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Escuela Nacional de Antropología e Historia I.N.A.H.

S.E.P.

HISTORIA AGRARIA Y FACCIONALISMO POLÍTICO EN LA HUASTECA HIDALGUENSE TESIS DE LICENCIATURA EN ANTROPOLOGÍA SOCIAL

ERIKA ELIZABETH RAMOS CASTRO JOSÉ LUIS PLATA VÁZQUEZ

ENAH-CIESAS/CONACYT MÉXICO D.F., MARZO DEL 2000.

ÍNDICE PRESENTACIÓN

5

AGRADECIMIENTOS

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INTRODUCCIÓN:

10

El control de los recursos y el acceso al poder. El papel de las facciones en la configuración de los ejidos y comunidades de la huasteca hidalguense

16

Mapa de la huasteca hidalguense

23

II. ESPACIO, POLÍTICA Y VIDA COTIDIANA

24

III. LA TENENCIA DE LA TIERRA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

38

La conformación de la tenencia de la tierra en la huasteca hidalguense

45

IV. EL NUEVO ORDEN JURIDICO Y SUS EFECTOS EN LA HUASTECA HIDALGUENSE

59

El ejido y la comunidad

77

La huasteca en la década de 1990

80

V. LA LUCHA FACCIONAL EN LA HUASTECA HIDALGUENSE

85

Santa teresa, tlalchiyahualica y atlapexco tres comunidades con conflictos agrarios

98

Posesiones precarias en la sierra de hidalgo: entre la propiedad privada y la social

110

Los indígenas y la política en la huasteca hidalguense

116

VI. CONCLUSIONES

119

ANEXO DE DOCUMENTOS

127

Documentos capítulo dos

127 2

Documentos capítulo tres

139

Documentos capítulo cuatro

143

Documentos capítulo cinco

150

ANEXO HEMEROGRÁFICO

162

SIGLAS

172

DOCUMENTOS CONSULTADOS

174

BIBLIOGRAFÍA

183

3

ÍNDICE DE CUADROS CUADRO NÚMERO UNO.- Dotación y confirmación de bienes comunales según el periodo presidencial

70

CUADRO NÚMERO DOS.- relación de tierras por hectáreas entregadas en la huasteca Hidalguense

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4

PRESENTACIÓN. El trabajo que presentamos es el producto de un año de trabajo durante el cual gracias al apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social a través del Proyecto “La Huasteca, Sociedad, Cultura y Recursos Naturales. Pasado y Presente” con número de referencia 211100-5-G28649H fue posible realizar una prolongada permanencia en campo y almacenar y procesar más fácilmente la información que obtuvimos a lo largo de nuestra estadía. Lo que aquí se presenta es resultado de un exhaustivo trabajo de campo, en donde se convivió de cerca con las comunidades agrarias de la Huasteca hidalguense, se participó frecuentemente en asambleas de carácter agrario y se realizaron entrevistas con representantes de los ejidos, líderes de las comunidades y funcionarios públicos de las dependencias relacionadas con el agro en la Huasteca hidalguense. Consideramos que esta parte de la investigación fue la más enriquecedora y la que nos dio más elementos para desarrollar la investigación puesto que a través de los testimonios pudimos corroborar el trabajo de archivo que se convirtió en la guía para enfatizar sobre algunos conflictos políticos que durante mucho tiempo han persistido en las comunidades. Se realizaron las lecturas pertinentes y las fichas bibliográficas de trabajos sobre la Huasteca en general, el espacio geográfico y las características sociales y culturales de la región, también se hicieron lecturas sobre campesinado y antropología política. Al realizarse las lecturas se obtuvieron datos concretos que ayudaron a precisar las categorías y conceptos que en adelante se convirtieron en el eje de la investigación tales como poder, facciones políticas, cacicazgo, campesinado y ejido. El trabajo realizado en el Archivo General de la Nación nos dio un panorama más amplio sobre los antecedentes con respecto a la tenencia de la tierra y los conflictos por la misma que, vinculado a la información que se pudo recabar en el Archivo General Agrario y el de la Procuraduría Agraria, hilaron el desarrollo de la historia agraria de la Huasteca hidalguense. Los constantes recorridos llevados a cabo en las comunidades y ejidos de la región de estudio nos permitieron conocer la problemática real que se vive en cada una de ellas. 5

Decidimos consultar primero los archivos ―el Archivo General de la Nación, el Archivo General Agrario y el Archivo de la Procuraduría Agraria de la Subdelegación Huejutla― para, de esa manera, tener una idea general de los acontecimientos vinculados con la tenencia de la tierra y la vida política de las comunidades y ejidos que han tenido lugar a lo largo de la historia desde el periodo colonial hasta la última década del siglo XX. Con la información obtenida en los archivos y de las lecturas realizadas iniciamos la observación del espacio físico y geográfico por la comunidad de Santa Teresa, municipio de Yahualica en donde realizamos entrevistas con los representantes del ejido, bienes comunales y autoridades municipales para recopilar testimonios sobre la problemática agraria que enfrenta la comunidad es decir, sobre la historia agraria de la comunidad. Luego visitamos varias comunidades de los municipios de Yahualica, Atlapexco y Huautla para conocer a sus pobladores, sus costumbres y formas de organización, entrevistándonos con los representantes de cada una de ellas: comisariados ejidales, consejos de vigilancia y delegados municipales, líderes naturales y de las organizaciones campesinas más importantes de la región para registrar sus comentarios y puntos de vista con relación a los temas que les fueron planteados. Durante estos recorridos entablamos pláticas informales con campesinos con las que conseguimos datos que en entrevistas formales hubiera sido difícil obtener. Con este primer acercamiento fue posible elaborar un calendario de visitas de acuerdo a la dinámica social y política que ofrecía cada comunidad, una guía de observación en la que ubicamos cada aspecto en su relación con el todo de la comunidad y planear la realización de entrevistas de manera más ordenada y dirigidas a los personajes más importantes e indicados para hacerlo. Herramienta importante para nuestra investigación fue la entrevista pues no sólo conocimos los puntos de vista y los relatos de los campesinos, también fueron aplicadas a personal de gobernación, de dependencias públicas e incluso a sacerdotes de la iglesia católica que trabajan en la región. El acceso a las comunidades campesinas no fue cosa fácil ya que la mayoría de ellas enfrentan problemas con otras comunidades o a su interior, por lo que es normal que desconfíen de las personas extrañas que llegan a su comunidad. Para 6

ingresar a ellas fue necesario en algunos casos solicitar cartas de presentación en las presidencias municipales, con éstas nos dirigimos a los representantes y autoridades de cada comunidad quienes después de reunirse nos indicaban si podíamos realizar nuestra investigación en el lugar, para lo cual llegamos a esperar hasta cuatro horas; afortunadamente nunca se nos negó el acceso a alguna de ellas. El motivo principal para que no se nos negara realizar la investigación, fue que en todo momento manifestamos nuestros objetivos y propósitos en forma clara y sin prometer algo que no pudiéramos hacer. Con todos los datos conseguidos a través del trabajo de campo, y toda vez que fueron contrastados con los datos de archivo y los textos consultados, comenzamos a ordenarlos. Así depuramos la información que contenían las entrevistas y los registros de los diarios de campo desechando aquello que poco o nada servía y complementamos su contenido mezclando cada uno de los aspectos que se relacionaban con determinados rubros como por ejemplo los servicios, la salud, la migración, la participación política y la marginación entre otros. Esta parte del trabajo fue importante ya que nos permitió rectificar el rumbo de la investigación y darnos cuenta de aquello que no servía a nuestros objetivos. Con lo anterior nos percatamos de los vacíos existentes en los datos e información obtenida y nos centramos sobre estos aspectos para reelaborar la estrategia y regresar al campo con la finalidad de obtener y complementar la información que hacía falta. Una vez complementada la información y los datos necesarios comenzamos la redacción del borrador con lo que son los capítulos 3 y 4 (el capítulo 3 se titula El nuevo orden jurídico y sus efectos en la Huasteca hidalguense y el 4 La lucha faccional en la Huasteca hidalguense) para aprovechar los conocimientos y las experiencias que se obtuvieron durante el trabajo de campo y relacionarlo con la revisión de los archivos. Continuamos con la redacción del borrador y debido a que establecimos temporalmente residencia en la ciudad de Huejutla pudimos seguir realizando trabajo de campo para corroborar información obtenida con anterioridad. Esto nos favoreció enormemente ya que al residir en el centro administrativo y económico de la región, pudimos conocer a los personajes y familias más importantes de la ciudad y sus opiniones y puntos de vista sobre los problemas propuestos por este 7

trabajo. Por lo que podemos decir que lo que aquí se asienta, es consecuencia no sólo de lo manifestado por uno de los actores, los campesinos, sino también de la clase pudiente y de quienes controlan la distribución del poder y los recursos económicos más importantes de la región. En el transcurso de esta etapa terminamos la redacción de los capítulos 3 y 4 y comenzamos con la de los capítulos 1 y 2 (el capítulo 1 se titula Espacio, política y vida cotidiana y el 2 La tenencia de la tierra a través de la historia). En el transcurso de esta etapa realizamos el último periodo de trabajo de campo para corroborar datos que incluimos en los capítulos, también concluimos la elaboración de la lista del material bibliográfico consultado y realizamos la revisión de ortografía y de la estructura del texto, que aunque no parece muy difícil a simple vista, sí es un trabajo tedioso que, además se lleva mucho tiempo. La estructura de la tesis que aquí se presenta está diseñada de tal forma que cada uno de los capítulos contiene elementos que pueden encontrarse en los demás sólo que abordados de diferente manera, por lo que se recomienda seguir su lectura en el orden propuesto en el índice y, en caso de interesarse por algún tema o caso concreto, buscar la información que lo complementa en los demás capítulos. Iniciamos la exposición de la tesis con los aspectos etnográficos más importantes relacionados con la cultura política y la tenencia de la tierra de las comunidades y ejidos de la región para presentar un panorama general de ella y, de esta manera, sentar las bases de lo que se tratará posteriormente; continuamos con los temas relacionados con la colonia y el periodo independiente ya que en él se establecen los antecedentes de la tenencia de la tierra y se conforman muchos de los problemas que persisten hasta esta ultima década del siglo XX. En los capítulos posteriores abordamos y complementamos la información presentada tratando de mezclar la etnografía con el análisis de los acontecimientos políticos, para finalizar con las conclusiones en las que rescatamos la teoría de la antropología política para fundamentar nuestra propuesta.

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AGRADECIMIENTOS Agradecemos al Sistema SEP-CONACyT, y al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social el apoyo tanto económico como académico otorgado para la realización de este trabajo a través del Proyecto “ La Huasteca. Sociedad, Cultura y Recursos Naturales. Pasado y presente”, el cual se encuentra a cargo del Dr. Antonio Escobar Ohmstede, el Dr. Jesús Ruvalcaba Mercado y el Mtro. Juan Manuel Pérez Zevallos. Además, a la participación del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica y al Colegio de San Luis, los cuales conformaron un equipo interdisciplinario de tesistas de licenciatura, maestría y doctorado, de quienes, con su apoyo y sus comentarios, retroalimentamos nuestros conocimientos y nos adentramos y profundizamos en el conocimiento de la región. Al doctor Jesús Ruvalcaba Mercado quien dirigió la tesis y guió y apoyó el proyecto desde sus inicios con sus observaciones y orientaciones, sus sugerencias para las lecturas, para la realización del trabajo de campo y para la redacción y corrección de ortografía del presente escrito. Nuestro agradecimiento también a la Procuraduría Agraria, la cual como institución del gobierno nos dio la libertad de utilizar sus archivos y la oportunidad de acompañar a sus visitadores en algunas de sus asambleas en las comunidades agrarias. A los campesinos: ejidatarios, comuneros y sus familias, comisariado ejidales y de bienes comunales y delegados municipales de la Huasteca y Sierra Hidalguense, por la confianza y facilidades otorgadas al visitar sus comunidades, así como por sus comentarios y opiniones. A nuestra familia por su paciencia, apoyo y confianza y a todas aquellas personas que a través de sus opiniones ayudaron a la redacción final de lo aquí presentado.

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I. INTRODUCCION En el presente trabajo se pretenden explicar las transformaciones que han sufrido los ejidos de la Huasteca hidalguense a partir de la intervención de varias facciones políticas dentro de la región, es decir, se trata de vislumbrar las características del conflicto agrario actual con base en una perspectiva histórica de los hechos políticos. El conflicto agrario tal y como se ha presentado en la región de estudio se ha manifestado principalmente a través de la invasión de tierras en periodos importantes de la historia agraria de la huasteca. Por lo que considerarlas es parte importante de este trabajo ya que como consideró Warman “Las invasiones de tierra, aunque carezcan de retórica y de expresiones verbales politizadas, constituyen un fenómeno político de gran importancia que trascienden lo limitado de sus demandas (campesinas), en tanto que obligan al Estado a enfrentarlas directamente o a enfrentarse con los grupos poderosos que poseen lo territorios invadidos. Las invasiones de tierra se insertan inevitablemente en puntos críticos de la política nacional.” (Warman, 1980: 147; el subrayado es nuestro). El período que se propone abordar pertenece a la historia agraria reciente del país, es decir, a las últimas tres décadas de este siglo. Se decidió trabajar este ciclo porque en él se presenta la coyuntura que desencadenó el movimiento agrario para recuperar las tierras que por años había permanecido latente entre los campesinos de la Huasteca hidalguense. Sin embargo, la investigación inicia con periodos históricos anteriores, porque sin esa información el trabajo se vería fragmentado y carecería de bases para entender y explicar el conflicto agrario tal y como se ha dado en la región. Se entiende que los problemas agrarios actuales se han conformado como parte de un conflicto de larga duración. El análisis y descripción de los fenómenos por investigar tuvieron y tienen lugar en la Huasteca hidalguense, y en particular la región de Huejutla que “... puede ser definida por sus límites geográficos, su proceso político y por sus características socioeconómicas.” (Schryer, 1990: 4). Para los propósitos del presente trabajo seguiremos a Bassols cuando afirma que la región como es el “... espacio geográfico y político en donde se presentan procesos históricos

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particulares que determinan que la población se organice en un sistema de relaciones que la sitúan en el contexto de la sociedad global en términos de las relaciones características particulares con el todo y las demás regiones” y de manera general considera que en México existen “dos tipos de grandes regiones económicas 1) regiones económicas reales, sobre base municipal, que en ocasiones abarcan partes de un Estado de la Federación y 2) regiones económicas para fines de la planificación, que siempre respeta los límites del Estado” (Bassols, 1979: 23). Por tanto, en la región se desarrollan actividades que se encuentran determinadas unas con otras o que, de alguna manera, guardan cierta relación entre sí. La Huasteca hidalguense ha sido identificada con base en distintos criterios. Joaquín Meade reconoció hasta 27 municipios. Sin embargo, en este trabajo eso no está en discusión puesto que los tres municipios que abarcamos: Yahualica, Huautla y Atlapexco, son representativos de la Huasteca y sus habitantes ejemplifican la gran movilidad social, cultural y política que se presenta en la región. En l979 durante el gobierno de Guillermo Rosell de la Lama el criterio de clasificación se basó en el Plan de Desarrollo para el estado que se puso en marcha como resultado de los problemas agrarios que se dieron por aquellos tiempos. En consecuencia, la Huasteca hidalguense se redujo a 17 municipios de los cuales ocho serían el punto focal: Atlapexco, Huautla, Huazalingo, Huejutla, Jaltocán, Orizatlán, Yahualica y Xochiatipan. Hasta ahora esos son los municipios que el gobierno estatal considera como Huasteca, en lo que nos basaremos para desarrollar este trabajo. “La Huasteca hidalguense abarca la región nordeste del estado de Hidalgo y linda con las entidades de Querétaro, San Luis Potosí y Veracruz. Su territorio consta de 164,503 hectáreas; y representa el 8 por ciento de la superficie estatal y sostiene al 11 por ciento de la población total. Posee el 33 por ciento de la superficie con potencial agropecuario de Hidalgo” (Yauden, citado en Ruvalcaba, 1991: 10). Según la información de la Configuración Regional de la Huasteca se presentan tres tipos de suelo, de rendzinas propias de la sierra y la de tipo regozal y feozem que son suelos de origen residual, someros y de desarrollo moderado e 11

incipiente. Las diferentes asociaciones vegetales los proveen de grandes cantidades de materia orgánica en forma de humus, y es en parte por esta circunstancia que la mayoría de los suelos son de colores oscuros. La Huasteca hidalguense pertenece a la parte norte de la Cuenca del Moctezuma y a la subregión de la Sierra Madre y de Otontepec. En relación con las otras Huastecas la cuenca alta del Moctezuma y su naturaleza escarpada, hacen difícil el aprovechamiento económico de la cuenca para la población. Huautla está a 35 kilómetros al sureste de la ciudad de Huejutla, limita en su porción norte y este con Veracruz, al sur con Xochiatipan, sudoeste con Yahualica, oeste con Atlapexco y noreste con Huejutla. Dentro del municipio se desarrollan actividades agropecuarias, de pesca y forestales en un 76.5 %. El clima es semicálido húmedo con abundantes lluvias en verano, la temperatura media anual es de 24º C y la precipitación fluctúa entre 1,500 y 2,000 mm. En Atlapexco y Yahualica la temperatura media es de 22º C y la precipitación media de 2,000 mm, es decir, se trata de un clima semicálido húmedo con lluvias todo el año. Con relación a la marginación en los tres municipios, según los indicadores socioeconómicos y de marginación municipal del CONAPO, de 1990 a 1995 el grado de marginación va de alto a muy alto y tan sólo en Huautla el 35.47% de la población mayor de 15 años es analfabeta, en Atlapexco es el 47.73% y en Yahualica 54.34%, éste es el municipio con el nivel más bajo de escolaridad. El porcentaje de viviendas sin drenaje, ni excusado según municipio es de 83.57% en Atlapexco, 61.76% en Huautla y 77.26% en Yahualica; porcentajes parecidos se pueden ver en el rubro de las viviendas sin agua entubada, 86.47% en Atlapexco, 79.28% en Huautla y 65.66% en Yahualica. Sólo en el caso de viviendas sin energía eléctrica se ven porcentajes menores al 45%. Entre el 70 y 90 por ciento de la población total percibe menos de dos salarios mínimos y en Atlapexco y Yahualica aproximadamente el 70% de la población habla nahua. Respecto a la demografía según los datos consultados podemos ver que son realmente graves, de hecho el crecimiento demográfico casi se duplicó entre 1950 y 1995. En Atlapexco la densidad de población pasó de 110 a 202, en Huautla fue de 60 a 86 y en Yahualica creció de 63 a 121 habitantes por kilómetro cuadrado. Lo anterior considerando que en los últimos 12

años la política sobre población en el país, y sobre todo en las regiones indígenas, se ha caracterizado por la esterilización de hombres y mujeres sin darles aviso o a través de amenazas respecto a los apoyos económicos que se les otorgan. Sólo

para

ejemplificar

el

acelerado

crecimiento

de

la

población

mencionaremos que en Huautla la población durante 1950 era de 17,314 y para 1995 era de 24,768 personas, casi un 70 por ciento más en 45 años. En Atlapexco el total de la población para 1995 era de 17,091 habitantes, de los cuales 8,421 eran hombres y 8,670 mujeres; en Huautla era de 24,768 con 12,030 hombres y 12,738 mujeres y en Yahualica la población era de 19,880, con 9,798 hombres y 10,082 mujeres. Las viviendas en las comunidades de los tres municipios son de vara de otate, pedazos de madera gruesos (ver documento 3) cubiertos de barro con techos de palma (aunque últimamente se emplea lámina que les dan las presidencias municipales para techar las construcciones) y el piso es de tierra aplanada. En las cabeceras municipales de Huautla y Atlapexco las viviendas, por lo menos las que se ubican en el primer cuadro, son de cemento y de losa, cuentan con todos los servicios y con calles pavimentadas y alumbrado público. Además, cabe mencionar que muchas casas tienen acceso a los medios de comunicación por medio de antenas parabólicas o a través de la televisión por cable, aún cuando las condiciones materiales de las viviendas no parezcan compatibles con los costos de estas antenas. En la cabecera municipal de Yahualica son pocas las casas de tabique y losa, las pocas que existen son propiedad de comerciantes y alguna que otra de familias que tienen parientes trabajando en los Estados Unidos o en Pachuca, Distrito Federal y Tampico. Incluso para 1990 solo un 21.1 % estaban construidas con cemento o firme. Sólo las principales calles de Yahualica están pavimentadas y el camino que va desde el entronque de la carretera Atlapexco-Mecatlán hasta la cabecera municipal es de terracería. Cuentan con una o dos habitaciones y una cocina aledaña donde se ubica el fogón. El solar tiene un traspatio en el que las familias realizan diversas actividades como el cultivo de hortalizas, árboles frutales y la elaboración de 13

artesanías de barro y palma con lo que se ayudan en su manutención y, en ocasiones, se allegan recursos económicos gracias a la venta que de ellos hacen. Las mujeres cocinan con leña y muelen el nixtamal con metate haciendo las tortillas a mano. Las familias se componen de cuatro a seis elementos siendo los varones quienes realizan los trabajos del campo en la milpa, las faenas en el uso común o en los caminos y ocupan los diversos cargos como delegados municipales, comisariados ejidales o consejos de vigilancia, mayordomías, etc. En pocas ocasiones las mujeres llegan a desempeñar funciones de representatividad para toda la comunidad, sólo si forman parte de una sociedad o de un grupo de mujeres organizadas en una unidad agrícola para la mujer, pueden ocupar cargos de administración o vigilancia. Por lo regular, son relegadas al hogar y el cuidado de los niños; la recolección de algunas yerbas y de leña son otras de las actividades que las mujeres tienen que desempeñar desde temprana edad. También los niños al cumplir los 10 ó 12 años tienen que aportar su trabajo al desempeño de esta labor, lo que implica que los niños y jóvenes abandonen sus estudios por lo que los niveles de analfabetismo son muy altos; en 1980 se registraba un porcentaje de 59% y en 1990 alcanzaba el 46% entre la población de 15 años o más, lo que significa que en diez años el analfabetismo apenas se abatió poco más del 10%. La mayoría de las comunidades cuenta con una escuela primaria; las secundarias son muy pocas y para asistir a ellas es necesario caminar grandes distancias por espacio de una a dos horas lo que en tiempos de calor implica un gran esfuerzo, aunque es de llamar la atención que algunas comunidades del municipio de Huautla hay bachillerato tecnológico. Dichas comunidades se encuentran adheridas a la OIPUHH-FDOMEZ y es posible que haya sido la unidad de los pobladores a través de esta organización lo que logró presionar al gobierno para que les construyeran los planteles antes mencionados. En general, las escuelas de nivel medio superior sólo se ubican en las cabeceras municipales de Atlapexco, Huautla y Huejutla y las de nivel superior como el Instituto Tecnológico Agropecuario, la Escuela Normal Superior y la Universidad Tecnológica están en Huejutla; por esto ante la carencia de oportunidades de estudio son pocos los indígenas y mestizos que estudian más allá del nivel 14

básico. Los servicios básicos, como energía eléctrica, agua entubada y drenaje, son también escasos en la región observando mayor retraso y marginación los municipios de Atlapexco, Huautla y Yahualica. La situación de los mestizos que integran las clases pudientes en cada uno de los municipios a estudiar es diferente ya que cuentan con todos los servicios y tienen acceso a las escuelas no sólo de la región sino que pueden trasladarse a las ciudades de Tampico, Monterrey, Pachuca, Distrito Federal y Jalapa para estudiar en las universidades tanto públicas como privadas. Muchos de esos mestizos fueron defraudados a principios de los noventa después de recibir a través del Plan Huasteca hidalguense indemnizaciones por las tierras que les fueron “invadidas”, después de lo cual se han dedicado a tratar de recuperar lo que perdieron con la proliferación de comercios y la paulatina compra de tierras en la región para dedicarlas a la ganadería. Aparte del comercio, la ganadería y la agricultura existen pequeños talleres de muebles o de artesanías, extracción y envasado de miel, productos lácteos, alcoholes elaborados con caña de azúcar y algunas actividades artesanales, mientras que lo que se refiere a la hotelería se concentra en Huejutla. La vegetación esta constituida por bosque de encino, bosque mesófilo de montaña, selva mediana subperenifolia y selva alta perenifolia, con árboles de encino, ojite, jonote, chaca, chalahuite, laurel, palo de rosa y cedro rojo. Los suelos de la región en general son los Feozems que tienen alto contenido de carbonatos derivados de calizas por la acción de la lluvia y la temperatura; se concentran en zonas de valles y lomeríos sosteniendo poblaciones selváticas; las Rendzinas tienen grandes cantidades de materia orgánica en sus capas superficiales lo que las hace adecuadas para la agricultura. Sin embargo, tienen grandes riesgos de erosión. Los Litosoles que se encuentran en lugares de abundante afloramiento rocoso en partes altas y lomeríos pronunciados, son suelos someros y poco profundos. Por último, existen los Vertisoles que son suelos profundos, oscuros, lodosos ante la humedad y ocupados por pastizales y agricultura de temporal. Hay dos ciclos agrícolas: uno que va de mayo a noviembre conocido como “upamilli” y, otro “tonamilli”, de febrero a mayo. 15

En los tres municipios la tenencia de la tierra es en su mayoría ejidal y comunal; con excepción de Atlapexco en donde todo es ejido. En términos generales, en los tres municipios hay muy poca propiedad privada. Según el censo agrícola-ganadero de 1994 Atlapexco tiene 7 núcleos de población agraria, Huautla tiene 39 y Yahualica 18. Los ejidos y comunidades de esta parte de la Huasteca hidalguense se componen en su mayor parte de agostaderos y pastos naturales y, en menor medida, de superficies de labor. La geografía que presenta esta parte del territorio huasteco es en su mayoría regular. Las planicies costeras, que aquí comienzan, observan características particulares que permiten la práctica de la ganadería extensiva y el cultivo de árboles frutales tales como la naranja, el plátano y la papaya; los cuales, son importantes junto con los cañaverales y la instalación de trapiches para la molienda y la extracción de jugo de caña que se destinará a la producción de aguardiente, bebida de gran importancia cultural y económica de la región. Por todas las características anteriores, la disputa por la tierra es una de las constantes del territorio huasteco. Podemos afirmar que en gran medida la geografía física ha determinado la geografía política de la región. El control de los recursos y el acceso al poder. El papel de las facciones en la configuración de los ejidos y comunidades de la Huasteca hidalguense. Para el desarrollo de la presente investigación utilizaremos como eje de la misma las categorías de facción y poder y, de manera secundaria, los conceptos de campesinado, cacique, ejido, comunidad agraria y región. Partimos del hecho siguiente: Los campesinos y el Estado cambian de manera profunda, con radicalismo, pero lo hacen sobre patrones diferentes. Son estructuras diferenciadas aunque interdependientes, con propósitos distintos que demandan formas de organización específicas que no son intercambiables. Obviamente la interdependencia no es igualitaria sino que por el contrario es una relación de dominio y de 16

explotación compleja, con muchos beneficiarios diversos y frecuentemente en competencia (Warman, 1988: 15) Las comunidades agrarias son producto de un proceso histórico acumulativo, ya que como Leroy consideró, su historia es “estratigráfica” y su comportamiento implica condicionamientos de relaciones horizontales y verticales, es decir, que se insertan en una estructura de clases dentro de un sistema de dominación. Así, la región se convierte en el marco de referencia en donde las comunidades se vinculan para desarrollar un sistema de producción y organización del trabajo, su propio sistema simbólico de relaciones económicas, políticas, sociales y culturales y donde éstas adquieren la conciencia de un espacio propio. Las comunidades agrarias son hechos sociales que existen para representar y en alguna medida defender los intereses de un grupo de personas que culturalmente son semejantes, se determinan y condicionan a través de mecanismos de control y distribución tales como la forma de acceso a la tierra. La interacción política de las comunidades agrarias, en su interior y con el exterior, se encuentra determinada por un entramado de relaciones sociales que permiten el acceso al poder. Esta interacción se visualiza a través de ciertos grupos políticos que en gran medida determinan en manos de quién y de qué manera se distribuye el poder. En tanto que son muchos los grupos políticos y algunos de ellos con más o menos los mismos intereses, es conveniente determinar un concepto que permita englobarlos a todos con la suficiente flexibilidad como para contener las características propias de cada uno. Al respecto, asumimos que El término de facción, describe adecuadamente la forma más predominante de interacción política campesina tal y como se presenta en las sociedades campesinas (Alavi, 1976: 89). Se trata, pues, de sociedades en las que los lazos no son exclusivamente de igualdad o reciprocidad sino que también se presentan lazos de desigualdad, relaciones que pueden ser traducidas como parte de la lucha de clases. Por otro lado, estas comunidades amplían sus formas de acción política más allá del nivel local, por lo que las redes políticas en las que participan se dan también en un 17

nivel regional e incluso federal. Ya que son campesinos quienes integran las comunidades que nos interesan debemos considerar que “La acción de los campesinos y la reacción del Estado pueden comprenderse mejor si se analizan en dos dimensiones: la de la coyuntura política y la de la posición estructural del campesinado dentro de la sociedad mayor.” (Warman, 1980: 111); de esta manera abarcaremos dos niveles que nos permitirán comprender mejor los acontecimientos sociales y políticos relacionados con la recuperación de las tierras a través de la invasión, desde una perspectiva histórica, que considerará el momento de crisis en las estructuras del poder tanto regional como nacional y la función que desempeña el campesinado en estos periodos ya que como lo indica Warman a diferencia de otros sectores como el estudiantil y el obrero “...En la medida que México es un país que descansa sobre una base agraria, el campesino representa una fuerza política poderosa y decisiva para la continuidad o el cambio del sistema.” (Warman, 1980: 133). Antes de continuar valdría la pena hacer un paréntesis para retomar la discusión sobre la autosuficiencia del campesinado y su poca capacidad para la rebelión en su aplicación a la Huasteca hidalguense. En este sentido los autores que retomaremos por parecernos los más representativos son Wolf, Shanin, Warman y Schryer. Por principio, en los años 70 las comunidades o sociedades agrarias eran consideradas como autosuficientes. En este sentido, Shanin afirmó que: En el contexto de la comunidad aldeana o la comunidad campesina, el campesino alcanza un nivel de autosuficiencia social casi total. La apropiación y división de la tierra, el matrimonio, las necesidades sociales y religiosas se atienden generalmente a nivel de la aldea (Shanin, 1979: 219). Es decir, que “...ostentan los elementos de un patrón de relaciones sociales separados, claro y cerrado” (Shanin, 1979: 228). En este sentido la economía campesina puede satisfacer “...las necesidades básicas de consumo de la familia campesina y da al campesino una relativa independencia de otros productores y del mercado” (Shanin, 1979: 216). Esta opinión es compartida por Wolf y Warman. Sin embargo, en la Huasteca hidalguense los procesos económicos, políticos y sociales que han transformado la realidad del país en la última década han 18

orillado a los campesinos a insertarse en el proceso de globalización básicamente por la vía del “mercado libre” que los obliga a depender del intermediarismo para la venta y adquisición de productos básicos o de servicios, es decir, son comunidades más bien abiertas y codependientes del resto de la sociedad. El monopolio de la producción de alimentos de ninguna manera resulta un punto fuerte ni crucial ni importante en los tiempos de crisis para la suerte de los campesinos huastecos como lo sugiere Shanin.1 Por otro lado, la capacidad del campesinado para rebelarse según Wolf sólo podría provenir del campesino medio terrateniente, es decir “...con acceso seguro a tierra propia que cultiva con el trabajo de su familia(...)" o de “...un campesino localizado en un área periférica fuera de los dominios del control del terrateniente” (Wolf, 1979: 241). No concordamos con esto último, pues en la Huasteca la lucha por la tierra se dio justo por parte de un campesinado que aunque fue dirigido, se encontraba totalmente dominado por el Estado y los terratenientes. En cambio sí concordamos con el hecho de que para presentarse una revuelta debe ser antecedida por la combinación de una crisis demográfica, una ecológica (vinculada directamente con el aumento de la población) y su convergencia en una crisis de autoridad, pero en este planteamiento faltaría considerar la existencia de una gran depresión económica. Respecto a algunas de las características de las facciones, podemos citar las siguientes: No existe "... un principio único condicionante del reclutamiento de las facciones; tampoco hay continuidad en su organización, cambian en función del nombramiento de líderes y el desarrollo de la lucha agraria." (Rebolledo, 1993: 47). Los líderes de las facciones luchan por el control de los recursos, el poder y el estatus; son detentadores locales del poder o emprendedores políticos con capacidad de organizar grupos. Los roles de poder se distribuyen desde el catequista, el párroco, el maestro, el delegado municipal, sus alguaciles o mandaderos, el comisariado ejidal, los pasados que lucharon por la tierra en los tiempos duros, los caciques, terratenientes, los comerciantes, el representante de alguna organización campesina o partido político y el presidente municipal que también hace las Ver la compilación de Shanin, Campesinos y sociedades campesinas editada dentro de la colección El Trimestre económico del FCE, 1979. 19

veces de comerciante y/o cacique y por supuesto las grandes familias que llegan a tener importante influencia en todo el Estado. A lo largo de su historia, la región se ha visto afectada por una serie de hechos violentos, consecuencia de la relación existente entre los terratenientes y los campesinos2 despojados de sus tierras. Pero esta relación no ha sido siempre antagónica pues dentro de la facción intervienen sujetos pertenecientes a distintos estratos sociales ya que Tanto la riqueza y el poder político de los terratenientes determinaron el control de trabajadores predominantemente indígenas. Este control, para ser eficaz, a su vez implicaba la capacidad de atraer a más clientes y protegerlos contra terratenientes “malos” y brindarles tierra y otros recursos (Schryer, 1993: 31) En función de lo anterior, es posible hablar de un acuerdo existente entre los campesinos y quienes ostentan el poder que actúan según conviene a sus intereses porque cuando ven amenazado su poderío y autoridad recurren a diversos mecanismos para recuperar el control sobre los recursos e incluso, de ser necesario, arrebatárselo a algún contrincante importante o indeseable. Es importante aclarar que, como lo indica Briseño “... la causa fundamental de la violencia (en la Huasteca se debe principalmente a) la existencia de dos proyectos contradictorios entre sí, hasta hoy necesariamente excluyentes, en tanto la existencia de ambos depende de un mismo recurso: la tierra...” (Briseño, 1993: 35; el subrayado es nuestro). No es siempre la tierra la causa principal del conflicto entre facciones, históricamente se ha comprobado algo más “... el que tiene más indios es el más rico...” (Falcon citada en Schryer, 1993: 31). Las comunidades tienen una participación política que rebasa el nivel local, regional e incluso estatal. Es aquí donde la figura del cacique o del comisariado ejidal o de bienes comunales es importante para las facciones políticas quienes 2

Por ser la de Huejutla una región habitada en su gran mayoría por indígenas nahuas, al referirnos a los campesinos lo haremos de manera indistinta sin mencionar si se trata de indios o mestizos pues, si bien la idea de etnia es importante para comprender los conflictos generados en torno a la tenencia de la tierra, para nuestros fines ocupa un lugar secundario que será abordado en su momento. 20

los utilizan como mediadores entre los ayuntamientos, las dependencias gubernamentales y los partidos políticos, en este punto diferimos un poco con lo propuesto por Warman cuando dice que “Las relaciones hacia el exterior, monopolizadas por intermediarios confinan al campesino en una visión estrecha de la sociedad más amplia.” (Warman, 1980: 127) ya que, por lo menos en la Huasteca, el campesino se ve inmerso en una sociedad mayor en donde se ven explotados y mantienen una relación estrecha con el exterior a través del mercado y la política donde las facciones, los cacicazgos, la lucha de clases, los partidos políticos, las autoridades tradicionales y las impuestas observan y han conformado un entramado cultural característico de la región. La invasión de tierras como uno de los aspectos más importantes del movimiento campesino nos permite afirmar que las comunidades campesinas no carecen de potencial revolucionario como se mencionó anteriormente pues a través de ellas “La organización comunal a punto de su extinción física, recuperó –no sin violencia- el poder en la toma de decisiones, para lo cual rompió todo nexo con los caciques indios de la comunidad y efectuó un primer reparto interno... En este contexto las organizaciones comunales tomaron gran cantidad de tierras que estaban en manos de ganaderos; fueron pocas las comunidades que no participaron en las invasiones de tierras, ya fuera de manera conjunta o en grupos de solicitantes.” (Briseño, 1993: 42). La intervención de las facciones políticas no ha sido uniforme ni ha observado las mismas características en todo momento pues las “Luchas de facciones ocurrieron antes, durante y después de la Revolución Mexicana.” (Schryer, 1993: 31), sus líderes y representantes han tenido características tan variadas que en ocasiones es común que los caciques y caudillos de las comunidades se transformen, aunque sea sólo temporalmente, en líderes de facción. En épocas anteriores al movimiento agrario de recuperación de tierras, las comunidades, “... que por lo general vivían bajo cierta cohesión local ...” (Rebolledo, 1993: 45) no eran muy numerosas, “...con el movimiento agrario de las últimas dos décadas padecieron conflictos internos derivados de la lucha por la tierra ... durante este periodo el conflicto agrario generó un tipo particular de faccionalismo, el cual se fue adaptando a la competencia interna y a los cambios de los grupos durante su composición.” (Rebolledo, 1993: 45), con lo que se 21

originaron procesos de fragmentación no sólo política sino geográfica que derivaron en la creación de nuevos centros de población agraria que posteriormente solicitarían la regularización de sus tierras a través de la dotación de ejidos, restitución de tierras y, principalmente, la ampliación. Si bien, en la década de los sesenta y setenta, “... la lucha por la tierra constituyó una pauta específica que dio al conflicto faccional la posibilidad de reclutar simpatizantes y una forma particular de participación política” como lo considera Rebolledo (1993: 47), en la década de los noventa esta situación no es así. Como veremos a lo largo del presente trabajo, con la interacción de los partidos políticos y de las centrales campesinas, así como con el desarrollo o el surgimiento de nuevas organizaciones campesinas, las formas de acción y de reclutamiento de partidarios, así como el nombramiento de líderes de las facciones se han transformado notablemente porque la tierra, principal objetivo de la lucha de facciones, ha pasado a un segundo plano; lo importante ahora era decidir quienes tendrían acceso al uso de las tierras ejidales y comunales y, por otro lado, obtener el control del poder local y regional, el control los recursos financieros del Estado y el control de la mano de obra campesina. Después de realizar un recorrido a grandes rasgos de lo que se pretende en ésta investigación, recalcamos que la información que se presenta es producto de trabajo de campo, en donde se convivió de cerca con las comunidades agrarias de la Huasteca. Consideramos que esta parte de la investigación fue la más enriquecedora y la que nos dio más elementos para desarrollar la investigación puesto que a través de los testimonios pudimos corroborar el trabajo de archivo que se convirtió en la guía para enfatizar sobre algunos conflictos que durante mucho tiempo han persistido en las comunidades.

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MAPA DE LA HUASTECA HIDALGUENSE*

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CLAVE: 1. Pisaflores 2. Chapulhuacán 3. Tepehuacán de Guerrero 4. Lolotla 5. Calnali 6. Tianguistengo 7. Yahualica 8. Huazalingo 9. Tlanchinol 10. San Felipe Orizatlán 11. Jaltocán 12. Huejutla de Reyes 13. Atlapexco 14. Huautla 15. Xochiatipan

∗ Modificado de INEGI (http://www.inegi.gob.mx) 23

II. ESPACIO, POLÍTICA Y VIDA COTIDIANA Los cambios y transformaciones que ha sufrido el entorno físico de la Huasteca hidalguense por quienes habitan en ella, así como sus condiciones demográficas y sociales actuales, serán aspectos a abordar en el presente capítulo. Desde las primeras incursiones de los conquistadores, a esta parte de Mesoamérica se le consideró de diversas maneras. La Relación de Huexutla y las Relaciones Geográficas del Arzobispado de México hablan de tierras estériles y calientes en las que el único producto comercial que se obtenía era la caña de azúcar con la que se elaboraba piloncillo. Por otro lado La impresión general que los españoles tuvieron de la Huasteca era la de una provincia muy rica en alimentos y densamente poblada, así lo sugirieron las apreciaciones de Francisco de Garay, (15191521) y posteriormente las de Diego Ramírez (1552), fray Nicolás de San Pablo (1554) y la del Arzobispo Pedro de Moya y Contreras (1574). (Pérez Zevallos en Briseño et al., 1993: 76). La Relación Geográfica de Huexutla, compilada por Francisco del Paso y Troncoso en Papeles de la Nueva España, da razón de un clima muy caliente durante los meses de marzo a octubre y desde este mes a marzo es templado, en este periodo en ocasiones hay demasiado frío y llueve con viento que “... destempla los cuerpos de los hombres, y enferman del excesivo calor y del excesivo frío que tras él viene” (Acuña, 1985: 246-252). Por otro lado, se indica que es tierra húmeda con lluvias desde junio hasta octubre observándose aguaceros torrenciales que provocan crecidas de los ríos. El territorio en su parte norte es tierra llana y en algunas partes es montuosa, mientras que por el sur la geografía es áspera y de montañas, la tierra es abundante de pastos todo el año. La fauna era abundante en el periodo colonial. Existían en la región leones pardos, gatos cervales, zorras, venados, conejos, gallinas y puercos monteses. De estas especies la gran mayoría han desaparecido, actualmente es posible

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encontrar armadillos, conejos, liebres, tlacuaches, tejones, zopilotes, halcones, lechuzas, gato montés, coralillo y víbora de cascabel. Los productos agrícolas que se obtienen, si bien no han variado, han observado transformaciones en el transcurso de los años. Durante el periodo colonial se obtenían productos de origen prehispánico como: el maíz (Zea mays L.), frijol (Phaseolus spp), calabaza (Cucurbita spp), chile (Capsicum spp), camote (Dioscorea alata L.), yuca (Manihot esculenta L.) ... tabaco (Nicotiana tabacum L.), el zapupe (Agave zapupe Trel.) y el algodón (Gossypium hirsutum L.) ... (y otros que) se añadieron ... a raíz de la invasión europea como la caña de azúcar (Saccharum offecinale L.) y sus derivados, plátanos diversos (Musa spp), cítricos como la naranja (Citrus sinensis Osbeck), toronja (Citrus grandis Osbeck), limón (Citrus limona Osbeck), mandarina (Citrus nobilis Lour.); y otras plantas como el café (Coffea arabica L.), ajonjolí (Sesamun orientale L.), sandías (Citrullus vulgaris Schrad.) y mangos (Magifera indica L.) (Ruvalcaba, 1998: 41). El algodón, con el que se elaboraban mantas, fue un producto importante para el pago de contribuciones a la corona. La mayor parte de esta producción se destinaba al consumo familiar y local distribuyéndose a través de los tianguis locales o en el mercado de Huejutla. Actualmente Se producen, se comen y se comercian además de una variedad muy amplia de hortalizas y frutales... el frijol soyo (Ipomoea seducta L.), cacahuate (Arachis hipogea L.), los nopales (Opuntia spp), la cruceta (Randia watsoni Rob.), el cilantro (Coriandrum savitum L.), epazote (Ammaranthus spinosus L.), la cebolla (Allium cepa L.), ajo (Allium sativa L.), palmito o palma real (Sabal mexicana L.), jitomate (Lycopersicum esculentum L.), piña (Ananas comosus L.), papaya (Carica papaya L.), chicozapotes (Manikara sapotilla (Jacq.) Gilly), zapotes (Achras sapota L.), aguacates (Persea americana L.), mameyes (Calocarpum sapota (Jaqc.) Merr.), anonas (Annona 25

reticulata L.), jobos (Spondias spp), guamúchil (Phitecollobium dulce), algunas rosáceas como el durazno (Prunus persica L.), más de un centenar de plantas medicinales, plantas textiles como el algodón chocoyo (Gossypium lanceolatum L.), el zapupe y todos sus derivados y plantas recolectadas entre las que destacan por su multitud de usos la palma real, la verdolaga (Portulaca oleracea L.), varios bejucos, zacate para techados y árboles (cedro rojo, chijol, zapote, espino blanco) para construcción de casas, combustible y fabricación de herramientas (Ruvalcaba, 1998: 41-42). Se construían casas con palos y barro cubriéndolas de paja y madera maciza que recogían de la ribera de los ríos. Este panorama prevaleció en general durante la colonia y hasta muy avanzado el presente siglo. Hacia mediados de este mismo el entorno físico de las comunidades sufrió cambios que modificaron drásticamente las condiciones de vida y costumbres de sus habitantes. Como se mencionó anteriormente, el algodón era producto común en la mayor parte de la región. Durante la colonia se producía por lo menos en tres variedades. A decir de los habitantes de las comunidades que integran los actuales municipios de Huautla, Atlapexco y Yahualica, la costumbre de sembrar algodón ya no es viable debido a los extremosos cambios climáticos que se han presentado en los últimos tiempos. El calor excesivo de los meses de mayo y junio y las heladas que se presentan durante los meses de diciembre y enero, además de las intensas lluvias del verano, impiden el desarrollo favorable de la planta, de manera que lo que pudiera obtenerse sería muy poco comparado con otros productos como la caña, el café o el tabaco. No obstante, el hecho de que ya no se produzca algodón en la región como en tiempos prehispánicos y coloniales no es posible atribuirlo a algún cambio drástico en el clima, sino a la introducción de otros cultivos como el café, el tabaco y la caña de azúcar y, principalmente de la ganadería. Por otro lado, a mediados del siglo XVI todos los pueblos habían cambiado su tributo por moneda, por lo que el algodón, materia prima para elaborar mantas, perdió importancia al disminuir su valor hasta desaparecer. En este aspecto, la 26

ganadería y el cultivo de caña de azúcar son los factores que han modificado más notoriamente el paisaje agrícola y cultural de la Huasteca. El maguey y la producción de pulque, que no eran tan importantes como en el Valle del Mezquital, desaparecieron del territorio huasteco debido al cultivo de la caña de azúcar, la elaboración de piloncillo y aguardiente. Esto tuvo enormes consecuencias ya que la instalación de trapiches para la molienda de la caña de azúcar implicaba el uso de una tecnología especializada basada en la tracción animal; además, era necesario contar con un espacio destinado específicamente para esta tarea ya que “... el cultivo de la caña es exigente e intensivo...” (Chevalier, 1982: 107); de esta manera los cañales o cañaverales se adecuaron rápidamente a lo largo del territorio ocupando zonas antes destinadas a otros cultivos. Muy pronto, en los inicios del siglo XVI, la fabricación de piloncillo y aguardiente se constituyeron en las principales actividades comerciales y productivas de la región. Actualmente las condiciones para la siembra y cultivo de la caña de azúcar no han variado desde la época colonial; el uso de la yunta y herramientas como la coa y el huíngaro continúa vigente entre los productores de la región (ver documento 3). También es pertinente mencionar que no todos los campesinos tienen acceso a un trapiche y los métodos utilizados para la elaboración del piloncillo siguen siendo los mismos; lo que se ha modificado son los molinos pues en siglos pasados, y aún en la

actualidad, algunos de ellos son

construidos de madera con engranes del mismo material. Para la molienda que se realiza una vez al año entre los meses de febrero a abril se contratan de 5 a 6 peones que paga el dueño de la cosecha; se enciende el horno sobre el que se coloca un cazo de aproximadamente 3 metros de largo y metro y medio de ancho, se atan las bestias en un extremo de una palanca que mueve el molino y se van introduciendo las cañas una por una para extraer su jugo que se vierte en un recipiente de madera que al llenarse se vacía en el cazo ya caliente y se mueve con un madero hasta que adquiere una consistencia espesa; entonces se vierte en moldes de barro donde se deja enfriar hasta que endurezca y por sí solo se desprenda del molde. Para almacenarlos y transportarlos hasta los mercados y tianguis para su venta se envuelven por pares en las hojas de la 27

planta de caña. Actualmente el precio varía entre 7 y 10 pesos el par. En tiempos prehispánicos y durante los primeros años de la colonia, los pueblos y señoríos de la Huasteca hidalguense ocupaban las tierras más propicias para la agricultura con métodos y herramientas que permitían una pronta recuperación de los suelos. Con la introducción de la yunta y la tracción animal las prácticas agrícolas se modificaron afectando los suelos debido a que la delgada capa de tierra fértil se removió al grado de perder sus propiedades al mezclarse con estratos más pobres (ver documentos 1 y 2). Al utilizarse yuntas movidas por tracción animal el suelo se vio afectado pues con la coa sólo se perforaba una parte del terreno sin dañarlo. Antes, los terrenos se dejaban “descansar” por lo menos un periodo agrícola con lo que se consideraba que recuperaban su riqueza. Aunque se ha argumentado que con la yunta o el tractor se remueve la tierra con lo que se permite una mejor ventilación y mezcla de los nutrientes que en ella se encuentran, también es importante decir que los terrenos de la Huasteca, principalmente aquellos que se encuentran en laderas o montañas, tienen una capa muy delgada de tierra aprovechable. El uso de herramientas movidas por bestias y de técnicas diferentes a las empleadas hasta entonces motivaron el deterioro temprano de los campos de cultivo. Además, debido al incremento de la población la tierra se ha dividido y repartido de tal manera que es imposible dejar terrenos sin cultivar por uno o dos ciclos agrícolas, para que el suelo “descanse” y así pudiera recuperar fertilidad. Es común ver en la región comunidades enclavadas en lomeríos o serranías con caseríos dispersos y semidispersos; su ubicación ha impedido desarrollar una agricultura diferente a la practicada en la colonia ya que al ser apartados de sus lugares de origen, los indígenas modificaron sus prácticas agrícolas aprovechando las pendientes creando terrazas para usar el agua de las lluvias e impedir la erosión. El trabajo en las comunidades se basa en el principio de la reciprocidad y se realiza a través de las faenas en la que cada individuo tiene que realizar trabajos comunitarios un día a la semana o más si se requiere. Si el miembro de la comunidad no asiste personalmente a la faena tiene la opción de pagar a alguien para que la realice en su lugar. Las mujeres no quedan exentas de esta 28

obligación aunque las labores que realizan no son las mismas que para los hombres ni las llevan a cabo el mismo día. Mientras los miembros varones de la comunidad, al casarse o cumplir la mayoría de edad, realizan trabajos como el “chapoleo”3 de caminos o la construcción de algún puente o local comunitario, a las mujeres se les reservan labores como el barrer las calles, las escuelas o la iglesia. Al llegar a la vejez (se considera anciano a la persona que alcanza la edad de entre 60 y 70 años; aunque algunos a pesar de lo avanzado de su edad continúan trabajando) los integrantes de la comunidad (sean hombres o mujeres) son “jubilados”. Es decir, que se les exenta de realizar labores como la faena o de ocupar cargos civiles que impliquen un esfuerzo físico como el de alguaciles, al contrario se les reservan puestos más importantes como el de juez. Lo anterior es consecuencia del respeto que tienen hacia los que “lucharon por la tierra” ya que gracias a ellos las tierras que ahora cultivan se recuperaron pasando a ser parte de las comunidades ya sea como ejidos o bienes comunales. El reconocimiento a la labor de estos “pasados” no se da únicamente por las invasiones realizadas en tiempos de los caciques y terratenientes, también abarca todo el proceso de trámites y negociaciones que se emprendieron para regularizar su posesión. La costumbre de recompensar a los “pasados” no se presenta de manera uniforme en todas las comunidades de la Huasteca hidalguense pues, aunque casi siempre se reconoce el trabajo de los ancianos, existen actitudes de desprecio y desinterés hacia los “Huehues” (viejos o abuelos) negándoles el derecho de opinar, de participar en asambleas o de desempeñar cargos en las comunidades. Son pocos los casos pero se manifiestan en un marco en el que, a decir de los habitantes más jóvenes, lo que realmente importa es trabajar para la comunidad y no vivir agradeciéndoles toda la vida; esto básicamente porque muchas veces los pasados pretenden tener el control sobre la organización y el trabajo al interior de la comunidad. La participación de las mujeres respecto a los cargos civiles o religiosos prácticamente es nula, sólo en un ejido del municipio de Huazalingo encontramos a una mujer como secretaria del comisariado ejidal sin tener 3

Limpieza de hierba y arbustos que crece a orillas de los caminos, milpas o linderos con ayuda de un machete o huíngaro. 29

realmente participación en las decisiones que se toman al interior del ejido. En realidad esta mujer fue electa por la migración de los varones quienes no permanecen durante periodos largos en la comunidad para tomar el cargo. En el caso de los cargos religiosos y en los comités escolares también son territorio exclusivo del sexo masculino. Con respecto a la tenencia de la tierra, las mujeres que logran ser reconocidas como ejidatarias es porque tienen parcelas que adquirieron por herencia y quedaron viudas, lo que cada vez es más común debido al alto consumo de aguardiente que provoca elevados índices de mortandad entre hombres en edad productiva. Con esto, si bien las mujeres pueden ser reconocidas y aceptadas como comuneras o ejidatarias, su situación es temporal ya que deberán heredar o ceder en la primera oportunidad sus derechos sobre la tierra a sus descendientes varones. Contrario a lo que ocurre por ejemplo en la Huasteca potosina, los cargos públicos están reservados única y exclusivamente para los hombres. Sin embargo, cabe destacar el caso de un número no muy reducido de profesoras que han logrado acceder a puestos públicos encumbrados, tales como las presidencias municipales o la dirección de alguna dependencia de gobierno, éstas regularmente pertenecen a las clases pudientes de la región y a familias que permitieron a sus hijas estudiar un nivel universitario. La costumbre de prestar un día de trabajo a la comunidad se remonta hasta la colonia, periodo en el que al establecerse los pueblos cabecera, los pueblos sujeto quedaban obligados a trabajar las tierras del común. Ejemplo de esto es la presión que ejercía el pueblo cabecera de Yahualica sobre sus pueblos sujetos como Santa Teresa y Tlalchiyahualica para que trabajaran las tierras que ésta resguardaba como del común. Culturalmente las prácticas comunales que tienen que ver con la tenencia de la tierra no se han visto afectadas salvo en lo concerniente a la organización del trabajo, realización de asambleas y desempeño de cargos que sí se han modificado como consecuencia del consumo de aguardiente. La mayoría de los pueblos y las comunidades que forman parte de la Huasteca hidalguense dispendían grandes cantidades de aguardiente. Desde temprana hora del día, al dirigirse a sus parcelas, los campesinos llevan en sus morrales botellas de aguardiente que toman en sorbos a lo largo de su jornada de trabajo, por lo que 30

es común que al regresar a sus casas gran parte de ellos ya se encuentre bajo el efecto embriagante de dicha bebida. Si hay necesidad de realizar faenas el aguardiente es ingrediente esencial en su desarrollo pues debido a lo pesado del trabajo, a las distancias largas que a veces es necesario recorrer y el excesivo calor que se presenta casi en todo el año, los campesinos “echan trago para aguantar”. Esto ha ocasionado, entre otras cosas, que las reuniones o asambleas se lleven a cabo a muy temprana hora (5 ó 6 de la mañana) y que los jóvenes de entre 14 y 16 años se encarguen del control de las faenas, las asistencias a asambleas y el cobro de las sanciones o cooperaciones. Con el despojo de tierras realizado desde la colonia, los indígenas han visto reducido su espacio teniendo que modificar constantemente su entorno para lograr sobrevivir. La mayoría de las comunidades viven en un retraso social y económico ocasionado por el aislamiento y la poca productividad de sus tierras. Las costumbres con respecto a la forma de acceder a una parcela han cambiado; en los patrones de comportamiento culturales como el respeto por los ancianos y el papel que desempeñan las mujeres en la economía de las comunidades se observan cambios constantes debido a factores tales como la migración y la instauración de un nuevo marco jurídico agrario. Por otro lado, las mejores tierras continúan en poder de las clases pudientes de la región, ya sea en pequeñas proporciones o bajo la apariencia de copropiedades. Al interior de las comunidades es común que los caciques, comerciantes y profesores tengan por lo menos dos o tres hectáreas de las tierras de mejor calidad. En ellas se han establecido potreros para el desarrollo de la ganadería lo que ha ocasionado que grandes extensiones que antes se dedicaban a la agricultura cambien su destino. También se han aprovechado tierras de uso común para la cría del ganado. Los elementos que modificaron el paisaje agrícola y algunos de los rasgos culturales en la región fueron por un lado la cría de ganado y la introducción de técnicas y herramientas para las labores agrícolas así como el cultivo de la caña de azúcar, el tabaco, el café y algunos frutales y, por el otro, la migración y los cambios generados en torno a la legislación agraria. Respecto a la religión coincidimos con Ruvalcaba en el sentido de que La mayoría de los huastecos viven su religión de manera 31

sincera y profunda. De acuerdo a su práctica, no se puede reducir el ámbito religioso a una dependencia absoluta en lo material; pero vista desde fuera, se le puede relacionar con variables de la nutrición y con un sistema complejo de creencias con las que los huastecos interpretan el mundo, el cosmos, el universo que nos rodea (Ruvalcaba, 1992, 30). La religión forma parte de la vida cotidiana de las comunidades y “...junto con su práctica guardan un ámbito propio, lo cual no quiere decir que ocurran independientemente de las condiciones sociales o económicas de las sociedad” (Ruvacaba, 1992: 205), en todas las casas hay un altar dedicado a la virgen María y/o a santos diversos, sin embargo aunque es importante, no es lo que rige los actos de las personas, e incluso podemos decir que en la actualidad las actividades políticas son más importantes que la religión, pues de eso depende en gran medida su supervivencia. Posiblemente

un

elemento

que

no

ha

sido

considerado

en

la

transformación del paisaje agrícola huasteco, por ser reciente su práctica, es la inducción de pastos mejorados (principalmente el llamado “guineo”) para consumo del ganado. Sin embargo, a decir de algunos pobladores actuales de la Huasteca hidalguense, en tiempos pasados los pobres tenían que dar faenas hasta dos veces por semana, y cuando la tierra se cansaba tenían que sembrar pasto para el rico. Esto en nada cambió la suerte de los campesinos pues sólo los caciques y terratenientes podían practicar dicha actividad apoyándose siempre en la explotación indiscriminada de la mano de obra campesina. A pesar de que actualmente esta actividad no se ha desarrollado muy satisfactoriamente, debido principalmente a la falta de riego, es un factor de cambio importante pues permite que los espacios que se dedican a la ganadería se aprovechen más que si se consumiera únicamente el pasto natural tan escaso en épocas de sequías. El daño ecológico ocasionado por diversos factores entre los que destacan la

ganadería

extensiva,

el

desmonte

y tala

incontrolados,

la

mala

administración de los recursos financieros otorgados, la falta de planificación de los cultivos, el no descanso de los terrenos y la no rotación de cultivos, las 32

plagas y enfermedades, la erosión de suelos, debido a las fuertes pendientes, han provocado que el uso del suelo se vea severamente afectado reduciéndose el espacio para la agricultura y ampliándose el agostadero (ver documento 4) y, como consecuencia de esto, un desequilibrio en la economía campesina de la región. Su población ha tenido que emigrar a otros estados por periodos largos de tiempo para emplearse como jornaleros en la pizca de tomate, aguacate, algodón y otros productos. Durante su ausencia, las milpas quedan improductivas o al cuidado de las mujeres u otros familiares, lo que ocasiona que las parcelas sean invadidas por otros campesinos o acaparadas por los caciques indígenas. Los recursos que el gobierno otorga son administrados por los ayuntamientos mediante los programas del PROGRESA, PROCAMPO y Alianza para el Campo entre otros, siendo la SAGAR la principal dependencia que participa en su distribución a través del Programa de Desarrollo Sustentable para la Huasteca Hidalguense. El tamaño de las unidades de dotación individuales (milpas) es demasiado pequeño en relación a las necesidades de los campesinos y sus familias. En la mayoría de los casos éstas apenas superan los tres cuartillos de sembradura. Para una hectárea de tierra cultivada con maíz, el productor tiene que invertir alrededor de 850 pesos si se trabaja por el método tradicional y, si lo hace utilizando semillas mejoradas, fertilizantes y tecnología avanzada, requeriría de 1,300 pesos, para obtener un rendimiento promedio de 1.5 y 3.5 toneladas por hectárea respectivamente (según datos de 1994). Se debe observar que la actividad que implica un mayor costo es la preparación del terreno, además de su constante vigilancia y limpieza pues la yerba que perjudica la planta crece muy rápidamente (ver documento 2). A esto hay que agregar lo extremoso del clima y que en los últimos años se han observado sequías que casi acaban con los ríos y pozos que abastecen a las comunidades. Es común ver durante los meses de mayo a agosto largas filas en los pozos para obtener una o dos ollas del vital líquido. Es en estos meses que los propietarios de pipas que transportan agua desde los ríos cercanos obtienen grandes ganancias gracias a su venta. Con todo esto, en el año de 1994, una familia de cinco personas que 33

dependa exclusivamente del beneficio de su parcela apenas consigue el dinero suficiente para vivir durante 15 días basando su dieta en maíz, frijol y chile. Por esto es necesario alternar otras actividades que implican el esfuerzo de todos los integrantes de la familia tales como la recolección de yerbas y raíces, emplearse como peones temporalmente y el desempeño de trabajos de los hijos y esposas en la ciudad de Huejutla. En términos generales a pesar de ser la región de Huejutla pródiga en lluvias y con varios ríos (los más importantes son: el Candelaria, el Tecoluco, Huazalingo, Atlapexco, Calabozo, Huautla, Calnali, el Garcés y Los Altos de San Pedro), sólo una pequeña parte, el uno por ciento, de las tierras irrigadas, se dedican a la agricultura. No obstante, que la ganadería ocupó un lugar privilegiado en la economía de la Huasteca hidalguense desde la colonia hasta la década de 1970 ―de hecho, la región fue considerada una de las principales regiones productoras de carne de bovino en el país—, actualmente atraviesa por severas crisis en las que los ganaderos menos prósperos han tenido en ocasiones que “barzonear” para solicitar la condonación de sus deudas, lo que ha sido provocado por la poca organización de los ganaderos. Fue la actividad ganadera la más afectada por las invasiones de 1970 a 1980. Hoy día existe la imposibilidad de impulsar proyectos ganaderos debido principalmente a los altos intereses de los bancos al otorgar créditos o préstamos, la falta o mala aplicación de proyectos integrales y el desinterés y desorganización

de

los

productores.

Las

excepciones

se

dan

fundamentalmente gracias a los beneficios climáticos que presenta la región. La deforestación practicada desde hace más de 400 años ha provocado que los bosques y selvas constituyan sólo el 11% del total de la superficie de la Huasteca hidalguense, la apertura de tierras para la agricultura y la ganadería extensiva han sido la causa principal de esto. Desde tiempos de la colonia se habla de catástrofes agrícolas que han azotado la región ocasionadas por prolongadas sequías, heladas e inundaciones, situaciones que han afectado principalmente al sector campesino y han traído beneficios a un sector comercial ligado estrechamente a los métodos de mediación. 34

Los recursos que se hacen llegar a los campesinos a través de la política social de programas como el PROCAMPO y PROGRESA, las más de las veces no son destinados al fin para el cual fueron otorgados y terminan integrándose al sistema de mediación y especulación a través de intercambios comerciales que satisfacen sólo temporalmente las necesidades de los productores. Un rubro importante al que se destinan parte de los recursos concedidos a los indígenas es el consumo de aguardiente, situación que además de dañar la economía familiar provoca estragos entre quienes consumen esta bebida ya que en su elaboración se utilizan fosfato de aluminio o alumbre lo que provoca quemaduras y descomposiciones en los tejidos celulares. La migración es un fenómeno que provoca cambios radicales al interior de las comunidades. Hay quienes aun estando fuera continúan participando de las tradiciones

y

costumbres

del

lugar

aportando

sus

cooperaciones

y

desempeñando cargos principalmente de índole religiosa. Por el contrario, algunos de quienes emigran regresan a sus comunidades negando su lengua y costumbres y promoviendo el consumo de drogas y la agresividad que han visto y aprendido en los centros urbanos. Ante esto, entre quienes permanecen en sus comunidades, principalmente los jóvenes, se han generado una estrategia para impedir que estos fenómenos se desarrollen más elaborando mecanismos de defensa que se basan en la etnicidad tales como la práctica del monolingüismo y de las costumbres; la toma de decisiones mediante asambleas y una compleja red de cargos que comprometen a todos en las tareas comunitarias. Así, a pesar del alto grado de alcoholismo y migración, cada uno de los habitantes de una comunidad participa de una organización que obstaculiza la desintegración de los pueblos. Un ejemplo de lo anterior es posible apreciarlo en la comunidad de Santa Teresa que es totalmente indígena y con un alto grado de marginación. Un número considerable de sus habitantes son jóvenes entre los 16 y 35 años, todos integrados a un sistema de cargos que implica el respeto por los mayores; es el delegado o juez quien tiene la facultad de decidir en momentos estratégicos, se hace acompañar de seis u ocho jóvenes que le sirven de traductores y apoyo para desempeñar sus funciones. 35

El Comisariado Ejidal y el Consejo de Vigilancia tienen bajo su mando y manejo a un grupo de jóvenes que son denominados “alguaciles”, estos tienen edades que oscilan entre los 12 y 16 años, y son su apoyo más importante por lo que todos los miembros de la comunidad deben respetarlos y obedecerles pues son los emisarios, portavoces y corresponsales de los comités representantes de la comunidad. Todos ellos tienen prohibido beber por lo menos mientras tienen compromisos y tareas a realizar. Esta forma de organización es importante ya que la mayor parte de las comunidades se compone de población joven. De todo lo antes expuesto se puede concluir que, si bien la ganadería fue una actividad próspera, ocasionó grandes trastornos en la ecología de la región. Las tierras que fueron abiertas al cultivo o para la cría de ganado hoy observan un desgaste que hace imposible la producción y la que se realiza es mínima debido a los altos costos de rendimiento por hectárea de tierra (ver documento 5). La pulverización de la tierra y el crecimiento demográfico dificultan el desarrollo agrícola de la región. Los beneficios que pudieran esperarse de la paternalista política social, se ven frenados por el intermediarismo y la usura. La marginación y la presión por procurar lo indispensable en las familias huastecas, impiden a los campesinos preocuparse por el uso de fertilizantes y semillas mejoradas, además, sus precios se ubican fuera de la realidad de los campesinos pobres de la región y en pocas ocasiones saben utilizarlos adecuadamente. La asistencia de técnicos especializados y la instauración de proyectos adecuados a la región, han respondido únicamente a los intereses de las personas que manejan los recursos y los distribuyen a su libre arbitrio, los campesinos no se ven beneficiados de éstos. A la fecha la visión de los campesinos sobre cuestiones como la tenencia, el uso y la propiedad de la tierra se ha visto transformada. A partir de los cambios al artículo 27 constitucional y la introducción del PROCEDE se ha generalizado la idea de la propiedad minifundista individual, pues al otorgarse certificados parcelarios y títulos de solares a los ejidatarios y comuneros éstos abandonan el concepto de “propiedad comunal” que sirvió de base al 36

movimiento campesino para recuperar las tierras, aun cuando se trate de ejidos o comunidades. El espacio social y ecológico se ha transformado notoriamente en la Huasteca hidalguense. A pesar de la fuerte inversión realizada por el gobierno, los recursos pocas veces son aplicados correctamente beneficiándose sólo un pequeño sector que controla, distribuye y administra el poder en la región de estudio.

37

III. LA TENENCIA DE LA TIERRA A TRAVÉS DE LA HISTORIA. En el periodo colonial el sistema agrario se conformaba, como muchos otros aspectos de nuestra cultura, por la asimilación de la propiedad indígena al marco jurídico español. Ante esta situación es necesario mencionar por una parte que antes del contacto con los españoles, existían en Mesoamérica una gran variedad de formas de control y acceso a la tierra, desde las demarcaciones territoriales sin contenido de propiedad en el norte árido, hasta los complejos sistemas de tenencia de las sociedades jerarquizadas y estratificadas de las sociedades agrícolas del centro y sur, tales como, los tepanecas, aztecas, mixtecos y mayas. Pero esta diversidad era el resultado de miles de años de adaptación de las sociedades mesoamericanas a una región ecológica compleja y variada. Había cultivos intensivos en los que el control de los sistemas de riego era parte importante; en los reinos existentes en el territorio mesoamericano, cada uno de éstos podía producir, gracias a la combinación de varias técnicas y sistemas agrícolas, lo necesario para mantener a densas poblaciones.4 De esa manera el control de los recursos, la geografía y la densidad de población eran elementos importantes que se vinculaban con las formas de tenencia de la tierra del México prehispánico. De acuerdo con lo anterior, es posible distinguir en estas sociedades organizadas de forma jerárquica las tierras de la comunidad, las públicas y las entregadas en usufructo a los “señores” como rasgos derivados del linaje o el resultado de los triunfos obtenidos en la guerra. Como en el caso del imperio mexica que completó la concentración del poder y privilegios en manos de la nobleza, ya que tanto los honores como los despojos de la guerra eran beneficio de unos pocos en vez de la mayoría. Las mejores tierras de los tepanecas y de otros vasallos cercanos habían sido 4

“La agricultura indígena al momento de la conquista era capaz de mantener una población que fluctuaba en el área central de México –desde Tehuantepec por el sur hasta la frontera norte de Mesoamérica- entre los 18 y los 30 millones de habitantes... se ha calculado que la densidad promedio en Mesoamérica era a principios del siglo XVI de 49 habitantes por kilómetro cuadrado.” (Rojas, 1991: 142-143). 38

concedidas a los nobles, no a los plebeyos (Davies, 1992: 170). Por otro lado, es necesario establecer que en la tradición de los pueblos ibéricos existía diversidad en las formas de tenencia: las tierras de la corona, las de los monarcas, los nobles y, no hay que olvidar, las de la Iglesia. Como una forma especial heredada de esta tradición hasta nuestros días, estaba la pequeña propiedad y la comunal que eran administradas por los consejos y los ayuntamientos de los pueblos. Con el arribo de los españoles, las formas de catalogar la tierra se vieron transformadas; las mejores tierras y con riego eran las de “pan llevar”, las de temporal eran nombradas de “pan coger” y aquellas en las que ocasionalmente se podía sembrar trigo eran tierras de “pan sembrar”. La forma de medir la tierra durante la colonia se empezó a realizar por fanegas de sembradura o por varas, almudes y cuartillos. El ejido, considerado como un producto de la organización feudal medieval, formaba parte de la propiedad comunal y se refería a las tierras de uso común. Un elemento introducido por los españoles y que vino a transformar definitivamente el paisaje agrícola y las formas de tenencia fue la ganadería, con su presencia se pudo utilizar extensiones de tierra que hasta antes del contacto entre españoles e indígenas no habían sido aprovechadas, sin embargo, la ganadería fue una actividad exclusiva de los españoles. Por otro lado, la tracción animal permitió el desarrollo de actividades que hasta entonces sólo eran realizadas por los humanos. De esta manera se asimilaron y transformaron diversos aspectos que influyeron poderosamente en la distribución de la tierra en la Nueva España. Las primeras concesiones de tierra tuvieron lugar en los reinos indígenas alrededor de las zonas lacustres de la cuenca de México. Más tarde la corona transmitió la propiedad de la tierra a los individuos por distintos mecanismos: el más frecuente, por lo menos durante el primer siglo de dominación española, fue la merced o gracia.5 Así, grandes extensiones de tierra que originalmente 5

“La demanda de alimentos no debió ser muy grande; entre 1568 y 1570 en toda la nueva España la población no indígena apenas excedía a los 80 mil individuos incluyendo mestizos, negros, mulatos y españoles. Por este motivo, posiblemente mucha de la tierra que se mercedó a los españoles fue dedicada a la cría de ganado. Esta actividad permitía darle uso a la tierra y obtener 39

pertenecieron a los grupos que las habitaban, fueron mercedadas y otorgadas a los españoles como reconocimiento a su desempeño en la empresa de la conquista.6 Vinculada la tierra a un sistema productivo extensivo ―tanto para la ganadería como para la agricultura con tracción animal ―la superficie de las mercedes debía ser grande. De manera semejante, los cabildos de las recién establecidas ciudades, destacando la de la ciudad de México, distribuyeron concesiones de estancias o sitios de ganado; tarea que más tarde sería exclusiva del virrey. De esta manera, se respondió a las cada vez más numerosas demandas de los criadores de obtener títulos que ampararan la propiedad de los terrenos en los que ya pastaban sus ganados. Esta táctica resultó en beneficio de la corona que consolidó el control y ordenamiento de la ocupación de tierras que iba en contra de los indígenas. Así, la propiedad comunal se otorgó a los asentamientos, a los pueblos y villas fundadas por los colonizadores. Lo que preocupaba entonces a los indígenas no eran los cultivos de los españoles — se sabe que la agricultura se asimiló de manera favorable para ambas culturas— sino más bien la cría de ganado, actividad que como ya hemos mencionado, comenzó a practicarse desde los inicios de la conquista aun antes de la total expansión del cultivo de granos, frutos y leguminosas, que se consolidó hasta el siglo XVII. El desarrollo de la minería también propició cambios en las formas de tenencia de la tierra. Los pueblos y villas fundadas cerca de los yacimientos minerales más importantes del país promovieron la apertura de nuevas tierras al cultivo, la cría de ganado e impulso del comercio, elementos necesarios para la manutención de la población que allí se asentó. Las quejas que se originaron por los abusos y despojos de tierras fueron frecuentes en esta primera parte del periodo colonial, a pesar de que las leyes una ganancia. Nuevamente al igual que en el caso de las tierras entregadas a los españoles en este existió una relación entre la muerte de los indígenas y el número de cabezas; conforme la población indígena declinó aumentó el ganado.” (Rojas, 1991: 182). 6

“En el área mesoaméricana –descontando el territorio centroamericano y el área maya- habían sido entregadas a los españoles 14,906 mercedes de tierra de distintos tipos, aproximadamente un área de 170,000 kilómetros cuadrados. De los cuales poco más de 30 por ciento fueron destinados a pastos para el ganado.” (Rojas, 1991: 182.) 40

de indias ordenaban que las tierras entregadas a los españoles no se extendieran a costa de las poseídas por los indígenas. En 1567 el Marqués de Falces prohibió a los españoles trabajar tierras a menos de 500 varas de los pueblos y acercar sus estancias a menos de mil. De esta manera el fundo legal de los pueblos se estableció con un límite de 600 varas (504 metros) medidas en cada uno de los puntos cardinales desde la iglesia del poblado. En ocasiones, el común y los naturales de los pueblos recibieron adicionalmente una merced que se declaraba inalienable, a diferencia de las entregadas a los españoles que sí podían venderse, aunque también los indígenas, integrados en sus pueblos, podían adquirir, mediante la compra, tierras a propietarios españoles. Por tanto, las repúblicas de indios se constituyeron con una base territorial propia (fundo legal) y autoridades indígenas subordinadas a los alcaldes y corregidores locales españoles. No obstante, la importancia de la nobleza india en dichas repúblicas, el espacio que ocupaba rara vez se vio ampliado. “En la serie de relaciones creada por el mundo colonial, los nobles indígenas eran condenados a sobrevivir en la medida en que pudieran mantener una continuidad funcional y estructural...” (García, 1987: 183). Dentro de las comunidades indígenas era posible identificar cuatro áreas diferentes: el poblado, el ejido para uso común, las tierras destinadas a la producción para el pago del tributo y para gastos de la comunidad y, finalmente las del común repartimiento, destinadas al sustento de sus integrantes. Esta división pocas veces se convirtió en realidad. Resumiendo: El sistema colonial español reorganizó las bases prehispánicas de organización social al imponer nuevas instituciones, como la encomienda, que en los primeros años reestructuró el territorio, al permitir la reubicación de los “indios dispersos” a finales del siglo XVI y los primeros del siglo XVII, para que vivieran en “policía y vida cristiana”. Este

proceso,

que

no

concluyó

con

el

programa

de

congregaciones de los pueblos indios como la expresión más acabada de la política de población española, continuó a lo largo de 41

los siglos XVII y XVIII, sobre todo con el proceso de expropiación y despojo de tierras a los pueblos indios que fueron legalizados con las llamadas “Composiciones de tierras y aguas” (Pérez Zevallos, 1998: 99). La superficie de las comunidades indígenas fue desde su origen restringida. La polaridad entre el minifundio y el latifundio, como dos formas de tenencia de la tierra, asentó sus bases desde entonces en la historia agraria del país. La asimilación de la propiedad indígena al sistema agrario colonial fue un proceso prolongado e influido por el descenso de la población, provocado principalmente

por

las

enfermedades

conquistadores

a

tierras

americanas.

epidémicas Como

traídas

consecuencia,

por

los

muchos

asentamientos indígenas desaparecieron y otros quedaron casi abandonados. A mediados del siglo XVII el territorio mexicano se encontraba severamente despoblado a pesar de coexistir en él indígenas, europeos y africanos. Ante esta situación la corona dictó una política consistente en promover asentamientos mayores mediante el otorgamiento de fondos legales. Es en este lapso que la población indígena resiente su máxima reducción superando apenas el millón de individuos.7 Es también en este siglo que comienzo a declinar la minería, y las actividades agrícolas y ganaderas ocupaban el centro de la vida económica y social de la colonia. Las haciendas se consolidaron mediante la adquisición de sus derechos definitivos sobre la tierra. En este periodo se instituyen las encomiendas como otra forma de control y acceso sobre la tierra, con la particularidad de que éstas se encontraban estrechamente ligadas a la tarea evangelizadora de la Iglesia Católica, que era otro de los objetivos de la colonización, pero que más bien resultaron ser un mecanismo más para facilitar el recaudo del tributo. Las encomiendas, al poco tiempo de su creación, fueron extinguidas 7

“Se ha calculado que la población indígena descendió en el área central de México ―desde Tehuantepec hasta la frontera mesoamericana del norte― de aproximadamente 25 millones al momento de la conquista a poco más de un millón de indígenas para mediados del siglo XVII.”

42

debido a los excesos y vicios que se cometieron y crearon bajo su tutela. Por otro lado, a pesar de las diversas reglamentaciones sobre el acceso a la tierra y los límites permitidos a las propiedades del clero, no se pudo evitar que la Iglesia adquiriera una gran base territorial a través de la hipoteca, la donación, la herencia y la compra, prácticas comunes en todo el territorio de la colonia. A mediados del siglo XVI y en el primer cuarto del XVII se podía adquirir el dominio privado de las tierras baldías o realengas a través de un nuevo título otorgado mediante la adjudicación en subasta pública a quien ofreciera más por ellas. Las composiciones de tierras que se establecieron en 1591 mediante dos cédulas capitales, permitieron que aquellas personas que habían adquirido tierras mediante mercedes o la compra de tierras públicas presuntamente baldías, ampliaran sus propiedades y obtuvieran el reconocimiento otorgado por la corona que, de esta manera, pudo obtener fondos ya que mediante la composición se ampararon superficies mayores a las otorgadas originalmente previo arreglo. En este periodo algunos mayorazgos (que vinculaban las propiedades de un solo dueño e impedían su fragmentación entre los herederos) obtuvieron títulos nobiliarios otorgados por la corona. Algunos capitalistas aprovecharon esta situación para realizar enormes adquisiciones;8 por ejemplo en la Huasteca se llegaron a componer superficies de “...12, 16, 24 estancias y 30 caballerías de una sola vez o en varias...”, y para “...fines del siglo XVII las haciendas tenían ya sus títulos definitivos en la mayor parte de México” (Chevalier, 1982: 329-330). Para fines del siglo XVIII y principios del XIX, la oligarquía feudal y terrateniente del país consolidó sus propiedades y, por lo tanto, delimitó sus territorios.

Coexistieron

a

lo

largo

del

territorio

nacional

haciendas,

condueñazgos, ranchos y propiedades comunales, en un contexto donde la corona española perdía autoridad y dominio ante una población que buscaba independizarse mediante la consolidación de un Estado soberano. (Rojas, 1991:175). 8

“...las autoridades superiores quisieron controlar y limitar todas esas operaciones individuales; una real orden del 23 de junio de 1571 autorizó la venta de dichos bienes territoriales de los indios, con la condición expresa de que fueran puestos en pública subasta por lo menos durante 30 días después que las autoridades judiciales hubieran reconocido los derechos de propiedad del vendedor y la posibilidad de enajenarlos sin inconvenientes graves para él mismo o para otros.” 43

En realidad la hacienda tal y como la hemos concebido históricamente se consolidó a lo largo de todo el periodo colonial e incluso hasta bien avanzado el siglo XIX. En el siglo XVI las estancias de labor o de pan llevar fueron términos surgidos de las tierras que se repartieron entre los españoles que cultivaban principalmente el trigo y que habían sido quitadas a los encomenderos; pero no sólo se transmitió el dominio de la tierra, también la mano de obra indígena existente en las encomiendas fue suministrada a los agricultores hispanos debido principalmente a las deudas de trabajo pendientes de parte de los habitantes originarios de las tierras afectadas. Tal vez sea aquí donde podemos ubicar el antecedente más antiguo de la hacienda. Por otro lado para las haciendas era también importante poseer grandes extensiones de terrenos; las explotaciones azucareras formaron comunidades tan extensas que casi podían valerse por sí mismas anunciando de esta manera desde el siglo XVI la clásica hacienda mexicana. En los siglos XVII y XVIII, los latifundios lograron consolidar sus propiedades principalmente debido a las composiciones de tierras. A lo largo del siglo XIX ven la luz diversos mandatos, ordenanzas y legislaciones relacionadas con la tenencia de la tierra que propiciaron cambios profundos en las diversas formas de considerar la propiedad: la Real Cédula de Consolidación de Vales Reales de 1804, afectó principalmente las propiedades del clero; la Constitución Gaditana de 1812 ordenó la instauración de los ayuntamientos, misma que se promulgó por segunda ocasión en 1820, lo que propició que estas instituciones del poder intentaran despojar de los bienes comunales a los pueblos indígenas. La Ley de Desamortización de 1856 provocó fuertes tensiones entre los propietarios privados y de terrenos comunales, pues aunque originalmente orientó sus acciones a las propiedades de la Iglesia afectaba terrenos ociosos o de grandes extensiones, y finalmente afectó en mayor grado a las comunidades indígenas pues ordenaba que los prefectos políticos deberían tener el poder de establecer el número de varas que correspondería al fundo legal de cada pueblo. En este sentido, el jefe político era el encargado de deslindar los terrenos otorgados a los pueblos en forma comunal para (Chevalier, 1976: 262-263) 44

posteriormente convertirlos en propiedad privada. Un proceso común en este periodo era el de denunciar aquellas tierras que los campesinos indígenas durante los ciclos agrícolas dejaban “descansar” como baldías, lo que era aprovechado por los ayuntamientos quienes las enajenaban regularmente a los mismos denunciantes. Como consecuencia de la Constitución de 1857, y la creación del Artículo 27 Constitucional, los fondos legales que se adjudicaron a las cabeceras municipales fueron vendidos con miras a la expansión de dichos pueblos. Bajo el régimen de Porfirio Díaz, el campo mexicano se vio severamente minado debido principalmente a las leyes referentes a los terrenos baldíos y a la disminución de salario de los trabajadores agrícolas en las haciendas.9 “Con las Leyes de Deslinde y Colonización de baldíos de 1875 y 1883 se permitió el deslinde por medio de compañías que validaron la apropiación de tierras comunales hechas por las haciendas, las compañías a cambio recibieron grandes extensiones de tierras de los pueblos afectados declaradas como baldías o nacionales en compensación con los gastos que se realizaran; el resto lo conservaría el gobierno mientras fuese comprado por un particular u otra compañía. Así para 1892 se habían deslindado 38’249,373 Has.; poco más de 12’000,000 quedaron en poder del gobierno y el resto se lo apropiaron compañías y particulares a bajo costo y sin sujeción estricta a la ley.” (Escobar, 1992: 7) Lo anterior se vincula directamente con la Ley Agraria de 1915 y el artículo 27 de la Constitución de 1917 que dará forma a la situación agraria del país durante el siglo XX. La conformación de la tenencia de la tierra en la Huasteca hidalguense. Durante la época precolombina la Huasteca hidalguense que ocupaba la frontera noreste de Mesoamérica se vio ocupada por distintas culturas, tales como: los toltecas, quienes bautizaron a Huejutla como Ixtlahuexotla “saucedal 9

“Según los datos disponibles, al finalizar el porfiriato más del 95% de las aldeas comunales habían perdido sus tierras. El valor adquisitivo del jornal que recibían los trabajadores agrícolas en las haciendas disminuyó enormemente entre 1876 y 1910” (Katz, 1980: 13). 45

blanco” en el siglo X; los otomíes que establecieron el señorío de Meztitlán abarcando las provincias de Molango, Xochicoatlan, Tianguistengo, Huazalingo y Yahualica y los chichimecas que se establecieron en Tepehuacán aproximadamente en el año de 667. A la llegada de los españoles la impresión general que tuvieron de la Huasteca era la de un lugar muy rico en alimentos y exuberante además de ser densamente poblada como señalan los testimonios de Francisco Garay (15191521), Diego Ramírez (1552), Fray Nicolás de San Pablo (1554) y el arzobispo Pedro de Montoya y Contreras (1574). En este momento Yahualica era una fortaleza militar que dependía del señorío de Meztitlán y para el siglo XVII, dejó de ser parte de éste para convertirse en la cabecera de un corregimiento o alcaldía mayor abarcando los actuales municipios de Yahualica, Atlapexco, Huautla, Xochiatipan y Huazalingo. La alcaldía mayor de Huejutla, por su parte, comprendía los actuales municipios de Orizatlán, Tamazunchale, Jaltocán, Huejutla y Tepehuacán. Cada alcaldía mayor o corregimiento se dividía en cuatro cabeceras con sujetos, cada una con un cabildo de indios; con una estructura territorial compuesta de barrios sujetos, rancherías y pueblos sujetos. Su función era la de recolectar el tributo y llevar las demandas a la Real Audiencia. Con la finalidad de controlar a la población indígena mientras se llevaba a cabo la concentración de sus pueblos, los españoles impusieron el cabildo como una institución colonial que no sólo desempeñó papeles políticos y administrativos, sino que, además, creó un sistema de segregación económica y social que permitió a sectores indígenas privilegiados mantenerse en su posición ante el embate de los agentes extraños desempeñando un papel de intermediario. De esta manera se centralizaron funciones administrativas, políticas, económicas y sociales al interior de cada pueblo, al grado de ser capacidad exclusiva de los caciques.10 10

“Por señores naturales entenderemos a los caciques indios,... (para) diferenciarlos de los macehuales que se convierten en principales. El término cacique fue trasladado por los españoles de las islas del Caribe al continente. Bernardo García considera que el concepto de cacicazgo se hizo más laxo, por lo que el título de cacique pudo ser usado por quienes parecen haber sido simples principales ajenos a la descendencia directa de los tlatoque.” (Escobar, 1996: 3; al pie de página).

46

Desde 1525 la provincia de la Huasteca incluyó a 44 pueblos y poco después los señoríos de Meztitlán e Ilamatlán. Para 1527 Nuño de Guzmán, gobernador de Pánuco, invadió pueblos de la Huasteca que se hallaban bajo la jurisdicción de México, siendo éstos los actuales municipios de Yahualica, Atlapexco, Huautla, Huazalingo y Xochiatipan. El Ayuntamiento de la capital, para evitar un enfrentamiento con el invasor, cedió los pueblos de Huautla y Yahualica. “La rivalidad existente entre Nuño de Guzmán y Hernán Cortes determina la distribución de las encomiendas en territorio huasteco. Así, de 1527 a 1533 Huejutla fue encomienda de Bernardino Íñiguez, pero luego esa encomienda fue reclamada por Juan Rodríguez y Gabriel de Aguilera. Hacia 1545-1548 volvió a la corona y antes de 1550 Yahualica y Huejutla, entre otros, se convierten en pueblos realengos. Por otro lado, Huautla fue asignado a dos encomenderos, Juan de Cervantes y Andrés de Mero, antes de 1533, pero después de 1540 ellos fueron reemplazados por Cristobal Bezos, quien heredó cerca de 1550 a Isabel de Frías y a su hijo Cristobal de Frías. Poco después de 1597, los tributarios fueron reasignados a los herederos de Moctezuma” (Gerhard, 1972: 243). Las encomiendas permitieron que en la recaudación del tributo, principal objetivo de la empresa de la conquista, las tasaciones se expresaran en “piernas de manta” y no en cargas de algodón, es decir, ya no en materia prima sino en producto terminado, situación que implicaba no sólo la producción de materiales, sino también la manufactura de mercancías. Como ya se ha visto, una de las primeras acciones que emprendió el gobierno de la Nueva España fue la de otorgar tierras a los colonizadores a través de las mercedes de tierras. Entre 1574 y 1660, en la jurisdicción de la cabecera de Yahualica y sus pueblos sujetos, se habían concedido nueve mercedes de tierras.11 Del total de las tierras otorgadas, aproximadamente

11

Dichas mercedes fueron “... hechas por tres virreyes (Enríquez, Velasco y Guadalcazar) de las cuales una fue para el pueblo de Yahualica, tres para su cacique, don Juan Bautista de una de ellas se dice que es para su patrimonio; otras dos mercedes fueron para españoles, una más para una española, y de las otras no se dice ha quien fueron otorgadas ... al cacique se le asignó una buena cantidad de tierras, mientras que la merced hecha al pueblo es la menor de todas.” (De Gortari, 1986: 80). 47

74,255 hectáreas, el 90% pertenecía a los pueblos indios y el 10% a propietarios privados. Así, la alcaldía de Yahualica se constituyó principalmente por repúblicas de indios, mientras que en la parte sur y norte del distrito de Huejutla, lo que actualmente son los municipios de Huautla y Orizatlán, los dueños de la tierra eran en su mayoría familias españolas que aprovecharon terrenos ubicados en terrenos más planos y que más tarde dividirían sus propiedades mediante la herencia. Huejutla en el siglo XVI fue el principal centro político y económico de la Huasteca hidalguense, característica que mantuvo hasta mediados del siglo XIX cuando fue reducida a su delimitación administrativa y territorial actual. Para mediados del siglo XVI, con el fin de controlar la fuerza de trabajo indígena y evangelizar más fácilmente, se realizaron en la Huasteca las primeras congregaciones o reducciones. Se llevaron a cabo cambios radicales en la tenencia de la tierra y organización política y social de los pueblos indígenas. Uno de los elementos más importantes introducidos por los españoles que transformaron el paisaje agrícola y cultural de la Huasteca hidalguense fue la cría de ganado mayor y menor. Para finales del siglo XVI se habían instaurado estancias de ganado mayor en gran parte del territorio en las que se aclimataron especies grandes como reses y mulas, mientras que los frailes y curas se dedicaban a la cría de cerdos, especie que fue rápidamente incorporada a la cultura y dieta indígena, pues no provocó conflictos de territorialidad ya que no contradecía a la agricultura tradicional. La Huasteca era el territorio donde había más ganado mayor, en contraste con otras regiones de la colonia en donde abundaban las ovejas. Las enfermedades y epidemias ocurridas en este periodo provocaron un descenso notable en la población indígena. El despoblamiento sería aprovechado por los colonizadores para desarrollar una ganadería que requería de extensos terrenos ricos en pastos. Al llegar al siglo XVII, el gobierno español se hallaba perfectamente establecido en la Huasteca gracias a la creación de los cabildos integrados por autoridades indígenas quienes se encargaban del cobro del tributo, 48

organizaban la forma de trabajo comunal de las parcelas; en pleitos con hacendados y rancheros representaban jurídicamente a sus pueblos solicitando copias de los títulos que quedaban bajo su resguardo y recibían las tierras que les eran otorgadas a través de los gobernadores y funcionarios españoles. En este contexto tuvieron lugar una serie de abusos, por ejemplo en 1637 los indios de Yahualica, a través de su gobernador protestaron porque el alcalde les exigía que fueran indios e indias a servir a su casa. A otros los mandaba cargados como tamemes a México, pagándoles sólo un real a cada uno y nada para sustentarse (De Gortari, 1986: 52). La producción agrícola de la región durante el siglo XVII, se destinaba principalmente al consumo local, y aunque se vendían algunas cabezas de ganado en los mercados locales, lo cual permitía el pago de los impuestos, sólo la fabricación de piloncillo se comercializaba en la región, y no se tienen datos que indiquen la existencia de cultivos comerciales. Los problemas electorales originados en el siglo XVII debido a que muchos de los gobernadores y alcaldes permanecieron en sus cargos por largos periodos gracias a la reelección, tienen una importante repercusión en la vida de los pueblos indígenas dividiéndolos y creando rivalidades entre las cabeceras y los pueblos sujetos. Los cargos en el cabildo estaban distribuidos de la misma manera en todas las cabeceras indias, los más disputados entre éstos eran el de gobernador y alcaldes. Así podemos ver que para 1790, en Yahualica se había elegido al mismo gobernador durante casi once años y, en el mismo año, los gobernadores pasados de esta alcaldía se quejaron de que no pudieron llevar a cabo sus elecciones con libertad ya que al momento de celebrarse no habían sido citados. La presencia del cura en este conflicto provocó que la cabecera y las rancherías se dividieran entre quienes lo apoyaban y los que estaban del lado del gobierno civil, situación que alargó el conflicto por espacio de dos años. La táctica de dejar fuera a los pasados y ancianos garantizaba un triunfo seguro de los candidatos propuestos por las autoridades civiles y eclesiásticas en las elecciones de las autoridades étnicas. A través de estos conflictos se puede apreciar una aspiración de los pueblos sujetos a obtener autonomía respecto de la cabecera ya que de este 49

modo se presentaría la oportunidad de no prestar más servicios a otra población; el gobierno español intentó mediante diversos mecanismos legales terminar con esta situación, pero no fue sino hasta el establecimiento de las Reformas Borbónicas de 1786, que el problema de las reelecciones y la intervención de las autoridades civiles y religiosas en los procesos electorales de las comunidades indias fueron regulados. Es también en este momento que las alcaldías de Yahualica y Huejutla pasan a ser Subdelegaciones pertenecientes a la Intendencia de México, hasta enero de 1869 cuando se integran al nuevo estado de Hidalgo. Dentro de la estructura territorial conformada en la Huasteca hidalguense a lo largo del periodo colonial, algunas jurisdicciones, como la de Yahualica y Huazalingo, guardaron correspondencia con las unidades prehispánicas autónomas; en éstas coexistieron propiedades privadas y tierras de los pueblos que eran consideradas de la comunidad. Con base en este proceso se establecieron las bases que darían origen a un incipiente mercado de tierras en el que tanto los particulares como los pueblos indios las podían rentar, vender, adquirir, prestar e hipotecar.12 En estas acciones realizadas sobre las tierras las autoridades civiles e indígenas representaron un papel importante como intermediarios y, por otro lado, permitieron que los pueblos indios se apropiaran de espacios propicios para el cultivo y la cría de ganado. Pero no sólo se apoderaron y recuperaron tierras a través de la compra; otros mecanismos que sirvieron a estos fines fueron las invasiones, los juicios y las composiciones de tierras13 mediante las cuales tanto los pueblos indios 12

“Por ejemplo para el siglo XVIII Yahualica contaba con sus 600 varas y hacia el norte tenía un terreno llamado Chilmaya y Tlatlaxqueco que medía siete sitios y diez caballerías; al sur estaban Atlapexco (un sitio), Talchiyahualica (un sitio y dos caballerías), Quimixtelloco (dos sitios de ganado mayor) y Tlahuixtepan (un sitio de ganado menor). El gobierno indígena compró la mayoría de las tierras durante los siglos XVII y XVIII.” (Escobar, 1998: 100). 13 Estos hechos: los litigios por tierras, otorgamientos de territorios y el aumento de espacios comunales, no impidieron “... que existieran conflictos por linderos de tierras entre los propios pueblos o entre éstos y los propietarios privados; de todos modos este hecho rara vez derivó en un conflicto violento, ya que el Estado Español y principalmente sus intermediarios (subdelegados, intendentes y jueces), lograron ser mediadores eficaces entre indígenas y hacendados, o bien, porque las partes litigantes tenían la posibilidad de realizar negociaciones extrajudiciales. Otra de las razones por las cuales no se generó un clima de violencia social fue que los hacendados con frecuencia entraban en pugna entre sí por la delimitación de sus terrenos, lo que permitió a algunos pueblos invadir o entablar juicios contra los propietarios privados.” (Escobar, 1992: 107)

50

como los propietarios particulares, lograron obtener títulos que amparaban terrenos legales e ilegales. Como consecuencia de lo antes expuesto, se presentaron en la Huasteca hidalguense motines indígenas cuyo objetivo principal era el de atacar a los españoles y sus propiedades. En este sentido el movimiento independentista de 1810 no tuvo el impacto de una acción orientada hacia la recuperación de las tierras. Sin embargo, las leyes que se derivan de éste, principalmente la Constitución Gaditana promulgada en 1812, establecieron una nueva forma de distribución territorial y política encaminada a aprovechar las redes de control indígena existentes hasta entonces. Fueron importantes también las Cortes de Cádiz decretadas en noviembre de 1812 y enero de 1813 que ordenaban la división y el traspaso de terrenos “baldíos” a manos de particulares. Lo importante del segundo de estos decretos es que cimentó la idea del pequeño propietario que sirvió de base a las Leyes de Desamortización. En respuesta a lo anterior, los pueblos indios afectados recurrieron a una figura jurídica, el condueñazgo, que les permitió conservar sus tierras rentándolas a mestizos sin perder la propiedad a la vez que protegían su organización comunal. La instauración de los ayuntamientos entre 1820 y 1840 se realizó con la intención de controlar a los pueblos tanto en lo político como en lo económico y religioso. Y aunque el ayuntamiento no desplazó totalmente a las autoridades étnicas si provocó el reordenamiento de la posesión de la tierra y las relaciones comerciales, dando la pauta para las elecciones directas y el auge del clientelismo político ya que muchos de los alcaldes municipales fueron en algún momento apoderados, arrendatarios o avales de los pueblos indios. Los municipios recibían ingresos a través de los propios (bienes raíces que poseían las municipalidades, los edificios construidos con fondos públicos y las tierras que en común habían poseído los pueblos) y de los arbitrios (las multas, alcabalas de las ferias, pensiones y las contribuciones locales) que fueron aprobadas por los congresos estatales. Esa medida despojaba a los pueblos indios de la propiedad sobre las tierras que poseían14 lo que daría origen a diversos cambios en la política y 14

“Así los ayuntamientos se sobrepusieron en la estructura política-económica indígena. Esto llevó a que los ayuntamientos no indios junto con los jefes políticos se convirtieran en los intermediarios 51

estructura territorial de la Huasteca, incluyendo el intento de la formación de un estado huasteco independiente y el aumento de rebeliones indígenas en reclamo del despojo de tierras y aguas por las desamortizaciones de 1856, 1866 y 1879. Ejemplos de ello son el levantamiento indígena en Huautla durante 1848 y la unión de los campesinos de la Huasteca hidalguense con la lucha de Juan Santiago en Tamazunchale. Para 1824 se crea el Estado de México y Huejutla se convierte en un distrito (cuyo gobernante es un jefe político, máxima aspiración política por aquel entonces) dividido en cuatro partidos: Huejutla, Yahualica, Zacualtipán y Meztitlán. El primero con el tiempo llega a incluir a los municipios de Huejutla, Huautla, Yahualica, Tlanchinol, Xochiatipan, Orizatlán y Atlapexco. En 1862 la Capitanía General de México se divide en tres distritos militares y a esta región le corresponde ser el segundo; aunque Yahualica pertenecía al distrito de Huejutla también era un distrito judicial. Durante el siglo XIX y en especial a partir de la segunda mitad, en la región aumentó la comercialización de los productos agrícolas, lo que trajo como consecuencia la construcción de nuevos caminos de herradura.15 Para 1880 Huejutla tenía una gran cantidad de haciendas que beneficiaban piloncillo, lo que propició que el comercio de la caña de azúcar se convirtiera en la principal actividad aparte de la cría de ganado mayor. En este sentido este siglo se caracterizó por una estrecha relación entre trabajadores agrícolas o peones y hacendados terratenientes o arrendatarios con gran capacidad económica. En las haciendas ganaderas (ubicadas sobre todo en Huejutla y Orizatlán) pagaban fácilmente a sus peones porque les permitían sembrar en los montes16 a cambio de trabajo, lo que costaba muy poco dinero y aumentaba su poder económico. Los indígenas con más posibilidades económicas tenían acceso al ganado, e incluso iniciaron junto con algunos no indios la comercialización en mayor escala del café, aguardiente, piloncillo y políticos entre el pueblo y las autoridades estatales y centrales.” (Escobar, 1996: 18-20) 15

Con la construcción de nuevos caminos Huejutla pasó a ocupar el lugar de Yahualica como centro económico y político de la región. 16 Estos montes son los que años más tarde reciben los ejidatarios como dotación, es decir que los hacendados, por lo menos en esta parte del territorio huasteco, no perdieron mucho de su fuente de ingresos. 52

caña de azúcar, mientras que muchos se incorporaron al pequeño comercio, teniendo igualmente acceso a los bosques y pastos comunales. Los campesinos marginados y acomodados se fueron estableciendo cerca de los límites de las tierras comunales, en un inicio a través del arrendamiento y más tarde, como en el caso de los mestizos, gracias a la compra de los terrenos en renta; esto se daba cuando algún no indígena que arrendaba las tierras prestaba dinero al común; los indígenas lo pedían para alguna fiesta patronal, juicio o para pagar impuestos. Con este hecho se hipotecaba la tierra comunal y se perdía al no poder pagar el préstamo, así se podía tener acceso a mano de obra barata. En otros casos la Ley de Desamortización de 1856 permitió a los arrendadores hacerse con relativa facilidad de los terrenos que alquilaban, incluso entre 1880 y 1888 las propiedades de lo que antes fuera el distrito de Yahualica fueron reconocidas con los “Títulos de Anaya” (jefe político de Huejutla) legalizando así, la usurpación y compra de tierras comunales (Escobar, 1992: 14-15). De este modo en la mayoría de los casos las tierras permanecieron dentro de los límites de los propietarios individuales y en los que pudieron los indígenas protegieron sus territorios a través de los condueñazgos, muchos de estos siguieron existiendo legalmente como tales hasta los años cincuenta del presente siglo (por ejemplo Santa Teresa y Tlalchiyahualica del municipio de Yahualica). De esta forma, con la apropiación de las tierras, del control político y económico por parte de los hacendados mestizos se inicia el siglo XX y el movimiento armado de 1910. Para principios del siglo y con apoyo del gobierno de Díaz puestos administrativos como el de jefe político, presidente municipal, juez de distrito, administrador de rentas, etc., recaían por lo general en hacendados, terratenientes, rancheros acomodados o bien en personas íntimamente ligadas con ellos; permaneciendo en los puestos por muchos años. Lo anterior ocasionó múltiples conflictos entre los poderosos, de manera que: Las luchas por el poder político y económico ocasionó (sic) las pugnas entre terratenientes y la consecuente formación de facciones, de tal manera que cuando estalló el movimiento de 1910 los hacendados y rancheros acomodados de la región fueron los 53

primeros que lo secundaron, ya que tenían la esperanza de alcanzar más privilegios y deshacerse de sus competidores y enemigos, además de que supieron manipular el descontento campesino con el fin de engrosar sus filas (Montoya, 1996: 35-36) En Huejutla se levantó en armas Francisco de P. Mariel en enero de 1911, en su propia hacienda, Coyuco el Viejo, municipalidad de Huejutla, al lado de su hermano Nicolás y quedaron bajo las órdenes del general Pedro Antonio de los Santos, de Tampamolón, San Luis Potos. Los generales Jesús Azuara, también de Huejutla, Samuel de los Santos y el coronel Pedro Montoya (potosinos) habían tomado desde el 26 de diciembre de 1910 la población de Tantoyuca, Veracruz. En febrero de 1913, al traicionar Victoriano Huerta a Francisco I. Madero la Huasteca y la Sierra se unen a la lucha contra éste. Nombraron en Huejutla jefe del movimiento a Daniel Cerecedo Estrada. En Huazalingo a Fidencio González, en combinación con Estanislao Olguín, quien lo hizo en Calnali. Acordaron tomar la plaza de Huejutla el 20 de abril de 1913. Sin embargo, tuvieron muy poco éxito, pues el 18 de mayo de 1913 la tomaron las fuerzas huertistas. Los insurgentes trataron de recuperar Huejutla el 9 de junio, pero de nuevo se los impidieron y sólo fue hasta principios de agosto cuando lograron recuperarla. De esta manera es como A lo largo de la lucha, en la comarca se van perfilando los caudillos que al terminar el movimiento armado o bien se convertirán en políticos –como en el caso de los Azuara (gobernador, senador, jefe de las fuerzas del estado), de Francisco de P. Mariel (comandante militar de la plaza de México, oficial mayor de la Secretaria de Guerra), de Daniel Cerecedo Estrada (gobernador

del

estado

nombrado

por

la

Convención

de

Aguascalientes), de Vicente Salazar (gobernador interino)- o se transformarían en caciques que sembraron el terror durante decenios en la Huasteca y en la sierra de Hidalgo. Buen ejemplo de esto último son, los hermanos Austria en la sierra y, los Nochebuena en la Huasteca (Montoya, 1996: 39-40).

54

Con la Convención de Aguascalientes, la Huasteca y la Sierra se dividen y del lado carrancista quedaron los generales Antonio y Amado Azuara, Nicolás Flores (quien poco antes había sido nombrado por Carranza gobernador y comandante militar del estado de Hidalgo), Francisco de P. Mariel (nombrado en 1915 comandante militar de la plaza de México), el coronel Otilio Villegas de Jacala, el general Estanislao Olguín, de Calnali y el general Manuel Lárraga, potosino. En el bando villista y de la Convención quedaron los generales Vicente Salazar de Huejutla y Daniel Cerecedo Estrada, ambos nombrados gobernadores por la Convención, aunque por periodos muy breves; el general Roberto Martínez, también gobernador de Hidalgo por un periodo muy corto a principios de 1915 y el general Valente Carbajal de Tlahuitepa (subordinado del anterior, del mismo modo que el coronel Cabrera, quien de esta manera había pasado a las filas y quedado en la trinchera opuesta a la de su jefe anterior Manuel C. Lárraga). Sucesos importantes para la conformación de facciones fueron que “los cambios en las filas de quienes habían sido compañeros ocasionaron defecciones, recelos, divisiones, hechos de sangre (venganzas) y traiciones.” (Montoya, 1996: 43-44) En Atlapexco el general Nochebuena era el principal cacique de aquel entonces y por ser seguidor de los generales Azuara, al municipio le correspondió estar del lado carrancista. El licenciamiento de las tropas rebeldes de la región que ordenó Álvaro Obregón después de la muerte del primer jefe Venustiano Carranza dio por terminado el movimiento armado revolucionario en la sierra y en la Huasteca hidalguense. Terminaba esa lucha y comenzaba otra. Se iniciaba la era de los caciques regionales quienes gracias a su autoridad como líderes militares y el acceso al poder que tuvieron dieron forma a la estructura política y económica de la región que hasta hoy persiste. En resumen, para la segunda mitad del siglo XIX, se configura el poder político y económico que marcaría profundamente el futuro de México. En este periodo comienza el desarrollo capitalista del mundo y el Estado mexicano hizo enormes esfuerzos por crear un mercado nacional mediante la apertura de México a inversionistas extranjeros quienes sólo pagaban impuestos módicos a 55

la exportación. Como consecuencia de las nuevas oportunidades en el mercado internacional, se dio un crecimiento desmedido de las haciendas y fue necesario despojar de las tierras a los indígenas quienes vieran desintegradas sus comunidades y se convirtieran en peones acasillados (al servicio de las haciendas), en jornaleros o en proletarios sin tierra. El despojo lo llevarían a cabo amparándose en la aplicación fraudulenta de la Ley de Terrenos Baldíos, o de tierras ociosas, creada en 1856 para fomentar la pequeña propiedad agraria. Esta situación propició que, durante el porfiriato, los hacendados17 poseyeran la mayor parte del territorio y de esta manera, la actividad económica creció en forma significativa entre 1877 y1911. El grueso de la propiedad privada minifundista tiene por origen la titulación particular de las tierras comunales realizada a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, el reparto de tierras practicado durante el porfiriato y la multipartición por herencia y venta de predios de mediana y grandes dimensión. Con la lucha armada de principios del siglo, las demandas campesinas e indígenas de recuperar las tierras que habían perdido por mecanismos como los descritos anteriormente, se harían escuchar y provocarían una crisis en la que los intereses de la oligarquía terrateniente se verían afectados. Con la ley agraria del 6 de enero de 1915 la propiedad de la tierra es regulada, se reconoce el despojo de terrenos de propiedad comunal que iba en contra de la Ley del 25 de junio de 1856. La propiedad social y la privada, como dos formas distintas de tenencia de la tierra, son consideradas por la constitución y, de esta manera, los pueblos indios tienen la posibilidad de exigir por la vía legal lo que de hecho les pertenece a través de las acciones de dotación, reconocimiento o restitución de tierras y, más tarde, mediante la ampliación de ejidos. Con la idea de que uno o varios pueblos podían demandar la afectación de grandes propiedades para ser dotados se presentaron solicitudes en las que se denunciaban superficies susceptibles de ser repartidas, regularmente las de comunidades que tenían conflictos con particulares solicitaban la restitución y

17

843 catalogados en el censo de 1910. 56

las que tenían conflictos al interior y con otros pueblos la dotación (ver documento 5). “Este proceso fue común a lo largo del presente siglo, en el que la restitución de tierras constituye uno de los procedimientos empleados por los regímenes

revolucionarios

para

la

solución

del

problema

agrario.”

(Stavenhagen, 1968: 14). Si bien se abrió la posibilidad de solicitar tierras, el proceso era largo y en la mayoría de los casos éste culminó hasta la década de 1970 y 1980. Incluso para 1930 los ejidos apenas ocupaban el 6.3% del área total censada, lo que equivalía al 9.4% del valor total de las explotaciones agrícolas. De hecho la Reforma Agraria a principios de esta década lo único que motivó fue el enfrentamiento entre los verdaderos pequeños y medianos propietarios y los campesinos que no tenían tierra, este sistema basado en el ejido se caracterizaba por la falta de recursos y la baja productividad, lo cual por supuesto se ve reflejado en la extrema condición de pobreza de los ejidatarios.18 Así siete de cada diez campesinos no tenían tierra y los que tenían la suerte de acceder a ella se tenían que enfrentar a que en muchas ocasiones las resoluciones de dotación, reconocimiento o restitución de tierras (ya fuera en ejidos o comunidades) se ejecutaron mal creando problemas entre los pueblos y comunidades solicitantes. En la Huasteca hidalguense la primer dotación de tierra se dio en 1935 y de este año a 1952 la cantidad de tierra entregada fue verdaderamente muy poca, 10,073.5 Has., es decir, el 6.5% de las tierras, mientras que el 93.5% restante se encontraba como propiedad privada.19 Se presentó la posibilidad de ampliar el espacio ejidal mediante la acción 18

“Al iniciarse los años treinta México aún tenía 1831 haciendas que sobrepasaban las 10’000 ha.; si bien sólo representaban el 0.3% de las explotaciones particulares, su extensión equivalía al 56% del área total privada. Estas enormes fincas estaban desigualmente distribuidas y en algunas regiones su importancia era indiscutible: en la zona norte no llegaba a constituir el 6% de las fincas privadas; sin embargo, poseían el 92% del área no ejidal y, en estados como Quintana Roo, representando el 65, poseían el 99% del terreno no ejidal. En el otro extremo, el 90% de los propietarios sólo tenían el 5% de la superficie no ejidal y el 86% de ellos sólo eran dueños de tierras equivalentes al 3.4% del valor de todas las fincas particulares. Es decir, que en la estructura de la propiedad privada existía el mismo acaparamiento que dentro del sistema en su conjunto.” (Falcón, 1977: 22) 19 Desde Lázaro Cárdenas hasta Adolfo López Mateos (1935-1964), en un lapso de 30 años se repartieron 25, 974.2 Has. Menos de 1,000 Has. anuales. Así, el reparto agrario en la Huasteca hidalguense no se da verdaderamente sino hasta la segunda mitad de los sesenta. 57

agraria de ampliación de ejidos a partir de la década de 1920. Sin embargo, fue aprovechada de distintas maneras por diferentes grupos en pugna que luchaban por el poder y el control de los recursos, principalmente en la región de estudio en donde los procesos de ampliación generaron básicamente el recrudecimiento de los conflictos entre las comunidades por la posesión de la tierra. Su proceso de gestión y desarrollo abarca varios decenios llegando incluso hasta nuestros días en los que las instituciones relacionadas con el agro mexicano, amparadas por las cada vez más numerosas reformas, emiten una respuesta negativa.

58

IV. EL NUEVO ORDEN JURÍDICO Y SUS EFECTOS EN LA HUASTECA HIDALGUENSE. La región de Huejutla nos permite observar los procesos históricos que se han presentado a lo largo de varios siglos con respecto a la historia agraria en nuestro país y vincularlos con los hechos políticos que permean al campo, “... la región no sólo es un producto histórico social, sino que es un ámbito de definición y confrontación política...” (Vargas, 1993: 17). En esta región la lucha por la tierra no es un conflicto étnico sino una lucha entre clases sociales en donde el rico, mestizo o indígena, controla el acceso y la distribución sobre la tierra. Sin embargo, el concepto de etnicidad funciona como intermediario entre las relaciones de clase. En la región la actividad política y el acceso a la tierra se encuentran estrechamente relacionados con el control de los recursos naturales, económicos y humanos existentes. En la década de los 70 Schryer afirmaba que “... el PRI había ejercido el monopolio de poder, no tanto por asegurarse la lealtad del campesino, cuanto por la manipulación y control de los conflictos entre facciones opuestas de la burguesía rural, cuyos miembros tienen que competir por el acceso a puestos públicos y por favorables contactos dentro de un partido político único y centralizado” (Schryer, 1976: 2). La dinámica política que ha tenido lugar a partir de los estudios de Schryer, y particularmente en los últimos 25 años, nos indica que los conflictos faccionales se han complejizado, ampliado y aumentado en la medida que los actores políticos son más, la participación de partidos políticos con proyectos de nación diferentes (no necesariamente mejores) intervienen y han accedido a más puestos de administración pública, lo cual, junto con la acción de organizaciones campesinas mejor estructuradas y la mayor participación de los campesinos en la vida política de la región conforman la enmarañada vida política de la Huasteca hidalguense. Se trata pues, de una región en la que la lucha por la tierra ha sido el motivo principal del movimiento agrario que ha traído como consecuencia la división o la creación de nuevos centros de población ejidal.

59

Las comunidades que por lo general vivían bajo cierta cohesión local, con el movimiento agrario de las últimas dos décadas padecieron ciertos conflictos internos derivados de la lucha por la tierra. De ésta manera se aceleró el proceso de fragmentación política (Briseño, 1993: 45). La expansión de la ganadería y el crecimiento acelerado de la población entre 1940 y 1960 fueron dos razones importantes para que los campesinos de Huejutla se revelaran, sin embargo, no lo hicieron, porque según Schryer “... hacía falta una coyuntura política favorable, una crisis de poder entre los gobernantes a nivel del estado, lo cual sucedió durante el gobierno de Luis Echeverría” (Schryer, 1993: 28-29). En este periodo de cambio social en el sector campesino se acentúan las desigualdades y la poca o nula seguridad sobre la tierra que desde el término de la revolución se había prometido. En la Huasteca tiene lugar una mayor actividad el movimiento agrario; en efecto, y siguiendo a Agustín Ávila, entre 1976 y 1988 éste se desarrolló conforme a dos vertientes organizativas: la que impulsaba la Organización Independiente de Pueblos Unidos de las Huastecas (OIPUH) considerada radical por sus formas de resistencia; al principio con un discurso agrarista y después entre 1983-84 apropiándose de un discurso más bien indigenista que se expresaba en la utilización de las lenguas indígenas y en el uso de ropa de manta. Esta organización tendría una mayor participación en los municipios de la zona de Chicontepec, perteneciente al estado de Veracruz, y los municipios de Atlapexco, Huautla, Yahualica y Xochiatipan en Hidalgo. Por otro lado, la Unión Regional de Ejidos y Comunidades de la Huasteca Hidalguense (URECHH) creada durante la administración de Guillermo Rosell de la Lama (1980-1982) con un discurso agrarista contestatario a la OIPUH y mayor actividad en los municipios de Huejutla, Orizatlán, Jaltocan y Huazalingo en los que el aislamiento fue menor y, por lo tanto, las medidas de defensa comunitaria siempre se auxiliaron del exterior. No obstante, ambas organizaciones luchaban por la confirmación de las resoluciones presidenciales de los bienes comunales y dotaciones ejidales que hasta ese momento habían sido parcial y erróneamente ejecutadas. 60

La agudización de la lucha por la tierra se dio entre los rancheros y hacendados, por una parte, y los campesinos indígenas y mestizos por otra, ya que los primeros se dedicaban a la producción ganadera que requiere de mayores extensiones de terreno y menos mano de obra, mientras que los campesinos cultivaban granos básicos. Hacia finales de la década de 1960, la hegemonía del grupo dominante empezó a perder el control sobre las comunidades debido entre otros factores a los excesos y cantidad de abusos cometidos en contra de los campesinos por parte principalmente de los caciques y/o ganaderos, al gran incremento de la población y, por consiguiente, a la insuficiencia de tierra que lo anterior ocasionaba. Las disputas familiares, la lucha por el control de más recursos, el acaparamiento cada vez mayor de mano de obra y tierras, así como la distribución de los recursos y los cargos políticos y públicos más importantes otorgados a los familiares e incondicionales, son factores que aceleran el estallamiento del movimiento agrario. Alrededor de l970 se cerró un ciclo en la Huasteca hidalguense que en alguna medida había permitido una forma de coexistencia (no pacífica) entre las haciendas y ranchos ganaderos con las comunidades (hasta ese momento) en cautiverio. Sin embargo una de las razones por la cual la acción gubernamental recurre de nuevo al populismo y al reparto agrario masivo es el movimiento de recuperación de tierras que se presenta en gran parte del territorio nacional (ver cuadro 2). Se trata de un movimiento agrario en el que la mayoría de la población se ve involucrada (80 mil campesinos), el cual consta de tres etapas: 1a. Movimiento disperso, desarticulado y espontáneo. Cuenta con la ayuda y mediatización de centrales campesinas, grupos políticos y partidos (de 1966 a 1977). 2a.

Una

segunda

etapa

identificada

como

“guerra

campesina",

caracterizada por enfrentamientos y violencia entre los campesinos invasores (ocupantes) de las tierras, contra pistoleros, ganaderos, judiciales y el ejército (de 1978 a 1980). Esta etapa coincide con el inicio del neoliberalismo en el campo mexicano durante el periodo presidencial de López Portillo. 3a. Una tercera, en la que existe un "pacto político" entre el gobierno y el 61

movimiento agrario que supone la pacificación a cambio de la legalización de las tierras de ejidos y comunidades (de 1980 hasta 1988 aproximadamente).20 De 1976 a 1982 se dan ocupaciones de tierras con la intervención de centrales como la Central Campesina Independiente (CCI) y el Congreso Agrarista Mexicano (CAM), y posteriormente de partidos como el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) y el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) que comenzaron siendo sus asesores y se convirtieron en sus dirigentes. Las tomas de tierras se agudizaron de 1972 a 1976 y en 1975 los caciques y ganaderos llevaron al cabo masacres colectivas y exterminio de los dirigentes y líderes más importantes del movimiento. Pero para comprender mejor los hechos ocurridos en la Huasteca hidalguense en el periodo que nos ocupa, es necesario analizarlos a la luz de los principales acontecimientos políticos y sociales que tuvieron lugar en el país al menos desde principios del siglo XX. Si bien el reparto agrario surge como uno de los postulados y objetivos de la Revolución Mexicana, la reforma agraria nace y se consolida a lo largo de las primeras cuatro décadas del siglo XX,21 en este periodo ven la luz varias legislaciones que tienen que ver con el agro mexicano: la ley de 1917, la ley de ejidos de 1920,22 la ley del patrimonio parcelario ejidal de 1925, etc. En todas ellas se manifiesta el interés del estado de proporcionar la tierra a todo aquel que la necesite o que compruebe que ha sido despojado de ellas, pero siempre bajo la idea de que las tierras son de propiedad de la nación y, por lo tanto, el ejido y los bienes comunales, como dos formas sociales de tenencia de la tierra, tenían como característica particular el ser inalienables, imprescriptibles

20

Aunque muchas de las resoluciones presidenciales aun no habían sido ejecutadas para este momento, la Comisión Agraria Mixta y el Gobierno del Estado ya habían dictado resoluciones a favor de los grupos de campesinos solicitantes de tierras; por otro lado, a los grupos en situación “grave”, se les otorgaron proyectos productivos a través de sus líderes de facción. 21 Esto se puede afirmar gracias a que la mayoría de los documentos relacionados al procedimiento de dotación, restitución, reconocimiento o ampliación de tierras consultados en el Archivo General Agrario, abarcan un periodo de cuatro décadas, aunque las resoluciones presidenciales son de años más recientes. 22 A partir de la Ley de Ejidos de 1920 se empieza a llamar ejidos a los núcleos de población que reciben tierras por la vía de dotación y comunidades agrarias a las que la recibieron por vía de reconocimiento o restitución de bienes comunales. Reconocimiento cuando aún conservaban las tierras y restitución cuando lograron presentar documentación que acreditaba su propiedad desde “tiempo inmemorial”. 62

e inembargables.23 De la reforma agraria surge el agrarismo como política populista del gobierno que impide el cumplimiento de las demandas revolucionarias, manteniendo a la hacienda como forma central de la organización productiva del territorio mexicano, es decir, que si bien las tierras habían sido repartidas, los antiguos dueños de las haciendas seguían teniendo el control y los campesinos, ante la falta de recursos para hacer producir la tierra, continuaron sujetos a su dominio. Por otro lado y como consecuencia de la revolución, muchos militares fueron impuestos formal e informalmente como jefes revolucionarios, quienes se aprovecharon de su designación para proteger o consolidar latifundios, situación que permitió que México continuara siendo un país de terratenientes y que la agricultura que no se practicaba en las haciendas observara un carácter meramente de subsistencia. Sin embargo, entre las décadas de 1920 y 1940, se presenta una pugna por el poder entre el caciquismo resultante de la revolución mexicana y la búsqueda de una centralización del poder. Así, la neutralización de los jefes militares se llevó a cabo a través de concesiones y corrupción, la situación no terminó sino hasta el periodo presidencial de Cárdenas cuando se puso orden al campesinado agrupándolo en la Confederación Nacional Campesina, frenando en cierta medida el acaparamiento de tierras por parte de los latifundistas o caciques. Esta condición no pudo sostenerse por mucho tiempo pues a partir de los años siguientes y en especial con la presidencia de Miguel Alemán, la reforma agraria se revierte y, después, de agrupar al sector campesino en una organización que fuera fiel al estado, el apoyo se centra en la propiedad privada rural dando forma al "pequeño propietario" en favor de quien son emitidos los Certificados de Inafectabilidad Agrícola o Ganadera.24 23

Inalienable: se refiere a la calidad atribuida a ciertos bienes y derechos que los imposibilita de ser enajenados, de manera que no es posible que cambien de titular mediante cualquier acto jurídico de traslado de dominio entre particulares, tales como la venta o la cesión de derechos a título gratuito; imprescriptible: es cuando la calidad de algunos derechos u obligaciones no desaparecen con el transcurso del tiempo. Es decir, que los derechos que amparan la posesión de la tierra no pueden caducar bajo ningún término de tiempo o por mandato superior, e inembargable: se refiere a que los bienes ejidales o comunales no pueden ser retenidos por mandato judicial. 24 En el sexenio de López Portillo estos certificados se transforman en Certificados de Inafectabilidad Productiva, los cuales autorizan a los ganaderos la explotación agrícola de sus tierras. 63

Dichos documentos fueron muy importantes ya que permitieron la expansión de la ganadería por más de 50 años y propiciaron el acaparamiento de tierras por parte de los principales caciques de las regiones ganaderas del país. El descontento del campesinado creció, sin embargo, respecto a su participación política no se ve gran movimiento. Así, no obstante que el sector campesino era mayoritario25 y de que gran parte de los mexicanos (casi ¾ partes) vivían en una sociedad agraria, su característica principal (aparte de la extrema pobreza) era la desigualdad en la detentación de los recursos. “La reforma agraria se encontraba en el discurso y la ideología del estado, no así en la estructura del campo mexicano” (Falcón, 1977: 14). En lo que respecta a la Huasteca, La revolución fortaleció antiguos cacicazgos y sentó las bases para la formación de nuevos. Prácticamente hasta el gobierno estatal de Gonzalo N. Santos en las Huastecas hidalguense y potosina (la alianza entre los cacicazgos de ambos estados es tradición familiar) se empiezan a formar las mediaciones de dominación política, anteriormente eran los propios hacendados por medio de sus vaqueros armados quienes ejercían el control político-económico de las comunidades: proponían y autorizaban a los representantes comunales y ejidales, disponían de las tierras de "sus comunidades" y de los macehuales como peones, tanto para trabajar la tierra de la hacienda como para hacer los servicios en casas particulares como si fuera faena, barrer las poblaciones mestizas, aportar materiales, etcétera (Briseño, 1993: 37). Por otro lado, en lo tocante a la lucha por la tierra con todo y algunas particularidades como el hecho de no haber existido tiendas de raya o que los sueldos fueran más altos que en otras regiones que los hacendados preferían mantener a los campesinos unidos a las haciendas a través del parentesco 25

“El censo levantado en 1930 indica que 13.6 millones de personas se encontraban viviendo en poblados con menos de 15,000 habitantes, es decir que 72% de la población continuaba siendo rural.” (Falcón, 1977: 14) 64

ritual o del compadrazgo, no fue muy diferente a la realidad que se vivió en el resto del país.26 En lo concerniente a las haciendas ganaderas Los dueños de grandes extensiones de tierras podían fácilmente pagar la fuerza de trabajo tanto de peones acasillados como de trabajadores eventuales al permitirles sembrar en los montes a cambio de trabajo. Esto les costaba muy poco dinero en efectivo, pero por el tamaño relativamente pequeño de estas haciendas (no pasaban de 3 mil hectáreas) y su ubicación en una región todavía fronteriza, los terratenientes no tenían el mismo poder económico que las grandes haciendas en regiones densamente pobladas de las planicies, donde era posible poner riego o usar arado (Schryer, 1994: 29). Los campesinos trabajaban siempre y cuando recibieran anticipos o préstamos, creando así relaciones de tipo patrón-cliente con las comunidades indígenas, aunque en época de escasez de mano de obra los hacendados recurrían a la violencia para obtener trabajadores. La creación de nuevos ejidos y el reconocimiento de las comunidades, se vio caracterizada por toda una serie de abusos cometidos por caciques y terratenientes; a esto tenemos que agregar la lentitud y el rezago en las ejecuciones de diversas acciones agrarias, la indefinición en la tenencia, la carencia de títulos de propiedad, el acelerado crecimiento demográfico y la existencia de extensos yacimientos petrolíferos en la zona. Todo lo anterior como consecuencia de lo ocurrido en tiempos revolucionarios, en los que se conformaron y reafirmaron, en ciertos casos, los principales cacicazgos de la región, quienes por varias décadas sembrarían el terror en la Huasteca y Sierra hidalguense. Aparentemente la historia de la Huasteca hidalguense se había mantenido al margen de la del resto del país. El retraso económico y social característico de 26

Los campesinos sólo trabajaban si se les ofrecían anticipos o préstamos. La fuerte correlación entre el éxito económico y el acceso a la mano de obra barata estacional, hicieron necesario establecer lazos de tipo patrón-cliente con la mayor cantidad posible de campesinos. 65

esta región así parecen confirmarlo, pero esto no es sino consecuencia de los movimientos revolucionarios que marcaron honda huella en la Huasteca,27 pues al concluir éstos en la Sierra y Huasteca, situación que se dio con la muerte de Venustiano Carranza, comenzó el verdadero dominio de los caciques, quienes favorecidos con la Revolución ahora tenían que mantener sus dominios y territorios bajo su poder. “Este poder pudieron ejercerlo gracias a las alianzas que establecieron entre familias y principalmente a la fabricación de aguardiente tanto para fines comerciales como de alcoholización, una de las principales formas de dominio” (Montoya, 1996: 141). Para los caciques era conveniente mantener a la población indígena aislada y reprimida, sin ningún tipo de contacto con el exterior que les permitiera conocer lo que sucedía en el resto del territorio mexicano, no así para ellos mismos y sus familias quienes mantenían estrecho contacto con el gobierno centralista gracias a familiares y amigos que habitaban en ciudades importantes. La experiencia en tácticas de guerra aprendidas en la Revolución es también aprovechada para garantizar el dominio caciquil. “Se impone un control de la información colocando "jefes de armas" en cada pueblo o cabecera municipal y vigilando los caminos y puntos estratégicos a través del cuerpo de guardias blancas...” (Montoya, 1996: 141). Todo esto no hubiera sido posible sin la autorización y participación, siempre generosa, de los gobernadores estatales. Hemos mencionado ya la importancia de la ganadería en la conformación de los latifundios en la Huasteca hidalguense. Si bien una de las características principales del estado caciquil es el poder económico y su economía de derroche, no es posible separar este aspecto del recurso tierra. Así, el proceso de concentración de la tierra en pocas manos va aunado a la necesidad de obtener mayores recursos económicos a través de la práctica de la ganadería que, como ya se ha visto, requiere de mayores extensiones de tierra, un terreno más plano y con abundancia de pastos. Por esto, al ampliarse la ganadería, crece también la necesidad de mayor número de tierras, por lo que es necesario despojar de aquellas que poseen los ejidatarios y comuneros que para entonces

27

Montoya Briones hace un recuento del movimiento revolucionario en la Huasteca en Etnografía de la dominación en México. Cien años de violencia en la Huasteca. México, INAH, 1996. 66

han sido beneficiados con el reparto agrario, claro está, con su correspondiente dosis de violencia e intimidación. Como lógica consecuencia del poder económico y territorial ejercido por los caciques, es necesario considerar también el poder político que poseían y practicaban en la mayor parte de la Huasteca hidalguense y en otros estados como San Luis Potosí y Veracruz. El liderazgo puede provenir en parte de los campesinos que han ascendido de las filas del ejido, y en parte de los caciques de la región o el estado. Toda vez que los comités campesinos regionales son escogidos en gran parte por los comisariados ejidales, la proporción de campesinos procedentes del ejido por medio de esos comités es probablemente bastante alta. Cuando un gobernador es escogido en el Sector Campesino, generalmente tiene antecedentes de agrónomo o político. La selección de Javier Rojo Gómez, entonces Secretario General de la Confederación Nacional Campesina, como gobernador del estado de Hidalgo en 1935 indudablemente obedeció más a su aceptación por parte de Cárdenas que a la simpatía que los campesinos sentían por él. Los cargos municipales casi siempre han sido instrumentos de represión y salvaguardia de las diferencias entre los habitantes de la Huasteca y, sobre todo, principal medio de control político y económico. Era importante para los grupos dominantes mantener relaciones sanas con los grupos de poder nacionales. Con la creación del Partido Nacional Revolucionario, varios de los caciques y terratenientes de la región se adhieren a sus filas con el único objetivo de mantener intactos sus territorios, lo que les otorgó garantías para poder designar a quien mejor les convenía en puestos estratégicos como presidencias municipales o dependencias gubernamentales, también como jueces y comisariados ejidales; colocando en ellos principalmente a

sus

parientes

o

amigos,

compadres

o

subordinados

quienes

incondicionalmente, o por favores recibidos en el pasado, servían a sus intereses. Para la segunda mitad de los sesenta México se convierte en importador de granos básicos y el crecimiento de la producción agrícola que de 1945 a 1960 había sido del 5 por ciento disminuye de 1965 a 1970 al 1.2 por ciento y entre 1970 y 1974 se queda en poco más de cero. Por si fuera poco de 1970 a 1977 la 67

deuda externa aumenta en más del 500 por ciento, inicia la devaluación del peso y se extiende la crisis del campo mexicano. Aunque entre los años sesenta y setenta la superficie ejidal a nivel nacional aumenta de 44.5 millones a casi 70 millones de hectáreas; se crean 4 mil ejidos nuevos, y la población ocupada en las tierras ejidales aumenta a más de un millón y medio de personas, y además el número de pequeñas unidades de producción en tierra privada (de menos de cinco hectáreas) desciende durante el mismo periodo en más de un 40%; el número de unidades mayores de 5 Has. también desciende pero en una proporción mucho menor (13%) (Bartra, 1982: 60). Al iniciarse la década de 1970, tendrían lugar varios acontecimientos que transformarían la vida del país y de esta región en particular. La crisis se presenta cuando se combinan varios factores en el ámbito político nacional con los más de 400 mil campesinos que no tienen tierras, el aumento de la población rural, el deterioro del nivel de vida de la población campesina, la reducción de los precios en los productos agrícolas y el aumento de los precios de insumos agropecuarios y bienes de consumo de origen industrial que incrementó la demanda de trabajo asalariado. En el caso de la Huasteca hidalguense, el verdadero reparto de tierras se da hasta que el conflicto se encuentra en efervescencia (a partir de la segunda mitad de los setenta), la primer entrega de tierras ocurre en 1935 y para 1952, sólo se habían entregado 10,073.5 Has. Es decir, el 6.5 por ciento de la superficie de uso agropecuario y forestal de la región, el resto se encontraba en manos privadas a pesar de que ya se hablaba de la inexistencia de superficies afectables y de 1935 a 1964 se repartieron 25,974.2 Has., menos de 1,000 Has. por año (ver documento 1). Durante los primeros tres años del echeverrismo no se ven grandes diferencias con respecto a la política agraria de otros regímenes. Sin embargo, a partir de 1973 las organizaciones campesinas pierden la capacidad política para negociar la creciente demanda de tierra y la presencia militar en el campo mexicano es la alternativa del gobierno, cuando la lucha es ya de carácter 68

nacional (ver cuadro 1). Después de admitir que se dieron por lo menos seiscientas tomas de tierra e impulsar la concentración de las organizaciones campesinas en un Congreso Permanente Agrario el compromiso se centró en la construcción de una central única para detener el movimiento y tener más control sobre el campesinado con y sin tierra a través de subsidios económicos que siguen funcionando sin acabar con el problema de fondo la política agraria sufre un cambio y la opción es el “populismo” refrendando la dependencia del sector ejidal al Estado.

69

Cuadro 1. Dotación y confirmación de Bienes Comunales entregadas en la Huasteca hidalguense según el periodo presidencial PRESIDENTE

PERIODO

DOTACIÓN Y CONFIRMACIÓN DE BIENES COMUNALES

Lázaro Cárdenas

1935-1940

3 Res. Pres. (Publicadas y ejecutadas) 1,194 Has. Entregadas a 100 campesinos.

Manuel Ávila

1941-1946

13 Res. Pres. (10 ejecutadas) 6,619 Has. Entregadas a 671

Camacho

campesinos. Miguel Alemán

1947-1952

5 Res. Pres. (4 ejecuciones) 2,269.5 Has. Entregadas a 272

Valdés

campesinos. Adolfo Ruíz Cortines

1953-1958

24 Res. Pres. (17 ejecuciones) 8,637.1 Has. Entregadas a 923 campesinos.

Adolfo López Mateos

1965-1970

79 Res. Pres. (74 ejecutadas) 49,390.9 Has. Entregadas a 8,799 campesinos Cerca del doble de la superficie entregadas en los últimos 30 años anteriores

Luis Echeverría

1970-1976

11 Res. Pres.

1977-1982

100 Res. Pres. (111 ejecuciones)

Álvarez José López Portillo

30,412.86 Has. Entregadas a 9,103 campesinos Miguel de la Madrid

1983-1988

36 Res. Pres. (43 ejecutadas) 11,229.3 Has. Entregadas a 2,990 campesinos

70

Carlos Salinas de

1989-1994

Gortari

18 ejecuciones de Res. Pres. hasta 1993 entregadas a 2,273 campesinos.

Fuente: Secretaría de la Reforma Agraria. Delegación Especial en la Huasteca hidalguense. Perfil Agrario 1994.

En el sexenio de López Portillo, a través del secretario de la Secretaria de la Reforma Agraria, Rojo Lugo (quien casualmente después sería gobernador de Hidalgo) se busca recuperar la confianza de la burguesía agraria nacional fomentando el “respeto irrestricto a la propiedad privada” intensificando el reparto de tierras (ver cuadro 2) y reprimiendo con más fuerza las tomas de tierra “por no tener ya razón de ser”. En la Huasteca hidalguense y veracruzana son descubiertos grandes yacimientos petrolíferos y enormes reservas de Manganeso en la sierra (Tepehuacán, Tlanchinol, Molango y Lolotla), que junto con la apertura de nuevas vías de comunicación traerían como consecuencia la construcción de una carretera que cruzaría la sierra y Huasteca hidalguense hasta el puerto de Tampico. Lo anterior sería aprovechado por los campesinos indígenas y mestizos de la Huasteca quienes habían permanecido aislados hasta entonces. Es también en los años setenta que se presentan las condiciones para construir el distrito de riego Pujal Coy (en el cual se invertirían mil setecientos millones de pesos) que afectaría extensas zonas ganaderas,28 proyecto al que se oponían los ganaderos, pero, sin embargo, aceptaron la indemnización, por lo que los campesinos, “aprovechando que las tierras ya estaban pagadas” respondieron con múltiples invasiones de tierra. Es entonces cuando se fundó el campamento "Tierra y Libertad", organización campesina que, si no es la primera, por lo menos sí establece las bases de lo que sería la lucha agraria tan característica de esta década. Con todo lo ocurrido hasta estos momentos, los ganaderos, 28

De hecho para fines de los años setenta la ganadería ocupaba cerca del 40% de la superficie que se explotaba en el país, incluso para 1975 el ganado consumió alimentos de origen

71

rancheros, caciques y latifundistas, ven amenazado su poderío por lo que refuerzan sus ejércitos y guardias blancas al grado de que se denuncia en el senado de los Estados Unidos el fuerte contrabando de armas hacia México (Montoya, 1996: 178). Hasta aquí podemos decir que, si bien el poder caciquil se mantuvo intacto por más de medio siglo, “... al eliminarse el aislamiento e incomunicación, bases del poder y control tradicionales...” (Avila, 1996: 17-18), comienza una nueva etapa en el desarrollo histórico de la Huasteca hidalguense en la que los campesinos dejarían de ser sujetos pasivos para convertirse en sus principales protagonistas. Cuadro No. 2 Relación de tierras por hectáreas entregadas en la Huasteca hidalguense FECHA

GOBERNADOR

SUPERFICIE (HAS.)

1 ABRIL DE 1969 AL 10

MANUEL SÁNCHEZ

0

DICIEMBRE DE 1970.

VITE

10 DICIEMBRE DE 1970 AL 5

DONACIANO SERNA

MARZO DE 1972

LEAL

5 MARZO DE 1972 AL 1 ABRIL

MANUEL SÁNCHEZ

DE 1975

VITE

1 ABRIL DE 1975 AL 29 ABRIL

ANTIEL MIRANDA

11

29 ABRIL DE 1975 AL 1

RAÚL LOZANO

417

SEPTIEMBRE DE 1975

RAMÍREZ

1 SEPTIEMBRE DE 1975 AL 1

JORGE ROJO LUGO

5,287

1 DICIEMBRE DE 1976 AL 1

JOSÉ LUIS SUÁREZ

9,373

JUNIO DE 1978

MOLINA

0 268

DE 1975

DICIEMBRE DE 1976

agropecuario por valor de 34 mil millones de pesos. 72

1 JUNIO DE 1978 AL 1 ABRIL DE

JORGE ROJO LUGO

7,228

1 ABRIL DE 1981 AL 1 JUNIO DE

GUILLERMO ROSSELL

199

1983

DE LA LAMA

1981

TOTAL

22,783

Fuente: Sistema estatal de Planeación. Plan Integral de Desarrollo. Huasteca hidalguense. subregión 1. En el Estado de Hidalgo, en un periodo de tres años, se suceden seis gobernadores. Ante esta situación, los movimientos agrarios y las pugnas faccionales

hacían

su

aparición

creando

situaciones

que

llamaron

poderosamente la atención nacional pues rebasaron los marcos de control que ejercían los organismos corporativos del Estado, o el Consejo Agrarista Mexicano (CAM). Una táctica empleada por los gobernadores, el primero de ellos Manuel Sánchez Vite, quien gobernó durante dos periodos, era la de comprar los predios a los propietarios y propiciar la invasión de los mismos para presionarlos y orillarlos a abandonar la tierra aceptando el pago que por ellas recibirían, esto ocurrió en 1973. Poco después la situación saldría de su control y para 1974 se produjeron cinco invasiones; 23 en 1975; 52 en 1976 y 29 en 1977; lo anterior sin considerar aquellas que no se registraron o que fueron esporádicas y de poca duración; pero para 1977, sólo en el mes de marzo se produjeron 312 invasiones y aun con los desalojos violentos en junio se mencionan 127 predios ocupados que en septiembre aumenta a 257. En este año se produjo una invasión diaria, 365 en total, sobre predios diferentes o en el mismo por varias veces. Este fenómeno se presentó tanto por parte de los campesinos como de los propietarios quienes pagaban y armaban a los pobladores de comunidades vecinas para que invadieran las tierras que a su vez les habían sido invadidas. Al finalizar el año el gobernador Suárez Medina (es en su gobierno cuando se alcanzó la cifra más alta, con 9,373 hectáreas recuperadas o invadidas) pidió un regimiento de caballería como refuerzos para la 18° Zona militar que 73

se encuentra en Huejutla, con un resultado de más de cien campesinos muertos y una gran cantidad de líderes encarcelados. Para febrero de 1978 las hectáreas invadidas eran ya 11 mil y la represión aumentó. Por poner un ejemplo, un grupo de cardenistas armados con machetes y palos despojó de sus tierras del área de uso común a la comunidad de Yahualica y según testimonios de varios pobladores de la cabecera municipal, los invasores eran habitantes de comunidades vecinas. Los hechos violentos vinculados con la tenencia de la tierra son innumerables. El CAM informó que para 1978, desde julio de 1975 habían sido asesinados en la Huasteca hidalguense 120 indígenas por terratenientes que formaron una banda terrorista y se pedía investigar a sus miembros, entre ellos varios familiares de los García de Lara, Rivera, Zúñiga, Fayad y Galván. Así, el régimen de López Portillo se caracteriza por la nula negociación política con el sector más oprimido de la sociedad ofreciendo todos los recursos políticos y legales a aquellos que sí pueden pagar por ellos, los terratenientes empresarios agrícolas. Para entonces la situación relacionada con la tenencia de la tierra que prevalecía en la Huasteca hidalguense, y que trajo como resultado situaciones como la mencionada anteriormente,29 era la siguiente: indefinición en la tenencia de la tierra, imprecisión de límites, falta o extravío de títulos de propiedad, venta de parcelas, acaparamiento de tierras, resoluciones no ejecutadas o en "proceso de ejecución", áreas invadidas, explosión demográfica y todos los abusos de los que eran sujetos los indígenas de la región. Es importante mencionar que si bien los aspectos sociales y económicos existentes en la Huasteca hidalguense son de gran importancia para comprender la dinámica del movimiento agrario, también lo son los aspectos relacionados con el actuar de las diversas instituciones y dependencias 29

Siguiendo a Bartra podemos decir que el movimiento agrario “... no sólo fue social, hay también muestras de una cierta maduración política. En particular destaca una clara tendencia hacia una unidad nacional que rompa el tradicional aislamiento de las organizaciones regionales. Se trata además de la búsqueda de una unidad en torno a planteamientos políticos y no sólo del apoyo solidario en aspectos reivindicatorios y, lo que es más importante, las tendencias a la unificación ponen por delante no sólo la independencia con respecto al Estado y las organizaciones oficialistas tradicionales, sino una clara definición contra la política 74

gubernamentales quienes, en la mayoría de los casos, actuaban a favor de un grupo u otro, o defendiendo los intereses de los caciques.30 En el proceso de reparto agrario tuvieron lugar una serie de anomalías que a lo largo de los años complicarían el panorama agrario de la región convirtiéndola en botín de organizaciones campesinas y partidos políticos que aprovecharían esta situación para impulsar sus objetivos. Como en el caso del problema de linderos entre los núcleos agrarios de Tohuaco Primero, Tohuaco Segundo y Santo Domingo, todos ellos del municipio de Huautla. "...los ejidos de Tohuaco Segundo y Santo Domingo tienen un excedente en perjuicio del ejido Tohuaco Primero, el primero de los citados 193-01-13 hectáreas y el segundo 107-23-26 hectáreas. En este estado de cosas, Tohuaco Primero únicamente posee 382-65-89.3 hectáreas de un total de 754-00-00 hectáreas que

legalmente

le

corresponden."

(Fuente:

Procuraduría

Agraria,

Subdelegación Huejutla, expediente de conciliación; Tohuaco Primero, Huautla, 19 de febrero de 1996). Otro es el conflicto por límites con el ejido de Barrio Bajo que enfrentó el ejido de Tamoyón Primero. El ejido Tamoyón Primero fue dotado mediante resolución presidencial de fecha 15 de junio de 1944 de 612 hectáreas que beneficiaron a 52 campesinos. Al ejido de Barrio Bajo se le dotó con 368 hectáreas para 34 campesinos según resolución presidencial de fecha antiagrarista que defina al régimen. 30 Un ejemplo de esto se puede apreciar en el proceso de dotación de ejidos al poblado de Yahualica que se extendió por más de 35 años y propició hechos de sangre que acabaron con la vida de varios campesinos. El expediente inicia con la elección de los miembros del comité ejecutivo agrario el 13 de agosto de 1939 y, en la misma fecha se elabora un censo que contempla 246 habitantes, 57 jefes de familia y 72 personas capacitadas. Existían 29 cabezas de ganado mayor y 8 de ganado menor. Del informe que elaboró la Secretaría de la Reforma Agraria en 1940 se desprende que se afectarían los predios "Hacienda de Crisolco", propiedad de la testamentaria de Miguel Murillo, con una superficie total de 1360-00-00 hectáreas y la "Hacienda de Santa Ana", propiedad de Carlos Becerra y B., con una superficie total de 841-00-00 hectáreas, ambas rebasaban los límites permitidos para la pequeña propiedad inafectable. La resolución del gobernador indica que se les dotará de 272-00-00 hectáreas. El plano proyecto que se elaboró para dotar al ejido es de 1966, es decir casi treinta años después de la solicitud de tierras. En el año de 1965 la Comisión Agraria Mixta revierte el expediente por la vía de Reconocimiento y Titulación de Bienes Comunales. En el año de 1972, Pedro Aquino Nochebuena, presentó alegatos declarándose dueño de un predio rústico denominado Tetzintla que se localizaba en Atlapexco y que había sido afectado con la dotación de ejidos en favor de Yahualica. Años después, en 1975, "... un grupo de personas cuya identidad se desconoce ametrallaron las oficinas del CAM; y como consecuencia, entre otros individuos falleció el señor Miguel Lara Pardo, Secretario de esa organización en el municipio de Yahualica. Con ese motivo los CC. Consejero Agrario y el Delegado Agrario acordaron que todo trabajo se suspendiera en la Huasteca." (Archivo General Agrario; Gpo. Documental 23; caja No. 1; Exp. 6421; Legajo 2, foja

75

22 de julio de 1966. El conflicto tiene su raíz en que al momento de elaborar el plano del ejido Tamoyón, el lindero ubicado en el lado sur de éste y por el lado norte del ejido Barrio Bajo, se consideró como línea recta. Ambos ejidos reconocen que el lindero es en línea quebrada y así lo establecen (Fuente: Procuraduría Agraria, Subdelegación Huejutla, exp. Conciliación; Tamoyón Primero, Huautla, 23 de junio de 1996). Al mismo tiempo, Barrio Bajo tenía un problema similar con el ejido de Hernandeztla. En ellos la participación de organizaciones, partidos políticos y líderes fue muy importante, sobre todo porque los problemas se desahogaron en periodos preelectorales.31 La lentitud y rezago de las principales acciones agrarias son el indicador de la fuerza que aún ejercían los caciques de la región, como en el caso del ejido de Santa Teresa en Yahualica que para el año de 1993 aún no contaba con documentación básica y se encontraba en trámite la restitución de sus tierras por una superficie de 2522-97-50 hectáreas para 412 beneficiados. En sentencia dictada en el juicio Agrario # 1208/ 94, relativo a la ampliación, se indica que "... con el objeto de resolver el conflicto social existente entre los propietarios del predio "Los Bancos" y los solicitantes de la ampliación del ejido del poblado de que se trata, la Secretaría de Reforma Agraria celebró convenio de compra-venta el 22 de octubre de 1993 con Macedonio, Leónides y Guillermina Jiménez Amador, propietarios del predio referido con superficie de 16-45-74 hectáreas..." (Fuente: Procuraduría Agraria: Diagnostico Ejidal del PROCEDE No. 391; Santa Teresa, Yahualica, Hgo., 24 de noviembre de 1993). A pesar de que el movimiento agrario había ocupado las tierras, el objetivo de la revolución hasta estas décadas de gran movilidad social no había sido alcanzado. Por el contrario, se agudizó el fenómeno caciquil que impidió llevar a cabo la reforma agraria y dominó por casi dos tercios de siglo. Al comenzar la década de los 80 la presencia de organizaciones campesinas marcan el inicio de una época que toma distancia del agrarismo y busca nuevas vías para la negociación, sin embargo, en la Huasteca

106; Asunto: Local). 31

Se preparaban las elecciones municipales del Estado de Hidalgo del año de 1996. 76

hidalguense se ve una nueva forma de tirantez entre el gobierno y los campesinos que daría forma a los conflictos faccionales del último cuarto de este siglo. Para 1980 un grupo de supuestos "pequeños propietarios" de apellidos reconocidos en la región -Rivera, Morat, Fayad, Austria, Castillo, Arnaul, Azuara, Zúñiga, Furyati, García, de Lara y Yafar- poseía simuladamente grandes extensiones agrícolas. El ejido y la comunidad El ejido y la comunidad son formas de propiedad social que aparecen por primera vez en la Constitución de 1917. Ambos hacen referencia a la tenencia de la tierra y se caracteriza por la autogestión y la división interna del trabajo, la especialización y la interdependencia de los individuos que la conforman. El ejido se obtiene mediante dotación, es decir, que el Estado reparte tierras expropiadas a los latifundios con superficies mayores a la establecida como máxima por las leyes agrarias (ver documento 5), mientras que las comunidades pueden establecerse a través de la restitución o reconocimiento de bienes comunales (ver documento 2); en el primer caso el Estado acepta la existencia y el despojo de dicha comunidad desde “tiempo inmemorial” regresándola a sus legítimos dueños, el segundo se realiza cuando se reconoce que la tierra se trabaja en forma comunal. En este caso el concepto de comunidad los incluye a todos (ejidos, comunidades) (y campesinos, mujeres e hijos de campesinos que no tienen acceso a la tierra; esto es nuestro) y los unifica, pese a la diversidad en las condiciones formalmente reconocidas respecto a la tenencia de la tierra. El derecho común y las relaciones redistributivas originan una identidad, un reconocimiento entre quienes integran la comunidad: se consideran unidas por lazos muy cercanos a los del parentesco.32 La identidad se expresa y cristaliza en una dimensión sociocultural, en instituciones, ceremonias, tradiciones y costumbres compartidas que consagran y confirman los 32

“La comunidad agraria ejerce cierto dominio sobre el territorio en donde se organiza la convivencia entre las familias que se establecen al interior.” (Warman, 1985: 9-10) 77

derechos y obligaciones de los comuneros (Warman, 1985: 9-10). Así la comunidad agraria como sujeto adquiere una dimensión política al gestionar y movilizarse por sus demandas. Esto quiere decir que las personas que la conforman comparten la misma posición social y, por supuesto, también el mismo espacio territorial caracterizado por un nivel de subsistencia y dominación. Los ejidos colectivos son formas campesinas de organización para la producción agropecuaria y algunos funcionan dentro de una congregación, con una parte de sus miembros. Cuando se acentúan las múltiples crisis por las cuales ha pasado este país el campesinado es foco de atención, esto se debe a que son el sector mayoritario del país y las más de las veces es en quien recaen con mayor fuerza los efectos negativos de tales crisis. Para el caso de la Huasteca hidalguense la marginalidad y el exceso de población son dos de los factores que propician la aparición de programas de gobierno dirigidos al sector campesino. Los movimientos agrarios en los últimos tiempos, aun cuando tienen como eje la disputa por la tierra, se han ramificado hacia otros sectores. De manera que la detentación del poder político y el control de los recursos humanos se ha vuelto más importante que el dominio de los recursos naturales, pues de esta forma se facilita y garantiza el acceso a la tierra. Las

comunidades

campesinas

nahuas

que

habitan

la

Huasteca

hidalguense, en su interior, y en sus relaciones con el exterior, reconocen y manifiestan una cultura propia. Sin embargo, al enfrentar problemas de carácter agrario, son capaces de establecer y mantener relaciones más estrechas con grupos de mestizos campesinos pobres, que los amalgaman en un mismo sector, creando demandas y estrategias para dar solución a los conflictos que enfrentan con otras comunidades, con latifundistas y con el Estado. Así se diluyen las diferencias étnicas que en otras circunstancias son un obstáculo para que grupos diferentes puedan unificar no sólo criterios e ideologías, sino rasgos culturales que los identifican como tales. Las comunidades campesinas, ya sean que se presenten como ejidos o 78

cuya propiedad sean los bienes comunales son entes políticos inestables, con conflictos internos que se han agudizado en la medida que la lucha agraria se expande y los alineamientos se realizan por medio de partidos políticos, organizaciones campesinas o por las sectas protestantes. Lo anterior es producto, no sólo de la opresión y atraso a que ha sido condenada esta región del país, sino resultado de la práctica gubernamental cuyos propósitos han sido precisamente disolver las etnias, para, de esta manera, dirigirse a un “sector campesino”, otorgando los apoyos de las diversas instituciones que tienen influencia en la región, evitándose el problema de identificar a cada grupo étnico por sus complejidades culturales lo que implicaría destacar otros problemas sociales que lo pondrían en aprietos. La creación de nuevos centros de población ejidal a raíz de la relativa recuperación de tierras implica el reacomodo y el regreso de la población que se alejó por la violencia que ahí se presentó. Formalmente el ejido está organizado en una asamblea general que es el máximo órgano de decisión, o sea, que en teoría no debería haber nada por encima de lo que decidiera la mayoría de los ejidatarios, sin embargo, ésta se ve forzada a acatar lo que la Ley Agraria indica. Los representantes del ejido son el comisariado ejidal y un consejo de vigilancia, electos por la asamblea cada tres años. En el ejido, como en muchas organizaciones campesinas a las que se les ha impuesto un modelo de democracia de tipo parlamentario, las elecciones son meras fórmulas que sancionan coaliciones y alianzas obtenidas por contactos directos y personales a través de los que fluye la asignación de poder. Por ejemplo, un estudio del problema señala al respecto que En la confirmación del proyecto agrario neoliberal confluyeron tres poderosas corrientes de acción. Los condicionamientos externos del Banco Mundial y las presiones estadounidenses en las negociaciones del Acuerdo del Libre Comercio de Norteamérica; las

precisiones

internas

de

la

oligarquía

empresarial

neoconservadora, que orquestó una estridente y multiforme ofensiva contra el ejido y condicionó el aumento de sus inversiones en el campo a modificaciones profundas en la legislación agraria; y el predominio de la corriente neoliberal ortodoxa en el gobierno 79

mexicano, que consideró indispensable liberalizar la tenencia de la tierra como parte sustancial de la modernización económica (Calva, 1993: 73). Para 1993 había tres millones de campesinos sin tierras y más de 10 millones de hectáreas en manos de latifundistas. A partir de los cambios en la Ley Agraria ―los cuales nunca fueron consultados con las organizaciones campesinas de la región―, los ejidos que se inscriben en el PROCEDE se enfrentan al libre comercio de tierras; la parcela puede venderse a otro ejidatario o avecindado prácticamente sin ningún problema, además, pierden su carácter de inembargable y se pueden dar en garantía de un crédito o de cualquier otra obligación. Sin embargo, aún cuando si se presenta la venta de tierras es realmente un hecho aislado y poco significativo, lo anterior ocurre en gran medida porque una de las bases de la organización de las comunidades agrarias de la Huasteca hidalguense es que en la memoria colectiva aún se encuentra muy presente el periodo de la recuperación de tierras e incluso en lugares de la Sierra aún no culminan con ese proceso. Sólo aquellos ejidos que de alguna manera tienen una ubicación privilegiada, es decir, los que ocupan tierras que pueden ser utilizables para la ganadería en vegas son los que se ven presionados para vender sus tierras, principalmente a terratenientes locales. Por otro lado, al registrar sólo un sucesor por cada ejidatario, se propician conflictos al interior de las comunidades, con los representantes de la comunidad y entre familias, principalmente cuando los parientes se disputan el derecho sobre la parcela amparados en el hecho de haber cooperado para comprar “el cajón del difunto”. En la actualidad la mayoría de los ejidatarios dependen del Estado, pero lo adecuado para la organización de la tierra sería dejar a un lado el paternalismo y de verdad inyectar capital de forma directa para fomentar la productividad de cada unidad de producción. La Huasteca en la década de mil novecientos noventa Aunque para 1990 en la Huasteca hidalguense prácticamente no existían 80

rezagos en los trámites de dotación, ampliación o restitución de tierras (ver cuadro 4), la inconformidad con los trabajos técnicos realizados por la Secretaria de Reforma Agraria (sobre todo en las partes donde hay pendientes muy pronunciadas a donde les daba flojera llegar) era generalizada. Los planos definitivos tenían errores, sobreposición entre uno y otro y no definían claramente los linderos entre ejidos o comunidades lo que ocasionó pleitos por la tierra entre los mismos ejidos. Ejemplos hay muchos pero mencionaremos el de Yahualica, con los ejidos de Olma y Pepeyocatitla. Por una sobreposición de planos el primero cortó el paso del agua al segundo y a su vez éste desalojó a Olma de las tierras que se le habían otorgado como segunda ampliación y que tenía en posesión el ejido de Pepeyocatitla. En otro caso, el mismo ejido de Olma enfrenta un problema donde las tierras que formaban parte de su zona urbana se dotaron por error al ejido de Yahualica y todavía en 1997 no se creaba la nueva zona urbana que sería creada a partir del desalojo de las tierras. También el ejido de Aguacatitla argumenta tener en su plano definitivo un terreno que en 1995 se le otorgó a Coacoaco en Ilamatlán, Veracruz y que reclama se le entregue en 1997. Otro caso en Atlapexco Pahatla presenta conflictos de linderos con los ejidos de Cayetano Gómez y Pérez y Luis Cabrera ambos del municipio de Yahualica Achiquihuxtla y Tepetitla reclaman un terreno que se encuentra fuera de sus planos, pero colinda con ambos ejidos, y por otro lado, un ejemplo de los conflictos al interior de los ejidos es Tenexco, que tiene problemas por invasión y posesión de tierras con sus 4 anexos Cuatapa, Emiliano Zapata, Los Naranjos y Coyolapa. Con los antecedentes anteriores era de esperarse que poco después de que el 6 de septiembre de 1996 el Ejercito Popular Revolucionario hiciera pública su presencia señalando encontrarse en algún lugar de la Sierra Madre Oriental el ejército invadiera militarmente a la Huasteca colocando retenes en lugares claves como en la carretera México-Tampico a la altura de la comunidad de Tehuetlán poco antes de llegar a Huejutla, en la carretera que lleva a Atlapexco, Huautla y Yahualica y en comunidades “conflictivas” como Tamoyón I y Coyoles del municipio de Huautla y San Pedro en Huazalingo, además de encontrarse en Huejutla el 84° Batallón de Infantería. 81

La invasión militar tuvo como pretexto impedir el tráfico de armas y drogas. Sin embargo, la población sabe que en realidad se trata de prevenir algún brote armado que no sería raro dadas las condiciones de miseria en las que viven la mayor parte de los campesinos. El interés por impedir una situación de éste tipo, aun cuando es “mera especulación” se vio claramente cuando en la Procuraduría Agraria de Huejutla circuló un documento sin fecha (sólo sabemos que es de 1997) recomendando a las dependencias de gobierno en el estado “implementar medidas que contrarresten las acciones de un clero antigubernamental e incitador a la violencia, una OIPUH-FDOMEZ de postura recalcitrante en sus demandas y de tendencia prosubversiva, de maestros bilingües y docentes egresados de la Escuela Normal Rural del Mexe, operantes en zonas rurales y marginadas de ideologías socialistas y un PRD proclive a la conflictividad y una crisis imperante en todos los sectores de la población”. En el documento también se señala que después de las invasiones surgieron líderes que a través de prácticas manipuladoras ostentan poseer el control de los núcleos campesinos. Apunta que en los últimos 20 años, “surge la OIPUH-FDOMEZ, cargando con el estigma de una mitología(sic) fácil de cuestionar, de rostro violento y perfil prosubversivo”. Incluso durante la ceremonia patriótica del 15 de septiembre en Huejutla se propagó el rumor de la presencia de guerrilleros y se causó un gran descontrol entre los asistentes al acto, pero para el día 19 la “psicosis” se había minimizado. Las alternativas que se proponen a las instituciones de gobierno que hay en la región son intensificar la obra pública y tener mayor presencia física en las zonas de mayor marginación, “instaurar un mecanismo veraz y ágil debidamente coordinado sobre el manejo de la información aprovechando al máximo los recursos de las diversas instituciones en la región”. También, se propone intensificar las acciones de concertación, suspender las órdenes de aprehensión y comparecencias judiciales en las que se encuentren implicados líderes naturales, incorporar a los catequistas negativos a la obra pública gubernamental o implementar proyectos productivos, artesanales y culturales para neutralizar su influencia ideológica en la comunidad. Con respecto a los maestros, propone el documento apócrifo 82

sumarlos a las acciones de gobierno y darles participación dentro de la administración pública municipal, mantener un control de la información en el servicio de telefonía rural para poder detectar oportunamente riesgos de inestabilidad social, realizar foros de consulta indígena para crear una normatividad al interior de las comunidades, convocar a las organizaciones radicales de la región a mesas de diálogo públicas para plantear sus demandas, por medio de CONACULTA, Casas de Cultura Indígena y clero promover las tradiciones de la región con obras de teatro indígena y otras actividades afines. Lo anterior muestra claramente el interés del gobierno en la región y más aún, además de la aplicación de todas las medidas mencionadas se debe señalar que éstas están cargadas en mayor o menor medida con dosis de violencia que van desde las amenazas hasta las desapariciones y asesinatos. Contrario a lo que algunos autores opinaban en la década pasada, en los últimos años, al igual que otros rasgos culturales en esta parte de la Huasteca, la religión ha ido perdiendo importancia; ya no es fácil ver ritos relacionados con la tierra en las comunidades. Las disputas por la tierra entre campesinos de una misma comunidad hacen que la atención se centre en otras cuestiones que tienen que ver más con la filiación política o el acceso a determinados apoyos del gobierno (PROCAMPO, PROGRESA, FIFONAFE, PRONASOL, etc.). Un ejemplo muy claro de lo anterior se manifiesta a través del testimonio del sacerdote encargado de la iglesia de la cabecera municipal de Yahualica, y de algunas comunidades aledañas, que se queja de la poca asistencia de los fieles a las misas, la poca o nula participación en las actividades de la parroquia y, sobre todo, de lo poco que se aporta económicamente para la manutención de la misma, la gente sólo asiste y coopera en ocasiones muy especiales. El acceso a la tierra es la mejor forma para acceder al poder y al prestigio, por lo que la gente suele inclinarse por los cargos civiles, el de juez o de comisariado ejidal más que por los religiosos salvo en algunos casos donde la comunidad se encuentra muy organizada y el juez controla también los cargos religiosos. No obstante, lo anterior esto viene a contradecir las formas tradicionales de organización ya que ahora se les nombra delegados 83

municipales lo que implica, ante la perspectiva de los indígenas, que son una extensión del Ayuntamiento, por lo que dejan de desempeñar un “cargo” que les era impuesto por la comunidad; incluso quienes llegan a desempeñar este papel quieren cobrar a la presidencia municipal por sus servicios. En la Huasteca hidalguense los programas para el desarrollo económico dentro del modelo burgués han encontrado enormes dificultades, agregándose, además, al hecho de que la práctica económica conlleva una determinada práctica política así mientras las iniciativas económicas gubernamentales pretenden estimular una economía diferente a la de la subsistencia la práctica política la desalienta. Ese desencanto mutuo comunidad-estado, estadocomunidad se ubica y se dirige en la instancia de la necesidad precisamente para contemporalizarla. Así, finalizando la época de las invasiones, mientras las presidencias municipales quedaron bajo el control de los caciques, los campesinos controlaron el ámbito estrictamente rural. “Sin embargo, el aprendizaje político intenso que lograron las comunidades en la época de las invasiones, les indicó la necesidad de luchar aún con la posesión asegurada de la tierra por la participación en las presidencias municipales como un elemento más para fortalecer su decisión de conservar y desarrollar su opción histórica, desde luego con todas las características del momento en que se vive. La disputa no sólo es actualmente tan solo por la tierra, sino también es por el derecho a gobernar. Todo esto indica que las comunidades étnicas están pasando de la etapa de la necesidad de vivir la dominación a la de desarrollar la resistencia, ya no como estrategia para sobrevivir, es decir, como estado de emergencia, ni como estructura íntima, sino como propuesta para construir en la región su opción histórica.” (Robles y Rebolledo, 1990: 193)

84

V. LA LUCHA FACCIONAL EN LA HUASTECA HIDALGUENSE. La

política,

según

M.

Classen

(1979),

no

se

desenvuelve con

independencia de la cultura e influye en toda clase de aspectos no políticos. Las facciones políticas dependen a la vez del sistema social que las comprende. Por tanto, la persistencia de facciones como pautas de comportamiento político en la región desde tiempos de la colonia y hasta lo que va de la última década del siglo XX ha tenido como eje la lucha por la tierra. En este sentido la importancia del faccionalismo,33 durante la década de los años setenta se encuentra directamente relacionada con los abusos cometidos por los caciques, los rezagos en las ejecuciones de las acciones agrarias, el acelerado crecimiento de la población, la carencia de recursos económicos y la pasividad de los campesinos pobres. Sin embargo, las facciones políticas sufren cambios conforme se adecúan a los cambios históricos que se dan en la región. A partir de la segunda mitad del siglo XIX se mantiene estable una dinámica asimétrica34 de la relación entre campesinos-indígenas y mestizos, en la cual los grupos mestizos que ejercían el poder seguían paulatinamente apropiándose de las tierras comunales. “El engaño, la violencia, el fraude, el aislamiento de las comunidades indígenas, el monolingüismo, el analfabetismo, la destrucción y el alcoholismo fueron ingredientes constantes de su existencia.” (Ávila, 1996: 18). Los terratenientes basaron su control sobre la tierra y la mano de obra indígena en el clientelismo, protegiendo a los campesinos de los malos tratos que recibían de otros terratenientes. El poder político (no siempre el hecho de ocupar puestos públicos), la producción y control sobre la distribución del 33

Para analizar el conflicto faccional se tomarán tres puntos que propone Rebolledo: 1) la coyuntura política nacional, 2) la crisis socioeconómica y política regional y 3) el desarrollo del movimiento agrario y la continuidad y descontinuidad de la lucha. 34

Siguiendo a Cohen, el poder contiene los valores de la cultura en la que el sistema político, más las habilidades con que los actores políticos efectúan sus actividades en el sistema político. Así, las relaciones de poder se suponen de dos tipos: las relaciones asimétricas y las relaciones simétricas. La primera se basa en el dominio de poder por parte del actor que tiene un mayor control de los recursos y las relaciones simétricas suceden cuando dos actores tienen más o

85

aguardiente35 y la propiedad de predios rústicos (en ese orden de importancia) eran los indicadores del grado de riqueza de cualquier persona en la región. La única forma de convertirse en verdadero hacendado fue el acceso a recursos o fuentes de ingresos fuera de la región. La mayor parte de los terratenientes en Huejutla no tenían esa posibilidad porque no poseían propiedades en la costa o en la meseta central así, sólo el que tenía más indios era más rico. Como se mencionó en el capítulo anterior, el periodo de la lucha campesina (durante la década de 1970) que nos ocupa, se desarrolló en un momento en que la estructura de poder a nivel regional y estatal entraron en crisis a raíz del deterioro a nivel nacional de las políticas agrarias que se implementan en el campo por aquel entonces, y se caracterizó por un sistema de tenencia de la tierra con una complejidad tal que los predios de propiedad privada que fueron reconocidos quedaba en su mayoría dentro de los límites de los ejidos o los bienes comunales, con deslindes a favor de los propietarios y resoluciones presidenciales no concretadas, que en el mejor de los casos, se encontraron sin delimitaciones concretas. En ese contexto se desatan los enfrentamientos violentos entre los ocupantes de las tierras con pistoleros, ganaderos, judiciales y ejército. Las demandas eran enarboladas por los líderes de las facciones como pertenecientes a un grupo determinado de campesinos. El líder podía controlar a sus seguidores alternando en diversos partidos, cambiando su filiación partidista según las circunstancias y en la medida en que un partido servía a sus fines y sus demandas eran resueltas es decir, que en ese momento la organización como tal era más importante que el partido o la organización campesina, ya que bajo ella se acogían las demandas de los campesinos ávidos de tierra (ver documento 2). Sin embargo, sí se puede hablar de la participación de varias organizaciones; las que son controladas directamente por el partido oficial (CNC, CCI ), las semioficiales, que dan la apariencia de ser izquierdistas, pero en realidad surgen de varios rompimientos con la CNC y menos la misma cantidad de recursos. 35

El control sobre el aguardiente fue y es muy importante pues esta bebida ocupa un papel primordial en la vida cotidiana de los campesinos. Muchas veces los jornales no se pagaban con dinero, sino con aguadiente, además el regalarlo y compartirlo con los “compas” es una forma

86

funcionan como apéndices para restar importancia al sector izquierdista (CAM, PFCRN y PST) y las que mantienen una posición independiente del gobierno (URECHH, OIPUH, Y PMT), aunque la URECHH con el tiempo se une al PRI, el PFCRN se concentra en la CNC (después en la CCI, la cual surge del rompimiento de Humberto Serrano Pérez con la CNC) reduciendo su espacio de acción a la zona serrana y el PMT desaparece. Al inicio del movimiento agrario la CNC, como organización campesina oficial es reemplazada por la CCI ante la pérdida de credibilidad y prestigio y, para el periodo de López Portillo, el CAM y el PST utilizan la provocación y las invasiones como pretexto para manipular a los campesinos y obtener ganancias económicas. En este sentido vale la pena acotar que de la CNC surgen varios líderes que dividen a la central formando facciones que con el tiempo dan origen a nuevas organizaciones, un ejemplo es el caso de Humberto Serrano Pérez, quien al desertar de la CNC constituye la CCI, y de esta, Pedro Beltrán se convierte en el principal dirigente del CAM. Para 1980 los conflictos se recrudecieron más que nunca y el gobernador en turno Guillermo Rossell de La Lama prometió atender las demandas campesinas a través de la URECHH, la cual funcionaría como mediadora y promotora de las políticas del gobierno en la región ―comandada por Beníto Hernández,36 uno de los principales líderes de la región― liberar a los campesinos presos por cuestiones agrarias y legalizar los predios invadidos a favor de los campesinos. Para 1989 la URECHH se empieza a desmembrar y se separa una facción cuyo dirigente es Modesto Hernández quien constituye la Unión de Crédito Agropecuario, Forestal e industrial de la Huasteca hidalguense (UCAFIHH) afiliada a la UNORCA, mientras Bernabé Cruz y Margarito Hernández permanecen como dirigentes de la URECHH. Por su parte desde su conformación en 1978 la OIPUH se caracterizó por su rechazo y se negó a mantener contactos con el gobierno estatal. Mandaron muy efectiva para atraer clientela. Beníto Hernández, líder militante de la CCI y después del CAM fue asesinado el 11 de octubre de 1983 en un barrio de Huejutla cuando se disponía a regresar a su comunidad, y a decir de su hermano Francisco Hernández “fue el mismo gobierno quien lo mató”.

36

87

sus denuncias sobre la represión en la región a la Comisión Nacional de Derechos Humanos de la ONU y Amnistía Internacional, las cuales investigan sobre las tantas denuncias sobre desapariciones, tortura y asesinatos que se dan fuera y dentro de las cárceles de Pachuca y Huejutla. Como se puede ver, la magnitud y la dispersión del movimiento agrario en parte puede explicarse a través de la aparición y desaparición de organizaciones campesinas, las cuales mantienen en general las mismas políticas y estrategias para ganar clientela, pero a su vez, dividen y enfrentan a los campesinos para conservar su vigencia en la región. La gran necesidad de fuentes de subsistencia y la enorme marginación social provocó, entre otras cosas, que las organizaciones campesinas y partidos políticos impulsen las invasiones entre los campesinos o ejidos, eso siempre y cuando se tenga el respaldo de una organización la cual avale y garantice que sus problemas son atendidos por las instituciones de gobierno correspondientes, y los recursos lleguen pronto o por lo menos a tiempo. Lo anterior aunado al deterioro de la relación paternalista entre patrón y peón, a la necesidad de migrar para obtener más recursos y al aislamiento, el bajo nivel de educación y la pobreza,37 aceleró el proceso de fragmentación política. A partir de 1981, durante la administración de Guillermo Rosell de la Lama, debido a la intensificación de la movilización, los métodos violentos son sustituidos por la unión de las organizaciones campesinas y el recurso de la negociación política y el diálogo. Para entonces las únicas organizaciones con presencia política eran el CAM, la URECHH y la OIPUH. La propuesta del gobernador Rosell de la Lama consideraba el pago de importantes sumas de

37

“...La producción regional se había desplomado, según estudios (el periódico no especifíca cuales), desde 70 hasta más del 90 por ciento, situación que en 1979 se agravó por un ciclo anual de sequías y de malas cosechas ... El presidente de la Unión Ganadera Regional de Hidalgo estimaba que la producción pecuaria de la Huasteca hidalguense había caído en un setenta por ciento ... Así, los campesinos de las 168 comunidades indígenas de la Huasteca hidalguense comenzaron el éxodo hacia otras comunidades, luego de que sus siembras de maíz, frijol y café fueron afectadas por las sequías y heladas de ese año (1979). Se pudrieron 20 mil toneladas de diversos productos con valor aproximado de 900 millones de pesos, y el Banco de Crédito Rural no cubrió las indemnizaciones de seguros agrícolas porque aseguraba que carecía de capital. Según un líder campesino local sumaban 65 mil los que habían decidido emigrar, quienes lo hacían a un ritmo de 900 hombres al día.” (Éxodo de campesinos de 168 comunidades indígenas en la Huasteca hidalguense luego de perder sus cosechas; UnomásUno, México, 30 de octubre de 1979). 88

dinero a los propietarios por las tierras; facilidades fiscales y administrativas para el establecimiento de negocios y empresas de producción y garantizaba que las ocupaciones de tierras terminarían. Los líderes que quedaban, los que no habían sido encarcelados, asesinados o desaparecidos tuvieron que mantenerse a la defensiva con dos opciones: la primera, como ya se dijo, aceptar las ofertas del gobierno fusionando a las organizaciones campesinas en la Unión Regional de Organizaciones Regionales Autónomas en 1985 como instrumentos del partido oficial para controlar y manipular a los grupos campesinos; o afiliarse a las pocas organizaciones independientes o “clandestinas” que quedaban en la región, como la coalición OIPUH-FDOMEZ la cual, no hace muchos años, se unió al PRD. Las organizaciones y grupos con acción política se convierten en los mediadores entre el pueblo y las iniciativas del ejecutivo, en ese sentido, la legitimidad de sus líderes depende de su reconocimiento como tales por parte del poder central y no tanto de la organización a la que pertenecen. Es decir, que el sistema político en el que se encuentran inmersos no permite la existencia de organizaciones autónomas con respecto al poder. Actualmente la URECHH es la principal organización campesina (aparte de la CNC) empleada por el PRI para realizar proselitismo político. Para hacer llegar los recursos del gobierno e implantar representantes campesinos y ejidales. Tiene mayor presencia en los municipios del norte de Hidalgo: San Felipe Orizatlán, Jaltocán y Huejutla principalmente. En los noventa la posibilidad de afiliarse al PRD (como sucede en la mayor parte del país, aunque en menor escala que en otros estados) es una alternativa relativamente nueva y, aún cuando las expectativas no vayan más allá de una alcaldía, como en el caso de Huazalingo en el periodo que va de 1997 al 2000, donde a partir de que este partido ganó la alcaldía, las consecuencias no se han hecho esperar y las divisiones entre militantes del PRI y PRD se han agudizado, el ambiente es mucho más tenso entre los pobladores que cuando gobernaba el partido oficial, y se ha abierto y complejizado el espacio de movilidad por parte de todos los actores políticos. Uno de los casos más complicados respecto a la intervención de las facciones es el despojo de El Arenal a la comunidad Pedro María Anaya, ambos de 89

Yahualica, en donde intervienen la CNC, UNTA, el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, la OIPUH y el PRD. A raíz del asesinato de dos personas, una el presidente del comisariado ejidal de Pedro María Anaya en 1993, el ejido solicitó la restitución de la superficie invadida o se les indemnizara con un tractor, con implementos agrícolas, así como con materiales para la construcción de una vivienda para cada uno de los ejidatarios (24 familias y 15 viviendas despojadas). Ahora las comunidades agrarias determinan la organización política local a través de la distribución de redes políticas en donde se establecen luchas para conseguir apoyos (forzosamente tienen que recurrir a ellas como mediadoras con las dependencias de gobierno que controlan los recursos económicos que se distribuye en la región) y ejercer el control sobre la tierra. Cada comunidad depende de los conflictos faccionales dentro y fuera del contexto de la comunidad (en cada comunidad local existen conflictos internos que se agudizan cuando la lucha agraria se expande a través de algún partido político o por la intervención del profesorado o secta protestante) y de las relaciones y alineamientos que cada una logra establecer. De esta manera, es a través de los cargos civiles como el de comisariado ejidal o delegado auxiliar municipal que los representantes de las comunidades se integran al sistema político y económico del país, para satisfacer sus aspiraciones de poder y prestigio dejando de lado la importancia de los cargos religiosos. La combinación de formas tradicionales, tales como las asambleas comunales, el hecho de ejercer la representatividad de la comunidad a cambio de prestigio, el sistema de cargos en las fiestas religiosas se conjugan y se diluyen con otros procesos como por ejemplo el de saber que en la nueva ley agraria la asamblea es la máxima autoridad del ejido y como tal legitima las prácticas ya existentes. Es decir, se resocializa a la comunidad de manera que la vinculación con el exterior implica un proceso de aprendizaje y revaloración, además de la redefinición de roles políticos y sociales (ver documento número uno). Por otra parte, cuando los líderes de las facciones no satisfacen sus aspiraciones, las comunidades suelen cambiar bruscamente sus lealtades y

90

transformar el faccionalismo en un conflicto de clase,38 los cuales son regularmente reprimidos por las autoridades, lo que a su vez genera conflictos que rebasan el nivel local e incluso en ocasiones el regional, llevando a un realineamiento de una red compleja de relaciones de patronazgo característica de la Huasteca. Desde su aparición como partido político, el PRI ha manipulado y controlado las disputas entre los caciques y terratenientes, lo que combinado con una política de dominio sobre los grupos de campesinos pobres da como resultado el monopolio del poder por parte del partido sobre todos los sectores campesinos del país. De este modo al mantener las disputas entre facciones se favorece el papel de mediador y remediador de conflictos del partido. Al formar parte de la clientela del PRI, en el caso de los controladores de los recursos el partido los recompensa con puestos políticos y en el de los campesinos pobres con ayudas y subsidios que no solucionan sus problemas, o los castiga quitándoles las tierras hasta que los disidentes no regresen al partido o a las organizaciones afiliadas, pero los mantiene controlados y “agradecidos”. Pero es el control casi completo que posee sobre los recursos políticos y económicos lo que le ha permitido mantenerse en su posición a pesar de las constantes manifestaciones de descontento. Para comprender mejor el papel de las facciones en el contexto de la Huasteca hidalguense se debe tener muy presente que el cacicazgo, lo mismo que las familias de los caciques, su eficacia comunal y los mecanismos que ha utilizado a lo largo de la historia para ejercer el dominio sobre la población campesina, ha pasado por una serie de transformaciones. Conforme el sentido que originalmente se dio a este concepto el cacique era un señor natural y en rigor no podía haber más de un cacique en cada pueblo, es decir, en cada antiguo altépetl, o por lo menos en las unidades políticas que los españoles reconocieron como

tales.

Debe

advertirse,

sin

embargo,

que

había

circunstancias en las que una localidad sujeta podía reclamar para 38

“ Lo étnico tiende a cruzarse y se enlaza con las problemáticas de clase... a través de lo étnico, se establecen con frecuencia dos tipos de dominación sobre un mismo sujeto; primero como trabajador, y después como miembro de un grupo o raza “inferior”, que requiere ... de tutela permanente.” (Ávila, 1984: 7). 91

sí la descendencia de un legítimo cacicazgo, ya que los caciques de un pueblo podían tener jerarquías diferentes. La administración colonial

evitó

por

lo

regular

reconocer

estas

situaciones

potencialmente conflictivas y se resistió a desechar el principio de la unidad del cacique... El concepto de cacique pudo ser usado aún por quienes parecen haber sido simples principales, tal vez ajenos a la descendencia directa de los tlatoque originalmente reconocidos (García, 1987: 200). Aunque no abunda la información se puede afirmar que al menos durante el siglo XV el cargo se elegía dentro de los linajes nobles, aunque se dice también ellos producían y sus gobernados les tributaban lo que podían por ser pobres. Durante el siglo XVI, XVII y XVIII, los caciques indios, en general miembros del cabildo indígena, sirvieron de intermediarios con el sistema colonial. Para el XIX, el cacicazgo pasó a manos de las familias criollas pudientes, quienes antes de apropiarse del cabildo ya habían despojado de las tierras a sus legítimos dueños (Ruvalcaba citado en Marques, 1986: 429-435). Después del despojo de las tierras comunales, y la conformación de los ayuntamientos

los

mestizos

se

apropiaron

de

los

puestos

políticos

convirtiéndose en los caciques. Pero a partir del movimiento armado de 1910 tomó otro giro, se convirtieron en caudillos revolucionarios, estos nuevos caciques echaron mano de su posición como revolucionarios, del parentesco y sobre todo del control político que lograron obtener, a través de relaciones patrón-cliente que llevaban a cabo con las comunidades indias. Casos muy sonados son los Austria en la Sierra, los Fayad en Huejutla y los Nochebuena en Atlapexco en donde aún se recuerda al General Juvencio Nochebuena quien despojaba a las comunidades de sus tierras (ver documento 8) y obligaba a los indígenas de las comunidades a barrer su casa sin pago de jornal, e incluso con la obligación de llevar sus propias escobas. Durante 92

mucho tiempo la familia Nochebuena controló el poder político y lo conservó hasta hace algunos años en que muchos de ellos salieron del municipio ya sin muchas posesiones dentro de éste.39 El caciquismo, como una cultura de dominio mantiene su propia dinámica en aspectos como la endogamia en donde las normas patriarcales determinan la superioridad y el abuso sobre la mujer reduciéndolas a la inactividad laboral, la procreación y la explotación doméstica como actividades únicas de su sexo; el compadrazgo mediante el cual se refuerzan las alianzas y se amplía el clientelismo; la estructura de parentesco que posibilita el establecimiento de lazos económicos y políticos a través de las uniones matrimoniales; la competencia por el poder y la violencia que se desata y la posibilidad del excedente económico mediante el pago de salarios por abajo de su valor, el cultivo y el intermediarismo de productos como el café, la naranja, la caña de azúcar, la fabricación de aguardiente y la actividad ganadera. En el caciquismo se observa una economía de derroche (comedor abierto, celebración frecuente de fiestas y banquetes, etcétera) a tal grado que la cúpula del poder caciquil no corresponde a una mayor capacidad económica, aunque esta en el fondo resulte poco relevante, ya que el poderío económico de sus congéneres se ha hecho a la sombra del cacicazgo y en consecuencia aquel siempre está a su servicio. Según lo establece Montoya: En el terreno ideológico el cacicazgo cuenta con un cuerpo de legitimación que produce y reproduce continuamente el carisma de sus líderes a través de la narración de sus “hazañas” –reales o supuestas- en corridos y sones regionales que los enaltecen y que describen su participación con arrojo y valentía en las gestas revolucionarias... El modelo ideal de cacique se define, entre otros, por rasgos como la valentía (machismo), el autoritarismo y la prepotencia, la gran capacidad para ingerir alcohol, la posesión y

39

En la Huasteca hidalguense no hay vestigios materiales de los cascos de las haciendas debido a la clase de material con que se construían las casas. Sin embargo, en Atlapexco aún se conserva el casco de la hacienda de los Nochebuena, la cual ha sido restaurada y en la actualidad se utiliza como salón para realizar las reuniones del ejido de Atlapexco. 93

violación del mayor número de mujeres, el paternalismo, la capacidad de conceder favores a parientes e incondicionales, la arbitrariedad y el despotismo (Montoya, 1996: 142). Según nuestro punto de vista este esquema se apega más al cacique de antes de la década de 1980 ya que con el periodo de invasiones y violencia campesina y caciquil, las cosas se transformaron notablemente al grado de que actualmente los integrantes de los grupos de poder tienen niveles de escolaridad superior ya que la mayoría han estudiado en universidades de Tampico, Jalapa, Distrito Federal, Estado de México y Pachuca, lo que les permite entablar pugnas por ocupar puestos clave en el control de los recursos a través de las presidencias municipales, secretarías de gobierno e instituciones educativas. Después de cubrir las indemnizaciones de tierras a los propietarios afectados por las invasiones (aunque algunos todavía en fechas recientes reclamaban el pago de sus propiedades, v. gr. Documentos 5 y 6), éstos invirtieron su capital en el establecimiento de comercios generalmente ubicados en Huejutla. Ahora, el grado de riqueza entre los terratenientes no se basa en la posesión de grandes extensiones de tierra como sucede con otros lugares; en la región se conoce que alguien es rico porque tiene en propiedad predios rústicos de no tan grandes dimensiones (lo que permite no rebasar el límite establecido por la Ley para la pequeña propiedad) regularmente en copropiedad con familiares, las cuales se dedican básicamente a la ganadería y en menor medida a las actividades agrícolas. En la mayoría de los casos, son los antiguos terratenientes quienes han basado sus actividades en el comercio, tal es el caso de la familia Fayad en Huejutla, quienes son dueños de la mayor cadena de tiendas, las gasolineras y los hoteles más lujosos en Huejutla y aprovechan los puestos públicos ocupados por ellos para controlar y garantizar desde allí el comercio de sus productos. Una forma es que los vehículos de la presidencia municipal y otras dependencias sólo utilizan sus gasolineras, así garantizan el acceso al

94

mercado local.40 En el caso de los indígenas que tienen una posición económica superior al resto, los que poseen cierto número de ganado o una casa con techo de asbesto o de losa, son aquellos que controlan la distribución, venta y en algunos casos la producción del aguardiente, tienen un trapiche y controlan la tienda CONASUPO en donde quienes toman el compromiso de atenderla se quedan con una ganancia del 5% sobre las ventas. En consecuencia, son los terratenientes, comerciantes y campesinos más acomodados quienes ocupan gran parte de los puestos públicos. Suelen formar bandas o facciones rivales que dividen a todas las clases sociales. Entre los intentos de acercamiento a la solución de los problemas agrarios, en junio de 1995, se creó la Mesa de Concertación Agraria en la Huasteca hidalguense buscando un entendimiento entre las organizaciones campesinas que conforman el COPOCADERHH (CNC, UNORCA, CCC, CCI, UNPIC, FCNM-CNC, URECHH y UNTA), el PRD y la representación del Gobierno a nivel municipal y estatal. Dicha mesa, si bien ha servido como paliativo para tener un acercamiento directo con los representantes y dirigentes de las facciones políticas en muchos casos sólo sirve para que los conflictos se alarguen o para presionar a los campesinos a firmar acuerdos que sólo se quedan en el papel y no resuelven nada acentuándose, de esta manera, la desconfianza de los campesinos en el gobierno. En el caso del conflicto entre los ejidos de Jalamelco y Xochicoatlán, ambos del Municipio de Xochicoatlán por posesión de un predio conocido como Tenancuayo que aparece en el plano de ejecución de Jalamelco pero que en la resolución Presidencial de Xochicoatlán

se

menciona

como

propiedad

de

éste.

Dicho

predio

aparentemente tenía una extensión de 16 hectáreas y el conflicto, según testimonios de ejidatarios de Xochicoatlán tiene más de 50 años. En el año de 1996 el problema fue abordado por la mesa de concertación 40

Un ejemplo del control de las familias poderosas sobre la región es la familia Fayad, la cual junto con otros grandes comerciantes de la región han controlado la presidencia municipal por muchos años. El último presidente fue el Dr. José Luis Fayad durante el periodo que pasó (19972000) y para las elecciones de noviembre del 2000, aunque se suscitaron problemas por la división faccional al interior del PRI ―el primer candidato propuesto fue Bernabé Cruz flores, conocido líder agrario, pero la unión de los comerciantes de la cabecera municipal lograron que el candidato fuera Carlos Fayad― el hato de comerciantes y ganaderos lograron ganar la 95

agraria en Molango. A partir de entonces se firmaron varias actas de compromisos por parte de ambos núcleos agrarios y el gobierno del Estado a través de su representante quien funge como presidente de la mesa de concertación agraria. El conflicto aparentemente tendría fin con la firma de un convenio entre el ejido de Xochicoatlán y el gobierno del estado, en el que se aprobaba un proyecto para ganado en donde el gobierno aportó 300 mil pesos y el ejido 50 mil con la condición de que entregarían al ejido de Jalamelco el predio en cuestión con una extensión de 22 hectáreas. El ejido Xochicoatlán recibió el proyecto pero ahora se niega a entregar cuatro hectáreas que no forman parte del predio ya que al realizarse los trabajos técnicos por parte de la Procuraduría Agraria resultó que la extensión total del predio era de 26 hectáreas, por lo que el argumento de los representantes del ejido de Xochicoatlán es que no se comprometen sobre las cuatro hectáreas de más ya que al no ser de ninguno de los núcleos en conflicto son propiedad del municipio. Esto ha sido aprovechado por el presidente municipal para reclamar las tierras como parte del municipio declarando que son terrenos nacionales y, como tales, deben quedar bajo resguardo del ayuntamiento. Cabe señalar que en el municipio los cargos políticos en la presidencia municipal han sido controlados por una oligarquía local. Por ejemplo, el presidente municipal es sobrino del comisariado ejidal del ejido de Xochicoatlán quien hace algunos años fue presidente municipal y que a pesar de que lleva más de cinco años en el cargo de comisariado ejidal, se resiste a dejar el puesto; el secretario del Ayuntamiento es también tío del actual presidente municipal. La acción de las organizaciones campesinas independientes se ha visto relativamente disminuida, entre otras cosas por programas tales como el PROCAMPO, PROCEDE, PROGRESA y las propias divisiones al interior del ejido. Para 1996, la Procuraduría Agraria tenía un registro de 152 conflictos promovidos por las organizaciones campesinas reclamando la compra de predios y la introducción de proyectos productivos; sin embargo, su solución se presidencia municipal. 96

complicó debido a que los campesinos demandantes cambiaban de un momento a otro de organización, influenciados por los líderes quienes emitían puntos de vista diferentes relacionados con la problemática y ofreciendo propuestas de solución siempre acordes a los intereses de partidos y con la promesa de una pronta solución de los mismos. A partir de la aparición del programa PROCEDE en 1992 los ejidos y bienes comunales han tenido que echar mano de sus planos y recorrer sus linderos para fijar sus colindancias reales, situación que los ha llevado a remover pleitos ancestrales entre comunidades y propiedades, a crear nuevos conflictos y a la división de los ejidos y bienes comunales (ver documentos 3, 7 y 9). Paralelamente la pulverización de las tierras es cada vez mayor y la lucha por la conservación u obtención de una mayor cantidad se refleja en el hecho de que el promedio del tamaño de las parcelas es de 1 hectárea. Lo anterior, es suficiente razón para que se rechace la certificación de los ejidos. En datos proporcionados por la Procuraduría Agraria en 1999, Atlapexco tiene 9 núcleos y ningún ejido certificado, Huautla tiene 39, de los cuales 19 se han certificado y Yahualica de 18 sólo ha certificado 3, aun cuando se les ha comunicado que deben acceder a la certificación, puesto que en el 2000 será el último año en que el procedimiento será gratis, de otra manera los ejidos tendrán que correr con los gastos de la medición. Por otro lado el programa ha venido a modificar algunas de las pautas culturales al interior de los ejidos y comunidades indígenas. Un aspecto es el papel de las mujeres en las asambleas que está reducido a ser simples representantes de los hombres, ejidatarios o comuneros, que salen a trabajar como jornaleros a otros estados como Michoacán, Tamaulipas, Monterrey, San Luis Potosí y Baja California Norte, entre otros. Al ausentarse los hombres, son las mujeres quienes asisten a las asambleas e incluso firman los acuerdos de asambleas en lugar de los “derechosos”. Las pocas mujeres que tienen acceso a una parcela son aquellas que al fallecer los esposos reclaman los derechos que a éstos pertenecían presentándose ante la asamblea y regularizándose su situación mediante el reconocimiento como ejidatarias y comuneras y, aunque no las trabajan directamente (la mayor parte de las mujeres ejidatarias o 97

comuneras son mayores de 50 años, es decir, que muchas ya no están en posibilidades de dedicarse a la agricultura), son sus hijos mayores quienes lo hacen o, en caso de haberla heredado por vía paterna, quien la trabaja es el esposo aunque son muy pocos los casos. Lo importante de esta situación es que las mujeres tienen acceso a las asambleas ya no sólo como representantes sino con derechos propios, lo que provoca una gran cantidad de pleitos con respecto a la posesión de las tierras y los derechos y obligaciones de estas mujeres ya que al formar parte del ejido o la comunidad, tienen que comprometerse a aportar su trabajo, cuotas y faenas en forma similar a los demás miembros. Esta situación las coloca en desventaja frente a los varones del núcleo agrario ya que se les exigen las aportaciones tanto en dinero como en trabajo en forma más enérgica. Esto es un mecanismo de defensa por parte de la población masculina al sentir cuestionada y en peligro su autoridad, por lo anterior, argumentan que si las cuotas, la faena o el trabajo no se realizan en la misma cantidad por parte de todos los integrantes del ejido entonces se pierde la estabilidad económica. En general, se puede decir que la acción política en la Huasteca se distribuye a través de las acciones ejercidas por el Estado a través del municipio, las dependencias gubernamentales, y el ejido junto con las organizaciones

campesinas

independientes,

de

las

cuales

la

única

representativa es la OIPUH-FDOMEZ; y las que son controladas por el Estado y/o el PRI, como la URECHH, CNC y CCI. Además de la acción apolítica y pasiva de algunos individuos aislados. El seguimiento de los conflictos agrarios de algunas comunidades nos ayudará a comprender el conflicto faccional en la Huasteca hidalguense. Santa Teresa, Tlalchiyahualica y Atlapexco; Tres comunideades de la Huasteca hidalguense con conflictos agrarios. En el siglo XVIII Yahualica era el pueblo cabecera y contaba con varios pueblos sujeto: Atotomoc, San Pedro Zoquitipan, Santa Teresa, Tecacahuaco, Pachiquitla e Ixtazoquico. Dentro de ésta jurisdicción se encontraba Huautla (este corregimiento es donde la hacienda de Tamoyón, propiedad de un vecino 98

de Pánuco, el bachiller Don Sebastián de Cortázar alcanzó la mayor cantidad de tierra: nueve leguas cuadradas ó 27,942.39 Has.) Huazalingo y Xochiatipan como pueblos cabecera, pero adscritos administrativamente a ella. Yahualica contaba con sus 600 varas, que constituían el fundo legal y hacia el norte tenía un terreno llamado Chilmaya y Tlatlasqueco, que media siete sitios y diez caballerías;

al

sur

estaban

Atlapexco

(un

sitio

de

ganado mayor),

Tlalchiyahualica (un sitio de ganado menor y dos caballerías), Quimixtelloco (dos sitios de ganado mayor) y Tlahuistepan (un sitio de ganado menor). El pueblo de Santa Teresa poseía una legua y cuatro de largo y una de ancho y en 1714 pagó 10 pesos para que se realizara la composición de sus tierras. Yahualica, Huautla y Huazalingo se compusieron en 1643, y para 1718 las tierras de los naturales de Yahualica eran calculadas en 3 leguas de ancho y cuatro de largo, las de Huazalingo en una legua de largo y otra de ancho,41 y las de Huautla tenían dos sitios de ganado menor en demasía. Los naturales ofrecían pagar 50 pesos por las tierras. Estas tierras fueron adquiridas por el gobierno indígena durante los siglos XVII y XVIII. Existían varias poblaciones que aun cuando contaban con sus 600 varas de fundo legal, necesitaban arrendar tierras de Yahualica. Es el caso de Santa Teresa, Tecacahuaco y Atotomoc. Lo anterior implicaba que si bien, el pueblo cabecera rentaba tierras a sus pueblos sujeto, no se desprendía de ellas ni para la formación de un pueblo nuevo con lo que se reafirmaba como titular de los recursos que pertenecían al común. La invasión desde tiempos de la colonia sirvió como una opción para enfrentarse al creciente aumento demográfico y como una forma de ampliar el espacio comunal. También expulsaron gente de las mismas comunidades, estos desplazados tuvieron que alquilar, comprar o invadir tierras formando nuevos asentamientos humanos como rancherías que mantenían relaciones con los pueblos sujeto y el pueblo cabecera debiendo realizar algunas actividades predeterminadas, como la costumbre o faena, origen de los barrios o anexos que existen hoy en los actuales ejidos. Estos hechos: los litigios por tierras, otorgamientos de territorios y el 41

AGN, Grupo documental 110: Tierras, volumen 3207, exp. 3, 25 fojas (microfilm), asunto: composición de tierras. 99

aumento de espacios comunales propiciaron la existencia de conflictos por linderos de tierras entre los propios pueblos o entre éstos y los propietarios privados. Este hecho rara vez derivó en un conflicto violento, ya que el Estado español y principalmente sus intermediarios (subdelegados, intendentes y jueces) lograron ser mediadores eficaces entre indígenas y hacendados, o bien, porque las partes litigantes tenían la posibilidad de realizar negociaciones extra judiciales. Por el contrario, la violencia fue provocada por agentes externos, por problemas entre los pueblos sujetos y las cabeceras y por las pugnas entre los hacendados por la delimitación de sus terrenos. Otro de los momentos en los que se desencadenó la violencia fueron las elecciones, “... la violencia que se dio en Yahualica entre 1790 y 1792 muestra como las luchas por el poder entre los distintos sectores locales (autoridades civiles, eclesiásticas e indígenas) provocaron divisiones en los pueblos y por tanto, la pérdida de un frente de lucha y reivindicación de los indios ante agentes externos.” (Escobar, 1998: 112). Un ejemplo de lo anterior es cuando en 1790, Yahualica se divide, con motivo de la elección del gobernador, en dos facciones: los que apoyaban al cura, quien se negaba a reconocer al nuevo gobernador, y los que estaban del lado del gobierno civil representado por el subdelegado, ambos argumentando la defensa de los indios. El problema se solucionó cuando el cura fue trasladado a otro pueblo y se realizaron nuevas elecciones en las que únicamente participaron los indígenas. Siguiendo a Escobar se puede decir que: El clientelismo político comenzó a cobrar auge por la elección indirecta que dominó al sistema político mexicano durante gran parte del siglo XIX. El ayuntamiento no desplazó totalmente a las autoridades étnicas, pero si redimensionó las relaciones políticas locales ...la emergencia de nuevos actores sociales ligados a la tierra o al comercio provocó un reordenamiento de las lealtades primordiales. No es posible ordenar este nuevo corporativismo si no lo vemos a través de las relaciones clientelares que se fueron estableciendo en el periodo colonial tardío. Por ejemplo, muchos de los nuevos alcaldes municipales fueron en algún momento, 100

apoderados, arrendatarios o avales de los pueblos indios (Escobar, 1998: 193). Santa Teresa, además de ser una de las comunidades más alejadas de la cabecera municipal de Yahualica (para llegar a pie se requiere de aproximadamente tres horas y en coche más o menos una hora por un camino de terracería bastante accidentado), se caracteriza por ser eminentemente indígena y por su extrema pobreza evidenciada en sus calles, casas y, principalmente, en sus pobladores, lo que lleva a un alto grado de alcoholismo y migración, y a una tasa de natalidad mayor que en otras comunidades, por lo que cada vez es necesaria más tierra para sobrevivir. La comunidad cuenta con un ejido y bienes comunales y los conflictos agrarios se acentúan debido a que entre otras cosas es clave en disputas electorales. Es decir, que tanto el municipio como la comunidad están conscientes de la importancia que tiene el que la población más grande del municipio se divida internamente y/o cambie de partido político u organización agraria. El ejido fue dotado en 1954 y su resolución presidencial se ejecutó en 1955, posee 432 hectáreas y se reconoció a 36 ejidatarios. Dicha dotación, como en muchos casos, sólo benefició a unos cuantos campesinos, por ser esta cantidad la que figuraba en la lista de solicitantes, de manera que en 1964 se inicia el procedimiento de Reconocimiento y Titulación de Bienes Comunales. Treinta años después el Tribunal Unitario Agrario confirma 2,335 hectáreas para 463 campesinos. En ambos casos no se afectó a ningún propietario pues eran terrenos que la comunidad tenía en posesión desde tiempo inmemorial. Sin embargo, aun cuando la tierra de la comunidad se trabaja comunalmente, con asignación de parcelas temporales, e indistintamente por comuneros o ejidatarios, en los conflictos que mantienen con otras comunidades deben considerarse como ejido o bienes comunales pues ante la Ley son categorías diferentes. Así, debido a que la comunidad se encuentra afiliada a la OIPUHH-FDOMEZ, las actividades relacionadas con la tenencia de la tierra que realiza la comunidad muchas veces rebasan el control que el 101

Estado mantiene sobre las comunidades agrarias de la región. El ejido mantiene un conflicto con la comunidad de Toltepec en Ilamatlán, Veracruz, la cual sólo tiene el mandamiento del gobernador que se ejecutó provisionalmente en junio de 1995 para 75 campesinos con una superficie de 130 hectáreas, 80 áreas y 24 centiáreas. La disputa entre las comunidades es por 70 hectáreas de tierras de buena calidad que por diferentes periodos han estado usufructuando las dos todo debido a una sobreposición de planos. Si bien la Secretaria de Reforma Agraria y la Secretaria de Gobernación tenía conocimiento sobre los conflictos que la comunidad tiene con sus colindantes, los datos de archivo que hay son los que tiene la Procuraduría Agraria en Huejutla desde 1996 en donde se plantea a la comunidad la necesidad de llevar a cabo trabajos técnicos de verificación de vértices entre ambas comunidades. No obstante, a pesar de haberlo acordado con las autoridades y la comunidad de Toltepec, el 8 de junio de 1997 enviaron una carta a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al gobernador del estado y a la Procuraduría Agraria en donde comunicaron que el 2 de julio iba a recuperar lo que les pertenece y pedían no ser reprimidos por los soldados del ejército que se encuentran dentro de la comunidad de Toltepec. En una de sus partes dice: ...Este asunto nos ha llevado varios años tramitando para que la Reforma Agraria notifique a los señores en referencia para que dejen nuestras tierras, sin embargo, los funcionarios agrarios, así como los ingenieros que han venido a nuestro ejido y el gobernador del estado, siempre nos han engañado y poco interés hay en ellos para resolver este problema por la corrupción y soborno existente en ellos. Por parte del gobierno siempre nos han tenido abandonados y marginados porque somos indígenas, porque somos pobres, porque no hablamos el castellano ...aunque tenemos miedo que podemos ser reprimidos por los intocables grupos de pistoleros y grupos paramilitares que dirige Juan Herrera en la Sierra Madre Oriental, que el gobierno tanto protege. Además de la presencia de cientos de policías y cientos de soldados que 102

mantienen prácticamente militarizada toda la región. Lo anterior evidencia un buen manejo de la información y de la asesoría que reciben por parte de la OIPUH-FDOMEZ a la cual su adhesión no es abierta, es decir, que dicen pertenecer a la CNC y estar siempre con el PRI, lo cual es relativamente cierto pues en las elecciones municipales de 1996 mantuvieron una estrecha relación con el candidato por el partido oficial Hipólito Hernández Castillo sin dejar de lado las prácticas de presión y el discurso que regularmente utiliza la OIPUH-FDOMEZ. A raíz del conflicto con Toltepec acordaron en asamblea comunitaria no votar el 6 de julio y quedarse con las urnas electorales declarando a Hipólito Hernández Castillo presidente municipal. Las urnas las regresaron hasta que el gobernador Jesús Murillo Karam y Bernabé Cruz Flores ex dirigente de la URECHH, y en ese entonces diputado local, fueron a la comunidad a cumplir con las promesas que hicieron durante su campaña. En este contexto cabe aclarar que para la selección del candidato dentro del PRI se crearon dos facciones; por un lado la de Francisco Bautista Lara y Amadeo Aguado y por el otro el de Hipólito Hernández Castillo y Alfonso Lara Álvarez lo que provocó que el conflicto de Santa Teresa se utilizara para descalificarse entre facciones e Hipólito Hernández ganara la candidatura. Por si fuera poco lo anterior, las elecciones municipales se vieron muy reñidas y fue con muy pocos votos por los que el candidato priísta gano al del PRD. Incluso, días después la Presidencia municipal fue tomada por militantes del PRD sin que el hecho pasara a mayores. Otro factor importante dentro de la comunidad es la intervención de sacerdotes y catequistas quienes apoyan y agrupan a las comunidades, básicamente buscando su desarrollo y el desarrollo de su cultura. A continuación transcribimos algunos párrafos del acta en donde se acuerda recuperar la tierra que dicen se les quitó: La toma de nuestras tierras, lo reconocemos que es nuestra propiedad parte de nuestro ejido pero en aquel tiempo el Sr. Eloy Zenteno era casique y tenía pistoleros y de ellos se valía para 103

hacer invasiones de tierras y así como se apoderó una parte de nuestro ejido, colindando con el Estado de Veracruz, cerca de un pueblo llamado Tultepec, Estado de Veracruz. En el mes de diciembre de 1942, los Ejidatarios trataron de brechar la colindancia antes mencionada, el cacique Eloy Zenteno y sus pistoleros, balacearon a dichos ejidatarios y un ejidatario salió lesionado en la pierna por un balazo y es el motivo que los Ejidatarios ya no reclamaron la de una parte invadida de nuestro ejido. En el año de 1969, el ingeniero Froilan Tejeda Martínez, se llevó los 85 títulos Primordiales, junto con sus escrituras del cacique Eloy Zenteno, que según era para dar la solución a nuestro plano Definitivo de nuestro Ejido en la Resolución Presidencial. El señor Eloy Zenteno, sus escrituras las vendió a los Ejidatarios de Santa Teresa y le pagaron con la cantidad de 3,000.00 y con eso se cree que ya se acompletó nuestro ejido, pero todo fue de en valde, porque el ingeniero Froilan, ya no regresó los documentos completos. El Sr. Cacique Eloy Zenteno, radicaba en la comunidad de Embocadero,

ya

contaba

con

los

Documentos

totalmente

Legalizados y el Sr. Eloy, lo vendió 2 partes de tierra aproximadamente de 4 hectáreas y el resto de tierras que es parte de nuestro ejido se apoderó el pueblo de Tultepec, Veracruz, después de su muerte del Sr. Eloy. Los ejidatarios de Santa Teresa, que son afectados de la invasión de la propiedad ejidal, TOMARON UNA FIRME DESICION de recuperar la tierra de la parte afectada de nuestro ejido, que fue el día 2 de julio de 1997 y los ejidatarios seguirán manteniendo la postura. Nosotros nos encontramos sumamente bajos recursos económicos y como campesinos indígenas sufrimos la pobreza y estamos en la miseria (el texto se transcribe tal como fue escrito). El 1° de noviembre de l997 los campesinos de Santa Teresa fueron 104

retirados de los terrenos que ocuparon cuatro meses antes por elementos del ejército y patrullas de seguridad pública de Veracruz. A decir de los representantes de la comunidad, los guardias montados a caballo se les aventaban encima para espantarlos junto con perros que llevaban, además de haber detenido a dos de sus compañeros, aun cuando el informe del Coronel de Infantería y Comandante del 84° Batallón de Infantería dice que no hubo detenidos y ningún lesionado. La solución que propone la Procuraduría Agraria es otorgar un proyecto productivo a la comunidad, pues según los resultados de los trabajos técnicos, los terrenos de Toltepec están fuera del ejido de Santa Teresa. Sin embargo, hasta la fecha, el conflicto no ha tenido solución pues para la comunidad de Santa Teresa sería aceptar el despojo de la tierra por la cual lucharon los pasados. En el caso de los bienes comunales, el problema es con el ejido de Embocadero también de Ilamatlán, la dotación de éste se otorgó por sentencia del Tribunal Unitario Agrario en 1997 dotándolos con 176-94-40 hectáreas sin considerar que 30 ya estaban en posesión de los bienes comunales de Santa Teresa lo que ha llevado a conflictos muy serios entre las comunidades. La comunidad de Santa Teresa es verdaderamente representativa de los conflictos faccionales que se han dado en la Huasteca. Regularmente aparece como una comunidad que se enfrenta a diversos problemas para lograr defender su estructura territorial y organización comunal.42 Para lograrlo se apoyan en el monolingüismo y la delegación de autoridad en personajes tales como el delegado municipal y los comisariados ejidales y de bienes comunales quienes se encargan de la distribución y la salida de información tanto al interior como al exterior de la comunidad. Santa Teresa es un claro ejemplo de conflictos de larga duración que se vienen arrastrando desde la colonia por problemas electorales, de linderos y étnicos. Esto se debe a que es una comunidad completamente indígena, con una extensión territorial muy amplia y que es la única en el municipio que cuenta con una dotación ejidal y de reconocimiento y titulación de bienes 42

Santa Teresa junto con Tlalchiyahualica aparece como una de las comunidades que optaron por la constitución de un condueñazgo para defender su territorio. 105

comunales. La comunidad de Tlalchiyahualica presenta una lucha de facciones en su interior desde hace más de 4 décadas, aunque, por supuesto, tiene su antecedente en la época colonial cuando se constituyó como un sitio de ganado menor y dos caballerías de tierra que fueron mercedadas a don Juan Baptista en 1616 y compradas en remate por los indígenas en 1635. A partir de la legislación anticomunal de 1856 Tlalchiyuahualica se conforma como un condueñazgo, donde se ubica el origen de los actuales conflictos dentro de la comunidad, pues como muchas otras comunidades siguió existiendo legalmente como sociedad, a pesar de que para 1966, después de un trámite de 27 años, se constituyó como ejido. Al momento de la solicitud en 1939 y hasta la culminación del proceso de dotación de tierras en 1966, las personas que en algún momento formaron parte del condueñazgo al no presentar los documentos que acreditaran su calidad de propietarios,43 tuvieron que conformarse con la idea de integrarse como solicitantes, pero al mismo tiempo conservar la mejor y la mayor cantidad de tierras, frente al creciente número de solicitantes. Incluso en 1940 muchos campesinos manifestaron estar privados de las tierras que les correspondían como pequeños propietarios, pues se había adueñado de dos o más fracciones de tierra, dejando a varios de ellos sin derecho a una hectárea siquiera. Además, no tenían madera para hacer sus chozas, obligándolos a trasladarse a otros pueblos a conseguir lo que necesitaban, sin haber necesidad de ello, puesto que ellos eran los legítimos dueños de los lugares.44 Acerca de este asunto en la Resolución del Gobernador en 1940 se dice: Los principales cultivos son: maíz, frijol, haba, lenteja, ajonjolí, chile, arvejón, café, caña de azúcar y en pequeña escala algunos frutales. Todavía en menor escala cultivan el tabaco ...Por no haber presentado algunos pequeños propietarios los títulos que los 43

Aunque en un acta de inconformidad relativa a la ejecución de 1968 no se presentan pero se menciona que poseen títulos de propiedad que datan de los años de 1888 hasta 1925, los cuales se encuentran debidamente empadronados en la Recaudación de rentas del municipio. 44 AGA, Grupo documental No. 23, Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras, Caja No. 1; exp.

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acreditaban en su carácter de dueños de pequeñas porciones de terrenos dentro de los predios comunales, se optó por evitar retrasos, en la substanciación de los expedientes, consignar toda la superficie como de la colectividad, a reserva de que previa presentación de los títulos de propiedad se deslindaran los terrenos con una extensión mayor de la parcela tipo, por ingenieros de la Comisión Agraria Mixta o Delegación del Departamento Agrario; en los casos de que la pertenencia fuera menos de 8 Has. se considerará al propietario en el caso agrario para señalarle su predio a guisa de parcela” Lic. Javier Rojo Gómez. Lo que acrecienta el conflicto es que al momento de la ejecución de la Resolución Presidencial y la elección del Comisariado Ejidal en noviembre de 1966, un grupo de 52 campesinos (la mayoría de apellido Larragoiti) presuntos pequeños propietarios impiden la elección y el levantamiento censal presentando escrituras que juntas amparaba 1,263 Has., casi la totalidad de la dotación para 97 campesinos; sin embargo, poco después quedó aceptada la dotación. En esta comunidad, como se puede ver, los conflictos agrarios no se caracterizan por enfrentamientos con grandes terratenientes o caciques, sino por una gran fricción entre campesinos pobres y campesinos que en algún momento pudieron considerarse “los dueños” de medianas extensiones de tierra, es decir, poco más de 20 Has. cada uno. Para la década de 1980 la lucha se presentó entre dos facciones; Barrio Arriba integrada casi en su totalidad por mestizos e indígenas ladinos (212 ejidatarios) afiliados a la CNC – PRI y Barrio Abajo afiliado a la OIPUH-FDOMEZ-PRD en donde la mayor parte de los campesinos (44 ejidatarios) son meramente indígenas. Para 1988, en medio de la coyuntura por la elección presidencial, el conflicto al interior de la comunidad cobró más fuerza pues Barrio Abajo, con el apoyo de diversas organizaciones campesinas como la CODUC, la FAC-MLN OCSS y la OIPUH-FDOMEZ en diferentes etapas de la disputa, invadió 200 30725; legajo No. 1; foja 52; Asunto: local. 107

Has. que estaban en posesión del grupo de Barrio Arriba. A partir de entonces se suceden una gran cantidad de invasiones, asesinatos y, acusaciones formales por despojo, robo, privación ilegal de la libertad, secuestros, homicidios, daño en propiedad ajena, allanamiento de morada principalmente contra gente de Barrio Abajo con la constante intervención de las Secretarias de Gobernación y Reforma Agraria. Entre 1995 y 1997, la Procuraduría Agraria, mediante mesas de concertación, acuerda con los representantes la división del ejido, pero nunca se realizó y como solución se propuso el parcelamiento del ejido a través del PROCEDE. En los documentos se propone repartir las tierras en proporciones “iguales” de 4.5 hectáreas cada uno, lo cual no se acepta pues el grupo afiliado a la OIPUH argumenta que en la Resolución Presidencial se especifica que la tierra que les fue dotada es exclusivamente para uso colectivo y con eso se comenzaría la privatización del ejido; acentuando el individualismo, la competencia y la división, rompiendo las costumbres comunales y toda forma de organización colectiva al interior de la comunidad. Exigen respeto a 240 Has. que habían “recuperado” y el retiro inmediato de los granaderos que están en la comunidad durante la firma de convenios porque se da un ambiente de represión psicológica y cometen violaciones contra sus hijas. En caso de aceptar tendrían que ser más hectáreas, pues las tierras que poseen el grupo de Barrio Arriba son de mejor calidad por estar ubicadas en la vega. Cabe mencionar que en este sentido el grupo de Barrio Arriba tuvo el total apoyo de la CNC y del Ing. Hipólito Hernández Castillo, presidente municipal nativo de Tlalchiyahualica y pariente de los Larragoiti, mientras que Barrio Abajo se apoyó en los principales dirigentes del PRD en la región. Por lo mismo, la rivalidad pocas veces permite que los conflictos encuentren una solución. Si a esto se unen los conflictos entre católicos y evangélicos y el hecho de que muchos profesores que no son de la comunidad poseen de 1 a 12 Has. y buscan conservarlas, se puede deducir que las facciones se valen de la carga histórica de un conflicto de tantos años como el condueñazgo para mantener seguro un grupo de votantes y la posibilidad de usufructuar lo que queda de las mejores tierras. 108

De la misma manera se pueden ubicar otros conflictos generados en torno al reconocimiento de los derechos de posesión sobre la tierra. En Cochotla, la comunidad se ha dividido entre campesinos integrados en la CNC y los partidiarios de la URECHH. Esta división interna, se originó por la negativa de los

92

ejidatarios

para

reconocer

los

derechos

de

posesión

de

aproximadamente 1,330 posesionarios distribuidos en la cabecera ejidal y los nueve anexos. Otro ejemplo del divisionismo ocasionado por las facciones políticas es el del ejido de Atlapexco y su anexo Tecolotitla (ver documento 3), en el que intervino notoriamente el PRD y que tuvo como origen la posesión y uso de una superficie aproximada de 100 hectáreas. Las tierras que motivaron la controversia se ubican en las márgenes del río Atlapexco, por lo que son de gran productividad además de que son planas y cuentan con pastos propicios para el desarrollo de la ganadería. En el periodo en que tuvieron lugar las invasiones de tierras, los campesinos de Atlapexco y Tecolotitla se unieron para llevar a cabo la recuperación de los terrenos ubicados en la Hacienda de Cacho Arteaga. Una vez recuperadas éstas y regularizada su posesión a través de la dotación de ejidos, se originaron los conflictos entre los ejidatarios de Atlapexco y Tecolotitla. En suma existe la inconformidad de Tecolotitla de ser considerado como un “anexo” de Atlapexco y, por otro lado las mejores tierras se ubican en la cabecera ejidal y fueron repartidas entre sus ejidatarios sin considerar a los campesinos beneficiados de Tecolotitla. Ambos grupos son asesorados por organizaciones y partidos políticos de izquierda promoviendo las invasiones de la superficie en controversia y, en algunos casos extremos, la violencia y el amedrentamiento entre sus integrantes. El conflicto persistió por espacio de 30 años hasta que con la finalidad de resolverse se promovió la división de ejidos por parte de ejidatarios de Atlapexco, situación que aceptaron los ejidatarios de Tecolotitla a cambio de que el gobierno del estado los beneficiara con un proyecto productivo. Sin embargo, al momento de darse a conocer la división de ejidos en la que el ejido de Atlapexco se vio beneficiado, los ejidatarios de Tecolotitla planean emboscar a los representantes de las dependencias inmiscuidas en el conflicto. Por fortuna no sucedió nada pero la situación sigue tensa debido a que el proyecto productivo no se otorgó. 109

Posesiones precarias en la Sierra de Hidalgo. Entre la propiedad privada y la social. En el municipio de Calnali ―considerado como parte de la zona media alta de la Huasteca hidalguense por el Programa de Desarrollo Rural Sustentable de 1998, porque es una porción de la microrregión de la Cuenca Alta del Moctezuma y aunque si bien, en algunas partes rebasa los 1,500 metros de altura sobre el nivel del mar, buena parte de su territorio se encuentra a menor altitud―, podemos observar diversos predios invadidos por campesinos que son catalogados por la Secretaría de la Reforma Agraria como “posesiones precarias”. Esta denominación implica el estado de inseguridad en cuanto a la posesión de sus actuales ocupantes ya que en el proceso de regularización llevado a cabo por la Secretaría de la Reforma Agraria, si bien los antiguos propietarios fueron indemnizados conforme a lo que establecía la ley, a los “poseedores” actuales no se les ha dado documento alguno que los acredite como legítimos dueños de los terrenos en cuestión. Su historia ha sido semejante a la de las tierras de los ejidos y comunidades de la Huasteca hidalguense. Como hemos mencionado en otros capítulos, las tierras fueron invadidas y más tarde regularizadas mediante las acciones agrarias de dotación de ejidos o el reconocimiento y titulación de los bienes comunales, proceso que, como ya vimos, no fue sencillo y que implicó varios años de trámites e incluso vidas de campesinos y sus familiares. Los habitantes de los pueblos del municipio de Calnali, llevaron a cabo invasiones de tierras pertenecientes a pequeños propietarios hacia el año 1991, por lo que la dotación o el reconocimiento de Bienes Comunales no son alternativas viables para su regularización pues recordemos que en enero de 1992 el reparto agrario se declaró concluido. El municipio de Calnali colinda hacia el este con el Municipio de Yahualica. En términos generales, el clima y algunos rasgos culturales como la lengua y el vestido son iguales a la región de Huejutla, principalmente en las comunidades de Santa Lucia, Coyula, Coamitla y Papatlatla, donde la población es en su 110

mayoría indígena de habla nahua. Sus habitantes se han visto enormemente influenciados por sus vecinos, habitantes del ejido de Mecatlán y su anexo Mesa Larga, mismos que en no pocas ocasiones, y asesorados por organizaciones campesinas radicales como la OIPUH-FEDOMEZ y la UNTA, los han apoyado en las invasiones de tierras. ¿A qué se debe que los campesinos de esta parte del territorio hidalguense, hayan decidido llevar a cabo la recuperación de sus tierras en un periodo en el que el movimiento campesino desarrollado en la Huasteca se encontraba en su última etapa?. Esta cuestión es lo que intentaremos explicar en el presente apartado. Tomaremos como referencia las posesiones precarias de Pezmatlán y sus anexos por ser las más representativas del fenómeno arriba descrito, lo cual no quiere decir que en las comunidades de Santa Lucia y Papatlatla no tengan lugar eventos relacionados con dicha problemática. En 1991, los campesinos habitantes de los poblados de Pezmatlán, Coyula, Rancho Morelos, La Ciénega, Coamitla y Calnali, todos pertenecientes al municipio de Calnali, decidieron llevar a cabo de manera simultánea la invasión de varios predios de propiedad privada y de grandes extensiones. Para entonces, la presencia de partidos como el PFCRN y el PRD es notable y sus delegados en el municipio aprovecharon la situación para impulsar el movimiento campesino agrupando a los campesinos de los pueblos en cuestión. Ya con la experiencia de la Huasteca se organizaron comités locales con representantes en cada una de las comunidades. Hubo acontecimientos violentos con la participación de guardias blancas y elementos de la policía municipal que se manifestaron al reprimir estas acciones. Como en sus inicios el movimiento se encontraba un poco desarticulado, se amenazó a los lideres locales y, en ocasiones, se les encarceló. Poco a poco el movimiento ganó terreno. Los predios fueron invadidos de manera definitiva con el apoyo de campesinos de comunidades vecinas pertenecientes al municipio de Yahualica, los propietarios se vieron obligados a dejar sus hogares refugiándose en la cabecera municipal o emigrando a la ciudad de Pachuca pero no por eso abandonaron la lucha para conservar sus propiedades. Promovieron ante Reforma Agraria la indemnización de sus 111

tierras y no fueron pocos los que argumentaban tener invadida una extensión mayor a la que realmente mantenían ocupada los campesinos invasores. Por su parte, los campesinos, una vez conseguido su propósito, se dedicaron a proteger los terrenos invadidos fabricando endebles viviendas y cultivando las tierras propicias para ello. En algunos predios se localizaban galeras y trapiches para la producción de piloncillo lo que fue aprovechado para la siembra de caña, pero además, se practicaban cultivos tradicionales como el maíz, el frijol y la calabaza y, en algunos casos, café, tabaco y árboles frutales. En el periodo que va de 1993 a 1995, la Secretaría de la Reforma Agraria llevó a cabo acciones tendientes a regularizar los terrenos invadidos. Para lograrlo fue necesario una dirigencia a nivel municipal por lo que se nombró un comité agrario permanente con facultades de representación para todos y cada uno de los campesinos pertenecientes a las comunidades sin distinción de partido o preferencia política. Se nombró como Presidente al delegado del PFCRN a nivel municipal, y al delegado del PRD en la entidad. Fue entonces que los poblados que habían participado en este conflicto comenzaron a observar inclinaciones por uno u otro partido dividiéndose al interior y disputando al interior las tierras que aún no eran suyas. Mientras tanto, Reforma Agraria realizó los trabajos técnicos y avalúos a través de Comisión de Avalúos de Bienes Nacionales de los predios ocupados, aunque le dio largas a los trámites y resolvió siempre a favor de los propietarios que se vieron beneficiados por las jugosas indemnizaciones que recibieron a cambio de “ceder” las tierras a favor de los campesinos. Para marzo de 1994 la Secretaría de la Reforma Agraria firmó convenios de compra con los propietarios y en abril del mismo año se pagaron las indemnizaciones. Para 1995 la mayor parte de los terrenos habían sido liquidados a sus antiguos propietarios y los trabajos de la “junta censal” se concluyeron por lo que los campesinos poseedores ante esta situación comenzaron a parcelar los mismos terrenos que fueron empleados inmediatamente para el cultivo y la construcción de viviendas. Esto provocó que los conflictos al interior de los terrenos ocupados se agudizaran propiciando divisiones y el desconocimiento de los líderes municipales nombrándose representantes locales. Para este momento la división entre PRD y PFCRN fue bastante notoria al interior de las 112

comunidades aunque los representantes de cada uno de los partidos no observaban ningún distanciamiento, por el contrario, ambos participaban en actividades electorales y actualmente ocupan cargos dentro del ayuntamiento. Los grupos simpatizantes de uno u otro partido se mantuvieron y se mantienen en constante pugna por la repartición de las mejores tierras, se otorgaron terrenos “prestados” a campesinos de otras comunidades llegando incluso personas de otros municipios como Huazalingo, Yahualica, Lolotla y Tlanchinol, personas que actualmente han establecido su residencia permanente en los terrenos mencionados ocasionando problemas a los campesinos originarios del Municipio quienes en diversas ocasiones los han querido expulsar. El proceso de regularización de estas tierras se prolongó por más de ocho años. La Secretaría de la Reforma Agraria sin contar con un procedimiento claramente establecido dio largas al asunto estableciendo criterios cada vez más complicados que implicaban trámites engorrosos y respuestas que nunca llegaban o tardaban dos o tres años en resolverse. Todo esto se complicó notoriamente porque las reformas al artículo 27 constitucional de 1992 declararon concluido el reparto agrario, razón por la cual pensar en una vía de dotación o restitución de tierras era algo que no cabría en el panorama agrario del país. En el año de 1998 la situación en cada uno de los terrenos invadidos fue de un completo divisionismo propiciado por la creciente desconfianza en los representantes quienes en muchos de los casos abusaron de su condición para apoderarse de las mejores tierras y otorgarlas a quienes ellos quisieran. En este año en que ocurrieron los conflictos más importantes, el panorama social y político era como a continuación se indica: la comunidad de Coamitla se dividió entre los de arriba y los de abajo, la representación municipal se focaliza geográfica y políticamente con los de arriba implantando a los delegados municipales e instalando en la casa de éstos el radio de banda civil lo que les permite mantener el control de dicha comunidad. Los de abajo se integran al PRD y desconocen la representación del PFCRN nombrando su propio comité quien decide promover la división espacial y física del predio a través del gobierno del estado, objetivo que logra hacia finales de este año y principios de 113

1999, mientras que los de arriba se mantienen con el Partido del Frente Cardenista. Las comunidades de Coyula, Rancho Nuevo y Santa Lucía beneficiados con las tierras invadidas, renunciaron a la posesión de éstas argumentando que se encontraban demasiado alejadas de su asentamiento original, a más de 20 kilómetros, cediéndolas a favor de los demás poseedores e invadiendo otras que se encuentran más cercanas. Mención aparte merece el conflicto generado al interior de las comunidades de Pezmatlán, La Ciénega y Rancho Morelos. En estos terrenos se encuentran construidas dos viviendas de grandes dimensiones que, según un acuerdo de asamblea, serían otorgadas una al grupo del PRD y otra al grupo de la CCC, organización que actuaría en lugar del PFCRN al perder su registro como partido. Las tierras, como sucedió con la mayoría de ellas, se dividieron y repartieron según los intereses de cada uno de los grupos, el problema sería el otorgamiento de las viviendas. Mediante otro acuerdo de la asamblea del poblado de la Cienega, los campesinos decidieron concederla al líder del PFCRN en reconocimiento a su labor. Por su parte el líder del PRD abusando de su posición, manipuló a las asambleas de cada uno de los poblados al grado de lograr que se le otorgará también la vivienda ubicada en Rancho Morelos. Pero en las asambleas realizadas nunca estuvieron presentes los habitantes de Pezmatlán que poseen las tierras del Rancho Morelos. Con estos acontecimientos el representante del PRD decidió tomar posesión de la casa sin considerar que los campesinos de Pezmatlán por su parte habían celebrado una asamblea en la que decidieron destinar la casa-habitación para la instauración de algún proyecto productivo que beneficiara a toda la comunidad. Al enterarse los campesinos de la situación que prevalecía sobre el inmueble decidieran tomarlo por asalto. En el momento de introducirse a la vivienda el líder perredista se escondió en uno de los roperos pero fue descubierto por el grupo quienes estuvieron a punto de lincharlo. Milagrosamente, éste logra fugarse y refugiarse en la Presidencia Municipal donde permaneció hasta el día siguiente amparado por su condición de regidor. A partir de entonces la casa permanece ocupada por los campesinos y es vigilada permanentemente por los mismos. Por su parte el líder presentó una demanda por despojo de 114

propiedad, secuestro y agresión ante el juez segundo de distrito en la ciudad de Pachuca, demanda que aún continúa desahogándose. En el mes de abril de 1999, se decretó la expropiación de los terrenos en cuestión a favor de la Secretaría de la Reforma Agraria para que los enajene a título gratuito en beneficio de los campesinos poseedores, decreto que se ejecuta en el mes de septiembre del mismo año, luego se entregaron las tierras a sus poseedores para que las incorporaran al régimen ejidal, condición que debe cumplirse en un plazo de cinco años ya que de no hacerlo las tierras volverán al patrimonio del gobierno federal. Es importante observar que el procedimiento para regularizar las tierras que poseen los campesinos después de haberlas invadido abarca un periodo de ocho años, tiempo en el que se desarrolla una problemática tal que en muchas de las ocasiones culmina con eventos violentos. Dentro de todo esto la presencia y participación primero del PFCRN y después de la CCC y el PRD, influyeron poderosamente sobre los acontecimientos y desarrollo de la lucha agraria al grado de que esto puede ser considerado el principal motivo de que las invasiones y lucha por la regularización de las tierras ocupadas se presentara en un momento en el que el movimiento campesino en la Huasteca hidalguense se encontraba en sus últimos momentos. Mientras que los grupos de campesinos invasores de tierras de la Huasteca hidalguense atravesaban por un periodo de diálogo y negociación con el Gobierno Estatal a través de sus organizaciones, en territorio serrano el Partido del Frente Cardenista para la Reconstrucción Nacional comenzó a promover la invasión de tierras secundado por el Partido de la Revolución Democrática, ambos con el propósito de fondo de realizar proselitismo político. Superado el primer momento de la invasión, los líderes de ambos partidos buscaron mantener su posición de representantes para, de esta manera, controlar por un lado el reparto de las tierras y el acceso al poder ocasionando con esto que las divisiones se acrecentaran y el proceso de regularización se frenara. Además como consecuencia de todo lo anterior los propietarios aprovecharon el divisionismo para demandar a sus invasores, ampararse y cobrar por dos veces las indemnizaciones que les correspondían. 115

Los indígenas y la política en la huasteca hidalguense El Estado nacional pretende desde hace ya mucho tiempo unificar a la sociedad bajo un mismo proyecto cultural, político y económico, la muy socorrida “globalización”. Por mucho tiempo se trató de descalificar la existencia de un enfrentamiento entre el gobierno y los pueblos indios. Sin embargo, dadas las condiciones económicas y políticas por las que atraviesa el país, en la Huasteca como en muchas otras regiones con grupos étnicos marginados, el Estado ha tenido que voltear la mirada y admitir su existencia como parte integral de la población nacional. En la Huasteca hidalguense se ha pasado de la resistencia (pasiva y/o violenta) a la demanda de una participación efectiva en los beneficios del desarrollo y de la vida política de la región. Lo que pretendemos destacar en este breve apartado es que el objetivo de nuestro trabajo es mostrar la relación que existe entre las condiciones materiales de vida de los campesinos pobres, indios o no, la relación que tienen con el tipo de tenencia de la tierra y la acción política como el cuadrilátero en donde la población de la Huasteca hidalguense lucha por su supervivencia de forma cotidiana. Así, los indígenas asumen la cultura política en el contexto rural, ahí se relacionan básicamente con las organizaciones campesinas, los partidos políticos, los agentes externos y con el Estado. En este sentido, consideramos que los campesinos hicieron uso de su condición de etnia como una táctica para la recuperación y defensa de la tierra. Su inmersión en la sociedad global ha provocado que específicamente la población india de ésta parte de la Huasteca pierda de forma más acelerada sus prácticas culturales y sus especificidades como grupo, lo que no necesariamente implica la pérdida de su identidad, pues según lo observado en el trabajo de campo en la medida en que reconocen su condición y buscan reivindicarla resaltan sus prácticas comunales. Por lo anterior consideramos que uno de los elementos de su identidad al terminar el siglo es que con la incursión de partidos políticos con más presencia a nivel nacional las prácticas 116

políticas y culturales de los campesinos-indígenas se han estrechado cada vez más. Su cultura política se basa en gran medida en sus costumbres, valores, tradiciones y sentimientos. La cultura política entre los indígenas es resultado de las estructuras de dominación que han caracterizado su historia, pero el análisis global de la identidad es un tema importante y tendría que ser abordado en otra investigación. Las

comunidades

campesinas

nahuas

que

habitan

la

Huasteca

hidalguense, a su interior, y en sus relaciones con el exterior, reconocen y manifiestan una cultura propia, sin embargo, al enfrentar problemas de carácter agrario son capaces de establecer y mantener relaciones más estrechas con grupos mestizos campesinos pobres, que los amalgaman en un mismo sector, creando demandas y estrategias para dar solución a los conflictos que enfrentan con otras comunidades, con latifundistas y con el Estado, diluyéndose así las diferencias étnicas que en otras circunstancias son un obstáculo para que grupos diferentes puedan unificar no los criterios e ideologías, sino rasgos culturales que los identifican como tales. Lo anterior es producto no sólo de la opresión y atraso a que ha sido condenada ésta región del país, sino resultado de la práctica gubernamental cuyos propósitos han sido precisamente disolver el factor etnia para de esta manera, dirigirse a un “sector campesino”, otorgando los apoyos de las diversas instituciones que tienen influencia en la región, evitándose el problema de identificar a cada grupo étnico por sus complejidades culturales, lo que implicaría destacar otros problemas sociales que lo pondrían en aprietos. En la medida en que forman parte de una clase social los campesinosindígenas dentro del ámbito de la vida política pueden ubicarse desde las siguientes perspectivas: 1. - Más que PRI-mestizos contra PRD-indígenas se debe considerar el grado de pobreza, es decir, deben ser considerados como miembros de una clase que rebasa el nivel de lo indígena. 2. - La lucha por la tierra no es un conflicto étnico, sino una lucha entre clases sociales en donde el rico, mestizo o indígena, controla el acceso y la distribución sobre la tierra. Sin embargo, el concepto de etnicidad funciona 117

como intermediario entre las relaciones de clase y la negación a la venta de tierras es una forma de defensa de la autonomía. “...la etnia en la Huasteca se expresa fundamentalmente en el plano de la comunidad, a la vez que en esa misma dimensión se sitúa la unidad organizativa fundamental, desde la cual se desarrolló un poderoso movimiento campesino” (Ávila, 1986: 1). 3. – La población nahua como grupo étnico se ha visto reducida por el despojo de su territorio. Sin embargo, “La disputa no es sólo actualmente tan solo por la tierra, sino también es por el derecho a gobernar. Todo esto indica que las comunidades étnicas están pasando de la etapa de la necesidad de vivir la dominación a la de desarrollar la resistencia, ya no como estrategia para sobrevivir, es decir, como estado de emergencia, ni como estructura íntima, sino como propuesta para construir en la región su opción histórica” (Robles y Rebolledo, 1990: 193).

118

VI. CONCLUSIONES.- LA COMPLEJA VIDA POLÍTICA DE LA HUASTECA HIDALGUENSE YS El Estado junto con un pequeño grupo conformado por la élite del sector campesino es el dominante sobre el campesinado y “por regla general los campesinos han estado alejados de las fuentes sociales del poder. Su sujeción política se conecta con la subordinación cultural y con su explotación económica a través del impuesto, la faena, la renta, el interés y los términos de intercambio desfavorables para el campesino” (Shanin, 1979: 12). El estudio de las características de los problemas agrarios desde una perspectiva histórica se debe vislumbrar con base en los hechos políticos y como parte de un conflicto de larga duración. La cultura política de la región es determinante en la dinámica de la estructura de poder y su influencia sobre las formas de tenencia de la tierra. Específicamente, en el ejido y las comunidades, se vinculan los conflictos por la tierra caracterizados por el despojo, al fenómeno del caciquismo, a la influencia de las organizaciones campesinas y a la participación de los partidos políticos. La interrelación de todos estos elementos trae por consecuencia una estructura de poder característica de la región, que se muestra a través de la práctica del clientelismo por parte de partidos políticos y organizaciones campesinas o el encumbramiento y disputa por puestos públicos importantes entre los caciques de la región. Para explicar lo anterior debemos partir de que particularmente en lo que va de esta década la sociedad rural presenta una gran movilidad y un rápido proceso de fragmentación y de diversificación en sus aspiraciones y reclamos. Por tanto, lo que se puede llamar movimiento campesino no es uniforme y responde a las necesidades de una población heterogénea y altamente dispersa en donde los campesinos luchan por penetrar en el libre mercado que opera a nivel nacional. Partiendo del proceso de recuperación de tierras que se dio mediante invasiones entre las décadas de 1960 y 1970, la región se ha visto transformada de manera notable en los últimos años viniendo a ocupar el factor

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tierra un papel secundario en la lucha por el poder y el control de los recursos. Debido a que la participación política de las comunidades rebasa el nivel local, regional e incluso estatal, los caciques o comisariados ejidales o de bienes comunales funcionan como formadores o elementos de las facciones políticas quienes los utilizan como instrumentos de mediación con los ayuntamientos, las dependencias gubernamentales y los partidos políticos. De esta manera las facciones, los cacicazgos, la lucha de clases, los partidos políticos y las autoridades civiles, agrarias y tradicionales, entre otros factores, han conformado un entramado de rasgos culturales característicos de la región de Huejutla que han determinado la vida política de sus comunidades y ejidos. Las facciones políticas en la Huasteca se componen por las comunidades campesinas (indias en su mayoría45), los ganaderos que a la vez son latifundistas

(agrupados

en

la

Confederación Nacional de Pequeños

Propietarios), los grandes comerciantes (estos dos grupos forman alianzas emparentándose constantemente), y aunque en menor medida por el sector del profesorado46 y el clero que en algunas ocasiones se pueden presentar ligados o en constante disputa. Todos, dependen de su capacidad para la negociación y el control de los puestos políticos locales y regionales con las instituciones agrarias oficiales y las filiales del partido en el poder. Respecto a la condición de clase se puede hacer una división tal vez un poco más compleja, por principio se puede hablar de la clase alta compuesta por la élite local en donde entran los ganaderos dueños de grandes extensiones de tierra y los comerciantes en gran escala, los estratos medios se componen por los “verdaderos” pequeños propietarios y los que cubren el sector de los servicios, los puestos burocráticos de menor jerarquía, el 45

En este sentido, consideramos que el origen de la situación a la que se enfrentan tanto campesinos como indios es el factor económico de manera que las demandas étnicas se generan a partir de las agrarias, por tanto, el peso en este trabajo se da a la cuestión agraria y no a la étnica.

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Los Profesores representan un papel significativo en la política, principalmente los bilingües que junto con organizaciones campesinas o partidos políticos permean a las comunidades con ideologías progresistas, en las comunidades se respeta su opinión y muchos de ellos se convierten en parte del cabildo. En Atlapexco y Huejutla la presidencia municipal ha sido ocupada por profesoras, lo cual es significativo debido a las condiciones en las que las mujeres se encuentran sobre todo con relación a la política. 120

comercio al menudeo y la producción agropecuaria en mediana escala y el estrato más bajo se compone por los campesinos pobres con tierra, ya sean ejidatarios o comuneros y finalmente los campesinos sin tierra, regularmente jornaleros. La cultura política de la región se manifiesta en una dinámica propia para presentarse y actuar en los eventos políticos que tienen que ver con la tenencia de la tierra o la organización y acceso a recursos económicos, basándose en el principio por así decirlo, de la formación de facciones que a su vez desarticulan cualquier tipo de solidaridad que pudiera haber entre ellos. Si seguimos a Héctor Tejera podemos decir que la cultura política es una serie heterogénea y desarticulada de valores, actitudes y acciones, con base en la cual los actores sociales construyen percepciones sobre las relaciones de poder y sustentan su acción política.47 Con base en lo anterior podemos afirmar que en los últimos años con la incursión de partidos políticos con más presencia a nivel nacional, los lazos entre los procesos electorales, las prácticas políticas y culturales de los campesinos se han estrechado cada vez más y se ve claramente en el crecimiento de la oposición en el sector del campesinado de tal manera, que los ejidatarios o campesinos organizados funcionan bajo bases clientelares locales. La incredulidad en el PRI crece, tanto del lado de los campesinos como de los detentadores del poder llámense caciques, comerciantes, etc. Ambas facciones pueden cambiar de uno a otro partido a fin de mantener una resistencia las más de las veces excesivamente desgastada y no perder los beneficios económicos que hasta entonces se tenían. Los líderes que antes militaban en el PRI debido a las pugnas al interior del mismo partido se cambian a otro partido político con la mira de competir por puestos de elección popular, lo que origina una red aún mas compleja de relaciones y acciones políticas en la región. No en vano, en el año de 1999 las presidencias municipales de Atlapexco fueron ganadas por el PRD y la de Yahualica por el 47

Ver Antropología Política. Enfoques contemporáneos editado por el INAH y Plaza y Valdéz Editores, 1ª ed. 1996, con Héctor Tejera Gaona como coordinador en donde a través de diversos artículos se analizan las formas en que se presenta y se desenvuelve la cultura política tanto en sectores urbanos como rurales.

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PT. Como en todo el país, en la Huasteca el proceso de democratización es lento y los impedimentos son producto de la historia, tradición y valores políticos además, por supuesto, del carácter autoritario del Estado. En este sentido lo que da vitalidad a este tipo de dinámica en donde la actividad política es directa es que en toda la región se comparte la misma cultura política sin que necesariamente los actores políticos la comprendan. La vida política de las comunidades se caracteriza entonces por una contradicción con el Estado manifestada en una autonomía local notablemente disminuida y amenazada por los agentes extralocales que se presentan. Sin embargo, por la experiencia tan cercana de la recuperación de tierras a través de enfrentamientos violentos, la flexibilidad de adaptación de los campesinos a la vida política y económica que marca la élite regional y la eterna inyección de capital destinado a paliativos entregados como ayudas a las familias campesinas por parte del gobierno, dicha contradicción se mantiene como un momento de tensión constante y no como resultado de un pacto político, al cual se refiere Ávila en su texto sobre Etnia y movimiento campesino (1986). Los roles de poder se distribuyen desde el catequista, el párroco, el maestro, el delegado municipal, sus alguaciles o mandaderos, el comisariado ejidal, los pasados que lucharon por la tierra en los tiempos duros, los caciques, los terratenientes, los comerciantes, el representante de alguna organización campesina o partido político y el presidente municipal que también hace las veces de comerciante y/o cacique y por supuesto las familias que llegan a tener gran influencia en todo el estado a través de los caciques, líderes de organizaciones campesinas, comerciantes, profesores, párrocos entre otros. Al interior los cargos pueden convertirse en premios o castigos según sea la posición o el prestigio que se haya alcanzado hacia fuera de la comunidad. Entre más factores externos intervengan en la organización de la comunidad o del ejido menos posibilidades tiene los campesinos de practicar las formas de organización comunal en donde fincan su solidaridad. Coincidimos con Tejera Gaona al concluir que en el sector rural y específicamente en la Huasteca hidalguense “los partidos de oposición se convierten, en realidad, en estructuras “cascaron” de grupos con poder político 122

y económico cuyo proyecto no necesariamente responde a las propuestas programáticas del partido al que se adscriben. Son instrumentos empleados como alternativa para el acceso al poder político” (Tejera, 1996: 18-19). Por otra parte, con el despojo de tierras realizado desde la colonia, los campesinos

han

visto

reducido

su

espacio

teniendo

que

modificar

constantemente su entorno para lograr sobrevivir. La mayoría de las comunidades viven en un retraso social y económico ocasionado por el aislamiento y la poca productividad de sus tierras. Las costumbres sobre la forma

de

acceder

a

una

parcela

han cambiado, los patrones de

comportamiento culturales como el respeto por los ancianos y el papel que desempeñan las mujeres en la economía de las comunidades, observan cambios constantes debido a factores tales como la migración y la instauración de un nuevo marco jurídico agrario. Los cambios efectuados en la Legislación Agraria de 1992, en la que se implementa la certificación de los ejidos y comunidades agrarias, han provocado grandes ajustes en su estructura creando un ambiente de confusión y resistencia que se manifiesta en la militancia política de los campesinos y en su filiación a las organizaciones campesinas que han tenido que modificar sus procedimientos y estrategias para lograr que la distribución, delimitación y asignación de las tierras se efectúe de acuerdo con sus intereses. Con el PROCEDE se inaugura un proceso de individualización que, junto con los programas de asistencia social que se otorgan directamente a los productores, el grave proceso de degradación de recursos naturales, que durante décadas se ha venido dando debido, entre otras cosas, a la eliminación de la vegetación original para la agricultura y la ganadería, la destrucción de ecosistemas y habitats, la pérdida de biodiversidad de la flora y fauna, la alteración climática y del ciclo hidrológico, la mayor vulnerabilidad ante los fenómenos metereológicos, y la falta de apoyo para la comercialización, atentan en contra de la organización comunal ya que al certificarse derechos parcelarios individuales sobre las unidades de producción que tienen en posesión los campesinos y otorgarse títulos de propiedad sobre los solares, la idea de la propiedad individual ha sentado sus bases en los ejidos y comunidades ocasionando que entre los campesinos crezca la idea de no tener 123

que rendir cuentas a nadie sobre las actividades que realicen en sus parcelas, la poca asistencia a asambleas de carácter agrario y el poco interés en los asuntos ejidales o comunales. La vida en comunidad se ha visto afectada y tiende a desintegrarse dando paso a nuevas formas de organización como las sociedades, cooperativas, grupos de mujeres y confederaciones con la finalidad de ser incorporadas a empresas agroindustriales y ganaderas. Aunque cabe mencionar que en esta región los presagios de diversos analistas sobre el aumento de las ventas de parcelas y el despojo por parte de acaparadores no se ha presentado

continúa la existencia de grandes

extensiones de tierras que sobrepasan los límites establecidos en la Ley Agraria para constituirse como pequeñas propiedades que comparte regularmente una sola familia, pero en ocho años que tiene la reforma del Artículo 27, son realmente muy pocos los casos donde se presentan las ventas de tierra, lo que se puede explicar a través del recuento de muertos, y trabajos por los que pasaron los pasados para recuperar la tierra y de la autosubsistencia de las comunidades. La forma en que se organizan, limitan y estructuran las facciones de poder al interior y fuera del ejido, ofrecen un panorama de cómo la movilidad social, el parentesco, las relaciones entre las facciones y la opresión de los caciques dan origen a movimientos campesinos, a la formación de organizaciones campesinas, a la intervención y oportunismo de partidos políticos y en particular a una nueva configuración espacial, social y cultural de los ejidos. Según nuestro punto de vista las comunidades agrarias han cambiado su forma de ver el espacio en dos momentos coyunturales de la investigación. Después del periodo de las invasiones, la rotación de tierras como una práctica comunal tanto en ejidos como en comunidades era más constante, pero a partir de la certificación de las parcelas la rotación de los espacios para hacer la milpa ha disminuido en la medida en que la idea de propiedad individual crece. Lo anterior conlleva consecuencias que se manifiestan en un nivel ecológico (con el deterioro de los suelos), económico (por la poca productividad en las cosechas), cultural (por la disminución de las prácticas tradicionales que mantenían cohesionada a la comunidad). En resumen podemos decir que en lo que va de esta década los 124

campesinos de la Huasteca han aprendido a compartir y escindir el poder de tal manera que aún cuando sus condiciones materiales de vida no se ven mejorar, en la mayoría de los casos el estatus político por encima de otros aspectos como la religión o lo étnico es el elemento que organiza y da vida a las comunidades. Consideramos que lo importante de todo esto basándonos en el análisis de casos concretos como se vio en el capítulo cuatro, al compararlos entre sí y vincularlos con los hechos violentos que se dieron en el momento más álgido del movimiento campesino y elaborando un balance de las condiciones actuales de dichos ejidos considerando la nueva relación que en términos jurídicos mantienen ahora con el Estado, los partidos políticos y las organizaciones campesinas, además de las actuales estrategias que emplean para relacionarse con el gobierno es que los individuos han adquirido la conciencia de que el acceso al poder y a los beneficios que esto acarrea, como el control de la producción, distribución y venta del aguardiente o la manera en que se elegirán los comisariados ejidales o delegados municipales, depende de la cantidad de recursos humanos que se puedan manipular y no necesariamente por la cantidad de tierras que se puedan tener. Los campesinos, limitados a la explotación de pequeñas extensiones de tierra, y al nulo o poco acceso a recursos económicos, buscan su subsistencia a través de las relaciones clientelares que predominan en la Huasteca hidalguense. La tierra sigue como la causa principal de las disputas en la región, ya no por poseerla sino por obtener los recursos para hacerla productiva. Hechos que dan cuenta de los procesos políticos y la conciencia de la fuerza política que han adquirido los campesinos e indígenas en los últimos años. En general, podemos decir que la creación o división de los ejidos en la Huasteca hidalguense son resultado de la intervención de grupos o facciones políticas, dichas facciones convierten a los Comisariados Ejidales en intermediarios entre el ejido, el ayuntamiento y los partidos políticos, provocando cambios en la organización del sistema político regional. En esta región la combinación de formas tradicionales de organización, tales como las asambleas comunales, el ejercicio de la autoridad y la 125

administración al interior de la comunidad o el ejido a cambio de prestigio y el sistema de cargos en las fiestas religiosas, se conjugan y se diluyen con otros procesos como el de saber que en la “nueva ley agraria” la asamblea es el órgano supremo de toma de decisiones del ejido y, como tal legitima las prácticas ya existentes, es decir, que se resocializa a la comunidad de manera que la vinculación con el exterior implica un proceso de aprendizaje y revaloración, además de la redefinición de roles. Podemos establecer que como consecuencia del movimiento promovido por los campesinos para recuperar las tierras, la unidad que existía al interior de las comunidades agrarias se ha deteriorado por la intervención de organizaciones y partidos políticos esto ocasionó que el espacio territorial se redistribuyera configurándose de esta manera los ejidos y comunidades que actualmente integran la Huasteca hidalguense. A pesar de esto, los conflictos por la tierra continúan presentándose en la región ya no en contra de los terratenientes sino entre comunidades debido a la mala aplicación de las acciones de dotación, reconocimiento y restitución de tierras. A partir de la implementación de una política agraria globalizadora en donde los campesinos no tienen cabida, la organización comunal y territorial de las comunidades agrarias se ve severamente fragmentada, pues los ejidos que se configuraron en la época anterior, en ésta son objeto de manipulaciones políticas, económicas y territoriales en donde los campesinos pretenden conservar la estructura que habían alcanzado en los últimos 35 años.

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ANEXO DE DOCUMENTOS

DOCUMENTOS DEL CAPÍTULO DOS DOCUMENTO No. 1 Informe complementario de visita de inspección 1939 “...I. - El poblado motivo de este estudio denominado Aguacate y Anexos, está situado a orillas del río Tamoyón, y en terrenos de la finca denominada Aguacate Segundo. (...) Habitantes ............................... 325 Jefes de familia ........................ 64 Capacitados ............................ 113 Cabezas de ganado mayor ...... 102 Cabezas de ganado menor ...... 76 III. El aspecto físico de los terrenos donde está situado el poblado de referencia, está situado en una planicie, el régimen de lluvias es regular (...) El poblado de Aguacate y Anexos no posee fundo legal, pues es ranchería que pertenece a la finca y sus vecinos fueron peones acasillados de la misma. V. – La clasificación de la tierra del poblado se puede considerar como terrenos arcillo-arenoso-humoso, con capa arable en las partes que se denominan vegas hasta de 1 metro de profundidad. (...) VIII. – Los centros de consumo más importantes y cercanos al poblado de Aguacate y Anexos son los siguientes: Huautla, cabecera del municipio a 12 kilómetros de distancia, Huejutla a 36 kilómetros y Chicontepec en el estado de Veracruz a 16 kilómetros aproximadamente, por caminos de herradura. El flete que se cobra en la región por los traslados de la cosecha a los

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centros de consumo más inmediatos, el cual se hace solamente a lomo de bestia, es de $2.00 por carga, más el diario de $0.50 que se le paga al arriero. (...) Los predios probablemente afectables que hay en el rumbo son los siguientes: La Finca de Aguacate Segundo, propiedad de Magdalena Vda. De Ramírez (...) con un valor fiscal de 1628.84. Aguacate Segundo Temporal y monte laborable Ocupado por caseríos de Chiliteco y Aguacate, Vinasco, etc. y caminoso _______15-00-00 Has. Los terrenos de la finca antes mencionada, son todos de monte laborable el cual está considerado como terrenos de temporal de primera, por estar enclavados en una zona fértil, no haciéndose necesario el riego por ser terrenos de humedad.” (Archivo

General Agrario.

Grupo

documental No. 23. Restitución,

Ampliación y Dotación de Tierras. Caja No. 1; exp. 10311; legajo No. 1; fojas: 65-67; asunto. Local. El Aguacate y Anexos, Huautla, Hgo. 1931-1943.)

DOCUMENTO No. 2 Informe complementario de visita de inspección 1939 “I. - el poblado (...) está situado a orillas del río de su nombre, y en terrenos que fueron de la finca que se denomina Tamoyón Segundo (...) Habitantes ....................... 1’405 Jefes de familia ......................

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Capacitados ........................... 110 III. El aspecto físico de los terrenos donde está situado el poblado de referencia, es accidentado, el régimen de lluvia es regular y su época comienza el mes de junio a octubre y la precipitación pluvial por datos tomados de otros estudios puede decirse que es de dos metros como máximo y un metro 128

veinticinco centímetros como mínimo aproximadamente, sus coordenadas geográficas son 21-05’ latitud norte y 98-20’, longitud oeste del Meridiano de Greenwich. Su altura sobre el nivel del mar es de 500 a 600 metros aproximadamente, su clima es cálido en el verano y templado en el resto del año. IV. El poblado de Tamoyón Segundo no posee fundo legal pues era una ranchería que pertenecía a la ex hacienda mencionada y sus casas habitación están hechas provisionalmente y los vecinos eran peones acasillados de la misma hacienda. V. La clasificación de las tierras del poblado se pueden considerar como terrenos arcilla-arenoso-humoso, con una capa arable en las partes que se denominan vegas hasta de un metro de profundidad. VI. El cultivo de la región son el maíz, frijol, café, chile y caña de azúcar y como cultivos secundarios se siembra haba, arberjón, lenteja, ajonjolí, etc. como plantas perennes se cultivan la naranja, papaya, plátano, mandarinas y otras, el tabaco es también cultivo de la región, pero no se ha intensificado y tiene un lugar muy secundario en la producción. Siendo el maíz la base principal del cultivo del poblado a que me refiero, por la fertilidad de la tierra y la humedad atmosférica, se obtienen hasta dos cosechas al año; la primera que se siembra en junio y se cosecha en noviembre, la segunda que se siembra en diciembre y se cosecha en mayo. El promedio de semilla que entra en una hectárea es de veinte litros aproximadamente. El salario de los peones de la región, es de $0.50 por día, los indígenas desconocen en absoluto los implementos agrícolas modernos tal como el arado y el machete que desempeña la del hacha para los desmontes o rozas. VII. El costo de una hectárea en lo general es el siguiente: Salario de diez peones a $0.50 diarios, para hacer la roza y preparar el terreno, diez peones al día para hacer limpia de lo que se rozó; cuatro peones a $0.50 diarios para 129

ejecutar la siembra; en suma el costo de la hectárea como se dice es de aproximadamente de $12.00 y el rendimiento de maíz por hectárea es de un promedio de 20 cargas, los cuales se venden a razón de $4.00 cada una, quedándole una utilidad al campesino aproximada a $68.00. VIII. Los centros de consumo más importantes y cercanos al poblado de Tamoyón Segundo son los siguientes: Chicontepec, del estado de Veracruz, que se encuentra a dos kilómetros del poblado de referencia; Huautla cabecera del municipio a 18 kilómetros aproximadamente y Huejutla, cabecera del Distrito a 40 km.; por caminos de herradura de muy mal estado. El flete que se cobra en la región por los traslados de la cosecha a los centros de consumo inmediato, el cual se hace únicamente a lomo de bestias, es de $2.00, por carga, más el diario de $0.50 centavos que se le paga al arriero. IX. La vida económica de los campesinos es precaria pues a pesar de la gran cantidad de productos que se obtienen a esas feraces tierras, impera ahí la miseria y el abandono por falta de vías de comunicación para trasladar los productos a mejores mercados y así obtener mayores utilidades, por otra parte la falta de implementos modernos agrícolas y en la forma rudimentaria en que trabajan los indígenas del poblado, hace que el rendimiento de la cosecha sea mucho menor de lo que debería producirse, sin embargo, se puede decir en lo general que los campesinos no carecen de alimentación, además tienen una buena ganadería. El gasto anual necesario para la subsistencia de una familia campesina compuesta de seis miembros es de (...) 338.10 (...) En consecuencia un campesino necesita como mínimo para vivir $1.00 diario, esto es para cubrir los gastos más indispensables de su familia. X La ocupación principal de los vecinos del poblado que se estudia es la agricultura, aunque también ejecutan labores de otra índoles para nivelar su presupuesto. El salario como ya se dice es de $0.50 y cuando las labores son intensas llega al máximo de $0.75 por día.

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XI Los predios probablemente afectables que hay en el rumbo son los siguientes: Tamoyón Segundo, propiedad de Deciderio Castillo e hijos inscrito en el Registro Público de la Propiedad en el año de 1910, con un valor fiscal de $4,275.00, Tamoyón Primero, propiedad de Gregorio Castillo e hijos, inscrito en el Registro Público de la Propiedad en el año de 1910, valor fiscal no tiene; Aquezpalco, propiedad de Felícitas Vda. De Cerecero inscrita en el año de 1910 (...) con un valor de $4,293.46. (...) Los terrenos de las fincas antes mencionadas son todos de monte laborable, el cual está considerado como terrenos de temporal de primera, por estar enclavados en una zona fértil, no haciéndose necesario el riego por ser terrenos de humedad. (...) Firma Ing. Melchor R. Soto (Archivo General Agrario. Grupo documental No. 23. Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras, caja no. 1; exp. 17432; legajo no. 1; fojas: 84-87; asunto: Local.)

DOCUMENTO No. 3 Informe de los trabajos técnicos 1940 “... Los terrenos que constituyen o forman la región del municipio de Yahualica, en lo general son montañosos, existiendo algunas vegas que se encuentran a la orilla de los ríos que atraviesan el municipio, encontrándose únicamente una porción de parte plana en la Hacienda denominada Crisolco, cuyas tierras son de acarreo y son fértiles y propicias para cualquier cultivo que se haga con excepción de los de tierra fría. En los terrenos del municipio se encuentran bosques de cedro rojo, cedro blanco, guayabo, encino y otras especies de maderas menos valiosas, de estos bosques los indígenas se proveen de maderas para sus casas, leña, etc.; los montes son explotados comunalmente ya que cada comunidad tiene su zona de protección para sacar madera como antes se dice, el resto de los terrenos sirven para labor, sobre este particular diré que los indígenas no conocen ni poseen implementos agrícolas modernos, usando únicamente el huíngaro y el machete instrumentos 131

estos que desempeñan el papel del arado y el hacha respectivamente. Los indígenas tienen la costumbre de hacer roza en una zona determinada la cual abandonan a los dos años de constante cultivo para dejar crecer de nuevo el monte, ésta rotación de cultivo o periodo de descanso lo hacen por dos razones esenciales necesarias: Primera.- por falta de instrumentos esenciales como ya se dice anteriormente, pues la vegetación es en alto grado exuberante pues al siguiente año de haberse hecho la roza, comienza a retoñar el monte y los indígenas se encuentran impotentes de exterminarlo y es por eso que lo abandonan, buscando en otros lugares para hacer nuevas rozas y nuevas siembras. Segunda.- por razones de índole topográfico, ya que la mayor parte de sus terrenos son montañosos y las sementeras se encuentran en las faldas de los cerros y sus pendientes son más o menos fuertes lo que hace que en esas milpas se deslave el terreno en muy poco tiempo y si durasen cultivando esos terrenos varios años las lluvias que se desprenden en torrentes por las pendientes a que he hecho mención arrastraría la capa arable, pues carecería del apoyo de las raíces de la vegetación espontánea que crece en más o menos tiempo protegiendo el deslave. CLIMA El clima del municipio de Yahualica es templado cálido, el periodo de las lluvias es regular y se establece en septiembre y diciembre con más intensidad y es cuando la precipitación pluvial alcanza su máximo. La precipitación pluvial alcanza 250 mm. en su máximo y 150 mm. en su mínimo aproximadamente. Los principales ríos de la región son: el río Garcés que es afluente del río Pánuco y sirve de lindero entre los municipios de Yahualica y Xochiatipan de este estado, el río Grande de Naranjos o de Yahualica que es también afluente del Pánuco y el río Huazalingo que se une con el anterior en el pueblo de Atlapexco municipio del mismo nombre y recibe el nombre de Río Grande. El municipio de Yahualica es en su totalidad agrícola, cultivándose principalmente maíz, frijol, café, chile y caña de azúcar y como cultivos secundarios haba, alberjón, lenteja, ajonjolí y algunas frutas tales como mango, naranja, plátano, piña, papaya, mandarina y otras en menor escala, el tabaco también se cultiva. 132

Los centros de consumo de los productos de la región son Huejutla, Zacualtipan, Tianguistengo y Chicontepec del Edo. De Veracruz. VIAS DE COMUNICACIÓN La región carece en lo absoluto de buenas vías de comunicación pues todos los transportes de los productos se hacen a lomo de animal, pues carecen de carreteras y ferrocarriles haciéndose difícil el traslado de esos mismos productos a los centros principales de consumo pues a pesar de la gran cantidad de productos que se obtienen en esas feraces tierras impera allí la miseria y el abandono precisamente por falta de vías de comunicación. CULTIVOS Maíz.- (...) se obtienen dos cosechas al año; la primera que se siembra en diciembre para cosecharse en mayo y la segunda que se hace en junio para cosecharse en diciembre. El promedio de semilla que entra en una hectárea es de 20 litros aproximadamente, la siembra la ejecutan cuatro peones en un solo día cuyo salario es de 20 o 30 centavos diarios, por lo que se ve el salario mínimo aun no se conoce en esas regiones pues el que se paga allí es el más miserable que he podido observar en todo el espectáculo de Hidalgo, como siembras intercalares se cultiva haba, frijol, lenteja, etc. El rendimiento del maíz por hectárea es de un promedio de 20 cargas que se venden a razón de $4.00 cada una, los cultivos intercalares puede decirse que son únicamente para el consumo de los mismos habitantes de las comunidades. CAFÉ El cultivo del café es el que sigue en importancia al maíz, pues teniendo en cuenta que es una planta perenne, anualmente les deja buenas utilidades aunque su explotación es en muy pequeña escala y de ínfima calidad pues los indígenas carecen de preparación técnica para desarrollar en mejores 133

condiciones sus plantíos, pudiendo decir que el clima es propicio y adecuado para ese cultivo el cual rendirá mayores utilidades si se aprovechara con técnica y mayor escala. En la región no se usa el sistema métrico decimal, pues impera hasta la fecha la libra y el cuartillo y en esa forma venden, cotizándose el café a 0.20 y a 0.30 centavos libra en tiempos de cosecha. La plantación se hace en tiempos de lluvias para aprovechar la humedad y después de dos o tres años se hace recolección en los meses de noviembre y diciembre; una planta en plena producción llega a dar de 5 a 6 kilos al año. CAÑA DE AZÚCAR De una manera general puede decirse que todas las comunidades tienen cañaverales, los que se explotan para hacer piloncillo pues se carece de fábrica o ingenio de azúcar y el piloncillo se elabora de manera rutinaria usándose trapiches de palo para la molienda de la caña de tracción animal y para la elaboración del piloncillo se usan cazos de cobre por lo cual los rendimientos son muy raquíticos con estos procedimientos. El producto elaborado o sea el piloncillo se vende a razón de 18 a 20 pesos la carga de 150 kilos aproximadamente; las ganancias que obtienen los campesinos es regular con este cultivo por ser los salarios de los peones muy exiguos. COMUNIDAD DEL CENTRO O YAHUALICA Esta comunidad es la cabecera y por eso le denominan comunidad del centro o Yahualica, pero únicamente a sus terrenos comunales, pues hago la aclaración que en la cabecera existe una gran extensión de pequeñas propiedades que están debidamente demarcadas en el plano conjunto del municipio, así es que no hay que confundir las pequeñas propiedades con el ejido o comunidad de Yahualica. (...) La superficie que arroja esta comunidad es la siguiente: Temporal y laborable

227-00-00 Has.

134

Ocupado por poblados y caminos

45-00-00 Has.

Total

272-00-00 Has.

El Censo agropecuario arroja los siguientes datos: Habitantes

246

Ganado mayor

42

Jefes de familia

52

Ganado menor

327

Capacitados

72

Los linderos generales de esta comunidad son los siguientes: Al norte, colinda con la comunidad de Tepetitla Al sur, linda con la comunidad de Pepeyocatitla Al este, linda con pequeñas propiedades del pueblo de Yahualica Al oeste, linda con la comunidad de Mecatlán y Mesa Larga. HACIENDA DE CRISOLCO Esta hacienda fue medida con anterioridad La superficie de esta finca es como sigue: Temporal y laborable

1332-00-00 Has

Caminos y barrancas

16-00-00 Has.

Ocupados por cauce de riego

10-00-00 Has.

Ocupado por casco y caserío

2-00-00 Has.

Suma total

1360-00-00 Has.

Los linderos generales de la finca son los siguientes: Al norte: (...) con la comunidad de Atlalco y Chiatitla Al sur: (...) con Pachiquitla y Cocotla Mpo. de Xochiciatlán. Al este: (...) con Rancho Garcés Mpo. De Xochiatipan Al oeste: (...) con Santa Teresa Mpo. De Yahualica. COMUNIDAD DE TLALCHIYAHUALICA

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Esta comunidad tuvo un incidente con la comunidad de Cochotla del municipio de Atlapexco en un punto que se denomina Cerro de Xochiaco; interviniendo en las discusiones, que se originaron, las autoridades de Atlapexco y Yahualica así como los comisionados ingenieros José Ernesto Canceco por parte de la comunidad de Cochotla y el suscrito por parte de la comunidad de Tlalchiyahualica llegando a un acuerdo satisfactorio entre ambas comunidades, quedando así resuelto su problema de linderos. (Archivo General Agrario. Grupo documental No. 23. Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras. Caja No. 1; exp. 6421; Legajo No. 1; Fojas: 94-108; Asunto: Local. Yahualica, Yahualica, Hgo. 1939-1978.)

DOCUMENTO No. 4 Reporte final de actividades 1997 El ejido Barrio Alto se conforma por un polígono único, el cual está localizado en la cabecera municipal de Huautla siendo su localidad principal, Barrio Alto que se encuentra conurbada a la zona de urbanización del municipio su principal vía de acceso es por la carretera estatal HuejutlaHuautla. (...) No. de ejidatarios ................................................

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No. de posesionarios ........................................... 74 No. de avecindados ............................................. 332 No. de ejidatarios con derecho a uso común ...... 191 TOPOGRAFÍA La topografía del terreno está configurada prácticamente en su totalidad por lomeríos, cuyo relieve se puede definir ligeramente ondulado con pendientes que van desde el 2% al 6%; salvo algunos casos donde existen algunas lomas de mayor desnivel, tal es el caso de la zona de Huautla. El terreno también presenta zonas de escurrimiento, cuyo drenaje superficial se clasifica lento o casi nulo, por lo que el agua escurre muy 136

lentamente y se mantiene en la superficie por largos periodos y ocurren encharcamientos muy prolongados, por ejemplo se menciona una fracción del lindero oriente colindando con el ejido Los Puentes a partir de vértice 272 al 1. VEGETACIÓN ... es abundante en algunas zonas, la cual consiste en bosques de encino, así como cafetales en parcelas que se localizan colindando al área de asentamiento humano de la localidad El Barbecho; también existen árboles de Jalamate, Pioche, Guásima y Chaca en menos cantidad, esta vegetación cubre aproximadamente un 40% de la superficie total del ejido y el 60% restante la conforman pastizales y en muy pocos casos cultivos de maíz y frijol así como árboles frutales de naranja, mandarina y mango. USO ACTUAL DEL SUELO ... es destinado en su mayoría al agostadero (60 %) y el que dedican al cultivo es mínimo (5%); cultivando maíz y frijol, también existen cafetales, naranjas, etc. Área parcelada ............................ 65% Área de uso común ..................... 3% Área de asentamiento humano ... 32% El tamaño de las parcelas varía de 500 metros cuadrados a 4-00-00 hectáreas aproximadamente. Los solares son de 425 metros cuadrados (25x25) en la localidad El Barbecho y en la localidad Barrio Alto es muy variable. Los trabajos de certificación se terminaron en 1997. (Archivo de la Procuraduría Agraria, Subdelegación Huejutla. Expediente ejidal de PROCEDE No. 30. Barrio Alto, Huautla.).

DOCUMENTO No. 5

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Acta General de Usufructo Parcelario Costo de producción de 1 ha. Maíz Etapa de ciclo Preparación de terreno 15 jornadas

$ 60 mil

Semilla

$ 5,040 mil

Siembra 15 jornales

$ 20 mil

Escorda 15 jornales

$ 72 mil

Cosecha 12 jornales

$ 48 mil

Aca...

$ 20 mil

Desgrane 10 jornales

$ 40 mil

Total

$265 mil

Rendimiento de producción por Ha. y su utilidad: 1 hectárea de terreno cultivado

$800 kilogramos

de maíz produce ...

$572 mil

Menos gastos de producción

$262,040 mil

Ganancia

$307,500 mil

Consumo básico frijol, chile y tortilla El gasto es de 500 pesos diarios y $1,200 pesos anuales (Archivo de la Procuraduría Agraria, Subdelegación Huejutla. Tlalchiyahualica, Yahualica. 3 de diciembre de 1989.)

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DOCUMENTOS CAPÍTULO TRES DOCUMENTO No. 1 Demanda de herencia Mateo de Herrera,, cura del pueblo de Yahualica, demanda la herencia de Juan de Guzmán (cacique y natural del pueblo) y de su mujer Magdalena de Fuentes

En el testamento de Juan de Guzmán (fjs 3 y 6v) dice que dos veces fue gobernador y una escribano y que en ese tiempo prestó 300 pesos y 300 después para el pago de tributos a los indios (fj. 4v) Declara tener “... por bienes rayces un sitio de ganado mayor llamado Quatenango que eredé de mi padre Don Gaspar de Albarado quien lo eredó de su padre Don Juan Bautista como consta de merzed que hizo el excelentísimo señor Marqués de Guadalcazar a dicho Don Juan bautista mi abuelo el qual título y demas ynstrumentos tengo en mi poder”. (fj. 5) “... declaro tener en dicho paraje Quatennango díez y seís Bacas de bientre... ocho trabillonas (¿) de a dos años... un toro y seís yíeguas... siete cavallos mansos... siete mulas y de ellas cinco mansas dos zerreras y quatro aparejos ya usados... seís potros de año...” (fj. 5 y 5v) Y declaro que es mi voluntad que la dicha mi mujer Doña Magdalena de Fuentes aya y tenga y posea por sí como vienes propios todos los aquí referidos mas es con advertencia que los a de poseer sólo el tiempo que le durare su vida porque es mi voluntad y última determinazión que luego que la dicha mi mujer aiga fallezido los referidos vienes que se allaren por muerte de la dicha mi mujer se den a los que fueren curas de este dicho pueblo de Yahualican con cargo y condición que mande decir nuebe misas...” (Ibíd.).

139

En el testamento firman como testigos José de la Cueva Girón, José de la Cueva Refugio y Martín de Larragoitía. (f. 6v) Al cura Mateo de Herrera se le da “... posesión de la Azienda de Zacatlamistla...”(f. 22v) Pero de esta acienda se encuentra en posesión Martín de Larragoitia quien no las quiere dar. (fjs.12v y 13 En el acta de posesión de las tierras de Quatenango y Sacatamistla se indica que: el paraje llamado Quatenango linda “... con tierras del (¿ pueblo?) de (¿Santo Tomas?) de la cavezera dicha acía el poniente, y hacia el norte está otro lindero a la corriente de dos ríos que se juntan que el uno de ellos vaxa por las expresadas tierras y después de juntarse con el otro que vaxa del pueblo de Guazalingo... que juntos dichos ríos sirben ya de lindero a la parte del oriente por cuya parte siguendo hasta lindar con tierras de Don Antonio Sauzedo y después linda con tierras de Don Antonio Sauzedo y después lindan con tierras de los naturales del pueblo de Guautla... que el borde de una mesa por la falda de ella sirve de lindero...” (fj. 14) Al dar posesión de las tierras el teniente general hace lo siguiente: “... cojí de la mano a el contenido señor Don Matheo de Herrera cura beneficiado... y en voz alta, y en el Real nombre de su magestad que Dios Guarde sin perjuicio de tercero o más poseedor y por mandato de los señores de la Real Audiencia de México lo entre y anpare en posesión de sus tierras... y en señal de posesión hize que arrancase yiervas tirase piedras y se pasease por ellas en señal de verdadera posesión que aprehendio pacíficamente sin contradicción de persona alguna de la qual amparava y ampare para que no sea desposehido sin ser primero hoydo, y por fuero y derecho vencido”. (fj. 14) Al día siguiente de dar la posesión se continuó con la ubicación de los linderos: “... siguiendo el rumbo de la expresada mesa del pueblo de Guautla... que por la falda de ella expresa biene siguiendo del oriente asta el camino Real del mismo pueblo... después de aver subido un banco de piedras ya al principio de la dicha mesa esta un enzino grande pintada una Santa Cruz en él y está en 140

el mismo camino Real y se llama el paraxe Papalotipan lindero que deslinda con dichas tierras de Quatenengo y Zacatlamistla... se reconoció otro lindero a el rumbo de Oriente llamado Quesquescatitlán, y desde este lindero sigue a reconocer a otro que está en el propio camino Real que biene de la Azienda de Santa Ana... que linda con tierras de dicha Azienda... llamado Techachal, y desde este sube por una loma empinada y en la cumbre de ella está otro (lindero) que son siete ojos de agua y se llama Chiconamel que biene ya declinando a el Poniente a reconocer a otro llamado Pipinitlan que deslindan estos linderos tierras del pueblo de Tecacaguaco con las dichas de Quatenango y Zacatlamistla quedando unas rancherías llamada el paraxe agua bendita dentro de las de Quatenango”. (fjs. 15 y 15v). “... declinando del sur (se reconoció otro lindero) llamado Tequiquisco que deslinda... tierras del pueblo de Tecacaguaco con las dichas de Quatenango y Zacatlamistla... otro ya al oriente llamado Meschichinaya (o Neschichinaya o Reschichinaya)... y volviendo a caher la línia del ya zitado lindero Techachal al oriente, sigue a otro llamado Apachico y desde este por el mismo rumbo a otro llamado Tecorral que estos al oriente deslindan tierras de la dicha Azienda Santa Ana con las dichas de Quatenanago y las de Tecacaguaco... otro lindero llamado Camotepequec... y desde este sigue otro por el mismo rumbo (llamado) (...) Chachiquieya (o Chachique) que (...) linda las tierras del pueblo de Santa Teresa (...) y desde este pase a reconocer otro (...) llamado El Espiral lindero que deslinda tierras del dicho pueblo de Santa Teresa y desde este pase (...) a otro lindero llamado Yamatlalco (....) en el mismo camino real que ba del pueblo de Yahualica a el de Santa Teresa (...) y al sur deslinda tierras del pueblo de San Pedro Soquitipan (...) se reconoció otro lindero llamado Tepeolol al runbo del poniente en la misma forma sigue otro llamado Ostomaxapa, por el mismo rumbo (...) sigue otro llamado Tlaxiaco y Suatel otro y Paatla que todos estos desde el ya citado Yamattlalco al poniente y norte por avajo de la cavezera” (fjs. 14-17) “Una casa vieja que es y perteneze a los vienes rayzes del dicho Don Juan de Guzman difunto, presentes todos los expresados coxi de la mano a el dicho 141

licenciado Don Matheo de Errera y en voz alta y en el Real nombre de su majestad que Dios guarde (...) lo entre en posesión ereditaria de la dicha casa por ser y pertenecer a los vienes rayzes (de Juan de Guzmán) (...) y en señal de verdadero posesión hize que abriese las puertas y cerrase y abriese las ventanas y se pasease por ella...” (17 y 17v) En el testamento de Magdalena de Fuentes esta declara tener un sitio de ganado mayor “... con ocho caballerías de tierra más nombrado Quatenengo...” (fj. 21 “...declaro que arrendé dichas tierras de Quatenango a Juan de Zerecedo vecino de esta jurisdicción en doze pesos cada año por tiempo de nuebe...” (Ibíd.). •

Cita

un

escrito en el que se denuncia el despojo de tierras hecha por Martín de Larragoitia a los indios de Yahualica (fj. 32) (Zacatlamixtla) (Archivo General de la Nación. Volumen: 2756, exp. 5,45 fjs. Asunto: Demanda de herencia).

142

DOCUMENTOS CAPÍTULO CUATRO DOCUMENTO No. 1 Fincas afectadas en Huautla (1943) Tamoyón Primero

Desiderio Castillo y hermanas

Tamoyón Segundo

Gregorio Castillo e hijos

Aguacate Primero

Alfredo Castelán

Aguacate Segundo

Magdalena

C.

Vda.

De

Ramírez Aquezpalco

Felícitas Vda. De Cerecero

Pajonal Primero

Eustolia C. Vda. De Castelán

Pajonal Segundo

Odilón Zavala

Pajonal Tercero

Sofía

Castelán

Vda.

De

González El Lindero y Coyolaco

Damiana M. Vda. De castelán

El Machín

Familia Azuara

Firma Ingeniero Manuel Ángel Duarte. (Archivo General Agrario, Grupo documental No. 23, Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras. Caja No. 1; exp. 20111; legajo No. 3; foja. 27; asunto Local. Tamoyón Primero, Huautla, Hgo. 1935-1981.)

DOCUMENTO NO. 2 Carta dirigida al subprocurador de comunidades indígenas (1964) Suscrita por numerosos campesinos del poblado de Tlalchiyahualica, municipio de Yahualica, de este estado, encabezados por Pedro Celestino y Agustín Lara, se recibió en esta dependencia, copia del escrito que con fecha 4 de junio último, dirigieron al C. Jefe del Departamento de Asuntos Agrarios y

143

Colonización exponiéndole que el citado poblado guarda el estado comunal. Señalan la actitud asumida por el C. José María Quintero Hernández Jefe de Zona Ejidal, al designarse nuevo Comisariado Ejidal presidido por Mayolo Larragoiti, persona que no cuenta con la simpatía general de los indígenas del núcleo a que me refiero y es más, no habiendo sido beneficiado el pueblo en cuestión con dotación de tierras, no se justifica que exista comisariado ejidal. (...) De acuerdo con los hechos narrados en el escrito mencionado, se concluye que es necesaria la intervención de esa procuraduría, a efecto de que, con fundamento en el artículo 307 del Código Agrario vigente y para los efectos posteriores señalados en el mismo ordenamiento legal asesore usted a los comuneros del poblado señalado, con el propósito de que designen sus representantes comunales, propietario y suplente que se encargue de la tramitación del expediente de Confirmación y Titulación de Bienes Comunales, formulándoles el acta correspondiente, así como la solicitud que hagan dichos representantes ante el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización para la instauración del expediente respectivo. (Archivo General Agrario, Grupo documental No. 23, Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras; Caja No. 1; exp. 30725; legajo No. 3; foja 20; Asunto: Local, Tlalchiyahualica, Yahualica, Hgo. 1939-1940.)

144

DOCUMENTO No. 3 Conflicto con una propietaria (1958) C. Delegado del Departamento Agrario El C. Dámaso Bautista Cortés, con el carácter de presidente del Comisariado ejidal (...) remitió a este Departamento de Inspección, Promoción y Quejas a mi cargo, un escrito fechado el 9 de diciembre último, a través del cual se queja en el sentido de que la señora Hermelinda Cerecero hija del primer matrimonio del señor Reynaldo Cerecero, hace seis meses que ha estado pretendiendo despojar al ejido de una superficie de 200 hectáreas, por el motivo de que al practicarse el deslinde ejidal en la parte colindante con una pequeña propiedad, no se le tomó en cuenta, manifestando a la vez el quejoso que la señora Felícitas Trinidad viuda de Cerecero, quedó en posesión de 20000-00 hectáreas, reconocidas como pequeña propiedad por la Resolución Presidencial de 29 de noviembre de 1944, que dotó de ejidos al poblado de que se trata, cuya superficie fue vendida por la aludida señora Felícitas Trinidad viuda de Cerecero, al señor Otón Martínez Chagoya, de lo que se desprende según manifiesta el interesado que la señora Hermelinda Cerecero no tiene ningún derecho legal para despojar al ejido de la superficie mencionada, por lo que solicita que no se le dé ningún trámite a cualquier gestión que ella haga al respecto. De los antecedentes encontrados en el expediente respectivo, se llegó al conocimiento de que el H. Cuerpo Consultivo Agrario, en sesión celebrada el 12 de septiembre de 1950, aprobó el expediente de dotación que comprende una superficie de 806-00-00 hectáreas en lugar de 843-00-00 hectáreas, que concede en dotación la mencionada Resolución Presidencial, por haberse respetado una superficie de 37-00-00 hectáreas, como pequeña propiedad de la finca de Aquezpalco, por cuya virtud suplico a usted se sirva intervenir en la resolución de este problema, procurando se respete la integridad del ejido, y si es necesario ordenar la práctica de una investigación e informar del resultado a la brevedad posible.

145

Atentamente El jefe de la Oficina de Promoción y Quejas, encargado del Departamento de Inspección, Promoción y Quejas. Lic. José Manuel Rocha Muñoz 15 de enero de 1958. (Archivo General Agrario, Grupo documental No. 23, Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras. Caja No. 1; exp. 6422; legajo No. 1, foja: 95; asunto Toca. La Mesa, Huautla, Hgo. 1939-1979.)

DOCUMENTO No. 4 Indemnizaciones 1993. En la ciudad de México, D.F. a los ocho días del mes de noviembre de 1993. Visto para emitir acuerdo (...) relativo al procedimiento de indemnización promovido por los CC: Braulio Pérez Gómez, Francisca García Ibarra, Salvador Tamaríz Pérez, Segisberto, Alejandro, Ponciano, todos de apellidos Flores Pérez, Anastacio Cordera Arteaga, Eladia Novoa Benítez y Griego Hipólito Vargas Saenz, en relación a la resolución presidencial que concedió por concepto de dotación de ejido al poblado “Atlapexco y Tecolotitla” (...) RESULTANDO Primero.- Por Resolución Presidencial de fecha 26 de mayo de 1967, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 5 de julio del mismo año, se concedió por concepto de dotación (...) una superficie de 1’752-40-00 hectáreas, de las que 1’593-00-00 hectáreas son de temporal y laborable y 3000-00 hectáreas ocupadas por el caserío y el resto de la superficie de calidad indeterminada; superficie que ha venido poseyendo el núcleo de población de que se trata en beneficio de los campesinos capacitados. (...) Por oficios 146

números 2492 Bis, 1902, 258 y 1209 de fechas 17 de noviembre de 1989, 10 de diciembre de 1990, 14 de febrero y 7 de agosto de 1992, respectivamente, el delegado agrario en el estado de Hidalgo, informó que los predios “Paso del venado”, “La Puente”, “La Loma o el Arroyo del Zapote”, “El Zapote o La Reforma”, “El Coyol Real”, “Agua Fría” y “El Porvenir”, se encuentran en posesión de los integrantes del poblado (...) en virtud de quedar incluidas en el plano proyecto de localización, sin que el fallo presidencial de que se trata así lo ordenara. Cuarto.- Cabe hacer la aclaración que de la información que obra en autos del presente expediente y en específico de los documentos técnicos como lo es el plano definitivo relativo al poblado, (...) por concepto de dotación de ejido, así como los planos correspondientes a cada predio, puestos a disposición, se concluyó que los predios citados en el resultado anterior se encuentran localizados dentro de los límites de los terrenos ejidales, según se desprende del cotejo realizado entre los planos ya mencionados (...) la Dirección General de

Asuntos

Jurídicos

(...)

estimo

procedente

las

indemnizaciones

correspondientes.(...) a consecuencia de lo anterior y con motivo del programa de regularización de la Tenencia de la Tierra, llevado a cabo por el Gobierno Federal en el estado de Hidalgo, (...) los CC: Braulio Pérez Gómez, Francisco García Ibarra, Salvador Tamaríz Pérez, Ponciano Flores Pérez, por su propio derecho y como representante legal de Segisberto y Alejandro ambos de apellidos Flores Pérez; asimismo la C. Anastacia Cordera Arteaga, la C. Eladia Novoa Benítez, ésta última por conducto de su apoderado legal el C. Miguel Angel Hernández Novoa y por último el C. Griego Hipólito Vargas Saenz, pusieron a disposición del Gobierno Federal por conducto de la Secretaria de Reforma Agraria, a fin de satisfacer las necesidades agrarias del poblado (...) los siguientes predios: “Paso del Venado”, con superficie de 15-75-63 hectáreas de temporal y agostadero, propiedad de la C. Francisca García Ibarra, “La Loma o el Arroyo del Zapote”, con una superficie de 44-76-63 hectáreas de agostadero y temporal, propiedad del C. Salvador Tamaríz Pérez, “El Zapote o La Reforma” con superficie de 22-50-48 hectáreas de agostadero y temporal, propiedad de los C.C. Segisberto Alejandro y Ponciano, todos de apellido Flores Pérez, “El Coyol Real”, con superficie de 18-50-00 hectáreas de 147

terreno de humedad, propiedad del C. Griego Hipólito Vargas Saez sumando un total de 152-48-44 hectáreas de diversas calidades. Habiendo acreditado debida y plenamente su derecho de propiedad sobre los predios y superficies de referencia; y (...) que el procedimiento de indemnización por afectación se realizó conforme a lo previsto por el artículo 219 de la Ley Federal de Reforma Agraria. (...) que las indemnizaciones resueltas con fecha 23 de julio, 27 de noviembre de 1992, 15 de enero y 16 de febrero de 1993, satisfacen en definitiva el derecho planteado en tiempo y forma por los interesados; sin que ello interfiriera en la vigencia y consolidación de los afectados jurídicos y materiales derivados de la Resolución Presidencial que nos ocupa y de los derechos agrarios colectivos e individuales que de ella emanan con motivo de su cumplimiento, ya que la indemnización resuelta es esencial y tramitada con un incidente que es su consecuencia, por lo que procede a considerar el presente caso como concluido (...) es procedente girar oficio al Registro Agrario Nacional, conforme a lo previsto por el artículo 21 del reglamento interior de ésta Secretaria”. (Archivo General Agrario, Grupo documental No. 23. Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras. Caja No. 1; exp. 28690; Legajo No. 2; Fojas: 2-7; Asunto: Trabajos Técnicos Informativos. Atlapexco y Tecolotitla, Atlapexco, Hgo. 1849-1993.)

DOCUMENTO No. 5 Resumen del expediente de dotación (1940) “... Fincas afectables.- Del propio informe se sabe que en términos de la Ley Agraria sólo se tiene afectable para dotar a los poblados de referencia, los siguientes predios: Hacienda de “Crisolco” propiedad de la testamentaria de Miguel Murillo y que registra un valor fiscal de $7,142.25 cuenta con las siguientes superficies, clasificaciones y equivalencias:

148

TIPO DE TIERRA

SUPERFICIE

TEOR TEMPORAL

REAL Temporal y monte

1332-00-00 Has.

HAS. 1332-00-00 Has.

laborable Caminos y barrancas

16-00-00 Has.

Cauce del río

10-00-00 Has.

Casco

2-00-00 Has.

Totales

841-00-00 Has.

833-00-00 Has.

Hacienda de Santa Ana, propiedad de Carlos Becerra y B. TIPO DE TIERRA

SUPERFICIE REAL

TEOR. TEMPORAL HAS.

Temporal y monte

833-00-00 Has.

laborable Barrancas y caminos Totales

833-00-00 Has.

8-00-00 Has 841-00-00 Has.

833-00-00 Has.

La afectabilidad de la primera de las fincas que detallo es notoria por constituir una sola unidad agrícola ya que a la fecha, no se ha practicado por los herederos del Sr. Murillo la partición de bienes. Extensión señalada como para la pequeña propiedad inafectable”. (Archivo General Agrario. Grupo documental No. 23. Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras. Caja No. 1; exp. 6421; legajo No. 1; Fojas: 35-36. Asunto: Local. Yahualica, Yahualica, Hgo.)

149

DOCUMENTOS CAPÍTULO CINCO DOCUMENTO No. 1 Carta del Comité municipal del PRI en Yahualica al Gobernador 1988 Lic. Adolfo Lugo Verduzco Gobernador del Edo. De Hgo. “Los que suscribimos: Comité municipal del PRI y vecinos priístas de esta cabecera municipal de Yahualica, Hgo., nos dirigimos respetuosamente ante usted para manifestarle las anomalías que estamos padeciendo y la zozobra que

constantemente

padecen

nuestras

familias

que

a

continuación

mencionamos: El pueblo de Yahualica fue fundado aproximadamente en el año de 1412, como comunidad indígena; el 26 de septiembre de 1848 se erigió cabecera municipal perteneciendo en aquel entonces al Estado de México; en el año de 1966 se da Resolución Presidencial al ejido Yahualica con 272 hectáreas, afectando una tercera parte de la población y la mitad del terreno considerado como zona urbana, pero, lo que en dicha resolución aclara que 45 hectáreas de terreno corresponde a la zona urbana, comunicamos a usted que el mencionado ejido ha solicitado ampliación, pero esto pasa a afectar a las tres cuartas partes de la población y la otra mitad del terreno considerado como zona urbana así como parcelas de otros campesinos no agremiados al ejido. De acuerdo a la solicitud hecha, estos ejidatarios se consideran dueños de parcelas solares causando serios destrozos a cafetales, encinales, así como despojos, robos de productos agrícolas, maíz, zacate para casa, maderas preciosas, todo porque se sienten apoyados y protegidos por el señor Teódulo Martínez Vergara Diputado del Frente Cardenista. Por todas estas razones señor gobernador pedimos encarecidamente su intervención a fin de que se investigue minuciosamente el caso. Señor Gobernador pedimos el deslinde y la legalización de la zona urbana de esta cabecera municipal para que haya tranquilidad en este pueblo considerado como uno de los más viejos en el Estado. 150

Señor Gobernador sabemos que tomará muy en cuenta nuestra solicitud, porque sabemos que está preocupado porque se resuelvan los problemas que padecen nuestros municipios en la región, por todo lo mencionado nos ponemos a sus respetables órdenes agradeciéndole la atención prestada. (Archivo General Agrario. Grupo documental No. 23. Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras. Caja No. 1; exp. 6421, Legajo No. 6; Foja: 3; Asunto: Local, Yahualica, Hgo. 1976-1988.

DOCUMENTO No. 2 Solicitud de dotación de tierras 1934 “... Queremos que como dijo el Gral. Cárdenas en su discurso de Oaxaca, a los indios también nos lleguen los beneficios de la Ley agraria ya que por desgracia de los Gobiernos Reaccionarios nunca pudimos ser dueños ni siquiera del jacal que vivimos y nuestra vida se arrastra entre todos los dolores y entre todos los sufrimientos. Siempre hemos tenido amos y capataces, siempre tenemos necesidad de recibir las afrentas de los terratenientes para poder sacar el pan para nuestros hijos y siempre hemos sido vistos como aprobó para los ricos y los poderosos, paro ahora que usted como revolucionario atiende a las necesidades de los campesinos, ahora que usted ha dado muestras de que sus deseos son los de elevar el nivel de vida de los hombres de campo y ahora que usted con mano enérgica castiga a los reaccionarios y protege y ampara a los indios ahora esperamos jubilosos el que las tierras nos sean repartidas para alcanzar los frutos agrarios de la Revolución y por su digno y superior conducto solicitamos a la Comisión Agraria Mixta las tierras de Tamoyón Segundo en donde hemos estado viviendo siempre cultivándolas y siempre hemos tenido la desventaja de no tener que comer a pesar de que nosotros cultivamos la tierra y la hacemos producir. C. Gobernador esperamos que usted nos saque del poder de los latifundistas del cacicazgo de los terratenientes, del azote de los que en 151

tiempos de Porfirio Díaz se hacían pasar como únicos ciudadanos con todos los derechos y con toda la justicia a sus órdenes. (Archivo General Agrario, Grupo documental No. 23, Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras, caja No. 1; exp: 17432; Legajo no. 1; foja: 2; Asunto: Local. Tamoyón Segundo, Huautla, Hgo. 1934-1939.)

DOCUMENTO No. 3 Conflicto entre Atlapexco y Tecolotitla 1981 Atlapexco, Hgo. 15 de junio de 1981 C. Lic. Gustavo Carbajal Moreno Secretaria de la Reforma Agraria Calle Bolívar No. 145 México, D.F. Por medio de la presente venimos a solicitar su valiosa intervención en la ayuda de nuestros afiliados en virtud de que Atlapexco, es la cabecera del ejido, ya que somos los auténticos ejidatarios en la resolución provisional que fue ejecutada en el año de 1940, por mandato del señor gobernador del estado de Hidalgo, así mismo por acta de deslinde y acta de conformidad que presentaremos ante usted y su digno cargo porque el anexo que aparece es la comunidad de Tecolotitla, quienes han invadido la parte que nos corresponde como ejido y queremos que se proceda a la desinvasión de dicha parte, de acuerdo al reglamento que marca la Ley de la Reforma Agraria, ya que nosotros llenamos todos los requisitos de acuerdo al artículo 200 de la misma ley, porque una vez que siendo deslindado de conformidad no tenía por que venirse a meter donde nos corresponde en el plano proyecto y el acta que arriba se menciona, esta especificado bien claro las posiciones de ellos y las Nuestras. Rogamos a usted ordene a quien corresponda vengan a rectificar el deslinde como cabecera del ejido, ya que así lo estipula la Resolución Presidencial. 152

Por su atención prestada a la presente petición le reiteramos a usted nuestro agradecimiento y respetos en este tan delicado asunto para nosotros. Caja No. 1; exp. 28690; Legajo No. Archivo General Agrario. Grupo documental No. 23. Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras. 1; Foja: 21; Asunto: Toca. Atlapexco y Tecolotitla, Atlapexco, Hgo. 1976-1994.)

DOCUMENTO No. 4 Acta de acuerdo Barrio Bajo 1996. Barrio Bajo, Huautla Hgo. Abril 9 de 1996 Estando reunidos en el lugar de costumbre se llevó a cabo una reunión de 25 ejidatarios totalmente reconocidos en toda la lucha agraria, que permanecimos en los tiempos más difíciles hasta concluir en los últimos momentos que nos hicieron entrega de las tierras del ejido en el año de 1979, nos reunimos para llevar a cabo diversos acuerdos al emparcelamiento y lotes dentro de la zona urbana ejidal. Después se discutió, se analizó y se determinó levantar la presente acta de acuerdo de conformidad y poner en orden todos los puntos que se discutieron. 1.

Al

compañero Juan Sánchez de la Cruz se le hizo un análisis y se discutió que no alcanza mayor derecho más que la parcela que mantiene en posesión de una superficie de 3-00-00 hectáreas que por razones indebidas o por malos antecedentes de su persona y de su familia, donde sin consentimiento de los ejidatarios se permitió o se permitieron vender un rifle propiedad del ejido y por otros antecedentes que no hacemos mención y le pedimos al compañero que a partir de esta fecha se comporte como tal, de lo contrario tomaremos o se tomarán otras medidas en su contra. 2.

La

señora María Soni Sánchez, viuda de Gómez, con acuerdos tomados también por esta asamblea de igual forma se determina que se quedará con la parcela que mantiene en posesión de una superficie de 3-00-00 153

hectáreas, porque la señora abandonó a su esposo hoy finado: Palemón Vite Gómez, quien fue compañero de nosotros los ejidatarios y que nosotros somos testigos de que nunca fue digna de hacerle su lonch y le dieron al abandono total, porque ninguno de sus hijos tampoco le hicieron caso ya que sus hijos no radican aquí; hace tiempo que radican en diferentes ciudades. Nadie de su familia le hizo caso, es la razón por la cual la asamblea determina que tampoco alcanza derecho a un lote dentro de la zona urbana ejidal por motivos antes señalados, que sólo se le respetarán los derechos que tiene dicha señora hasta el final de su vida, pero haciendo conciencia, nosotros los ejidatarios llegamos al acuerdo de darle un apoyo económico y esperamos que lo disfrute ahorita en vida. 3.

También

acordó la asamblea que al compañero ejidatario Armando de Jesús Hernández, no se le dará la misma superficie de parcela, sólo se quedará con la parcela que tiene en posesión de una superficie de 5-22-00 hectáreas por la razón de no obedecer las encomiendas de nuestros representantes por faltas a los trabajos que se realizan dentro de nuestro ejido, pero si la asamblea acordó en darle un lote dentro de la zona ejidal de una superficie de 30 metros cuadrados. 4.

De

la

misma manera la asamblea acuerda llevar a cabo a determinar que a los compañeros por decisiones de ese año de 1979 a invitarlos al régimen ejidal por ser compañeros campesinos y que les guste trabajar en el campo (sic), para ello lo determina la asamblea a repartirle de 7-00-00 hectáreas cada uno. 5.

Acuerda

n los ejidatarios (25) que se mantuvieron desde el inicio de la lucha agraria hasta la entrega de nuestro ejido analizan y determinan repartirse 8-00-00 hectáreas a cada uno pero si quedan en un acuerdo de que a los que nos dirigieron y encabezaron nuestra lucha serán recompensados con dicha superficie que llegase a alcanzar según la participación de cada compañero que nos supo dirigir, ya que nosotros de los 25 ejidatarios quedamos convencidos y agradecidos por la forma que supieron dirigirnos los 154

compañeros y pensamos que no tenemos otra forma de agradecerles y pagarles dicha decisión en la que se vieron o se encontraron momentos difíciles y que a veces era entrega de hasta dar la vida. No

6.

habiendo otro asunto que tratar (...) siendo las 16:00 horas Firman

25 ejidatarios con 8 Has. 9 ejidatarios con 7 Has. 1 ejidatario con 3 Has. 1 ejidatario con 5.22-00-00 Has. 1 ejidatario con 3.69-00-00 Has.

(Archivo de la Procuraduría Agraria. Subdelegación Huejutla. Expediente ejidal del PROCEDE No. 46. Barrio Bajo, Huautla, Hgo.)

DOCUMENTO No. 5 Yahualica, Hgo. A 26 de enero de 1993 Lic. Carlos Salinas de Gortari Presidencia de la República Palacio Nacional Los pequeños propietarios de los municipios de Huautla, Jaltocán, San Felipe Orizatlán, Atlapexco, le comunicamos lo siguiente: Denunciamos al Ing. Zamudio que junto con los responsables de pagos de la Secretaría de Reforma Agraria, después de que ellos han sido los responsables de los despojos que se han hecho en la región Huasteca de Hidalgo, aliados con Teódulo Martínez Diputado del Frente Cardenista, ahora son ellos los que nos exigen dinero para que nos paguen y si no les damos no nos pagan, y uno de los que tienen ellos es un vividor llamado Jesús Palacios, que a pesar de que lo han metido en dos resoluciones presidenciales y que ha vendido lotes ejidales, pide carta poder y cobra y les da lo que quiere a los compañeros pequeños propietarios, ni siquiera viene a ver los predios, hacen 155

los evalúos como quieren y ya les pagan, no tenía nada, ahora cuenta con más de diez carros último modelo, es una corrupción que con una investigación porque hay predios que hace años les pagaron y están volviendo a cobrar todo porque el ingeniero Zamudio de Reforma Agraria les saca el documento para cobrar, claro que el también se lleva su buena tajada y a los que no nos han pagado nos piden muchos documentos, se los llevamos y nos dicen que falta un documento, todo porque nosotros no damos dinero muchas veces al señor Palacios nos dice que solamente el puede cobrar sin que vengan a hacer avalúos y si es cierto, el problema es de que cobra y da lo que quiere todo porque es compadre de Teódulo Martínez, este señor es culpable de varios despojos y enfrentamientos, pero como es amigo del líder y también propietario del Frente Cardenista a ellos rápido les pagan. Qué pasa señor presidente con esta clase de anomalías de Reforma Agraria, queremos justicia y que se investigue al ingeniero Zamudio quien da al que quiere documentos para cobrar predios, el ha cobrado mucho dinero de nuestros compañeros después que hizo los planos sin respetar nuestras propiedades ahora sigue cosechando y cobrando dinero con nosotros. Señor presidente le pedimos una investigación para que vean que no son mentiras y que a compañeros auténticos pequeños propietarios nos indemnicen pronto, que no sea el vividor de Jesús Palacios quien entra a la Oficialía Mayor de Reforma Agraria como en su casa solamente a él no les piden muchos documentos ni siquiera vienen a ver los terrenos fantasmas. Atentamente Pequeños Propietarios (Archivo de la Procuraduría Agraria, Subdelegación Huejutla. Expediente abierto el 3 de junio de 1993. Por indemnizaciones no pagadas y abusos de autoridad).

DOCUMENTO No. 6 Huejutla de Reyes, Hgo. Junio de 1993 Lic. Herminio Baltazar Cisneros 156

Delegado Estatal de la Procuraduría Agraria en Hidalgo. P R E S E N T E Por medio de la presente tengo a bien informar sobre las investigaciones realizadas en el expediente remitido a esta residencia con referencia No. 470571 y anexos por la presidencia de la República donde el señor José de la Cruz y otros pequeños propietarios piden se investigue las supuestas irregularidades que existen en cuanto a los despojos efectuados en la región de la Huasteca hidalguense, falta de pago de algunos casos de indemnizaciones, por el contrario en otros, pagos múltiples por el mismo predio, realizados por parte de presuntas autoridades agrarias de dicha región; así como la venta ilegal de terrenos ejidales. Se ha realizado visitas a las diferentes personas que firman el escrito en mención, para la obtención de más información obteniendo lo siguiente: José de la Cruz, quien supuestamente firma por Yahualica dice ser profesor de educación primaria de 34 años de edad, originario y vecino de Yahualica con centro de trabajo en Jaltocán Hgo., quien manifiesta no haber firmado el documento en mención y anexa un escrito para constancia. Se investigó en Jaltocán a Antonio Amador sin ningún resultado, puesto que en Jaltocán existen varios de apellido Amador, pero ningún Antonio, así mismo en la hacienda de Chiconcoa, de este municipio viven los Amador, pero constando esto los únicos Amador que existen son: el Prof. Luis Amador, el Dr. Joel Amador, Daniel Amador Lara, Baldemar Amador Rivera (electricista en el D.F), el Prof. Felipe Amador Rivera (vive en Contepec), Crisóforo Amador y Guillermo Amador, pero ningún Antonio Amador y de estos, dicen que no existe ninguno con ese nombre y apellido en el municipio. Se investigó en Orizatlán en diferentes instituciones y dependencias sobre Roberto Fernández, coincidiendo estos con que a este señor lo mataron hace aproximadamente cuatro años y el único familiar dice no conocer a ningún Roberto Fernández. Por Huautla se investigó sin resultado alguno nadie conoce a Pedro Vite Martínez. (Archivo de la Procuraduría Agraria, Subdelegación Huejutla. Expediente abierto el 3 de junio de 1993. Por indemnizaciones no pagadas y abusos de 157

autoridad).

DOCUMENTO No. 7 Acta de acuerdo de una división de ejido 10 de febrero de 1989. El Aguacate vs Vinasco “...el ejido fue dotado con una superficie de 921-00-00 y 286-00-00 hectáreas, esto por dotación y ampliación por Resolución Presidencial, de fecha 29 de noviembre de 1944 y 2 de abril de 1982. (...) debido a los conflictos que se venían sosteniendo entre la cabecera ejidal y su anexo, desde el año 1964 ya que los campesinos de la cabecera ejidal habían despojado de todas las posesiones a los ejidatarios que se encontraban en el anexo denominado Vinasco, sucediéndose posteriormente enfrentamientos entre los grupos que llegaron a ocasionar muerte entre los mismos campesinos, por lo que las diferentes dependencias federales y estatales que se encuentran ubicadas en la Huasteca hidalguense para tratar de darle solución a dicho conflicto se debe recurrir a la División del ejido, quedando en común acuerdo ambas partes iniciándose los trámites requeridos según lo establece el art. 339 de la Ley Federal de reforma Agraria, lo anterior nuevamente se sometió al acuerdo de asamblea, donde por unanimidad manifestaron su conformidad los ejidatarios con derechos legalmente reconocidos, quedando en común acuerdo que dentro de la superficie de dotación que es de 921-00-00 hectáreas y 172-7431.09 hectáreas quede en posesión del anexo de Vinasco quedando en posesión para la cabecera ejidal una superficie de 738-39-49.82 hectáreas, esto es por parte de la dotación, asimismo la superficie que corresponde a la ampliación que es de 286-00-00 hectáreas quede en común acuerdo que la superficie correspondiente para el anexo es de 67-75-30.09 hectáreas y a la cabecera ejidal de 220-96-90.72 hectáreas, quedando de conformidad una superficie total para la cabecera ejidal de 959-36-40.54 hectáreas y para el anexo una superficie total de 240-49-61.18 hectáreas, dando a conocer lo 158

anterior se pretende en esta división crear un nuevo ejido con el nombre de El Aguacate. (Archivo de la Procuraduría Agraria, Subdelegación Huejutla. Abierto el 20 de agosto de 1993).

DOCUMENTO No. 8 Denuncia contra Juvencio Nochebuena por despojo “Los suscritos miembros del comisariado ejidal y del consejo de vigilancia y ejidatarios en general de esta comunidad, nos hemos permitido distraer las múltiples atenciones de usted para poner en su digno cargo y superior conocimiento lo siguiente: Desde el año de 1940, nos encontramos en quieta y pacífica posesión de las tierras que nos fueron concedidas en dotación ejidal por el Departamento Agrario actualmente bajo su muy digno cargo; dicha posesión que durante el año mencionado fue con carácter provisional, no ha confirmado en forma definitiva por acuerdo presidencial. Durante la delimitación del ejido, primero en forma provisional y posteriormente, en forma definitiva, como consta en las diligencias dotatorias correspondientes, que conservamos en nuestro poder, jamás se nos informó ni tuvimos conocimiento por ningún otro medio, de que enmarcada dentro de las tierras de que fuimos dotados existiera alguna porción de terreno propiedad del señor Juvencio Nochebuena, y por dicha razón repetimos a usted, hemos permanecido en quieta y pacífica posesión de las mismas; resultando de esto que a últimas fechas nos ha sorprendido verdaderamente la noticia de que, el antes mencionado Juvencio Nochebuena, se dice dueño de una fracción de 100 hectáreas de tierra comprendida dentro de nuestro ejido y más todavía que ésta a sido vendida por el expresado señor general a los señores Celestino Olivares y Crisólogo Vite, el primero vecino de este propio poblado y por lo mismo ejidatario y que funge como Presidente del Consejo de Vigilancia; y el segundo, de la vecindad del pueblo de Huautla, cabecera de nuestro municipio. 159

Por lo anteriormente expuesto, ante usted, C. Jefe del Departamento Agrario, recurrimos en demanda de justicia, en vista de que nos ha hecho víctimas de parte del repetido General Nochebuena y de los señores Celestino Olivares y Crisólogo Vita, rogándole con mucho encarecimiento sea usted muy servido de interponer sus más valiosos oficios ante el C. Presidente de la República con el objeto de que no seamos despojados de la fracción de tierra indicada, por constituir este un acto violatorio del Código Agrario y un hecho atentatorio y delictuoso en contra de nuestros legítimos derechos de ejidatarios, y además porque al privársenos de las 100 hectáreas de terreno especificadas repetidamente, el sobrante de la dotación a nuestro favor sería en manera alguna suficiente para satisfacer las necesidades del número legal de capacitados con que cuenta nuestro poblado ejidal, problema este que se agudiza profundamente más aún, tomándose en consideración el aumento de la población registra desde el año de 1940 a la presente fecha. Respetuosamente Comisariado Ejidal 25 de febrero de 1954. (Archivo General Agrario. Grupo documental No. 23. Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras. Caja No. 1; exp. 20090; Legajo No. 3; foja: 107; asunto: Toca. El Ixtle, Huautla, Hgo. 1943-1980.

DOCUMENTO No. 9 Carta del FDOMEZ Agosto, 1 de 1997. C.C. Juan Bautista Baltazar Comisariados Ejidal 160

Tenexco I, Atlapexco, Hgo. P R E S E N T E El Frente Democrático Oriental de México Emiliano Zapata FDOMEZ FACMLN Regional, Veracruz, Hidalgo y San Luis Potosí se dirigen de la manera más atenta ante ustedes como autoridades ejidales del ejido, para exponerles el siguiente problema: C. Juan Bautista Baltazar por los problemas que tuvieron con anexo de la comunidad de Cuatapa, el pueblo de Cuatapa solicitó el apoyo de la organización para hacer la división del ejido, participaron todos los pueblos organizados para realizar la brecha quedando de esta manera el lindero para no andar con el problema y resulta que tus vecinos no la han respetado porque siguen metiéndose en el área que le corresponde a Cuatapa, por lo tanto usted como comisariado ejidal tienes la facultad y el derecho de marcarles el alto, que no estén haciendo problemas porque la organización está en contra de la violencia, por lo tanta le pedimos su intervención, les damos un plazo, hasta el día 3 de agosto no queremos ver gente trabajando en el área que corresponde a la comunidad de Cuatapa. ATENTAMENTE FDOMEZ-FAC-MLN REGIONAL VERACRUZ, HIDALGO Y SAN LUIS POTOSI. (Archivo de la Procuraduría Agraria, Subdelegación Huejutla. Expediente Ejidal de Mesa de Concertación. Tenexco, Atlapexco, Hgo. vs Cuatapa, Ver.)

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ANEXO HEMEROGRÁFICO BLOQUEO DE CAMPESINOS EN LA MÉXICO-TAMPICO Alrededor de 400 campesinos de varias comunidades bloquearon durante siete horas la carretera federal México-Tampico para exigir que se construyera un camino ya licitado por la Secretaria de Comunicaciones y Transportes (SCT), con el cual no ha cumplido el encargado de ejecutar la obra. El bloqueo fue encabezado por el diputado local del PRD Cuahutémoc Fernández Hernández, quien estableció que la obra beneficiaria a mil quinientas familias de cinco comunidades. Agregó que para comercializar sus productor agrícolas, los campesinos de la región deben recorrer diariamente a pie distancias de hasta 15 kilómetros, pero muchas veces la mercancía “se les echa a perder por la dificultad para transportarlos”. Eventualmente los inconformes aceptaron la propuesta de instalar una mesa de negociación y hacer cumplir a la constructora, cuya razón social se desconoce. La Jornada, Domingo 2 de agosto de 1998. DESALOJAN 150 POLICIAS A UNOS 300 INDIGENAS EN ATLAPEXCO Unos 150 policías antimotines desalojaron violentamente a casi 300 indígenas que desde el miércoles ocupaban la presidencia municipal de esta localidad, y que en el interior retenían a funcionarios de los tres niveles de gobierno para exigir el cumplimiento de compromisos contraidos por el gobierno estatal, entre los que sobresalen proyectos productivos y generación de empleos temporales. A las 16:00 horas, un helicóptero que partió desde Pachuca, a unos 250 kilómetros de distancia, sobrevoló la zona donde se ubica la alcaldía y de inmediato entraron en acción los granaderos, que desde ayer rodearon el inmueble. Escudados y tolete en mano, los hombres de negro arremetieron contra los indígenas que se mantenían en la plaza principal frente a la alcaldía, y aunque

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muchos corrieron hacia las zonas arboladas, hubo al menos diez heridos de gravedad. Hasta el momento se habla de unos 70 indígenas detenidos y encarcelados en este mismo municipio, entre ellos Juan Bautista Hernández, dirigente municipal del PRD. La acción tuvo como objetivo liberar al subsecretario de gobierno, Bonifacio López Zavala; el alcalde Omegar Salazar Tovar; el subdirector de Gobernación para la Huasteca, Juan Fernández Rojas; a Emma Delgadillo Torres, visitadora de la Procuraduría Agraria y al subdelegado agrario Francisco Magdaleno Hernández Aguilar, quienes se encontraban retenidos por los campesinos. El conflicto se originó cuando el gobierno ofreció 27 jornales, a razón de 27 pesos cada uno, mientras que los indígenas exigieron el doble de la oferta y recursos para proyectos productivos. Ante la negativa, militantes del Frente Democrático Oriental de México Emiliano Zapata (FDOMEZ) y la organización Independiente de Pueblos Unidos de la Huasteca (OIPUH) tomaron el miércoles 27 de enero la presidencia y no dejaron salir a los que se encontraban en su interior como forma de presión para lograr sus demandas. La intervención como mediadores de los párrocos Pablo Hernández Clemente, de Huejutla; y Rodolfo Vera Beltrán y José Sánchez Santander, de Atlapexco, no fue suficiente para persuadir a ambos bandos de que negociaran. Por la noche, el Comité de Derechos Humanos de la Huasteca dijo que hay más de 40 indígenas “desaparecidos” y cinco lesionados graves. Dirigentes del FDOMEZ y de la OIPUH señalaron que luego del desalojo, tropas del Ejército instalaron un retén a 12 kilómetros de la cabecera municipal. La Jornada, Martes 2 de febrero de 1999. CAMPESINOS DE ORIZATLÁN PIDEN DEPONER AL CANDIDATO A ALCALDE Un grupo de campesinos encabezados por el ex alcalde Fortunato Rivera Castillo, bloqueó la presidencia municipal y el comité local del PRI, para exigir la renuncia de Justino Hernández a la candidatura a la alcaldía y dejar en su lugar a Fernel Arvizu Lara, hermano del diputado federal Orlando Arvizu. En 163

tanto, otro grupo de priístas de Huejutla aceptó desalojar la carretera MéxicoLaredo, cerrada desde el domingo pasado, una vez que Bernabé Flores, líder de la Unión Regional de Ejidos y Comunidades de la Huasteca, renunció a la postulación como candidato del tricolor a la alcaldía de esa localidad. La Jornada, Viernes 1° de octubre de 1999. PRIISTAS HIDALGUENSES TIENEN AISLADO EL MUNICIPIO DE ORIZATLÁN. Desde hace 14 días priístas del municipio de San Felipe Orizatlán, mantiene incomunicada a la demarcación, luego de que bloquearon los caminos de acceso, tomaron la alcaldía y el comité local del PRI, además de que cerraron escuelas y comercios, para exigir que no sea impuesto Justino Hernández Amador –militante de la Unión Regional de Ejidos y Comunidades de la Huasteca- como candidato a alcalde. En tanto, campesinos cenecistas y otros militantes del tricolor cerraron por segunda vez en menos de 72 horas, la carretera federal México-Nuevo Laredo a la altura de Actopan y marcharon a Pachuca para rechazar “la imposición” de Artemio Cruz como aspirante a alcalde. La Jornada, Jueves 7 de octubre de 1999. “Tuvo que intervenir la autoridad de Huejutla para solucionar las diferencias sobre terrenos que tenían los indígenas de Huautla y las autoridades; por suerte todo quedo arreglado”. MR. 2 mayo 1880. El Monitor Republicano. “Yo digo que sí, que debe haber algunos guerrilleros por ahí”, aventura en cambio el padre José Barón Larios, encargado de la iglesia de San Agustín en Macuxtepetla, cerca de Huejutla. “Lo raro sería que no los hubiera, dadas las condiciones de opresión, pobreza y marginación en que viven los indígenas de las Huastecas. Lo que es un hecho es que hay descontento y hasta desesperación en mucha gente. Y que mucha gente comulga con las ideas zapatistas”. PROCESO 1113/marzo de 1998. (p.23) 164

“Seguiré gobernando hasta el último día de mi mandato”: Francisco Saab. El presidente municipal de Orizatlán, Francisco Saab Morales en entrevista con EL LIBERAL deja claro que seguirá gobernando hasta el último día de su mandato y le finca la responsabilidad del conflicto político en su municipio que desencadeno en una auditoria de su administración al PRI. De su ausencia en el municipio dice que las instrucciones que ha recibido del gobierno del estado es de permanecer en Pachuca hasta que el conflicto político pase; “toda vez que se trata del partido y ellos tendrán que darle solución”, manifiesta. Con respecto a la posibilidad de que no termine su periodo constitucional, enfático argumenta que el próximo 16 de enero le estará entregando a Justino Hernández, “porque nuestro partido ganará las elecciones”, asegura. ¿Usted está metiendo las manos en el proceso electoral? “Para nada, en lo absoluto”, recorta y agrega que basa su seguridad de entregar el Ayuntamiento al candidato priísta porque “seguimos siendo el mejor partido”. ¿Por qué no ha ido al municipio?, se le insiste, “porque no queremos provocar un enfrentamiento. Esa gente que han mantenido engañada en los bloqueos no es más que una mínima parte comparada con la gente de las comunidades que me ofrecen entrar a mi pueblo encima de ellos”, asegura. Saab Morales se lava las manos y luego de insistir que en unos días más regresará a su municipio, niega que haya vacío de gobierno en su municipio y reitera que sólo sigue instrucciones. Como político, molesto dice que primeramente en política existe la ley no escrita que se llama lealtad y que varios de cola muy larga en su municipio en un juego maquiavélico se han hecho los “olvidadizos”, sin embargo, añade, “yo estoy tranquilo, las auditorias no las hacen muy seguido, es algo que no me preocupa”, acota. Con respecto a su lugar de residencia, en tono enfático destaca que es orizatlense, que siempre ha vivido en San Felipe y que jamás se va a cambiar de casa. “Ahí nací, crecí, he trabajado estoy sirviendo a mi pueblo y ahí me voy a morir y una vez que termine mi gobierno me dedicaré de nuevo a mis 165

microbuses y mis gallos como siempre lo he hecho”, sentencia. El Liberal, Pachuca, Hgo., octubre 20 de 1999. “Soy el candidato de los campesinos” Exsecretario de la CNC municipal, el Prof. Raúl Hernández Vite, investido por el PRI como su candidato a la presidencia municipal, realiza intensa gira de campaña en busca del voto que lleva el proyecto de su partido al gobierno. Comunidades como Huemaco, Acatepec, Zacatipa, Piltepeco y Cuapantla, han escuchado la propuesta de gobierno que el candidato oferta para lograr el voto mayoritario. El candidato priísta ha reiterado en sus múltiples actos de campaña que como hijo de campesinos, “soy el candidato de los campesinos”, en tanto que se compromete a encabezar un gobierno incluyente y respetuoso de los diferentes grupos políticos. “Las puertas estarán abiertas para todos sin distinción”, reiteró Posteriormente, dijo que el gobernador Manuel Ángel Nuñez Soto seguramente los apoyará, pero primero tenemos que demostrarle que nosotros estamos unidos y trabajando por un progreso de Huautla”, acotó Por otra parte al ser entrevistado por EL LIBERAL, Hernández Vite recalcó “que está seguro de ganar en los comicios del 14 de noviembre, ya que los grupos políticos priístas del municipio nos hemos unido”, y que de ser así atenderá primeramente los caminos que han sido afectados por las recientes lluvias y fortalecer la productividad en el campo, para con ello abatir el desempleo. El Liberal, Pachuca, Hgo., octubre 20 de 1999. En Xochiatipan...”La próxima administración será blanquiazul”: Ángel Manuel Martínez Este municipio cuenta con 2 barrios y 34 comunidades. Sin embargo, 3 partidos políticos (PRI, PAN, PRD) contenderán en las elecciones del 14 de noviembre para presidente municipal, por lo que sus candidatos ya comenzaron a efectuar su campaña política, visitando las comunidades y haciendo mítines. 166

Ángel Manuel Martínez y Lic. Félix Ramírez Ramírez, propietario y suplente respectivamente, iniciaron su campaña proselitista el 14 de octubre en la comunidad de Atlajco, en donde ofrecieron “un verdadero cambio para Xochiatipan”, visitando, además Tenexhueyac, Xochitl y Tecopia. Así como Xilico, Santiago I y II, Texolo, Ixtazoquico, Tlaltecatla, Cruzhica, Acatipa, Pocantla, Zacatlán, Nanayatla y Hueyactetl. El candidato Ángel Manuel Martínez declaró a EL LIBERAL, “estoy seguro que la próxima administración xichiatipense será del blanquiazul, “porque nosotros ganaremos en las próximas elecciones”. En los lugares que ha visitado declaró que lo han recibido con mucho entusiasmo, como en la comunidad de Tlatecatla, donde lograron reunir a mil personas. El Liberal, Pachuca, Hgo., octubre 20 de 1999. Creación, desarrollo y degeneración de la URECHH. Exclusiva con Modesto Hernández Medina (tercera de cuatro partes). Sentado, con el tic del bailoteo en su pierna derecha, Modesto Hernández Medina nos reveló como la degeneración de la URECHH se inició con un proceso interno del PRI en el que el entonces asesor de la organización Noel Rodríguez “el muerto” “buscaba la candidatura a la presidencia municipal y fue cuando se le incorpora a Bernabé cruz Flores que en esos días era el consejo de vigilancia y capitán de la banda de música de viento en su natal Los Otates a los trabajos de la URECHH. Medina Hernández menciona cómo el interés de “el muerto” por ser presidente y el peso político de la URECHH, tuvo como consecuencia una serie de apoyos económicos y que a su criterio fue como se inició la degeneración de Unión de Ejidos para convertirse en una agencia de mercenarismo político. Cuenta como anécdota que en esa ocasión cuando el grupo interesado en la candidatura de Noel fue a ver al gobernador Guillermo Rossell; éste en su tono agresivo de siempre bromeó y les dijo que su gallo era precisamente Bernabé, a quien le dio un golpe sólo que el trompetista se lo regresó. A fin de cuentas, relata, “el muerto” no quedó, pero a Bernabé le gustó porque había muchos apoyos y recuerdo, comenta, “que lo primero que pidió 167

para incorporarse al activismo de la organización, fue que le consiguiéramos un sueldo porque no le alcanzaba para su familia y fue así como Bernabé se hizo de su primer sueldo de gobierno en ese entonces con una charola de la judicial que le acreditaba como policía Judicial Especial del procurador de Justicia del Estado, sueldo y hasta despensa”. El líder, luego de aclarar que también ya en ese entonces él percibía un sueldo del PIVMHH, señala que en el caso de Bernabé lo que le llamó la atención a la URECHH fueron los apoyos que aprovechando la relación con el gobierno del estado se podían lograr, no la lucha social de los indígenas o la tenencia de la tierra; pero además, “le cayó bien al gobernador por su actitud igualada; coyuntura que aprovechó bien”, considera. “Pero a fin de cuentas, enfatiza, la URECHH seguía trabajando con todo el apoyo del gobierno en el desarrollo social de las comunidades hasta que matan a Benito la tarde del 11 de octubre del 83 y es entonces que empiezan a participar fuertemente Margarito, Layo, Romualdo y Bernabé en protesta por la muerte de nuestro dirigente; protesta que luego se degenera y termina creando otra imagen a la URECHH como defensoría y pleitos del Ministerio Público”, coyotaje,- interrumpe el reportero, “efectivamente”, acepta Hernández Medina. Antes de que continúe, el entrevistador le interrumpe y se le pide un paréntesis y cuestiona como fue la muerte de Benito Hernández. El hoy dirigente de la Red de Acción Democrática, luego de un largo suspiro, relata como aquella tarde del 11 de octubre “yo y otros 6 compañeros más veníamos de las oficinas que en esos días teníamos a un costado de la ESGHAR junto con Benito a eso de las 6 de la tarde y al llegar a la esquina con la avenida Antonio Reyes, Beníto se despidió de nosotros y aunque le dijimos que ya era tarde insistió en ir a tomar la camioneta que salía donde hoy es la glorieta cerca de San José”. Medina Hernández dice recordar que Benito le preguntó en esa esquina a un tipo con estilo de vaquero que tenía un morral en sus pies la hora, pregunta que el sujeto respondió de manera tensa “pero en ese momento no se nos ocurrió pensar mal y nos despedimos”. Cuando nosotros llegamos a la parada del autobús frente a difusora XECY a escasos 10 minutos de haberlo dejado, el locutor Cruz García Ostos estaba anunciando la muerte de nuestro compañero, cómo anunció, le inquiere el 168

reportero, bueno, explica, él decía que –se les informa que hace unos minutos murió Benito Hernández Cruz, dirigente de la URECHH- y mencionaba el lugar donde lo habían matado”. ¿Qué hizo?, se le interrumpe. “Lo que hice en ese momento fue irme a mi comunidad... por qué no se regresó?, interrumpe de nuevo el reportero; no me regrese porque tenía temor de lo que a mi pudieran hacerme también”, explica. Relata que fue a su comunidad a traer gente y “llegamos a la presidencia donde ya habían traído su cuerpo”. ¿Quién fue el culpable de su muerte?, se le cuestiona. El líder orizatlense señala que en esos días le cargaron su muerte al problema de Ixcatlán, en donde “había trastocado intereses y había fuertes problemas. También se dijo que el gobernador en turno había dado su anuencia; lo que creó incertidumbre toda vez que mentes maquiavélicas habían estado comentando que Benito decía que él era el que gobernaba en la Huasteca no Guillermo Rossell”. ¿Benito hizo tales argumentos? No, aclara y manifiesta que más bien fue un juego sucio en el que los intereses jugaron con Rossell y Benito, lo que dio origen al malentendido. En suma, destaca nunca se aclaró la muerte de Benito y la URECHH se perdió en protestas, defensoría en el MP, toma de tierras y hasta enfrentamientos de campesinos contra campesinos. El reportero le solicita explique lo anterior y relata el líder que al morir Benito él fue nombrado presidente interino, pero ya el camino de la URECHH lo habían delineado Bernabé y Margarito “quienes se dedicaron a enfrentar a los campesinos entre sí y a invadir predios, en tanto que yo y Anacleto Ramos éramos sus bomberos, pues teníamos que ir a apagar los problemas que provocaban; toda vez que el gobierno del estado arremetía contra nosotros. Ante esto, el gobernador nos quiso partir y vino una recesión de apoyos a la organización; aunque ya para ese entonces la URECHH tenía tres camionetas, dos camiones y hasta un terreno en la colonia Flavio Crespo de ¾ de hectárea”. Hernández Medina señala que en esos días fue cuando creció el liderazgo de Bernabé quién empezó a promover las invasiones de los pequeños propietarios arrastrando con él a Margarito. 169

Comenta que irónicamente Bernabé promovió las invasiones en contra de pequeños predios de su posteriormente compadre Dr. José Luis Fayad Medina en Atalco y Tepeolol; “es más hasta a el muerto le invadió”, en tanto que Margarito provocó fuertes enfrentamientos en Ixcatlán y que en suma consecuentemente el gobierno del estado cesa a los apoyos a la URECHH . El Liberal, Pachuca, Hgo. octubre 20 de 1999.

“Estamos con nuestro amigo el Cayuco” “La organización de pueblos Indígenas y Campesinos votará por nuestro amigo el Cayuco” enfatizó el dirigente estatal de la OPIC Teódulo Martínez Vergara durante el mitin de apoyo que ofreció la organización que dirige en la Colonia Primero de mayo de esta ciudad, en donde hombres y mujeres indígenas de dicha organización comprometieron su voto a favor de Carlos Fayad Ruíz el próximo 14 de noviembre... El Liberal, Pachuca Hgo., octubre 20 de 1999. Grupos violentan campaña priísta. Grupos políticos de este municipio, violentan la campaña proselitista del candidato del PRI Ignacio Hernández Hdez. Y es que en la comunidad de Huitzotlaco priístas inconformes encabezados por los profesores Miguel Ángel Méndez Pacheco y Ponciano Flores Pérez, éste último ex aspirante a la presidencia municipal por el PRI arremetieron con empujones y hasta golpes contra el candidato y su comitiva. La señora Sergia Hdez. Rubio, esposa del representante ejidal de la comunidad fue una de las agredidas, señalando que el grupo de rijosos la golpearon en la espalda, acusando directamente al Prof. Pedro Alvarado González y Ernestina Contreras Juárez. Cabe señalar, que dentro del grupo de agresores se encontraban Migdalia Sánchez y Sara Larragoiti Vélez quienes laboran en el Instituto Federal Electoral. Por su parte, el candidato priísta hizo un llamado a conservar la paz y la tranquilidad y a no caer en provocaciones que puedan violentar el proceso 170

electoral y principalmente crear incertidumbre en el municipio. Dijo a sus seguidores que los triunfos en política no se gana a golpes, sino con votos en las urnas electorales y para que esto suceda debe haber paz y tranquilidad. Finalmente, luego de insistir que ante todo debe conservarse la calma, señaló que se hará lo conducente con respecto a las agresiones de las que fueron objeto. El Liberal, Pachuca, Hgo., octubre 20 de 1999.

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SIGLAS AGA

Archivo General Agrario

AGN

Archivo General de la Nación

CAM

Consejo Agrarista Mexicano, después Confederación Agrarista Mexicano

CCI

Confederación Campesina Independiente

CIOAC

Central

Independiente

de

Obreros

Agrícolas

y

Campesinos CNC

Confederación Nacional Campesina

CODEHUSO

Comité de Derechos Humanos de las Huastecas Sierra Madre Oriental Asociación Civil

CONACULTA

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes

COPOCADERHH Consejo Permanente de las Organizaciones para el Desarrollo Rural de la Huasteca Hidalguense CUS-CUS

Coalición Única Social de Campesinos Unidos por la Solidaridad

CUSO

Campesinos Unidos de la Sierra Oriental

FAC-MLN

Frente Amplio para la Construcción del Movimiento de Liberación Nacional.

FDOMEZ

Frente Democrático Oriental de México Emiliano Zapata

FIFONAFE

Fideicomiso Fondo Nacional para el Fomento Ejidal

OIPUH

Organización Indígena de Pueblos Unidos de la Huasteca

OPIC

Organización de Pueblos Indígenas y Campesinos

PMT

Partido Mexicano de los Trabajadores

PPS

Partido Popular Socialista

PRD

Partido de la Revolución Democrática

PRI

Partido Revolucionario Institucional.

PROCAMPO

Programa de Apoyo al Campo

PROCEDE

Programa de Certificación de Derechos Agrarios y

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Titulación de Solares PROGRESA

Programa de Educación, Salud y Alimentación

PRONASOL

Programa Nacional de Solidaridad

PST

Partido Socialista de los Trabajadores

SAGAR

Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural

SARH

Secretaria de Agricultura y Recursos Hidráulicos

SRA

Secretaria de la Reforma Agraria

TLC

Tratado de Libre Comercio

UCAFIHH

Unión de Crédito Agropecuario, Forestal e Industrial de la Huasteca Hidalguense

UNORCA

Unión

Nacional

de

Organizaciones

Regionales

Autónomas UNTA

Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas

URECHH

Unión Regional de Ejidos y Comunidades de la Huasteca Hidalguense.

173

DOCUMENTOS CONSULTADOS Archivo General Agrario (AGA) Grupo documental 23 Restitución, Ampliación y Dotación de Tierras. Caja No. 1, exp. 6421, legajo 1, fojas: 19, 22, 23-32, 35, 36, 46, 50, 94-108, 184 y 283, Yahualica, Yahualica, Hidalgo, Asunto: Local. Caja No. 1, exp. 6421, legajo 2, fojas: 9-86, Yahualica, Yahualica, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 1, exp. 6421, legajo 6, foja: 3, Yahualica, Yahualica, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 1, exp. 6422, legajo 3, fojas: 34-95, La Mesa, Huautla, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 1, exp. 6830, legajo 1, fojas: 22, 23, 25, 26, 36 y 49, Coapantla, Huautla, Hidalgo, Asunto: Local. Caja No. 1, exp. 10311, legajo 1, fojas: 65-67, El Aguacate y Anexos, Huautla, Hidalgo, Asunto: Local. Caja No. 1, exp. 10311, legajo 3, fojas: 4, 40 y 41, El Aguacate y Anexos, Huautla, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 1, exp. 10311, legajo 5, fojas: única, El Aguacate y Anexos, Huautla, Hidalgo, Asunto: Planos. Caja No. 1, exp. 10311, legajo 8, fojas: 6-11, El Aguacate y Anexos, Huautla, Hidalgo, Asunto: Toca.

174

Caja No. 1, exp. 11063, legajo 1, fojas: 3, 6, 7, 11 y 14, Piltepeco, Huautla, Hidalgo, Asunto. Toca. Caja No. 1, exp. 17432, legajo 1, fojas: 2, 84-87, Tamoyón Segundo, Huautla, Hidalgo, Asunto: Local. Caja No. 1, exp. 17432, legajo 2, fojas: 22-24, Tamoyón Segundo, Huautla, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 1, exp. 17432, legajo 3, fojas: 56, 129 y 130, Tamoyón Segundo, Huautla, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 1, exp. 17432, legajo 5, fojas: 32-35, Tamoyón Segundo, Huautla, Hidalgo, Asunto: Ejecución. Caja No. 1, exp. 17432, legajo 6, foja: 131, Tamoyón Segundo, Huautla, Hidalgo, Asunto: Local. Caja No. 2, exp. 17432, legajo 7, fojas: 13, 25-30, Tamoyón Segundo, Huautla, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 2, exp. 17432, legajo 10, foja: 2, Tamoyón Segundo, Huautla, Hidalgo, Asunto: Trabajos técnicos e informativos. Caja No. 2, exp. 17432, legajo 11, fojas: 14-21, Tamoyón Segundo, Huautla, Hidalgo, Asunto: Ejecución. Caja No. 1, exp. 20090, legajo 3, foja: 107, El Ixtle, Huautla, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 1, exp. 20091, legajo 3, fojas: 141, 145, 155-157, 191, 192 y 20, Los Cerezos, Huautla, Hidalgo, Asunto: Toca. 175

Caja No. 1, exp. 20111, legajo 1, fojas: 56-57, Tamoyón Primero Huautla, Hidalgo, Asunto: Local Caja No. 1, exp. 20111, legajo 3, fojas: 27, 33-35 y 49-50, Tamoyón Primero, Huautla, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 1, exp. 20111, legajo 4, foja: 1, Tamoyón Primero, Huautla, Hidalgo, Asunto: Dictamen. Caja No. 1, exp. 20111, legajo 7, foja: 36, Tamoyón Primero, Huautla, Hidalgo, Asunto: Local. Caja No. 2, exp. 20111, legajo 8, fojas: 1-7, Tamoyón Primero, Huautla, Hidalgo, Asunto: Informe Reglamentario. Caja No. 2, exp. 20111, legajo 10, foja: 7, Tamoyón Primero, Huautla, Hidalgo, Asunto: Dictamen. Caja No. 2, exp. 20111, legajo 15, fojas: 1-5 y 33, Tamoyón Primero, Huautla, Hidalgo, Asunto: Ejecución. Caja No. 2, exp. 20111, legajo 16, fojas: 130-135, Tamoyón Primero, Huautla, Hidalgo, Asunto: Local. Caja No. 1, exp. 28690, legajo 1, fojas: 21, 24-27 y 38, Atlapexco y Tecolotitla, Atlapexco, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 1, exp. 28690, legajo 2, fojas: 2-7, Atlapexco y Tecolotitla, Atlapexco, Hidalgo, Asunto: Trabajos técnicos informativos. Caja No. 1, exp. 30725, legajo 1, fojas: 52 y 57, Tlalchiyahualica, Yahualica, Hidalgo, Asunto: Local. 176

Caja No. 1, exp. 30725, legajo 3, fojas: 20 y 26, Tlalchiyahualica, Yahualica, Hidalgo, Asunto: Toca. Caja No. 1, exp. 36094, legajo 4, fojas: 53 y 63-68, Luis Cabrera, Yahualica, Hidalgo, Asunto: Local. Caja No. 1, exp. 36094, legajo 5, foja: 11, Luis Cabrera, Yahualica, Hidalgo, Asunto: Ejecución. Caja No. 1, exp. 36470, legajo 2, fojas: 7, 12 y 60, Cayetano Gómez y Pérez, Yahualica, Hidalgo, Asunto: Trabajos técnicos informativos complementarios.

Archivo General de la Nación (AGN) Gpo. Documental 58: Indios, Vol. 32, exp. 332, fojas: 259-296, Yahualica, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Reconocimiento del paraje donde pretenden hacer la nueva fundación los naturales del pueblo de Yahualica (1695-1696). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 443, exp. 2, fojas 34-37, XochicoatlánYahualica, Hidalgo; Asunto: Despojo de Tierras, Luis Baca Rengifo denuncia la ocupación de una parte de sus tierras por los naturales de Xochicoatlán (1672). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 1363, exp. 7, fojas 13-17, Atotomoc, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Sobre la traslación del pueblo de Atotomoc y reducción a pueblo de rancherías dispersas de indios (1803). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 1542, exp. 3, 87 fojas, Santa Lucia Istasoquico, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Despojo del sitio y potrero nombrado San José Tecpintla (1741). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 1544, exp. 1, fojas 1-46, Yahualica, 177

Yahualica, Hidalgo; Asunto: Josefa Ruíz de Gallegos, dueña por herencia de la Hacienda de Santa Ana, despojó a los naturales de Yahualica de las tierras de Tecpintla (1741). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 1546, exp. 1, fojas 1-5, Huautla, Huautla, Hidalgo; Asunto: Despojo de tierras a los “terrasgueros” del pueblo de Huautla (1788). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 2722, exp. 1, fojas 1-5, Yahualica, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Por el pago de arrendamientos de tierras de Martín de Larragoiti, juez de la jurisdicción de Yahualica, contra Matheo de Herrera Barragán (1742). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 2722, exp. 8, fojas 1-13, HuazalingoYahualica, Hidalgo; Asunto: Naturales del partido y doctrina de Huazalingo en pleito con Antonio Cortéz, cacique y principal de Huazalingo, sobre un sitio de ganado menor y cuatro caballerías de tierra (1758). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 2722, exp. 10, fojas 1-6, HuazaligoYahualica, Hidalgo; Asunto: Naturales del pueblo de Huazalingo contra Don Gabriel de Aguilera por dos caballerías y media de tierras en el paraje conocido como Aguacoco (1714). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 2756, exp. 5, fojas 1-45, Yahualica, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Mateo de Herrera, cura del pueblo de Yahualica, demanda la herencia de Juan Guzmán (cacique y natural del pueblo y de su mujer Magdalena de Fuentes (1736-1737). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 2, fojas 1-13, Yahualica, Huazalingo y Huautla, Hidalgo; Asunto: Composición de las tierras que poseen los pueblos de Yahualica, Huazalingo y Huautla (1712). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 3, fojas 1-25, Yahualica y 178

Huazalingo, Hidalgo; Asunto: Composición de las tierras que poseen los naturales de Yahualica y Huazalingo (1718). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 5, fojas 1-9, Huautla, Hidalgo; Asunto: Composición de tierras de Huautla y oferta en dinero para su composición (1714). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 7, fojas 1-9, Hacienda Olcoyogual, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Manifestación de tierras de la hacienda Olcoyogual de Don José de la Cueva Jirón (1714). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 8, fojas 1-6, Huautla, Huautla, Hidalgo; Asunto: Composición de tierras pertenecientes a Juan de la Cueva Cortés, cacique y natural del pueblo de Huautla (1714). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 10, fojas 1-6, Huautla, Huautla, Hidalgo; Asunto: Composición de tierras de Magdalena de Fuentes, viuda de Juan de Guzmán, cacique del pueblo (1714). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 11, fojas 1-4, Zoquitipan, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Manifestación de tierras del pueblo de San Pedro Zoquitipan (1714-1715). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 12, fojas 1-4, Santa Teresa, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Manifestación de tierras (1714). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 14, fojas 1-10, San Antonio Totectitlan, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Composición de las tierras y trapiche de Francisco Montenegro (1715). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 15, fojas 1-4, San Francisco Tlamaxac, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Composición de tierras (1715).

179

Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 16, fojas 1-12, San Juan Bautista, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Composición de tierras (1715). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 17, fojas 1-7, San Pedro Huazalingo, Huazalingo, Hidalgo; Asunto: Composición de tierras (1715). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 18, fojas 1-4, Santa Catalina (o Catarina) Cholula, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Composición de las tierras de Sta. Catarina Cholula de la jurisdicción de Yahualica (1715). Gpo. Documental 110: Tierras, Vol. 3207, exp. 30, fojas 1-33, Yahualica, Yahualica, Hidalgo; Asunto: Composición de tierras de los propietarios y pueblos de la jurisdicción de Yahualica, según la Real Cédula del 26 de octubre de 1715 sobre la manifestación de tierras y propiedades (1715-1716). Archivo de la Procuraduría Agraria Subdelegación de Huejutla (APASH). Expediente ejidal del PROCEDE No. 001, Paatla, Atlapexco, Hidalgo (1993). Expediente ejidal del PROCEDE No. 46, Barrio Bajo, Huautla, Hidalgo (1996). Expediente ejidal del PROCEDE No. 24, Aquezpalco, Huautla, Hidalgo (1997). Expediente ejidal del PROCEDE No 25, El Progreso, Barrio Hondo, Huautla, Hidalgo (1995). Expediente ejidal de mesa de concertación agraria, Cochotla, Atlapexco, Hidalgo (1998). Expediente ejidal de mesa de concertación agraria, Ley Agraria 6 de enero, Atlapexco, Hidalgo (1995). Expediente ejidal del PROCEDE No. 38, Tohuaco I, Huautla, Hidalgo. 180

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