La contrarrevolución neoliberal en México

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La contrarrevolución neoliberal en México

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Héctor Guillén Romo

La contrarrevolución neoliberal en México

H" ctor Guill" n ,y

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La contrarrevolución neoliberal

n México

Colección Problemas de México

Ediciones Era

FOR HC135 .G84 1997x

Primera edición: 1 99 7 ISBN: 968-4 1 1-4 1 1 -7

DR © 199 7, Ediciones Era, SA. de Calle del Trabajo 3 1 ,

C.V. 1 4269 México, D.F.

Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico

Este libro no puede ser fotocopiado ni reproducido total o parcialmente por ningún otro medio

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in any form, without written permission from the publisher. .

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A la memoria de mi madre, a Chanta[ y Andy; o e y su país que me a ogió en momentos diflciles nn

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Indice

INTRODUCCIÓN, 1 1 l. PENSAMIENTO NEOLIBERAL DE HAYEK Y FRIEDMAN, 1 3

I n troducción, 1 3 Neoliberalismo d e Hayek, 1 3 Neoliberalismo de Friedman, 45 11.

DEL ESTRUCTURALISMO AL NEOLIBERALISMO EN AMÉRICA LATINA, 7 3

I mportancia del desarrollo nacional, 7 3 Economía del desarrollo desde la óptica d e Chicago, 8 1 Vías chilena y brasileña del neoliberalismo, 8 3 De l a crisis de la deuda a l consenso d e Washington, 8 8 Ill. EL CONSENSO DE WASHINGTON E N MÉXICO, 9 7

I n troducción, 97 Disciplina fiscal, 9 9 Apertura comercial, 1 07 Privatización de las empresas públicas, 1 1 2 Desregulación económica, 1 2 1 Inversión extranjera directa, 1 2 3 Liberalización fin anciera, 1 26 Reforma fiscal, 1 3 2 Tipo de cambio, 1 3 4 Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) , 1 36 Del multilateralismo al regionalismo: el Tratado de Libre Comercio, 1 39 N.

LOS SALDOS DEL MODELO NEOLIBERAL MEXICANO, 1 49

El cuadrado mágico de Kaldor en la economía mexicana, 1 4 9 México frente a la concepción del subdesarrollo de Fran�ois Perroux, 1 5 7 9

La istribución del ingreso y los niveles de vida, 1 6 7 El ancestral problema de la balanza de pagos, 1 7 4 México y las economías emergentes, 1 8 0 V. CRISIS FINANCIERA Y POLÍTI CA ANTICRISIS DEL GOBIERNO, 1 8 7

Crisis financiera, 1 8 7 Política an ticrisis, 1 90 Algunas enseñanzas aportadas por la experiencia mexicana, 1 9 9 VI.

HACIA UN NUEVO ENFOQUE DEL ESTADO, 2 0 3

I n troducción , 203 Teoría del crecimiento endógeno, 2 0 3 Revalorización del papel del Estado e n la economía del desarrollo, 2 0 6 Corrien te neoestructuralista latinoamericana, 2 1 1 Hacia una política económica y social alternativa, 2 1 4 Notas, 225 Bibliografía, 249

10

Introducción

En septiembre de 1 995, un distinguido economista mexicano de reputa­ ción internacional· señaló algunos hechos que marcaron la crisis econó­ mico-financiera del invierno 1 994-1 995: "el modelo neoliberal salinista con figuró un entorno económico donde todo dependía, nuevamente, de flujos externos de capital [ . . . ] a través de los mercaqos financieros "; "una concen tración dramática del ingreso en un entorno donde la mediana y la pequeña empresa veían crecer las barreras y el poder económico de las grandes empresas, que invirtieron más en actividades especulativo-finan­ cieras que en las productivas"; "la supeditación de la economía productiva a la economía de casino"; "la apertura desmedida y carente de con trol de la economía, que fomentó el gran aumento de la importación de mercan­ cías innecesarias"; "los niveles muy elevados de la tasa de interés, desfasada con la inflación" y "la torpe política de emisión de deuda denominada en dólares (Tesobonos) ", entre o tros. En pocas palabras, para este econo­ mista "lo que nos condujo al problema actual fue una tontería colosal ". Lo importan te de lo an tes mencionado no son los hechos en sí -que son incuestionables- sino el origen de estas afirmaciones. En efecto, no se trata, como sería de esperar de algún economista de la izquierda mexi­ cana, sino nada más y nada menos que del profesor Leopoldo Solís, miem­ bro de El Colegio Nacional . 1 Así, el nivel de degradación de la economía 1nexicana llegó a tal extremo que cualquier analista objetivo, incluso vinculado a los inedios oficiales, se plan tea serias dudas sobre el modelo neoliberal mexicano. A finales de 1 995, tras casi un año de aplicación de las medidas neo­ liberales para enfrentar la crisis, la situación con tinuaba siendo patética: caída del PIB de cerca de 7 % ; aumen to masivo del desempleo; aumento de la inflación por encima del 50% anual; nuevos episodios especulati­ vos, como el del mes de octubre, o bancos mexicanos al borde de la quiebra buscando desesperadamente fon dos en el extranjero, a pesar de la ayuda masiva del Estado, por ejemplo. Ante esta situación , una serie de pregun tas se impone: ¿ Cómo fue posible que esto le pasara a Méxi­ co, país que a finales de los ochen ta y principios de los noventa fue con­ siderado como el modelo a seguir en materia de política económica? ¿ Cómo fue posible que esto le pasara a nuestro país, que acababa de ser aceptado en la Organización de Cooperación y Desarrollo Econónüco 11

(OCDE) , el club de los ricos de la economía mundial? El análisis del paso

del milagro, casi unánimemente aceptado, al desencanto generalizado es el obje tivo del presen te libro. Dicho de otra manera, se trata de pro­ fundizar en el análisis de la con trarrevolución neoliberal mexicana res­ ponsable del drama que vive nuestro país. El libro consta de seis c apítulos. En el capítulo I (Pensamien to neoli­ beral de Hayek y Friedman) se analiza el pensamiento teórico de los dos principales e conomistas represen tantes de la corriente neoliberal con­ temporánea. En el c apítulo 11 (Del estructuralismo ·al neoliberalismo en América Latina) se analiza la m anera en que el neoliberalismo se fue im­ poniendo en América Latina como la corriente de pensamiento domi­ nan te. El capítulo 111 ( El consenso de Washington en México) está des­ tin ado a examinar la política económica neoliberal aplicada en nuestro país durante los sexenios de De la Madrid y de Salinas. El capítulo IV (Los saldos del modelo neoli beral mexicano) está dedicado a evaluar los resultados de la política económica neoliberal. En el capítulo V ( Crisis finan ciera y polí tica anticrisis del gobierno) se analiza la crisis económi­ co-financiera de 1 994- 1 995, así como la política neoliberal puesta en marcha para superarla. En el capítulo VI (Hacia un nuevo enfoque del Estado) se plan tean algunas proposiciones para fundamentar una polí­ tica alternativa que saque a nuestro país de la terrible situación que vive. Universidad de París vm, marzo de 1 995

12

l.

Pensamiento neoliberal de Hayek y Friedman

I NTRO D U C C I Ó N

Después de un largo periodo de crecimien to relativamen te estable , acompañado de un cierto consenso social , la situación econónlica co­ menzó a transformarse , en la mayoría de los países industrializados, ha­ cia finales de los sesen ta e inicios de los setenta. Poco a poco lo que se ha dado en llamar el consenso keynesiano de la posguerra se desmoro­ nó. Las políticas que h asta entonces fueron consideradas co1no la clave del progreso económico pasaron al banquillo de los acusados y fueron consideradas co1no la causa de todas las dificultades, crisis y recesiones que azotan al inundo desarrollado. "Nuevas" estrategias econó1nicas comenzaron a aplicarse en mayor o menor medida. A partir de ese mo­ mento sólo se comenzó a h ablar, casi exclusivamente de : regreso al mer­ cado , rigor, austeridad, disciplina monetaria, equilibrio presupuesta!, desregulación , privatización , desman telamiento del Estado o del bienes­ tar, por ejemplo . Una sola palabra es, por lo general, la que se ha utili­ zado para caracterizar la "nueva" orien tación: neoliberalismo. En este sen tido, sin buscar un vínculo simple y unívoco de causalidad entre teo­ ría y política económica, por demás difícil de encon trar,1 examinaremos las dos principales teorías que se presentan como una justificación ra­ cional de las nuevas estrategias: la teoría de Hayek (premio Nobel de economía 1 974) y la teoría de Friedman (premio Nobel de economía 1 976) . NEO LI BERALISMO DE HAY E K

Hayek inició su carrera con10 investigador publicando obras de carácter esencialmen te económico. 2 Fue necesario esperar hasta 1 943 para que el conj unto de la profesión conociera su priinera obra de filosofía eco­ nómica y política: The Road of Seifdom.3 El renacimien to del pen sa1n iento de Hayek en el mundo entero obligó a revisar las tesis sostenidas por él en los años cuarenta . Estas tesis constituyen el antecedente a su t.rab6 Para Pedro Aspe, artífice de la reforn1a financiera mexicana, la li �eralización en este ca1npo sólo es un co1npo­ nen te de dicha reformc:l. Esta debe ser completada por un proceso de innovación financiera, de fortalecimien to de los in termediarios fin ancie­ ros, de privatiza ción de la banca comercial y de 1nodificación de la fonna de financiamie n to d e l déficit gubernamental. 1 27

La liberalización financiera fue realizada, en una fecha relativamente tardía , en el conjunto del proceso de reforma estructural. Dej ar el cho­ que de la liberalización financiera hasta el final del proceso de ajuste fue de primordial importancia. A pesar de las supuestas virtudes para cana­ lizar más eficientemente el ahorro y la inversión , los neoliberales mexi­ canos argumen taban que una liberalización financiera prematura podía ser desastrosa. A e ste respecto, Nora Lustig comenta que la liberalización exitosa suponía, para el gobierno mexicano, el cumplimien to de cuatro requisitos. Primero, las necesidades financieras del sector público de be­ rían ser pequeñas, ya que un importan te déficit público podría resultar en niveles inmanejables de volatilidad financiera. En segundo lugar, el gobierno debería crear un mercado bien desarrollado para sus propios títulos, ya que , de otra manera, la liberalización financiera beneficiaría sólo a un pequeño n úmero de poseedores de títulos que manejarían el mercado a su an tojo. En tercer lugar, el sistema bancario debería ser multifacé tico para que la competencia fuera adecuadamen te asegurada. Por último, el sector bancario debería tener una buena salud financiera y dispon er de un marco regulatorio adecuado para proteger a los depo­ sitan tes. 67 Duran te las primeras etapas del ajuste macroeconómico, el gobierno se apoyó en los mecanismos existen tes de control del crédito, así como de las tasas de in terés, para administrar los mercados financieros. Sin em­ bargo, hacia 1 988, cuando se consideró que se había avanzado suficien­ temen te en el cumplimiento de los requisitos antes enumerados, el go­ bierno decidió desreglamentar totalmen te los mercados financieros. En efecto, ya no existen objetivos en materia de crédito y todas las tasas de interés son determinadas por el j uego del mercado. Los bancos comer­ ciales gozan de una flexibilidad completa en la gestión de su liquidez. Según el deseo del Banco Mundial, una reforma profunda del sistema de supervisión bancaria y una reglamentación más prudente acompañaron el programa de liberalización . Los bancos que habían sido nacionaliza­ dos en 1 982 por el gobierno de López Portillo fueron reestructurados y privatizados a inicios de los noventa, una vez que la desreglamentación financiera permi tió implementar un ambien te más competitivo. La polí­ tica monetaria ya no recurrió a techos de crédito dirigidos específica­ men te a los bancos. Dicha política evolucionó hacia la utilización, casi exclusiva, de instrumen tos indirectos, como las operaciones de open ma r­ ket, cuando el gobierno creó toda una gama de instrumentos de deuda pública que favoreció el desarrollo de los mercados de capitales ( Ce tes, Bondes, Pe trobonos, Pagafes, Aj ustabonos y Teso bonos) . A este respecto hay que señalar que, hacia finales de 1 99 1 , la Bolsa Mexicana de Valores, abierta a los no residentes, era una de las más importan tes en tre las nue1 28

vas bolsas fuera de la OCDE, detrás de las de Taiwán y Hong Kong, pero superando a la de Corea. 68 La reforma financiera mexicana ha implicado un nuevo estatuto para el banco central . En efec to, la cuestión del reforzamiento de la indepen­ dencia de los bancos cen trales en J a formación de las políticas mone­ tarias ha suscitado en varios países, desde hace algún tiempo, un interés considerable . Países como Argentina, Colombia, Chile, Nueva Zelanda y Francia han modificado sus legislaciones para reforzar la independencia del banco central. Se trata de tender al modelo alemán que asigna al banco central (el Bundesbank) un objetivo particular, la estabilidad de precios, así como un instrumento exclusivo, la política monetaria, sobre la cual las autoridades políticas abandonan toda influencia. Los defenso­ res de la independencia de los bancos cen trales piensan que la credibi­ lidad de la política monetaria y su aptitud para garantizar la estabilidad de precios se refuerzan si las políticas son formuladas por personalida­ des competentes y apolíticas que adopten un punto de vista de largo pla­ zo. En esta perspec tiva se considera que , si los gobiernos persigu en, al mismo tiempo , objetivos en materia de inflación o de empleo y de pro­ ducción , pueden tener la ten tación de obtener ganancias de corto pla­ zo, en materia de producción, al sacrificar la polí tica monetaria , no inflacionista, anunciada con an terioridad. Lo mismo acon tece cuando los dirigen tes relajan la política monetaria por razones vinculadas a la distribución de los ingresos o a las finanzas públicas. En estas condicio­ nes, lo mejor sería que el público, supuestamente informado , pensara que la estabilidad de precios es el único objetivo perseguido por la autoridad monetaria garan te de la estabilidad.69 Aunque los neoliberales señalen que volver al banco cen tral de manera más independiente de los poderes públicos no es suficiente para impedir una creación mone­ taria excesiva o inestable, ellos lo consideran mejor bajo la condición de que se establezcan ciertas reglas liinitantes con el fin de minimizar los abusos.70 Den tro de estas circunstancias, los neo liberales mexicanos no podían quedar al margen de la tendencia internacional, por lo que pro1novieron la autonomía del Banco de México, que comenzó a ser efectiva desde el primero de abril de 1 994. A este respecto cabe señalar que el artículo 28 de la Constitución mexicana fue reformado . Dicho artículo seña!a que: "El Estado tendrá un banco cen tral que será autónoino en el ejercicio de sus funciones y su administración. Su objetivo prioritario será procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la m oneda nacional , fortaleciendo con ello la rectoría del desarrollo nacional que corresponde al Estado . Ninguna autoridad podrá ordenar al banco conceder financian1ien to".71 La banca cen tral autónoma tendrá, en tonces, tres funciones fundamcn1 29

tales. En primer lugar, dirigirá e implementará la política 1nonetaria del Estado , que deberá ten e r como obje tivo fun damen tal la estabilidad del poder de compra de la moneda nacional. En segundo lugar, la ban­ ca aplicará la política de cambio del Poder Ejecu tivo. En tercer lugar, e l banco participará con el Poder Ejecutivo e n la regu lación d e la in terme­ diación y de los servicios financieros. Así, en el caso mexicano, el banco cen tral autónomo formulará la política monetaria con independencia del gobierno , quien dirige la política de cambio. Es evidente que esta se­ paración fun cional hizo necesario que la ley estableciera meca!:l.ismos de coordinación en tre el gobierno y el banco cen tral.

Efectos desestabilizadores de la liberación financiera Según el profesor Henri Bourguinat,72 muchos indicadores hacen pensar que hemos en trado en una nueva e tapa de la historia de las fi­ nanzas in ternacionales, la de la economía especulativa. Esta nueva etapa se caracteriza, en tre otras cosas, por un importan te nerviosismo de los mercados: el simple aumento de algunos pun tos en las tasas de in terés estadounidenses basta para provocar una onda de inquietud que sacude fuertemente casi todas las plazas financieras del mundo. El crac de las principales bolsas del mundo en octubre de 1 987 y las posteriores sacu­ didas de los mercados financieros in ternacionales nos hacen pensar en un vínculo en tre el amplio movimiento de desreglamen tación y de glo­ balización de las finanzas in ternacionales, realizado desde hace una dé­ cada, y el aumen to significativo de la inestabilidad. Aunque existen importan tes especuladores individuales, la mayor parte del "ejérci to " de e speculación es provista por los inversionistas institucionales, como los fon dos de pensión estadounidenses o japoneses. Estos úl timos disponen de grandes masas de dinero susceptibles de desplazarse rápida1nente en función de las an ticipaciones y de realizar ataques especulativos de gran importancia con tra las principales monedas del mundo. Fren te a ellos, los bancos cen trales, incluso si actuaran de manera concertada, realizan in tervenciones oficiales que no pueden con trarrestar, durante 1nucho tiempo, los ataques especulativos con tra las paridades. A este respecto, Bourguinat nos recuerda q ue un solo fon do de pensión estadounidense o japonés puede tener activos en dólares casi comparables a las reservas en divisas del Banco de Francia. Corno, además, casi todos los o u·os agen tes -bancos y grandes grupos industriales- han adoptado métodos de gestión de riesgos de cam bio (y de i nterés) más agresivos, al modificar incesan temente su posición y pa­ sa de una divisa a otra, el sistema ha adquirido mayor 1novilidad. El tipo de cambio es cada vez 1nás determinado por fuerzas puramen te finan1 30

cieras desconectadas del comercio y la inversión . La especulación con divisas ha tomado proporciones fenomenales. El valor en dólares de las operaciones en los mercados de cambio mundiales represen ta ahora, en promedio , más de treinta veces el valor en dólares del comercio interna­ cional de bienes y servicios. Con una frecuencia inquietante, capitales que antes se u tilizaban sólo para operaciones de arbitraje relativamente inofensivas para aprovechar anomalías efímeras de los tipos de cambio y de las tasas de interés han cambiado de afectación y se utilizan para lan­ zar ataques masivos contra monedas vulnerables, con la perspectiva de obtener enormes ganancias especulativas.73 Así, la integración financiera internacional es una realidad, y los ataques especulativos son más deses­ tabilizadores. En los países industrializados, la liberalización financiera ha aumentado considerablemente la inestabilidad de las tasas de interés, del curso de las acciones, de los tipos de cambio, del precio de los bienes inmuebles e incluso del oro . La liberalización financiera ha desviado es­ tas variables de sus valores fundamentales. 74 Como podemos imaginar, los efectos desestabilizadores de la movili­ dad financiera in ternacional son mucho más graves en los países subde­ sarrollados que en los desarrollados. Veamos algunos ejemplos: • La liberalización financiera aumenta, frecuentemente, el activo y el pasivo financieros de empresas y familias. Esta tendencia a pedir prestado para comprar activos es alimentada por la multiplicación de posibilidades de plusvalías engendrada por la liberalización financiera. Al aumentar la inestabilidad de las tasas de interés y del precio de los activos, la liberali­ zación eleva las perspectivas de ganancias rápidas obtenidas al especular sobre las variaciones de la evaluación en bolsa de los activos. Lo an terior amplía igualmente la libertad que tienen los bancos y otros establecimien­ tos financieros para otorgar préstamos destinados a financiar actividades sin relación con la producción y la inversión o, incluso, actividades espe­ culativas. Estos factores pueden engendrar una actividad financiera consi­ derable sin relación--con la economía real, lo cual es particularmen te dañino para los países subdesarrollados.75 • La mayoría de las operaciones financieras in ternacionales incluye decisiones de cartera tomadas, a menudo, por rentistas y no decisiones económicas asumidas por empresarios. Los movimientos de capital son esenciahnente motivados por la perspectiva de obtener pl usvalías a cor­ to plazo y no por posibilidades de inversión en la economía real , ni por consideraciones de riesgo y rendimiento a largo plazo. El eleme n to es­ peculativo puede desencadenar turbulencias en los tipos de cambio y en los precios de los ac tivos financieros, ya que provoca bruscos ca1nbios en la orientación de los flujos de capital, por razones aj enas a las políti­ cas aplicadas y a los datos económicos fundamentales. Así, la apertura fi1 31

nanciera tiende a crear problemas sistémicos, cualquiera que sea el or­ den en que se liberalicen los mercados. El riesgo de una entrada o sali­ da de capitales e speculativos de corto plazo es mucho más grande para los países subdesarrollados que para los países desarrollados, ya que, por su inestabilidad misma, ofrecen mayores posibilidades de ganancias ex­ cepcionales, además de que su capacidad para infl uir sobre e l flujo de capitales mediante su política monetaria es débil.¡6 • La supresión del "sistema de cajones selectivos de crédito " desenca­ denó una profunda actividad espeéulativa en las bolsas de valores de los países sub desarrollados. En efecto, antes de 1 987 se constató un alza del curso de las acciones que superó el alza observada en las grandes plazas financieras del mundo. Como resulta obvio, el descenso advertido des­ pués del crac de octubre de 1 987 fue también más importan te. En par­ ticular, México fue e l país latinoamericano que resultó más sensible a la euforia de las bolsas mundiales a partir de 1 986. 77 Como las bolsas de los países subdesarrollados son de una talla relativamente modesta, los efec­ tos directos sobre la economía no suelen ser muy importan tes. Sin em­ bargo, las an ticipaciones en el mercado de acciones influyen sobre el tipo de cambio y los flttjos de capital, ya que estos mercados están abier­ tos sobre e l exterior. 78 Así, una mayor estabilidad es esencial para impe­ dir las in teracciones desestabilizadoras entre la bolsa y el mercado de cambios. El vínculo entre la bolsa y el mercado de cambios aumenta el riesgo de aparición de una crisis cambiaria o de una crisis en bolsa. En efecto, como el rendimien to para el inversionista extranjero depende , en gran medida, del movimien to del tipo d e cambio, u n choque real grave que deje prever una devaluación puede desencadenar una fuerte baja del curso de las acciones y una salida de capitales. De igual manera, el h umor de la bolsa puede influir sobre el tipo de cambio. Así, por ejemplo, las anticipaciones al alza pueden desencadenar una entrada de capital que desemboque en una apreciación de la moneda. Por el con­ trario, un ambien te pesimista a la baja o la toma masiva de beneficios en dólares por los no residen tes puede no solamen te hacer estallar la bur­ buja e speculativa sino conducir a una crisis cambiaria.79 Como vemos, éstas son sólo algunas de las consideraciones que los neoliberales mexicanos no tornaron suficientemen te en cuenta cuando decidieron la liberalización financiera in terna y externa de la economía mexicana. REFORMA FISCAL

Según los neoliberales mexicanos, a finales de los ochenta, e l sistema impositivo inexicano adolecía de muchas deficiencias.80 Se trataba de un 1 32

sistema con mecanismos fiscales concebidos para una estrategia de in­ dustrialización en vigor muchos años atrás, con un diseño inequitativo del impuesto sobre e l ingreso de las personas físicas que dejó de adap­ tarse al ritmo inflacionario y con un impuesto sobre e l ingreso de las empresas con tasas significativamen te rnás elevadas que la de los princi­ pales socios comerciales del país. Aunado a lo anterior, el sistema permi­ tía una evasión generalizada. En estas condiciones, la estructura impositiva vigen te antes de 1 989 acentuaba la carga tributaria sobre las personas físicas y sobre un peque­ ño n úmero de sectores de la economía, que eran gravados con tasas muy altas en comparación con los estándares internacionales. Al mismo tiem­ po, existían sectores privilegiados que gozaban de exenciones fiscales que no pueden justificarse , ni social ni econó1nicamente, en una econo­ mía fun dada en la competencia, la inversión dinámica y el crecimiento acelerado de la produc tividad. A fin de hacer fren te a esta problemática, e l gobierno mexicano rea­ lizó , en tre 1 988 y 1 992, una reforma fiscal que no fracasó como la del presidente Luis Echeverría en 1 972.ª1 A pesar de la preocupación por el déficit público, la tasa del impuesto sobre las empresas se redujo de 42 a 3 5 % , e n tre 1 989 y 1 99 1 . Asimismo, la tasa de imposición máxima para los particulares se redttjo de 50 a 35 % , en el mismo periodo. Por otro lado, el barómetro del impuesto sobre el ingreso de las personas fí­ sicas se indexó al índice de los precios al consumo, y la base del im­ puesto sobre las empresas se ajustó integralmente para tomar en cuenta la inflación . De manera simultánea, e l gobierno introdujo un impuesto de 2 % sobre los activos de las empresas, deducible dei impuesto sobre el ingreso de las sociedades.82 La reforma fiscal contempló tam bién una serie de medidas administrativas para reforzar el cobro de los impuestos y de iniciativas para perseguir los delitos fiscales con el fin de evitar la evasión . Todos estos cambios fueron realizados porque l os tecnócratas mexicanos consideraron que "es prácticamente imposible estabilizar una economía sin un sistema impositivo eficiente : éste requiere una am­ plia base gravable, bajas tasas marginales y un vigoroso sistema para ga­ ran tizar el cumplimiento de las obligaciones fiscales".83 A pesar de todos estos cambios, la carga fiscal en México sigue siendo inferior a la que existe en la mayoría de los países desarrollados. Así, por ejemplo , los ingresos fiscales totales como porcen taje del PIB represen ta­ ron 1 2 % en 1 99 1 , en tan to que en Estados Unidos representaban 1 4. 1 % . El impuesto sobre la ren ta de las person as físicas representó 2 . 1 % del PIB en 1 99 1 , mien tras que en Estados Un idos representaba 2 . 8 % . Final­ men te, el im puesto sobre la ren ta de las empresas como porcen taje del PIB representaba 3 . 1 % del PI B en 1 99 1 , cifra 1nuy por debajo de 7 % que 1 33

representaba para Estados Unidos.84 Esto, como señala Arturo Huerta, "más que virtud, representa el bajo poder de maniobra que el gobierno tiene para atender los problemas que enfrenta la economía, y las gran­ des mayorías del país". 85 En un país subdesarrol lado y de grandes caren­ cias productivas como México, e l gobierno no puede permitir tener una baja carga fiscal, pues ello implicaría que jamás cubriría los huecos y rezagos no afron tados por el mercado. Pero esto está muy lejos de las preocupaciones de los neoliberales mexicanos, quienes se plegaron al consenso de Washington al otorgar un papel central a la política de tipo de cambio. TIPO D E CAMBIO

Desde 1 982 se han distinguido dos periodos con respecto a la interde­ pendencia entre la política de tipo de cambio y la política monetaria. Durante la primera etapa, que va de finales de 1 982 a finales de 1 987, los esfuerzos hechos para frenar la inflación de manera ortodoxa apun­ taron, sobre todo, a limitar el déficit presupuesta! y, por tanto, la deman­ da de crédito del sector público. Los poderes públicos utilizaron los coe­ ficientes de reservas obligatorias y de liquidez para encaminar hacia el sector público los fon dos recolectados por los establecimientos financie­ ros, lo que implicaba, según la lógica ortodoxa, un efecto de desplaza­ miento contra el sector privado. En el cuadro del sistema de doble tipo de cambio que existía enton­ ces (un tipo controlado por los poderes públicos y un tipo libre de mercado), la tasa de cambio nominal se alineaba, ante todo, con las con­ diciones del mercado, aunque el banco central haya intervenido algu­ nas veces en e l mercado libre y en el controlado. Hay que señalar que la diferencia en tre las dos tasas conoció fuertes fluctuaciones, sobre todo en 1 985. Durante la primera etapa, el régimen de tipo de cambio tuvo un im­ pacto apreciable sobre las finanzas públicas. En efecto, entre 1 983 y 1 985 el tipo l ibre del mercado superó ampliamente el tipo controlado. En la medida en que el sector público -tomando en cuenta sus ingresos pe troleros- era vendedor neto de divisas al sector privado interior, la di­ ferencia entre las dos tasas representaba un subsidio para el sector pri­ vado que privilegiaba a los importadores. Como es evidente , este tipo de subsidio nunca fue criticado por los ortodoxos mexicanos.86 Una segunda e tapa se abrió en 1 987. En efecto, ante la incapacidad de la política de restricción presupuesta! para controlar la inflación, el gobierno mexicano, inspirado en las ideas de Rudiger Dornbusch , mo­ dificó su política antinflacionista. 1 34

Según Dornbusch, la inflación ( P ) es función de la tasa de incremen­ to de los costos, que a su vez depende de tres componentes: la inflación de los salarios ( w), la depreciación del tipo de cambio con el consecuen­ te aumento de los precios de las importaciones (e) y el aumento en los precios del sector público (z) . P= aw + �e + 8z

donde a + � + 8 1 . Si se suma y se resta la inflación pasada ( P _ 1 ) en el lado derecho, la inflación se puede expresar de la siguien te manera: =

P = P - 1 + a ( w - P _ 1 ) + � ( e - P _ 1 ) + 8 (z - P _ 1 )

Según esta fórmula, "la tasa de inflación hoy va a ser igual a la de ayer, excepto si el gobierno logra de manera exitosa uno, o todos, de los aspec­ tos sigui en tes : a) Reducir la inflación d e los salarios a un nivel inferior a l a última inflación de precios registrada. b) Reducir la inflación de precios del sector público a un nivel inferior a la última inflación regis trada. c) Reducir la tasa de depreciación del tipo de cambio a un nivel infe­ rior a la úl tima inflación registrada.ª' En estas condiciones, Dornbusch propone una estrategia de control de la inflación centrada en tres ideas: • Las políticas de ingreso ( de estabilización hetero doxa) desempe­ ñan un papel clave ya que en la presencia de procesos inflacionarios con arraigadas fuerzas inerciales, si se restringe únicamente la demanda, se corre el riesgo de una colisión que conlleve tasas de desempleo altas y persisten tes. • Las políticas de ingreso no pueden ser efectivas si no se acompañan de una restricción en la demanda. • La estabilización involucra un enfoque integral que debe incluir: coordin ación de políticas, cooperación entre sec tores sociales y comuni­ cación social efectiva. 88 En pocas palabras, reconocer el carácter inercial de la inflación , con­ tinuar con la política de austeri dad e invitar a todos los sec tores sociales a participar bajo la tutela del Estado a luchar con tra la inflación son los tres componentes centrales de la estrategia antinflacionaria propuesta por Dornbusch . E n estas condiciones, el 1 5 de diciembre d e 1 987, el presidente Mi­ guel de la Madrid convocó a los representantes de los sec tores obrero , 1 35

campesino y empresarial para firmar el Pacto de Solidaridad Económica ( PSE) . Se trataba de estabilizar la economía, mediante un endurecimien­ to de la política presupuesta! y monetaria, acompañado del control de precios y salarios, además del congelamiento del tipo de cambio con respecto al dólar, durante un año.89 De esta manera, el gobierno utilizó el tipo de cambio como ancla nominal para la política monetaria. Pos­ teriormente, y hasta finales del gobierno de Salinas, fue adoptada una depreciación cotidiana del tipo de cambio anunciada por adelan tado. Pero, como la baja del tipo de cambio siempre fue inferior a la diferen­ cia de inflación entre México y sus principales socios comerciales, el pe­ so no dejó de depreciarse en términos reales hasta finales del sexenio de Salinas. Esta política de sobrevaluación cambiaria tendría repercusio­ nes sobre la evolución de la balanza externa, lo que no preocupó, enton­ ces, a los neoliberales mexicanos, pero fue justamente señalada en su mo­ mento por economistas de la izquierda mexicana. PROGRAMA NACIONAL DE SOLIDARIDAD ( PRONASOL)

Para hacer frente a los efectos sociales de las políticas de austeridad -y según los consejos y la presión del Banco Mundial-, el gobierno de Sali­ nas hizo de la lucha contra la pobreza un verdadero "caballo de batalla". Se debe señalar que esta lucha contra la pobreza no implicó ningún abandono del neoliberalismo. Forma parte , aún , de las tareas que Ha­ yek considera que un gobierno debe cumplir. En efecto, para él, "asegu­ rar un mínimo de recursos para cada individuo o un nivel de base por debajo del cual nadie debe caer incluso si es incapaz de asegurar su sub­ sistencia constituye no solamente una protección legítima con tra un riesgo común a todos, sino un elemento necesario de la sociedad am­ pliada en la cual el individuo ya no tiene deuda moral con los miembros del pequeño grupo particular en el que nació".90 Es por esta razón "que en todos los Estados europeos civilizados, incluso en el apogeo del su­ puesto periodo del laisserfaire, existieron disposiciones permanentes pa­ ra hacer frente a las necesidades de los pobres".91 El gobierno de Salinas comprendió que, al otorgar mejoras al bienes­ tar bajo la forma de un programa de combate a la pobreza, aseguraba "el apoyo necesario para continuar en una dirección neoliberal y a la vez mantener e l control de los ámbitos de decisión más importantes".92 Asi­ mismo, "el Pronasol marca el surgimiento de un nuevo tipo de ' estatismo' que proclama la sobrevivencia del más apto en algunos sectores pero permite a grupos ' ineficientes' acogidos por el Pronasol sobrevivir en otros".93 La terapia macroeconómica neoliberal resultante del consenso de 1 36

Washington no se alteró, pero los pobres podrían entonces beneficiarse de una "red de seguridad social" que formaría parte del programa de ajuste estructural y permitiría al presidente Salinas decir que estaba ha­ ciendo "liberalismo social ". Se trataba de encontrar una tercera vía, o un justo medio, entre el neoliberalismo y el estatismo a ultranza, de lo que él llamó los nuevos reaccionarios.94 En palabras del presidente Salinas, "el neoliberalismo social se encuentra distante del neoliberalismo porque éste niega las organizaciones sociales y los derechos de vida en comuni­ dad, y del neoestatismo porque éste anula la vitalidad de la sociedad civil y de los movimien tos sociales".95 Así, para los defensores del liberalismo social como René Villarreal, se trataba de abandonar "la noción de un individualismo radical sin con troles ni cohesiones sociales basado en una preeminencia total del mercado ", pero igualmente efectuando "un de�linde respecto a la estatización del espacio público que provocaron los excesos del liberalismo keynesiano y su Estado social ". Para el libera­ lismo social, "lo social ya no es un campo para la gestión exclusiva del Estado, sino un espacio para la organización de la sociedad en concu­ rrencia con el Estado. Tampoco es un campo excluido del mercado a través del subsidio o de las políticas paternalistas, sino un campo donde incluso se experimentan estrategias de mercado para la satisfacción de las demandas sociales".96 Para René Villarreal, el liberalismo social mexica­ no es completamente ajeno al neoliberalismo de individualismo radical (de Hayek y Friedn1an ) que tiene el riesgo de excluir la relación entre el individuo y la colectividad. El liberalismo social mexicano se vincula­ ría a una vertiente liberal democrática o liberal social ( como la de Rawls, Macpherson, Dahrendorf, Bobbio o Habermas) en la búsqueda de la con­ ciliación de la racionalidad indivi dual egoísta con una racionalidad co­ lectiva, limitada éticamen te por fines utilitaristas, sociales y globales. En tan to que en el liberalismo de laisserfaire, la libertad individual y el libre mercado van acompañados de un darwinismo social donde se premia al más poderoso y no al más apto, "en el liberalismo social, la libertad in­ dividual y el libre mercado van acompañados [según Villarreal] de un Estado social de derecho, que procura corregir las desigualdades socia­ les, las imperfecciones del mercado y darle orientación al desarrollo ".97 El objetivo de Salinas y de los defensores del liberalismo social , como René Villarreal, es c laro. Al olvidar que Hayek no es un defensor del Es­ tado mínimo y que en sus planteamien tos se contempla la lucha con tra la pobreza extrema, los defensores del liberalismo social pretenden hacer pasar el programa neoliberal que cuenta con el consenso de Washington matizándolo con consideraciones sociales. El neoliberalismo de Salinas fue un neoliberalismo que se avergonzó de serlo y trató de encontrar una simulación en las políticas de caridad pública impulsadas por el 1 37

Banco Mundial, para acompañ ar los programas de ajuste. A este respec­ to, es importan te hacer notar, como señala Isabelle Rousseau, que en la noción de "liberalismo social" "el sustantivo ' liberalismo ' indica la elec­ ción fundamental del gobierno, en tanto que el adjetivo 'social ' la afina, la precisa y la matiza".98 Parece ser que los neoliberales mexicanos se die­ ron cuen ta de que su discurso n eoliberal no podía triunfar si no se ma­ tizaba con argu1nentos y propuestas sociales, como las que abundan en el Programa Nacional de Solidaridad. Como ya lo señalamos, la estrategia de liberalización emprendida por los neoliberales comprendió una reducción drástica en los subsidios gu­ bernamentales y en el gasto para fines sociales. Los programas de salud y educación fueron especialmente golpeados. Así, el gasto social del go­ bierno federal, en materia de educación, salud y desarrollo regional, pasó de 9. 1 % del PIB en 1 982 a 6. 1 % en 1 988.99 Los neoliberales han estado conscientes de los riesgos políticos de este proceso, 1 00 por lo que, al principio de la administración Salinas, crearon el Pronasol. Este pro­ grama formó parte del nuevo enfoque del gasto social para enfrentar la pobreza extrema e integrar a los pobres al proceso de estabilidad econó­ mica y recuperación . El Pronasol puso énfasis, más b ien, en programas específicos que en subsidios generalizados y costosos. Buscó expandir y fortalecer los programas existentes en materia de educación, n utrición y salud, así como los relacionados con la provisión de agua, alcan tarilla­ do, electricidad, pavimen tación de calles, construcción y rehabilitación de caminos. La actividad del Pronasol fue muy amplia, pues iba desde la instalación de cocinas populares hasta la n1ejora del servicio postal en zo­ nas rurales, además del otorgamiento de becas para que los niños pobres no abandonaran la escuela primaria. El programa estaba descentralizado, pero el gobierno actuaba en estrecho contacto con las comunidades indi­ viduales que j uegan un papel determinante en la toma de decisiones y contribuyen a la ejecución de los proyectos al proveer mano de obra o ma­ teriales. 101 E l monto de los recursos gubernamen tales asignados al Pronasol se incrementó significativamente desde su creación. Pasaron de 0.61 % del PIB en 1 989 a 1 .48% en 1 994. Como vemos, aunque los recursos destina­ dos al Pronasol se duplicaron, su monto es muy débil en términos del PIB. 102 Para los n eoliberales mexicanos, el Pronasol constituyó una imagi­ nativa respuesta gubernamental a los decrecientes niveles de vida de la mayoría de la población y a la pobreza generalizada. Sin embargo, la pe­ queñez del programa en relación con el PIB, su dispersión geográfica y su selectividad constituyen una serie de limitantes para alcan zar sus objetivos. En realidad, las inversiones hechas a través del Pronasol fue1 38

ron inversiones cuidadosamente seleccionadas en función de las exi­ gencias electorales del Partido Revolucionario Institucional (PRI) , cuya popularidad se desplomó a su más bajo nivel en 1 988. Bajo estas condi­ ciones, hay quien considera que el Pronasol fue un simple instrumento populista y electoralista al servi cio del PRI, que regresó a los métodos po­ pulistas más tradicionales para afirmar su programa de modernización neoliberal. 1º3 A este respecto, Denise Dresser señala que el Pronasol tuvo una fun­ ción dual: no sólo fue un amortiguador económico que suavizó los efec­ tos del ajuste en los grupos vulnerables, sino que constituyó "también un arma ante la oposición y una herramienta política para vincular organiza­ ciones públicas y populares, y así resolver los problemas de representación política de México ". En este sentido, el Pronasol "se ha convertido en parte de una lógica política más amplia promovida por las élites estatales" para "man tener el apoyo político por medio del patronazgo estatal ". 104 Así, se trataría, simple y sencillamente, de un populismo renovado. DEL MULTilATERALISMO AL REGIONALISMO: EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO

El debate sobre las bondades del regionalismo es muy viejo. Hace ya casi medio siglo que Jacob Viner señalaba que el otorgamiento de preferen­ cias tarifarias a un socio podía conducir, a final de cuentas, a sustituir los productos baratos comprados en un país con productos ofrecidos por el país socio. En estas circunstancias se asistiría a una desviación , más que a una creación , de corrien tes de intercambio y, en consecuencia, a una disminución de bienestar. 1 05 Según De Melo y Panagariya, 106 sin embargo, lo que no se discu tió du­ ran te los años cincuenta y sesenta fue la posibilidad de que el mundo se dividiera en un pequeño n úmero de bloques comerciales. Esta perspec­ tiva no era realista, ya que desde mucho tiempo atrás Estados Unidos de­ fendía vigorosamente el GATT y el mul ti lateralismo. A pesar de lo ante­ rior, desde finales de la década de los ochenta, Estados Unidos comenzó a favorecer, al mismo tiempo, un enfoque regional , quizás fr ustrado por la len titud en el avance de las negociaciones de la Ronda Uruguay en el marco del GATT. La actitu d de los economistas fren te al desarrollo del regionalismo di­ fiere. Para unos, el regionalismo represen ta un trampolín para el libre cambio mundial, para o tros significa la muerte del multilateralis1no. Los partidarios del enfoque regional señalan tres razones. En priiner lugar, las n egociaciones, a fin de liberalizar los intercambios, tendrían más éxito si fueran emprendidas entre los tres grandes bloques ( Europa, 1 39

América del Norte y Asia), en lugar de ser encabezadas por más de cien protagonistas. En segundo l ugar, las negociaciones comerciales regiona­ les han superado ampliamente las reducciones tarifarias, objeto de nego­ ciaciones multilaterales, para abordar cuestiones como la armonización de las políticas fiscales y la normalización de los productos. Finalmente, se considera que el éxito de la Comunidad Europea va más alla de las ganancias en eficacia obtenidas por la eliminación de las distorsiones. En efecto, se piensa que los conflictos internos que sacudieron a Europa a lo largo de su historia ya no son concebibles en una Europa integrada. Paul Krugman , profesor del Insti tu to Tecnológico de Massachusetts, es el portavoz de algunas de estas posiciones. 1º' Para él, los bloques co­ merciales son malos, en principio, pero buenos en la práctica. Son ma­ los, en principio, ya que si el mundo se dividiera en un pequeño número de grandes bloques, que no cooperaran, utilizarían su posición de fuerza en el mercado y se llegaría a un m un do de fortalezas con la libertad de intercambios en el seno de los b loques, pero con barreras elevadas entre ellos. Sin embargo, en la práctica, los bloques comerciales reagrupan países que son socios "naturales", de tal suerte que se exagera la impor­ tancia de la desviación de corrientes de intercambio vinculada a la for­ mación de bloques. Según Krugman , las posibilidades de cooperación internacional aumentan cuando se reduce el número de protagonistas. Un punto de vista diferente del de Paul Krugman es el de Jagdish Bhagwati, de la Universidad de Columbia. 108 En efecto, para este impor­ tante especialista de la economía internacional, los bloques comerciales podrían , en principio, ser una buena opción, pero corren el riesgo de ser malos en la práctica. En la actualidad, Estados Unidos aparece como un gigante disminuido, al ser incapaz de afirmar su autoridad en las ne­ gociaciones comerciales multilaterales, por lo que una división del mun­ do en bloques parece inevitable . En principio, estos bloques podrían ser un bien , ya que si cooperan podrían fácilmente negociar una reducción de las barreras comerciales que subsisten y se podría pasar a un sistema de libre cambio mundial con menor dificultad. No obstante, para Bhagwa­ ti , en la práctica, el regionalismo presenta varios escollos. Para comenzar, se trata de u n proceso más lento y menos eficaz que el multilateralismo. Por o tra parte, el regionalismo amenaza con debilitar la adhesión al multilateralismo (a este respecto piénsese en que los productores po­ drían tener más facilidades para obtener condiciones proteccionistas, si desviaran corrientes de intercambio en el cuadro de un pacto preferen­ cial que en el universo no discriminatorio del GATI) . En último lugar, el regionalismo no daría mejores resultados que una estrategia multi late­ ral . Para Bhagwati, incluso si los Estados débiles se plegaran a las exigen­ cias de los Estados poderosos, el resultado quizás no sería óptimo, desde 1 40

el punto de vista de la eficacia económica del sistema comercial 1nun­ dial . Independientemente de los debates teóricos, la realidad es que , des­ de finales de los años ochenta, Estados Unidos ha adoptado un enfoque multiforme , a la vez unilateral , multilateral y regional. De hecho, la ma­ yoría de los grandes países industriales parece haber acordado una prio­ ridad al regionalismo en detrimento del multilateralismo .

El regionalismo en América del Norte: el TLC Las motivaciones de México para participar en un acuerdo de libre intercambio con Estados Unidos fueron muy diferen tes a las de este país. En tre los factores que incitaron a las autoridades mexicanas a promo­ ver la liberalización de los in tercambios con Estados Unidos pode1n os distinguir los siguien tes: • La toma de conciencia en México de la multiplicación de las inicia­ tivas ten dien tes a reforzar la in tegración regional en el resto del mundo. A este respec to, el precedente más reciente fue el Acuerdo de Libre In­ tercambio firmado , en e nero de 1 989 , por Canadá y Estados Unidos, así como el temor por parte de México de ver sus mercados estrecharse en Estados Unidos. • El deseo de México de garan tizar el acceso al mercado estadouni­ dense. A este respecto, conviene recordar que Estados Unidos es el prin­ cipal m ercado de México y absorbía, en 1 989 , más de 80 % de las ex­ portaciones 1nexicanas (véanse los cuadros 5 y 6) . Ahora bien, subsistían numerosas restricciones a los intercambios, y los produc tos mexicanos podían , en todo momento, ser amenazados con represalias por parte de la administración estadounidense alertada por empresas del mismo país que saben servirse muy bien de los textos vigentes cuando se sienten amenazadas. • El deseo de estimular la inversión extranjera en México tan to es­ tadounidense co1no de fuera de esta zona, en particular de Europa y Japón . • La necesidad d e estimular el crecimiento econó1nico y e l empleo con el fin de mejorar el nivel de vida de los mexicanos y atenuar las pre­ siones que favorecen la emigración ilegal a Estados Unidos. • El reconocimie n to de que la imbricación entre los dos países es una realidad ineluc tabl e , por lo que conviene pasar -según la expre­ sión de René Villarreal- de "la integración silen ciosa a la in tegración negociada" . 1 º9

141

Cuadro 5

MATRIZ DE LAS EXPO RTAC I O NES EN PORCENTAJE D E LAS EXP O RTACI O N ES TOTALES D E CADA EXP O RTADOR (NIVELES D E 1 99 0 Y VARIACI ONES ENTRE 1 967 Y 1 99 0 ) * Estados Unidos

Estados Un idos Canadá

82.4 ( +0. 1 ) 80 .9 ( +2.3) 22.6 ( +5. 1 )

�1éxico TLC

Canadá

México

TLC

Mundo

22.4 (-5.7)

7.6 ( +3. 1 ) 0.4 (-0. 1 )

30.0 (-2.6) 82.8

1 00.0 ( ... ) 1 00.0 ( ... ) 1 00.0 (...) 1 00.0 ( ... )

5.0 ( + 1 . 4) 1 6.5 (-4.9)

5.6 ( +2.0)

(O.O) 85.9 ( +3 .7) 44. 7 ( +2.2)

FCENTE: CEPil-Banco de datos CH ELEM.

* E n el p ri mer re nglón se leen las exportaciones de Estados U n idos a sus socios. Así, las pri meras cifras i ndican que 22.4% de las exportaciones estadounidei1ses se dirigían en e sta parte dism i n uyó pu !Hos desde

5.7

1 967.

1 990 hacia Canadá, y que

• El TLC se consideró co1no un complemen to del Plan Brady para res­ taurar la confianza perdida por la crisis de la deuda y la terrible recesión de los años ochenta. • El deseo de afirmar sólida1nente las reformas comerciales y econó­ micas confiriéndoles un carácter de irreversibilidad.1 1 º Las motivaciones de Estados Unidos para participar en un tratado de libre comercio con México son tanto e conómicas como políticas: • El TLC era importante para Estados Unidos, ya que le permitía a1n­ pliar sus mercados externos. La apertura externa que se instrumen tó en México bajo la presión de Estados Unidos le permitió a este país incre1nen tar, de inanera cuantiosa, sus exportaciones a México: 1 44% en tre 1 987 y 1 990. 1 1 1 Se pensaba que, con la firma del tratado, este proceso po­ día reforzarse sobre todo por la apertura del mercado agrícola mexica­ no y de los servicios. • Median te un tratado de li bre comercio, Estados Unidos quería vol­ ver irreversible las reformas de la economía inexicana y avanzar, lo más posible, en la apertura externa, en el proceso de privatización y en la en­ trada de la inversión extranjera. Se trataba de ingresar a sectores que durante inucho tie1npo fueron considerados como estratégicos y priori­ tarios y, por lo tan to , reservados al Estado y al capital privado nacional. 1 42

Cuadro 6

MATRI Z D E LAS I M P O RTAC I O N ES EN P O RCENTAJ E DE LAS I MP O RTACI ONES TOTALES DE CADA ZONA (NIVELES D E 1 99 0 Y VARIAC I O N ES ENTRE 1 96 7 Y 1 99 0 ) Estados Unidos

Estados Unidos Canadá México TLC

Mundo

1 8 .0 ( - 1 1 . 2) 5.2 ( + 4.2) 23. 1 (-7 . 1 ) 1 00.0

Canadá

México

66.8 (- 1 0.4)

69.7 ( +8 .3) 1 .1 (- 1 . 3)

1.3 (+ 1 . 2) 68. l (-9. 1 ) 1 00 . 0

70.8 ( + 7 .0) 1 00.0

TLC

1 6. 8 (- 1 0.4) 1 3. 6 (-5 . l ) 4. 1 ( +3.5) 34.5 (- 1 2 . 1 ) 1 00.0

FL'E:'\I E: CEPI I-Banco de datos C I IELUf.

En este aspecto, n o hay que olvidar el in terés inuy explícito, por parte de Estados U nidos, de incluir e l petróleo en las negociaciones. • El TLC constituye un instrumen to en el combate en tre zonas por la conquista de los mercados mundiales. Al unir países de desarrollo dife­ ren te , el acuerdo permite a las empresas estadoun idenses reducir sus costos de producción y resistir mejor a la competencia de sus compe ti­ dores europeos y asiáticos. Como vemos, la lógica de la oferta j ugó un papel tan importan te como el de la ampliación de los mercados. • Para las grandes firmas multinacionales estadounidenses, el TLC re­ presen tó no sólo una ocasión de exportar 1nás, sino de afirmar su pre­ sencia en el mercado mexicano. En estas circunstancias vale la pena señalar que, en 1 989, 42 % de las importaciones inexicanas fueron reali­ zadas por filiales estadounidenses implan tadas en México. De esas ün­ portaciones, 90% correspondieron a intercambios in tra-firma. En e l caso de l as exportaciones mexicanas, l as cifras correspondien tes fueron de 2 7 % y 97% respectivan1en te. Así, para los grupos indusuiales estadou­ n idenses, el TLC sólo confirn1a una integración industrial y de flttjos de in tercambio que ya habían establecido en el pasado. 1 12 • Para Estados Unidos, el TLC era la clave para el manteninüento de la estabili dad social y una condición necesaria para la buena salud eco­ nómica de México , por lo que constituiría un inedio de lucha con tra l a in1nigración c landestina. 1 43

• Finalmente , al abrir las negociaciones con México en 1 99 1 , Washing­ ton trató de enviar u n mensaje en varias direcciones. A la Comunidad Económica Europea, Estados Unidos le quiere indicar que también pue­ de formar un importante bloque comercial. A América Latina le quiere informar que el TLC sólo es el primer paso en la constitución de la famo­ sa "zona americana de libre comercio" (la iniciativa para las Américas de enero de 1 990) .

Las justificaciones del

TLC

Al existir poderosas razones económicas y políticas para establecer un

tratado de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, era necesario elaborar algunos estudios econométricos para fun damentar las bondades de un tratado ante los oponentes. Numerosas simulaciones fueron operadas con modelos de equilibrio general co1nputable (EGC) . La mayoría de estos modelos muestra claramen te que el impacto es limi­ tado, salvo si se incluyen los efectos de las inversiones directas. Las ganan­ cias esperadas en términos de PNB varían de 0. 1 a 1 1 % para México, de 0 . 1 a 2.6% para Estados Unidos y de O a 6.8% para Canadá, según las hipótesis adoptadas. 1 1 3 Dos de los autores que recurren a la metodología del equilibrio general computable explican que su "modelo parte del modelo de Walras implan tado en la OCDE para analizar el efecto de las ac­ tuales negociaciones del GATT en los principales países de la OCDE ". 1 H La utilización de h ipótesis walrasianas, cuando se estudian los proble­ mas de la in tegración econónlica, requiere de amplios comentarios. Desde los años se sen ta, el profesor Fran�ois Perroux alertó con tra la ten­ dencia a servirse del sistema de equilibrio general walrasiano para estu­ diar los problemas de in tegración económica y hacer recomendaciones prácticas. En efecto, según el profesor Perroux, en el enfoque walrasiano "una preferencia es acordada a las interacciones de los precios y las can­ tidades y, en tre las numerosas secuencias posibles, se escogen subrepti­ ciamente sólo algunas. Esta teoría, que sirve para todo, sustrae el cambio de los ' datos' al examen económico y lo confía a los políticos; desvía la atención de las zonas más oscuras del equilibrio general ( distribución) y evi ta que se cuestionen artículos de fe como la excelencia exclusiva de la empresa privada y de la economía de 1nercado ". 1 15 Según Perroux, el walrasiano-paretianismo escamotea dos pregun tas: ¿Quién realiza la integración? , y ¿en beneficio de quién se opera la inte­ gración? Con respecto a la primera pregun ta, el walrasianismo sostiene que es el propio mercado el que integra; o si se quiere inayor precisión, el conjunto de individuos vinculados por el mercado, e1npresarios priva­ dos y consumidores. Los Estados inodifican los "datos" y todo irá de ina1 44

ravilla con tal de que la empresa privada, la propiedad privada o la ini­ ciativa privada tengan la libertad de actuar. Claro está que los sujetos económicos individuales o colectivos son profundamen te desiguales y ejercen poderes desiguales, pero se estima poco "cien tífico " hablar de ello. Por lo que toca a la segu n da pregun ta, los walrasiano-paretianos consi­ deran que la integración beneficia a todo el mundo. Todo el mundo ga­ n a: el aumen to de los beneficios favorece una acumulación m ás amplia y más rápida y, por lo tan to , un aumen to de la productividad que con­ ducirá a un aumen to de los salarios. Se ignora que estos encadenamien­ tos o secuencias virtuosas pueden ser con trariados o, incluso, in terrum­ pidos. Se sabe perfectamen te que la propagación de un estímulo inicial es muy imperfecta en un país subdesarrollado. Poco importa. La imagen vaga de u n a dinámica "neoclásica" y de una tendencia a la propagación sustituye el análisis riguroso. Los indicadores medios ( como el i11tgreso real medio) harán el resto, disimulando las penosas disparidades econó­ micas y sociales. La teoría que u tilizan los modelos de EGC olvida que las unidades eco­ nómicas son heterogéneas y desiguales. Así, por ejemplo, se pasa por alto que el Estado A ejerce un poder de intervención estratégica y un poder de n egociación comercial muy superior a los de B. Asimismo, el Estado A dispone de u n a participación amplia y de una influencia particular en los organismos in ternacionales de los cuales carece B . Igualmen te , los modelos de EGC dejan de lado l as redes de poder, de in­ formación y de intercambio. Así, por ejemplo , se olvida que si A es un mer­ cado principal para B puede suspender o restringir su demanda de pro­ duc tos de exportación m uy concen trados en B ( monocul tivo o pequeño número de exportaciones que represen tan la mayor parte de la expor­ tación posible duran te un periodo) . Para finalizar, los modelos de EGC ignoran la acción de unas unidades so­ bre otras. Así, por ejemplo, se olvida que la política monetaria y fin ancie­ ra de A, dictada por la coyuntura de A, la situ ación de su balanza externa o por su estrategia mundial, imponen n atu ralmente sus consecuencias a las unidades de producción y de in tercambio de B . Cualquiera que sea la forma de in tegración (zona de libre cambio , unión aduana!, comunidad económica o unión económica y moneta­ ria), 1 1 6 además de las precauciones tomadas para equilibrar política y j u­ rídicamen te los derechos y prerrogativas de cada uno, existen razones positivas para pensar que es la economía que ejerce el leadership la que goza de la posición dominante . En este sen tido, según Perroux, se im­ pone distinguir un espacio in tegran te de un espacio in tegrado. "El espa­ cio in tegran te es el que , en razón de la dimensión de sus unidades, de la dimensión de su produc to y de l as estruc turas de su producción y 1 45

de su balance tiene la capacidad de modificar las estructuras y de orien­ tar las actividades de otro espacio (vecino geográfico del primero) confor­ me a su propia ventaja económica. " 1 1 7 Por su parte, el espacio integrado presenta características inversas: está obligado a practicar una estrategia de adaptación respecto al espacio integrante. En el caso del TLC, Estados Unidos j uega, con respecto a México, el papel de espacio integrante. A es­ te respecto, las profundas asimetrías entre Estados Unidos, por un lado, y Canadá y México, por el otro, son elocuentes (véase el cuadro 7 ) . El PNB de Canadá representa 9.5% del PNB de Estados Unidos, y el PNB de México sólo representa 4.9% del PNB de este último país. Para e l profesor Perroux, "no hay que olvidar que el libre intercambio entre países cuyo desarrollo industrial es muy desigual fortalece a los m ás fuertes y, si no se acompaña de políticas compensadoras, tiende a distanciar a los más débiles o a desintegrar y debilitar a los más desfavo­ recidos entre ellos". 1 18 É sta no es la opinión del profesor canadiense Ri­ chard G. Lipsey, quien considera que el libre comercio entre países de­ siguales, en términos de desarrollo económico o de tamaño, beneficia más a los más débiles. Así, en 1 990 este respetado economista consideró que países pequeños económicamente, como Canadá y México, pueden beneficiarse al establecer acuerdos de libre comercio con países más grandes como Estados Unidos. 119 Cuadro 7

Población, en 1 992,

Canadá Estad o s U nid o s Méxic o

en

millones

PNB per

cápita

PNB

en miles de

en dólares

millones de dólares

de habitantes

de 1 992

de 1 992

27.40 255.40 85.00

20 7 1 0 23 240 3 470

567.45 5 935.49 294.95

FUENTE: Rapport sur ú diveloppemen t dans le monM,

Banco M undial, 1 994, cuadro 1, pp. 1 76-1 77.

En estas condiciones, y al recurrir a los resultados de los modelos de EGC, a opiniones de peso como la de Lipsey y a la ilusión de aditividad, 1 2" que permite dar una imagen impactante del conjunto que se pie � sa in­ tegrar si se adicionan elementos heterogéneos (como número de con­ sumidores, capital instalado o energía u tilizada, entre otros) ,1 2 1 se fue venciendo la resistencia a firmar el TLC.

1 46

Principales disposiciones del

TLC

El TLC entró en vigor el primero de enero de 1 994. Se uató de una ampliación a México de l as disposiciones del tratado de librecambio concluido entre Estados Unidos y Canadá en 1 989. El TLC prevé la reducción progresiva de las barreras aduanales tarifa­ rias y no tarifarias durante un periodo de quince años, la liberalización de in tercambios de servicios y la supresión de los obstáculos a las inversiones en la zona. Más de 70% de las exportaciones mexicanas y 40% de las es­ tadounidenses y canadienses no pagan derechos aduanales desde la en­ trada en vigor del TLC. El mantenimiento de una protección más fuerte de México, d uran te u n periodo más l argo, se explica por l as diferen­ c ias de nivel de desarrollo entre los participan tes en el tratado. Los secto­ res sensibles como la agricultura, la industria automotriz y la industria textil fueron objeto de reglas específicas con plazos ampliados. El tratado prevé reglas de origen para definir los productos norteame ri­ canos que son los únicos habilitados para circular libremente en la zona. Dichas reglas definen, según los productos, la tasa de bienes intermedios norteamericanos que los bienes deben con tener. Así, por ejemplo, en el caso de la industria automotriz se impuso una regla de origen o de con­ tenido local de 62.5%. En el fondo, de lo que se trata es de excluir a ter­ ceros países de las ven tajas del tratado. En estas condiciones, para los industriales de países exteriores a la zona es difícil imaginar la posibilidad de que México se vuelva una plataforma de exportación hacia Estados Unidos. Las disposiciones referentes a los servicios y a las inversiones directas representan, sobre todo , concesiones de parte de México, situación si­ mé trica a la de los derechos aduanales. En efecto , l as empresas estadou­ n iden ses de los sectores bancario y de los seguros van a poder tomar el control de algunas empresas mexicanas. Para el año 2000 , casi todas las restricciones e n estos sectores serán abolidas. Por lo que toca a la inver­ sión extranjera directa, Estados U nidos insistió mucho en el curso de la negociación para que México abandonara las disposiciones que estipu­ lan que las empresas extranjeras deben reexportar toda o parte de su producción. 1 22 Como vemos, el TLC no marca el inicio de un nuevo periodo, sino simplemen te la coronación de un proceso que se inicia a finales de 1 982, con la llegada al poder de Miguel de la Madrid. Se trata de un nue­ vo peldaño en l a estrategia neoliberal que apun ta a desmontar pieza por pieza el modelo de desarrollo económico y social surgido de la revolu­ ción mexicana. Veamos cuáles son los resultados de esta estrategia neo­ liberal, tan to a nivel económico, como a nivel social . 1 47

IV. Los saldos del modelo neoliberal mexicano

EL CUADRADO MÁG I C O DE KALDOR EN LA ECONOMÍA M EXI CANA

Como toda política económica, la política neoliberal apun ta a actuar so­ bre las variables económicas: el nivel de actividad (y por lo tan to el cre­ cimien to), el nivel de empleo (y por lo tanto el dese ?1 pleo ), los precios (y por lo tanto la inflación ) y el equilibrio externo. Estas son las cuatro v�riables sobre las que, según Nicholas Kaldor, se debe juzgar el éxito o el fracaso de una política económica. • Veamos los resultados de la polí­ tica neoliberal de los gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas ( 1 982- 1 994) en comparación con la supuesta política populista seguida por los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo ( 1 970-1 982) .

Resultados a nivel del crecimiento Si recurrimos a los porcen tajes de variación del PIB con respecto al pe­ riodo precedente, la superioridad de la política populista salta a la vista (véase el cuadro 8) . La tasa de crecimien to del PIB promedió 5.8% anual duran te el periodo 1 970- 1 977. Dicha tasa aumentó a 6. 76% en tre 1 978 y 1 982, durante el boom petrolero. Así, el periodo denominado populista ( 1 970-1 982) conoció importan tes tasas de crecimiento que superaron ampliame n te la tasa de crecimiento de la población . Por el con trario, duran te el periodo neoliberal ( 1 983-1 994) se asistió a una situación de cuasi estancamien to con un crecimiento promedio anual de 1 .59 % . Si tomamos en cu en ta que duran te el periodo 1 983-1 994 la población co­ noció una tasa de crecimien to anual de un poco más de 2 % , la disminu­ ción del PIB por habitante duran te el periodo neoliberal se volvió evi­ dente .

Resultados a nivel del empleo y de /,a productividad del trabajo Vamos a proceder de la misma manera que con el crecimiento del PIB , comparando los dos resultados del periodo liberal y del periodo po­ pulista (véase el cuadro 9 ) .

1 49

Cuadro 8

P I B EN VOLUMEN ( PRECI O S D E 1 98 0 ) Ó PORCENTAJE D E VARIACI N C O N RESPECTO AL PERI ODO PRECEDENTE

Periodo de la política

Periodo de la política

económica ''populista "

económica neoliberal

Pro medi o 1 970-1 977

5.8

1 978 1 979 1 980 1981 1 982 Pro medi o 1 978- 1982

8.2 9.2 8.3 8.8 -0. 7 6 . 76 -4. 3 3.6 2.8 -3. 8 1 .9 1 .2 3.3 4.4 3.6 2.1 0.8 3.5 1 .59

1 983 1 984 1 985 1 986 1 987 1 988 1 989 1 990 1 99 1 1 992 1 993 1 994 Pro medi o 1 983- 1 994 FUENTE: Perspectives Écon omiques de l 'OCDE,

París, junio de

1 995, cuadro

l.

D uran te e l periodo neoliberal se constata una tasa de crecimien to promedio anual del empleo de 0.8% . Esta tasa resulta muy débil cuando se compara con la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo estimada en 3 % según las cifras del Plan Nacional de Desarrollo 1 989- 1 994. Du­ ran te el periodo "populista", el empleo au1nentó cinco veces inás rápi­ damente que durante el "reino " neoliberal con una tasa de crecimiento promedio anual de 4 . 3 % . ,

1 50

Cuadro 9

EVO LUC I ÓN DEL EMPLEO

Y

DE LA PRODUCTIVIDAD

1 9 70- 1 9 9 3

Empleo (a)

Año

Productividad (b) Aumento promedio anual (en miles)

1 2 955 2 1 483 23 485 4. 3 % 0.8%

1 9 70 1 982 1 993 1 9 70- 1 98 2 (e) 1 9 82-1 993 ( e ) FUENTE: José

ca,

1 80.7 224.9 240 . 3 1 .8 % 0.6%

C. Valenzue la, "El m odelo neo liberal, contenido y alternativas",

n . 2 1 1 , enero-marzo de

1995, a

partir de las cifras del

INEGI.

71 1 1 82 Investigación Económi-

(a) Miles de person as. (b) M i le s de pesos. (c) Tasa media anual de creci miento .

Si tomamos las cifras absolutas, la comparación es aún más elocuente: duran te el periodo 1 970-1 982 el empleo aun1entó en promedio 7 1 1 000 personas por año, mientras que la fase neoliberal generó sólo 1 82 000 nue­ vos puestos anuales. Si recordamos que para man tener la tasa de desem­ pleo constante hay que crear casi un millón cien mil nuevos puestos por año, nos podemos dar cuenta de la gravedad de la situación. Como las cifras oficiales sobre el desempleo son completamente in­ verosímiles (3. 7% de la población en edad de trabajar en 1 994), 2 José C. Valenzuela3 propone captar el problema de otra manera al recurrir a un enfoque indirecto. Por ejemplo, se puede comparar la evolución de la población o cupada (véase el cuadro 1 O) . Como se puede o bservar, existen diferencias muy marcadas en tre el cre cimien to de la población ocupada y el de la población en edad de tra­ baj ar. ¡ El número de personas desempleadas aumen tó en alrededor de diez millones e n diez años! En 1 980, la tasa de desempleo era de 38% y aumen tó a cerca de 50% en 1 990. Esto demuestra la enorme capacidad de los neoliberales mexicanos para fabricar desempleados. Para ser exactos, habría que señalar que es posible que una buena parte de estos desempleados calculados por Valenzuela se dirija al sector informal de la e conomía. En efecto, según la OCDE la proporción de la población ac­ tiva que ejerce actividades informale3 pasó de 25 % en 1 970 a 35 % en 1 993. D u ran te la mayor parte de los ochenta, este aumento se debió a la debilidad del creciinicn to económico. Después de 1 988 se prodttio un 151

Cuadro 1 0

POBLACI ÓN OCUPADA

Y

EN EDAD D E TRABAJAR

1 9 8 0- 1 9 9 0

1 980

1 990

Tasa anual

a) Población en edad de trabajar ( miles) Í ndice

35 366. 3 1 00.0

46 234 . 0 1 30.7

2.7 %

b ) Población ocupada ( miles) I n dice

2 1 94 1 . 7 1 00 . 0

23 403.4 1 06.7

0.7 %

c) a-b miles I ndice

1 3 424.6 1 00.0

22 830.6 1 70. l

5.5%

d) b/a

0 . 62

0.506

e) (a-b ) /a

0.38

0.494

Variables

,

,

FUENTE: José

C. Valenzue la, " E l modelo . . . ", c i t . , a partir de l o s datos d e l censo de poblaci ó n .

desplazamiento importante del empleo industrial hacia los servicios y de las grandes empresas hacia las pequeñas. Se estima que la mitad del aumen to acumulado de la oferta de mano de obra durante este periodo se orientó hacia el sector informal;' sector de estricta sobrevivencia, cuyo dinamismo refleja únicamente la voluntad de los excluidos de las ac­ tividades formales de no desaparecer. Por lo que toca a la productividad, los resultados de los neoliberales no son más satisfactorios. En efecto, durante el periodo "populista", el aumen to de la productividad por año fue de 1 .8 % . Esta cifra, que en sí no es enorme, resulta mucho más elevada que el 0.6% anual constatado durante los años de neoliberalismo (véase el cuadro 9) . Como acertada­ mente lo hace notar José C. Valenzuela, ¡ con estas cifras habría que es­ perar ciento dieciséis años para que la productividad se duplicara! Curio­ so resultado para los gobiernos de De la Madrid y Salinas que hicieron de la modernización del aparato productivo el núcleo central de su pro­ grama de reforma estructural. Como es de esperar, este ritmo tan medio­ cre de aumento de la productividad se encuentra asociado a un esfuerzo mediocre en materia de formación de capital (véase el cuadro 1 1 ) . 1 52

Cuadro 1 1 F O RMAC I Ó N BRUTA D E CAPITAL FIJO EN V O LU M EN

( P R E C I O S DE 1 98 0 ) P O R C ENTAJ E D E VARIACI Ó N C O N RESPECTO AL PERI O D O PREC EDENTE

Periodo de la política económica ''populista ''

Promedio 1 9 70- 1 97 7

4.9

1 978 1 979 1 980 1981 1 982 Promedio 1 9 78-1 982

1 5 .2 20.2 1 4.9 1 6.2 - 1 6.8 9.94

Periodo de la política económica neolibera l

1 983 1 9 84 1 985 1 986 1 987 1 988 1 989 1 990 1 99 1 1 992 1 993 1 994 Promedio 1 98 3- 1 994

-28 . 3 6.4 7.9 -1 1 . 8 -0. l 5.8 6.4 1 3. l 8.3 7.0 -0. l 8. 1 1 .89

FLJE!'.T E: Perspectives l�conomiq ues I EC I , En cuesta Nacional de Irzgresos

1.7 4.8 9. 1 1 4.4 20.8 28.6 38.3 50.5 67.2 1 00.0

1 .6 2.8 3.7 4.7 5.9 7.3 9. 0

1 1 .4 1 5 .6 37.9

1 .6 4.4 8. 1 1 2.9 1 8.8 26. 1 35. 0 46.5 62. 1 1 00.0

1 00 . 0

1 .6 2.7 3.7 4.7 5.7 7. 1 8.9 1 1 .4 1 6. 0 38.2 1 00.0

1 .6 4.3 8.0 1 2. 7 1 8. 4 25.5 34. 4 45 . 8 6 1 .8 1 00.0

y Gastos de los Hogares, tercer tri m estre d e 1 984, d e 1 989 y d e 1 992.

* I ngreso tri mestrnl promedio de las fam i l ias en pesos corrie n t es. E l i ngreso com pre n de el i n greso m o n e tario ( re m u neraciones dd trabajo, ren ta e m presarial , re n­ ta de la prnpiedad, cooperativas de produccié> n , transfere ncias y otros) � e l i n¡{reso n o m o n e tario ( a u tocon su mo, pago e n especie, regalos, esti maciones de l a l q u i le r de vivi e n da) .



......:r �

Cuadro 2 1 COEFI CI ENTE D E G IN I •

Total Ingreso mon etario Ingreso n o monetario Ú n icamen te para los deciles I a

IX

1 984

1 989

1 992

0.429 0.456 0.55 1 0.400

0.469 0.489 0.592 0.406

0.475 0.509 0.540 0.4 1 0

FUENTE: OCDE, Études Économiques de l 'OaJE. Mexique,

1 99 1 - 1 992, cuadro 27 y 1 995, cuadro 23. * Los coeficien tes de G i n i , sobre Ja base d e l i n greso p o r habitante, serían más elevados porque el n úmero de personas por familia es, e n promedio, mayor en las familias de bajos ingresos.

poseen activos físicos y financieros importan tes, minimizar el costo del ajuste o, incluso , aumentar su riqueza. Por el contrario, los asalariados de los deciles in termedios (las clases m edias) fueron duramente afecta­ dos por la baja de los salarios reales y una fuerte presión fiscal, en tan to que los más pobres, que dependen de la producción y de los precios de los productos agrícolas, sufrieron por la baja de los precios agrícolas acon tecida después de 1 986. Una buena parte de la población mexicana vivía en condiciones preca­ rias, con anterioridad al estallido de la crisis de la deuda y al ajuste que la acompañó. Aunque las diversas estimaciones en torno a la pobreza difie­ ren , la mayoría de los indicadores muestra que la situación se agravó en la década de los ochen ta. En tre los múltiples estudios que se han h echo de la pobreza en México destacan los de Enrique Hernández Laos. En uno de sus trabajos,25 este autor evalúa la tendencia a largo plazo de la pobreza en México en tre 1 963 y 1 988 al calcular el índice de pobreza de Sen . Este índice que proporciona un indicador estandarizado de la po­ breza toma valores en tre cero y uno. El valor cero correspondería a la ausencia de pobreza y el valor uno a la pobreza total. Según Hernández Laos, "la pobreza en México se habría reducido a la mitad en los sesenta y los setenta, al pasar el índice de Sen de 0.541 en 1 963 a sólo 0.258 en 1 98 1 , y se habría acrecen tado en una quin ta parte duran te la década de los ochenta, al aumentar a 0.3 1 6 en 1 988. Para ese año, la pobreza en México sería similar a la de 1 977, es decir en los años previos al auge pe­ trolero ".26 En estas condiciones, para Hernández Laos, "la crisis de los ochen ta anuló el acelerado crecimien to económico que el país registró duran te el efí1nero auge petrolero ".27 Independien temente de la evaluación de la evolución del índice de 1 72

pobreza es importan te cuan tificar la amplitud del fenó1neno. A este res­ pecto , aunque no existe una definición oficial de la pobreza en México, se cuenta con diversas estimaciones. En 1 984, cerca de 20% de las fa1n i­ lias tenían un ingreso total inferior al salario mínimo que se consideraba como el ingreso necesario para comprar una canasta de productos de primera necesidad para una familia promedio. Al final de la década, debido a la baja del salario mínimo real, un salario igual al doble del sa­ lario mínimo era con siderado como el umbral de pobreza para tener ac­ ceso a las raciones gratuitas de leche y tortilla en las zonas urbanas. Según los resultados de la Encuesta de Ingresos y Gastos de 1 989, 28% de las familias mexicanas estaban por debajo del umbral y cerca de 50% en las zonas r urales. Como la pobreza no es un fenómeno homogéneo es importante dis­ tinguir entre pobreza extrema y pobreza moderada. La primera es una condición absoluta , en tan to que la segunda es una condición relativa que depende del grado de desarrollo de un país. Según Santiago Levy,28 las personas extremadamente pobres no tienen un nivel de nutrición su­ ficiente , lo que ocasiona un desempeño físico y mental deficiente que les impide participar en el mercado de trabajo o en actividades in telectuales como la educación . Las personas en condiciones de pobreza extrema prácticamen te no tienen movilidad social: nacen pobres en extremo y mueren en la misma situación. Por o tra parte, para Levy, los moderada­ mente pobres son los que , debido al grado de desarrollo de un país, en un momen to dado no cubren lo que se considera como "necesidades bá­ sicas". A diferencia de los pobres extremos, los moderados sí tienen la ca­ pacidad, pero no las oportunidades de participar en actividades económi­ cas o intelectuales. Su pobreza es relativa en la medida en que no tienen ciertos bienes y servicios que todos los habitan tes deberían disfrutar to­ mando en cuen ta el desarrollo del país. Las evaluaciones hechas por Le­ vy basadas en los costos de los produc tos alimenticios necesarios y en las estadísticas oficiales sobre ingreso de las familias indican que en 1 984 en­ tre 1 O y 1 9. 5 % de la población vivían en condiciones de pobreza extre1na. Cabe señ alar que la cifra superior de pobreza extrema obtenida por Levy no es muy diferente de la manejada por Pronasol. En efecto, para este organismo encargado de la lucha contra la pobreza, las proporcio­ nes de población en pobreza extre1na y 1noderada de 1 98 1 a 1 987 se in­ cremen taron de 1 9 . 2 a 2 1 . 3 % y de 25.8 a 2 9 . 6 % , respectiva1nente. Lue g o en ton ces , el porcen taje de población pobre (pobres extremos inás ino­ derados) pasó de 45 % en 1 98 1 a 50.9% en 1 98 7 .29 A finales de los años ochen ta, el creciente de terioro social co1nenzó a preocupar a algunos de los economistas asistentes a la Con ferencia Va­ le-México. Tal es el caso de Leopoldo Solís, quien señalaba que "pasarán 1 73

inuchos años an tes de que los mexicanos puedan retornar a los niveles de vi da que disfrutaban en 1 98 1 ", por lo que es importan te identificar a "los grupos que han padecido más y que se evalúe hasta dónde puede esperarse razonablemen te que toleren esta situación de tensión ".30 Para Leopoldo Solís, los costos políticos y sociales de la devaluación y de la elüninación de los subsidios han sido tan elevados que "eventualmen te podrá acabarse la formidable paciencia del pueblo mexicano".31 Pero , por el inomen to , abandonemos la proble1nática social y regresemos a ese importan te co1npon ente del cuadrado kaldoriano que es la balanza de pagos. E L ANCE STRAL P RO B LE MA D E

LA

BALAN ZA D E PAGOS

Desde finales de los años cuaren ta la CEPAL y, en particular, Juan F. No­ yola subrayaron el problema del estrangulamiento externo del creci­ miento. En efec to , en su célebre trabajo fundador de 1 949, Noyola puso el acento en un problema que se tornó más grave ulteriormen te: una econo1nía en crecimiento tiene una ten dencia a producir un déficit cró­ nico en la cuenta corrien te de la balanza de pagos.32 Desde los años cin cuen ta, la CEPAL se plan teó el problema de los me­ canismos correctores del déficit en la cuenta corriente. Se pensaba que, como el origen del desequilibrio era estructural, la devaluación sería in­ capaz de modificar fundamentalmente la tendencia de las importacio­ nes a aumen tar con mucha más rápidez que el ingreso . Así acon teció con la devaluación de 1 954, ya que al dejar de lado el pequeño exceden­ te en la cuen ta corrien te de la balanza de pagos en 1 955, el déficit de la cuen ta corriente reapareció en 1 956, para ya no desaparecer hasta 1 983. En tre 1 983 y 1 985, así co1no en 1 987, se pudieron constatar exceden tes en la cuen ta corrien te de la balanza de pagos, resul tado de una política econó1nica particulannen te recesiva que golpeó fuertemente el mon to de las ünportaciones. Sin embargo , a partir de 1 988 los tradicionales dé­ ficits reaparecieron ; la situación se volvió particulannen te grave a partir de 1 992 con déficits que comenzaron a superar los 20 ini l millones de dólares. Esta situación llegó -co1no sabe1nos- a un lími te en 1 994, con un déficit de 28 800 millones de dólares que represen ta 7.8% del PIB (véase el cuadro 1 3) . Duran te mucho tie1npo , los resultados de la cuenta corrien te de la balanza de pagos no preocuparon a los altos responsables económicos del go biern o de Salinas. A este respecto, la opinión de Pedro Aspe , se­ cretario d e Hacienda, no deja la inenor duda: "En relación con la balan­ za co1nercial y la cuen ta corrien te, obscrva1nos que dichas variables se han desplazado de un superávi t antes del Pac to a un considerable défici t 1 74

en la actualidad . Sin ein bargo , en con traste con lo ocu rrido en los años an teriores a la crisis, estas cifras no son re flejo de una econ o111ía sobreca­ len tada, impu lsada por el gasto del gobierno y por el sobreen deudan1ien­ to extern o , si no de una acelerada expansión de la in\'ersi ón financiada en forma dire c ta con la re patriación de capi tal es, flujos de in\'ersión de coin p añ ías extranjeras y présta1nos \'o lun tarios del exterior al sector pri­ vado . Con secuen te1n e n te , a pesar de la magnitud del déficit, se acu1nu­ laro n re servas que en no\ie 1n bre de 1 99 1 fueron aproxiinadame n te de 1 6 mil m illon es de dól ares, el ni\'el más alto alcanzado en �léxico ". Pero el comentari o de Pedro Aspe no se detiene ahí, con tin úa alabando las bondades de l déficit de la balanza de pagos en los siguien tes ténninos: "Las cifras de la balanza co1nercial confirman la idea de que este de te­ rioro va asociado a una recuperación econó1nica saludable . La 1nayor parte de las importaciones son de bienes de capi tal e intern1 edios del sec to r privado , que even tualmente se con\'ertirán en exportacio nes o bi enes que sustituyan importaciones. Asimismo , cabe 1n encionar que muchas de estas iinportaciones son la con trapartida de un in creinen to sin preceden tes en la inversión extranjera, debido aJ cliina de confianza gen erado en el país y a la posibilidad de con tar con una zona de libre comercio en América del :\'one ".33 Este optimismo no era compartido por algunos e conoin istas de la iz­ quierda m exicana. Tal es el caso de Arturo Huerta, quien desde 1 992 ha­ bía percibido la fragili dad de la situación econóinica y lo había expresa­ do así: "la sobrevaluación cambiarí a no refl ej a ningún sign o de fortaleza de la econo m ía 1nexican a, ya que origina un défici t de comercio exterior y se sos tiene con base en fac tores externos a la econo1nía ( tales co1no la en trada de capi tales) . En consecuencia, dicha paridad y la reducción de la inflación que o rigina no se sus ten tan sobre bases reales de produc­ ción y de i n cremen to de la productivi dad [ . . . ] �1ien tras las reser\'as in­ te rn acionales perman ezcan en al tos niveles -sufi cien tes para fin an ciar la bre c h a exte rna-, se man te ndrá dicha paridad . Al persi stir di c ha pari­ dad cambiaría y los problemas de pro duc tividad y coinpeti ti\idad de la producción n acion al , con tin uará acen tuán dose el défici t de coinercio exte rior, por lo que al subsistir y agud izarse las presiones sobre el déficit de cuenta corrie n te aumen tarán las presiones so bre las reser\'as y se com proin e terá dicha paridad cambiaria . '.4 �1ás allá del opti mismo de unos y del pesiini s1no de otros, la si tuación se vohía clara: las exportaciones industri ales n1 exican as se desarrollaron rápi da1n en te gracias a la política neoliberal . D e represen tar sólo 3 1 . 7% de las exportaciones en 1 983 pasaron a re presen tar 8 2 . 8 % ele las expor­ taciones en 1 994 (\'é ase el cuadro 22 ) . Por su parte , el pe tróleo y los ini­ neralcs, q ue re presen taban 63 . 7% de las exportaciones en 1 983, pasaron "

1 75

Cuadro 2 2 ESTRU CTU RA D E LAS EXP O RTACI O N ES DE MERCANC ÍAS ( EN PORCENTAJ E ) *

1 983 1 984 1 985 1 986 1 987 1 988 1 989 1 990 1 99 1 1 992 1 993 1 994p

Total **

Agricu ltura, ganaderia y pesca

Petróleo y minerales

Manufacturas

1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0

4.6 5.0 5.3 9.6 5.6 5.4 5.0 5.3 5.6 4.6 4.8 4.4

63.7 58.9 57. 1 3 1 .3 33.4 24.0 24. 1 26.3 20.4 1 8.8 1 4.8 1 2 .8

3 1 .7 36. l 37.6 59. l 61.1 70.5 70.9 68.4 74.0 76. 7 80.3 82.8

Banco de México, The Mexican Economy, 1 995, cuadro 45. * Incluyendo maquiladoras. * * Las sumas pueden no coincidir debido al redondeo de las cifras.

FL'ENTE:

a represen tar sólo 1 2. 8 % en 1 994. De esta manera nos encon tramos fren te a una auténtica despe trolización de la estruc tura de las exporta­ ciones, lograda por los neoliberales. En términos de va ! or, se asiste a un auténtico boom de las exportacio­ nes manufactureras. Estas pasaron de 3 0 1 8 inillones de dólares, en 1 982 a 1 5 327 millones para los meses de enero a noviembre de 1 992. 35 No obstan te, las importaciones también aumen taron fuerte1nen te debido a la sobrevaluación del peso (acon tecida entre 1 988 y 1 994) y a la política de apertura comercial e1nprendida en la segunda mitad de la década de los ochen ta.3G En efecto, las importaciones de bienes inanufacturados pasaron de 1 2 97 1 millones de dólares en 1 982 a 40 3 1 4 millones de dó­ lares para los ineses de enero a noviembre de 1 992.37 Fuera de la impor­ tancia de los mon tos, vale la pena hacer notar que se observó una cierta modificación en la estructura de las importaciones. Las importaciones de bienes in tenn edios y de capital perdieron terreno frente a las impor­ taciones de bienes de consu1no (véase el cuadro 23) . Co1n o los ingresos por petróleo no llegaron ni siquiera a cubrir los 1 76

Cuadro 2 3 ESTRUCTURA D E LAS I M P O RTAC I O N ES DE MERCAN C ÍAS

(EN PORCENTAJE)*

1 983 1 984 1 985 1 986 1 987 1 988 1 989 1 990 1 99 1 1 992 1 993 1 994 FL' E:-.-TE:

Total **

Bienes de consu mo

Bienes intermedios

Bienes de capital

1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 1 00.0 100.0 1 00 . 0 1 00.0 1 00 . 0 1 00 . 0 1 00.0

5.2 5.3 5.9 5.0 4. 1 6.8 1 0. 1 1 2 .3 1 1 .7 1 2 .5 1 2 .0 1 2 .0

76.3 78.5 76.9 77.4 8 1 .9 78.8 76.2 7 1 .4 71. 1 68.9 71.1 7 1 .2

1 8. 5 1 6. 2 1 7. 2 1 7.6 1 4. 0 1 4. 3 1 3. 7 1 6. 3 1 7. 2 18.6 1 6.9 1 6. 8

Banco de México, The Mexica n Economy, 1 995 , cuadro

46.

* I n c l uyendo la i m portación te m poral de l as m aq u i l adoras. ** Las su mas puede n no coi nc i d i r debido al redondeo de las c i fras.

pagos de in tereses de la deuda externa (véase el cuadro 24) , la diferencia crecien te en tre importaciones y exportaciones manufactureras ha he­ cho aparecer déficits extravagan tes. Como ya señalamos, se llegó en 1 993 a un déficit en cuen ta corriente que superó los 23 mil millones de dólares y en 1 994 a uno que se acercó a 29 mil millones de dólares. La lección que se pudo obten er de esta si­ tuación sal ta a la vista: "La liberalización extern a -sin política industrial­ fren te a las e mpresas debilitadas no podía más que hacerlas más vul­ n erables, con excepción de algunas que habían salido fortalecidas de la crisis". 38 A pesar del aumento del déficit, la economía mexicana constató un crecimie n to de las reservas in ternacionales que aseguró a los capitales in ternacionales acerca de la solidez del tipo de cambio ( véase el cuadro 25) . Así, a final es de 1 993, había 25 1 1 O millones de dólares que se es­ peraba podrían sostener una política de moneda fuerte que fijaba el dó­ lar a un tipo cercano a 3 mil pesos viejos. El financiamicn to de la cuen ta corrien te de la balanza de pagos y el 1 77

Cuadro 24

Año

Pago de in tereses (millones de dólares)

Exportaciones de petróleo y gas natural (millones de dólares)

9 278 9 1 95 8 388

7 292 8 92 1 . 7 265

1 989 1 990 1 99 1 FUENTE: Nacional Financiera,

La economía mexicana en cifras,

l 3 a . ed . , 1 992.

Cuadro 25 RESERVAS TOTALES (EXCEPTO EL ORO )

EN MILLONES DE DÓLARES 1 987 1 988 1 989 1 990 1 99 1 1 992 1 993 FUENTE: FMI,

12 5 6 9 17 18 25

464 279 329 863 726 942 1 10

Estadísticas financieras internacionales.

crecimiento de las reservas fueron asegurados por un flujo de capitales extranjeros atraídos por las privatizaciones, por la posibilidad de relo­ calizar industrias en un país de bajos salarios, pero, sobre todo, por el desarrollo de una bolsa de valores abierta a los no residen tes en el cua­ dro de la desreglamen tación financiera, pieza esencial del consenso de Washington. A fin de precisar el mecanismo que permitió financiar el déficit en cue n ta corriente , aumentando al mismo tiempo las reservas in ternacio­ nales, recurriremos al diagrama 1 :39

1 78

Diagrama 1

C O BERTURA D E

Saldo de la balanza. corriente

+



l n\'e rsiones d i re c t as



Prés tamos m u l ti late ral e s y b i l ate­ ral es a median o y l argo p l azo



P réstam os privados a me di ano y corto plazos bajo garan tía p ú b l i c a



Préstamo prh-ado sin garan tía p ú­ blica ( ban cos come rc i al e s

+

o b l i­

gac i o n es) •

I nve rs i o n e s de portafo l i o e n ac­

} }

LA

NECES I DAD DE FI NAN C IA M I ENTO ESTRUCTURAL

Necesidad estructural de financiamiento

Reembolso del principal

..

Ah o rro e xtern o e stabl e

.....

Aho rro exte r n o a largo p l azo garan ti zado

}-

} ..



Cobertura d e l a n ec esi dad estructural de fin an ci am i e n to por l o s n o residen tes

Ah o rro exte r n o a larg o p lazo n o garan tizado

Movi m i e n tos de c ap i ta l e s d e los residen te s

CJones ... •

Adq ui si c i o n es d e títul o s p ú b l i c os a c o r t o p l azo en m o n eda l ocal

......

......:¡ e.o



D e pósi tos rem u n e rados



O tros a corto p l azo o d i spo n i b l e

Capi tales vol áti l es

..



Vari aci on e s d e l as reservas ( c on si derando e r r o res y o mi s i o n es )

La "necesidad estructural de financiamiento" (saldo de la balanza corriente + reembolso del principal) es rara vez cubierta con el ahorro externo estable. A menudo tiene que ser cubierta mediante el ahorro ex­ terno de largo plazo: préstamos públicos multilaterales o bilaterales, así como préstamos privados bancarios o emisión de obligaciones. Pero si el ahorro externo estable o de largo plazo es insuficiente para cubrir la "ne­ cesidad estructural de financiamiento", es decir, si un gap de financiamien­ to aparece, será necesario recurrir a los capitales volátiles. Estos capitales están formados por inversiones de portafolio en acciones, así como depó­ sitos remunerados en los bancos locales (en manos de no residentes o de residentes bajo la forma de capital repatriado) y adquisición de títulos públicos en moneda local por los no residentes. La suma del ahorro externo estable y de largo plazo, más las entradas netas de capital volátil rara vez coinciden con la "necesidad estructural de financiamien to ". En caso de insuficiencia de financiamiento, el ni­ vel de las reservas en divisas baja, e inversamente, en el caso contrario de sobrefinanciamiento. Fue , de hecho, una situación de este último tipo la que se dio en México entre 1 988 y 1 993. MÉXICO Y LAS ECONOMÍAS EM ERGENTES

En la primera mitad de la década de los noventa un fenómeno nuevo comenzó a desarrollarse. Frente a los países industrializados empan tana­ dos en la recesión, algunos países de Asia, Europa del este y América La­ tin a parecieron "emerger" satisfactoriamente al atraer capitales de los mercados internacionales por medio de tasas de interés reales elevadas. Así, cuando las tasas de interés reales se volvieron negativas en Estados Unidos, a inicios de los noventa, las tasas de los países emergentes se vol­ vieron muy atractivas, en particular en América Latina y en el sureste asiático. En estas condiciones, los capitales comenzaron a fluir en forma cuantiosa. A este respecto, Henri Bourguinat señala que, en 1 993, ce1 ca de 40 mil millones de dólares fueron invertidos en acciones emitidas por estos países, lo que representaba la c uarta parte del flujo de capitales que se movieron a través de las fron teras. Asimismo, el Banco Mundial señala que, en 1 993, la inversión extranjera directa que se dirigió a los países emergentes fue de 56 300 millones de dólares, lo que representó un crecimiento de 23.2% con respecto a 1 992."'º En Asia oriental, en el Pacífico , en Europa central y en América Latina, las bolsas se desarrolla­ ron vertiginosamente y los títulos de la deuda reestructurada atrajeron fuertemente a los inversionistas extranjeros. Los prestatarios privados tendieron a sustituir a los prestatarios soberanos. Con los países emer­ gentes, parecía que nos orientábamos h acia un nuevo compartimiento 1 80

del merc ado fi nanciero mundial, al lado de Estados Un idos y Japón . .Mu­ c hos analistas pen saron que este ascenso de los mercados e1nergen tes era el signo precursor de una redistribución de roles en la cual estos países "n uevos " vendrían a relevar un crecimiento desfallecien te ele ios países in­ dustrializados atrayendo hacia ellos capi tales del mercado financiero i n ternac ional . Estos capi tales llegaron masivame n te , como lo prue ban to­ das las estadísti cas. A este respecto, tomemos si1nplerr1en te dos eje 1n plos que ilustran el fe nómeno en el añ o 1 993: • Los países emergen tes captaron , duran te este periodo , alrededor de 45 mil m illones de dólares que represen taron 1 0% del total de las euro­ emisiones en el mercado i n ternac ional de capitales. • Los inversioni stas in s ti tucionales (cajas de re tiro , sociedades de se­ guros y sociedades de inve rsi ón , e n tre otros) poseían 35 in il rr1 illones de dólares de obligaciones Brady (de un total de 90 in il inillones) y 1 5 mil m i llones de de uda ree s truc turada.-" Estos movi1n ien tos de ca pi tales hacia los países e1nergcn tes refleja­ ban el nuevo con tex to de in tegrac ión financiera in ternacional y de glo­ balización fi nanciera que se co1nenzó a consoli dar a principios de los nove n ta . D i c hos m ovi1nien tos fonnaban parte de lo que Henri Bourgui­ n a t denomina la econ o1nía in ternac ional de la espec ulaci ón, que se es­ table ció de manera progresiva. Así , después de haber tran sitado por una econo1n ía i n ternacional de ende uda1nien to ( 1 9 73- 1 982 ) y, posterior­ men te , por una econo1nía de 1n ercados fi nanci eros ( 1 985- 1 989 ) , el mundo se encuen tra inmerso , hoy día, en una economía in ternacional de la especulación ."'2 Hemos en trado en una nueva e tapa de la historia de las fin an zas i n ternacionales domi nada por el ac to de la espe culación , es decir, por "el conj u n to de operaciones deseadas por ellas mismas y que se fundamen tan en la an tici pación de la variac ión de los precios de los ac tivos para realizar una gan an cia tomando un ri esgo "."'3 En tre los países e rr1ergen te s favorec idos por el nuevo con texto de glo­ balizac ión fi nanciera, M éxico tuvo un com portamien to destacado . En efe c to , d uran te el periodo de 1 990 a 1 993, nues tro país rec i bió 9 1 mil millones de dólares en flttj os de capital n e to , lo que correspondía apro­ xi m adam e n te a una quinta parte de todos los flujos de capi tal neto que reci bi eron los "países en desarrollo ". Los fl ttjos n e tos anuales que llega­ ron a M é xico alcanzaron una cima de 30 mil mi llones de dólare s en 1 993, lo que represe n tó 20% de los fl ttjos rec i bi dos por los "países en de­ sarrollo". Una gran proporción de los flttjos de capi tal n e to que llegaron a M éxi­ co consi s tió en inversión de portafolio. En el periodo de 1 990 a 1 993, la inve rsión n e ta de port afolio fue evaluada en 6 1 rni l in illones de dólares, y alcanzó una cima anual de 28 mil m i llones en 1 993. Por su parte , la 1 81

inversión extranjera directa alcanzó 1 6 600 millones de dólares duran­ te el periodo de 1 990 a 1 993. La inversión extranjera directa no sólo fue inferior a la inversión de portafolio sino que, además, estuvo sesgada, debido a la sobrevaluación cambiada, en favor del sector productor de bienes no comerciables. En efecto, entre 1 989 y 1 993, la participación de la indusu·ia manufacturera en la inversión extranjera directa acumu­ lada disminuyó de 69 % a 5 0 % , en tanto que la de los servicios se incre­ men tó de 29 % a 48 % . Dicho de manera simple, eso sign ificó que a Mé­ xico estaban llegando empresas como Wal Mart y Taco Bell , en lugar de Toyota e IBM, que producen en sectores de exportación y de sustitución de importaciones. Para Jaime Ros, "la diferencia entre estos dos tipos de inversión es enorme. La diferencia se debe no sólo al tipo de empleos que se generan y al tipo de tecnologías que se transfiere sino a una ra­ zón muy sencilla: en una economía abierta el sector de no comerciables no puede ser un motor de crecimiento (pues tendería a generar un de­ sequilibrio insostenible en la balanza de pagos) , mientras que los sec­ tores de bienes comerciales sí lo pueden ser".+i El mercado mexicano de acciones recibió una parte importan te del flujo de inversión n e ta en portafolio. En el periodo de 1 990 a 1 993, 22 mil millones de flujos de inversión extranjera se dirigieron al mercado mexicano de acciones, incluyendo cerca de 1 1 mil millones en 1 993. Gracias a la importancia de estos flttjos de inversión en portafolio, el mercado mexicano de acciones prosperó. E l índice de la Bolsa J\t1exica­ na de Valores creció 436% en términos de dólares durante el periodo que va de 1 990 a 1 993. El crecimiento más rápido ocurrió a finales de 1 993 y principios de 1 994, cuando los inercados reaccionaron positi­ vamente a la ratificación del TLc.·!5 Den tro de este flujo de capitales volátiles que permitieron el finan­ ciamiento del déficit en cuenta corriente no hay que perder de vista los famosos Tesobonos. Se trata de títulos de deuda de corto plazo paga­ deros en pesos, pero indexados al dólar. A este respecto, vale la pena ha­ cer notar que, a partir de abril de 1 994, el gobierno alteró su estrategia de financiamiento por medio de una "tarpe política de emisión de deuda deno­ minada en dólares (Tesobonos) " .46 En efecto, se transformaron títulos de deuda en pesos ( principalmente Cetes) en deuda pagadera en pesos, pero indexada al dólar, como es el caso de los Tesobonos (véase el cua­ dro 26) . Así, mientras que en marzo de 1 994 59% de la deuda interna del sector público se encontraba bajo la forma de Cetes y 4% bajo la forma de Tesobonos, para diciembre del 1nis1no año sólo 27% se encon traba bajo la forma de Cetes y, en cambio, los Tesobonos habían au1nentado hasta llegar a represen tar 5 5 % . Las consecuencias de esta sustitución fueron múltiples. Co1no sabe1 82

Cuadro 26 ESTR UCTURA DE

LA

D E UDA I NTERNA DEL S E C T O R P Ú B L I C O 1 9 9 2- 1 9 9 4

Porcen taje de deuda por instru mento Ffrlw

00 vo

Alillo11fs de pesos

Miles de millones de dálares*

úte

Ajustabono

Bon de

Tesobono

D i c i e m bre de 1 99 2

1 33 4 0 3 . 0

42.8

44

27

28

1

D i c i e m b re de 1 99 3

1 35 6 1 0. 6

43. 7

59

25

13

3

En e ro d e 1 9 9 4

1 36 087.6

43.8

59

25

13

3

Fe bre ro de 1 9 9 4

1 36 5 9 2 . 5

42. 6

59

25

12

4

�1arzo d e 1 99 4

1 37 000.5

40 . 8

59

24

13

4

Ab r i l d e 1 9 9 4

1 30 8 3 5 . 5

40 . 8

57

24

13

6

ivl ayo de 1 9 94

1 37 926.0

4 1 .6

51

23

13

13

J u n i o d e 1 99 4

1 40 589 . 5

4 1 .4

48

21

12

19

J u l i o d e 1 99 4

1 4 6 27 1 . 9

43.0

36

20

12

32

Agost o d e 1 99 4

1 45 5 74 . 7

43. 1

36

20

12

33

Se p t i e m b re d e 1 99 4

1 45 2 2 6 . 2

42.7

35

20

1 1

34

O c t ubre d e 1 99 4

1 43 305 . 3

4 1 .8

34

20

9

37

Novi e m bre d e 1 99 4

1 39 728 . 3

40.5

33

21

7

39

D i c i e m bre de 1 99 4

1 7 1 305 . 7

32 . 2

23

17

5

55

F L' E :-\ n::

Mrxíro. f:ronomir n n d 1-i'nanrinl UrfJOrt, pri ma\'er.l d e 1 995 , E m b;�jada dt.' Estados U n idos

t' l l M é xico, cuad ro

* La d e u d.t i n te rn a fue C < l l l \'e r t 1 d a a dúl.tres u sa n d o d ti po de cambio peso p o r dúlar dd fi n a l del mes.

1 7.

mos, las tasas de interés de los Tesobonos son mucho más bajas que las de los Cetes; la diferencia se explica por e l riesgo de devaluación tal y como lo percibe el mercado. Así, la proporción del pago de intereses con respecto al PIB disminuyó l igeramente durante 1 994, pero la posición presupuesta! del Estado se volvió mucho más vul nerable al riesgo cam­ biario. Resul ta probable que las autoridades e conómicas, al favorecer la susti tución de instrumentos de deuda, querían dar u na señal de su pro­ funda vocación a m an tener estable l a tasa de cambio. Esta señal se diri­ gía tan to a los inversionistas mexicanos como a los extranjeros que mos­ traban un i n terés creciente por los bonos gubernamentales mexicanos. En efecto , vale la pena señalar que, a fin ales de 1 993, los inversionistas no residen tes controlaban 56.6% del mercado doméstico de bonos del tesoro mexicano . Este porcentaje se eleva a 74. 1 % a finales de febrero de 1 995 (véase el cuadro 27) . Como vemos, México iogró, durante mucho tiempo, fin an ciar su dé­ ficit en cuenta corriente gracias a la entrada de capital extranjero, sobre todo de portafolio.47 Por desgracia, estos capitales son especulativos y vo­ látiles por lo que no pueden representar una fuente de fin anciamiento Cuadro 27 INVERSIÓN EXTRANJERA EN DEUDA GUBERNAMENTAL POR I NSTRUMENTO

(MILLONES DE PESOS) 31 de diciembre de 1 993

Instrumenta*

Ce tes Bon des Tesobonos Ajustabonos Total

Monto en manos de los extranjeros

Porcentaje en manos de los extranjeros

28 de febrero de 1 995

A!fon to en manos de los extranjeros

Porcentaje en manos de los extranjeros

47 6 8 2 . 4

63. l

1 9 8 1 0. 2

70.0

2 623.4

1 8. 7

42 . 1

8.2

3 987.2

80. 3

79 1 1 5 . 1

85 . 6

1 3 657.5

53.4

2 547. l

1 8.9

67 9 5 0 . 5

56.6

1 0 1 7 1 4. 5

74. 1

FUE�TE: Mexico, Economic and Financia/ Report, primavera de 1 995 , Embajada de Estados Unidos e n México, cuadro 1 8. * Defin ición de los i nstrumen tos: los Cetes son bonos del tesoro mexicano con ve ncimientos de 1 4 , 28, 9 1 , 1 82 , 364 y 728 días; los Bondes son bonos, a tasa flotante , con uno o dos aiios de venci miento; los Teso bonos son bonos de tesoro, denominados en pesos, con u n vencimien to de 28, 9 1 , 1 82 o 364 días pagaderos en p :sos al tipo de cambio del mercado i n terbancario; los Ajustabonos son bonos con una madurez de tres a c i nco a1-1os que pagan u n rendimiento real por encima de la inflación.

1 84

estable . Se trata, como dicen los economistas mexicanos, de capitales "golondrina" que dependen tan to de la evolución de los "fundamenta­ les", de los rumores, de lo que acon tece en otros mercados emergentes y, sobre todo, de la credibilidad del tipo de cambio. Es por ello que la estabilidad del tipo de cambio sobrevaluado consti tuyó una pieza cen­ tral de la estrategia económica que se puso en marcha desde 1 988. Di­ cha estrategia contó con el aval del FMI como explícitamente lo reconoce su direc tor Michel Camdessus, quien sostiene que: "De 1 988 a 1 993, con el apoyo activo del FMI , México reforzó el proceso de estabilización ma­ croeconómica y de transformación estructural emprendido inmediata­ mente después de la crisis de la deuda de 1 982. Esta estrategia apun taba a realizar la viabilidad externa y a crear las bases de un crecimiento jala­ do por el sector privado". Para el direc tor del FMI , la estrategia se apoya­ ba en los siguien tes elemen tos: "man tenimien to del rigor financiero , u tilización del tipo de cambio como ancla, aplicación de un amplio pro­ grama de reformas estructurales (privatización y liberalización del co­ mercio y de los cambios) y reestructuración fundamental de la deuda externa". 48 En estas condiciones, las reformas económicas del presiden te Salinas parecían con tar con una amplia confianza de los inversionistas naciona­ les y extranjeros. Esto resulta lógico, ya que dichas reformas favorecie­ ron a algunas fracciones del capital . An tes que nada al capital-dinero produc tor de in terés: el dinero que produce dinero sin pasar por la in­ versión produc tiva. En segundo lugar se benefició al gran capi tal n1ono­ polista industrial, con una gran capacidad de acceso al mercado extern o y que gracias a ello se ha aprovechado del proceso de apertura. Por últi­ mo, al gran capital monopolista extranjero, sobre todo estadounidense , que puede colocar sus productos en e l mercado mexicano o relocalizar una parte de su producción . Con estos antecedentes resulta hasta cierto punto lógico que el mo­ delo neoliberal mexicano susci tara el elogio casi unánime de los econo­ mistas extranjeros. Tal es el caso de John Williamson , quien considera que el preside n te Salinas, como su predecesor De la Madrid, se mostró comprome tido con las reformas económicas "y reunió posible1nente el equipo económico más fuerte del inundo para llevar adelante el proce­ so".'*Y Un pun to de vista cercano fue sostenido por Jagdish Bhag\vati , quien al constatar las importantes transformaciones de la econo1nía inexi­ cana (reformas de precios, prudencia fiscal , li beralización del co1ner­ cio) expresaba su admiración por el equipo econó1nico del presidente Salinas.50 Por su parte, los economistas del gobierno comen zaron a creer­ se todos estos elogios. Algunos de los inás destacados , co1no José Córdo­ ba , Luis Téllez y Pedro Aspe, co1nenzaron a publicar artículos y libros 1 85

con títulos pretenciosos en los que se deseaba dar lecciones a o tros paí­ ses y se les invitaba a seguir un camino similar al optado por México .51 Pero la aprobación desbordó el círculo de los economistas, a tal grado que hasta Carlos Fuen tes llegó a hablar del éxito de la reforma econó­ mica del presiden te Salinas. En efecto, el prestigiado escritor mexicano afirmó que "Salinas estabilizó una economía que había tocado fondo, con troló la inflación , liberó al Estado de cargas innecesarias, obtuvo su­ cesivos superávits presupuestales [ sic] y abrió una economía cerrada y sobreprotegida al libre comercio y a la integración global ".52 Por si esto fuera poco, la adhesión de México a la OCDE parecía confirmarse y ya só­ lo fal taba esperar la incorporación de México al TLC para que nuestro país abandonara definitivamente el grupo de países subdesarrollados y se incorporara al club de los ricos. En México, los economistas del equipo gubernamen tal daban la im­ presión de pensar que las cosas iban por buen camino. Así, a principios de diciembre de 1 994 presentaron un programa económico al Congre­ so, en el cual se proyectaban grandes fhtjos de divisas para financiar un déficit de 3 1 mil millones de dólares equivalente a 8% del PIB. Esto es, ¡ no sólo no se planeaba reducir e l déficit sino aumentarlo de 28 mil mi­ l lones a 3 1 mil millones de dólares ! Por otro lado, la estrategia cambiaria anunciada para 1 995 era similar a la de años anteriores.53 A pesar de to­ do lo acontecido duran te 1 994, el equipo gubernamental parecía estar lejos de imaginar que México enfrentaría en unos cuantos días más lo que Michel Can1dessus, director general del FMI , calificaría como la pri­ mera crisis del siglo XXI , opinión en cierto sen tido compartida en Fran­ cia por André Orléan , para quien la crisis mexicana es una crisis de un n uevo tipo, una crisis de la regulación financiera internacional que se constituyó desde inicios de los ochenta, bajo el triple efecto de la libera­ lización de los movi1nien tos de capitales, la titularización crecien te y la mun dialización de los mercados.54 En pocas palabras, una crisis del nue­ vo régimen de fin anciamien to de sin termediado que caracterizó al con­ junto de economías einergen tes.55

1 86

V. Crisis financ iera y política anticrisis del gobier n o

C RI S I S FI NAN C I E RA

Bajo el aparen te éxito del modelo neoliberal mexicano que "fo1nentó y man tuvo duran te todo el sexenio la supeditación de la economía pro­ ductiva a la economía de casino''• se escondía una polarización social cre­ cien te , aden1ás de una redistribución de la riqueza extraordinaria1nente concen trada. Esta si tuación explotó en 1 994, el año en que , como señala Carlos Fu en tes, los mexicanos vivieron en peligro. Todo comenzó el pri­ mero de enero con la sublevación zapatista en Chiapas, que marcó el ini­ cio de una serie de perturbaciones políticas in ternas. Este levan ta1nien to sacudió al país, pero, a pesar de todo, las reservas internacionales de México con tin uaron aumen tando , in cluso llegaron a al canzar un nive l de 30 mil millones de dólares en e l ines de febrero . Co1no es eviden te , con este mon to d e divisas el gobierno d e México se sen tía capaz d e sos­ tener un tipo de cambio sobrevalorado a los ojos de la mayoría de los analistas.2 Sin embargo, el 23 de marzo, con el asesinato del candidato del PRI a la presidencia de la República, se generó una situación de in es­ tabilidad política que comenzó a presionar a la baja el tipo de cambio. Las autoridades adoptaron una estrategia de defensa del tipo de cambio que no se apoyaba exclusivamente en un estrechamiento de las condiciones monetarias. Los principales elemen tos de esta estrategia fueron los siguien tes: un aumento sensible de las tasas de interés a corto plazo (de alrededor de 8 pun tos) tras el "choque político" del 1nes de marzo; una depreciación del peso en el in terior de su banda de fluctuación (lo que permitió una depreciación inmediata de cerca de 1 0 % ) con in terven­ ciones inasivas, para impedir que el peso descendiera por debajo del pi­ so de la ban da; por ú l ti 1no, el ree1nplaza1nien to de un volumen impor­ tan te de títulos públicos a corto plazo, co1no los Cetes por Tesobonos indexados al dólar, con el propósi to de retener los ca pi tales que se sen­ úan amenazados por una posible devaluación . Aunque el alza inicial de las tasas de interés en inarzo fue relativa1nente importan te , sus efectos fueron , en parte , a1ninorados, ya que las au tori dades procedieron a bajarlas en el resto del ai1o 1nien tras que las tasas a corto plazo aumen taban en Estados Unidos. 3 La diferencia de las tasas de interés a tres meses con respec to a Estados Unidos pasó 1 87

de un máximo de 1 2 pun tos, en abril, hasta descender de manera pro­ gresiva a casi 8 pun tos a inicios de diciembre.4 Paralel amente , un volumen importan te de inversiones en portafolio fue transferido de activos en pesos h acia activos en dólares o títulos in­ dexados al dólar. Las reservas ca1nbiarias disminuyeron en alrededor de 20 mil millones de dólares entre mediados de marzo e inicios de di­ ciembre; la mayor parte de las pérdidas se registraron tras la muerte de Colosio, en marzo, y debido a otros actos que provocaron inquietud po­ lítica, en j unio y noviembre . Además, el equivalen te de 1 5 mil millones de dólares invertidos bajo la forma de Cetes fue convertido a Tesobonos duran te el mis1no periodo. En agosto, el valor de las obligaciones del go­ bierno mexicano, bajo la forma de Tesobonos, superó las reservas cam­ biarias y, aunque los movimientos de portafolio se estabilizaron durante los tres meses siguien tes, la reanudación de las salidas de capitales en no­ viembre y diciembre como resul tado de nuevos trastornos políticos ( co­ mo el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI) mostraron que la estrategia seguida ya no era viable.5 Los inversionistas nacionales y extranjeros, al parecer, habían abando­ nado los activos denominados en pesos durante 1 994. Algunas empresas se habían sobreendeudado en divisas, principalmente con respecto a los bancos nacionales, ya que esto constituía una forma de reducir las car­ gas financieras. Así, a medida que la confianza en e l tipo de cambio se fue deteriorando en 1 994, ciertas empresas buscaron "cubrirse " y com­ pensar este riesgo al acumular ac tivos externos. Por su parte , los resi­ den tes n acionales también dirigieron su ahorro a los Tesobonos gracias a los fon dos de inversión . No obstante , alrededor de las tres cuartas par­ tes de los fondos transferidos a los Tesobonos, duran te el año, pertene­ cían a inversiones extranjeras cuyo grupo más importante parece haber sido un conjunto de fondos de inversión con una matriz situada en Es­ tados Unidos, aunque especializada en títu los emitidos en los mercados e1nergen tes. 6 Vista re trospectiva1nente, la estrategia que consistía en aumentar la oferta de Tesobonos para facilitar la transferenc ia de inversiones repre­ sen taba riesgos considerables. Hasta cierto pun to , la oferta efectiva de garan tías de ca1n bio podía ser considerada co1no la prueba de la volun­ tad gubernamental de defender e l tipo de cambio . Las autoridades esti­ maron que las presiones que se ejercían contra e l tipo de cambio en 1 994 resultaban , esencialmente , de incertidun1bre política y, en este sen­ tido, deberían tener un carácter temporal. A este respecto, el Banco de México habló de "actos delictivos" y "acontecimientos políticos" que per­ turbaban la estabilidad .7 Si se ton1 a en cuenta esta hipótesis, el hecho de ofrecer garan tías ca1n biarias con stituía un medio para tranquilizar los 1 88

mercados al reducir, al mismo tiempo, la presión al alza de las tasas de interés. El primero de diciembre de 1 994, Ernesto Zedillo comenzó sus fun­ ciones como presidente de México. Los dieciocho primeros días de su presidencia transcurrieron , aparentemente, de modo normal. Sin embar­ go, las preocupaciones manifestadas por los inversionistas, con respecto a la estabilidad política y las perspectivas económicas de México, con tinua­ ron in tensificándose . El déficit de la cuenta corrien te había aume n tado rápidamente y, a inicios del mes, informaciones en el sentido de que la situación en Chiapas se había agravado provocaron una nueva oleada de salidas de capitales. Se trató de un autén tico ataque especulativo con tra el pesoª que afectó el nivel de las reservas de tal suerte que, a mediados de diciembre, se situaban en alrededor de 1 1 mil millones de dólares. En este con texto, el 1 9 de diciembre se prodttjo una serie de movimien­ tos significativos en los medios financieros: el índice de precios y de coti­ zaciones de la Bolsa Mexicana de Valores cayó 4. 1 5% y el dólar tenninó, por segunda vez consecutiva, en el piso de su banda de cambio . El 20 de diciembre , al ver que las reservas disminuían a un ritmo muy peligroso, el gobierno amplió el margen de fluctuación del tipo de cam­ bio permitiendo que el peso se devaluara 1 5 % . Esta medida, negociada en el marco del Pacto, sacudió la confianza de los mercados. En lugar de tranquilizarlos, produjo el efecto inverso: la desconfianza y el malestar de los agen tes económicos que sabían que la sobrevaloración del peso su­ peraba ampliamente 1 5% y que el Banco Cen tral estaba perdiendo sus re­ servas. Las acciones de la Bolsa de Valores cayeron de manera drástica y las autoridades se vieron obligadas a suspender la venta de 69 emisiones, debido a las pérdidas sufridas. Por otro lado, el mercado de divisas cono­ ció importantes salidas de capitales: durante la sola jornada del 2 1 de di­ ciembre se constataron salidas de capitales evaluadas en 2 500 millones de dólares.9 Ante la persistencia de los ataques especulativos, el 22 de di­ ciembre el gobierno decidió dejar flotar el peso. Este último perdió, só­ lo en tres días, 60% de su valor fren te al dólar. Las reservas de divisas con tin uaron disminuyendo de tal suerte que, a finales de diciembre , se evaluaban en 6 mil millones de dólares. Así, un mes fue suficien te para perder 1 1 m il millones de dólares de reserva. La recompra masiva de Tesobonos presen tados por los inversionistas estadounidenses provocó una buena parte de la disminución espectacular de las reservas del Ban­ co de México. Estos inversionistas habían perdido la confianza en el mo­ delo mexicano, como se lo hicieron saber al secretario de Hacienda de México, Jain1e Serra Puche, en una tormentosa reunión en las oficinas del Banco de la Reserva Federal en Nueva York. 1º La crisis de confianza se extendió a varios países de América Latina y 1 89

afectó a algunos o tros países emergen tes. Entre las bolsas latinoamerica­ nas fueron las de Argen tina y Brasil las más afectadas. El mercado ar­ gen tino de valores cayó 1 4% , en términos de dólares, del 1 9 al 27 de di­ ciembre; 1 1 en tanto que el mercado brasileño lo hizó en 1 7% , durante el mismo periodo. Sin embargo, otros países en América Latina se vieron afectados positivamente , tal fue el caso del mercado financiero c hileno, que creció 1 % en términos de dólares, y del mercado colombiano que creció 8% . De igual manera, algunos mercados financieros asiáticos m e­ joraron su situación tras la devaluación mexicana. En este sentido, el mayor incremen to ocurrió en el mercado de Malasia, el cual aumentó 3% en términos de dólares del 1 9 al 27 de diciembre. Durante este pe­ riodo, los mercados financieros de los países industrializados mejora­ ron . Tal fue e l caso del mercado estadounidense que lo hizo en 1 % , del japonés que ganó 2% (en términos de yen ) , y del alemán que ganó 1 % (en términos de marcos) . 1 2 Como vemos, la crisis monetaria desencade­ nada a fin ales de diciembre con la devaluación del peso incitó a los es­ peculadores a huir de algunos mercados e1n ergentes para dirigirse hacia plazas financieras consideradas co1no más estables. Se provocó así un "efec to tequila" de "huida hacia la calidad": los países que como México inspiraban inquietud fueron abandonados por los inversionistas para di­ rigirse hacia mercados financieros más promete dores. Esta situación hi­ zo que volviera a resurgir el espec tro de un regreso a la inestabilidad y al c lima recesivo que vivió América Latina en los años ochenta. Entre­ tanto, en México, la crisis monetaria se había transformado en crisis bancaria por varias razones. Por un lado, los bancos tuvieron que hacer frente a compromisos denominados en dólares, cuyo valor aumentó rá­ pidamente j usto en e l momento en que tenían que hacer frente a im­ portantes retiros de depósitos. Por otro lado, la sign ificativa alza de las tasas de interés, necesaria para sostener el peso, afectó en gran medida el costo de sus recursos y los condujo a encarecer el costo de sus créditos en proporciones que sacudieron la solvencia de los prestatarios y aumen­ taron la proporción de cartera dudosa en posesión de los bancos. En estas condiciones, todas las agencias de notación disminuyeron su eva­ luación de los bancos mexicanos, lo que volvió más difícil su acceso a los mercados de capitales y, en consecuencia, aumentó su riesgo de falta de liquidez. Así, a principios de ) 995, el riesgo de un desplome del sistema bancario mexicano fue un hecho señalado por todos los observadores. POLÍTI CA ANTICRISIS

Tras nombrar como secretario de Hacienda a Guillermo Ortiz y al reco­ nocer la "gravedad y la urgencia" de la crisis provocada por el déficit ere1 90

cien te e in con trol ad o de la cu en ta corriente de la balanza de pagos, el presiden te anunció , el 4 de enero de 1 995, una serie de medidas "dolo­ rosas pero necesarias para superar la crisis". Estas medidas fueron apli­ cadas, como en el pasado, con el conjunto de los actores sociales en el cuadro del Pacto. El presidente propuso en su Acuerdo de Unidad para Superar la Emergencia Económica (AUSEE) un ajuste rápido que permi­ tiría restablecer un crecimiento sostenido para 1 996 y reducir el déficit de la cuen ta corrien te a n iveles compatibles con el financiamiento ex­ terno. El plan de estabilización denominado AUSEE intentó controlar el impacto inflacionista de la devaluación a través de medidas de orden mone­ tario (limitación del crédito interno del banco central) y de orden fiscal (una reducción de gasto público correspondiente a 1 . 3% del PIB) . De igual manera, el AUSEE propuso aumentar la eficacia mediante cambios es­ tructurales. Estos cambios serían favorecidos al modificar el artículo 28 de la Constitución mexicana para permitir la participación privada en los ferrocarriles y en la comunicación por satélite. Para estabilizar los mercados, el AUSEE contó con el apoyo financiero del gobierno de Estados Unidos ( 20 mil millones de dólares), del FMI ( 1 7 800 millones de dólares de crédito contingente), del Banco de Pa­ gos I n ternacionales ( 1 O mil millones de dólares) y de los bancos comer­ ciales (3 mil millones de dólares) . En particular, la suma aportada por el FMI constituyó, según Michel Camdessus, director general de la institu­ ción , "el apoyo más importan te aprobado por el FMI a un Estado miem­ bro , tan to en términos absolutos como en porcentaje de la cuota parte del país al FMI (6.88 % ) ". 13 Se debe hacer notar que , finalmente, la tota­ lidad de los fondos del paquete fue de origen público, ya que los bancos privados -que, como señalamos, debían inicialmente aportar 3 mil millo­ nes de dólares- desistieron unas semanas después del anuncio del plan . El acceso de México a tal línea de crédito tenía por obje tivo conven­ cer a los inversionistas extranjeros de que existía suficien te liquidez dis­ ponible para asegurar el reembolso de la deuda a corto plazo. 1-1 Además, se esperaba que estos inversionistas se decidieran de nuevo a invertir en México , lo que permitiría poner fin a la degradación de las reservas cambiarias. Si la confianza regresaba rápidamen te, México no tendría que u tilizar (o tendría que u tilizar poco) la ayuda financiera otorgada. 15 Pero , a pesar de las medidas adoptadas, el gobierno se vio obligado a aceptar la incapacidad del AUSEE para reducir la volatilidad de los incr­ eados financieros. En efecto, según el gobierno, tres hechos provocaron la incertidumbre en estos mercados. An tes que nada, el aumento de las tasas de in terés en los países industrializados, lo que favoreció la atrac­ ción de flujos financieros en detrimen to de las economías emergentes. En segundo lugar, tn tre los inversionistas internacionales aun1entó la 191

percepción del riesgo en los mercados emergentes. Por ú lti1no, la com­ plej idad del largo proceso de negociación de apoyos actuó en el sen ti do de aumentar la incertidumbre e n tre los inversionistas. Todos estos h e­ chos desembocaron en un aumento de la volatilidad en el mercado de cambios y en la bolsa, así como en un incremento de las tasas de interés. En estas condiciones, el 9 de marzo de 1 995 el gobierno se vio obli­ gado a presentar un nuevo plan anticrisis para reforzar el original, que no era -según el gobierno- suficientemente restrictivo. Se trata del Pro­ grama de Acción para Reforzar e l Acuerdo de Unidad para Superar la Emergencia Económica (PARAUSEE) . 1 6 Este programa, elaborado fuera del cuadro del Pacto dada la negativa de los sin dicatos oficiales a avalar­ lo, incorporó importantes revisiones a las proyecciones macroeconómi­ cas oficiales. Se preveía que el PIB disminuiría 2 % (en lugar del ligero aumento previsto en enero); se suponía que el tipo de cambio se estabi­ lizaría en alrededor de seis pesos por dólar en el curso del año y que la inflación sería algo mayor a la inicialmente prevista, para llegar a 42 % de diciembre a diciembre. Un aumento de 1 2 % al salario mínin10 y por ra­ ma profesional debería ser acordado el primero de abril para que coinci­ diera con el alza del impuesto al valor agregado. Por lo que toca al resto de los salarios y los precios, se determinó que serían ftjados libremente. Según las autoridades, el objetivo central del PARAUSEE era sacar al país lo m ás pronto posible de la situación de urgencia económica. Para esto, era preciso estabilizar los mercados financieros a corto plazo, lo que implicaba estabilidad y certidumbre con respecto a la evolución futura del tipo de cambio, así como la reducción de las tasas de interés tras un periodo de ajuste . Según la óptica ortodoxa imperante en el gobierno, h abía que aumen tar el ahorro, para evitar depender del ahorro externo, e incrementar la oferta de fondos prestables para disminuir la presión sobre la tasa de interés. El aumento del ahorro implicaba una reestruc­ turación de las fin anzas públicas con el propósito de disminuir los gastos y aumentar los ingresos. Por lo que toca al ahorro privado, el Estado de­ bería aplicar una serie de medidas para alen tarlo. El PARAUSEE se encontró principalmente centrado en un aumento del ahorro nacional resultado de un ajuste de las finanzas públicas que bus­ caba aumentar el exceden te primario del sector público. En efecto, e l presu­ puesto inicial para 1 995, aprobado a principios de diciembre de 1 994, j usto antes de la crisis, preveía que las finanzas públicas alcanzarían globalmente e l equilibrio. Con un excedente primario de 2.2% con respec­ to al PIB, la situación quedaría prácticamente sin cambio con respecto a 1 994. Para los defensores de la ortodoxia, esto significaba que no había ningún endurecimien to de la política presupuesta! que contribuyera a calmar los mercados financieros. Si se toma en cuenta esta situación, e l 1 92

pre supuesto adoptado en el mes de enero, dentro del AUSEE, apun taba a la obtención de un excedente primario de 3. 4% con respecto al PIB . El alza de 1 .2 % con respec to al presupuesto original se obtendría gracias a una reducción de los gastos corrien tes y de capital. El PARAUSEE del mes de marzo de 1 995 acentuó la orientación restrictiva de la política pre­ supuesta!. En efecto, en este nuevo plan de estabilización , e l excedente primario aumentó a 4.4% del PIB por medio de una serie de medidas suplementarias que afectaban tanto a los ingresos como a los gastos. Del lado de los ingresos, la tasa del impuesto al valor agregado pasó de l O a 1 5 % el primero de abril; los precios de la energía producida por el sector público fueron aumentados de nuevo (35 % la gasolina y 20% la electri­ cidad) . Por el lado de los egresos, los gastos programados deberían ser reducidos en cerca de l 0 % , en términos reales, debido a una racionali­ zación de la administración , reducciones de efectivos, congelamiento de contrataciones y la posposición de nuevos proyectos de infraestructura. El presupuesto global fij ó como obje tivo alcanzar un ligero exceden te de 0 . 5 % del PIB. Éste permaneció prácticamen te sin cambio en relación con el plan de enero , ya que el aumen to del excedente primario com­ pensó e l alza esperada de los pagos de interés. Como vemos, la política económica preconizada por los planes de es­ tabilización de enero y marzo es una política totalmente recesiva que busca restablecer en el corto plazo el equilibrio de las cuen tas externas gracias a una compresión de las importaciones. Sin embargo , esto va a impedir una verdadera solución a los viejos problemas estruc turales, ya q ue se obstaculiza la inversión , se impide la reconversión tecnológica y un crecimien to de la produc tividad. Al contrario, por la vía escogida (idéntica a la de 1 983) se asistirá a un aumento del desempleo y a una disminución del poder de con1pra de los asalariados, como acon teció con las devaluaciones de 1 976 y 1 982. Tan to el AUSEE como el PARAUSEE son programas de austeridad or­ todoxos que se sitúan completamente en la línea del consenso de Washington y que incluso -como en el caso del PARAUSEE- representan una regresión con respecto a la estrategia heterodoxa de concertación aplicada -de acuerdo con los consejos de Rudiger Dornbusch- a fines de los ochenta para luc har con tra la inflación . La acti tud de confirma­ ción de la línea ortodoxa resulta coherente con el diagnóstico de la cri­ sis que hicieron las au toridades y organismos internacionales como el FMI o la OCDE. As í , para la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, "duran te los úl­ timos cuatro años, México gastó 1nás de lo que generó como ingreso propio "; la diferencia, el déficit en cuenta corriente, fue, de hec ho, cu­ bierta con recursos de corto plazo provenientes del exterior. Por desgra1 93

cia, "a partir de 1 994, debido a una serie de fac tores externos e internos, el resto del mundo dejó de canalizar recursos a n uestro país". En ese año, tras "sostener la dife rencia en tre el gasto y el ingreso, es decir, el dé­ ficit en cuenta corriente, con el uso de las reservas del Banco de Méxi­ co", se volvió inevi table la devaluación en el mes de diciembre . 1 7 Para el secretario de Hacienda, Guillermo Ortiz, el único error del gobierno de México fue haber confiado excesivamente en los capitales de corto pla­ zo para financiar e l déficit en cuenta corriente . 18 El diagnóstico del Banco de México no fue muy diferen te del de la Secretaría de Hacienda. En efecto, el banco central describió la situa­ ción de crisis que vivió nuestro país en los siguientes términos: "En 1 994 se suscitaron acon tecimien tos desfavorables en varios órdenes de l a vida nacional e in ternacional que incidieron marcadamente en la evolución de la e conomía m exicana. En cuan to al ámbito nacional , graves sucesos políticos y delictivos generaron un ambiente de gran incertidumbre que influyó de manera adversa en las expectativas de los agentes económicos del país y del exterior. Esta situación afectó negativamente la evolución de los mercados financieros y, en particular, la del cam biario. A su vez, la con tracción de los fl ujos de recursos financieros provenien tes del exte­ rior desempeñó un papel muy importan te en la determinación del de- . sarrollo económico del país". 19 La in terpre tación de la crisis hecha por el Banco de México ha sido j ustamente cuestionada por Jaime Ros, quien la considera incoheren te y poco convincente . "Es inco herente pues si los eventos políticos de 1 994 son capaces por sí mismos de modificar el tipo de cambio de equi­ librio del peso en tonces no hay j ustifi cación alguna a la política de este­ rilización de la caída de reservas que siguió el banco cen tral durante 1 994. La política apropiada en ese caso era dejar que el tipo de ca1n bio se aj ustara a su nuevo nivel de equilibrio. " Por o tro lado , para Ros, esa explicación es poco convincente, ya que no es posible concebir que "el asesinato de Ruiz Massieu o el bloqueo de una carretera por un grupo de campesinos en Chiapas puede modificar el tipo de can1 bio de equili­ brio del peso en 40 % por más nerviosismo que estos hechos p1·ovoquen en los mercados financieros".2º Los diagnósticos efectuados por la Secre taría de Hacienda y el Banco de M éxico son compartidos por el FMI . Sin e1nbargo, este últi1n o orga­ nis1no subraya las deficiencias de la política econónlica. En efecto, para Michel Ca1ndessus, director del F�H , en tan to que la política ele finanzas públicas satisfacía el equili brio global, la política 1nonetaria se n1ostró de1n asiado conciliadora. Esta úl tüna es cuestionada por Ca1ndessus en los siguientes ténninos: "El crédito consen tido por el Ban co ele � l éxi co al siste1n a financiero y por los bancos co1n erciales y de desarrollo al sec1 94

tor privado conoció una rápida expansión ; las diferencias de tasas de in­ terés entre los efectos públicos mexicanos y los instrumen tos emitidos en dólares de Estados Unidos se redtijeron entre mayo y noviembre re­ flejando la resistencia a la tendencia al alza de las tasas de in terés i n ter­ nacionales; cuando las presiones a la baja del peso volvieron a manifes­ tarse en octubre y noviembre , las au toridades neutralizaron el im pacto mon etario de las enormes pérdidas de reservas oficiales, dejando las ta­ sas de i n terés casi sin cambio hasta la segunda semana de diciembre ". Pero la crítica de Michel Camdessus no se detiene ahí y agrega que "la vulnerabilidad del sistema financiero, ya fragilizado por la expansión del crédito , aumen tó por el reem plazo, en tre marzo y octubre, del equi­ valen te de 1 3 mil millones de dólares de efectos públicos a corto plazo emitidos en pesos en posesión del sec tor privado por Tesobonos a corto plazo in dexados al dólar de Estados Unidos. Aunque , a corto plazo, esta operación redujo los pagos de intereses, aumen tó el costo potencial de una eventual crisis de financiamiento ".'.!• Si bien es evidente que hubo un mal manejo en la política financiera de corto plazo en 1 994, al sustituir los Cetes por los Tesobonos, con lo cual se dolarizó la deuda interna, re­ su lta más difícil aceptar el cuestionamien to de la política monetaria se­ guida por el banco cen tral en 1 994. En efecto, como es bien sabido, el Banco de México tendió a esterilizar los efectos de la caída de reservas resul tan te de los ataques especu lativos que ocurrieron duran te el año median te una expansión del crédito interno al sistema bancario para evitar una reducción de la base mone taria y de la oferta monetaria que , de otra manera, había ocurrido debido a la caída de las reservas inter­ nacionales. Para Jaime Ros, no se le puede echar la culpa a la política mon etaria, ya que esto equivaldría a que el banco central tuviera que re­ nunciar a su función de prestamista en última instancia. Para Ros, esto habría tenido una de dos consecuencias: o una crisis bancaria o una pro­ funda recesión , pero con un peso sobreval uado.'.!'.! El diagnóstico de la OCDE es aún más severo que el del FMI , ya que no sólo cuestiona la política monetaria sino tam bién la política de finanzas públi cas. En efecto , para la OCDE, la política macroeconómica seguida en 1 993 y 1 994 es más expansion i sta que la política aplicada en el pa­ sado. Así, refiriéndose a 1 993, la OCDE señala que "frente a la debi lidad de la ac tividad , atri bui ble en parte a las incertidu1n bres refe rentes a la ratificación del TLC que re trasaron las decisiones de inversión , las auto­ ridades mexicanas adoptaron una pol ítica 1nás expansion ista. Una dis­ minución progresiva del excedente presupuesta! y una 1nuy fue rte expansión de los crédi tos otorgados por la banca pú blica de desarro llo vi nieron a estimular la ac tividad econó1nica. A pesar de las tasas de in­ terés reales elevadas, los crédi tos de los ban cos comercialc c;; ta111 bién 1 95

aumentaron rápidamente, lo que contribuyó al aumento de la demanda in terior y de las importaciones en 1 994". Para la OCDE, durante este últi­ mo año "la política presupuesta! se suavizó y el impulso dado a la activi­ dad fue reforzado gracias a una fuerte expansión de créditos otorgados por la banca pública de desarrollo siguiendo una tendencia ya sensible en 1 99 3". 23 Aun que se reconoce que la situación presupuesta! de Méxi­ co en 1 994, en términos de excedente primario y de saldo financiero global, era una de las más favorables de los países de la OCDE, 24 se consi­ dera que "el relaj amiento de la política presupuesta! que tuvo lugar en 1 99 3 y 1 994 vino a estimular la actividad económica en un momen to en que el déficit de la cuenta corriente había alcanzado un nivel elevado".23 Por lo que toca a la política monetaria, al igual que el FMI , la OCDE considera que, en 1 994, no fue suficientemente restric tiva. Aunque las tasas de interés en el corto p lazo aumentaron de manera importante du­ rante el mes de marzo, esta medida compensó la baja del año anterior, pero fue insuficiente para contener la expansión de la masa monetaria (considerada en un sen tido amplio) y el crédito. En cuan to a este últi­ mo, la OCDE cuestiona, en particular, el crecimiento de los créditos de la banca de desarrollo. Dicho crecimiento es el resultado de la política se­ guida por las autoridades, ya que los bancos de desarrollo gozan, de he­ cho, de una garantía del Estado cuando obtienen fondos del mercado y, además, el crecimiento global de sus créditos está principalmente limi­ tado por los tec hos fijados por la Secretaría de Hacienda. Estos techos fueron elevados progresivamente, de tal suerte que el crecimiento de los créditos se aceleró cada año de 1 99 1 a 1 994. Así, parecería que fue el ex­ cesivo laxismo de n uestras autoridades lo que, según la OCDE, profundi­ zó la crisis. En su Primer Informe de Gobierno, el presidente Ernesto Zedillo presentó los fac tores que, a su j uicio, explican la violencia con la que es­ talló la crisis. Los fac tores analizados en el Primer Informe habían sido ya señalados en el AUSEE y el PARAUSEE. Sin embargo, se puso énfasis en dos puntos que habían sido insuficientemente subrayados: 1 ) las políti­ cas financieras deficientes y 2 ) la insuficiencia de ahorro intern o . Por lo que toca al primer pun to, se considera que las políticas financieras reac­ cionaron len tamente o, en un sen tido muy riesgoso, dolarizando la deu­ da interna con el crecimiento de los Tesobonos. En cuanto al segundo punto, el presidente Zedillo considera que "la crisis nunca habría ocurri­ do con tal gravedad, aun en presencia de muchos de los factores adver­ sos señalados, de no haberse descuidado la generación de ahorro inter­ no", que pasó de 22% del producto nacional, en 1 988, a 1 6% , en 1 994. 2G Con tales diagnósticos nacionales e internacionales de la crisis no es de sorprender que, en lugar de modificar la política econó1nica, se rei1 96

tere el camino ortodoxo seguido desde 1 983. Como era de esperarse, la comunidad fin anciera in ternacional reaccionó muy bien al plan anticri­ sis elaborado por el gobierno mexicano. No había que vacilar en ayudar a un país que aplicó escrupulosamen te el n eoliberalismo más ortodoxo duran te más de diez años. 27 Para el FMI , la crisis mexicana lo obligaba a una asistencia financiera vigorosa por varias razones. La primera era, de m an era evi dente , la am­ pli tud excepcional de la n ecesidad de financiamien to de la balanza de pagos. Había que darle confianza a México para que corrigiera su dese­ quilibrio externo sin recurrir "a medidas p erjudiciales a la prosperidad n acional o in ternacional ", como la moratoria de la deuda extern a o el restablecimie n to de res tricciones comerciales o cambiarlas. En segundo lugar, poner a la disposición de México una masa de recursos suficiente para hacer fren te a sus obligaciones de corto plazo permitiría c almar los temores de los inversionistas con respecto a la liquidez mexicana, duran­ te el periodo crítico cubierto por el programa. Por último, había que evitar los riesgos de repercusión sistémica de la crisis hacia o tros países, ya que un fen ómeno de con tagio podría fren ar la aportación de capital a los países en desarrollo, con lo que "toda la estrategia mundial de ajus­ te estructural podía encontrarse seriamente comprometida". Además, fuera de estas consideraciones gen erales, el FMI justificó su asistencia ex­ cepcional a n uestro país en virtud del '\rigor del programa adoptado". 28 Por o tra parte , la presión de Estados Unidos para que se otorgara una ayuda financiera espectacular a México resulta comprensible. En efecto , había que evitar que l a agravación d e la crisis económica y financiera aumen tara el n úmero de emigrantes ilegales, además del riesgo de ver el mercado estadounidense inundado de productos mexicanos baratos.29 Por o tra parte , los bancos e inversionistas estadounidenses estaban muy in teresados en que sus pérdidas sobre sus activos financieros mexicanos fueran limitadas. Así , más que de salvar a México, se trataba de salvar a Wall Street. En efecto, bajo la apariencia de una ayuda a un país en difi­ cultad, en realidad se trataba del rescate de Wall Stree t y de los ahorra­ dores estadounidenses lo que esencialmen te se organizaba. Con el pro­ pósito de evitar un crac generalizado, los con tribuyentes del mundo industrializado y subdesarrollado se verían forzados a pagar por los erro­ res de j uicio de los especuladores, compradores de Tesobonos. En 1 982, las grandes potencias se habían visto obligadas a ayudar a México, que se encon traba en l a incapacidad de asegurar el reembolso de su deuda. Se­ gún algunos analistas, esta primera crisis de la economía in ternacional de endeudamie n to hizo correr el riesgo de hacer quebrar a importan tes bancos in te rnacionales. Esto habría podido provocar el desplome del sistema fin anciero inte rn acional y sumergir la economía mundial en la 1 97

recesión . Para evitar tal catástrofe , una ayuda masiva fue organizada. "En esta ocasión , Estados Unidos [señala Kindleberger] actuó como pres­ tamista en última instan cia con compras an ticipadas de petróleo, destina­ das a sus reservas estratégicas, por un valor de mil millon es de dólares y acordan do un préstamo relevo del Ban co de la Reserva Federal de Nueva York por un mismo mon to esperando una reestructuración de la deuda con el FMI. " 30 Así, a través de múltiples dispositivos, fueron, de hecho, los con tribuyen tes de los países in dustrializados y subdesarrollados los que pagaron por los errores de apreciación de los banqueros in ternacion ales. Un escen ario h asta c ierto pun to parecido se presentó duran te los primeros meses de 1 995. La deuda ya no estaba en man o·s de un gran, pero man ejable, número de bancos, sino de una miriada de titulares de bonos. En efec to, instruidos por la experiencia, estos mismos banqueros ya no le prestaron a México . Sin embargo, aconsejaron a sus clien tes, pe­ queños ahorradores y gran des administradores de fortunas colectivas (fon dos de pensión , compañías de seguros y sociedades de inversión , por ejemplo ) , para que colocaran sus fon dos en la Bolsa de Valores de México. Desde los añ os n oven ta, mediante la desregla1nen tación finan­ ciera que permitió la liberalización total de los movimientos de capital y la eliminación de todo medio de control de las autoridades sobre los flu­ jos mon etarios, los fin ancieros de Wall Street han invertido inasivamente en México y en otros mercados emergentes. Cegados por los ren dimien­ tos fabulosos que ahí encon traro n ,31 los inversionistas intern acionales es­ taban convencidos de la solidez de las refonnas emprendidas en tvféxico por el presiden te Salinas. No obstante, descubrieron a finales de 1 994 que había muchas fallas en el modelo mexicano.32 Los inversion istas to­ maron un riesgo y, como en la pasada crisis, fueron los con tribuyen tes de los países J n dustrializados y de l\1éxico los que tuvieron que pagar por los errores. Esta es la nueva lógica en el mun do de las finanzas globales. Pero, incluso si se trató de salvar a Wall Street, la impresion ante ayuda a México fue sometida a severas condiciones. En efec to, la totalidad de las obligaciones de México con respecto a Estados Unidos· fueron garan­ tizadas, en caso de falta de pago , con el producto de las exportaciones petroleras girado sobre una cuenta embargada en el Banco del Sisterna de la Reserva Federal en Nueva York. Así, el gobierno inexicano s e vio obligado a hipotecar e l petróleo con el propósito de obtener la ayuda del Fondo de Estabilización de los Cambios de Estados Unidos necesaria para superar la crisis finan ciera y con tinuar con la política n eoliberal . Con esto , la puerta quedó abierta para una posible apertura ele Perr1ex a los capitales extranjeros, reivindicación esencial ele los n eoliberales es­ tadounidenses como Milton Friedman.

1 98

ALG U NAS ENSEÑAN ZAS APORTADAS POR

LA

EXPERI ENCIA MEXICANA

Más allá de una nueva prueba de la incapacidad de la política neoliberal para sacar a los países de la crisis, e l caso mexicano puso al orden del día una serie de cuestiones respecto al funcionamien to de los mercados fi­ nancieros i n ternacionales. Los mercados fin ancieros fueron presen tados como la forn1a que se acerca más a la perfección en materia de eficacia económica y que, por lo tan to, asegura una distribución óptima de la producción a través del mundo. Se considera que, si se globalizan los fin an ciamien tos, se am­ plían las elecciones ofrecidas a prestamistas y prestatarios, se in cremen ta la gama de instrumen tos financieros y, si se refuerza la competencia, se fa­ vorece el desarrollo de sistemas bancarios y financieros más eficaces. La realidad es otra. Los mercados de capitales sólo tienen una relación le­ jan a con los mercados de bienes y servicios. Estos últimos se caracterizan por la coincidencia de una oferta que e1nane de los productores y una demanda expresada por los consumidores según sus necesidades. En los 1nercados de capitales únicamen te las compras de divisas con el objetivo de importar o invertir en el extranjero responden a esta definició n . El 1nercado de cambios está cada vez más financiarizado, de tal suerte que las in tervenciones de los cambistas en este mercado siguen las opiniones más comunes entre sus colegas. El tipo de ca1nbio es cada vez más determinado por fuerzas puramen­ te financieras desconectadas del comercio y de la inversión . La especu­ lación con divisas ha alcanzado proporciones fenomenales. El valor en dólares de las operaciones en los mercados de cambio mundiales repre­ sen ta hoy cerca de trein ta veces el valor en dólares del comercio in ter­ nacional d e bienes y servicios. Con una frecuencia preocupan te , los capi tales que an tes se u tilizaban sólo para operaciones de arbitraj e rela­ tivamente i nofensivas para aprovechar anomalías efímeras de los tipos de cambio y de las tasas de interés han cambiado de afectación y son u ti­ lizados para lanzar ataques masivos contra monedas vulnerables, con la esperanza de obtener grandes ganancias especulativas.33 Como lo ha reconocido Michel Camdessus, "México fue víc tima de la primera crisis del siglo XXI , es decir, de la primera crisis financiera impor­ tan te que afecta una economía de increado emergente en un contexto de mundialización de los mercados".:H En estas condiciones, se plan tea una serie de cuestiones en torno a la 1nundialización financiera. En efecto, los mercados financieros internacionales conocieron un desarrol lo es­ pectacular desde hace trei n ta años. Dichos mercados adquirieron una influencia determinante en las decisiones de política económica de los gobiernos, a 1ncn udo presentados co1no desbordados, tanto por las evo1 99

luciones tecnológicas como por las evoluciones estructurales vinculadas a la finanza, como el desarrollo de las firmas multinacionales o el paso a los cambios flotantes. Forzados por estos n uevos poderes financieros, los Estados sólo serían espectadores impoten tes de una mundialización fi­ nanciera en plena expansión . Nada de esto, nos dice Eric Helleiner;35 los Estados juegan un papel activo por sus intervenciones en tres dominios clave. An tes que nada, son ellos los que tomaron la decisión de desregla­ mentar y liberalizar los mercados de capitales. El papel de los gobiernos estadounidense y británico en el desarrollo del mercado del eurodólar fue evide n te en la perspec tiva, para el primero, de asegurar el dominio del dólar y, para el segundo, de aprovechar la ventaja comparativa de la plaza de Londres en las actividades finan cieras in ternacionales. En los años ochen ta, fue de nuevo Estados Unidos el que inició la gran oleada de liberalización de los movimientos de capitales con el fin de atraer los capitales flotan tes para finan ciar su déficit presupuesta! . Los otros paí­ ses no tardaron en seguir, comprometidos en una carrera de desregla­ mentación competitiva y sostenidos por el éxito y la influencia de las teorías neoliberales. Hoy aún , los productos financieros creados reciben a menudo la bendi ción de los principales países que ven en ellos nuevos instrumentos para finan ciar sus déficits presupuestales. El segundo papel de los Estados consiste en asegurar la sobrevivencia del sistema. A partir del momento en que los mercados se desarrollan y aumenta la interdependencia en tre los países, la sobrevivencia del siste­ ma se vuelve esencial para todos los Estados. Son ellos los que están en capacidad de otorgar el bien público in ternacional que represen ta un sistema financiero mundial seguro, una seguridad financiera que los mercados son incapaces de darse a ellos mismos. Para terminar, señala Eric Helleiner, los Estados habrían podido in­ tentar controlar el desarrollo de la mundialización financiera y no lo hi. c1eron. No se trata de negar el rol importante y estructurante que han desem­ peñado l as evoluciones tecnológicas y de otros fac tores estructurales en la mundialización financier;:\. Sin embargo, no se debe olvidar que los Estados que como México ap0staron a la opción de la liberalización y de la apertura finan ciera, y sufren las consecuencias de la mundialización , son uno de los actores principales de dicho fenómeno. Como era de esperarse, tras una crisis de la magnitud de la mexicana, comenzó a tomarse conciencia de los efectos desestabilizadores de la movilidad finan ciera internacional. Mientras que en el pasado los fhtjos financieros eran con trapartida de lo real, en la actualidad se autonomi­ zan , se hipertrofian e imponen su lógica al conjunto del sistema econó200

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mico para orien tarlo hacia vías que no son la creación de riquezas ni la mejora de la condición humana. Mien tras que en el pasado la prioridad de lo real sobre lo monetario se saldaba con un crecimiento continuo de la economía, mediante el sacrificio de la estabilidad monetaria, en la ac­ tualidad la situación se ha invertido: la moneda se estabiliza y lo real se adapta. La desregulación de finales de los años ochenta y principios de los noven ta dej a la tutela de la política econ ómica en manos del poder finan ciero. Las empresas y los Estados se emancipan de la in termedia­ ción gracias a la "titularización " de la deuda al financiarse directamente en los mercados por medio de la emisión de útulos. La racionalidad fi­ nanciera se impone a los Estados. Los mercados financieros dictan el modelo a seguir sancionando las desviaciones. Por desgracia, no hay un solo banco central en el mundo capaz de resistir, en forma duradera, a la especulación in tern acion al.'6 En estas condiciones, volvió a in troducir­ se en el debate entre l os especialistas de las finanzas internacionales la vieja proposición conocida como la Tobin-tax.37 En efecto, James Tobin , propuso , en 1 978, someter a imposición todas las operaciones financie­ ras puras, es decir, las operaciones que no tienen una relación directa o indirec ta con el comercio internacional o la inversión . Eviden temen te , los problemas prácticos plan teados con su eventual aplicación son enor­ mes: ¿cómo decidir si la compra de una divisa va a dar lugar a una inver­ sión directa o a la importación de un bien? Por otro lado, se requeriría que el sistema fuera aplicado por todos los países sin olvidar los países emergen tes. En estas condiciones, la aplicación de la Tobin-tax, o de variantes de ésta,38 parece difícil a corto plazo. En estas condiciones, es fac tible esperar la con tinuación de las tendencias actuales que empujan hacia una mayor movilidad in ternacional de los capitales, sobre todo es­ peculativos. De cualquier manera, los responsables políticos mexicanos deben atacar e l déficit estructural de la cuen ta corriente de la balanza de pa­ gos. No deben limitarse a cubrirlo con capitales de corto plazo que lle­ gan con mucha rapidez, pero que se van también de manera pronta. Contrariamen te a l o que se está haciendo hoy, la reducción del défici t requiere una política industrial capaz de modernizar el aparato produc­ tivo y de volver la producción más eficaz y competitiva a nivel in terna­ cional. Dicho de otra manera, se debe reducir el déficit por la vía del aumen­ to de las exportaciones y no por la vía de una reducción de las importa­ ciones, resul tado de una maxidevaluación real del peso y de la peor recesión que ha sufrido la economía de nuestro país en medio siglo. Es­ ta política industrial activa, sin embargo, forma parte de una política de orien tación heterodoxa que no es del gusto de nuestros gobernantes. 201

Mas no e debe olvidar que en la situación concreta de México , después de varios años de crecimiento lento , inferior al crecimien to demográfi­ co , y tras una década de sacrificios inútiles , los riesgos de generalización de explosiones sociales , como la de Chiapas , empujan hacia la aplica­ ción de o tras políticas.

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Vl . Hacia u n n uevo e n foque del E stado

I NT RO D U CC I ÓN En los años ochenta se irnpuso la idea de que el inercado y el capitalismo constituían los inodos de organización más eficaces de la vida econó1nica. Esta idea, al parecer, fue avalada, en la realidad, con el derrumbe de la Unión Sovi é tica. Cada vez se ponía más en duda la capacidad del Estado para alcanzar el bienestar general y práctica1nente todo el mundo c uestio­ naba su eficacia. De man era sorpresiva, en los años noventa comenzó a surgir un renaci1niento de las críticas al mercado y al capi talismo o, al ine­ nos, a algu n as de sus formas. Se e m pezó a hab lar de un posible regreso del Estado , aun que no se tratara del mismo Estado de hacía veinte años.

TEO RÍA D E L CREC I M I ENTO EN DÓGENO Algun os de sarro llos recientes de la teoría económica replantean el papel que p u e d e j ugar el Estado en la vida e con ó1n i c a y social. Estos aná li­ sis, que se si túan en el cuadro n eoclásico tradicional , por lo gen eral poco favorable a la interven ción del Estado , renuevan ampliamen te las justi­ fi caci ones del papel e conó1nico de los poderes públicos. Se trata de diver­ sas corrientes teóricas, entre las cuales destaca la teoría del crecimiento endógeno, de la cual nos ocuparemos m ás adelante . 1 Aunque estas corri entes teóricas2 ti enen pocas cosas e n común , las u nifica el h e c h o de que sus análisis penniten fundamentar in ejor el pa­ pel del Estado en la economía de in e rcado y j ustificar, de u na man era más convi n cen te, 1nu c has de sus intervenciones estructurales. Después de haber den u n ciado, duran te m ás de una década, los múltiples fraca­ sos del gobierno justifi cando el credo li beral en favor de "menos Esta­ do ", se observa hoy -se ñala Lysiane Cartelier- no u n in ovi inie n to en sen tido inverso , sino simplemen te u n conjunto de resultados q ue pue­ den an alizarse co1no argu1nentos a favor de "un Es tado inejor". La idea d e que el funciona1n iento de los increados conoce i1n perfec­ ciones que de1nandan u na corre cción por parte del Estado no es n ueva. Desde h ace n1 l1 c h o tie mpo , la teoría del bie n estar recon oce los "fracasos del mercado " provocados por in divi sibilidades en el consu1n o , exte1·nali­ dades y rendimien tos de escala crecientes. En estos tres casos, la i n terve n203

ción del Estado se vuelve necesaria para volver compatibles equilibrio y óptimo. Por el con trario, lo que es nuevo es el acento que se pone aho­ ra en el papel que el Estado puede desempeñar en la producción de externalidades positivas, cuya existencia es necesaria si se quiere endoge­ nizar el progreso técnico, incitar a los agentes a producir innovación y, por último, explicar el crecimien to a largo plazo. La teoría del crecimiento endógeno fue desarrollada por el econo­ mista estadounidense de la Universidad de Chicago Paul Romer3 como reacción a los límites de las teorías tradicionales del crecimiento, como la de Robert Solow.4 Estos límites consisten esencialmen te en: • El carácter inexplicado de la fuente fun damental del crecimien to, m ás allá de lo que dan cuenta los aumentos de factores de producción ( u·abajo y capital); con tentarse con denominar "progreso técnico " al ori­ gen de este residuo no explicado resulta insuficiente, sobre todo cuan­ do este progreso técnico surge espontáneamen te sin inversión previa y finalm en te sólo se vincula al paso del tiempo. • La imposibilidad de obtener tasas de crecimiento positivas estables y sostenibles con un factor de producción acumulable, como es el caso del capital, cuya productividad marginal disminuye a medida que se acumula. Para que el crecimiento de tal factor de producción no se erosione con el paso del tiempo, se necesita que tenga, por sí mismo (es decir, sin aumen­ to del volumen de los otros factores), rendimientos al menos constantes. Por o tro lado, no existen equilibrios competitivos puros con rendi­ mientos de conjun to crecientes. Para reconciliar estos dos aspectos se debe admitir que el rendimien to colectivo de algunos factores acumula­ bles supera en gran medida su rendimiento privado y que, al fin al , exis­ ten externalidades positivas en ciertas formas de acumulación . D esde hace muchos años, los economistas han investigado los casos en los que puede haber dichas externalidades. En primer lugar, puede existir en el capital físico privado, debido a la tecnología y a la informa­ ción que incorpora, la cual puede beneficiar a otros individuos fuera de su propietario. De la misma man era, se llega a dar en el capital público, como la infraestructura que completa al c apital privado y mejora su ren­ dimien to. En segundo lugar, es factible que aparezcan en la investigación y desarrollo, donde, a diferencia del capital físico, el stock de conocimien­ tos no se amortiza normalmen te y la producción de cada agente se be­ n eficia del conj un to del conocimiento disponible. Para finalizar, se encue n tran externalidades positivas en el capital humano, ya que la for­ mación de unos beneficia a o tros. Cuando existen externalidades positivas, el mercado no conducirá a su­ ficiente acumulación de los fac tores de que se trate, ya que dicha acumu204

lación se detendrá justo en el momento en que la ren tabilidad privada será insuficiente , aunque le rentabilidad colectiva sea aún muy elevada. En este caso, el equilibrio del mercado será, necesariamente, subóptimo y para que nos acerquemos al óptimo será necesario que el Estado in ter­ venga de diferen tes maneras. En estas condiciones, la teoría del creci­ mien to endógeno abre una puerta a la rehabilitación de la intervención pública para favorecer ciertas formas de acumulación : del capital en ge­ neral, de la infraestruc tura, de la investigación y de la formación. Esta in tervención puede tomar diversas formas: la subvención de actividades con externalidades positivas, la creación de mecanismos que faciliten la reapropiación privada del rendimiento de la inversión o de la investiga­ ción ( por ejemplo , patentes), o e l facilitamien to de la cooperación de age n tes que se benefician de las recaídas de una acción , cooperación a priori con traria a las reglas de la compe tencia. Sin embargo, el tipo de recomendaciones que derivan de la teoría del crecimiento endógeno no corresponden siempre a la visión tradicional de la in tervención del Es­ tado. En efecto , la lógica de esta teoría conduce a propon er: • La eliminación de impuestos o incluso la subvención al ahorro y a la in­ versión de una manera gen eral. • La subvención de la formación, aunque, si la acumulación se realiza en este terreno con rendimientos crecien tes, nada indica que no resulte más eficaz concen trar los esfuerzos en quien ya tiene un nivel de forma­ ción muy elevado. • La eliminación de impuestos o incluso la subvención al trabajo muy ca­ lificado con el propósito de permitir que las personas se apropien del fru to de sus esfuerzos de formación . Para financiar estas intervenciones se requiere , en la lógica del creci­ mien to endógeno, instituir impuestos independien tes de las decisiones económicas, no creadores de distorsiones, o imponer las ac tividades y los fac tores de producción menos generadores de externalidades positivas como e l trabajo no calificado. Así, si bien la teoría del crecimien to en­ dógeno justifica un cierto regreso del Estado , ello no se hace respe tando la concepción tradicional del mismo. A pesar de todo, el in terés por la teoría del crecimien to endógeno no debe ser subestimado, ya que -como señala Lysiane Cartelier- nos en­ contramos fren te a una auténtica inodificación de perspectiva.5 En efec­ to, dicha teoría muestra -en el cuadro de la corrien te dominan te- que la tasa de crecimie n to de una economía puede ser mejorada por inedio de políticas pú blicas. Este resultado no es banal, ya que equivale a ha­ cer de la acción estatal una condición del buen funciona1niento del mercado y no un simple susti tu to .

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REVALORIZACIÓN DEL PAPEL DEL ESTADO EN LA ECONOMÍA DEL DESARRO LLO

En los aúos noventa, entre los que podríamos lla1nar economistas del desarrollo, comenzó a revalorizarse la acción del Estado. Así, por ejem­ plo, el econonlista estadounidense Albert Fishlow6 rediseñó el papel que debe j ugar el Estado en América Latina. Para Fishlow, el modelo de industrialización por sustitución de impor­ taciones permitió un crecimiento eleva � o y favoreció la industrialización de ciertos países como Brasil y México. El afirma que este modelo provo­ có desequilib1ios que se manifestaron a través de: • Una sobrevaluación de la tasa de cambio inducida por una política discriminatoria con tra las exportaciones, en particular contra las no tra­ dicionales. • Un aumento de los gastos públicos no compensado por los ingresos, lo que dio lugar a déficits financiados mediante la aceleración de la in­ flación . • Un apoyo a la industrialización , a costa de un desarrollo agrícola in­ suficiente , lo cual provocó la pobreza rural y bloqueó el desarrollo del mercado in terno. Fren te a esta problemática, para el profesor de la Universidad de Ber­ keley, hay dos modelos de acción opuestos: el primero in tenta desemba­ razarse de la función pública y pone por delante el papel del mercado y del sec tor privado; el segundo con sidera el déficit público como el de­ safío fundamental y define una nueva estrategia para el desarrollo. Más allá de las apariencias, existen diferencias fundamentales entre los dos modelos. La reducción del Estado y del gasto público es prioritaria para el primero, mientras que el segundo reclama un Estado más fuerte y un 1nayor control estatal sobre los recursos. Fishlow se pronuncia por el segundo modelo. Para él, no es posible de­ pender exclusivamente del mercado; se requiere un Estado activo que es­ tablezca las prioridades del gasto e imponga restricciones. Al ininimizar los beneficios de la privatización , considera que el sector público tiene un papel fundamen tal por jugar, para recuperar y sostener el crecimiento econó1nico. El sec tor público es funda1nental por diversas razones: • En priiner lugar, el au1nento de la inversión pública es esencial para expandir la inversión privada; ei deterioro de la infraestructura y la falta de servicios públicos reducen las ganancias privadas. • En segundo lugar, es necesario au1nentar el gasto social en educa­ ción y salud, así co1no a1npliar los progra1nas destinados a los más pobres. • En tercer lugar, el sec tor público debe ofrecer mejores subsidios y dirigir lnejor los recursos, contar con la capacidad ele deshacerse de al­ gunas ac tividades produc tivas y liberar el co1nercio. 206

• Finalmente , los monopolios privados deben ser supervisados y las

actividades financieras no deben ser desc uidadas. Hasta el momen to, señ ala Fishlow, nadie ha demostrado que el fraca­ so de la i n tervención estatal sea ineluctablemen te más gran de que el fra­ caso del mercado . Así, en el caso del comportamiento de la economía asiática orien tada hacia el exterior, al con trario de lo que sostienen los neoliberales, es común admi tir que la intervención estatal jugó un papel fundamen tal en su éxito. Por ejemplo, l os desempeños obtenidos por Corea y Taiwán en el campo de l as exportaciones no se debieron exclu­ sivamen te a la liberalización , sino más bien a un a estrategia dirigida por el Estado para llegar al desarrollo. Asimismo , en Ainérica Latina, an tes de la década perdida, el crecimien to económico constan te registrado por Brasil y México estuvo ligado a la aplicación de políticas estatales. Según Fishlow, el fracaso de estas políticas debe ser un argumen to para corregir el error y no para estimular el laisserjaire. Nicholas Stern , economista de la Lon don School of Econorr1 ics espe­ cializado en los problemas del desarrollo, considera que el papel del Es­ tado en los países en desarrollo debe cam biar, pero no deber ser aboli­ do. 7 Para él, los primeros economistas que se ocuparon del desarrollo (Rosenstein-Rodan , Nurkse , Sci tovsky y Hirsch1nan , en tre otros) y los gobiernos, tan to de países desarrollados como de países en vías de desa­ rrollo, c onsideraron duran te mucho tiempo que el Estado tenía un pa­ pel c e n tral que jugar en la producción . Los defensores de esta posición pen saban que el mercado era incapaz de producir el cambio económico con la rapidez requerida en c iertos dominios clave; hacían evidentes las fallas del mercado para j ustificar la intervención del Estado e , incluso, una planificación extendida. Sin detenernos aquí a presen tar toda la lista de las fallas del mercado enumeradas por Stcrn , tomemos el ejemplo más conocido de insufi­ ciencia, a saber, l as externalidades .8 La solución clásica a este proble1na es la iinplan tación de un i mpuesto (Pigou ) o de un procedimien to de negociación ( Coase ); en efecto, para Pigou, aquel que con ta1nina d e b e estar s1tje to a una tasa proporcional al desgaste 1narginal que causa� para Coase , la solución consiste en asignar los derec hos sobre la base ele un procediin icnto de negociación , por el c ual toda persona que pc 1j u d i c a a o tra la in cle1nniza. Sin embargo , con10 lo subraya Stern , quien se apo­ ya en Stigli tz , estas solu ciones funcionan 1nal en gen eral , por razones liga­ das a p roblemas de i n fo nn a c i ó n y a lo s 1necan is1nos que i n c i tan a ac tuar; por eje1n plo, p uede resul tar d i fíci l i d e n ti fi c a r a los que con ta1n i n an o perseguirlos j u cl i c i a hn e n te , y l as personas que recla1nan los cl a ú o s p u e­ den ser i n c i ta d a s a exagerar los da1i os s u fri d o s . Estos problc1nas t i e n e n posi bili dades de s e r particulanncn tc i i n po r t a n t c s en los países e n vías �07

de desarrollo; por ello se ha propuesto con frecuencia, en respuesta a una falla del mercado , la intervención del Estado.9 Fren te a estas fallas del mercado, los defensores del mercado y del Esta­ do mínimo ponen énfasis en los proble1nas asociados a la intervención del Estado, que se pueden llamar fallas del Estado. Una buena parte de las fallas del Estado enumeradas por Stern 1º provienen de una reflexión hecha, e n tre otros por Stiglitz, a propósito del funcionamien to efectivo de las instituciones públicas y de los comportamientos indivi duales a los que estas instituciones inducen , tanto en el in terior como fuera del apa­ rato del Estado. Sin detenernos a presen tar de manera detallada todas estas fallas, a menudo citadas por los neoliberales, digamos solamente que , en general, llaman la atención sobre la corrupción de los funciona­ rios y sobre la incompetencia del aparato de Estado. Stern toma distancia fren te a la corriente neoliberal dominante , pues considera que no todos los funcionarios son corruptos, ni todos los apa­ ratos de Estado son incompeten tes, así como los administradores no son necesariamente manipulados por grupos de presión . Además, considera que "los mercados y e l espíritu de empresa parecen funcionar mejor en ciertos con textos, ciertas situaciones y ciertas culturas que en otras, aun­ que el Estado esté dispuesto o no a dejarlos expandirse ". 1 1 En estas con­ diciones, un análisis sobre el papel del Estado debe "abarcar un exa1nen de los con trapoderes y de los mecanismos de control del poder del Es­ tado asociados a cada tipo de política considerada, además de un aná­ lisis de los mecanismos limitan tes [ . . . ] del poder del mercado ". 12 Stern distingue cinco categorías de argumentos en favor de la inter­ ven ción del Estado en los países desarrollados y, más aún , en los países en desarrollo: • La constatación de fallas del mercado, que pueden tener orígenes múltiples, como la existencia de externalidades, la ausencia de inerca­ do, la existencia de economías de escala, de bienes públicos y de una in­ formación imperfecta. • El deseo de prevenir o de reducir la pobreza y de mejorar la distri­ bución del ingreso. • La afirmación del derecho a ciertos servicios o a ciertos bienes co­ mo la e ducación , la salud, la vivienda. • El paternalis1no (por eje1n plo, en materia de educación, de j ubila­ ción y de uso de estupefacientes) . • Los derechos de generaciones futuras ( problemas del medio am­ biente ) . 13 Así, para Stern , el Estado tiene un papel particular que j ugar en el campo de la educación , la salud, la protección social y el medio ambien­ te; sin ein bargo, su acción es importante ta1nbién para garan tizar y 1ne208

jorar el funcionamien to de los mercados y de las actividades del sector privado, a través de la realización de trabajos de infraestructura, de la elaboración de un marco legal y reglamen tario , que permita que la com­ pe tencia se ejerza eficazmen te, y de intervenciones selectivas en la in­ dustria y la agricultura para estimular la creación y la difusión de nuevos conocimientos. Por el con trario, Stern no halla razones de orden teó­ rico ni empírico para justificar el compromiso directo del Estado en la producción de bienes de producción y de consumo. En todo caso , para Stern es preciso no olvidar que en Japón , en Ale­ mania y en Francia el Estado jugó , desde mucho tiempo atrás, un papel muy activo de coordinación de la actividad económica nacional . Ade­ más, se precisa tener en men te que los países en desarrollo que han c o­ nocido un crecimiento rápido como Corea del Sur, Singapur o Taiwán son países en los cuales el Estado jugó un papel activo orientando e l cré­ dito; es importan te subrayar que en todos los casos citados la estrategia del Estado no fue ni el dirigismo total ni el liberalismo absoluto . Así, pa­ ra Stern, "la combinación de acciones públicas y privadas es lo esencial " y, sobre todo , "es preciso guardarse de ver en la conj unción del hundi­ miento aparen te de las economías de Europa del este, del éxito de Hong Kong y de los datos (sólidos) acerca de los efectos aparentemente benéficos de las estrategias cen tradas en el comercio exterior un argu­ men to sin con testación en favor de un Estado mínimo y de una política de libre comercio". 14 En esas condiciones, el análisis detallado de la ac­ ción del Estado y de su in tervención en el mercado deviene la tarea prio­ ritaria y la cuestión principal en el orden del día de la agenda de las ciencias sociales de los países subdesarrollados. A esta tarea se ha dedicado Simon Teitel, tratando de definir un nue­ vo papel para el Estado latinoamericano. 1 5 Al situarse completamen te en oposición con el saber económico convencional , qu e aboga por una re­ ducción drástica del Estado en la economía, Teitel considera que las na­ ciones latinoamericanas sólo saldrán del estancamien to y crecerán eco­ nómicamente gracias a un sector público que desempeñe un papel 1nás relevan te en esas naciones. La justificación de la in tervención del Estado podría hacerse a partir de la "teoría económica del bienestar". En efecto, se podría argumen tar que el reinicio del cre cimiento económico a largo plazo en Ainérica La­ tina prese n ta las características de un bien público . Se trata de "una as­ piración colectiva y, una vez concretada, sus efectos positivos en un grupo cualquiera de beneficiarios no irán en desmedro de ningún otro. Al mismo tiempo , una vez iniciado el proceso nadie deberá quedar ex­ cluido por completo de sus beneficios. Sin e mbargo , en lo que atañe a la acción colectiva no existe ningún individuo o grupo al que dicho pro209

ceso le importe tan to , por lo que está en j uego para él, como para asu­ mir todos los costos que involucra, si bien, como se ha dicho, todos se ben eficiarán una vez que el crecimien to haya comenzado. Además, nin­ gún individuo o grupo tiene acceso a la información o a los incentivos indispensables para planear e instrumen tar una nueva estrategia de cre­ cimiento ". 1 6 Para Simon Teitel , además de esta fun ción estratégica clave , e l Estado debe cumplir otras tareas tradicionalmente más aceptadas co1no la regu­ lación y el control de la actividad económica, además del su1ninistro de otros bienes públicos como la salud, la educación y los servicios asisten­ ciales y sociales. Al igual que Fishlow y Stern , Teitel piensa que en los países del este asiático el sector público desempeñó un papel crucial "al definir la es­ trategia de crecimien to e instrumentarla mediante el fomento de la ini­ ciativa empresarial y la asignación de los fac tores en una dirección prees­ tablecida". Para él, países como 'Japón , Corea y Taiwán no son ejem plos de la ' mano invisible ' , sino 1nás bien de una elaborada intervención es­ tatal en diversas esferas, incluida la selección de los sectores ( u orienta­ ción de la política económica hacia objetivos específicos), el financia­ mien to, la protección , la promoción de las exportaciones y el desarrollo· del capital humano, entre otros aspectos". 11 La experencia de los países del este asiático debe ser de utilidad para América Latina, que sufre una situación de elevado endeudamien to y es­ tancamien to económico. Los Estados latinoamericanos deben definir una nueva estrategia de crecimien to que a partir de una reducción de la deuda externa (y de un recorte significativo del servicio de la 1nis1na) fo­ mente las exportaciones manufactureras, incorpore nuevas tecnologías y cambios tecnológicos en las industrias ya existentes y favorezca la adop­ ción de n uevas formas de gestión estatal. Con respecto a este último pun to, Teitel considera que el Estado debe perfeccionar su forma de operar y aumentar su eficacia. A este respec to , resultará indispensable reformular las prioridades de la función pública y reformar a fondo la administración para que incluya formas de reclutamiento y de remune­ ración compe titivas. Para Teitel es indispensable el surgimiento de un nuevo cuerpo de funcionarios que sepan inculcar confianza en el fun­ cionamiento del Estado y sean capaces de planear la nueva estrategia de desarrollo. La definición de esta nueva estrategia ha sido también la preocupación cen tral de la corriente neoesu·ucturalista latinoa1nericana que abordaremos a continuación .

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C O RRI ENTE NEO ESTRU CTU RALI STA LATI NOAMERI CANA

A fi nales de los años ochenta e inicios de los noventa se comenzó a de­ sarrollar en el seno de la CEPAL una nueva corriente de pensamiento lla­ mada neoestructuralista. Para esta corriente , representada, entre otros, por Osvaldo Sun kel , Joseph Ramos y Ricardo Ffrench-Davis,18 los princi­ pales problemas económicos de América Latina no se deben en lo fun­ damental a distorsiones inducidas por la política económica; son más bien de carácter endógeno, estructural y de origen histórico. Al respec­ to , los neoestruc turalistas constatan tres hechos característicos de las economías latinoamericanas a fin ales de los años ochenta: • La existencia de un modelo de inserción externa que condujo a una especialización empobrecedora. • El pre dominio de un modelo produc tivo desarticulado, vulnerable , muy heterogéneo, concen trador del progreso técnico e incapaz de ab­ sorber productivamente el aumento de la mano de obra. • La persistencia de una distribución del ingreso muy concentrada y excluyen te que muestra la incapacidad del sistema para disminuir la po­ breza. El neoestruc turalismo surgió inicialmen te como un enfoque teórico alternativo al esquema neoliberal del ajuste . Este neoestructuralismo inicial trató de encon trar soluciones menos regresivas fren te a los pro­ blemas inflacionarios y de desequilibrio comercial a través de los planes de estabilización y de ajuste he terodoxos de los años ochenta. 1 9 Se trataba, por tanto , de un enfoque de corto plazo; sin embargo , a medida que los planes de ajuste ortodoxos de los neoliberales y hetero­ doxos del neoestructuralismo inicial fracasaban, el neoestruc turalismo co1nenzó a referirse cada vez más al pensamiento original de la CEPAL. No obstante , ello no impidió que los neoestructuralistas procedieran a una revisión crítica de este pensamiento con el fin de supei::a r algunas de sus principales insuficiencias. Al respecto , varios puntos retienen la atención de los neoestructurali stas: • U na confianza excesiva en los beneficios de la intervención estatal . • Un pesimismo exagerado y muy prolongado fren te a los mercados extern os. • Una subesti1n ación de los aspectos m one tarios y financieros, lo cual con duce a una p o l í t i c a económica de corto pl azo 1nuy poco rigurosa. Con respec to a este ú l t i 1 n o punto , Ricardo Ffrench-Davis sostiene que dos insuficiencias caracterizan al cstructuralismo en el plano de la políti­ ca ec o n ó n1 i c a "Una fue la l i1n i tada preocupación por el 1n anej o de las va­ ri ables n1 acroeconó1n icas d e corto plazo: el análisis sobre la definición de los espacios de 11 1 a n i o b ra en lo referen te a los déficits fiscales, la liquidez .

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monetaria y regulación de la balanza de pagos ocupó un lugar secunda­ rio en el pensamiento estructuralista. No se pasó de manera sistemática de diagnosticar el origen de los desequilibrios al terreno de las políticas ade­ cuadas de regulación de los mercados. La otra limitación se ubicó en la debilidad de la reflexión en las políticas de mediano plazo, que relaciona el corto plazo con los objetivos nacionales de desarrollo y la planeación. " '.!º Junto a esta crítica del estructuralismo, los neoestructuralistas llaman la atención sobre lo que ellos consideran como algunas virtudes del neo­ liberalismo. Así, por ejemplo, Ramos y Sunkel no tienen empacho en señalar que "hay que reconocer que este predo1ninio neoliberal ha ser­ vido tanto para cuestionar convicciones profundamente arraigadas co­ mo para recordar la importancia del mercado, del sistema de precios, de la iniciativa privada, de la disciplina fiscal y de la orientación hacia afue­ ra del aparato productivo". 2 1 Con e stos antecedentes, los neoestructuralistas consideran que "ni el enfoque neoliberal que prevalece actualmente ni una simple reedición del estructuralismo de posguerra o de los ensayos neoestructuralistas más recientes constituyen una base adecuada para enfrentar los severos problemas que aquejan actualmente a la América Latina". Para estos autores, se tratará de combinar estos enfoques "en una síntesis neoestructuralista renovada que b usca responder a las características y exigencias de la época actual, superando las negativas experiencias de las recién pa­ sadas décadas". '.!2 En el centro de la nueva estrategia prop �1esta por los neoestructura­ listas se encuen tra la acción del Estado. 23 Este debe complementar el mercado median te una acción activa y dinámica. En efecto, el Estado de­ be reforzar sus funciones clásicas, básicas y auxiliares. Entre las funciones clásicas destaca la provisión de bienes públicos ( marco legal, policía, seguridad ciudadana), el mantenimiento de equi­ librios macroeconómicos y de la equidad, así como la eliminación o la compensación de distorsiones indeseables, a nivel de los precios, o es­ tructurales vinculadas con la distribución de la propiedad, con los acer­ vos de capital y con el acceso a oportunidades en la economía. Entre las funciones básicas se incluye la provisión de una infraestruc­ tura míniina en materia de transporte y comunicaciones, salud, educa­ ción y vivienda, por ejemplo. Entre las funciones auxiliares se incluye el apoyo a la competi tividad estructural de la economía gracias a la promoción o si1nulación de mer­ cados ausentes ( como mercados de capital de largo plazo, mercados de seguros para cosechas y otros inecanismos para el manejo de riesgos); el fortalecimiento de mercados incompletos, por eje1nplo, al mejorar la di­ fusión y el acceso a la información y al eliminar la fragmentación; el de212

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sarrollo de la infraestructura cien tífica y tecnológica, así como la el iin i­ nación o la compen sación de las fallas del mercado provocadas por los rendimien tos a escala, las extern alidades y el apren dizaje industrial o del sector externo. En lo sucesivo, la función empresarial en la esfera produc tiva, que fue muy importan te en el pasado, deberá volverse 1narginal . Uno de los pun tos fundamen tales de la estrategia neoestruc turalista es la disciplina de las finanzas públicas. Al respecto , acon sejan aumen tar las fuen tes de ingreso del Estado median te una reforma del sistema iin­ positivo; por lo que toca a los gastos, se propone establecer prioridades en los programas de inversión pública y reducir los subsidios, a excep­ ción de aquellos que tienen un efectq redistributivo. Para los neoestructuralistas, también es importante aplicar con éxito accion es destinadas a elevar la eficacia de las empresas públicas. Es pre­ ciso volverlas más competitivas, por medio de una mayor autonomía en materia de financiamien to y de gestión ; las empresas estatales deben te­ ner una política de precios similar a la de un a empresa privada y limitar al máximo los precios sociales. En todos los casos, los neoestruc turalistas recomiendan la privatización de las empresas produc tivas no estratégicas. Para los neoestructuralistas, la competitividad exterior es uno de los puntos importantes de su estrategia de desarrollo. La reducción de las ba­ rreras aduanales debe ser considerada como un primer paso indispen­ sable pero in suficien te ; en el mediano plazo, el mejoramien to de la inserción in ternacion al de los países de A mérica Latina pasa por la incor­ poración de innovaciones tecnológicas y de aumentos de la produc ti­ vidad . En ese contexto , el papel de la política tecnológica, de la política industrial, así como de la política de educación , es fundamen tal para mejorar los desempeños extern os. De esta manera, al reconocer ciertos excesos cometi dos en el pasado, los neoestructuralistas aconsejan la aplicación de políticas económicas heterodoxas que restablezcan los equilibrios macroeconómicos funda­ men tales, pero con un menor costo recesivo. Estas políticas, acompañ a­ das de un im portan te alivio de la carga de la deuda, permitirían superar la crisis económica de América Latina. Por supuesto, en toda esta estra­ tegia neoestruc turalista el papel de un Estado consensual es esencial . De lo an tes expuesto, Joseph Ramos'.!-1 deduce que el plan tea1niento neoestructural ista rin de tributo al pen samien to estructuralista original de la CEPAL por varias razones: por un énfasis en las variables reales y no sólo fin ancieras; por su temor de la recesión y de la concen tración de in­ gresos, y no sólo de la inestabilidad ; por señ alar una causa profunda, aunque no única, de la crisis -el proble1na de la transferen cia de rec ur­ sos tanto in te rna como externa- y no sólo imputar ésta a la ineptitud de 213

la política económica; por alen tar políticas de oferta e inversión y no só­ lo de demanda; por recurrir a un enfoque más desagregado con un ins­ trumental más selectivo , y por un escepticismo respecto a las bondades del mercado para ajustarse eficaz y automáticamente a c hoques desequi­ libran tes, sobre todo en el corto p lazo, y, en consecuencia, por su rein­ vindicación de un papel macroeconómico activo para el Estado. Pero, para Ramos, este entronqu e con el pensamien to estruc turalista no le impide a los n eoestructuralistas el incorporar algunos tin tes orto­ doxos. Así, por ejemplo , el n eoestructuralismo afirma la importancia de una orien tación hacia afuera, pero combinándola con un énfasis estruc­ tural en favor de una industrialización (ahora hacia afuera) y con el uso de instrumentos activos para promover las exportaciones de manera se­ lec tiva como son un tipo de cambio real alto y estable. Más alla de los desacuerdos que se puedan tener con la escuela neo­ estr uc turalista, sobre todo por su excesivo tributo a la ortodoxia finan­ ciera, ésta consti tuye un buen pun to de partida para la definición de una política económica alternativa. HACIA U NA P O LÍTICA E C O NÓ M I CA Y SOCIAL ALTERNATIVA .

Hace algunos años, Ernest Mandel25 señaló que existe un mito susten tado por la totalidad de la burguesía, pero que también tiene su influencia en tre las clases populares. Se trata de la idea según la cual en el mundo actual sólo hay dos políticas económicas posibles. Por un lado, tendríamos la vieja política de orientación burocrática en la cual el Estado decide todo de manera despótica a través de unas cuan tas personas que conforman el buró político. Por otro lado, ten­ dríamos, como única alternativa, la economía de mercado. De hecho, se considera que no existiría un tercer camino. Si nos fijarnos bie n , el mito a que hace referencia Mandel no es nada más que una reedición de una vieja idea sostenida por Hayek en El ca­ mino de la servidumbre. En efecto, para este teórico del neoliberalismo siempre hay que tener presen te el riesgo totalitario. Con trolar los ingre­ sos es decidir el lugar social de cada uno y reducir su libertad de acción , es instaurar el con trol por los dirigen tes de toda la vida social. "La inter­ dependencia de todos los fenó1nenos económicos no permite de tener la planeación en el pun to deseado. Una vez alterado el libre juego del mer­ cado, el dirigente del plan será llevado a extender un control hasta abar­ carlo todo. " '.?6 El intervencionis1no constituye un auténtico engranaje. Para Hayek, hay que escoger "en tre la su1nisión a las fuerzas ünpersona­ les y en aparencia irracionales del mercado y la institución de un poder arbitrario ".'.?7 En tre e] plan y el inercado no hay una vía in tennedia. 214

Es j ustam en te este tipo de plan tea1n ien to extremista e l que se debe rec hazar, de1nostran do que es posi ble plan tear y aplicar una política al­ ter n a tiva. La gravedad de la situación ac tual requiere escapar a este falso clile1n a en tre orden espo n tán eo del mercado o planificación. Sin e1nbar­ go , la defin i ción de una política económica altern ativa requ iere situarse fuera del con texto teórico propuesto por los econo1nistas ortodoxos. Di­ cho de o tra m anera, requiere si tuarse en un con texto he terodoxo como el plan teado por Marx, Keynes, Schumpete r o incluso Kalecki. M ás allá de sus diferencias, que son muchas , varios h echos los un ifi c an en un cue rpo h e terodoxo : 28 • La búsqueda pro blemática de otra metodo logía. En efecto , los con­ ce ptos usados por los h e terodoxos son , en m uc h as ocasion es, re nuentes a la m e todología lógico-deduc tiva y a la formalización . Tal es el c aso de las con trad i c c i o n e s de M arx, de la in certidum bre no pro babilizable de Keyn es o de la inn ovación de Sc humpeter. ¿Cómo modelizar el c am­ bio social , los conflictos, el tiempo irreversible? • La con textu alizac ión social de las ac tivi dades económicas. Los h e te­ rodoxos no se d an , como pun to de partida, individuos indife renciados sino rel acion e s sociales determinan tes en tre c api talistas y asalariados, empresarios y ban queros, e1npresarios y ren ti stas, acreedores y deudo­ res, por ejemplo , o agen tes dife renciados por su función : empresas que producen , bancos que fin ancian o familias que consumen , en tre o tros . Aparecen así relaciones de poder, l o cual es co heren te con una visión je­ rarq uizada de las rel aciones e n tre los agen tes: las familias dependen de las e1npresas para obtener un ingreso , pero las empresas dependen de los bancos para obtener financiamien to . • U n a re presentación difere n te de la economía. El m ercado n o es el pri n c ipio d i n ám ico en M ar x o Schumpeter. En Keynes, su esta tu to está subordinado. Así , los h e terodoxos no creen en la autorregulación gra­ c i as al merc ado . • Para los h e terodoxos, la in oneda de crédito es en dógena. Es creada por los ban cos en con trapartida de crédi tos aco rdados. Esta ac tividad es esencial para finan c i ar la acunn1lación ampliada en M arx, para fin an­ ciar l as e m p resas en Keynes y para financiar las in novaciones de los e m­ presarios en Schumpeter. Así, la teoría h e terodoxa es necesaria1n e n te una teo ría de l a inoneda por, al menos, dos razones: la inonetarización de las re lac iones so ciales deli m i ta el c ampo de la e cono1nía ( lo que es mon e tarizado se vu elve cuan tificable, agregable , calculable ) y la mon e­ da es la única forma concebible de vín culo soc ial en una econ omía des­ een u·alizada . • Para l o s h e terodoxos, l a ince rtid u1n bre es rad ical . "Sün plc1ncnte , n o sabemos", decía Kcynes. D e ahí la importancia d e l a inoncda co1no

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vínculo e n u·e el presente y el futuro , y el respe to de ciertas convencio­ nes, como la que de termina l a tasa de interés, para evitar el caos en l a economía. Con respecto a este último punto, recordemos que para Key­ nes la tasa de interés es un fenómeno más convencional que psico lógico cuyo valor efec tivo depende , en gran medida, de su valor fu turo tal y co­ mo la opinión dominan te lo prevé. • Finalmente , para los heterodoxos el tiempo es irreversible . Esto es contrario a la noción fundamen tal de equilibrio de los ortodoxos que hace referencia a un tiempo reversible, ya que en caso de una perturba­ ción exógena se estudia el "regreso al equilibrio". En estas condiciones, los heterodoxos resuelven los problemas lo menos mal posible, uno tras o tro , sin esperar encontrar instantáneamente una solución óptima. Ade­ más, los fenómenos se vuelven acumula tivos con círculos viciosos o vir­ tuosos. En el enfoque heterodoxo, la fij ación de precios toma en cuenta las estrategias oligopólicas y los medios para aplicarlas. De ahí la importan­ cia acordada a la tasa de margen . Como ya dijimos, los agen tes no son iguales. Los empresarios juegan un papel preponderante en la deter­ minación de los precios. Por lo general, los salarios monetarios son fi­ jados fuera del mercado sobre la base de una norma de poder de com- . pra, socialmente aceptada o impuesta a través de convenciones colectivas, pactadas entre organizaciones empresariales y sindicatos con la me­ diación del Estado . En este sentido, no se puede hablar de un mercado laboral donde las fuerzas de la oferta y la demanda concurran para fijar un precio. Por otra parte, el mercado de bienes determina el salario real dado que los precios, fijados por los empresarios, constituyen el defl actor de los salarios monetarios. El aumento de la tasa de inflación no es pro­ vocado, entonces, por un exceso de de1nanda sino por las condiciones en las c uales se determina la oferta. Basta que la tasa de margen deseada no corresponda con la realizada para que los precios, determinados por los empresarios, aumen ten y el poder de compra de los asalariados baj e . Así, e n esta concepción heterodoxa d e l a economía, el conflicto distri­ butivo j uega un papel central en el rit1no de inflación y en l a fijación de la tasa de acumulación . En efecto, la búsqueda de una cierta tasa de margen puede suscitar un cuestiona1niento del nivel alcanzado por los salarios. La determinación de los precios por los oferen tes conduce a una reducción del salario real compatible con la estrategia de inversión de los e1npresarios. Como ya sabemos, la reducción del salario real va a alimen tar el conflicto distri butivo. De lo antes señalado, se puede deducir que en el enfoque hetero­ doxo los precios son determinados 1nás por el lado de l a oferta que de la demanda. Las variables estratégicas son la tasa de inversión y los 1ne216

dios utilizados para alcanzarla. La variación de la tasa de inflación es un reflejo de la evolución del conflic to distributivo. Para Sala1na y Valier,29 este enfoque, que ofrece una explicación altern ativa de la evolución de la inflación y de l os salarios reales, adolece de cuatro insuficiencias: es exclusivamen te macroeconómico; no toma suficien temen te en cu en ta la in ten sidad del conflic to distributivo; no advierte el crecimiento de la produc tividad del trabajo, y excluye la influencia de lo financiero en la de­ termin ación de la tasa de margen y en sus efectos sobre la inflación . La consideración de estas insuficiencias y su superación permiten a Salama y Valier dar los lineamientos de una política económica alternativa que presen tamos a con tinuación . l . Como primer pun to habría que abandonar una perspectiva excesiva­ mente macroeconómica y poner más atención en la estructura de los precios relativos. Esta última se ha visto seriamen te afectada por los procesos inflacionistas y, en algunos casos, hiperinflacionistas que han conocido los países latinoamericanos. A este respecto, habría que distinguir dos ti­ pos de acciones: un a dirigida hacia el sector público y otra hacia el sec­ tor privado. Con respecto al sector público, el Estado debería evitar el rezago relativo de los precios, parcialmente responsable del deterioro del servicio público y de la obsolescencia de sus equipos. Se trataría de una política activa /Jor parte del Estado, median te subsidios y ayudas diver­ sas, para escalonar, en el tiempo, la recuperación del rezago, en lugar de un alineamiento brutal a los precios internacionales, con un costo social muy importan te , como lo recomiendan los neoliberales. Con respec to al sector privado , el Estado debería otorgar subsidios temporales y selecti­ vos que permitieran l a recuperación de la inversión en algunos sectores, evi tando la búsqueda de ren tas y los comportamientos parasitarios. Este realineamien to de los precios relativos debe ser acompañado de una política industrial que favorezca la acumulación y la n1odernización en un con texto de acentuación de la competencia debido a la mundialización . Se trata de una política industrial con subsidios y estímulos a ramas con fuertes rezagos y deficiencias produc tivas, pero con altos efectos 1nul ti­ plicadores in ternos y fuerte potencial exportador. De cualquier 1nanera, el o torgamiento de tales subsidios y estí1nulos debe ser condicionado al cumplimiento de 1netas de produc tividad , producción, e1npleo y gene­ ración o ahorro de divisas.30 A fin de d arle 1nás flexi bi lidad a la acción del Estado, en materia de política fiscal, se debe abandonar el objetivo ele man tener un presupuesto equilibrado , que ha sido una au té n tica obse­ sión en los últimos años. A este respecto se puede pensar en "dctc nni­ nar las me tas fiscales en función de l a cuenta corrien te de la balanza de p agos, o 1nás precisamen te de la c uenta corriente correspon diente a un alto nive l el e utilización de los recursos de la econo1n ía [ . . . ] Ello puede 21 7

ünp licar generar supéravi ts fiscales e n años en que e l sector privado ten­ ga fuertes déficits fin ancieros , de m an e ra de man tener el crecimiento de los pasivos externos del país dentro de límites sostenibles. Y significa generar déficits fiscales en años en que el sector privado tenga superá­ vits fin ancieros ". 31 2. El segundo pun to señ alado por Salama y Valier es que el enfoque he­ terodoxo n o toma suficientemente en cuenta el conflicto distributivo. Como la li­ teratu ra de la inflación in erc ial lo demostró , el conflicto distributivo es la prin cipal fuen te de i nflación . En efecto , la h ostilidad manifestada por una de las partes cuando la otra o btiene el nivel deseado de salario (o la tasa de m argen ) alim e n ta el conflicto distributivo. Mientras m ayor sea la hosti lidad, mayor será la inflación, aunque los salarios reales baj e n . Cuando e l conflicto distributivo se paraliza, la tasa d e inflación s e puede volver regular o, incluso , puede bajar. Igualmen te , cuando la tasa de m argen dis1nin uye , la tasa de inflación puede ser reducida. En estas c on­ diciones, si se con sidera que el "acuerdo " distributivo lesiona a una de las partes, el nuevo reparto no será aceptado y el conflicto distributivo h ará renacer rápidamente la inflación . La dificultad de encon trar una salida al conflicto proviene de que, por un lado , existe jerarquía entre los agentes y de que, por otro lado, los trabaj adores son fuertemente perj udicados por la inflación . Cuando la redistribución del ingreso se hace en detrimen to del capital , e l riesgo de una fuga de capitales es grande. Fren te a ésta, por lo general son tomadas nuevas 1nedidas econó1nicas y la probabilidad de un deterioro , a cierto plazo, de la situación de aquéllos a los que deberían de haber beneficiado las primeras 1nedidas redi stri bu tivas es grande. Es este tipo de razon amiento el que realizan S. Edwards y R. Dornbusch cuando , tem erosos de los cam bios, insisten en los efectos perversos de las políticas sociales calificadas apresurada­ mente de "populistas ".32 Por e l contrario, con tra tal planteamiento aboga A. O. Hirschinan .33 En efecto , para este especialista en econ omía del de­ sarrollo existe un gran riesgo de que los obj e tivos últiinos n o sean alcan­ zados y de que la situación final empeore. Sin e1nbargo , ésta no es una razón para no inte n tar modificar la distribución del ingreso en favor de los inás n ecesitados y creer que cualquier salida al conflicto distribu tivo se hará e n de triinen to de los asalariados. M uy por el contrario , otro tipo de salida puede ser busc ada a condición de prever este tipo de reaccio­ nes y n e u tralizarlas. En este sen tido, una política económica alternativa debe inte n tar modificar la distribución del ingreso en favor de los asalariados. Así, por ejemplo, en 1nateria tributaria se puede pensar e n : volver progre­ siva la carga tributaria; gravar las ganancias especulativas; introducir un iinpuesto a la fortuna; combatir la evasión fiscal .3-1 Esto le pennitiría al Estado hacerse de recursos para au1nen tar las ridículas pensiones de los

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derechohabien tes de la seguridad social y desarrollar esquemas que per­ mitan garan tizar un ingreso mínimo a la población en edad avanzada que cuen ta con bajos recursos. Además , se podrían idear mecanismos para cubrir a los pequeños productores rurales y a los trabajadores informales con los beneficios de la seguridad social . Finalmente , se podría pensar en crear u n seguro contra el desempleo , como existe e n el prim er mundo . :':; 3. El tercer punto sobre e l c ual atraen la atención Salama y Valier es la insuficiente consideración del problema de la productividad en el enfoque he­ terodoxo. A este respecto sostienen que, a fin de beneficiarse con los pro­ gre sos de la produc tividad registrados e n los países desarrollados, tan to a n ivel de nuevos equipos como de n uevos productos, los países subdesa­ rrollados deben abrir ampliamente sus economías . Para ellos, e l debate en tre c recimiento in ducido desde e l i n terior ( gracias a una redistri bu­ ción del ingreso) y crecimi e n to inducido desde el exte rior (por un auge de las exportaciones) ha sido superado . Las mutaciones industriales ac­ tuales, el re u·aso sufrido por los países de América Latina duran te la "dé­ cada pérdida" y la ten dencia a la globalización fundamentan la n ecesidad de una apertura más importante . Dicho de otra man era, la superación de la crisis requiere tan to de una profundización del m ercado interno como de una modernización alen tada por las señales que envía el m ercado internacional, ya sea a nivel de precios, como de calidad de los produc­ tos, lo que implica una apertura más importan te . No obstante, como correc tamen te sostiene J osé Valenzuela,36 se trataría de una apertura ex­ terna selectiva y gradual, intentando proteger las ra1nas líderes y estraté­ gic as e n e l largo plazo y programando desgravaciones conocidas y sttj e­ tas a un calendario preciso . Con el fin de que la apertura externa no resulte pe1judicial para cier­ tas ram as, e mpresas y trabaj adores, ésta debe ser acompaii. ada por un fuerte activismo o in tervencionismo estatal. El Estado se e ncargaría de regu­ lar la apertura externa; de regular la presencia del capi tal e xtranjero in­ vitándolo a partici par en las ramas n o estratégic as; de iinpulsar políticas comerciales, ca1n biarias , crediticias, tecnológicas y educativas que con­ duzcan al fortalecimie n to de una burguesía i ndu strial autócton a. De cualquier m an era, para evi tar c omportanlientos parasi tarios, la i n ter­ ven ci ó n i ndire c ta del Estado ( acceso a crédito barato , subsidios, pro tec­ cion ismo , apoyos a la investigación) deberá ser te1n poral y selectiva . En esta perspectiva, si se persiste en con tinuar en una econo1nía abier­ ta de m ercado se deberá "poner el tipo de ca1nbio al servicio de los secto­ res productivos, al servi c io de la producción , el en1pleo y el creci1niento económico ".:n De ninguna in anera e l tipo de cainbio deberá ser, con1 0 en el pasado, un ancla no1ninal del sistc1na de precios . 4. El cu arto pun to señalado por Sala1na y Valier se re fiere a la nccesi219

dad de analizar más ampliamente el sector financiero. A este respecto, consi­ deran que , en América Latina , los m ercados fin anc ieros conocen una expansión conside rable con una tendencia a que lo fin an ci ero se au to­ n omice de lo productivo . Con el deterioro de la situación económica y e l aumento de la inflación , las empresas se ven cada vez más obligadas a comprar bonos del Estado para pro tegerse de la inflación o incluso en­ riquec erse por m e dio de la especulación . En estas condiciones, cuando las empresas calculan su tasa de m argen , toman e n cuen ta la n ecesidad de obtener u n a cierta suma de dinero para colocarla en los circuitos fi­ n ancieros más que en l a inversión produc tiva. La autonomización del sec tor fin an ci ero con respecto al productivo tiene un costo: en lugar de p e r m i ti r un aum e n to d e la pro ducción , acapara una parte creciente d e los ben eficios, con lo que l a formación bruta de capital disminuye y e l crecimie n to se frena. Fren te a esta situación , e n el m arco de la política económica alterna­ tiva, e l Estado debería encargarse de con trolar el peso e influencia del capital-din ero de préstam o , tratando de evitar que los i n te reses devoren l as ganancias de los industriales y que , por lo mismo, frenen la inve rsión produc tiva. Den tro de una lógica puramente keyn esiana se requeriría

desarrollar políticas e instituciones financieras que movilicen los recursos reales. En este sen tido , se necesi taría una política hacia la cuenta de capital de la balanza de p agos , con i mpuestos, restricciones o , simplemente , condiciones d e estadía para el capital fin an ciero . E l obj e tivo sería "apro­ vechar la transfe rencia de recursos del exte rior que los fhtjos de capi tal gen e ran evi tan do , al mismo tiempo , que se desarrolle una situación de alta vul n e rabilidad financiera".38 Lo an tes señalado nos permite constatar los vínculos entre paradigma teórico y política econó1n ica. Los n eoliberales ponen el acento en la de­ manda, e l m ercado y la inoneda. Luego , la política económica por ellos propuesta se apoya en una reducción de la demanda, la desregulación y una conten ción de la oferta de moneda. Por el contrario , la políti ca eco­ n ó mi ca propuesta por la corrien te h e terodoxa pone el acento e n la oferta. La acción so bre los precios relativos y los efectos espe rados, en términos de alien to a la inversión , provienen de una política industrial ten dien te a corregir las señales producidas por las "fallas del mercado ". El confli cto distri butivo puede ser atenuado , o incluso paralizado , por un contrato social , con lo que la inflación disminuirá. La credi bilidad del con trato social debe ser obtenida tan to del lado del trabajo co1no del capi tal . Por el lado del trabajo , como lo preci saremos ulterionn en te , puede realizarse una política social que pernlita una reducción sensible de las desigualdades. Por lo que toca al capital, se puede actuar en dos ni­ veles. En priiner lugar, con10 ya lo señalamos, si se rcgla1nentan las finan220

zas y se con trarresta la globalización financiera, a fin de que disminuyan las inversiones puramen te especulativas. En segundo lugar, se puede apo­ yar al capital median te una política industrial y la ampliación del mercado interno a través de una política redistributiva. Como ya señalamos, no se trata de oponer el crecimiento in ducido por el mercado externo al creci­ miento inducido por el mercado interno, sino de combinarlos.3�1 Los dos polos, el interno como el externo, implican la aplicación de una política industrial activa, pero también una política social alternativa. A este respecto , se deben rec hazar los esquemas de caridad (como los propuestos por Pronasol en México) para mitigar los efectos pauperi­ zan tes de una econ omía regida por el orden espon táneo del mercado en con dicion es de baja inversión y rápido crecimien to de la m ano de obra. La política altern ativa parte del principio de que la mejor man era de elevar el ingreso de las clases populares es el aume n to del empleo y los salarios reales, por un lado, y el n ivel de preparación escolar y capa­ citación , por e l otro , en u n ambiente de protección social que c u bra lo que Fran �ois Perroux denomina los "costos del hombre ". Recorde­ mos que para este gran economista francés "la e xpresión ' costos de l hom bre ' design a prácticamente los costos prioritarios asumidos por un poder público (no necesariamen te un Estado nacional ) para h acer que todos los seres humanos se ben eficien de con dicion es fundamentales para su vida".·rn En este sentido, una política económic a y social al terna. tiva debe definir los o bj e tivos prioritarios. An tes que n ada se trata de eliminar el hambre . Evitar que en México , como e n tan tas o tras regiones del mundo sobre todo, aun que n o única­ m e n te , subdesarrollado, el h am bre continúe azotan do a la h umanidad . ·11 El segundo o bje tivo es dar vivienda, con un mínimo de comodidades , a , todas las personas. Esta es una tarea titán ica e n México, ya que implica eliminar tugurios y las condiciones inhumanas en que vive gran parte de la población de las grandes ciudades mexicanas. La tercera prioridad es garan tizar salud a todos, de man era igual , y sin pagar. No se puede ex­ cluir a n adie pues las conse cuencias serían desastrosas para nuestro país. Nuevas epidem ias están desarrollándose y pueden infectar a una buena parte de los mexicanos si n o se toman medidas p ro tec toras . La c uar­ ta prioridad es la eliminación del analfabetismo. Esta es una precon di­ ción para todos los o bje tivos: no se puede resolver el problema complejo de la reorganización industrial y e conómica, si la mayoría de los mexica­ nos n o tiene un mínimo de acceso a la cultura. En la nueva política social se debe plan tear la alimen tación , la vivien­ da, la salud y la educación como derec hos sociales de interés público que la sociedad asume como responsabilidad colectiva. Se trata de una política completam e n te difere n te a la del Banco Mun dial . En efecto , se

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trata n o de una política de asistencia, sino de una política de acceso a di­ versas prestaciones sociales características del Estado del bienestar. Se trata de políticas que deben tender a difu ndirse y a volverse universales. En esta perspec tiva, la lucha con tra la pobreza se concibe n o como un simple m edio de reparar los daños sufridos por los exc l uidos del m erca­ do , sino como u n obje tivo social y económico. Con frecuen cia, las políticas económicas alternativas son atacadas por considerar que éstas n o respetan las restricciones macroeconómicas.4 2 Sin e n trar aquí a una discusión de la validez teórica de la tesis de las fi­ n an zas e quilibradas, se puede señ alar una serie de h echos que apun tan en e l sen ti do de la existen cia de recursos reales y fin ancieros que podrían m ovilizarse para aplicar una estrategia alternativa. En efecto, existen tres principales fuentes de recursos necesarios para realizar una política alter­ n ativa. La primera fuente es la elimin ación total del desempleo de los rec ur­ sos n o sólo h um an os, sin o de tierras, de in strumen tos de trabaj o y de inaquinaria. Se debe eliminar la ociosidad de la capacidad de producción ins­ talada. A este respecto, recuérdese que en México "el desperdic io de recursos durante 1 982-1 988 , medido por la capacidad ociosa, fue equi­ vale n te a un añ o del produc to interno bruto : es como si en seis años sólo se h ubieran trabaj ado cinco ".43 La segun da fue n te de recursos puede provenir de una nueva renego­ ciación de la deuda externa del sector público, la c ual se calculó en 87 500 mi­ llones de dólares h acia el mes de n1arzo de 1 995. Con tinúa habiendo una fue rte sangría por el servicio de la deuda externa, la c ual ascendió a 1 45 400 m illones de dólares para marzo de 1 995 .H D espués de la n e­ gociación llevada a cabo e n 1 989 dentro del m arco del Plan Brady, el ser­ vicio de la deuda extern a del sec tor público se h a m an tenido en n ivel es elevados. Así, de 1 990 a 1 994 se con stata un a salida de 1 09 500 millones de dólares por concepto de servi cio de dicha deuda. En promedio , el servicio de l a deuda del sector público represen tó 24.96% de las expor­ tacion es en tre 1 990 y 1 994. Por su parte , sólo los intereses represen ta­ ron 1 5. 88% de las exportaciones en ese mismo lapso.45 La tercera fue n te de rec ursos puede provenir de una reforma tributaria profu nda. Co1n o ya mencionamos an teriormen te , se necesita volver pro­ gresiva la carga tributaria, de tal suerte que paguen más los que más tie­ n e n . A este respecto, es urgen te inodific ar la estructura de rangos de los ingresos de las personas físicas con tribuye n tes al impuesto sobre la ren­ ta, aumen tando el n ú1nero de rangos y el evando las tasas imposi tivas de los rangos superiores. De igual inanera, con el fin de luc har con tra la ac­ tividad especu lativa y allegarse recursos es necesario gravar fuerte1nen te las "plusval ías financieras ", producto de operaciones en el in ercado bur-

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sátil. Para fin alizar, se impone d e manera urgen te la in troducción de un impuesto sobre las grandes fortunas, como el que in trodttj o en Fran cia el gobierno socialista. Como es de esperarse , habrá resiste ncias para aplicar una política al­ ternativa como la aquí plan teada. La oposición vendrá de todos aquellos que h an sido los grandes ganadores en México de la política n eoliberal . Antes qu e nada, los vei n ticuatro empresarios mexicanos que en 1 994, se­ gún la revista Forbes, form aban parte de los megamillonarios del mundo: Carlo s Sli1n , Emilio Azcárraga, los Garza Sada, los Zam brano , Jeróni 1no Arango, Alfonso Romo y Alberto Bailleres, e n tre o tros.46 A esta oposi­ ción se sumará la de todas las fami lias que, sin ser inmensa1n e n te ricas, como los an tes citados, forman parte del 1 0 % inás rico de la población m exicana. En efecto , este sector de la población mejoró sustancialmente su ingreso duran te la crisis: se calcula una mej ora de 63. 1 % en el ingreso de estas familias e n tre 1 9 84 y 1 99 2 .47 Se incluirá , de igual manera, la al ta burocracia gu bernam e n tal que decidió quién se h abría de ben eficiar con el monopolio tel efónico y a manos de quién iría a parar la banca. Se opondrán tam bién a toda polí­ tica al ternativa "los lídere s sindicales, los agrarios y los de todas las agru­ paci ones que forman la compleja red corporativa que , finalmente , e l n eoli beralismo imperan te recicló pero n o eliminó".48 A esta oposición se le un irá la de los represen tan tes del gran capi tal extranjero y la del alto clero . En pocas palabras, la oposición vendrá por el lado de la él ite del poder en México que decidió , ilustrada por los nuevos cien tíficos del ré­ gime n , los tec n ócratas de ahora, los políticos con doc torado ( en algunos casos simulados), qu e la única vía existen te e s la vía n eo li beral . A esta oposición interna a cualquier modificación del statu quo se le su­ mará la oposición externa: la de los grandes organismos financieros in ter­ nacionales (FMI y Banco Mundial), así como la de los gobiernos de los países indusuializados, en tre cuyas élites domina también la tesis del pen­ samiento único que desemboca en una sola política: la política neoliberal. La e xisten cia de resistencias vuelve muy difícil la aplicación de una política alternativa. Pero el que n o se pueda apl icar porq ue no se cuen­ ta, por el n1omento, con la correlación de fuerzas necesaria para poner­ la en prác tica e s muy diferen te a decir que no exi sten marcos teóricos y políticas altern ativas como se afinn a frecuente1nen te . No se debe olvi­ dar que el pensam iento keyn esiano y el cepalino, abordados con la ayu­ da de Marx y Kalecki, son una fu ente inago table de i n spiración para que el mundo 1narc he en ou·o sen tido. El fracaso de la vía neoliberal en M éxi­ co abre el ca1nino para una solución alternativa (i nspirada en el pen sa1n ien to h e terodoxo), si e1npre y cuando se obtenga el apoyo político de aquellos que 1nás han sufrido por el descalabro del neoliberalis1n o . 223

N o tas

I n t rod ucci ó n

l.

Le opoldo Sol ís, "La crisis e c o n ó m i co-fi n a n c i e ra m e x i c a n a de 1 99 4 - 1 995 , "

c o n fe re n c i a i m p a r t i d a e n El Colegio Nac i o n a l , c i udad de M é x i c o , 27 d e septi e m­ b re d e 1 99 5 , p p . 2 , 3 y 1 4 . Cap í t u l o I

l.

G i l les Dostaler, "Le s fo n d e m e n ts th éoriq ues des n o uve l les st ratégies éco­

n o m i q ue s " , docu men to mecan ografi ad o , U n i ve rs i d ad gisla tion et liberté, c i t . , t . 1 , p . 1 0 .

9. Ibid. 1 0 . F. A . H ayc k , L a /1r/>so111/1tion fatale, c i t . , p . 69 . 1 1 . F. A. I l ayc k , Droit, législation ft libert/>, c i t . , t . 1 , p p . 1 2- 1 :� . 1 2. lbid., p. 1 6 1 3 . St: g ú n H ayc k, D a r wi n sacó su i d e a fun dame n t al de l a evol u c i ó n d e la

e c o-

225

no mía. El economista austriaco apoya esta afi rmación con el simple hecho de que -como consta en su diario- Darwin leía a Adam Smith cuando formuló su p ropia teoría en 1 888. Cf. Hayek, La présomption fatale, cit. , pp. 36-37. 1 4. F. A. H ayek, Droit, législation et liberté, cit. , t. I, p. 42. 1 5 . Ibid. , p. 55. 1 6. lbid . , p . 57. 1 7. lbid. , p. 58. 1 8. Ibid . , p. 60. 1 9. F. A. Hayek, Droit, législation et liberté, t. n , P U F, París, 1986, p. 1 3 1 . 20. Ibid. , p . 1 33. 2 1 . F. A. H aye k, 'The use of kn owledge i n society", A merican Economic Review, vol. 35, septie mbre de 1 945, pp. 5 1 9-530, retomado e n Revue Franraise d 'Écono­ mie, vals. 1-2, 1 986, p. 1 1 7. 22. Cf. Gilles Dostaler, "Friedrich Hayek: Sa vie e t son oeuvre '', e n Friedrich Ha)'ek. Philosophie, économie et politique, bajo la dirección de G. Dostaler y D . Eth ier, Economica, París, 1 989, p. 33. 23. F. A. Haye k, Droit, légülation et liberté, cit . , t. 1 1 , p. 1 47. 24. Ibid . , p. 1 50. 25. lbid., p. 1 58 . 2 6 . Cf. René Villarreal , Liberalismo social y reforma del Estado: Niéxico en la era del capitalismo posmoderno, Nacional Fin anciera-Fondo de Cultura Económica, Méxi­ co, 1 993, p. 32. 27. A título de ejemplo, Hayek señala la protección contra la violencia, las epidemias y l as fuerzas n aturales tales como las inundaciones o las avalanchas; l as carreteras; el abastecimiento de informaciones varias, que van desde el catas­ tro hasta los mapas, las estad ísticas y la certificación de calidad de ciertos bienes y servicios ofrecidos e n el mercado . 28. F. A. Hayek, Droit, législation et liberté, t. 1 1 1 , P U F, París, 1 983, p. 54. Al res­ pecto, Hayek recue rda que Milton Friedman elaboró un siste ma de este tipo por lo que respecta a la educación: se trata de bonos de escolaridad e ntregados a los p adres de familia para ser vir como pago parcial o total de las escuelas. 29. La dicotomía frecu e n te e n tre sector público y sector privado falsea la perspectiva. Para Hayek es muy i mportan te para tener una sociedad sana pre­ servar, en tre lo comercial y lo gubernamental , un tercer sector indepe ndiente que sea capaz de abastecer de man era más eficaz cosas que pro-1ee el gobierno. Ciertamente este sector independien te ( fu ndaciones, institutos, asociaciones privadas, organ ismos de beneficencia y de caridad ), en competencia directa con el gobierno para atender al público, puede atenuar fuertemente el mayor peli­ gro del modo gubername n tal de funcionamiento, es decir, la constitución de un monopolio i neficaz. 30. F. A. Hayek, Droit, législation et liberté, cit. , t. 1 1 1 , p. 6 1 . 3 1 . Ibid . , pp. 64-65 . 32. lbid . , p. 67. 33. lbid. ' p. 68. 34. lbid. 35. lbid.

226

36.

!bid . , p .

69.

3 7 . E l m ovi m i e n to por l a m o n eda l ibre t i e n e ya algu n os adeptos en Fran c i a . E n t re e l los destaca Pascal S a l i n , a u t o r de u n l ibro Jacob, P arís,

1 990)

( La vérité sur la monnaie,

Od i l c

donde son a m p l i ame n te e x p uestas las ideas h ayek i a n as e n

m a t e r i a m o n e tari a .

38. 39 .

F. A . H aye k,

Droit, législation et liberté,

cit. , t.

III,

p.

85.

Al respecto , es n e ce sario recordar l a ayud a con si derable prestada a los

m o n opol i os por l as tarifas aduanales, por l as paten tes i n dustriales, por algun os as­ pe c tos de l as l eyes sobre soci e dades a n ó n i m as y los p r i n c i p i os i m posi t i vos.

40. 41. 42.

F. A. H aye k ,

!bi d . , p .

Droit, législation et liberté,

ci t . , t .

III,

pp.

87-88.

89.

Con respecto

a

l_o q ue H ayek l l am a el le nguaj e ambi guo o e n ve n e n ado,

vé ase su obra:

43.

44. 45 . 46.

La présomption fatale, c i t . , cap . 7 . F. A. H aye k , Droit, législation et liberté, c i t . , t. I I I , ! bi d . , p p . 1 1 1 - 1 2 . ! bi d . , p . 1 1 3. F. A. H aye k , La présomption fatale, ci t . , p . 1 37.

p.

1 07.

47. Segú n H aye k , "la moral del m e rcado n os E, Mexique, 1 991-1 992, París, 1 992 . 2. Cf. Rodrigo Gómez, "La ban ca cen tral y la defensa de la estabil idad", en Rodrigo Gómez. Vida y obra, Banco de México-Fondo de Cul tura Económica, Mé­ xico, 1 99 1 , p. 2 29 . . 3. A este respecto, consúl tese : Enrique Pérez López, Expropiación ban caria en México y desarrollo desestabilizador, Diana, México, 1 987. 4. Daniel Oks y Sweder van Wij nbergen , Le Mexiqu e apres la crise de l 'endette­ men t: La croissan ce est elle durable ?, BI D-OCD E , París, octubre de 1 992. El mismo pun­ to de vi sta es apoyado por la vulgata neoliberal mexicana. Tal es el caso de Enri­ que Krauze, quien sostiene que "durante los doce fatídicos años de Ech everría y López Porti llo ( 1 970- 1 982) el Estado m exicano creció a un ritmo y una di men­ sión sin preceden tes, volviéndose un e mpleador i ndiscriminado a costa -nada menos- que del horizonte histó rico de México. Bajo casi cualquier indicador económico o social que se elija [ . . . ] esas dos admin istraciones popul istas fueron las más irresponsables de la historia mexicana". Para Krauze , De la Madrid "ini­ ció la reforma de la economía para abrirla a una sana competencia i n terna y ex­ terna ", pero es con Sal i nas de Gortari que "en el ámbito de la economía el cambio ha sido to tal "; y agrega: "Aunque estamos lejos aún de que nuestra eco­ nomía se modern ice cabalmente, con in telige ncia, resolución y eficacia el régi­ men nos ha colocado en esa dirección ". Enrique Krauze , "México, ¿la dictadura perfecta? ", e n B arry B . Levi ne ( comp . ) , op. cit. 5 . A este respecto , un i mportan te represe n tante de la escuela monetarista mex ican a se ñala que "por un tie mpo [las ense ñ anzas de don Rodrigo] dejaron de normar la pol ítica económica oficial . Ahora, por fortuna se retoman ". Cf. Franl.

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cisco Gil D íaz , "Don Rodrigo Gómez, visionario de la economía", e n Rodrigo Gó­ mez. Vida y obra, cit. , p . 87. 6. Pedro Aspe Armella, El camino mexicano de la transformación económica, Fon­ do de Cultura Económica, México, 1 993, p. 9 . No está de más recordar que fue el profesor Robbins q uie n , en 1 9 3 1 , invitó a Hayek a e nseñar en la London School of Economics para reforzar la corri e n te n eoliberal de la London y con­ trarrestar la influencia de Keynes en Cambridge. Asi mismo, no h ay que olvidar que Robbi ns fue uno de l os fundadores de la Sociedad del Mont-Peleri n , encar­ gada, en tre otras cosas, de la difusión de una serie de escritos e n defe nsa del l i­ beralismo. 7. Véase Eliot Kalter y Hoe Ee Khor, "L'aj uste m e n t structurel au Mexique '', Finances et Développement, septiembre de 1 990. 8. Héctor Gui11én Romo, El sexenio de crecimiento cero. 1 982-1 988, Era, México, 1 990. 9. José Á ngel Gurría, Le chemin vers le cercle vertueux. Les efforts et les succes du Mexique depuis 1 982, SHCP, París, noviembre de 1 99 1 , p. 2. 1 0. José Córdoba, "Diez lecciones de la reforma económica en México'', Ne­ xos, n . 1 58, México, febrero de 1 99 1 , p . 3 1 . 1 1 . Ibid. , p . 32. 1 2 . Marie-Hélene Duprat, La dette latinoaméricaine: Quelle politique pour quell,e crise ?, Masso n , París, 1 99 1 , pp. 1 1 5- 1 7. 1 3. SHCP y Banco de México. 1 4. OCDE, op. cit., p. 1 1 2. 1 5. I bid., pp. 1 05-06. 1 6. Pascal Combemale y Jean:José Quiles, L 'économie par le circuit, Nathan , Pa­ rís, 1 990. 1 7. Alain Parguez, "Le mythe du déficit au regard de la th éorie du circuit", , Economies et Sociétés, t . XXIV, n . 2, febrero de 1 990, p. 1 29. 1 8. Alai n Parguez, "L'austérité budgétaire e n France", e n Pierre Paquette y Mario Seccareccia, Les pieges de l 'a ustérité, Presses de l 'Université de Montréal-Pres­ ses U niversitaires de Gre noble, Québec, 1 993. 1 9. Robert Eisner, "Défi cits, épargne e t poli tique économ ique", Économies et Sociétés, n . 1-2 , 1 994. 20. � enis Clerc, "Déficit budgé taire: Faut-il vrai ment é-co-no-mi-ser? '', Alter­ natives Economiques, dicie mbre de 1 99 1 . 2 1 . En su último libro, La présomption fatale, Hayek señala que "un conoci­ miento macroeconómico de las cantidades globales disponibles de las dife rentes cosas n o es n i accesible ni necesario [ n i , agregaríamos, úti l ] . La idea de medir una producción global compuesta de una gran diversidad de mercancías entran­ do en combinaciones diversas es errónea". F. A. Hayek, La présomption fatale, cit., p. 1 39 . 2 2 . Denis Clerc, art. cit., p. 24. 23. Luci en Orio y Jean:José Quiles, L 'écono mie keynésien ne, Nathan , París, 1 993, p . 1 78. 24. John Maynard Keynes, Essais su r la monnaie et l' économie, Payot, París, 1 97 1 , p . 58. l

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25. R. H eilbroner y P. Bernstein, The Debt and the Deficit, Norton , Estados U nidos, 1 989, p. 1 27. 26. A este respecto, véase André Grj ebine, La politique écon omique, Seuil, París, 1 99 1 , p. 1 5 3 . 2 7. Véanse los artículos de Maurice Allais ( "Non a u libre-échangisme mon­ dial '', "Les perve rsions du libre-échangisme mondial ", "L' intolérable di ktat amé­ ricai n ", "Le libre-échange. Réali tés et mythologies ", "Les perversions monétaires du libre-échangisme mondial ") aparecidos en el periódico Le Figaro el 6 de junio y e l 24 y 25 de noviembre de 1 992, así como el 5 de marzo y el 23 de junio de 1 993. Igualmente, véase Maurice Al lais, "Un libre-échangisme suicidai re ", en FranE, J\1exique, 1 991-1 992, cit., p. 1 20. 1 8. Carlos � ali n as de Gortari , Tercer Informe d e Gobiern o, cit., p. 1 57. 1 9. O C D E , Etudes économiques de l 'oa>E, Mexique, 1 991-1 992, cit., pp. 1 1 2- 1 4. 20. !bid., p. 1 1 5 . 2 1 . Ban co Mundial, Implementing the \Vorld Ba nk 's Strategy to Reduce Poverty, Progress a n d Change, Washi ngton, 1 993, y Félix Vélez ( comp.), op . cit. 22. Patrick Guil lau mon t , Éco n o m ie d u dévelopj;emen t, t. I , P U F, París, 1 985, pp. 373-75 . 23. El coeficien te de G i n i mide el grado de desigualdad en la distribu ción del ingreso de las personas físicas. Mientras más baj o es e l coeficiente, la distri bu­ ción es más iguali tari a.

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24. Héctor Guillén Romo, Orígenes de la crisis en México, 1 940-1 982, Era, Méxi­ co, 1 985, p . 93. 25. Enrique He rn ández Laos, "La pobreza en Mé xico ", Co mercio Exterior; M é xico, abril de 1992. 26. Ibid. , p. 409 . 27. lbid., p. 409. 28. San tiago Le\y, "La pobreza en México", e n Fél i x Vélez (comp.), op. cit. 29. El Pronasol util iza una línea de pobreza e xtrema de dos y medio salarios míni mos. Cf. Fél i x Vél ez ( comp . ), op. cit. , p. 9. 30. Leopoldo Sal ís, "El efecto social de la crisis econ ómica", en Dwigh t S. B ro­ th ers y Leopoldo Salís (comps. ), México en lmsca de u n a n ueva estrategia de desarro­ llo, Fondo de Cultura Econ ómica, México, 1 992, p. 50. 3 1 . Ibid . , p . 57. 32. Juan F. Noyola, Desequ ilillrio fu nda mental y fomen to económico, tesis, Facul tad de Economía, U NAM , México, 1 949 . 33. Pedro Aspe Armella, op . cit., pp. 47-48. 34. Arturo Huerta González, op. cit., pp. 92-93. 35 . Es importan te señalar que el boom de las exportaciones se co ncen tra en un pequeño grupo de ramas, principal men te del automóvil y la e lectrónica, donde la presencia de las firmas multinacionales es preponderan te. 36. La apertura externa i n te n sificó l a competencia en el mercado i n terno y redujo l as presi ones i n flacionistas, al aumen tar al mismo tiempo de man era sig­ nificativa el con ten ido importado de la producción nacional, suplan tando a mu­ ch os productores mexicanos. Todo esto originó un aum en to de las compras externas a un ritmo superior al crecimiento de las e xportacion es. Durante el pe­ riodo de 1 989 a 1 993, la demanda global de la economía aumentó alrededor de 5% por año, en tan to que el producto sólo lo hizo 3 % . La diferencia fue cubierta con las compras externas. Cf. David !barra, "Algunas experiencias deval uato­ rias", Co mercio Exterior, M éxico, marzo de 1 995, p. 276. 37. Cifras de Nacional Financiera, La economía mexicana en cifras, varios números. 38. Pierre Salama, "Algun as l ecciones de la historia reciente de América La­ tina", Comercio Exterior, México, junio de 1 995, p . 434. 39. Guy Longueville, "Con train te extérieure e t financement de march é: La désillusion de certains pays é merge n ts", Problemes Économiques, La Docu men ta­ tion Fran(aise , 3 1 de mayo de 1 995. 40. Hen ri Bourguinat, L a tyrannie des marchés, Economica, París, 1 995, p . 6 1 . 4 1 . Ibid . , p . 63. 4 2. 1 bi d. , p p. 1 0-1 1 . 43. lbid. , p. 1 1 . 44. Jaime Ros, "La crisis mexicana y la reforma de l a política macroeconómi­ ca", Pensamien to Jberoa mmca n o, n. 27, eneroj u n io de 1 995, Madrid, p. 1 58. 45. Fondo Monetario I n ternacional, ln terna tion al Capital /ltfarkets. Develop­ men ts, Prospects a nd Policy Issues, Washi ngton, agosto de 1 985. 46. Leopoldo Salís, "La c risis econó mico-financiera mexicana de 1 994 - 1 995 ", conf. cit. , p. 3. 47 . Como acertadame n te señala Leopoldo Sal ís, "el modelo neoliberal sali-

24 1

n ista configuró un entorno económico donde todo dependía de flujos externos de capital [ . . . ] a través de los mercados financieros ". Ibid . , p. 2 . 48. Michel Camdessus, "La crise financiere mexicaine, ses origines, la répon­ se du F M I et l es ense ignements a tirer", Revue d 'Économie Financiere, n . 33, verano de 1 995, p. 35 . 49. John Williamson , op. cit. , p. 24. 50. Jagdish N. Bhagwati , art. cit. , p. 6 1 . 5 1 . José Córdoba, art. cit. Carlos M . ]arque y Luis Téll ez K. , op. cit. Pedro Aspe Armella, op. cit. 52. Carlos Fuen tes, Nuevo tiempo mexican o, Aguilar Nuevo Siglo, México, 1 994, p. 1 28 . 5 3 . Guillermo Ortiz, "Cómo estamos manej ando la crisis del peso ", Pensa­ miento Iberoamericano, n . 27, enero-junio de 1 995, Madrid, p. 1 86. 54. And ré Orléan , "Contagion spéculative et global isation financiere : Quel­ ques enseignements tirés de la crise méxicai n e ", en André Cartapanis, Turbu len­ ces et spéculations dans l' économie mondiale, Economica, París, 1 996. 55. Jean Pisan i-Ferry y Jéróme Sgard, "De Mexico a Hal ifax: L' in tégration fi­ nanciere des économies émergentes", en An dré Cartapanis, op. cit., pp. 47-7 1 . Capítulo

v

l.

Leopoldo Solís. "La crisis económico-financiera mexicana de 1 994 - 1 995", conf. cit., p . 3. 2 . Hasta Dornbusc h , que durante mucho tiempo defendió l a política econó­ mica, en l a cual él había estado fuertemente involucrado, comenzó a dar la voz de alerta. Rudiger Dornbusch y A. Werner, "Mexico: Stabilization , Reform and No Growth " Brookings Papers on Economic Activity, The B rookings Institution , Wa­ shingto n , 1 994. 3. A in icios de 1 994, México enfrentó un alza importante de l as tasas de in­ terés i n ternacionales. Esta evolución se debió a l a reactivación de la expansión en los países industrializados y, sobre todo, a su aceleración marcada en Estados Unidos, lo que condujo a las autoridades monetarias de varios países a endurecer su política comenzando por el Sistema de la Reserva Federal de Estados Un idos, en febrero. Este endurecimiento de las condiciones de crédito en los principales mercados de capitales y el aumento de los rendimientos que la acompañó condu­ jo a los inve rsion istas in ternacionales a revisa; la parte de su portafolio invertido en los países emergen tes, e n tre los cuales destacaba México. Michel Camdessus, art. cit. , p. 37. 4. Tal parece que fue el temor de las autoridades monetarias de agravar la frá­ gil situación del sistema bancario con los préstamos improductivos declarados � or los bancos lo que los disuadió de mantener altas las tasas de interés. OCDE, Etudes économiques de l 'OCDE, Mexique, París, 1 995, pp. 4 1 -42. 5. lbid., p. 44. 6. Ibid. 7. Banco de México, "La evolución de la economía mexicana en 1 994", Co­ merci.o Exterior, México, mayo de 1 995, p. 422. ,

242

8. Cuando un país persigue una política de tipo de cambio fijo, o de control de su tasa de depreciación, es ampliamente aceptado por los participantes en el mercado que la política de tipo de cambio continuará mientras no se enfre n te a i mportan tes restricciones políticas o económicas. Si los i nversionistas confían en que la política será alterada posteriorme n te, sus acciones precipitarán una se­ rie de sucesos o de ataques especulativos que pondrán a prueba la credibilidad del compromiso y la capacidad para mantener la política de tipo de cambio. A este respecto, véase Fondo Monetario Intern acional , In ternational Capital Mar­ kets, cit., pp. 70-79. 9. Ajuicio de Guillermo A. Calvo, la decisión de devaluar, tomada el 20 de di­ ciembre, consti tuyó u n grave error de política económica, por dos razones: "En primer lugar, los Tesobonos están denominados en dólares y, por lo tanto, su va­ lor e n dólares estadounidenses no se ve afectado por la devaluación. Así, la pre­ sión [ . . . ] sobre las reservas i n ternacionales continuó sin disminuir y, de hecho, aumentó puesto que la comunidad financiera tomó la devaluación como incum­ pli mien to de u n compromiso implícito para defe nder el peso. En segundo lugar, los Tesobonos son de vencimiento a corto plazo, lo que i mplica que los titulares tie n e n el derecho a recobrar el ' principal ' en u n periodo de tiempo re­ lativamente corto. Los montos son sorprendentes y exceden las reservas i n terna­ cionales mexicanas por un amplio margen " . Guillermo A. Calvo, ''Testi moni o acerca del paquete de préstamo garantizado para México ", Pensamien to Iberoa me­ rican o, n . 27, e nero-junio de 1 995, Madrid, p. 1 72. 1 0. Aun q ue no se dispone de información precisa sobre las actividades de las difere n tes categorías de i nversionistas, datos pun tuales hacen pensar que algu­ nos importan tes poseedores de Tesobonos ( pri ncipalmente fondos de i nversi ón con su matriz en Estados Unidos) buscaron -después del anuncio de la devalua­ ción- reti rarse rápidamente del m ercado mexicano a cualquier precio. Los te­ n edores de Tesobonos se e ncontraron pri ncipalmente protegidos con tra el riesgo cambiario, pero consideraron que la posesión de estos títulos les hacía so­ portar el "riesgo de conversión ". Igualme n te , parece que los i nversionistas temían que el Estado no pudiera reembolsar una parte de los Tesobonos y que i mpusiera u n control de movi m ie n tos de capitales para limitar su convertibili­ dad o un refinanciamien to obligatori o. A este respecto, recordemos que los i n­ versionistas e xtranjeros se enfren taron a una situación de este tipo durante la crisis de 1 982. En estas condiciones, como señala Leopoldo Salís, "los operado­ res de los fon dos norteamericanos de pensión creyeron tener derecho a ser pre­ viamente i n formados de la devaluació n , con el fi n de tomar por adelan tado las decisiones convenientes". Leopoldo Salís, "La crisis económico-fi nanciera mexi­ cana de 1 994-1 995", conf. cit., p. 1 3. 1 1 . Argentina fue el pri mer país que experi mentó una presión sobre su mer­ cado fi nanciero probablemente porque tenía algunos de los rasgos macroeconó­ micos que caracterizaban a México: régimen de tipo de cambio fijo, signi ficativo déficit en la cue n ta corri ente y sistema bancario frágil. 12. Fondo Monetario Internacional, lntenzational Capital Markets, cit. , p. 64. 1 3. Michel Camdessus, art. cit., p. 40. 1 4. No olvidemos que la fuerte devaluación del peso origi nó una revisión de

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la capacidad de ree mbolso de los prestatarios mexicanos, tan to públicos como privados. Las dos principales fuen tes de preocupación fueron entonces el frágil sistema bancario, que parecía h aber alcanzado rápidamente un umbral crítico, y l a capacidad del gobierno para ree mbolsar los títulos indexados al dólar (Te­ sobonos) . 1 5 . Recordemos que, según Charles Kindleberger, "un prestamista en última instancia tie ne éxito en convencer al mercado de que habrá suficiente dinero para satisfacer la demanda de liquidez. Se puede entonces restablecer l a con­ fianza sin que sea necesario recurrir a grandes e misiones. En general basta con saber que el dinero esta ah í para calmar los ardores y volver a la tranquilidad". Charles Ki ndleberger, Histoire mondiale de la spéculation financiere, PAU , París, 1 994, p. 35 . Acerca del papel del "prestamista en última instancia" en el caso de la crisis mexicana, véase André Orléan , art. cit. 1 6. Programa de Acción para Reforzar el Acuerdo de Unidad para Superar la Emer­ gencia Económica (PARAUSEE), SCHP , México , marzo de 1 995. 1 7. lbid., pp. 1 4 y 1 6. 1 8. Declaración de Guil lermo Ortiz, secretario de Hacienda, al periódico españ ol El País, 22 de marzo de 1 995. 1 9. Banco de México, art. cit, p. 420. 20. Jaime Ros, art. cit. , p. 1 57. 2 1 . Michel Camdessus, art. cit. , pp. 37-38. 22. Jaime Ros, art. cit, pp. 1 56-57. 23. OCDE, Études économiques de l 'OCDE, Mexique, París, 1 995, pp. 7-8. 24. Sin olvidar que la deuda del sector público e ra una de las más bajas. 25. lbid., pp. 27-28. 26. Ernesto Zedillo Ponce de León , "Mensaje al Congreso de l a Unión '', Co­ mercio Exterior, noviembre de 1 995, p. 703. 27. Como señaló Dornbusch "un colapso en el crecimiento y posibilidades crediticias de México habrían puesto en duda al modelo de reforma y desarrollo con base en el mercado que ha estado siendo practicado en toda Latinoamérica. Hubiera sido imposible realizar la distinción en tre las bondades de las reformas y lo que fue un mal manejo de la relación peso-dólar e n el caso mexicano, y el modelo entero correría el riesgo de abandonarse, no sólo en la región , sino tam­ bién e n Europa oriental y e n la antigua U nión Soviética". Rudiger Dornbusch , "Al ayudar a México, Estados Un idos se ayuda a sí mismo", Pensamiento Ibero­ a mericano, n . 27, Madrid, enero-junio de 1 995, pp. 1 92-93. Igualmente, sobre e l mismo pun to, el comentario d e Alan Gree nspan , presidente d e la Junta d e Go­ bernadores del Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos, es muy elocuen te : "México era percibido como el modelo de transición económica y política de un sistema rígido dirigido por el Estado hacia una estructura de l ibre mercado. Empezando de muy abajo, a mediados de los ochen ta, 1\iléxico logró hace r un giro de forma tan extraordinaria que muchos de los ministros de fi­ n anzas y banqueros cen trales de los países en vías de desarrollo miraban h acia, y consultaban a, sus contrapartes en México para aprender los mecan ismos que las autoridades mexicanas habían empleado para alcanzar el status cercano al del primer mundo". Alan Greenspan , ''Testimonio ante el Comite de Relaciones

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Ex teriores del Senado de Estados Un idos", Pensamien to lbPToamericano, n . 27, en erojunio de 1 995 , Madrid , p. 1 69. 28. Michel Camdessus, art. cit, pp. 38-39 . 29. Según Alan Greenspa n , "lo que pasa en México es de particular impor­ tan cia para Estados Unidos. Debido a los extensos intercambios a través de nues­ tra fron tera com ún, nuestros destinos económ icos se entrelazan estrechamente. México es el tercer mercado más grande de exportaciones de Estados Un idos y la tercera fuen te más gran de de importaciones de Estados Un idos. La inm igra­ ción ilegal de México está inversamente relacionada con el creci miento econó­ mico y el progreso en México. Es importan te para Estados Un idos tan to pol ítica como económicame nte, por consiguiente, que México consiga restablecer el creci miento n o-i nflacionario sostenido". Alan Greenspan , art. cit. p. 1 68. 30. Charl es Kindleberger, op. cit, p. 40. 3 1 . "Las tasas de interés reales elevadas fue ron uno de los elementos predo­ mi nantes e n la atracción ejercida por los mercados e mergen tes sobre los fl ujos in ternacionales de capi tal es. Casi en todos lados fueron estos fuertes re ndimien­ tos reales los que expl ican las importan tes entradas constatadas. En tan to que las tasas de in terés reales se volvían negativas en Estados Unidos a in icios de los nove n ta, por con traste , se volvieron muy atractivas en América Latina y el sudes­ te de Asia. " Henri Bourguinat, op. cit., p. 6 1 . 32. Recorde mos que en el momen to de la deval uación los inversion istas fi­ nancieros del exterior que buscaban ganancias fáciles eran poseedores de 80% de la deuda públ ica interna. Esto se debió a que, desde 1 99 1 en adelante, "los inve rsionistas locales se sal ieron progresivamen te del mercado de bonos y le ven­ dieron su acervo de bonos gubernamen tales a los inversionistas extranjeros". Jai­ me Ros, art. c i t. , p. 1 59. 33. David Félix, art. cit. , p. 572. 34. Michel Camdessus, art. cit. , p. 4 1 . 35. Eric Helleiner, "Expl aining the Globalization of Financia] Markets: Brin­ ging the States Back", Review of lnternational Political Economy, vol . 2, n. 2, prima­ vera de 1 995. 36. René Passet, "Emprise de la fi nance ", Les nouveaux maitres du monde, Le Monde D iplornatique, noviembre de 1 995. 37. James Tobin, "A Proposal for lnte rnational Monetary Reform ", Eastern Economic jou rnal, vol 4, 1 978. 38. Recien temen te, Tobin actualizó su proposición en un artículo escrito en colaboración con Barry Eichc ngreen y Charles Wyplozs: "Dos argumentos para ech ar are na e n las ruedas de la fi nan ciación i n ternacional ", Pensa mien to Ibero­ americano, n . 27, Madrid, eneroj unio de l 995. Capítulo

VI

l . Para un anál isis exh austivo de estas corrientes, véase Lysian e Cartelier "De nouvelles théorics éco nomiq ues pour l ' inte rven tion de l 'Etat ", Cahiers Fran­ cais, n . 27 1 , mayoj unio de 1 995. Igual mente, puede co nsul tarse Bertrand Bcllon et al. (coords . ), L 'État et le marché, Econom ica, París, 1 994.

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2. Al lado de l a teoría del crecimie nto endógeno se puede mencionar la mi­ croeconomía de la información y la teoría de la búsqueda de renta. 3. P. M. Romer, "Increasing Return and Long-Run Growth , ]ournal of Poli­ tical Econom); n . 94, 1 986, y "Endogenous Techn ical Change ", Journal of Political Econom)� n . 98, 1 990. 4. Robert Solow, "A Con tribution to the Theory of Economic Growth ", Quarterly]ournal of Economics, febrero de 1 956. 5. Lysiane Cartel ier, op. cit. , p. 76. 6. Véase Albert Fishlow, "El Estado latin oamericano", Análisis Económico, UAM, México, enero-abril de 1 99 1 . 7 . Nicholas Ster n , Le róle de l 'État dans le développement économique, Payot Lau­ san n e , 1 992. 8. lbid., p. 1 40. 9 . lbid . , p. 49. 1 O . lb id., pp. 1 40-4 1 . Sobre el tema de l as fallas del Estado y del mercado, véa­ se también Alee Cairncroos, "El mercado y e l Estado ", Economía y política eco­ nómica, Fon do de Cultura Económica, México, 1 992, pp. 5 1 -74. 1 1 . Nicholas Stern , op. cit., p. 5 1 . 1 2. lbid. 1 3. Ibid. 1 4. lbid. , p.57. 1 5. Simon Teitel , "¿Qué estrategia de desarrollo debe adoptar América Latin a? ", Comercio Exterior, vol . 45, n . 9, México, septiembre de 1 995. 1 6. lbid. , p. 690. 1 7. Ibid. , p . 69 1 . 1 8. Osvaldo Sunke l ( comp. ), El desarrollo desde dentro. Un enfoque neoestrnctura­ lista para la América Latina, Fondo de Cultura Económica, México, 1 99 1 . Véase también Osvaldo Sunkel y Gustavo Zuleta, "Neoestructuralismo versus neolibera­ l ismo en l os años noven ta", Revista de la CEPAL, n . 42, diciembre de 1 990. 1 9 . Los más importan tes fueron el Plan Austral en Argen tin a y el Plan Cruza­ do e n Brasil. Apoyándose en la teoría de la inflación inercial, ambos planes eli­ min aron la in dexación que institucional izaba los ajustes respecto de la inflación pasada; los salarios se fijaron a n iveles nominal es correspondientes a su media real durante el periodo an terior. Ambos planes prometieron pol íticas moneta­ rias y fiscales más estrictas. Ambos l igaron los precios a un tipo de cambio re­ cie n temente devaluado y por tan to más realista. Los dos planes introdujeron nuevas unidades monetarias y congelaron precios y salarios a fin de producir una desin flación instan tánea. Tras un éxito inicial, ambos planes fracasaron . Pa­ ra mayores detalles, véase Pierre Salama y Jacques Val ier, L 'économie gangrenée, París, 1 990. 20. Ricardo Ffre nch-Davis, "Formación de capital y marco macroeconómico: bases para un enfoque n eoestructuralista", en Osvaldo Sunkel ( comp. ), op. cit., p. 1 96. 2 1 . Joseph Ramos y Osvaldo Sunkel, "Hacia una síntesis neoestructuralista'', e n Osvaldo Sunke l ( comp . ), op. cit. , p. 1 6. 22. lbid. , p. 3 1 . "

246

23. José Man uel Salazar Xirinachs, "El papel del Estado y del mercado en el desarrollo económico ", en Osvaldo Sunkel ( comp.), op. cit. 24. Joseph Ramos, "Equilibrios macroeconómicos y desarro11o", en Osvaldo Sunkel ( comp .), op. cit., pp. 1 55-56. 25. Ern est Mandel, "Defin iendo priorida