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Spanish Pages 135 [142] Year 2020
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COLECCIÓNDIVULGACIÓN
La pesca recreativa Del ocio a la economía
BEATRIZ MORALES-NIN Y JAVIER LOBÓN-CERVIÁ •
La pesca recreativa, también conocida como pesca de ocio o pesca deportiva, ha tenido en España y en el mundo un importante desarrollo en las últimas décadas, al tiempo que se ha impulsado su investigación y regulación desde diversos ámbitos científicos y administrativos. Los altos niveles de ocio promovidos en las llamadas sociedades de bienestar han popularizado las actividades al aire libre, de disfrute de la naturaleza y de los deportes asociados a las mismas, entre las que la pesca recreativa ha adquirido un crecimiento notable gracias a su destacado valor social, cultural y económico. Este libro quiere dar a conocer así la pesca recreativa continental y marina, y ofrecer un conocimiento actualizado sobre su evolución, sus prácticas y su panorama actual. Nos aproxima, de este modo, a su historia y a su vinculación con la pesca de subsistencia, para posteriormente analizar la tipología, perfiles, motivaciones y hábitos de los pescadores que la practican. Igualmente, se detiene en describir las principales técnicas e instrumentos de captura en aguas dulces y marinas, y las especies y hábitats preferentes en este tipo de actividad pesquera. Por último, se analizan aspectos vinculados a su conservación, gestión y economía en los ámbitos local y regional. Se trata, en definitiva, de una obra que quiere poner a disposición del gran público los fundamentos y aspectos más importantes de la pesca recreativa en sus vertientes social, cultural y económica.
La pesca recreativa
COLECCIÓN DIVULGACIÓN
La pesca recreativa
Del ocio a la economía BEATRIZ MORALES-NIN Y JAVIER LOBÓN-CERVIÁ
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COLECCIÓNDIVULGACIÓN
La pesca recreativa Del ocio a la economía
Beatriz Morales-Nin y Javier Lobón-Cerviá
Madrid, 2020
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Con la COLECCIÓN DIVULGACIÓN, el CSIC cumple uno de sus principales objetivos: proveer de materiales rigurosos y divulgativos a un amplio sector de la sociedad. Los temas que forman la colección responden a la demanda de información de los ciudadanos sobre los temas que más les afectan: salud, medio ambiente, transformaciones tecnológicas y sociales… La colección está elaborada en un lenguaje asequible, y cada volumen está coordinado por destacados especialistas de las materias abordadas. COMITÉ EDITORIAL
Pilar Tigeras Sánchez, directora Carmen Guerrero Martínez, secretaria Pura Fernández Rodríguez Enrique Barba Gómez Arantza Chivite Vázquez Javier Senén García Carmen Viamonte Tortajada Manuel de León Rodríguez Isabel Varela Nieto Alberto Casas González
CONSEJO ASESOR
José Ramón Urquijo Goitia Avelino Corma Canós Ginés Morata Pérez Luis Calvo Calvo Miguel Ferrer Baena Eduardo Pardo de Guevara y Valdés Víctor Manuel Orera Clemente Pilar López Sancho Pilar Goya Laza Elena Castro Martínez
Rosina López-Alonso Fandiño María Victoria Moreno Arribas David Martín de Diego Susana Marcos Celestino Carlos Pedrós Alió Matilde Barón Ayala Pilar Herrero Fernández Miguel Ángel Puig-Samper Mulero Jaime Pérez del Val
Catálogo de publicaciones de la Administración General del Estado: Editorial CSIC: http://editorial.csic.es https://cpage.mpr.gob.es (correo: [email protected])
Primera edición: abril de 2020 © CSIC, 2020 http://editorial.csic.es [email protected] © Beatriz Morales-Nin y Javier Lobón-Cerviá, 2020 © Los Libros de la Catarata, 2020 © Diseño de cubierta: Carlos Del Giudice © Fotografía de cubierta: Pescador submarino. Jordi Chias / uwaterphoto. Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones. ISBN (CSIC): 978-84-00-10616-4 e-ISBN (CSIC): 978-84-00-10617-1 ISBN (Catarata): 978-84-9097-978-5 NIPO: 833-20-084-1 e-NIPO: 833-20-085-7 THEMA: PDZ Depósito legal: En trámite (segundo trimestre) En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.
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España podría atraer pescadores de todas partes de Europa si el Estado y las gentes se percatasen de la enorme riqueza que contienen sus ríos. W. M. Gallicham Fishing and Travel in Spain (1904)
Pescador: […] pescar tiene grandes ventajas sobre cazar para la salud del alma, por no mencionar la salud del cuerpo… F. Basurto Del diálogo entre un cazador y un pescador (1539)
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Índice Agradecimientos............................................................................. 11 Preámbulo...................................................................................... 13 Introducción................................................................................... 17 1. De la subsistencia al recreo......................................................... 25 2. Quién pesca: perfiles y motivaciones.......................................... 31 3. Modalidades, técnicas de pesca y especies preferentes............ 51 4. Gestión de la pesca: implicaciones para la conservación y sostenibilidad de las poblaciones............................................. 85 5. Implicaciones económicas de la pesca recreativa....................... 111 6. Conclusiones................................................................................. 125 Sobre los autores............................................................................ 133
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Agradecimientos autores quieren expresar su agradecimiento a todos los que han
L facilitado las imágenes que ilustran este libro y a los colegas, amigos y os
familia con los que hemos desarrollado los trabajos que nos han servido para adquirir el conocimiento necesario para redactarlo.
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Preámbulo lo que hoy llamamos pesca recreativa, pesca de ocio o pesca
A deportiva está documentada desde la oscuridad de los tiempos, las unque
últimas décadas han visto crecer con fuerza esta modalidad enfocada a la captura de peces e invertebrados de aguas continentales y marinas. El nivel de esta modalidad alcanza ya una participación notable a escalas local y regional y, como consecuencia, se hace relevante evaluar su recorrido y cuantificar sus valores, tanto cultural como económico, en la sociedad española. Sin embargo, solo muy recientemente los expertos han enfocado sus análisis sobre esta práctica cuya primera referencia en España se remonta a la primera mitad del siglo XX: un único estudio que incluye un análisis detallado de las licencias emitidas e ingresos económicos generados por la pesca continental. Por ello, este librito resumido en seis capítulos pretende poner al día el conocimiento adquirido sobre estas prácticas. Se incia con una introducción al tema, seguida de unas pinceladas sobre la historia documentada de la pesca recreativa, de ocio y deportiva, partiendo de la pesca de subsistencia (capítulo 1), para continuar con un análisis sobre la tipología y los perfiles de los 13
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Pescando al amanecer. Fuente: Fotografía de Miquel Cabanellas-Reboredo.
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pescadores más activos y sus motivaciones y hábitos más comunes (capítulo 2). Se analizan también las técnicas de captura dominantes en aguas dulces y marinas y; se identifican tanto las especies como los hábitats preferentes (capítulo 3) y se discuten algunas cuestiones relativas a la conservación y gestión (capítulo 4), para finalizar con una evaluación económica general (capítulo 5). Las principales conclusiones y peculiaridades detectadas se resumen en un capítulo final (capítulo 6). Al final de todos ellos hemos incluido una selección bibliográfica con referencias relevantes, algunas de las cuales se indican para varios capítulos. Estas cuestiones son descritas sobre la base de un conocimiento actualizado, intentando contribuir a un mejor conocimiento de los dos agentes fundamentales: los los humanos y sus capturas; en otras palabras, de sus comportamientos como depredadores y sus presas. Confiamos en que consigamos mostrar al lector aspectos enriquecedores y, además, llamar la atención sobre estas cuestiones, en su mayor parte lúdicas, que interesan a un gran número de aficionados que, por otro lado, suponen una contribución económica relevante a varias escalas locales y regionales.
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Introducción su más sencilla acepción, pescar
E es, simple y llanamente, capturar n
peces con cualquier técnica y con cualquier fin. Los humanos capturamos peces con fines alimenticios desde la oscuridad de los tiempos. Pero en esta ocupación no estamos solos. Una enorme diversidad de especies, de forma circunstancial o de forma muy especializada, tienen como único alimento peces u otras especies acuícolas. Desde macroinvertebrados acuáticos, que depredan larvas de peces, hasta aves marinas y continentales, incluyendo rapaces de gran envergadura,
como las águilas pescadoras o los descomunales pigargos, y, desde luego, mamíferos como las nutrias continentales y marinas, los delfines, los cachalotes y las orcas o los colosales osos grizzly (figura 0.1). De una u otra manera, esta actividad en la que los humanos participamos tan activamente tiene un amplio recorrido en todo el planeta. Algunos autores señalan que los humanos aprendimos a pescar hace unos 100.000 años y su origen bien pudo estar en el continente africano. En un ejercicio, quizá desorbitado, de imaginación podríamos visionar a 17
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Figura 0.1. Oso grizzly pescando salmones en un río de Canadá. Fuente: Fotografía de Tina Stafford, iStock/Getty Images Plus.
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un neandertal entretener sus días capturando con sus propias manos peces y moluscos en las aguas someras del litoral o en los charcos intermareales o quizá a un cromañón lancear a un salmónido con en el que casualmente se hubiera topado al vadear las aguas cristalinas de algún río. Pudo ser así o de cualquier otra manera, y pudo ser antes después, pero de lo que sí tenemos certeza es de que, al menos en la península ibérica, este oficio ya se ejercía hace más de 8.000 años, una cronología atestiguada por los restos arqueológicos encontrados en la cueva de Nerja (Málaga). En la actualidad, este oficio se ejercita a escala universal y engloba, en realidad, todos los hábitats acuáticos, ríos, lagos, mares y océanos, donde se practican y coexiste una ilimitada cantidad de técnicas de captura: desde las más ancestrales, como lanceo, arco y flecha, anzuelos y arpones, hasta las más modernas, incluyendo todo tipo de redes, como trasmallos, agalladeras y de
cerco o enormes redes de arrastre. Una u otra técnica de captura es utilizada tanto por pescadores individuales y por pequeños grupos en explotaciones artesanales como por grandes barcos arrastreros y otras flotas de altura. A día de hoy, la pesca continental y la marina suponen una parte fudamental de la alimentación humana y generan cientos de miles de puestos de trabajo. Contribuyen al desarrollo económico y cultural a lo largo de las geografías del mundo. Dada esta importancia, considerar la pesca como una cuestión epistemológica permite aproximaciones alternativas desde puntos de vista extremadamente distintos. Estas pueden incluir aproximaciones biológicas, ecológicas, geográficas, sociológicas, tencológicas y económicas. Todas ellas desafían la imaginación y la creatividad de innumerables profesionales: ingenieros dedicados al diseño de tecnologías pesqueras y barcos especializados; biólogos
involucrados en el diseño de estrategias de explotación y conservación; economistas capaces de evaluar y cuantificar las pesquerías en términos dinerarios; sociólogos y geógrafos, que intentan aprender el valor de la pesca como motor cultural; y, por supuesto, innumerables legisladores y gestores administrativos, sin olvidar las administraciones responsables, cuyo ámbito operativo abarca desde pequeñas agencias que actúan a niveles muy locales hasta organizaciones de carácter nacional y supranacional. A la sombra del interés social, cultural y económico de la pesca, desde finales del siglo XIX y principios del XX han florecido institutos oceanográficopesqueros con funciones científicas y técnicas en la práctica totalidad de los países del mundo. Estos institutos generan una extensa literatura sobre la pesca desde diferentes puntos de vista. En nuestro país, estas funciones institucionales tienen una larga historia, tanto en las pesquerías 19
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marinas como en las continentales. A principios del siglo XX, en 1914, se fundó el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y después de la contienda civil, los Institutos de Investigaciones Pesqueras del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), cuyos enfoques, ya desde sus orígenes, priorizaron las cuestiones pesqueras. Por aquellos años ya se publicaron obras más que relevantes, todavía con referencias clásicas tanto en pesquerías marinas (Lledó, 1941; Bas, 1955) como continentales (Camino, 1940, 1942; Classen, 1936, 1944; Rada, 1954). Pero como suele ocurrir, todos los procesos históricos y culturales tienen sus tiempos. Por estas latitudes, las circunstancias sociales, económicas y culturales han evolucionado y han cambiado sustancialmente en las últimas décadas. En los tiempos más recientes, el desarrollo de la llamada sociedad del bienestar ha impulsado altos niveles de ocio que, entre otras muchas cosas,
han popularizado las actividades al aire libre, el disfrute de la naturaleza y el desarrollo de deportes asociados a la misma, entre los que la pesca recreativa juega un papel destacado, tanto en el mar como en aguas continentales (figura 0.2). Añadiendo esta nueva perspectiva a los muchos intereses que representan las pesquerías, la pesca recreativa, conocida también como pesca de ocio, es posibiblemente la única actividad pesquera que, en principio, se realiza sin motivaciones económicas directas pero que, a varios niveles, tiene repercusiones económicas más que relevantes (figura 0.3). Un buen ejemplo de la importancia adquirida por esta nueva modalidad pesquera en la sociedad moderna lo ofrecen encuestas realizadas a nivel nacional en 2017 (IMEDEA, datos no publicados). Los resultados revelaron que el 47% de la población informa de que ha pescado alguna vez en su vida y que al menos el 24% ha
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Figura 0.2. Amanecer pescando en la costa. Fuente: Fotografía de Antonio Piñera Vizcaino.
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Figura 0.3. Disfrutando de una tranquila tarde de ocio en familia. Fuente: Fotografía de Beatriz Morales-Nin.
pescado en los últimos doce meses. Sobre las actividades deportivas planeadas para el año siguiente, un 23% de los encuestados respondió que pensaba dedicar un cierto tiempo a la pesca, de los cuales el 14% lo harían en el mar, mientras que un 8% lo haría en aguas continentales. Este nivel de participación, considerando la población actual del país, es más que notable y, entre otras cosas, implica que muchas personas han
hecho de la pesca recreativa su principal afición. Indudablemente, estas cifras tienen también grandes repercusiones en varias vertientes, pero especialmente en dos bien diferenciadas: primero, sobre las propias poblaciones de las especies preferentes y los sistemas acuáticos donde se explotan y, segundo, sobre las economías locales y regionales. La importancia de la pesca recreativa se ha hecho patente
tanto en Europa como en los Estados Unidos y Australia y ha despertado un gran interés en la comunidad científica. Como consecuencia, se han intensificado investigaciones específicas a todos los niveles. También se ha hecho notar en la Unión Europea, que, recientemente, ha requerido a los estados miembros obtener estadísticas de las capturas y de los esfuerzos de captura (horas dedicadas a la pesca) de especies preferentes para, subsecuentemente, incluir toda esta información en los planes generales de gestión y manejo de los recursos pesqueros. Esto concierne tanto a las especies que pueden ser capturadas por los pescadores profesionales como por los recreativos, así como de las solamente explotadas por los segundos.
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A pesar de la creciente literatura científica disponible sobre la cuestión, en nuestro país nos sentimos un tanto huérfanos y faltos de publicaciones que resuman esta actividad para el gran público.
Es en esta laguna en la que este libro encuentra su lugar. Su fin inmediato es contribuir al conocimiento de los fundamentos de la pesca recreativa en sus vertientes sociales, culturales y económicas
Bibliografía Bas, C. (1955): La pesca en España, vol. I: Cataluña, Patronato Juan de la Cierva y CSIC, Barcelona. Camino, E. G. (1940): El salmón: fuente de riqueza, Publicaciones de la Dirección General del Turismo, Madrid. — (1942): La riqueza piscícola de los ríos del norte de España, Dirección General de Turismo, Madrid Classen, T. E. A. (1936): Notas preliminares sobre la biología y el aprovechamiento del esturión del Guadalquivir, C. Bermejo Impresor, Madrid. — (1944): Estudio bioestadístico del esturión o sollo del Guadalquivir (Acipenser sturio, Linnaeus), Trabajos, 19, Instituo Español de Oceanografía y Ministerio de Marina, Madrid.
e intentar contextualizar su papel en la sociedad actual, identificando sus principales potenciales y subsiguientes retos y desafíos administrativos y medioambientales.
De Rada, R. (1954): Introducción a una estadística de pesca fluvial, Ministerio de Agricultura y Dirección General de Coordinación, Crédito y Capacitación Pesquera, Madrid. Jordá Pardo, J. F. et al.: “Breaking the waves: human use of marine bivalves in a microtidal range coast during the upper Pleistocene and the early Holocene, Vestíbulo chamber, Nerja Cave (Málaga, southern Spain)”, Quaternary International, vol. 407, pp. 59-79. Lledó, J. (1941): La pesca nacional, Ediciones Pegaso, Madrid. Lyman, J. (2008): “Subsistence Versus Sport: Cultural Conflict on the Frontiers of Fishing”, en Ø. Aas (ed.), Global Challenges in Recreational Fisheries, Blackwell Publishing Ltd., Oxford, pp. 292-302. 23
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1. De la subsistencia al recreo el momento
D prehistórico preciso en el que esconocemos
las poblaciones humanas desarrollaron la pesca como mecanismo de subsistencia alimentaria. Es decir, en qué momento comenzaron a dirigir sus esfuerzos a la captura de peces y otras especies acuáticas (moluscos, crustáceos, equinodermos, etc.) como elemento fundamental de su alimentación y, muy posiblemente, la complementaron con otras fuentes de proteínas alternativas, si es que realmente las tuvieron. A día de hoy, poblaciones humanas esencialmente ictiófagas
—es decir, que se alimentan de peces— persisten solamente de forma residual en algunas regiones remotas. No es menos cierto, sin embargo, que, en numerosos países, aproximadamente el 50% de las proteínas animales consumidas provienen del pescado, lo que representa el 20% del total de las proteínas consumidas por el 40% de la población mundial. No obstante, la cantidad real de pescado consumido depende mucho de cada región concreta. Por ejemplo, la dieta de algunas comunidades indígenas y otras poblaciones de la cuenca del 25
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Figura 1.1. Consumo de pescado por habitante según países.
Kg / año
Fuente: FAO (http:// www.fao.org).
0-2 kg/año
2-5 kg/año
5-10 kg/año
10-20 kg/año
20-30 kg/año
30-60 kg/año
>60 kg/año
Kg persona / año Cerdo
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Pollo Pesca
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Vacuno 8 Acuicultura
4 Cordero
1950
‘60
‘70
Figura 1.2. Variación a lo largo del tiempo en el consumo de alimentos proteicos. Fuente: FAO (http:// www.fao.org).
‘80
‘90
2000
‘11
Amazonas, esencialmente ictiófagas, consiste en un consumo de pescado que alcanza los 400 gramos por persona y día. Aunque, a escala mundial, el promedio evaluado entre numerosos países es muchísimo menor y solo alcanza 27 gramos/ persona/día (figura 1.1); excepcionalmente, en España y Portugal, los países europeos con un mayor consumo de pescado, se pueden alcanzar los 75 gramos/ persona/día. Por otro lado, el reciente interés en el desarrollo de la medicina preventiva y en comer alimentos considerados sanos, en particular aquellos ricos en omega-3, ha conllevado un incremento en el consumo de pescado en las sociedades desarrolladas, donde se ha duplicado durante los últimos 30 años (figura 1.2). Parece, no obstante, que el instinto pescador, quizá labrado en los genes “culturales”
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Figura 1.3. Esquema de anzuelos realizados con hueso del periodo Jōmon japonés. Fuente: Ilustración de Dorling Kindersley, iStock/Getty Images Plus.
heredados de sociedades ancestrales, es el responsable de que los humanos hayamos mantenido el espíritu que subyace al desarrollo de diversas formas de pescar, incidiendo en y valorando cada día más el “oficio más bello del mundo”, que ha llegado hasta lo que hoy en día conocemos como pesca recreativa. En paralelo al desarrollo y tecnificación de las pesquerías profesionales, las formas más sencillas de pesca se han mantenido vivas a lo largo de los siglos y, en nuestros días, gozan de una magnífica aceptación, siendo una práctica que genera auténticas pasiones entre los numerosos aficionados de todos los países del globo. Esta actividad, en principio, no tiene ningún fin económico, ni siquiera alimenticio; más bien lúdico, de recreo, de ocio, deportivo o social,
pero, de una manera u otra, se ha globalizado debido a que los pescadores buscan nuevas experiencias en regiones más lejanas alrededor del mundo. Como consecuencia, generan economías bastante relevantes a niveles locales y regionales, más aquellas que derivan de la propia atracción turística en regiones remotas.
Antecedentes Han aparecido evidencias inequívocas sobre el del desarrollo de arpones y anzuelos realizados en piedra, hueso, madera, marfil y cuerno que se remontan al Paleolítico (figura 1.3). Aparentemente, fueron los auriñacienses los primeros europeos que explotaron recursos pesqueros de aguas continentales
hace 40.000 años. Sin embargo, la actividad pesquera aumentó considerablemente al final de la Edad de Hielo —hace unos 10.000 años—, tras el asentamiento de poblaciones humanas en zonas cercanas a masas de agua donde podían capturar organismos acuáticos. De ese periodo datan los 27
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Figura 1.4. Los orígenes de la pesca recreativa se pierden en la oscuridad de los tiempos. Recreación de un relieve del siglo XV a. C. en el que un egipcio pesca relajadamente en su jardín.
Figura 1.5. Recreación de una cerámica del siglo IV a. C. de un joven griego disfrutando de la pesca recreativa costera. Fuente: Ilustración de Alfonso Nombela.
Fuente: Ilustración de Alfonso Nombela.
concheros, cúmulos de desechos de conchas de moluscos y huesos de peces. Tienen varios metros de espesor que atestiguan un consumo mantenido en el largo plazo. En la península ibérica son notables los situados en la desembocadura del río Tajo. La pesca se ha desarrollado en todas las culturas y en todas las épocas, con unas u otras técnicas de captura más o menos específicas, de acuerdo a los tiempos y a las regiones. Por ejemplo, el desarrollo del anzuelo se produjo en el Mesolítico,
probablemente en Asia, desde donde se extendió de forma global, mientras que las redes, con unos 5.000 años de antigüedad, se han encontrado en el norte de Europa. Aunque los orígenes de la pesca recreativa están poco documentados, leyendas sobre su origen no faltan. En el primer siglo de nuestra era, una emperatriz de Japón, de nombre Zingo, fue considerada como la primera en construir un aparejo rudimentario colgando un anzuelo, hecho con una aguja doblada, al hilo de su propia vestimenta, y amarrado, a su vez, a una vara. Como cebo utilizó un grano de arroz y capturó un hermoso salmónido. Otros autores localizan este origen en el antiguo Egipto, donde aparecen imágenes de pesca recreativa también con caña y anzuelo (figura 1.4). Igualmente, en las culturas mediterráneas abundan imágenes de pesca que indudablemente muestran la satisfacción del pescador en estas prácticas y,
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Figura 1.6. Izaak Walton Fuente: iStock/Getty Images Plus.
por lo tanto, su carácter lúdico (figura 1.5). Sin embargo, los documentos que consideran la pesca como recreo o como ocio no aparecen hasta siglos posteriores. Quizá fuera Fernando Basurto (s. XV-ca. 1540) uno de los pioneros: en 1539, publicó un primer relato sobre estas cuestiones recogiendo varias e interesantes reflexiones y motivaciones en un diálogo medieval mantenido entre un cazador y un pescador. En este diálogo destaca, por la belleza de su razonamiento, la reflexión que hace el pescador al asegurar al cazador que “el placer inmediato de pescar hace olvidar todo lo demás que no está presente” (apud., Geneste, 1978). Las primeras publicaciones con referencias concretas a esta
modalidad de pesca y a los métodos de captura se remontan al siglo XV. Destaca la obra británica Treatyse of Fysshynge With an Angle, publicada en 1496, que recopila numerosas tradiciones del medievo. Es también en esta época cuando se comenzaron a introducir carpas y lucios en Gran Bretaña para satisfacer tanto necesidades gastronómicas como de recreo. En 1653, Izaak Walton (ca. 15931683) (figura 1.6) contribuyó a un mejor conocimiento de los
Figura 1.7. Portada de la primera edición de El pescador moderno y práctico, de Henry Cholmondeley-Pennell, publicada en 1870 en Londres por Frederick Warne and Co. y en Nueva York por Scribner Weldfor and Co. Fuente: Wikimedia Commons.
métodos y técnicas de pesca, divulgando, con extensas observaciones, los hábitos alimenticios de las especies de peces relevantes, sus características y ciclos biológicos y otras cuestiones que los pescadores debían aprender para poder “engañar” a sus presas y 29
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capturarlas. En consonancia con Fernando Basurto, Walton postuló que el verdadero pescador es el que pesca por amor a esta actividad y no el que pretende obtener un beneficio inmediato. La obra de Walton catapultó la pesca recreativa hasta convertirla en un auténtico arte. Desde entonces, los pescadores no solo se esfuerzan en mejorar sus aparejos, las tácticas de captura o el conocimiento general de sus
presas potenciales, sino que también han adquirido una elevada conciencia sobre la necesidad de proteger a sus presas y a los sistemas naturales donde viven para su conservación y persistencia temporal. En el siglo XIX florecieron los tratados de pesca, como los publicados por Henry Cholmondeley-Pennell, que tratan tanto la pesca continental como la marina y su conservación (figura 1.7).
Bibliografía Cholmondeley-Pennell, H. (1870): The Modern Practical Angler. A Complete Guide to Fly-Fishing, Bottom-Fishing and Trolley, Frederick Warne and Co, Londres. Geneste, P. (1978): “Rediscovered Work. Dialog between Hunter and Fisherman by Basurto, Fernando”, Bulletin Hispanique, 80 (1-2), pp. 5-38.
Pero han sido las ultimas décadas las que han observado una auténtica explosión de esta disciplina, cuyos aficionados/ apasionados se encuentran en todos los grupos sociales, económicos y culturales y en casi todos los países del mundo. Además, es practicada tanto individualmente como en grupos, incluyendo numerosas celebraciones en forma de concursos y competiciones a nivel nacional e internacional.
Jordá, J. F. et al. (2016): “Breaking the Waves: Human Use of Marine Bivalves in a microtidal Range Coast During the Upper Pleistocene and the Early Holocene”, Quaternary International, 407, pp. 59-79. Radcliffe, W. (1912): Fishing from The Earliest Times, John Murray, Londres (2012, Forgotten Books, Londres). Walt, I. ([1653] 1958): The Art of Angling (ed. de G. Eades), Princeton University Press, Princeton.
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2. Quién pesca: perfiles y motivaciones las sociedades en las que la
E participación en la pesca n
recreativa se practica de forma masiva, determinar y cuantificar quién y cómo, dónde, cuándo y cuánto se ejercita esta actividad es fundamental para poder diseñar estrategias de gestión. Por su naturaleza, esta actividad es heterogénea e incluye una elevada diversidad de aficionados; desde aquellos que solo pescan de forma esporádica hasta los más apasionados que tienen esta actividad de ocio como preferente. A su vez, tanto unos como otros proceden de un amplio espectro social, cultural,
geográfico y económico; desde lugareños que moran a la vera de los ríos o de las costas hasta los que recorren largas distancias y/o utilizan embarcaciones para navegar hasta alcanzar sus lugares y especies preferentes. En décadas recientes la relevancia de la pesca recreativa se ha hecho notable en toda Europa, aunque aparecen diferencias notables entre países y regiones geográficas. Estimaciones recientes enfatizan la participación de un 2% de la población, lo que equivale a unos nueve millones de pescadores con un total de 78 millones de días de 31
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pesca anuales, con un impacto económico de unos 6.000 millones de euros al año. Aunque estos datos son todavía fragmentarios e incompletos, es evidente que se hace necesario considerar esta actividad de forma integrada en la gestión de los recursos acuáticos. Varios autores consideran, siguiendo las directrices de la Unión Europea, que existen grandes brechas en la comprensión de esta actividad, en su valoración y en su gestión. Dadas las características de la pesca recreativa, estas brechas deben intentar cubrirse a niveles regionales y nacionales considerando las idiosincrasias que las tipifican. Las metodologías para determinar la participación en la pesca recreativa son complejas. Se pueden utilizar diversas aproximaciones, tales como censos visuales, encuestas presenciales en el lugar de la pesca, encuestas telefónicas o electrónicas, números de licencias emitidas, etc. Todas ellas
contienen errores causados por la falta de precisión, por las diferencias inherentes a todas ellas y/o por su parcialidad. Por ejemplo, la falta de veracidad en las respuestas a las encuestas telefónicas realizadas puede alcanzar niveles sobresalientes, como se puso de manifiesto en unas encuestas telefónicas dirigidas a cien hogares de miembros de un club de pesca, en las que el 5% negó tener ningún miembro de la familia que realmente pescara. Un estudio realizado por nuestro equipo de investigación en 2017 mostró que el 47% de la población en nuestro país ha pescado alguna vez y que el 10% considera la pesca como su principal actividad de recreo. Llama la atención que el 25% tenía en mente ir a pescar durante 2018 y de ellos, el 8% declaraba su intención de pescar en aguas continentales y el 14% pensaban hacerlo en aguas marinas. El resto no indicó ninguna preferencia especial. Estos porcentajes trasladados a la población general,
sugieren que la pesca recreativa es socialmente importante en España, y como tal debe considerarse tanto para la gestión de los recursos acuáticos como en las evaluaciones de sus rendimientos económicos.
Motivaciones Varios estudios dirigidos a documentar esta actividad y a identificar a sus protagonistas y sus preferencias en la selección de especies, hábitats y localizaciones geográficas permiten resumir de forma general los resultados en forma de perfiles-tipo (tabla 2.1). Estudios realizados en las islas Baleares indican de forma clara que el 92% de todos los de entrevistados enfatizó que la motivación de la pesca recreativa es esencialmente lúdica. Disfrutar de una mañana soleada a orillas del mar prima por encima de cualquier otra consideración. Esta motivación es, desde luego, más importante que las capturas potenciales y su posterior consumo, que fue solo relevante
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para el 34% de los entrevistados. A su vez, para la selección del área de pesca, un 50% de los encuestados prefirió zonas tranquilas, mientras que un 40% prefirió zonas con capturas de mayor calidad. Para un 26% la accesibilidad a los lugares de pesca y la proximidad a su residencia jugaron un papel destacado. A pesar de que las capturas no son la principal motivación, el factor gastronómico puede jugar un papel relevante. La mayoría de los pescadores consumieron el pescado fresco, es decir el 73% de los entrevistados, mientras que el 45% prefirió congelarlo para su consumo posterior, dependiendo de la cantidad de las capturas y de otras circunstancias. Estos mismos estudios indicaron que las familias en las que algún miembro es pescador conocen mejor las especies diana y su grado de frescura, por lo que al realizar sus compras prefieren pescado fresco de alta calidad en sus dietas. Cuando las capturas son abundantes, algunos pescadores reparten una
Tipo de pesca
Motivación
Pesca recreativa o de ocio
Captura de individuos en el medio natural por mero placer; para disfrutar de la naturaleza o con fines puramente lúdicos en compañía de otros pescadores. La motivación de consumir la captura puede o no ser relevante. Básicamente se realiza en ríos, en la línea de costa o desde embarcación en navegación costera.
Pesca deportiva
Pesca recreativa en la que el factor competencia es importante: participación en torneos, obtener trofeos, etc. Engloba desde torneos de pesca en ríos hasta la pesca desde embarcación en navegación lejana de la costa. El objetivo esencial es la captura de ejemplares trofeo: atunes, marlines, tiburones, etc.
Pesca submarina
Se realiza a pulmón libre con arpón en aguas costeras hasta 30 metros de profundidad. Puede realizarse desde la costa o con el apoyo de una embarcación.
Pesca sin muerte
Los peces capturados, una vez pesados o medidos, se sueltan tras la captura. Suele practicarse en torneos y en numerosos cotos de salmónidos.
proporción entre amigos y familiares, y no faltan aquellos que, aunque son minoría, venden las capturas de manera ilegal. En años recientes, se ha desarrollado una visión más proteccionista y conservacionista de la pesca recreativa que incluye, por un lado, la captura y suelta, como, por otro lado, la sensibilización sobre cualquier método de captura que pueda generar sufrimiento físico. Si bien los que practican esta modalidad pueden alcanzar el 32% de los miembros de la comunidad de pescadores, aparece un amplio debate sobre la moralidad de esta actividad.
Tabla 2.1. Tipos de pesca recreativa según las motivaciones principales. Fuente: Elaboración propia.
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Figura 2.1. Dos jóvenes pescadoras muestran sus capturas. Fuente: Fotografía de Felipe Fabregat.
Perfiles La pesca recreativa es una actividad familiar tradicional que suele comenzar en la juventud. Las primeras experiencias —que siempre se visten de celebraciones iniciáticas— suelen ocurrir a edades tempranas (figuras 2.1 y 2.2). La actividad tiende a disminuir en años posteriores para volver a aumentar en la franja de los 50 a los 60 años. No puede obviarse que las diferencias en los niveles de participación por parte de miembros de distintas edades están causadas, esencialmente, por el tiempo dedicado a la vida cotidiana, como estudios, trabajo y familia, etc. Al disminuir la carga de obligaciones y responsabilidades, el tiempo dedicado al ocio aumenta y, con
ello, aumenta también la participación en la pesca recreativa. Aun así, es notable que esta afición sea duradera y se prolongue a lo largo de toda la vida con una experiencia media de más de 20 años. Por ejemplo, en Galicia, los que practican esta disciplina desde la costa manifestaron una experiencia de pesca tan elevada como 32 años, seguidos por los pescadores que la ejercitan durante unos 30 años desde embarcación, mientras que
Figura 2.2. La autora y su hermana mayor, pescadoras aficionadas en 1958. Fuente: Fotografía de Miguel Morales.
los pescadores submarinos promediaron unos 21 años, probablemente por una limitación en la edad de los aficionados, a causa de la necesidad de un buen estado físico para practicar la pesca submarina en apnea (figura 2.3). La pesca recreativa es, esencialmente, una práctica
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masculina con una predominancia del 90% del total de los pescadores. En algunas comunidades autónomas (CC AA) de la región mediterránea, el 93% de los pescadores son hombres con una edad media de 50 años, mientras que la minoría de mujeres que la practican suelen ser más jóvenes, con una edad media de 42 años. En Baleares la tendencia es similar. Aunque los practicantes de esta actividad parecen ser algo más jóvenes, pues un 91% de los hombres tiene una edad media de 45 años. Además, se manifiesta una alta participación de jubilados (20%). A su vez, en Castilla y León, durante 2007 y 2016, los pescadores eran bastante más jóvenes, con edades comprendidas entre los 36 y los 49 años (30%). De ello hay que destacar un descenso muy significativo de la práctica entre los jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años. Curiosamente, este patrón no coincide con otros países de nuestro entorno, donde la
participación por sexos y edades parece depender directamente de las condiciones socioculturales de cada país o región. Por ejemplo, mientras que en Noruega la participación de mujeres es muy elevada, hasta alcanzar el 35% de la población pescadora, en Suiza es solamente del 2%. En relación con el contexto familiar, la mayoría de los pescadores están casados y pertenecen a familias con dos, tres o cuatro miembros (con el mismo nivel de participación, del 27%), de las que, en un 61% de los hogares, como mínimo uno de los miembros está involucrado en esta actividad. Al menos la mitad de los pescadores se iniciaron en estas prácticas de la mano de algún familiar (53%) (figura 2.4) o de algún amigo cercano (32%). No deja de ser curioso que solo una minoría de pescadores pertenezca a algún club o sociedad. El bajo nivel de participación en estructuras como los clubes o sociedades de pesca es representativo del carácter individualista de esta práctica
Figura 2.3. Pescador submarino con una excelente captura de un mero en los años cincuenta del pasado siglo. Fuente: Fotografía de Felipe Fabregat.
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Figura 2.4. Abuelo y nieto disfrutando de la pesca recreativa. Fuente: iStock/Getty Images Plus.
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y dificulta notablemente la comunicación con los pescadores en general. En lo que respecta al nivel de estudios, en Baleares el 38% de los pescadores tenía solo estudios básicos, mientras que el 43% tenía estudios técnicos o universitarios. A su vez, en Galicia, un 82% ha pasado la escuela secundaria o tiene un nivel de educación superior; de ellos, al menos el 33% tiene estudios superiores o universitarios. En lo que respecta a los ingresos económicos en 2009, el 62% de los pescadores manifestó ingresos mensuales en el rango que va de 1.000 a 2.500 euros, valores que se localizan en la media salarial general del país. Aunque ya comentamos que esta actividad es practicada por aficionados procedentes de todos los grupos sociales, culturales y económicos, los resultados generales y la información obtenida en varios estudios mencionados permite construir un perfil-tipo del pescador
Figura 2.5. Esquema general de un pescador deportivo medio en España. Fuente: Ilustración de Alfonso Nombela.
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recreativo medio que podría resumirse de una forma bastante sencilla: tanto en aguas marinas como continentales y entre los aproximadamente dos millones de personas que practican esta actividad y dentro del amplio abanico de orígenes, predomina un varón de mediana edad con estudios medios e ingresos que lo sitúan en la clase media (figura 2.5).
Dónde se pesca y con qué intensidad Afortunadamente, contamos con una amplia diversidad de hábitats y especies continentales y marinos para practicar la pesca recreativa. Nos recuerda Rada (1954) que contamos con 75.000 kilómetros de cursos de agua permanentes a los que hay que añadir miles de hectáreas de embalses esparcidos por toda la geografía peninsular. En lo que respecta a aguas marinas contamos con más de 10.000 kilómetros de costas y miles de kilómetros cuadrados de mares y océanos que rodean la península y
las islas mediterráneas y atlánticas. Con una técnica u con otra, para capturar una u otra especie, todas estas aguas son susceptibles de mantener pesquerías recreativas. Conviene resaltar que, para desarrollar esta actividad, las normas vigentes y las regulaciones de pesca desde tierra, barco y/o submarinas en aguas continentales y marinas tienen mucho en común, hecho que se debe a que, en este contexto, las legislaciones de pesca continental se han inspirado siempre en las marinas. Para todas ellas se necesita una licencia específica y no trasferible que, por regiones y periodos de tiempo variables, son emitidas de forma independiente por las consejerías competentes de las CC AA. Estas normativas establecen las especies susceptibles de ser capturadas, ya sean peces, cefalópodos, moluscos, equinodermos, etc., incluyen, además, tallas mínimas de captura y/o cantidades máximas en número y en peso. Tienen en común la prohibición general de la venta o de cualquier
transacción comercial de las capturas y, más recientemente, la extensión generalizada de capturas sin muerte ya establecidas en algunas regiones. Entre otras mejoras recientes, toda esta normativa ha conseguido reducir el furtivismo y la pesca ilegal hasta mínimos desconocidos hasta hace pocas décadas y, como consecuencia, está facilitando cualquier aproximación analítica que se haga sobre la pesca y los que la practican. Por ello, quizás la mejor aproximación para determinar el número de aficionados —como medida de la intensidad de esta actividad a niveles temporales y regionales— es analizar los números de licencias de pesca. Sin embargo, en aguas continentales y marinas esta aproximación no está exenta de problemas, al menos, por las siguientes razones: para determinar la evolución a lo largo del tiempo es más que razonable pensar que los estudios primigenios realizados en la
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primera mitad del siglo XX están lejos de representar los números reales de pescadores activos durante aquellos años. En las décadas de 1940 y 1950, y desde luego en las anteriores, predominaba tanto la hambruna como la falta más elemental de regulaciones pesqueras, problema que se intensificó, todavía más, por una falta elemental de presencia de los organismos del Estado, sobre todo en regiones más o menos remotas; un teatro de operaciones proclive a la pesca ilegal donde el furtivismo debía ser la regla más que la excepción. Por aquellos años, los pescadores rurales, ribereños, etc., utilizaban cualquier método de captura, si bien predominaban las nasas y las redes sobre todo para la captura de especies valiosas, como las truchas y los salmones, cuya comercialización representaba unos buenos ingresos para las depauperadas economías familiares. Aquellas circunstancias han cambiado sustancialmente gracias a los requerimientos legislativos actuales y a la mejora económica general de la sociedad.
A día de hoy, las regulaciones pesqueras obligan a la obtención de licencias para la captura de cualquier organismo marino o continental, y, aunque todavía muchos pescadores ocasionales son reacios a solicitar estas licencias, los más habituales las obtienen formalmente. Otros problemas que también oscurecen los resultados de estos análisis tienen que ver con las propias emisiones de las licencias de pesca. En años bastante recientes, las licencias que emiten las CC AA no tienen que ser necesariamente anuales, sino que se pueden prolongar hasta cuatro años, con lo que los números emitidos de forma anual nunca coinciden con los números de licencias en vigor. También durante estos mismos últimos años se emiten licencias denominadas interautonómicas que autorizan la pesca en varias CC AA, de manera tal que un pescador puede hacer excursiones deportivas a cada CC AA añadiéndose o restándose al conjunto de
pescadores locales que han obtenido solamente licencias anuales y/o regionales. Otro problema adicional está relacionado con la pesca desde embarcaciones, cuyas licencias se emiten para cada barco en particular, pero no se especifica el número de pescadores autorizados, que puede variar notablemente dependiendo de la eslora de la embarcación. Además, no todas las CC AA tienen registrados los números de licencias para los mismos años; por ejemplo, mientras Cantabria mantiene un registro de licencias de pesca continental que cubre 70 años, desde 1947 hasta el 2017, Extremadura solo cuenta con información para el periodo 2015-2017, lo que obviamente limita sustancialmente cualquier comparación posible. En otros casos como en Cataluña, las licencias de pesca sirven tanto para aguas continentales como marinas, sin que haya separación entre ambas. De hecho, en Cataluña solamente están bien registradas las licencias 39
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correspondientes a “las zonas continentales de pescacontrolada”, cuando, obviamente, el número real de pescadores es bastante mayor. Por ejemplo, en 2004 se emitieron 51.200 licencias y se estimó que había un total de 103.146 licencias vigentes. A pesar de todas estas dificultades, un análisis comparativo de los números de licencias emitidas por cada CC AA a lo largo de los años permite detectar algunas tendencias y patrones temporales y geográficos.
Licencias continentales Fue Rada (1954) el pionero en estudiar en detalle las pesquerías deportivas continentales y en incluir, a nivel nacional, los números de licencias anuales emitidas por cada provincia, las economías asociadas y los requerimientos administrativos. El estudio de Rada cubre solamente el periodo 1947-1954. Destaca que, durante esos ocho años, el número de licencias
aumentó de forma lineal, duplicándose a nivel nacional: desde las 25.888 licencias emitidas en 1947 hasta las 52.856 emitidas en 1954. Por provincias, en un ranking de mayor a menor número de licencias, la primera posición la ocupó Madrid, donde se alcanzaron las 4.177 licencias en 1954. La siguen provincias esencialmente trucheras como Burgos y Asturias, donde en 1954 se emitieron 4.154 y 3.568 licencias, respectivamente. Notablemente, en Valencia el número de licencias se multiplicó por diez, pasando de 590 en 1947 hasta 5.732 en 1954. En las últimas posiciones se localizaron Huelva y Granada, donde no se superaron las ocho y 23 licencias en 1952 y 1954, y dada la falta obvia de aguas continentales, en Baleares se emitieron solamente tres licencias en 1947 y 67 en 1949, mientras que en Almería sencillamente no se emitió ninguna licencia. A partir de este periodo se produjo un gran vacío de información que solo se recupera
décadas más tarde, cuando, a mediados-finales de la década de 1990, varias CC AA decidieron hacer públicos los datos correspondientes. Consecuentemente, las series temporales disponibles incluyen, en el mejor de los casos, los últimos 10 o 20 años. Aun así, comparar estos últimos años con los reportados por Rada permite observar los cambios producidos en el interés social por esta práctica. En la tabla 2.2 se incluyen de forma comparativa los números máximos y mínimos de licencias emitidas por cada CC AA a lo largo de las últimas décadas, en relación a las emitidas durante el periodo 1947-1954. Destaca sobremanera el salto abismal observado tanto en cada CC AA como en el conjunto del país, pasando de 52.856 licencias en 1954 hasta alrededor de un millón a principio de los 2000. Aunque esta comparación no permite elucidar relaciones directas entre la densidad de poblaciones humanas, las zonas
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1947-1954
más relevantes para la pesca y los números de licencias, es indudable que, en principio, lo primero que refleja es el crecimiento general de la población, que se ha duplicado, pasando de 24 millones en 1930 a 47 millones en 2016. Pero no es menos cierto, sin embargo, que el incremento observado en el número de licencias sea proporcionalmente mayor al incremento de la población y a la propia economía general. Por otro lado, no deja de ser curioso que no sean las CC AA más pobladas como Madrid, Cataluña, Andalucía y Valencia, ni tampoco aquellas donde predominan las zonas y especies preferidas por los pescadores, por ejemplo, los salmónidos, las que más licencias emiten. Muy por el
CC AA
Periodo
Máx..
Galicia
1997-2016
91.813
Año
Mín..
Año
Máx.-Mín.
2001
49.709
2016
5.946-2.543 3.568-1.801
Asturias
1999-2016
36.659
2001
18.619
2016
Cantabria
1996-2013
19.00
1996
9.079
2014
1.933-768
País Vasco
1994-2015
33.991
1996
15.925
2015
3.749-1.625
Navarra
2002-2017
29.893
2003
17.013
2017
1.872-1.270
La Rioja
1998-2017
13.568
1999
7.361
2017
671-314
Aragón
2005-2017
75.926
2011
63.233
2017
2.506-1.325
Cataluña(*)
2009-2016
84.963
2013
68.960
2013
4.070-2.255
Valencia
1998-2017
25.015
2009
16.102
2017
6.634-902
Cast.-León
2002-2016
258.098
2011
176.683
2016
13.095-7.257
Madrid
2001-2016
60.906
2012
47.110
2016
4.177-1.992
Cast.-Mancha
2000-2016
160.631
2009
89.054
2016
2.268-964
Extremadura
2015-2017
77.560
2015
57.637
2017
1.213-691
Andalucía
2005-2015
38.527
2014
28.637
2015
1.180-126
Murcia
2000-2017
5.123
2001
1.822
2017
630-125
Baleares
2007-2017
1.558
2009
594
2017
67-3
TOTAL
1.013.232
667.538
Tabla 2.2. Número de licencias de pesca continental y periodo para los que se dispone de datos para las CC AA (excepto Canarias) y valores máximo y mínimo registrados con el año en que se emitieron respectivamente. Fuente: Elaboración propia.
contrario, CC AA relativamente menos pobladas y que además cuentan con un valor pesquero relativamente menor es donde se emiten mayor número de licencias. Con diferencia, destaca Castilla y León, donde, con poco más de dos millones de habitantes, el número de licencias supera con creces el de cualquier otra CC AA, alcanzando las 260.000 en el año 2011. En
segunda posición, pero a distancia, se localiza Castilla-La Mancha, donde también, con unos dos millones de habitantes, se alcanzaron las 160.631 licencias en 2009. La suma de estas dos CC AA, con algo más de cuatro millones de habitantes, representa prácticamente la mitad de todas las licencias que se emiten en el resto del país. De forma también 41
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Nº de licencias 20.000
16.000
12.000
8.000
4.000
0 1940
‘50
‘60
‘70
‘80
‘90
2000
‘10
‘20
Año
Figura 2.6. Variación de año en año durante 60 años en el número de licencias de pesca recreativa emitidas en Cantabria. Fuente: Elaboración propia.
peculiar, Valencia, que fue predominante en el periodo 19471954 y cuya población se ha más que triplicado en las últimas décadas, ocupa en la actualidad una de las últimas posiciones (tabla 2.2). Las variaciones anuales en la emisión de licencias de pesca que permiten visualizar los progresivos incrementos y descensos observados durante las últimas décadas tienen una única referencia temporal en la serie procedente de Cantabria, que cubre los años 1947-2017 (figura 2.6). En esta serie destaca el notable crecimiento con tasas prácticamente constantes durante las tres primeras décadas, pasando de 668 licencias en 1947 a 18.000 en el año 1980. Parece que a partir de este año se produjo un cierto declive difícilmente explicable en términos sociales, culturales y económicos, que provocó una reducción de hasta 12.000 licencias a mediados de los años ochenta. Sin embargo, un nuevo pulso llevó a estos números a
alcanzar máximos históricos: 19.000 licencias en 1995. De forma más que sorprendente, sin embargo, la última década se ha caracterizado por un nuevo declive con pérdidas que han llevado a reducir estos números hasta solamente 9.400 licencias en 2013; es decir, a la mitad de los máximos históricos alcanzados una veintena de años antes. De forma más que notable, el análisis temporal de los cambios en los números de licencias emitidas por otras CC AA pone de manifiesto que el declive observado en Cantabria no es excepcional, sino que estas tasas negativas aparecen en todas las CC AA. Esta tendencia a la baja se muestra en las figuras 2.7a y 2.7b, que incluyen los números de licencias emitidas durante los últimos años en las dos CC AA, dónde se emiten mayores números y dónde parece que estos números todavía aumentaron hasta el año 2010 —a partir del cual se observó este declive sistemático (figura 2.7a)—. En varias CC AA con menores números de
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Nº de licencias
Nº de licencias
280.000
8.000
240.000
200.000
4.000 160.000
PV GAL
120.000
SANT AST 0
80.000 2000
‘02
‘04
‘06
‘08
‘10
‘12
‘14
‘16
‘18
1995
‘98
2001
‘04
‘07
‘10
‘13
‘16
‘19
Año
Año
Figura 2.7. Declive temporal en la emisión del número de licencias de pesca recreativa observado en varias CC AA: a) En las dos CC AA donde más licencias se emiten, Castilla y León (línea superior, círculos) y Castilla-La Mancha (línea inferior, cuadrados). b) De forma comparativa, otras CC AA relevantes: País Vasco (PV), Galicia (GAL), Cantabria (SANT) y Asturias (AST). Fuente: Elaboración propia.
licencias, el declive se comenzó a detectar unos años antes, hacia el año 2000 (figura 2.7b). Como puede observarse, en Castilla y León, el declive llegó a un mínimo de 177.000 en 2016; es decir, una reducción de 80.000 licencias en tan solo siete años. En otras CC AA ocurrió lo mismo. Por ejemplo, en Galicia se emitieron solamente 49.000 licencias, lo que significa la mitad de las 91.800 emitidas en el 2001.
En Asturias la caída fue desde 36.659 licencias en el 2001 hasta 18.619 en el 2016. En el País Vasco se redujeron a 16.000, en Navarra a 17.000 y en La Rioja tan solo se emitieron 7.400 licencias en 2017, es decir, prácticamente la mitad de las 13.700 emitidas en el año 1999 (tabla 2.2). En pocas palabras, durante los últimos años, el número de licencias se ha reducido entre un 30 y un 50%,
dependiendo de la comunidad autónoma, respecto a los años de máximas emisiones que se alcanzaron a principios de los 2000. Esta reducción ha sido general en todas y cada una de las CC AA.
Licencias marinas No parece que los patrones que tipifican la pesca recreativa continental se reflejen de forma 43
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CCAA
Periodo
Galicia
2015
Máx.
Año
Mín.
Año
59.730
Km de costa 1.498
Cantabria
2007-2017
9.538
2009
4.983
2016
284
Asturias
2011-2017
21.764
2011
14.808
2015
401
2.313
1997
1.341,7
2011
8.770
Baleares
1997-2017
46.126
2017
Cataluña
2001-2004
51.204
2004
C. Valenciana*
2004
14.076
Murcia*
2004
4.965
Andalucía*
2004
18.492
2008-2017
39.359
País Vasco
Canarias TOTAL
597,3 474,2 252 945
2009
29.705
2015
1.583
274.024
Tabla 2.3. Números máximos y mínimos de licencias de pesca marina emitidas para cada modalidad y por CC AA. Se incluyen los kilómetros de costa de cada comunidad como medida comparativa. *Solo licencias para embarcación. Fuente: Elaboración propia.
246
similar en la pesca recreativa marina. El nivel de participación de la población pesquera recreativa marina difiere entre los resultados que se obtienen por encuestas y aquellos que se obtienen por estimaciones basadas en el número de licencias emitidas en cada comunidad autónoma (tabla 2.3). Además de las razones expuestas con anterioridad, abundan otras razones que pueden explicar estas desviaciones. Por ejemplo, en Asturias, esta información es poco fiable porque las licencias de los jubilados no se renuevan y en el caso de los fallecimientos
no se eliminan de los listados, inflando de forma gratuita el número de pescadores activos. Por otra parte, el sesgo mayor debe producirse en las licencias de pesca desde embarcación, que se emiten para el barco y no para el número de pescadores que participan en la actividad. Algunas observaciones sugieren que el número de pescadores a bordo suelen ser de unos tres, pero pueden alcanzar los ocho o diez, dependiendo de la eslora del barco. En lo que respecta a las variaciones temporales, contamos solamente con una serie relativamente larga procedente de las islas Baleares que incluye los años 1997-2017. En esta se observa una fuerte tendencia al aumento continuo y progresivo desde las 2.313 licencias en 1997 hasta las 46.126 en 2017. Indudablemente, como en la pesca continental, este incremento se debe, en primer lugar, al aumento en el tamaño de la población, que ha pasado
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de 845.000 habitantes en 2000 a 1.160.000 en el 2017. Pero también se debe a la más reciente exigencia legal de obtener licencias, hecho que ha contribuido a la desaparición del furtivismo y de otras pescas ilegales, actividades que eran bastante comunes en décadas anteriores. Además, al número de practicantes residentes en las islas hay que añadir el intenso crecimiento de turistas que anualmente las visitan. De todos los visitantes, un porcentaje no desdeñable dedica sus tiempos de ocio a la pesca recreativa. Ciertamente, aunque la pesca no es la motivación principal de las vacaciones, algunas estimaciones preliminares indican que, en 2009, al menos 211.000 turistas practicaron la pesca recreativa, lo que supone un 2,5% del total de turistas estimados para ese año. Este patrón, sin embargo, no es tan consistente en todas las CC AA. Mientras que en algunas estos números han aumentado progresivamente a lo largo de los años, mimetizando
el patrón Balear, en otras han disminuido notablemente, siguiendo más bien los patrones observados durante los últimos años en la pesca continental (tabla 2.3), sin que aparezcan patrones comunes ni razones de orden social, cultural o económico que lo expliquen. En cualquier caso, el orden de magnitud de pescadores recreativos marinos estimado por el número de licencias parece superior al cuarto de millón anual. Este número podría alcanzar mayores magnitudes si consideramos que, al menos, un 10% de los pescadores se mantienen reacios a legalizar sus actividades pesqueras a través de las licencias preceptivas. A ello habría que añadirle la subestimación sistemática causada por las licencias de pesca desde embarcación —que, como ya mencionamos, no incluyen el número de pescadores—, además de la duración plurianual de las licencias y del impacto creciente de los numerosos turistas que visitan las islas. Por resumir toda la información anterior, las encuestas
más recientes y realizadas a través de medios telemáticos sugieren que el número de pescadores recreativos continentales y marinos ronda el millón.
Posibles causas del declive en las licencias emitidas en la pesca continental No parece fácil identificar las causas que subyacen al declive observado en el número de licencias emitidas durante los últimos años tanto en aguas continentales como marinas. Nos inclinamos más bien por una “conjura de las circunstancias”. Las consultas realizadas a instituciones internacionales y expertos en esta cuestión parecen coincidir en que se debe a una disminución del interés causada por los cambios en la residencia, el aumento del nivel educativo y económico y por una menor inclinación por parte de las generaciones más jóvenes (menores de 35 años). Parece que estas han reemplazado el interés 45
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por la pesca recreativa por un mayor interés en el uso de consolas, tabletas y juegos de ordenador. Como consecuencia, la edad media de los pescadores activos, que fueron responsables de los grandes incrementos en los números de licencias durante las décadas anteriores, sigue en aumento, sin encontrar una generación joven que la reduzca. Por otro lado, la aplicación de varias leyes de carácter más proteccionista y conservacionista —como por ejemplo la Ley 9/2013 de 3 de diciembre, de pesca en Castilla y León, que declara la pesca sin muerte en todas las aguas trucheras— y el progresivo aumento de la filosofía subyacente en otras CC AA han contribuido a desanimar a muchísimos pescadores. Desánimo que encuentra un fuerte respaldo en una idea que, con bastante fundamento, se ha ido expandiendo paulatinamente entre los pescadores. Idea consistente en que cada vez hay menos poblaciones pescables y cada vez se capturan menos
ejemplares, haciendo así más que improbable que una mañana de pesca rinda la captura mínima de ejemplares que, por lo demás, tendrán que ser devueltos vivos al agua. Que estas ideas sean revalidadas o no o que tengan un contexto científico apropiado en el que se puedan debatir con rigor, lo cierto es que ejemplos paradigmáticos que apoyan la creencia de los pescadores se encuentran por doquier y están especialmente bien ejemplarizados en la pesca del salmón en los ríos asturianos. En 2001, en el conjunto de los ríos asturianos se capturaron 2.806 ejemplares, número que se redujo a 498 en 2017, es decir, en este último año se capturaron menos del 20%. En algunas cuencas específicas como en el río Esva, la situación ha sido todavía peor. En este río se pescaron 600 salmones en 1986 y solamente 14 en 2017, o sea, poco más del 3%. Sin duda alguna, potenciado por este declive, el número de licencias para la pesca del salmón emitidas en Asturias se redujo justo a la
mitad desde el 2002, año en el que se emitieron 14.220 licencias, hasta las 7.355 de 2017. No menos relevante ha debido ser la profunda crisis económica sufrida durante el último decenio, muy especialmente para los pescadores procedentes de ámbitos urbanos aficionados a recorrer largas distancias en busca de sus especies favoritas y a utilizar equipos de pesca de última generación que, por lo general, incluyen cañas fabricadas en materiales refinados de alto precio y que, añadidos a viajes, hoteles, manutención, etc., suponen costes un tanto elevados. Las restricciones impuestas por las muy oportunas leyes proteccionistas (largamente esperadas y aplaudidas por grandes sectores sociales) y la potencial reducción de poblaciones y de especies relevantes, junto a la crisis económica, parecen haberse conjurado para catalizar el desánimo generalizado de los pescadores que, en general, estaban acostumbrados a que sus
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Figura 2.8. Modelo conceptual de los factores determinantes de la participación en la pesca recreativa.
HISTORIA Y TRACICIÓN PESQUERA Cultura Modernización Urbanización
Fuente: Adaptado de Arlinghaus et al. (en prensa).
jornadas de pesca proporcionaran, al menos, algunos ejemplares para ser compartidos en las cenas familiares. Quizá el efecto de alguno de estos factores o la suma de todos ellos puedan explicar el severo y continuo declive observado durante los últimos años en todas las CC AA. En resumen, durante un periodo de cuatro décadas, el número de licencias emitidas en todo el país se multiplicó de tal manera que donde había una licencia a mediados de 1950, se emitieron veinte a finales de 1990, saltando de forma importante de poco más de 50.000 en 1954 a prácticamente un millón en 2000, una tasa de crecimiento sustancialmente mayor que el incremento de la población y el incremento relativo
Objetivos Requerimientos individuales
RECURSOS INDIVIDUALES Físicos Temporales Económicos
PARTICIPACIÓN Socialización Limitaciones Alternativas
OPORTUNIDADES Acceso a zonas de pesca Legislación
de la economía nacional. Estos cambios y los resultados de estudios varios mencionados más arriba ponen de manifiesto la hipersensibilización que ha vivido la población hacia la pesca recreativa. No es menos cierto, sin embargo, que el último decenio ha observado un declive severo y constante que ha llevado a una reducción sustancial en la emisión de licencias. Causas posibles de este declive subrayadas en párrafos anteriores sugieren que predecir los cambios
esperables en un futuro cercano es tarea fácil. En cualquier caso, sugerimos que cuando la economía general se vuelva a estabilizar y si las generaciones más jóvenes recuperan el sentido estético, el disfrute de la vida natural y la captura sin muerte de los ejemplares capturados y la atracción por el mundo de la pesca recreativa se recuperarán y se volverá a números de licencias similares a los máximos históricos. Si este fuera el caso, estaríamos a tiempo de implementar medidas 47
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proactivas que permitan prevenir los impactos negativos esperables tanto en las poblaciones de peces como en los hábitats que ocupan. Por último, para completar el perfil del pescador-tipo que definimos en párrafos anteriores, esquematizamos en la figura 2.8, en forma de cuatro cuadros, los conjuntos de factores que operan y sus relaciones. El quinto, arriba a la derecha, indica sencillamente las necesidades individuales. En las definiciones se incluyen las razones culturales, los recursos individuales y las oportunidades y
todas las relaciones que existen entre ellas. Obsérvese en esta figura que lo que llamamos razones culturales se refieren a la importancia de la tradición, tanto a nivel social como familiar, y a los valores asociados a la pesca, que dependen de vivir en un medio urbano o rural. En lo que llamamos oportunidades consideramos determinantes el acceso a los hábitats tanto continentales como marinos, la distancia a la que se encuentran del lugar de residencia del pescador y la facilidad de acceso
Bibliografía Arlinghaus, R. et al. (en prensa): “Global Participation in and Public Attitudes Towards Recreational Fishing: International Perspectives and Developments”, en Angler Recruitment, Retention, and Reactivation: Influencing the Future of Fisheries and Aquatic Conservation, American Fisheries Society.
a los lugares de pesca. Por otra parte, las regulaciones administrativas como zonas de veda, épocas de pesca, licencias, etc., facilitan o dificultan la participación en la pesca recreativa. De la misma forma, a nivel personal, el estado físico, la disponibilidad de tiempo libre, los recursos económicos y otros factores familiares determinan la posibilidad de dedicarse a la pesca recreativa. Naturalmente, los objetivos y necesidades individuales influirán en la disponibilidad para esta actividad.
Arlinghaus, R y Cooke, S. J. (2009): “Recreational fisheries: Socio-economic importance, conservation issues and management challenges”, en B. Dickson, J. Hutton y B. Adams (eds.), Recreational hunting, conservation and rural livelihoods: Science and practice, Blackwell Publishing, Oxford, pp. 39-58. Cardona-Pons, F. y Morales-Nin, B. (2013): “Angler’s perceptions of Recreational Fisheries
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3. Modalidades, técnicas de pesca y especies preferentes diversidad de metodologías
U y modalidades de captura son na
utilizadas por los pescadores para obtener las especies explotadas por la pesca recreativa. Sin embargo, respecto a la relativamente pobre variedad de especies en aguas continentales, los mares y océanos ofrecen una riqueza notable con un alto nivel gastronómico y, en la mayor parte de los casos, también económico. Esta riqueza de especies marinas incluye, al menos, equinodermos, moluscos, cefalópodos y peces cuyas características biológicas
requieren a su vez, de técnicas de captura específicas (figuras 3.1 y 3.2). A pesar de estas especificidades, tanto en las aguas continentales como en las marinas la técnica de captura preferida de los pescadores y la más tradicional es la de caña y sedal. Este aparejo se compone, sencillamente, de una vara de longitud variable que puede estar fabricada de diversos materiales. Aunque originalmente se construían esencialmente de bambú, en las últimas décadas, este material natural ha sido reemplazado por otros materiales 51
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Figura 3.1. Marisqueando en la zona intermareal. Fuente: Fotografía de Chris102, iStock/Getty Images Plus.
sintéticos como la fibra de vidrio, el fluorocarbono, el grafito o algunos metales muy ligeros y resistentes como el titanio. En cualquier caso, en su modelo básico, a lo largo de la vara se adhieren anillas que disminuyen de tamaño desde la empuñadura hasta el extremo superior y cuya misión es distribuir la presión del sedal cuando los peces tensionan la línea. En el mango, desde donde se empuña la caña, va ensamblado el carrete con el sedal, generalmente de nylon (figura 3.3). Una plomada al final del sedal permite que el anzuelo se hunda a la profundidad deseada. Este anzuelo lleva el correspondiente señuelo que atrae a las potenciales presas. Sobre esta estructura básica aparecen varios modelos, más o menos específicos, que se utilizan en distintas modalidades y con distintos fines o para la captura de distintas especies y que gozan de la peculiaridad de tener todas ellas denominaciones anglosajonas, tales como casting, spincast, spinning, surfcasting (figura 3.4) 53
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Figura 3.2. Una excelente captura de trucha arcoíris en el río Eume, Pontedeume. Fuente: Fotografía de Marco Antonio Vázquez Lareo.
o trolling. Con estas cañas, los pescadores más avezados consiguen lanzar el señuelo hasta los 150 o 200 metros de distancia. Pero en el mar, además de la caña y sedal, las técnicas de captura corren en paralelo a la riqueza de especies susceptibles de ser capturadas e incluyen desde la más elemental captura a mano hasta el uso de azadones, nasas, rastrillos, cedazos, poteras, varas de bambú, caña y sedal y arpones. Además, vale la pena mencionar que, tanto en aguas continentales como marinas, algunos aficionados dedican una parte no desdeñable de sus esfuerzos a la recolección de cebos que, al menos, incluyen anélidos, efémeras, tricópteros, quisquillas y otras especies que también requieren de técnicas de captura específicas. Tanto en aguas continentales como marinas, la mayoría de pescadores muestran una gran fidelidad a las técnicas de captura, a las especies preferentes y a las zonas o regiones donde pescan.
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Figura 3.3. Carrete y caña para la pesca de altura. Fuente: iStock/Getty Images Plus.
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Figura 3.4. Pesca de surfcasting. Fuente: Fotografía de Beatriz Morales-Nin.
En otras palabras, la mayoría de los pescadores practican frecuentemente la misma modalidad y suelen ir a los mismos lugares en busca de las mismas especies. Los resultados de algunos estudios indicaron que un 96% de los pescadores entrevistados afirmó que siempre practica la misma modalidad de captura y que enfoca sus esfuerzos hacia las mismas especies. Ello quiere decir, simplemente, que
los pescadores submarinistas raramente pescan con caña y sedal o que los pescadores de trucha raramente van a pescar pulpos. Además, en los estudios ya mencionados detectamos que el 68% de los encuestados manifestó preferencias para ir a pescar por la mañana, en las estaciones del año más favorables y únicamente durante los fines de semana, mientras que solamente el 8% lo hace entre semana (figura 3.5). Por último, y como ya mencionamos, el mundo de la pesca recreativa es proclive al uso de una jerga lingüística peculiar que incluye numerosos localismos y formas dialectales, además de numerosos “extranjerismos”, cuyo uso entre los más legos en la materia suele generar bastante confusión. Como ejemplo de esta peculiar jerga podríamos mencionar algunos verbos como el pintoresco macizar, cuyo significado original en castellano hace referencia a “tapar agujeros con cemento”, pero que en el mundo de la pesca se refiere a verter y dispersar, en la zona
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Figura 3.5. Adolescente pescando durante sus vacaciones estivales. Fuente: Fotografía de Beatriz Morales-Nin.
seleccionada para pescar, sustancias con olores intensos capaces de atraer a las potenciales presas.
Modalidades de pesca en aguas continentales En las aguas continentales el número de especies de interés pesquero recreativo es extremadamente bajo. Se limita esencialmente a peces y de manera destacada a la trucha y el salmón (figura 3.6a y 3.6b), además de algunas especies recientemente introducidas, como el lucio y el black-bass, y con bastante menos interés, como algunos ciprínidos a lo que hay que añadir los cangrejos de río (figura 3.7). En general, para la captura de peces se utiliza la caña
y el sedal y se realiza desde tierra o vadeando ríos (figura 3.8). La pesca desde embarcación es bastante poco común, por no decir inexistente, a pesar de los más de 1.200 embalses repartidos por toda la geografía nacional susceptibles de mantener pesquerías recreativas. La única excepción a la prohibición general
de cualquier otra técnica de captura, como redes, etc., incluye las nasas que se utilizan en la pesca del cangrejo y en diversos lugares para la captura de angulas y anguilas. Entre las modalidades de pesca ya en desuso, pero de un cierto valor histórico, es oportuno recordar la pesca de anguilas que se practicaba en algunos ríos 57
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A Figura 3.6. Especies emblemáticas de aguas continentales. a) Trucha arcoíris. b) Salmón. Fuente: a) Fotografía de nickpo, iStock/Getty Images Plus. b) Fotografía de Kevin Wells, iStock/Getty Images Plus.
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Figura 3.7. Cangrejo de río introducido. Fuente: Fotografía de jgaunion, iStock/Getty Images Plus.
someros del Cantábrico, utilizando varas de bambú de unos dos metros de longitud cebadas en su extremo con gusanos de tierra (conocidos como merucadas en asturiano); una vez capturada la anguila, se la depositaba en un paraguas abierto de gran tamaño y de color negro desde donde el pez no podía escapar. Por el elevadísimo número de aficionados con los que cuenta y las pasiones que levanta, es destacable la pesca de la trucha Salmo trutta (figura 3.6a), reconocida como “la princesita de los ríos”, y que incluye tanto las poblaciones estrictamente residentes —que son la de la mayoría en los ríos ibéricos— como las de los ríos cantábricos, que migran al océano donde crecen y permanecen un tiempo para después volver a los ríos a reproducirse. Son conocidas como reos o truchas mariscas. En la pesca recreativa de la trucha destaca la pesca con mosca basada en diferentes técnicas de
lanzado del sedal y uso diverso de cebos. Es la variante conocida como cola de rata —la que atrae más a los aficionados— llamada así porque, a lo largo de la caña, el grosor del soporte que hace de línea de lanzado va de mayor a menor recordando la cola de una rata. Se trata de pescar utilizando solamente una mosca en el extremo del sedal, sin ningún tipo de plomada, que se lanza en forma de látigo hasta que la mosca cae sobre la superficie del agua. Se espera entonces a que alguna trucha la vea y salte sobre la superficie del agua para capturarla. Como cebo se pueden utilizar moscas naturales como efémeras y tricópteros, aunque la mayor parte de los aficionados prefieren cebos artificiales, como las cucharillas con una platina de color plateado que gira con rapidez, forzada por la velocidad del agua, de modo que se producen reflejos que atraen a las truchas y que suelen llevar un anzuelo triple. Sin embargo, los aficionados más apasionados utilizan las llamadas moscas 61
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Figura 3.8. Pescando salmones en un río escocés. Fuente: Fotografía de Leon Harris, iStock/Getty Images Plus.
artificiales, que, de forma artesanal, se hacen a mano con plumas lo más coloridas posibles, procedentes de gallos que se crían ex profeso o bien de plumas de varias especies de patos como azulones o patos cuchara. Algunos pescadores todavía más sofisticados llegan a utilizar los largos pelos de las orejas de las liebres o los de las colas de ardillas. En cualquier caso, tanto plumas como pelos, siempre de colores intensos y atractivos, se enlazan alrededor de un anzuelo
con la ayuda de unas tijeras especiales, de manera que, finalmente, sus diseños recuerdan de modo fiel a la diversidad de moscas naturales que viven en los ríos. Los pescadores más expertos y apasionados suelen acumular una enorme diversidad de moscas artificiales que difieren en forma, color y tamaño (figura 3.9) y que resultan idóneas para tentar a las truchas dependiendo de las especies de moscas naturales que estén volando en ese instante y en la zona del río donde estén pescando o dependiendo de la intensidad de la luz, de la cantidad de lluvia que caiga en ese momento o de cualquier otra característica del día. Fabricar estas moscas es especialmente laborioso y los expertos en el oficio le ponen tanto arte, refinamiento y delicadeza que cada una de estas piezas termina convirtiéndose en una pequeña obra de arte. Una de estas moscas hechas a mano, con la ayuda de las tradicionales tijeras de sujeción del anzuelo (figura 3.10a) utilizadas en su
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Figura 3.9. Caja arquetípica para transportar cebos artificiales utilizados en la pesca de salmónidos. Fuente: Fotografía de Javier Lobón-Rovira.
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Figura 3.10. a) Montador estándar para la fabricación de moscas artificiales utilizadas en la pesca de la trucha. b) Mosca artificial. Fuente: Fotografía de Javier Lobón-Rovira.
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fabricación, se muestra en la figura 3.10b. No menos pasiones levanta la pesca del salmón Salmo salar (figura 3.6b). Si las truchas son las princesitas de los ríos, el salmón es, por antonomasia, el rey de todos los ríos. Sus dominios en la península ibérica se extienden a lo largo de las aguas trasparentes y turbulentas que fluyen hacia el norte para desembocar en el Cantábrico, desde el Miño hasta el Bidasoa.
A diferencia de la pesca de la trucha, los pescadores de salmón deben declarar cada ejemplar capturado de manera que los funcionarios correspondientes, además de pesar y medir cada uno de los ejemplares, habilitan una guía administrativa específica. Esta información, aunque muy básica, ha sido fundamental para el seguimiento del estado temporal de las poblaciones durante las últimas décadas.
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Figura 3.11. Pescando salmones en un río gallego. Fuente: Fotografía de Pablo Caballero.
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Figura 3.12. El legendario pescador Alberto “Beto” Fernández, captor de más de 2.000 salmones, intenta batir su propio récord tentando a salmones recién llegados a los pozos del bajo río Esva. Fuente: Fotografía de Alberto Fernández hijo.
Junto a los pescadores de truchas, los de salmón ejemplifican a la perfección la tendencia de los pescadores a su fidelidad a las especies seleccionadas que mencionamos con anterioridad: suelen ser extraordinariamente fieles al salmón y dedican sus mejores esfuerzos a esta práctica, que ejercitan o bien solicitando los cotos que habilitan las administraciones para cada río en particular o bien pescando en los tramos libres de uno o de varios ríos donde repiten, una y otra vez, sus rituales deportivos (figura 3.11). En la memoria colectiva de los miembros de las feligresías o asociaciones de “fieles pescadores de salmón”, aparecen historias de todo tipo, relacionadas con aventuras de pesca y con capturas excepcionales de las que se habla y discute reiteradamente en las socializaciones que, de forma muy común, se establecen por las tardes, en los numerosos bares donde se juega a las cartas al son de las fichas de dominó.
Estas historias son extremadamente útiles para mantener y estimular todavía más el espíritu y las pasiones que levantan estas prácticas pesqueras a lo largo de la distribución geográfica de la especie y ponen de manifiesto hasta qué punto, aunque solo sean el resultado de sueños estrambóticos, se pueden convertir en auténticas leyendas que todo el mundo conoce, acepta como buenas y repite una y otra vez. Como ejemplo paradigmático de estas historias legendarias, resultado fundamentalmente de la imaginaciones más fantasiosas, basta leer la disparatada novela cómico-dramática titulada Fishing Salmon at Yemen (La pesca del salmón en Yemen), de Paul Torday, llevada al cine con el mismo título por Lasse Hallström en 2011. La trama comienza con la llamada telefónica que recibe un joven biólogo experto en salmónidos en la que alguien le hace una propuesta tan insólita como absurda, que, basada en la más profunda ignorancia sobre la 67
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biología del salmón, encuentra su respaldo en puros intereses políticos. El disparate consiste en desarrollar una pesquería de salmones en medio del desierto de Yemen sobre la peregrina idea de transportar miles de ejemplares juveniles desde la húmeda y lluviosa Escocia a los confines del más agresivo y caluroso desierto. Entre historias contadas en unos u otros lugares existen, desde luego, una pléyade de pescadores que, sin excepción, relatan aventuras dignas de auténticos héroes. Entre estos personajes legendarios destacan varios en los ríos de Asturias; en su parte oriental, que incluye el río Sella, sobresalen dos personajes llamados Manolín, conocido como el Lecheru y, Antón Capdevilla, conocido como el Cuatro. En la región occidental de Asturias, destaca Alberto Fernández, conocido como Beto, el Rey del río Esva. En las orillas de este río nació, creció y continúa todavía lanzando sus anzuelos en los
pozos tradicionales. Entre los récords de leyenda que guarda Beto (figura 3.12) está el haber capturado más de 2.000 salmones a lo largo de su vida y el haber obtenido capturas anuales tan notables como 180 salmones en la temporada de 1981 y quizá otros tantos en la de 1986. Ello supera con creces las declaradas por otros pescadores insignes que aseguran haber sobrepasado el millar a lo largo de toda una vida dedicada a lanzar el anzuelo. En una charla reciente con estos pescadores insignes, nos confirmaron estos números haciendo una auténtica “cuenta de la vieja” de la forma más sencilla posible: pescando entre 30 y 50 salmones cada año —cantidad que parece razonable entre muchos aficionados—, multiplicados por 35 años de dedicación, sobrepasa, con facilidad, el millar legendario. Esto implica que, entre los muchos pescadores hoy sexagenarios y algunos ancianos, abundan los que han tenido que superar este récord y,
en muchos casos, quizá lo han hecho con creces. Entre las elites de esta feligresía de veteranos sobresale el ya mencionado Lecheru, que a sus 95 años cumplidos asegura no solo haber capturado 1.020 salmones a lo largo de su vida, sino que, a su edad, continúa todavía tentando salmones con su vara a lo largo del río Sella. Hasta hace poco tiempo, durante los años de la bonanza, existía un mercado libre de salmón y de trucha que revertía la experiencia deportiva de la pesca y el disfrute de la naturaleza en las economías locales. Era, por ejemplo, común que los restaurantes ribereños del Cantábrico ofrecieran truchas adquiridas a los pescadores, como plato regional típico. Lamentablemente, aquellas bonanzas se han disipado en las arenas de la historia. La realidad actual no recuerda, ni de lejos, a aquellos tiempos. Muy por el contrario, nos enfrenta a un espectáculo triste y desolador, desde los ríos y las poblaciones
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de salmónidos hasta el número de pescadores que solicitan las licencias correspondientes (como se ha visto en el capítulo 2). Por un lado, hace ya años que se prohibió la venta y comercialización de truchas y salmones, y, por otro, la decadencia de las poblaciones de salmónidos hace que ni siquiera los más ávidos sean capaces de capturar el mínimo número de piezas a lo largo de una temporada de pesca que recuerde sus números históricos. Esta decadencia generalizada está bien documentada. Agencias internacionales como el Atlantic Salmon Trust nos recuerdan que, en el área natural de distribución del salmón, a ambos lados del Atlántico, las poblaciones han disminuido desde unos ocho o diez millones hasta solamente tres o cuatro millones, es decir, se han reducido a menos de la mitad en las últimas tres décadas. No es menos cierto que durante esos años se obtuvieron resultados muy
Total Asturias 3.200 2.800 2.400 2.000 1.600 1.200 800 400 0 1998
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‘10
‘14
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‘26
Año
satisfactorios gracias a esfuerzos gubernamentales y regionales. Por ejemplo, se recuperaron varias poblaciones que se consideraban vulnerables o extinguidas. Buenos ejemplos han sido la recuperación del salmón en el río Támesis (Inglaterra), que se convirtió en todo un símbolo de aquellos años y de poblaciones mucho más cercanas como las de algunos ríos de Pontevedra o como la del río Oria en el País Vasco. Pero la
Figura 3.13. Declive sistemático de las capturas recreativas de salmón atlántico observado en los cuatro ríos principales de Asturias (Cares, Narcea, Sella y Esva) durante el periodo 2009-2017. El punto de corte de la regresión negativa ajustada a los datos (línea roja) predice el fin definitivo de las capturas en el año 2024. Fuente: Elaboración propia.
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GALICIA
Capturas medias anuales
ASTURIAS
Ninguna 100 m ��������������������������������� P. bogavareo, E. caninus...
Pesca desde embarcación
Jigging Calamar
Big game
Pesca submarina
............................................................................S. durmerili, D. dentex... Línea de mano ������������������������������������������������� L. vulgaris, S. officinalis... Curricán ������������������������������������������������������������ L. vulgaris, S. officinalis... Curricán ������������������������������������������������������ Tunas, X. gladius, T. belone... Brumeo ������������������������������������������������������ Tunas, X. gladius, T. belone...
........................................................ S. sphyraena, D. sargus, S. dumerili...
clasificación que, por sus peculiaridades, pueden ser reunidas en tres grandes grupos: pesca desde tierra o costera, pesca desde embarcación y pesca submarina (figura 3.15,
Tabla 3.1. Modalidades de pesca marina en el Mediterráneo y principales especies objetivo. Fuente: Elaboración propia.
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Submarina 3,6%
Tres 12,5%
Figura 3.15. Modalidades de pesca y su importancia en el Mediterráneo. Preferencias para realizar la actividad considerando el número de pescadores, la hora del día y la estación del año.
Más de 3 4,6%
Tierra 33,4%
Fuente: Elaborado a partir de Morales-Nin et al., 2005. Tamaño de los grupos de pesca
Categorías de pesca
Uno 43,7%
Dos 39,2% Embarcación 62,9%
Tarde 13,8%
Noche 2,4%
Invierno 17% Otoño 24,5%
Variación estacional
Variación diaria
Mañana 83,8%
tabla 3.1). Por orden de importancia, la pesca desde tierra es mayoritaria, seguida por la pesca desde embarcación y, de forma bastante minoritaria, la pesca submarina. Por ejemplo, en algunas CC AA, ligadas culturalmente al mar desde tiempos históricos, como es el caso de Galicia, el 75% de los pescadores recreativos practican la
Primavera 23,5%
Verano 35%
pesca desde costa y solo el 20% lo hacen desde embarcación (se calcula que en Galicia unas 4.000 embarcaciones se dedican a esta actividad), mientras que solamente un 5% practica la pesca submarina. Por la propia idiosincrasia biológica de cada una de las especies que viven en estos hábitats, las técnicas de captura
difieren sustancialmente entre sí y su aplicación depende tanto de las especies preferentes como de las características tipológicas de las zonas seleccionadas para pescar, sin olvidar la estación del año e incluso el momento del día (por ejemplo, pesca diurna o nocturna). Resumimos en la figura 3.16 las preferencias mostradas en la práctica de esta actividad en relación a las zonas seleccionadas, componentes de los grupos de pesca, estaciones del año y horarios en las islas Baleares (figura 3.16a) y en Galicia (figura 3.16b). La pesca recreativa se practica, en general, de forma individual o en pequeños grupos, principalmente por la mañana y en verano.
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Otras especies Pagellus erythrinus
Diplodus sargus Sparus aurata Mugilidae
Xyrichthys novacula
Diplodus vulgaris
Otras especies
Otras especies Mugilidae Muraena helena
Symphodus tinca
Coryphaena hippurus
Serranus cabrilla
Seriola dumerili
Dicentrarchus labrax
Oblada melanura
Tierra
Embarcación
Coris julis
Serranus scriba
Coris julis Serranus scriba
Diplodus sargus
Oblada melanura
Sarpa salpa
Labrus viridis
Submarina Epinephelus marginatus
Lithognathus mormyrus Mullus surmuletus
Bothus podas
Symphodus tinca
Diplodus vulgaris
Trachinus spp. Diplodus annularis
Seriola dumerili
Diplodus annularis
Octopus vulgaris
A
Otras especies Sepia officinalis
Serranus cabrilla
Diplodus sargus Octopus vulgaris Zeus faber
Pollachius pollachius Belone belone Pagellus acarne Otras especies Scomber scombrus Sepia ofLoligo spp. ficinalis Spondyliosoma cantharus Conger conger Coris julis Sparus aurata Trisopterus luscus Solea spp.
Pollachius pollachius Pagellus acarne P. bogaraveo Scomber scombrus
Loligo spp. Sparus aurata
Embarcación
Trisopterus luscus
Labrus bergytta
Diplodus sargus
Pesca desde costa La enorme riqueza de especies que habitan los enormes pedreros, roquedos, acantilados y arenales que conforman los miles de kilómetros de litoral ofrecen grandes posibilidades para la
Pollachius pollachius Conger conger Dentex dentex Sparus aurata Trisopterus luscus
Dicentrarchus labrax Diplodus sargus
Tierra
Submarina Dicentrarchus labrax
Mullus surmuletus Salmo trutta Octopus vulgaris Pagrus pagrus
Trachurus trachurus Dicentrarchus labrax
Otras especies Sepia officinalis D. cervinus
Labrus bergytta
pesca recreativa. Es destacable que una parte no pequeña de las pesquerías desde costa no serían más que una variante de ocio del más genérico marisqueo, donde numerosas especies gozan de un elevado interés gastronómico y económico, por lo que, al menos
Mullus surmuletus Rajidae Octopus vulgaris Platichthys flesus Zeus faber Pagrus pagrus
Labrus bergytta
B
Figura 3.16. Modalidades de pesca marítima y especies explotadas por cada modalidad en: a) Aguas Mediterráneas. b) Galicia. Fuente: Elaborado a partir de Morales-Nin et al., 2005 y Pita et al., 2017.
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Figura 3.17. Aparejo de pesca. Fuente: Fotografía de Andrei310, iStock/Getty Images Plus.
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Figura 3.18. Cebos artificiales comúnmente utilizados en la pesca recreativa marítima. Fuente: Fotografía de Miquel Cabanellas.
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en parte, en esta modalidad, además del ocio, este valor añadido juega un papel destacado. Es en la pesca costera donde se aplican un mayor número de técnicas de captura. Estas abarcan desde las más sencillas, como son la simple utilización de las “manos” con la ayuda de una pequeña navajita para capturar, por ejemplo, lapas y percebes, hasta varios modelos de nasas para la captura de quisquillas y nécoras; poteras para calamares; rastrillos y cedazos para moluscos; varas de bambú con cebo para la captura de pulpos y barbadas, o arpones y fítoras. Entre las preferencias de los pescadores destacan, como en las aguas continentales, la clásica caña y sedal y, de forma muy minoritaria, la pesca submarina. Tanto la una como la otra se pueden practicar desde tierra o bien desde pequeñas, o no tan pequeñas, embarcaciones equipadas con los más sencillos o con los más sofisticados aparejos (figura 3.17).
Desde la costa y dentro de las varias alternativas posibles con caña y sedal, la modalidad con más recorrido es la conocida como surfcasting o lanzado sobre las olas o rompientes o sobre las aguas bajo roquedos. En zonas más resguardadas, donde el mar no es tan agresivo, este aparejo se puede utilizar con boya incorporada a la parte inferior del sedal a una cierta distancia del anzuelo, de manera tal que las picaduras de los peces generan fluctuaciones de la boya sobre la superficie del agua y son detectadas por el pescador. La disposición y número de anzuelos y plomos también puede variar dependiendo de la(s) especie(s) seleccionada(s). A su vez, existen numerosos tipos de cebos. Dependiendo de la especie seleccionada se pueden utilizar desde gusanos anélidos a pedazos de pescado o calamares, además de una cantidad de cebos artificiales cuyos diseños dependen esencialmente de la imaginación de los pescadores (figura 3.18).
Es común también que muchos pescadores, antes de lanzar el señuelo al agua, “macicen” la zona de pesca, lo que, como ya mencionamos anteriormente, consiste en echar restos fuertemente odoríficos en la zona seleccionada que, al dispersarse por el agua, atraen a los peces. Entre las varias posibilidades, es común utilizar desperdicios o restos de pescado, algunos procedentes de fábricas de enlatado. Otra forma conocida como brumeig en el Mediterráneo consiste en echar pan duro en las rompientes para que, de la misma forma, atraiga a los peces.
Pesca desde embarcación La pesca desde embarcación también tiene bastantes posibilidades. En principio, puede subdividirse entre pesca en aguas costeras y la que se desarrolla en zonas más alejadas y que, en general, tiene como objetivo grandes especies pelágicas, como túnidos y marlines (conocida como big
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game). Los tipos de embarcación utilizados en cada una de ellas son tan variables como las técnicas de captura (figura 3.19). En las zonas costeras, las capturas se pueden llevar a cabo con la embarcación en marcha o
parada que, a su vez, puede anclarse o dejarse a la deriva. Desde ella, es común la práctica del volantín para la captura de especies de tamaño pequeño o mediano alrededor de la embarcación, como espáridos
Figura 3.19. Lancha utilizada preferentemente en la pesca conocida como big game. Fuente: Fotografía de Josep Alós.
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Figura 3.20. Doncella (Coris julis) . Fuente: Fotografía de Rob Atherton, iStock/Getty Images Plus.
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Figura 3.21. Serrano (Serranus scriba). Fuente: Fotografía de RobAtherton, iStock/GettyImages Plus.
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y serránidos (figuras 3.20 y 3.21). Para estas capturas, los aparejos suelen ser sencillos consistiendo en un sedal con un plomo en el extremo y que puede llevar hasta cuatro anzuelos colocados a una cierta distancia uno de otro a lo largo del final del sedal. Si se utilizan cañas, estas suelen ser pequeñas y flexibles. Los cebos clásicos incluyen gusanos o trozos de calamar o pescado. Otra modalidad bastante común en la pesca desde embarcación es la conocida como jigging consistente en bajar hasta el fondo un señuelo, por ejemplo, un pez artificial con anzuelos a su alrededor y moverlo, a tirones, de arriba hacia abajo y con cierta rapidez para emular el movimiento de un pez herido. En este caso, se utilizan cañas más bien pequeñas con un carrete adecuado. Una modalidad clásica con profundas raíces en las pesquerías deportivas es la potera, cuyo objetivo fundamental es el calamar. Sin ningún tipo de cebo, se utiliza una línea con un señuelo en el extremo que recuerda a un
pequeño pez dotado en todo su perímetro de una corona de anzuelos sin arpón. Se maneja directamente a mano, lanzándolo al fondo, subiéndolo y bajándolo para que asemeje a un pez nadando. De esta manera se atrae a los calamares que son atrapados en las coronas de anzuelos (figura 3.22). Con la embarcación a poca velocidad, digamos a uno o dos nudos, se practica el curricán o fluixa, para la que se utiliza una caña corta con un señuelo al final de la línea, que puede ir lastrado de forma adecuada a la profundidad que se considere más relevante. En esta modalidad los expertos reconocen varias alternativas conocidas como curricán de altura, de superficie, de media profundidad o de fondo. El curricán de altura se practica a distancias de entre 20 y 50 millas de la costa, buscando fondos de 1.000 a 1.500 metros, y su objetivo principal son los grandes túnidos, los peces vela o las seriolas. A menudo se utilizan señuelos de gran tamaño, de hasta
40 centímetros de longitud, que atraen a los peces al golpear la superficie del agua mientras son arrastrados. Esta modalidad, como ya mencionamos, es conocida como big game por la resistencia que las grandes presas ofrecen a la captura.
Pesca submarina La pesca submarina solo se realiza en apnea y consiste en la captura al acecho con arpones. Los fusiles tipo, empleados por el 96% de los pescadores, están construidos por un sistema de propulsión mecánico basado en la tensión generada por gomas tensadas. Estos fusiles pueden medir desde 50 centímetros, conocidos como baby, hasta más de un metro de longitud, llamados extreme. Una minoría de pescadores utiliza también las denominadas fítoras o tridentes. La pesca submarina se realiza desde la costa o desde una embarcación auxiliar a una cierta distancia de la costa. La mayoría de los pescadores bucean hasta no
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Figura 3.22. Joven pescador de calamares utilizando una clásica potera. Fuente: Fotografía de Josep Alós.
más de 20 metros de profundidad, mientras que solo una cuarta parte se sumergen hasta los 40 metros. Esta técnica es practicada por aficionados que incluyen desde los más jóvenes, que durante las vacaciones de verano se lanzan al buceo prácticamente sin equipo y a duras penas obtienen alguna captura relevante, hasta, en el otro extremo, los grandes expertos que la practican durante todo el año y se sumergen a mayores profundidades con el fin de obtener capturas algunas veces notables. En esta práctica de buceo el furtivismo no falta. Es notable que algunos expertos vendan sus capturas al mejor postor; incluso los hay que pescan a demanda, por ejemplo meros y corvinas, para satisfacer pedidos específicos de restaurantes. Es oportuno volver a recordar que la pesca recreativa tiene como característica fundamental la 81
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prohibición de la venta de cualquier captura.
Concursos de pesca La actividad deportiva competitiva se realiza, con frecuencia, organizada por clubes de pesca, asociaciones o federaciones. En numerosos concursos se ha empezado a practicar la captura sin muerte, es decir, liberando las presas, una vez medidas y pesadas tras su captura. Una consideración importante es que, dependiendo de cómo, dónde y con qué intensidad se haya clavado el anzuelo y cómo se haya manipulado la presa, esta modalidad entraña una cierta mortalidad de algunos o muchos peces liberados. En la actualidad, una cuestión a debate es el valor ético intrínseco a la captura de ejemplares y su liberación posterior tras el sufrimiento que experimenta el pez al ser capturado. Dado que estos concursos registran la composición de la captura y sus tamaños
(básicamente se utilizan los pesos), es interesante el hecho de que suelen convertirse en fuentes magníficas de información sobre el estatus de muchas poblaciones. Por ello, los gestores y científicos suelen utilizarlas para documentar las variaciones temporales de las poblaciones a lo largo de los años. Por ejemplo, gracias a estas series temporales sobre las progresivas capturas y sus tamaños, se llegó a detectar el declive de las poblaciones de mero en las islas Baleares.
¿Qué especies predominan en la pesca marina? El elevadísimo número de especies que se capturan en la pesca recreativa que se lleva a cabo en los mares y océanos, posiblemente se aproxime al centenar. La proximidad a la costa, la profundidad y el tipo de sustrato (arena, rocas, praderas, etc.) determinan su distribución y abundancia en los mares y océanos. La técnica de captura
empleada resulta en un abanico de especies accesibles (tabla 3.1); así, vemos que la mayoría de las capturas incluyen peces carnívoros y predadores. En las capturas mediterráneas las especies predominantes son espáridos y serránidos, más específicamente el serrano Serranus scriba, la doncella Coris julis y el sargo Diplodus sargus, aunque sus contribuciones relativas difieren sustancialmente entre las distintas modalidades de pesca (figura 3.16). En Galicia, las tendencias generales son similares, pero varían las especies dominantes, entre las que destacan Dicentrarchus labrax y Labrus bergylta, mientras que al menos Diplodus sargus es común a ambas regiones. Es notable que en Galicia aparezca el reo o trucha marisca, Salmo trutta trutta, como especie relevante, ya que se trata de una especie diádroma —es decir, que nace en la cabecera de los ríos, migra al mar y regresa para reproducirse a su lugar de origen—, importante en la pesca tanto en aguas continentales como marinas.
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Bibliografía Álvarez, J. J. et al. (2010): Atlas de los ríos salmoneros de la península ibérica, Ekolur, Guipúzcoa. Balish, S.M. (2017): “Democracy predicts sport and recreation membership: Insights from 52 countries”, Journal Epidemiology and Global Health, 7, pp. 21-28. Coll, J. et al. (2004): “Spear Fishing in the Balearic Islands (Western Central Mediterranean): A Species Affected and Catch Evolution During the Period 1975-2001”, Fisheries Research, 70, pp. 97-111. De Rada, R. (1954): Introducción a una estadística de pesca fluvial, Ministerio de Agricultura y Dirección General de Coordinación, Crédito y Capacitación Pesquera, Madrid.
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4. Gestión de la pesca: implicaciones para la conservación y sostenibilidad de las poblaciones mencionamos en capítulos
C anteriores, la pesca ha sido omo
históricamente fuente importante de alimento y proveedor de empleo y beneficios económicos para quienes se han dedicado a esta y a otras actividades relacionadas. Durante décadas, se dio por hecho que la riqueza de los recursos acuáticos era poco menos que ilimitada. Con los años, sin embargo, la adquisición de un mayor conocimiento y desarrollo dinámico de las pesquerías, sobre todo desde después de la Segunda Guerra Mundial, esta leyenda “urbana” se ha ido desvaneciendo ante la
inequívoca constatación de que, aunque renovables, los recursos acuáticos estan limitados. Su contribución al bienestar nutricional, económico y social de la población ha de mantenerse en el tiempo, y para ello es imprescindible que sean administrados y gestionados de forma adecuada y esencialmente basadas en el método científico. En la actualidad, el diseño de las estrategias de gestión de los recursos pesqueros se fundamenta, esencialmente, en la ciencia pesquera, cuyo objetivo es la comprensión de los procesos que subyacen a la dinámica de las 85
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Figura 4.2. El Instituto de Investigaciones Pesqueras de Barcelona creado en 1951 y perteneciente al Patronato Juan de la Cierva (CSIC). Este instituto se transformó en el Instituto de Ciencias del Mar (CSIC), sito en otra sede. Fuente: www.icm.es
Figura 4.1. Ejemplar para 1910 de la revista Aarsberetning vedkommende Norges Fiskerier, publicada en Bergen (Noruega). Fuente: Fotografia de Erlend Moksness.
poblaciones acuáticas. Como tal, esta ciencia intenta responder a preguntas basicas tales como: ¿hasta qué punto se puede explotar una población de manera tal que sobrevivan los suficientes reproductores capaces de generar nuevas generaciones que puedan perpetuarse en el tiempo? Y como consecuencia, ¿podemos mantener tasas de explotación comparables entre generaciones y/o entre años? Aunque la búsqueda de respuestas a estas cuestiones se remonta muy atrás en el tiempo,
su formulación racional se estableció a finales del sigo XIX. Fue en 1872, poco después de la finalización de la guerra de Secesión de Estados Unidos, cuando se fundó la primera asociación científica de biólogos y otros profesionales dedicados a la investigación y estudio de las pesquerías y apareció la revista cientifica Transactions of the American Fisheries Society. Además, a principios del siglo XX, en las décadas de 1910 y 1920, los científicos noruegos consolidaron los fundamentos de esta ciencia (figura 4.1) y, rápidamente, se les unió toda la comunidad científica, cuyo continuo progreso ha llevado a que, a día de hoy, no haya ningun país de nuestro entorno que no cuente con uno o varios institutos ocenográficopesqueros (figura 4.2). Desde entonces, la ciencia pesquera ha evolucionado de forma notable; de una manera tal que las aproximaciones más modernas no se limitan solamente a la aplicación de
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principios biológicos y ecológicos. En la actualidad, no todas las pesquerías se dirigen a la alimentación humana directa (el pescado como producto de consumo), sino que muchas de ellas enfocan sus intereses en productos secundarios, incluyendo, por ejemplo, harinas de pescado para alimentación de ganaderías o también la propia pesca recreativa, etc. Ello ha tenido como consecuencia la integración de aproximaciones muy diferentes, cuyo objetivo general es proporcionar cuadros integrados de gestión que incluyan, al menos, la biología, ingeniería, economía y sociología, a lo que hay que añadir legisladores y administraciones competentes. En realidad, este espectro es tan amplio y tan complejo que, desde hace ya bastante tiempo, muchos países ofrecen estudios universitarios a niveles de grado, máster y doctorado especializados en ciencias pesqueras.
Gestores y la gestión de la pesca La regulación y la gestión de las pesquerías comerciales marinas difieren sustancialmente no solo de las pesquerías recreativas marinas, sino también de las continentales. Una pieza clave en la gestión de las pesquerías marinas deriva de la introducción, en los años setenta, de las zonas económicas exclusivas (ZEE) y de la adopción en 1982 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el derecho del mar, pues proporcionaron marcos para la gestión de las poblaciones explotadas a niveles nacionales. El nuevo régimen jurídico dio a cada Estado derechos y responsabilidades para la gestión y uso de los recursos pesqueros dentro de cada ZEE, que, en total, abarcan el 90% de las pesquerías marinas mundiales. Sin embargo, en respuesta al continuo crecimiento y mayor demanda internacional de pescado y otros productos relacionados, la explotación
Figura 4.3. Flota pesquera amarrada en el puerto de Vigo. Fuente: Faro de Vigo.
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Figura 4.4. La página web del ICES fuente de información y datos para el Atlántico Norte. Fuente: www.ices.dk
pesquera mundial se fue convirtiendo en un sector orientado al mercado y al desarrollo de la industria alimenticia. Para ello, los estados se vieron forzados a invertir cantidades económicas notables en flotas pesqueras modernas y en fábricas de procesamiento (figura 4.3). Sin embargo, con el tiempo, tales jurisdicciones se convirtieron en insuficientes para la gestión eficiente y el subsecuente desarrollo sostenible de la pesca. Ya a finales de la década de 1980 se
constató que los recursos pesqueros no podían mantener unas tasas de explotación tan intensas ni un desarrollo tan rápido y descontrolado. Por ello, nuevos enfoques debían incluir, de forma fundamental, la conservación de estos recursos y del medio ambiente. En el caso de España, la pesca marítima comercial, al tratarse de una actividad supranacional, está sometida a regulaciones que operan a distintos niveles
organizativos. El organismo clave de esta gestión es la Food and Agricultural Organization (FAO) de las Naciones Unidas. Su comisión de pesca (conocida como COFI) ya solicitó en marzo de 1991 el desarrollo de nuevos conceptos dirigidos a la pesca responsable y sostenible. Posteriormente, una conferencia internacional sobre pesca responsable, celebrada en 1992 en Cancún (México), solicitó a la FAO que redactara un código de
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conducta internacional para la pesca responsable que, de forma no obligatoria, estableciera principios y normas aplicables a la conservación, gestión y desarrollo de todas las pesquerías. Este código, aprobado en 1995 por la FAO, proporciona un marco donde encuadrar los esfuerzos nacionales e internacionales
necesarios para asegurar la explotación sostenible de los recursos acuáticos en armonía con el medio ambiente. Bajo este amplio paraguas, las organizaciones internacionales más relevantes para España son el International Council for the Exploration of the Sea (ICES) (figura 4.4) y la Comisión
Figura 4.5. Un taller internacional organizado por el ICES y el IMEDEA (CSIC/UIB). Los talleres sirven para la discusión y avance en temas específicos. Fuente: Fotografía de Silvia Pérez-Mayol.
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Figura 4.6. Especies objetivo de la pesca recreativa para las que deben recopilarse datos según la normativa de la Unión Europea (2016). Fuente: Hyder et al., 2017.
General de Pesca del Mediterráneo (CGPM). El ICES asesora a la Unión Europea y tiene como misión promover la comprensión científica de los ecosistemas acuáticos, además de proporcionar información, conocimiento y asesoramiento sobre el manejo sostenible de las actividades humanas que afectan a estos sistemas (figura 4.5).
En particular, en el caso de España, las pesquerías, su gestión y las normas reguladoras siguen tanto las normas establecidas por las instituciones mencionadas como por otras establecidas a nivel nacional y/o a nivel autonómico. Para la gestión de las pesquerías marinas, el organismo clave es el ICES, que evalúa anualmente las poblaciones explotadas por pesca comercial. Estas evaluaciones se fundamentan en las bases de datos que se obtienen en los muestreos sistemáticos que se llevan cabo, año tras año, en todas las aguas marinas de la ZEE española. Además de esta fuente de información, todos los barcos pesqueros con base en puertos nacionales deben registrar sus capturas tanto como el contenido y el valor económico de su venta en lonja. Toda esta información, junto a la de carácter similar procedente del resto de los países de la Unión Europea, se recopila en el ICES, con sede en Dinamarca, donde tras estudios muy detallados, emiten a Bruselas
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Figura 4.7. El primer salmón capturado en la temporada de pesca en Asturias, conocido como campanu, es subastado públicamente alcanzando precios récord. Fuente: Fotografía de Marco Antonio Vázquez Lareo.
los informes correspondientes al establecimiento de cuotas anuales de captura de las especies objetivo a ser repartidas entre los países miembros. En lo que respecta a la pesca recreativa, es relevante mencionar que en la última década tanto el ICES como la CGPM han mostrado interés en cuantificar su impacto sobre las especies explotadas y sobre los sistemas acuáticos donde viven (figura 4.6). También recientemente, la Comisión Asesora Europea para las Pesquerías de Aguas Continentales (EIFAC, por sus siglas en inglés) ha elaborado un código de buenas prácticas para la pesca recreativa continental, que reconoce tanto la responsabilidad de los pescadores ante sus capturas y los hábitats naturales donde pescan como la importancia de evitar conflictos entre la pesca recreativa y la 91
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comercial. Es muy novedoso que también se enfatice la responsabilidad del pescador en la elección de métodos de captura capaces de reducir el estrés padecido por los peces y minimizar su sufrimiento. En las aguas continentales y costeras españolas, la regulación de la pesca recreativa es competencia de las CC AA, con excepción de algunas zonas bajo la competencia de la Secretaría de Pesca. Por ejemplo, en Baleares la gestión de las limitadas aguas continentales y las costeras entre cabos es competencia de la CC AA, mientras que las aguas exteriores competen a la citada Secretaría. Esta situación tiene, por ejemplo, una expresión muy relevante en la Reserva Marina de Llevant de Mallorca, donde la comisión de seguimiento asignada al efecto incluye a representantes de ambas administraciones, además de las cofradías de pescadores, representantes de los ayuntamientos de la zona, de los órganos de investigación y de varias ONG. Los programas
de seguimiento que se han mantenido a lo largo del tiempo han puesto de manifiesto una reducción notable del esfuerzo pesquero y una recuperación sustancial de varias poblaciones naturales, enfatizando el éxito de esta metodología de gestión que incluye a los implicados. No deja de ser curioso que la pesca recreativa continental no esté sujeta a evaluaciones similares o comparables a las que se realizan en las pesquerías marinas. Como excepciones muy recientes, los estados miembros del ICES recopilan información sobre las capturas de solamente tres especies cuyas poblaciones se encuentran en estado de extraordinaria recesión. Se trata de los juveniles de anguila, conocidos como angulas Anguilla anguilla, que se capturan de forma esencialmente profesional en las desembocaduras y estuarios de los ríos; de la Lubina Dicentrarchus labrax y del salmón atlántico Salmo salar, cuyos ejemplares capturados deben ser todos registrados, medidos y etiquetados
apropiadamente (figuras 4.6 y 4.7). Tampoco existe, hasta la fecha, una gestión que considere conjuntamente ambas pesquerías, la comercial y la recreativa. En general, las medidas relacionadas con la gestión son de difícil seguimiento. Ello se debe, sencillamente, a que una de las características que tipifican esta modalidad de pesca recreativa es la dispersión geográfica. Como ejemplo claro, estudios recientes indican que los pescadores de aguas continentales son fiscalizados por las guarderías correspondientes, al menos, una o varias veces durante la estación de pesca, mientras que los marinos apenas han sido controlados por los inspectores.
Medidas generales en la gestión de la pesca recreativa En principio, la gestión de la pesca está pensada en prevenir sobreexplotaciones indeseables. Como consecuencia, se centra en medidas que incluyen, por un
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Variable de control: talla mínima Selectividad de las capturas Variable de control: esfuerzo
Variable de control: captura diaria Medidas de conservación
Limitación de la captura total Variable de control: captura y suelta
Gestión de la pesca
Regulación de acceso
lado, restricciones al acceso de las pesquerías en zonas, regiones o sobre poblaciones determinadas y, por otro, en reducir la intensidad de los esfuerzos de captura (figura 4.8). Las medidas más inmediatas y de mayor recorrido, tanto en poblaciones marinas como continentales, es el establecimiento de cuotas de captura, que limitan el número de piezas que pueden ser capturadas por pescador y por jornada de pesca. Además, el establecimiento
Periodos de veda
Variable de control: especies protegidas
Regulación zonas de pesca
Variable de control: áreas protegidas
de tallas mínimas de captura o el peso correspondiente. Las tallas mínimas se establecen sobre la idea de que, al menos, sobreviva un número suficiente de reproductores tal que la población residual, tras la actividad pesquera, se pueda reproducir al menos una vez. Como consecuencia, estas tallas se determinan de manera que sean superiores a las tallas a la que los individuos, tanto machos como hembras, alcanzan la madurez sexual y se reproducen. En
Figura 4.8. Resumen de las medidas de gestión aplicables a la pesca recreativa. Fuente: Elaboración propia a partir de Morales-Nin et al., 2010.
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Figura 4.9. Cartel explicativo sobre el reo y su biología situado en el coto del río Eume, Pontedeume. Fuente: Fotografía de Marco Antonio Vázquez Lareo.
general, una vez establecidas estas tallas mínimas, cualquier ejemplar capturado de tamaño inferior debe ser devuelto vivo al sistema natural. De forma similar, se establecen las cuotas máximas de captura, cuyo sumatorio total por parte de todos los pescadores durante la estación de captura debería resultar en una cantidad menor al componente reproductor que pueda garantizar el éxito reproductivo de la población. Dado que la cuantificación de estas cuotas en términos de tamaños de población es bastante más compleja que las determinaciones de las tallas mínimas, las cuotas de captura se suelen determinar con la aplicación de modelos de dinámica de poblaciones más que sobre datos observacionales o empíricos. La regulación al acceso puede ser geográfica o temporal. Por ejemplo, puede basarse en limitar 94
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el número de licencias de pesca en zonas determinadas y/o su número para poblaciones particulares y en restringir el acceso temporal a un determinado tipo de pesca estableciendo épocas de veda. Muy relevantes son, en el primer caso, las zonas protegidas en forma de cotos, vedados, zonas de pesca sin muerte o áreas marinas y continentales protegidas (MPA) (figura 4.9). Respecto al segundo, se establecen periodos del año de prohibición estricta que suelen cubrir la época de reproducción. A estas zonas protegidas hay que añadir aquellas que, de una u otra manera, están sujetas a figuras administrativas, como son las reservas o parques nacionales y naturales, donde la pesca recreativa está estrictamente prohibida. Estas medidas se suelen también acompañar de restricciones en las artes de pesca, como el número de cañas que puede utilizar cada pescador, que es, en general, un máximo de dos o tres, o el tamaño y número de anzuelos a ser utilizados, etc. El uso de algunas artes tradicionales solo
se permite en contadas ocasiones y con permisos especiales.
Repoblaciones y otras técnicas de “mejora” de la pesca recreativa En aguas continentales, la estrategia histórica para potenciar (o peculiarmente “mejorar las poblaciones”, en la terminología general utilizada por las administraciones) la pesca recreativa ha estado basada en las repoblaciones que, de forma sistemática, se han practicado desde los años 1940 y 1950. Ese entusiasmo en “mejorar” las poblaciones llevó a repoblaciones masivas de dimensiones poco imaginables. Por ejemplo, en 1981, solamente en la cuenca del Ebro se repoblaron 3,5 millones de ejemplares de trucha común, Salmo trutta, y dos millones de truchas arcoíris Onchorhyncus mikiss. A lo largo de toda la geografía otras especies repobladas alcanzaron los varios millones en 2012. Este mismo entusiasmo llevó a otra práctica no menos
lamentable conocida como el descaste, consistente en matar y enterrar a cientos de miles de ciprínidos tras ser capturados donde eran abundantes, en ríos trucheros o en cotos relevantes. Todavía más allá, la falta de criterio con la que se tomaron las repoblaciones estimuló también la introducción de varias especies exóticas consideradas capaces de producir magníficos trofeos de pesca y que, en muchos casos, se han establecido en los ríos de la península. Este es el caso, por ejemplo, del lucio Esox lucius, del black-bass Micropterus salmoides, del hucho Hucho hucho (figuras 4.10, 4.11 y 4.12) y de varias especies de cangrejo de río. Por una u otra razón, la afición a introducir especies exóticas se ha mantenido en el tiempo e incluso se ha visto favorecido durante las últimas décadas de manera tal que, en la actualidad, el 35% de las especies de peces que habitan las aguas continentales de la península son exóticas, y solo una parte menor de estas especies es suceptible de contribuir a la pesca recreativa. 95
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Figura 4.10. Un ejemplar de lucio Esox lucius, especie introducida en las aguas continentales españolas. Fuente: Fotografía de abadonian, iStock/Getty Images Plus.
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Figura 4.11. Un ejemplar del voraz black-bass Micropterus salmoides, introducido en nuestras aguas continentales. Fuente: Fotografía de stammphoto, iStock/Getty Images Plus.
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Figura 4.12. Ejemplares hucho Hucho hucho en aguas continentales europeas. Fuente: Fotografía de wrangel, iStock/Getty Images Plus.
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Figura 4.13. Escorpora Scorpaena porcus marcada con una marca externa tipo espagueti, con un código marcado de fácil reconocimiento. Fuente: Fotografía de Miquel Cabanellas.
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En las aguas marinas las repoblaciones son bastante más recientes. Por lo tanto, la experiencia histórica esta más limitada. La potencialidad de las repoblaciones marinas está íntimimamante ligada a la capacidad técnica de poder criar en cautividad determinadas especies en números suficientes como para poder garantizar una cierta supervivencia tras su suelta en el medio natural. En general, se basan en la introducción de ejemplares juveniles en zonas costeras. Al menos en teoría (aunque casi nunca en la práctica), tanto en aguas continentales como marinas, las repoblaciones requieren de programas de seguimiento y monitoreo, con el fin de determinar los niveles de éxito obtenidos por las repoblaciones. Estos programas de seguimiento se suelen basar en el marcado y recaptura de individuos que deberían permitir la identificación de los individuos provenientes de la repoblación respecto de aquellos nacidos y
crecidos en el medio natural. En la actualidad, hay una enorme diversidad de marcas para organismos acuáticos que pueden ser utilizadas en estos programas y; varían desde las más simples, que consisten en pequeñas marcas de colores o en códigos numéricos (figura 4.13) y permiten la identificación individual y el lugar y la fecha de la suelta, hasta las más sofisticadas que incorporan GPS y graban la profundidad, temperatura y posición geográfica en cada periodo de tiempo establecido y hacen posible, además, el seguimiento a distancias medias y largas durante periodos de tiempo prolongados. Es siempre más complicado el marcaje de individuos juveniles, pero incluso así, en la actualidad existen marcas que se reconocen con códigos específicos. El éxito de la repoblación, medido como las tasas de supervivencia de los individuos soltados y su contribución posterior al stock reproductor, depende de numerosos factores.
Previa a la repoblación, una de las consideraciones más recomendables es la creación de stocks de reproductores procedentes de la misma zona de suelta y que puedan ser renovados con relativa facilidad. De esta forma, los juveniles a repoblar tenderán a ser de primera generación y, por lo tanto, a conservar de forma más precisa los caracteres naturales de la población. El tamaño de los juveniles en el momento de la suelta es importante para garantizar su supervivencia, que, en general, es mayor cuanto mayor sea su tamaño. Las experiencias obtenidas en algunos programas de seguimiento indican que, en las primeras semanas después de la repoblación, es frecuente que solo se sobrevivan entre el 1 y el 4% de los individuos repoblados, mientras que, una vez aclimatados al medio natural, la tasa de supervivencia tiende a aumentar. Además, siempre se recomienda —aunque en la práctica tampoco se cumpla— 103
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que en las campañas de seguimiento se implementen en paralelo campañas de publicidad que indiquen a los pescadores la importancia de estas actividades y, sobre todo, que ayuden a concienciarlos, para que cuando capturen ejemplares marcados se pongan en contacto con los responsables y puedan devolver las marcas indicando dónde y cuándo fueron capturados. Como mencionamos más arriba, en las aguas continentales las repoblaciones se iniciaron hace muchas décadas. Sin embargo, en aguas marinas estas son mucho más recientes. Comenzaron en Japón en los años sesenta y posteriormente en Noruega, mientras que en España no llegaron hasta la década de 1990. Desde entonces, las repoblaciones se han extendido a varias especies, incluyendo, al menos, la dorada Sparus aurata; el lenguado de Senegal Solea senegalensis; el sargo Diplodus sargus; la urta Pagrus auriga; el pargo Pagrus pagrus; el
burro Plectorhinchus mediterraneus y el rodaballo Psetta maxima. Además, la nécora Necora púber y el bogavante Homarus gammarus son los crustáceos más repoblados y monitorizados (figuras 4.14 y 4.15). Afortunadamente, el entusiasmo repoblador se ha ido apagando en los últimos años y, en la actualidad, numerosas legislaciones bastante proteccionistas y conservacionistas no solo prohíben taxativamente la introducción de cualquier especie foránea, sino que, también, prohíben las repoblaciones de numerosas especies. Asimismo, estas normativas fuerzan a que, en el caso de que sea necesario hacer repoblaciones, solo puedan hacerse con individuos descendientes de componentes procedentes de las mismas poblaciones, evitando así cualquier tipo de contaminación genética indeseable, como las que se han producido en numerosas
poblaciones de truchas, causando hibridaciones aberrantes. En la actualidad, las repoblaciones de salmónidos que se hacen proceden, sin excepción, de progenitores de las mismas poblaciones y ríos. En cualquier caso, la comunidad científica insiste una y otra vez en advertir de que, independientemente de cuál sea el éxito de las repoblaciones —hasta la fecha no hay mucha evidencia positiva sobre los niveles de éxito—, el peligro de contaminación de cualquier repoblación es elevadísimo. Entre otras cosas, por la alta probabilidad de que los individuos juveniles criados en acuicultura puedan estar parasitados o arrastrar infecciones por virus, bacterias u hongos de muy difícil detección que podrían tener una elevada facilidad para expandirse y contaminar todo el sistema natural con consecuencias impredecibles y posiblemente devastadoras.
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Figura 4.14. Un ejemplar de cranca o centolla Maia squinado marcada con una marca externa adherida al caparazón. Fuente: Fotografía de Elena Pastor.
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Figura 4.15. Una centolla recién liberada con un marcador acústico adosado al caparazón. Fuente: 106 Fotografía de Elena Pastor.
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5. Implicaciones económicas de la pesca recreativa emostradamente,
los efectos de
D la pesca recreativa continental
y marina tienen reconocidos beneficios sobre la salud física y mental tanto de quienes la practican como sobre la población en su conjunto (figuras 5.1 y 5.2). Todavía yendo más allá, recientemente, su aplicación se ha ampliado como terapia para reducir la conflictividad entre adolescentes y grupos en riesgo de exclusión social; ejemplo paradigmático de la relevancia de la pesca recreativa. Pero además de los amplios beneficios personales y sociales
reconocidos, se hace necesario cuantificar su impacto económico, incluso aunque no se incluya el valor económico neto. Esto se hace necesario para proporcionar a los gestores y administradores referencias que les permitan tomar decisiones sobre el gasto público que han de dedicar a su conservación, gestión y restauración, incluyendo, desde luego, las infraestructuras necesarias para facilitar y mantener estas actividades. Además, estas referencias económicas son también importantes, bien cuando la pesca 111
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Figura 5.2. La satisfacción de la captura y del día de pesca redunda en la mejora de la salud y es una ocasión social notable. Figura 5.1. Captura con la técnica de la fluixa desde embarcación. La salida de pesca tiene múltiples implicaciones socioeconómicas. Fuente: Fotografía de María Rosa Fabregat.
Fuente: Fotografía de Alejando Simón.
recreativa interactúa con la pesca comercial, bien cuando ambas compiten por las mismas especies o por los mismos espacios, lo que inevitablemente genera conflictos de interés. En realidad, el valor económico de la pesca recreativa es difícil de evaluar porque, por definición, las capturas no se comercializan y, como hemos mencionado con anterioridad, la
motivación es esencialmente disfrutar de la experiencia, y estas sensaciones o sentimientos no pueden expresarse en términos de economía de mercado. Aspectos como el ocio, la tradición, etc., a menudo se mencionan como factores motivadores, mientras que el pescado capturado para el consumo doméstico desempeña solamente un papel secundario. Sin embargo, para cualquier
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región o para cualquier país, los beneficios económicos de la pesca recreativa se pueden evaluar en términos monetarios mediante la evaluación de los costes en los que incurren los pescadores. En realidad, el gasto que ejercen los pescadores recreativos puede ser importante para mantener los ingresos y el empleo en regiones desfavorecidas y su impacto es directamente proporcional al gasto realizado por los pescadores que visiten una región en particular. Sin embargo, a pesar de la importancia reconocida de esta actividad, las economías subyacentes se pasan a menudo por alto o se subestiman. Los investigadores que han intentado determinar los beneficios económicos de la pesca recreativa se han enfrentado a dos opciones alternativas: 1) determinar el impacto económico de los gastos relacionados con la pesca en una región, es decir, sus efectos sobre los ingresos y el empleo de la zona, y 2) determinar el valor económico neto o el excedente del consumidor que los
pescadores obtienen del recurso; en otras palabras, el valor que los pescadores asignan a la pesca por encima de sus gastos reales relacionados con la propia pesca. Esto se suele medir por la “disposición a pagar” que muestren los pescadores para acceder a estos recursos. En el primer caso, el impacto económico es una medida de los
Figura 5.3. Las licencias de pesca se emiten desde la primera mitad del siglo XX. Esta corresponde a 1958 y fue emitida por la Comandancia de Marina de Barcelona y acompañada por el carnet de miembro de la Sociedad de Pescadores Deportivos de Mar. El coste de ambas no era despreciable en la época (unas 50 pesetas anuales). Fuente: Fotografía de Beatriz Morales-Nin.
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Figura 5.4. El permiso de pesca y la pertenencia al coto del río Eo en San Tirso de Abres, Galicia, así como el equipo, son costes directos de la actividad pesquera en aguas continentales. Fuente: Fotografía de Marco Antonio Vázquez Lareo.
beneficios monetarios de la pesca en la economía regional y se produce como consecuencia de los gastos que ocasiona la pesca o los costes que tiene la pesca para el pescador. Estas estimaciones representan dos tipos distintos de beneficios económicos que se pueden comparar con los beneficios de los bienes y servicios del mercado de la competencia. Para los pescadores que practican esta actividad, los gastos asociados son múltiples; comienzan por la obtención de las licencias y permisos de pesca correspondientes; continúan con las cuotas por pertenencia a clubes o federaciones (figura 5.3); los seguros asociados; la adquisición de equipos más o menos sofisticados; la compra de cebos; los gastos de desplazamiento y manutención durante la actividad; el 114
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Figura 5.5. Página web mostrando actividades económicas complementarias a la pesca recreativa como la venta de materiales, entre otras. Fuente: Peer Doering-Arjes.
mantenimiento de los equipos, etc. (figura 5.4). Si, además, la pesca se realiza desde embarcación, entonces el gasto se multiplica debido al alto valor de la embarcación y de su mantenimiento, al coste del amarre en puerto, a los combustibles, etc. A la actividad económica generada por estos gastos, que, esencialmente, atañen directamente a los pescadores, hay
que añadir los puestos de trabajo que de forma directa o indirecta se generan (figura 5.5). Por ejemplo, el coste de repoblaciones y/o todas las actividades ligadas a facilitar la actividad (figuras 5.6, 5.7 y 5.8).
Pero… ¿de cuánto dinero estamos hablando? En las evaluaciones realizadas en aguas continentales, la
importancia de la participación en esta actividad hace que los gastos realizados por los pescadores sean bastante relevantes. De la información obtenida en varios países se deduce que, con enorme diferencia, la mayor explotación de las pesquerías continentales en Inglaterra y Gales se debe a los pescadores recreativos. En 1994, el número de pescadores 115
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Figura 5.6. Comercio dedicado a la venta de equipos para la práctica de la pesca recreativa. Fuente: Fotografía de Beatriz Morales-Nin.
dedicados principalmente a la captura de salmónidos se estimó en 800.000, mientras que unos 2,3 millones dedicaron sus esfuerzos, más bien, a otras especies de no salmónidos, como ciprínidos, pércidos y lucios. En este mismo año, el gasto anual en aparejos de pesca, carnadas, licencias, permisos, viajes y manutención se estimó en 3.000 millones de libras esterlinas. Además, en aquellos países donde las aguas continentales son privadas, hay que añadir los derechos de acceso a las masas de agua que, por ejemplo, en el caso británico, y para el mismo periodo de tiempo analizado, representó un coste adicional de 72 millones de libras. Recíprocamente, en los mares británicos, la pesca recreativa
hizo una contribución muy significativa a la economía evaluada en unos 2.000 millones de libras de gasto total y se calcula que en 2012-2013 se generaron unos 23.600 puestos de trabajo. En Europa, el gasto directo generado por los pescadores recreativos marinos en bienes y servicios relacionados con la pesca se estimó en 6.000 millones de euros, con alrededor de 5.000 millones en regiones
atlánticas, frente a 1.000 millones en las regiones mediterráneas. Tanto el Reino Unido como Noruega contribuyen con una proporción significativa a este gasto, siendo el Reino Unido donde se recoge el mayor gasto medio por pescador marino, alrededor 1.700 euros/persona/ año. De promedio, los pescadores recreativos marinos europeos se gastan unos 680 euros/persona/ año. Pero resulta llamativo que no
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se detecta ninguna correlación significativa entre el producto interior bruto de cada país y el gasto cuantificado persona/año en pesca recreativa. En Estados Unidos y en Canadá, el gasto por pescador es bastante más alto que el observado en Europa. Ello se debe, principalmente, a la mayor proporción del gasto en bienes duraderos (por ejemplo, embarcaciones) y a diferencias en las categorías de gasto, donde se incluyen además por el valor agregado con segundas residencias. A su vez, en Australia y Nueva Zelanda, el gasto medio parece ser más comparable al observado en Europa, aunque los últimos estudios realizados en Australia sugieren que el gasto medio podría ser mayor al estimado previamente. En nuestro país contamos con poca información, pero en un estudio del Mediterráneo español realizado online se estimó el gasto en algo más de 500 millones de euros anuales. Dos estudios más
detallados en Baleares y en Galicia pueden servir también a este análisis. En Baleares, los costes de la pesca recreativa se valoraron por medio de estudios basados en cuestionarios entre los pescadores. De acuerdo con los resultados obtenidos, los pescadores recreativos mantienen un gasto que oscila entre 420 y 3.100 euros/persona/año, a lo que hay que añadir los gastos relacionados con la utilización de embarcaciones, lo que añadiría un valor medio de 1.000 euros/ pescador/año; esto pone de manifiesto también la enorme variabilidad de la población encuestada. El 74% de los costes individuales de la pesca recreativa están relacionados con material de pesca tanto prescindible como duradero (básicamente cebos, líneas, carretes y cañas). En cambio, los gastos relacionados con el transporte, alojamiento y manutención son relativamente menores porque la mayoría de los pescadores practican esta actividad cerca de su residencia. A su vez, y como ya mencionamos,
el uso de embarcación incrementa significativamente los gastos de esta práctica (alrededor de siete veces), principalmente debido a los amarres y a los gastos relacionados con el puerto, costes de funcionamiento (mantenimiento y combustible) y reparaciones, que pueden ascender al 75% del coste total. Como consecuencia, asumiendo una población estimada de pescadores recreativos de unas 33.000 personas (43% de los cuales utilizan barco, por ejemplo, 14.000 personas), el gasto directo total de los pescadores recreativos sería de unos 57 millones de euros, de los que el 75% serían debidos al uso de embarcación. Aunque no pudimos calcular el beneficio económico neto de la pesca recreativa, los resultados que presentamos indican que, en Baleares, el impacto económico directo de esta actividad supone un 1% del producto interno bruto. A su vez, en Galicia, la media anual de los gastos totales indicados por los pescadores ascendió a 1.600 ± 2.000 euros/ 117
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Figura 5.7. Angulas para repoblación. Fuente: Fotografía de Ines Wiehle, iStock/Getty Images Plus.
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Figura 5.8. Secando cañas de bambú Tonkin (Pseudosasa amabilis) en Aozai (Guangdong, China) para ser exportadas a Berlín y ser convertidas en cañas de pesca selectas. Fuente: Fotografía Peer Doering-Arjes.
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año. Los pescadores declararon que gastan la mayor parte de su presupuesto anual en artes de pesca (520 ± 700 euros), seguido de combustible para automóviles (420 ± 650 euros); cebos (260 ± 350 euros); gastos de viaje (220 ± 600 euros) y, finalmente, ropa de pesca (100 ± 270 euros). Después de corregir el sesgo producido por la “avidez del pescador”, se estimó que, en 2015, los gastos totales anuales de los pescadores recreativos marinos en Galicia alcanzaron los 86 millones de euros. Los pescadores desde costa fueron responsables del 74% de los gastos totales, los de embarcación, del 20% y los pescadores submarinos, del 6%. Estos pescadores indicaron, además, que gastaron 15.500 ± 18.000 euros en comprar embarcaciones, principalmente, en el mercado de segunda mano (61% del total). Por otro lado, los gastos medios anuales asociados a las embarcaciones alcanzaron unos 3.000 euros por embarcación, destinados principalmente a cubrir los gastos
de carburante, los costes de mantenimiento y el amarre (1.000 euros). Como consecuencia, después de corregir el sesgo de “avidez del pescador”, en 2015 el gasto total anual en la operación y mantenimiento de las 4.315 embarcaciones dedicadas a la pesca marítima de recreo, en Galicia se estimó en 11 millones de euros. Probablemente estos datos estén incompletos y tengan sesgos debidos a que los pescadores más activos y más ávidos son, a su vez, los que preferentemente responden a las encuestas. Pero demuestran, no obstante, que, tanto en Baleares como en Galicia, las implicaciones económicas de la pesca recreativa marítima no son baladíes. Es de suponer que en la pesca continental, para la que no se cuenta con ninguna información, las cantidades invertidas por los pescadores sean bastante similares. Es importante destacar el rango de variación del gasto entre pescadores individuales,
algo que, por otro lado, es típico de esta actividad. En lo que respecta a los pescadores submarinos, una valoración preliminar realizada en Baleares sobre lo que representa el gasto por cada pez capturado puso de manifiesto que podría estimarse en 140 euros invertidos por cada kilogramo de pescado capturado, un coste bastante superior al valor que alcanzaría en el mercado. Todas estas informaciones en su conjunto ponen de manifiesto la relevancia de la pesca recreativa que, desde todo punto de vista, merece una valoración mucho más completa. En cualquier caso, debido a los complejos desafíos que subyacen al diseño de estudios basados en muestreos apropiados, las economías de las pesquerías recreativas están, definitivamente, infravaloradas. Reconocer su valor e importancia sería un paso fundamental para evaluar sus beneficios en relación a las pesquerías generales, incluyendo las recreativas y comerciales.
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6. Conclusiones hemos visto en estas páginas,
C a lo largo y ancho de este mundo omo
la pesca recreativa involucra a una considerable cantidad de personas, tanto en países desarrollados como en cualquier otro. Allá donde la pesca recreativa es una actividad común, la FAO eleva a un promedio del 7% la población involucrada en esta actividad, lo que equivale a unas 175 millones de personas. A su vez, el valor económico subyacente podría derivarse de los costes directos, que la FAO estima en unos 44.000 millones de dólares, y de los costes indirectos que la misma
institución internacional estima en unos 100.000 millones al año. Es relevante, además, mencionar que las capturas no declaradas a las instituciones correspondientes, como a la misma FAO, pueden alcanzar cantidades sustanciales, por ejemplo, en países de Europa del Este, como Rusia y Ucrania, u otros de Asia central y que, en su conjunto, podrían abarcar hasta un 6% de las capturas globales. Además, a estas estadísticas tampoco se suelen incorporar las introducciones de especies no nativas, que en su mayoría se 125
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utilizan para la supuesta mejora de la pesca recreativa. Como consecuencia, a pesar de que estos valores pueden parecer bastante elevados, la información general sugiere que se producen subestimaciones sistemáticas. Sea como fuere, la pesca recreativa, tanto continental como marina, contribuye con enormes beneficios a la salud física y mental de quien la práctica, ya sea como deporte o como simple ocio. Además, recientemente, la pesca recreativa ha ampliado sus horizontes al ser utilizada de forma exitosa como terapia para reducir, por ejemplo, la conflictividad entre adolescentes y también integrar grupos en riesgo de exclusión social. Su interés, por lo tanto, cubre amplios espectros de la sociedad a niveles individuales, culturales y económicos. Sin embargo, y como ya hemos reiterado en páginas anteriores, a pesar de esta importancia reconocida, su valoración e impacto en términos económicos a niveles locales y regionales se
encuentran ciertamente subestimados, cuando no minusvalorados. Asimismo, el efecto de las cuantiosas capturas de peces sobre los ecosistemas que ocupan, especialmente en especies localizadas en los niveles tróficos superiores, es muy importante, ya que puede afectar seriamente las dinámicas de numerosos servicios ecosistémicos. Sobre la información resumida en este librito, su propósito es, sencillamente, ofrecer una visión general sobre el estado de la pesca recreativa en nuestro país. Debemos reconocer, no obstante, que quizá hemos pecado de una cierta ingenuidad o de un exceso de confianza al haberlo enfocado y titulado como La pesca recreativa: del ocio a la economía. En términos reales, tras caracterizar en unas pinceladas su historia antigua y reciente, hemos resumido las peculiaridades más características de esta práctica para, posteriormente, adentrarnos en las bases generales que la regulan en aguas dulces y marinas. Hemos incluido
tiempos, regiones y maneras predominantes, tanto como las tendencias e intensidades que, durante las últimas décadas, la han tipificado a lo largo de la geografía del país. Hemos intentado resumir esta información en una especie de retrato robot del pescador-tipo, que, esencialmente, es masculino y de edad media, pues la participación femenina es muy minoritaria. Hemos añadido las tendencias de horarios y estaciones del año, además de los recursos económicos y de formación intelectual, y desde luego, las especies y regiones preferentes. Hemos incorporado, para terminar, información relevante para evaluar estas pesquerías a niveles regional y nacional. Sin embargo, no parece que hayamos tenido tanto éxito en las valoraciones económicas. En la línea de escasez de información disponible y la fragmentación de los datos, se ha hecho hincapié en un reciente estudio que revisa los trabajos publicados desde 1997 sobre el tema, incidiendo en la necesidad de profundizar y obtener mejores detalles que
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ayuden a completar los objetivos fijados por el Parlamento Europeo en 2018. Por otro lado, hemos querido hacer notar algunos resultados realmente sorprendentes. Por ejemplo, la alta participación de la población con cerca de dos millones de pescadores activos y con un 47% de la población que manifiesta haber pescado alguna vez en su vida. Destaca también que el 22% de la población pensaba pescar al año posterior del que se hicieron los estudios, de los que el 14% planteaba pescar en aguas marinas y 9% en aguas continentales. En paralelo, sin embargo, destaca el severo declive que, de forma simultánea, se ha producido en los números de licencias emitidas por todas las CC AA durante la última década, llegándose al extremo de que algunas de ellas han visto reducidas estas emisiones en un 30% o más (en algunas hasta el 50%), respecto a las emitidas hace no más de diez años. Aunque en el capítulo correspondiente apuntábamos la cuestión asignando una
responsabilidad subyacente a una cuestión tan confusa como la “conjura de las circunstancias”, la realidad es que nos faltan argumentos consistentes que ayuden a explicar de forma inequívoca este declive. Podrían ser los factores mencionados o no, pero esta tendencia parece común a todas las economías desarrolladas, aunque enfatizamos otra vez que las causas pueden ser múltiples y/o no están bien definidas. Respecto a las valoraciones económicas, aunque presentamos algunas consideraciones, no nos ha sido posible recopilar información fundamental relativa, por ejemplo, a los ingresos que obtienen las CC AA en concepto de licencias, cotos, etc., que deben de ser bastante elevados, sobre todo en aquellas que emiten cantidades sustanciales de licencias como más de 200.000 al año. Tampoco hemos podido valorar las inversiones que, a su vez, hacen las CC AA en personal técnico, incluyendo guarderías, ni en los gastos asociados, tales
como automóviles, combustible, mantenimiento, etc. Obviamente, toda esta información es imprescindible para poder hacer una valoración económica cuantitativa racional. En este sentido, las valoraciones con las que contamos se refieren esencialmente a las islas Baleares y Galicia (resumidas en el capítulo 5). Nos aventuramos a afirmar que en las islas Baleares esta práctica pesquero-deportiva puede llegar a representar alrededor del 1% del PIB. En Galicia, por otro lado, los pescadores recreativos marinos se gastaron en 2015 unos 96 millones de euros, lo que, a su vez, representa el 0,2% del PIB. Estimaciones complementarias confirman que la contribución económica no es en absoluto desdeñable, si bien todavía no disponemos de valoraciones más detalladas. En cualquier caso, tanto los niveles de participación como el impacto ambiental y las subsecuentes implicaciones económicas justifican de sobra el interés tanto de los gestores como de los investigadores hacia esta 127
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Figura 6.1. Cartel anuncio del Primer Congreso Internacional de Pesca Recreativa, celebrado en Mallorca en 2006.
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Fuente: Antonio Maria Grau.
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práctica. Por otra parte, la Unión Europea ha expresado su preocupación sobre la falta de información sistemática de la pesca recreativa en España. Ya a principios de este siglo se observaron algunos esfuerzos investigadores encaminados a ahondar en estas cuestiones y se ha profundizado más en la pesca recreativa marina. Así, en 2006, se celebró en Mallorca el Primer Congreso Mediterráneo de Pesca Marítima de Recreo (figura 6.1) y en el 2010, el Taller transversal para el monitoreo de la pesca recreativa de la Comisión General de la Pesca Mediterránea (CGPM, por sus siglas en inglés). Recientemente, además, ha tenido lugar el Simposio Internacional sobre Pesca Marítima Recreativa en la ciudad de Vigo en septiembre de 2018, en el que han participaron gran diversidad de expertos, incluyendo economistas, sociólogos, biólogos, etc. A partir del mismo se ha generado un Código de Buenas Prácticas para la Pesca Marítima Recreativa de
aplicación en todo el territorio nacional (figura 6.2). A su vez, se ha llevado a cabo una revisión de los trabajos realizados y de las necesidades futuras en el corto, medio y largo plazo, entre las que destacan la necesidad de una mayor inversión pública que permita cubrir lagunas del conocimiento sobre especies vulnerables a la pesca, el impacto del cambio climático sobre ellas y
Figura 6.2. Libro de actas del Primer Simposio Internacional de Pesca Marítima Recreativa, celebrado en Vigo en 2018, y folleto de buenas prácticas. Fuente: Fotografía de Beatriz Morales-Nin.
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sus capturas y los hábitats y la necesidad de homogeneizar las licencias de pesca. Ello permitiría estimar las capturas reales y el esfuerzo ejercido. Utilizando la opinión ciudadana para, siguiendo una estrategia adaptativa basada en el método científico, adjudicar los recursos pesqueros entre pescadores recreativos y profesionales. La pesca recreativa está integrada en los desarrollos sociales. Como consecuencia, los cambios en los valores sociales sobre la pesca recreativa afectarán eventualmente a las políticas e instituciones, tanto como a las perspectivas políticas, al personal de las agencias correspondientes y a los que gestionan la pesca recreativa. De hecho, todas las sociedades y comunidades humanas diseñan leyes, reglamentos e instituciones como una forma de adaptarse al Zeitgeist contemporáneo, que es una representación máxima de los valores sociales y culturales. En este sentido, una nueva época geológica, el Antropoceno, se ha
definido como el periodo en el que los seres humanos han tenido una influencia geológica y ecológica sustancial en nuestro planeta. Un futuro positivo para esta nueva época puede ser referido como el “buen Antropoceno”, que implicaría estrategias de gestión efectivas y cambios en el comportamiento humano. Promueven así la sostenibilidad y restauración de los ecosistemas. Como ya hemos reiterado, la pesca recreativa tiene un valor social, cultural y económico significativo y puede generar muchos beneficios cuando se gestiona de manera sostenible y, por lo tanto, ser parte integral de un buen Antropoceno. Enumeramos a continuación algunos principios para facilitar la persistencia y la sostenibilidad a largo plazo de la pesca recreativa en el buen Antropoceno: 1. Fomentar la administración acuática. 2. Promover la educación. 3. Utilizar equipos de captura adecuados.
4. Adoptar enfoques de gestión basados en la evidencia empírica. 5. Promover el concepto de resiliencia. 6. Obtener y utilizar datos de esfuerzo en la gestión ecosistémica. 7. Participar en la colaboración multinivel. 8. Mejorar la accesibilidad. 9. Adoptar el optimismo como norma. Cuando se utilizan por separado, o simultáneamente, estos principios contribuyen a la armonización de las poblaciones sostenibles de peces y a las prácticas de pesca para crear puntos de referencia de la pesca recreativa. Quizá sea este un punto de inflexión importante que, a partir de ahora, nos permita tener la oportunidad de ver y leer muchos más estudios sobre estas cuestiones que nos ayuden a convertir el ocio y el deporte en economías relevantes y sostenibles. Planteado así,
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Figura 6.3. En una comunidad costera, la satisfacción de participar en una jornada de pesca es un valor cultural muy relevante. Fuente: Fotografía de María Rosa Fabregat.
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esperamos que este pequeño libro sea una contribución al conocimiento de los interesados
en estas cuestiones y que podamos todos disfrutar en el presente y en el futuro de una
Bibliografía Elmer, L. K. et al. (2017): “Angling into the Future: Ten Commandments for Recreational Fisheries Science, Management, and Stewardship in a Good Anthropocene”, Environmental Management, 60, pp. 165-175. Parlamento Europeo (2018): European Parliament Resolution of 12 June 2018 on the State of Play of Recreational Fisheries in the European Union, Bruselas. Gordoa, A., Dedeu, A. L. y Boada, J. (2019): “Recreational Fishing in Spain: First national estimates of fisher population size, fishing
práctica beneficiosa para la salud del cuerpo y del espíritu (figura 6.3).
Activity and Fisher Social Profile”, Fisheries Research, 211, pp. 1-12. Morales-Nin, B. et al. (2015): “How Relevant are Recreational Fisheries? Motivation and Activity of Resident and Tourist Anglers in Majorca”, Fisheries Research, 164, pp. 45-49. Pita, P. et al. (2018): “Economic, Social and ecological attributes of Marine Recreational Fisheries in Galicia, Spain”, Fisheries Research, 208, pp. 58-69. Pita P. et al. (en prensa): “Assessing Knowledge Gaps and management needs to Cope with Barriers for Environmental, Economic and Social Sustainability of Marine Recreational Fisheries: The Case of Spain”, Frontiers Marine Science.
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Sobre los autores
Beatriz Morales-Nin Doctora en Biología por la Universidad de Barcelona y profesora de investigación en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA CSIC/UIB), su actividad investigadora se ha centrado en la biología de peces y en la socioeconomía de la pesca, con especial atención a la pesca artesanal y recreativa. Entre otros cargos, ha sido directora del IMEDEA de 2008 a 2016, gestora del Plan Nacional de Ciencia y Tecnología Marina de 2002 a 2008 y presidenta de la Comisión de Coordinación Científica de la Acción Estratégica Actuaciones I+D contra Vertidos Marinos Accidentales desde 2003 hasta 2007. Es autora de más de 150 artículos científicos y coautora de diez libros. Ha sido editora de Scientia Marina y, actualmente, de las revistas científicas Fisheries Research y Journal of Sea Research, ambas de la editorial Elsevier. 133
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Javier Lobón-Cerviá Es doctor en Biología por la Universidad Autonóma de Madrid desde 1982 e investigador científico del Museo Nacional de Ciencias Naturales, del que forma parte desde 1986. Desde entonces sus esfuerzos se han dirigido a explorar los factores y mecanismos que subyacen a la “distribución y abundancia” de los peces continentales. En 1992 fundó la revista internacional Ecology of Freshwater Fish, de la que ha sido editor jefe hasta 2016. Ha publicado más de 160 trabajos, incluyendo varios libros, y ha dirigido una docena de tesis doctorales de un elevado porcentaje de estudiantes de Colombia, Venezuela, Brasil y Portugal, además de numerosos másteres.
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Concurrido campeonato de pesca en el que la edad media de los pescadores es baja, lo que representa el futuro de esta actividad que, como decía Fernando Basurto, es buena para el alma y el cuerpo. Fuente: Fotografía de Josep Alós.
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Títulos de la Colección Divulgación
1. Cambio global Carlos M. Duarte 2. Nuevos materiales Carmen Mijangosy José Serafín Moya 3. La gripe aviar Juan Ortín 4. Un viaje al Cosmos Antxón Alberdiy Silbia López de Lacalle 5. Doñana Héctor Garrido 6. Claroscuro del Universo Mariano Moles Villamate
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7. Invasiones biológicas Montserrat Vilà, FernandoValladares, Anna Traveset, Luis Santamaría y Pilar Castro 8. Guadiamar Héctor Garrido 9. La alimentación en el siglo XXI Rosina López Fandiñoe Isabel Medina Méndez 10. Terremotos Arantza Ugalde 11. Cambio global (edición ampliada) Carlos M. Duarte 12. Imágenes de los iberos Susana González Reyeroy Carmen Rueda Galán 13. Océano Carlos M. Duarte 14. Energía sin CO2 Rosa Menéndez y Rafael Moliner 15. Astrobiología Álvaro Giménez Cañete, Javier Gómez-Elvira y DanielMartín Mayorga 16. Malaspina 2010 Santos Casado
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17. Microbios en acción Emilio O. Casamayory Josep M. Gasol 18. Las plantas silvestres en España Ramón Morales 19. A través del cristal Martín Martínez-Ripoll,Juan A. Hermoso y Armando Albert 20. Censos aéreos de aves acuáticas en Doñana Jacinto Román y Montserrat Vilà 21. La luz. Ciencia y tecnología Sergio Barbero, Carlos Dorronsoro y José Gonzalo 22. Protagonistas de la ciencia Mónica Lara y Pilar Tigeras 23. La Isla de Pascua Valentí Rull 24. Las legumbres Alfonso Clemente y Antonio M. de Ron 25. La reproducción en la Prehistoria Assumpció Vila-Mitjà, Jordi Estévez, Francesca Lugli y Jordi Grau 26. Donde habitan los dragones M. Teresa Telleria
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27. El mercurio María Antonia López Antón y María Rosa Martínez Tarazona 28. Descubriendo la luz María Viñas Peña 29. Sostenibilidad y áreas protegidas en España David Rodríguez Rodríguez y Javier Martínez Vega 30. Instrumentos de la ciencia española Esteban Moreno Gómez
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COLECCIÓNDIVULGACIÓN
La pesca recreativa Del ocio a la economía
BEATRIZ MORALES-NIN Y JAVIER LOBÓN-CERVIÁ •
La pesca recreativa, también conocida como pesca de ocio o pesca deportiva, ha tenido en España y en el mundo un importante desarrollo en las últimas décadas, al tiempo que se ha impulsado su investigación y regulación desde diversos ámbitos científicos y administrativos. Los altos niveles de ocio promovidos en las llamadas sociedades de bienestar han popularizado las actividades al aire libre, de disfrute de la naturaleza y de los deportes asociados a las mismas, entre las que la pesca recreativa ha adquirido un crecimiento notable gracias a su destacado valor social, cultural y económico. Este libro quiere dar a conocer así la pesca recreativa continental y marina, y ofrecer un conocimiento actualizado sobre su evolución, sus prácticas y su panorama actual. Nos aproxima, de este modo, a su historia y a su vinculación con la pesca de subsistencia, para posteriormente analizar la tipología, perfiles, motivaciones y hábitos de los pescadores que la practican. Igualmente, se detiene en describir las principales técnicas e instrumentos de captura en aguas dulces y marinas, y las especies y hábitats preferentes en este tipo de actividad pesquera. Por último, se analizan aspectos vinculados a su conservación, gestión y economía en los ámbitos local y regional. Se trata, en definitiva, de una obra que quiere poner a disposición del gran público los fundamentos y aspectos más importantes de la pesca recreativa en sus vertientes social, cultural y económica.
La pesca recreativa
COLECCIÓN DIVULGACIÓN
La pesca recreativa
Del ocio a la economía BEATRIZ MORALES-NIN Y JAVIER LOBÓN-CERVIÁ