante los últimos veinte años no es, desde luego, difícil de explicar: las tentativas de Perón por llevar a cabo un cambio
radical en la distribución del ingreso; el bajo crecimiento de la
agricultura; el desarrollo de industrias nacionales favorecidas por altas barreras proteccionistas, y otras causas estructurales, son más que suficientes para generar tal presión, Pero no es común que ella conduzca a tan elevadas y persistentes tasas de inflación. Ésta es la razón por la cual se ha sostenido que —independientemente de las causas subyacentes en los desniveles estructurales, que pueden haber dado el estímulo inicial para un alza en el nivel de precios-— también tiene que haber influido algún tipo de mecanismo de propagación para reforzar y sostener la tasa de inflación. La excesiva expansión monetaria ha sido señalada con frecuencia como uno de los resortes propagadores. Una importante escuela de pensamiento sostiene que la excesiva expansión monetaria es condición necesaria y suficiente para explicar una inflación como la que sufre la Argentina. El argumento monetarista se desarrolla así: dada la estrecha relación que existe
entre el mercado de bienes y el financiero, solo puede haber exceso de demanda global en el primero si hay exceso de oferta en el segundo, en el sentido de que el aumento de la circulación monetaria supere la demanda para tenencias de efectivo. En ese caso, el exceso de liquidez se vuelca en el mercado de bienes para inflar 1 Véase Joseph O. Adekunle, «Rates of inflation in industrial, other developed, and less developed countries, 1949-1965», IMF Staff Papers, vol. 13, noviembre de 1968, cuadro 3, págs. 5336-37.
197
la demanda efectiva y elevar los precios. O, desde otro punto de vista, el efecto de las excesivas demandas salariales sobre los
costos no puede influir sobre el nivel general de precios a menos
que sea convalidado por la expansión monetaria; si no lo es, tales aumentos de salarios, cuando son trasferidos a los precios, pueden crear una brecha entre el valor total de la producción y la demanda efectiva, generando así suficiente desocupación como para moderar las demandas salariales, Desde luego, nadie sería capaz de sostener con algún viso de seriedad que las elevadas tasas de inflación pueden mantenerse sin aumentar la oferta monetaria. En cambio, sí podría discutirse lo siguiente: 1) si la demanda de saldos monetarios reales es suficientemente estable o predecible como para que la política mo.
netatia desempeñe un papel eficiente en el control de la inflación,
y 2) si los agentes económicos responden a las restricciones monetarias en una forma que contribuya a restaurar el equilibrio (o al menos modere considerablemente la tasa de inflación) en un período razonable, a un costo aceptable en términos de desempleo y pérdidas de producción. El uso de las expresiones «suficiente. mente estable», «período razonable» y «costo aceptable» significa que las respuestas a estas cuestiones (como a la mayoría de las que se relacionan con la política económica) implican juicios de valor. Esto es aún más cierto si, como sostienen algunos monetaristas, para que las restricciones monetarias sean efectivas deben ser
también convincentes, es decir, que el público debe convencerse de
que serán llevadas efectivamente a la práctica. No obstante, si la confianza fuese la clave para la efectividad
de la política monetaria, el éxito de esta dependería no tanto de la
política particular empleada, sino de quien la ideó y trató de ponerla en ejecución. Sin duda, podría argiúirse que una severa
restricción monetaria es, o bien ineficaz si la emplean autoridades
a quienes no se les cree, o bien innecesaria sí las autoridades acreditadas pueden cambiar fundamentalmente las expectativas de precios convenciendo al público de que se proponen estabilizar la economía,
La demanda de dinero en condiciones inflacionarias El análisis de la moderna teoría monetaria de la inflación debe comenzar con el examen del papel esencial que desempeña la demanda de dinero. De acuerdo con dicha teoría, la demanda de dinero no es solo una función de los ingresos y egresos, sino
también del precio de otros activos competitivos y de las expec-
tativas de precios, Así, cuando el nivel de precios sube, el creciente costo de mantener saldos de caja inútiles, que no dan ganancias ni aumentan su valor, induce al público 2 remplazar una parte de
su efectivo por la tenencia de otros activos que le proporcionen
una defensa más eficaz contra la inflación. En consecuencia, la
198
relación entre el ingreso y la cantidad de dinero (a velocidad de circulación) no se supone constante, como en la antigua teotía, sino que se la considera una variable clave sujeta al manejo de la política monetaria: a las autoridades monetarias les cabe la res-
ponsabilidad de prevenir el traspaso de la moneda hacia gastos
inflacionatios en bienes y servicios, haciendo más atractiva la posesión de activos financieros mediante la restricción del crédito y el aumento de las tasas de interés.? Por lo tanto, la eficiencia de la restricción monetaria como instru-
mento de política a corto plazo depende fundamentalmente del comportamiento de la demanda de efectivo y se ve beneficiada
por el buen funcionamiento de un mercado de activos financieros. En otras palabras, para conducir una
gestión
monetaria
racional
durante un período inflacionario, las expectativas de precios deben ser funcionalmente
incorporadas
en estimaciones
razonablemente
confiables de la demanda de dinero. A tal efecto, Friedman, Cagan
y otros han ensayado una metodología basándose en la hipótesis de que las expectativas de precios se relacionan con su comporta» miento en el pasado según un modelo empíricamente mensurable de retrasos distribuidos.¿ Esta metodología ha sido sometida a
prueba en varios estudios, con datos de un considerable número de países;
uno
de los más
comprensivos
es el efectuado
por
Adekunle,* Sin embargo, las investigaciones sobre la demanda de dinero en la Argentina han arrojado resultados diversos. Dagnino Pastore encontró una relación significativa entre precios, ingreso y demanda de dinero durante la primera parte del período 1935-1960, pero a partir de la década del cincuenta dicha relación se quiebra. López y Damus tampoco tuvieron éxito con datos trimestrales y mensuales para el período 1959-1963. En cambio, Diz consiguió explicar, utilizando la especificación de Cagan para las expectativas de precios, una gran proporción de las variaciones anuales en los
saldos monetarios reales per cápita durante el período 1935-1962
en su conjunto, pero a partir de la década del cincuenta el retraso tedio ponderado de los precios que mejor explica las expectativas 2 Para ser justos, debemos señalar aquí que algunos distinguidos monetaristas no invocan el control discrecional de la oferta monetaria para manejar el nivel de precios, o sea, lo que en literatura económica se ha dado en llamar «la puesta a punto». Como dice el monetarista más conocido, «la evidencia sugiere que los cambios monetarios se toman un buen tiempo para ejercer su influencia, y que el plazo varía considerablemente (...) Existen serías limitaciones para la posibilidad de una política monetaria discrecional, y un grave peligro de que tal política pueda empeorar los problemas, en vez de solucionarlos» (Milton Friedman, «The supply of money and changes in prices and output», en Edwin Dean, ed., The controversy over the quantity theory of money, Boston, Heat and Co., 1963, reimpreso de un estudio para el U. Congress Joint Economic Committee, Washington, 1958, pág. 105). 3 Véase Milton Friedman, ed., Studies in the guantity theory of money, Chicago, University of Chicago Press, 1957. Los datos utilizados en estos estudios corresponden a países que padecen de hiperinflación. 4 Joseph O, Adekunle, «The demand for money: Evidence from developed and less developed countries», IMF Staff Papers, vol, 15, julio de 1968,
199
de precios crece sustancialmente en magnitud. En otras palabras, los hallazgos de Diz nos inducirían a pensar que, cuando la tasa de inflación se aceleró en la Argentina, los poseedores de activos basaron sus expectativas con respecto a la futura tasa de inflación en los aumentos de precios más distantes en el pasado.” Los ensayos realizados por los propios autores con datos trimestrales pata el período 1957-1968 confirman estos resultados insatisfactorios (véase el apéndice C). Sin embargo, cuando se introdujo en la ecuación la variable tiempo expresada como logaritmo con signo negativo, los coeficientes de todas las variables tornáronse muy significativos: el coeficiente de determinación (R?) subió a 0,945, y retrasos cottos resultaron ser la mejor aproximación a las expectativas de precios. Aún más significativo para los propósitos
de nuestro análisis, esta nueva ecuación con la variable tiempo volvió a fracasar como estimador eficiente de la demanda de dinero
cuando Krieger Vasena se hizo cargo otra vez del Ministerio de Economía, en 1967.
Estas conclusiones implican que la inestabilidad de la demanda de efectivo es un serio impedimento para el eficaz control de la inflación por medio de la política monetaria. La errátil declinación de la proporción entre las existencias monetarias y el producto interno
bruto —proporción que cayó de 0,28 en 1954 a 0,14 en 1963—-*
estuvo relacionada, casi seguramente, con las expectativas acerca del alza de precios y el escaso interés que ofrecía mantener disponibilidades en caja; peto las fluctuaciones en la demanda de dinero no parecen haber tenido un ritmo factible de ser previsto. Á las autoridades monetarias se les ha criticado el exceso de celo evidenciado durante este período, por haber restringido tanto la oferta monetaria que la economía quedó estancada, mientras los precios continuaban subiendo. Cuando parecía que Krieger Vasena lograría controlar la inflación, a fines de la década del sesenta, lo hizo 5 José M. Dagnino Pastore, Ingreso y dinero: Argentina 1935-1960, Buenos Aires, Centro de Investigaciones Económicas del Instituto Torcuato Di Tella, 1964 (tesis de doctorado preparada para la Universidad de Harvard); Manuel Fernández López y Silvestre Damus, Determinantes de la demanda de liquidez por el sector privado en la Argentina, 1959-1963, Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, 1964, y Adolfo €. Diz, Money and prices in Argentina, 1935-1962, tesis de doctorado, Universidad de Chicago, 1966 (véase esp. pág. 46 y sigs.), publicada luego en David Meiselman, ed., Varieties of monetary experience, Chicago, University of Chicago Press, 1970. Sin embargo, con respecto a los retrasos en las expectativas de precios en los modelos de esta clase, véase Dean $. Dutton, «The demand for money and the price level», Journal of Political Economy, vol. 79, setiembre-octubre de 1971, esp. pág. 1168.
6 La definición de moneda es M,, o liquidez primaria; la relación entre liquidez total (incluyendo los depósitos bancarios a plazo fijo) y producto interno
bruto también declinó, durante el mismo período, en casi la misma proporción: de 0,39 a 0,20. De acuerdo con las comparaciones financieras internacio nales de John G, Gutley, la razón «normal» para la Argentina debió haber sido alrededor de 0,25 para M, (véase su «Financial structure in developing countries», en David Krivine, ed., Fiscal and monetary problems in developme sales, Proceedings of Third Rehovoth Conference, Nueva York, Praeger, 7).
200
imponiendo controles a los precios y salaríos en tanto seguía una
política monetaria expansiva. La falta de un buen mercado para
activos financieros
en la Argentina
probablemente
explique,
al
menos en parte, la conducta errátil de la demanda de efectivo. Los
márgenes de efectivo mínimo exigidos a los bancos fueron a mepudo tan altos que estos se vieron desalentados en la búsqueda de nuevos depósitos, y la compraventa de bonos casi desapareció, a causa de los topes fijados a las tasas de interés para combatir la usura. Como consecuencia de ello, al margen de las instituciones bancarias y cambiarias controladas se desarrolló un sistema muy complicado de intermediación financiera. Comenzaron a «circular» como sustitutos parciales de la moneda instrumentos de crédito de empresas conocidas y documentos de deudas del sector público (por impuestos, aportes jubilatorios y otras obligaciones impagas). Uno de los activos financieros ilegales más atractivos fueron, desde luego, las divisas, a las que la política de tipo de cambio «fijo» garantizaba un buen porcentaje de ganancia si se las adquiría antes de una de las tantas devaluaciones masivas. Por ende, puede argumentarse que la experiencia argentina no refuta, en realidad, la teoría monetaria de la inflación: la moneda, como medida convencional, simplemente dejaba de representar con precisión la oferta real de dinero, a consecuencia de lo cual las autoridades monetarías perdían el control sobre el mercado de activos financieros. En nuestra ecuación de demanda de dinero, la variable logarítmica de tiempo puede representar, entonces, el crecimiento del mercado «negro», cuya importancia decayó bruscamente cuando Krieger Vasena redujo las expectativas de precios, liberó las tasas de interés e hizo más atractiva la tenencia de activos financieros legales, De.lo dicho hasta aquí se desprende una importante conclusión: las autoridades tienen que disponer de medidas tales como una tasa de interés y un tipo de cambio apropiados, que les permitan mantener el control sobre el mercado, para manejar la política monetaría con eficacia. Sin embargo, aun en este caso las restric-
ciones pueden no ser una condición suficiente para restaurar la
estabilidad de precios. Ello depende de la rapidez y naturaleza de la reacción de la economía a la constricción monetaria, de la forma en que el peso de la restricción del crédito se reparte entre los sectores público y privado, del comportamiento del ingreso y gasto gubernamentales, de las acciones y expectativas de los sindicatos y empresarios, de los efectos colaterales sobre la producción y el
empleo, y de una serie de otros factores económicos e institucio-
nales que podemos analizar mejor si nos remitimos directamente a la experiencia argentina. Esta experiencia adquiere especial relevancía para el análisis del papel antiinflacionario de la política monetarla, puesto que en varias ocasiones se ha confiado casi exclusivamente en las restricciones monetarias para restaurar el equilibrio interno y externo, como veremos a continuación.
201
202
50
$0
porcentual
Vorlación
1994
45
46
47
48
49
Gráfico 6-1. Variaciones en los indices de precios, 1944-1952.
TA
Precios implícitos del producto interno
indice de precios mayoristas
50
Si
52
NS ] indice det costo de vida
(OA
bruto
La experiencia inflacionaria en el gobierno de Perón La estabilidad interna de la Argentina estaba amenazada aun antes de que Perón llegara al poder, Entre 1939 y 1945, el índice de precios mayoristas aumentó un 90 %
(o un 11 a 12 %
anual), im-
pulsado por un incremento del 250 % en los precios de los bienes importados y por la escasez general que se padecía en aquella época de conflictos mundiales, Sin embargo, durante ese mismo período el índice del costo de vida en Buenos Aires y el deflacionador implícito del producto interno bruto subieron solo la mitad
—
043 0,43 039 047 042 018 029 041 007 —025 — 007 —
3
049 051 0,50 061 045 0,34 040 051 022 —002 045 025 016 035 — 084
Definiciones 1. Variación porcentual en el Índice del costo de vida ariación porcentual en el índice de ptecios mayo , ristas, excluidos los agro pecuarios, 3. Variación porcentua) en el tipo de cambio en el trimestre corrient ariación porcentual en el e, tipo de cambio en el trim ariación porcentual estre anterior, medida sobre el promed en el producto interno bruto a precios cons io móvil de tres trim tantes, estres, 6. Vatiación porcentual en el índice de la tasa de salarios en el trim corriente, estre 7. Variación Potcentual en el índice de la tasa anterior, de salarios en el trim estre 8. Variación porcentual en la liquidez Primaria 9. Variación Potcentual en el trimestre anterior , en la liquidez primaria, trimestres, promedio de los dos últi mos
corrientes en el nivel de precios que las de otros no fue posible verificar períodos, aunque la importancia relativa de los diferentes
260
3
“A variaciones en el tipo de cambio sobre el nivel de precios es también muy importante, pero no está bien claro cómo debería interpretársela. Si se traduce en una presión sobre los costos, cabría
esperar que el valor retrasado de la variable tuviese un coeficiente más significativo —tal como en el caso de los salarios—,; pero
en las ecuaciones del costo de vida ocurre exactamente lo contrario. Por cluidos tipo de luación
otra parte, en las ecuaciones de precios mayoristas (exlos bienes agropecuarios) la magnitud del coeficiente del cambio implica que la trasferencia inmediata de la devaa los precios no agrícolas representa una proporción mucho
mayor que la de los bienes importados en el costo de producción. * En consecuencia, es bastante probable que los aumentos en el tipo
de cambio también influyan sobre las expectativas de precios. Si esto es correcto, adquiere suma importancia a los fines de las políticas, porque un tipo de cambio más flexible podría generar menos
expectativas de futuras alzas de precios y tener, así, un efecto inflacionario considerablemente menor que el que surge de nuestras regresiones, las cuales reflejan las periódicas devaluaciones masivas que tuvieron lugar durante la mayor parte del lapso analizado.
Implicaciones para la política de estabilización En conjunto, la investigación empírica sobre la inflación en la
Argentina parece indicar que, pese a las evidencias de una sustancial capacidad ociosa durante la mayor parte del período que arranca en 1958, la expansión monetaria ha representado un papel
muy significativo en la determinación de la tasa de aumento del nivel de precios. Sin embargo, sería muy ingenuo considerar la relación entre oferta monetaria y precios como una simple relación causal, Los resultados empíricos también son compatibles con la hipótesis de que el origen de la inflación argentina podría hallarse pot el lado de los costos, pero que la fase actual a la que los precios son llevados hacía arriba por los incrementos autónomos de los costos depende de si la tasa de expansión monetaria va en aumento en relación con la del producto interno bruto, lo cual estaría influido por la tasa de expansión del crédito bancario al sector privado en relación con el aumento de los costos. Entonces, la cadena causal cierra el círculo y terminamos nuevamente en una digresión sobre huevos y gallinas. 13 Desde luego, la presencia de términos constantes negativos más bien elevados, pero estadísticamente insignificantes, en las ecuaciones de precios mayorístas torna algo dificultoso interpretar la elasticidad-precio con respecto al tipo de cambio. Debería señalarse también que, a raíz de la gravitación de
los productos alimenticios que son a la vez exportables en el índice del costo de vida, la importancia de las variaciones instantáneas del tipo de cambio sobre el comportamiento de los precios al consumidor no resulta tan rara, desde el punto de vista de la presión de costos, como en primera instancia
podría suponerse,
261
hi
Para quebrar esta circularidad, sería más provec
hoso abordar el problema desde el punto de las variables políticas que parecen influir sobre la tasade vista de crecimiento del producto interno bruto. Maynard y Van Rijckeghem dividieron el producto total real entre sector agropecuario pleando variaciones porcentuales (Za) y sector «resto» (Zr), y emestimaron la siguiente ecuación anuales para el período 1950-1964 (los errores estándar figuran paréntesis): 1 entre Lr
=
2,30
R* = DW
+
0,13(B, (0,04)
0,81 =
—
N
+
0,2202+—1,8 (0,05)
+
0,13Z, (0,09)
1,74
donde B, es el crédito bancario al sector «resto»; N, los sala pagados por dicho Sector, y rios Mt s, el valor en dólares bienes importados, excluidos los de capital, atrasados en un de los tercio de año, En vista de la envergadura de la expansión del crédito bánc relación con los aumentos ario en de salarios como determinante producción interna, si los ejec de la cupados por la estabilización peroutores de las políticas están preopiensan que no pueden crear una recesión suficiente en la eco nomía como para contener tale mentos (o suponen que otras pelíticas son más adecuadas paras aupropósito), deberían consider este ar la posibilidad de imponer restricciones monetarias de forma tal que afecten lo menos posi crédito bancario privado, ble el El otro determinante fundament al de la Expansión monetaria jando de lado las variaciones en las reservas de divisas) es, (de. luego, la financiación del défi desde cit Central, Cabe suponer, entonces del gobierno por parte del Banco , que en condiciones similare s los
una oferta generalmente limi tada a tasas de interés con troladas conduce a severos racionami entos crediticios, razón por la cual las empresas —que por lo común mantienen un nivel de efectivo nimo— se ven obligadas a mí. financiar cada vez más sus Operaciones
14 G. Maynard y Y. van
Rijckeghem, op. cif. Véase Rijckeghem, Stabilization también Willy van Policy ín an inflationary economy: Á Postinortesa, Bruselas, Vrije Universiteit Brussels, CEMS/12, marz o de 1972,
262
corrientes mediante un habilidoso manejo de sus cuentas por pagar cobrar. El efecto del crédito bancario resulta entonces extremadamente crítico. Cualquier restricción ulterior ocasionará probablemente una disputa general por la solvencia, que en el corto o mediano plazo puede acarrear presiones inflacionarias adicionales, Las
firmas que enfrentan una demanda menos elástica para sus productos tratarán de mejorar sus disponibilidades aumentando los precios, y aquellas que enfrenten una demanda más elástica pueden .—a menos que consigan tomar prestado en el mercado paralelo a tasas de interés mucho mayores— verse obligadas a reducir su producción o ir a la quiebra. Como señaló un observador de la experiencia brasileña, «el crédito bancario es el estrecho ápice de una
pirámide que soporta un volumen sustancialmente multiplicado de crédito entre empresas y de consumo. Si las autoridades tratan de contraer el crédito bancario, es entonces aplicable una teoría de dominó».+ Las otras variables que Maynard y Van Rijckeghem interpretaron como determinantes significativos de la tasa de crecimiento del sector no agrícola son las fluctuaciones en la importación y en la producción agrícola. Una política clave necesaria para asegurar
una sostenida expansión de la producción agrícola y de la capacidad
para importar es, como señalamos en la segunda parte, el mantenimiento del tipo de cambio «real», En consecuencia, los ejecutores de las políticas deben tener en cuenta que, aunque a primera vista la investigación empírica y el sentido común harían suponer que el ajuste del tipo de cambio de acuerdo con el aumento en el nivel de precios interno contribuye a la inflación, es un importante deter-
minante de la tasa de crecimiento del producto interno bruto, la
que a su vez parece influir sobre la tasa de inflación en medida mucho mayor que la devaluación. Esto sería todavía más correcto si, como ya señalamos, se adoptase una política más flexible de ajuste escalonado del tipo de cambio, de la que pudiera esperarse
una influencia menor sobre las expectativas de precios que las infrecuentes pero grandes devaluaciones del pasado, Por encima de todo, también debería tenerse en cuenta que, una vez producida una grave crisis del balance de pagos, a los ejecutores de las políticas no les queda otra alternativa que recurrir a la inflación de demanda,
sin reparar en la cantidad de desempleo que hubiera en ese mo-
mento o que ella pudiese provocar (véanse nuevamente las conclusiones a las que se llegó en la segunda parte de la obra).
Aunque de la investigación empírica se deduce que la presión de los salarios en la Argentina influiría sobre la inflación en grado menor que la tasa de crecimiento del producto interno bruto, la 15 Emile Depres, «Stabilization and monetary policy in less developed countries», en Jesse W. Markham y Gustav EF. Papanek, eds., Industrial orgamization and economic development, Boston, Houghton Mifflin, 1970, pág. 402, Otro comentario sobre el manejo del crédito como restricción al uso de la capacidad productiva en Brasil puede verse en Samuel A. Motley, «Inflation and stagnation in Brazil», Economic Development and Cultural Change, vol, 19, n? 2, enero de 1971, págs. 196-202,
263
«pansión monetaria y las variacione s en el tipo de cambio, sería injustificado extraer de esos resultados alguna conclusi ón política a. La presión de los salarios bien Podría ser una de las causas
La inflación «neutral» com o objetivo de política Creemos que el análisis preced ent dificultades que plantea el mov e ha puesto de relieve las enormes erse ráp
idamente hacía una nula (o inflación a «tasas internacionales») en un país inflación como la gentina, sea cual fuere la combinación de medidas de estabili-
sariamente sacrificarse por el bien común. Este tipo de argumento Pod ría aceptarse en una econom ía en la que la inflación hubiese sido rel ativamente leve y de corta duración, y,
de inflación «correctiva»,
264
a fin de ajustar las tarifas reales de
rr” bio, las tasas de interés y otros precios claves en relación con el nivel general de precios, para mejorar la distorsionada asignación
de recursos. El argumento que se opone más comúnmente a lo antedicho es que una vez que la economía se halla estabilizada tales ajustes pueden llevarse a cabo con más facilidad. Sin embargo,
desgraciadamente dicha táctica nunca fue puesta a prueba, porque cualquier estabilización que se alcanzaba por congelamiento no tat-
daba en ceder, dando lugar a una manteniéndose intactas muchas de precios relativos. Con frecuencia se oye decir que el estabilización se debe, simplemente, o fibra política o a la debilidad de
nueva escalada de las tasas y las mismas distorsiones de los fracaso de tales programas de a la falta de poder de mando los gobiernos. Desde luego, es
indudable que ningún gobierno puede llevar adelante una estabi-
lización o cualquier otro programa difícil sin un mínimo de determinación, eficiencia y autoridad;
pero resulta sumamente
extraño
que el problema de la factibilidad de una rápida estabilización en condiciones de aguda inflación secular no haya recibido mayor atención, Cuando los precios están aumentando más de un 2 % mensual, salvo que un congelamiento sea total y simultáneamente equitativo para la mayoría de los precios y retribuciones de los factores —si no para todos ellos—, el propio congelamiento im-
pone a breve plazo tan severas dificultades económicas a algunos
de los grupos «congelados» que las tensiones sociopolíticas resultantes se tornan insostenibles. Si, por otra parte, el congelamiento se mantiene durante un período prolongado —-p. ej., más de un año—, también será casi inevitable que alguna perturbación exó-
gena —tal como el fracaso de una cosecha o un cambio en el
mercado internacional— obligue a efectuar ajustes correctivos que resulten incompatibles con las condiciones del congelamiento. En resumen, los congelamientos en condiciones de inflación acelerada o galopante tienden a ser demasiado rígidos y prolongados como para adecuar los ajustes necesarios a las tensiones sociopolíticas, las perturbaciones exógenas y las distorsiones que deben corregirse antes de que la economía pueda ser descongelada sanamente. Si no es factible lograr una rápida estabilización, ¿qué alternativa queda pata evitar la inflación incontrolada o desenfrenada? Responder a este interrogante no es sencillo, pero, como ilustraron Maynard y Van Rijckeghem, dentro de las restricciones impuestas por los efectos retrasados de los factores causantes de la inflación sería posible lograr que esta fuese disminuyendo progresivamente en un
período de pocos años, acordando mientras tanto algunos aumentos
en los salarios reales sin reducir necesariamente el ingreso real de otros sectores, Esta solución prácticamente requeriría el consenti-
miento explícito o tácito de los grupos de intereses más poderosos
con respecto a una política de ingresos. Desde luego, sería vano
esperar que tales grupos presten ese apoyo en forma voluntaria,
sin que medie para ello algún incentivo atrayente (y también algunas penalidades efectivas). Uno de los atractivos más eficaces a los que el Estado podría
263
ir
para
poner en
pe in US iagún lugar a dudas que no está : dispuesto a permitir aumentos exorbitantes en los precios y salarios para modificar la distribución del ingreso real. Si bien en un principio ello podría acelerar la tasa de inflación, lugar, que el tipo de cambio, el Estado debería asegurar, en primer tasas de interés y otros preci las tarifas de servicios públicos, las os claves que están bajo su contro]
compensados, y fijarse en su favor nuevos incentivos —tales como contratos públicos a plazos largos, pago especialmente de los servicios prestados, y más rápido la depreciación inflacionari cláusulas de reajuste para proteger de a los contratos—, En realidad los salarios y precios establecidos en , blico es realmente extraordi el arsenal de medidas del poder púnario en la Argentina si el propone utilizarlas para un gobier etivo concreto y está prepar no se demostrar su determinación obj de que no atenderá más que ado para pias directivas, a sus pro-
Probablemente, disuadir a los
grupos de intereses de desviarse las directivas de la política de de ingresos requeriría mucho esfuerzo que lo que se cree menos si el gobierno demostrara emp adaptarse a las mismas reglas. El sector público no debería eño en que los empresarios privad esperar os firmen con zus sindicato s convenios
Este acercamiento quid Pro quo
más bien flexible.a la política estabilización, junto con la de incertidumbre acerca de las la necesidad de ajustar en for finanzas y ma realista la política sobre para acomodarla a las tensione la s sociopolíticas, perturbacion marcha es exó266
rm enas y corrección de las importantes
p O *
distorsiones
de los precios
relativos, sugiere que el progreso hacia la estabilidad de precios sería, en el mejor de los casos, lento y tal vez bastante irregular. Por lo tanto, lo más adecuado para tal estrategia política debería seruna inflación «neutral», en el sentido de que el nivel de precios podría continuar subiendo más rápidamente que las tasas internacionales por un período indefinido, y que la política estaría encaminada, en esencia, a corregir las distorsiones provocadas por la inflación o a prevenir que vuelvan a producirse. El objetivo de Jos ejecutores de las políticas consistiría en tratar de lograr que la tasa de inflación pudiera predecirse con cierta exactitud, y que todos los precios
claves subiesen
aproximadamente
medida. Este tipo de política tendría mayores
en la misma
posibilidades
éxito si las rigideces convencionales fueran erradicadas
de
de la eco-
nomía lo antes posible, En el sector público, por ejemplo, sería necesario que la base impositiva fuera más elástica a los precios, convirtiendo los impuestos específicos a una base ad valorem y
ajustando los pagos atrasados por la pérdida en el valor real desde
el momento en que se incurrió en la deuda; asimismo, tendría que asegurarse un mayor acceso del sector público al mercado de capitales por medio de la revaluación de las emisiones de los títulos del Estado, de modo tal que estos volvieran a ser atractivos para los ahorristas privados. Por el lado del gasto, el gobierno también tendría que tratar de ajustar sus criterios de inversión y procedimientos presupuestarios a las nuevas reglas de juego.** Las rigi-
deces análogas del sector privado tendrían que eliminarse mediante
revaluaciones y el empleo más intensivo de cláusulas de reajuste y similares, para proteger a los más vulnerables de los estragos de la inflación y promover el resurgimiento de los tmercados financieros. Á tal fin, es imperioso poner en marcha una política de tasas de interés real positivas. Un vínculo más estrecho y efectivo entre ahorristas e inversores y entre prestamistas y prestatarios, en
un mercado financiero saludable, ayudaría a prevenir que las empresas locales más pequeñas caigan en manos de los usuteros del mercado monetario extrabancarío, Sin embargo, la política de estabilización o inflación neutral que hemos expuesto casi seguramente fracasaría si la tasa de crecimiento económico no fuese más sostenida que en el pasado, debido a la reiteración de las agudas crisis del balance de pagos. El principal propósito de la estrategia sugerida es mantener la economía lejos de las marchas y contramarchas, para poder así —por primera vez en una generación— disfrutar la sana experiencia de un creci-
miento sostenido, En la medida en que la ley de Verdoorn sea
efectiva, el crecimiento sostenido también ayudará a mejorar la productividad y, como consecuencia, a apaciguar un tanto la áspera lucha por la distribución del ingreso, mucho más difícil de modificar cuando el total del ingreso real per cápita no crece o lo hace 16 Para un estudio de esta cuestión, véase Richard D. Mallon, «Planning in crisis», Journal of Political Economy, vol. 78, julio-agosto de 1970, segunda
parte.
267
de las Exportaciones, tanto trad Bien cabría esperar que la aper icionales cuanto no tradicionales, Portamiento más disciplinado tura de la economía hacia un comen cuanto a precios y a cali dad y cados de factores y bienes, para posibilitar, de esta man era, un Hlayor acercamiento al plen o empleo sin originar pres iones de demanda inflacionarias.
Conclusiones
En este capítulo hemos trat ado para identificar el factor resp de demostrar que una tentativa onsable de la rápida y prolon gada
Una estrategia política suficienteme nte flexible como para responder a las tensiones sociopolíticas resu nas y las incertidumbres de maneltantes, las perturbaciones exópera más adecuada que los fraca sados programas de estabilizaci ón y congelamientos con que intentó hacerlo en el pasado. se La estrategia propuesta de estab il;. zación de los precios relativos podría ser denominada, más exac ta. mente, política de inflación reut consistiría en tratar que la inflral, porque su principal objetivo ación fuese más predecible y provocara tantas distorsiones, no más que en eliminarla por comp leto, Sin duda, muchos argentinos infl uyentes continuarán insistiendo en
las excesivamente restrictivas o irresponsablemente expansivas políticas que han sumido al país en marchas y contramarchas durante
10
p
casi una generación; pero si surgen nuevos conductores para ofrecer a la Argentina una alternativa viable, tal vez el agotamiento de la política económica de impasse les permita obtener el apoyo popular para llevar a cabo algo parecido al programa político que expusimos en estos capítulos,
269
1
Conclusiones
En este libro hemos procurado analizar
las persistentes crisis que sufrió la política económica argentina después de siete décadas de notable -—si no siempre extraordinar io— crecimiento económico. Hasta 1930, dicho crecimiento estuv o basado, principalmente, en la dinámica expansión de la producción agropecuaria destinada a la exportación; pero aun después de producida la Gran Depresión la economía argentina, tras recuperarse rápidamente, continuó creciendo en forma satisfactoria ——por lo menos, en comparación con la mayoría de los otros países dura nte ese período-— merced a la aceleración del ritmo de industrializaci al final de la Segunda Guerra Mundial ón interna. Por lo tanto, el país se hallaba en una posición muy sólida: su ingreso per cápita era, cuando menos. tan alto como el que prevalecía en Europa meridional; tenía una estructura de producción diversificada y pote ncialmente apta para la expansión futura; contaba con sufic ientes reservas de oro y divisas como para pagar con creces las impo rtaciones normales de un año, y el mercado internacional estaba ávido de comprar sus exporta. ciones a los precios más altos que se recordasen. Sin embargo, durante el cuarto de siglo siguiente, goría de potencia industrial la Argeen vez de elevarse a la catentina apenas fue capaz de acrecentar su ingreso real per cápita en un insignificante promedio anual del 1 9%. Las explicaciones de por qué la Arge ntina no fue capaz de sacar mayor provecho de sus posibilidades discrepan ampliamente, pero por lo general han estado centradas en la búsqueda de un chivo emisario: la mala conducción de Peró n, la existencia de gobiernos débiles en los últimos años, la ortodoxi a del Fondo Monetario Interna cional, la incapacidad para levar adel
de las instituciones socioeconómicas exist ante una reforma total carácter nacional, las acechanzas del exter entes, la intransigencia del ior, o simplemente la poca habilidad de los argentinos para vivir de acuerdo con sus propios medios. Todas estas explicaciones pued en ser correctas en alguna medida, pero a lo largo de este libro se ha sostenido que la causa fundamental del semiestancamiento y de la gran inestabilidad cícli. ca de la economía residió en que la cond debidamente adaptada a las condiciones ucción política no estuvo de una sociedad conflictiva. Por lo general, en este tipo de sociedad es no existen procedimientos aceptados o reglas de juego para conci liar las demandas divergentes sobre recursos limitados, generadas por enfrentamientos sectoriales y por la lucha por la distribución del ingreso. Sin embargo, es necesario que las políticas monetaria, fiscal y cambiaria —las ma-
270
"—
nte estaeropolíricas mediante las cuales el Estado puede realme ad de los ibilid dispon la y ción utiliza la entre brio blecer algún equili — sean elaboradas en forma tal que permitan movilizar el recursos apoyo
?
de una coalición Je fuerzas suficientemente poderosa como
para sostener al gobierno en el poder. En otras palabras, en ausen-
,
+
eon
entaría, a todas cia de una dictadura represiva —la cual repres uces, un paso atrás en el desarrollo de instituciones mediadoras
en la Argentina— las políticas macroeconómicas tendrán que ser compatibles con las reglas de juego que cada gobierno sucesivo, con
una base de sustentación diversa y variable, pueda negociar. Antes de exponer en forma sucinta lo que tal condición implica
para el planteamiento y conducción de las macropolíticas, sería conveniente pasar revista a las razones por las cuales los programas políticos argentinos no se han adecuado correctamente a las restricciones económicas y políticas existentes y, en ocasiones, hasta
han parecido destinados a destruir a la sociedad. Estas razones pue-
den ser agrupadas bajo dos títulos generales: 1) la alienación sociopolítica de la sociedad argentina, y 2) dilemas económicos de los países semiindustrializados.
La alienación sociopolítica de la sociedad argentina Después de producida la Gran Depresión, el vuelco en la estrategia de desarrollo económico
en la Argentina hacia una más
rápida
industrialización y urbanización desplazó, naturalmente, el asiento
del poder económico, que hast1 entonces se hallaba en manos de los intereses agroexportadores. Este creciente desplazamiento estuyo acompañado también por una consolidación del sentimiento nacional-populista contra el metropolitanismo liberal de la élite que había conducido al país durante el período previo de crecimiento orientado hacia la exportación. Este cambio en la base del poder económico y el despertar del nacional-populismo no se concretó en un esfuerzo coherente para movilizar los nuevos intereses industrialistas, de los trabajadores urbanos y de otros grupos conexos en apoyo de un nuevo consenso nacional, Tal vez la herencia paternalista del gobierno elitista, la naturaleza inmigratoria de la población, la gran dependencia del país con respecto al capital y el empresariado extranjero, así como también otros factores sociales e históricos, no hayan permitido a la sociedad prepararse adecuadamente para esta difícil tarea; pero, cualesquiera que sean las razo-
nes, la causa inmediata del fracaso en proveer una salida política
organizada para estas huevas fuerzas fue la decisión de los militares
de asumir el control directo del poder.
Imposibilitadas de participar plenamente en el poder y liberadas de la necesidad de construir una coalición política de amplia base,
capaz de asumir la responsabilidad del mando, la mayoría de estas
nuevas fuerzas optaron por retirarse, formando pequeñas asociaciones o grupos dedicados a presionar por el logro de beneficios
271
A
para sus estrechos intereses económicos e ideológicos. Cuando (inalmente surgió el carismático líder que portaría el estandarte del nacional
-populismo, manifestó una tendencia a imponer una con. ducción personalista y semiautoritaria en favor de algunos grupos de intereses y en detrimento de la mayoría de los otros. Esta experiencia peronista no solo reforzó las enconadas divisiones polí. ticas de la sociedad argentina, sino que persuadió a muchos de sus miembros de que la única manera de mejorar su condición era empeorando la de sus adversarios, principio totalmente contradictorio con la psicología de una sociedad pluralista y progresiva, La agudización del conflicto entre grupos intransigentes también tendió a reforzar las actitudes no pragmáticas problemas y en la ejecución de las políticas en la solución de los . La sustitución unilateral de la teoría por el análisis concreto no solo impidió la búsqueda de políticas más racionales, sino que a veces condujo a curiosas contradicciones, Así, la reacción de los que se sintieron dañados
por el abuso de poder del Estado durante
fue tratar de lograr que nunca más volvierael régimen de Perón abusos, para lo cual destruyeron registros, n a cometerse tales zaciones de servicios técnicos y estadísticos, desmantelaton Organiy debilitaron la autoridad central, perjudicando de esa manera la capacidad del sector público para funcionar eficientemente, circunst ancia que contribuyó
al desorden fiscal que más tarde llegó a trastocar
la economía argentina. Asimismo, el ideal de un mercado libre de trabas como árbitro neutral de la asignación de recursos fue abrazado a la vez por exportadores agrarios y empresarios industriales, contradicción alguna entre la concesión de tasas quienes no vieron tección, exenciones de impuestos u otros favores especiales de prodiscriminatorios, por un lado, y el libre juego del mecanismo de los precios de mercado, por el otro. La fuerte atracción de la ideologí a del economismo, reforzada por la común actitud de los tecnócratas al sostener que la economía de compromiso era trivial y, en el mejor de los casos, inefectiva, también contribuyó, sin duda, a la obstinación con que los ejecutores de las políticas insistieron en romper lanzas contra las viejas paredes de siempre, Ningún gobierno del período en estudio demostr ó con sus acciones una clara concepción del método mediador en la ejecución de las políticas, método que, como hemos sostenido, es el único que tiene posibilidades de alcanzar éxito en las sociedades tivas. Debe hacerse hincapié en que esta actitudpluralistas conflicrequiere que la «satisfactoriedad» remplace a la optimización en la selección de las metas políticas, y que la ejecución de estas debe como un proceso secuencial, en el que las medidas ser considerada están sujetas a constante revisión y reajuste a Ja luz de sus efectos a corto plazo. De este modo, los ejecutores de las políticas mediadoras están obli. gados a seguir estrategias muy flexibles e incrementalistas, para poder mantener así el adecuado apoyo de amplias coaliciones políticas de diferentes grupos de intereses y facciones . En contraste con ello, desde la Segunda Guerra Mundial todos los gobiernos 272
Me
TÁ
orar
vv” argentinos, O bien ignoraron la necesidad de atenerse a las restricciones que imponen las coaliciones políticas, o bien se encasillaron en posiciones inflexibles que no dejaban margen para negociar apoyo político.
,
.
o.
,
Ejemplos elocuentes de violaciones de las reglas de política media, dora en la reciente experiencia argentina son, en orden cronológicosu para apoyo de coalición la renegociar en Perón el fracaso de cambio de política con respecto al capital extranjero -—a comienzos de la década del cincuenta— y las medidas tomadas por el régimen de Aramburu que lo distanciaron de las organizaciones obreras,
a pesar de que el apoyo de estas hubiese sido esencial para lograr
su objetivo de restaurar una democracia efectiva. Á su vez, Frondizi dio un vuelco total a su política en 1939, pero no se concedió suficiente flexibilidad con respecto al tipo de cambio y demás políticas como para encarar más tarde los problemas del balance de pagos y el empleo. La «terapia de choque» de las restricciones monetarias adoptadas en 1962 coincidió con un breve período de guerra civil, durante el cual fue imposible negociar ningún programa económico, en tanto los sistemas monetario y fiscal se sumían
en un atolladero que perjudicó seriamente al gobierno posterior de
Illia, Este demostró mayor flexibilidad económica, pero rechazó de
plano una ampliación de su base política que diera apoyo a su programa y le permitiera mantenerse en el poder, Tras el derrocamiento del gobierno radical, Onganía se propuso resolver los problemas económico, social y político del país en etapas sucesivas; confió la primera de ellas a Krieger Vasena, quien nuevamente se encasilló en un congelamiento de precios y salarios con un tipo de cambio fijo, medida que, como quedó demostrado, era demasiado
rígida para enfrentar los acontecimientos económicos posteriores
y la alienación sociopolítica de gran parte de la población. Despues de la caída de Onganía, sus sucesores continuaron la lucha —también sin éxito— por llevar adelante un programa económico que
gozara del beneplácito de una coalición política viable,
Esta lamentable experiencia de alienación y frustración solo puede ser comprendida si se la encuadra en los muy espinosos problemas
económicos que enfrentaban los países semiindustrializados como la Argentina. Tales problemas no se avienen así como así a las solu-
ciones rápidas y simples. Por ejemplo, la tentativa efectuada en la segunda mitad de la década del cincuenta para restaurar más
fuertes incentivos de precios mediante una devaluación y la libe-
ración de controles originaron serias dificultades, a causa de los retrasos en la respuesta de la economía a los cambios en los precios relativos, la persistencia de una demanda postergada de importaciones y los cambios imprevistos en la composición del gasto y la distribución del ingreso. Otros de los factores que en los últimos años obstaculizaron la aplicación de los programas económicos
fueron las periódicas oscilaciones en el ciclo ganadero, los impre-
decibles cambios en las expectativas inflacionarias de precios y en la demanda de dinero, el deterioro en la disciplina y control fiscal, y fluctuaciones exógenas en las condiciones climáticas y en los
213
términos del intercambio externo. Desde Juego, factores análogos a comunes que preocupan a los ejecutores de las políticas en todas partes, pero las peculiares que presentan en la Árgentina los hacen especialmentecaracterísticas difíciles de manejar, estos constituyen riesgos
Dilemas económicos de los países semi industrializados La mayoría de los países semiindustriali zados en el mundo contem. poráneo —al ígual que muchas de las potencias industriales avanzadas durante sus primeras etapas de crec imiento— alcanzaron su actual situación tratando de forzar el paso por medio de la sustitución de importac de su desarrollo interno iones, para “atenuar su dependencia con respecto a las fluctuacio nes del balance de pagos externos. Al mismo tiempo, han tenid o económicos para brindar una participac que adecuar sus sistemas ión más amplia a los nuevos y mejor organizados grupos de intereses, y hacer lugar a la urbanización acelerada y los profundos camb ios en los hábitos de los consumidores que trae aparejada la mode rnización. La conciliación de estas trasformaciones en el marco de las restricciones institucionales y de recursos existentes —par a un grado tolerable de estabilidad económic asegurar, de esa manera, a demandado un gran despliegue de habil externa e interna— ha idad política y capacidad de conducción macroeconómica, que pocos paces de alcanzar conservando un efectivo gobiernos han sido capluralismo político. En lo que respecta a la estabilidad exter na, una de las principales fuentes de dificultades reside en que el mecanismo de ajuste del balance de pagos de los países semiindustriali zados es menos auto. mático que lo que tiende a ser en las nacio nes menos desarrolladas, a la par que es menos sensible a los preci os que en las economías industriales avanzadas. En los países semiindustrializados, la producción primaria para exportación ya no es esencial del nivel de ingresos y gastos inter más un determinante nos, pero todavía representa la mayor fuente de divisas, por lo que una disminución (expansión) de la producción primaria no gener reducción (alza) de la demanda de divis a automáticamente una as que compense las £luctuaciones en la oferta, Además, los biene s no primarios producidos al amparo de elevadas barreras proteccion istas son, en general, extremadamente no competitivos a nivel internacional, y la mayoría de las importaciones no pueden competir con la producción interna por la misma tazón. Si a estos factores se agrega el hecho de que los movimientos internacionales de capit al riaciones en las tasas relativas de inter no responden a las va. eses como en los países avanzados, no debe sorprender que el balance de pagos en las economías semiindustrializadas sea meno s sensible a las variaciones a corto plazo en las tasas de interés y en el tipo de cambio. Para resolver las apremiantes crisis de sus pagos externos, los países como la Argentina se ven obligados a depender en gran medida de
274
,
r y redistribuir el ingreso las políticas internas encaminadas a reduci acatiea un alto costo mente usual o y el gasto nacional, cuyo manej social.
ñ
de En la Argentina, esta desventaja se ve agravada por el hechoente
ipalm que las exportaciones primatías están compuestas princ precios or bienes agrícolas, cuya oferta tiende a ser inelástica a los cción, el en el corto plazo debido a la duración del período de produ genencias, existe de nivel el al, region alto grado de especialización su difusión y la agríco ión tigac inves la en atraso el y ralmente bajo, precio de la entre los productores. Por otra parte, la elasticidaddos o tres de do perío un te duran la anóma es oferta de ganado la carne de precio el en años, en el sentido de que un aumento de la uso el por ten compi que ctos con respecto a los demás produ propor: mayor una r retene a ieros estanc los a e induc misma tierra guiente reducción de animales para engorde y cría, con la consi a, en el memaner esta de ; adíos sembr a ción del área destinada la de granos. o cuant carne de oferta la tanto nuye dismi diano plazo ctos agtoprodu los que de Adquiere más importancia aún el hecho ivamente relat rción propo una n ituye const n tació pecuarios de expor cual. que modo de grande del presupuesto familiar en la Argentina, tras-
se quier aumento significativo en los precios de exportación nes por presio genera y o intern vida de costo al iato de inmed
lada imento pata aumentos de salarios que lo compensen. Este imped ecuarios agrop vos relati s precio los de una mayor flexibilidad
y
tiemn—combinado con la gran inestabilidad de estos a lo largo delel valor en nes uacio fluct s po, debido principalmente a las brusca cial real del tipo de cambio— ha hecho mermar en forma sustan dos perío con as las inversiones en equipos especializados y en mejor unos y
de amortización relativamente largos, a despecho de que agropeotras son imprescindibles para aumentar la producción cuaria. Guerra MunDespués de un breve apogeo posterior a la Segunda nuyó y perdismi inas argent nes tacio expor las de dial, el producto s anuales dólare de es maneció estancado en menos de 1.000 millon o de la mient creci rápido del pesar A a. hasta la década del sesent interna cción produ la ores, anteri años e quinc los te duran industria los mía econo la a r istra sumin no estaba todavía en condiciones de poco tampo cuales los n, itaba neces se que bienes manufacturados ajustada de dían importarse a raíz de la permanente situación políticas las a vuelco un dar ó divisas. En consecuencia, se decidi para país al o ingres el jero extran l capita al tando anteriores, facili sideónica, electr , otriz impulsar el desarrollo de las industrias autom s. La nueva rúrgica, química y otras de bienes durables e intermedio a del sector técnic ión ormac trasf ar tacul espec una jo política produ de capital, uso el en ivo industrial, que se tornó mucho más intens ntes a crecie os mient rendi a sujeto y icado tecnológicamente sofist nte icame práct escala. Al mismo tiempo, el empleo industrial cesó de favor en aguda forma en giró de crecer, la composición del gasto crela y n, tació impor la de es dient depen los nuevos bienes más más especialiciente demanda de divisas para comprar maquinaria
275
vi zada e insumos industriales desembocó nuevamente en desequilibrio del balance de pagos, una vez que cedió un grave la fugaz oleada de entrada de capitales. Estas difícultades del balance de pagos se agudizaron los igualmente serios y estrechamente relacionados aún más con problemas del mantenimiento de la estabilidad interna. Durant e el cuarto de siglo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, el internos de la Argentina creció a un promed nivel de los precios io superior al 20 0% anual, y en uno de los años excedió del 100 %., problema de la inflación es universal, particularme Desde luego, el nte en los países semiindustrializados; pero en las sociedades conflictivas en transición —como la argentina— la lucha por la distribución del ingreso ha hecho casi imposible conciliar los reclamos sobre los limitados recursos solamente a través de macropolíticas. Sin embargo, todas las administraciones argentinas, más tarde o más temprano, se vieron obligadas a tratar de detener la inflaci ón, mediante restricciones monetarias o fiscales ortodo por lo general xas o por medio de tentativas de congelamiento de precios y salarios. En vez de atenuar el aumento del nivel de precios, la mayorí a de estos esfuerzos dieron como resultado una reducción del nivel de la actividad económica, y aun aquellas tentativas que en un principio mostraban algunos indicios de éxito terminaron eventu almente en una renovada espiral salarios-precios-tipo de cambio. Pero lo que resulta más grave aún es el hecho de que, en lugar de ciones económicas y los instrumentos polític proteger las instituos de la grave erosión inflacionaria, la frustrada preocupación de los por la eliminación de esta Hevaron a la virtual sucesivos gobiernos destrucción de los mercados de capitales anteriormente bien organizados, a la pérdida del control gubernamental sobre el mercado moneta fiscal, a tremendas distorsiones en los precios rio y el sistema relativos y en la remuneración de los factores, y 2 una redistr ibución del ingreso en detrimento de los grupos de la sociedad débilmente organizados y más vulnerables, produciendo así la ulterio r alienación de otros sectores de la poblaci
ón,
Políticas
mediadoras
alternativas
El remedio más difundido para la resolución del tipo de problemas que acabamos de describir es la instalación de un «gobierno fuerte», capaz de imponer un ordenamiento económico racional. En la práctica, tal gobierno termina por ser o bien personalista, o bien de un solo partido, o bien una dictadura milita r, El mayor problema que plantea esta clase de solución institucio nal es que aquellos que son más diestros para adueñarse del poder para manejar la economía, y una vez estab rara vez resultan aptos lecidos no hay forma de quitarlos del medio, salvo con la ayuda de aventureros políticos aún más diestros para tomar el poder (y tal vez menos aptos para la conducción económica). Sea como fuere, el empleo de la fuerza 276
0 - mp
políticas desemboca en en Jugar del compromiso para imponer lassectoriales y en la lucha entos una polarización de los enfrentami s políticos ideolóy la distribución del ingreso entre movimiento evitada ampliando icamente opuestos. Esta salida solo puede ser mico, que la participación efectiva en los planos político y econó
dictadura «benigna» aun en el caso de ser llevada a cabo pornesunamedia doras capaces de requiere el fortalecimiento de institucio de intereses. Por s grupo tos distin los resolver los conflictos entre nativas tal vez alter doras media cas políti de eda búsqu la lo tanto, por parte de menos al o, futur continuará indefinidamente en el de que surja a algun d ilida posib existe no aquellos para los cuales destierre que social ma un rey filósofo o de que se implante un siste os. por completo los conflictos human
para posibiLas principales sugerencias contenidas en este estudio s de ser cione condi las litar la utilización de un método que reúna de las satisfactorio,
secuencial e incrementalista
en la ejecución
una mayor políticas en la Argentina tienen como propósito lograx nes
ria a las institucio flexibilidad y proteger de la erosión inflaciona incentivos y los inlos ca, políti de os ument instr
económicas, los ce de pagos, se gresos de los más vulnerables. Con respecto al balan proteger al tipo en tía consis tante sostuvo que la medida más impor real, es decir, valor su en nes uacio fluct as brusc de cambio de las de la moneda valor el te mantener o acaso incrementar gradualmen Si —tal nos. inter os preci de nivel el extranjera en relación con ser puede no na inter ción infla la — libro este en ene como se sosti comla , y nales nacio inter eliminada totalmente o limitada a tasas
le, la única pleta flexibilidad del tipo de cambio resulta inalcanzab ños ajustes peque de ca políti una ar adopt en ste consi ativa altern magnitud, poca de nes uacio deval en este por medio de frecuentes
el tipo de para mantener su paridad real. La política de fijar por meente dicam perió cambio a una paridad nominal y ajustarlo de los ía mayor la por uida —seg as dio de devaluaciones masiv dad abili inest gran una ca provo do— pasa el en tinos gobiernos argen , tados impor e tados expor s de los precios relativos de los biene de do merca el en ón ulaci espec voraz una extrema incertidumbre, n y de los cambios y el deterioro de los incentivos pata la exportació ipal
princ términos del intercambio internacional. La otra política de com-
sugerida para promover la estabilidad externa es tratar ial, es sector pensar, al menos en parte, los efectos del dualismo nte comnalme nacio inter rio prima decir, la existencia de un sector Si los serlo. de lejos está que dario secun uno con petitivo junto razopor arriba hacia ibles precios relativos agropecuarios son inflex n puede no es trial indus vos relati os preci nes sociopolíticas, y los la ces, enton plazo, no media o corto el en nte icame drást reducirse dad ctivi produ la en as mejor única alternativa posible es promover
Con el agrícola y subsidiar las exportaciones no tradicionales. aría una del tiempo, esta combinación de políticas origin
trascurso permitiría expansión más acelerada del ingreso de divisas, lo cual en la ones tensi las ir reduc país, del o mient creci elevar la tasa de
nte más lucha por la distribución del ingreso y hacer eventualme
277
factible la introducción de reformas de mayor alcance en la asignación de recursos. Para prever las fiuctuaciones a corto plazo también se sugirió adoptar políticas explícitas de precios y de ali-
mentación animal, a fin de atenuar el ciclo ganadero y reforzar
el programa de paridad de precios para la agricultura, Con respecto a la inflación, se ha sostenido que perseguir el obje. tivo óptimo de una total estabilidad de precios acaso sea contra. producente en las condiciones que predominan en la Argentina. Las medidas necesarias para imponer la «inflación nula»
tendrían que ser demasiado rígidas para evitar las tensiones sociopolíti cas, las distorsiones de los precios relativos y las perturbaciones exógenas. De cualquier manera, las causas de la inflación argentina que hemos señalado son demasiado complejas como para incorporarlas a alguno de los modelos estándar de costos o demanda, efectos retrasados de las variables causales, los determinan y los tes de la demanda de dinero y el papel desempeñado por las expectativas de ingresos y de precios no se conocen lo suficiente como para trazar un programa antiinflacionario muy preciso. Por lo tanto, sería preferible concentrarse en tratar de elaborar una política de inflación neutral, o de estabilización de los precios relativos, a fin de prevenir de la erosión inflacionaria los indicadores sitan para mejorar la asignación de los recursos. Si se que se necea los grupos de intereses de que no pueden validar convenciera sus reclamos de una mayor proporción de recursos con exorbitantes demandas de salarios y precios, también sería posible llegar a un acuerdo sobre una política de ingresos que podría reducir la tasa de inflación a lo largo del tiempo, Una política de estabilización de precios relativos debería trarse en aquellos precios clayes que son más importante concen» s para la
determinación de la asignación de recursos. Aparte
de la tasa de cambio y de la relación de precios carne/cereales, también debería darse especial prioridad al mantenimiento de una tasa de interés «real» positiva, para ayudar a reconstruir los mercados internos de capitales; de esta manera, el sector público y las empresas privadas nacionales -—que, a diferencia de las empresas más grandes y de las extranjeras, no pueden satisfacer sus requerimientos financieros con sus propios ahorros ni con el crédito bancario cuando este se halla racionado-—— no se verían forzados a financiarse imprimien do moneda, posponiendo los pagos de impuestos o de previsión social, o recurriendo a los usureros. El mantenimiento de la tasa de interés «real» también contribuiría a restaurar el control efectivo del Banco Central sobre el mercado monetario, que quedó sin efecto durante las décadas del cincuenta y del sesenta a causa de la veloz expansión de los intermediarios financieros no bancarios. En otros países, la revaluación de los pagarés y otros de deuda ha demostrado ser un medio apropiado instrumentos para obtener buenos resultados. Entre los precios claves que deberían ocupar la atención de los ejecutores de las políticas cabe mencionar también las tarifas de los servicios públicos y las tasas de impuestos, que deben ser protegidas de la erosión inflac ionaria por un ajuste 278
más oportuno, el empleo generalizado del criterio de valuación ad bien provaloren, en lugar del específico, y otros procedimientos bados.
Tal vez la conclusión más importante de este estudio resida en que, siempre que el equilibrio en los pagos externos sea mantenido
or medio de una sana expansión de las exportaciones, la estabilidad de los precios y el crecimiento serán complementarios, y no
antagónicos. En ausencia de una tasa de crecimiento económico
que la satisfactoria —por lo menos, dos o tres veces más elevada sus con décadas últimas dos las en Argentina la que pudo alcanzar
líticas de bruscas marchas y contramarchas—, es muy poco factíble que las tensiones de una sociedad conflictiva puedan aliviarse Las preservando al mismo tiempo la forma pluralista de gobierno. probabilidades que le caben a la Argentina de obtener éxito en estos difíciles esfuerzos dependerán de muchos factores; uno de
los más importantes radica en si los conductores de las políticas
pueden formarse una idea sobre el grado de apertura que pretenden para su economía y, a partir de ella, diseñar y poner en práctica un programa congruente con esta decisión. Su tarea se vería
facilitada en gran medida si pudiesen contar con un grupo de tecnócratas pragmáticos no comprometidos con alguna norma ideal de comportamiento económico. La provisión de esta clase de análisis y sugerencias constituye el mayor desafío para quienes tienen voca-
ción por el desarrollo económico, especialmente cuando son más y más las naciones que se incorporan al conflictivo grupo de las semiindustrializadas,
219
Apéndice
1.
€
La demanda
de dinero
Los autores han efectuado una elevada cantidad de experim
entos de regresión sobre los determinantes de la demanda de dinero en
la Argentina, En una serie de ellos se utilizó la oferta monetar ia como variable dependiente, y diferentes combinaciones y especificaciones del producto interno bruto, expectativas de precios y tendencias cronológicas, como variables explicativas o indepen dientes. Áun cuando en la definición de la oferta monetaria utilizad a
en algunos de los ensayos se incluyeron los depósitos de ahorro
plazo fijo en los bancos, los mejores resultados se obtuvie y a ron empleando una definición más restrictiva: la de billetes y monedas y depósitos en cuenta corriente (definida comúnmente como M4). La ecuación de regresión más satisfactoria fue la siguiente (basada en datos trimestrales para el período 1956-1 a 1967-11):
(11)
la M = 1,045 +- 1,252 In z — 0,009 P* — 0,305 In T N (3,671) N (3,459) (17,786)
R?* = 0,883, D-W = 0,615
donde ln M/N es el logaritmo de la oferta monetaria per cápita
deflacionada por el índice del costo de vida —billetes y moneda s en circulación fuera de los bancos y depósitos en cuentas cotrientes— (véanse los cuadros C-1 y C-4); In Y /N, el logaritmo del producto interno bruto per cápita a precios de 1960, medido como promedio móvil de tres trimestres (véanse la sección 2 y el cuadro 6); P*, la variable expectativas de precios con un esquem a de ponderación de 0,7 (véase el cuadro C-3), y In T, el logaritmo
de una variable temporal. El R2 es el R? ajustado por grados de
libertad, y las cifras entre paréntesis debajo de los coeficientes son
valores del estadístico £.
En otra serie de experimentos, la velocidad moneda (el cociente entre oferta monetaria bruto) se utilizó como variable dependiente, riables independientes fueron las mismas de
de y en la
circulación de la producto interno tanto que las vaversión anterior.
Esta especificación de la relación entre moneda y otras variabl es
económicas resultó superior en el sentido de que no solo produjo
un R* más elevado, sino también que el estadístico Durbin-Watso
n mostró menor probabilidad de correlación serial en los residuos,
Cuadro (+1. Oferta imonctaria, promedios trimestrales
(en miles
Trimestre
Promedio
de millones de pesos).* Promedio Trimestre Año AKXASÓÁ 43,0 1 1955 45,1 TI A
1956
1957
100 IV
436 48,5
1 II YI
53,2 53,1 54,2
IV 1 II TI
57,0 63,0 63,6 63,4
IV
64,7
TI TIT IV
71,8 76,8 90,2
1939
1 11 TIT IV
105,9 113,7 120,4 132,2
1960
1 TI
146,6 154,3
TIT
162,3
IV
167,6
1
181,4
111
186,1
1961
1962
1963
1964
a La oferta monetaria
TT IV
209,9 210,7
1 IL TII
223,9 234,7 246,2
IV 1 TI TI
266,6 293,1 326,1 343,1
IV
370,7
404,5 424,9 440,4 462,6
1966
I TI uI TV
3044 531,0 567,3 618,5
1967
1 Y
673,9 723,3
YI
763,1
IV
803,0
1
369,2
111
982,8
1968
TI IV
193,5
IV
207,4 208,6
1
184,9
TI
1 11
11 TI 1v
1965
70,0
1
1958
—Aqr
Año
.
se define como los billetes y monedas
923,9
1.043,3
fuera de los
bancos y saldos en cuentas corrientes (medios de pago de particulares). A raíz
de las huelgas bancarias, fue necesario interpolar datos para febrero de 1938 y abril y mayo de 1959. suFuentes: Banco Central, Estadísticas monetarias y cambiarias, 1940-1960, plemento del Boletín estadístico, n* 6, junio de'1962, y Boletín estadístico, varios números,
Se hicieron algunos intentos para incluir variables ficticias en la ecuación, a fin de registrar las fluctuaciones estacionales en la velocidad de circulación, pero los mejores resultados (basados en datos trimestrales para el período 1956-1 a 1967-11) fueron:
(1.2)
M Y
=
2,938 —
0,009 P* — 0,435 In T (28,029) (3,734)
R2 = 0,945, D-W
=
1,361
donde Af son los billetes y monedas y depósitos en cuentas corrienes; tes, e Y representa el producto interno bruto a precios corrient
281
-———q
Cuadro C-2. Estimaciones trimestrales del producto interno bruto a precios corrientes, Año
1956-1968
Trimestre
1956
1957
(indice
Deflacionador ajustado del PIB trimestral a
I
23,0
11 III IV
24,7 25,5 26,6
1
1960 = 100).
27,0
PIB a precios corrientes » 19,2
22,7 22,8 24,4 25,6
1
27,0
25,6
TII IV
32,2 33,6
30,2 30,9
1958
1 11 TU 1v
34.0 38,3 43,3 48,8
33,2 37,7 43,1 48,4
1959
I 11 TII 1v
61,1 79,6 91,1 960
63,7 76,9 81,2 83,5
1960
1 11 TII IV
97,3 99,7 100,7 102,4
93,3 98,2 101,9 104,5
1961
1 11 11
104,9 1126 119,0
123,7
111,5 123,8 129,3
1229
1962
I 10 HI IV
125,1 138,3 155,1 161,8
139,2 151,6 149,7 152,4
1963
I 11 II Iv
170,3 179,9 185,8 203,6
170,6 174,7 180,6 200,1
1964
I II YII Iv
220,0 229,3 2324 251,3
214,7 243.0 250,8 283,5
238,9
290,2
IV
1965
1966
282
1
TI 11 Iv
277,8 306,4 337,7
326,7 352,4 392,4
1 YT FET IV
338,2 357,0 370,3 409,7
372,0 427,0 4384 483,9
Cuadro C-2
(continuación).
A
Trimestre
Año
Deflacionador ajustado del PIB trimestral2 423,3
I
1967
1968
PIB a precios corrientes b
11
448,3
TIL
489,4
485,1
566,6 571,6
iv
528,6
604,7
i TI
539,0 537,1
623.6 683,1
estimaonador ajustado del producto interno bruto trimestral fue
a El deflaci bruto de acuerdo do prorrateando el deflacionador anual del producto interno de vida. El deflacionador con las variaciones trimestrales del índice del costo AL, Distribución anual del producto interno bruto se tomó de CONADE-CEP Aires, 1963, 5 vols, del ingreso y cuentas nacionales en la Argentina, Buenos hasta 1963, y de Banco cuadro 3-50, para el período que abarca desde 1956 período comprendido el para , números varios ico, estadíst Central, Boletín multiplicando el Íadas empalma fueron series dos entre 1964 y 1968. Las de la comparación dice del Banco Central por 1,04, factor que se obtuvo e al costo de los años inmediatos. Para la fuente del índice correspondient
de vida, véase el cuadro C4, b El índice del producto interno bruto
a precios corrientes
fue calculado
bruto trimesmultiplicando el deflacionador ajustado del producto interno constantes precios a bruto interno o product del al trimestr índice el tral por
que en cuanto a las otras dos variables (P* y ln T) y a las cifras la en dimos que iones definic mismas las rigen an, consign se aquí ecuación 1,1. Cuando se puso a prueba la ecuación con retrasos más largos para tolas expectativas de precios, los resultados fueron menos satisfac
rios. Por ejemplo, con un esquema de ponderación de 0,3 para retrasos distribuidos (en el que las variaciones de precios en el
período ¿-— 1 tienen la mitad de la ponderación que les correspondía en el esquema de 0,7), se obtuvieron los siguientes resultados:
=
y |3 |
(1.3)
R2 =
l
+
(véase el cuadro C-6).
2,941 —
0,012 P* — 0,430 in 7 (3,269) (26,95)
0,9415, D-W
=
1,248
residuos de la Otro hallazgo interesante consistió en que los las variae ecuación 1.2 están correlacionados negativament con e utiliposibl fue nos no cuando aun ciones en la tasa de inflación, deterde ones ecuaci las de ativo explic poder el r mejora zarlos para de sección a próxim la en minación de precios que comentamos este apéndice,
período Cuando la ecuación 1.2 fue ampliada hasta abarcar el coefilos 1968-11, el KR? disminuyó, la significación estadística de estadístico el y oró, deteri cientes de las variables independientes se serial Durbin-Watson mostró mayor probabilidad de correlación 283
"
«Ll p de Cuadro C-3ny. Esquemas de ponderación geométrica empleados en el
cálculo de variables P*.*
Pertogo 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27
Esquemas
01 0,10 0,09 0,08 0,07 0,07 0,06 0,05 0,05 0,04 0,04 0,03 0,03 0,03 0,03 0,02 0,02 0,02 0,02 0,02 0,01 0,01 0,01 0,01 0,01 0,01 0,01 0,01
0,72 0,18 015 0,12 0,10 008 0,07 0,05 0,04 0,04 0,03" 0,02 0,02 0,02 0,01 0,01 0,01
0,3 076 019 0,14 0,11 0,08 0,06 0,05 0,04 0,03 002
de ponderación
0,5 039 0,24 0,14 0,09 0,05 0,03
0,7 052 0,25 0,12 0,06
1,0 063 0,23 0,09
1 Las ponderaciones geométricas, multiplicadas por las variaciones de precios en los períodos correspondientes, fueron calculadas utilizando la (1—81)1, donde 31 =20/2+8, expresión y 3 es la ponderación específica elegida para las series, Cuanto mayor es el número del esqu ema de ponderación adoptado, más resulta el período de formación corto de las expectativas de precios. El períado se refiere a trimestres, por lo que la amplitud de los períodos tempo rales ya de seis años y tres trimestres para el esquema 0,1 '2 tres trimestres para el esquema 1,0,
en los residuos, Según puntualizamos en el capítulo 6, este resul. tado puede interpretarse como una prueba de que los determinantes de la demanda de dinero se modificaron después de que Krieger Vasena introdujo su nueva política de estab ilización, en el segundo 284
|
¡imestre de 1967. Los resultados de este procedimiento para el
período 1956-1 a 1968-11 son los siguientes:
(14)
M y
2,904 — 0,012 P* — 0,4416 Ín T (3,236) (26,136)
R? =
0,932, D-W
=
1,133
2, Funciones de determinación de precios
Diz
Uno de los primeros y más rigurosos esfuerzos para la estimación de funciones de determinación de precios para la Argentina fue el
realizado por Adolfo C. Diz en Money and prices in Argentina,
1935-1962, tesis de doctorado presentada en la Universidad de Chicago en junio de 1966, Se efectuaron dos series de experimentos, La primera de ellas trata de explicar las variaciones en la tasa de inflación tomando como única base las variaciones en la oferta monetaria, con diferentes retrasos. Los mejores resultados, utilizando datos trimestrales de variaciones porcentuales para el subperíodo 1946-1962 (particularmente relacionado con nuestro período de estudio), fueron los siguientes: (2.1)
P x= — R?2 =
0,629* M¿ + 0,088 Mi-2 — 0,453* Mi -4 — (0,110) (0,103) (0,104) 0,043 Mie (0,114) 0,443
donde P son los precios mayoristas; M, los billetes y monedas y depósitos en cuenta corriente (se sometió a prueba una definición más amplia de la oferta monetaria, pero arrojó resultados menos satisfactorios), y £—i, los valores retrasados con respecto al trimestre corriente ¿. Las cifras que aparecen entre paréntesis reptesentan los errores estándar, en tanto que el asterisco indica un nivel de significación del 5% (véase A, C. Diz, op. cil., cuadro 15, pág. 66).
Aun cuando en estas ecuaciones dejemos de lado los problemas de
multicolinealidad, en la medida en que los valores retrasados de M puedan servir parcialmente como aproximación para las variables omitidas, así como la interpretación del signo negativo de algunos de los coeficientes
(que Diz ha intentado
aclarar), gran
parte de las variaciones en la tasa de inflación quedan sin explicar.
285
1 Cuadro C-4. Indice trimestral del costo de vida, excluidos los al.
quileres y la electricidad, 1956-1968 (índice 1960 = 100).* Año
Trimestre
Indice
Año
Trimestre
Índice
1956
1 11 HIT IV
20 22 22 23
1963
I TI 111 1V
168 178 184 201
1957
1 TI TI
24 27 29
1964
1 TI TIT
213 221 224
IV 1958
1959
1960
1961
1962
I
30
IV
30
1965
242
1
254
TI
34
TIT Iv
1
38 43
273
TIT IV
299 330
I 11 TIT IV
38 76 87 92
1966
I II TII Iv
342 361 374 415
1
97
1967
Y
99
11
TIN
100
IV
102
TIL
303
IV
5343
I EI
1
TIT
103 111
YT
554 332
117
1v
11
122
5536
IV
393
1 TI FIT
126 139 154
lv
163
1
1968
435
460
2 El índice del costo de vida para Buenos Aires, publicado en el Boletín de estadística del Instituto Nacional de Estadística y Censos, fue convertido de base 1943 a base 1960 para el período anterior a marzo de 1962, cuando comenzó a publicarse el nuevo Índice con base 1960. El ajuste se efectuó empalmando las dos series en el período 1962, común a ambas, Los datos trimestrales son promedios aritméticos de datos mensuales. Para eliminar el sesgo causado por el congelamiento de alquileres y los precios poco realistas de la electricidad, también se ajustó el costo de vida, eliminando estos componentes del índice por medio de la siguiente fórmula: Total — (Alquiler y electricidad)
(0,167)
0,833 antes de marzo de 1962 y Total — (Alquiler y electricidad)
(0,051)
0,949
desde marzo de 1962 en adelante, para reflejar los cambios en los esquemas de ponderación.
286
r
ró A taíz de ello, en una segunda serie de experimentos Diz incorpo satis-
la más variables explicativas adicionales en sus ecuaciones, correspondió 1962— 1946período el —para factoria de las cuales las variables expresadas en también a precios mayoristas, con todas
logaritmos, excepto Re y Su:
(2.2)
0,462*M: — 0,022 Mea — 0,217* Mis — P= (0,105) (0,108) (0,103) +
4,356* Re — 0,514* Y + (0,234) (1,196)
—
0,079 Mio (0,092)
+
0,097* X + 0,033 W + 0,006 51 + 0,017 Se + (0,019) (0,022) (0,043) (0,024)
+
0,045* Sa (0,012)
—
AAA
—
A
R2 = 0,760 pondonde Rz son las expectativas de precios con un esquema de deración de 0,1 para retrasos distribuidos de anteriores variaciones de precios (lo cual revela retrasos relativamente grandes, que demostraron ser casi siempre más significativos que los retrasos pequeños de todos los experimentos de Diz); Y, el ingreso nacional real promedio; X, el tipo de cambio oficial; W, los salarios nominales, y 51, S», 53, las variables estacionales ficticias, en tanto que para los otros símbolos y cifras consignados rigen las mismas cil., definiciones que dimos en la ecuación 2,1 (véase A. C. Diz, op. cuadro 18, pág. 73). Es evidente que la inclusión de variables independientes adicionala les mejora el poder explicativo de la ecuación (en parte por es variabl las de ica reducción en el tamaño y la significación estadíst M), y que las expectativas de precios comienzan a constituirse en el determinante más importante de la tasa de inflación, Esto resulta desconcertante por las razones ya mencionadas, particularmente en vista de que grandes retrasos en las variaciones de precios en el pasado (en promedio, superiores a cinco años) parecen tener mayor influencia sobre las expectativas de precios futuros que retrasos pequeños. También debe tenerse en cuenta que no se pro: baron valores retrasados de las nuevas variables independientes, y
que el R? ajustado por grados de libertad sería menor de 0,7, lo
que implica que cerca de un tercio de las variaciones de precios quedan sin explicar.
Díaz Alejandro Introduciendo valores retrasados de las variables —con excepción de la oferta monetaria—, Díaz Alejandro logró identificar funciones de determinación de precios con mayor poder explicativo que
287
Cuadro C-5. Indice trimestral de precios mayoristas, excluidos los agropecuarios, 1956-1968 (indice 1960 = 100). Año
Trimestre
Indice
Año
Trimestre
1956
I U 1 IV I In 11 IV
18,9 204 21.6 22,2 230 248 278 28,7
1963
I XI MI IV I TI TI IV
1957
1958
1
28,9
11 TI IV I Il TI IV I Il 11
1959
1960
1961
1962
1964
1965
31.0 349 39,7 50,1 76,7 94.8 97:6 100.0 99,8 100,0
IV
100,2
I Ú 1 IV 1 11 TT IV
103,0 106,8 111,5 1159 118,9 134,8 148,4 156,2
Índice
165,1 1716 1784 189,4 203.0 2166 225,5 236,5
I
2548
Io 111 57 I u Tn IV I II TH
1966
1967
2779 3049 312,1 321.0 3341: 350,3 368,3 3946 4258 446,5
14
1968
461,3
I TI
|
|
|
| |
467,3 467.8
Fuente: Véase el cuadro C-32, Sin embatgo, los datos anteriores a 1960 no son estrictamente comparables.
las verificadas por Diz. Empleando variaciones porcentuales sobre observaciones semestrales para el período 1950-1965, sus mejores
ecuaciones para el costo de vida y los precios mayoristas fueron las
siguientes:
(2.3)
Poo = — 4,95 + 0,06 (Xo)e + 0,22 (Xo)s1 — (3,01) (0,24)
—
0,26
(Xo)e2 —
(0,22) +
0,50 (Xr0): +
(0,23)
0,18
0,53
(0,15) (0,14) R*= 0,81, D-W = 1,66 288
(Xa)e
+
(0,19) (Xio)i1
0,17
(Xo);: +
(0,06) +
0,17 (Xio0)i=e
(0,14)
'
| .
(2,4)
r-1 — -— 2,66 + 0,49 (X5)e d- 0,26 (Ag)
Uno
(3,12)
—- 0,68 (Xode=2 — (0,23)
0,37 (Xs): + 0,25 (Xo): + (0,19)
(0,06)
0,37 (Xio)e + 0,441 (X10)1-1 + 0,18 (X10):-2 (0,13) (0,15) (0,15)
+
R?2 =
(0,23)
(0,23)
0,86, D-W
1,56
=
s cortiendonde Xs son los billetes y monedas y depósitos en cuentas (oferta acione import las más tes; Xs, el producto interno bruto
importación y exportareal); Xo, el tipo de cambio promedio de el salario promedio por hora, mientras que las cifras
ción, y X10, está ajustado entre paréntesis son los errores estándar, el R2 no n-Watson Durbi tico estadís el es D-W y d por grados de liberta history ic econom the (véase Carlos F. Díaz Alejandro, Essays on Press, sity Univer Yale Haven, of the Argentine Republic, New 373). pág. 1970, cuadro 7-9,
la ecuación Estos resultados se contradicen a tal punto con los de te. Sin emdiferen país un de datos 2.2 que parecen basados en problemas bargo, un análisis cuidadoso permite detectar algunos s aislando las pasada son serios. En primer lugar, si las ecuaciones la oferta variables independientes una por una, se comprueba queintroducen
se monetaria es estadísticamente significativa hasta que Asimismo, s. salario de tasa el tipo de cambio y, en particular, la de
coeficiente el análisis de la matriz de correlación revela que el mismo retraso el con (X10) y (X6) entre R simple ación correl
en realidad, es de 0,66 o mayor para la ecuación del costo de vida; es más tes» endien «indep les variab dos estas la correlación entre depen-
le alta que la que existe entre cada una de ellas y la variabde precios ón ecuaci la en a observ diente (una relación similar se
en la significamayoristas). De ahí que no se pueda confiar mucho lidad. olinea multic la a ción estadística de los coeficientes, debido n estaicació signif la que de hecho el La misma gravedad reviste
a lo largo del Jística de las ecuaciones se muestra muy inestable —1930 a 1937 partes tiempo. Si subdividimos el período en dos (para ones ecuaci las de s ficada simpli nes y 1957 a 1968—, versio propot ad) libert de grados de o númer menor el tener en cuenta
subperíodo y cionan R? ajustados cercanos 2 cero para el primer puede verse: como o, segund el para os distint resultados totalmente (2.5)
Po =
+
3,97 + 0,36 (XoJi-1 (1,54) (2,17)
0,45 (Xa)e (7,54)
R2 = 0,81, D-W
289
=
1,62
+ 0,003 (0,01)
(Xs): +
Cuadro
C-6. Estimaciones del producto interno bruto a precios
constantes: cálculos trimestrales y promedio móvil de tres trinses. tres, 1956-1968 (indice 1960 = 100).* Año
Trimestre
1956
I
834
—
92,1 89,7
88,4 91,4
1937
I II TII IV
94,6 96,1 93,6 91,7
94,4 94,8 93,8 93,5
1958
1 TI TIT
97,3 98,4 99,7
Ivy
99,4
96,2 98,3 99,2
101,1
1 11
104,2 96,6
100,1 96,6
89,1
Iv
90,9
87,0
91,4
I
98,0
TI
94,5
98,6
1959
111 1960
1961
1963
lv
102,2
103,3
1 TI TI
106,3 109,9 108,6
106,1 108,3 105,9
Iv
99,3
106,4 106,7
1
111,3
TI TTI IV
109,6 96,3 94,2
103,8 100,1 97,0
I 11
100,2 97,1
97,2 98,2
97,2 98,3
98,7 99,4
97,6
102,7
I
II TU
106,0 107,9
IV
112,8
110,9
1 TI TI
112,1 117,6 1150
lv
114,2 114,9 116,3
116,2
114,0
I
110,0
115,0
I 11
lv
290
99,3
1007
1964
1966
92,2
1014
TIT IV
1965
92,4
In
1962
p
Promedio móvil de tres trimestres
11 TI
1V
me
PIB trimestral
119,6 118,4
118,6
103,8 108,9
16,0 113,9
117,2
Cuadro C-6
(continuación).
nn Año
Trimestre
PIB trimestral
Promedio móvil de tres trimestres
1967
I 1
114,6 1264
119,59 119,3
IV
114,4
115,6
1 TI 1041
115,7 127,3 125,9
119,1 123,0 124,7
1968
119,2
116,8
111
IV
120,9
=
a Las estimaciones del producto interno bruto anual fueron prorrateadas en 1956-1 trimestres de acuerdo con los siguientes indicadores: para el período Cena 1957-1V, valor de los documentos compensados publicados en Banco tral, Boletin estadístico, varios números; 1958-14 1963-1V, estimaciones trimestrales del producto interno bruto publicadas en Carlos Moyano Llere-
na, ed., Panorama de la economía argentina, Buenos Aires, varios números;
19641 a 1965-1V, estimaciones trimestrales del producto interno bruto aparecidas en Oficina de Estudios para la Colaboración Económica Internacional, Nivel de la economía argentina en 1965, Buenos Aires, 1966, cuadro 2, pág. 9, y 1966-1 a 1968-1V, estimaciones trimestrales del Banco Central publicadas en Ministerio de Economía y Trabajo, Ixforme económico, varios números,
(2.6)
Pmoy
=
2,73
+
0,23
(0,86) (1,13) + 0,61 (Xo): (8,27)
R2 —= 0,82, DW
=
(Xa)e-1
—
0,02
(Xa):
+
(0,06)
1,35
Para estas ecuaciones se utilizan las mismas definiciones y símbolos
que para las anteriores, pero cubriendo el período desde la segunda
mitad de 1957 hasta el primer semestre de 1968; el R? también
ha sido ajustado por grados de libertad, y las cifras entre paréntesis
se refieren al estadístico E. Cabe observar que en la ecuación 2.5 la oferta monetaria comienza a ser estadísticamente significativa al nivel del 5 % cuando se eli-
mina la variable salarios, pero la modificación más sustancial es que el tipo de cambio se revela, con mucho, como el más impor-
XA
RKÉÁ A KÁA
tante determinante de la tasa de inflación. El coeficiente de correlación simple R entre (Xo): y la variable dependiente es de 0,89
en la ecuación 2.5 y de 0,75 en la 2.6, lo cual implica que las otras variables agregan muy poco poder explicativo. Otro hecho desconcertante es que en todas las ecuaciones de Díaz Alejandro el término constante es más bien grande (y, en algunos casos, sÍg-
nificativo al nivel del 10 96), lo que significa que una o algunas variables independientes han quedado fuera de las ecuaciones (o
Oo
que estas no han sido bien especificadas).
291
Y
Maynard -Van Rijckeghem Trabajando con variaciones porcentuales anuales para el período 1950-1965, Maynard y Van Rijckeghem
desarrollaron un modelo
que ha sido utilizado por técnicos gubernamentales en la Argen. tina y que ha continuado prediciendo variaciones de precios con bastante precisión varios años después de ser terminado (véase Willy van Rijckeghem, Stabilization policy in an inflationary eco. 11021p: A post mortem, Bruselas, Vrije Universiteit Brussels, CEMS/ 12, marzo de 1972). Uno de los aspectos más interesantes del
modelo es que las variaciones del crédito bancario otorgado al
sector privado con respecto a las variaciones en la tasa de salarios se correlacionan positivamente con las variaciones en la producción no agropecuaria y negativamente con la tasa de inflación, como hemos observado en el capítulo 8. La ecuación de precios de este
modelo es la siguiente (véase Gustav F. Papanek, ed., Developmen:
policy. Theory and practice, Cambridge, Mass., Harvard Univetsity Press, 1968, pág. 214):
(2.7)
P, =
+
7,16 + 0,70 M_w2 — 0,89 Z, — 1,82 1 + (0,72) (0,57) (5,85) (0,47)
0,30 N
(0,26)
R? = 0,86, DW = 1,85 donde P, es la variación porcentual anual en los precios mayoristas no agropecuarios; M 1,2, la variación porcentual en la oferta mo-
netaria total (incluyendo depósitos a plazo fijo y en caja de aho-
r10), retrasada medio año; Z,, la variación porcentual en el producto interno bruto real no agropecuario; x, la variable ficticia
que representa el control de precios vigente en 1953 y 1954 y su eliminación en 1959, y N, la variación porcentual en las tasas de salarios de acuerdo con los convenios colectivos de trabajo.
El R* equivalente, una vez ajustado por grados de libertad, es de 0,76, similar al mejor de los que obtuvimos en nuestras ecuaciones —como veremos más adelante—, pero resulta sorprendente que ningún coeficiente sea significativo al nivel del 5 % o menos, excepto el de la variable ficticia. El término constante es, como en las ecuaciones 2,3 a 2.6, también relativamente grande, aunque
carece de significación estadística alguna. El aspecto más ctitica-
ble de esta ecuación reside, tal vez, en que un modelo basado en variaciones anuales brinda escasa utilidad a los ejecutores de las políticas que enfrentan problemas de estabilización de corto plazo, y en que arroja muy poca luz sobre la estructura de retrasos de las variables independientes en una economía sacudida por tasas de inflación muy inestables.
292
Cuadro C-7. Promedios trimestrales del tipo de cambio, 1956-1968 (en pesos por dólar).2 “Año
Trimestre
Promedio
Año
1 II
24,0 21,7
1963
I TI YI
23,3 24,5 26,7
1964
1958
1 11 104l Iv
241 26,6 29,1 421
1959
1 II 10ñ4
66,7 83,2 84.1
TV
82,8
1 TI TII IV
83,0 83,2 82,8 82,9
1967
82,7
1968
1956
TIL IV 1957
IV
1960
1961
1962
1
TI TIT IV I
Y
11 Iv
Trimestre
Promedio
1 11
134,59 137,8
1 TI TH
133,4 137,8 141,0
1965
I 11 TI IV
150,9 166,5 173,2 181,9
1966
1 11 111
138,8 193,9 211,1
1v
235,9
I 11 MI IV
274,5 350,0 350,0 330,0
1
350,0
189 20,2
Tm IV
23,5
IV
828 32,8 83,0
H
138,1 142,4
147,7
350,0
82,8
106,1
124,4 141,4
a Los datos trimestrales son promedios aritméticos del tipo vendedor oficial mensual. Fuente: Banco período.
Central, Memoria
asual, volúmenes
correspondientes
a este
Nuestras propias ecuaciones Como consecuencia de lo antedicho, decidimos verificar ecuaciones similares a las de Maynard y Van Rijckeghem con datos trimestrales. Se disponía de estadísticas para todas las variables des-
de 1957 en adelante, con excepción del producto interno bruto,
problema que resolvimos haciendo nuestras propias estimaciones a partir de diversas fuentes (véase el cuadro C-6 y la nota explicativa); tales estimaciones fueron trasformadas luego en un promedio móvil de tres trimestres, para eliminar la gran influencia
estacional de la producción agrícola. Tal vez se hubiera podido
efectuar una estimación más adecuada del producto interno bruto
293
no agrícola por trimestres si se hubiese
dispuesto
de alguna varia.
ble aproximada del comportamiento del valor agregado agrícola; pero la única fuente disponible que merecía alguna confianza eran las entregas de productos al mercado, cuya secuencia temporal guarda muy poca relación con la generación efectiva del ingreso en la producción. Téngase en cuenta, entonces, que la variable indicativa del producto interno bruto no agropecuario que empleamos en muestras ecuaciones representa una burda tendencia de corto plazo, A despecho de reiterados esfuerzos, no fue posible obtener resultados satisfactorios con las variables de Maynard y Van Rijckeghem —valor retrasado de las importaciones, crédito bancario al sector privado o crédito bancario menos salarios—. Sin embargo, resulta interesante observar que las fluctuaciones en el crédito bancario al sector privado estuvieron negativamente correlacionadas
con la tasa de aumento de los precios, confirmando así, en cierta
medida, una de nuestras hipótesis fundamentales. También se efec-
tuaron, entre otros, experimentos con variaciones en las reservas brutas de divisas al final de los trimestres anteríores como variable explicativa; variaciones en la oferta monetaria con retrasos mayores a dos períodos; variaciones en las variables con respecto al mismo trimestre del año anterior; índices en lugar de variaciones porcentuales en las variables, y especificaciones logarítmicas alternativas de las variables. La inclusión de variables ficticias estacionales en la ecuación del costo de vida para el cuarto y primer trimestre (que para el cuarto trimestre resultó significativa al nivel del 10 %) incrementó la significación de todas las otras va-
riables independientes, excepto el tipo de cambio.
Las ecuaciones de estimación que demostraron ser más satisfactorias fueron bastante similares a las verificadas por Díaz Alejandro, con variaciones porcentuales en el tipo de cambio, producto interno bruto, tasa de salarios y oferta monetaria como variables
explicativas más eficaces, En la ecuación del costo de vida, la elasticidad de crecimiento de los precios con respecto al producto interno bruto excedió de la unidad (con signo negativo); para la oferta monetaria (medida en ¿— 1) se acercó a 0,6 (y a 0,5 para el período £ — 1,5); para el tipo de cambio fue de alrededor de 0,2, igual que para la tasa de salarios (aun cuando la elasticidad combinada con respecto a salarios, tanto en + como en ¿— 1, fue de casi 0,3). En las ecuaciones de precios mayoristas, las elasticidades equivalentes fueron algo menores para el producto interno bruto, muy parecidas para la tasa de salarios y mayores para la oferta monetaria (£— 1) y el tipo de cambio, Cabría suponer, entonces, que la estabilización de los precios mayoristas requiere políticas más restrictivas que la del costo de vida, pero la mejor ecuación de precios mayoristas contiene un término constante elevado y negativo (aunque sín significación estadística). Cuando la ecuación del costo de vida fue pasada nuevamente con la velocidad de circulación (cociente entre oferta monetaria y producto interno bruto) como variable explicativa, los coeficientes
294
|
Año
a
Trimestre
Índice
Año
Trimestre
Indice
1956
I TI TIY IV
330 34,0 34,0 34,0
1963
I TI TIT IV
181,0 190,2 200,0 209,4
1957
I TI
34,0 34,0
1964
I II
229,5 245,6
1V
34,0
IV
273,7
TI 1958
1
1961
1 TI TIT
71,6 85,9 89,1
1966
59,1
91,4
94,3
1967
1 II
114,6 120,3
1968
131,9
I
140,6
1v
163,4
TI TI
310,0 336,4 367,4
1 11 TIT
405,5 456,3 487,4
375,6
503,8
I
526,3
II TI IV
619,7 629,1 629,1
I 11
629,7 629,7
TI
128,8
IV
I
1
95,8 100,2 109,1
1
266,1
11 TII
IV
11 11 IV
TIT
1962
1965
35,3
50,6 54,3
IV
1960
11
TI 111
1v
1959
34,0
IV
629,7
629,7
154,2 159,3
Fuente: Para el salario básico de convenio de los peones industriales, Instituto Nacional de Estadística y Censos, Boletín de estadística, varios múmeros.
de M/Y y del tipo de cambio R resultaron aproximadamente iguales pero de signo opuesto, y todas las otras variables independientes se volvieron estadísticamente insignificantes. Similares resultados se obtuvieron mediante nuevas pasadas de la ecuación de precios mayoristas con el mismo cambio en la especificación. Esto último puede interpretarse como una prueba más de que el crecimiento y la estabilidad tienden más bien a ser complementarios que anta-
gónicos. La «mejor» de las ecuaciones que incluían la variable
M/Y fue (para el período 1957-I11 a 1968-11, con el estadístico £ entre paréntesis):
(2.8)
Pee = 0,04 + 0,38 Rs — 0,32 (M/Y): (3,06) (6,74) (8,12) R* =
293
0,68, D-W
=
1,49
eleccion
Cuadro C-8. Indice trimestral de salarios industriales, 1256-1968 (indice 1960= 100),
296
Y
1
58
"59
so
e
Reales
-
a
8) 82
(2,92)
ar
63
64
a
65
ar
a
66
(0,30)
A.
(3,82)
(5,04)
-
(4,31)
A
(1,41)
(1,64)
Poy = 0,43 + 0,19R, — 1,277 + 0,73M,_y + 0,23,_, + 1,94D, + 2,27D,
a Los valores estimados provienen de la siguiente ecuación:
1957
ALLI
7
-—
2 =
67
rs
a
0,73
68
ea
DW
=
mo
1,58 E.
entre los valores estimados y reales de las variaciones trimestr ales en el indice del costo de
Verioción porcentual
Gráfico C-1. Comparación
vida, 195719682
|
Otros experimentos demostraron, sin embargo, que esta ecuación nante del exagera la importancia del tipo de cambio como determi aumento de precios. Por ejemplo, la ecuación 4 del cuadro 8-1 fue pasada nuevamente después de eliminar de ella el tipo de cam-
bio, sin que tuviera ningún efecto sobre el R? ajustado, mientras que tanto el tamaño cuanto la significación estadística de los coeficientes de las otras variables se incrementaron en forma considerable. Resultó bastante interesante comprobar que la variable producto interno bruto fue la que reveló el mayor
aumento en el
poder explicativo (período 1957-111 a 1967-1):
(29)
Per == 0,60 — 1,73Y + 0,27 We + 0,98 Mia (0,52) (6,8) (2,9) (3,7) KR? =
0,72, DW
=
1,58
La estabilidad de nuestras ecuaciones también fue verificada pasan-
do las mismas ecuaciones para diferentes períodos de tiempo. Como cabía esperar, se obtuvieron resultados sustancialmente distintos, aunque el tipo de cambio no fue la única variable explicativa significativa, como en el caso en que se efectuó una prueba similar con las ecuaciones de Díaz Alejandro. Por ejemplo, cuando se pasó la ecuación de precios mayoristas 7 del cuadro 8-1 para el período 1960-1 a 1967-L, la importancia relativa y la significación estadística de la variable tasa de salarios creció sustancialmente, las variaciones en el tipo de cambio para el período corriente
comenzaron
a ser más
significativas
que
para
períodos
previos, y la oferta monetaria con diferentes retrasos tornó a des-
aparecer. La principal razón de estos cambios es que la multicolínealidad entre M y W decrece de modo considerable, mientras que entre M e Y aumenta en forma aguda, Vemos, entonces, que no es mucho lo que hemos avanzado con nuestras ecuaciones en la búsqueda de las relaciones estables subyacentes que explican la
dinámica de la inflación en la Argentina, si es que estas existen.
Finalmente, investigamos la medida en que nuestras regresiones identifican con exactitud los puntos de inflexión en la tasa de inflación, y tratamos de encontrar explicaciones plausibles para las discrepancias más significativas entre las estimaciones y las variaciones registradas en el nivel de precios. Como puede observarse en los gráficos C-1 y C-2, nuestras mejores estimaciones para el costo de vida y los precios mayoristas fallan en aproximadamente un tercio de los puntos de inflexión. Las ecuaciones predicen con bastante exactitud la gran inflación de 1959 y la subsiguiente estabilización, y registran el renovado impulso de los precios en 1962, aun cuando fallan con el punto de inflexión superior por un trimestre. La variancia entre las estimaciones y las tasas reales
de inflación aparece distribuida bastante aleatoriamente hasta 19661967,
cuando
nuestras
ecuaciones
comienzan
a sobrestimar
con
singular frecuencia la tasa de inflación. Debe recalcarse que este es el período en que Onganía toma el poder y Krieger Vasena
297
"paa
298
1957
no
agrop.
P, may,
(1,50)
(3,50)
(2,39)
(1,76)
= —2,12 + 0,29R,_, — 095 + 0,18W,
a Los valores estimados provienen de la siguiente ecuación:
20 +.
Variación porcentual
(2,47)
(3,21)
+ 0,24%,_., + 0,74M,_,
Estimados
E2 =
0,77
D-W
=
2,03
Gráfico C-2. Comparación entre los valores estim ados y reales de las variaciones en el indice de agropecuarios, 1957-1968,2 precios mayoristas no
llega al Ministerio de Economía para aplicar su programa de estabilización complementado por controles de salarios y precios. Es robable, entonces, que nuestras ecuaciones puedan mejorarse con
la introducción de una variable ficticia que represente las restricciones de precios durante este período, junto con otra que represente la eliminación de estos mismos controles en 1939.
3. Estadísticas monetarias y fiscales a. Las estadísticas monetarias son compiladas por el Banco Central y publicadas regularmente en sus boletines estadísticos y memorias
anuales. Dicha institución publicó una
descripción completa de
las series monetarias corrientes, que en su forma actual datan de 1940. En ellas se incluyen las actividades del Banco Central y de todos los bancos y cajas de ahorro, excepto las operaciones de
las secciones hipotecarias que poseen algunos bancos y de las ins-
tituciones hipotecarias especializadas, y las cuentas especiales de participación en valores mobiliarios. Tampoco se incluyen las transacciones en aceptaciones bancarias y las operaciones de las ins-
tituciones de crédito para el consumo, así como las actividades de los otros intermediarios financieros no bancarios, que —como vimos en el capítulo 6— se expandieron muy rápidamente durante
el período analizado en este estudio?
Las operaciones monetarias están valuadas a precios corrientes de mercado, excepto las transacciones en moneda extranjera, que en los bancos comerciales se registran a un tipo de cambio contable fijado por el Banco Central, Este último se vale, a su vez, del siguiente procedimiento: en el activo, las divisas ingresan al costo
y egresan al tipo promedio ponderado de las existencias; en el pasivo, las obligaciones contraídas se registran al tipo de cambio vigente, y las amortizaciones, al tipo promedio ponderado, mientras que las diferencias entre los tipos contables y los reales se imputan a la cuenta «Diferencias de cambio». Puesto que en las transacciones con el exterior solo se distingue entre operaciones en oto y divisas (netas), operaciones con organismos internacionales
y las ya citadas diferencias de cambio? es virtualmente imposible (Continúa
en
pág. 308.)
1 Banco Central, Estadísticas monetarias y cambiarias, 1940-1960, suplementa del Boletín estadístico, n* 6, junio de 1962. 2 Véanse, a este respecto, Samuel Itzcovich y Ernesto Feldman, Un sistera de transacciones financieras para la Argentina (1955-1965), Documento de Trabajo del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, febrero de 1969, y Juan Y. Sourrouille, Cuentas financieras: problemas contables y experiencia rei simposio sobre mercados de capitales, Buenos Aires, 1972 (mimeo-
etafiado).
Ñ
3 Hasta 1970, las contribuciones a organismos internacionales estuvieron incluidas, junto con las diferencias de cambio en el sector público, en las estadísticas monetarias, mientras que los pasivos con estos organismos se registraban
en los factores de absorción. Á partir de ese año aparecen incluidas entre los activos netos con el sector externo.
299
300
Total
Sector privado
reparticiones
oficiales
28,1
12,0
7,9
—
Junta Nacional de Granos
Otras deudas de gobiernos y
5,7
—
Otras deudas del gobierno nacional
—
Diferencias de cambior
inter-
13,6
Aportes a organismos nacionales *
Sector oficial
2,5
Oro y divisas
(neto)
1948
Rubro
33,6
14,8
10,3
63
16,6
2,3
1949
198 20,4
10,8
6,7
478
27,1
11,4
33,4
33,2
12,3
7,1
19,4
18,2
6,8
0,9
25
3,2
17,5
1952
1951
1950
45,8 78,8
65,6
19,9
10,2
30,1
29
1954
37,9
15,7
90
24,7
3,0
1953
93,3
33,2
24,5
11,4
359
2,3
1935
111,5
68,7
26,2
11,5
0,7
132,0
81,0
39
41,7
1,2
46,8
42
44 38,4
1957
1956
1,2
74,56
— 0,7
1958
247,7
129,8
794
17,3
4,3
104,7
13,2
1959
21,9
30
121,5
32,5
1960
Cuadro C-9. Factores de creación de medios de pago, 1948-1970 (saldos al finalizar el año, en miles de millones de pesos).
'
301
del Banco
Central estos rubros son incluidos, junto con oro y divisas (neto), bajo el rótulo «Sector
2.906,3
Fuentes: Banco Central, Estadísticas monetarias y cambiarias, 1940-1960, ap. cit., y Boletín estadístico, varios números posteriores.
externo».
2.088,5 16597 9404 12331
523,4
404,1
384,0
1.179,5
817,8
469,1
3754 726,3
287,9
254,4
232,8
626,2
18,9
14,7
1.488,8 2.4040
29.9 294
2944 224
66,6
734,3
670,6
619,1 568,8
50,4
63,5 67,4
62,5
56,5
40,7
73,7 53,8
988,0
873,6
453,7
129,7
1970
41,6
1969
39,3
41,8
146 59,9 469,8 11,4
797,9
111,1
1968
36,1
31,2
353,0
42,4
10,0
12,4
178,7
26,7
8,2
9,2
7,7 216 123.6
8,0
a Á partir de 1970, en las publicaciones
Total
Sector privado
Otras deudas de gobiernos y reparticiones oficiales
Junta Nacional de Granos
94,1
6,1
Otras deudas del gobierno nacional
internacio-
24,7
a organismos
Diferencias de cambio*
Aportes nales2
9,4 35,1 276,1 11,6
728,7
591,8
453,5
346,8
225,9
162,1
132,8
Sector oficial
113,3
15,1
15,8
— 124
18,4
4,0
1967
11,5
1966
1965
1964
Oro y divisas (neto)
Rubro
1963
(continuación).
1962
C-9
1961
Cuadro
e
302
C-10. Distribución
1949
1950
Total
33,6
40,4
1,0
3,7
0,5
3,4
21
0,1 3,5
2,7
Otros gobiernos y reparticiones oficiales
0,8
2,1
13,8 17,6 22.0 67 91 119 7,0 8,5 10,1 10,6 126 14,7 75 94 10,3 0,3 0,3 0,4
1948
12,2 18,4
183
30,4
1932
47,8
09 46 09 3,6 53,4
3,9
0,8
4,6
0,7
65.6
5,4
0,7
6,1
0,7
6,2
78,8
8,0
0,9
8,9
0,9
7A
43,9
1954
1955
1956 1957
132,0
A
a
180,8
20,0
—_
o
247,7 331,1
280
39,8
15,2
110 9,6 93,3
111,5
36 26 40
30,6
0,7
1350
237 21
3,0
19
56
0,1 21,1 17,0 10,3 439
601
105,4 73,3 108,6
173,6
1960
23,7
16,3
0,2
44,59
73,0
5317
844
142,2
1959
11,2 19 24 18,9
124
0,4
40,7
58,3
385
60,3
988
1958
96 0,5 1,1 —0,5 117 16,7 8,7
516 60,2 67,6 22,1 26,7 318 36.1 418 15,7 17,1 198 24,1 25,8 218 26,0 30,0 346 45,5 aa 169 19,3 245 29,5 0,5 0,7 09 0,6 0,5 37,1
1953
(saldos al finalizar el año, en miles de millones de pesos).
10,9 121 04 0,4 43 3,2
16,5
11,4
15,4
26,7
1951
de los medios de pago, 1948-1970
Gobierno nacional
Depósitos oficiales
Cuentas varias
Organismos internacionales 2
Patrimonio neto
Fondos esterilizados
Depósitos de poca movilidad
Factores de absorción
Cuentas corrientes
Billetes y monedas
Medios de pago de particulares
Rubro
Cuadro
303 628,4 4,5
702,8 328,4 3,3
430,2 289,4 5,2
200,9 336,4
233,7 73
167,8 260,0 178,9
115,8 1969
123,5
84,3 149,4 85,3
83,8
137,4
74,8
Cuentas corrientes
Factores de absorción
E
863,1
513,5
274,8
-
O
AOS
O
a Véase la nota del cuadro C-9, Fuentes: Las mismas del cuadro C-9,
Total
Otros gobiernos y reparticiones oficiales
Gobierno nacional
Depósitos oficiales
Cuentas varias
Organismos internacionales £
Patrimonio neto
Fondos esterilizados
Depósitos de poca movilidad
34 37,7 384,0
41,1
Ml
280,2
106,5
70,6
ln
726,3
5234
O
PRA
2.088,5
2,404,0
115,4 1.233,1
94,5
940,4
63,5
39,5
29,8 288,0
206 259,6
15,8
11,9
7,1
6,1
45,6
39 317,8
— 16,7
17,2 131,2
4,0
0,9
3,3
1,6
1,6
23,2
12,8
16,5
20,0
224,7
184,2
78,5
63,7
49,9
95,2
E
658,9 564,2
391,5
396,9
2965
227.8
167,1
1354
121,7
Billetes y monedas
44,4 18,8 0,7 35.0 43 30,7 404,1
1.2231
1.1050
671,7
497,5
395,6
282,9
219,7
205,4
Medios de pago de particulares
37,0 196 60
1969
1968
1966
1965
1964
Rubro
1963
(continuación). 1962
C-10
1961
Cuadro
304
.—.-
—
Déficit o superávit global
Gastos de capital Inversión real Otros
Olros ingresos
a
—6.172,9
64704 2.9948 3.475,6
348,2
6.0737
— 50,7
660,6 —
Gastos corrientes
y pensiones
2.187,2 1541i 330,6
— 843,4 6.0230 35414
3,2123 1.3474 2.2270 16,5
1948
Aborro
familias Jubilaciones
Impuestos indirectos Impuestos directos Aportes jubilatorios Otros ingresos Coparticipación y otras trasferencias a las provincias Ingresos corrientes Gastos de consumo Remuneración de los empleados Subsidios Intereses de la deuda pública Trasferencias corrientes a las
Rubro
47282 2.2970 3,8047 175,6
1950
22
—2.595,9
3.7230. 28292 8938
641,1
4860
6.891,7
1.229,6 —
2.914,0 1.418,11 305,9
—
—2.767,1
4433,7 3.3520 1.081,7
437,3
12293
7,995,5
1338,3 1,178,5
3.652,6 18653 269,3
— 1.453,2 —1.780,7 7.377,7 92248 39381 45226
4.1369 1,5681 3.0183 107,6
1949
—1514
— 5.131,3 4.453,2 678,1
848,8
— 4.13L1
10.923,1
3.986,2 1.5140
4.7459 2.658,1 373,1
—2.691,0 13.054,2 5.905,1
9.191,4 3.410,8 4.9194 223,6
1951
—_
—2,190,5
3.303,7 46538,1 645,6
668,1
2.441
13.026,7
2,561,4 2,117,7
6.042,8 2464,7 469,3
— 3.338,2 154718 7.531,53
8.2193 4496, 58730 241,4
1952
104978 4.305,7 76391 2946
1953
120145 4.3490 9.0087,4 3369
1954
25.474,88
6 156,1 5.806,9
94860 7.339,7 289,5
64808 5490 986,8
10847
A
6.1542 6.0939 60,3
13349
3.765,9
278910
7.9178 76740
110534 491912 461,3
La
—-5,575,3 — 1.0534
3.2406 5,2003 40,3
1.3383
722,9 —1673,5
21.345,2
4.7949 4.1738
8.360,5 (8182 257,5
— 1.9374 —4.673,2
64233 3.4859 939,4
914,1
3.5338
16,072,9
3.043,5 2.872,0
74453.8 41153 344,0
23.9819 8.456,33 14.616,5 333,5
1957
3.642.2
7.717,3 1319 139,4
1.295,8
10.063,7
31835,8
8.393,6 8.074,8
11.1964,0 7.2800 330,1
— 5.690,7 41.899,5 15.632,1
A
163364 74194 12.606,1 481,3
1956
—4.545,7 —5.186,3 23.801,3 31.656,9 11.689,55 14,592,7
124334 35,.067,7 103450 498,9
1955
(en millones de pesos).
—3,110,5 —3.719,7 39.626,7 22.068,1 8.568,1 94746
Cuadro C-11. Ingresos y gastos corrientes del gobierno nacional, 1948-1966
305
Rubro
C-11
corrientes
de la deuda
397844 38.030,5 1.753,99
4.1834
9.884,6
y CEPAL, inéditos,
Análisis y proyecciones
— — — 52.067,7
—9.362,8 —41.623,6
459228 399109 6.011,9
— — —
147413,5 — 381.210,7 36.351,4 11.168,65
8,407,8
— — —
125.586,8 70.550,5 — 657474 298.213,7 198.046,2 —3.070,9 — 48.796,0 6.458,9 18.447,7
5.8796
65.444,5 65.030,2 414,5
56.040,1 47.892,44 51.975,8 455093 177.282,1 138.192,0 23.531,4 —12.133,3 14.480,0 12,8286
2.561,3
43.970,33 425390,4 1.379,99
34.116,3 32/2300 110.671,8 17.396,9 — 7.590,8 —
2 084,0
— 24.955,9 — 14.796,7
24.1560 238738 282,2
184034 17.4938 909,6
— 18.686,4
24.671,7 23.262,2 85.077,6 — 3.6716 4,871,7
128939 12,.176,7 47.953,0 —3811,1 3.528,1
1.162,2
50.500,0 244000
191655
19810,2
319,4
— 146.312,3
121.7096
77.615,44
312345
693270
30.912,58
51670,2
210168
3903311
30,9259
193419
Fuentes: CONADE-CEPAL, op. cit., cuadros 2-90, 2-91, 2-92 y 2-94, e informes económico: V. El desarrollo económico de la Argentina, México, 1939.
Déticit o superávit global
Gastos de capital Inversión real Otros
2
pú-
Trasferencias las familias Jubilaciones y pensiones Gastos corrientes Ahorro Otros íngresos
blica
Intereses
Subsidios
Remuneración de los empleados
11545,7
138.342,3
90.3816
86.145,58
66.721,5
553060
del desarrollo
517.121,1 28,929.» 19.5958
195.938,7
13.039,0
197,633,4 67.600,0
174.8894
249.417,7
192.975,3
165.148,8
161.7234
128.068,7
79406,0
394335
44.141,9
Ingresos
23.1940
-— 8.588,5 — 17.390,7 —27,242,2 — 35.685,8 -—— 32.048,7
corrientes
— 123.989,2 546,050,7 240,543,4
— 45 820,6 — 68.399,0 — 105,408,7 417.562,1
177.693,0 39.713,7 98,432,33 1.977,7
131.045,9 42.018,3 64,436,7 1,293,0
108.350,6 33,384,7 52.780,92 2.681,3
107.951,7 38.510,6 50.318,7 628,2
84.2436 30.902,99 39.569,33 595,1
524640 169236 27.058,4 350,7
25.338,1 10.341,6 16.730,9 319,8
Gastos de consumo
1966 370,067,5 127.530,0 168.345,1 4.097,35
1965
299.798,6 85.301,56 133.662, 2.208,1
1964
1963
1962
1961
1960
1959
1958
(continuación).
Impuestos indirectos Impuestos directos Aportes jubilatorios “Otros ingresos Coparticipación y otras trasferencias a las provincias
Cuadro
306
16,6
Otros, no presupuestarios
Inversión fija
Inversión financiera
De capital
Trasferencias
Intereses de la deuda pública
De operación
Corrientes
Egresos
268,3
20,7
De capital
Total
27,8
203,0
1965
No tributarios
Tributarios
Ingresos
A. Tesorería General
Rubro
miles de millones de pesos).
323,1
252,9 30,9 23,5 15,7
1966
63,0 20,5
156,1
246,6 276 153,9
427,9
502,8
12,9 13,6
312
419.0
1967
62,9 33,9
199,8
186,2
43,3
65,6
22,1 153,56
330,3
506,0
54,2
61,4
226,5
189,2
25,8
373,4
383,3
785,7
21,7
118 669,6
83,8
74,3
605,9
1970
(en
85,8
498,2 73,8
1969
278,3 27,4 143,6
448,3
594,4
18,6
70,6
EN
431,3
1968
Cuadro C-12. Ingresos y egresos de la Tesorería General de la Nación y del sistema de seguridad social, 1963-1970
307
Fuente: Ministerio de Economía
Superávit o déficit
Egresos
Ingresos
B. Sistema de seguridad social
Superávit o déficit
Total
Otros, no presupuestarios
Trasferencias
353,2 360,1 —63
330,6 334,8
—242
304,5 279,9
24,6
— 1,
18,7
— 72,1
190,7 192,5
— 198
— 99,2
— 137,5
340,3
138,0 119,3
845,0
716,8 — 47,2
644,1
602,0
460,6
14,9
4,9
442,4 437,4
— 59,5
46,4 55.0 30,2
427 48,2 11,0
42,1 47,2 9,7
37,1 33,7 18,0
— = 17,6
y Trabajo, Informe económico, varios números.
Amortización de la deuda pública
comparar las variaciones de las reservas de divisas en las cuentas monetarias con las de las estadísticas del balance de pagos. Ade. más de los problemas de valuación ya comentados, la mayor di. fícultad reside en la amplia definición de la cuenta oro y divisas (neto) en el balance de los bancos comerciales, que se presta de. masiado a manipulaciones arbitrarias.* Revisten particular importancia para las estadísticas monetarias los movimientos del «Fondo unificado de las cuentas del gobierno na-
cional», Esta cuenta —en la que todas las reparticiones oficiales,
excepto las empresas públicas, están obligadas a depositar sus fondos— se halla abierta en el Banco de la Nación Argentina y puede ser girada por la Tesorería Nacional con ciertas restricciones.* En las estadísticas monetarias, estos créditos se incluyen en «Otras
deudas del gobierno nacional», junto con los adelantos transitorios, los valores
públicos
y otros préstamos
efectuados
por el
Banco Central a la Tesorería. Los depósitos del gobierno nacional
registrados en las cuentas monetarias incluyen los de las reparticiones oficiales y la "Tesorería en el Banco de la Nación y los depósitos del gobierno en el Banco Central. b. Estadísticas fiscales. Las normas de contabilidad pública imponen el registro de los ingresos del gobierno de acuerdo con el criterio de lo efectivamente percibido, y el de los egresos, según el criterio de lo comprometido a pagar. Este sistema, junto con la carencia de un presupuesto del sector público acorde con los principios del registro integral de todas sus actividades, son las dos limitaciones fundamentales que presentan las estadísticas de este
sector. También debe destacarse que entre 1957 y 1963 el año fiscal comprende el período que corre del 1? de diciembre al 30 de
noviembre, mientras que en los otros años coincide con el añocalendario. Como consecuencia de ello, a fin de formular las series fiscales aquí presentadas fue necesario introducir ajustes en las estadísticas publicadas oficialmente; dichas series responden, en lo
posible, a las definiciones de la contabilidad nacional para el sector
público y son comparables sobre la base del año-calendario. La introducción de tales ajustes resultó especialmente difícil para el período anterior a 1965, en que las cuentas del gobierno nacional estaban clasificadas de acuerdo con los principios tradicionales de la responsabilidad administrativa, Además, la irregular relación cronológica entre los compromisos y los pagos al sector público —+fenómeno al que hicimos referencia pero que no está reflejado en nuestras series fiscales por falta de datos sistemáticos— torna
imprudente atribuir un gran significado analítico a la diferencia entre ingresos del gobierno y gastos cortientes, e impide identificar
la fuente de financiación del déficit fiscal con alguna precisión.*
4 Véase Banco Central, op. cit, pág. 67. 5 Véase el decreto 8.586/47. 6 Para mayores detalles sobre los ajustes efectuados en las estadísticas fiscales utilizadas aquí, véase CONADE-CEPAL, Distribución del ingreso y cuentas nacionales en la Argentina, Buenos Aires, 1965, 3 vols., vol. 1, págs. 167-73,
308
4.
Estimaciones del consumo y de la inversión
Como explicamos brevemente en el apéndice A, la composición del
gasto nacional se estima por el método del flujo de bienes con el
consumo privado tomado como residuo, Por lo tanto, sobre esta
última categoría repercuten los errores acumulativos que se come-
ten en la estimación de los otros componentes del gasto. Una fuente importante de tales errores son las dificultades que plantea determinar el empleo de cierta clase de artículos que pueden ser utilizados ya sea como bienes finales o como insumos intermedios, o tanto para inversión cuanto para consumo. Los problemas de
agregación en las estadísticas de producción y en los Índices de
precios, así como la escasez de información sobre la existencia de manufacturas, también limitan la confianza que se puede depositar en las estimaciones del flujo de bienes, aunque las investigaciones
de insumo-producto han sido de gran utilidad para verificar la
coherencia de las estimaciones. En última instancia, los cálculos directos del flujo de bienes de consumo privado que presenta el estudio preparado por CONADE-CEPAL, al que nos referimos en la nota 6, revelan desvíos máximos de solo el 2 % del producto interno bruto, comparados con las estimaciones residuales del
consumo.
Con respecto a las estimaciones de la inversión, la inclusión de las reparaciones requiere un comentario especial, a causa de las particulares condiciones vigentes en la Argentina. Á comienzos de la década del cincuenta se concluyó que, en vista de los rígidos controles a la importación, una considerable proporción de los bienes de capital que no se producían en el país eran usados por mucho más tiempo que el que las estadísticas de depreciación les asignaban como período de vida útil; al parecer, gran parte de estos equipos estaban siendo virtualmente reconstruidos en talleres
locales. Por lo tanto, se decidió que este tipo de gastos en los que se incurría para prolongar la vida útil de los equipos fuera incluido en las estimaciones de la inversión, aunque las fuentes de los datos
cuantitativos eran muy deficientes, excepto para los ferrocatriles. Las reparaciones representaron alrededor del 8 % de la inversión total en 1950, pero a partir de allí su importancia relativa disminuyó. Para el resto de la inversión en maquinaria y equipos, la corriente de bienes de capital importados ha desempeñado, desde luego, un papel más importante. Aparte del problema de identificar las importaciones por su uso final —complicado aún más por el cambio de clasificaciones en las estadísticas de importación en 1951 y 1965—, la principal dificultad radica en la valuación a
precios de mercado de los bienes de capital importados, a raíz
de la generosa concesión de exenciones selectivas de derechos de importación como instrumento de promoción industrial, que se otorgó entre fines de la década del cincuenta y principios de la del sesenta. A los efectos de estimar la inversión en construcciones se han uti(Continúa
309
en
pág.
318.)
310
privado
bruta fija
Consumo
Inversión
744,2
—0,5
743,17
Ingreso interno bruto
Ingreso neto de factores del exterior
Ingreso nacional bruto
11,8
—0,9
712,1
769,4
713,0
— 28
— 37
773,1
12,3
715,8
160,7
7324
Producto interno bruto
Efecto de Ja variación en la relación de intercambio
53,0 77,0
72,1 103,7
Importaciones de mercancías y servicios 92,2
1,2
132,4
536,6
69,6
1952
Menos:
6,1
148,5
568,4
69,4
1951
91,3
— 13,2
131,9
548,2
68,5
1950
Exportaciones de mercancías y servicios
Variación de existencias
del gobierno
Consumo
Rubro
799,1
800,3 —11
766,9 —10 766,0
24
1979
83,3
86,8
99
132,4
579,6
72,5
1954
—39 865,
25
52 860,8
—16
862,8
874,2
855,6
859,1
89,5
90,1
— 12,1
154,1
651,0
80,6
1956
100,2
78,1
8,5
146,5
647.0
75,6
1955
1950-1963 (en miles de millones
2,2
759,8
63,2
81,0
7,3
131,5
334.0
68,8
1953
Cuadro C-13. Estimaciones del producto interno bruto real por tipo de gasto, CONADE,
de pesos, a precios de 1960).
311
C-13
(continuación).
de existencias
13 —. 10378 0778 73 —47 9731 10304 63 9148 —38 9110
954,5 —3,3
9510
903,8 — 1,
902.0
Ingreso interno bruto
Ingreso neto de factores del exterior
Ingreso nacional bruto
Fuente:
CONADECEPAL,
op. cit., cuadros 3-1 y 3-8.
Efecto de la variación en la relación de intercambio
—10,7
965,1
103,7
99,9 Ml 919,2
96,8
87,8
89,1 741,8 250,3 —37 94,4 1354 10365 88,3 6737 2209 6,5 102,5 114,1 9778
80,5 660.6 159,6 9,5 101,9 91,0 921,1
80,7 717,3 175,6 —16
—139 992 51 9866
1.006,2
130,1
127,8
— 29
2548
695,9
1962
1961
1960
1959
1958
94,7
— 76
173,3
6794
794
1957
— 154
Producto interno bruto
Exportaciones de mercancías y servicios Menos: Importaciones de mercancías y servicios
Variación
Inversión bruta fija
Consumo privado
del gobierno
Rubro
Consumo
Cuadro
312
Consumo
Importaciones de mercancías y servicios
Ingreso nacional bruto
Ingreso neto de factores del exterior
Ingreso interno bruto
Efecto de la variación en la relación de intercambio
Producto interno bruto
Menos:
de mercancías y servicios
de existencias
Exportaciones
Variación
Inversión bruta fija
del gobierno
privado
Consumo
Rubro
de millones de pesos, a precios de 1960).
761,9
-— 0,5
762,44
13,6
748,7
93,8
91,2
— 131
113,3
578,1
730
1950
923,3
927,1 — 38
—48
— 3,3
1.0255
— 39
10397 1.001,6
10308
— 31
1.034,5
101,4
130,6
— 7,1
187,0
738,4
87,0
1963
10456
— 14,1
1.059,7
130,2
128,1
— 1,
220,7
751,7
90,7
1962
—4,1
91,4 788,7 242,4 —38 94,7 135,6
1961
1.0064
1.006,4
931,9
89,6
710,7 207,9 97 102,5 114,1
1960
80,2 694,5 137,6 10,2 101,8 92,5
1939
1.142,2 70 1.1492 63 1.142,
89,3 821,7 207,6 19,1 122,2 117,7
1964
Cuadro C-14. Estimaciones del producto interno bruto real por tipo de gasto, Banco Central, 1950 y 1959-1970 (en ntles
313 0,44 159,7 146,0
1.453,72
—212 1,431,9 — 12,0
14199
0,7 136,6 117,5 1,346,5 — 8,6 1,337,9 —- 10,7
1.327,2
0,9 142,5 113,7
1.287,1 — 4,0
1.283,1 —- 9,6 1.273,44
1,58 144,0 111,9
1.233,9 0,9 1.256,8 — 9,3 1.247,5
26,4 134,2 116,4
1,246,9 5,4 1.252,3
—49 1.247,4
Variación de existencias
Exportaciones de mercancías y servicios Menos: Importaciones de mercancías y servicios
Fuente: Banco Central, Boletín estadístico, marzo de 1971.
Ingreso nacional bruto
Ingreso neto de factores del exterior
Ingreso interno bruto
Efecto de la vatiación en la relación de intercambio
Producto interno bruto
privado
OI
303,4
264,2
235,0
223,9
216,8
Inversión bruta fija
AA
1.034,7
964,2
925,0
902,0
894,8
Consumo
a.
99,0
98,1
97,4
96,0
91,1
Consumo del gobierno
mr
1969
1968
1967
Rubro
1966
(continuación). 1965
Cuadro C-14
O
1,5229
99,5 1.068,2 323,5 45 171,3 143,9
1970
314
100,2 32,2
106,3 42,2
op. cif., cuadros 3-8 y 3-10.
CONADE.-CEPAL,
Fuente:
133,6
6,1
— 15,2
154,6
1,2
14,5 107,0
18,4 90,4
116,6
14,7 95,2
41,5 27,0
41,5 23,1
37,3 22,6
130,9
59,4
67,6
53,1
227,4
6,5
16,9 168,5
32,5 35,6
179,3 41,6
90,0
220,9
73,0
132,4
148,5
1960
246,6
—31
224,8
—9)9
12,7 190,5
443 316
548 39,2 15,6 195,5
173,8 59,0
1442
90,6
234,8
1962
201,9 48,4
1537
96,6
250,3
1961
193,2
—64
17,6 149,6
50,1 32,5
157,2 424
114,3
85,4
199,7
1963
(en miles de millones de pesos, a precios
80,9
1952
1951
1950-1963
76,2
131,9
1930
Inversión interna bruta
Construcción Maquinatia y equipos Sector privado Variación de existenclas
Sector público
mejoras Maquinaria y equipos Por origen de los bienes Producción local Importados Par tipo de comprador
Construcciones y
Por tipo de bienes
Inversión bruta fija
Rubio
de 1960).
Cuadro C-15. Estimaciones de la inversión interna bruta, CONADE,
315 1970 323,
1401 86l 540 183,2 60,0 123,2 4,5
3278
199 305,
1256 788 468 1798 634 116,3 0,4
305,8
1968 2642
1141 716 425 150,1 55,0 951 0,7
2642
1967 2350
9% 66 344 1370 52,4 34,6 09
2359
1966 2239
93 618 285 1336 51,0 82,6 18
223,7
1965 2168
854 568 286 1314 53,5 759 26,4
243,2
196% 207,6
825 514 311 125,0 48,7 76,3 19,1
226,7
1963 187,0
769 452 317 1102 39,7 70,5 —71
17912
1962 2207
822 515 307 138,5 52,5 86,0 —13
2194
1961 2424
913 549 364 151,1 53,8 97,3 —38
2386
1960
2079
873 532 341
120,6 44,1 76,5
97
2176
1959
137,6
722 412 250
65,3 18,3 470
10,2
1478
1133
7A7 51 236
38,7 717 31,0
— 131
100,2
Construcciones y mejoras Sector privado Sector público
Maquinaria y equipos Equipo de trasporte Maquinaria y otros
Variación de existencias
Inversión interna bruta
Fuente: Banco Central, Boletín estadístico, marzo de 1971.
Inversión bruta fija
Rubro
1950
sos, a precios de 1960).
1950 y 1959-1970 (en miles de millones de peCuadro C-16. Estimaciones de la inversión interna bruta, Banco Central,
lizado tres fuentes básicas de información. Para el sector público se emplearon datos contables del gobierno y de las empresas públicas, los cuales, además de las dificultades mencionadas en la
sección anterior, obligan a discriminar los gastos globales, que in. cluyen tanto la construcción cuanto la instalación de equipos en proyectos públicos complejos. La construcción y las mejoras agropecuarias son estimadas con los datos de los censos agropecuarios,
A
AXÁ
interpolados sobre la base de estimaciones aproximadas del flujo de bienes y materiales que se utilizan principalmente para estos fines. La construcción privada se estima a partir de los permisos
de edificación y fuentes diversas; sus principales limitaciones obedecen, como ya comentamos, a la incompleta cobertura de la información básica y al uso general del índice del costo de la construeción como medida de los cambios en el valor de todo tipo de construcciones. Las series a precios constantes para la inversión y el consumo se calculan en forma similar a la de las estimaciones de la producción sectorial real. El valor en dólares corrientes de los bienes de capital importados es deflacionado por el valor unitario de las importaciones por categorías, con lo cual se elaboran índices de volumen que se aplican a los valores del año base; de esta manera, las series quedan sujetas a errores de agregación, especialmente con respecto a las fluctuaciones a corto plazo. Las estimaciones de la depreciación en las cuentas nacionales se efectúan de acuerdo con los balances de las sociedades anónimas, o sea, por el método corriente de calcularlas según el costo de adquisición original, valuación que en una economía inflacionaria resulta, en cifras reales, mucho menor que lo que sería en otras circunstancias, Las mayores diferencias entre las series del Banco Central y las
del CONADE utilizadas en este estudio, con respecto a la inver-
sión en equipos de producción interna, consisten en que las estímaciones del Banco se basan en información más actualizada sobre las reparaciones —las cuales muestran una disminución más acen-
tuada después de 1950— y en que los datos del censo de 1963
revelaron, en comparación con el de 1933, un crecimiento mayor que el estimado en la producción de bienes de capital: para 1960, la estimación del Banco Central es alrededor del 6 9 más alta que
la del CONADE. En lo que atañe a los bienes de capital impor-
tados, las estimaciones revisadas del Banco Central utilizan la nomenclatura más discriminada que se adoptó en 1965, la cual permite una clasificación más precisa de los bienes por su uso final, especialmente en lo que se refiere a la división de las piezas de mnaquinarias entre uso intermedio e inversión. Las estimaciones del Banco para este rubro son algo menores que las del CONADE, pero la tendencia de las dos series es completamente similar entre 1950 y 1960. Por último, las discrepancias entre ambas series con respecto a las variaciones de existencias obedecen, en particular, a que el Banco incluyó algunos nuevos productos manufacturados después de 1958, especialmente en las industrias de automóviles y de tractores.
316
Cuadro C-17. Composición estimada del consumo privado, 1950,
1935, 1960 y 1963 (en porcentajes). Rubro
Alimentos y bebidas Carne Indumentaria Vivienda Bienes durables y mantenimien10 del automotor Otros gastos Fuente:
CONADE-CEPAL,
1950
1955
1960
1963
30,7 70 22,1 8,1
309 7,3 19,5 7,1
33,7 9,3 19,6 4,2
37,8 8,9 14,8 46
7,6 31,5
8,8 33,7
11,2 31,3
9,3 33,5
op. cit., cuadro
2-71.
5. Estadísticas sobre la distribución del ingreso y el empleo Hemos señalado ya que en la Argentina no se hacen compilaciones directas sobre el ingreso personal. Puesto que los datos referentes al sistema de seguridad social y a la recaudación de impuestos están sesgados por un alto grado de evasión, buena parte de las investigaciones sobre la contabilidad nacional han procurado cubrir esa brecha recurriendo a varias fuentes indirectas de información, así como a las encuestas de presupuestos familiares. El procedimiento más utilizado en las series publicadas regularmente consiste en
cotejar las estimaciones del valor agregado en los diferentes sec-
tores productivos con los datos sobre población, empleo y tasas promedios de salarios resultantes de los censos demográficos y económicos y de los convenios colectivos de trabajo. En estas estimaciones, la remuneración de los asalariados comprende no solo lo percibido realmente por estos sino también las contribuciones para seguridad social, tanto del empleado cuanto del empleador. Las estimaciones para la agricultura, la construcción, el trasporte privado y el servicio doméstico tal vez sean menos dignas de confianza porque para este grupo de actividades los censos no proporcionan ninguna información en cuanto a remuneraciones medias. En todos los casos, el ingreso de los empresarios y trabajadores independientes se estima a partir de la diferencia entre el valor agregado y la remuneración de los asalariados.
Los datos básicos sobre empleo por sector de actividad económica
son, en general, bastante satisfactorios para los años censales —especialmente, 1947 y 1960—;
por otro lado, las estimaciones inter-
censales resultan bastante burdas, excepto en aquellas actividades para las cuales se dispone de datos contables. Las estimaciones
anuales aproximadas del empleo en la industria se basan en el
antiguo índice de producción industrial, el cual supone que las variaciones en el producto por persona ocupada en las empresas todo el sector. tomadas como muestra son representativas de (Continúa en pág. 333.)
317
318
manufactureras
y minas
y almecenamiento
Fuente:
Total
CONADE-CEPAL,
42,1
3,5
7,6
1,0
4,0 0,4 12,9 3,4 4,3 3,6 0,7 0,7
1951
op. cif., cuadro 2-12.
32,1
26
Otros
servicios
38
0,7
0,5
0,5
29
3,3
28
10,0
0,3
2,5
1950
Gobierno general
financieros
Electricidad, gas y agua Bancos y otros intermediarios
Comunicaciones
Trasporte
Comercio
Construcción
Industrias
Canteras
Agropecuario y pesca
Sector
Cuadro C-18. Estimaciones de la remuneración
13 96 4,4 53,6
0,8
10
4,8
3,8
4,0
16,1
0,5
3,3
1932
58,8
4,8
1,5 11,4
1,1 0,9
5,1
676
1,6 13,4 3,2
10
1,2
39
69
4,6
4,4 6,0
20,2
0,7
69
1954
16,6
0,6
64
1953
768
6,0
15,2
1,8
75 08 239 4,7 79 64 1,3 1,2
1955
93,6
2,7 17,8 7,3
1,5
1,7
8,3
95
6,7
28,8
1,1
8,2
1956
de los empleados, CONADE,
116,1
8,4
20,1
3,2
8,1 11,5 11,0 18 18
39,5
9,5 12
1957
1740
12,2
330
58
147 16 56,3 13,0 15,7 156 30 33
1958
1950-1963
286,3
23,2
51,8
78
263 28 91,7 188 259 27,0 55 54
1959
371,3
27,9
659
10,6
7,3
71
33,8
33,0
23,1
126,4
40
31,9
1960
15,4 91,7 34,4 466,2
153,7 30,9 40,9 40,6 9,3 9,2
32
35,0
1961
367,0
44,9
120,2
20,2
11,5
11,3
46,9
47,7
36,9
172,6
7,2
47,8
1962
26,6 137,1 54,7 674,5
15,4
12,5
56,2
8,2 209,0 43,5 55,2
56,1
1963
(en miles de neillones de pesos).
319 1.368,0 937,7 6689
5466
4438
3518
272,2
31,5
3.0939
782,8
132,3
335,2
dros 2, 4, 6, 8, 10, 12, 14, 16, 18 y 20.
Fuente: Banco Central, Origen del producto y distribución del ingreso, 3950-1969, suplemento del Boletín estadístico, n2 1, enero de 1971, cua-
Total
693,7 2.732,33
622,1 2418,8
486,0 1 820,7
sociales y 354,3
113,3 243,1
98,2
176,9
73,9
151,99
560
1116
41,2
83,6
30,8
64,1
22,7
300,6
7,0
17,3
2639
285,7
260,9
Servicios comunales, personales
12,1
208,2
282,9 244,3
0,9
9,0
151,4
78,3 68,1
nes inmuebles
Instituciones financieras y bie-
103,6
Trasporte, almacenamiento y comunicaciones 80,7
36
Comercio, restaurantes y hoteles
61,0
168,0
134,0
98.2
72,0
53,7
49,5
391
29,5
358
Construcción
52,4
130,9
95,9
64,7
48,9
38,3
32,6
24,7
18,2
28
Electricidad, gas y agua
45,7
46,6
34,6
24,6
17,2
12,5
89
7,2
5,1
35,0
518,4
388,9
261,5
173,1
1468
1295
102,3
77,8
9,6
0,5
Industrias manufactureras
426 885,6
29,3
20,6
10,8
9.0
69
51
37
2,3
0,3
Canteras y minas
268,5 39,8
232,3
203,8 35,8 711,6 63,6 193,9 2259 159,4
132,3
90,0
60,3
48,8
369
334
31,2
3,0
Agropecuario y pesca
1965
771,3
1968
1967
1966
1965
1964
1963
1962
1961
Sector
1960
(en miles de millo
1959
1950 y 1959-1969
1950
Cuadro C-19. Estimaciones de la remuneración de los empleados, Banco Central, nes de pesos).
320
10,3
Electricidad
Egente:
Promedio
CONADE.CEPAL,
20,6 24,2
20,5
198 227
21,7
23,2
246
23,4
22,1
20,7
20,1 219 20,1 189 16,9
20,4
18,6
15,6 19,5 19,1 20,8 19,5 18,3 16,0 19,3 18,5
11,5 14.0 14,9 15,7 13,8 15,7 11,6
op. cíl., cuadro 3-89,
12,2
Trasporte y almacenamiento
ponderado
11,4
Comercio
Bancos
15,9
12,3
Construcción
manufactureras
12,0
Canteras y iminas
Industrias
19
1954
1953
1956
46,6
72,1
39,6 33,5
53,1
32,9
38,0
81,1
92,2
74,2
82,9
78,7
50,5
38,2
50,6
90,6
32,6
78,0
70,3
834
1959
1961
190,0 0 a
155,1
149,0
189,8 203,5 252.0 190,4
164,2
140,0
153,3
151,8
163,9
1963
180,2 1844 192,2 219,2 134,3
1962
1960 = 100).
117,9 1226 124,2 124,2 120,1 127,1 117,2 100,0 100,0. 122,1
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
1960
(indico
55,1
44,5
45,3
1958
1950-1963
41,3
33,0
31,8
29,2
1957
CONADE,
21,9 26,1 22,3 31,0 24,0 248 25,3 370 23,6 32,5 22,3 296 21,4 28,8 24,9 38,4 23,5 2,1
1955
de convenios,
1952
básicos
1951
los salarios
Agropecuario
de
1950
C-20. Estimaciones
Sector
Cuadro
321
100,0"
100,0
100,0
Industrias manufactureras
Electricidad, gas y agua
Construcción
almacenamiento
Comercio,
Trasporte,
Fuente:
121,7
100,0
188,6 210,5 219,8 169,0
155,1 159,3 164,3 144,1
152,6
165,5 255,7 37.
Op. cit., cuadro
286,2
231,9
252,5 279,5 256,3 267,6 283,9 252,0
1964
187,9
229,3
192,8
190,5
146,3
179,8
157,1
1963
151,4
1962
Banco Central, Origen del producto y distribución...,
ponderado
Promedio
120,0
122,2
100,0
100,0
y co-
1169 1224 124,2 119,1 1244 1236
1961
Servicios financieros y bienes iínmuebles
municaciones
restaurantes
100,0
100,0
y hoteles
100,0
Canteras y minas
1960
345,0
369,1
301,3
340,5
392,1
348,7
338,0
374,2
356,0
1965 1966
4689
477,3
446,0
415,7
514,3
465,5
458,5
490,9
5919
612,1
551,1
564,6
671,0
603,0
600,4
643,8
583,5
1967
623,3
563,1
585,6
716,4
618,7
627,1
647,2
634,3
1968
(índice 1960 = 100).
470,1
C-21. Estimaciones de los salarios básicos de convenios, Banco Central, 1960-1969
Agropecuario y pesca
Sector
Cuadro
680,5
646,0
784,6
678,5
686,5
710,0
684,3
1969
322
A
general
Ocupaciones
pesos)
remuneradas
Total de sueldos y salarios
(en
miles)
(en millones
Remuneración media anual promedio
Otros servicios
Gobierno
Bancos y otros intermediarios financieros
Electricidad, gas y agua
Comunicaciones
Trasporte y almacenamiento
Comercio
Construcción
Industrias manufactureras
Canteras y minas
Pesca
Agropecuario
Sector
de
5.229,8
29.855,44
39.151,6 5.322,3
49.754,7 5,315,5
9,360
7.356
5.709
3438 8.405 13.894 19.070 9.079 11,864 12.704 12,525 11.722 17.706 11.770 9,393
4.076 6.335 11.113 8.185 6.888 8.891 10,064 9.109 9.633 13.775 9.352 7.432
2,534 5,515 8.799 6,400 6.127 6.996 8.288 7.396 8.574 10.910 7.364 5892
1952
1951
1950
Cuadro C-22. Estimaciones de la remuneración media de los asalariados, CONADE,
..o. HEa
33.929,1 5,227,6
10,316
6.702 10.159 14,550 10,701 9.945 12,337 13.622 12.804 13.753 19.208 13.542 9.335
1953
1950-1961
18.460 14.077 11,307 15.820 16,184 15.069 16,402 21.558 16.895 12.070
12982
17.273 12.494 11.127 15.903 15.124 14,404 15.062 20.785 15.122 10,353
11.651
5419,6
70.355,1
11.455
11.024
61.792,44 5.303,8
8.196
1955
7.317
1954,
(en pesos corrientes).
325 95.512 109.616
152.546 36.096 58.067
74.876 90.815
109,189 64 096 45.262
58.279 66,799
82.278 51.908 42.082
45.575
32.517 43.031
64,165 33,427 24 286
27.866
20.611 22.691
36.767 20.627 15.759
18.754
20.042
20.277
30.860 18 681 14.841
15.453
Comunicaciones
Electricidad, gas y agua
Bancos y otros intermediarics financieros Gobierno general Otros servicios
de
93,383 74.541
59 563
34.678
25.134
20.020
Trasporte y almacenamiento
Fuente:
remuneradas
CONADE-CEPAL,
Ocupaciones
pesos)
Total de sueldos y salarios
miles)
op. ci?., cuadro 5-80.
(en
(en millones
Remuneración media anual promedio
430,446.9 57986
343.814,6 5.834,1
267.926,2 5 878,8
162.679 ,7 5,837 9
107.196,0 5.715,38
85,807,6 5552,3
74233
44,596 53.922 112.675 83.755 64.319 80,761 39.724 43,275 93 165 66,239 51,595 64.810
31.912 35.043 66.038 46.742 44,407 52.060
17.242 21.489 34.870 29.735 28.238 31.994
10.784 14.227 28.122 21,307 18,514 22,920
9.055 13,186 25241 16,027 17.117 19.105
Agropecuario Pesca Canteras y minas Industrias manufactureras Construcción Comercio
58.932.
1961
19€0
1959
1938
Sector
1957
(continuación). 1956
Cuadro C-22
324
a
rm
>
6.581
8.121
11,197
5118
3.792
Comercio, restaurantes y hoteles
Trasporte, ciones
Establecimientos muebles
Servicios comunales, sociales y personales
Remuneración
Ocupaciones
remuneradas
(en miles)
(en miles de
anual promedio
Total de sueldos y salarios millones de pesos)
media
financieros y bienes in-
5.072,0
29,3
8.253
Construcción
-
8.725
Electricidad, gas y agua
comunica-
6 398
Industrias manufactureras
y
8.377
almacenamiento
3.058
Canteras y minas
1950
Agropecuario y pesca
Sector
Cuadro C-23. Estimaciones de la remuneración corrientes).
A
5.6419
254,6
45.134
41.823
80 664
66 245
41.745
54.310
65.607
47.060
56.576
30.738
1959
. “e
Banco
¿.
5.661,4
326,7
57.714
53.828
105.435
86.464
54,085
59.814
94.821
63.620
84.136
33.515
1960
media de los asalariados,
-
1950
5.704.5
414,7
72.698
70.560
143.133
101.627
67.937
74.407
117.239
80,737
111.075
38.446
1961
Central,
HA AAA
5.5854
514,0
92.035
90.893
177.030
123,823
79.098
98.269
165.141
90.559
142,323
50.636
1962
y 1959-1969
A
1963
pesos
5.505,2
627,9
114.066
109,426
235.361
171.420
96.822
131.564
223.661
124.495
189,431
61.370
(en
325
C-23
Electricidad, gas y agua
y comunica-
media
Fuente:
Banco Central, Origen
0p.
cit, cuadros
1.281,2 5.937,5
31 y 34.
1.708,2 5.962,3
279,176
209,923
149.609
881,4 5.726,7
523.396 279.966
402.780 209.406
393.711
307.090 148.015
292.090
2.515, 6,278,0
6.1826
28529 6.4465
442.572 389.295 352.953 2.243,1
831.014 430.689
604.538
733.274 391.954
542,325 676.714 354.823
481,252
250.067 704.687 498.432 864.322 469.278 351.566 223.376 677.939 446.304 764.862 428.542 324.075
195.829 692,854 411.729 676.634 401.349 287.739
167.032 337.040 317,794 493,048 307.646 220.702
130.771 403.733 237.383 381.961 234,589 176,895
90.084 233.589 170.352 290.938 169,791 131.306
211.012
1969
1968
1967
1966
1965
1964
del producto y distribución...,
Ocupaciones remuneradas (en miles)
(en miles de
anual promedio
Total de sueldos y salarios millones de pesos)
Remuneración
Servicios comunales, sociales y personales
financieros y bienes in-
almacenamiento
Establecimientos muebles
Trasporte, ciones
Comercio, restaurantes y hoteles
Construcción
.,
(continuación).
Agropecuario y pesca Canteras y minas Industrias manufactureras
Sector
Cuadro
326
Fuente:
Total
Banco
1.4278
5.661,4
56419
102,3
474,6
670,3
3881
68,0
1.506,1
39,6
9846
1960
1.402,38
994
477,2
644,2
317,7
69,8
1.565,4
37,3
1.008,11
1959
53.704,5
1.455,8
108,2
475,2
678,7
4120
67,1
1,5160
41,4
949,5
1961
3.583,4
1.479,7
113,9
458,0
686,3
372,2
66,6
1,408,9
43,7
936,1
1962
Central, Origen del producto y distribución..., Op. cíl., cuadro
50720
1,2932
71,0
se-
Instituciones financieras, guros y bienes inmuebles
sociales
389.0
Trasporte, almacenamiento comunicaciones
Servicios comunales, y personales
530,2
y
Comercio, restaurantes teles
316,7
y ko-
47,4
1.415,2
Construcción
Electricidad, gas y agua
manufactureras
28,4
Industrias
980,9
Canteras y minas
1950
y pesca
Apricultura, caza, silvicultura
Sector
34,
3.505,2
1.491,9
116,4
441,0
695,2
333,9
67,9
1 322,4
429
971,6
1963
702,0
386,3
79,5
1,543,0
46,9
1003,1
1965
Banco
5.7263
1.523,7
1189
5937,5
1.567,77
122,3
457,4 — 485,7
704,3
3624
73,3
1.458,4
41,9
984.4
1964
Cuadro C-24. Personal ocupado que percibe remuneración, por sectores de actividad, (en miles de ocupaciones).
53962,3
1,604,8
125,4
496,1
707,9
405,9
31,9
1,5469
48,1
945,3
1966
1967
1950
6.182,6
1.616,1
127,8
307,0
7156
457,0
81,4
1,607,0
47,3
1.023,4
Central,
62780
1.630,0
1338
509,3
741
5366
79,8
1.5886
337
1.021,5
6,446,3
1.669,7
1450
509,3
1376
5706
78,2
1631.3
52,3
1.056,3
1969
1959-1969
1968
y
327 8,9 55 60
7,6
9,2
9,2
—
—
—
—
—
—
—
—
—
Rosario
Tucumán
Mendoza
5,5 12,4 2,5
59
12,7
24
—
—
—
4,7
10,8
2,5
Rosario
Tucumán
Mendoza
Fuente:
de Estadística y Censos.
6,1
43
—
7,3
Córdoba
Buenos
instituto Nacional
4,8
40
4,7
4,7
54
Áires
Julio
Abril
Octubre
Arca
Julio
“Abril
8,6
9,5
—
—
—
Córdoba
1969
6,1
5,5
51
74
7,5
8,3
Buenos Aires
1968
Julio
Abril
Octubre
Área
Julio
1965
Abril
1964
Abril
48 4,2 5,5 10,9 38 40 3,2 35 11,4 27
5,2
64 7,3 7,2 9,5 3,8
44 63 5,5 64 4,7
Octubre
Julio
Abril
Octubre
1966
47
Julio
1970
2,7
TA
58
66
50
Octubre
26 —
8.352.900 798,663 798.292 326.208 480,841
47 49 10,4 3,3
(personas)
Población según el censo de 1970
6,1 10,2 —
7,3 — —
6,2
Octubre
68
Julio
1967
50
Octubre
62 89 65 10,3 24
Abril
(porcentajes de la población económicamente activa).
Julio
1963
Cuadro C-25. Tasas de desempleo, 1963-1970
4
328
Industrias manufactureras
y otros intermediarios
general
Producto interno bruto a precios de mercado
Otros servicios
Gobierno
Servicio de viviendas
Bancos
Electricidad, gas y agua
Comunicaciones
Trasporte y almacenamiento
Comercio
Construcción
financieros
9,7
Canteras y minas
Pesca
9,5
13,1
12,3 12,2 138 13,2 17,6 20,2 137 14,7
16,3
10,8 19,3 13,2 13,3
70 16,3 12,4
Agropecuario
13,1 8,5 10,1 86 11,2 12,0 17,7 10,8 10,7
1951
Sector
1950
16,0
17,5 18,7
23,3
13,1 22,8 15,6 16,0 20,2 14,5 17,9 18,6 16,7 20,4
1952
17,1
15,4 19,5 14,5 17,4 20,7 13,5 18,3 22,3 19,5 22.0 269 20,4 19,6
1953
18,1
159 17,1 18,8 18,8 239 12,7 18,4 21.0 20,4 239 30,2 229 210
1954
20,2
26,7 342 25,8 24,0
23,2
16,8 17,6 20,3 218 26.0 148 18,7 27,1
1955
249
27,7
282
338 239 227 379
25.7
28,6 24,5 33,1 23,4
22,2 28,5
1956
Cuadro C-26. Estimaciones de precios implícitos en el producto interno bruto, CONADE, 1950-1963 (índice 1960 = 100).
C-26
y outros intermediarios
servicios
general
Fuente:
CONADE-CEPAL,
op, cit., cuadro
Producto interno bruto a precios de mercado
Otros
Gobierno
Servicio de viviendas
Bancos
Electricidad, gas y agua
Comunicaciones
Trasporte y almacenamiento
Comercio
Construcción
financieros
(continuación).
A
Industrias manufactureras
Canteras y minas
Pesca
Agropecuario
Sector
Cuadro
—————
329
3-30.
96,7 97,3 116,4 121,9 103,3 113,5 158,2 120,9 133,9 119,6 137,9 118,4
SO
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,9 100,0 100,0
100,0
653,0 104,8 780 90,9 83,4 75,9 87,1 77,3 73,2 72,4 79,0 86,8
819
50,2 43.0 40,7 48,3 38,9 36,9 37,5 38,5 48,5 61,3 50,3 44,3
41,4
34,9
29,8
35,8
30,9
31,7
324
26,5
41,0
43,4
31,2
31,6
30,6
97,1
100,0
89,2
38,1
28,3
A
1961
1960
1959
1958
1957
190,0 959 200.4 180,8 197.0 136,2 778 159,6 141,2 159,9 131,9 146,1 196.4 135.0 176,0 148,6 180,6 150,7 451
1849
208,4 272.9 171,1 203,5 181.7 206.5 177,1
169.1
1963
1962
330
9,3
15,6
9,5
9,1
Trasporte, nicaciones
Instituciones financieras y bienes inmuebles
Servicios sonales
Producto interno bruto a precios de mercado
sociales
» Cifras provisionales. Fuente: Banco Central.
comunales,
y per-
comu-
8,1
Comercio, restaurantes y hoteles
y
11,8
Construcción
almacenamiento
11,5
9,4
Industrias manufactureras
Electricidad, gas y agua
7,3
15,5
Canteras y minas
1950
Agricultura, caza, silvicultura y pesca
Sector
1960 = 100).
82,3
796
748
72,7
82,2
88,8
73,3
81,7
90,6
91,2
12959
100,0
1000
10009
1000
1000
1000
100,0
1000
1000
100,0
1960
111,3
1234
1233
1110
106,7
121,5
1209
1109
1198
98,2
1961
140,2
161,1
1519
1498
124,9
159,2
1438
1399
1620
127,3
1962
179,5
190.0
177,3
2148
1570
196,9
185,8
1786
2153
179,5
1963
2259
245,8
2253
2532
1979
2379
203,0
2148
227,8
257,1
1964
290,2
3364
283,1
3050
2524
339,4
277,3
2839
316,1
295,2
1965
360,1
444,7
347,0
426,7
3040
436,7
3779
347,7
4164
332,2
1966
459,3
563,33
488,1
5952
396,7
5624
504,5
4366
4442
401,1
1967
511,1
631,11
57718
730,2
431,7
6043
5660
4733
477,1
448,7
1968
5535
6884
677,
808.7
481,7
662,3
5550
4935
4990
507,41
19691
Cuadro C-27. Estimaciones de precios implícitos en el producto interno bruto, Banco Central, 1950 y 1959-1969 (indice
YN
331
1963 1962
18,1
17,1
1960
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
16,0
1959 79,2 81,0 89,5 89,4 89,7 87,5 93, 81,9
13,1
1958
47,2 39,7 459 47,6 44,1 34,4 38,6 41,1
1957
31,0 30,3 34,2 35,0 33,5 28,5 34.0 30,6
Producto interno bruto
Exportaciones de mercancías Importaciones de mercancías
Producto interno bruto a precios de mercado
Fuente: CONADE-CEPAL,
Maquinaria y equipos
Consumo privado Inversión interna bruta fija Construcciones y mejotas
Consumo del gobierno
Rubro
op. cit, cuadros 3-65, 3-73, 3-74 y 3-50.
169,1 143,8 145,7 157,1 138,5 121,1 135,9
451
129,8 112,56 113,7 120,8 109,3 99,0 97,7
1150
184,9
199,9 185,9 180,0 198,8 165,9 158,6 164.2
249
20,2
21,2 17,5 19,5 23,4 14,8 9,5 9,2
19,2 16,8 17,9 205 14,5 10,5 9,7
16,9 15,7 16,8 19,8 13,1 11,6 12,3
13,5 12,6 13,8 15,8 11,3 11,3 96
Consumo privado Inversión interna bruta fija Construcciones y mejoras Maquinaria y equipos Exportaciones de mercancías Importaciones de mercancías
Consumo del gobierno
1961
27,4 24,2 27,5 31,9 23,2 26,1 29.0
24,1 19,2 21,4 25,4 17,2 12,1 11,4
a precios de mercado
1956
1955
1954
1953
1952
Rubro
1951
1950-1963
Cuadro C-28. Estimaciones de precios implícitos en el producto interno bruto por tipo de gasto, CONADE, (indice 1960 = 100).
Al
332
7,0
6,1
9,1
Producto interno bruto a precios de mercado
82,3
919
87,6
89,7 880 91,9
81,5
80,0
1959 12%60
1000
100,0
100,0
1000 1000 100,0
1000
100,0
Fuente: Banco Central, Boletín estadístico, marzo de 1971.
y ser-
de mercancías
Importaciones vicios
y ser-
12,2 12,7 96
Inversión interna bruta fija Construcciones y mejoras Maquinaria y equipos
mercancías
8,4
privado
Consumo
de
96
del gobierno
Consumo
Exportaciones vicios
1950
Rubro
111,3
976
988
1100 1199 104,7
1089
1278
1961
140,2
13600
1209
1450 1539 137,2
1374
1718
1962
1793
162,7
158,1
1749 194 16211
179,2
2009
1963
2259
167,2
1769
2126 2329 185,1
2236
2699
1964
290,2
198,5
2070
287,2 330,3 254,6
282,2
380,7
1965
360,11
245,1
2466
3540 4224 3056
350,5
500,6
1966
4593
3866
3759
4538 550,0 388,5
447,6
6208
1967
SIL1
4278
400,8
4937 5999 4128
505,1
670,6
1968
53354
4436
401.3
5120 6466 4225
557,0
7269
1969
Cuadro C-29, Estimaciones de precios implícitos en el producto interno bruto por tipo de gasto, Banco Central, 1950 3 1959-1969 (indice 1960 = 100).
En consecuencia, estas estimaciones adolecen de la misma falla que el propio índice de producción industrial: una creciente obsolescencia. Un método
similar se utiliza para estimar el empleo en el
sector comercio, otro de los que ocupa mayor cantidad de personal; en este caso, el muestreo de las empresas fue realizado en 1946. También vale la pena señalar que los censos de población arrojan, por lo común, una fuerza de trabajo más numerosa que la que revelan los censos económicos, porque los primeros registran las actividades artesanales domésticas con mayor amplitud
que los últimos. Por esta razón, las estimaciones definitivas del
empleo están siempre supeditadas a la publicación de los resultados de los nuevos censos demográficos, en vez de los económicos, Puesto que las tasas de remunetación están basadas, principalmente, en los datos de los convenios colectivos de trabajo, las estimaciones del ingreso no se ajustarán a la realidad en la medida en que se hagan pagos suplementarios a los empleados o se produzcan alteraciones sustanciales en la duración de la jornada real de trabajo. Al parecer, durante el período analizado no hubo grandes diferencias entre la tasa de crecimiento del promedio de salarios realmente pagados y la tasa resultante de los convenios colectivos; los datos disponibles revelan que entre 1953 y 1263 el crecimiento anual de los primeros fue del 27,1 %, y el de Jos últimos, del 25,8 %. Sin embargo, en otros períodos se advierten mayores divergencias entre estas dos mediciones del salario.
En el sector agropecuario, las estimaciones del personal empleado
en carácter permanente se efectúan sobre la base de los censos de población y agropecuarios, mientras que el empleo transitorio se calcula a partir de estudios técnicos sobre las horas de trabajo
que requieren los diferentes tipos de producción agrícola. Puesto
que los trabajadores transitorios constituyen alrededor del 70 % del total del personal empleado en la agricultura argentina, y que los salarios para el sector están basados en escalas establecidas legalmente, la confiabilidad de estas estimaciones es cuestionable. Métodos similares se utilizan para calcular el empleo en los sec-
tores de la construcción y de los servicios personales, cuya estimación correcta es todavía más complicada por la gran cantidad de
personas que tienen doble ocupación, la frecuente rotación de los trabajadores, la escasa información sobre convenios colectivos de trabajo y la preponderancia del trabajo por cuenta propia.
El propósito del estudio del CONADE-CEPAL sobre la distribu-
ción del ingreso era, precisamente, superar estas dificultades en el análisis del tema en la Argentina. Por esta razón se lo utilizó como principal fuente de los datos analizados en el capítulo 7. Esta información es quizá más precisa para la distribución del ingreso y el empleo por sectores de actividad económica que para la clasificación por categorías de ingreso personal o familiar.
En contraste con las del producto sectorial, el consumo y la inver-
sión, las estimaciones del Banco Central y del CONADE sobre la distribución funcional del ingreso difieren en forma considerable.
ias en cuanto Causa principal de tales diferencias son las discrepanc (Continúa en pág. 338.) 333
334
100,0
Nivel general
113,7
11044 123,1 119,6 111,1 104,5 105,0 103,7
1961
6,9
39 7,8 59 7,3 47,6 44,8 13,6
1949
143,5
140,3 150,5 155,7 148,5 119,9 110,2 154,3
1962
86
7,6 9,5 8,1 91 30,59 48,1 15,6
1950
180,7
175,5 187,6 203,9 198,2 143,3 115,8 184,0
1963
118
10,3 13,9 11,5 11,6 51,0 48,1 15,9
1931
1964
220,7
222,6 224,6 235,7 220,4 146,7 121,5 184,0
163
15,0 18,8 15,5 16,2 516 48,1 20,4
1952
170
154 20,2 16,0 17,1 31,9 48,1 22,7
1953
1965
283,8
176
15,3 22,5 17,4 17,2 52,0 48,1 22,9
1954
374,3
356,8 3874 450,3 364,3 393,2 409,3 369,4
1966
198
17,0 25,8 20,1 19,1 52.0 48,1 23,6
1935
460,1 499,1 579,6 481,5 456,3 450,2 463,3
1967
224
19,3 28,0 23,4 27,2 52,1 48,1 24,1
1956
(índice 1960 = 100).
284,8 289,1 310,9 283,1 184,0 127,6 267,4
1948-1970
332,9 571,0 700,5 533,17 536,6 495,2 597,7
1968
280
25,8 31,5 28,9 34,5 52,56 48,1 27,5
1957
565,8 630,8 712,3 360,5 565,0 544,8 395,0
1969
368
35,5 38,6 37,9 44,9 54,0 48,1 37,5
1958
638,5 690,1 869,5 600,2 391,5 599,2 595,0
1970
787
828 68,7 73,8 118,1 65.0 48.1 1150
1959
483,7 562,1 604,7 686,9 Fuentes: Instituto Nacional de Estadística y Censos, Costo del nivel de vida en la Capital Federal, Buenos Aires, 3* ed., marzo de 1968, para el periodo 1948-1962, y Boletín de estadistica, varios números, pata el período 1963-1970.
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
Alimentación Indumentaria Gastos generales Menaje Alojamiento Alquiler Electricidad
1960
5,2
Nivel general
Rubro
4,5 55 42 59 46,6 44,2 13,0
1948
C-30. Indice del costo de vida, promedios anuales,
Alimentación Indumentaria Gastos generales Menaje Alojamiento Alquiler Electricidad
Rubro
Cuadro
335
cl
nacionales
27,4
29,1 25,6 36,7 276 23,3 22,0
21,9
27,0
21,5
22,1
Productos no agropecuariosP
Fuente: Banco Central, Boletín estadístico, setiembre de 1962.
b Nacionales e importados.
a No agropecuarios.
Nivel general
272
18,5
18,0
21,3
228 22,8 23,4
1949
1948
Productos importados A
Alimentos y bebidas
No agropecuarios
Producción animal
Producción vegetal
Agropecuarios
Productos
Rubro
1950
48,2
1
.s
54,9 48,4 649 676 756 53,5
46,1 388 58,5 48,9 48,3
-ro >
63,1
66,7
72,1
63,9
48,4
e
73,0
70,1
y
746
A
RT o
825 795
100,0 61,4
CTA
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
1956
70,4 65,3 78,7 849 91,3
81,3
734 670 60,7 766 77,3 87,2 55,1
1953
1954
71,
95,9
84,9
74,2
76,1
60,3
66,5
1953
1951
1932
(indice 1956 = 100). Cuadro C-31. Indice de precios mayoristas, promedios anuales, 1948-1 956
336
Nivel general
22,8
234
Productos
no agropecuarios?
236
18,6
Productos importados £
Alimentos y bebidas
23,4
18,3
Producción animal
No agropecuarios
23,7
21,1
22,7
19536
Producción vegetal
Agropecuarios
Productos nacionales
Rubro
37,0
85,3 84,4 89,5
38,1 36,4 320 86,4
85,6
88,1 88,7
40,2 30.0
31,7
884
352
28,2
86,3
1959
37,3
1958
29,0
284 26,5 31,7 21,1 29,2 258 26,1
1957
Cuadro C-32, Indice de precios mayoristas, promedios anuales, 1956-1970
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
108,3
109,3
96,8
110,1 108,6
113,8 97,3
105,8
100,0 100,0
108,8
1961
100,0
1960
(índice 1960 = 100).
141,1
196
140,4 133,5 128,7
168,4 120,2
1449
141,7
1962
181.7
1760
177,3 1779 156,9
221,8 168,5
195,8
182,8
1963
UA
337
348,2 3373 277,9 343,7
340,8
291,5 303,7 2324 287,7
284,0
223,3 243,1
178,6
220,5
229,2
No agropecuarios Alimentos y bebidas
AR
Fuente:
Instituto Nacional
a No agtopecuarios. b Nacionales e importados.
LAT Fm,
no agropecuarios*
Nivel general
Productos
Productos importados *
A
e
1970 568,6
576,7 525,7 627,7
565,2 648,+ 547.7 564,1
5671
1969 498,9
498,2 524,6 412,7
499,2 507,5 469.9 497,4
497,6
1968 471,3
461,1 470.0 430,9
4157 488,1 424,4 472,4
469,2
429,7
4196 4265 4126
434,0 4362 393,0 431,4
428,0
1967
de estadistica, varios números.
327,0
312,8
259,5
Producción animal
Boletín
333,5 3406
275,0 2399
251,1 2436
Agropecuarios Producción vegetal
de Estadística y Censos,
343.8
286,5
231,6
Productos nacionales
Rubro
1966
(continuación). 1965
C-32
1964
Cuadro
1 ?
aF
E
y k 3]
a los datos del empleo, que aunque tienden a desaparecer en el conjunto
son
bastante
significativas
en
el nivel
sectorial.
Estas
diferencias entre las dos fuentes comienzan a observarse a mediados de la década del cincuenta y se acentúan con el trascurso del tiempo, Ello obedece, en particular, a que las estimaciones del CONADE están basadas principalmente en los censos de población de 1947 y 1960 —ajustándose las estimaciones de los años intermedios de acuerdo con los resultados de los censos económicos—, mientras que el Banco Central utiliza el procedimiento inverso: los censos económicos de 1953 y 1963 se toman como años base, y las esti. maciones de los años intermedios se interpolan ajustándose a los resultados de los censos de población, que no incluyen aún los resultados de 1970,” En el nivel sectorial, las discrepancias sobre el sector agropecuatio se deben, en particular, a las diferentes estimaciones con respecto al personal transitorio. En la industria, las dos estimaciones co-
mienzan a diferir notoriamente en 1956, en parte porque el Banco
Central no toma en cuenta las actividades artesanales no registradas en los censos económicos; el empleo total en la industria de acuerdo
con el censo de población de 1960 (que incluye a los artesanos) es un 15 9% más elevado que la estimación del Banco Central para
ese año.* La diferencia en comercio y servicios personales tomados por separado es muy significativa, pero ello se debería a las distin-
tas actividades que incluyen el Banco Central y el CONADE
estos
sectores;
la discrepancia
en cuanto
a la ocupación,
en
consi-
derando ambos sectores, es solo de alrededor del 2 % en 1960, Por último, la diferencia entre las dos fuentes con respecto al empleo en el sector público se explica porque el Banco Central in-
cluye en sus estimaciones de la población económicamente activa
a los ciudadanos que cumplen con el servicio militar, mientras el CONADE no lo hace. Resulta difícil formarse un juicio objetivo
acerca de cuál serie sobre el empleo es más confiable, pero importa
tener en cuenta que, al integrar las estimaciones de la ocupación con las de la distribución del ingreso por tramos presentada en el cálculo del CONADE, no se revelan distorsiones o discrepancias apreciables en los tres años que se estudian en detalle.
7 Debe mencionarse también que en el momento
en que se efectuaron
las
estimaciones del CONADE no se disponía de los resultados del censo econó-
mico de 1963, y que las estimaciones de población allí utilizadas corrigieron los datos del censo de población de 1960 por deficiencias en su cobertura. Para mayor información, véase CONADE-CEPAL, op. cif, vol, 1, págs. 408-09. 8 Los cocientes entre las estimaciones de las cuentas nacionales y de los
censos económicos en la ocupación industrial para el Banco Central y el ADE 3.
338
son, respectivamente, de 1,15 y 1,25 en 1953 y de 1,05 y 1,443 en
Bibliografía
L Libros, documentos, artículos e informes Adekunle, Joseph O., «The demand for money: Evidence from developed and less developed countries», IMF Staff Papers, vol, 15, julio de 1968.
«Rates of inflation in industrial, other developed, and less develop-
ed countries, 1949-1965», IMF Staff Papers, vol. 15, noviembre de 1968.
Aldabe, Hernán y Van Rijckeghem, Willy, The use 0f simulations for forecasting changes in the Argentine cattle stock, informe inédito presentado en la Conferencia de Bellagio, Harvard Development Advisory Service, junio de 1966. Alemann, Roberto T., Cómo superar la crisis económica actual: bacia una política argentina de inversiones, Buenos Aires, Selección Contable, 1956. Alexander, Robert ]., The Perón era, Nueva York, Columbia Uni-
¿
versity Press, 1951.
Almada, Miguel A. y Dieguez, Héctor L., Protección efectiva y tipo de cambio, Trabajo Interno del CIE (Centro de Investigaciones
Económicas),
Instituto
Torcuato
Di
Tella,
Buenos
Aires,
diciembre de 1968. Argentina 1930-1960, antología, Buenos Aires, Sur, 1961. Allison, Graham, The essence of decision, Boston, Little, Brown, 1971,
Arnaudo, Aldo A., Análisis espectral de los precios mayoristas en la Argentina, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, 1967. Un estudio sobre la velocidad de la inflación en la Argentina, 19581966, trabajo presentado en un Seminario Interno del Centro de
Investigaciones Económicas,
Córdoba, Argentina, diciembre de
1969 (mimeografiado). Arrow, Kenneth J., Chenery, Hollis B., Minhas, Bagicha $. y Solow, Robert M., «Capital-labor substitution and economic efficiency», Review of Economics and Statistics, vol. 43, agosto de 1961.
'
Aujac, Henri, «Inflation and the monetary consequence of the be-
havior of social groups: A working hypothesis», International Economic Papers, N 4, 1954 (publicado originalmente en francés en Economie Appliquée, abril-junio de 1950). Bacha, Edmar y Taylor, Lance, «Foreign exchange shadow prices:
339 A
.
A critical review of current theories», Quarterly Journal of Economics, vol, 85, mayo de 1971, Balassa, Bela, «The purchasing power parity doctrine: Á reap. praisal», Journal of Political Economy, vol. 72, diciembre de 1964, «Trade policy and planning in Korea», American Economic Review, vol. 61, mayo de 1971. Balboa, Manuel, Comparación de la estructura intersectorial de la producción de Argentina y de Perú, CEPAL, Santiago, Chile, 20 de mayo de 1959, Balboa, Manuel y Fracchia, Alberto, «Fixed reproducible capital in Argentina, 1935-1955», Income and Wealth Series, Londres, 1939, vol, 8,
Ballesteros, Mario A., Argentine agriculture, 1908-1954: A study
in growth and decline, Universidad de Chicago, inédito).
1958
(estudio
Baranson, Jack, Automotive industries in developing countries, World Bank Staff, Occasional Papers, n? 8, 1969. The heavy mecbanical equipment industry in Argentina, 1965 (mimeografiado).
Barraclough,
Solon L., «Agricultural policy and land reform»,
segunda parte, Journal of Political Economy, vol. 78, julio-agosto
de 1970,
Basch, Antonin y Kybal, Milic, Capital markets in Latin America: A general survey and six country studies, Nueva York, Praeger, 1970.
Basevi, Giorgio, «Domestic demand and ability to export», Jorrnal of Political Economy, vol, 78, marzo-abril de 1970. Beker, Víctor A., «Elasticidades de oferta de la producción agropecuaria: trigo, maíz y carne», Económica, La Plata, año 15, mayoagosto de 1969. Beiloni, Alberto, Del anarquismo al peronismo: bistoria del movimiento obrero argentino, Buenos Aires, Peña Lillo, 1960.
Benítez de Castro, Cecilio, El desarrollo económico argentino, Buenos Aires, Arayú,
1955,
Berlinski, Julio, The bebavior of provincial finances in Argentina, Universidad de Harvard, 1969 (inédito). Blanco, Eugenio A., Política monetaria y crediticia, 1956
(mimeo-
grafiado). La política presupuestaria, la deuda pública y la economía nacional, Buenos Aires, Ministerio de Hacienda, 1956. Realidad económica argentina, Buenos Aires, Ministerio de Hacienda, 1956.
Blanco, General Guido, «Sin siderurgia no hay independencia», Buenos Aires, Clarín, 28 de setiembre de 1966. Bortnik, Rubén, El ejército argentino y el arte de lo posible, Buenos Aires, Ediciones Giiemes, 1967. 340
Brodersohn, Mario S., Estrategias de estabilización y expansión en la Argentina,
1959-1967,
Buenos
Aires,
Instituto
Torcuato
Di
Tella, s. £. (mimeografiado). «Fiscal policy and the composition of government purchases: The case of Argentina», Public Finance, vol. 19, 1964. Desarrollo regional y política de radicación industrial en la Árgentina, Trabajo Interno del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, julio de 1967,
Brodersohn, Mario 5., ed., Estrategias de industrialización para la Argentina, Buenos Aires, Editorial del Instituto, 1970. Broner, Julio y Larriqueta, D., La revolución industrial argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 1969, Bronfenbrenner, Martin y Holzman, Franklyn D., «Survey of inflation theory», American Economic Review, vol. 533, setiembre de 1963.
Bronfman, José A., Pricing of public services in Argentina: The telephone case, Universidad de Harvard, primavera de 1967 (inéito).
Bruton, Henty ])., Latin American exports end imports substitution policies, Research Memo, n? 32, Center for Development Economics, Williams College, noviembre de 1969. «Productivity growth in Latin America», American Economic Review, vol. 57, diciembre de 1967. Cafiero, Antonio F., Cinco años después, Buenos Aires, El Gráfico, 1961.
«La reforma estructural», El Economista, s. Í, Cámara Argentina de Fabricantes de Automotores, Sigrificación económica de la industria automotriz, 22 2, 1963, Cantón, Darío, Alineamientos de partidos en la Argentina entre 1912 y 1955, Documento de Trabajo del CIS (Centro de Investigaciones Sociales), Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, setiembre de 1967. La primera encuesta política argentina, Documento de Trabajo del CIS, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, agosto de 1967. Carranza, R. G., Informe hecho para la Confederación General Económica, Buenos Aires, 1969 (mimeografiado). * Carri, Roberto, Sindicatos y poder en la Argentina, Buenos Álires, Sudestada, 1967. CIDA, (Comité Interamericano de Desarrollo Agrícola), Tenencia de la tierra y desarrollo socioeconómico del sector agrícola: Argentina, Unión Panamericana, Washington, 1965. Ciria, Alberto, Partidos y poder en la Argentina id (19301946), Buenos Aires, Jorge Alvarez, 1964, Clague, Christopher, «The determinants of efficiency in manu turíng industries in an underdeveloped country», Economic Development and Cultural Change, vol. 18, n* 2, enero de 1970.
341
Cohen, Benjamin 1., «Measuring the short-run impact of a country's import restrictions on its exports», Quarterly Journal of Econo. mics, vol, 80, agosto de 1966. Colomé, Reinaldo A., Funciones de oferta agropecuaria de la región pampeanña en el período 1940-1960, Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, julio de 1966 (mimeografiado).
Comisión Asesora Honoraria pata la Industria del Tractor, El tractor en la Argentina, Buenos Aires, mayo de 1969.
Confederación General del Trabajo, Hacia el cambio de estructuras, Buenos Aires, 1965,
Jornadas económicas, Buenos Aires, 1963. Confederación General Económica, Instituto de Investigaciones Económicas, Estudios sobre la economía argentina, Buenos Aires, 1968. Consejo Federal de Inversiones, Bases para el desarrollo regional argentino, Buenos Aires, 1963, Relevamiento de la estructura regional de la economía argentina, Buenos Aires, 1962,
Constitución de la Nación Argentina y Estatuto de la Revolución Árgentina, Buenos Aires, Huemul, 1966. Cooper, R. F. V., «The employment of fertilizer as a factor limiting agricultural development in Argentina», segunda parte, Review of the River Plate, 12 de julio de 1968. Cornblit, Oscar, Inmigrantes y empresarios en la política argentina, Documento de Trabajo del CÉS, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, 1966.
Costanzo, G. A., Programas de estabilización económica en América Latina, México, CEMLA, 1961. Cristiá, P. y otros, Argentina en la postguerra, Buenos Aires, Editorial Rosatio, 1946. Cúneo, Dardo, Comportamiento y crisis de la clase empresaria, Buenos Aires, Pleamar, 1967, Cuzminsky, Rosa, «Debates contemporáneos: algunas opiniones polémicas sobre la política económica de la Argentina», Revista de la Universidad de Buenos Aires, enero-marzo de 1962. Chenery, Hollis B. y Taylor, Lance, «Development patterns: among countries and over time», Review of Economics and Statistics, vol. 50, noviembre de 1968, Chiaramonte, José C., Nacionalismo y liberalismo económico en la Argentina, 1860-1880, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1971, Chudnovsky, Daniel y Katz, Jorge M., Patentes e importación de tecnología, Buenos Aires, 1970 (mimeografiado). Chun Kim, Hyong, «Korea's export success, 1960-1969», Finance and Development, vol. 8, n? 1, marzo de 1971.
342
Dagnino Pastore, José M., El programa económico para 1970, Bue-
and Argentina, Harvard Development Advisory Service, informe
n? 39, junio de 1966. Del Mazo, Gabriel, El radicalismo: el movimiento de intransigencia y renovación (1945-1957), Buenos Aires, Ediciones Gure, 1937. De Pablo, Juan Carlos, «El costo de producción en la industria textil», Revista de Ciencias Económicas, vol. 44, julio-agosto-setiembre de 1965, «Desocupación, salario real y políticas de reactivación», Desarrollo
Económico, vol. 11, julio de 1971-marzo de 1972.
La ley 17.224 y la distribución intragremial del peso de la política antiinflacionaria, s. f. (mimeografiado). Política antiinflacionaria en la Argentina, 1967-1970, Buenos Álres, Amorrortu editores, 1972,
Depres, Emile, «Stabilization and monetary policy in less developed countries», en Jesse W. Markham y Gustav F. Papanek, eds., Industrial organization and economic development, Boston, Houghton Mifflin, 1970, Diamand, Marcelo, «Bases para una política industrial argentina», Cuadernos del Centro de Estudios Industriales, 1, 1969. Los cuatro tipos de inflación argentina, s.f. (mimcografiado). «Desarrollo industrial, política sutárquica y capital extranjero», S+ tuación actual y perspectivas de la economía argentina, 6, 1969.
«Estrategia global del desarrollo industrial», Cuadernos del Centro
de Estudios Industriales, 1, 1968. «La estructura productiva desequilibrada argentina y el tipo de cambio», Desarrollo Económico, vol. 12, abril-junio de 1972.
El Fondo Monetario Internacional y los países subdesarrollados,
Buenos Aires, Movimiento Soluciones Económicas, abril de 1963.
343
A o
DAMA
a
0 O
AM
A
nos Áires, 22 de enero de 1970.
Ingreso y dinero; Argentina 1935-1960, Buenos Aires, Centro de Investigaciones Económicas del Instituto Torcuato Di Tella, 1964 (tesis de doctorado preparada para la Universidad de Harvard). Política económica argentina 1969-1970, Buenos Aires, Marcos Víctor Durruty, s. f. Productos exportables: resultados de encuestas, Documento de Trabajo del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, s. £. Daniels, Mark R., «Differences in efficiency among industries in developing countries», American Economic Review, vol. 59, marzo de 1969. Davis, O. A. y Whinston, A, B., «Piecemeal policy in the theory of the second best», Revier of Economic Studies, vol. 34, 1967. De Janvry, Alaín, Empirical analysis of consumer behavior: an application to Argentina, estudio presentado en el Seminario Interno del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, 20 de julio de 1969 (mimeografiado). Delaplaine, John, The structure of economic growth in Colombia
La naturaleza de la crisis económica argentina, versión preliminar,
s.f. (mimeografíado).
«El plan, los contraplanes y las medidas económicas anunciadas», Buenos Aires, El Cronista Comercial, 9 de diciembre de 1971. «Por qué una maxidevaluación sería recesiva e inflacionaria», Buenos Aires, El Cronista Comercial, 11 y 19 de agosto de 1971. «El régimen de drawback generalizado y las exportaciones industriales», Buenos Aires, El Cronista Comercial, 9 y 10 de setiembre de 1968, «Seis falsos dilemas en el debate económico nacional», Cuadernos del Centro de Estudios Industriales, n? 5, 1971. Díaz Alejandro, Carlos F., Essays on the economic history of the Argentine Republic, New Haven, Yale University Press, 1970. Exchange rate devaluation in a semiindustrialized country: tbe experience of Argentina, 1955-1961, Cambridge, Mass., MIT Press, 1965.
«Industrialization and labor productivity differentials», Revietw of Economics and Statistics, vol, 47, mayo de 1965. Dieguez, Héctor L., Argentina y Australia: algunos aspectos de su desarrollo económico comparado, Trabajo Interno del CTE, Instítuto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, julio de 1968. Dinero, precios y recargos fiscales: un comentario, Trabajo Interno del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, agosto e 1968.
Di Tella, Guido, «Objetivos específicos de una política industrial», Cuadernos del Centro de Estudios Industriales, 1, 1968. Teoría de la firma y restricción financiera, Documento de Trabajo del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, 1965, Di Tella, Torcuato S,, Germani, Gino, Graciarena, Jorge y otros, Argentina, sociedad de masas, Buenos Aires, EUDEBA, 1965. Di Tella, Torcuato S. y Halperin Donghi, Tulio, Los fregimentos del poder, Buenos Aires, Jorge Alvarez, 1969. Diz, Adolfo C., Determinantes de la oferta de dinero en la República Argentina (1935-1962), Universidad Nacional de Tucumán, Cuaderno n? 64-1, abril de 1964. Money and prices in Argentina, 1935-1962, tesis de doctorado, Universidad de Chicago, 1966, publicada luego en David Meiselman, ed., Varieties of monetary experience, Chicago, University of Chicago Press, 1970. La oferta de dinero en la República Argentina (1935-1962), Universidad Nacional de Tucumán, Cuaderno n? 63-3, julio de 1963. Donges, Juergen B., Brazil's trotting peg: A neto approach to greater exchange-rate Hexibility in less developed countries, 1972 (mimeografiado). Donges, Juergen B. y Kasper, W., «Mayor flexibilidad de los tipos de cambio y su importancia para los países en desarrollo», El Tri mestre Económico, n* 37, 1970,
344
Es AP
vican countries: A comparative analysis, tesis inédita de doctorado, Universidad de California, Berkeley, 1966. Felix, David, «Economic development: take-offs into unsustained growth», Social Research, n? 36, verano de 1966. «The dilemma of import substitution: Argentina», en G. F. Papanek, ed., op. cit. Did import substituting industrialization in Argentina save foreign
exchange in 1953-1960? A report on some findings, Trabajo In-
terno del CIE, Instítuto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, setiembre de 1965. Industrialización sustitutiva de importaciones y exportación indus¿rial en la Argentina, Documento de Trabajo del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, setiembre de 1964. Import substitution and industrial exporting: An analysis of recent Argentine experience, estudio presentado en la XXI Conferencia Anual Latinoamericana, Universidad de Florida, 17 al 20 de febrero de 1971. «Más allá de la sustitución de importaciones: un dilema latinoamericano», en M. S. Brodersohn, ed., Estrategias de industrialización para la Argentina, op. cit. Some notes on tbe implementation of Argentine industrialization policy, 3 de setiembre de 1966 (mimeografiado). Subsidies, depression and non-traditional industrial exporting in Argentina, Economic Development Report, n* 107, Development Advisory Service, Harvard University, setiembre de 1968. Fernández Balmaceda, Osvaldo, Bajraj, Reynaldo F., Calvo, Guillermo A. R. y Piekarz, Julio A., Construcción de modelos de insumo-producto en la República Argentina, Buenos Aires, Consejo Nacional de Desarrollo, s. f. (mimeografiado). Fernández López, Manuel y Damus, Silvestre, Determinantes de la demanda de liquidez por el sector privado en la Argentina, 19591963, Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad de Buenos Aires, 1964.
345
CA e
2
Wage structures and economic development in selected Latin Ame-
AD
Eaton, Jonathan, Effective devaluation as an export incentive in less developed countries, tesis inédita de doctorado, Universidad de Harvard, marzo de 1972. ArElías, Víctor ]., Estimates of value added, capital and labor in Unido, doctora de inédita tesis 63, gentine manufacturing, 1935-19 versidad de Chicago, junio de 1966. Eriksson, John R., Notes on export promotion policies and experience in Argentina, noviembre de 1966 (mimeografiado).
sm
F. Papanek, ed,, op. cit. Dutton, Dean S., «The demand for money and the price level», Journal of Political Economy, vol. 79, setiembre-octubre de 1971.
A
continuing inflation: Lessons from Colombian experience», en G.
PE
" Dunkerley, Harold B., «Exchange rate systems in conditions of
Ferrer, Aldo, La economía argentina: las etapas de su desarrollo y problemas actuales, México, Fondo de Cultura Económica, 1963. «Hacia un sistema industrial integrado y abierto», Cuadernos del Centro de Estudios Industriales, 1, 1968. Industrias básicas, integración y corporaciones internacionales. No. tas para un análisis de la integración industrial de América latina, estudio presentado en el Consejo Latinoamericano de Ciencias So. ciales, Lima, octubre de 1958 (inédito). Ferrer, Aldo y Fracchia, Alberto, La producción, ingresos y capi. talización del sector agropecuario en el período 1950-1960, informe preparado para CAFADE (Comisión Nacional de Adminis. rración del Fondo de Apoyo al Desarrollo Económico), Buenos Aires, abril de 1961. Ferrer, Aldo y Wheelwright, E. L., Industrialización en la Argentina y Australia: estudio comparativo, Trabajo Interno del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, junio de 1966.
FIAT, Oficina de Estudios para la Colaboración Económica Inter-
nacional, Importaciones, industrialización, desarrollo económico en la Argentina: evolución y perspectivas, Buenos Aires, 1963. Nivel de la economía argentina. Síntesis de 1971, perspectivas para 1972, Buenos Aires, 1972,
FIEL (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamerica-
nas), Comparaciones de Buenos Aires, diciembre Estimación del producto monetarias, Estudios de e 1966.
l
indices del costo de vida en la Argentina, de 1966. bruto nacional sobre la base de estadísticas Coyuntura, n? 2, Buenos Aires, noviembre
Fiemup, Darrell F., Brannon, Rusell H. y Fender, Frank A., The agricultural development of Argentina, A policy end development perspective, Nueva York, Praeger, 1969, Fienup, Darrell F., Brannon, Rusell H. y Fender, Frank A., Argentina: the sleeping giant. A study of the problems and opportunities of its agriculture, The Ford Foundation, 1967.
Fillol, Tomás R., Social factors in economic development:
The
Argentine case, Cambridge, Mass., MIT Press, 1961, Fleming, J. Marcus, «Exchange depreciation, financial policy, and the domestic price level», IMF Staff Papers, 6, abril de 1958.
Fletcher, Lehman B. y Merrill, William C., Latin American agri-
cultural development and policies, Ames, la., lowa State University, setiembre de 1968, Freire, Remy, Price incentives in Argentine agriculture, estudio
inédito presentado en la Conferencia de Bellagio del Harvard Development Advisory Service, junio de 1966. Friedman, Milton, «The supply of money and changes in prices and output», en Edwin Dean, ed., The controversy over the quantity theory of money, Boston, Heath and Co., 1965.
346
AaE
Friedman, Milton, ed., Studies in tbe quantity theory of money, Chicago, University of Chicago Press, 1937. Frigerio, Rogelio, «El camino del desarrollo», Buenos Aires, Claréx, 10 de setiembre de 1964.
julio de 1966.
Nacionalismo, potencias industriales y subdesarrollo, Buenos Aires, Editorial Concordia, 1961. Petróleo, Buenos Aires, Editorial Desarrollo, 1964.
Frondizi,
Arturo,
Estrategia
y táctica del
movimiento
nacional,
Buenos Aires, Editorial Desarrollo, 1964.
Política económica nacional, Buenos Aires, Arayú, 1963,
La política exterior argentina, Buenos Aires, Editorial Francisco Á. Colombo, 1962. Eucaraccio, A. J. E., Modelo de previsión a corto plazo, Buenos Aires, CONADE, noviembre de 1965, Gálvez, Manuel, Vida de Hipólito Yrigoyen, Buenos Aires, Tor, 5% ed., 1959,
Galletti, Alfredo, La realidad argentina en el siglo XX: 1. La política y los partidos, México, Fondo de Cultura Económica, 1961. García, Valeriano F., Control monetario y exceso de reservas, Buenos Aires, trabajo presentado en un Seminario Interno del Centro de Investigaciones Económicas, setiembre de 1968. García Martínez, Carlos, La inflación argentina, Buenos Aires,
Kraft, 1965.
Germani, Gino, Política y sociedad en una época de transición de la sociedad tradicional a la sociedad de masas, Buenos Aires, Paidós, 1962.
Estructura social de la Argentina, Buenos Aires, Raigal. Gómez, J., Trade projections for Argentina, UNCTAD Secretariat, 15 de junio de 1968 (mimeografiado). González, N. y otros, Esquema de la economía argentina, Buenos Aires, Aneté, 1957.
Gregory, Peter, Wage structures in Latin America, Discussion Paper n2 4, Center for Economic Research, University of Minnesota, junio de 1964. Grunwald, Joseph, Invisible hands in inflation and growtb, Conterence on Inflation and Growth in Latin America, Río de Janeiro, enero de 1963. Grunwald, Joseph, Carnoy, Martin y Wionczek, Miguel S., Latin American economic integration and the United States, Washington, Brookings Institution, enero de 1970. Guadagni, Alieto A., La elasticidad de sustitución entre los factores
347
ooo
A ss
«Integración regional, nación y monopolios», Buenos Áires, Clarín, 18 y 25 de febrero de 1968. «Medidas y pautas del desarrollo», Buenos Aires, Clarín, 24 de
A
Crecimiento económico y democracia, Buenos Aires, Losada, 1963.
productivos. Cuantificación de su magnitud en la economía argen.
tina, Documento de Trabajo del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, octubre de 1965,
Guglialmelli, General Juan E., «Desarrollo es sinónimo de indus. tría pesada e infraestructura», Buenos Aires, Clarín, 10 de marzo de 1965.
Gurley, John G., «Financial structure in developing countries», en David Krivine, ed., Fiscal and monetary problems in developing
states, Proceedings of Third Rehovoth Conference, Nueva York,
Praeger, 1967. Haldi, J. y Whitcomb, D., «Economies of scale in industrial plants», primera parte, Journal of Political Economy, vol. 75, agosto de 1967, Halem, George N., The IMF and the Hexibility of exchange rates, Princeton, Essays in International Finance, 1971. Harberger, Arnold, «The dynamics of inflation in Chile», en Carl F, Christ y otros, Measurement in economics: Studies in matbematical economics and econometrics in memory of Y ebuda Grunfeld, Stanford, Stanford University Press, 1963, Hart, Albert, Indicadores económicos de corto plazo capaces de interpolar y de extrapolar las cifras de producto bruto en forma trimestral, Buenos Aires, agosto de 1964 (mimeografiado).
Harvard Joint Tax Program, Problems of tax administration in Latin America, Baltimore, John Hopkins Press, 1965. Hayn, Rolf, «Capital formation and Argentina's price cost structure, 1935-1958», Revieíw of Ecomomics and Statistics, vol. 44, agosto de 1962. Hinrichs, Harley H., «Determinants of government revenue shares in less developed countries», Economic Journal, vol. 75, setiem-
bre de 1965.
La estructura tributaria durante el desarrollo, México, CEMLA, 1967. Tax strategies for Financing economic development: general theory as applied to Afgbanistan, Nigeria, and Argentina, s.f. (tmimeo-
grafiado).
Hirschman, Albert O., «Models of reformmongering», Quarterly Journal of Economics, vol. 77, mayo de 1963. Hoffman, W. G., The growth of industrial economies, Nueva York, Oxford University Press, 19538.
Horowitz, Morris A., The legacy of Juan Perón, Bureau of Business and Economic Research, Northeastern University, Boston, 1963.
Hufbauer, G. C., «West Pakistan exports: Policies and problems», en Walter P. Falcon y Gustav F. Papanek, eds., Development policy. 11: The Pakistan experience, Cambridge, Mass., Harvard Univetsity Press, 1971.
348
Humphrey, David B,, «Changes in protection and inflation in Árgentina, 1953-1966», Oxford Economic Papers, vol. 21, julio de 1969. Huntington, Samuel P., Political order in changing societies, New
Haven, Yale University Press, 1968. IDEA (Instituto para el Desarrollo de Ejecutivos en la Argentina), Indice de costos de vida de IDEA, Buenos Aires, marzo de 1969.
lilia, Arturo U., La política económica del gobierno constitucional, Buenos Aires, 1966. Imaz, José Luis de, Los que
mandan,
Buenos
Aires, EUDEBA,
1964. Instituto Torcuato Di Tella, Relevamiento de la estructura regional de la economía argentina, Buenos Áires, 1961. International Development Association, The commodity problem, Staff Study of the Economic Department, International Bank for Reconstruction and Development, 12 de mayo de 1964, International Monetary Fund, Argentina: Use of tbe Fund's resources, 5 de enero de 1966. Itzcovich, Samuel, Análisis de la estructura financiera, estudio presentado en un Seminario Interno del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, 19 de julio de 1969 (mimeografiado).
«Análisis de la estructura financiera argentina, 1953-1965», Desa-
rrollo Económico, enero-marzo de 1969, Itzcovich, Samuel y Feldman, Ernesto, Un sistema de transacciones financieras para la Argentina (1953-1965), Documento de Trabajo del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, febrero de 1969,
Jarach, Dino, Estudio sobre las finamzas argentinas, 1947-1967, Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1939. Jarvis, Lovell S., Supply response in the cattle industry. The Argentine case: 1937-38/1966-67, tesis inédita de doctorado, Carnbridge, Mass., MIT, 1969, Joy, Leonard y Braun, Oscar, «A model of economic stagnation: A case study of the Argentine economy», Economic Journal, vol. 78, diciembre de 1968. Katz, Jorge M., «Una interpretación de largo plazo del crecimiento industrial argentino», Desarrollo Económico, enero-marzo de 1969.
Production functions, foreign investment and growtb, Amsterdam, North Holland Publishing Co., 1969. «The sources of manufacturing growth in Australia and Argentina in the period 1946-1960», Economic Record, vol. 44, 1968. Importación de tecnología, aprendizaje local e industrialización dependiente, Documento de Trabajo del CIE, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, enero de 1972,
Kaysen, Carl, «Model-makers and decision-makers; Economists and the policy process», The Public Interest, val. 12, enero de 1968, King, Timothy, «Development strategy and investment criteria: Complementaty ot competitive», Quarterly Journal of Economics, val, 80, febrero de 1966. Krieger, R. A., Inflation propagation in Argentina: A sbortrun analysis, tesis inédita de doctorado, Universidad de Wisconsin, 1963, Krieger Vasena, Adalberto, Planificación y crecimiento económico, Buenos Aires, Análisis, junio de 1964. Política fiscal, inflación y desarrollo económico, Buenos Aires, La Técnica Impresora, junio de 1964. Kuznets, Simon, Lorng-terim changes in the national income of the United States since 1870, International Association for Research in Income and Wealth, Series II, 1952. Laty, Hal B., Exports of manufactures by less developed countries, National Bureau of Economic Research, Nueva York, 1968. Imports of manufactures from less developed countries, National Bureau of Economic Research, Nueva York, 1968. Laurant, Henty W., Factors affecting foreign investment in Ar-
gentina, International Development Center, Stanford Research Instítute, Stanford, 1963.
Leibenstein, Harvey, «Allocative efficiency vs. “x-efficiency”», American Economic Review, vol, 56, junio de 1966. Lindblom, Charles E., The policy making process, Englewood Cliffs, N. J., Prentice-Hall, 1968. «Tinbergen on policy making», Journal of Political Economy, vol. 66, diciembre de 1958. Lipsey, R. G. y Lancaster, K., «The general theory of second best», Review of Economic Studies, vol, 24, 1956-1937, Llorens de Azar, Carmen y Gende, Rogelio, Precios unitarios de artículos de consumo y servicios: Capital Federal y provincias, 1901-1963, Sección Estadística, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires,
1963.
Maizels, Alfred, Industrial growth and world trade, National Instíitute of Economic and Social Research, Cambridge University Press,
1963.
Mallon, Richard D., Balance of payments adjustment in a semiindustrialized, agricultural export economy: The Argentine case, Economic Development Report, n* 109, Harvard Development Advisory Service, 1968. «Comentario», en M. S. Brodersohn, ed., Estrategias de industria lización para la Argentina, op. cit. «Exchange policy: Argentina», en G. F. Papanek, ed., op. cit. «La industrialización y la sustitución de importaciones en la Ar-
350
gentina», en M. S. Brodersohn, ed., Estrategias de industrialización para la Argentina, op. cit. «Planning in crisis», Journal of Political Economy, vol. 78, julio-
agosto de 1970.
Mamalakis, Markos, The theory of sectorial clashes, Reprint n? 9, University of Wisconsin, Milwaukee Center for Latin American Studies, setiembre de 1970. Maroni, Yves, Argentina's economic and financial record, Board of Governors of the Federal Reserve System, setiembre de 1968 (mimeografiado). Marotta, Sebastián, El movimiento sindical argentino, Buenos Áires, Lacio,
1961.
Martínez de Hoz, José Alfredo, La agricultura y la ganadería argentina en el período
1930-1960,
Buenos
Aires,
Sudamericana,
1967.
Masson, Francis y Theberge, James, External capital requirements
and economic development: The case of Argentina, s.f. (mimeoegrafiado). Gap epaluation: Argentina, Washington, AID, Department of Sta-
te, s. Í.
Maynard, Geoffrey y Van Rijckeghem, Willy, «Stabilization policy in an inflationary economy: Argentina», en G. F. Papanek, ed., Op. cil.
«Argentina 1967-70: A stabilization attempt that failed», Banca
Nazionale
del Lavoro
Quarterly
Review,
n? 103, diciembre
de
1972.
Merkx, Gilbert, Sectorial clashes and political change: The Argen-
tine experience, Reprint n* 10, University of Wisconsin, Milwau-
kee Center for Latin American Studies, setiembre de 1970. Meyer, Árturo C., El comportamiento del aborro de las empresas bajo condiciones inflacionarias, Buenos Aires, Instituto Torcuato Di Tella, 7 de mayo de 1969. Michalopoulos, Constantine, Relative prices, capital goods imports and tbe foreign exchange constraint: A case study of Argentina, Discussion Paper, n? 23, Washington, AID, noviembre de 1971. Minhas, Bagicha S., An international comparison of factor costs and factor use, Amsterdam, North Holland Publishing Co., 1963. Monti, Angel, El acuerdo social, Buenos Aires, Ediciones de Política Económica,
1967,
Factores del proceso inflacionario en América Latina, Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social, CEPAL, 1967.
Morley, Samuel A., «Import demand and import substitution in Brazil», en Howard S. Ellis, ed., The economy of Brazil, Universidad de California, Berkeley, 1969.
351
«Inflation and stagnation in Brazil», Economic Development and
Cultural Change, vol. 19, n? 2, enero de 1971. Moyano Llerena, Carlos, «La cuestión de los salarios», Buenos Aires, La Nación, 2 de setiembre de 1969. Publicaciones de las Naciones Unidas
Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, A study of industrial growth, Nueva York, 1963.
International capital movements during the interwwar period, Nue. va York,
1949,