Irlanda Del Norte Historia De Un Conflicto

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NURIA ARBIZU

IRLANDA DEL NORTE:

HISTORIA DE UN CONFLICTO

Nuria Arbizu (Pamplona, 1979) es Doctora en Humanidades por la Universidad de Navarra (2008). Su tesis doctoral estudió el impacto de la política cultural en la cohesión social en zonas en conflicto, centrándose en la experiencia norirlandesa. Es autora de diversos libros y estudios sobre política cultural. [email protected]

© 2011 Nuria Arbizu. 1º edición: 2011.

Diseño y Maquetación: Nuria Arbizu. Esta obra se publica bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0. La licencia completa se puede consultar en: http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/es/ ISBN: 978-84-615-5919-0. Registro Safe Creative: 1110260381036.

IRLANDA DEL NORTE:

HISTORIA DE UN CONFLICTO

ÍNDICE

9

ACRÓNIMOS CRONOLOGÍA

11

MAPA IRLANDA E IRLANDA DEL NORTE

17

EL CONFLICTO NORIRLANDÉS

19



1.

La sociedad norirlandesa

20



2.

La historia del conflicto

27



a.

Los orígenes

28



b.

La Partición

32



c.

Los “Troubles”

34



d.

El proceso de paz

50



e.

Y ¿después?

60



Los costes del conflicto

3.

67

CONCLUSIONES

75

BIBLIOGRAFÍA

79

ACRÓNIMOS APNI CIRA DUP GFA IRA INLA LVF NIA NICRA NIE OIRA OSF PUP PIRA PSF PSNI RIRA RUC RSF SDLP SF TUV UDA UFF

Alliance Party of Northern Ireland (Partido Alianza) Continuity Irish Republican Army (IRA de Continuidad) Democratic Unionist Party (Partido Democrático Unionista) Good Friday Agreement (Acuerdo de Viernes Santo) Irish Republican Army (Ejército Republicano Irlandés) Irish National Liberation Army (Ejército Irlandés de Liberación Nacional) Loyalist Voluntary Force (Fuerza de Voluntarios Lealistas) Northern Ireland Assembly (Asamblea de Irlanda del Norte) Northern Ireland Civil Rights Association (Asociación por los derechos civiles) Northern Ireland Executive (Gobierno de Irlanda del Norte) Official IRA (IRA Oficial) Official Sinn Féin (Sinn Féin Oficial) Progressive Unionist Party (Partido Unionista Progresista) Provisional IRA (IRA Provisional) Provisional Sinn Féin (Sinn Féin Provisional) Police Service of Northern Ireland (actual cuerpo de policía de Irlanda del Norte) Real Irish Republican Army (IRA Auténtico) Royal Ulster Constabulary (antiguo cuerpo de policía de Irlanda del Norte) Republican Sinn Féin (Sinn Féin Republicano) Social Democratic and Labour Party (Partido Laborista Social Demócrata) Sinn Féin Traditional Unionist Voice (Voz Tradicionalista Unionista) Ulster Defense Association (Asociación para la Defensa del Ulster) Ulster Freedom Party (Luchadores por la Libertad del Ulster)

CRONOLOGÍA 1169 1585 1603 1641

1685 1690 1798 1800 1845 1867

1916

1919

1920

Se producen los primeros asentamientos de ingleses en la isla de Irlanda. La Corona inglesa controla las provincias irlandesas de Leinster, Munster y Connacht, pero no la provincia del Ulster. El último jefe gaélico, O’Neill, es derrotado en la batalla de Kinsale. Se inicia una sublevación católico-gaélica que, tras años de guerra, es reprimida por Oliver Cromwell, gobernador de Irlanda desde 1649. El monarca católico Jacobo II asciende al trono de Inglaterra e Irlanda. El rey protestante Guillermo de Orange derrota al monarca católico Jacobo II en la batalla del Boyne. Fracasa la sublevación nacionalista de los Irlandeses Unidos (United Irishmen) contra el poder inglés en la isla. Irlanda pasa a formar parte del Reino Unido y se unifican los parlamentos británico e irlandés a través del Acta de Unión. Una catastrófica cosecha de patata causa una gran hambruna que produce un importante descenso de población en la isla. Fracasa la insurrección de la Hermandad Republicana Irlandesa (Irish Republican Brotherhood), una organización partidaria de utilizar la violencia con el objetivo de lograr la independencia de Irlanda. El célebre Levantamiento de Pascua, una nueva sublevación republicana, es violentamente reprimido siendo sus líderes ejecutados pero refuerza el apoyo popular a la causa republicana. Tras el triunfo del Sinn Féin en las elecciones de 1918, superando a los nacionalistas partidarios de la autonomía, se instaura el Dáil Eireann, un parlamento irlandés no reconocido por el gobierno británico. El gobierno británico crea dos parlamentos en la isla, uno en

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1921

1921

1923

1948 1964

1967

1968-69

1969 1969

1971

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el sur y otro para los seis condados del norte, que formarán Irlanda del Norte. Finaliza la guerra de independencia tras las negociaciones entre el gobierno británico y Michael Collins, líder del IRA. El Tratado Anglo-Irlandés crea el Estado Libre Irlandés sin los seis condados de Irlanda del Norte. Se crea el parlamento autónomo de Irlanda del Norte que llevará a la práctica una política de discriminación hacia la población nacionalista. La guerra civil irlandesa entre los partidarios y opositores del Tratado Anglo-Irlandés concluye con la victoria de los primeros y con la partición de la isla. El Estado Libre Irlandés se convierte en la República de Irlanda. Se crea la Campaña para la Justicia Social (Campaign for Social Justice) que exige la igualdad de derechos para las diferentes comunidades norirlandesas. Se forma la Asociación por los Derechos Civiles de Irlanda del Norte (Northern Ireland Civil Rigths Association) que reivindica una serie de reformas sociales como la introducción del sufragio universal para las elecciones locales. Se inician los Troubles como se conoce eufemísticamente el conflicto moderno: tras la celebración de diversas manifestaciones que demandan la igualdad de derechos para todos los ciudadanos norirlandeses estalla la violencia. El gobierno británico envía al ejército a Irlanda de Norte como consecuencia de la intensificación de los disturbios. Se crea el IRA Provisional, una escisión del movimiento republicano, formado por los opositores a una mayor politización del movimiento. Se introduce el libre internamiento sin juicio de los sospechosos de pertenecer al IRA que, en la práctica, se convirtió en un instrumento de abuso hacia la población nacionalista

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1972

1972

1972

1972 1973

1973

1974

1980-81

1983

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ya que la mayoría de los detenidos fueron católicos sin ninguna implicación terrorista. Catorce personas mueren en el denominado Domingo Sangriento cuando miembros del ejército británico abren fuego contra los participantes de una manifestación en contra del libre internamiento sin juicio. Westminster suspende el Parlamento de Stormont reemplazándolo por el gobierno directo desde Londres (Direct Rule) que, aunque se presenta como una medida de carácter temporal, se mantuvo hasta los años 90. El IRA estalla veinte bombas en el centro de Belfast causando nueve muertos y cientos de heridos. La misma noche del llamado “Viernes Sangriento”, los “Carniceros de Shankill” matan a un católico como represalia. El año más sangriento de los Troubles. El gobierno británico propone la creación de una asamblea autonómica en la que unionistas y nacionalistas compartirían el gobierno de Irlanda del Norte. Se firma el Acuerdo de Sunningdale con la participación de los gobiernos británico e irlandés, y del nuevo ejecutivo norirlandés compuesto por unionistas y nacionalistas. Se produce la primera y única experiencia de poder compartido entre unionistas y nacionalistas hasta finales de la década de los 90. Sin embargo, el gobierno fracasa después de una huelga general que paralizó por completo la región durante siete días. Tras la supresión del estatus político de los terroristas recluidos en las cárceles norirlandesas, presos del IRA inician una huelga de hambre para reivindicar su estatus de presos políticos, en las que mueren diez republicanos. Gerry Adams, miembro de la cúpula del IRA, es elegido presidente del Sinn Féin. El partido inicia una politización del movimiento republicano.

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1985

1994 1996

1996-97

1997

1998

1998 1999 2000

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Tras el auge electoral del Sinn Féin, los gobiernos británico e irlandés firman el Acuerdo Anglo-Irlandés con el objetivo de afrontar el desafío electoral republicano y de optimizar la cooperación entre Reino Unido e Irlanda. El acuerdo concede a Dublín una mayor influencia en los asuntos de la región del norte. El IRA y los principales grupos terroristas unionistas decretan el cese de la violencia. El IRA rompe la tregua ya que el Sinn Féin no es admitido a las conversaciones multipartitas del proceso de paz debido a la ausencia de desarme del grupo terrorista. La policía prohíbe la tradicional marcha protestante que se celebra cada 12 de julio a través del barrio católico de Garvaghy Road en la ciudad de Portadown. Tras varios días de violencia, se permite a los unionistas desfilar por la calle católica con un espectacular despliegue de seguridad. El partido laborista de Tony Blair logra una amplia mayoría en las elecciones generales. El IRA reinstaura el alto el fuego. Disidentes contrarios a la nueva tregua crean el IRA Auténtico (Real IRA). Los gobiernos británico, irlandés y las principales formaciones políticas norirlandeses firman el Acuerdo de Belfast o Viernes Santo, con la excepción de varios partidos unionistas. El Acuerdo es apoyado mayoritariamente en Irlanda del Norte y la República de Irlanda en sendos referendos. El IRA Auténtico hace estallar un coche bomba en la localidad de Omagh, matando a 29 personas. Se constituye la autonomía norirlandesa basada en un gobierno compartido por unionistas y nacionalistas. Se suspenden las instituciones autonómicas ante la negativa de los grupos paramilitares a desarmarse. Meses más tarde, la autonomía se recupera después de que el IRA se comprometiera públicamente a que una comisión supervisara el

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2002

2003

2005

2007

2010

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desarme. El gobierno británico suspende por cuarta y definitiva vez las instituciones autonómicas, tras una supuesta red de espionaje republicana en Stormont, sede de las instituciones autónomas. En los comicios a la asamblea norirlandesa, los partidos políticos más extremos, el DUP y el Sinn Féin pasan a ser las dos fuerzas políticas más votadas desplazando al UUP y al SDLP. La comisión encargada de verificar el desarme de las organizaciones terroristas confirma que el IRA ha destruido la totalidad de su arsenal y que carece de capacidad y voluntad para atentar. El Sinn Féin reconoce la legitimidad de la policía y las autoridades judiciales de Irlanda del Norte. De este modo, los unionistas acceden a compartir gobierno con los republicanos. Ian Paisley (líder del DUP) y Martin McGuinness (número dos del Sinn Féin) se convierten en ministro principal y viceprimer ministro de Irlanda del Norte. Tras doce años, David Cameron presenta las conclusiones de la última investigación judicial sobre los sucesos del Domingo Sangriento de 1972, iniciada por Tony Blair, que considera el suceso como “injustificado e injustificable”.

MAPA IRLANDA E IRLANDA DEL NORTE

EL CONFLICTO NORIRLANDÉS

Conocí a Jeremy, George y Joe en Belfast en 1986. Eran protestantes. Les pregunté qué opinaban de los católicos. George: “Tienen los ojos más juntos”. Joe: “Muchos de ellos tienen los ojos medio bizcos. Hay algo diferente en ellos”. (Jon Lee Anderson)

“I

rlanda del Norte” o el “Norte de Irlanda”, el “Ulster”, los “seis condados”, la “provincia”... esta pequeña región del mundo ha sido el escenario de uno de los más resistentes y violentos conflictos de Europa occidental, y el laboratorio de teorías sobre resolución de conflictos a nivel mundial. Su historia se ha construido sobre el legado de patriotas y terroristas, de bombas y diálogos secretos, de mitos y acuerdos históricos... En él se enredan problemas estructurales, controversias políticas, herencias culturales, ataques paramilitares, desigualdades socioeconómicas, choques identitarios... Todo ello ha transformado el conflicto desde un problema británico-irlandés sobre la independencia de la isla –que finalmente fue dividida en 1920-, hacia un dilema constitucional sobre la pertenencia de la región al Reino Unido o su anexión a la República de Irlanda, y un problema interno de convivencia entre las comunidades católica y protestante. Por ello, estas páginas intentarán esclarecer la historia y evolución de este longevo y estudiado conflicto desde sus orígenes en el siglo XVII hasta la actual coyuntura de “paz”. Dos criterios guiarán la siguiente narración: en primer lugar, la ausencia de preferencias y valoraciones personales políticas y/o ideológicas y, en segundo lugar, la voluntad de expresar los puntos de vista de todas las partes implicadas.

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1. La sociedad norirlandesa En 2009, Irlanda del Norte contaba con 1.775.000 ciudadanos: aproximadamente el 30% de la población de la isla de Irlanda y el 3% de la población del Reino Unido. Aparentemente se trata de una población pequeña y corriente pero es sorprendente la complejidad y diversidad que encierra. Los acontecimientos y vivencias experimentadas a lo largo de los años por los ciudadanos norirlandeses han distanciado su realidad de la de los irlandeses del sur de la isla y británicos. La singularidad y complejidad de esta sociedad es principalmente el resultado de tres factores: en primer lugar, Irlanda del Norte es el territorio donde se ha desarrollado uno de los conflictos etnopolíticos más violentos y persistentes de Europa que convirtió a esta región en un lugar aparte del mundo moderno y occidental; asimismo, Irlanda del Norte representa un problema de estatus constitucional, esto es, el debate sobre su pertenencia a la corona británica o su adhesión a la República de Irlanda; y por último, Irlanda del Norte ha sido y es una sociedad capitalista con las desigualdades e injusticias sociales y económicas propias de toda sociedad burguesa. Estas tres particularidades han determinado en gran medida el desarrollo singular de la sociedad norirlandesa con respecto a las islas británicas y el resto de Europa. Todo análisis del contexto norirlandés actual debe, en primer lugar, explicar el significado de las principales ideologías que polarizan la sociedad de los seis condados y que hacen referencia al estado constitucional de esta región, ya que la elección de la terminología nunca es casual en Irlanda del Norte. Unionismo, lealismo, nacionalismo y republicanismo se han convertido con el paso del tiempo en meras etiquetas desgastadas pero que representan mundos ideológicos y simbólicos de una gran trascendencia para la sociedad y las comunidades norirlandesas. En el lenguaje característico del conflicto norirlandés, los términos “unionismo” y “lealismo” se identifican con la comunidad protestante, mientras que los de “nacionalismo” y “republicanismo” se reconocen con la población católica. Sin embargo, y aunque sea una evidencia, ni to-

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dos los protestantes son unionistas, ni todos los nacionalistas, católicos. Esta división de la sociedad norirlandesa en dos grupos compactos y monolíticos ignora la diversidad social de esta región aunque, en términos generales y aunque parezca contradictorio, el paisaje característico de la sociedad norirlandesa revela una clara división bisocial entre una comunidad “católica” y “nacionalista”, y otra de signo “protestante” y “unionista”. El término “unionismo” se aplica habitualmente a la población protestante que en su mayoría quiere mantener la unión entre Irlanda del Norte y Reino Unido. La ideología unionista surge como reacción a las aspiraciones nacionalistas y utiliza el lenguaje de la identidad política británica, el progreso económico y los derechos del liberalismo para neutralizar los intereses nacionalistas. Ahora bien, el unionismo, lejos de ser una ideología compacta y uniforme, es un movimiento con una importante diversidad de visiones en su interior. Generalmente se diferencia entre dos tradiciones dentro del unionismo que denomina “Ulster Loyalism” y “British Loyalism”. El primero, el “Ulster Loyalism” se basa en una lealtad político-religiosa con Gran Bretaña pero de carácter secundario y condicional, es decir, condicionada a la fidelidad del estado a los ideales protestantes y británicos. Su compromiso principal es con la Corona británica (una institución plenamente protestante) y no tanto con el Parlamento de Westminster; mientras que el segundo, el “British Loyalism” apoya la unión en términos económicos y liberales –ya que la pertenencia al Reino Unido proporciona a los ciudadanos de Irlanda del Norte una prosperidad económica que la República de Irlanda no podría garantizar en el caso de una hipotética unificación-, primando su identificación con Gran Bretaña sobre la regional con Irlanda del Norte. En definitiva, el “Ulster Loyalism” se identifica principalmente con la comunidad protestante norirlandesa y, en segundo lugar, con el estado británico, entrelazando política y religión; mientras que el “British Loyalism” se identifica de modo directo, con el Reino Unido y sus valores político-liberales y, secundariamente, con un patriotismo regional norirlandés. Asimismo, la comunidad unionista se encuentra dividida en varias denominaciones religiosas, entre las que destacan el Presbiterianismo

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–que agrupa a la mayoría de la población protestante-, la Iglesia de Irlanda y el Metodismo. La comunidad protestante se encuentra más fragmentada que la católica en términos religiosos. Por ello, se puede afirmar que el mosaico protestante es una mayoría de minorías. Según el último censo norirlandés realizado en 2001, el 45.57% de la población de Irlanda del Norte se declaraba protestante, porcentaje que ha retrocedido significativamente en los últimos años ya que en 1991, el 50’6% de la población se definía como protestante. Sin embargo, la dimensión real de la comunidad protestante, según el censo, se sitúa en el 53’13%, al evaluar no sólo la confesión actual sino también el contexto religioso familiar o de nacimiento. Tabla 1: Población según denominación religiosa (1981-2001). Religión

1981

1991

2001

Católicos

414.532 (28.0%)

605.639 (38.4%)

678.462 (40.26%)

Presbiterianos

339.818 (22.9%)

336.891 (21.4%)

348.742 (20.69%)

281.472 (19%)

279.280 (17.7%)

257.788 (15.3%)

58.731 (4%)

59.517 (3.8%)

59.173 (3.51%)

Otras confesiones cristianas

112.822 (7.6%)

102.448 (7.7%)

102.221 (6.07%)

Otras religiones





5.028 (0.3%)

174.061 (11%)

233.853 (13.88%)

1.577.836

1.685.267

Iglesia de Irlanda Metodistas

No religión/ reli274.584 (18.5%) gión omitida TOTAL

1.481.959

Fuente: NISRA (http://www.nisranew.nisra.gov.uk/census/start. html).

En la actualidad, las principales formaciones políticas unionistas en Irlanda del Norte son el moderado UUP (Ulster Unionist Party), liderado

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desde 2005 por Reg Empey –el partido unionista dominante entre 1921 y 1972; y el extremista DUP (Democratic Unionist Party), fundado por el reverendo Ian Paisley en 1971 y que, en la actualidad, es la principal formación política de la región. Estos dos partidos políticos unionistas consiguieron en las elecciones de 2011 un 13.2% y un 30% de los votos respectivamente, es decir, un 43% del porcentaje total. A lo largo del conflicto han existido otros partidos políticos protestantes más minoritarios y tradicionalmente vinculados a organizaciones paramilitares lealistas, como el UKUP (United Kingdom Unionist Party), disuelto en 2008, o el PUP (Progressive Unionist Party), cuyo voto ha sido y es marginal. Por último, el partido Alianza (Alliance Party of Northern Ireland) es una formación moderada que también defiende la unión con Reino Unido porque considera que dicho estatus representa la mejor garantía para los intereses de la región. Sin embargo, no rechaza un posible cambio de contexto constitucional si constituyera un beneficio para los ciudadanos norirlandeses. El porcentaje electoral del partido Alianza se ha situado normalmente entre el 5% y el 10% (en las últimas elecciones obtuvo un 7.7% de los votos), por lo que su importancia en el panorama norirlandés no es tanto cuantitativa sino simbólica, ya que atrae un interesante voto tanto de católicos como de protestantes. Paralelamente, el término “lealismo” se ha aplicado a las organizaciones protestantes más violentas y radicales, como la UDA (Ulster Defense Association) y la UVF (Ulster Voluntary Force) que desarrollaron una importante influencia en el círculo político unionista más extremo, aunque sin la trascendencia de los paramilitares republicanos. La Asociación para la Defensa del Ulster (UDA) se formó en 1971 para defender las áreas lealistas de la violencia republicana. Fue prohibida en 1992 y desde entonces utilizó distintos “nombres de guerra” como UFF (Ulster Freedom Fighters). La Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF) ha estado unida al Progressive Ulster Party (PUP). En el año 1995, una facción opuesta al proceso de paz, encabezada por Billy Wright, a quien los medios de comunicación habían apodado el “Rey Rata”, formaría la Fuerza de Voluntarios Lealistas (LVF). No obstante, en muchas ocasiones, ha sido confuso diferenciar entre una ideología lealista y otra unionista

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debido a sus estrechas y múltiples interrelaciones. Por el contrario, “nacionalistas” y “republicanos” son en su mayoría católicos que aspiran a una Irlanda unida. Los primeros han perseguido el mismo fin a través de medios constitucionales, mientras que los segundos han justificado la utilización de la violencia, aludiendo a una interpretación colonial del conflicto. Según está visión, Gran Bretaña ha actuado como una potencia imperial en Irlanda del Norte, creando un estado artificial y desarrollando una política de represión y discriminación hacia la población católica, por lo que la utilización de la violencia se ha justificado como parte de un proceso de descolonización o liberación nacional. Pero el nacionalismo norirlandés es una ideología también compleja y heterogénea que acoge intereses divergentes y acomoda tendencias políticas muy distintas, aunque fuertemente caracterizada por tres conceptos interrelacionados: comunidad, justicia y nación. En efecto, los nacionalistas se caracterizan por su fuerte sentido de comunidad, la demanda de justicia y derechos civiles, y la consecución de una nación irlandesa unida. El republicanismo norirlandés está representado por el Sinn Féin (SF) –liderado por Gerry Adams desde 1983- y tradicionalmente se ha identificado con el terrorismo del IRA (Irish Republican Army). Sin embargo, ambas organizaciones han sufrido importantes transformaciones a lo largo de su historia. En 1969 se produjo una escisión dentro del movimiento republicano de la que surgieron dos organizaciones distintas: por un lado, el “Official IRA” (OIRA) que adoptó una ideología política de tipo marxista que disgustó a los republicanos más tradicionales del movimiento, que formaron el “Provisional IRA” (PIRA), la más importante de las facciones terroristas republicanas. Así como el OIRA era una organización irlandesa, el PIRA será esencialmente una organización norirlandesa. De hecho, el OIRA terminará su acción terrorista en 1972. Los miembros del IRA Oficial han sido denominados “Stickies”, para distinguirlos de los integrantes del IRA Provisional, también llamados “Provos”. A finales de la década de los noventa nació una nueva facción, denominada “Real IRA” (RIRA) o IRA Auténtico a consecuencia de las divergencias con respecto al proceso de paz en el interior del PIRA.

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En los años 90 también reapareció, como oposición al proceso de paz, el “Continuity IRA” (CIRA) o IRA de Continuidad, surgido a mediados de los años ochenta pero que apenas llevó a cabo actividades violentas hasta entonces. Otra facción republicana importante será el INLA (Irish National Liberation Army). En las elecciones de 2011, los republicanos lograron un 26.9% de los votos, consolidándose como el principal representante de la comunidad católica norirlandesa, mientras que el tradicional partido nacionalista, el SDLP (Social Democratic and Labour Party) de Margaret Ritchie, obtuvo un 14.2%. Así, ambas formaciones políticas constituyeron un porcentaje del 41% en estos comicios. Resulta llamativo el auge electoral que el Sinn Féin ha experimentado en los últimos años pasando del 17% de los votos en las elecciones locales de 1997 al 27% en 2011. Sin embargo, en la República de Irlanda, el Sinn Féin cuenta con un apoyo más minoritario aunque creciente ya que ha pasado del 1 escaño en el Dáil Éireann (parlamento irlandés) en 1997 a 14 en 2011. En términos generales, se puede afirmar que, debido a la división de la población norirlandesa, la competencia electoral en Irlanda del Norte no responde a criterios sociales o económicos, sino que se basa en el antagonismo constitucional entre partidos unionistas y nacionalistas a nivel interno, esto es, con el UUP y el DUP rivalizando por el voto unionista, y el SDLP y el Sinn Féin por el voto católico. De hecho, la evolución del voto en los últimos años refleja un cambio de tendencia en el interior del unionismo y del nacionalismo con un importante crecimiento de los partidos políticos más extremos (el DUP y el Sinn Féin) y un retroceso de las formaciones políticas moderadas (el UUP y el SDLP). En el último censo de 2001, la población católica de Irlanda del Norte constituía el 40.26% del total de la población, sin embargo, la estimación que el censo realiza sobre la dimensión real de esta comunidad la sitúa en el 43.76%.

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Tabla 2: Evolución de la población católica (1981-2001). 1981

1991

2001

Población total

1.532.196

1.577.836

1.685.267

Nº de católicos

414.532

605.639

678.462

28.0%

38.4%

40.26%

Nº estimado de católicos

586.400

651.700

737.412

Porcentaje estimado de católicos

38.5%

41.5%

43.76%

Porcentaje católicos

de

Incremento +1.7% +3.0% +2.26% Fuente: NISRA (http://www.nisranew.nisra.gov.uk/census/start. html).

Si bien estos son los dos principales grupos sociales, la región ha comenzado a experimentar en los últimos años un creciente flujo migratorio que ha introducido en la sociedad norirlandesa comunidades chinas, hindúes, musulmanas... pero que, por el momento, constituyen sólo el 0.85% del total de la población. En cuanto a la composición identitaria de Irlanda del Norte, en 2009, por ejemplo, el 35% de la población se consideraba “británico”, el 32% “irlandés” y el 27% “norirlandés”. Esta descripción superficial, sin embargo, se complica si se tiene en cuenta el sentido de identidad en las comunidades católica y protestante. En 2009, el 63% de los protestantes se definía “británico”, el 29% “norirlandés”, pero sólo el 3% “irlandés”. Sin embargo, entre los católicos, el 66% se describía “irlandés”, el 23% “norirlandés” y sólo el 6% “británico”. Es decir, la mayoría de católicos y protestantes se identifican abiertamente con dos identidades diferentes: “Irlandesa” y “Británica” respectivamente. Sólo la identidad “Norirlandesa” reúne un sentido de identidad compartida por ambas comunidades –en torno al 25%. No

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obstante, esta identidad expresa matices diferentes en cada comunidad: mientras para los católicos lleva implícita una conexión con el sur de Irlanda, para los protestantes es la expresión de una particularidad de la identidad británica. Es decir, no existe un sentimiento compartido de identidad entre protestantes y católicos. Gráfico 1 : Identidades en Irlanda del Norte (2009). 40 35 30

%

25 20 15 10 5 0 Británica

Irlandesa

Norirlandesa

Fuente: NILTS (http://www.ark.ac.uk/nilt/).

En definitiva, la diversidad de factores sociales, ideológicos, religiosos y culturales que caracteriza a las dos principales comunidades de Irlanda del Norte, expresa la gran complejidad de esta sociedad y conforma un enmarañado caleidoscopio de elementos que deben estar presentes en todo análisis relativo al conflicto de los seis condados. 2. La historia del conflicto Evidentemente, resulta difícil establecer con exactitud una fecha para el comienzo del conflicto norirlandés. De hecho, Mac Ginty y Darby

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precisan que el origen del conflicto varía de fecha en función de los intereses políticos de cada grupo. Sin embargo, la mayoría de los expertos coincide al designar 1968 y 1969 como los años en que el conflicto norirlandés comienza su etapa moderna, que será conocida eufemísticamente como Troubles. No obstante, el conflicto actual hunde sus raíces en los primeros asentamientos de ingleses que llegaron a la isla atraídos por la búsqueda de tierras y riquezas, datados en el año 1169. Hasta entonces, la isla de Irlanda se encontraba dividida en una serie de reinos en guerra que se correspondían levemente con las cuatro provincias actuales de Irlanda: Ulster, Leinster, Munster y Connaught. Desde su origen y hasta la actualidad, el patrón del conflicto cambiará substancialmente ya que, aunque presenta ciertas dimensiones históricas que han permanecido a lo largo del tiempo, muchas de sus características y causas son contemporáneas y en absoluto podían identificarse en el siglo XII. a. Los orígenes Los orígenes de la dominación inglesa de la isla se encuentran en las primeras invasiones anglo-normandas de 1169. El poder inicial de los ingleses sobre Irlanda se limitará a la región del “Pale”, que se circunscribía al área de Dublín. Este término, “Pale” (empalizada), hacía referencia a las zanjas que los ingleses excavaron en la pequeña colonia para protegerse de los ataques de los jefes gaélicos. Sin embargo, para finales del siglo XVI, el control inglés se completaría con la conquista de prácticamente toda la entidad geográfica: el norte presentaría una resistencia más férrea ya que era la región más gaélica de la isla, pero finalmente sucumbiría ante el domino inglés tras la derrota del último jefe gaélico, O’Neill, en la batalla de Kinsale en 1603 y su exilio al continente europeo. La corona británica llevará a cabo, entonces, una política de colonización en el norte de la isla, con el fin de consolidar su hegemonía y prevenir el resurgimiento de los rebeldes irlandeses, conocida con el nombre de “Plantation”. Esta exitosa política consistió en la expropiación de

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tierras a los irlandeses y en el asentamiento de protestantes ingleses y escoceses que introducirán en la región una cultura, costumbres y leyes ajenas a la población autóctona. Por ello, las principales características del conflicto, según Darby, se trazan ya tras la colonización del Ulster. En realidad, en el norte de Irlanda “convivirían” tres comunidades: en primer lugar, los nativos gaélicos irlandeses, descendientes de los celtas, que habían conquistado la isla dos milenios atrás. Los escoceses formaban la segunda comunidad: muchos de ellos habían llegado a la isla con anterioridad a la colonización del siglo XVII, ya que la proximidad entre las costas irlandesas y escocesas había provocado migraciones en ambos sentidos durante siglos. Los escoceses eran principalmente pequeños agricultores, ganaderos y artesanos. Por último, se encontraban los colonizadores ingleses, aristócratas y propietarios de las tierras expropiadas. Las tres comunidades estarán divididas por diferentes estatus económicos y sociales así como por sus culturas, lenguas y religiones. Por ejemplo, los nativos irlandeses hablaban gaélico que, en los tres siglos posteriores, prácticamente desaparecería de la isla, excepto en el extremo occidental del Ulster. Los nuevos habitantes de la isla introducirán el inglés, aunque los escoceses hablarán un dialecto diferente, el “Ulster-Scots”. Con respecto a la religión, si bien las tres comunidades eran cristianas, los irlandeses eran católicos; los escoceses, presbiterianos; y los ingleses, anglicanos. Es decir, la colonización del Ulster en el siglo XVII instituyó la oposición entre grupos representantes de culturas y tradiciones distintas. Desde entonces, las percepciones de desconfianza, hostilidad y miedo se manifestarían entre las comunidades, que enfatizarán los acontecimientos y momentos de la historia de Irlanda acordes con el objetivo de legitimar sus acciones y aspiraciones. En este sentido hay un interesante debate con respecto a los primeros nativos de la isla: los “celtas”, según los nacionalistas, y los “cruthin”, según los unionistas, que legitimarían los derechos de una u otra comunidad en cuanto al control del territorio. El mito de la cultura primera y “auténtica” del Ulster es un factor esencial para confirmar la legitimidad de una comunidad u otra sobre Irlanda del Norte. La idea de ser autóctono, de representar la cultura genuina del territorio ancestral ha dado lugar a un interesante debate sobre las raíces culturales del Ulster. La

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teoría más extendida concede a los celtas esta preferencia, pero en los últimos años, ha surgido una teoría que reivindica que los protestantes del Ulster son, en realidad, los descendientes de un antiguo grupo de la edad del hierro, conocido como los “cruthin”, que tras ser derrotados por los celtas emigraron a Escocia. Así, la colonización del siglo XVII no sería sino una reunificación cultural o migración interna. No obstante, muchos han atacado e incluso ridiculizado esta teoría por su falta de rigor histórico, aunque ha ofrecido una base mítica importante para establecer una identidad unionista diferenciada. Tras la colonización del Ulster, las rebeliones y conspiraciones contra los ingleses no se harían esperar. En 1641 se inicia una sublevación católico-gaélica en toda la isla en respuesta a la colonización y a la confiscación protestante de tierras. La revuelta daría lugar a una masacre de colonos pero tras varios años de guerra sería cruelmente reprimida por el gobernador inglés de Irlanda, Oliver Cromwell. En el año 1690 tendrá lugar uno de los acontecimientos más importantes en la simbología unionista: tras la llegada al trono inglés, en 1685, del rey Jacobo II, convertido al catolicismo y rechazado por el Parlamento, el heredero protestante Guillermo III de Orange lo derrotará en la batalla del Boyne, convirtiéndose en la cabeza reinante de Inglaterra e Irlanda y consolidando la hegemonía protestante. Desde entonces, esta victoria será conmemorada efusiva y, en ocasiones, fanáticamente cada 12 de julio por la comunidad protestante y, en concreto, por la Orden de Orange, fundada en 1795 y que se convertirá en una influyente organización político-religiosa dentro de la comunidad unionista. Esta victoria tuvo importantes implicaciones en el contexto europeo porque se enmarcó en una alianza continental contra el dominio del rey de Francia, Luis XIV, pero para el unionismo del Ulster representó el triunfo de los valores británicos y de la libertad religiosa, y el inicio de la “ascendencia protestante” en la región. Durante este periodo también se desarrollará otro suceso de gran trascendencia para la mitología unionista: el “Siege of Derry”. Desde diciembre de 1688 hasta julio de 1689, la ciudad de Derry –sitiada por las tropas de Jacobo II- resistirá hasta la llegada de los barcos británicos. Sin embargo, los sucesivos alzamientos irlandeses contra la autoridad

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británica dejaron ver la complejidad e inestabilidad que la isla constituía para Gran Bretaña. Entre todos hay que citar el que protagonizaron en 1798 los “Irlandeses Unidos” (United Irishmen) encabezados por el protestante dublinés, Wolf Tone. Esta organización, formada por presbiterianos, anglicanos y católicos, defendía la unión de todas las confesiones para lograr una nación irlandesa y el fin de la subordinación a Inglaterra, al considerarla el origen de los problemas de Irlanda. Pese a contar con ayuda francesa, la sublevación fracasará. El acontecimiento inspirará otras importantes sublevaciones como la del grupo nacionalista “Joven Irlanda” o el célebre Levantamiento de Pascua de 1916, y su herencia constituirá un importante legado en la mitología republicana. Con el objetivo de reforzar el control sobre ella, se presentó la llamada “Acta de Unión” (Act of Union) en el año 1800, a través de la cual Irlanda pasaba a formar parte del Reino Unido, anulándose su parlamento y traspasándose todas sus responsabilidades a Westminster. De esta manera, la cuestión irlandesa se convirtió en un asunto doméstico para los británicos. Por último, un trágico y aleatorio suceso alimentaría aún más el sentimiento anti-británico entre la comunidad católica: la Gran Hambruna de mitad del siglo XIX causada tras una catastrófica cosecha de la patata. Este suceso produjo un importante descenso de la población de la isla ya que por aquel entonces Irlanda contaba con 8 millones de habitantes, que vivían mayoritariamente de la agricultura y se calcula que un millón de personas murió por hambre o enfermedad y otro millón se vio obligado a emigrar. La gran hambruna, sin embargo, no afectó al Ulster con la misma intensidad que al sur de la isla, ya que en esta región la agricultura se encontraba más desarrollada y se había producido una rápida industrialización en torno a la ingeniería, los astilleros y la producción del lino. De hecho, Belfast se convirtió en el centro de la industrialización irlandesa en el siglo XIX, pasando de 19.000 personas en 1801 a casi 350.000 en 1901 (Patterson, 1996, 3). Sin embargo, el suceso sería instrumentalizado por la causa nacionalista acusando a los ingleses de abandonar a su suerte a los irlandeses aunque, con el paso del tiempo, las críticas sobre la responsabilidad británica han experimentado un proceso de revisión hacia posiciones más cautas.

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b. La Partición Sin embargo, la “Unión” no logró apagar las aspiraciones nacionalistas de los irlandeses por lo que, a lo largo de todo el siglo XIX, continuaron produciéndose insurrecciones irlandesas contrarias al vínculo con Gran Bretaña. Aunque todas ellas fracasaron, destacan la insurrecciones de la Hermandad Republicana Irlandesa (Irish Republican Brotherhood) y de la Hermandad de los Fenianos (Fenian Brotherhood), organizaciones partidarias de utilizar la violencia con el objetivo de lograr la independencia de la isla. A lo largo de estos años, el gobierno británico propondrá diversos sistemas de autonomía legislativa para la isla con el objetivo de satisfacer las aspiraciones nacionalistas pero estos serán sucesivamente rechazados por el parlamento de Westminster o por los unionistas del Ulster. De hecho en 1913 se formará la llamada Fuerza de Voluntarios del Ulster (Ulster Volunteer Force), una organización que se opondrá por todos los medios a la introducción de la autonomía para Irlanda. Al mismo tiempo, surgirá el Ejército Republicano Irlandés (Irish Republican Army). Ya en el siglo XX, cobraría especial relevancia la sublevación republicana llevada a cabo en Dublín en 1916. El Levantamiento de Pascua, como es popularmente conocido, fue violentamente reprimido y sus líderes ejecutados. Sin embargo, amplió el apoyo de la mayoría irlandesa –hasta entonces más partidaria de la autonomía de la isla- al Sinn Féin (fundado en 1907). El refuerzo popular de la causa republicana se traducirá en una mayoría del Sinn Féin en las elecciones generales de 1918 – las últimas elecciones conjuntas para toda la isla. Es decir, durante estos años, desde 1917 hasta 1921, el Sinn Féin se convirtió en un movimiento nacional, en la expresión de la voluntad política de la nación irlandesa. El triunfo de los republicanos en las elecciones de 1918, superando a los nacionalistas partidarios de la autonomía, reafirmó la declaración de independencia de 1916 e instauró el Dáil Eireann, un parlamento no reconocido por el gobierno británico que desafía su autoridad. El IRA

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intensificará entonces sus operaciones contra el control británico. Dos años más tarde, en 1920, el gobierno británico implantará la “Ley para el Gobierno de Irlanda” (Government of Ireland Act) por la que se crearían dos parlamentos: uno en el sur con sede en Dublín, y otro para los seis condados del norte que pasaban a denominarse “Irlanda del Norte”. El nuevo parlamento septentrional de Stormont, a la afueras de Belfast, estará desde sus orígenes controlado exclusivamente por el partido unionista, que llevará a la práctica acciones antidemocráticas contra la minoría nacionalista. Aunque la Ley para el Gobierno de Irlanda se implanta en 1920, la partición de la isla no se sellará hasta el año 1921 con la firma del Tratado Anglo-Irlandés. El acuerdo pone fin, tras las negociaciones entre el gobierno británico –agotado tras la contienda europea- y Michael Collins, líder del IRA, a la guerra de independencia iniciada por los irlandeses en 1918. También llevará finalmente a la separación de Irlanda en dos entidades: de los treinta y dos condados que forman la isla, veintiséis de mayoría católica pasarían a constituir el Estado Libre Irlandés, mientras que los seis condados restantes, pertenecientes al Ulster y con mayoría protestante, pasarían a denominarse “Irlanda del Norte”, permaneciendo como parte integral de Reino Unido. La delimitación de fronteras pretendía crear una entidad política con una cómoda mayoría unionista que se sintiera segura ante la amenaza nacionalista, por lo que tres de los nueve condados del Ulster, con una amplia mayoría católica, no se integraron en la nueva entidad. Por ello, conviene precisar que la región de Irlanda del Norte es llamada de forma errónea “Ulster”, ya que ésta es una provincia de la isla de Irlanda formada por 9 condados: seis pertenecientes a Irlanda del Norte (Antrim, Down, Derry, Tyrone, Fermanagh y Armagh); y tres propiedad de la República de Irlanda (Donegal, Monaghan y Cavan). Pese a ello, el temor unionista a la integración irlandesa nunca desaparecerá. Es decir, los criterios de esta división geográfica fueron principalmente demográficos: la mayoría de la población de los seis condados septentrionales era protestante (y favorable a la unión con Gran Bretaña) a diferencia de la del resto de la isla, donde predominaba la confesión católica. La partición creó, por lo tanto, un problema de doble minoría,

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ya que la comunidad católica constituía el 40% de la población del norte, mientras que la mayoría protestante del Ulster solo representaba el 20% en toda la isla. Algunos autores han extendido este modelo a un problema de triple minoría sugiriendo que la población unionista de Irlanda del Norte no es sólo una minoría en Irlanda, sino también en el Reino Unido. Los unionistas vieron la partición de Irlanda como una consecuencia lógica y democrática tras la decisión del sur de separarse de la Unión, mientras que para los nacionalistas y republicanos fue una imposición británica en lugar de un compromiso entre las fuerzas nacionalistas y unionistas. La partición de la isla produjo una amarga guerra civil en el nuevo estado del sur, entre aquellos que la aceptaron y aquellos que la consideraron una traición a la causa de una Irlanda independiente y unida. Michael Collins, encargado de negociar con los británicos el “Tratado Anglo-Irlandés”, fue considerado un enemigo para la causa republicana y, por ello, asesinado por sus antiguos compañeros del IRA. Pero, en 1923 la victoria en la guerra de los partidarios del tratado ratificará la partición de la isla. Así, Irlanda del Norte nació de la violencia. Tres años después, Eamon de Valera, dirigente del IRA y firme opositor del tratado, formará el partido Fianna Fail –mientras que los partidarios del tratado constituyeron el partido Fine Gael. Desde entonces, estas dos formaciones políticas han dominado la escena política irlandesa. En las elecciones generales de 1932, De Valera se convertirá en jefe del gobierno del Estado Libre Irlandés, distanciándose del Sinn Féin e ilegalizando en 1936 la actividad del IRA, que desarrollará sucesivas campañas violentas. Finalmente, en 1948, el Estado Libre Irlandés se convertirá en la República de Irlanda.

c. Los “Troubles” La nueva entidad política del norte se regía por un gobierno unionista en Belfast subordinado a Westminster –donde también se tenía representación parlamentaria- pero con autoridad en ciertas materias

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relativas a temas locales, aunque dependiendo en última instancia de la decisión de Londres. El 7 de junio de 1921 se celebró la primera sesión del Parlamento de Stormont con James Craig, líder de los unionistas, como primer ministro para Irlanda del Norte, cargo que ejercería hasta 1940. A lo largo de los años, el estado norirlandés –siempre administrado por un único partido, el Ulster Unionist Party (UUP)- desarrollaría un sistema de discriminación política, económica y social hacia la comunidad católica con el objetivo de defender la Unión ante la amenaza nacionalista, la traición británica y su propia desunión. La lógica unionista dominante creía que sólo un regimen político exclusivista podía defender la Unión. Así, desde 1920 Irlanda del Norte experimentó un sistema de control político, económico y cultural por parte del unionismo, que crearía un estado orangista. El primer ministro para Irlanda del Norte, James Craig, llegaría a afirmar que Irlanda del Norte tenía “un parlamento protestante para un pueblo protestante”. La llegada del estado del bienestar británico a Irlanda de Norte en los años 50 no logró acabar con la desigualdad de la población nacionalista, aunque implicó importantes beneficios sociales y económicos para muchos católicos –y también para muchos protestantes de clase trabajadora que padecieron condiciones económicas y sociales muy desfavorables. Irlanda del Norte seguía siendo la región más pobre de Reino Unido pero su progreso económico contrastaba con la emigración masiva que el sur de la isla experimentaba en los años 50. Sin embargo, la población católica continuaba sin estar representada adecuadamente en sectores como el gobierno local, el funcionariado, la policía o el sistema judicial. La introducción del estado del bienestar fortaleció la posición del partido unionista en el periodo posterior a la guerra ya que acentuó la disparidad entre las condiciones socioeconómicas del norte y el sur de la isla, y la marginación internacional de Dublín. No obstante, el permanente abuso de poder por las elites unionistas había producido un gran malestar entre la minoría católica que en los años 60 emprendió una “Campaña por la Justicia Social” con el objetivo de exigir la igualdad con los ciudadanos protestantes. En 1967 se creó la “Asociación por los Derechos Civiles de Irlanda” (NICRA), inspirada en el movimiento por los derechos civiles en EE.UU., que demandaba

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reformas liberales para terminar con la discriminación y la desigualdad entre las dos comunidades. Entre estas demandas de derechos civiles y libertades políticas, económicas y sociales se encontraban: • la reivindicación del sufragio universal en las elecciones locales y la supresión del sistema electoral existente restringido a propietarios, que adoptó el lema “un hombre, un voto”. En efecto, en 1923 una ley electoral eliminó el sistema de representación proporcional e introdujo criterios de propiedad y renta para conceder el derecho al voto, lo que excluyó a un importante porcentaje de católicos cuya situación económica era desfavorable; • el rediseño de los distritos electorales alterados por los unionistas para lograr mayorías “artificiales” en determinadas áreas –acción conocida como gerrymandering-, para garantizar una representación justa; • la implantación de medidas contra la discriminación en la política de empleo y en la asignación de viviendas; • la supresión de la llamada “Ley de Poderes Especiales” de 1922. Esta ley de carácter excepcional concedía poderes especiales a las fuerzas de seguridad en Irlanda del Norte con el objetivo de preservar la paz y mantener el orden público en la región. La interpretación y aplicación de dicha legislación de excepción –que en palabras de McGarry y O’Leary, fue una las leyes más draconianas en una democracia liberalreforzaron el abuso hacia la comunidad nacionalista; y, por último, • la eliminación del cuerpo especial de policía íntegramente protestante, “B Specials”. La naturaleza sectaria de los cuerpos de policía –conocidos como USC (Ulster Special Constabulary) y RUC (Royal Ulster Constabulary)- proyectó una imagen de represión hacia la comunidad católica. Aunque inicialmente un tercio de las plazas del RUC estaban destinadas a católicos, su representación nunca excedió el 8%. En agosto de 1969, por ejemplo, el cuerpo de los “B Specials” estaba formado por 435 policías a tiempo completo y 8.480 agentes a tiempo parcial, y ninguno de ellos era católico. Asimismo muchas de sus prácticas siempre estuvieron acompañadas de polémica como su política de “disparar a matar”, su sistema de confidentes y su connivencia con los paramilitares lealistas. Según McCall, el programa de acción política promovido por la Aso-

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ciación por los Derechos Civiles (NICRA) se basó en tres pilares: en primer lugar, en la demanda al gobierno del Reino Unido de la garantía de la defensa los derechos civiles en Irlanda del Norte dentro del contexto británico. Es decir, la comunidad católica demandaba “derechos británicos para ciudadanos británicos”. En segundo lugar, en una efectiva campaña de comunicación, especialmente a través de la televisión, que expuso las irregularidades antidemocráticas en Irlanda del Norte a nivel mundial. Y, por último, en las primeras demostraciones pacíficas de los manifestantes y la violenta reacción de los lealistas y las fuerzas de seguridad. Esta campaña de reivindicaciones se concretó en multitudinarias manifestaciones en las calles norirlandesas que produjeron un incremento del desorden social que la administración local no fue capaz de controlar, y un cambio significativo en la política católica: en este momento, la comunidad católica experimentó una gran unidad militante (que fue asumida políticamente con la creación del SDLP) y un resurgimiento del malestar republicano (que encontró su expresión en un nuevo IRA). En este contexto varias fechas resultan significativas: El 5 de octubre de 1968, tras la celebración de una marcha en favor de los derechos civiles en Derry, convocada por la Asociación por los Derechos Civiles (NICRA), se produjeron serios disturbios entre los manifestantes y la policía. La marcha, que había sido prohibida por las autoridades para evitar una posible confrontación con un desfile orangista y un incremento de la tensión social, originó tres días de intensa violencia en la ciudad. Los graves sucesos acaecidos en Derry abrieron, según Bew y Gillespie, la crisis moderna del Ulster. A finales de año, Terence O’Neill, primer ministro para Irlanda del Norte, anunció un paquete de tímidas reformas para transformar y modernizar la estructura y la política del gobierno unionista. Entre estas se encontraban la creación de un sistema imparcial de adjudicación de viviendas públicas, el nombramiento de un defensor del pueblo para investigar las quejas de los católicos, la reforma y reorganización del sistema local de gobierno y la revocación de la “Ley de Poderes Especiales”. Estas reformas, sin embargo, resultaron insuficientes para los católicos pero amenazantes para los unionistas, que identificaron las reivindica-

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ciones de igualdad y de derechos civiles con los intereses del IRA, e iniciaron, encabezados por el reverendo Ian Paisley, la primera campaña pública contra un líder unionista en Irlanda del Norte. Es decir, O’Neill había incrementado simultáneamente la división unionista y las expectativas nacionalistas por lo que finalmente dimitiría en abril de 1969. El 1 de enero de 1969, los miembros del grupo radical “People’s Democracy”, en contra de las recomendaciones de NICRA, comenzaron una manifestación de varios días de duración que les llevaría de Belfast a Derry. Los manifestantes, a su paso por una zona predominantemente protestante cercana a Derry, fueron atacados por lealistas radicales – que veían en las reivindicaciones civiles, aspiraciones nacionalistas que podían poner en peligro a Irlanda del Norte- y la marcha fue violentamente reprimida por la policía. La trascendencia de este acontecimiento para el conflicto norirlandés será de tal magnitud que marcará, según Bew y Gillespie, el punto de inflexión en el que los Troubles pasan de ser una reivindicación de derechos civiles a un reflejo de las históricas disputas sobre identidades nacionales y religiosas. Si para los católicos el movimiento por los derechos civiles se basó en la demanda de igualdad para todos los ciudadanos norirlandeses, para los unionistas representó una campaña republicana para reabrir el conflicto territorial tras una retórica reformista. Sin embargo, fue la propia negativa del gobierno unionista a negociar las demandas de reforma de los católicos la que favoreció que el movimiento republicano replanteara la cuestión de la partición en el debate político. Aunque en los primeros meses del año se completan ciertas reivindicaciones de NICRA, los meses de julio y agosto de 1969 experimentaron dramáticas explosiones de violencia especialmente en Belfast Oeste, donde bandas de protestantes del barrio de Shankill asaltaron las calles católicas vecinas quemando sus casas. El incidente más conocido fue el incendio de la calle Bombay. Estos sucesos causaron una guetización de la población norirlandesa: se calcula que sólo en Belfast 1.505 familias católicas y 315 familias protestantes se vieron obligadas a abandonar sus casas. En términos generales, los católicos se desplazaron hacia el oeste y norte de Belfast y los protestantes hacia el este de la ciudad. Hasta el año 1973, 60.000 personas en Belfast –más del 10% de la población de

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la ciudad- tuvieron que cambiar de vivienda, en lo que se considera el movimiento de población más importante de Europa Occidental desde la Segunda Guerra Mundial hasta la crisis de los Balcanes. Asimismo, se comenzaron a construir muros de separación entre ambas comunidades que serían conocidas como “líneas de paz”. Ciertas áreas católicas se convertirían en no-go areas, en las que el IRA se erigiría como defensor y ejército de la comunidad y donde las fuerzas de seguridad no podrían penetrar. Los continuos disturbios sectarios entre católicos y protestantes en Belfast y en Derry causaron serios perjuicios en las relaciones entre las dos comunidades. Ante la intensificación de la crisis y la incapacidad de la policía para controlar el clima de violencia, el gobierno británico decidió, en agosto de 1969, enviar al ejército a la región para apaciguar la situación. Inicialmente, la llegada de los militares fue acogida positivamente por la comunidad católica como defensa ante la escalada de violencia y a los ataques de los grupos radicales protestantes. En cierto sentido también suponía el fracaso del reconocimiento de Irlanda del Norte como entidad autónoma. Sin embargo, este “romance” se convertirá rápidamente en hostilidad tras, entre otros hechos, el toque de queda decretado en Falls Road desde las 22:00 horas del sábado 3 de julio hasta las 9:00 del lunes 5 de julio de 1970, en las que se procedió a un registro masivo de viviendas católicas en esta zona de Belfast, que provocó importantes enfrentamientos y la muerte de cinco personas. Para entonces el ejército, lejos de percibirse como protector de los católicos, bailaba al son unionista, según Feeney. El asedio terminó cuando cientos de mujeres, poniendo en riesgo sus vidas, desfilaron por la zona llevando comida y víveres, desafiando a las tropas británicas. Con los años, en opinión de Bew y Gillespie, se confirmaría que la decisión de enviar al ejército fue el mayor error de la política británica durante los Troubles. Mientras, la idea predominante en los círculos unionistas era que estos acontecimientos constituían una insurrección contra el régimen unionista que debía ser reprimida. Tras los violentos sucesos del verano de 1969, el Sinn Féin reconsiderará su tradicional doctrina de abstencionismo para adoptar una mayor intervención política: participar en los comicios suponía reconocer

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los parlamentos creados tras la partición que, en su opinión, legitimaban la división de la isla. Cuando a finales de diciembre se autoriza el cambio de dirección estratégica, se produce una escisión en el interior del IRA entre los defensores de una mayor politización del movimiento, miembros del “Official IRA” (OIRA), y un grupo de disidentes contrarios al cambio de táctica, que forman el PIRA (Provisional IRA). El IRA Provisional iniciará entonces una intensificación de su campaña terrorista –que será contrarrestada por las organizaciones paramilitares lealistasal considerar que la violencia experimentada en 1969 contradecía la orientación política defendida por el IRA Oficial. Así, durante finales de los 60 y principios de los 70, se produce un cambio en el patrón del conflicto: los disturbios generalizados entre las dos comunidades norirlandesas dejan paso a un triángulo de violencia entre las fuerzas de seguridad, el IRA y los paramilitares lealistas. El constante incremento de atentados llevó a la reintroducción el 9 de agosto de 1971 del “libre internamiento sin juicio” que permitía a la policía encarcelar sin juicio a cualquier sospechoso de pertenecer al IRA. El libre internamiento –que en ocasiones anteriores había constituido una medida eficaz en la lucha antiterrorista- se convirtió en un nuevo instrumento de abuso hacia la población nacionalista ya que la mayoría de los detenidos fueron católicos sin ninguna vinculación con las acciones terroristas. El libre internamiento continuó hasta diciembre de 1975, intervalo en el que 1.981 personas fueron detenidas, de las cuales 1.874 eran católicos y tan sólo 107 protestantes. El libre internamiento reforzó el sentimiento de injusticia entre los nacionalistas y agravó las relaciones entre las fuerzas de seguridad y la comunidad católica, convirtiéndose en un símbolo del antagonismo que caracterizaba al conflicto norirlandés. De nuevo, se organizaron manifestaciones de protesta que volvieron a desembocar en más violencia. En la marcha –prohibida por las autoridades- convocada por la organización NICRA el 30 de enero de 1972 en Derry, a la que asistieron aproximadamente 10.000 personas, la unidad de paracaidistas del ejército británico abrió indiscriminadamente fuego contra los manifestantes, aparentemente desarmados. La actuación del ejército terminó con 14 muertos y 17 heridos, grabando

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en la historia del conflicto irlandés el célebre “Domingo Sangriento”. Según los responsables del ejército, los manifestantes católicos abrieron fuego primero y los soldados se defendieron del ataque disparando a objetivos armados. Sin embargo, no se encontraron armas o explosivos a los heridos, fallecidos o detenidos. Además, ninguno de los soldados resultó herido a pesar de que éstos afirmaron sufrir un intenso ataque en su contra. La investigación oficial realizada en 1972 se cerró con la publicación del defectuoso Informe Widgery que no encontró pruebas concluyentes sobre lo sucedido y exoneró al ejército de cualquier responsabilidad. El IRA, nutrido de jóvenes tras el acontecimiento, recrudecía sus crímenes, alcanzando su mayor intensidad, mientras que los grupos paramilitares lealistas reaccionaban con más violencia. En marzo de 1972, Westminster suspende el Parlamento autónomo de Stormont reemplazándolo por el gobierno directo desde Londres (Direct Rule) que, aunque se presenta como una medida de carácter temporal, se mantuvo hasta los años 90. Este cambio administrativo traspasaba la responsabilidad de Irlanda del Norte a un nuevo departamento, “Northern Ireland Office”, y creaba la figura del Ministro para Irlanda del Norte (Secretary of State for Northern Ireland). La decisión se basó principalmente en la percepción británica de que la violencia en Irlanda del Norte difundía un imagen negativa del Reino Unido en el exterior, más que en un compromiso político de futuro. Muchos católicos vieron en la suspensión de Stormont un éxito de su estrategia ya que reconocía la artificialidad e incompetencia del poder unionista en la región y ponía fin al estado orangista. De hecho, el IRA proclamaría 1972 como el “año de la victoria”. Paralelamente, la disolución de Stormont representaba para los protestantes un desafío a su autoridad por parte de Westminster y una derrota ante la población nacionalista. El 28 de marzo de 1972 se celebra la última sesión del parlamento de Stormont, que marca el final de un sistema de gobierno que había perdurado durante cincuenta años. Desde ese momento, los poderes legislativos y ejecutivos se transferían a Westminster. En aquel año se registraron los niveles más perversos de violencia por la confluencia de tres eventos: la introducción del libre internamiento, el Domingo Sangriento y la caída de Stormont. Sin duda, eran años de agit prop, esto

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es, “agitación y propaganda”. Por ejemplo, el 21 de julio el IRA hacía estallar en poco más de una hora y sin previo aviso veinte bombas en el centro de Belfast causando 9 muertos y cientos de heridos. La misma noche del llamado “Viernes Sangriento”, los “Carniceros de Shankill” –que utilizaban instrumentos de carnicería para llevar a cabo sus asesinatos- acuchillaban y mataban a un católico como represalia. El 31 de julio, el gobierno enviaría al ejército para desmantelar las no-go areas de Belfast y Derry, en la denominada “Operación Motorman”, la operación militar británica más grande desde la crisis de Suez de 1956. En efecto, 1972 se convertiría en el año más sangriento de los Troubles con 467 muertos. Aproximadamente, 36.000 casas católicas fueron registradas y, al finalizar el año, el número de efectivos del ejército había aumentado de 17.000 a 29.000. En definitiva, en 1972 se podía percibir que el choque inicial sobre derechos civiles había llevado a Irlanda del Norte a su crisis más profunda desde la partición de la isla. Tras adoptar el control de la región, Londres establecía las propuestas para su política norirlandesa: la región formaría parte del Reino Unido mientras la mayoría de la población así lo deseara, pero también se asumía la necesidad de incluir una “dimensión irlandesa” que reconociera la situación de esta región dentro de Irlanda. El objetivo principal debía ser la búsqueda de consenso y la garantía de igualdad entre católicos y protestantes. Al mismo tiempo, se establecía el compromiso de crear una asamblea autonómica en la que ambas comunidades compartirían gobierno. Como se detallará, estas dos cuestiones –la dimensión irlandesa y el gobierno compartido- se convertirán en los pilares del debate político norirlandés en las siguientes tres décadas. El programa se sometió a examen en las elecciones a una nueva asamblea norirlandesa el 28 de junio de 1973. Los partidos unionistas contrarios a la propuesta obtuvieron un 31.8% de votos (26 representantes), mientras que los partidos unionistas que la apoyaban consiguieron el 29.3% (24 representantes). Sin embargo, tras arduas negociaciones, se formó una coalición de gobierno entre estos últimos, el SDLP (que había obtenido el 22.1% de los votos y 19 escaños) y el partido Alianza (9.2% y 8 escaños). Recordemos que los republicanos no se presentaron a las elecciones, siguiendo su política de boicot electoral. A

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pesar de este éxito, un importante porcentaje de unionistas se oponía a cualquier estructura de poder compartido con los católicos. En diciembre de ese mismo año, se reunía una conferencia tripartita entre los gobiernos de Londres, Dublín y el recién creado gobierno de Belfast con el objetivo de concretar los principios de la dimensión irlandesa. La conferencia llevaría a la firma del “Acuerdo de Sunningdale” que sería, en palabras de Gillespie, un acuerdo para discrepar ya que sus suscriptores tenían visiones completamente diferentes de lo que el acuerdo implicaba. En él se decidía la creación de un “Consejo de Irlanda” con representantes del norte y del sur de la isla –cuyas competencias quedaban sin definir- y se afianzaba una mayor cooperación entre ambos lados de la frontera en materia de seguridad. El nuevo gobierno de coalición entre unionistas y nacionalistas entraría oficialmente en vigor el 1 de enero de 1974, produciéndose la primera y única experiencia de poder compartido entre protestantes y católicos hasta finales de la década de los 90, con cierto éxito en materias sociales como el empleo o la vivienda. De hecho, durante el proceso de paz de los años noventa, este primer ensayo será la referencia para todos los partidos participantes. Sin embargo, este experimento fracasaría en sólo cinco meses, tras la convocatoria de unas inoportunas elecciones generales en el Reino Unido que se convertirían en una cita crucial para el futuro de Irlanda del Norte. Los comicios que, en realidad, se convirtieron en un referéndum del Acuerdo de Sunningdale, revelaron un gran apoyo a los partidos unionistas que se oponían al acuerdo. La mayoría de los unionistas percibió el curso de los eventos de 1968 a 1973 como una continua derrota o rendición ante los católicos. Esta oposición de gran parte de la población protestante a las concesiones al nacionalismo norirlandés llevó en mayo de 1974 a una huelga general de trabajadores convocada por la organización “Ulster Workers’ Council” (UWC), que paralizó por completo la región durante siete días y hundió la legitimidad del efímero ejecutivo. Bew y Gillespie consideran que el gran apoyo de la comunidad protestante a la huelga no puede explicarse si no se tiene en cuenta un conjunto de circunstancias anteriores como son las manifestaciones por los derechos civiles, el estallido del conflicto sectario, la percepción de hostilidad del gobierno irlandés hacia Irlanda del

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Norte, la aparente incoherencia de la política del gobierno británico, el papel de los líderes nacionalistas en la supresión de Stormont, así como la continuada campaña del IRA. Por ello, la huelga general de mayo de 1974 constituye uno de los momentos más decisivos del conflicto moderno norirlandés. Como consecuencia, se recuperó la legislación de emergencia, que continuó siendo –cómo lo había sido en el pasado- un elemento fundamental en la vida administrativa de Irlanda del Norte, y que contribuyó a la permanencia de un sistema político quasicolonial. En ese confuso contexto, el IRA comienza una campaña en distintas ciudades inglesas con el objetivo de captar la atención del Reino Unido: el 5 de octubre de 1974, cinco personas mueren tras la explosión de una bomba en un bar de la localidad inglesa de Guildford; a finales de noviembre, coloca varios artefactos explosivos en dos pubs de Birmingham, matando a 21 personas e hiriendo a más de 100. Diez personas inocentes, los llamados “cuatro de Guildford” y “seis de Birmingham”, fueron condenadas a largas penas de prisión por los atentados sin tener ninguna relación con el IRA y no recobraron su libertad hasta los años 90. Ambos casos se convirtieron en dos de los errores judiciales más importantes de los últimos tiempos en Reino Unido. Se introdujo entonces, en 1974, con la extensión de las actividades terroristas del IRA al resto del Reino Unido y principalmente a Inglaterra, la draconiana “Prevention of Terrorism Act”, que se convirtió, a pesar de su supuesto carácter temporal, en el pilar de la legislación antiterrorista inglesa. 1975 comenzó con un alto el fuego de carácter indefinido del IRA Provisional (PIRA) derivado de los encuentros secretos que representantes del gobierno británico habían mantenido con los “Provos” (miembros del PIRA). En estos contactos, el gobierno británico especuló deliberadamente con una posible retirada de la isla con el objetivo de llevar al IRA a una tregua y desmoralizar al movimiento republicano. A pesar del alto el fuego de casi ocho meses, en 1975 se apreció un aumento de la violencia que produjo 247 muertes. La tregua debilitó notablemente al IRA, que comenzaba a padecer el fin de la militancia masiva de miles de jóvenes, reduciéndose a un grupo estable de 300-500 miembros, estructurado en células militares que requerían un menor

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número de activistas para su funcionamiento. Asimismo, se cambió el planteamiento estratégico hacia una guerra de desgaste, también conocida como “larga guerra” que, en lugar de expulsar a los británicos, los llevaría a la mesa de negociación. Tras el final del alto el fuego, el gobierno británico emprendió una política de ulsterización y criminalización del conflicto, que pretendía transformar su percepción, de un problema político a una mera situación de alteración del orden público del Ulster, criminalizando la violencia del IRA. Esto implicaba una reducción de la presencia militar y la reestructuración de la policía o “Royal Ulster Constabulary” (RUC) con el objetivo de convertirla en una fuerza de seguridad más preparada y sofisticada que terminara con el desorden público y la violencia. Esta estrategia borraría la apariencia de problema colonial sugerida por la presencia del ejército y presentaría al IRA como un grupo reducido de criminales. Se suprimió entonces el estatus político de los terroristas recluidos en las cárceles norirlandesas, conocido técnicamente como special category status, de modo que éstos serían tratados como criminales ordinarios, lejos del ideario republicano que los consideraba patriotas y luchadores por la libertad. Los presos republicanos emprendieron una campaña de protestas. Inicialmente, se negaron a vestir el uniforme ofrecido por el sistema de prisiones y optaron por cubrirse tan sólo con mantas, dando nombre a la “protesta de la manta”. Debido a la mínima repercusión que la protesta generó entre las autoridades y los medios de comunicación, los reclusos continuaron sus reivindicaciones a través de la llamada “protesta sucia” por la que los presos impregnaban las paredes de sus celdas con sus propios excrementos. Los republicanos reivindicaban cinco demandas como reconocimiento de su estatus político: el derecho a no vestir los uniformes carcelarios, a no realizar trabajos penitenciarios, a asociarse libremente con otros presos, a recibir semanalmente una visita y un paquete, y el restablecimiento del sistema de remisión de condenas suprimido tras el inicio de sus protestas. En octubre de 1980, 33 presos republicanos de la cárcel de Maze a las afueras de Belfast, secundaron la primera huelga de hambre para reinvindicar su estatus de presos políticos. La protesta concluirá en diciem-

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bre con una profunda sensación de derrota entre los presos republicanos. Finalmente, ante la indiferencia y pasividad del gobierno británico, Bobby Sands, líder de los presos del IRA en el penal de Maze, emprendió una segunda huelga de hambre el 1 de marzo de 1981, en el quinto aniversario de la supresión del estatus de categoría especial. Durante la huelga, Sands sería elegido miembro del parlamento de Westminster el 9 de abril, pero moriría el 5 de mayo tras 66 días de abstinencia. Para Feeney la elección de Sands como parlamentario hacía imposible que el gobierno británico pudiese presentar argumentos convincentes para demostrar que Sands o, en realidad, cualquiera de sus compañeros de condena eran criminales ordinarios. El voto, según había mantenido el Sinn Féin durante la campaña, tenía como único objetivo demostrar el respaldo popular a las demandas de los prisioneros y salvar la vida de Sands, si bien lo presentó de inmediato como prueba del apoyo social a la posición republicana. La huelga de hambre concluyó definitivamente en octubre de ese año ante la delicada salud de varios presos. Días después el gobierno británico concedería las demandas originales de los republicanos: los presos podrían vestir su propia ropa, los trabajos en prisión se limitarían a actividades muy concretas y se permitirían más visitas y libertad de asociación para los presos. Las huelgas de hambre de 1980-81, que causaron la muerte de diez prisioneros republicanos, transformaron el contexto político de Irlanda del Norte y constituirán otro importante punto de inflexión en la historia del conflicto norirlandés. Sin ninguna duda, las huelgas de hambre revitalizaron la causa republicana a través del impacto mediático internacional y llevaron al movimiento hacia una progresiva politización, desarrollando una doble estrategia militar y política, conocida popularmente como armalite and ballot box, que pretendía alcanzar sus objetivos mediante las urnas y la lucha armada. De hecho, el 20 de octubre de 1982 el Sinn Féin concurrirá, por primera vez, a las elecciones en Irlanda del Norte, obteniendo el 10% de los votos y 5 de los 78 escaños de la asamblea norirlandesa que, entre otros, fueron ocupados por Gerry Adams y Martin McGuinness. El nacionalista SDLP conseguiría el 18.8% de los votos y 14 escaños. Asimismo, Gerry Adams asumirá la presiden-

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cia del Sinn Féin en 1983 y defenderá esta nueva línea de actuación política en la causa republicana. En las elecciones generales de ese mismo año, los republicanos obtendrían el 42.8% del voto nacionalista -el SDLP recibió el 17,9% del total de votos y el Sinn Féin el 13,4%. Este notable ascenso electoral llegaría a preocupar seriamente a los británicos por la posibilidad de que el Sinn Féin sustituyera al nacionalismo moderado del SDLP como principal partido católico. Sin embargo, tras los primeros éxitos electorales del Sinn Féin, las expectativas de crecimiento no se materializaron y el voto republicano se estancó hasta el alto el fuego del IRA en los años 90. De hecho, el temor británico al creciente apoyo electoral hacia el Sinn Féin representó un impulso decisivo al proceso que llevaría a la firma del “Acuerdo Anglo-Irlandés” en 1985. Así, a lo largo de los años 80, el conflicto adquirirá una mayor dimensión política que, desde la perspectiva actual, iniciará el largo camino hacia la paz. Pero a pesar de la creciente politización del movimiento republicano, el IRA continuará su acción terrorista. Por ejemplo, en 1984, cinco personas morían en un atentado en Brighton, concretamente en el hotel donde se alojaba la primera ministra, Margaret Thatcher, durante la celebración del congreso del partido conservador. Desde el fracaso de la asamblea de 1974 y hasta 1994 se propusieron distintas iniciativas para alcanzar la paz pero todas ellas fracasaron por dos razones: la negativa de los católicos a aceptar cualquier acuerdo que no los incluyera en el poder, y la negativa de los protestantes a aceptar un ejecutivo de poder compartido o la intervención de la República irlandesa como protectora de la minoría católica norirlandesa. De entre todas ellas, la más importante sería el Acuerdo Anglo-Irlandés de 1985. Tras el auge electoral del Sinn Féin, el gobierno británico estableció una política norirlandesa basada en un eje anglo-irlandés, iniciando una serie de contactos y negociaciones entre la primera ministra, Margaret Thatcher y el Taoiseach irlandés, Garret FitzGerald. El objetivo de este eje era afrontar el desafío electoral republicano y optimizar la cooperación con Irlanda en materia de seguridad, especialmente tras el atentado de Brighton. Los meses de negociaciones terminarían con la firma del acuerdo entre los dos ejecutivos que concedía a Dublín una mayor influencia en los asuntos de la región del norte. Por primera vez, el gobier-

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no de Londres asignaba al gobierno irlandés (un poder extranjero) un papel permanente en la gestión del conflicto (una cuestión doméstica) como “representante” de la población católica sobre la que Westminster contaba con una legitimidad limitada. Para ello se creaba una “Conferencia Intergubernamental” que permitiría al gobierno de la República presentar propuestas en relación a cuestiones norirlandesas. Por otra parte, ambos gobiernos reconocían el “principio de consentimiento”, según el cual, Irlanda del Norte continuaría siendo parte del Reino Unido mientras la mayor parte de la población así lo quisiera. El logro más importante del acuerdo fue la institucionalización de la cooperación entre Reino Unido y el gobierno irlandés en Irlanda del Norte que, para Bew y Gillespie, inició una etapa irreversible de gobierno directo con un tinte verde. Sin embargo, el acuerdo polarizó aún más las antagónicas relaciones entre nacionalistas y unionistas. Estos últimos juzgaron el acuerdo como una nueva traición encubierta y un movimiento más hacia una Irlanda unida, por lo que renunciaron a sus escaños en Westminster y comenzaron una campaña de protestas contra la influencia de Dublín en Irlanda del Norte. La campaña unionista pretendía emular la huelga general de trabajadores en mayo de 1974 con el objetivo de paralizar el acuerdo, pero no alcanzó el apoyo esperado. La irritada reacción unionista hizo que el acuerdo pareciese más radical de lo que verdaderamente era, pero no tuvo efectos importantes. Un acontecimiento acaecido fuera de la isla, concretamente en Gibraltar, el 6 de marzo de 1988, inició un catálogo de extravagantes sucesos conocidos como la “batalla de los funerales”. En aquella fecha, los SAS (una unidad de elite del ejército británico) mataron a tiros a tres miembros del IRA que se encontraban en la colonia para colocar una bomba. Sin embargo, en el momento de su muerte, iban desarmados. En su entierro en Belfast, un miembro de la UDA (la Asociación de Defensa del Ulster) disparó a los asistentes y arrojó varias granadas matando a tres personas. En el nuevo cortejo fúnebre de una de las víctimas, un vehículo con dos miembros del ejército británico avanzó en dirección opuesta a la marcha. Algunos participantes, pensando que se trataba de un nuevo ataque lealista, rodearon al vehículo, lincharon a sus ocupantes y se los llevaron de la escena para matarlos. La presencia de los

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dos militares nunca se ha aclarado pero las imágenes presentaron a los ciudadanos de Belfast Oeste como unos salvajes. Este horrendo conjunto de sucesos acaecidos durante el mes de marzo de 1988, desde los muertos de Gibraltar hasta las ejecuciones de los soldados británicos marcó, en opinión de muchos, la peor etapa de los Troubles. Sin embargo, en este escenario, el nuevo Ministro para Irlanda del Norte desde 1989, Peter Brooke, inició –no sin obstáculos- un proceso de conversaciones multipartitas entre los partidos constitucionales norirlandeses, excepto el Sinn Féin. Los encuentros debían producirse en tres niveles: en primer lugar, entre los actores internos de la región (nivel 1); en segundo lugar, entre las dos partes de la isla (nivel 2); y, por último, entre los gobiernos británico e irlandés (nivel 3). Estas tres dimensiones caracterizarían las sucesivas iniciativas políticas británicas hacia la región. El nivel uno se basaba en la discusión del modelo que iba a sustituir a la “Direct Rule” que, aunque fue concebida como una medida de carácter temporal, se consolidó en el tiempo. En el nivel dos se reconocía la relevancia de la dimensión irlandesa en Irlanda del Norte a través de la participación del gobierno de Dublín en la vida política de la región y, en el último nivel, se confirmaba la idea de que la resolución del conflicto necesitaba de la colaboración entre los ejecutivos británico e irlandés. Las negociaciones, que constituyeron los primeros contactos entre los partidos constitucionales en 70 años, se desarrollaron a un ritmo parsimonioso y llegaron hasta 1992, año en el que Patrick Mayhew sustituyó a Peter Brooke en el cargo. Las negociaciones, que pasaron a denominarse Brooke/Mayhew, finalmente naufragaron a finales de 1992, por las profundas diferencias entre los distintos actores involucrados en los tres niveles: fueron la crónica de un fracaso anunciado. Sin embargo, en ellas se habían identificado y consensuado los elementos principales que conducirían en último término a un acuerdo final. De forma paralela a las conversaciones multipartitas, el gobierno británico se sumergió, desde principios de los años noventa, en un proceso de contactos secretos con los republicanos. Estos, a su vez, mantenían encuentros ocultos con el líder del SDLP, John Hume, y con Dublín, y desarrollaban una importante acción propagandística en EE.UU., con el objetivo de crear una “estrategia pan-irlandesa” que movilizara a la

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opinión nacional e internacional. El resultado de todas estas relaciones clandestinas culminó en el borrador de la llamada “Declaración HumeAdams” en el que, según sus autores, se encontraban las bases para un cese de las operaciones armadas del IRA. Tanto Londres como Dublín manifestaron su rechazo al documento y comenzaron a redactar su propio proyecto. Efectivamente, con el objetivo de recuperar el protagonismo de la acción política, el gobierno británico se centró en conseguir una declaración anglo-irlandesa que lograra un consenso entre británicos e irlandeses. Se firmaría así la “Declaración de Downing Street”, en diciembre de 1993, entre el primer ministro británico, John Major, y el Taoiseach irlandés, Albert Reynolds. El documento, que no pretendía dar una solución a las complejas cuestiones del conflicto norirlandés, se presentaba como un marco en el que alcanzar un consenso entre todas las partes implicadas en la contienda: pretendía atraer al Sinn Fein al “proceso de paz” sin espantar al unionismo. En él, por primera vez, los dos gobiernos reconocían el derecho a la autodeterminación de los ciudadanos de la isla de Irlanda, aunque manteniendo vigente el principio de consentimiento. Asimismo, Reino Unido declaraba que no tenía ningún interés egoísta, estratégico o económico sobre Irlanda del Norte, y contemplaba la posibilidad de que el Sinn Féin pudiera participar en futuras negociaciones de paz si se producía un cese de la violencia del IRA. Esta iniciativa nuevamente volvió a levantar, entre la población protestante, sospechas de la existencia de un pacto secreto entre el gobierno británico y los republicanos para conseguir un alto el fuego. 25 años después del estallido de los Troubles, años marcados por la violencia, la hostilidad y la división, la sociedad norirlandesa parecía ver la luz en el horizonte que, sin embargo, podía volver a apagarse en cualquier momento como había sucedido repetidamente en el pasado. d. El proceso de paz El 31 de agosto de 1994, el IRA declaraba un cese de sus operaciones militares que, seis semanas después, sería secundado por las principales

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organizaciones paramilitares lealistas que siempre habían justificado su violencia como oposición a la de los republicanos. Durante ese verano, se produjo un debate interno en el movimiento republicano en torno a un posible alto el fuego. Entre las bases del IRA se distribuyó un documento denominado “TUAS”, en el que se reconocía la debilidad del movimiento armado. Cuando el documento se filtró a la prensa, muchos interpretaron el acrónimo como “Totally UnArmed Strategy”, lo que implicaría el fin de la lucha armada; para otros, sin embargo, las iniciales debían interpretarse como “Tactical Use of Armed Struggle”, esto es, una tregua táctica. La realidad es que el IRA carecía de expectativas de éxito desde muchos años antes de decretar el final de su campaña armada, al haber percibido un estancamiento militar tras la “larga guerra” de desgaste emprendida contra la presencia británica. Las reacciones al alto el fuego del IRA fueron muy diversas: muchos aceptaron el alto el fuego como permanente, aunque existía un temor generalizado a que el IRA, tras explotar los beneficios políticos de la estrategia no armada en términos de apoyo electoral, regresara a la violencia. Finalmente, el primer ministro John Major lo aceptaría como “hipótesis de trabajo”, autorizando el inicio de diálogos preparatorios con el Sinn Féin. Sin embargo, el gobierno británico condicionaba su decisión de convocar las negociaciones multipartitas al requisito de desarme de las organizaciones terroristas. Así, el decomiso de armas abrió un importante frente de conflicto antes de comenzar las propias negociaciones políticas, conflicto que dominará todo el proceso de paz. En febrero de 1995, los gobiernos británico e irlandés presentaron unos documentos conjuntos, conocidos como Frameworks for the Future, en los que se fijaban los parámetros de un posible acuerdo de paz y las distintas dimensiones a negociar en unas teóricas conversaciones multipartitas. Para Alonso, los contenidos del documento eran secundarios en relación al objetivo que se pretendía conseguir a través de ellos, esto es, el mantenimiento de una coyuntura en la que los extremos del nacionalismo y el unionismo habían interrumpido la violencia simultáneamente en décadas. Sin embargo, el requerimiento de la entrega de armas paralizaba de nuevo el proceso. En ese contexto de estancamiento, se produciría un estímulo vital: la visita del presidente estadouniden-

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se, Bill Clinton, a Irlanda del Norte. Los dos ejecutivos, con el objetivo de manifestar una imagen de coherencia política, acordaron una nueva estrategia, denominada “twin track” (cursos paralelos), a través de la que pretendían avanzar en dos cuestiones: el desarme de las organizaciones terroristas y las negociaciones entre los partidos políticos. Para ello, se fijaba febrero de 1996 como la fecha de inicio de los encuentros multipartitos y se establecía una comisión independiente, dirigida por el senador norteamericano George Mitchell, que analizaría el asunto del desarme. La “Comisión Mitchell” concluyó su investigación afirmando que el problema del decomiso de armas encubría una carencia de confianza entre los distintos actores del conflicto. Su principal recomendación se basaba, por lo tanto, en la reparación de dicha confianza a través de un proceso de desarme que debía desarrollarse de forma simultánea a las negociaciones políticas: ni antes ni después. Asimismo, la comisión establecía seis principios básicos de no violencia, los “principios Mitchell”, que todos los partidos políticos deberían cumplir para sentarse en la mesa de negociaciones. Estos principios obligaban a los firmantes a utilizar únicamente medios democráticos y exclusivamente pacíficos para resolver cuestiones políticas; al desarme total de todas las organizaciones armadas, que debería ser verificable por una comisión independiente; a renunciar al uso de la fuerza o a la amenaza para influir en el resultado del diálogo político; a someterse a la decisión acordada en las negociaciones multipartitas; a recurrir a métodos exclusivamente pacíficos y democráticos para alterar cualquier resultado final; y a instar al cese de todas las expresiones de violencia callejera. Las discordantes reacciones al Informe Mitchell llevaron a un retraso de las negociaciones que causó la ruptura de la tregua del IRA a las 6 p.m. del 9 de febrero de 1996 tras la colocación de una bomba en la zona financiera de Canary Warf en Londres. El atentado causaría dos muertos, más de cien heridos y unas pérdidas de 85 millones de libras, e inició una campaña de atentados centrados en Inglaterra. El movimiento republicano acusó al gobierno británico de obstruir el proceso de paz con barreras artificiales como el decomiso de armas. Británicos e irlandeses suspendieron, entonces, sus diálogos preparatorios con el Sinn

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Féin a la espera de un nuevo alto el fuego de la organización terrorista. Sin embargo, el fin de la tregua del IRA no implicó el fin del proceso de paz: a finales de ese mismo mes, se establecía el 10 de junio como la fecha en la que debían comenzar las negociaciones multipartitas. El 30 de mayo de 1996 se celebraron las elecciones al Foro de representantes para las conversaciones de paz que designarían los partidos participantes en las negociaciones. Una singular ley electoral concedía dos escaños a los diez partidos más votados. Finalmente, el Sinn Féin no pudo asistir el 10 de junio a la apertura de las conversaciones multipartitas porque el IRA incumplía los principios Mitchell, corriendo así el riesgo de una marginación histórica. Las negociaciones, sin embargo, se vieron pronto estancadas por cuestiones de procedimiento y, finalmente, quedarían interrumpidas a principios de julio cuando la violencia se extendió por toda Irlanda del Norte a consecuencia de la temporada de las marchas. En efecto, en el verano de 1996 se producirían los disturbios más importantes en Irlanda del Norte desde los trágicos sucesos de 1969 a raíz del denominado “sitio de Drumcree”. La policía prohibió la tradicional marcha protestante que se celebra cada 12 de julio –con motivo de la victoria de Guillermo de Orange sobre el monarca católico Jacobo II- a través del barrio católico de Garvaghy Road en la ciudad de Portadown. Pero, tras varios días de violencia ininterrumpida que llegaron a crear una situación de auténtico caos en la región, las autoridades permitieron a los unionistas desfilar por la calle católica con un espectacular despliegue de seguridad. De nuevo se consolidaba entre la comunidad católica un sentimiento de desconfianza en las fuerzas de seguridad y en los políticos británicos y unionistas, que erosionaba la posibilidad de avanzar en el proceso de paz. Tras el violento receso veraniego, el dañado proceso de negociaciones sobreviviría, aunque, ante la falta de resultados, las negociaciones se pospusieron hasta después de las elecciones generales británicas e irlandesas. En mayo de 1997, Tony Blair se convertía en primer ministro, iniciando una nueva etapa de gobierno laborista tras 18 años de ejecutivos conservadores. La amplia mayoría laborista limitaría la influencia que hasta entonces habían tenido los unionistas en Westminster durante el

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gobierno de Jonh Major. Para el nuevo gobierno laborista, una nueva restauración del alto el fuego del IRA –que finalmente se anunciaría el 19 de julio de 1997- permitiría al Sinn Féin incorporarse a las negociaciones en un período de tiempo inferior a seis semanas después de la declaración, eliminando así el requisito de desarme previo. Las negociaciones, por lo tanto, se reanudaron en septiembre de ese año, esta vez con el Sinn Féin. El 13 de octubre de ese año, Tony Blair se reunía en Stormont con los partidos involucrados en las negociaciones, produciéndose el primer encuentro oficial –en este caso a puerta cerrada- entre un primer ministro británico y el Sinn Féin desde 1921. Sin embargo, dos días después de la inclusión de los republicanos, el DUP de Ian Paisley abandonaba la sala de negociaciones. El UUP de David Trimble, muy dividido en su interior, decidió finalmente participar ante la erosión del poder unionista de los últimos años y el miedo a una nueva “traición” británica. La obligada inclusión de los partidos políticos extremos y afines a organizaciones paramilitares conllevó también graves contratiempos para el proceso: por ejemplo, a principios de 1998, el Ulster Democratic Party (UDP) –representante político de la Asociación para la Defensa del Ulster (UDA) y los Combatientes por la Libertad del Ulster (UFF)- así como el Sinn Féin fueron expulsados temporalmente de las negociaciones tras una serie de asesinatos y vendettas entre las organizaciones y escisiones terroristas. Pero su inclusión se basó en el reconocimiento de que las fuerzas paramilitares tenían la capacidad de boicotear cualquier acuerdo político que las excluyera. Las negociaciones terminaron a contrarreloj: 17 horas después de la fecha límite acordada por los dos gobiernos. El 10 de mayo de 1998 se firmaba el histórico “Acuerdo de Belfast” –también llamado “Acuerdo de Viernes Santo”- entre el gobierno británico, el ejecutivo irlandés y ocho partidos norirlandeses, sin que se hubiera producido el ansiado decomiso de armas. El acuerdo mantenía varios de los principios sobre los que se habían basado iniciativas anteriores, especialmente el Acuerdo de Sunningdale de 1973. Por esta razón, Seamus Mallon, importante dirigente del SDLP, denominó al Acuerdo de Belfast como Sunningdale para principiantes lentos.

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Con respecto al estatus constitucional de Irlanda del Norte –que permanecería como parte del Reino Unido-, el texto reconocía el derecho de autodeterminación de los ciudadanos de la isla de Irlanda en los mismos términos que en la Declaración de Downing Street, esto es, supeditándolo al consentimiento de la mayoría de la población de Irlanda del Norte. Los gobiernos se comprometían a apoyar un cambio de estatus en el caso de que la población norirlandesa expresara su voluntad de una Irlanda unida en las consultas populares que se celebrarían cada siete años. El gobierno irlandés, además, aceptaba modificar los artículos 2 y 3 de su constitución, que habían sido una continua fuente de controversia durante años ya que en ellos se defendía la reivindicación territorial sobre Irlanda del Norte. La redacción final de los artículos sustituyó “la aspiración por la propiedad sobre el territorio nacional” por “el derecho de toda persona nacida en la isla a ser parte de la nación irlandesa y a expresar su identidad”. Además, el acuerdo conservaba el sistema de tres niveles (ya establecido en el Acuerdo Anglo-Irlandés de 1985): En el nivel 1 se proponía la creación de una nueva asamblea de poder compartido, formada por 108 miembros y elegida mediante un sistema de representación proporcional para defender y proteger los derechos e intereses de las dos comunidades. Así, la toma de decisiones en materias importantes exigía el apoyo de las dos comunidades norirlandesas. Este apoyo mayoritario podía alcanzarse a través de dos sistemas: “consentimiento paralelo” o “mayoría cualificada”. El consentimiento paralelo necesitaba una mayoría general de los miembros con voto, incluyendo también una mayoría de unionistas y nacionalistas; mientras que la mayoría cualificada necesitaba el 60% de los votos de los miembros de la asamblea, incluyendo al menos el 40% dentro de la representación nacionalista y unionista. El ejecutivo norirlandés estaría formado por un primer ministro, un viceprimer ministro y diez ministros, asegurando la representación de los cuatro principales partidos políticos. En el nivel 2 se crearía un Consejo Ministerial Norte-Sur con el objetivo de mejorar la cooperación en cuestiones de interés mutuo entre los dos lados de la frontera. En el nivel 3 se introduciría un Consejo Británico-Irlandés y una Con-

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ferencia Intergubernamental Británico-Irlandesa para impulsar la colaboración entre los dos gobiernos. En otro sentido, el acuerdo se comprometía a respetar los derechos civiles de las dos comunidades norirlandesas, incluyendo en la legislación de Irlanda del Norte la Convención Europea sobre Derechos Humanos, al mismo tiempo que se proponía la creación de una Comisión sobre Derechos Humanos y una Comisión sobre Igualdad para evitar la discriminación basada en la pertenencia a una comunidad. Sin embargo, los principales obstáculos del proceso de paz giraron en torno al desarme de las organizaciones paramilitares, a la excarcelación de presos y a la reforma de la policía. Con respecto al decomiso, los participantes en el proceso se comprometieron con el desarme total de las organizaciones terroristas en los dos años posteriores a la aprobación del acuerdo. También se acordaron medidas para permitir la excarcelación anticipada de los presos pertenecientes a organizaciones paramilitares que mantuvieran un alto el fuego completo e inequívoco. Por último, el acuerdo exigía una reforma en la estructura y el funcionamiento de la policía. Además, el gobierno británico preveía la normalización de los sistemas de seguridad de Irlanda del Norte, reduciendo el número de efectivos a niveles propios de una sociedad pacífica y desmantelando las instalaciones militares. Con este fin, se creó la “Comisión Patten”, que propuso 175 recomendaciones para la futura estructura de la policía norirlandesa que pasaría a denominarse “Police Service of Northern Ireland” (PSNI). Entre los principales objetivos destacaban la reducción de las fuerzas policiales de 11.500 a 7.500 efectivos, y el incremento de la representación católica del 8% al 30% en un periodo de 10 años. En definitiva, según Alonso, el acuerdo no constituía más que la materialización de unos parámetros para el futuro de Irlanda del Norte que ya habían sido delimitados tiempo atrás: un sistema de gobierno compartido basado en la devolución de competencias desde Westminster, en el que se institucionalizaría la dimensión irlandesa a través de la cual los nacionalistas deseaban ver reconocidas sus aspiraciones, pero limitando éstas con la consolidación del principio de consentimiento. Es decir, el acuerdo incluía pautas ya sugeridas y desarrolladas, aunque no

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aceptadas, en iniciativas anteriores. El texto acordado constituía una obra de ingeniería y ambigüedad política que alcanzaba el consenso entre formaciones políticas moderadas y extremas, y satisfacía intereses opuestos e incompatibles entre sí, por lo que los partidos políticos realizaron interpretaciones muy diferentes del acuerdo. Incluso la falta de consenso en el nombre del acuerdo (Acuerdo de Belfast, para los protestantes; y Acuerdo de Viernes Santo, para los católicos) expresaba ya su complejidad y diversidad de perspectivas. En teoría, ninguno de los actores renunciaba a sus aspiraciones iniciales, por lo que las causas del conflicto se mantenían latentes y sin resolver. Es decir, el triunfo o el problema del documento es precisamente que no se trata de un acuerdo político definitivo, sino el nuevo marco en el que las partes del conflicto resolverán sus desacuerdos. Es así cómo, por ejemplo, se puede interpretar el hecho de que los republicanos aceptaran finalmente un texto que reconoce la legalidad de la partición de Irlanda, pero presentándolo a sus electores como una etapa de transición hacia la reunificación de la isla. En términos generales, el DUP rechazó el acuerdo; el UUP lo aceptó aunque no sin desacuerdos en su interior; el SDLP lo firmó satisfecho y el Sinn Féin lo interpretó sólo como el terreno donde desarrollar una nueva “lucha” política. El acuerdo alcanzado en las negociaciones políticas fue sometido a referéndum en las dos partes de la isla el 22 de mayo de 1998: el 71.12% de los votantes de Irlanda del Norte lo apoyaron, mientras que en el sur de la isla, el 94.40% votó a favor. El 25 de junio se celebraron las elecciones para la nueva asamblea de Irlanda del Norte. Los resultados finales, dados a conocer dos días después, concedían 80 escaños a los partidos partidarios del acuerdo y 28 a quienes se oponían a él. Las elecciones representaron un éxito de los partidos nacionalistas y enfatizaron la disminución de la diferencia electoral entre el SDLP (que consiguió el 55% del voto nacionalista) y el Sinn Féin (el 45%); pero también, revelaron las profundas divisiones dentro del electorado unionista, en general, y del UUP, en particular, derivadas de las concesiones del movimiento unionista: las concesiones de los unionistas, por su natura-

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leza, eran inmediatas y materiales, mientras que las concesiones republicanas, por su naturaleza, eran teóricas y a largo plazo. Tabla 3: Resultados de las Elecciones a la Asamblea Norirlandesa (1998). Partidos

Porcentaje

Escaños

SDLP

22.0%

24

UUP

21.3%

28

DUP

18.1%

20

SF

17.6%

18

Alianza

6.5%

6

Otros 14.5% 12 Fuente: ARK (http://www.ark.ac.uk/elections/).

En otro sentido, para que el Sinn Féin pudiera aceptar los escaños que le correspondían en la nueva asamblea norirlandesa debía cambiar sus estatutos, lo que implicaba el riesgo de un cisma en el partido. Pero finalmente 332 de los 350 delegados del Sinn Féin en el Ard Fheis votaron a favor de permitir a los representantes del Sinn Féin participar en la nueva asamblea. De este modo, el 2 de julio de 1998, y tras más de 25 años de Autoridad Directa desde Londres y 64 ministros para Irlanda del Norte, se nombraba un primer ministro unionista, David Trimble (UUP), y un viceprimer ministro nacionalista, Seamus Mallon (SDLP). Sin embargo, el 15 de agosto de 1998, 29 personas morían tras la explosión de un coche bomba en la localidad de Omagh. El atentado –perpetrado por el IRA Auténtico, una facción opuesta al acuerdo- se convirtió en el peor ataque terrorista en tres décadas de violencia. Por primera vez, un líder del Sinn Féin condenaba el atentado de una organización republicana. El nuevo gobierno autónomo quedó finalmente constituido dieciocho meses después del acuerdo –tras múltiples intentos fallidos- inte-

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grado por unionistas, nacionalistas y republicanos: un escenario inédito en Irlanda del Norte desde 1974. El ejecutivo estaría formado por diez departamentos, cuya distribución debía representar los cuatro partidos políticos principales. Tabla 4: Distribución de Departamentos (1999). Departamento

Partido político

Empresas, Comercio e Inversión

UUP

Medio Ambiente

UUP

Cultura, Arte y Ocio

UUP

Finanzas y Personal

SDLP

Empleo y Formación

SDLP

Agricultura y Desarrollo Rural

SDLP

Desarrollo Regional

DUP

Desarrollo Social

DUP

Sanidad y Servicios Sociales

SF

Educación

SF

Fuente: elaboración propia.

La asamblea norirlandesa legislaría sobre un conjunto de competencias transferidas de Londres a Stormont. Otras materias permanecerían excluidas, esto es, bajo la responsabilidad permanente de Londres, mientras que ciertas competencias “reservadas” como, por ejemplo, las competencias sobre interior y justicia, deberían transferirse gradualmente a Stormont.

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Tabla 5: Transferencia de competencias. Reservadas Policía Seguridad Prisiones Sistema judicial Impuestos Medios de Comunicación Comercio Internacional

Excluidas

Transferidas

Elecciones Europa Política exterior Inmigración

Educación Sanidad Servicios sociales Cultura Agricultura Medio Ambiente Desarrollo económico Empleo Desarrollo regional

Fuente: elaboración propia.

e. Y ¿después? No obstante, desde comienzos de 2000, la autonomía norirlandesa se suspendió en numerosas ocasiones, principalmente por cuestiones relativas al confuso desarme del IRA. Un importante sector del unionismo se resistió a aceptar la presencia republicana en el gobierno sin que el IRA entregara las armas: no guns, no government. De hecho, en ciertos momentos, el IRA parecía recorrer el camino contrario a la paz ya que en 1999 varios miembros de la organización fueron descubiertos comprando armas en Florida y en 2001 con guerrillas colombianas de las FARC. En el otoño de 2001 también se vivió un triste episodio que reflejaba la hostilidad entre católicos y protestantes: durante 12 semanas, la escuela católica de Holy Cross, situada en un barrio protestante de Belfast, fue el centro de los enfrentamientos entre los vecinos protestantes, que se oponían a que las niñas católicas pasaran por sus calles para llegar a la escuela, y las familias de las niñas. La última y definitiva suspensión de la autonomía se produjo el 14 de octubre de 2002 tras una supuesta red de espionaje republicana en

Irlanda del Norte: historia de un conflicto

61

Stormont, sede de las instituciones autónomas. Así, la asamblea y el gobierno de Irlanda del Norte, y no los acuerdos, quedaron en suspenso para reavivar un proceso de paz paralizado por la desconfianza mutua entre católicos y protestantes. Tras esta nueva decepción, en los comicios a la asamblea norirlandesa de 2003, los partidos políticos más extremos, el DUP y el Sinn Féin, obtuvieron un gran protagonismo, ya que pasaron a ser las dos fuerzas políticas más votadas desplazando al UUP y al SDLP. Como consecuencia de la falta de acuerdo y confianza para restablecer la autonomía, los gobiernos británico e irlandés entablaron negociaciones con los republicanos para intentar encontrar el modo de terminar con todo tipo de actividad paramilitar. Tabla 6: Resultados de las Elecciones a la Asamblea Norirlandesa (2003). Partidos

Porcentaje

Escaños

DUP

25.6%

30

SF

23.5%

24

UUP

22.7%

27

SDLP

17.0%

18

Alianza

3.7%

6

Otros 7.5% 3 Fuente: ARK (http://www.ark.ac.uk/elections/).

En abril de 2005, poco antes de la elecciones al Parlamento de Westminster, el presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, pedía públicamente al IRA que abandonara la lucha armada y abrazara la vía política como medio para conseguir la unidad de Irlanda. El IRA, que había “mantenido” el alto el fuego desde la firma del acuerdo y realizado varios actos de destrucción de arsenales en los últimos años –aunque sin cumplir el calendario pactado de desarme-, había alimentado un grado variable

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Nuria Arbizu

de violencia de baja intensidad. Además, había adoptado un comportamiento “mafioso” que le había convertido en una banda más dedicada a la delincuencia, al robo de bancos y comercios, al contrabando y al blanqueo de dinero, que a la lucha armada por la unidad de la isla. Por ejemplo, en diciembre de 2004 se produce el robo de 38 millones de euros al Northern Bank de Belfast, que las autoridades atribuyeron al IRA. Finalmente, el 28 de julio de 2005, el IRA anunciaba el cese completo de las acciones armadas. Dos meses después, la comisión encargada de verificar el proceso de desarme confirmaba que la organización había destruido la totalidad de su arsenal, y que carecía de capacidad y voluntad para desplegar campañas terroristas como las del pasado. El histórico comunicado se producía siete años después de la firma del Acuerdo de Viernes Santo. En cuanto a las organizaciones lealistas, en octubre de 2005, la Fuerza de Voluntarios Lealistas (LVF) anunciaba su desmantelamiento. En mayo de 2007, la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF) también comunicaba su desaparición como organización terrorista, pero no completó su desarme hasta junio de 2009. Poco después, la Asociación para la Defensa del Ulster (UDA) confirmaba el abandono definitivo de las armas que era verificado oficialmente en enero de 2010. Por último, el Ejército Irlandés de Liberación Nacional (INLA), un grupo escindido del IRA en 1975 que llevaba años en tregua, anunció el cese definitivo de la violencia en octubre de 2010. No obstante, la actividad de otras facciones disidentes republicanas, como el RIRA (IRA Auténtico) o el CIRA (IRA de Continuidad) continúa, al igual que permanecen activos varios grupúsculos lealistas. El 13 de octubre de 2006, el “Acuerdo de Saint Andrews” establecía las bases para que la autonomía de Irlanda del Norte quedara plenamente restablecida el 26 de marzo de 2007. Los unionistas accedían a compartir gobierno con los republicanos, tras la celebración de las elecciones legislativas, si el Sinn Féin aceptaba la autoridad de la policía norirlandesa (PSNI). La actual policía, reformada en 2001, es heredera del “Royal Ulster Constabulary” (RUC), cuerpo que estuvo en la vanguardia de la lucha contra los terroristas del IRA y que protagonizó casos de connivencia con los grupos paramilitares como confirmó un informe publicado por

Irlanda del Norte: historia de un conflicto

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la Defensora del Pueblo, Nuala O’Loan, en enero de 2007. El informe afirmaba que las fuerzas de seguridad norirlandesas protegieron a paramilitares unionistas ocultando o destruyendo pruebas y obstruyendo investigaciones en relación a varios asesinatos. Pero a pesar del recelo republicano hacia la policía, ese mismo mes, el Sinn Féin reconocía, por primera vez en su historia, la legitimidad de la policía y las autoridades judiciales de Irlanda del Norte. Tras la confirmación electoral del DUP y el Sinn Féin como los principales representantes de las comunidades protestante y católica en las elecciones a la asamblea norirlandesa, el 8 de mayo de 2007 –y contra todo pronóstico-, los eternos enemigos, Ian Paisley y Martin McGuinness, se convertían en ministro principal y viceprimer ministro de Irlanda del Norte. Una “pareja de hecho” inconcebible en 1998. Tabla 7: Resultados de las Elecciones a la Asamblea Norirlandesa (2007). Partidos

Porcentaje

Escaños

DUP

30.1%

36

SF

26.2%

28

UUP

14.9%

18

SDLP

15.2%

16

Alianza

5.2%

7

Otros 8.0% 3 Fuente: ARK (http://www.ark.ac.uk/elections/).

Desde entonces, las amenazas y obstáculos al proceso han continuado. Varias facciones disidentes del IRA pretenden hacer fracasar el proceso de paz con ataques esporádicos: por ejemplo, en marzo de 2009, dos soldados británicos fueron asesinados por el IRA Auténtico (RIRA) en un ataque a un cuartel militar. 48 horas después, un policía era abatido a tiros, esta vez, por el IRA de Continuidad (CIRA), cerrando los tres

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Nuria Arbizu

días más sangrientos de los últimos años en Irlanda del Norte y provocando una crisis que amenazaba los logros de 10 años de paz. Asimismo, el bloqueo unionista a la transferencia de los poderes sobre policía y justicia desde Londres –pactada tres años antes en el Acuerdo de Saint Andrews- amenazaba con bloquear de nuevo las instituciones autonómicas y provocar elecciones anticipadas. El DUP exigía como condición la supresión de la “Comisión de Desfiles” (Parades Commission), creada en 1997 para regular las controvertidas marchas orangistas, tras las “crisis de Drumcree”. Pero el 12 de abril de 2010, Irlanda del Norte daría otro de sus habituales “pasos históricos” para consolidar la paz acordada en 1998 al conquistar las competencias de Interior y Justicia. A cambio se pactaba la reforma de la Comisión de Desfiles. El acuerdo, sin embargo, fue rechazado por Jim Allister, líder de “Voz Tradicionalista Unionista” (TUV), opuesto a cualquier colaboración del unionismo con el Sinn Féin. Y, sin embargo, el acuerdo existió en gran medida gracias a él: su nueva formación política amenazaba con dividir en tres el voto unionista y convertir al Sinn Féin en el primer partido de Irlanda del Norte, lo que implicaría el derecho a encabezar el ejecutivo. La asamblea eligió a David Ford, líder del Partido Alianza, como nuevo ministro de Justicia. Ford se presentaba como candidato ideal de consenso, ya que su formación representa a las dos comunidades norirlandesas. Sin embargo, horas antes de su nombramiento, el IRA Auténtico colocaba un coche bomba frente a los cuarteles de los servicios secretos británicos en las afueras de Belfast. En otro orden de cosas, el primer ministro norirlandés, Peter Robinson, que sustituyó a Ian Paisley cuando éste dimitió de sus cargos en mayo de 2008, se vio obligado a retirarse temporalmente de la vida política en enero de 2010 hasta aclarar si había cometido alguna ilegalidad en relación a los escándalos financieros e infidelidad de su mujer, también parlamentaria del DUP. Finalmente Robinson se reincorporó al cargo de ministro principal de Irlanda del Norte. En junio de 2010 y tras doce años de trabajos, David Cameron presentaba las conclusiones del Informe Saville, la definitiva investigación judicial sobre los hechos del 30 de enero de 1972, el Domingo Sangrien-

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to, anunciada por Tony Blair en enero de 1998. En síntesis, el informe considera el suceso como “injustificado e injustificable”. Según la investigación, el primer disparo llegó de las filas del ejército y sin previo aviso, y aunque hubo algún disparo desde las filas republicanas, ninguno de los disparos ofrecía justificación para que se tiroteara a víctimas civiles. Lord Saville subraya en el informe que algunos de los heridos o muertos fueron tiroteados mientras huían para protegerse o intentaban ayudar a manifestantes heridos. En definitiva, se concluye que los paracaidistas británicos actuaron siguiendo una orden que nunca se tenía que haber dado. La investigación se ha convertido en la mayor y más costosa de la historia legal británica: ha costado más de 190 millones de libras (230 millones de euros). En torno a 2.500 personas han prestado testimonio, produciendo un informe de 5.000 páginas. De ellas, 505 eran civiles, 9 expertos y científicos forenses, 49 periodistas, 245 militares, 35 paramilitares o ex paramilitares, 39 políticos y funcionarios, 7 sacerdotes y 33 oficiales del “Royal Ulster Constabulary” (RUC), la antigua policía de Irlanda del Norte. Por primera vez en la historia de Irlanda del Norte, un gobierno compartido entre nacionalistas y unionistas –curiosamente un gobierno liderado por el DUP y el Sinn Féin- completará una legislatura completa (2007-2011). En las últimas elecciones a la asamblea norirlandesa y a pesar de las múltiples concesiones, polémicas y la crisis económica que afecta a la región, el electorado norirlandés confirmó en las urnas su apoyo a este pacto político entre enemigos irreconciliables. El cómputo final de los comicios confirmó el estancamiento de las que fueron en su día primeras fuerzas de la región, el UUP y el SDLP; y consolidó a Peter Robinson (DUP) como ministro principal de Irlanda del Norte y a Martin McGuinnes (Sinn Féin) como segundo en el ejecutivo autónomo de poder compartido. Parece que finalmente se ha alcanzado la estabilidad política en Irlanda del Norte.

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Nuria Arbizu

Tabla 8: Evolución de las Elecciones a la Asamblea Norirlandesa (1998-2011). Partidos

1998

2003

2007

2011

DUP

20 escaños (18.1%)

30 escaños (25.6%)

36 escaños (30.1%)

38 escaños (30%)

SF

18 (17.6%)

24 (23.5%)

28 (26.2%)

29 (26.9%)

UUP

28 (21.3%)

27 (22.7%)

18 (14.9%)

16 (13.2%)

SDLP

24 (22%)

18 (17%)

16 (15.2%)

14 (14.2%)

Alianza

6 (6.5%)

6 (3.7%)

7 (5.2%)

8 (7.7%)

12 (14.5%)

3 (7.5%)

3 (8%)

3 (7,9%)

Otros

Fuente: ARK (http://www.ark.ac.uk/elections/).

Tabla 9: Evolución de la Distribución de Departamentos (1999-2011). Departamento

1999

2007

2011

Empresas, Comercio e Inversión

UUP

DUP

DUP

Medio Ambiente

UUP

DUP

SDLP

Cultura, Arte y Ocio

UUP

DUP

SF

Finanzas y Personal

SDLP

DUP

DUP

Empleo y Formación

SDLP

UUP

Alianza

Agricultura y Desarrollo Rural

SDLP

SF

SF

Desarrollo Regional

DUP

SF

UUP

Desarrollo Social

DUP

SDLP

DUP

Sanidad y Servicios Sociales

SF

UUP

DUP

Educación

SF

SF

SF

-

Alianza

Alianza

Justicia Fuente: elaboración propia.

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3. Los costes del conflicto En total, más de 3.600 personas han muerto como consecuencia de la violencia en el conflicto norirlandés desde el estallido de los Troubles –la mayoría de ellas, durante la década de los 70- y, según cifras oficiales, más de 40.000 personas han resultado heridas (aproximadamente el 3% de la población). Estas cifras se traducen en una persona asesinada por cada 420 y un herido por cada 50 personas. Si se extrapolaran a la población de Reino Unido, 110.000 personas habrían perdido la vida y 1.400.000 habrían resultado heridas. La ciudad de Belfast se convirtió en el foco de la violencia ya que en ella se produjeron aproximadamente la mitad de las muertes, especialmente en las áreas Norte y Oeste. Concretamente en Belfast-Norte se encuentra la zona conocida como “BT14”, en referencia al código postal del espacio geográfico donde se ha producido la mayor intensidad de asesinatos por metro cuadrado en Irlanda del Norte. Los civiles representan más de la mitad del total de víctimas mortales (54%). Los efectivos del ejército británico, el 15%; los paramilitares republicanos, el 13%; los miembros del RUC, el 9%; los paramilitares lealistas, el 3%; y otras fuerzas de seguridad, el 6%. En total los grupos paramilitares constituyen el 16% de las víctimas mientras que las fuerzas de seguridad representan el 30%. El 91% eran hombres y el 52% menores de 30 años. El 43% eran católicos, el 30% protestantes y un 18% no eran norirlandeses. Más del 55% de las muertes fueron causadas por la violencia republicana, mientras que casi el 28% se debió a la acción de grupos paramilitares lealistas y el 11% a las de las fuerzas de seguridad. Las muertes producidas tanto por la violencia republicana como por la lealista representan, por lo tanto, más del 80%. Los paramilitares republicanos han matado a más del 70% de los protestantes asesinados y al 25% de las víctimas católicas (es decir, uno de cada cuatro católicos muertos); mientras que los lealistas han asesinado al 19% de los protestantes

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Nuria Arbizu

muertos (uno de cada cinco) y casi al 50% de los católicos fallecidos. Los republicanos han matado a 5’5 personas por cada víctima republicana y los lealistas a 8’5 personas por cada muerto lealista. Gráfico 2: Evolución del número de muertes como consecuencia del conflicto (1969-1998). 600

Número de muertos

500 400 300 200 100

1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998

0

Fuente: Fay, Morrissey y Smyth, 1999.

Se estima que el total de personas afectadas por el conflicto, tanto directa como indirectamente, puede alcanzar a la mitad de la población. Por ello, no hay que olvidar que detrás de estas cifras hay auténticas tragedias humanas. Ciertamente, los niveles de violencia y muertes registrados desde el alto el fuego de las organizaciones paramilitares se han reducido en comparación con los de décadas anteriores. Entre el 1 de abril de 2008 y el 31 de marzo de 2009, por ejemplo, se produjeron 5 muertes (1 policía, 2 militares y 2 civiles), 54 tiroteos, 46 bombas incendiarias, 61 heridos por la acción de las organizaciones paramilitares (30 causados por grupos lealistas y 31 por grupos republicanos), y la policía se incautó de 113 armas y 30.6 kilogramos de explosivos.

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Tabla 10: Estadísticas de Seguridad en Irlanda del Norte (1998/992008/09). Incautación Explosivos (kg.)

Muertos

Heridos

Tiroteos

Explosiones

98/99

44

245

187

123

778.4

00/01

18

323

331

177

98.9

02/03

15

309

348

178

19.9

04/05

4

209

167

48

26.5

06/07

4

74

58

20

132.2

46

30.6

Año

08/09

5 61 54 Fuente: PSNI (http://www.psni.police.uk).

Sin embargo, aunque la violencia “terrorista o vertical” se ha minimizado desde los alto el fuego de las organizaciones paramilitares, la violencia “horizontal o sectaria” entre católicos y protestantes se ha incrementado, al igual que los incidentes racistas hacia otras minorías, como la china, la india y la paquistaní. Por ejemplo, entre enero de 1997 y diciembre de 2001, se produjo un incremento del 444% en las denuncias de incidentes racistas en Irlanda del Norte, ostentando el récord en el Reino Unido. Estas cifras convirtieron a Belfast, según los medios de comunicación, en la “capital del odio racista de Europa”. Tabla 11: Incidentes racistas registrados por la policía (2002-2009). Año

2002 2003 2004 2005

2006

Nº de ataques 226 453 813 936 1.047 registrados Fuente: PSNI (http://www.psni.police.uk).

2007 2008

2009

976

1.038

990

70

Nuria Arbizu

Estas cifras sugieren que hay más prejuicio racial en el Ulster desde la consecución de la paz. No obstante, también se observan los dividendos de la paz: se ha producido un importante crecimiento de la economía y de las inversiones extranjeras, el desempleo se ha reducido entre la población activa y se ha atenuado entre ambas comunidades, el turismo crece, las ciudades se han transformado, la vida cultural comienza a vibrar... En definitiva, ha mejorado sustancialmente la calidad de vida de los ciudadanos, aunque todavía existen importantes deficiencias. Gráfico 3: Evolución del desempleo entre católicos y protestantes (1990-2009). 20

%

15 10 5 0 1991

1993

1995

1997

1999

Protestantes

2001

2003

2005

2007

2009

Católicos

Fuente: OFMDFM (http://www.ofmdfmni.gov.uk).

Durante la década de los noventa, el proceso de paz impulsó la modernización de la imagen internacional de Irlanda del Norte y la regeneración de Belfast, una ciudad de fuerte carácter industrial pero en declive. Se emprendió la construcción de importantes equipamientos con el objetivo de regenerar determinadas áreas degradadas. Por ejemplo, en el centro de la ciudad y el Titanic Quarter –los astilleros donde en 1912

Irlanda del Norte: historia de un conflicto

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se construyó el majestuoso buque- se levantaron dos colosales edificios: el Waterfront Hall (un auditorio de música y centro de congresos) y el Oddysey (un complejo de ocio multidimensional, inaugurado en 2000 para celebrar el cambio de milenio). En 2008 se finalizaron las obras de un imponente centro comercial en Victoria Square que está convirtiendo el centro de la ciudad –que hasta principios de los años 90 era un espacio inanimado e inaccesible por las noches- en un templo del consumismo global. Y por último, se autorizó la construcción del Titanic Signature Project, una atracción turística que narrará la historia del Titanic a partir de 2012 –el año de su centenario-, y que aspira a convertirse en el icono de la Irlanda del Norte del siglo XXI. Todos estos proyectos pretenden, en definitiva, borrar las huellas del conflicto en la ciudad y su pasado industrial, y redefinir la identidad de Belfast como una vibrante ciudad cultural, disociada de la imagen de violencia y terrorismo. Por último, la percepción social hacia la relación entre comunidades también ha mejorado desde principios de los años noventa. En los años iniciales de esta década, la actitud social hacia la relación entre católicos y protestantes se encontraba en un extremo negativo (de modo particular, entre aquellas personas que no se identificaban con ninguna comunidad). A mediados de la década –coincidiendo con las treguas de las organizaciones terroristas-, la percepción se corrige notablemente, en particular entre la comunidad católica; pero desde 1998 decae y alcanza niveles críticos en 2002, año en el que la inestabilidad política cancela la autonomía de Irlanda del Norte. No obstante, parece que en los últimos años, con la restauración de las instituciones autonómicas y la formación de un ejecutivo entre el DUP y el Sinn Féin, la confianza hacia la relación entre ambas comunidades se ha recuperado, estabilizándose en torno al 60% entre católicos y al 55% entre protestantes. Con respecto a la percepción de futuro, se repite la oscilación en la tendencia social y en la diferencia entre el optimismo católico de 1995 como consecuencia del alto el fuego del IRA y el desencanto protestante de 2002 tras la suspensión de la autonomía que, sin embargo, parece haberse rectificado tímidamente en los últimos años.

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Nuria Arbizu

Gráfico 4: ¿La relación entre católicos y protestantes es mejor que hace cinco años? 80 70 60

%

50 40 30 20 10 0 1989

1991

1993

1995

1998

Católicos

2000

2002

2004

2006

2008

Protestantes

Fuente: NILTS (http://www.ark.ac.uk/nilt/).

Gráfico 5: ¿La relación entre católicos y protestantes mejorará en los próximos cinco años? 90 80 70 60

%

50 40 30 20 10 0 1989

1991

1993

1995

1998

Católicos

2000

2002

Protestantes

Fuente: NILTS (http://www.ark.ac.uk/nilt/).

2004

2006

2008

CONCLUSIONES El conflicto norirlandés ha sufrido una clara evolución desde una contienda británico-irlandesa sobre la independencia de la isla, hacia un problema constitucional y de convivencia entre católicos y protestantes. El problema central del conflicto se basa en una cuestión de estatus político: ¿debe permanecer el Norte de Irlanda como parte del Reino Unido? o ¿pasar a formar parte de la República del Irlanda? Esta puede considerarse como la cuestión principal del conflicto en su dimensión actual, aunque el Acuerdo de Belfast la haya resuelto de forma temporal. Pero el conflicto político también ha desarrollado otros “conflictos” sociales derivados, por ejemplo, de la continuidad de una política de discriminación social y económica hacia la población católica. También ha existido y subsiste en menor medida un problema de violencia paramilitar y sectaria entre las dos comunidades que continúa teniendo evidentes efectos negativos en la cohesión social de la región. Y existe, por último, un intenso “choques de identidades” en términos de religión y cultura entre las dos comunidades principales, lo que parece acentuar las diferencias políticas e ideológicas. Y aunque la religión en sí no es un elemento central del conflicto es en su dimensión cultural como reflejo de la interrelación con la esfera política la que le otorga una relevancia especial. Desde su construcción en 1920 como unidad política diferenciada Irlanda del Norte ha estado dividida entre dos comunidades diferenciadas. La dominación política unionista, la desigualdad social y económica de los católicos en lo referente a recursos, empleo y vivienda, la exclusión de la cultura irlandesa en la esfera política, el perenne sentimiento de “minoría” de los protestantes ante la “amenaza nacionalista”... Todo ello detonó en un conflicto violento entre católicos y protestantes que, finalmente, se transformó también en un choque de carácter nacionalista y étnico, en torno a dos identidades culturales rivales, al control del territorio y su estatus constitucional. La población protestante ha percibido y percibe el conflicto en términos de seguridad y defensa de la Unión ante la amenaza nacionalista de una Irlanda unida; mientras que la comunidad católica denunció las prácticas de corrupción y discriminación llevadas a cabo por los su-

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Nuria Arbizu

cesivos gobiernos unionistas contra los católicos durante los años del estado orangista y de la Autoridad Directa, y reivindica el derecho de autodeterminación y el reconocimiento de la unidad de la isla de Irlanda. En definitiva, el conflicto norirlandés es mucho más que una disputa entre católicos y protestantes: es la consecuencia de un antagonismo enraizado en dos identidades nacionales contrarias, entre unionistas y nacionalistas, que concierne a la legitimidad del estado y sus fronteras, en el que se entremezclan choques de intereses y percepciones, alusiones históricas, problemas de desigualdad y discriminación, y un importe componente violento... Por ello, en Irlanda del Norte no hay sólo un conflicto sino un mosaico de conflictos. Todas estas diferencias políticas, sociales, económicas, religiosas y culturales han hecho que la relación y los contactos cotidianos entre la gente de Irlanda del Norte sean particularmente complejos. El final del conflicto violento –o, mejor dicho, la reducción de los niveles de la violencia terrorista- ha normalizado, innegablemente, la vida cotidiana en el Ulster; pero no ha suavizado el antagonismo entre las comunidades, pues el conflicto es una manifestación más compleja que la mera violencia. La sociedad norirlandesa continúa profundamente fracturada a pesar los muchos pasos históricos alcanzados. Sin embargo, poco a poco todos los norirlandeses están construyendo el camino hacia una paz duradera.

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