Historia del deporte obrero en España : de los orígenes al final de la Guerra Ccivil 9788413110868, 8413110866

Francisco de Luis Martín es Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Salamanca. Ha cultivado diferente

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Historia del deporte obrero en España : de los orígenes al final de la Guerra Ccivil
 9788413110868, 8413110866

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HISTORIA DEL DEPORTE OBRERO EN ESPAÑA (DE LOS ORÍGENES AL FINAL DE LA GUERRA CIVIL)



FRANCISCO

DE

LUIS MARTÍN



HISTORIA DEL DEPORTE OBRERO EN ESPAÑA (DE LOS ORÍGENES AL FINAL DE LA GUERRA CIVIL)

Biblioteca de Pensamiento y Sociedad 113 © Ediciones Universidad de Salamanca y Francisco de Luis Martín Diseño de cubierta: José Ignacio Izquierdo Misiego 1ª edición: mayo 2019 ISBN: 978-84-1311-086-8 / DL: S. 255-2019 ISBN: 978-84-1311-087-5 (PDF) ISBN: 978-84-1311-088-2 (ePub) ISBN: 978-84-1311-089-9 (Mobipocket) Ediciones Universidad de Salamanca http://www.eusal.es [email protected] Impreso en España-Printed in Spain Maquetación: Intergraf Impresión y encuadernación: Nueva Graficesa Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro Puede reproducirse ni transmitirse Sin permiso escrito de Ediciones Universidad de Salamanca Ediciones Universidad de Salamanca es miembro de Unión de Editoriales Universitarias Españolas www.une.es ƅ CEP LUIS MARTÍN, Francisco de, 1957-, autor Historia del deporte obrero en España : (de los orígenes al final de la Guerra Civil) / Francisco de Luis Martín. — 1a. ed. — Salamanca : Ediciones Universidad de Salamanca, 2019 372 p. — (Biblioteca de Pensamiento y Sociedad ; 113) 1. Deportes-Aspecto social-España-Historia-1900-1945. 2. Trabajadores-España-RecreoHistoria-1900-1945. 796/799:308-058.14(460)”1900/1945”

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN .....................................................................................................

9

1. La historiografía del deporte obrero en España ..................................

9

2. Algunas precisiones conceptuales ........................................................

20

3. Estructura, contenidos y fuentes ...........................................................

21

EDUCACIÓN FÍSICA EN EL SOCIALISMO ..............................................................

27

1. La influencia de la institución libre de enseñanza ..............................

27

2. El ejercicio físico en las escuelas socialistas ........................................

40

3. El excursionismo infantil: el grupo salud y cultura ...........................

47

4. Las colonias escolares de vacaciones ...................................................

51

LA

JUAN ALMELA MELIÁ

EL

Y LOS INICIOS DEL DEPORTE PROLETARIO .............................

63

1. Almela Meliá, un pionero del deporte obrero.....................................

63

2. Las primeras agrupaciones deportivas socialistas ...............................

77

DEPORTE SOCIALISTA DURANTE LOS AÑOS VEINTE ............................................

85

1. La socialización del deporte y su reflejo en la prensa socialista.......

85

2. La recepción del internacionalismo deportivo obrero en España ....

101

3. El deporte como arma «política» de las juventudes socialistas ..........

114

4. Las sociedades deportivas socialistas: el ejemplo de natura ............

126

5. La lenta marcha de

141

SALUD Y CULTURA ......................................................

8 LA

ÍNDICE

SEGUNDA REPÚBLICA Y LA EXPANSIÓN DEL DEPORTE OBRERO ..........................

147

1. Los referentes internacionales y el nuevo papel de la FJSE ..............

147

2. La red de grupos deportivos socialistas ...............................................

160

3. El despegue de salud y cultura .............................................................

177

4. Por una federación de pioneros socialistas .........................................

191

5. El anarquismo y el comunismo ante el deporte obrero ....................

201

FEDERACIÓN CULTURAL DEPORTIVA OBRERA .....................................................

213

1. Constitución y primeros pasos de la federación deportiva obrera (marzo de 1931 a septiembre de 1932) ...................................................

213

2. División en el movimiento deportivo obrero (septiembre de 1932 a mayo de 1933) ..........................................................................................

224

3. Por la unidad del deporte obrero. Los comunistas se hacen con el control de la FCDO (mayo de 1933 a enero de 1936) ..........................

234

4. La FCDO en el periodo del frente popular (febrero a julio de 1936)

248

5. Las organizaciones deportivas obreras ante las olimpiadas de Berlín y Barcelona ........................................................................................

260

ORGANIZACIONES OBRERAS Y EL DEPORTE EN LA GUERRA CIVIL .....................

271

1. La política de incautaciones ..................................................................

272

2. Los batallones deportivos ......................................................................

280

3. El ámbito internacional: la olimpiada de amberes .............................

292

4. La actividad deportiva en los frentes y en la retaguardia ..................

302

5. Salud y cultura en la encrucijada de la guerra ....................................

332

6. La FCDO y su gestión del deporte durante el conflicto ....................

338

CONCLUSIONES ......................................................................................................

353

BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................

363

LA

LAS

INTRODUCCIÓN 1. LA

HISTORIOGRAFÍA DEL DEPORTE OBRERO EN

ESPAÑA

S

I LA HISTORIOGRAFÍA DEL DEPORTE EN ESPAÑA, aún estando lejos de los avances registrados en otros países europeos, ha alcanzado cotas de atención y rigor académicos a partir de los años noventa del siglo pasado, gracias, sobre todo, a una amplia gavilla de investigadores que han conseguido demostrar, mediante el utillaje teórico y metodológico adecuados, que el deporte, lejos de ser un factor secundario o trivial, resulta fundamental para conocer la historia contemporánea de nuestro país en sus más variados aspectos –sociales, políticos, culturales, económicos…–, el deporte obrero ha concitado una menor atención de los estudiosos, si bien cabe advertir también un paulatino «crescendo» en el número de trabajos que sobre todo desde la última década de ese siglo han tratado de analizarlo desde diferentes perspectivas y con resultados alentadores, aunque todavía distantes, como ocurre con el deporte en general, en relación con lo conseguido por otras historiografías europeas1. Los primeros historiadores que se ocuparon de este asunto fueron los pioneros en el estudio del anarquismo en España. A mediados de la década de los setenta del siglo veinte y desde los ámbitos de la historia de la educación y de la sociabilidad popular en Cataluña, Pere Solà se hacía eco por primera vez de la práctica del excursionismo en un buen número de centros obreros que mantenían lazos de afinidad con el movimiento libertario, así como de las excursiones realizadas en la Escuela Moderna de Ferrer y Guardia y en el conjunto de las

1. Según André Gounot, los estudios se multiplicaron a partir de la aparición en 1994 del libro de Pierre ARNAUD: Les origines du sport ouvrier en Europe (París, L’Harmattan, 1994). Una relación, si no exhaustiva, bastante completa de autores y obras que conforman lo más granado de la historiografía europea sobre el deporte obrero puede verse en GOUNOT, André: Les mouvements sportifs ouvriers en Europe (1893-1939). Dimensions transnacionales et déclinaisons locales, Strasbourg, Presses universitaires de Stasbourg, 2016, pp. 215-223.

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escuelas racionalistas repartidas por la región catalana. Por las mismas fechas, Álvarez Junco analizaba la ideología política del anarquismo y ponía de relieve el estrecho contacto del movimiento libertario con las ideas naturistas y el ritual festivo y propagandístico que constituían las excursiones dominicales. Antes de finalizar el siglo, otros autores, como Pere Gabriel o Dolors Marín, abundarían también en el excursionismo y las giras campestres como uno de los elementos esenciales de la cultura anarquista y la actividad desplegada por sus grupos2. En 1990, Carles Santacana y Xavier Pujadas publicaban un trabajo sobre la Olimpiada Popular de Barcelona. En uno de sus capítulos, abordaban de forma muy sintética algunas cuestiones relativas al deporte obrero en Europa, como su división a nivel internacional en dos organizaciones enfrentadas, las consecuencias del giro frentepopulista en las organizaciones deportivas francesas o las olimpiadas obreras que se celebraron a lo largo de los años veinte y treinta3. En otros apartados trataron de aclarar el papel que el comunismo español y sus plataformas deportivas desempeñaron en el nacimiento, promoción y desarrollo de la Olimpiada de Barcelona, señalando, aunque sin profundizar en este aspecto, cómo el socialismo a través de su portavoz oficial, El Socialista, apoyó esta iniciativa4. En un artículo posterior, estos mismos autores reconocían que, aunque con la llegada de la Segunda República y el avance de la popularización del deporte en Cataluña los partidos y centros obreros impulsaron secciones deportivas, «sería erróneo hablar de deporte obrero organizado en el sentido de una red federativa desarrollada y conectada con las dos organizaciones internacionales del deporte proletario (socialista y comunista) existentes en aquel momento». La explicación radicaría en «la escasa implantación del socialismo en

2. SOLÀ, Pere: Las escuelas racionalistas en Cataluña (1900-1939), Barcelona, Tusquets, 1976; del mismo autor: Els ateneus obrers i la cultura popular a Catalunya (1900-1939). L’Ateneu Enciclopèdic Popular, Barcelona, La Magrana, 1978; Educació i moviment llibertari a Catalunya (1901-1939), Barcelona, Edicions 62, 1980 y «Educació popular i comunismo llibertari al medi urbà, anys trenta: una mostra d’ateneus de l’àrea barcelonina», en L’educació al món urbà. Actes de les IX Jornades d’Història de l’educació als Països Catalans, Barcelona, Universitat de Barcelona-Diputació de Barcelona, 1987, pp. 405-423; ÁLVAREZ JUNCO, José: La ideología política del anarquismo español (1868-1910), Madrid, Siglo XXI, 1976; GABRIEL, Pere: «Sociabilitat de les classes treballadores a la Barcelona d’entrreguerres, 1918-1936», en OYÓN, José Luis (ed.): Vida obrera en la Barcelona de entreguerras, 1918-1936, Barcelona, Centre de Cultura Contemporània, 1998, pp. 99-126; MARIN, Dolors: De la llibertat per conèixer al coneixement de la llibertat. L’adquisició de cultura en la tradició llibertària catalana durant la dictadura de Primo de Rivera i la Segona República espanyola, Tesis Doctoral,Barcelona, Universidad de Barcelona, 1996. 3. En su análisis, los autores se apoyaban en algunas de las obras que pueden considerarse pioneras en la investigación sobre el deporte obrero. En concreto, citaban las siguientes: EHRENBERG, Alain: «Notes sur le sport rouge (1910-1936)», Recherches, núm. 43, abril de 1980, pp. 75-82; RIORDAN, James: «The worker’s olympics», en TOMLINSON, Alan y WHANNEL, Garry (eds.): Five-ring circus. Money, power and politics at the Olympic games, Londres, Pluto Press, 1984, pp. 98-112; ARNAUD, Pierre y CAMY, Jean (eds.): La naissance du mouvement associatif en France. Sociabilités et formes de practiques sportives, Lyon, Presses universitaires de Lyon, 1986 y MURRAY, William J.: «The french worker’s sport mouvement and the victory of the Popular Front in 1936», The international journal of the history of sport, vol. IV, núm. 2, septiembre de 1987, pp. 203-230. 4. PUJADAS, Xavier y SANTACANA, Carles: L’altra olimpiada. Barcelona’36. Esport, societat i politica a Catalunya (1900-1936), Barcelona, Llibres de l’Index, 1990, pp. 79-91, 121-145, 161-166 y 173-175.

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Cataluña y el poco interés de los cuadros dirigentes anarcosindicalistas hacia el deporte organizado»5. Un año después, en un trabajo que era resultado de nuestra tesis doctoral, el autor de estas páginas llevaba a cabo una primera y general aproximación al deporte promovido por el socialismo español, analizando sus planteamientos teóricos, las críticas al deporte profesional y mercantilizado y los proyectos e iniciativas deportivas puestas en pie por sus organizaciones y que tenían por destinatarios a niños y jóvenes trabajadores de ambos sexos6. A comienzos del presente siglo, Luis Enrique Otero Carvajal, en un interesante artículo dedicado al proceso de extensión y popularización del deporte en España durante el primer tercio del siglo XX, hacía referencia a las propuestas socialistas y comunistas para el desarrollo de una práctica deportiva netamente obrera7. En relación con el socialismo, el autor aborda diferentes aspectos, como su concepción del deporte, la información deportiva, tanto a nivel profesional, como del deporte más modesto, recogida en su prensa, algunas iniciativas desplegadas por entidades como Salud y Cultura o la Agrupación Deportiva Natura, la incorporación de la mujer al deporte o el apoyo socialista a la Olimpiada de Barcelona. Estudia también cómo el PCE, ante la desatención de los anarquistas y el carácter menos ideológico y político con que los socialistas lo contemplaron, encontró en el deporte un campo abierto para su expansión como organización. La exaltación del deporte soviético, las notas características del tratamiento deportivo por parte de la prensa comunista, la conquista del deporte popular a través de la FCDO o el papel de los comunistas en la Olimpiada de Barcelona, son otras tantas cuestiones que Otero Carvajal plantea, bien que de manera breve, en este artículo. Un aspecto de su estudio que nos parece muy relevante, es haber llamado la atención sobre la importancia del deporte de extracción popular en la segunda mitad de los años veinte y sobre todo en los treinta, cuyos clubes y sociedades, ligados al mundo empresarial, al comercio, a bares, peñas y cafeterías o a los barrios de las ciudades, no estaban adscritos a partido o asociación obrera alguna. Esta red de equipos y asociaciones, extendida por toda la geografía nacional y con especial y mayoritaria afición a la práctica del fútbol, configuraría lo que podríamos denominar deporte «de los obreros» para distinguirlo así del «deporte obrero y/o militante». Y aunque Otero Carvajal, tras reconocer que eran

5. PUJADAS, Xavier y SANTACANA, Carles: «Del barrio al estadio. Aspectos de la sociabilidad deportiva en Catalunya en la década de los años treinta», Historia y Fuente Oral, núm. 7, 1992, pp. 31-45. Aunque su análisis se circunscribe a Cataluña, al comparar solo el deporte obrero en esa región con el de la Francia del Frente Popular, el resultado no permite obtener una visión de la situación real del asociacionismo deportivo obrero español en esa época. Al contrario de lo que los autores afirman, las dos internacionales deportivas obreras no se fusionaron en 1934. Hubo, si, contactos y aproximaciones entre ambas a partir del giro táctico promovido por la política de frentes populares e incluso colaboración mutua en algunas manifestaciones deportivas, pero la unidad no llegó a producirse nunca. 6. LUIS MARTÍN, Francisco de: La cultura socialista en España, 1923-1930, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca-CSIC, 1993, pp. 51-56 y 221-229. Con la información disponible entonces, el autor daba cuenta, con alguna imprecisión en las fechas, de la constitución de la que sería la más importante plataforma deportiva obrera, la Federación Cultural Deportiva Obrera (FCDO). 7. OTERO CARVAJAL, Luis Enrique: «Ocio y deporte en el nacimiento de la sociedad de masas. La socialización del deporte como práctica y espectáculo en la España del siglo XX», Cuadernos de Historia Contemporánea, vol. 25, 2003, pp. 169-198.

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clubes «más inestables y menos organizados» y centrándose en el caso de Madrid, afirma que no pocos de ellos fueron alentados y promovidos por los socialistas, es un tema que apenas está estudiado y que exige una investigación a fondo para tratar de confirmar esa tesis y para conocer el alcance y las características del asociacionismo deportivo popular en España en esa época8. En dos libros complementarios, Francisco Javier Navarro efectuaba un riguroso estudio de las prácticas culturales de los grupos anarquistas en Valencia durante la Segunda República y la Guerra Civil. En él se ocupaba del deporte libertario, llegando a conclusiones que pueden extrapolarse al conjunto de España. La principal de todas ellas es que, aunque se constituyeron secciones y grupos de cultura física, la práctica del deporte –sobre todo de equipo– no tuvo un peso importante en el marco de la cultura libertaria. Diversas consideraciones sobre los espectáculos de multitudes, hicieron que, en la práctica, el movimiento libertario careciera de una estrategia política y organizativa en cuestiones relacionadas con el deporte. Una realidad que solo se modificaría parcialmente comenzada ya la guerra y por razones ligadas a la propaganda política y la necesidad de atraer a unas juventudes que habían sido controladas y movilizadas por las organizaciones marxistas. Navarro señala que fue el excursionismo y las giras campestres las principales actividades desarrolladas por los anarquistas, constituyendo rituales festivos y «escuelas de militantes» en las que lo principal era la confraternización, socialización y educación de los participantes en el ideario ácrata. Con esa finalidad y especialmente en el periodo de la República, muchos ateneos, sindicatos, grupos de afinidad, agrupaciones de las Juventudes Libertarias y sociedades esperantistas pusieron en marcha sus propias secciones excursionistas. Navarro indica también que, aficionados como eran al deporte, un número nada desdeñable de jóvenes anarquistas lo practicaron en centros y asociaciones populares no específicamente anarquistas9. Al igual que este autor, otros estudiosos, como Josep María Roselló, Ferran Aisa o Dolors Marin, han destacado la centralidad del excursionismo y del naturismo en la cultura libertaria10. André Gounot, uno de los mayores especialistas en el estudio de los movimientos deportivos obreros en Europa, ha dedicado en varios de sus trabajos 8. Llama la atención que de la amplia nómina de los que el autor menciona en su artículo, solo unos pocos residieran en la Casa del Pueblo de Madrid. La gran mayoría fijó su sede social en bares, en cafeterías o en el domicilio de los negocios y empresas que promovieron su constitución y les proveían de equipamiento deportivo y terrenos de juego, tratando así de identificar al obrero con su lugar de trabajo. 9. NAVARRO NAVARRO, Francisco Javier: Ateneos y Grupos Ácratas. Vida y actividad cultural de las asociaciones anarquistas valencianas durante la Segunda República y la Guerra Civil, Valencia, Generalitat Valenciana, 2002 y A la revolución por la cultura. Prácticas culturales y sociabilidad libertarias en el País Valenciano (1931-1939), Valencia, Universitat de València, 2004. 10. Aunque el naturismo, como pensamiento o filosofía que defendía la vuelta a la naturaleza, tuvo diferentes manifestaciones y fue asumido por distintas corrientes culturales y practicado por personas o grupos de ideologías muy variadas, adquirió una especial relevancia en el anarquismo, lo que permite explicar el arraigo discursivo y en la práctica de las actividades relacionadas con el descubrimiento de la naturaleza. Vid. ROSELLÓ, Josep María: La vuelta a la naturaleza. El pensamiento naturista hispano (1890-2000): naturismo libertario, trofología, vegetarismo naturista, vegetarismo social y librecultura, Barcelona, Virus Editorial, 2003; AISA, Ferran: La cultura anarquista a Catalunya, Barcelona, Edicions de 1984, 2006 y MARIN, Dolors: Anarquistas: un siglo de movimiento libertario en España, Barcelona, Ariel, 2010.

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una atención particular al papel del comunismo español en relación al deporte obrero y popular en el contexto de la Segunda República. Y aunque el socialismo no es objeto de particular atención por su parte, ello no le impide calificar su actitud ante las actividades deportivas como pasiva y falta de interés, lo que habría propiciado el liderazgo comunista en este terreno. Con el auxilio de los archivos soviéticos y de la Internacional Deportiva Roja (ISR), Gounot traza sintéticamente el nacimiento y la evolución de la FCDO, destacando los momentos clave del dominio comunista sobre la misma. Aborda también el cambio de táctica impuesto por la Internacional Comunista a partir de 1934 y sus consecuencias en el ámbito del deporte obrero español. Estudia igualmente las relaciones entre el Comité Català pro Esport Popular (CCEP) y la FCDO en la organización de diferentes festivales deportivos así como el papel de la ISR en la organización de la Olimpiada Popular de Barcelona, punto culminante, según él, de su política en favor de un «frente deportivo antifascista»11. Rubén Pallol Trigueros es el autor de un artículo dedicado a analizar el discurso y la estrategia deportiva comunista en la Segunda República como vía para su expansión organizativa e ideológica. Pallol reconoce que desde su fundación y hasta prácticamente 1934, el deporte debió parecer una actividad superflua a los miembros del PCE, siendo muy escasa su actividad en el fomento del deporte popular. Y aunque algunos afiliados a las Juventudes Comunistas comenzaron a mostrar interés por las cuestiones deportivas con anterioridad, sería en ese año y especialmente desde octubre cuando el Partido Comunista, siguiendo las directrices de la ISR, mostraría una constante preocupación por el deporte, tanto en su práctica popular como en sus manifestaciones como espectáculo de masas. La situación política, sin embargo, como reconoce Pallol, impediría la realización de grandes actos de propaganda con el deporte como atractivo central, lo cual no impidió que jóvenes comunistas se hicieran con el control de la FCDO. Sería tras la victoria del Frente Popular, cuando el comunismo, presentándose como adalid del deporte popular, conseguiría sus mayores éxitos. Entre ellos, destacarían su campaña de boicot a la Olimpiada de Berlín y el apoyo que prestó a la Olimpiada de Barcelona12. Con motivo del centenario de la Casa del Pueblo de Madrid se llevó a cabo una exposición y la publicación de un libro-catálogo. En este, Juan Antonio Simón Sanjurjo publicó un breve trabajo de divulgación sobre el deporte en esa entidad, reiterando la nueva apuesta del socialismo por la actividad física a partir de los años veinte como instrumento de captación de jóvenes trabajadores y mecanismo de proselitismo político. Al mismo tiempo, planteaba el impulso acometido con la llegada de la Segunda República, lo que supuso un aumento

11. Vid. GOUNOT, André: «El proyecto de la Olimpiada Popular de Barcelona (1936), entre comunismo internacional y republicanismo regional», Cultura, Ciencia y Deporte, núm. 3, vol. 1, 2005, pp. 115-123; del mismo autor: Les mouvements sportifs ouvriers en Europe (1893-1939)…, Opus. cit., pp. 180-194. 12. PALLOL TRIGUEROS, Rubén: «Los sóviets deportivos. El surgimiento de un partido en la sociedad de masas: el PCE, el asociacionismo deportivo y las nuevas formas de ocio de la clase trabajadora en la España de la II República», en BUENO, Manuel, GARCÍA, Carmen e HINOJOSA, José (Coords.): Historia del PCE. I Congreso, 1920-1977, Madrid, Fundación de Investigaciones Marxistas, 2007, pp. 475-490.

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de las agrupaciones deportivas de la Casa del Pueblo madrileña, el nacimiento y primeros pasos de la FCDO y los acontecimientos que marcaron la agenda deportiva del socialismo en la última etapa de aquel régimen13. De mayor enjundia es una segunda publicación, que si bien tiene como objeto principal de análisis el comportamiento de las entidades deportivas obreras ante la Olimpiada de Barcelona, ello no le impide referirse a los comienzos del deporte proletario14, a la evolución de la FCDO y al proyecto comunista de hacerse con su control, desplazando a los socialistas de su dirección. El autor deja claro que el clima de enfrentamiento entre las dos fuerzas políticas obreras se trocó en colaboración a partir de 1934 con el propósito de crear un verdadero «frente popular del deporte» y apunta algunos cambios en los planteamientos que se pueden apreciar en la prensa y las entidades socialistas, como una mayor exigencia a los poderes públicos en materia deportiva tras las elecciones de febrero del 36 o la fascinación por los éxitos de la política deportiva de la Unión Soviética, aspectos que compartían igualmente los rotativos y las organizaciones comunistas. La Olimpiada Popular de Barcelona y la unión del deporte obrero frente al fascismo son otras cuestiones que se tratan en este trabajo15. Tanto esta publicación como la anterior fueron resultado de su tesis doctoral sobre el fútbol y la modernización en la sociedad española en el primer tercio del siglo XX. En su capítulo 8, titulado «El deporte como arma política», dedica un apartado a estudiar la relación del socialismo con el deporte. Se presenta aquí de nuevo una clara divisoria cronológica, entre un periodo «de absoluto olvido», que finalizaría al comienzo de los años veinte, y una etapa en la que el socialismo descubre por fin el deporte y sus potencialidades como instrumento de mejora de la salud de los trabajadores y mecanismo de adoctrinamiento. Es ésta una divisoria que, en nuestra opinión, requiere de algún matiz mediante un análisis más detallado del primer periodo y de las realizaciones que los socialistas llevaron a cabo tanto en el ámbito del deporte organizado como en el más amplio y apenas conocido de la educación y la actividad física de sus militantes. Simón Segura centra su atención fundamentalmente en la etapa que comienza con la llegada de la República, estudiando básicamente tres grandes cuestiones: el nuevo debate interno que tiene lugar con motivo del nacimiento de la Federación Deportiva Obrera (FDO), los planteamientos de las Juventudes Socialistas sobre el «deporte proletario» a partir de su radicalización y el papel del socialismo en relación al deporte popular y sus estructuras unitarias desde enero de 1936 hasta el inicio de la guerra civil. En otro apartado analiza el movimiento deportivo comunista desde los años veinte hasta el final de la República, destacando el protagonismo en ese terreno de las organizaciones juveniles

13. SIMÓN SEGURA, Juan Antonio: «La promoción de la actividad deportiva en la Casa del Pueblo», en MORAL SANDOVAL, Enrique (coord.): Centenario de la Casa del Pueblo de Madrid. 1908-2008, Madrid, UGT Madrid-Fundación Progreso y Cultura, 2008, pp. 211-216. 14. Simón Segura, como hiciera Otero Carvajal, vuelve a situar el comienzo del deporte socialista en los años veinte «con la única excepción de Salud y Cultura», lo que no es del todo exacto, como tendremos oportunidad de demostrar en otro apartado. 15. SIMÓN SEGURA, Juan Antonio: «Deporte como bandera roja: el movimiento deportivo obrero y la Olimpiada Popular de Barcelona en la España del Frente Popular», en GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo y NAVARRO COMAS, Rocío (eds.): La España del Frente Popular. Política, sociedad y cultura en la España de 1936, Granada, Comares, 2011, pp. 307-324.

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comunistas (la UJC), las cuales entendieron, antes que el PCE, la verdadera importancia del deporte como herramienta de atracción política. Por eso, tal como estudia Simón Segura, desarrollarían rápidamente y con acierto una estrategia para desbancar a los socialistas de los puestos de dirección de la FCDO y sus secciones regionales. La prensa militante y su papel tanto en la propagación del ideario deportivo comunista como en la exaltación del deporte soviético es otro de los aspectos abordados por el autor. Finalmente, se ocupa de los cambios en el discurso deportivo comunista a partir del giro táctico frentepopulista y de su materialización práctica ante las olimpiadas de Berlín y Barcelona. En un tercer apartado, estudia la concepción del deporte y la actividad física en el anarquismo español. Siguiendo planteamientos expuestos por Navarro Navarro y otros autores, recalca la escasa atención prestada al deporte por los grupos libertarios y su inclinación por un tipo de actividad física, como el excursionismo o la gimnasia, más individualista o en grupos reducidos y alejada de las manifestaciones de masas. Simón Segura recalca también que los deportes que tenían un componente violento, como el tiro, la lucha o el boxeo fueron especialmente desacreditados desde las diferentes tribunas anarquistas16. En un trabajo que analiza una temática semejante a la de la tesis doctoral a la que acabamos de referirnos, Ángel Bahamonde resume en unas pocas páginas las posturas de socialistas y comunistas ante el deporte. Dos cuestiones, sin embargo, apenas esbozadas aquí y ya planteadas también de forma sumaria por Simón Segura, nos gustaría destacar porque merecerán un tratamiento algo más extenso en este libro: por un lado, el aprovechamiento de la Casa de Campo desde su municipalización en abril de 1931 por parte de las sociedades socialistas para la realización de actividades deportivas y, por otro, la incorporación, tímida y limitada, pero creciente, de las mujeres a la actividad física en el marco de las entidades obreras17. En la misma obra colectiva en la que se incluye el trabajo del profesor Bahamonde, Xavier Pujadas analiza la democratización del deporte en la II República, dedicando alguna atención al movimiento obrero y centrándose sobre todo, una vez más, en el protagonismo de la FCDO ante la Olimpiada de Barcelona y en las razones de su escasa implantación en Cataluña. Con todo, dos aspectos hasta cierto punto novedosos, aunque sólo esbozados y en los que profundizaremos también más adelante, nos parecen destacables en este estudio: por un lado, la idea de que además del deporte organizado, la educación y la actividad física, cuestiones más ligadas, como enseguida aclararemos, al mundo de la educación y la escuela, también estuvieron presentes entre los socialistas18; por otro, la pla-

16. SIMÓN SEGURA, Juan Antonio: «La marea del deporte»: fútbol y modernización en los orígenes de la sociedad de masas en España, 1900-1936. Tesis Doctoral. Departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte. Universidad Carlos III de Madrid, Getafe, enero de 2011, pp. 671-735. 17. BAHAMONDE MAGRO, Ángel: «La escalada del deporte en España en los orígenes de la sociedad de masas, 1900-1936», en PUJADAS, Xavier (coord.): Atletas y ciudadanos. Historia social del deporte en España (1870-2010), Madrid, Alianza, 2011, pp. 89-123 18. Pujadas menciona cómo en el programa de la Asociación General de Maestros, antecedente de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), sindicato adscrito a la UGT, se planteaba ya, con anterioridad a la llegada de la República, la creación de campos de juego en todas las escuelas públicas.

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nificación de campañas que buscaban extender el deporte en el mundo rural, bastante desatendido hasta entonces, aunque contaba, como exponemos en el capítulo tercero de este libro, con algún precedente en el ámbito de algunas casas del pueblo socialistas19. Bajo un prisma muy diferente, el de los procesos de nacionalización y la construcción de identidades nacionales, Aurelio Martí Bataller ha llevado a cabo recientemente una aproximación al deporte en la prensa socialista durante la Segunda República. Lo que ha tratado de probar es cómo el tratamiento de este tema en las publicaciones socialistas se convirtió, mediante la construcción de una esfera deportiva nacionalizada, en un potente indicador sobre la interiorización de la identidad nacional española entre sus afiliados. La constante y prioritaria atención que en sus páginas tuvieron a lo largo del periodo republicano tanto la Liga profesional de fútbol como los partidos de la selección española, reproduciendo todo el repertorio de la retórica nacional que teñía el ámbito futbolístico y poniendo en contacto a los receptores de la prensa obrera con la nación española, habría contribuido a consolidar el nacionalismo español entre los militantes. Y lo mismo podía decirse, según Martí, de otros deportes como el ciclismo, tampoco exento de connotaciones nacionales, como, por poner un ejemplo muy significativo, cuando con motivo del tour de Francia la atención informativa preferente se dirigía a las gestas y los triunfos de los corredores españoles en general y de los madrileños y castellanos en particular. El autor se detiene brevemente también en analizar el deporte femenino desde la óptica del socialismo, para concluir que si bien no se opuso al mismo, lo hizo con muchas reservas y siempre que su práctica no perjudicara su «condición femenina»20. Las estrechas relaciones entre el deporte y las organizaciones obreras durante la guerra civil han sido objeto de varios estudios que han contribuido a arrojar luz sobre una realidad que, como la del deporte en general en esos años, precisa todavía de análisis más monográficos tanto a nivel general como local. En 1987 aparecía un trabajo pionero de Juan Antonio Mestre Sancho sobre el deporte en Valencia. Basado en fuentes hemerográficas y recurriendo casi siempre a los textos originales, el autor describe las distintas modalidades deportivas practicadas en la ciudad y analiza la educación física en la enseñanza oficial. Se ocupa también de algunas organizaciones, de la poesía deportiva y de la influencia del deporte en otros ámbitos, como la publicidad o la moda21. Pero fue desde el ámbito de la historia de la educación, como surgieron los primeros análisis aplicados al conjunto de la España republicana. En dos obras aparecidas en los años noventa del siglo pasado, Juan Manuel Fernández Soria estudiaba el deporte y la educación física desde la perspectiva de las Juventudes Socialistas Unificadas, en un caso, y de la Federación Juvenil Anarquista, en el otro. Para las JSU, según Fernández Soria, la preparación física se convirtió en 19. PUJADAS I MARTÍ, Xavier: «Del barrio al estadio. Deporte, mujeres y clases populares en la Segunda República, 1931-1936», en PUJADAS, Xavier (coord.): Atletas y ciudadanos…Opus. cit., pp. 125-167. 20. MARTÍ BATALLER, Aurelio: España socialista. El discurso nacional del PSOE durante la Segunda República, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2017, pp. 277-319. 21. MESTRE SANCHO, Juan A.: Valencia 1936-39. La cultura deportiva de un pueblo, Valencia, Ayuntamiento de Valencia, 1987.

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un elemento esencial tanto en el frente, integrado en la formación militar de los soldados, como en la retaguardia, coadyuvando al adiestramiento premilitar de niños y jóvenes. Era, además, un buen instrumento de encuadramiento de la juventud y de propaganda política que convenía controlar muy estrechamente. El autor pasa revista a las distintas iniciativas educativas y deportivas puestas en pie por la organización juvenil, como los Clubes de Educación del Soldado y los Hogares del Combatiente, en el frente, y las Escuelas «¡Alerta!», las Casas de la Juventud, los Clubes de la JSU o las Casas de la Juventud Campesina, en la retaguardia. En el segundo de sus trabajos, Fernández Soria analiza la doble actitud que se advierte en la Juventud Anarquista en relación al deporte. Una primera, que coincide con la hegemonía de las Juventudes Marxistas en el movimiento cultural y deportivo «¡Alerta!», muy crítica con toda formación física y deportiva ajena a sus postulados tradicionales, y una segunda, paralela a su mayor representatividad en la Alianza Juvenil Antifascista, donde se decantan por la educación premilitar de sus militantes y de la juventud en general. Es en esta etapa, que discurre a partir de la primavera de 1938, cuando desaparece «¡Alerta!» y nace el movimiento «Airesol», en la que las JJ.LL. tienen una mayor influencia22. Desde un enfoque algo diferente pero complementario, Francisco Javier Navarro estudia, en sus obras ya mencionadas, el deporte promovido durante la guerra por los ateneos, los grupos anarquistas y la organización «Mujeres Libres». Por su parte, Simón Segura dedica también en su tesis doctoral unas pocas páginas a estudiar el movimiento «Airesol» como aglutinante del deporte y la cultura de la juventud durante el conflicto23. En el año 2002 aparecían dos excelentes trabajos sobre la historia del Real Madrid. De uno era autor Ángel Bahamonde y el otro era fruto de un amplio elenco de investigadores bajo la dirección de Escandell Bonet y con González Calleja y Villacorta Baños como coordinadores. En ambos se trataba la trayectoria del equipo durante la guerra civil subrayando el protagonismo de la FCDO en su incautación así como la transformación de su estadio en centro deportivo y de instrucción del Batallón Deportivo, vinculado a esa Federación24. La obra más completa hasta el momento sobre el deporte durante la guerra civil es la de García Candau. En sus páginas encontramos referencias, entre otros muchos asuntos, a las incautaciones llevadas a cabo por los sindicatos y las organizaciones obreras, al protagonismo de las Juventudes Socialistas Unificadas en la promoción del deporte y la formación premilitar, la posición que en materia deportiva adoptaron entidades como la FCDO, la Casa del Pueblo de Madrid o Salud y Cultura y la creación de los Batallones «Deportivo» y «Alpino»25. Sobre

22. FERNÁNDEZ SORIA, Juan Manuel: Juventud, Ideología y Educación. El compromiso educativo de las Juventudes Socialistas Unificadas, Valencia, Universitat de Valencia, 1992 y Cultura y libertad. La educación en las Juventudes Libertarias (1936-1939), Valencia, Universitat de Valencia, 1996. 23. NAVARRO NAVARRO, Francisco Javier: Ateneos y Grupos Ácratas…, Opus. cit. y A la revolución por la cultura…, Opus. cit. SIMÓN SEGURA, Juan Antonio: «La marea del deporte»…, Opus. cit., pp. 816-821. 24. BAHAMONDE MAGRO, Ángel: El Real Madrid en la Historia de España, Madrid, Taurus, 2002 y ESCANDELL BONET, Bartolomé (dir.): Historia del Real Madrid, 1902-2002. La entidad, los socios, el madridismo, León, Ed. Everest, 2002. 25. GARCÍA CANDAU, Julián: El Deporte en la Guerra Civil, Madrid, Espasa, 2007.

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este último Batallón, un año antes de la aparición del libro de García Candau, veía la luz un magnífico estudio de Arévalo Molina donde, entre otros aspectos, analizaba el protagonismo de Salud y Cultura y de las Juventudes Socialistas en su creación26. Xavier Pujadas analizó el deporte en la retaguardia republicana como ingrediente ideológico de las organizaciones políticas y sindicales juveniles en pro de una mejor formación física para la revolución y la guerra, y como espejo de una sociedad precarizada por el conflicto. Para el autor lo interesante era poner de manifiesto los aspectos que determinaron la difícil continuidad del deporte –torneos militares, festivales benéficos…– a pesar del conflicto, sus implicaciones en el marco de las transformaciones revolucionarias –procesos de incautación, control sindical, hegemonía de la JSU, etc.–, su protagonismo en el ámbito internacional –en referencia a la Olimpiada Obrera de Amberes– y su definitiva militarización. En definitiva, se trataba de estudiar el deporte como reflejo de una sociedad en guerra27. Unos años después, Pujadas y Domínguez Almansa firmaban otro trabajo sobre el deporte y la retaguardia durante la guerra civil. Los asuntos tratados con mayor atención incidían de nuevo en la importancia que la JSU dio a la actividad deportiva desde el punto de vista de la preparación militar de los jóvenes y como instrumento de concienciación ideológica; la política de incautaciones de sociedades, clubes y empresas deportivas «burguesas» llevada a cabo por los sindicatos; y la participación de la FCDO en la III Olimpiada Obrera de Amberes, celebrada en julio de 193728. Sandra Souto Kustrín se ha ocupado de estudiar la movilización y los movimientos juveniles durante la Segunda República y la Guerra Civil. Dentro del amplio abanico de temas que aborda y por lo que a nosotros interesa, la autora da cuenta de los grupos infantiles socialistas y comunistas, su fusión durante el conflicto en la Federación Nacional de Pioneros y las actividades deportivas que promovieron. Incide también en la importancia del deporte en los diferentes organismos unitarios que se constituyeron en esos años –AJA, «Cometas», «Alerta», «Airesol»–, así como la participación en ellos de la Federación Cultural Deportiva Obrera y de Salud y Cultura. Y repara en la forma en que se llevó a cabo la educación premilitar y física de la juventud con la ayuda de monitores de la FCDO 29. El último trabajo del que tenemos conocimiento es el de Bosch Valero. Se trata de una monografía sobre el deporte valenciano durante la guerra. Basándose en fuentes hemerográficas, el autor hace una descripción de las 26. ARÉVALO MOLINA, Jacinto M.: El Batallón Alpino del Guadarrama, Madrid, Ediciones La Librería, 2006. 27. PUJADAS I MARTÍ, Xavier: «De atletas y soldados. El deporte y la Guerra Civil Española en la retaguardia republicana (1936-1939)», en CANTARERO, Luis y ÁVILA, Ricardo (Coords.): Ensayos sobre deportes. Perspectivas sociales e históricas, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2007, pp. 89-117. 28. DOMÍNGUEZ ALMANSA, Andrés y PUJADAS I MARTÍ, Xavier: «Estadios y trincheras. Deporte y retaguardia en la guerra civil, 1936-1939», en PUJADAS, Xavier (coord.): Atletas y ciudadanos… Opus. cit., pp. 169-201. Algunos de estos temas volverían a ser tratados en PUJADAS I MARTÍ, Xavier: «Le combats du sport républicain dans la guerre civile espagnole: mobilisation intérieur et reconnaisance internationale», Matériaux pour l’histoire de notre temps, núm. 106, 2012/2, pp. 20-26. 29. SOUTO KUSTRÍN, Sandra: Paso a la juventud. Movilización democrática, estalinismo y revolución en la República española, Valencia, Universitat de Valencia, 2013.

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actividades llevadas a cabo en ese tiempo en un buen número de modalidades deportivas. Señala que la pelota vasca y valenciana, las carreras de galgos, el fútbol y el boxeo, fueron las más populares. Estudia el proceso confiscador llevado a cabo por los sindicatos, los actos promovidos por las JSU y por sus plataformas –Pioneros, Alerta, Espartaco, Unión de Muchachas–, la difícil relación de las JJ.LL. con el deporte, la proliferación de festivales benéficos, el papel de la FCDO de la Región del Norte de Valencia, la participación de deportistas valencianos en la Olimpiada de Amberes y el papel del Sindicato de Espectáculos Públicos al incorporar en sus filas a los jugadores y trabajadores de los clubes deportivos30. Tras este sintético recorrido por la historiografía del deporte obrero en España –y seguramente incompleto, por lo que pedimos disculpas ante algún posible olvido involuntario–, cabe concluir que los avances han sido significativos desde que a finales del siglo pasado se iniciaron los primeros estudios dedicados de forma más o menos específica a esa temática. Se ha profundizado algo más en el debate teórico y en las características, objetivos y carencias del movimiento deportivo tanto socialista como comunista y anarquista; se ha indagado, gracias a un mayor acopio de fuentes y testimonios, en las tensiones entre socialistas y comunistas por el control del deporte obrero y de la FCDO; se conoce mejor la actitud del movimiento obrero nacional e internacional en relación con las Olimpiadas de Berlín y Barcelona y contamos con buenos análisis sobre la problemática relación de las JSU y las JJ.LL. con el deporte en el periodo de la guerra civil. Sin embargo, quedan aún muchas cuestiones por resolver, incluso en relación a las planteadas por los autores mencionados anteriormente y, sobre todo, sigue faltando un estudio profundo, sistemático y completo que contemple, por un lado, el deporte concebido, proyectado y materializado por las organizaciones obreras, y, por otro, los planteamientos en relación con la educación y la actividad física de los niños y niñas en edad escolar, así como las realizaciones prácticas llevadas a efecto tanto en los centros escolares como en las colonias impulsadas por aquellas. Nuestro objetivo ha sido precisamente intentar llevar a cabo ese estudio pendiente en nuestra historiografía. Conviene advertir, antes de dar por concluido este apartado, que la mayor parte del mismo está dedicado a analizar el deporte y la educación física en el ámbito socialista. Y ello es así por una razón muy sencilla: porque hasta 1933-1934, el único deporte proletario organizado que existió en España –con excepción del excursionismo, de tradicional arraigo en el movimiento libertario– fue el promovido por las organizaciones obreras socialistas. Sólo a partir de esas fechas, como ya indicamos, los comunistas se interesarán realmente por el deporte como arma política, algo que en el caso del anarquismo no se producirá hasta bien entrada la guerra civil.

30. BOSCH VALERO, Josep Andreu: L’esport valencià durant la Guerra Civil (1936-1939), València, Institució Alfons el Magnànim, 2017.

20 2. ALGUNAS

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PRECISIONES CONCEPTUALES

Ante un tema como el que aquí se aborda, parece necesario tratar de pergeñar algunas aclaraciones terminológicas y conceptuales para, entre otras cosas, saber de qué hablamos cuando hablamos de deporte obrero. En ese sentido, es importante subrayar de entrada que no toda la actividad física es deporte. Con frecuencia, como ocurrió en la prensa y los medios proletarios de la época, se han venido empleado –y todavía se sigue haciendo– ambos términos y también otros, como educación física o gimnasia, en sentido análogo, cuando en realidad designan actividades diferentes. Si la actividad física, como reconoce Antonio Rivero, tiene un carácter más globalizador y encuadra el conjunto de las prácticas físicas, ya sea el deporte, la gimnasia, el juego o la educación física, esta última supone una intervención pedagógica sobre el desarrollo físico del niño y del joven teniendo como objetivo la potenciación de sus capacidades físicas y sus habilidades motrices. La educación física es competencia fundamentalmente de las instituciones educativas, ya sean públicas o privadas, y para cumplir sus fines puede utilizar los juegos de destreza física, la gimnasia –que englobaría una serie de ejercicios físicos para mejorar el desarrollo del cuerpo–, o el deporte. Finalmente, conviene señalar que por deporte en sentido moderno se entiende una serie de actividades físicas normalizadas y regladas y, por tanto, sujetas a unas características, condiciones, fines y reglas muy concretas31. Sin entrar en mayores disquisiciones y siguiendo las definiciones planteadas, en nuestro trabajo emplearemos sobre todo dos términos, el de educación física, para referirnos a las actividades desplegadas en las escuelas y centros educativos obreros con vistas a la salud y el desarrollo corporal del niño, y el de deporte, con el que señalamos obviamente las iniciativas puestas en pie en ese terreno por las distintas instituciones y entidades de las organizaciones obreras y que dispusieron de algún tipo de estructura organizativa. ¿Y qué entendemos por deporte obrero o proletario? La cuestión tiene obviamente dos dimensiones, teórica y práctica. La primera haría referencia a la concepción, visión, planteamientos, características y objetivos que el deporte tuvo en y para el movimiento obrero de clase. A lo largo del libro trataremos de esclarecer las fuentes de las diferentes –y encontradas– teorías deportivas que surgen en su seno, su pretendido carácter original o autónomo y las divergencias con respecto a lo que sus dirigentes llamaban «deporte burgués», asimilándolo al deporte mercantilizado y/o profesional. La segunda, más interesante en nuestra opinión, se centra específicamente en el deporte «realmente» practicado por los afiliados y simpatizantes a través de una red asociativa conformada con esa finalidad, aunque no debería perderse de vista también los «intereses deportivos» mostrados por los militantes, unos intereses que no necesariamente ni siempre coincidieron con los programas deportivos que ofertaban las sociedades obreras.

31. RIVERO HERRAIZ, Antonio: Deporte y modernización. La actividad física como elemento de transformación social y cultural en España, 1910-1936, Madrid, Consejería de Cultura y Deportes, 2003, pp. 19-24. A la hora de establecer la taxonomía y definición de las actividades físicas, Rivero utiliza las aportaciones de teóricos del deporte como E. Beber, José María Cagigal, John Loy o Gustavo Pires.

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De ambas cuestiones tendremos oportunidad de reflexionar a lo largo de este trabajo. El deporte obrero sería, por tanto, un tipo de deporte militante que, además del promovido por el socialismo, el anarquismo y el comunismo, comprendería otros tipos o manifestaciones partidarias, como el deporte impulsado por los partidos nacionalistas catalán y vasco, el desarrollado por fuerzas y grupos católicos o el que surgió al amparo de otros partidos políticos de derecha, centro e izquierda32. En ese sentido, quizá fuera más ajustado hablar, como hace André Gounot y como lo definían las organizaciones de clase en el primer tercio del siglo XX, de movimiento deportivo obrero. Por otro lado, este concepto y la realidad que entraña, no debe confundirse con el más amplio y genérico de «deporte popular» o «deporte de los obreros». Este abarcaría el conjunto de las actividades deportivas practicadas por los sectores modestos de la sociedad, trabajadores y empleados sobre todo, independientemente de que estuvieran promovidas y alentadas –o no– por grupos políticos o sindicales. De hecho, la inmensa mayoría de ese deporte quedó fuera de las organizaciones obreras. Mientras socialistas, comunistas y anarquistas apenas lograron adscribir y movilizar en sus entidades a unas decenas de miles de trabajadores en el mejor de los casos, centenares de miles practicaban el deporte –como reconocían las propias fuerzas obreristas– en sociedades, clubes y equipos de localidad, barrio, empresa o comercio que no presentaban adscripción política alguna. La tarea de control y movilización de todo este magma deportivo por parte del socialismo y del comunismo –los anarquistas no acometieron esta tarea hasta el estallido de la guerra civil, como ya hemos señalado–, pese a algunos logros significativos a lo largo de los años treinta, solo tuvo un éxito relativo. 3. ESTRUCTURA,

CONTENIDOS Y FUENTES

Para terminar ya esta larga introducción, conviene hacer un comentario, siquiera sea brevemente, sobre la cronología, la estructura y los contenidos de este libro, así como sobre las fuentes utilizadas en su preparación. Tras algunas dudas iniciales, decidimos finalmente establecer una secuencia o criterio temporal como eje ordenante y diferenciador. Lo hicimos así porque entendíamos que pueden distinguirse claramente dos grandes etapas en relación a nuestro objeto de estudio. La primera, por la que discurre gran parte del primer capítulo y todo el segundo, se inicia a principios del siglo XX y abarcaría hasta el comienzo de los años veinte de esa centuria. Durante este tiempo, las clases trabajadoras no 32. Durante este tiempo y especialmente en el periodo de entreguerras, prácticamente todos los partidos se caracterizaron por hacer un uso político y partidista del deporte, de tal forma que las organizaciones deportivas, ya fueran proletarias, católicas, nacionalistas o fascistas, se convirtieron en plataformas de unos determinados idearios revolucionarios, reformistas o contrarrevolucionarios. Sin duda, la apoteosis de este fenómeno y, por tanto, el máximo nivel de glorificación del deporte como instrumento al servicio de la política lo encarnaron el fascismo y el comunismo. La bibliografía es muy amplia al respecto. Una excelente obra colectiva, donde participan algunos de los mejores especialistas en el tema, como Pierre Arnaud, André Gounot, Arnd Krüger o James Riordan, es la coordinada por GONZÁLEZ AJA, Teresa (ed.): Sport y autoritarismo. La utilización del deporte por el comunismo y el fascismo, Madrid, Alianza editorial, 2002.

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se habían incorporado aún a la práctica deportiva y el socialismo se preocupó muy poco de este asunto, articulando un discurso que se limitaba casi siempre a criticar el deporte burgués y censurar las condiciones sociales y económicas que impedían a los obreros disfrutar del descanso y el ocio al que tenían derecho. Sin embargo, en ese periodo y fruto de una serie de factores interconectados, entre los que se encuentran el definitivo abandono de la vía revolucionaria a corto plazo, la asunción de planteamientos y estrategias reformistas –lo que supuso una nueva valoración de la cultura como paso previo y necesario de la revolución– y la decisiva influencia del regeneracionismo y de las ideas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza, el socialismo incorporó a su proyecto educativo, como un elemento vertebrador del mismo, la educación física de niños y niñas. Por eso, nos propusimos analizar, en un recorrido temporal que, en este caso, nos llevará hasta los años treinta, el grado de implantación del ejercicio físico –y de sus modalidades– en dos áreas interrelacionadas: las escuelas fundadas por los socialistas en centros obreros y casas del pueblo, y las diferentes colonias de vacaciones que, también a imitación de las de la ILE, fomentaron sus organizaciones. Pero aunque señalábamos antes que el socialismo no llegó a elaborar en este periodo un discurso deportivo propio y estructurado, infravalorando su potencialidad como instrumento de captación de militantes y de proselitismo político, es preciso reconocer –y de ello reflexionamos en el segundo capítulo– que ya por entonces surgieron las primeras experiencias en el terreno del deporte, emergió la figura, excepcional, si se quiere, de Juan Almela Meliá como pionero de la actividad física y fraguaron los primeros contactos con la Internacional Deportiva Socialista, todo lo cual nos conduce a matizar la idea de que el socialismo de los años diez fue totalmente ajeno a una realidad, la de la práctica deportiva, que, aunque tímidamente, comenzaba a tener asiento en las clases populares urbanas. La segunda parte está dedicada al estudio de la teoría y la praxis deportiva de las organizaciones obreras –con especial atención al socialismo– durante las décadas de los años veinte y treinta e incluye los capítulos tercero, cuarto y quinto del libro. Varias cuestiones se analizan en ellos. Por un lado, los debates y polémicas que en torno al deporte y su práctica sostuvieron algunos dirigentes socialistas, entre los que destacaron varios líderes de sus Juventudes, una vez concluyó el proceso de reconstrucción del organismo juvenil y se consolidó la Internacional Deportiva de Lucerna, enfrentada a la Internacional Deportiva Roja. Más tarde, tendrían lugar dos nuevos e interesantes debates, el primero a propósito de la fundación de la Federación Deportiva Obrera (FDO) a comienzos de 1931 y el segundo, protagonizado casi exclusivamente por las JJ.SS., cuando al socaire de su proceso de radicalización a partir de 1933 se empieza a plantear una nueva política deportiva y un modelo de «deporte proletario» que tenía en la Unión Soviética el ejemplo a seguir. En todas estas discusiones, bien directa, bien indirectamente, estuvo siempre presente el deporte obrero internacional y sus respectivas plataformas organizativas. El socialismo conocía la realidad de ese deporte en Europa, estuvo informado de las olimpiadas obreras que se celebraron e intentó en varias ocasiones constituir una federación deportiva obrera con la finalidad, entre otras, de agrupar y coordinar a las sociedades y equipos deportivos socialistas que habían ido creándose en aquellos años por distintas ciudades españolas. Estudiaremos, por

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tanto, esos intentos, el resultado práctico de los mismos y el tipo de relaciones que el socialismo español sostuvo con otras entidades deportivas europeas. Estas dos décadas fueron, por otro lado, las de la definitiva implantación de la práctica deportiva impulsada por el socialismo en España. Por eso, resulta fundamental tratar de reconstruir el entramado de sociedades que se crean en ese tiempo y estudiar, en la medida de lo posible, sus principales características: origen, desarrollo, programas, actividades deportivas, etc. Y ello tanto si sus miembros eran niños, como era el caso de Salud y Cultura y de otras agrupaciones infantiles que se van a ir constituyendo, como si estaban dirigidas a la juventud trabajadora. Al mismo tiempo, analizamos la realidad de la actividad física y del deporte en los medios anarquistas y comunistas, una realidad que cobra especial pujanza desde la implantación de la República y que en el caso de los segundos estuvo tutelada en todo momento por las directrices y consignas de la ISR. En el capítulo quinto tratamos de dilucidar con la mayor precisión posible cómo se produjo la constitución de la FCDO, cual fue el papel que le correspondió al socialismo en su nacimiento, durante cuanto tiempo estuvo bajo su control y cuando y porqué pasó a estar dirigida por militantes comunistas. Nos ocupamos también, como es natural, de su trayectoria en los primeros años de la II República y de cómo la nueva táctica de frentes populares puesta en práctica desde 1934 por la Unión Soviética y la Internacional Comunista tendrá su correspondiente reflejo en su dinámica interna y en su proyección exterior. Analizaremos los cambios que se operan en el marco de ese giro y la actitud que las organizaciones deportivas socialistas van a adoptar ante el mismo tanto dentro como fuera de la Federación. Las elecciones de febrero de 1936, el boicot a la Olimpiada de Berlín y el apoyo incondicional a la organización de la Olimpiada de Barcelona se convertirán en oportunas piedras de toque para entender y sopesar la nueva posición de una parte del movimiento obrero ante el deporte popular. En el último capítulo del libro se estudian las relaciones de las organizaciones obreras con el deporte durante la guerra civil. Aunque la información deportiva prácticamente desaparece de la prensa socialista y se hace paulatinamente más escasa en otros rotativos, no por ello dejan de aparecer noticias, sobre todo al comienzo del conflicto, sobre incautaciones de clubes y sociedades deportivas. También se encuentran con relativa frecuencia datos y crónicas sobre partidos, festivales y torneos organizados tanto en la retaguardia como en el frente. No faltan, igualmente, avisos o anuncios en relación con colonias y refugios abiertos o sostenidos por entidades obreras. De estas cuestiones y de otros varios aspectos, como la política deportiva adoptada por las organizaciones obreras, los batallones militares formados por deportistas o el papel de la FCDO en un buen número de iniciativas deportivas, nos ocupamos en este capítulo final. Para la realización de esta investigación hemos consultado una panoplia amplia de fuentes, tanto archivísticas como hemerográficas. Entre las primeras, destacaríamos la documentación emanada de algunas de las agrupaciones deportivas estudiadas. Desgraciadamente, no hemos podido localizar las actas de los órganos directivos de entidades como Salud y Cultura, Natura o la FCDO, pero, en cambio, hemos hallado diversos documentos muy interesantes sobre ellas y algunas otras en diversos Archivos provinciales, en el Archivo de la Villa de Madrid, en el de la Fundación Pablo Iglesias, en el Archivo Histórico del PCE y en

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el Centro Documental de la Memoria Histórica. Cabe señalar también la localización del Reglamento y los Estatutos de algunas sociedades deportivas y de una de las federaciones regionales –la asturiana, en concreto– de la FCDO. Debemos confesar que nuestro rastreo por una buena parte de los archivos provinciales resultó bastante frustrante. En muchos de ellos, aunque no en todos, tan solo se conserva el llamado «Libro de Asociaciones», expedido por el correspondiente gobierno civil, con el único «apunte» de la fecha de constitución de la sociedad. Con todo, hemos podido localizar un relativamente amplio corpus documental que incluye cartas, expedientes, solicitudes de ayuda económica a las administraciones públicas, informes internos, discursos, carnés de afiliación, programas de pruebas deportivas, etc. El recurso a la prensa ha sido de vital importancia para poder acometer este trabajo. En el caso del socialismo, hemos consultado diversos periódicos y revistas, entre los que destaca, por encima de todos, El Socialista. Su vaciado entre los años 1900 y 1939 nos ha permitido, entre otras cosas, seguir la trayectoria de algunas de las más significativas sociedades deportivas desde su mismo origen. Hemos consultado también algunos números de La Lucha de Clases y revistas, como La Revista Socialista, Vida Socialista, Acción Socialista o Tiempos Nuevos, cuya información ha sido decisiva para poder hacer un seguimiento de asuntos como la implantación de la educación física en las escuelas obreras o el papel del socialismo en el impulso de las colonias escolares de vacaciones. Igualmente importante para nuestra investigación ha sido la lectura del órgano de las Juventudes Socialistas, Renovación, y del diario Claridad, portavoz del ala caballerista del socialismo durante la República y la guerra. Conviene, sin embargo, advertir de un aspecto «limitante» que afectó al conjunto de estas cabeceras y que ha condicionado este trabajo. Y es que, a pesar de que tuvieron todas ellas un carácter y una dimensión nacionales, la información recogida en sus páginas sobre el deporte, tanto el profesional como el amateur y el obrero, se circunscribió con mucha frecuencia al que tuvo como escenario la ciudad de Madrid, dando cuenta de forma esporádica y fragmentaria del que se desarrolló en otros puntos de la geografía española. Lo mismo ocurrió con relación a las sociedades deportivas propias y ajenas, observando una atención muy superior –y a veces, solo exclusiva– sobre las que residían en la capital. Este hecho, como no podía ser de otra manera, ha influido inevitablemente en nuestro trabajo, haciéndolo bascular, quizá en demasía, sobre el deporte obrero madrileño. Y aunque hemos intentado compensar en alguna medida ese desequilibrio, no hay que olvidar, con todo, que en la capital de España residían las entidades deportivas más importantes del país y que allí tuvo su sede la FCDO y su federación regional más emblemática, la del Centro de España. Por otra parte, Madrid fue también el principal epicentro del deporte vinculado a las organizaciones comunistas y donde tuvieron lugar sus más importantes manifestaciones. El diario Mundo Obrero ha constituido, entre los periódicos comunistas, la fuente más relevante. Junto a él, hemos podido recoger también artículos y notas incluidos en otras cabeceras, como La Lucha, Pueblo o Juventud Roja. En relación con el anarquismo, la información recabada ha procedido sobre todo de Solidaridad Obrera, complementándola con datos extraídos de Tierra Libre, La Revista Blanca y Fragua Social. Para el periodo de la guerra civil, los medios de

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expresión utilizados más profusamente han sido ¡Al Frente!, Alianza, La Hora, Adelante, ¡Alerta!, Juventud Combatiente, Trincheras y Ahora. La consulta de algunos diarios ajenos a las organizaciones obreras ha resultado igualmente valiosa. En las páginas de La Libertad y La Voz, hemos encontrado datos muy interesantes sobre el nacimiento de la Federación Deportiva Obrera. Así mismo y para el periodo de la guerra civil, en la revista Crónica hemos localizado información sobre Salud y Cultura y el deporte en esa época. En Mundo Deportivo aparecieron también diferentes crónicas sobre los deportes, destacando, de manera especial, las dedicadas a la Olimpiada Obrera de Amberes. La revista ilustrada Estampa incluyó notas, comentarios y artículos relativos a las colonias y refugios de la retaguardia republicana así como un reportaje muy esclarecedor a propósito del Batallón Alpino y el papel de Salud y Cultura en su creación. La consulta de El Liberal nos ha permitido saber más sobre ese mismo Batallón y sobre el Batallón Deportivo. No quisiera finalizar esta introducción sin expresar mi gratitud a los responsables y al personal de los archivos y centros documentales que visité. Aunque todos ellos tuvieron conmigo un comportamiento solícito y amable, no puedo dejar de mencionar particularmente a Aurelio Martín Nájera y a David Valle por la generosa ayuda que me brindaron en todo momento. Mi agradecimiento también a dos buenos amigos, Nacho Izquierdo, que una vez más acudió en mi auxilio ante tareas informáticas para mí inextricables y en la labor de incrustar las imágenes que esmaltan el trabajo, y Luis Arias, a quien, poniendo a prueba su infinita paciencia, acudí más de lo razonable para hacerle partícipe de mis dudas e intercambiar ideas y reflexiones sobre su temática.

LA EDUCACIÓN FÍSICA EN EL SOCIALISMO 1. LA

E

INFLUENCIA DE LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA

N UNA PRIMERA ETAPA DEL PSOE, que se extiende entre su fundación y el comienzo del siglo XX, las diferencias de planteamientos en el terreno educativo –y la cultura física– entre la ILE y los seguidores de Pablo Iglesias eran muy nítidas y parecían poco menos que insalvables. Desde su misma creación, el Partido Socialista mostrará una preocupación evidente por la enseñanza de los trabajadores, pero desde una perspectiva diametralmente opuesta a la que defendían Giner y sus discípulos. Para estos, la extensión de los beneficios de la cultura y la escolarización a las clases humildes debía y podía hacerse mediante las reformas oportunas –algunas, como la de la escuela pública y la lucha contra el analfabetismo, de mucho calado, ciertamente–, pero sin necesidad de apelar a revolución social alguna, ni, por supuesto, a una hipotética lucha de clases, ideas ambas que estaban en las antípodas del pensamiento institucionista. Por otro lado, desde una posición liberal burguesa o progresista, entendían que la educación era el mejor camino para la regeneración de la sociedad. Para los socialistas, en cambio, esa actitud reformista era inútil y aún contraproducente. Inútil, porque sin la previa transformación del sistema económico y de la sociedad burguesa, causantes de todos los males del proletariado, incluida su ignorancia y falta de instrucción, la «revolución» educativa planteada por la ILE era inviable y, por tanto, imposible. Contraproducente, porque desenfocaba el verdadero objetivo de la lucha obrera y distraía fuerzas y esfuerzos en una tarea que de ningún modo podía contribuir a la emancipación de los trabajadores. Así, en el prospecto de aparición de El Socialista, en 1886, puede leerse lo siguiente: «No figuramos en el número de los que creen que la clase obrera no podrá emanciparse mientras carezca de una sólida instrucción; si esto fuera cierto, la esclavitud de los trabajadores sería eterna (…). La instrucción del obrero, una instrucción científica y completa, que le haga ser hombre inteligente, útil a sí mismo y a sus semejantes, es imposible que pueda adquirirse en el sistema económico actual.

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Por tanto, los que de veras quieran ver libre de toda preocupación e instruido al trabajador, deben trabajar por la emancipación de toda su clase (…)»1. Ese mismo año, Pablo Iglesias, máximo dirigente del socialismo español, como bien sabemos, publicaba en su órgano teórico una serie de ocho artículos con el título genérico de «El programa de nuestro partido» donde se recogían los principios doctrinales y tácticos que debían presidir la actuación socialista en esa época. En dos de ellos aparecen referencias al tema educativo, insistiendo en lo señalado más arriba. Así, en el número VI se afirmaba: «Creer que la instrucción, dando al obrero mayor conocimiento del que hoy tiene, puede librarle de la miseria, es la mayor de las ilusiones (…). Los que mandan, los que imperan en la sociedad burguesa, no son los que más saben, sino los que más tienen»2. En 1887, Iglesias volvía a interesarse por el tema de la educación de los trabajadores, manteniendo la línea argumental de anteriores posicionamientos. Aunque reconocía y valoraba la importancia de la instrucción, sostenía que era imposible lograr una educación completa dentro del régimen capitalista. La revolución, el advenimiento de la sociedad socialista pondría fin al estado actual de cosas, solucionando ése y otros problemas. «No negamos, pues, la bondad de la instrucción. Lo que negamos –afirmaba el líder obrero– es la posibilidad de que, dentro del régimen capitalista, la clase productora, en su totalidad, pueda adquirir instrucción verdadera (…). Es, por consiguiente, un grave error creer que en plena sociedad burguesa la clase explotada, los proletarios todos pueden llegar a instruirse. Y lo es, también, y de magnitud extraordinaria, pensar que sin esta instrucción general no es posible derrocar de las posiciones que ocupa, o sea del Poder, a la clase explotadora. Para alcanzar, pues, la instrucción que ambicionamos, es necesario concluir antes con la burguesía, o lo que es lo mismo, llevar a cabo la Revolución Social»3. Con todo, ya desde su creación, el PSOE planteó la exigencia de «creación de escuelas gratuitas para la primera enseñanza y de escuelas profesionales, en cuyos establecimientos la instrucción y educación serán laicas»4. En abril de 1880, se elaboró un nuevo texto, presidido por el concepto de «educación integral», concepto que procedía del movimiento obrero internacionalista y que nada tenía que ver con el que, con idéntica denominación, había formulado ya por entonces la ILE5. En él se afirmaba que «la enseñanza debe ser integral para todos los

1. El artículo lo firmaba «El Consejo de Redacción» y apareció en el número prospecto, sin fecha, aunque con casi total seguridad de 5 de marzo de 1886, en su primera página. Aparece también reproducido en IGLESIAS, Pablo: Escritos, Madrid, Ed. Ayuso, 1975, vol. I, p. 79. 2. Vid. «El programa de nuestro partido III» y «El programa de nuestro partido VI», ambos en El Socialista, núm. 6, 16 de abril de 1886, p. 1. La serie se recoge también en IGLESIAS, Pablo: Escritos y discursos. Antología crítica (ed. a cargo de Enrique Moral Sandoval), Santiago de Compostela, Ed. Sálvora, 1984, pp. 129-153. 3. IGLESIAS, Pablo: «Instrucción y revolución», El Socialista, núm. 84, 14 de octubre de 1887, pp. 1 y 2. 4. La cita procede del programa-manifiesto elaborado por el Partido Socialista en julio de 1879 y que puede verse en MORATO, Juan José: El Partido Socialista Obrero, Madrid, Ed. Ayuso, 1976 [1918], pp. 82-84. 5. Para entender las diferencias, puede verse TIANA FERRER, Alejandro: «La idea de enseñanza integral en el movimiento obrero internacionalista español (1868-1881)», Historia de la Educación, núm. 2, 1983, pp. 113-121.

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individuos de ambos sexos en todos los grados de la ciencia, de la industria y de las artes, a fin de que desaparezcan estas desigualdades intelectuales en su casi totalidad ficticias y que los efectos destructores que la división del trabajo produce en la inteligencia de los obreros no vuelvan a reproducirse (…)». Al mismo tiempo, se reiteraba la necesidad de «creación de escuelas profesionales y de primera y segunda enseñanza gratuita y laica»6. Los mismos planteamientos se mantuvieron con motivo del primer congreso del partido, celebrado en Barcelona, en 1888. En ningún momento de esta larga secuencia, se advierte preocupación alguna por la educación física de los trabajadores, más allá de algún comentario sobre las genéricas consecuencias, tanto a nivel corporal como de la salud, que la educación integral o general llevaría acarreadas. Pero las cosas empezarían a cambiar desde finales de siglo. Diversos factores, entre los que se encuentran la aceptación progresiva de la vía reformista, siguiendo el camino abierto por otros partidos socialistas europeos7, y la aproximación al socialismo de sectores burgueses, entre los que destacaban los institucionistas, ejercerán una influencia decisiva en el plano educativo, que pasaría a ocupar un lugar prioritario entre los objetivos de los dirigentes obreros y ya no postergado, sino como paso previo y necesario, a la revolución triunfante8. Los alegatos en pro de la instrucción por parte de los líderes obreros –el propio Pablo Iglesias reflejaría mejor que nadie este viraje teórico– serán constantes a partir de ahora. Y la instrucción comenzaba, lógicamente, en la infancia y con la escuela. Pero habida cuenta que ni a los centros escolares públicos, meros instrumentos al servicio de las clases dominantes, ni a los religiosos, vehículos de fanatismo y de esclavitud intelectual, podía confiarse la educación de la infancia trabajadora9,

6. El texto está incluido en ARBELOA, Víctor Manuel: Orígenes del Partido Socialista Español, 1873-1880, Madrid, Ed. Zero, 1972. 7. No deja de ser significativo que el primer artículo que hemos localizado en el principal periódico socialista que aborda la cuestión de la educación física en la enseñanza pública –algo que los dirigentes españoles no se plantearán hasta años después– sea una reseña de los acuerdos adoptados en el Congreso de la Internacional Socialista celebrado en Londres en el verano de 1896. En él se decía: «El Congreso, no obstante reconocer el valor de los experimentos individuales en materia de educación, declara que es un deber primordial de los Poderes públicos de cada país establecer un sistema completo de educación, sistema que comprenderá desde los Jardines para la Infancia hasta la Universidad y mediante la cual se proporcionará una enseñanza física, científica, artística y técnica (trabajos manuales). Esta enseñanza se facilitará gratuitamente a todos los ciudadanos y a todos los niños». El Socialista, núm. 545, 14 de agosto de 1896, p. 2. Las cursivas son nuestras. 8. A partir de 1886, El Socialista comenzó a reproducir artículos de periódicos republicanos, creando poco después una nueva sección titulada «Colaboraciones burguesas» y en la que escribieron diferentes intelectuales reformistas y ligados a la ILE, a los que se abrieron también las páginas de los números extraordinarios del 1.º de mayo. Así, en los de 1898 y 1899, Manuel Bartolomé Cossío se ocupaba de temas educativos con sendos trabajos titulados «La acción social de la educación» y «Educación socialista». Por su parte, La Revista Socialista, publicación editada por Mariano García Cortés y Juan Almela Meliá entre 1903 y 1906, incluyó un buen puñado de trabajos de institucionistas como Adolfo Posada, Pedro Dorado Montero, José María Llamas Aguinaledo, Constancio Bernaldo de Quirós o Rafael Altamira. Otras cabeceras socialistas como La Nueva Era, dirigida por Antonio García Quejido, requirieron igualmente la colaboración de representantes de la intelectualidad burguesa desde comienzos de siglo. 9. Las críticas a la enseñanza impartida en los centros religiosos fueron constantes. Véase, por ejemplo, el artículo titulado «La “Ola Negra”», El Socialista, núm. 706, 15 de noviembre de 1899, p. 1. Refiriéndose a la escuela primaria, el instituto de segunda enseñanza y los centros de enseñanza

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era necesario crear «escuelas puramente socialistas, de donde salgan luchadores firmes, inteligentes y convencidos, de donde broten hombres del porvenir, libres, justos y buenos»10. Con este propósito y auspiciado por el crecimiento que experimentaron los sindicatos socialistas, durante las tres primeras décadas del siglo se fue extendiendo por todo el territorio nacional, pero con especial impacto en Madrid, una red de escuelas socialistas. Ubicadas en centros obreros y casas del pueblo y bajo la dirección de maestros afiliados al PSOE, decían responder a un hipotético modelo escolar autónomo o propio, aunque en realidad y al margen de la labor adoctrinadora que se inculcara en los escolares en ocasiones muy excepcionales como la festividad del 1.º de mayo, eran, desde el punto de vista pedagógico, tributarias de planteamientos que procedían básicamente de la ILE11. Tanto en los discursos de apertura de sus cursos como en los que se pronunciaban con motivo de las exposiciones escolares que tenían lugar al finalizar aquellos, sus responsables insistían en las notas básicas que las definían, entre las que se encontraban la laicidad, el respeto a la conciencia del niño, la importancia de la actividad y el trabajo manual, el desarrollo de la sensibilidad y los valores artísticos, una educación en valores o el contacto con la naturaleza. Aunque volveremos sobre ello en el siguiente apartado, es preciso subrayar de inmediato que dentro de esas características se encontraba ya de forma preferente la educación física. En los discursos a que nos referimos se hablaba de la importancia del desarrollo corporal del niño –y de la niña, porque eran escuelas donde se practicaba la coeducación–, del cuidado de la higiene y la salud del mismo, de los beneficios de una enseñanza al aire libre, de los juegos como método educativo, etc. En el Reglamento de la Sociedad Obrera de Escuelas Laicas de Madrid, aprobado en 1908, se hacía una amplia referencia a las directrices que debían orientar la acción educativa en los centros socialistas. En el apartado quinto de su artículo primero puede leerse lo siguiente: «Se atenderá cuidadosamente a su educación física y se hará lo posible porque el niño ame la Escuela como lugar donde encuentre satisfacción a su espíritu y a su cuerpo»12. Pero paralelamente a la actividad de estos centros, influidos, como acabamos de ver, por el ideario institucionista, desde comienzos del siglo XX se fueron abriendo otras dos vías, interconectadas entre sí, que canalizaron la influencia de la ILE y facilitaron que su filosofía permeara a las cúpulas dirigentes del socialismo español. La primera de esas vías provino de la acción municipal que los representantes obreros en los ayuntamientos van a poner en práctica tras la elección de los primeros concejales del PSOE y que tendrá su plasmación teórica en los programas de política municipal que se discutirán y aprobarán en

superior, se decía en otro momento: «(…) La primera sigue siendo la jaula del loro, donde se canturrea el catecismo sin comprenderlo, el segundo, el monopolio del texto único; y la Universidad, el troquel de la burocracia, de la sumisión y el formulismo burgués». FERRI, El Abate: «Por la Escuela moderna. La Revolución y la Enseñanza», Vida Socialista, núm. 8, 20 de febrero de 1910, pp. 10 y 11. 10. TORRALBA BECI, Eduardo: «La Escuela», Vida Socialista, núm. 109, 3 de marzo de 1912, p. 11. 11. Un estudio de esos centros puede verse en LUIS MARTÍN, Francisco de: «Socialismo y educación en España: las escuelas primarias obreras en la década de los años veinte», Studia Zamorensia, vol. XII, 1991, pp. 133-153. 12. Sociedad Obrera de Escuelas Laicas de Madrid: Reglamento interior, Madrid, Imprenta de I. Calleja, 1908, pp. 3-4. La cursiva es nuestra.

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diferentes congresos tanto del partido como de la UGT. La incorporación a las tareas de gestión municipal de los primeros ediles socialistas les hará entrar en contacto con la dura realidad de la enseñanza pública –lo que les conducirá a replantearse viejos clichés sobre la escuela o los maestros– y tomar conciencia de la necesidad de combatir el analfabetismo, la falta de centros escolares o las duras condiciones laborales de los docentes y poner en marcha medidas, como cantinas, roperos, colonias, reforma y habilitación de edificios o algún tipo de inspección médica, que paliasen esa situación. Algunos de ellos, como Andrés Saborit o Mariano García Cortés, destacarían por su labor de denuncia de lo que era una enseñanza que, como expresaba Martín García refiriéndose a Madrid, «yace en los umbrales de la Edad media»13. Desde la sección titulada «En el Ayuntamiento», y no sólo en ella, comenzaron a aparecer en El Socialista artículos y colaboraciones sobre temas como los edificios escolares, el absentismo en la escuela, el analfabetismo, los presupuestos de Instrucción Pública, el modelo de escuela graduada, las colonias de verano, los roperos y cantinas, la higiene en la escuela o la inspección médico-escolar. Otro tanto ocurrió en La Lucha de Clases, el órgano de los socialistas vascos y segundo en importancia dentro del conjunto de los periódicos obreros, y en La Revista Socialista, que en 1903 abría sus páginas a una nueva sección titulada «De enseñanza» donde con frecuencia se recogían opiniones, comentarios y soluciones a los múltiples problemas que afectaban a las escuelas municipales y a sus servidores, los maestros. Muchos de estos artículos y trabajos iban firmados por maestros que habían iniciado un movimiento de aproximación al socialismo y que en septiembre de 1912 constituían en la Casa del Pueblo de Madrid la Asociación General de Maestros, precedente de la FETE, estableciendo así una cabeza de puente entre el movimiento obrero y la enseñanza pública. Rafael Martínez, Emilio Ratti, «Kalófilo», Martín García, Juan Salvador y Valentín Sánchez Durán fueron algunos de ellos14. Esta tarea de denuncia de la situación de la enseñanza pública y propuestas de mejoras en la misma se mantendría ininterrumpidamente hasta la llegada de la dictadura de Primo de Rivera y posteriormente y de forma más intensa y con resultados prácticos mucho más favorables a partir de la llegada de la Segunda República15. En esta última etapa, el grupo socialista en el Ayuntamiento de Madrid –y lo mismo sucedió en otros municipios donde la minoría socialista ocupó cotas de poder que le permitieron llevar a cabo una obra constructiva–, dirigido por Andrés Saborit, que era también presidente de la Junta Municipal de Enseñanza, impulsó, con el apoyo de la Dirección General de Primera Enseñanza, a cuyo frente se encontraba el socialista y discípulo de la ILE Rodolfo Llopis, un vasto proyecto de creación de 18 grupos escolares dotados de instalaciones modernas entre las que no faltaban campos de juegos, así como un buen número de cantinas y roperos

13. GARCÍA, Martín: «Un municipio en plena Edad Media», Vida Socialista, núm. 56, 22 de marzo de 1911, p.10. 14. La mayoría de estas colaboraciones aparecieron en la revista Vida Socialista entre 1910 y 1913. 15. Vid. GARCÍA CORTÉS, Mariano: Madrid y su porvenir, Madrid, s. e., 1931; BESTEIRO, Julián: «Socialismo municipal», Tiempos Nuevos, núm. 1, 20 de abril de 1934, pp. 1 y 2; MORATO, Juan José: «El programa municipal», Tiempos Nuevos, núm. 28, 10 de junio de 1935, pp. 48 y 49 y SABORIT, Andrés: Intervención socialista en los Ayuntamientos, Toulouse, Secretaría de Propaganda del PSOE en Francia, 1945, 2.ª ed.

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escolares y la promoción de colonias urbanas que tenían en la ILE y su ya larga trayectoria en esa materia su principal punto de referencia16.

Fig. 1. Gimnasia en el Grupo escolar Luis Bello, cuyo director era el socialista Pedro Pareja (Tiempos Nuevos, núm. 6, 10 de julio de 1934, p. 13).

La segunda vía vino representada por la incorporación al socialismo desde la segunda década del siglo de un grupo de intelectuales procedentes del institucionismo y que jugarían un papel de primer orden tanto en la trayectoria general de aquel como en su visión de la enseñanza. Figuras como Julián Besteiro, Fernando de los Ríos, Manuel Núñez de Arenas, Andrés Ovejero, Julián Zugazagoitia o el ya mencionado Rodolfo LLopis, todos ellos antiguos miembros de la ILE o fervorosos admiradores de su obra, impregnarán al socialismo, como es bien sabido, de una mentalidad más abierta y moderna –menos obrerista, en suma– y junto a ella de una preocupación más intensa por las cuestiones que afectaban a la educación pública y a su transformación, siguiendo para ello las directrices y planteamientos de la ILE. Son muchos los ejemplos y testimonios de esta estrecha relación entre el socialismo y el pensamiento de Giner de los Ríos. Nos limitaremos a unos pocos nada más, poniendo especial énfasis en aquellos que directa o indirectamente abordaban el tema de la educación física. Independientemente de los abundantes artículos y trabajos que estos intelectuales publicaron en la prensa socialista sobre la instrucción pública y las transformaciones que habían de implementarse en ella para garantizar una verdadera

16. Vid. FLORES, José Manuel y GARCÍA MURILLO, Joaquín: La acción municipal socialista en Madrid (Bienio republicano, 1931-1933), Madrid, Fundación Friedrich Ebert, 1979 y PASTOR UGENA, Alfredo: «Situación de la escuela primaria en Madrid durante la Segunda República. La acción socialista en el Ayuntamiento (1931-1933), Revista Complutense de Educación, vol. 5 (1), 1994, pp. 271-288.

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formación de los sectores más humildes de la sociedad o las instituciones pedagógicas que los propios socialistas debían crear para la formación de la clase obrera, una primera y fundamental experiencia en la que destacó la influencia del ideario institucionista en el socialismo fue la Escuela Nueva, fundada en 1911 por Núñez de Arenas17. El cuadro de profesores y conferenciantes que pasaron por esta entidad estuvo formado por algunos de los más importantes institucionistas junto a otros dirigentes obreros que se movían dentro del círculo de la ILE. Además y siguiendo igualmente el ejemplo de Giner, la Escuela Nueva divulgó los beneficios de todo tipo –físicos, artísticos, éticos, de solidaridad y camaradería– que comportaba el excursionismo, y promovió los paseos y excursiones por Madrid, por sus alrededores y por la sierra de Guadarrama. De la importancia otorgada a estas actividades nos da idea el artículo que Núñez de Arenas publicó en El Socialista con motivo de la muerte de Giner y donde glosaba su figura y su relación con la Escuela Nueva. En él puede leerse lo siguiente: «D. Francisco Giner ha muerto. Era un hombre bueno y era un hombre sabio. Simbolizaba todo el espíritu de cultura y de liberalismo que existía en España. La educación logró ser moderna en cuanto él influyó. El Arte y la Naturaleza fueron revelados por él. Los niños aprendieron a visitar los Museos y a fortalecerse en el Guadarrama y a purificarse en El Pardo, gracias a él (…). La Escuela Nueva le contó entre sus amigos (…). ¡Después, cuantas veces hemos visto su influencia reflejarse en la vida de la Escuela! Todos los que de cerca o de lejos tuvimos algún contacto con él, le debemos el mejor tributo: el de imitar aquel gran ejemplo de vida y el de penetrarnos hondamente de aquellos sus consejos. Y procurar que en lo posible siga viviendo su espíritu en nosotros, para que seamos dignos de continuar su obra»18. Un día antes, el rotativo socialista dedicaba un editorial al «insuperable maestro», afirmando que «estaba muy unido por simpatías a la causa socialista, entre cuyos individuos tenía tantos y tan buenos admiradores»19. No fueron menos los homenajes que los socialistas tributarían a Giner con motivo del décimo aniversario de su fallecimiento y del cincuentenario de la fundación de la ILE, estableciendo en algún caso, al acaecer la muerte de Pablo Iglesias, un paralelismo entre la vida y la obra de ambos, calificados de «educadores», «sembradores de ideas» y «forjadores de almas». Iglesias, según se afirmaba, «había de llevar a cabo un apostolado laico y docente que guarda no pocos puntos de contacto con el que efectuara don Francisco». Además, «discípulos y familiares algunos de ellos de Giner, fueron los profesores y publicistas que dieron un sentido de

17. Sobre esta institución, sus objetivos y sus programas de estudio pueden verse TUÑÓN DE LARA, Manuel: Medio siglo de cultura española (1885-1936), Madrid, Ed. Taurus, 1970, pp. 246-289; GUEREÑA, Jean Louis: «Cultura y política en los años diez: Ortega y la Escuela Nueva», Cuadernos Hispanoamericanos, núms. 403-405, enero-marzo de 1984, pp. 544-567 y TIANA FERRER, Alejandro: Maestros, misioneros y militantes. La educación de la clase obrera madrileña, 1898-1917, Madrid, CIDE, 1992, pp. 410-415. 18. NÚÑEZ DE ARENAS, Manuel: «D. Francisco Giner y la Escuela Nueva», El Socialista, núm. 2.097, 19 de febrero de 1915, p. 2. Las cursivas son nuestras. 19. «Giner de los Ríos», El Socialista, núm. 2.096, 18 de febrero de 1915, p. 3. La revista Acción Socialista dedicó a la memoria y la obra del fundador de la ILE un número especial. De los varios trabajos publicados en él cabría destacar la emotiva semblanza y los comentarios realizados por Besteiro, quien le había acompañado en los últimos instantes de su vida. Vid. BESTEIRO, Julián: «D. Francisco Giner y el Socialismo», Acción Socialista, núm. 50, 27 de febrero de 1915, pp. 2 y 3.

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modernidad y una tendencia más amplia a los núcleos germinales de la agrupación obrera»20. En otra ocasión se ponía el acento en sus directrices educativas y dentro de ellas en lo relacionado con la actividad física, exponiendo que «ha influido en la reforma de los métodos de educación de la infancia, importando de los países más adelantados los progresos pedagógicos. A su iniciativa se deben las Colonias y Excursiones escolares, los Jardines de la Infancia (…), los juegos escolares (…). Ha despertado en la juventud el amor al campo (…), ha exaltado el culto a la limpieza del cuerpo y del alma (…) y las relaciones entre el capital y el trabajo más cordiales y comprensivas merced al influjo del grande hombre que fundara la Institución»21. La influencia de Giner y del institucionismo se hizo sentir de forma muy visible y decisiva en la aprobación de los programas de Instrucción Pública del PSOE y de la UGT y en cuya elaboración y redacción tuvieron un especial protagonismo la Escuela Nueva, en un caso y la Asociación General de Maestros, en otro. En octubre de 1918, el XI Congreso del Partido Socialista aprobaba un programa completo de instrucción pública sobre la base de la escuela única o unificada que se mantendría sin apenas modificaciones hasta la guerra civil. La ponencia educativa había sido presentada y defendida por Lorenzo Luzuriaga en nombre de la Escuela Nueva y en prácticamente todas sus 40 bases, que incluían, entre otros apartados, los relativos a los diferentes grados de la enseñanza, desde la educación preescolar hasta la universidad, era posible identificar, como han puesto de relieve todos los autores que han analizado el documento, una manifiesta influencia de la ILE22. En lo tocante a la educación física, se establecía que los jardines de infancia y las instituciones preescolares, siguiendo los postulados de Froebel y que habían sido introducidos en España por los institucionistas, estarían presididos por el juego como elemento fundamental de la educación de los niños y contarían con un personal docente cualificado. Pero también se velaría por la alimentación, la higiene y la salud de los pequeños, favoreciendo así un desarrollo corporal adecuado, al que los juegos deberían contribuir igualmente. Estos, dada la importancia de sus efectos físicos, en la formación del carácter y en el desarrollo de actitudes favorecedoras del compañerismo y la cooperación, también formaban parte de la escuela primaria23. En la base 10.ª se establecía que cada escuela estaría provista «de campos de juego para la educación física de

20. VALENTÍ CAMP, Santiago: «El espíritu de Giner y el apóstol del Socialismo. La figura de Pablo Iglesias, es un símbolo glorioso», El Socialismo, núm. 5.282, 8 de enero de 1926, p. 4. 21. «La obra de Giner de los Ríos. El cincuentenario de la Institución Libre de Enseñanza», El Socialista, núm. 5.533, 29 de octubre de 1926, p. 4. 22. Luzuriaga unía entonces la triple condición de pedagogo ilustre, institucionista declarado y militante socialista. Sobre su personalidad y su obra intelectual remitimos, entre otros estudios, a BARREIRO RODRÍGUEZ, Herminio: Lorenzo Luzuriaga y la escuela pública en España (1898-1936), Ciudad Real, Biblioteca de Autores Manchegos, 1984. Análisis pormenorizados del programa educativo socialista se encuentran en CUESTA ESCUDERO, Pedro: «Congreso del PSOE. 1918: Bases para un programa de Instrucción Pública», Cuadernos de Pedagogía, núm. 11, noviembre de 1975, pp. 24-27 y MILLÁN, Fernando: La revolución laica. De la Institución Libre de Enseñanza a la escuela de la República, Valencia, Fernando Torres, 1983, pp. 85-102. 23. Sobre el significado de los juegos en la ILE puede verse, entre otros muchos trabajos, LÓPEZ SERRA; Francisco: Historia de la Educación Física en España. De 1876 a 1898. La Institución Libre de Enseñanza, Madrid, Gymnos editorial, 1998, pp. 172-183.

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los niños». El campo de juego formaba parte del modelo de escuela activa que se propugnaba, constituyendo un centro de actividad que, junto a otros factores, debía contribuir a terminar con la escuela tradicional –pasiva, memorística, rutinaria y donde los ejercicios físicos brillaban por su ausencia– y hacer realidad la nueva escuela. El modelo educativo de la ILE y sus directrices pedagógicas fueron canalizadas también por los maestros y docentes que formaron el núcleo dirigente de la FETE, al menos hasta 1934, momento en que el sector más radicalizado del sindicato, que agrupaba mayoritariamente a elementos comunistas, se hizo con el control del mismo e impulsó un proyecto de enseñanza «revolucionario» que pretendía imitar el modelo educativo soviético24. Pero hasta ese momento, sus principales dirigentes, entre los que se encontraban Rodolfo LLopis, Manuel Alonso Zapata o Dionisio Correas, formados en el ambiente y la pedagogía institucionistas, hicieron que la UGT compartiera el programa educativo del PSOE. Así pudo observarse ya con motivo de su XIV Congreso, celebrado en la Casa del Pueblo de Madrid, en junio de 1920. En él se aprobaba una ponencia de enseñanza que, recogiendo casi en su integridad la propuesta presentada por la Asociación General de Maestros, venía a coincidir prácticamente en todo con la aprobada por el Partido Socialista dos años antes25. En cuanto a la educación física y la necesidad de dotar de campos para juegos y deportes a las escuelas no había diferencia alguna. A lo largo del primer bienio republicano el sindicato mantuvo el programa aprobado en 1920 y mostró su disposición a colaborar con los gobiernos y las autoridades educativas para tratar de hacer realidad el proyecto de escuela única, laica y gratuita que seguía siendo deudor del ideario de la ILE y de ciertas orientaciones –por ejemplo, en el sentido y alcance del diseño de la escuela única– más propiamente socialistas. Un proyecto que los nuevos líderes del sindicato retomarían al socaire de la nueva táctica de frente único del magisterio durante el periodo del Frente Popular. Finalmente, conviene señalar que algunos de los más destacados miembros del sindicato, muchos de ellos pedagogos eminentes, publicaron artículos en periódicos y revistas así como libros donde pueden encontrarse reflexiones muy interesantes sobre el concepto y las características de la nueva escuela y donde con frecuencia se abordaban cuestiones relativas a la educación física, la importancia del juego o las colonias escolares26. Al margen de que esta labor divulgadora tuviera un éxito escaso,

24. Vid. LUIS MARTÍN, Francisco de: Historia de la FETE (1909-1936), Madrid, Fondo Editorial de Enseñanza, 1997. 25. La propuesta de la AGM puede verse en El Socialista, núm. 3.514, 17 de mayo de 1920, p. 4 y núm. 3.515, 18 de mayo de 1920, p. 4. El dictamen de la ponencia, firmado por Victoria Zárate, Juan Contreras, Lorenzo Luzuriaga y Andrés Ovejero, y aprobado por unanimidad de los delegados al Congreso se encuentra en El Socialista, núm. 3.551, 29 de junio de 1920, p. 2. 26. Algunos ejemplos serían los siguientes: ALONSO ZAPATA, Manuel: La nueva educación. Notas sobre algunas escuelas, Madrid, Magisterio Español, s. f.; del mismo autor: La escuela unitaria. Cómo funciona y cómo debe organizarse en los tiempos modernos, Madrid, Juan Ortiz ed., 1930; BALLESTEROS Y USANO, Antonio: La cooperación en la escuela, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía, 1933; del mismo autor: Distribución del tiempo y del trabajo, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía, 1934; COMAS, Juan y CORREAS, Dionisio: Cantinas y colonias escolares, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía, 1935; LUZURIAGA, Lorenzo: La Escuela Única, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía, 1931; LLOPIS, Rodolfo: Hacia una escuela más humana,

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como podría afirmarse también seguramente sobre la implantación de medidas efectivas en las escuelas durante el quinquenio republicano en relación con la educación física, no dejan de ser un indicador del esfuerzo llevado a cabo por los pedagogos socialistas –y por otros que no lo eran– para extender de una forma rigurosa y científica ciertos conocimientos y experiencias sobre la actividad física y el deporte en la escuela. Durante la República tuvieron lugar tres acontecimientos cargados de un alto contenido simbólico y que volvían a poner de relieve las estrechas relaciones entre el institucionismo y el socialismo español en el terreno de la educación física en general y del excursionismo en particular. Ya hemos comentado cómo las escuelas de las casas del pueblo y la Escuela Nueva promovieron el contacto con la naturaleza mediante la organización de excursiones que seguían las pautas y objetivos de la ILE27. Y más adelante, examinaremos la labor de Salud y Cultura, una iniciativa de los maestros de las escuelas socialistas de Madrid cuyo primer y principal objetivo fue la creación de un grupo de excursionistas que recorriera enclaves próximos a la capital y acercara la sierra de Guadarrama a sus alumnos y a los hijos e hijas de los trabajadores asociados a la Casa del Pueblo, iniciativa que contaba con el precedente de las excursiones públicas, pensadas y abiertas –también gratuitas– para alumnos pobres de las escuelas madrileñas, organizadas por la Corporación de Antiguos Alumnos de la ILE. Pues bien, el primer acontecimiento fue la incautación por el gobierno provisional republicano de la Casa de Campo, decretando su cesión al Ayuntamiento de Madrid con el fin de convertirla en un lugar de ocio, recreo y excursión para el pueblo madrileño. Algo que desde hacía tiempo, junto con la solicitud de creación de espacios de juego y de deporte para niños y jóvenes, venían reclamando los concejales y maestros socialistas28. Haciéndose eco de la nueva actividad desplegada por estos tras la caída de la dictadura primorriverista y en particular de la de Andrés Saborit, teniente de alcalde del distrito de La Latina y uno de los más preocupados por dar respuesta a las necesidades de recreo de los madrileños, un militante que firmaba con el seudónimo de «Espartano», después de reconocer que la capital no disponía ni de patios de recreo ni de campos de juego en las escuelas, afirmaba: «Ya es hora, por tanto, de que en España se piense en Madrid, Ed. España, 1934; PINTADO, Sidonio: Las colonias escolares de vacaciones, Madrid, Magisterio Español, 1924; SÁINZ, Fernando: La escuela unitaria, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía, 1927; del mismo autor: Los derechos del niño, Madrid, CIAP, 1929 y El programa escolar, Madrid, s. e., 1934; SÁINZ, Fernando y BALLESTEROS, Antonio: Organización escolar, Madrid, Publicaciones de la Revista de Pedagogía, 1935 27. Sobre el excursionismo como método educativo de la ILE hay numerosos trabajos. Véase, por citar solo unos pocos, TURIN, Ivonne: La educación y la escuela en España de 1874 a 1902, Madrid, Ed. Aguilar, 1967, pp. 204-205; MOLERO PINTADO, Antonio: La Institución Libre de Enseñanza: un proyecto español de renovación pedagógica, Madrid, Ed. Anaya, 1985, pp. 86-87; JIMÉNEZ LANDI, Antonio: La Institución Libre de Enseñanza y su ambiente. III. Periodo escolar (1881-1907), Madrid, Ministerio de Educación y Cultura, 1996, pp. 77-79; BALLESTER, Rosa y PERDIGUERO, Enrique: «Salud e instrucción primaria en el ideario regeneracionista de la Institución Libre de Enseñanza», Dynamis, núm. 18, 1998, pp. 25-50; ORTEGA CANO, Nicolás: Paisajes y excursiones. Francisco Giner, la Institución Libre de Enseñanza y la Sierra de Guadarrama, Madrid, Raíces editorial, 2001 y LÓPEZ SERRA, Francisco: Opus. cit., pp. 209-213. 28. Sobre la insistencia del principal diario obrero en la cesión de esos terrenos al pueblo madrileño, puede verse CORREAS, Dionisio: «El obsequio de la Casa de Campo», El Socialista, núm. 6.948, 17 de mayo de 1931, p. 3.

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proporcionar terrenos de juego infantiles y de piscinas para los niños hijos de los obreros; y por eso deben implantarse en los barrios populares de Madrid, como sin duda, pretende hacerlo Saborit (…). Pero de paso hemos de pedirle al Ayuntamiento (…) que se construya en cada distrito, empezando por los “barrios bajos”, un campo de deportes municipal y un gimnasio cubierto, con sus duchas correspondientes, para utilizarlo en invierno, para jóvenes obreros»29. A su vez, Dionisio Correas, un mes antes de la proclamación de la República, hacía también un resumen de la labor llevada a cabo por la minoría socialista en el cabildo madrileño a favor de la infancia y señalaba que «urge rescatar para los niños madrileños la Casa de Campo e instalar en ella escuelas y Colonias permanentes»30. La conquista popular de ese espacio animó a «Espartano» a volver sobre las viejas reclamaciones, considerando que había llegado el momento de ponerlas en práctica en toda España comenzando por su capital: «Empecemos en Madrid, en la Casa de Campo y en el Campo del Moro, a construir parques infantiles para los niños pequeños y campos de “sport” para los “niños grandes”, para la juventud. Esos terrenos de juego y expansión, donde se han de desarrollar física y moralmente, con la alegría propia de los primeros años, nuestros ciudadanos de mañana, deben ser dirigidos por personas competentes que den las normas y las directrices de las instalaciones que sean necesarias (…). ¡Cuántas vidas fueron arrebatadas a la niñez en Madrid por carecer de plazas de juegos y de parques infantiles! Terminamos, pues, estas líneas reiterando al Ayuntamiento (…) la necesidad urgente de empezar a construir esas instalaciones que demanda la higiene pública y el ferviente deseo de los ciudadanos españoles de ser tanto más útiles a su país cuanto más fuertes de cuerpo y alma sean. Ha llegado el momento»31.

Fig.2. Proyecto de reforma de la Casa de Campo impulsado por la minoría socialista en el Ayuntamiento de Madrid (Tiempos Nuevos, núm. 3, 25 de mayo de 1934, p. 4).

29. ESPARTANO: «La educación física y los obreros», El Socialista, núm. 6.720, 22 de agosto de 1930, p. 1. 30. CORREAS, Dionisio: «La política escolar en el Ayuntamiento de Madrid», El Socialista, núm. 6895, 15 de marzo de 1931, p. 6. Reflexiones del mismo tenor se hacían en CORREAS, Dionisio: «Para las escuelas de Madrid», El Socialista, núm. 6.889, 8 de marzo de 1931, p. 1. 31. ESPARTANO: «Ha llegado el momento. En pro de la juventud obrera y de la niñez», El Socialista, núm. 6.952, 22 de mayo de 1931, p. 2.

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Aunque razones económicas hicieron que el vasto y ambicioso proyecto del gobierno municipal para redefinir sus espacios e instalar zonas deportivas sólo pudiera realizarse de forma parcial, la Casa de Campo se convirtió en un espacio natural rehabilitado, patrimonio del pueblo y al que acudían miles de personas los días festivos para solazarse y presenciar las diferentes pruebas deportivas que allí se organizaban32. En ella celebrarían los socialistas el 1 de mayo de 1931 y hasta sus terrenos se desplazarían con asiduidad para practicar deporte los miembros de Salud y Cultura y de otras sociedades deportivas obreras durante los años de la República. Los otros dos acontecimientos están relacionados también con el excursionismo, pero en un espacio natural diferente, descubierto en su sentido paisajístico moderno, como lugar de contacto con la naturaleza y como escenario de una nueva concepción educativa por Giner de los Ríos y sus seguidores. Nos referimos, naturalmente, a la sierra de Guadarrama, lugar que pasará a ocupar también un papel emblemático en las excursiones y deportes de montaña organizados por los grupos deportivos socialistas. El 12 de junio de 1932, en uno de los parajes más íntimamente vinculados a la Institución y situado cerca del Puerto de Navacerrada, se inauguraba la conocida como Fuente de los Geólogos33. Al acto asistieron el promotor de la idea, el geólogo y miembro de la ILE, Eduardo Hernández Pacheco, el arquitecto de la fuente, Julián Delgado Úbeda, representantes de la Universidad de Madrid, del Ayuntamiento, de la Diputación y de la ILE, y Julián Besteiro, que presidió la inauguración y pronunció un discurso cargado de resonancias institucionistas. Meses más tarde, concretamente el 23 de octubre de ese mismo año, tenía lugar en el puerto de la Morcuera, otro lugar de especial relieve para los institucionistas, la inauguración de la Fuente Cossío, en honor a quien fuera principal continuador de la obra de Giner y otro de los descubridores de la sierra34. Besteiro volvió a presidir el acto, acompañado en esta ocasión, además de otras personalidades republicanas, por Fernando de los Ríos35.

32. Vid. OTERO CARVAJAL, Luis Enrique: «Ocio y deporte en el nacimiento de la sociedad de masas…», Opus. cit., p. 186 y FERNÁNDEZ, José Luis et alii: La Casa de Campo. Más de un millón de años de historia, Barcelona, Ed. Lunwerg, 2003, especialmente las páginas 320-340. 33. La Fuente estaba dedicada a la memoria de Casiano de Prado, José Macpherson, Salvador Calderón y Francisco Quiroga, estudiosos de las características geológicas del Guadarrama. 34. Este tipo de actos en homenaje a personalidades de la ILE y como recuerdo de su pionera labor en el descubrimiento y defensa de la sierra tuvo varios precedentes en los que también participó algún socialista. Cuando a comienzos de junio de 1915 y poco después de la muerte de Giner, la Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, a la que nos referiremos en otro capítulo, colocó en la zona de la Pedriza de Manzanares conocida como Canto del Tolmo una lápida en su memoria, entre los presentes se encontraba Juan Almela Meliá, miembro y fundador de aquella sociedad deportiva. 35. Vid. ORTEGA CANO, Nicolás: Opus cit., pp. 280-285 y GÓMEZ GUTIÉRREZ, Juan Luis: «Francisco Giner de los Ríos, la Institución Libre de Enseñanza y su labor como “descubridores” de la sierra de Guadarrama», Indivisa, Bol. Estud. Invest., núm. 16, 2016, pp. 59 y 60.

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Fig. 3. Excursión de escolares madrileños a la Sierra de Guadarrama, posando en la Fuente Cossío (Tiempos Nuevos, núm. 7, 25 de julio de 1934, p. 40).

Esta «cordialidad» entre el institucionismo y el socialismo –o un sector del mismo– en el ámbito educativo se mantuvo, como hemos podido advertir, durante todo el primer bienio republicano. Sin embargo, los hilos que tejían esa relación parecieron romperse a partir de 1934, cuando el movimiento socialista se radicalizó, decantándose por la vía revolucionaria, y personalidades moderadas como Julián Besteiro, Fernando de los Ríos, Manuel Muiño, Mariano Rojo o Andrés Saborit perdieron capacidad de liderazgo. Viejos dirigentes ligados al mundo de la enseñanza y a la ILE, como Rodolfo Llopis, mantendrán ahora que era preciso y urgente superar los planteamientos del reformismo institucionista para dar paso a la «escuela proletaria» y de clase. En idéntica posición se encontraban, como ya expusimos, los nuevos dirigentes de la FETE, de cuyos despachos había desaparecido la fotografía de Giner acompañando a la de Pablo Iglesias, sustituida por la de Stalin o Lunarcharski. Y aunque con la táctica de frentes populares trató de darse una imagen de moderación y de «rescate» –tras la «negra» experiencia del bienio radical-cedista– de las conquistas educativas de la primera etapa republicana, el proyecto revolucionario, tan solo aplazado, no se abandonó en ningún momento. En esta situación tendría lugar el inicio de la guerra civil, en cuyo transcurso las fuerzas republicanas aprobarían un plan de estudios primarios que presentaba diferencias profundas con el todavía vigente de 1901 y con las medidas adoptadas en los años de la República36. Sin embargo, si se analiza con detalle el último de los seis grandes grupos en que se concentraban todos los 36. Sobre la actitud y el protagonismo de la FETE en la elaboración y difusión del Plan, puede verse LUIS MARTÍN, Francisco de: La FETE en la Guerra Civil española (1936-1939), Madrid, Ariel Historia, 2002, pp. 189-198.

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contenidos de la nueva escuela, el dedicado a la educación física, podrá observarse que –independientemente de que los enunciados pedagógicos carecieran de un desarrollo curricular concreto– no aportaba ninguna novedad, manteniendo propuestas que habían sido planteadas y defendidas tradicionalmente por la ILE y los socialistas ligados a ella. La educación física, según se establecía, comprendería la higiene y un adecuado cuidado corporal mediante la organización de juegos libres, deportes y ejercicios gimnásticos. Para lo cual se precisaba habilitar campos de juego y deporte en cada escuela o grupo de escuelas y maestros capacitados, tarea que se confiaba al Consejo Nacional de Educación Física y Deportes, entidad perteneciente al Ministerio de Instrucción Pública, que habría de crear un cuerpo de profesores cualificados y publicar un manual para la educación física de la infancia37. La guerra, como se sabe, impidió la aplicación del Plan y de otras medidas relativas a la enseñanza pública. Los puentes entre institucionismo y socialismo, que habían sido rotos durante la última etapa de la República y el trienio bélico, volverían a reestablecerse en el exilio. En México principalmente, pero también en los demás países de acogida, los socialistas, tanto en sus discursos como a la hora de explicar las orientaciones pedagógicas de los colegios que abrieron para la enseñanza de los hijos de los trasterrados, no dejaron de proclamar insistentemente que su norte era la escuela de la República –la de su primer bienio– y su faro la Institución Libre de Enseñanza. 2. EL

EJERCICIO FÍSICO EN LAS ESCUELAS SOCIALISTAS

Todos los autores que se han dedicado a estudiar la acción del Estado en la promoción de la práctica deportiva durante el primer tercio del siglo XX, reconocen que prácticamente no existió. Y que eso fue así esencialmente en lo relativo a la construcción de infraestructuras deportivas y en la aplicación de programas de educación física escolar. Antonio Rivero afirma que en España la actuación de la administración pública con respecto al deporte fue poco menos que inexistente y que cuando hubo legislación y disposiciones favorables, nunca hubo presupuestos para implantarlas. Llega a decir incluso que «entre 1910 y 1936 nunca se impartió correctamente una Educación Física digna y eficaz, ni en la enseñanza pública ni en la privada». Este abandono de la actividad física de niños y adolescentes por parte de los centros educativos públicos y privados, con algunas excepciones, entre las que se encontraban el Instituto-Escuela y algunos colegios religiosos, dio como resultado un panorama verdaderamente desolador38. Desde luego, los dirigentes socialistas, por lo que se refiere a los

37. La Gaceta del 9 de noviembre insertaba dos órdenes ministeriales mediante las cuales se creaba el cuerpo que había de llevar la educación física y los juegos deportivos a los centros de enseñanza y «agrupaciones juveniles». En dichas órdenes se estructuraba todo lo referente a condiciones físicas, edad, sueldos, categorías, programas de ingreso y demás detalles. Vid. «Importantes órdenes de Instrucción Pública. Se crea el cuerpo de profesores, instructores y ayudantes de Educación Física», Mundo Deportivo, núm. 5.526, 11 de noviembre de 1937, p. 1. 38. RIVERO HERRAIZ, Antonio: Deporte y modernización…Opus cit, pp. 164-169. Rivero afirma que si bien cabía esperar que la Segunda República introdujera cambios decisivos sobre la educación

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centros sostenidos por el Estado, mantenían, como ya hemos podido comprobar, una opinión idéntica, toda vez que desde comienzos del siglo XX habían venido denunciando la desidia de los poderes públicos, ya fueran centrales, provinciales o municipales, en todo lo que atañía a la cultura física tanto en las escuelas como en los institutos. En un artículo aparecido en El Sol en los días en que se celebraba la Olimpiada de Amberes, acontecimiento que tuvo lugar entre el 20 de agosto y el 12 de septiembre de 1920, y reproducido por la revista Heraldo Deportivo, Lorenzo Luzuriaga se refería al fracaso de España en cuanto país de cultura física, afirmando que «junto a nuestro analfabetismo intelectual padecemos un analfabetismo físico, no menos grave que aquél». Y aunque reconocía que los deportes habían avanzado en nuestro país, este progreso, todavía pequeño en cuanto al número de practicantes, no estaba auxiliado como sería necesario por las corporaciones privadas y públicas. La inanidad de esa formación física se debía fundamentalmente a que «ni las escuelas primarias, ni los institutos, ni las Universidades, disponen de campos de juego (…) en que poder practicar los deportes». Por eso, era urgente «que el Estado atienda como es debido a la cultura física en España, introduciendo en todos sus Centros educativos la práctica de los deportes y favoreciendo con sus recursos y medios el desarrollo de las Sociedades deportivas libres»39. Esta labor de crítica de la situación en que se hallaba la educación física en la enseñanza pública, los socialistas la llevarían a cabo no sólo desde la prensa, sino también desde el parlamento y, sobre todo, a través de la acción municipal, mediante su participación en las Juntas Locales de Enseñanza40. Pero no se limitaron solo a expresar quejas y denuncias, sino que, al mismo tiempo, reivindicarían modificaciones y mejoras en las escuelas. Así, Francisco Azorín, concejal socialista en Córdoba, reclamaba mayores inversiones públicas en educación y que las autoridades municipales pusieran solución al grave problema de los locales, terminando con los insalubres y sustituyéndolos por otros «sanos, bellos, con las cualidades pedagógicas indispensables: con aire y sol, con árboles y flores, con espacios para juegos gimnásticos (…), para baños y duchas, con aulas luminosas y capaces»41. Algunas de estas mejoras se incorporarían paulatinamente como propuestas concretas en los diferentes programas municipales del PSOE42. Sin apenas obtener respuesta a sus reclamaciones por los diferentes

física, las expectativas no se cumplieron, achacando este resultado a los vaivenes políticos y cambios de gobierno que conoció el régimen. 39. «Cultura física», Heraldo Deportivo, núm. 198, 15 de noviembre de 1920, pp. 13 y 14. 40. Además de las referencias sobre la acción municipal socialista incluidas en la nota 15, pueden verse SERRANO ABAD, Susana: «El Bilbao del progreso: gestión municipal y servicios públicos (1876-1920), Historia contemporánea, núm. 52, 2015, pp. 139-177 y SÁNCHEZ PÉREZ, Francisco: La protesta de un pueblo. Acción colectiva y organización obrera. Madrid 1901-1923, Madrid, Fundación Largo Caballero-Ediciones Cinca, 2016. 41. AZORÍN, Francisco: «Problemas municipales. La instrucción primaria», El Socialista, núm. 3.428, 6 de febrero de 1920, p. 1. En uno de los pocos trabajos sobre la ciudad socialista del futuro y el papel en ella de la arquitectura, Azorín, arquitecto de profesión, dedicaba un párrafo a la educación física, indicando que, al contrario de lo que sucedía en su tiempo, recibiría la mayor atención, construyendo espacios para su desarrollo como baños públicos, gimnasios o campos de juego. Vid. AZORÍN, Francisco: «Socialismo y Arquitectura», El Socialista, núm. 3.198, 1 de mayo de 1918, p. 2. 42. En el que se aprobó en el XI Congreso del partido, celebrado en 1918, se solicitaba «cantinas escolares, proporcionar trajes a los niños que asistan a las escuelas municipales, creación de parques

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gobiernos y autoridades municipales que se sucedieron en el tiempo, los socialistas no cejarían en su campaña en pro de una educación física escolar dotada de los medios precisos y atendida por personal cualificado. Paralelamente a esta labor centrada en la reforma y modernización de la escuela pública y que canalizó los mayores esfuerzos de los dirigentes obreros y de los maestros, docentes y pedagogos afiliados a la AGM y a la FETE, los socialistas, como ya comentamos, dispusieron desde comienzos del siglo XX de una red de centros escolares propios, casi todos con sede en los respectivos centros obreros o casas del pueblo, con los que, ante la falta de escuelas públicas y también como alternativa a la enseñanza que se dispensaba en los centros oficiales, se pretendía ofrecer a los hijos de los militantes la posibilidad de realizar los estudios primarios43. Dichos estudios se confiaban a maestros que estaban en posesión del título oficial de magisterio, se regían por el sistema de coeducación y su cuadro de materias apenas se diferenciaba del de las escuelas oficiales. Entre estas, figuraba la educación física, que, con el título de gimnasia, comprendía ejercicios corporales, paseos y excursiones. Ya comentamos cómo en el Reglamento de la Sociedad Obrera que agrupaba a las escuelas socialistas de Madrid, se señalaba –formando parte de su credo pedagógico– una atención específica y «cuidada» hacia las actividades físicas. Y, en efecto, tenemos noticias tanto en relación a los centros madrileños como en otros lugares, de la frecuente celebración de excursiones y giras escolares que tenían como objetivo el contacto con la naturaleza, la enseñanza al aire libre y/o la visita a centros de arte o de trabajo, como museos, fábricas, laboratorios, exposiciones, etc. Ya a principios de siglo, Enrique Jardiel indicaba que «las excursiones escolares debían ser la esencia, la base, el punto de apoyo de la enseñanza. ¡Enseña tantas cosas el campo!»44. En general, todas estas escuelas dedicaron una tarde a la semana a este tipo de actividades, que en el caso de la Sociedad Obrera de Escuelas Laicas de Madrid se fijó para los jueves, el mismo día en que lo hacían los centros de la ILE. Se pretendía así –completando esta tarea con charlas sobre higiene y cuidado de la salud– contribuir al desarrollo físico e intelectual del niño, vivificar la escuela mediante su contacto con el medio natural y social, establecer en los alumnos hábitos saludables y estéticos, favorecer prácticas de solidaridad y compañerismo y, en definitiva, poner en práctica la educación integral a la que se aspiraba. Tenemos noticias informando que durante las excursiones al campo se practicaban juegos colectivos y algunos deportes adaptados a la edad infantil

escolares y protección a las colonias escolares». En «Programa Municipal», El Socialista, núm. 3.412, 30 de noviembre de 1918, p. 2 43. Estas escuelas estuvieron repartidas prácticamente por todas las regiones de España – no tenemos referencias de su existencia en Cataluña, Navarra, Islas Canarias y los territorios de Ceuta y Melilla– y el periodo de su fundación se extiende hasta los años treinta. La mayor concentración se dio en Madrid y las regiones de Levante, Andalucía y Asturias. No podemos asegurar con rotundidad ni su número total ni el de los alumnos que asistieron a sus clases, si bien nuestros análisis apuntan a entre 50 y 60 centros y unos 4.000 estudiantes. Bastantes de ellas –casi todas situadas en zonas rurales y pequeñas ciudades– llevaron una vida muy limitada por la precariedad de medios económicos, aunque algunas pocas –generalmente en núcleos de mayor población– consiguieron mantener una vida estable y con un alto nivel de actividad. 44. JARDIEL, Enrique: «Jira escolar. Nuestras escuelas», El Socialista, núm. 1.178, 2 de octubre de 1908, p.3.

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aunque desconocemos, con algunas excepciones, cuales en concreto y con qué resultado efectivo45. Entre esas excepciones se encontraban aquellos centros que crearon grupos deportivos, como Salud y Cultura o el Grupo Deportivo «Tomás Meabe», fundado a mediados de 1931 en las escuelas del Puente de Segovia (Madrid) y de los que nos ocuparemos más adelante, dedicando al primero un apartado propio. Pero también sabemos de algunas escuelas que sin formar asociaciones deportivas dedicaron un gran esfuerzo a la educación física. Ese fue el caso de la que en septiembre de 1929 abrió la Cooperativa de Casas Baratas «Pablo Iglesias» después de terminar una barriada en la Ciudad Jardín de Madrid, al final de la calle López de Hoyos y compuesta de 85 casas46. Sin escatimar otros servicios, la Cooperativa se preocupó de resolver el problema de la enseñanza y a tal fin construyó un edificio por valor de 75.000 pts. para dedicarlo a escuela y con capacidad para 100 niños. Entre sus departamentos figuraban una sala de baños y duchas, un jardín y un amplio patio de juegos47. En este y con la finalidad de hacer posible un desarrollo armónico de los niños y educarlos «en consonancia con las orientaciones de la Pedagogía moderna»48, se practicaron diferentes ejercicios gimnásticos, juegos de pelota y tenis, actividad ésta última para lo que disponía de un campo propio y que no dejaba de representar toda una originalidad en los centros escolares de la época y una prueba de la popularización de deportes tradicionalmente elitistas que los socialistas trataron de llevar a cabo. Con anterioridad a la fundación de Salud y Cultura, la Sociedad Obrera de Escuelas Laicas Graduadas de Madrid, se ocupó de la actividad física de los alumnos que acudían a sus aulas en las calles Tintoreros, Valencia y Fuencarral, tratando así de hacer efectivo su Reglamento y uno de los cinco fines que marcaban sus Estatutos: «educar no sólo intelectual, sino artística y físicamente»49. Las excursiones al campo, donde los niños jugaban, cantaban y se solazaban, además de recibir explicaciones de sus maestros sobre distintos aspectos de la vida natural, ampliando de este modo la labor educativa que se impartía en el aula, fueron en estos centros la actividad más frecuente. Lo mismo ocurrió en las dos escuelas que la Sociedad de Oficios Varios del Puente de Vallecas organizó en esta localidad y que iniciaron su actividad en marzo de 1911. Tenemos noticias que nos hablan de visitas a museos y centros de arte, de paseos escolares y de excursiones al campo, además de la celebración de conferencias sobre temas pedagógicos en las que, como ocurrió en otros lugares, probablemente se abordaran cuestiones

45. En realidad, la ausencia de datos concretos sobre no pocas de estas escuelas nos impide saber en qué medida y con qué medios –si los hubo– los planteamientos pedagógicos que se enunciaban, incluida la educación física, se llevaron a cabo en ellas. 46. Sobre esta cooperativa, puede verse ARIAS GONZÁLEZ, Luis: Socialismo y vivienda obrera en España (1926-1939), Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2003. 47. Vid. «La Escuela de la Cooperativa de Casas Baratas inaugura el curso 1929-1930», El Socialista, núm. 6.431, 1 de octubre de 1929, p. 3. Sus maestros fueron Bernabé Hernández, principal dirigente del Grupo de Antiguos Maestros Laicos y miembro de la Comisión Ejecutiva de la FETE, y Gertrudis Granados, esposa del Secretario general de ese sindicato, Manuel Alonso Zapata. 48. MARTÍNEZ, Rafael: «Otra escuela primaria obrera», El Socialista, núm. 6.448, 9 de octubre de 1929, p. 4. 49. Sociedad Obrera Escuelas Laicas Graduadas de Madrid: Estatutos, Madrid, Imprenta de I. Calleja, 1908, p. 6.

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relativas a los beneficios de la educación física50. A finales de 1927 y por la acción del Sindicato Minero y Metalúrgico de la ciudad, se inauguraba en Puertollano una escuela muy activa que se ocupó de integrar en su programa formativo la educación en y a través de la naturaleza. De esta manera, se hicieron sistemáticas las salidas por los alrededores del municipio en las que los maestros explicaban a los niños lecciones de ciencias naturales, les familiarizaban con la flora del lugar y les inculcaban el amor al campo. Toda esta experiencia tenía, además, un complemento en la recogida de flores y especies vegetales, realización de dibujos y de anotaciones cuya materialización más interesante fue la formación de un pequeño museo escolar que contenía un herbario51. Y aunque no hemos podido recoger datos concretos y, por tanto, desconocemos si lo proyectado llegó a cumplirse, no deja de resultar llamativa la respuesta que la Comisión pro-escuela del Círculo Socialista del Norte de Madrid dio sobre las características que había de tener el centro escolar que allí se proyectaba. A una pregunta del periodista a propósito de su organización, la comisión, tras señalar las materias y métodos de enseñanza y comentar que estaban previstas visitas a museos y excursiones a ciudades de reconocido mérito artístico, afirmaba: «otra intención es que la educación física se lleve a cabo por los últimos métodos de Gimnasia individual y por grupos, al aire libre, en las terrazas de que disponemos»52. Diez años después de la disolución del anterior Grupo de Propaganda Socialista de las barriadas madrileñas del Puente de Segovia como consecuencia de la escisión comunista, surgía allí un nuevo Círculo Socialista que pudo disponer de un local espacioso. Muy pronto se habilitaron en su salón unas escuelas laicas para ciento cincuenta alumnos de ambos sexos y se creó, dirigido por miembros de las Juventudes Socialistas, el Grupo deportivo «Tomás Meabe». En realidad, se trataba de una agrupación cultural y deportiva dirigida tanto a los niños y niñas que acudían a las escuelas como a los trabajadores jóvenes y cuya misión era «fomentar el arte y la literatura, como asimismo el ejercicio físico, el deporte, la excursión, etc.»53. Tratando de hacer efectivo ese maridaje entre la cultura y el deporte, dos ámbitos que para los socialistas eran tan indisociables que, en realidad, formaban una única y la misma dimensión, en el Círculo se dieron charlas y conferencias, se formó una rondalla dirigida por el afamado profesor Pedro Benedicto, se organizaron paseos, marchas y excursiones y se constituyó una sección de atletismo a cuyo frente estaba el deportista y afiliado socialista Pedro Conesa54.

50. Véase, por ejemplo, «La escuelas racionalistas del Puente de Vallecas», El Socialista, núm. 5.796, 6 de septiembre de 1927, p. 2. 51. La dedicación, tanto del director del centro, Antonio Rubió, como del maestro auxiliar, Benito Mora, fueron muy elogiadas, logrando, entre otras cosas, implicar a los padres en el funcionamiento y actividad de la escuela. Vid. CARRILLO, Wenceslao: «La escuela de los obreros de Puertollano», El Socialista, núm. 6.700, 30 de julio de 1930, p. 2. 52. «Una Escuela modelo en el Círculo Socialista del Norte», El Socialista, núm. 7.191, 24 de febrero de 1932, p. 2. 53. «Del Puente de Segovia. Las escuelas del Círculo Socialista», El Socialista, núm. 6.852, 24 de enero de 1931, p. 2. 54. Vid. «Grupo Cultural Socialista Tomás Meabe», El Socialista, núm. 6.886, 5 de marzo de 1931, p. 2.

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La oferta socialista en materia de enseñanza para los hijos de los obreros cobra un especial relieve y significado con la creación de la escuela Cesáreo del Cerro55. Por las expectativas que despertó entre la clase trabajadora en general y madrileña en particular, por la atención que la Casa del Pueblo de Madrid le prestó y, esencialmente, por la dedicación que a su desenvolvimiento consagró Julián Besteiro, intentando materializar en ella una buena parte del ideario pedagógico socialista, podemos afirmar que nos encontramos ante una de las iniciativas educativo-culturales más interesantes de cuantas puso en pie el socialismo español. Si Amaro del Rosal la calificaba de verdadera escuela modelo, «legítimo orgullo de la clase trabajadora»56, parte de la opinión pública la conocía con el nombre genérico de «escuela de los socialistas». El 1 de julio de 1928 se inauguraba esta escuela de párvulos, con un alumnado de 10 niños y 10 niñas de 4 años de edad y cuya permanencia en el centro era de tres años. Se hallaba situada en una finca de grandes dimensiones donde sobresalían los amplios y soleados espacios para juego y descanso de los niños; con su arbolado, flores y cultivos, estos espacios se prestaban muy bien para cumplir el objetivo de impulsar una educación al aire libre, en contacto permanente con la naturaleza. Entre los departamentos con que contaban los dos edificios de la escuela se encontraban el de duchas y baños y el de servicios higiénicos y sanitarios, este último al cuidado de un médico que seguía personalmente el desarrollo físico de cada alumno a través de una ficha médico-pedagógica. La escuela adoptó la moderna concepción de los Jardines de infancia de Froebel, adoptada en España, como ya dijimos, por la ILE y los sistemas pedagógicos más avanzados, como los de Montessori o Decroly. En verano funcionaba en régimen de colonia y como centro educativo al aire libre el resto del año. Tanto en una estación como en las otras, la educación física se convirtió en una de las actividades –el centro seguía los postulados de la escuela activa, basada en los centros de interés del niño– fundamentales. Según se exponía: «La verdadera educación de los niños está en que corran, jueguen en el campo, al aire libre… Y eso es la escuela de la Fundación… Una escuela que responde perfectamente al pensamiento de Anatole France, cuando dijo que es mejor que los niños aprendan a leer en las hojas de los árboles que en las hojas de los libros»57. Para ello nada mejor que hacer de los juegos y los paseos al aire libre uno de los principios rectores de la enseñanza. Estos se realizaban en horario de mañana y de tarde. Y junto a ellos sencillos ejercicios gimnásticos, realizados a diario y acomodados a la edad y el desarrollo físico de los escolares. De alguna fotografía que se conserva de esta actividad da la impresión que se seguía una modalidad de gimnasia sueca, basada en ejercicios suaves que

55. Estudios pormenorizados de la Fundación Cesáreo del Cerro desde su creación en 1916 hasta el periodo de la guerra civil se encuentran en LUIS MARTÍN, Francisco de: «Un proyecto educativocultural socialista: la Fundación Cesáreo del Cerro», Historia de la Educación, núm. 7, 1988, pp. 179202; del mismo autor: «La Administración Pública frente a un proyecto educativo-cultural socialista: obstáculos legales a la Fundación Cesáreo del Cerro», Studia Zamorensia, núm. XI, 1988, pp. 147-154 y VILLANUEVA VALDÉS, Miguel Ángel: La Fundación Cesáreo del Cerro, Madrid, UGT, 1989. 56. DEL ROSAL DÍAZ, Amaro: Historia de la UGT de España. 1900-1931, Barcelona, Ed. Grijalbo, 1977, p. 127. 57. El Socialista, núm. 6.050, 1 de julio de 1928, p. 4.

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mediante un trabajo armónico de brazos y piernas tenía como finalidad mantener un buen estado físico general de los niños58.

Fig. 4. Ejercicios físicos en la escuela socialista de la Fundación Cesáreo del Cerro (Tiempos Nuevos, núm. 41, 10 de noviembre de 1934, p. 41).

Además, se realizaron salidas y excursiones a pie o en tren, organizadas especialmente en el tercer y último curso y que conjugaban un carácter cultural con unos objetivos físicos, lúdicos y de entretenimiento59. El balance final de lo que fue la educación física en las escuelas puestas en pie por los socialistas no es, ciertamente, muy positivo, habida cuenta, entre otros factores, del escaso número de las mismas, las dificultades económicas que tuvieron que afrontar, las limitaciones teórico-prácticas de los maestros que se encargaron de su enseñanza, el no disponer en la mayoría de los centros de medios adecuados a ese fin y el convencimiento, muy pronto adquirido, de los dirigentes y pedagogos obreros de que lo fundamental era la modernización de la escuela pública, la cual debería contar, a diferencia de lo que había ocurrido hasta entonces –y seguiría ocurriendo–, con un programa realista de educación

58. En una de estas fotografías se puede observar a los niños y niñas formando hileras y efectuando uno de esos ejercicios –en un movimiento rítmico, con los brazos flexionados a la altura de los hombros y la pierna derecha adelantada– bajo la dirección de una maestra, casi con toda seguridad Juana Sanabria, y la atenta mirada de la directora de la escuela, Carmen García Moreno y del médico, Mariano García Iglesias. 59. Vid. GARCÍA MORENO, Carmen: «Como funciona la escuela de la Fundación Cesáreo del Cerro», Tiempos Nuevos, núm. 16, 10 de diciembre de 1934, pp. 7-9.

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física, unos profesores cualificados y unas instalaciones apropiadas para poder llevarlo a efecto. Sin embargo, no es posible dejar de admitir que en ese campo hubo también, como hemos tratado de exponer, algunas experiencias interesantes, un esfuerzo decidido por parte de ciertos centros, entidades y militantes socialistas que supieron reconocer y valorar la importancia de la cultura física en la infancia y la adolescencia y trataron de incorporarla a la organización y los planes de enseñanza de las escuelas que fundaron y sostuvieron con gran tenacidad por su parte. Sobre todo si se tiene en cuenta la inanidad de la acción en materia de educación física por parte tanto de la enseñanza pública como de la privada. 3. EL

EXCURSIONISMO INFANTIL: EL GRUPO SALUD Y CULTURA

Abordamos en este apartado las actividades de esta entidad, pionera en España en la promoción del deporte infantil, durante el periodo que dependió de la Sociedad Obrera de Escuelas Laicas Graduadas de Madrid, el cual se extiende desde su creación hasta prácticamente el comienzo de los años veinte. En otros capítulos analizaremos su trayectoria durante las décadas de los veinte y los treinta, cuando se convirtió en uno de los movimientos infantiles y juveniles más importantes de España. Con el nombre de Salud y Cultura y por iniciativa de los profesores de las escuelas laicas y racionalistas pertenecientes a la Casa del Pueblo de Madrid, a finales de marzo de 1913 se formaba un grupo de excursionistas con el objeto de «llevar al campo» a los alumnos de esas escuelas y a los hijos de los trabajadores asociados que así lo deseasen. Su materialización era consecuencia de las excursiones campestres que a lo largo del curso y al finalizar el mismo –en este caso los niños concurrían con sus familias– venían realizando los escolares de la Sociedad obrera de Escuelas Laicas Graduadas y en las que se practicaban deportes sencillos como carreras, saltos, flexiones, etc., además de diversos juegos60. Si en abril de aquel mismo año ya se celebró la primera excursión, en mayo se aprobaba el Reglamento, procediéndose a nombrar Junta Directiva, de la que Nemesio Pico fue su primer secretario, y en julio se constituía legalmente con arreglo a la Ley de Asociaciones. En la circular fundacional de la nueva entidad se indicaba, queriendo así marcar distancias con la Asociación de los Exploradores de España, entidad juvenil que había nacido un año antes como parte del movimiento internacional scout, que «no se trata de hacer “exploraciones” de ninguna clase, porque esta nueva institución carece de todo carácter militar; ni tendrá Código, ni exigirá juramentos…»61. Y continuaba diciendo: «se pretende únicamente –y 60. Vid. «Jira escolar», El Socialista, núm. 1.368, 28 de junio de 1912, p. 3. 61. Los Exploradores fueron duramente criticados por la izquierda política española, acusándolos de militaristas y de seguir unos métodos donde la disciplina estaba por encima de cualquier otro valor. Sus excursiones dominicales y sus campamentos de verano, entre cuyos asistentes apenas había jóvenes de las clases bajas, incluían marchas, juegos, ejercicios de gimnasia y conferencias, en un formato muy parecido al que pondría en marcha Salud y Cultura. Ambas entidades organizarían también competiciones y festivales deportivos. Sin embargo, una diferencia esencial, además, naturalmente, de las que afectaban a su origen, sus objetivos y relaciones con el poder político, residía en que mientras los Exploradores era un movimiento juvenil exclusivamente masculino, la organización socialista era de carácter mixto. Favorecidos por la dictadura primorriverista, los Exploradores

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no es poco– que los pequeños respiren el aire libre una vez a la semana haciendo ejercicios físicos exentos de disciplina: andar, correr, trepar a los montes y todo ello acompañado de unas discretas explicaciones “sobre el terreno” de lo que son las montañas, los ríos, las piedras, las arenas, las plantas, los animales, etc.»62. Estas explicaciones de los profesores, con las que se pretendía estudiar de una manera básica o rudimentaria la naturaleza, junto a las conferencias que se organizaron –generalmente sobre temas de salud y deporte– y las excursiones campestres, buscaban hacer de la nueva entidad una mezcla de sociedad deportiva y grupo cultural, persiguiendo una doble finalidad: «la salud del cuerpo y el cultivo del espíritu»63.

Fig. 5. Constitución de Salud y Cultura (El Socialista, núm. 1.408, 1 de abril de 1913, p. 34).

supieron adaptarse al régimen republicano sin apenas dificultades. Vid. MORENO LUZÓN, Javier: “Gérmenes de España”. Escultismo, monarquía y construcción nacional, 1912-1931. Documento de trabajo presentado al Seminario de Historia de la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, Madrid, mayo de 2017. 62. «Los hijos de los obreros. Excursiones al campo», El Socialista, núm. 1.408, 1 de abril de 1913, p. 3. 63. CORREAS, Dionisio: «Digno de imitarse. El Grupo “Salud y Cultura”», El Socialista, núm. 4.826, 26 de julio de 1924, p. 1.

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Comentando los primeros pasos de la nueva entidad, Santiago Artal, que era entonces su presidente, afirmaba que sus fundadores, apenas 20 socialistas enamorados de la naturaleza, creyeron ver en ella «la mejor forma de privar a los hijos de proletarios del viciado ambiente que respiran en las mal llamadas viviendas, al mismo tiempo que ir completando la educación que en grado mínimo recibían en las mermadas escuelas primarias». Y llamaba la atención sobre su carácter pionero, tratándose de una organización obrera, y las dificultades para crearla en unos tiempos en que de forma generalizada «existía aún la abulia por el campo y el excursionismo»64. Con esos objetivos, se acordó que los escolares inscritos se reunieran en grupos mixtos de diez o doce miembros dirigidos por monitores –a los que se les llamaba «guiadores»– encargados de su vigilancia y custodia, y de decidir los lugares de las marchas. Todos los domingos, durante las estaciones más benignas, se realizaban pequeñas excursiones –las ordinarias– por los alrededores de Madrid65 y una vez al mes se organizaban excursiones «extraordinarias», encaminándose a puntos más apartados, como Colmenar Viejo, Villaverde, la Presa de Santillana, Pinar de Hortaleza, Pozuelo, Fuente de las Damas o los altos de Amaniel, utilizando el tren como medio de transporte66. Durante el invierno y en los días en que resultaba imposible salir al campo por razones climatológicas, se organizaban visitas a museos y centros instructivos y se pronunciaban conferencias sobre los mismos. Para organizar las salidas de la ciudad, esta se dividió en dos zonas, norte y sur. Los niños y guiadores de la primera se reunían a las seis de la mañana en la plaza del Progreso y los de la segunda en el Círculo Socialista

64. RODRÍGUEZ MENDIETA, Isidoro: «Nuestras organizaciones culturales. El presidente y el secretario de “Salud y Cultura” nos cuentan cómo nació esta simpática entidad», El Socialista, núm. 7.051, 15 de septiembre de 1931, p. 3. 65. En una de esas excursiones, se produjo un enfrentamiento entre los miembros de Salud y Cultura y un grupo de boy-scouts. Según la información del periódico socialista, ese grupo manejado «por los hombres infecundos que han organizado el requeté militarista llamado exploradores de España» trataron de molestar a los hijos de los trabajadores entonando la música «que les sirve de himno patriotero», a lo que respondieron estos cantando «La Internacional». Y ya de regreso, arreciaron las burlas y los insultos contra los niños socialistas y sus monitores. El periódico culpaba de lo sucedido no a los boy-scouts sino a sus «jefecillos», los cuales les inculcaban el desprecio hacia la Casa del Pueblo y sus afiliados y se mofaban del lema –«Salud y Cultura. ¡Viva la paz!»– que portaba la organización infantil en su estandarte. Vid. «Provocación que no se tolerará. Los boy-scouts insultan a los hijos de los obreros», El Socialista, núm. 1.463, 26 de mayo de 1913, p.1. 66. Se buscaron lugares cercanos a la capital, de fácil comunicación y casi siempre dotados de amplios espacios verdes. El embalse de Santillana, llamado así por su impulsor, Joaquín de Artega y Echagüe, marqués de Santillana, se conocía también por el nombre de embalse de Manzanares el Real. Inaugurado en 1908 para regular el caudal del río Manzanares y obtener energía hidroeléctrica, estaba situado junto a la sierra de Guadarrama. La famosa Fuente de las Damas, situada en los altozanos de la Moncloa, y en los alrededores de Puerta de Hierro, tomaba sus aguas del arroyo de las Negras y estaba rodeada por un espacioso pinar que se convirtió, como la fuente misma, en un lugar de esparcimiento –y de merienda– para las familias humildes de Madrid. Los altos de Amaniel formaban parte del Parque de la Dehesa de la Villa de Madrid, también conocido como Monte de Amaniel, derivando su nombre del que fuera Guarda mayor de los mismos, D. Lope de Amaniel, durante el reinado de Enrique II. El parque, donde abundaban las encinas, los alcornoques y los pinos, había sido entregado por el Estado en usufructo al Ayuntamiento madrileño en 1901 para esparcimiento público. En él tuvieron lugar celebraciones populares de todo tipo y los socialistas organizaron allí muchos años la fiesta del 1.º de Mayo.

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de la calle de Fuencarral media hora después. A las excursiones podían ir también personas adultas siempre que fueran miembros de alguna organización socialista. A los niños inscritos, que debían tener cumplidos ocho años y llevar una autorización de sus padres, se les facilitaba al darse de alta una especie de carnet llamado «cartilla-título» y aunque en los primeros momentos no tuvieron que abonar cuota alguna más tarde pagarían una cantidad de diez céntimos mensuales. La financiación corrió, en principio, a cargo del Patronato de las Escuelas y más tarde, de socios protectores o de número que pagaban una pequeña cuota de cincuenta céntimos mensuales. La directiva hizo a través de El Socialista varios llamamientos solicitando ayudas y donativos. En 1915 la entidad recibió una subvención de doscientas cincuenta pesetas del Ministerio de Instrucción Pública67 que se pensaba emplear en la compra de aparatos de gimnasia68, contando con el desinteresado concurso de un joven profesor de educación física que ya había impartido varias lecciones a los niños sobre el deporte –«con muy buenos resultados»– en el salón terraza de la Casa del Pueblo69. Y aunque no tenemos noticias sobre la suerte de esta iniciativa, hay que considerarla un indicador del interés de sus mentores por completar el excursionismo con la práctica reglada de la gimnasia y, como podremos ver a continuación, con otros deportes. Paulatinamente, probablemente como efecto de su desarrollo70 y el protagonismo que fueron adquiriendo los monitores, muchos de ellos miembros de las Juventudes Socialistas de Madrid, Salud y Cultura fue desligándose de las escuelas laicas y cobrando mayor autonomía, hasta acabar funcionando como una sociedad autónoma, la primera entidad socialista de niños construida en España, vinculada a la Casa del Pueblo de Madrid y estímulo y guía para otras organizaciones semejantes que irán apareciendo más tarde, en la tercera y cuarta décadas del siglo. Y aunque las reiteradas peticiones de ayuda económica al resto de las sociedades obreras no fueron atendidas, ello no impidió una cierta ampliación de su oferta deportiva; así, y como prueba del interés y la afición que despertaba en los niños la práctica del balompié, en 1916 se constituía una sección de fútbol –ésta sólo de chicos, obviamente– al lado de la excursionista –de niños y niñas– que ya existía.

67. A comienzos de los años veinte se mantenía la misma cantidad subvencionada si bien la ayuda procedía ahora del Ayuntamiento de Madrid a través de su Comisión de Subvenciones, que por entonces presidía Andrés Saborit. La ayuda la recibía dentro del grupo de entidades de carácter cultural y en él figuraban otras instituciones socialistas, como Escuelas Laicas, los Círculos socialistas del Norte y de Cuatro Caminos, la Escuela de Aprendices Tipógrafos, la Asociación Artístico Socialista y la Biblioteca de la Casa del Pueblo. 68. Se hablaba, en concreto, de «poleas, saltos de altura, balones, cable aéreo y otros propicios para niños en el orden físico». 69. Vid. «La Casa del Pueblo de Madrid. “Salud y Cultura”», El Socialista, núm. 2.148, 11 de abril de 1915, p. 3. 70. En un somero balance que se hacía al cumplirse el segundo aniversario de la institución, se calculaban en más de 80 las excursiones dominicales y un número grande pero sin determinar de las extraordinarias.

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Fig. 6. Anuncio de actividades organizadas por Salud y Cultura (El Socialista, núm. 2.462, 19 de febrero de 1916, p. 3).

Dos años más tarde y con Antonio Moirón como presidente de la Directiva, se tomó el acuerdo de crear una Biblioteca con el fin de fomentar la lectura y aumentar el nivel cultural de sus afiliados71. En el verano de 1918 tuvieron lugar varias reuniones en la Casa del Pueblo en las que participaron comisiones de la Agrupación Socialista, el Grupo Femenino, la Juventud Socialista, la Escuela Nueva y Salud y Cultura con el fin de crear un Ateneo Socialista Obrero que relanzase las actividades culturales y deportivas dirigidas a los trabajadores jóvenes de ambos sexos y con la finalidad de atraerlos al socialismo72. Sin embargo, la iniciativa no logró cuajar, como no cuajarían los sucesivos intentos por crear una central de educación obrera que aglutinase a nivel de toda España a los organismos y entidades culturales de filiación socialista. A partir de ese momento y hasta la Dictadura, la sociedad llevó una vida lánguida y pobre tanto en número de socios como en su nivel de actividad. Incluso hubo de abandonar la organización de las excursiones mensuales por falta de fondos. Como afirmaría con disgusto algún militante, era un grupo cultural y deportivo desconocido para la mayoría de los afiliados socialistas. 4. LAS

COLONIAS ESCOLARES DE VACACIONES

Las colonias escolares formaron parte de la educación física de los niños, mayoritariamente de baja extracción social, que acudían a ellas, aunque sus benéficos efectos se extendieran más allá del ámbito exclusivamente físico. Estuvieron concebidas y organizadas, por encima de cualquier otra consideración, para mejorar su estado de salud, generalmente muy deteriorado por las condiciones 71. Vid. «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 3.108, 31 de enero de 1918, p. 2. 72. Vid. El Socialista, núm. 3.323, 23 de agosto de 1918, p. 2.

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familiares, sociales y escolares en que se desenvolvía su vida cotidiana. Era frecuente, como es bien sabido, que las condiciones higiénicas de las viviendas y los barrios de las familias pobres fueran muy deficientes, a lo que se añadía la mala alimentación y el azote de la enfermedad. Todo ello lo sufría obviamente la infancia obrera, que debía soportar, además, las condiciones antihigiénicas e insalubres de los edificios escolares públicos y municipales el tiempo que, de no darse otras circunstancias –laborales, familiares, de falta de aulas, etc.– que favorecían el absentismo, permanecía escolarizado. Esta realidad fue denunciada desde finales del siglo XIX y principios del XX por sectores reformistas y regeneracionistas –médicos, higienistas, pedagogos, maestros, moralistas…– y también y con especial insistencia por los socialistas. Para todos ellos, las colonias escolares de vacaciones se constituyeron en un remedio que si bien no podía por si solo acabar con esa situación, podía contribuir, al menos, a paliarla en alguna medida. Como tantas otras iniciativas educativas, esta también llegó a España de la mano de Giner de los Ríos y sus seguidores. Y como otras muchas de las iniciativas surgidas del institucionismo, los socialistas harían de la defensa y el impulso de las colonias uno de sus principales objetivos. Incluso cuando algunos de ellos se decidan a poner en práctica colonias propias, sus fines, sus directrices pedagógicas y su organización responderán en gran medida al modelo que la ILE había diseñado ya desde fines del siglo XIX. Los requisitos para la selección de los escolares madrileños que habían de acudir a las colonias promovidas por los hombres de la ILE, bien desde su Asociación de Antiguos Alumnos, bien a través del Museo Pedagógico Nacional, entre los que se encontraba su nivel de pobreza, hacía que ya desde la primera – llevada a cabo en 1887– fuera muy probable que entre los admitidos hubiera hijos de trabajadores afiliados al socialismo73. Este hecho, unido al interés que esta iniciativa debió despertar entre los dirigentes obreros explicaría que desde una fecha muy temprana –en los primeros años del siglo XX–, el Consejo de Dirección de la Casa del Pueblo aprobara la concesión de donativos para el sostenimiento de las colonias74. Al mismo tiempo, ese mismo interés, indisociable al que ya por entonces mostraba un sector del socialismo por las reformas educativas alentadas por el institucionismo, haría que descubrieran no solo las muchas ventajas de esta iniciativa y la necesidad de que fueran asumidas y financiadas por los poderes públicos, sino también sus características y el plan de vida que seguían los niños el tiempo que pasaban en la colonia. Por esta vía, conocerían y valorarían la importancia de facilitarles una alimentación sana, seguir unas pautas higiénicas y de cuidado del cuerpo, establecer un horario que permitiera emplear el tiempo lo mejor posible, practicar juegos individuales y colectivos, realizar paseos, excursiones o baños de mar, complementar la educación recibida en la escuela mediante sencillas explicaciones o charlas en relación con lo que veían

73. Vid. RODRÍGUEZ PÉREZ, Juan Félix: «La primera colonia escolar de vacaciones para niños pobres de las escuelas públicas madrileñas (1887)», El Futuro del Pasado, núm. 7, 2016, pp. 407-439. 74. En el acta de una de sus reuniones, se recoge que a propuesta de Núñez de Arenas se aprobó dar «como en años anteriores, 25 pts. para las colonias escolares organizadas por la ILE». En Consejo de Dirección de la Casa del Pueblo de Madrid: Libro de Actas. Acta correspondiente al 22 de julio de 1913.

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y experimentaban y siguiendo un método activo e intuitivo, la redacción por los niños de un diario para tratar de fijar lo aprendido y contar sus vivencias, etc. Pero la vía fundamental de relación entre el socialismo y las colonias escolares se produjo a través de los gobiernos municipales una vez aparecieron en el gozne de los siglos XIX y XX los primeros concejales socialistas. Desde entonces y siguiendo los acuerdos adoptados por los congresos de la Internacional Socialista, no cejaron en la tarea de tratar de mejorar la educación pública y las instituciones circumescolares, entre las que se encontraban y en lugar preferente, junto a las cantinas y roperos, las colonias de vacaciones75. Así se puede ver en los diferentes programas municipales que el PSOE fue aprobando desde la primera década del novecientos.

Fig. 7. Extracto del Programa Municipal del PSOE, aprobado en su XI Congreso (1918), en el que se incluye la protección a las colonias escolares (El Socialista, núm. 3.412, 30 de noviembre de 1918, p. 2).

Se trataba, según la realidad de cada municipio, de inspeccionar la marcha de las colonias, denunciar su inexistencia o la falta de inversiones en las mismas, vigilar la forma en que se realizaba la selección de los colonos, evitar cacicadas o favoritismos en esa selección y presentar todo tipo de proyectos e iniciativas que mejorasen y ampliasen su campo de acción. Será en los municipios del País Vasco y especialmente en Bilbao donde se encuentren los primeros pronunciamientos en este terreno. Tomás Meabe afirmaba, refiriéndose a las colonias y las cantinas escolares: «Titánica lucha sostienen los socialistas por establecer y dar robusta vida a estas instituciones y otras que completan nuestro programa 75. Vid., entre otros, «Los obreros y la acción municipal», El Socialista, núm. 1.553, 24 de agosto de 1913, p. 1 y «En el Ayuntamiento. Las subsistencias y la enseñanza», El Socialista, núm. 1.790, 18 de abril de 1914, p. 2.

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a favor de la infancia obrera»76. Concejales socialistas como Felipe Merodio o Fermín Carretero visitaban año tras año las colonias –de niños, unas y de niñas, otras– presentando luego al Comité de la Agrupación una Memoria en que daban cuenta de su trabajo. En ellas señalaban aspectos negativos, como la forma en que se procedía al hacer la selección de los escolares, las condiciones de tal o cual local, la necesidad de dotar de mayor personal a las colonias, tanto docente como médico, etc., pero no dejaban de remarcar también los positivos, sobre todo en relación a lo «muy satisfactoria» que había resultado para los escolares la vida campestre77. Sería, sin embargo, Madrid donde la acción socialista fue más intensa y fructífera. Desde el Ayuntamiento y a través de la Junta municipal de Primera Enseñanza, dirigentes como Francisco Mora, Largo Caballero, Besteiro, García Cortés, Cordero o Saborit realizarían una obra encomiable en favor de las colonias escolares de vacaciones. Junto a los concejales republicanos y los apoyos coyunturales de otros ediles, consiguieron institucionalizar su celebración desde 1912, redactar y aprobar un Reglamento de colonias escolares, evitar que en la selección de los niños que debían acudir a ellas se produjeran corruptelas o favoritismos78 y que las cantidades asignadas en el presupuesto municipal fueran aumentando prácticamente de forma ininterrumpida hasta 192379. Pero el incremento de la dotación no fue suficiente en un primer momento para que se cumpliera el objetivo de la minoría socialista de ubicar las colonias en la sierra de Guadarrama para que los escolares pudieran disfrutar de un verdadero contacto con la naturaleza. Debieron conformarse así con el establecimiento de unas «Colonias urbanas» en los terrenos de la Dehesa y los Viveros de la Villa, a donde acudían los niños diariamente desde sus casas por espacio de quince días. Algunos médicos afiliados al PSOE y que solían estar ligados e incluso pertenecer a la plantilla de la Mutualidad Obrera Médico-farmacéutica que los socialistas tenían en Madrid, comenzaron a emitir sus opiniones y consejos sobre las colonias escolares. Casi todos ellos coincidían con los concejales obreros en que lo procedente era abrir, además de las urbanas, colonias marítimas y «de altura», como ya se hacía en algunos lugares. Coincidían igualmente en la necesidad de aumentar las consignaciones destinadas a su sostenimiento, en que su cometido primordial era la salud de los niños y el alivio o la curación de sus dolencias y en que la actividad física era, junto con la alimentación, el reposo y la atención médica, el medio más

76. MEABE, Tomás: «Colonias y cantinas escolares», La Lucha de Clases, núm. 471, 28 de noviembre de 1903, p. 1. 77. Vid., por ejemplo, «Las colonias escolares», La Lucha de Clases, núm. 297, 16 de julio de 1900, p. 2. 78. Este asunto preocupó siempre a los socialistas, deseosos de evitar tanto el sistema de sorteo como la intervención de los concejales o de la alcaldía en la designación de los escolares. Debían ser los directores de las escuelas quienes, con arreglo a un formulario y unas normas muy precisas consignadas en el reglamento interno de las colonias y sin recomendaciones de ningún tipo, indicaran los niños que en justicia debían ir a las colonias. Pero como un factor decisivo era, además de la pobreza, el estado físico de los pequeños, debía encargarse a una inspección médica para que, tras un concienzudo reconocimiento, decidiera su elección entre los propuestos por los maestros. 79. Vid., entre otros muchos, «A favor de los niños», El Socialista, núm. 4.021, 31 de diciembre de 1921, p. 1; «Los presupuestos de Enseñanza», El Socialista, núm. 4.369, 9 de febrero de 1923, p. 1 y MARTÍNEZ, Rafael: «De la escuela y de la vida», El Socialista, núm. 4.522, 7 de agosto de 1923, p. 4.

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eficaz para conseguir ese fin. Por eso, era muy importante elegir con cuidado el emplazamiento de la colonia80 y establecer una organización interna de la misma donde los juegos, los ejercicios al aire libre, los paseos y excursiones o los baños en el río o en el mar formaran parte del régimen de vida diario de aquella. Pero como era preciso calibrar de forma particularizada los efectos de ese plan en cada escolar, lo ideal sería contar con un director médico en la colonia –y no sólo con el reconocimiento médico previo, como se venía haciendo– que, junto al director educativo, velara por ese asunto. De esta manera, se podría determinar para cada niño el régimen alimenticio que debía observar, el tiempo de reposo que necesitaba, qué baños de sol y de agua podía recibir, los juegos que podían permitírsele e incluso los ejercicios de gimnasia que debía practicar. Bajo estas premisas, la educación física contribuiría de forma plenamente satisfactoria a mejorar la salud y el desarrollo orgánico de cada colono81. Cuando en el verano de 1922 pudo por fin abrirse una colonia en Cercedilla, donde el Ayuntamiento había cedido tres edificios para el albergue de los sesenta escolares –treinta niños y treinta niñas– durante los dos meses que duraba, los concejales socialistas junto con Núñez Tomás giraron una visita a la misma. Este haría luego una pequeña crónica, exponiendo sus buenas impresiones, reclamando algunas mejoras en los edificios o en los caminos que conducían al lugar donde se hallaba ubicada la colonia y ponderando de manera particular la excelencia del trato que recibían los pequeños por parte del personal a su frente así como las excursiones y los juegos que practicaban diariamente82. En todo ello observaba la acción del Partido Socialista, atento siempre a cuantas obras redundaban «en beneficio del desarrollo físico y moral de los niños pobres»83. Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera la organización de las colonias veraniegas, según opinión de los socialistas, no encontró en los nuevos responsables públicos la atención requerida interrumpiéndose así la trayectoria positiva que venía caracterizándola desde tiempo atrás. No solo se suspendieron las del verano de 1924, so pretexto de haberse agotado la consignación, sino que una vez reestablecidas al año siguiente el Ayuntamiento de Madrid disminuyó drásticamente la cantidad que se venía consignando para su atención. Además, las marítimas, al ubicarse en sendos sanatorios de las localidades cántabras de 80. Los socialistas no siempre estuvieron conformes con la elección efectuada, censurando que se hubiera hecho por razones económicas inadmisibles, para favorecer determinados intereses crematísticos de personas o sin tener en cuenta las posibilidades que brindaba para los fines que debían cumplir las colonias. 81. Vid. MILLA, C.: «Lo que deben ser las colonias escolares», El Socialista, núm. 4.224, 25 de agosto de 1922, p. 1 82. Bastante diferente era, sin embargo, la opinión de otro socialista que firmaba con el seudónimo de «Artemio». Criticaba la decisión de adoptar unos edificios no construidos ad hoc para colonias pagando además un precio desmedido por su alquiler y haciendo unas reformas «tan inútiles como costosas». Pero lo peor era que estaban situados al pie de Cerro Colgado, una pequeña montaña situada al norte del casco urbano de Cercedilla, en un lugar inapropiado para practicar en las condiciones debidas los juegos y ejercicios físicos y teniendo que hacer largas caminatas para disfrutar de los beneficios de zonas arboladas. En definitiva, un lugar «incómodo y peor acondicionado». En ARTEMIO: «Las colonias escolares del Ayuntamiento. III. Las colonias de altura y urbanas», El Socialista, núm. 4.556, 15 de septiembre de 1923, p. 3. 83. NÚÑEZ TOMÁS, Francisco: «Las colonias escolares. Una visita a la de Cercedilla», El Socialista, núm. 4.250, 25 de septiembre de 1922, p. 1.

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Oza y Pedrosa, no cumplían los requisitos de una iniciativa que debía ser, además de terapéutica, educativa y lúdica. Por otra parte, las de Cercedilla habían perdido gran parte de su esencia, dejándose de realizar excursiones. Todas ellas contaban con escasos profesores, dejaron de realizarse muchas actividades y los niños permanecían mucho tiempo encerrados, por lo que algún socialista llegó a calificarlas como colonias de «tipo cuartelario»84.

Fig. 8. Atribución de la iniciativa de las colonias escolares urbanas a la minoría socialista en el Ayuntamiento de Madrid (El Socialista, núm. 5.106, 18 de junio de 1925, p. 4).

84. Vid., como ejemplos, EL EX CONCEJALITO [Andrés Saborit]: «¿Y las colonias urbanas?», El Socialista, núm. 4.819, 18 de julio de 1924, p. 4; del mismo autor: «Las colonias urbanas», El Socialista, núm. 5.106, 18 de junio de 1925, p. 4; «Colonias escolares», El Socialista, núm. 5.666, 2 de abril de 1927, p. 1 y «Las colonias escolares del Municipio», El Socialista, núm. 5.835, 21 de octubre de 1927, p. 4.

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Por eso, al finalizar este periodo y tras la vuelta de los concejales depuestos por la dictadura, los socialistas hicieron un balance muy negativo del mismo en materia educativa y en la atención prestada a las colonias85. Era urgente recuperar el tiempo perdido ampliando el número de escuelas y dotándolas de los medios que posibilitaran la educación física de sus alumnos. Con este mismo objetivo de favorecer la educación física, había que aprovechar grandes espacios, libres de todo cerramiento, donde realizar los oportunos ejercicios. Según afirmaba Dionisio Correas, era preciso «conquistar para los niños los parques y jardines», haciendo de la Casa de Campo «el dominio de la infancia madrileña»86. Igualmente, había que impulsar, mejorar y ampliar el número de colonias de verano en Madrid y en toda España, aprovechando, en el caso de la capital, las ventajas que presentaban los terrenos de la Casa de Campo para su instalación en ellos y aprobando de paso la propuesta de Saborit para que el Ayuntamiento adquiriese unos autobuses con los que llevar a los niños a las colonias urbanas. A partir de la proclamación de la República la labor de los socialistas en relación con las colonias –y con la enseñanza primaria en general– se intensificó, pasando a jugar un protagonismo especial en su dirección y organización tal y como adelantaba Saborit apenas dos meses después de aquella efeméride al exponer el programa municipal del Partido Socialista87. Los cambios pudieron apreciarse ya en el verano de 1931 al aumentar de forma extraordinaria el presupuesto municipal para colonias y disponer de un crédito del Ministerio de Instrucción Pública, posibilitando un aumento en su número y en la cantidad de niños que pudieron disfrutarlas, así como una mayor diversidad de sus asentamientos88.

85. Vid., entre otros, CORREAS, Dionisio: «El Ayuntamiento y la enseñanza», El Socialista, núm. 6.648, 30 de mayo de 1930, p. 1. 86. CORREAS, Dionisio: «Para las escuelas de Madrid», El Socialista, núm. 6.889, 8 de marzo de 1931, p. 1. 87. «La labor de la minoría socialista en el Ayuntamiento. Un programa para el presente y para el futuro», El Socialista, núm. 6.983, 27 de junio de 1931, p. 3. 88. Junto a las colonias urbanas se habilitaron otras en lugares como Torremolinos o Segovia. En esta última el periódico socialista informaba que los niños fueron instalados en el Palacio de Riofrío, anterior residencia de la familia Borbón, disponiendo de siete dormitorios muy amplios con cerca de cien camas cada uno. Por primera vez, además, el órgano socialista incluía fotografías de algunas colonias.

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Fig. 9. Una colonia escolar en Torremolinos (El Socialista, núm. 6.971, 13 de junio de 1931, p. 4).

A su vez, se mejoró notablemente la oferta de las colonias urbanas, que vio aumentar el número de sus maestros y del personal subalterno, pasando a ser dirigidas por el socialista Enrique Cubillo. 400 escolares –200 niños y 200 niñas– asistían durante dos meses a la de los Viveros de la Villa. En ella los juegos, los baños, las clases de gimnasia y las excursiones a lugares como la Puerta de Hierro o la Casa de Campo constituían la base de la educación física que se les ofrecía89.

89. Vid. GARCÍA, Aniceto: «El veraneo de los niños madrileños. Una visita a la Colonia escolar de los Viveros de la Villa», El Socialista, núm. 7.040, 2 de septiembre de 1931, p. 6. Llama la atención que entre las canciones «populares» que los colonos cantaban durante un buen rato terminado el reposo de mediodía figuraban, según comentaba García, «La Internacional» y «La Marsellesa de la Paz».

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Fig. 10. Colonia escolar en los Viveros de la Villa, dirigida por el socialista Enrique Cubillo (El Socialista, núm. 7.040, 2 de septiembre de 1931, p. 6).

Un crecimiento muy significativo experimentó también la colonia de Cercedilla bajo la dirección del maestro y socialista Antonio Marín. En otros municipios de la provincia donde, como en el de Chamartín o Vallecas, los socialistas tenían también una representación mayoritaria e incluso habían conseguido ganar la alcaldía, su labor fue determinante para poner en marcha colonias escolares. El ayuntamiento de Chamartín, por ejemplo, sostuvo una desde el verano de 1932 en la pradera de las Guarramillas, en el puerto de los Cotos. Allí los niños entonaban junto a canciones propias de la sierra, el «Himno de Riego» y «La Internacional», lo que no dejaba de ser una manifestación del ambiente militante que predominaba en la colonia, con toda seguridad alentado por el personal docente de la misma90. El principal periódico socialista se ocupó no solo de estas iniciativas, sino de otras promovidas por instituciones públicas o privadas y dirigidas a niños de la clase trabajadora, como las organizadas directamente por el Ministerio de Instrucción Pública en Isla, las que en Andalucía sostenía la Cruz Roja Española o las que llevó a cabo el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria con el concurso sobre todo del socialista Cristóbal González Cabrera, presidente

90. Otra muestra lo constituyó el hecho de que al visitar el enclave el ministro de Instrucción Pública, el socialista Fernando de los Ríos, «los colonos no cesaron ni un solo instante de vitorear al ministro, a la República y al Partido Socialista». Vid. «En el Puerto de los Cotos. El ministro de Instrucción pública visita una Colonia escolar», El Socialista, núm. 7.346, 23 de agosto de 1932, p. 2.

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del Consejo local de Primera enseñanza. No es de extrañar así que al hacer un balance de la obra llevada a cabo durante el primer bienio republicano, el órgano de los socialistas se felicitase por los avances conseguidos, aunque seguía considerándolos insuficientes, y lo que habían supuesto en la atención hacia la salud, la higiene, el bienestar y la educación física de los escolares91. Habrá que esperar hasta comienzos de 1936, una vez celebradas las elecciones del frente popular, para que los socialistas vuelvan a retomar la cuestión de la política municipal en el terreno de la enseñanza. Lo harán para defender su trayectoria y aclarar que en ningún momento del pasado reciente habían podido dirigir el gobierno local con una orientación socialista. Y para pedir que tras la nefasta experiencia del bienio radical-cedista se retome la vida municipal pero bajo nuevos y más expeditivos procedimientos, es decir, sin las cortapisas de las ordenanzas anteriores y sobre la base de un nuevo Estatuto municipal que facilitase una Administración local más ágil y con mayores recursos. Sólo así se podría resolver el problema, todavía acuciante, de la enseñanza y de las instituciones que, como las colonias, contribuían a su solución92. Desde el punto de vista de las realizaciones prácticas, no hemos encontrado en el periódico obrero apenas ninguna noticia sobre las colonias escolares programadas para el verano del 36 e interrumpidas abruptamente por el estallido de la guerra civil. Tan solo una escueta nota comentando la organización por el Grupo Cultura y Fraternidad de Chamartín de la Rosa –asociación formada por jóvenes socialistas de esa localidad– de un festival a beneficio de las colonias que el Ayuntamiento estaba preparando para el próximo verano93. Como hemos podido comprobar, la aportación de los socialistas bilbaínos y madrileños para conseguir que las colonias escolares fueran una realidad en el sistema público de enseñanza fue muy notable. Aunque no tenemos datos que lo corroboren, no cabe dudar que el tema de las colonias debió ocupar igualmente buena parte de la actividad y de la gestión municipal de otros muchos ediles afiliados al PSOE presentes en multitud de ayuntamientos repartidos por toda la geografía nacional. Y aunque esa fue la vía de actuación más relevante, los socialistas no desaprovecharon otros medios para concienciar de la importancia de las colonias en la atención hacia la infancia. Entre ellos se encontraban la organización de campañas de prensa en su favor, la inclusión en El Socialista, tanto dentro de la página semanal que a partir de los años veinte dedicaba a la educación como en la sección de información municipal, de notas, comentarios y trabajos sobre las colonias, los artículos y libros escritos por maestros y pedagogos socialistas o los pronunciamientos de la AGM primero y de la FETE después. Dentro de este conjunto de actuaciones habría que incluir, finalmente, dos pequeñas iniciativas de constitución de colonias que corrieron a cargo de las propias organizaciones socialistas. La primera se debió a una iniciativa de los sindicatos de Jerez de la Frontera y la segunda fue promovida por el Partido Socialista y la UGT.

91. Vid. «Colonias escolares», El Socialista, núm. 7.595, 9 de junio de 1933, p. 3. 92. Vid., entre otros, «Los socialistas en los Ayuntamientos», El Socialista, núm. 8.122, 28 de abril de 1936, p. 3 y «Vida municipal. El Ayuntamiento y la enseñanza», El Socialista, núm. 8.152, 3 de junio de 1936, p. 3. 93. «Festival a beneficio de las Colonias escolares», El Socialista, núm. 8.137, 16 de mayo de 1936, p. 5.

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Durante los primeros meses de 1928, la Federación de Sociedades Obreras de Jerez de la Frontera se propuso crear una Colonia para que, en el verano, los hijos de los asociados disfrutaran del mar y repusieran sus fuerzas y su salud. Después de algunas gestiones, gracias a las cuales consiguieron el apoyo de ciertos patronos de la ciudad, se consiguió fundar la Colonia Escolar Obrera. Su financiación correría a cargo de la Federación Obrera y de las ayudas públicas y donativos particulares que pudieran obtenerse. Tras decidirse por las playas del Puerto de Santa María y contando con el apoyo de su Ayuntamiento y de un generoso donante que cedió una casa para hospedar a los niños, en agosto de aquel mismo año salían ya los primeros cien colonos de ambos sexos para la localidad marítima andaluza. Su marcha debió resultar un acontecimiento señalado tanto en la villa de partida como en la de llegada. Antonio Romá Rubíes nos cuenta que los niños «se dirigieron a la estación del ferrocarril en ómnibus cedidos por sus dueños, marchando al frente la banda de música y siguiendo millares de personas. Al llegar al Puerto de Santa María esperaban a los colonos el alcalde y demás autoridades y gran gentío, dirigiéndose, en coches cedidos por el Ayuntamiento, al edificio donde se hospedarán, marchando al frente de la manifestación la banda de música y reinando el mayor entusiasmo y alegría»94. Lo satisfactorio de esta primera experiencia hizo que la colonia se consolidase y despertara la simpatía y los elogios de la prensa socialista que llegó a tildarla de «verdadero timbre de gloria para la clase trabajadora de Jerez». Sabemos que al menos durante los veranos de 1929, 1930 y 1931, la Junta Directiva continuó mandando un centenar de colonos al mismo lugar. En realidad, esta iniciativa fue posible no sólo por el tesón y el celo de los socialistas jerezanos, sino también por la constante ayuda del empresario portuense Elías Ahuja Andría, quien, según Romá Rubíes, cedió para la colonia una casa «espaciosa y bien ventilada» en la calle del Doctor Palóu y que gastó, además, una cantidad considerable en una «magnífica» cocina y en distintos utensilios95. La vida de los niños en la colonia no difería de la que podía seguirse en cualquier otra, de la misma manera que su finalidad esencial fue, como la de todas ellas, mejorar la salud y el bienestar de los niños y conseguir, al mismo tiempo, que disfrutaran de una serie de actividades que conjugaban una cuidada alimentación y el descanso oportuno con el recreo y una serie de actividades físicas acomodadas a su edad y estado de salud. Entre estas se encontraban los baños de playa, los paseos y excursiones y los juegos. El éxito obtenido animó a la Junta Directiva a adquirir un edificio en propiedad, siendo utilizado por primera vez en el verano de 1931. Animó también a Romá Rubíes a plantear la necesidad de redoblar los esfuerzos para que en todas las poblaciones de importancia donde no existieran se crearan colonias escolares obreras para que los hijos de los trabajadores pudieran disfrutar de sus muchos beneficios. Al mismo tiempo, comentaba que sería muy interesante poder

94. ROMÁ RUBÍES, Antonio: «La Colonia Escolar Obrera de Jerez de la Frontera», El Socialista, núm. 6.083, 9 de agosto de 1928, p.2. 95. ROMÁ RUBÍES, Antonio: «Nuestras instituciones. Colonia Escolar Obrera», El Socialista, núm. 6.406, 21 de agosto de 1929, p. 2.

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implantar el intercambio de colonos entre unos centros y otros y llegar en un futuro próximo a crear una Federación de Colonias que coordinase los esfuerzos y realizase una labor de dirección a nivel de todo el país96. La segunda iniciativa estuvo auspiciada, como ya dijimos, por el PSOE y la UGT. Se trata de la colonia escolar «Pablo Iglesias», establecida en el verano de 1933 en el pueblo valenciano de Siete-Aguas.

Fig. 11. Información sobre la labor desarrollada en la colonia escolar «Pablo Iglesias» (El Socialista, núm. 7.644, 5 de agosto de 1933, p. 4).

Estaba formada por treinta colonos entre niños y niñas y el personal auxiliar correspondiente, en el que figuraban dos maestros y una maestra nacionales. Ese verano se organizaron dos expediciones de treinta días de estancia cada una. Según el relato de un socialista valenciano que se acercó a visitar la colonia, «sometidos a un racional régimen de perfecta higiene y amorosa pedagogía se desliza la vida de nuestros colonos» Y en otro momento, dando cuenta del plan de vida que allí se seguía, comentaba: «Rítmicamente los niños se ejercitan. Luego la lección de cultura, el conocimiento útil hecho cuento. El juego expansionador. La comida abundante y nutritiva. La excursión solazadora e higiénica»97. No sabemos si la colonia pudo mantenerse en años sucesivos, pero, sea como fuere, es una muestra más de lo que los socialistas pensaban que eran o debían ser unas instituciones escolares esenciales para la correcta educación de la infancia en general y de la infancia obrera en particular. De lo que pensaban y por lo que, como hemos podido ver, lucharon denodadamente con mejor o peor suerte. 96. ROMÁ RUBÍES, Antonio: «Colonias Escolares Obreras», Almanaque de “El Socialista” para 1931, Madrid, Gráfica Socialista, 1930, pp. 123 y 124. 97. UN EXCURSIONISTA: «Desde Valencia. La Colonia escolar “Pablo Iglesias”», El Socialista, núm. 7.644, 5 de agosto de 1933, p. 4.

JUAN ALMELA MELIÁ Y LOS INICIOS DEL DEPORTE PROLETARIO

1. ALMELA MELIÁ,

J

UN PIONERO DEL DEPORTE OBRERO

UAN ALMELA FUE, entre los socialistas, un pionero y un adelantado del deporte. Podría muy bien ser considerado el primer deportista obrero que desarrollaría una actividad sin interrupción durante un buen puñado de años. Sin embargo, su ejemplo no tuvo inicialmente apenas seguidores y su influencia en el deporte dentro del ámbito socialista, como veremos más adelante, fue solo relativa y circunscrita a una agrupación también pionera pero de corta duración y que, como aquel, no tuvo continuadores a corto y medio plazo. Cuando ya avanzado el siglo, el asociacionismo deportivo socialista alcance un cierto grado de madurez y extensión, nadie recordará el nombre de Meliá ni su trayectoria como consumado deportista que fue. Juan Almela nació en Valencia el 24 de mayo de 1882 en el seno de una familia obrera con marcada conciencia política socialista. Su padre, Juan Almela Santafé era tipógrafo y participó activamente en la creación del sindicalismo valenciano y de la Agrupación Socialista de la ciudad. Casado con Amparo Meliá, tuvieron tres hijos, de los que Juan era el mayor. Las malas relaciones conyugales hicieron que Amparo se separara de su marido en 1893 y marchara a Madrid bajo la protección de Pablo Iglesias, a quien conocía porque este solía alojarse en su domicilio cuando visitaba Valencia para participar en campañas políticas o realizar tareas organizativas. Tres años después tomaron la decisión de vivir juntos, si bien el matrimonio civil no tendría lugar hasta noviembre de 1921, una vez hubo fallecido el primer marido. Almela Meliá encontraría en el fundador del socialismo un verdadero padre al que estuvo profundamente unido hasta su muerte. Muy pronto empezó a trabajar, compaginando sus ocupaciones con labores auxiliares en El Socialista, al tiempo que completaba su formación matriculándose en la Escuela de Artes

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y Oficios. El afán por aprender y su curiosidad insaciable, le convirtieron en un perfecto autodidacta que lo mismo frecuentaba el Museo del Prado, viajaba en la medida de sus escasas posibilidades, aprendía idiomas con gran facilidad o se interesaba por la fotografía y la mecánica1. Este interés por la enseñanza menos convencional le llevó a contactar enseguida con los institucionistas más señeros y a formar parte del grupo promotor de la Escuela Nueva de Núñez de Arenas, donde impartió clases de Arte y Literatura durante un año, tras su inauguración en enero de 1911, aunque ya había actuado como profesor auxiliar de Gramática en la Escuela de Aprendices Tipógrafos (curso 1906-1907), surgida a la sombra de la Casa del Pueblo de Madrid2. Un hecho que cambiaría su vida y que tendría consecuencias decisivas en su afición al deporte fue la entrada en el Instituto de Reformas Sociales –IRS–. El 20 de enero de 1908, el mismo director, Adolfo Álvarez Buylla, a instancias de Constancio Bernaldo de Quirós, propuso al pleno del IRS su candidatura como auxiliar, el escalón más bajo de la carrera funcionarial. Aunque el sueldo era tan sólo de 2.000 ptas. anuales –menos que el de un obrero metalúrgico especializado–, se le abría una oportunidad única para convertirse en un trabajador de «cuello duro» con amplias posibilidades de promoción y «una relativa –¡y tan relativa!– tranquilidad [que] le permite a uno el lujo de hacer algunas excursiones de placer», según sus propias palabras. Bernaldo de Quirós ejercería como el amigo, el maestro y el protector por antonomasia. Diez años mayor que él y con una fama bien ganada por sus estudios criminológicos y sociológicos, su labor como profesor de Derecho en la Universidad Central y su vinculación con la Institución Libre de Enseñanza3, compartiría con Juan Almela la pasión por la sierra madrileña –fue Quirós quien le inculcaría el amor por la montaña– y las prolongadas tertulias montañeras en el despacho que Constancio ocupaba en el mismo IRS; unas tertulias a las que también acudían Luis de Gorostizaga, Enrique García Herreros, Enrique de la Vega, Enrique de Mesa, Victoriano Fernández Escarza, José Fernández Zabala, José Tinoco, Alberto de Segovia, Joaquín Aguilera y Ángel Castellanos, quienes en el otoño de 1913 crearían el famoso grupo de montaña Los Doce Amigos de Peñalara. Los dos habían simpatizado previamente en el Ateneo de Madrid, donde, con el apoyo de 1. No pretendemos hacer aquí una aproximación biográfica al personaje, sino subrayar tan solo algunos rasgos de su vida relacionados con su actividad deportiva y con determinadas personas, grupos y sociedades del ámbito del deporte con los que estuvo en contacto. Para un conocimiento más pormenorizado de su biografía pueden verse: LUIS MARTÍN, Francisco de y ARIAS GONZÁLEZ, Luis: «El cuento en la cultura socialista de principios del siglo XX: aproximación a la obra de J. A. Meliá», Sistema, núm. 93, noviembre de 1989, pp. 115-131; MATEOS MARTÍNEZ, María Antonia: «Juan Almela Meliá, el culto tipógrafo», en Verdad en la farsa. Teatro social en los centros obreros de Asturias (1900-1937), Tesis doctoral, Universidad de Oviedo, 2006, pp. 719-728; MARTÍN NÁJERA, Aurelio: «Posdata», en DENIZ, Gerardo y FERNÁNDEZ, Fernando (pr.): Sobre las íes. Antología Personal, FCE y Cátedra del Exilio, 2016, pp. 151-154 y ARIAS GONZÁLEZ, Luis y LUIS MARTÍN, Francisco de: «Estudio Preliminar», en A. MELIÁ, Juan: Andanzas Castellanas. Ávila-Segovia-Madrid, Valladolid, Ed. Maxtor, 2016 [ed. facsimilar, 1918], pp. I-XLI. 2. Vid. LUIS MARTÍN, Francisco de: «Dos experiencias socialistas de formación profesional en el primer tercio del siglo XX: las Escuelas de Aprendices Tipógrafos y de Aprendices Metalúrgicos», Historia de la Educación, núm. 9, 1990, p. 238. 3. Vid. JIMÉNEZ DE ASÚA, Luis: «La larga y ejemplar vida de Constancio Bernaldo de Quirós», Estudio introductorio a BERNALDO DE QUIRÓS, Constancio: El espartaquismo agrario andaluz, Madrid, Ed. Turner, 1974, pp. 7-33.

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Ortega y Gasset y el fundador de las Juventudes Socialistas de Madrid, Mariano García Cortés, intentaron poner en pie, ni más ni menos, que una sociedad Fabiana a la española. Con el decisivo apoyo de Constancio, empezaría a medrar en el escalafón acompañado de mejoras en la magra nómina, lo que le facilitaría poder atender mejor a sus aficiones deportivas.

Fig. 12. Fotografía de Meliá en su juventud.

Meliá, digámoslo ya, fue un infatigable excursionista y un consumado montañero, actividades en las que alcanzó cierta fama y a las que dedicó mucho tiempo y entusiasmo. Se acercó a la práctica deportiva movido, una vez más, por su curiosidad y permanente afán de superación pero, también, porque el higienismo, la valoración de la Naturaleza y del paisaje así como la normalización del ejercicio físico y la adopción de las corrientes eugenésicas conformaban un trípode de modernidad cultural4 muy atractivo a los ojos de quienes estaban buscando nuevos modelos de progreso. Esta propuesta había ido abriéndose paso, poco a poco y no sin resistencias5, entre muy diversas clases y sectores ideológicos españoles con, a su vez, distintas interpretaciones sobre los valores morales

4. Vid., entre otros, RIVERO HERRÁIZ, Antonio: Deporte y modernización. La actividad física como elemento de transformación social y cultural en España (1910-1936). Madrid, Comunidad de Madrid, 2003 y PUJADAS I MARTÍ, Xavier: «De las elites a las masas: deporte y transformación de las formas de ocio moderno en Cataluña (1890-1936)», en PUJADAS I MARTÍ, Xavier (coord.): Investigaciones sociales y culturales del fenómeno deportivo contemporáneo, Barcelona, UOC, 2010, pp. 19-40. 5. Intelectuales de la talla de Miguel de Unamuno, Antonio Machado o Manuel Azaña eran totalmente escépticos respecto a los presuntos beneficios del deporte. Vid. CUESTA MUÑIZ, Luis F.: El estadio y la palabra: deporte y literatura en la Edad de Plata, Tesis doctoral, Universidad de California, 2013, pp. 56-74.

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intrínsecos y las repercusiones sociales a que podría dar lugar. El movimiento krausista, como se sabe, fue uno de los que más empeño puso en vincular dicho rasgo de modernización con su defensa de una nueva educación integral que materializaría, al cabo del tiempo, la Institución Libre de Enseñanza con Giner de los Ríos6. A través de este movimiento pedagógico se iría permeando, como ya comentamos, el entorno socialista que admiraba profundamente a Giner y a su obra7. Entre los miembros de ese círculo se encontraba, sin lugar a dudas, Juan Almela Meliá. En la España de entresiglos, aquel joven que aparece en las fotos con planta enjuta, atildado, con las guías del bigote engomadas y la mirada incisiva, resultaba una rareza contra corriente hasta en el mismo ámbito socialista en que se desarrollaba buena parte de su vida. Extrañaba alguien como él que apenas bebía alcohol y dedicaba el escaso tiempo libre que le dejaban sus muchas obligaciones laborales, familiares y partidistas a una serie de actividades consideradas aún patrimonio de una minoría selecta, ociosa y con dinero. Aficiones de «señorito» cultivadas, sin embargo, por un modesto auxiliar pluriempleado; una de ellas era la fotografía, que iba casi siempre de la mano de sus otras actividades físicas y que puede considerarse como precedente de la fotografía deportiva. Consiguió dominar por su cuenta todo el proceso de revelado y positivado en papel desde que comenzara, a principios de la centuria, cargando en sus caminatas con las frágiles placas de gelatino-bromuro hasta que se hizo con la asequible cámara Kodak que usó hasta finales de los 20, cuando perdería, de golpe, todo interés por la foto. Ese mismo concepto artesanal y autosuficiente lo extendió a la estética de las imágenes, siempre en blanco y negro, en su mayoría dedicadas al paisaje de montaña y a diversos monumentos, con encuadres de gusto pictórico y composiciones muy estudiadas en luz y profundidad, nada espontáneas, ya que estaban concebidas para testimoniar cada una de sus giras y servir de documento gráfico, como se puede comprobar viendo las que acompañan su libro Andanzas castellanas. Unos días después de realizar con Bernaldo de Quirós la afamada marcha a la Pedriza de Manzanares, acontecimiento que sirvió para explorarla y descubrirla por primera vez para el alpinismo y que tuvo lugar a comienzos de marzo de 1908, la revista barcelonesa Actualidad publicaba una impresión de los montañeros ilustrada con fotografías de Meliá, entre ellas la vista de la Peña del Diezmo por el Sur, que tanto se habría de repetir después en guías alpinas y en revistas dedicadas al deporte de montaña8. Por su parte, la revista Peñalara dio a conocer hasta veinticuatro imágenes obtenidas en la Sierra de Madrid y aledaños, de las que dos resultaron elegidas para las portadas. En 1914, la sociedad del mismo nombre concurriría a la Exposición de Turismo de

6. Vid. MARTÍNEZ DE PISÓN, Eduardo y ORTEGA CANTERO, Nicolás (ed.): «La valoración institucionista del paisaje de la Sierra de Guadarrama», en Estudios sobre historia del paisaje español. Madrid, UAM, 2002, pp. 169 y ss. 7. Junto a la bibliografía mencionada en el capítulo anterior puede verse SABORIT, Andrés: Joaquín Costa y el Socialismo, Madrid, Ed. Zero, 1970. 8. BERNALDO DE QUIRÓS, Constancio: «Cómo fue descubierta y explorada la Pedriza de Manzanares», Peñalara, núm. 21, septiembre de 1915, pp. 129-134.

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Londres, exhibiendo, entre otros documentos, algunas fotografías de Meliá9. Así mismo, fue un asiduo de los concursos de fotografía de montaña presentando diez obras en la primera Exposición española de fotografía de montaña que tuvo lugar en el Ateneo de Madrid en 1916. Sin embargo, a partir de 1918 rarificaría su presencia como fotógrafo en la revista mientras aumentaban las fotos firmadas, entre otros, por Juan Manuel Madinaveitia, Antonio Victory o José Tinoco, que le superaban ampliamente en calidad técnica; a partir de la comercialización de la cámara Leica en 1925, abandona definitivamente esta dedicación incapaz de adaptarse al nuevo lenguaje e interpretación visual que suponía la instantánea, algo que sí lograron, en cambio, Eduardo Alfonso, Enrique Herreros o España, que serán quienes copen, desde entonces, la fotografía de montaña10. Entre las aficiones deportivas de Meliá figuró el ciclismo. Como muchos otros jóvenes del momento, quedaría atrapado por la llamada «fiebre del ciclismo»11 que prendió en España con la misma virulencia que en el resto del mundo entre 1890 y 1910. La bicicleta representaba un símbolo de libertad individual, la posibilidad cierta de desplazarse a muy bajo coste y con una razonable agilidad si se la comparaba con el resto de transportes, además de la potencialidad lúdico-deportiva que implicaba. Tengamos en cuenta que uno de los primeros entusiastas e introductores de este vehículo en nuestro país fue el padre del regeneracionismo, Joaquín Costa, tras visitar la Exposición Universal de París de 1867; quienes se consideraron sus discípulos continuaron en la misma línea, defendiendo el invento de las dos ruedas como muestra de cambio y contemporaneidad. Sin embargo y a pesar del progresivo descenso de precios que trajo la producción en cadena, la bici siguió siendo un producto relativamente caro, al menos hasta 1919, cuando empezaron a crearse las primeras firmas autóctonas procedentes de las antiguas industrias de armamento reconvertidas tras el fin de la Gran Guerra. En 1910, el precio medio de una de estas máquinas oscilaba entre las 500 y las 2.000 pesetas, es decir, entre el 20% y el 70% de los ingresos anuales que percibía como auxiliar del IRS, lo que nos da una idea aproximada del enorme esfuerzo que le supuso su adquisición y la estima en que la tendría. Aunque no pertenecía a la Sociedad Velocipedista Madrileña ni a ningún otro club deportivo o recreativo especializado12, llegó a convertirse en un consumado rodador capaz de recorrer, casi siempre en compañía de su gran amigo Leopoldo Fonfría, más de un centenar de kilómetros en un solo día por carreteras sin asfaltar13, subiendo puertos de enormes desniveles y haciendo medias de velocidad por encima

9. Vid. GONZÁLEZ CANALEJO, Antonino: El Regeneracionismo y la Institución Libre de Enseñanza en el descubrimiento de las montañas españolas: Guadarrama y Gredos. Tesis Doctoral, Universidad de Salamanca, 2015, pp. 119-120. 10. Su última colaboración fotográfica en la revista Peñalara es de noviembre de 1924. 11. Cfr. IZQUIERDO MACÓN, Eugenio y GÓMEZ ALONSO, María Teresa: «Los orígenes del ciclismo en España: la expansión velocipédica a finales del siglo XIX», Apunts. Educación Física y Deportes, vol. 1, núm. 71, 2003, pp. 6-13. 12. Durante algún tiempo perteneció a la Sociedad Gimnástica Española, fundada en 1887 en Madrid y decana de las entidades deportivas españolas. En 1910 contaba ya con una sección de montañismo, cuyo presidente era José María Kindelán. Entre los vocales figuraba José Fernández Zabala y como socio, Almela Meliá. Vid. GONZÁLEZ CANALEJO, Antonino: Opus. cit., p. 105. 13. El mal estado de caminos y carreteras les puso en más de un aprieto a causa de los desperfectos ocasionados en los neumáticos y las cámaras de las bicicletas. Del trayecto entre Pedraza y

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de los 18 kilómetros a la hora, arrostrando el peligro de la lluvia y de las etapas nocturnas alumbradas con linternas de acetileno y hasta el cerrilismo agresivo de los lugareños14. Marcó así unos registros muy a la par de los que alcanzaban los contados profesionales de entonces, aunque él se sintiera tan ajeno a este grupo –el de los llamados «mercenarios»– como al de los que concebían el deporte como un pasatiempo aristocrático, exclusivo y excluyente15. Entenderemos mejor su visión purista del deporte, idealizado como una comunión casi religiosa entre el cuerpo y la Naturaleza, cuando leamos en Andanzas Castellanas los ataques frontales contra quienes adulteraban el montañismo buscando coleccionar récords a cualquier precio: «[…] el tipo más corriente es el del individuo que aspira únicamente a poder anotar una cúspide más en la lista de sus conquistas: una lista tan falta de espiritualidad como las que don Luis Mejía y don Juan Tenorio repasan en la hostería del Laurel», o lo utilizaban para figurar socialmente: «Otros alpinistas, incapaces de ir a todas partes, se limitan a zascandilear en torno de los chalets con el único fin de lucir trajes nuevos, insignias de sus Sociedades, mochilas con cacharros de aluminio […] intrigando por quitarse las Directivas y caciquear en todo para conceder o negar protección hoy a uno, mañana a otros y a veces a uno mismo»16. La principal disciplina deportiva que cultivó Meliá fue el excursionismo, al que siempre pensó que debía estar supeditado el alpinismo. La práctica del senderismo durante el primer decenio del pasado siglo, justamente cuando él se incorpora, resultaba una actividad durísima y peligrosa; según sus propias palabras: «En España el alpinismo atraviesa un periodo heroico. No hay trenes, no hay apenas refugios, no hay guías prácticos […] Los mapas son defectuosos, tienen errores notables y las descripciones oficiales tampoco pueden servirnos como fuentes puras de información, ni mucho menos»17. Su iniciación vino de la mano, una vez más, de Bernaldo de Quirós18. Constancio, en el Ateneo de Madrid, encabezaba un puñado entusiasta de jóvenes que asistían con asiduidad a las charlas de la Sociedad Española de Excursiones19, ideada por

Sepúlveda comenta: «cerca de dos horas nos entretuvo el dichoso neumático, que estaba hecho una criba de puro viejo». 14. En el pueblo de Chozas de la Sierra, al lado de Soto del Real, los mozos les cantearon, razón por la que portaba una pistola Browning en sus excursiones. 15. Debate recogido pocos años después en RICO, Pedro: El sport en España: Amateurs y profesionales. Madrid, Ed. Javier Morata, 1930. Vid. LAGARDERA Francisco: «De la aristócrata gimnasia al deporte de masas: un siglo de deporte en España», Sistema, núms. 110-111, 1992, pp. 9-36. 16. A. MELIÁ, Juan: Andanzas Castellanas. Ávila-Segovia-Madrid, Madrid, Librería Fernando Fe, 1918, pp. 95-96. En términos muy parecidos se expresarían sus compañeros y amigos de la Sociedad Peñalara. Bernaldo de Quirós, por ejemplo, se refirió en varias ocasiones con dureza hacia los que designó con el apelativo de «snovistas», refiriéndose con él a aquellas personas que practicaban el deporte de la nieve pero sin interés alguno en la montaña. Vid. GÓMEZ MENDOZA, Josefina y ORTEGA CANTERO, Nicolás (dirs.): Naturalismo y Geografía en España. Desde mediados del siglo XIX hasta la guerra civil, Madrid, Fundación Banco Exterior, 1992, p. 332. 17. A. MELIÁ, Juan: Andanzas castellanas… Opus. cit., p. 92. 18. VÍAS ALONSO, Julio: «Constancio Bernaldo de Quirós. Los alpinistas de la Sociedad Peñalara», en Memorias del Guadarrama. Historia del descubrimiento de unas montañas, Madrid, Ed. La Librería, 2002, pp. 128-132. 19. Borja BODELÓN, Terencio: Enrique Serrano Fatigati y la Sociedad Española de Excursiones, Tesis doctoral, UNED, 2015, pp. 131-133.

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el marqués de Lozoya en 1893 para fomentar el arte y la geografía de España. A través de ellas se imbuyeron del excursionismo y sus virtudes de todo tipo que propagaban conferenciantes como el naturalista Enrique Serrano Fatigati, el militar Ibáñez Marín, García de Quevedo o Luis Cabello. Movidos por estos maestros, comenzaron a entrenarse mediante largas caminatas por La Moncloa y El Pardo a fin de preparar la primera gira que efectuaron desde Navacerrada al monasterio abandonado del Paular el 6 de septiembre de 1902. Almela no pudo acudir a esta experiencia iniciática que finalizaron Constancio, Luis de Gorostiza, Enrique García Herreros, Enrique de la Vega y Enrique de Mesa pero, enseguida, se uniría a las siguientes expediciones que tuvieron lugar. Aunque fue uno de los primeros en subir a la Pedriza en 1908 junto con Bernaldo de Quirós, con quien también afrontaría la cara más difícil de Peñalara y de la Maliciosa, y aunque no dejó un solo pico sin hoyar en la sierra de Madrid, de Segovia, Gredos, Montes de Toledo, Moncayo, Montserrat, Sierra Espuña y otros montes murcianos, consideraba a la escalada como un mero apéndice del senderismo, una culminación ocasional que no debía, en ningún caso, matar el verdadero espíritu excursionista, confundiendo la meta con el camino porque, como él mismo dejó dicho: «[…] resulta de muy buen tono dárselas de “haber visto” el Naranco de Bulnes o haber subido al Almanzor, mientras que el San Benito, la Almenara, las Cabreras que hay en el límite de Madrid y Ávila se tienen por conquistas poco brillantes»20. Esta misma intención la compartía el resto del grupo que constituyó la sociedad Los doce amigos de Peñalara21 el 16 de octubre de 1913, germen de lo que ha sido considerada, sin duda, como la organización «receptora y difusora del paisajismo geográfico moderno»22. La sociedad, concebida al principio con caracteres muy modestos, cambiaría su nombre –y número limitado de socios23– dos años después, el 21 de octubre de 1915, pasando a ser Sociedad Española de Alpinismo Peñalara –SEAP-; un cambio que supuso su apertura a nuevas afiliaciones, como la de los alpinistas suizos Oettli y Schmid, el grupo alemán de Coppel y otros. Obviamente, aquel pequeño grupo ateneísta no había sido el primero que recorrió el Guadarrama y alrededores con una finalidad ajena al utilitarismo de los pastores, trajineros, viajeros y cazadores que se movían por sus senderos; la suya era muy distinta,

20. A. MELIÁ, Juan: Andanzas castellanas…, Opus. cit., p. 125. En esta misma página exponía que «la misión del alpinista no es únicamente subir y subir, sino muy principalmente procurarse, mediante sus energías físicas, una infinita serie de goces espirituales. Además, ¡quién sabe cuántas observaciones útiles puede hacer el alpinista en sus viajes!». 21. Referencias sobre sus fundadores se encuentran en ARRIBAS MARTÍNEZ, Tomás: «Los doce fundadores de Peñalara», Peñalara, 1.º trimestre, núm. 543, pp. 6-10 y «Los otros ocho fundadores de Peñalara», Peñalara, 2.º trimestre, núm. 544, pp. 66-68. 22. ORTEGA CANTERO, Nicolás: «Montañismo y valoración del paisaje: la Real Sociedad de Alpinismo Peñalara (1913-1936)», Ería, núm. 95, 2014, pp. 253-279. 23. Para permitir entrar a otros sin vulnerar los estatutos se usó la añagaza de pasar seis socios a convertirse en socios honorarios. Juan Almela pasó a esa condición en diciembre de 1914 para ceder su plaza al entonces estudiante de medicina Juan Manuel Madinaveitia Tabuyo (1894-1975), hijo del famoso doctor Madinaveitia, naturista y libertario y que acabaría siendo médico personal de Hemingway. Una decisión que tuvo este motivo y no, como sostienen algunos autores, el de protestar por la ayuda recibida por parte de Alfonso XIII en la construcción del refugio. Meliá seguiría apareciendo en los listados como socio honorario al menos hasta 1924.

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a la búsqueda de vivencias estéticas, culturales, científicas y anímicas en un ambiente de camaradería y de ayuda mutua. Giner fue, una vez más, quien marcó este camino cuando subió al Guadarrama en 1876 junto al catedrático de arte Juan Facundo Riaño. En 1883 empezó a acompañarse de los primeros alumnos de la ILE24. En 1886, de los Ríos ayudó a crear la Sociedad para el estudio del Guadarrama, a la que atrajo a científicos y naturalistas como Bolívar, Quiroga y Macpherson, al pintor Aureliano de Beruete y al etnógrafo Manuel Machado Álvarez –padre de los poetas Antonio y Manuel-; en ese mismo año, quedaría Manuel Bartolomé Cossío a cargo de las expediciones colegiales de la ILE que saldrán desde su propia casa familiar, en Sepúlveda. Pero, además del institucionismo, hubo otras individualidades y entidades excursionistas que abrieron brecha por esos mismos pagos tal y como hiciera La Sociedad de Excursionistas Militares, nacida en 1900 por el empeño de Saro y el comandante Ibáñez Marín25; también, con estrechas relaciones en el entorno de Giner, estaban los naturalistas y geólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, muchos de ellos profesores y alumnos de la ILE; otro grupo lo conformaron los esquiadores del Twenty club, interesados por los deportes de nieve desde 1904 y que crecerían hasta cristalizar el Club Alpino español (1910) o los integrantes de la Sociedad Gimnástica española, fundada, como ya comentamos, en 1887. La SEAP, con cuyos principios comulgaba Meliá, tenía por objeto «estrechar la amistad más cordial entre sus miembros», a la vez que planteaba una doble finalidad, cultural («conocer en todos sus aspectos el Sistema Central de la Península») y social («ayudar al desenvolvimiento material y cultural a los habitantes de aquella cordillera»), además de la propiamente lúdica y deportiva. Estas dos últimas pretensiones resultaban inéditas en el panorama excursionista español en particular y en el de las asociaciones deportivas en general26. En este sentido, quizá convenga recordar que las dos primeras sociedades excursionistas en España fueron constituidas en Barcelona en 1876 y 1878 respectivamente. Se trata de l’Associació Catalanista d’Excursions Científiques y de l’Associació d’Excursions Catalana, que en 1891 se fusionaron para crear el Centre Excursionista de Catalunya27. El otro foco de irradiación se situaría en Madrid, en el entorno de la ILE, donde desde los años setenta se venían realizando excursiones para conocer los alrededores de Madrid y su sierra. Resultado de ello fue

24. Entre los estudiantes que le acompañaron en la fundacional y mítica excursión de 1883, tantas veces comentada, se encontraba, como se sabe, Julián Besteiro. 25. Vid. MOLLÁ RUÍZ-GÓMEZ. Manuel: «El excursionismo militar en España y la visión del paisaje», Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales vol. X, núm. 218, 2006. http:// www.ub.es/geocrit/sn/sn-218-61.htm. 26. Vid. los interesantes trabajos contenidos en Madrid y la sierra de Guadarrama, Madrid, Museo Municipal de Madrid, 1998; ENRÍQUEZ DE SALAMANCA, Cayetano (dir.): Peñalara, 75 años: 1913-1988, Madrid, Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, 1988 y NICOLÁS, Pedro et alii: 100 años de Peñalara, Madrid, Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, 2013. 27. Tampoco convendría pasar por alto que la primera organización que consiguió extender el excursionismo y otros deportes entre las clases populares fue el Centre Autonomista de Dependents del Comerç i de la Industria (CADCI), fundado en 1903 y vinculado al catalanismo progresista.

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la creación en 1886 de la mencionada Sociedad para el Estudio del Guadarrama28. Ninguna de ellas desarrollaría un programa tan completo como la SEAP, donde se combinaban objetivos geográficos, paisajísticos, artísticos, culturales, sociales y de ocio y deporte. Con la apertura de socios en Peñalara, se llegaron a los 682 en 1917 y al cabo de diez años, en torno, por tanto, a la fecha de su defección, a los 3.587, lo que nos indica el desarrollo exponencial del senderismo y de la organización en concreto, que comenzó también a crear secciones fuera de Madrid. Sin embargo, a medida que la SEAP iba creciendo, Almela Meliá fue alejándose de ella, disminuyendo su participación paulatinamente hasta extinguirla del todo. La cercanía de la Sociedad Alpina a la familia real, con Alfonso XIII aportando fondos para la construcción del primer refugio, recompensado con su nombramiento de presidente honorario en 1916, sería uno de los motivos que desencadenase su distanciamiento, aunque no resultó ni el único, ni el más importante. En 191729, nuestro autor sufrió una crisis anímica y una enfermedad cuya naturaleza desconocemos, que limitaron bastante su actividad física, pero lo que de verdad le llevó a romper su relación con la SEAP fue comprobar cómo el turismo y el afán mercantilista30 se habían ido apoderando de sus amados riscos y, a la vez, esto había transformado la entidad en un club deportivo más, dominado por la alta burguesía y por la aristocracia31, perdiéndose así las esencias sociales y culturales de los inicios que consideraba irrenunciables, eso que se ha dado en llamar «la visión gineriana». Simultáneamente a su actividad, Meliá llevó a cabo una importante labor de difusión del deporte excursionista, que no puede pasarse por alto. Desde un primer momento participó en las conferencias y cursos que, al parecer con bastante éxito de público, organizó la Sociedad Peñalara, dando cuenta habitualmente de sus impresiones en las excursiones y escaladas que realizó a diferentes puntos de la sierra de Madrid.

28. Vid. MARTÍ-HENNEBERG, Jordi: L’excursionisme científic, Barcelona, Alta-Fulla, 1994 y CASADO AGUILERA, Fulgencio: El desplazamiento y la permanencia en el medio natural, Madrid, INEF, 2006. 29. «Evocaciones», Peñalara, noviembre 1917, n.º 47, pp. 135-138. 30. En 1923 se inauguraba la línea de ferrocarril a Navacerrada y se planteaba la explotación turística del lugar a gran escala. 31. Sirvan como muestra algunos de los nombres que aparecen en la lista de «Caídos», inserta en el primer número publicado tras la Guerra Civil (Peñalara, 1941, Octubre, noviembre y diciembre, núm. 271, p. 2): Luis Felipe García Sanchiz (hijo de Federico García Sanchiz, el afamado conferenciante y propagandista del bando nacional), Alonso de Orleans-Borbón (hijo del aviador Alfonso de Orleans, de la familia Real), Federico Primo de Rivera y Cobo de Guzmán (primo carnal de José Antonio).

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Fig. 13. Conferencia de Meliá publicada en el núm. 4 (enero de 1914) de la revista Peñalara.

Consumado guadarramista, sus exposiciones, como las de otros miembros de la Sociedad, contribuyeron a divulgar sus valores y el alpinismo entre diversos sectores de la sociedad madrileña. Pero su principal aportación la realizó con sus artículos en la revista Peñalara, la primera que sobre alpinismo apareció en España y que se creó a la vez que la propia sociedad. Desde los inicios –octubre de 1913– hasta que él abandonó en 1924 el puesto que ocupaba en la Comisión de la misma, intervino decisivamente en la planificación de las secciones y en los detalles de composición y otros aspectos materiales; algo muy natural dada su trayectoria y experiencia en el sector editorial32. La revista, de tirada mensual por entonces y cuyos primeros números se confeccionaron en la imprenta de Fernández Zabala, dedicaba una buena parte de sus páginas a la información interna de la sociedad montañera y a cuestiones estrictamente técnicas relacionadas con el senderismo; sin embargo, uno de sus mayores atractivos lo constituía la inclusión de numerosas fotografías, completada, además, con grabados y reproducciones de obras de Ricardo Baroja, Joaquín Sorolla, Joaquín Mir o Luis Vallet; el otro rasgo peculiar que encontramos en la publicación se debe a las colaboraciones literarias firmadas por Unamuno, Baroja, Antonio Machado, Wenceslao Fernández-Flórez o Concha Espina, así como por autores de menos renombre pero que gozaban de gran popularidad entonces como Pedro Luis Gálvez, Eugenio Noel, Rivas Cherif, Luis Bello o Juan Díaz-Caneja. La nómina de colaboradores abarcaba también a investigadores y hombres de letras, geólogos como Hernández Pachecho u Obermaier, eruditos como Julián Juderías o Schulten,

32. Meliá había fundado y dirigido La Revista Socialista y Vida Socialista, así como sendas iniciativas editoriales ligadas a ambas publicaciones. La primera se extendió entre los años 1904 y 1905, mientras que la segunda mantuvo una importante actividad desde 1910 hasta 1914.

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historiadores del Arte como Torres Balbás, el higienista Royo Villanueva, etc. La contribución de Meliá se completó con quince colaboraciones en las que vertió sus vivencias, convicciones y afinidades personales, especialmente las que mantuvo con Bernaldo de Quirós, Fernández Zabala, Enrique de Mesa, José Tinoco y Joaquín García Bellido. Las dos terceras partes de los artículos que llevan su nombre aparecieron entre 1913 y 1918, coincidiendo con la etapa de su mayor presencia en Peñalara; la última colaboración, fechada en 1929 cuando, parece ser, ya había formalizado su baja en la institución, demuestra que nunca terminó de cortar del todo sus amarras afectivas con la misma y viceversa33; es más, cuando salió su libro Leyendas y evocaciones de la Serranía (Madrid, Industria Gráfica, 1929) resultaría acogido de manera entusiasta en una reseña firmada por Julián Delgado Úbeda34, a pesar de la abismal diferencia política que les separaba. Y es que si bien los principales dirigentes de la SEAP compartieron una perspectiva ideológica reformista y cercana, como ya hemos señalado, al institucionismo, esto no fue obstáculo para que en ella convivieran de forma respetuosa y amigable, al menos hasta la llegada de la Segunda República, personas de muy variada y diferente significación política. Entre ellas, había republicanos, monárquicos, socialistas, filolibertarios y hasta ultraderechistas35. La temática de los artículos de Meliá refleja fidedignamente al autor y a su estilo de escritura, que posee las mismas características y resabios de su producción periodística36. Unos son de carácter exclusivamente científico, lo que pone de manifiesto el alto conocimiento autodidacta de Geografía y Geología que alcanzó y la profundidad y minuciosidad de sus observaciones en distintos campos como la cartografía o la toponimia; otros pretendieron servir como guías camineras para los lectores interesados en alguna ruta o lugar a través del relato, siempre ameno y exento de protagonismo, de experiencias en sus parajes favoritos de la Pedriza y la Maliciosa. Las dos reseñas de libros que llevan su autoría las realizó, probablemente, por compromiso y cercanía con los autores –Bernaldo de Quirós, Obermaier y Carandell–. Aunque la mayoría de lo que llevó a las páginas de la revista tuvo un carácter básicamente literario en forma de relatos sueltos, del homenaje a Bernaldo de Quirós al cumplirse en 1922 los cien números de la revista, de la elegía de aire manriqueño por la muerte de Pepe Zabala37 33. En la velada que se celebró en homenaje a Zabala, Juan Meliá sería invitado expresamente a hablar junto con Bernaldo de Quirós, Ruiz Ferry y Bellido (Peñalara, núm. 162, junio de 1927, p.125). 34. Peñalara, núm. 185, mayo 1929, p. 132. Julián Delgado Úbeda (1895-1962), fue un prestigioso arquitecto, especializado en el diseño de refugios de montaña y, tras la Guerra Civil, el directivo máximo del alpinismo en España durante muchos años. A pesar del virulento editorial acusatorio que encabezó con su nombre la reaparición de la revista (Peñalara, núm. 271, octubre-diciembre de 1941, pp. 5-7), actuó de forma bastante ecuánime y alejada de revanchismos. 35. Por encima de esas posiciones ideológicas y políticas, a todos ellos les unió la camaradería y una idéntica pasión por la montaña y todo lo que ello implicaba. Cabe también pensar, como factor coadyuvante, en la capacidad de unidad y hermanamiento que jugó siempre Bernaldo de Quirós, «varón sabio y bueno», en acertada definición de Jiménez de Asúa, y auténtico mentor y alma mater de la Sociedad. 36. Sobre la misma, puede verse ARIAS GONZÁLEZ, Luis y LUIS MARTÍN, Francisco de: «Estudio Preliminar» a Andanzas Castellanas…, Opus. cit., pp. XIII-XVII. 37. José Fernández Zabala (1885-1923), a pesar de ser más joven, ejerció gran ascendiente sobre Meliá en la faceta deportiva, cultural y profesional. Impresor de oficio como su padre –Primitivo Fernández–, estudió en París, graduándose en la Escuela de las Artes del Libro. Casado con Clotilde

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en 1923 y de las tres columnas incluidas en la sección titulada «Evocaciones» que sirvieron de base38 para su posterior libro Leyendas y evocaciones de la Serranía. Aunque la mayor parte de los artículos sobre excursionismo y montañismo los escribiera para Peñalara, Meliá publicó otros en diferentes revistas como Turismo, España Forestal, Por esos mundos o Actualidad. También lo hizo en el Anuario del Club Alpino Español correspondiente al año 1912. Conviene subrayar que por encima de las diferencias formales y temáticas de estos artículos topamos siempre con el mismo fondo común de respeto panteísta hacia la Naturaleza. Domina también la utilización pedagógica de los mismos con un carácter casi de urgencia, impelido por el compromiso para acercar al máximo número de personas a estos ideales, en los que confluyen un pragmatismo racionalista riguroso junto a un exacerbado espíritu crítico sobre las ventajas e inconvenientes del impacto que provoca el medio urbano e industrializado en zonas hasta entonces virginales y desconocidas, así como la posibilidad de compatibilizar ambas esferas de forma armónica. Para él, la justificación última del excursionismo de Naturaleza era servir como puerta de acceso a este complejo esquema mental de valores y como mecanismo de potenciación del cuerpo y del espíritu; por tanto, todo lo que no sirviera a tales fines o contribuyera a paralizarlos le resultaba totalmente ajeno, de ahí que no le doliera particularmente el abandono que hizo de Peñalara y del montañismo en su momento. Meliá escribió también dos libros reivindicando el paisaje de la sierra y donde expone su manera de entender la montaña y el excursionismo. El segundo en el tiempo, menos interesante desde el punto de vista estrictamente deportivo, está dedicado a Bernaldo de Quirós y constituye algo así como una metáfora literaria de su personalidad y de su visión del paisaje y la geografía de las sierras de Malagón y Guadarrama. En él se entremezclan leyendas serranas, descripciones geomorfológicos y anécdotas de caminatas y ascensiones junto al relato de sentimientos y vivencias personales atesorados a lo largo del tiempo39. El primero en dar a las prensas, Andanzas castellanas y en el que vamos a detenernos un poco más, debe su título al homenaje que Meliá quiso hacer con él a otro de sus grandes amigos, Enrique de Mesa40, que había publicado ocho años antes en la editorial Renacimiento, Andanzas serranas41. El parecido entre ambos se Maurín, profesora de literatura francesa, se trasladaron a Estados Unidos en 1919, donde montaron una librería especializada en Nueva York, falleciendo tempranamente al cabo de cuatro años en esta ciudad. Fue también periodista, escritor montañero y poeta. 38. El recurso a recuperar textos anteriormente publicados en otros sitios, con o sin modificaciones, era algo muy frecuente tanto en él como en la producción editorial de entonces y no estaba mal visto. Así, recogió en Peñalara conferencias que había dado previamente en la Unión Mercantil o un artículo presentado años antes en la revista Turismo y, a la inversa, incluyó escritos aparecidos en Peñalara en sus libros. 39. A. MELIÁ, Juan: Leyendas y Evocaciones de la Serranía, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1929. 40. Enrique de Mesa Rosales (1873-1929), traductor, poeta galardonado con el premio Fastenrath de 1917 –Poesías Completas, Madrid, Espasa Calpe, 1941, publicación póstuma– y crítico teatral del 98. Ateneísta, cercano al socialismo y a la Liga de Educación Política de Ortega. Como montañero fue integrante a la vez de Peñalara y del Club Alpino y destacó por su estrecha vinculación con el monasterio del Paular, en el que pasó largas temporadas. 41. MESA, Enrique de: Andanzas serranas (por Somosierra y Guadarrama), Valladolid, Ed. Maxtor, 2008 [1910]

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circunscribiría sólo a este detalle y a la coincidencia temática en algunos de los lugares aludidos porque el libro de Mesa, escrito en prosa poética modernista, estaba más en sintonía con la línea de las ensoñaciones líricas de Leyendas y evocaciones del Guadarrama que con Andanzas.

Fig. 14. Portadas de los libros de Meliá dedicados a narrar sus excursiones por la Sierra de Guadarrama.

La obra de Almela Meliá siguió una estructura, en apariencia, similar a la de las guías excursionistas al uso que empezaban a despuntar por entonces42. La presencia de un mapa doble inicial y de treinta fotografías interiores –todas de su autoría– contribuye a reforzar aún más esta consideración de libro-guía que genera a primera vista. Principia el texto con una «Invitación» que supone, en realidad, una pensada declaración sobre el contenido y los objetivos del mismo y una disculpa sobre su falta de preparación y sus modestas pretensiones, reducidas a compartir con el lector las «Impresiones recibidas andando por los valles y las montañas del centro de Castilla […] no son la obra de un literato que hace filigranas de estilo y de concepto; son la exteriorización ruda de un entusiasta corredor de caminos y escalador de montañas» (p.7); menciona, también, cómo quiere dar a conocer un paisaje a quien no lo haya visto a fin de que, finalmente, lo visite: «Si no eres un andariego, procura serlo; yo te invito a dejar el apoltronamiento ciudadano que daña tu cuerpo y tu bolsillo». Los cuatro capítulos 42. Vid. MORENO GARRIDO, Ana: Historia del Turismo en España en el siglo XX, Madrid, Ed. Síntesis, 2007, p 59.

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siguientes responden a las cuatro zonas geográfico-administrativas delimitadas –«Tierras de Ávila», «Tierras de Segovia», «Tierras de Madrid», «La Serranía»– que integran el «país», ese conjunto territorial definido en función de la unidad común de rasgos físicos y humanos que conforman el «paisaje» a modo de marca indeleble; toda una anticipatoria intuición de Almela a las teorías de la percepción que plantearon, revolucionariamente, los geógrafos franceses a inicios de los 7043. En la elección de este territorio en concreto, pesó, además, la consideración en torno a la cercanía y a las relaciones con la capital, Madrid, en donde radicaba el público mayoritario al que, se supone, iría dirigida la obra. Cada uno de los capítulos, según la fórmula habitual a esta clase de publicaciones turísticas, comprende varios subapartados, en número variable, en los que aparecen las jornadas de viaje y los monumentos artísticos y naturales que deben visitarse. Justo en este punto concreto se terminan las similitudes con las guías; frente al lenguaje impersonal, el tono técnico informativo y la propaganda grandilocuente y retórica que encontramos en las típicas publicaciones para viajeros, nuestro autor opta por el mayor de los subjetivismos al narrar experiencias vividas en carne propia, incorporando personajes totalmente reales y dando rienda suelta a lo que le sugieren episodios, nombres y lugares sin censura ni complacencias. Estamos, por tanto, ante un maravilloso libro de viaje pero despojado de los habituales prejuicios y tópicos que caracterizan esta literatura, sobre todo la firmada por los viajeros extranjeros44. El amor que Almela sentía por el paisaje castellano, por su pasado y por sus gentes late en el libro con la misma intensidad que el dolor que le causaban su atraso y las condiciones de vida de los más humildes. Contribuyó con ello, en la medida que pudo y que supo, a dar a conocer y a resaltar la grandiosidad estética de unos parajes que había recorrido fervorosamente y por los que sentía una pasión desbordante; pero toda esta belleza, todo este caudal de conocimientos y experiencias no se utilizaron para disfrazar las miserias presentes sino para darles aún mayor realce y conseguir así un cierto efecto de provocación y toma de conciencia. Tres años antes de la publicación de Andanzas, había aparecido Castilla en escombros45 del notario de Frómista, Julio Senador Gómez, causando una gran conmoción por la contundencia de sus denuncias y los argumentos reivindicativos de un castellanismo militante hasta entonces nunca visto. El Socialista lo llevaría a sus páginas, como folletón por entregas, en 191646; sus ecos salpicarán las páginas de nuestro autor, como lo hicieron también otros regeneracionistas anteriores con quienes comparte la misma preocupación de

43. Vid. BERTRAND, George y DOLLFUS, Oliver: «Le paysage et son concept», L’Espace Géographique, II, 3, 1973, pp. 161-163. 44. Un análisis pormenorizado de este libro y de donde extraemos el comentario que aquí hacemos del mismo, se encuentra en ARIAS GONZÁLEZ, Luis y LUIS MARTÍN, Francisco de: «Estudio Preliminar» a A. MELIÁ, Juan: Andanzas Castellanas…, Opus. cit., pp. XXXIII-XLI. 45. SENADOR GÓMEZ, Julio: Castilla en escombros: las leyes, las tierras, el trigo y el hambre, Valladolid, Imprenta y librería Viuda de Montero, 1915. 46. Dos años después, con ocasión del Primero de Mayo, Senador daría comienzo su colaboración en este periódico. La mayoría de sus artículos aparecieron entre 1920 y 1922, después de los sucesos del llamado Trienio Bolchevique y de que, en gran parte como consecuencia de los mismos, el socialismo hiciera de la cuestión agraria una preocupación esencial.

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partida y la voluntad por (re)crear un paisaje hasta entonces semioculto. Su espíritu excursionista, en el que se combinaban rasgos culturales y deportivos, convierten a Meliá y su obra en uno de los primeros y más señeros defensores de la naturaleza y de la sierra castellanas. De esta manera, Andanzas viene a ser, en el fondo, expresión y testimonio de una dilatada y rica experiencia vital caracterizada por el descubrimiento, conocimiento y difusión de la montaña, de sus paisajes y sus gentes. Antes de abandonar su afición al senderismo y a la montaña, Meliá haría un esfuerzo por inculcar su práctica y sus valores entre sus compañeros socialistas. Y aunque inicialmente no tuvo demasiado éxito, como podremos ver a continuación, debe considerarse el primer intento por acercar la sierra del Guadarrama a los trabajadores –o viceversa– contribuyendo al mismo tiempo a difundir y divulgar en los medios obreros la perspectiva institucionista de entender el deporte del excursionismo. 2. LAS

PRIMERAS AGRUPACIONES DEPORTIVAS SOCIALISTAS

Las primeras sociedades deportivas promovidas por el socialismo nacen al comienzo de la segunda década del siglo, justo en un tiempo en que la táctica reformista se había asentado en sus filas y las viejas e irreductibles posiciones obreristas –y aislacionistas– estaban en franca retirada. A la alianza con los republicanos, fruto de ese cambio táctico, se sumó un crecimiento de las organizaciones socialistas, especialmente sensible en el caso del brazo sindical, una apuesta más decidida por la creación de entidades educativas y culturales y, lo que resulta muy importante en este contexto, la estabilización política y orgánica de la Federación de Juventudes Socialistas de España, acompañada de un aumento significativo de su militancia. En efecto, el primer –y frustrado– paso encaminado a la creación de grupos deportivos e incluso de dotarlos de una plataforma unitaria a nivel de todo el país se debió a la acción de las Juventudes Socialistas y particularmente de su organización madrileña, en el periodo que se extiende entre 1909 y 1914. Pero quizá convenga señalar previamente que por las mismas fechas y habida cuenta de la implicación de su principal responsable en esa iniciativa centralizadora de la entidad juvenil, la Escuela Nueva, ya desde su misma fundación47, se interesó por el excursionismo desde una doble vertiente. Por un lado, mediante la inclusión en su plan de estudios de unas clases de «paseos y excursiones» que debían servir para dar a conocer las ventajas de esa actividad, y un ensayo de «escuela de guías o de guiadores de Madrid» con objeto de que «el enseñar nuestra capital pueda constituir, como en otros países, una profesión reglamentada y lucrativa». Por otro, a través de la creación de un grupo excursionista que inmediatamente comenzó a realizar visitas semanalmente. En ocasiones, se trataba de visitas culturales y artísticas a lugares, centros e instituciones de Madrid, pero otras veces

47. La actividad de la Escuela fue muy destacada entre 1911 y 1918. El ingreso en 1921 de su principal impulsor, Núñez de Arenas, en el Partido Comunista y sobre todo su exilio a Francia dos años después harían que la entidad entrara en una fase de declive de la que ya no se recuperaría.

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los estudiantes se desplazaban a pie hasta los alrededores de la capital practicando el excursionismo y, ya en el lugar de destino, diferentes actividades físicas. En 1908, las Juventudes celebraron su segundo congreso nacional y a propuesta de su Comité Nacional se acordó intensificar la acción cultural y convertir Renovación, que había nacido un año antes como boletín, en un periódico de periodicidad mensual. Dos años después, su órgano de dirección se trasladaba desde Bilbao a Madrid. En octubre de 1912, tenía lugar su III Congreso dando entrada en los cargos de máxima responsabilidad a una nueva generación de líderes juveniles, la mayor parte pertenecientes a la sección madrileña. Saborit fue nombrado presidente del Comité Nacional y posteriormente se incorporarían a él figuras como José López y López, Lamoneda o Núñez de Arenas. Al mismo tiempo, el número de militantes se había duplicado, situándose alrededor de los 2.500, al igual que el de las secciones, que alcanzaron las 51. La progresión continuaría hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial, aumentando su militancia y extendiéndose a prácticamente todo el país48. En estos años y siguiendo las directrices de sus congresos, las diferentes organizaciones juveniles comenzaron a crear grupos de cultura, dedicados sobre todo a la propaganda y la formación de sus militantes pero donde se pretendían incluir también iniciativas de carácter deportivo. Sin lugar a dudas, los más activos en este terreno fueron los jóvenes madrileños quienes desde mediados de 1909 laboraban por intensificar en la capital su presencia y protagonismo en el terreno cultural y deportivo. Con ese fin, en octubre de ese mismo año se aprobaron los reglamentos por los que habían de regirse tanto los grupos de educación y cultura como «los grupos gimnásticos»49. Un mes después quedaba constituido el Grupo de Educación y Cultura50. Dentro del conjunto de acciones que llevó a cabo –conferencias, charlas, cursos, veladas artísticas, clases para adultos, etc.– la más ambiciosa fue el intento de crear, a imitación de la que había puesto en marcha el Partido Socialista Belga en 1911, una Central de Educación Obrera que centralizase y coordinase los esfuerzos que en materia de cultura realizaban las distintas organizaciones obreras51. Al mismo tiempo, trataría de fomentar la creación de diversas secciones, entre las que se encontraban, según se afirmaba, las de carácter deportivo. Pero a pesar de la campaña emprendida desde El Socialista para dar a conocer e impulsar la iniciativa, del apoyo de Núñez de Arenas y de haberse constituido un organismo rector, con Saborit como presidente y Vicente Arroyo como secretario, el proyecto no pasó del papel. En 1915, el órgano de las Juventudes reconocía que «creamos la nueva entidad, hicimos las bases de su funcionamiento y elegimos Comisiones administrativa y directiva. Ni una ni otra llegaron a cuajar».

48. GONZÁLEZ QUINTANA Antonio y MARTÍN NÁJERA, Aurelio: Opus. cit., pp. 16-21. 49. El Socialista, núm. 1.232, 22 de octubre de 1909, p. 4. 50. Un estudio de la actividad desplegada por este Grupo puede verse en LUIS MARTÍN, Francisco de: «Las Juventudes Socialistas como frente cultural pedagógico del socialismo español: el caso madrileño, 1903-1914», Historia Contemporánea, núm. 8, 1992, pp. 249-267. 51. Posteriormente habría nuevos intentos de recrear en España una institución como la CEO de los socialistas belgas. Vid. LUIS MARTÍN, Francisco de: «Un modelo cultural para el socialismo español de los años veinte: la Central de Educación Obrera Belga», Studia Zamorensia, vol. X, 1989, pp. 89-101.

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Si la iniciativa no contó con el apoyo que se esperaba y se mostró prematura, la publicación de los jóvenes socialistas señalaba, sin embargo, que no fue baldía por cuanto «despertó energías dormidas (…) hasta tal punto que desde aquella época casi todos los Centros obreros tienen su Cuadro Artístico y apenas si habrá Juventud que no haya conseguido formar una o más Secciones de Arte, Deportes, Propaganda, etc.»52. Es por estos años, en efecto, cuando diversas juventudes, especialmente las del País Vasco y Asturias, además de la de Madrid, se decidieron a crear grupos de excursionistas y/o pequeñas asociaciones deportivas, en las que a veces participaban equipos conformados por niños de ambos sexos. Por otro lado, a través de la información facilitada por varias fuentes sabemos que en los años veinte este tipo de entidades existían en diversas Casas del Pueblo, pero nada se dice en ella sobre su fecha de constitución, por lo que, si bien es muy probable que la mayor parte viera la luz en la tercera década del siglo, no cabe descartar que algunas se crearan ya en la década anterior53. La más importante de todas ellas, aunque su vida fuera muy corta, fue la Sociedad Deportiva Obrera (SDO), cuya sede se encontraba en la Casa del Pueblo de Madrid. Organizada en los primeros días de septiembre de 1914 por unos cuantos miembros de las Juventudes Socialistas54, Regino González55 se encargó de confeccionar el Reglamento, siendo nombrado primer presidente de su Comité directivo56. Tanto él como el resto de los fundadores pretendían llevar a cabo una obra «de renovación social y de dignificación de las costumbres entre los trabajadores jóvenes». En consecuencia, la Sociedad debía perseguir dos fines esenciales e inseparables: la elevación intelectual y moral de los trabajadores jóvenes –«la labor que se realice ha de producir nuevos sentimientos, más humanos y estéticos que los hoy sentidos»– y la educación física de los mismos, «convirtiéndose en hombres perfectamente nobles y completamente fuertes»57.

52. Renovación, núm. Extra con motivo del IV Congreso de las JJ.SS., octubre de 1915, p. 6. La cursiva es nuestra. 53. Vid. Partido Socialista Obrero Español: Convocatoria y Orden del día para el XII Congreso ordinario. Madrid, Gráfica Socialista, 1927, p. 472 y Boletín de la Unión General de Trabajadores, núm. 53, mayo de 1933, pp. 162-202. 54. En la nota publicada con motivo de su constitución se decía que la Sociedad se creaba «teniendo en cuenta que a los obreros no se les ha proporcionado, cuando niños, aquella educación física necesaria para que al llegar a ser hombres tuvieran las energías suficientes para resistir las jornadas excesivas de trabajo que han de realizar para poder vivir». Vid. «Interesante», El Socialista, núm. 1.930, 5 de septiembre de 1914, p. 3. 55. González había ingresado en las JJ. SS. en 1911 y llegaría a formar parte de su Comité Nacional, primero como vocal y después como secretario. Fue redactor de El Socialista y aunque se especializó en temas de cooperativismo, trató también de asuntos deportivos. 56. GONZÁLEZ, Regino: «Hablemos de las horas libres», El Socialista, núm. 4.460, 26 de mayo de 1923, p. 2. 57. «Sociedad Deportiva Obrera», El Socialista, núm. 1.984, 29 de octubre de 1914, p. 3.

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Fig. 15. Los objetivos de la Sociedad Deportiva Obrera (El Socialista, núm. 1.930, 5 de septiembre de 1914, p. 3).

Sus mentores reconocían el carácter pionero de la SDO en relación con el deporte obrero. Así, uno de ellos señalaba que casi todos los esfuerzos realizados por los trabajadores en el camino de su emancipación habían sido dirigidos a mejorar su situación económica; algo se había hecho también en pro de la cultura. Pero de lo que no se había ocupado nadie todavía era «de procurar a los trabajadores distracciones sanas que los apartasen de la taberna, del juego y de otras diversiones tan perjudiciales como éstas (…)». Pues bien, «a tratar de llenar ese vacío se encaminan las buenos propósitos del puñado de animosos jóvenes que han fundado la Sociedad Deportiva Obrera, la cual tiene por objeto, como su nombre indica, facilitar a sus asociados el ejercicio de todos los deportes que

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puedan contribuir a fortificar su organismo»58. Para tratar de conseguir esos objetivos, la SDO pensó enseguida en abrir una sección excursionista que puso bajo el asesoramiento de Bernaldo de Quirós, Fernández Zabala y Almela Meliá, es decir, mediante la orientación del club Peñalara, al que se tenía por modelo y del que la SDO pretendió ser en parte un trasunto a pequeña escala. Estos mismos personajes, en «un acto de propaganda educativa», serían los encargados de pronunciar unas conferencias sobre «La educación física» (a cargo de Fernández Zabala), «Los deportes y la salud» (por Bernaldo de Quirós) y «El excursionismo» (de la que se encargó Meliá)59. De esta manera, serían institucionistas, de los que uno de ellos, Almela Meliá, reunía también la condición de militante socialista, los que, a través de la Sociedad Deportiva Obrera –y también de otros grupos– tratarían de introducir en el socialismo la perspectiva y el sentimiento ginerianos de entender el paisaje, la montaña y el excursionismo60. Al mismo tiempo y como consecuencia, contribuirían a hacer de la sierra de Guadarrama la «montaña obrera» que llegaría a ser gracias a la explosión del excursionismo popular de los años veinte y treinta. Pero la SDO, cuyos socios abonaban una pequeña cuota mensual de cincuenta céntimos, no se conformaba solo con promover la práctica del excursionismo y del alpinismo, «que tanto placer producen», sino que pretendió, como ya se vio, abrirse a otros muchos deportes. De ese modo, se propuso instalar un gimnasio «donde cada individuo recibirá la educación conveniente a su temperamento y necesidades físicas», y un campo de deportes donde pudieran efectuarse concursos atléticos, carreras de bicicletas, partidos de balompié, etc. La intención era, por tanto, ampliar la sección de montaña con otras de atletismo, ciclismo o fútbol61. El 13 de enero de 1915 tenía lugar la inauguración del Gimnasio, establecido en el local que el Círculo Socialista del Norte tenía en el número 143 de la calle Fuencarral. El profesor fue el joven socialista Pompeyo Sevilla, siendo las clases diarias, de ocho y media a nueve y media de la noche. Por las mismas fechas se organizó la sección excursionista62 y poco tiempo después se constituían las secciones ciclista y náutica. En junio de ese mismo año una Junta General nombró nueva directiva presidida por Manuel Serrano63 y que se ocupó, como primera medida, de reorganizar el gimnasio porque resultaba ya insuficiente para el número de obreros que asistían a él. Aprovechando un descuento del 50% en

58. DÍEZ SOLAZ, Julio: «Una excursión a la sierra», El Socialista, núm. 2.092, 14 de febrero de 1915, p. 2. 59. «Sociedad Deportiva Obrera. Conferencias importantes», El Socialista, núm. 1.979, 24 de octubre de 1914, p. 3. Esta misma iniciativa de divulgar las ventajas y beneficios del deporte y la educación física a través de charlas y conferencias también se copió de Peñalara. 60. Vid. «Sociedad Deportiva Obrera», Peñalara, núm. 14, febrero de 1915, p. 31. 61. «Sociedad Deportiva Obrera», El Socialista, núm. 1.984, 29 de octubre de 1914, p. 3. 62. La primera excursión se llevó a cabo el 7 de febrero de 1915 a La Peñota, una de las montañas de la sierra de Guadarrama, con más de mil novecientos metros de altitud y situada encima de Cercedilla, en el límite de las provincias de Madrid y Segovia. Guiados por el socialista y alpinista Juan Navacerrada, a los socios de la SDO se unieron «bastantes compañeros de otras Sociedades». 63. En la dirección figuraban también Manuel Flores, como secretario; Pompeyo Sevilla, como vicesecretario; Felipe Peña, al cargo de la tesorería; José María López, como contador; y cuatro vocales: José López Serra, Roberto Cermeño, Enrique Aranda y Julián Rodríguez Recuero.

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el importe del alquiler de las lanchas por parte del arrendatario del estanque grande del Retiro, se puso en marcha también la organización de equipos para practicar el deporte del remo y se crearon clases de natación. Una iniciativa que contó con bastantes participantes fue la organización de una carrera pedestre64 para «neófitos», de tres kilómetros y con salida en la plaza de Colón. La inscripción, que podía hacerse en la Casa del Pueblo y en el domicilio de la Sociedad Gimnástica Española (SGE), era de una peseta y se concedieron cinco premios, una medalla de plata para el primer y segundo clasificados y otra de cobre para el tercero, cuarto y quinto65. El hecho de que las inscripciones pudieran hacerse en la sede de la SGE, que, fundada en 1887, era la asociación decana en la promoción y el desarrollo de la actividad física entre las clases medias y populares de Madrid, tratando, por tanto, de que el deporte se extendiera a todas las capas sociales, es un indicador de las buenas relaciones entre esta entidad y la Sociedad Deportiva Obrera. Es muy probable también que la primera se convirtiera en modelo de la segunda, toda vez que, como acabamos de señalar, fue pionera en popularizar la práctica deportiva y que entre sus primeras actividades estuvieron el pedestrismo, la gimnasia y el fútbol66. Por otro lado, llama la atención la concesión de premios a los primeros corredores de la prueba. Sobre todo teniendo en cuenta que el socialismo, desde el primer momento y sobre todo a partir de la mercantilización y masificación del deporte, algo que aconteció ya en los años veinte, trató de desmarcarse de una manera de entender la práctica deportiva que consideraba propia de la burguesía. En ese sentido, se opuso al deporte profesional, al considerado prioritariamente como actividad lucrativa o a aquel –en realidad, de todas estas características y de otras más participaba el deporte burgués– cuya finalidad esencial fuera batir récords o establecer marcas. Si, por el contrario, el deporte obrero debía caracterizarse por las notas de solidaridad y compañerismo, sin buscar en ningún caso ni el encumbramiento personal ni los éxitos personales, estos objetivos parecían casar mal con la concesión de premios individuales. Y aunque sobre esta interesante cuestión volveremos más adelante, conviene desde ahora indicar que más allá de lo que esos premios podían significar como estímulo a la participación de los trabajadores en las pruebas, fueron una muestra del contagio y la influencia que el deporte «burgués» ejercerá sobre el deporte «socialista». La Sociedad Deportiva Obrera llegó a formar uno de los equipos de atletismo más pujantes de Madrid. Dicho equipo, representando a Castilla junto al integrado por corredores de la Sociedad Cultural Deportiva, el que desde Cataluña envió la Federación Catalana de Atletismo –la única existente entonces–, una pequeña representación portuguesa y dos corredores que acudieron por

64. Los orígenes de las pruebas atléticas de campo a través se encuentran en una modalidad denominada «pedestrismo» puesto que las carreras se hacían sobre el piso de circuitos urbanos, carreteras asfaltadas o empedradas. Barcelona se convertiría desde comienzos del siglo XX en el epicentro de esta práctica con la disputa de diversas pruebas en parques o carreteras. Pronto se sumarían a este deporte otros lugares de España, como Madrid. 65. Vid. «La Casa del Pueblo de Madrid. Sociedad Deportiva Obrera», El Socialista, núm. 2.211, 13 de junio de 1915, p. 3. 66. RIVERO-HERRAIZ, Antonio: «Semblanza. La Real Sociedad Gimnástica Española», Revista Internacional de Ciencias del Deporte, vol. VIII, núm. 29, julio de 2012, pp. 272-273.

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Guipúzcoa y Valladolid, respectivamente, participó en el primer Campeonato de España de campo a través. Con gran afluencia de público, se celebró el 6 de febrero de 1916 en los terrenos de la Dehesa de la Villa, estableciéndose la salida y meta de llegada en la plaza de Colón, es decir, en el centro del Madrid de entonces, y sobre una distancia de catorce kilómetros. Ningún componente de la SDO se clasificó entre los cinco primeros, quedando en tercer lugar por equipos. La Sociedad, que dividía su oferta deportiva en actividades de invierno y de verano, dispuso también para sus asociados de una sala de lectura, ofreciéndoles otros entretenimientos, como conferencias o concursos fotográficos –otra actividad emulada de Peñalara– sobre los lugares de excursión. La actividad gimnástica siguió en ascenso, lo que obligó a abrir un nuevo local, más amplio, en el número 8 de la calle Don Felipe. Como una prueba más de los contactos y las deudas contraídas con la SAP, el día de su inauguración Bernaldo de Quirós pronunciaba una conferencia sobre el tema «Leyendas e historias de las montañas españolas»67. Todo parecía marchar bien. De hecho, El Socialista volvía a incluir entre sus páginas el programa correspondiente al invierno de 1916 que la SDO pensaba poner en marcha y en el que, como en ocasiones anteriores, se contemplaba la realización de excursiones mensuales, carreras atléticas, concursos deportivos y clases en el gimnasio68. Sin embargo y por razones que desconocemos no vuelven a aparecer noticias sobre ella, lo que nos lleva a pensar que debió desaparecer. Solo como meras hipótesis, cabría apuntar como explicación a problemas económicos, al impacto de los acontecimientos del verano de 1917 o más sencillamente, como de hecho ocurrió con otras iniciativas que como esta se sostuvieron gracias exclusivamente al empeño de un pequeño número de militantes, a que sus dirigentes o una parte de los mismos dejaran la Sociedad o se desentendieran de la misma por los motivos que fuera. Por unas u otras razones, el resultado fue que una entidad deportiva socialista, la primera en poner en marcha un programa amplio y variado de actividades físicas y recreativas para los obreros jóvenes de Madrid, dejaba de existir apenas dos años después de su nacimiento. Habría que esperar bastante tiempo para que, ya iniciada la década de los años veinte, surgiera también en Madrid una entidad que siguiendo sus pasos y su ejemplo realizara una labor encomiable y duradera en favor del deporte entre los trabajadores. Claro que por el camino el socialismo había sufrido en su interior una serie de graves problemas –la tensión política del verano del 17 y sus consecuencias, la escisión comunista, la ruptura de las Juventudes Socialistas y la casi desaparición de su organización madrileña, los efectos iniciales del golpe de septiembre de 1923, etc.– que dejaban poco margen o ninguno para que sus dirigentes se interesaran por la actividad deportiva en general y la de sus militantes en particular.

67. «Sociedad Deportiva Obrera», El Socialista, núms. 2.459, 16 de febrero de 1916, p. 3 y 2.460, 17 de febrero de 1916, p. 3. 68. Vid. «Sociedad Deportiva Obrera. Excursión a la Sierra. Concurso fotográfico», El Socialista, núm. 2.730, 11 de noviembre de 1916, p. 3.

EL DEPORTE SOCIALISTA DURANTE LOS AÑOS VEINTE

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N EL TERCER DECENIO DEL SIGLo XX

van a surgir tres realidades que, conjugadas, contribuirán a modificar la mirada y la actitud del socialismo en relación con el deporte. La primera será la conversión del deporte, especialmente en la segunda mitad de esa década, en un espectáculo de masas, lo que traerá aparejado su disfrute por parte de las clases trabajadoras. La segunda está relacionada con el desarrollo del movimiento deportivo socialista en Europa, visible tanto a nivel nacional, con la creación o relanzamiento de potentes federaciones obreras, como internacionalmente, mediante la fundación de la Internacional Deportiva Obrera Socialista (ISOS) y la celebración de las primeras olimpiadas que dicha organización llevó a cabo. En tercer lugar estaría el lento proceso de reconstrucción de la Federación de Juventudes Socialistas, que le llevaría a modificar su plan general de actuación incorporando entre sus objetivos –en gran medida como consecuencia de los dos primeros supuestos mencionados, la popularidad del deporte y la influencia europea– una acción más decidida en el terreno deportivo. Veámoslo con algún detalle. 1. LA

SOCIALIZACIÓN DEL DEPORTE Y SU REFLEJO EN LA PRENSA SOCIALISTA

De forma paralela a la irrupción de la sociedad de masas en España y al proceso de modernización social que experimentó nuestro país ya desde los años veinte, hay que situar la eclosión del deporte y su extensión a todas las clases sociales1. Hasta ese momento, como es sabido, la práctica del deporte fue una 1. La bibliografía sobre este asunto es muy abundante. Pueden verse, entre otros, los siguientes trabajos: LAGARDERA Francisco: «De la aristócrata gimnasia al deporte de masas: un siglo de deporte en España», Sistema, núms. 110-111, 1992, pp. 9-36; RIVERO HERRÁIZ, Antonio: Deporte y modernización Opus. cit. Madrid, Comunidad de Madrid, 2003; OTERO CARVAJAL, Luis Enrique: «Ocio y

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actividad elitista y, como tal, muy minoritaria, restringida a unos pocos sectores de la aristocracia y la burguesía urbana. Ni sus condiciones laborales, ni los bajos salarios que percibían, permitían a las clases trabajadoras tomar contacto con el mundo del deporte. Pero las cosas comenzarían a cambiar de forma muy rápida desde comienzos de la tercera década del siglo. A ello no fueron ajenos, desde luego, los avances médicos y sanitarios, la extensión del higienismo y determinadas conquistas sociales, como la jornada laboral de ocho horas, la institucionalización del descanso dominical y el aumento del poder adquisitivo de los obreros de las ciudades como consecuencia de la mejora que experimentaron sus salarios desde el inicio de esa década. Como consecuencia, aumentó el tiempo libre de que disponían y surgió una creciente demanda de ocio que tuvo en el deporte, ya en claro y simultáneo proceso de mercantilización, uno de sus principales reclamos. Al mismo tiempo, la oferta deportiva sufrió importantes modificaciones. Viejas modalidades deportivas –y costosas de practicar– como la esgrima o la equitación fueron perdiendo protagonismo frente a otras más accesibles –y baratas, obviamente– a las clases populares como el ciclismo, el boxeo, el cross –también llamado pedestrismo–, la pelota vasca, el excursionismo, las carreras de galgos y, sobre todo, el fútbol. El fútbol se transformó muy pronto en el deporte rey2, penetrando de forma imparable en el tejido social popular y «conquistando a las masas» hasta el punto de convertirse para las mismas en una nueva religión, en la «fiesta laica» por antonomasia. Hitos importantes en ese camino fueron su creciente profesionalización3, aceptada oficialmente en 1926, y la inauguración del Campeonato de Liga en 1929. Surgieron los grandes equipos de fútbol y de su mano nuevos e imponentes estadios para dar acogida a las masas que acudían a ellos cada domingo. Un factor decisivo en este proceso y reflejo del mismo a un tiempo fue

deporte en el nacimiento de la sociedad de masas. La socialización del deporte como práctica y espectáculo en la España del primer tercio del siglo XX», Cuadernos de Historia Contemporánea, vol. 25, 2003, pp. 169-198; PUJADAS I MARTÍ, Xavier: «De las elites a las masas: deporte y transformación de las formas de ocio moderno en Cataluña (1890-1936)», en PUJADAS I MARTÍ, Xavier (coord.): Opus. cit., Barcelona, UOC, 2010, pp. 19-40; BAHAMONDE MAGRO, Ángel: «La escalada del deporte en España en los orígenes de la sociedad de masas, 1900-1936», en PUJADAS, Xavier (coord.): Atletas y ciudadanos. Historia social del deporte en España (1870-2010), Madrid, Alianza editorial, 2011, pp. 89123; OTERO CARVAJAL, Luis Enrique: «La sociedad urbana y la irrupción de la Modernidad en España, 1900-1936», Cuadernos de Historia Contemporánea, núm. 38, 2016, pp. 255-283. 2. Vid., entre otros, BAHAMONDE MAGRO, Ángel: El Real Madrid en la historia de España, Madrid, Ed. Taurus, 2002; PUJADAS, Xavier y SANTACANA, Carles: «La mercantilización del ocio deportivo en España. El caso del fútbol, 1900-1928», Historia Social, núm. 41, 2001, pp. 147-167; SIMÓN SANJURJO, Juan Antonio: «La mercantilización del fútbol español en los años veinte: de la implantación del profesionalismo al nacimiento del campeonato nacional de liga», Esporte e Sociedade, núm. 18, setembro de 2011, pp. 1-30; BÁEZ Y PÉREZ DE TUDELA, José María: «El Real Madrid y el origen del fútbol como espectáculo de masas, 1923-1936», Historia y Comunicación Social, vol. 17, 2012, pp. 159-180 y del mismo autor: Fútbol, cine y democracia. Ocio de masas en Madrid, 1923-1936, Madrid, Alianza editorial, 2012. 3. Este hecho generó una ardua polémica entre partidarios y detractores del profesionalismo. Entre estos últimos, defensores del amateurismo, se encontraban, como tendremos oportunidad de ver, los socialistas. Coincidían así con otros sectores sociales, desde intelectuales hasta republicanos, que apostaban por un tipo de práctica deportiva popular, aunque también con representantes de la Iglesia y de ambientes aristrocratizantes y elitistas que pretendidamente defendían la pureza original del deporte. Como es conocido, el modelo profesionalizado se impuso rápida y contundentemente.

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el aumento de la información sobre los deportes y/o el nacimiento de secciones deportivas en la prensa y, más en particular, la aparición de la prensa deportiva, que dio origen, como es lógico, al periodista especializado en esta materia4. Los reportajes gráficos, las crónicas y las entrevistas a los deportistas de más éxito y especialmente a los futbolistas, en respuesta a una demanda masiva de un público ávido de noticias sobre sus nuevos ídolos, contribuyeron a convertirlos en auténticos mitos. Pero si los trabajadores llenaban, como espectadores, los campos de fútbol –y otros escenarios del deporte popular–, también, aunque en mucha menor medida, comenzaron a practicarlo en las grandes ciudades, como Madrid, Barcelona, Bilbao o Valencia, y más tarde en el conjunto de las urbes españolas. En sus barrios, al amparo del oficio o de la empresa, de forma independiente o con el apoyo de los patronos, fueron surgiendo clubes y equipos populares, algunos de los cuales, como veremos más adelante, fueron promovidos y alentados por el socialismo. Si muchos de ellos tuvieron una vida inestable o efímera, otros, en cambio, lograron un buen nivel deportivo, organizando y participando en competiciones locales y regionales de carácter amateur5. De este modo y al compás del avance de la urbanización, la práctica del fútbol se convirtió en una referencia de la sociabilidad popular en no pocas ciudades de la geografía española, que se incrementaría aún más en los años treinta. Ni la popularización del ocio deportivo urbano, ni la mercantilización y profesionalización de la práctica deportiva, ni la masiva afición de los jóvenes trabajadores al deporte en general y al fútbol en particular pasaron desapercibidos para el socialismo. De todo ello se hizo eco la prensa militante y en especial El Socialista, que si bien inicialmente había dedicado poco espacio a la información deportiva, ésta se vio incrementada desde que a finales de 1923 inauguraba la sección «Notas deportivas» a cargo de Aniceto García, a quien muy bien podría considerarse el periodista deportivo por excelencia del socialismo español6. Como decía el propio García el día de su aparición, «el elemento obrero, que tan

4. Vid. ALTABELLA HERNÁNDEZ, José: «Historia de la prensa deportiva madrileña», en ZABALZA RAMOS, Ramón: Orígenes del deporte madrileño: condiciones sociales de la actividad deportiva. 1870-1936, Madrid, Consejería de Educación, Dirección General de Deportes, 1987, pp. 169-226; JONES, Daniel E. (ed.): Esport i mitjans de comunicació a Catalunya, Barcelona, Centre d’Investigació de la Comunicació/Centre d’Estudis Olimpics i de l’Esport, 1996 y SIMÓN SANJURJO, Juan Antonio: «Conquistando a las masas: el impacto del deporte en la prensa española, 1900-1936», Recorde:Revista de História do Esporte, vol. 5, núm. 1, junho de 2012, pp. 1-40. 5. Las más importantes de estas competiciones fueron promovidas por la Federación Española de Fútbol. Trataba así de promocionar la competitividad del fútbol aficionado y la de aquellos jóvenes que podían tener posibilidades de convertirse en profesionales. Sus federaciones regionales organizaron campeonatos de aficionados y en la temporada 1929-30 nacía el Campeonato de España Amateur. 6. Aniceto García compaginó su profesión de tipógrafo con sus tareas como redactor deportivo de El Socialista. Miembro de la UGT y de la Agrupación Socialista de Madrid, realizó una continua defensa del deporte modesto y especialmente de los grupos deportivos socialistas. Fue presidente de la Agrupación Deportiva Obrera Natura y jugó un papel relevante en la creación de la Federación Deportiva Obrera, lo que le llevó a polemizar con otros dirigentes socialistas interesados en el deporte, y en la promoción de la Olimpiada Popular de Barcelona. Fue también miembro del Comité de admisión de la Agrupación Madrileña de la Crítica Deportiva. Constituida en abril de 1934, esta entidad reunía a los críticos deportivos de los periódicos y agencias deportivas de Madrid. Tras pasar

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gran contingente da a cuantas pruebas deportivas se organizan, cuenta desde ahora con un periódico más donde informarse»7.

Fig. 16. Aparición de la Sección deportiva en El Socialista del 28 de de septiembre de 1923.

De esta manera, se pretendía cultivar la información deportiva en general, aunque sería el fútbol el que acapararía la mayor parte de las noticias y comentarios desde el primer momento. Y aunque el socialismo fue muy crítico con el deporte espectáculo y con su deriva mercantilista y profesionalizante8, no pudo,

un tiempo en el exilio tras la finalización de la guerra civil, volvería a España, falleciendo en Madrid el 3 de marzo de 1980. 7. GARCÍA, Aniceto: «Notas deportivas. Nuestro propósito», El Socialista, núm. 4.567, 28 de septiembre de 1923, p. 4. 8. Los artículos donde se denunciaban el profesionalismo, el amateurismo marrón, la conversión del fútbol en un negocio al servicio de la burguesía y los capitalistas, su dimensión alienante como «opio del pueblo», su instrumentalización por parte de patronos y empresas, su puesta al

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sin embargo, sustraerse a su hegemonía, al interés de los trabajadores por las competiciones oficiales y a la creciente demanda de noticias sobre las mismas por parte de sus propios lectores. Fue así como el principal periódico socialista incorporó a sus páginas una creciente información sobre el fútbol profesional –e igualmente sobre otros deportes profesionalizados– incluyendo los resultados de la jornada dominical, crónicas de los partidos más relevantes, reportajes sobre la selección española de fútbol y comentarios diversos sobre las diferentes categorías –divisiones– del fútbol español. Lo mismo ocurrió con Claridad, el órgano del ala largocaballerista del socialismo, que desde su conversión en diario, en abril de 1936, dedicaría dos de sus páginas a informar de los acontecimientos deportivos más sobresalientes tanto de España como del extranjero9. Pero si en este aspecto, ambos rotativos apenas se diferenciaban del tratamiento que otros periódicos no obreros otorgaban al deporte, lo que los distinguía de estos era la atención que prestaban simultáneamente al deporte modesto y amateur, al conjunto de sociedades populares, socialistas o no, que realizaban una labor callada pero muy meritoria en pro del deporte «de base». Como de esta dimensión nos ocuparemos en otros apartados de este capítulo, conviene volver ahora sobre la compleja y paradójica relación que la prensa socialista mantuvo durante los años veinte y treinta con el deporte al que motejaba de «burgués»10. Señalábamos antes que el fútbol ocupó una posición preeminente y creciente en la información deportiva del órgano socialista. En su edición de los martes fue corriente encontrar amplios comentarios sobre los encuentros de primera división, incluyendo detalles sobre las formaciones de los equipos, el nombre de los árbitros, el desarrollo del juego, los resultados, la clasificación, los terrenos de juego e incluso la asistencia mayor o menor de los espectadores a los mismos. Igualmente fue creciendo la información de la selección española y los partidos internacionales que disputaba, elogiando unas veces su buen juego y

servicio de intereses «patrióticos» o nacionalistas, las rivalidades que despertaba a todos los niveles y que abonaban, entre otras cosas, la violencia en los campos de juego y el embrutecimiento del público, fueron numerosísimos. Eran, según se proclamaba, las notas que caracterizaban al «deporte burgués». Frente a él, como más adelante analizaremos, se encontraría el «deporte obrero», a salvo de aquel espíritu «seudodeportivo», indisociable de la cultura y del «ocio creativo» y al servicio de la causa de los trabajadores. 9. La mayor parte de las noticias sobre deportes estaban incluidas en una sección titulada «La vida deportiva». Desde abril hasta julio de 1936, Claridad dedicó una mucha mayor atención que El Socialista a las cuestiones relacionadas con el deporte. Un sesgo periodístico más moderno, fácilmente observable en su estructura y en sus características técnicas y tipográficas, así como un compromiso más intenso de sus redactores con la filosofía deportiva tanto de la FCDO como de la URSS, son factores que ayudan a explicar ese fenómeno. Entre ellos destacaron especialmente dos periodistas deportivos, Álvaro Menéndez y Victoriano Mendes, este último reputado alpinista al servicio del Partido Comunista y colaborador también en Mundo Obrero. Otros elementos coadyuvantes fueron la rápida y contundente apuesta del diario socialista por el deporte popular y su unidad con el deporte obrero así como por la organización y el éxito de la Olimpiada de Barcelona como primer paso para la conquista definitiva en España del «deporte para todos». 10. Aunque este capítulo está dedicado al análisis del deporte socialista en la tercera década del siglo, razones metodológicas –y de clara continuidad en el tiempo– nos han inclinado a incluir en este apartado los años de la República. En realidad, la única nota diferenciadora de ese periodo respecto a la etapa inmediatamente anterior fue, como veremos, un mayor caudal informativo y su extensión a un número más amplio de deportes.

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los resultados positivos, cuando se producían, y censurando otras sus «fracasos». Aniceto García, desde la sección que desde 1925 llevaba el nombre de «Deportes», llegaba incluso a dar su opinión sobre lo que entendía era la mejor forma de seleccionar a los jugadores, la necesidad de planificar con rigor los entrenamientos y –algo que sería muy frecuente en todo tiempo– evitar los posibles intereses contrapuestos –por agenda, acumulación de partidos, posibilidad de lesiones, etc.– entre la selección y los grandes equipos de la primera división11. En marzo de 1926 y como prueba del arraigo popular del deporte en general y del balompié en particular, García saludaba la aparición de una publicación titulada «La Novela Deportiva»12. Cada número trataría un asunto de deportes y junto a él se regalaba una postal de los deportistas más populares. El primero, al que se calificaba de «interesantísima novela», se titulaba El último goal; su autor era Antonio Gascón y la postal que le acompañaba era de Ricardo Zamora, uno de los mayores ídolos del fútbol español de aquellos años. Aniceto García finalizaba su comentario deseando a esta iniciativa «un gran éxito y larga vida»13. También la literatura socialista se interesó en varias ocasiones por el fútbol. Miguel R. Seisdedos, a quienes sus correligionarios otorgaron el título de «poeta de los obreros», le dedicó varios poemas subrayando el interés que despertaba y lo atractiva que resultaba su práctica14. Las contradicciones y paradojas siguieron manifestándose en no pocas ocasiones. Así, por ejemplo, pese a la atención prestada –a veces, con grandes titulares y a página completa– a los partidos de la Liga una vez esta se puso en marcha, llama la atención que en los años previos a su creación y en el contexto de la polémica que generó entre clubes partidarios y detractores de llevarla a efecto, el socialismo, de nuevo a través de la pluma de su periodista deportivo, se posicionara con los segundos15. El temor a que la Liga fuera antes que nada un medio para orquestar un pingüe negocio económico, el control caciquil de los grandes clubes sobre la Federación Española de Fútbol, los perjuicios que tal decisión podía suponer para los más modestos y los campeonatos regionales en los que hasta ese momento desarrollaban su actividad deportiva y, en definitiva,

11. Vid, por ejemplo, GARCÍA, Aniceto: «Deportes. Nuestra opinión», El Socialista, núm. 5.555, 24 de noviembre de 1926, p. 2. 12. Intelectuales y escritores se interesaron en los años veinte por los deportes, dando lugar a una abundante «literatura deportiva» tanto en prosa como en verso. Si una mayoría de los mismos se pronunció a favor, otros, como Unamuno o Pío Baroja, lo hicieron en contra. Vid. CASTAÑÓN, Jesús y RODRÍGUEZ, M.ª Ángeles: Creación Literaria española sobre deporte moderno, Valladolid, edición de los autores, 1997. 13. Se anunciaba para números sucesivos narraciones de José Luis Salado, Enrique Jardiel Poncela, Carlos Sampelayo, Antonio G. del Real, Luis Montero y Carlos Fernández Cuenca. Vid. «Notas deportivas», El Socialista, núm. 5.347, 25 de marzo de 1926, p. 3. 14. En uno de ellos podía leerse lo siguiente: «Aunque inspira antipatía, cuando hacen de él profesión, como juego, es un gran juego ese juego del balón (…) / Por eso opino que todos los jóvenes socialistas –siempre que no se extravíen– debieran ser futbolistas (…) / No soy futbolista, amigos; pero al ver lo que se ve, os grito con toda el alma: –¡Muchachos, al puntapié!». En SEISDEDOS, Miguel R.: «¡Muchachos, al puntapié!», El Socialista, núm. 5.346, 24 de marzo de 1926, p. 4. Sobre la figura y la obra de Seisdedos puede verse: LUIS MARTÍN, Francisco de: La cultura socialista en España… Opus. cit., pp. 59-60. 15. Vid., por ejemplo, GARCÍA, Aniceto: «Deportes. ¡Lo que va de ayer a hoy!», El Socialista, núm. 5.764, 26 de julio de 1927, p. 3.

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la animosidad contra el profesionalismo y el fútbol como negocio fueron algunos de los motivos que explicarían esa actitud –compartida, por cierto, por otros medios de comunicación, alguno tan alejado ideológicamente como el ABC– y que estaba claramente reñida no solo con la evolución de ese deporte en toda Europa sino también con lo que fue la posición en la práctica del diario socialista. De la misma manera, si bien siguió censurándose que el fútbol se hubiera convertido en un «espectáculo de taquilla», no por eso se dejó de informar sobre sus grandes estrellas, la vida rutilante que llevaban algunos o el coste de sus traspasos de un equipo a otro, como el muy sonado de Zamora que le llevó a abandonar la disciplina del Deportivo Español para fichar por el Real Madrid en agosto de 1930. Resulta igualmente llamativo que si por un lado y a nivel teórico se seguía insistiendo en la violencia derivada de rivalidades locales, provinciales o regionales, en la práctica los encuentros en que participaban equipos madrileños despertaran una atención especial que se multiplicaba en el caso de un enfrentamiento directo entre ellos. Alguno hubo que fue rotulado como «el match de la emoción», destacando al mismo tiempo la espectacular entrada que había registrado el estadio de Chamartín16. Es curioso también cómo Aniceto García ante la animadversión que, según él, despertaba el Madrid en otros lugares de España por haber sido el primer club en iniciar y culminar la profesionalización de su plantilla, salía en su defensa al afirmar que el profesionalismo existía ya en todas las regiones aunque nada se supiese del sueldo y las primas que cobraban los jugadores, algo que la directiva blanca, poco cauta a ese respecto, no había sabido ocultar a la publicidad17. Durante la República, el profesionalismo en el fútbol fue una realidad incontestable, sin que mereciera ya ningún comentario adverso por parte de los órganos obreros. Claridad intensificó la información sobre la liga española en la sección «El domingo deportivo», que incluía, a veces a página completa18, abundantes datos sobre los encuentros –especialmente los de primera división–, valoración del juego desplegado, entrevistas a diversos jugadores y entrenadores19, fotografías de equipos y de futbolistas, etc. Otro tanto sucedió con todo lo relacionado con la selección española, a la que se dedicó una atención especial y prioritaria20. La prensa socialista se ocupó también de otros deportes, aunque no con la misma intensidad que la que dedicó al fútbol. Uno de ellos fue el ciclismo, cuyo número de aficionados no dejó de crecer a lo largo de los años veinte y treinta alcanzando un notorio grado de popularidad. Al margen de notas sueltas que fueron apareciendo sobre las pruebas organizadas por la Unión Velocipédica

16. Vid. «Los deportes. El match de la emoción termina con empate a dos tantos», El Socialista, núm. 6.765, 14 de octubre de 1930, p. 5. 17. GARCÍA, Aniceto: «Los deportes. Ante el rotundo fracaso del Madrid», El Socialista, núm. 6.849, 21 de enero de 1931, p. 3. 18. Vid., entre otros, «El domingo deportivo. El Celta y el Zaragoza se destacan brillantemente», Claridad. Diario de la noche, núm. 1, 6 de abril de 1936, p. 13. 19. Vid., por ejemplo, las entrevistas a los ídolos populares Zamora y Samitier en Claridad, núm. 6, 11 de abril de 1936, p. 15. 20. En su número 2, correspondiente al día 7 de abril de 1936, el periódico incluía dos entrevistas, una con Amadeo García de Salazar, entrenador de la selección española de fútbol, y otra con Martín Marculeta, jugador del Athletic de Madrid y del equipo nacional.

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Española (UVE), creada en 1895 y precursora de la Federación Española de Ciclismo, una atención especial merecería el campeonato de Madrid21, organizado en dos etapas por aquella entidad en agosto de 1930 y el de Castilla, este iniciada ya la Segunda República y con la UVE como promotora de nuevo y en colaboración con el periódico Heraldo de Madrid. En relación con esta carrera, el principal periódico socialista subrayaba la gran asistencia de público «ya que (…) había despertado gran expectación por tomar parte en ella los ases del ciclismo español»22. En la clasificación general, aparecían, en efecto, algunos de los ciclistas que, como Mariano Cañardo o Vicente Carretero, destacarían en el panorama ciclista nacional e internacional y de cuyas gestas se haría eco el diario obrero. Como ocurriera con el fútbol, la información sobre el ciclismo aumentó durante el quinquenio republicano23. En este tiempo y por lo que respecta al ámbito nacional, lo más comentado sería el campeonato de España en sus ediciones de 1931 y 1933 y la 5.ª Vuelta Ciclista a Vizcaya, que tuvo lugar en agosto de 1931, no pudiendo informar, sin embargo, al estar suspendido, de la I Vuelta Ciclista a España, celebrada en la primavera de 1935. Claridad, por su parte, acogió otras pruebas como la Tarragona-Madrid, la VII Vuelta a Madrid o la II Vuelta Ciclista a España, destacando el excelente papel en esas y otras carreras del ciclismo castellano en general y del madrileño en particular24. En cuanto a las grandes rondas europeas, el Tour de Francia acaparó la mayor información25, sobre todo el que cumplía su treinta edición y que dio comienzo el 7 de julio de 1936. En todo momento, los periódicos resaltarían, con fotografías incluidas, la actuación de los corredores españoles26 que, como Federico Ezquerra o el ya mencionado Cañardo, dieron días de gloria al ciclismo español27. Y como sucediera también

21. Vid. «La carrera ciclista del domingo», El Socialista, núm. 6.717, 19 de agosto de 1930, p. 3. 22. «Los deportes. Vicente Carretero, campeón de Castilla de ciclismo», El Socialista, núm. 6.991, 7 de julio de 1931, p. 5. 23. Sobre los cambios operados en el deporte a lo largo de los años treinta, junto a la bibliografía ya mencionada pueden verse otros muchos trabajos, como, por citar algunos, los de PUJADAS, Xavier y SANTACANA, Carles: «Del barrio al estadio. Aspectos de la sociabilidad deportiva en Catalunya en la década de los años treinta», Historia y Fuente Oral, núm. 7, 1992, pp. 31-45; DE PABLO, Santiago: Trabajo, diversión y vida cotidiana. El País Vasco en los años treinta, Vitoria, Papeles de Zabalanda, 1995, especialmente el capítulo 14: «El deporte: afición y espectáculo», pp. 125-138 y PUJADAS I MARTÍ, Xavier: «Del barrio al estadio. Deporte, mujeres y clases populares en la Segunda República, 1931-1936», en PUJADAS, Xavier (coord.): Atletas y ciudadanos. Historia social del deporte en España (1870-2010), Madrid, Alianza editorial, 2011, pp. 125-167. 24. Vid. «Vida Deportiva. Ciclismo. Después de la victoria de Carretero», Claridad, núm. 5, 10 de abril de 1936, p. 11 y «Ciclismo. La II Vuelta Ciclista a España», Claridad, núm. 38, 20 de mayo de 1936, p. 15. 25. Claridad se distinguiría por informar con detalle de otras pruebas ciclistas internacionales y de la ronda italiana. 26. Este interés por destacar las gestas de los corredores españoles y de otros deportistas nacionales en pruebas internacionales así como el que acaparó la Liga de fútbol y los partidos de la selección nacional o los logros de la de natación, pudo contribuir a forjar dentro de la prensa socialista un espacio de construcción y difusión de discursos nacionales. Esa es la tesis, que compartimos, de Martí Ballester, para quien todo ello sería «un indicador potente sobre la profunda interiorización de la identidad nacional española entre las filas socialistas». En MARTÍ BATALLER, Aurelio: España socialista. El discurso nacional del PSOE… Opus. cit., p. 279. 27. Las noticias sobre la carrera francesa aparecen ya desde principios del mes de julio de 1936 y se prolongarían hasta el final de la misma, iniciada ya la guerra civil, aunque de forma muy sucinta,

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con el fútbol, los rotativos obreros no se olvidaron del ciclismo modesto y de aficionados, comentando, aunque en menor medida, algunas de las pruebas que se desarrollaron durante esos años28. Pese al creciente interés popular por las pruebas de cross o pedestrismo, no son muy abundantes las noticias recogidas por los órganos obreros sobre esta modalidad del atletismo. Al margen de las que promovieron las propias entidades socialistas y de las que nos ocuparemos en otros apartados, una buena porción de las mismas respondían a iniciativas de la veterana Sociedad Gimnástica Española, aunque la mayor densidad informativa sobre este deporte tuvo lugar en la primavera y el verano de 1936, cuando algunas federaciones regionales de atletismo y un gran número de atletas de todas las categorías –no pocos adscritos a entidades de la FCDO– y modalidades –carreras, saltos, lanzamiento de peso, etc.– decidieron prestar su concurso a la Olimpiada Popular de Barcelona. Claridad dedicó entonces mucho espacio a las carreras pedestres, sin olvidar tampoco algunas competiciones internacionales de este deporte29. En varias ocasiones, los rotativos socialistas dieron cobijo en su sección deportiva a las carreras de galgos, por las que un determinado sector de público se mostró interesado. Las veces que lo hicieron, casi siempre en relación con la temporada anual de pruebas que organizaba el Club Deportivo Galguero de Madrid, solía destacar la importante concurrencia que acudía a verlas y el carácter entretenido de las mismas, sin olvidarse de dar el nombre de los galgos vencedores y los premios concedidos30. Ello no fue óbice para que al mismo tiempo llevara a cabo una crítica de las apuestas que se realizaban, deplorando el triste espectáculo que daban aquellas personas que no acudían para entretenerse y disfrutar de las carreras, sino con el propósito de ganar un dinero, aunque no pocas veces el resultado fuera el contrario, lo que para algunos trabajadores suponía incluso desprenderse de una parte o del total del jornal semanal31. También se ocuparon de la Pelota Vasca, incorporando noticias sobre los partidos a mano y a pala que tuvieron lugar sobre todo en la capital de España y en distintos frontones ubicados en ella, como el Madrid y el Recoletos32. Además de

prácticamente reducida a la clasificación general y por etapas, a partir del 19 de julio. 28. Vid., como ejemplo, «Unión Pedal de Carabanchel», El Socialista, núm. 6.997, 14 de julio de 1931, p. 5. 29. Vid., entre otros, «Cross-Country. Tercera travesía a París por relevos», Claridad, núm. 2, 7 de abril de 1936, p. 14. 30. Vid. «Carreras de galgos. Un gran premio para los de tercera A», Claridad, núm. 38, 20 de mayo de 1936, p. 15 y «La Vida Deportiva. Carreras de galgos», Claridad, núm. 71, 27 de junio de 1936, p. 10. 31. Vid., como ejemplo, «Los Deportes. La Carrera de galgos de anoche», El Socialista, núm. 6.990, 5 de julio de 1931, p. 3. 32. El Frontón Recoletos fue construido en 1935 en la calle Villanueva. En su día constituyó uno de los diseños más destacados del ingeniero Eduardo Torroja y fue llevado a la práctica en colaboración con el arquitecto Secundino Zuazo. Fue la mayor estructura de este tipo construida en Europa hasta esa fecha. Durante la guerra, el edificio sufrió varios impactos que lo dejaron en muy mal estado, produciéndose su hundimiento parcial. En 1973 se llevó a cabo la demolición total del edificio. El Frontón Madrid estuvo ubicado a medio camino entre las plazas de Jacinto Benavente y Tirso Molina, ocupando su fachada una porción de la calle del Doctor Cortezo. El edificio, diseñado por el arquitecto Eduardo Lozano Lardet, se inauguró en junio de 1929. Poseía una capacidad de 1500 espectadores y entre sus servicios incluía espacios para salón de te, bar y restaurante.

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anunciar los encuentros, solían hacer una crónica de los jugados, destacando o criticando la actuación de determinados jugadores33. Pero no faltaron igualmente noticias sobre pruebas y competiciones celebradas en el País Vasco y a nivel internacional, destacando en este caso los triunfos de los pelotaris españoles34. Las noticias sobre el excursionismo fueron muy abundantes ya desde muy pronto. En los años veinte y los de la República era muy raro el día que en la sección de deportes o en otras no se encontraba alguna información sobre las excursiones, las marchas, las pruebas, los campeonatos, los torneos o las actividades más variadas –concursos fotográficos o de literatura, celebración de festivales y aniversarios, pruebas de natación, etc.– que organizaban las principales sociedades alpinistas de Madrid, destacando por encima de todas ellas la Sociedad Española de Alpinismo Peñalara. La sierra de Guadarrama se había convertido en un lugar al que, gracias a los nuevos medios de locomoción y la actividad desplegada por un buen número de entidades, podían acercarse muchos madrileños los fines de semana para realizar excursiones, alpinismo u otros deportes de montaña. También –y a ello nos referiremos en otro lugar– muchos grupos deportivos socialistas, a imitación de Salud y Cultura, crearon secciones de excursionismo que organizaban salidas al campo y a la sierra todos los domingos. De esta manera, la sierra de Guadarrama se confirmó como destino de un ocio popular que, aunque mereció las críticas de algunos observadores alarmados por lo que entendían como una «invasión de la ciudad», no haría más que crecer hasta el inicio de la guerra civil. Los socialistas y de forma muy destacada sus órganos de expresión, contribuyeron poderosamente a esa popularidad y a que la sierra se convirtiera, como ya dijimos, en la «montaña obrera». Pero, como es lógico, no fue solo la sierra de Madrid y sus alrededores los únicos destinos en España de los grupos excursionistas, fueran o no socialistas. Aunque con mucha menor frecuencia, los periódicos dieron cuenta también de las que se organizaron a otros puntos y montañas del país. El boxeo fue en esta época uno de los deportes más populares. En diferentes locales de las principales ciudades, siempre muy concurridos, se celebraran combates pugilísticos en las diversas categorías o pesos en que se hallaba estructurada esta modalidad deportiva. Sin embargo, el socialismo durante mucho tiempo no consideró al boxeo como un deporte sino como un «bestial espectáculo», «una diversión o lo que sea digna del centro de África o simplemente digna de señoritos degenerados»35. En junio de 1911, el mismo Pablo Iglesias formó parte de una comisión que se entrevistó con el ministro de Fomento para protestar contra el boxeo y pedirle su prohibición. En la segunda mitad de los años veinte, pese a su difusión generalizada, algo que reconocían los propios socialistas, y la fama adquirida por el boxeador vasco del peso pesado, Paulino Uzcudun, los pronunciamientos en su contra continuaron en la prensa socialista. Con motivo 33. Vid., entre otros más, «Pelota Vasca. El campeonato de Castilla», Claridad, núm. 1, 6 de abril de 1936, p. 14 y «Pelota Vasca. Ayer en el Frontón Recoletos», Claridad, núm. 38, 20 de mayo de 1936, p. 15. 34. Vid. «Pelota Vasca. Campeonato de Guipúzcoa», Claridad, núm. 38, 4 de mayo de 1936, p. 11 y «Pelota Vasca. Triunfo de Atano IV y Salegui sobre los campeones de Francia de trinquete», Claridad, núm. 14, 21 de abril de 1936, p. 10. 35. «Contra el boxeo», El Socialista, núm. 1.320, 30 de junio de 1911, p. 3.

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del combate por el campeonato de Europa, celebrado el 18 de mayo de 1926 en la plaza de toros Monumental de Barcelona ante más de 30.000 espectadores y que conquistó Uzcudun ante el púgil italiano Erminio Spalla, el socialista Pedro San Juan hacía los siguientes comentarios: «(…) la juventud española, con rarísimas excepciones, ha dado un espectáculo vergonzoso e indigno de los tiempos que corremos. Por unos días la nación ha estado suspensa del desenlace de tan bárbaro espectáculo (…). ¡Triste cuadro de una raza en cuyo solar nacieron Cervantes y Cajal! ¡Doloroso espectáculo de una juventud moderna que se apasiona más por los puñetazos que por su mejoramiento moral y material! (…); se discute de Uzcudun, ensalzándole como a un dios, y hay quien ignora que Cajal es español». Y con ironía, sentenciaba: «Menos mal que nuestra raza ha subido en valor. Uzcudun va proclamando nuestra virilidad y hombría. Por donde vaya este hombre irá nuestro valor. Irá el nombre de patria paseándose por todos los “rings” del mundo»36. En el mismo número del periódico, el socialista Joaquín Escofet insistía en parecidos argumentos y declaraba la incompatibilidad entre las ideas socialistas y el boxeo. Deploraba la influencia de un acto seudodeportivo en una «multitud ignara, que vociferaba, que pitaba, que aplaudía desaforadamente, con exclamaciones incultas, con expresiones soeces, con frases inhumanas: “¡Duro! ¡¡Mátale!!, que se expandían por el ámbito y eran recogidas por los aparatos radiofónicos que parecían iban a estallar con la presión violenta de las bajas pasiones desatadas». Censuraba que la radio, que debía ser un instrumento al servicio de la cultura, retransmitiera el combate y se escandalizaba de que entre el público asistente hubiera mujeres. Pero al mismo tiempo hacía una muy interesante reflexión, compartida por otros militantes en diferentes ocasiones, sobre la capacidad del socialismo para sustraerse a un ambiente dominado por el boxeo y el fútbol profesionales y difundir su concepción «puritana» sobre los deportes. En ese sentido, hacía un llamamiento a las Juventudes Socialistas –igual al que harían otros dirigentes obreros– para, desde una posición ecléctica, es decir, aceptando todas las manifestaciones deportivas, incluido el boxeo, tratar de depurar y humanizar el deporte, como ya venían haciendo las organizaciones hermanas de otros países europeos. No sin cierta dosis de ingenuidad, afirmaba: «Aceptemos todos los deportes, incluso el boxeo, pero como demostración gimnástica, sin lucha brutal, al modo de la esgrima, cuya habilidad no necesita demostrarse hiriendo, y dignifiquemos a la juventud de hoy deportista, haciéndolos socialistas»37. Escofet finalizaba su artículo haciendo un planteamiento más realista y pragmático, menos idealista, si se quiere, sobre las relaciones entre el deporte y el socialismo que poco a poco irá calando entre los responsables de los grupos deportivos socialistas y que acabaría siendo asumido por la mayoría de los mismos en la primera mitad de los años treinta. Y era que si la ingente labor de las Juventudes Socialistas de atraer a sus filas a los trabajadores absorbidos por el deporte «capitalista» topaba con el inconveniente de no ofrecer para aquellos el suficiente interés por la modestia de la oferta deportiva obrera –no

36. SAN JUAN, Pedro: «La “moderna” juventud», El Socialista, núm. 5.400, 26 de mayo de 1926, p. 3. 37. ESCOFET, Joaquín: «Entre puñetazos y puntapiés. ¿Puritanos o eclécticos?», El Socialista, núm. 5.400, 26 de mayo de 1926, p. 4.

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podía competir ni en campos de juego e infraestructuras, ni en figuras deportivas, ni en marcas, registros o logros deportivos etc.–, era preciso que «el socialismo se adaptara al deporte». Y aunque no lo mencionaba expresamente ese era el camino trazado ya por algunos socialismos europeos, que no habían tenido inconveniente en asumir y adoptar algunas de las características del deporte «burgués» –nivel de competencia y especialización deportiva, celebración de torneos regionales, nacionales e internacionales, concesión de premios y trofeos a los vencedores de las distintas pruebas individuales y de equipo, aprecio y distinción hacia las marcas deportivas, participación desde los ayuntamientos en la construcción de estadios municipales de gran aforo y carácter popular, concentraciones deportivas con elevado número de participantes y de espectadores, copia de las formas y las reglas establecidas por el deporte burgués…–, pero sin renunciar al mismo tiempo y como era obvio, al espíritu y los fines socialistas –promoción de la salud del obrero, hermanamiento del deporte y la cultura, defensa de los ideales de confraternización y hermandad propios del socialismo internacional, rechazo de cualquier tipo de violencia o animosidad en el juego, impulso de la identidad y de la causa obreras, etc.– que debían presidir todas las manifestaciones deportivas y que debían marcar las diferencias con el «otro» deporte. Como en el caso del fútbol, también la poesía escrita por algún autor socialista se ocupó del boxeo, casi siempre para zaherirlo y ridiculizarlo. Jorge Moya, por ejemplo, le dedicaría algunos de sus famosos «trinos» destacando la violencia de los combates, las lesiones físicas, algunas irreparables, que producían en los contrincantes y, en definitiva, el carácter insano que tenía ese deporte38. Los socialistas seguirían manifestándose a lo largo de los años veinte en contra del que calificaban como «una reminiscencia salvaje en el hombre» y criticaban a la prensa que publicaba reseñas y comentarios sobre el mismo fomentando así «la incultura y el salvajismo en la gente»39. Sin embargo, como ya ocurriera con otros deportes, tampoco pudo sustraerse a su popularidad. Desde principios de la cuarta década la prensa obrera comenzó a insertar noticias sobre diversos combates aunque casi siempre se centraron en la figura de Uzcudun y en algunas de las peleas que le dieron tanta fama40. En el caso de las que disputó por el campeonato de Europa contra Mac Korkindale en junio de 1933 y el del mundo frente al italiano Primo Carnera, resultando ganador en el primero y perdiendo en el segundo, El Socialista utilizó los servicios de la Agencia de Noticias Febus41, la cual informaba de detalles como el peso de los púgiles, el 38. Vid. MOYA, Jorge: «Trinos. El boxeo fatal» y «Trinos. Entrenamiento», El Socialista, núms. 5.581, 24 de diciembre de 1926, p. 1 y 6.100, 29 de agosto de 1928, p. 1. 39. «Las delicias del boxeo», El Socialista, núm. 5.787, 26 de agosto de 1927, p. 1. También AGLAO: «Facetas de París. ¿Taurofobia o hispanofobia?», El Socialista, núm. 7.351, 28 de agosto de 1932, p. 4. 40. Otro boxeador que mereció una atención especial fue el aragonés Ignacio Ara, del que Claridad destacaba «su esgrima ágil y su gran técnica». En «Boxeo. Más de la victoria de Ara sobre Fernandino», Claridad, núm. 8, 14 de abril de 1936, p. 10. 41. Febus fue fundada por Nicolás María de Urgoiti en 1924 para poder abastecer de noticias a sus periódicos El Sol y La Voz, que constituían dos de los rotativos más importantes de la época. En su momento, su servicio nacional de noticias fue uno de los más importantes de España. Nació como competencia de la agencia Fabra y en una época en que también se fundaron otras agencias como Iberia o la católica Spes. El periodista Eduardo Ruiz de Velasco dirigirá la agencia desde su creación

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resultado de cada uno de los «rounds», la dinámica del combate y, por supuesto, el vencedor del mismo42. Claridad se ocupó también de informar a sus lectores de otros combates y figuras internacionales, como el alemán Max Schmeling o el norteamericano Joe Louis43, así como del boxeo amateur, tanto a nivel individual como de selección44. La paulatina «aceptación» del boxeo culminaría con motivo de la organización de la Olimpiada Popular de Barcelona, que debía celebrarse en julio de 1936. Entre las modalidades deportivas que tendrían acogida en este evento figuraba el boxeo y los socialistas, como el resto de las fuerzas políticas y sociales que participaron en aquella, colaborarían sin ningún resquemor a que contara con la mejor representación posible tanto en el nivel amateur como en el profesional. La guerra civil no impidió que siguieran celebrándose combates de boxeo en el frente y en la retaguardia. Incluso la FCDO, en la que figuraban algunos dirigentes socialistas y un buen número de sociedades deportivas afines al socialismo, tuvo una sección de boxeo y, en colaboración con las autoridades deportivas soviéticas, organizó combates de púgiles amateurs rusos en Madrid, Barcelona y Valencia que tuvieron lugar a finales de octubre de 1936. La Lucha Libre y la Grecorromana gozaron también de una notable popularidad, sobre todo en los años de la República45. Se trataba de modalidades deportivas que tenían rasgos que las aproximaban a las exhibiciones cirquenses –sobre todo la primera– y, de hecho, sus combates solían celebrarse en circos aunque también se utilizaran las plazas de toros. Quizá fuera por esta circunstancia por lo que el socialismo no mostró ninguna oposición a este deporte aunque tampoco fuera «santo de su devoción», dedicándole una atención bastante menor en relación a otras prácticas deportivas. En febrero de 1931 El Socialista incluía una nota de la Sociedad Gimnástica Española en la que con el fin de «cooperar al resurgimiento de la lucha grecorromana en Madrid», invitaba a los clubes interesados a una reunión para tratar de formar una Federación regional que facilitara

hasta 1931 y dispuso de una amplia red de corresponsales, entre los que se encontraban Jesús y Daniel Martínez Tessier, José Robledano, José Luis Moreno, Modesto Sánchez Monreal o Jaime Menéndez «El Chato». Durante la guerra civil la infraestructura de la agencia se mantuvo en la zona republicana y abasteció a los rotativos más relevantes de la prensa en esa zona como ABC (de Madrid), El Sol, La Voz, Mundo Obrero, Política, Claridad o La Vanguardia. En 1939, tras la entrada en Madrid de las tropas franquistas, desapareció. Su estructura y su personal serían aprovechados por la agencia EFE, que se formaría como una mezcla de las agencias Febus, Fabra y Faro. 42. Vid., entre otros, «Retintín. El “quorum” de Uzcudun», El Socialista, núm. 7.573, 14 de mayo de 1933, p. 1; «Uzcudun vence a Korkindale», El Socialista, núm. 7.615, 2 de julio de 1933, p. 5 y «Boxeo. Primo Carnera venció otra vez a Uzcudun», El Socialista, núm. 7.712, 24 de octubre de 1933, p. 5. 43. El combate entre estos dos púgiles por el campeonato mundial de los pesos pesados concitó un enorme interés. Vid. «Boxeo. Joe Louis, máxima estrella», Claridad, núm. 10, 16 de abril de 1936, p. 14. 44. Vid. «Boxeo. En su segunda actuación en tierra francesa, los amateurs españoles logran una resonante victoria», Claridad, núm. 4, 9 de abril de 1936, p. 10. 45. Las diferencias entre una y otra eran –y son– llamativas. En la lucha grecorromana cada participante intenta derrotar a su rival con llaves y proyecciones utilizando solo la parte superior del cuerpo. El objetivo consiste en ganar el combate haciendo caer al adversario al suelo y manteniendo sus dos hombros fijos sobre el tapiz o ganando por puntuación mediante la valoración de las técnicas y acciones conseguidas sobre el adversario. Está prohibido el uso activo de las piernas en el ataque y atacar las piernas del rival al igual que los golpes y las presas por debajo de la cintura. Por el contrario, en la lucha libre se permite casi todo: presas, puñetazos, zancadillas, patadas, etc.

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a los luchadores amateurs madrileños su participación en torneos nacionales e internacionales46. Y aunque la falta de normas en la lucha libre –solo se penalizaban morder y meter los dedos en los ojos, la nariz o la boca del oponente–, identificada como una importación norteamericana llamada «Pancrace», no gozaba del favor de los críticos deportivos socialistas, juzgándola a veces como «la última expresión del boxeo» o como un «sport cuaternario»47, no por eso se dejaría de informar puntualmente de los torneos internacionales de lucha libre americana que, como los que tuvieron lugar en junio de 1933 y 1936, se celebraron en el circo Price de Madrid48. Información que no se limitaba a señalar los días y lugares de los torneos, sino que solía acompañarse de breves comentarios sobre el desarrollo de los combates49. En alguna ocasión incluso se detallaban los cambios introducidos en algún torneo de «catch as, catch can» –denominación inglesa que se empleaba para denominar la lucha libre– con el fin de dar mayor movilidad a los combates y evitar la monotonía de las presas consiguiendo así un mayor atractivo para los espectadores. No faltó tampoco la admiración y el elogio hacia algunos luchadores españoles que destacaron en esta disciplina, como Francisco Soroa, del que, con motivo de su presentación «ante nuestro público» en un torneo en el Price en el que se disputaba el «Cinturón Madrid», se destacaba su «gran reputación por las brillantes campañas que ha realizado en Suramérica, en las que no ha salido derrotado ni una sola vez»50. La natación fue ganando adeptos entre las clases populares pese a que en España había pocas piscinas públicas. La prensa socialista, al igual que ocurriera con otros deportes aún minoritarios, no dejó de encontrar espacio para ella. Si a lo largo de la tercera década la mayor parte de las noticias se referían a los concursos de natación que organizaban anualmente la Sociedad Deportiva Excursionista o la SEAP en la laguna grande de Peñalara –a ellas se sumarían pronto entidades socialistas como Salud y Cultura– y en los que se destacaba la gran afluencia de público51, con la llegada de la República el primer foco de interés se centró en la rehabilitación de la Playa de Madrid, la principal piscina pública de Madrid52, haciendo de ella el lugar preferido de los bañistas madrileños y una

46. «Para la creación de una Federación de Lucha Grecorromana», El Socialista, núm. 6.874, 19 de febrero de 1931, p. 3. 47. «Lucha libre», El Socialista, núm. 7.588, 1 de junio de 1933, p. 3. 48. El Price fue a lo largo del primer tercio del siglo XX –y también desde el final de la guerra civil hasta su demolición en 1970– un referente de la vida cultural y deportiva madrileña. Junto a los espectáculos de circo convivieron representaciones de zarzuela, números de revista, actuaciones musicales, combates de lucha libre y de boxeo, etc. 49. Vid., por ejemplo, «Los Deportes. Lucha. Torneo internacional de “Pancrace”», El Socialista, núm. 7.595, 9 de junio de 1933, p. 5. 50. «Los Deportes. Lucha. El torneo del Price», El Socialista, núm. 7.902, 2 de junio de 1934, p. 5. 51. Vid., entre otros muchos, «El concurso de natación de la Deportiva», El Socialista, núm. 6.717, 19 de agosto de 1930, p. 3. 52. Esta piscina, situada sobre un tramo del río Manzanares en la carretera de El Pardo, fue la primera playa artificial de España. De titularidad pública, fue muy popular entre los madrileños. Las reformas emprendidas la dotaron de un verdadero complejo de ocio que contaba con restaurantes, alquiler de embarcaciones, piscina infantil, frontón y pistas para tenis, golf y patinaje. Las instalaciones fueron diseñadas, al más puro estilo racionalista, por el arquitecto Manuel Muñoz Monasterio. Vid. RODRÍGUEZ MARTÍN, Nuria: La capital de un sueño. Madrid en el primer tercio del siglo XX,

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de las señas de identidad de la ciudad53. Abierta al público en el verano de 1932, las reformas se prolongaron, en varias fases, hasta 1934 y en ellas, como también en la campaña promocional que le siguió54 así como en la puesta en marcha de un servicio especial de autobuses que cubría el trayecto Puerta del Sol-Playa de Madrid en tan solo quince minutos y en la política de precios populares tanto para los abonos de temporada como en las entradas individuales, los concejales socialistas de Madrid y de El Pardo tuvieron un protagonismo especial55. Ángel de la Fuente, otro socialista que cultivó el periodismo deportivo, se felicitaba de los progresos que había experimentado en poco tiempo la natación en Madrid, lo que permitió que por primera vez se celebrara en la ciudad, en septiembre de 1933, unos campeonatos de España de natación. Organizados por la Federación Castellana y el Lago Natación Club, de la Fuente afirmaba que habían sido «una maravilla, tanto por los resultados obtenidos como por la organización». Y sin ningún reparo salía en defensa de la natación «profesional» al comentar que «La Federación Española junto con la Castellana merece todos los plácemes por haber organizado estos campeonatos, así como los entrenadores del Canoe y Lago, señores Granados y Benavent, que junto con la Directiva del Lago han contribuido a levantar el espíritu deportivo; es necesario que continúen con el mismo entusiasmo y constancia que hasta ahora en pro de la natación española». Tampoco tuvo reparo alguno cuando, con motivo de la exhibición de water-polo que los nadadores catalanes hicieron al final de los campeonatos, destacaba la actuación de –y la admiración por– Croells, «el mejor portero de Europa» y jugador del Club Natación Barcelona56. Otras noticias acapararon la atención de los medios socialistas. Muchas se referían a las pruebas interclubs y a actividades llevadas a cabo por unos y otros en Madrid, Valencia o Barcelona57, pero también hubo espacio para encuentros internacionales como el campeonato de Europa celebrado en agosto de 1934 y del que la sección de deportes de El Socialista incluía el siguiente titular: «En los campeonatos de Europa de natación, España se destaca notablemente»58. O como el primer encuentro entre las selecciones de Bélgica y de Castilla que tuvo como prolegómeno el reparto de premios a los campeones del recién concluido torneo

Madrid, Asociación de Historia Contemporánea-Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2015, pp. 496-499. 53. Vid. «Natación. Reapertura de la Playa de Madrid», El Socialista, núm. 7.566, 6 de mayo de 1933, p. 5. 54. El periódico obrero incluyó en diversas ocasiones publicidad sobre la playa de Madrid. Vid., por ejemplo, El Socialista, núm. 7.881, 9 de mayo de 1934, p. 5 55. Con motivo de la inauguración de la temporada veraniega de 1933, que se extendía, como las demás, desde mayo hasta octubre, y la finalización de las más importantes reformas en el complejo de la playa, tuvo lugar una comida a la que asistieron los alcaldes y varios concejales de ambos ayuntamientos. Entre ellos se encontraban los socialistas Teodomiro Menéndez, Manuel Muiño, Álvarez Herrero, Alfonso Henche, Celestino García, Antonio Mairal y Luis Prieto. 56. DE LA FUENTE, Ángel: «Más notas deportivas. Después de los campeonatos de natación de España. Un comentario», El Socialista, núm. 7.670, 5 de septiembre de 1933, p. 5. 57. Entre otros, puede verse, «Natación. El C. N. Florida inaugura su temporada 1936», Claridad, núm. 24, 4 de mayo de 1936, p. 11. 58. «Los Deportes», El Socialista, núm. 7.964, 14 de agosto de 1934, p. 5.

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castellano de natación y al que, en representación del Ayuntamiento de Madrid, asistió el socialista Manuel Muiño59. Siendo los anteriores deportes los que concitaron mayor atención, Claridad no dejó de dar cobijo a noticias referidas a otras modalidades anteriormente muy minoritarias y que durante los años treinta comenzaron a aparecer con fuerza en el ámbito español, contando de día en día con una mayor aceptación. Ese fue el caso del Balonmano, que por entonces se denominaba bien con el término inglés de «Hand-Ball» o bien con su traducción literal de «Fútbol a mano» y que había sido introducido en nuestro país por la Federación Universitaria Española (FUE)60. Incluso Álvaro Menéndez, uno de los principales redactores deportivos del diario, se entrevistó con el secretario técnico de la Federación Castellana con objeto de ofrecer a los lectores de Claridad una visión más detallada de este deporte y de las razones de su rápida expansión61. Ocurrió también con el Baloncesto, que por su reciente implantación se conocía por el vocablo inglés de «Basket-Ball». En la primavera de 1936 tuvieron lugar los campeonatos de España, indicando el redactor F. Parra que se había presenciado buen juego y que era preciso trabajar por una mayor propaganda de ese deporte. Con ese fin, él mismo redactó un interesante y didáctico artículo sobre sus orígenes en Estados Unidos y su recepción en Europa y en España, así como sobre las reglas del juego y las características del balón62. El periódico dedicó también atención a deportes más minoritarios aún como el hockey, el rugby o el automovilismo, informando de las competiciones celebradas en nuestro país y algunas del extranjero63. Resulta significativo y revelador, al mismo tiempo, de la falta de permeabilidad de la práctica deportiva entre las mujeres, que la prensa socialista no diera apenas cabida al deporte femenino en los años veinte. De todos es sabido, que la incorporación de las mujeres al terreno deportivo fue tardía, ya en la década siguiente, y muy limitada, pese a algunos avances en modalidades como el tenis, el excursionismo, el atletismo o la natación. De nuevo, Barcelona y Madrid, por ese orden, serían las puntas de lanza de una evolución que sería radicalmente cercenada con la guerra y el franquismo. Una realidad, la de la debilidad del deporte femenino, que tuvo una pretendida fundamentación –justificación, sería un término más justo– en un tipo de discurso médico, higienista y moralizador que primaba la maternidad y la «condición femenina» de la mujer por encima de toda otra consideración y que limitaba en la práctica su acceso al deporte al quedar restringido a aquellas actividades que no pusieran en peligro su feminidad. Este era un discurso que en gran medida era asumido por el socialismo64,

p. 5.

59.

Vid. «Natación. Primer match Bélgica-Castilla», El Socialista, núm. 7.975, 26 de agosto de 1934,

60. Vid. «Hand-Ball. Un deporte en ascenso», Claridad, núm. 2, 7 de abril de 1936, p. 14. 61. MENÉNDEZ, Álvaro: «El hand-ball, nuevo deporte de brillante porvenir», Claridad, núm. 39, 21 de mayo de 1936, p. 11. 62. PARRA, F.: «Basket-Ball. Un poco de Historia», Claridad, núm. 49, 2 de junio de 1936, p. 14. 63. Vid., entre otros, «Hochey. Campeonato de España», Claridad, núm. 1, 6 de abril de 1936, p. 14; «Rugby. Campeonato de Francia», Claridad, núm. 1, 6 de abril de 1936, p. 14 y «El gran premio automovilista de Penya Rhin», Claridad, núm. 39, 21 de mayo de 1936, p. 11. 64. Vid. LUIS MARTÍN, Francisco de: «Familia, matrimonio y cuestión sexual en el socialismo español (1879-1936)», en LORENZO PINAR, Francisco Javier (ed.): La Familia en la Historia, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2009, pp. 261-291.

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en cuyo seno la influencia de doctrinas como la de la diferenciación sexual del doctor Marañón era muy visible65. Con todo, los medios socialistas manifestarían durante la República una sensibilidad y un compromiso mucho mayor con el deporte femenino, al tiempo que elogiaban y trataban de impulsar su difusión y la consiguiente incorporación de las mujeres a la práctica, tanto individual como colectivamente, del ejercicio físico. Paralelamente, las noticias sobre este nuevo –aunque limitado– fenómeno aumentaron en número y espacio. Así, las pruebas de natación, balonmano, hockey o cross femeninos, como las que llevaban a cabo las sociedades excursionistas, tanto las concebidas solamente para mujeres como las de modalidad mixta, tuvieron generosa acogida en la prensa socialista. En su opinión, esas pruebas resultaban vitales para vencer el secular retraimiento femenino en este terreno y «romper con un pasado de esclavitud deportiva»66. 2. LA

RECEPCIÓN DEL INTERNACIONALISMO DEPORTIVO OBRERO EN

ESPAÑA

Aunque el socialismo español no lograse articular hasta comienzo de los años treinta un organismo centralizador o, lo que es lo mismo, una red federativa organizada de sus diferentes grupos, clubes, sociedades y asociaciones deportivas, eso no suponía que desconociese que tal objetivo ya se había cumplido en otros socialismos europeos, que un buen número de federaciones socialistas nacionales del deporte se habían unido en una entidad internacional y que todo ello constituía una aspiración y un fin para él, tratando de llevarlo a la práctica, con poco éxito, es cierto, en más de una ocasión. En la trayectoria del movimiento deportivo obrero europeo pueden establecerse dos etapas claramente diferenciadas. La primera, que abarcaría desde finales del siglo XIX hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, puede considerarse la de los inicios de ese movimiento en unos pocos países. En la segunda, que comprendería la época de entreguerras, se extiende a más naciones y alcanza un desarrollo espectacular, con más de dos millones de deportistas en sus filas. En ambas, se pusieron en pie sendas internacionales deportivas socialistas, de vida efímera la primera y caracterizada por un gran desenvolvimiento la segunda67. De ninguna de ellas formaría parte el socialismo español, aunque en los años treinta una organización obrera, la FCDO, ingresaría finalmente en la 65. El doctor Marañón expondría su tesis en varios de sus trabajos. En relación con sus consecuencias en el campo deportivo el más interesante y que sería publicitado y comentado en las páginas de El Socialista fue el titulado La acción como carácter sexuaL. Sexo, trabajo y deporte, Madrid, Editorial Caro Raggio, 1925. Pero no sería el único médico en escribir sobre estos temas y tampoco sería el único que influyó sobre el discurso socialista. También lo harían, entre otros, César Juarros, Sebastián Recasens, Mario Taboada, Gustavo Pittaluga, Jesús Basterra, José Botella o Sanchís Banús. 66. Vid. «Deporte popular femenino. Un ensayo digno de aliento», Claridad, núm. 5, 10 de abril de 1936, p. 11. La cita en «Deporte obrero. Cross femenino e infantil», Claridad, núm. 13, 20 de abril de 1936, p. 15. 67. La bibliografía sobre el deporte obrero en Europa es muy amplia. Junto a trabajos sobre ese deporte en los diferentes países, hay otros que se han ocupado de analizarlo desde una perspectiva conjunta, incidiendo en sus relaciones internacionales. Un intento reciente de conjugar ambas perspectivas puede encontrarse en GOUNOT, André: Les mouvements sportifs ouvriers en Europe (1893-1939). Dimensions transnacionales et déclinaisons locales, Strasbourg, Presses universitaires de Strasbourg, 2016. Se trata de un magnífico y completo estudio, el mejor hasta el momento, sin lugar

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Internacional Deportiva Roja, dependiente de la Komintern y, por tanto, bajo la tutela y dirección del comunismo ruso. Puede decirse que hasta finales del siglo XIX en el conjunto del socialismo europeo perduró, quizá con la excepción de Gran Bretaña, una evidente reticencia hacia los deportes y el asociacionismo deportivo. Se consideraba una actividad burguesa y, por otra parte, las condiciones de vida de los trabajadores no favorecían que tuviera alguna presencia en su vida cotidiana. Pero ya a finales de la década de los años noventa surgirían las primeras sociedades deportivas obreras, con Alemania y los territorios germanófilos del imperio austro-húngaro (Austria) como pioneros en su organización. En 1893 nacía la asociación deportiva obrera más importante del continente hasta los años treinta, la Arbeiter-Turnerbund (ATB), (Unión de gimnastas obreros alemanes), que acogía y agrupaba las distintas federaciones que fueron surgiendo en los más variados deportes –náuticos, fútbol, atletismo, ciclismo, lucha, excursionismo, halterofilia, gimnasia– y que a la altura de 1913 contaba con alrededor de 350.000 deportistas. Dos años más tarde surgía en Viena la Unión turística «Los Amigos de la naturaleza», punta de lanza de las organizaciones deportivas obreras de Austria-Hungría, las cuales contabilizaban al comenzar la guerra mundial unos 80.000 miembros. Pero será a partir de comienzos del siglo XX cuando el deporte socialista haga acto de presencia en otros varios países. En Bélgica, se formaría en 1904 una Federación Gimnástica Obrera que diez años más tarde contaba con 4.000 adherentes68. Ese mismo año surgía en Praga la Federación de las Ligas Obreras Gimnásticas de Checoslovaquia, a la que en los años de la Gran Guerra estaban adscritos 220.000 militantes. La Federación Deportiva y Atlética Socialista (FSAS) se creó a fines del año 1908 en París69, aunque su desarrollo fue muy endeble durante mucho tiempo, en gran medida como consecuencia de la indiferencia de la SFIO hacia las actividades físicas. Esta misma razón explicaría la pequeñez del movimiento deportivo obrero en Gran Bretaña pese a que ya en 1895 había nacido la que sería su única organización deportiva, la Nacional Clarion Cycling Club70. La hostilidad de una buena parte del socialismo italiano hacia el deporte –Turati lo consideraba un fenómeno «estúpido y aristocrático»– fue igualmente el motivo principal del atraso en la constitución de organismos obreros. En el Congreso celebrado por las Juventudes Socialistas en 1910, estas seguían rechazando el deporte de competición aunque consideraron aceptable el excursionismo a pie o en bicicleta. De ahí que las primeras entidades fueran la Unión Obrera Excursionista italiana (UOEI), creada en 1911, y la Federación Nacional del Ciclismo rojo, fundada dos años más tarde. Poco tiempo después, la UOEI agrupaba ya a 10.000 obreros71.

a dudas, basado en el manejo de una panoplia ingente de fuentes primarias y secundarias y que presenta, además, una selectiva pero muy completa relación bibliográfica. 68. Vid. DEBATTY, Jean-Louis: «Le sport ouvrier socialista. Esquisse d’une histoire en Belgique et en Europe jusqu’en 1945», Analyse, núm. 89, décembre 2011, pp. 1-4. 69. La FSAS aceptó en su seno desde un principio el boxeo como modalidad deportiva. 70. Un completo análisis del deporte obrero en Gran Bretaña se encuentra en JONES, Stephen G.: Sports, Politics and the Working Class, Manchester, Manchester University Press, 1986. 71. Vid. ROSSI, Lauro: «Giovanetti pallidi Della rivoluzione», Lancillotto e Nausica. Critica e Storia dello Sport, núm. 3, 1986, pp. 50-59 ; del mismo autor: «Sport e cultura operaria in Europa, 1900-1939», Italia contemporanea, núm. 176, 1989, pp. 165-170; PIVATO, Sergio: La bicicleta e il sol

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Las organizaciones deportivas obreras habían nacido, como hemos podido ver, de forma autónoma en sus respectivos ámbitos nacionales. Sin embargo, todas ellas presentaban unos rasgos o características comunes72 –mejorar la salud de los trabajadores, contribuir mediante una agenda de actividades de ocio y de cultura, distinta y alternativa al «ocio burgués», a llenar su tiempo libre e identificarlo con la causa socialista, establecer y anudar lazos de solidaridad obrera, etc.– que las abocarían a intentar crear un organismo internacional. Con el propósito, por un lado, de impulsar las entidades deportivas obreras nacionales y promover, por otro, el internacionalismo proletario frente al chauvinismo que, según los socialistas, caracterizaban los encuentros deportivos internacionales «oficiales», organizados por y para la burguesía, en 1913 nacía la Asociación Socialista Internacional de Educación Física (ASIEP)73. El 10 de mayo de ese mismo año tuvo lugar en Gante (Bélgica) el primer Congreso internacional de grupos socialistas de educación física con la participación de delegados de Francia, Bélgica e Inglaterra y a los que se sumaría la delegación austriaca. La nueva organización se posicionó explícitamente en la órbita del internacionalismo socialista. Como señala Gounot, «les intentions formulées à Gand correspondent-elles dans les grandes lignes aux visions réformistes de Karl Kautsky en faveur desquelles la Deuxième Internationale s’était prononcée lors de son congrès à Paris en 1900»74. El inicio de la guerra mundial acabaría con la ASIEP. Y tal como ocurriera con los partidos socialistas europeos, el deporte obrero no consiguió desmarcarse del viraje nacionalista en aquella coyuntura. Los ecos de la nueva Internacional apenas llegaron al socialismo español y, desde luego, no parece que tuviera ninguna influencia en orden a impulsar algún tipo de organización obrera del deporte. Tan solo hemos podido localizar una breve nota en El Socialista, firmada por el socialista francés Clerebaut y que seguramente reproducía o resumía algún artículo publicado en el principal órgano teórico del socialismo francés. En el mismo se daba cuenta del Congreso celebrado en Gante, indicando que habían asistido treinta delegados y que se había aprobado un informe de von Langendouck para organizar una Federación de grupos gimnásticos. Señalaba también que quedaban pendientes de estudio un proyecto de accidentes del trabajo deportivo y otro de educación física de la mujer75.

dell’arvenire. Sport e tempo libero nel socialismo della belle-epoque, Firenze, 1992 y FINCARDI, Marco: «Il movimento dopo il lavoro», L’Almanacco, núm. 59, 2012, pp. 5-14. 72. Aunque en algunas de ellas hubo secciones deportivas muy variadas, no debe perderse de vista que las primeras y más importantes inicialmente fueron las de excursionismo, alpinismo y ciclismo. Con la excepción de esta última, en España ocurrió exactamente igual, como se ha podido ver en un capítulo anterior. 73. Sobre el proceso de constitución de la ASIEP puede verse GOUNOT, André: «Sport réformiste ou sport révolutionnaire? Les débuts des Internacionales sportives ouvrières», en ARNAUD, Pierre (dir.): Les origines du sport ouvrier en Europe, París, L’Harmattan, 1994, pp. 222-229. En este y otros trabajos, Gounot explica las razones que llevaron a la más pujante organización deportiva obrera del mundo, la ATB alemana, a no participar en su nacimiento. 74. GOUNOT, André: Les Mouvemnets Sportifs Ouvriers… Opus. Cit., p. 43. 75. CLEREBAUT: «Un Congreso Socialista. La Educación Física», El Socialista, núm. 1.452, 15 de mayo de 1913, p. 2.

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Fig. 17. Noticia informando de la constitución de la ASIEP (El Socialista, núm. 1.452, 15 de mayo de 1913, p. 2).

Tras el final de la guerra mundial el movimiento deportivo obrero conocerá un crecimiento verdaderamente espectacular que afectó no solo, aunque sí principalmente, a los países que ya disponían de estructuras organizadas antes de la guerra, sino a otros territorios donde, como Italia, España, los países escandinavos y del este de Europa, el deporte apenas había florecido, contribuyendo a su desarrollo. Los avances sociales y laborales, una legislación más protectora del trabajo, los progresos en la medicina y la higiene, las transformaciones urbanas como resultado de la nueva sociedad de masas y de consumo, las influyentes industrias del ocio o el impacto de los medios de comunicación, son algunos de los factores que, junto a la consolidación y extensión del movimiento obrero en general y de sus fuerzas juveniles en particular, coadyuvaron a ese desarrollo. Sin embargo, el deporte obrero conocerá al mismo tiempo una profunda división como resultado del triunfo de la revolución bolchevique en Rusia y la formación de partidos comunistas provocando la división del movimiento obrero internacional. El mundo del deporte no pudo esquivar la cuestión de la orientación política y si en algunos lugares se produjeron escisiones en el interior de sus federaciones nacionales –a veces, ocurrió solo en entidades de carácter local o regional–, en otros surgieron nuevas plataformas de orientación comunista, enfrentadas a las de filiación socialista. Todo ello dependería, como es lógico, del grado de implantación del nuevo movimiento revolucionario, de manera que allí donde, como en Austria, Bélgica o Gran Bretaña, resultó marginal, las organizaciones reformistas no conocieron oposiciones políticas internas. No ocurrió lo mismo en Alemania, Francia, Italia o Finlandia76. En España habrá que esperar

76. La relación de fuerzas iría cambiando con el paso del tiempo y las estrategias diseñadas por las organizaciones internacionales del deporte obrero. En Alemania se produjeron escisiones a escala local, pero ante las diferencias ideológicas y con el fin de salvar la unidad, la ATB adoptó inicialmente una posición neutral. Lo mismo ocurrió en Francia, donde la FSAS, en su primer congreso tras la guerra, celebrado en junio de 1919, adoptó el nombre de Federación Deportiva del Trabajo (FST).

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hasta los años treinta para que el comunismo tome posiciones ante el deporte y establezca una estrategia de control de las organizaciones socialistas, de creación de grupos propios y de difusión de los principios revolucionarios inspirados en la Internacional Deportiva Roja. En septiembre de 1920, en la ciudad suiza de Lucerna se reconstruyó la ASIEP con presencia de delegados de prácticamente todos los países que disponían de estructuras organizadas a escala nacional. Aunque recibió el nombre oficial de Unión Internacional de Educación Física y Deportiva del Trabajo, se impuso el nombre de Internacional Deportiva de Lucerna (IDL) hasta que en 1928 y en un contexto de clara oposición a la ISR pasó a denominarse Internacional Deportiva Obrera Socialista (ISOS). Con sede en Bruselas y bajo la dirección de los belgas Gaston Bridoux y Jules Devlieger, presidente y secretario respectivamente, ante las diferencias políticas en el seno del movimiento obrero optó inicialmente por la neutralidad, si bien tanto sus objetivos –la propagación de la educación física y del deporte entre los obreros y especialmente entre la juventud trabajadora– como su estrategia –claramente reformista y de integración en los organismos públicos del deporte– la posicionaban sin duda en la órbita socialista. Así lo entendieron también las autoridades políticas de la URSS y no solo porque el deporte soviético hubiera quedado excluido de la IDL. Con una orientación revolucionaria y de oposición tanto al deporte burgués como al deporte obrero de tendencia reformista, en julio de 1921 se constituía en Moscú la ISR. Su desarrollo en Europa, al margen de las potentes organizaciones deportivas soviéticas, será inicialmente muy inferior a la de la IDL, contando con algunas agrupaciones a escala local o regional en distintos países y con una única federación nacional potente, la de Checoslovaquia77. Tras los intentos fracasados que tuvieron lugar entre 1925 y 1927 de llegar a un entendimiento entre ambas internacionales, la IDL reforzó sus vínculos con la Internacional Obrera Socialista, prohibió a sus secciones cualquier relación con la ISR y reforzó su tendencia reformista. Como ya comentamos, desde enero de 1928 y como prueba de sus convicciones políticas su nombre pasó a ser el de Internacional Deportiva Obrera Socialista (ISOS)78. Las diferencias que ambas Internacionales mantenían en el terreno de las relaciones entre las actividades

Las organizaciones deportivas italianas ligadas a la Internacional Deportiva Roja, que conocerían una intensa actividad al comienzo de los años veinte serían suprimidas, al igual que las socialistas, a la llegada del fascismo. 77. Las rupturas finales en el interior de las federaciones francesa y alemana, la primera en 1923 y la segunda en 1928, supusieron la adhesión a la ISR de sendas federaciones comunistas aunque ambas se caracterizaron por su poca potencia. La mayoría de la ATB se mantuvo en la Internacional de Lucerna así como la Unión de Sociedades Deportivas y Gimnásticas del Trabajo (USSGT), nueva denominación del sector del deporte obrero francés fiel a la IDL. A finales de los años veinte, el deporte obrero británico experimentó un proceso de separación semejante. Mientras la Federación de Deportes de los Trabajadores Británicos (BWSF) se adhería a la ISR, la Asociación Nacional del Deporte Obrero (NWSA) lo hacía a la IDL. 78. Durante su cuarto congreso, celebrado en Helsinki en agosto de 1927, se acordó trasladar su sede a Praga. Para su Comité Ejecutivo se estableció una doble presidencia que serían ocupadas por el alemán Cornelius Gellert y el austriaco Julius Deutsch. El checo Rudolf Silaba ocupó la secretaría. En el quinto congreso, celebrado en Praga en octubre de 1929, Jules Devlieger fue nombrado secretario para Europa occidental.

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deportivas y políticas y que se acentuarían a partir de entonces, eran, como ha señalado André Gounot, muy notables. Para la ISOS el combate político, inmerso en una estrategia reformista de largo alcance, era incumbencia de los partidos socialistas, de la misma manera que las reivindicaciones laborales eran competencia de los sindicatos. Por su parte, las organizaciones culturales y deportivas, si bien debían contribuir a preparar a los obreros para la toma de responsabilidades en la futura sociedad socialista, eran instancias dirigidas a la formación de los militantes y a llenar su tiempo libre mediante actividades lúdicas, saludables y que atendían también a su necesaria expansión, aprovechando los espacios de libertad que dejaba o eran conquistados a la sociedad burguesa y sin la necesidad perentoria o constante de pensar en la lucha política. Para los dirigentes de la ISR esa estrategia o esa forma de actuar suponía una traición a los principios que inspiraban la revolución proletaria, calificada, por tanto, como contrarrevolucionaria porque, además, su neutralidad política equivalía en la práctica a no diferenciarse del deporte burgués. La vía revolucionaria hacia la dictadura del proletariado constituía la única opción para imponer los intereses objetivos de la clase trabajadora y a ella debían acomodarse todas las entidades obreras. Las organizaciones deportivas, por tanto, como las demás, debían someter sus programas y actividades a los objetivos revolucionarios. Desde esta perspectiva, el deporte sólo podía entenderse como un instrumento político, como un elemento puro y duro de la lucha revolucionaria, en el que los deportistas eran, primera y principalmente, soldados de la revolución79. El socialismo español y en especial sus Juventudes se hicieron eco del movimiento deportivo obrero en Europa, bien que con algún retraso, lo que probablemente habría que adjudicarlo, en primer término, al proceso de escisión sufrido por la organización juvenil y, en segundo, al lento camino de su reconstrucción, lo que consumió y monopolizó sus energías durante unos años. No puede decirse, por tanto, que no supieran de su desarrollo tanto en el plano internacional como a nivel de algunas federaciones o asociaciones nacionales. Hubo, igualmente, proyectos e intentos por crear en nuestro país, a imitación de las que ya existían en otros de nuestro entorno, una federación deportiva socialista a escala nacional. Será fundamental tratar de analizar y explicar las causas y los condicionantes que hicieron que dicho objetivo no tuviera cristalización hasta comienzos de los años treinta y que, cuando se consiguió finalmente, la dirección y el control de la entidad creada pasara pronto a manos comunistas. La primera reseña sobre la IDL en la prensa socialista apareció en la primavera de 1924 y venía firmada por Mariano Rojo, dirigente de las JJ.SS. y, sin lugar a dudas, uno de los principales impulsores del deporte obrero en España y que más incansablemente trabajó por dotarlo de una estructura organizada80. Con el

79. GOUNOT, André: Les Mouvements Sportifs Ouvriers…Opus. Cit, pp. 79 y 80. 80. Rojo, que había nacido en Madrid en 1906, era un trabajador del sector servicios –empleado de oficina, en concreto– y desde muy joven frecuentó la Casa del Pueblo madrileña asistiendo a cursos y conferencias. Su ingreso en las Juventudes Socialistas se produjo en 1922 y dos años más tarde lo hacía en la Agrupación Socialista de la capital. Fue secretario-tesorero de la Federación Nacional de las JSE desde 1925 a 1934, además de ocupar otros cargos. Proclamada la República, resultó elegido diputado del PSOE en las elecciones generales celebradas en junio de 1931. Miembro del sector reformista en la división interna que vivió el partido en los últimos años del nuevo régimen, se ocupó de

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propósito de hacer ver a los recalcitrantes y/u opositores al deporte entre los afiliados que no era incompatible ser socialista y deportista, Rojo puso el ejemplo de lo que ocurría en otros lugares de Europa y de cómo se había conseguido fraguar una unión internacional que contaba con 20 secciones nacionales y agrupaba a más de un millón de trabajadores81.

Fig. 18. Mariano Rojo da cuenta de la actividad de la Internacional Deportiva de Lucerna (El Socialista, núm. 4.772, 24 de mayo de 1924, p. 3).

Un interesante editorial aparecido cuatro años después hacía una breve descripción de la historia de la ISOS desde 1913 resaltando su espectacular crecimiento una vez transcurridos los primeros años de la posguerra. Si en su tercer Congreso, el celebrado en París en 1925, estaban representados 1.300.000 afiliados, en el siguiente, el que tuvo lugar en agosto de 1927 en Helsinki, eran ya cerca

la administración de la revista Tiempos Nuevos entre 1934 y 1936 y del semanario socialista Democracia en 1935. Tras la guerra civil, se exilió en Francia, donde participó activamente en la reconstrucción de las organizaciones socialistas en el exilio. Falleció en Suresnes en 1983. 81. ROJO, Mariano: «Deportismo y educación», El Socialista, núm. 4.772, 24 de mayo de 1924, p. 3.

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de 1.600.000 obreros pertenecientes a 18 países. De ellos, alrededor de 957.000 eran hombres, 126.000 eran mujeres, en torno a 258.000 eran jóvenes y 244.000 eran niños de ambos sexos. La Internacional, cuya finalidad era «cooperar en la labor de hacer una vigorosa clase obrera que le permita luchar con éxito por la realización del Socialismo», publicaba una correspondencia semanal y, según se afirmaba, las organizaciones nacionales afiliadas editaban 50 periódicos con una tirada mensual de 1.070.000 ejemplares. Se cultivaban casi todos los deportes, desde los más populares, como el fútbol, el ciclismo o el excursionismo, hasta aquellos que poco tiempo antes habían sido monopolio de las elites, como el tenis, los deportes acuáticos, el esquí, la caza, el jockey o el ajedrez82. Se subrayaba también que la Internacional Deportiva Socialista estaba aliada a la Internacional Socialista Obrera «no solo por las decisiones de sus Congresos, sino por su espíritu, como lo demuestra toda su existencia». Y por primera vez se mencionaba a la Internacional Deportiva Roja para indicar que después de varias alternativas y gestiones con el fin de procurar la fusión de ambas entidades hubo que romper con ella y dejar de participar en los festivales obreros deportivos de Rusia –algo que ocurrió en el periodo de acercamiento, entre 1925 y 1927 sobre todo–, que, por otra parte, «sólo son demostraciones del partido comunista»83.

82. Llama la atención que en esa relación no se incluya ni el boxeo ni la lucha. Sin embargo, si se menciona, lo que también es cuando menos curioso, el jiu-jitsu, un arte marcial japonés clásico que abarca una variedad amplia de sistemas de combate modernos basados en la defensa «sin armas» frente a uno o más agresores tanto armados como desarmados. Las técnicas básicas incluyen principalmente luxaciones articulares, golpes, patadas, rodillazos, empujones, derribos y estrangulamientos. Este sistema de combate «cuerpo a cuerpo» se conoció en Europa a finales del siglo XIX, extendiéndose su práctica desde comienzos del XX. 83. «Acción Política. Avances del Socialismo Internacional. La Internacional Socialista Deportiva», El Socialista, núm. 6.127, 29 de septiembre de 1928, p. 4.

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Fig. 19. Editorial sobre la Internacional Deportiva Obrera Socialista (El Socialista, núm. 6.127, 29 de septiembre de 1928, p. 4.).

No hay ninguna duda sobre la posición que mantuvieron los socialistas españoles, al menos hasta la deriva bolchevizante de los años treinta, en relación con la división política y deportiva del movimiento obrero internacional. La ISOS fue su única referencia en el terreno deportivo, mientras que la ISR era, como para el resto del socialismo europeo, un organismo al servicio de la URSS y de la

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Internacional Comunista84. Así lo pondría de manifiesto Enrique de Santiago85 en un artículo publicado en enero de 1931 y al que nos referiremos de nuevo cuando analicemos con detenimiento el nacimiento de la Federación Deportiva Obrera (FDO), que estaba teniendo lugar por aquellas fechas. En una coyuntura en que parecía que algunos militantes abrigaban dudas sobre la orientación ideológica que debería tener la FDO e incluso que proyectaban organizarla sobre bases equívocas, de Santiago recalcaba que la Internacional Deportiva Obrera y Socialista era «la única que existe para nosotros». Después de transcribir literalmente los principios sobre los que descansaba la misma, se preguntaba retóricamente si podían definirse mejor las bases del deporte obrero y terminaba con un deje de ironía y como aviso o recordatorio a posibles compañeros despistados: «En todo caso, éstos tienen la ventaja de ser acatados por dos millones de deportistas obreros, mereciendo además el asentimiento de las Internacionales del mundo cooperativo, sindical y político»86. Los socialistas españoles tuvieron conocimiento también a través de la prensa de las demostraciones internacionales del deporte proletario que la ISOS o alguna de sus federaciones pusieron en marcha en la década de los años veinte y que rivalizaron en potencia y grandiosidad con las «burguesas». Sus dirigentes coincidían en censurar el nacionalismo deportivo y entendían que las competiciones internacionales en general y los Juegos olímpicos en particular contribuían a difundir una ideología contraria a los intereses del movimiento obrero. Para intentar contrarrestar esa realidad, fomentar el internacionalismo y el pacifismo socialistas y difundir los principios y valores del deporte obrero, además de servir como reflejo y escaparate de la potencia adquirida por la práctica deportiva entre los trabajadores de ambos sexos, la ISOS organizará, con un éxito extraordinario, las olimpiadas obreras87. El despliegue informativo que realizó El Socialista en relación con la Primera Olimpiada, la celebrada en la ciudad alemana de Francfort Sur Main entre los días 24 y 28 de julio de 1925, sin ser excesivo, fue suficiente para que sus lectores tomaran buena nota de la misma. Desde abril y hasta octubre de ese año el rotativo incluirá diversos artículos, notas y comentarios sobre ese acontecimiento, 84. La prensa socialista hasta el giro radical de los 30 no recogió noticia alguna sobre el deporte en la URSS o sobre las Spartakiadas –competiciones internacionales inauguradas en Moscú en agosto de 1928– organizadas por la ISR con la finalidad de demostrar los progresos del deporte en la URSS y constituir una alternativa tanto al deporte burgués como al deporte socialista internacional. 85. Enrique de Santiago, cuya profesión era la de ajustador mecánico, fue otro de los dirigentes socialistas interesados por el deporte y su práctica entre los jóvenes trabajadores. Ingresó en el PSOE en 1909 y durante unos años estuvo adscrito al Grupo Socialista Español de París. Desde esta ciudad enviaría crónicas a El Socialista, en cuya redacción trabajó hasta 1928, con el seudónimo de «Aimé Floreal». Miembro de la Agrupación Socialista de Madrid desde agosto de 1926, fue presidente de la Federación Nacional de Metalúrgicos, vocal de la Comisión Ejecutiva de la UGT y de su Comité Nacional. Durante la guerra y en el exilio se alineó con el sector negrinista, siendo presidente de la Junta Central de la UGT en Francia. 86. SANTIAGO, Enrique: «Para alusiones. Sobre el deporte obrero», El Socialista, núm. 6.853, 25 de enero de 1931, p. 3. 87. La expresión «Olimpiada obrera» fue utilizada por primera vez con motivo de la fiesta federal organizada en Praga en junio de 1921 por la federación deportiva obrera social-demócrata de Checoslovaquia. La ISOS organizaría tres Olimpiadas: la primera en Francfort, en 1925; la segunda en Viena, en 1931 y la tercera y última, en Amberes, en 1937.

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destacando, de nuevo, las firmas de Rojo y García. En ellos se ponderaban los progresos de la ISOS, señalando que contaba con 1.500.000 afiliados y organizaciones en 14 países, algunas de las cuales, como las de Alemania, Austria o Checoslovaquia, rivalizaban en potencia con las federaciones burguesas. Se incluían también párrafos del manifiesto que la Internacional había enviado a sus secciones con motivo de la olimpiada y donde se ponía el acento en el pacifismo y el antimilitarismo, el odio al capitalismo explotador, la unidad y la fraternidad del deporte obrero y su dimensión educativa, etc. Y se informaba también del desfile de los 100.000 deportistas obreros por las calles de la ciudad y de los actos de la jornada inaugural en el Estadio de Francfort, a la que, según se decía, asistieron más de 25.000 personas –otras estimaciones hablaban de 40.000– y en la que desfilaron los deportistas precedidos por uno que enarbolaba una enorme bandera roja. Finalmente, se concluía, aunque no apareció ninguna referencia ni al programa deportivo desarrollado durante los días que duró la olimpiada ni a la ceremonia de clausura, que había constituido «un éxito sin precedentes en la historia deportiva de los obreros»88.

Fig. 20. Rojo informa de la celebración de la I Olimpiada Obrera (El Socialista, núm. 5.057, 22 de abril de 1925, p. 2).

88. Vid., entre otros, ROJO, Mariano: «El deporte obrero», El Socialista, núm. 5.057, 22 de abril de 1925, p. 2; GONZÁLEZ, M.: «La primera Olimpiada obrera», El Socialista, núm. 5.111, 24 de junio de 1925, p. 3; «Notas deportivas. La Olimpiada de Francfort», El Socialista, núm. 5.139, 27 de julio de 1925, p. 4; «Notas deportivas. La Olimpiada obrera», El Socialista, núm. 5.143, 31 de julio de 1925, p. 4 y NICOLE, L.: «Bajo los pliegues de la bandera de la Internacional», El Socialista, núm. 5.220, 28 de octubre de 1925, p. 2.

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La prensa socialista acogió también en sus páginas noticias y comentarios sobre las actividades llevadas a cabo por algunas secciones nacionales de la ISOS y por determinadas entidades deportivas obreras. Así, Mariano Rojo, en el artículo ya comentado sobre la Internacional, ofrecía una pequeña reseña de la sección belga, de la que decía superaba los 25.000 militantes, y transcribía parte de su declaración de principios, señalando que su finalidad era doble: la educación física y moral de la juventud de ambos sexos, y trabajar por la emancipación intelectual de la clase trabajadora colocándola en el terreno de la lucha de clases89. Tres meses más tarde era Aniceto García quien, recogiendo una información del diario socialista belga Le Peuple, daba cuenta del congreso que en julio y en la ciudad de Gante había celebrado la Federación belga de Educación física bajo la presidencia de Bridoux. Reseñaba, entre otros extremos, los progresos de esta entidad, sus diferentes Secciones –atletismo, fútbol, gimnasia, excursionismo y juego de pelota– el torneo nacional que organizaba anualmente la de fútbol, su participación en encuentros deportivos internacionales y la próxima aparición de un boletín semanal titulado Trabajo y Deporte90. Otras noticias informaban de la reciente creación en Polonia de la Asociación de Educación y Gimnasia, de las fiestas gimnásticas organizadas por la Juventud Socialista Suiza, de distintas facetas del deporte en Alemania o de las tareas llevadas a cabo en este país por la Universidad obrera de educación física instalada en Leipzig y que estaba consagrada a la formación de dirigentes de los Grupos locales, de monitores de gimnasia y de árbitros de atletismo, además de impartir cursos sobre los más diversos deportes, para lo que se contaba con campos, pistas al aire libre y piscina91. Un mayor caudal de comentarios recayó sobre los torneos deportivos de carácter internacional organizados por Federaciones nacionales y que llevaron también el nombre de «olimpiadas». Fue lo que ocurrió con la II Olimpiada obrera checoslovaca, celebrada en Praga en julio de 1927. Los artículos y crónicas enviados por el socialista checo G. Winter y que incluyeron una fotografía de mujeres deportistas realizando ejercicios gimnásticos colectivos, detallaban aspectos como los preparativos, el coste y las vías de financiación de la competición, la construcción de un estadio para acogerla y con capacidad para 100.000 espectadores, el programa deportivo y cultural92, la masiva participación de de-

89. ROJO, Mariano: «Deportismo y educación», El Socialista, núm. 4.772, 24 de mayo de 1924, p. 3. En ese mismo número aparecía también un artículo sin firma sobre la Federación Socialista belga de Educación física, organismo que, según se comentaba, tenía representación –y, por tanto, relaciones muy estrechas– en el Comité Central de las Juventudes Socialistas. 90. GARCÍA, Aniceto: «Los obreros y el deporte. El Congreso de la Federación Socialista belga de Educación física y moral», El Socialista, núm. 4.833, 4 de agosto de 1924, p. 4 y «El Congreso de la Federación de Educación Física y Moral», El Socialista, núm. 4.850, 23 de agosto de 1924, p. 3. 91. Vid., entre otros, «Deporte Obrero Internacional», El Socialista, núm. 5.122, 7 de julio de 1925, p. 4; «La Juventud Socialista Suiza. Tercera fiesta federal obrera de gimnástica», El Socialista, núm. 5.478, 25 de agosto de 1926, p. 1 y «Una Universidad obrera de educación física. La Escuela federal de Leipzig», El Socialista, núm. 5.797, 7 de septiembre de 1927, p. 4. 92. Los socialistas siempre quisieron hacer visible la unidad que existía para ellos entre deporte y cultura. Por eso, tanto en sus olimpiadas como en las competiciones deportivas internacionales que organizaron siempre figuraron diversos actos y manifestaciones culturales. En esta olimpiada en concreto, hubo veladas artísticas y musicales, excursiones de carácter cultural, representaciones en el Teatro de la Ópera y una función teatral al aire libre interpretada por nada menos que 2.500 personas.

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portistas, tanto nacionales –unos 80.000– como de otros países –se estimaba que estos, pertenecientes a doce Federaciones deportivas obreras, superarían los 25.000–, el trabajo del Comité de organización, etc.93. Un trato parecido mereció la II Olimpiada obrera organizada en Nüremberg, en julio de 1929, por la Asociación Obrera de Gimnasia y Deportes de Alemania y en la que hubo también una nutrida representación de deportistas de otros países que, junto a los del país anfitrión, pudieron competir en un nuevo estadio dotado de las más modernas instalaciones y fácilmente accesible por tranvía desde la ciudad94.

Fig. 21. Información sobre la II Olimpiada Obrera de Checoslovaquia (El Socialista, núm. 5.489, 7 de septiembre de 1926, p. 1).

A lo largo de los años treinta, como tendremos oportunidad de ver en el capítulo siguiente, la prensa socialista siguió informando sobre las competiciones internacionales organizadas por la ISOS o por algunas de sus secciones nacionales. 93. Los comentarios de Winter aparecieron en El Socialista, en los números de los días 7 de septiembre de 1926, 24 de marzo y 26 de julio de 1927. 94. Vid. JONAS, Francisco: «Deporte y Socialismo. La II Olimpiada Obrera en Nurenberg», El Socialista, núm. 6.392, 4 de agosto de 1929, p. 1.

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Pero esos años presentarán dos novedades muy importantes y llamativas: por un lado, la participación, por primera vez, tanto de equipos obreros españoles en torneos organizados en el exterior, como de clubes extranjeros en España; y por otro, el interés creciente por el deporte en la Unión Soviética y en relación a manifestaciones deportivas llevadas a cabo por entidades ligadas a la Internacional Deportiva Roja. 3. EL

DEPORTE COMO ARMA «POLÍTICA» DE LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS

La popularización de los deportes en España a lo largo de los años veinte, especialmente entre la juventud obrera de los medios urbanos, tanto en su condición de espectadores –bastante masiva– como en la de aficionados a su práctica –menos generalizada, pero en evidente progresión–, por un lado, y el creciente desarrollo del deporte obrero en Europa, por otro, contribuyeron a que algunos dirigentes de las Juventudes Socialistas españolas y unos pocos también del PSOE tomaran conciencia de la importancia de este nuevo e imparable «fenómeno social» y de su potencialidad como arma de proselitismo político. En ese contexto, la organización juvenil intentaría impulsar la creación de grupos deportivos y dotarlos de una estructura estable como la que ya existía en otros países de nuestro entorno. Pero como no todos estaban de acuerdo ni en la valoración del deporte –o de algunos deportes–, ni en la necesidad de promoverlo entre los militantes, o discrepaban, bien sobre la forma de hacerlo, bien sobre el lugar que debía ocupar entre los objetivos de las Juventudes, paralelamente se generó un interesante debate –el primero de estas características– que, con altibajos, se mantuvo vivo en aquella década. Un debate que se iniciaría justo en el momento en que la organización comenzaba tímidamente a reconstruirse tras la escisión comunista95. El punto de partida de la polémica lo constituyó un artículo publicado en el principal órgano teórico del socialismo por Enrique de Santiago y en donde, además de emplazar a otros compañeros a expresar su opinión, se mostraba crítico frente a la actitud pasiva y de recelo que, según él, habían adoptado hasta

95. Como es sabido, entre la crisis de abril de 1920 y el Congreso del año siguiente, la Federación Nacional de Juventudes Socialistas se pasaba al campo del bolchevismo, hundiendo prácticamente la estructura de la Federación. El PSOE procedería muy pronto a su reorganización con la designación de un Comité Provisional que, con el fin, entre otros, de legalizar sus nombramientos, convocaría en noviembre de 1925 una Conferencia Nacional –el Primer Congreso de la nueva etapa– en la que estuvieron representados unos 900 afiliados y donde se eligió un Comité Nacional presidido por Cayetano Redondo y con Mariano Rojo como secretario-tesorero. Hasta la llegada de la República, las Juventudes Socialistas celebrarían dos congresos más, uno, el segundo de esta etapa, en mayo de 1927 y en el que Ricardo Alba sustituiría a Redondo como presidente, y otro, el tercero, dos años después y donde la militancia había crecido muy poco, rebasando apenas los 1.500 afiliados. Sin embargo, en el congreso celebrado en febrero de 1932 –el cuarto y que sirvió de palanca de impulso definitivo a la organización– las juventudes habían alcanzado los 12.000 miembros, cantidad que se duplicaría en los dos años siguientes. Vid. GONZÁLEZ QUINTANA, Antonio y MARTÍN NÁJERA, Aurelio: Apuntes para la historia de las Juventudes Socialistas de España, Madrid, Fundación Pablo Iglesias, 1983, p. 37. También, GONZÁLEZ QUINTANA, Antonio: «La primera organización de jóvenes proletarios españoles: las Juventudes Socialistas de España o el fracaso de una alternativa juvenil de clase (1903-1921)», Studia Historica. Historia Contemporánea, vol. V, núm. 4, 1987, pp. 21-46.

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entonces muchos dirigentes y militantes ante el desarrollo de los deportes en España, en general, y ante la conveniencia –o necesidad, más bien– de proceder a su articulación en el seno del socialismo, en particular. El primero en responderle sería Cayetano Redondo96, quien admitía que, aunque la organización socialista nunca había hecho campaña contra los deportes, había padecido «cierta huraña austeridad», mostrándose indiferente ante todo aquello que la alejara «del culto a las ideas y de la preocupación por la propaganda». Además, durante mucho tiempo el cultivo del deporte fue visto como una distracción burguesa, ajena a la realidad y las necesidades del mundo del trabajo. Reconocía, sin embargo, su rápida expansión y sobre todo la del fútbol, hasta el punto de haberse convertido en un serio competidor de las corridas de toros. Pero tanto su carácter mercantilista y profesional97, como el fanatismo y la violencia que despertaban entre los espectadores, junto al endiosamiento de sus ídolos, eran muestras todas ellas de lo que no debía ser en ningún caso el deporte obrero98. Porque de aquella manera «se emboba al pueblo y principalmente los jóvenes se desentienden de todo problema o preocupación que no sea las incidencias de un deporte como el fútbol, para el cual dedica la prensa muchas más columnas que al comentario de la inmensa tragedia en que España malbarata en Marruecos riquezas sin tacha y sacrifica estúpidamente millares de vidas juveniles». El deporte que promovieran las nacientes juventudes socialistas tendría, a imitación del que, según él, realizaban ya sus organizaciones hermanas en otros países, unas características muy diferentes, sirviendo para fomentar la unidad y camaradería de sus miembros de ambos sexos. Un deporte que debería sobre todo procurar una sana expansión y el fomento de toda clase de ejercicios físicos en contacto con la naturaleza mediante «fiestas al aire libre» y excursiones campestres en donde no faltarían, con el concurso de bandas de música y orfeones, los cánticos y diversos actos musicales. Un deporte, en fin, que estaría indisociablemente unido a la cultura

96. Redondo ejerció las profesiones de tipógrafo y periodista. Fue alumno de la Escuela de Aprendices Tipógrafos fundada en Madrid por la Asociación General del Arte de Imprimir y un destacado esperantista. Participó en la fundación de la juventud socialista madrileña y ocupó los cargos de secretario del Comité Nacional de la FJSE en 1911 y, como ya dijimos, de presidente del mismo en 1925. Ingresó en la redacción de El Socialista en junio de 1918, ocupando más tarde los cargos de redactor-jefe, subdirector y director interino. Fue también director de Renovación y de otros órganos de diferentes sociedades obreras, al tiempo que miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid y socio-fundador en 1933 del Montepío de Periodistas. En las elecciones municipales de abril de 1931 fue elegido concejal del Ayuntamiento madrileño, consiguiendo el acta de diputado en las generales de junio de ese mismo año. Durante la guerra civil fue por unos meses alcalde de Madrid y presidente de su Diputación provincial. A su finalización, fue detenido y finalmente fusilado el 21 de mayo de 1940. 97. A este respecto afirmaba que «lo que se presentó como medio higiénico de fortalecer los organismos juveniles se ha transformado en una base de saneados negocios para los contratistas de los partidos y para aquellos que, a semejanza de los toreros, se hacen pagar rumbosamente su habilidad como profesionales». 98. Otros socialistas se mostrarían muy críticos con la desmedida afición al fútbol, calificada de verdadero fanatismo, que se había apoderado de la juventud española y de la que participaban no pocos militantes de la organización juvenil. Según Miguel Tarín, los jóvenes «no se preocupan de discutir otra cosa que si Zamora paró bien aquel balón o Samitier le dio de esta forma al otro». En TARIN, Miguel: «Temas juveniles. El fútbol y la juventud española», El Socialista, núm. 4.640, 22 de diciembre de 1923.

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y al cultivo del espíritu mediante «el ejercicio de la lectura y el estudio de los libros de los maestros»99. En parecidos términos se expresaba Regino González, insistiendo en que los socialistas lo que combatían de los deportes era la forma en que se practicaban, lo que tenían «de vicio y animalidad», y el hecho de que muchos jóvenes hubieran tomado la actividad deportiva con tal cantidad de estupidez e imbecilidad que se figuraban «que el único objeto con que los hicieron sus padres fue con el de que se pasaran la vida arreando coces o cabezadas a un balón inflado». Consideraba también que, siguiendo los consejos de los compañeros médicos y profesores, las juventudes socialistas debían proceder a educar físicamente a sus militantes, una formación que tendría que ir de la mano con la de carácter moral e intelectual. Por eso, estimaba muy conveniente que en el próximo congreso de las JJ. SS. se tratara este asunto con la atención requerida100. Algún tiempo después, el que intervenía en el debate, al socaire de las críticas que entre algunos socialistas había despertado la recién estrenada sección deportiva de El Socialista, era Mariano Rojo. Y lo hacía para señalar, en primer lugar, el profundo error de los militantes que así se habían manifestado, porque el deporte no solo no era incompatible con las ideas socialistas sino que era una necesidad de cara a procurar a los hijos de esos mismos militantes una actividad que redundaría en beneficio de su salud y de un sano y pertinente esparcimiento. En segundo término, volvía a hacer notar la diferencia entre un deporte mercantilista que había dejado de serlo para convertirse en un espectáculo y el que debían fomentar todos los socialistas para conseguir aquellos fines y, lo que era también fundamental, «como labor de proselitismo»101. En varias entregas posteriores, Rojo insistía en este último aspecto, poniendo el acento en cómo a través del deporte la clase capitalista apartaba a la juventud obrera de su verdadera significación como clase explotada convirtiéndola en una clase inconsciente y/o al servicio de intereses espurios. Para que esos y otros trabajadores pudieran quedar libres de los lazos tendidos por la burguesía y de la alienación a que los sometía, era necesario impulsar el deporte obrero. Porque ese deporte contribuiría, además, a formar en ellos una educación de clase y a que, como jóvenes deportistas y socialistas, contribuyeran a la causa del socialismo en unión con el resto de los militantes. Rojo lo tenía muy claro: el deporte podía y debía ser, además de una fuente de salud, de esparcimiento y de confraternidad, un arma de concienciación y de proselitismo político. El mejor testimonio y el mejor ejemplo de ello eran, en opinión del dirigente socialista, la IDL y las federaciones nacionales adheridas a ella, las cuales habían conseguido canalizar, en sentido socialista, la afición de los jóvenes por el deporte. Por eso, mediante una campaña de propaganda entre los jóvenes «inflamados de deportismo burgués», una acción decidida en el seno de los clubes obreros de barrio, comercio o empresa y la creación de grupos deportivos propios, había que tratar de contrarrestar la 99. REDONDO, Cayetano: «El Socialismo y los deportes», El Socialista, núm. 4.460, 26 de mayo de 1923, p. 2. 100. GONZÁLEZ, Regino: «Hablemos de las horas libres», El Socialista, núm. 4.460, 26 de mayo de 1923, p. 2. Una opinión no muy diferente puede verse en TEJEDOR, Manuel: «El Socialismo, los deportes y el arte», El Socialista, núm. 4.490, 30 de junio de 1923, p. 4. 101. ROJO, Mariano: «El Socialismo y los deportes», El Socialista, núm. 4.592, 27 de octubre de 1923, p. 3.

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labor que, con el señuelo de los deportes, realizaba la burguesía en España. Y proceder a crear luego la Federación Deportiva Socialista que canalizara, organizara e impulsara la actividad de esos grupos102. Todo este debate, que serviría como telón de fondo a una campaña llevada a cabo por algunos líderes de la organización juvenil en favor de una actitud más decidida en el terreno deportivo, acabaría cristalizando a la altura de marzo de 1925 en la redacción del proyecto de estatutos de las Juventudes Socialistas, que posteriormente sería discutido y aprobado, sin apenas modificaciones, en su séptimo Congreso –segundo tras la reconstrucción–, celebrado en mayo de 1927. Dicho proyecto, que inicialmente figuró con el nombre de Organización General de la Federación Nacional de Juventudes Socialistas de España, incluía un apartado titulado «Acción deportiva» –en los Estatutos definitivos conformaría su Título séptimo– donde, en los tres artículos siguientes, se recogían los criterios y las líneas maestras que debían presidir dicha acción: «Art. 40. Las Juventudes Socialistas promoverán en las localidades propicias a ello la formación de Grupos deportivos que, atendiendo al cultivo del deporte, propaguen las ideas socialistas, llevando nuestra emoción liberal a los grupos de jóvenes deportistas que la desconocen. Los medios para el desarrollo de esta acción deben ser tan varios como lo aconsejen las circunstancias, pero puede sentarse como principal éste: a) Constituyendo Grupos encargados de sostener equipos de deportes que deberán pertenecer a la Federación Nacional que se cree. Art. 41. Estos equipos deben recabar su condición de socialistas bajo una amplia denominación, v. gr., «Salud y Cultura», «Grupo Obrero», «Deporte y Trabajo», si bien deberán estar siempre controlados por la Juventud Socialista de la localidad, quien cuidará que el espíritu de lucha se manifieste vivaz en todo instante. Art. 42. Teniendo en cuenta que estas entidades deportivas nacen bajo el patronato de la Juventud, tendrán un papel de auxiliares y a ellas podrán pertenecer cuantos obreros lo deseen, siendo ocupación primordial de los jóvenes socialistas pertenecientes a la entidad cultivar su trato, a fin de influir beneficiosa y decisivamente en las voluntades»103. A pesar de su carácter vago y general, las juventudes socialistas disponían por primera vez de un programa deportivo articulado en torno a tres ideas principales: la promoción de sociedades deportivas, su organización en una federación nacional y el carácter de unas y otra como instrumentos de concienciación y

102. ROJO, Mariano: «Deportismo y educación», El Socialista, núm. 4.772, 24 de mayo de 1924, p. 3, «El deporte, según nosotros», El Socialista, núm. 4.904, 25 de octubre de 1924, p. 3 y «Deportistas y socialistas», El Socialista, núm. 5.036, 28 de marzo de 1935, p. 2. Sobre la necesidad de empezar a trabajar para constituir sociedades deportivas obreras se expresaban también por las mismas fechas Aniceto García y otros militantes. Uno de ellos destacaba la enorme obra que las juventudes socialistas debían realizar «para aproximarse a la actividad y devoción con que las Juventudes de otros países de Europa desempeñan su misión educativa y de propaganda socialista». Pero no todos los socialistas compartían plenamente estos criterios. Algunos, aunque valoraban el ejercicio físico mesurado y al aire libre, seguían viendo con recelo lo que creían era un interés excesivo por el deporte y un camino erróneo para «la realización del ideal». Vid., por ejemplo, CORDERO, Manuel: «La juventud y los deportes», El Socialista, núm. 4.772, 24 de mayo de 1924, p. 2. 103. «Organización General de la Federación Nacional de las Juventudes Socialistas de España», El Socialista, núm. 5.036, 28 de marzo de 1925, p. 2. Las cursivas son nuestras.

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propaganda política. Esos eran los objetivos y esa su finalidad. No había, pues, como algún autor ha sugerido, concesión alguna al neutralismo ni timidez, inconsciencia o falta de nervio político al considerar el deporte. Este debía ser un poderoso auxiliar al servicio del socialismo y de su causa. Otra cosa muy distinta sería que, dada la debilidad de la organización, tanto en medios como en militantes, esta fuera capaz de poner en práctica su programa deportivo. El hecho de que las juventudes hubieran decidido llevar el deporte a sus bases programáticas, lo que provocó de manera inmediata fue avivar el debate entre «deportivistas» y «antideportivistas». De nuevo fueron dos «fervorosos» partidarios del deporte, Mariano Rojo y Aniceto García, los primeros en valorar muy positivamente su decisión de trabajar por constituir grupos deportivos obreros en un país como España en que existían muy pocos en aquel tiempo. Además, los que criticaban esa medida no debían olvidar que su organización así como la infiltración y dirección de los ya constituidos se aprovecharía para conseguir atraer a un mayor número de trabajadores al socialismo104. Una labor, por otra parte, que ya habían realizado los militantes de otros países sin que se resintieran, antes al contrario, ni los fines ni la difusión del movimiento socialista105. Belarmino Tomás, en ese momento Secretario de la Federación provincial de las Juventudes Socialistas de Asturias106, apreciaba incluso una ventaja económica nada despreciable si, como ya ocurría con los cuadros artísticos y los grupos deportivos en otras naciones, sus actividades proporcionaban un dinero que se ponía al servicio de la causa. Y ofrecía el siguiente ejemplo: «Si en España los jóvenes que se dedican al deporte militaran en las Juventudes Socialistas, dedicando la recaudación a la Caja del Partido, ¿tendríamos necesidad de estar recaudando cantidades peseta a peseta o real a real para dotar de imprenta propia a nuestro querido diario? Indudablemente, no»107. Para Raimundo Varela108, sin embargo, las cosas del deporte se estaban sacando de quicio, hasta el punto de que iba a ser preciso «emprender una cruzada» contra quienes so pretexto de llevar la propaganda de las ideas socialistas a

104. Como afirmaba otro de los participantes en el debate, los grupos deportivos debían servir de puente para inculcar las ideas socialistas entre los jóvenes. 105. ROJO, Mariano: «El Deporte obrero», El Socialista, núm. 5.057, 22 de abril de 1925, p. 2 y «Los Grupos deportivos obreros», El Socialista, núm. 5.087, 27 de mayo de 1925, p. 3; GARCÍA, Aniceto: «Los obreros y los deportes», El Socialista, núm. 5.065, 1 de mayo de 1925, p. 4. 106. Tomás era minero de profesión y miembro destacado de la organización minera asturiana. En 1926 fue nombrado director de la mina San Vicente, propiedad del SOMA. Concejal en el ayuntamiento de Sama de Langreo, representó a la Federación de Mineros como vocal del Comité Nacional de la UGT durante varios años. Se situó en el sector centrista del PSOE, lo que no le impidió participar activamente en la revolución de octubre de 1934 en Asturias. Elegido diputado en las elecciones generales de febrero de 1936, tras el inicio de la guerra civil ocupó el cargo de presidente del Consejo Interprovincial de Asturias y León desde su constitución hasta la caída de Gijón, así como el de Comisario General de Aviación. A su finalización, se exilió en Francia, desde donde partió hacia México, en cuya capital, donde presidió el C. N. de la UGT, fallecería en septiembre de 1950. 107. TOMÁS, Belarmino: «Miremos al extranjero, jóvenes socialistas», El Socialista, núm. 5.165, 26 de agosto de 1925, p. 2. 108. Varela trabajó como tipógrafo en Bilbao. Según información incluida en la página 53 del número 94 de El Obrero Gráfico, correspondiente al mes de abril de 1936, Varela fue expulsado, junto a otros compañeros, de la Sección bilbaína de la Federación Gráfica Española «por no haber secundado el paro en el movimiento de octubre de 1934 y por otras causas».

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los medios deportivos lo que estaban haciendo era envolver a las juventudes socialistas en el ambiente malsano que había acabado por adormecer las energías de los jóvenes españoles. De ahí que la inclusión de las manifestaciones deportivas en sus estatutos le hubiera sumido, como a otros militantes, en un «mar de confusiones». Para él no valía el argumento de que había que aceptar la práctica deportiva porque estaba en el ambiente dado que el socialismo se había caracterizado y debía seguir haciéndolo por su lucha contra muchas cosas –vicios, corruptelas, equivocaciones…– que formaban parte del medio social. Varela, como todos los que participaron en el debate, no se declaraba enemigo del deporte, pero apreciaba un abismo entre su práctica mesurada en beneficio del robustecimiento del cuerpo y la mejora de la constitución física y ponerse «sin condiciones a fomentar el escándalo de las patadas o las carreritas a todo evento». Y señalaba varias cuestiones muy interesantes relativas sobre todo al fútbol en favor de su posición: una era que los equipos de los grupos deportivos socialistas en su afán por «hacer un buen papel» tenían que dedicar gran parte de su tiempo libre a entrenarse, restándolo así a otras actividades que, como el estudio, los trabajos de secretaría o de propaganda, redundarían en beneficio del socialismo. Porque, y esta era otra cuestión esencial para él, las ideas no podían difundirse y socializarse «a patadas». Lo que quería decir es que para ese fin no era lo mismo ni tenía los mismos efectos asistir a una charla o una conferencia, participar en una velada literaria o musical, o acudir a un mitin o a una excursión de propaganda que dedicarse solo o casi exclusivamente a jugar al fútbol o a practicar otros deportes. Podía producirse, además, un doble y pernicioso efecto de contaminación del deporte burgués sobre el obrero: que este acabase convirtiéndose –reconociéndolo o no– en un fin en sí mismo y que algunos de sus más destacados «equipiers» al convertirse en «ases» se olvidaran de que habían sido socialistas yéndose «con algún equipo que le proporcionara, como hacen algunos Clubs, un buen pasar». Su conclusión era clara: «El deporte a que deben entregarse los jóvenes socialistas es el de su capacitación para que puedan responder a su significación en el día no lejano en que nuestras actividades sean llamadas a desempeñar en la vida nacional el importante papel que nos está reservado. No es juego de pies, amigos futbolistas, el que hay que desarrollar: es de cabeza»109. Opiniones de este calado y compartidas en todo o en parte por otros dirigentes socialistas de reconocido prestigio –tal era el caso, por ejemplo, de Julián Zugazagoitia110– acabaron por influir en la posición de algunas secciones de la FJSE. Así, la Juventud Socialista Madrileña acordó en una asamblea extraordinaria llevar al Congreso de las Juventudes que había de celebrarse en noviembre de 1925 el criterio de suprimir en el proyecto de estatutos confeccionado por el

109. VARELA, Raimundo: «La moda de los Grupos deportivos», El Socialista, núm. 5.165, 26 de agosto de 1925, p. 3. Otros militantes se expresaron también en contra de la «nueva filoxera que ha invadido la viña juvenil» y de las actitudes poco coherentes de muchos compañeros que no compraban un periódico obrerista por no gastar unos céntimos y, en cambio, gastaban «sus buenos reales en la prensa deportiva y sus buenas pesetas en entradas y viajes para ir a insultar a jugadores del equipo contrario». Las citas en MATAS, Manuel: «La epidemia deportiva», El Socialista, núm. 5.205, 10 de octubre de 1925, p. 4. 110. Vid. ZUGAZAGOITIA, Julián: «Para los jóvenes. Caminos que conducen al socialismo», El Socialista, núm. 5.244, 25 de noviembre de 1925, p. 3.

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Comité de la Federación el articulado concerniente a la promoción de grupos deportivos. Su pronunciamiento en contra de esa «expansión deportiva» se basaba en su estimación de que «nada debe distraer nuestra atención de los fundamentales y arduos problemas que frente a nosotros se alzan exigiendo pronta y justa solución». Nada tenían en contra de intentar aprovechar la pasión por el deporte para atraer al socialismo el mayor número de jóvenes; lo que juzgaban equivocado es que se dijera en los estatutos que habían de ser las Juventudes las encargadas de promover y patrocinar los grupos deportivos por cuanto dichos grupos debían organizarse independientemente y por los camaradas aficionados intentando conseguir dentro de ellos, eso sí, nuevos adeptos a la causa. Esa era, por otra parte, la labor que ya venían desarrollando las sociedades deportivas constituidas en Madrid y domiciliadas en la Casa del Pueblo. Las Juventudes debían dejar que las cosas siguieran así y dedicar todas sus energías «a la verdadera y pura propaganda de las doctrinas socialistas, a fin de acrecentar los valores ideológicos». O lo que era lo mismo, llamando a los jóvenes en los medios obreros «sin ningún espejuelo, hablándoles clara y llanamente de los que es y representa nuestro caro ideal»111. El criterio del Comité Nacional de la FJSE, que saldría adelante finalmente en el séptimo Congreso, contó, sin embargo, con el apoyo decidido y explícito de otras juventudes, como las vascas. Eusebio Gorrochategui112, representante de la de Eibar, preguntándose sobre la actitud que debía tomar el organismo juvenil, contestaba: «Nosotros estimamos que las Juventudes Socialistas deben meterse, tienen que infiltrarse en la acción deportiva, con programa claro y concreto, prudente y de fácil realización». Afirmaba también que, puesto que en los últimos años un buen número de jóvenes obreros que se habían sentido atraídos por el «deporte frívolo» y formaban parte de sus clubs deportivos habían salido de las filas socialistas113, era

111. MORALES VALVERDE, C.: «De nuestras Juventudes. Su verdadera labor», El Socialista, núm. 5.220, 28 de octubre de 1925, p. 4. 112. Gorrochategui fue metalúrgico y ejerció también el periodismo. A muy temprana edad ingresó en las Juventudes Socialistas de Eibar y posteriormente en la Agrupación Socialista de esa localidad, de la que fue presidente. Participó en la fundación de la Cooperativa de producción de máquinas de coser «Alfa» y presidió la Cooperativa socialista de consumo de la Casa del Pueblo de Eibar. Participó en la revolución de octubre de 1934, por lo que fue encarcelado. Trabajó en El Liberal de Bilbao, ocupando diversos cargos. Tras la guerra civil, se exilió en Francia encargándose, entre otros cometidos, de la secretaría del Comité Central Socialista de Euskadi en ese país. Desde 1948 y hasta su muerte, acaecida en febrero de 1962, fue redactor jefe del semanario El Socialista. 113. Esta afirmación podría dar a entender que un número indeterminado de los militantes de la FJSE, que en 1920 contaba con unos 5.000 afiliados, con posterioridad a la coyuntura de crisis de la misma y que supuso un descenso muy significativo de su militancia –apenas 900 adheridos en 1925, como ya dijimos–, habrían abandonado en un momento o en otro la disciplina de la Unión de Juventudes Comunistas de España (UJCE) –como se sabe, con la llegada de la dictadura del general Primo de Rivera y la consiguiente ilegalización del comunismo, la UJCE quedó muy debilitada y sin apenas militantes–, alejándose de la política y dedicando su tiempo libre a la práctica del deporte «burgués». También podría interpretarse en un sentido muy diferente y probablemente mucho más ajustado a la realidad: el de que un buen número de antiguos afiliados que eran a su vez aficionados al deporte en general y al fútbol en particular, al no encontrar en la organización socialista los medios y el aliciente suficiente para practicar esa afición, acabaron dejando la organización y se pasaron al campo burgués. Este, bien a través del patrocinio de empresarios y dueños de negocios, bien mediante la constitución de equipos amateurs de los grandes clubes, les ofrecía unos alicientes que para muchos resultaron irresistibles, como campos de juego adecuados, equipación, medios e

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preciso cambiar de táctica para lograr algo positivo: «Nosotros creemos que practicando el deporte las Juventudes, podrían esos compañeros volver a los antiguos Círculos de amistades, porque aquí hallarían lo que antes no encontraban y por razones de afinidad ideológica, y haciendo cerca de nosotros lo que venían haciendo lejos, serían deportistas, pero no perderían la “nota” socialista, que la llevarían consigo a todas partes y ello constituiría una evidente ganancia para nuestro campo (…). Nosotros estimamos que hijos de padres socialistas o de simpatizantes con nuestra acción, que, jóvenes o niños aún, se pasan el tiempo haciendo y deshaciendo Sociedades deportivas de cuadrillas, de vida casi siempre efímera, podrían, por indicación de sus familias, venir a los grupos deportivos de las Juventudes (…)». Se declaraba, por tanto, «francamente deportista» y partidario de que las Juventudes abordaran abiertamente la acción deportiva de una manera «práctica». Y señalaba que el problema mayor quizás se planteara a la hora de seleccionar los juegos que habían de admitirse «oficialmente, por vía reglamentaria». En ese aspecto, Gorrochategui se mostraba muy abierto al indicar que «se podría ir pensando» en deportes como el alpinismo, el excursionismo, el ciclismo, los juegos atléticos –carreras, saltos, lanzamientos–, la pelota vasca, pruebas gimnásticas al aire libre y en gimnasios, la natación o el «fútbol improvisado en las excursiones»114. Su amplitud de miras chocaba, en cambio, con una falta de realismo en la consideración de este último deporte al no percibir que la afición hacia el mismo y su práctica exigían algo más que su materialización improvisada como parte del excursionismo. Así lo entenderían los grupos deportivos socialistas que se crearon a lo largo de los años veinte y treinta pues en una mayoría de los mismos la sección estrella sería la del fútbol, contando con equipos equipados, torneos con varias categorías, premios, etc. imitando al deporte oficial. Gregorio Lana115 participaba de esta «estrategia» de imitación y rivalidad a un tiempo con el deporte burgués y de la necesidad de crear estructuras paralelas y alternativas a este. Lo que estaba en juego era nada menos que la conquista de los jóvenes trabajadores deportistas y si el socialismo no conseguía atraerlos «como sea», los elementos reaccionarios sabrían aprovecharlo para sus fines y el capitalismo, en suma, saldría ganando en esa crucial batalla116. Lana no era, obviamente, el único socialista plenamente consciente de esta cuestión. En sentido semejante se pronunciaron algunos más, como Wenceslao Carrillo, que sabedor de que la juventud obrera tenía prendida su atención y sus aficiones en el fútbol animaba a las Juventudes a buscarlos donde lo practicaran, a hacer de ese deporte un medio eficaz para la difusión de las ideas socialistas y a crear grupos deportivos

instrumentos deportivos modernos, alto nivel de competencia, árbitros de juego, posibilidades de ascenso social y económico, etc. 114. GORROCHATEGUI, Eusebio: «Las Juventudes Socialistas ante la realidad del “problema” deportivo», El Socialista, núm. 5.220, 28 de octubre de 1925, p. 2. 115. De profesión linotipista, Lana ingresó muy pronto en el PSOE, participó en la constitución de la Juventud Socialista de Pamplona y estuvo afiliado en la Agrupación Socialista de esta ciudad y en la de Irún. A comienzos de los años veinte se trasladó temporalmente a Madrid y vivió de cerca la escisión comunista. Colaboró en La Lucha de Clases y en El Socialista y ya en la República fue presidente del Comité local de la Agrupación Socialista de Irún. Durante la guerra civil trabajó en el periódico Unión de Hermanos Proletarios, que se distribuía en el frente republicano. Falleció en San Sebastián, en noviembre de 1983. 116. LANA, Gregorio: «Los deportes y el idealismo político de nuestra juventud. ¿Son necesarios en nuestros Centros los Grupos deportivos?», El Socialista, núm. 5.220, 28 de octubre de 1925, p. 2.

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para conseguir con ellos nuevos adeptos al socialismo117. Y, por supuesto, esa era la posición de buena parte de los dirigentes de las Juventudes Socialistas. Así, Mariano Rojo, distinguiendo el deporte amateur y el deporte profesional del verdadero deporte obrero, el único «que cumple la verdadera misión asignada al sport» y reconociendo como una de sus finalidades principales la de mejorar la salud de los trabajadores y «crear una raza sana», no dejaba de subrayar su dimensión política: «Las Sociedades deportivas obreras hacen política y, como es lógico, política obrera. Todas ellas deben unirse en un solo bloque, teniendo en cuenta que frente a ellas no hay Sociedades deportivas, sino burguesas. El deporte hay que subordinarlo en todo momento a las ideas»118. Sin embargo, como ya hemos comentado, muchos dirigentes del PSOE y también de la UGT y de sus sociedades obreras o bien discrepaban de estos planteamientos respecto a los deportes o bien, lo que fue más corriente, adoptaron una actitud de absoluta indiferencia –y, por tanto, contraria en la práctica– ante la empresa de las Juventudes de crear una red de sociedades deportivas y una federación nacional que las coordinase. Este «indiferentismo», la ausencia de apoyo tanto del partido como de la central sindical a su organización juvenil y su falta de visión respecto a las posibilidades políticas del deporte de masas, sería, sin lugar a dudas, una de las principales razones –o la principal– de la pequeñez y fragilidad del movimiento deportivo socialista en España. Enrique de Santiago, cuando aún estaba germinando la planta deportiva obrera, supo ver ya esta realidad así como sus causas. En un trabajo que servía de balance al debate y que resultaría premonitorio del futuro, de Santiago empezaba reconociendo la diversidad de opiniones –algunas opuestas entre si– manifestadas sobre el deporte en general y el obrero en particular. A continuación y tras recordar la decisión de la FJSE de recomendar a sus Secciones la creación de grupos deportivos, habiéndose creado algunos en Madrid y en otras localidades, ponía el acento en la causa principal que explicaría tanto su escaso número como su pobre trayectoria: «Pero estos grupos, donde se constituyeron, llevan una vida lánguida, pobre, tímida, sin apoyo de las Sociedades obreras, cuando no son objeto de risas que quieren ser piadosas y que denotan por lo menos incomprensión del problema que se me permitirá califique de vital para el porvenir de nuestras organizaciones». Tratando de aclarar las cosas y de paso convencer a los «antideportivistas», volvía a insistir en que no se trataba de introducir en las filas socialistas el espíritu mercantil que se había filtrado en el deporte, ni de acuciar sentimientos regionalistas o nacionalistas que alejaban del socialismo. No se trataba, tampoco, de invitar a la juventud a que trocara el folleto y la conferencia por la pelota o el bastón alpinista. No se trataba, en fin, «de alejar la juventud obrera del Partido, de los Sindicatos, de las Cooperativas y de las Mutualidades, sino de atraerla a estas organizaciones». Solicitaba también a sus compañeros de partido y de sindicato que pensaran detenidamente en estas cuestiones y en las virtualidades del deporte, entre las que destacaba la voluntad de organización y de resistencia. Entendía que llegados a este punto cabía hacer una objeción de peso: la de que los maestros y divulgadores del socialismo no se entretuvieron

117. CARRILLO, Wenceslao: «A unos jóvenes socialistas», El Socialista, núm. 5.346, 24 de marzo de 1926, p. 2. 118. ROJO, Mariano: «Política y deporte», El Socialista, núm. 5.298, 27 de enero de 1926, p. 3. Las cursivas son nuestras.

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pateando un balón, nadando o corriendo para tener esa admirable y firme voluntad de que eran deudores sus seguidores. Pero, siendo así, de Santiago advertía que los tiempos, como sus exigencias, habían cambiado haciendo que la lucha de ayer, difícil y heroica, fuera hoy más general y más compleja: «Hoy la jornada de ocho horas nos da tiempo suficiente para todo: para la educación del espíritu y para la educación del cuerpo. Para desarrollar nuestra mentalidad y para desarrollar nuestros músculos. Nuestras ideas serán tanto más atinadas y sanas cuanto físicamente seamos más sanos y fuertes. Por tanto, si no existiesen los deportes, habría que crearlos». Y finalizaba con una lúcida reflexión sobre lo que debía ser la relación entre el socialismo y los deportes, y las consecuencias de no llevarla a cabo: «Ahora bien; los deportes existen, la juventud va a ellos, irá a ellos a pesar nuestro y contra nosotros, si nos oponemos a ello. Dejará la juventud de tener espíritu de clase, perderá su noción proletaria, si con nuestro esfuerzo no creamos un deporte de clase por y para la clase obrera. El interés de mantener lo creado y continuarlo en lo por venir nos dicen que fuera un desatino menospreciar la cuestión»119. Con la perspectiva del tiempo y a la luz de lo que ocurrió en los años republicanos con la dinámica y el control de la FCDO, podía concluirse que de Santiago fue una de las inteligencias más claras en la visión del deporte y de su deseable o posible confluencia, solo relativamente conseguida, con el movimiento socialista. El II Congreso de las Juventudes Socialistas, con el que se cerraba la larga etapa de su reconstitución, tuvo lugar entre los días 11 y 17 de mayo de 1927. En él se aprobaron, como ya expusimos, los Estatutos de la FJSE. Su Título VII estaba dedicado a la «Acción deportiva» y reproducía íntegramente lo ya contemplado en el proyecto previo120. Además, en la ponencia de «Labor artística» se aprobaron cinco conclusiones, de las que la cuarta afirmaba que «las JJ. SS. deben fomentar las prácticas de la cultura física»121. Asimismo, una de las conclusiones de la Ponencia de «Labor cultural» señalaba que «En orden a la cultura física, se impone el encauzamiento provechoso de la tendencia manifiesta entre la juventud al cultivo del deporte»122.

119. SANTIAGO, Enrique: «Deportes, “sí”; deportes, “no”», El Socialista, núm. 5.478, 25 de agosto de 1926, p. 4. Las cursivas son nuestras. 120. Vid. Estatutos de la Federación Nacional de Juventudes Socialistas, Madrid, Gráfica Socialista, 1927, pp. 19-20. 121. El Socialista, núm. 5.702, 14 de mayo de 1927, p. 4. 122. «Las Juventudes Socialistas. Cuarta sesión del Congreso y visita a la tumba de Pablo Iglesias», El Socialista, núm. 5.703, 15 de mayo de 1927, p. 6.

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Fig. 22. Los deportes en los Estatutos de las Juventudes Socialista (Renovación, núm. 41, 9 de abril de 1932, p. 4).

Entre este congreso y el siguiente, celebrado dos años después, el debate sobre las cuestiones deportivas pareció adormecerse. Un aspecto destacable, no obstante, de ese tiempo, aunque contaba ya con algunos precedentes, fue la incorporación de la opinión de algunos médicos socialistas o de militantes que se hacían eco de la necesidad de escuchar la voz autorizada de la medicina en la práctica del deporte. Unos y otros reconocían que la educación física y los deportes se habían convertido en una preocupación preferente del hombre moderno, sin distinción de clases. Pero cundía, según ellos, la opinión errónea de que todo ejercicio físico era saludable, cuando no pocas veces, al no practicarse consciente y metódicamente, resultaba perjudicial. Por eso, el socialista y crítico de arte, Emiliano Aguilera, exponía que lo ideal para los jóvenes obreros sería disponer de estadios y de gimnasios propios donde se divulgaran por medio de especialistas, médicos y profesores autorizados, las prácticas físicas más racionales y científicas y la forma de ejecutarlas sin daño para la salud123. Por su parte, el doctor Fernán-Pérez publicó una serie de artículos sobre los beneficios de la educación física para el organismo –en la actividad respiratoria y los sistemas nervioso, inmunológico y muscular, sobre todo– y «las demás funciones de la vida», siempre que estuviera bien encauzada y sujeta a un método fisiológico e higiénico124. Quien volvería a expresar su criterio contrario a los grupos deportivos organizados por las juventudes fue el bilbaíno Raimundo Varela, haciendo descansar ahora sus argumentos sobre unos hechos que parecían difícilmente rebatibles: la debilidad del organismo juvenil y del propio PSOE, la imposible comparación con lo que ocurría en otros socialismos europeos y la necesidad, en consecuencia, de establecer unas prioridades en la labor a desarrollar. Las Juventudes, en

123. AGUILERA, Emiliano M.: «La educación física de los jóvenes obreros», El Socialista, núm. 5.999, 1 de mayo de 1928, p. 11. 124. Doctor FERNÁN-PÉREZ: «La ciencia y los deportes. La Educación Física», El Socialista, núm. 6.230, 27 de enero de 1929, p. 3.

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efecto, apenas habían crecido entre 1925 y 1929, fecha esta última de su octavo Congreso y en la que la militancia rondaba los 1.500 inscritos. La situación del Partido tampoco era muy boyante por entonces, como es sabido. Varela insistía en que, teniendo en cuenta dicha realidad, era más urgente fomentar instituciones culturales o artísticas que, en su opinión, iban dirigidas a crear conciencia socialista de forma mucho más directa y eficaz de lo que podrían hacerlo los grupos deportivos. El deporte, mientras tanto, podría practicarse individualmente y sin mezclarse con las actividades del Partido. En Bélgica, Alemania o Austria, donde el socialismo contaba con decenas de millares de afiliados y donde ya estaban consolidadas las instituciones de enseñanza y de cultura –cosa que no ocurría en España– podían permitirse ocuparse de la organización del deporte e incluso de contar con personas competentes y especializadas en ese terreno. Pero ni España era Bélgica o Alemania, ni el socialismo español era comparable al de esos países. Solo cuando alcanzase su nivel de desarrollo, venía a decir Varela, podrían diversificarse las actividades y atender al deporte organizado como lo hacían allí125. Sin manejar los mismos argumentos de Varela, resulta muy significativo de las relaciones entre el PSOE y sus juventudes y el carácter auxiliar –de capacitación y propaganda, esencialmente– que para aquel seguían teniendo estas, la lectura de las opiniones que un grupo de veteranos del Partido daban en una encuesta organizada por Renovación sobre la misión que debían realizar y las cuestiones que más debían preocupar a los jóvenes socialistas. Todas ellas ponían el acento en aspectos y tareas como la preparación de campañas de propaganda, su capacitación cultural y política o la educación socialista de la juventud. Tan solo Antonio Atienza mencionaba la labor de creación de organismos de índole cultural y deportiva, aunque añadiendo que esto «sólo como cosa adjetiva»126. Parecía incontestable que el PSOE seguía viendo a las Juventudes como una organización de jóvenes pero no juvenil y que no estaba entre sus propósitos, al menos por entonces, propiciar un programa reivindicativo adaptado a los intereses –entre ellos, los de carácter deportivo–, las necesidades y la edad de sus integrantes. El III Congreso de la FJSE –tercero de la nueva época– se celebró en Madrid entre los días 6 y 10 de mayo de 1929. Entre las diversas ponencias que se discutieron y aprobaron figuraba la de «Deportes». Sus ponentes fueron Pascual Sánchez, delegado por Elda; Daniel Moreno, que representaba a Pueblonuevo del Terrible, y Pedro San Juan, delegado por Madrid. Tras la lectura del dictamen, José Castro, en nombre del Comité Nacional, formuló algunas aclaraciones en el sentido de que los deportes no debían sobreponerse a la actuación de los jóvenes en el campo sindical y político. Hizo también algunas consideraciones sobre la diferencia entre el deporte obrero y el «industrializado» y expuso que las juventudes socialistas debían recoger la afición que existía al deporte entre los jóvenes, «adaptándolo a nuestras modalidades». Y como quiera que el dictamen había incluido entre los deportes el boxeo y la lucha, dando lugar a discusiones,

125. VARELA, Raimundo: «Socialismo y deporte», El Socialista, núm. 6.116, 16 de septiembre de 1928, p. 4. 126. «Nuestras encuestas. ¿Qué misión deben realizar los jóvenes socialistas y cuáles son las cuestiones que más deben preocuparles?», Renovación, año IV, núm. 30, 15 de abril de 1929, p. 3.

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preguntas e intervenciones en contra, pidió que desaparecieran –y así se aprobó en las conclusiones– los puntos referentes a ambas modalidades deportivas127. El programa suscrito era muy parecido al que se aprobó en el congreso anterior y adolecía de una gran simplicidad y escasa elaboración. Podrían resaltarse, como novedades relativas, la organización de conferencias y charlas «para demostrar la diferencia existente entre el deporte y el deporte como espectáculo» y el propósito de que «las Juventudes procurarán influir en la dirección de los Grupos deportivos para que sus afiliados ingresen en las Juventudes Socialistas»128. Pero en ese mismo número, al hacer un balance de su actuación en el último bienio, un editorial de Renovación, casi con toda seguridad escrito por quien era entonces su director, Carlos Hernández Zancajo, hacía una dura autocrítica al afirmar que se había realizado «una labor mínima, reducidísma; una labor que más las desacredita que dice en su favor», una labor, en fin, que nada hacía pensar que no pudiera extenderse a la actividad deportiva desplegada en esos dos años. Poco tiempo después, un nuevo editorial atribuía parte de la responsabilidad de esa inacción a dos factores diferentes pero concomitantes: el desprecio de los jóvenes por la política, narcotizados por el deporte y la indiferencia y/o falta de apoyo de las sociedades obreras y de las agrupaciones socialistas, algunas de las cuales, según se afirmaba, llegaban a mostrarse celosas del engrandecimiento que las organizaciones juveniles venían experimentando desde su último congreso129. El propio Mariano Rojo, un año después, reconocía un tercer factor condicionante de la labor de la entidad –lo que muy bien podía extrapolarse al terreno deportivo– y de sus limitaciones: la necesidad, desde la escisión comunista, de recuperar fuerzas y reconstruir su estructura orgánica, lo que había consumido «la mayor parte, por no decir la totalidad, del tiempo». Reconocía también que la mayoría de los que habían llegado en ese periodo a las filas juveniles socialistas adolecían de una verdadera educación militante, por lo que su formación ideológica había sido y seguía siendo la preocupación fundamental130. 4. LAS

SOCIEDADES DEPORTIVAS SOCIALISTAS: EL EJEMPLO DE NATURA

El programa deportivo de las Juventudes Socialistas, presente ya, como hemos podido ver, desde comienzos de la segunda mitad de la década de los años veinte, tendrá un grado de aplicación importante, tanto en lo que se refería a la promoción de grupos deportivos como a la creación de una federación a escala nacional, en el decenio siguiente. Hasta ese momento, las limitaciones inherentes a la organización, derivadas en gran medida del largo proceso de reconstrucción, su debilidad interna, tanto numérica como en medios materiales, y la indiferencia o el desinterés del PSOE y de la UGT por «la cuestión deportiva», no permitieron

127. Vid. «En la Casa del Pueblo. Tercer Congreso nacional de Juventudes Socialistas», El Socialista, núm. 6.316, 8 de mayo de 1929, p. 4. 128. «Movimiento juvenil. El tercer Congreso Nacional de las Juventudes Socialistas», Renovación, Año IV, núm. 31, 20 de mayo de 1929, p. 5. 129. «Las Juventudes Socialistas», Renovación, 3.ª época, núm. 5, 12 de octubre de 1929, p. 1. 130. ROJO, Mariano: «Perspectivas. La conciencia juvenil», El Socialista, núm. 6.831, 31 de diciembre de 1930, p. 10.

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que lo que parecía un firme propósito por relanzar el deporte obrero tuviera cristalización en la práctica. Con todo, van a ir apareciendo algunas sociedades deportivas en diversos puntos del país, de las que la más importante será la Agrupación Deportiva Obrera «Natura», domiciliada en la Casa del Pueblo de Madrid131. De nuevo, la capital de España y del socialismo se convertirá en referente y modelo del deporte obrero. En Palma de Mallorca, poco antes de la inauguración de su Casa del Pueblo, lo que ocurrió el 28 de enero de 1924, uno de sus más reputados dirigentes, Sebastià Ferretjans, había propuesto la creación de una entidad cultural denominada Salud y Cultura y que a imitación de la que ya existía con ese mismo nombre en Madrid tenía como finalidad impulsar diferentes actividades, entre las que se encontraban el deporte y especialmente el fútbol132. Entre los miembros de su directiva, presidida por el propio Ferretjans, predominaban militantes de las juventudes socialistas de Palma. Sin embargo, no tenemos noticia de que en una primera y efímera etapa de su existencia, ni en la más activa y prolongada que se inició a partir del verano de 1927 con la creación de un grupo de teatro, una coral, una banda de música y una nutrida biblioteca, se organizara algún grupo o actividad deportiva. En aquel mismo año, en Barcelona se creó un Grupo excursionista, del que, por desgracia, no hemos localizado datos sobre su funcionamiento y actividad, más allá de que se pensaban aprovechar las giras y excursiones por el entorno rural de la ciudad para hacer campañas de propaganda a favor del socialismo133. El socialismo vasco se decantó inicialmente, como ocurrió también en otros lugares, por el excursionismo. En los años veinte estaba ya constituida en la Casa del Pueblo de Eibar una Sociedad Deportiva compuesta por jóvenes de ambos sexos y que se encargaba de organizar los domingos excursiones al campo y a la montaña junto a otras que tenían como destino centros y lugares históricos o de destacado relieve cultural. De esa manera, pretendía combinar el ejercicio corporal, el disfrute de la naturaleza y la formación intelectual de sus miembros. Disponía también de un grupo de guías o monitores que dirigían las marchas y velaban por su buen desarrollo134. Pero también el fútbol, como no podía ser de otra manera, atrajo la atención de militantes y dirigentes. En ese sentido, a comienzos del mes de marzo de 1925, un grupo de jóvenes socialistas pertenecientes al Círculo Socialista de Bilbao, cuya sede estaba en el número 9 de la calle de San Francisco, se dirigía por carta al Comité local de la Juventud Socialista para exponer su intención –y recabar su asesoramiento– de formar una sociedad deportiva que contaría con dos secciones, una de fútbol y otra de alpinismo. Si esta

131. A pesar de nuestro rastreo, no cabe descartar que futuros estudios sobre el socialismo a nivel local o provincial permitan «descubrir» algún grupo deportivo del que no queda constancia en estas páginas. 132. Vid. SANTANA I MORRO, Manuel: «Educació i Cultura a la Casa del Poble de Palma (19241936)», en GINARD I FÈRON, David (coord.): La Casa del Poble i el moviment obrer a Mallorca (19001936), Palma de Mallorca, Lleonard Muntaner ed., 2016, p. 93. 133. Vid. ESPÍN, Francisco: «Los socialistas de Barcelona. La creación del Grupo excursionista», El Socialista, núm. 4.878, 25 de septiembre de 1924, p. 3. 134. Vid., entre otros, «Excursiones culturales. Los deportivos de la Casa del Pueblo, en Loyola», El Socialista, núm. 4.902, 23 de octubre de 1924, p. 4.

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segunda se ocuparía de organizar excursiones, la primera velaría por la organización de partidos «amistosos» con otros grupos deportivos socialistas que, como el de Eibar, habían surgido en varios puntos de la región vasca por mediación de las organizaciones juveniles. La carta, que estaba firmada por 30 militantes, subrayaba que la práctica del fútbol sería un medio de unidad y confraternización, en las antípodas, por tanto, del que se practicaba en otros lugares y medios sociales y al que se calificaba de «salvajada» y de ser «el 99% de las veces, violento». Y finalizaba manifestando la esperanza de que muy pronto existiera en Bilbao un grupo deportivo «exclusivamente socialista»135. Poco tiempo después, en efecto, nacía el Grupo Deportivo Socialista. Su sección de excursionismo se inauguraba en junio con una marcha hasta el castillo medieval de Butrón, situado en la localidad vizcaína de Gatica136. Ese mismo año funcionaba ya en el pueblo madrileño de El Escorial una entidad que con el nombre de Deportiva obrera se dedicaba sobre todo a la práctica del fútbol. Había logrado formar un primer equipo –podemos suponer que, como ocurrió en otros grupos, existiría algún equipo más de menor nivel o edad– que en diferentes ocasiones jugó partidos con el también primer equipo de Natura137. Y aunque apenas hay datos sobre su actividad durante estos años, la información aumentará en la década siguiente, como tendremos oportunidad de ver más adelante. En la localidad murciana de Yecla y fundada por la Juventud Socialista local, existió en la segunda mitad de los años veinte una sociedad deportiva bautizada con el nombre de Unión Deportiva Iglesias. Hemos localizado su Libro de actas y de contabilidad, en el que se da cuenta de las reuniones que celebró su Comité durante un año, el que va de diciembre de 1928 a diciembre de 1929, y cuya redacción correspondió a su secretario, Juan Pacheco, que fue también secretario de la organización juvenil138. La información que nos brinda no es muy rica pero contiene algunos aspectos que no deben pasar desapercibidos. Así, por ejemplo, antes de dar razón de la primera reunión del órgano directivo, aparece una página donde se detallan los materiales con que contaba el grupo, todos ellos propios de la equipación de un equipo de fútbol, con excepción del sello de la entidad, que consistía en un círculo con su nombre en la parte superior, el de la ciudad en la inferior y un balón en el centro139. En realidad, la actividad

135. Carta al Comité de la Juventud Socialista, Bilbao, 21 de marzo de 1925. 136. Vid. «Juventud Socialista de Bilbao», El Socialista, núm. 5.111, 24 de junio de 1925, p. 3. 137. Vid. «“Natura”, a El Escorial», El Socialista, núm. 5.064, 30 de abril de 1925, p. 4. 138. Intercaladas en el libro aparecían también las actas de algunas de las juntas generales de la Juventud Socialista y en las que se detallaban ciertas actividades culturales que puso en marcha a través de un grupo artístico propio denominado Cultura y Progreso, como veladas teatrales, conferencias o las que se llamaban «charlas de controversia» y que tenían como finalidad discutir y llegar a conclusiones sobre determinados temas políticos, sociales, económicos o de cualquier otra índole. En una de ellas se ponía de manifiesto el sesgo anticlerical de la organización al señalar que «todo aquel que asista a manifestación religiosa o pertenezcan a cualquier centro con carácter católico serán expulsados de nuestra Juventud». En otras se informaba de la inauguración en el local social de un café «económico» o de la existencia en el mismo de una biblioteca. 139. Eran estos, dos balones, un silbato, doce jerseys listados, doce pares de medias y un jersey de guardameta. Más adelante, se adquirió un sello con el nombre del equipo, guantes de guardameta y «grasa para el balón».

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futbolística fue la única que desarrolló la entidad y para llevarla a cabo jugaría partidos con un equipo local denominado Club Balompié. En el acta de una de las reuniones de la Juventud Socialista que, aunque no llevaba fecha, debió celebrarse en abril de 1929, se comenta que se procedió a dar lectura de unas circulares enviadas por la FJSE en las que se recomendaba la creación de entidades deportivas y culturales, y que el secretario tomó la palabra para comentar «la imposibilidad de crear grupos deportivos por falta de medios». Sabemos, con todo, que, junto con los integrantes del grupo artístico, se realizaron excursiones por los pueblos limítrofes a Yecla, sirviéndose de ellas para hacer propaganda de las ideas socialistas140.

Fig. 23. Portada del Libro de actas de la Unión Deportiva Iglesias y relación de materiales con los que contó inicialmente (Centro Documental de la Memoria Histórica).

En Madrid existió una sociedad llamada Grupo cultural «Jaime Vera», cuyo Comité directivo editó en marzo de 1930 una hoja-manifiesto en la que exponía el programa que se proponía desarrollar desde ese momento, llevando a cabo por las mismas fechas la reorganización de los grupos que tenía constituidos,

140. Unión Deportiva Iglesias: Libro de actas y de contabilidad, Yecla, diciembre de 1928 a diciembre de 1929.

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entre los cuales se encontraba uno de carácter deportivo141. En la capital se creó también el Grupo ciclista de propaganda, formado por militantes socialistas aficionados a ese deporte. Los domingos realizaban excursiones de medio día a pueblos y localidades cercanas a Madrid para, además de practicar su afición deportiva, realizar labores de proselitismo142. En la Memoria que el PSOE elaboró con ocasión de la celebración en 1927 de su XII Congreso, figuraba un número de entidades culturales que había podido recoger la Secretaría del Partido mediante datos facilitados por las Agrupaciones locales. Dicha información, por lo que sabemos, era incompleta, pero en ella figuraban dos sociedades deportivas, una en Guadalajara y otra en Valladolid, de las que disponemos de notas sobre su actividad durante el periodo de la República pero no con anterioridad al mismo143. Finalmente, habría que señalar que en la etapa final de la dictadura primorriverista y en el tiempo que se extiende desde su caída hasta la proclamación de la Segunda República, la prensa socialista informó con cierta asiduidad de las actividades llevadas a cabo por un número cada vez mayor de grupos deportivos madrileños, en su mayoría equipos de fútbol. Se trataba de equipos modestos, integrados por obreros o empleados del sector servicios y ligados a peñas, empresas, negocios, comercios o barrios. Y aunque no puede descartarse a priori que algunos de ellos fueran promovidos o alentados por militantes socialistas –o que, simplemente, entre sus componentes hubiera afiliados a alguna sociedad obrera de la UGT–, lo cierto es que no tenemos ningún dato que nos permita asegurar que fuera así. Ninguno llegó a domiciliarse en la Casa del Pueblo madrileña, como si haría, en cambio, desde su nacimiento, la Agrupación Deportiva Obrera «Natura». A comienzos de diciembre de 1924, el rotativo socialista informaba, en efecto, de la constitución de una sociedad deportiva domiciliada en la sede obrera de la calle Piamonte, denominada Natura y «formada exclusivamente por obreros asociados». Se indicaba también que aunque los trabajadores, jóvenes y adultos, ya estaban agrupados política y sindicalmente, «se notaba la falta de una entidad deportiva que recogiera a todos y les inculcara el amor al campo y a los deportes».

141. Vid. «Sección de noticias. Grupo cultural “Jaime Vera”», El Socialista, núm. 6.578, 9 de marzo de 1930, p. 5. 142. Vid., por ejemplo, «Grupo ciclista de propaganda», El Socialista, núm. 6.625, 3 de mayo de 1930, p. 3. 143. PSOE: Convocatoria y orden del día para el XII Congreso ordinario del Partido y Memoria reglamentaria, Madrid, Gráfica Socialista, 1927, p. 472.

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Fig. 24. Constitución de la Agrupación Deportiva Natura (El Socialista, núm. 4.942, 9 de diciembre de 1924, p. 3).

Rápidamente se redactó y aprobó un Reglamento y se nombró un primer Comité directivo con miembros de la juventud socialista de Madrid, organización a quien se debía la iniciativa. En dicho Comité, Antonio Varela144 figuraba como presidente, Mariano Rojo como secretario y José Castro145 como tesorero. Se confiaba contar con el apoyo de los obreros y reunir a un elevado número de compañeros por lo que todos aquellos que así lo estimasen podían enviar

144. Varela fue elegido vocal del Comité Nacional de la FJSE en el Congreso celebrado en 1927 y secretario de actas en el que tuvo lugar dos años después. 145. Con diez años, Castro ingresó en Salud y Cultura y más tarde en la Juventud Socialista de Madrid. Miembro de la Sociedad de Obreros Embalsadotes, en el I Congreso de reconstrucción de la FJSE, celebrado en 1925, fue elegido vicesecretario tesorero del Comité Nacional, cargo que desempeñó hasta 1928. En el III Congreso, que tuvo lugar en 1929, fue designado presidente, ejerciendo como tal hasta 1934. Durante un tiempo, fue director de Renovación. Participó en diversos congresos tanto del PSOE como de la UGT representado a diversas entidades y ocupando diferentes responsabilidades. En el Comité Nacional de la central sindical ocupó el puesto de delegado de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra entre 1932 y 1934. En la guerra civil fue capitán de Carabineros y a su finalización fue detenido e internado en un campo de concentración. Al ser liberado formó parte de la Comisión Ejecutiva del PSOE en el interior que se constituyó en marzo de 1945. Detenido de nuevo, pasó cerca de diez años en la cárcel. Falleció en Madrid en octubre de 1967.

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las altas a la Secretaría n.º 20 de la Casa del Pueblo. Para ello era indispensable estar afiliado a la respectiva Sociedad de resistencia de su oficio o a la de Profesiones y Oficios Varios146. Inmediatamente, se procedió a crear las secciones de atletismo y de fútbol, desarrollando sus actividades los domingos por la mañana en los terrenos de la Ciudad Jardín, integrada en el barrio de la Prosperidad del distrito de Buenavista147. La primera mediante diversas pruebas de carreras, tiro de cuerda y saltos y la segunda efectuando entrenamientos del equipo que se creó rápidamente148. Muy pronto se sumaría una tercera sección, la de excursionismo. Resulta pertinente hacer notar que desde el primer momento se formó un grupo de jóvenes deportistas que solían participar en cuantas actividades se organizaron por las diferentes secciones. En él se encontraban Antonio Varela –y su hermano Luis–, Mariano Rojo y José Castro, además de otros cuyos nombres y apellidos –los Losada, Marcos, Fernández, Castellote, Linacero, Marbán, Marín, Pintado, Olivo, etc.– aparecen también ligados a Salud y Cultura y a otros grupos deportivos de Madrid, lo que nos lleva a pensar que eran hermanos o tenían algún otro vínculo familiar. Esto, según cuenta André Gounot, debió ser común y habitual también en el conjunto de las sociedades deportivas obreras europeas, donde las relaciones familiares, de amistad o de simple vecindad, además, lógicamente, de las de índole ideológica y política, jugaron un papel muy importante. A mediados de diciembre, la entidad, que contaba en ese momento con 40 afiliados, celebró su primera Junta general con carácter constituyente. En ella se leyó el Reglamento, en el que, entre otros extremos, se afirmaba el deseo de cultivar los deportes en general y la obligación para los miembros de nuevo ingreso de ser reconocidos por un médico, el cual extendería un certificado que, según fuera su dictamen –favorable o desfavorable– permitiría o no ser socio al solicitante. En la asamblea se acordó también que el equipo de fútbol estaría uniformado con camiseta azul y pantalón del mismo color. Finalmente, se procedió a nombrar un nuevo Comité siendo reelegidos por unanimidad y en los mismos cargos Varela y Rojo. Ante la renuncia de Castro, el puesto de tesorero pasó a ocuparlo un afiliado que se apellidaba Marcos149. Al órgano directivo se sumaría muy pronto Francisco Fernández como delegado de la Juventud Socialista en el mismo. Las tres secciones mantuvieron un nivel de actividad destacado, sobre todo la de fútbol, que pasó a tener enseguida tres equipos, los llamados primero, segundo y reserva y que disputaron partidos amistosos con formaciones no federadas de la ciudad como los clubes Deportivo de Cuatro Caminos, Sur Deportivo, Deportiva de Villaverde, Júpiter, El Borondo, Peñuelas, Sporting Galileo, Unión Sporting, Electrodo o El Cafeto. De todos ellos informaba El Socialista, casi

146. «Una entidad deportiva obrera», El Socialista, núm. 4.924, p. 3. 147. Desde enero de 1925 acudieron también al campo de deportes instalado en la Ciudad Lineal, distrito organizado administrativamente en distintos barrios de las afueras de la ciudad, y a los prados de la Fuente de las Damas, en Puerta de Hierro. 148. Vid., entre otros, «Domingo deportivo», El Socialista, núm. 4.941, 8 de diciembre de 1924, p. 3; «Agrupación Deportiva Obrera», El Socialista, núm. 4944, 12 de diciembre de 1924, p. 4; «Agrupación Deportiva Obrera “Natura”», El Socialista, núm. 4950, 18 de diciembre de 1925, p. 4 y «Notas deportivas», El Socialista, núm. 4.972, 13 de enero de 1925, p. 4. 149. Vid. GARCÍA, Aniceto: «Agrupación Deportiva Obrera “Natura”», El Socialista, núm. 4.947, 15 de diciembre de 1924, p. 4.

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siempre dentro de la sección de deportes y con la firma de Aniceto García, el cual comentaba aspectos como los puntos de reunión en la ciudad para acudir a los encuentros, el lugar concreto de celebración de los mismos, la alineación que presentaban los equipos de Natura, el desarrollo y resultado de los partidos o las medallas que, como hacía el deporte «burgués», se entregaban a los vencedores cuando se disputaban «concursos de fútbol».

Fig. 25. Torneo de fútbol organizado por Natura (El Socialista, núm. 5.134, 21 de julio de 1925, p. 4).

A comienzos de 1925, se creó un equipo infantil que jugaba partidos con otro de Salud y Cultura y con algunos más de la ciudad, como el de «los Salesianos». Por su parte, la sección de atletismo tenía establecidas sesiones de entrenamiento y organizaba torneos deportivos en los que también se concedían premios a los primeros clasificados150. El contagio, la contaminación o la imitación del deporte mercantilizado, que tanto se censuraba teóricamente y que afectó igualmente a las sociedades deportivas socialistas en toda Europa, llegó hasta el punto de valorar y destacar la concesión de «marcas» y de «récords». Refiriéndose a una prueba de saltos incluida en uno de los concursos atléticos organizados por la entidad, Aniceto García señalaba que «para establecer los “records” obreros en España se celebrarán los mismos saltos el día 2, cuyas marcas quedarán oficialmente

150. Vid., por ejemplo, «Agrupación Deportiva Obrera “Natura”. Sección de atletismo», El Socialista, núm. 5.095, 5 de junio de 1925, p. 4.

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reconocidas como primeros “récords” obreros españoles»151. La de excursionismo, finalmente, tenía programadas salidas de medio día o de día completo al campo y a la sierra de Guadarrama todos los domingos. El programa deportivo de la entidad se amplió en el verano de 1925 con clases de gimnasia que, bajo la dirección del profesor Calixto Milla, se impartían en la azotea de la Casa del Pueblo, de diez a doce de la noche. Como prueba de las buenas relaciones que mantenía con Salud y Cultura, se acordó que el profesor ofrecería también sesiones a sus miembros los domingos, en la Fuente de las Damas. Los dirigentes de la entidad, algunos de los cuales, como Rojo y Castro, lo eran también de la FJSE, tenían planes muy ambiciosos tanto a nivel de la ciudad como en el conjunto de España. Siguiendo las directrices emanadas de la organización juvenil en relación con la estrategia de infiltración en equipos modestos con el fin de atraer al socialismo a sus integrantes y/o captar nuevos militantes y mediante el estrechamiento de lazos de unidad y fraternidad que la disputa de encuentros y partidos debía favorecer entre los componentes de Natura y los de los demás grupos, confiaban en poder fundar una federación de sociedades deportivas obreras que, entre otras cosas, organizara sus propios campeonatos. Al mismo tiempo, deseaban impulsar un movimiento de relación con todos los grupos deportivos socialistas existentes en España actuando como punta de lanza de una futura estructura deportiva a escala nacional. Con ese fin, envió un comunicado a las organizaciones hermanas en el que manifestaba también su disposición a ayudar y facilitar los datos –y los pasos– necesarios para la creación de nuevas sociedades deportivas152. Ambos proyectos encallarían por diversos motivos. Algunos de ellos, los exponía Mariano Rojo en una carta que en octubre de 1925 enviaba al Comité de Natura. En ella comenzaba exponiendo que, dado que su marcha no respondía «a los principios que informaron a sus organizadores expresados en el Reglamento», había decidido proponer algunas reformas para que no fuera «como lleva camino de serlo, una de tantas sociedades deportivas». Detectaba un malestar entre algunos componentes de la sección de fútbol porque o bien no jugaban o bien los equipos formados no lo hacían todos los domingos y comentaba que, sin duda por «tropezar con grandes dificultades», no había sido posible llevar a la práctica la idea de formar una «Federación obrera local». Lo que si resultaba factible, según él, teniendo en cuenta «el constante aumento de socios que tenemos», era formar al menos cuatro equipos que contendieran entre sí «disputándose premios, que es lo que determina el artículo 7.º de nuestro Reglamento». Observaba también que un grave problema que habían tenido –y que seguirían teniendo si no se resolvía– para asegurar los partidos entre sus propios equipos era la falta de un campo propio y en condiciones. Ante esto, proponía dos soluciones: aumentar la cuota de los socios y alquilar un terreno haciendo luego las reformas necesarias o comprarlo solicitando préstamos a las sociedades obreras, teniendo como garantía el propio terreno y amortizando cantidades mensuales mediante cuotas extraordinarias u otros ingresos que se consiguieran. Porque de esa manera, «en cuanto tuviéramos campo y partidos

151. GARCÍA, Aniceto: «Notas deportivas. Concursos de atletismo de Natura», El Socialista, núm. 5.143, 31 de julio de 1925, p. 4. 152. «A todos los Grupos deportivos obreros de España», El Socialista, núm. 5.016, 5 de marzo de 1925, p. 4.

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asegurados habría muchas altas entre los elementos obreros». Comentaba finalmente, que un aspecto que debía cuidarse mucho más era el de la propaganda, tal y como recogía el Reglamento, porque debía ser la principal finalidad de la entidad. Con ese objetivo, aconsejaba entrar en contacto con las Juventudes Socialistas y las sociedades obreras de los pueblos y enviar a sus localidades equipos de Natura para jugar con los que hubiera en ellas. Y eso valía no solo para el fútbol sino también para el atletismo «y otros deportes que se podrían organizar una vez tuviéramos campo». Para una adecuada materialización de sus propuestas, sostenía que era preciso configurar por separado las secciones con sus respectivos comités, de tal modo que el comité central pudiera dedicarse a los fines que reglamentariamente le estaban encomendados153.

Fig. 26. Carta de Mariano Rojo al Comité de Natura proponiendo reformas organizativas y de funcionamiento en la entidad (Centro Documental de la Memoria Histórica).

Si el proyecto de crear en Madrid una federación local no había cuajado, tal y como decía Rojo, el de fundar una federación socialista nacional tampoco pudo materializarse, con toda seguridad por la ausencia de respuestas al llamamiento que desde Natura se había hecho en ese sentido. Animada quizá por las recomendaciones de Rojo, en diciembre volvía a reiterar su oferta en los mismos términos, sin que tampoco ahora obtuviera un resultado diferente154. La entidad seguía, mientras tanto, con sus actividades deportivas y con un número de miembros que, según se decía, pero sin ofrecer datos concretos, aumentaba

153. ROJO, Mariano: Carta al Comité de la Agrupación Deportiva Obrera Natura, Madrid, 6 de octubre de 1925. 154. «A los obreros deportistas», El Socialista, núm. 5.250, 2 de diciembre de 1925, p. 3.

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con el discurrir del tiempo. En febrero de 1926 organizó una carrera libre sobre un recorrido de cinco kilómetros con diez premios a repartir entre los primeros clasificados, consistente el primero en un objeto de arte, el segundo y tercero en medallas de oro y el resto en medallas de plata. El derecho de inscripción costaba 50 céntimos y podía hacerlo cualquier persona afiliada a alguna de las entidades de resistencia de la Casa del Pueblo. Un acontecimiento que ocupó de manera especial a su Comité directivo, que en ese momento –sin que sepamos la fecha exacta en que se produjo el relevo de Antonio Varela– estaba presidido por Aniceto García, fue la preparación de un acto que había de celebrarse en el Salón Grande de la Casa del Pueblo el 6 de marzo de ese año con motivo del primer aniversario de la entidad –en realidad, de su legalización– y que se aprovecharía también para realizar el reparto de premios a los compañeros ganadores en los diversos concursos celebrados. Con ese fin, el Comité dirigió una carta a las sociedades obreras madrileñas informándoles del acto y solicitando su ayuda para los grupos deportivos socialistas. En ella, después de comentar que los jóvenes tenían necesidad de expansionarse y hacer deporte, se exponían sintéticamente las diferencias entre las organizaciones deportivas burguesas, «nutridas en su mayoría por elementos trabajadores» a los que alejaba de su verdadera misión social, y las obreras, constructoras de socialismo mediante el deporte. Y finalizaba diciendo que hasta el momento no habían podido competir con los clubes deportivos burgueses pero que esa situación podía revertir si se contaba con el apoyo moral y material de las entidades obreras155. El acto tuvo lugar ante un público que, según se comentaba, llenaba completamente el Salón. En él intervinieron con sendos discursos José Castro y Wenceslao Carrillo, se procedió al reparto de premios y la rondalla de la Asociación Artístico-Socialista interpretó diversas piezas de su repertorio156. El apoyo solicitado no se concretaría y Natura experimentaría una crisis muy notable en los meses siguientes hasta el punto de verse abocada a una reorganización en octubre de 1929. El factor que la propició fue la adquisición, por fin, de un campo propio en la carretera de Andalucía, en el barrio de Las Carolinas del término municipal de Villaverde y en el que se confiaba celebrar todos los domingos encuentros de fútbol y pruebas de atletismo, a los que se añadirían las excursiones al campo y a los pueblos cercanos a Madrid. Con ese motivo, volvía a hacerse una petición de ayuda a los trabajadores y un llamamiento a los jóvenes obreros madrileños «que se encuentran desperdigados en otras entidades que no entienden el deporte obrero como debe ser y como se viene practicando en el extranjero»157. La inauguración del campo, a la que dio una buena cobertura informativa El Socialista, tuvo lugar el último día de noviembre, organizándose con tal motivo un concurrido y muy completo festival deportivo al que fueron invitadas las sociedades de la Casa del Pueblo. Por la mañana se disputaron dos 155. Carta del Comité de la Agrupación Deportiva Obrera Natura a las colectividades obreras, Madrid, 27 de febrero de 1926. 156. Vid. «Agrupación Deportiva Obrera “Natura”», El Socialista, núm. 5.329, 4 de marzo de 1926, p. 3 y «Agrupación Deportiva Obrera “Natura”». Fiesta de aniversario», El Socialista, núm. 5.333, 9 de marzo de 1926, p. 3. 157. GARCÍA, Aniceto: «“Natura” se reorganiza», El Socialista, núm. 6.454, 16 de octubre de 1929, p. 3.

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partidos de fútbol, uno entre los equipos infantiles de Natura y Salud y Cultura y otro que enfrentó a veteranos de la entidad patrocinadora, entre los que se encontraban Mariano Rojo y Antonio Varela, y del Athlétic de Tetuán. Ya por la tarde, se celebró otro encuentro, cuyo saque inicial lo hizo una señorita, entre los primeros equipos de esas dos mismas sociedades158.

Fig. 27. Inauguración del terreno de juego de Natura (El Socialista, núm. 6.469, 2 de noviembre de de 1929, p. 3).

La «conquista» de un campo propio relanzó la actividad de la entidad hasta unos meses después de la llegada de la República. Fue el fútbol, con la recurrente celebración de partidos entre los diferentes equipos de Natura y otros de la capital y de localidades próximas a la misma159, el que experimentó un mayor crecimiento. Con motivo del 1.º de mayo de 1930 y a beneficio de El Socialista y la Fundación Pablo Iglesias, que se estaba intentado poner en marcha, la entidad dio un paso adelante organizando un sonado festival deportivo en el campo de Chamartín, del Madrid F. C, y del que se hizo eco incluso algún medio no socialista. El programa incluía un partido amistoso entre los primeros equipos de la Cultural Deportiva Gráfica y de Natura, unas pruebas atléticas entre los equipos del Madrid y de la Sociedad Atlética dirigidas por el entrenador y profesor de 158. Vid. «La inauguración del campo de “Natura”», El Socialista, núm. 6.469, 2 de noviembre de 1929, p. 3; «Inauguración del campo de “Natura”», El Socialista, núm. 6.490, 27 de noviembre de 1929, p. 3; «La inauguración del campo de la Agrupación “Natura”», El Socialista, núm. 6.493, 30 de noviembre de 1929, p. 3 y «Deporte obrero. Inauguración del campo de “Natura”», El Socialista, núm. 6.493, 30 de noviembre de 1929, p. 3. 159. Algunos de esos clubes fueron el Canarias, el Libertad, el Kardín Club, la Deportiva Castellana, el C. D. Oviedo, el Deportivo Leonés, el Deportivo Chamberí y la Cultural Deportiva Gráfica.

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cultura física, Heliodoro Ruiz, y, como plato fuerte, un encuentro internacional entre la selección de la Federación Deportiva Obrera de Francia y una selección amateur de Madrid. Al festival no le faltaba ningún aliciente. El terreno de juego había sido cedido gratuitamente por su titular, la Federación Centro de Fútbol se encargó de la selección del equipo amateur, el Colegio de Árbitros facilitó el árbitro de la contienda principal, el señor Sancho Zabala, y los linieres, los señores García Soleto y La Osa, dos señoritas y militantes socialistas, María Rodríguez y Julia García, obsequiaron a los capitanes de los equipos con sendos ramos de flores y por primera vez en la historia del deporte en España participaba una delegación obrera extranjera160.

Fig. 28. Festival de deportes organizado por Natura (El Socialista, núm. 6.622, 30 de abril de 1930, p. 1).

Con todos estos elementos y el fin con el que se organizó el festival, sus promotores confiaban cosechar un gran éxito de público, debiendo servir también para impulsar el deporte obrero en Madrid. Sin embargo y con gran sorpresa de aquellos, no ocurrió así. Aniceto García, en la crónica que hizo del festival, se lamentaba de la escasa asistencia al mismo, señalaba que no se explicaba lo sucedido y hacía una reflexión que pese a destilar un gran pesimismo no dejaba de constatar lo que había sido y seguía siendo el deporte obrero en Madrid y en el conjunto del país: «(…) parece confirmarse que los obreros organizados 160. Vid., entre otros, «Festival Deportivo a beneficio de la Fundación Pablo Iglesias y El Socialista», El Socialista, núm. 6.622, 30 de abril de 1930, p. 1; «En beneficio de la Fundación Pablo Iglesias», La Libertad, núm. 3.157, 1 de mayo de 1930, p. 5 y «Selección amateur de la región Centro, 9; Federación Deportiva Obrera de Francia, 1», La Libertad, núm. 3.158, 2 de mayo de 1930, p. 7.

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madrileños no son muy partidarios del deporte, particularmente del deporte obrero, que en todas partes, menos en España, va adquiriendo gran desarrollo»161. La participación del equipo obrero francés fue un gran acontecimiento que no cabe pasar por alto teniendo en cuenta no solo que nunca antes había ocurrido un hecho igual, sino también por la significación y lo que representaba la entidad deportiva a la que pertenecía, algo que, debemos suponer, conocían y aceptaban –¿o quizá no fue así?–, los dirigentes de Natura. Porque ese equipo pertenecía a la Federación Deportiva del Trabajo (FST-IRS), de adscripción comunista, vinculada a la Internacional Deportiva Roja y enfrentada a una segunda organización en Francia, la Unión de Sociedades deportivas y gimnásticas del Trabajo (USSGT), integrada por socialistas y afiliada a la ISOS162. En un artículo aparecido en el rotativo socialista, Dionisio González, obrero metalúrgico afiliado al sindicato «El Baluarte» de la UGT, miembro de las Juventudes Comunistas, propagandista de la IRS entre las sociedades deportivas socialistas, principal impulsor de la Federación Deportiva Obrera (FDO) que se constituyó a comienzos de 1931 y responsable muy probablemente de las gestiones que permitieron la venida del equipo francés, ocultaba esa división, dando a entender que en Francia solo existía la FST. En dicho artículo hacía un breve repaso de su historia, lo que aprovechaba para deslizar críticas a la actitud tanto de los partidos como de los sindicatos socialistas por su escaso o nulo apoyo al deporte obrero. Al comentar cómo esa posición había coartado también la expansión deportiva en Francia, señalaba: «Esa opinión subsiste todavía en las organizaciones obreras occidentales, por desgracia (…). Los militantes del movimiento deportivo obrero tenemos que luchar contra las organizaciones obreras influidos por esa corriente (…)»163. Como veremos al analizar el nacimiento y desarrollo de la FDO en el siguiente capítulo, la posición de González debió influir en algunos responsables de Natura que, consciente o inconscientemente, colaboraron en su estrategia –muy bien diseñada– de tratar de poner el deporte obrero bajo el control de elementos comunistas y en la órbita de la IRS. Prueba de ello fue que algunos jugadores de

161. GARCÍA, Aniceto: «El festival deportivo de ayer. La selección “amateur” madrileña vence a los obreros franceses», El Socialista, núm. 6.624, 2 de mayo de 1930, p. 3. Es posible que la coincidencia ese mismo día en Madrid con varios partidos entre equipos profesionales restara la presencia de espectadores. Si así fuera, el hecho no dejaba de reflejar la mucha mayor atracción que los obreros sentían por el fútbol profesional y la incapacidad de los dirigentes socialistas amantes del deporte para revertir esa situación. 162. En su primer Congreso tras finalizar la Primera Guerra Mundial, celebrado el 29 de junio de 1919, la FST, ante la división política del movimiento obrero y pretendiendo acoger en su seno a todos los trabajadores deportistas, independientemente de su credo ideológico, se declaró neutral. La fracción comunista, que acabaría siendo mayoritaria y haciéndose con el control de la entidad, impulsó su afiliación a la IRS, lo que finalmente ocurrió en el Congreso celebrado en Montreuil en julio de 1923. Los socialistas tomaron en ese momento la decisión de formar una organización propia y separada como filial francesa de la IDL. Aunque ninguna de las dos federaciones alcanzó un gran nivel de desarrollo, la FST, que estaba dirigida por Jacques Doriot cuando tuvo lugar la visita del equipo francés a España, era la más nutrida. De sus 8.000 afiliados, una mayoría se concentraba en la región del Sena, es decir, en París y sus alrededores. La USSGT, en cambio, recogía en su seno a unos 2.000 deportistas. El crecimiento, verdaderamente notable, del deporte obrero en Francia tuvo lugar en el periodo de los frentes populares, al fusionarse ambas federaciones y alcanzar los 25.000 miembros. 163. GONZÁLEZ, Dionisio: «Ante el festival del Primero de Mayo. Los deportistas obreros franceses en Madrid», El Socialista, núm. 6.620, 27 de abril de 1930, p. 6.

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la entidad formarían parte de la selección obrera de fútbol que en diciembre de 1930 jugaría varios partidos en París, en lo que podía entenderse como una devolución de la visita del equipo francés a España, contra varios clubes de la FST164. Durante ese año y el siguiente, la actividad de la sociedad se mantuvo en un nivel discreto, del que no pudo sacarla ni la elección de un nuevo Comité directivo elegido en febrero de 1931 y presidido por Mariano Rojo165, ni el acto de propaganda llevado a cabo el mes siguiente con motivo de la conmemoración de su quinto aniversario166. Como ya ocurriera con anterioridad, la sección de fútbol fue la más activa, jugando partidos entre sus equipos y con diferentes clubes madrileños en encuentros amistosos o en campeonatos organizados por alguno de ellos167, pero nada de eso sirvió para acrecentar de forma significativa sus efectivos, que rondaban el centenar al comienzo del año 1931. Natura colaboró, como el resto de las organizaciones socialistas, en la preparación de las elecciones municipales de abril que traerían la República y para facilitar la participación de sus miembros en ellas suspendió los partidos que habían de jugarse el día de la votación168. Pero apenas unos meses después de la llegada del nuevo régimen, la entidad desapareció. De poco pareció servir el partido de fútbol disputado contra una selección de jugadores obreros de Peñarroya-Pueblonuevo en la localidad cordobesa de Pueblonuevo del Terrible, organizado por la Juventud Socialista de dicho lugar y calificado por A. Marbán como «el más interesante de cuantos se han celebrado en España entre equipos obreros»169. El último dato que hemos podido localizar es una nota de la entidad aparecida en El Socialista del 12 de septiembre de 1931, convocando a sus jugadores para celebrar un entrenamiento con vista a formar los equipos que habían de participar en «la temporada actual». No conocemos la causa o las causas que la abocaron a su desaparición, pero como hipótesis cabría apuntar al hecho – aunque por si solo no fuera suficiente argumento– de que las nuevas responsabilidades políticas en que se embarcaron algunos de los antiguos dirigentes de la sociedad, como Mariano Rojo o José Castro, y que les obligaría a abandonar su dirección, pudo influir negativamente en su desarrollo. Sea como fuere, no deja de ser paradójico que dejara de existir en un tiempo, el de la República, en el que el deporte obrero iba a conocer un claro repunte y una difusión como nunca antes había experimentado.

164. «Para seleccionar un equipo de obreros», La Libertad, núm. 3.218, 30 de noviembre de 1930, p. 7. 165. Además de Rojo, el Comité lo formaban Francisco Barranco, como vicepresidente; Luis Meléndez Viñuela, como secretario; Antonio López Valencia, como tesorero-contador y Juan Morón, José Castro y Francisco Sánchez, como vocales. 166. El acto se celebró en el salón grande de la Casa del Pueblo y en él tomaron la palabra Mariano Rojo y Antonio Cabrera. 167. Uno de esos campeonatos fue el organizado entre marzo y mayo de 1931 por la Agrupación Deportiva Chamartín. Junto a Natura y el conjunto anfitrión participaron otros cuatro equipos: el Victoria, la Electra, la Peña Asturiana y el Banco Germánico. 168. Vid. «Agrupación Deportiva Obrera “Natura”», El Socialista, núm. 6.918, 11 de abril de 1931, p. 5. 169. MARBÁN, A.: «Los deportes obreros. Selección Peñarroya-Pueblonuevo, 9; Natura, 0», El Socialista, núm. 6.970, 12 de junio de 1931, p. 2.

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5. LA

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LENTA MARCHA DE SALUD Y CULTURA

La otra sociedad deportiva de la Casa del Pueblo de Madrid atravesó los años veinte «sin pena ni gloria». De muy poco le sirvió la aportación económica de 250 pesetas anuales que Saborit, como concejal municipal y presidente de la Comisión especial de Subvenciones del Ayuntamiento, consiguió que se le asignara en el verano de 1922 dentro del capítulo de entidades de carácter cultural170. Entre otras cosas, porque la dictadura se la retiraría inmediatamente, lo que la sumió –o contribuyó a que continuara sumida– en una situación de absoluta precariedad de medios. A ello habría que añadir, como comentaba Aniceto García, su escaso número de socios, 70 entre niños y niñas, «y la insignificancia de las cuotas que se pagaban»171. La llamada de García para aumentar el número de socios protectores, que en ese momento era de 50, y conseguir apoyo económico de las sociedades obreras cayó en saco roto. Igual suerte tuvieron otras notas aparecidas en el diario obrero tratando de concienciar a los militantes de las «bondades» de una institución propia que se ocupaba de proporcionar a los hijos de los trabajadores «aire para sus pulmones, vida de campo y enseñanzas por medios de las conferencias campestres». O, como sostenía el maestro Dionisio Correas, «la salud del cuerpo y el cultivo del espíritu», labor que se debía, sobre todo, a la tenacidad del secretario de la entidad, Juan José Arroyo, a quien Correas le otorgaba un puesto de honor entre los educadores de la juventud obrera172. Las excursiones ordinarias a puntos cercanos a la capital, especialmente la Fuente de las Damas, y las extraordinarias de fin de semana a la sierra de Guadarrama, continuaron centrando su actividad. Para llevarlas a cabo se siguió contando con un grupo de monitores de ambos sexos que pertenecían a la Juventud Socialista de Madrid173.

170. Vid. «Gestión de nuestros concejales», El Socialista, núm. 4.207, 5 de agosto de 1922, p. 1. 171. GARCÍA, Aniceto: «Un grupo modelo. Ayuda conveniente», El Socialista, núm. 5.592, 27 de octubre de 1923, p. 3. 172. CORREAS, Dionisio: «Digno de imitarse. El Grupo “Salud y Cultura”», El Socialista, núm. 4.826, 26 de julio de 1924, p. 1. 173. En su número del 25 de agosto de 1926, el rotativo socialista incluyó en su página cuatro una foto donde aparecían los excursionistas con sus guías en los pinares de la Moncloa.

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Fig. 29. Grupo de excursionistas de Salud y Cultura con sus monitores (El Socialista, núm. 5.478, 25 de agosto de 1926, p. 4).

Tanto para las niñas como para las jóvenes que formaban parte del grupo de guiadores, estas excursiones, además de contribuir en alguna medida a configurar un nuevo tipo de mujer entre las clases populares, favorecieron un primer contacto con un mundo del deporte que había sido y seguía siendo casi exclusivamente masculino174. Los responsables de la entidad, que conocían el extraordinario desarrollo del deporte infantil en algunas organizaciones socialistas europeas y el ejemplo que había ofrecido al respecto la Olimpiada de Praga, celebrada en julio de 1927, eran conscientes de lo limitado de su oferta deportiva y de la necesidad de completarla con la práctica reglada del ejercicio físico, disponiendo para ello de un campo de juegos apropiado y de un profesor estable y competente de gimnasia. Para tratar de adquirir ese desarrollo y «cumplir plenamente el cometido que le corresponde», hicieron un llamamiento a los jóvenes socialistas para que jugaran un papel más activo –y directivo– en ella. Potenciar este tipo de organizaciones significaba, además, que encontrarían siempre «terreno abonado para sus propagandas y el honrado señuelo que ofrece para ser utilizado legítimamente para la atracción de nuevos afiliados». Existía también en su opinión otro elemento a tener muy en cuenta: la extraordinaria afición que el excursionismo había despertado entre algunos sectores de la sociedad madrileña. Disponiendo de más medios, consiguiendo que las organizaciones obreras se interesaran por sus objetivos y gestionando una reducción de las tarifas ferroviarias, «hoy casi

174. Así se expresaba C. C., una mujer nacida en 1910 y de profesión sombrerera, ante una pregunta formulada por Pilar Folguera sobre el deporte femenino en los años veinte. En FOLGUERA, Pilar: Vida cotidiana en Madrid. El primer tercio de siglo a través de las fuentes orales, Madrid, Comunidad de Madrid-Consejería de Cultura y Deportes, 1987, pp. 82-83.

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prohibitivas para el proletariado», Salud y Cultura podría rodear sus expediciones de otros atractivos que incitaran a la juventud obrera a sumarse activamente a ellas, contribuyendo de paso a aumentar los efectivos socialistas175. Tampoco conseguirían ahora que las sociedades de la Casa del Pueblo se interesaran por la entidad, si bien la implicación en ella de la juventud socialista se reforzaría. Este hecho permitió que en el verano de 1928 realizara una excursión de tres días a la sierra de Guadarrama bajo la dirección, como guiadores, de Feliciano Ramírez y José Castro. Hasta allí acudieron 79 niños de ambos sexos y 33 «simpatizantes», de los que 13 eran mujeres, miembros todos de la juventud socialista y que se ocuparon de dirigir las actividades y velar por los pequeños. El campamento, formado de tiendas de campaña construidas con colchas y cortinas y cocinas hechas con piedras donde guisaban los excursionistas, lo fijaron en los alrededores de La Fuenfría, en la confluencia de dos arroyos donde pudieron bañarse y tomar el sol. Durante el día, las marchas y excursiones, aderezadas con juegos y explicaciones sobre diferentes aspectos del entorno ocupaban la mayor parte del tiempo. Por la noche y en medio de hogueras cantaban canciones populares y los himnos socialistas176. Fue en esa excursión cuando surgió la idea y la iniciativa de construir un albergue –se le llamaba también «chalet»– a imitación del que tenían otras sociedades alpinas, pero de carácter más modesto, que sirviera de abrigo a los niños y los pusiera a cubierto de temporales o de otras posibles contingencias del tiempo. De esa manera, el número y duración de las excursiones veraniegas, que serían en principio de ocho días, podría aumentar de forma muy notable al igual que la cantidad de niños acogidos a ellas. Para tratar de cumplir ese objetivo, se solicitó un terreno al Ayuntamiento de Cercedilla, lugar donde se decidió instalar el refugio, y se apeló una vez más a la solidaridad de las organizaciones obreras177. Y aunque se confiaba en que no pasara mucho tiempo sin ver cumplido este proyecto, no sería hasta casi el final de la República cuando pudo materializarse. El inicio de la guerra impediría, sin embargo, su aprovechamiento.

175. «Puntos de vista. “Salud y Cultura”», El Socialista, núm. 5.787, 26 de agosto de 1927, p. 4. 176. Vid. GARCÍA, Aniceto: «Tres días en la Sierra. La excursión del Grupo Salud y Cultura», El Socialista, núm. 6.091, 18 de agosto de 1928, p. 4. 177. La única ayuda monetaria que nos consta que recibió, aunque desconocemos la cantidad concreta de la misma, fue la acordada en un pleno de delegados de las Sociedades copropietarias de la Casa del Pueblo celebrada ese mismo año y que consistió en entregarle el dinero recaudado por la venta de materiales sobrantes del arreglo y reforma de la Casa del Pueblo que por entonces se llevaba a cabo.

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Fig. 30. Una excursión de tres días a la Sierra de Guadarrama (El Socialista, núm. 6.091, 18 de agosto de 1928, p. 4).

A comienzos de 1929 el PSOE volvía a intentar crear una Central de Educación Obrera que reuniera en su seno y coordinara a todas las entidades socialistas que se preocupaban de la cultura y del deporte de los trabajadores. La entidad sería de ámbito nacional, pero el primer paso debían darlo las organizaciones madrileñas. Se pensaba que una vez conseguida la unificación en la capital,

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sería más fácil que la iniciativa se extendiera al conjunto del país. La Comisión Ejecutiva del partido designó una Comisión para redactar los Estatutos por los que había de regirse el organismo. La formaban Andrés Saborit, Dionisio Correas, Enrique de Santiago, Mariano Rojo y Emiliano M. Aguilera. Para llevar a cabo su tarea y contar con la opinión de las organizaciones afectadas, convocó a estas a una reunión el 19 de enero de 1929. Entre ellas se encontraban Natura y Salud y Cultura, que enviaron sendos representantes. El principal periódico socialista dio una amplia cobertura informativa al proyecto, en el que se contemplaba incluso la creación de una revista ilustrada que fuera una tribuna abierta a todos los que se preocupaban por la formación de los trabajadores y diera cuenta, al mismo tiempo, de la actividad de los grupos artísticos, deportivos, educativos y culturales178. Los dirigentes de las dos sociedades deportivas madrileñas acogieron la iniciativa con ilusión y con la esperanza de que sirviera para relanzar sus actividades y acometer otras nuevas. Podía ser, en efecto, la materialización del apoyo al deporte socialista que venían reclamando desde siempre. Y un paso decisivo para lograr constituir una estructura deportiva a nivel nacional como las que ya existían en otros países europeos. Pero el proyecto volvería a naufragar sin ni siquiera conseguir que cristalizara la unificación de los grupos madrileños. No sabemos si este nuevo revés influyó –o en qué medida lo hizo– en la pérdida de dinamismo que pareció experimentar Salud y Cultura a lo largo de todo el año 1929 y el siguiente. Sus actividades, que apenas encontraron eco en las páginas de El Socialista, se limitaron al excursionismo dominical –de nuevo las de carácter extraordinario a la sierra perdieron fuelle– y a algunos partidos jugados por el único equipo que seguía formando su «sección» de fútbol. En enero de 1930 se celebró una Junta general de la que saldría un nuevo Comité directivo, siendo reelegido como presidente Santiago Artal179. En el informe de la directiva saliente destacaba el punto relativo a las gestiones –aunque desconocemos cual fue su alcance real– para la construcción del albergue en Cercedilla180.

178. Vid., entre otros, «Central de educación obrera», El Socialista, núm. 6.213, 8 de enero de 1929, p. 4; «Hacia una Central de Educación Obrera. I», El Socialista, núm. 6.226, 23 de enero de 1929, p. 4; «Hacia una Central de Educación Obrera. II», El Socialista, núm. 6.232, 30 de enero de 1929, p. 4; «Hacia una Central de Educación Obrera. III», El Socialista, núm. 6.238, 6 de febrero de 1929, p. 4 y «Lo que hace falta», Almanaque de “El Socialista” para 1930, Madrid, Gráfica Socialista, 1929, p. 93. 179. Los otros miembros de la Junta eran Feliciano Ramírez, Antonio López y Francisco Fernández. Se nombró también una Comisión revisora de cuentas integrada por Francisco Ramos, Antonio de la Cantera y Feliciano Muñoz. 180. En la misma reunión, además de las cuentas del segundo semestre se aprobó una proposición encaminada a que todos los asociados asistieran el 6 de abril a la inauguración del mausoleo a Pablo Iglesias. Vid. «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 6.538, 22 de enero de 1930, p. 3.

LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA EXPANSIÓN DEL DEPORTE OBRERO

C

OMO YA HEMOS COMENTADO ANTERIORMENTE, la llegada de la República y el nuevo clima social y político en que se desenvolvió contribuyeron a la socialización del deporte entre las capas populares de la población, sobre todo en las grandes ciudades aunque con repercusión también en las medianas y más pequeñas. Otra cosa seguiría siendo el mundo rural, que continuaría mostrándose en general –y del que habría que excluir algunas localidades de tamaño medio tanto de Cataluña y el País Vasco como de Madrid– impermeable al fenómeno deportivo. Su masificación afectaría sobre todo al deporte como espectáculo y no tanto a su práctica, aunque también en este sentido se observó un notable progreso. En el ámbito socialista, se produjo igualmente un claro aumento de sus grupos deportivos, aunque, continuando con la tónica anterior, sería Madrid la ciudad que experimentó un índice mayor de desarrollo. Por otro lado, durante el quinquenio republicano tendrían lugar tres acontecimientos que marcarían de forma decisiva el devenir del deporte obrero en general y del socialista en particular. Uno fue el proceso de radicalización de las Juventudes Socialistas y la importancia paralela que para ellas adquirió el deporte en la URSS; el segundo sería la constitución y desarrollo de la Federación Cultural Deportiva Obrera; y el tercero, estuvo marcado por la postura adoptada ante la Olimpiada de Berlín y la Olimpiada popular de Barcelona.

1. LOS

REFERENTES INTERNACIONALES Y EL NUEVO PAPEL DE LA

FJSE

Durante los años treinta, el deporte socialista siguió manteniendo los contactos con las estructuras internacionales del deporte obrero e intentando poner en pie una sección española que pudiese participar en los grandes eventos que a nivel transnacional continuaron celebrándose en este periodo. En ese sentido, el

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principal rotativo socialista mantuvo informados a sus lectores de las directrices y los pasos dados por la Internacional Deportiva Obrera Socialista, a la que deseaba, al igual que la mayoría de los dirigentes preocupados por el deporte, se adscribiera la futura federación española. A tal objetivo responde el artículo escrito casi un año antes de que tuviera lugar la II Olimpiada de la ISOS por el secretario de su Comité organizador y de la Federación Deportiva Obrera de Austria1, Hans Castceb, quien señalaba que en la batalla liberadora del proletariado internacional había ocupado en los últimos tiempos un lugar preeminente el movimiento deportivo obrero. Tras comentar los grandes objetivos del deporte socialista y las ventajas derivadas de los encuentros deportivos internacionales, indicaba que a la «grandiosa manifestación de cultura física del proletariado» en que se convertiría la capital austriaca acudirían miles y miles de jóvenes trabajadores nacidos en dieciocho países distintos2. El Socialista volvió a ofrecer, como ya ocurriera con los primeros juegos olímpicos obreros, una cobertura informativa de la Olimpiada desde antes de su celebración y que se intensificaría durante los días en que tuvo lugar y en los siguientes, incluyendo incluso fotografías de algún ejercicio gimnástico colectivo y del desfile inicial de los deportistas ante el Ayuntamiento de Viena3. El rotativo se hizo eco especialmente de la jornada inaugural, de la que destacaba la celebración del llamado «Día infantil», entendido como homenaje a la infancia proletaria y que tuvo su punto álgido en la marcha por las calles de Viena, «bajo los rojos estandartes y banderas», de 20.000 niños que acudieron de todo el país y también del extranjero. Igualmente, se refirió al mitin que tuvo lugar en el teatro Apolo y donde estaban representadas las diferentes Internacionales socialistas así como la corporación municipal de la ciudad. Del programa deportivo, subrayaba la gran participación de deportistas obreros4, la enorme multitud de público que acudió a ver las distintas pruebas –200.000 espectadores en total–, la capacidad del nuevo estadio que la municipalidad construyó para la Olimpiada –80.000 personas– y la «infinidad de concursos en todas las diversas modalidades que posee el vasto campo deportivo5, haciéndose todas ellas en plena armonía de espíritu y de pura fraternidad universal, propia de socialistas que ansían emancipar al mundo en una sociedad socialista». Algún comentario destacaba también la participación de las mujeres, que en la modalidad de gimnasia casi

1. Esta Federación era la segunda en importancia dentro de la ISOS. Este hecho, junto al dominio político que los socialistas ejercían sobre la capital austriaca, fueron, según Gounot, los motivos que influyeron en la designación de Viena como sede de la Olimpiada que se celebró entre el 19 y el 26 de julio de 1931. 2. CASTCEB, Hans: «El deporte obrero y el esperanto», El Socialista, núm. 6.765, 14 de octubre de 1930, p. 2. 3. Las primeras noticias daban cuenta de la numerosa concurrencia a los juegos que se esperaba así como de los trabajos de organización que llevaba a cabo la Comisión de excursiones y visitas para los extranjeros. Vid. «Para las Olimpiadas socialistas», El Socialista, núm. 6.857, 30 de enero de 1931, p. 1. Las fotografías aparecían en los números correspondientes a los días 28 y 29 de julio de 1931. 4. De los 77.000 deportistas, 37.000 eran austriacos y, según el rotativo socialista, 30.000 procedían de Alemania. 5. Afirma Gounot que si catorce equipos obreros nacionales se disputaron la victoria en el torneo de fútbol, más significativo fue todavía que siete secciones de la ISOS estuvieran representadas en el de tenis, «ce qui témoigne de la capacité croissante du sport travailliste à s’approprier des sports supposés exclusifs».

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igualaban a la de los hombres6. No faltaron tampoco los comentarios a la ceremonia de clausura, que tuvo lugar en un estadio repleto de asistentes y donde intervinieron 4.000 gimnastas austriacos que teatralizaron una alegoría que representaba la lucha de la clase obrera contra el capitalismo y la victoria final del socialismo. Ya por la noche, una impresionante manifestación de centenares de jóvenes, presenciada «por una inmensa muchedumbre», recorrería las calles de Viena con faroles y antorchas en una nueva demostración de la fuerza del movimiento socialista y del deporte obrero7.

Fig. 31. Fotografía de uno de los actos de la II Olimpiada Obrera (El Socialista, núm. 7.009, 28 de julio de 1931, p. 6).

6. De 11.000 gimnastas, 6.000 eran hombres y 5.000 mujeres. No hay que perder de vista que dentro de las secciones nacionales era la austriaca la que contaba con una mayor presencia femenina, alcanzando casi el 17% del total de sus miembros. Y que en el 5.º Congreso de la ISOS, celebrado en Praga, en octubre de 1929, se decidió la constitución de una Comisión internacional del deporte femenino. Con todo, las competiciones deportivas reservadas a las mujeres en Viena fueron muy pocas en relación con las de los hombres, prueba de que quedaba mucho por hacer en el terreno de la igualdad efectiva entre el deporte femenino y el masculino. 7. Vid., entre otros, VAN ROOSBROECK, J.: «Carta de Bélgica», El Socialista, núm. 7.001, 18 de julio de 1931, p. 6; «En Viena. El IV Congreso de la Internacional Socialista», El Socialista, núm. 7.010, 29 de julio de 1931, p. 6; AZORÍN, Francisco: «Del IV Congreso de la Internacional Socialista», El Socialista, núm. 7.014, 2 de agosto de 1931, p. 6 y «El deporte proletario. La segunda Olimpiada Obrera de Viena», El Socialista, núm. 7.015, 4 de agosto de 1931, p. 2.

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Para ningún dirigente socialista español mínimamente enterado de la marcha del deporte obrero en Europa era discutible en ese tiempo, como no lo había sido anteriormente, que todo el mérito de una Olimpiada que podía competir en pie de igualdad con las «burguesas» y que ocuparía «un puesto de honor en la historia de la organización obrera», era obra de la ISOS, la Internacional que, con 1.500.000 miembros, reunía a las federaciones deportivas socialistas y entre las que se confiaba estuviera pronto incluida la española, lo que posibilitaría que en los próximos juegos internacionales «nuestras juventudes estén dignamente representadas»8. Pero antes de examinar cual fue la evolución de las Juventudes Socialistas en materia de deportes y en qué medida o hasta qué momento compartió la postura de Fabra Ribas, conviene continuar brevemente con el asunto que nos ocupa. Porque el periódico obrero se hizo eco también de otros dos eventos deportivos internacionales celebrados en una coyuntura política y deportiva bien distinta, marcada ya por la cuestión de la unidad –nunca lograda– de las dos Internacionales obreras del deporte. El primero, con mayor despliegue informativo, fue la Tercera Olimpiada obrera de Praga, celebrada en julio de 1934 y donde solamente acudieron deportistas de secciones pertenecientes a la ISOS. El rotativo comentaba antes de su inicio que a pesar de la reciente desaparición «temporal» de la socialdemocracia de Austria, lo que privaría a los juegos del concurso de los deportistas de ese país y también de algunos checos al haber disuelto el gobierno fascista de Dollfuss la Asociación gimnástica socialista checoslovaca que existía en Viena, la olimpiada, que se desarrolló entre el 5 y el 9 de julio, estaría revestida de un gran esplendor, dado que sería la más concurrida de cuantas se habían celebrado hasta entonces en Praga. Para alojar a los 35.000 deportistas presentes tuvieron que acondicionarse algunos edificios escolares. Igualmente, se realizaron obras de acondicionamiento del estadio principal donde, con capacidad para 150.000 espectadores, se realizarían los ejercicios gimnásticos en común y los actos de inauguración y de clausura; un segundo estadio, dedicado a las pruebas deportivas, podía acoger hasta 50.000 personas. En el programa deportivo figuraban un buen número de deportes, incluyendo, como novedad más notoria, un torneo de ajedrez. Pero como había ocurrido anteriormente, la nueva concentración de masas fue algo más que un mero acontecimiento deportivo, sirviendo para comprender y exteriorizar «el resorte moral del socialismo» y la fuerza obrera9. Por eso se llevaron a cabo dos «solemnes» representaciones en el Teatro Nacional y una serie de veladas y conciertos en distintos sitios de la ciudad. Todo lo cual era, al fin y a la postre, una «prueba fehaciente de la vitalidad de la Internacional deportiva y socialista»10.

8. FABRA RIBAS, A.: «Ecos del Congreso de Viena. La juventud y los deportes», El Socialista, núm. 7.028, 19 de agosto de 1931, p. 5. 9. En aquel momento, debía servir también como una seria advertencia contra todo intento de establecer un régimen «de violencia» en Checoslovaquia y como aliento a los camaradas de los países vecinos donde la organización obrera y socialista era perseguida por las dictaduras dominantes. 10. Vid. «La tercera Olimpiada obrera de Praga», El Socialista, núm. 7.868, 22 de abril de 1934, p. 3; «La III Olimpiada Obrera de Checoslovaquia», El Socialista, núm. 7.920, 23 de junio de 1934, p. 3 y «Los Deportes. La III Olimpiada obrera checoslovaca», El Socialista, núm. 7.932, 7 de julio de 1934, p. 5.

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Como ya hemos señalado anteriormente, ninguna referencia a la ISR o a alguna de sus iniciativas deportivas había sido acogida por el principal diario socialista español. Sin embargo, en septiembre de 1934, cuando ya había trascurrido un mes desde su celebración, incluyó una noticia que, recogiendo una información que el atleta obrero Marcelino Merchán había publicado en la revista Gimnástica, daba cuenta de la concentración deportiva obrera contra el fascismo que bajo los auspicios de la Internacional Roja había tenido lugar en París en agosto. La nota de Merchán era, en realidad, un resumen de la actuación de la delegación española, delegación que había acudido en representación de la FCDO en un contexto en que la ISR había abandonado su estrategia de enfrentamiento a la ISOS para proponer a sus secciones aliarse a las socialistas con el fin de combatir juntas al fascismo. Una tesis, además, que tanto a nivel político como a nivel deportivo tendría en Francia su primera plasmación práctica. De ahí que la federación deportiva socialista francesa, la USSGT, cuando aún en el seno de la ISOS era minoritaria la fracción favorable a la unidad, autorizara a sus miembros a participar a título individual en la «Olimpiada» de París11. En su crónica, Merchán comentaba, como dijimos, la actuación de los seleccionados españoles en los estadios Perhsing y Búffalo así como en la Casa de Campo de Legarche. Asistió también una delegación de deportistas soviéticos y la lucha grecorromana formó parte del programa deportivo12. Aunque nos ocuparemos con más detalle de esta cuestión al examinar la creación y los primeros pasos de la Federación Deportiva Obrera (FDO), que, como podremos ver, no debe confundirse con la Federación Cultural Deportiva Obrera (FCDO), conviene indicar ya que durante la República tuvo lugar por primera vez la participación de deportistas obreros en torneos internacionales. Si en diciembre de 1931, como ya señalamos, un equipo de fútbol auspiciado por la FDO se desplazó a París para jugar varios partidos contra equipos de la «Federación Deportiva Obrera Francesa»13, entre julio y agosto de 1932 una selección obrera de fútbol bajo la tutela también de aquella entidad llevó a cabo una gira por varios países de Europa enfrentándose a selecciones de secciones deportivas inscritas en la ISR14.

11. Contrariamente a los deseos de la Internacional Socialista, que en su 7.º Congreso, el celebrado del 6 al 7 de octubre de 1934 en la ciudad checa de Karlovy Vary, había rechazado la unidad de las dos organizaciones y mantener conversaciones sobre esa eventualidad, en diciembre de 1934 tuvo lugar en París el congreso de fusión de las dos secciones francesas, dando lugar al nacimiento de la Federación Deportiva y Gimnástica del Trabajo (FSGT). 12. «Deportes. La concentración deportiva obrera de París», El Socialista, núm. 7.995, 19 de septiembre de 1934, p. 5. 13. Con el fin de designar el equipo que había de jugar en la capital francesa, el 30 de noviembre de 1931 tuvo lugar un partido de entrenamiento en el campo de la Primitiva Amistad, situado en la calle Antonio López, entre el equipo de Gráficas Reunidas y una selección de jugadores de Natura y el Ciudad Real F. C. 14. Vid. «Deportes. Los obreros españoles pierden en Léipzig», El Socialista, núm. 7.319, 22 de julio de 1932, p. 5 y «Deportes. En honor de los vencedores», El Socialista, núm. 7.337, 12 de agosto de 1932, p. 5. En el verano de 1933, la FCDO celebró por primera vez, con varias pruebas, el «Día deportivo del obrero internacional».

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Con la llegada de la República, las Juventudes Socialistas, que habían experimentado un espectacular crecimiento desde la caída de la dictadura, cobrarán un nuevo protagonismo tanto en el interior del movimiento socialista como en la dinámica política del país. En el plano deportivo jugarán un papel mucho más activo del que hasta entonces habían desplegado y Renovación, su órgano de prensa, acogerá en sus páginas un interesante debate a propósito del deporte obrero. Un debate que se intensificará a partir de 1933, coincidiendo con el inicio del proceso de radicalización de la FJSE y el cambio de las referencias internacionales, situando a la URSS en el centro –y foco– de las mismas. En enero de 1931, en la Casa del Pueblo de Madrid, se celebró el I Congreso de la Federación Regional de Castilla la Nueva15. En la cuarta sesión Ovidio Salcedo dio lectura a la ponencia de propaganda, que luego sería aprobada. Dentro de ella se incluyó una «Parte artística y deportiva» que recogía en buena medida lo acordado en el Congreso nacional de 1929. Así, se recomendaba la apertura hacia los equipos modestos y la celebración de festivales deportivos que permitieran estrechar lazos de afecto y fraternidad entre los jóvenes obreros, sirviendo al mismo tiempo como instrumento de captación y concienciación de nuevos militantes. Paralelamente, se insistía en la creación de Grupos deportivos propios, inspirados en el ideal socialista y que debían contrarrestar «la potencia de los grupos (…) patrocinados por empresas burguesas», los cuales alejaban a los jóvenes de los problemas políticos y sociales que les afectaban. Finalmente, se decía que las sociedades deportivas socialistas constituirían una Federación regional que sería orientada por la Comisión ejecutiva de la FJSE16. El programa trazado era arduo y debía partir casi de cero. Arduo porque «en España, la clase trabajadora no tiene otro concepto del deporte que el de asistir en días festivos a presenciar encuentros en los campos de fútbol» y había que trabajar «porque desaparezca de la mentalidad de la juventud el deseo de convertir el deporte en una profesión». Y aún por realizarse, dado que a diferencia de lo que ocurría en otros países, que disponían de potentes organizaciones deportivas obreras, en España no se había hecho «labor constructiva», debiendo trabajar «con ardor por traer a la juventud amante del deporte a nuestro campo». De esta manera, se confiaba en que los frutos no tardarían en cosecharse17. En parecidos términos y respondiendo a las reflexiones que Fabra Ribas había hecho con ocasión de la Olimpiada de Viena, se expresaba otro militante de la organización juvenil. Según este, era necesario organizar sociedades deportivas socialistas «para que el deporte en general tome carta de naturaleza entre nosotros», empezando por el fútbol mediante la formación de equipos en todas las Juventudes Socialistas de España y de un equipo nacional que pudiera competir con otros equipos de análogo carácter. La mayor dificultad para alcanzar esas metas residía en la falta de dinero, principalmente para la adquisición de campos de juego que reunieran las condiciones precisas, a 15. Joaquín Heras, Domingo Tornel y Antonio Lozano eran, respectivamente, presidente, secretario y tesorero de su Comité regional. 16. «En la Casa del Pueblo. Congreso de la Federación Regional de Juventudes Socialistas», El Socialista, núm. 6.855, 25 de enero de 1931, p. 2. 17. Vid. RED: «Deporte obrero. Necesidad de actuar», Renovación, 4.ª época, núm. 5, 20 de febrero de 1931, p. 2.

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cuya solución, adelantándose a lo que será una aspiración creciente y muy intensa en la última etapa de la República, deberían acudir tanto el Estado como los Ayuntamientos. Preocupándose por el deporte obrero y popular, cosa que hasta entonces no habían hecho, podrían ceder terrenos para su construcción18. Pero las Juventudes deberían preocuparse no solo por el fútbol sino por otros muchos deportes que gozaban del favor popular. De esa manera, mediante la cooperación de todos sería posible que, como solicitaba Fabra Ribas, España llevase por fin una representación a la próxima reunión deportiva internacional «socialista»19. No parecía que dentro de las Juventudes Socialistas se cuestionase que la ISOS era la internacional deportiva de referencia. Tampoco nadie lo hizo con ocasión del IV Congreso de la organización, celebrado del 11 al 15 de febrero de 1932 y que, representando a 12.000 afiliados, serviría como motor de su impulso definitivo. Un día antes de su inicio, su órgano de prensa hacía autocrítica de la labor realizada desde la escisión comunista, exponiendo que tanto esta como la dictadura habían sido pesados lastres que habían impedido realizar una verdadera labor de coordinación y resolver problemas o acometer acciones que otras organizaciones hermanas de Europa ya habían realizado. De ahí que al saber que muchas resoluciones solo habían sido la expresión de un deseo, lo que valía para las que se tomaron en relación al deporte, les había conducido a «abandonar la responsabilidad de su cumplimiento». Era ahora cuando comenzaba a haber Federación de Juventudes Socialistas, lo que, según su director, Carlos Hernández, debía propiciar «actos de masas, muchos actos de masas», intensificando la propaganda, interviniendo en cuantos actos juveniles se celebraran y actuando, en definitiva, como correspondía a una «juventud revolucionaria»20. En materia deportiva no se produjo cambio alguno, de manera que los Estatutos mantuvieron el Título VII tal y como se había aprobado en el II Congreso21. Quizá como novedad, señalar que se va a crear una nueva imagen del joven militante, ataviado con ropa deportiva, musculoso, pleno de vigor físico y actitud desafiante, enarbolando una bandera que representaba al socialismo victorioso22.

18. Opinión muy parecida era la que sostenía pocos meses después otro militante socialista que firmaba con el seudónimo de «Espartano». Para este, el fomento de la cultura física entre la juventud obrera y la dotación de campos de deporte bien acondicionados eran una obligación de los poderes públicos. Estos deberían también subvencionar algunas sociedades deportivas y gimnásticas para que, mediante la adquisición del material y los medios adecuados, pudieran difundir más ampliamente el deporte. Era también obligación del Estado velar por la educación física en España desde la escuela, para lo que sugería que en todas las universidades se impartieran cursos de esa materia que capacitaran a maestros nacionales y profesores particulares de gimnasia otorgándoles el título de «Instructores de Educación física». Vid. ESPARTANO: «Deportes. La cultura física en España», El Socialista, núm. 7.215, 23 de marzo de 1932, p. 5. 19. BOLAÑOS, A. J.: «Deporte obrero», Renovación, 4.ª época, núm. 21, 10 de septiembre de 1931, p. 4. 20. «Ante la gran asamblea juvenil socialista. Ante el Congreso» y HERNÁNDEZ, Carlos: «Posición de la Juventud», Renovación, 4.ª época, núm. 36, 10 de febrero de 1932, p. 1. 21. Vid. «Estatutos de las Juventudes Socialistas. Título VII: Acción deportiva», Renovación, 4.ª época, núm. 41, 9 de abril de 1932, p. 4 y núm. 46, 14 de mayo de 1932, p. 3. 22. La imagen puede verse en Renovación, 4.ª época, núm. 43, 23 de abril de 1932, p. 4.

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Pero será a lo largo del año 1933 cuando diversos miembros de las Juventudes retomen el tema de la orientación que debía seguir el deporte obrero en España, apreciándose un cambio de planteamientos muy significativo. Ferrándiz Alborg, en el primero de los artículos aparecidos, se apoyaba en una frase de Lenin para señalar que la organización juvenil debía poseer una teoría revolucionaria para poder desarrollar una acción revolucionaria, y pasar por el tamiz de la crítica marxista todos los acontecimientos de la vida y «las añagazas» del sistema capitalista. Un sistema que utilizaba en beneficio propio los resortes del arte, las actividades recreativas y el deporte, siguiendo un plan para desmoralizar a las masas. Por eso era necesario advertir –y poner freno a sus efectos– los graves peligros que comportaba el control y la manipulación por el capitalismo del cine y el deporte, las dos actividades de ocio más importantes del momento. A través del deporte, la burguesía alienaba a los trabajadores, apartándoles de su verdadera misión política y social. Era vergonzoso, según él, el espectáculo de las grandes ciudades donde miles y miles de personas, jóvenes y adultas, se dejaban arrastrar para presenciar partidos de fútbol o combates de boxeo. La práctica del deporte no era mala en sí misma; lo que la adulteraba era su instrumentalización por parte de unos determinados grupos sociales y su conversión en una actividad mercantilizada fomentada conscientemente «con el deliberado interés de que el joven proletario deje pisoteada en el estadio la poca energía que le deja el taller». El deporte obrero debía ser otra cosa muy diferente y cuando las Juventudes Socialistas, por su escaso número, no pudieran formar cuadros deportivos que permitieran «escapar al control del deporte burgués» había que buscar su equivalente en las excursiones, saturándose de naturaleza en el campo y en la montaña. De esa forma el espíritu y el cuerpo se hallarían «tensos y propicios a la lucha en las futuras jornadas revolucionarias de edificación socialista»23. Algún tiempo después, era Eduardo Felipe quien volvía a tratar del deporte desde la perspectiva del combate contra el alcoholismo, una de las más viejas y graves lacras que azotaban a las clases populares. En su opinión –lo que, en realidad, era una consideración compartida desde antiguo por muchos socialistas–, para combatirlo no había nada mejor que practicar los deportes. El objetivo de regenerar las fuerzas físicas y cuidar de la salud de los trabajadores, siempre presente entre los fines del deporte socialista, constituía el núcleo de su reflexión. Un objetivo que sólo podría alcanzarse mediante una acción combinada que conjugara medidas higiénicas, sanitarias, sociales, políticas… y deportivas. Entre estas últimas estaba la constitución por parte de las Juventudes Socialistas de grupos que, junto a la difusión de la cultura, impulsaran la educación física, fomentando, sobre todo, el alpinismo y el contacto con la Naturaleza24. Muy interesante resultó la serie de artículos que entre octubre y noviembre publicó en el órgano juvenil Ángel de la Fuente, quien, combinando su afición a los deportes con su condición de estudiante en la Universidad Central

23. FERRÁNDIZ ALBORG, F.: «Juventud, cine y deportes», Renovación, 4.ª época, núm. 85, 25 de marzo de 1933, p. 4. 24. FELIPE, Eduardo: «Alcohol y deporte», Renovación, 4.ª época, núm. 99, 8 de julio de 1933, p. 3.

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de Madrid25, había redactado unos meses antes un trabajo sobre el deporte universitario en España que promovía el departamento del mismo nombre de la Unión Federal de Estudiantes Hispanos (UFEH), bajo la dirección de Julio Montes, y la posibilidad cierta de que una delegación del mismo participara en los V Juegos Universitarios Internacionales que, organizados por la Confederación Internacional de Estudiantes, se iban a celebrar en Turín, del 1 al 10 de septiembre de 1933. La participación española, además, era doblemente importante porque de ella y de la finalización del estadio de la Ciudad Universitaria, dependía que nuestro país fuera la sede de la siguiente «Olimpiada universitaria». El desarrollo del deporte entre el elemento estudiantil tenía para de la Fuente otra dimensión esencial: la de constituir unas «Misiones deportivas» que, completando la labor de las misiones pedagógicas, enseñara las reglas de los deportes y extendiera la afición deportiva y su práctica en los núcleos rurales26. Y aunque El Socialista había venido informando a sus lectores –y seguiría haciéndolo– de las actividades deportivas desarrolladas por las secciones de la Federación Universitaria Española (FUE), creemos que el artículo de la Fuente era el primero que un militante socialista dedicaba, de una forma detallada, al deporte universitario en España. La serie a la que antes nos referíamos la conformaron cuatro artículos bajo el título de «El deporte proletario». Dos eran los ejes principales que centraban sus reflexiones. Por un lado, el deporte obrero y los principios que lo definían, rechazando su profesionalización y que, siendo como era una «necesidad social», su práctica pudiera suponer una carga económica para los trabajadores. En lógica consecuencia, se mostraba contrario a las especializaciones deportivas y al objetivo –propio del deporte burgués– de conseguir récords individuales. Para el deportista proletario «lo interesante no es encontrar un hombre fenómeno, un atleta que sea capaz de asombrar al mundo con una marca prodigiosa, sino tener una gran cantidad de ellos que sean capaces de realizar un cuadro de marcas mínimas de todos los deportes que el médico-fisiólogo le haya autorizado a practicar». En segundo lugar, la necesidad de la intervención del Estado para subvenir a su sostenimiento «hasta tanto que la transformación del régimen capitalista en Estado socialista haga extensivo para todos lo que hasta ahora viene siendo un privilegio de las clases adineradas». Era también obligación de los poderes públicos velar por la educación y la cultura física de los ciudadanos desde la niñez, declarando obligatoria su enseñanza en las escuelas, creando campos de juego y fundando centros donde poder formar profesores y técnicos especialistas en esa materia. Junto a ellos debería existir un cuerpo de médicos del deporte que garantizasen mediante los reconocimientos oportunos, antes y después del ejercicio, la adecuada preparación física y las condiciones de su práctica, evitando posibles deformaciones y lesiones 25. Ángel de la Fuente fue profesor de Derecho penal en la Universidad de Madrid y ejerció como abogado. Se afilió a las Juventudes Socialistas en 1932 y más tarde al Sindicato de Abogados que, adscrito a la UGT, se creó al poco de proclamarse la República. Fue también miembro de la Agrupación Socialista madrileña y asesor jurídico de la FJSE. En la guerra civil ejerció como fiscal en distintos tribunales y audiencias. A su término, se exilió en México. 26. DE LA FUENTE, A.: «Los V Juegos Universitarios Internacionales», El Socialista, núm. 7.627, 16 de julio de 1933, p. 5.

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de los deportistas. Reflexionaba también sobre el deporte femenino, señalando que, exceptuando un pequeño grupo de muchachas de la clase burguesa, que practicaba el deporte a veces por seguir el mandato de la moda, podía afirmarse que «el deporte femenino no existe en España». En su opinión, todo estaba por hacerse dada la incuria y el abandono en que se hallaba, por dejación del Estado, la educación física en nuestro país. Para tratar de cambiar esa situación, de la Fuente consideraba que era necesario iniciar una campaña social en pro de la cultura física, semejante a la que se había hecho para combatir el analfabetismo, y dotar a los grupos escolares de, al menos, un profesor de educación física y de un médico especializado en deportes. Paralelamente a esa tarea, las autoridades, tanto estatales como municipales, tendrían que favorecer e impulsar la construcción de infraestructuras deportivas públicas que, como ya ocurría en casi todos los países europeos, supondrían «el primer paso, y el más esencial, de un verdadero deporte proletario»27. Finalmente, un hecho nuevo y muy significativo del cambio de posición teórica y estratégica que las Juventudes Socialistas estaban experimentando desde 1933, era que de la Fuente presentaba a la Unión Soviética como ejemplo de un modelo deportivo al que parecía aspirar ahora la organización juvenil y que había encontrado en ese país, según él, una plena realización28. Sus artículos, en efecto, habían sido escritos en un momento en que la FJSE estaba inmersa en un proceso de radicalización e inclinación hacia posturas revolucionarias e insurreccionales29. Este proceso avanzaría en los meses siguientes, afectando también, como es bien conocido, a la mayoría del socialismo español. En ese contexto tendría lugar, en abril de 1934, el V Congreso de las Juventudes Socialistas, donde la militancia se había duplicado respecto a la asamblea anterior30. El Congreso confirmaría el giro izquierdista de la organización, al tiempo que rechazaba la gestión de su Comisión Ejecutiva, lo que supuso la dimisión de José Castro y Mariano Rojo y el nombramiento de una nueva dirección con Santiago Carrillo, Carlos Hernández Zancajo y José Laín a su frente31. No hubo una ponencia de deportes, ni se discutió sobre este asunto, lo que probablemente se explica mejor teniendo en cuenta la carga política e ideológica de los temas que

27. Una campaña más firme de denuncia por la negligencia del Estado en materia de deportes y de exigencia de una actuación más decidida por parte del mismo se llevará a cabo tras las elecciones de febrero de 1936 y la consiguiente victoria del Frente Popular. Como veremos en un apartado posterior, tanto los grupos deportivos socialistas como, sobre todo, la FCDO promovieron y capitalizaron esa campaña-movilización que perduraría en el tiempo hasta el inicio de la guerra civil. 28. Los artículos pueden verse en la página 2 de los números 113, 114, 115 y 116 de Renovación, correspondientes a los días 14, 21 y 28 de octubre, y 4 de noviembre de 1933. 29. El último artículo de la serie apareció en un número de Renovación cuyo encabezamiento, rotulado con grandes letras y tinta más fuerte, rezaba: «¡Marchemos hacia la Revolución!». Iba acompañado por una imagen con el lema «El socialismo es el grito de la revolución». Uno de los editoriales de la primera página llevaba por título «A por la República Socialista» y finalizaba con la siguiente consigna: «ha llegado el momento de ir a por el Socialismo». 30. La Memoria del Congreso cifraba en 21.000 el número de afiliados. 31. Santiago Carrillo, nombrado secretario de la FJSE, pasó a ser el director de Renovación. Entre los redactores del periódico figuraban Serrano Poncela, Ángel de la Fuente, Federico Melchor e Isidro R. Mendieta.

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centraron los dictámenes y los debates consiguientes, si bien los Estatutos no se modificarían, permaneciendo invariable, por tanto, su Título VII. La bolchevización de las Juventudes tuvo, entre otras consecuencias, convertir a la URSS en el único modelo político y a la revolución rusa en espejo, norte y faro de la estrategia de conquista del poder32. Pero, como ya comentamos al analizar los artículos de la Fuente, la Unión Soviética se convirtió también en el único espejo deportivo. Para la organización juvenil y también para el sector más radicalizado del socialismo, la ISOS y sus federaciones dejaron de ser la referencia en materia de deportes. Los planteamientos, las instituciones y los logros deportivos soviéticos eran los que marcaban el camino a seguir. Este hecho contribuye a explicar, como veremos más adelante, que la FCDO se afiliara a la Internacional Deportiva Roja y que tal decisión no encontrara resistencia ni rechazo, antes al contrario, en un sector mayoritario de las Juventudes Socialistas. A lo largo de 1934, las páginas de Renovación incluirán diversos editoriales, trabajos y fotografías ensalzando los progresos del deporte y de la cultura física rusos. Se valoraba muy positivamente la labor del Instituto de Cultura Física en pro de la educación física y el «adiestramiento de las masas en los deportes», lo que venía a poner en evidencia su superioridad sobre las organizaciones deportivas de los países capitalistas. Se resaltaba también los enormes avances en materia de deporte femenino, siendo el Estado socialista el único donde la mujer «al lograr su completa emancipación, ha comprendido los indudables beneficios que reportan la cultura física y el deporte»33. Una prueba de las conquistas en el terreno deportivo era, según el rotativo, que algunas modalidades que, como el tenis, habían sido practicadas solo por minorías –un «privilegio de la clase capitalista»– habían pasado a ser juegos de masas34.

32. En el folleto Octubre Segunda Etapa, redactado por Hernández Zancajo, presidente de la FJSE y publicado por Renovación en 1935, se hacía un análisis político de los acontecimientos vividos en España desde la revolución de 1934. Entre las conclusiones figuraban la de luchar por la bolchevización del PSOE, expulsar al reformismo y eliminar al centrismo de los puestos de dirección, abandonar la Segunda Internacional y reconstruir el movimiento obrero internacional sobre la base de la Revolución rusa. 33. Vid. «Deporte proletario», Renovación, 4.ª época, núm. 126, 20 de enero de 1934, p. 2. Junto al editorial aparecía una fotografía que mostraba un desfile de atletas rusas por la Plaza Roja. 34. Vid. «Deporte proletario», Renovación, 4.ª época, núm. 128, 3 de febrero de 1934, p. 2. En esta ocasión, el artículo se acompañaba de una fotografía de un desfile de atletas soviéticos uniformados con pantalón y camisa blancos, y sobre esta la estrella de cinco puntas.

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Fig. 32. La URSS como guía y ejemplo del deporte proletario (Renovación, núm. 126, 20 de enero de 1934, p. 2).

Como también lo eran, aunque en ello no advirtieran una contradicción flagrante con los postulados originales defendidos por la ISR, los magníficos resultados obtenidos por los equipos y tenistas rusos, lo que podía hacerse extensible a todos los demás deportes, en competiciones internacionales35. Todo ello era

35. La política deportiva de la URSS, especialmente tras la implantación por Stalin de la teoría del socialismo en un solo país, no siempre se adecuó, por sorprendente que parezca a primera vista, a las orientaciones y objetivos de la ISR. La explicación se encuentra, en parte, en la política internacional soviética, una política que al tratar de garantizar la seguridad territorial del país exigía una apertura de relaciones con países capitalistas. En este nuevo contexto, el deporte, como expone Gounot, comenzó a ser visto como un instrumento diplomático que requería la participación de equipos rusos en competiciones organizadas en el exterior. Estos torneos podían ser aprovechados, además, para mostrar, en sintonía con su espectacular desarrollo económico, los progresos del deporte en la URSS y su superioridad sobre el de las naciones capitalistas. De esta manera y contraviniendo la filosofía deportiva de la ISR, se favoreció el deporte de alta competición con el objetivo de mejorar las marcas de los deportistas burgueses. La Internacional, sobre todo como consecuencia del giro táctico que supuso la nueva política de frentes populares, acabaría aceptando el «nacionalismo deportivo» de

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resultado de una rigurosa planificación en el campo de la cultura física que solamente en las condiciones de la dictadura del proletariado era posible llevar a cabo. La revolución de octubre había sido, en ese sentido, «un formidable estimulante para el desarrollo físico de los trabajadores». Al tiempo que se suprimían las viejas organizaciones deportivas «contrarrevolucionarias» y se socializaban todos los clubes deportivos y gimnásticos, se procedió a la creación de nuevas instituciones como el Departamento de enseñanza militar general, enseñanza del deporte y preparación premilitar (Vsevobuc) en el periodo de la guerra civil, la Federación de Juventudes Comunistas (Komsomol), el ya mencionado Instituto de Cultura Física, los Consejos de cultura física o el programa, que incluía a ciudadanos de entre 6 y 60 años, de preparación física en las organizaciones educativas, profesionales y deportivas de la URSS36. Se trazó también un plan de construcción de infraestructuras públicas que posibilitaran el acceso de las masas a la práctica de los deportes y se procedió a formar profesores, técnicos y especialistas deportivos con la finalidad de que siguiera un plan científico, armonioso y saludable37. Un último aspecto que destacaba el órgano de las Juventudes y que debía interpretarse a la luz y en el contexto del enfrentamiento al fascismo internacional, era la diferencia que existía en la concepción del deporte entre Alemania e Italia, por un lado y la URSS, por otro. Cayendo de nuevo en una contradicción –o paradoja, si se quiere– en relación con la postura que había mantenido y seguiría manteniendo la ISR hasta la asunción de la estrategia de frentes populares, y que consideraba el deporte como un arma revolucionaria –y, por tanto, de combate– y al deportista como un soldado de la revolución, acusaba a los primeros países de militarizar el deporte, poniéndolo al servicio de la guerra y de sus intereses de expansión y conquista. En la URSS, en cambio, el deporte era un vehículo de paz dado que los jóvenes rusos –como la población en general– no sentían ni tenían «que lanzarse a la aventura de conquistar otros países»38. Se ponía así sordina o se silenciaba, el carácter paramilitar, de preparación de los obreros para las luchas revolucionarias, que para la Internacional Deportiva Roja tenía el deporte. Y se olvidaba que ese mismo carácter, aunque con una orientación defensiva, había definido el deporte en la URSS durante el

la URSS y justificándolo por la superioridad del deporte en la patria del proletariado. Desaparecieron las críticas hacia el deporte de alto rendimiento y se estableció un nuevo discurso que concebía el deporte de elite y el de masas como dos objetivos complementarios. Al mismo tiempo, el fomento de las elites deportivas nacionales se empezó a considerar como algo lógico y natural. Vid. GOUNOT, André: «Entre exigencies révolutionnaires et necessities diplomatiques: Les rapports du sport soviétique avec le sport ouvrier et le sport bourgeois en Europe, 1920-1937», en ARNAUD, Pierre et RIORDAN, James (dirs.): Sport et relations internacionales (1900-1941), Paris, L’Harmattan, 1998, pp. 241-276; del mismo autor: «De l’hygiène du corps à l’obsession des records. Les mutations politiques et idéologiques de la fizkul’tura en Russie, 1921-1937», Sciences sociales et Sport, núm. 6, 2013, pp. 9-34. 36. Este programa, aprobado en 1931, se conoció con el nombre de Preparación para el Trabajo y Defensa de la URSS (PTD). La superación de las pruebas deportivas, que fueron variando con el paso del tiempo, se premiaba con insignias especiales. 37. Vid. «La cultura física durante la época del comunismo de guerra en la URSS», Renovación, 4.ª época, núm. 129, 10 de febrero de 1934, p. 3. 38. Vid. «El deporte y la Guerra», Renovación, 4.ª época, núm. 131, 24 de febrero de 1934, p. 2.

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periodo de la guerra civil y también posteriormente, como parte de su estrategia de defensa contra posibles agresiones de otros países39. El deporte soviético seguiría siendo para las Juventudes Socialistas el modelo a imitar hasta el final del periodo republicano y durante la guerra civil. Sin embargo, desde que en el otoño de 1934 se puso en práctica la táctica de frentes populares impulsada por la Komintern y sobre todo a partir del año siguiente, cuando la influencia del estalinismo en la dirección de la FJSE se hubo consolidado, el discurso del deporte popular y del frente único deportivo, que debía agrupar a las organizaciones comunistas, socialistas y burguesas en defensa de aquel, se sobrepuso al que enfatizaba el deporte en la URSS como sinónimo y prototipo del deporte proletario. Este cambio de actitud, propiciado también, como es lógico, por la ISR, se vería reforzado con el inicio del proceso de unidad entre las Juventudes socialista y comunista y la consiguiente formación de comités de enlace en diversos puntos del país. El mejor ejemplo del nuevo y hegemónico protagonismo táctico que pasó a ocupar el concepto de deporte popular y, simultáneamente, del objetivo de crear un amplio frente popular del deporte en España lo constituirá, como tendremos oportunidad de analizar, la FCDO y su apoyo incondicional a la Olimpiada de Barcelona. 2. LA

RED DE GRUPOS DEPORTIVOS SOCIALISTAS

Durante el quinquenio republicano se produce un aumento muy significativo del grado de implantación de las organizaciones socialistas en toda España que irá acompañado de un incremento sustancial del número de centros obreros, casas del pueblo y círculos socialistas. Esta expansión tendrá su reflejo en el deporte, incrementándose de forma notable las agrupaciones deportivas. Y aunque puede observarse también en otras ciudades, será de nuevo Madrid donde se produzca de manera más notoria y visible. Este crecimiento tuvo lugar sobre todo en dos ámbitos complementarios: los sindicatos y los círculos socialistas. Estos últimos proliferarían en la capital del país, extendiéndose por barriadas y pueblos limítrofes. Por otro lado, las actividades deportivas se diversificaron, de manera que fueron muy pocos los deportes que no se cultivaron, aunque seguirían siendo los más populares, como veremos a continuación, los que gozaron de mayor afición. El fútbol y el excursionismo fueron los principales, contribuyendo el segundo a acercar la sierra de Guadarrama a un contingente más amplio de madrileños de ambos sexos. Un aspecto a destacar también, en consonancia con lo que se produjo a nivel de toda la sociedad, fue la incorporación de un mayor 39. El deporte como preparación militar formó parte igualmente de la Internacional Deportiva Socialista. El Congreso de Helsinki, celebrado en 1927, llamó a sus secciones nacionales a difundir las prácticas del llamado «deporte de defensa» a pesar de las divergencias de opinión que se manifestaron sobre el mismo y la posición contraria de algunas federaciones a cualquier tipo y forma de militarización del deporte obrero. Concursos de esa «modalidad» deportiva, como la marcha, el desfile o el tiro, figuraron en el programa de la Olimpiada obrera de Viena. Vid. GOUNOT, André: «Communisme “offensif” contre socialisme “défensif’? Le mouvement sportif ouvrier européen et la perspective de guerre civile, 1919-1934», Communisme. Revue d’études pluridisciplinaires, núms. 78-79, 2004, pp. 83-104.

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número de mujeres jóvenes a los grupos deportivos socialistas. Y aunque en relación con los hombres continuaran siendo una minoría, se podría afirmar que entre los militantes y en la prensa obrera se produjo una mayor sensibilización hacia el deporte femenino, tanto el general como el propio. Otro aspecto que no debe pasar inadvertido, aunque no era nuevo, es que el fomento del deporte se entendió inexorablemente unido a la cultura y al adoctrinamiento político. Para todos sus promotores, las actividades culturales –charlas, conferencias, lecturas, explicaciones, excursiones artísticas, etc.– debían complementar los ejercicios físicos. Del mismo modo, unas y otros eran un instrumento de proselitismo político al contribuir a captar y/o formar militantes «verdaderamente» socialistas. Un elemento que debemos consignar también es que la apertura hacia equipos deportivos populares que no tenían vinculación con ninguna organización política o sindical, algo que ya se había producido anteriormente, se incrementó en estos años. La FCDO y sus secciones regionales constituirán el mejor ejemplo, aunque no el único, de este aumento de relaciones entre el deporte obrero y el deporte popular. Finalmente, conviene advertir que la información que nos suministra el principal periódico obrero y el resto de la prensa socialista de Madrid en relación con los grupos deportivos de fuera de la capital continúa siendo muy escasa. Y aunque hemos localizado noticias sobre algunos de ellos, insuficientes casi siempre para poder llevar a cabo un mínimo estudio de sus trayectorias, no cabe descartar, como ya ocurriera para la segunda mitad de los años veinte, la existencia de otras sociedades deportivas. En el conjunto de las provincias vascas, tenemos constancia de dos asociaciones deportivas. El Grupo Alpino Meabe de Eibar, cuya misión era «la captación política de Vizcaya para el socialismo», organizaba excursiones al campo y a la montaña, compaginándolas con otras actividades de carácter formativo y cultural40. En la primavera de 1932, El Liberal, de Bilbao, en la sección «Los Socialistas», anunciaba la intención de la Juventud Socialista bilbaína de constituir un grupo alpino. En Junta General celebrada el 1 de junio, la organización juvenil aprobó la creación del Grupo Alpino Cultural «Carpetha», que, inmediatamente, a través de Renovación, su órgano de expresión, anunciaba su constitución y enviaba un saludo a todos los grupos alpinos socialistas de España.

40. Vid. DE PABLO, Santiago: Trabajo, diversión y vida cotidiana. El País Vasco en los años treinta, Vitoria, Papeles de Zabalanda, 1955, p. 133.

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Fig. 33. Constitución del Grupo Cultural Alpino «Carpetha», de Bilbao (Centro Documental de la Memoria Histórica).

La entidad debió actuar de forma bastante autónoma y con un criterio político amplio, permitiendo que en sus filas figurasen jóvenes obreros que no estaban afiliados a organizaciones socialistas. En opinión de sus responsables, no tenía sentido «ostentar la bandera de un color político en lugares donde, si se va, es por recuperar la salud perdida en los días de trabajo». Además, por querer a la montaña y valorar el grado de comprensión, compañerismo y fraternidad que se siente en ella, pretendían evitar que allí «repercutan luchas fraticidas por ideales políticos que debemos ceder a la ciudad». Estas actitudes provocaron la censura del Comité Ejecutivo de la Juventud Socialista, que a comienzos de noviembre manifestaba su intención de formar un nuevo grupo deportivo. Tal hecho motivó un escrito de los responsables del «Carpetha», mostrando su sorpresa y su contrariedad y donde explicaban y justificaban su forma de proceder. Al mismo tiempo, solicitaban que, en caso de crearse, el nuevo grupo fuese una ampliación del ya existente y aceptaban que no pudieran pertenecer a él personas que no estaban afiliadas a la organización juvenil socialista41. A comienzos de 1933 nacía en Guadalajara, con sede en la Casa del Pueblo y bajo la dirección de la Juventud Socialista alcarreña, la Agrupación Deportiva Obrera. Contó con sección de atletismo, para lo que habilitó un modesto gimnasio en el centro obrero y en la que destacó el corredor Juan Ramos, que llegó a ser campeón de España de campo a través en varias ocasiones. Dispuso

41. Carta del Grupo Alpino Cultural «Carpetha» al Comité de la Juventud Socialista, Bilbao, 7 de noviembre de 1932. La misiva llevaba la firma de 17 personas, figurando entre ellas la de una mujer.

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también de un grupo ciclista, perteneciendo las bicicletas a la entidad y cuyos componentes habrían en formación las manifestaciones del 1.º de mayo. La más importante fue la sección de fútbol, formando un equipo que llegó a convertirse en referente de la ciudad y que celebraba partidos con formaciones de Guadalajara y de Madrid. En ello influyó mucho el que, gracias a la aportación de capital de un buen puñado de trabajadores, pudiera disponer de un campo propio en el paraje conocido como La Fuente de la Niña, atrayendo incluso a importantes clubes no federados de la capital de España42. En el verano de 1933 la entidad comenzó a publicar un semanario deportivo titulado Zancadilla, aunque desconocemos cuantos números llegaron a publicarse. Según Calero Delso, salía los sábados y solo ha llegado hasta nosotros el número 6, correspondiente al 12 de agosto, por lo que cabe suponer que su aparición tuviera lugar el 8 de julio. Contaba con cuatro páginas –la última reservada a publicidad– a tres columnas y estaba ilustrado con alguna fotografía. Tenía una sección de noticias breves titulada «Ráfagas» y la mayoría de sus artículos y crónicas iban sin firma. Su administración y redacción se encontraban ubicadas en el número 10 de la calle Cuesta de Calderón43. En el verano de 1934 estaba constituido en Valladolid, con sede en la Casa del Pueblo, un Grupo Deportivo Socialista. Por desgracia, no hemos podido localizar referencias sobre el mismo con excepción de una escueta nota aparecida en el principal periódico socialista y que iba acompañada de una fotografía de una de sus secciones, constituida por jóvenes de ambos sexos y cuya indumentaria nos hace pensar que se trataba de un grupo de excursionistas «que se dedicaban los domingos a fortalecer su organismo y compensarle, mediante la cultura física, de los estragos de la explotación capitalista». La nota señalaba la animadversión hacia ellos de la prensa local de derechas y cómo, siguiendo las indicaciones de las autoridades, estaban siendo estrechamente vigilados por la fuerza pública44.

42. Vid, «La Unión Deportiva Girod, a Guadalajara», El Socialista, núm. 7.531, 26 de marzo de 1933, p. 5 y «Deportes. Los equipos modestos de fútbol», El Socialista, núm. 7.983, 5 de septiembre de 1934, p. 5. 43. CALERO DELSO, Juan Pablo: Enciclopedia de Guadalajara. Consultado en enfada.es/wiki/ Zancadilla:_semanario_deportivo 44. Vid. «El Grupo Deportivo Socialista de Valladolid», El Socialista, núm. 7.979, 31 de agosto de 1934, p. 1.

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Fig. 34. Fotografía de uno de los actos del Grupo Deportivo Socialista de Valladolid (El Socialista, núm. 7.979, 31 de agosto de 1934, p. 1).

Aunque en Madrid los grupos deportivos estuvieron ligados a sociedades obreras y círculos socialistas, hubo algunas instituciones de carácter educativo que formaron los suyos propios. Es lo que hizo la Escuela Obrera Socialista (EOS), una iniciativa de la Agrupación socialista, la FJSE y la Juventud Socialista madrileña, presidida por Enrique Santiago y que tenía por objeto «proporcionar a los militantes aquellos conocimientos reputados indispensables para desempeñar con la debida competencia los cargos de responsabilidad en las organizaciones obreras»45. A finales de enero de 1929 inauguraba sus clases en la Casa 45.

Escuela Obrera Socialista: Reglamento, Madrid, Gráfica Socialista, 1929, p. 1.

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del Pueblo, impartiendo diversas asignaturas que eran completadas con conferencias, viajes de estudio y visitas culturales46. Durante los años de la República aumentó su oferta educativa y la extendió a algunas barriadas de la ciudad, llegando a contar con 250 alumnos matriculados. Desde la primavera de 1931 había venido organizando excursiones a distintos parajes de la sierra de Guadarrama, como La Pedriza, el valle de Lozoya o el monasterio de El Paular. Acompañados por algún profesor de la entidad, podían inscribirse tanto los estudiantes como sus familiares47. Consecuencia de esta actividad, fue la creación en la primavera o el verano de 1932 del Grupo de Alumnos Excursionistas, que incrementó las salidas, pudiendo aprovecharlas tanto sus afiliados, que pagaban una cantidad inferior por el billete del transporte, como los que no lo eran. Algunas de estas excursiones se realizaron a la Casa de Campo, donde se celebraban partidos de fútbol, ejercicios de natación, saltos de combas e incluso partidos de tenis48. En julio de 1933, en el curso de una Junta general se eligió un Comité directivo cuyo presidente era Fernández de Ávila49. Seis meses después, una nueva junta renovó por completo su órgano directivo, que pasó a estar presidido a partir de entonces por Ángel Sanjuán y con una mujer, Carmen Herrero, en el cargo de secretaria-tesorera50. Pero en enero de 1935 la entidad dejó de funcionar en la práctica. Seguramente, el cierre de la Casa del Pueblo y las duras condiciones que tuvieron que soportar un buen número de sociedades obreras, entre las que se encontraría la EOS, tras la revolución de octubre están detrás de este hecho. Además, algunos de sus miembros sufrieron encarcelamiento por los sucesos revolucionarios. Todo ello condujo a que en una reunión celebrada a principios del mes de noviembre, se acordarse disolver el Grupo, entendiendo que no eran aquellos «los momentos más adecuados para seguir funcionando»51. Aunque la Escuela continuó existiendo hasta el comienzo de la guerra civil, no tenemos ningún dato que nos permita afirmar que su grupo deportivo volviera a reorganizarse. La combinación de deporte y adoctrinamiento se dio también en la Escuela Socialista de Verano que la Juventud Socialista de Madrid inauguraba en 1932 y que tendría una segunda edición entre el 30 de julio y el 13 de agosto del año siguiente. Los adolescentes que acudieron a las campas de El Pardo, entre 70 y 80, simultaneaban las clases teóricas con ejercicios físicos y actividades deportivas al

46. Sobre esta institución puede verse LUIS MARTÍN, Francisco de: La cultura socialista en España…, Opus. cit., pp. 150-159. 47. Vid., entre otros, «Escuela Obrera Socialista», El Socialista, núm. 6.939, 7 de mayo de 1931, p. 3 y «Escuela Obrera. Excursión a La Pedriza», El Socialista, núm. 6.964, 5 de junio de 1931, p. 4. 48. Vid., por ejemplo, «Escuela Obrera Socialista. Excursión a Toledo», El Socialista, núm. 7.425, 23 de noviembre de 1932, p. 5; «Excursión a Villaviciosa de Odón», El Socialista, núm. 7.582, 25 de mayo de 1933, p. 5; «Excusión al Alto del León», El Socialista, núm. 7.610, 27 de junio de 1933, p. 5 y «Escuela Obrera Socialista», El Socialista, núm. 7.619, 7 de julio de 1933, p. 5. 49. Los otros integrantes eran Luis Fernández Magán, como secretario-tesorero; Benito Alcolea, como contador y Bonifacio Álvarez y Joaquín Pérez, en el cargo de vocales. 50. Sebastián Puente fue nombrado contador y Ángel Gallegos y José Martín serían designados vocales. 51. Grupo Excursionistas de Alumnos de la Escuela Obrera Socialista: Carta al compañero Luis Fernández Magán, Madrid, 9 de noviembre de 1935.

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aire libre, como partidos de fútbol o de tenis52. Hasta allí se acercaron los miembros de Salud y Cultura para confraternizar con los alumnos de la Escuela y es muy probable que también lo hicieran los del Grupo Ciclista de Propaganda, que continuó uniendo la práctica del ciclismo con las tareas de proselitismo por los alrededores de Madrid53. En la Casa del Pueblo madrileña tuvieron su sede dos sociedades de las que apenas tenemos noticias y cuya vida pareció reducirse a un corto periodo de tiempo. La primera fue el Grupo Deportivo Socialista que la Juventud Socialista había creado en el verano de 1933 y cuyo presidente fue Felipe García Álvaro54. La información recogida, sin que nos permita averiguar cosa alguna sobre sus actividades, se concentra en julio de ese año, desapareciendo posteriormente todo rastro del mismo55.

Fig. 35. Noticia sobre el Grupo Deportivo Socialista (El Socialista, núm. 7.619, 7 de julio de 1933, p. 3).

52. Vid. «La Escuela Socialista de Verano», Renovación, 4.ª época, núm. 60, 27 de agosto de 1932, p. 1 y núm. 73, 31 de diciembre de 1932, p. 4. 53. Sobre la actividad de este Grupo, puede verse «Los deportes. Grupo Ciclista de Propaganda», El Socialista, núm. 6.885, 5 de agosto de 1931, p. 5. 54. Felipe García se trasladó a Madrid –había nacido en La Granja– muy joven, donde comenzó a trabajar como repartidor de pan a domicilio, ingresando en la sociedad de su oficio y en las Juventudes Socialistas. Tras la escisión comunista de 1921 participó en la reconstrucción de la FNJSE, siendo elegido vicepresidente del Comité Nacional en el I Congreso, cargo que desempeñó hasta abril de 1934. Como representante de ésta participó en el XII Congreso del PSOE (1928) y en el Congreso Extraordinario de 1931. Fue presidente de la Sección de Pan de Viena y de la de Repartidores; secretario del Grupo Sindical de Artes Blancas y de la Unión de Grupos Sindicales Socialistas de Madrid, y presidente de la Federación Nacional de Artes Blancas de la UGT. Asistió al XVII Congreso de la UGT en 1932, donde formó parte de la ponencia «Educación general y educación del militante». A principios de 1936 el Sindicato de Artes Blancas le designó su representante en el Consorcio de la Panadería de Madrid y durante la guerra civil fue gerente del mismo y director de la Industria Panadera y Molinera en la zona centro. A finales de marzo de 1939 partió del puerto de Alicante rumbo a Orán (Argelia). En noviembre de 1941 llegó a México, donde trabajó en la industria panadera. Alineado en el sector negrinista del PSOE, fue expulsado del Partido en 1946, al no incorporarse a la Agrupación Socialista Española de México, creada por mandato de la Comisión Ejecutiva del PSOE del interior para unificar los distintos grupos socialistas que existían en esos momentos en aquel país. Falleció en México D.F. en noviembre de 1954. Fue readmitido honoríficamente en el PSOE, a título póstumo, por su XXXVII Congreso, celebrado en julio de 2008, a propuesta de la Federación de Canarias, que solicitó la rehabilitación de Juan Negrín y de todos los expulsados en 1946. 55. Vid. «Grupo Deportivo Socialista», El Socialista, núm. 7.619, 7 de julio de 1933, p. 3; «Grupo Deportivo Socialista», El Socialista, núm. 7.628, 16 de julio de 1933, p. 5 y «Grupo Deportivo Socialista», El Socialista, núm. 7.638, 30 de julio de 1933, p. 5.

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La segunda fue el Grupo Excursionista Koloman Wallisch56 , constituida en la primavera de 1934 y que muy pronto rebasó el centenar de inscritos. José Pardo57 y Julián Lara58 eran los encargados de gestionar las inscripciones, que se realizaban en el café del centro obrero. Durante la primavera y el verano de ese año organizó diversas excursiones a la Sierra de Guadarrama y a lugares próximos a Madrid, como La Granja o Segovia59. Pero a partir de esas fechas, el rotativo socialista no volvería a dar noticias sobre esta entidad. Solo cabe apuntar como hipótesis que los sucesos de octubre de ese año hubieran podido acarrear la desaparición de la misma. A lo largo de los años republicanos, como consecuencia del crecimiento del PSOE y extenderse por toda la ciudad y la provincia de Madrid, se multiplicaron los Círculos Socialistas de barriada, apareciendo también en numerosas localidades cercanas a la capital. En una buena parte de los mismos surgieron asociaciones deportivas impulsadas casi siempre por las respectivas juventudes socialistas. Es lo que ocurrió en Carabanchel Bajo, donde ya en marzo de 1931 se había constituido el Grupo Deportivo «Libertad». Domiciliado en la sede del Centro obrero, sito en el número 51 de la calle Manuel Cano, su principal impulsor fue el joven obrero Luis Rodríguez60. En el verano de 1934, este Círculo había formado un Grupo Cultural Excursionista que alternaba las marchas con veladas artísticas, charlas y otras actividades culturales. El Círculo del Puente de Toledo contaba también con un Grupo Excursionista que organizaba salidas al campo y a la Sierra de Guadarrama para todos sus afiliados, desde los más pequeños hasta los adultos61. Por su parte, el Círculo del Sur constituyó en el verano de 56. Wallisch fue secretario general del Partido Socialdemócrata de Austria y diputado en el Parlamento austriaco desde 1930 hasta su muerte, acaecida en febrero de 1934 como consecuencia de los enfrentamientos violentos –la historiografía ha pasado a denominarlos «Guerra civil» o «Levantamiento de febrero»– que tuvieron lugar aquel mes entre las fuerzas obreras y los grupos conservadores y fascistas que apoyaban la deriva autoritaria del canciller Dollfuss. Apresado por las autoridades, fue ejecutado, tras un juicio sin garantías, en la ciudad de Loeben. Tras estos sucesos, el gobierno declaró fuera de la ley al Partido Socialista y a todas sus organizaciones, sellando la abolición de la democracia. 57. José Pardo Ramírez era panadero e ingresó en la sociedad de su oficio de la UGT en 1919. Miembro de las Juventudes Socialistas desde 1920, perteneció a la Junta Directiva del Sindicato de Artes Blancas de Madrid entre 1931 y 1933. Estuvo afiliado a la Agrupación Socialista madrileña y fue secretario de la Mutualidad Obrera de 1934 a 1937. Durante la guerra civil fue capitán de Carabineros. A su finalización, se exilió en la República Dominicana, desde donde se trasladaría a México a comienzos de los años cincuenta. 58. Julián Lara Cavero era tipógrafo y miembro de la Asociación General del Arte de Imprimir desde septiembre de 1925. Poco después ingresaba en la Juventud Socialista de Madrid, donde ocupó el cargo de tesorero, y más tarde en la Agrupación Socialista de la capital. En la guerra tuvo diversas responsabilidades, siendo nombrado jefe de Estado Mayor del X Cuerpo de ejército. Se exilió en México, donde participó en la constitución del Círculo Pablo Iglesias y estableció, junto a otros compañeros, una cooperativa de artes gráficas que posteriormente culminó en la creación del Fondo de Cultura Económica. En 1968 se trasladó a Francia, ingresando en las secciones de la UGT y del PSOE de Toulouse y estableciendo contacto con las organizaciones socialistas clandestinas del interior de España. En 1975 regresó a nuestro país, donde falleció en febrero de 1995. 59. Referencias a este Grupo pueden verse en los números 7.883, 7.900 y 7.925 de El Socialista, correspondientes a los días 11 y 31 de mayo, y 29 de junio de 1934, respectivamente. 60. Vid. «Grupo Deportivo Obrero “Libertad”», El Socialista, núm. 6.899, 20 de marzo de 1931, p. 3. 61. Vid. «Grupo Excursionista del Círculo Socialista del Puente de Toledo», El Socialista, núm. 7.931, 6 de julio de 1934, p. 5.

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1934 el Grupo Juvenil Deportivo62. Por las mismas fechas, el del barrio de Bilbao contaba con un Grupo Cultural Deportivo que, entre otras iniciativas, efectuaba excursiones a la Casa de Campo los domingos. Agrupación Cultura y Deporte era el nombre que los afiliados al Círculo del Hospital-Inclusa dieron a la sociedad que hasta el inicio de la guerra civil se encargó de promover eventos deportivos y actos de naturaleza cultural63. En el de Latina-Inclusa, que ya disponía de una entidad de niños excursionistas, se creó un Grupo Deportivo en el verano de 1936, cuya actividad quedó enseguida interrumpida por el comienzo de la guerra civil64. El Círculo Socialista de Cuatro Caminos, situado en el número 32 de la calle Goiri, tenía constituido el Grupo Deportivo «Tomás Meabe». Como ocurrió con otras sociedades deportivas, se ocupó fundamentalmente de organizar marchas y excursiones, en su caso con destino a parajes de la cercana sierra de Guadarrama65. El de Chamartín creó la sociedad Cultura y Fraternidad, encargada de preparar excursiones a una zona de pinares próxima a la localidad66. Otro club deportivo, que contaba, además, con campo de juego propio, existió en Pinto. En el verano de 1936 se dirigió al resto de equipos obreros de Madrid para disputar partidos amistosos de fútbol67. En junio de 1933 se fundaba en el Círculo Socialista del Este el Grupo Deportivo y Cultural. Tras superar la crisis provocada por los sucesos de octubre de 1934, en junio de 1936 inauguraba su bandera con una excursión extraordinaria a la sierra68. Aunque desconocemos su nombre, el Círculo del Pacífico contó también con una agrupación deportiva que en julio de 1936 organizó un festival deportivo para recaudar fondos y propagar la Olimpiada Popular de Barcelona. En él se disputó un partido de fútbol entre dos selecciones de la FCDO, carreras masculinas y una femenina de relevos que sería ganada por el equipo de Salud y Cultura69. A comienzos de 1931, formada por jóvenes socialistas, se hallaba constituida en el Círculo de Pueblo Nuevo-Ventas, sito en el número 1 de la calle Vallejo, la Agrupación Deportiva Obrera «Fraternidad», contando desde el primer momento con dos equipos de fútbol –el principal y el reserva–, que adoptaron el nombre de Club Victoria y que disputaron partidos amistosos con otros clubes modestos de Madrid70. En febrero de ese año, una Junta general eligió nueva Directiva,

62. Vid. «El Círculo Socialista del Sur va a constituir su Grupo Deportivo», El Socialista, núm. 7.957, 5 de agosto de 1934, p. 5. 63. Vid. «Agrupación Cultura y Deporte», El Socialista, núm. 8.131, 9 de mayo de 1936, p. 5 y «Un festival. Cultura y Deporte», Claridad, núm. 29, 9 de mayo de 1936, p. 15. 64. Vid. «Círculo Socialista de Latina-Inclusa», El Socialista, núm. 8.161, 13 de junio de 1936, p. 5. 65. Vid. «Grupo Deportivo Excursionista Tomás Meabe», El Socialista, núm. 8.131, 9 de mayo de 1936, p. 5 y «Grupo Excursionista Tomás Meabe», El Socialista, núm. 8.166, 19 de junio de 1936, p. 5. 66. Vid. «Excursionismo. Cultura y Fraternidad de Chamartín», Claridad, núm. 41, 23 de mayo de 1936, p. 15. 67. «La Vida Deportiva», Claridad, núm. 69, 25 de junio de 1936, p. 15. 68. «Excursionismo. Grupo C. D. del Este», Claridad, núm. 71, 27 de junio de 1936, p. 11. 69. Vid. «Un gran festival en perspectiva», Claridad, núm. 71, 27 de junio de 1936, p. 11 y «El trofeo Claridad. El gran festival del C. S. del P.», Claridad, núm. 89, 18 de julio de 1936, p. 11. 70. Entre esos clubes estuvieron la Agrupación Deportiva Canillas, el Club Deportivo Bomba, el C. D. Moratalá y el C. D. Arenas. También jugaron partidos con equipos de sociedades socialistas como el del sindicato metalúrgico «El Baluarte».

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presidida por Luis Heras y con Faustino Heras71, su mayor animador, como secretario72, acordándose que fuera ella la encargada de aceptar los partidos y de la formación de los equipos. Al mismo tiempo, se aprobó enviar un saludo a todos los grupos deportivos socialistas73. En octubre de ese mismo año, coincidiendo con la renovación de su Junta directiva74, el Grupo se reorganizó y se hizo con un terreno de juego situado al final de la calle Pablo Iglesias de Pueblo Nuevo. De la información que hemos podido recoger se deduce que su actividad se limitó a la organización de encuentros de fútbol y de excursiones. La Juventud Socialista del Puente de Vallecas creó un Grupo Excursionista que se dedicaba a promover marchas y excursiones a la sierra y a los alrededores de Madrid. Algunas tuvieron un carácter artístico, contando como guía con el maestro de la escuela abierta en la Casa del Pueblo de esta barriada75. A finales de 1931, el grupo se disolvió, teniendo que esperar hasta el otoño de 1933 para que los jóvenes que formaban el Grupo Cultural Artístico Socialista del Círculo lograran organizar el Grupo Deportivo «Águilas Rojas», que contó con dos equipos de fútbol –el primero y el reserva– que disputaron partidos amistosos con otros clubes76. A partir de finales de aquel año no volvemos a encontrar más noticias de este grupo. En enero de 1931 se constituyó en el Círculo Socialista del Puente de Segovia, ubicado en el número 37 del Paseo de Extremadura (Puerta del Ángel), el Grupo Deportivo «Tomás Meabe», que, como otros muchos de esta naturaleza, contó con Reglamento propio, redactado por una comisión creada al efecto y posteriormente discutido y aprobado en una Junta general. El Grupo, que estaba formado por «el elemento joven» del Círculo y que se ocupaba también de fomentar la cultura y el arte77, formaba parte de un ambicioso proyecto de reorganización de este centro obrero cuya principal realización fue la apertura de una escuelas

71. Faustino Heras Jiménez fue panadero, miembro del Sindicato de Artes Blancas de la UGT y de la Juventud Socialista de Madrid. Desde abril de 1934 estuvo afiliado en la Agrupación Socialista de la ciudad. Durante la guerra, prestó diversos servicios militares. Al finalizar la misma fue detenido y encarcelado en diversas ocasiones. Con el restablecimiento de la democracia formó parte de la Agrupación Socialista de Ciudad Lineal (Madrid) hasta su fallecimiento en 1995. 72. En la Junta directiva figuraban también Tomás Caspe, como tesorero-cobrador; Pablo del Río y Leandro Larrondo, como vocales; y Francisco Hernán, José Almendro y Primitivo Fernández, que formaban la Comisión revisora de cuentas. 73. Vid. «Nueva Directiva de la Deportiva Obrera “Fraternidad”», El Socialista, núm. 6.872, 17 de febrero de 1931, p. 5. 74. Estaba compuesta del siguiente modo: Presidente, A. Juglar; secretario, A. Sanz; tesorerocontador, P. del Río; vocales: L. San Martín y A. Muñoz. Faustino Heras permaneció formando parte de ella aunque ahora como delegado por la Juventud Socialista. 75. Vid. «Excursión a El Escorial», El Socialista, núm. 7.014, 2 de agosto de 1931, p. 5. 76. Vid., entre otros, «Constitución de un Grupo deportivo», El Socialista, núm. 7.690, 28 de septiembre de 1933, p. 5 y «Deportes», El Socialista, núm. 7.710, 21 de octubre de 1933, p. 5. 77. En algunas ocasiones, a la entidad se la denomina Grupo Cultural Socialista Tomás Meabe. Entre sus logros en el campo de la cultura destacó la formación de una rondalla de guitarras, bandurrias y laúdes, titulada «La Lira» y dirigida por el afamado compositor Pedro Benedicto. También organizó una biblioteca y diversas veladas teatrales. En una de ellas, celebrada a comienzos de marzo de 1936 actuaron dos militantes del Círculo que eran «caricatos», es decir, artistas especializados en la imitación cómica de personajes conocidos y cuyo nombre artístico era «Pis, Pis» y «Tras, Tras».

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en mayo de aquel año donde recibían enseñanza 150 niños de ambos sexos78. En marzo de ese mismo año, su secretario, A. Rodríguez, informaba que se había constituido una sección de atletismo dirigida por el socialista Pedro Conesa y cuyos entrenamientos tuvieron lugar en el campo del Deportivo Gallego. Contó también con una sección de fútbol, compuesta por dos equipos que disputaron partidos contra otras formaciones, entre las que se encontraban las del Natura. Finalmente, se organizó una tercera sección, la de excursionismo, que efectuaba salidas al campo y a la sierra y también a lugares de interés artístico, como Aranjuez o San Lorenzo del Escorial. En estas ocasiones los excursionistas, entre los que se encontraban un buen número de niños y niñas, iban acompañados de guías que se encargaban de explicarles el patrimonio artístico de las villas visitadas79. Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 y en el contexto de unidad de las organizaciones obreras, por un lado, y de unificación de las juventudes socialistas y comunistas, por otro, propiciado por el PCE, que seguía así, como es sabido, las directrices de la Internacional Comunista, en algunas excursiones y junto a los afiliados al Círculo, participaron los pioneros rojos y las juventudes marxistas de la barriada80. Todas ellas y otras más, abiertas también a toda la infancia y la juventud del barrio, se caracterizaron por una mayor carga ideológica, pronunciándose discursos que enfatizaban «la preparación [política y social] de los niños proletarios» y la formación de «un solo Frente obrero»81. Algunos Círculos Socialistas, imitando a Salud y Cultura, crearon entidades y grupos de niños excursionistas que todos los domingos salían al campo para disfrutar de la naturaleza y tratar de cuidar su salud y su higiene. Casi todos desarrollaron programas y actividades culturales que atendían también a la formación doctrinal y política de sus miembros, algo que se hizo mucho más intenso desde comienzos de 1936. Lo veremos con más detalle en el siguiente apartado, al analizar los grupos infantiles socialistas. Unos pocos sindicatos constituyeron agrupaciones deportivas propias. Un caso especial, por su origen y trayectoria, fue el de la madrileña Sociedad Cultural Deportiva Gráfica. Esta había nacido en abril de 1926 sin que, al parecer, tuviera vinculación directa o única con la Asociación General del Arte de Imprimir, el sindicato ugetista cuyos dirigentes, como todos los de las sociedades integradas en esta central sindical, eran militantes del PSOE. Lo más probable es que surgiera por iniciativa de alguna empresa o que fuera fruto de la iniciativa de obreros empleados en distintas casas tipográficas. De hecho, su sede social 78. Vid. «Círculo Socialista de las barriadas del Puente de Segovia», El Socialista, núm. 6.842, 13 de enero de 1931, p. 3 y DÍEZ, L.: «Del Puente de Segovia. Las escuelas del Círculo Socialista», El Socialista, núm. 6.852, 24 de enero de 1931, p. 2. 79. Vid., entre otros, «Una excursión a Aranjuez del Círculo Socialista del Puente de Segovia», El Socialista, núm. 7.582, 25 de mayo de 1933, p. 5. 80. Vid. «Excursionismo. Círculo Socialista del Puente de Segovia», Claridad, núm. 64, 19 de junio de 1936, p. 15. 81. Vid., por ejemplo, «Círculo Socialista del Puente de Segovia», El Socialista, núm. 8.087, 18 de marzo de 1936, p. 5. En línea con esa conducta, en un festival a favor de la creación de una biblioteca en la barriada que tuvo lugar en el cine Variedades el 22 de marzo de 1936, intervinieron la Rondalla infantil del Círculo y el poeta y militante comunista, Rafael Alberti. Como último acto, se proyectó la película soviética «El gran experimento».

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estuvo instalada primeramente en la cervecería «La Riojana», sita en el número 3 de la plaza de Providencia, y más tarde en el número 5, principal, de la calle de la Esgrima. Sin embargo, la influencia en la entidad de elementos socialistas aumentó con el tiempo, como puso de manifiesto el hecho de que Aurelio de la Riva Aroca82 fuera elegido en marzo de 1931 presidente de su Junta directiva83. Ese control por parte de militantes del Arte de Imprimir se mantuvo y se incrementó a partir de la llegada de la República, de manera que la Cultural Deportiva Gráfica pasó a ser de facto una entidad ligada a ese sindicato de la UGT. Otros dos datos confirman esa evolución. Uno fue que en la fiesta por el 5.º aniversario de la sociedad, los donativos que se recaudaron por la venta de caricaturas realizadas por el dibujante Bagaría se destinaran por mitad a aquella y a la Escuela de Aprendices Tipógrafos que había fundado el Arte de Imprimir84. Otro lo constituyó el traslado de su sede desde el primer día de noviembre de 1932 al número 3 de la calle Piamonte. Hasta ese momento y también posteriormente, su actividad se centró sobre todo en la organización de excursiones a la sierra de Guadarrama, a ciudades próximas a Madrid, como Toledo, y a determinados centros y lugares de la ciudad, como el Palacio de Comunicaciones, la Fábrica de Tapices o el Museo Biblioteca de Ingenieros. En el verano de 1933 amplió su oferta llevando a cabo una excursión y estancia de seis días a Santander, que los inscritos podían pagar mediante cuotas semanales de cuatro pesetas85. La entidad contó también con un equipo de fútbol que disputó partidos con clubes populares de Madrid. A lo largo de 1934 su actividad, tanto en lo deportivo como en lo cultural, aumentó de forma notable. A comienzos del mes de febrero, una Junta general decidía la creación del «Premio Cultural Deportiva Gráfica» con destino a un alumno de la Escuela de Aprendices Tipógrafos. Se elaboró un completo programa de excursiones, con un crecimiento importante de su número, y en vista de la buena acogida que estaban teniendo las inscripciones para el viaje a Portugal con motivo de la semana de vacaciones de ese año, se acordó que Baleares – más tarde se amplió a Valencia y Barcelona– fuera el destino de la de 1935. En abril, la entidad inauguraba un Cursillo de francés adaptado a las Artes gráficas a cargo de Antonio Cabrera, cuya matrícula estaba abierta a cualquier obrero, siendo gratuita para los miembros de la asociación y los alumnos de la Escuela de Aprendices Tipógrafos86. Junto a las excursiones al campo y a la montaña,

82. De la Riva era tipógrafo, miembro del Arte de Imprimir desde marzo de 1911 y afiliado a la Agrupación Socialista de Madrid desde 1931. En las Juntas generales que la Cultural Deportiva Gráfica celebró en abril de 1933 y en febrero y julio de 1934 fue reelegido presidente de su Directiva. Finalizada la guerra, fue detenido y condenado a seis años de reclusión, que cumplió en diversos centros penitenciarios. 83. Además de Aurelio de la Riva, los otros cargos de la Directiva se distribuyeron del siguiente modo: vicepresidente, Dámaso Simón Blanquer; secretario, Eduardo Casado Vadillo; vicesecretario, Antonio González Miguélez; tesorero, Trinidad Minguijón Yangüela; contador, Ricardo Cabrera Varela; vocales, José Berlanga Oter, Eugenio Romero Díaz y Eliseo Campos Moreno. 84. Vid. «La fiesta de la Cultural Deportiva Gráfica», El Socialista, núm. 6.932, 28 de abril de 1931, p. 5. 85. Vid. «Viaje a Santander para la semana de vacaciones de 1933», El Socialista, núm. 7.368, 17 de septiembre de 1932, p. 5. 86. Las clases se celebraban los lunes y jueves, de siete y media a nueve de la noche, en un local ubicado en el número 29 de la calle Augusto Figueroa.

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aumentaron también las de carácter cultural, visitando, entre otros centros, el Instituto de Biología y Suerotapia (Ibys), el edificio de la Compañía Telefónica Nacional, la Fábrica Nacional de Tapices o el Museo Nacional de Arte Moderno. En julio se nombraba una comisión que debía encargarse de promover la construcción de un monumento a Gutenberg en Madrid. Ese mismo mes, en el curso de una nueva Junta general, se creaban las figuras de Delegado de excursiones y Delegado de deportes, recayendo inicialmente en Francisco Trillo y Francisco Huete, respectivamente87. También se pensó en aumentar el número de equipos de fútbol de la entidad con vista al campeonato que, organizado por la FCDO del Centro, iba a comenzar en septiembre. Los sucesos de octubre, sin embargo, cortaron de raíz, como les ocurrió en la práctica a todas las entidades deportivas socialistas, esta trayectoria. A comienzos de 1936 reaparecerá con un nuevo programa de excursiones dominicales para la temporada de invierno que comenzó con la que el 26 de enero se realizó al puerto de Navacerrada. Con tal fin, se pusieron en circulación unas «Cartillas de excursiones» que se expedían solamente durante el primer mes del año, pudiendo adquirirse en el nuevo domicilio social de la sociedad, sito en el número 134 de la calle de Alcalá88. Perteneciente al Sindicato de obreros metalúrgicos de Madrid, el Grupo Cultural Deportivo de Metalúrgicos «El Baluarte», cuya secretaría se encontraba en la Casa del Pueblo, desplegó una interesante actividad durante los años republicanos. Con alguna frecuencia, El Socialista informaba de los partidos de fútbol –con el nombre de sus contrincantes, el lugar del encuentro y las alineaciones respectivas– que disputaban los dos equipos que la entidad había formado en septiembre de 1932. Algunos de esos partidos los jugaron frente a clubes socialistas, como el Victoria, de Pueblo Nuevo, o el del Círculo Socialista del Puente de Segovia, pero en otros tuvieron enfrente a equipos populares, como el Deportivo Republicano, el Peña Cuesta, el C. D. Guadarrama, la Peña Centro o el Buenavista.

87. Vid. «Noticiero. Importantes acuerdos de la Cultural Deportiva Gráfica», El Socialista, núm. 7.941, 18 de julio de 1934, p. 5. 88. Vid. «Excursionismo. La Cultural Deportiva Gráfica, a Navacerrada», El Socialista, núm. 8.025, 5 de enero de 1936, p. 5.

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Fig. 36. Presentación del equipo de fútbol del Grupo Cultural Deportivo del Sindicato metalúrgico «El Baluarte» (El Socialista, núm. 7.384, 6 de octubre de 1932, p. 5).

Como expondremos al hablar de la FCDO, el grupo se adscribió a la Federación Deportiva Obrera hasta el abandono de la misma en septiembre de 1932. Posteriormente, tanto su equipo principal como el del sindicato gráfico participarían en el campeonato que en la temporada 1932-33 organizó la Federación Cultural Deportiva Obrera de Castilla la Nueva. Más tarde y tras la fusión de esta institución con la Federación Deportiva Obrera del Centro, ambos clubes lo harían también en la nueva liga que se creó a partir de entonces. Como ocurrió en casi todas estas agrupaciones, sus miembros tenían que pagar una pequeña cuota mensual y recibían el correspondiente carnet de socio en el que figuraban sus datos y una fotografía89. A comienzos de 1934, el Grupo se reorganizó, aunque no parece que tal hecho contribuyera a crear otras secciones distintas a la de fútbol o a ampliar su oferta deportiva en relación a lo que ya venía ofreciendo90. 89. En más de una ocasión, el Comité directivo se vio en la necesidad de recordar la obligación de satisfacer la cuota y la posibilidad de proceder, según establecía el Reglamento, a la expulsión del equipo si no se hacía en un plazo determinado. Otras veces, alguna otra entidad se quejaba de la inasistencia de algunos jugadores a los entrenamientos y también, aunque esto ocurrió pocas veces, de no haber asistido a algún partido, lo que también podía ser motivo de sanción. 90. Desconocemos si el sindicato participó en la organización del festival deportivo que se celebró el 3 de junio en el estadio de Vallecas a beneficio de los obreros metalúrgicos de Madrid. Las invitaciones pudieron recogerse en la Casa del Pueblo y en distintos Círculos socialistas. El programa del festival consistió en la intervención de un conjunto de 150 niños y niñas de las escuelas socialistas

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La revolución de octubre debió pasar factura a la entidad porque no volvemos a tener noticia alguna sobre la misma. A comienzos de 1932, Artes Blancas y Albañiles, dos de los más potentes sindicatos de Madrid, constituyeron también sendos grupos deportivos que siguieron una trayectoria idéntica a la del sindicato metalúrgico en sus relaciones con la FDO. El Sindicato de Obreros y Empleados de Comercio creaba en febrero de 1933 un Grupo Deportivo. Los afiliados que desearan inscribirse en el mismo debían dirigirse «al compañero Fernández», en la Secretaría que el sindicato tenía en la Casa del Pueblo91. Inmediatamente se creó una sección de fútbol que organizó los primeros partidos. En abril tuvo lugar una Junta general de la que salió su primera Directiva, presidida por Galo Martínez y con Basilio Beato como secretario92. Muy pronto dispuso también de una segunda sección, la de excursionismo, la cual diseñó un programa de salidas a pie y en autobús tanto a diversos lugares de Madrid como a localidades próximas a la ciudad y a la sierra de Guadarrama. En la primavera, se formó un equipo infantil de fútbol que disputó partidos contra el A. C. Progreso, que así se llamaba el de Salud y Cultura, y otros clubes madrileños. Y en el verano lograba constituir dos secciones más, las de natación y atletismo93.

Fig. 37. Constitución de las Secciones de Natación y Atletismo del Grupo Deportivo del Sindicato de Comercio (El Socialista, núm. 7.661, 25 de agosto de 1933, p. 5).

repartidas por la ciudad, que bajo la dirección del maestro Dafauce cantaron canciones populares, el himno de las Juventudes Socialistas y «La Internacional»; se celebró también un partido de rugby y diversos ejercicios gimnásticos a cargo de los equipos de niños, mujeres y hombres de la Sociedad Gimnástica Española. 91. «El Sindicato General de Obreros y Empleados de Comercio crea un Grupo Deportivo», El Socialista, núm. 7.506, 25 de febrero de 1933, p. 5. 92. Jiménez del Moral fue designado como vicepresidente; Juan Rodríguez como tesorerocontador; y Narciso de la Fuente, Jesús Velásquez y Fernando Llorente, como vocales. 93. Vid. «Grupo Deportivo de Trabajadores de Comercio», El Socialista, núm. 7.661, 25 de agosto de 1933, p. 5.

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Como ocurrió con los equipos de fútbol de los sindicatos metalúrgico y de tipógrafos, los dos que formaban la sección correspondiente del de Comercio participaron también en la liga organizada por la FCDO. A comienzos de 1934 la entidad trasladó su sede al número 2 de la calle Góngora. Durante ese año y hasta que tuvieron lugar los acontecimientos de octubre, su actividad deportiva se mantuvo en un buen tono al tiempo que sus responsables, como los de la inmensa mayoría de las sociedades deportivas socialistas, participaban de la radicalización que estaban experimentado las Juventudes Socialistas, en las que ellos, como jóvenes trabajadores que eran, militaban94. El Grupo reaparecería a comienzos de 1936, si bien las noticias sobre el mismo son mucho más parcas a partir de entonces. En ese tiempo, trasladó su domicilio social al número 43 de la calle Augusto Figueroa95. En el periodo que se extiende desde la proclamación de la República hasta el inicio de la guerra civil, la apertura y las relaciones de los grupos deportivos socialistas con otros de carácter popular que no tenían dependencia alguna con partidos políticos o con sindicatos obreros aumentó de manera muy evidente, como hemos podido comprobar. Paralelamente, tanto El Socialista como Claridad incluyeron en sus páginas, dentro de la sección de deportes, que aumentaría sensiblemente su extensión, las referencias y noticias sobre iniciativas llevadas a cabo por esos grupos. Y aunque esa información no era, en rigor, algo nuevo, lo que si constituyó una novedad fue el crecimento exponencial de la misma. Un hecho, además, que se hizo visible en un buen número de modalidades deportivas, aunque fueran el excursionismo, el fútbol y el ciclismo, a los que ahora se añadió el atletismo, los que gozaron –igual que en el periodo anterior– de una mayor y más constante atención. Por otro lado, si bien las notas –o los comentarios– hacían referencia a bastantes sociedades deportivas, podría decirse que unas pocas tuvieron una acogida «preferente». Finalmente, convendría reparar –o insistir– en que la acogida por parte de la prensa socialista de las actividades del deporte modesto se intensificó muy sensiblemente a partir de comienzos de 1936, una vez finalizó la suspensión que pesaba sobre aquella y el movimiento socialista abrazó la táctica del Frente Popular. En ese contexto, los socialistas, al igual que los comunistas, que fueron los que tomaron la iniciativa y la defendieron con mayor ardimiento, apostaron por un frente único del deporte que acogiera a todas las sociedades «antifascistas» independientemente de posiciones ideológicas o políticas. En el caso del fútbol, apareció con mucha regularidad información sobre los encuentros y trofeos que organizaban los clubes modestos a que ya nos hemos referido en páginas anteriores y con los que, en un momento u otro, jugaron partidos los equipos socialistas de los Círculos y de los Sindicatos96. Lo mismo sucedió con los que jugaron los equipos inscritos en el campeonato que durante varias temporadas dirigió la FCDO del Centro. Algunas de esas entidades, como 94. Con motivo de su primer aniversario, el Grupo celebró en el cine Royalty una sesión de «Cineclub Proletario» que incluía una producción rusa titulada «Turksib» y una charla de introducción a cargo de Serrano Poncela, uno de los dirigentes «bolchevizados» de la FJSE. 95. Vid. «Noticiero. Grupo Deportivo de Trabajadores del Comercio», El Socialista, núm. 8.176, 1 de julio de 1936, p. 5. 96. Vid. «Fútbol modesto. Diversos resultados», Claridad, núm. 20, 28 de abril de 1936, p. 10.

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El Cafeto, que ganó en varias ocasiones ese campeonato y cuya empresa promotora, una cafetería del mismo nombre, se publicitaba en El Socialista y mantenía una relación contractual –para la venta de café– con los establecimientos que la Cooperativa Socialista tenía en Madrid, tuvieron una presencia muy regular en el periódico obrero97. El excursionismo continuó teniendo una atención muy especial, sobre todo cuando se trataba de las actividades promovidas por la Sociedad Peñalara. Junto a ella no faltaron referencias a otras entidades como el Club Alpino Español o la Agrupación Electra, integrada por trabajadores de la Compañía de electricidad del mismo nombre y que mantuvo relaciones muy fluidas y amistosas con los centros socialistas98. Una relación parecida y una atención semejante hubo también con la Sociedad Cultural Deportiva que solía organizar excursiones y carreras pedestres. A su local social, ubicado en el número 8 de la calle de la Visitación, acudió el socialista Andrés Ovejero para impartir varias conferencias correspondientes a un cursillo de arte pictórico y en otra ocasión acompañó a los socios que asistieron a una excursión a Toledo para explicarles los monumentos de la ciudad99. Las pruebas ciclistas de los clubes modestos también acapararon la atención de los periódicos obreros. De esos clubes, el que con más asiduidad ocupó sus páginas fue el Velo Club Portillo, denominación que hacía alusión al deporte de la bicicleta (Velo Club) y al punto de encuentro –el portillo de Embajadores– de los amigos que lo fundaron, cosa que ocurrió en marzo de 1927. Esta entidad celebraba carreras para diversas categorías de amateurs, desde niños hasta adultos, y tenía una escuela de ciclismo que, además de promover este deporte entre los sectores populares, organizaba también pruebas para principiantes. Carreras, trofeos y campeonatos organizados por otras sociedades, como la Cultural Deportiva Eslava, el Club Ciclista Ventas o la Sociedad Primitiva Amistad, tuvieron también su correspondiente espacio100. El atletismo cobró un gran auge en los años treinta y El Socialista se encargó de ofrecer a sus lectores noticias de las carreras y competiciones llevadas a cabo por un buen número de sociedades populares. Una de las que acaparó mayor atención fue la Agrupación Deportiva Ferroviaria101, que ya en enero de 1931 ha97. Es lo que ocurrió también con clubes como la Cultural Deportiva Mecanográfica, el Club Deportivo y Cultural Los Camaradas , la Cultural Deportiva Centella o diversas peñas deportivas como la Peña Pekín, la Peña Badía o la Cultural Deportiva Peña Juan. 98. En mayo de 1931, la Agrupación efectuó una visita a Guadalajara. En el curso de la misma, los excursionistas acudieron a la Casa del Pueblo «desde cuya azotea fueron ovacionados y saludados con banderas». Invitados a subir al salón principal del centro obrero, la Rondalla socialista ejecutó algunas piezas, culminando el grato ambiente «al hacerse mutuos ofrecimientos los compañeros de ambas localidades». Las citas pueden verse en «Excursión a Guadalajara», El Socialista, núm. 6.949, 19 de mayo de 1931, p. 4. 99. Vid., entre otros, «Una conferencia y una excursión», El Socialista, núm. 8.100, 2 de abril de 1936, p. 5; «La Cultural Deportiva trabaja», Claridad, núm. 5, 10 de abril de 1936, p. 11; «La obra de la Sociedad Cultural Deportiva», El Socialista, núm. 8.108, 11 de abril de 1936, p. 5 y «El aniversario de la Sociedad Cultural Deportiva», El Socialista, núm. 8.130, 8 de mayo de 1936, p. 5. 100. Vid., como ejemplos, «La Vida Deportiva. Ciclismo», Claridad, núm. 14, 21 de abril de 1936, p. 10 y «La Vida Deportiva. Ciclismo», Claridad, núm. 21, 29 de abril de 1936, p. 11. 101. La A. D. Ferroviaria fue un club polideportivo fundado en diciembre de 1918 en el seno del Colegio de Huérfanos Ferroviarios y que conjugaba la práctica de fútbol, atletismo, gimnasia y boxeo.

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bía organizado una carrera de «cross», denominada «Copa Ferroviaria», cuya salida estaba situada en el campo que tenía la entidad en el paseo de las Delicias, y de la que dio cuenta puntualmente el rotativo obrero102. Otro tanto ocurrió con la I y II Vuelta al Retiro que bajo su patrocinio tuvieron lugar los veranos de 1932 y 1933 y que contó con la participación, entre otros, de un equipo de corredores de Salud y Cultura. Aunque no tenemos la certeza de que fuera organizado por ella –o solo por ella–, el rotativo se ocupó con cierto detalle de un festival deportivo celebrado en su terreno y que contó con pruebas de carreras, saltos y lanzamientos. Destacaba, además, que en el mismo habían tomado parte las «Misiones Deportivas», término que designaba a un grupo de jóvenes atletas «que se disponen a realizar una labor divulgadora en todos los pueblos que desconozcan las diferentes ramas que comprende el deporte»103. También ocupó un buen espacio en sus páginas deportivas y en las de Claridad las diversas pruebas atléticas auspiciadas por la Sección de Deportes de la Biblioteca y Círculo Popular Cervantes, cuyo domicilio social estaba en el número 7 de la calle de Quesada y que como otras sociedades deportivas populares terminaría ligada a la FCDO y participando en sus campeonatos. De esas pruebas, la que mayor interés acaparó, demostrando con ello el creciente apoyo del socialismo hacia el deporte de las mujeres, fue la celebración en la Casa de Campo, el domingo 19 de abril de 1936, del primer cross femenino que tenía lugar en Madrid y cuya organización corrió a cargo de esta entidad. Destacando la preparación del evento con grandes caracteres, El Socialista incluyó un extenso comentario sobre el mismo firmado por María Amós y Mercedes del Hierro, dos deportistas de la Sección femenina de la Biblioteca y Círculo Popular Cervantes. En él, además de hacer campaña a favor de la práctica deportiva de las mujeres, algo que había avanzado claramente en aquellos años, pero que todavía se encontraba muy atrasado en relación a otros países europeos, solicitaban al alcalde de Madrid, Pedro Rico, en nombre de las deportistas madrileñas, que, para darle mayor realce y contribuir de paso a la difusión del deporte femenino, incluyese la prueba en el programa oficial de festejos populares que se iban a celebrar en conmemoración del quinto aniversario de la proclamación de la República104. 3. EL

DESPEGUE DE SALUD Y CULTURA

Con la llegada de la República, Salud y Cultura salió del letargo que la había caracterizado en los años anteriores y alcanzó un grado de desarrollo verdaderamente notable, convirtiéndose en uno de los grupos infantiles más importantes

A mediados de los años veinte, sus componentes adoptarían la vestimenta que les caracterizaría desde entonces, compuesta por una camiseta de color azul y calzones blancos. Fue, sin duda, una de las sociedades deportivas más reconocidas de Madrid. 102. Vid. «Un “cross” de la Ferroviaria», El Socialista, núm. 6.845, 16 de enero de 1931, p. 3. 103. «Atletismo. Un festival en el campo de la Deportiva Ferroviaria», El Socialista, núm. 7.880, 8 de mayo de 1934, p. 4. 104. AMÓS, María y DEL HIERRO, Mercedes: «Los Deportes. ¿Por qué no se incluyen en los festejos populares las pruebas que han organizado las Sociedades obreras para el día 19?», El Socialista, núm. 8.108, 11 de abril de 1936, p. 5. El órgano largocaballerista se ocupó también del evento. Vid. «La Vida Deportiva», Claridad, núm. 14, 21 de abril de 1936, p. 10.

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de España. Tras celebrar la festividad del 1.º de mayo en la Casa de Campo con el resto de las organizaciones socialistas105, su Junta directiva, presidida por Santiago Artal y ahora con Antonio Varela106 en la secretaría, procedió a diseñar un programa de excursiones –las extraordinarias continuaron teniendo el campamento base en Cercedilla, en las praderas de Los Corralillos– para la primavera y el verano de 1931107. Un reportaje sobre la historia de la entidad realizado por Rodríguez Mendieta que incluía una larga entrevista a Varela y Artal –a este, por su avanzada edad, los niños le llamaban cariñosamente «el abuelo»–, pretendió difundir entre los militantes socialistas la labor de una sociedad que seguía siendo poco conocida para una mayoría de los mismos. Sus responsables achacaban a la pasada dictadura algunos de sus males, especialmente por la retirada de la subvención de 250 ptas. –erróneamente, se mencionaba la cantidad de 500 ptas.– que el Ayuntamiento de Madrid, gracias a los buenos oficios de Saborit, le había concedido en 1922 y cifraban gran parte de sus esperanzas en que el nuevo Cabildo volviera a concedérsela, lo que facilitaría la construcción del albergue en los terrenos concedidos por el Ayuntamiento de Cercedilla108.

Fig. 38. Una entrevista a dirigentes de Salud y Cultura (El Socialista, núm. 7.051, 14 de septiembre de 1931, p. 3).

105. A partir de entonces, las excursiones dominicales a la Casa de Campo de los niños y niñas de Salud y Cultura, con su indumentaria blanca y ataviados de un simbólico e identificador pañuelo rojo, se convirtieron en una costumbre que pasó a formar parte de la sociabilidad popular de Madrid. La ciudad se dividió en dos zonas geográficas, norte y sur, de manera que los excursionistas, dependiendo del lugar de su domicilio, se reunían a una hora prefijada en unos lugares determinados para desde allí iniciar la marcha. Más tarde, la distribución se amplió a dos zonas más, la de Prosperidad y la del Puente de Vallecas. Al regresar, los familiares los recogían bien en esos mismos puntos o, lo que era más frecuente, en la Casa del Pueblo. 106. Varela estaba afiliado a la Juventud Socialista de Madrid. Fue elegido vocal del Comité Nacional de la FJSE en el II Congreso, celebrado en 1927, y secretario de Actas en el III Congreso, en 1929. 107. Cuando se trataba de hacer visitas culturales o excursiones a la sierra y se precisaba el uso de autocares o del tren los niños de la entidad no pagaban el billete, mientras que los familiares o personas que deseaban acompañarles sí lo hacían. 108. RODRÍGUEZ MENDIETA, I.: «Nuestras organizaciones culturales. El presidente y el secretario de “Salud y Cultura” nos cuentan cómo nació esta simpática entidad», El Socialista, núm. 7.051, 14 de septiembre de 1931, p. 3. En 1932 se firmó la escritura pública de propiedad del terreno.

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Entre octubre y noviembre, y con el objetivo de que los socios pudieran practicar otros deportes, además del excursionismo, se procedió a crear un Grupo deportivo que rápidamente contó con dos equipos de fútbol, denominados A. C. Progreso, de cuyos partidos –formaciones contrincantes, campo de juego, horario de los encuentros, alienaciones, etc.– solía dar cuenta El Socialista109. Las excursiones cobraron un nuevo ritmo y no faltaron tampoco las giras que compaginaban el disfrute de la naturaleza con visitas de carácter cultural. En todas ellas, los niños eran acompañados por los directivos de la entidad y los «guiadores», pertenecientes, como ya dijimos, a la Juventud Socialista madrileña. Si hemos de dar por buena la información suministrada por el periódico obrero a finales de 1932 sobre una excursión dominical a El Pardo, en el curso de la cual se giró una visita al Palacio del mismo nombre para ver su valiosa colección de tapices, a finales de 1932 la entidad habría crecido de forma espectacular, superando los 600 miembros110. La cifra debía estar muy próxima a la realidad porque cuando poco tiempo después la entidad celebró en la Casa del Pueblo un acto que remedaba la festividad religiosa de los Reyes Magos, repartió entre sus afiliados 506 juguetes donados por el Ayuntamiento111. Ante el éxito cosechado en las excursiones a la sierra, que contaron siempre con la participación de un grupo de acompañantes adultos, y «visto el ambiente favorable que existe entre los trabajadores madrileños para el alpinismo», el Comité de la sociedad decidió crear en febrero de 1933 un Grupo alpino del que podían formar parte trabajadores jóvenes de ambos sexos afiliados a la Casa del Pueblo y que no superasen los 18 años de edad. Por esas fechas se procedió a una renovación parcial de la directiva112 y se nombró una comisión para que, recogiendo las nuevas realidades y las aspiraciones de la entidad, redactase un proyecto de reforma del Reglamento. Y es que ese año y el siguiente fueron muy fructíferos tanto en relación al número y la diversidad de las actividades desarrolladas como al incremento de sus miembros. Incluso se produjo un hecho verdaderamente novedoso, como fueron los contactos con la Federación Castellana de Atletismo para que esta llevara a cabo una labor de asesoramiento que permitiera conocer a cada socio, en función de sus condiciones físicas y previo reconocimiento médico, sus posibilidades en la práctica del atletismo. Se congratulaba Aniceto García de este paso porque «de los chicos y chicas que forman la popular entidad obrera se pueden sacar magníficos atletas, y será el primer paso que demos para el deporte obrero, según entendemos

109. Vid., entre otros, «Grupo Deportivo de “Salud y Cultura”», El Socialista, núm. 7.115, 28 de noviembre de 1931, p. 5; «Grupo Deportivo de “Salud y Cultura”», El Socialista, núm. 7.843, 24 de marzo de 1934, p. 5 y «Grupo Deportivo de “Salud y Cultura”», El Socialista, núm. 7.902, 2 de junio de 1934, p. 5. 110. «La visita de Salud y Cultura a El Pardo», El Socialista, núm. 7.421, 18 de noviembre de 1932, p. 4. Afirmaba el diario que más de un centenar de camaradas acompañaron a los niños, siendo necesario para el transporte ocho autocares. 111. «En la Casa del Pueblo. Reparto de juguetes a los niños», El Socialista, núm. 7.465, 8 de enero de 1933, p. 6. 112. Gonzalo Prieto fue nombrado secretario; como tesorero-contador figuró Enrique Charmán; y como vocales, Antonio de la Cantera, Francisco Jiménez y Antonio Martínez. En la misma junta general, celebrada a principios de marzo, se eligió a Justo de la Sierra, Emilio Sáez y Edmundo Domínguez para formar la comisión revisora de cuentas. Santiago Artal fue reelegido como presidente.

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nosotros que debe ser, y no como hasta la fecha se viene practicando en España»113. Nadie, que sepamos, se manifestó contrario a esta colaboración con una entidad «burguesa» ni al propósito de lograr mediante ella un objetivo que se consideraba propio del deporte mercantilizado –y objeto habitual de crítica para los socialistas– como era la consecución de deportistas individuales de alto rendimiento. Como ya hemos visto y volveremos a comprobar, no fue esta la única muestra de imitación o de apropiación, si se prefiere, de los parámetros y valores del deporte burgués, un hecho que, como hemos analizado anteriormente, se dio también tanto en el movimiento deportivo socialista de Europa como en el deporte soviético. A mediados de mayo de 1933 los miembros del Grupo alpino aprobaban su reglamento de régimen interior, designaban el emblema del grupo y elegían, presidida por Bernabé Arránz y con Jesús Velázquez114 como secretario, su primera Junta directiva115, que rápidamente diseñó el programa de excursiones a la sierra de la temporada de verano. En el curso de algunas de ellas se organizaron competiciones «sociales» de marcha por parejas mixtas en las que podían participar todos los socios de Salud y Cultura, concediéndose premios a las parejas clasificadas en los primeros lugares116. También se celebraron campeonatos masculinos y femeninos de marcha con recorridos distintos, siendo los segundos menos exigentes en distancia y dureza, y la concesión igualmente de premios, algunos de los cuales fueron donados por miembros de las directivas del Grupo y de Salud y Cultura. En otras excursiones, tuvieron lugar concursos de natación en la laguna de Peñalara y hasta un campeonato de tiro con honda en la Pedriza en el que tomaron parte 13 concursantes. Cuando a fines de septiembre, en el saloncillo que la Sociedad de Albañiles «El Trabajo» tenía en la Casa del Pueblo, se procedió al reparto de los más de treinta premios correspondientes a las pruebas celebradas en los meses de julio, agosto y septiembre117, el Grupo contaba ya con más de 50 afiliados.

113. GARCÍA, Aniceto: «Atletismo. Una buena ayuda para Salud y Cultura», El Socialista, núm. 7.567, 7 de mayo de 1933, p. 5. 114. Jesús Velázquez Bellido ejerció la profesión de perito mercantil y contable. Miembro de la UGT y de las Juventudes Socialistas, se afilió a la Agrupación Socialista de Madrid en 1933. Durante la guerra civil fue capitán de la 4.ª Compañía del Batallón de Montaña. Finalizada esta, fue detenido y fusilado el 1 de junio de 1940, cuando contaba 29 años de edad. 115. Los demás integrantes de la directiva eran Feliciano Ramírez, que ocupó el cargo de tesorero; Pablo Maestre, como contador; y Alonso Rodríguez, Modesto Alonso y una mujer, Libertad Ulibarri, en el puesto de vocales. Octavio Ulibarri, Mariano Sierra y Antonio Muiño fueron designados para formar la Comisión revisora de cuentas. 116. En la primera de la que tenemos noticia, realizada en el mes de julio de 1933, se estableció un recorrido de ida y vuelta desde la Pradera de los Corralillos hasta el pico del Minguete, pasando por la Calzada Romana y el puerto de la Fuenfría. Los premios consistieron en copas para las tres primeras parejas y medallas de bronce para la clasificada en cuarto lugar. 117. Vid. «El Grupo Alpino de Salud y Cultura celebra su reparto de premios», El Socialista, núm. 7.689, 27 de septiembre de 1933, p. 5. En la página anterior, el diario incluyó una fotografía de la entrega de premios a las muchachas del Grupo.

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Fig. 39. Acto de reparto de premios a las chicas del Grupo Alpino (El Socialista, núm. 7.689, 27 de septiembre de 1933, p. 5).

Por entonces, su Comité elaboró el calendario de pruebas y excursiones de la temporada de invierno. Como novedad, se decidió que en todas las excursiones hubiera concursos de fotografía. Un jurado compuesto de ocho miembros del Grupo las examinaba y mediante votación secreta se entregaba un premio en metálico de cinco pesetas a la que obtenía mayor número de votos, aunque también podía declarar desierto el concurso. Otro aspecto a destacar fue la organización de carreras y campeonatos de esquí para los que, lógicamente, los concursantes, entre los que se encontraban algunas mujeres, tenían que disponer de un equipo básico. A ellos se sumaron pruebas para principiantes –algunas contaron con más de 20 inscritos– y de equipos por relevos118. En mayo de 1934, coincidiendo con el comienzo de las actividades de la temporada de verano, el Alpino conmemoraba su primer aniversario con una excursión a La Pedriza, donde Rodolfo Obregón dio una charla sobre montañismo119. Por esas mismas fechas,

118. En algunas ocasiones, estos equipos estuvieron compuestos por cuatro miembros, tres esquiadores de diferentes categorías y una esquiadora. 119. Obregón era abogado. Se afilió a las JJSS en 1927 y a la Agrupación Socialista de Madrid cuatro años más tarde. Fue miembro también de la UGT y de la masonería, con el nombre simbólico de «Atenas» y dentro de la logia «Luis Simarro». Formó parte del Comité Nacional de la FJSE en varias ocasiones, siendo elegido vicepresidente del mismo en el V Congreso, celebrado en abril de 1934.

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el Comité de la entidad120, como consecuencia de la situación política, tomó la decisión de prohibir cantar a sus afiliados por las calles de Madrid cuando se realizaran las excursiones a la Casa de Campo, así como llevar el pañuelo rojo o cualquier otro distintivo. En relación con las excursiones extraordinarias a la sierra y tratando de resolver el problema creado por su «magnífico crecimiento», se aprobaron unas bases que las regularon de forma más precisa. A partir de ahora las tres expediciones, que reunieron entre 500 y 600 niños, pasaron a ser de seis días, aunque existía la posibilidad de realizar una de tres días solamente. De cara al año siguiente, se planteó crear una cartilla de ahorro, de manera que los colonos pudieran permanecer en el campamento quince días. Para inscribir a los expedicionarios era preceptivo abonar 15 pesetas y una peseta y media – que se incrementaba en una más para los socios que tenían entre 16 y 18 años de edad121– como ayuda para la manutención diaria122. Las tiendas de campaña precisas para pernoctar en la Colonia estarían separadas por sexos y si hubiera bastantes se haría una separación de edades dentro del mismo sexo123. Además de los guiadores, se creó la figura del jefe de campamento que, lógicamente, debía velar por la buena marcha de la organización, atender las necesidades de los colonos, resolver cualquier incidencia que se produjera y cuidar de que se respetara escrupulosamente el medio ambiente124. Las excursiones a la sierra, que se incrementaron de forma muy apreciable en esta época125, hicieron más apremiante la necesidad de construir un refugio en la sierra de Guadarrama. Con el fin de ayudar a su logro, la Junta administrativa de la Casa del Pueblo había abierto en junio de 1933 una suscripción voluntaria entre todas sus organizaciones, que encabezó ella misma con 1.000 pesetas. En fechas posteriores se celebraron distintos festivales, veladas y rifas para allegar fondos con idéntico objetivo126. También hubo, lógicamente, aportaciones individuales y una parte de la recaudación por inscripciones en pruebas deportivas sirvió para engrosar la suscripción. Pero con lo recaudado por todos estos medios no era posible hacer frente a las 100.000 pesetas en que se había calculado el gasto de

120. El Comité se renovó también por entonces. Julián Jiménez, afiliado al sindicato del Transporte de la UGT, ocupó el cargo de presidente y Vicente Marcos el de secretario. 121. El Reglamento estableció tres grupos de socios. El primero estaba formado por niños y niñas de entre 7 y 16 años y tenían todos los derechos; el segundo, por adolescentes y jóvenes de 16 a 18 años que conservaban la mitad de los derechos. El tercero era el de los socios protectores, constituido por los miembros que superaban los 18 años. 122. Los gastos de los viajes, de la instalación de las tiendas y de la cocina, así como de parte de la comida, eran sufragados por la Caja de resistencia de la Sociedad. La cocina era atendida por cocineros profesionales que pertenecían a la organización obrera. 123. Vid. «Por la creación de un refugio para niños. Un proyecto interesante de Salud y Cultura», El Socialista, núm. 7.942, 19 de julio de 1934, p. 5. 124. Los Estatutos de la Sociedad establecían que aquellos niños que maltrataran a animales o plantas serían automáticamente separados de la misma. 125. Las noticias sobre estas excursiones incluidas en El Socialista son muy numerosas. Todas ellas estaban abiertas a los no afiliados, los cuales debían abonar una cantidad algo superior que los socios por la inscripción y/o los gastos de transporte. Las pruebas, carreras y campeonatos que tuvieron lugar coincidiendo con aquellas estuvieron reservados a los afiliados, al igual que las colonias de verano. El periódico incluyó también fotografías de los campamentos y de la actividad del Grupo. 126. Vid., entre otros, «La Sociedad Salud y Cultura celebra un importante acto pro Refugio», El Socialista, núm. 7713, 25 de octubre de 1933, p. 5.

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su construcción por lo que se decidió concertar un empréstito. Al mismo tiempo, se designó una comisión encargada de llevar a feliz término el proyecto127 y se encargó al arquitecto y militante socialista Gabriel Pradal realizar los planos del edificio. Este tendría una capacidad para alojar a 144 niños y como se mantendría el régimen de varias expediciones, se confiaba que desde mayo hasta octubre pudieran disfrutar del refugio unos 3.000 niños128. En el verano de 1933, el Grupo deportivo, cuyo domicilio social se encontraba en el Círculo Socialista del Norte, sito en el número 33 de la calle Malasaña, y que hasta ese momento se había limitado a la organización de partidos de fútbol para sus dos formaciones, la primera y la reserva, y el equipo infantil que había constituido, se reorganizó, extendiendo sus actividades al atletismo y al ciclismo. Casi todas ellas tuvieron lugar en la Casa de Campo, donde Salud y Cultura tenía establecido su campamento. Curiosamente, una falta de entendimiento entre la directiva del grupo y la de la entidad, hizo que esta hiciera un llamamiento advirtiendo que el Grupo no estaba reconocido ni autorizado para actuar dentro de Salud y Cultura. Las diferencias acabaron solucionándose, lo que se hizo visible en una junta general celebrada por la sociedad a finales de agosto y en la que se procedió a la elección de cargos vacantes en el Comité directivo129. Inmediatamente, el Grupo deportivo retomó su programa de actos, que se inició con dos carreras pedestres celebradas a mediados de septiembre, la primera de 8.000 metros y la segunda, en la que participaron 27 corredores, de 5.500130. La sección de fútbol se incrementó con la formación de un equipo infantil131, que jugó partidos contra conjuntos como el Rácing Vallehermoso, la Peña Bolanda, el Bailén o el Deportivo La Aurora. La de ciclismo, por su parte, celebró diversas pruebas y participó con un grupo de corredores en la vuelta a Madrid para amateurs que tuvo lugar en marzo de 1934. Salud y Cultura, que por entonces comenzó a formar un grupo o sección musical que cristalizaría en la creación de una rondalla y más tarde en la de un orfeón, creció de una manera extraordinaria, pasando de los 600 afiliados que tenía en 1932 a los 4.000 que figuraban en ella dos años más tarde. En esto tuvo bastante que ver, aunque no fue la única causa, unas relaciones mucho más intensas con la Juventud Socialista madrileña. Una implicación que coincidió con el proceso de radicalización de esta, lo que tuvo efectos inmediatos en la marcha y los objetivos de la entidad. Porque sin descuidar la salud de sus miembros, el disfrute de la naturaleza, los ejercicios físicos y la práctica del deporte, pasó

127. Dicha comisión la componían A. López Valencia, Segundo Coso, Bernabé Arránz, Alonso Rodríguez y Antonio Varela. 128. Vid. «Por la infancia proletaria. Ante una gran obra cultural de los trabajadores», El Socialista, núm. 7.868, 22 de abril de 1934, p. 2. 129. El Comité quedó compuesto de la siguiente forma: Presidente, Santiago Artal; secretario, Vicente Marcos; tesorero, Antonio de la Cantera; contador, Enrique Chamón; vocales, Julián Jiménez, Rogelio Page, Antonio Page y Mariano González. 130. En esta segunda se entregaron como trofeos dos copas «y una bandeja del inolvidable Pablo Iglesias», que estuvieron expuestos en la Cooperativa Socialista, sita en la calle de Gravina. 131. Sus componentes, como todos los miembros de las secciones deportivas, facilitaban, cuando se daban de alta, una serie de datos personales y entregaban dos fotografías, que servían para cumplimentar la ficha que quedaba en la secretaría de la entidad y el carnet que recibían como socios de la misma.

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a ocupar un primer plano «educar a los niños en socialista», haciendo de ellos «magníficos militantes del Socialismo (…), nuevos luchadores, hombres convencidos para nuestras ideas»132. El principal medio para lograrlo fue la organización de charlas y conferencias «de educación marxista» que corrían a cargo de militantes de la organización juvenil133. En este contexto, desde las páginas de Renovación se empleó por primera vez el término Pioneros para referirse a los afiliados a Salud y Cultura. Según afirmaba el portavoz de la FJSE, ellos eran «los pioneros de la España Socialista que propugnamos. Están destinados a ser la generación que edificará el Socialismo (…). Ellos más que nadie deben adquirir la conciencia revolucionaria de clase y percatarse del papel al cual están predestinados». Un papel que era idéntico al que habían desempeñado los pioneros rusos, «el más firme puntal de la Unión Soviética». Frente a la opinión liberal –compartida por un sector del socialismo al menos hasta la deriva izquierdista del PSOE– de que había que dejar en libertad la conciencia del niño, el rotativo mantenía que eso era imposible y que era preciso, haciéndose eco de la famosa frase del comisario soviético de Instrucción Pública, Anatoli Lunacharsky, «apoderarse de la conciencia del niño (…) y dirigirla hacia el Socialismo»134. También el principal periódico socialista participó de estas o parecidas opiniones. En uno de los varios y entusiastas reportajes que hizo de la entidad, subrayaba que con las charlas culturales se iba creando «una conciencia revolucionaria de clase». Sus miembros eran los «pequeños pioneros del Socialismo» y como quiera que ya existían instituciones análogas en otros lugares de España había que llegar en un plazo no lejano a la creación de una Federación Nacional de Pioneros Socialistas135.

132. «Nuestras organizaciones por dentro. Los cuadros infantiles de Salud y Cultura constituyen la promesa socialista del futuro», El Socialista, núm. 7.959, 8 de agosto de 1934, p. 4. 133. Esta labor adoctrinadora comenzó ya en 1933. En una de las excursiones a la Casa de Campo, Serrano Poncela dio una conferencia para los niños mayores de doce años sobre «Principios generales de lucha de clases», mientras que Rafael Cuadrado disertó, para los menores de esa edad, acerca de «La sublevación de Espartaco en Roma». 134. «Labor juvenil. Cómo se orientan las futuras generaciones socialistas», Renovación, 4.ª época, núm. 112, 7 de octubre de 1933, p. 4. 135. «La obra de Salud y Cultura», El Socialista, núm. 7.941, 18 de julio de 1934, p. 5.

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Fig. 40. La segunda Colonia de verano de Salud y Cultura (El Socialista, núm. 7.959, 8 de agosto de 1934, p. 4).

Los acontecimientos de octubre de 1934 y sus consecuencias impidieron, al menos temporalmente, que gran parte de esos planes pudieran realizarse. Otros, en cambio, lograron mantenerse pero, al parecer, con grandes dificultades, lo que supuso en la práctica un importante freno a la actividad de la entidad. Con todo, el Comité del Grupo Alpino volvería a programar la temporada de invierno 1935-36 con las acostumbradas excursiones, los concursos y campeonatos mixtos y por sexos, las pruebas de esquí para neófitos, etc. Por su parte, el Grupo Deportivo hizo lo propio en el ámbito del atletismo –se preveían varias carreras pedestres– y del fútbol, disputándose antes de finalizar el año varios encuentros136. Tras las elecciones generales, sin embargo, y hasta el inicio de la guerra civil, la sociedad, cuyo domicilio social se fijó desde finales del mes de febrero en el número 7 de la calle Piamonte, recobraría el ritmo y la intensidad que la habían caracterizado en los años anteriores. Previamente, como ya ocurriera en los comicios de noviembre de 1933, se implicó de manera directa en la contienda electoral. Así, mientras que el Grupo Alpino abría una suscripción entre sus afiliados para ayudar a sufragar los gastos originados por la propaganda electoral,

136. Vid., por ejemplo, «Grupo Alpino de Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.011, 20 de diciembre de 1935, p. 5; «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.012, 21 de diciembre de 1935, p. 5 y «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.018, 28 de diciembre de 1935, p. 5.

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el Deportivo requería a sus miembros la mayor cooperación y suspendía los partidos y entrenamientos el día de las elecciones. Por su parte, el Comité de la entidad acordó dejar en suspenso las excursiones dominicales durante el periodo electoral a fin de que todos sus afiliados pudieran cumplir con sus obligaciones en la contienda política poniéndose a las órdenes de los apoderados e interventores del PSOE137. Desde comienzos de 1936, el Alpino retomó el programa de invierno con sus habituales excursiones a la sierra y con varias carreras de esquís, en las modalidades de fondo, slalom y carrera de descenso para diversas categorías y puntuables para el «Trofeo Octubre», trofeo que constaba de diferentes pruebas tanto de invierno como de verano y que se había creado «en recuerdo del movimiento de octubre y de adhesión a la revolución rusa de octubre del 17»138. Se celebró también un festival a beneficio de la Caja pro Refugio, en el que la rondalla de las Escuelas Laicas de la Casa del Pueblo interpretó el himno «Salud y Cultura», y el domingo 12 de abril tuvo lugar en el teatro del centro obrero la tradicional velada familiar con la que cerraba la temporada invernal. En mayo, como otros años, se abrió la temporada de verano con arreglo a un calendario de excursiones y concursos que se publicitaba en El Socialista y en Claridad y que tenía por finalidad «poner al alcance de toda la juventud trabajadora los deportes de montaña, hoy día bajo el imperio de los grandes Clubes». Solo con el concurso de la clase trabajadora amante del deporte, asistiendo a las excursiones, se podía luchar «contra los obstáculos que en nuestro camino nos colocan las grandes Sociedades, propietarias de la Sierra y llegar a la culminación de nuestros ideales deportivos, en los cuales la montaña será para quien la siente, no para quien la explota»139. El discurso de los responsables del Grupo, que dejaba a un lado las anteriores alabanzas a la labor llevada a cabo por sociedades como Peñalara para enfatizar la acción mercantilista y antiobrera de grupos poderosos, continuó radicalizándose. Una muestra más de esta deriva, iniciada ya en 1933, tuvo lugar con ocasión de la celebración del tercer aniversario de la agrupación. Entre otros actos, el 21 de mayo se celebró en el teatro de la Casa del Pueblo un evento artísticocultural en el que tomaron la palabra Agustín Nieto, por la Juventud Socialista Unificada, José Laín, que «después de su regreso de la patria de los trabajadores, nos hablará del deporte en la Unión Soviética», y el diputado comunista por Barcelona y miembro del Comité ejecutivo catalán encargado de organizar la Olimpiada de la ciudad condal, Miguel Valdés, que disertó sobre «El movimiento

137. Vid. «Para el fondo electoral. El Grupo Alpino de Salud y Cultura abre una suscripción entre sus afiliados», El Socialista, núm. 8.036, 18 de enero de 1936, p. 5; «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.054, 8 de febrero de 1936, p. 3 y «Fútbol. Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.060, 15 de febrero de 1936, p. 3. 138. Vid. «Los Deportes. El Grupo Alpino de Salud y Cultura celebrará el domingo una carrera de esquís», El Socialista, núm. 8.039, 22 de enero de 1936, p. 5 y «Deportes de nieve. Grupo Alpino de Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.094, 26 de marzo de 1936, p. 3. 139. «Calendario de excursiones del Grupo Alpino de Salud y Cultura para el verano de 1936», El Socialista, núm. 8.130, 8 de mayo de 1936, p. 5.

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deportivo popular»140. El protagonismo de estos oradores ponía de manifiesto varias cosas muy interesantes, que pueden ser extrapolables al conjunto de la entidad deportivo-cultural. En primer lugar, que la fascinación por la URSS y su política deportiva se mantenía intacta pese a los cambios que se venían produciendo en el deporte soviético y de los que ya dimos cuenta anteriormente141. En segundo término, que los elementos procomunistas que dirigían las Juventudes Socialistas142 ejercían una influencia decisiva en Salud y Cultura o, más sencillamente, que partidarios de esa tendencia controlaban la dirección de la entidad. Y finalmente, que, al socaire de la nueva táctica del comunismo y su objetivo de formar amplios frentes deportivos, el término de deporte obrero se veía matizado o suplantado por el de deporte popular. A partir de principios de junio la actividad del Grupo se centró en la organización de la III Colonia de Verano en Cercedilla. En esta ocasión tendría una duración de dos meses, desde principios de julio a finales de agosto, y estaría dividida en seis expediciones de diez días cada una, limitándose las plazas en cada una de ellas a cien niños que debían pasar obligatoriamente por un reconocimiento médico previo a cargo de profesionales del Sindicato Médico de la UGT143. Además de las habituales sesiones de gimnasia y las marchas por diversos parajes de la sierra, el programa incluía la lectura, para lo que se formó una pequeña biblioteca, y sesiones de cine, radio y música, instalándose los aparatos correspondientes. Por otra parte, en el curso de la expedición inicial pensaba colocarse la primera piedra del chalet que, por fin, iba a poder construirse. El 11 de julio salía la segunda expedición, sin que pudiera terminarse como consecuencia del inicio de la guerra. A finales de ese mes, el Comité convocaba a los padres de los niños que aún no habían recogido los equipajes de la sierra para que pasaran a hacerlo en la Secretaría de la entidad144. Aunque los dirigentes se volcaran en los preparativos de la colonia, no se abandonaron, sin embargo, las excursiones ordinarias o dominicales con destino a la Casa de Campo, los alrededores de Madrid y la sierra145. Con el propósito de allegar regalos u «objetos de arte» con que premiar a los participantes en las pruebas y campeonatos de verano correspondientes al «Trofeo Octubre», José 140. Vid. «Salud y Cultura. Grupo Alpino», El Socialista, núm. 8.136, 15 de mayo de 1936, p. 5; «En la Casa del Pueblo. Festival del Grupo Alpino de Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.140, 20 de mayo de 1936, p. 5; «Salud y Cultura. Importante festival», Claridad, núm. 37, 19 de mayo de 1936, p. 11 y «Gran festival. En la Casa del Pueblo», Claridad, núm. 40, 22 de mayo de 1936, p. 10. 141. Resulta muy significativo que pese a esos cambios, que entrañaban, entre otras cosas, el impulso del deporte de alta competición y la consiguiente búsqueda de récords que superasen las marcas del «deporte capitalista», Laín afirmara que el deporte en la URSS «no es para conseguir un fenómeno ni ciento: es para todo el pueblo (…). No se persigue el record, sino el más sano utilitarismo con vistas a la edificación del socialismo y a la defensa de la patria de los trabajadores». 142. A finales de 1936, José Laín, junto a otros dirigentes de la FJSE, como Santiago Carrillo, Federico Melchor o Serrano Poncela, ingresaron en el Partido Comunista. 143. Vid. «Salud y Cultura», Claridad, núm. 67, 23 de junio de 1936, p. 14 y «Salud y Cultura. Colonia veraniega», Claridad, núm. 71, 27 de junio de 1936, p. 10. 144. Vid. «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.202, 30 de julio de 1936, p. 5. 145. Resulta curioso constatar que alguna de ellas, como la que se iba a celebrar los primeros días de julio a Hoyos del Espino, en la sierra de Gredos, hubo de ser aplazada por el mal tiempo y «los conflictos sindicales existentes en la actualidad». La referencia puede verse en «Salud y Cultura. Grupo Alpino», El Socialista, núm. 8.178, 3 de julio de 1936, p. 5.

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García y Julián Antón, presidente y secretario respectivamente del Grupo en aquellos momentos, dirigieron cartas a algunos diputados y dirigentes socialistas solicitando su ayuda146. Para el domingo 19 de julio estaba anunciado uno de esos concursos en el Puerto de León y Fonfría así como una excursión a la Casa de Campo. Ni uno ni otra pudieron ya llevarse a cabo. El Grupo Deportivo mantuvo igualmente una buena dinámica en los meses previos al estallido de la guerra, aumentando incluso sus secciones. La de fútbol, que en enero de 1936 elegía una nueva Junta directiva con Pedro Llorente como presidente y Tomás Amat como secretario147, siguió organizando partidos o participando en los que propiciaban otras sociedades obreras y populares. Por su parte, la sección de atletismo hizo lo propio mediante la celebración periódica de sesiones de entrenamiento y de pruebas masculinas y femeninas que solían tener lugar en la Casa de Campo y en las pistas de la Ciudad Universitaria. Si las de los hombres conjugaban modalidades como carreras, saltos y lanzamientos, las de las mujeres se limitaron a carreras individuales o de relevos. En abril y como expresión del nuevo contexto político y deportivo, al que ya nos hemos referido, dos de sus atletas acudieron a la concentración deportiva popular organizada en Barcelona por el Comité Catalá pro Esport Popular (CCEP) formando parte del equipo masculino de Madrid que participó en la carrera a través de la ciudad condal148. Ese mismo mes, mujeres del Deportivo participaban en el cross femenino individual y por equipos organizado por la Biblioteca y Círculo Popular Cervantes, quedando en segundo lugar Pepita López, de Salud y Cultura149. La sección, además, creó el Trofeo Primero de Mayo, abierto a todas las sociedades atléticas populares y consistente en una carrera pedestre de 5.000 metros por terrenos de la Casa de Campo, que constaba de una prueba individual y dos de relevos, la primera de equipos de cinco corredores y la segunda de tres, destinándose esta última a clubes modestos que participaban por primera vez en esta clase de pruebas150.

146. Vid. Salud y Cultura. Grupo Alpino: Carta a Fernando de los Ríos, Madrid, 26 de junio de 1936. 147. Los otros componentes eran: contador, Juan J. Barbadillo; tesorero, José Álvarez; vocales, Ignacio Nuevo, Manuel Pérez y Gregorio Seijo. 148. En el curso del festival deportivo, del que el rotativo obrero dio pormenorizada información antes, durante y después del mismo, se celebró también la Copa Thaelmann de fútbol y diversos combates de lucha libre. El torneo de fútbol llevaba el nombre de un político comunista alemán que permanecía encarcelado por el régimen nazi. 149. Vid. «Los Deportes. Clasificación del cross femenino de la Biblioteca y Círculo Popular Cervantes», El Socialista, núm. 8.118, 23 de abril de 1936, p. 5. 150. Los equipos participantes debían nombrar un delegado, encargado, entre otras cosas, de recoger los dorsales y la banda que lo acreditaba como tal delegado en la secretaría de Salud y Cultura. La prueba, en la que participaron 105 corredores, de los que nueve eran miembros de la sociedad atlética Unión de Veteranos Amateurs, discurrió alrededor del estanque de la Casa de Campo, correspondiendo la victoria a Mariano Monedero, del club Cultura Sport. En los puestos quinto y sexto se clasificaron Barbadillo y Jesús Enrique, de la entidad organizadora. La prueba de debutantes contó con un premio para la sociedad que se clasificara en primer lugar. Vid., entre otros muchos, «Del Trofeo Primero de Mayo. Hechos alentadores», Claridad, núm. 25, 5 de mayo de 1936, p. 10.

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Fig. 41. Salud y Cultura organiza el Trofeo «Primero de Mayo» (El Socialista, núm. 8.119, 24 de abril de 1936, p. 5).

A mediados del mes de mayo, volvía a organizar una nueva carrera pedestre, pero esta vez solo para mujeres y sobre un recorrido de 1.200 metros lisos en el campo del polo de la Casa de Campo151. Si bien las secciones de fútbol y atletismo fueron las más numerosas y las más dinámicas, no fueron las únicas con las que contó la sociedad en este tiempo152. Porque a ellas se sumaron ahora tres más, la de Ciclismo, que en realidad podía considerarse una reorganización del grupo anterior, la de Remo, que se encargó de promover la afición a ese deporte náutico, y la de Ajedrez, que suponía toda una novedad en España aunque no en otros países europeos. En un apartado específico analizaremos con algún detalle la actitud de las sociedades deportivas socialistas y de la FCDO ante la Olimpiada de Berlín y la de Barcelona. No obstante, con el propósito de completar el estudio de Salud y Cultura, parece conveniente hacer aquí un breve comentario sobre la posición que adoptó frente a esos dos acontecimientos deportivos. La entidad, como todas las de carácter obrero y popular tanto en España como en el extranjero, se opuso a la Olimpiada de Berlín y participó activamente en la campaña organizada a nivel mundial contra ella. Olvidando las tradicionales críticas hacia los Juegos Olímpicos, interpretados como una concentración deportiva burguesa al servicio de los nacionalismos en pugna mediante la conquista de marcas y récords individuales y de equipos enfrentados sin otro objetivo que la victoria, entendida como una afrenta sobre los demás competidores, se pasaba ahora a defenderlos

151. Vid. «Una carrera organizada por Salud y Cultura», Claridad, núm. 31, 12 de mayo de 1936, p. 10 y «Atletismo. Una carrera femenina de Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.134, 13 de mayo de 1936, p. 5. 152. El dinamismo de la entidad mereció un comentario muy elogioso de la revista ilustrada Crónica. El mismo puede leerse en «Comentando el momento deportivo. Clara incorporación de los obreros», Crónica, núm. 338, 3 de mayo de 1936, p. 31.

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como emblema y representación de la paz y la fraternidad entre todos los pueblos y las razas del mundo. Por eso, no se podía tolerar que un régimen como el nazi, que negaba el derecho a la vida de sus oponentes políticos, perseguía a las razas no arias y encarcelaba a hombres cuyo único delito era haber creado una sociedad deportiva obrera, organizara ese certamen deportivo. Porque, además, sería aprovechado por los opresores del pueblo alemán como propaganda de sus doctrinas. Por todo ello, era inadmisible que el gobierno hubiera acordado pedir a la Diputación permanente de las Cortes la aprobación del crédito necesario para que acudieran representantes españoles a la Olimpiada fascista de Berlín que había de celebrarse en el mes de agosto. Recogiendo el sentir de todos sus afiliados, el Comité de la Sección de Fútbol lanzó un comunicado en el que a la luz de los argumentos anteriores se pedía lo siguiente: «1.º Que la organización de la Olimpiada sea arrancada de las manos de los verdugos de los trabajadores alemanes. 2.ª Que el crédito que se piensa dedicar a que la Delegación española concurra a la mascarada de Berlín se destine a la construcción de estadios y gimnasios donde puedan concurrir las masas trabajadoras (…)». El comunicado terminaba solicitando a los obreros que hicieran todo lo posible por desacreditar la Olimpiada «negra» y contribuyeran a propagar la consigna de «¡Ni un atleta ni un céntimo para los Juegos Olímpicos de Berlín!»153. Pocos días después, era el Comité del Grupo Alpino el que, adhiriéndose a la campaña promovida por sus compañeros, lanzaba una declaración de rechazo a la concentración deportiva en Alemania154. El clima de unidad que se vivía por entonces entre un buen número de sociedades deportivas obreras y populares en toda España y el hecho de que en otras partes del mundo el clamor contra los Juegos de Berlín hubiera servido para crear comités para que el boicot a los mismos fuera lo más completo posible, hizo que en nuestro país surgiera también, a iniciativa de elementos comunistas, como en otros muchos lugares, una plataforma con idéntico objetivo. En marzo, la FCDO, los Grupos Alpino y Deportivo de Salud y Cultura, la Biblioteca y Círculo Popular Cervantes, la Peña Camiña y las sociedades deportivas Los Lagartos y Gráfica Sport, acordaron crear la Sección Centro del Comité Español de Defensa del Espíritu Olímpico (CEDEO), el cual dedicaría sus actividades a cumplir el lema: «Ni un atleta ni un céntimo para la Olimpiada de Berlín; campos de deportes y piscinas para los Clubes obreros»155. Simultáneamente a su compromiso de boicotear los Juegos alemanes, Salud y Cultura se adhirió a la Olimpiada de Barcelona que el CCEP, con la colaboración de la FCDO156, estaba preparando para el mes de julio próximo. Diversas 153. «Los Deportes. Salud y Cultura ante la Olimpiada fascista de Berlín. A todos los deportistas», El Socialista, núm. 8.049, 2 de febrero de 1936, p. 5. 154. Vid. «Los Deportes. El Grupo Alpino de Salud y Cultura ante la Olimpiada negra de Berlín. A los deportistas de la montaña y antifascistas», El Socialista, núm. 8.051, 5 de febrero de 1936, p. 5. 155. Vid. «Los Deportes. Las Sociedades Obreras ante la Olimpiada de Berlín», El Socialista, núm. 8.082, 12 de marzo de 1936, p. 5. El Comité de esta entidad fijó su domicilio social en el Fomento de las Artes, sito en el número 15 de la calle de San Lorenzo, donde tenía también su sede la FCDO. 156. La ISR había solicitado desde comienzos de año a la FCDO que promoviese la celebración de una gran concentración deportiva popular y de masas en contestación y como alternativa a la Olimpiada de Berlín. El cumplimiento de esa solicitud se vio favorecido por el propósito –declarado en esas mismas fechas– de las entidades deportivas populares de Cataluña, unificadas en el CCEP, de organizar un magno festival deportivo.

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informaciones ponían de manifiesto cómo las secciones de fútbol y atletismo realizaron entrenamientos y pruebas para preparar y seleccionar a los componentes que, en unión de deportistas de otras entidades, estaban en condiciones de optar a formar parte de los equipos que en las distintas modalidades deportivas ostentarían la representación de Madrid en ese acontecimiento157. La sociedad, con el concurso del diario socialista, colaboró también en dar a conocer y popularizar los Juegos y se sumó al «Día de Propaganda de la Olimpiada Popular» que tuvo lugar dos semanas antes de la fecha prevista para su inicio con el fin de dar el último impulso a unos actos que, finalmente, el inicio de la guerra impidió que se celebrasen158. 4. POR

UNA FEDERACIÓN DE PIONEROS SOCIALISTAS

En España, existieron otros grupos infantiles con fines y características análogos a los de la veterana sociedad madrileña. Según el testimonio del socialista bilbaíno Eleuterio López, algunas localidades del País Vasco contaron ya con grupos de niños desde comienzos del siglo XX. Concebidos como escuelas donde los pequeños recibían las primeras lecciones del ideal socialista y cantera de las Juventudes Socialistas, en 1905 nacía en Sestao la primera «Juventud Socialista Infantil» que se había de conocer en España y cuyos miembros eran mayoritariamente alumnos de la escuela laica que por entonces existía en esa localidad. Poco después, surgía en La Arboleda otro Grupo Infantil con el que estuvo en contacto el primero, llegando a organizar conjuntamente excursiones a la Fuente de la Cazuela, pintoresco lugar situado en San Salvador del Valle. La iniciativa, sin embargo, no encontró apoyo en la Juventud Socialista de Bilbao, que envió una comunicación aconsejando la disolución de estos grupos y que sus afiliados, que debían seguir «estudiando y pensando siempre en socialista», esperasen a tener la edad reglamentaria para ingresar en el organismo juvenil159. Aurora Arnáiz160, 157. Vid, entre otros, «Salud y Cultura. Sección Fútbol y Atletismo», El Socialista, núm. 8.149, 30 de mayo de 1936, p. 5 y «Salud y Cultura. Sección de Fútbol y Atletismo», El Socialista, núm. 8.167, 20 de junio de 1936, p. 5. 158. Vid. «Los Deportes. El día pro Olimpiada Popular», El Socialista, núm. 8.176, 1 de julio de 1936, p. 5. 159. LÓPEZ, Eleuterio: «Ayer y hoy. Los Grupos Infantiles», La Lucha de Clases, núm. 1.170, 29 de diciembre de 1932, p. 4. 160. Aurora Arnáiz Amigo fue Catedrática de Derecho Constitucional. Hija de Francisco Arnáiz, socialista de Sestao (Vizcaya) y activo militante que participó en la huelga general de agosto de 1917, en 1931 ingresó en las Juventudes Socialistas de Bilbao y participó en la creación de la Federación Universitaria Escolar (FUE) en el País Vasco. Estudió Perito Mercantil en la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Bilbao y en 1933 se trasladó a Madrid para cursar la carrera de Derecho en la Universidad Central, de la que sólo pudo finalizar dos cursos por el golpe de Estado de julio de 1936. En Madrid perteneció a las JJSS y participó en el proceso de unión con las Juventudes Comunistas para crear, en abril de 1936, las Juventudes Socialistas Unificadas, formando parte de su Comité Ejecutivo Nacional. Durante la guerra civil fue comisaria de Columna en el Batallón Largo Caballero desde octubre de 1936, combatiendo en el frente de la sierra de Madrid, pasando posteriormente a ser comisaria de Brigada. Como la mayoría de la dirección de las JSU, se incorporó al Partido Comunista de España. En enero de 1937 se casó con José Cazorla, miembro como ella del Comité Ejecutivo de las JSU y del Comité Central del PCE. Al finalizar la guerra se exilió en París, donde colaboró con los servicios de atención a los refugiados hasta que el 1 de diciembre de 1939 embarcó en Bordeaux

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militante de las Juventudes bilbaínas, afirmaba también que la implantación de grupos infantiles venía de lejos, pero que no habían logrado consolidarse por falta de apoyo, dibujando una historia guadianesca de nacimiento y desaparición al cabo de un tiempo, sin continuidad ni en la militancia ni en sus directivos161. Sea como fuere y dejando al margen a Salud y Cultura, no hemos hallado noticias sobre ninguno de esos grupos con anterioridad a los años treinta, momento en que se reimplantaron en España. Fue la Juventud de la Sección de Bilbao la que tomó la iniciativa, acordando en una Junta general celebrada en noviembre de 1932 la reconstitución de estas entidades, dando inmediatamente los primeros pasos para su fundación en esa ciudad y animando su creación en las localidades próximas a ella. Antes de acabar el año, ya se habían formado el Grupo Infantil Socialista «Salud y Cultura» de Bilbao y otro en Sestao, dedicados inicialmente a organizar excursiones al campo y a la montaña así como partidos de fútbol, y celebrar actos culturales, como charlas, veladas artístico-musicales162 y visitas a centros de interés cultural. A comienzos de junio de 1933 se fundaba el Grupo Infantil Socialista de Vitoria. Al frente de su Comité directivo estaban José Andrés Alonso, como presidente y Ramón Santamaría, como secretario163. Contaba, además, con dos asesores, Jesús Turienzo y Alfonso Ortiz, que representaban a la Juventud Socialista vitoriana164. A finales de julio, nacía un nuevo Grupo en Eibar, compuesto por niños de ambos sexos de diez a quince años de edad y que deseaban «educarse en socialista». Enseguida adquirió un gran desarrollo, pues, según uno de sus afiliados, al poco tiempo de su fundación reunía ya a 200 socios165. A consecuencia de la revolución de octubre, la asociación se desarticuló, volviendo a reorganizarse en abril de 1936 con un nuevo Comité cuya secretaría la ocupaba Leticia Echevarría. Con tal motivo, Echevarría enviaba una carta a todos los grupos infantiles de Vizcaya y Guipúzcoa señalando que se proponían inaugurar una nueva bandera, «pues la anterior fue quemada por la fuerza pública al apoderarse de nuestra

(Gironde) con destino a Santo Domingo. En 1953 llegó a México, donde estudió Derecho. Desde 1957 fue Catedrática de Teoría General del Estado y desde 1969 de Derecho Constitucional. En diciembre de 1995 fue nombrada «Maestra Emérita» de la Facultad de Derecho de la UNAM. Fue distinguida con numerosas medallas y condecoraciones, además de desempeñar cargos en diferentes asociaciones. Escribió un gran número de libros y unas memorias tituladas Retrato hablado de Luisa Julián: Memorias de una guerra (Madrid, 1996). En México, donde falleció en enero de 2009, formó parte de la Agrupación Socialista Española del PSOE. 161. ARNÁIZ, Aurora: «Movimiento Juvenil», Renovación, 4.ª época, núm. 65, 1 de octubre de 1932, p. 3. 162. Algunos miembros de las Juventudes pusieron mucho interés en crear dentro de estas entidades Grupos artísticos que estarían encargados de despertar entre los niños la afición al teatro y a la música. Vid., por ejemplo, POSADA, Manuel: «A los Grupos Infantiles», La Lucha de Clases, núm. 1.762, 12 de enero de 1933, p. 3. 163. El resto de los componentes eran Luis Gardeñes, como vicepresidente; Luis Estrada, como vicesecretario; Eusebio Ugarte, en el cargo de tesorero; Jesús Ramírez, en el de contador; y como vocales, Isidro López, Daniel Bazagoitia y la niña Pilar Gutiérrez. 164. Vid. «Un saludo del Grupo Infantil Socialista de Vitoria», El Socialista, núm. 7.603, 18 de junio de 1933, p. 5. 165. Un afiliado al Grupo Infantil Socialista de Eibar: «El despertar de los Grupos Infantiles», Renovación, 4.ª época, núm. 103, 5 de agosto de 1933, p. 2.

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Casa del Pueblo», con una concentración en Eibar de todos los grupos del País Vasco166.

Fig. 42. Carta del Grupo Infantil de Eibar a los Grupos de Vizcaya y Guipúzcoa con motivo de su reorganización en abril de 1936 (Centro Documental de la Memoria Histórica).

166. Grupo Infantil Socialista de Eibar: Carta a los grupos infantiles de Euzkadi, Eibar, 25 de abril de 1936.

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La concentración, prevista inicialmente para el 31 de mayo, se pospuso al 2 de agosto de 1936, contando para su preparación con una ayuda económica de la Agrupación Socialista de la ciudad. Aunque desconocemos si se llevó a cabo o la guerra impidió su celebración, a principios de julio estaba ya confeccionado un completo programa de actividades, que constaba de un partido de fútbol entre los grupos infantiles de Eibar y de Baracaldo, adjudicándose al vencedor una copa donada por el Ayuntamiento, una carrera ciclista de 12 kms. para los afiliados al de Eibar, carreras de 100 y 200 metros, en las que solo podían participar dos corredores por cada Grupo Infantil y cuyos cinco primeros clasificados obtendrían premios en metálico que iban desde las 7 ptas. para el primero hasta una peseta para el quinto; una carrera de «cross-country» por un recorrido de 2.500 metros en la que tomarían parte cinco corredores de cada Grupo y con premios también en metálico para los siete mejores corredores167; y una carrera «de cabezudos» en bicicleta para obreros parados de la localidad. El programa se completó con una serie de actos culturales: la Banda de música del Grupo Cultural Artístico Alpinista Infantil de Irún ejecutaría diversos himnos proletarios; se celebraría un «Concierto de bailables» en la Plaza de Eibar; el Grupo de la ciudad entonaría un himno dedicado a la bandera que se inauguraba y un mitin en el que intervendrían Rodolfo Llopis, por el PSOE, Dolores Ibárruri, por el PCE, y Aurora Arnáiz, por la Comisión Ejecutiva de las Juventudes Socialistas de Bilbao168. Las respuestas que deparó la invitación a participar en la concentración nos permiten hacer un mapa de los grupos infantiles del País Vasco, una de las zonas donde se desarrollaron con mayor fuerza, en el periodo que va desde las elecciones de febrero de 1936 hasta el inicio de la guerra civil. A los ya mencionados de Bilbao, Eibar, Sestao, Vitoria e Irún, se sumó por esas fechas el de Tolosa, presidido por Rafael García Lovid y con Aurora Pascual como secretaria169. El de Plencia se organizó en mayo, ocupando Luis Peña la presidencia de la Directiva y Víctor Odriozola la secretaría. Otro más surgió en Miravalles (Vizcaya), con Luis Caballero como Secretario general del Grupo. Con anterioridad a octubre de 1934 existió un Grupo en Retuerto, localidad pegada a Baracaldo y que más tarde se convertiría en uno de sus barrios. Los acontecimientos de esa fecha lo desarticularon, comenzando a reorganizarse tras las elecciones de febrero de 1936. En mayo, contaba con 65 afiliados y en su Comité directivo figuraban Epifanio Carrancio, como presidente; Antonio Mendívil, como secretario y Esteban Martín en representación de la Juventud Socialista170. Finalmente, desde 1933 existía en Baracaldo una sociedad de niños de ambos sexos con idéntico carácter deportivo y cultural. Según su secretario, Marcelino Pérez, el Grupo continuó

167. Además, el Grupo Infantil mejor clasificado en el cómputo de las tres carreras se llevaría un trofeo. Se pedía que todos los participantes fueran provistos, a ser posible, de jerseys y dorsales. 168. Grupo Infantil Socialista de Eibar: Carta a los grupos infantiles de Euzkadi, Eibar, 11 de julio de 1936. 169. El presidente del Grupo de Bilbao por entonces era Ignacio Martínez. Enrique Munitis ocupaba el cargo de secretario y como asesor de la Juventud Socialista en el Comité figuraba Antonio Álvarez. 170. Vid. Grupo Infantil Socialista de Retuerto: Carta al Grupo Infantil Socialista de Eibar, Retuerto, 2 de mayo de 1936.

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funcionando de manera clandestina tras la represión, contando con seis equipos de fútbol y 500 afiliados en mayo de 1936, lo que lo convertiría en el más numeroso de todos171. Como hemos podido ver, los deportes que practicaron fueron el excursionismo, el fútbol, el ciclismo y el atletismo. Junto con los actos culturales que organizaron o en los que participaron, no dejaron de acudir también, por propia iniciativa o por invitación de la comisión organizadora respectiva, a otros eventos socialistas, como el del 1.º de mayo o la celebración de aniversarios de determinadas sociedades obreras. Cuando, como en la fiesta del trabajo, tenía lugar una manifestación en la vía pública, era frecuente que los grupos infantiles encabezaran la marcha portando sus banderas y estandartes. Desconocemos el número de grupos infantiles que pudo haber en otras zonas de España. De algunas, como Extremadura, Galicia o Levante no contamos con referencia alguna. Y de otras, las que hemos podido localizar son, con la excepción de Madrid, muy escasas y referidas sólo a una o dos entidades. En julio de 1933 nacía la Sección Infantil Socialista de Barcelona. Su Comité lo componía Guillermo Pedrezuela, como presidente; Manuel Morales, como secretario; Roberto Blasco era el tesorero; y Silvino Alonso y José Ventura, los vocales. La entidad disponía de una amplia y transportable caseta de baños, organizándose excursiones todos los domingos y días festivos a las playas cercanas a la ciudad. Al mismo tiempo y bajo los auspicios de la Juventud Socialista, organizó una colonia escolar a la que podían asistir gratuitamente los hijos de los obreros afiliados a la UGT que no tuvieran trabajo. Su sede se fijó en la Secretaría de la organización juvenil, sita en el número 29 de la Rambla de Santa Mónica172. En la región de Cantabria sólo tenemos conocimiento fehaciente del Grupo Infantil Socialista de Santander y del GIS de Reinosa. De este último hemos podido localizar un Libro de actas que incluye las reuniones tanto de su Comité como de algunas juntas generales en un periodo que se extiende entre octubre de 1933, fecha en la que debió formarse el Grupo, y septiembre de 1936, momento en que pudo desaparecer173. De la lectura del libro pueden extraerse algunas interesantes conclusiones. En primer lugar, que, como el resto de sociedades afines, el grupo era mixto, siendo frecuente que entre sus miembros se diesen relaciones de parentesco, además de otras de carácter vecinal y de amistad. Los que tenían menos de 9 años pagaban una cuota mensual de 0,20 ptas. y los mayores de esa edad, otra de 30 céntimos. En algún momento, se aprobó que los que tuvieran a su padre en paro no abonaran cuota alguna. Disponía, además, de un reglamento interno, una bandera y un sello propios174. En segundo término, que los deportes que practicaron sus componentes fueron el excursionismo, la

171. Vid. Grupo Infantil Socialista de Baracaldo: Carta al Grupo Infantil Socialista de Eibar, Baracaldo, s.f. [mayo de 1936] 172. Vid. «Creación de la Sección Infantil Socialista de Barcelona», Renovación, 4.ª época, núm. 102, 29 de julio de 1933, p. 3. 173. Durante la mayor parte de este tiempo el presidente del Grupo fue Manuel Pérez. Como secretario figuraron distintos niños, como Valentín Vallinas, Fernando Andrés, Alejandro Merino o F. Cagigal y una niña, Avelina Pérez, que también ocupó el cargo de vicepresidente. En el Comité figuraron también «asesores» de la Juventud Socialista local. 174. El sello era un círculo en cuyo interior figuraba el término GIS en la parte superior, la ciudad en la inferior y dos manos entrelazadas en el centro.

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gimnasia175 y el fútbol. Realizaron también distintas actividades culturales y en abril de 1936 se procedió a formar un cuadro artístico. Otro hecho relevante –e igualmente bastante generalizado entre estos grupos– es su inactividad desde los sucesos de octubre de 1934 hasta comienzos de 1936 en que consigue reorganizarse. En esta época se produce una clara radicalización ideológica, consecuencia de la que experimentó la organización juvenil y que, como hemos podido ver también, se puede observar en la mayoría de estas entidades, dando lugar a la fusión con el grupo de Pioneros comunistas de Reinosa. La nueva sociedad, que pasó a organizarse en células y que incorporó a su Comité un Secretario de Agitación y Propaganda, se denominó «Grupo Infantil Marxista»176. El deporte cobró desde entonces un cierto sesgo defensivo o militarista, pues los miembros del grupo debían acudir a la Casa del Pueblo para aprender a marcar el paso y a desfilar. El Libro de actas finaliza ya iniciada la contienda civil, con el resumen de lo tratado en las Juntas generales celebradas los día 11 y 16 de septiembre de 1936. Lo más llamativo de lo aprobado en ellas fue que los miembros de la entidad debían organizarse en grupos para hacer guardia en la Casa del Pueblo. Hubo incluso una propuesta para que se hicieran «grupos (…) para las Milicias»177. Por desgracia, no contamos con datos del Grupo de Santander ni de otros que, con seguridad, existieron en la región. Únicamente una anotación en una de las actas del Grupo de Reinosa nos informa de que aquel decidió convocar en el verano de 1934 un Congreso provincial de todas las entidades para tratar de articular un programa conjunto de actividades. En la zona centro sabemos de la creación del Grupo Infantil Socialista de Vallejo de Orbó178. La localización de su Reglamento, que lleva la fecha de junio de 1934 e incluye las firmas de Argente González, como presidente, y Manuel Benito, como secretario, nos permite conocer los fines y la organización del grupo aunque, obviamente, no sus actividades. Su artículo 1.º indicaba que, con sede en la Casa del Pueblo –sita en la calle Manuel Llaneza–, se constituía «un grupo instructivo de ambos sexos con objeto de fomentar la cultura entre sus afiliados». El grupo dependía de la Juventud Socialista del pueblo y para pertenecer a él se requería haber cumplido 9 años de edad, solicitar verbalmente o por escrito la petición de admisión y ser presentado por dos afiliados. Además, había que pagar una cuota mensual de quince céntimos, que podía modificarse cuando las circunstancias lo exigieran. Se enumeraban como motivos de expulsión la reiteración en el incumplimiento del reglamento, haber cometido faltas de educación

175. Los ejercicios gimnásticos se realizaban en el lugar de destino de las marchas. Para ello se disponía de materiales como balones, pelotas, cuerdas y saltadores. Tanto para las excursiones como para la práctica del fútbol se decidió usar camisas rojas. 176. La propuesta de unidad partió del grupo infantil comunista. Inicialmente, la entidad socialista decidió no tomar acuerdo alguno sobre la misma hasta conocer la postura y las indicaciones de la JS. 177. Grupo Infantil Socialista de Reinosa: Libro de Actas, Reinosa, 18 de octubre de 1933 a 16 de septiembre de 1936. 178. Vallejo de Orbó era una localidad del municipio de Brañosera, en la provincia de Palencia. Se hallaba enclavada en la cuenca minera palentina y estuvo muy ligada al pueblo de Orbó por su cercanía geográfica e histórica. Una buena parte de sus habitantes, como, en general, los de toda esa zona, eran, lógicamente, mineros dedicados a la extracción de carbón. El peso de la UGT en la región fue muy fuerte, casi hegemónico.

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o de indisciplina y dificultar la buena marcha del Grupo. El desempeño de los cargos del Comité directivo duraría un año y las asambleas ordinarias se celebrarían cada tres meses179.

Fig. 43. Reglamento del Grupo Infantil Socialista de Vallejo de Orbó (Centro Documental de la Memoria Histórica).

En la ciudad de Málaga se creó en mayo de 1933 un grupo singular denominado La Infancia Socialista. Decía ser una sección de la Infancia Socialista Universal (ISO), internacional cuyo fin era la educación de sus afiliados sobre tres principios o ideas: el socialismo, el esperanto y el excursionismo180. Su bandera e insignia eran las del organismo internacional: la estrella verde del esperanto sobre el fondo rojo de la bandera socialista. Sus miembros –llamados «educandos»– pasaban por cuatro grados según su edad y conocimientos. El primero dedicado a la enseñanza del esperanto; el segundo a la del socialismo; un tercero procuraba o completaba una adecuada instrucción primaria y el cuarto y último estaba orientado a mejorar la salud y desarrollar el cuerpo de manera armoniosa y equilibrada mediante la educación física y los deportes181. Durante

179. Grupo Infantil Socialista de Vallejo de Orbó: Reglamento, junio de 1934. 180. Aunque no podemos asegurarlo, es probable que la ISO fuera un organismo dependiente bien de la Asociación Esperantista de los Trabajadores (SAT), creada en Praga en 1921 y a cuyos congresos acudieron algunos socialistas españoles amantes del esperanto –de hecho, su XIV Congreso tuvo lugar en Valencia, en agosto de 1934–, bien de la Internacional Socialista Esperantista (ISE), fundada en Viena en 1933 por un grupo de secciones nacionales que decidieron separarse de la SAT por discrepancias con su dirección. Un estudio sobre las relaciones entre el esperantismo y el socialismo español es el de LUIS MARTÍN, Francisco de: «Aproximación al esperantismo socialista en Espña (1906-1936)», Aula. Revista de Enseñanza e Investigación Educativa, núm. 7, 1995, pp. 243-257. 181. Vid. «La Infancia socialista», El Socialista, núm. 7.613, 30 de junio de 1933, p. 4.

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el tiempo que disponemos de datos sobre esta institución, que se extiende desde su fundación hasta la primavera de 1934, su secretario y máximo responsable fue Serafín Baudín Agüero. Prohijada por la Juventud Socialista de la ciudad, su domicilio social estuvo en el Centro Obrero, sito en el número 2 de la calle Pasillo de Santo Domingo. Las actividades más frecuentes fueron las excursiones dominicales182 y las clases de esperanto, que se impartían los martes y viernes, de cinco a seis y media de la tarde. Sus afiliados, que debían hacer la triple promesa a su ingreso de relacionarse con los demás según las normas del socialismo, propagar el esperanto y obedecer las reglas de la ISO, pagaban una módica cuota de diez cts. semanales183. A tenor de las fuentes consultadas, Madrid fue, junto con el País Vasco, la zona donde surgió un mayor número de grupos infantiles. La mayor parte de los mismos estuvieron ligados a los grupos deportivos que las respectivas Juventudes crearon en los Círculos Socialistas. Ese fue el caso del Grupo Cultural Excursionista del Círculo del Puente de Segovia, compuesto por niños de ambos sexos de entre siete y dieciséis años que compaginaban el excursionismo con charlas, conferencias y actividades culturales. Idéntico origen tuvo Cultura y Fraternidad, grupo infantil excursionista creado en el Círculo de Chamartín de la Rosa en junio de 1933 y cuya primera Junta directiva estuvo presidida por Eusebio Parra184. Rápidamente, comenzó a organizar marchas dominicales al campo y a los alrededores del municipio, especialmente al lugar denominado Pinar de Chamartín. A finales de agosto, se creó dentro de la sociedad el Grupo Alpino, realizando al poco tiempo su primera excusión a La Pedriza del Manzanares185 y a la que le siguieron otras más a distintos parajes de la sierra de Guadarrama, como Rascafría, el Monasterio de El Paular o el Puerto de los Cotos. A comienzos de marzo de 1934 se formó el Grupo Infantil Excursionista del Círculo Socialista de Latina-Inclusa. A las giras dominicales a la Casa de Campo se sumaron actos culturales. Un mes más tarde y con idéntica denominación, nacía una entidad en el Círculo del Suroeste, ubicado en el Barrio de Usera, en el número 26 de la calle Francisco Mora. Desarticulado tras los acontecimientos de octubre de 1934, se reorganizó en mayo de 1936. Aunque disponemos de muy pocos datos sobre su actividad, conocemos la existencia de otras sociedades infantiles en los Círculos Socialistas de Buenavista –en junio de 1936 se denominaba Grupo de pioneros– y Pueblo Nuevo-Ventas. Por su parte, los alumnos de la escuela instalada en el Círculo del Pacífico

182. Resulta curiosa la afirmación, por parte de la directiva del grupo, de que el excursionismo que practicaban era como el de los «boy-scouts», llegando a decir que «somos discípulos de Carlos Marx, de Zamenhof y de Baden Powell: admirable y luminosa “trinidad”». En «La Infancia Socialista», Renovación, 4.ª época, núm. 106, 26 de agosto de 1933, p. 2. 183. Vid. «Preparemos el mañana», El Socialista, núm. 7.853, 5 de abril de 1933, p. 5. 184. Los demás componentes eran: Gumersindo Gilpérez, como secretario; Lázaro González, como tesorero; Tomás Sanz, como contador; y Felipe Granado, Pascual Sáez e Higinio Alonso, como vocales. 185. Vid. «Excursionismo. Grupo Alpino de Cultura y Fraternidad», El Socialista, núm. 7.667, 1 de septiembre de 1933, p. 5.

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organizaron un grupo excursionista a cuyas marchas podían acudir todos los hijos de los afiliados al centro obrero. A diferencia de lo que ocurrió en el campo socialista, en los medios comunistas españoles, la debilidad de sus organizaciones hizo que hasta prácticamente el final de la República, los grupos de Pioneros Rojos fueran muy pocos, cobrando pujanza a partir del comienzo de la guerra bajo la dirección de la Juventud Socialista Unificada. Sin embargo, la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) afirmaba que en junio de 1933 contaba con 2.875 pioneros, considerados «respecto a nuestras juventudes lo que las J.C. respecto al Partido: una gran escuela donde se preparan falanges de buenos militantes para las Juventudes»186. Dada la proliferación de grupos infantiles y con el doble propósito de impulsar su nacimiento allí donde no existían y coordinar de manera orgánica sus actividades, en el verano de 1934, la FJSE se propuso crear la Federación de Pioneros Socialistas de España. Contaba para ello con el ejemplo de los pioneros comunistas de la URSS y de otras entidades promovidas por las organizaciones socialistas europeas en el periodo de entreguerras187, si bien sería la organización soviética la que se convertiría en ejemplo y modelo para la nueva y radicalizada dirección de las Juventudes Socialistas elegida en el Congreso de abril de aquel año. En julio, se anunciaba desde Renovación la creación de un Secretariado Infantil cuyo primer objetivo era conseguir poner en pie y dependiendo directamente de las Juventudes, la mencionada Federación de Pioneros. Unos pioneros a los que les estaba encomendado «el más grande papel de la revolución: el de constructores del Socialismo en España»188.

186. Plan de choque de la Unión de Juventudes Comunistas de España, ¡¡Por su realización antes del II Congreso!! [Madrid], Juventud Roja, s.f., p. 12. Citado en SOTO KUSTRÍN, Sandra: Paso a la Juventud. Movilización democrática, estalinismo y revolución en la República española, Valencia, Universitat de València, 2013, p. 238. 187. Como pudimos ver al estudiar las olimpiadas obreras, en algunas participaron grupos infantiles. Conocidos con el nombre de Halcones Rojos, en ciertos países, como Austria o Checoslovaquia, llegaron a contar con centenares de miles de miembros. 188. «La Federación de Pioneros de España», Renovación, 4.ª época, núm. 139, 21 de julio de 1934, p. 2. Dos números después, en el órgano juvenil podía leerse lo siguiente: «Los pioneros socialistas construyen la estrella roja de carne. Vedlos formados en la Casa de Campo dando vida a nuestra insignia con todo el entusiasmo de muchachos que, pese a la ternura de sus años, comprenden por sentimiento que deben ser socialistas como lo son sus padres, como lo son sus hermanos mayores. En estos hijos de trabajadores que los domingos bajo el sol y los pinos fortalecen su cuerpo saludamos complacidos a la nueva generación que deseamos sea en el mañana infinitamente superior a la que hoy le saluda joven también pero que a su lado ha caído ya en la madurez. A los pequeños socialistas les decimos con cariño que esa estrella que hoy en sus juegos crean deben gravarla espiritualmente en lo más hondo de su espíritu y tenerla siempre ante ellos como guía, como afán y límite, como ansia de avanzar hacia un futuro que con sacrificios grandes vamos a construir todos para que lo disfruten íntegramente ellos» (Renovación, núm. 141, 4 de agosto de 1934, p. 2). Y en el número siguiente se incluía un suelto que decía: «El Gobierno se molesta porque los niños en las Colonias Escolares cantan “La Internacional” y alzan el puño. En el Ayuntamiento de Madrid, los gubernamentales han planteado la cuestión ¡Niños!, cuidado con alzar los puños. Ya habéis oído a numerosos caballeros que les desagrada y que eso no va con su modo de pensar. A nosotros, sin embargo, da la casualidad de que sí nos agrada. Es más, nos colma de sano regocijo. Con que niños, ¡todos a una! Alzad el puño y cantad: ¡Arriba los pobres del mundo!…». (Renovación, núm. 142, 11 de agosto de 1934, p. 4).

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Fig. 44. Proyecto de creación de una Federación de Pioneros Socialistas (Renovación, núm. 139, 21 de julio de 1934, p. 2).

Poco después, la dirección del nuevo organismo, donde figuraban Manolita García, Alfredo Beltrán y Tomás García Viriato, indicaba, en un esbozo de reglamento interno, los fines y características de los Grupos de Pioneros. Respecto a los primeros, se señalaba que eran esencialmente tres: la educación física, la cultura y una educación de clase «en sentido marxista». Para conseguir el primer objetivo se pensaba iniciar, con el auxilio de todas las secciones juveniles, una campaña para intentar crear equipos de toda clase de deportes que disputarían competiciones locales, provinciales y nacionales. Por otra parte, se estimularía la práctica del excursionismo todos los días festivos, realizando en su decurso ejercicios físicos y de gimnasia rítmica a cargo de militantes que contaran con una preparación deportiva. Los medios para cumplir la labor cultural eran varios. Junto a visitas a museos y centros artísticos, se señalaba la conveniencia de crear bibliotecas que dispondrían de «libros apropiados y seleccionados por camaradas pedagogos», cuadros artísticos y grupos musicales. En relación con la creación del «espíritu de clase», se ponía el acento sobre todo en la organización de charlas y conferencias que se impartirían tanto en las excursiones como en los días de invierno que no pudiera salirse al campo o a la montaña189. 189. Vid. «Hacia la Federación de Pioneros Socialistas», Renovación, 4.ª época, núm. 143, 18 de agosto de 1934, p. 3.

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Los sucesos de octubre de 1934 y sus consecuencias desbarataron los planes concebidos e interrumpieron el trabajo realizado hasta entonces. A lo largo del primer semestre de 1936, como pudimos ver, se reorganizaron algunos grupos infantiles socialistas y en ciertos lugares se procedió a su unificación con los pioneros comunistas siguiendo la senda de unidad con las Juventudes Comunistas marcada por la FJSE. En esa época, Mundo Obrero comenzó a dedicar más atención a los grupos infantiles, creando un día antes del comienzo de la guerra civil una sección titulada «Tribuna de los Pioneros» en la que se pensaban incluir cuentos, dibujos, historietas, chistes, notas y trabajos sobre la actividad de los grupos. Al mismo tiempo, ponía a los pioneros soviéticos como ejemplo y modelo a imitar190. Pero el inicio de la guerra, como expone Sandra Souto, frenó la organización de la infancia obrera en un marco nacional, aunque a nivel local y regional se siguieron produciendo diversas iniciativas191. Durante el conflicto, como veremos en otro apartado, se oficializó, sin embargo, una Federación Nacional de Pioneros dependiente de la Secretaría de Pioneros de la Juventud Socialista Unificada. Al margen de ese proceso quedaron los Pioneros Rojos creados por las Juventudes Comunistas Independientes del Bloque Obrero y Campesino (BOC). En el I Congreso de la organización juvenil, celebrado en junio de 1932, se acordó la organización de los pioneros, que, según afirma Ramón Casterás, ya se habían constituido en Lérida192. Aunque no tenemos datos sobre el número y la trayectoria de estos grupos hasta iniciada ya la guerra civil, es muy probable, teniendo en cuenta la consolidación y expansión de las Juventudes en los años siguientes, especialmente en Cataluña, pero también en ciudades como Valencia, Castellón y Madrid, que fueran surgiendo en esas zonas. Solo así se explicaría la creación en 1937 del Secretariado Central de Pioneros y el lanzamiento de Pionero Rojo, una revista infantil dirigida expresamente para los afiliados a estos grupos. 5. EL

ANARQUISMO Y EL COMUNISMO ANTE EL DEPORTE OBRERO

Desde finales del siglo XIX y principios del XX, las escuelas racionalistas repartidas por Cataluña y la zona levantina se caracterizaron por organizar en el horario escolar excursiones al campo donde sus alumnos de ambos sexos desarrollaban distintos juegos individuales y colectivos y practicaban sencillos ejercicios de gimnasia. De la misma manera, los grupos y ateneos anarquistas hicieron de las excursiones y giras campestres en los días festivos una de sus principales señas de identidad193. En ambos casos, como ocurrió con las otras 190. Vid. «Tribuna de los Pioneros» y «Reportajes con los chicos. Un campo de pioneros en la Rusia soviética», Mundo Obrero, núm. 168 (876), 17 de julio de 1936, p. 5. 191. SOTO KUSTRÍN, Sandra: Paso a la Juventud…, Opus. cit., p. 240. 192. CASTERÁS Archidona, Ramón: La Juventud del POUM. Una Juventud de la guerra civil española (1936-1937), Barcelona, Ed. del autor, 1983, p. 18. 193. Vid., entre otros, FERRER GUARDIA, Francisco: La Escuela Moderna, Barcelona, Tusquets, 1976; SOLÀ, Pere: Las escuelas racionalistas en Cataluña…, Opus. cit; del mismo autor: Els ateneus obrers i la cultura popular a Catalunya…, Opus. cit. y Educació i moviment llibertari…, Opus. cit.; CUADRAT, Xavier: Socialismo y anarquismo en Cataluña. Los orígenes de la CNT, Madrid, Ediciones de la Revista del Trabajo, 1976; TERMES, Josep: Anarquismo y sindicalismo en España, Barcelona,

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corrientes del movimiento obrero, el excursionismo estuvo íntimamente ligado a la concepción de la cultura que sostenían los libertarios y a su finalidad de lograr una formación integral de sus miembros y en sintonía con el ideario anarquista. Buscaban, además, atraer a otros jóvenes que, al socaire de una afición cada vez más extendida por las salidas al campo, a la montaña o al mar, entrarían en contacto con los valores libertarios y los rituales de confraternización, socialización y educación que iban unidos, de forma indisociable, al «movimiento excursionista». Un movimiento que, como diversos autores han puesto de manifiesto, se mantuvo a lo largo de la segunda y tercera décadas del siglo, si bien la precariedad de muchas sociedades anarquistas y sindicalistas, expuestas de manera permanente a medidas de tipo represivo por los diferentes gobiernos de la época, hizo que esas actividades, como otras muchas, no pudieran gozar ni de continuidad ni de institucionalización en bastantes casos. Sin embargo, una represión selectiva, centrada básicamente en los sindicatos y centros libertarios más señalados, como ocurrió durante la dictadura de Primo de Rivera, hizo posible, por otro lado, la permanencia de no pocas entidades culturales ácratas y de los grupos excursionistas ligadas a ellas o a otras sociedades obreras y/o populares en las que los militantes y simpatizantes anarquistas encontraron refugio194. La preocupación por el excursionismo no fue acompañada de una atención paralela por los deportes en general y por los deportes organizados y colectivos en particular, señalando una profunda diferencia con la actitud de los socialistas primero y de los comunistas después. De hecho, en ningún periódico anarquista hubo nunca, al contrario de lo que ocurrió en la prensa de los otros sectores del movimiento obrero, una sección deportiva. Todos ellos compartían, sin embargo, las críticas al deporte burgués, instrumento que utilizaban los empresarios y las sociedades capitalistas para alienar a los jóvenes apartándolos de su misión social. Censuraban igualmente la práctica deportiva mercantilizada, mero espectáculo pasivo utilizado como adormidera de las conciencias juveniles, y el deporte profesional, alejado del verdadero espíritu deportivo que debía caracterizar al mundo del trabajo y potenciador de rivalidades locales y nacionales situadas en las antípodas de la fraternidad y el compañerismo obrero defendido por el anarquismo. Pero, con independencia de estos planteamientos comunes, lo que distinguió a los

Crítica, 1977; DELGADO, Buenaventura: La Escuela Moderna de Ferrer i Guardia, Barcelona, CEAC, 1979 y LÁZARO LORENTE, Luis Miguel: Las escuelas racionalistas en el País Valenciano (1906-1931), Valencia, Nau Llibres, 1992. 194. Vid., entre otros, ANGUERA, Pere et alii: Associacions. Cultura i societat civil a Catalunya, Tarragona, Ed. El Mèdol, 1991; BAR, Antonio: La CNT en los años rojos. Del sindicalismo revolucionario al anarcosindicalismo (1910-1926), Madrid, Akal, 1981; BARRIOS ALONSO, Ángeles: Anarquismo y anarcosindicalismo en Asturias: 1890-1936, Madrid, Siglo XXI, 1988; BOOKCHIN, Murray: Los anarquistas españoles: los años heroicos (1868-1936), Barcelona, Grijalbo, 1980; HOFMANN, Bert et alii (eds.): El anarquismo español y sus tradiciones culturales, Frankfurt-Madrid, Ed. Vervuert-Iberoamericana, 1995; MARIN, Dolors: De la llibertat per conèixer al coneixement de la llibertat…, Opus. cit.; OYÓN, José Luis (ed.): Vida obrera en la Barcelona de entreguerras, 1918-1936, Barcelona, Centre de Cultura Contemporània, 1998; SOLÀ, Pere: «Associacionisme i cercles culturales al medi urbà Barcelona, 1900-1939», en ROCA I ALBERT, Joan (coord.): L’articulació social de la Barcelona contemporània, Barcelona, Institut Municipal d’Història de Barcelona-Edicions Proa, 1997, pp. 181-202 y VEGA, Eulalia: «Anarquismo y Sindicalismo durante la Dictadura y la República», Historia Social, núm. 1, primaveraverano 1988, pp. 55-62.

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anarquistas fue, como decíamos, el escaso peso que, en la práctica, tuvieron los deportes, especialmente los de equipo. Esta posición, como señala Navarro Navarro, pudo muy bien ser consecuencia de su rechazo a los espectáculos deportivos de masas, pero no dejaba de resultar sorprendente, dada la tradicional insistencia en la necesidad de que el individuo adquiriera una «cultura física»195. En uno de los escritos teóricos sobre el particular, un militante advertía que no solo era necesario ilustrar el intelecto, sino que era necesario también fortalecer el cuerpo a través del ejercicio físico. Un ejercicio que tenía en el excursionismo, el «cultivo de los deportes atléticos bien dirigidos» y sencillos juegos gimnásticos sus principales manifestaciones. A través de ellos, se cuidaba la salud, se practicaba un estilo de vida natural y se gozaba de la naturaleza al tiempo que se convertían en diques contra los vicios y los «lugares de inmundicia» de la ciudad, como el alcohol, las tabernas, los cines o los bailes. Además, su práctica permitiría atraer a otros jóvenes al campo anarquista, arrancándolos de los «señuelos» que les tendía el capitalismo y, al crear «cuerpos de bronce», poder «luchar con denuedo contra los feroces dragones que quieren zamparse a los dioses del trabajo»196. Por otro lado, los desplazamientos a lugares y pueblos cercanos a los núcleos urbanos, favorecería, mediante prácticas de confraternización y educación de militantes –charlas, discursos, lecturas, reuniones, canciones, juegos, estructuración de comités locales…–, la tarea de proselitismo y propaganda del ideal anarquista197. Finalmente, conviene señalar, como ya han hecho otros autores, que estas giras tuvieron como lugar de destino no solo enclaves campestres, sino también parajes montañosos y playas, presentando habitualmente un carácter familiar, acudiendo las mujeres, los hijos y parientes de los afiliados. El fenómeno excursionista aumentó de forma muy notable durante el primer bienio republicano. Numerosos grupos, ateneos, sindicatos y agrupaciones de las Juventudes Libertarias198 celebraron los domingos y en fechas señaladas giras y excursiones que se multiplicaban cuando llegaba el buen tiempo. Como indica el profesor Navarro, nacieron también secciones y grupos excursionistas compuestos por militantes específicamente interesados por conocer determinados parajes naturales y realizar itinerarios por ellos. Algunos de estos núcleos gozaron de una bien ganada fama en los medios libertarios, como el grupo barcelonés Sol y Vida, sección excursionista del Ateneo Libertario del Clot199. Solidaridad Obrera, el órgano de la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña y portavoz de la CNT, da cuenta con relativa frecuencia de sus iniciativas. Así, por ejemplo, la que organizó en junio de 1931 a Sardañola (Cerdanyola del Vallés), al sitio –un

195. NAVARRO NAVARRO, Francisco Javier: A la revolución por la cultura…, Opus. cit., pp. 337-338. 196. ÁLVAREZ, J. F.: «Mens sana in corpore sano», Solidaridad Obrera, Año VIII, núm. 55, 9 de mayo de 1923, p. 3. 197. Vid. «Juventudes Sindicalistas. Hay que intensificar la propaganda», Solidaridad Proletaria, Año II, núm. 29, 2 de mayo de 1925, p. 3. 198. En el congreso celebrado en Madrid en junio de 1932 se constituyó la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL). 199. Sobre este centro, nacido a comienzos de junio de 1931, puede verse «Las instituciones culturales y educativas de nuestro movimiento. El Ateneo Libertario del Clot», Solidaridad Obrera, núm. 306, 13 de noviembre de 1931, p. 2.

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pinar– denominado «Las Fontetes», y que sirvió para despedirse del «inolvidable maestro e insigne historiador del anarquismo, Max Nettlau» después de haber pasado un tiempo en Barcelona. En aquel lugar, «la gran familia libertaria se reunirá bajo Natura, para ensalzar nuestra Idea»200. O la que tuvo lugar un año después al mismo paraje y donde el grupo artístico «Sol Saliente» representó en plena naturaleza las obras Juventud, de Ignasi Iglesias, La cartera, de Octavio Mirabeau y La muerte de Rabelais, de Han Ryner201.

Fig. 45. Una excursión de grupos anarquistas (Solidaridad Obrera, núm. 413, 11 de mayo de 1932, p. 3).

200. «Gran jira libertaria», Solidaridad Obrera, núm. 178, 14 de junio de 1931, p. 2. 201. «Gran jira de confraternidad libertaria», Solidaridad Obrera, núm. 413, 1 de mayo de 1932, p. 3. Los obras del dramaturgo y poeta catalán Ignasi Iglesias, muy influido por el noruego Ibsen, otro de los autores que formaron parte del Olimpo anarquista, fueron muy representadas en los centros anarquistas. Otro tanto ocurrió con el escritor, periodista y crítico de arte francés, Mirabeau. De tendencia anarquista, sus obras se caracterizaron por su anticlericalismo y la defensa del pacifismo y el antimilitarismo. Han Ryner era el seudónimo utilizado por el filósofo, novelista y periodista anarquista francés Jacques Elie Henri Ambroise Ner, muy influyente en algunos círculos anarquistas españoles durante los años veinte y treinta. Murió en París, en febrero de 1938.

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Pero no fue el único. Los del Ateneo Cultural de La Torrassa, en Hospitalet de LLobregat y el «Grupo Iniciación Anárquica», de San Feliu de Guixols, destacaron también por su actividad excursionista, haciendo de sus giras una verdadera «escuela del militante» que incluía trabajos literarios, lecturas, charlas… junto a un rendido «culto de amor a la Naturaleza»202. Era tal la afición y la importancia dada a las excursiones que cuando se creaba un grupo o una sección cultural, estas formaban parte del programa a desarrollar junto a las conferencias, los cursos, las visitas culturales o la organización de bibliotecas203. En ocasiones, se llevaron a cabo también giras provinciales y regionales que congregaban a un gran número de personas, como las realizadas en el verano de 1932 a la playa de Gavá o a un lugar denominado Can Nisert, en las proximidades de Tarrasa, donde se congregaron más de mil afiliados de Barcelona, Lérida, Sabadell, Tarrasa y otras localidades, y donde la colecta pro presos –otra de las finalidades de las excursiones– resultó un éxito204. Sabemos igualmente, de la existencia de grupos infantiles, como el denominado «Francisco Ferrer», de Barcelona, que practicaron el excursionismo y los juegos al aire libre en el marco de las giras. Y no faltaron entidades esperantistas, como el Grupo Laborista Esperantista de Valencia, que pusieron en marcha secciones de excursionismo. Tratando de coordinar todo este movimiento y darle una orientación «práctica», es decir, con vistas a obtener el máximo fruto de la finalidad que perseguían, las agrupaciones culturales libertarias catalanas decidieron constituir en julio de 1932 una Comisión central cuyo domicilio estaba en el Ateneo del Clot, sito en el número 126 de la calle Meridiana, de Barcelona205. Y aunque no tenemos datos que nos permitan asegurar que tal iniciativa llegó a ser eficaz, de lo que no cabe duda es que los anarquistas y especialmente sus Juventudes, eran en esa época plenamente conscientes de las posibilidades que el excursionismo, cada vez más popularizado en España, brindaba de cara a la expansión entre la juventud obrera de las ideas ácratas. Incluso llegaban a considerar que esa actividad, por sus propios valores, era en sí misma libertaria. Una actividad, además, que a diferencia del resto de los deportes, «que hostilizan a los hombres y a los pueblos», los agrupaba «en estrecha y fraternal camaradería». De ahí que la sección excursionista Sol y Vida, aun reconociendo que en Barcelona había ya muchos grupos excursionistas libertarios, hiciera un doble llamamiento, en el sentido, por un lado, de que en todo el país los ateneos, sindicatos o agrupaciones ácratas formasen su correspondiente grupo excursionista y, por otro, de que se hiciera un esfuerzo por verter en ellos «la savia de nuestros ideales»206.

202. «Jira campestre», Solidaridad Obrera, núm. 215, 31 de julio de 1931, p. 6 y «Jira provincial libertaria», Solidaridad Obrera, núm. 464, 15 de julio de 1932, p. 5. 203. Vid., por ejemplo, «Creación de un grupo cultural», Solidaridad Obrera, núm. 231, 15 de agosto de 1931, p. 3. 204. RUBIO, Fraternal: «Una gira libertaria» y «Gira de confraternidad regional», Solidaridad Obrera, núm. 453, 30 de junio de 1932, p. 6. 205. Vid. «Sobre Jiras libertarias», Solidaridad Obrera, núm. 464, 15 de julio de 1932, p. 4. 206. «La importancia del excursionismo para las ideas libertarias», La Revista Blanca, año X, núm. 232, 15 de enero de 1933, pp. 507 y 508.

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Fig. 46. Sección de Excursionismo de «Sol y Vida» (La Revista Blanca, núm. 232, 15 de enero de 1933, p. 508).

La propuesta de Sol y Vida vino a coincidir, sin embargo, con un declive de la actividad excursionista de las entidades anarquistas entre 1933 y 1934, que se extendió al conjunto de sus prácticas culturales y que fue consecuencia, como afirma Navarro Navarro, de la desmovilización posterior al «ciclo insurreccional», la consiguiente represión gubernamental y la crisis del entramado asociativo libertario207. Sólo desde finales de 1935 y sobre todo a partir de la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero del año siguiente, se observa un renacimiento del excursionismo que, aunque algo más reducido, se mantuvo durante la guerra civil208. En esa época, como señala Pere Solá, la anarquista Federación Estudiantil de Conciencias Libres, creada a mediados de 1935 a partir de un grupo de estudiantes de L’Escola del Treball, de Barcelona y cuyos miembros daban clases y cursillos en los sindicatos, aprovechaban las excursiones organizadas por las Juventudes Libertarias para llevar a cabo su acción cultural209. 207. NAVARRO NAVARRO, Francisco Javier: A la revolución por la cultura…, Opus. cit., p. 336. La crisis afectó también al desenvolvimiento de las JJ.LL. 208. Diversos anuncios de giras y excursiones pueden verse, por poner un ejemplo, en Solidaridad Obrera, núm. 1.245, 12 de abril de 1936, p. 9. 209. SOLÀ, Pere: Las escuelas racionalistas en Cataluña…, Opus. cit., p. 137.

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Pero el impulso que generó de nuevo el excursionismo no se vio acompañado ahora tampoco por un cambio de estrategia en relación con los deportes en general y con el deporte popular en particular, de manera que las entidades anarquistas, en las que apenas surgieron secciones deportivas, seguirían yendo a remolque de la actividad y la hegemonía de las organizaciones socialistas y comunistas. Desde la prensa partidaria se continuó criticando con dureza tanto las manifestaciones deportivas210 como las sociedades marxistas de deporte. Un claro ejemplo de esta actitud se encuentra en un texto del escritor libertario Felipe Aláiz, publicado a mediados de los años treinta. Aláiz comienza censurando la «adulteración» del verdadero deporte en beneficio del deporte-espectáculo que atrae a la juventud española y corrompe los auténticos valores de la actividad física. Critica también el uso político del deporte y se muestra especialmente duro con la filosofía deportiva implantada en la Unión Soviética211, lo que, obviamente, representaba también una censura a la que practicaba el comunismo español. Finalmente y sirviéndose del ejemplo de los boys scouts, rechazaba el deporte como medio de formación premilitar y de encuadramiento masivo de jóvenes y niños, algo que estaba en las antípodas de la actividad física defendida por los anarquistas, en donde deporte y pacifismo eran conceptos interrelacionados212. Un ejemplo más de estos planteamientos lo encontramos en el primer número del rotativo Juventud Libre, aparecido casi simultáneamente al inicio de la sublevación militar de julio de 1936. En él y refiriéndose a las JSU, se decía lo siguiente: «¿Pero en qué pensáis camaradas marxistas? ¿Sabéis el peligro que en estos momentos representa el deporte? Representa la contrarrevolución [en mayúsculas, en el original]. Pues de esta forma hacéis pensar a la juventud en la pelota o en la bicicleta, apartándola de la lucha social y dándole de esta forma paso al fascismo y a la guerra organizada por el capitalismo agonizante. Llegará un día, camaradas marxistas, que esa juventud que despierta ante los dolores sociales, adormecida por el espectáculo del deporte, en vez de leer la prensa obrera y los libros revolucionarios, leerá el “As” y otros periódicos indignos de las juventudes proletarias (…)»213. El resultado fue que el anarquismo careció de una estrategia política y organizativa en cuestiones relacionadas con el deporte. Para una inmensa mayoría de sus militantes, este se reducía a una actividad individual o a una práctica de cultura física –gimnasia, atletismo, natación o montañismo– a realizar en pequeños grupos y donde no se incluían los deportes de equipo ni se ejercitaban disciplinas multitudinarias y competitivas. Muy otra fue, en efecto, la concepción del deporte que mantuvieron los comunistas españoles, los cuales, en el periodo del frente popular, cuando estaban dirigiendo la gran operación encaminada a crear un amplio frente deportivo

210. Dentro del conjunto de las críticas al deporte, destacaron las dedicadas a aquellas modalidades que, como el boxeo o la lucha libre, implicaban algún grado de violencia. 211. Aláiz era consciente de que lo que estaba ocurriendo en la URSS era un caso claro de nacionalismo-chovinismo deportivo. 212. ALÁIZ, Felipe: La salud por autodisciplina: el deporte, función social y carácter espectacular, Barcelona, Ediciones de La Revista Blanca, s. f. Citado también en SIMÓN SANJURJO, Juan Antonio: La marea del deporte…, Opus. cit., pp. 813 y 814. 213. Juventud Libre, núm. 1, 18 de julio de 1936. Citado en NAVARRO NAVARRO, Francisco Javier: A la revolución por la cultura…, Opus. cit., p. 340.

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popular y antifascista, se encargaron, como oportunamente ha señalado Simón Segura, de poner en entredicho el supuesto apoliticismo del discurso anarquista y denunciar que entendieran la actividad física al margen de la lucha revolucionaria214. Distintos artículos aparecidos en Mundo Obrero, uno de ellos firmado por Victoriano Mendes, incidían en este aspecto, criticando la actitud de los libertarios y reclamándoles bajar «de las altas cumbres de su irreal y contraproducente aislamiento». Porque, según él, no era posible separar la lucha por la «libertad económica» del combate por la «libertad deportiva», como demostraba el ejemplo de la URSS. En el país de los sóviets tuvieron que pasar por «la tempestad de Octubre, que les dio el poder político» para conquistar todos los derechos, incluidos los deportivos215. Se censuraba también que sus secciones excursionistas no estuvieran integradas en la estructura deportiva unitaria que representaba la FCDO y que Solidaridad Obrera se permitiera referirse –como hacía la prensa reaccionaria y antiobrera– de forma despectiva hacia la Olimpiada Popular de Barcelona en un momento, además, en que lo prioritario era hacer un frente común, también en lo deportivo, contra la amenaza fascista216. Pero el comunismo español tardó en descubrir las posibilidades que el deporte podía ofrecer como mecanismo para conquistar el apoyo de una importante masa obrera y contrarrestar así la hegemonía política y sindical del socialismo y del anarquismo. Hay que esperar hasta 1933-1934 para que los comunistas comiencen a sacar provecho del desinterés de los anarquistas por el deporte y del bajo nivel de implantación de los socialistas en el mismo. Fue en esa época cuando las organizaciones comunistas consiguieron superar en parte la marginalidad política y social que arrastraban desde sus orígenes y que, entre otras consecuencias, les había impedido en la práctica influir y tener una presencia significativa en el ámbito deportivo, aunque no un discurso propio y muy politizado, sobre el mismo. En ese sentido, en el III Congreso del PCE, celebrado en 1929, se reparaba ya en el deporte como medio de atracción de los jóvenes obreros y terreno especial de actuación para la UJC. Ésta, según señala Simón Segura, a quien seguimos en este punto concreto, antes de que el partido decidiera implicarse en esta actividad, fue consciente de la importancia que tenía el deporte como herramienta de captación política. En 1931, Juventud Roja, su órgano de expresión, con motivo de la celebración de su II Congreso217, publicaba una noticia que incluía el orden del día de la reunión. En el punto tercero, dedicado al «Trabajo de masas» se contemplaba en primer lugar las «Organizaciones deportivas y culturales»218. El rotativo solía dar noticia de las actividades deportivas organizadas por las federaciones obreras y sobre todo por la Internacional Deportiva Roja, como sucedió con la Spartakiada que la ISR organizó en Berlín en el verano de 1931 para conmemorar

214. SIMÓN SANJURJO, Juan Antonio: La marea del deporte…, Opus. cit., p. 809, 811 y 815-816. 215. MENDES, Victoriano: «Deporte y apoliticismo», Mundo Obrero, núm. 84 (793), 10 de abril de 1936, p. 5. 216. «Una observación a “Solidaridad Obrera”», Mundo Obrero, núm. 168 (876), 17 de julio de 1936, p. 5. 217. Este Congreso, celebrado en 1932, en Bilbao, se caracterizó por la renovación interna de la organización juvenil, que nombró a Trifón Medrano como secretario general. Al año siguiente, la UJC se organizaba en células de empresa, por barrios y pueblos de toda España. 218. «Un Congreso de la U.J.C.», Juventud Roja, 15 de agosto de 1931, p. 7.

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el décimo aniversario de su fundación y que sirvió también para atacar al socialismo reformista y la Olimpiada de Viena que se celebraba por las mismas fechas. En el mismo número de la publicación juvenil podía leerse lo siguiente: «Mientras los adherentes y simpatizantes de la Internacional Deportiva Roja luchaban con denuedo contra la prohibición de la Spartakiada, en Viena, bajo la protección de la burguesía austriaca y con el aplauso de la burguesía internacional tenía lugar la Olimpiada socialista. El desarrollo de estas dos demostraciones deportivas dice por si sólo el significado de cada una: la Spartakiada representa el deporte al servicio de la clase obrera; la Olimpiada el deporte al servicio de la burguesía»219. Pero no fue sólo Juventud Roja quien se ocupó de divulgar los principios que informaban la concepción deportiva de la ISR. Otras cabeceras, como Mundo Obrero, La Lucha o Pueblo se encargaron también de esa labor, insistiendo una y otra vez sobre el carácter revolucionario del deporte, entendido como un instrumento de la lucha de clases que debía contribuir a preparar a los obreros para el enfrentamiento violento e inevitable contra la burguesía y el capitalismo. Además, el deporte, según la ISR y como transmitía también la prensa comunista española, era un magnífico medio de propaganda que debía servir para captar y encuadrar a las masas juveniles trabajadoras apartándolas tanto de las organizaciones burguesas como de las entidades socialistas. Finalmente, otro elemento central de su discurso consistió en la exaltación del deporte soviético. La URSS no era solo la «patria del proletariado», sino el único país donde «el verdadero» deporte obrero había alcanzado un grado de desarrollo y de perfección tan grandes que lo convertía en ejemplo, norte y guía para las organizaciones deportivas comunistas de todo el mundo220. Mientras en los países capitalistas el deporte continuaba siendo una actividad de minorías y las masas vivían alejadas de él por falta de infraestructuras y de una política adecuada, la Unión Soviética lo había puesto al alcance de todos los trabajadores y de todos los deportistas. Si pasamos del discurso a los hechos, habrá que convenir, como hace Rubén Pallol, que la actividad comunista en el fomento del deporte obrero y/o popular en los primeros años de la República fue escasa, concentrando sus energías en otras cuestiones consideradas más importantes221. No parece que la UJC tuviera tampoco mucho éxito en su propósito de crear asociaciones deportivas propias. Pero esa realidad comenzó a cambiar a partir de finales de 1933 y sobre todo desde el año siguiente, en el periodo que transcurre desde la revolución de Octubre hasta la victoria del Frente Popular. Y aunque la situación política tras la insurrección asturiana y las consiguientes medidas represivas adoptadas por el 219. «El deporte proletario», Juventud Roja, 15 de agosto de 1931, p. 7. Las cursivas son nuestras. 220. Como afirma Rafael Cruz, la referencia a la URSS tenía connotaciones simbólicas, además de políticas, de gran calado. Ante unos militantes que difícilmente entendían conceptos como frente único por la base, gobierno obrero y campesino o dictadura democrática de obreros y campesinos, la propaganda sobre la Unión Soviética y sus realizaciones servían para cohesionar al conjunto de aquellos. Antes que otra cosa, Rusia significaba para todos ellos gobierno del pueblo y un futuro de bienestar e igualdad. En CRUZ, Rafael: El Partido Comunista de España en la II República, Madrid, Alianza, 1987, p. 77. 221. PALLOL TRIGUEROS, Rubén: «Los soviet deportivos. El surgimiento de un partido en la sociedad de masas: el PCE, el asociacionismo deportivo y las nuevas formas de ocio de la clase trabajadora en la España de la II República», en BUENO, Manuel et alii (coords.): Historia del PCE…, Opus. cit., p. 478.

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gobierno impidieron al PCE, en un contexto de debilidad organizativa, encarar actos deportivos de envergadura, la apuesta –sobre todo por parte de sus Juventudes– por ganar influencia en los clubes deportivos populares y entre las entidades socialistas se hizo más decidida y constante. A esas alturas eran conscientes de que aunque ni política ni sindicalmente podían competir, al menos temporalmente, con el PSOE, la UGT y la CNT, el campo deportivo, en cambio, mucho más abierto y menos organizado, les ofrecía la oportunidad de atraer a sus filas a una masa importante de jóvenes trabajadores222. Esa empresa se concentraría especial y prioritariamente en la conquista de los puestos directivos de la FCDO, poniéndola bajo los auspicios de la ISR y de su política deportiva. Al análisis de ese objetivo dedicamos precisamente el capítulo siguiente. Dentro del conjunto de las organizaciones obreras, no puede pasarse por alto la existencia, sobre todo en Cataluña, del BOC y de Izquierda Comunista. Según Wilebaldo Solano, uno de los dirigentes más destacados del POUM223, las Juventudes Comunistas Independientes surgieron primeramente en Barcelona. En junio de 1932 tuvo lugar su primer congreso, iniciándose a partir de entonces una nueva etapa, caracterizada por un mayor desarrollo, sobre todo en aquella ciudad, y la creación de secciones en las zonas industriales de Cataluña. Se formaron también unos grupos de choque, los Grupos de Acción del BOC (GABOCS), especie de fuerza paramilitar que, bajo la dirección de Josep Rovira224, estaba encargada de proteger los mítines, los actos de propaganda y las manifestaciones del partido. Según Solano, al mismo tiempo se constituyó la Unión Deportiva Obrera, «que compitió en numerosas manifestaciones deportivas de entonces»225. La composición juvenil de los grupos de choque permite suponer que su relación con la sociedad deportiva fue muy estrecha y que una buena parte de los afiliados a aquellos lo estuvieran también en esta. En el Congreso se discutió también una ponencia deportiva. En ella se acusaba a la burguesía de controlar casi todos los clubes y de alienar y desorientar a los jóvenes

222. A esa misma conclusión llegan Otero Carvajal, Pallol Trigueros y Simón Segura. 223. Semblanzas de Solano y de otros dirigentes del POUM y de sus Juventudes pueden leerse en GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, José: Retratos poumistas (España en Armas), Sevilla, Ed. Espuelas de la Plata, 2006. 224. Rovira fue albañil de oficio, militó desde muy joven en el movimiento catalanista de izquierdas y se afilió a Estat Catalá . En 1922 se exilió en Francia, participando desde allí en la planificación de un ataque al cuartel de la guardia civil de Sant Pau d’Ordal y en los conocidos hechos de Prats de Molló. Tras estos acontecimientos, se fue a Bélgica y posteriormente a México, interviniendo en las guerrillas de Guatemala. Volvió a Cataluña en 1932 y tras abandonar Estat Català ingresó en el BOC. Fue elegido miembro de su comité ejecutivo, cargo que conservó posteriormente dentro del POUM, y destacó como principal animador del semanario La Hora. En julio de 1936 representó al POUM dentro del Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña y fue el organizador de la columna Lenin que, bajo su dirección, actuó en el frente de Aragón. Fue detenido después de los hechos de mayo del 1937 y más tarde puesto en libertad hasta que en octubre de 1938 fue encarcelado de nuevo. Pudo huir al exilio en enero de 1939. En Francia, participó en la resistencia contra el ejército alemán y en 1944 fue uno de los fundadores del Movimiento Socialista de Cataluña. Falleció en ese país, en 1968. 225. SOLANO, Wilebaldo: El POUM en la historia. Andreu Nin y la revolución española, Madrid, Los Libros de la Catarata, 1999, p. 49.

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trabajadores mediante objetivos pequeño-burgueses226. Al mismo tiempo, se reafirmó el carácter revolucionario del deporte obrero, su íntima conexión con la lucha de clases y la utilización de las competiciones atléticas y de las excursiones como instrumentos de propaganda y proselitismo227. En el II congreso de las Juventudes, celebrado en octubre de 1933, se decidió adoptar el nombre de Juventud Comunista Ibérica ( JCI), nombrando a Germinal Vidal como secretario general228. La organización logró extenderse por algunas zonas de Levante, especialmente Castellón y Valencia. Tras la fundación del POUM se optó por mantener el nombre de JCI y que los jóvenes de la Izquierda Comunista se integraran en la organización juvenil existente. Pero, como señala Solano, el esfuerzo y la implicación de las Juventudes para construir el nuevo partido y los requerimientos políticos del momento fueron tantos y tan acuciantes que la organización descuidó las tareas propiamente juveniles. Lo que no abandonaron, sin embargo, fueron los ejercicios de defensa y la instrucción militar, realizando ejercicios de tiro, marchas y desfiles. Esta preparación les había permitido participar de forma activa en los acontecimientos de octubre de 1934 y protagonizar alguna resistencia armada, y más tarde poder enfrentarse en Barcelona el 19 de julio de 1936 a los militares sublevados y encuadrar las primeras unidades de las columnas que salieron desde Cataluña para el frente de Aragón229. Al analizar las respuestas de las izquierdas catalanas a la Olimpiada Popular de Barcelona, Pujadas y Santacana señalan que el POUM se mantuvo al margen de la misma al considerar que el concepto de deporte popular, que en ese momento defendía el PCE y otras fuerzas políticas, era una prostitución del deporte obrero pues, en la práctica, implicaba mezclar éste con el deporte burgués. Esta posición era, por supuesto, coherente con los principios políticos del partido y de sus principales líderes, Andreu Nin y Joaquín Maurín, opuestos a la estrategia de frentes populares adoptada por el PCE y la Internacional Comunista a mediados de los años treinta230. El POUM permaneció inamovible en los principios revolucionarios comunistas de siempre, defendiendo la revolución socialista «pura», una política de frente único obrero y una crítica sin ambages a la democracia burguesa. Desde esta perspectiva, cobra sentido la opinión de Wilebaldo Solano sobre la Olimpiada Popular, expresada en un artículo que apareció en el diario La Batalla unos días antes de la fecha prevista para su inicio. En él, Solano

226. Desde La Batalla y otros órganos del BOC, se llevaron a cabo campañas de propaganda contra las asociaciones deportivas creadas por la burguesía en sus empresas y negocios. 227. Vid. CASTERÁS ARCHIDONA, Ramón: La Juventud del POUM…, Opus. cit., p. 22. 228. Vidal ingresó en el BOC a principios de 1931. Hijo de una familia de clase obrera, comenzó a trabajar como conductor en el Puerto de Barcelona, siendo elegido presidente del sindicato portuario. En el congreso celebrado en marzo de 1934 fue reelegido secretario general de la JCI. El 19 de julio de 1936, mientras combatía como miliciano la sublevación militar franquista en Barcelona, murió en la Plaza de la Universidad de la capital de Cataluña. 229. SOLANO, Wilebaldo: El POUM en la historia…, Opus. cit., p. 57. 230. A pesar de ello, el POUM, como es sabido, fue uno de los partidos firmantes del pacto electoral del Frente Popular a comienzos de 1936. La inclusión en el mismo de una amnistía para los presos de la revolución de octubre y la oposición tanto del PSOE como del PCE a aceptar una coalición electoral que excluyera a los partidos republicanos de izquierda, fueron los motivos que explicarían una decisión que no parecía estar en sintonía con el carácter y el pensamiento revolucionario del partido.

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afirmaba lo siguiente: «A finales del mes en curso tendrá lugar en Barcelona una Olimpiada Popular, es decir, un certamen deportivo en el que participarán deportistas y organizaciones deportivas burguesas y proletarias. Los inspiradores de esta Olimpiada han sido los burócratas dirigentes de la Internacional juvenil ex-comunista. Según ellos, su finalidad es sabotear la Olimpiada que se celebrará en Berlín el agosto próximo. Si así fuera, nosotros, jóvenes comunistas, no tendríamos el menor inconveniente en tomar parte en ella y en dar todas nuestras fuerzas y aportar todo nuestro entusiasmo para asegurar un éxito rotundo y completo. Pero no es así. La Olimpiada de Barcelona no es obrera, sino popular. Con la Olimpiada de Barcelona se quiere sentar las bases de un movimiento deportivo no obrero, sino popular. Por medio de la Olimpiada de Barcelona se pretende ilusionar a las masas juveniles trabajadoras con la táctica del Frente Popular»231. Su actitud mereció la crítica del PCE y de las JSU, iniciando una ofensiva contra el POUM y la JCI que no haría más que intensificarse, como es bien conocido, a lo largo de la guerra civil.

231. La Batalla, 17 de julio de 1936. Citado en PUJADAS, Xavier y SANTACANA, Carles: L’altra Olimpiada…, Opus. cit., pp. 140 y 141.

LA FEDERACIÓN CULTURAL DEPORTIVA OBRERA

L

A CREACIÓN DE LA FEDERACIÓN CULTURAL DEPORTIVA OBRERA (FCDO) constituye el hecho deportivo más relevante que tuvo lugar durante la República. La necesidad de una entidad que coordinase y agrupase a las diferentes sociedades deportivas obreras que habían ido surgiendo a lo largo del tiempo en diversos lugares de España era algo sentido por algunos socialistas y especialmente por militantes de sus Juventudes. Pero los distintos intentos de ponerla en pie, como hemos podido ver, fracasaron, estrellándose contra la incomprensión o la desidia de los dirigentes del PSOE y de la UGT y la debilidad de la organización juvenil. Será a comienzos de los años treinta y en un contexto de expansión del deporte obrero y popular cuando por fin ese viejo y acariciado proyecto logre materializarse. Pero ni su nacimiento ni su trayectoria se van a ver libres de obstáculos y tensiones que tendrán en los enfrentamientos entre socialistas y comunistas por su control su principal causa, aunque no la única. Por otro lado, en su corta vida experimentará algunos cambios fundamentales tanto en sus objetivos como en sus estrategias, debido en gran medida a la nueva táctica adoptada por el comunismo español a partir de 1934. Una táctica que, siguiendo las decisiones tanto de la Komintern como de la Internacional Deportiva Roja, buscó favorecer la formación de amplios frentes deportivos populares en toda Europa poniendo fin así a una etapa anterior de ataques tanto al deporte burgués como al deporte socialista.

1. CONSTITUCIÓN Y PRIMEROS PASOS DE 1931 A SEPTIEMBRE DE 1932)

DE LA FEDERACIÓN DEPORTIVA OBRERA (MARZO

En marzo de 1931 se creaba en Madrid una Federación Deportiva Obrera (FDO) que reunía a diversas entidades deportivas populares y a una sociedad socialista, Natura, y que presentaba un carácter independiente y apolítico. Su constitución daría lugar a un interesante debate en las filas socialistas donde pueden observarse dos posturas contrapuestas en relación con la naturaleza

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y los fines de la nueva entidad. Para tratar de comprender ambas posiciones y los argumentos en que descansaban es preciso conocer los pasos que hicieron posible el nacimiento de la FDO. El primer hecho a destacar fue la participación en el festival deportivo organizado por Natura con motivo del Primero de Mayo de 1930 de un equipo francés de fútbol que, como ya comentamos, pertenecía a la Federación Deportiva del Trabajo (FST), adscrita a la Internacional Deportiva Roja. Sin duda, tal acontecimiento se debió a una iniciativa, como ya expusimos también, de Dionisio González, miembro del Grupo Deportivo del Sindicato Metalúrgico «El Baluarte» y militante de las Juventudes Comunistas, que hacía así su aparición en el escenario del deporte obrero en España. En octubre se celebró en Madrid una reunión a la que asistieron varios clubes sin federar para formar el equipo obrero que, en devolución de aquella visita, iría a París a finales de diciembre para jugar tres partidos contra equipos pertenecientes a la FST. Fue en esa reunión, a la que asistió un representante de Natura junto a delegados de otras entidades populares como la Sociedad Deportiva Tranviaria, el Club Deportivo Madroño, la Sociedad Deportiva Alcántara, el Oviedo F. C. y el Ciudad Real F. C., donde se acordó la creación de la FDO1. La primera referencia a la misma se debió a Aniceto García, quien, desplazado a París para presenciar y comentar la actuación del combinado madrileño, señaló que en el último de sus encuentros, el que le enfrentó al Club La Proletaria de Clichy, el bando español hizo entrega a este de un banderín rojo, «recuerdo de la Federación Deportiva Obrera Española». Resulta muy revelador del carácter inicial de la FDO la afirmación de García de que cuando una Banda municipal tocó «La Internacional» y fue cantada por los asistentes, «varios componentes del once madrileño, que ignoran lo que significan estas organizaciones de trabajadores», quedaron impresionados gratamente2. Sin embargo, el beneplácito con que el reportero deportivo había acogido el nacimiento de la nueva organización no fue compartido por otros militantes, los cuales sostenían que no era una entidad obrera ni podía erigirse en representante del deporte socialista. Enrique de Santiago y Mariano Rojo fueron los adalides y portavoces de esta posición, que defendía la existencia de una Federación Deportiva Obrera autónoma, si, pero completamente identificada con el PSOE y la UGT. En opinión de Santiago, algunos de los deportistas que fueron a París habían sido engañados, «tanto en lo de los partidos amistosos como en otras muchas cosas». Declaraba que no se había enterado de la existencia de la FDO y, en el supuesto de que fuera una realidad y no un simple deseo, planteaba las siguientes cuestiones a sus dirigentes: «¿Qué normas, qué programa, qué línea de conducta os habéis trazado que os permitan estar en relaciones con esos elementos de París, tan distanciados de nuestra manera de ser y de nuestros ideales? (…) ¿Cuál es su orientación? No sólo en España, lo cual no parece dudoso, sino internacionalmente, ¿qué camino va a seguir?». Para él era preciso proceder con absoluta claridad en un momento en que podía estarse

1. «De interés para las sociedades modestas. Se constituye la Federación Deportiva Obrera», La Libertad, núm. 3.428, 15 de marzo de 1931, pp. 7 y 8. 2. GARCÍA, Aniceto: «Deporte obrero. Un día de grandes emociones», El Socialista, núm. 6.833, 2 de enero de 1931, p. 3.

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al comienzo de una nueva actividad, la del «deporte obrero, conscientemente organizado y dirigido por nosotros». Si el atraso en este terreno podía al fin corregirse mediante una estructura unitaria y esta empezaba a caminar debía hacerlo «sabiendo adónde (sic) va, con quién está y que jamás se la pueda confundir ni entremezclar con elementos extraños, si no enemigos, de nuestro movimiento»3. La respuesta de Aniceto García, principal destinatario de los reproches y reservas de Santiago, no se hizo esperar. En ella le confirmaba la existencia de la FDO, planteada en la reunión de octubre donde se nombró ya una Comisión encargada de redactar el reglamento por el que había de regirse una vez fuera aprobado en una Junta general. Para justificar el carácter de la nueva entidad invocaba dos hechos determinantes: por un lado, el último fiasco que supuso, al no encontrar respuesta positiva, el llamamiento de Mariano Rojo a las sociedades obreras para tratar de crear una Federación Deportiva Obrera Socialista; por otro, la debilidad del deporte obrero en España, lo que había hecho imposible hasta la fecha dotarlo de una plataforma unitaria. La prueba de esta realidad estaba para él en la vida de la Agrupación Deportiva Obrera “Natura”, una vida tan mezquina «que apenas si da señales de vida». Siendo como era «la única entidad verdaderamente obrera que cultiva el deporte», deberían figurar en sus filas centenares de asociados y, sin embargo, no llegaban al centenar sus efectivos, lo que, en su opinión, «demuestra claramente lo protegido que se encuentra en Madrid el deporte obrero». Por todo ello, no hubo más remedio al constituir la Federación, según exponía, que darle un carácter independiente. Además, las sociedades convocadas así se pronunciaron, «manifestando que la política debe alejarse del deporte». En relación con la cuestión de las relaciones internacionales del nuevo organismo, Aniceto García indicaba que hasta el momento no se había planteado nada y que de hacerlo en el futuro no se tomaría ninguna decisión «que vaya contra nuestras ideas». Finalmente, quitaba hierro al viaje a París y los partidos celebrados allí, indicando que se trataba tan solo de devolver la visita que el equipo obrero francés hizo a Madrid y que no hubo más interés que el puramente deportivo4. Mariano Rojo compartía las dudas expresadas por Enrique de Santiago y añadía otras consideraciones. Para él una de las claves esenciales, si no la primera, en este asunto era que muchos, también entre los propios militantes socialistas, confundían lo que era el deporte obrero. Porque este no consistía en formar grupos o sociedades integrados exclusivamente por trabajadores pero con las mismas finalidades que los de naturaleza burguesa, es decir, anteponiendo «su interés o conveniencia a las ideas». Era el fondo y no la forma lo que las diferenciaba de las entidades verdaderamente obreras. Para los que ingresaban en las primeras, el deporte era su principal obsesión, aspirando no pocos a convertirse en profesionales del mismo. Las segundas no aspiraban «a crear eminencias, sino a encontrar en los ratos de ocio una distracción cuando no un recuperamiento de la fuerza que poco a poco se ha

3. SANTIAGO, Enrique: «Cosas nuestras. Para los deportistas obreros», El Socialista, núm. 6.837, 7 de enero de 1931, p. 4. 4. GARCÍA, Aniceto: «Para los deportistas obreros. Contestación obligada», El Socialista, núm. 6.841, 11 de enero de 1931, p. 3.

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ido gastando en el taller». Debían ser, además, «escuelas de hombres organizados. Pocas en número pero grandes en calidad». Sostenía también, haciendo una crítica a la actitud de Aniceto García, que entre sus adeptos no podían contarse algunos de los jugadores que habían ido a París por cuanto se habían comprometido a actuar en otros grupos «desde los que les es más fácil dar el salto al profesionalismo». Una segunda clave se hallaba en las relaciones que debían existir entre los auténticos grupos deportivos obreros. Para Rojo lo que unía a los deportistas obreros no era el deporte en sí sino el concepto que se tenía del mismo, de manera que frente a la rivalidad y al interés de grupo o de región que caracterizaban al campo profesional, anteponiéndolos a la idea de solidaridad, el ideal socialista era el que animaba y estrechaba los lazos entre los trabajadores, aprovechando el deporte «como un hilo más de la tupida red que, envolviendo al mundo entero, ha de formar una nueva moral y una nueva civilización». Desde esa realidad, lamentaba Rojo que «llevados por elementos no afectos a nuestras ideas y enemigos de nuestros hombres», el viaje a la capital francesa no hubiera podido ser aprovechado para estrechar las relaciones con los jóvenes socialistas de París. Finalizaba su artículo deslindando una vez más los dos extremos del deporte: el burgués, del que reconocía que ejercía una gran atracción sobre los obreros por sus promesas de ganar dinero sin trabajar, y el proletario, que ofrecía únicamente la satisfacción de practicar el deporte sin compensación alguna. No se le escapaba, en un gesto de realismo, que cuando a un joven se le planteaban ambos caminos «se precisaba una cabeza muy firme para seguir por el segundo hasta el fin». Por eso se precisaba que existieran sociedades netamente obreras, que con un programa definido y sin confusiones ni transigencias, orientaran al recién llegado, haciéndole comprender que el deporte no podía sustituir al trabajo sino que debía ser su complemento. Y en un nuevo rasgo de sinceridad terminaba con estas palabras: «seremos pocos, pero podrá contarse con ellos. Lo otro es hacernos la ilusión de tener una fuerza que no nos valdría para nada y en la que no debemos emplear nuestros esfuerzos»5. Diez días después, de Santiago volvía a pronunciarse tratando de precisar más sus opiniones y contestar a García y a Rojo. Partiendo de la idea de que el viaje a París no se hubiera hecho como se hizo de existir una verdadera Federación Deportiva Obrera, Santiago centraba su discurso en los principios que debían caracterizar a esa Federación. Estando de acuerdo con el redactor deportivo en que no era fácil organizar esa entidad, sin embargo lo importante, según él, era comenzar por algo, pero «comenzar bien. No fingiendo buenas intenciones, sino demostrando buenos hechos». Al Secretario de las JJSS le reconocía que la organización juvenil tenía entre sus objetivos fomentar el deporte obrero, pero venía a reconocer que, «por razones que desconocemos», muy poco o nada se había hecho en la práctica. Apoyaba dicho juicio en la última Memoria del Comité directivo de la ISOS, enfatizando que era «la única que existe para nosotros», en la que podía leerse lo siguiente: «De España y Portugal nada alentador podemos decir. Al contrario, la numerosa correspondencia dirigida a camaradas

5. ROJO, Mariano: «El deporte obrero», El Socialista, núm. 6.844, 15 de enero de 1931, p. 3. Las cursivas son nuestras.

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de ambos países queda regularmente sin respuesta». Reconocía el Comité que la situación política en que se encontraban ambas naciones no era buena, pero eso no podía ser una excusa por cuanto dicha situación no era peor que la que se vivía en otros lugares donde el deporte obrero había cobrado otra dimensión. Por consiguiente, finalizaba la Memoria, «los camaradas españoles y portugueses son grandemente culpables de no haber intentado seriamente crear un embrión de deporte obrero y luchar para hacerle vivir». Era preciso, por tanto, tratar de reconducir esa situación, dando solución a una cuestión, la deportiva, que, según de Santiago, era «de gran interés para nuestro movimiento obrero, político y sindical, y bien quisiera que se examinara con el detenimiento que merece». Tratando de evitar dudas, confusiones o equívocos a propósito de la futura Federación Deportiva Obrera, afirmaba que lo prioritario era que todos «nos pongamos de acuerdo en materia de principios», unos principios que, para él, no podían ser otros que los de la Internacional Deportiva Socialista6. Por si alguien tenía dudas al respecto, de Santiago ofrecía dos datos adicionales más –y muy significativos– en apoyo de su criterio: esos principios y la organización que los hacía suyos contaban con el apoyo de las Internacionales socialistas del mundo cooperativo, sindical y político; y tenían, además, la ventaja de ser acatados por dos millones de deportistas obreros7. Pese a los consejos y reconvenciones de Enrique de Santiago, la implicación directa del PSOE y la UGT en el terreno deportivo, como solicitaba, no se produciría. La llegada de la República, el nuevo y absorbente papel que ambas organizaciones jugaron en el nuevo régimen y su hegemonía política y sindical entre la clase obrera, lo que les condujo a no sentir interés por las organizaciones deportivas como mecanismo de captación y encuadramiento de militantes, fueron algunos de los factores que contribuyen a explicar la continuidad de su actitud indiferente frente al terreno deportivo durante los

6. El dirigente socialista los condensaba, para conocimiento general, en los seis siguientes: «1.º El movimiento obrero gimnástico y deportivo constituye una parte del movimiento obrero en general (…). 2.º La primera condición y base del movimiento obrero gimnástico y deportivo se halla en el movimiento obrero político, sindical y cooperativo, del cual deben formar parte y secundar todos sus esfuerzos los deportistas obreros. 3.º Parte integrante del movimiento obrero socialista, y situándose sobre el terreno de la lucha de clases, el movimiento obrero de gimnástica y deporte tiene por fin el progreso físico, intelectual y moral de la clase obrera, y se esfuerza en colaborar, en los límites de la actividad que se asigna, por el advenimiento de una civilización socialista. Le incumbe además cultivar el Socialismo internacional, mediante encuentros internacionales, y preparar el proletariado a la lucha contra la reacción internacional y sobre todo contra el fascismo. 4.º Se llegará a este fin por una educación física y moral sistemática y científica, partiendo del principio que el hombre es un individuo, un conjunto inseparable, cuya educación física e intelectual, deben ir a la par (…). 5.º Mediante la cultura física, el deporte obrero quiere remediar particularmente y en la medida de lo posible el estado de salud de la clase obrera, perjudicado físicamente por los métodos de trabajo capitalistas y condiciones de la vida moderna (…). Sirve también para aumentar la agilidad y la resistencia físicas, y tiende a realizar la belleza en las formas y en los movimientos. 6.º La cultura física debe enlazarse con la formación de la manera de sentir, de pensar y proceder socialista y comprenderá: la educación sistemática del sentimiento y conciencia de clase y la educación en el dominio de la solidaridad, de la disciplina y espíritu de sacrificio». 7. SANTIAGO, Enrique: «Para alusiones. Sobre el deporte obrero», El Socialista, núm. 6.853, 25 de enero de 1931, p. 3. Las cursivas son nuestras.

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años treinta. No fue ese, sin embargo, el caso de la organización juvenil8, que rápidamente y siguiendo el criterio de su Secretario general, se pronunciaría en contra del proyecto de constitución de la Federación Deportiva Obrera. En un artículo aparecido en su órgano de expresión, su autor, que firmaba con el seudónimo de «Juan Deportista», señalaba que dicho organismo se iba a crear bajo los auspicios de la Federación de Fútbol profesional, lo que era totalmente inadmisible. Informaba también que ante tal hecho, los directivos de Natura –cuya asistencia a la reunión en la que se iba a discutir su proyecto de reglamento y donde pensaban manifestar su disconformidad, fue vetada– habían tomado la decisión de no ingresar ni colaborar con la FDO. En opinión del articulista, esta no estaba pensada para hacer deporte obrero, «sino para distraer la atención de los obreros hacia el deporte» y sustituir a la Federación Regional Centro en el «penoso» trabajo que le suponía ordenar y coordinar en su seno a muchas sociedades deportivas modestas. El fin, por tanto, era el mismo, es decir, fomentar entre los trabajadores la afición al deporte para que surgiera así el vivero de jugadores del que poder nutrirse los grandes clubes y las empresas «explotadoras del fútbol». No era ese, obviamente, el concepto del deporte que tenían los socialistas, por lo que, como afirmaba el redactor, a nadie debía extrañar que frente a esa Federación surgiera otra «más modesta en medios económicos, ya que no estará subvencionada por Empresa alguna, pero con una mayor idealidad». Una Federación socialista, en suma, porque socialistas serían sus componentes y socialista habría de ser la orientación que se le imprimiría9. Sin la presencia, por tanto, de los socialistas, pero con la colaboración del comunismo o de sus Juventudes, para ser más precisos, a través de la figura de Dionisio González, cuya intención era y seguirá siendo infiltrarse en los organismos deportivos populares, fueran o no socialistas, y tratar de controlarlos, la FDO continuó su proceso de fundación. El 7 de abril de 1931 y bajo la presidencia de Luis Álvarez, secretario de la Federación Centro de Fútbol10, se constituyó oficialmente en una Junta general a la que asistieron, según La Libertad,

8. Como ya comentamos en otro capítulo anterior, en el Congreso de su Federación Regional de Castilla la Nueva, celebrado en enero de 1931, se aprobó recomendar a sus secciones la creación de grupos deportivos que lograran «contrarrestar la potencia de los grupos (…) patrocinados por empresas burguesas» y constituir una Federación deportiva regional «orientada por la Comisión Ejecutiva de la Federación de Juventudes» que debía ser el primer paso para dar forma a la futura organización a escala nacional. 9. DEPORTISTA, Juan: «Deporte obrero. Ante un propósito», Renovación, 4.ª época, núm. 7, 30 de marzo de 1931, p. 3. 10. La Federación Regional Centro, perteneciente a la Federación Española de Fútbol, nació en 1913 con equipos de Ávila, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Segovia y Toledo. En 1932 se fusionó con la Federación Castellano Leonesa de Fútbol, que agrupaba a los equipos de León, Salamanca, Soria, Valladolid y Zamora –más tarde se unirían los de Burgos y Palencia–, dando lugar al nacimiento de la Federación Castellana de Fútbol. Se encargaba de organizar el Campeonato Regional Centro, que se disputaba en dos divisiones. El campeón de la primera categoría era el representante de la región Centro en el Campeonato de España, también llamado Copa de España y antecedente de la actual Copa del Rey. Fue ese el motivo por el que adquirió una gran importancia entre los equipos de la capital y sus alrededores ya que no sólo designaba al mejor equipo de la región sino que era a su vez un torneo clasificatorio para la máxima competición nacional. Además de este Campeonato, la Federación Castellana organizó la denominada Copa Federación Centro Fue un torneo disputado

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representantes de los 47 clubes hasta ese momento inscritos. Tras aprobar el reglamento11, se nombró un Comité directivo, que estaría presidido por el delegado que la Federación Centro designara y cuyo secretario general era Dionisio González12. Su misión inmediata fue organizar un festival deportivo para el 1.º de mayo en el que participarían atletas franceses y españoles y unos encuentros eliminatorios de fútbol para formar las categorías que conformarían el campeonato de la próxima temporada. Para poder participar en él se fijó una cuota de 25 pesetas anuales y se decidió que todas aquellas sociedades que desearan ingresar en la Federación y tomar parte en el mismo enviaran su adhesión al domicilio del secretario, sito en el número 1 de la calle Bolívar13.

por los mejores clubes de la región, en formato «Copa» por eliminación. También se la conoció por los nombres de Copa de Castilla y Copa Presidente de la Federación Castellana de Fútbol. 11. Los aspectos más relevantes del Reglamento eran los siguientes: «Art. 1.º. Se constituye en Madrid una entidad deportiva bajo el nombre de Federación Deportiva Obrera, que tiene por objeto unir y regir todos aquellos Clubs que acepten su disciplina. Art. 2.º. Su orientación moral y deportiva será el desarrollo de la cultura y los deportes, con objeto de proseguir una obra de regeneración moral y física de la juventud trabajadora en un ambiente de franca camaradería y de un amateurismo puro. Art. 3.º. Esta Federación sostendrá relaciones deportivas con las Federaciones correspondientes de todos los países. Art. 7.º. La presidencia recaerá en el delegado de la Federación Centro mientras la Federación Deportiva Obrera viva en armonía con la mencionada Federación. Art. 11. La Federación, a medida que vaya desarrollándose, se dividirá en regiones llamadas Ligas regionales. Art. 13. El 10 por 100 de lo recaudado [por cuotas, derechos de ficha, donativos, subvenciones, etc.] deberá ser empleado en la adquisición de terrenos para campos de deportes, piscinas y gimnasio. Art. 14. La Federación Deportiva Obrera estará legislada por un Congreso, que tendrá que constituirse (…) todos los años en el mes de Julio. Art. 35. Las fichas no serán valederas más que por un año, debiéndose renovar en el mes de Septiembre de cada año. El año deportivo comienza el 1 de Octubre y termina el 30 de Septiembre». 12. Los otros componentes eran los siguientes: Pablo Yuste, como vicepresidente; Manuel Mateo, como vicesecretario; Antonio Ramírez en el cargo de tesorero; Francisco Gómez Paz, en el de contador; y como vocales, Pedro Martínez y B. Martínez. 13. Vid. «De interés para las Sociedades modestas. Se constituye la Federación Deportiva Obrera», La Libertad, núm. 3.428, 15 de marzo de 1931, pp. 7 y 8; «Federación Deportiva Obrera», La Libertad, núm. 3.446, 5 de abril de 1931, p. 6 y «Constitución de la Federación Deportiva Obrera», La Libertad, núm. 3.449, 9 de abril de 1931, p. 7.

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Fig. 47. Constitución de la Federación Deportiva Obrera (La Libertad, núm. 3.428, 15 de marzo de 1933, p. 508).

A pesar del rechazo que la FDO encontró en los dirigentes de Natura y de las Juventudes Socialistas, la entidad siguió contando con las simpatías de Aniceto García, el cual, una vez proclamada la República y atemperadas las críticas iniciales, mantuvo informados de sus actividades a los lectores de El Socialista a través de la sección de deportes que seguía dirigiendo. Así, a finales del mes de abril señalaba que la entidad había recibido un mensaje de la Unión de Sociedades Deportivas y Gimnásticas del Trabajo (USSGT), la organización francesa adscrita a la ISOS, felicitándola por su reciente nacimiento y por la llegada del nuevo régimen. Expresaba también el deseo de ver una representación de la FDO en la Olimpiada obrera de Viena y le rogaba que se convirtiera en intérprete de la entidad socialista francesa ante los deportistas obreros de España. La misiva, teniendo en cuenta, por un lado, las anteriores críticas de los jóvenes socialistas y de otros dirigentes obreros sobre la naturaleza y los objetivos de la Federación y, por otro, las más que probables intenciones que ya en ese momento abrigaba su secretario general de acercarla a la órbita de las organizaciones adscritas a

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la ISR, resulta bastante sorprendente. Quizá, como hipótesis, podría plantearse, como respuesta, una intervención del propio Aniceto García cerca de la Sociedad francesa. Sea como fuere, la carta tuvo contestación de la FDO, firmada por Dionisio González, en la que agradecía «a todos los deportistas obreros de Francia» sus muestras de simpatía y manifestaba su esperanza de estar presentes en los Juegos de Viena14. A partir de finales del mes de abril y en fechas sucesivas, García informaría puntualmente de los partidos que para el torneo de clasificación de la temporada venidera jugaron los equipos de la Federación15, así como de la creación por parte de esta de un Colegio de Árbitros amateurs al que podía inscribirse cualquier persona interesada en el domicilio de la Federación Centro de Fútbol. Los inscritos fueron examinados en el local de la Sociedad «La Didáctica», sito en el número 20 de la calle Corredera Baja, entregándose a los que resultaron aprobados su correspondiente carnet de árbitro16. En el verano del año siguiente, se constituyó una Junta directiva con José Lago como presidente y José Martín Alonso como secretario17. La Secretaría del Colegio se situó en el número 2 de la calle Juan de Mena (Palacio de la Bolsa) y se decidió que el examen para los aspirantes a árbitros constara de dos ejercicios, uno teórico y otro práctico, que consistiría en juzgar dos o más partidos18. El rápido incremento que adquirió la entidad hizo que fijara sus oficinas en el domicilio de «La Didáctica» y que convocara una asamblea a mediados del mes de agosto de 1931 para constituir la Federación Regional Centro, también llamada FDO del Centro19. La nueva entidad contó con estatutos y reglamento propios, dispuso de tres secciones, fútbol, atletismo y excursionismo, y nombró a su primer Comité directivo, en el que Emilio Sánchez Corona figuraba como presidente y Enrique de la Calle como secretario20. Creada su primera sección regional, los estatutos de la FDO obligaban a constituir un Comité Nacional. En una nota enviada por la entidad a la redacción de El Socialista se indicaba que dicho Comité había sido constituido, figurando José Lerroux Torres como presidente y Dionisio González como secretario general del

14. GARCÍA, Aniceto: «Los deportes. Un saludo de los obreros deportistas franceses», El Socialista, núm. 6.933, 29 de abril de 1931, p. 5. 15. En varias notas se señalaba que se habían constituido cuatro grupos, con 16 clubes en total. Eran estos la U. D. Carmen, el C. D. Rayo, el C. D. Chamartín, el C. D. Vences, el Stadium Madrileño, el C. D. Comillas, el C. D. Girod, la A. D. La Didáctica, el Lacy S. C., la Peña Benito, la Peña Lillo, el C. D. Goya, el C. D. Sanatorio de Covadonga, el C. D. Arte y Deportes, el Fortuna Sport y el C. D. Europa. 16. «Los deportes. Colegio de árbitros “amateurs”», El Socialista, núm. 6.965, 6 de junio de 1931, p. 5. 17. El vicesecretario-contador era Manuel Coso; Enrique Llanos figuraba como vocal primero y Ángel Trigueros como vocal segundo. 18. El ejercicio teórico consistía en contestar a varias preguntas sobre diversas jugadas, con demostración de las mismas sobre un tablero representativo de un campo de juego. 19. Vid. «Se constituye la Federación Regional del Centro Obrera», El Socialista, núm. 7.027, 18 de agosto de 1931, p. 4. 20. El Comité se componía también de los siguientes cargos: vicesecretario, Noé Hernán; tesorero, Manuel Mateo; contador, Manuel Villatoro; archivero, J. Pérez Bravo; vocal presidente de la sección de fútbol, Pablo Yuste; vocal presidente de la sección de atletismo, Vicente Moreno; vocal presidente de la sección de excursionismo, José Núñez; y vocal presidente del Colegio de árbitros, jueces y cronometradores, Álvaro Martínez.

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mismo21. Decía también que el cometido de este órgano sería la creación de las Federaciones Regionales de Asturias, Cantabria, País Vasco, Cataluña y Andalucía, donde había ya varias sociedades «que están realizando la labor preparatoria para que antes de dos meses queden ya constituidas». Teniendo esto en cuenta, se confiaba en poder organizar un campeonato de España de fútbol interregional al final de la temporada 1931-32 y cuyos beneficios económicos se aplicarían a atender e impulsar las otras ramas deportivas de la FDO22. Mientras tanto, a principios de octubre daba comienzo el campeonato de fútbol organizado por la Regional Centro, el cual contó finalmente con dos categorías y con algunos equipos nuevos, como el C. D. Ferrocarril, la S. D. Danak, el C. D. Centro, el C. D. Carabanchel, la Peña Ideal, el C. D. Cuesta, la A. D. E. Paloma o el C. D. Aranjuez. Tanto las convocatorias de los encuentros como sus resultados se pueden seguir a través de las páginas de El Socialista, que con frecuencia rotulaba la competición con el nombre de «Campeonato obrero». Sus lectores pudieron conocer también que el presidente del Consejo de ministros, Manuel Azaña, había donado una copa para el vencedor de la final entre los primeros clasificados de los dos grupos, a la que se añadió otra donada por el presidente de la Federación para el ganador del encuentro que disputaron los subcampeones de ambas categorías23. La creación de la FDO dio lugar a un interesante y esclarecedor artículo del redactor deportivo de la revista Crónica, A. Cruz y Martín, donde este señalaba que al calor de la «organización obrerista de Madrid» habían ido surgiendo en el pasado unas pocas sociedades deportivas cuya vida había sido precaria por falta de apoyo y de «amor a la causa». Habían surgido también organizaciones «de sport» en algunos talleres, en fábricas y en oficinas, pero en su opinión nada realmente serio hasta que Dionisio González, al regresar de Francia, donde fue secretario de la «Federación Deportiva», se propuso fundar la FDO. Indicaba que al surgir esta quedó integrada por 24 clubes con unos 1.500 afiliados, de los que el 80% eran practicantes de algún deporte. Su finalidad, según el reportero, era «realizar una revolución en el sentido deportivo», aunque se veía limitada por la falta de medios económicos y de terrenos de juego, sin encontrar de momento la ayuda necesaria de las autoridades municipales ni de las organizaciones proletarias. El objetivo de González y del resto de los directivos de la Federación, una vez fue rechazada –no indicaba por quien– su idea inicial de formar secciones por oficios, consistía, según le comentaron a Cruz y Martín en una entrevista, en estimular la creación de clubes obreros de barriada o distrito, integrándolos, junto a otros ya existentes, en la nueva entidad. Al mismo tiempo y como no pretendían alejar a los jóvenes de las organizaciones sindicales, tratarían de que en ellas surgieran secciones deportivas adscritas igualmente a la FDO. Indicaba también que el mayor peligro para sus propósitos estaba en los clubes patronales, instituidos o favorecidos por los patronos y cuyos fines –mejorar el rendimiento

21. Manuel Mateo fue nombrado tesorero y Pablo Yuste, archivero. 22. Vid. «Los deportes. Federación Nacional Deportiva Obrera», El Socialista, núm. 7.030, 21 de agosto de 1931, p. 5. 23. Vid. «Campeonato obrero», El Socialista, núm. 7.224, 2 de abril de 1932, p. 5 y «Fútbol. El campeonato de la Federación Deportiva Obrera», ABC, 5 de junio de 1932, p. 60.

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del trabajo, servir de mera distracción para «su gente», etc.– estaban muy alejados de los que tenía la Federación Obrera24. El verano de 1932 estuvo cargado de acontecimientos relevantes y decisivos en la trayectoria de la entidad. En julio, gracias a las gestiones directas de Dionisio González y una vez vencidas las trabas puestas «por quienes están interesados en que el deporte obrero no adquiera la importancia que se vislumbra», se constituyó en Sevilla la Federación Regional Obrera Andaluza.

Fig. 48. Constitución de la FDO de Andalucía (El Socialista, núm. 7.317, 20 de julio de 1932, p. 5).

24. CRUZ y MARTÍN, A.: «Última hora deportiva. Comentando el momento. Los obreros se organizan en el deporte», Crónica, núm. 95, 6 de septiembre de 1931, p. 26. Resulta llamativo que en este mismo artículo, Cruz pusiera como ejemplo de deporte obrero el que se desarrollaba en la URSS, mencionara «el éxito» que supuso la organización de los Juegos olímpicos soviéticos o «Spartakiadas» celebrados recientemente en Moscú y se congratulara del enorme desarrollo del deporte en aquel país y la magnífica labor de instituciones como el Consejo de Educación Cultural y Física o el Instituto Central de Cultura Física de Moscú.

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Se eligió un Comité directivo provisional en el que figuraban, al menos, dos socialistas: su presidente, Enrique López25 y el archivero, Manuel Jiménez26, figurando Antonio Herrera como secretario27. Su domicilio social quedó establecido en el número 21 de la calle María Coronel28. Por las mismas fechas debió crearse también la Federación Regional de Galicia, cuya sede social estuvo en Vigo. Un hecho fundamental, una vez superadas las reticencias iniciales por parte de las Juventudes Socialistas y ante su incapacidad para poner en pie una organización unitaria alternativa, fue la incorporación a las estructuras de la FDO de personas y asociaciones deportivas ligadas al socialismo. Apenas un mes después de la creación, con la participación de jóvenes socialistas de la región, de su Sección andaluza, ingresaban en la Federación Centro los Grupos Deportivos de los Sindicatos Metalúrgico y Artes Blancas. Además, Domingo Tornel, dirigente del primero29, se ponía a disposición de los grupos deportivos de las diversas sociedades de la Casa del Pueblo de Madrid que desearan ingresar en la Federación para ayudarles en las gestiones que tenían que realizar30. Aunque desconocemos el número de las entidades que en este nuevo contexto se incorporaron a la misma, sabemos que lo hicieron algunas como el Victoria Juvenil, el club de fútbol del Círculo Socialista de Pueblo Nuevo-Ventas. 2. DIVISIÓN DE 1933)

EN EL MOVIMIENTO DEPORTIVO OBRERO (SEPTIEMBRE DE

1932

A MAYO

Finalmente, ese verano una selección de jugadores de fútbol de la FDO realizó una gira por Europa, celebrando partidos en Suiza, contra varios clubes obreros regionales, en Alemania, frente a una selección de ese país y en Francia, ante la «selección nacional obrera francesa» y otra de París. En todos ellos habían dejado «una magnífica impresión del fútbol obrero español», por lo que desde la sección deportiva de El Socialista se daba la enhorabuena tanto al equipo como

25. Enrique López del Río fue empleado municipal, miembro de la UGT y afiliado a la Agrupación Socialista de Estepona (Málaga). Durante la guerra civil ocupó diversos cargos en esa ciudad; a su término fue detenido, condenado a muerte y fusilado en marzo de 1937. 26. Manuel Jiménez Tirado era agente comercial. Presidió las Juventudes Socialistas de Sevilla desde 1929 hasta 1932. Afiliado también a la Agrupación Socialista de la capital andaluza, ocupó en ella los cargos de tesorero y vicepresidente. En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 resultó elegido concejal, siendo teniente de alcalde del ayuntamiento hasta 1934. Fue también diputado provincial de Sevilla y miembro de la masonería con el nombre simbólico de «Tomás Meabe». 27. El resto del Comité lo componían Manuel Barral, como tesorero; Cristóbal Gil, como contador y Antonio de Elías como vocal. 28. Vid. «El deporte obrero en Andalucía», El Socialista, núm. 7.317, 20 de julio de 1932, p. 5. 29. Domingo Tornel Calderón era cincelador, miembro del Sindicato «El Baluarte» desde 1918 y de la Agrupación Socialista madrileña desde 1926. Durante la guerra civil, ocupó diferentes responsabilidades, siendo detenido en el puerto de Alicante en marzo de 1939. Recobró la libertad dos años y medio después, pasando a formar parte de la organización socialista clandestina de Madrid. En esta ciudad falleció en abril de 1949. 30. «Ingresos en la Federación Deportiva Obrera», El Socialista, núm. 7.337, 12 de agosto de 1932, p. 5.

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a la FDO, de la que se decía que venía realizando una magnífica labor por el deporte31.

Fig. 49. Gira europea de la selección de fútbol de la FDO (El Socialista, núm. 7.342, 18 de agosto de 1932, p. 5).

El regreso del combinado, que en principio iba a ser celebrado con diversos actos de homenaje, para lo que se nombró una comisión organizadora de los mismos32, fue, sin embargo, causa de graves problemas que volvían a poner sobre el tapete algunas de las críticas realizadas en su día por dirigentes y afiliados a las JJSS y que condujeron finalmente a la salida de la FDO de las sociedades deportivas socialistas. El motivo desencadenante fue la actitud de los jugadores de la selección obrera, que al volver y aprovechando, según se decía en el diario socialista, lo bien que había hablado la prensa de ellos, se apresuraron a fichar por equipos federados de Madrid y de otras provincias, abandonando los clubes modestos a los que pertenecían y de los que hasta ese momento habían afirmado ser «defensores entusiastas». A la luz de estos hechos, todos los actos proyectados fueron suspendidos. Resulta llamativo que en la misma nota donde El Socialista informaba de estos acontecimientos, se censurara un acuerdo –tan lamentable como sorprendente, se decía– de la Federación Castellana de Fútbol por el que prohibía a sus sociedades alquilar sus campos a los equipos no federados, viendo en él un ataque al deporte modesto en general y a la FDO en particular. En respuesta, se señalaba que los federativos obreros habían dirigido una instancia al Ayuntamiento solicitando la concesión de algún terreno para hacer en él sus campos deportivos y fomentar así el deporte obrero amateur. Terminaba la nota

31. Vid. «La excursión del equipo obrero español», La Vanguardia, núm. 21.338, 16 de julio de 1932, p.13; «Deportes. Los obreros españoles pierden en Léipzig», El Socialista, núm. 7.319, 22 de julio de 1932, p. 5 y «Deportes. El equipo español de fútbol de la Federación Deportiva Obrera termina brillantemente su excursión por Europa», El Socialista, núm. 7.342, 18 de agosto de 1932, p. 5. 32. Dionisio González, como Secretario general de la FDO solicitó en agosto al Ayuntamiento de Madrid la cesión gratuita del Teatro Español para el día 11 de septiembre con el fin de realizar en él uno de los actos de homenaje, consistente en una velada teatral a cargo, según se decía en la instancia, de los cuadros artísticos que pertenecían a la FDO. Vid. Ayuntamiento de Madrid-Negociado de Personal: Instancia de don Dionisio González, Secretario de la Federación Deportiva Obrera, interesando concesión del T. Español para el 11 de Setbre (sic), Madrid, 13 de septiembre de 1932.

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afirmando que la FDO, gracias al esfuerzo «de unos cuantos hombres, verdaderos deportistas», adquiriría una gran importancia en toda España33. No fue ese, con todo, el único problema que surgió con motivo de la excursión del equipo obrero por Europa. El 25 de septiembre la Federación nacional celebró una Junta general a la que, según La Voz, acudieron tan solo delegados del Centro, faltando los de Galicia y Andalucía, y en la que se tomaron acuerdos muy graves. La Comisión designada para estudiar el desarrollo de la gira emitió un dictamen en el que se acusaba a algunos de los dirigentes de la entidad de haberla aprovechado para realizar una campaña política de signo comunista, vulnerando el espíritu de la misma y su carácter apolítico34. En consecuencia y a propuesta de la Comisión se acordó expulsar de la FDO e inhabilitarlos a perpetuidad a Dionisio González, José Lerroux y Enrique de la Calle35. En la misma asamblea, se nombró un nuevo Comité directivo presidido por Emilio Sánchez Corona y con Leonardo Ordoño como secretario36. Pocos días después, Domingo Tornel, Gaudencio Casas y Julio Tomás37, secretarios de los Grupos deportivos de los sindicatos de Metalúrgicos, Albañiles y Artes Blancas, comunicaban a la Federación Deportiva Obrera del Centro su baja de la misma.

Fig. 50. Los Grupos deportivos socialistas abandonan la FDO (El Socialista, núm. 7.381, 2 de octubre de 1932, p. 5).

33. «Actos suspendidos. Un acuerdo lamentable», El Socialista, núm. 7.363, 11 de septiembre de 1932, p. 5. 34. André Gounot sostiene, basándose en informes y correspondencia de la Internacional Deportiva Roja, que desde el mismo momento de la creación de la FDO, las Juventudes Comunistas se concertaron con el PCE y con la ISR para elaborar una estrategia de infiltración en la organización, estrategia que, como veremos, hizo que los comunistas acabaran controlándola tras su conversión en la FCDO. 35. Vid. «Cosas del balón. El fútbol y la Federación Obrera», La Voz, núm. 3.671, 1 de octubre de 1932, p. 7. 36. El resto del Comité quedó así: vicesecretario, Alfonso Martínez; tesorero, Florentino Gutiérrez; contador, Francisco Doménech y archivero, Alfonso Alonso. Leonardo Ordoño fue director durante unos meses y redactor de la revista deportiva Madrid-sport, semanario que salió los jueves entre octubre de 1916 y diciembre de 1924. 37. Julio Tomás Bermejo era dependiente de confitería, afiliado al Sindicato de Artes Blancas de la UGT y a la Agrupación Socialista de Madrid, a la que se incorporó entre julio de 1934 y febrero de 1936. Fue vicepresidente de la Federación Nacional de Artes Blancas y presidente de la Sección de su oficio. Finalizada la guerra civil se exilió en Francia, donde perteneció a las secciones de la UGT y del PSOE de Perpignan hasta su expulsión del partido en 1950 por haberse entrevistado con Julia Álvarez Resano, negrinista y procomunista que había sido expulsada también del PSOE cuatro años antes.

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Uno de los motivos invocados era que en la junta general de septiembre se había nombrado un Comité nacional «que pugna con el sentido netamente obrerista de la Federación Cultural Deportiva de España –era la primera vez que se empleaba este nombre y no el de Federación Deportiva Obrera–, que, a nuestro juicio, son unos señores que han estado y estarán al servicio del tradicional mercantilismo tan corriente en el deporte burgués». Otra causa de su salida era que varios directivos de la Federación regional, en complicidad con dirigentes de algunos clubes burgueses, habían maniobrado para que jugadores del equipo nacional obrero ficharan por estos, obteniendo a cambio una remuneración en metálico, lo que constituía una prueba de inmoralidad38. En unas declaraciones al diario La Voz, Dionisio González negó toda intención de politizar la Federación y hacía recaer la responsabilidad de su expulsión en quienes habían hecho las gestiones encaminadas a trasladar a los jugadores más destacados de la selección obrera a los clubes burgueses y maniobrado luego para «deshacerse de las personas que al frente de la organización dan a ésta su verdadero significado». Sin embargo y en clara contradicción con lo anterior, en otro momento afirmaba que la situación se había provocado «al querer introducir en la Federación una orientación político-social39, en vistas de las enseñanzas que se recibieron en el curso de la mentada excursión, en la que se apreciaron las múltiples ventajas que se consiguen teniendo el apoyo de las entidades sindicales». Completando estas declaraciones, el periódico señalaba que en la Junta general celebrada por la entidad el sentido apolítico, «para no caer en el político preconizado por González», se manifestó en los delegados de la regional del Centro. Y que las secciones de Galicia y Andalucía, disconformes con lo resuelto en la asamblea, se habían dado de baja en la organización, formando la Federación Nacional ellas dos y decidiendo que el Comité nacional residiera momentáneamente en Sevilla. Indicaba también que se iba a celebrar en Madrid una reunión para constituir la Federación regional afecta a las que patrocinaban gallegos y andaluces, y que estaría integrada por tres grupos deportivos sindicales de la Casa del Pueblo (metalúrgicos, edificación y artes blancas), aunque habían prometido su adhesión «otros grupos obreros y socialistas y diversas entidades de la “otra” Federación»40.

38. Vid. «Deportes. Los Grupos deportivos de la Casa del Pueblo se dan de baja en la Federación Obrera», El Socialista, núm. 7.381, 2 de octubre de 1932, p. 5; «Sobre una nota de la Federación Obrera», El Socialista, núm. 7.384, 6 de octubre de 1932, p. 5 y «Las cosas de la Federación obrera», El Socialista, núm. 7.385, 7 de octubre de 1932, p. 5. 39. La excursión se debió, sin duda, a las gestiones de González ante la ISR. Así lo reconocería meses más tarde Mundo Obrero, señalando que la gira fue un éxito deportivo pero un desastre desde el punto de vista político por culpa del espíritu pequeñoburgués que animaba a los directivos que acompañaron al equipo, incapaces de comprender «las demostraciones de amistad de los obreros franceses, suizos y alemanes, como las de oprimidos, al igual que ellos explotados, por el régimen capitalista». Vid. «Un equipo obrero de fútbol visitará la Unión Soviética», Mundo Obrero, núm. 181, 29 de junio de 1933, p. 2. 40. A. C. y M. [Ángel Cruz y Martín]: «La Federación Obrera se escinde», La Voz, núm. 3.674, 5 de octubre de 1932, p. 7.

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Fig. 51. Constitución de la FDCO de Castilla la Nueva y organización de su campeonato obrero de fútbol (El Socialista, núm. 7.401, 26 de octubre de 1932, p. 5 y núm. 7.408, 3 de noviembre de 1932, p. 5).

La nueva organización regional, «eminentemente obrera», con domicilio en el Círculo Socialista del Norte, sito en el número 2 de la calle Jerónimo de la Quintana, y controlada por los socialistas, quedó constituida en octubre de 1932 con el nombre de Federación Deportiva Obrera de Castilla la Nueva. Domingo Tornel, nombrado secretario de la misma, dirigió inmediatamente unas circulares a las sociedades modestas informándoles de la obra que se pretendía realizar. Según El Socialista, numerosas agrupaciones enviaron su adhesión, por lo que se presumía que la entidad sería un potente organismo en poco tiempo. Indicaba también que se estaba organizando un campeonato regional de fútbol que, con dos categorías y doce equipos en cada una de ellas, comenzaría a celebrarse el primer domingo de noviembre41, participando luego el combinado que resultara vencedor en el «campeonato nacional»42. En su agenda figuraba igualmente preparar una gira a principios de abril de una selección de jugadores por Inglaterra, Dinamarca, Noruega y Rusia. Y si la inclusión de este último país en el viaje 41. El equipo que resultase ganador obtendría una copa, que llevaba el nombre de Pablo Iglesias, y los jugadores de las formaciones clasificadas en los tres primeros lugares recibirían una medalla. 42. «Se pretende que el que quede campeón de Madrid juegue los partidos semifinales con los vencedores de Sevilla y Galicia y otras capitales que organicen los campeonatos obreros, hasta que quede proclamado un campeón de España obrero, netamente obrero». Esta cita puede verse en «Deportes. Un campeonato obrero de fútbol», El Socialista, núm. 7.408, 3 de noviembre de 1932, p. 5.

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podía causar alguna sorpresa, no era menor la noticia de que el Comité nacional de la Federación, a cuyo trabajo debían contribuir todas las sociedades afiliadas a la Regional, se estaba encargando, de manera especial, de la preparación de la participación española en los Juegos olímpicos obreros de Moscú que tendrían lugar en julio y agosto de 193343. La nueva Sociedad no pensaba limitar su campo de acción a la práctica del fútbol, sino ampliarla a otros deportes, como el atletismo, el ciclismo o el excursionismo, conformando grupos deportivos que pudieran acudir a los concursos que organizaran los obreros en el extranjero.

Fig. 52. Anuncio de constitución de secciones deportivas de la FCDO de Castilla la Nueva (El Socialista, núm. 7.431, 30 de noviembre de 1932, p. 5).

Pero fue la sección de fútbol, que dispuso de Comité y Reglamento propios, de un Colegio de árbitros y de las correspondientes fichas y carnets de los equipos y sus integrantes, la primera en constituirse y en echar a rodar, cosa que ocurrió el 13 de noviembre. Ese día comenzó el campeonato de primera categoría –el de la segunda hubo de esperar hasta el 4 de diciembre– con 12 clubes44 que disputaron encuentros hasta su finalización a fines de enero de 1933. Ese mismo mes se inició también un campeonato de equipos infantiles que se rigió por «el reglamento internacional» establecido para dichos equipos45. En diciembre de 1932 se constituyó la Sección de Atletismo. Su Comité, formado por Manuel Rokiski, Juan Sastre, Antonio Gil, Domingo Tornel y Enrique Soler, organizó rápidamente un calendario de pruebas abierto a todas las sociedades amateurs que practicaran ese deporte. 43. «Deporte obrero. Un llamamiento a las sociedades modestas», El Socialista, núm. 7.401, 26 de octubre de 1932, p. 5. Dichos Juegos no se celebraron. En todo caso, pensamos que la intención de acudir a una concentración deportiva en la Unión Soviética solo puede tener explicación desde el supuesto de que ya por entonces el Comité nacional estaba controlado por personas de ideología comunista. Con todo, resulta más difícil de entender que los responsables de la Regional de Castilla la Nueva, socialistas todos ellos o los más destacados, al menos, aceptasen una propuesta que traslucía una clara sintonía con la Internacional Deportiva Roja. 44. Eran estos el G. C. D. O. El Baluarte, el C. D. Vallecas, la A. D. Vallehermoso, el C. D. Internacional, el C. D. Orden, el Athlétic Club de Tetuán, el Victoria Juvenil, el Deportivo Republicano, el C. D. Numancia, el C. D. Carabanchel, la S. D. Manzanares y el C. D. Fraternidad. 45. Entre los clubes participantes estuvieron la Agrupación Deportiva Ferroviaria, el Patria Balompié, el C. D. Argos y los equipos infantiles del Colegio de Huérfanos de Hacienda y del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios.

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Fig. 53. Constitución y calendario de pruebas de la Sección de Atletismo de la FCDO de Castilla la Nueva (La Libertad, núm. 3.936, 28 de diciembre de 1932, p. 10).

El 8 de enero del año siguiente se celebró en los terrenos de la Casa de Campo y sobre un recorrido de cinco kilómetros la primera competición, un cross a cargo del Sparta Spórting Club. La clasificación fue doble, individual y por equipos de cinco corredores y hubo un trofeo para el equipo ganador y medallas para los primeros clasificados. A esta le siguieron otras dos, organizadas por la Asociación Atlética Once Gatos y por el Grupo Cultural Deportivo Metalúrgico «El Baluarte». Finalmente, el 3 de marzo de 1933 se cerraba el calendario con un campeonato regional de cross-country46.

46. Vid. «Deporte obrero. El Comité de Atletismo», El Socialista, núm. 7.450, 22 de diciembre de 1932, p. 5; «Deporte obrero. A las Sociedades que cultivan el atletismo», El Socialista, núm. 7.455, 28

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Pese a las bajas sufridas, la FDO del Centro continuaba su marcha y, al parecer, con buen ritmo por cuanto, según una nota enviada a distintos diarios por su Comité, estaban siendo numerosas las peticiones de ingreso de clubes y sociedades deportivas, y tenía establecidas varias competiciones regionales47. Su decisión de estudiar la implantación de una caja de auxilio para los jugadores que en partidos oficiales sufrieran una lesión que les impidiera acudir a trabajar, dio lugar a las críticas de la FCDO de Castilla la Nueva y sirvió, al mismo tiempo, para remarcar las diferencias entre una y otra. Según esta última, esa iniciativa confirmaba que los elementos directivos de la FDO no sabían orientar el deporte obrero «porque tal vez ellos no sean trabajadores». Fijar un auxilio como en el que se estaba pensando significaba imprimir a ese deporte «la forma del deporte profesional», igualándose a las Federaciones burguesas «que tratan de establecer este subsidio a sus jugadores que han hecho del deporte su medio de vida». Por otro lado, el auxilio sólo serviría para endurecer aún más el juego en los partidos en que competían «Sociedades que se han dado en llamar obreras», convirtiéndolos en «batallas campales» cuando los encuentros fueran decisivos. Dicha actitud contrastaba incluso con un acuerdo tomado por la Federación Castellana de Fútbol de imponer sanciones a jugadores que practicaran un juego violento. Pero lo más decisivo en este asunto es que el verdadero deporte obrero no debía parecerse en nada al deporte burgués. Para conseguirlo, se reconocía, sin embargo, que los dirigentes de las sociedades deportivas obreras tenían que realizar una «labor magna» –lo que venía a probar que el apasionamiento y la dureza en el juego era una realidad extendida en todas las dimensiones y escalas del fútbol– consistente en advertir y convencer a los trabajadores que debían comportarse noblemente rechazando la violencia y haciendo que imperase la armonía antes, durante y después de los partidos. Y se puntualizaba que los deportistas que no lo entendieran así debían ser expulsados de las entidades «que se quieran llamar obreras»48. En mayo de 1933, la FCDO de Castilla la Nueva celebró un Congreso en el que salió elegido un nuevo Comité directivo. Lo presidía el comunista Dionisio González y el secretario era el militante socialista Juan Martín Soblechero, ambos miembros del Grupo Cultural Deportivo Metalúrgico «El Baluarte»49. Según Simón Segura, a quien seguimos en este punto, del informe redactado por un representante de la ISR que se encontraba en Madrid por entonces para asesorar a sus camaradas españoles se deduce que en la asamblea se hicieron patentes

de diciembre de 1932, p. 5; «Deporte obrero», La Libertad, núm. 3.936, 28 de diciembre de 1932, p. 10 y «Deporte obrero», El Socialista, núm. 7.458, 31 de diciembre de 1932, p. 5. 47. Vid. «Federación Deportiva Obrera del Centro de España», El Socialista, núm. 7.521, 15 de marzo de 1933, p. 4. 48. «Deportes. El deporte obrero no debe ser brutal», El Socialista, núm. 7.524, 18 de marzo de 1933, p. 5. 49. El resto del Comité lo componían Cayo de las Heras, de la A. D. Numancia, como vicepresidente; Pascasio Bolaños, del Peña Baldomero, como tesorero; Manuel Úbeda, del Deportivo Celta Madrileño, como contador; y Ramiro García, del grupo infantil Argos, Felipe López, de la A. D. Numancia y Antonio Álvaro, del Deportivo Republicano, como vocales. Unos días después de aparecer en diversos diarios la relación de la nueva directiva, el Comité del G. C. D. O. Metalúrgico enviaba una nota a El Socialista indicando que Dionisio González no pertenecía a este Grupo cuando salió elegido, al haber sido expulsado del mismo por impago de cuotas.

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las desavenencias entre comunistas y socialistas. Se lamentaba el delegado de no haber podido asistir a la reunión, pero sus compañeros le hicieron ver que su asistencia hubiera provocado por parte de los socialistas un ataque contra la Internacional Deportiva Roja. Además, como una gran parte de los delegados desconocían que la FCDO estaba adherida a ella50, habrían encontrado completamente raro e inadecuado que un portavoz de la ISR interviniera en la asamblea. El asunto de las Internacionales se planteó, no obstante, en algún momento, defendiendo los socialistas su negativa a adherirse a ninguna Internacional y proponiendo la unidad del movimiento deportivo a través de la creación de una nueva organización que aproximara a la IRS y a la ISOS. Sin embargo, el informe puntualizaba que no habían dejado de asesorarse por otras federaciones europeas socialdemócratas y que mantenían muy buenas relaciones con la USSGT, la federación deportiva obrera socialista de Francia. Por eso, ante el próximo congreso nacional, los comunistas deberían intentar minimizar la influencia socialista en la FCDO impidiendo su objetivo, para lo que contaba con el apoyo de la organización francesa, de dar forma a una «nueva federación reformista». Por último, el representante de la IRS indicaba que en vísperas de su partida pudo reunirse con los principales clubes de Madrid para definir la posición de la Internacional y desenmascarar a los dirigentes socialistas y su política, encontrando una muy positiva recepción a sus planteamientos. Esta actitud venía a mostrar, junto al trabajo que era preciso desarrollar en el ancho campo del deporte popular no federado, que agrupaba en España a más de un millón de obreros deportistas, las posibilidades inmensas que en nuestro país tenía «el movimiento deportivo revolucionario»51. Aunque no disponemos de noticias anteriores sobre su existencia, en febrero de 1933 El Socialista informaba que un año antes se había creado la Federación Cultural Deportiva Obrera Asturiana, integrada por varios clubes de Gijón. Señalaba también que junto a defensores del verdadero deporte obrero hubo otras personas que, como ocurrió en otros sitios, se introdujeron en la Federación tratando de utilizarla en beneficio del deporte burgués. Finalmente, estos «elementos extraños» habían sido eliminados y el diario obrero confiaba que el nuevo Comité, constituido en aquella fecha y presidido por Ángel Fernández52, sabría 50. La adhesión debió considerarse efectiva, al menos por parte de los comunistas, desde el momento en que las Federaciones regionales de Andalucía, Asturias y Galicia quedaron bajo su control y fueron adscritas a la ISR. Pero esa adscripción no se produjo en la Federación de Castilla y León, donde los dirigentes y afiliados socialistas eran mayoría. De ahí que si bien existieron desde un primer momento lazos de afinidad con la Internacional Roja no hubiera una adhesión formal a la misma hasta más tarde. Por otro lado, tal y como el informe señalaba, muchos deportistas pertenecientes a las distintas Federaciones no sabían nada de esa adhesión, dando así la impresión de que la misma había respondido más a una decisión personal de sus responsables comunistas que a una toma de decisión consciente y generalizada por parte de la militancia «de base». Sobre esta cuestión volveremos más adelante. 51. SIMÓN SANJURJO, Juan Antonio: La marea del deporte: fútbol y modernización… Opus. cit., pp. 756-766. El informe llevaba por título «Rapport sur la situation du mouvement sportif en Espagne». 52. Los otros miembros de la directiva, que radicó en Oviedo, eran Francisco Fernández, como vicepresidente; Jovino Flórez, como secretario; L. Truébano, como vicesecretario; Silverio Fernández, como tesorero y Manuel Fernández, como contador. Desconocemos la posición ideológica de casi todos ellos. Tan solo nos consta que Silverio Fernández era socialista, miembro de la UGT y afiliado a la Agrupación Socialista de Gijón desde 1931.

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organizar en el seno de la Regional a toda la juventud trabajadora deportiva de Asturias53. En realidad, este Comité fue solo provisional porque apenas un mes más tarde en una Junta general celebrada en Oviedo se constituía la Federación Cultural Deportiva Obrera de Asturias y León, nombrándose una nueva directiva de la que seguía siendo presidente Ángel Fernández y con Antonio Fernández como nuevo secretario54. En su Reglamento, aprobado en la misma asamblea, se indicaba que la Federación procuraría por todos los medios posibles «fomentar los actos culturales y deportivos (…) sin comprometer la independencia ni la orientación de aficionado puro (amateur), dar la verdadera orientación de clase a la cultura y al deporte y estrechar las relaciones con las organizaciones obreras (…)». Estaría integrada por Agrupaciones culturales y deportivas de la región, las cuales estarían formadas, a su vez, por «clubs de barrio, de Almacenes, Bancos, obradores, fábricas y empresas», y por los grupos culturales y deportivos sindicales legalmente constituidos. Para las sociedades inscritas se establecía una cuota de ingreso de 25 ptas. y otra anual de 30 ptas. Se preveía también la formación de subcomités deportivos, encargados de la organización de los campeonatos y competiciones de sus deportes respectivos, y de un subcomité de árbitros, jueces y cronometradores. Todos ellos funcionarían bajo el control de un Comité Técnico Regional55. Según un informe interno del PCE, al que más adelante nos referiremos con algún detalle, antes de acabar 1933 la Federación contaba con 26 clubes y había conseguido organizar el campeonato de fútbol de la temporada 1933-34.

53. Vid. «Deporte obrero. Nuevo Comité de la Federación Obrera de Asturias», El Socialista, núm. 7.495, 12 de febrero de 1933, p. 5. 54. Vicente González pasó a ser vicepresidente; Luis Ruibal fue nombrado vicesecretario; Silverio Fernández permaneció como tesorero; Jovino Flórez fue elegido contador y como vocales se nombró a Jesús Zapico y Gerardo Fernández. En el censo del PSOE figuran como afiliados a la Agrupación Socialista de León durante la República Antonio Fernández González y Antonio Fernández Martínez. Cabe pensar que uno de los dos fuera la misma persona que la que ocupó la secretaría de la FCDO asturleonesa. Inicialmente, el domicilio social de la Federación se fijó en el domicilio particular de su presidente, sito en el número 12 de la calle de Santo Domingo, en Oviedo. 55. Gobierno Civil de la Provincia de Oviedo: Extracto correspondiente a la Federación Cultural Obrera de Asturias y León, Oviedo, 1993. En el interior de este expediente se encuentra el acta de constitución de la Federación, su Reglamento y la solicitud de legalización de este último al Gobernador civil de la provincia de Oviedo.

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Fig. 54. Acta de constitución y Reglamento de la FCDO de Asturias y León (Archivo Histórico Provincial de Oviedo)

3. POR

LA UNIDAD DEL DEPORTE OBRERO. LOS COMUNISTAS SE HACEN CON EL CONTROL DE LA FCDO (MAYO DE 1933 A ENERO DE 1936)

Sobre la trayectoria de la FDO del Centro, desde que tuvo lugar la escisión de los grupos socialistas hasta la primavera de 1933, no tenemos apenas noticias, sobre todo porque la prensa obrera había dejado de ser altavoz de sus actividades. Durante ese tiempo, sin embargo, continuó su andadura, de la que cabe destacar, como un hecho decisivo, el nombramiento del socialista Manuel Vento como presidente de su Comité directivo. A mediados del mes de mayo, Vento dirigió una carta a Aniceto García donde proponía la fusión de las dos Federaciones56 para conseguir así la «unión del deporte obrero, pero netamente obrero» evitando, al mismo tiempo, hacer el juego «a la Federación capitalista», que era lo que había estado favoreciendo la división de las dos entidades. Por su parte, el redactor deportivo del diario socialista emplazaba a los compañeros de la FCDO de Castilla la Nueva para recoger el guante tendido, indicando que en su opinión

56. Vento afirmaba en la carta que había aceptado la presidencia de la FDO con el único fin de realizar la unidad.

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la unión era un paso firme «para hacer el verdadero deporte obrero»57. Un mes más tarde, El Socialista daba a conocer una nota en la que se informaba de que reunidos los Comités de las dos entidades habían acordado por unanimidad «realizar la tan anhelada unidad del deporte obrero madrileño», lo que, según Mundo Obrero, suponía agrupar a más de 4.000 deportistas58. Al mismo tiempo, se decidió nombrar una Comisión, integrada por cuatro miembros de cada una de las Federaciones, para elaborar un nuevo Reglamento, «consignando los principios culturales y deportivos del movimiento deportivo obrero internacional», y admitiendo en su seno a todos los jóvenes trabajadores de uno y otro sexo que lo solicitaran «sin distinción de tendencias ideológicas y filosóficas». Finalmente, los dos Comités se dirigían a los deportistas madrileños para que vieran en la nueva entidad no solo una Federación de Fútbol, «sino una verdadera organización cultural y deportiva de la juventud trabajadora»59.

Fig. 55. Fusión de la FDO del Centro y la FCDO de Castilla la Nueva (El Socialista, núm. 7.600, 15 de junio de 1933, p. 5).

57. «Por la unificación del deporte obrero», El Socialista, núm. 7.584, 27 de mayo de 1933, p. 5. 58. «Puntapiés deportivos», Mundo Obrero, núm. 178, 26 de junio de 1933, p. 2. 59. «Deporte obrero. Fusión de las dos Federaciones de Madrid», El Socialista, núm. 7.600, 15 de junio de 1933, p. 5. Según esta nota, la reunión de los Comités y el acuerdo de fusión tuvo lugar el 6 de junio.

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Pocos días después, para celebrar la unificación y dar a conocer sus proyectos de futuro, se citó a diversos periódicos a una reunión. En ella, se dio cuenta de dos pruebas que se estaban preparando y con las cuales iniciaba su andadura. La más importante, para cuya organización el Ayuntamiento de Madrid había previsto conceder una subvención de 5.000 ptas. que finalmente no satisfizo60, se programó para el 2 de julio y consistía en diversas pruebas atléticas, una exhibición de gimnasia, un partido de rugby, el partido de la final de la copa regional de fútbol de la FCDO de Castilla la Nueva y, como plato fuerte, la disputa de la «Copa de la Unidad Fútbol» entre una selección de la FDO del Centro de España y otra de la FCDO de Castilla la Nueva61. La segunda, que sirvió también como presentación de la Sección de ciclismo, consistió en una carrera de Madrid a Guadalajara en la que se habían inscrito 50 corredores obreros y cuyos dos primeros clasificados serían designados para tomar parte en una prueba internacional que se celebraría en París –hasta ahí la información de El Socialista-62 organizada por «la Federación Deportiva del Trabajo, de Francia» y patrocinada por el periódico comunista L’Humanité –según lo publicado en Mundo Obrero-63. La participación en un acto de la FST-ISR francesa, así como los comentarios del rotativo del PCE, eran cuestiones que claramente no podían pasar desapercibidas. Todo ello, además, formaba parte de una nueva campaña comunista para tratar de capitalizar la concentración deportiva y hacerse con el control de la FCDO limitando –o liquidando– la influencia en ella de los socialistas, lo que provocó nuevas tensiones y enfrentamientos entre ambos sectores. En un nuevo artículo que el principal diario comunista dedicaba al festival deportivo de la unidad y en el que remarcaba que su celebración coincidía con la segunda jornada internacional del deporte obrero controlado por la ISR, enfatizaba el carácter político del acto al tratarse no solo de una fiesta deportiva sino también de un día de lucha contra la burguesía y de solidaridad con los deportistas rojos alemanes víctimas del terror fascista. Pero lo más significativo del trabajo era la denuncia de la política deportiva de carácter reformista que, en su opinión,

60. Hemos localizado el expediente de la subvención solicitada, que fue de 10.000 pesetas. En él, además del escrito de Dionisio González detallando los motivos y justificaciones de la solicitud, se refleja el acuerdo de la Comisión de Gobernación del Ayuntamiento de conceder 5.000 y los de las Comisiones de Hacienda y de Enseñanza en el sentido de no hacer desembolso alguno. En Ayuntamiento de Madrid-Negociado de Personal: Expediente a instancia de la Federación Cultural Deportiva Obrera, Madrid, 1934. 61. Una prueba de la cordialidad y sintonía que parecía haber despertado la unidad entre las sociedades de ambas federaciones fue la celebración, a principios de julio, de un partido de fútbol entre la Peña Benito y la Deportiva Girod, campeón y subcampeón respectivamente del campeonato de fútbol de la FDO, con la finalidad de engrosar la suscripción para una nueva rotativa de El Socialista. 62. Vid. «Deportes. Interesante festival deportivo obrero en Madrid», El Socialista, núm. 7.608, 24 de junio de 1933, p. 5 y «Deporte obrero. Del festival del domingo día 2 de julio», El Socialista, núm. 7.609, 24 de junio de 1933, p. 5. 63. Vid. «Deporte de clase», Mundo Obrero, núm. 177, 24 de junio de 1933, p. 2. Inauguraba ese día el periódico comunista una sección de deportes con el objetivo de «orientar a los trabajadores deportistas en sus luchas contra el movimiento deportivo burgués, que trata de servirse del deporte para apartar a los obreros de sus luchas y ponerle al servicio de la burguesía y del fascismo». Estos encontrarían también en sus páginas una ayuda «en su labor de propaganda para agrupar bajo la bandera de la IRS a la mayoría de la juventud obrera aficionada al deporte». Las cursivas son nuestras.

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seguían los socialistas en complicidad con las organizaciones deportivas burguesas y profesionales. Por eso éstos, ante el carácter «revolucionario» que iba a tener el festival proyectado, estarían intentando que no se celebrase. Los ataques más o menos encubiertos a los socialistas, tildados de enemigos del deporte obrero, debían encontrar una respuesta firme de los trabajadores deportistas madrileños manifestando su voluntad de «prepararse física y políticamente para las luchas revolucionarias del proletariado»64.

Fig. 56. Anuncio de un Festival deportivo organizado por la FCDO (Mundo Obrero, núm. 180, 28 de junio de 1933, p. 2).

Al día siguiente y a propósito de la visita que en una fecha aún sin concretar un equipo obrero español haría a la URSS, el rotativo les reclamaba a los dirigentes de la FCDO que tomaran plena conciencia de que dicha excursión no era solo un asunto interno de la Federación sino que interesaba a todo el proletariado español. Era, además, la forma de comprobar todo lo que los camaradas rusos habían hecho en favor del deporte, pasando de una época en que no había infraestructura deportiva alguna a otra en la que se contaban por centenares los estadios, piscinas y salas de cultura física esparcidos por toda «la patria del proletariado mundial». De ahí que Stalin, jefe del movimiento revolucionario, hubiera conquistado el título de «el mejor amigo de los deportistas»65.

64. «¡Obreros madrileños! Todos al gran festival deportivo que organiza la FCDO el domingo, en el Stadium Metropolitano», Mundo Obrero, núm. 180, 28 de junio de 1933, p. 2. 65. «Un equipo obrero de fútbol visitará la Unión Soviética», Mundo Obrero, núm. 181, 29 de junio de 1933, p. 2.

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Fig. 57. Gira de una selección de fútbol de la FCDO a la URSS (Mundo Obrero, núm. 181, 29 de junio de 1933, p. 2).

Las declaraciones y comentarios del periódico comunista fueron contestadas tanto por la FCDO, a través de una nota firmada por su presidente, Manuel Vento, como por varias organizaciones deportivas sindicales dirigidas por socialistas. En la primera se refutaba que el festival deportivo fuera a tener «un determinado ideal político», insistiendo en que la Federación era un organismo «donde caben todas las ideas» y cuyos fines «son sólo el engrandecimiento del deporte obrero, alimentado y dirigido por la clase trabajadora en común». Por su parte, la nota que firmaban Guillermo Martínez y Juan Martín, como presidente y secretario respectivamente del Comité del Grupo Cultural Deportivo Obrero «El Baluarte», era más contundente en su posición y mucho más aclaratoria de lo que estaba en juego en el interior de la FCDO. Según ella, Mundo Obrero, «como hace siempre», había aprovechado la organización del festival para sembrar el confusionismo y la discordia, presentando a la Federación «como organismo de ideas políticas afines a las suyas» y afirmando que los jefes socialistas pretendían boicotear ese acto. Ante tales falsedades y maniobras, y considerando que la rectificación enviada por la FCDO no era todo lo amplia que cabía esperar, el escrito hacía constar que esta entidad «se fundó con el propósito único y exclusivo de agrupar en su seno a todos los jóvenes trabajadores deportistas, sin distinción de ideologías, y que la Federación está totalmente alejada de la contienda política, preocupándose tan solo de las cuestiones deportivas obreras. Que admite en su seno a todas las secciones obreras, aun cuando sus componentes piensen políticamente como quieran». En esa línea, señalaba que el festival era una demostración del avance del deporte obrero español, pero no para satisfacción de organismos políticos, «por muy representantes de la clase trabajadora que ellos se crean». Finalizaba la nota poniendo en guardia a todos los trabajadores deportistas para que nunca se dejaran arrastrar «por un determinado partido político». La FCDO había de ser completamente democrática, «pero teniendo muy en cuenta que jamás dejaremos llevarla a ningún sectarismo político». Alejado del camino que pretendía el rotativo comunista, el deporte obrero debía estar unido contra el deporte burgués y «sin miras egoístas de nadie». El Comité del Grupo Deportivo de Trabajadores del Comercio envió también una nota firmada por su presidente, Galo Martínez66, y

66. Galo Martínez Veloso fue empleado de joyería, miembro del Sindicato de Empleados de Comercio de la UGT y de la Agrupación Socialista de Madrid desde 1933. Durante la República

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su secretario –cuya firma resulta ilegible–, solidarizándose con lo expuesto en la de la entidad deportiva del sindicato metalúrgico67. Que las espadas estaban en todo lo alto vino a corroborarlo una nota publicada al día siguiente en Juventud Roja, principal órgano de prensa de la Unión de Juventudes Comunistas (UJC). Según Simón Sanjurjo, con ella se pretendía alertar de las intenciones y maniobras del presidente de la FDO del Centro, Manuel Vento, tachado de socialfascista y traidor, al pretender crear una nueva federación deportiva evitando así la unidad de acción del deporte obrero que estaba fraguando por entonces68. Desconocemos las decisiones adoptadas en la asamblea extraordinaria que, según el rotativo comunista, iba a celebrar esa Federación, convocada muy probablemente con el objeto de ratificar –o no– los pasos dados en pro de la unidad con la FCDO de Castilla la Nueva. Si fue así, la votación debió dar un resultado favorable a la fusión porque el festival con el que se dio por hecha tuvo lugar finalmente el día 9 de julio y no el día 2, como estaba previsto, por «causas ajenas a sus organizadores y vencidas las dificultades que la originaron». Se celebró en el campo del Club Deportivo Nacional, conocido popularmente por «El Parral», y con el mismo programa diseñado inicialmente. Al mismo tiempo, aunque con algún retraso, se celebró el «Día deportivo del obrero internacional», acudiendo «mucho público» a presenciar las pruebas69. Ante la falta de empuje o predisposición de los socialistas por politizar el deporte y habida cuenta del liderazgo que continuaban teniendo en la mayoría de las sociedades deportivas obreras de Madrid, los comunistas siguieron trabajando por hacerse con el control de la nueva entidad fusionada y de la FCDO en su conjunto. Todo respondía a una bien orquestada campaña por ganar influencia entre los trabajadores deportistas, infiltrarse en sus clubes y sociedades, copar sus puestos directivos y llevar a cabo una intensa agitación ideológica en la que uno de sus elementos claves era la denuncia de «la demagogia y la traición de los dirigentes socialistas» al tiempo que se defendía la línea clasista y revolucionaria de la ISR. De esta manera, se fomentaba el descontento hacia ellos de los deportistas al tiempo que se atraía a los elementos más críticos y radicalizados70. Eso era lo que revelaba un informe interno del PCE, fechado en 1933, en el que Dionisio González, sin dejar de censurar la apatía de algunos de sus compañeros comunistas, evidenciaba los progresos realizados en la tarea de controlar la FCDO. En su Comité Nacional había ya cuatro comunistas, si bien señalaba que

desempeñó cargos directivos en la Federación Provincial de Trabajadores del Comercio y fue vocal de los Jurados Mixtos. Finalizada la guerra civil se exilió en Francia perteneciendo a las Secciones de la UGT y del PSOE de Narbonne. Falleció en la localidad francesa de Chennevieres sur Marne en febrero de 1980. 67. «Los Deportes. El festival de mañana se celebrará en el Stádium. Diversas notas sobre este festival», El Socialista, núm. 7.614, 1 de julio de 1933, p. 5. Las cursivas son nuestras. 68. «Ecos y noticias deportivas», Juventud Roja, 3 de julio de 1933, p. 2. Citado en SIMÓN SANJURJO, Juan Antonio: La marea del deporte: fútbol y modernización… Opus. cit., p. 769. 69. Vid. «Deportes. Atletismo», El Socialista, núm. 7.620, 8 de julio de 1933, p. 5 y «Los Deportes. Con gran animación se celebró el domingo el festival obrero», El Socialista, núm. 7.622, 11 de julio de 1933, p. 4. 70. Para llevar a cabo este programa las Juventudes Comunistas contaron con una ayuda económica mensual de la Internacional Deportiva Roja y con el asesoramiento de un delegado enviado por ella a España y sobre cuya labor ya hicimos algún comentario anteriormente.

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aún quedaba mucho por hacer, en especial respecto a la conquista de los clubes madrileños, una vez se solucionara la falta de cuadros y de «camaradas preparados» que él apreciaba. En el informe, González afirmaba también que gracias a sus gestiones se había constituido la FCDO de Andalucía, adhiriéndose desde el primer momento a la ISR, aunque la intervención de algunos clubes burgueses, que acabaron apoderándose de su dirección, había hecho que temporalmente perdiera toda influencia en ella71. Aseguraba que tanto la FCDO de Asturias, que reunía a 26 sociedades, como la de Galicia, que disponía de 54 clubes y 4.000 afiliados72, estaban controladas por comunistas. La Federación de Madrid73, a la que pertenecían 58 entidades y unos 5.000 militantes, estaba, sin embargo, bajo la dirección de los socialistas. Según estos datos, a lo largo de 1933 la FCDO habría experimentado un significativo crecimiento hasta situarse alrededor de los 10.000 afiliados74. Otras fuentes señalan, sin embargo, cantidades algo diferentes. En un número de finales de junio, Mundo Obrero hablaba de algo más de 8.000 y en un informe interno de la UJC de ese mismo año se menciona una cifra superior a los 7.000. Por su parte, el delegado de la ISR, en el informe ya comentado, rebajaba de forma muy ostensible esas cifras indicando que sus miembros se situaban en torno a los 3.500. Pero a esa cantidad habría que sumar, cosa que él se olvidaba de hacer, los 2.000 efectivos que, según su propio –y muy probablemente, exagerado– testimonio, agrupaba la FCDO de Cataluña75 y los que formaban parte de unos pocos clubes aislados que habían surgido en la zona de Levante, Alicante y Valencia especialmente76. Un indicador muy esclarecedor de la influencia que fue ganando el comunismo –o la concepción comunista del deporte, si se prefiere– en las entidades deportivas madrileñas77 se aprecia en un hecho concreto pero muy revelador del cambio de

71. En un momento posterior de ese mismo año, la Federación Andaluza volvería al redil de la FCDO, con Sevilla, que contaba por entonces con unas cincuenta sociedades deportivas obreras federadas, como principal centro de su actividad. 72. De ser ciertos estos datos, la Federación gallega, que tenía agrupaciones locales al menos en La Coruña, Vigo, El Ferrol, Pontevedra y El Grove, sería la segunda en importancia, detrás de la de Madrid y a mucha distancia del resto. Una muestra de su labor puede verse en «Actividad de la FCDO de Galicia», Mundo Obrero, núm. 182, 30 de junio de 1933, p. 2. 73. Durante el tiempo en que la FCDO de Castilla la Nueva estuvo formada únicamente por clubes de la capital de España recibió también el nombre de Federación de Madrid. 74. Documentos PCE, año 1933: Sobre el Congreso católico de Santander, pp. 1-3. [Ese es el rótulo del documento que, con las referencias de Film VI, apartado 91, se encuentra depositado en el Archivo del PCE]. 75. La Federación catalana se creó en diciembre de 1933. Inicialmente la formaron los clubes Ponent, Avant y Estrella y su domicilio estaba ubicado en el Bar Rotonda, sito en el número 14 de la Vía Layetana. Vid. La Vanguardia, núm. 21.783, 20 de diciembre de 1933, p. 11. 76. La FCDO de Levante no se constituiría como tal hasta después de iniciada la guerra civil, aunque en Elche existió una sección local con carácter regional, denominada FCDO de Levante Sur. 77. Dicha influencia fue, sin duda, facilitada –o incluso asumida de forma natural– por la progresiva radicalización que experimentaron las Juventudes Socialistas a partir de 1933. Aunque ese viraje, como ya hemos señalado, se hará más patente y generalizado en fechas posteriores, desde aquel año dirigentes juveniles de algunas sociedades deportivas se aproximaron a la ISR asumiendo sus planteamientos y la visión revolucionaria del deporte que hasta entonces había sido patrimonio de los comunistas.

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actitud observado, en este caso, por la FCDO de Castilla la Nueva78. Ante la invitación recibida por ésta del Comité ejecutivo de la FCDO de España para seleccionar seis jugadores que habían de integrar el equipo de fútbol obrero nacional que iba a realizar una excursión a la URSS a mediados de agosto, su secretario general, que seguía siendo Juan Martín, enviaba una nota a la redacción de El Socialista comentando la iniciativa y comunicando que se había abierto una suscripción entre los deportistas madrileños y los trabajadores en general para sufragar los gastos que, como el resto de las Federaciones regionales, debía afrontar por el desplazamiento de sus jugadores hasta Lisboa, que era en principio el puerto de embarque79. Aunque finalmente lo recaudado no permitió disponer de los fondos necesarios para pagar el desplazamiento de ningún deportista a Cartagena, lugar de donde partió finalmente la expedición el día 23 de agosto, un conjunto de jugadores provenientes de Galicia, Asturias, Barcelona, Sevilla y Valencia conformaron la selección obrera que viajó hasta la Unión Soviética80. Tras la fusión de las dos entidades obreras, el Comité provisional de la unificada FCDO del Centro de España hacía un llamamiento a las sociedades deportivas y a los trabajadores deportistas madrileños para incorporarse a sus filas y desde ellas contribuir «al resurgimiento y desarrollo del deporte proletario». Informaba también que se había abierto el plazo de inscripción para el campeonato de fútbol, el cual comenzaría, como en temporadas anteriores, el primer domingo de octubre, presentando como novedad la disputa de una Copa donada a la Federación por el presidente de la República, que venía a sumarse así a la Copa y los trofeos oficiales81. El día 13 de septiembre la Federación celebró una Junta general extraordinaria donde se aprobó el nuevo Reglamento y se eligió un nuevo Comité cuya presidencia recayó en Manuel Vento, siendo elegido como secretario, Ángel Vega82. El Socialista se felicitaba de la elección y expresaba lo mucho que se esperaba de los compañeros elegidos en pro del deporte netamente obrero y para que éste «en todas sus manifestaciones –no el fútbol solamente– adquiera la importancia debida, dado el enorme número de trabajadores que a él vienen dedicándose»83.

78. Sin conocer las razones, fue la única vez que se siguió utilizando la denominación de FCDO de Castilla y León. Tras la fusión de las federaciones madrileñas, siempre se aludirá a la nueva entidad con el nombre de FCDO del Centro de España. 79. Juan Martín señalaba que la Federación se encontraba sin medios económicos para poder atender esos gastos al tener que emplear sus recursos para pagar las deudas originadas por el festival del día 9 de julio dado que la subvención prometida por el Ayuntamiento no se había hecho efectiva. Vid. «Fútbol. A los deportistas obreros», El Socialista, núm. 7.648, 10 de agosto de 1933, p. 5. 80. Vid. «La excursión de los obreros deportistas españoles por Rusia», El Socialista, núm. 7.654, 17 de agosto de 1933, p. 5. 81. Vid. «Deportes. Fútbol. Federación Cultural Deportiva Obrera (Comité Regional del Centro de España)», El Socialista, núm. 7.662, 26 de agosto de 1933, p. 5. La sede de la Federación seguía siendo la misma que tuvo la FDO del Centro antes de la fusión, es decir, el número 2 de la calle Juan de Mena. 82. El Comité se completó del siguiente modo: vicepresidente, Enrique Matorras; vicesecretario, Alejandro Vázquez; tesorero, Manuel Mateo; contador, Pascasio Bolaños; archivero, Alonso Martínez; vocal cultural, Francisco Pérez Doménech; vocal deportivo, Antonio Álvaro Blanco. 83. «Nueva Directiva de la Federación Deportiva Obrera del Centro de España», El Socialista, núm. 7.683, 20 de septiembre de 1933, p. 5.

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Desde octubre de 1933 hasta marzo del año siguiente el rotativo socialista se limitó a informar sobre los partidos correspondientes al torneo de la Federación madrileña sin recoger noticia alguna sobre el resto de las organizaciones regionales. Este relativo silencio informativo, del que participó también el órgano de las Juventudes Socialistas y que contrastaba con la atención prestada a la FCDO por parte de los órganos de expresión del PCE84, hizo que sus lectores no tuvieran conocimiento de que la entidad se había adherido oficialmente a la ISR en enero de 1934, confirmándose así el dominio de los comunistas sobre la misma85. A mediados del mes de mayo la Federación Regional del Centro volvió a celebrar una Junta general de la que salió un Comité que seguía presidido por Manuel Vento pero que presentaba algunos cambios, el más importante de los cuales fue el nombramiento de Alejandro Vázquez, antiguo vicesecretario, como secretario86. Por esas fechas cambió su sede al número 67 de la calle San Vicente y abrió una suscripción entre los clubes que la integraban a beneficio de los obreros metalúrgicos, que se habían declarado en huelga. Sin información relativa a otros deportes, todo apunta a que durante esta etapa la Federación solo contó con la Sección de Fútbol. El principal diario socialista se encargará de dar noticias puntuales sobre el campeonato que finalizó en agosto con la victoria de la Unión Deportiva Girod y sobre la organización del que tendría lugar en la temporada 1934-3587. El acontecimiento más decisivo de ese año fue, sin lugar a dudas, la celebración en Madrid, los días 14 y 15 de julio, del primer Congreso nacional de la FCDO. La convocatoria incluía un orden del día con tres puntos: la lectura y aprobación de los nuevos Estatutos y Reglamento; el informe sobre la gestión del Comité; y la elección del Comité ejecutivo nacional88. El Congreso, «al declarar, sin un solo voto en contra, que ratifica su adhesión a la Internacional Roja Deportiva» había servido, según Mundo Obrero, para demostrar que la Federación poseía «una clara visión del papel revolucionario que le está encomendado»89.

84. Rubén Pallol señala que desde enero de 1934 las cabeceras comunistas recogen las actas de reunión de secciones de la FCDO. En PALLOL TRIGUEROS, Rubén: «Los sóviets deportivos…», Opus. cit., p. 480. 85. La noticia de la adhesión se recoge en documentos emanados de la propia ISR y que han sido consultados y analizados por el historiador francés. Vid. GOUNOT, André: «El proyecto de la Olimpiada Popular de Barcelona…», Opus. cit., p. 117. A la misma conclusión llega Simón Segura en la página 763 de su Tesis Doctoral. 86. Como vicepresidente se eligió a Alejandro Asensio y como vicesecretario a Enrique Durán. Manuel Mateo y Pascasio Bolaños continuaron como tesorero y contador respectivamente. Antonio Almendra fue el nuevo archivero; como vocales cultural y deportivo fueron nombrados Manuel Tomás y Feliciano Pizarro. 87. Vid., entre otros muchos, «Unión Deportiva Girod, campeón de la Federación Obrera», El Socialista, núm. 7.953, 1 de agosto de 1934, p. 5; «La temporada de 1934-35 de la Federación Obrera», El Socialista, núm. 7.965, 15 de agosto de 1934 p. 5 y «Colegios de árbitros de la Federación Cultural Deportiva Obrera», El Socialista, núm. 7.729, 12 de noviembre de 1933, p. 5. 88. Vid. «Asamblea nacional de la FCDO de España», El Socialista, núm. 7.922, 26 de junio de 1934, p. 5 y «Deportes. Asamblea nacional de la FCDO», El Socialista, núm. 7.935, 11 de julio de 1934, p. 5. 89. «La actividad revolucionaria en el deporte. La Federación Cultural Deportiva Obrera ha ratificado su adhesión a la I.R.D.», Mundo Obrero, núm. 2 (688), 24 de julio de 1934, p. 5. Por desgracia, no hemos encontrado ninguna información relativa a la composición del Comité directivo elegido en el Congreso, aunque diferentes datos aparecidos en la prensa obrera con posterioridad al mismo siguen señalando a Dioniso González como su Secretario general.

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Fig. 58. I Congreso Nacional de la FCDO en el que se ratifica su adhesión a la ISR (Mundo Obrero, núm. 688, 24 de julio de 1934, p. 3).

Para el diario comunista era, además, un paso adelante en la proletarización auténtica del deporte obrero que debía servir para crear nuevas entidades clasistas, ofrecer a los trabajadores una preparación física de acuerdo y en beneficio de toda acción de masas y profundizar en la tarea proselitista que podía y debía hacerse a su sombra. Subrayaba también que el cultivo del deporte proletario al abrigo de la FCDO, al dar origen, por un lado, a la constitución de sociedades de clase en las que el compañerismo y la cordialidad entre obreros de diferente ideología era un hecho e impulsar, por otro, los ejercicios deportivos colectivos de manera sistemática y «científica», tenía dos grandes ventajas: la de facilitar la formación de un frente único contra la burguesía y el capitalismo, y la de ser un poderoso auxiliar en la lucha contra el fascismo, proporcionando fortaleza y agilidad a las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC)90. En el Congreso se discutió también sobre el peligro que representaban las maniobras que «determinados agentes del fascismo» estaban llevando a cabo para tratar de constituir una Federación de excursionismo y deportiva enfrentada a la FCDO. Con el fin de prevenir a los trabajadores, se acordó enviar una nota a la prensa obrera explicando los manejos y las verdaderas intenciones de sus impulsores. Y, lo que era más importante, se acordó la creación inmediata de la Sección de Excursionismo y de Exploradores obreros, a la que en poco tiempo, según informaba el principal rotativo socialista, se adhirieron numerosas sociedades91. Otro acontecimiento notable en sí mismo y por lo que representó como inicio de un cambio de clima en las relaciones entre las Internacionales obreras del 90. Siguiendo los principios de la ISR, el carácter revolucionario y de formación premilitar, de preparación física para las luchas venideras, que se asignaba al deporte obrero, afloraba una vez más en la prensa comunista española. Las MAOC fueron creadas por el PCE en la primavera de 1933 aunque hasta octubre de 1934 y especialmente tras la absorción de las milicias socialistas no consiguen organizarse de forma efectiva. Su actividad se redujo al periodo final de la República, estando reducidas sus funciones a ofrecer protección en algunos mítines políticos y participar en los desfiles organizados por los comunistas, y a los primeros meses de la guerra civil, participando de forma muy activa en la defensa de Madrid. Estaban compuestas sobre todo por militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas a quienes se proporcionaba armas y un entrenamiento militar básico. Algunos de sus instructores fueron el oficial de la Guardia Civil, Francisco Galán, y militantes comunistas como Enrique Líster y Juan Modesto. Su extinción se produjo con la creación del Ejército Popular Republicano, siendo disueltas formalmente en enero de 1937. 91. «Noticiero. Una nota de la Federación Cultural Deportiva Obrera del Centro de España», El Socialista, núm. 7.952, 31 de julio de 1934, p. 5.

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deporte, fue la Concentración deportiva internacional contra la guerra y el fascismo organizada por la ISR en París los días 11 al 15 de agosto y al que El Socialista dio una gran cobertura informativa. En la nota con que el periódico anunciaba su gestación, señalaba que, entre otras competiciones, figuraba el «Campeonato del Mundo de Fútbol Obrero», el cual no sólo sería una demostración del nivel alcanzado por los trabajadores en ese deporte, sino que debía servir también para dar una respuesta al Campeonato del mundo de fútbol profesional disputado recientemente en Italia y que había sido aprovechado por las autoridades de ese país para hacer una activa propaganda del fascismo. Las doce selecciones que estaba previsto que participaran en este torneo eran las de la URSS, Inglaterra, Holanda, Francia, Suiza, Alemania, Estados Unidos, Suecia, Noruega, Checoslovaquia, la región del Sarre y España92.

Fig. 59. Participación de la FCDO en la Concentración Deportiva Internacional contra la guerra y el fascismo (El Socialista, núm. 7.913, 15 de junio de 1934, p. 5).

92. «Deportes. Campeonato del Mundo de Fútbol Obrero», El Socialista, núm. 7.913, 15 de junio de 1934, p. 5.

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La FCDO nombró una Comisión, presidida por Dionisio González, encargada de organizar la participación española en el festival deportivo y que rápidamente abrió una suscripción entre sus miembros y entidades simpatizantes para ayudar a sufragar los gastos de la misma. Su intención, en consonancia con el propósito que animaba a la ISR de reunir en París al mayor número de entidades deportivas antifascistas, fue aprovechar este acontecimiento para propiciar una primera movilización de masas en el terreno deportivo. Así lo ponía de manifiesto una carta que el Comité de la FCDO de Cataluña envió a un buen número de clubes invitándoles a participar en los actos preparatorios, que no solo consistirían en pruebas deportivas, sino también en charlas explicativas del significado de la reunión en París93.

Fig. 60. Carta de la FCDO de Cataluña al C. D. Avanti con motivo de la Concentración Deportiva Internacional contra la guerra y el fascismo (Centro Documental de la Memoria Histórica).

93. Federació Cultural Esportiva Obrera de Catalunya: Carta a la Junta de la B. C. D. Avanti, Barcelona, [julio], 1934. En la cabecera de la carta figuraba el emblema de la FCDO, consistente en una rueda dentada en cuyo interior había una estrella de cinco puntas y la figura de un deportista en actitud de correr. Figuraba también su adscripción a la ISR y el domicilio social de la Regional catalana, ubicado en el Bar Rotonda, sito en el número 14 de la Vía Laietana.

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En diferentes regiones, se llevaron a cabo pruebas eliminatorias, tanto de fútbol como de atletismo, para seleccionar los deportistas que acudirían a la capital francesa. La prensa socialista, una vez que finalizaron las competiciones, destacaría tres aspectos: la buena actuación del equipo español, tanto en fútbol, como en atletismo, ciclismo o lucha grecorromana; el dominio deportivo de la URSS y el carácter de Frente Único que había tenido la concentración. Y esto último, que era obviamente lo esencial, se habría puesto de manifiesto no solo porque los 3.000 deportistas que habían participado –de ellos 1.200 extranjeros y representando a 18 países–, lo habían hecho en nombre de la unidad del deporte antifascista, sino también porque el público –unos 20.000 espectadores– no era solamente obrero sino de «todas las clases sociales», poniendo de relieve al mismo tiempo la solidaridad de los trabajadores de todo el mundo en su lucha contra la guerra y el fascismo94. Y es que la «Olimpiada Obrera» de París supuso, en efecto, el abandono de la tesis comunista del socialfascismo y de la consiguiente lucha contra el deporte socialista practicado por la ISR, y el primer paso significativo en el camino hacia la unidad del movimiento deportivo obrero internacional. Que tuviera lugar en Francia, además, no fue algo fortuito o aleatorio. Fue allí donde por primera vez una Sección de la ISR lanzó a su hasta entonces enemiga organización deportiva de la ISOS la mano tendida de la unidad, siendo aceptada por ésta. Y fue allí también donde, en diciembre de 1934, surgía por vez primera una Federación deportiva obrera que reunía en su seno a socialistas y comunistas. Como señala André Gounot, desde la primavera de 1934 es perceptible el cambio de táctica de la Internacional Comunista, lo que supuso moderar su política, llamar a sus secciones a aliarse con los socialistas y extender unos meses después la alianza a los partidos burgueses para formar frentes populares antifascistas. Este cambio penetra en el mundo del deporte, como hemos podido comprobar, a través de la ISR que ya desde el verano diseña un plan de acción con la intención de fusionarse con la ISOS invitando a sus secciones nacionales a asociarse con sus homólogos socialistas. En España, la FCDO, según el historiador francés, abre a partir de finales de ese año el acceso a sus puestos directivos a socialistas y republicanos de izquierda. Y en coherencia con la política de frente popular proyecta organizar en agosto de 1935 una gran manifestación deportiva antifascista en Barcelona95, inspirada en la que había tenido lugar en París el año anterior, pero que a consecuencia de la situación política se vio obligada

94. Vid. «Fútbol. Los triunfos del equipo obrero español en París», El Socialista, núm. 7.968, 18 de agosto de 1934, p. 5; «Los Deportes. El equipo soviético ganó el Campeonato obrero del mundo», El Socialista, núm. 7.975, 26 de agosto de 1934, p. 5 y «Deportes. La concentración deportiva obrera de París», El Socialista, núm. 7.995, 19 de septiembre de 1934, p. 5. Las fuentes socialistas hablaban, de forma notablemente exagerada, de 12.000 deportistas participantes. 95. A principios de julio se constituyó una Comisión organizadora de la «Olimpiada Obrera» en la que estaba prevista la participación de diferentes equipos obreros extranjeros, entre los que se encontraban los de Francia, Dinamarca, Suiza, Checoslovaquia, Bélgica y la URSS. Dicha Comisión la componían delegados de las siguientes entidades: Ateneu Enciclopédic Sempre Avant, Unió Esportiva Obrera, Penya Aligues Blanques, Unió Esportiva de Sans, Unió Excursionista de Catalunya, Biblioteca C. E. Avanti, Agrupació Escultista, F. A. E. G. E. y la Biblioteca C. E. Ponent. Vid. «Varia. La Olimpiada Obrera», La Vanguardia, núm. 22.252, 7 de julio de 1935, p. 16.

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a suspender96. Lo que sí pudo celebrarse, en cambio, fue el primer campeonato de atletismo, organizado por la FCDO del Centro de España en los terrenos de la Sociedad Gimnástica Española en septiembre de 1935 y que, según un redactor del semanario Pueblo, contó con una gran asistencia de público97. A comienzos de enero de 1936, la Sección de Atletismo de esa misma Federación regional llevó a cabo en la Casa de Campo y sobre un recorrido de siete kilómetros una nueva prueba de cross. Este «Primer Trofeo Año Nuevo», en el que tomaron parte 106 corredores de diferentes equipos madrileños, entre los que se encontraba el de Salud y Cultura, constituyó un gran éxito, lo que, según el principal diario socialista, hacía presumir que la actividad de la entidad iba a crecer de manera rápida y constante98.

Fig. 61. Trofeo «Año Nuevo» de atletismo organizado por la FCDO (El Socialista, núm. 8.026, 7 de enero de 1936, p. 5).

Pocos días después, la Federación de Andalucía propiciaba una carrera ciclista que, organizada por una de sus sociedades, el Centro Cultural Deportivo Popular de San Bernardo, tuvo lugar en el circuito de la Palmera, en Sevilla, y que contó con la participación de 17 ciclistas amateurs y la asistencia de «numeroso público»99.

96. GOUNOT, André: «El proyecto de la Olimpiada Popular de Barcelona…», Opus. cit., pp. 117-118. 97. JUSTO: «El primer campeonato obrero de atletismo», Pueblo, 14 de septiembre de 1935, p. 4. Citado por SIMÓN SANJURJO, Juan Antonio: La marea del deporte…, Opus. cit., p. 771. 98. Vid. «Atletismo. Primer trofeo Año Nuevo», El Socialista, núm. 8.021, 1 de enero de 1936, p. 5 y «Los Deportes. En el cross organizado por la Federación Cultural Deportiva Obrera vence José Granero», El Socialista, núm. 8.026, 7 de enero de 1936, p. 5. También la prensa comunista dedicó amplios espacios a informar de esta competición. 99. «Deportes. Importante carrera ciclista de un Club obrero en Sevilla», El Socialista, núm. 8.030, 11 de enero de 1936, p. 5.

248 4. LA FCDO

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EN EL PERIODO DEL FRENTE POPULAR (FEBRERO A JULIO DE

1936)

La nueva táctica de frentes populares propiciada por la ISR condujo, como acabamos de señalar, al inicio de relaciones con la Internacional Deportiva Socialista al objeto de llegar a su fusión y que sus secciones nacionales intentaran asociarse con las entidades socialistas y las burguesas de orientación progresista. De esa manera, las estructuras resultantes –y las que ya estaban dirigidas por comunistas– no serían organizaciones de la lucha de clases sino plataformas políticamente neutras al servicio del pueblo y bajo la bandera del «deporte para todos». La FCDO, que, como hemos visto, ya había dado pasos en ese sentido, acentuó desde comienzos de 1936 ese discurso, insistiendo reiteradamente que solo defendía el deporte y la cultura popular. Aunque ninguno de sus cuadros y dirigentes dejó de apelar a la unidad de las asociaciones deportivas, fue Andrés Martín del Llano, el nuevo Secretario general de la Federación y miembro del Comité ejecutivo de la ISR, quien más destacó en esta labor. Pero para llevar a cabo ese programa en defensa del deporte popular era necesario previamente desalojar a las «fuerzas reaccionarias» del poder mediante la victoria de las candidaturas del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. De ahí que la FCDO, al igual que las entidades deportivas socialistas, se volcara en los comicios y fijara sin ambages su posición ante los mismos, censurando la política deportiva de los gobiernos radical-cedistas y la persecución sufrida por los mismos en algunos puntos del país. La única vía posible para acabar con la negra etapa anterior, mejorar las infraestructuras deportivas al servicio del pueblo y atender las reivindicaciones de la juventud trabajadora y deportista era la victoria de la alianza de izquierdas100. Tras el triunfo del Frente Popular, la FCDO se refuerza en zonas donde hasta entonces había tenido un escaso respaldo, como el País Vasco101, experimenta un notable desarrollo general y consolida su estructura organizativa. Su Comité Nacional buscó estrechar relaciones con todas las sociedades deportivas modestas, tratando de agruparlas en su seno; colaboró con el deporte universitario de la FUE, defendió sus reivindicaciones y le invitó a sumarse al «frente popular deportivo»; instaló en Madrid una Oficina de información y ayuda técnica que tenía como misión asesorar a quienes deseaban crear un club deportivo o una Federación Deportiva Obrera donde ya existían varias sociedades, facilitando gratuitamente los informes necesarios, los modelos de reglamento y demás documentos102; y organizó en diferentes lugares y fechas ciclos de conferencias para divulgar aspectos de la cultura y el deporte popular, explicar el significado de la Olimpiada de Berlín o comentar lo que representaba la Olimpiada Popular de Barcelona para la juventud española. Todo ello sin dejar de denunciar, como había hecho durante la campaña electoral, la situación en que se encontraba el deporte popular y reclamar de las nuevas 100. Vid. «Los Deportes. La Federación Cultural Deportiva Obrera ante las elecciones», El Socialista, núm. 8.047, 31 de enero de 1936, p. 5; «¡Deportistas!», Mundo Obrero, núm. 33 (781), 8 de febrero de 1936, p. 3 y «¡Deportistas!», Mundo Obrero, núm. 39 (787), 15 de febrero de 1936, p. 3. 101. A mediados de marzo, la FCDO de Guipúzcoa organizaba su primera prueba de cross infantil con la participación de 51 corredores. Tenemos noticias de otras carreras para adultos y niños a cargo de la Federación de Vizcaya. 102. Vid. «La FCDO, en ayuda de los deportistas», Claridad, núm. 3, 8 de abril de 1936, p. 15.

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autoridades públicas las medidas necesarias para, siguiendo el ejemplo de la política deportiva de la URSS, situarlo en el lugar que le correspondía. En marzo, el Comité Regional de la FCDO del Centro publicaba un interesante documento, primero en Mundo Obrero y después en El Socialista, donde recogía gran parte de las ideas y aspiraciones comentadas y fijaba sus objetivos y su línea de actuación de cara al futuro inmediato. Tras afirmar su carácter apolítico y de defensa solo del deporte y la cultura populares, indicaba que el momento político y social era muy positivo para el desarrollo de los mismos y para salir de la «mezquina actividad a que nos tenía reducida (…) la anterior organización estatal». Por eso, era inexcusable cumplir con el objetivo de «hacer llegar a todo el pueblo los incalculables beneficios de la higiene física y espiritual y de la cultura en ambos aspectos». Sabiendo, sin embargo, de las dificultades que el Gobierno había de vencer para atender esa necesidad, rechazaba cualquier tipo de «impaciencia» y se conformaba de momento con que «las aspiraciones de la juventud del pueblo sean tenidas desde hoy en cuenta y (…) figuren en el debido lugar del inmediato programa de realizaciones». De ahí que declarase a los poderes públicos que no iba a regatear esfuerzos para conseguir en un plazo más o menos breve los siguientes cuatro puntos que conformaban su programa de acción: «1º. Campos bien acondicionados, gimnasios, piscinas próximos a los barrios populosos y a los lugares de trabajo, donde niños y jóvenes de uno y otro sexo puedan practicar con entera libertad la cultura física y el deporte, sin interés personal, ni de Club, ni ningún otro, buscando únicamente la salud y la franca camaradería. 2º. Campos para toda clase de competiciones de los diferentes deportes. 3º. La ayuda precisa para que las Sociedades y Federaciones puedan, por todos los medios, propagar la cultura entre la juventud popular. 4º. La creación de misiones que siembren por pueblos y aldeas el amor a la higiene, al deporte y a la cultura en general». Pero para conseguir estos fines era esencial la unidad de toda la juventud deportiva española, siendo la FCDO la estructura que permitiría llevarla a cabo. Por ello, hacía un llamamiento a los jóvenes «para que se agrupen en las Sociedades ya existentes, o las que ellos puedan crear; a estas Sociedades, para que ingresen en las Federaciones correspondientes, y a todas las Regionales, para que demos a la Nacional la autoridad, la confianza y el entusiasmo que le son imprescindibles»103. Llamamientos en este sentido seguirían haciéndose desde la prensa obrera con mucha frecuencia104. En abril, las entidades deportivas adscritas a la FCDO participarían en lo que los periódicos comunistas y socialistas, convertidos en altavoz de su actividad, señalaron como la primera gran manifestación deportiva popular que se había producido en España105. La iniciativa partió del Comité Catalá pro Esport Popular (CCEP), la entidad creada un mes antes, ligada al republicanismo catalán de

103. «Deporte. Un interesante documento del C. Regional de la FCDO. A la juventud popular», Mundo Obrero, núm. 68 (796), 21 de marzo de 1936, p. 5 y «La Federación Cultural Deportiva Obrera hace un llamamiento a la juventud», El Socialista, núm. 8.101, 3 de abril de 1936, p. 5. 104. Vid., como ejemplo, MENÉNDEZ, Álvaro: «Deporte popular. El precio del triunfo» y MÉNDEZ, Víctor: «Para los Amateurs. Defendemos el deporte verdadero», Claridad, núm. 2, 7 de abril de 1936, p. 15. 105. A la FCDO del Centro, se le ofrecía, con su participación en el festival, «la mejor ayuda en su campaña de divulgación y depuración del deporte popular». En «El deporte popular en marcha. Festivales deportivos populares en Barcelona», Mundo Obrero, núm. 72 (780), 26 de marzo de 1936, p. 3.

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izquierdas106 y que logró agrupar a la inmensa mayoría de las entidades deportivas populares de Cataluña, las cuales alcanzaron un gran desarrollo, especialmente en Barcelona, en esta época107. Con el propósito de ayudar al «Comité Thaelmann»108, el programa deportivo incluía pruebas atléticas, de natación y de gimnasia, combates de lucha y de boxeo, y, sobre todo y como plato fuerte, la Copa Thaelmann de fútbol, en la que participaron selecciones de la FCDO de Asturias, Madrid, Valencia y Cataluña109.

Fig. 62. Selección de deportistas para concurrir por la FCDO a la Concentración Deportiva Popular de Barcelona (Claridad, núm. 6, 11 de abril de 1936, p. 15).

106. Mientras André Gounot sostiene que la constitución del CCEP se debió a una iniciativa de militantes comunistas, Pujadas y Santacana creen que, dentro de las diferentes corrientes ideológicas que se hallaban presentes en el deporte popular catalán, la más decisiva a la hora de su creación fue la del catalanismo izquierdista. Sea como fuere, la influencia comunista en el mismo –Lluis Otín era miembro del Secretariado y Ramón Mercader de su Comité Ejecutivo– parece fuera de toda duda, así como la colaboración estrecha de la FCDO en todas y cada una de sus iniciativas. Vid. GOUNOT, André: «El proyecto de la Olimpiada Popular de Barcelona…», Opus. cit, pp. 118-119; del mismo autor: Les mouvements sportifs ouvriers en Europe…, Opus. cit., pp. 182 y 183; PUJADAS, Xavier y SANATACANA, Carles: «Del barrio al estadio…», Opus. cit, pp. 37-40; de los mismos autores: L’altra Olimpiada…, Opus. cit., pp. 72 y 73. 107. El frente único del deporte popular, que, como ya hemos visto, fue una iniciativa de la ISR, se configuró sobre la base de la unidad de acción y/o la concertación conjunta de actos de masas entre la FCDO, el CCEP, Salud y Cultura y la FUE. 108. Otros muchos actos –conferencias, folletos, emisión de una tarjeta postal…– se llevaron a cabo en homenaje a quien representaba la resistencia frente al nazismo y el símbolo de la libertad del pueblo alemán y de millones de personas sojuzgadas en diferentes partes del mundo. Vid. «En el quincuagésimo aniversario de Thaelmann», El Socialista, núm. 8.111, 15 de abril de 1936, p. 3. 109. Vid. «Gran festival deportivo obrero en Barcelona», Mundo Obrero, núm. 79 (787), 3 de abril de 1936, p. 3; «Festivales deportivos populares en Barcelona pro Comité Thaelmann», El Socialista, núm. 8.104, 7 de abril de 1936, p. 5; «Seleccionados madrileños para los festivales catalanes», Claridad, núm. 3, 8 de abril de 1936, p. 15; «La concentración deportiva obrera de Barcelona», El Socialista, núm. 8.108, 11 de abril de 1936, p. 5 y «Gran Concentración Deportiva Popular en Barcelona», Claridad, núm. 6, 11 de abril de 1936, p. 15.

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La prensa obrera dio una cobertura diaria al desarrollo de las distintas competiciones, destacando también la manifestación de los deportistas participantes en la carrera a pie a través de Barcelona y que discurrió por algunas calles céntricas de la ciudad con la presencia, entre otras autoridades, del presidente de la Generalitat, Lluis Companys, y del alcalde del municipio, Carlos Pi Suñer. Para ella lo más significativo, con todo, era que la concentración de Barcelona marcaba la pauta a seguir en el deporte popular, insistiendo en que si había sido grande por sus proporciones lo era aún más «por su significado deportivo y político»110. Aunque a menor escala, un sentido –y un seguimiento– parecido se dio a la Vuelta a Madrid por relevos que, organizada por la Sociedad Deportiva La Cuerda debía celebrarse el día 19 de ese mismo mes sobre un recorrido de 15 kilómetros y medio –los relevos tendrían lugar cada 1.500 metros– con salida y llegada en la Casa de Campo111.

Fig. 63. La FDCO dirige la «Vuelta a Madrid por relevos» (Claridad, núm. 4, 9 de abril de 1936, p. 10).

A este acto se sumó la Biblioteca y Círculo Popular Cervantes –entidad agrupada, como La Cuerda, en la FCDO del Centro– organizando un cross country infantil y «el primer cross country femenino» con el mismo objetivo: «difundir el atletismo y la educación física entre las clases populares de nuestra capital»112.

110. «La grandiosa concentración popular deportiva de Barcelona», Claridad, núm. 9, 15 de abril de 1936, p. 15. 111. La intensa lluvia que cayó ese día sobre Madrid obligó a aplazar la prueba hasta el 17 de mayo. Tomaron parte 23 equipos, que reunían a 230 corredores, y se entregaron hasta cinco copas a los vencedores, donadas por el Presidente de la República, el alcalde de Madrid, el Comité Nacional de la FCDO y los ministros de la Gobernación y de la Guerra, esta última destinada al primer clasificado de los equipos militares que participaron. Hubo también premios especiales para los clubes debutantes y los universitarios. 112. En la carrera infantil tomaron parte más de 300 chicos y en la femenina, 30 mujeres. Vid. «FCDO. Gran festival atlético», Claridad, núm. 11, 17 de abril de 1936, p. 4; «Los Deportes. Un festival atlético de la Deportiva Obrera», El Socialista, núm. 8.114, 18 de abril de 1936, p. 5; «Los Deportes. En la Casa de Campo se celebrará hoy el primer cross-country femenino», El Socialista, núm. 8.115, 19

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Fig. 64. Pruebas atléticas obreras femenina e infantil (Claridad, núm. 13, 20 de abril de 1936, p. 15).

Pero no fue la única sección regional que promovió actividades con motivo del quinto aniversario de la República. La de Andalucía, por ejemplo, preparó en Sevilla, en el marco también de la feria local de abril, un programa deportivo que incluyó una carrera pedestre de 3.500 metros de recorrido, otra de bicicletas, en un circuito de seis kilómetros que los participantes debían recorrer seis veces, una prueba de patinetes en la plaza de España y una velada de boxeo a cargo de púgiles «de reconocido mérito pertenecientes a la FCDO»113. Por las mismas fechas, una selección obrera de fútbol participaba en un torneo organizado en París por la FSGT, obteniendo un amplio y sonoro triunfo por cuatro a cero sobre la selección del país vecino gracias a que «pusieron cátedra de buen juego»114. Con motivo de la celebración del 1.º de mayo, varias secciones regionales prepararon diferentes actos. La FCDO de Vizcaya elaboró un completo programa de deportes que incluía partidos de fútbol, una regata de bateles en la ría del Nervión, una carrera de cintas, otra ciclopedestre y una prueba de medio fondo sobre un recorrido de 4 kilómetros y medio115. Por su parte, la de Asturias y León lanzaba un manifiesto donde, entre otras consignas, figuraba la de que los grupos obreros deportivos estuvieran presentes en las manifestaciones de esa jornada, junto a una reclamación a los poderes públicos para construir campos de deportes y piscinas y ayudar económicamente al deporte y la cultura populares116. En Barcelona y en el marco de un mitin, la sección regional introdujo la cuestión de las reivindicaciones deportivas obreras a través del discurso

de abril de 1936, p. 5 y «Deporte obrero. Cross femenino e infantil», Claridad, núm. 13, 20 de abril de 1936, p. 15. 113. «La FCDO de Andalucía occidental prepara un gran programa de feria», Claridad, núm. 9, 15 de abril de 1936, p. 11. 114. «Fútbol popular. El equipo obrero español (FCDO) causa sorpresa en París», Claridad, núm. 10, 16 de abril de 1936, p. 14. 115. «Deporte obrero. La FCDO de Bilbao trabaja», Claridad, núm. 17, 24 de abril de 1936, p. 11. 116. «El Primero de Mayo y los deportistas. FCDO de Asturias y León», Claridad, núm. 20, 28 de abril de 1936, p. 11.

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pronunciado por el diputado comunista Miquel Valdés. Pero sería una vez más, la del Centro la que trató de dar una mayor solemnidad a la fiesta del trabajo mediante la publicación de un interesante, clarificador y largo manifiesto escrito conjuntamente con el Comité Nacional de la Federación, y la organización de un gran festival deportivo. En el texto, se ponía el acento en la común condición popular y obrera de los deportistas, por cuanto estos formaban parte, como los demás trabajadores, del «ejército productor». Se señalaba también que el problema deportivo popular estaba ligado íntimamente «a la resolución del total problema económico que agobia a la actual sociedad». Por eso, los jóvenes deportistas –y toda la juventud progresiva– no podían vivir al margen de una lucha política que tenía su máximo exponente en la jornada del Primero de Mayo, representando el «único camino que les conducirá al logro de sus aspiraciones». Tras afirmar que únicamente en la URSS existía un verdadero movimiento deportivo popular, dejaba sentado sin ambigüedad alguna que solo un gobierno asentado sobre los postulados socialistas, «que significaba la destrucción del actual régimen», podía dar a los deportistas populares la posibilidad de lograr sus aspiraciones. Y como quiera que el movimiento deportivo popular en España no tenía aún la ayuda que merecía por parte del Estado y las autoridades municipales y provinciales, hacía un llamamiento a la juventud deportiva para que participara en las manifestaciones del Primero de Mayo apoyando las siguientes consignas comunes que debían presidirlas: «Ni un atleta ni un céntimo para la Olimpiada parda. Inversión de las 400.000 pesetas acordadas para asistencia a la tal Olimpiada en inmediata protección del deporte popular. Construcción de gimnasios, piscinas y campos de deportes para los jóvenes obreros y demás trabajadores y estudiantes. Control médico gratuito para todos los deportistas modestos»117. Las competiciones deportivas, preparadas conjuntamente con Salud y Cultura, se desarrollaron en la Casa de Campo y consistieron en diferentes pruebas atléticas para adultos, niños y mujeres, amenizadas con la actuación de varias rondallas de la FCDO118. En una entrevista que el reportero deportivo de Claridad, Álvaro Menéndez, hacía al presidente de la FCDO en esos momentos, Justo R. Suaña, este, en sintonía con los planteamientos tácticos del comunismo y su propósito de que el movimiento deportivo popular de masas que aspiraba a controlar no fuera identificado con una ideología concreta, matizaba en alguna medida el sesgo político del manifiesto, que podía ser interpretado como «excesivamente» obrerista, indicando que todos los partidos del Frente Popular habían hecho suyas las reivindicaciones de la entidad. Al mismo tiempo, insistía en la urgencia de una dotación económica por parte de las autoridades para impulsar el deporte popular y sacar a la Federación de la precaria situación económica en que vivía, y en la necesidad de unir a todos los grupos deportivos de España en «un gran movimiento»119.

117. «Los deportistas en el Primero de Mayo. Manifiesto de la FCDO», Claridad, núm. 22, 30 de abril de 1936, p. 14. 118. Vid. «Del Trofeo Primero de Mayo. Hechos alentadores», Claridad, núm. 25, 5 de mayo de 1936, p. 10. 119. MENÉNDEZ, Álvaro: «Deporte Popular. Hablando con el presidente del Comité Nacional de la FCDO», Claridad, núm. 23, 2 de mayo de 1936, p. 15.

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Fig. 65. Campeonato de fútbol de la FCDO del Centro (El Socialista, núm. 8.128, 6 de mayo de 1936, p. 5).

La primavera y el verano de 1936 fueron pródigos en la expansión y consolidación de la FCDO. A los actos ya comentados se sumaron otros que atestiguaban la fortaleza de la organización. El 21 de abril quedó constituida la Federación de Ciudad Real en una junta general a la que asistieron más de 200 miembros y donde quedaron formadas las comisiones de fútbol, atletismo, alpinismo, natación, ciclismo, pelota vasca y biblioteca. Rápidamente, su Comité Ejecutivo iniciaba gestiones ante el Ayuntamiento para lograr la cesión de un solar donde construir un «stadium proletario» y organizaba un festival atlético que comprendía saltos, lanzamientos y carreras. En apenas un mes alcanzó los 300 afiliados «y cerca de mil en perspectiva»120. Por los mismos días, se creaba la de El Ferrol, integrándose en la Federación de Galicia, y se daban los primeros pasos para su formación en Pontevedra121. La Federación de Andalucía occidental, presidida por Arturo Cabo122 y con G. Saliana como secretario

120. Vid., entre otros, «Una nueva FCDO. En Ciudad Real. Un alarde de entusiasmo», Claridad, núm. 25, 5 de mayo de 1936, p. 11 y «FCDO de Ciudad Real. Un gran festival mirando a Barcelona», Claridad, núm. 38, 20 de mayo de 1936, p. 15. A finales de mayo una asamblea general nombraba una segunda Directiva compuesta del siguiente modo: presidente, Pelayo Tortajada; vicepresidente, Manuel Cejudo; secretario, Teodoro Pérez; vicesecretario, Miguel Toribio; tesorero, Marcelino Delgado; contador, Secundino Ruiz; vocal de Deportes, Domingo Serrano; vocales de Cultura, Gregorio Sánchez y Vicente Martín. 121. Vid. «Deporte obrero. Nueva FCDO. En Ferrol, también…», Claridad, núm. 27, 7 de mayo de 1936, p. 11 y «La vida deportiva. Celso Mariño, el gran decatloniano habla para Claridad», Claridad, núm. 57, 11 de junio de 1936, p. 14. 122. Arturo Cabo Martín nació en Madrid, en 1909. Fue miembro del Comité Central de la Juventud Comunista. Afincado en Sevilla, ocupó diversos cargos de responsabilidad en la República y

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general, experimentó también un importante crecimiento. Mientras la sección de Sevilla ampliaba su oferta deportiva con una estructuración más racional del movimiento excursionista agrupado en su seno y la organización de carreras pedestres populares, la de Córdoba conseguía potenciar sus secciones de ciclismo, atletismo y fútbol mediante la realización de diferentes pruebas123. Editado por la Sección regional y con un prólogo de su presidente, Arturo Cabo, aparecía por entonces un Manual del Joven Deportista que en sus páginas iniciales salía al paso de las interpretaciones «erróneas» acerca de la FCDO –no era una organización de partido, no seguía una línea política determinada, ni se trataba de una entidad sectaria…– y sintetizaba como misión de la misma la de agrupar a «toda» la juventud amante del progreso y la cultura, reuniendo en su seno también a «todos» los deportistas de las capas laboriosas de la población. Por eso era «la única organización defensora de la cultura y los deportes populares de la juventud». Pasaba luego a criticar el histórico desinterés de los poderes públicos por la concesión de ayudas y la dotación de campos de juego, piscinas o gimnasios para el pueblo y los clubes modestos, así como la actitud mercantil de las Federaciones deportivas oficiales. Señalaba a continuación que la FCDO luchaba por cambiar ese estado de cosas –de ahí la necesidad de fortalecerla mediante el ingreso en ella de todas las sociedades modestas– y que los cambios introducidos a nivel deportivo en la URSS enseñaban el camino a recorrer.

Fig. 66. Cubierta del Manual del Joven Deportista (Archivo particular de Francesc Xavier Torrebadella).

durante la guerra civil. En mayo de 1939 se exilió a Leningrado. Realizó varias misiones clandestinas en España y en 1946 lo encontramos en Toulouse como administrador de Mundo Obrero. Regresó a España tras la recuperación de la democracia, falleciendo en 1992. 123. Vid., entre otros, «FCDO. La Sección de Andalucía occidental trabaja con inusitado éxito», Claridad, núm. 45, 28 de mayo de 1936, p. 10.

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El Manual era, en realidad, una guía que pretendía orientar a quienes tuvieran la intención de constituir lo que allí se denominaba un «Centro Cultural y Deportivo», indicando los pasos a dar y los documentos que había que cumplimentar e incluyendo también modelos de Estatutos y Reglamento. Incluso ponía ejemplos prácticos de cómo proceder a crear secciones de excursionismo, de fútbol, de natación, de atletismo o de ciclismo, amén de las más propiamente culturales. Llamaba la atención el novedoso interés –así lo juzgaba también el propio Manual– por organizar deportivamente a los jóvenes campesinos mediante la creación de centros propios en los pueblos y cuya misión era facilitarles el acceso a la cultura y a los deportes. Los centros debían contar con una escuela atendida por estudiantes de la FUE –y que formaría parte de un departamento de Misiones Campesinas que la asociación universitaria podía y debía poner en pie– y una biblioteca. Por otro lado, los clubes y sociedades deportivas de las ciudades se encargarían de apadrinarlos, organizando veladas y torneos, remitiéndoles materiales y enseres deportivos, etc. Finalmente, se aconsejaba que su ubicación estuviera en las Casas del Pueblo o en los domicilios de los sindicatos, lo que les permitiría contar con el apoyo de estas organizaciones o constituirse como secciones deportivas de las mismas. En una segunda parte, el Manual explicaba la estructura de la FCDO y se detenía en comentar las actividades, torneos y campeonatos propios de las agrupaciones territoriales, indicando que el deporte que debía ser el principal foco de atención era el fútbol y no porque la entidad fuera una «organización futbolista» sino porque la mayoría de la juventud lo practicaba. El texto terminaba hablando muy por encima del funcionamiento de la Federación, afirmando que lo hacía «bajo el sistema del centralismo democrático», que era justamente «el adoptado por todas las secciones de la IRD»124. En Levante las sociedades ligadas a la FCDO conocieron igualmente avances significativos, especialmente en Valencia, al lograr reunir –como ocurrió en otros lugares de España– a un grupo numeroso de entidades modestas mediante la constitución del Comité valenciano pro Olimpiada Popular, y en Alicante, donde destacó el C.C.D.O. Hércules promoviendo encuentros de fútbol y carreras de ciclismo. A su vez, la Federación de Elche, que tenía categoría de regional, se convirtió en «uno de los más altos exponentes del deporte popular español»125. Por su parte, la FCDO de Asturias y León impulsaba en Gijón y Avilés –dirigida en esta localidad por una mujer, Remedios Puente– distintos festivales deportivos, mientras que en Oviedo tenían lugar a principios de junio unas carreras de relevos infantil y de adultos que alcanzaron una gran resonancia regional126.

124. FCDO: Manual del Joven Deportista. Por la Cultura…! Por el Deporte…! Por el Progreso…!, Sevilla, Ediciones «Juventud», s. f. [1936]. Agradezco sinceramente a Francesc Xavier Torrebadella que me remitiera una copia de este texto. 125. «FCDO. Torneo de fútbol organizado por la Regional Levante-Sur», Claridad, núm. 49, 2 de junio de 1936, p. 14. 126. Vid. Comité Regional de Asturias y León: Carta al Sr. Ministro de Instrucción Pública, Oviedo, 11 de mayo de 1936 y «FCDO. Vuelta a Oviedo por relevos», Claridad, núm. 49, 2 de junio de 1936, p. 15.

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Fig. 67. Croquis de una carrera de relevos organizada por la FCDO asturiana (Centro Documental de la Memoria Histórica).

Y la de Euskadi, cuya presidencia ocupaba Elías Castillejo, extendió su radio de acción por nuevas localidades vascas, sobre todo de Vizcaya y Guipúzcoa, y dispuso de la infraestructura necesaria para organizar actos con una gran asistencia de público y de participantes127. El 28 de junio celebraba su Primer Congreso, contando en ese momento con 15 secciones y más de 6.000 afiliados128, lo que, según Claridad, hacía de ella y la Federación asturiana «las más formalmente organizadas y de más sólida base». La del Centro de España continuó siendo una de las más numerosas y activas. Al campeonato de fútbol de la temporada 1935-36, al que incorporó un trofeo a la deportividad para el club y los jugadores «que en el terreno de juego mejor respondieran a la hermandad y compañerismo con sus contrarios, árbitros y demás actuantes», se sumaron diversas pruebas atléticas y excursiones a la Sierra de Guadarrama. Un gran eco tuvo el encuentro de fútbol disputado entre las selecciones obreras que acudieron a los festivales de Barcelona y París y del que algún medio incluía grandes titulares y fotografías de los contendientes129.

127. Una muestra estuvo en el campeonato de cross infantil celebrado en San Sebastián el 1 de junio y en el que cerca de 100 niños tomaron la salida. 128. «Primer Congreso de la Federación Cultural Deportiva de Euzkadi», Claridad, núm. 64, 19 de junio de 1936, p. 14. 129. «El domingo deportivo. La selección obrera que fue a Barcelona venció por 2-1 a la que se desplazó a París», El Socialista, núm. 8.133, 12 de mayo de 1936, p. 4.

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Fig. 68. Partido de fútbol entre selecciones obreras y reparto de premios (El Socialista, núm. 8.133, 12 de mayo de 1936, p. 4).

Como también lo tuvo el arrendamiento de un gran local –contaba con cinco pisos y numerosas dependencias– en la calle Duque de Rivas para instalar allí un gimnasio «con todos los aditamentos». Según los directivos del Comité Regional, Casimiro Mahou, Juan José Vallejo y Murillo130, era una demanda del deporte 130. Casimiro Mahou Olmeda, vinculado familiarmente a la empresa cervecera Mahou y que no debe ser confundido con su primo Casimiro Mahou García, presidente de dicha empresa, mantuvo durante la República una nítida postura política izquierdista. Había fundado un equipo de fútbol para los hijos de empleados y vecinos que la fábrica de cervezas tenía en la calle de Amaniel, en el

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modesto y una necesidad derivada del impulso creciente que estaba adquiriendo la organización. Y aunque eran conscientes del gasto elevado que supondría su acondicionamiento, incluido el de un gran salón reservado para conferencias y actos culturales y artísticos, la instalación de aparatos y la dotación de personal, confiaban en ponerlo en marcha en un tiempo breve131. Pero si hubo un acontecimiento que disfrutó de un gran despliegue informativo por parte de la prensa obrera ese fue, sin lugar a dudas, los II Campeonatos Atléticos del Centro de España, conocidos también como II Campeonatos de Castilla y que sirvieron para seleccionar la representación regional que había de acudir a la Olimpiada Popular de Barcelona. Inicialmente, estaba previsto que tuvieran lugar los días 14, 21 y 28 de junio en las pistas de la Ciudad Universitaria de Madrid, aunque finalmente se aplazaron hasta la primera semana de julio. A principios de aquel mes, el Comité Ejecutivo enviaba sendas cartas al ministro de Instrucción Pública y a las autoridades académicas de la Universidad Central solicitando un trofeo al primero y la autorización para disponer de las pistas universitarias a los segundos132. Las pruebas, organizadas en las categorías de hombres, mujeres e infantil, incluyeron carreras individuales y de relevos, lanzamientos y saltos. 425 atletas de ambos sexos, pertenecientes tanto a sociedades integradas en la FCDO como a otras no federadas, como Salud y Cultura, y de los que una gran mayoría eran debutantes, concurrieron a estos campeonatos133. A su finalización, todos ellos compusieron en la pista, como demostración gimnástica colectiva, las iniciales de la FCDO y se celebró un desfile en el que participaron 2.000 deportistas y al que siguió un concierto a cargo de las bandas de los respectivos clubes134.

popular barrio madrileño de Chamberí. A la sazón, ocupaba el cargo de presidente de la FCDO del Centro. Juan José Vallejo fue miembro fundador de las Juventudes Comunistas y de las Juventudes Socialistas Unificadas, desempeñando un papel muy activo en la organización de la Olimpiada Popular de Barcelona. Al estallar la guerra civil participó en la defensa de Madrid y en la fundación del Quinto Regimiento donde alcanzó el grado de comandante. Del tal Murillo no hemos podido localizar ninguna información. 131. «Un paso decisivo. Un gran gimnasio, ring, duchas, secretaría, etc., a quien nada tiene», Claridad, núm. 32, 13 de mayo de 1936, p. 11. En un artículo publicado un mes después en este mismo diario, se comentaba que se estaban ultimando los detalles para poner en marcha el gimnasio en el local donde se establecería también el domicilio social del Comité Regional, ubicado en el número 6 de la calle Tahona de las Descalzas. 132. Federación Cultural Deportiva del Centro de España: Carta al Excmo. Sr. Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Madrid, 5 de junio de 1936; Carta a D. León Cardenal, Rector de la Universidad Central, Madrid, 11 de junio de 1936; Carta al Sr. Ferrándiz, Secretario de la Facultad de Filosofía y Letras, Madrid, 12 de junio de 1936. 133. El hecho de que muchos deportistas fueran principiantes y el pobre nivel medio exhibido hizo que Álvaro Menéndez, el redactor deportivo de Claridad, no tuviera empacho en reconocer, en una de sus crónicas, que, al margen de lo prometedor del campeonato, faltaba aún tiempo, como correspondía a un deporte que requería una larga práctica bien controlada, para conseguir que la mayoría de los atletas conquistaran una técnica depurada y unas marcas aceptables. Ello se debía a que el atletismo castellano estaba, a su juicio, en sus albores, aunque cabía avizorar un futuro esperanzador. 134. Vid., entre otros, «El domingo deportivo. En la Ciudad Universitaria se disputó la primera jornada de los campeonatos obreros de atletismo», El Socialista, núm. 8.163, 16 de junio de 1936, p. 5. y «Atletismo. II Campeonatos de atletismo de la FCDO del Centro de España», Claridad, núm. 82, 10 de julio de 1936, p. 14.

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Fig. 69. II Campeonatos populares de atletismo de Castilla (Claridad, núm. 55, 9 de junio de 1936, p. 15).

Los anteriores son solo unos pocos ejemplos de una dinámica y pujante actividad que caracterizó a todas las secciones de la FCDO, promoviendo pruebas y campeonatos que contaron habitualmente con donativos –en forma de copas o medallas– de las nuevas autoridades. Todo ello era reflejo de su potencialidad organizativa así como de su creciente capacidad de captación –y movilización– de las entidades deportivas populares y obreras, lo que hizo posible que en esta etapa se convirtiera en una sólida entidad con más de 30.000 jóvenes formando en sus filas135. 5. LAS ORGANIZACIONES BARCELONA

DEPORTIVAS OBRERAS ANTE LAS OLIMPIADAS DE

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Y

El amplio tratamiento que han recibido ambas olimpiadas tanto en el contexto español como en el internacional por parte de los autores que ya hemos mencionado a lo largo de este trabajo –y de otros más, que se han ocupado del asunto–, nos exime de hacer un relato pormenorizado de las mismas. Nuestro propósito es tratar de reconstruir la postura adoptada por las entidades obreras en el contexto de unidad del deporte proletario y popular que propició la ISR y al que se adhirió enseguida la ISOS, consciente de que la lucha antifascista era, en esos momentos, mucho más importante que las cuestiones ideológicas o de partido. En España, esa deriva propició, como hemos podido ver, la integración de sociedades deportivas socialistas y comunistas en el marco de la FCDO y cuando tal hecho no se produjo, como fue el caso –sin duda, el más relevante– de Salud y Cultura, que permaneció vinculada exclusivamente a la Casa del Pueblo de Madrid, implicó una unidad de acción en defensa del deporte antifascista. Una muestra especialmente significativa de este común objetivo la encontramos en la contestación a la Olimpiada de Berlín y el apoyo a la de

135.

La cifra aparece en Claridad, núm. 41, 23 de mayo de 1936, p. 15.

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Barcelona, constituyendo, además, la mayor campaña de movilización del movimiento deportivo obrero en nuestro país y una prueba incontestable del grado de organización alcanzado por el mismo. En diciembre de 1935 se creaba en París, con la presencia de la ISR, el Comité Internacional para la Defensa del Espíritu Olímpico (CIDEO), cuya misión, como señala Gounot, era coordinar los movimientos de oposición a los Juegos de Berlín. En febrero del año siguiente, aparecía en Mundo Obrero un llamamiento del Secretariado juvenil de aquella Internacional dirigido a los trabajadores de todo el mundo en el que se señalaban las intenciones políticas que el régimen nazi pretendía dar a la Olimpiada. Al mismo tiempo, indicaba que entre la ISR y la ISOS se había formalizado un frente común, al que se habían unido numerosos deportistas y organizaciones deportivas burguesas, para luchar contra ella, creándose con esa finalidad Comités a escala nacional e internacional. Finalizaba el texto pidiendo la unidad de todos los partidarios de la libertad y de la paz frente al común enemigo fascista136. En su edición del 11 de marzo, el diario comunista anunciaba la creación de la Sección Centro del Comité Español de Defensa del Espíritu Olímpico (CEDEO), en la que estaban representadas la FCDO, los Grupos Alpino y Deportivo de Salud y Cultura, la Biblioteca y Círculo Popular Cervantes, Gráfica Sport, Peña Camiña y Los Lagartos. Al día siguiente, el mismo periódico y El Socialista incluían el manifiesto que la nueva entidad dirigía a los deportistas y la juventud trabajadora señalando que España no debía concurrir a los Juegos, objetivo en el que estaban y estarían comprometidos los destinatarios del documento, unidos bajo el lema: «Ni un atleta ni un céntimo para la Olimpiada de Berlín; campos de deportes y piscinas para los clubs modestos»137. Desde ese momento, la prensa no dejó de publicar notas y comentarios sobre este asunto, recogiendo las reuniones y los acuerdos tanto del CIDEO como de su sección española, y pidiendo al Gobierno que retirara cualquier subvención destinada a la Olimpiada e invirtiera esos fondos en la construcción de infraestructuras para un deporte, el obrero y popular, que carecía de medios técnicos. Al mismo tiempo y poniendo distancia respecto a su tradicional postura crítica y combativa contra las «Olimpiadas burguesas», se afirmaba que las organizaciones obreras no eran enemigos del espíritu olímpico, sino defensores de su verdadero y original espíritu, el cual albergaba ideales de paz, libertad y unidad entre pueblos, naciones y razas138. Socialistas y comunistas pretendieron aprovechar la fiesta del 1.º de Mayo para animar la movilización por esta causa, haciendo un llamamiento a los jóvenes deportistas para manifestarse ese día bajo la bandera

136. «Deporte. Unifiquemos nuestras fuerzas para la lucha contra la Olimpiada hitleriana. A los trabajadores de todos los países», Mundo Obrero, núm. 50 (778), 20 de febrero de 1936, p. 5. 137. «Un manifiesto de la Sección Centro del CEDEO», Mundo Obrero, núm. 60 (788), 12 de marzo de 1936, p. 5 y «Los Deportes. Las Sociedades Obreras ante la Olimpiada de Berlín», El Socialista, núm. 8.082, 12 de marzo de 1936, p. 5. 138. Vid., entre otros muchos, «A todos los deportistas del país y a toda la juventud progresiva de España», El Socialista, núm. 8.095, 27 de marzo de 1936, p. 5; «Contra la Olimpiada de Berlín. A las Sociedades Deportivas Obreras y al Gobierno del Frente Popular», El Socialista, núm. 8.103, 5 de abril de 1936, p. 3; «Movimiento mundial contra la Olimpiada parda», Claridad, núm. 8, 14 de abril de 1936, p. 11 y «Una reunión importante. Por la defensa del espíritu olímpico», Claridad, núm. 8, 24 de abril de 1936, p. 11.

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del Comité del CEDEO. Paralelamente, trataban de salir al paso de las críticas manifestadas por determinados colectivos y por la prensa de derechas en el sentido de que el movimiento contra la Olimpiada tenía un claro sentido político y era una plataforma al servicio de intereses partidistas muy concretos139. Desde comienzos de 1936, la ISR, tal como recoge André Gounot, había proyectado la organización de juegos deportivos populares en diferentes países como manifestación contra los Juegos de Berlín. Tras la victoria del Frente Popular en España, dio la consigna a la FCDO de preparar un gran festival deportivo donde debía reunir a todos los deportistas progresistas del país junto a deportistas extranjeros. La Internacional se comprometía a ayudar a su sección española para cumplir esta tarea140. Coincidiendo en el tiempo, en marzo se constituía en Barcelona el Comitè Català pro Esport Popular (CCEP), reuniendo en su seno a la mayoría de las entidades deportivas populares y obreras de la ciudad. Será este Comité, con el apoyo de las Internacionales Deportivas Obreras –aunque más amplio por parte de la ISR–, la FCDO y las entidades deportivas socialistas autónomas, el encargado de organizar la Olimpiada Popular. Independientemente de que «la autoría» o la primera decisión de llevar a cabo esta concentración deportiva pueda ser atribuida a la Internacional Deportiva Roja, como plantea Gounot, o a un CCEP vinculado con el republicanismo catalanista de izquierdas, como sugieren Pujadas y Santacana, lo realmente significativo es que su preparación pudo realizarse gracias a la colaboración entre el movimiento deportivo obrero y plataformas deportivas populares y democráticas, de las que el CCEP era, sin lugar a dudas, la más importante. Una colaboración, por lo demás, que pudo darse, como es obvio, gracias a la estrategia deportiva frentepopulista del momento y el ambiente reinante de unidad antifascista. A últimos de abril, la prensa obrera se hacía eco de la Olimpiada de Barcelona al publicar la carta que el CCEP había dirigido al Presidente del Gobierno solicitando que las 400.000 pesetas previstas por las autoridades radical-cedistas para subvencionar la participación de una delegación española en los Juegos de Berlín se utilizaran para los fines del deporte popular y como ayuda a la organización de la concentración internacional de Barcelona141. Una vez que, también a finales de abril, se creó el Comité Organizativo de la Olimpiada Popular (CCOP), los rotativos socialistas y comunistas, que apadrinaron con entusiasmo el proyecto de los Juegos, no dejaron de informar de sus reuniones y decisiones, así como de las Comisiones –de prensa y deportiva– que se formaron inicialmente. Lo mismo sucedió cuando se produjeron las primeras adhesiones a la Olimpiada en el extranjero o se recibieron las confirmaciones más tempranas de participación en la misma142.

139. «Comité Español por la Defensa del Espíritu Olímpico (Sección Centro). Luchamos contra esta XI Olimpiada hitleriana», Claridad, núm. 20, 28 de abril de 1936, p. 11. 140. «Resolution des Sekretariats der Sportintern ubre die reiteren Aufgaben in Spanien», sin fecha [marzo de 1936]. Citado en GOUNOT, André: Les mouvements sportifs ouvriers…, Opus. cit., p. 185. 141. «Un documento de máxima importancia», Claridad, núm. 15, 22 de abril de 1936, p. 11 y «Una petición de justicia», El Socialista, núm. 8.118, 23 de abril de 1936, p. 4. 142. Vid., entre otros muchos, «Olimpiada Popular de Barcelona. Importantes acuerdos y adhesiones. URSS, Finlandia, Suecia, Francia, etcétera, enviarán sus atletas», Claridad, núm. 25, 5 de mayo

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Fig. 70. Invitación a la URSS para participar en la Olimpiada Popular de Barcelona (El Socialista, núm. 8.156, 7 de junio de 1936, p. 5).

El interés no fue menor –antes al contrario– en todo lo que tuvo que ver con el Comité Español pro-Olimpiada Popular (CEOP), ya desde los pasos previos a su constitución143, hecho, este último, que se produjo a finales de mayo. Entre sus miembros estaban, además de destacadas figuras del deporte madrileño y los dirigentes de las principales organizaciones deportivas obreras, los periodistas de Mundo Obrero, Claridad y El Socialista, M. Perla, Álvaro Menéndez y Aniceto García144.

de 1936, p. 10 y «Confirmación sensacional. Un telegrama de Moscú asegura la completa participación soviética en la Olimpiada Popular de Barcelona», Claridad, núm. 45, 28 de mayo de 1936, p. 10. 143. Vid. «La Olimpiada Popular de Barcelona. Se celebra una reunión en Madrid para formar el Comité español», El Socialista, núm. 8.137, 16 de mayo de 1936, p. 5 y «Comité Español pro Olimpiada Popular», Claridad, núm. 35, 16 de mayo de 1936, p. 15. 144. En el CEOP figuraban también Alonso Rodríguez y Jesús Velázquez, por Salud y Cultura, y Agustín Nieto, de la Juventud Socialista Madrileña. Otros componentes eran Manuel Tagüeña, por la Comisión nacional de unificación de las Juventudes Socialista y Comunista; Francisco Torres, de la FUE Deportiva; Andrés Martín –que era también miembro del COOP–, Justo Rodríguez y Casimiro Mahou, por parte de la FCDO; el periodista Joaquín Soriano de Heraldo de Madrid; Miguel Morayta, por los deportistas universitarios e Isabel Martínez, directora de la sección femenina de la FUE. Andrés Martín, Álvaro Menéndez, Miguel Morayta, Francisco Torres, Alonso Rodríguez, Manuel Tagüeña e Isabel Martínez fueron nombrados para formar la Comisión ejecutiva del CEOP. Se designarían también los responsables de las secciones deportivas que integraban el Comité, así como los miembros de una Junta administrativa encargada de los asuntos de contabilidad. Más tarde, se creó una Oficina de información técnica encomendada a los deportistas Francisco de Torres y José Luis del Pino.

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La prensa dio noticia también de las múltiples muestras de respaldo que recibió la Olimpiada en todo el país por las más diversas fuerzas sociales, culturales y deportivas, así como de la constitución de los numerosos Comités locales, provinciales y regionales que se fueron creando en apoyo de los Juegos. Unos comités que en su mayoría estaban vinculados a la FCDO, aunque hubo otros animados por las JSU, por determinados sindicatos y federaciones obreras de la UGT e incluso por agrupaciones locales del PSOE y del PCE145. No faltaron tampoco las crónicas sobre las pruebas deportivas de preparación y de selección que se llevaron a cabo por todo el país para formar los equipos que participarían en la «gran fiesta popular del deporte»146. Y, por descontado, sus páginas fueron un medio privilegiado de propaganda y popularización de todo lo que tuviera relación con la Olimpiada147, incluyendo entrevistas a algunos de los máximos responsables de su organización, como Josep Antoni Trabal, Andrés Martín o Miquel Valdés, dando noticia de festivales y suscripciones para recaudar fondos148 y saliendo al paso de quienes, como la prensa conservadora, algunos responsables de federaciones deportivas profesionales y del Comité Olímpico Español (COE) o determinadas fuerzas políticas, trataban de desprestigiarla afirmando que era una «olimpiada roja». Un elemento igualmente muy destacado por los medios obreros fue la participación de las mujeres en los actos de Barcelona y el impulso que suponía no solo para el deporte femenino en España, sino también y a través de él para el desarrollo integral de la personalidad de la mujer. Porque, según se decía, en la Olimpiada se ventilaba una parte principal del futuro del deporte español, incluida la integración de las mujeres en el mismo. Por eso, en sus páginas siempre hubo espacio para las pruebas deportivas femeninas149.

145. Vid., entre otros, «La Olimpiada popular. Valiosa adhesión de Vizcaya», El Socialista, núm. 8.142, 22 de mayo de 1936, p. 5; «Nuevas adhesiones a la Olimpiada popular», El Socialista, núm. 8.146, 27 de mayo de 1936, p. 5; «Los sindicatos responden», Claridad, núm. 49, 2 de junio de 1936, p. 14 y «Ha quedado constituido el Comité asturiano Pro Olimpiada Popular de Barcelona», El Socialista, núm. 8.160, 12 de junio de 1936, p. 5. 146. Vid., por ejemplo, «FCDO. La Sección de Andalucía occidental trabaja con inusitado éxito», Claridad, núm. 45, 28 de mayo de 1936, p. 10; «Ante la Olimpiada Popular. Las organizaciones obreras se preparan intensamente», Claridad, núm. 60, 15 de junio de 1936, p. 15; «Cantabria celebra sus pruebas pro selección Olimpiada Popular de Barcelona», El Socialista, núm. 8.179, 4 de julio de 1936, p. 5 y «Diversas pruebas para seleccionar participantes a la Olimpiada Popular de Barcelona», El Socialista, núm. 8.187, 14 de julio de 1936, p. 5. 147. Varios ejemplos en «Llamamiento a todos los partidos y organizaciones obreras», Claridad, núm. 46, 29 de mayo de 1936, p. 10; «El día pro Olimpiada Popular», El Socialista, núm. 8.176, 1 de julio de 1936, p. 1 y «Mitin pro Olimpiada», El Socialista, núm. 8.183, 9 de julio de 1936, p. 5. 148. Dos muestras en «Festival a beneficio de la Olimpiada Popular», El Socialista, núm. 8.178, 3 de julio de 1936, p. 5 y «Opiniones de tres delegados internacionales sobre la Olimpiada Popular. Suiza, Francia, Palestina», Mundo Obrero, núm. 169 (877), 18 de julio de 1936, p. 5. 149. Vid. «La mujer y la O. P. de Barcelona», Claridad, núm. 68, 24 de junio de 1936, p. 11 y «Entrenamientos femeninos», Claridad, núm. 73, 30 de junio de 1936, p. 15;

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Fig. 71. La participación femenina en la Olimpiada Popular (Claridad, núm. 68, 24 de junio de 1936, p. 11).

Tampoco se dejó de lado el tratamiento que determinados rotativos extranjeros dedicaron a los eventos de Barcelona150, así como los actos de apoyo fuera de España151, elogiando el éxito internacional que suponía contar con la participación, según El Socialista, de alrededor de 35 naciones152, entre las que se incluían delegaciones de territorios que, como Palestina o Marruecos, se hallaban bajo un gobierno colonial y que iban a participar como países soberanos153. Y si la futura llegada de la delegación soviética generó un interés y una curiosidad evidentes154, en todo momento se destacó la participación francesa, la más importante de todas, con cerca de 1.300 deportistas, casi todos ellos encuadrados en la FSGT155.

150. Un ejemplo en «Nota Internacional», El Socialista, núm. 8.178, 3 de julio de 1936, p. 6. 151. Vid. «Ante la Olimpiada Popular de Barcelona. Una gigantesca manifestación en París, a la que asistirá el presidente de la Generalitat», El Socialista, núm. 8.180, 5 de julio de 1936, p. 5 y «En un gran acto celebrado en París, más de 30.000 personas aclaman a la Olimpiada Popular», Mundo Obrero, núm. 159 (867), 7 de julio de 1936, p. 5. 152. En una entrevista realizada por el principal diario comunista a Andrés Martín, este hablaba de 16 países participantes. En «Interesantes declaraciones del camarada Andrés Martín, miembro del Comité pro Olimpiada», Mundo Obrero, núm. 152 (860), 29 de junio de 1936, p. 5. 153. Sobre la delegación judía de Palestina, integrada sobre todo por atletas de la organización deportiva Hapoel y comandada por Chaim Glowinski, puede verse REIN, Raanan: «El desafío a los Juegos Olímpicos de Berlín 1936: los atletas judíos de Palestina en la frustrada Olimpiada Popular de Barcelona», Historia Contemporánea, núm. 56, 2018, pp. 121-155. 154. El equipo soviético no llegó a desplazarse finalmente a Barcelona. Aunque por motivos distintos, también causó expectación la noticia de la presencia de deportistas norteamericanos, judíos y de color. 155. Eso suponía que casi la mitad de los extranjeros que iban a participar en los Juegos eran franceses. Algunos periódicos mencionaban, de forma exagerada, la cifra de 2.000 deportistas

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Mundo Obrero recalcó también la nutrida representación enviada por la Internacional Deportiva Roja, compuesta por miembros de sus diferentes Secciones nacionales y dirigida por Heinrich Müller, senador de la República checa, miembro del Comité directivo de la ISR y presidente de la Federación Deportiva Gimnástica Obrera de Checoslovaquia156. Si todo lo relacionado con el deporte tuvo hueco en los periódicos y en los medios obreros, la dimensión cultural de la Olimpiada encontró también su correspondiente espacio. Como hemos tenido ya ocasión de comprobar, las Olimpiadas obreras organizadas por la ISOS incluyeron actividades culturales que trataban de evidenciar la unión que para las organizaciones socialistas existía entre el deporte y la cultura. Pero la novedad de los juegos barceloneses descansaba en la apuesta por la unidad entre deporte y cultura populares, más allá, por tanto, de su dimensión exclusivamente obrerista. A tal efecto, se programaron tres grandes bloques: demostraciones folclóricas, actividades artísticas y concursos literarios. De ellos, el primero fue el más importante y espectacular, pretendiendo los organizadores mostrar la plural riqueza del folclore en España y en el extranjero157. Las primeras noticias incluidas en la prensa se hacían eco, sin embargo, de algunas iniciativas del bloque artístico, como la marcha de la Olimpiada, de la que era autor el compositor alemán Hans Eisler158, o la exposición de arte, que contaría con apartados o secciones de pintura, escultura, arquitectura, dibujo y fotografía159. Las actividades literarias fueron publicitadas enseguida, dando a conocer, entre otros extremos, que el poeta Josep María de Sagarra era el autor del himno de la Olimpiada o que el concurso de literatura estaba abierto a obras poéticas y en prosa y dotado con dos premios de 500 pesetas cada uno a las dos mejores composiciones, además de otros siete premios extraordinarios para otros tantos trabajos160. Con todo, fue el festival folclórico el que, como decíamos, acaparó una atención más especial por su genuino carácter representativo de la cultura popular en general y de la campesina en particular, de manera que la Olimpiada serviría también como «reparación» para el mundo rural al tiempo que haría de cada joven campesino que fuera a Barcelona «un embajador de nuestra causa»161.

llegados de Francia. Vid. «Los preparativos para los Juegos Populares de Barcelona, que empiezan mañana», El Mundo Deportivo, núm. 5.064, 18 de julio de 1936, p. 1. 156. Vid. «S.A.S.I. participará en la Olimpiada Popular», Mundo Obrero, núm. 167 (875), 16 de julio de 1936, p. 5. 157. Como señalan Pujadas y Santacana, cuando diversas presiones obligaron a cambiar el nombre de Olimpiada, los juegos pasaron a denominarse «Semana popular del Deporte y del Folclore». 158. Eisler se hizo famoso, entre otras cosas, por haber compuesto la música de algunas obras teatrales de Bertold Brecht. Después de la II Guerra Mundial, compuso la letra del himno de la República Democrática de Alemania. 159. Vid., entre otros, «Música y deporte. Una marcha para la Olimpiada Popular», Claridad, núm. 69, 25 de junio de 1936, p. 14; «Concurso de carteles para el deporte popular», El Socialista, núm. 8.176, 1 de julio de 1936, p. 5 y «Sección de arte de la Olimpiada Popular», Claridad, núm. 75, 2 de julio de 1936, p. 11. 160. Vid. «Ante la Olimpiada Popular de Barcelona. El Concurso de Literatura», El Socialista, núm. 8.189, 16 de julio de 1936, p. 5. 161. «El folklore en la Olimpiada Popular», Claridad, núm. 87, 16 de julio de 1936, pp. 6 y 7.

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A medida que se acercaba la fecha de inauguración de los Juegos, prevista para el 19 de julio, los rotativos socialistas y comunistas se centraron cada vez más en los aspectos organizativos. En diversos momentos, se dio a conocer y se comentó el definitivo programa deportivo así como los actos de inauguración y de clausura162. Se abordaron también las cuestiones financieras –gastos, ingresos, subvenciones, etc.– y los problemas y soluciones planteados para hacer frente al desplazamiento y alojamiento de las decenas de miles de personas que, desde distintos puntos de España y del extranjero, acudirían a Barcelona163. Igualmente, se informó a sus lectores de la iniciativa adoptada por el Ateneo Enciclopédico Popular de Barcelona164 para celebrar, precediendo a los Juegos, una «Semana contra la Guerra» que se extendería a otros lugares de España, dando comienzo así una gran campaña pacifista165. La sublevación militar frustró, como es bien sabido, la celebración de la Olimpiada. En sus ediciones de los días 21 y 22 de julio, los rotativos socialistas de Madrid incluían un comunicado del CEOP en el que se señalaba que el movimiento subversivo había conseguido desarticularla –«por el momento»– y que el Comité Español se había visto obligado a suspender su actividad166.

162. Mundo Obrero informaba a sus lectores dos días antes del comienzo de los Juegos que se estaban terminando los trabajos de traslado y de instalación de la redacción de Juventud a Barcelona para hacer informaciones especiales de los mismos. Anunciaba que el primer número saldría el 18 de julio, con ocho páginas, abundante fotografía y una completa información deportiva. Vid. «Las ediciones especiales de “Juventud” durante la Olimpiada», Mundo Obrero, núm. 168 (876), 17 de julio de 1936, p. 3. 163. Vid. «Olimpiada Popular de Barcelona. Semana del deporte y folklore. Viajes colectivos “Mundo Obrero”», Mundo Obrero, núm. 167 (875), 16 de julio de 1936, p. 5 y «Ante la Olimpiada Popular de Barcelona», Claridad, núm. 89, 18 de julio de 1936, p. 10. 164. Esta entidad, de larga historia y tradición en los medios obreros barceloneses, destacó por su actividad excursionista. Sobre esta, así como sobre otras iniciativas culturales y deportivas del Ateneo, pueden verse SOLÀ, Pere: Els ateneus obrers i la cultura popular a Catalunya (1900-1939). L’Ateneu Enciclopèdic Popular, Barcelona, La Magrana, 1978 y AISA, Ferran: Una història de Barcelona. Ateneu Enciclopèdic Popular (1902-1999), Barcelona, Virus Editorial-Ateneu Enciclopèdic Popular, 2000. 165. Entre los actos que tendrían lugar en la ciudad catalana figuraba un mitin que sería radiado a toda Europa y en el que intervendrían el escritor y premio nobel, Romain Rolland y Jean Besson. Vid. «Antes de la Olimpiada Popular se celebrará en Barcelona la gran Semana contra la Guerra», El Socialista, núm. 8.191, 18 de julio de 1936, p. 2. 166. «Comunicación del Comité Español de la Olimpiada Popular», Claridad, núm. 91, 21 de julio de 1936, p. 10 y «Una nota del Comité Español de la Olimpiada Popular de Barcelona», El Socialista, núm. 8.194, 22 de julio de 1936, p. 5.

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Fig. 72. Anuncio de la suspensión de la Olimpiada de Barcelona (El Socialista, núm. 8.194, 22 de julio de 1936, p. 5).

El 23, Claridad anunciaba que el COOP había tomado el acuerdo de aplazar los Juegos y que los compatriotas franceses habían comenzado a embarcar en los trasatlánticos «Chellah» y «Dejenne», procedentes de Marsella, con destino a su país167. Al día siguiente era El Socialista el que, para tranquilidad de las familias de los viajeros, daba la noticia de que los trenes especiales con destino a Barcelona que salieron de Madrid el día 18 habían llegado con normalidad a la ciudad catalana. Todavía una jornada más tarde, el rotativo caballerista afirmaba que «muchos» deportistas extranjeros, solidarios con la cusa republicana y antifascista, se habían alistado en las Milicias populares, saliendo para el frente de Aragón168.

167. «La Olimpiada suspendida» y «Cuatro mil quinientos franceses marchan entusiásticamente despedidos», Claridad, núm. 93, 23 de julio de 1936, p. 15. 168. «Lo esperábamos. Atletas extranjeros se alistan en las Milicias de Barcelona», Claridad, núm. 94, 24 de julio de 1936, p. 15. Vid. también «Los atletas extranjeros elogian el heroísmo del pueblo catalán», La Vanguardia, núm. 22.577, 24 de julio de 1936, p. 1.

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Sin embargo, no tenemos datos concluyentes sobre el número de deportistas que decidieron quedarse en España para participar en la guerra, aunque algunas estimaciones apuntan a unos 200. Muchos de los que abandonaron el país acudirían un mes más tarde a una nueva Olimpiada Obrera organizada por las sociedades deportivas de Checoslovaquia y celebrada en el estadio Massaryck, de Praga. Con el recuerdo aún muy cercano de los Juegos de Barcelona, la Olimpiada se convirtió en una manifestación de simpatía hacia España y el Frente Popular169. El 30 de julio, el diario ABC, de Madrid, insertaba una nota informando, para tranquilidad de sus familiares, que la delegación deportiva de Pontevedra y las señoritas que componían los Coros Gallegos que habían acudido a Barcelona para asistir a la Olimpiada Popular habían llegado a la capital de España sin novedad, siendo «cariñosamente atendidos (…) por el Ayuntamiento de Madrid, Lar Gallego, Centros Hijos de Madrid y Casa del Pueblo»170. A finales de ese mismo mes, el Comité Organizador de la Olimpiada dio por concluida oficialmente su tarea. Desde ese momento, los Juegos de Barcelona quedarían convertidos, como señalan Xavier Pujadas y Carles Santacana, en símbolo del movimiento deportivo internacional de signo popular y proletario171. Para André Gounot fue también el último proyecto de envergadura en la historia de la Internacional Deportiva Roja y el punto culminante de su política a favor de un «Frente deportivo antifascista»172. Pero cabe afirmar igualmente que la Olimpiada representó la cristalización de una filosofía deportiva –la de la unión entre el deporte popular y el deporte obrero– que la ISOS y los socialistas españoles habían acabado aceptando y adoptando con entusiasmo, una vez vencidas las dudas iniciales.

p. 1.

169.

Vid. «La Olimpiada Popular en Praga», El Mundo Deportivo, núm. 5087, 15 de agosto de 1936,

170. «Olimpismo. La delegación de Pontevedra en la Olimpiada Popular de Barcelona», ABC, núm. 10.349, 30 de julio de 1936, p. 37. 171. PUJADAS, Xavier y SANTACANA, Carles: L’altra Olimpiada…, Opus. cit., p. 218. 172. GOUNOT, André: «El proyecto de la Olimpiada Popular de Barcelona…», Opus. cit., p. 122.

LAS ORGANIZACIONES OBRERAS Y EL DEPORTE EN LA GUERRA CIVIL

E

ESPAÑA durante tres largos años tuvo inevitablemente consecuencias muy importantes sobre el deporte, que hubo de adaptarse, para tratar de sobrevivir, a las nuevas circunstancias políticas, sociales y militares. Porque aquel, como han puesto de manifiesto ya otros autores, no paralizó la actividad deportiva. Constreñida por la dinámica de la guerra y sus efectos, en la retaguardia republicana se intentó, pese a todo, darle un aire de normalidad, especialmente en las zonas más alejadas de los frentes, donde, en los primeros momentos, se pudieron mantener algunas competiciones «profesionales». Una normalidad, o una apariencia de normalidad, que, lógicamente, se iría perdiendo con el paso del tiempo y el avance del ejército franquista, lo que obligó a que la militarización del deporte, fenómeno que puede apreciarse desde el inicio de la guerra, se acrecentara de manera muy notable. Por otra parte, la actividad física, como ocurrió en otros ámbitos de la vida pública y privada, fue objeto de cambios y transformaciones en la organización y administración de un buen número de clubes y de entidades deportivas. Las incautaciones llevadas a cabo por partidos y sindicatos estuvieron en el origen de muchos de esos cambios. Otros, sin embargo, se debieron a los programas y las políticas implementadas por las organizaciones juveniles. Para todas ellas, el deporte constituyó un elemento fundamental de su particular –o común, según los casos y las coyunturas– universo ideológico y político. Teniendo en cuenta, además, la hegemonía durante buena parte de la guerra de la JSU, prestaremos especial atención a sus iniciativas deportivas, así como a las que desarrollaron entidades obreras como la FCDO o Salud y Cultura. Conviene señalar, en este sentido, que la información deportiva se contrajo notablemente en relación con los años anteriores. Ni El Socialista ni Mundo Obrero, lo que ocurrió también con otros periódicos, mantuvieron como tal su sección de deportes, aunque L CONFLICTO BÉLICO QUE SE DESARROLLÓ EN

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puntualmente dieran cobijo a noticias relacionadas con algún evento deportivo1. Otros rotativos, sin embargo, como Trincheras, semanario del soldado y órgano de la JSU que se editaba en Barcelona, o La Hora, diario valenciano dependiente también de esa misma organización, dispusieron de una sección deportiva. Con todo, la información se fue reduciendo a medida que avanzó el conflicto hasta casi desaparecer a partir del otoño de 1938. Como afirma muy acertadamente Xavier Pujadas, a esas alturas la cultura deportiva fue definitivamente engullida por la cultura de guerra, con la que había convivido durante dos años2. 1. LA

POLÍTICA DE INCAUTACIONES

Al comenzar la guerra, las estructuras deportivas se vieron convulsionadas por el proceso revolucionario que tuvo lugar en la zona republicana. Una de sus primeras manifestaciones consistió en un conjunto de medidas que contemplaban incautaciones de clubes tachados de burgueses, el control sindical sobre las federaciones deportivas, la creación de sindicatos profesionales de deportistas, la municipalización de entidades del deporte o la fusión de clubes y peñas deportivas. Más allá de las motivaciones políticas, tales medidas estarían justificadas por la necesidad de acabar con una práctica deportiva elitista y caduca, favoreciendo su extensión a toda la sociedad y haciendo del deporte un derecho de todos y, por tanto, verdaderamente popular. Apenas unos días después de la sublevación militar, Álvaro Menéndez hacía un llamamiento apremiante para que entre las expropiaciones que ya comenzaban a tener lugar se incluyeran las de «clubs e instalaciones deportivas netamente reaccionarias, nido de fascistas y de conspiradores claramente demostrados». Además de señalar algunas infraestructuras de Madrid que debían transformarse inmediatamente en campos de recreo y entrenamiento de los milicianos que llegaban del frente, sostenía que había llegado el momento de hacer la «reforma deportiva» de un solo golpe, «al menos en aquella dotación mínima de campos y piscinas necesarios para la puesta en marcha del deporte popular»3. Por su parte, El Sol sostenía que el deporte español y de modo especial el fútbol había adolecido del grave defecto y la tremenda injusticia de estar dirigidos por señoritos y al margen de la «afición popular». Pero todo eso había concluido, de manera que las grandes manifestaciones deportivas se convertirían en auténticas concentraciones de masas, hoy en un contexto de guerra, pero mañana en otro de paz. Y señalando el protagonismo especial de algunas

1. A principios de septiembre de 1936, el diario El Sol incluía una pequeña nota que valía para el conjunto de la prensa republicana y en la que se podía leer lo siguiente: «No ha sido nuestro propósito en ningún momento suspender nuestra sección deportiva. Lo que ocurre es que procuramos reservar el poco espacio disponible para las informaciones de guerra y en general con la defensa de la República. Sin embargo y con el deseo de atender, como siempre, a los lectores, publicaremos aquellas notas informativas resumidas que afecten a las distintas manifestaciones del deporte». (El Sol, 3 de septiembre de 1936, p. 3). 2. PUJADAS I MARTÍ, Xavier: «De atletas y soldados. El deporte y la Guerra Civil Española en la retaguardia republicana (1936-1939)», en CANTARERO, Luis y ÁVILA, Ricardo (coords.): Ensayos sobre deportes…, Opus. cit., p. 114. 3. MENÉNDEZ, Álvaro: «Premio, o más bien justicia. Los jóvenes heroicos de toda España han conquistado el derecho al deporte», Claridad, núm. 95, 25 de julio de 1936, p. 14.

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organizaciones obreras en el nuevo escenario abierto por la guerra, afirmaba: «Con la pauta dada por una entidad de veras benemérita –no hace falta decir que nos referimos a la Federación Cultural Deportiva Obrera–, por las Juventudes comunistas de modo especial, y en fecha reciente por quienes acometieron empresa de tal importancia como la Olimpiada Popular, tenemos trazado el camino de lo que debe ser la organización de los deportes, que puede ser, por igual, escuela de preparación prelimitar y campo de propaganda cultural»4. Aunque sobre estas dos últimas cuestiones, el deporte como instrumento de formación premilitar y vehículo de propaganda volveremos más adelante, conviene ahora reparar en el alcance del proceso incautador y en algunos de sus principales actores.

Fig. 73. El deporte popular contra el fascismo (El Sol, núm. 5.939, 3 de septiembre de 1936, p. 3).

4. «El deporte será ahora popular. Clubs, jugadores y aficionados coinciden en unirse en la lucha contra el fascismo», El Sol, núm. 5.939, 3 de septiembre de 1936, p. 3. Sobre la nueva orientación de la actividad física en la España republicana puede verse también, entre otros muchos, LACOMBA, José: «Hacia la total democratización del deporte», El Mundo Deportivo, núm. 5.126, 23 de septiembre de 1936, p. 3.

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Salud y Cultura, que a comienzos de agosto contaba con más de diez mil niños afiliados, fue una de las primeras organizaciones deportivas obreras en apropiarse de instalaciones y entidades. Muy pronto, comunicaba a través de El Socialista que su domicilio social se había trasladado al Palacio de Amboage, el cual disponía de tres edificios en su interior, además de un jardín de 680 metros cuadrados, y ocupaba toda una manzana en pleno corazón del barrio de Salamanca, entre las calles Juan Bravo, Padilla, Velázquez y Lagasca5. La guerra, además, interrumpió uno de sus más ambiciosos proyectos, la construcción de un chalet en Cercedilla que había de dedicarse a colonia infantil, de manera que toda su instalación –camas, tiendas de campaña, material eléctrico, etc.– fue puesta a disposición del batallón Octubre6. El Grupo Alpino de la entidad se incautó del Club Alpino Español, nombrando una Junta directiva presidida por José García González7 y con Julián Antón Sanz, como secretario8. Su secretaría se instaló en el número 6 de la calle Mayor y los nuevos responsables se propusieron «encauzar la marcha de este Club bajo el aspecto del deporte popular». Su primer acuerdo fue poner a disposición del Gobierno los chalets que la entidad tenía en Navacerrada y Gredos y abrir una suscripción con 250 ptas. a favor de las víctimas de la guerra9.

Fig. 74. Incautación del Palacio de Amboage y del Club Alpino Español por Salud y Cultura (El Socialista, núm. 8.205, 2 de agosto de 1936, p. 5 y El Mundo Deportivo, núm. 5.098, 26 de agosto de 1936, p. 4).

5. «Salud y Cultura. El nuevo domicilio social», El Socialista, núm. 8.205, 2 de agosto de 1936, p. 5. El Ayuntamiento de Madrid estuvo también alojado un tiempo en este edificio palaciego, que había sido construido entre 1914 y 1917 por el arquitecto Joaquín Rojí. 6. Vid. MARTORELL, Ramón: «Salud y Cultura», Crónica, núm. 404, 8 de agosto de 1937, p. 8. 7. García González era ebanista y estuvo afiliado a las Juventudes Socialistas. Al finalizar la guerra se exilió en Francia, donde perteneció a las Secciones de la UGT y del PSOE en Lyon y Serquigny. 8. Los otros componentes eran Raimundo Calvo Moreno, como vicepresidente; Francisco Sánchez Jonquera, como vicesecretario; Francisco González, como contador; Francisco Fernández Parés, como tesorero; y José Gil Sanz, Facundo del Olmo y Reyes Frontino Cruz, como vocales. 9. «El Grupo Alpino de Salud y Cultura se incauta del Club Alpino», El Socialista, núm. 8.218, 18 de agosto de 1936, p. 5 y «Sport de Montaña. Ha sido incautado el C. Alpino Español», El Mundo Deportivo, núm. 5.098, 26 de agosto de 1936, p. 4.

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La FCDO participó de forma muy activa en una serie de incautaciones. A principios de agosto notificaba a sus Secciones y militantes que se había hecho con el control del campo de deportes sito en la Avenida de la República (Fuente de Vallecas) «para ampliar su labor deportiva y cultural en sus diversas manifestaciones». En la misma nota, comunicaba su intención de construir en dicho terreno una pista de atletismo, un campo de basket y una pista de tenis que serían puestos a disposición de todos los jóvenes madrileños que sintieran deseo de practicar esos deportes, resolviendo así la imposibilidad de hacerlo en que se habían encontrado hasta entonces por carecer de instalaciones apropiadas. Al mismo tiempo, la Federación abría con 200 ptas. una suscripción para socorrer a las familias y heridos de las milicias10. Elementos de la FCDO participaron también en la incautación de la Federación Castellana de Fútbol, que pasó a ser dirigida por una «Comisión ejecutiva del Frente Popular». Sus primeras decisiones fueron ponerse a disposición del Gobierno y entregar a la suscripción abierta por el mismo un donativo de 3.000 ptas., al que se sumaron los empleados de la entidad con dos días de sueldo11. La FCDO, junto con representantes de las organizaciones del Frente Popular, intervino igualmente en el control de la Federación Española de Fútbol.

Fig. 75. La FCDO interviene la Federación Española de Fútbol (El Mundo Deportivo, núm. 5.084, 12 de agosto de 1936, p. 1).

10. «FCDO. Un gran campo de deportes», Claridad, núm. 103, 3 de agosto de 1936, p. 4. 11. Vid. «Nunca es tarde… La F. C. de Fútbol, identificada con la República», Claridad, núm. 103, 3 de agosto de 1936, p. 4.

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El nuevo Comité Ejecutivo tenía a dos de sus más significados dirigentes, José María Mengual y Juan José Vallejo12, ocupando los cargos de presidente y vicepresidente, respectivamente13. El Comité se comprometía a respetar los Estatutos y Reglamento de la FEF hasta que una Asamblea extraordinaria acordara las medidas a tomar. Mientras tanto, aconsejaba que todas las secciones, entidades y clubes dependientes de la Federación pasaran a ser regidas por personas «inequívocamente afectas al régimen establecido y a la política del Frente Popular»14. La marcha de la guerra en el frente del centro y la compartimentación de la España republicana impidieron, sin embargo, que la FEF desarrollara un papel activo. De hecho, en enero de 1937 había dejado de existir. Muy sonada fue la incautación de un club de fútbol de la resonancia y el prestigio a nivel nacional que tenía el Real Madrid –desde la instauración de la República había cambiado el nombre por el de Madrid F.C.–, cuyas elites, como señala Ángel Bahamonde, eran sospechosas de estar comprometidas de algún modo con el alzamiento antirrepublicano, perteneciendo muchos de sus dirigentes y socios más prominentes a partidos como la CEDA o Falange y manteniendo no pocos de ellos, como afirma García Candau, convicciones monárquicas15. De nuevo, a la FCDO le cupo un papel central en este acontecimiento, que tuvo lugar el 4 de agosto. Dos días después, El Sol era el primer periódico –pocas fechas después lo harían otros, como El Socialista, Mundo Obrero o El Mundo Deportivo– que reproducía el acta de reorganización del equipo.

12. Ambos habían sido miembros de las Juventudes Comunistas y en esos momentos líderes de las JSU. Mengual era, además, directivo de la Deportiva Ferroviaria. 13. Como tesorero, aparecía Ángel Rodríguez García y como vocales, Cristino Lorenzo Martínez y Francisco Hernández Coronado. 14. «La Federación Española tiene nuevo Consejo Ejecutivo interino», El Mundo Deportivo, núm. 5.084, 12 de agosto de 1936, p. 1. 15. BAHAMONDE MAGRO, Ángel: El Real Madrid en la Historia de España…, Opus. cit., p. 176 y GARCÍA CANDAU, Julián: El Deporte en la Guerra Civil…, Opus. cit., p. 351.

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Fig. 76. Acta de incautación del Madrid F. C. (El Socialista, núm. 8.210, 8 de agosto de 1936, p. 5).

Entre los nombres de la nueva Comisión Ejecutiva figuraban José Vallejo, en representación de la FCDO, Agustín Nieto, por la JSU, Vicente Veres, socio del Madrid afiliado a la UGT y Pedro Manzano, por el Sindicato de Espectáculos Públicos, adscrito a la UGT. Su objetivo era «orientar la marcha del Club en un sentido popular, que sin desvirtuar la organización tipo profesional del mismo, permita la extensión de los beneficios deportivos que puedan proporcionar todas sus instalaciones a las masas populares…». Con ese fin, la directiva tomó diversos acuerdos entre los que se encontraban los siguientes: «1.º Respetar toda la plantilla del personal que no sea desafecto al régimen (…). 3.º Autorizar la

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utilización de todas las instalaciones del Club y local social, excepto el campo de juego, a todos los socios del Madrid F.C. afectos al régimen (…). 4.º Poner a disposición del Gobierno el Club con todas sus disponibilidades y preparar la organización de un partido internacional o varios, si es posible, con objeto de recaudar fondos para la suscripción a favor de las víctimas del fascismo»16. En la Comisión Ejecutiva figuraba también –como asesor técnico– un antiguo directivo del equipo, Pablo Hernández Coronado, quien, pese a no contar con la confianza de la FCDO, fue pieza clave en la incautación, logrando que otros destacados socios aceptaran la situación y prestaran su apoyo al nuevo comité, llevando a cabo de esa manera una especie de «autoincautación» que pretendía adelantarse a los acontecimientos y evitar posibles consecuencias indeseadas para el club. Con todo, el Madrid F.C. llevaría una vida muy precaria a partir de entonces y su estadio de Chamartín serviría sobre todo para celebrar festivales y torneos deportivos militares. Ni siquiera pudo cumplirse el primer deseo de la recién estrenada junta directiva, consistente en solemnizar la nueva etapa con un partido de fútbol entre el equipo titular madridista y una selección de Rusia17. El Athletic de Madrid pasó por una situación muy parecida. Antes de que toda su actividad desapareciera, lo que ocurrió muy pronto, dada la cercanía de su estadio al frente, el club fue incautado y puesto bajo la dirección de una Comisión del Frente Popular que deseaba hacer de él «una entidad netamente madrileña, en la que tengan cabida cuantas personas quieran practicar toda clase de deportes». El sindicato UGT llevó a cabo la incautación de otras instalaciones y sociedades deportivas, como el Club Deportivo Galguero, que celebró algunas carreras a beneficio de diferentes causas relacionadas con la guerra18. En otras ciudades tuvieron lugar también diversas incautaciones. En Barcelona, el F. C. Barcelona pasó a ser dirigido por un Comité formado por empleados de sus oficinas y campo de juego de acuerdo con las centrales sindicales a que pertenecían (la mayoría a la UGT) y con la finalidad de que «el Barcelona cumpla la obra de popularización y democratización del sport que corresponde a un club de su nombre y su historia. Y ello dentro de la legalidad ajustada a la nueva situación provocada por el execrable movimiento sedicioso militar y fascista»19. Llamativa fue igualmente la incautación del Club Natación Barcelona por parte de empleados afiliados a la UGT que rápidamente designaron tres Comités: Ejecutivo, Consultivo y de Régimen Interior, así como una Comisión Deportiva20. Pero no fueron las únicas. La central sindical socialista se incautó también, entre

16. «El Club Madrid. F. C., dirigido por entusiastas elementos deportivos afectos al Frente Popular», El Sol, núm. 5.915, 6 de agosto de 1936, p. 2. 17. Vid. «Los Deportes. Se está preparando un partido entre el Madrid y una selección rusa», El Socialista, núm. 8.209, 7 de agosto de 1936, p. 5. 18. Vid., por ejemplo, «Deportes. Carreras de galgos. Comité de Control (UGT)», El Socialista, núm. 8.211, 9 de agosto de 1936, p. 3. 19. Vid. «El F. C. Barcelona incautado por sus empleados», El Mundo Deportivo, núm. 5.091, 19 de agosto de 1936, p. 1. La cita en «Fútbol. De la incautación del F. C. Barcelona por sus empleados», El Mundo Deportivo, núm. 5.092, 20 de agosto de 1936, p. 1. 20. Vid. «Natación. La incautación del C. N. Barcelona. Nombramiento de Comités», El Mundo Deportivo, núm. 5.091, 19 de agosto de 1936, p. 2. Los miembros del Comité Ejecutivo fueron los empleados Prudencio Saliés, Benjamín Toló y Vicente Esquiroz.

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otros, del Barcelona Lawn Tenis Club y de la Unió Esportiva de Sants21, mientras que un Comité CNT-UGT lo hacía del Club Marítimo de Barcelona. Ambos sindicatos llevaron a cabo acciones semejantes en el resto de las ciudades catalanas. Ejemplo de las mismas son las incautaciones del Club Natación Tarragona (CNT) y del Grup Excursionista i Esportiu Gironí (CNT-UGT). Los comités de intervención alcanzaron también a la prensa deportiva. El Mundo Deportivo pasó a estar bajo control obrero mediante el nombramiento de un Comité formado por personal de la redacción y la administración, así como de las secciones de imprenta, de cierre y de reparto del periódico22. Por otro lado, en agosto se creaba el Sindicato de Profesionales del Fútbol, adscrito a la UGT y que rápidamente nombró un Comité Ejecutivo presidido por E. Pedrol y con A. Sánchez como secretario, pertenecientes ambos al F.C. Barcelona. Entre los primeros acuerdos adoptados figuraban el de «declararse libres», abolir los derechos de retención que tenían los clubes, crear un Montepío y tener representación en la Federación Catalana de Fútbol23 En Valencia, la actividad incautadora más señalada fue la que afectó al principal club de fútbol de la ciudad. Un grupo de socios, jugadores y empleados, patrocinados por la UGT se hizo con las riendas del equipo. El nuevo Comité pasó a estar presidido por el socio José Rodríguez Tortajada24, mientras que Luis Colina Álvarez fue nombrado secretario. Ambos, de perfil republicano pero nada extremistas, realizarían una tarea semejante a la de Hernández Coronado en el Madrid F. C., tratando de mantener lo mejor posible la estructura y el patrimonio del club y que la dinámica revolucionaria le afectara lo menos posible. En una declaración oficial, el Comité manifestaba que iba a intentar conseguir para el Valencia F.C. «las más altas categorías en todas las competiciones futbolísticas oficiales». Por otro lado, se establecían bonificaciones económicas para tratar de mantener a los antiguos socios y atraer a otros nuevos, como no tener que pagar la cuota de entrada para estos últimos. Rodríguez Tortajada y Colina consiguieron, además, reorganizar los servicios del club y fomentar nuevos proyectos, como la construcción de una piscina y de un frontón25. La Federación Valenciana de Fútbol, el Colegio Valenciano de Árbitros y la Federación de Boxeo fueron también confiscados por la UGT y la CNT. La primera de estas dos centrales sindicales se incautó del Club Náutico de Valencia, aunque en el Comité Ejecutivo que se nombró figuraban miembros de los partidos del Frente Popular y de los

21. Una entrevista a los miembros del Comité de este club, en la que comentan aspectos relativos a su toma de control, el local de la entidad y las perspectivas deportivas de futuro, puede verse en H. P.: «Los “incautadores” de la “U. E. Sans” (sic) nos explican… cómo se llegó a la incautación de interesantes matices», El Mundo Deportivo, núm. 5.136, 3 de octubre de 1936, p. 2. 22. Los nombres de las personas designadas para formar parte del Comité de Control aparecen en El Mundo Deportivo, núm. 5.101, 29 de agosto de 1936, p. 2. 23. Vid. «¿Autoincautación de los futbolistas?», El Mundo Deportivo, núm. 5.103, 31 de agosto de 1936, p. 1 y «Se crea el Sindicato de Profesionales del Fútbol», El Mundo Deportivo, núm. 5.105, 2 de septiembre de 1936, p. 1. 24. Algunos detalles de la biografía de Rodríguez Tortajada pueden verse en NADAL TÁRREGA, Miquel: El nacimiento de la ciudad deportiva. La Valencia de hurras y alirones, Valencia, Ruza Fashow, 2008. 25. Vid. «Después de la incautación del Valencia. Un manifiesto y unas impresiones», El Mundo Deportivo, núm. 5.089, 17 de agosto de 1936, p. 2.

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dos grandes sindicatos26. Estos, a través de la Federación Regional de la Industria de Espectáculos Públicos27, se hicieron también con el control de los canódromos de la ciudad y con el trinquete de Pelayo, el más emblemático de cuantos estaban dedicados al juego de pelota. La actividad incautadora se extendió, como ya hemos señalado, por toda la zona republicana. Aunque los ejemplos que hemos mostrado puedan ser los más conocidos, otras Federaciones deportivas regionales, Colegios de Árbitros y clubes, como el Rácing de Santander o el Murcia F.C., fueron igualmente objeto de confiscación, nombrándose nuevos comités directivos. Pero, como otros autores han reconocido ya, dicha actividad no consiguió en la práctica el efecto ni los resultados que sus promotores se propusieron inicialmente. Las causas fueron varias. En primer lugar, el freno que sufrió el proceso revolucionario a partir del otoño de 1936; en segundo término y relacionado con lo anterior, la política de unidad impuesta por el cada vez más hegemónico Partido Comunista y que también alcanzó al terreno deportivo mediante el concurso principal de las JSU; y en tercer lugar, las consecuencias de la guerra en la retaguardia, más graves a medida que avanzaba en el tiempo y que supusieron la desaparición de gran parte de las competiciones oficiales desde el otoño de 1937 y la creciente y generalizada movilización de deportistas y dirigentes de organismos deportivos en todo el territorio republicano. De esa manera, el gran objetivo de promover mediante las confiscaciones la popularización del deporte profesional y del ocio deportivo urbano quedó sin cumplir, aplazado, en el mejor de los casos, hasta que, una vez concluido el conflicto, nuevas circunstancias –que nunca se producirían– permitieran hacerlo realidad. 2. LOS

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Con alguna excepción, como fueron los casos del Batallón Deportivo o del Batallón Alpino, a los que más adelante nos referiremos, las noticias sobre las milicias creadas a comienzos de la guerra por mediación de organizaciones deportivas son escasas y fragmentarias. En buena medida ello se debe a que la mayor parte de los jóvenes deportistas que marcharon al frente los primeros días del conflicto quedaron enrolados en diferentes milicias formadas por partidos políticos y sindicatos, de la misma manera que los movilizados a partir de octubre de 1936 fueron asignados a distintas unidades –compañías, batallones, brigadas…– del ya constituido Ejército Popular de la República. A finales de agosto de ese año, Claridad informaba que se estaba organizando en Madrid el Batallón Joven Guardia, el cual había publicado un vibrante manifiesto a la juventud trabajadora animándola a movilizarse en defensa del Gobierno legítimo y contra el fascismo. El cuartel había quedado instalado en

26. Vid. «Natación. Incautación de piscinas en Valencia», El Socialista, núm. 8.209, 7 de agosto de 1936, p. 5 y La Correspondencia de Valencia, 14 de septiembre de 1936. 27. La Federación publicó entre los meses de noviembre de 1936 y diciembre de 1937 una revista titulada Semáforo, que incluía artículos y trabajos sobre el deporte y la educación física. Un análisis de su papel en la reorganización del deporte valenciano a comienzos de la guerra se encuentra en BOSCH VALERO, Josep: L’esport valencià durant la Guerra Civil…, Opus. cit., pp. 155-158.

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el Colegio del Pilar, sito en el número 50 de la calle Castelló. Además de en el cuartel, el periódico señalaba que las inscripciones podían hacerse en diversas Compañías, entre las que se encontraba la Compañía FCDO, instalada en el número 22 de la calle San Bernardo28. El diario Ahora denominaba a esta unidad militar como Batallón de la FCDO y señalaba que tuvo una participación activa en la defensa de Madrid29. En Bilbao se creó el Batallón Cultura y Deporte, perteneciente a la FCDO de Euskadi, que, como en el resto de las secciones regionales de la Federación, aunque se mantenía como organismo autónomo, dependía directamente de las JSU, las cuales a su vez, como es bien sabido, estaban controladas por el PCE. Se trató de un Batallón de Infantería, el núm. 43 de la 1.ª Brigada Mixta, adscrita a la 1.ª División y cuyo cuartel estaba ubicado en las Escuelas de Camacho (Torre-Urizar)30. La localización en el Centro Documental de la Memoria Histórica de las Nóminas –quincenales– de Haberes del Batallón entre octubre de 1936 y marzo de 1937 –fecha esta última en la que se crea la 1.ª Brigada– nos permite deducir que llegó a estar compuesto por un contingente de algo más de 660 individuos, entre jefes, oficiales, suboficiales, clases y tropa, repartidos en cuatro Compañías31. En la última Nómina consultada, aparece con la denominación de 8.º Batallón de la Columna Meabe –formada por diferentes unidades creadas por las JSU– y su puesto de mando estaba ubicado en el Cuartel de Mercedarios de Lequeitio32. Tras la caída de Bilbao en junio de 1937, la Brigada quedó desarticulada33. Según Carlos Engel, sus restos se concentraron en Islares, localidad del municipio de Castro Urdiales y la Brigada consiguió recomponerse con los supervivientes de los batallones Murguía, Larrazábal, Euzko Indara, Perezagua y Cultura y Deporte. En esos momentos, pasó a denominarse 154.ª Brigada Mixta y se integró en la 51.ª División. En los combates en torno a Santander –finalizados a mediados de septiembre de ese año– fue totalmente deshecha y desapareció34.

28. «El batallón Joven Guardia», Claridad, núm. 119, 21 de agosto de 1936, p. 3. 29. «Circular N.º 1 de la Federación Cultural Deportiva Obrera de España», Ahora. Diario de la Juventud, núm. 272 (2.160), 5 de noviembre de 1937, p. 5. 30. La 1.ª Brigada Mixta se creó el 26 de marzo de 1937, con los batallones Amayur n.º 49, 23 Euzko Indara, Munguía n.º 40 y Cultura y Deporte n.º 43. El mando de la unidad recayó en el comandante de la Guardia Civil, Germán José Ollero Morente. El Comisario era Cecilio Uriarte. 31. Junto a ellas aparecen también la Plana Mayor, una Compañía de Ametralladoras, una Sección Mixta, los Servicios Auxiliares y de Cuartel y el grupo de Chóferes y Armeros. 32. Nóminas de Haberes y Supletorios de los Jefes, Oficiales, Suboficiales, Clases y Tropa del Batallón N.º 43 “Cultura y Deporte” de las JSU correspondientes a los meses de octubre a marzo de 1937. 33. Un breve relato de uno de los milicianos enrolados en el Batallón, Ángel Cabieces Vélez, se encuentra en CORRAL, Pedro: Desertores. Los españoles que no quisieron la Guerra Civil, Córdoba, Ed. Almuzara, 2017, p. 355. 34. ENGEL, Carlos: Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República, 19361939, Madrid, Almena Editorial, 2005, p. 229.

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Fig. 77. Hoja del Resumen de Nóminas del Batallón «Cultura y Deporte» (Centro Documental de la Memoria Histórica).

En octubre de 1936, la FCDO de Santander estaba tratando de poner en marcha una Compañía compuesta por jóvenes deportistas de montaña mayores de 19 años y que al crearse recibió el nombre de Cultura y Deporte. Con ese fin se nombró una Comisión organizadora formada por Perfecto Octavilla, Isidro

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Martínez, José Luis Prieto y Serafín Diego35. La Compañía intervino en los frentes cántabro y asturiano, y algunos de sus miembros lo hicieron también en Guadarrama y Somosierra36. En el verano de 1937 se creó en Valencia el Batallón Ciclista. Desde el periódico Adelante sus responsables hacían un llamamiento a los primeros alistados y a los que desearan pertenecer al mismo para pasarse por su cuartel, sito en la Iglesia de Jesús, a partir del 1 de agosto37. Un año más tarde, se requería el apoyo de los ciclistas para colaborar en la tarea de auxiliar a las víctimas de los bombardeos y trasladarlas a los hospitales38. La idea de crear el Batallón Deportivo –«en el que se alistasen los que fuesen auténticamente deportistas, pues sus buenas condiciones físicas podrían dar un excelente rendimiento en el frente»– partió del grupo que se incautó de las Federaciones Española y Castellana de Fútbol, instalándose primero en las oficinas del Madrid C. F. y más tarde en un local cedido por la Tenencia de Alcaldía de Buenavista39. Según testimonio de Ángel Rodríguez, el jefe de cuartel de la inicial Milicia deportiva de la que surgiría el batallón, una vez que esta se puso en marcha llegaban a diario «las demandas de muchos modestos deportistas que quieren, arma en brazo, combatir (…)». Como tributo de homenaje a José Suñol, presidente del Barcelona F. C. y de la Federación Catalana de Fútbol y que había sido fusilado por los rebeldes en la Sierra de Guadarrama, la Compañía, que constaba de 150 hombres y en la que había unas cuantas milicianas, acordó llevar su nombre. Junto a Rodríguez, otros responsables de la Milicia eran Álvarez, que ocupaba el cargo de jefe administrativo, y los dirigentes del Madrid F. C., Francisco Hernández Coronado y Carlos Alonso, que se ocupaban de la intendencia. El dibujante e ilustrador Manuel Sierra Laffitte, más conocido por el seudónimo de Mel, realizó el cartel que pregonaba la recluta. La Federación Española de Fútbol, por su parte, se encargó de pagar el equipo militar de los milicianos, excepto del armamento, que fue facilitado por el Ministerio de la Guerra, así como de su manutención hasta el momento de partir al frente40. A comienzos de septiembre empezó la concentración de los adheridos que respondieron al llamamiento de la recluta en el cuartel e inmediatamente comenzaron los ejercicios de instrucción en el estadio de Chamartín, dirigidos por el capitán Martín Crespo, que había sido presidente del Club Deportivo Nacional. Por esas mismas fechas, el Batallón desfilaba por las calles céntricas de Madrid «con gran marcialidad y precedidos de una banda de cornetas y tambores»41. Una de las milicianas portaba su bandera42. 35. Vid. «La actividad deportiva en Santander. Se forma la “Compañía Cultura y Deporte”», El Mundo Deportivo, núm. 5.158, 25 de octubre de 1936, p. 3. 36. Vid. HELGUERA, Juan Valeriano: «La actuación de los deportistas antifascistas montañeses en los frentes», El Mundo Deportivo, núm. 5.207, 13 de diciembre de 1936, p. 3. 37. «Ciclistas», Adelante, núm. 146, 22 de julio de 1937, p. 2. 38. «¡40 ciclistas camilleros! ¡40 bicicletas!», Fragua Social, 14 de julio de 1938. Citado en BOSCH VALERO, Josep Andreu: L’esport valencià durant la Guerra Civil…, Opus. cit., pp. 85-86. 39. GARCÍA CANDAU, Julián: El Deporte en la Guerra Civil…, Opus. cit., p. 79. 40. CRUZ Y MARTÍN, A.: «La Compañía Suñol», Crónica, núm. 355, 30 de agosto de 1936, p. 17. 41. Vid. «Un batallón deportivo», El Socialista, núm. 8.236, 8 de septiembre de 1936, p. 5. 42. La bandera debería haberse entregado a la Compañía en el curso de un partido de fútbol en el campo de Chamartín entre los equipos del Madrid y del Valencia a beneficio del Socorro Rojo

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A la primera Compañía se le sumarían luego dos más, denominadas Valencia, la segunda, y Alcántara, en recuerdo del primer muerto del Batallón, la tercera. El periodo de inscripción para constituirlas se abrió a mediados de septiembre y encontró de nuevo una buena respuesta43. Algunos deportistas eran futbolistas profesionales y muy conocidos, como los jugadores del Madrid, Félix Quesada y Emilín Alonso, pero la mayoría pertenecían a equipos modestos de la capital, si bien muy populares también en los barrios madrileños. Había también boxeadores, ciclistas, como Vicente Carretero, corredores pedestres, como Meneses, pelotaris, jugadores de baloncesto, luchadores «y hasta toreros». Junto a ellos aparecían federativos y dirigentes de clubes –o que lo habían sido en el pasado– y profesores de educación física, como Heliodoro Ruiz, Rafael H. Coronado y Rafael Tolosa. Unos y otros pertenecían a los diversos partidos del Frente Popular y a las grandes centrales sindicales, si bien existía «un buen grupo de trabajadores y estudiantes sin partido»44. El Batallón no dependía directamente de ningún partido, tratando de integrar a personas de distintas ideas en la defensa común de la República.

Fig. 78. Una crónica sobre el Batallón Deportivo (El Liberal, núm. 20.129, 1 de enero de 1937, p. 2).

Como señala García Candau, el Batallón compartió las armas con la práctica del deporte en espectáculos benéficos. El Liberal, probablemente el periódico que más atención le prestó, comentaba el llevado a cabo el 27 de septiembre en el campo de Chamartín a beneficio de la Casa Cuna de Mujeres Antifascistas. En él se celebró un partido de fútbol entre el Batallón y el Athlétic Club, que acabó con el resultado de 2 a 0 a favor del primero. El festival fue amenizado por la banda de música de la Cruz Roja y según la crónica periodística, «el entusiasmo se desbordó cuando los coros de varias escuelas y el público entonaron “La

Internacional. Pero no tenemos noticias de la celebración del encuentro. 43. Vid. «El Batallón Deportivo», El Liberal, núm. 20.026, 15 de septiembre de 1936, p. 4. 44. «Milicias Populares. El Glorioso Batallón Deportivo», El Liberal, núm. 20.129, 1 de enero de 1937, p. 2.

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Internacional” y otros himnos proletarios y al tocar el “Himno de Riego”»45. En cuanto a las acciones bélicas en las que participó, los únicos datos que hemos podido recoger proceden de El Liberal y El Mundo Deportivo. Ambos periódicos señalaban «la sangre generosamente vertida en Navalcarnero y Alcorcón», así como en el ataque «hermoso, viril, abnegado, del barrio de Usera»46. En abril de 1937, cuando ya se había convertido en el 5.º batallón de la 68 Brigada Mixta, fue objeto de la entrega de dos banderines, uno para la 1.ª Compañía y regalo del diario barcelonés La Rambla y otro, para la 2ª, donado por el Ayuntamiento de Valencia y que reproducía la señera valenciana47 A partir de esa fecha no volvemos a tener noticias sobre la unidad, lo que nos hace pensar que probablemente se disolvería, pasando la mayor parte de sus componentes a otras unidades militares del Ejército del Centro. Montañeros, esquiadores y aficionados al deporte de la nieve conformaron en distintos lugares de España milicias para vigilar y defender sus sierras y cumbres del ataque de las tropas sublevadas. En Barcelona, a finales de agosto de 1936 se constituyen las Milicias Alpinas. Según señalan Miguel Flores, Antonio Gascón y Fernando Martínez, cuyas principales aportaciones resumimos aquí, fueron reclutadas y organizadas bajo el mando del comandante Josep María Benet en un cuartel situado en un antiguo colegio de religiosos de la calle Balmes, y los primeros voluntarios, practicantes del esquí, procedían de familias de clase media o media-alta de Barcelona48. La Compañía de Esquiadores, a cuyo frente estaba el capitán Carles Balaguer, fue, sin embargo, resultado de la fusión de unidades independientes que se habían formado por el alistamiento espontáneo de deportistas en distintas milicias de partido y que, aunque provenían esencialmente de secciones excursionistas vinculadas a entidades catalanistas como el CADCI, la Federación Nacional de Estudiantes de Cataluña (FNEC) o Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), también las hubo ligadas a organizaciones y partidos obreros como el Grupo de Milicias Alpinas del PSUC, la Columna de Montaña Ferrer y Guardia de la CNT o el Grupo de Montaña del POUM. Tras un periodo de instrucción militar, las Milicias comenzaron a tomar forma orgánica a mediados de septiembre, momento en que fueron rebautizadas con el nombre de Milicias Pirenaicas. La Compañía de Esquiadores se estableció en la estación de La Molina, en la sierra del Cadí, comarca de la Baja Cerdaña (Gerona), para completar su entrenamiento de montaña, estando encuadrada en una columna que cubría un sector desde la frontera francesa hasta la confluencia, en la provincia de Huesca, de los ríos Gállego y Guarga. Desde noviembre y tras la disolución del Comité Central de Milicias Antifascistas, las Milicias pasaron a formar parte del Regimiento Pirenaico número 1, dependiente de la Generalitat de Cataluña. Jaume de Ramón i Vidal indica que el Regimiento estaba compuesto

45. «Los Deportes. Football. El batallón deportivo derrotó al Athlétic», El Liberal, núm. 20.039, 30 de septiembre de 1936, p. 7. 46. «Los deportistas en el frente. El glorioso Batallón Deportivo de Madrid», El Mundo Deportivo, núm. 5.228, 3 de enero de 1937, p. 3. 47. Vid. «Entrega de dos banderines al Batallón Deportivo», Adelante, núm. 68, 21 de abril de 1937, p. 3. 48. FLORES PINTADO, Miguel; GASCÓN RICAO, Antonio y MARTÍNEZ DE BAÑOS CARRILLO, Fernando: Guerra Civil. Aragón. El Pirineo, Zaragoza, Ed. Delsáu, 2004.

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por dos batallones de los que formaban parte una compañía de esquí, dos compañías de raquetas y una sección marítima de vigilancia de costas49. Según informaba El Mundo Deportivo, en el II Batallón, que constaba de 700 hombres, había una nutrida representación de deportistas de diferentes especialidades, entre los que se encontraban José Miquel, ex recordman de Cataluña y España de natación y exguardameta del Barcelona F.C.; Enrique Cataluña, campeón de España de Lucha y jugador de rugby; los baloncestistas Enrique Molina y Enrique Otero; E. Mullor, excampeón catalán de esquí; los boxeadores Francisco Palsone «Batalino», campeón de España en 1932, Rafael Corté, Isidro Pérez, excampeón de España del peso ligero, y Vicente Villalba; y los atletas Francisco Juliá, recordman de España de 10.000 metros marcha, Antonio Cañadas, ex campeón de Cataluña de salto de altura y Juan Munné, lanzador de peso50. En enero de 1937 la Compañía de Esquiadores continuaba establecida en La Molina, alejada del frente y empleando su tiempo en el entrenamiento y la práctica del esquí. Una tranquilidad que se vería alterada de forma muy notoria, como los autores citados exponen, por las rencillas y los episodios de enfrentamiento con el contingente de tropas anarquistas comandadas por Antonio Martín, «El Cojo de Málaga» y que sometía a abusos y vejaciones constantes a los habitantes de la Cerdaña. Una vez que la Generalitat perdió sus competencias en Defensa, el regimiento fue incorporado al Ejército Popular de la República. La Compañía, ahora reorganizada con 137 hombres y bajo las órdenes del comandante Benet, participó en distintas acciones bélicas en los Pirineos y en el marco de la ofensiva contra Huesca que tuvo lugar en junio de 1937. Resultado del fracaso de estas acciones y probablemente de la inquina de determinados mandos de la 72 Brigada a la que fue incorporada, motivada por el independentismo de que hacían gala algunos miembros de la Compañía, ésta acabó disolviéndose. Los soldados que estaban entre las quintas movilizadas fueron distribuidos por diferentes batallones y muchos de los que no lo estaban solicitaron su baja. Más tarde, un buen número de estos últimos se unieron a un nuevo batallón alpino que se estaba organizando en Huesca con combatientes de la zona Norte y que tras la liquidación de la misma habían logrado llegar a la región centrooriental. Fue así como se formó un batallón vasco-catalán que recibió la denominación oficial de Batallón Pirenaico. Al mando del capitán Balaguer, en marzo de 1938 y dentro de la ofensiva nacional en Aragón, el Batallón acudió al frente de Huesca entrando en combate el día 25 a la altura del pueblo de Barluenga y con un resultado verdaderamente desastroso, producido por una desbandada generalizada ante el hostigamiento de aviones enemigos. Muchos de sus elementos se retiraron a Francia, pero, como señalan los autores citados, el batallón en pleno optó por volver a la España republicana para proceder a su reorganización. Realizada esta, a finales de 1938 cubría un frente que iba desde el municipio de Tirvia, en la comarca del Pallars Sobirá, en Lérida, hasta la frontera francesa. Sin

49. DE RAMÓN I VIDAL, Jaume: El Regiment Pirenenc número 1 de Catalunya, Barcelona, Rafael Dalmau Editor, 2004. 50. «Polisportiva. La juventud por la libertad. Una magnífica selección de deportistas», El Mundo Deportivo, núm. 5.287, 3 de marzo de 1937, p. 1.

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intervenir en acción bélica alguna, esta posición permitió a sus miembros que al finalizar la guerra se exiliaran sin mayores contratiempos a Francia. El Batallón Alpino tuvo como centro de sus operaciones el frente de la Sierra de Guadarrama. Como ha señalado su principal investigador, Arévalo Molina, fueron dos grupos diferentes los que, por las mismas fechas, crearon sendos batallones alpinos51. Uno, de nítida tendencia comunista, que se integrará en el Quinto Regimiento y otro, patrocinado por las JSU y en el que tendrá un papel protagonista la sociedad deportiva de la Casa del Pueblo de Madrid, Salud y Cultura. Ambos grupos tendrán una vida independiente hasta su fusión en diciembre de 1936. El denominado Batallón Alpino del 5.º Regimiento fue una iniciativa de algunos miembros de esta unidad militar, que pensaron en la posibilidad de crear una compañía de esquiadores con los montañeros y deportistas de la nieve que pertenecían al Regimiento y los que posteriormente pudieran incorporarse. El 16 de septiembre, en El Liberal, aparecía una nota que decía: «Afecto al quinto regimiento de milicias populares se ha comenzado a organizar el batallón Alpino, del cual pueden tomar parte los esquiadores y gentes de montaña. Para reclutamiento pueden dirigirse cuantos quieran alistarse al batallón Alpino al cuartel general del quinto regimiento, calle de Francos Rodríguez, 5, de nueve a una y de tres a siete de la tarde»52.

Fig. 79. Constitución del Batallón Alpino del 5.º Regimiento (El Liberal, núm. 20.027, 16 de septiembre de 1936, p. 5).

51. ARÉVALO MEDINA, Jacinto M.: El Batallón Alpino del Guadarrama, Madrid, Ed. La Librería, 2006. 52. «Batallón Alpino», El Liberal, núm. 20.027, 16 de septiembre de 1936, p. 5. Idéntico llamamiento apareció el mismo día en Milicia Popular, órgano y portavoz del 5.º Regimiento.

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Pocos días después, era El Socialista el que informaba que, estando en periodo de formación, el batallón «abre un enganche entre todos los deportistas, dándose preferencia a quienes hayan practicado los deportes de montaña»53. A finales de ese mismo mes y cuando el primer llamamiento había tenido una relativa buena respuesta, se hace una segunda llamada tanto a deportistas como a aficionados para su enrolamiento, debiendo dirigirse a la oficina de reclutamiento del batallón, instalada en el número 42 de la calle Gaztambide. En la misma se indica que los alistados tendrían una completa instrucción militar y que serían dotados «de armamento de máxima ofensiva y los mejores medios técnicos»54. A comienzos de octubre, en los locales del 5.º Regimiento, se efectúa la presentación oficial del batallón, se eligen los mandos y se plantea el rápido envío de una compañía al frente. A los diferentes llamamientos –hay un tercero el 10 de octubre– se van a presentar no solo militantes comunistas, sino deportistas de otras tendencias e ideologías, unidos por la pasión hacia la montaña y el deseo de defender a la República con las armas en la mano. El centenar de voluntarios adscritos al batallón en ese momento no es suficiente, por lo que se decide admitir no solo a deportistas, sino a personas ligadas de una u otra manera a la montaña, lugareños de los pueblos de la sierra o quienes acostumbraban a pasar sus vacaciones o los días festivos en ella. A mediados de mes está ya lista la Compañía, que se dirige al frente del Puerto de Navacerrada, concentrándose en el chalet que allí tenía la Sociedad de Alpinismo Peñalara55. Joaquín Rodríguez López, afiliado a la UGT y que pertenecía a la Sociedad Deportiva Excursionista es nombrado jefe del batallón; el conocido montañero y militante comunista, Teófanes Díaz Gabín, es elegido como comisario político. Un mes más tarde llega al puerto, al mando del capitán Santiago Aguado, la Segunda Compañía, que es instalada en el chalet del Club Alpino Español. El origen del Batallón Alpino Juventud es muy similar al del 5.º Regimiento. Aficionados al deporte de montaña que se encontraban dispersos por varias milicias de tendencia socialista tuvieron la idea de crear un batallón especializado. Las JSU se van a encargar de su formación y organización, si bien será Salud y Cultura la entidad más volcada en dar vida a la unidad.

53. «Batallón Alpino», El Socialista, núm. 8.246, 19 de septiembre de 1936, p. 3. En este mismo número apareció una nota del Comité de intervención de la Sociedad de Alpinismo Peñalara en la que indicaba que, deseoso de contribuir a su formación, abría entre sus asociados una suscripción en metálico y otra «de efectos propios para los fines de su batallón». 54. «El batallón Alpino», El Liberal, núm. 20.039, 30 de septiembre de 1936, p. 5. 55. De esta entidad saldría un buen número de socios para enrolarse en el batallón.

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Fig. 80. Constitución del Batallón Alpino de las JSU (El Liberal, núm. 20.035, 25 de septiembre de 1936, p. 4).

El 25 de septiembre aparecía en la prensa el siguiente llamamiento: «Se convoca a todos los milicianos que tengan práctica de esquis para la formación del batallón alpino Juventud, de las Juventudes Socialistas Unificadas. Deben presentarse en el domicilio social de Salud y Cultura, Lagasca, 96, de diez a una y de cuatro a seis de la tarde. Todos los afiliados al grupo alpino de Salud y Cultura han de atender este llamamiento, rogándose a los que se encuentren enrolados en otros batallones, que en atención a la especialidad para que se les requiere, soliciten el oportuno traslado»56. Dos días más tarde, el Club Alpino Español, que ya había sido incautado por Salud y Cultura, recomendaba a todos sus afiliados que se alistaran en el batallón o que, en caso de no poder hacerlo, entregaran el material de que disponían en la sede de esta, donde estaba también la secretaría del Club57.

56. «Batallón alpino Juventud», El Liberal, núm. 20.035, 25 de septiembre de 1936, p. 4. 57. «Batallón alpino Juventud», El Liberal, núm. 20.037, 27 de septiembre de 1936, p. 5.

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Fig. 81. Salud y Cultura organiza el Batallón Alpino (Estampa, núm. 456, 10 de octubre de 1936, p.21).

Al llamamiento respondieron deportistas de prácticamente todos los clubes de montaña de Madrid, aunque el contingente mayor salió del Grupo Alpino de Salud y Cultura, que rápidamente encuadró a setenta afiliados58. Raimundo Calvo Moreno fue nombrado Comandante del batallón. Su Primera Compañía se trasladó a la sierra a finales de octubre, quedando instalada en la casa forestal de los Ingenieros de Montes, en el paraje conocido como Las Dehesas de Cercedilla. Previamente, se celebró en el Cine Pardiñas un concurrido acto de despedida a los milicianos con un programa que consistió en la actuación de la banda de los batallones de la FJSU, la proyección de las películas soviéticas Juventud triunfante y Los marinos de Cronstadt59, las intervenciones de Luis Cernuda, en

58. Vid. «Un batallón de skiadores (sic) para la lucha en la nieve. Lo organiza Salud y Cultura», Estampa, núm. 456, 10 de octubre de 1936, pp. 21 y 22. El artículo estaba ilustrado con distintas instantáneas del fotógrafo Marina en las que se veía a varios miembros de la sociedad encerando los esquís y preparándose para hacer prácticas en la nieve. 59. El fervor revolucionario, sobre todo durante el primer año de guerra, se vio acompañado –y estimulado– por la proyección de películas soviéticas. Fueron los comunistas, gracias al control que ejercieron en muchos consejos obreros que gestionaron las salas cinematográficas, los que mayor empeño pusieron en una filmografía que, excepto durante la defensa de Madrid, en el otoño de 1936, no tuvo demasiado éxito entre el público corriente. La mayoría de las películas que se proyectaron,

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nombre de la Comisión de Cultura del batallón, y de un dirigente de las JSU, y la lectura de poesías por parte de Rafael Alberti60. A principios de noviembre llegaba a la misma zona la Segunda Compañía. En los primeros días del mes siguiente se produjo la fusión de los dos batallones, formándose así el Batallón Alpino bajo el mando de Calvo Moreno61.

Fig. 82. Noticia del Batallón Alpino unificado (Crónica, núm. 371, 20 de diciembre de 1936, p. 12).

Las dos compañías del 5.º Regimiento mantienen su denominación, Primera y Segunda, pasando las de la JSU a ser Tercera y Cuarta62. Según los dirigentes de Salud y Cultura, la casi totalidad de sus miembros pertenecían a esta entidad63. Arévalo Molina afirma que «la fusión de los dos batallones, de muy diferente significación política en sus orígenes, comunistas unos y socialistas otros, dio lugar a más de un incidente, solucionado sólo a medias, pues incluso mucho tiempo después, esa rencillas aún se mantendrían. Una de las opciones fue el intento de mezclar al personal de las distintas compañías, medida a la que se negaron rotundamente. Sólo se logró que se intercambiasen en las posiciones de forma periódica»64. Según este mismo autor, el Batallón estaba compuesto por algo más

como afirma José Cabeza, perseguían huir del escenario bélico, decantándose la afición de la mayoría de los espectadores por las producciones estadounidenses. Vid. CABEZA, José: El descanso del guerrero: el cine soviético como entretenimiento en el Madrid de la Guerra Civil española (1936-1939), Madrid, Rialp, 2005. 60. «Batallón Alpino Juventud», El Socialista, núm. 8.278, 26 de octubre de 1936, p. 3. 61. Vid. «Hombres de “sport” en la guerra», Crónica, núm. 371, 20 de diciembre de 1936, p. 12. 62. En enero de 1937, la séptima compañía del Batallón Thaelmann se agregó al Batallón Alpino, formando su Quinta Compañía. 63. Vid. MARTORELL, Ramón: «Salud y Cultura», Crónica, núm. 404, 8 de agosto de 1937, p. 8. 64. ARÉVALO MEDINA, Jacinto: El Batallón Alpino del Guadarrama…, Opus. cit., p. 55.

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de 700 hombres y se caracterizó por una tremenda penuria de medios y de armamento. Afortunadamente, el primer invierno fue muy tranquilo, produciéndose solo escaramuzas aisladas y ocasionales encuentros con el enemigo, de manera que fue el frío el peor adversario al que hubieron de enfrentarse. Tras la formación del Ejército Regular de la República y con la denominación de Batallón de Montaña, pasó a integrarse en la 31.ª Brigada Mixta de la 2.ª División del Ejército del Centro. En agosto de 1937 se completó con una Sexta Compañía y Calvo Moreno continuó como comandante de la unidad. Ese verano discurrió con mucha tranquilidad y los integrantes del batallón pudieron dedicarse a publicar un periódico, Cumbres, realizar actividades culturales y artísticas e incluso colaborar en la recogida de las cosechas de los pueblos cercanos a su base65. El invierno, en cambio, conoció algunas refriegas serias con los nacionales y las primeras bajas sensibles en el batallón, el cual se había reforzado con unidades de infantería que cubrían las cotas bajas. El golpe del coronel Casado en marzo de 1939 supuso, como es bien sabido, el inicio del fin de la guerra. Desde ese momento, como señala Arévalo Medina, las discusiones entre las diferentes facciones políticas del batallón, en relación, sobre todo, a mantener o no la guerra, se hicieron habituales, rompiendo su unidad. En esas circunstancias se produjo el término del conflicto y la desarticulación del Batallón de Montaña. 3. EL

ÁMBITO INTERNACIONAL: LA OLIMPIADA DE AMBERES

El deporte, al igual que otros aspectos de la guerra, tuvo una importante dimensión internacional. Ambos contendientes fueron muy conscientes de la necesidad de ganar la batalla deportiva en ese ámbito, así como de utilizar el deporte en el exterior como un arma de propaganda y de proselitismo político e ideológico. Algunos autores han subrayado el triunfo del franquismo en el terreno de la diplomacia internacional, manifestado en datos como el reconocimiento que la FEF creada en territorio sublevado obtuvo de la FIFA en 1937 o el del Comité Olímpico Español franquista por parte del Comité Olímpico Internacional antes de finalizar la guerra. Con todo, las autoridades y organismos republicanos no cejaron en su empeño de tener una presencia en acontecimientos internacionales. Ejemplos de ello fue la participación en el Tour de 1937, las giras del F.C. Barcelona en México y Estados Unidos ese mismo año o la gira de la selección de fútbol de Euskadi en América Latina. Sin embargo, lo más significativo de esa presencia tuvo lugar en torneos y competiciones organizados por el deporte obrero internacional. Entre septiembre y octubre de 1936, la FSGT organizó sendos festivales deportivos en los que, bajo la dirección del CCEP, participaron las selecciones catalanas de fútbol y de baloncesto. En febrero de 1937, el periódico comunista L’Humanité promovió en París una prueba de cross-country que contó con la asistencia de atletas catalanes. En marzo de ese mismo año y también en la capital francesa

65.

Vid. «Aquellos batallones…», Al Frente, núm. 69, 19 de septiembre de 1937, pp. 4 y 5.

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una selección catalana de fútbol jugó sendos partidos contra la selección sindical francesa del ramo de la metalurgia y la de la FSGT66. En junio, una selección de fútbol participó en varios encuentros en Moscú contra equipos soviéticos. La recepción de los jugadores españoles fue muy cordial y con un claro trasfondo político.

Fig. 83. Participación de una selección de futbolistas españoles en Moscú (El Socialista, núm. 8.493, 18 de junio de 1937, p. 3).

En la estación se formó una guardia de honor constituida por los estudiantes del Instituto de Cultura Física «Stalin». A continuación, en la plaza de la misma estación se celebró un gran mitin en el que tomaron parte numerosos deportistas

66. Vid. «La representación de Barcelona del Fútbol Popular a París», El Mundo Deportivo, núm. 5.287, 3 de marzo de 1937, p. 1.

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y dirigentes de las sociedades deportivas moscovitas. En nombre de todos los deportistas soviéticos el Vicepresidente del Comité de Cultura Física y de Deportes de la URSS, «camarada Knopova», pronunció un discurso de bienvenida a los futbolistas españoles, destacando los lazos de hermandad entre los dos pueblos y la total solidaridad rusa con la lucha republicana. El discurso fue contestado por el jefe de la delegación deportiva española, De la Sota, que, entre otras cosas, agradeció el apoyo de la URSS a la lucha de la República contra el fascismo67. El trigésimo Tour de Francia, disputado entre el 30 de junio y el 25 de julio de 1937, tuvo una cierta trascendencia política. El Consejo Nacional de Educación Física y Deportes, creado por la República para coordinar todas las actividades de carácter deportivo tanto dentro como fuera de España, consciente de la necesidad de estar presente en las competiciones internacionales se había encargado de hacer la selección de los ciclistas que participaron en la ronda francesa. Entre todos ellos destacaban Mariano Cañardo, que ganaría el sector b de la 14.ª etapa, y Julián Berrendero, vencedor de la 15.ª etapa, disputada entre Luchos y Pau. Ambos habían realizado para la prensa que seguía la carrera manifestaciones antifascistas y declarado que dejarían la mitad de sus ingresos para los refugiados españoles. En respuesta a esa actitud, en una de las etapas de finales de julio, algunos espectadores saludaron a los dos corredores con el grito de «¡Arriba España!», a lo que estos contestaron con el puño en alto, gesto que fue secundado por el italiano Francesco Camusso y por otros ciclistas. Varios periódicos españoles se hicieron eco del hecho y mostraron su satisfacción con la valiente postura de los ciclistas. Alguno indicaba que lo hacían «arriesgando muchos contratos y perjudicando sus intereses particulares»68.

Fig. 84. La contienda militar y política en el Tour de Francia (Adelante, núm. 153, 30 de julio de 1937, p. 2).

Pero, sin duda, el acontecimiento internacional más importante y donde la representación española adquiriría una mayor notoriedad fue la III Olimpiada Obrera organizada por la ISOS en la ciudad belga de Amberes, en el verano de

67. «Fraternidad deportiva. Un equipo de futbolistas españoles llegó a Moscú», El Socialista, núm. 8.493, 18 de junio de 1937, p. 3. 68. «En la Vuelta a Francia, Cañardo y Berrendero muestran orgullosos su antifascismo», Adelante, núm. 153, 30 de julio de 1937, p. 2.

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1937. La primera noticia que se tiene de esa participación se debe a un llamamiento efectuado por la FCDO el 23 de junio de 1937 en los siguientes términos: «Encargada la FCDO de seleccionar la representación española para esta Olimpiada, se comunica a las Delegaciones regionales para la Olimpiada Popular de Barcelona que quedaron en Madrid incorporadas a la lucha activa contra el fascismo que, en el plazo de tres días, deberán comunicar a la Secretaría el historial deportivo y lugar donde se encuentran los valores más destacados dentro de ellas, para efectuar dicha selección. Secretaría de la FCDO, paseo de la Castellana, 41»69.

Fig. 85. La FCDO y la III Olimpiada Obrera (El Socialista, núm. 8.497, 23 de junio de 1937, p. 3).

Pese a lo que daba a entender la nota, la selección de los deportistas catalanes, la más numerosa e importante por su calidad, correspondió al CCEP. Y aunque en un principio se pensó en mandar una doble representación, española y catalana, finalmente ambas delegaciones se fusionaron en una sola, representando a España. A comienzos de julio, la FCDO del Centro organizaba en el campo de Chamartín unas pruebas de atletismo y unos entrenamientos de fútbol con el fin de hacer la selección de los deportistas. Se trataba de deportistas que, en

69. «Federación Cultural Deportiva Obrera. III Olimpiada Obrera de Amberes», El Socialista, núm. 8.497, 23 de junio de 1937, p. 3.

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una buena proporción70 estaban movilizados y que, con la debida autorización, debían dejar momentáneamente su puesto en los frentes «para llevar y mostrar fuera de su patria ese magnífico espíritu que poseemos para la victoria y que nos engrandecerá a los ojos del mundo»71. La FCDO era plenamente consciente de la importancia que para la causa republicana tenía la presencia española en Amberes, pudiendo servir, además, aún con el inconveniente que implicaba la guerra, como expresión del progreso experimentado por el deporte popular en nuestro país en los últimos años. A mediados de ese mismo mes, el periódico socialista de Valencia, Adelante, informaba que la FCDO del Norte de Levante enviaría un grupo de deportistas amateurs que formarían la representación española72. Por las mismas fechas, el CCEP organizaba en la piscina de la Universidad Industrial, en Barcelona, un festival con la participación de los primeros nadadores seleccionados y al que fueron invitados los clubes de natación de la ciudad para que enviaran nadadores de cara a su posible inscripción para Amberes73. España participó en la Olimpiada en casi todas las modalidades deportivas. Concretamente, lo hizo en ocho, las de atletismo, basket, ciclismo, natación, fútbol, tenis, lucha y boxeo74. Los deportistas procedían de seis regiones, Madrid, Cataluña, Valencia, Galicia, Asturias y Andalucía, si bien los de las tres últimas mencionadas habían permanecido en Madrid tras la suspensión de la Olimpiada Popular de Barcelona. Entre ellos se encontraban algunos muy conocidos y populares, como la lanzadora de disco Margot Moles, los nadadores Marta González, Manolo Martínez y Enrique Ugarte, el corredor Macario Meneses, el atleta valenciano José Lacomba, los tenistas Jaime Bartrolí y Pedro Massip o el campeón de jabalina de la FCDO, Fernando Casado, mutilado del brazo izquierdo a causa de un mortero y que sería el abanderado de España en las Olimpiadas75. En una entrevista realizada a Parramón, dirigente del CCEP, éste señalaba que la participación española, de la que destacaba la «excelente representación femenina», contaba con 90 deportistas seleccionados por esa entidad y por la FCDO y que suponía el primer paso para la «ansiada fusión entre el deporte popular y el deporte proletario». Indicaba también que la unificación de los equipos catalán y español había sido una iniciativa que había partido del CCEP y que los responsables de la expedición serían Vicente Martínez, por la FCDO, y él mismo o Verdera, que sustituirían a Brunet, el

70. En alguna nota periodística, se decía que el 80% de los deportistas habían sido sacados de las trincheras y de las fábricas de material de guerra. 71. «III Olimpiada Obrera. Pruebas de selección para atletas y futbolistas», El Socialista, núm. 8.505, 2 de julio de 1937, p. 3. 72. «Deportes. La representación valenciana que acudirá a la III Olimpiada Obrera de Amberes», Adelante, núm. 138, 13 de julio de 1937, p. 2. 73. «Polisportiva. El domingo un festival de entrenamiento para los nadadores que van a Amberes», El Mundo Deportivo, núm. 5.411, 16 de julio de 1937, p. 1 y «Natación. Esta mañana en la piscina de la Universidad Industrial. Los nadadores que van a Amberes se entrenan y se despiden», El Mundo Deportivo, núm. 5.415, 18 de julio de 1937, p. 1. 74. España no participó en gimnasia, ajedrez y pimpón. La Olimpiada presentó respecto a las ediciones anteriores algunas novedades como un rally ciclista, otro automovilístico y un tercero de moto, así como un concurso de pesca con caña. 75. Vid. «Atletas españoles en los Juegos de Amberes», La Hora, núm. 34, 16 de julio de 1937, p. 10 y «Ante la III Olimpiada Obrera de Amberes. La Delegación española se prepara», La Hora, núm. 36, 18 de julio de 1937, p. 6.

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inicialmente designado, pero que, por razones de trabajo, no podía acudir, por la agrupación catalana76. Cada deporte tendría también su propio delegado, encargado de resolver cualquier incidencia que se produjera a lo largo de los Juegos. La delegación más numerosa, compuesta por 20 jugadores, era la de fútbol; era también la más optimista y experimentada «porque no es la vez primera desde que estalló la guerra que salen al extranjero para ostentar el pabellón de la España republicana, con un éxito rotundo, pues siempre regresaron imbatidos»77. Le seguía la delegación de atletismo, con 17 deportistas y la de Natación, con 13. La de Baloncesto estaba formada por 8 jugadores; la de Ciclismo, por 6 miembros; el Boxeo contaba con 5 púgiles; la Lucha, con 3 seleccionados y el Tenis, en último lugar, con 2. El total, por tanto, no eran 90 deportistas, como indicaba Parramón, sino 7478. Más tarde, el CCEP afirmaba que la Delegación estuvo compuesta por 86 elementos, de los cuales 59 fueron designados por él y 27 en Valencia y Madrid por la FCDO. La presentación de los seleccionados tuvo lugar el 22 de julio, en Barcelona, en el campo del Español F.C., en el marco de un festival a beneficio de Ajut Catalá y al que asistieron autoridades políticas y deportivas, como Soler Damians, Comisario de Educación Física y Deportes, Brunet, del CCEP o Álvaro Menéndez, presidente del Consejo Nacional de Educación Física y Deportes79. El Mundo Deportivo era plenamente consciente de que la guerra hacía que la delegación española fuera limitada, confiando que en el futuro y en otras circunstancias la que se enviara a otros certámenes internacionales estuviera más en consonancia con la verdadera potencia del deporte español. En todo caso, la que viajaba a Amberes tenía una resonancia internacional pues era portadora de un mensaje de solidaridad del pueblo de España y de la lucha de la República por las libertades y contra el fascismo80. La salida hacia la ciudad belga desde la capital catalana tuvo lugar el 24 de julio81. Como efecto de las amistosas relaciones entabladas entre las Internacionales Obreras del Deporte desde un tiempo atrás, la ISOS invitó a la URSS a participar en la Olimpiada. De esa manera, los deportistas españoles iban a coincidir en Amberes con Secciones nacionales de la Internacional Deportiva Socialista, como Bélgica, Checoslovaquia, Finlandia, Dinamarca, Gran Bretaña, 76. M. C. C.: «Para los juegos de Amberes. A iniciativa de Cataluña se han unificado los equipos que deben representar a España en la Olimpiada Obrera», El Mundo Deportivo, núm. 5.415, 21 de julio de 1937, p. 1. 77. «Polisportiva. Nuestros deportistas a Amberes», El Mundo Deportivo, núm. 5.417, 23 de julio de 1937, p. 2. 78. Los nombres de todos los componentes, aparecieron en «Polisportiva. España a la III Olimpiada Obrera», El Mundo Deportivo, núm. 5.418, 24 de julio de 1937, p. 1. 79. Al no llegar a tiempo los deportistas provenientes de Valencia y Madrid, el desfile lo hicieron solo los deportistas catalanes. Por la noche, ya todos asistieron a una reunión informativa en el Ateneo Enciclopédico Catalán. Vid. «Esta tarde, en el campo del Español. Presentación y desfile de los seleccionados de Amberes», El Mundo Deportivo, núm. 5.416, 22 de julio de 1937, p. 1 y «Los seleccionados catalanes en el transcurso del festival benéfico, desfilaron para prestar la promesa olímpica», El Mundo Deportivo, núm. 5.417, 23 de julio de 1937, p. 1. 80. VILA, Antonio: «A cuatro días vista. Lo que pueden… y lo que no pueden hacer nuestros ciclistas en Amberes», El Mundo Deportivo, núm. 5.418, 24 de julio de 1937, p. 2. 81. Como anécdota del grupo expedicionario, indicar que los boxeadores catalanes no pudieron sumarse al mismo por no haber entregado a tiempo los documentos de tramitación del pasaporte, siendo sustituidos a toda prisa y sin realizar eliminatorias previas por boxeadores madrileños.

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Suiza, Estados Unidos y Palestina; con tres Secciones de la extinta ISR82, Rusia, España y Suecia; y con otras dos, Francia y Noruega, que tras los procesos de unificación habidos en su interior habían decidido no militar en ninguna. Como afirma Gounot, esta tercera Olimpiada Obrera no tenía nada que envidiar a las anteriores en cuanto a su programa deportivo y cultural; sin embargo, la ausencia de las Secciones más importantes de la ISOS, Alemania y Austria, unido al contexto internacional que se vivía en Europa impidieron que los Juegos trasmitieran la misma impresión de fortaleza del movimiento deportivo obrero internacional y el optimismo que había caracterizado a las anteriores ediciones. Por otra parte, la asistencia de deportistas soviéticos tenía lugar en un momento en que la URSS había decidido intensificar sus relaciones con el deporte burgués, fomentar la alta competición y tratar de ocupar una posición hegemónica en el deporte mundial superando los récords deportivos burgueses83. El 26 de julio tuvo lugar la apertura oficial de la Olimpiada con un desfile infantil al que acudieron más de 20.000 espectadores y en el que participaron niños españoles refugiados en Bélgica portando una bandera española y siendo aclamados en todo el recorrido «con entusiasmo»84. Pero el momento emocional más grande se produjo con la llegada del equipo español al día siguiente. Una multitud enfervorizada lo recibió entre ovaciones continuas y gritos de «¡Viva España!» y «¡No pasarán!», acompañándolo luego hasta su residencia en el Hotel Saco de Deurne, en las afueras de Amberes85. Ese mismo día, ya por la noche, tuvo lugar la inauguración del certamen deportivo con la recepción de los deportistas en el Salón de Actos del Ayuntamiento y la celebración de dos conciertos, uno en la Plaza Verde y otro en la Plaza de la Aurora86. Al día siguiente, cuando el presidente de la ISOS, Julio Deutsch, llegaba a la ciudad belga desde España, donde había participado defendiendo la causa republicana, la representación española debutaba en casi todos los deportes. Los resultados fueron bastante aceptables puesto que se ganó en baloncesto al batir a Francia en la final, se obtuvieron tres títulos olímpicos en natación87, en el torneo individual de tenis Massip se proclamó campeón olímpico y en la final por parejas Bartrolí y Massip se hicieron con la victoria. En fútbol se consiguió un decoroso tercer puesto después de ganar a Bélgica y haber perdido

82. La Internacional Deportiva Roja se disolvió, de forma secreta, en abril de 1937. Sobre este asunto, volveremos más adelante. 83. GOUNOT, André: Les Mouvements Sportifs Ouvriers en Europe…, Opus. Cit., pp. 194-198. 84. «La Olimpiada Obrera de Amberes. Una inmensa multitud acude a esperar, por tres veces, al equipo español que llegó con retraso», La Hora, núm. 43, 27 de julio de 1937, p. 9. Se celebró también un concurso de pesca y dos conciertos. Ese mismo día, las selecciones que ya estaban en la ciudad pudieron tener un primer entrenamiento en los campos asignados a cada una de ellas. 85. Vid. «Amberes recibe a nuestros deportistas al grito de “¡No pasarán!”», La Hora, núm. 44, 28 de julio de 1937, p. 10; «La Olimpiada Obrera de Amberes. Llegada de los atletas españoles», Adelante, núm. 151, 28 de julio de 1937, p. 3. y «La Olimpiada Obrera de Amberes. El pueblo belga acoge entusiásticamente a nuestros deportistas», La Hora, núm. 45, 29 de julio de 1937, p. 7. Unos cuantos deportistas estuvieron recogidos en casa de ciudadanos belgas. 86. «3.ª Olimpiada obrera. Amberes, preparado para los Juegos obreros, inaugura hoy solemnemente el gran certamen deportivo», El Mundo Deportivo, núm. 5.422, 28 de julio de 1937, p. 1. 87. Marta González, que ganó la carrera de 100 metros braza, fue la campeona más joven de las Olimpiadas.

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en semifinales con la potente selección rusa por 2 a 1; en ciclismo España fue tercera en persecución y cuarta en la prueba americana, y se obtuvo una honrosa clasificación en Atletismo y Boxeo88.

Fig. 86. La actuación de los deportistas españoles en la Olimpiada Obrera (El Mundo Deportivo, núm. 5.428, 4 de agosto de 1937, p. 1).

Al margen de la actuación de los deportistas españoles, lo más llamativo de la Olimpiada, en la que participaron 25.000 jóvenes obreros, fueron los magníficos resultados cosechados por la delegación soviética, que se llevó los mayores triunfos, acaparando la atención del público que presenció las pruebas y de la prensa belga. En el acto de clausura pronunciaron discursos el presidente del Comité de la Olimpiada, el belga Nobels, el secretario de la Internacional Socialista, Friedrich Adler, el presidente de la Comisión Sindical de Bélgica, Mertens, el secretario de la ISOS, Silaba y el ministro de Salud Pública y Deportes belga, Arturo Wauters. En el desfile final por las calles de Amberes participaron 30.000 personas y de nuevo se sucedieron los vítores y aplausos a la representación española. Esta fue objeto en la Casa del Pueblo de Edurne de una recepción en su honor y a la que asistieron también niños españoles refugiados. El regreso de los deportistas españoles a Madrid –los seleccionados por la FCDO– fue también muy especial. A la acogida en Amberes se sumó la de 88. Vid. «España triunfa en Amberes», La Hora, núm. 49, 3 de agosto de 1937, p. 5; «3.ª Olimpiada obrera. Formidable actuación de los obreros españoles en Amberes», El Mundo Deportivo, núm. 5.427, 4 de agosto de 1937, p. 1 y «Magnífica actuación de los representantes de España en la Olimpiada de Amberes», La Hora, núm. 53, 7 de agosto de 1937, p. 8.

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Bruselas y París, donde cientos de personas se acercaron al tren para mostrar su simpatía hacia ellos y la República. Ya en Madrid, según narraba José Vallejo, dirigente de la FCDO y presidente de la delegación madrileña en los Juegos, fueron recibidos por una masa de entre 35.000 y 40.000 personas89. Testimonios parecidos ofrecieron más tarde Margot Moles, Fernando Casado y Marta González90. Antes de poner pie en Barcelona, algunos expedicionarios pertenecientes al CCEP participaron en un Torneo Internacional organizado en París por la FSGT con motivo de la Exposición Universal que tenía lugar en la capital francesa91. En el campeonato de fútbol y tras derrotar a Suiza por 3 a 2, la selección española volvió a perder contra la URSS en la final por dos tantos a cero. En baloncesto, en cambio, venció a Francia, obteniendo buenos resultados en natación y atletismo92.

Fig. 87. Participación española en un Trofeo internacional organizado por la FSGT (La Hora, núm. 55, 10 de agosto de 1937, p. 8).

89. «De vuelta de la III Olimpiada Obrera de Amberes. Con José Vallejo», La Hora, núm. 58, 12 de agosto de 1937, p. 6. 90. Vid. «Al regreso de Amberes. Hablando con Margot Moles y con Casado, el gran atleta mutilado», La Hora, núm. 60, 14 de agosto de 1937, p. 6 y GONZÁLEZ, Marta: «Deportes. Lo que fue en Natación la III Olimpiada Obrera», La Hora, núm. 21, 21 de diciembre de 1937, p. 6. 91. En la Exposición, que tuvo lugar del 25 de mayo al 25 de noviembre de 1937 bajo el tema de «Artes y técnicas de la vida moderna» se expuso por primera vez el Guernica, de Pablo Picasso. El Pabellón de la República fue obra de los arquitectos Josep Lluís Sert y Luis Lacasa. Junto con el Guernica acogió otras obras de arte que fueron expuestas en su recinto. 92. Vid. «El Torneo de la FSGT en París», El Mundo Deportivo, núm. 5.433, 8 de agosto de 1937, p. 1; «Deportistas de la representación española obrera en París», El Mundo Deportivo, núm. 5.434, 9 de agosto de 1937, p. 1 y «España triunfa en el deporte internacional», La Hora, núm. 55, 10 de agosto de 1937, p. 8.

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Pero al iniciarse el regreso a la ciudad catalana se produjo la deserción de ocho deportistas –«elementos desaprensivos y sin honor»–, por lo que «quedaba empañada toda la brillante actuación y positiva labor realizada en Bélgica y Francia». El hecho se mantuvo oculto durante un mes con el fin, según se comentó, de no interferir en las gestiones que se habían realizado para intentar el regreso de los huidos y que dio como resultado la vuelta de uno de ellos93. En 1938, la presencia española en acontecimientos deportivos internacionales disminuyó de forma muy sensible a causa de las dificultades de todo tipo planteadas por la marcha de la guerra. En abril, un equipo compuesto por las catalanas Joaquina y Rosa Andréu, Torremadé y Ribé participaron en París, en el cross femenino internacional organizado por el diario socialista Le Populaire, clasificándose en primer lugar y recibiendo, una vez más, muestras de simpatía por los espectadores que presenciaron la carrera94. Y en mayo, en un nuevo cross femenino internacional, organizado también por el periódico socialista junto con L’Humanité, hubo participación de cinco deportistas en representación de la España republicana95. Dos hechos verdaderamente relevantes en el plano del deporte obrero internacional fueron la disolución de la ISR en abril de 1937 y el Congreso –el último– celebrado por la ISOS a finales de mayo de ese año. Como indica Gounot, desde 1936, los principales dirigentes de la Internacional Roja habían sido interrogados a propósito del porvenir de la organización, que contaba entonces con tan solo seis secciones nacionales, la URSS, Checoslovaquia, Estados Unidos, Canadá, Suecia y España. De ellas, la sección sueca se había convertido en una rama de la Federación Nacional de Deportes de su país y la española experimentará una progresiva precariedad con el avance de la guerra. Al comenzar 1937, Carlo Aksamit, dirigente de la ISR, se pronunció a favor de la adhesión de todas las secciones a la ISOS, culminando así el proceso de acercamiento del deporte obrero en su lucha contra el fascismo. La propuesta fue rechazada por la Komintern alegando que su utilidad sería muy limitada y contraproducente desde la óptica de un frente deportivo antifascista amplio, abierto al deporte burgués. Lo que procedía, en cambio, era que la ISR pusiera fin a sus actividades en tanto que organismo director de federaciones deportivas obreras dándoles un carácter popular de organizaciones para el deporte de masas sin tendencia política y sobre las cuales los partidos comunistas de los diferentes países ejercerían una «influencia discreta». De esta manera, se produjo la disolución de la Internacional como tal, transformándose su Secretariado en Oficina de información deportiva de la Komintern. Pero este paso se mantuvo en secreto para no estorbar la participación soviética en la Olimpiada de Amberes ni despertar dudas sobre la pertenencia del deporte soviético al campo de los deportistas antifascistas96.

93. «Polisportiva. El “Comité Català Pro Esport Popular” explica…», El Mundo Deportivo, núm. 5.463, 12 de septiembre de 1937, p. 2. 94. Vid. «Cross. España vence en el Cross “Le Populaire”», Trincheras, núm. 1, 30 de abril de 1938, p. 9. 95. Vid. «Nuestras deportistas en París», Alianza, núm. 1, 9 de mayo de 1938, p. 6. 96. GOUNOT, André: Les Mouvements Sportifs Ouvriers en Europe…, Opus. Cit., pp. 200-202. Se mantuvo incluso un boletín de prensa que llevaba la falsa etiqueta de la ISR, dando así una apariencia de continuidad de la organización.

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La Internacional Deportiva Socialista pareció no conocer estos hechos hasta avanzado el año 1938. De hecho, en su Congreso de mayo, celebrado en Bruselas97, todavía se discutió sobre las relaciones con la ISR98. Al mismo, asistió, como invitada, una delegación española formada por el presidente de la FCDO y del Consejo de Educación Física y Deportes, Álvaro Menéndez, la esquiadora –y hermana de la también deportista Margot Moles– Lucinda Moles y el deportista mutilado y comandante de la 11 División, Luis Balaguer, quienes presentaron un informe sobre el trabajo deportivo realizado en la España republicana y la aportación, con un buen número de caídos ya en los frentes, de miles de deportistas populares a la lucha antifascista99. Tras la ocupación alemana de Checoslovaquia en marzo de 1939, la ISOS dejó de existir a pesar de los intentos por revitalizarla que tuvieron lugar en 1942 y la efímera puesta en pie de un Comité Deportivo Internacional del Trabajo en mayo de 1946. 4. LA

ACTIVIDAD DEPORTIVA EN LOS FRENTES Y EN LA RETAGUARDIA

Diversos autores han puesto de manifiesto cómo el deporte hubo de adaptarse a las circunstancias de la guerra, sirviendo sobre todo, tanto en el frente como en la retaguardia, como instrumento de preparación militar y toma de conciencia política. Allí donde no fue posible reiniciar las competiciones oficiales e incluso donde si se consiguió, como en Cataluña y Levante a partir de octubre de 1936, cobraron protagonismo los festivales benéficos en favor de las milicias, los hospitales de sangre, las víctimas de la guerra, los niños evacuados o determinadas organizaciones políticas y sindicales100. Además de servir para recaudar fondos con esos objetivos, los festivales se convirtieron en manifestaciones colectivas de homenaje a los soldados y de rechazo del fascismo. Por otro lado, contribuyeron a dar una apariencia de normalidad a la vida ciudadana, tratando así de mitigar por un tiempo las penalidades del conflicto101. Junto a los torneos benéficos, a medida que fue avanzando la contienda se hicieron más frecuentes las 97. El Congreso debía haberse celebrado en Ámsterdam, pero lo prohibió el gobierno holandés, por lo que tuvo lugar finalmente en la capital belga. 98. Aunque en el 7.º Congreso de la Federación Sindical Internacional (FSI), celebrado en Londres, en 1936, se acordó intensificar los trabajos en pro de la unidad sindical abriendo negociaciones con, entre otros, los sindicatos de la URSS, ese mismo mes de mayo de 1938, en una reunión celebrada en Oslo, el Consejo de la FSI rechazó las condiciones presentadas para su ingreso por los sindicatos soviéticos. El argumento de que estos carecían de independencia política y el temor a su posible supremacía sindical, determinaron el voto adverso de la mayoría del Consejo. La representación española votó a favor de su entrada, como lo hizo también el francés Jouhaux. Para la UGT, la decisión fue una grave equivocación, en un momento en que lo prioritario, por encima de cualquier otra consideración, era la unidad del proletariado mundial contra el fascismo. Vid. «El Consejo de la F. S. I. no ha servido los intereses del proletariado mundial», Adelante, núm. 406, 21 de mayo de 1938, p. 1. 99. Vid. «Deportes y Educación Física. La unidad deportiva de la juventud española», Trincheras, núm. 6, 5 de junio de 1938, pp. 14-15 y «Regreso de la Delegación Española que representó a España en el Congreso de la Internacional deportiva Obrera socialista», Trincheras, núm. 7, 12 de junio de 1938, p. 13. 100. Vid. CRUZ Y MARTÍN, A.: «Comentando el momento deportivo», Crónica, núm. 357, 13 de septiembre de 1936, p. 21. 101. Vid. «¡Jóvenes! Incrementad el deporte en el Ejército», Alianza, núm. 1, 9 de mayo de 1938, p. 6.

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competiciones militares o aquellas que enfrentaban a equipos de regimientos, donde participaban los cada vez más numerosos deportistas movilizados, con clubes civiles, contribuyendo así a la progresiva militarización del deporte102. La prensa de la época contiene un elevado número de artículos, notas y trabajos sobre la importancia del deporte en el Ejército103, la incorporación de deportistas a los frentes104 y la organización de festivales y torneos. Veamos a continuación algunos ejemplos representativos de estos últimos. A mediados de septiembre de 1937, tuvo lugar en el campo de Chamartín un evento deportivo-militar en honor a la 150 Brigada mixta. Se jugó un partido de rugby y se disputaron distintas pruebas atléticas; se efectuaron también exhibiciones de lanzamiento de disco y jabalina así como una demostración de lanzamiento de granadas. Por su parte, componentes de la Unión de Muchachas ejecutaron una serie de ejercicios de gimnasia rítmica. Después de un partido de fútbol, el acto terminó con exhibiciones de gimnasia realizadas por soldados de la Brigada homenajeada105. Unos días más tarde y en el mismo campo, las JSU clausuraban la reunión de su Comité Nacional con una parada deportivo militar que contó con la presencia del jefe del Ejército del Centro, el general Miaja, el ministro de Instrucción Pública, Jesús Hernández y el secretario general de la JSU, Santiago Carrillo. Se celebraron distintos concursos gimnásticos y atléticos, en los que participaron diferentes unidades militares, jóvenes deportistas de fábricas y chicos y chicas de las escuelas Alerta106. En octubre y en el marco del campeonato deportivo organizado por la 47 División entre sus unidades –en él se inscribieron más de 250 participantes–, se celebró un festival organizado por la 69 Brigada mixta que incluía un partido de fútbol, pruebas atléticas y de tracción de cuerda y una carrera de cross por patrullas con el equipamiento completo –casco, fusil, etc.–107. A finales de noviembre de 1937 tenía lugar en Madrid la carrera pedestre «Vuelta al Retiro» en la que participaron numerosos atletas pertenecientes a

102. PUJADAS I MARTÍ, Xavier: «De atletas y soldados. El deporte y la Guerra Civil Española en la retaguardia republicana (1936-1939)», en CANTARERO, Luis y ÁVILA, Ricardo (coords.): Ensayos sobre deportes…, Opus. cit., pp. 101 y 113. 103. Entre los muchos artículos publicados, pueden verse, como ejemplo, «El deporte en el Ejército», Ahora, núm. 271 (2.159), 4 de noviembre de 1937, p. 5; MENÉNDEZ, Álvaro: «Los Deportes en nuestro Ejército», Trincheras, núm. 1, 30 de abril de 1938, p. 9; «Siendo más fuertes seremos mejores soldados», Trincheras, núm. 5, 29 de mayo de 1938, p. 13; «Atletas y Soldados. La juventud y la fuerza al servicio de la Patria en peligro», Trincheras, núm. 6, 5 de junio de 1938, p. 15 y «Deporte en nuestro Ejército», Alerta, núm. 4, 28 de julio de 1938, s. p. 104. Sobre este último aspecto, pueden verse, entre otros, «Del frente y de la retaguardia», El Liberal, núm. 20.103, 6 de diciembre de 1936, p. 4; «Deportes. Futbolistas al frente», Adelante, núm. 119, 19 de junio de 1937, p. 2 o «Los deportistas en nuestra lucha. Mariano Meneses, el gran campeón, es hoy soldado», La Hora, núm. 123, 27 de octubre de 1937, p. 7. 105. Vid. «Festival deportivo en honor a la 150 Brigada mixta», Ahora, núm. 232, 21 de septiembre de 1937, p. 2. 106. Vid. «Juventudes Socialistas Unificadas. Gran parada deportiva militar en Chamartín», El Socialista, núm. 8.579, 24 de septiembre de 1937, p. 2; «Millares de jóvenes en la gran concentración deportivo-militar de la juventud, con motivo del Pleno Nacional de la J. S. U.», La Hora, núm. 98, 28 de septiembre de 1937, p. 9 y «Un grandioso festival deportivo-militar en Chamartín», Crónica, núm. 412, 3 de octubre de 1937, p. 5. 107. Vid. «Festival deportivo de la 69 Brigada mixta», Ahora, núm. 251, 13 de octubre de 1937, p. 5.

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diversas unidades militares y a sociedades deportivas madrileñas, como la FCDO o Salud y Cultura108. Unos días después, era el 168 Batallón, perteneciente a la 42 Brigada mixta, el que organizó un acto que contó con una carrera de camilleros –«siendo portadores de su correspondiente camilla ocupada por un soldado y dotada de su equipo militar completo»– por un recorrido accidentado de 400 metros, una carrera de equipos militares –«con uniforme militar, su correspondiente fusil y dotación completa»– sobre una distancia de 2.500 metros, un partido de fútbol y sendos concursos de tiro de pistola y de fusil. Al final, se repartieron distintos premios para los ganadores donados en su mayoría por el Socorro Rojo Internacional (SRI)109. La 5.ª División organizó unas pruebas deportivas «con miras no sólo al mejoramiento físico del soldado, sino también a su aplicación a la guerra: marchas forzadas a campo traviesa, saltos, etcétera». El propio general Miaja, al que le acompañaba su Estado Mayor, entregó los premios a los vencedores, felicitándose de haber asistido a un acto que «aunque en apariencia meramente deportivo, era trascendental para el entrenamiento de los soldados como combatientes»110. Aún sin terminar diciembre, tuvo lugar en el campo de deportes de Chamartín de la Rosa un festival a beneficio de los evacuados de Madrid y organizado por la Inspección General de Educación Física. Entre otras pruebas, figuró un partido de fútbol entre un equipo formado por combatientes del Madrid F. C. y otro integrado por elementos de una Brigada del 5.º Cuerpo de Ejército111. A comienzos de junio de 1938, el órgano de la Federación Socialista de Valencia, Adelante, daba la siguiente noticia: «En diferentes puntos de los frentes cercanos a Madrid se han celebrado, previa autorización del jefe del Ejército del Centro y bajo la dirección del jefe de la Cultura física de dicho Ejército, Heliodoro Ruiz, unos actos deportivos. Hubo combates de boxeo entre púgiles de los pesos gallo, ligero, plumas y welter, marcha de patrullas militares, desfiles, ejercicios gimnásticos, ejercicios de aplicación militar, lanzamiento de disco, jabalina, etc., pruebas que culminaron en un partido de fútbol»112. Con motivo del segundo aniversario del comienzo de la guerra se celebró en el campo de deportes de Chamartín un torneo deportivo-militar en el que se disputaba el «Trofeo Independencia de España», donado por el Estado Mayor del Ejército del Centro113. Todavía a la altura de finales de febrero de 1939, se informaba de los partidos correspondientes a las semifinales y finales de las categorías A y B del «Trofeo Defensa de Madrid»114. Una iniciativa que pretendió impulsar la actividad física entre los soldados del Servicio de Defensa contra gases, perteneciente al Ejército del Centro, fue la llamada «Mañana Deportiva». Nació en octubre de 1937 con el fin de dedicar

108. Vid. «Festivales, deportes y teatros en el Madrid de guerra», Crónica, núm. 420, 28 de noviembre de 1937, p. 10. 109. J. H.: «La 42 Brigada Mixta celebra un festival deportivo militar», Ahora, núm. 300 (2.188), 8 de diciembre de 1937, p. 6. 110. «Pruebas militares deportivas», El Socialista, núm. 8.648, 12 de diciembre de 1937, p. 2. 111. Vid. «Un festival deportivo», El Socialista, núm. 8.655, 21 de diciembre de 1937, p. 4. 112. «Los combatientes no descuidan su cultura física», Adelante, núm. 420, 6 de junio de 1938, p. 1. 113. Vid. «Festival deportivo militar», El Socialista, núm. 8.836, 17 de julio de 1938, p. 2. 114. «Trofeo Defensa de Madrid», El Socialista, núm. 9.014, 24 de febrero de 1939, p. 2.

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una mañana de la semana al cultivo de toda clase de deportes y a clases de gimnasia. Las noticias recogidas mencionan la celebración de campeonatos de pelota vasca, partidos de fútbol, torneos de esgrima y carreras de relevos115. Pero la realización más importante o una de las más importantes para el mejoramiento físico de los soldados fue la creación de la Escuela de Educación Física por parte del Comisariado. Su finalidad era velar por el desarrollo y mantenimiento atlético de los soldados en las unidades donde aún no se disponía de instructores del Consejo Nacional de Educación Física y Deportes. Se trataba de un centro de formación y capacitación de monitores. Los comisarios de esas unidades debían seleccionar entre los soldados de su Brigada los que tuvieran más conocimiento y mejor preparación en cultura física para su ingreso en la Escuela. El acto de inauguración de la misma tuvo lugar el 11 de septiembre de 1937 en el local que la Sociedad Gimnástica Española tenía en el número 20 de la calle Barbieri. Se realizaron ejercicios de gimnasia educativa, exhibiciones de lucha grecorromana y lucha libre, subida de cuerda y saltos de potro. El primer curso de la Escuela tuvo una duración de 22 días. El horario de trabajo iba desde las ocho de la mañana hasta las siete de la tarde y contaba con clases teóricas, charlas y clases prácticas. De los 110 soldados que consiguieron aprobar los exámenes la mayoría eran afiliados a la FCDO116. Haciendo balance de la «extraordinaria» labor deportiva del Ejército del Centro, Alianza, el órgano de expresión de la Alianza Juvenil Antifascista (AJA), informaba que 35.000 soldados formaban parte de sus equipos deportivos y grupos gimnásticos. Y comentaba: «Existen 40 escuelas de capacitación deportiva y gran número de instructores forjados en unos cursillos dados en las mismas trincheras. Desde diciembre del 36 (…) se han habilitado 66 campos de fútbol, 20 de baloncesto, 41 piscinas, 3 salas de armas, 26 gimnasios, 3 frontones y numerosas instalaciones de duchas y terrazas para los baños de sol. Las unidades de este Ejército (…) disponen de material deportivo y organizan continuamente competiciones y desfiles…». Señalaba igualmente que, como medio de emulación, el Cuerpo de Ingenieros había creado la Medalla del Mérito Deportivo, que era otorgada a los combatientes deportistas que destacaban por su actuación117. Pero si la zona Centro y Madrid fueron los primeros y más importantes lugares donde se llevaron a cabo torneos deportivos militares, estos no faltaron en otros territorios de la República, como Levante o Cataluña. En un artículo sin firma aparecido en El Mundo Deportivo en agosto de 1938 podía leerse lo siguiente: «La profusión de equipos militares que se han formado en estos últimos tiempos agrupando a los elementos que prestan sus servicios en los diferentes cuerpos de Ejército y similares, ha desembocado en lo que debía ser: la organización de

115. Vid. «El Servicio de Defensa contra gases celebra su primera “Mañana Deportiva”», Ahora, núm. 251, 13 de octubre de 1937, p. 5 y «“La Mañana Deportiva” del Servicio de Defensa contra gases», Ahora, núm. 269 (2.157), 2 de noviembre de 1937, p. 5. 116. Vid. «¡Por un gran movimiento deportivo-militar!», Ahora, núm. 224, 11 de septiembre de 1937, p. 2; «El Ejército del Centro tiene ya una Escuela de Educación Física», Ahora, núm. 226, 14 de septiembre de 1937, p. 4 y MATAMOROS: «Monitores en el Ejército del Centro. 100 soldados capaces de ser monitores», Ahora, núm. 255 (2.143), 17 de octubre de 1937, p. 4. 117. «Un ejemplo. Labor deportiva del Ejército del Centro», Alianza, núm. 2, 9 de junio de 1938, p. 12.

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un Torneo que agrupe a todos estos equipos y les enfrente para llegar a una clasificación, con el consiguiente interés deportivo»118. Una institución que colaboró al desarrollo de la cultura física en el Ejército fue el Consejo Nacional de Cultura Física y Deportes. Creado el 27 de mayo de 1937 y dependiente del Ministerio de Instrucción Pública, su finalidad era «controlar, encauzar y apoyar la educación física y los deportes en nuestra nación»119. Y aunque su labor se centrará sobre todo en la retaguardia, por lo que nos referiremos a ella con más detalle al examinar ese ámbito, también jugó un papel significativo, como indicábamos antes, en la preparación física de las unidades militares y el deporte en los frentes. El Consejo Nacional estaba compuesto por un presidente, un secretario y siete vocales nombrados por el Ministerio de la siguiente forma: dos a propuesta de la FCDO, otros dos propuestos por el Frente de la Juventud, uno por el CCEP, uno por la Unión Federal de Estudiantes Hispanos (UFEH) y otro por la Federación de Juventudes Libertarias120. Su constitución pudo estar motivada por la exposición que algún tiempo atrás la FCDO y el CCEP habían elevado al Gobierno pidiendo la creación de un organismo que rigiera el deporte y la cultura física en España. El rotativo Ahora afirmaba, en cambio, que el Consejo Nacional había sido creado a iniciativa de la FCDO121. Su presidente fue Álvaro Menéndez, antiguo redactor deportivo de Claridad, comisario político del Regimiento Motorizado de Ametralladoras y presidente del Comité Nacional de la FCDO. Entre sus componentes había médicos; deportistas, como Agosti y Margot Moles; profesores de educación física, como Lucinda Moles; preparadores de atletas, como Heliodoro Ruiz o conocidos gimnastas, «como Paso, Guevara y Juárez»122. Una de las primeras acciones de la nueva institución fue crear un cuerpo de instructores y monitores que ejercieran su labor en el frente y en la retaguardia. En unas declaraciones al periódico La Hora, efectuadas a comienzos del mes de agosto, Menéndez afirmaba que existía ya una Escuela de Monitores en Madrid, de la que habían salido setenta hombres «que ayudan a las unidades de combate en el trabajo de educación física»123. Destinados a los batallones y brigadas del Ejército del Centro, estos monitores, que aumentarían en número más tarde, encontraron en los comisarios políticos y en los Hogares del Combatiente, institución promovida por el propio comisariado y las JSU, una ayuda a la hora de impulsar y organizar las actividades físicas y los deportes124. Otro tanto ocurrió con los monitores que salieron al año siguiente del cursillo de capacitación de cultura

118. «Fútbol. Es natural. Un próximo torneo de equipos militares», El Mundo Deportivo, núm. 5.634, 29 de agosto de 1938, p. 1. 119. «El Consejo Nacional de Educación Física y Deportes», La Hora, núm. 33, 15 de julio de 1937, p.7. 120. Vid. «Ha sido creado, por el Gobierno de la República, el Consejo Nacional de Cultura Física y Deportes», El Mundo Deportivo, núm. 5.369, 30 de mayo de 1937, p. 1. 121. En Ahora, núm. 283 (2.171), 18 de noviembre de 1937, p. 4. 122. «Constitución del Consejo Nacional de Educación Física», Ahora, núm. 110, 4 de mayo de 1937, p. 9. 123. «El presidente del Consejo Nacional de Educación Física», La Hora, núm. 54, 8 de agosto de 1937, p. 7. 124. Vid. «El Ejército del Centro tiene ya sus profesores de cultura física», La Hora, núm. 116, 19 de octubre de 1937, p. 9.

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física realizado en Valencia. El Consejo Nacional, además, trató de alentar su labor en el frente, incluyendo notas y sugerencias en la prensa, como la siguiente: «Ni un solo esfuerzo vuestro se pierde. Cada soldado que enseñáis a respirar o a lavarse es un triunfo de nuestra lucha. Cada clase de gimnasia que organizáis, aun con todos los defectos, es como un ansia renovadora, como una afirmación de diaria afirmación. Un soldado limpio es mejor que un soldado sucio, un soldado fuerte vale por tres soldados achacosos. Quien sabe “construir” su propia fortaleza física es avaro de ella y la conserva para los momentos decisivos de la lucha: para el ataque, para la resistencia. El soldado que ama la cultura física nunca es baja por lesiones de pies infectados, nunca derrocha su caudal juvenil en estériles alardes de prostíbulo. Este soldado tomará todas las precauciones para no ser una “baja sorda” de nuestro Ejército. Las clases de gimnasia son el mejor entrenamiento para adquirir un sentido más hondo de la disciplina»125. Para Álvaro Menéndez, el plan trazado por el Consejo Nacional para el Ejército del Centro y que contó con el apoyo del Comisariado, la FCDO y las JSU, había sido muy positivo, hasta el punto de haberse creado un verdadero «movimiento deportivo» que incluía una amplia gama de deportes, gimnasia, natación, ejercicios de salvamentos, etc. El resultado, sin embargo, no parecía ser tan halagüeño en otras zonas, por lo que un objetivo principal de la institución y de su presidente consintió en forjar un plan igual para todo el Ejército. Este plan comprendería tres elementos o pasos esenciales: reconocer como necesaria la educación física en todas las unidades militares; forjar el personal técnico preciso y acordar un mismo método a seguir en todos los lugares. La clave para él estaba en poder realizar un cursillo de capacitación de dos o tres meses para que los varios millares de jóvenes movilizados que practicaban deporte antes de la guerra pudieran desempeñar a plena satisfacción y bajo la inspección de elementos de superior capacitación, el papel de instructores de educación física en el Ejército. Se trataba, en suma, de crear unas Milicias de la Cultura Física que podían ser una sección de las Milicias de la Cultura ya existentes126. Planteado a finales de la primavera de 1938, el avance de la guerra impidió que el proyecto pudiera llevarse a cabo. Las organizaciones juveniles dieron también mucha importancia al deporte y la educación física en el Ejército, conscientes de que su aplicación a la guerra daría como resultado unidades militares fuertes, resistentes y disciplinadas, sin dejar de ser, al mismo tiempo, un instrumento para la formación política de los soldados. En esta tarea, colaborando con iniciativas de otros organismos, como el Ministerio de Defensa, el Consejo Nacional de Educación Física y Deportes y el Comisariado de Guerra, o desarrollando sus propias propuestas, el protagonismo de la Juventud Socialista Unificada será incuestionable. La JSU estaba formada, como es bien sabido, por jóvenes socialistas y comunistas que, en el periodo de la guerra y en un contexto político diferente al que dio origen a su unificación, quedarán bajo la dependencia del PCE. Esa subordinación no será solo decisión de la dirección de la organización juvenil, en manos de militantes comunistas,

125. «Consejos a los Monitores de Cultura Física», Trincheras, núm. 4, 22 de mayo de 1938, p. 13. 126. MENÉNDEZ, Álvaro: «Los Deportes en nuestro Ejército», Trincheras, núm. 1, 30 de abril de 1938, p. 9.

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sino la opción adoptada también por la mayoría de la militancia127. La guerra impidió la celebración del previsto Congreso de Unificación. En su defecto, el 20 de septiembre se nombró una Comisión Ejecutiva Unificada que, con Santiago Carrillo como Secretario general, asumió las funciones de dirección. En ella existió un Secretariado de Deportes, siendo nombrado el joven comunista Justo Rodríguez para ocuparlo. Las JSU, siguiendo la táctica aplicada por el comunismo desde los años finales de la República, tuvo como primer objetivo –además de colaborar a la victoria en la guerra– constituir un amplio movimiento juvenil abierto, con independencia de la ideología de sus integrantes siempre que estuvieran dispuestos a combatir el fascismo. Así quedó corroborado, frente a las reticencias del sector caballerista de la organización, encabezado por Hernández Zancajo y lanzado al izquierdismo ideológico, en la Conferencia Nacional celebrada en Valencia en enero de 1937 y en las reuniones del Comité Nacional y del Pleno del mismo, que tuvieron lugar en mayo y septiembre respectivamente de ese mismo año. Para llevar a efecto este objetivo unitario, las JSU promovieron dos organismos que se sucedieron en el tiempo. El primero, con antecedentes en el periodo inmediatamente anterior al estallido de la guerra, fue el Frente de la Juventud, que contaría con la adhesión de otros muchos grupos juveniles, entre los que se encontraban la FCDO y Salud y Cultura, pero con la negativa de las Juventudes Libertarias, que, en unión de las Juventudes del POUM formaron el Frente de la Juventud Revolucionaria. El segundo, más amplio, por la incorporación de los anarquistas128, fue la Alianza Juvenil Antifascista (AJA), cuyas bases se aprobaron el 31 de agosto de 1937. Ambos organismos contaron con sendos departamentos de cultura y deportes. Las JSU hicieron de la formación política, técnica, cultural y deportiva de los jóvenes en el Ejército uno de sus principales objetivos. Contaron para ello con el auxilio de la FCDO y emplazaron a los organismos unitarios de la Juventud para hacer de esa formación una de sus primeras misiones. A través de sus órganos de expresión, no dejarán de promover la actividad física como base de un Ejército fuerte y disciplinado. Por otro lado, en los días de descanso el deporte constituía «un alegre esparcimiento y un modo de alejarse momentáneamente del ritmo de la guerra»129. En esa misma línea, algunos artículos se dedicaron al adiestramiento de los soldados en el manejo y lanzamiento de la jabalina o del peso, lo que debía servir para lanzar con destreza las bombas sobre objetivos enemigos. Otros recogieron y difundieron medidas adoptadas por organismos oficiales como el Consejo Nacional de Educación Física y Deportes130. El rotativo

127. Vid. VIÑAS, Ricard: La formación de las Juventudes Socialistas Unificadas (1934-1936), Madrid, Siglo XXI, 1978, pp. 53-59. 128. Prácticamente, el único grupo que se mantuvo fuera de la AJA fue la Juventud Comunista Ibérica, opuesta a la «contrarrevolución burguesa» y el abandono de los objetivos revolucionarios promovido, según ella, por las JSU. 129. GUEVARA, M. (de la FCDO): «El deporte y su aplicación a la guerra», Al Frente, núm. 69, 19 de septiembre de 1937, p. 6. Vid. también, «El deporte, exigencia de la juventud y de la guerra», La Hora, núm. 122, 26 de octubre de 1937, s. p. y «¡Jóvenes! Incrementad el deporte en el Ejército», Alianza, núm. 1, 9 de mayo de 1938, p. 6. 130. Vid., como ejemplo, MENÉNDEZ, Álvaro: «Instructores de cultura física, ¡salud!», Trincheras, núm. 4, 22 de mayo de 1938, p. 12.

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Trincheras, subtitulado Semanario del soldado y editado en Barcelona por la JSU, abrió un concurso con el fin de impulsar la educación física y el deporte entre los soldados. Estaba dotado con 15 premios en material deportivo para otros tantos combatientes que remitieran las mejores y más completas respuestas a dos preguntas: ¿qué deporte te interesa más? y ¿por qué? La organización deportiva Alerta, de la que luego nos ocuparemos, se sumó al concurso ofreciendo cinco de los quince premios131. El semanario se ofreció también para remitir libros y folletos de deporte a aquellas unidades que carecieran de ellos. La preocupación por la preparación física en el Ejército tuvo en los Hogares del Soldado, los Clubes de Educación del Soldado y la organización de eventos deportivos los principales medios para su realización práctica132. La Conferencia de Valencia señaló como una de las tareas esenciales de la juventud combatiente la creación de Hogares del Soldado en los frentes como medio de educación elemental, militar, política y física. Hogares que eran para todos, pero especialmente para la juventud y que no debían ser «la Casa de una determinada ideología». En febrero de 1937 ¡Al Frente!, el Boletín de la JSU de Madrid, reconocía que en ese objetivo se habían hecho notables progresos desde el comienzo de la guerra, pero no los suficientes, por lo que era necesario seguir dando pasos adelante «en el trabajo educativo, cultural y militar»133.

Fig. 88. La JSU promueve los Hogares del Soldado (¡Al Frente!, núm. 333, 3 de febrero de 1937, p. 1).

Como quiera que estos Hogares eran organismos de tipo oficial, las JSU se encargaron de impulsar en batallones y brigadas Comités de Enlace para analizar los medios de organizarlos, entrevistarse con los comisarios, a quienes 131. Vid. «Gran concurso de “Trincheras”», Trincheras, núm. 4, 22 de mayo de 1938, pp. 12 y 13 y «De nuestro concurso deportivo», Trincheras, núm. 5, 29 de mayo de 1938, pp. 12 y 13. 132. El estudio más completo sobre estas iniciativas y su alcance es el de FERNÁNDEZ SORIA, Juan Manuel: Juventud, Ideología y Educación…, Opus. cit., pp. 118-149. 133. «Hogares del soldado en el frente», ¡Al Frente!, núm. 33, 3 de febrero de 1937, p. 1.

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correspondía la iniciativa formal de crearlos, proponerles su ayuda en esa tarea y solicitar las oportunas ayudas públicas con ese fin. Dichos comités estaban formados por miembros de las distintas organizaciones juveniles, las cuales, junto con la acción del comisario y posibles suscripciones entre los combatientes, deberían colaborar para hacerse con los medios a utilizar en el Hogar. Porque un Hogar bien equipado debía contar con varias secciones: biblioteca, sala de lectura y de prensa, clases para analfabetos, de cultura general, de conocimientos técnicos y de formación política, salas de recreo y descanso, periódicos murales, charlas y conferencias, y grupos de arte y de deporte134. Características que, como es lógico, no todos ni la mayoría de los Hogares que se formaron consiguieron tener o completar. Por otro lado, como señalaba un militante de la JSU de Madrid, algunos pecaban de una focalización excesiva en la capacitación cultural, siendo necesario que una mayor parte del tiempo libre del soldado se dedicara a otras secciones como la sala de recreo o los deportes135. El mayor número de Hogares se abrieron en la zona centro. La prensa recogió la creación de algunos de ellos, como el que a finales de 1937 abrió la 75 Brigada mixta y que constaba de biblioteca, sala de lectura, bar y un salón de tertulia que podía habilitarse para la celebración de conferencias136. O como el que con el nombre de «Club Juvenil Cultural Deportivo» decía disponer de juegos de mesa, una pequeña biblioteca, un gramófono, material deportivo y un gimnasio137. A mediados de agosto de ese año se inauguraba en el cuartel de Infantería n.º 9 el primer Hogar del Soldado creado en Valencia. Al acto asistieron el Comisario general de Guerra, Julio Álvarez del Vayo, el Subcomisario, Felipe Petrel y el gobernador civil, además de distintas autoridades militares. Una prueba de su todavía escasa expansión la encontramos en la alocución pronunciada por el Comisario general. En un momento de la misma, Álvarez del Vayo afirmaba que el nuevo Hogar señalaba a los comisarios de todos los frentes el camino a seguir138. El Pleno ampliado del Comité Nacional, celebrado en septiembre de 1937, decidió sustituir los Grupos como organización de base de los afiliados a las JSU y que parecían haber tenido una connotación demasiado cerrada o partidista, por los Clubes, abiertos a todos los jóvenes antifascistas y donde se realizarían actividades encaminadas a «unir, educar y organizar a la juventud española para ganar la guerra». Aunque estaban pensados tanto para el frente como para la retaguardia, fue en las unidades militares donde adquirieron un mayor protagonismo, denominándose «Clubs de Educación del Soldado» o también «Clubs de Educación de la Juventud en armas». Esta instancia complementaba la acción de los Hogares, utilizándolos para desarrollar las funciones que tenía encomendadas.

134. «Los Hogares del Soldado. Instrucciones del Comité de Enlace para su organización», ¡Al Frente!, núm. 43, 30 de marzo de 1937, p. 3. 135. GONZÁLEZ, B.: «Hogares del Soldado», ¡Al Frente!, núm. 54, 23 de mayo de 1937, p. 3. 136. «La 75 Brigada Mixta inaugura su “Hogar del Combatiente”», Adelante, núm. 259, 2 de diciembre de 1937, p. 3. 137. L. D.-C.: «Hogares del Soldado, clubs en los frentes», Ahora, núm. 300 (2.188), 8 de diciembre de 1937, p. 5. 138. «En la inauguración del primer ¡Hogar del Soldado! En nuestra ciudad pronunció dos vibrantes parlamentos el comisario general de Guerra, camarada Álvarez del Vayo», Adelante, núm. 172, 21 de agosto de 1937, p. 5.

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Entre estas funciones estaban la enseñanza de los analfabetos, la cultura general, la formación técnica, la educación política y los deportes139. La capacitación deportiva, cuyo objetivo era conseguir soldados y mandos sanos, fuertes y resistentes, se convirtió en uno de los fines prioritarios de los Clubes. Para ello era necesaria la colaboración estrecha con los comisarios y, sobre todo, con los instructores de cultura física, caso de que existieran. De no ser así, los miembros más capacitados del Club se encargarían de promover las actividades deportivas. Los órganos de las JSU se encargaron de alentar esta labor insistiendo en que «en cualquier batallón o brigada se pueden formar equipos de fútbol, de rugby, de natación; equipos atléticos, recogiendo las aspiraciones y cualidades de cada soldado»140. La tarea encomendada a los clubes estaba orientada por las Comisiones de Educación del Soldado, organismos controlados por militantes de las JSU. Sus miembros, como los de los clubes, debían ser «los mejores auxiliares de los mandos militares y de los comisarios políticos»141. Sin embargo, tanto el número como la efectividad real de estas entidades nos son desconocidos. Aunque no cabe duda que, al igual que los Hogares del Soldado, contribuyeron a organizar torneos y campeonatos deportivos, es muy posible que la dinámica y las exigencias de la guerra hicieran que, en buena medida, se confundieran los deseos con las realidades. En un artículo publicado en Juventud Combatiente en febrero de 1938 se insistía aún en la necesidad de proceder a su constitución y de trabajar en ellos con tesón y firmeza. Y se afirmaba: «Infinidad de clubs deportivo-culturales de la JSU funcionan hoy en el Ejército. Muchos de ellos deficientemente y en algunos lugares no existen»142. En la retaguardia, la actividad deportiva se vio igualmente constreñida por las necesidades impuestas por la guerra y, como ya hemos señalado, por la movilización de los jóvenes deportistas, que pasaron a practicar sus especialidades, cuando eso fue posible, en los frentes. Con todo, en algunas ciudades, como Barcelona y Valencia, su inicial lejanía de los campos de batalla permitió que el deporte se desarrollase con cierta normalidad una vez superados los traumáticos momentos iniciales de la guerra. La prensa de ambas ciudades, como El Mundo Deportivo, El Mercantil Valenciano o Adelante informaban con regularidad de los torneos y competiciones que tuvieron lugar. Los estadios de Les Corts y Mestalla fueron escenario de un buen número de partidos de fútbol correspondientes a distintos campeonatos, como la Liga catalana, la Liga Cataluña-Levante, la Liga Mediterránea o la Copa España Libre143. Y lo mismo ocurrió en los trinquetes, donde se siguieron viendo partidos de pelota, los canódromos, abiertos para

139. Vid. «Labor de los Clubs en el Ejército», ¡Al Frente!, núm. 70, 3 de octubre de 1937, p. 3. 140. «¡Por una juventud feliz!», ¡Al Frente!, núm. 70, 3 de octubre de 1937, p. 1. 141. «Clubs de Educación de la Juventud en armas», Juventud Combatiente, núm. 1, 10 de octubre de 1937, p. 1. 142. «Ninguna unidad del Ejército sin su club educativo», Juventud Combatiente, núm. 6, 7 de febrero de 1938, p. 6. 143. Vid., entre otros muchos, «Todo indica que el campeonato de Cataluña empieza bien», El Mundo Deportivo, núm. 5.137, 4 de octubre de 1936, p. 1; «Fútbol. La Liga Valencia-Cataluña», El Mundo Deportivo, núm. 5.287, 3 de marzo de 1937, p. 1; «Deportes. En Mestalla. Mañana, domingo», Adelante, núm. 160, 7 de agosto de 1937, p. 2 y «La Liga catalana de fútbol. El Barcelona es vencedor completo con buena ventaja…», El Mundo Deportivo, núm. 5.634, 29 de agosto de 1938, p. 1.

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las carreras de galgos, o las piscinas, donde se celebraron pruebas de natación. Algunas actividades deportivas, especialmente encuentros de fútbol, carreras atléticas y pruebas ciclistas, fueron organizadas –y dotadas con premios– por los Comités Provinciales de las JSU144. Sin embargo, a partir del verano de 1938 la actividad deportiva –y la consiguiente información periodística–, como ya comentamos, fue reduciéndose progresivamente hasta prácticamente desaparecer en los últimos meses de la guerra. Una cuestión interesante, sobre la que ya llamó la atención García Candau, fue la permanencia de la violencia en los partidos de fútbol, tal y como había ocurrido antes de la guerra y de la que no se había visto libre el fútbol modesto ni el patrocinado por las organizaciones obreras. En no pocas ocasiones, la prensa recogió agresiones al árbitro, incidentes entre los seguidores de uno y otro equipo y altercados en los que se vieron envueltos los jugadores145. Los avisos, reconvenciones y hasta amenazas de sanciones –multas, eliminación de equipos de las competiciones, clausura de terrenos de juego, etc.– de las autoridades deportivas, insertas también en los periódicos, parece que no dieron el resultado que se esperaba146. La camaradería de quienes estaban en un mismo bando en la guerra y que se suponía debía presidir cualquier actividad deportiva no fue suficiente dique para evitar que sentimientos, pasiones y desahogos encontraran en el fútbol una válvula de escape y, por tanto, un medio ideal para su exteriorización. Desde su creación en mayo de 1937, el Consejo Nacional de Educación Física y Deportes, con el apoyo de entidades deportivas como la FCDO y de organizaciones políticas como las JSU, se va a ocupar del deporte en la retaguardia y principalmente en los centros de enseñanza. Dos meses después de su formación se dirigía a todas las federaciones y agrupaciones deportivas para advertir de vicios en las normas y métodos deportivos, que era preciso corregir. Y aunque afirmaba carecer todavía del personal suficiente, apelaba a la colaboración de los dirigentes deportivos para esa tarea correctora denunciando, como perjudiciales, las siguientes prácticas: «Primera.– Los campeonatos de fútbol, básquet y hockey infantiles y femeninos, regidos por tiempos de duración y normas como se emplean para los adultos masculinos (…). Segunda.– Alargar una competición de esa índole después de un empate al final del tiempo, es agravar grandemente el mal inicial. Tercera.– La gimnasia de aparatos en los niños (anillas, paralelas, etc.), que siempre sirven para atrofiar, en lugar de favorecer, el normal desarrollo infantil»147. Por las mismas fechas, su presidente indicaba que el Consejo Nacional estaba editando folletos de gimnasia de corrección para las fábricas, «al objeto de compensar, por medio de pocos ejercicios eficaces y sencillos, las taras que el trabajo diario causa en el individuo». Afirmaba que se iba a fomentar la creación

144. Vid., entre otros, «Fútbol», Adelante, núm. 99, 26 de mayo de 1937, p. 2 y «Ciclismo», Adelante, núm. 150, 27 de julio de 1937, p. 2. 145. GARCÍA CANDAU, Julián: El Deporte en la Guerra Civil…, Opus. cit., pp. 317-326. 146. Vid., como ejemplos, «Nadie debe ir con armas a los campos de fútbol. Ni debe haber incidentes violentos de ninguna clase», El Mundo Deportivo, núm. 5.137, 4 de octubre de 1936, p. 1 y «Deben restringirse los partidos de fútbol», Adelante, núm. 352, 20 de marzo de 1938, p. 1. 147. «Deportes. A todas las Agrupaciones deportivas, Federaciones, etc.», Adelante, núm. 160, 7 de agosto de 1937, p. 2.

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de clubes deportivos de fábrica y ayudar a la Unión de Muchachas, a los Pioneros y al movimiento ¡Alerta! en sus actividades deportivas. Y que se estaban editando reglamentos ilustrados de todos los juegos así como una Cartilla de gimnasia general. Señalaba también como un «grave mal» que las instalaciones deportivas estuvieran en manos de entidades militares o sindicales, «con nula o escasa visión total del problema» al primar el «negocio de taquilla» sobre las necesidades de niños y jóvenes. Terminaba diciendo que el Consejo Nacional iba a poner a disposición del deporte juvenil «todo lo que la guerra permita hacer en este sentido»148. En esa línea de apoyo a las agrupaciones deportivas hay que entender el acuerdo adoptado en la segunda Asamblea del Consejo, celebrada en Valencia el 1 de noviembre, de ampliar dicho órgano con delegados de la Unión de Muchachas, la Federación de Pioneros y la Unión de Federaciones Españolas149. Para poder llevar a cabo sus objetivos, el organismo creó los cuerpos nacionales de profesores y ayudantes de educación física cuya labor se desarrollaría en grupos escolares y agrupaciones juveniles de Madrid, Valencia y Barcelona. Al mismo tiempo, instituyó el cuerpo de instructores y monitores, los cuales ejercerían su labor en los frentes y en la retaguardia150. Muy pronto, los primeros miembros de este último cuerpo se integraron en el Ejército del Centro. Aunque Menéndez se quejaba de la dificultad que suponía la falta de cuadros para poder desarrollar su tarea en plenitud, debido a que los que podrían hacerlo se encontraban en los frentes, el Consejo Nacional puso en marcha sendos cursillos de capacitación para monitores de cultura física en Valencia y Madrid151. García Candau indica que el primer curso se celebró en Valencia, en enero de 1938, presentándose 300 aspirantes y aprobando 57, de los que 22 eran mujeres. Entre los que superaron las pruebas se encontraban deportistas conocidos como Marta González o el nadador Manolo Martínez152. Sin embargo, ya en noviembre del año anterior tuvieron lugar en Valencia, en el campo de Mestalla, exámenes eliminatorios para monitores, a los que se presentaron 28 muchachas y un elevado número de chicos, muchos de ellos estudiantes de la FUE y afiliados a la FCDO153. Se anunció que exámenes idénticos se celebrarían en Madrid, existiendo en ambas convocatorias un total de 150 plazas. Y se preveían exámenes a corto plazo para cubrir 50 plazas de instructores, cuyo sueldo sería de 6.000 pesetas anuales154.

148. MENÉNDEZ, Álvaro: «El Presidente del Consejo Nacional de Educación Física», La Hora, núm. 54, 8 de agosto de 1937, p. 7. 149. Vid. «Una Asamblea y un llamamiento del Consejo Nacional de Educación Física y Deportes», Ahora, núm. 274 (2.162), 7 de noviembre de 1937, p. 7. 150. «Una disposición importantísima. Así se hará fuerte nuestra juventud», La Hora, núm. 135, 10 de noviembre de 1937, p. 7. 151. «Álvaro Menéndez nos habla del reciente decreto sobre el deporte aéreo», La Hora, núm. 95, 23 de septiembre de 1937, p. 7. 152. GARCÍA CANDAU, Julián: El Deporte en la Guerra Civil…, Opus. cit., pp. 258-260. Sobre el cursillo de Madrid no hemos localizado información alguna. 153. Vid. «Nuestros futuros atletas celebran sus exámenes para monitores», La Hora, núm. 150, 27 de noviembre de 1937, p. 8. 154. Vid. «Importantes órdenes de Instrucción Pública. Se crea el Cuerpo de profesores, instructores y ayudantes de Educación física», Ahora, núm. 276 (2.164), 10 de noviembre de 1937, p. 3 y «Se

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En septiembre de 1937 y con el doble fin de dar satisfacción «a los anhelos de nuestra juventud en materia de educación física y deportes» y ampliar el campo de acción en que venía desenvolviéndose el Consejo Nacional, el Ministerio de Instrucción Pública dispuso, por decreto, la creación de una Sección especial destinada a fomentar el deporte aéreo, los vuelos sin motor y el paracaidismo. En el decreto se indicaba que se establecerían, con carácter urgente, bases de deporte aéreo en Valencia, Madrid y Barcelona, construyéndose en cada una de ellas una torre de paracaidismo. Al mismo tiempo, se editarían reglamentos, folletos y publicaciones de carácter popular para incentivar entre la juventud la afición a esos deportes y se consagraría una atención especial a los vuelos sin motor y a la construcción de planeadores. Finalmente, el Consejo Nacional velaría para que entre los niños de las escuelas, residencias infantiles y sociedades deportivas se difundiera esa afición mediante la construcción de pequeños planeadores y aviones de juguete155. El Ministerio, además, se comprometía a habilitar los créditos necesarios para el buen funcionamiento de la Sección. Aunque tenemos unas pocas noticias de demostraciones de paracaidismo y de ejercicios de vuelos sin motor, no podemos asegurar que la iniciativa tuviera realmente éxito. El Consejo se impuso como una de sus principales tareas no solo dinamizar las entidades deportivas, sino tratar de unificarlas y coordinar lo que hasta ese momento eran o parecían ser iniciativas dispersas. Su Secretario general y relevante miembro de la FCDO, Justo Rodríguez Suaña, planteaba la necesidad de una unidad de acción entre las Federaciones obreras y las entidades oficiales puesto que en la España republicana todas las organizaciones eran eminentemente populares. Incluso el propio Consejo Nacional estaba representado por la nueva juventud unida en una lucha común. En este escenario, se preguntaba si tenía sentido seguir manteniendo las «viejas y gloriosas organizaciones deportivas de combate» entre las que la FCDO, el CCEP y Salud y Cultura fueron siempre, según afirmaba, la vanguardia más eficaz y fiel. En su opinión, solo tenía razón de ser un movimiento deportivo: el oficial. El papel de organismos como la FCDO era el de ayudar a reconstruir ese movimiento deportivo «y mantenerle afiliado a sus respectivas Federaciones Internacionales»156. En un sentido parecido e incidiendo en las ventajas que la unidad comportaría en el ámbito internacional se expresaba el periodista deportivo Martínez Roucet157. Este mismo entrevistaba a Justo Rodríguez, quien afirmaba que la unidad estaba en marcha, habiéndose celebrado en Madrid conversaciones entre los dirigentes de las Federaciones llamadas oficiales y la FCDO para llegar a constituir en la región castellana una sola Federación. Ponía el acento también en que de la fusión se obtendrían ventajas en las relaciones con las Internacionales oficiales del deporte consiguiendo

crea el Cuerpo de profesores, instructores y ayudantes de Educación física», Ahora, núm. 279 (2.167), 13 de noviembre de 1937, p. 8. 155. «Una orientación de brillante porvenir para la juventud. Se crea una Sección, dentro del Consejo de Educación Física y Deportes para fomentar en España el deporte aéreo», Adelante, núm. 197, 21 de septiembre de 1937, p. 5. 156. RODRÍGUEZ SUAÑA, Justo: «¡¡Unifiquemos el movimiento deportivo!!», La Hora, núm. 111, 13 de octubre de 1937, p. 9. 157. MARTÍNEZ ROUCET: «La unidad deportiva en marcha», La Hora, núm. 117, 20 de octubre de 1937, p. 9.

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así anular las pretensiones franquistas de ganar la batalla deportiva en el plano internacional. Finalmente, anunciaba que en noviembre tendría lugar una asamblea en Valencia de donde saldría «el gran movimiento único deportivo popular español»158. A finales de octubre, en efecto, el Consejo anunciaba la asamblea de las federaciones deportivas, en la que además de marcar las líneas generales a seguir para alcanzar la unificación, se examinarían las tareas realizadas por ese organismo y las relaciones con las internacionales deportivas159. Convocada por el Consejo Nacional y presidida por Álvaro Menéndez, a finales de noviembre tuvo lugar, en el Paraninfo de la Universidad de Valencia, la primera Asamblea Nacional de Federaciones Deportivas. A la misma concurrieron delegaciones de 36 Federaciones y entidades deportivas y culturales160. Menéndez presentó un informe de la actuación del Consejo y de sus relaciones con las Federaciones. Al mismo tiempo, planteó las normas de trabajo y orientación que debían presidir en el futuro esas relaciones, manifestándose de completo acuerdo todos los delegados presentes. A propuesta del presidente de la asamblea se acordó por unanimidad enviar sendos telegramas de adhesión y ofrecimiento al presidente del Gobierno y al ministro de Instrucción Pública161. Por otro lado, el Consejo se arrogó la máxima representación del deporte español en el ámbito internacional y para tratar de normalizar las relaciones de las distintas federaciones deportivas en dicho ámbito dispuso ayudarlas pagando las cuotas atrasadas que algunas de ellas debían a los organismos internacionales162. Un esfuerzo que, a la postre, como ya comentamos, resultaría baldío. Juan Manuel Fernández Soria señaló ya el interés de las JSU y sobre todo de su organización madrileña en la educación premilitar de aquellos jóvenes que aún no tenían la edad para incorporarse al frente y cómo de ese interés va a nacer en noviembre de 1936 el movimiento ¡Alerta!, cuyas escuelas tendrán como principal finalidad esa educación y la formación deportiva de sus integrantes, chicos y chicas comprendidos entre los 14 y los 20 años. Unas escuelas que la JSU puso en manos del Frente de la Juventud para garantizar su independencia y evitar cualquier partidismo político en las mismas163.

158. MARTÍNEZ ROUCET: «Hablando con Justo Rodríguez, secretario general del Consejo Nacional de Educación Física y Deportes. La unidad deportiva, un hecho», La Hora, núm. 119, 22 de octubre de 1937, p. 9. 159. Vid. «La gran Asamblea de las Federaciones deportivas», La Hora, núm. 124, 28 de octubre de 1937, p. 9. 160. La relación completa de las entidades presentes en la Asamblea, entre las que se encontraban la Unión de Federaciones Españolas Deportivas Amateurs, la FCDO de España y sus secciones del Centro, Levante Norte y País Vasco, la FUE de Valencia, el Consejo Nacional de Pioneros, el CCEP, la Unión de Muchachas y Federaciones oficiales de prácticamente todos los deportes, puede verse en «Primera Asamblea Nacional de Federaciones Deportivas», La Hora, núm. 153, 1 de diciembre de 1937, p. 2 y en «Se celebra la primera Asamblea Nacional de Federaciones deportivas», Adelante, núm. 258, 1 de diciembre de 1937, p. 2. 161. «El domingo en el Paraninfo de la Universidad. La Asamblea de las Federaciones Deportivas», La Hora, núm. 152, 30 de noviembre de 1937, p. 9. 162. Se trataba, concretamente, de las Federaciones amateurs de Natación y Boxeo, la Confederación Española de Atletismo y la Federación Española de Basket-Ball. 163. FERNÁNDEZ SORIA: Juan Manuel: Juventud, Ideología y Educación…, Opus. cit., pp. 167-169.

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Fig. 89 Una cabecera del semanario ¡¡Alerta!!.

Rápidamente aparecerán en Madrid carteles, anuncios, pasquines y notas en la prensa llamando a los jóvenes a inscribirse en las oficinas habilitadas con ese fin164. Al llamamiento acudieron inmediatamente 400 chicos, sumándose poco después otros cientos de ellos165. En enero de 1937 existían ya en la ciudad 20 escuelas bajo la dirección de profesores «especializados» y en las que se realizaba una intensa educación física y una formación premilitar, consistente en el aprendizaje del manejo de las armas más elementales, los sistemas de defensa contra bombardeos aéreos o el uso de gases y la adquisición de hábitos de disciplina, obediencia y compañerismo. Al mismo tiempo, se practicaba el deporte en general, pero preferentemente el que, como las marchas, el atletismo o la gimnasia, tenían una aplicación directa para la guerra y la vida del soldado166. También se realizaba una labor cultural, consistente en clases contra el analfabetismo, de cultura general y de idiomas, charlas y conferencias, proyecciones cinematográficas, elaboración de periódicos murales, etc. El 13 de enero tuvo lugar en el cine Capitol de Madrid el acto inaugural de la organización. En el mismo intervinieron distintas personas, como Torres, presidente del Frente de la Juventud, Agustín Nieto, Secretario general de ese organismo y el comandante Carlos, en representación del 5.º Regimiento. Los coros de «Altavoz del Frente» entonaron el himno de ¡Alerta! y se proyectaron 164. Vid., como muestra, «Educación premilitar de Alerta. A los jóvenes de dieciséis (sic) a veinte años», El Liberal, núm. 20.112, 15 de diciembre de 1936, p. 4. 165. Vid. «Bajo las banderas de un movimiento que nació entre descargas…», La Hora, núm. 62, 17 de agosto de 1937, p. 6. 166. Un muestrario de las actividades deportivas desarrolladas en la Escuela número dos, de Madrid, puede verse en AUMENTE, Luis: «Un, dos, tres…», Ahora, núm. 302 (2.190), 10 de diciembre de 1937, p. 4.

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dos películas167. En marzo eran ya 43 las escuelas que funcionaban para un total de 10.000 muchachos. Con objeto de impartir también una cultura superior la delegación cultural de su Comité Central informaba que se estaban dando los primeros pasos para crear una Escuela Central que entraría en funcionamiento al poco tiempo168. El rápido crecimiento de la entidad llevó al Comité a convocar para el 25 de abril una Conferencia local con la finalidad de contribuir a mejorar su organización y dar así comienzo a una segunda etapa en su trayectoria. En el acto, celebrado en el Ateneo, intervinieron, entre otros, varios representantes del Comité Central, el dibujante Bardasano, el comandante Líster, un delegado de la FCDO y otro de la FUE, y el por entonces presidente del Frente de la Juventud, Eladio Martín. A su término se eligió un nuevo Comité presidido por Antonio López, con Gerardo González como secretario de organización y nueve vocales, entre los que se encontraba una mujer, Maruja Valiente169.

Fig. 90. Cartel de ¡Alerta!, obra de José Bardasano (Centro Documental de la Memoria Histórica).

167. Vid, «¡Alerta!, la organización de educación de todos los jóvenes», Ahora, núm. 13, 14 de enero de 1937, p. 4. 168. «La cultura de los jóvenes. Escuela Central de “Alerta”», Ahora, núm. 57, 5 de marzo de 1937, p. 10 y EL REPORTER NUM. 1: «Una visita a los directivos de ¡¡Alerta!!», ¡¡Alerta!!, núm. 2, 13 de marzo de 1937, p. 2. 169. Vid. «La Conferencia Central de las Escuelas Alerta», Ahora, núm. 105, 29 de abril de 1937, p. 9.

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La organización pasó a extenderse por todo el territorio republicano, aunque no con la misma fuerza que en Madrid, donde tuvo siempre su más amplia representación. Prueba de ello fue la concentración deportiva que en el verano tuvo lugar en el campo de deportes de Chamartín y que contó con la presencia del presidente del Consejo Nacional de Educación Física y Deportes, Álvaro Menéndez. En el desfile inaugural de los atletas de las diversas escuelas participaron más de 500 chicos y unas 100 chicas. Se realizaron ejercicios gimnásticos y carreras masculinas y femeninas, así como saltos y una exhibición de los equipos de esgrima. Se celebraron también sendos partidos de básquet y de fútbol y un nuevo desfile de clausura170.

Fig. 91 Concentración deportiva organizada por ¡Alerta! (Ahora, núm. 190, 4 de agosto de 1937, p. 5).

Muy pronto, el movimiento ¡Alerta! solicitó al Gobierno que lo declarase oficial confiando lograr de ese modo, al contar con más medios y la protección pública, un mayor desarrollo. Ello le permitiría, además, llevar a cabo uno de sus proyectos más acariciados, el de realizar la instrucción premilitar en campamentos, al aire libre, en lugar de locales enclavados en las ciudades y ofrecer así una verdadera vida de campaña a sus miembros. Y aunque este objetivo no se consiguió, sus dirigentes aplaudieron la orden del Ministerio de Defensa por

170. Vid. «La gran concentración deportiva de “¡Alerta!”», Ahora, núm. 190, 4 de agosto de 1937, p. 5.

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el que se decretaba obligatoria la educación premilitar para los jóvenes de 18 a 20 años, lo que, en la práctica, significaba un cierto reconocimiento de Alerta como movimiento oficial171. Por otro lado, tras la constitución en el verano de 1937 de la AJA, la entidad pasó a ser expresión de la misma, estando representadas en su Consejo Nacional todas las organizaciones juveniles, incluida la anarquista172. Por esas mismas fechas, comenzó a organizarse en Cataluña, uno de los pocos lugares del territorio republicano donde aún no lo había hecho. En Madrid, un nuevo Consejo provincial intensificó, con la ayuda de la FCDO, la labor deportiva abarcando los deportes más variados, entre los que se incluía por primera vez el tenis173. Desde principios de octubre comenzó a anunciarse en la prensa la concentración que había de celebrarse en Valencia con motivo del primer aniversario de la creación del movimiento y cuya organización estaría a cargo de una Comisión. Los actos empezaron el día 7 de noviembre con un desfile nocturno coincidiendo con la llegada de las Delegaciones de todo el territorio republicano. El día siguiente, el «Día de ¡Alerta!», se inició con una diana a cargo de varias bandas de música que recorrieron las calles de Valencia; a continuación tuvo lugar un desfile por la ciudad en el que diversas carrozas simbolizaron las aspiraciones de ¡Alerta! y en el que tomaron parte todos los participantes debidamente equipados y con su correspondiente material deportivo y militar. En el estadio de Mestalla, punto final del desfile, ante numerosos representantes de organizaciones juveniles, políticas, sindicales, deportivas y militares, se celebraron exhibiciones deportivas, ejercicios gimnásticos y representaciones del arte folklórico nacional. Ya por la noche, en el Salón Olympia, hubo una fiesta, se proyectaron varias películas, entre las que se encontraba el film soviético Juventud triunfante y se representó un programa de variedades a cargo de distintos artistas174. El periódico Ahora, que desde el 22 de septiembre había incorporado una página semanal dedicada a ¡Alerta!, dio una amplia cobertura a la concentración y en especial a la delegación madrileña, destacando su aportación a los actos y la trayectoria de alguna de sus escuelas175. El aniversario sirvió también para hacer un balance de la organización en el que, junto a logros indiscutidos, se apreciaba un cierto debilitamiento producto 171. Vid. «El Gobierno del Frente Popular interpreta los deseos de la juventud», La Hora, núm. 58, 12 de agosto de 1937, p. 1 y «La juventud dice ¡Alerta!», Ahora, núm. 223, 10 de septiembre de 1937, p. 3. 172. Vid. «¡Alerta!, organización de masas de la juventud», Ahora, núm. 222, 9 de septiembre de 1937, p. 6. 173. El Consejo estaba formado de la siguiente forma: Consejero general, Carlos Gordillo Botín; de Organización, Manuel Espiga; de Educación Física, Jeremías Guerrero; de Educación Premilitar, Joaquín Godina; de Educación Cultural, Fausto Carla; consejera femenina, Nieves Álvarez; consejero administrativo, Roberto Barche; y consejero de propaganda, Antonio López. Pertenecían a las diversas organizaciones juveniles de Madrid y de la FCDO. 174. Vid. «“El día de ¡Alerta!” en su primer aniversario», Ahora, núm. 253, 15 de octubre de 1937, p. 7; «Hoy se celebra el día de “Alerta”», Adelante, núm. 238, 7 de noviembre de 1937, p. 4 y «El gran “Día de ¡Alerta!” en Valencia. La juventud española rindió el domingo fraternal homenaje al pueblo ruso y a los defensores de Madrid», Ahora, núm. 275 (2.163), 9 de noviembre de 1937, pp. 3 y 4. 175. Vid. GALLEGO: «En un año de labor, la Escuela 10 ha dado al Ejército popular soldados y cuadros, enfermeras, tanguistas, mecánicos y milicianos de la Cultura», Ahora, núm. 278 (2.166), 12 de noviembre de 1937, pp. 5 y 6 y «Enseñanzas de la concentración… A su vuelta de Valencia, ¡Alerta! de Madrid, se ha traído una victoria más prendida a sus banderas», Ahora, núm. 284 (2.172), 19 de noviembre de 1937, p. 4.

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sobre todo de la incorporación a las filas del Ejército de muchos de sus cuadros. Se requería, por tanto, un reforzamiento del trabajo de ayuda a ¡Alerta! por parte de las organizaciones juveniles, puesto que «no encuentra todo el apoyo que debiera, todo el entusiasmo que necesita, por parte de la A.J.A.», y fundamentalmente que el Gobierno, comprendiendo «el importante papel que ha jugado y puede seguir jugando (…) en nuestra guerra (…) ayude al desarrollo de ¡Alerta!, declarándole organismo oficial»176. Ya comentamos que esa declaración no se produciría y tampoco parece que la AJA incrementase, como se solicitaba, su atención hacia la organización. A todo ello se sumó la asunción de la educación premilitar por parte del Gobierno y, según cuenta Sandra Souto, un aumento de las tensiones por el control de ¡Alerta!177. El resultado fue que hasta su disolución a mediados de julio de 1938, ya no volverá a tener ni el empuje ni la vitalidad anteriores. Con todo, se produjeron algunas interesantes iniciativas, como los cursos teórico-prácticos de vuelos sin motor y de construcción de planeadores que, bajo la dirección técnica de la Brigada Stajanov, se impartieron en cuatro de sus escuelas de Madrid178. En Valencia, se creó en diciembre de 1937 una Escuela Central con el fin de capacitar física, cultural y premilitarmente «en grado superior» a sus integrantes. En su Escuela número 5, instalada en el n.º 13 de la calle de Cuenca, se iniciaron también unas clases de vuelos sin motor en las que se enseñaba también a construir maquetas y planeadores. Los alumnos eran clasificados en diferentes grados –aprendiz constructor de planeador, aprendiz aventajado y oficial constructor– que se conseguían mediante la aprobación de cursillos. Al alcanzar el último grado ingresaban en las clases prácticas de vuelos sin motor. Por otro lado, las escuelas valencianas organizaron un campeonato deportivo entre ellas que incluyó pruebas de atletismo y partidos de fútbol y baloncesto, premiando al centro que mayor puntuación consiguiera con una copa de plata179. En Barcelona, a la altura de junio de 1938, ¡Alerta! se dirigía a sus antiguos monitores del Ejército del Centro y al conjunto de los deportistas que combatían en el frente para que escribiendo a su domicilio social en el número 19 de la calle Claris le consultaran problemas o dudas que les surgieran en su labor deportiva. Ante la solicitud de material deportivo solicitada por uno de esos monitores a través del periódico Trincheras, el Consejo Nacional decidió enviarle un balón de basket y una jabalina, disculpándose por no poder hacer más ante «la escasez de material» disponible180. La última noticia que tenemos de ¡Alerta! se refiere a la celebración de un cursillo de capacitación física en colaboración con el Consejo Nacional de Educación Física y Deportes cuya finalidad era renovar los cuadros encargados de divulgar la cultura física y el deporte «en todos los sectores

176. Las citas en «¡Alerta y la Alianza Juvenil Antifascista», Ahora, núm. 296 (2.184), 3 de diciembre de 1937, p. 4 y «¡Alerta!, movimiento oficial», Ahora, núm. 291 (2.179), 27 de noviembre de 1937, p. 3. 177. SOUTO KUSTRÍN, Sandra: Paso a la juventud., Opus. cit., p. 356. 178. Vid. «Alerta, por el desarrollo de los vuelos sin motor y la construcción de planeadores», Ahora, núm. 306 (2.194), 14 de diciembre de 1937, p. 4. La Brigada de Fabricación y Recuperación Stajanov se dedicaba a la utilización, recuperación, sustitución y mejora de municiones y materiales de guerra. De ella salieron algunos textos editados sobre dichas materias. 179. Vid. «Notas breves de “Alerta”», La Hora, núm. 168, 18 de diciembre de 1937, p. 8. 180. «“Alerta” contesta al camarada Luis Pintor y le envía material deportivo», Trincheras, núm. 8, 19 de junio de 1938, p. 6.

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del Ejército y de la retaguardia»181. En julio, cuando estaba ya a punto de disolverse, Trincheras incluía una breve reseña de la labor de las JSU en materia de cultura física y deportes, y, en lo que parecía un homenaje final a ¡Alerta!, hacía también un elogio a su trabajo en ese mismo terreno182. La relación establecida por el rotativo entre la JSU y ¡Alerta! tenía un significado más profundo que el derivado del mero origen de la segunda, porque aunque las Juventudes pusieron en manos de los diferentes frentes juveniles lo que fue una iniciativa suya, pretendiendo dotarla así de un sesgo unitario y apartidista, en la práctica nunca dejaron de estar vinculadas entre sí. Las JSU, como ocurrió con otras plataformas deportivas, ejercieron en todo momento un «discreto» control de ¡Alerta! que no pasó desapercibido para otras organizaciones, como las Juventudes Libertarias. Y aunque estas acabaron uniéndose a la AJA y aceptando, al menos en teoría, que ¡Alerta! era una entidad de la misma, no faltaron las críticas de algunos de sus Comités por la estrecha dependencia que seguía teniendo de la juventud marxista. En un contexto político nuevo, donde aumentó el papel de la CNT en el Gobierno y con el anarquista Segundo Blanco al frente del Ministerio de Instrucción Pública, la AJA sustituyó finalmente ¡Alerta!183 por un nuevo movimiento deportivo, Airesol, en el que las JJ.LL. tuvieron una mayor influencia184. En su número de 18 de julio, Trincheras anunciaba la constitución de Airesol –se había producido en los primeros días de ese mes– y el comienzo de los trabajos de su Consejo Nacional, cuya Secretaría general la ocupaba Agustín Nieto, miembro de la Comisión Ejecutiva de la JSU y primer presidente de ¡Alerta!, mientras que la de Organización pasaba a manos de Prometeo Miralles, representante de la FIJL.

181. «“Alerta” inaugura unos cursillos de capacitación física», Trincheras, núm. 9, 26 de junio de 1938, p. 16. 182. Vid. «Nosotros en la educación física de la juventud», Trincheras, núm. 10, 5 de julio de 1938, p. 20. 183. Su disolución se produjo en el Pleno de Comités Nacionales celebrado los días 25, 26 y 27 de junio de 1938. 184. Sobre la cambiante actitud del anarquismo ante el deporte en la guerra civil, sus recelos frente a ¡Alerta!, el intento fallido de constituir la Organización Cultural Deportiva Española y su vinculación con Airesol, sigue siendo necesaria la consulta de FERNÁNDEZ SORIA: Juan Manuel: Cultura y libertad…, Opus. cit., pp. 345– 355.

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Fig. 92. Constitución del movimiento deportivo juvenil Airesol (Trincheras, núm. 11, 18 de julio de 1938, p. 20).

Entre sus primeros acuerdos figuraba realizar una serie de visitas a distintas personalidades políticas y abrir sendos concursos para determinar el emblema de la entidad y la letra de su himno. Pero lo más importante fueron las resoluciones adoptadas en su primera reunión y que eran las siguientes: «I. Aprovechar las experiencias aportadas por “Alerta” y reconocer cuanto esta organización hizo por el deporte y la cultura física de toda la juventud (…). II. Llevar la cultura física y el deporte al ejército y a la retaguardia en toda su amplitud. III. Dictar normas y orientaciones concretas para conocimiento de todos los jóvenes. IV. Crear los cuadros necesarios para la instrucción física de toda la juventud. V. Reconocer al Consejo nacional de educación física y deportes del ministerio de Instrucción Pública como organismo técnico superior. VI. Crear clubs deportivos en cuantos lugares se encuentre nuestra juventud. VII. Recabar de los organismos oficiales el necesario apoyo moral y material para tan importante misión. VIII. Hacer una intensa campaña entre la juventud del extranjero a fin de que nos ayude aportando material deportivo, que en la actualidad no se fabrica en España por necesidades de la guerra. IX. Hacer del deporte y la cultura física una (sic) arma potente que coopere a la expulsión de los invasores que pretenden esclavizar nuestro país. X. Cooperar firmemente con el Gobierno de la República en el mejoramiento físico de la raza»185. Unas resoluciones que ponían el acento exclusivamente en la cultura 185. p. 21.

«Declaración pública de “Airesol”. (Resoluciones)», Trincheras, núm. 11, 18 de julio de 1938,

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física y el deporte, coincidiendo con su progresiva importancia a medida que avanzaba la guerra y con el creciente interés –en gran parte, consecuencia de lo anterior y, al mismo tiempo, por la necesidad de competir con las JSU por el control del movimiento juvenil– que las Juventudes Libertarias mostraron por estos aspectos186. Airesol suponía, por tanto, una segunda etapa en el movimiento deportivo juvenil del periodo bélico, ahora más volcado si cabe hacia el deporte en los frentes. Agustín Nieto afirmaba en una entrevista que su nacimiento se debía especialmente «al deseo de darle una mayor amplitud e impulso al movimiento deportivo». En cuanto al programa a desarrollar, señalaba dos tareas esenciales: el impulso del deporte dentro de las fábricas, para lo que solicitaba el apoyo de los sindicatos, y la promoción de la cultura física en el Ejército, en relación con la cual se había presentado un proyecto de trabajo al comisario general del Ejército de Tierra, Osorio y Tafall187. Sin embargo, las únicas noticias que hemos podido recoger sobre su actividad se refieren a su colaboración en la organización de diversos festivales deportivo-militares. En algunos de ellos, su participación fue compartida con la del CCEP188. Las cada vez mayores exigencias de la guerra y la reducción –casi desaparición– de noticias deportivas en la prensa, contribuyen a explicar el «silencio informativo» que sufrió Airesol desde casi su misma fundación. Por otro lado y aunque los rotativos de las JSU indicasen que la nueva entidad representaba a toda la juventud y que, por tanto, «era imprescindible que todas las organizaciones juveniles colaborasen en esta obra sin recelo de ninguna clase»189, lo cierto es que las tensiones –entre la JSU y la FIJL– no parece que desaparecieran del todo, pese a que la primera, a esas alturas de la guerra, mostrase un menor interés por su control. Así y todo, la organización marxista, entendiendo que Airesol no cumplía satisfactoriamente sus objetivos de preparación premilitar, creará a finales de 1938 un movimiento propio, Espartaco, dirigido por Justo Rodríguez. Y aunque en algunas fuentes se afirma que en noviembre estaba dando sus primeros pasos en ciudades como Madrid, Guadalajara, Valencia y Jaén, lo más probable es que su desarrollo, dado el cariz que por entonces presentaba el conflicto, fuera muy limitado190. Las muchachas jóvenes que participaron en el movimiento deportivo ¡Alerta! pudieron tomar conciencia –o aumentarla– de la importancia de la cultura física en sus vidas y muy especialmente en un contexto de guerra que exigía

186. Para los grupos libertarios, el deporte de equipo, como han señalado diversos autores, sólo comenzó a tener cierta importancia a partir del comienzo de la guerra. Este cambio fue protagonizado sobre todo por las JJLL, que se preocuparon por crear algunos grupos deportivos, gimnasios, comisiones de cultura física y deportes, etc. En julio de 1938, la Secretaría de Actividades Culturales del Comité Peninsular de la FIJL se transformó en la Secretaría de Cultura y Deportes, aunque, como señala, Francisco Javier Navarro, muchas de sus iniciativas se quedaron en el ámbito de las buenas intenciones, sin llevarse a la práctica. La realidad, pues, fue que la actividad deportiva en los medios anarquistas siguió siendo muy limitada, monopolizada en gran medida, como había ocurrido antes de la guerra, por el excursionismo y las giras que los ateneos y grupos libertarios continuaron realizando mientras la situación bélica lo permitió. Vid. NAVARRO NAVARRO, Francisco Javier: Ateneos y Grupos Ácratas…, Opus. cit.; del mismo autor: A la revolución por la cultura…, Opus. cit. 187. «“Airesol”», Alianza, núm. 4, 28 de julio de 1938, p. 4. 188. Vid. «Festivales», Trincheras, núm. 12, 25 de julio de 1938, p. 17. 189. «La juventud unida en el deporte», Trincheras, núm. 12, 25 de julio de 1938, p. 16. 190. SOUTO KUSTRÍN, Sandra: Paso a la juventud…, Opus. cit., p. 357.

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su directa implicación en las tareas de producción sustituyendo a los hombres movilizados. En algunas escuelas de ¡Alerta! –las que dispusieron de un botiquín adecuado– se habilitaron prioritariamente para ellas cursos de enfermeras que las preparaban para colaborar en los frentes o en los hospitales de sangre, pero en la mayoría de esos centros participaron con absoluta normalidad en las clases de cultura física y en la práctica de determinados deportes. Para ellas, como para los chicos, era también una manera de llevar una vida alegre, sana e higiénica en medio de la guerra. Las JSU van a impulsar una organización específica de mujeres, la Unión de Muchachas (UM), cuyo nacimiento se produjo en la Conferencia Nacional de Muchachas que se celebró en el Ateneo de Madrid los días 8 y 9 de mayo de 1937. Entre las varias tareas que se fijaron figuraba la educación y capacitación de sus integrantes, dentro de la cual y junto con otras dimensiones, como la cultura general, el arte o la música, estaba el cultivo del deporte. Sin embargo, a la hora de concretar qué tipo de deportes o de educación física eran los más «adecuados» pueden percibirse unas limitaciones, derivadas de su condición de madres, que probaban el aún escaso desarrollo de los planteamientos sobre el deporte femenino y la permanencia de reservas incluso en las mentalidades masculinas más avanzadas. En un artículo sobre esta cuestión, aparecido en el rotativo Ahora, se empezaba por valorar muy positivamente el progreso de ese deporte en los países cultos y desarrollados, algo que, además de favorecer el cuerpo y el espíritu de las mujeres, contribuía también a su igualdad con los hombres. Se señalaba igualmente la necesidad de que practicaran juegos y deportes desde su infancia, pero a continuación se puntualizaba que únicamente los «que le sean apropiados por razón de su sexo, prestando atención, a la par que al esfuerzo físico, al objetivo psíquico del juego». Superada la niñez, su educación física seguiría el siguiente «programa»: «a partir de los diez años alternará [los juegos infantiles] con la práctica de juegos al aire libre hasta cumplir los catorce años; aquí puede iniciarse en algunos deportes –baloncesto, handball, tenis– y comenzar la gimnasia rítmica, muy beneficiosa al sistema muscular y, especialmente, al nervioso. Y así las mujeres podrán llenar a satisfacción sus cometidos más importantes y tener una vida sana y feliz»191. Otra muestra de esta anticuada pero común concepción –también entre las propias mujeres– era que en la página que el diario La Hora dedicaba a la Unión de Muchachas cuando se trataba el asunto del deporte la columna correspondiente solía ir encabezada con el título de «Salud y belleza». La organización femenina tuvo en las «Casas de Muchachas», llamados también «Hogares», la sede donde poder realizar sus fines de educación y capacitación de sus militantes. La intención –no cumplida– fue abrir una en cada pueblo y en las capitales una en cada barriada. Madrid, donde la UM afirmaba tener 12.000 afiliadas en abril de 1938, fue el lugar donde el movimiento se desarrolló con mayor intensidad. Su Comité provincial consiguió hacerse con varios hogares repartidos por la ciudad. El primero de ellos, ubicado en la barriada sur, estaba enclavado «en un hotelito alegre y moderno, con un pequeño jardín y unas clases espaciosas y alegres, amuebladas con gracia y tacto netamente femenino». Constaba de clases para cultura general, corte y confección, música, dibujo, biblioteca y salitas de descanso. 191.

«La educación física de la mujer», Ahora, núm. 219, 5 de septiembre de 1937, p. 2.

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En el jardín, con el buen tiempo, se celebraban los ejercicios físicos192. En otros se organizaron clases de idiomas, de mecanografía, de sanidad, etc. En casi todos ellos siempre hubo una Sección de Deportes y, por tanto, un tiempo y un espacio para la educación física. Porque una de sus metas era conseguir «que todas las muchachas españolas practiquen el deporte», por lo que sus dirigentes afirmaban estar trabajando «para conseguir formar rápidamente equipos de hand-ball, de basketball, etc. y grupos gimnásticos». En este sentido, tenemos noticia de la constitución de grupos deportivos; en Valencia, los primeros que se crearon fueron bautizados con los nombres de Victoria y Juventud. El modelo para todos ellos era la URSS y el potencial deportivo femenino que allí se había conseguido materializar. Y su ilusión «llegar a celebrar los magníficos desfiles deportivos que realizan las jóvenes de la Unión Soviética»193 y que recogía, formando cuadros perfectos y simétricos por las calles de Moscú, el largometraje Juventud triunfante.

Fig. 93. La promoción del deporte femenino por Unión de Muchachas (La Hora, núm. 82, 9 de septiembre de 1937, p. 9).

192. «La Unión de Muchachas inaugura su primer hogar en Madrid», Ahora, núm. 213, 29 de agosto de 1937, p. 5. 193. «Salud y belleza. Deporte para las muchachas», La Hora, núm. 82, 9 de septiembre de 1937, p. 9. También, «Deporte», La Hora, núm. 100, 30 de septiembre de 1937, p. 9.

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En abril de 1937 surgió en Cataluña una organización semejante, la Alianza Nacional de la Dona Jove (ANDJ), impulsada por las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña ( JSUC) pero que, como la UM, se puso rápidamente a disposición del conjunto de las muchachas catalanas independientemente de su adscripción política o ideológica. Instalada en el número 33 de la Ronda Universitat, su Comité Nacional estuvo presidido por Montserrat Martínez, siendo Soledad Real su secretaria de organización y Teresa Pámies uno de sus principales activos. Los fines de la ANDJ eran semejantes a los de la Unión de Muchachas. En unas declaraciones al diario La Hora, Soledad Real afirmaba que «dos de los objetivos principales a realizar por este movimiento de muchachas es la lucha contra el analfabetismo –educación cultural de las muchachas– y la práctica del deporte: gimnasia, natación, basket-ball, etc.» Para conseguirlos señalaba que por toda Cataluña se habían creado los Casal de la Dona Jove, «el hogar femenino de cultura y deporte de todas las muchachas»194. La Unión de Muchachas contó con el apoyo del Consejo Nacional de Educación Física y Deportes, que, entre otras aportaciones, le cedió terrenos para sus actividades deportivas. Además, Lucinda Moles, que formaba parte de su Comité Técnico, fue nombrada directora de Gimnasia de la UM195. A comienzos de septiembre, la organización patrocinó un festival deportivo en homenaje al Ejército del Centro y cuya organización corrió a cargo de la FCDO. En el mismo, celebrado en el campo de Chamartín, «el campo de la juventud», las chicas de la UM y de ¡Alerta! participaron en diversas pruebas atléticas, como lanzamiento de jabalina y de disco, carrera de relevos 4x75, ejercicios de educación física y de esgrima. Además, equipos de ambas organizaciones femeninas disputaron un partido de baloncesto196. Días más tarde, una representación de la UM participaba también con una serie de ejercicios de gimnasia rítmica en otro festival deportivo-militar, en honor ahora de la 150 Brigada mixta. En Valencia, según Bosch Valero, la entidad dispuso de un terreno cedido por el Consejo Nacional de Educación Física y Deportes y del campo de fútbol de Mestalla. Además, en el mes de agosto había conseguido organizar un campeonato deportivo en la playa de Pinedo, siendo «un nuevo medio para educar a todas las muchachas cultural y deportivamente»197. A principios de diciembre se anunciaba también el comienzo de unas clases de gimnasia y de baloncesto en varios campos de la ciudad198.

194. FERNÁNDEZ, Águeda: «Todas las muchachas catalanas, incorporadas a la Alianza Nacional de la Dona Jove», La Hora, núm. 70, 26 de agosto de 1937, p. 7. 195. Vid. AGUEDA: «De enfermera a profesora de Educación física», La Hora, núm. 126, 30 de octubre de 1937, p. 7. 196. Vid. «Todos al festival homenaje de la Unión de Muchachas al Ejército del Centro», Ahora, núm. 219, 5 de septiembre de 1937, p. 2. 197. BOSCH VALERO, Josep Andreu: L’esport valencià Durant la Guerra Civil…, Opus. cit., p. 147. 198. «Unión de Muchachas Españolas. Clases de baloncesto y gimnasia para las muchachas», La Hora, núm. 153, 1 de diciembre de 1937, p. 7.

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Fig. 94. Cartel de Unión de Muchachas, obra de Juana Francisca (Centro Documental de la Memoria Histórica).

Desde finales de 1937, las noticias sobre la Unión de Muchachas prácticamente desaparecen y los anuncios y sueltos que había incorporado cierta prensa sobre el deporte y los ejercicios gimnásticos femeninos dejan de aparecer. Por esas mismas fechas, se señalaba justamente que era necesario fortalecer la organización porque, si bien no podían obviarse los progresos realizados, aún existían importantes masas de chicas que no participaban en el movimiento y a las que era preciso atraer y convencer para lograrlo199. Un objetivo que finalmente no pudo conseguirse.

199. Vid. «Fortalecer más y más la Unión de Muchachas», Ahora, núm. 278 (2.166), 12 de noviembre de 1937, p. 3.

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Como ya comentamos en su momento, al comenzar la guerra se oficializó la constitución de la Federación Nacional de Pioneros. Nacida como una iniciativa más de las JSU, estas, siguiendo su política frentepopulista, trataron de que la Federación se convirtiera en la plataforma de unión de toda la infancia republicana, sin dejar, por ello, de ejercer el control sobre la misma, extremo que sería muy criticado por los sectores anarquistas. Como establecían sus normas internas, sus afiliados se organizaban en grupos de escuelas, barriadas o calles, contando cada uno con un instructor –normalmente, un afiliado a la JSU– encargado de dirigir, orientar y hacer que todos los pioneros cumplieran con su deber. Los grupos, a su vez, estaban integrados por secciones, de acuerdo con la edad de sus componentes: la primera la formaban los de 8 a 12 años; la segunda, los de 12 a 14 y la tercera, los de 14 a 16. Los que cumplían 16 años dejaban de pertenecer como pioneros al grupo, pero podían continuar en la Federación como «Amigos del Pionero». Por otro lado, el número de niños que componían un grupo era de 10 como mínimo y de 50 como máximo. Las secciones tenían un distintivo propio –pañuelo blanco, la primera; azul, la segunda y rojo, la tercera– y, según fueran niños o niñas, un uniforme, que para los primeros consistía en pantalón corto, blusa blanca y el pañuelo de su sección, y para las segundas en blusa blanca también, el pañuelo correspondiente y falda o pantalón que se aconsejaba fuera de color azul marino. El lema del pionero era ¡siempre alerta! y dentro de la «Ley del Pionero», conformada por diez deberes, figuraba en séptimo lugar la de cuidar su salud, practicar la higiene y ser un buen deportista200. Tratando de cumplir este precepto y dando respuesta también a una inclinación natural de los niños, la organización promoverá todo tipo de deportes, así como la gimnasia, las excursiones dominicales y los campamentos, en los que la actividad física ocupaba una buena parte del tiempo. Pero el inicio del conflicto armado hizo que durante las primeras semanas del mismo el deporte de los menores de 18 años estuviera pensado y dirigido en función exclusivamente de las necesidades de la guerra. De ahí la llamada que en Cataluña se hizo a los pioneros y todos cuantos no hubieran cumplido esa edad para que se inscribieran en el «Comité Deportivo Unificado», encargado de coordinar las labores de formación física de los niños en la retaguardia201. Y aunque la perspectiva utilitarista del deporte como preparación para la guerra no se abandonó en ningún momento, una vez se estabilizaron los frentes otras consideraciones –higiénicas, de salud, como instrumento de unidad y fortalecimiento del compañerismo, como solaz y entretenimiento, etc.– pasaron a estar muy presentes en el discurso deportivo. Fernández Soria, recogiendo una información del diario Juventud, afirma que la Federación madrileña de Pioneros, probablemente la más activa de todas, contaba con más de 15.000 afiliados en septiembre de 1936 y que en su sede central, ubicada en el anterior convento de los Maristas, sito en el número 17 de la calle Los Madrazo, había instalado un gimnasio202. Pero la organización se

200. Federación Nacional de Pioneros: Consideraciones generales sobre la organización de grupos. Cómo está formada la Federación. S. f. [1937]. 201. Vid. «El momento obliga a militarizar el deporte», El Mundo Deportivo, núm. 5.168, 4 de noviembre de 1936, p. 4. 202. FERNÁNDEZ SORIA: Juan Manuel: Cultura y libertad…, Opus. cit., pp. 256-257.

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extendió por otros lugares de la España republicana. En Barcelona, por ejemplo, el rotativo La Rambla sostenía que a principios de 1937 había 8.000 pioneros repartidos por los quince Radios de la ciudad. La prensa da cuenta de competiciones atléticas y partidos de fútbol organizados por la organización o en los que participaban algunos de sus equipos. Otro tanto ocurrió en Valencia, donde a los festivales deportivos se sumó una liga de fútbol organizada por su Comité provincial203. Por otra parte, el diario La Hora, editado en Valencia, incorporó una página infantil, «Garabatos», que se ocupó de las tareas culturales y deportivas –juegos, técnicas y reglas de determinados deportes y tablas gimnásticas– de los pioneros204. Bosch Valero señala que en el Pleno de la Federación, celebrado en Valencia el 11 de enero de 1938 y al que asistieron más de 150 delegados de toda la España republicana, se reiteraba la necesidad de continuar la labor física e higiénica entre los niños para formar jóvenes fuertes y sanos205. Una de las zonas donde los pioneros adquirieron un mayor desarrollo fue el País Vasco, algo que, sin duda, estaba relacionado con la proliferación de grupos infantiles socialistas y, en menor medida, comunistas, con anterioridad a la guerra. Antes de finalizar 1936 se había constituido el Secretariado de Pioneros. En su primera circular, según cuenta Itziar Recalde, daba cuenta de la creación de un Comité Central encargado «de dirigir todas las actividades propias de los niños de Euzkadi». Dentro de los comités locales que se fueron formando figuraba un Secretario de Cultura y Deportes, el cual era el encargado de hacer que los grupos dispusieran de biblioteca, equipos de fútbol y atletismo y otras actividades relacionadas con la cultura y el deporte. La Federación de Pioneros de Euzkadi tuvo su sede en Bilbao, en el número 1 de la callle Ribera y su Secretario general en los meses de 1937 en que permaneció activa fue Felipe Larena. La Federación tuvo un órgano propio, El Pionero, que sirvió de nexo entre los diferentes grupos locales y que dedicó atención a los deportes, destacando el progreso del deporte infantil en la URSS y la labor de los pioneros soviéticos206. Sandra Souto indica que en el último trimestre de 1938, la JSU transformó la Federación de Pioneros por otra organización llamada Cometas. Con ella se buscaba crear una entidad más abierta y plural que pusiera fin al excesivo partidismo y el carácter cerrado de la Federación, causa, según se decía ahora, de su escaso desarrollo. En realidad, sus objetivos –culturales y deportivos– eran prácticamente los mismos que los de esta, si bien todo hace pensar que a esas alturas de la guerra fue muy poco lo que hizo o pudo hacer en la práctica207. La Federación de Pioneros, en efecto, no consiguió desasirse de la dependencia de las JSU, lo que no pasó desapercibido para otras organizaciones juveniles

203. Vid. «Deportes. En Benimaclet», Adelante, núm. 85, 11 de mayo de 1937, p. 2 y «Gran festival deportivo de los Pioneros en Mestalla», Adelante, núm. 120, 20 de junio de 1937, p. 2. 204. El 15 de noviembre de 1937 apareció en Valencia Pionerín, editado por la Federación Nacional de Pioneros, aunque su duración fue muy corta. Vid. MARTÍN MARTÍNEZ, Antonio: Historia del comic español, 1875-1939, Barcelona, Gustavo Pili, 1978. 205. BOSCH VALERO, Josep Andreu: L’esport valencià Durant la Guerra Civil…, Opus. cit., p. 140. 206. REKALDE RODRÍGUEZ, Itziar: Escuela, Educación e Infancia durante la Guerra Civil en Euskadi…, Opus. cit., pp. 961-965. 207. SOUTO KUSTRÍN, Sandra: Paso a la juventud…, Opus. cit., p. 250.

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e infantiles, que criticaron esa relación. Fue, además, el principal motivo para que no alcanzase las dimensiones que sus patrocinadores esperaban que consiguiera y que, por tanto, no fuera en ningún momento la plataforma de unidad de toda la infancia republicana. Los anarquistas, junto con su politización, censuraron también su carácter militarista, lo que, en su opinión, la aproximaba en cierto modo a los «niños-soldado» de los boy-scouts. La Juventud Comunista Ibérica, por su parte, creó una organización propia, la Federación de Pioneros Comunistas, que tuvo solo algún desarrollo en Madrid, Levante, Aragón y Cataluña. Su carácter político y de clase era mucho más pronunciado que el de la Federación de Pioneros, teniendo como objetivo principal formar en los niños una conciencia revolucionaria. La práctica de los deportes, las excursiones y todo ejercicio físico eran considerados necesarios para conseguir una infancia y una juventud fuertes que coadyuvasen a la victoria en la guerra y al advenimiento de la revolución tal y como reiteraba el semanario Pionero Rojo, editado por el Secretariado Central de Pioneros en Barcelona –su primer número apareció el 9 de abril de 1937– y que duró apenas un mes. Una última cuestión que no debemos pasar por alto y que ya se ha podido comprobar al analizar las concepciones que sobre el deporte mantuvieron la mayoría de las organizaciones analizas, fue la idealización que todas ellas hicieron del deporte soviético y de sus logros, presentándolo como modelo tanto en la coyuntura de la guerra como para el futuro. Uno de los aspectos más destacados fue la democratización que antiguos deportes de elite habían sufrido en la URSS, estando al alcance de todos sus ciudadanos y de forma gratuita208. Otro fue la conquista de récords y marcas que antes estaban en manos de países capitalistas. Se ensalzaba que junto al deporte de masas –otra victoria de la revolución soviética– y como consecuencia del mismo y de su metódica y racional planificación hubiera surgido un deporte de calidad que superaba al de cualquier otra nación209.

Fig. 95. La idealización del deporte en la URSS (La Hora, núm. 104, 5 de octubre de 1937, p. 9).

208. Vid., entre otros, «El tennis (sic) en la URSS», Mundo Deportivo, núm. 5.438, 14 de agosto de 1937, p. 1. 209. Vid., como ejemplos, MENÉNDEZ, Álvaro: «Los récords mundiales pasan a la URSS», La Hora, núm. 104, 5 de octubre de 1937, p. 9; RODRÍGUEZ SUAÑA, Justo: «La alta calidad del deporte soviético», Ahora, núm. 269 (2.157), 2 de noviembre de 1937, p. 5; de este mismo autor: «El balance deportivo de la URSS en su XX aniversario», Ahora, núm. 272 (2.160), 5 de noviembre de 1937, p. 5 y «La hazaña deportiva del año. Papanine y los héroes del Polo Norte», Alianza, núm. 2, 9 de junio de 1938, p. 2.

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Se subrayaba también que una muestra de la buena gestión del deporte estaba no solo en haber puesto a disposición del pueblo campos de deporte, piscinas, gimnasios y otros centros que habían pertenecido a la burguesía, sino en la construcción de nuevas y magníficas infraestructuras deportivas, dotadas de los medios y del personal especializado más avanzado210. En ese sentido, se ponderaba la fundación de instituciones juveniles y gubernamentales que, disponiendo de los medios precisos, velaban para que la educación física y la práctica de los deportes estuvieran presentes en la vida de los ciudadanos, desde su niñez hasta la edad adulta. Instituciones que al preparar una generación fuerte y consciente habían resultado muy útiles para que la revolución soviética hubiera logrado vencer a sus enemigos, siendo, por tanto, un magnífico ejemplo y una guía para la juventud combatiente española211. Con frecuencia se advirtieron también los avances de la educación física y el deporte femeninos, lo que había contribuido a situar a las mujeres en un nivel de libertad y de progreso como en ningún otro lugar del mundo212.

Fig. 96. El progreso del deporte femenino en la URSS (El Socialista, núm. 8.553, 26 de agosto de 1937, p. 1).

210. Vid. «El deporte en la URSS. El Estadio Dynamo», La Hora, núm. 122, 26 de octubre de 1937, p. 9. 211. Vid. «El ejemplo de la juventud soviética», Juventud combatiente, núm. 6, 7 de febrero de 1938, p. 1. 212. Vid., como muestra, «Cultura soviética femenina», El Socialista, núm. 8.553, 26 de agosto de 1937, p. 1.

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A todas estas muestras de entusiasmo por los avances de la cultura física en la Unión Soviética, se sumaron los numerosos festivales deportivos que se hicieron en su honor tanto en los frentes como en la retaguardia. Especialmente señalados fueron los que se celebraron en diversas ciudades con motivo del veinte aniversario de la revolución y cuya máxima expresión tuvo lugar en Madrid, en el campo de Chamartín, los primeros días de noviembre de 1937. Organizado por la FCDO, el programa incluía ejercicios gimnásticos, una exhibición de esgrima, un descenso en paracaídas, un partido de rugby y pruebas atléticas, participando elementos militares y deportistas de agrupaciones juveniles213. 5. SALUD

Y CULTURA EN LA ENCRUCIJADA DE LA GUERRA

La primera y casi única misión que se va a imponer Salud y Cultura en los primeros momentos de la guerra, toda vez que hubo de suspender las salidas dominicales al campo214, será la protección y evacuación de los hijos y hermanos pequeños de los milicianos en un intento de ponerlos a salvo de las penalidades creadas por aquella. Prestó así su ayuda en una labor en la que, ante el asedio de Madrid, colaboraron, a veces de forma desordenada, otras instituciones y organismos sociales, políticos y sindicales. Antes de que hubiera transcurrido un mes ya había creado una Guardería infantil situada en su nuevo domicilio, el antiguo Palacio de Amboage, cuyas plazas, 150, se cubrieron rápidamente. Al mismo tiempo, abrió una suscripción a beneficio de la Guardería pudiéndose hacer los donativos en metálico o en especie –alimentos, ropa, utensilios…–215.

213. Vid. «Un festival deportivo en homenaje a la URSS», Adelante, núm. 234, 3 de noviembre de 1937, p. 3 y «La gran concentración deportiva de homenaje a la URSS», Ahora, núm. 269 (2.157), 2 de noviembre de 1937, p. 5. 214. Las salidas se reanudaron a finales de agosto y, aunque de forma discontinua, continuaron hasta prácticamente el final de la guerra. 215. Vid. «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.218, 18 de agosto de 1936, p. 5 y «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.228, 29 de agosto de 1936, p. 3.

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Fig. 97. La Guardería infantil de Salud y Cultura en el palacio de Amboage (El Socialista, núm. 8.228, 29 de agosto de 1936, p. 3).

Hasta la creación en febrero de 1937 de la Delegación Central de Colonias, dependiente de la Dirección General de Primera Enseñanza, no existieron unos planes concretos y detallados sobre la organización y régimen interior de colonias, cantinas y guarderías, de manera que cada institución aplicó de forma independiente sus propias normas. Con objeto de orientar la actividad de las guarderías en general y la de Salud y Cultura en particular, un militante socialista, probablemente un profesor afiliado a la FETE, señalaba la centralidad de la actividad física en ellas. Entre otras consideraciones, afirmaba que se debían dedicar veinte minutos a la gimnasia, otros veinte a juegos y veinte más a la actividad libre (recreo) bajo la vigilancia del monitor (maestro). Una cuestión fundamental y relacionada con la anterior era la atención a la higiene, debiendo observar la ducha y el baño diarios. Por otro lado, sostenía que la hora de la gimnasia debía ser por la mañana en verano y por la tarde en invierno, evitando «que los niños se pongan a jugar a fútbol antes de hacer la gimnasia». Indicaba también que los niños y las niñas podían hacer ciertos ejercicios de gimnasia conjuntamente, pero otros, no. Finalizaba su trabajo con una reflexión sobre el atraso en que se encontraba España, en relación a otros países europeos y

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americanos, en materia de educación física de la infancia, por lo que solicitaba de las autoridades competentes la creación de una Academia especial de juegos infantiles para maestros y maestras216. Ante el asedio de la ciudad y los peligros y penalidades que entrañaba para la población infantil, la entidad, que estaba presidida por José García y decía tener 5.000 afiliados en Madrid y 40 secciones en toda España, decidió organizar Colonias para sus afiliados. En noviembre se informaba de una primera Colonia infantil en Madrid, pidiendo a los padres de los niños inscritos en ella que pasaran a ingresarlos en la misma con el equipaje correspondiente217. A lo largo del mes de diciembre se llevaron a cabo otras expediciones con destino a Valencia y Barcelona –lugares más seguros y que reunían buenas condiciones de salubridad– bajo el control de la Delegación de Evacuación y la colaboración del Comité de Auxilio del Niño218. En los primeros meses de 1937 las evacuaciones, sobre todo las que se dirigieron a diferentes poblaciones de Valencia, se mantuvieron a buen ritmo. De la que tuvo como destino la localidad de Albalat de la Ribera, donde un grupo de pequeños de ambos sexos llegó el 16 de enero, tenemos el testimonio de Afrodisio Juste, hijo de uno de los niños evacuados. Por el mismo, sabemos que la colonia se organizó en régimen familiar y no colectivo o de residencia permanente219. Al terminar su relato, comenta que «las autoridades del momento ya lo tenían todo organizado y numerosos vecinos fueron a acoger a los niños y se los llevaron a sus casas»220. Pocos días después, una nueva expedición de 22 niños llegaba sin novedad a Simat de Valldigna221 y en marzo se realizaron dos más con destino a otros tantos pueblos de Valencia, todas ellas utilizando como medio de transporte una camioneta. A finales de julio la entidad organizó una visita de los padres y familiares de los niños evacuados en Guadasuar, Algemesí, Albalat de la Ribera y Riola para estar junto a ellos durante tres días222.

216. A. C.: «Las Guarderías infantiles. El horario», El Socialista, núm. 8.230, 1 de septiembre de 1936, p. 5. 217. «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.295, 12 de noviembre de 1936, p. 5 y «La colonia infantil de Salud y Cultura», La Libertad, núm. 5.189, 12 de noviembre de 1936, p. 3. 218. Vid. «Evacuación de mujeres y niños. Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.320, 7 de diciembre de 1936, p. 2 y «Para tranquilidad de las familias», El Socialista, núm. 8.337, 24 de diciembre de 1936, p. 2. 219. Fernández Soria indica que las colonias en régimen familiar constituyeron una solución de emergencia al problema de la evacuación infantil y, como tal, no fue un sistema deseado por las autoridades, que estimularon la creación de colonias colectivas a las que trasvasar a los niños acogidos en régimen familiar. En FERNÁNDEZ SORIA, Juan Manuel: «La asistencia a la infancia en la guerra civil. Las Colonias Escolares», Historia de la Educación, n.º 6, enero-diciembre de 1987, p. 102. Vid. también CREGO NAVARRO, Rosalía: «Las colonias escolares durante la Guerra Civil (1936-1939)», Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, n.º 2, 1989, pp. 299-328. 220. El testimonio se encuentra en ESCRIBÁ MOSCARDÓ, Cristina y MAESTRE MARÍN, Rafael: De las negras bombas a las doradas naranjas. Colonias Escolares, 1936-1939, Valencia, L’eixam Edicions, 2011, p. 51. 221. Vid. «La evacuación de Madrid», La Libertad, núm. 5.256, 27 de enero de 1937, p. 3 y «Expediciones de niños evacuados que llegan a su destino», El Socialista, núm. 8.376, 4 de febrero de 1937, p. 3. 222. Vid. «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.508, 6 de julio de 1937, p. 3; «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.512, 10 de julio de 1937, p. 3 y «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.522, 21 de julio de 1937, p. 3.

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Fig. 98. Visita de los padres de los niños evacuados de Madrid y acogidos por Salud y Cultura en distintas localidades de Levante (El Socialista, núm. 8.512, 10 de julio de 1937, p. 3).

No tenemos datos que nos puedan aclarar si los niños de las colonias permanecieron todo el tiempo en régimen familiar o pasaron en algún momento al colectivo, viviendo en residencias permanentes. Su misma ausencia nos inclina a pensar que ese traspaso no se produjo. Con todo, sabemos que monitores y maestros de la FETE se encargaban de velar por su educación en centros escolares de las localidades de acogida y es de suponer que dentro de la programación docente y de la distribución horaria no faltarían los juegos, la gimnasia, las excursiones y la práctica de algunos deportes223. Salud y Cultura se preocupó también de la atención hacia los niños madrileños que, por diversas circunstancias, no fueron evacuados o que se encontraban en la capital en un determinado momento. Para ellos y con el fin de distraerlos y evadirlos por unos instantes de las penurias de la guerra, organizó festivales que incluían películas y la actuación de artistas y payasos. Algunos, como el que tuvo lugar el 17 de octubre en el Salón Proyecciones, sirvió, además de homenaje a los pequeños, para obtener recursos, con la venta de las entradas y la rifa de algunos objetos, a beneficio de la Guardería que la entidad tenía en el pueblo valenciano de Guadasuar. El programa fue muy completo pues tras las palabras de Julián Jiménez, presidente a la sazón de la entidad, sobre la significación del festival

223. Vid. LUIS MARTÍN, Francisco de: La FETE en la Guerra Civil española (1936-1939), Barcelona, Ariel, 2002, pp. 239-245.

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hubo diversos números musicales y de humoristas224. Además, se proyectaron las películas soviéticas Golpe por golpe y Juventud triunfante225.

Fig. 99. Festival organizado por Salud y Cultura para los niños madrileños (El Socialista, núm. 8.601, 20 de octubre de 1937, p. 3).

224. Entre los humoristas que actuaron en el festival estaban los hermanos Aragón, José María y Teodoro, que tenían como grupo el nombre artístico de «Pompoff y Thedy». En esa época habían incorporado a su espectáculo, que vivió una época de esplendor en las décadas de 1930 y 1940, a sus respectivos hijos, «Nabuconodosorcito» (José Aragón) y «Zampabollos» (Emilio Aragón). Actuó también otro artista, Ramón Álvarez Escudero, «Ramper», que alcanzaría fama en el mundo del circo y como humorista escénico, destacando por sus chistes inteligentes y mordaces, y con los que creó un estilo particular muy celebrado. Destacaba también por llevar una máscara de ratoncito Pérez que dejaba traslucir una cierta tristeza. Además de manejarse bien en la barra fija, el trapecio y las anillas, Ramper tocaba la guitarra, el violín y el xilófono. 225. Vid. «El festival de Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.569, 13 de septiembre de 1937, p. 2; «Salud y Cultura. En el festival del día 17 tomarán parte Pompoff y Thedy», El Socialista, núm. 8.587, 3 de octubre de 1937, p. 3; «Homenaje a los niños», El Socialista, núm. 8.591, 8 de octubre de 1937, p. 3 y «En el cine Proyecciones. El domingo celebró un festival Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.601, 20 de octubre de 1937, p. 3.

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En la misma línea de defensa y protección de la infancia, Salud y Cultura, con el fin de coordinar las actuaciones y la toma de decisiones, convocó en septiembre a una reunión en su sede de los representantes de los círculos socialistas de Madrid donde existían entidades infantiles para tratar de iniciar la constitución de una Federación española de sociedades de niños que acataran la disciplina del PSOE226. Sin embargo, no tenemos otras noticias sobre este proyecto, por lo que puede colegirse que no cristalizó finalmente. Dos meses más tarde, dirigía sendos telegramas al Ministro de Estado y al Presidente del Consejo de Ministros, instándoles a que emitieran una enérgica protesta ante la decisión «inhumana» del Gobierno inglés de trasladar al Bilbao franquista un contingente de niños que se encontraban refugiados en ese país227. En el verano de 1938 El Socialista informaba de nuevas salidas en camioneta con destino a Levante y de un espléndido donativo de 20.000 pesetas a cargo de la Sociedad de Porteros de Madrid «para ayudar a sufragar los gastos de sus numerosos evacuados»228. En el otoño Salud y Cultura tenía establecida también una Guardería propia en Daimiel, Ciudad Real, y comunicaba a los familiares de los niños evacuados en Levante que si deseaban trasladarlos a ese centro debían ponerlo en conocimiento del Comité directivo229. A finales de enero de 1939 el Secretariado Femenino de la Agrupación Socialista de Madrid hizo un donativo a la entidad consistente en prendas de abrigo que fueron repartidas entre sus socios, siendo condición indispensable «estar al corriente de la cotización»230. Todavía a la altura de marzo el órgano socialista incluía una fotografía de niños secándose después de un baño en lo que parecía una playa, con el siguiente pie de foto: «Baños de sol y aire libre en una de nuestras guarderías infantiles»231. Fue la última noticia a propósito de Salud y Cultura.

226. «Salud y Cultura. A las Agrupaciones de niños de Chamartín, Canillejas y Carbanchel Bajo», El Socialista, núm. 8.572, 16 de septiembre de 1937, p. 3. 227. «La traída de niños vascos. Protesta de Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.626, 17 de noviembre de 1937, p. 2. 228. «Para Salud y Cultura. Donativo de la Sociedad de Porteros», El Socialista, núm. 8.843, 26 de julio de 1938, p. 2. 229. «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 8.910, 11 de octubre de 1938, p. 4. 230. Vid. «Salud y Cultura. Socios excursionistas», El Socialista, núm. 8.993, 31 de enero de 1939, p. 2. 231. «Salud y Cultura», El Socialista, núm. 9.024, 8 de marzo de 1939, p. 2.

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Fig. 100. La higiene en una Guardería de Salud y Cultura (El Socialista, núm. 9.024, 8 de marzo de 1939, p. 2).

Sobre la actividad deportiva de la entidad apenas tenemos datos. La dinámica de la guerra hizo que en determinados momentos no pudieran cubrirse la totalidad de los puestos de la Junta directiva, si bien en la prensa encontramos notas de convocatorias de reuniones de la misma en las que solía requerirse la asistencia de todos los afiliados. Pero ello no fue óbice para que superadas las coyunturas más difíciles del asedio a Madrid, se reanudaran de forma esporádica, como ya dijimos, las excursiones. Nada sabemos del Grupo Deportivo ni de posibles actividades organizadas por sus distintas secciones, aunque en diciembre de 1937 la de Fútbol convocaba a sus afiliados para tratar «asuntos de importancia»232. La guerra, como ocurrió con la mayoría de las sociedades deportivas de la ciudad, imposibilitó su normal funcionamiento. 6. LA FCDO

Y SU GESTIÓN DEL DEPORTE DURANTE EL CONFLICTO

Como ya pudimos comprobar al analizar la actividad deportiva en los frentes y en la retaguardia, la FCDO, que afirmaba a los pocos meses de iniciarse la guerra que contaba con 70.000 afiliados, formó sus propios batallones de milicias y

232.

«Salud y Cultura. Grupo Deportivo», El Socialista, núm. 8.645, 9 de diciembre de 1937, p. 3.

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colaboró estrechamente con diferentes organizaciones juveniles e instituciones gubernamentales, tanto civiles como militares, en la preparación y desarrollo de competiciones, festivales e iniciativas de todo tipo. Dirigida por elementos –comunistas– de las JSU, la Federación se ocuparía de los aspectos técnicos y organizativos de los eventos deportivos más importantes patrocinados por ellas, como el ya comentado festival celebrado en el estadio de Chamartín en septiembre de 1937 con motivo de la clausura del Pleno de su Comité Nacional. De igual manera, asesoró y proporcionó monitores deportivos al movimiento ¡Alerta!, estando presente mediante delegados propios en algunos de sus Consejos Provinciales, como el de Madrid. Muy parecida fue la actuación seguida con respecto a la Unión de Muchachas y a la Federación Nacional de Pioneros, entidades con las que la FCDO mantuvo relaciones constantes –de asesoría, organizativas, etc.–. Vimos también cómo fueron sus afiliados los principales y más activos agentes de la educación física y la práctica deportiva en las unidades militares. La inmensa mayoría de los deportistas que salieron de la Escuela de Monitores del Ejército del Centro eran afiliados de la Federación e igualmente es muy probable que lo fueran los que aprobaron los cursillos de capacitación organizados por el Consejo Nacional de Educación Física y Deportes y destinados al frente. Sin olvidar, naturalmente, que en una gran parte de los festivales deportivo-militares que se celebraron a lo largo de la guerra la FCDO intervino activamente de una u otra manera. El Consejo Nacional, dependiente del Ministerio de Instrucción Pública, estuvo dirigido y controlado por militantes de la Federación. Álvaro Menéndez y Justo Rodríguez, presidente y secretario general respectivamente de su Comité Nacional, fueron elegidos presidente y secretario general del Consejo Nacional y otros miembros de la Federación fueron también miembros del mismo. Por otro lado, la iniciativa promovida por el Consejo Nacional de crear un único movimiento deportivo mediante la fusión de las Federaciones oficiales y las organizaciones deportivas obreras y populares fue, en realidad, una idea de la FCDO, cuyos dirigentes llevaron el peso de las reuniones celebradas en Madrid para, como primer paso, constituir una única Federación deportiva de Castilla. Y fue, finalmente, la Federación obrera, en unión con el Consejo Nacional, quien intentó fortalecer la presencia internacional del deporte republicano como legítimo y único representante del deporte español en el exterior.

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Fig. 101. Cartel de la FCDO (Biblioteca Nacional).

Sin embargo, el comienzo de la guerra supuso para la entidad una verdadera sangría de hombres. Afirmaba haber sufrido la pérdida de docenas de sus mejores dirigentes, destacando muy especialmente la de su Secretario general, Andrés Martín, comandante del Batallón Pasionaria y Comisario Político, que habiendo sido herido y apresado por tropas rebeldes al mando de Yagüe, fue fusilado en Santa Olalla, municipio de Toledo muy próximo a Talavera. Junto a él, otros líderes y cientos de afiliados habrían perecido en los primeros combates desarrollados en los distintos frentes. Además, la guerra imponía dejar el deporte a un lado, al menos temporalmente, para dedicarse por entero a la misma. Por eso, a comienzos de noviembre de 1936 la prensa incluyó un manifiesto de la organización en el que se podía leer lo siguiente: «No son horas de meter goles, sino balas en la cabeza de los facciosos. No son horas de fundar Sindicatos “marrón” para deportistas mucho más marrón. Son horas de estar en las líneas de fuego o en las militarizadas de la retaguardia. No son momentos de lanzar el disco ni la jabalina,

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sino la bomba de mano y el cartucho de dinamita. No son horas de ser deportistas, sino ciudadanos de las Milicias, por jóvenes más obligados a combatir los primeros. Los que se afanan en conseguir a toda prisa un rinconcito cómodo en cualquier nuevo Comité del deporte, están perdidos; se lo garantizamos. Los que han de regir esos afanes juveniles están “todos” en los frentes de lucha, y a su regreso (los que vuelvan) volverán a tomar el timón de tales asuntos. Los que se hayan colado en el ínterin serán echados a escobazos». En otro lugar del mismo, se decía: «No hay más organismos deportivos que la FCDO, Salud y Cultura y los Comités de Sport Popular, entidad hermana en Cataluña de la FCDO. Todos ellos estaban –de hecho– fundidos cuando surgió este movimiento; pero no existe río revuelto donde puedan pescar los ignorantes y los trepadores. En esta única comunicación con las masas juveniles afirmamos nuestro deseo de lucha hasta el fin; tenemos mucho que conquistar y mucho que vengar. Los que se titulan deportistas o deportivos y no cumplen con su deber (incluso hay alguno en el frente), nada tienen que ver con nosotros; son cosas de las Sociedades anónimas de fútbol, etc. Jóvenes deportistas de toda España: ¡Adelante, hasta vencer! Por el Comité nacional de la Federación Cultural Deportiva Obrera: El secretario, Justo Rodríguez–. El presidente, Álvaro Menéndez»233.

Fig. 102. Manifiesto de la FCDO (El Socialista, núm. 8.284, 1 de noviembre de 1936, p. 2).

El 10 de marzo de 1937, Menéndez pronunció un interesante discurso a través de la emisora radiofónica del «Frente de la Juventud», que luego sería impreso. En la introducción al mismo, el secretario de propaganda del C.N. hacía un breve repaso de la labor de la Federación en aras a conseguir que la educación física y el deporte estuvieran al alcance de todos los trabajadores manuales e intelectuales en tiempos en los que la actividad deportiva era «un lujo al alcance exclusivamente de unos cuantos privilegiados». Dentro de su trayectoria subrayaba la organización, sin mencionar a ninguna otra entidad, de la Olimpiada

233. «Manifiesto de la Federación Cultural Deportiva Obrera», El Socialista, núm. 8.284, 1 de noviembre de 1936, p. 2.

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Popular de Barcelona; la formación, iniciada la guerra, de batallones de combatientes, el sacrificio de su vida por parte de numerosos dirigentes y los cargos de responsabilidad en el Ejército que ocupaban otros muchos. Reconocía también que al prolongarse la guerra la Federación estimó que no podía quedar abandonada la educación física, de absoluta necesidad tanto en la preparación de los combatientes como en la de carácter premilitar destinada a la juventud de la retaguardia, organizando sus cuadros de instructores. El discurso de Menéndez fue igualmente un canto a una entidad que, según él, había llegado a agrupar a 75.000 jóvenes, apartándoles «de la papanatería del deporte apolítico, del deporte profesional como una explotación más de las empresas capitalistas». Aseguraba que había dado «diez mil hombres a las listas de los muertos ilustres», habiendo perdido a la mitad de su Comité Nacional, y que tenía todos sus efectivos movilizados desde el primer día de la guerra. Insistía en la necesidad de constituir un Frente Único Deportivo y en que después del triunfo en la guerra el deporte sería de todo el pueblo, convertido en el único actor y administrador del mismo, aunque a la FCDO le correspondería el honor y la responsabilidad de encauzar «el glorioso movimiento deportivo futuro, el deporte triunfal de nuestra lucha»234.

Fig. 103. Portada del texto de un discurso de Álvaro Menéndez, presidente de la FCDO (Centro Documental de la Memoria Histórica).

234. Texto íntegro del discurso pronunciado por nuestro Presidente del Comité Nacional, camarada Álvaro Menéndez, Comisario Político de la Brigada Motorizada de Ametralladoras, en la emisora del Frente de la Juventud el día 10 de marzo de 1937.[Madrid, s. e., 1937]

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En agosto, Vicente Martínez, nuevo Secretario general de la Federación, y Pedro Navarro, miembro también de su dirección nacional, hacían un nuevo y elogioso balance de las actividades emprendidas desde el comienzo de la guerra235. Tres meses después, el reconstituido Comité Nacional publicaba una circular con la que pretendía reanudar sus relaciones con todos los militantes y con las Secciones, una vez superado el tiempo en que, al incorporarse sus cuadros a la lucha armada, estuvo desligado de los organismos regionales de dirección. Se decía en ella que, ante la nueva situación del país y después de la experiencia del trabajo desarrollado en Madrid, era absurdo «seguir subestimando el papel del movimiento deportivo». La necesidad de la educación física y del deporte en el Ejército Popular y entre la juventud que permanecía en la retaguardia, hacía imprescindible el trabajo de la entidad. Había que preocuparse, además, por tratar de levantar las antiguas Sociedades deportivas, «llevando a su dirección a elementos fieles a nuestra causa, cuando no sea posible que los cuadros de la FCDO pasen a dirigir estos movimientos». Al mismo tiempo, era preciso ganar «para nuestra actividad» a los cuadros técnicos que antes trabajaban para las federaciones oficiales. El relanzamiento de la Federación debía comenzar creando un fuerte movimiento deportivo en fábricas y talleres, sin dejar a un lado la ayuda al mundo campesino mediante el impulso y desarrollo de los juegos populares –barra, bolos, pelota, etc.– como forma de hacer penetrar en él la cultura física. Finalmente, los movimientos de masas de la juventud, como Unión de Muchachas o ¡Alerta!, debían recibir toda la ayuda posible de la entidad236. En Madrid y sus alrededores el reconstituido Comité Nacional y la Sección Regional del Centro, cuyo secretario en esta etapa fue Manuel Macías, se encargaron de relanzar la actividad deportiva. Además de los actos que, tanto en el frente como en la retaguardia, impulsó o en los que colaboró estrechamente y que ya hemos comentado en páginas anteriores, el Comité fue responsable igualmente de otras muchas iniciativas como el festival deportivo celebrado en septiembre de 1937, en el campo de Chamartín, con motivo del «Día de la Juventud». Con la participación de deportistas de varios Cuerpos del Ejército del Centro y de las Brigadas Internacionales, así como de sendas selecciones de fábricas y de las escuelas Alerta, el programa incluía ejercicios de educación física, pruebas atléticas y un partido de fútbol237. Por otro lado, encargó determinadas misiones a algunos de sus dirigentes que reunían la condición de excelentes deportistas. Así, mientras el nadador Manolo Martínez enseñaba los deportes del agua a los militantes aficionados a los mismos, Margot Moles, campeona de España de lanzamiento de disco y de peso238, daba clases

235. Vid. «Hablando con Vicente Martínez y Pedro Navarro, dirigentes del Comité Nacional de la FCDO», La Hora, 27 de agosto de 1937, p. 6. 236. «Circular N.º 1 de la Federación Cultural Deportiva Obrera de España. A todas nuestras Secciones y afiliados», Ahora, núm. 272 (2.160), 5 de noviembre de 1937, p. 5. 237. Vid. «Festival deportivo en el Campo de Chamartín», El Socialista, núm. 8.558, 1 de septiembre de 1937, p. 2 y «Se ha celebrado en Madrid un festival deportivo», La Hora, núm. 76, 2 de septiembre de 1937, p. 3. 238. El currículo deportivo de Margot era extraordinario. Además de sus títulos en disco y en peso, ganó en dos ocasiones el campeonato de Castilla de saltos de longitud y de altura así como el

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diarias de cultura física y deportes a obreros de las fábricas madrileñas239. Una iniciativa que tuvo bastante resonancia fue la «Vuelta al Retiro», carrera pedestre organizada el 21 de noviembre por el diario Ahora con motivo de la Conferencia provincial de la JSU y cuya dirección técnica –puestos de delegados supervisores, cronometradores, etc.– estuvo a cargo de la FCDO. Días antes de la celebración, su Secretaría técnica publicó varios artículos sobre la manera de prepararse física y tácticamente para la carrera y evitar así posibles lesiones. La Vuelta, con salida y llegada en la avenida de Menéndez Pelayo, tenía un recorrido de 4.200 metros y se estableció una clasificación individual y otra para equipos de cinco corredores. Los ganadores obtuvieron diferentes premios, entre los que figuraban dos copas donadas por la FCDO, que fueron entregados en un acto celebrado en el local de la Sociedad Gimnástica Española. El vencedor absoluto de la prueba fue el atleta Juan Marín, enrolado en la 42 Brigada240. Mucha cobertura informativa tuvo también el renovado «Trofeo de Año Nuevo», el popular cross que la entidad –«guía y timonel del deporte español»– comenzó a organizar en los años previos al inicio de la guerra.

de lanzamiento de jabalina. Fue capitana del equipo de jockey del Athlétic Club, campeón de Castilla y de España entre los años 1933 y 1935. En esta modalidad fue seleccionada para varios encuentros internacionales y para el campeonato femenino de Europa, donde España quedó en tercer lugar. En esquí, ganó de forma ininterrumpida el torneo de la Sociedad Peñalara desde 1930 en adelante, además del campeonato de España de 1933 y los de descenso y «slalom» dos años después. En este mismo deporte, representó a nuestro país en diversos encuentros internacionales obteniendo siempre muy buenos resultados. 239. Vid. «El campeón más joven de todos los campeones», La Hora, núm. 117, 20 de octubre de 1937, p. 9 y «Margot Moles», La Hora, núm. 126, 30 de octubre de 1937, p. 7. 240. Vid. «El gran “Cross” de la juventud debe ser el comienzo de la conquista de la fortaleza por la juventud española», Ahora, núm. 269 (2.157), 2 de noviembre de 1937, p. 5; «Entrenamiento. “CrossCountry” Vuelta al Retiro», Ahora, núm. 271 (2.159), 4 de noviembre de 1937, p. 6; «Gran “Cross” de la Juventud», Ahora, núm. 277 (2.165), 11 de noviembre de 1937, p. 4; «Brillante triunfo de la juventud en la Vuelta al Retiro», Ahora, núm. 287 (2.175), 23 de noviembre de 1937, p. 3 y «El gran “Cross de la Juventud” organizado por “Ahora”», La Hora, núm. 148, 25 de noviembre de 1937, p. 7.

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Fig. 104. Trofeo «Año Nuevo» organizado por la FCDO (Ahora, núm. 306 (2.194), 14 de diciembre de 1937, p. 4).

En esta nueva edición, prevista en principio para el 9 de enero de 1938, pero que finalmente, por diversas circunstancias, hubo de aplazarse hasta el día 23, el recorrido, con salida y llegada en la Nueva Castellana, fue de seis kilómetros y se establecieron dos categorías, civil y militar, con tres clasificaciones dentro de las mismas, individual y por equipos de cinco y de quince corredores. Para poder inscribirse, tal como recogía el Reglamento elaborado por la Federación, se exigía haber cumplido 18 años y acompañarse de un certificado médico en el que se expresara estar físicamente capacitado para tomar parte en la prueba. Una prueba que pretendía ser una demostración del progreso del deporte popular en la España republicana y para cuya entrega de premios, la FCDO regional organizó un festival en el Palacio de la Música dedicado al Ejército del Centro en el que hubo varios números artístico-musicales y se proyectó la película soviética Revuelta de pescadores241.

241. Vid. «Deportes. Este año se correrá el gran “Trofeo Año Nuevo” organizado por la FCDO», Ahora, núm. 306 (2.194), 14 de diciembre de 1937, p. 4; «Federación Cultural Deportiva Obrera. Gran carrera pedestre», El Socialista, núm. 8.655, 21 de diciembre de 1937, p. 3; «Ante el Cross Trofeo Año

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Fig. 105. Croquis del Trofeo «Año Nuevo» (Ahora, núm. 308 (2.196), 16 de diciembre de 1937, p. 5).

El acto fue aprovechado por la entidad para solicitar previamente por carta a los presentes –unidades militares y organizaciones juveniles– su colaboración económica para instalar en su domicilio –el mismo de la dirección nacional–, sito en el número 41 de la calle Castellana, la «Casa del Deportista», una iniciativa de la que no se volvería a tratar posteriormente242. La FCDO de Santander se mantuvo activa hasta casi la misma caía de la ciudad en agosto de 1937, disponiendo de Secciones de boxeo, gimnástica, alpina y de fútbol. Durante ese tiempo, su Comité Regional tuvo dos secretarios generales, Perfecto Ontavilla y Valentín Suárez Ahedo, que se turnaron en el cargo. A finales de octubre de 1936, la Sección de boxeo organizó, en unión del Frente Popular de Cabezón de la Sal, una velada pugilística en esa localidad, Nuevo de Madrid», La Hora, núm. 175, 26 de diciembre de 1937, p. 6; «Un festival de la FCDO. Entrega de premios a los ganadores del Trofeo Año Nuevo», El Socialista, núm. 8.703, 13 de febrero de 1938, p. 3 y «Madrid. Distribución de trofeos de los carreristas de la FCDO», Adelante, núm. 323, 15 de febrero de 1938, p. 1. 242. Vid, Carta de Manuel Macías, Secretario de Educación Física de la Federación Cultural Deportiva del Centro de España, a una unidad militar. Madrid, 9 de febrero de 1938.

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que despertó «gran animación popular». Por las mismas fechas se daban nuevas normas para el uso del Gimnasio que la Sección tenía en su sede y se animaba a los socios del grupo alpino para que se inscribieran en la Compañía «Cultura y Deporte» que se estaba organizando y cuyas filas se encontraban abiertas a todos los deportistas. Por su parte, la Sección de fútbol acordaba también por entonces comenzar un campeonato cuyos partidos se celebrarían en los campos de los Arenales y Miramar, pertenecientes a la Federación. Con ese fin, citaba a todos los equipos a una reunión para hacer la distribución de grupos y categorías, calendarios y sorteos. Informaba también que donaría dos trofeos llamados «Copa Cultura y Deporte» y «Trofeo FCDO»243. En noviembre, organizaba, esta vez en el propio Santander, una nueva velada boxística a beneficio de los Hospitales de Sangre con el siguiente programa: «Arce contra Julio Gómez, Bufanda contra Bisados, Raúl contra Goyenechea, Kid Kodak contra Cortázar, Cazorla contra Justo y Arenas Patit contra Mecoleta»244. Un mes después, celebraba una velada artística en el Teatro Principal, de Torrelavega, que incluía las actuaciones de la Rondalla «Katiuska», del prestidigitador «Porthos» y de los clowns de los Pioneros Rojos, además de un recital de Mariano Izábal y la representación de la obra en un acto de Torralba Becci, Justicia245. En febrero de 1937 tuvo lugar otra velada de boxeo en el Teatro Pereda y cuyos ingresos económicos fueron destinados a favor de Asistencia Social246. El 1 de marzo Valentín Suárez, en representación de la FCDO de Santander, firmaba, junto al resto de los delegados, el pacto de unidad de todas las organizaciones juveniles de Cantabria constituyendo el Frente de la Juventud Antifascista247. La última noticia que hemos recogido de sus actividades se refería a un nuevo combate de boxeo celebrado en el Teatro del Pueblo apenas veinte días antes de la toma de Santander por las tropas franquistas y a beneficio de la construcción de refugios en esa ciudad que llevaba a cabo la autoridad municipal248. A finales de noviembre de 1937 se constituyó la FCDO de Aragón. Su presidente fue Joaquín Maza y tenía su sede en la localidad zaragozana de Caspe, concretamente en el número 19-1.º de la calle Fermín Galán. Estos datos, los únicos que hemos podido allegar, proceden de una serie de cartas que fueron enviadas a distintas organizaciones para comunicarles la constitución de la entidad249.

243. «Polisportiva. La actividad deportiva en Santander», El Mundo Deportivo, núm. 5.158, 25 de octubre de 1936, p. 3. 244. Carta del Secretario General, Valentín Suárez Ahedo, al compañero Director General de Instrucción Pública, Santander, 23 de noviembre de 1936. 245. Vid. Carta del Secretario General, Valentín Suárez, al camarada Director General de Instrucción Pública, Santander, 17 de diciembre de 1936. 246. Vid. Carta de Perfecto Ontanilla al Consejo Provincial de Santander. Santander, 24 de febrero de 1937. 247. Vid. A todas las organizaciones de la juventud antifascista, a todos los organismos oficiales de Santander, a las clases laboriosas en general: «Frente de la Juventud Antifascista». Bases mínimas. Santander, 1 de marzo de 1937. 248. Vid. Carta del Secretario General, Perfecto Octavilla, al Estado Mayor del Ejército del Norte. Santander, 1 de agosto de 1937. 249. Vid. Carta de Joaquín Maza, Presidente de la FCDO de Aragón, a la Secretaría Femenina del Partido Comunista de Caspe. Caspe, 27 de noviembre de 1937.

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Fig. 106. Constitución de la FCDO de Aragón (Centro Documental de la Memoria Histórica).

Son muy pocas también las noticias que tenemos de la FCDO de Cataluña, cuyo domicilio se hallaba en el número 14 de la Vía Laietana, en Barcelona y que había nombrado ya antes del inicio de la guerra a B. Montagut como Secretario general de su Comité directivo. Una de ellas hacía referencia a una velada de boxeo organizada entre el Sindicato de Boxeadores y la Federación a comienzos de noviembre de 1936 y cuya principal novedad fue la presencia de un equipo de púgiles amateurs de la URSS. La intención era, además, animar un deporte «inactivo mucho tiempo por hallarse la mayoría de boxeadores en los frentes de combate»250. El Comité Central de la FCDO de Euzkadi estaba en Bilbao y sabemos que Antonio Fernández Ureta fue durante algún tiempo Secretario en funciones del mismo. En Guipúzcoa existió un Comité Regional cuyo Secretario general era Luis Gorospe. Algunas de las secciones locales organizaron en repetidas ocasiones festivales deportivos para recaudar fondos con destino a diversas instituciones e iniciativas de guerra. La de Sestao estableció clases de gimnasia rítmica dirigidas a niños y niñas de corta edad251. No se descuidó tampoco la labor cultural disponiendo de un local en el número 7 de la calle Allende, en Bilbao, donde se instaló una biblioteca que contaba con 876 volúmenes y una sala de lectura

250. «Boxeo. Púgiles de la URSS», El Mundo Deportivo, núm. 5.158, 25 de octubre de 1936, p. 1. 251. Vid. «Sociedad Cultural Deportiva Obrera», Euzkadi Roja, núm. 159, 27 de marzo de 1937, p, 5.

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a la que podían concurrir los combatientes del Ejército Popular en retaguardia y los socios de las distintas secciones. Además, según cuenta Itziar Recalde, la Federación disponía de una «Biblioteca para Sociedades Obreras» compuesta por 75 volúmenes y organizó un servicio de reparto de libros en frentes y hospitales así como numerosas veladas para los soldados heridos que permanecían en los hospitales de sangre. Por otra parte, algunas secciones formaron su propio grupo artístico252.

Fig. 107. Carnet de afiliado a la FCDO de Euskadi (Centro Documental de la Memoria Histórica).

En octubre de 1936 se constituyó la FCDO de la Región del Norte de Levante. Su sede estaba en el Radio-Centro de las JSU, sito en el número 38 de la calle Cirilo Amorós, en Valencia. Inmediatamente, se dirigió a la opinión pública mediante un manifiesto en el que se subrayaba su intención de que todos los jóvenes practicaran el deporte y cultivaran su espíritu mediante el acceso a la cultura253. Desde ese momento, va a participar de forma muy activa en la organización de las actividades deportivas que tuvieron lugar en la ciudad levantina y sus alrededores. Para un mejor desarrollo de las mismas, creó incluso un Colegio de árbitros y cronometradores254 y se encargará, como ya comentamos, de seleccionar y preparar el grupo de deportistas que en nombre de la Sección levantina acudieron a la Olimpiada Obrera de Amberes. En noviembre de 1937, el diario La Hora entrevistaba a su Secretario general, Almeida Martín, quien señalaba la labor realizada hasta ese momento estimulando el deporte en las fábricas y en el campo y prestando, en el ámbito de la cultura física, apoyo técnico y humano a las escuelas ¡Alerta! de Valencia, a la Unión de Muchachas y a la Casa de la Juventud que la JSU tenía en la ciudad. Al mismo tiempo, indicaba los esfuerzos

252. RECALDE RODRÍGUEZ, Itziar: Escuela, educación e infancia durante la Guerra Civil en Euskadi…, Opus. cit., pp. 713-716. 253. «En Valencia se ha constituido la Federación Cultural Deportiva Obrera», El Mundo Deportivo, núm. 5.168, 4 de noviembre de 1936, p. 4. 254. Vid. «Deportes. ¡¡Deportistas!!», Adelante, núm. 157, 4 de agosto de 1937, p. 2.

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que la Federación había hecho y seguía haciendo por crear un movimiento deportivo unificado en toda España255. Ese mismo mes, inauguraba unas clases de preparación de monitores con el fin de que los jóvenes deportistas de ambos sexos «puedan adquirir los conocimientos necesarios para desarrollar después una gran campaña de educación física entre la juventud de la retaguardia y el frente»256. Tampoco descuidó las labores culturales, organizando festivales artísticos, en alguno de los cuales llegó a actuar la compañía teatral «El Buho», bajo la dirección del conocido actor y director de teatro valenciano Vicente Mauri. La actividad de las Secciones de la FCDO estuvo condicionada, como es natural, por la evolución del conflicto armado en cada uno de sus respectivos territorios. La caída más o menos temprana de algunos de ellos, como Santander, Asturias o el País Vasco, supuso, obviamente, la disolución de la organización deportiva. Su nivel de iniciativa, en cualquier caso, había decaído ostensiblemente, como hemos podido comprobar, en las semanas previas a la entrada de las tropas franquistas. En otras zonas, como Cataluña, Valencia o Madrid, donde la guerra se prolongó hasta febrero-marzo de 1939, desconocemos el momento en que sus estructuras regionales se disolvieron o dejaron de funcionar en la práctica, aunque las noticias sobre las mismas desaparecen a partir de la primavera o el verano de 1938. Una cuestión que pudo tener alguna importancia en la etapa final de la Federación, si bien apenas hay rastro alguno de la misma, fue la división interna que se manifestó entre socialistas y comunistas y que venía a reproducir la que tuvo lugar en las JSU. Como ya dijimos, tanto la dirección como la mayoría de las bases de la organización juvenil se posicionaron en favor del PCE y su política frentepopulista. Tan solo un pequeño y minoritario sector, el caballerista, mantuvo una posición discrepante que aumentó con motivo de la crisis de gobierno de mayo de 1937 y las resoluciones adoptadas por el Comité Nacional de la JSU celebrado en Valencia ese mismo mes. A partir de entonces comenzarían los intentos por reorganizar las «Juventudes Socialistas» utilizando, sobre todo, los «Rincones Tomás Meabe» –grupos de jóvenes socialistas–, más tarde convertidos en «Rincones de Largo Caballero» y que se extendieron sobre todo por Valencia, Murcia y Albacete. No parece, con todo, que esta iniciativa tuviera una especial relevancia o pusiera en peligro la hegemonía comunista al menos hasta casi el final de la guerra. En la dirección de la FCDO el dominio comunista fue igualmente incontestable en todo este tiempo. Sin embargo, un documento depositado en el Centro Documental de la Memoria Histórica, en Salamanca, da a entender que también en su seno se produjeron tensiones y luchas entre sus miembros. Se trata de una carta sin fecha y dirigida al Comité Nacional de la FCDO por Luis Salinas, en la que este presenta su dimisión como miembro del mismo. Salinas justifica su decisión por sus discrepancias respecto a determinadas decisiones adoptadas por el órgano directivo y, sobre todo, por la falta de corresponsabilidad e iniciativa del mismo a consecuencia del dirigismo personalista y autoritario de que hacía gala el secretario general, apoyándose en

255. Vid. «Un gran movimiento nacional deportivo. He ahí la ambición de la FCDO de Valencia», La Hora, núm. 145, 21 de noviembre de 1937, p. 9. 256. «FCDO. ¡Deportistas!», La Hora, núm. 150, 27 de noviembre de 1937, p. 2.

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el grupo comunista. Según el autor de la misiva su predominio era «absorbente», convirtiendo de hecho al Comité en una ficción. En uno de sus párrafos puede leerse lo siguiente: «Dejé de lado todos estos escrúpulos, tan justificados, cuando tuvieron lugar las gestiones acerca de las Juventudes Socialistas. La trascendencia e importancia que podían tener tales gestiones, me obligaban a prescindir de toda diferencia e intranquilidad, por fundadas que fuesen. Y sin que pretenda hacer responsable al Comité del poco éxito de las gestiones, sí es verdad que con la carta que se mandó no estábamos de acuerdo algunos de sus miembros, por considerar sectarios e inadecuados algunos de sus párrafos; confirmando la ineficacia de mi gestión el que al solicitar con otros miembros la modificación de aquellos párrafos, se nos contestó por el portador de la carta que aquella era acuerdo de la minoría comunista del Comité, y aunque él era el único comunista que asistía, como eran mayoría, a ella teníamos que atenernos»257. Sea como fure, el golpe del coronel Casado en marzo de 1939 supuso un triste y doloroso episodio final en las pugnas internas entre los socialistas no negrinistas –la mayoría en ese momento– y los comunistas. Mientras los primeros apoyaron el golpe y al Consejo Nacional de Defensa (CND), los segundos se inclinaban por defender al Gobierno Negrín y mantener la guerra a toda costa. En una nota publicada el 12 de marzo en El Socialista, las Juventudes Socialistas de Madrid informaban que se habían hecho con la dirección del Comité Nacional de las JSU y manifestaban su adhesión al CND y su propósito de restaurar en la organización «su antiguo y glorioso título de Juventudes Socialistas de España»258. Dos días después, el rotativo incluía un manifiesto de las JJ.SS donde se afirmaba que habían sido objeto del más criminal de los engaños, «ya que el organismo que se instituía bajo la denominación de Federación Nacional de Juventudes Socialistas Unificadas de España no habría de ser el aglutinante de todos los jóvenes, sino el instrumento servil de un partido». Al mismo tiempo, daba cuenta del nombramiento de una Comisión Ejecutiva Nacional interina de las Juventudes Socialistas presidida por Sócrates Gómez y con Manuel Martínez como Secretario general. La renacida organización estaría «bajo la égida, dirección y control del glorioso Partido Socialista Obrero Español»259. Todos estos acontecimientos debieron tener su influencia, si es que para entonces se mantenía aún en pie su estructura, en la FCDO. De cualquier manera, es muy probable que ya con anterioridad a los mismos, su dirección comunista, como ocurrió en las JSU, se viera internamente contestada, especialmente tras la derrota de la batalla del Ebro en noviembre de 1938. Episodios que, una vez más, vendrían a poner de relieve, como no podía ser de otra manera, la estrecha y directa relación entre la marcha de la guerra civil y la trayectoria de la Federación. Una trayectoria que, como la del movimiento deportivo obrero en su conjunto, quedaría truncada con el final del conflicto militar. En la España que surgió después ya no habría cabida para el «deporte rojo».

257. Carta de Luis Salinas al Comité Nacional de la FCDO. S. l., s. f. [Madrid, ¿1939?] 258. «Restauración. Las JSU dejan de ser Juventudes Comunistas Unificadas», El Socialista, núm. 9.028, 12 de marzo de 1939, p. 2. Firmaban la nota Manuel Martínez, José María Velasco, Manuel López, Antonio Escribano, Manuel Verdú y Sócrates Gómez. 259. «Juventudes Socialistas de España. Manifiesto y constitución de una Comisión Ejecutiva Nacional interina», El Socialista, núm. 9.030, 14 de marzo de 1939, p. 1.

CONCLUSIONES

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L DEPORTE COMO OBJETO DE ESTUDIO

ha comenzado a tener relevancia en nuestro país recientemente, impulsado por nuevas corrientes historiográficas –historia socio-cultural, historia del ocio, historia desde abajo, historia de la vida privada…–, por los contactos con otras ciencias sociales y por un puñado de estudiosos que han tratado de redimirlo del estigma que pesaba sobre él al ser considerado un tema banal o menor. En el contexto de la historia contemporánea y con independencia de otras temáticas que han gozado de mayor interés, como el deporte durante el franquismo, el deporte popular en Cataluña o la historia del fútbol, las aproximaciones al fenómeno deportivo en el marco de las organizaciones obreras de clase han supuesto una nueva o diferente visión de su historia que complementa y enriquece perspectivas más tradicionales y/o más consolidadas en nuestra historiografía pero que no habían reparado en esa dimensión. Este libro lo que pretende, justamente, es mostrar que el deporte es consustancial a la historia del movimiento obrero en España. Y que, en consecuencia, sin su análisis esa historia quedaría incompleta. En ese sentido, puede afirmarse que la preocupación por la educación física de los niños y niñas que acudían a los centros de enseñanza anarquistas y socialistas se advierte ya desde la creación de los mismos a comienzos del siglo XX. Formaba parte del concepto de educación integral que defendían ambas corrientes y que, sobre todo entre los socialistas, tenía claras resonancias institucionistas. El desarrollo corporal de los escolares, el cuidado de la higiene y la salud, los beneficios de la enseñanza al aire libre y de los juegos como método educativo, estuvieron muy presentes en los programas de esos centros, aunque la precariedad de medios materiales, entre otros factores, que caracterizó a algunos de ellos debió ser un obstáculo difícil de salvar a la hora de convertirlos en una realidad. En muchos, sin embargo, el excursionismo se convirtió en una práctica habitual. De ese modo y combinando los paseos con charlas y explicaciones sobre el terreno se pretendía contribuir al desarrollo físico e intelectual de los niños. Sin que sepamos de una iniciativa semejante en el ámbito libertario, la promoción

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del excursionismo y rápidamente también del deporte infantil, dio lugar en el campo socialista a la formación en 1913 de Salud y Cultura, entidad madrileña que, como todas las que el socialismo va a crear después, resultaba una mezcla de sociedad deportiva y agrupación cultural. Su carácter pionero entre las organizaciones obreras se debe no solo a la programación reglada de excursiones a la sierra y al campo, ni al hecho trascendental de que entre sus miembros hubiera niñas, permitiéndoles así hacer realidad una primera y singular experiencia deportiva en una sociedad donde las mujeres estaban alejadas del deporte, sino al hecho de que muy pronto el excursionismo se completó con otras modalidades deportivas, como la gimnasia o el fútbol, cuya sección data de 1916. Es esta, además, una característica que se dio en otras sociedades socialistas que, como la Escuela Nueva, nacen ya en la segunda década del siglo XX y que ponen una diferencia esencial con el mundo libertario. En este, el excursionismo y las giras campestres se convirtieron en un vector principal de su universo ideológico, pero no así el deporte organizado de grupo, que fue siempre menospreciado y rechazado como algo ajeno e impropio de su particular cultura militante. De ahí que hasta la irrupción de los comunistas en el tablero deportivo, algo que tendrá lugar después de la proclamación de la II República, todo el deporte obrero en España, con exclusión del fenómeno excursionista, como queda dicho, sea de inspiración socialista. Otro aspecto que diferenció a socialistas y libertarios en relación con la infancia obrera fue la apuesta decidida de los primeros por el desarrollo de las colonias escolares de vacaciones como medio para mejorar la salud de los niños y donde la actividad física tuvo siempre un destacado papel. Aunque con anterioridad a la llegada de la II República se advierte ya una importante labor desde los Ayuntamientos y Juntas de Primera Enseñanza, sería durante aquella etapa cuando el socialismo cobraría un protagonismo especial en la promoción, organización y dirección de las colonias, aumentando notablemente su oferta por todo el país. Al margen de la gestión municipal, algunas organizaciones obreras pusieron en pie colonias propias, aunque la idea de crear un organismo que las impulsase y coordinase a nivel nacional no se llevaría a cabo. Con cierto retraso respecto a las primeras iniciativas deportivas desplegadas por algunos de sus homólogos europeos desde comienzos del siglo XX –la poderosa ATB alemana nacía en 1893–, el deporte socialista surgió en España a comienzos de la segunda década del siglo XX de la mano de grupos de jóvenes socialistas que se encontraron con una escasa o nula receptividad tanto dentro del PSOE como de las entidades sindicales en ese terreno. Para la mayoría de los dirigentes obreros la situación de la clase trabajadora hacía imposible la práctica deportiva. Por otro lado, muchos seguían viendo el deporte como una actividad burguesa y, en consecuencia, no debía ser objeto de atención por parte de las Juventudes Socialistas, las cuales debían poner el foco en la formación doctrinal y cultural, de la que, obviamente, aquel no formaba parte. El ejemplo de la frustrada Central de Educación Obrera que pretendió poner en marcha la juventud socialista madrileña es un buen ejemplo de esa falta de apoyo. Con todo, por esos años irían surgiendo pequeños grupos deportivos, especialmente en el País Vasco y en Madrid, de los que destacaría la Sociedad Deportiva Obrera, creada en el otoño de 1914. Muy pronto dispuso de una sección excursionista, en cuya creación contaría con el apoyo de Juan Almela Meliá, hijastro de Pablo Iglesias

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y auténtico pionero del deporte en las filas socialistas al practicar modalidades como el alpinismo, el ciclismo, el excursionismo o la fotografía deportiva, y de otros amantes del deporte vinculados al club Peñalara y a la ILE. Con el firme propósito de ejercitar otros deportes, a esa sección se sumarían luego tres más, las de gimnasia, ciclismo y náutica. Llama la atención la ausencia del fútbol en un momento en que había comenzado ya su rápida e imparable popularización en las grandes ciudades, y la fortaleza del equipo de atletismo, que llegó a participar en el primer Campeonato de España de campo a través, celebrado en Madrid en febrero de 1916. No es menos llamativa en una organización socialista la concesión de premios a los primeros clasificados en algunas de sus competiciones, lo que ponía de manifiesto, más allá de las críticas al deporte burgués y mercantil –y del que se destacaba su malsana obsesión por las marcas, los récords, las individualidades y los premios como estímulo y señuelo de todo ello–, las deudas contraídas con éste y que no harán más que incrementarse con el correr del tiempo. Sin que sepamos los motivos concretos, la Sociedad Deportiva Obrera desapareció apenas dos años después de su nacimiento. Las consecuencias en el seno del socialismo de algunos acontecimientos que tuvieron lugar posteriormente –revolución de 1917, trienio bolchevique, escisión comunista, lento proceso de reconstrucción de las JJSS– interrumpieron o ralentizaron el desarrollo del deporte obrero hasta mediados de los años veinte. En su «reconstrucción», ahora de manera más decidida, influyeron sobre todo tres factores: la conversión del deporte en un espectáculo de masas dentro de un contexto de avances sociales, aumento del tiempo libre y creciente demanda de ocio, el ejemplo del movimiento deportivo socialista en Europa y una más firme conciencia entre las Juventudes de las potencialidades de la práctica deportiva como instrumento de proselitismo político y captación de militantes. En relación al primero de esos factores, resulta muy significativo que a finales de 1923, El Socialista inaugurase una sección deportiva con Aniceto García a su frente y donde junto a la atención prestada al deporte modesto y amateur en general y al que promovieron las propias sociedades socialistas en particular, fue ganando espacio la información sobre el deporte profesional, con especial interés por el fútbol. La inicial posición socialista en favor del amateurismo quedó diluida o soterrada en la práctica por el avance imparable del profesionalismo y la progresiva demanda de los trabajadores –y, en consecuencia, también de los lectores de la prensa obrera– de noticias sobre las competiciones oficiales. De esta manera, las páginas deportivas de los rotativos socialistas, como ejemplifican su principal órgano de expresión o Claridad, acogieron los grandes eventos que tuvieron lugar en las distintas modalidades deportivas, como el ciclismo, el atletismo, el excursionismo, la natación, la pelota vasca y, sobre todo, el deporte rey, el fútbol. Poco a poco, especialmente durante la República, fueron incorporando también noticias sobre otros deportes que habían sido minoritarios y que por entonces comenzaban a gozar de un cierto favor popular, como el balonmano, el baloncesto, el hockey o el automovilismo. Incluso, al socaire de la popularidad y el fervor que despertaban figuras como Paulino Uzcudun, modalidades como el boxeo o la lucha libre tuvieron su espacio correspondiente, venciendo la repulsión que las mismas, consideradas como incompatibles con las ideas socialistas, generaban entre los dirigentes obreros.

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El movimiento deportivo socialista europeo anterior a la primera guerra mundial y que se concretó en la creación de entidades en algunos países, como Inglaterra, Alemania, Bélgica, Checoslovaquia, Austria, Francia o Italia y, sobre todo, en la constitución en 1913 de la Asociación Socialista Internacional de Educación Física (ASIEP), apenas tuvo ningún eco en el socialismo español. Sería tras la finalización de la Gran Guerra y en un contexto de división del deporte obrero internacional, cuando las Juventudes Socialistas, dentro de las que destacaría Mariano Rojo, y algunos dirigentes del PSOE se mostrarían mucho más receptivos hacia lo que tenía lugar en el plano supranacional. En consecuencia, la prensa informó, si no con detalle, sí con regularidad, tanto de la constitución de la Internacional Deportiva Obrera Socialista (ISOS) en 1920 –aunque no adoptaría ese nombre hasta 1928–, como de las tres Olimpiadas Obreras que organizó a lo largo de los años veinte y treinta. Al mismo tiempo, dejó constancia de no pocos eventos impulsados por algunas de las Secciones nacionales de la ISOS. Y aunque se produjeron varios intentos por crear una sección española, ninguno dio resultado efectivo hasta que ya en los años treinta y en un contexto muy diferente se fundó la Federación Cultural Deportiva Obrera (FCDO). Hasta ese momento, nadie dentro de las organizaciones socialistas había dudado o cuestionado que la ISOS fuera la única referencia y la matriz internacional del deporte obrero. De hecho, nada había trascendido ni de la creación en Moscú de la Internacional Deportiva Roja (ISR), considerada un organismo al servicio de la URSS y del comunismo, ni de sus competiciones internacionales, conocidas como «Spartakiadas». A raíz de todos los hechos que venimos comentando se generó un interesante debate cuyos principales participantes fueron militantes de las JJSS y que volvía a poner sobre el tapete las diferentes posturas y planteamientos sobre el deporte obrero. Si para unos, este era, unido al cultivo de la inteligencia y del espíritu, no solo una fuente de salud y de sano esparcimiento, sino un instrumento de propaganda y un factor de unidad y camaradería entre los trabajadores «de ambos sexos», para otros –y con independencia de ver con buenos ojos su moderado cultivo, lo que casi siempre se traducía en la práctica excursionista y de mesurados ejercicios individuales– resultaba un vano pretexto que podía acabar adormeciendo las energías juveniles y los objetivos de la organización socialista, amén de su posible contaminación por el deporte burgués, lo que acabaría convirtiéndolo, como ya ocurría con aquel, en un fin en sí mismo. Si para estos últimos, caracterizados por un evidente rigorismo doctrinal y una concepción en exceso intelectualista de la cultura, las ideas no podían difundirse y socializarse «a patadas», para los primeros, en cambio, era perfectamente compatible la educación física y la formación moral y cultural –«de clase»– de los jóvenes obreros. Por otro lado, era el deporte burgués el que adormecía su voluntad, les apartaba de su verdadera misión y los convertía en un ejército de «inconscientes», motivo que justificaba la necesidad de impulsar el deporte obrero. Además, había que tener presente el ejemplo del socialismo europeo, el cual había demostrado con creces hasta qué punto era aconsejable y compatible ser deportista y socialista al mismo tiempo. El crecimiento y expansión de sus organizaciones deportivas era la mejor prueba de la posibilidad de canalizar, en sentido socialista, la creciente e inevitable afición de los jóvenes por el deporte.

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Una primera y fundamental consecuencia de la atmósfera reinante en aquel tiempo entre los jóvenes socialistas fue la incorporación al proyecto de estatutos elaborado por las JJSS en 1925 y que luego sería aprobado y ratificado en los siguientes Congresos, de lo que puede considerarse su «Programa Deportivo». Demasiado esquemático en su redacción, se articuló en torno a tres bases u objetivos: la promoción de entidades deportivas en todo el país, su organización en una federación nacional y el carácter de unas y otra como instrumentos de concienciación y propaganda política. Como hemos podido ver a lo largo de este trabajo, durante un largo tiempo, casi un decenio, se manifestó también demasiado optimista o ilusorio dado que la debilidad de la organización y otros factores coadyuvantes obstaculizarían su realización. Una segunda resultante fue la aparición de pequeñas agrupaciones deportivas en diferentes lugares del país, de las que destacó la Agrupación Deportiva Obrera «Natura», creada por miembros de la juventud socialista madrileña a finales de 1924. Inmediatamente, se formaron secciones de fútbol, atletismo y excursionismo, a las que luego se sumaría la gimnasia. Si la primera, con tres equipos juveniles y uno infantil, fue la más nutrida, celebrando partidos y torneos con equipos no federados de la ciudad, la segunda no le fue a la zaga, estableciendo los «primeros récords obreros oficiales en España». Por su parte, la de excursionismo contribuyó a hacer de la sierra de Guadarrama la «sierra de los obreros madrileños». Natura fue concebida también como un instrumento político. El estrechamiento de lazos de unidad y confraternidad con clubes modestos de Madrid mediante la organización de campeonatos de fútbol y pruebas atléticas debía ser aprovechado para atraer al socialismo a sus componentes. Pero ni el propósito de crear una Federación local de sociedades deportivas obreras ni el más ambicioso de formar una estructura deportiva a escala nacional se hicieron realidad. Si con relación al primero, tropezaron con la dificultad, entre otras, de no disponer de «campo propio y en condiciones», la falta de respuesta de los grupos deportivos socialistas del resto de España, escasos y endebles en su gran mayoría, y la tradicional indiferencia de las agrupaciones socialistas y las organizaciones sindicales, hizo inviable el segundo. Todo ello debió contribuir a la crisis que experimentó la entidad entre 1926 y 1929. A finales de ese último año y tras la adquisición de un campo de deportes propio, consiguió reorganizarse, experimentar un notable crecimiento que le llevaría a rondar el centenar de afiliados y organizar el 1.º de mayo de 1930 un relevante festival deportivo en el campo de Chamartín, del Madrid, F. C., donde por vez primera en la historia del deporte en España participaba una delegación obrera extranjera constituida por una selección de futbolistas pertenecientes a la Federación Deportiva del Trabajo, de adscripción comunista y afiliada a la ISR. La explicación a este sorprendente hecho descansa en la figura y la actividad de Dionisio González, obrero metalúrgico afiliado al sindicato «El Baluarte» de la UGT, miembro de las Juventudes Comunistas, futuro dirigente de la FCDO y que al posibilitar la llegada de aquella selección ponía una primera piedra en la construcción del deporte comunista en España. Por otro lado, las nuevas responsabilidades políticas que recayeron sobre algunos de los más señalados dirigentes de Natura al llegar la República, como le ocurrió a Mariano Rojo, podría estar detrás de la desaparición de la entidad poco tiempo después de la llegada del nuevo régimen.

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Fue durante los años treinta cuando las JJSS adquirieron por fin un elevado grado de consolidación y un paralelo y espectacular aumento de sus efectivos, lo que permitió que jugaran un papel mucho más dinámico en el terreno deportivo, aunque el PSOE y gran parte de las organizaciones sindicales siguieron otorgándole un papel subsidiario. Su fuerte implantación entre la clase trabajadora contribuyó muy probablemente a esa valoración. Por otro lado, el proceso de radicalización que experimentó la Juventud Socialista, visible ya desde 1933, cambió su orientación del deporte. Se insistió mucho más en la crítica hacia la raquítica política de los poderes públicos en materia deportiva, tanto a nivel de infraestructuras como en la educación pública, exigiendo al mismo tiempo un profundo cambio de esa política, enfocada ante todo hacia las masas obreras; se llamó la atención sobre la casi total ausencia de deporte en los núcleos rurales y sobre la inexistencia del deporte femenino. España era, por todo ello, un país caracterizado por un «analfabetismo físico» cuya solución requería una acción urgente y decidida tanto del Estado como de las organizaciones obreras. El ejemplo de cómo llevar a cabo ese programa se hallaba en la Unión Soviética. Su política deportiva, sus instituciones y los progresos conseguidos en todos los ámbitos del deporte, tanto a nivel de masas como en el individual, marcaban el camino a seguir. Entre tanto, la red de grupos deportivos impulsados por los jóvenes socialistas creció de manera notable en este tiempo así como las relaciones o la apertura hacia otros clubes que no tenían vinculación con entidad política o sindical alguna. Se trataba, sobre todo, de equipos de fútbol de barrio, de oficio o de empresa, muchos de los cuales acabaron integrándose en las secciones regionales de la FCDO. En este contexto, fue Madrid, una vez más, la región donde proliferaron en mayor número las sociedades deportivas socialistas. Lo hicieron sobre todo en los nuevos Círculos Socialistas de barriada que se crearon en la capital y en localidades cercanas a la misma. También algunos sindicatos, como los de impresores, albañiles, metalúrgicos y empleados de comercio, formaron secciones deportivas donde destacaron el fútbol y el excursionismo. Con la llegada de la República, Salud y Cultura consiguió salir del letargo que la había caracterizado en los años de la dictadura, donde apenas alcanzó los 80 socios y cuya actividad se limitó a las excursiones ordinarias a puntos cercanos a Madrid y unas pocas extraordinarias a la sierra de Guadarrama, además de algunos partidos jugados por el único equipo que formaba su sección de fútbol. A fines de 1932 superaba ya los 600 miembros y contaba con un Grupo Deportivo y otro Alpino que desplegaron una agenda muy completa de pruebas, torneos y campeonatos deportivos –en fútbol, ciclismo, natación, esquí, atletismo, excursionismo, remo y ajedrez– tanto masculinos como femeninos y mixtos. En las excursiones a la sierra, que pasaron a ser de seis días, se organizaron hasta tres expediciones que reunieron a unos 600 niños de ambos sexos. En 1934, la entidad había alcanzado los 4.000 militantes. Y aunque las consecuencias de los acontecimientos de octubre de ese año obligaron a ralentizar su actividad, esta volvió a recuperarse con buen tono desde comienzos de 1936. Salud y Cultura no fue el único grupo infantil socialista que se constituyó en España. Los años republicanos fueron fértiles en su creación, especialmente en el País Vasco y en Madrid. Con secciones deportivas y culturales, su proliferación animó a las JJSS a intentar crear una Federación de Pioneros Socialistas de

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España que primero la revolución de octubre de 1934 y más tarde el inicio de la guerra civil impidieron que cuajara. Lo que sí tuvo lugar, especialmente desde comienzos de 1936, aunque no en todos los lugares, fue la unificación con los pioneros Rojos, auspiciados por las Juventudes Comunistas. Al margen de este proceso de unidad quedaron los grupos infantiles creados por las Juventudes Comunistas Independientes del Bloque Obrero y Campesino (BOC) y los de inspiración anarquista, como el «Francisco Ferrer», de Barcelona. El excursionismo anarquista, que había conocido un claro reflujo a consecuencia de la persecución que sufrieron las organizaciones ácratas por parte de la dictadura primorriverista, experimentó un claro repunte durante el primer bienio republicano. En ese tiempo nacieron secciones y grupos excursionistas, algunos de los cuales, como Sol y Vida, del Ateneo Libertario del Clot, en Barcelona, gozaron de una bien ganada fama en los medios libertarios. Tras un claro declive de los mismos en el bienio radical-cedista, su renacimiento se produjo a partir de la victoria del Frente Popular en febrero de 1936. El excursionismo siguió siendo la única modalidad deportiva practicada por los anarquistas; no hubo cambio alguno de estrategia en relación con los deportes, de manera que siguieron criticando las manifestaciones deportivas multitudinarias y competitivas como algo ajeno a su ideario. Al mismo tiempo, censuraban duramente a las sociedades deportivas marxistas, especialmente por el uso político que hacían del deporte y su utilización como encuadramiento de jóvenes y niños. Aunque las Juventudes Comunistas habían elaborado antes de finalizar la década de los veinte un discurso propio y muy politizado del deporte, dotándolo de un carácter revolucionario y de instrumento de la lucha de clases, y eran conscientes de su eficacia como mecanismo para conseguir el apoyo de una amplia masa obrera, no sería hasta 1933 cuando comiencen a sacar provecho del desinterés de los anarquistas por el deporte y la baja implantación de los socialistas en el mismo. No pudiendo competir con ellos ni política ni sindicalmente, el campo deportivo, menos organizado y más abierto, les ofrecía la oportunidad de atraer a sus filas a una masa importante de jóvenes trabajadores. Por esas fechas, además, pudieron comenzar a aprovecharse también de la deriva bolchevizante que envolvía a las Juventudes Socialistas y que las aproximarían a sus planteamientos ideológicos y a su concepción del deporte. Esa estrategia por ganar influencia en los clubes populares y en las entidades socialistas se concentró especialmente en la conquista de la FCDO. Como ocurriera con los grupos infantiles, las Juventudes Comunistas Independientes crearon su propia organización, la Unión Deportiva Obrera, cuyos miembros estuvieron en contacto con los Grupos de Acción del BOC, una especie de fuerza de choque encargada de proteger los mítines y los actos del partido. Tras su segundo congreso, celebrado en 1933, la organización descuidó la actividad deportiva aunque lo que no abandonaron en ningún momento fueron los ejercicios paramilitares –el tiro, las marchas o los desfiles–, como medio de preparar a sus militantes para el futuro e inevitable combate contra la burguesía y el capitalismo. Cuando, como consecuencia del giro táctico de la Internacional Comunista en favor de amplios frentes populares, el PCE propicie la formación de un frente popular deportivo, el POUM lo rechazará así como el concepto «espúrio» de deporte popular, defendiendo la pureza revolucionaria del deporte obrero y su nítida separación del deporte burgués.

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La creación de una entidad que agrupase y coordinase a todas las sociedades deportivas obreras de España pudo llevarse a cabo, por fin, durante la República, constituyendo el acontecimiento deportivo más relevante de esa época. Las tensiones entre socialistas y comunistas por su control conforman un capítulo central de su trayectoria casi desde el primer momento, pero tal hecho no debe ensombrecer una labor en pro del deporte obrero y popular que alcanzaría su máxima expresión en el periodo que se extiende entre febrero y julio de 1936. De las cinco federaciones regionales con que contó inicialmente, Asturias y León, Cataluña, País Vasco, Andalucía y Centro, fue esta última la que reunió un mayor número de afiliados y desplegó una actividad más fecunda y continuada en deportes como el atletismo, el excursionismo, el ciclismo y el fútbol, principalmente. Si en 1933, distintas fuentes nos hablan de un número de socios entre 8.000 y 10.000, poco antes del inicio de la guerra civil la FCDO había alcanzado los 30.000. En su seno se admitieron equipos, clubes, sociedades, agrupaciones y personas de uno y otro sexo sin distinción de tendencias ideológicas o políticas, pero una vez que los comunistas tomaron el control de la organización consiguieron, sin apenas resistencia interna, su adhesión a la ISR. Este hecho favoreció o impulsó la participación de la FCDO en torneos o concentraciones deportivas internacionales auspiciadas por la Internacional Deportiva Roja, como el que tuvo lugar en París en agosto de 1934 y en el que se celebró «el Primer Campeonato del Mundo de Fútbol Obrero». Sin embargo, el cambio de táctica de la Internacional Comunista en favor de amplios frentes populares antifascistas hizo que los dirigentes de la FCDO modificaran su discurso, enfatizando ahora el concepto de deporte popular, tendieran puentes con el deporte burgués e hicieran propuestas de fusión o de unidad de acción con la finalidad de alcanzar un frente único deportivo en España bajo la común bandera del «deporte para todos». De entre todas las iniciativas promovidas con ese objetivo, la más significativa fue el acercamiento al Comité Catalá pro Esport Popular (CCEP), la entidad que agrupaba a la inmensa mayoría de las sociedades deportivas populares de Cataluña, región donde, indiscutiblemente, eran más numerosas y activas. Dicho acercamiento tuvo dos manifestaciones destacadas y en las que ambos organismos van a trabajar conjuntamente: la concentración deportiva popular celebrada en la ciudad condal en abril de 1936 y la organización de la Olimpiada Popular de Barcelona que finalmente no pudo celebrarse al coincidir la fecha de su inicio con la sublevación militar de julio de aquel año. Lo más relevante de ambos acontecimientos –y especialmente del segundo– fue que constituyeron la mayor movilización del movimiento deportivo obrero en España y una prueba incontestable del grado de madurez y organización alcanzado por la FCDO en esa época. La guerra, sin embargo, lo cambió todo, incluido, lógicamente, el deporte. Tanto sus estructuras, como sus programas y objetivos quedaron supeditados al conflicto armado y a la necesidad, prioritaria, de contribuir a la victoria en el mismo. Así lo entendieron desde el primer momento las dos grandes organizaciones obreras, la FCDO y Salud y Cultura, que, junto a la CCEP en Cataluña, monopolizarían el deporte obrero y popular en la España republicana. Se podría afirmar que la primera se convirtió en una organización de masas, con alrededor de 75.000 afiliados. A ello contribuyeron varios factores, como la política de unidad, también en el deporte, impulsada por el Partido Comunista y las Juventudes Socialistas Unificadas y el hecho de que la FCDO se convirtiese en la práctica

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en una especie de organismo oficial con conexiones y vínculos muy estrechos entre sus dirigentes y las máximas autoridades de los Ministerios de Guerra y de Instrucción Pública, de los que dependió la política deportiva, durante gran parte del conflicto. La FCDO, en efecto, empleó todos sus recursos humanos y materiales al servicio de la guerra. Con ese fin y también con el de favorecer la extensión del deporte entre las capas modestas de la población, aunque esto último solo se lograse muy parcialmente, procedió a una serie de incautaciones de clubes, federaciones e infraestructuras deportivas. Con idéntico objetivo, impulsó o colaboró en la formación de Milicias y Batallones integrados por deportistas; así mismo, un número importante de sus militantes y dirigentes se incorporaron rápidamente a los frentes, lo que, según fuentes propias, habría supuesto que antes de finalizar el primer año de guerra la organización hubiera perdido la mitad de su Comité Nacional, destacando la muerte de su Secretario general, Andrés Martín, y más de diez mil militantes. Uno de sus principales papeles consistió en colaborar, junto con organismos oficiales y las Juventudes Socialistas Unificadas, en la tarea de preparación y adiestramiento físico de los soldados, contribuyendo así a la progresiva militarización del deporte. La gran mayoría de los monitores e instructores de educación física con que contó el Ejército republicano, conformando una suerte de Milicias de la Cultura Física, fueron militantes de la FCDO. Al mismo tiempo, colaboró estrechamente con las Juventudes Socialistas Unificadas en la organización de los eventos deportivos que, con la misma finalidad, desarrollaron los Hogares y los Clubes de Educación del Soldado. Y estuvo detrás de una buena parte de los torneos y competiciones deportivo-militares que tuvieron lugar desde casi el comienzo de la guerra. La FCDO desplegó igualmente una gran actividad en la retaguardia, apoyando las iniciativas del Consejo Nacional de Educación Física, cuyos máximos dirigentes eran, a su vez, destacados líderes de la Federación, y de las Juventudes Socialistas Unificadas. Casi todos los miembros de los cuerpos nacionales de profesores y ayudantes de educación física, creados por aquel con el fin de impulsar el deporte en los centros de enseñanza, en los lugares de trabajo y entre las diversas organizaciones juveniles que fueron surgiendo al socaire de la guerra, pertenecían a la FCDO. De ella saldrían también los encargados de velar por la formación deportiva y premilitar en las escuelas del movimiento ¡Alerta!, en las sedes de la Unión de Muchachas y en los centros de que dispuso la Federación Nacional de Pioneros, entidades propiciadas por las JSU. Al margen de su influencia quedarían los grupos de pioneros afines al POUM y muy limitada fue la que tuvo en Airesol, el movimiento deportivo que, controlado por las Juventudes Libertarias, se creó en julio de 1938 sustituyendo a ¡Alerta! Durante el transcurso del conflicto bélico, la FCDO continuó adscrita a la Internacional Deportiva Roja y las colaboraciones de sus miembros en la prensa no dejaron de ponderar e idealizar las realizaciones del deporte soviético. La URSS continuó siendo en todo este tiempo, el faro que señalaba el camino que había de seguir el deporte en España tanto en la guerra como, sobre todo, en la España que surgiría tras la victoria en la misma. Sin embargo, la ISR se disolvió en abril de 1937, aunque esta decisión se mantuviera en secreto durante un tiempo para no estorbar la participación soviética en la Olimpiada de Amberes, organizada por la ISOS dentro del clima de unidad de acción que venía caracterizando la

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relación entre ambos organismos. La FCDO se encargó de la representación española que participó en aquella concentración deportiva, celebrada en el verano de 1937, con excepción de los deportistas catalanes, cuya selección corrió a cargo del CCEP. La Olimpiada representó, pese a los inconvenientes de la guerra, un éxito sin precedentes para el deporte obrero y popular español y sirvió también como plataforma y altavoz internacional de la causa militar y política de la República. En mayo de 1938 la Internacional Deportiva Socialista celebró su último Congreso, al que fue invitada una delegación de la FCDO. Fue su última presencia en el plano internacional. La otra organización deportiva obrera, Salud y Cultura, que a finales de 1936 decía contar con 5.000 miembros en Madrid y 40 secciones en la España republicana, concentró sus esfuerzos en la protección de la infancia mediante la evacuación de niños de las zonas en conflicto y la creación de colonias y guarderías que los acogiesen en lugares alejados de los frentes. En ellas, la actividad física –juegos, baños, excursiones, deportes– jugó un papel prioritario con el fin de atender la salud de los pequeños y procurar, pese a la guerra y sus dramáticas consecuencias, un modo de vida lo más normalizado posible. Con ese mismo propósito, la entidad socialista se ocupó también en Madrid de organizar actividades y festivales que procuraran a los pequeños ratos de esparcimiento, sustrayéndolos, aunque solo fuera momentáneamente, de la dura realidad cotidiana. En otro orden de cosas, cabe señalar que Salud y Cultura se incautó, como lo hizo la FCDO, de algunos edificios y entidades deportivas y que participó de forma muy activa en la formación del Batallón Alpino, que tuvo como centro de operaciones el frente de la Sierra de Guadarrama. El avance de la guerra en sentido opuesto a los intereses de la República influyó, como no podía ser de otro modo, en la estructura y en la actividad de las organizaciones obreras del deporte. La ausencia de prácticamente todo tipo de información deportiva y de cualquier signo de actividad desplegada por aquellas desde el otoño de 1938 nos lleva a pensar en una rápida e inevitable paralización o disolución de las mismas. Aunque probablemente ya no tuvieran ningún efecto en ese resultado, no cabe descartar que factores como las profundas divisiones políticas del último tramo del conflicto, el golpe del coronel Casado y la ruptura de las JSU contribuyeran de alguna manera a ese final. Sea como fuere, lo que está fuera de toda duda es que la derrota en la guerra supuso la desaparición del movimiento deportivo obrero en España.

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