La aurora en Copacabana (una comedia sobre el Perú) 9783954876907

APARECE EN NOVIEMBRE DE 2018. El presente volumen ofrece al lector el estudio y la edición crítica de "La aurora en

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Spanish; Castilian Pages 338 Year 2019

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Table of contents :
ÍNDICE
NOTA PRELIMINAR
INTRODUCCIÓN
ESTUDIO TEXTUAL
ABREVIATURAS Y BIBLIOGRAFÍA
TEXTO CRÍTICO DE LA AURORA EN COPACABANA
APARATO DE VARIANTES
ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS
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La aurora en Copacabana (una comedia sobre el Perú)
 9783954876907

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Dirección de Ignacio Arellano Universidad de Navarra, Pamplona con la colaboración de Christoph Strosetzki Westfälische Wilhelms-Universität, Münster y Marc Vitse Université de Toulouse Le Mirail/Toulouse II Subdirección: Juan M. Escudero Universidad de Navarra, Pamplona Consejo asesor: Patrizia Botta Università La Sapienza, Roma José María Díez Borque Universidad Complutense, Madrid Ruth Fine The Hebrew University of Jerusalem Edward Friedman Vanderbilt University, Nashville Aurelio González El Colegio de México Joan Oleza Universidad de Valencia Felipe Pedraza Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad Real Antonio Sánchez Jiménez Université de Neuchâtel Juan Luis Suárez The University of Western Ontario, London Edwin Williamson University of Oxford

CC

Biblioteca Áurea Hispánica, 119 Comedias completas de Calderón, 18

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PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA La aurora en Copacabana (una comedia sobre el Perú)

Edición crítica de José Elías Gutiérrez Meza

Iberoamericana • Vervuert • 2018

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Con el patrocinio de TC-12, en el marco del Programa Consolider-Ingenio 2010, CSD200900033, del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica.

La Biblioteca Áurea Hispánica es una colección publicada en colaboración con el GRISO (Grupo de Investigación Siglo de Oro de la Universidad de Navarra)

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Reservados todos los derechos. © Iberoamericana, 2018 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es © Vervuert, 2018 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-16922-66-6 (Iberoamericana) ISBN 978-3-95487-689-1 (Vervuert) ISBN 978-3-95487-690-7 (e-Book) Depósito Legal: M-3662-2018 Cubierta: Carlos Zamora Impreso en España Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

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ÍNDICE Nota preliminar ............................................................................... 9 Introducción ................................................................................. 11 Fecha de composición................................................................. 11 Representaciones y traducciones ................................................. 14 Fuentes ....................................................................................... 16 1. Crónicas sobre la conquista de los incas ................................ 17 2. Crónicas sobre la historia de la Virgen de Copacabana .......... 22 3. Otras fuentes ........................................................................ 27 4. El tratamiento poético de las fuentes ..................................... 32 Polimetría ................................................................................... 38 Versificación ............................................................................... 43 Canto ......................................................................................... 48 Sinopsis métrica .......................................................................... 52 Estudio textual .............................................................................. 53 Descripción de los testimonios ..................................................... 53 Las ediciones de la Cuarta parte de comedias .................................... 54 1. Las dos primeras ediciones de la Cuarta parte ......................... 56 2. La edición de Vera Tassis ....................................................... 66 3. Las ediciones sueltas y Vera Tassis........................................... 66 Ediciones modernas ..................................................................... 66 1. La edición de Antonio Pagés Larraya .................................... 67 2. Las ediciones bolivianas ........................................................ 68 3. La edición de Ezra S. Engling ............................................... 69 La transmisión textual .................................................................. 71 Conclusiones ............................................................................... 79 Criterios de esta edición............................................................... 80

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Abreviaturas y bibliografía ........................................................... 83 Abreviaturas utilizadas................................................................... 83 Bibliografía .................................................................................. 84 Texto crítico de LA AURORA EN COPACABANA ................................ 107 Aparato de variantes .................................................................... 319 Abreviaturas de las impresiones ................................................... 319 Títulos ....................................................................................... 319 Repartos .................................................................................... 319 Texto de la comedia ................................................................... 320 Erratas y errores evidentes .......................................................... 328 Índice de voces anotadas ............................................................. 331

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Trocósenos el reinar en vasallaje. Inca Garcilaso de la Vega Es sind keine Götter im Himmel! Hugo von Hofmannsthal

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NOTA PRELIMINAR La siguiente edición es resultado de mi tesis doctoral, realizada bajo la dirección de Juan Manuel Escudero en la Universidad de Navarra y dentro del Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO), dirigido por Ignacio Arellano. Ya que distintas partes de dicho trabajo han aparecido en los últimos años como artículos en revistas especializadas (Anuario Calderoniano, Hipogrifo, Iberoromania, Romanistisches Jahrbuch, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana), he optado por no reproducirlas completamente aquí e indicar las referencias respectivas para que el interesado pueda consultarlas en sus versiones originales e íntegras. En primer lugar, quiero agradecer a Ignacio Arellano y Juan Manuel Escudero por su guía y apoyo durante los años que viví en Pamplona y en el tiempo subsiguiente. Cuentan también con mi sincero agradecimiento Mariela Insúa, Carlos Mata, Javier de Navascués, J. Enrique Duarte, Miguel Zugasti, Andrés Eichmann, Víctor García Ruiz, Aires Vaz, Shai Cohen, Jéssica Castro, Joaquín Zuleta, Paloma Vargas, Felix Schmelzer, Rodrigo Faúndez y Blanca Oteiza. Esta breve lista quedaría todavía más incompleta si no mencionase a José Antonio Rodríguez Garrido, Germán Vega García-Luengos, Santiago Fernández Mosquera, A. Robert Lauer, Robert Folger, Gerhard Poppenberg, Susana Hernández Araico y Lucero de la Aurora Chaska Herrera López. Asimismo, no debo olvidar a la Asociación de Amigos de la Universidad de Navarra, que me brindó los recursos materiales necesarios para la realización de mi tesis doctoral. Finalmente, dedico este trabajo a mi madre, que con curiosidad y nostalgia se hubiese acercado a estas páginas, y a mi esposa, die mit ihren grau-blau-grünen Augen gerne liest. Heidelberg, 31 de marzo de 2017

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INTRODUCCIÓN

Fecha de composición1 Entre 1652 y 1664 la devoción de la Virgen de Copacabana vivió en España un momento estelar. Se colocaron múltiples efigies de ella en el Colegio de doña María de Aragón (8 de abril de 1652), el Convento de San Felipe el Real, el Colegio Agustino de Alcalá de Henares y se le levantó una capilla en el Convento de los Agustinos Descalzos o de Copacabana (21 de noviembre de 1662)2; incluso se instaló una imagen suya en el Hospicio de San Ildefonso en Roma (8 de setiembre de 1655)3. También se formaron dos cofradías para honrarla y, a instancias del Consejo Real y Supremo de Indias, se le instituyó una celebración anual4. Asimismo, se publicaron dos obras dedicadas a promocionar su culto: Compendio del origen de la esclarecida y gloriosa imagen de Nuestra Señora de Copacabana, patrona del Perú de Gabriel de León (1663) e Imagen de Nuestra Señora de Copacabana, portento del Nuevo Mundo ya conocido en Europa de Andrés de San Nicolás (1663); a las que se debe añadir De diva Virgine Copacavana in peruano Novi Mundi regno celeberrima de Hipólito Marraccio (1656), publicada en Roma. 1

En un primer acercamiento a la fecha de composición de la comedia (Gutiérrez Meza, 2013) recogí y organicé las diferentes dataciones propuestas por la crítica. En un artículo posterior (Gutiérrez Meza, 2014c) expuse la datación que a continuación resumo y afino. Asimismo, en un trabajo reciente (Gutiérrez Meza, 2018) he cuestionado la propuesta de Hernández Araico (1996), incluida en el primero de dichos trabajos (Gutiérrez Meza, 2013, pp. 896-897). 2 Calancha y Torres, Crónicas agustinianas, lib. i, cap. 46, p. 661; Santiago Vela, 1913, vol. 1, p. 61; Luis de Jesús, Sermón en las solemnes honras, fol. 6r; San Nicolás, Imagen de Nuestra Señora de Copacabana, Prólogo. 3 Marraccio, De diva Virgine Copacavana, cap. 1, p. 29. 4 Rípodas Ardanaz, 1995; Schäfer, 2003, pp. 285-286.

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Por todo lo anterior sería extraño que la composición de La aurora en Copacabana, una comedia en la que Calderón representó los orígenes de esta Virgen americana, fuese completamente ajena a dicha campaña de promoción de su devoción, llevada a cabo por Miguel de Aguirre. Este fraile agustino, natural de La Plata (actual Sucre, Bolivia), llegó en 1652 a Madrid en compañía del marqués de Mancera, Pedro de Toledo y Leiva (quien retornaba tras ejercer el cargo de virrey del Perú y de quien Aguirre fue confesor y consejero), y no cesó en su tarea de difundir el culto mariano de Copacabana hasta su último aliento. El 2 de noviembre de 1664, fecha en que la muerte sorprendió a este sembrador de imágenes, tenía preparada otra efigie de esta Virgen que planeaba colocar en Mancera, la villa de su protector5. Si consideramos que en el prólogo de Imagen de Nuestra Señora de Copacabana, obra encargada por Aguirre al agustino Andrés de San Nicolás y publicada a finales de 1663, se listan los libros dedicados a dicha imagen, así como aquellos en los que se la mencionaba, llama ciertamente la atención la omisión de la comedia de Calderón: no obstante el haber ya escrito de esta efigie soberana los padres fray Alonso Ramos Gavilán, maestro fray Fernando de Valverde, maestro fray Antonio de la Calancha, padre Hipólito Marraccio y agora poco ha el padre fray Gabriel de León; fuera de los que en sus obras han hecho memoria de tan prodigioso retrato como son Félix Astolfi, Francisco Benci, Juan Bonifacio, Antonio de León Pinelo, fray Joaquín Brullo y otros muchos que se omite.

Tal ausencia nos brinda un primer dato para acotar la fecha de la composición de La aurora en Copacabana. Esta debió tener lugar después de 1663, pues de otra manera no se puede entender que San Nicolás omitiese la existencia de una comedia de Calderón dedicada a esta Virgen andina en un texto que buscaba difundir y enaltecer dicha advocación. Un segundo dato proviene de una anotación del diario del conde de Pötting (el representante diplomático en Madrid del emperador Leopoldo I entre 1664 y 1674), correspondiente al 16 de noviembre de 1669: «Fuime con la condesa a la comedia del origen de Nuestra Señora de Copacabana en las Indias, asunto bellísimo». De 5

Sobre la campaña de difusión de esta advocación mariana realizada por Aguirre, ver Gutiérrez Meza 2014c, pp. 169-175; 2017a. El último trabajo está enfocado en la vida de este fraile.

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acuerdo con Nieto Nuño, editor de dicho diario, Pötting se referiría a La aurora en Copacabana6, por lo que representa la noticia más antigua que tenemos hasta el momento de una representación de la comedia. A partir de ambos datos, podemos acotar la fecha de la composición entre principios de 1664 y el 16 de noviembre de 1669, período que se puede restringir todavía más si consideramos la interrupción de la actividad teatral ordenada por Mariana de Austria tras la muerte de Felipe IV (17 de setiembre de 1665), la cual se extendió hasta el 2 de mayo de 16677. A mi parecer, Calderón probablemente escribió La aurora en Copacabana entre principios de 1664 y el 17 de setiembre de 1665 por la cercanía de estas fechas, por una parte, con la campaña de promoción de dicha devoción andina de Aguirre y, por otra, con la fecha propuesta por Hilborn (alrededor de 1661) a partir de la versificación de la comedia. Con todos los reparos que quieran hacérsele, como Iglesias Feijoo y Ulla Lorenzo indican, el estudio de Hilborn sigue siendo un instrumento eficaz para sugerir la fecha de escritura de una obra8. En todo caso, tampoco puede descartarse que, al igual que sucedió con El Faetonte, el estreno (y no la composición) haya sido pospuesto debido a ciertos acontecimientos9, que en el caso de La aurora en Copacabana habrían sido la muerte de Aguirre (si fue este quien se la encargó a Calderón) y la interrupción de la actividad teatral impuesta por la regente. Estos sucesos pudieron haber provocado el retraso de su estreno hasta el reinicio de la actividad teatral en 1667. Finalmente, es muy posible que su estreno haya coincidido con la celebración de la fiesta de la Virgen de Copacabana; es decir, habría tenido lugar el 2 de febrero de 1664, de 1665 o de 1667.

6

Nieto Nuño, 1993, p. 73, n. 88. Varey y Shergold, 1975, p. 13; Ulla Lorenzo, 2013, pp. 254-256. Sin embargo, la prohibición podría haber sido levantada mucho antes: según Cotarelo, el 30 de noviembre de 1666 (1904, p. 26); según Varey, el 30 de diciembre de ese mismo año (1991, p. 355). 8 Hilborn, 1938, pp. 67-68; Iglesias Feijoo y Ulla Lorenzo, 2010, p. 176. Los últimos datan la composición de El Faetonte a principios de 1662, fechada por el primero en 1661 (p. 69), con lo que su datación de La aurora en Copacabana se postergaría también un año. 9 Iglesias Feijoo y Ulla Lorenzo, 2010. 7

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Representaciones y traducciones Además de la representación del 16 de noviembre de 1669, se tienen solo dos datos más sobre representaciones de La aurora en Copacabana en España, ambos ubicados en el siglo xviii: entre 1716 y 1744 se representó una vez en el Corral de la Olivera en Valencia10 y, de acuerdo con la suelta descubierta por Engling, a finales de julio de 1761 en un teatro madrileño no identificado11. En el caso de América durante el dominio español, Rodríguez Garrido considera indiscutible que la comedia fue conocida y leída en Lima, porque está testimoniada la recepción (lectura y representación) de otras piezas de la Cuarta parte12. Contemporáneamente la comedia ha sido representada en ambos lados del Atlántico: en 1974 fue llevada a la escena del Teatro Municipal de La Paz (Bolivia) y, dentro del ámbito universitario, se representó en marzo de 2000 en la Universidad de Bristol (Reino Unido)13. Una representación que tuvo lugar tanto en América como en España fue la del grupo argentino La Cuadrilla. Estrenada en 1992 en el Centro Parakultural de Buenos Aires, fue incluida dentro del programa del Festival de Teatro Clásico de Almagro de julio de ese mismo año, en el que España celebraba el quinto centenario de la llegada de Colón a América. Sobre esta puesta, Hernán Gené (director y adaptador del texto) comentaba lo siguiente en dos notas periodísticas: En el libro [Calderón] dice que los incas están vestidos de negro, porque por «adorar la luz (el sol) la sombra adoran» y, además, los españoles jamás pelean, son los indios quienes los atacan. Nosotros quisimos demostrar que lo que él decía no era cierto y que estaba equivocado, justamente diciéndolo, manteniendo lo que él escribió. Esta es nuestra forma de colaborar con la conmemoración de un hecho que cambió el mundo.

10

Juliá, 1933, p. 122; Reichenberger, 2009, vol. 4, p. 50. EE, pp. 21-22, 239-240. Engling enumera los catálogos de representaciones que revisó sin éxito (p. 48, n. 61). A dicha lista añado el de Andioc y Coulon, 1996. 12 Rodríguez Garrido, 2007, p. 284. El crítico peruano advierte en otro trabajo (2014, pp. 207-208, n. 56) sobre el carácter defectuoso de dos inventarios de representaciones teatrales en la Lima y América coloniales que hasta hoy siguen siendo referenciales: Lohmann Villena y Moglia, 1943; Hesse, 1955. 13 EG, p. 7; Aszyk, 2002a, p. 50, n. 6. En la representación de Bristol (de una sola función, dirigida por la hispanista polaca y Rogelio Vallejo) participaron estudiantes del programa «Language through the theatre». 11

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Le quitamos a la obra todo el barroco que tenía, porque tal vez no es esta la época de hacerlo o nosotros no somos capaces de encararlo. Mantuvimos el verso y la intención; aunque el final de Calderón está respetado, nos tomamos el atrevimiento de agregarle una última imagen que nos pertenece14.

Dicha imagen consistía en que Yupangui se quedaba solo en el escenario: «todavía mirando la imagen que había salido, el público le veía sangrar, como si una herida interna se hubiera roto irremediablemente». Seoane, autora de la segunda nota citada, concluía con el siguiente comentario: «Hay dudas no solo frente a este próximo estreno, sino también sobre cómo reaccionará el público español frente a este atrevimiento». Tales dudas ciertamente no eran injustificadas. En la España posterior a la Transición y durante la celebración del quinto centenario todavía resultaba problemático representar críticamente la conquista. Piezas teatrales como Retrato de gran almirante con perros de Luis Riaza (compuesta en 1991, pero nunca publicada ni estrenada en un teatro oficial) sufrieron una censura indirecta. Incluso la ópera Cristóbal Colón (1989), encargada por la Sociedad Estatal Quinto Centenario, fue recortada por semejantes motivos15. Existe también una refundición de la comedia: Pizarro en Copacabana y en su India triunfante España, atribuida a un desconocido poeta Peynado y conservada en un manuscrito de la British Library16. Finalmente, en lo que se refiere a las traducciones, estas han sido recogidas en el Manual bibliográfico calderoniano17: una al italiano, a cargo de Pietro Monti (1838)18, y tres traducciones al alemán. Los traductores de las dos primeras fueron el poeta y político Ernst von der Malsburg (1821)19 y el teólogo cató14

Las citas provienen respectivamente de dos notas: «El nuevo grupo de Hernán Gené quiere tener más producción: El Calderón de La Cuadrilla sigue en escena» de Sandra Chaher, publicada en la revista La Maga el 27 de mayo de 1992, y «Grupo La Cuadrilla: Inevitablemente con humor» de Ana Seoane, que apareció el 30 de abril del mismo año en el periódico La Prensa. Ambas notas están colgadas en la página web de Hernán Gené (), a quien agradezco por estas precisiones y por explicarme el final de su puesta. 15 Floeck, 2011, p. 342; Gutiérrez Meza, 2016b. 16 Lohmann Villena, 1946, p. 432. 17 Reichenberger, 1979, vol. 1, p. 148. 18 Scaramuzza Vidoni, 2010. 19 El dramaturgo y poeta Friedrich Hebbel calificó de «lleno de extravagancias» el prefacio de la traducción de Malsburg (Sullivan, 1998, pp. 294-295).

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lico Franz Lorinser (1875); mientras que la última aparece a nombre de Florian Ammer (1952), seudónimo que Richard Euringer, escritor comprometido con el nacionalsocialismo, utilizó a partir de 1950. A ellas se puede añadir una traducción al inglés realizada por estudiantes de la Universidad de Duke20. Fuentes García Álvarez tiene el mérito de haber sido el primero en realizar un estudio crítico de las fuentes de La aurora en Copacabana, con el que demostró que Calderón siguió la Historia del Santuario de Nuestra Señora de Copacabana (1621) del fraile agustino Alonso Ramos Gavilán y la Historia general del Perú (1616), segunda parte de los Comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega. Antes de dicho trabajo (olvidado en la edición de Engling), la crítica se había aproximado a este tema sin realizar un cotejo minucioso de las crónicas propuestas como fuente de esta comedia. Con todo, el estudio del García Álvarez presenta algunos errores como proponer la primera parte de la Crónica del Perú (1553) de Pedro Cieza de León como tercera fuente. Las diferentes aproximaciones a las fuentes de La aurora en Copacabana se pueden ordenar en dos grupos: las dos primeras jornadas están inspiradas principalmente (pero no de forma exclusiva) en crónicas sobre la conquista del imperio de los incas por los españoles (en las que se incluían los milagros de la rendición de las fieras ante Candía en las playas de Tumbes y la intervención de la Virgen en el cerco del Cuzco); la tercera jornada, en crónicas sobre la Virgen de Copacabana. Así, mientras una parte de la crítica buscó las fuentes de la comedia entre las crónicas del Inca Garcilaso, Cieza de León o Francisco de Jerez; un segundo grupo indagó, además, por los orígenes de la historia de la milagrosa talla, los cuales no son mencionados en las crónicas del primer grupo. El punto de conexión entre ambos grupos de fuentes se encuentra hacia el final de la segunda jornada, en la dramatización de la aparición de la Virgen en el Cuzco. Dicho milagro (cuyo origen se encuentra en el Inca Garcilaso) es transformado por Calderón en su comedia, de modo que convierte a la Virgen del cerco del Cuzco en la fuente de ins20

Los estudiantes participaban en el curso «Translating the Comedia», impartido por Margaret Greer. La traducción puede ser consultada en la página web de la hispanista: .

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piración de Yupangui para su talla, la que históricamente fue una copia de la Virgen de la Candelaria. De este modo, en La aurora en Copacabana el final de la conquista de los incas es también el inicio del culto mariano, vinculándose así ambas historias. 1. Crónicas sobre la conquista de los incas El conde de Schack, sin pretender señalar las fuentes de la comedia, sugería consultar sobre los hechos históricos detrás de La aurora en Copacabana los Comentarios reales de los incas y la Historia general del Perú del Inca Garcilaso, la Verdadera relación de la conquista del Perú y provincia del Cuzco de Francisco de Jerez y la Historia del descubrimiento y conquista de las provincias del Perú de Agustín de Zárate21. Para Pagés Larraya, Calderón se inspiró en las crónicas del Inca Garcilaso, Cieza de León y Zárate, pues, entre otros aspectos, la designación de los lugares en el texto calderoniano está «íntimamente relacionada» con pasajes de dichas crónicas. En su edición de la comedia cita principalmente a estos tres cronistas (y en menor medida a José de Acosta, Bernabé Cobo, Francisco de Jerez, Baltasar Salas, Pero Sánchez de la Hoz, entre otros) para mostrar cómo el dramaturgo refundió las crónicas de Indias que había leído y aclarar al lector su fondo histórico22. En este sentido, como García Álvarez señala, es cierto que Pagés Larraya no coteja críticamente los textos con el fin de establecer las crónicas que Calderón manejó como fuentes23; sin embargo, algunas de las notas que incluye marcan importantes coincidencias con la Historia general del Inca Garcilaso24, a quien, como él mismo afirma en una de sus notas, el dramaturgo «indudablemente leyó»; de ahí las «coincidencias sorprendentes» entre ambos25. En su prólogo a la edición de Pagés Larraya, Ricardo Rojas suponía también que el poeta «pudo conocer el tema de su pieza por memoriales escritos —entre estos los Comentarios del Inca— o por versiones orales de contemporáneos suyos que volvían de América». Posteriormente Doering coincidió con Pagés Larraya y Rojas, ya que consideraba que 21 22 23 24 25

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Schack, 1887, p. 338, n. 1. Pagés Larraya, 1958, p. 308; EP, pp. 131-133, n. 1; pp. 164-165, n. 35. García Álvarez, 1980-1981, p. 180. EP, p. 169, n. 41; p. 170, n. 45; pp. 176-177, n. 61; pp. 201-202, n. 121. EP, p. 133, n. 2; Pagés Larraya, 1958, p. 314.

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Calderón se informó de diversos cronistas (como Cieza de León) y entre dichas «fuentes verificables», como las llama, subrayaba los Comentarios del Inca Garcilaso26. 1.1. Crónica del Perú de Pedro Cieza de León García Álvarez insistió en la relación entre la crónica de Cieza y la comedia de Calderón al punto de afirmar que las coincidencias eran tantas y tan precisas que «de Cieza respecto de Calderón no podrá hablarse sino como fuente directa»27. En su estudio de las fuentes propone una serie de coincidencias temáticas y espaciales entre ambos textos que, como probaré a continuación, no sostienen tal afirmación. La primera de ellas relaciona los siguientes pasajes: En cuya navegación y descubrimiento de tantas tierras, el prudente lector podrá considerar cuántos trabajos, hambre y sed, temores, peligros y muertes los españoles pasaron; cuánto derramamiento de sangre y vidas suyas costó28. Gracias a Dios, gran Pizarro, que después de tan deshechas fortunas, naufragios, calmas, hambres, sedes y tormentas como habemos padecido […] (vv. 315-319)

De acuerdo con García Álvarez, ambos textos coinciden: a) en la misma situación del pasaje, que es en el inicio de ambas obras, jornada primera de la Comedia y capítulo primero de la Crónica; b) en el sentido global de un descubrimiento entendido como dificultoso; c) en el modo analítico de entregarnos esas dificultades; d) en el número de ellas, seis en ambos textos, y en un orden que se aproxima, pues, si Cieza de León dice «hambre y sed, temores», Calderón, «hambres, sedes y tormentas»29.

26 27 28 29

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EP, pp. 11-12; Doering, 1978, p. 78. García Álvarez, 1980-1981, pp. 205-206. Cieza, Crónica del Perú, cap. 1, p. 25. García Álvarez, 1980-1981, p. 206.

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Si para García Álvarez la situación de los pasajes marca una coincidencia importante entre ambos textos; entonces, la coincidencia entre Calderón y el Inca Garcilaso, en la parte en la que este se refiere a los mismos padecimientos de los conquistadores, es mayor: Baste decir que con las dificultades que de las corrientes y un mar no tan conocido y la ferocidad de los enemigos les causaban, navegaron muchos días y aun meses aquellos trece compañeros, nunca jamás bastantemente loados. Padecieron mucha hambre, que por ser tan pocos no osaban saltar en tierra de temor de los indios; cuando podían haber algún bastimento, más era mendigado o hurtado que ganado por fuerza30.

Los pasajes del dramaturgo y del cronista cusqueño no solo se hallan al inicio de la historia de la conquista, sino también comparten un mismo tema: el descubrimiento del Perú. En cambio, en el caso de Cieza, aunque al comienzo de su crónica, dicho pasaje da paso a una materia diferente, anunciada en el mismo título de la crónica: «la demarcación de sus provincias: la descripción de ellas. Las fundaciones de las nuevas ciudades. Los ritos y costumbres que tenían antiguamente los indios naturales». Sobre la segunda coincidencia, como el propio crítico reconoce: «Todos los cronistas, sin excepción, nos hablan de las dificultades sufridas por Pizarro y los suyos en el descubrimiento y conquista del Perú»31; de ahí que aparezca en términos similares en la Historia general del Inca Garcilaso y también en la de Zárate: habiendo andado tres años en el descubrimiento, padeciendo grandes trabajos y peligros, así con la falta de comida como con las guerras y resistencia de los indios, y con los motines que entre su mesma gente había, desconfiando los más de ellos de poder hallar cosa de provecho32.

En relación con el «modo analítico» al que García Álvarez se refiere, se trata del recurso de la enumeración, común en la poesía y empleado por Calderón frecuentemente. En este sentido, la coincidencia en el número de los elementos (seis en ambos textos) no es necesariamente relevante, ya que, más que seguir a su supuesta fuente, buscaría ajustarse 30 31 32

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Hist. Gen., lib. i, cap. 10, p. 30. García Álvarez, 1980-1981, p. 206. Zárate, Historia del descubrimiento y conquista del Perú, lib. i, cap. 2, p. 515.

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a la métrica del pasaje (romance). Además, en López de Gómara aparece una enumeración similar referida al mismo acontecimiento: «Anduvo Francisco Pizarro más de tres años en este descubrimiento, que llamaron del Perú, pasando grandes trabajos, hambres, peligros, temores y dichos agudos»33. Tanto esta cita como la de Zárate aparecen en la Historia general del Inca Garcilaso34, a quien, como el mismo García Álvarez comprobó en su estudio, siguió Calderón. Las siguientes coincidencias temáticas que el crítico propone (el objetivo evangelizador de la conquista, la representación ejemplar de los conquistadores y el motivo de la fama35) son todavía más endebles. Las crónicas, en general, construyen una representación heroica de los conquistadores, por lo que el motivo de la fama, como rasgo del héroe, es común a todas ellas. Cieza se encuentra entre los primeros cronistas que presentan una visión apologética y glorificadora de la conquista en la que, como Laitenberger apuntó, el «concepto providencialista» es confirmado por el mismo heroísmo de los conquistadores, pero sin silenciar en absoluto los aspectos negativos: «excesos colectivos o individuales, malos tratos y sufrimientos de los indios». Posterior a Cieza, el Inca Garcilaso pertenece a la tendencia que continúa con dicha visión, pero extendiéndola a todos los aspectos de la conquista, de modo que «no menciona para nada las vejaciones y sufrimientos de los indígenas, en los que insistían Oviedo y Cieza, historiadores oficiales. Francisco Pizarro (jefe militar del padre) y todos sus compañeros son para el Inca […] figuras ejemplares en casi todos sus comportamientos»36. Por ello, la representación calderoniana de los conquistadores se encuentra más en sintonía con la versión del Inca Garcilaso que con la de Cieza. Sobre la representación de Tumbes, García Álvarez considera que Calderón siguió la crónica de Cieza y, con respecto al episodio de las fieras, a pesar de que el crítico había notado las semejanzas entre el Inca Garcilaso y Calderón37, asevera que el cronista cusqueño recogió dicho episodio del cronista español. Tal afirmación carece de sustento, ya que Cieza menciona sucintamente dicho episodio, pues anuncia que lo tra-

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López de Gómara, Historia general de las Indias, cap. 109, p. 165. Hist. Gen., lib. i, cap. 13, p. 33. García Álvarez, 1980-1981, pp. 206-210. Laitenberger, 1994, pp. 127, 131, 133. García Álvarez, 1980-1981, p. 211.

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tará en la tercera parte de su crónica38, la cual permaneció inédita hasta el siglo xx39. Por ello, el Inca Garcilaso no pudo recoger este episodio de Cieza y, por su parte, Calderón lo tomó del cronista cusqueño, ya que este desarrolla su aspecto milagroso, el cual le interesaba especialmente40. Finalmente, García Álvarez propuso algunos puntos en común en el tratamiento de la religión indígena: el politeísmo inca con preeminencia del Sol y los sacrificios humanos41. Sin embargo, un tratamiento similar de los mismos, e incluso muchos más cercano al de la comedia calderoniana, aparece en Ramos Gavilán. Así, con respecto al politeísmo, en La aurora en Copacabana se afirma: no hay flor, hoja, arista o piedra en quien algún inferior dios no dé al Sol obediencia (vv. 88-90)

En la Historia del agustino se encuentra un pasaje semejante: «Cosa fue muy usada en todo el Pirú adorar los indios cerros, piedras, peñascos, árboles, manantiales y lagunas y cualquier cosa notable que en los caminos encontraban»42. En cambio, los sacrificios humanos no se pueden atribuir a una u otra fuente, pues Calderón los adecúa a su dramatización. En todo caso, se puede decir que el poeta coincide tanto con el Inca como con el fraile, a pesar de los pareceres contrarios de los cronistas. Inicialmente la comedia representa un imperio en el que tales sacrificios han sido abolidos (como el Inca Garcilaso aseguraba43). Sin embargo, debido a la aparición de los conquistadores, estos son reinstaurados por Idolatría (vv. 713-719): Y la tierra también verá en sus daños revalidar error de tantos años, no tan solo volviendo al ejercicio 38

Cieza, Crónica del Perú, cap. 53, p. 170. Si bien en 1897 Jiménez de la Espada publicó por primera vez algunos capítulos, recién en 1989 fue publicada de forma completa por Francesca Cantú. García Álvarez desconocía esto, ya que en su estudio apunta que la tercera parte nunca se llevó a cabo (1980-1981, p. 212). 40 Strosetzki, 1998, p. 249. 41 García Álvarez, 1980-1981, pp. 212-213. 42 Historia, lib. i, cap. 21, p. 130. 43 Comentarios, lib. ii, cap. 8, p. 59.Ver Gutiérrez Meza, 2017b. 39

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del que dejó suspenso sacrificio, pero aun con más terror, pues si antes era víctima bruta esta o aquella fiera, ahora he de hacer que víctima sea humana.

Para tal sacrificio se elige una víctima entre las vírgenes del Sol, en lo que Calderón y Ramos Gavilán coinciden. Según el fraile: «En fiestas principales, sacaban de estas vírgenes para ofrecerlas en sacrificio al Sol»44, lo que confirman en coro las sacerdotisas en la comedia: «A eso obligadas vivimos / las que al Sol nos consagramos» (vv. 883-884). 2. Crónicas sobre la historia de la Virgen de Copacabana García Álvarez criticó a Rojas por la importancia que otorgó a la Descripción del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile de fray Reginaldo de Lizárraga, de la cual citaba extensos pasajes que «no resisten el menor cotejo, cualquiera sea la escena de la obra de Calderón con que se compare»45. Sin embargo, citando a Lizárraga, Rojas intentaba llenar el vacío que existía en relación con el origen de los hechos dramatizados en la tercera jornada de la comedia, para la cual Calderón no se pudo apoyar en las crónicas que hasta el momento se habían sugerido como fuentes, todas ellas incluidas en el grupo que he llamado crónicas sobre la conquista de los incas. En las notas de la tercera jornada de su edición, Pagés Larraya cita a Lizárraga46 y a Baltasar Salas47, pero sin proponerlos como fuentes de dicha jornada centrada en la historia del culto mariano. En cambio, a partir de la coincidencia señalada en la nota 21 entre la comedia y los escritos de Salas, Engling sugirió que «Calderón may have been influenced by this last text»48. Valbuena Briones fue el primero en reconocer que las dos primeras jornadas y la tercera seguían distintas fuentes, pero sin indicar el origen de esta última: 44

Historia, lib. i, cap. 18, p. 119. EP, pp. 12-13; García Álvarez, 1980-1981, p. 179. 46 EP, pp. 208-210, n. 156; p. 212, n. 157; p. 213, n. 158; p. 221, n. 185. Pagés Larraya menciona nuevamente a Lizárraga en un artículo posterior, pero sin sugerirlo como fuente (1958, pp. 309, 318). 47 EP, p. 154, n. 21; p. 212, n. 157; pp. 212-213, n. 158; p. 214, n. 159. 48 EE, p. 245, n. 167-168. 45

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Para los dos actos primeros, Calderón ha obtenido información de los Comentarios reales, de Garcilaso de la Vega el Inca, primera parte, 1608, y segunda parte —que va dedicada «A la gloriosísima Virgen María Nuestra Señora»—, 1617. Concretamente el episodio de Candía lo cuenta el historiador en la Parte segunda y para los milagros de la Virgen durante el sitio de Cuzco por el Inca rebelde, aquel lo relata en la misma Parte. El acto tercero se basa en las luchas entre dos grupos religiosos de conversos para favorecer el culto de sus devociones particulares. Francisco Tito Yupangui es un personaje histórico que fue autor de la famosa imagen de Copacabana49.

Lohmann Villena sería el primero en proponer el origen de la historia de dicha jornada: el tercer acto reconoce como origen la Historia del célebre Santuario de Nuestra Señora de Copacabana, escrita por el agustino fray Alonso Ramos Gavilán, e impresa en Lima en 1621, de la cual extrajo Calderón de la Barca la etimología del topónimo Copacabana = piedra preciosa y la tradición de la vicisitudes que sufrió Francisco Tito Yupangui para la hechura de la imagen50.

Asimismo, el estudioso propuso que la pintura que se colocó en uno de los cuatro arcos levantados en noviembre de 1649 como parte del recibimiento de Mariana de Austria explicaba «cómo brotó en la mente del gran autor barroco el propósito de componer una pieza teatral en la cual se diera cabida al hecho milagroso ocurrido en 1536 en el remoto Cuzco». Para esto se apoyaba en que la autoría de la Noticia del recibimiento i entrada de la Reyna Nuestra Señora Doña María-Ana de Austria en la muy noble i leal coronada Villa de Madrid había sido atribuida a Calderón; sin embargo, dicha atribución, propuesta por Vera Tassis, ya había sido rebatida por Varey y Salazar51. Valbuena Briones volvió posteriormente a abordar el asunto de las fuentes y consideró «fuente principal» de la comedia a la obra del fraile agustino y «fuentes colaterales» a las dos partes de los Comentarios, a las 49

Valbuena Briones, 1965, p. 312. Lohmann Villena, 1972, p. 71. Pagés Larraya mencionó la obra de Ramos Gavilán entre «los testimonios más antiguos sobre el famoso santuario» (EP, p. 211, n. 156), pero sin sugerirla como fuente. 51 Lohmann Villena, 1972, p. 71; Calderón, Comedias. Verdadera quinta parte, Fama, vida y escritos; Varey y Salazar, 1966. 50

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que añadió «algunas escenas de la jornada segunda de La lealtad contra la envidia, del maestro Tirso de Molina, en las que se llevó a las tablas el famoso sitio del Cuzco»52. Esta jerarquía que Valbuena Briones propuso entre las fuentes (principal y colaterales) se entiende en el sentido de que en la Historia de Ramos Gavilán se encuentra la fuente para el asunto central de la comedia: la historia de la Virgen de Copacabana. En todo caso, como Valbuena Briones reconoce, el empleo de la obra del fraile por parte del poeta no estuvo limitado a la composición de la última jornada, puesto que Calderón tomó también de ella su versión del mito sobre el origen de los incas, así como el castigo (el asaetamiento, vv. 2711-2712) reservado a los que violaban la clausura de las vírgenes del Sol53, los cuales dramatiza en la primera y en la segunda jornadas respectivamente. 2.1. Descripción del Perú de Reginaldo de Lizárraga Este religioso dominico se refiere a Copacabana en dos momentos del primer libro de su obra: en el capítulo 47, «De la capilla de Nuestra Señora de Copacabana», y el 86, «Del pueblo de Copacabana». En el primero, el más breve de los dos, Lizárraga señala la expansión de este culto mariano: «A devoción de esta imagen, en todos los pueblos casi de españoles y en muchos de indios se han puesto imágenes de Nuestra Señora con la misma advocación»54. En el segundo se alude de manera breve al origen de la talla55. De acuerdo con el religioso, fue un encargo del clérigo del pueblo, el bachiller Montoro: «El buen clérigo mandó a hacer a un indio una imagen de bulto que colocó en la iglesia, al lado de la epístola, en un altar por sí; intitulola de la Purificación». También se recogen algunos milagros. En uno se menciona al corregidor Jerónimo Marañón, quien aparece en la comedia calderoniana. Otro es el milagro de los campos, recogido con algunos cambios por

52 Valbuena Briones, 1977a, p. 215. El capítulo «La fuente agustina de La aurora en Copacabana» (pp. 213-230) de dicho libro es igual a su artículo de ese mismo año (1977b). 53 Valbuena Briones, 1977a, pp. 219-220; 223-224. 54 Lizárraga, Descripción del Perú, lib. i, cap. 47, p. 117. 55 Lizárraga, Descripción del Perú, lib. i, cap. 86, pp. 186-188.

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Ramos Gavilán en su Historia56 e incluido en la tercera jornada (vv. 2964-2994): habiendo falta de aguas para las comidas, los indios determinaron hacer una procesión a instancias de este sacerdote [Montoro], sacando la imagen de Nuestra Señora, y para esto la parcialidad que llaman hanan saya, que es la principal, tratolo con la menos principal, llamada urin saya; esta no quiso venir con ellos; los hanan sayas hacen su procesión; fue Nuestro Señor servido para confundir a estos indios de poca fe que, con tener las chácaras juntos, parten linderos, lloviese en las de los hanan sayas y no en las de los urin sayas.

Además, el dominico se refiere a un libro perdido sobre los milagros de la Virgen de Copacabana: «hízose libro de ellos, pero algún luterano oculto que por allí pasó lo hurtó, mas no pudo hurtar la memoria de ellos, que como eran frescos no se había olvidado y tornáronse a escribir»; y anuncia los libros que los agustinos escribirán sobre el mismo asunto: «Los hechos no es de mío escribirlos, porque piden un libro entero. Los padres agustinos tendrán cuidado de ello». Es poco probable que Calderón haya podido revisar la obra de Lizárraga. Escrita entre 1594 y 1604, permaneció inédita durante el siglo xvii57. Asimismo, por su carácter descriptivo, proporciona información demasiado general sobre el culto mariano de Copacabana, lo cual la convertía en fuente poco idónea para los fines del dramaturgo, sobre todo si se la compara con la Historia que Ramos Gavilán compondría años después. 2.2. Los escritos de Baltasar Salas De acuerdo con Santiago Vela, este fraile agustino, originario de Salamanca, entre 1603 y 1604 se encontraba en Lima y, según Montes,

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Historia, lib. ii, cap. 9, pp. 246-248. Lizárraga, Descripción del Perú, pp. 24-29. El editor agrega: «El manuscrito original debió ser enviado desde América a España para su impresión, pasando quizá de mano en mano, sin que esta se realizara. El dominico limeño Juan de Meléndez lo encontró en Madrid […] utilizó profusamente el manuscrito, transcribiendo muchos pasajes para su obra de exaltación histórica de la orden dominicana en el Perú, Tesoros verdaderos de las Indias (Roma, 1681-82)» (p. 21). 57

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probablemente en el Alto Perú (la actual Bolivia) entre 1612 y 162658. Durante dicha estadía escribió una serie de informes sobre Copacabana. Hasta el momento solo los conocemos por medio de la singular edición realizada por el franciscano Jesús Viscarra Fabre bajo el título Copacabana de los incas (1901). Dicha edición no consiste en la transcripción fiel de los manuscritos, sino que se trata de un texto complejo en el cual las intervenciones del editor tornan difusos los límites entre lo escrito originalmente por el fraile y los comentarios de Viscarra Fabre59. Asimismo, el culto de la Virgen de Copacabana no es el tema central de esta parte de la obra, ya que, de acuerdo con el plan de Viscarra Fabre de escribir Tres Copacabanas, la tercera parte (Copacabana de la Madre de Dios) estaría dedicada a los escritos relacionados con la historia de la devoción mariana, por lo que esta es mencionada tangencialmente en la primera60. La relación entre los escritos de Salas y la comedia de Calderón proviene, como mencioné antes, de la edición de Pagés Larraya, quien, a partir de la edición de Viscarra Fabre, la cita en sus notas de la tercera jornada para ilustrar algunos aspectos de la comedia61; sin embargo, se trata de pasajes que no aparecen exclusivamente en dicha obra y, asimismo, no guardan una relación cercana con el texto de la comedia: la cita de la nota 157 es una descripción de los ídolos de Copacabana 58

Santiago Vela, 1925, vol. 7, p. 44; Montes, 1956, p. 428. Aunque el último deduce tales fechas a partir de Copacabana de los incas, según Viscarra Fabre, Salas reconocía haber «escrito aquí y editado en España (Madrid y Salamanca) “Tres libros casi sobre el mismo tema y fines”, desde el año de 1609 al 1612», de los cuales el tercero, impreso en Nápoles, correspondería al texto editado en Copacabana de los incas (2010, p. 11).También señala la impresión «primera y única» de un compendio de estos escritos «corregida y remirada» por Toribio de Mogrovejo: Compendio-historial de la Virgen de Copacabana, de su Santuario y de su Península, en la Laguna de Chucuito en el Alto-Perú, en Madrid en 1600 (2010, p. 25), dato que es repetido por Pagés Larraya (EP, p. 211, n. 156), Martínez Gutiérrez (1981, pp. 60, 66) y Lazcano (1993, p. 81, n. 405). Dicha edición no es mencionada por Santiago Vela (1925, vol. 7, p. 44).Ver también Van den Berg, 2012, p. 27. 59 Por ello, Copacabana de los incas fue descalificada por la crítica hasta el punto de poner en duda la existencia de Salas (Montes, 1956, p. 426; Viscarra Fabre, 2010, p. xlvi). Los responsables de su segunda edición proponen leerla bajo una óptica diferente: «se trata de una investigación original del autor sobre una serie de documentos inéditos y seguramente incompletos, guiada por un objetivo específico que […] puede ser más bien el resultado de la inquietud de un grupo de la sociedad paceña de finales del siglo xix por indagar su propio pasado y el pasado indígena» (Viscarra Fabre, 2010, p. xxvi). 60 Viscarra Fabre, 2010, p. 13. El fraile no llegó a redactar dicha tercera parte ni la segunda titulada Copacabana de los apóstoles. 61 EP, p. 154, n. 21; p. 212, n. 157; pp. 212-213, n. 158; p. 214, n. 159.

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sin mayor relación con la reelaboración del ídolo en la comedia calderoniana; la de la nota 158 documenta las diferencias entre hanansayas y hurinsayas, dato que aparece también en Lizárraga, Ramos Gavilán y Calancha; y finalmente, las dos citas de la nota 159 relacionadas con Francisco Tito Yupanqui carecen de mayor relevancia, puesto que remiten a una lista de documentos, incluida en una carta de Salas al virrey Francisco de Borja, príncipe de Esquilache, que es acompañada por un breve resumen del asunto de los mismos62. La única excepción es la nota 21. Calderón en su comedia indica que fueron setenta y dos las naciones que los incas dominaron (vv. 164165), cifra que aparece en la edición de Viscarra Fabre: «Las familias privilegiadas y sacerdotales que en esta isla del Titicaca existen y sirven son venidas cada dos años de los setenta y dos ayllos»63. Sin embargo, esta coincidencia, debido al carácter inédito de la obra durante el siglo xvii y a que hasta el momento no se tiene noticia de los escritos de Salas sobre la Copacabana de la Madre de Dios64, no resulta suficiente para sostener que el poeta haya consultado al fraile. Además, si bien en los Comentarios del Inca Garcilaso no se menciona un número parecido, Ramos Gavilán recoge una lista de cuarenta y dos naciones que se movilizaron a Copacabana por orden de Huayna Cápac con el fin de custodiar el santuario65, número que podría haber sido deformado por Calderón en su comedia. 3. Otras fuentes La Araucana de Alonso de Ercilla también fue propuesta como fuente de la comedia66. Ciertamente los nombres de Guacolda, Tucapel y Glauca provienen de dicho poema, pero antes de La aurora en Copacabana ya habían aparecido en piezas de otros autores, lo que, como March 62

Viscarra Fabre, 2010, pp. 17, 20. Viscarra Fabre, 2010, p. 3. 64 Entre los documentos conservados de Viscarra Fabre se encuentra el manuscrito Principios de la Historia de Copacabana de Salas (Viscarra Fabre, 2010, p. xlvi). 65 Historia, lib. i, cap. 12, pp. 84-85. 66 Pagés Larraya, 1958, p. 170. Parte de sus argumentos (que Calderón asimiló elementos psicológicos de la escena entre Lautaro y Guacolda en la situación entre Yupangui y Guacolda) fueron rebatidos por Engling, quien, sin embargo, mantiene La Araucana entre las «major sources for La aurora» (EE, pp. 53-61). 63

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apuntó67, obedece a la «homogeneidad barroca» que sigue el teatro del Siglo de Oro en su representación de América, por lo que «se repiten las Guacoldas, los Tucapeles y los Caupolicanes, creaciones literarias de Ercilla»68, pero instalados en territorios a los que originalmente no pertenecían. Así, el belicoso guerrero araucano Tucapel, que había aparecido en las comedias sobre las guerras de Arauco (El arauco domado de Lope de Vega y Algunas hazañas de las muchas de don García Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete de nueve aduladores ingenios) y en el auto sacramental La Araucana de Andrés de Claramonte69, es convertido por Calderón en un gracioso, criado de Yupangui, debido a «la sugestión o colorido americano», «el matiz indiano», como Pagés Larraya lo llamó70, que este nombre había adquirido. Un caso similar y que muestra el alcance y pervivencia de esta sugestión es el de Guacolda, que Calderón convierte en pareja de Yupangui en La aurora en Copacabana. Esta no solo llegó antes que Tucapel a tierras incas, pues en Las palabras a los reyes y gloria de los Pizarros de Vélez de Guevara es una de la esposas de Atabaliba (vv. 1830-1831), sino que permaneció más tiempo ahí. En La conquista del Perú del mercedario Francisco del Castillo, compuesta en Lima en 1748, Guacolda aparece y tiene una importante participación en medio de personajes que sí ostentan una auténtica onomástica inca: Titu Atauchi, Rumiñahui, Llupanguillo, Culliscacha, Mama Huaco71. Esto es una evidencia no solo de la recepción de La aurora en Copacabana en el Virreinato del Perú, sino de su influencia en el imaginario peruano colonial en lo que se refiere a la representación del pasado incaico, al punto de que, aunque ajena al mismo, Guacolda quedó fijada en dicho imaginario como una faceta de la representación del indio72.

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Según Pagés Larraya, Glauca era resultado de «reminiscencias fonéticas» de Lauca y Glaura, personajes de La Araucana (1958, p. 170). En cambio, para Lohmann Villena, Calderón transformó Glaura en Glauca «(de color claro), licencia artística muy en consonancia con el barroquismo de la época» (1972, p. 69). 68 March, 1983, p. 518. 69 Esta autoría ha sido propuesta por Rodrigo Faúndez Carreño en su tesis doctoral: Edición crítica y anotación filológica del auto sacramental La Araucana (Universitat Autònoma de Barcelona, 2013). 70 Pagés Larraya, 1958, pp. 312-313. 71 Castillo, Obra completa, p. 219; Rodríguez Garrido, 2007, pp. 283-284. 72 Gutiérrez Meza, 2012a, pp. 227-230; 2014d, pp. 32-33.

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Por otra parte, Miró Quesada propuso algunas coincidencias entre la comedia y la segunda parte de la Crónica moralizadora del Orden de San Agustín en el Perú (1653) del agustino Antonio de la Calancha, las que sugerirían que Calderón tomó dicha crónica como fuente y no la Historia de Ramos Gavilán. Al comparar ambas crónicas, no se observa mayor variación en la historia de la Virgen de Copacabana, pues el segundo, dentro de un proyecto mayor (escribir la historia de los agustinos en el Perú), tomó como fuente al primero en lo que se refiere a la historia de esta advocación mariana: «Lo que en su libro [la Historia de Ramos Gavilán] yo hallare averiguado, lo pondré en este, o abreviado lo que parece dilatado, o añadiendo lo que por faltarle noticias quedó breve»73. Por ello, para la composición de La aurora en Copacabana, Calderón no necesariamente habría seguido la Historia de Ramos Gavilán; cabe la posibilidad de que tomase como base la Crónica moralizadora de Calancha. La primera y más importante coincidencia señalada por Miró Quesada está relacionada con la evangelización legendaria de América por el apóstol Tomás74. Calancha no duda en identificar al predicador del Collao con dicho apóstol, lo cual también hace Calderón: ¡albricias, que ya ha llegado el felice cumplimiento de aquellas ya confundidas noticias que dejó un tiempo en la primitiva edad de vuestros padres y abuelos un Tomé o Tomás sembradas en todo el Perú, diciendo que, en los brazos de la aurora más pura, el hijo heredero 73

Calancha y Torres, Crónicas agustinianas, lib. i, cap. 1, p. 108. Miró Quesada, 1981, p. 94. El crítico peruano propone otras dos coincidencias. La segunda (p. 104) se refiere a que tanto Calancha (lib. i, cap. 7, pp. 185-186) como Calderón (vv. 3125-3134) mencionan un intento inicial de fabricar la imagen con barro, referencia ausente en Ramos Gavilán. Sin embargo, este sí lo menciona, cuando transcribe la relación del propio escultor (lib. ii, cap. 6, p. 234). La tercera (pp. 105-106) apunta al aspecto de la imagen y las reacciones que su revelación provoca al final de la comedia (vv. 4136-4153). Tales aspectos, como el color «no moreno sino entre blanco» de la talla, si bien aparecen en Calancha (lib. i, cap. 8, p. 201; cap. 9, pp. 207-208), provienen de Ramos Gavilán (lib. ii, cap. 42, p. 419). 74

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del gran Dios había venido, luz de luz, al universo! (vv. 1289-1300)

En cambio, Ramos Gavilán lo llama «santo discípulo», «santo varón», «santo mártir» y «Tunupa» (su nombre indígena «que es lo mismo que decir gran sabio y señor»75), pero no «apóstol» ni lo identifica con santo Tomás. La razón de esto obedece a una cuestión de coherencia. El predicador fue cruelmente empalado en una chonta o estaca de palma por los indios76, de ahí que Ramos Gavilán se refiera a él como «santo mártir» y que no lo identificase con santo Tomás, porque los restos del hombre santo del Titicaca descansaban milagrosamente en dicha zona, mientras que los del apóstol se hallaban en la India. Entonces, Tunupa no podía ser el apóstol, sino algún otro discípulo que había llegado hasta el Perú. Si Calancha afirma la presencia del apóstol en el Perú, cuyo camino hasta ahí desde Brasil había reconstruido en la primera parte de su crónica77, es porque en su versión de la historia del predicador se refiere a un apóstol (santo Tomás) y un discípulo. Cita la Historia de Ramos Gavilán, pero adecuándola a su idea de una pareja de predicadores78. De este modo, Calancha explica la muerte del predicador en el Titicaca, quien no fue el mismo apóstol Tomás, sino un discípulo suyo. A pesar de lo sugerente de esta coincidencia, sin haber recurrido a la Crónica moralizadora de Calancha y siguiendo solo la Historia de Ramos Gavilán, Calderón pudo haber identificado a Tunupa con santo Tomás, ya que la leyenda sobre el paso del apóstol por América fue muy difundida en la época79, por lo que probablemente el dramaturgo la conoció antes que cualquiera de estas crónicas agustinas. En todo caso, lo que no deja lugar a dudas de que Calderón siguió a Ramos Gavilán es que ambos vinculan la legendaria evangelización del Perú con el surgimiento del culto mariano de Copacabana y el origen mítico de los incas. 75

Historia, lib. i, cap. 7, p. 56. Historia, lib. i, cap. 8, pp. 61-62. 77 Calancha, Crónica moralizadora, lib. ii, cap. 2, pp. 315-320. 78 Calancha, Crónica moralizadora, lib. ii, cap. 3, p. 320. 79 Gandía, 1929, pp. 227-242; Duviols, 1977, pp. 55-70; Sanfuentes, 2003; 2008, pp. 46-50; Gutiérrez Meza, 2017c. En este último artículo examino con mayor detenimiento la presencia del apóstol en la comedia y sus fuentes, y rebato las equívocas aseveraciones de Leopold (2008, pp. 332-333) sobre el carácter prohibido de esta leyenda, basadas en datos errados de Eguiarte Bendímez (2002, p. 187). 76

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En la primera parte de la Crónica moralizadora de Calancha, en la que la presencia de santo Tomás en América es tratada con detenimiento, no se propone una conexión de esta con la historia de la Virgen de Copacabana. En su continuación, en la que se recoge la historia del culto mariano, no se vincula la misma con la evangelización del apóstol. En cambio, el primer libro de la Historia de Ramos Gavilán relata la predicación de Tunupa, la cual vincula con el mito sobre el origen de los incas que ahí se recoge: Pasó adelante el santo varón, y saliendo a tierra del Collao, traía inquieto el pecho de un celoso deseo de ver aquel famoso altar y adoratorio que los collas tienen en la isla Titicaca y destruirle si pudiese. Y por reparar aquel daño grande, pidió a Dios determinase en aquel caso lo que más era en su orden a su servicio. […] Pues como estos naturales dicen, estando los indios moradores de Titicaca con otros que de la provincia habían acudido a una gran fiesta y solemnidad del adoratorio del Sol, vieron, como que bajara del cielo, un hombre blanco y zarzo, casi en el traje y vestido de que ellos usan; el cual por algunos días vivió allí y en este tiempo les predicó la creencia y culto debido a un solo Dios universal, creador y causa primera de todas las cosas. Y visto el poco fruto que con esta verdad hacía y la dura obstinación en que se estaban, determinó echar por otro rumbo [énfasis mío]80.

Tunupa aparece como un hombre blanco que desciende ante una multitud, como bajando del cielo. Del mismo modo aparece el primer inca en la versión del mito que Ramos Gavilán transmite en su Historia. En dicha versión, Manco Cápac es un cacique que, al tener un hijo «tan rubio y blanco»81, en complicidad con un hechicero lo cría en secreto. Cuando este cumple veinte años, se presenta en la cima de un cerro disfrazado del dios Sol (con una camiseta de oro y plata que lo hace resplandecer), para así anunciar a sus habitantes que días después recibirían a su hijo, enviado por él para gobernarles. El supuesto hijo del Sol no es otro que el mismo hijo del cacique: Corrió la voz de suerte que al octavo día concurrió infinita gente a recibir al hijo del Sol por su rey y al punto señalado lo vieron resplandecer en lo alto y bajar callando. Recibiéronle con grandes bailes y canciones, habiendo vestido to-

80 81

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Historia, lib. i, cap. 8, pp. 58-59. Historia, lib. i, cap. 2, p. 28.

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dos ricamente como lo quería la fiesta. Comenzó a despachar por mano del ayo [el hechicero] con tanta prudencia que confirmó el engaño [énfasis mío]82.

Ramos Gavilán vincula así la historia de la Virgen de Copacabana con la leyenda de santo Tomás y, a su vez, con el origen de los incas. En la versión de este fraile se desmitifica el origen de los incas al mostrarlo como resultado de una maquinación interesada del cacique Manco Cápac, quien falsificó el origen divino de su hijo no solo haciendo que este se presentase como hijo del Sol, sino también haciendo que su aparición imitase la llegada del santo discípulo. Esta versión será la que Calderón dramatice en La aurora en Copacabana, en la que el cacique Manco Cápac urde, en complicidad con Idolatría, una treta para convertir a su hijo en «dueño / del imperio del Perú» (vv. 1335-1336). Tras ser criado en secreto en el interior de un peñasco, el hijo del cacique se presenta en lo alto a los habitantes del Perú como «el hijo heredero / del gran Dios» (vv. 1298-1299) anunciado por «un Tomé o Tomás» (v. 1295).

4. El tratamiento poético de las fuentes El manejo de la historia en La aurora en Copacabana ha sido un punto abordado por la crítica con poco acierto cuando esta ha seguido una «visión purista de la historia»83. Tal es el caso de José Toribio Medina, para quien: «El asunto era de todo punto inverosímil de por sí, y para desarrollarlo el eximio dramático hubo de incurrir en anacronismos estupendos, contando sin duda con la ignorancia del pueblo a que se dirigía»; a lo que añadía la «absurda amalgama de personajes», así como el empleo de nombres araucanos84. Se trata, pues, de una incomprensión

82

Historia, lib. i, cap. 2, pp. 30-31. Zugasti, 1993, p. 58. 84 Medina, 1915, pp. 136-137. El historiador chileno demuestra un conocimiento inexacto del argumento de la comedia, puesto que propone como ejemplo inicial de los «disparates» de Calderón el ubicar la llegada de los españoles al Perú en el lago Titicaca, cuando en la comedia claramente se señala Tumbes como escenario de tal hecho. Asimismo, sus comentarios siguieron teniendo influencia para parte de la historiografía chilena de finales de siglo. Así, Castedo, para quien La aurora en Copacabana es un auto sacramental que «reúne el mayor cúmulo inimaginable de fantasías, ciertamente erradas las más de ellas», reproduce el mencionado error de lectura de Medina (1996, p. 71). 83

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de los conceptos de poesía e historia, los cuales ya habían sido deslindados por Aristóteles en su Poética: la diferencia [entre el historiador y el poeta] está en que uno dice lo que ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder. Por eso también la poesía es más filosófica y elevada que la historia; pues la poesía dice más bien lo general, y la historia, lo particular85.

Esta diferenciación fue seguida por los principales preceptistas y dramaturgos del xvii86, como es el caso de Bances Candamo, quien explicaba en qué forma la comedia «imitaba» a la historia: Imita la comedia a la historia, copiando solo las acciones airosas de ella y ocultando las feas. Finalmente, la historia nos expone los sucesos de la vida como son, la comedia nos los exorna como debían ser, añadiéndole a la verdad de la esperiencia mucha más perfección para la enseñanza87.

Así se establece en la comedia histórica una dialéctica peculiar entre poesía e historia, donde «el predominio fundamental […] es el de la poesía, quedando la historia sometida a las reglas del ingenio creador»88. Por ello, en el caso de Calderón, como Escudero explica, se observa una gran libertad en el manejo de los datos «verdaderos» (valga decir aceptados generalmente en el ámbito coetáneo del dramaturgo) que proporciona la historia, pero el sentido y manipulación (y del propio tema histórico) se multiplica en la obra de Calderón89.

Entonces, para comprender el tratamiento de la historia en la comedia es necesario tomar en cuenta las condiciones de su génesis, pues solo así se puede entender el sentido de la reelaboración de los hechos que esta propone. En el caso de La aurora en Copacabana, Arellano consideró que el interés que el poeta persiguió encaja dentro del enaltecimiento religioso católico90. A la luz de la posible relación entre la composición 85 86 87 88 89 90

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Aristóteles, Poética, p. 158. Para un abanico de los mismos, ver Zugasti, 1993, pp. 50-57. Bances Candamo, Theatro de los theatros, p. 82. Zugasti, 1993, p. 49. Escudero, 2000, p. 18. Arellano, 1994, pp. 45, 46-47.

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de la comedia y la expansión del culto de la Virgen de Copacabana en España, promovido por Miguel de Aguirre, la comedia estaría vinculada a la promoción de esta devoción mariana en la Península. Su aparición representa ciertamente el cenit del proceso evangelizador, pues, recorriendo el camino inverso que habían realizado los frailes predicadores, desde el Nuevo Mundo había llegado a Madrid una milagrosa devoción mariana surgida en el Perú. De este modo, la historia del descubrimiento y la conquista de dicho territorio en la comedia se subordina a la exaltación de este culto mariano.Tal es el sentido al que el poeta somete los hechos de las fuentes históricas que manejó. Al inicio de la tercera jornada de La aurora en Copacabana, el gobernador Marañón realiza una extensa relación ante al virrey. Dicha relación que abarca los sucesos «desde el día que en Perú / la cruz entró» (vv. 2797-2798), más que un resumen de los hechos históricos, es un recuento de las maravillas que «obró Dios y obró su pura / Virgen Madre» (vv. 2795-2796), de ahí que se recojan los milagros marianos en Tumbes y Cuzco (vv. 2805-2819). En cambio, en lo que se refiere al destino final tanto de los conquistadores (Pizarro, Almagro y Candía, los tres muertos en las guerras que se desataron entre ellos) como de los hermanos Guáscar y Atabaliba, la relación calla o dice ignorar lo ocurrido: de cuyos conquistadores apenas uno hay que viva, murió Guáscar prisionero y su hermano Atabaliba no sé cómo (vv. 2827-2831)

Para enseguida añadir: Y pues no son estas cosas para dichas tan de paso, remitamos a la historia que lo escriba y vamos a lo que hoy toca a la obligación mía (vv. 2831-2836)

En estos versos de esta relación poética (no histórica), el propio Calderón parece hacerse eco del deslinde entre poesía e historia. Su obligación no es escribir la historia, sino poetizarla. En este sentido, La

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aurora en Copacabana recoge solo lo esencial y trascendental del descubrimiento y conquista del Perú en relación con la evangelización y el surgimiento de dicha devoción americana, es decir, la incorporación de los pueblos del nuevo continente a la civilización cristiana no por medio de la conquista externa de sus territorios, sino ganando sus almas para la verdadera fe91. Por ello, no se trata, como Laitenberger sentenció, de una elaboración que fuerza los hechos, que no interpreta la historia y, al contrario, la «superapologeta» con el objetivo de «inventar» una historia que no estorbe a los fines de la tendencia apologética de la conquista, presente en las crónicas que la inspiraron92. Precisamente ahí radica el error del crítico: exige a la poesía lo que es propio de la historia. Con todo, Calderón tampoco llega a proponer una visión completamente maniquea entre los conquistadores y los incas. Si bien los primeros no son cuestionados, no se simplifica la representación de los segundos. En la primera jornada de la comedia se dramatiza cómo los incas tergiversaron y corrompieron la predicación primitiva del apóstol Tomás, la cual emplearon para falsificar su divinidad con ayuda de Idolatría. Como los gentiles, ellos tenían la capacidad necesaria para prefigurar al verdadero Dios, pero sus pasiones los corrompieron y recibieron, al igual que aquellos, el castigo divino: «adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Criador»93. Manco Cápac, dominado por su ambición, había sometido a su hijo a un duro encierro para establecer a su dinastía en el gobierno del Perú mediante la falsificación de su origen divino. Del mismo modo, Guáscar, su descendiente, es vencido por sus pasiones: ora por su deseo amoroso por la sacerdotisa Guacolda (que lo lleva a desobedecer el sacrificio ordenado por el Sol), ora por su deseo de poder (o el temor a perderlo) ante la revelación del verdadero origen de su dinastía. En cambio, Yupangui y Guacolda suponen la contraparte de esta representación negativa de los incas. Tras el encuentro de Yupangui con Candía, en el que se produce el milagro de la cruz, el general manifies-

91

Pedro, 1954, pp. 167-168; Zulueta, 1952, p. 80. Laitenberger, 1994, pp. 133-144. 93 Romanos 1, 26. Al respecto, los profesores de Salamanca comentan: «por no querer los hombres glorificar a Dios, cual era su deber, este, en castigo, retiró sus gracias, de modo que cada vez fueron cayendo más abajo, a merced de sus instintos bestiales» (vol. 6, 1965, p. 270). 92

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ta sus dudas sobre la naturaleza de los misteriosos seres que acaban de arribar al Perú: De suerte que si en sus hechos la razón advierte, en la que naturalmente me fundo sin que el discurso deba nada al arte, es que debe de haber de esotra parte del mar otra república, otro mundo, otra lengua, otro traje y otra gente (vv. 791-797)

Su argumentación concluye con una exhortación al inca a razonar el «misterio más incomprensible» (v. 810) detrás de los recién llegados; es decir, es una exhortación a ejercitar la razón natural, la cual podía conducir al hombre a la certeza de la existencia de Dios, incluso antes de recibir la revelación evangélica94. Muy distinta es la reacción de Guáscar: A tu suceso atento menos le alcanzo cuanto más le siento Y así no sé, no sé lo que debamos hacer (vv. 815-818)

Esta actitud vacilante y perpleja lo lleva a desoír la sugerencia del general y a seguir la del sacerdote, quien ordena el inicio de las invocaciones al dios Sol. Si la novedad de la experiencia puede excusar dicha reacción, cuando posteriormente se le revela el fraude sobre el que se cimienta su dinastía, el inca acepta conscientemente detentar un poder que solo es una máscara de su esclavitud hacia Idolatría: «Cautivado por la ilusión de su poder y a causa de su incredulidad, no puede reconocer el poder verdadero y único, el poder del Dios cristiano»95. Al igual que a Yupangui, a Guacolda la razón natural también iluminará en sus quejas contra su inminente sacrificio:

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Romanos 1, 18-23. Según los profesores de Salamanca, san Pablo afirma que los gentiles, aunque ajenos a la revelación positiva de Dios, pudieron conocerlo: «por las cosas visibles puede y debe el hombre, mediante sus facultades intelectuales, llegar a conocer a Dios, su creador» (vol. 6, 1965, p. 268). 95 Simson, 2001, p. 171.

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por no sé qué natural luz que repugna infinito a que en mí no haya delito y haya en un dios celestial sed de humana sangre tal que obligue, fiero y cruel, sin odio dé fe, a que un fiel mate otro fiel. ¿Es ley, di, que un dios no muera por mí y que yo muera por él? (vv. 983-992)

De este modo, la sacerdotisa consigue discernir al verdadero Dios, pues prefigura el sacrificio de Cristo en la cruz por la humanidad. A esta conclusión también llega Yupangui, quien, conmovido por los argumentos de Guacolda, se percata de que el sacrificio viola los principios básicos del derecho natural que separa a los hombres de los brutos irracionales: el Sol, pues es tan severo dios que en su culto nos manda contra el natural derecho que mueran otros por él no habiendo él por otros muerto (vv. 1411-1415)

Si bien Calderón propone una visión negativa del gobierno de los incas, también representa positivamente al indio. En este sentido, la primera jornada de La aurora en Copacabana no solo dramatiza el descubrimiento del Perú, sino también representa el descubrimiento por parte de su población indígena, personificada en Guacolda y Yupangui, de la crueldad e injusticia de la religión inca, así como el presentimiento de la religión cristiana. La pareja se muestra, entonces, preparada para recibir la revelación evangélica, es decir, para el advenimiento de la ley de gracia sobre el Perú, lo que sucederá en la segunda jornada por medio de las milagrosas intervenciones marianas96. Si Guacolda y Yupangui se liberan ellos mismos de las invisibles ataduras del culto solar, la Virgen los libra de las ataduras físicas de la tiranía de los incas cuando provoca 96

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Para un análisis más completo, ver Gutiérrez Meza, 2014d, pp. 36-39.

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el desbande del ejército de Guáscar en el sitio del Cuzco y, hacia el final de la segunda jornada, salva a la pareja de su asaetamiento. San Jerónimo, como Francisco Fernández de Córdova señala en el prólogo de la Historia de Ramos Gavilán, había encontrado en la acción de Cristo la explicación de la fertilidad de santos en los desiertos de Egipto y Palestina. En esa misma línea, el propio Fernández elucidó la fertilidad mariana en España y sus Indias: Cristo y su Madre tienen partido el mundo y entre los dos, como en dos polos Ártico y Antártico se sostiene Cristo en el Oriente y María en el Occidente. Comenzó este favor en España, ilustrándola con diversas apariciones, y con sus imágenes milagrosas (de que hoy día goza con gran consuelo de sus hijos) prodigose aqueste favor, viniendo con sus hijos los españoles a este reino y nuevo mundo más occidental para serles luz y ayudarles a convertir a estos gentiles97.

De este modo se anunciaba el fervor mariano que había impulsado la composición de la crónica del fraile agustino, el cual Calderón continuó en La aurora en Copacabana, comedia en la que dicho fervor dirige el tratamiento poético de la historia del descubrimiento y la conquista del Perú. Polimetría Entre las características más importantes de la comedia española del siglo xvii se encuentra la polimetría, es decir, el empleo de una pluralidad de metros y estrofas. El propio Lope de Vega lo declaraba en su Arte nuevo, donde establecía de manera sucinta una correspondencia entre el metro y el contenido: las décimas son buenas para quejas, el soneto está bien en los que aguardan, las relaciones piden los romances, aunque en octavas lucen por extremo; son los tercetos para cosas graves, y para las de amor, las redondillas (vv. 307-312)

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Historia, Prólogo, p. 20.

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Si bien José Prades elevó estas relaciones al nivel de «doctrina dramática»98, se trata, como Garnier Verdaguer ha apuntado, de una «preceptiva incompleta y no carente de imprecisiones» que ejemplifica la doble ausencia que se observa entre los dramaturgos áureos con respecto a la versificación: «por un lado, de una teoría que guíe su escritura y, por otro, de una voluntad de fundar una teoría explícita a partir de prácticas empíricas». Dicha situación se reproduce entre los preceptistas de la época, quienes abordan este aspecto sin considerarlo en su conjunto y sosteniéndose en juicios subjetivos99. Entre dichos preceptistas destaca José Pellicer, quien en el segundo precepto de su Idea de la comedia de Castilla relacionó la métrica con los tres estilos clásicos: trágico, lírico y heroico100. Durante el siglo xx, el estudio de las «leyes» que explicaban la versificación de la comedia se abordó a partir de diferentes perspectivas que Garnier Verdaguer organizó en tres tendencias101. La primera subrayó la dimensión estética (a nivel auditivo) de la versificación hasta llegar al extremo de afirmar que la variedad métrica fue «la única ley estética a la que debieron someterse los dramaturgos»102. Por su parte, la segunda tendencia consideraba que la elección del metro era un capricho del escritor. A partir de este supuesto, el estudio cuantitativo de los metros y estrofas usados por determinado autor avalaba una cronología de su producción cómica, así como el examen de las atribuciones dudosas (como hizo Morley en sus distintos trabajos), pero sin considerar la relación de la métrica con el contenido y la elocución del texto cómico103. La tercera tendencia vincula la versificación con la organización de la comedia siguiendo dos enfoques: temático y estructural. El primero está representado por el estudio de Marín de la técnica versificadora de Lope a partir de su relación con el contenido dramático. Así, a diferencia de Morley y Bruerton, quienes consideraron los cambios métricos 98

Lope de Vega, Arte nuevo, ed. José Prades, 1971, p. 269. Garnier Verdaguer, 1996, pp. 183, 181, 184-187. 100 Sánchez Escribano y Porqueras Mayo, 1972, pp. 266-267. 101 Otros críticos consideran solo las dos últimas tendencias: Williamsen, 1978a, p. 881; Lope, Arte nuevo, ed. Rodríguez Cuadros, 2011, p. 174. 102 Garnier Verdaguer, 1996, pp. 192-193. Ejemplifica esta tendencia con la conclusión de Serge Denis en La langue de Juan Ruiz de Alarcón. 103 Garnier Verdaguer, 1996, pp. 193-195. Desde esta perspectiva, Morley estudió la versificación de Tirso de Molina (1905, 1914), Ruiz de Alarcón, Moreto (1918) y Lope (Morley y Bruerton, 1968). 99

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en la comedia lopesca desde un enfoque «externo y mecánico», Marín vinculó «el cambio o la continuidad del metro con el carácter y tono dramático de la escena», delimitada esta por «las mutaciones escénicas con cambio completo de lugar o de asunto y personajes»104. Con ello sustentaba su estudio en una segmentación de la comedia a partir del cambio escénico y no del métrico. El enfoque estructural de la tercera tendencia fue propuesto por Williamsen, para quien la estrofa escogida llevó consigo más que el deseo de crear una actitud o disposición de ánimo, y que frecuentemente tal cambio de metro cumplió algún propósito funcional dentro de la estructura de la comedia105.

Sin embargo, sus aproximaciones se basaban en una estructuración tripartita de la comedia (acción inicial, clímax dramático y clímax emocional), fundada no en la polimetría del texto cómico, sino en el cambio de dirección de la trayectoria del protagonista y en el aumento de la tensión, factores que debido a su subjetividad y a que no eran aplicables a todas las comedias limitaban los alcances de sus estudios106. Vitse propuso posteriormente una segmentación de la comedia en la que el cambio métrico era el «primer principio estructurante», propuesta que ha sido seguida, con algunas modificaciones, por Antonucci107. La aplicación de la propuesta de Vitse en La aurora en Copacabana dio como resultado el siguiente cuadro polimétrico108:

104

Marín, 1968, pp. 9, 75. Williamsen, 1978a, p. 884. La versión en inglés de dicho trabajo (1978b), aunque con cambios, mantiene los planteamientos básicos de su propuesta. Asimismo, la segunda tendencia no le era ajena, pues la aplicó en su cronología del teatro de Mira de Amescua (1977). 106 Williamsen, 1978a, pp. 884-886; Garnier, 1996, p. 197. 107 Vitse, 1998, p. 49; Antonucci, 2000a, 2000b.Ver también Vitse, 2006, 2007, 2010; Antonucci, 2006a, 2006b, 2007, 2010; Gilbert, 2006a, 2006b, 2008a, 2008b; Güell, 2004; Oteiza, 2006; Pagnotta, 2011. Se la aplica también en las ediciones recientes de El príncipe constante (2014) y La puente de Mantible (2016). 108 Gutiérrez Meza, 2012b, pp. 174-175; 2014b, p. 304. 105

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J.

Versos

Sec.

Rom. e-a 1-690

A

I

Silvas 691-826

B2

Red. 827-942

B

II

III

B1

Avance: gesta del descubrimiento del Perú, milagros de la cruz

Reacción: anuncio del reinicio de los sacrificios humanos

C

Décimas 943-1012

Avance: prefiguración de Guacolda

D

Rom. e-o 1013-1415

Reacción: visión del origen falsificado de los incas

E

Rom. a-a 1416-2103

Avance: gesta de la toma y defensa del Cuzco, milagrosa caída de Pizarro y aparición de la Virgen

F

Red. 2104-2254

Reacción: preparación de la ejecución de Guacolda

G

Rom. a-e 2255-2762

Avance: milagrosa salvación de Guacolda y Yupangui

H

Rom. i-a 2763-3104

Relación histórica

I

Décimas 3105-3154

Oración de Yupangui

J1

Rom. e-a 3155-3924

J2

Rom. e-o 3925-3996

K1

Hept. i 3997-4097

K2

Rom. e-o 4098-4296

J

K

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Acciones

Consolidación: gesta de Yupangui

Resolución: milagroso embellecimiento de la talla

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Como se ve en el cuadro, las macrosecuencias se expresan mediante letras mayúsculas (A, B, C, D, etc.). En el caso de las microsecuencias, aparecen acompañadas por un subíndice (B1, B2, J1, J2, etc.). Es decir, la macrosecuencia B está compuesta por las microsecuencias B1 y B2. El criterio para la jerarquización de las secuencias (en macro y microsecuencias) de las dos primeras jornadas es su relación con la trayectoria dramática: mientras las macrosecuencias A, C, E y G colaboran con el progreso de la conquista y la evangelización del Perú (por lo que las llamé secuencias de avance), las macrosecuencias B, D y F buscan detenerlo (secuencias de reacción). Sin embargo, en la tercera jornada esta dinámica de avance y reacción adquiere un solo sentido, ya que en ella se representa la consolidación de dichos procesos por medio del surgimiento de la devoción mariana de Copacabana. En las dos primeras jornadas, las secuencias de avance se realizan en romance (macrosecuencias A, E y G) y décimas (macrosecuencia C). Con el primer metro se marca las acciones militares de los españoles (el descubrimiento del Perú, la captura y defensa del Cuzco y la invasión de Copacabana), amparadas por las intervenciones divinas (el milagro de las fieras en Tumbes, la caída indemne de Pizarro y la aparición de la Virgen en el Cuzco); mientras que las décimas se relacionan con el avance en el «segundo frente», que no se libra por medio de gestas militares e intervenciones sobrenaturales, sino mediante el ejercicio de la razón natural. En cambio, las silvas y redondillas (macrosecuencias B y F) se vinculan con las reacciones de Idolatría contra dicho avance. La excepción es la macrosecuencia D, una secuencia de reacción en romances. En este caso, el uso de este metro obedece a su función como anuncio del fin de la jornada109. Sin embargo, al igual que las otras secuencias en romance, está marcada por acciones sobrenaturales (la revelación, por medio de una visión teatralizada, de los orígenes falsificados del primer inca), que en esta ocasión no proceden de la Providencia, sino de Idolatría. En la tercera jornada, la polimetría se convierte en correlato del destierro de Idolatría del horizonte dramático de la comedia, pues desaparecen los metros en los que esta mostraba su dominio y poder sobre el Perú incaico (silvas y redondillas). Así, la versificación de la tercera jornada constituye, por el predominio de los metros vinculados con las secuencias de avance (romances y décimas), una suerte de marcha triunfal que celebra la entronización de la talla de la Virgen de Copacabana, 109

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Marín, 1982, p. 99.

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la cual representa la consolidación de la conquista y evangelización del Perú. En este sentido, reemplazado el gobierno idolátrico de Guáscar por el sistema virreinal, el romance sigue acompañando, como lo había hecho en las dos primeras jornadas, los triunfos finales sobre Idolatría que se consiguen en el Perú, pero estos ya no son protagonizados por los españoles (agentes iniciales de la evangelización), sino por Yupangui. Por ello, en la tercera jornada, el sujeto evangelizado se convierte en agente de la consolidación de su propia evangelización: pasa de la esfera de la introspección de las décimas (macrosecuencia I) a la esfera de la gesta evangelizadora, asistida por la Providencia, de los romances (macrosecuencias J y K)110. Versificación En su estudio sobre la versificación de Calderón, Marín apuntó algunas características con respecto al empleo del romance: su tendencia a la monometría, la diversificación de sus asonancias y su empleo como «indicador formal» del final próximo de la jornada111. Si bien dicho estudio se convirtió en una referencia recurrente en los posteriores acercamientos a este tema112, la crítica norteamericana (dentro de la tendencia cronologista) ya había esbozado algunas características de la versificación calderoniana. Así, en un artículo publicado un año antes que el de Marín, Wooldridge aborda algunos aspectos todavía no estudiados de dicha versificación (y remite a la bibliografía existente sobre este tema113) como el aumento en la extensión del texto cómico a partir de 1640 y la preferencia del poeta por el uso de las asonancias e-o, e-a, a-a y e-e en los romances114. Estos rasgos de la versificación calderoniana son tendencias que ya habían aparecido en la última etapa del teatro de Lope, por lo que no son exclusivos de Calderón, sino que también están presentes en Mira 110

Para un análisis más completo de la polimetría, ver Gutiérrez Meza, 2012b. Marín, 1982, pp. 97, 99. 112 Fernández Mosquera, 2002b, pp. 757-758; 2015, pp. 45-46; Caamaño Rojo, 2006, p. 409. 113 Wooldridge, 1981, p. 175, n. 1. 114 Wooldridge, 1981, pp. 167, 173. El crítico reconoce que sus conclusiones están limitadas por el estado deturpado de algunos de los textos (1981, p. 167), lo que Hilborn también había indicado (1938, pp. v-vi). 111

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de Amescua, Tirso de Molina y Bances Candamo115. Por ello, en La aurora en Copacabana (compuesta probablemente entre 1664 y 1665) estas características aparecen de forma muy acusada. Es una comedia extensa (4.296 versos), en la que el romance se emplea en el 84% del texto, con cinco tipos de asonancias (a-a, a-e, e-a, e-o e i-a), y aparece al inicio y al final de cada una de las jornadas. El 16% restante se reparte en redondillas (6,1%), silvas (3,2%), décimas (3%) y partes cantadas de métrica diversa. Esta tendencia hacia la simplificación métrica tuvo su correlato a nivel de la estructuración de la comedia, pues la misma se orienta «a la articulación en grandes bloques (y pocos) en cada acto, sobre todo conforme avanza la estilización de la comedia (Calderón es un caso significativo)»116. La primacía del romance se ubica dentro de un mayor empleo de los metros tradicionales castellanos en detrimento de los metros italianizantes, cuyo uso «Calderón restringe aún más que Lope […] solo tienen relativa importancia la silva, la octava real y el soneto. El más común de ellos es la silva»117. En el caso de la décima, esta estrofa adquiere con Calderón una mayor versatilidad. De acuerdo con Marín, de las estrofas usadas por Lope fue la que más tardíamente empleó, pero también la más especializada, porque la utilizó «en especial para el soliloquio lírico, bien con tensión dramática o con pensamientos generales» y de temática amorosa118. Por su parte, Calderón amplió su uso a toda clase de monólogos y diálogos. Sobre los primeros, Marín señala: monólogos con décimas se pueden hallar en todas las comedias [del corpus examinado], siempre en tono elevado y sirviendo lo mismo para alocuciones líricas, quejas amorosas, lamentos existenciales sobre la caducidad de la

115

Williamsen, 1977, p. 160; 1989, p. 687; Pérez Feliu, 1974-1975, pp. 136-137. La preponderancia del romance también se observa en su teatro breve (Calderón, Teatro cómico breve, ed. Lobato, 1989, pp. 11-21), así como en el de Moreto (Lobato, 1990, pp. 355-357). 116 Arellano, 1995, pp. 122-123. 117 Marín, 1982, p. 102. 118 Marín, 1968, pp. 101, 105. José Prades puso algunos reparos a las conclusiones de Marín sobre la tardía aparición de esta estrofa en la comedia lopesca, pues esto no se corresponde con el lugar que Lope le da en su Arte nuevo. La razón para esta diferencia, a su parecer, estaría en las limitaciones del corpus estudiado por el crítico (1971, pp. 194-197).

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vida, el sino y la muerte, y panegíricos de la amada o la divinidad, que para descripciones y comentarios explicativos de la acción central119.

El mayor empleo de esta estrofa implica su adaptación al asunto de cada comedia, de modo que puede aparecer, conforme a lo declarado en el Arte nuevo, vinculada al tema amoroso (como es el caso de las décimas de El médico de su honra120), así como ligada a temas filosóficos (como sucede con las famosas décimas de La vida es sueño). En el caso de La aurora en Copacabana, esta estrofa acompaña las quejas de Guacolda, en las que prefigura la existencia del verdadero Dios, y la oración de Yupangui (macrosecuencias C e I respectivamente), momentos marcados por la introspección121. Asimismo, esta coincidencia constituye un «paralelismo de correspondencia»: series de escenas paralelas, que, además de impulsar la acción de la comedia, van concretando, en un determinado metro, hechos decisivos para la trama, lo que aporta coherencia a la estructura dramática. Estos paralelismos van recordando diversos contextos dentro de una misma obra, anudando así cabos sueltos mediante conexiones. Los metros conectivos relacionan actitudes y acciones de los personajes, contribuyen a perfilar sus características y establecen la articulación métrico-dramática de la obra122.

Por medio de este paralelismo se incide, entonces, en la evangelización realizada por los españoles sobre la población indígena (representada por Guacolda y Yupangui), pues se conectan dos escenas que se ubican antes y después de la evangelización española, la que se completa entre la segunda y la tercera jornada. De este modo, lo que en la macrosecuencia C era prefiguración aparece en la macrosecuencia I convertido en conocimiento revelado y aprendido. Una situación opuesta se observa en el caso de las redondillas, cuya aparición disminuye en la versificación calderoniana. Sin embargo, ya se había observado este cambio, que permite el aumento de los romances, en la última etapa de la producción lopesca, por lo que se trata de otra tendencia que Calderón continúa. A pesar de esta disminución, no se observa una especialización en su uso, ya que el poeta, de acuerdo con 119 120 121 122

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Marín, 1982, p. 101. Álvarez Sellers, 2010, p. 235. Gutiérrez Meza, 2012b, pp. 180, 182. Fernández Guillermo, 1998, p. 111.

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Marín, continúa sin grandes variaciones con la praxis de Lope123. En todo caso, es importante recordar la función de enlace, en un sentido aparentemente estructural, que Pellicer les otorga en su preceptiva: «solo las permito para enlazar la maraña de la comedia y que sirvan a los poetas de lo que la linaza a los pintores, que solo es útil para atar los colores»124, puesto que en La aurora en Copacabana conectan las tramas que conforman la acción de la comedia. Así, en la primera jornada, las redondillas de la microsecuencia B2 enlazan la gran historia de la conquista (el descubrimiento del Perú por los trece de la fama que se realiza en la macrosecuencia A y la microsecuencia B1) con lo intrahistórico, es decir, el triángulo amoroso entre Yupangui, Guacolda y Guáscar (macrosecuencias C y D). Esto se repite en la segunda jornada, donde la macrosecuencia F une la guerra de la conquista (macrosecuencia E) con la revelación del mencionado triángulo (macrosecuencia G). En el caso de los metros italianizantes125, Williamsen ya había sugerido que la irregularidad propia de la silva (que oscila entre heptasílabos y endecasílabos) tenía el efecto de «realzar auditivamente las palabras que riman» en situaciones claves y Asensio la había considerado como una «alternativa, u oposición, al petrarquismo, a sus estrofas cinceladas que aprisionaban con su geometría y su retórica»126. Posteriormente Fernández Guillermo probó, a partir de un corpus de comedias serias, que «Como en su momento lo hizo Lope con diferentes formas métricas, Calderón, en varias obras, empleó la silva para estructurar la comedia» y, entre los cuatro usos recurrentes que identificó, aparece su empleo «para introducir el elemento perturbador, causante del conflicto dramático». Al ampliar su análisis a la comedia de capa y espada, notó que es la única forma italianizante que el poeta mantiene, salvo alguna excepción127. En La aurora en Copacabana, las silvas (microsecuencia B1) corroboran lo propuesto por Fernández Guillermo, ya que introducen a Idolatría, elemento perturbador y antagonista de la comedia128. 123

Marín, 1982, p. 100. Sánchez Escribano y Porqueras Mayo, 1972, p. 267. 125 Entre las estrofas calderonianas, el soneto ha sido la que mayor atención ha recibido: Osuna, 1974; Fernández Mosquera, 2002b; 2015, pp. 45-63; Venier, 2002; Caamaño Rojo, 2006; 2010. Sobre los sonetos de El príncipe constante, ver la bibliografía a la que remite Fernández Mosquera (2015, p. 49, n. 15). 126 Williamsen, 1978a, pp. 884-885; Asensio, 1983, p. 29. 127 Fernández Guillermo, 2008, pp. 122, 110; 2010, p. 484. 128 Gutiérrez Meza, 2012b, pp. 176-178. 124

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En el uso de los versos agudos y esdrújulos, la comedia calderoniana se distancia de la tendencia general. Así, mientras Lope «associated the use of the esdrújulos with the extravagant vocabulary of cultismo» y «By the end of the sixteenth century careful poets usually avoided the agudo altogether, used the esdrújulo sparingly in rime», Calderón aparece como una excepción «applauded for the elegance, the grace, and the majesty of his agudos!»129. Al respecto, Hilborn concluyó: «while Calderón did occasionally make free use of the agudos in non-rimed heptasyllabics and hendecasyllabics, he generally used them with strict parsimony except for the assonance in í». Asimismo, a diferencia del uso cómico (e incluso burlesco) que se dio a este tipo de verso, el poeta los empleó en sus autos sacramentales para infundir una especial solemnidad130. Por ello, en La aurora en Copacabana aparecen en la milagrosa intervención de los ángeles sobre la talla (microsecuencia K1) hacia el final de la comedia. Volviendo a la preferencia de los metros castellanos sobre los italianizantes, esta situación también se percibe en la poesía de finales del siglo xvii, como se desprende del estudio de Bègue sobre la práctica versificadora de Pérez de Montoro. Si, de acuerdo con Álvarez y Ruiz Pérez, a inicios del mencionado siglo se percibe un desarrollo paralelo entre la comedia y la lírica en relación con el establecimiento de los patrones polimétricos131, los paralelismos entre ambos géneros continúan a finales del mismo. En este sentido, se pueden extender las conclusiones de Bègue sobre este cambio en la práctica versificadora lírica hacia la cómica. Así, la versificación de la comedia se inscribe dentro de una escritura sin duda en búsqueda de cierta claridad discursiva y que se traduce por un debilitamiento de ciertas formas métricas representantes de una estética barroca compleja sintáctica y lingüísticamente y, por consiguiente, por el uso de formas menos forzadas donde la sintaxis de la frase pueda conjugarse lo más naturalmente con los metros132.

129

Reid, 1939, p. 284; Clarke, 1939, pp. 681-683. Hilborn, 1942, pp. 158-159. 131 Álvarez, 2008, p. 110; Ruiz Pérez, 2001, pp. 84-85, 87-88. 132 Bègue, 2008, p. 199. El cambio hacia las formas polimétricas a principios de siglo implicó «la acomodación de los modelos poéticos y dramáticos a la presión de un público que los nuevos autores desean cada vez más amplio» (Ruiz Pérez, 2001, p. 86), por lo que estuvo vinculado con «factores sociales tales como la conformación de nuevos públicos, masivos y urbanos» (Álvarez, 2008, p. 121). 130

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Canto Si bien el método de Vitse otorga preeminencia al cambio métrico, reconoce también que no toda variación de metro o estrofa cumple siempre una función estructurante, sino que se emplea también «tanto para la intercalación de una canción o de algún texto “citado”, como para alguna modificación en el tono o en el carácter de una situación dramática (por ejemplo, la inclusión de un relato en romances en una escena con apertura y cierre en redondillas)»133. De este modo, diferencia un tipo de secuencia estructural, a la que llama forma englobadora, que presenta incrustaciones, las llamadas formas englobadas. A estas últimas corresponden las partes cantadas incluidas en La aurora en Copacabana. El canto, como se ha señalado en distintos lugares134, se emplea para distinguir las intervenciones sobrenaturales en la comedia, ubicándolas en un plano diferente. En La aurora en Copacabana está presente en las intervenciones de Música (macrosecuencias A y E, y microsecuencia K2) e Idolatría (microsecuencia B2), de modo que estas secuencias constituyen formas englobadoras y los cantos en distinto metro o estrofa intercalados en ellas, formas englobadas. Sin embargo, se recurre también al canto, pero sin alterar la métrica de la secuencia, en las respuestas cantadas de Idolatría a las preguntas del séquito inca (microsecuencia B2) y en los cantos angelicales hacia el final de la comedia (microsecuencia K1). En la primera jornada el canto está vinculado con Idolatría. Esta emplea a Música para afirmar, como sucede en la fiesta inicial, su control sobre los habitantes del Perú por medio de la celebración del culto solar y el gobierno de los incas (vv. 6-9): Y aclamando a entrambas deidades, del Sol en el cielo, del inga en la tierra, al son de las voces repitan los ecos: ¡que viva, que reine, que triunfe y que venza!

Y, más adelante, para reafirmarlo cuando comunica el restablecimiento de los sacrificios humanos (vv. 827-853). En este sentido, el canto de Música es un ejemplo de «música falsa», definida por Sage 133

Vitse, 1998, p. 50. Sage, 1956, p. 286; Querol, 1983, pp. 1156-1157; Stein, 1993, pp. 134-144; Ruano de la Haza y Allen, 1994, p. 346. 134

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como «una música aparentemente hermosa, que esconde dentro de sí al diablo»135. No conduce a la contemplación de la armonía divina a la cual llega el hombre mediante la razón; por el contrario, entorpece su inteligencia y lo sumerge en sus efectos placenteros e irracionales. Por ello, la primera acción que provocan los conquistadores (incluso antes de su desembarco en las playas de Tumbes) es el silenciamiento de este leitmotiv idolátrico (vv. 74-78, 109-114). Esta «música falsa» se repite en la revelación de la falsificada divinidad de los incas. En el momento de la presentación del hijo de Manco Cápac como hijo del Sol, Idolatría consigue su aceptación por parte de los habitantes del Perú cuando estos corean el canto de Música: Música

Sea bienvenido, en joven tan bello, el hijo del Sol a ser el rey nuestro.

Guáscar

Ya voy a vosotros, pues que voy oyendo.

Mús. y todos

Sea bienvenido, en joven tan bello, el hijo del Sol a ser el rey nuestro (vv. 1321-1325)

En la segunda jornada, Música reaparece en medio del incendio del alcázar en el que se encontraban refugiados los conquistadores durante el cerco del Cuzco por las tropas incas. Su canto es la respuesta a sus oraciones, por lo que, a diferencia de la primera jornada, no procede de Idolatría, sino del mismo Cielo: El que pone en María las esperanzas de mayores incendios no solo salva riesgos de la vida, pero del alma (vv. 2016-2018)

Así, convertido en instrumento divino, el canto de Música es «música verdadera», por lo que, «como un eco de la armonía celestial y como una manifestación de la razón divina»136, revela a los conquistadores (al igual que la voz del apuntador divino a los actores en El gran teatro del mundo) el camino que deben seguir para lograr la evangelización del Perú: confiar sus esperanzas en la Madre de Cristo. Como con dicha de-

135 136

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Sage, 1956, p. 284. Sage, 1956, p. 287.

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voción habían cumplido durante la toma y defensa del Cuzco, la Virgen interviene inmediatamente y apaga el incendio del alcázar. El canto de Música se repite en medio del desconcierto y desbande del ejército inca (vv. 2047-2049) y, anunciado por los ángeles, frente a los conquistadores (vv. 2085-2087). En este punto, la acción del canto celestial va más allá, ya que no solo los salva de los peligros de la guerra, sino que también los libera de todo interés terrenal y levanta hacia la contemplación de la armonía divina: «salen los españoles oyendo como elevados las voces» (v. 2075 acot.). A continuación, Pizarro y sus hombres corean el canto de Música. La razón divina se convierte así en el nuevo leitmotiv del Perú y, mezclada con sus gritos de batalla, en el de la conquista española: Todos

¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!

Unos

¡Vea América...

Otros

... y vea España...

Mús. y todos

... que el que pone en María las esperanzas de mayores incendios no solo salva riesgos de la vida, pero del alma!

Todos

¡Guerra, guerra! ¡Arma, arma! (vv. 2098-2103)

En este sentido, la intervención divina consolida la empresa conquistadora iniciada por los españoles en su primera aparición. Si en su arribo a Tumbes las voces humanas de los trece de la fama habían silenciado temporalmente la Música de Idolatría, la intervención divina afirma la conquista del Perú incaico por medio del canto, ahora celestial, de Música. De este modo, la música divina completa y perfecciona lo iniciado por la voz humana en las playas de Tumbes. En la tercera jornada se repite, como sucedió en la anterior jornada, la coincidencia entre música celestial y milagro, lo cual es subrayado por el empleo en toda esta secuencia de heptasílabos agudos. Este verso acompaña la milagrosa intervención de los ángeles sobre la talla de Yupangui. De acuerdo con la acotación: «Y mientras ellos cantan y toda la Música responde dentro, van retocando los ángeles la imagen» (v. 3996 acot.), los cantos que entonan los ángeles al tiempo que retocan la imagen son respondidos por Música, convertida en un coro (vv. 3997-4056).

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La comedia concluye con la celebración de la entronización de la talla de la Virgen, en la cual el coro de Música interviene acompañado por dos voces (vv. 4274-4296). Se produce, entonces, la última mutación en el talante de Música. En la primera jornada fue el leitmotiv de la idolatría inca; silenciada por las primeras voces de los conquistadores sobre el Perú, se transformó en el leitmotiv de la conquista española en la segunda jornada. A pesar de dicha mutación, Música se mantuvo en ambos casos como una instancia sobrenatural, lo que fue marcado métricamente por el uso de dodecasílabos. En su aparición final no mantiene dicha condición, sino que, como indica la acotación, aparece humanizada en los músicos que el gobernador de Copacabana (por encargo del virrey) había preparado para celebrar la entronización de la talla: «Salen los músicos y las mujeres, vestidas de estudiantes, como seises, con sobrepellices y bonetes» (v. 4273 acot.). En este sentido, se produce una apropiación de la razón divina por parte del régimen virreinal establecido en el Perú, lo cual se marca mediante el empleo del octosílabo. Este metro caracteriza las acciones humanas, de ahí que acompañe casi toda la acción de la comedia (integrado en romances, redondillas y décimas) y sea interrumpido por las intervenciones sobrenaturales de Música (que tienden al dodecasílabo), Idolatría (su soliloquio inicial en silvas en la microsecuencia B1) y los ángeles (microsecuencia K1). Así, mediante un desfile de formas englobadas octosilábicas: una redondilla (vv. 4274-4277), una décima (vv. 4278-4287) y una quintilla (vv. 4292-4296); se realizan las intervenciones cantadas que cierran la comedia. De este modo, al final de La aurora en Copacabana, el virrey y el gobernador, como organizadores de esta intervención musical, se convierten en los transmisores de la armonía divina en el Perú evangelizado. Tras consumarse la etapa final del proceso de evangelización, en la cual el sujeto evangelizado (representado por Yupangui) se convierte en agente de dicho proceso (mediante la confección y entronización de su talla de la Virgen), la armonía divina ya no requiere de la irrupción sobrenatural para manifestarse sobre el Perú, puesto que el régimen virreinal (establecido como resultado de la conquista y evangelización) se transforma en el satélite de la música celestial en dicho territorio137.

137

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Para un análisis más completo del canto, ver Gutiérrez Meza, 2014b.

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Sinopsis métrica Primera jornada: Romances e-a Silvas Redondillas Décimas Romances e-o

vv. 1-690 vv. 691-826 vv. 827-942 vv. 943-1012 vv. 1013-1415

Segunda jornada: Romances a-a Redondillas Romances a-e

vv. 1416-2103 vv. 2104-2254 vv. 2255-2762

Tercera jornada: Romances i-a Décimas Romances e-a Romances e-o Heptasílabos i Romances e-o Redondilla Décima Romances e-o Quintilla

vv. 2763-3104 vv. 3105-3154 vv. 3155-3924 vv. 3925-3996 vv. 3997-4097 vv. 4098-4273 vv. 4274-4277 vv. 4278-4287 vv. 4288-4291 vv. 4292-4296

El romance se interrumpe entre vv. 6-9, 74-78 y 109-111 debido a las partes cantadas. Esto se repite en las redondillas entre vv. 863-866 y en los romances entre vv. 2047-2049, 2085-2087, 2100-2102 y 21042106.

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Descripción de los testimonios No se conoce manuscrito alguno de la comedia. Los testimonios conocidos que he cotejado son los siguientes: B

H

VT

S1 S2 S3

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Cuarta parte de comedias nuevas de don Pedro Calderón de la Barca, Madrid, por Joseph Fernández de Buendía, 1672. La manejé en la edición facsímil: Comedias, ed. Don W. Cruickshank y John E.Varey, Farnborough, Gregg International Publishers / Tamesis Books, 1973, vol. 10. Cuarta parte de comedias de don Pedro Calderón de la Barca, Madrid, por Bernardo de Hervada, 1674. La manejé en la edición facsímil: Comedias, ed. Don W. Cruickshank y John E.Varey, Farnborough, Gregg International Publishers / Tamesis Books, 1973, vol. 11. Cuarta parte de comedias del célebre poeta español don Pedro Calderón de la Barca, publicadas por don Juan de Vera Tassis y Villarroel, Madrid, por Francisco Sanz, 1688. Manejé el ejemplar de la Biblioteca Nacional de España. Signatura: T/1843. Suelta. [s. l.], [s. i.], [s. f.]. Manejé el ejemplar de la Biblioteca Nacional de España. Signatura: Pseudo Vera Tassis IV, R/11348. Suelta. [s. l.], [s. i.], [s. f.]. Manejé el ejemplar de la Biblioteca de la Universidad de Oviedo. Signatura: P-77-8. Suelta. [s. l.], [s. i.], [s. f.].

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EP EG EE

Manejé el ejemplar microfilmado de la colección «Spanish Drama of the Golden Age» de la Universidad de Pennsylvania, rollo 20, núm. 912. La aurora en Copacabana, Pedro Calderón de la Barca, ed. Antonio Pagés Larraya, Buenos Aires, Hachette, 1956. La aurora en Copacabana, Pedro Calderón de la Barca, ed. Saturnino Gallego, La Paz, Bruño, 1992. La aurora en Copacabana, Pedro Calderón de la Barca, ed. Ezra. S. Engling, London, Tamesis Books, 1994.

Las ediciones de la CUARTA PARTE DE COMEDIAS La descripción de B es la siguiente: QVARTA PARTE DE / COMEDIAS / NUEVAS. / DE DON PEDRO CALDERON / DE LA BARCA, CAVALLERO / DE LA ORDEN DE SANTIAGO. / LLEVA UN PROLOGO DEL AUTOR, / en que distingue las Comedias, que son verdadera- / mente suyas, o no / Año + 1672. / CON PRIVILEGIO. / En Madrid. Por Ioseph Fernandez de Buendia. / A costa de Antonio de la Fuente, Mercader de Libros. Vendese en su casa enfrente de San Felipe. Y en Palacio.

La descripción de H es la siguiente: QVARTA PARTE DE / COMEDIAS / DE DON PEDRO / CALDERON DE LA BARCA. CAVA- / llero del Orden de Santiago. / LLEVA UN PROLOGO DEL / Autor, en que distingue las Comedias, que son / verdaderamente suyas, u no. / ENMENDADAS, Y CORREGIDAS EN / esta segunda impression / Año + 1674. / CON PRIVILEGIO. En Madrid. Por Bernardo de Hervada. / A costa de Iuan de Calatayud Montenegro, Criado, y Librero / del Rey nuestro señor. Vendese en la Plazue- / la de Santo Domingo. Y en Palacio.

Esta portada presenta una variante. En los ejemplares de la Biblioteca Nacional de España, el Museo del Instituto del Teatro de Barcelona y la Universitätsbibliothek Mannheim aparece Antonio de la Fuente como librero (al igual que en la primera edición); en cambio, en los ejemplares de la Cambridge University Library, la Hispanic Society of America, la Bibliothèque Nationale de Paris, la Biblioteca Apostólica Vaticana y la

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Library of the University of North Carolina figura el nombre de Juan de Calatayud1. Creyendo muerto a La Fuente, Cruickshank supuso que la variante en la portada obedecía a un error del cajista. Sin embargo, el librero vivió hasta 17002, por lo que se trataría, como Neumeister ha indicado, de una edición costeada conjuntamente por La Fuente y Calatayud: lo más verosímil es que los dos libreros hubiesen llegado al acuerdo de financiar conjuntamente la edición de 1674, incluyendo el nombre de cada uno en los ejemplares a su costa. En todo caso, se trata de la misma edición, compuesta de principio a fin con los mismos tipos e imposiciones3.

La descripción de VT es la siguiente: QVARTA PARTE / DE / COMEDIAS DEL CELEBRE POETA / ESPAÑOL, / DON PEDRO CALDERON / DE LA BARCA, / CAVALLERO DEL ORDEN DE SANTIAGO. / Capellan de Honor de Su Magestad, y los señores Reyes / Nueuos en la Santa Iglesia de Toledo; / QVE NVEVAMENTE CORREGIDAS, / PUBLICA / DON IVAN DE VERA TASSIS Y VILLAROEL, / Y LAS OFRECE / AL EXCELENTISSIMO SEÑOR DON IÑIGO / Melchor Fernandez de Velasco Tovar, / Condestable de Castilla, / y de Leon, Camarero Mayor del Rey nuestro señor, su Copero / Mayor, su Cazador Mayor, y su Mayordomo Mayor, de los / Consejos de Estado, y Guerra, Comendador de Vsagre en la Orden, / y Cavalleria de Santiago y Treze della, Duque de la Ciudad / de Frias, &c. / CON PRIVILEGIO: / EN MADRID. Por Francisco Sanz, Impressor del Reyno, / y Portero de Camara de Su Magestad. Año de 1688.

En las tres ediciones La aurora en Copacabana ocupa la octava posición.

1

Calderón, El golfo de la sirenas, ed. Nielsen, p. 3. Agulló y Cobo, 1992, p. 100. 3 Calderón, Comedias, IV, ed. Neumeister, p. xvi. Sobre la participación de dos componedores en la primera edición y detalles sobre la composición de la segunda, ver Cruickshank, 1973, pp. 8-9. 2

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1. Las dos primeras ediciones de la Cuarta parte Los preliminares de la primera edición (1672) constan de una dedicatoria de Calderón (que incluye una lista de comedias cuya autoría no le corresponde, a pesar de que habían sido publicadas como suyas); la aprobación del padre Martínez del Río; la licencia del ordinario, del abad Francisco Forteza; la aprobación de Francisco de Avellaneda; el privilegio de la reina gobernadora Mariana de Austria; la fe de erratas y la tasa. La segunda edición (1674) reproduce idénticamente los preliminares de la primera, salvo que agrega: «ENMENDADAS,Y CORREGIDAS EN / esta segunda impression» en la portada y se diferencia en la fe de erratas y las sumas del privilegio y la tasa. Partiendo de la suposición de que Calderón revisó esta edición, Cruickshank conjeturó que el poeta eligió al impresor Hervada y al librero Calatayud: «because they were cheaper. Hervada’s presswork certainly leaves much to be desired»4; opinión que la descripción de Nielsen suscribe: The 1674 edition is the worst text of the three as far as printing and ease in reading is concerned. There are letters which have not inked at all. The print is blurred.There are haphazard ink marks. Letters are unevenly spaced and words run together. In places the typesetter substitutes «u» for «n». Words are misspelled and the text often lacks the necessary punctuation5.

En relación con los textos, Hesse cotejó ambas ediciones y llamó la atención sobre los versos que agrega la segunda: Eco y Narciso, «a total of 209 lines scattered throughout the play in groups of 2-30»; La aurora en Copacabana, 45 líneas; El encanto sin encanto, 12; y El gran príncipe de Fez, 26. Sobre las dos últimas consideró: «The omission of these lines, so few in number, may have been an oversight of the printer». Asimismo, su cotejo mostró las correcciones de métrica, sintaxis y sentido que realiza la edición de Hervada, así como los errores que añade. Partiendo del mayor interés de Calderón hacia la publicación de sus comedias en los últimos años de su vida (que, de acuerdo con Hesse, se desprende del

4 5 6

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Cruickshank, 1973, p. 9. Calderón, El golfo de la sirenas, ed. Nielsen, p. 4. Hesse, 1948, p. 211.

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prólogo), concluye: «the second edition of the Cuarta parte represents more closely the text as Calderón wrote it than does the first edition»7. En lo que se refiere a los ejemplares de esta segunda edición, Rossetti cotejó el texto de El postrer duelo de España de un ejemplar de Calatayud (que no precisa) con otro de La Fuente (Biblioteca Nacional de España) y encontró que son exactamente el mismo8. Sin embargo, existen variantes entre estos ejemplares. Nielsen cotejó el texto de El golfo de las sirenas de siete ejemplares y su aparato de variantes muestra que el ejemplar de Cambridge presenta variantes propias, las que fueron rechazadas por la editora al fijar su texto. Algunas de dichas variantes son relevantes9 y las comparte con el ejemplar de la Hispanic Society. De acuerdo con esto, es posible que el ejemplar de Cambridge corresponda a las primeras copias impresas de la edición de Hervada, el de la Hispanic Society a un segundo momento de la impresión y el resto de ejemplares a un tercer estadio, pues como recuerda Varey: El impresor corregía las pruebas según salían las hojas de la impresión, y así encontramos distintos estados de un mismo libro, debido a que en unos tomos de la misma edición hay hojas sin correcciones, y en otros las mismas hojas corregidas10.

De ser cierto esto, los preliminares (que se imprimían al final) con la portada a costa del librero Calatayud (Cambridge, Hispanic Society) habrían sido colocados a los primeros ejemplares impresos y los de La Fuente, a los siguientes. 1.1. La intervención de Calderón a partir de la dedicatoria Los críticos que examinaron la Cuarta parte consideraron la dedicatoria de Calderón como evidencia de su participación activa en la edición de la misma. Así, Hesse afirmaba: «In view of the statements made in the Prologue of the Cuarta parte, Calderón in his later years was tak-

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Hesse, 1948, p. 236. Calderón, El postrer duelo de España, ed. Rossetti, p. 9. 9 Tal es el caso de la variante de v. 853: «Mi obligación satisfize». Solo los ejemplares de Cambridge y la Hispanic Society recogen «obligado». 10 Varey, 1990, p. 102. 8

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ing an active interest in the publication of his comedias»11; opinión que repitirían Aubrun: «La Cuarta parte, éditée en 1672 (seconde impression en 1674) par ses soins, marque son dernier effort pour transmettre à la postérité des ouvrages relativement polis et émondés des fautes les plus grossières»12 y Rossetti: «The statements made in the prologue of the Cuarta parte reveal that his last years Calderón was taking more active interest in the publication of his plays that had been mutilated by careless printers and amanuensis»13. En este sentido, es necesario considerar la dedicatoria, la cual edito a continuación: Mándame su merced, señor y amigo mío, que para sobrellevar la soledad a que le han reducido sus desengaños, le remita los libros inclusos en la memoria de su carta y, dejando en primera estimación aquellos que pertenecen a la continuada tarea de mayores estudios, a las generales noticias de la historia y a la divertida curiosidad de buenas letras, pasa a que también le remita aquellos que para desahogo de lo serio desocupen algún pequeño espacio a lo jocoso, en cuya última línea especialmente pone los libros de comedias14, en que andan algunas mías esparcidas. Yo, con el deseo de obedecer en todo, a pesar del dejo15 con que ya miro esta materia y desimaginado16 (por el poco afecto que he puesto en andar en sus alcances) de lo que había de encontrar en ella, acudí a buscarlos y no solo hallé en sus impresiones que ya no eran mías las que lo fueron, pero muchas que no lo fueron impresas [fol. 2r17] como mías, no contentándose los hurtos de la prensa con añadir los yerros a los míos, sino con achacarme los ajenos; pues sobre estar, como antes dije, las ya no mías llenas de erratas y por el ahorro del papel aun no cabales (pues donde acaba el pliego acaba la jornada y donde acaba el cuaderno acaba la comedia), hallé, ya adocenadas y ya sueltas, todas estas que no son mías, impresas a mi nombre: [Lista de las comedias18, fol. 2v] Y finalmente El vencimiento de Turno y Conde Lucanor. 11

Hesse, 1948, p. 236. Calderón, Eco y Narciso, ed. Aubrun, p. xxxvii, n. 2. 13 Calderón, El postrer duelo de España, ed. Rossetti, p. 9. 14 Calderón no solo exhibe falsa humildad, sino también reproduce la escala de valores literarios de su época (Eco y Narciso, ed. Aubrun, p. xxxvii, n. 1). 15 dejo: «flojedad, pereza y descuido» (Aut). 16 desimaginado: desprevenido. 17 La numeración sigue la disposición de la dedicatoria en B. 18 Paterson llama «anticatálogo» a esta lista de comedias, la cual tendrá su contrapunto en las tablas de comedias verdaderas iniciadas en la Verdadera quinta parte (2001, p. 23). 12

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He dejado estas dos postreras por ser los ejemplares que más afianzan la consecuencia de mis dos levantados testimonios, pues, en cuanto a achacarme ajenos escritos, la de Turno lo firma de su nombre cuando, intitulada en el mío, acaba con esta copla: Y así rindiendo al Demonio la roja sangre de Cristo, Antonio Manuel del Campo da fin a Turno vencido. Y en cuanto a no ser mías, ni aun las que lo fueron, la [fol. 3r] de Lucanor lo dirá a su tiempo. Preguntárame vuestra merced que cómo se permite esto y responderé yo: ¿quién quiere que se meta a remediarlo?, pues, bien mirada al primer viso esta materia, ¿qué le importa a la república que la comedia de Juan ande en nombre de Pedro ni la de Pedro este cabal o adulterada? Y aunque mirada a segunda luz tiene considerables inconvenientes en daño de tercero: ¿quién quiere, vuestra merced, que se meta en advertirlos19 el día que no los advierte la conciencia de quien no pudiendo ignorar que una comedia en su primera estimación20 cuesta al autor21 cien ducados (y si sale mala, no vale nada el papel en que está escrita; y si buena, no hay precio con que pagarla, porque es un crédito abierto en todos los lugares donde llega nueva) y no pudiendo (digo otra vez) ignorar tampoco el ser hurtada (pues no es su dueño el que la vende, sino el apuntador que la traslada22 o el compañero que la estudia o el ingenio que la contrahace23), con todo esto se la compra? Con que dada a la estampa24, la que ayer valía cien ducados en casa del autor, vale hoy un real en casa del librero, cuyo menoscabo lleva tras sí el no averiguable precio de mañana. Y aún no es esto solo el inconveniente que resulta de que haya quien las hurte (porque hay quien las compre), pues, creciendo precios, los segundos daños perjudican no menos cantidades que cien mil ducados y más que vale su arrendamiento en cuatro años con tan piadosa circunstancia como estar situados a hospitales y obras pías.Y siendo así que la impresa comedia de este año arranca la raíz

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advertir: denunciar (Calderón, Eco y Narciso, ed. Aubrun, p. xxxviii, n. 7). estimación: «valor que se da y en que se tasa y considera alguna cosa» (Aut). 21 autor: el autor de comedias. 22 trasladar: «escribir en alguna parte lo que en otra está escrito» (Aut). 23 contrahacer: «Hacer una cosa tan semejante a otra que dificultosamente se puede distinguir la verdadera de la falsa» (Aut). 24 estampa: imprenta. La comedia se desvaloriza cuando se imprime. 20

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que, repetida, pudiera dar frutos el que viene25, [fol. 3v] ¿quién duda que su perjuicio obligue a restitución casi imposible? ¡Oh señor, que son coplas y no alhajas y no hay que hacer escrúpulo de comprarlas ni venderlas! ¿Quién te ha dicho, ignorante, que hay tan baja materia que, como sea caudal26 de uno, pueda otro disiparla? Y si no, dime si tú, con licencia de su dueño y privilegio del Consejo, imprimieras un libro de comedias y otro subrepticiamente se sacara a la luz, ¿no pudieras en justicia repetir27 el daño? Pues ¿cómo quieres que sea parva materia28 cuando las compras y materia grave cuando las vendes, y con segundo fraude a quien se las lleva, pues prometes el crédito de uno y entregas el de otro? Pero ¿quién me mete en ajenos procederes? Y pues a mí no me toca más que perdonarles la parte que me toca, volvamos al intento. Viendo un amigo mío que la encomendada diligencia encontraba a cada paso los libros a docenas y los enfados a millares me dijo: «Pues no tiene remedio lo pasado, enmendad lo por venir». «¿Cómo?», le pregunté. Y él me respondió: «Imprimiendo vos vuestras comedias atajaréis la sin razón de que otro las imprima». «Si veis (le dije) que ya no las busco para enviarlas, sino para consumirlas29, ¿cómo me aconsejáis aumentarlas?». A que replicó: «Ni el recogerlas es posible ni el que no crezcan fácil. Sabed que hay persona30 que de las últimas que aún no han corrido esta fortuna tiene para imprimir un libro; y es tan atento que, por no daros pesar, se ha valido de mí para que solicite vuestra permisión». «No me habléis en ella (le dije), porque no he de darla». «Pues tened entendido (prosiguió) que no es sola [fol. 4r] la persona por quien os pido quien las tiene y que de no imprimirlas él en Madrid, donde con mi asistencia salgan menos erradas, será sin duda el que otros las envíen a Zaragoza o a Sevilla, de donde vendrán, sin poderlo vos remediar, como las demás, mal corregidas». Viendo yo que el que empezaba en ruego acababa en amenaza tan factible, dándome no sé si al partido o al despecho31: «Haced vos lo que quisiéredes (le dije), pero con condición, si se imprimiere, que ha de ser la de Lucanor alguna de ellas (aquí entra la citada prueba de que aun las mías no lo son, pues hallara, el que tuviere curiosidad de cotejarla con la que anda en la Parte quince, que a 25

Impresa la comedia, el poeta ya no recibe beneficios por sus futuras representaciones, pues se convierte en una suerte de bien público. 26 caudal: hacienda, bienes. 27 repetir: reclamar (Calderón, Eco y Narciso, ed. Aubrun, p. xxxviii, n. 15). 28 materia parva: «cantidad pequeña de cualquier cosa que se juzga insuficiente para constituir la grandeza y gravedad que regularmente le corresponde» (Aut). 29 consumir: quemar. 30 Enmiendo «personas». 31 al partido o al despecho: al concierto o a la ira.

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pocos versos míos prosigue con los de otros; si buenos o malos, remítome al cotejo)». Tomome la palabra y a pocos días trujo el libro impreso para que yo le dedicase a quien me pareciese. Con que hallándome deudor al mandato que no obedecí antes, solicito enmendar ahora, remitiéndosele a vuestra merced, con esta carta que sirva en él de dedicatoria, de prólogo y disculpa, cuya vida, &c. De vuestra merced que su mano besa Servidor y amigo Don Pedro Calderón de la Barca [fol. 4v]

La dedicatoria de Calderón está dirigida a un «amigo ausente» que se ha establecido fuera de Madrid por motivos poco felices: «la soledad a la que le han reducido sus desengaños» (fol. 2r). Asimismo, se alude a la correspondencia que Calderón mantuvo con este anónimo interlocutor. En esta se distinguen dos momentos. En el primero, el amigo ausente solicita a Calderón que «para sobrellevar la soledad […], le remita los libros inclusos en la memoria de su carta, […] en cuya última línea especialmente pone los libros de comedias» (fol. 2r). Al buscar sus comedias, Calderón se percata de las falsas atribuciones y el poco cuidado en su impresión, comentarios que comparte con su amigo, junto con el envío de los libros solicitados, en los que no incluye, por los motivos mencionados, las comedias. En el segundo momento, el amigo vuelve a escribirle a propósito de lo sucedido con sus comedias: «Preguntáreme vuestra merced que cómo se permite esto y responderé yo» (fol. 3v). En este sentido, la dedicatoria constituye la respuesta tardía de Calderón a la solicitud inicial: «hallándome deudor al mandato, solicito enmendarle ahora, remitiéndole a vuestra merced, con esta carta que sirva en él de dedicatoria, de prólogo y disculpa» (fol. 4v). En este segundo momento, Calderón menciona también la conversación que tuvo con «un amigo», mientras se encontraba buscando sus comedias, quien, al notar la contrariedad que los resultados de la pesquisa producían al poeta, le reveló: «hay persona que de las últimas [comedias] que aún no han corrido esa fortuna tiene para imprimir un libro; y es tan atento que, por no daros pesar, se ha valido de mí para que solicite vuestra permisión» (fol. 4r). Aunque Calderón se rehúsa a conceder el permiso, termina otorgándolo de mala gana ante el argumento (que él percibe como amenaza: «y amenaza tan factible») de que si no permitía su impresión en Madrid, donde su amigo se comprome-

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tía a que «con mi asistencia salgan menos erradas», serían impresas en Zaragoza o Sevilla, donde no tendría ninguna posibilidad de intervenir. A cambio de su permiso, Calderón exige solo una condición: que el volumen incluya su versión de El conde Lucanor, que había sido impresa de modo que «a pocos versos míos, prosigue con los de otros» (fol. 4v) en la Parte quince. Comedias nuevas escogidas de los nuevos ingenios de España (Madrid, 1661). La dedicatoria concluye sin señalar una mayor intervención del poeta en la edición de esta parte. Más allá de la exigencia mencionada con respecto a El conde Lucanor, los textos que se emplearon no fueron proporcionados ni escogidos por Calderón, sino que fueron obtenidos antes de conseguir su permiso por una «persona que de las últimas que aún no han corrido esta fortuna tiene para imprimir un libro». En este sentido, que Calderón se refiera a este anónimo interesado en imprimir una nueva parte de sus comedias como «persona» y no «amigo» es una señal evidente de la distancia que el poeta quiere marcar con respecto a él. A esto se suma el poco entusiasmo que demuestra hacia dicha empresa, pues, debido a la contrariedad que le provocaban las falsas atribuciones y el poco cuidado de los impresores, afirma que ya no busca sus comedias para enviarlas a su amigo ausente ni para preparar una nueva parte, sino que lo hace para quemarlas: «Si veis (le dije) que ya no las busco para enviarlas, sino para consumirlas, ¿cómo me aconsejáis aumentarlas?» (fol. 4r). Así concede su autorización: «dándome no sé si al partido o al despecho», es decir, forzado ante la fatalidad de la impresión de la parte, situación que tampoco le era nueva, pues «sin intervención de su mano y un poco a regañadientes asumió la publicación de una Tercera parte en 1664»32. Recientemente Neumeister ha repetido el juicio de Hesse, Aubrun y Rossetti, pero matizándolo acertadamente: Que Calderón haya aprobado el orden y los textos del volumen lo podemos deducir del hecho de que la Quarta parte de comedias lleva, como ya indica la portada, «un prólogo del autor, en que se distingue las comedias que son verdaderamente suyas o no»33.

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Calderón, Comedias, IV, ed. Neumeister, p. ix. Calderón, Comedias, IV, ed. Neumeister, p. x.

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Es decir, la dedicatoria puede verse como una «seña» de aprobación «a regañadientes» (como sucedió con la Tercera parte) de este volumen por parte de Calderón, pero ella sola no evidencia una participación del poeta en la Cuarta parte más allá de lo relacionado con el texto de El conde Lucanor. Como Iglesias Feijoo y Ulla Lorenzo han señalado: no cabe duda alguna de que, en efecto, se despreocupó de corregir los textos o de buscar manuscritos fidedignos, ni siquiera para El conde Lucanor, que sí tenía interés en que figurara para desmentir la versión aparecida en el volumen XV de Escogidas34.

Pero insistamos en la posibilidad de la intervención de Calderón. Es verosímil considerar que, además de aportar el texto de dicha comedia, revisase el resto de textos para certificar su autenticidad; es decir, que le pertenecían y no repetían lo sucedido con El conde Lucanor y El vencimiento de Turno. Una revisión de tal tipo no lo involucra en el proceso de impresión, por lo que, cuando le entregaron el libro ya impreso para que escribiese la dedicatoria (tal como lo indica en esta: «Tomome la palabra y a pocos días trujo el libro impreso para que yo le dedicase a quien me pareciese»), o solo se limitó a escribirla o revisó el ejemplar y notó los defectos del mismo, los que en ese punto eran irremediables. En el último caso, la dedicatoria habría recogido la desazón que esta situación le produjo, pues en ella se muestra un Calderón molesto con la percepción oportunista del valor económico de las comedias por parte de los libreros e impresores: ¡Oh señor, que son coplas y no alhajas y no hay que hacer escrúpulo de comprarlas ni venderlas! ¿Quién te ha dicho, ignorante, que hay tan baja materia que, como sea caudal de uno, pueda otro disiparla? […] Pues ¿cómo quieres que sea parva materia cuando las compras y materia grave cuando las vendes, y con segundo fraude a quien se las lleva, pues prometes el crédito de uno y entregas el de otro? (fol. 4r).

La dedicatoria, por tanto, no prueba una activa intervención por parte de Calderón en el proceso de impresión de la Cuarta parte y mucho menos revela la transformación de Calderón autor en editor35, lo

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Iglesias Feijoo y Ulla Lorenzo, 2011, pp. 32-33. Suárez y Manjarrez, 2008, p. 320.

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cual ciertamente es congruente con la práctica de la época como Varey señaló: Parece muy poco probable, dados nuestros conocimientos actuales, que un dramaturgo del siglo xvii introdujera cambios y modificaciones extensas durante el proceso de composición, lectura de pruebas e impresión de un libro suyo36.

1.2. El carácter de revisión de la segunda edición Con respecto a la segunda edición, Cruickshank sugirió: «The extensive revision apparently made by Calderón for the second edition of 1674»37. En este sentido, la portada indica «ENMENDADAS, Y CORREGIDAS», pero no señala al responsable de dicha revisión. En el caso de que hubiese sido el propio Calderón, resulta extraña la omisión de su nombre, pues ello hubiese sido consecuente con la activa intervención que la crítica le ha atribuido en la edición de esta parte, lo que, además, hubiese repercutido favorablemente para efectos de su venta. Es decir, se trata de un dato que importaba tanto a Calderón (como supuesto «editor») como a los libreros que costearon esta segunda impresión. Si se toma en cuenta que el librero La Fuente costeó la segunda edición, se debieron emplear los mismos textos e incluso un ejemplar de la primera edición. La idéntica disposición del texto hasta el tercer cuaderno insinúa una impresión a plana y renglón; sin embargo, los numerosos versos que se añaden en Eco y Narciso y La aurora en Copacabana alteran la disposición del texto. A esto se suma un detalle en los encabezados y títulos de las comedias. El componedor de Buendía no prestó mucha importancia a la repetición del nombre del poeta cuando el texto de la comedia se iniciaba al principio de los folios rectos, en los cuales el mismo aparece como encabezado (con la excepción, en ambas ediciones, de la comedia inicial: El postrer duelo de España). Así, el nombre de Calderón figura como encabezado y como subtítulo en La niña de Gómez Arias y El gran príncipe de Fez. En cambio, el componedor de Hervada evita repetirlo y, en tales casos, lo omite como subtítulo. Una 36

Varey, 1990, p. 103. Cruickshank, 1973, p. 8. Esta sugerencia la ha repetido después de manera más enfática (2000, p. 35) y es seguida por Suárez y Manjarrez (2008, p. 324). 37

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aparente excepción a esta tendencia es La aurora en Copacabana, que en ambas ediciones se inicia en uno nuevo folio recto, en el que se consigna el nombre de Calderón una sola una vez. Sin embargo, si se repara con cuidado, el componedor de Buendía continúa aquí también con su forma de disponer el texto, pues el nombre aparece como subtítulo y, aunque se omite como encabezado, se deja en blanco el espacio correspondiente. Ya que no se trata de una impresión a plana y renglón, el rótulo «ENMENDADAS, Y CORREGIDAS» supone un cotejo entre la primera edición y los textos originales, cuyo resultado evidenció los errores cometidos. Es lo lógico, pero existe otra posibilidad. Sin realizarse dicho cotejo se pudo haber emprendido esta edición; en medio de la realización de la misma, alguno se percató de las notables diferencias con la primera, y como los preliminares se imprimían al final, se agregó el rótulo en la portada. Es decir, es posible que el carácter de edición revisada haya sido un resultado a posteriori y no necesariamente a priori, lo cual es consecuente con la práctica editorial despreocupada y oportunista, denunciada por Calderón en la dedicatoria. En todo caso, si tal revisión se produjo, no se puede olvidar, como ya Hesse señaló y los distintos estudiosos y editores de las comedias de esta parte han comprobado38, que a las correcciones que se realizan en la segunda edición se tienen que añadir los nuevos errores que esta agrega. Algunos de estos, como Iglesias Feijoo y Ulla Lorenzo señalan para el caso de El Faetonte, son tan clamorosos que no hubiesen pasado desapercibidos a ojos del propio Calderón, por lo que queda descartada su responsabilidad en su enmienda y corrección. En este sentido, como los citados estudiosos proponen, probablemente el responsable de la revisión: fuera simplemente un editor más escrupuloso, un aficionado fino o un amigo del autor, que, ante las insuficiencias de 1672, obtiene mejores manuscritos para suplir lagunas y corregir a veces lo deturpado, sin que la mano de Calderón esté detrás de esa labor39.

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A los citados Aubrun, Nielsen y Rossetti, hay que añadir Montarnal y Vitse (1968), Manjarrez (2007; 2008) y Alvarado Teodorika (La dama y el galán Aquiles). 39 Iglesias Feijoo y Ulla Lorenzo, 2011, p. 49.

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2. La edición de Vera Tassis Los preliminares de esta edición (1688) repiten algunos elementos de las dos anteriores (la aprobación de Martín del Río, la licencia del ordinario, la aprobación de Avellaneda) y presentan otros nuevos: un retrato de Calderón, la dedicatoria al condestable de Castilla, nuevas sumas de privilegio y de tasa40, fe de erratas y una advertencia final bajo el título «AL QUE LEYERE». En esta,Vera Tassis recuerda lo sucedido con El conde Lucanor y cita la desaprobación de Calderón (en la dedicatoria de la primera edición) de la publicación adulterada de dicha comedia en la Parte quince. En lo que se refiere a La aurora en Copacabana, se mantienen los versos añadidos a la segunda edición y se agregan cuatro más, junto con otras variantes de distinto tipo que examino en la transmisión textual41. 3. Las ediciones sueltas y Vera Tassis Las sueltas conocidas de la comedia (S1, S2 y S3) han sido catalogadas en el Manual bibliográfico calderoniano, en donde se las ubica en el siglo xviii, con la excepción de S1, en la que se titubea: «17.. (16..?)»42. Todas ellas derivan de la edición de Vera Tassis, pues, junto con los 45 versos que comparten Hervada y Vera Tassis, presentan los cuatro versos que únicamente Vera Tassis consigna (a los que me referiré más adelante). Las variantes que ofrecen son irrelevantes para efectos de la transmisión textual de la comedia. Ediciones modernas La aurora en Copacabana ha sido incluida en las ediciones completas de Apontes, Keil, Hartzenbusch, Valbuena Briones y de la Biblioteca Castro43. Durante la segunda mitad del siglo pasado fue editada indivi40

El privilegio para la Cuarta parte fue concedido en 1672, por lo que Vera Tassis se vio obligado a volver a solicitarlo en 1684, junto con el de las tres primeras, ya que su vigencia era de diez años. Para Cruickshank, dicha fecha habría ayudado a crear la edición fantasma de la Cuarta parte de 1684 (1973, p. 15). 41 Respecto de la labor editorial de Vera Tassis, ver Rodríguez-Gallego, 2013. 42 Reichenberger, 1979, vol. 1, pp. 146-147. 43 Se trata de la ya citada edición de Neumeister de la Cuarta parte, que sigue los criterios de la mencionada colección, por lo que no incluye el estudio textual ni anota-

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dualmente por Pagés Larraya, Gallego y Engling. A estas ediciones, se tiene que añadir una primera edición boliviana de 1977. 1. La edición de Antonio Pagés Larraya Fue publicada en 1956 en Buenos Aires por la Librería Hachette. Se inscribe dentro de la colección «El pasado argentino», dirigida por Gregorio Weinberg. Consta de un estudio preliminar (realizado por Ricardo Rojas), el texto de la comedia y las anotaciones de Pagés Larraya. El estudio de Rojas ya acusa el más grave defecto de esta edición: este trabajo, consciente del contexto en el que se ubica y del público al que está destinado, se preocupa por ubicar al lector argentino en un campo con el que, supone, se encuentra desfamiliarizado, cometiendo errores y digresiones que perjudican su intento44. Asimismo, el alcance del estudio sobre las fuentes de la comedia es excesivamente limitado, pues omite la Historia del Santuario de Nuestra Señora de Copacabana de Ramos Gavilán y privilegia la Descripción del Perú de Lizárraga, la que toca tangencialmente la historia de dicha devoción y que permaneció inédita hasta el siglo pasado, como señalé en el apartado pertinente. A pesar de ello, Rojas enfatiza su importancia, remitiendo (al igual que lo hace con su propia obra literaria) a su edición de la misma45. Como Pagés Larraya advierte: «El texto de la presente edición ha sido tomado de la que cuidó Hartzenbusch», el cual reproduce uniformizando la ortografía: «principalmente la acentuación de las palabras

ciones. Como reconoce el editor, el texto de La aurora en Copacabana parte de la edición crítica no publicada de Alexander Grimm (p. xix). 44 Por ejemplo, Rojas recomienda que para el vestuario de los actores se revisen los archivos del teatro español clásico y las obras de tema incaico que él ha escrito (EP, p. 17). Asimismo, intenta introducir al lector al «teatro litúrgico» de Calderón, pero solo muestra un conocimiento superficial del mismo. En el caso de las etimologías, no las identifica como un recurso literario que el poeta usó frecuentemente en sus autos sacramentales y no siempre de forma rigurosa, ya que muchas veces se trata de etimologías fingidas (Escudero, 2012). El caso de Copacabana (v. 2854) le da pie a conjeturas innecesarias: «probablemente recibida de algún español indiano, que hubiera aprendido el aymara o el quichua» (p. 14) y lo coteja con un trabajo contemporáneo de Luis E. Valcárcel en lugar de rastrearlo en las fuentes que Calderón siguió. 45 EP, p. 12.

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graves, preposiciones y conjunciones»46. La anotación ciertamente busca ser el punto fuerte de la edición. Sus 185 notas, dispuestas al final del texto, alcanzan las 92 páginas. Empero, estas repiten los errores del estudio de Rojas: cometen digresiones al intentar establecer vínculos con el pasado argentino (con el lejano Virreinato del Río de la Plata) y demuestran una notoria incomprensión hacia el tratamiento de la historia en la comedia del Siglo de Oro47. Aunque resalta su manejo de las crónicas, a las que acude para cotejar distintos pasajes de la comedia, en tal cotejo se repite la grave omisión de la Historia de Ramos Gavilán, el desmedido énfasis a la Descripción de Lizárraga y el empleo de crónicas en las que Calderón no se inspiró o de carácter problemático como los escritos de Baltasar Salas. En todo caso, a pesar de los defectos señalados (algunos de los cuales reflejan ideas de los estudios calderonianos de aquel momento), la edición de Pagés Larraya destaca por su preocupación pionera en realizar una anotación de La aurora en Copacabana a la luz de las crónicas de Indias y, en menor medida, de las comedias de tema americano (limitadas a las de Lope). 2. Las ediciones bolivianas La aurora en Copacabana fue editada en Bolivia por primera vez en 1977 en el tercer y cuarto cuadernos de la colección «Biblioteca Presencia», publicada por el periódico católico Presencia. Esta edición está acompañada por unas notas preliminares de monseñor Juan Quirós, presidente de la Academia Boliviana de la Lengua. A partir de los datos de la carátula y la introducción, no queda clara la identidad de los editores ni qué textos tomaron como base. En todo caso, en las notas iniciales de Quirós (dedicadas principalmente a resumir la comedia, ci-

46

EP, p. 47. Por ejemplo, con respecto a los graciosos Tucapel y Glauca señala: «Resulta muy difícil aceptar al indio –taciturno y silencioso– en tanta banalidad» (EP, p. 148, n. 12), y en relación con la representación del inca: «Resulta histórica y estéticamente absurdo imaginar a Huáscar inca, monarca de un imperio teocrático y más aún frente al asombro bélico, distraído en esos sentimentales discreteos» (p. 162, n. 30); de modo que sentencia: «La delectación que pone el poeta en sus imágenes lo lleva a no cuidar la verosimilitud de las situaciones» (p. 200, n. 124). 47

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tando abundantes pasajes de ella), este señala haber consultado otras ediciones48. La segunda edición, publicada en 1992 en La Paz por la editorial Bruño, se presenta en la carátula como «Edición popular para Bolivia» y fue patrocinada por la Academia Boliviana de la Lengua. En la introducción, en primer lugar, se recogen apuntes generales sobre la vida del poeta y su obra, así como las principales ediciones y traducciones de la comedia. A continuación se señalan las crónicas del Inca Garcilaso y Ramos Gavilán como fuentes de la comedia, y se incluye un análisis de sus espacios, personajes y temas. Aunque breves y no exentos de errores49, estos asedios aciertan al vincular dichos aspectos con las fuentes empleadas por Calderón, sin olvidar el tono apologético que el poeta imprimió a la comedia. Sobre el texto, Gallego declara que se trata del resultado del cotejo de cuatro ediciones modernas: Hartzenbusch, Valbuena Briones, Pagés Larraya y la edición boliviana de 1977. Su anotación, sin ser crítica, aclara concisa y eficazmente (tomando en cuenta el circuito en el que esta edición se inscribe) el significado de una buena parte de los términos y expresiones más complicados para el lector contemporáneo. En suma, se trata de una edición que, ajena a los procedimientos de la crítica textual, proporciona un texto adecuado para cumplir su objetivo: divulgar la comedia entre los actuales guardianes de la Virgen de Copacabana, a quienes Gallego dedica su trabajo. 3. La edición de Ezra S. Engling Publicada en 1994 por Tamesis Books, es la primera edición crítica de la comedia. En relación con la presentación del texto, Engling optó por modernizar la puntuación, pero conservando las grafías, incluso aquellas sin valor fonético. Así, en la selección de variantes, tomó en cuenta las diferencias existentes con respecto a la tilde:

48

Gracias a Andrés Eichmann y Mario Frías Infante he podido consultar la carátula y una transcripción de las notas preliminares de esta edición. 49 Por ejemplo, se percibe la reducida y desactualizada bibliografía manejada cuando se aborda la fecha de composición de la comedia, pues se guía por la propuesta de Hartzenbusch (EG, p. 6).

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25 97 716 1295 1349

dél] del B, H qué] que B, H dexó] dexo B, H Tomás] Tomas H aí] ai B, H

También recogió las variantes producto del espaciamiento entre caracteres, incluyendo aquellas que, como él mismo indica, fueron resultado del desgaste de los tipos de la imprenta: 10 69 197 357 496

estimo ver] estimover B precias] prec ias B de suerte] desuerte VT de los] delos H echa] e ha B

El espaciamiento entre caracteres, siempre que no dé lugar a lecturas con sentido o relevantes en la transmisión textual, es un criterio subjetivo para efectos de la selección de variantes, pues cambiará de editor a editor. Al igual que la tilde, solo produce variantes carentes de valor para efectos del estudio de la transmisión del texto. Sobre el texto crítico, no aparece el v. 3498: «que una herida de la lengua», omisión que carece de justificación en los testimonios cotejados de la comedia. No se trata de una errata de impresión, sino de un error cometido durante la fijación del texto, ya que la numeración de los versos no delata su falta. Asimismo, se fijan las lecturas: «que venzas» (v. 41), «piedra» (v. 1223) y «Perú» (v. 1509) en lugar de «venzas», «peña» y «el Perú» respectivamente, lecturas que comparten los tres testimonios. Con respecto a la transmisión textual, Engling se distancia de los estudiosos y editores de las comedias de la Cuarta parte, porque en relación con sus dos primeras ediciones considera: «The second edition (H) is replete with variant reading (some of them of apparently authoritative, if anonymous inspiration) but it also derives from B»50. Por ello, toma como texto base la edición de Buendía y desestima las lecturas de la edición de Hervada y Vera Tassis, de modo que omite en su texto crítico las 45 líneas adicionales que el primero agrega, las cuales transcribe al final de su edición como un apéndice. 50

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EE, p. 24.

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Sobre la anotación del texto, se dedica principalmente a justificar las decisiones editoriales más relevantes. Incluye también notas de corte histórico y lingüístico, pero no es claro el criterio de selección que sigue para estas últimas: anota «sulcar», pero no «betumen», «enea», «timbre», entre otros términos. Tampoco repara en americanismos como «plátano» y «doctrina». Sin embargo, coherente con la importancia que concede a la grafía, dedica una nota a «Iusto» (v. 641). Finalmente, si bien anota algunas similitudes con otras comedias calderonianas, no considera el corpus más cercano a La aurora en Copacabana: la comedia de tema americano. La transmisión textual Como mencioné antes, el cotejo de Hesse de las dos ediciones de la Cuarta parte concluyó que la segunda edición presenta un texto más cercano a lo que Calderón escribió. En este sentido, el texto de La aurora en Copacabana de dicha edición presenta lecturas que corrigen errores de la primera edición, como irregularidades de la métrica y rima: 47 112 1412 1558-1559 2436

la real] real B tierra, ¡ea! /] tierra / B nos manda] manda B ella se duele, ¡oh, si hallase / de cuantos demonios hablan] ella se duele, que no aya / de quantos demonios dizen / los Españoles que hablan B (romance a-a) sacarle /] le saqué / B (romance a-e)

Errores o erratas que afectan el sentido: 1005 1276 1950 2961 3585

balsas en que a tiempo viene / bastimento] vierte B retratándose a sí mesmo] retirandose B De que ha de causarse si es / causar B convine] conviene B tema / de manía] Maria B

Errores o erratas que afectan la concordancia: 46 136

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primera luz] primer luz B a cuantas el claustro encierra] quantos B

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LA AURORA EN COPACABANA

1999 2857 3338

sus llamas] sus llama B sus montes] sus monte B cuando me da la ocasión / me quita] quite B

Alguna trivialización: 1510

repitiendo] repetidos B

Lecturas equipolentes: 1574 3651

patria] tierra B pon cuanto hallares allí] en ella hallares B

Y otras erratas: 226 259 2212 2454 3835

ya a las orillas] y a las orillas B haremos] hamos B estoy] esto y B solicite yo] yo (claro esta) de B hoy / la necesidad dispensa] ai B

La edición de Hervada, como ya lo había notado Hesse en su cotejo, también presenta errores propios. Si bien esto es inevitable en todo proceso de copia, en el caso del texto de La aurora en Copacabana, el número de erratas es notoriamente elevado: 130 286 288 289 306 329

y a la ribera] y y a H arriesga] ariesga H prudencia] predencia H ventajosos] ventojosos H cumpla] clumpla H llegado] llegamos H51

51 Otras erratas: 348 experiencia] ya que temos; 374 contingencias] contigencias; 416 en llegando] en llegado; 423 Perdonad] pordonad; 492 Tucapel] Tur.; 533 en] en en; 555 hallarte] hallar en; 638 tierra] tirera; 681 fieras] fieros; 922 Ya] Y; 1214 quien] sivien; 1329 cacique] Gacique; 1398 retrocediendo] retrociendo; 1431 dice] diye; 1433 Perú] Prú; 1496 Pizarro] Piçaro; 1684 Ya que] Y a que; 1898 proseguí] prosigui; 1970 neblíes] neblis; 2142 horroroso] horroso; etc.

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Algunas devienen en errores de concordancia: 141 167 238 342 508 582

tanto concurso] tanto concursos H tu hermano] tu hermanos H yo / seré] sera H bástenos] bastanos H prevengan] prevenga H embebida la cuerda] embebido H52

Errores de sentido: 283 439 1063 1172 1507 1604

si quedo / yo conmigo] cuando H a vista de aquese] vida H contra su culto] oculto H yo no se los debo] om. H aun de más riesgos se salva] valga H diciendo su efecto / el trance de esta batalla] afecto H53

Sintaxis, sobre todo relacionados con el régimen preposicional: 158 1704 2084 2153

yace a vista de] vista H dar en un mismo] un H en la fe] con H fie del traje] el H

Trivialización y métrica: 191 2418

merino pez] marino pez H tan] es tan H,VT

Por ello, el texto de La aurora en Copacabana de la edición de Hervada presenta un mayor número de erratas que el de Buendía, lo que, en principio, lleva a cuestionar su carácter de edición «enmendada y corregida». Sin embargo, donde se justifica dicho rótulo es en el conjunto de versos que añade:

52

Otros errores de concordancia: 662 tremolado] tremolada; 895 vendados] vendado; 915 venden] vende; 1394 ha] han; 1400 pierda] pierdo; 1756 descanse] descansa; 1769 las] la; 1927 añadan] añada; 2317 mis] sus; etc. 53 Otros errores de sentido: 1761 vez] om.; 2387 cuando] cuanto: etc.

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2329-2330

Guacolda. ¡Ay de mí! Forzoso es verme. / Glauca. Retírate a aquesta parte. 2946-2947 que allá en sus ritos solía / ser sacerdote del Sol 3054-3055 sin proporción en sus líneas / ni primor en sus faiciones 4056 acot.-4097 y salen Yupangui y Guacolda […] / errores del buril?

El primer par de versos solo precisa que Guacolda y Glauca se alejan del centro del tablado, de modo que su omisión no resta coherencia al pasaje. Lo mismo sucede con el tercer par, que aporta solo un matiz con respecto al aspecto de la primera talla de Yupangui. En cambio, el segundo par alude al pasado de Andrés Jaira durante el imperio de los incas. En principio, se trata también de un detalle, pero, a diferencia de las otras adiciones, profundiza no solo en la representación del personaje, sino también en la de Yupangui. Se construye así una simetría entre los dos contrincantes, pues ambos desempeñaron un papel relevante en el régimen idolátrico anterior: Jaira como sacerdote del Sol y Yupangui como general del inca. El equilibrio dramático que consiguen estos versos evidencia, a mi parecer, una conciencia autorial, por lo que considero que son calderonianos. En relación con la omisión de vv. 4056 acot.-4097, estos versos constituyen una escena ubicada entre la partida de la comitiva a Copacabana y el descubrimiento de la talla embellecida por los ángeles. Participan en ella Yupangui y Guacolda, quien reaparece en escena, a la vez que se repite el tema de la esclava (vv. 4087-4088), con el que antes se la había vinculado (vv. 3688-3691). Es, pues, una suerte de escena de transición que conecta las escenas mencionadas, introduce a Guacolda en la apoteosis final de la comedia y recupera un tema que antes había aparecido. Por ello, me inclino a pensar que este conjunto de versos, junto con los anteriores, procede también de Calderón. En relación con el texto de la edición de Vera Tassis, en primer lugar, no se puede negar la tendencia de este editor a intervenir en los textos. En este sentido, presenta variantes que parecen seguir sus usos y gustos personales con respecto a la ortografía: 1167 1257 2767 3151 3154

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propio] proprios VT ahora] agora VT Felipe] Filipe VT perfeción] perfeccion VT o quitadme] u quitadme VT

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El vocabulario: 1125 2108 2612 2897 2903 3049 3075 3079

mesmos] propios VT pensé] creí VT pensando] creyendo VT suspiro alienta] garganta mueve VT Agustín] Agustino VT quien] que VT pienso] entiendo VT pensar] juzgar VT

Y el orden de las palabras: 203 376 1424 2299 3253 3332 3666

pez parece] parece pez VT mismo fin] fin mismo VT es este] este es VT la vida debo] debo la vida VT de hombres y de ángeles] de Angeles, y de hombres VT son solo] solo son VT dame a una ausencia licencia] licencia me da a una ausencia VT

No obstante, otras variantes subsanan errores del texto. De este modo, aportan lecturas que corrigen errores de concordancia: 9 558 645 2238 2339 2461 3481

que reine, que triunfe] reina B, H buscas / (…) llegas] llega B, H tigre de falda vio / y león] tigres B, H cansa, cansa] canse, cansa B, H parece] parezca B, H prosigues] prosigas B, H estén] este B, H

Sentido: 1001 1009 1103 1186

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rendida / tu vida viera mi vida] su B, H temiendo al Sol sin fortuna] su fortuna B, H tu ingenio o tu valor] a B, H darle pavor mi aspecto] ni B, H

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1403 1565

le ejecutes] no le escuses B, H la cadena me alarga] te B, H54

Redundancia: 734

atreva / (…) mueva] atreva B, H

Y otras erratas: 913 1151 1358 1880 2001

Yupangui] Iun. B, H Dime atrib. Iup. B, H olvido] Sol vido B, H sorpresa] sopresa B, H sea brasa] se abrasa B, H55

El texto incluye también los mencionados versos que aporta la edición de Hervada, por lo que lo más probable es que Vera Tassis haya tenido un ejemplar de esta a la mano. Sobre la posibilidad de que también tuviese un ejemplar de Buendía, la siguiente variante nos da algunas luces: 348

experiencia] ya que temos H; fijas señas VT

Si Vera Tassis hubiese recurrido al texto de Buendía, hubiese enmendado con su lectura este sinsentido. Sin embargo, lo enmendó ope ingenii y produjo una aparente lectura equipolente. Por ello, me inclino a pensar que Vera Tassis, para efectos de la edición de La aurora en Copacabana, considero el texto de Hervada56, pero no el de Buendía. El resto de correcciones tassianas pueden explicarse como enmiendas ope ingenii realizadas a partir del texto de Hervada. Sin embargo, dicha condición no es tan clara en la siguiente lectio dificilior: 1213

Manco Cápac] Manso, capaz B, H

54

Otras correcciones de sentido: 2315 otra] ahora; 2479 ya] yo; 3328 repare] repasse; 3801 voces] sombras; 3876 contentan] convençan. 55 Otras correcciones: 3973 está] que esta; 4099 hoy] ai. 56 Coenen, 2008, p. 206; Rodríguez-Gallego, 2013, p. 486, n. 10.

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Si bien puede tratarse también de una enmienda ope ingenii, puesto que los Comentarios reales del Inca Garcilaso (entre otras crónicas que consignan el nombre de Manco Cápac) formaron parte de las lecturas de un hombre cultivado de aquel tiempo como lo fue Vera Tassis, cabe la posibilidad de que esta lectura procediese de otro testimonio que, junto con la edición de Hervada, el editor cotejó para su edición. En esta misma línea, se encuentran los siguientes versos, exclusivos del texto tassiano y sus descendientes (las sueltas S1, S2 y S3): 2875-2876 2977-2978

ocioso es que discurramos / ahora en su etimología el ver las de los opuestos / tan áridas y marchitas

Contrastemos el primer par en su contexto: Y mientras el cielo no nos revele el enigma, en él —por los reservados juicios suyos— las insidias del antiguo áspid, y en otros oráculos, respondía inspirando abominables ritos (B, H)

Y mientras el cielo no nos revele el enigma, ocioso es que discurramos ahora en su etimología. En él —por los reservados juicios de Dios— las insidias del antiguo áspid, y en otros oráculos, respondían inspirando abominables ritos (VT)

Es claro que el pasaje se encuentra incompleto en Buendía y Hervada. Vera Tassis lo notó y agregó un par de versos. Sin embargo, su enmienda no quedó ahí, pues también enmendó el contexto: 2878 2880

de Dios] suyos B, H respondían] respondia B, H

Solo así su enmienda consigue devolver el sentido al pasaje. La complejidad de los cambios que estas enmiendas plantean deja dudas sobre su origen: si bien pueden proceder de un testimonio (distinto de Buendía y Hervada), cotejado por Vera Tassis, también puede tratarse de una complicada enmienda ope ingenii.

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El segundo par de versos enmienda un sinsentido similar: con el riego de una nube celestial que daba grima dando consuelo mirar tan juntos triunfos y ruinas

con el riego de una nube celestial que daba grima el ver las de los opuestos tan áridas y marchitas, dando consuelo mirar tan juntos triunfos y ruinas

En este caso, la falta de los versos no es notoria, de modo que, aun omitidos, el pasaje conserva sentido. Por ello, o esta enmienda es resultado de la atenta y detallista edición de Vera Tassis o procede de otro testimonio. Si bien no se puede establecer con seguridad la procedencia de estas enmiendas, lo cierto es que no oscuren el texto; por el contrario, aclaran su sentido. Por ello, no pueden ser desestimadas en la fijación del texto crítico, ya sea que se traten de correcciones tassianas ope ingenii, ya sea que provengan de otro testimonio con mejores lecturas. Asimismo, en el segundo caso, colocan a La aurora en Copacabana entre las comedias de las primeras cuatro partes para cuya edición Vera Tassis conoció testimonios fuera de los provenientes de las partes publicadas en vida de Calderón57. Por otra parte,Vera Tassis aporta un número considerable de variantes que afectan las acotaciones. Algunas de ellas aclaran la situación escénica, pues explicitan apartes, la entrada o salida de los personajes y la acción en general: 109 114 241 281 521 690

Bailan] om. B, H Dejan de bailar] Buelven a baylar, y a suspenderse B, H Aparte.] om. B, H Quedan solo Inga y Yupangui.] om. B, Vanse. H Escóndese] om. B, H llevando a Tucapel] om. B, H

En cambio, otras agregan detalles prescindibles o variantes sin mayor relevancia:

57

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Rodríguez-Gallego, 2013, p. 488, n. 40.

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521 598 690 904 1151 1391

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Sale Candia armado con una cruz] Pedro de Candia armado, y traerá una Cruz hecha VT Cáesele el arco] Caesele el arco de la mano VT vestida de negro, con estrellas, espada, plumas y bengala] en trage de India, el vestido será negro, salpicado de Estrellas, con vengala, y plumas VT Toma él las flechas juntas y cada una tiene la suya] Pone cada una su flecha en manos del Sacerdote, teniendolas él por un lado juntas, y ellas por otro, cada una la suya VT Vase y salen] Vase. Salen el VT Desaparécese] Desaparece la Idolatría VT

Sobre las acotaciones en las ediciones de Vera Tassis, Shergold sugirió: «Vera Tassis was working from an already adapted text and that he is not likely to have himself inserted the important new stage-directions which his edition contains», pero sin que haya que olvidar que «many stage-directions appear to have undergone the same kind of retouching as the dialogue, and in these the hand of the editor may more easily be discerned»58. En todo caso, lo expuesto confirma y concilia las dos posturas existentes respecto a la labor editorial de Vera Tassis, en la misma línea de lo que había propuesto Caamaño Rojo: de un lado, ha podido comprobarse su hábito creador-corrector, que le lleva a introducir lecturas innovadores innecesarias sin ninguna apoyatura testimonial, y por otro, se reafirma también la postura defendida por Cruickshank, esto es, el rigor de la ediciones de Vera, en la medida en que busca y consulta otros testimonios que considera más fidedignos que los impresos para editar las comedias de Calderón59.

Conclusiones El texto base para una edición de La aurora en Copacabana debe ser el de la edición de Hervada, pues es el más completo y presenta variantes de posible valor autorial, ausentes en el texto de Buendía. No obstante, debido a las numerosas erratas que esta segunda edición agrega, es necesario recurrir a las variantes de Buendía cuando sea necesario enmendarlo. Lo mismo se aplica para las variantes provenientes del texto de la edición de Vera Tassis que no obedezcan a retoques guiados por las 58 59

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Shergold, 1955, p. 218. Caamaño Rojo, 2001, p. 88.

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preferencias personales del editor. Por ello, al fijar el texto crítico, me he servido de ambos textos cuando ha sido necesario. En relación con el estema, la participación del librero La Fuente en las dos primeras ediciones sugiere que se empleó en ambas los mismos testimonios (α). Si bien es posible que el rótulo de edición enmendada y corregida no haya sido resultado de un cotejo previo con la primera edición (sobre todo por las numerosas erratas añadidas por la edición de Hervada, ausentes en la de Buendía), en algún momento las diferencias (notorias por las cerca de 300 líneas que la segunda agrega) entre ambas se percibieron, por lo que el texto de Hervada deriva tanto del de Buendía como de los testimonios de La Fuente. Finalmente, sobre el texto de Vera Tassis, aunque este tomó en cuenta la edición de Hervada, probablemente también considerase otro testimonio (β), pues cabe la posibilidad de que no todas sus correcciones hayan sido ope ingenii. Hechas estas precisiones, el estema posible es el siguiente: O

α

β

B H VT S1

S2

S3

Criterios de esta edición Me he ceñido a las normas editoriales del GRISO para el proyecto de edición de las comedias calderonianas60 con algunas precisiones con respecto a la anotación. En relación con las notas lingüísticas, he tenido 60

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Arellano, 2007.

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en mente a un lector no familiarizado con el teatro áureosecular, de modo que he anotado términos como «apurar», «sulcar», entre otros, a los que está acostumbrado un conocedor de dicho teatro. En las citas de pasajes paralelos, he obviado indicar el nombre de Calderón cuando he citado otras comedias suyas con el fin de evitar su constante repetición. En el caso de las comedias de la Trilogía de los Pizarros de Tirso, queda sobreentendido que los textos proceden de la edición de Zugasti. Mi anotación ha considerado también los pasajes en los que se evidencia que Calderón sigue sus fuentes históricas. En tal sentido, estas notas son resultado del cotejo del texto de la comedia con la Historia del Santuario de Nuestra Señora de Copacabana de Ramos Gavilán y la Historia general del Perú del Inca Garcilaso. Asimismo, he considerado las similitudes con otras comedias de tema americano o indianas61: El Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón y El Brasil restituido de Lope, la ya mencionada Trilogía de los Pizarros de Tirso y Las palabras a los reyes y gloria de los Pizarros de Vélez. Al tratarse de un corpus breve y anterior cronológicamente a la composición de La aurora en Copacabana, me ha parecido importante mostrar las principales coincidencias y diferencias entre Calderón y sus predecesores en el tratamiento de los temas propios de este tipo de comedia. Con respecto a las acotaciones he seguido las que consideré más claras en relación con la acción escénica. Para ello, me he servido del texto de Vera Tassis y, cuando no ha sido posible, yo mismo he añadido algunas. Como con todas las enmiendas relevantes que he realizado, estas han sido indicadas en nota al pie, salvo aquellas que marcan los apartes o que corrigen erratas y otros errores evidentes, las cuales no he indicado así para evitar abultar las notas. El interesado en las últimas puede consultarlas a partir del aparato de variantes, donde aparecen agrupadas.

61

Zugasti, 1996, p. 432. Este marbete me parece mejor que otros nombres como «comedia americana» (pues en el siglo xviii circularon sueltas con esta denominación en su portada, como La perla del sacramento o La nueva Troya de Amor, donde el adjetivo «americano» se debe no al tema, sino a la procedencia del autor) o «comedia de indios», propuesto por Castillo (2009, p. 27), que acota el mismo grupo de comedias que engloba «comedia indiana». Asimismo, en mi reseña al libro de Castillo expongo los errores de su lectura de La aurora en Copacabana (2012c). Finalmente, un catálogo actualizado de estas comedias aparece en Zugasti, 2014.

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ABREVIATURAS Y BIBLIOGRAFÍA

Abreviaturas utilizadas Aut

C

Comentarios

Cov.

DASC

DGIO

DRAE EE

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Real Academia Española, Diccionario de autoridades [1726-1739], ed. facsímil, Madrid, Gredos, 1990, 3 vols. Pedro Calderón de la Barca, Comedias, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2006-2010, 6 vols. Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales de los incas, ed. César Pacheco Vélez, Lima, Banco de Crédito del Perú, 1985. Sebastián de Covarrubias Horozco, Tesoro de la lengua castellana o española, ed. Ignacio Arellano y Rafael Zafra, Madrid / Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, 2006. Ignacio Arellano, Diccionario de los autos sacramentales de Calderón, Kassel / Pamplona, Reichenberger / Universidad de Navarra, 2001. Antonio de Alcedo, Diccionario geográfico de las Indias Occidentales o América, ed. Ciriaco Pérez-Bustamante, Madrid, Atlas, 1966, 4 vols. Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa, 2014, 23ª ed. Pedro Calderón de la Barca, La aurora en Copacabana, ed. Ezra S. Engling, London, Tamesis Books, 1994.

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EG EP

Hist. Gen.

Historia

Nuevo Mundo

OC

Palabras

LA AURORA EN COPACABANA

Pedro Calderón de la Barca, La aurora en Copacabana, ed. Saturnino Gallego, La Paz, Bruño, 1992. Pedro Calderón de la Barca, La aurora en Copacabana, ed. Antonio Pagés Larraya, Buenos Aires, Hachette, 1956. Inca Garcilaso de la Vega, Historia general del Perú. Segunda parte de los Comentarios reales de los incas, ed. Carmelo Saenz de Santa María, Madrid, Atlas, 1960, vol. 3. Alonso Ramos Gavilán, Historia del Santuario de Nuestra Señora de Copacabana, ed. Ignacio Prado, Lima, Talleres Gráficos P. L.Villanueva, 1988. El Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón, ed. Luigi Giuliani, en Lope de Vega Carpio, Comedias. Parte IV, coord. Luigi Giuliani y Ramón Valdés, Lleida, Milenio, 2002, vol. 1, pp. 175-287. Pedro Calderón de la Barca, Obras completas, ed. Ángel Valbuena Briones, Madrid, Aguilar, 19521973, vols. 1 y 2. Luis Vélez de Guevara, Las palabras a los reyes y gloria de los Pizarros, ed. William R. Manson y C. George Peale, Delaware, Juan de la Cuesta, 2004.

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ABREVIATURAS Y BIBLIOGRAFÍA

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TEXTO CRÍTICO DE LA AURORA EN COPACABANA

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COMEDIA FAMOSA DE LA AURORA EN COPACABANA DE DON PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA: Guáscar Inga, rey. Yupangui. Glauca. Tucapel. Un sacerdote. Guacolda. La Idolatría. Un indio llamado Andrés. Cuatro damas. Acompañamiento y Música.

Pizarro. Almagro. Candia. Marineros. Don Lorenzo de Mendoza, conde de Coruña. Don Jerónimo Marañón, gobernador. Unos indios. Un dorador. Dos ángeles.

Jornada primera *Dentro instrumentos y voces, y salen en tropa todos los que puedan, vestidos de indios, cantando y bailando: Yupangui, indio galán; un sacerdote; Glauca y Tucapel; y, detrás de todos, Guáscar Inga, rey.Todos con arcos y flechas. 1

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Acot. vestido de indio: en su modalidad americana, el indio aparece medio desnudo, con plumas y otros aderezos como arco y flechas; representa al hombre fuera de la ley de gracia (DASC). Las pieles que acompañaban este vestido (Egido, 1983, p. 184) se 2

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Yupangui

En el venturoso día que Guáscar Inga celebra edades del Sol que fueron gloria suya y dicha nuestra, ¡prosiga la fiesta! 3

Música

Prosiga la fiesta. Y aclamando a entrambas deidades, * del Sol en el cielo, del inga en la tierra,

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omiten, pues están reservadas para el joven hijo de Manco Cápac (ver nota v. 1221 acot.). Comp. El nuevo hospicio de pobres, v. 410 acot.: «salen […] el Ateísmo vestido de pieles, el Hebraísmo de judío, la Idolatría de indio y la Apostasía de soldado». Cantando y bailando: las crónicas apuntan la importancia del canto y el baile en la cultura inca (Comentarios, lib. ix, cap. 1, pp. 371-372). Un ambiente parecido, con cantos en honor al Sol, precede el arribo de Colón (Nuevo Mundo, vv. 1133 acot.-1156). Yupangui: Francisco Tito Yupanqui. Para Valbuena Briones, esta parte de su vida se inspira en la de su supuesto padre, Paullu Topa Inca (1977a, pp. 222-223), quien viajó a Copacabana para desposar a una hermana suya que estaba ahí como sacerdotisa (Historia, lib. i, cap. 31, p. 185). Glauca y Tucapel: junto con Guacolda, son nombres provenientes de La Araucana de Ercilla.Ver «Otras fuentes» en la introducción. Guáscar: Huáscar, hijo de Huayna Cápac y hermano de Atahualpa. Cogobernó con su hermano hasta que se desató una guerra entre ambos. Vencido y capturado por el ejército de Atahualpa, murió en el traslado al encuentro con su hermano. Inga: inca «es nombre de los señores / del Pirú, que sus mayores / son decendientes del Sol. / Llega hasta el Cuzco y a Quito / su imperio, abundante todo / de oro y plata, y es de modo / que es su tesoro infinito» (Palabras, vv. 731-737). Los cronistas lo identificaron con el gobernante supremo del imperio, a manera de una monarquía europea de la época; sin embargo, en las mismas crónicas también se recogen noticias de una autoridad entendida como dualidad (Pease, 1998, p. 108); de ahí que se teorice sobre una diarquía inca (Rostworowski, 2000, pp. 130-179). En este sentido, la guerra entre Huáscar y Atahualpa habría sido la continuación de las rivalidades entre las panacas (linajes) que se repartían el gobierno del imperio. v. 3 edad: siglo. Al mundo se le contaban seis edades (Aut). Por su parte, el Inca Garcilaso dividía la historia del Perú en dos: antes y después del gobierno de Manco Cápac (Comentarios, lib. i, cap. 9, p. 20; lib. ii, cap. 1, p. 45). Sol: dios principal de la mitología inca. En la tradición cristiana es un símbolo de amplia presencia que representa a la divinidad como fuente de luz que libera al hombre de las tinieblas del pecado (sol, sol de justicia, DASC). En la mitología inca también cumplió un papel liberador, pero no del pecado, sino de la barbarie, pues el Sol envió a sus hijos, Manco Cápac y Mama Ocllo, para civilizar a los hombres; por ello, el Inca Garcilaso atribuía a los incas un papel apostólico (Comentarios, lib. i, cap. 15, p. 27), el cual Calderón obviamente les niega. Sobre su presencia en la obra calderoniana, ver Valbuena Briones, 1977a, pp. 106-118. vv. 6-7 entrambas deidades, del Sol en el cielo, del inga en la tierra: la mitología inca coincide con la cristiana en la venida del hijo de la divinidad a la tierra. Pero, si para los incas 2

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al son de las voces repitan los ecos: * ¡que viva, que reine, que triunfe y que venza! Inga

¡Cuánto estimo ver que a honor de la consagrada peña que desde Copacabana sobre las nubes se asienta, en hacimiento de gracias de haber sido la primera

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el Sol y el inca representaban dos divinidades distintas, en la religión cristiana Dios y Cristo son un solo Dios por el misterio de la Trinidad. v. 11 consagrada peña: se refiere al peñasco en el que apareció el primer inca (v. 1257 acot.). Calderón sigue la versión del mito de Ramos Gavilán (Historia, lib. i, cap. 2, pp. 27-31), en la que el primer inca aparece en la cima de un monte, y no la que el Inca Garcilaso privilegiaba, que ubicaba su aparición en las aguas del Titicaca (Comentarios, lib. i, cap. 15, p. 29; lib. iii, cap. 25, pp. 132-133). Sin embargo, la ubicación de dicha peña, según el mismo fraile, era en Tambo o Pacaritambo, a siete u ocho leguas del Cuzco. Por ello, aunque se refiere a dicha peña, Calderón la fusiona con la peña Titicaca, que el agustino también menciona, situada en una isla en el lago homónimo, de la que habría salido el Sol y «en la cual jamás ave asentaba el pie» (Historia, lib. i, cap. 4, p. 39). Reconocida por Túpac Inca Yupanqui (p. 41), se convirtió en el principal adoratorio del Sol. Sobre la representación calderoniana de este mito, ver Gutiérrez Meza, 2016a. v. 12 Copacabana: una de las principales localidades ribereñas del lago Titicaca. Antes de su evangelización existía ahí el culto al ídolo Copacabana. El 2 de febrero de 1583 se entronizó la talla de la Virgen de Copacabana en lo que se convertiría «en un suntuoso templo de bella arquitectura, adornos y riquezas, y es el santuario de más devoción y culto en todo el Perú» (DGIO). Perteneció a la jurisdicción del Virreinato del Perú, como parte del Alto Perú (actual Bolivia) hasta 1776. v. 13 sobre las nubes se asienta: la peña, de donde surgió el primer inca, se ubica en el punto de contacto natural entre el cielo y la tierra. En Calderón es común ubicar los centros de la idolatría y el paganismo en cumbres elevadas. Comp. Las armas de la hermosura, OC, I, p. 1274: «Rómulo, atento a que fuera / eterna la población / de su gran fábrica inmensa, / que, como Jerusalén, / también en montes se asienta»; El golfo de las sirenas, vv. 95-99: «Desde aquel pardo peñasco, / en cuyos hombros se asienta, / no sin vanidad de noble, / rústica fábrica bella, / breve alcázar de los dioses». Al igual que con la metáfora de la luz (luz material… luz espiritual, DASC), la idolatría inca busca imitar físicamente, por medio de la hipérbole de la altura, la grandeza espiritual del verdadero Dios. v. 14 hacimiento de gracias: «acto devoto, rendido y humilde con que se reconoce y da gracias a la majestad divina por los beneficios recibidos» (Aut). La fiesta celebra los quinientos años del gobierno de los incas, de ahí que honren la peña en la que surgió el primer inca. Comp. Las cadenas del demonio, OC, I, p. 744: «qué sacrificio, qué ofrenda / en hacimiento de gracias / puedo yo hacerte». 5

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cuna del hijo del Sol, de cuya clara ascendencia mi origen viene, os mostréis tan alegres! Yupangui

Mal pudiera nuestra obligación faltar a tanta heredada deuda. Cinco siglos, gran señor, de dádiva tan excelsa como darnos a su hijo para que tú de él desciendas * se cumplen y hoy otros cinco ha que cada año renuevan la memoria de aquel día todas tus gentes en muestra de cuánto a su luz debimos. Y así, no nos agradezcas festejos que de dos causas nacen hoy: una, que seas tú nuestro monarca y otra, que al culto en persona vengas, a cuyo efecto hasta Tumbes,

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v. 21 tanta heredada deuda: deuda es imagen habitual del pecado (DASC). Si la venida y el sacrificio de Cristo supuso el pago de la infinita deuda contraída por el hombre mediante el pecado (infinita ofensa del pecado, DASC), la venida del primer inca implicó la contracción de una deuda mayor debido al culto solar que estableció. v. 22 cinco siglos: sobre la antigüedad del imperio incaico, el Inca Garcilaso le atribuye más de cuatrocientos años (Comentarios, lib. i, cap. 17, p. 31). Más allá de la fidelidad histórica de esta cifra, es coherente ubicar a los incas en la quinta edad del mundo, ya que esta abarcaba desde la transmigración de los judíos a Babilonia hasta la venida de Cristo (edad, Aut), suceso que ellos ignoraban. v. 23 dádiva: «don, alhaja u cosa que se da y entrega» gratuitamente (Aut). Comp. El jardín de Falerina, vv. 168-171: «¡Qué vanidad puede el hombre / tener si de la grandeza / de Dios es dádiva cuanto / ve, toca, gusta y alienta!». vv. 24-25 como darnos a su hijo para que tú de él desciendas: mientras Cristo regresó al lado de su Padre tras su sacrificio, el primer inca descendió a la tierra para establecer una dinastía y gobernar a los hombres. v. 36 Tumbes: ciudad ubicada en el extremo noroeste del Perú, cerca de la actual frontera con Ecuador. Habitada por los tumpis: «gente más regalada y viciosa que toda la demás que por la costa de la mar hasta allí habían conquistado los incas», fue integrada al 9

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donde el Sol su templo ostenta, * a recibirte venimos diciendo en voces diversas… Él y Música Inga

¡Que vivas, que reines, que triunfes y venzas!

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De una y otra causa a ti * no poca parte te empeña, * Yupangui, pues que no ignoras desciendes también de aquella * primera luz por quien de inga, * ya que no la real grandeza, la real estirpe te toca. 14

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Yupangui

Mi mayor fortuna es esa. (Aparte.) (Bien que mi mayor fortuna, si he de consultar mis penas, no es sino ser el felice día en que a Guacolda, bella sacerdotisa del Sol,

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imperio por Huayna Cápac, quien ordenó la edificación del templo al Sol (Comentarios, lib. ix, cap. 3, p. 374). En su costa los españoles desembarcaron por primera vez a finales de 1527 (Busto Duthurburu, 2001, p. 514). vv. 43-44 Enmiendo con VT la disposición desequilibrada del romance: no poca parte te empeña Iupangui, / pues que no ignoras. v. 46 primera luz: referencia a la aparición del primer inca, resplandeciente como un sol (vv. 1258-1261, 1271-1274), que sigue la versión de Ramos Gavilán (Historia, lib. i, cap. 2, p. 30). No se alude aquí al sentido teológico de luz como Pagés Larraya anotó (p. 146, n. 9), sino solo al material (luz material… luz inmaterial, DASC). Quien: pronombre relativo que en la época no estaba limitado a personas. Equivale a «el que», «la que» (como sucede aquí) o «lo que». v. 48 real estirpe te toca: según Ramos Gavilán,Yupanqui era hijo de Paullu Topa Inca, menor de los hijos de Huayna Cápac (Historia, lib. i, cap. 31, pp. 188-189); sin embargo, sería en verdad descendiente de Huiracocha Inca (Van den Berg, 2012, pp. 28-30). v. 54 sacerdotisa del Sol: según Ramos Gavilán, las vírgenes dedicadas al Sol provenían de familias principales (vv. 885-886) y vivían recluidas en el Acllahuasi o monasterio (vv. 136, 451-454), de ahí que Yupangui se alegre de la oportunidad de ver a su amada (vv. 55-57). Si no eran destinadas al sacrificio (vv. 171-173, 879-882), el inca, en fiestas muy señaladas, podía desposarlas o entregarlas a sus familiares y capitanes (Historia, lib. i, cap. 18).Ver también Comentarios, lib. iv, caps. 1-5. 14

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llegué a ver. ¡Ay de fineza que al cabo del año un día está con mirar contenta!) 18

Pues en tanto que llegamos a la falda de la sierra, donde las sacerdotisas de este templo es bien que vengan, puesto que allá ha de ser hoy la inmolación de las fieras que llevamos encerradas para sus aras sangrientas, prosiga el canto.

Sacerdote

Glauca

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Tucapel

*

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Bien dice. El baile, Tucapel, vuelva. ¿Es por mostrar, Glauca, cuánto de hacer mudanzas te precias? 20

Yupangui

¿Que siempre habéis de reñir?

Los dos

Pues ¿quién sin reñir se huelga?

Yupangui

¿Ni quién, si no yo, tendrá para sufriros paciencia?

Música

Prosiga la fiesta. Y aclamando a entrambas deidades, * del Sol en el cielo, del inga en la tierra, al son de las voces repitan los ecos: * ¡que viva, que…

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v. 55 fineza: «acción u dicho con que uno da a entender el amor y benevolencia que tiene a otro» (Aut). Comp. Amar después de la muerte, vv. 331-332: «una fineza he de hacer, / que es pedirte por mujer»; Las tres justicias en una, vv. 2360-2362: «¡Oh, si pudiera mi amor / hacer, Elvira, por él / alguna grande fineza!». v. 66 Error en el locutor que comparten todos los testimonios: Guac. v. 69 mudanza: juego dilógico entre «cierto número de movimientos que se hace en los bailes y danzas, arreglado al tañido de los instrumentos» y «la inconstancia o variedad de los afectos y dictámenes» (Aut), asignada tópicamente a la mujer. Comp. De una causa, dos efectos, C, V, p. 567: «mujer es, puesto que hacer / tantas mudanzas la miro»; El maestro de danzar, C, III, p. 213: «a la primer lición veo / que ha hecho toda una mudanza». v. 78 Enmiendo con VT: que viva, que reyne, &c. Si se completa el verso, se descontinúa el romance: […] que venza! / ¡Tierra, tierra! /. 18

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Dentro

(A lo lejos.)

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¡Tierra, tierra!

*Dejan de bailar. 22

Inga

Yupangui

¡Oíd! ¿Qué estrañas voces son las que articuladas suenan como humanas sin saber lo que nos dicen en ellas? No estrañéis que en estos montes voces se escuchen tan nuevas, pues tantos ídolos tienen como peñascos sus selvas. Desde aquí a Copacabana no hay flor, hoja, arista o piedra en quien algún inferior dios no dé al Sol obediencia. Y así, no solo se oyen aquí equívocas respuestas de idiomas que no entendemos, pero se ven varias fieras * que por los ojos y bocas fuego exhalan y humo alientan. ¡Y qué mayor que haber visto

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v. 78 acot. Añado esta acotación. Las voces de los conquistadores interrumpen el baile, el cual se reinicia en v. 109. v. 88 arista: «punta del grano que está en la espiga, como una cerda delgada y áspera y aguda, que parece haberla dado la naturaleza para defender el grano de las aves […] tiene como unos dentecillos con que hiere» (Cov.). Comp. Sueños hay que verdad son, vv. 1284-1287: «a tanto extremo ha llegado / en Canaán que hoja ni flor, / hierba ni planta ha quedado / que arista no sea o espina». vv. 88-90 no hay flor… al Sol obediencia: Comp. Historia, lib. i, cap. 21, p. 130: «Cosa fue muy usada en todo el Pirú adorar los indios cerros, piedras, peñascos, árboles, manantiales y lagunas y cualquier cosa notable que en los caminos encontraban». En cambio, según el Inca Garcilaso, Manco Cápac enseñó a los hombres «que las yerbas, plantas y árboles y las demás cosas que adoraban las criaba el Sol para servicio de los hombres y sustento de las bestias», por lo que el culto solar fue la principal y única idolatría que los incas tuvieron (Comentarios, lib. ii, cap. 1, p. 46). v. 94 pero: sino también. v. 97 qué mayor: como qué mucho, «indica que lo expresado a continuación no debe causar extrañeza» (DRAE). 22

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una escamada culebra, tal vez, que todo el contorno enroscadamente cerca hasta morderse la cola dando a su círculo vuelta, como que da a entender cuánto es misteriosa la selva! ¿A quién hacen guarda tales prodigios? 27

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Inga

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Que este lo sea no será razón que a mí me turbe ni me suspenda. ¡Prosiga la fiesta! 29

vv. 98-102 una escamada culebra… dando a su círculo vuelta: este emblema corresponde a la segunda imagen que Horapolo propone como representación de la eternidad: «una serpiente con la cola escondida debajo del resto del cuerpo» (Hieroglyphica, p. 43), que en el antiguo Egipto se asociaba con el poder. Horozco y Covarrubias añade: «ponen dentro figuras de dioses, dando a entender que son inmortales» (Emblemas morales, p. 73). Así, en el emblema 132 de Alciato, aparece Tritón encerrado dentro de una serpiente (Emblemas, p. 172). En sus autos Calderón la asociaba a la serpiente del Génesis y colocaba enroscada al árbol prohibido del paraíso. Aquí representa la presencia dominante del Demonio en el Perú. Comp. El año santo en Madrid, vv. 1741-1745: «al formar una hermosa / sierpe enroscada de fuego, / determinar no pudiera / nadie, su cola mordiendo, / dónde empieza y dónde acaba»; La primer flor del Carmelo, vv. 281-286: «Ya de esta saña testigo / fue la primer patria bella / del hombre, donde, serpiente / enroscada a la corteza / del vedado tronco, hice / que la Gracia de Dios pierda»; Historia, lib. i, cap. 5, p. 45: «Grandes patrañas y novelas se cuentan de esta isla [Titicaca], como que toda ella la cercaba una monstruosa culebra que era guarda suya. Creo que entendían por esta culebra el agua que la ciñe». v. 99 tal vez: alguna vez. v. 108 suspender: «arrebatar el ánimo y detenerlo con la admiración de lo extraño o lo inopinado de algún objeto o suceso» (Aut). Comp. El sacro Pernaso, vv. 1783-1784: «la más sencilla / ave a su voz se suspende»; El santo rey don Fernando (primera parte), vv. 447-448: «que fuera de sí, cual ves, / se eleva, suspende y pasma». 27

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Música

*

Prosiga la fiesta. (Bailan.) Y aclamando a entrambas deidades, * del Sol en el cielo…

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Dentro Pizarro a lo lejos. 32

Pizarro

* Pues ya vemos tierra, ¡ea! Para arribar a su orilla amaina. 33

Todos

Amaina la vela. *Dejan de bailar.

Inga Uno

Callad, pues vuelven las voces, por si podéis entenderlas.

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* Silencio. Silencio.

Otro Guacolda

(Dentro.)

¡Ay, triste!

Inga

¿Qué nuevo eco se lamenta ya en nuestro idioma?

vv. 109, 114 acot. Enmiendo con VT: v. 114 acot. Buelven a baylar, y a suspenderse. El reinicio del baile y su suspensión se realizan en momentos distintos. v. 111 Enmiendo con B, VT: del Sol en el Cielo, &c. Las interrupciones del canto de Música son progresivas: la primera lo interrumpió en el cuarto verso manteniendo el romance (v. 78), aquí en el segundo rompiendo la estrofa. v. 111 acot. Pizarro: Francisco Pizarro, cuyas mocedades fueron llevadas a escena por Tirso en Todo es dar en una cosa. Se asoció con Diego de Almagro y Hernando de Luque para emprender la conquista del Perú: «Concertaron que Hernando de Luque se quedase en Panamá a beneficiar las haciendas de todos tres, y que Francisco Pizarro tomase la empresa de ir al descubrimiento de la tierra que hallase, y que Diego de Almagro fuese y viniese del uno al otro con gente, armas y caballos y bastimento» (Hist. Gen., lib. i, cap. 1, p. 18). El momento de tal concierto es dramatizado por Vélez, omitiendo la participación de Luque (Palabras, vv. 51-59). Lohmann Villena (1946) y, con más acierto y detalle, Zugasti (1992, 1993) estudiaron su representación en el teatro áureo. v. 114 amainar: término náutico, «Recoger en todo o en parte las velas del navío u otra embarcación para que no camine tanto o porque con la fuerza del viento no corra peligro» (Aut). Comp. La inmunidad del sagrado, vv. 682-684: «Amaina, amaina la vela, / y tome puerto en la playa / del mundo esta nave». 30

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Tucapel

El de una mujer y, según las señas, sacerdotisa. 34

Yupangui

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Guacolda es la que diciendo llega. *Sale Guacolda como asustada.

Guacolda

Inga

Valientes hijos del Sol, cuya clara descendencia hasta hoy lográis en el grande inga que en vosotros reina, suspended los sacrificios que a su alta deidad suprema prevenís y acudid todos * a mi voz y a la ribera del mar a ver el prodigio que a nuestros montes se acerca.

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Hermosa sacerdotisa, cuya divina belleza te acredita superior 135 * a cuantas el claustro encierra a su deidad consagradas, ¿qué es esto? (Aparte.) (Hablar puedo apenas, admirado en hermosura tan rara.) Cuando te espera 140 * tanto concurso a que tú sus ricos dones ofrezcas, en vez de venir festiva 35

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v. 120 seña: «Nota o indicio sensible de alguna cosa, por la cual se viene en conocimiento de ella» (Aut). Comp. Bien vengas, mal, si vienes solo, OC, II, p. 628: «entró tras mi un caballero, / que puede ser que en las señas / conozcas»; Mañana será otro día, OC, II, p. 788: «De un criado […] / quién sois, señor, me informé, / y por las señas os busco». v. 140 raro: «insigne, sobresaliente o excelente en su línea» (Aut). Comp. El alcalde de Zalamea, vv. 715-716: «No solo vuestra hermosura / es de rara perfección»; La cisma de Ingalaterra, vv. 283-284: «a su rara belleza / otra ninguna igualó». v. 141 concurso: «Copia y número grande de gente junta y que concurre en un mismo lugar o paraje» (Aut). Comp. A María el corazón, vv. 383-384: «es inmenso el concurso / de gentes infinitas»; El año santo en Madrid, vv. 1259-1262: «un concertado concurso / de eclesiásticos y legos / la calle ocupa en devota / rogativa». 34

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y acompañada de bellas ninfas del Sol, ¿sola, triste, confusa, absorta y suspensa a turbarlos vienes?

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Guacolda

No me culpes hasta que sepas, generoso Guáscar Inga, la causa. 38

Inga

¿Qué causa es? Esta.

Guacolda

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Yupangui

* (Aparte.) ¿Quién creerá que muero yo por saberla y no saberla?

Guacolda

De ese templo que a la orilla del mar brilla en competencia del que a la orilla también de la laguna que cerca de Copacabana el valle * yace a vista de la peña, en cuya eminente cumbre el Sol, una aurora bella, amaneció para darnos a su hijo, porque fuera 39

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v. 145 ninfa: doncella, bien apuesta y prometida (Cov.). Aquí se aplica a las sacerdotisas por su belleza y consagración al Sol. v. 149 generoso: «Noble y de ilustre prosapia» (Aut). Comp. La sibila del Oriente, C,V, p. 841: «Hijo nací generoso / de Bersabé y de David». vv. 153-158 De ese templo que a la orilla del mar brilla en competencia…: el templo de Tumbes, situado a la orilla del mar, compite en belleza e importancia con el de Copacabana, que yace a la orilla del lago Titicaca que cerca el valle homónimo y a vista de la consagrada peña, es decir, frente a la isla del Sol, donde se ubica la peña. vv. 159-162 en cuya eminente cumbre… darnos a su hijo: se refiere a la aparición del primer inca, enviado por el Sol, en la consagrada peña (v. 1257 acot.). Se juega con los sentidos de aurora como «primera luz del día» y «principio y ser primero de alguna cosa» (Aut), pues la bella aurora en la que se produjo tal aparición dio también inicio al gobierno de los incas. Esta metáfora se revestirá más adelante de sus significaciones cristianas (ver nota vv. 689-690). 37

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no menos noble el cacique que domine las setenta y dos naciones que hoy, después de partir herencias * con tu hermano Atabaliba, mandas, riges y gobiernas… De ese templo, otra vez digo, salí con todas aquellas que al Sol dedicadas, hasta que por su suerte merezcan ser su víctima algún día, viven a su culto atentas, con deseo de llegar tan rendida a tu presencia * que fuesen mi alma y mi vida el primer don de la ofrenda; cuando volviendo los ojos 41

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v. 163 cacique: «Señor de vasallos o el superior en la provincia o en el pueblo de los indios; y aunque en muchas partes de las Indias tienen otros nombres según sus idiomas, los españoles los llaman a todos caciques» (Aut). Su equivalente en el mundo inca era curaca (Comentarios, lib. i, cap. 21, p. 37). Comp. Nuevo Mundo, vv. 1481-1482: «¡Oh valeroso cacique, / de esta isla amparo y guarda!»; Tirso, El amor médico, vv. 113-116: «Dicen que en Indias hay gente / que porque a un cacique vieron / sin un diente todos dieron / luego en sacarse otro diente». vv. 164-165 setenta y dos naciones: la Copacabana incaica fue poblada con representantes de las cuarenta y dos naciones del imperio, a los que se volvió custodios del santuario (Historia, lib. i, cap. 12, p. 85). v. 166 partir herencias: la comedia se desarrolla en el tiempo del cogobierno de Huáscar y Atahualpa. Comp. Historia, lib. i, cap. 3, p. 33: «De estos dos hermanos […] el mayor era Guáscar Inga y el menor Atabalipa Inga […] rey y señor de Quito y de toda aquella comarca, porque su padre Guaynacápac Inga por vía de paz les había dividido el reino»; Comentarios, lib. ix, cap. 32, p. 417: «reinaron sus dos hijos cuatro o cinco años en pacífica posesión o quietud entre sí el uno con el otro». v. 167 Atabaliba: Atahualpa, hijo de Huayna Cápac y hermano de Huáscar. Hecho prisionero por Pizarro, fue acusado de asesinar a su hermano y conspirar contra los españoles, por lo que se le condenó a muerte. Calderón reelabora considerablemente su figura, pues fue él y no Huáscar quien se encontró con los conquistadores. Vélez lo representa como un tirano que arrebató el trono a su hermano mayor (Palabras, vv. 912919, 1103-1105). Tirso alude a su bastardía (La lealtad contra la envidia, v. 670). 41

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al mar, vimos en su esfera un raro asombro de quien no sabré darte las señas. Porque si digo que es un escollo que navega, diré mal, pues para escollo le desmiente la violencia; si digo preñada nube

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v. 180 esfera: «todos los orbes celestes y los elementales, como la esfera del fuego, etc.» (Cov.). Comp. El divino Jasón, vv. 555-556: «Pasó la tempestad; ya está serena / la esfera de ese mar»; La torre de Babilonia, vv. 1463-1466: «Llegar a tocar el cielo / tu soberbia presumió / y pisar la azul campaña / de su esfera superior». v. 181 asombro: «espanto, terror y confusión que ocasiona lo inopinado y terrible de algún objeto, accidente o novedad no esperada» (Aut). Con esta metonimia se alude a la nave de los conquistadores (vv. 298, 461) para enfatizar la admiración y el miedo que su desconocida tecnología provoca entre los indios. Comp. Comentarios, lib. i, cap. 4, p. 12: «El indio, viendo en el mar una cosa tan extraña, nunca jamás vista en aquella costa, como era navegar un navío a todas velas, se admiró grandemente y quedó pasmado y abobado, imaginando qué pudiese ser aquello que en la mar veía delante de sí»; La dama y galán Aquiles, vv. 476-478: «sin duda / es la gruta que ha encubierto / este asombro»; La fiera, el rayo y la piedra, vv. 238-239: «Y quién sea / el asombro de estos montes». vv. 183-196 Porque si digo que es un escollo… desmentirme es fuerza: ya que desconoce el concepto de barco, Guacolda intenta describir la nave de los españoles por medio de cuatro imágenes que combinan de modo monstruoso la naturaleza de los elementos. Así, al escollo le atribuye movimiento y ligereza («que navega»); a la nube, preñez (propia, en principio, de los animales y humanos, aunque su uso metafórico ya estaba extendido); al pez llama merino; y al ave, velera. Los cuatro elementos son una imagen recurrente en el teatro calderoniano (Wilson, 1936). En el avistamiento de las naves, Lope y Vélez recurren también a ellos. Comp. Nuevo Mundo, vv. 1483-1536: «Auté. […] Vuelve los ojos al mar / y verás en él tres casas, / casas en el parecer […] / Dulcanquellín. Ignorante, ¿qué dices? / Peces son, peces que braman […] / Tapirazú. Yo sé mejor lo que ha sido, / que estas son reliquias claras / de los gigantes que un tiempo / vinieron a estas montañas»; Palabras, vv. 442-454: «Tucalpa. […] Pájaro deben de ser / de región más soberana […] Alicán. […] Tucalpa, ¿ves sobre el mar / agora un monte nadar? / Tucalpa. Parece Taupolicú, que del Sol se ha desasido». v. 185 escollo: «Peñasco que está debajo del agua o a las orillas del mar» (Aut). Comp. El divino Jasón, vv. 13-16: «pero en las ondas y vientos, / ya nadando y ya volando / será un escollo, triunfando / de todos los elementos»; La redención de cautivos, vv. 200-201: «de ser mar la vida, llena / de bajíos y de escollos». v. 186 violencia: «Fuerza e ímpetu en las acciones, especialmente en las que incluyen movimiento» (Aut). Comp. La primer flor del Carmelo, vv. 124-126: «el golpe erré y su violencia / solo sirvió de avisarle / que huya de mí»; La sibila del Oriente, C, V, p. 856: «herido de la violencia / de una flecha en forma de áspid». 45

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que a beber al mar sedienta se abate, diré peor, porque viene sin tormenta; * si digo merino pez, preciso es que me desmientan las alas con que volando viene; y si digo velera ave, el que nadando viene también desmentirme es fuerza. De suerte que a cuatro visos monstruo es de tal estrañeza que es escollo en la estatura, que es nube en la ligereza

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v. 191 merino: «se aplica al ganado trashumante, a quien mudan de pastos, teniéndole en invierno en Extremadura y el verano en la montaña» (Aut). 50

v. 191 Enmiendo con B: marino.

v. 194 velero: «embarcación que es muy ligera o que navega mucho» (Aut). Metafóricamente se aplicaba a las aves y puede tener su origen en «velera paloma» de Góngora, expresión de la que Lope se mofaba en La Dorotea, a pesar de que la había empleado con anterioridad. Comp. El mayor encanto, amor, vv. 1963-1965: «bajel ceniciento entonces era / la garza, que velera / los piélagos surcó de otro elemento»; Góngora, Romances, 71, vv. 49-50: «cuando velera paloma, / alado, si no, bajel»; Lope de Vega, La Dorotea, pp. 351-352: «¿qué relación hará velera paloma a las naves para difinirlas o describirlas por este término, pues que lo mismo fuera velero cernícalo a un galeón, o velera cigüeña a una fragata?». v. 196 ser fuerza: «ser necesario o forzoso» (DRAE). Comp. El astrólogo fingido, v. 934: «Es fuerza que me escuchéis»; Fineza contra fineza, C, IV, p. 1311: «Morir es fuerza, si tomas / de mis rencores venganza». v. 197 a cuatro visos: se refiere a las imágenes formuladas por Guacolda (ver nota vv. 183-196). Si la pintura a dos visos «se forma artificialmente, de suerte que, mirada de un modo, represente una figura y, mirada de otro, otra distinta» (Aut), ella ha compuesto una pintura a cuatro visos. Comp. En la vida todo es verdad y todo mentira, C, III, p. 40: «Como es cualquiera / mujer pintura a dos visos, / que, vista a dos haces, muestra / de una parte una hermosura, / de otra parte una fiereza»; Los tres afectos de amor, OC, I, p. 1348: «como tabla a dos visos, / muestra a una parte lo fiero, / muestra a otra parte lo lindo». v. 198 monstruo: «Parto u producción contra el orden regular de la naturaleza» (Aut). En Vélez la nave de los conquistadores es también un monstruo a ojos de los indios. Comp. Palabras, vv. 464-467: «¡Horrible nadando viene / a tierra el monstruo marino! / ¡A tragarse viene a Puna / al parecer!»; La sibila del Oriente, C,V, p. 855: «vi en anchos campos del mar / el monstruo más singular / que vio el grande autor del día. / Ni es pez ni es bruto ni es ave, / siendo ave, bruto y pez». 51

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y aborto de mar y viento, pues con especies diversas * pez parece cuando nada y pájaro cuando vuela. Los gemidos que pronuncia voces son de estraña lengua * que hasta hoy no oímos. Al verle todas huyeron ligeras a salvar la vida, viendo que, si a tierra una vez llega, será en vano que la huida las ampare ni defienda, pues quien corre tan veloz por el mar, ¿qué hará por tierra? Sola yo, no al valor tanto como al desmayo sujeta, absorta me quedé y viendo que habían cerrado las puertas del templo a mi retirada, ni bien viva ni bien muerta hasta este sitio he llegado, donde para que no creas más a mi voz que a tus ojos, te pido que al mar los vuelvas. ¡Mírale, pues, cuán horrible * ya a las orillas se acerca! ¡Sálvete, señor, la fuga, pues no puede la defensa! 55

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Inga

¿La fuga salvarme a mí, * contra quien en vano engendran portentos ni tierra ni agua

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v. 201 aborto: «Metafóricamente usan de esta voz los poetas cuando el mar, los montes u otras cosas no capaces de concebir arrojan de sí algo que contenían» (Aut). Comp. Andrómeda y Perseo, vv. 407-408: «embrión de las espumas / y de las ondas aborto»; La nave del mercader, v. 372: «aborto de los abismos». v. 207 Enmiendo con VT la hipometría: oímos, / y al verle /. v. 231 portento: «Cualquier singularidad o grandeza que por su extrañeza o novedad causa admiración o terror dentro de los límites de la naturaleza» (Aut). Comp. El nuevo 55

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ni aire ni fuego? Las flechas que contra otros animales, bien que no de igual fiereza, emponzoñadas usamos de mil venenosas yerbas contra este flechad, que yo * seré el primero que emprenda lograr el tiro.

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Yupangui

A tu vida mi pecho el escudo sea. * (Aparte.) (¡Ay, Guacolda, si entendieses tan equívoca fineza, que es lealtad cuando me obliga y es amor cuando me fuerza!)

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Guacolda

* (Aparte.) ¡Oh, si tú,Yupangui, vieses los pesares que me cuestas!

Todos

Todos haremos lo mismo.

Tucapel

Sino yo, Glauca… ¿Qué intentas?

Glauca Tucapel Glauca Tucapel Glauca

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Que tú te pongas delante, con que a todos nos remedias.

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¿Yo a todos? Sí. ¿Cómo?

hospicio de pobres, vv. 1827-1828: «maravilla, / milagro, asombro o portento»; El purgatorio de san Patricio, vv. 2083-2084: «Filipo. ¡Qué portento! / Capitán. Llamas el centro de la tierra espira». v. 236 mil venenosas yerbas: a pesar de la superior tecnología de las armas de fuego europeas, las flechas emponzoñadas de los indios igualaban sus letales efectos. Comp. Lope de Vega, El Brasil restituido, p. 272: «Hijo, tan mortales ansias / muestran veneno en la flecha; no la saquéis, que al sacarla / temo que también con ella / la vida en la punta salga». vv. 242-244 tan equívoca fineza… cuando me fuerza: obligado por la lealtad que debe a Guáscar, Yupangui le ofrece su pecho como escudo, aunque es a Guacolda a quien realmente quisiera proteger. Por ello, la fineza es engañosa. Con todo, el general coloca sus deberes con el soberano por encima de sus pasiones, pues buscará a su amada solo después de asegurar al inca (vv. 305-306). 58

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¿Cómo?

Tucapel Si te coge la primera a ti, de ti quedará tan ahíto que no tenga hambre para los demás. 60

Inga

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Pues ya que la lealtad vuestra en mi defensa se ponga, no venga a ser en mi ofensa. * Igual con todos haremos ala y de nuestras saetas tan espesa sea la nube * que sobre su escama lluevan los congelados granizos de piedra y pluma que muera en las ondas desangrada. 61

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v. 254 ahíto: «crudo y embarazado y con indigestión en el estómago por haber comido con exceso, particularmente cosas groseras e indigestas» (Aut). Comp. Los alimentos del hombre, vv. 1040-1043: «el Apetito, / bueno o malo el alimento, / más veces que no de hambriento / se ha visto morir de ahíto»; Moreto, El desdén con el desdén, vv. 28062807: «Diana se ahitó de amor / y del desdén ha sanado». vv. 256-258 ya que la lealtad vuestra… en mi ofensa: ofrecerse todos los vasallos de Guáscar a escudarlo puede convertir esta muestra de lealtad en una ofensa a su honor, pues parecería que el inca se esconde detrás de ellos; por ello, a continuación ordena que ataquen todos juntos. vv. 259-260 hacer ala: «cuando algún número de gente se pone ordenada en línea recta, extendiéndose unos después de otros». Es término militar, pues las alas son «las tropas de caballería e infantería que se colocan a los costados cuando el ejército se forma y pone en batalla» para cubrirlo (Aut). En este caso, todos forman una sola ala de tiradores. vv. 263-264 congelados granizos de piedra y pluma: se refiere a las flechas que en sus extremos llevan puntas de piedra y plumas. Como el granizo, se precipitan violentamente desde lo alto contra su blanco. v. 265 onda: ola. Comp. El castillo de Lindabridis, vv. 2439-2440: «A las ondas del Nilo furioso / se arroja a morir»; El purgatorio de san Patricio, vv. 6-7: «a las saladas ondas despeñado, / baje quien tantas penas se apercibe». 60

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Pizarro

(Dentro.) Echa el áncora y aferra * haciendo a esos montes salva.

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Guacolda

¿Qué esperáis cuando ya expuesta al tiro está? Al disparar ellos al vestuario, disparan dentro una pieza y todos se espantan. 67

Voces

(Dentro.)

Unos

¡Qué asombro!

Otros

Dale fuego. ¡Qué horror! ¡Qué pena!

Todos Tucapel

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¡Qué bravo metal de voz tiene la señora bestia! 68

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v. 266 echa el áncora y aferra: términos náuticos, aferrar es «Asegurar la embarcación en el puerto», para lo cual se echan las anclas al mar (Aut). Comp. Hado y divisa de Leonido y Marfisa, C,V, p. 159: «Aurelio. (Dentro.) ¡Echa el ancla y aferra! / Unos. (Dentro.) ¡Los esquifes, al mar! Otros. (Dentro.) ¡A tierra, a tierra!». v. 267 salva: «disparo de armas de fuego en honor de algún personaje, alegría de alguna festividad o expresión de urbanidad o cortesía» (Aut). Comp. El gran príncipe de Fez, C, IV, p. 578: «Apenas, pues, nos dio vista, / cuando a su festiva salva / sucedieron los estruendos / de las trompetas y cajas / de Abdalá»; El segundo Scipión, OC, I, p. 1461: «Lelio. Otra y mil veces / vuelva a repetir la salva… / Todos. ¡Scipión viva, Scipión reine!». v. 269 acot. vestuario: los indios disparan contra las cortinas del vestuario que cubren las decoraciones y apariencias, como la nave de los conquistadores (Ruano de la Haza y Allen, 1994, p. 557) que se descubrirá después (v. 308 acot.). Pieza: «cañón de artillería de bronce u de hierro» (Aut). Comp. Amar después de la muerte, vv. 2089-2093: «Álvaro. Ya es bien al muro acercarme. (Disparan dentro). / Mas ¿qué es esto? / Alcuzcuz. No haber boca / que más claramente hable / que la boca de una pieza, / aunque se ignora el lenguaje». v. 271 metal: «sonido u tono de la voz» (Aut). Aquí se aplica al estallido del cañón, pues los indios, al no conocer las armas de fuego, creen que la nave de los conquistadores es una bestia y la explosión, su bramido (v. 273). Comp. Palabras, vv. 818-824: «Tucapela. ¿Qué animal / nuevo es ese, encantador, / que, visto, causa temor? / Don Francisco. Una fiera de metal / que en enojándose escupe / de los labios plomo y fuego, / veneno que mata luego»; Gustos y disgustos son no más que imaginación, C,V, p. 1019: «percibir no pudisteis / las especies en la idea / ni en el metal de mi voz / ni de mi rostro en las señas». v. 272 señora bestia: en medio del dramatismo de la situación se hace presente el gracioso mediante el empleo burlesco de esta forma de cortesía que se repite después aplicada al Sol (v. 1434) y, por medio de Glauca, al diablo (v. 3307). Comp. La fiera, el rayo 65

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TEXTO DE LA COMEDIA

Monstruo que con tal bramido al verse herido se queja, de los abismos sin duda aborto es.

Inga

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Pues no aprovechan contra él las flechadas iras de nuestros arcos y cuerdas, defiéndanos de los montes la espesura.

Guacolda

Todos

*

Entre sus breñas nos amparemos.

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*Vanse. Quedan solo Inga y Yupangui.

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Inga

¡Cobardes! ¿Así a vuestro rey se deja? * Pero ¿qué importa si quedo yo conmigo? 73

y la piedra, vv. 255-262: «Lebrón. ¿Adónde que nos hallamos / dijo esa señora bestia? / Brunel. ¿No lo oyes? A los umbrales / de las Parcas. Lebrón. ¿No son esas / unas beatas que, hilando / siempre, nunca echaron tela / y con ser tan hacendosas, / jamás hacen buena hacienda?». Sobre el gracioso Tucapel, ver Flasche, 1985-1986. vv. 275-276 de los abismos aborto: aborto de los infiernos, pues se consideraba que estos se hallaban en lo más profundo de la tierra. La nave de los conquistadores, imagen de la nave de la Iglesia que trae el cristianismo al Perú, se transforma de esta manera a los ojos de Guáscar en la bestia del mar (DASC) del Apocalipsis de san Juan, porque su arribo significa el fin de la tiranía idolátrica de los incas. Comp. La nave del mercader, vv. 370372: «Juan dijo / que era sobre las espumas / aborto de los abismos». v. 280 espesura: «lo cerrado, junto y frondoso de los bosques, arboledas, montes, panes, cañaverales y otras cosas» (Aut). El alcalde de Zalamea, vv. 2426-2427: «el monte he corrido, / la espesura he penetrado»; Auristela y Lisidante, vv. 463-464: «arroja entre la espesura / el limpio grabado arnés». Breñas: «matorrales, malezas o espesuras que crecen en la tierra inculta y fragosa», «tierra quebrada, áspera y llena de peñascos como la sierra» (Aut). Comp. El cordero de Isaías, vv. 583-586: «También por estotra parte, / a pesar de incultas breñas, / vienen tropas de a caballo / y una carroza tras ellas»; La devoción de la misa, vv. 136-138: «al abrigo de sus breñas / forajidas las más nobles / godas reliquias se albergan». v. 281 acot. Completo con VT: Vanse. vv. 283-284 ¿qué importa si quedo yo conmigo?: Gallego anota aquí un eco de la frase: omnia mea mecum porto, atribuida a Bías de Priene, uno de los siete sabios de Grecia, por Cicerón en sus Paradojas de los estoicos. Cuando su ciudad fue tomada, sus habitantes intentaban llevar todos sus bienes en la huida, salvo Bías. Al ser cuestionado respon70

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Yupangui

Considera que cuando de conocido * la vida, señor, se arriesga, todos dicen que es valor, * mas ninguno que es prudencia. * En ventajosos peligros donde no alcanza la fuerza, alcance la industria. 1

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Inga Yupangui

Inga

¿Cómo? Manda desatar las fieras que están para el sacrificio en diversas grutas presas y fieras a fieras lidien, cebándose antes en ellas * que no en las gentes aquese asombro.

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Bien me aconsejas. Ceda el brío a la razón

dió: «Llevo todas mis cosas conmigo», con lo que daba a entender que sus bienes más preciados eran su razón y su saber. En Calderón no parece tener tal trasfondo moral, sino expresa la suficiencia de ciertos personajes ante situaciones nuevas o complicadas. Guáscar se mantiene solo ante la amenaza por su temeridad y la creencia en su origen divino, que lo llevan a imaginarse inmune a cualquier amenaza (vv. 230-232). Comp. La fiera, el rayo y la piedra, vv. 837-840: «No importa, que yo conmigo / quedo, y una vez cobrada / del primer susto de verla, / solo mi valor me basta»; La nave del mercader, vv. 584-586: «Poco te habré menester, / que quedando yo conmigo / con buen nuevo mundo quedo». v. 285 de conocido: conscientemente. vv. 287-288 todos dicen que es valor, mas ninguno que es prudencia: el consejo de Yupangui se hace eco de las recomendaciones de los espejos de príncipe que coincidían en considerar la prudencia como la principal virtud del gobernante. El aparente valor o brío de Guáscar es realmente temeridad, pues carece de la templanza. Comp. Ribadeneyra, Tratado de la religión y virtudes que debe tener el príncipe cristiano, lib ii, cap. 23, p. 552: «la guía y maestra de todas las virtudes morales del príncipe cristiano debe ser la prudencia»; Santa María, Tratado de república y policía cristiana, cap. 27, p. 301: «Del sentido del olfato, esto es, de la prudencia de los reyes». v. 291 industria: «ingenio y sutileza, maña u artificio» (Aut). Es frecuente la oposición entre industria y fuerza, ingenio y valor. Comp. Amado y aborrecido, OC, I, p. 1716: «para ver cómo podrías / con el valor o la industria / o conquistarla o abrirla»; Nadie fie su secreto, OC, II, p. 113: «Y veré / si contra fuerzas de amor / tiene la industria poder». 1

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una vez. (Aparte.) (Mejor dijera ceda al gusto, pues por solo salvar la vida de aquella hermosa sacerdotisa lo acepto.)

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Yupangui

* (Aparte.) Guacolda bella, ya cumplí con la lealtad, * cumpla ahora con la fineza. ¿Dónde el temor te ha llevado? *Vanse.

Voces

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* (Dentro.) ¡Al monte, al monte! Descúbrese la nave y en ella Pizarro, Almagro, Candia y marineros. 6

La tierra

Pizarro que desde aquí se descubre no es como las otras, yerma, que atrás dejamos, pues toda, coronando de sus tierras las más eminentes cimas, se ve de gentes cubierta.

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v. 301 gusto: «complacencia, deleite o deseo de alguna cosa» (Aut). La razón no mueve a Guáscar a seguir el consejo de Yupangui, sino su deseo por Guacolda. Si el príncipe debe controlar sus pasiones, al contrario, el inca cede ante ellas. v. 307 acot. Explicito la salida de los personajes (om. B, H). v. 308 acot. Almagro: Diego de Almagro. No participó en el desembarco en Tumbes. Calderón lo ubica en este momento inicial y clave de la conquista; en cambio, Tirso recuerda su ausencia (La lealtad contra la envidia, vv. 3029-3059), así como su origen plebeyo («hijo de la piedra», v. 2237), en oposición al noble de Pizarro (Todo es dar en una cosa).Vélez se ciñe más a su papel histórico en los inicios de la empresa sin minusvalorarlo, de modo que, en la firma del contrato entre los socios, los dos conquistadores se demuestran mutua admiración (Palabras, vv. 1-50). Candia: Pedro de Candía, uno de los trece de la fama (ver nota v. 358). Natural de Candía (Creta), destacó por su valentía en Tumbes, donde se internó para traer noticias de las tierras recién descubiertas al resto de sus compañeros. Vélez lo coloca como testigo del contrato entre los socios de la conquista (Palabras, p. 107, l. 37). Calderón le otorga un importante protagonismo en la hazaña del descubrimiento del Perú, siguiendo al Inca Garcilaso, debido a su participación en el milagro de la cruz ante las fieras (ver nota v. 627 acot.), que encaja en su «plan general de la comedia, que no es ensalzar los episodios bélicos de la conquista, sino los religiosos» (Zugasti, 1992, p. 143). 4

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Almagro

Gracias a Dios, gran Pizarro, que después de tan deshechas fortunas, naufragios, calmas, hambres, sedes y tormentas como habemos padecido desde que abriendo las sendas del mar del Norte al del Sur atravesamos la Nueva España y en Panamá nos hicimos a la vela… Gracias a Dios, otra vez y otras mil a decir vuelva, que, después de tantos riesgos, ansias, sustos y tragedias, * hemos llegado a lograr el descubrimiento de estas 7

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vv. 315-319 Gracias a Dios… como habemos padecido: los sacrificios soportados por los conquistadores aparecen en similares términos en las crónicas (ver «Crónica del Perú de Pedro Cieza de León» en la introducción) y Calderón no olvida mencionar el apoyo divino que estos héroes cristianos recibieron: «Gracias a Dios» (vv. 315, 325). Comp.Tirso, Amazonas en las Indias, vv. 1365-1376: «Proseguimos, en efeto, / aquella costa prolija / dos meses, cuyos trabajos, / hambres, lluvias y fatigas / han de pasar, si las cuento, / en los que ociosos nos fisgan, / si no plaza de novelas, / por vislumbres de mentiras. / Pero, ¡voto a Dios!, señor, / que entre plagas infinitas / que nos brumaron las carnes / sus cicatrices lo digan». vv. 316-317 deshecha fortuna: fortuna significa «borrasca, tempestad en mar o tierra» y, por su parte, deshecho es un modo de hablar para expresar «una furiosa y peligrosa tempestad o tormenta» (Aut). Comp. Auristela y Lisidante, vv. 1570-1571: «otros en sus violencias / deshecha fortuna corren»; La viña del Señor, vv. 1247-1248: «Una fortuna / deshecha fue quien me obligó a perdella». v. 321 mar del Norte: «Se toma respecto a la América meridional, desde la costa del istmo de Panamá o de Tierra Firme […] hasta las islas Antillas Menores». Aunque se suele igualar al océano Atlántico, en la época todavía se distinguían. Así, respecto al mar Atlántico, Alcedo anota: «aquel espacio que hay desde las islas Canarias y de Cabo Verde […] hasta las Antillas Menores y la costa de las colonias holandesas y francesas» (DGIO). Mar del Sur: también llamado mar Pacífico, fue descubierto por Vasco Núñez de Balboa en 1513, «respecto a la América meridional se extiende desde el estrecho de Magallanes hasta el istmo de Panamá o de Tierra Firme […] y de levante a poniente llega hasta las islas de Salomón» (DGIO). Comp. Tirso, La lealtad contra la envidia, vv. 3018-3020: «Dos años fui su soldado / pasando la inmensidad / del mar del Sur y del Norte». vv. 322-323 atravesamos la Nueva España: históricamente Pizarro y sus hombres no atravesaron la Nueva España, pues el punto de partida de su viaje fue Panamá. 7

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Indias que hasta hoy ignoradas solamente supo de ellas la estudiosa geografía, de quien halló por su ciencia el ser preciso, que, siendo el orbe circunferencia, hubiese, mientras no daba una nave al mundo vuelta, aquella remota parte que no constaba encubierta. 11

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Pizarro

Ya que a solo descubrirla * venimos, bástenos verla el día que no tenemos para su conquista fuerzas. Y así, pues estas noticias son el fin de nuestra empresa, volvamos, ya que tenemos * de estos mares experiencia,

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v. 333 la estudiosa geografía: se personifica a esta disciplina. Antes de Pizarro, solo ella, gracias a su conocimiento de la Tierra, había encontrado la situación («ser preciso», v. 335) del Perú. vv. 337-340 hubiese… encubierta: hipérbaton. La geografía tuviese encubierta aquella remota parte de existencia incierta («que no constaba»), mientras una nave no daba la vuelta al mundo. Entre 1519 y 1522 tuvo lugar la expedición de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano (quien la continuó tras la muerte de Magallanes en Filipinas en 1521) que circunnavegó la Tierra. Almagro evoca tal proeza, de ahí el cambio en el demostrativo. Mientras con «estas Indias» (vv. 330-331) alude al Perú, con «aquella remota parte» alude a las tierras descubiertas por Magallanes y Elcano, y especialmente al estrecho que inmortalizaría el nombre del primero. vv. 345-347 pues estas noticias son el fin de nuestra empresa, volvamos: para Lohmann Villena así se representaba a Pizarro «como un cauto y morigerado paladín, sobrepujado por la vehemencia del soldado Candia» (1946, p. 431), quien a continuación aconseja y se ofrece a internarse en el desconocido territorio. No obstante, según Zugasti, más que representar el carácter cauteloso o moderado de Pizarro, Calderón sigue los hechos históricos (1992, p. 143). Comp. Zárate, Historia del descubrimiento y conquista del Perú, lib. i, cap. 2, p. 515: «Y con esta noticia se tornó a Panamá, habiendo andado tres años en el descubrimiento». Cit. por el Inca Garcilaso (Hist. Gen., lib. i, cap. 13, p. 33). Aquí noticia se utiliza en su sentido de novedad (Aut). v. 348 experiencia: «Conocimiento y noticia de las cosas, adquirida por el uso y práctica de ellas» (Aut). Comp. Las armas de la hermosura, OC, I, p. 1303: «Sabina soy de nación: / experiencia de ellos tuve / que jamás con los rendidos / usaron de ingrati11

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donde mejor prevenidos de más pertrechos de guerra, más navíos y más gente, víveres, pólvora y cuerda, volvamos a su conquista en nombre del quinto César Carlos, que felice viva.

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Candia

Fuerza será, pues no quedan de los treinta que salimos más que trece hombres que sean de armas tomar, y la gente de mar, poca y esa, enferma. Pero antes que nuevos rumbos

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tudes»; La vida es sueño, vv. 2155-2157: «la experiencia me enseña / que el hombre que vive sueña / lo que es hasta despertar». v. 352 cuerda: «mecha de cáñamo retorcido, del grueso de un dedo, que se usa en la milicia para dar fuego a la artillería o mosquetes; y también la usan los polvoristas para encender los cohetes» (Aut). Comp. Amar después de la muerte, vv. 1180-1182: «Maniátele con la cuerda / del mosquete, y porque ladre / qué hay allá, le traigo a cuestas»; Lope de Vega, El soldado amante, Comedias, VI, p. 475: «Soldado 3º. ¡Poned la cuerda al polvorín! / Soldado 1º. ¡Dispara!». vv. 354-355 quinto César Carlos: los viajes de exploración de Pizarro (1524-1525 y 1526-1528), que culminaron con su arribo a Tumbes, y la conquista del Perú (15321534) se realizaron durante el gobierno del emperador Carlos V (1516-1556). v. 358 trece hombres: los trece de la fama o de la isla del Gallo. Los rigores que la expedición de Pizarro tuvo que soportar provocaron el descontento de la tropa, la que consiguió hacer llegar sus quejas hasta el gobernador de Panamá (Hist. Gen., lib. i, cap. 8, p. 28), quien envió un juez a la isla del Gallo, donde ellos se encontraban, para que pusiese en libertad a los que deseaban retornar. Ante esta situación, Pizarro trazó una línea con su espada en la arena, invitando a que la pasasen aquellos que quisiesen continuar con él: solo trece la cruzaron (cap. 9, pp. 28-29). Vélez incluye esta escena en la relación de Pizarro ante Carlos V y Tirso interpreta la cifra como una imitatio Christi. Comp. Palabras, vv. 1169-1171: «solamente la pasaron / trece que han sido conmigo, / trece Alcides castellanos»; Tirso, Amazonas en las Indias, vv. 1057-1061: «Vivo imitó a Dios humano, / pues con doce compañeros, / conquistadores primeros / de este orbe nuevo cristiano, / mil leguas rindió al bautismo»; id., La lealtad contra la envidia, vv. 33303332: «Con solos trece soldados, / imitación verdadera / de Cristo y sus doce alumnos». v. 359 de armas tomar: «Que muestra bríos y resolución para acometer empresas arriesgadas» (DRAE). Comp. El viático cordero, vv. 120-124: «pasan / de seiscientas mil personas / las que hoy en Egipto se hallan / de armas tomar, sin mujeres / y niños»; Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España, lib. iv, cap. 71, p. 135: «de manera que con los que Cortés tenía y después llegaron, halló casi mil hombres de armas tomar». 15

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tomemos para la vuelta, será bien, ya que llegamos aquí, que llevemos de estas remotas partes —porque podrá ser, cuando nos vean, que, si lo creen los valientes, los cobardes no lo crean— algunas señas, bien como frutas, árboles o yerbas que allá no haya.Y fuera de esto, será también acción cuerda, por si el mar que siempre ha sido * teatro de contingencias acabare con nosotros * y otros al mismo fin vengan, dejar señas de que aquí llegamos y no se adquieran la gloria de que ellos fueron los primeros en empresa tan ardua y dificultosa.

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Pizarro

¿Qué señas han de ser esas que aquí podamos dejarlas?

Candia

¿Qué más declaradas señas, pues es la propagación de la fe causa primera, * que una cruz en esos montes,

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vv. 364-369 llevemos de estas remotas partes… algunas señas: Comp. Nuevo Mundo, vv. 1969-1974: «Fray Buyl. […] Pero ¿qué piensas llevar / por muestra del nuevo mundo? / Colón. En eso mi intento fundo, / diez de estos pienso llevar. / Llevaré animales y aves, / los que aquí estraños hubiere». v. 374 teatro de contingencias: por su naturaleza cambiante, el mar es escenario de sucesos imprevistos. v. 386 causa primera: Dios es la causa primera de todas las cosas, la causa de causas (DASC). Comp. A Dios por razón de estado, vv. 770-772: «Ateísmo. ¿Quién primera causa ha sido? / Ingenio. Un Dios que vamos buscando / por todo el mundo los dos»; El purgatorio de san Patricio, vv. 994-995: «Causa primera de todo / sois Señor». v. 387 una cruz en esos montes: Comp. Nuevo Mundo, vv. 1573-1577: «Colón. Padre, dadme aquesa cruz, / que aquí la quiero poner, / que este el farol ha de ser / que dé al mundo nueva luz. / Fray Buyl. Aquí fijarla podréis». 19

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pues nadie habrá que la vea que no diga: «Aquí llegaron españoles, que esta es muestra del celo que los anima y la fe que los alienta»?

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Pizarro

No solo es heroica, pero es religiosa propuesta.

Almagro

Pues, ya que es de otro el consejo, por que alguna parte tenga en acción tan generosa, mía la ejecución sea. Yo iré a tierra en el esquife.

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Eso no, ni es bien se entienda, señor don Diego de Almagro, que en aquesta conferencia, siendo la propuesta mía, sea la ejecución vuestra.

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Candia

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v. 391 celo: «afectuoso y vigilante cuidado de la gloria de Dios u del bien de las almas» (Aut). Comp. El año santo de Roma, vv. 205-206: «tantas religiosas muestras / de fe, de celo, de amor»; La devoción de la misa, vv. 1867-1870: «el cuarto Felipe, / gloriosamente heredero, / de su celo, su piedad, / su fe y religión». v. 397 acción: «hecho insigne y heroico, la hazaña gloriosa y famosa» (Aut). Generoso: «excelente y que excede a lo común de la especie» (Aut). Comp. Luis Pérez el gallego, vv. 1003-1004: «Acción generosa es esa, / digna de tu gran valor». v. 399 esquife: «Género de bajel pequeño que suelen llevar las galeras y los navíos para su servicio y para pasar de uno en otro o para llegar a tierra» (Cov.). Comp. El golfo de las sirenas, vv. 484-485: «algunas vidas reserva / de ese naufragio el esquife»; El segundo Scipión, OC, I, p. 1496: «Y en el esquife, poco acompañado, / tierra toma, según desde aquí infiero, / un venerable anciano caballero». v. 401 don: como en el caso del puesto de Pizarro (ver nota v. 419), se atribuye a Almagro un título que todavía no le corresponde. Tras narrar los premios que Pizarro recibe del emperador, el Inca Garcilaso cambia su forma de dirigirse a él y a Almagro: «Francisco Pizarro, a quien de aquí adelante llamaremos don Francisco Pizarro, porque en las provisiones de Su Majestad le añadieron el prenombre “don” […]. A Diego de Almagro llamaremos asimismo don Diego, porque fueron compañeros y es razón que lo sean en todo, pues en nada fueron desiguales» (Hist. Gen., lib. i, cap. 14, p. 34). v. 402 conferencia: «Plática, discurso, tratado tenido entre dos, tres o más personas para discurrir, consultar y conferir sobre alguna dependencia y modo de su ejecución y cumplimiento» (Aut). Comp. Auristela y Lisidante, vv. 2935-2939: «se han estado los señores / soldados nuestros pendientes / de la conferencia, cuyas / voces eran unas veces / que mueras, otras que vivas». 23

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Mío fue el voto y el riesgo mío ha de ser.

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Almagro

Por la mesma razón es bien que partamos en los dos la diferencia. Contentaos, Pedro de Candia, * con que vuestro el voto sea y dejadme a mí la acción. 29

Candia

Primero que yo consienta…

Almagro

Primero que yo…

Pizarro

¿Qué es esto? Ved que, aunque la amistad nuestra a todos nos hizo iguales, * en llegando a competencias del puesto usaré con que el rey mis servicios premia,

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v. 405 voto: «parecer u dictamen explicado en alguna congregación o junta en orden a la decisión de algún punto u elección de algún sujeto» (Aut). Comp. Las armas de la hermosura, OC, I, p. 1294: «Habiendo considerado / de Coriolano la fiera / culpa, mi voto es que muera»; Mañana será otro día, OC, II, p. 782: «mi voto sería / que esperéis segundo aviso». vv. 407-408 partir la diferencia: «ceder cada uno de su parte en alguna controversia o ajuste para conformarse, acercándose al medio proporcionado» (Aut). Comp. Cada uno para sí, vv. 1476-1478: «partamos la diferencia, / pues entre lindo y no lindo / es esta la frase media»; Duelos de amor y lealtad, OC, I, p. 1545: «será fuerza / que entre tu ruego y mi enojo / partamos la diferencia». v. 416 competencias: es lo más cercano a una alusión a la enemistad entre los conquistadores y a las posteriores guerras civiles que se desatarían, en las cuales los tres encontrarían la muerte. Sin embargo, se subraya su dimensión evangelizadora al tratarse de una disputa por una acción heroica y religiosa (vv. 393-394). Según el Inca Garcilaso, la rivalidad entre Pizarro y Almagro tuvo su origen en que el segundo no recibió los mismos honores que el primero obtuvo del emperador, debido a que este habría minimizado su participación en la relación que presentó al Consejo de Indias (Hist. Gen., lib. i, cap. 14, pp. 33-35). Una alusión más explícita a las guerras civiles aparece en Lope, donde la «golosina del oro» (v. 2047) de las Indias aparece como la causa del despoblamiento de España, así como de las guerras civiles: «Despobláranse las tierras / por ver las nuevas que encierras, / Nuevo Mundo, en tu horizonte, / viendo este mar, llano y monte / segundas farsalias guerras» (Nuevo Mundo, vv. 2052-2056). En Calderón tales motivos venales están ausentes. 28

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pues vengo por general. Y al que no mire, no atienda que estoy aquí… 31

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Los dos Pizarro

Pues da el orden a quien a ti te parezca.

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* Sí haré. Perdonad, Almagro, que hace esta razón más fuerza. Id, Pedro de Candia, vos. 34

Candia

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Piloto, el esquife echa al agua, mientras que yo mis armas tome y prevenga el cruzado leño. Vase.

Pizarro

En tanto, para que de la ribera la gente huya amedrentada y el mayor espacio tenga, da fuego a otra pieza.

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*Disparan cubriéndose la nave y sale Yupangui arrastrando a Tucapel.

v. 419 general: Calderón le atribuye el puesto anacrónicamente.Tras volver a Panamá, Pizarro viajó a España para dar noticia de su descubrimiento y solicitar la gobernación de las nuevas tierras: «Su Majestad le hizo merced de la conquista con título de adelantado mayor del Perú y capitán general y gobernador de lo que ganase» (Hist. Gen., lib. i, cap. 14, p. 34). v. 420 mirar: «reconocer, respetar y atender a uno por alguna calidad especial que concurre en él» (Aut). Comp. Argenis y Poliarco, vv. 2532-2534: «y no mira, no atiende, / que dice aquel con esperanza vana: / “Quien se deja hoy querer querrá mañana”»; Romancero general, 1204, p. 195: «No miran que soy marqués / ni señor de Siete Iglesias». v. 421 dar orden: «mandar. En la guerra el general da la orden de marchar, de pelear, de hacer alto» (Aut). Comp. El alcalde de Zalamea, vv. 1381-1384: «orden doy que en todo el día, / para que mayor no sea / el daño, de Zalamea / saquéis vuestra compañía». v. 424 hacer fuerza: «Inclinar el ánimo, convencer, persuadir» (DRAE). Proviene de fuerza que «Metafóricamente vale eficacia en las cosas no materiales, con la cual convencen o persuaden» (Aut). Comp. El postrer duelo de España, C, IV, p. 28: «con que, negado el principio, / no hace fuerza el argumento». 31

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Voces

* (Dentro.) ¡Cielos, * clemencia! ¡Cielos, clemencia!

Tucapel

¿Cómo quieres que los cielos de ti, ¡ay, infeliz!, la tengan si tú de mí no la tienes, arrastrándome por fuerza * a vista de aquese horrible parapeto que bosteza truenos y estornuda rayos?

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Yupangui

Si en la confusión primera que escuchamos su bramido huyó Guacolda y por ella preguntando me dijiste que había venido por esta parte, ¿qué estrañas traerte —ya que en salvo el inga queda y ella no parece, ¡ay, triste!— a que me digas la senda por donde echó?

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Tucapel

No es muy fácil el saber por dónde echa una niña que encerrada está el día que se suelta.

v. 433 Completo con VT: Dentro. v. 440 parapeto: término militar, «terraplén corto, formado sobre el terraplén principal hacia la parte de la campaña, con el cual quedan cubiertos los soldados que están en él; y aun cuando llegan a disparar contra el enemigo, tienen cubierto el pecho, de donde toma el nombre de parapeto, porque defiende el pecho contra los golpes enemigos» (Aut). Como un parapeto, la nave se mantiene inmune al ataque de las flechas. Los truenos y los rayos (v. 441) se refieren al ruido y al fuego del disparo de la pieza. Comp. Lope de Vega, Laura perseguida, vv. 3139-3141: «No hay, señor, otros perfectos / muros, torres, parapetos / que nos defiendan de ti»; Tirso, Escarmientos para el cuerdo, p. 8 «poetizaba un culebrón / al turco de un parapeto / que le llamaban soneto». v. 449 parecer: «Aparecer u dejarse ver» (Aut). Comp. Afectos de odio y amor, C, III, p. 567: «Ley es en todo buen duelo / que el que a responder se ofrezca, / ante el árbitro parezca»; El cubo de la Almudena, vv. 979-982: «Para aliviar la desgracia / que nos aflige, señora, / parezca la blanca aurora / de tu luz». v. 451 echar: «tomar algún camino o ir por alguna parte» (Aut). Comp. El secreto a voces, vv. 225-226: «¿Por dónde has de echar? Que quiero / irte besando el camino». 35

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Por aquí vino, mas no sé por dónde escapó. Yupangui

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Estrella, siempre a mi elección afable y siempre a mi dicha opuesta, dime de Guacolda. Pero, si es mi empeño defenderla de aquel asombro, con que yo de vista no le pierda sabré, el rato que a él le veo y a ella no, que él no la ofenda y que ella está asegurada, consolando la tristeza de no verla yo con ver que él tampoco puede verla. Y así, yo solo en la playa desvelada centinela he de ser de sus acciones. 39

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Tucapel Yupangui

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Si has de ser tú solo, deja * que me vaya. Eso no.

Tucapel

Pues ¿cómo, di, se concuerda solo y conmigo?

Yupangui

Muy bien, pues en el punto que él venga

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v. 456 estrella: «suerte, destino» (Aut); «es conocida la creencia de que las estrellas influían en los hechos humanos» (DASC). La estrella de Yupangui propicia su carrera militar, favoreciéndolo en los nombramientos, pero es contraria a su felicidad amorosa (vv. 457-458). Comp. El médico de su honra, vv. 1743-1744: «solo me quejo de mí / y de mi estrella»; El secreto a voces, vv. 342-345: «El amor es una estrella / que influye dicha o rigor; / luego la pena mayor / de amor es amar sin ella». v. 464 ofender: «Hacer daño a otro físicamente, hiriéndole o maltratándole» (Aut). Comp. Hist. Gen, lib. v, cap. 19, p. 352: «Los dos que iban más cerca de Gonzalo Pizarro le iban dando grandes estocadas por los costados, mas como iba bien armado no le ofendieron»; Nuevo Mundo, vv. 520-522: «hasta que la noche escura / me dé lugar y ventura, / para que nadie me ofenda». v. 470 centinela: término militar, en femenino en la época. 39

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acercándose a la orilla, te irás… Linda cosa es esa.

Tucapel

… a decir que se desaten las fieras.

Yupangui Tucapel

Ya no es tan buena. * ¿Las fi qué?

Yupangui

Las fieras digo, pues, sabiendo dónde queda, * con huir hacia aquella parte darán con el monstruo ellas.

Tucapel

Y ellas y el monstruo conmigo, que será una diligencia muy saludable.

Yupangui

Oye y calla, que aun hay más terror que piensas.

Tucapel

Mucho será.

Yupangui

¿No reparas en que él en el mar se queda y que de su vientre arroja otro menor?

Tucapel Yupangui

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*

Voy apriesa a traer las fieras.

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Aguarda, que, aunque este a la orilla llega,

v. 487 Oye y calla: aquí se inicia un relato ticoscópico, definido «como la narración de un hecho desde una posición elevada y, en sentido teatral, como la descripción de una acción en presente que se desarrolla fuera del espacio escénico». En este caso, «refuerza la caracterización de los personajes, su inocencia y su admiración ante lo que están viendo […]. El personaje indio interpreta lo que dice ver y el público ve lo que sobreentiende de la malainterpretación del indio» (Fernández Mosquera, 2002a, pp. 261, 271-272; 2015, pp. 66, 77). v. 492 apriesa: «Con presteza, brevedad y prontitud» (Aut). Comp. Cada uno para sí, vv. 898-900: «ni tan apriesa vendrá, / pues como de ausencia está / anda ocupado»; La piel de Gedeón, vv. 1451-1453: «Corre apriesa, / sombra, y aunque me esté mal, / nuevas del alba me avisa». 42

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tampoco sale a la orilla, donde de su seno echa un hombre al parecer.

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Cielos, ¿qué generación es esta que una bestia grande pare otra pequeñita bestia y esta bestia pequeñita, un hombre?

Tucapel

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Y de raras señas, así en el blanco color del rostro como en la greña del cabello y de la barba, cuya admiración aumentan el traje y modo de armas que trae.

Yupangui

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Tucapel

*

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Voy a que prevengan las fieras contra él.

vv. 498-502 ¿qué generación es esta…?: Beutler encuentra aquí un eco de los enigmas de parentesco: «género muy popular y cultivado desde la antigüedad clásica. Su efecto consistía en describir el objeto a adivinar en complicadísimos términos de parentesco» (1984, p. 48). Comp. Garcilaso de la Vega, Poesía, Soneto xxxi, vv. 1-4: «Dentro de mi alma fue de mí engendrado / un dulce amor, y de mi sentimiento / tan aprobado fue su nacimiento / como de un solo hijo deseado». v. 498 generación: se refiere tanto a su primer sentido: «producción de un viviente de otro viviente, semejantes en la naturaleza», pues la nave pare aparentemente un esquife (vv. 499-500); como a su sentido lato: «producción de una cosa de otra diversa en especie y género» (Aut), ya que del esquife aparece Candía (vv. 501-502). Comp. El cubo de la Almudena, vv. 1181-1184: «unas cosas de otras cosas / ellas mismas se hacen, siendo / generación de las unas / la corrupción de otras». vv. 502-508 de raras señas… modo de armas que trae: Comp. Hist. Gen., lib. i, cap. 11, p. 31: «se alteraron mucho más viendo a un hombre tan grande, cubierto de hierro de pies a cabeza, con barbas en la cara, cosa por ellos nunca vista o imaginada»; Nuevo Mundo, vv. 1786-1787: «aquellos / que en la cara traen cabellos». Vélez presenta la perspectiva del conquistador sobre el aspecto lampiño de los indios: «son también desbarbados / como los de Nueva España, / puesto que son más gallardos» (Palabras, vv. 1137-1139). v. 504 greña: «cabello enredado y revuelto, sin afeo ni compostura» (Aut). Comp. Fieras afemina amor, vv. 3990-3994: «todas vosotras / la nunca peinada greña / de su cabello, de cintas / en desaliñadas trenzas / prended»; La segunda esposa y Triunfar muriendo, vv. 1546-1547: «los desmelenados rizos / de su mal peinada greña». 44

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Yupangui

Detente, que es de mi valor flaqueza el pensar que para un hombre * he menester yo defensas, mayormente cuando entrando voy en no sé qué sospecha tal que, aunque puedo tirarle desde aquí, será bajeza matarle sin apurar qué maravillas son estas. Saldrele al paso.

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Tucapel

Yo no, ni aun huir podré ya. Esta quiebra * me ha de esconder. (Escóndese.)

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*Sale Candia armado con una cruz de dos troncos bastos. 51

Candia

Cuando digan las edades venideras que don Francisco Pizarro quebró del mar las primeras ondas al sur en demanda 52

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v. 517 apurar: «averiguar y llegar a saber de raíz y con fundamento alguna cosa» (Aut). Comp. La estatua de Prometeo, vv. 91-93: «con ansia de ver si apura / el ingenio que una causa / varios efectos produzca»; La vida es sueño, vv. 103-106: «Apurar, cielos, pretendo, / ya que me tratáis así, / ¿qué delito cometí / contra vosotros naciendo?». v. 520 quiebra: «hendedura o abertura de la tierra en los montes» (Aut). Comp. El golfo de las sirenas, vv. 586-587: «En la quiebra / que hace allí un risco, está un hombre»; La púrpura de la rosa, vv. 1267-1269: «Aquí hay una quiebra: ella / me ha de amparar y valer / contra las iras de Marte». v. 521 Explicito con VT que se esconde Tucapel. v. 521 acot. basto: «Cosa grosera, tosca, sin pulimento ni arte» (Aut). La cruz acaba de ser improvisada por Candía (vv. 428-429). Comp. Agradecer y no amar, C,V, pp. 486-487: «En toda mi vida vi, / en humilde traje basto, / aposentador tan noble, / ni corazón más hidalgo». vv. 521-522 Cuando digan las edades venideras: la fama es otro móvil de la empresa de los conquistadores. Comp. Lope de Vega, El Brasil restituido, p. 268: «Fama. Pues yo soy / quien de polo a polo voy; / un círculo soy sin fin. / Yo soy la que armas y letras / celebro. Brasil. […] / por ti tendrá eterna vida / un Fernando aragonés; / por ti, un Enrique francés, / gloria que jamás se olvida»; Palabras, vv. 37-39: «No vamos a buscar el oro / sino fama, y a ensalzar / la fe por tierra y por mar». 48

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del descubrimiento de estas nuevas Indias de Occidente, digan también que fue en ella Pedro de Candia el primero que puso el pie en sus arenas. Yupangui

Candia

Hombre, aborto de la espuma, que esa marítima bestia * sorbió sin duda en el mar para escupirle en la tierra, ¿quién eres, de dónde vienes y dónde vas? De su lengua el frase no entiendo, pero de su acción es bien que entienda que debe de ser cacique de valor y de nobleza, pues cuando desamparada todos la marina dejan solo él queda en la marina.

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Yupangui

¿Cómo no me das respuesta? ¿Quién eres, de dónde vienes y dónde vas?

Candia

Si te alteras de ver mi nave en tus mares y mi persona en tus selvas, óyeme y sabrás la causa.

Yupangui

Como yo habla sin que infiera lo que me dice.

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v. 537 frase: más que a la «construcción de algunas palabras», aquí se refiere al concepto que «unidas entre sí, exprimen o declaran con viveza» (Aut). En Calderón aparece con ambos géneros. v. 542 marina: «parte de tierra inmediata al mar» (Aut). Comp. El gran príncipe de Fez, C, IV, p. 626: «es tan de entrambos la prisa / que, aprestado el bajel, llegan / juntos hasta la marina»; Lope de Vega, El galán Castrucho, vv. 2100-2101: «la había de llevar / a la marina del puerto». 53

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Tucapel

Que se hablen dos sin que uno ni otro sepan lo que se dicen no es nuevo. 55

Yupangui

Si eres humano y deseas * hallarte en los sacrificios que al Sol hacemos, y en prueba de que al dios de rayos buscas * forjando sus truenos llegas, de paz te recibiremos. Dinos, pues, ¿qué es lo que intentas?

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Candia

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Noble cacique, que bien tu valor lo manifiesta, no de tus minas el oro, 58

vv. 551-553 Que se hablen… no es nuevo: el objetivo de esta alusión está más allá de la historia dramatizada en la comedia: en otras piezas de tema americano como El Nuevo Mundo (no es «nuevo» que Candía y Yupangui se hablen sin entenderse, porque lo mismo sucedió antes entre Colón, Bartolomé y Palca) o en las crónicas que las inspiraron. En los Comentarios se insiste reiteradamente en los malentendidos y corrupciones de la lengua indígena que se produjeron desde la llegada de los españoles al Perú por el nulo o deficiente conocimiento de la misma, hasta el punto que el nombre «Perú» fue resultado de uno de ellos. Comp. Nuevo Mundo, vv. 1661-1675: «Palca. Señas hacen; si mi nombre / preguntan, responder quiero: / “¡Palca, Palca!”. Colón. Lo primero / dice “Palca”. Bartolomé. ¿Es rey? ¿Es hombre? / ¿Es la tierra? ¿Es guerra o paz? / Palca. ¿El señor pregunta, en fin, / cacique Duncanquellín? / Colón. No es de entenderse capaz, / que, al fin, es bárbara lengua. / Bartolomé. “Cacique” debe de ser / que habrá adentro que comer / y “Dulcán” que no habrá mengua; / y por ventura “Quellín” / será el pan o será el vino. / Colón. ¿Vino aquí? ¡Qué desatino!»; Comentarios, lib. i, cap. 4, p. 12: «le preguntaron por señas y por palabras qué tierra era aquella y cómo se llamaba. El indio, por los ademanes y meneos que con manos y rostros le hacían (como a un mudo), entendía que le preguntaban, mas no entendía lo que le preguntaban, y a lo que entendió que era el preguntarle, respondió apriesa (antes que le hiciesen algún mal) y nombró su propio nombre, diciendo “Berú”, y añidió otro y dijo “Pelú”. Quiso decir: “Si me preguntáis cómo me llamo, yo me digo Berú, y si me preguntáis dónde estaba, digo que estaba en el río” […] y desde aquel tiempo, que fue el año de mil y quinientos y quince o diez y seis, llamaron “Perú” aquel riquísimo y grande imperio, corrompiendo ambos nombres». v. 557 dios de rayos: el Sol. v. 558 forjando sus truenos: las salvas de la nave. vv. 563-565 no de tus minas… en su busca: el cuestionamiento de las intenciones venales de los conquistadores está ausente en la comedia de Calderón. Comp. Ercilla, La Araucana, III, 3, 7-8: «Codicia fue ocasión de tanta guerra / y perdición total de aquesta tierra»; Nuevo Mundo, vv. 771-783: «Idolatría. […] pues los lleva la codicia / a 55

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no la plata de sus venas me trae en su busca; el celo sí, la religión suprema de un solo Dios y sacarte de idolatría tan ciega como padeces, a cuyo * efecto esta es la bandera, (Levanta la cruz.) de su cristiana milicia la más estimada prenda. 59

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Yupangui

Sin saber lo que me dices, sé lo que decirme intentas, pues arbolando ese tronco contra mí bien claro muestras que me llamas a batalla. 62

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hacer esta diligencia. / So color de religión / van a buscar plata y oro / del encubierto tesoro. / Providencia. Dios juzga de la intención. / Si él, por el oro que encierra, / gana las almas que ves, / en el cielo hay interés, / no es mucho le haya en la tierra. / Y del cristiano Fernando, / que da principio a esta empresa / toda la sospecha cesa»; id., vv. 1979-2004: «Colón. Pues ¿de qué es el regocijo? / Arana. Del oro que hallando vas. / Colón. La salvación de esta gente / es mi principal tesoro. / Terrazas. Que bien que busquemos el oro, / que eso es largo, aunque es decente. / Ve, amigo, y trae de esto alguno. / Arana.Ya va. Pinzón. No te pese de esto. / Colón. De que lo pidas tan presto / me pesa. Pinzón. […] Ya trae, pesia a mi mal. / Colón. Tomad con menos codicia. / Pinzón. Esto es nuestro de justicia / y a nuestro trabajo igual. / […] Fray Buyl. ¿Que besas las barras? Terrazas. Sí, / mientras les dices la fe». v. 564 vena: «ramo de los metales que se crían en lo interior del cuerpo de la tierra» (Aut). Comp. Palabras, vv. 591-599: «El oro, / para rendir su tesoro, / antes se deja sangrar, / que como vive escondido / de la humana inclinación / en minas, sus venas son / por donde le han pretendido / sangrar tantos deseosos / de su amarillo metal». v. 568 idolatría tan ciega: «la ceguera es uno de los atributos que caracterizan a idolatría y que no solo manifiesta una deficiencia física, sino también espiritual» (DASC). Comp. A María el corazón, vv. 1020-1022: «en los montes / la guerra la hizo la ciega / Gentilidad»; El tesoro escondido, vv. 616-617: «Idolatría. Ya que no pudo mi ciego / encanto, pueda mi ruego». v. 572 más estimada prenda: la cruz es la más apreciada muestra del amor (prenda) de Dios al hombre, ya que representa el sacrificio de su propio hijo para la redención de la humanidad. Los conquistadores la convierten en insignia militar (bandera, Aut) de su ejército cristiano (v. 570). v. 575 arbolar: «Levantar en alto alguna cosa y propiamente se dice de las que se levantan instantáneamente, como arbolar una bandera, un pendón, etc.» (Aut). Comp. El cubo de la Almudena, vv. 141-142: «Contra Asia, Europa arboló / bandera»; El socorro general, vv. 801-802: «tocó cajas, armó gentes / y arboló sus estandartes». 59

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Y así, en el arco la flecha (Flecha el arco.) te responderá. Candia

Aunque ignoro qué es lo que decirme intentas, no ignoro que a lid me llamas, * pues embebida la cuerda me aguardas. Dispara, pues, mas mira que si me yerras has de morir a este acero.

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Yupangui

De la ventaja que lleva * el ser mi arma arrojadiza y no la tuya me pesa, porque más quisiera a brazos rendirte que no que mueras. Mas ¿qué es esto? ¿Quién me pasma la mano que helada tiembla, el corazón que no late y el suspiro que no alienta? Pero ¿qué mucho, qué mucho que todo, ¡ay de mí!, fallezca si el resplandor que me abrasa * carámbano es que me hiela, (Cáesele el arco.) tronco que despide rayos

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v. 582 embebida la cuerda: se refiere al arco preparado para atacar y es una traslación del sistema de armas de fuego, donde la cuerda empapada en alquitrán indicaba que el mosquete o el cañón estaba preparado para disparar. Comp. Celos aun del aire matan, vv. 190-192: «vosotras, ninfas bellas, / tremolad contra mí / las embebidas cuerdas»; Góngora, Romances, 62, vv. 51-52: «embebida ya en el arco / una saeta cruel». v. 585 acero: «Comúnmente se toma por las armas y en especial se entiende por la espada» (Aut). Comp. A secreto agravio, secreta venganza, vv. 1520-1523: «Quien, porque habléis, sospecho / que abrirá en vuestro pecho / mil bocas con la punta / de este acero»; La cisma de Ingalaterra, vv. 1879-1882: «mi pecho, mi pecho proprio / fuera tu escudo, y en él / deshicieran los enojos / golpes del templado acero». v. 589 a brazos: a brazo partido, «contender, luchar y batallar uno con otro con los brazos igualmente y sin otras armas ofensivas» (Aut). Comp. El mágico prodigioso, v. 2517: «luchando a brazos enteros»; Psiquis y Cupido (Toledo), vv. 59-60: «donde el día / a brazos lucha con la noche fría». v. 595 qué mucho: ver nota v. 97. v. 598 carámbano: «agua helada a modo de cristal» (Cov.). Comp. Afectos de odio y amor, C, III, p. 497: «Y siendo así que no hay quilla que hoy corte / los helados carámba63

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y a puras luces me ciega? Más es que tronco… No huyo de ti, quienquiera que seas, sino de tan ventajosas armas que a hechizos me venzan. Soltad las fieras, porque (Yéndose.) cebe su veneno en ellas este tósigo de luces * que a mí me asombra y me ahuyenta. ¡Y a la selva, al valle, al monte, peruanos, que hoy son tierra y mar abismos de abismos contra nosotros!

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*Vase. Candia

*

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¡Espera! (Síguele.) ¡Tras él! Mas ¿quién está aquí?

*Al irse tras Yupangui halla a Tucapel. Tucapel

¡Oh, quién decirle supiera que soy tonto y que de un tonto es más tonto el que hace cuenta! Yo… sí… cuando…

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nos del norte»; Lope de Vega, El nacimiento de Ursón y Valentín, vv. 1507-1508: «¿Siempre un carámbano frío / que apenas el sol deshace?». v. 607 tósigo: «cualquier especie de veneno» (Aut). Comp. El año santo en Madrid, vv. 342-346: «y yo, el áspid escondido, / que he de introducir en ellas / el siempre mortal nocivo / tósigo de mis alientos, / veneno de sus sentidos»; El gran príncipe de Fez, C, IV, p. 643: «los ecos / de tu voz, avenenados / del tósigo de su estruendo». v. 610 peruano: años después de la conquista, sus habitantes indígenas no se identificaban con este nombre, porque «en su lenguaje no tuvieron nombre genérico para nombrar en junto los reinos y provincias que sus reyes naturales señorearon […]. Llamábanle Tahuantinsuyo, que quiere decir las cuatro partes del mundo» (Comentarios, lib. i, cap. 5, p. 13). Sobre el origen del nombre «Perú», ver nota vv. 551-553. v. 611 abismo de abismos: en su sentido metafórico, abismo es «aquello que por su profundidad, grandeza o multitud no es fácil a la comprensión humana. Y así comúnmente se dice abismo de luces, de gracias, de misericordias» (Aut). Aquí se refiere a las incomprensibles experiencias que Yupangui acaba de tener: la aparición del monstruo y la luz de los troncos que enfría y a la vez quema (vv. 597-598). vv. 612 acot., 613 acot. Enmiendo con VT estas acotaciones. 68

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Candia Voces

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Aguarda, no huyas. * (Dentro.) ¡Al monte, al valle, a la selva, que las fieras se desatan!

Tucapel

… mas que el primero que encuentran soy yo.

Candia

¡Ay, infeliz! ¿Qué miro? De las profundas cavernas de estos montes, bostezando nuevos horrores sus quiebras, mil feroces animales toda la marina pueblan; y de ellos, un león y un tigre,

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*Salen un león y un tigre haciendo lo que dicen los versos. garras aguzando y presas, a mí se vienen. Aunque es 75

v. 618 Completo con VT: Dentro. vv. 623-624 bostezando nuevos horrores sus quiebras: el uso de la metáfora de la caverna como boca o bostezo es común en Calderón y proviene de Góngora. Las quiebras que la tierra bosteza en Tumbes guardan a las fieras del Nuevo Mundo. Comp. Las cadenas del demonio, OC, I, p. 754: «cuando en lo más oculto / de las entrañas de un peñasco inculto, / que entreabierta la boca, / haciendo labios de una y otra roca, / parece con pereza / que el monte melancólico bosteza, / vi una mujer»; Andrómeda y Perseo, C, VI, p. 127: «¡Horrible bostezo! Es / una grieta y de ella nace, / si no me miente el asombro, / un bruto»; Góngora, Fábula de Polifemo, vv. 41-44: «De este, pues, formidable de la tierra / bostezo el melancólico vacío / a Polifemo, horror de aquella sierra, / bárbara choza es». v. 627 un león y un tigre: antes de someterse a los incas, los habitantes de Tumbes les rendían culto: «adoraban tigres y leones, sacrificábanles corazones de hombres y sangre humana» (Comentarios, lib. ix, cap. 2, p. 374). Integrados al imperio, obsequiaron una pareja de ellos a Huayna Cápac (cap. 7, p. 380), la cual el inca les ordenó guardar. Cuando Candía apareció en Tumbes, el curaca y los principales acordaron soltarlas contra él para probar su divinidad (Hist. Gen., lib. i, cap. 11). El Inca Garcilaso explica los nombres que estas fieras recibían entre los incas: «puma» por león y «uturuncu» por tigre (Comentarios, lib. viii, cap. 18); sin embargo, en el episodios de Tumbes emplea sus nombres españoles. v. 628 presas: «colmillos u dientes agudos y grandes que tienen en ambas quijadas algunos animales, con los cuales agarran lo que muerden con tal fuerza que con gran dificultad lo sueltan» (Aut). Comp. Andrómeda y Perseo, vv. 1109-1113: «Los halagos de los brutos, / a mi obediencia sujetos, / ya son amenazas, todos / aguzando y previniendo / contra mí presas y garras»; Cervantes, Coloquio de los perros, Novelas ejemplares, p. 305: «abriome la boca, escupiome en ella, mirome las presas, conoció mi edad y dijo a otros pastores que yo tenía todas las señales de ser perro de casta». 72

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imposible la defensa, moriré matando. Pero, por más furiosos que llegan, en viéndome se reparan y en vez de embestirme tiemblan; conque el león, arrastrando la desgreñada melena de sus coronados rizos, * y el tigre, pecho por tierra, vienen postrando a mis plantas las nunca domadas testas. Justo es que yo corresponda a tan cortesana deuda. 76

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Halágalos. 81

Tucapel

Oigan cómo los regala y cómo ellos le festejan.

vv. 633-640 en viéndome se reparan… las nunca domadas testas: Comp. Hist. Gen., lib. i, cap. 12, p. 32: «viendo al cristiano y la señal de la cruz, que es lo más cierto, se fueron a él perdida la fiereza natural que tenían, y como si fueran dos perros que él hubiera criado, le halagaron y se echaron a sus pies». v. 633 repararse: «contenerse o reportarse» (Aut). Comp. Aguado, Historia de Santa Marta y Nuevo Reino de Granada, lib. iii, cap. 4, pag. 266: «Los indios […] se hicieron fuertes, de suerte que los españoles que a caballo en su alcance iban se repararon y no osaron acometellos». v. 637 coronados rizos: la poblada melena del león forma la corona que le corresponde como rey de todos los brutos. v. 638 pecho por tierra: «humildemente, con mucha sumisión» (Aut). Comp. A María el corazón, vv. 698-700: «bien como incauta / serpiente que maldecida / el pecho por tierra arrastra»; El arca de Dios cautiva, vv. 1633-1635: «De hinojos arrojado / ante tus aras y pecho / por tierra, Señor». v. 642 cortesano: «Comedido, atento, urbano y cortés» (Aut). También puede aludir a su sentido de «propio de la corte», ya que se trata de dos animales (especialmente el león) que se enseñorean entre las fieras. Sobre el motivo del león reverente, ver GarciGómez, 1972. v. 642 acot. halagar: «Acariciar, atraer con acciones cariñosas y agasajos» (Aut). Comp. A secreto agravio, secreta venganza, vv. 2214-2215: «y pues la serpiente halaga / con pecho de ofensas lleno»; La hija del aire, Segunda parte, vv. 1088-1090: «y, así, como can me humillo, / halagándote los pies / humilde y agradecido». 76

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* ¿Quién tigre de falda vio y león de brazos que juegan con su dueño y él con ellos haciéndose muchas fiestas? 82

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Candia

Señor, pues este favor tan anticipado premia el deseo de arbolar vuestra militar bandera entre estos bárbaros, donde vuestra fe plantada crezca en vuestro nombre, subiendo a este risco en su eminencia la fijaré. 85

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v. 645 tigre de falda: oxímoron a partir de perrillo de falda: «perrillo pequeño y regalado […] las mujeres los quieren tanto que los tienen regularmente encima de sus faldas, porque no se lastimen» (Aut). Resalta la insólita conducta de esta fiera, a la cual se le atribuía una legendaria crueldad (Malaxecheverría, 2008, p. 80). Comp. Los tres afectos de amor, OC, I, p. 1333: «¿Hay fiera, / hay áspid, hay basilisco / que comparado con ella / fiera no sea de paz, / áspid casero no sea / y basilisco de falda?»; Entremés de la pedidora, Teatro cómico breve, vv. 157-160: «A saber dónde venía, / trajera toros de falda: / pero estos son los más bravos / que en toda la orilla se hallan». v. 646 león de brazos: construcción análoga a tigre de falda a partir de dar los brazos: «Admitir y recibir a uno con afecto y cariño» (Aut). v. 648 fiestas: «agasajos u obsequios que se hacen para complacer u atraer la voluntad de alguno; y así se dice que el perrillo hace fiestas a su amo» (Aut). Comp. Celos aun del aire matan, v. 875: «Fiestas hace y no me muerde»; Los tres mayores prodigios, C, II, p. 1117: «Sin duda que te hacen fiestas / en la tierra y en el agua / brutos y peces». v. 649 favor: «Ayuda, socorro, patrocinio y amparo» (Aut). En relación con los milagrosos favores de la Providencia a los conquistadores ya había escrito Ercilla en La Araucana: «Y manifiesto vemos hoy en día / que, porque la ley sacra se estendiese, / nuestro Dios los milagros permitía, / y que el natural orden se excediese; / presumirse podrá por esta vía / que para que a la fe se redujese / la bárbara costumbre y ciega gente / usase de milagros claramente» (IX, 5). v. 656 risco: «Peñasco levantado y escarpado» (Aut). Ramos Gavilán observa que los montes son un lugar recurrente de las acciones divinas, pues, como la «consagrada peña» (v. 11), fueron contaminados por los gentiles: «quiere Dios concelebrar sus misterios en ellos, que queden los montes santos y purificados» (Historia, lib. i, cap. 32, p. 193). Eminencia: «Altura, elevación» (Aut). Comp. Afectos de odio y amor, C, III, p. 481: «cuando vimos en la sierra / de infantes y de caballos / coronarse la eminencia»; Amar después de la muerte, vv. 1129-1132: «y esa, señor, la Alpujarra, / cuya bárbara eminencia / para postrarse a tus pies / parece que se despeña». 82

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LA AURORA EN COPACABANA

Sube a lo alto del monte. Tucapel

Candia

¡Ay de mí, que entre el león y el tigre me deja! Mas yendo tras él seguro iré. Pero en su defensa se vuelven contra mí.

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Ahora * que ya tremolado queda 87

Deja la cruz y baja cortando ramas. de este bruto baluarte en la más rústica almena vuestro estandarte, señor, volveré al mar con las señas de estas ramas y estos frutos y este indio, de quien la lengua aprendamos para que 88

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vv. 662-665 tremolado queda… vuestro estandarte: el baluarte era una antigua fortificación; la almena, cada una de sus torrecillas; el estandarte, la seña de la milicia (Aut). Sin embargo, aquí describen la colocación de la cruz por Candia en la cima del peñasco. Al describir con estos términos su devota acción, el conquistador la convierte también en una acción militar. Como Idolatría revela, el peñasco era la ara destinada a los sacrificios en honor al Sol en Tumbes (vv. 721-723), por lo que el conquistador transforma así este altar idolátrico en la primera defensa de la reconquista cristiana del Perú. v. 664 almena: «género de torrecilla o pirámide de piedra que se levanta en lo alto de las torres y muros, y se pone distante una de otra el espacio que puede ocupar un hombre u dos, y desde donde pueden señorear el campo y defenderse del enemigo estando a cubierto» (Aut). Comp. Mujer, llora y vencerás, C,V, pp. 439-440: «a ese piélago profundo / del Rin se precipitó / desde la almena del muro»; La puente de Mantible, vv. 3032-3034: «de la más alta almena / bárbaro un turco se arroja / hasta llegar a tus pies». vv. 668-669 este indio, de quien la lengua aprendamos: para Pagés Larraya,Tucapel estaba inspirado en Felipillo, el indio que sirvió de intérprete a Pizarro (p. 179, n. 64); para Eguiarte Bendímez, en Melchor o Melchorejo, uno de los intérpretes indígenas de la conquista de México (2002, pp. 188-189). Más que aludir a determinado personaje histórico, Candia busca con esto solucionar el problema de incomprensión debido al desconocimiento de la lengua de los incas. La imagen de los conquistadores se distancia así de la excesiva confianza que, según el Inca Garcilaso, estos mostraban con respecto a su conocimiento de dicha lengua: «Que el español que sabe más de él iñora de diez partes las nueve» (Comentarios, lib. i, cap. 19, p. 35). En Veléz, quien dramatiza el inicio de la conquista, aparece Pizarro hablando la lengua de los incas: «Don Francisco. ¡Indios! Tucalpa. En nuestro lenguaje / nos hablan» (Palabras, vv. 490-491). 87

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TEXTO DE LA COMEDIA

la entendamos a la vuelta. Ven tú conmigo y vosotros, amigos… Tucapel Candia

Tucapel

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¡Ay, que se acercan! … quedad en paz… Que me vaya yo en paz que me dicen muestran volviendo al monte.Ven tú.

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Glauca, pues ves que me llevan a ser de una bestia pasto, * no seas pasta de otras bestias tú en mi ausencia. 90

Candia

Nuevos mundos, cielos, sol, luna y estrellas, * aves, peces, fieras, troncos, montes, mares, riscos, selvas, buena prenda os dejo en fe de que si hoy la gente vuestra adora al Sol que amanece, hijo de la aurora bella, vendrá tan felice día que sobre estas mismas peñas, con mejor sol en sus brazos, mejor aurora amanezca.

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vv. 676-678 me llevan a ser… pasta de otras bestias: Tucapel, para quien la nave es una bestia, cree que lo llevan a ella para convertirse en su pasto: «hierba que sirve para el alimento de los ganados». Por ello, desea que su mujer no tenga el mismo destino, pero, en lugar de pasto, ella sería pasta: «Masa formada y unida de diversas cosas que se han machacado juntas» (Aut). Este juego con el género vuelve cómica la dramática despedida del esposo. Tucapel lo repite más adelante en una expresión ya festiva (ver nota vv. 3291-3292). v. 683 en fe: en seguridad (DRAE). vv. 689-690 con mejor sol en sus brazos, mejor aurora amanezca: las imágenes solares, identificadas inicialmente con la idolatría inca, empiezan a revestirse de sus connotaciones cristianas con la llegada de los españoles. La «mejor aurora» que Candia anuncia es la Virgen y el «mejor sol» es el Niño Jesús que lleva en sus brazos. Su aparición se producirá en el cerco del Cuzco (v. 2022 acot.). 90

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LA AURORA EN COPACABANA

*Vase llevando a Tucapel. Sale la Idolatría, vestida de negro, con estrellas, espada, plumas y bengala. 93

Idolatría

Primero que ese día llegue a ver yo, que soy la Idolatría de esta bárbara gente, que en los trémulos campos de Occidente, sin saber de otro sol ni de otra aurora, por adorar la luz la sombra adora… Primero, otra vez digo, que ese día, contra la inmemorial posesión mía,

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v. 690 acot. Idolatría: adoración o culto de los ídolos. Es un personaje recurrente en los autos sacramentales y aparece asociada a la gentilidad, a ídolos del Antiguo Testamento como Baal y Móloc y a América (DASC). Vestida de negro, con estrellas: vestido propio de la Noche, que se representa como una «Mujer vestida con un manto de color azul, todo sembrado de estrellas» (Ripa, Iconología, vol. 2, p. 133), y es símbolo de muerte y pecado (noche, DASC), por lo que se asocia a las fuerzas demoniacas. Comp. Mística y real Babilonia, v. 570 acot.: «la Idolatría, vestida de negro, con estrellas»; Tu prójimo como a ti, v. 1352 acot.: «la Noche, vestida de negro con estrellas». Espada, plumas y bengala: atributos del vestido del soldado que corresponden al Demonio y sus agentes diabólicos, caracterizados por la violencia y la destrucción (Arellano, 2001, p. 214). Las plumas eran adornos que llevaban los soldados que presumían su bravura (DASC), mientras que la bengala era una «vara delgada, insignia militar propia de los capitanes, que al un extremo tenía un casquillo de plata y se doblaba con facilidad» (Aut). Idolatría se muestra dispuesta a emplearlos cuando quiere entablar un duelo con el desobediente inca (vv. 1158-1163). Comp. El arca de Dios cautiva, acot.: «la Idolatría con corona de laurel, espada, plumas y bengala»; El lirio y la azucena, acot.: «la Discordia, con plumas, bengala y espada». Completo con VT: llevando a Tucapel. v. 696 por adorar la luz la sombra adora: si bien Cristo se identifica con la luz (Juan 8, 12), los incas conocieron solo la luz material y no la inmaterial, por lo que «adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Criador» (Romanos 1, 25). Por ello, rindieron culto al Demonio en lugar de a Dios. v. 698 inmemorial posesión: termino jurídico, «posesión cuya duración excede de la memoria de los hombres» (DRAE). El dominio del Demonio sobre el mundo se limita a la esfera del pecado y a los hombres que se entregan a él; por ello, a los ojos de los europeos, los territorios americanos se habían convertido en su feudo, ya que durante siglos había gozado de una soberanía incuestionada. Mientras en el Viejo Mundo la guerra contra el Demonio se estaba librando desde siglos atrás, en el Nuevo este había disfrutado de un imperio absoluto hasta la llegada de los españoles. Comp. Nuevo Mundo, vv. 729-738: «Idolatría.Tras años innumerables / que en las Indias de Ocidente / vivo engañando a la gente / con mis errores notables, / tú, Cristiana Religión, / por medio de un hombre pobre, / ¿quieres que tu fe la cobre / estando en la posesión? / El Demonio en ellas vive, / la posesión le entregué». Ver Gutiérrez Meza, 2014a, pp. 93

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TEXTO DE LA COMEDIA

el Perú llegue a ver en su campaña las invasiones de la Nueva España, verá, si Dios la acción no me limita y los poderes que me dio me quita, que mis ansias, mis penas y temores, con el mágico horror de mis horrores, perturban de manera de tierra y mar hoy una y otra esfera que el mar, antes que de esta hallada playa * aquel bajel con las noticias vaya, le embata, le zozobre y le persiga, * por más que ahora, viento en popa, diga en mi oprobio y mi ultraje… 1

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Pizarro

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(Dentro.) ¡Vira al mar!

293-294; Cañizares-Esguerra, 2008, pp. 122-127. Sobre el Demonio en el teatro calderoniano, ver Cilveti, 1977. v. 699 campaña: «Metafóricamente se llama el cielo y el mar por su llanura y extensión» (Aut). Aquí alude al mar. Comp. El alcalde de Zalamea, vv. 1794-1795: «no des lugar a la aurora, / que tu azul campaña pisa»; Andrómeda y Perseo, C,VI, p. 143: «Ya que la aleve cicuta / de tu sangre la azul playa / vuelve campaña purpúrea». vv. 701-702 si Dios la acción no me limita y los poderes que me dio me quita: los poderes del Demonio proceden de Dios y tienen límites, como el Catecismo de la Iglesia Católica aclara: «el poder de Satanás no es infinito. No es más que una simple criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios» (1992, p. 93, n. 395). Por ello, el intento de Idolatría de provocar el naufragio del bajel de los conquistadores fracasa, ya que su poder no puede impedir la evangelización del Perú. vv. 707-709 el mar… le embata, le zozobre y le persiga: según Cañizares-Esguerra, «el tropo de la tormenta ocasionada por Satanás para provocar el naufragio de los piadosos europeos […] era ya una convención literaria bien establecida entre católicos como protestantes» y tiene su expresión más acabada en esta escena. «En la imaginación de los españoles, la lucha entablada entre Dios y el Diablo en América era por el control no solo de los habitantes del continente, sino de la Naturaleza en su conjunto» (2008, pp. 171-172).Ver también Fernández Mosquera, 2006. v. 708 bajel: «Embarcación grande con todos sus árboles y aparejos correspondientes a navío» (Aut). El bajel de los conquistadores se identifica con la nave de la Iglesia que en el leño de la cruz navega las tempestades de este mundo (DASC). v. 709 embatir: verbo derivado de embate, «ímpetu y golpe de las olas del mar» (Aut). Comp. El pintor de su deshonra, OC, I, p. 980: «los embates continuos / del mar»; No siempre lo peor es cierto, OC, II, p. 1462: «rendido / el zozobrado bajel / de amor a uno y otro embate, / sufrió uno y otro vaivén». 1

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LA AURORA EN COPACABANA

Todos

* (Dentro.)

Idolatría

Y la tierra también verá en sus daños revalidar error de tantos años, no tan solo volviendo al ejercicio del que dejó suspenso sacrificio, pero aun con más terror, pues si antes era * víctima bruta esta o aquella fiera, ahora he de hacer que víctima sea humana. Porque siendo, como es, Copacabana templo del Sol y su ara aquella peña contra quien puso el español por seña el cruzado madero, a cuya vista pasmo, gimo y muero; en ella es bien, sin que atreverme pueda a sus ultrajes, porque no suceda lo que en la Nueva España, que, arbolando otra cruz otra montaña, hice ponerla fuego y ardiendo sin quemarse lo que el ciego

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¡Buen viaje, buen pasaje!

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v. 712 Completo: Dentro. v. 714 revalidar: «Ratificar, confirmar o dar nuevo valor y firmeza a alguna acción» (Aut). Idolatría ratifica el «error de tantos años» de ofrecerle sacrificios que hasta ese momento habían sido de fieras (vv. 292-294). vv. 715-716 volviendo al ejercicio del que dejó suspenso sacrificio: hipérbaton. Es decir, volviendo al ejercicio del sacrificio que dejó suspenso. Se continúa el sacrificio interrumpido por la aparición de los españoles. v. 719 ahora he de hacer que víctima sea humana: si bien las sacerdotisas mencionan que su destino es ser sacrificadas al Sol (ver nota v. 54), aquí queda claro que la realización de tales holocaustos se había descontinuado. v. 722 seña: «estandarte o bandera militar» (Aut). Al igual que Candia, Idolatría se refiere a la cruz utilizando términos militares (ver nota vv. 662-665). Comp. La torre de Babilonia, v. 51: «Salve, piadosa seña». vv. 728-730 otra cruz… ardiendo sin quemarse: en la bahía de Huatulco (México) había una cruz que era adorada por la población indígena. Cuando los ingleses llegaron hasta ahí (Francis Drake en 1579 y Thomas Cavendish en 1587) intentaron quemarla, lo que les resultó imposible, pues la cruz se mantuvo indemne a las llamas (Torquemada, Monarquía indiana, lib. xvi, cap. 28, pp. 305-306; Florencia, Historia de la Provincia de la Compañia de Jesús de Nueva España, lib. iv, cap. 8, pp. 233-236). Para evitar que se repita un milagro igual, Idolatría renuncia a incitar a los incas a que injurien la cruz plantada por Candia (vv. 733-734). 6

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TEXTO DE LA COMEDIA

insulto consiguió en vez de abrasarla fue temerla, admitirla y venerarla… Y así digo, otra vez, sin que me atreva * a que este vulgo en su baldón se mueva, es bien satisfacer mi desvarío con que a su vista el sacrificio mío, con sacrílego intento, trascienda desde bárbaro a cruento, a cuyo efecto, ya en suaves voces, ya en voces tristes, sonarán veloces en todo el monte oráculos diciendo… 12

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Todos

* (Dentro.) ¡Albricias, que ya el monstruo se va huyendo!

Idolatría

Pero no, no prosiga. * Dígalo el tiempo sin que yo lo diga, pues vuelven a juntarse repitiendo…

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Ella y todos

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¡Albricias, que ya el monstruo se va huyendo! *Vase y salen Inga, Guacolda, sacerdote, Glauca y todos los indios y indias que puedan, con arco y flechas. 17

Guacolda

¿Qué mucho si en hileras el armado escuadrón vio de las fieras contra él tan prevenido? 18

vv. 730-731 ciego insulto: tanto Idolatría como sus acciones están marcadas por la ceguera que es imagen del pecado (DASC). v. 734 Enmiendo con VT: mueva] atreva. v. 738 desde bárbaro a cruento: aunque ambos términos pueden tomarse como sinónimos, cruento remite especialmente al sacrificio humano debido al sacrificio cruento de Cristo, hecho hombre, en la cruz (cruento sacrificio… incruento, DASC). v. 742 albricias: «dádivas, regalo u dones que se hacen, pidiéndose o sin pedirse, por alguna buena nueva o feliz suceso a la persona que lleva u da la primera noticia al interesado» (Aut). Comp. Eco y Narciso, C, IV, p. 131: «a pediros albricias mi alegría / viene de las venturas de este día». v. 744 Enmiendo con B,VT: yo] om. Esta omisión oscurece el pasaje. v. 746 acot. Completo: Inga, […] Glauca y. v. 748 escuadrón: «porción de gente formada en filas, con igualdad y cierta proporción, según le parece conveniente al que manda» (Aut). Comp. El sitio de Bredá, C, I, p. 982: «el arrogante / escuadrón, que a estorbarlos ha salido / y de quien hasta aquí se ha defendido, / cobarde se retira»; La vida es sueño, vv. 3033-3036: «del palacio sitiado / sale un escuadrón armado / a resistir y vencer / el del fiero Segismundo». 12

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LA AURORA EN COPACABANA

Inga

¿Quién duda que haya sido quien irse sin salir a tierra le hace?

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Sale Yupangui. Yupangui

No, señor. De más alta causa nace su vuelta y su venida. Maravilla mayor hay escondida.

Inga

¿Cómo?

Yupangui

Como volviendo a la ribera, en dejándote a ti por si pudiera averiguar quién tanto horror nos daba, pequeña embarcación vi que arrojaba al mar bien como algunas balsas en que sulcamos las lagunas. Aquí empecé a formar primera idea de que más que animal fábrica sea; confirmolo después ver cuánto asombre que esta balsa arrojase a tierra un hombre de estraño aspecto. Referir no quiero qué le hablé y qué me habló si considero que no nos entendimos y no puedo decir qué nos dijimos; baste saber que en duelo tan prolijo dijo la acción lo que la voz no dijo. Un tronco que traía 19

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v. 760 balsa: americanismo, «Especie de embarcación de que usan los indios comúnmente, la cual se compone de unos maderos juntos con otros, ligados fuertemente sin arte, árbol ni velas, u de cueros llenos de vientos u de otras cosas» (Aut). Comp. Acosta, Historia natural y moral de las Indias, lib. iii, cap. 18, p. 85: «En otras partes va el indio como caballero en una balsa de paja»; Lope de Vega, Arauco domado, Comedias, IX, p. 786: «Para ver si se podía / pasar sin peligro en balsas, / dejó su gente el Mendoza / donde haciéndolas estaba». Sulcar: surcar. Comp. El divino Orfeo, vv. 1-2: «Ya que sulcar me veo / sobre las negras ondas del Leteo»; El golfo de las sirenas, vv. 1443-1446: «conociendo que el golfo / de las sirenas / el que apenas le sulca, / le sulca a penas». v. 762 más que animal fábrica sea: Yupangui sugiere que el supuesto monstruo no es un ser vivo (animal), sino una máquina (fábrica). Así pasa del asombro a la comprensión racional de la naturaleza del supuesto monstruo. El esquife, descrito antes como un monstruo menor (vv. 491-492), es representado aquí como una embarcación pequeña (v. 758), semejante a las balsas de los incas (vv. 759-760). 19

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TEXTO DE LA COMEDIA

arboló contra mí; la aljaba mía, un arpón contra él. Pero al instante que le quise flechar, una radiante luz me cegó y, el brazo entumecido tras el arco y arpón, perdí el sentido. Culparás mi pavor… pues no le culpes hasta que con las fieras le disculpes. Yo vi a lo lejos que un león le hacía brutos halagos, cuya acción seguía un tigre, y que de ambos amparado subió a ese risco en que dejó fijado sobre su pardo ceño del basto tronco el no labrado leño, con que volviendo al mar llevó consigo a Tucapel, criado, que conmigo estaba en la marina.

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Glauca

¿Cómo dices no ser cosa divina la que daño no ha hecho a nadie y me ha hecho a mí tanto provecho? 790

Sacerdote

Calla, necia.

v. 772 aljaba: «caja donde se llevaban las flechas» (Aut). Comp. Peor está que estaba, C, I, p. 899: «dadme, señora, vuestra blanca mano, / aljaba a quien Amor sus flechas debe»; La puente de Mantible, vv. 1004-1005: «que una flecha de mi aljaba / no he disparado a tu gente». v. 773 arpón: «Hierro de la hechura de la punta de una áncora u de un anzuelo doble, con dos lengüetas agudas y una punta penetrante en medio, de suerte que en la parte que se clava hace presa» (Aut). Si bien la punta de los arpones era de metal, el Inca Garcilaso recoge la existencia de arpones de piedra entre los indios americanos. Comp. El árbol del mejor fruto, vv. 923-925: «Algún pájaro que herido / de agudo arpón hizo albergue / su copa»; Inca Garcilaso, La Florida del Inca, lib. iv, cap. 1, p. 384: «tirábanles con arpones de pedernal por poder hacer mayor daño, porque, si no hiriesen de punta, cortasen de filo al pasar». v. 783 pardo: «color que resulta de la mezcla del blanco y el negro» (Aut). Comp. Andrómeda y Perseo, C, VI, p. 35: «Desvanecido mozuelo, / pisaverde de estos prados / pisapardo de estos cerros»; El golfo de las sirenas, v. 95: «aquel pardo peñasco». Ceño: personificación tópica de la montaña por su parecido con el gesto de arrugar la frente y juntar las cejas. Comp. El cordero de Isaías, vv. 654-656: «Y ya que a la montaña / lo escabroso rompimos, / de cuyo ceño a descansar salimos»; El veneno y la triaca, vv. 170-172: «Altos montes que al cielo, / gigantes de esmeralda, / alzáis con ceño la arrugada frente». 21

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LA AURORA EN COPACABANA

Yupangui

De suerte que si en sus hechos la razón advierte, en la que naturalmente me fundo sin que el discurso deba nada al arte, es que debe de haber de esotra parte del mar otra república, otro mundo, otra lengua, otro traje y otra gente. Y aquesta tan mañosa o tan valiente que se ha sabido hacer con singulares fábricas vivideros esos mares y para más desmayos se ha sabido forjar truenos y rayos con relámpagos tales que deslumbran a hombres y animales. Y pensar que han movido tanto empeño como venirse a playas estranjeras y, para solo colocar un leño, vivir ondas, traer rayos, domar fieras… No, señor, no es posible; aquí hay misterio más incomprensible. Y así es bien discurramos qué hemos de hacer y que nos prevengamos por si otra vez volviere y, prevenidos, sea lo que fuere. 24

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v. 794 sin que el discurso deba nada al arte: sin que el razonamiento (discurso) recurra a mañas o artificios (arte, Aut). v. 798 tan mañosa o tan valiente: para entender esta oposición se tiene que considerar el sentido de valiente como «Fuerte o robusto en su línea» (Aut). Es decir, tan habilidosa o tan fuerte, oposición en la misma línea que fuerza-industria. v. 800 vividero: «sitio u cuarto capaz de habitarse» (Aut). Al definir la nave como fábrica que permite habitar los mares,Yupangui se acerca al desconocido concepto utilizando su razón. v. 801 para más desmayos: para mayor asombro, espanto. v. 810 misterio más incomprensible: tras descifrar el concepto material de nave,Yupangui se acerca a su significado inmaterial, pues se percata de que existe un misterio más incomprensible en lo que mueve a esa «otra gente» (v. 797). Hasta aquí el general solo puede entender este misterio como un secreto y todavía no puede alcanzar su sentido teológico: «Secreto incomprehensible de las verdades divinas, reveladas a los cristianos en la ley de gracia» (Aut); es decir, la ley establecida por Cristo y fijada en los Evangelios. Traerla al Perú es el misterioso móvil de los conquistadores. 24

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TEXTO DE LA COMEDIA

Inga

Sacerdote Inga Sacerdote

A tu suceso atento menos le alcanzo cuanto más le siento. Y así no sé, no sé lo que debamos hacer. Yo sí. ¿Qué es? Que prosigamos, dejándonos plantado ahí ese bruto leño hasta ver qué flor nos da o qué fruto el sacrificio.Y todos invoquemos hasta su templo al Sol por si podemos alcanzar que nos diga qué hemos de hacer.

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Y es justo.

Yupangui Guacolda

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Pues prosiga 825 la invocación, mas con tan otro acento que lo que fue armonía sea lamento. 29

Inga

Hermoso padre del día, de tanta confusión, di, ¿querrás restaurarnos?

Idolatría

(Dentro cantando.)

Inga

Ya respondió a la voz mía.

Guacolda

Pues ¿qué debemos hacer si a mí te mueves a darme también respuesta?

Idolatría

Sí. 830

Obligarme. 30

v. 825 acento: «tono que hemos de dar a cada dicción, levantando la voz o bajándola, y este da vida y gracia a las palabras» (Aut). Comp. A Dios por razón de estado, vv. 4243: «Los dulces acentos / de una métrica armonía»; La serpiente de metal, vv. 317-319: «Religiosos acentos / que con sonora métrica alegría / para darme a mí muerte herís los vientos…». v. 833 obligar: «adquirirse y atraer la voluntad o benevolencia de otro, con beneficios o agasajos, para tenerle propicio cuando le necesitare» (Aut). Comp. A Dios por razón de estado, vv. 373-374: «de persuadirle con dones / y de obligarle con ruegos». 29

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LA AURORA EN COPACABANA

Sacerdote

Si obligándote ha de ser, ¿con qué te podrá obligar mérito que, aunque se crea, obrar no sabe?

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Idolatría Dama 1

Desea. Ya que es mérito desear, yo deseo saber qué naturaleza tirana fue la que aquí llegó. Humana.

Idolatría Yupangui

Si humana, cual dices, fue, ¿cómo asombra con horrores y deja tan confundida la razón, la alma y la…

Idolatría

Vida.

Dama 2

Idolatría

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* Porque del todo mejores nuestra ciega confusión, ¿cuál será el mejor indicio de nuestra fe? El sacrificio.

Dama 3

* Si los sacrificios son el mejor ruego, a ellos vamos.

Dama 4

* Haz que aqueste en que hoy se emplea * tu pueblo sea acepto.

850

32

Idolatría

Sea.

vv. 835-837 ¿con qué te podrá obligar mérito que… obrar no sabe?: hipérbaton. Es decir, ¿con qué mérito te podrá obligar que, aunque se crea, no sabe obrar? Aquí mérito es «acción o derecho que uno tiene al premio por lo bien hecho» y criar, «dar fomento y vigor a alguna cosa» (Aut); de modo que se pregunta al Sol por la acción con la que se puede ganar su favor. Si bien, como corresponde al sacerdote, se fomenta acciones semejantes («aunque se crea»), en esta ocasión no se sabe cómo llevarla a cabo («obrar no sabe»). v. 853 acepto: «Agradable, bien recibido y admitido, de toda estimación, gusto y aprecio» (Aut). Comp. Las cadenas del demonio, OC, I, p. 744: «qué ofrenda / en hacimiento de gracias / puedo yo hacerte que sea / más acepto»; El pastor Fido, vv. 148-149: «siempre vi que era / para con Dios don acepto». 31

32

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TEXTO DE LA COMEDIA

De todo cuanto escuchamos nada inferimos.

Inga Sacerdote

*

Sí hacemos, si de lo que ha respondido componemos el sentido.

Yupangui

¿Y cómo le compondremos?

Sacerdote

Diciendo cada uno, ya que a todos nos respondió, lo que a él dijo. Sí, y mi voz te seguirá.

Guacolda

* Si… 33

Si…

Eco cantando Guacolda

… obligarme…

Eco cantando

… obligarme…

Sacerdote

… desea…

Eco cantando

… desea…

Dama 1

860

¿Empiezo yo?

Inga Inga

855

* … humana…

Eco cantando

… humana…

Yupangui

… vida…

Eco cantando

… vida…

Dama 2

… el sacrificio…

Eco cantando

… el sacrificio…

Dama 4

… sea.

Eco cantando

… sea.

Música y todos

Si obligarme desea, humana vida el sacrificio sea.

865

vv. 863-864 En B y H estos versos aparecen dispuestos en dos columnas, de modo que en la primera aparece lo que dice cada personaje y en la segunda, su respectivo eco. Aunque considero que esa es la disposición más fiel al texto y los he citado así en otro trabajo (Gutiérrez Meza, 2014b, p. 309), sigo aquí la forma en la que Engling (pp. 133134) y Neumeister (C, IV, p. 815) los disponen debido a cuestiones de formato. 33

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LA AURORA EN COPACABANA

Sacerdote

Sin duda el Sol, ofendido de que en tu presencia fuera bruta víctima una fiera, hoy elevarla ha querido a que sea racional, dando de su enojo indicio no ser real el sacrificio que asiste persona real.

870

34

35

Inga

Si eso es lo que nos advierte, ¿cómo qué vida es no avisa?

Sacerdote

Como es la sacerdotisa a quien le toque la suerte. Las más nobles, dedicadas para eso en el templo están, deseando el cuándo serán a su dios sacrificadas.

Todas Glauca

875

880

A eso obligadas vivimos las que al Sol nos consagramos. * Y de eso nos escusamos las que patanas nacimos. 36

885

37

Inga

* (Aparte.) Si a aquella toca, ¡ay de mí!

Yupangui

* (Aparte.) ¡Qué pena será tan fuerte si a ella tocase!

Inga

Y la suerte, ¿cómo suele echarse?

v. 873 real: lo perteneciente a la realeza. Aquí es lo que toca al Sol, a quien, como dios de los incas, corresponde primero el título de rey: «Título que con toda propriedad se da a Dios, como absoluto y despótico señor de cielo y tierra» (Aut). v. 874 persona real: el inca, como representante del Sol en la tierra. Al igual que Cristo, Guáscar acompaña el sacrificio, pero, a diferencia de él, no se entrega como víctima (real asistencia de Cristo en la Eucaristía, DASC). v. 885 Enmiendo con B: eso] esto, por simetría con v. 883. v. 886 patana: femenino de patán, «hombre zafio, tosco y campesino. Llámase así, porque ordinariamente tiene grandes patas o pies, y las hace mayores con el calzado tosco que trae» (Aut). La carencia de nobleza de Glauca la excusa de ser sacerdotisa y, por ende, libra del sacrificio. Comp. Cervantes, Quijote, II, 47, p. 908: «Voto a tal, don patán rústico y malmirado»; Lope de Vega, El vaquero de Moraña, v. 1765: «¡Váyase al campo el patán!». 34

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TEXTO DE LA COMEDIA

Sacerdote

Así: cada una una flecha dé y en mi mano y en su mano el más noble o más anciano se ha de nombrar para que, * vendados los ojos, llegue, porque en señas no repare. Y de aquella que él tomare el dueño al ara se entregue cuando cumplidos estén los cuatro legales días en que de sus alegrías padres y deudos se den la norabuena.

163

890

895

900

38

Todas

Obedientes ya aquí las flechas están. *Toma él las flechas juntas y cada una tiene la suya.

Glauca

Luego que es malo dirán el no ser ninfas las gentes. 39

905

40

Inga

Nombra ya el que ha de llegar.

Sacerdote

Hallándote tú aquí no es bien que le nombre yo. Tú, señor, le has de nombrar.

Inga Yupangui

910

Yupangui. ¿Señor?

v. 903 norabuena: enhorabuena (Aut). Comp. El conde Lucanor, C, IV, p. 993: «De una norabuena, Conde, / y un pésame a un tiempo miro / que os soy deudora»; No hay cosa como callar, OC, II, p. 1025: «el pésame puedes darme, / que la norabuena no». v. 905 luego: inmediatamente. v. 906 ninfa: «cortesana (mujer de costumbres libres)» (DRAE). El chiste de Glauca (vv. 905-906) juega con la dilogía de esta palabra (ver nota v. 145). La gente se apresurará a decir que es malo no ser cortesana, pues las vírgenes tienen un trágico final. Comp. Anónimo, La vida y hechos de Estebanillo González, cap. 5, p. 234: «Hurtábanme las redomadas de aquellas ninfas, mirándome muy a lo socarrón, mis agujas, haciendo ayuntamiento de bellezas y tratos de gitanas»; Castillo Solórzano, Tardes entretenidas, p. 155: «Al fin, la ninfa gallega iba en cinta y, como primeriza en aquellas pesadumbres, no advertía que le iban creciendo nuevos huesecillos en el vientre, y más bulto en los pechos». 38

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LA AURORA EN COPACABANA

A ti, pues el más noble ha de ser, te nombro.

Inga

Yupangui

*

El obedecer es fuerza.

Sacerdote

Y fuerza que aquí * los ojos te venden.

Yupangui

* (Aparte.) Bien se pudo escusar, pues llego, aunque no los venden, ciego.

915

41

Véndanle los ojos, llega y toma la flecha de Guacolda. ¿Quién, cielos, creyera, quién, que donde Guacolda está estimara no ser ella la que eligiese mi estrella? Llega hacia esta parte.

Sacerdote Yupangui Sacerdote Yupangui

*

Ya con todas las flechas di. Una has de tomar, no más. Ya descubrirte podrás.

Guacolda

925

¿A quién he elegido? ¡A mí!

Guacolda Yupangui

920

¡Grave pena! ¡Dolor fuerte! Retíranse los dos a las dos esquinas del tablado.

Inga

Pues no es justo que me vea, aunque feliz muerte sea,

v. 917 ciego: «Metafóricamente se suele llamar también al amor, al odio, a la envidia y a las demás pasiones del ánimo que ofuscan la razón» (Aut). No es necesario vendar los ojos de Yupangui, pues él ya está cegado por su amor hacia Guacolda y, especialmente, por el miedo a elegirla como víctima para el sacrificio. Teme que el destino («mi estrella») incline su elección hacia ella (vv. 920-921). 41

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TEXTO DE LA COMEDIA

nadie condenado a muerte. * (Aparte.) (No sin lástima me ausento, hermosa beldad, de ti. No es sino escusar que aquí reviente mi sentimiento.) 42

930

43

Vase. Sacerdote

Dichosa tú, que crisol hoy de nuestra fe serás.

935

Vase. Las cuatro

* Venturosa tú, que vas a ser esposa del Sol. Vanse.

Glauca

Buen parabién, pero de él no gusta. Mas ¿cómo estoy tan fiera que a hacer no voy que lloro por Tucapel? 44

940

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vv. 928-930 no es justo que me vea… nadie condenado a muerte: ver el rostro del rey conforta incluso al condenado a muerte, por lo que daría a Guacolda una «feliz muerte». Pero, como no está permitido ejecutar a alguien delante del monarca, Guáscar no puede concedérselo. Comp. Amor, honor y poder, C, II, p. 986: «la piedad declara / que nadie muere en viendo al rey la cara»; Cervantes, La Galatea, lib. ii, p. 268, vv. 9-14: «Como amansa el rigor de la sentencia / si el condenado el rostro del rey mira, / y es ley que nunca tuerce su derecho, / así ante tu hermosísima presencia / la muerte huye, el daño se retira / y deja en su lugar vida y provecho»; Gregorio Yáñez, Carta de Aliso para Lerma, Cartapacio de Francisco Morán de la Estrella, p. 189, vv. 71-75: «Hállase que hay una ley / que si uno por su pecado / es a muerte condenado, / viendo la cara del rey / no puede ser justiciado». v. 933 escusar: «evitar, impedir, embarazar que tal o tal cosa se ejecute o suceda» (excusar, Aut). Comp. El alcalde de Zalamea, vv. 1376-1379: «pues hoy / aqueste lugar está / en ojeriza, yo quiero / excusar rigor más fiero». v. 939 parabién: «Expresión que se hace a otro para manifestar el gusto y placer que se tiene de que haya logrado algún buen suceso» (Aut). Comp. La vida es sueño, vv. 13921395: «Aunque el parabién es bien / darme del bien que conquisto, / de solo haberos hoy visto / os admito el parabién». v. 941 fiero: «Cruel, inhumano, impío» (Aut). Comp. Basta callar, vv. 1358-1359: «César. ¡Oh estrella… / Serafina. … siempre fiera!»; Casa con dos puertas, C, I, p. 192: «temo que hoy ha de ser / su fin, si me ve volver / con una pena tan fiera». vv. 941-942 hacer que: «simular, aparentar algo» (DRAE). Aparece desordenado por el hipérbaton: no voy a hacer que lloro por Tucapel. Comp. Mejía de Fernangil, Primera 42

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LA AURORA EN COPACABANA

Vase. Yupangui

Dos culpas, Guacolda bella, resultan hoy contra mí: que con vista te elegí y que te elegí sin ella. Pero ni de esta ni aquella feliz e infeliz mi suerte se ha de disculpar si advierte que una fue para adorarte, otra para sublimarte y entrambas para perderte.

945

950

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Guacolda

De una y otra, ¡ay de mí!, fuera cualquiera disculpa error. Y voy, dejando al amor en aquella edad primera, a que no sé si sintiera más que eligieras tú y no fuera la elegida yo. Y así, que errases te niego ciego, que no estuvo ciego quien lo que hubo de ver vio.

955

48

Yupangui

Ahora es mayor mi aflicción, viendo que en mi ceguedad resignes tu voluntad.

Guacolda

Quizá no es resignación.

Yupangui

Pues ¿qué?

960

965

parte del Parnaso Antártico, fol. 164r: «tomé la taza y hice que bebía / por cubrirme la vista y no mirarte»; Quevedo, La vida del Buscón, lib. iii, cap. 2, p. 164: «Y estando hablando con él a una ventana, hice que me llamaban de la calle y dije: “¿A mí, señor? Ya bajo”». v. 951 sublimar: «Engrandecer, exaltar, ensalzar o poner en altura» (Aut). Comp. La vida es sueño (auto), vv. 735-738: «Y aun en más le sublimaste, / pues, siguiendo el esplendor / de la Gracia, de tu honor / y gloria le coronaste»; Tirso, La lealtad contra la envidia, vv. 744-746: «de toda la plaza oístes / aplausos que hasta los cielos / vuestra alabanza subliman». v. 956 edad primera: la infancia, en su sentido metafórico, son «los primeros años o el principio de las cosas inanimadas» (Aut). Guacolda pasa de una primera idea del amor a otra más compleja que le permite entender lo que está sucediendo. 47

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TEXTO DE LA COMEDIA

Guacolda

Desesperación de que mi padre su esquiva enemistad vengue altiva en los dos, pues, porque fuiste tú quien a Guáscar seguiste cuando él siguió a Atabaliba, por no darme a ti, forzada me trajo al templo y no sé si conformarme podré a morir sacrificada, pues, cuando no hubiera nada de aquel violento rigor ni de este infelice amor ni cuanto da que temer * pasar del ser al no ser, tuviera el mismo dolor por no sé qué natural luz que repugna infinito

970

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vv. 971-972 a Guáscar seguiste cuando él siguió a Atabaliba: se revelan así las tensiones ocultas tras el gobierno de Guáscar y Atabaliba. El establecimiento de su cogobierno supuso la división del cuerpo social del imperio a partir de la lealtad de sus miembros a uno u otro de los hermanos. v. 978 violento rigor: la imposición del sacerdocio a Guacolda por su padre. v. 981 pasar del ser al no ser: morir. Comp. Afectos de odio y amor, C, III, p. 530: «morir, vivir, ser, no ser»; El año santo de Roma, vv. 37-38: «pues son dar ser al no ser / obras de la omnipotencia». vv. 983-984 natural luz: la razón está vinculada a la luz (luz de la razón) y aquí se refiere a la razón natural, la «potencia discursiva del hombre, desnuda de toda otra especie que la ilustre» (Aut). Su complemento es la razón sobrenatural, ilustrada por la fe (DASC). Sin embargo, por medio de la razón natural el hombre podía intuir al verdadero Dios (Romanos 1, 19-20), como Guacolda hará a continuación. v. 984 repugnar: «contradecir o negar una cosa, alegando razones en contrario» (Aut). Comp. La cisma de Ingalaterra, vv. 1635-1641: «Bien sé que no repugna […] / el casamiento que hace el un hermano / con mujer del hermano, porque Judas / […], gran patriarca, dijo / que con Tamar, viuda de Her, su hijo, / casase»; El nuevo hospicio de pobres, vv. 154-155: «no repugna el que sea / tu familia mi familia». Infinito: muchísimo (Aut), pero también, como epíteto de Dios, se aplica a lo relacionado con él (ver infinita ofensa del pecado, DASC). Aquí alude al Sol, cuya divinidad es contradicha por el siguiente razonamiento de Guacolda. Comp. El año santo de Roma, vv. 366-368: «dispuso, satisfaciendo / lo infinito a lo infinito, / que se hiciese Carne el Verbo»; La nave del mercader, vv. 2341-2343: «infinita / deuda es la que a Dios agravia / por ser objeto infinito». 49

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LA AURORA EN COPACABANA

a que en mí no haya delito y haya en un dios celestial sed de humana sangre tal que obligue, fiero y cruel, sin odio dé fe, a que un fiel * mate otro fiel. ¿Es ley, di, que un dios no muera por mí y que yo muera por él?

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Yupangui

No sé, mas sé que admirada mi razón con tu razón me ha puesto en tal confusión que… Mas no te digo nada, sino solo que si entrada pudiera hallar para que, sin argüir en la fe del Sol, antes que rendida * tu vida viera mi vida…

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995

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1000

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Guacolda

No, no prosigas, que, aunque tiene a la laguna puerta este templo y ella tiene * balsas en que a tiempo viene

1005

v. 987 sed de humana sangre: el deseo de Idolatría por este tipo de sacrificio es recurrente en los autos sacramentales: «de la sangre humana / derramar abismos pienso» (El divino Jasón, vv. 721-722) y proviene de la Biblia, donde tales holocaustos (sobre todo de niños) se relacionan con el culto a los ídolos Baal y Moloc. Si bien el Inca Garcilaso niega la práctica de tales sacrificios entre los incas (Comentarios, lib. ii, cap. 8, p. 59), Ramos Gavilán afirma el sacrificio de niños en todo el Perú (Historia, lib. i, cap. 6, pp. 49-50). Ver Gutiérrez Meza, 2014a, pp. 296-298. v. 989 dar fe: «apoyar y dar por buena alguna cosa» (Aut). Sin mostrar aborrecimiento («sin odio»), el Sol apoya la muerte de uno de sus creyentes («fiel»). v. 990 ley: ajenos a la revelación evangélica, los incas se rigen por la ley natural, «dictamen de la recta razón que prescribe lo que se debe hacer u omitir, independiente de establecimiento o precepto explicado; y es la que dirigió a los hombres hasta que hubo ley escrita» (Aut). Sin embargo, por medio del ejercicio racional, Guacolda consigue prefigurar la ley de gracia, establecida por Cristo mediante su sacrificio por la humanidad. v. 999 argüir: «Disputar impugnando la sentencia u opinión de otro» (Aut). Comp. A Dios por razón de estado, vv. 833-834: «no se debe argüir / con quien los principios niega»; La devoción de la misa, vv. 260-261: «no ha de argüir mi lengua / sino la espada mi ley». v. 1001 Enmiendo con VT: mi vida] su vida. Yupangui está dispuesto a entregar su vida para salvar la de Guacolda. 54

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TEXTO DE LA COMEDIA

bastimento y puedo, abierta de noche, irme a una desierta isla a ocultarme oportuna, * temiendo al Sol sin fortuna, en vano mi dolor cay en que hay noche, hay templo y hay puerta, balsa, isla y laguna.

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Vase. Yupangui

¿Qué más claro ha de decir su abandonado despecho que fue cómplice mi amor del estado en que la ha puesto su suerte? ¿Ni qué más claro me pudo su sentimiento para que salve su vida facilitarme los medios? Mas ¿cómo podré, ¡ay de mí!, arrojarme a atrevimiento tan grave como quitarle al Sol tal víctima? Pero ¿qué dudo ni qué reparo? Que si no hubiera preceptos que romper, no hubiera culpas y quedaran sin aprecio finezas de amor, que de ellas alimentan sus afectos. Iré donde, si ella sale,

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v. 1006 bastimento: «provisión competente que se previene para comer, sustentar y mantener una casa, ciudad, plaza, ejército, armada, etc. de los víveres y vituallas necesarias» (Aut). Comp. El escondido y la tapada, OC, II, p. 686: «es fuerza rendirnos / por hambre, porque no hay dentro / del sitio para dos horas / munición ni bastimento»; Las órdenes militares, vv. 559-560: «fui quien valiente / introdujo el convoy del bastimento». v. 1009 Enmiendo con VT: sin fortuna] su fortuna. Guacolda se refiere a su falta de fortuna. v. 1010 caer: «advertir, prevenir alguna cosa» (Aut). La forma «cay» (cae) sigue la tendencia a la destrucción del hiato, usual en la época. Comp. La cena del rey Baltasar, vv. 718-721: «[…] para el movimiento y el acción / al artificio que un suspiro tray. / Cadáver de sí mismo el corazón, / verás, rotos los ejes, como cay [...]». 59

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LA AURORA EN COPACABANA

a ver si temo o no temo al Sol, vea que… Sale el Inga. Yupangui.

Inga Yupangui

¿Señor?

Inga

A buscarte vuelvo con una pena que solo la fiara de ti.

Yupangui

¿En qué puedo servirte? Que ya tú sabes mi amor, mi lealtad y celo.

Inga

De uno y otro asegurado sabrás que desde aquel mesmo instante que vi la rara hermosura sin ejemplo de aquella sacerdotisa, que entre el asombro y el miedo, por vencer con menos armas, venció sin color ni aliento, ni vivo ni sé de mí. Y más después que, añadiendo fuerza a fuerza, rayo a rayo, llama a llama, incendio a incendio, la lástima de su suerte aumentó el dolor. No quiero tenerme en cuán poderosos son dos contrarios afectos que para embestir aúnan

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v. 1042 sin ejemplo: sin comparación. v. 1046 sin color ni aliento: alude a su primer encuentro con la sacerdotisa, en el que, asustada por la aparición del aparente monstruo, ella estaba pálida («sin color») y cansada («ni aliento») por la huida. v. 1053 tener: «detener y parar» (Aut). Comp. Sueños hay que verdad son, vv. 918-920: «quise hoy tenerte al paso, / por si lograse, acaso, / la dicha yo de haberte divertido»; La viña del Señor, vv. 2261-2263: «Malicia. Primero que yo lo vea / huiré de aquí. Inocencia. Será en vano, / que sabré tenerte yo». 62

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TEXTO DE LA COMEDIA

lástima y cariño a un tiempo. Por que no muriera diera la vida… No, no suspenso, no turbado, no confuso me escuches como diciendo entre ti que cómo al Sol, a quien tantas glorias debo, * me atrevo contra su culto ni aun a imaginarlo. Pero, antes que tú lo pronuncies, saldrá mi voz al encuentro * con decirte que un amor que no tiene más remedio que morir de ver morir, no dudo, dore sus yerros a rayos del mismo Sol, mayormente cuando puedo desenojarle con otras dádivas.Y remitiendo a que sea lo que fuere, o su perdón o su ceño, ella ha de vivir y tú has de ser el instrumento. Los cuatro legales días en que sus padres y deudos la celebran, engañando el dolor con el obsequio, te doy de plazo a que pienses 65

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v. 1056 a un tiempo: simultáneamente (DRAE). v. 1067 Enmiendo con VT: un amor] a un amor, porque es el sujeto de «dore sus yerros» (v. 1070). v. 1070 dorar: «encubrir los defectos de alguna cosa, refiriéndola o exornándola de tal manera que parezca buena» (Aut). Comp. El galán fantasma, vv. 1277-1278: «no dudo yo que él / con sombras el yerro dore»; La púrpura de la rosa, vv. 577-578: «por más que dore el hierro, / nunca ha dorado el error». v. 1076 ceño: «Demostración o señal de enojo y enfado» (Aut). Comp. Afectos de odio y amor, C, III, p. 516: «Como lo que es / en el dichoso cariño, / es ceño en el desdichado»; Apolo y Climene, C, IV, p. 1158: «mitigado su ceño, / podré parecer segura». 65

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LA AURORA EN COPACABANA

* cómo ha de ser: ya tu ingenio de la noche, la laguna, balsas y puertas del templo se valga, o ya tu valor, a todo trance resuelto, de disfraces para el robo u de armas para el estruendo. Tú, en fin, me la has de poner en salvo y después el tiempo, en desagravios del Sol, nos dirá. 69

Idolatría Inga

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(Dentro.) Guáscar. El viento mi nombre pronuncia. Gente será que en mi seguimiento viene. Para que no vean que hablamos solos haciendo la plática sospechosa, mientras salirles intento yo por esta parte al paso, quédate tú aquí advirtiendo * que en tu ingenio o tu valor honor, alma y vida dejo. Viva esta beldad y viva tu rey o ambos mueran. 70

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1105

Vase.

v. 1084 Error que comparten los tres testimonios: «y a». Se trata de una correlación disyuntiva (ya…, ya…), cuyo segundo término se encuentra en v. 1087. v. 1094 viento: la vinculación del Demonio con el eco (vv. 863, 1136), el viento (vv. 1571-1572) y la tormenta (vv. 2749-2750) proviene de la demonología antigua, en la que «se identifican las fuerzas malignas con el aire y el viento para demostrar la vanidad de su poder» (Beutler, 1984, p. 55). En la época se asociaba al viento con «vanidad y jactancia» (Aut) y en Calderón expresa lo vano, vacío y sin valor de las cosas materiales (DASC). Comp. El año santo de Roma, vv. 1040-1041: «será un palacio altivo / fabricado sobre el viento». v. 1103 Enmiendo con VT: o tu valor] a tu valor, pues se recurre a la oposición ingenio-valor. 69

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TEXTO DE LA COMEDIA

Yupangui

¡Cielos! ¿Quién en el mundo se ha visto embestido tan a un tiempo de celos, lealtad y amor? ¿Celos dije? Bien por ellos empecé, que son un mal tan descortés y grosero que en concurso de otros males siempre se toma el primero lugar. De celos, ¡ay triste!, vuelvo a decir, pues que veo de otro adorada a Guacolda. De lealtad, pues es sujeto con quien yo ni declararme ni satisfacerme puedo. Y de amor, pues, cuando estoy contra los divinos fueros que amenazaron su vida a restaurarla resuelto, * aun los mesmos medios míos se vuelven contra mí mesmo, pues o los consigo o no. Si no los consigo, dejo que muera, y si los consigo, es para otro; conque en medio de la argüida cuestión vengo a estar de cuál es menos

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v. 1118 lealtad: como rey y súbdito se establece una relación vertical y asimétrica entre Guáscar y Yupangui. Este no puede revelarle su amor por Guacolda (lo que aquel acaba de confesarle) ni vengarse de él por desear a su amada. v. 1119 declararse: confiar en una persona compartiendo algún secreto o asunto reservado (Aut). Comp. Los cabellos de Absalón, OC, I, p. 668: «quizá no se declara / por estar delante todos»; No hay burlas con el amor, vv. 184-187: «como no es cuerdo / discurso querer que case / a la segunda primero, / no me declaro con él». v. 1120 satisfacerse: «vengarse de algún agravio» (tomar satisfacción, Aut). Comp. El alcaide de sí mismo, OC, II, p. 832: «si el satisfacerme tratas, / dame esposo, cuyo amparo / supla de mi honor la falta»; Bien vengas, mal, si vienes solo, OC, II, p. 633: «aunque ahora esté en la vuestra, / tengo de satisfacerme. (Empuña la espada y detiénele don Bernardo)». v. 1131 cuestión: «Pregunta que se hace o propone para averiguar la verdad de alguna cosa, controvirtiéndola» (Aut). Comp. Las cadenas del demonio, OC, I, p. 754: «No es esa 72

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dolor: morir para mí o vivir para otro dueño, en cuya confusión… (Dentro.) ¡Guáscar Inga!

Idolatría

¡Guáscar!

Inga

Veloz eco, * (Dentro.) ya que me vienes buscando, ¿para qué te vas huyendo?

Yupangui

Otra vez la voz le llama, tras cuyo sonido el centro del monte penetra. Quede aquí mi dolor suspenso, supuesto que ni es ni ha sido para terminado presto y vaya a ver qué será, * puesto que todo es misterios de Copacabana el valle. Voz, que sin dar con el dueño, a lo más fragoso, más enmarañado y desierto, diciendo le lleva…

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*Vase y salen Inga y Idolatría. Inga

*

Dime, pues te sigo y no te encuentro, siquiera quién eres. 80

la cuestión, / aunque contra esa pudiera / argüir»; La vida es sueño, vv. 2944-2946: «hay cuestión sobre saber / si lo que se ve y se goza / es mentira o es verdad». v. 1136 Agrego: Dentro. v. 1143 supuesto que: puesto que o bien que. vv. 1143-1144 ni es ni ha sido para terminado presto: el dolor de Yupangui no está destinado a acabarse pronto («presto»), solo puede suspenderse temporalmente. v. 1149 fragoso: «Áspero, intrincado, lleno de quebradas, malezas y breñas» (Aut). Al seguir la voz que lo llama, Guáscar se interna en lo profundo del monte (vv. 1140-1141). Comp. La devoción de la misa, vv. 1251-1254: «dimos en lo fragoso / de ese monte, en una inculta / emboscada de rabiosos / canes blancos». v. 1151 Enmiendo con VT la atribución a Yupangui de «Dime». No guarda relación con su mutis y oscurece el sentido del parlamento de Guáscar. 76

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Yo.

Idolatría Inga

Idolatría

Inga

Idolatría

Inga

Idolatría

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Al verte más lo sé menos. Y así, a preguntar quién eres, aun después de verte, vuelvo.

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Soy la deidad a quien tocan los cultos del Sol y vengo a lidiar por él contigo. Y pues ha de ser el duelo para más vitoria mía cara a cara y cuerpo a cuerpo, ¿qué esperas? Llega a mis brazos.

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Si rendido me confieso yo a tus sombras o a tus luces, ¿para qué es la lid?

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¡Qué efecto * tan propio es de los ingratos darse por vencidos presto! ¿Cómo es posible que quien debe al Sol tantos imperios impida sus sacrificios? * Como yo no se los debo al Sol. Si él los dio a su hijo y yo de su hijo desciendo, ya no es dádiva la mía, sino herencia.Y fuera de esto, cuando se los deba al Sol, como a padre si hoy le ofendo, ¿qué hará en perdonar mañana tan bien disculpado yerro como amar una hermosura que él crió?

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Mas ¿qué piensas?

v. 1172 Enmiendo con B,VT: no] om. Guáscar niega que deba su poder al Sol, pues considera que lo recibió de su padre como herencia. 81

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Eso

Inga es amenazar y amor no teme amenazas. Idolatría

* (Aparte.) (¡Cielos! Durar él en su pasión * sin darle pavor mi aspecto bien me da a entender que el día que entra el sagrado madero de la cruz en el Perú es para que lo sangriento cese de mis sacrificios. Mas ¿qué lo estraño si advierto que en el ara de la cruz cesó todo lo cruento, pues desde allí fueron todas hostias pacíficas? Pero no, no me dé por vencida, que, aunque revele secreto que ha tantos años que guardo, con él le pondré tal miedo que no se atreva a impedir que a vista del sacro leño sean víctimas humanas * triunfos míos.) En efeto, ¿te fundas en que es herencia

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v. 1196 hostias pacíficas: los distintos sentidos de hostia explican el cambio de su significado debido al sacrificio de Cristo: «La res que se ofrecía como víctima en sacrificio, quitándola la vida en el ara», el cuerpo de Cristo «ofrecido en el sacrificio cruento de la cruz por nuestros pecados, para alcanzar por su muerte nuestro remedio y perdón», el cuerpo de Cristo «En el sacrificio incruento del altar, […] encerrado por un modo inefable debajo de las especies de pan y vino, el cual se ofrece al Eterno Padre todos los días por nosotros» y «la forma de pan que se hace para el sacrificio de la misa» (Aut). Cristo no solo se sacrificó en la cruz, sino también estableció el sacramento de la Eucaristía, con el que «cesó todo lo cruento» (v. 1194), porque las hostias cruentas (la carne y sangre de las reses sacrificadas en el ara) fueron reemplazadas por las hostias pacíficas de pan de la misa. Comp. El cordero de Isaías, vv. 537-540: «del Levítico pasando / las cruentas hostias de ella, / a una pacífica hostia / de pan y vino, incruenta»; El orden de Melquisedec, vv. 196-202: «no han de tratar de ofrecer / hostias mortales, sino / inmortales, puesto que / dijo David que Dios ya / no se quiere mantener / de la carne del cabrito, / ni de la sangre del buey». 82

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y no dádivas este reino, y en que es perdonar un padre fácil? Sí.

Inga Idolatría

Pues, porque en eso no te fíes, ni el Sol fue tu padre ni pudo serlo, ni este imperio sin mí pudo ser tuyo. ¿Cómo?

Inga Idolatría

1210

Oye atento: * Manco Cápac, rico y noble * cacique fue a quien el cielo… Pero, antes que yo a decirlo quiero que llegues tú a verlo, que no he de hacer sospechosa mi verdad.Y así, pretendo que en su crédito afiance un portento a otro portento. ¿Qué ves en aquesta gruta? 83

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Ábrese un peñasco y vese Guáscar, vestido de pieles, recostado en una peña. 84

v. 1213 Manco Cápac: el primer inca. Según Ramos Gavilán, él inventó dicho título y su origen divino. El fraile recoge dos relatos sobre su origen. En el primero, que refiere brevemente: «él quiso dar a entender, y aun así lo entendieron estos bárbaros, fue su principio no como el de los demás hombres, sino que había salido de una ventana de piedra que está en Tambo o Pacaritambo, siete o ocho leguas del Cuzco hacia Yaurisca, invención que halló el indio para hacerse respectar» (Historia, lib. i, cap. 2, p. 28). Según el segundo, que desarrolla con más espacio y parece una versión ampliada del primero, un cacique organizó un engaño para falsificar la divinidad de su hijo Manco Cápac. Este es el relato que Calderón sigue, pero introduciendo algunos cambios como convertir a Manco Cápac en el cacique (pp. 28-31). Enmiendo con VT la trivialización: Manso, capaz; aquí y en v. 1328. v. 1221 acot. vestido de pieles: imagen típica de la iconografía del salvaje que ejemplifica al hombre en su estado animal y recuerda a Segismundo en La vida es sueño. En los autos las pieles y la cueva representan «el estado de desnudez y desamparo en que se encuentra el hombre fuera de la verdadera religión; sugieren a veces un estado espiritual primitivo y en ocasiones turbulento o negativo y la ignorancia de Dios; en algunos casos 83

v. 121 EEEEEEE3 Enmiendo con VT la trivialización: Manso, capaz; aquí y en v. 1328.Enmiendo con VT la trivializaciónEeee

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Inga

Un hermoso joven bello que sobre una peña yace de toscas pieles cubierto.

Idolatría

Pues escucha lo que dice.

Inga

Ya a sus razones atiendo.

Guáscar

¿Cuándo, padre, será el día que de aqueste obscuro centro me saques a ver la luz si ya bien sabidas tengo tus liciones, si ya cuanto me has instruido lo aprendo tan a satisfación tuya que te has admirado viendo que el entendimiento tuyo trasladé a mi entendimiento? ¿Qué aguardas para que llegue a verme en el trono excelso que me has prometido? Mira

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simbolizan las pasiones y groseros apetitos que desvían al hombre de la verdad; en otras el ateísmo o la ignorancia de Dios» (pieles, DASC). Aquí el uso de estos signos visuales (junto con el encierro y la oscuridad) convierten al antepasado de Guáscar en la representación de la idolatría incaica: ajeno a la ley evangélica, presa de su deseo de poder y sometido a los dictados del Demonio. Sobre el salvaje en la comedia, ver Antonucci, 1995. Comp. Tu prójimo como a ti, v. 124 acot.: «Ábrese un peñasco y vense en él el Hombre dormido, vestido de pieles»; La vida es sueño, v. 101 acot.: «Descúbrese Segismundo con una cadena y la luz, vestido de pieles». No sigo la enmienda de Hartzenbusch y Valbuena Briones: un Joven] Guascar, lo que se aplica también a v. 1257 acot. y a los locutores de vv. 1227, 1285, 1323. Se trata de una lectura en la que los tres testimonios coinciden y que plantea un juego de espejos acorde con el metateatro que aquí se construye, pues Guáscar se ve a sí mismo en su antepasado (ver Aszyk, 2002b, pp. 43-46). v. 1228 obscuro centro: el centro es «lo que está más distante de la superficie […] lo más retirado, escondido, hondo u profundo» (Aut). Es un recurso recurrente en Calderón (que proviene de Góngora) emplear la oscuridad y tenebrosidad en la descripción de cuevas y grutas. Comp. Origen, pérdida y restauración de la Virgen del Sagrario, C, II, p. 481: «ósate entrar conmigo en esta cueva / cuerpo a cuerpo; en su oscuro centro espero»; La vida es sueño, vv. 69-72: «La puerta / —mejor diré funesta boca— abierta / está, y desde su centro / nace la noche, pues la engendra dentro»; Góngora, Fábula de Polifemo, vv. 37-39: «caliginoso lecho, el seno obscuro / ser de la negra Noche nos lo enseña / infame turba de nocturnas aves». 85

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que un bien esperado es, menos todo aquello que le quita de estimación el deseo, que, aunque la dicha es gran joya, esperarla es mucho precio. Ven, pues, ven a que segunda vez nazca del duro seno de aquesta roca si no quieres que a mis sentimientos lleguen tarde tus alivios, llegando mi muerte presto. 86

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Ciérrase la gruta. Inga Idolatría

Aunque entiendo sus razones, el propósito no entiendo. ¿Qué mucho si ha de decirlo otro prodigio primero? ¿Ya has visto el centro del monte? Pues pasa de extremo a extremo * y mira ahora la cumbre.

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*Va saliendo por lo alto del peñasco un sol y tras él un trono dorado con rayos, y en su araceli Guáscar, ricamente vestido con corona y cetro. 87

¿Qué ves en ella?

v. 1240 menos: excepto. El trono es el bien deseado y esperado por el primer inca, pero no todo aquello (las díficiles condiciones de su encierro) que solo reduce su aprecio por el prometido poder. v. 1257 acot. araceli: «designaba en los autos calderonianos, no la plataforma elevadora de los misterios del Levante español, sino una especie de arco iris en semicírculo, adornado de rayos o flores que coronaba, cual nimbo, a un personaje o figura sentado en un trono», como Ruano de la Haza explica en su edición de La inmunidad del sagrado (p. 31). Comp. A María el corazón, v. 1477 acot.: «En la mesa del altar habrá un cáliz y hostia con su araceli»; ¿Quién hallará mujer fuerte?, v. 1702 acot.: «que bajen al tablado sentadas en un iris de nubes con araceli de flores». El arco iris también era un símbolo del inca: «El mismo acatamiento hicieron al arco del cielo, por la hermosura de sus colores y porque alcanzaron que procedía del Sol, y los reyes incas los pusieron en sus armas y divisas» (Comentarios, lib. ii, cap. 23, p. 82). 86

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Inga

Idolatría

No puedo decirlo, que me deslumbra un sol que va amaneciendo en su horizonte.

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Porfía a mirarle, que lo mesmo hacen cuantas gentes ves concurrir a ese desierto. 88

Inga

Idolatría Inga

Es verdad. Todo poblado de gentes está y ya intento verlo.

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¿Y qué ves? Entre varios tornasoles y reflejos que, como sin ver al Sol no se ven, ciegan al verlos, miro que como pedazo suyo va otro sol saliendo en un luciente, un hermoso trono, en quien como en espejo

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vv. 1259-1264 me deslumbra un sol… ves concurrir a ese desierto: Ramos Gavilán ubica este suceso al amanecer, pero ante una concurrencia embriagada, matiz que Calderón prefiere omitir: «Llegado el tiempo, congregada la gente de la noche antes que pasaron bebiendo y venido el día al punto que el sol rayaba el collado» (Historia, lib. i, cap. 2, pp. 29-30). v. 1272 otro sol: durante su encierro, según Ramos Gavilán, el primer inca preparó una camiseta y una corona, gracias a las cuales, cuando se presentó al amanecer en lo alto del peñasco, resplandeció; en cambio, Calderón atribuye el resplandor a una ilusión de Idolatría, la que finge tales rayos (vv. 1367-1370): «fue juntamente labrando una camiseta de hoja de oro y plata, matizado con arte de algunas plumas estrañas que imitaban oro y azul, y un llauto o corona de lo mismo, que lanzase de sí como rayos parecidos a los del sol […] y hecha la seña pareció sobre todos en pie el dispuesto mozo así vestido, cuyo color tan blanco y rubio, con la estraña vestidura y tocado en que el sol daba de lleno, resplandeció de modo que se arrebató los ojos de todos con admiración estraña» (Historia, lib. i, cap. 2, pp. 29-30). v. 1274 espejo: para Aszyk se trata de una palabra clave: «La situación escénica en que un personaje se ve retratado en el otro es en sí extremadamente interesante. Se multiplican los reflejos y se multiplican las máscaras. Se crea un cuadro barroco que destaca la ambigüedad de lo teatral, en el que se refleja la ambigüedad del mundo y la relatividad 88

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parece que él mesmo está * retratándose a sí mesmo.

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Idolatría

¿Quién viene en él colocado?

Inga

Si de sus señas me acuerdo, aquel afligido joven que vi entre pieles envuelto, ricamente ataviado de ropas, corona y cetro, me parece.

Idolatría

Oye sus triunfos, pues oíste sus lamentos.

Guáscar

Generosos peruanos, cuya fe, piedad y celo en la adoración del Sol logra hoy sus merecimientos, ¡albricias, que ya ha llegado el felice cumplimiento de aquellas ya confundidas noticias que dejó un tiempo en la primitiva edad de vuestros padres y abuelos un Tomé o Tomás sembradas

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de la suerte. En La vida es sueño Segismundo, al despertarse en el palacio tras su vida en la torre en condición del hombre “vestido de pieles”, cree que sueña, que el trono y la corona pertenecen al sueño, aunque estos (y lo sabe el espectador) son verdaderos. Aquí lo soñado por el hombre “en pieles” se ha hecho realidad: salió de su gruta para “ver la luz” y llegó a verse en “el trono excelso” que su padre le había prometido. El trono, la corona y el cetro son verdaderos, pero el sol encima del trono no es su padre» (2002b, p. 45). v. 1292 tiempo: largo espacio de tiempo (Aut). v. 1295 Tomé o Tomás: Dios no dejó sin la noticia de la revelación evangélica a ningún pueblo, sino que propagó la buena nueva a todos los rincones, en el caso del Nuevo Mundo, por medio del apóstol Tomás. Por ello, las reminiscencias de predicadores indígenas precolombinos (como Tunupa en el Altiplano) se convirtieron a los ojos de los conquistadores en vestigios de la evangelización realizada por el apóstol, vestigios que, al igual que el apóstol Santiago en la Península Ibérica, formaban un camino (el Camino de santo Tomás) que llevaba desde Brasil, pasando por Paraguay, hasta el Perú. Aquí el primer inca no solo se presenta como el anunciado hijo de Dios, sino también su aparición imita la de Tunupa en Copacabana: «estando los indios moradores de Titicaca con otros que de la provincia habían acudido a una gran fiesta y solemnidad del ado91

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en todo el Perú, diciendo que, en los brazos de la aurora más pura, el hijo heredero del gran Dios había venido, luz de luz, al universo! Pero, aunque dijo que había venido, habéis de entenderlo como invisible criador de todos los elementos: hombres, fieras, peces y aves; pero no en alma y en cuerpo como hoy mi padre me envía a ser el monarca vuestro. Si me recibís, veréis que de este monte desciendo a vivir entre vosotros, regiros y manteneros en ley, en paz y en justicia; y si no, a su trono excelso con él me volveré, donde 93

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ratorio del Sol, vieron, como que bajara del cielo, un hombre blanco y zarzo, casi en el traje y vestido de que ellos usan; el cual por algunos días vivió allí y en este tiempo les predicó la creencia y culto debido a un solo Dios universal, creador y causa primera de todas las cosas» (Historia, lib. i, cap. 8, pp. 58-59).Ver «Otras fuentes» en la introducción y Gutiérrez Meza, 2017c. v. 1300 luz de luz: así se proclama a Cristo en el credo de Nicea: «Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado». Comp. No hay instante sin milagro, vv. 1333-1338: «Esta es la luz de la luz, / por quien dijo el real profeta: / “en tu luz conoceremos / cuál es la luz verdadera”, / y a quien “Luz de luz y Dios / de Dios” entonó la Iglesia». vv. 1307-1308 hoy mi padre me envía a ser el monarca vuestro: Ramos Gavilán cuenta que el primer inca, aparentando ser el hijo del Sol, anunció que dentro de ocho días enviaría a su hijo. Por ello, tras su primera aparición, volvió a la cueva y recién descendió después del plazo anunciado. Calderón condensa el relato, reuniendo ambos momentos: «“[…] yo soy solo en el cielo y así quiero que en la tierra haya uno solo que a todos gobierne, siendo respetado como Dios. Este será mi hijo que de aquí a ocho días en esta misma hora, en este asiento y con la propia figura que me veis agora bajará a quedarse entre vosotros para gobernaros […]”. Dicho esto súbito se transpuso por la otra banda del monte, escondiéndose en la cueva. […] Corrió la voz de suerte que al octavo día concurrió infinita gente a recibir al hijo del sol por su rey y al punto señalado lo vieron resplandecer en lo alto y bajar callando» (Historia, lib. i, cap. 2, p. 30). 93

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ofendido en mi desprecio os amenazan sus rayos, sus relámpagos y truenos. Voces Música Guáscar

(Dentro.) Desciende, señor, desciende, pues te aclamamos diciendo…

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* Sea bienvenido, en joven tan bello, * el hijo del Sol a ser el rey nuestro. Ya voy a vosotros, pues que voy oyendo.

Mús. y todos * Sea bienvenido, en joven tan bello, * el hijo del Sol a ser el rey nuestro. 95

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Desaparecen el sol por lo alto y por lo bajo el trono. Inga

* Aún nada he entendido.

Idolatría

Ahora lo entenderás. Oye atento: * Manco Cápac, rico y noble * cacique, fue a quien el cielo dotó, entre otras naturales prendas, de sutil ingenio. Este, maquinando, el día que su bella esposa un tierno infante dio a luz, cómo lograría verle dueño del imperio del Perú, me consultó su deseo

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vv.1324-1325 Desarrollo la abreviatura: Sea bien venido &c. vv. 1333-1334 un tierno infante: Ramos Gavilán menciona que el cacique tuvo dos hijos: uno, su sucesor, y otro ilegítimo que nació rubio y blanco. De esta parte del relato Calderón prescinde: «un cacique cerca del Cuzco tuvo dos hijos: el mayor (que le sucedió) de la figura y color de los demás indios; y el menor, que le nació en la vejez, habido en mujer ajena, salió tan rubio y blanco que, admirado el padre de la novedad, acudió a sus malas artes […] fue creciendo y con la edad haciéndose tan hermoso en aquel estraño color que el hechicero imaginó si era hijo del Sol a quien ellos adoraban por su dios principal» (Historia, lib. i, cap. 2, pp. 28-29). v. 1337 me consultó su deseo: Calderón condensa nuevamente el relato y omite la participación del hechicero, cómplice del cacique y del mismo Demonio. Su papel es tomado por Idolatría: «acudió a sus malas artes consultando a un grande hechicero amigo suyo y entre los dos hallaron que, si aquel niño se criase con grande secreto hasta 95

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* como deidad a quien toca —ya te lo dije primero— la adoración del Sol.Yo, hallando el camino abierto para que creciese el culto con el agradecimiento, le dije que publicando que el infante se había muerto con secreto le criase. Y él lo hizo con tal secreto que aun la nutriz que encerró con él yace muerta ahí dentro. Mientras el joven crecía, también le di por consejo que publicase que el Sol le había revelado en sueños que presto enviaría a su hijo a dominar sus imperios. Y como esta voz corría

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cierto tiempo, vendría a ser un señor poderoso. […] Murió poco después el padre, dejando encomendado el niño y su secreta crianza, con algunos avisos y prevenciones que adelante había de observar el hechicero, que no se descuidó un punto, así por cumplir la última voluntad del amigo, como porque luego se le ofreció el interés proprio de casar una sola hija que tenía pequeñuela si adelante viese que el oráculo iba saliendo cierto a favor del niño […]. A esta imaginación ayudó el Demonio como es verisímil, viniéndole a persuadir lo que después ejecutó el indio» (Historia, lib. i, cap. 2, pp. 28-29). vv. 1342-1343 creciese el culto con el agradecimiento: Idolatría ayudó a Manco Cápac para que en agradecimiento este permitiese la expansión del culto solar. vv. 1344-1345 publicando que el infante se había muerto: al igual que en La vida es sueño se publica la muerte del hijo del gobernante: «Publicose que el infante / nació muerto y, prevenido, / hice labrar una torre / entre las peñas y riscos / de esos montes» (vv. 738742), para así criarlo en secreto. Si la prisión de Segismundo se labra en medio de peñas y riscos, la del hijo de Manco Cápac es el mismo monte. v. 1348 nutriz: nodriza. Calderón la toma del relato de Ramos Gavilán: «comenzóse a criar con el recato posible, sin que del caso supiesen más de los dos y una india ama, conjurada con toda fuerza para el silencio […] apenas habló su alumno, cuando (habiendo muerto a la india que lo criaba para más asegurar el secreto) le comenzó a enseñar lo que a su tiempo había de hacer» (Historia, lib. i, cap. 2, pp. 28-29). Comp. Tirso, El bandolero, cap. 1, p. 72: «Desmayose entre maldiciones que a la inocente nutriz echaba, afirmando que con los vuelcos de su sueño le había ahogado»; id., Todo es dar en una cosa, vv. 1266-1267: «Su nutriz será Pulida / y su aya vos». 98

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sobre aquellos fundamentos * que, arruinados del olvido, los fabricaba el acuerdo, equivocando verdades a sombra de fingimientos, andaba el vulgo ni bien dudando ni bien creyendo, hasta que a determinado día convocó los pueblos para que ocurriesen todos a recibirle.Y habiendo * con mi arte, con su industria, como has visto en lo supremo del monte, fingido rayos, pudo hacer que sus reflejos, desmintiendo lo distante, acreditasen lo excelso, de suerte que de este engaño desciendes.Y aunque en quinientos años de la inmemorial posesión ya es tuyo el reino, 101

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v. 1357 aquellos fundamentos: es una referencia a la evangelización del apóstol Tomás (ver nota v. 1295). Los fundamentos de la verdadera fe dejados por este fueron destruidos por el olvido (v. 1358). v. 1359 acuerdo: «recuerdo, recordación y memoria de las cosas pasadas y sucedidas» (Aut). En conjunción con olvido, es un apotegma recurrente en Calderón. Los fundamentos sembrados por el apóstol Tomás, al ser olvidados, fueron inventados por la memoria, de acuerdo con los intereses de Manco Cápac. Comp. La fiera, el rayo y la piedra, vv. 3281-3283: «no deja en un amante / de ser acuerdo el acuerdo, / que del olvido se vale»; El indulto general, vv. 160-163: «que / sea, cuando llegue el tiempo, / memoria de sus olvidos / el libro de mis acuerdos»; Las órdenes militares, vv. 353-354: «solo para olvidos / aprovechan los acuerdos». v. 1366 ocurrir: «acudir a alguna parte» (Aut). Comp. En la vida todo es verdad y todo mentira, C, III, p. 47: «¿quién eres, que al paso ocurres / tan fiero?»; Sandoval, Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V, vol. 3, lib. xxxi, cap. 10, p. 387: «Y quería que en su nombre ocurriesen a él todos, y que proveyese en las cosas y negocios que se les ofreciesen». v. 1372 desmintiendo lo distante: los reflejos de los rayos provocados por Idolatría en la cima son tan luminosos que los espectadores (ubicados en la parte baja) no parecen estar lejos de ellos, acreditando así su supuesto carácter divino (v. 1373). 101

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pues no hay ninguno que no se introdujese violento, con todo eso el día que impidas * o otro por ti los decretos que en nombre del Sol disponen sus oráculos, es cierto que, no habiendo conseguido * yo el que vayas en aumento, me he de vengar.Y así, teme mis sañas, pues ves que puedo en desagravios del Sol desvanecer tus trofeos, pompa y majestad, bien como ves que yo me desvanezco. 1

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*Desaparécese. Inga

¡Oye, aguarda, escucha, espera! *Salen unos indios y Yupangui. 4

Todos Inga Todos Inga

Allí se oye. Llegad presto. * ¿Qué es lo que por mí ha pasado? ¿Qué es esto, señor, qué es esto?

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No sé, no sé. Cinco siglos he vivido en un momento * retrocediendo los años

vv. 1378-1379 no hay ninguno que no se introdujese violento: para Idolatría todo reino es resultado de la violencia. En cambio, el reino cristiano que los conquistadores representan es completamente diferente, pues, como el mismo Cristo explica a Pilato (Juan 18, 36), no se trata de un reino de este mundo, sino de uno espiritual; de ahí que no tuviese soldados ni nadie que lo defendiese o luchase por él. vv. 1384-1385 no habiendo conseguido yo el que vayas en aumento: posiblemente se refiere a que Idolatría no había logrado convertir a Guáscar en el único gobernante del imperio. v. 1387 saña: «Cólera y enojo con exterior demostración de enfado e irritación» (Aut). Comp. Auristela y Lisidante, vv. 1065-1066: «tanto al verle me revisto / de saña, cólera e ira»; El laurel de Apolo, C, III, p. 964: «Huid, porque anda otra fiera en el monte, / y fiera más fiera en saña y rigor». v. 1392 acot. Acepto la acotación que agrega Engling, pues explicita el regreso al escenario de Yupangui y el séquito de indios que intervienen a continuación. 1

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y lo que he sacado de ellos * es que el Sol por mí no pierda sus cultos.Y así, el precepto que te di,Yupangui, no * le ejecutes ni por pienso. Muera esa beldad y viva tu rey.

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Vase. Yupangui

¿Quién creerá que, al tiempo que siento el mandar que viva, el mandar que muera siento? Pero nada me acobarde, en que viva me resuelvo y enójese o no se enoje el Sol, pues es tan severo * dios que en su culto nos manda contra el natural derecho que mueran otros por él no habiendo él por otros muerto.

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v. 1403 ni por pienso: ni por pensamiento, «explica que alguna cosa ha estado tan lejos de ejecutarse que ni aun se ha ofrecido a la imaginación» (Aut). Comp. Fieras afemina amor, vv. 1807-1808: «Hércules. […] ¿Anteo casa / hoy con Yole? Licas. Ni por pienso»; Cervantes, Quijote, II, 43, p. 873: «Tu vestido será calza entera, ropilla larga, herreruelo un poco más largo; greguescos, ni por pienso, que no les están bien ni a los caballeros ni a los gobernadores». vv. 1410-1411 enójese o no se enoje el Sol: el temor a Dios es el principio de la sabiduría (Proverbios 1, 7). En contrapartida, que Yupangui pierda el temor al falso dios solar, al cual ya no dudará en oponerse, lo muestra preparado para conocer al verdadero Dios. Por su parte, Guáscar, quien pretendía oponerse al Sol, se mostrará desde ahora temeroso de él (vv. 1716-1722). v. 1413 derecho natural: «el que la naturaleza o Dios mismo enseñó a los hombres como preceptos o reglas de honestidad, por el cual nos diferenciamos de los brutos irracionales, a quienes no conviene por estar fundado en razón natural […] casi entre todas [las gentes] se observa y guarda» (Aut). Al igual que Guacolda (vv. 982-992), Yupangui cuestiona la divinidad del Sol, pues el sacrificio que este dios exige contradice las leyes del más básico estado de derecho. Así prefigura también el sacrificio de Cristo (vv. 1414-1415). 5

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JORNADA SEGUNDA

Dentro cajas y trompetas. Dentro. 8

Unos Otros

¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!

Unos

¡Caciques, a la muralla!

Otros

¡A la muralla, españoles!

Unos

¡Guerra, guerra!

Otros

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¡Al arma, al arma! Sale Tucapel huyendo.

Tucapel

Si no hubiera un coronista que huyera de las batallas, no hubiera cómo saberlas

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v. 1415 acot. caja: término militar, «tambor» (Aut). Junto con los clarines, subraya momentos claves, apariciones, interrupciones de la acción, etc. (DASC), y por su marcial sonido se utiliza para escenas guerreras (Ruano de la Haza y Allen, 1994, p. 346). Comp. Amar después de la muerte, vv. 1405-1406: «Cajas españolas son / las que atruenan estos riscos»; No hay más fortuna que Dios, v. 1197 acot.: «Las cajas y trompetas, y sale la Milicia con acompañamiento de soldados». v. 1416 ¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!: grito de batalla que aparece en autos y comedias. Comp. El divino Jasón, v. 553: «Jasón. Toca al arma. Hércules. ¡Guerra! Idolatría. ¡Guerra!»; La niña de Gómez Arias, C, IV, p. 543: «Dentro. ¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra! / Cañerí. ¿Qué estruendo de armas, qué ruido / es este?». v. 1420 Si no hubiera un coronista: la cobardía característica del gracioso altera las convenciones del relato ticoscópico que aquí se inicia, pues, en vez de posicionarse en un lugar elevado, Tucapel se esconde entre las ramas (v. 1427). Sin embargo, la principal novedad de este relato es que refleja la conciencia metateatral del gracioso sobre su función de narrador (Fernández Mosquera, 2002a, pp. 272-274; 2015, pp. 77-79). Coronista: «El que escribe historias o anales, particularmente de las vidas y hazañas de los reyes u hombres heroicos» (Aut). Como Chato en Judas Macabeo, Tucapel se aleja del peligro de la guerra y hace de cronista. Comp. Judas Macabeo, vv. 2444-2445: «Aquí retirarme puedo / porque el coronista sea»; El segundo Scipión, OC, I, p. 1476: «Dios me dé mala pendencia / y buen coronista». 8

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no habiendo cómo contarlas. * Y pues es este el papel que me toca, mientras andan allá como suelen, yo, escondido entre estas ramas también como suelo, tengo de estar a ver en qué para el trance de hoy, que hasta ahora * solo dice en voces altas… Unos

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¡Arma, arma! Las cajas.

Otros Unos Otros Tucapel

¡Guerra, guerra! * ¡Viva el Perú! ¡Viva España! ¡Oh, si el señor Sol quisiera que sus paisanos lograran la vitoria y yo, el deseo de poder irme a mi casa! * No tanto porque en la propia ningún marido descansa, cuanto por hacerme el gusto de hacer el disgusto a Glauca. Pues, desde que el español, cautivándome en mi patria, conmigo sin saber cómo dio en unas tierras estrañas, donde su lenguaje y mío hicieron tal mezcolanza que ya ni es mío ni es suyo, bien que hasta entendernos basta; 11

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vv. 1444-1445 conmigo… dio en unas tierras estrañas: con las preposiciones en y con, dar es hacer ir a alguien a alguna parte (DRAE). Las tierras extrañas serían Panamá (adonde regresaron los trece de la fama para reabastecerse) o también España. Comp. Cervantes, Quijote, I, 35, p. 368: «tanto hicieron el barbero, Cardenio y el cura que con no poco trabajo dieron con don Quijote en la cama». vv. 1446-1449 su lenguaje y mío… hasta entendernos basta: Tucapel se presenta como un intérprete, si bien no perfecto, lo suficientemente competente como para permitir 11

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y desde que pertrechados 1450 de gentes, bajeles y armas volvieron él y los suyos a navegar estas playas, de donde tomando tierra han talado las campañas 1455 que hay desde el Callao al Cuzco, cuya gran corte hoy asaltan; (Dentro las cajas.) nunca me han dado lugar de escaparme por dos causas: una, servirles de guía 1460 para ir salvando sus marchas de pantanos y lagunas; y otra, que a decir no vaya 13

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el mutuo entendimiento entre españoles e indios. Así se aleja de la figura negativa de Felipillo: «tan mal enseñado de la lengua de los incas como en la particular de los españoles» (Hist. Gen., lib. i, cap. 23, p. 48). v. 1454 tomar tierra: «arribar al puerto» (Aut). Comp. Tirso, Amazonas en las Indias, vv. 357-359: «tomaron tierra en su patria, / poblándose nuestras costas / de arrogancias y laureles». v. 1455 talar: «destruir, arruinar o quemar los campos, sembrados y edificios u poblados; lo que suele hacer un ejército en país enemigo» (Aut). Comp. El conde Lucanor, C, IV, p. 1031: «me volví / sin que tale, abrase y queme / todo este imperio»; Origen, pérdida y restauración de la Virgen del Sagrario, C, II, p. 508: «Entra, asuela, destruye, quema, tala / ciudad, campañas, montes, valles, riscos». v. 1456 desde el Callao al Cuzco: cuando los españoles regresaron al Perú, arribaron el 30 de noviembre de 1531 a la isla Puná (su conquista fue dramatizada en la primera jornada de Las palabras a los reyes). A finales de marzo o principios de abril de 1532 desembarcaron en Tumbes. El 15 de agosto Pizarro fundó su primera ciudad: San Miguel de Tangarará. En busca de Atahualpa salieron de ahí el 24 de setiembre y el 15 de noviembre avistaron Cajamarca en la sierra norte. Su marcha hacia el Cuzco se inició el 11 de agosto de 1533 y culminó el 14 de noviembre. La conquista de la costa central (Lima y Callao) fue posterior (Busto Duthurburu, 2001, pp. 517-520). Callao: puerto establecido por los españoles para la Ciudad de los Reyes (actual Lima).Tuvo título de ciudad en 1617 (DGIO). Cuzco: capital del imperio de los incas, ubicada al sureste del actual Perú: «su situación es en un terreno desigual y áspero que forman las faldas de varios montes que riega el pequeño río Guatanay» (DGIO). Su fundación se atribuye a Manco Cápac (Comentarios, lib. i, cap. 16, pp. 29-31) y su nombre, según el Inca Garcilaso, «en la lengua particular de los incas quiere decir ombligo» (cap. 18, p. 33). Tras su captura, Pizarro la refundó el 23 de marzo de 1534. v. 1457 cuya gran corte hoy asaltan: históricamente la toma del Cuzco se realizó con mínima resistencia indígena (Hist. Gen. lib. ii, cap. 7, p. 90). 13

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cuán faltos de municiones y de víveres se hallan. Y así, por ambos pretextos, con tal cuidado me guardan que al que desmandarme viere que me dé la muerte mandan, conque me es fuerza esperar día en que huyendo les hagan volverse al mar. Mas no creo que hoy sea el de esta esperanza, pues entre las confusiones que solo repiten varias…

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*Dentro las cajas. Todos

¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!

Tucapel

Lo que desde aquí se alcanza es que, aunque las eminencias de la ciudad coronadas de indios están, no por eso los españoles desmayan por más que de sus almenas no solamente disparan diluvios de flechas, pero de los peñascos que arrancan, despedazados los montes, rodando sobre ellos bajan. Alguno lo diga, pues cae de la escala más alta diciendo…

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v. 1468 desmandarse: «apartarse el soldado de su bandera o del orden de batalla» (Aut). Comp. Fieras afemina amor, vv. 1902-1903: «en mal fugitivas tropas / por los montes se desmandan». v. 1478 eminencia: aquí alude a las partes altas de las defensas (murallas y torres) del Cuzco, donde se ubican multitudinariamente las tropas de Guáscar (vv. 1479-1480). Desde ahí sueltan peñascos, tomados de los montes circundantes, contra los españoles (vv. 1485-1487). v. 1489 caer de la escala más alta: para Lohmann Villena, Pizarro aparecía rodeado de «circunstancias que mueven a risa, pues Calderón le hace entrar en la escena cuando el sitio del Cuzco por los naturales, cayendo de bruces e incorporándose luego, invocando 17

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*Dentro mucho ruido y cajas.Y sale Pizarro cayendo con espada y rodela. 20

¡Virgen María, vuestra gran piedad me valga!

Pizarro Almagro

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* (Dentro.) Acudid a retirarle. No consigan la alabanza estos bárbaros de que ni aun muerto pudo su saña triunfar de él.

1490

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*Salen Candia, Almagro y soldados. Y Pizarro se levanta muy en sí. Candia y Alm. *

¡Pizarro! 23

¡Amigos!

Pizarro Candia y Alm. * ¿Qué desdicha es esta? Pizarro Tucapel

Nada. * Pues no enterréis al mozo * como hizo Luis Quijada.

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el nombre de María» (1946, p. 431). Sin embargo, se trata de una apreciación apresurada, pues, como Zugasti explica, tal caída significaba que «era el primero que escalaba los muros de la fortaleza, dando ejemplo de valentía a sus compañeros. Al público, buen conocedor de las prestigiosas coronas murales que antiguamente se concedían a los soldados que primero franqueaban una muralla enemiga, no le pasaría este detalle desapercibido» (1992, p. 143). v. 1490 acot. rodela: «Escudo redondo y delgado que, embrazado en el brazo izquierdo, cubre el pecho al que pelea con espada» (Aut). Comp. El sitio de Bredá, C, I, p. 1031: «Con la espada y la rodela / furioso los campos rompe». vv. 1490-1491 ¡Virgen María, vuestra gran piedad me valga!: «Es evidente el deseo que anima a Calderón de presentar a Pizarro más como un ferviente devoto mariano que como un guerrero. Por esta razón, pues, la personalidad de Pizarro se ofrece un poco opacada y aparece solo en tan fugaces momentos sobre la escena» (Lohmann Villena, 1946, p. 431). Su fervor mariano es inmediatamente recompensado con su caída indemne (v. 1496 acot.). v. 1492 Enmiendo con VT: Dentro. Almagro todavía no ha salido a escena. vv. 1496-1497 Explicito los nombres en la acotación y en los locutores. v. 1498 Verso hipermétrico que los tres testimonios consignan: «Pues no enterreis al moço Luis Quijada», que enmiendo a partir de la identificación del personaje mencionado. v. 1499 Luis Quijada: Luis Méndez de Quijada, mayordomo de Carlos V, quien le encargó a su hijo natural Juan de Austria. Desde el verano de 1554 lo cuidó personalmente 20

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Esta fue una bagatela. Volvamos a la importancia.

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Candia

¿Cómo es posible que el golpe de la peña y la distancia del precipicio te deje con la vida?

Pizarro

¿Qué os espanta si quien invoca a María * aun de más riesgos se salva, mostrando su piedad —puesto que en el Perú nos ampara * repitiendo los favores que nos hizo en Nueva España— cuánto de aquestas conquistas se da por servida, a causa de que mejor sol se adore en brazos de mejor alba? Y pues conserva mi vida

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en su castillo de Villagarcía de Campos (Valladolid) y, después, en la aldea de Cuacos de Yuste. Negó los rumores que circulaban sobre el verdadero parentesco de su protegido, hasta que Felipe II lo reconoció como su hermanastro en 1559, siguiendo lo establecido por su padre en el codicilo de 1554. En este sentido, se trataría de una alusión cómica a la vida retirada del mundo de quien luego destacaría como militar y hombre de estado en Europa y Oriente: así como Quijada enterró en vida a Juan de Austria, los lamentos de sus compañeros hacen lo mismo con Pizarro, deteniendo la gesta del conquistador. El carácter metateatral del gracioso justifica que esta alusión a la historia española se ponga en labios de Tucapel vv. 1502-1503 golpe de la peña: Calderón podría haberse inspirado en la muerte de Juan Pizarro, provocada por una pedrada en el asedio del Cuzco por las tropas de Manco Inca (Valbuena Briones, 1977a, p. 221), episodio que fue dramatizado por Tirso en La lealtad contra la envidia, donde, a pesar de la gravedad de la herida, el conquistador se resiste a abandonar el campo de batalla y anima a sus compañeros a continuar la lucha: «Un dardo arrojadizo en la cabeza / probar ha pretendido / si soy mortal. No es nada […] / ¡Al asalto, famoso don Fernando! / Crezca en la multitud nuestro enemigo, / no en la fortuna que te está adulando. / ¡Volvamos a ganar la fortaleza!» (vv. 1538-1540, 1650-1653). vv. 1506-1507 quien invoca a María aun de más riesgos se salva: según san Buenaventura, la Madre de Cristo concedía salud a todos los que invocaban su nombre: «Como si fuera lo mismo invocar el nombre de María que alcanzar la salud eterna» (Ligorio, Las glorias de María, p. 264). 26

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para que vuelva a emplearla en su servicio, ¡ea, amigos, volvamos a las escalas, que hoy en la corte del Cuzco hemos de entrar si esa valla primera rompemos, antes que a socorrerla mañana, según dicen las espías, en persona llegue el Guáscar con inmensas gentes!

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Almagro

¿Quién lo duda si en esperanza de propagación de fe y honor de María se ensalzan la invocación de su nombre en ti y en Pedro de Candia la exaltación de la cruz, pues vemos que en las montañas, como a árbol prodigioso que vence fieras, la exaltan ya infinitos indios?

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v. 1521 valla: «vallado u estacado para defensa» (Aut). Se refiere aquí a las murallas y defensas del Cuzco. Comp. Las armas de la hermosura, OC, I, p. 1278: «interpuso por valla / el bastión de esa rústica muralla»; El castillo de Lindabridis, vv. 1880-1882: «sea / esta línea, pues, la valla / que el paso a todos defienda». v. 1524 espías: durante el cerco del Cuzco un indio cañari que peleaba del lado español aceptó el desafío de uno de los capitanes de Manco Inca (Hist. Gen., lib. ii. cap. 25, p. 127). El cañari lo venció y fue tan bien recompensado por los españoles por su victoria que todo su pueblo empezó a servirles como espías (cap. 26, p. 129). v. 1525 en persona llegue el Guáscar: históricamente la toma del Cuzco tuvo lugar durante el vacío de poder que se produjo entre la muerte de Atahualpa y el nombramiento de Manco Inca. Huáscar ya había muerto (Hist. Gen., lib. i, cap. 33, pp. 62-64) y su hermano, acusado de ordenar su ejecución, había sido ajusticiado por Pizarro en Cajamarca (cap. 36, pp. 66-68). vv. 1533-1536 en las montañas… la exaltan ya infinitos indios: Comp. Hist. Gen., lib. i, cap. 32, p. 61: «Últimamente se admiraron de ver cruces puestas en lo alto de los templos y casas reales, lo cual nació de haber sabido en aquella ciudad [Cuzco] lo que sucedió a Pedro de Candía en Tumpiz con los animales fieros que allí le echaron para que lo despedazaran y que el cristiano les había amansado con la señal de la cruz que en las manos llevaba». 28

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Pizarro

Pues * con estas dos confianzas, ¿qué hay que temer? ¡Ea, españoles, al arma otra vez! *Vanse los tres y soldados, y tocan las cajas. 32

Dentro Unos

¡Al arma, otra vez, fuertes caciques! ¡Viva el Perú! ¡Viva España!

Otros Todos Tucapel

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¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra! Pues nunca en estas andanzas están bien los coronistas donde las flechas alcanzan, ¿qué haré yo de mí? Y más viendo que embisten con furia tanta que habré de llorar mi ruina si ellos su vitoria cantan, pues en venciendo me quedo en mi patria sin mi patria, y si quiero irme, a peligro es de la vida. ¡Oh, mal haya aquella sacerdotisa, pues por volver a buscarla con Yupangui a mí me toca todo el daño! Y pues de nada * ella se duele, ¡oh, si hallase * de cuantos demonios hablan en nuestros ídolos uno que a costa de vida y alma me diga lo que he de hacer! 33

1545

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1555

1560

Sale la Idolatría.

v. 1539 acot. Enmiendo con VT la salida de los soldados. vv. 1559-1560 cuantos demonios hablan en nuestros ídolos: los ídolos tienen boca, pero no hablan; ojos, pero no ven (Salmos 115, 5). Si parece que hablan es por la acción del Demonio y siempre en respuesta a la invocación del hombre. 32

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Idolatría

Sí habrá, pues que tú le llamas, que esa es la razón con que * Dios la cadena me alarga. Vente, Tucapel, conmigo, que yo te pondré en tu casa. * (Aparte.) (Por lo que en ella me importas para que vuelva a sus aras la hurtada víctima al Sol.) 34

Tucapel

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1565

1570

¿Quién eres tú que me agarras sin que te vea? 35

Idolatría

Quien puede, abreviando las distancias * que hay desde el Cuzco a tu patria, valle de Copacabana, llevarte sin que te vean las más vigilantes guardas, solo a precio de que tú por mí en el camino hagas primero la diligencia que te dictaren mis ansias.

1575

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vv. 1564-1565 es la razón con que Dios la cadena me alarga: la comparación del Demonio con un perro es atribuida a san Agustín, pero proviene de Cesáreo de Arles (Flasche, 1984, p. 337; 1985, p. 56). Atado a una cadena, ladra, pero no puede dañar al hombre. Si actúa a pesar de esta sujeción, es porque el mismo hombre se acerca y busca ser mordido por él, como sucede aquí con Tucapel que ha invocado a Idolatría (vv. 1558-1562). Comp. El segundo blasón de Austria, vv. 905-908: «Tras él iré hasta que vea / el término a que le alarga / Dios la arrastrada cadena / para mayor gloria suya»; El viático cordero, vv. 348-354: «hay pluma que compara / al demonio a un can rabioso, / a quien atraílla y ata / dura cadena, y no puede / extender a más su rabia, / que el eslabón a que el dueño, / o la retira o la alarga». vv. 1571-1572 ¿Quién eres tú que me agarras sin que te vea?: adivinanza, cuya respuesta es el viento (ver nota v. 1094), elemento con el que Idolatría se identifica, de ahí que a continuación preste sus alas a Tucapel (v. 1593). v. 1581 dictar: «inspirar o sugerir varios impulsos o movimientos del ánimo» (Aut). Comp. Los cabellos de Absalón, OC, I, p. 693: «No lo sé, porque ahora / no me dicta el espíritu que mora / en mi pecho». 34

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Tucapel

Si tienes tanto poder, ¿cómo no la haces tú y tratas de que un hombre la haga? 37

Idolatría

Como no puedo yo cara a cara oponerme a quien me opongo. Y así, es fuerza que me valga del hombre, que él, poseído * de mí, dándome él la entrada, basta a cometer delitos a que el Demonio no basta.

1585

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Tucapel

¿Y cómo ha de ser el irme?

Idolatría

Prestándote yo mis alas.

Tucapel

¿De qué suerte? De esta suerte.

Idolatría

¡Ministros en quien entabla su imperio la Idolatría, dad al viento mi esperanza! Tucapel

1590

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¿Pues soy tu esperanza yo? *En un pescante desaparece Tucapel. 39

vv. 1583-1584 ¿cómo no la haces tú y tratas de que un hombre la haga?: el Demonio, si bien es un ser poderoso (ver nota vv. 701-702), necesita del hombre para llevar a cabo sus acciones. Desde el Génesis, cuando incitó la desobediencia de Adán y Eva, hasta los Evangelios, cuando intentó tentar a Cristo (Mateo, 4, 1-11), ha buscado desviar la salvación, pero siempre ha requerido del hombre para cumplir dicho fin, pues él solo no puede oponerse a Dios. v. 1588 poseído: en la posesión el Demonio se instala en el interior del hombre, apoderándose de su cuerpo, de modo que el poseso se convierte en su instrumento. Así, Idolatría hablará por medio del endemoniado Tucapel (vv. 1602-1603, 1864-1865). Además, aquí se repite la idea de que el Demonio actúa por solicitud del hombre, pues ha sido el mismo Tucapel quien ha dado a Idolatría entrada a su cuerpo (v. 1589). Con todo, esta posesión también es resultado de un pacto demoniaco, ya que Idolatría ofrece llevar al gracioso hasta Copacabana a cambio de que le haga una diligencia (vv. 15721581). En el José de las mujeres, Calderón representó una polémica posesión, en la que el Demonio se apodera de un cuerpo muerto (ver Rubiera, 2006, 2011). v. 1598 acot. pescante: mecanismo de tramoya de elevación y descenso para los vuelos de los personajes. Para una descripción detallada, ver Rodríguez G. de Ceballos, 1989, 37

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Idolatría

Eres quien ha de lograrla, pues, revestido en ti el fiero espíritu de mi rabia, tuyas han de ser las voces, pero mías las palabras * cuando, diciendo su efecto el trance de esta batalla, digan el suyo mis iras. Y hasta entonces, en dos varias partes suene el eco aquí diciendo unos…

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Las cajas a rebato. 41

Dentro Idolatría

¡Arma, arma! … y allí repitiendo otros…

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*Otra caja a lo lejos a marchar. 42

Otros

¡Alto y pase la palabra! 43

pp. 56-57; Ruano de la Haza y Allen, 1994, pp. 471-479. Enmiendo la posición de la acotación, pues aparece antes del último parlamento de Tucapel. vv. 1604-1606 diciendo su efecto… digan el suyo mis iras: el efecto del trance de la batalla se refiere al resultado del enfrentamiento entre incas y españoles, en el cual Idolatría busca intervenir por medio de Tucapel. v. 1609 acot. a rebato: son que acompañaba «la defensa que se hace al fraudulento y súbito acometimiento del enemigo, porque él viene a batir, que es herir, y salimos a rebatirle» (rebato, Cov.). Comp. La divina Filotea, vv. 1287-1289: «Mundo, tocad a rebato / y apercebid vuestras fuerzas / para el asalto»; Tirso, Amazonas en las Indias, vv. 11811182: «Tocó después a rebato / el hambre en la gente viva». v. 1610 acot. a marchar: «son que toca el tambor o suena el clarín, con que da a entenderse pongan en marcha los soldados» (marcha, Aut). Los indios que defienden el Cuzco tocan las cajas a rebato, mientras que la marcha proviene del ejército de Guáscar que se acerca a la ciudad y aparece en la siguiente escena. Comp. La divina Filotea, v. 583 acot.: «Cajas y trompetas a marchar»»; La exaltación de la cruz, OC, I, p. 934: «a marchar / toca y a su templo vamos, / que tengo de entrar en él». v. 1611 pase la palabra: término militar, «cuando se quiere que con brevedad llegue una noticia u orden desde la vanguardia a la retaguardia o al contrario, pasando de una fila a otra, u de un cuerpo a otro; como cuando se quiere hacer alto, se dice “alto y pase la palabra”» (Aut). Comp. Amar después de la muerte, vv. 1800-1801: «Lope. […] ¡A Galera marche el tercio! / Un soldado. ¡Pase la palabra! Otro. Pase»; El indulto general, vv. 1355-1358: «Pase la palabra / de que ya se acerca, / en el rey del Austria, / el esperado bien de su esperanza». 40

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LA AURORA EN COPACABANA

Idolatría

… conque a un mismo tiempo yo, entre horrores y venganzas, entre escándalos y estruendos, diré influyendo en entrambas… 44

Todos

¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!

Otros

¡Alto y pase la palabra!

1615

*Con esta repetición, sonando a una parte el rebato y en otra la marcha, sale Inga con los indios que pueda, armados a su modo, y el sacerdote, y vase la Idolatría. 45

Inga

Supuesto que ya la noche, cubierta de sombras pardas, nos va retirando el día de aqueste monte en la falda, podrá restaurar la gente las fatigas de la marcha para que con nuevo aliento al amanecer mañana demos vista a la ciudad llamando a campal batalla a sus sitiadores, ya que el socorrerla y librarla a que yo en persona venga me obliga. 46

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v. 1615 influyendo en entrambas: el Demonio, como enemigo de Dios y el hombre, aparece como el promotor de las guerras de la conquista: «Mas el Demonio, enemigo del género humano, procuraba en contra con todas sus fuerzas y mañas estorbar la conversión de aquellos indios […] Y así levantaron las guerras que poco después hubo entre indios y españoles» (Hist. Gen. lib. ii, cap. 6, p. 89). v. 1617 acot. Agrego la salida de Idolatría. v. 1619 sombras pardas: imagen poética del anochecer (ver nota v. 783), de ahí el refrán: de noche todos los gatos son pardos (Aut). Comp. La estatua de Prometeo, vv. 6-8: «más cuando baja / la noche, sus verdes riscos / vistiendo de sombras pardas»; Primero y segundo Isaac, vv. 1205-1206: «ya es hora que el sol trueque / sus luces a sombras pardas». v. 1626 dar vista: «Avistar una cosa, empezar a verla» (Aut). Comp. Mujer, llora y vencerás, C,V, p. 346: «ya Federico llega / dando vista a estas murallas / en fe de tu libertad». v. 1627 batalla campal: «la que se da entre dos campos de poder a poder» (Aut). Comp. Fineza contra fineza, C, IV, p. 1238: «Si ya en la campal batalla, / atropellado lo fuerte, / te coronas vencedor»; Origen, pérdida y restauración de la Virgen del Sagrario, C, II, p. 506: «Trabada dura la campal batalla». 44

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Sale Yupangui. Dame tus plantas.

Yupangui Inga

¡Oh,Yupangui, bienvenido seas!

Yupangui

Quien llega a besarlas fuerza es serlo. ¿Qué responde

Inga Atabaliba? Yupangui

La Fama le tenía ya informado de esta prodigiosa entrada que han hecho los españoles y antes de oír tu embajada dijo que él mismo vendría a darte auxiliares armas. 49

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Inga

¡Con qué vergüenza lo escucho, ofendido de que hayan cuatro desnudos, descalzos y hambrientos hombres en tanta confusión puesto mis gentes que sea fuerza que me valga

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v. 1635 Fama: «Mujer vestida con sutil y sucinto velo, puesto de través y recogido a media pierna, que aparece corriendo con ligereza. Tiene dos grandes alas, yendo toda emplumada, poniéndose por todos lados tantos ojos como plumas tiene, y junto a ellos otras tantas bocas y otras muchas orejas. Sostendrá con la diestra una trompa» (Ripa, Iconología, vol. 1, pp. 395-396). Comp. Hado y divisa de Leonido y Marfisa, C, V, p. 203: «Fama. (Canta.) Venga a noticia de cuantos / en uno y otro confín, / sin dejarse ver la Fama / la Fama se deja oír». v. 1639 embajada: «comisión, encargo o negocio que lleva el embajador para el príncipe a quien es enviado» (Aut). Comp. Los hijos de la Fortuna, Teágenes y Cariclea, C, III, pp. 364-365: «habiendo tenido avisos / de que envía una embajada / Persina, de Etiopía reina»; La sibila del Oriente, C,V, p. 865: «yo he de llegar allá / primero con tu embajada». vv. 1643-1646 hayan… en tanta confusión puesto mis gentes: Comp. Hist. Gen., lib. ii, cap. 25, p. 125: «mandó el inca llamar los capitanes y en público los reprendió ásperamente la cobardía y flaqueza de ánimo que aquel día habían mostrado, que huyeron tantos indios de tan pocos viracochas cansados y muertos de hambre». 49

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de mi hermano y mi enemigo, solo en fe de la ventaja que artificiales sus rayos llevan a nuestras aljabas! En llegando a ponderar que en una y otra campaña, si se contara la gente, más de mil indios se hallaran para cada español, pierdo el juicio, la vida, el alma y no sé… Dejadme solo. Idos todos, que se arranca el corazón y no quiero que nadie me vea en la cara el semblante de la ira sin ver el de la venganza. 52

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Yupangui Sacerdote

¿Qué estraño furor es este que su sentido arrebata?

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No sé más de que estos días le aflige. *Vanse los soldados y el sacerdote.

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Inga

Tú no te vayas, Yupangui.

v. 1648 mi hermano y mi enemigo: antes (vv. 971-972) se había revelado las tensiones que se produjeron en la partición del imperio. Aquí se muestra la actualidad de tales diferencias. El cogobierno de los dos hermanos se muestra como una engañosa apariencia que busca esconder las violentas tensiones de un imperio fracturado. En Calderón la guerra intestina supone la desintegración total (Arellano, 2009, p. 16). v. 1649 en fe: en consecuencia (Aut). v. 1650 artificiales sus rayos: el fuego de los cañones españoles. v. 1652 ponderar: «examinar, considerar y pensar con particular cuidado, atención y diligencia una cosa» (Aut). Comp. Con quien vengo, vengo, OC, II, p. 1162: «Ponderar conviene, pues, / qué he de hacer en este caso»; El santo rey don Fernando (primera parte), vv. 597-599: «No me respondas agora, / sino pondera y repara / su verdad». vv. 1655-1656 más de mil indios se hallaran para cada español: Comp. Hist. Gen., lib. ii, cap. 24, p. 124: «para cada español había mil indios». v. 1667 acot. Agrego la salida del sacerdote. 52

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Yupangui Inga

Siempre yo estoy * atento a ver qué me mandas. Oye, pues solo contigo pueden descansar mis ansias. Desde el día, ¡ay infelice!, que te mandé que libraras aquella sacerdotisa todo es para mí desgracias, sin que el mandarte después que en su suerte la dejaras baste a que el Sol me remita de aquella primera instancia la culpa, pues en castigo trae contra mí tan estrañas gentes como si el faltar después fuese por mi causa.

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Yupangui

Inga

* Ya que el querer impedir un sacrificio le agravia, ¿por qué no mandas que otro igual a aquel satisfaga sus sentimientos? Porque cuando lo intento declaran los sacerdotes del Sol, que sus sacros ritos mandan, que en echándose una vez la suerte, por que no haya favor o pasión que escuse * a aquella sobre quien caiga, * no pueda, hasta que ella mesma

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v. 1678 remitir: «perdonar o absolver de alguna culpa o delito» (Aut). Comp. La inmunidad del sagrado, vv. 1142-1144: «es en tanto / más rey en cuanto más / remite sus agravios». v. 1679 primera instancia: si bien se trata de un término jurídico, aquí remite al sentido de instancia como «la fuerza y el ahínco con que alguna cosa se procura» (Cov.). Se refiere a la primera reacción de Guáscar, dominado por su pasión hacia Guacolda, la que fue encomendar a Yupangui su liberación, oponiéndose así al mandato del Sol. vv. 1682-1683 el faltar después: la posterior ausencia de Guacolda. 58

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sea la sacrificada, echarse otra suerte.Y esto dejado a sus observancias, ¿cómo pudo una mujer intentar fuga tan ardua? Yupangui

Si es fácil amar, señor, dos a una hermosura rara * y fácil dar en un mismo pensamiento dos que aman, ¿qué admiras que otro intentase lo mismo y que… 61

Inga

¡Calla, calla!, que son mucho mal los celos * para que el desdén les hagas de acuadrillarlos con otros cuando ellos a matar bastan. Mas no a mí, que en mí no hay celos. 62

Yupangui

¿Por qué?

Inga

Por la confianza de que aquí no hubo segundo amante.

Yupangui Inga

¿De qué lo sacas? Si soberana deidad * tanto mi vida amenaza, que no menos que de siglos alimentó mi mudanza, ¿cómo había de dejar, siendo deidad soberana, sin temor a otro?

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v. 1705 pensamiento: «intento, designio, ánimo u voluntad de alguna cosa» (Aut). Comp. Amigo, amante y leal, C, V, p. 1185: «¿Qué ha sido tu pensamiento, / llamando a Félix así?»; La cisma de Ingalaterra, vv. 1345-1347: «Palabra te daré aquí, / con solemne juramento, / de ayudar tu pensamiento». v. 1710 acuadrillar: agrupar, reunir, juntar.Yupangui desdeña (v. 1709) el mortal mal (v. 1711) que son los celos al querer agregarlos a los otros pesares que Guáscar ya está soportando. v. 1719 mudanza: «inconstancia o variedad de los afectos y dictámenes» (Aut). 61

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Yupangui

Inga

Yupangui

Bien dices. (Aparte.) (Quédese con su ignorancia, que a mí me está bien que nunca en que hubo otro amante caiga.) Es sin duda que ella, o mal * conforme o desesperada, del templo se huyó. El asombro no es ese, sino que haya ocultádose de suerte que diligencias tan varias no la hayan hallado. ¿Cuál será el centro que la guarda? Eso es lo que yo no puedo * decir. (Aparte.) (¡Ay, Guacolda amada, y como que es verdad, pues no puede decir quien te ama ni el villaje que te esconde ni el traje que te disfraza!)

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Inga

Supuesto que en que parezca estriban las esperanzas de que el Sol se desenoje para que venzan mis armas, ya que todos por vencidos se dan de que no la hallan, haz tú por mí la fineza de ser quien ponga en buscarla desde hoy nuevos medios.

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Yo

Yupangui te doy, señor, la palabra, en habiéndote asistido

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v. 1738 villaje: «Población corta y abierta» (Aut). Comp. Los alimentos del hombre, vv. 354-356: «más que una campaña estéril, / sin un hombre que la habite / ni un villaje que la pueble»; El sitio de Breda, C, I, p. 973: «en este villaje estabas, / que está apenas media legua / de la villa». 64

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en la facción de mañana —que no es bien desparecerme víspera de una batalla—, de ir a buscarla con tal deseo, cuidado y ansia * que ni descanse ni duerma ni sosiegue hasta encontrarla. Y así, si me echares menos, no preguntes por mí, a causa de que en busca de Guacolda estoy. 65

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Inga

*

Yupangui

* (Aparte.) Cree que he de hallarla, aunque sus recatos digan…

Voces

* (Dentro.) ¡Sepúltennos las entrañas de los montes, pues nos echa de las suyas nuestra patria!

Inga

¿Qué confusas voces son * las que parece que hablan en nombre suyo, pues dicen…

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Otra vez me abraza, que bien de ti esa fineza fío.

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v. 1751 facción: «Acometimiento de soldados o ejecución de alguna empresa militar para ganar honra y gloria contra los enemigos» (Aut). Comp. Amar después de la muerte, vv. 596-599: «Como quien ha tenido / fortuna de haber sido / en ocasión soldado / que haya en facción tan grande militado»; El segundo Scipión, OC, I, p. 1481: «si intenta Scipión / alguna heroica facción, / no sé a qué estoy obligado». v. 1752 desparecer: desaparecer. Comp. Apolo y Climene, C, IV, p. 1096: «Ni yo del incendio / que fingió al desparecerse»; La primer flor del Carmelo, vv. 198-200: «de cabras y ovejas / el número desparece / los collados». v. 1758 echar menos: echar de menos. Comp. El conde Lucanor, C, IV, p. 949: «si me echares menos / […] ten entendido (¡ay de mí!) / que me he ausentado a no ver / cara a cara mis desdichas». v. 1770 en nombre suyo: en nombre de Idolatría, pues aparecen solo como voces y anuncian la destrucción del imperio de los incas, con lo que esta había amenazado a Guáscar si no cumplía con el sacrificio de la sacerdotisa. 65

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(Dentro.) ¡Sean tumbas las montañas, que antes nos entierren vivos que esclavos!

Voces

Inga

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*

¡Ah de la guardia! ¿Qué voces aquesas son?

Sale el sacerdote. Sacerdote

De tropas que desmandadas con sus mujeres y hijos y ancianos en mil escuadras huyendo a ampararse vienen de los montes.

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Inga

Pues ¿qué causa puede obligarles a tanto desorden?

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Sale Tucapel. Tucapel Inga

Oye y sabrasla. Sin duda traes malas nuevas, pues a todos te adelantas. ¿Quién eres? 71

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Tucapel

El indio soy que cautivó en esa playa aquel primero español que en ella puso las plantas. Con él fui y volví con él sin poderme librar hasta

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v. 1771 Completo: Dentro. v. 1777 escuadra: aquí aparece en su sentido más amplio de cuadrilla: «junta de muchas personas para algún intento o fin determinado» (Aut). v. 1782 nueva: «especie o noticia de alguna cosa que no se ha dicho o no se ha oído antes» (Aut). Comp. Argenis y Poliarco, vv. 2710-2713: «No quise que otro viniera, / hermosa Hianisbe, a dar / estas nuevas y a ganar / las albricias tuyas»; De un castigo, tres venganzas, OC, I, p. 192: «Esta la ocasión / fue de mi tardanza, y estas / las malas nuevas que traigo». vv. 1782-1783 Sin duda traes malas nuevas, pues a todos te adelantas: era una idea tópica (que se integró al refranero) que las malas noticias llegan más rápido que las buenas. En este caso, las malas noticias literalmente vuelan gracias a las alas que Idolatría ha prestado a Tucapel (v. 1593). 69

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que la confusión de hoy me ha dado la puerta franca, pues habiendo la ciudad entrado a fuerza de armas los españoles, en tanto que hidrópicamente apagan en su saco las dos sedes de riquezas y viandas; en tanto que por salvar las vidas la desamparan sus naturales dejando bienes, familias y casas sin poner en más la mira que en el celo con que sacan los ídolos de los templos a fin de que sus estatuas sin ultraje se retiren en la custodia y la guarda del mayor adoratorio del Sol, que es Copacabana… En fin, en la confusión de hoy, logrando mi esperanza

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v. 1791 puerta franca: «entrada u salida libre» (Aut). Comp. Amar después de la muerte, v. 3129: «hacedme esa puerta franca»; El indulto general, vv. 1696-1698: «venid todos, venid todos, / que ya está la puerta franca / por donde salgáis». v. 1793 a fuerza de armas: «modo de tomar una plaza sin que medien partidos o capitulaciones» (Aut). Comp. La exaltación de la cruz, OC, I, p. 926: «A esta […] puso cerco, / a quien por fuerza de armas, / sin esperar el asedio, / intenta ganar». v. 1795 hidrópico: insaciable. La enfermedad de la hidropesía (ver nota v. 2882) se vinculaba con la avaricia: «así como el hidrópico, mientras más bebe, tiene más sed; así el avaro, mientras más rico, desea tener más» (Aut). v. 1796 saco: saqueo (Aut). La toma y saqueo del Cuzco tuvo lugar el 14 de noviembre de 1533 y no el 15 (Busto Duthurburu, 2001, pp. 635-637). A pesar de que se omiten los motivos venales de la conquista y se enfatiza su dimensión evangelizadora (vv. 563-565), Calderón no niega el saqueo de las riquezas del Cuzco por las tropas de Pizarro. v. 1802 poner la mira: «Hacer elección de alguna cosa, poniendo los medios necesarios para conseguirla» (Aut). Calderón enfatiza así el dominio de Idolatría sobre los habitantes de la capital del imperio inca. Fuera de sus vidas, estos solo se preocupan por salvar las estatuas de sus ídolos. 73

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vengo sin que lo veloz sea en fe de traer las malas nuevas, que quizá podrá hacer buenas una traza, con que pérdida tan grande se trueque en mayor ganancia. Los más principales cabos de esa española canalla, con los más soldados suyos, * alojan en el alcázar de los ingas. Este tiene, al reparo de las aguas que suelen de la ciudad inundar calles y plazas entre otras muchas surtidas, una mina que desagua 78

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v. 1815 traza: plan o medio ideado «para la conservación y logro de algún fin» (Aut). Comp. Tu prójimo como a ti, vv. 1888-1890: «Mas valida de una traza, / yo haré que tanto le pese / que flaco y rendido caiga»; El verdadero Dios Pan, vv. 247-249: «Busca, pues, en tu estación / algún modo, alguna traza, / que la obligue a que descienda». v. 1818 cabo: los cabos de escuadra eran soldados «nombrados por el capitán para mandar en los cuarteles y salir mandando las escuadras cuando van a mudar los centinelas, […] exentos de hacer centinelas y gozan más sueldo» y el cabo de milicia era el «oficial que manda a otros o a quien se le encarga alguna función» (Aut). Comp. Amar después de la muerte, vv. 1179-1181: «viene por cabo suyo / un soldado, a quien debiera / hacer estatuas la fama»; El gran príncipe de Fez, C, IV, pp. 560-561: «había de encomendarlas / a cabo, cuyo denuedo / te acompañase en la lid». v. 1819 canalla: «gente baja y ruin, de viles procederes, y propria para causar daños y alborotos» (Aut). Comp. El sitio de Bredá, C, I, p. 980: «¡Oh, qué maldita canalla! / Muchos murieron quemados, / y tanto gusto me daba / verlos arder». v. 1821 alcázar: «Fortaleza, casa fuerte, castillo o palacio de reyes, fortificado para seguridad y defensa de las personas reales» (Aut). Comp. Ni amor se libra de amor, C, III, p. 869: «¡Qué alcázar tan eminente! / ¡Qué suntuoso palacio!». v. 1823 reparo: «Restauración, recuperación o remedio» (Aut). Aquí la mina junto al alcázar (v. 1827) sirve como remedio para la inundación de la ciudad. Comp. La nave del mercader, vv. 1256-1258: «Con todo eso / podrá ser algo si no / se acude al reparo presto». v. 1827 mina: «Conducto artificial subterráneo que se encamina y se alarga hacia la parte y a la distancia que se necesita para los varios usos a que sirve, que el más común es para la conducción de las aguas» (Aut). Sobre su empleo en el teatro calderoniano, ver Rull, 2002. Comp. Apolo y Climene, C, IV, p. 1046: «¡Oh, nunca / aquesta maldita 78

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cerca de aquí, cuya boca es preciso que, ignorada de hombres tan recién venidos, * esté a estas horas sin guardas. Y si por ella, eligiendo el cabo de mayor fama, hicieses que con la gente también de más importancia la mina entrase llevando seca fajina a la espalda y oculto fuego, no dudes que, si por el pie la llama prende una vez, vuele todo, pues su arquitectura rara toda es preciosas maderas. Y más si a este tiempo mandas que se inficionen las flechas, en vez de nocivas plantas, de embreadas cuerdas que, entre piedra y pluma, al asta pendientes, el aire corten

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lengua / […] dicho hubiera / de estos condutos del agua / la oculta mina secreta / que va a los jardines!». v. 1833 fama: «opinión común de la excelencia de algún sujeto en su profesión o arte; y así se dice “predicador de fama”, “médico de fama”» (Aut). Comp. Lope de Vega, El acero de Madrid, v. 441: «Es estudiante de fama»; id., Peribáñez y el Comendador de Ocaña, vv. 2126-2128: «está su silla vaca / por la muerte de don Pedro / Tenorio, varón de fama». v. 1837 fajina: «leña ligera para encender» (Aut). Comp. Cabrera, Historia de Felipe II, lib. x, cap. 3, p. 625: «en la noche llegaron con barriles de brea y haces de fajina a quemar el rastrillo de la puerta». v. 1839 pie: «parte inferior de una cosa, sobre la que está lo demás» (Aut). Alude al pie del alcázar. Comp. Andrómeda y Perseo, vv. 702-704: «algún áspid ponzoñoso / de los muchos que enroscados / quedan al pie de esos troncos»; La torre de Babilonia, vv. 11111112: «ellos son unas plantas / que al pie del monte madrugan». v. 1840 volar: «ir con gran prisa y aceleración, y se extiende a las cosas inmateriales» (Aut). Aquí se aplica al fuego que se expandirá rápidamente por todo el alcázar de madera (v. 1842). v. 1844 inficionar: «Llenar de calidades contagiosas, perniciosas o pestíferas» (Aut). En lugar de inficionar las flechas con venenos vegetales (v. 1845), se atan a lo largo de sus astas («entre piedra y pluma», v. 1847) cuerdas impregnadas con brea. 84

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y, medida la distancia por elevación, hicieses darlas fuego al dispararlas, siendo como son los techos betúmenes de enea y paja, será fuerza que, volando en cada saeta una ascua, sean también rayos nuestros adondequiera que caigan. Y pues a darte este aviso y este arbitrio me adelanta quizá alto espíritu que la voz mueve, el pecho inflama, no le desdeñes creyendo que no te habla quien te habla, pues, aunque son mías las voces, no son mías las palabras.

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Vase. v. 1853 betumen: betún «de pez y otros ingredientes que se liquida al fuego para untar como con cola algunas cosas y con facilidad se enciende y arde» (Aut). Aquí une la enea y la paja de los techos, con lo que se enfatiza su carácter inflamable. Comp. Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, lib. xxxiii, cap. 46, p. 221: «un betumen de cal muy bueno juntaba las piedras tan fuertemente como si así juntas nascieran»; Torquemada, Jardín de flores curiosas, II, p. 200: «hay en la isla de Cuba […] una fuente que mana un licor o betumen que parece pez, el cual es de tanto provecho, que con él se empegan los navíos y les dan carena». Enea: «hierba que nace en partes húmedas y de ordinario en medio de los arroyos, la cual arroja unas pajas o vástagos gruesos como un dedo y muy altos, a manera de juncos, pero estoposos y endebles, de que se forman esteras» (Aut). Comp. Cobo, Historia del Nuevo Mundo, lib. iv, cap. 2, p. 157: «De la enea seca hacen los indios del Perú esteras y balsas»; Comentarios, lib. iii, cap. 15, p. 117: «Demás de esta buena paja se cría en la ribera de la laguna Titicaca grandísima cantidad de juncia y de espadaña, que por otro nombre llaman enea». v. 1855 ascua: «madera, carbón u otra materia encendida y traspasada de fuego» (Aut). Comp. Entremés de las carnestolendas, Teatro cómico breve, vv. 172-173: «Quiten / de ese brasero las ascuas»; El verdadero Dios Pan, vv. 178-180: «obligada / a subirse a ser estrella / o a reducirse a ser ascua». v. 1859 arbitrio: «medio que se propone extraordinario y no regular para conseguir algún fin» (Aut). Comp. Antes que todo es mi dama, vv. 723-730: «Laura.Yo / ponérmela he deseado, / mas no me atrevo, porque / es tan rica, extraña y bella / que es fuerza repare en ella / mi padre. Beatriz.Yo te daré / un arbitrio con que puedas / ponerla». 89

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Inga

¡Oye, espera! ¡Detenedle!

Sacerdote

Si aun el viento no le alcanza, no es posible.

Inga

Yupangui, bien este aviso declara, pues por sendas nos le envía tan nuevas y tan estrañas, que ya el Sol se desenoja. Y pues empresa tan alta parece que para ti la tuvo el cielo guardada, pues esperó a que vinieses para haber de ejecutarla, de toda esa gente escoge la de mayor confianza * y a ejecutar la sorpresa parte, que en tu retaguardia, porque en todo trance tengas segura la retirada, con todo el grueso iré yo guardándote las espaldas.

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Yupangui

Por tanto honor tus pies beso, que en la guerra cosa es clara que no sirve el que obedece tanto como honra el que manda. (Aparte.) (A obedecerte voy, bien

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vv. 1878-1879 escoge la de mayor confianza: Comp. Hist. Gen., lib. ii, cap. 24, p. 123: «Los indios más valientes que venían escogidos para quemar la casa del inca Viracocha, donde los españoles tenían su alojamiento, acudieron a ella con grandísimo ímpetu y le pegaron fuego desde lejos con flechas encendidas; quemáronla toda y no quedo cosa de ella». v. 1880 sorpresa: «toma o presa que se hace de alguna cosa súbitamente y sin que lo esperase el contrario. Dícese regularmente de las plazas de armas» (Aut). Comp. Fernández de Villalobos, Vaticinios de la pérdida de las Indias, cap. 22, p. 316: «La guarnición es de 500 plazas, que el Morro las ha menester en caso de intentar la sorpresa alguna nación». v. 1884 grueso: «parte principal y más fuerte de algún todo, como el grueso del ejército» (Aut). Comp. El gran príncipe de Fez, C, IV, p. 566: «Pues salgan a socorrerlos / las compañías de guardia, / mientras que con todo el grueso / yo al opósito les salgo». 92

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TEXTO DE LA COMEDIA

que con temor de que vaya Tucapel donde Guacolda está, en la choza de Glauca. ¡Oh, quiera amor que sin verla se oculte!) Vase. Inga

Sin tocar arma, marche el ejército en mudo * silencio. (Aparte.) (No, deidad sacra, * pues no proseguí en mi afecto, * prosigas tú en tu venganza. Que cuando me desengañen ilusiones y fantasmas no ser mi natural padre, al fin no me desengañan no ser mi natural dios, y de un dios ser hijo basta adoptivo para ser del mundo el mayor monarca.) Marche el campo en tal silencio que aun la sordina bastarda no dé el orden. 95

1895

1900

1905

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*Vanse todos y salen Pizarro, Almagro, Candia y soldados. 97

v. 1895 tocar al arma: «tocar a prevenirse los soldados y acudir a algún puesto» (Aut). Comp. Hado y divisa de Leonido y Marfisa, C, V, p. 156: «¿Qué novedad habrá habido / para tocar arma ahora?». v. 1909 sordina bastarda: la sordina era un instrumento de cuerda «de hechura y forma de un violín. Diferénciase en que no tiene más de una tabla ni concavidad». Al llamarla bastarda, «que se desvía y degenera de su primera calidad, ser y pureza» (Aut), aludiría a una forma más simple y rudimentaria de este instrumento, en analogía con la trompeta bastarda: «media entre la trompeta, que tiene el sonido fuerte y grave, y entre el clarín, que le tiene delicado y agudo» (Cov.), que se usaba principalmente en la guerra (DRAE). Comp. El arca de Dios cautiva, vv. 315-316: «la sordina destemplada / y ronco el tambor»; Las armas de la hermosura, OC, I, p. 1296: «los pavorosos acentos / de destempladas sordinas». v. 1910 acot. salen Pizarro, Almagro: ambos conquistadores participaron de la toma del Cuzco, pero no de su defensa. Quienes defendieron la ciudad fueron los hermanos del conquistador: Hernando, Gonzalo y Juan (Hist. Gen., lib. ii, caps. 24-26, pp. 122130). Tirso dramatiza dicha defensa en la segunda jornada de La lealtad contra la envidia 95

96

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LA AURORA EN COPACABANA

Almagro

Pizarro

Pues ya quedan las centinelas dobladas, bien puedes lo que a la noche resta dormir. Vigilancias de un heroico pecho, mientras menos duermen, más descansan. No solo al sueño he de dar * el tributo de esa humana propensión, pero escribiendo lo que de la noche falta he de estar, porque es forzoso que de tan gloriosa hazaña como hoy hemos conseguido lleguen las nuevas a España y sepan dos majestades,

1910

98

1915

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1920

ciñéndose más a las crónicas, de modo que son los tres mencionados hermanos quienes se enfrentan a los sitiadores, a quienes superan gracias a las intervenciones milagrosas de Santiago y la Virgen. v. 1913 vigilancia: la actitud vigilante de Pizarro exalta su figura: «Es tan corriente calificar de vigilantes y despiertos a los hombres de espíritu vivaz que, aunque el nombre de vigilante se refiere en principio a los ojos corporales, […] parece que ese otro tipo de vigilancia o atención se hubiera convertido en su real y verdadera naturaleza». Además, su disposición a escribir (v. 1918) y el tiempo nocturno en el que tiene lugar la escena (v. 1912), que supone el empleo de luz artificial, remiten a la iconografía de Vigilancia, la que aparece llevando un libro en la diestra y una lámpara en la siniestra. Mediante el ejercicio intelectual, representado por el libro, «puede ir haciéndose el hombre vigilante y avisado frente a todos los azares de Fortuna, así como frente a todas las inquietudes y preocupaciones de la mente». Por su parte, la lámpara muestra que «por vigilancia se entiende propiamente el tiempo más adecuado al sueño y el reposo, y por eso llaman los antiguos “vigilias” a algunas horas de la noche, durante las cuales los soldados estaban obligados a permanecer vigilantes, manteniendo la seguridad de los ejércitos» (Ripa, Iconología, vol. 2, pp. 419-420). vv. 1916-1917 no solo al sueño he de dar el tributo: se omite la doble negación; es decir: no solo no he de dar el tributo al sueño. Dar tributo: «sujetarse, rendirse y humillarse a otro, reconociéndole superioridad» (Aut). Comp. Cada uno para sí, vv. 293-297: «Amor, / ofendido del despego / con que su imperio trataba, / sin dar tributo a su imperio, / quiso vengarse de mí». v. 1918 escribiendo: el Inca Garcilaso recoge la versión de que Pizarro no sabía leer (Hist. Gen., lib. i, cap. 38, pp. 69-70), la cual también sigue Tirso en Todo es dar en una cosa, pero sin minusvalorarlo (vv. 1689-1691, 1745-1747, 2178-2179). 98

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Carlos, que en Yuste descansa, y Felipe, que en su nombre * reina, que ya es bien que añadan a los coronados timbres de sus católicas armas las colunas del Perú que, fijas sobre las aguas, con el plus ultra al non ultra las de Hércules aventajan. 101

1925

102

103

1930

104

vv. 1925-1927 Carlos… y Felipe, que en su nombre reina: el monasterio de Yuste fue el lugar donde se alojó y murió el emperador Carlos V tras las abdicaciones de Bruselas (1555-1556), en las que se incluyó la cesión de los reinos hispánicos y de ultramar a su hijo Felipe el 16 de enero de 1656.Vivió en Yuste poco tiempo: desde el 3 de marzo de 1557 (fecha en la que se terminaron las obras de su casa-palacio) hasta el 21 de setiembre de 1558 (fecha de su muerte), por lo que ni la captura ni el asedio del Cuzco tuvieron lugar en el tiempo que aquí Calderón indica. Asimismo, ambos gobernantes sobrevivieron a Pizarro, quien murió en 1541. v. 1928 timbre: «insignia que se coloca sobre el escudo de armas para distinguir los grados de nobleza» (Aut). Comp. El divino Jasón, vv. 557-558: «ya es timbre, ya es corona de la entena / el arco de la paz, el Iris Santo»;Tirso, Todo es dar en una cosa, vv. 3404-3406: «esta Granada / que de cruces coronada / es timbre de mi corona». v. 1929 armas: «blasones y timbres de los nobles […] en los cuales están representadas, como en emblema o jeroglífico, las hazañas que hicieron sus mayores para merecerlos. Llámanse por lo común escudo de armas» (Aut). Comp. El médico de su honra, vv. 29332935: «Los que de un oficio tratan / ponen, señor, a las puertas / un escudo de sus armas»; El nuevo palacio del Retiro, vv. 231-234: «mira / si en ella convienen bien / lirios por armas, y el nombre / de cristiana y de Isabel». vv. 1930-1933 colunas de Perú… las de Hércules aventajan: «al primero lo llaman Abila [monte Hacho en Ceuta], al segundo Calpe [Gibraltar], a uno y otro las columnas de Hércules. La tradición añade leyenda del nombre, que el mismo Hércules separó los montes unidos hasta ese momento en continua cumbre y que el Océano, que antes, por lo tanto, era rechazado por la masa de los montes, se adentró en las partes que ahora anega» (Mela, Corografía, I, 5, p. 35). Separaban Europa de África y marcaban el límite occidental del mundo conocido, de ahí que se las identificase con la expresión: non terrae plus ultra (no hay tierra más allá), la que perdió sentido con los descubrimientos de Colón. Carlos V las había incorporado a las divisas de su escudo de armas (representadas como dos columnas sobre el agua, que se mantienen todavía en el escudo de España), junto con el lema plus ultra (ver Rosenthal, 1971; Mínguez, 2001, pp. 92-93). Aquí Pizarro sugiere que el non plus ultra de las columnas de Hércules sea reemplazado por el plus ultra de las columnas del Perú como nuevo límite del imperio. Comp. Lope de Vega, El Brasil restituido, p. 267: «a Carlos quinto, el Hércules segundo, / que las columnas excedió de España, / imitador valiente, que ponía / las de sus armas donde acababa el día». 101

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Candia

En tanto que desvelado tú en eso la noche pasas, Almagro y yo rondaremos con divididas escuadras el palacio.

1935

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Almagro

Y no será fineza, que su dorada riqueza y sumas grandezas aun más deleitan que cansan. 107

1940

*Vase cada uno por su puerta. Pizarro

Traedme aquí la escribanía y el bufete. Esté la carta escrita, porque con ella

108

109

v. 1936 rondar: «Andar de noche, visitando la ciudad o plaza, para estorbar los desórdenes, el que tiene ministerio a su cargo» (Aut). Comp. De un castigo, tres venganzas, OC, I, p. 190: «con tanta vigilancia / ronda la ciudad de noche»; El médico de su honra, vv. 1405-1406: «Toda la noche rondé / de aquesta ciudad las calles». v. 1937 escuadra: término militar, «cierto número de soldados en compañía y ordenanza con su cabo» (Aut). Comp. La niña de Gómez Arias, C, IV, p. 497: «Perdidos somos: / una numerosa escuadra / cercándonos viene»; La serpiente de metal, vv. 707-711: «al punto se alisten manda / […] de los once tribus, once / las más valientes escuadras». vv. 1939-1941 su dorada riqueza… más deleitan que cansan: Comp. Hist. Gen., lib. i, cap. 32, p. 61: «Los dos compañeros se admiraron grandemente de ver la majestad del Cosco, la grandeza y riqueza de los templos y casas reales, aunque ya entonces con las guerras pasadas de los incas y prisión de Huáscar estaban muy menoscabadas, porque habían escondido la mayor parte de ellas». v. 1942 escribanía: «recado para escribir que se compone de tintero, salvadera, caja para oblea, campanilla y, en medio, un cañón para poner las plumas, lo que modernamente se hace y tiene todo junto en una pieza» (Aut). Comp. El José de las mujeres, C, VI, p. 159: «Eugenia escribiendo en un bufete en que habrá escribanía, luces y libros»; Mejor está que estaba, C,VI, pp. 869-870: «Tráeme luces, / escribanía y papeles / a este aposento». v. 1943 bufete: «Mesa grande o a lo menos mediana y portátil, que regularmente se hace de madera o piedra más o menos preciosa, y consta de una tabla u dos juntas que se sostienen en pies de la misma u otra materia. Sirve para estudiar, para escribir, para comer y para otros muchos y diversos usos» (Aut). Comp. Luis Pérez el gallego, vv. 17071710: «Poned en aquesta sala, / que corre fresco, un bufete / con recado de escribir / y todos esos papeles»; No hay cosa como callar, OC, II, p. 1009: «Y pues hay aquí recado / de escribir, escribir quiero. / Llégame bufete, silla / y luces». 105

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TEXTO DE LA COMEDIA

Fernando, mi hermano, parta al punto que… 110

Voces Pizarro

* (Dentro.)

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1945

¡Fuego, fuego!

Mas ¿quién en confusión tanta ciudad y palacio pone? Iré a ver de qué se causa. Sale Candia.

Candia

* ¿De qué ha de causarse si es un volcán todo el alcázar que del centro de la tierra humo aborta y fuego exhala? De sus bóvedas empieza y es que sin duda minadas los bárbaros las tenían.

1950

111

112

Pizarro

Acudamos a atajarlas.

Candia

Por aquí será imposible, porque el incendio tomadas tiene estas puertas. Pues vamos

Pizarro

1955

1960

por estotra parte. Sale Almagro. Aguarda,

Almagro que no solo…

v. 1945 Fernando: Hernando Pizarro. Participó en el segundo viaje de su hermano al Perú. Estando Atahualpa prisionero en Cajamarca, fue enviado a España para llevar noticias al emperador de lo avanzado en la conquista (Hist. Gen. lib. i, cap. 35, pp. 65-66). Cuando retornó, fue recibido por Pizarro en Lima (lib. ii, cap. 22, p. 119) y le encargó el gobierno del Cuzco, por lo que al poco tiempo se trasladó hacia allá (cap. 23, p. 120). Junto con sus hermanos Gonzalo y Juan, defendió la ciudad del asalto de Manco Inca. v. 1954 bóveda: «cuartos y habitaciones debajo de tierra, aunque no estén labradas en arco» (Aut). Comp. El año santo de Roma, vv. 9-10: «Rásguense las entrañas / el centro que en sus bóvedas me encierra»; La sibila del Oriente, C, V, p. 871: «Mas Semeí, joven valiente / que el calabozo profundo / de esa bóveda conmigo / habita». v. 1955 minada: participio de minar, «hacer y fabricar minas, cavando la tierra, y poniendo artificios de pólvora para volar y derribar alguna cosa» (Aut). Si bien es claro que los incas no utilizaban pólvora, el súbito incendio del alcázar, a los ojos de Candía, parece resultado del empleo de esta técnica militar. 110

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112

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LA AURORA EN COPACABANA

Voces Almagro

(Dentro.)

¡Fuego, fuego!

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… la salida el fuego ataja, pero de un incendio en otro irás a dar cuando salgas. Encendidas flechas tanto del aire la esfera abrasan que en vagas exhalaciones puntas haciendo en su estancia * neblíes de fuego suben y sacres de fuego bajan a hacer la presa.

1965

1970

114

Candia

Unos

Perdidos somos, pues no hay quien nos valga cuando en toda la ciudad común el incendio clama: ¡Que me abraso! ¡Que me quemo!

Otros Unos Otros Unos

1975

¡Virgen pura! ¡Madre intacta! ¡Inmaculada María!

115

v. 1962 Completo: Dentro. vv. 1968-1972 en vagas exhalaciones… bajan a hacer la presa: las flechas suben al cielo como inestables vapores «que se levanta del orbe terráqueo y se enciende en el aire» (exhalación).Tras un tiempo ahí se desvían (hacer punta el halcón, Aut) hacia la tierra. Mientras caen su llama se aviva, de modo que ascienden como neblíes (halcón de 24 cm) y se precipitan como sacres (47-55 cm) contra los españoles. v. 1978 Inmaculada María: la inmaculada concepción es la creencia católica (convertida en dogma en 1854) en que María no había sido alcanzada por el pecado original. El 8 de diciembre de 1661 el papa Alejandro VII la reafirmó en la bula Sollicitudo omnium ecclesiarum; con todo, fue un asunto polémico y tuvo repercusiones en el teatro de la época (ver Cienfuegos Antelo, 2014), que afectaron al mismo Calderón. Como parte de las celebraciones en España por dicha promulgación, compuso el auto Las órdenes militares, que el 12 de junio de 1662 fue prohibido por la Inquisición. El caso ha sido bien estudiado por Ruano de la Haza en su edición de dicho auto. Aquí Calderón celebra esta creencia por medio de los conquistadores, los que, como Gallego anota, la vinculan más adelante con la Trinidad (vv. 2005-2009). Asimismo, el Inca Garcilaso dedicó su Historia General del Perú a la Limpísima Virgen e incluyó un grabado de ella en la portada. 113

114

115

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TEXTO DE LA COMEDIA

Otros

¡María, llena de gracia!

Todos

¡Favor, piedad!

Pizarro

¡Oh, españoles, qué bien vuestra fe declara que ella es sola en las tormentas cabo de buena esperanza! A morir iré con todos, porque con todos añadan mis voces la aclamación.

219

1980

116

1985

Ya que la muerte nos halla, sea con su dulce nombre en los labios.

Candia

*Yéndose. Los tres y todos

¡Madre intacta! ¡Inmaculada María! ¡Favor, piedad!

1990

*Vanse y salen el Inga,Yupangui y todos los indios. 117

Inga

Pues lograda tan felizmente la acción dejas, para que no haya

v. 1983 cabo de buena esperanza: el Cabo de Buena Esperanza se ubica en el extremo meridional del continente africano, en la actual Sudáfrica. Bautizado originalmente como Cabo Tormentoso por el navegante portugués Bartolomé Díaz, el rey Juan II le dio el nombre que hasta ahora conserva por la esperanza que daba del descubrimiento de una ruta occidental a la India. Su uso aquí, más que remitir a dicho lugar geográfico, obedece a la imagen de Cristo calmando la tormenta, que procede de los Evangelios (Mateo 8, 23-27; Marcos 4, 37-41). En Mística ciudad de Dios (lib. viii, cap. 5, pp. 312-314) María de Jesús de Ágreda presenta a la Virgen recibiendo de su Hijo el poder de calmar una tormenta en su camino de retorno a Jerusalén. v. 1991 acot. Inga: históricamente el sitio del Cuzco fue liderado por Manco Inca, hijo de Huayna Cápac, quien se había convertido en inca con la anuencia de Pizarro (Hist. Gen., lib. ii, cap. 12, p. 99). Residió en el Cuzco hasta que, cansado de que se postergase continuamente la devolución de su imperio, se rebeló y sitió la ciudad, que fue defendida por los hermanos del conquistador. Calderón representa como consecutivos dos sucesos separados por años: la toma del Cuzco por Pizarro (14 de noviembre de 1533) y su cerco por Manco Inca (entre mayo de 1536 y abril de 1537), de modo que el Cuzco es tomado por los españoles y casi inmediatamente llega Guáscar (en quien se subsume a Manco Inca) para intentar su liberación. 116

117

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LA AURORA EN COPACABANA

tan generosa osadía que española salamandra se atreva a salir del fuego, toda la ciudad sitiada tened y dé en nuestras flechas * quien saliere de sus llamas. 118

Yupangui

¿Quién ha de salir no habiendo * átomo que no sea brasa y ya los gemidos suenan en voces tan desmayadas que apenas se oyen o escuchan?

1995

2000

119

*Dentro, a lo lejos y bajas todas estas voces. Pizarro

Hija, elegida sin mancha, del Padre…

Candia

Madre del Hijo, doncella y fecunda…

Almagro

Casta Virgen, Esposa del Santo Espíritu…

Pizarro

2005

Tú nos salva.

Candia y Alm. * Tú nos favorece. 120

Todos

* Tú * nos socorre y nos ampara.

2010

v. 1995 salamandra: si un español consiguiese escabullirse del fuego, tendría que tener las cualidades de esta especie de lagartija «tan fría que pasando por las ascuas las mata como si fuese puro hielo» (Cov.). Junto con el ave fénix, se la relacionaba con el motivo de la vida y la renovación. Comp. Amar después de la muerte, vv. 2930-2932: «quien por medio de las llamas / penetré la villa, siendo / su racional salamandra»; La sibila del Oriente, C,V, p. 859: «en cuya llama sabea / salamandra el sol se abrasa, / fénix el sol se renueva». v. 2001 átomo: «por ponderación cualquier cosa pequeña y en especial lo usan mucho los poetas» (Aut). Es decir, nada (ni siquiera lo más diminuto) se salva de las llamas. Comp. Andrómeda y Perseo, vv. 1172-1174: «cuya sabiduría, / árbitro de tierra y cielo, / no hay átomo en que no asista». vv. 2010-2011 Enmiendo con VT la disposición del verso: Cand. Tú nos favorece. Alm. Tú / Todos. Nos socorre y nos ampara. 118

119

120

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TEXTO DE LA COMEDIA

Inga

¿Quién será esta a quien invocan?

Yupangui

Quien no les responde.

Inga

Calla y volvamos a escuchar, pues tan bien suenan sus ansias.

221

2015

*La Música en lo alto. Música

El que pone en María las esperanzas de mayores incendios no solo salva riesgos de la vida, pero del alma.

Yupangui

¿Qué es esto? ¿Tristes lamentos de un instante en otro pasan a ser dulces armonías de sonoras voces blandas?

2020

*Tocan las chirimías y baja de lo alto, donde estará la Música, una nube hecha trono, pintada de serafines, y en ella dos án121

v. 2022 acot. chirimía: instrumento musical de madera «encañonado a modo de trompeta, derecho, sin vuelta alguna; largo de tres cuartas con diez agujeros para el uso de los dedos, con los cuales se forma la armonía del sonido según sale el aire» (Aut). Se usa en las apoteosis de los autos sacramentales y comedias. Comp. La cisma de Ingalaterra, v. 2765 acot.: «Tocan chirimías y clarines y salen a la jura los que pudieren, y el Rey y la Infanta, que suben en un trono, a cuyos pies, en lugar de almohada, ha de estar el cuerpo de Bolena»; Origen, pérdida y restauración de la Virgen del Sagrario, C, II, p. 530: «Cúbrese todo el teatro de tafetanes y suenan atabalillos y chirimías y debajo de un dosel están el rey don Alonso y la reina doña Constanza con coronas y cetros». Serafín: «Ángel del primer coro de los nueve celestes de la superior jerarquía» (Aut); «Criaturas celestes dotadas de seis alas con las que se cubren la cara y los pies» (DASC). Comp. El hombre pobre todo es trazas, C, II, p. 656: «que cielo era el que asistía / tan hermoso serafín»; Mejor está que estaba, C, VI, p. 925: «favorecido y feliz / gozaba su paraíso / sin temor de serafín». Imagen de Nuestra Señora: Comp. Hist. Gen., lib. ii, cap. 25, p. 125: «Estando ya los indios para arremeter con los cristianos, se les apareció en el aire Nuestra Señora con el Niño Jesús en brazos, con grandísimo resplandor y hermosura, y se puso delante de ellos. Los infieles, mirando aquella maravilla, quedaron pasmados»; Tirso, La lealtad contra la envidia, v. 1761 acot.: «Nuestra Señora, con una limeta de aguas, se aparece rociando las llamas y volando por encima de los muros». Además de la aparición de la Virgen, el Inca Garcilaso menciona la del apóstol Santiago (cap. 24, p. 125), combatiendo del lado de los conquistadores. Dicha aparición es dramatizada por Tirso: «Baja de una nube sobre un caballo blanco Santiago, armado como le pintan, y húyenle los indios» (v. 1744 acot.), quien identifica esta aparición mariana con la Virgen de la Aurora: «Inga. […] Esta que Aurora se ensalza / que en las armas es Belona, / que de estrellas se corona, / que sol viste y luna calza, / enfrena los elementos, / pos121

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LA AURORA EN COPACABANA

geles que, hincados de rodillas, traerán la imagen de Nuestra Señora de Copacabana con el Niño Jesús en las manos.Y al tiempo que empieza a descubrirse y todo lo que dura el paso hasta desaparecerse, estará nevando la nube y todo lo alto del tablado. Inga

No es eso, no es eso solo lo que admira y lo que pasma, pues del oído a la vista el prodigio se adelanta. ¿No ves, no ves que los cielos sus azules velos rasgan y de ellos luciente nube sobre todo el fuego baja lloviendo copos de nieve y rocío con que apaga su actividad?

2025

2030

122

Yupangui

Y aun más veo, * pues veo que la nube basa, guarnecida a listas de oro 123

2035

tra ejércitos armados, / afemina mis soldados, / llamas hiela y pisa vientos. / Huir, mis indios, huir […] / Unos. (Dentro.) ¡La Virgen Aurora viva! / Otros. ¡Viva el Apóstol Santiago!» (vv. 1770-1789). v. 2032 rocío: los poetas lo llamaban lágrimas de la aurora (Aut). Su relación con el vientre de María es explicada por fray Luis de León: «porque en el aurora cae el rocío con que se fecunda la tierra, prosiguiendo en su semejanza, a la virtud de la generación llamola rocío también.Y a la verdad, así es llamada en las divinas letras, en otros muchos lugares, esta virtud vivífica y generativa con que engendró Dios al principio el cuerpo de Cristo» (De los nombres de Cristo, p. 189). Este milagroso rocío supone la revelación de Cristo, por medio de su Madre, en el mismo centro del imperio inca, manifestación que no puede ser vista por Guáscar y su ejército (vv. 2050-2056) debido a la ceguera de su idolatría, mientras que sí es apreciada por Yupangui en todo su esplendor (vv. 20332046) e incluso se queda fijada en su alma como carácter (vv. 2072-2075). v. 2034 basa: «asiento que guarnece y en que estriba y afirma la coluna, estatua u otra cosa» (Aut). La nube es basa «de una hermosa mujer» (v. 2037); es decir, sirve de pedestal para la imagen de la Virgen. Comp. Argenis y Poliarco, vv. 2462-2463: «Esta sangrienta cabeza / de tus pies coluna y basa»; Origen, pérdida y restauración de la Virgen del Sagrario, C, II, p. 500: «Caiga en un pozo la basa / que sobre sus ondas tuvo / esta máquina». Enmiendo con VT: basa] baja. 122

123

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TEXTO DE LA COMEDIA

y tornasoles de nácar, es de una hermosa mujer que, de estrellas coronada, trae el sol sobre sus hombros y trae la luna a sus plantas, hermoso niño en sus brazos trae también. ¿Quién vio que nazca mejor sol a medianoche, a quien con luces más claras, hijo de mejor aurora, mejores pájaros cantan?

223

124

125

Música

El que pone en María las esperanzas de mayores incendios no solo salva riesgos de la vida, pero del alma.

Inga

Verla intento, pero apenas a ella los ojos levanta la vista cuando un rocío me ciega.

2040

2045

2050

126

Sacerdote

A todos nos pasa lo mismo, que un suave polvo de menuda arena blanda ciegos nos deja. ¡Qué asombro!

Unos Otros

2055

¡Qué maravilla!

vv. 2035-2036 guarnecida a listas de oro y tornasoles de nácar: adornada de rayos dorados y reflejos luminosos. vv. 2039-2040 trae el sol sobre sus brazos y trae la luna a sus plantas: recuerda a la mujer de Apocalipsis 12, 1: «una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies», que algunos comentaristas identifican con María. Comp. La primer flor del Carmelo, vv. 12861289: «¿qué mucho, si del sol vestida, / qué mucho, si de estrellas coronada, / vienes de tantas luces ilustrada, / vienes de tantos rayos guarnecida?». En su edición de dicho auto y a propósito de los dos primeros versos citados, Praga anota que el pintor español Francisco Pacheco en Arte de la pintura (pp. 575-577), siguiendo la descripción de la mujer del Apocalipsis, codificó un modo de representar a la Inmaculada Concepción. vv. 2050-2056 Verla intento… ciegos nos deja: Comp. Hist. Gen., lib. ii, cap. 25, pp. 125-126: «sentían que les caía en los ojos un polvo, ya como arena, ya como rocío, con que se les quitó la vista de los ojos, que no sabían dónde estaban. Tuvieron por bien de volverse a su alojamiento antes que los españoles saliesen a ellos». 124

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LA AURORA EN COPACABANA

*Tropiezan unos con otros como ciegos. 127

Inga

¡Qué magia diréis mejor! Y pues no hay contra ella fuerza humana, ¡acudid a la divina!

Sacerdote

Pues todas nuestras estatuas ya en Copacabana están, ¡todos a Copacabana vamos a pedir en todas clemencia!

Inga

Fuerza es buscarla contra quien apaga un fuego y con otro nos abrasa.

2060

2065

Vanse. Yupangui

Con todos huiré, mas no por el temor que me causa, sino porque en mí conozco que no merezco mirarla. Pero, aunque ya no la mire, tan fija llevo su estampa en mi idea que ha de ser vivo carácter del alma.

2070

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129

130

2075

v. 2057 acot. Enmiendo con VT: unos con otros] todos. v. 2071 no merezco mirarla: ya en su vejez,Yupanqui evitaba el altar de la Virgen «por hallarse indigno de llegarse junto a esta gran Señora, reina de cielos y tierra, y así la tenía tan notable reverencia que no se atrevía a levantar los ojos para contemplar su divina hermosura» (Historia, lib. ii, cap. 34, p. 384). v. 2074 idea: «imagen, representación, memoria de algún suceso que se forma en las potencias» (Aut). Comp. No hay instante sin milagro, vv. 281-282: «ser representable idea / de alegórico concepto». v. 2075 carácter: «Señal, figura o marca que se imprime, graba o esculpe para representar o demostrar alguna cosa con toda claridad y distinción». Calderón la utiliza en sus autos principalmente en su sentido teológico: «la señal espiritual que imprimen en el alma los sacramentos» (Aut), acepción que aquí no corresponde, porque Yupangui todavía no los ha recibido. Comp. El cordero de Isaías, vv. 1953-1957: «que aunque exterior / llega al cuerpo, la mantiene / el alma como carácter / sacrosanto e indeleble / que la imprime»; Psiquis y Cupido (Toledo), vv. 214-217: «te veo / el carácter del Bautismo / indeleblemente impreso / en el alma». 127

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*Vase. Ahora va pasando y salen los españoles, oyendo como elevados las voces. 131

Ángel 1

Católicos españoles, ya María el fuego aplaca, porque perdió su violencia en ella desde la zarza. 132

Ángel 2

Los dos Música

Vivid y venced, pues ya es tiempo que a estas montañas amanezca mejor sol en brazos de mejor alba.

2080

* Y América sepa en la fe de España… … que el que pone en María las esperanzas 2085 de mayores incendios no solo salva riesgos de la vida, pero del alma. Desaparece.

Pizarro

Pues tan milagrosamente vemos que el fuego se apaga

v. 2075 acot. va pasando: alude a la salida de escena de la tramoya que apareció en v. 2022 acot. Esta tramoya, adornada con nubes, que había descendido desde lo alto con la apariencia en la que se encontraba la Virgen, no había llegado al nivel del tablado, sino solo hasta el nivel del suelo del primer corredor. En este momento vuelve a ascender pausadamente hasta quedar cubierta por la cortina del segundo corredor (Ruano de la Haza y Allen, 1994, p. 562). Elevado: participio de elevarse, «transportarse en contemplación levantando el espíritu a la especulación de las cosas inmateriales y divinas que por otro nombre decimos arrobarse» (Cov.). Comp. A María el corazón, v. 515 acot.: «a tiempo que están como elevados Peregrino y Pensamiento sin ver la mudanza»; Alemán, Ortografía castellana, cap. 1, p. 318: «le apareció un ángel y de sola una vez que pasó un dedo por las cuerdas de una vihuela quedó tan robado y elevado que si le segundaran con otro tanto sin duda falleciera». v. 2079 zarza: en los autos alude frecuentemente a la zarza de Moisés (Éxodo 3, 2), pero aquí se refiere a la zarza de Cristo: «Mata espinosa que echa las varas muy largas y en todo se asen o prenden» (Aut), es decir, a su corona de espinas como símbolo de su sacrificio en la cruz, y a la zarza de la Virgen, metáfora empleada en los textos litúrgicos de la Edad Media para designar su pureza intacta en el debate sobre su inmaculada concepción. Así, en el Tríptico de la zarza ardiendo del pintor francés Nicolas Froment, María aparece con el Niño en brazos sobre una zarza ardiendo. Comp. El jardín de Falerina, vv. 262-264: «una zarza / que se abraza y no se quema / me lo predice»; Mística y real Babilonia, vv. 1536-1538: «a la imitación de aquella / siempre misteriosa zarza, / que ha de entenderse en María». 131

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debiendo a la invocación de María dicha tanta, en nombre suyo, pues va de su vista huyendo Guáscar, sigamos su alcance y diga el hacimiento de gracias: «Si María es con nosotros, ¿quién contra nosotros basta?».

2090

133

Todos

¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!

Unos

¡Vea América…

2095

… y vea España…

Otros Música y todos

… que el que pone en María las esperanzas 2100 de mayores incendios no solo salva riesgos de la vida, pero del alma!

Todos

¡Guerra, guerra! ¡Arma, arma! *Con esta repetición han de sonar a un tiempo las cajas y trompetas, la música y la representación. Se entran los soldados y sale la Idolatría como oyendo a lo lejos y repitiendo con todos las voces. 134

Idolatría

¿Que el que pone en María las esperanzas de mayores incendios no solo salva riesgos de la vida, pero del alma? Bien se deja conocer, * pues cuando pensé que había logrado la industria mía en ver la ciudad arder, no solo para acabar con los españoles fue, mas para aumentar su fe y destruir y turbar la de los indios, pues ciegos en ellos crece el temor

2105

2110

2115

v. 2094 seguir el alcance: «perseguir los vencedores a los vencidos o a los enemigos que huyen o se retiran para acabarlos de deshacer y extinguir» (Aut). Comp. El primer blasón de Austria, vv. 568-569: «Mientras siguen el alcance, / mientras la vitoria cantan». v. 2103 acot. Enmiendo con VT la salida de los soldados. 133

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y en los otros el valor, viendo aceptados sus ruegos, con que ya mi monarquía se va estrechando tirana, pues solo hoy Copacabana corte es de la Idolatría. En ella me han retirado con mis ídolos, mas no por eso he de darme yo por vencida, que obstinado mi espíritu, que no ha sido capaz nunca de enmendarse, vencido puede mirarse, mas no darse por vencido; a cuyo efecto, pues cuantas estatuas culto me dan ya en Copacabana están, en ellas influirán tantas sañas, iras y venganzas mis respuestas que me atrevo a hacer que vuelvan de nuevo a vivir mis esperanzas. Y así, siguiendo el intento de que una amante pasión no quite a mi adoración * lo horroroso y lo sangriento de mis sacrificios, hoy el Guáscar ha de saber de Guacolda para hacer, si al Sol este obsequio doy, mayor la vitoria mía. Que si fue odio de la cruz,

2120

2125

135

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vv. 2126-2128 obstinado mi espíritu… capaz nunca de enmendarse: a diferencia del hombre, el Demonio no puede arrepentirse de sus pecados, pues su voluntad está obstinada en el mal, como santo Tomás explica en su Suma de teología (Ia, c. 64, a. 2). Comp. La redención de cautivos, vv. 135-136: «Furor. […] él de la enmienda es capaz / y yo incapaz de la enmienda». 135

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ya lo es de ella y de la luz que trajo tras sí María.

2150

*Salen Guacolda, de villana, y Glauca como hablando entre sí. 136

Esté Guacolda segura en el oculto villaje * que la veo y fíe del traje rústico y vil la ventura de verse libre de mí, que, aunque la desdicha no ha menester medios, yo sabré hacer que la halle allí. 137

2155

Vase. Glauca

Notable melancolía es la tuya.

Guacolda

¿Cómo puedo perder, Glauca amiga, el miedo a la triste suerte mía?

Glauca

Viendo cuán segura estás de villana disfrazada y demás de eso encerrada donde no ha entrado jamás nadie que a buscarme viene. Y no dejándote ver

138

2160

2165

v. 2150 acot. de villana: disfraz de campesino. Aunque existían prendas que caracterizaban este traje, eran diversas y variables: sayuelo, patena, delantal, gabaneta, etc. (Ruano de la Haza y Allen, 1994, pp. 299-301). Explicito con VT dicho traje. v. 2154 ventura: «caso favorable o suerte feliz que acontece a alguno, especialmente cuando no se espera» (Aut). Comp. El alcalde de Zalamea, vv. 561-564: «Vos seáis bien venido / a aquesta casa; que ventura ha sido / grande venir a ella un caballero / tan noble como en vos le considero»; Las cadenas del demonio, OC, I, p. 761: «pues que ya en mi prisión / empezaron sus venturas, / en mi libertad comiencen / las persecuciones suyas». v. 2159 melancolía: uno de los humores que, según la medicina de la época, componían el cuerpo humano. Cuando este humor dominaba se producía una «tristeza grande y permanente» que hacía que el afectado «no halle gusto ni diversión en cosa alguna» (Aut). Comp. No hay cosa como callar, OC, II, p. 1013: «Toda melancolía / nace sin ocasión, y así es la mía; / que aquesta distinción naturaleza / dio a la melancolía y la tristeza». 136

137

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ni pudiendo otro saber quién eres ni quién te tiene aquí sino yo, parece que es desconfiar de mí. Guacolda

No lo creas, que ya vi cuánto tu lealtad merece. Si sé que en casa naciste, hija de antiguos criados de Yupangui, y que en tus hados primeros con él creciste; si sé que con Tucapel, criado también, te casó y que esta alquería te dio para pasarlo con él, si no rica, acomodada; si sé que el día que hubo de fiarse de alguien no tuvo satisfación más fundada que en ti, por tu obligación y porque sola vivías, pues tan ausente tenías a tu esposo, ¿qué razón pudo haber para pensar que desconfíe de ti? Y porque creas que aquí no me aflige ese pesar, sabe que mi desconsuelo no es sino que un bien que hubiera solo para mí en que viera

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vv. 2177-2178 hados primeros: primeros años, con un matiz de fatalidad e imposición (hado, Aut), pues Guacolda, debido a su condición de criada, desde niña ha estado al servicio de Yupangui. v. 2181 alquería: «casa sola en el campo donde el labrador de él se recoge con su gente y hato de labranza, y que el día se le fuera en ir y venir no habitando en la misma tierra que labra; y así vale tanto como casa de labranza» (Cov.). Comp. El lirio y la azucena, vv. 165-166: «De pajiza alquería / de visitar a un mísero venía»; El segundo blasón de Austria, vv. 184-187: «un sacerdote que iba / con el Sacramento al pecho / a una desierta alquería / a administrarle a un enfermo». 139

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a Yupangui, aun ese el cielo le niega a mi suerte esquiva, pues apenas me dejó aquí cuando le envió el Guáscar a Atabaliba. De él no he sabido y, con ser la ausencia ruina de amor, aun no es ese mi mayor cuidado, sino temer no haya muerto en tanto estruendo como noticias nos dan cuantos desde el Cuzco van a Copacabana huyendo por todo aqueste distrito, * donde en fe estoy solamente de que nadie al delincuente busca donde hizo el delito. Glauca

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* De dos extremos no sé cuál venga a ser mayor: tu temor o mi temor.

Guacolda

¿Cómo?

Glauca

Como en ambas fue una la pena cruel y contraria, pues si no sabes de Yupangui, yo tampoco de Tucapel. Y en tormento tan esquivo que el mío es mayor es cierto, pues tú temes que esté muerto y yo temo que esté vivo.

Guacolda

¿Eso dices?

Glauca

Si supieras tú lo que un marido ha sido a todas horas marido, eso y mucho más dijeras,

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que es verle entrar muy hinchado diciendo…

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Sale Tucapel. Tucapel

Glauca, la mesa y trae la comida apriesa, que, aunque no vengo cansado, porque en diablos de alquiler es gran cosa caminar, * con todo, ya que el no andar * cansa, cansa el no comer. 142

Glauca Guacolda

2235

¿Qué miro? * (Aparte.) ¡Desdichas mías, que han de descubrirme, pues posible esconderme no es!

Glauca

Al cabo de tantos días, ¿es ese modo de entrar en tu casa?

Tucapel

Dices bien. Abrázame en parabién, mas no sirva de ejemplar, que abrazo recién venido no es abrazo propietario, sino supernumerario con gajes de entretenido. 143

2240

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v. 2231 hinchado: «vanamente presumido» (Cov.). Comp. El año santo en Madrid, vv. 1120-1122: «¿Quién imaginara de él, / viéndole ahora tan hinchado, / su trágico fin?». v. 2235 diablos de alquiler: Tucapel se refiere a las alas que Idolatría le prestó (v. 1593). En la época diablo se empleaba «para ponderar o exagerar las propiedades de las cosas buenas o malas» (Aut). Comp. Cañizares, Marta la Romarantina, vv. 1372-1375: «Pobre de mí, que he venido / en dos diablos de alquiler / afirmado en sus dos puños / por la oreja y por los pies»; Feijoo, Carta XXIV, Obras escogidas, p. 499: «de quien se cuenta que fue a Roma en una noche, caballero sobre la espalda de un diablo de alquiler». vv. 2247-2250 abrazo recién venido… gajes de entretenido: si abrazo «con propiedad se llama el acto recíproco de unirse y estrecharse con los brazos una persona a la otra», un abrazo unilateral y solicitado no es propiamente un abrazo. Además, se juega con el sentido de propietario como «la persona que tiene derechos de propiedad», en este caso, sobre un cargo o puesto, en oposición a quien no goza con tales derechos: el su141

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Glauca

Tucapel

De cualquier suerte que sea, agradece mi deseo el verte vivo. ¿Qué veo? Vuelva a inflamarse mi idea. Hermosa sacerdotisa, que por más que te disfraces no pueden obstar al sol nubes de villano traje, * ahora veo que eres la deidad cuyas piedades, compadecidas de ver que por volver a buscarte con Yupangui a la marina ocasionaron mis males, me han buscado y me han librado del cautivo vasallaje en que estaba.Y pues, a precio de ejecutar el dictamen que en mí inspiraron tus voces, favor a favor añades, pues no contenta con que libre en mi casa me halle, también la palabra cumples de que cuando a ella llegase había de saber quién eras. Ya que lo sé y sé que sabes, favorecida del Sol, obrar prodigios tan grandes, * permite que a tus pies, ya

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pernumerario. En este sentido, el abrazo que da Tucapel a Guacolda es como el recién llegado a un lugar, que carece de puesto o cargo fijo, por lo que vive como un entretenido «que está esperando ocasión de que se le haga alguna merced de oficio u cargo, y en el entretanto le dan algunos gajes [salario] con que sustentarse» (Aut). Por ello, su abrazo no puede servir de ejemplo (v. 2246), pues es un gesto que realiza solo por cumplir y mientras no consigue algo mejor. v. 2268 dictamen: «sugestión o inspiración que inclina persuadiendo» (Aut). Idolatría utiliza a Tucapel para dictar sus ansias (ver nota v. 1581). 144

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que tanta deuda no pague, la reconozca a lo menos.

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Guacolda

Hombre, ¿qué dices? ¿Qué haces?

Glauca

Él fue simple y vuelve loco.

Guacolda

¿Cuándo yo he podido hablarte, cuándo dictar en tus voces que nada en mi nombre entables ni cuándo darte palabra de que en tu casa me hallases?

Tucapel

145

No disimules conmigo, que ya sé que las deidades hacen el bien y no quieren blasonar de que le hacen. Glauca, este hermoso milagro, que, sin querer desdeñarse de pisar de nuestro albergue los siempre humildes umbrales, se desdeña de que cuente yo sus liberalidades, * es a quien la vida debo. Llega, pues, llega a postrarte a sus pies, agradecida de que a tus ojos me trae.

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v. 2283 simple: mentecato (Aut). Comp. El conde Lucanor, C, IV, p. 1016: «De él no hagáis caso; advertid / que es un simple, un mentecato»; El cubo de la Almudena, v. 317: «Aquí está un simple villano». v. 2292 blasonar: «Hacer ostentación de alguna cosa con alabanza propia» (Aut). Comp. Afectos de odio y amor, C, III, p. 524: «mas ¿quién / pudo blasonar de amante / que prisionero no esté?»; La segunda esposa y Triunfar muriendo, vv. 853-854: «Con que jamás / blasonar de libre esperes. Cógenle entre los dos». v. 2294 desdeñarse: «dedignarse de ejecutar una cosa» (Aut). Comp. El médico de su honra, vv. 337-340: «el sol no se desdeña, / después que ilustró un palacio, / de iluminar el topacio / de algún pajizo arrebol»; Las tres justicias en una, vv. 2395-2396: «¿Quién, de quien es desdichado, / no se desdeña y olvida?». v. 2298 liberalidad: «gracia que se hace» (Cov.). Comp. El día mayor de los días, vv. 1794-1796: «¡Oh ingrato pueblo! Mas ¿cuándo / tú sus liberalidades / no olvidaste?»; Lope de Vega, El galán Castrucho, vv. 1097-1098: «Contaron de tus grandezas, / de tus liberalidades». 145

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Glauca

Tucapel

Tucapel, no una aprehensión tanto tu discurso engañe, que aquesa aldeana es mi hermana, que a acompañarme vino en tu ausencia. 149

¡Qué presto lisonjeramente afable, viendo que su gusto es ese, te pones tú de su parte! Pero una cosa es que ella modestamente recate sus prodigios y que tú complacer con ella trates, * y otra, obligarme las dos a que yo ingrato los calle. * Sepa el mundo mis venturas. ¡Moradores de estos valles, vecinos de aquestas selvas!

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Guacolda

No los nombres.

Glauca

No los llames.

Tucapel

¿Cómo no? De igual bien todos han de ser participantes. ¡Vuestro antiguo compañero, Tucapel, os llama a darle,

2320

v. 2303 aprehensión: «vehemente y tenaz imaginación con que el entendimiento concibe, piensa y está cavilando sobre alguna cosa» (Aut). Comp. El cordero de Isaías, vv. 1315-1318: «¡Que extraño sueño! ¡Qué fuerte / ilusión! ¡Qué fantasía / tan extraña! ¡Qué vehemente / aprehensión!»; El segundo Scipión, OC, I, p. 1488: «con su locura hizo / tan vehemente aprensión de ello / que cree que es suya la acción». v. 2308 lisonjero: «que lisonjea, adula y alaba engañosamente a otro» (Aut). Comp. La vida es sueño, vv. 1305-1307: «Traidor fuiste con la ley, / lisonjero con el rey / y crüel conmigo fuiste». v. 2312 recatar: «Encubrir o ocultar alguna cosa que no se quiere se vea o sepa» (Aut). Comp. Quevedo, La hora de todos y la Fortuna con seso, Cuadro XL, p. 347: «El Duque recata en su corazón disimulada la pretensión de libertador de Italia». v. 2315 Enmiendo con VT: otra] ahora. Se trata de una correlación disyuntiva (una cosa…, otra [cosa]…), cuyo primero término se encuentra en v. 2311. v. 2317 Enmiendo con B: mis] sus. Tucapel quiere publicar su dichosa suerte. 149

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TEXTO DE LA COMEDIA

venid todos, de sus dichas el parabién!

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*Dentro. Uno

*

¿No escuchasteis sus voces?

Todos Uno

*

Sí. Pues lleguemos todos a verle y hablarle.

Guacolda

* ¡Ay de mí! Forzoso es verme.

Glauca

* Retírate a aquesta parte.

2330

*Retírase Guacolda y salen unos indios. 154

Todos

Tucapel, muy bienvenido seas.

Tucapel

Que a todos abrace es mi mejor bienvenida.

Uno

Desde el día que faltaste de la marina por muerto te tuvimos.

Tucapel

2335

Dios os guarde por la merced. ¿Es posible

Otro que te vemos? Tucapel

154

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¿Veis cuán tarde * os parece que he venido? Pues ha sido por el aire, * gracias a aquesa deidad. No te escondas, no te apartes, que es bien que sepan la mucha piedad que conmigo usaste. Ella es la que prodigiosa ha tratado mi rescate.

2340

2345

v. 2330 acot. Explicito con VT el alejamiento de Guacolda del tablado.

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LA AURORA EN COPACABANA

Llegad, llegad, porque todos la deis gracias de mi parte. Todos a tus pies rendidos te estimamos que le ampares y nos le traigas.

Todos

Guacolda

2350

* (Aparte.) ¿Quién, cielos, pudo nunca semejante acaso prevenir? 155

Glauca

* (Aparte.) Dimos con todo el secreto al traste si la conocen.

156

*Aparte los indios. 157

Indio 1

*

(¿No es esta, si no es que el deseo me engañe, aquella sacerdotisa que por no sacrificarse del templo huyó?)

Indio 2

*

(Sí, y por quien tantas diligencias hace Guáscar, que a quien diga de ella ofrece tesoros grandes.)

Indio 3

* (Famosa ocasión tenemos * de enriquecer con contarle que está aquí, pues, según dice la gente que va delante, a Copacabana viene

2355

2360

158

2365

v. 2353 acaso: «Suceso impensado, contingencia, casualidad u desgracia» (Aut). Comp. La piel de Gedeón, vv. 219-220: «Pocos fáciles acasos / me sobresaltan y turban». vv. 2353-2354 dar al traste: «destruir alguna cosa, abandonarla o perderla» (Aut). Comp. La dama duende, vv. 1547-1550: «Si no acertase a salir / y me hallasen aquí dentro, / dábamos con todo el caso / al traste». v. 2355 acot. Uniformizo con VT: indios] villanos. En v. 2330 acot. se indicó el ingreso de indios, no de villanos. Por lo mismo, enmiendo v. 2377 acot. y los locutores de vv. 2355, 2359, 2363, 2370, 2373 y 2374. v. 2363 famoso: «cosa buena» (Aut). Comp. Afectos de odio y amor, C, III, p. 487: «Famosa ocasión es esta / para acabar de una vez / los dos con toda Suevia». 155

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a que el Sol su enojo aplaque para volver a la lid.) Indio 1

* (Supuesto que estos villajes el paso son, al camino le salgamos para darle la nueva.)

2370

159

Indio 2

*

Indio 3

* Tucapel, justo es descanses. Después de espacio hablaremos.

Tucapel

(Disimulemos.) 2375

Sabréis sucesos notables. Id ahora con Dios. 160

Adiós.

Todos *Vanse los indios. Tucapel

Glauca, ¿qué hay con que regales a tal huéspeda?

Glauca

¡Bien digo yo, oyendo tus disparates, que fuiste simple y que vienes loco! ¡Que es, ¿no me escuchaste?, mi hermana!

Tucapel

¿También a mí me escuchaste tú que en balde por complacerla a que no es quien yo sé me persuades? * Y cuando tú por llevar

2380

161

2385

v. 2371 paso: «lugar por donde se pasa de una parte a otra» (Aut). Los villajes en los que se encuentran están en la parte final del camino de Guáscar a Copacabana. vv. 2371-2372 salir al camino: «salir al encuentro» (Aut). Comp. El año santo de Roma, vv. 599-600: «Otro venerable anciano / por allí sale al camino». v. 2377 ir con Dios: es frase hecha y no debe extrañar que se coloque en labios de un indio, especialmente si se trata del gracioso. v. 2384 en balde: «en vano, inútilmente» (Aut). Comp. El alcalde de Zalamea, vv. 376377: «cuán en balde / gastáis finezas de amor». 159

160

161

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LA AURORA EN COPACABANA

tus lisonjas adelante no la agasajes, sabré traer yo con qué la agasaje, pues por lo menos estamos en tan goloso paraje que no faltarán tortillas de maíz y chocolate. 162

2390

163

*Vase.

164

¿A qué más pudo llegar mi desdicha? Ya quedarme aquí no es posible ni irme. Quedarme, por si se esparce quien soy; ni irme, pues no sé dónde Yupangui me halle.

Guacolda

Glauca

Solo un medio se me ofrece.

Guacolda

¿Qué es?

Glauca

*

2395

2400

Por si vuelve, oye aparte. 165

Hablan las dos aparte y sale Yupangui. Yupangui

* (Aparte.) (Vehemente aprehensión que siempre me estás poniendo delante aquella hermosa deidad 2405 que vi iluminando el aire,

v. 2388 lisonja: «nimia complacencia y afectada fineza que se tiene en alabar y ponderar las prendas, obras o palabras de otro» (Aut). Comp. Mañana será otro día, OC, II, p. 773: «No con lisonjas penséis / que habéis de dejar pagada, / don Fernando, la posada». v. 2392 goloso paraje: el gracioso, inclinado a los placeres mundanos, representa el villaje como un lugar lleno de manjares americanos como las tortillas de maíz y el chocolate (vv. 2393-2394). Sin embargo, las primeras provienen de la zona de México, no del Perú. Con todo, se percibe cierto eco del mitológico País de la Cucaña, que en España tuvo su equivalente en la Jauja peruana, ciudad en la sierra central que los cronistas exaltaron por su clima, situación y abundancia de recursos. Tales noticias inspiraron el paso quinto de Lope de Rueda: «en la tierra de Jauja hay un río de miel; y junto a él, otro de leche; y entre río y río hay una puente de mantequillas encadenada de requesones, y caen en aquel río de la miel, que no paresce sino que están diciendo: “Cómeme, cómeme”» (p. 162). v. 2394 acot. Añado esta acotación para indicar la salida de Tucapel. vv. 2402-2403 Enmiendo con VT la disposición de los versos. 162

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TEXTO DE LA COMEDIA

deja, deja de seguirme siquiera un rato en que allane, que el vivir absorto no es dejar de vivir amante.) Hermosa Guacolda mía, si otros hicieron, constantes, los instantes de la ausencia siglos, no, ¡ay de mí!, te espantes que hallándolos yo hechos siglos los haya hecho eternidades. Dame los brazos mil veces. 166

Guacolda

Yupangui Guacolda

* Es tan inmenso, tan grande el bien,Yupangui, de verte que es forzoso que le estrañe, porque persuadirse un triste a que hay contento no es fácil. * En hora dichosa vengas, que, aunque siempre fuera amable tu presencia para mí, pues con afectos iguales también para mí eran siglos las vidas de los instantes, nunca en mejor ocasión verte pude.

2410

2415

2420

2425

¿Cómo? Sabe que Tucapel ha venido, y no sé con qué dictamen, empeorado de talento, mejorado de lenguaje,

2430

167

v. 2408 allanar: la aprehensión que la imagen de la Virgen provoca en Yupangui, como a los españoles en el Cuzco, lo eleva (v. 2075 acot.); por ello, él reclama volver un momento al llano, a lo terrenal, pues, aunque está admirado por dicha revelación, sigue amando a Guacolda (vv. 2409-2410). v. 2434 mejorado de lenguaje: no pasa desapercibido el repentino cambio en el estilo y modo de hablar del poseído Tucapel cuando se dirigió a Guacolda (vv. 2253-2281). Como gracioso, inclinado siempre al humor, brillan por su ausencia sus giros y juegos burlescos. 166

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se ha persuadido a que soy * yo la que pude sacarle de su esclavitud, conque solicitando mostrarse agradecido me ha muerto: culpa de amigo ignorante matar con buena intención; de suerte que ya ocultarme aquí no es posible. Mira adónde podrás llevarme, pues ya, a no haber tú venido, me iba yo a las soledades de los montes más incultos, en cuyos páramos, antes que los ministros del Guáscar o los del Sol, me encontrasen o las sañas del león o las astucias del áspid.

2435

2440

2445

2450

168

Yupangui

Guacolda Yupangui

No dudes que cuidadoso * solicite yo ausentarte adonde nuestro amor pueda, sin que el rencor nos alcance, celebrar de nuestras bodas las más amorosas paces… * (Aparte.) (¡Oh bello, divino asunto, no tanto tras ti me arrastres! Yo iré tras ti…) *

2455

2460

¿No prosigues? Sí, mi bien. (Aparte.) (Vuelva a cobrarme.) 169

v. 2452 astucias del áspid: a esta especie de serpiente se le atribuía el ardid de que, para ensordecerse ante los encantos de sus cazadores, se tapaba los oídos (Malaxecheverría, 2008, p. 226). Su mordedura «no es mayor que la picadura de una aguja, pero no por eso deja de acarrear gravísimos y mortales accidentes» (Aut). Comp. Lo que va del hombre a Dios, vv. 1638-1639: «la astucia / de ese disfrazado áspid»; La viña del Señor, v. 996: «áspides de incultas flores». v. 2462 cobrarse: «Recuperarse, recobrarse, volver en sí» (Aut). Comp. El cordero de Isaías, vv. 1321-1323: «mientras llegue / a cobrarme en mis sentidos, / ¡valedme, cielos, valedme!». 168

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Glauca

* (Aparte.) Cuantos vienen no parece que traen los juicios cabales.

Yupangui

Por poder celebrar, digo, de nuestras bodas las paces, me valí de Atabaliba, a quien di de todo parte. Él, por hija de quien tanto siguió sus parcialidades, tomándome la palabra de que yo en su vasallaje haya de vivir, me ofrece dichosas seguridades. Jurado lo dejé, en cuya fe prevenido el viaje tengo.Vente, pues, conmigo. * (Aparte.) (Si no es que el irme embarace * contigo ya otra hermosura.) 170

2465

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2475

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173

Guacolda

¡Qué ventura! Glauca, dame los brazos y adiós.

Glauca

Los cielos con bien te lleven.

2480

Vase.

v. 2470 parcialidad: «conjunto de muchos que componen una familia o facción, lo que es común entre los indios» (Aut). Comp. Las armas de la hermosura, OC, I, p. 1310: «el pueblo, que a tu lado / siguió tus parcialidades, / lloró tus desdichas preso»; Gustos y disgustos son no más que imaginación, C,V, p. 1044: «con novedades / que causaron las dos parcialidades / de la casa de Fox y de la mía». v. 2471 tomar la palabra: «hacer prenda de lo que uno ofrece para reconvenirle si falta a ello» (Aut). Se alude así al juramento de fidelidad, una de las partes de la ceremonia del vasallaje, que Yupangui acaba de contraer con Atahualpa. Otra parte de dicha ceremonia es el homenaje (ver nota v. 2486). v. 2478 embarazar: «Impedir, detener, retardar […] lo que se va a hacer o se está ejecutando» (Aut). Comp. Andrómeda y Perseo, C,VI, p. 111: «cuyo respeto me turba, / me embaraza y me suspende»; El purgatorio de san Patricio, vv. 1402-1404: «Mas para el fin que deseo, / ya me embaraza y estorba / una mujer». v. 2479 otra hermosura: la imagen de la Virgen. Solo ella podría impedir a Yupangui irse con la hermosa Guacolda. 170

171

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Cobarde

Guacolda tus pasos sigo. Yupangui

¿Qué temes? Que cuando el asegurarte no fuera en mí obligación, me obligara el homenaje * de haber dado a quien la di la palabra de llevarte a su presencia.

2485

174

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*Al entrarse diciendo estos versos, sale oyéndolos Guáscar, el sacerdote y todos los indios que pudieren. 176

Inga

No era menester que yo escuchase, para saber tus finezas y acrisolar tus lealtades, * que en cumplimiento,Yupangui…

2490

177

178

Guacolda Yupangui

* (Aparte.) ¡Triste pena! (Aparte.)

¡Estraño lance! 179

v. 2486 homenaje: «Obligación y servidumbre en que se constituye la persona libre por razón de bienes u honor que recibe, o por pacto que hace con otra persona superior o igual, sometiéndose a la pena de infidelidad e infamia si no la cumple» (Aut). Comp. El conde Lucanor, C, IV, p. 992: «es preciso / que Lucanor cumplirá / el homenaje que hizo»; El postrer duelo de España, C, IV, p. 33: «Decir mi amor es faltar / a homenaje, juramento / y palabra que la he dado». v. 2487 Laísmo calderoniano, por lo que desestimo la corrección de VT: le di. v. 2489 acot. Para uniformizar y en coherencia con la lista de personajes, elimino: los villanos. Engling distingue entre indios y villanos (ver su nota v. 2333). v. 2492 acrisolar: «dar esplendor y lustre a alguna cosa» (Aut). Comp. Cervantes, Viaje del Parnaso, cap. 7, vv. 280-282: «Y una sacra canción, donde acrisola / su ingenio, gala, estilo y bizarría / Bartolomé Leonardo de Argensola». v. 2493 Enmiendo con B: en cumplimiento] cumpliendo. Esta variante define si Yupangui es palabra aguda o grave. Al igual que Neumeister y Gallego (quien, no obstante, no realiza esta enmienda) considero que es grave. v. 2494 lance: «acaso y suceso repentino» (Aut). Comp. Amar después de la muerte, vv. 662-664: «Isabel. ¿Si conocerme / pudo, aunque tan disfrazada / vine? Mendoza. (¡Qué lance tan fuerte!)»; El médico de su honra, vv. 2233-2234: «Yo lo sé todo muy bien. / (¡Oh, qué lance tan terrible!)». 174

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Inga

Guacolda Yupangui Inga

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* … de la palabra que a mí me diste seas quien trate de llevar a mi presencia esa infeliz.Y no en balde, al decirme esos villanos de ese camino en el margen que aquí quedaba, previne que fueses tú quien la hallases, a cuya causa la nueva me movió a que me adelante a ser el primero yo que a ella admire y a ti abrace.

243

2495

2500

2505

* (Aparte.) ¡Qué dolor! (Aparte.) Ya aquí no hay más que morir a todo trance. Infausta, triste hermosura, que tímida e inconstante desdeñas en ser esposa del Sol la dicha más grande. Él sabe que cuanto hubiera dado por hallarte antes de verte diera después por no haber llegado a hallarte. Superior causa, que tú no puedes saber ni nadie saber puede, es quien me obliga a que a mi pesar restaure su sacrificio a las aras, su víctima a los altares. Llevadla al templo, que hoy, sin esperar días legales, ha de morir. ¿Qué esperáis? Quitádmela de delante. * (Aparte.) (Que temo que me enternezcan

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los desatados cristales, que aun suelen ser vivo afeite de menos bello semblante.) 180

Guacolda Yupangui

Primero… * (Aparte.)

¡Ay de mí!

Guacolda

… que llegue a morir, has de escucharme.

Inga

¿Qué podrás decirme cuando apóstatamente fácil contra el Sol has cometido el más sacrílego ultraje?

Guacolda

2530

Aunque pudiera valerme de la repugnancia que hace a toda ley natural que un dios beba humana sangre y dentro de una ley misma el fiel muera y el fiel mate, no lo he de hacer, que no quiero, aunque en mí esta razón cabe, escandalizar y así para otra apelo. Mi padre, a quien desterrado tienes desde las enemistades tuyas y de Atabaliba, sabiendo que me inclinase amor a un cacique noble, por ser de opuesto linaje, forzada me trajo al templo,

2535

181

2540

2545

182

2550

vv. 2528-2530 desatados cristales… bello semblante: por su diafanidad los poetas llamaban cristal a las aguas. Aquí se refiere a las lágrimas de Guacolda, que son el vivo cosmético que compensa la menor belleza de un rostro afectado por la tristeza. v. 2538 repugnancia: «Oposición o contradicción que tiene una cosa a otra» (Aut). Comp. El indulto general, vv. 1498-1501: «¡Oh Justicia de Dios! ¿Quién / hará a tu ley repugnancia, / si aun el condenado va / confesando que eres santa?». v. 2547 a quien desterrado tienes: así se termina de revelar toda la violencia detrás de la división del imperio (vv. 971-972). Quienes siguieron el bando de Atabaliba, como el padre de Guacolda, fueron condenados al destierro por Guáscar. 180

181

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donde mientras él no falte he vivido con estar casada en secreto antes. Y así, no pudiendo ser sacerdotisa, tocarme no pudo la suerte y pudo aquel natural dictamen ausentarme sin delito. 183

Inga

Contra que esas sean verdades y no inventadas disculpas, una sola razón baste: ¿quién fuera noble y felice tanto que esposo y amante mereciera entrambas dichas y en tantas penalidades morir te dejara aleve? Y así, mientras no declares quién es y él muera en castigo de robarte y de ocultarte, rompiendo el templo en lo uno y en lo otro mis bandos reales, será en balde que te admita la apelación.

245

2555

2560

2565

184

Guacolda

Inga Guacolda

Más en balde será, advertida en su riesgo, decirlo yo, pues librarle a él de su afrentosa muerte hará la mía suave.

2570

2575

2580

¿A eso te resuelves? Sí.

v. 2560 natural dictamen: razón natural. Aunque es compartida por todos los hombres, la tiranía de Idolatría ha limitado su validez a Yupangui y Guacolda, de ahí que esta no apele a ella para invalidar la divinidad del Sol (vv. 2537-2546), sino para justificar que, al no ser una verdadera sacerdotisa, no cometió ningún delito al apartarse del sacrificio. v. 2569 aleve: «infiel, desleal, pérfido, alevoso y traidor» (Aut). Comp. El príncipe constante, vv. 671-672: «¿yo contra mi patria / soy traidor y soy aleve?». 183

184

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Inga

Yupangui

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Yupangui, ella no sabe la lástima que se quita con los celos que se añade. Persuádela tú a que diga quién es, pues con eso hace menos grave su delito y podrá ser que la salve la apelación. ¿Para qué * quieres, señor, que me canse en persuadírselo a ella si el decirlo yo es más fácil a precio de que ella viva?

Inga

¿Luego tú el cómplice sabes?

Yupangui

Sí, señor.

Inga

Yupangui

Inga

2590

Por ti me vienen todas las felicidades * y hoy la mayor es saber de un agresor tan cobarde, de quien no estaré vengado sin que el corazón le arranque. * ¿Qué aguardas, pues? ¿Quién es?

2595

2600 Yo.

Yupangui Inga

2585

¿Qué dices? Que no te espantes, pues de ocultación y hurto fuiste tú quien me enseñaste el modo cuando dijiste * que para ti la robase.

2605

Pues ¿cómo, traidor vasallo, falso amigo, criado infame, la confianza ofendiste * que hice de ti? No le ultrajes,

Guacolda

2610

que no es él.

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Yupangui Guacolda

247

Sí soy. No es, * que yo, pensando librarme, fingí esposo que no tengo; y él, por pensar que templases siendo él tu enojo, eso ha dicho. Y así, ¿qué esperáis? Llevadme donde a precio de que él viva con roja púrpura bañe las aras.

2615

185

Yupangui

Yo soy. A mí me llevad donde derrame deshecho coral que ilustre más el altar que le manche a precio de que ella viva.

2620

186

Inga

Si ambos lo desean constantes, ya que por sacerdotisa * el castigo no la alcance, alcáncela por haber profanado el templo. Iguales mueran los dos. ¿Qué esperáis? ¡Llevadlos, pues, de aquí!

2625

Al llevarlos se desasen y se abrazan. Antes,

Yupangui

2630

dulce esposa… Guacolda

… amado dueño…

v. 2618 púrpura: «se entiende por la sangre, especialmente entre los poetas» (Aut). Comp. Andrómeda y Perseo, C,VI, p. 126: «este acero será bien / que con tu púrpura esmalte / las selvas de África»; Apolo y Climene, C, IV, pp. 1132-1133: «en fe de su religioso / culto, de su altar el blanco / mármol en púrpura rojo / se tiña». v. 2621 deshecho coral: se refiere a la sangre. Al extraerlo del mar, el coral cambia su color verde por un rojo encendido, de ahí que «Díjose coral a corde, porque tiene el color y el lustre del corazón, color de sangre purísima y rubicunda» (Cov.). Ilustrar: «engrandecer o ennoblecer alguna cosa» (Aut). La sangre del sacrificio de Yupangui no mancharía el altar, sino lo ennoblecería. Comp. Las cadenas del demonio, OC, I, p. 746: «¡Gran dios de Astarot! Tu nombre / hoy se ilustre y engrandezca»; La piel de Gedeón, vv. 381-383: «aunque de Jacob / gloriosa sangre me ilustra, / soy de sus menores tribus». 185

186

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Yupangui

… que yo espire… … que yo acabe…

Guacolda Yupangui

… feliz con mirarte muera.

Guacolda

… feliz yo con abrazarte.

Inga

¡Apartadlos! ¡Divididlos!

2635

Apártanlos y, volviéndose a desasir, se buscan. Yupangui Guacolda

¡Triste pena! ¡Dolor grave!

Yupangui

Mas aunque todos me fuercen…

Guacolda

Mas aunque todos me arrastren…

Yupangui

… volver podré… … podré ir…

Guacolda Los dos

a darle el último vale.

Guacolda

¡Noble dueño!

Yupangui Inga

Guacolda

187

2640

¡Esposa mía! ¡Que esto sufran mis pesares! ¡Llevadlos, digo otra vez, donde ni se vean ni hablen! Hasta perderle de vista, * a aqueste tronco me enlace.

2645

Abrázase a una cruz. Yupangui

En aqueste árbol me enrede hasta que a verla no alcance. Abrázase a otro árbol.

Guacolda

Y pues que no acaso fuiste el que vencer fieras sabe,

2650

v. 2640 vale: «Voz latina usada en castellano para despedirse en estilo cortesano y familiar y significa: “Dios te de salud”» (Aut). Comp. Las armas de la hermosura, OC, I, p. 1311: «dame, / mi bien, mi señor, mi dueño, / en aqueste último vale, / siquiera por despedida / los brazos»; El médico de su honra, vv. 2475-2477: «que en el último vale, en el postrero / parasismo, me deba / la más nueva piedad». 187

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TEXTO DE LA COMEDIA

249

a cuya causa te han puesto colocado en tantas partes… Yupangui

Y pues, plátano, no acaso eres en quien veo la imagen * que desde que la vi tuve en el alma por carácter… 188

2655

Quieren desasirlos y no pueden. Guacolda

… tú me favorece, puesto que tienes poder tan grande en fieras y fieras son los hombres que usan crueldades.

Yupangui

… tú me ampara, pues en ti me ocurre su luz radiante.

Guacolda

¡Infeliz amante esposo…

Yupangui

¡Infeliz esposa amante…

Guacolda

… ¡adiós!

Yupangui

2660

… ¡adiós!

Inga

¿Cómo así permitís verse ni hablarse?

Unos

Como a apartarla del tronco no hay fuerza, señor, que baste.

Otros

Como no hay para moverle fortaleza que le arranque.

2665

2670

v. 2653 plátano: americanismo, «cierto árbol que se cría en las Indias. Es de mediana corpulencia y se parece a la palma en la figura y en producir las hojas en lo alto» (Aut). Por su sombra protectora se le asocia con la sabiduría (DASC) y por su mención en Eclesiástico 24, 19 se identificaba con María. Al ver Yupangui la imagen de la Virgen en este árbol, se prefigura la talla que más tarde esculpirá y se subraya el origen americano de esta devoción. Comp. Comentarios, lib. viii, cap. 14, p. 347: «El primer lugar se debe dar al árbol y a su fruto, que los españoles llaman plátano; seméjase a la palma en el talle y en tener las hojas en lo alto, las cuales son muy anchas y muy verdes»; Bonilla, Nombres y atributos de la impecable siempre Virgen María, p. 121: «Encierras la pomposa bizarría / del plátano que en pródigas corrientes / de dulces aguas anchas hojas cría, / sombra y refugio de diversas gentes. / Pues el plátano fuiste, a quien envía / la gracia inundaciones y vertientes, / por quien tienes de amparo hojas bellas, / que hallan las criaturas sombra en ellas». 188

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Inga

¿Todo, cielos, ha de ser prodigios en estos valles de Copacabana siempre que a pisar llego su margen? ¿Con qué, oh soberano Sol que adoro, no digo padre, desenojarte podré si traerte no es bastante por una víctima dos? Respóndeme, ¿qué te aplace de mí para que ejecute tus órdenes?

189

2675

2680

Sale la Idolatría. Idolatría Inga

* (Aparte.) le diré.

Que los mate

Si en una estatua mil respuestas solías darme, ¿cómo en mil estatuas hoy que a tu templo se retraen aún no das respuesta?

Idolatría

Sí daré.

Inga

¡Dicha notable, pues que ya desenojado responde! ¿Qué haré? ¡Di!

Idolatría

Inga

Idolatría

Darles… * (Aparte.) (Muerte iba a decir y no puedo pronunciar.)

2685

2690

No calles tu decreto, pues me ves obediente a ejecutarle. * Si deseas… (Aparte.) (Proseguir no puedo, que al declararme

2695

v. 2680 aplacer: «Agradar, contentar, dar gusto» (Aut). Comp. El José de las mujeres, C, VI, p. 212: «vengo un nuevo Dios buscando, / que todo lo nuevo aplace, / por ver si más bien me hace»; Lope de Vega, La hermosura aborrecida, vv. 1645-1646: «el más sencillo vivir / más a los sabios aplace». 189

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TEXTO DE LA COMEDIA

tengo un dogal en el cuello y en el corazón un áspid.) * Si pretendes… (Aparte.) (No es posible que ya en mis ídolos hable, siendo para mí dos veces bronce el bronce y jaspe el jaspe, * conque en más estatua que ellos todos mis sentidos yacen.) 190

191

2700

192

Inga

Si a hablarme empiezas, ¿por qué no prosigues? Y si es darme a entender que hasta que mueran no merezco que me ampares, ya que apartar a los dos de los troncos no es fácil, flechados en ellos mueran

2705

2710

193

v. 2697 dogal: «Cuerda o soga para atar al hombre o al bruto, que muy de ordinario se suele entender por la que se echa al cuello» (Aut). Comp. Los misterios de la misa, v. 1178: «Un dogal le eché al cuello»; El nuevo hospicio de pobres, vv. 2020-2022: «el dogal, que al cuello, / pues me está quitando el habla, / también me quite el aliento». vv. 2699-2700 No es posible que ya en mis ídolos hable: desde la Biblia la mudez de los ídolos aparece en la lucha contra la idolatría (1 Reyes 18, 28-29; Jeremías, 10, 5; 1 Corintios 12, 2). En la época era un motivo muy difundido. Comp. Las cadenas del demonio, OC, I, p. 746: «Demonio. No puedo hablar, ¡ay de mí!, / porque cautivas y presas / con cadena están de fuego / mis acciones y mis fuerzas»; Hist. Gen., lib. i, cap. 29, p. 59: «luego que [los sacramentos de la Iglesia] entraron en el Perú perdieron el habla en público los demonios que solían hablar y tratar con aquellos gentiles tan familiarmente»; Mejía, Silva de varia lección, lib. ii, cap. 33, pp. 746-747: «cuando la Madre de Dios fue con su hijo bendito a Egipto huyendo de la crueldad de Herodes, todos cuantos ídolos y estatuas de dioses había en Egipto cayeron de los altares, do estaban, en tierra, y los oráculos y ritos y respuestas que los dioses (o, por mejor decir, los demonios) en ellos daban cesaron y no quisieron o no lo pudieron responder».Ver Gutiérrez Meza, 2014a, pp. 299-301. vv. 2701-2704 siendo para mí… mis sentidos yacen: hipérbole para enfatizar la pérdida del control de Idolatría sobre las imágenes y sobre sí misma. Fabricados de bronce y jaspe, los ídolos son doblemente estatuas, pues ella, que hablaba antes por medio de ellos, ya no puede manipularlos. Además, sus sentidos están tan fijos que parecen más estatuas que los mismos ídolos; de ahí que más adelante reclame que no solo se la ha enmudecido, sino también privado de sí misma (vv. 2739-2740). v. 2711 flechados en ellos mueran: el asaetamiento era uno de los tormentos destinados a quienes ingresaban sin permiso a la residencia de las sacerdotisas: «A cualquiera que sin licencia del inga o del gobernador entraba en alguno de estos recogimientos les costaba la vida, que a unos ahorcaban luego […] o los asaeteaban» (Historia, lib. i, cap. 18, p. 120). 190

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por sacrílegos amantes. Disparad contra sus pechos. Guacolda

Árbol, pues tal poder traes…

Yupangui

Deidad, pues tal poder tienes…

Guacolda

… tú me ampara.

2715

… tú me vale.

Yupangui

*Desaparecen los dos en los dos árboles y suenan truenos y ruido de terremoto. Inga

¿Qué aguardáis? ¡Disparad, digo!

Uno

¿Contra quién, si ciego el aire, el mismo polvo, la misma arena nos ciega que antes?

2720

*Terremoto y cajas a un tiempo. Dentro

¡Arma, arma! ¡Guerra, guerra!

Inga

Si el español en mi alcance viene, ¿quién duda que venga con él quien al viento esparce nieblas que la vista cieguen, nieves que el incendio abrasen? No doy paso que hoy no sea tropezando en mi cadáver. Y pues contra sus encantos no hay fuerza o poder que baste, ¡al templo!

2725

2730

*Vase. 194

Unos Otros Todos

¡Al monte! ¡A la selva! Sin duda, ¡cielos!, es grande este Dios de los cristianos, pues tantos portentos hace.

vv. 2731 acot., 2734 acot., 2735, 2736. Enmiendo con VT para precisar la salida de los personajes y que las voces de los españoles se escuchan dentro. 194

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TEXTO DE LA COMEDIA

*Vanse huyendo. Pizarro Todos Pizarro Idolatría

* (Dentro.) ¡A ellos, españoles! (Dentro.)

¡A ellos!

2735

* (Dentro.) ¡Mueran antes que se amparen de las breñas! ¡Cielos, luna, sol, estrellas, montes, mares! ¿No bastaba enmudecerme, sino a mí de mí privarme? Pero ¿qué mucho que vea contra mí prodigios tales el día que ella se ampara de la cruz y que él se vale del plátano, que atributo de María es, cuya imagen tan fija en el alma lleva? Mas no por eso desmayen mis rencores y, pues soy genio de las tempestades, mi aliento el aire inficione, mi fuego los campos tale, mi rabia los frutos hiele, mi ira las mieses abrase para que muriendo todos, primero que a Cristo aclamen, a los embotados filos 195

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v. 2750 genio: «Entre los gentiles eran unos espíritus o cuasi deidades, a quienes atribuían el cuidado e influencia en la producción de las cosas» (Aut). Comp. El gran príncipe de Fez, C, IV, p. 556: «Dónde he de ir, / si soy el réprobo genio / que, con permisión de Dios, / el albedrío previerto / de ese príncipe africano»; El mágico prodigioso, vv. 18501852: «Dije, y haré lo que dije, / que ofreciera liberal / el alma a un genio infernal». v. 2754 mies: «espiga, caña y grano del trigo, cebada y demás semillas de que se hace pan» (Aut). Comp. La humildad coronada, vv. 1427-1428: «para Vid y Espiga, frutos / de la viña y de la mies»; El indulto general, vv. 265-267: «en trigo te ofrezco / darle, señor, de mis mieses / algunas». v. 2757 embotado: participio de embotar, «Engrosar los filos y puntas de las armas y otros instrumentos agudos, mellándolos, despuntándolos o gastándolos, como sucede en los cuchillos, navajas, espadas y otros que se gastan con el uso de ellos» (Aut). Comp. El 195

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de pestes, sedes y hambres, ninguno pueda lograr en las siguientes edades ver que mejor sol en brazos de mejor aurora nace.

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año santo de Roma, vv. 904-905: «Lascivia. … a cuyo embotado filo… / Luzbel. … tan atormentado muero…».

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JORNADA TERCERA *Tocan las chirimías y sale, por una parte, don Lorenzo de Mendoza, conde de Coruña, con acompañamiento y, por otra, don Jerónimo Marañón, gobernador de Copacabana. 198

Gobernador

¡Feliz, oh gran don Lorenzo de Mendoza, rama invicta del Infantado y glorioso blasón de Coruña, el día * que del segundo Felipe, que eternas edades viva, virrey, señor, os merecen estas conquistadas Indias! 199

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Su majestad, que Dios guarde, sin propios méritos fía de mí su gobierno en fe de que en la obligación mía le sirva el afecto, ya

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v. 2762 acot. Lorenzo de Mendoza: mucho se ha especulado sobre la identidad de este personaje (Gutiérrez Meza, 2012a, pp. 231-233). Se trataría de Lorenzo Suárez de Mendoza, cuarto conde de La Coruña, quien no fue virrey del Perú, sino de la Nueva España entre el 4 de octubre de 1580 y el 19 de junio de 1583, fecha de su muerte en Ciudad de México. Entre el 12 de marzo de 1583 y el 11 de noviembre de 1585 gobernó interinamente en el Perú Cristóbal Ramírez de Cartagena, presidente de la Real Audiencia de Lima, por lo que no hubo propiamente virrey. Por ello y por la cercanía de estas fechas con la llegada de la talla de la Virgen a Copacabana (2 de febrero de 1583), Calderón habría preferido colocar a Suárez de Mendoza como virrey del Perú. Jerónimo Marañón: corregidor de Omasuyo, a cuya jurisdicción pertenecía Copacabana (Historia, lib. ii, cap. 4, p. 227). Apoyó la entronización de la imagen. vv. 2764-2765 rama invicta del Infantado: Suárez de Mendoza era descendiente directo de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana y padre de Diego Hurtado de Mendoza, primer duque del Infantado. v. 2772 sin propios méritos: parece una muestra de modestia; sin embargo, Suárez de Mendoza fue principalmente un hombre de letras. Gálvez de Montalvo incluyó un soneto suyo en El pastor de Fílida (1582). 198

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que el mérito no le sirva. Y pues para el que desea acertar, tomar noticias el primer paso es, ¿de quién * puedo mejor adquirirlas que de quien por montañés Marañón es en Castilla tan ilustre y por su cargo es en aquestas provincias gobernador de tan grave puesto como él mismo explica, pues al de Copacabana pocos hay que le compitan?

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Gobernador

¿Qué noticias podré daros que vos no traigáis sabidas, pues todas han ido a España, * ya contadas o ya escritas, fuera de que son tan grandes las inmensas maravillas que obró Dios y obró su pura Virgen Madre sin mancilla desde el día que en Perú la cruz entró y desde el día que la invocación del nombre dulcísimo de María se oyó en él, que me parece que un casi agravio sería, presumiendo no saberlas vos, el osar yo a decirlas? Y así, os suplico, señor,

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v. 2781 montañés: los montañeses se consideraban poseedores de un linaje limpio, antiguo y noble. Comp. Amar después de la muerte, vv. 828-830: «Pues los míos, sin ser reyes, / fueron más que reyes moros, / porque fueron montañeses»; Vélez, El diablo cojuelo, 5, p. 115: «descendemos todos de la más noble y más alta Montaña de la tierra y del cielo, y aunque seamos zapateros de viejo, en siendo montañeses, todos somos hidalgos». v. 2792 ya contadas o ya escritas: para una lista de las obras dedicadas a la historia de la Virgen publicadas en aquellos años, ver Gutiérrez Meza, 2014c, pp. 173-174; Rípodas, 1995, pp. 55-59. 201

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* que me escuséis de que os repita que la cruz domeñó fieras, vitoria muy suya antigua; que María apagó incendios nevando sus mismas manos blancos copos que con lluvias de arena y polvo la vista al idólatra dos veces cegó; y que tan peregrinas obras, viendo que sus vanos ídolos enmudecían al sonido de aquel nombre y de aquel tronco a las líneas, introdujeron la fe; que entre los que se bautizan y los que idólatras quedan hubo bandos, hubo cismas y disensiones; y en fin, que, siguiendo las conquistas, después que se redujeron Cuzco, Chucuito y Lima, de cuyos conquistadores apenas uno hay que viva, 203

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v. 2808 vitoria muy suya antigua: en el Antiguo Testamento se recogen historias en las que el poder divino vence a las fieras, por ejemplo, cuando David cuenta a Saúl cómo peleaba, siendo pastor, con las fieras que atacaban el ganado (1 Samuel 17, 34-36) y el episodio de Daniel en el foso de los leones (Daniel 6, 17-25). v. 2818 de aquel tronco a las líneas: las líneas de la cruz. v. 2826 Chucuito: «provincia famosa, de mucha gente, que por ser tan principal la dieron al emperador en el repartimiento que los españoles hicieron de aquella tierra» (Comentarios, lib. ii, cap. 20, p. 77); «estuvo sumamente poblada al tiempo de la conquista y así se consideró por opulenta, gozando sus gobernadores el mando político, vicepatronato y capitanía general de las provincias inmediatas» (DGIO). Actualmente es una pequeña localidad peruana a las orillas del lago Titicaca. v. 2828 apenas uno hay que viva: Pizarro, Almagro y Candía murieron durante las guerras civiles y solo Hernando Pizarro les sobrevivió (v. 1945). Regresó a España en 1539 para defender la causa de su familia. Acusado de la muerte de Almagro, vivió prisionero durante más de veinte años, primero, en Madrid y, luego, en el Castillo de la Mota hasta que fue liberado por Felipe II en 1561. Esta última prisión fue representada en la tercera jornada de La lealtad contra la envidia. Se casó con su sobrina Francisca Pizarro Yupanqui 203

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murió Guáscar prisionero y su hermano Atabaliba no sé cómo.Y pues no son estas cosas para dichas tan de paso, remitamos a la historia que lo escriba y vamos a lo que hoy toca a la obligación mía, y en Copacabana hablemos no más, pues cosa es sabida que a un gobernador no toca hablar como coronista. Es Copacabana un pueblo que casi igualmente dista, en la provincia que llaman Chucuito, pocas millas de la ciudad de La Paz y Potosí. Sus campiñas son fértiles, sus ganados

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en 1552 y falleció en Trujillo en 1578. En 1631 Juan Fernando Pizarro, su nieto, consiguió de Felipe IV la recuperación del título de marqués de la Conquista, perdido durante dos generaciones debido a la rebelión de Gonzalo Pizarro (1544-1548, tema de Amazonas en las Indias), de ahí el refrán: «Alzarse como Pizarro en las Indias», y que los viajeros a Indias tuviesen que jurar que no eran parientes de los Pizarro (Zugasti, 1993, pp. 79-80; 2004, pp. 59-60). vv. 2831-2836 pues no son estas cosas… a la obligación mía: al igual que otros dramaturgos áureos, Calderón se hace eco de la distinción entre historia y poesía, pues «su tarea no es escribir historia o crónica, sino poetizar los hechos» (Escudero, 2000, p. 17). Ver «El tratamiento poético de las fuentes» en la introducción. v. 2837 hablar en: hablar sobre. Comp. Lope de Vega, La Dorotea, p. 395: «no hablamos en otra cosa desde que amanece»; Zabaleta, El día de fiesta por la tarde, p. 367: «Múdase la conversación y hablan en cosas de comer». v. 2845 La Paz: ciudad fundada en 1548 en la llanura de Chuquiabo como punto de descanso para los viajeros que transitaban entre Potosí y Cuzco, y en conmemoración de la restauración de la paz conseguida por Pedro de la Gasca tras la rebelión de Gonzalo Pizarro. Actualmente es una de las principales ciudades de Bolivia. v. 2846 Potosí: «célebre en todo el mundo por las inmensas riquezas de sus inagotables minas de plata, lo descubrió casualmente el año de 1545 un indio llamado Huallpa» (DGIO). Se ubica en las faldas del legendario Cerro Rico o de Potosí, en la actual Bolivia. 207

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muchos y sus alquerías de frutas, pescas y cazas abundantes siempre y ricas, cuya opulencia en su lengua a la nuestra traducida Copacabana lo mismo que piedra preciosa explica. Pero, aunque pudiera ser por esto grande su estima, * la hizo mayor que en sus montes yace aquella peña altiva que adoratorio del Sol fue un tiempo por ser su cima, donde diabólico impulso hizo creer que el Sol podía dar a su hijo para que los mande, gobierne y rija. A esta causa, entre la peña y la procelosa orilla de una gran laguna que hace el medio contorno isla, se construyó templo al Sol en cuyas aras impías Faubro al ídolo llamaron superior, que significa

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v. 2854 piedra preciosa: Comp. Historia, lib. ii, cap. 2, p. 214: «Que eso quiere decir en lengua del inga Copacabana: lugar donde se ve la piedra preciosa». v. 2866 proceloso: «que frecuentemente padece tempestades y tormentas» (Aut). Comp. El divino Jasón, vv. 246-247: «aborto / de las procelosas nubes»; El golfo de las sirenas, vv. 1667-1668: «los peñascos de su centro / proceloso viento arranca». vv. 2867-2868 hacer isla: «Dejar algún sitio por todas partes ceñido y bañado de agua» (aislar, Aut). Aquí las aguas del lago Titicaca aislan solo el medio contorno, pues Copacabana se ubica en la península homónima, unida a tierra por el istmo de Yunguyo. v. 2871 Faubro: nombre derivado de Februa, el festival romano de purificación que se celebraba durante el último mes de su calendario y que dio nombre a febrero (ver Gutiérrez Meza, 2012a, p. 233). La iconografía de la Virgen de Copacabana corresponde a la de la Virgen de la Candelaria, a la que los hanansayas decidieron dedicarle la cofradía, porque su fiesta tenía lugar en febrero, tiempo de heladas en la zona (Historia, lib. ii, cap. 2, p. 216). 211

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mes santo.Y mientras el cielo no nos revele el enigma, ocioso es que discurramos ahora en su etimología. En él —por los reservados juicios de Dios— las insidias del antiguo áspid, y en otros oráculos, respondían inspirando abominables ritos, cuya hidropesía de sangre, mal apagada con la de las brutas vidas, pasó a beber la de humanas vírgenes sacerdotisas. En fin, siendo como era Copacabana la hidra,

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vv. 2875-2876, 2878, 2880 Enmiendo con VT la omisión de los dos primeros versos. En coherencia con esto enmiendo también los siguientes. v. 2879 antiguo áspid: así se llama al Demonio en Apocalipsis 12, 9, en alusión a su aparición bajo la forma de una serpiente en Génesis 3. v. 2882 hidropesía: «Enfermedad causada por un conjunto de aguas que se hace en alguna parte del cuerpo, la cual suele proceder de beber con exceso y causa hinchazón» (Aut). Es metáfora para las pasiones sin control. Comp. El laberinto del mundo, vv. 782785: «tan voraz es que de sola / sangre humana se sustenta, / con todo el mundo acabara / su hidropesía sangrienta»; El nuevo hospicio de pobres, vv. 1038-1044: «Rico soy y mi deseo / sediento me tiene tanto / que le hace falta a mi llanto / todo lo que no poseo; / quizá con ello aliviara / viendo que era hacienda mía / la sed de mi hidropesía». v. 2883 apagada: apagar la sed es «saciarla bebiendo» (Aut). Comp. Tu prójimo como a ti, vv. 294-295: «De mi apetito / aún no apagada la sed». vv. 2885-2886 pasó a beber la de… sacerdotisas: alusión al restablecimiento de los sacrificios humanos por Idolatría tras la llegada de los españoles. v. 2888 hidra: «género de serpiente que se cría y vive en el agua […] Los poetas fingieron haber en la laguna infernal (dicha Lerna) esta serpiente, y tener en su cuerpo muchas cabezas, con tal calidad y naturaleza que cortándole una le vuelven a nacer de nuevo otras», «Por esta serpiente hidra entiendo yo la herejía, y los herejes por los viboreznos. Deben ser consumidos con fuego antes que destruyan la tierra» (Cov.). Es símbolo del Demonio y recuerda a la bestia de siete cabezas de Apocalipsis 13. Sus cabezas aluden aquí a los ídolos traídos de todo el Perú a Copacabana. Comp. El laberinto del mundo, vv. 773-775: «hidra de siete cabezas, / en cuya escamada espalda / lasciva mujer se asienta»; La nave del mercader, vv. 1620-1623: «¿Qué veneno ha de ser? Es / el que en su aliento produce / la hidra por siete bocas / que humo exhalan, fuego escupen». 215

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principalmente después que a su templo retraídas trajo la guerra en estatuas todas sus falsas reliquias… En fin, siendo, a decir vuelvo, Copacabana la hidra de tantas cabezas cuantas el padre de la mentira en cada suspiro alienta, en cada anhélito inspira, fue la primera en quien Dios logró la fértil semilla de su fe, siendo primeros obreros de su doctrina de Domingo y de Agustín las dos sagradas familias. Roma de América hay quien piadoso la publica, pues bien como Roma, siendo 221

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v. 2890 retraído: «refugiado al lugar sagrado o inmune» (Aut). Comp. Bien vengas, mal, si vienes solo, OC, II, p. 619: «está en mi casa escondido / un hombre que retraído / vive en ella»; Cada uno para sí, vv. 1669-1671: «le dejé / retraído en una iglesia / por no sé qué disgustillo». v. 2896 padre de la mentira: así Cristo llama al Demonio (Juan 8, 44). v. 2897 Enmiendo con B la omisión del verso. v. 2898 anhélito: «respiración o aliento» (Aut). Comp. El orden de Melquisedec, vv. 7273: «Judaísmo.Y otro anhélito no des… / Sinagoga.Y otro suspiro no formes…»; Las órdenes militares, vv. 26-27: «instigada del fiero / letal anhélito mío». v. 2900 Enmiendo con B la trivialización: fértil] feliz. v. 2902 doctrina: americanismo, «curato colectivo de pueblos de indios, afecto a determinada religión de regulares, a quienes se ha concedido perpetuamente en premio de haber sido los que redujeron los pueblos a policía y a la religión católica» (Aut). Comp. Historia, lib. ii, cap. 14, p. 272: «se le hacía agravio al padre Antonio de Montoro quitarle aquella dotrina e imagen, que tanto trabajo le había costado». vv. 2902-2904 obreros de su doctrina… las dos sagradas familias: los dominicos fueron la primera orden que se estableció en Copacabana, donde erigieron una iglesia en 1547. El virrey Toledo los expulsó en 1573 y entregó la doctrina a sacerdotes seculares. En 1589 llegaron los agustinos, quienes se encargaron de la construcción de la basílica y de la entronización de la imagen tallada por Yupanqui en el altar mayor el 6 de abril de 1614, además de la propagación de su historia y milagros (Salles-Reese, 2015, pp. 31, 95-96). 221

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donde más vana tenía la gentilidad su trono, fue donde puso su silla triunfante la Iglesia; así donde más la Idolatría reinaba, puso la fe su española monarquía, mostrando cuán docta siempre la eterna sabiduría, donde ocurre el mayor daño, el mayor remedio aplica. Tan fecundas sus primeras raíces prendieron, tan fijas que a marchitar no bastaron sus flores todas las iras del tiempo, pues padeciendo destemplado todo el clima, hambre, peste y mortandad, no por eso desconfían, atribuyendo a que sean sus dioses quien los castiga, pues antes atribuyendo a Cristo y su Madre pía que sus pasados errores trata con blanda justicia,

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vv. 2917-2918 donde ocurre el mayor daño, el mayor remedio aplica: así lo señaló san Pablo: «Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Romanos 5, 20), sobre lo cual reflexiona también Ramos Gavilán: «¿Cómo pone Dios una margarita tan preciosa, una joya de tan grande estima, en un lugar tan abominable por sus maldades y vicios como era Copacabana? […] Dio Dios esta rica joya a este pueblo tan ciego por engrandecer su pobreza; puso aquí esta piedra para que, donde no se hallaba rastro ni senda alguna para el cielo, con su divina presencia hallasen aquellos descaminados indios camino real para él» (Historia, lib. ii, cap. 2, pp. 207-209). vv. 2923-2925 padeciendo… hambre, peste y mortandad: Comp. Historia, lib. ii, cap. 2, p. 216: «era infestado con los continuos hielos, que a los principios de febrero despedía el cielo contra sus sementeras, que por aquel tiempo comienzan. Este tan ordinario azote traía acosadísimos a los miserable indios que no les daba lugar a ningún descanso, estando siempre sobre ellos el temor de la hambre con las demás calamidades que tras ella vienen, verdugos del hombre». 228

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para aplacarla trataron hacerla una cofradía, porque al fin en voz de muchos suenan más las rogativas. Mas como siempre el Demonio obstinadamente lidia en estorbar devociones, bandos introdujo y riñas entre dos nobles linajes sobre qué patrón elijan. Los hurisayas, de quien cabeza es Andrés Jaira, anciano cacique noble, * que allá en sus ritos solía * ser sacerdote del Sol, sabiendo cuánto domina sobre las pestes su santa intercesión, solicita que sea san Sebastián

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v. 2936 rogativa: «oración pública hecha a Dios para conseguir el remedio de alguna grave necesidad» (Aut). Comp. Lope de Vega, El peregrino en su patria, lib. i, p. 165: «el mísero peregrino con esta devota rogativa disponía su alma a la imagen bellísima de aquella tabla, de cuyo Hijo no quitaba los ojos». v. 2943 hurisayas: hurinsayas. La división en hanan (los de arriba) y hurin (los de abajo) aparece desde la fundación del Cuzco: «dividida en dos medios que llamaron Hanan Cozco, que […] quiere decir Cozco el alto, y Hurin Cozco, que es Cozco el bajo […] Esta división de ciudad no fue para que los de la una mitad se aventajasen de la otra mitad en exenciones y preeminencias, sino que todos fuesen iguales como hermanos, hijos de un padre y de una madre» (Comentarios, lib. i, cap. 1, p. 30). Dicha división se reprodujo en las ciudades y pueblos del imperio incaico para reflejar la división de su capital. v. 2944 Andrés Jaira: según Ramos Gavilán, Diego Churatopa fue cabeza y gobernador de los hurinsayas. Este no lideró la oposición a la talla de Yupanqui; al contrario, cuando el corregidor Marañón se comprometió a conseguir la aceptación de la imagen, él quiso participar personalmente en su traslado a Copacabana (Historia, lib. ii, cap. 4, pp. 227-228). Quizá por ello Calderón prefirió emplear un nombre diferente, pues así distinguía al devoto personaje histórico de su dramatización. Como Gallego anota, Jayra es un nombre aymara que significa: «perezoso, negligente, ocioso».Ver Gutiérrez Meza, 2012a, p. 230. v. 2951 san Sebastián: santo y mártir de la Iglesia durante el Imperio Romano. Militar, perteneciente a la guardia pretoriana, visitaba y alentaba a los cristianos prisioneros a causa de su fe. Descubierto, sobrevivió al asaetamiento y, ya recuperado, continuó 230

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titular de la obra pía. Otro, de los hanasayas cabeza —que hoy se apellida, por ser de aquella real sangre, Francisco Yupangui Inga—, en que María ha de ser la patrona y no otro insta. Estas, pues, dos opiniones, escusando que a rencillas * pasasen, convine en que a los votos reducidas la mayor parte venciese. Pero la noche del día en que habían de juntarse a resolver la porfía, con estar las heredades 234

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con su apostolado y volvió a enfrentarse al emperador, quien ordenó que lo azotasen hasta morir. Su culto está relacionado con la protección contra la peste y los enemigos de la religión. Comp. Historia, lib. ii, cap. 2, p. 216: «La parcialidad hurinsaya alegó que aquello tocaba a todo el pueblo y que ellos tenían puesto en plática fundar una cofradía de san Sebastián». v. 2953 hanasayas: hanansayas.Ver nota v. 2943. v. 2956 Francisco Yupangui: primera mención bajo su nombre cristiano, lo que se repite después con Guacolda y Glauca, bautizadas como María e Inés respectivamente (vv. 3158, 3249). El cambio de nombre entre la población indígena tuvo profundas implicaciones en la sociedad de la posconquista, ya que «el acto de nombrar significaba identificar —definir la identidad del objeto nombrado—», por lo que fue objeto de polémicas en ambos lados del Atlántico (Adorno, 1996, p. 103). Ver Gutiérrez Meza, 2012a, pp. 230-231. Calderón funde en él a Alonso Viracocha, el verdadero líder de los hanansayas (Historia, lib. ii, cap. 2, p. 217). v. 2962 reducido: participio de reducir: «mudar una cosa en otra equivalente» (Aut). Comp. El año santo de Roma, vv. 489-492: «De manera que a dos luces, / en dos sentidos tenemos / lo que fue y es y será / reducido a un argumento». v. 2966 porfía: «Contienda o disputa de palabras, tenaz y obstinada» (Aut). Comp. Eco y Narciso, C, IV, p. 146: «Oídme a mí, sin que tengáis / más contienda ni porfía»; Guárdate del agua mansa, vv. 1780-1782: «quiero que prevenido / de una porfía en que estamos / seáis juez». v. 2967 heredad: «tierra que se cultiva y da fruto» (Aut). Comp. A María el corazón, vv. 1015-1016: «pequeño tercio de legua, / heredad de dos hermanos»; El cordero de Isaías, vv. 2309-2311: «muera en la pública llama, / con general perdimiento / de sus bienes y heredades». 234

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de unos y otros tan vecinas que en todos aquellos pagos * unos con otros alindan, amanecieron las mieses de aquellos que defendían que María había de ser la patrona tan floridas con el riego de una nube celestial que daba grima * el ver las de los opuestos * tan áridas y marchitas, dando consuelo mirar tan juntos triunfos y ruinas, y que en un espacio mismo hubiese unión tan distinta como ser todo esto flores, siendo todo aquello aristas. Por algunos días duró

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v. 2969 pago: «distrito determinado de tierras o heredades» (Aut). Comp. La viña del Señor, vv. 59-61: «¿Qué fuera / que aquella voz que tan sonora corre, / con este hermoso pago conviniera?»; Lope de Vega, El arenal de Sevilla, Comedias, XII, p. 467: «floreciendo sus pagos / poblose con extranjeros / venidos por varios casos». v. 2970 alindar: «terminar una heredad con otra, esto es, servir unas posesiones de términos y límites a las que están immediatas a ellas» (Aut). Comp. Cervantes, Quijote, I, 30, pp. 302-303: «un descomunal gigante, señor de una grande ínsula que casi alinda con nuestro reino, llamado Pandafilando de la Fosca Vista». vv. 2975-2976 riego de una nube celestial: después de la colocación de la talla de la Virgen, los hanansayas decidieron sembrar algunos campos para comprar con la venta de la cosecha lo necesario para el servicio de la imagen. Los hurinsayas se excusaron de participar, aduciendo la sequedad del clima. A pesar de ello, los hanansayas emprendieron la tarea «cuando les cubrió una espesa nube que, defendiéndolos del riguroso calor, con que casi tenían tostadas las entrañas, les regó la tierra tan a medida de su deseo que dejó envidiosos los otros indios, pues solo se dejó caer en el sitio que para chácara o sementera de la Virgen estaba señalada, negando su rocío a las demás» (Historia, lib. ii, cap. 9, p. 246). Con esta milagrosa lluvia, la Virgen venció las últimas resistencias de los hurinsayas (pp. 248-249). v. 2976 grima: «horror y espanto que se recibe de ver u oír alguna cosa horrenda y espantosa» (Aut). Comp. Las armas de la hermosura, OC, I, p. 1280: «Todo es horror, todo es grima, / todo asombro, todo incendio»; El nuevo hospicio de pobres, vv. 992-993: «allí el leproso que dio / a cuantos le miran grima». vv. 2977-2978 Enmiendo con VT la omisión de los versos. 239

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la admiración, repetida la lluvia desde la noche al alba, y desde su risa hasta otra noche tan claro sol que brotaban opimas * —a vista de sequedades, mustias, yertas y marchitas— las mazorcas del maíz y del trigo las espigas. Con este prodigio, ¿quién dudara que reducidas las opiniones quedase por su patrona divina la siempre llena de gracia, siempre intacta y siempre limpia? ¿Ni quién dudara tampoco que ya una vez elegida fuese todo frutos, todo salud, abundancia y dicha? Pero entre tantos favores no faltan penas que aflijan, bien que tales penas ellas se padecen y se alivian, siendo ellas mismas remedio del achaque de sí mismas. Es, pues, el gran desconsuelo de los que más solicitan su culto no tener para colocar en la capilla 244

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v. 2988 risa: al reír el alba, «cuando amanece u desde el tiempo que se descubre la luz del día hasta que sale el sol» (Aut). Comp. El divino Jasón, vv. 442-444: «mi celo la avisa / de que ha llegado la risa / en las lágrimas del alba»; La viña del Señor, v. 18: «al llorar de la aurora, al reír del alba». v. 2990 opimo: «Rico fértil, abundante» (Aut). Comp. La redención de cautivos, vv. 1811-1813: «pan de ángeles, sarmiento / opimo, panal sabroso / y ensangrentado madero»; La torre de Babilonia, vv. 205-207: «De una vid toma un sarmiento / de quien más fértil y opimo / pende un hermoso racimo». 244

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que labra la esclavitud una imagen de María. Mil diligencias se han hecho, pero como a estas provincias aún no han pasado los nobles artes de España, es precisa cosa que supla la fe lo que no alcanza la vista. Dirá la objeción que cómo no había arte donde había estatuas de tantos dioses, y hallarase respondida con saber que eran estatuas tan toscas, tan mal pulidas, tan informes y tan feas como una experiencia diga. Pues el cristiano cacique que dije que defendía de María el patrocinio, viendo la gente afligida y ansiosa por una imagen, 246

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v. 3015 esclavitud: «cierta especie de hermandad, cofradía o congregación en que se juntan y concurren varias personas, así hombres como mujeres, a hacer diferentes actos de devoción» (Aut). Comp. Juan Bautista, Obras, Exhortación 46, 6, p. 379: «no se podía aguardar menos de tantos príncipes y reyes como cada día entran en esta congregación y esclavitud»; Fernández Navarrete, Conservación de monarquías y discursos políticos, p. 106: «con tanto número de cofradías, hermandades y esclavitudes, se andan los oficiales la mitad del año atendiendo más a las emulaciones y competencias que a la devoción y a las diligencias necesarias para gozar de las indulgencias». vv. 3019-3020 aún no han pasado los nobles artes de España: las críticas hacia la actividad artística de Yupanqui apelaban a la superioridad de los artistas españoles. Cuando presentó un lienzo de la imagen para conseguir el permiso del obispo: «no faltó quien ultrajándole le aconsejó que dejase aquel arte para españoles» (Historia, lib. ii, cap. 3, p. 220), lo que se repite en el traslado de la talla: «no había de ser hechura de don Francisco Tito Yupangue, sino de español (y ese muy buen oficial), o se enviase a España por una» (cap. 4, p. 226). vv. 3027-3029 estatuas tan toscas… y tan feas: ejemplo de dicha tosquedad era el ídolo de Copacabana: «no tenía más de la figura de un rostro humano, destroncado de pies y manos, que como a otra figura de Dagón», y el ídolo Copacati: «una figura malísima y todo ensortijado de culebras» (Historia, lib. i, cap. 32, pp. 191, 197). 246

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se ofreció a que él la daría como la tenía en su mente, hecha por sus manos mismas. Bien creímos todos, viendo entrar con tanta osadía en su fábrica gloriosa, que por lo menos sería una que supliese, ya que no primorosa y linda. Pero con ser la materia de que intentó construirla tan dócil como es el barro, pues no hay, sin que se resista, cincel a quien no obedezca, buril a quien no se rinda, muy pagado de su hechura la trajo tan deslucida, tan tosca y tan mal labrada, sin proporción en sus líneas ni primor en sus faiciones, 249

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v. 3037 como la tenía en su mente: el modelo para la escultura aquí es la milagrosa aparición de la Virgen en el cerco del Cuzco. Según Ramos Gavilán, después de una pesquisa entre distintas advocaciones,Yupanqui eligió como inspiración la de la Candelaria: «puso en ella los ojos con estraña atención, deseando se le quedase impresa una idea al natural de aquella imagen, para después, conforme al prototipo y estampa que tenía, sacar a la luz su deseada obra» (Historia, lib. ii, cap. 3, p. 219). vv. 3045-3047 con ser la materia… tan dócil como es el barro: este primer intento lo menciona Yupanqui en su relación, transcrita por Ramos Gavilán. Junto con su hermano Felipe de León, confeccionó una imagen de barro que el clérigo Antonio de Almeida consintió que colocasen en el altar, donde permaneció hasta que su sucesor, Antonio de Montoro, ordenó que la retirasen (Historia, lib. ii, cap. 6, pp. 234-235). v. 3050 buril: «Instrumento de acero esquinado, cuya punta remata en uno de sus ángulos, con el cual se abre y se hacen líneas y lo que se quiere en los metales» (Aut). Comp. Psiquis y Cupido (Madrid), vv. 1347-1349: «docto buril / sobre garras de oro / dio sillas de marfil». v. 3051 pagado: «Ufano, satisfecho de algo» (DRAE). Comp. El pintor de su deshonra, OC, I, p. 993: «tan pagado / de esto estoy que todo el día / solo en verles pintar gasto». v. 3055 faición: «Parte de las que componen el rostro del hombre y comúnmente se usa en plural» (facción, Aut). Comp. Lope de Rueda, Medora, p. 253: «Y estando en la cuna se nos desfiguró, que en rostro y faiciones era semejante a su hermana». 249

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que irreverente movía más que a adoración a escarnio, más que a devoción a risa, de que se infiere cuán brutos sus simulacros serían. Pues este juzgó bastar hechura tan poco digna, tan corrido de baldones se vio, de vayas y gritas, que desde allí no ha salido de un aposento en que habita, donde apenas deja verse de su esposa y su familia, con qué intento no sé. Pero sé que, durando en la villa el desconsuelo de verse las esperanzas perdidas de hallar imagen, dilatan el formar la cofradía, * a que pienso que hago falta si mi fe no los anima. 254

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v. 3060 simulacro: «Imagen hecha a semejanza de alguna cosa venerable o venerada» (Aut). Comp. A Dios por razón de estado, vv. 110-113: «ni ara ni altar tiene dentro, / ni imagen ni simulacro / de quien se intitule dueño / de su culto»; Las cadenas del demonio, OC, I, p. 738: «si las noticias creo / de pintados simulacros / que en algunos cuadros tengo, / viva copia eres de aquel / ídolo que en nuestro templo / con el nombre de Astarot / adora todo este reino». vv. 3063-3064 tan corrido de baldones… de vayas y gritas: cuando Alonso Viracocha propuso aceptar la imagen tallada por Yupanqui, los hurinsayas mantuvieron su oposición «con apretadas voces», por lo que Viracocha «se salió de aquel bárbaro conclave y luego escribió a Tito Yupanque lo que pasaba y que le parecía vendiese la hechura de su imagen y se aprovechase del precio, porque los hurinsayas no querían ver obra suya» (Historia, lib. ii, cap. 4, p. 226). v. 3064 vaya: «Burla o mofa que se hace de alguno u chasco que se le da» (Aut). Grita: dar grita, «Insultar muchas personas a otra con gritos y voces de oprobio, como suelen hacer los muchachos a los locos» (Aut). Comp. A María el corazón, vv. 395-402: «el verse unos a otros / conmueve a la alegría, / la alegría al banquete, / el banquete a la risa, / la risa al baile, al juego, / a la vaya, a la grita, / escollos en que siempre / la devoción peligra»; El gran duque de Gandía, vv. 998-999: «Invierno. De él todos nos venguemos. / Estío. Démosle vaya y grita». 254

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Y así, que me deis licencia mi rendimiento os suplica, * por pensar que en esto más a Dios, al rey y a vos sirva. 256

Conde

Gobernador

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De vuestras noticias quedo, por más que escuséis decirlas, bastantemente informado. Y pues no es justo que impida mi detención vuestro celo, id donde de parte mía a la esclavitud diréis que la ruego que me admita por su hermano, y en mi nombre la ofreceréis para el día que haya imagen las coronas de Hijo y Madre, y sea precisa ley que me hayáis de avisar de cuanto logre y consiga tan piadoso afecto. En eso y en todo es justo que os sirva mi obediencia.

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El cielo os lleve

Conde con bien.

*Vase el Conde y el acompañamiento.

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Gobernador

Guarde él vuestra vida. * Vamos deseosos. No haga falta la persona mía, porque primeros fervores que la necesidad dicta,

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v. 3078 rendimiento: «obsequiosa expresión de la sujeción a la voluntad de otro, en orden a servirle o complacerle» (Aut). Comp. A Dios por razón de estado, vv. 275-277: «deseoso de saber / qué culto, qué rendimiento / es este que dais a un Dios»; La niña de Gómez Arias, C, IV, p. 541: «Ese cortés rendimiento / tanto, africano, te estimo / que no me ofrezco a pagarle / con engaños». v. 3098 acot. Preciso con VT la salida del acompañamiento del Conde. 256

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en viéndola remediada, con poca causa se entibian. *Vase. Córrese una cortina y véase aYupangui en traje humilde de español, con taller, herramientas y demás instrumentos de escultor, como labrando una estatua tosca de madera, cuya estatura ha de ser de una vara, poco más o menos, y mientras dice los versos, esté siempre haciendo que trabaja en ella. 258

Yupangui

Ya, purísima María, que mejorando de suerte te adoró sin conocerte la ciega ignorancia mía, y ya que el felice día de conocerte llegó, llegue el de que logre yo esta aprehensión que vehemente insta en que copiarte intente y en que lo consiga no. Bien sé que nunca aprendí esta arte, pero no sé qué interior carácter fue el que en el alma imprimí desde el punto que te vi, que, aunque tan ruda se halla al desbastar de esta talla la agilidad de mi estrella, * siendo imposible el tenella,

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v. 3104 acot. vara: «instrumento formado de madera u otra materia, de que se usa para medir» (Aut). Comp. La fiera, el rayo y la piedra, vv. 2257-2260: «Como lo que quiebre en mí / sea el enojo y no sea / una vara de medir, / vendré en ello fácilmente»; No hay burlas con el amor, vv. 1336-1339: «la enviase veinte varas / de lama, porque quería / hacer en mi nombre una / pollera». vv. 3115-3116 nunca aprendí esta arte: Calderón omite el tiempo que Yupanqui permaneció como aprendiz del entallador Diego Ortiz en Potosí (Historia, lib. ii, cap. 4, p. 235). v. 3121 desbastar: «Labrar, acepillar, pulir la madera» (Aut). Comp. Tirso, Amazonas en las Indias, vv. 1423-1426: «ya en el taller, ya en la fragua, / trabaja, sopla, martilla, / compasa, mide, dispone, / desbasta, asierra, acepilla…». v. 3123 Enmiendo con B,VT la rima: tenedla. 258

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es imposible el dejalla. Si cuando al barro fie el primer diseño mío, te hallaste de mi albedrío no bien servida, porque masa quebradiza fue del primer Adán, en cuyo daño original arguyo no comprehendida, cuán mal pudiera en su original copiarse retrato tuyo. Ya en mejor materia fundo este segundo diseño, pues te fabrico de un leño, a honor del Adán segundo. Permite, pues, que vea el mundo que en esta fábrica mía, pues a un madero se fía, se aúnen a mejor luz la materia de la cruz y el retrato de María. Y vos, Niño Dios, que aquí gozando los tiernos lazos de sus amorosos brazos significar pretendí, pues no hay facultad en mí

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vv. 3129-3134 masa quebradiza… copiarse retrato tuyo: aquí el daño original se refiere al pecado original: «trae su origen del pecado de Adán, que se transfundió a toda su descendencia, excepto a María Santísima, que entre las puras criaturas fue la única preservada por los méritos de Jesucristo» (Aut). Por ello, la imagen no podía hacerse con barro, la masa quebradiza de la que Dios hizo a Adán, debido a que la Virgen nació libre del pecado original. vv. 3137-3138 te fabrico de un leño, a honor del Adán segundo: la madera es la materia apropiada para la fabricación de la imagen de María, porque está relacionada con Cristo, el Adán segundo, y su sacrificio en la cruz (Adán, primer y segundo DASC). v. 3148 significar: «Representar alguna cosa distinta de sí por naturaleza o voluntaria imposición» (Aut). Comp. A Dios por razón de estado, vv. 707-711: «aquel que de brutas pieles, / por significar su afecto / en lo bárbaro del traje / indio bozal y grosero / se muestra, es el Ateísmo»; El año santo de Roma, vv. 798-800: «la esclavina / doy que significa el yugo / de la ley». 262

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ni para dejar la acción * ni para su perfeción, usad de vuestra piedad: u dadme la habilidad * o quitadme la aprehensión.

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*Sale Guacolda vestida a la española. Guacolda

Aunque te enojes, Francisco, de que entre donde deseas tanto estar solo, no puedo escusarlo.

Yupangui

María bella, dulce amada esposa mía, ¿contigo enojarme? Ofensa haces a mi amor.

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Guacolda

Si veo que a todos, señor, ordenas que no entren aquí, ¿qué mucho que yo disgustarte sienta?

Yupangui

La ley de todos, María, no es bien contigo se entienda; fuera de que tú no haces compañía, conque es fuerza que la soledad tampoco estorbes.

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De qué manera ni estorbar la soledad yo, ni hacer compañía pueda no sé, que al parecer son proposiciones opuestas.

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Guacolda

vv. 3165-3166 La ley de todos, María, no es bien contigo se entienda: Gallego percibe aquí un eco de Ester 15, 13: «No, no morirás, que mi mandato es para el común de las gentes», que se interpreta como una prefiguración de la inmaculada concepción de María. Al igual que Ester estaba exenta de la pena de muerte decretada por el rey Asuero para los judíos, ella lo estaba del pecado original. 265

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Yupangui

No son, que el que ama y lo amado * son solo una cosa mesma, y así, viviendo yo en ti y tú en mí, la consecuencia es fácil de que no añades nuevo número a la cuenta; conque, alma del alma y vida de la vida, cosa es cierta que ni acompañas ni estorbas, pues de la misma manera que en presencia estás conmigo, estás conmigo en ausencia.

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Guacolda

Solo puedo responder a tan hidalga fineza que el no entrar a todas horas aquí no es en consecuencia de que otros no entren, sino porque nada te divierta la ocupación, pues por mucho que te desveles en ella, más la debemos a quien hacer el obsequio intentas. Pues debemos a María, después de tantas tragedias como pasamos huyendo de Guáscar, tantas miserias como después padecimos acosados de la guerra hasta venir a tomar puerto en nuestra misma tierra, la suma felicidad

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vv. 3175-3176 el que ama y lo amado son solo una cosa mesma: el galante razonamiento se hace eco de la pregunta: ¿es la unión el efecto del amor?, desarrollada por santo Tomás en la Suma de teología (I-II, c. 28, a. 1). v. 3192 divertir: «Apartar, distraer la atención de alguna persona» (Aut). Comp. No hay instante sin milagro, vv. 1043-1045: «Que al ir a formarle / segunda vez me divierten / música y llanto»; El valle de la zarzuela, vv. 203-205: «aquí no te me diviertas, / porque es aquí, Culpa, donde / te he menester más atenta». 266

v. 3176 Enmiendo con VT: solo] sola.

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de llegar a conocerla y admitir la ley de un Dios de tan divina clemencia y tan humana piedad que, primero que yo muera por él, ha muerto por mí, que fue el dictamen de aquella natural luz que a no verme sacrificada hizo fuerza. Y así, dándole las gracias, libres de tantas tormentas, pasemos a la disculpa de que a embarazarte venga. Los hurisayas, movidos de Andrés Jaira, su cabeza, la ocasión aprovechando de su retiro y la ausencia del gobernador, han hecho hoy junta y resuelto en ella que no se haga cofradía, pues no hay para quién hacerla el día que no hay imagen. Los hanasayas, con esta novedad, viendo que tú en el empeño los dejas y no pareces, se han dado por vencidos; de manera que a estas horas están todas tus pretensiones deshechas, tus diligencias frustradas y tus esperanzas muertas. Yupangui

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No están.Y pues tan a un tiempo de unos la acción y la queja de otros llega que podré a entrambas satisfacerlas. A los unos con que tienen imagen, pues ya está hecha; y a los otros con que no

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me ausentó menor tarea que la de estarla labrando, no dudes que se convenzan. Cierra este taller y nadie entre en él hasta que vuelva.

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Vase. Guacolda

Inés. Sale Glauca. ¿Qué mandas?

Glauca Guacolda

Que cierres * de ese aposento la puerta y traigas la llave.Virgen soberana, madre y reina * de hombres y de ángeles, llegue día en que nos amanezca tu aurora en Copacabana.

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Vase. Glauca

La llave no da la vuelta, y temo que he de quebrarla si porfío. Quede puesta en la cerradura, pues * aquí nadie sale mientras…

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*Al irse por una puerta, sale por otra Tucapel. Tucapel

¡Ce, Glauca, Glauca!

Glauca

¿Quién es? ¿Quién de ese nombre se acuerda?

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v. 3252 soberana, madre y reina: a María se la llama reina, soberana y emperatriz por ser Madre de Cristo: «solo monarca, rey de reyes y señor de los señores» (1 Timoteo 6, 15). v. 3261 ce: «Voz con que se llama a alguna persona, se la hace detener o se la pide atención» (Aut). Comp. La dama duende, vv. 2184-2185: «¡Ce, señora, ce!, / tu hermano por ti pregunta». Anota Pérez Magallón en su citada edición que es aféresis de «ucé», contracción popular de «vuesamerced». 268

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Tucapel

El menor marido tuyo que humilde tus plantas besa.

Glauca

Mejor dirás mi mayor quebradero de cabeza. Ven acá, bestia en dos pies, que son las peores bestias. Si sabes que nuestro amo, obligado a la fineza * con que a su esposa la tuve disfrazada y encubierta, apenas se vio en su casa cuando nos redujo a ella en tiempo de tantas hambres, ansias, pestes y miserias; si sabes que no queriendo admitir la verdadera ley que ellos y yo admitimos, durando siempre aquel tema de los pasados furores, fantasías y quimeras que a tiempos de ti te privan, te echó de casa con pena de que, si volvías a entrar idólatra por sus puertas, te había de moler a palos,

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v. 3263 menor marido tuyo: chiste epistolar que parodia la expresión «el menor criado», usada como fórmula de respeto y cortesía, y proviene del cuentecillo folklórico sobre un rústico que, en una carta a su mujer, se despide empleando dicha forma (ver Chevalier, 1976, pp. 40-41). Comp. El dragoncillo, Teatro cómico breve, vv. 178-179: «Teresa. ¿Quién es quien llama? / Gracioso. El menor marido tuyo»; El santo rey don Fernando (primera parte), v. 833: «tu menor jodío». v. 3274 reducir: «Volver alguna cosa al lugar donde antes estaba» (Aut). Apenas volvió a su casa,Yupangui llevó de nuevo a su lado a Guacolda y Glauca. Ambas se habían escondido en la alquería de la última. v. 3280 tema: «especie que se les suele fijar a los locos y en que continuamente están vacilando y hablando» (Aut). Guacolda se refiere a los trances que sufre Tucapel cuando es poseído por Idolatría. Comp. El peregrino en su patria, lib. i, p. 150: «porque si no tuviera tema, jamás hubiera sido locura». v. 3283 a tiempos: «a veces», «de cuando en cuando» (DRAE). 270

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¿cómo con tal desvergüenza osas llegar hasta aquí sin que su castigo temas? Tucapel

Como la necesidad tiene una cara de hereja tan mala que es menor daño el ver la tuya que el verla. Desacomodado y pobre perezco y, viéndole hoy fuera de casa, me atreví a entrar a pedirte que te duelas en este estado de mí, porque esperar a que sea cristiano será imposible, que hay otro yo que en mí reina, a quien ofrecí alma y vida cuando presumí que fuera la sacerdotisa quien me había traído a tu presencia.

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Glauca

Pues dile a ese señor diablo que tus acciones gobierna, * que digo yo que es un tonto, pues, ya que a pedir te fuerza, pedir diciendo pesares es política muy necia. Con esto y con que en tu vida

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vv. 3291-3292 la necesidad tiene una cara de hereje: «Modo de hablar festivo con que el vulgo traduce la sentencia latina (que la necesidad carece de ley), tomándola por el sonido que hace en el latín: necessitas caret lege» (Aut). La necesidad que Tucapel atraviesa es tan insoportable que vuelve soportable el reencuentro con Glauca, a pesar de los riesgos que ello conlleva. Nuevamente el gracioso juega con el género al convertir hereje en hereja. v. 3304 presumir: «Sospechar, juzgar o conjeturar alguna cosa por haber tenido indicios o señales para ello» (Aut). Comp. Cada uno para sí, vv. 1724-1725: «presumo que mi estrella / es quien quiere que te siga»; La dama duende, vv. 2283-2284: «presumen que eres ida / a tu casa mis hermanos». v. 3312 política: «cortesía y buen modo de portarse» (Aut). Comp. El alcalde de Zalamea, vv. 1135-1138: «Demás de que yo he tomado / por política discreta / jurar con aquel que jura, / rezar con aquel que reza»; Darlo todo y no dar nada, OC, I, p. 1245: 274

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ni me hables ni me veas, vete o no te vayas, pues podrá ser que el amo venga y a los susodichos palos ejecute la sentencia.

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Vase. Tucapel

Oye, aguarda… No es posible seguirla sin que me vea la demás gente de casa. Y ya que solo me deja en este zaguán, adonde hay a un aposento puerta y está en él la llave, tengo de ver si hay algo que pueda llevarme hacia allá, con que * repare alguna pequeña parte a mi necesidad.

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Mira por la cortina sin correrla. Mas ¡qué inútil diligencia, pues todo cuanto hay aquí * son solo cuatro herramientas y una mal formada estatua! ¿Quién creerá ser tan adversa la infame de mi fortuna que, ya que a hurtar me resuelva, cuando me da la ocasión * me quita la conveniencia? Pero por poco que valgan cepillos, cinceles, sierras y escoplos, algo valdrán. Con todos cargar pretenda.

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«ya que de mi poca / política he dado muestras, / diciendo cuán ruda hija / soy de estos troncos y peñas». v. 3341 escoplo: «Instrumento de hierro acerado, con que […] el entallador desbasta las figuras y la talla […] el escoplo que usan los entalladores y carpinteros tiene una cabeza de madera fuerte postiza» (Aut). Comp. Cervantes, Quijote, II, 45, p. 894: «¡Tenazas 277

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*Éntrase sin abrir la cortina. 278

Idolatría Tucapel

* (Dentro.) ¡Ladrones, ladrones! ¡Cielos! Muerto soy si aquí me encuentran. ¿Quiera mi suerte… ¡Ladrones!

Voz Tucapel

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… que acierte a dar con la puerta? *Suena dentro ruido, como que tropezando derriba el taller, y sale huyendo.Y al irse él, sale la Idolatría.

Idolatría

Sí darás, porque estas voces solo en tus oídos suenan articuladas de mí, porque al ir huyendo de ellas te haya hecho el temor que en todo tropieces como tropiezas para que sin que haya mano tan sacrílega, tan fiera, tan bárbara, tan enorme que ejecute la violencia de derribar esa estatua, la halle quebrada y deshecha su artífice. Que aunque yo por mano del hombre pueda —ya lo dije— obrar insultos, no sé qué se tiene esta aún no imagen de María

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y martillos, mazos y escoplos, no serán bastantes a sacármela de las uñas, ni aun garras de leones!». v. 3342 acot. Aclaro la acotación: Éntrase] Vase. Tucapel se retira del escenario ingresando por la cortina que cubre el taller. v. 3358 quebrada y deshecha: la talla fue dañada durante su traslado desde Potosí a Copacabana. En el alto que la comitiva hizo en Hayohayo, la dejaron en el zaguán (v. 3323) de las casas del cabildo, donde se alojaba el corregidor de Arecaja. Pensando que se trataba del cuerpo de un muerto, este dio un puntapié al bulto. Cuando se percató de lo sucedido, la adoró de rodillas y ordenó que la colocasen en un lugar decente: «Viendo aquestas cosas el buen indio escultor se admiraba, no sabiendo a qué atribuir tantas cosas como se oponían a sus buenos deseos» (Historia, lib. ii, cap. 3, p. 221). 278

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que su respeto me fuerza a haber hecho en el acaso tolerable la indecencia. Diga la historia que halló su fábrica descompuesta, mas no diga que hubo quien osase descomponerla. ¿Quién creerá que cuando estoy huida, arrojada y depuesta de tan alta monarquía, de majestad tan suprema como en esta mayor parte del mundo tuve sujetas a mi imperio tantas gentes, tantos mares, tantas tierras y tantas adoraciones, solo gima, llore y sienta pensar que en Copacabana, que el adoratorio era del gran ídolo de Faubro, cuerpo que con tres cabezas equivocaba lejanas noticias de que Dios sea uno y trino, se ha de ver, ¡ay de mí!, la imagen puesta de María, porque es cerrarme todas las puertas a la esperanza de que jamás a cobrarse vuelvan imperios, aras ni altares, que ya sé que donde llega

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v. 3384 tres cabezas: si bien el ídolo de Copacabana no tenía tres cabezas, existían representaciones de una trinidad en la religión inca, las cuales los españoles atribuyeron al Demonio: «En el lugar del sacrificio ponían las tres estatuas del Sol, muy parecidas las unas a las otras, y las tres del trueno, porque el Demonio todo cuanto pudo hurtar de la verdad para sus mentiras y engaños lo hizo; y así les quiso, a su modo, dar a entender que había trinidad. Pero, como Dios sabe lastimarle con sus propias armas y vencerle con sus mismas estratagemas, de ahí quiso que tomasen los indios indicación para no tener el misterio de la Trinidad por imposible» (Historia, lib. i, cap. 24, p. 148). 280

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la devoción de María, para siempre vive y reina? Pues ¿qué si a aqueste dolor se añade que no hay pequeña circunstancia que no aflija si entre las grandes se encuentra el ver que un indio bozal —sin más arte ni más ciencia que un rasgo, un viso, un bosquejo, que él se dibujó en su idea— se persuade a que ha de hacer escultura tan perfecta que retrato de María ser colocada merezca? Bien sé cuánto es imposible conseguirlo su torpeza, mas la fe con que la labra me ofende de tal manera que, por vengarme en la fe aún más que en la suficiencia, no ha de haber medios que no ponga, astucias y cautelas, no solo en desvanecer el afán de sus tareas, pero el afecto a que aspira, haciendo que no le tenga la congregación, a cuya causa moveré pendencias,

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v. 3401 bozal: «inculto y que está por desbastar y pulir. Es epíteto que ordinariamente se da a los negros, en especial cuando están recién venidos de sus tierras, y se aplica también a los rústicos» (Aut). Comp. La divina Filotea, vv. 601-604: «fue Antiteos, / indio bozal que no cree / un solo poder inmenso, / causa de todas las cosas»; Tirso, Escarmientos para el cuerdo, p. 34: «Negros torpes y bozales / que entre fieros animales / son vecinos de esa tierra». v. 3403 viso: reflejo. Junto con rasgo y bosquejo, aparece recurrentemente en los autos sacramentales de Calderón para describir el mecanismo alegórico. Comp. El indulto general, vv. 1636-1638: «este auto solo es, / o sombra, o viso, o fantasma / de otro auto»; Los misterios de la misa, vv. 812-814: «en los rasgos y bosquejos / de sus sombras y figuras / la luz he de hallar». 281

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rencillas y disensiones entre aquesas dos opuestas familias, de suerte que tan desde luego se enciendan que desde luego se escuche decir a espadas y lenguas…

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Ella y unos

¡Mueran hoy los hanasayas!

Ella y otros

¡Hoy los hurisayas mueran!

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*Vase la Idolatría y salen acuchillándose, de una parte, Andrés y, de otra,Yupangui; y en dos bandos todos los indios que puedan y Tucapel. Andrés

¡Aquí, deudos! ¡Aquí, amigos!

Yupangui Tucapel Dentro

¿Ver de lejos no es gran fiesta cuchilladas? Para, para. Sale el Gobernador.

Gobernador

Yupangui

Que me detenga tu respeto es justo.

Andrés

Solo él mi cólera pudiera suspender.

Gobernador

Esa atención por ahora os agradezca el no enviaros a una cárcel hasta que la causa sepa,

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AC.indb 283

Acudid todos apriesa. Tened, apartad. ¿Qué es esto? ¿En cuatro días de ausencia hace mi persona falta, de suerte que lo que encuentra primero es un alboroto tan grande?

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v. 3426 desde luego: «Inmediatamente, sin tardanza» (DRAE).

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por si antes de escribirla es capaz de componerla. ¿Qué ha sido esto? Yupangui

Andrés

Andrés Jaira lo dirá, que es bien prefiera la autoridad de sus canas y fío de su nobleza que no dirá cosa que no esté en toda razón puesta. En fe de esa confianza, usaré de la licencia. Yo, señor, que un tiempo fui bien como todos de aquella idólatra ceguedad que creyó que el sol pudiera, siendo sin alma y sin vida solo un material planeta, habernos dado a su hijo, oyendo la diferencia que hay de criador a criatura y viendo las excelencias de ley tan en natural razón que para creerla sin sus milagros bastara la suavidad de sí mesma, convencido en mi pasado error, la admití y con ella la piadosa esclavitud de la gran patrona nuestra. He asentado este principio 284

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v. 3470 la suavidad de sí mesma: a diferencia de la opresiva y sangrienta idolatría inca, que se oponía a la misma razón natural, el cristianismo representa una religión que coincide con dicha razón y que no busca oprimir al hombre, como el mismo Cristo afirma: «mi yugo es blando» (Marcos 11, 30). El ejercicio racional, como sucedió con Yupangui y Guacolda, hubiese bastado para que los habitantes del Perú reconociesen su excelencia, pero, debido a la tiranía de los incas, el Demonio obstaculizó la llegada del cristianismo, de ahí que Cristo y su Madre tuviesen que intervenir milagrosamente en Tumbes y en el cerco del Cuzco. 284

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para que nunca se crea que es relajación en mí haber hecho resistencia a que, mientras que no haya decente imagen que pueda * colocarse, estén la obra y la esclavitud suspensas. En esto yo y mis parciales hablamos, y como llegan las voces de un barrio a otro tan otras que no son ellas, quejoso Francisco Inga de que yo hiciese en su ausencia junta sin él, llegó a hablarme con más pasión que paciencia. Yo también, no me disculpo, debí de dar la respuesta sin paciencia y con pasión, de suerte que a las primeras razones, viendo él y yo cuánto mejor se remedia una injuria de la espada que una herida de la lengua, llegamos a lo que has visto. Diga él si hay más causa que esta. Yupangui

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¿Cómo puedo yo negar que esa es la verdad si es vuestra? Solo añadiré, señor, que reñimos tan apriesa que no hubo lugar de que lo que iba a decirle sepa. Y así, permitid que aquí diga lo que allá dijera.

Gobernador

Decid.

Yupangui

Concedo que erré en la escultura primera la materia de la imagen que ofrecí, y en consecuencia

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de que no hay humano yerro que no le dore la enmienda, de las varas del maguey, por ser preciosa madera e incorruptible, otra imagen, desbastadas las cortezas, del corazón he labrado por parecerme que sea corazón e incorruptible de ambos decente materia. A satisfacer con esto, a unos de que imagen tengan y a otros de que mi retiro no de otra causa proceda, iba cuando, ya lo dijo Andrés, la cólera nuestra no dio a pláticas lugar. Y puesto que tu presencia le da y que lo que ahora digo es lo que entonces dijera, quien quiera satisfacerse de verdad tan manifiesta en buen paraje se halla, pues está mi casa cerca. 285

Gobernador

Todos

Yo, no por satisfacerme, que fuera el dudarlo ofensa, * la hechura iré a ver por solo * la curiosidad de verla.

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Todos sirviéndote iremos.

v. 3515 maguey: americanismo, «Árbol que se cría en las Indias, de la altura de veinte pies y del grueso de un brazo. Las hojas son gruesas y largas, como de media braza, las cuales nacen al pie del tronco al modo del cardo hortense, y tiene espinas como ellas. Su madera es sosa, esponjosa y liviana» (Aut). Comp. Acosta, Historia natural y moral de las Indias, lib. iv, cap. 23, p. 125: «El árbol de las maravillas es el maguey, de que los nuevos o “chapetones” (como en Indias los llaman) suelen escribir milagros, de que da agua y vino, y aceite y vinagre, y miel y arrope, y hilo y aguja y otras cien cosas»; Comentarios, lib. viii, cap. 13, p. 346: «Entre estas frutas podemos poner el árbol que los españoles llaman maguey y los indios chuchau». 285

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Yupangui

Venid, pues. *Entran por una puerta y salen por otra.

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Tucapel

* (Aparte.) Porque no tenga sospecha de que yo fui el que dio con todo en tierra, * con ellos iré, que no hay mejor quitasospechas que no huir el agresor.

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*Tucapel los sigue. 287

Yupangui

Antes que os abra la puerta donde la imagen está, habéis de oírme una advertencia.

Gobernador

¿Qué es?

Yupangui

Que estando solo en blanco, haber de suplir es fuerza ahora en lo que no es lo que será cuando tenga la encarnación de los rostros y manos y la viveza de la estofa del ropaje, que es lo que no he de ponerla yo, sino un pintor que dora el retablo de la iglesia 288

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v. 3542 acot. Enmiendo la posición de la acotación. v. 3547 acot. Preciso la salida de Tucapel tras su aparte. v. 3555 encarnación: «Tinta de albayaldeo rojo y aceite graso de linaza o de nueces, de color de carne, para encarnar las figuras de escultura» (Aut). Comp. Sigüenza, Historia de la Orden de San Jerónimo,Tercera parte, lib. i, cap. 10, p. 45: «Vile yo y erizóseme el cabello, porque estaba tan al vivo que pensé que me hablara. Tan acertada fue la encarnación y el colorido». v. 3557 estofa: «Cierto género de labor, como bordadura, hecha con relieve a manera de colchado, por henchirle con algodón o con estopa, para que sobresalga o resalte hacia afuera» (Aut). Comp. El agua mansa, vv. 489-491: «los tapices / de buena estofa, los cuadros / de buen gusto»; Góngora, Sonetos completos, 61, v. 6: «estofa humilde de flamencos paños». vv. 3559-3562 un pintor que dora… de Francisco ostenta: Comp. Historia, lib. ii, cap. 3, p. 222: «[Yupanqui] prosiguió con su viaje y llegó a la ciudad de La Paz […] donde supo que estaba a la sazón un español dorando un retablo del Convento del Seráfico Padre 286

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que en la ciudad de La Paz la orden de Francisco ostenta. Gobernador

Claro está que en blanco solo da de lo que ha de ser muestra.

Yupangui

Pues con esta prevención, la imagen que labré es esta.

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Corre la cortina y vese el taller derribado, la estatua deshecha y los instrumentos esparcidos. Todos Yupangui Gobernador

¿Qué imagen?

291

¡Cielos! ¡Qué miro! Que aquí solo a verse llegan mal desunidos pedazos que esparcidos por la tierra no solo imagen son, pero aun de serlo no dan señas.

Andrés

¿Esto es lo que nos traéis a ver con tan satisfecha presunción?

Gobernador

¿Cómo en disculpa no habláis de esta inadvertencia?

Yupangui

Como un dolor que en menores pedazos que esos me quiebra el corazón en el pecho ha embarazado a la lengua la voz y tras ella el uso de sentidos y potencias.

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San Francisco. Determinó verse con él y aun servirle, esperando por paga algún aprovechamiento en el arte, como lo había hecho en Potosí con otro oficial maestro de talla». v. 3566 acot. la estatua deshecha: la talla rota no fue expuesta públicamente, únicamente Yupanqui se percató y dolió de su estado. Comp. Historia, lib. ii, cap. 3, p. 222: «Quedaron en que el día siguiente […] iría el hombre a ver la imagen, con que el indio volvió muy contento a su casa y, desenvolviendo su obra para tenerla a punto cuando viniese el dorador, la halló como otras veces le había sucedido en Potosí, muy descompuesta y maltratada, sin poder rastrear la causa de aquel daño. No fue pequeño el disgusto que el afligido indio tuvo de esto». 291

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Andrés

Bien se ve que esto no es más que un imaginario tema * de manía.Y pues que tengo tan a vista la evidencia de lo poco que esto puede venir a ser, no os parezca rebeldía el mantener que hasta que haya imagen bella no ha de haber congregación. * Y ansí, vos, por vida vuestra, que esto de labrar estatuas lo dejéis a quien lo entienda.

289

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Gobernador

¿Quién os persuadió a que pudo haber, sin estudio, ciencia?

Tucapel y unos

¡Qué delirio!

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¡Qué locura!

Otros Vanse. Yupangui

Por más que todos me afrentan, perdido desvelo mío, me aflige y me desconsuela más el mirar vuestro ultraje que el padecer mi vergüenza. Si es, Señora, esto en castigo de que un bruto indio se atreva a copiar vuestra hermosura, humildemente sobre estas, antes que fábricas, ruinas, os ruego, pecho por tierra, que me quitéis la aprehensión o me deis la suficiencia;

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vv. 3584-3585 imaginario tema de manía: la obstinación (tema) de Yupangui, «que no tiene ser y únicamente se aprehende o finge en la fantasía» (imaginario), parece un síntoma de manía, enfermedad que alteraba y desordenaba la fantasía, «fijándola en una especie sin razón ni fundamento» (Aut). Comp. Bien vengas, mal, si vienes solo, OC, II, p. 603: «hace del rigor porfía / y hace del agravio tema»; Gracián, Oráculo manual, lxxxviii, p. 211: «El ir y venir a un disgusto es especie de manía». 292

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porque, mientras que de vos o el olvido no me venga o no me venga el favor, por mí no ha de quedar esta * viva fe de que he de veros en Copacabana puesta en alto solio y…

3615

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Sale Guacolda. Guacolda

Yupangui

Guacolda

Francisco, ¿qué es esto? Que la pendencia antes, después el concurso de gente, absorta y suspensa me tuvo. Sepa qué ha sido. ¿Qué quieres, María, que sea sino poca suerte mía? (Corre la cortina.) Mira, pero no lo veas. No te quiebre el corazón ver mi dicha en polvo envuelta. ¿Quién aquí cuando salí entró?

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3625

Nadie, que yo sepa.

Yupangui

Pues sabrás…

Glauca

(Dentro.) es este?

Yupangui

Mas oye, espera. ¿Qué es eso, Inés?

¿Qué atrevimiento 3630

Salen Glauca y Tucapel. Glauca

Tucapel

Que no solo aquí Tucapel se entra, pero no hay cómo echarle de casa. * (Aparte.) Mi muerte es cierta.

v. 3617 solio: «Trono y silla real con dosel» (Aut). Comp. La primer flor del Carmelo, vv. 904-905: «Penetraron la mansión, / hasta el sacro solio excelso». 293

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Yupangui

Ven acá. ¿No te he mandado * que no entres por esas puertas?

Tucapel

La novedad de entrar todos me permitió la licencia.

Yupangui

Y cuando todos se van, ¿cómo tú solo te quedas?

291

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Tucapel

Como aunque más lo procuro, nunca encuentro con la puerta.

Yupangui

¡Qué necia disculpa! Pero, aunque castigar debiera de otra suerte tu osadía, no ha de ser sino de aquesta. Entra a esa cuadra…

3645

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Tucapel

* (Aparte.) Los palos llegaron, pues quiere vea el daño que hice.

Yupangui

… y en una caja que hallarás en ella, * pon cuanto hallares allí de instrumentos y herramientas, y carga con ello y ven conmigo, porque tú a cuestas lo has de llevar donde yo te mandare.

Tucapel

Yupangui Tucapel

3655

Considera… ¿Qué?

Yupangui Tucapel

3650

… que no podré llevarlo. ¿Por qué? Porque ya experiencia tengo de que para eso no alcanzan, señor, mis fuerzas.

3660

v. 3647 cuadra: «sala o pieza de la casa, habitación o edificio» (Aut). Comp. A secreto agravio, secreta venganza, vv. 1525-1526: «En esta cuadra entraba / cuando un hombre salía»; Luis Pérez el gallego, vv. 1216-1218: «de mi aposento salí, / hasta una cuadra llegué / donde embozado le hallé». 294

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Yupangui

No repliques, que ha de ser.

Tucapel

No ha de ser.

Yupangui

Sí ha de ser. Entra, que es servicio de María.

Tucapel

Ya el obedecerte es fuerza. *Vanse Glauca y Tucapel.

Yupangui

Guacolda

295

Tú, querida esposa mía, * dame a una ausencia licencia, que nadie ha de verme hasta que con la escultura vuelva hecha toda una ascua de oro por si suple la riqueza lo que al arte le ha faltado. * ¿Para eso pides licencia cuando para eso aun mi amor te rogara que te fueras? Solo me pesa que esté de pestes, hambres y guerras tan en necesidad suma nuestro caudal que cubierta no la puedes traer, Francisco, de oro, diamante y perlas. Pero, ya que no es posible, débate yo una fineza.

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Yupangui

¿Qué es?

Guacolda

Que te lleves contigo las pocas pobres joyuelas que me han quedado.Y si no te bastare el precio de ellas para pagar el dorado, con una S y clavo sella

3680

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v. 3664 acot. Preciso la salida de los personajes. v. 3678 caudal: «hacienda que tiene alguno y los bienes que goza» (Aut). Comp. El alcaide de sí mismo, OC, II, p. 808: «procurando / en concurso de personas / tan ilustres emplear / mi caudal y hacienda toda». 295

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TEXTO DE LA COMEDIA

mi rostro, que pues esclava dos veces, de María bella una y otra tuya, soy. A ninguno hará estrañeza ver que esclava de dos dueños uno para otro me venda.

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Yupangui

¿Qué quieres que te responda, sino que no me enternezcas? Yo llevo con qué pagar.

Guacolda

Pues ya está la caja puesta y con ella Tucapel esperándote a la puerta.

Yupangui

Dame los brazos y adiós.

Guacolda

Él con bien a ellos te vuelva.

Yupangui

¡Quién no sintiera el dejarte!

Guacolda

¡Quién el verte ir no sintiera!

Yupangui

¡Qué pena!

Guacolda

3690

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¡Qué dolor! *Vanse cada uno por su parte y sale por el medio la Idolatría.

Idolatría

¿Qué dolor puede ser, qué pena la que empezando en ultraje camina a ser excelencia? ¿Qué es esto, cielos? ¿Tan firmes raíces prende, flores echa

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vv. 3688-3689 con una S y clavo sella mi rostro: alusión a la supuesta etimología de esclavo: «Algunos quieren se haya dicho del hierro que les ponen a los fugitivos y díscolos en ambos carrillos, de la S y del clavo; pero yo entiendo ser dos letras S y I, que parece clavo, y cada una es iniciativa de dicción y vale tanto como sine iure, porque el esclavo no es suyo, sino de su señor, y así le es prohibido cualquier acto libre» (Cov.). Aunque esta marca aparece en esclavos problemáticos (Beatriz en El médico de su honra), también es símbolo de penitencia y santidad cuando la llevan voluntariamente hombres y mujeres libres (Lisarda en El esclavo del demonio de Mira de Amescua). Comp. El alcalde de Zalamea, vv. 2275-2279: «Y si queréis desde luego / poner una S y un clavo / hoy a los dos y vendernos, / será aquesta cantidad, / más del dote que os ofrezco». v. 3702 Él: se refiere a Dios, mencionado por Yupangui en su adiós (v. 3701). 297

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y frutos brota una planta de fe en tan árida tierra como el corazón de un indio que no impidan a que crezca ni el ábrego de mis iras ni el cierzo de mis violencias? ¿De qué me ha servido, ¡ay triste!, que en la escultura primera oyese tantos baldones ni que en la segunda vuelva, con nuevo escarnio de todos, a ver ruinas y oír afrentas si nada le desconfía, si nada le desespera? Y antes de los mismos medios que usé yo para romperla, usa él para fabricarla, pues me obliga, pues me fuerza, en aquel indio a quien yo asisto, a que le obedezca, siendo yo misma en mi agravio cómplice contra mí mesma, pues puse a servir un noble espíritu de soberbia. Y aún no para aquí el prodigio de su fe, sino en que quiera mi cólera adelantarme, mal valida de mis ciencias, 299

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v. 3715 ábrego: «viento que corre de África» (Cov.). Comp. Las tres justicias en una, vv. 1727-1730: «Vivirá eterna en su lustre, / sin que se atrevan a ajarla / ni los rencores del cierzo, / ni del ábrego las sañas». v. 3716 cierzo: «viento que corre del septentrión» (Aut). Comp. Andrómeda y Perseo, vv. 499-502: «siendo en ellos / el ábrego, el cierzo, el noto / que los encendiese a rayos / o los apagase a soplos». vv. 3733-3734 noble espíritu de soberbia: alusión a la naturaleza angelical del Demonio, la cual este corrompió por su soberbia. Debido a que Idolatría ha poseído a Tucapel y este ha sido puesto al servicio de María (vv. 3662-3664), ella es obligada a participar en la fabricación de la talla, convirtiéndose forzada e irónicamente en cómplice contra sí misma (vv. 3728-3732). 299

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TEXTO DE LA COMEDIA

todo su triunfo, porque aun antes de ser le sienta. Dígalo el que, sincopando el tiempo, le veo que llega ya al dorador, a quien oigo que le dice.

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Salen a una parte del tablado Yupangui y un dorador. Yupangui

Dorador

Yo quisiera, pues ya habéis visto la imagen, que lo que yo en componerla tarde, tardéis en dorarla, porque de aquesta manera no perdamos tiempo. Amigo, lo que he sacado de verla es que vuestro celo es bueno, mas la habilidad no es buena. Cuanto gastéis en dorarla perderéis, pues imperfecta siempre ha de quedar, supuesto que está tan sin arte hecha, tosca y mal pulida.

Yupangui

Eso no corre por vuestra cuenta.

Dorador

Sí corre. ¿He de poner yo mano en cosa que no sea después de provecho?

Yupangui

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3755

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No deis tan áspera respuesta a quien humilde os suplica y lo que ha de pagar ruega,

vv. 3741-3742 sincopando el tiempo: como personaje alegórico, Idolatría no está sujeta al tiempo histórico y lineal: «ser representable idea / de alegórico concepto / en quien retóricos tropos / no dan ni lugar ni tiempo» (No hay instante sin milagro, vv. 281-284). Esta síncopa no es producida por ella, sino por Dios, para adelantar la cólera que el triunfo de Yupangui le producirá (vv. 3735-3739). 302

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LA AURORA EN COPACABANA

pues cuanto el precio, si no bastaren estas monedas de oro que es cuanto ha podido dar de sí mi corta hacienda, yo me quedaré a serviros hasta quedar satisfecha la paga y un año más de balde sobre la deuda.

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Dorador

No sé qué os diga. Ese afecto me ha trocado de manera que no solo he de doraros la imagen, pero ni aun esas monedas he de tomar. Guardadlas para la vuelta y venid conmigo, no a servir, sino a que sea vuestro hospedaje mi casa el tiempo que aquí estéis.

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Yupangui

Si era mi obligación ser criado, ya me hace esclavo la vuestra.

Dorador

Venid conmigo.

Yupangui

Los cielos la piedad os agradezcan.

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Vanse.

v. 3772 de balde: «de gracia, sin precio alguno y tal vez sin motivo» (Aut). Comp. El cordero de Isaías, vv. 615-618: «donde el cielo, / por no haber poblado cerca, / para apastar el ganado, / les da de balde la yerba»; El gran mercado del mundo, vv. 1336-1337: «Aunque yo le doy de balde, / tú no le pagas con menos». vv. 3773-3782 Ese afecto me ha trocado de manera que…: la negativa inicial del dorador no proviene de Ramos Gavilán, por lo que sería invención de Calderón. Comp. Historia, lib. ii, cap. 4, pp. 224-225: «viéndolo el dorador sintió grandes deseos de le querer dorar y acudiera luego a ello, si la obra del convento no se lo estorbara. Pero al fin conformándose ambos se resolvieron en traer la santa imagen de parte de noche, cuando no fuese sentida de los religiosos, y entrarla en el taller y oficina del español […] entrambos trabajaban de día en la obra del retablo y, hurtando de noche al sueño muchos ratos, los entretenían en dorar su imagen». 303

304

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TEXTO DE LA COMEDIA

Idolatría

Sí harán, pues es obra suya el que un corazón se mueva tan de un instante a otro. Cielos, baste, baste la experiencia sin que queráis que mis ansias * a más tormento transciendan, anteviendo que dorada la imagen vuelve con ella a Copacabana, adonde, porque en su casa no tenga otro riesgo, fray Francisco de Navarrete en la aldea de San Pedro, que es doctrina suya, la guarda en su celda. * ¡Qué de luces, qué de voces en ella alumbran y suenan todas las noches, de cuyo divino pasmo da cuenta a los de Copacabana para que, viniendo a verla, de ella agradados la lleven

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v. 3793 antever: «Ver con anticipación alguna cosa, prevenirla antes que suceda» (Aut). Comp. Andrómeda y Perseo, vv. 495-499: «anteviendo que yo había, / si me introducía en los cotos / de sus vedados jardines, / de ser en ellos destrozo / de sus frutas»; El purgatorio de san Patricio, vv. 1815-1819: «la suma omnipotencia / antevió todas las cosas / desde que su misma esencia / sacó esta fábrica a luz / del ejemplar de su idea». vv. 3798-3799 aldea de San Pedro: la imagen se guardó en la celda del fraile Francisco Navarrete en el Convento de San Francisco en La Paz (Historia, lib. ii, cap. 4, p. 226). Sin embargo, en la relación de Yupanqui se menciona una capilla con dicho nombre: «de allí lo llevamos al celda del padre predecador llamado fray de Navarrete, y por el mandado del corregidor llevamos a Copacabana la Vergen, aunque los natorales no lo querían recebir el Santa Vergen e lo dejeron que lo habían de traer otra emagen bueno di Lima o Castilla, e estuvo en Tiquina el emagen en la capilla de San Petro on poco di tempos» (cap. 6, p. 237). v. 3801 Qué de luces: Comp. Historia, lib. ii, cap. 4, pp. 226-227: «todas las veces que entraba en su recogimiento a deshoras le deslumbraban unos rayos que salían de la santa imagen y, viendo aqueste religioso [Francisco Navarrete] al don Francisco [Yupanqui] y a sus compañeros, les decía: “No sé, hijos, qué es esto que veo en vuestra imagen, que me parece que echa rayos de fuego”. Empezaba ya la santa imagen a obrar maravillas». Corrijo con VT: voces] sombras. 305

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en procesión a su iglesia, conque una sola esperanza a mis sentimientos queda y es que haya quien todavía, por dorada que la vea, dure en la opinión de que no ha de colocarse, mientras no se halle otra más hermosa! ¡Oh, si en esta conferencia venciese Jaira, pues viene diciendo después de verla…

3810

3815

*Sale Andrés,Yupangui, el Gobernador y algunos indios.

308

Andrés Yupangui Andrés Yupangui

Por más dorada que esté, de estar informe no deja.

3820

Para suplirme algo hay una fuerte razón. 309

¿Cual es? Esta: si en lo inmenso no se da medida y no está más cerca del sol el que está en la cumbre que el que en el valle se asienta, claro está, pues de María es la perfección inmensa, que el mejor retrato suyo no se acerque a su belleza más que se acerque el que menos hermosa la manifiesta. Pues siendo así, que hay en todos que suplir, suplid en esta * copia aquello más que hoy la necesidad dispensa.

3825

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3835

v. 3818 acot. Completo con VT la reaparición de los personajes. v. 3821 suplir: «disimular algún defecto a otro» (Aut). Comp. Sigüenza, Historia de la Orden de San Jerónimo, Segunda parte, lib. ii, cap. 2, p. 178: «suplirá vuestra misericordia la inmensidad de mis faltas». 308

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Gobernador

Dice bien.

Andrés

Yo lo concedo en cuanto a que nadie pueda hacer perfecto retrato, mas no ha de ser de manera que al verle la devoción peligre en la irreverencia. Y así, en tanto que no haya mejor hechura que esa, no ha de entrar en la capilla.

Gobernador

Andrés

Todos Gobernador

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Sí ha de entrar, que la fe es ciega * y no mira a lo que es, sino a lo que representa. Aqueso es querer que el mando a la razón haga fuerza. 310

Gobernador

299

No es sino querer que el celo con el tiempo no se pierda, mayormente cuando hoy tenemos tres concurrencias que en ningún día del año habrá.

3850

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¿Qué son? La primera, que aquel ídolo de Faubro, que mes santo se interpreta, simboliza al de febrero, que es el que mañana empieza; la segunda es que al segundo día suyo se celebra la gran purificación de María; y la tercera,

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vv. 3849-3850 querer que el mando a la razón haga fuerza: alude al refrán: la razón no quiere fuerza, con el que se da a entender que «en las dependencias debe obrar más la justicia que la violencia» (Aut). vv. 3863-3864 la gran purificación de María: con el fin de presentar a Jesús en el templo (Lucas, 2, 22-24), María se sometió al rito de purificación (Levítico, 12, 6-8). La icono310

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que aquesta festividad se llama de las Candelas. Luego, si el ídolo Faubro en febrero se destierra y el lugar que estuvo inmundo se purifica con bella luz de fe, ¡qué día tendremos para celebrar la fiesta en que purificación haya, mes santo y luz nueva! Andrés Todos

¿Veis todas esas razones? * Pues a mí no me contentan.

3865

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3875

Ni a nadie, mientras no haya escultura más perfecta. *Vanse y quedan el Gobernador y Yupangui.

Gobernador

Francisco, ¿veis esto? Pues nuestra fe no descaezca. Yo tengo al virrey escrito cuanto nos pasa y que tenga memoria de las coronas que ofreció, conque con ellas más adornada la imagen no dudo mejor parezca. Cuidad de ella vos, en tanto que yo andas y altar prevenga, coro y música, que vos 312

3880

3885

grafía de la Virgen de la Candelaria se basa en dicho episodio: María porta en la mano izquierda la candela o vela (de la que esta advocación toma el nombre) y en la derecha al Niño, quien a su vez sostiene un pajarito entre sus manos. v. 3880 nuestra fe no descaezca: ante el rechazo de los hurinsayas,Yupanqui se dispuso a vender la imagen a otra iglesia para recuperar el oro invertido en ella. Enterado de esta situación, el corregidor Marañón ordenó que se suspendiesen los conciertos que estaba realizando, proporcionó cuarenta pesos de limosna y se comprometió a encargarse de que la talla fuese admitida en Copacabana (Historia, lib. ii, cap. 4, pp. 226-227). Descaer: decaer. Comp. La divina Filotea, vv. 946-948: «no porque rendidos / descaezcan los sentidos, / descaezcan las virtudes»; El verdadero Dios Pan, v. 367: «no ha de descaecer mi amor». 312

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y yo hemos de hacer la fiesta solos, aunque nadie acuda.

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Vase. Yupangui

María divina y bella, yo no supe más ni pudo estenderse a más mi idea. Perdonadme, y si por mí el pueblo no os reverencia, no corra eso a cuenta mía. Volved vos por la honra vuestra. *Vase.

Idolatría

3895

313

¡Quién no fuera inmortal para matarse antes que lo viera! Mas, ¡ay!, que no solo tengo de verlo cuando suceda, pero aun desde ahora, pues en la aprehensión de mis ciencias estoy, ¡oh, ansia, lo que corres!, viendo, ¡oh, dolor, lo que vuelas!, que el generoso Mendoza —que hoy estos reinos gobierna como quien tiene a María en el corazón impresa, pues el Ave María es el timbre de su nobleza— avisado, ¡ay, infelice!, del gobernador, en muestra de su devoción, trayendo

3900

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v. 3898 acot. Corrijo con VT la posición de la acotación, colocada por falta de espacio en la línea en v. 3897. vv. 3911-3912 el Ave María es el timbre de su nobleza: el escudo de los Mendoza lleva repartido el lema: «AVE MARIA GRATIA PLENA», que lo tomaron del escudo de los Lasso de la Vega, a los que se vincularon cuando Diego Hurtado de Mendoza (Almirante Mayor de Castilla) se casó con Leonor de la Vega. Se atribuía su origen a Gonzalo Ruiz de la Vega, quien se distinguió en la Batalla del Salado, donde habría llevado las letras del Ave María en las sobrecubiertas del caballo (Fradejas Lebrero, 2008, pp. 91-92, 266).Ver también Herrera Casado, 1986. 313

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v

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las coronas de la ofrenda, a hallarse en su translación * viene; conque unirse es fuerza para su recibimiento ambos bandos, de manera que saliéndole al camino veo que a decirle llegan…

3920

*Salen todos, el Conde, el Gobernador, Andrés y Yupangui.

315

Todos

¡Viva el ínclito Mendoza, que en justicia y paz gobierna!

Gobernador

¿Vuexcelencia, gran señor, en estos valles?

Conde

Habiendo sabido por vuestro aviso que está ya todo dispuesto para ir a Copacabana desde el lugar de San Pedro la imagen que labró el indio, a hallarme en la fiesta vengo como congregante suyo y a cumplir mi ofrecimiento trayendo las dos coronas, bien que humilde, corto obsequio, mas no todas veces puede seguir el don al deseo.

Gobernador

Conde

Pues ¿no están todos los pueblos convocados?

Gobernador

Hay, señor, mucho que decir en eso.

315

AC.indb 302

Vos seáis muy bienvenido, que bien menester habemos este honor para que sea grande su acompañamiento, que sin vos fuera muy solo.

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3935

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v. 3922 acot. Sigo a B, H, pero enmiendo: Virrey.

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Conde

¿Qué hay que decir?

Andrés

Si me dais licencia, yo, pues que tengo la culpa, daré, señor, la disculpa.Yo me he opuesto a que no es decente imagen la que hasta ahora tenemos, porque es labrada de un hombre sin arte, ciencia ni ingenio. Y por no ver deslucido su culto en el desaseo, han seguido mi opinión muchos que no quieren cuerdos colocar una escultura que hace indevoto el afecto.

Conde

3950

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3960

¿Quién la labró? Yo, señor.

Yupangui Conde

Pues ¿qué os movió no teniendo ciencia ni experiencia a ser escultor?

Yupangui

Un pensamiento en que fue más imposible que el serlo el dejar de serlo.

Conde

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3965

Yo la he de ver y veré de ambos la razón. Bien presto

Yupangui podréis. Conde Yupangui

Conde

AC.indb 303

¿Cómo? Como está en ese cercano pueblo. Por no tenerla en mi casa sin el debido respeto, * está en la de un religioso. Pues vamos allá, que quiero desengañarme yo a mí

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y componer este duelo como más convenga a gloria y honra suya. *Vase con su acompañamiento.

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Andrés

*

Yo me huelgo de que vaya a verla, pues es fuerza ofenderse en viendo su deformidad.

3980

*Vase con los indios. Yupangui

Señora, en vista está vuestro pleito. Pues de todos abogada sois, hoy sedlo vuestra. 317

*Vase. Idolatría

¡Cielos! (Las chirimías.) ¿Qué fe es esta de este indio 3985 que penetrando los cielos logra, ¡ay de mí!, que las nubes rasguen sus azules velos y que alados querubines iluminando los vientos 3990 desciendan sobre la imagen? A tan alta fe, a misterio tan grande, a favor tan sumo, ni hay ciencia ni hay sufrimiento. Canten ellos, mientras yo 3995 sufro, lloro, gimo y peno. 318

*Vase. Tocan chirimías. Córrese la cortina y se ve en un altar, adornado de luces y flores, la imagen dorada; y al mismo vv. 3978 acot., 3981 acot., 3984 acot. Preciso la salida de los personajes. v. 3983 de todos abogada: la Virgen intercede entre Dios y el hombre. Si Cristo es el abogado del hombre ante su Padre (1 Juan 2, 1), María es su abogada ante su Hijo. v. 3989 querubín: «jerarquías más elevadas de ángeles que, por ocupar un puesto más cercano a la sabiduría divina, están más llenos de ella que los demás» (querub, DASC). Comp. El divino Jasón, vv. 1049-1052: «Echólos del Paraíso / su Señor, y un querubín / con una espada de fuego / los dejó por guarda allí». 316

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tiempo, en dos apariencias, que llaman sacabuches, bajan dos ángeles con tablillas, pinceles y matices de pintor en las manos. Y mientras ellos cantan y toda la Música responde dentro, van retocando los ángeles la imagen y ella se va convirtiendo, como mejor pueda ejecutarse, en una imagen de Nuestra Señora con el Niño Jesús en los brazos, la más hermosa, adornada y vestida que se pueda, que será aquella misma que se vio en la apariencia del incendio y de la nieve. 319

Ángel 1

Venid, corred, volad y al terreno pensil trocad, ángeles, hoy el trono de zafir. 320

321

Música

(Dentro.) Volad, corred, venid.

Ángel 2

Venid, corred, volad, pues es la causa a fin de hermosear el retrato de vuestra emperatriz.

Música

Volad, corred, venid.

Ángel 1

Venid, corred, volad donde puedan suplir

4000

4005

v. 3996 acot. apariencia: «término técnico de la escenificación de la comedia aurisecular. Son las escenas que se muestran al espectador descorriendo las cortinas que ocultaban la llamada fachada del teatro» (DASC). Sacabuche: «especie de grúa sobre ruedas que podía sacarse por el corredor sobre el tablado para permitir el ascenso y descenso de un personaje por medio de una polea» (Ruano de la Haza y Allen, 1994, p. 480). Agrego la salida de Idolatría. v. 3998 pensil: «cualquier jardín delicioso» (Aut). Aquí se identifica con el territorio peruano. Los ángeles lo transforman en un lugar adecuado (un trono de zafir) para la imagen de la Virgen. Comp. El lirio y la azucena, vv. 980-982: «Retírate hacia esta parte, / que en su amoroso pensil / galán joven se pasea»; La viña del Señor, vv. 541-545: «me ha llegado a persuadir / a que este sitio es sin duda / aquel eterno pensil / del Elíseo, de los dioses / descanso». v. 4000 zafir: «Piedra preciosa de color cerúleo», «cualquier cosa que tiene color azul, especialmente al cielo, y es frecuentemente usado entre los poetas» (Aut). El asiento adecuado para la imagen de la Virgen es un trono celeste. Comp. El cordero de Isaías, vv. 1030-1031: «como apóstata que eres / del imperio de zafir»; El jardín de Falerina, vv. 867-869: «todo ese azul viril, / dosel de rosicler, / tálamo de zafir». 319

sacabuche: «espe de grúa sobre ruedas que podía sacarse por el corredor sobre el tablado para permitir el ascenso y descenso de un personaje por medio de una polea» (Ruano de la Haza y An, 1994, p

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aciertos del pincel errores del buril.

4010

Música

Volad, corred, venid.

Ángel 2

Venid, corred, volad, que hay quien quiera argüir mancha en copia de quien nunca la tuvo en sí.

Música

Volad, corred, venid.

Ángel 1

Venid, corred, volad, veréis que al esparcir al aire su cabello * tremola todo Ofir. 322

Música

Corred, volad, venid.

Ángel 2

Venid, corred, volad y en el blanco matiz de su frente hallaréis deshojado el jazmín. 323

Música

Volad, corred, venid.

Ángel 1

Venid, volad, veréis en sus ojos lucir luceros ciento a ciento, estrellas mil a mil.

Música

Volad, corred, venid.

Ángel 2

Venid, corred, que en dos mitades da a un rubí

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4020

4025

4030

v. 4020 Ofir: «país nombrado en la Biblia como productor de oro fino, al parecer situado al norte del golfo de Arabia. […] Funciona como metonimia del oro y las riquezas» (DASC). Es decir, todo el oro del mundo parece contenido en los cabellos rubios de la Virgen. Comp. ¿Quién hallará mujer fuerte?, vv. 95-99: «¿quién eres, / que el rubio Ofir de tus trenzas / de tantos rayos coronas / que duda la competencia / si son estrellas o flores?»; El veneno y la triaca, vv. 538-541: «De las venas de la tierra, / desangrado el Potosí / hilo a hilo te traeré / su plata, el oro de Ofir». v. 4025 jazmín: «cualquier cosa muy blanca y pulida. Especialmente lo usan los poetas en las pinturas de las manos y frente de las damas» (Aut). Comp. El conde Lucanor, C, IV, p. 1020: «la mano, / copo de nieve y jazmín»; El lirio y la azucena, vv. 1056-1057: «Aquí en su frente se mira, / que es desairado el jazmín…». 322

323

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su púrpura el clavel, la rosa su carmín.

4035

324

Música

Corred, volad, venid.

Ángel 1

Venid, corred, volad, que en su mano a bruñir da torneado alabastro liciones al marfil. 325

Música

Corred, volad, venid.

Ángel 2

Venid, corred, volad, que de uno a otro perfil hoy lucen en febrero las flores de abril. 327

Música

Corred, volad, venid.

Ángel 1

Y a vosotros, mortales, a admirar, a advertir…

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4045

vv. 4032-4035 en dos mitades… la rosa su carmín: los labios de la Virgen son pintados como las dos mitades de un rubí. Cada una toma su color encarnado (púrpura, carmín) de un clavel y una rosa respectivamente. vv. 4038-4040 en su mano a bruñir… liciones al marfil: los ángeles alisan las manos de la talla de la Virgen, cuya labrada blancura supera la del mismo marfil. v. 4038 bruñir: «Dar lustre y alisar» (Aut). Comp. El lirio y la azucena, vv. 1078-1079: «Allá torre en quien se ven competir / el mármol bruñido, torneado el marfil». v. 4039 alabastro: piedra de color albísimo, por lo que se usaba «para ponderar, comparar y expresar la perfecta blancura de una cosa» (Aut). El blanco es un tópico de la belleza femenina y caracteriza el vestido de la Fe Católica por su semejanza con la luz (Iconología, vol. 1, p. 402). Comp. De una causa, dos efectos, C,V, p. 566: «los labios, claveles finos; / torneado alabastro, el cuello; / las manos, marfiles lisos». vv. 4039-4040 dar liciones: «explicar el maestro al discípulo los preceptos» (dar lección, Aut). El blanco de la mano de la Virgen puede enseñar sobre blancura al mismo marfil. Comp. Los tres mayores prodigios, C, II, p. 1075: «Ariadna es esta / que duerme dando liciones / a la primavera hermosa / de cómo han de ser las flores». v. 4043 de uno a otro perfil: de un lado a otro de la talla. Perfil: «Lo último de la figura que se comprehende con un hilo imaginario, dentro del cual se contiene todo lo demás» (Aut). Comp. El alcaide de sí mismo, OC, II, p. 805: «ya del sol la lumbre / da el primero perfil a aquella cumbre»; El laberinto del mundo, vv. 197-199: «la inquietud del mar permite / que los perfiles se vean / de aquel último horizonte». vv. 4044-4045 hoy lucen en febrero las flores de abril: abril es el mes de las flores, pero no en la zona de Copacabana, donde la primavera inicia en setiembre. 324

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… que los yerros del hombre enmienda el serafín.

Ángel 2 Los dos y Mús.

4050

Corred, volad, venid, veréis cuánto mejoran en vuestra emperatriz aciertos del pincel errores del buril. Corred, volad, venid.

4055

*Tocan las chirimías y desaparecen los ángeles, quedando en las andas la imagen vestida, y salen Yupangui y Guacolda por distintas puertas sin verse. 328

Yup. y Gua.

* * * * *

¿Corred, volad, venid, veréis cuánto mejoran en vuestra emperatriz aciertos del pincel errores del buril?

Yupangui

* ¿Qué salva, cielo, es * la que en el viento oí?

Guacolda

* Sin duda es nueva aurora * a quien se canta así.

Yupangui

* A aquella parte suena.

Guacolda

* Pues se escucha hacia allí.

Yupangui

* Seguiré su armonía.

Guacolda

* Su acento he de seguir.

Yupangui

* Pero ¿qué es lo que veo? (Vense.) * ¿Tú, bella esposa, aquí?

Guacolda

* Si estás tú aquí, ¿qué estrañas * el que venga tras ti?

Yupangui

* La fineza agradezco, * mas déjame sentir * que día que en el valle

4060

4065

329

4070

4075

v. 4056 acot. Explicito con VT la salida de Yupangui y Guacolda sin percatarse mutuamente de su presencia. Enmiendo: salen] sale. v. 4070 Explicito con VT el reconocimiento de los esposos. 328

329

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TEXTO DE LA COMEDIA

Guacolda

* * * * * * *

tanto concurso vi que aun el mismo virrey corona su confín tan desacompañada vengas a deslucir, sin más fausto, la heroica real sangre que hay en ti.

* * * * *

No eso te desconfíe, que si vengo a asistir al culto de María, de quien humilde y vil esclava soy…

330

4080

331

Yupangui

* Espera, * que según advertí * viene el virrey.

Guacolda

* Sí haré, * volviendo a discurrir.

Yupangui

* Y vuelva yo a pensar.

Los dos

* * * * *

4085

4090

¿Qué quisieron decir? ¿Que mejorar veremos en nuestra emperatriz aciertos del pincel errores del buril?

4095

*Salen el Conde, el Gobernador y todos.

332

Yupangui

Esta, señor, es la breve * esfera donde hoy la tengo depositada hasta ver si tanta dicha merezco como verla colocada.

4100

vv. 4078-4079 el mismo virrey corona su confín: la multitud que Yupangui vio (v. 4077) es el acompañamiento del virrey, quien, ubicado al final de tal desfile de gente, lo corona. v. 4080 tan desacompañada: Yupangui se lamenta de que Guacolda aparezca sola y con ropas humildes (v. 4082), pues, como dama noble, al salir de su casa debía estar bien acompañada por una criada y vestida ricamente, especialmente cuando el virrey visita la ciudad. v. 4097 acot. Sigo a VT, pero enmiendo: Virrey. 330

331

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LA AURORA EN COPACABANA

Andrés

* (Aparte.) Ahora es cuando al verla es cierto que se ha de desagradar.

Conde

¡En mi vida vi más bello simulacro de María!

Yupangui

¡Qué es esto, cielos, que veo!

Gobernador

¡Cielos, qué es esto que miro!

Andrés

¿Quién retocó aquel bosquejo que tan inculto dejamos?

Yupangui

* Pasose, de extremo a extremo, a ser alcázar, mi reina, pues la que allá en un momento encontré deshecha, aquí tan adornada la veo, siendo la misma que yo vi nevar sobre el incendio.

4105

4110

333

Conde

¿Cómo vos, tan atrevido, tan rara perfección viendo a decir os atrevisteis que era retrato imperfecto?

Andrés

Como no es esta la estatua que aquí dejamos.

Gobernador

Sí es, puesto que nadie aquí entró ni ha habido, por diligencias que ha hecho nuestro cuidado en buscarla, otra en todos estos reinos.

Andrés

4115

4120

4125

Pues si es ella, aquí han andado más celestiales obreros. 334

v. 4112 alcázar: la talla de la Virgen, de ser un inculto bosquejo (en el que las formas estaban todavía inacabadas), se ha transformado milagrosamente en un palacio, adecuado para la Madre del rey de reyes. v. 4129 celestiales obreros: la participación de ángeles en el embellecimiento de la talla forma parte de un esquema-pauta que se repite en las leyendas de hallazgos y apariciones de imágenes (Zugasti, 2001, p. 445), como es el caso del icono de la Virgen de los Reyes, representada en la comedia homónima de Hipólito de Vergara y en el auto El santo rey don Fernando (segunda parte).Ver Zugasti, 2001, 2006. 333

334

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Conde

TEXTO DE LA COMEDIA

311

Es sin duda, porque no pudo el humano desvelo, sin divino auxilio, haber tal hermosura compuesto. Ampos y copos parece de su rostro y de su cuello la blancura.

4130

335

Gobernador

*

Yo diría que, agraciado lo trigueño, en ella hicieron unión nieve y azabache a un tiempo.

Unos

Ninguno dijera bien, que en sonrosados reflejos rosas y claveles son sus tornasoles.

Yupangui

Yo, ciego a sus rayos, de colores no puedo hacer juicio, atento a la risa con que mira.

Andrés

Todos

4135

¿Qué risa si lo severo de su semblante está dando igual temor y respeto, sino es que sea a mí por más que de mi error me arrepiento?

4140

4145

4150

A todos ha parecido diferente. 336

v. 4134 ampo: «blancura, albura y candor de la nieve, y así, para ponderar el exceso de alguna cosa blanca, se dice que es más blanca que el ampo de la nieve» (Aut). Comp. Sueños hay que verdad son, vv. 1096-1098: «Nueva hermosa / deidad, que excedes al ampo / de la nieve en la pureza». vv. 4152-4153 A todos ha parecido diferente: al describir el rostro de la Virgen, Ramos Gavilán apunta las diferentes impresiones que este provocaba: «a veces parece estar tan encendido como un ascua y a veces juzgan muchos que la están mirando se le encienden los ojos y arrasan casi como cuando uno quiere llorar, otras veces parece pálida» (Historia, lib. ii, cap. 42, p. 419). 335

336

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LA AURORA EN COPACABANA

Conde

Yupangui

Fuerza es, puesto que a lo divino no alcanzan los humanos ojos nuestros. Dichosa mi insuficiencia fue, pues, si docto maestro la hubiera labrado, a él se atribuyera el acierto y no pasara de allí la admiración a portento.

4155

337

Conde

Dadme los brazos, que bien se ven los merecimientos de vuestra fe.Y pues tenéis vos tratado su respeto, de más cerca poned vos las coronas a sus dueños.

4160

4165

*Toma las coronas, sube la grada y, mientras las pone, el Gobernador va repartiendo velas que traerá uno a todos. Yupangui

Gobernador

Conde

Ya no como a hechura mía, como a reina os reverencio, pues os entrego coronas. En tanto iré repartiendo las velas que ha de llevar todo el acompañamiento. Vos, pues venisteis a honrarnos, habéis de ser el primero. Id ahora tomando todos. Apartaos todos, que quiero ver si las coronas vienen a medida. ¡Oh, cuánto siento que la del Hijo a la Madre cubra el rostro! ¿Podrá esto —decid, pues vos la labrasteis— * tener ahora remedio

4170

4175

4180

vv. 4156-4157 Dichosa mi insuficiencia fue: como Ramos Gavilán recuerda, Dios obra mediante «insuficientes ministros» para que se atribuya a Él la magnificencia de la obra, como sucedió con Yupanqui y su imagen (Historia, lib. ii, cap. 8, p. 243). 337

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Yupangui

TEXTO DE LA COMEDIA

313

con que bajando las manos deje el rostro descubierto?

4185

Mal podré atreverme yo a retocarla, teniendo oficiales que sabrán mucho mejor que yo hacerlo. *Aparta la imagen, dejando en el brazo izquierdo el Niño que tenía en entrambas manos, conque viene la derecha a quedar en el aire desocupada.

Conde

Pues desconsuelo es bien grande.

Yupangui

No es muy grande el desconsuelo.

Conde

¿Cómo?

Yupangui

Volved a mirarla. Veréis que aparta de en medio del pecho, donde tenía a su Hijo, el brazo izquierdo y, recostándole al lado del corazón, el derecho también desviado deja todo el rostro descubierto.

4190

4195

338

Unos

¡Qué maravilla! ¡Qué asombro!

Otros Unos Otros Conde

4200

¡Qué prodigio! ¡Qué portento! No solo portento, asombro es y maravilla, pero aun todo eso incluye en sí más reservado misterio. Haber reclinado al Hijo

4205

vv. 4193-4199 aparta de en medio… deja todo el rostro descubierto: Ramos Gavilán recoge este primer milagro: «El Niño estaba tan levantado sobre el pecho de la Madre que, poniéndole la corona, cubría gran parte del rostro de la Virgen, de manera que impedía su vista y no podían verla». Al darse cuenta de ello, el padre Montoro solicitó a Yupanqui que lo subsane. Cuando el escultor se disponía a hacerlo, «hallaron al Niño reclinado y como desviado de la suerte que está el día de hoy» (Historia, lib. ii, cap. 8, p. 243). 338

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314

LA AURORA EN COPACABANA

al abrigo de su pecho, dejando la mano diestra desocupada, ¿no es cierto que es para que yo esta vela 4210 ponga en ella, conociendo que es la purificación * su principal ministerio? (Pone la vela en la mano.) Mirad cómo representa de la suerte que fue al templo, 4215 mostrando que al templo hoy va también.Y si allí vemos que fue purificación su festividad, lo mesmo vemos aquí, pues el ara 4220 sacrílega tanto tiempo purifica de su antorcha la luz, a cuyos reflejos se van de la idolatría las sombras desvaneciendo. 4225 *Dentro terremotos. Idolatría

Todos

(Dentro.) Y para confirmación de que es verdad que me ausento para siempre, resignando en María mis imperios, cuantos espíritus tuve en los idólatras pechos aposentados, conmigo irán de su vista huyendo.

4230

¿Qué nuevo prodigio es este? *Sale Guacolda, que estaba retirada. 339

Guacolda

339

AC.indb 314

Yo lo diré, pues viniendo a lograr hoy en mi esposo el triunfo de sus desvelos, he hallado por el camino

4235

v. 4234 acot. Preciso con VT la ubicación de Guacolda.

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TEXTO DE LA COMEDIA

sanos a muchos enfermos, con pies a muchos tullidos y con vista a muchos ciegos. Y lo que es más, muchos indios que poseídos de fieros espíritus han quedado libres, a voces diciendo… Todos

315

4240

4245

(Dentro.) ¡María es la Virgen Madre y Cristo, el Dios verdadero! *Sale Tucapel y otros indios. 340

Tucapel

Dígalo yo, pues, cobrado en mi natural acuerdo, a voces pido el bautismo. 341

Unos

Todos decimos lo mesmo.

Todos

¡María es la Virgen Madre! ¡Cristo es el Dios verdadero!

Yupangui

Feliz el día que logra tantas dichas mi deseo.

Guacolda

4250

4255

* Felice el que yo en tu busca vine a merecer el verlo.

Andrés

Feliz para el que miro tan mejorados mis yerros.

Gobernador

Feliz el que en mí ha logrado la devoción de mi afecto.

Conde

Y más feliz para mí, que descubrí en mi gobierno tan alto tesoro.Y pues más que esperar no tenemos,

4260

4265

v. 4247 acot. Preciso con VT la salida de los indios. v. 4249 en su acuerdo: «que tiene libre el uso de las potencias, que está en sí y tiene conocimiento de lo que se dice o trata, y está capaz para hacer juicio de las cosas» (acuerdo, Aut). Comp. El alcaide de sí mismo, OC, II, p. 828: «pero si una vez se mira / libre, volverá en su acuerdo»; El jardín de Falerina, C,V, p. 830: «Argalía. ¿Quién restaura mi sentido? / Lisidante. ¿Quién en mi acuerdo me cobra…? / Duranduarte. ¿… me restituye en mi juicio?». 340

341

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316

LA AURORA EN COPACABANA

empiece la procesión, que yo he de ser el primero que aplique el hombro a las andas. Gobernador

Intentarlo para ejemplo de todos basta. Llegad los nombrados para eso y los músicos entonen dulces cánticos.

4270

*Salen los músicos y las mujeres, vestidas de estudiantes, como seises, con sobrepellices y bonetes. 342

Música

Sí haremos. (Cantan.) Venturosa la mañana que en duplicado arrebol nos nace con mejor sol la aurora en Copacabana. 343

Voz 1

Piedra preciosa solía llamarse su esfera hermosa, pero hoy la piedra preciosa es la imagen de María.

4275

4280

v. 4273 acot. seises: «en algunas iglesias catedralicias los niños que asisten al coro y cantan canto de órgano y contrapunto» (Aut). Comp. Ocaña, Viaje por el Nuevo Mundo, p. 331: «En medio de los prebendados iban los seises de la iglesia, vestidos de pastores y pastoras, que alegraban la plaza con las castañetas y voces, que iban bailando y cantando». Vestidas de estudiantes: como McGaha anota, la jaqueta y el birrete (especies de sayo y bonete respectivamente) eran prendas características del traje del estudiante en la época del Calderón (Sueños hay que verdad son, v. 142). Sobrepellices y bonetes: atuendos propios de los clérigos. La sobrepelliz es una vestidura blanca que se lleva sobre la sotana, mientras el bonete es una especie de gorro de cuatro picos que salen de sus esquinas. Comp. El escondido y la tapada, OC, II, p. 693: «Ser tan rey que en la capilla / me diga misa un bonete»; Origen, pérdida y restauración de la Virgen del Sagrario, C, II, p. 557: «canta la música, que han de ser los pajes con sobrepellices». v. 4275 arrebol: «Color rojo que toman las nubes heridas con los rayos del sol, lo que regularmente sucede al salir o al ponerse» (Aut). Es metonimia de la aurora que aquí se duplica al aludir al amanecer natural y espiritual de Copacabana. Comp. Los alimentos del hombre, vv. 1013-1015: «Aurora cuyo arrebol / predice que un nuevo sol / ha de amanecer tras ella»; La piel de Gedeón, vv. 982-984: «Precursora, que has llegado, / con tan cándido arrebol, / a dar primicias del sol». 342

343

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Voz 2

TEXTO DE LA COMEDIA

317

Del Faubro la Idolatría, que la poseyó tirana, más luz en febrero gana, pues de nuestra fe crisol…

4285

Música

* … nos nace con mejor sol la aurora en Copacabana.

Tucapel

Yo, pues de mi esclavitud libre por ella me veo, por mí y por todos es bien * pida el perdón de los yerros.

Yupangui

No es, pues de todos la ufana voz dirá al reino español que en su imagen soberana…

Música y todos

… hoy nace con mejor sol la aurora en Copacabana.

4290

4295

*Con esta repetición, encendidas las luces de todos y en forma de capilla, cantando delante los músicos, dará vuelta en hombros al tablado la imagen.Y porque no se embarace en entrar, caerá una cortina que cubra todo el tablado. 344

v. 4296 acot. capilla: «cuerpo o agregado de varios músicos y ministriles con sus instrumentos» (Aut). Comp. La humildad coronada, vv. 51-52: «¿Qué capilla sonora / a la aurora despierta con la aurora»; Origen, pérdida y restauración de la Virgen del Sagrario, C, II, p. 556: «Prevéngase la capilla; / que mil alabanzas cante, / mientras yo saco la Virgen». 344

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APARATO DE VARIANTES

Abreviaturas de las impresiones B: H: VT:

Cuarta parte de comedias nuevas de don Pedro Calderón de la Barca, Madrid, por Joseph Fernández de Buendía, 1672. Cuarta parte de comedias de don Pedro Calderón de la Barca, Madrid, por Bernardo de Hervada, 1674. Cuarta parte de comedias del célebre poeta español don Pedro Calderón de la Barca, publicadas por don Juan de Vera Tassis y Villaroel, Madrid, por Francisca Sanz, 1688.

Títulos B: H: VT:

COMEDIA FAMOSA, / LA AURORA EN COPACABANA. / De Don Pedro Calderon de la Barca. COMEDIA FAMOSA, / LA AURORA EN COPACABANA. COMEDIA FAMOSA, / LA AURORA / EN COPACAVANA. / DE DON PEDRO CALDERON / de la Barca.

Repartos El reparto que reproduzco en mi edición corresponde a los de B, H, que son idénticos salvo la siguiente variante: indio llamado Andrés] Indi llamado Andret H

En Col. 1ª aparecen todos los personajes indígenas y en Col. 2ª, los españoles (junto con los ángeles y música). En VT esta distribución se pierde:

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320

LA AURORA EN COPACABANA

[Col. 1ª]

[Col. 2ª]

Guascar Inga, Rey. / Yupangui, Indio galán. / Un Sacerdote Indio. / Tucapel, Indio gracioso. / Un Indio llamado Andrés. / Unos Indios. / Don Francisco Pizarro. / Diego de Almagro. / Pedro de Candia. / La Idolatria, en trage de india. Guacolda, Sacerdotisa India. / Glauca, India graciosa. / Quatro Damas. / Dos Angeles. / Unos Marineros. / Don Lorenço de Mendoza, Virrey. / Don Geronimo Marañon, Governador. / Un Dorador. / Musicos. / Soldados, y acompañamiento.

Presenta las siguientes variantes: Yupangui] Yupangui, Indio galán VT Un sacerdote] Un Sacerdote Indio VT Tucapel] Tucapel, Indio gracioso VT Pizarro] Don Francisco Pizarro VT Almagro] Diego de Almagro VT Candia] Pedro de Candia VT Idolatría] Idolatria, en trage de india VT Guacolda] Guacolda, Sacerdotisa India VT Glauca] Glauca, India graciosa VT Marineros] Unos Marineros VT Mendoza, Conde de Coruña] Mendoza,Virrey VT

Texto de la comedia acot. 7 26 38 43-44 46 47 66 76 78 78 acot. 95 109 acot.

AC.indb 320

JORNADA PRIMERA] om. B, H Inga, rey] Inga y Rey B; instrumentos] suenan instrumentos músicos VT; Yupangui, indio galán; un sacerdote] despues Yupangui, el Sacerdote VT del inga] y del Inga B y hoy otros cinco] oy, y otros tantos VT recibirte] recebirte VT no poca parte te empeña Iupangui, pues B; no poca parte te empeña Iupangui, / pues que no ignoras H primera luz] primer luz B la real] real B Glauca] Guac. B, H,VT del inga] y del Inga B que viva, que reyne, &c B, H Dejan de bailar] om. bocas] boca VT Bailan.] om. B, H

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APARATO DE VARIANTES

111 112 114 acot. 117 122 acot. 136 151 177 191 203 207 226 241 245 259 267 280 281 acot. 297 304 307 acot. 308 376 387 410 433 acot. 433 434 acot. 473 481 483 512 521 521 acot. 570 598 acot. 608 612 acot. 612 612 acot.

AC.indb 321

321

del Sol en el Cielo, &c H tierra, ¡ea!] tierra B,VT Buelven a baylar, y a suspenderse. B, H Uno] Un Ind.VT como] om. VT cuantas] quantos B Aparte.] om. B, H,VT; yo] ya VT fuesen] fuesse VT merino] marino H,VT pez parece] parece pez VT oímos. Al verle] oímos, / con que al verle B, oímos, / y al verle H ya a] y a B Aparte.] om. B, H Aparte.] om. B, H,VT; Oh] om. B haremos] hamos B esos] estos VT Todos] Tuc. VT om. B; Vanse. H que en las gentes, ese raro VT Aparte.] om. B, H,VT Vanse.] om. B, H; Vanse, y dizen dentro. VT Unos. Al monte. Otros. Al monte.VT mismo fin] fin mismo VT esos] estos VT voto] valor VT Disparan, y cubrese la nave. VT Dentro.] om. B, H om.] Saca Yupangui a Tucapel arrastrando. VT om.] yo B,VT fi qué] fique B, H om.] tú B defensas] defensa B Escóndese.] om. B, H Candia armado con una cruz] Pedro de Candia armado, y traerá una Cruz hecha VT Levanta la cruz.] en 572 acot. Levanta en alto la Cruz. VT Caesele el arco de la mano. VT que me asombran y me ahuyentan VT Vase.] om. B, H Siguele.] om.VT om.] Vase, y al ir tras él da con Tucapel B, H

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322

613 acot. 618 627 acot. 662 acot. 678 690 acot. 708 712 718 734 742 744 746 acot. 846 850 852 853 855 863-864

885 887 888 904 acot. 915 931 937 981 990 1001

AC.indb 322

LA AURORA EN COPACABANA

om. B, H Voces] om. VT; Dentro.] om. B, H en 626 VT en 665 VT pasta] pasto VT llevando a Tucapel. Sale] y sale B, H; vestida de negro, con estrellas, espada, plumas y bengala] en trage de India, el vestido será negro, salpicado de Estrellas, con vengala, y plumas VT aquel] a aquel B Dentro.] om. B, H,VT esta o aquella] aquella o esta] VT mueva] atreva B, H Dentro.] en 741 acot. Dizen todos dentro. VT yo] om. H Inga, Guacolda, sacerdote, Glauca y] om. B, H,VT Dama 2] Otro. VT Dama 3] Otro. VT Dama 4] Otro. VT; hoy] om. VT pueblo] pueblo hoy VT hacemos] haremos VT B, H: Ing. Si. Eco cantando. Si Gua. Obligarme. Obligarme. Sacer. Desea. Desea. 1. Humana. Humana. Iup. Vida. Vida. 2. El sacrificio. El sacrificio. 4. Sea. Sea VT: Inga, y mus. Si. Guacold. y mus. Obligarme. Sacerd. y mus. Desea. / Un Ind. y mus. Humana. Yupang. y mus.Vida. Otro, y mus. El sacrificio. Otro, y mus. Sea. eso] esto H,VT Aparte.] om. B, H,VT será] sería B; Aparte.] om. B, H,VT Pone cada una su flecha en manos del Sacerdote, teniendolas él por un lado juntas, y ellas por otro, cada una la suya. VT Aparte.] om. B, H,VT Aparte.] om. B, H Cuatro] 4 Dam. VT al no] a no VT otro] a otro VT mi vida] su vida B, H

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APARATO DE VARIANTES

1005 1009 1067 1084 1103 1125 1136 1146 1151 acot. 1151 1167 1172 1184 1204 1213 1257 1257 acot. 1276 1321 1322 1324-1325 1326 1328 1368 1381 1385 1391 acot. 1392 acot. 1412 1424 1438 1475 acot. 1490 acot. 1492 1496 acot. 1496 1497 1498-1499 1510 1537 1539 acot.

AC.indb 323

323

viene] vierte B sin fortuna] su fortuna B, H un amor] a un amor B, H ya] y a B, H,VT o tu valor] a tu valor B, H mesmos] propios VT Dentro.] om. B, H,VT puesto] ya B Vase y salen] Vase. Salen el VT Dime atrib. Iup. B, H propio] proprio VT no] om. H Aparte.] om. B, H,VT efeto] efecto VT Manco Cápac] Manso, capaz B, H ahora] agora VT en 1258 acot. VT; Guáscar, ricamente vestido] sentado Guascar, vestido ricamente VT retratándose] retirandose B Sea bien venido / en joven tan bello VT el hijo del Sol, / para ser Rey nuestro VT Sea bien venido &c B, H,VT nada] no lo VT Manco Cápac] Manso, capaz B, H con] y con B,VT o otro] u otro VT yo] om. VT Desaparece la Idolatría. VT om. B, H,VT nos] om. B es este] este es VT propia] propria VT en 1472 acot. Las cajas dentro VT mucho ruido y cajas] suena ruido de armas, cajas y trompetas VT Dentro.] om. B, H Candia, Almagro] los dos B, H; Pizarro] él B, H Candia y Alm.] Los dos B, H Candia y Alm.] Los dos B, H,VT Pues no enterreis al moço Luis Quixada. B, H,VT repitiendo] repetidos B estas] esas B y soldados] om. B, H

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324

1558-1559 1568 1574 1589 1598 acot. 1610 acot. 1617 acot. 1667 acot. 1669 1696 1709 1717 1727 1735 1763 1765 1771 1773 1821 1831 1897 1899 1910 acot. 1917 1946 1950 1962 1989 acot. 1991 acot. 1999 2004 acot. 2010-2011 2015 acot. 2022 acot.

2034

AC.indb 324

LA AURORA EN COPACABANA

ella se duele, que no aya / de quantos demonios dizen / los Españoles que hablan B Aparte. en 1569 VT patria] tierra B,VT él] om.VT en 1594 B, H; en 1597 VT Otra] Suena otra VT a una] en la una VT; Inga] el Inga VT; el sacerdote] con ellos el Sacerdote VT; y vase la Idolatría] om. B, H,VT y el sacerdote] om. B, H,VT que] lo que VT mesma] misma VT hagas] haga VT om.] loc Ing. B o desesperada] u desesperada VT Aparte.] om. B, H; en 1736 VT om.] yo B; Aparte.] om. B, H,VT loc Dent. voz. B, H Dentro.] om. B, H,VT guardia] Guarda VT alojan en el] se alojan en ese VT guardas] guarda B Aparte.] om. B, H,VT tú] om. VT todos y] om. VT esa] esta VT Voces] Todos VT causarse] causar B Dentro.] om. B, H,VT Entrándose.VT Vanse y salen] Vanse. Salen VT sus llamas] sus llama B Dizen dentro a los lexos, y en vozes baxas los Españoles.VT Cand. Tú nos favorece. Alm. Tú / Todos. Nos socorre y nos ampara B, H La Música] Canta la Música VT Tocan las chirimías y baja de lo alto, donde estará la Música, una nube hecha trono, pintada de serafines, y en ella dos ángeles que, hincados de rodillas, traerán] Tocan chirimías, baxa de lo alto una nube en forma de trono, pintada de serafines, y en ella dos Angeles, que traen VT; Niño Jesús] Niño VT basa] baja B, H

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APARATO DE VARIANTES

325

unos con otros] todos B, H como elevados las voces] las vozes como elevados VT han de sonar] sonando VT; Se entran los soldados] om. B, H; a lo lejos y repitiendo con todos las voces] las vozes a los lejos, y repitiendolas con todos VT 2108 pensé] creí VT 2150 acot. de villana] om. B, H 2212 estoy] esto y B 2237 ya que] si no VT 2239 Aparte.] om. B, H,VT 2259 ahora] agora VT 2279 ya] puesto B 2299 la vida debo] debo la vida VT 2315 otra] ahora B, H 2317 mis] sus H,VT 2326 acot. Dentro indios. VT 2326 Uno] Uno dent. VT 2327 Todos] Todos dent. VT 2329-2330 om. B 2330 acot. Salen unos indios. B, H 2341 aquesa] aquesta B 2351, 2353 Aparte.] om. B, H,VT 2355 acot. indios] villanos B, H 2355, 2359, 2363, 2370, 2373, 2374 loc Indio] om. B, H 2364 con contarle] en contarle VT 2377 acot. Vanse] Entranse VT; indios] villanos B. H,VT 2394 acot. Vase.] om. B, H,VT 2402 Por si vuelve, / oye aparte. B, H 2403 Vehemente / aprehension, que siempre B, H; Aparte.] om. B, H,VT 2423 dichosa] dicha VT 2436 quien piadosa le saqué B 2454 solicite yo] yo (claro esta) de B 2459 Aparte.] om. B, H 2463, 2478 Aparte.] om. B, H,VT 2487 la di] le di VT 2489 acot. y todos] los villanos y todos B, H,VT 2493 en cumplimiento] cumpliendo H,VT 2494 Aparte. (…) Aparte.] om. B, H,VT 2507 Aparte. (…) Aparte.] om. B, H,VT 2527, 2531 Aparte.] om. B, H,VT 2597 es] en VT 2057 acot. 2075 acot. 2103 acot.

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LA AURORA EN COPACABANA

2601 om.] Enojase el Inga VT 2606 robase] robaste VT 2612 pensando] creyendo VT 2646 a aqueste] aqueste B 2682, 2691, 2695, 2699 Aparte.] om. B, H,VT 2703 en más] mas VT 2716 acot. en los dos] asidos en los VT 2720 acot. Terremoto] El terremoto VT 2731 acot. om. B, H 2734 acot. om. B, H 2735 Dentro. (…) Dentro.] om. B, H 2736 Dentro.] om. B, H 2762 acot. las chirimías] chirimias VT 2767 Felipe] Filipe VT 2792 o ya escritas] y ya escritas VT 2806 os repita] repita VT 2857 sus montes] sus monte B 2875-2876 om. B, H 2878 de Dios] suyos B, H 2880 respondían] respondia B, H 2897 om. H; suspiro alienta] garganta mueve VT 2900 fértil] feliz H,VT 2903 Agustín] Agustino VT 2946-2947 om. B 2961 convine] conviene B 2970 unos con otros] unas con otras VT 2977-2978 om. B, H 2991 sequedades] otras, que estaban VT 3049 quien] que VT 3050 quien] que VT 3054-3055 om. B 3075 pienso] entiendo VT 3079 pensar] juzgar VT 3098 acot. Vase. B, H 3099 deseosos] deseos B,VT 3104 acot. véase (…) altura (…) en ella] se ve (…) estatura (…) om. VT 3123 tenella] tenedla H 3151 perfeción] perfeccion VT 3154 o quitadme] u quitadme VT 3154 acot. a la] ya en trage de VT 3250 de ese] deste VT 3253 de hombres y de ángeles] de Angeles, y de hombres VT

AC.indb 326

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APARATO DE VARIANTES

327

3260 3332 3338 3342 acot. 3343 acot.

mientras] ni entra VT son solo] solo son VT quita] quite B Éntrase] Vase B, H,VT om.] Suena dentro ruido, como que tropezando derriba el taller, y sale huyendo. VT 3346 acot. Vase, y sale la Idolatría.VT 3430 acot. de una parte, Andrés, y, de otra,Yupangui (…) dos] Andres contra Iupangui (…) los dos VT 3539 solo] sola VT 3542 acot. en 3541 acot. B, H; en 3547 acot.VT 3542 Aparte.] om. B, H,VT 3545 ellos] todos VT 3547 acot. om. B, H,VT 3585 manía] Maria B 3592 ansí] assi VT 3634 Aparte.] B, H,VT 3636 esas] estas VT 3647 Aparte.] B, H,VT 3651 hallares allí] en ella hallares B 3664 acot. om. B, H,VT 3666 licencia me da a una ausencia VT 3705 acot. sale por el medio] por la puerta de enmedio sale VT 3792 transciendan] trasciendan B 3801 voces] sombras B, H 3818 acot. Sale Andres Iayra. B, H 3835 hoy] ai B 3898 acot. en 3897 B, H; om.] Yupangui VT 3918 unirse] unirte VT 3922 acot. Conde]Virrey B, H; en 3924 Salen todos los Indios, y Soldados, el Governador, el Virrey, Iupangui y Andrés. VT 3978 acot. Vase. B, H,VT 3978 huelgo] alegro VT 3981 acot. om. B, H,VT 3984 acot. om. B, H 3984 Las chirimías.] om. VT 3996 acot. Vase.] om. B, H,VT; tablillas, pinceles y matices de pintor] paletas, colores, y pinceles VT 4056 acot. salen] sale B, H,VT; por distintas puertas sin verse] om. B, H 4056 acot. (después de: imagen vestida)-4097 om. B 4070 Vense.] om. H, veense. VT 4097 acot. Conde] Virrey VT; y sale el Virrey, y todos B

AC.indb 327

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328

4103 4111 4136 4167 acot. 4183 4189 acot. 4213 4225 acot. 4234 acot. 4247 acot. 4256 4273 acot. 4286 4291 4296 acot.

LA AURORA EN COPACABANA

Aparte.] B, H,VT extremo a extremo] estremo a estremo VT diría] dixera VT Toma las Coronas, sube a ponerlas, y en tanto, el Governador reparte a todos velas que traerá un criado. VT ahora] agora VT Aparta la Imagen el braço derecho, y dexa en el lado izquierdo el Niño, que le tenia con las dos manos, y queda con la mano derecha desocupada. VT en la mano] a la Imagen en la mano. VT terremotos] ruido de tempestad VT que estaba retirada] om. B, H y otros indios] om. B, H Felice] Feliz VT los músicos (…) y bonetes] Musicos (…) om. VT Música] Toda la mus. VT el perdón] perdón VT de todos y en forma de capilla, cantando delante los músicos, dará vuelta en hombros al tablado la imagen (…) en entrar (…) que cubra todo el tablado] en forma de Procession, y los Musicos delante, daran buelta por el tablado con la Imagen en las andas (…) al entrar (…) que lo cubra todo VT om.] FIN VT

Erratas y errores evidentes 9 130 141 158 167 230 238 262 283 286 288 289 306 329 342

AC.indb 328

reine] reina B, H y a] y y a H tanto concurso] tanto concursos H a vista] vista H tu hermano] tu hermanos H engendran] engendra H,VT seré] sera H lluevan] llueva B, llevaba H quedo] cuando H arriesga] ariesga H prudencia] predencia H ventajosos] ventojosos H cumpla] clumpla H llegado] llegamos H bástenos] bastanos H,VT

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APARATO DE VARIANTES

348 374 416 423 439 492 508 533 555 558 582 587 627 acot. 638 645 662 681 710 887 895 913, 915, 922 915 922 1063 1186 1214 1329 1338 1358 1394 1398 1400 1403 1431 1433 1496 1507 1565 1604 1684 1695 1704

AC.indb 329

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experiencia] ya que temos H; fijas señas VT contingencias] contigencias H en llegando] en llegado H Perdonad] pordonad H vista] vida H Tucapel] Tur. H prevengan] prevenga H en] en en H hallarte] hallar en H llegas] llega B, H embebida] embebido H el ser] ser B, H lo que] que B, H tierra] tirera H tigre] tigres B, H tremolado] tremolada H fieras] fieros H ahora] agora H,VT a aquella] aquella H vendados] vendado H Yupangui] Iun. B, H venden] vende H Ya] Y H culto] oculto H mi] ni B, H quien] sivien H cacique] Gacique H deidad] a deidad B, la deidad H olvido] Sol vido B, H ha] han H retrocediendo] retrociendo H pierda] pierdo H le ejecutes] no le escuses B, H dice] diye H Perú] Prú H Pizarro] Piçaro H salva] valga H me] te B, H efecto] afecto H,VT Ya que] Y a que H a aquella] aquella H,VT en un] un H

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1756 1761 1769 1880 1898 1927 1941 acot. 1970 2001 2084 2142 2153 2215 2238 2339 2387 2418 2461 2479 2495 2590 2610 2626 2655 2780 2893 3176 3260 acot. 3271 3309 3328 3481 3540 3615 3672 3847 3876 3878 acot. 3973 4020 4099

AC.indb 330

LA AURORA EN COPACABANA

descanse] descansa H vez] om. H las] la H sorpresa] sopresa B, H proseguí] prosigui H añadan] añada H Vase] Vanse B, H neblíes] neblis H sea brasa] se abrasa B, H en la fe] con la fe H,VT horroroso] horroso H fie del] fio el H, fie al VT extremos] estremos H cansa, cansa] canse, cansa B, H parece] parezca B, H cuando] cuanto H tan] es tan H,VT prosigues] prosigas B, H ya] yo B, H de la palabra] con la palabra H,VT quieres] quereis H,VT hice] hiziste H la alcance] le alcance H tuve] la tuve H puedo] pudo H a decir] e decir H solo] sola B, H puerta] parte B,H la tuve] le tuve B, H es un tonto] es tonto H repare] repasse B, H estén] este B, H de verla] verla H he de veros] de veros H eso] essos H lo que] que lo H contentan] convençan B, H quedan] queda B, H; quedan solos VT está] que esta B, H todo] toda H; a todo VT hoy] ai B, H

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ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS

La numeración remite al número de verso. a brazos, 589 a cuatro visos, 197 a fuerza de armas, 1793 a marchar, 1610 acot. a rebato, 1609 acot. a tiempos, 3283 a un tiempo, 1056 abismo, 611 aborto, 201 de los abismos, 275-276 ábrego, 3715 acaso, 2353 acción, 397 acento, 825 acepto, 853 acero, 585 acrisolar, 2492 acuadrillar, 1710 acuerdo, 1359 Adán, 3129-3134, 3137-3138 aferrar, 266 ahíto, 254 al reír el alba, 2988 alabastro, 4039

AC.indb 331

albricias, 742 alcázar, 1821, 4112 aldea de San Pedro, 3798-3799 alegoría, 3741-3742 aleve, 2569 alindar, 2970 aljaba, 772 allanar, 2408 Almagro, Diego de, 308 acot. don, 401 socio, 111 acot. almena, 664 alquería, 2181 amante y amado, 3175-3176 amainar, 114 ampo, 4134 anhélito, 2898 antever, 3793 apagar la sed, 2883 apariencia, 3996 acot. aplacer, 2680 aprehensión, 2303 apriesa, 492 apurar, 517

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LA AURORA EN COPACABANA

araceli, 1257 acot. arbitrio, 1859 arbolar, 575 argüir, 999 arista, 88 ¡arma, arma!, 1416 armas, 1929 arpón, 773 arrebol, 4275 asaetamiento, 2711 ascua, 1855 asombro, 181 áspid, 2452, 2879 Atabaliba, ver Atahualpa Atahualpa, 167 átomo, 2001 aurora, 159-162, 689-690 Ave María, 3911-3912 bajel, 708 balsa, 760 basa, 2034 bastimento, 1006 basto, 521 acot. batalla campal, 1627 bautizo, 2956 bengala, 690 acot. bestia del mar, 275-276 betumen, 1853 blasonar, 2292 bonete, 4273 acot. bostezo, 623-624 bóveda, 1954 bozal, 3401 breñas, 280 bruñir, 4038 bufete, 1943 buril, 3050 cabo, 1818 de buena esperanza, 1983 cacique, 163

AC.indb 332

caer, 1010 de la escala más alta, 1489 caja, 1415 acot. Callao, 1456 campaña, 699 canalla, 1819 cañari, 1524 Candía, Pedro de, 308 acot. fieras, 627, 633-640, 2808 canto y baile, acot. capilla, 4296 acot. carácter, 2075 carámbano, 598 Carlos V, 354-355, 1925-1927 caudal, 3678 causa primera, 386 caverna, 623-624 ce, 3261 celo, 391 centinela, 470 centro, 1228 ceño, 783, 1076 chirimía, 2022 acot. Chucuito, 2826 ciego, 917 cierzo, 3716 cobrarse, 2462 columnas de Hércules, del Perú, 1930-1933 concurso, 141 condenado a muerte, 928-930 conferencia, 402 conquistadores aspecto físico, 502-508 guerras civiles, 416 padecimientos, 315-319 providencia, 649 ruta, 322-323, 1456 socios, 111 acot. trece de la fama, 358 venalidad, 563-565, 1796 Copacabana, 12

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ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS

clima, 2923-2925, 4044-4045 etimología, 2854 evangelización, 2902-2904 ídolo, 3027-3029, 3384 peña, 11, 13, 656 población, 164-165 templo, 153-158 coral deshecho, 2621 coronista, 1420 cortesano, 642 criar, 835-837 cristales desatados, 2528-2530 cristianismo, 1378-1379, 3470 cruento, 738, 1196 cruz, 387, 2818 de Huatulco, 728-730 estandarte, 572, 662-665 fieras, 633-640, 1533-1536 sacrificio, 572, 1196 cuadra, 3647 cumbre, 13 cuerda, 352 embebida, 582 cuestión, 1131 Cuzco, 1456 asedio, 1878-1879, 1910 acot. captura, 1457, 1525, 1796 riqueza, 1939-1941 dádiva, 23 daño y remedio, 2917-2918 dar, 1444-1445 al traste, 2353-2354 fe, 989 liciones, 4039-4040 orden, 421 tributo, 1916-1917 vista, 1626 de armas tomar, 359 de balde, 3772 de conocido, 285 declararse, 1119

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Demonio ángel, 3733-3734 arrepentimiento, 2126-2128 dominios, 698 guerra, 1615 padre de la mentira, 2896 perro encadenado, 1564-1565 poderes, 701-702, 1583-1584 posesión, 1588 serpiente, 98-102, 2879 vestido, 690 acot. viento, 1094 derecho natural, 1413 desacompañada, 4080 desbastar, 3121 descaer, 3880 desde luego, 3426 desdeñarse, 2294 desmandarse, 1468 desmayo, 801 desparecer, 1752 deuda, 21 diablos de alquiler, 2235 dictamen, 2268 natural, 2560 dictar, 1581 divertir, 3192 doctrina, 2902 dogal, 2697 dorar, 1070 dorador, 3559-3562, 3773-3782 echar, 451 el áncora, 266 menos, 1758 edad, 3, 22 primera, 956 Él, 3702 elementos, 183-196 elevado, 2075 acot. embajada, 1639 embarazar, 2478

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LA AURORA EN COPACABANA

embatir, 709 embotado, 2757 eminencia, 656, 1478 en balde, 2384 en fe, 683, 1649 en su acuerdo, 4249 encarnación, 3555 enea, 1853 enigma de parentesco, 498-502 entretenido, 2247-2250 esclavitud, 3015 esclavo, 3688-3689 escollo, 185 escoplo, 3341 escribanía, 1942 escuadra, 1777, 1937 escuadrón, 748 escusar, 933 esfera, 180 espada, 690 acot. espejo, 1274 espesura, 280 espías, 1524 esquife, 399 estofa, 3557 estrella, 456 exhalación, 1968-1972 experiencia, 348 facción, 1751 faición, 3055 fajina, 1837 fama, 521-522, 1635, 1833 famoso, 2363 Faubro, 2871 favor, 649 fiero, 941 fiestas, 648 fineza, 55 flecha, 236, 263-264, 1968-1972 fortuna deshecha, 316-317

AC.indb 334

fragoso, 1149 frase, 537 Guacolda, acot. generación, 498 generoso, 149, 397 genio, 2750 geografía, 333 Glauca, acot. greña, 504 grima, 2976 grita, 3064 grueso, 1884 Guáscar, ver Huáscar gusto, 301 hablar en, 2837 hacer ala, 259-260 fuerza, 424 isla, 2867-2868 punta el halcón, 1968-1972 que, 941-942 hacimiento de gracias, 14 hados primeros, 2177-2178 halagar, 642 acot. hanansayas, 2943 heredad, 2967 hidra, 2888 hidropesía, 2882 hidrópico, 1795 hinchado, 2231 historia y poesía, 2831-2836 homenaje, 2486 hostias pacíficas, 1196 Huáscar, acot. imprudencia, 287-288 rivalidad con Atahualpa, 166, 971-972, 1648, 2547 hurinsayas, 2943

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ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS

idea, 2074 Idolatría, 690 acot. ciega, 568, 730-731 inmóvil, 2701-2704 muda, 1559-1560, 2699-2700 primer inca, 1337, 1342-1343 sedienta de sangre, 987 ilustrar, 2621 industria, 291 inficionar, 1844 infinito, 984 inca, acot. Cristo, 6-7, 24-25, 874 origen mítico, 11, 1259-1264, 1272, 1307-1308, 13331334, 1372 instancia, 1679 ir con Dios, 2377 Jaira, Andrés, 2944 Jauja, 2392 jazmín, 4025 La Paz, 2845 lance, 2494 lealtad, 256-258, 1118 lengua indígena aprendizaje, 668-669 incomprensión, 551-553 intérprete, 1446-1449 león, 627 corona, 637 de brazos, 646 ley de gracia, 810 natural, 990 liberalidad, 2298 lisonja, 2388 lisonjero, 2308 luego, 905 luz de luz, 1300

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material e inmaterial, 696 natural, 983-984 primera, 46 Magallanes, Fernando, 337-340 maguey, 3515 Manco Cápac, 1213 Manco Inca, 1991 acot. manía, 3584-3585 mar del Norte, del Sur, 321 Marañón, Jerónimo, 2762 acot. marina, 542 melancolía, 2159 Mendoza, Lorenzo de, ver Suárez de Mendoza menor marido tuyo, 3263 menos, 1240 merino, 191 mérito, 835-837 metal, 271 mies, 2754 mil indios por un español, 1643-1646, 1655-1656 mina, 1827 minar, 1955 mirar, 420 misterio, 810 monstruo, 198, 762 montañés, 2781 mudanza, 69, 1719 muerte del príncipe, 1344-1345 mujer de Apocalipsis, 2039-2040 nave de la Iglesia, 275-276, 708 necessitas caret lege, 3291-3292 ni por pienso, 1403 ninfa, 145, 906 non plus ultra, 1930-1933 norabuena, 903 nueva, 1782 nuevas malas, 1782-1783 nutriz, 1348

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LA AURORA EN COPACABANA

obligar, 833 obreros celestiales, 4129 obscuridad, 1228 ocurrir, 1366 ofender, 464 Ofir, 4020 omnia mea mecum porto, 283-284 onda, 265 opimo, 2990 pagado, 3051 pago, 2969 parabién, 939 paraje goloso, 2392 parapeto, 440 parcialidad, 2470 pardo, 783 parecer, 449 partir la diferencia, 407-408 pasar del ser al no ser, 981 pase la palabra, 1611 paso, 2371 pasta y pasto, 676-678 patana, 886 pecado original, 3129-3134 pecho por tierra, 638 pensamiento, 1705 pensil, 3998 perfil, 4043 pero, 94 Perú, 551-553 peruano, 610 pescante, 1598 acot. pieza, 269 acot. Pizarro, Francisco, 111 acot. corona mural, 1489 escribiendo, 1918 fervor mariano, 1490-1491 general, 419 moderado, 345-347 Pizarro, Hernando, 1945, 2828 Pizarro, Juan, 1502-1503

AC.indb 336

plátano, 2653 plumas, 690 acot. politeísmo inca, 88-90 política, 3312 ponderar, 1652 poner la mira, 1802 porfía, 2966 portento, 231 posesión inmemorial, 698 Potosí, 2846 presas, 628 presumir, 3304 proceloso, 2866 propietario, 2247-2250 puerta franca, 1791 púrpura, 2618 qué mayor, qué mucho, 97 querubín, 3989 quiebra, 520 quien, 46 Quijada, Luis de, 1499 raro, 140 razón, 983-984, 2560 recatar, 2312 reducir, 2962, 3274 relato ticoscópico, 487, 1420 remitir, 1678 rendimiento, 3078 repararse, 633 reparo, 1823 repugnancia, 2538 repugnar, 984 retraído, 2890 revalidar, 714 rey, 873 risco, 656 rocío, 2032 rodela, 1490 acot. rogativa, 2936 rondar, 1936

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ÍNDICE DE VOCES ANOTADAS

sacabuche, 3996 acot. sacerdotisa, 54 saco, 1796 sacrificio de Cristo, 572, 738, 1196 humano, 719 salamandra, 1995 salir al camino, 2371-2372 salva, 267, 558 saña, 1387 satisfacerse, 1120 Sebastián, san, 2951 seguir el alcance, 2094 seises, 4273 acot. seña, 120, 364-369, 722 señora bestia, 272 ser fuerza, 196 serafín, 2022 acot. significar, 3148 simple, 2283 simulacro, 3060 sin ejemplo, 1042 sobrepelliz, 4273 acot. sol, 3, 557 solio, 3617 sombras pardas, 1619 sordina bastarda, 1909 sorpresa, 1880 Suárez de Mendoza, 2762 acot., 2764-2765, 2772 sublimar, 951 sulcar, 760 supernumerario, 2247-2250 suplir, 3821 supuesto que, 1143 suspender, 108 tal vez, 99 talar, 1455 teatro de contingencias, 374 tema, 3280, 3584-3585 temor a Dios, 1410-1411

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tener, 1053 tiempo, 1292 tigre, 627 de falda, 645 timbre, 1928 tocar al arma, 1895 tomar la palabra, 2471 tierra, 1454 Tomás, apóstol, 1295, 1357 tormenta, 707-709, 1094 tósigo, 607 tramoya, 2075 acot. traza, 1815 Tucapel, acot. intérprete, 1446-1449 poseído, 1588, 2434 Tumbes, 36 vale, 2640 valiente, 798 valla, 1521 vara, 3104 acot. vaya, 3064 velero, 194 vena, 564 ventura, 2154 ver el rostro del rey, 928-930 vestido con estrellas, 690 acot. de estudiante, 4273 acot. de indio, acot. de pieles, 1221 acot. de villana, 2150 acot. negro, 690 acot. vestuario, 269 acot. viento, 1094, 1571-1572 vigilancia, 1913 villaje, 1738 violencia, 186 Virgen María abogada, 3983

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LA AURORA EN COPACABANA

inmaculada, 1978, 2039-2040, 3129-3134, 3165-3166, invocación, 1506-1507 reina, 3252 Virgen de Copacabana aparición, 2022 acot. destrozo, 3358, 3566 acot. imagen de barro, 3045-3047, 3129-3134 impresiones, 4152-4153 libros, 2792 milagros, 2050-2056, 29752976, 3801, 4193-4199, modelo, 3037 oposición, 3019-3020, 30633064, 3880

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Virgen de la Aurora, 2022 acot. Virgen de los Reyes, 4129 viso, 3403 vividero, 800 volar, 1840 voto, 405 Yupangui, ver Yupanqui Yupanqui, acot. aprendiz, 3115-3116 insuficiencia, 4156-4157 nobleza, 48 vejez, 2071 zafir, 4000 zarza, 2079

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