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Spanish; Castilian Pages 160 [156] Year 2019
Kurt Spang: Hablando se entiende la gente
HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE INTRODUCCIÓN A LA COMUNICACIÓN VERBAL
Kurt Spang
Iberoamericana
Vervuert
•
1999
Spang, Kurt: Hablando se entiende la gente : introducción a la comunicación verbal / Kurt Spang - Madrid : Iberoamericana; Frankfurt am Main : Vervuert, 1999 ISBN: 84-95107-37-6 (Iberoamericana) ISBN: 3-89354-112-8 (Vervuert) Dep. Legal: M-10.990-1999
© Iberoamericana, Madrid 1999 © Vervuert, Frankfurt am Main 1999 Reservados todos los derechos Diseño de portada: Cruz Larrañeta. San Sebastián. España. Tel.: 943 454820 Impreso en España por Gráficas Almeida s.L. - Santa María 16 - 28014 Madrid
ÍNDICE GENERAL
Preliminares
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1. ACLARACIONES PREVIAS
1.1. Definición y función de la comunicación verbal
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1.2. Algunos términos técnicos
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2. TIPOS DE COMUNICACIÓN VERBAL
2.1. Diversidad de géneros 2.1.1. Forma de transmisión: comunicación escrita u oral 2.1.2. Los emisores: comunicación unilateral o multilateral 2.1.3. Modo de realización: comunicación directa o diferida 2.1.4. Ámbito de realización de la comunicación 2.1.5. Función de la comunicación
25 26 26 27 27 28
2.2. Un surtido de géneros convencionales
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2.2.1. Géneros escritos
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La carta/circular comercial El curriculum vitae La instancia /solicitud El informe/memoria La reseña de libros El artículo periodístico El artículo/la nota científicos
29 31 32 33 34 36 37
2.2.2. Géneros orales
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El discurso festivo La presentación de un nuevo colaborador La presentación de un conferenciante La inauguración o apertura de acto social/ institución La conferencia y la ponencia
38 40 41 42 43
3. PRESUPUESTOS PARA UNA EFICAZ COMUNICACIÓN VERBAL
3.1. Presupuestos lingüísticos y conocimiento de causa 3.1.1. Conocimiento de la materia 3.1.2. Dominio del idioma 3.1.3. La perseverancia y la ilusión
47 47 48 49
3.2. Las estrategias persuasivas 3.2.1. Enseñar e informar 3.2.2. Deleitar y divertir 3.2.3. Conmover y movilizar 3.3. Los criterios de calidad de la comunicación 3.3.0. Consideraciones previas 3.3.1. Los criterios de calidad 3.3.1.1. La adecuación 3.3.1.2. El dominio del idioma 3.3.1.3. La claridad y la precisión 3.3.1.4. La formulación elegante y el estilo 3.3.1.5. La extensión adecuada 3.3.1.6. La capacidad de escuchar y leer 3.3.1.7. A hablar se aprende hablando. A escribir se aprende escribiendo
50 51 53 54 55 55 56 57 59 60 62 63 64 66
4. ELABORACIÓN DE LA COMUNICACIÓN
4.0. Observaciones previas
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4.1. Fase I: Averiguación y selección de datos y argumentos 73 4.1.1. Acumular materiales 4.1.2. Preguntas acerca de personas 4.1.3. Preguntas acerca de las cosas 4.1.4. Preguntas acerca de las circunstancias 4.1.5. Indicios 4.1.6. Argumentos técnicos y fácticos
75 76 77 77 79 79
4.1.7. Búsqueda de materiales en trabajos universitarios 4.1.8. Selección de materiales 4.1.9. Función de los materiales
80 82 84
4.2. Fase II: Ordenación de la totalidad de la comunicación y de los argumentos 84 4.2.1. Organización del tiempo
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4.2.2. Ordenación de la totalidad de la comunicación
88
4.2.2.1. La división en dos partes 4.2.2.2. La división en tres partes 4.2.2.3. La división en 4, 5 o más partes
89 90 92
4.2.3. Esquemas de ordenación de la comunicación ...
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4.2.3.1. Los guiones
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4.2.4. Cómo hacer guiones
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4.2.4.1. Guiones para comunicaciones escritas Carta comercial Curriculum vitae Trabajo/ponencia Artículo periodístico
95 96 96 96 97
4.2.4.2. Guiones para comunicaciones orales .. Discurso festivo Presentación de un nuevo colaborador Palabras de inauguración o apertura...
100 100 101 102
4.2.5. Ordenación de materiales y argumentos
102
4.3. Fase III: Redacción/formulación de la comunicación... 104 4.3.1. Criterios 4.3.1.1. Claridad, sencillez, brevedad 4.3.1.2. Formulación oral - formulación escrita.. 4.3.2. Las estrategias persuasivas y la formulación .... 4.3.3. Otra vez: el tiempo disponible 4.3.4. La redundancia informativa 4.3.5. Cuatro factores: receptor, tema, intención persuasiva, situación 4.3.6. Los recursos retóricos 4.3.7. Otra vez: las prácticas 4.3.8. Duración y extensión 4.4. Fase IV: La presentación oral
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4.4.1. La memorización 4.4.1.1. Memorizar la comunicación oral 4.4.1.2. Ejemplo de memorización visual 4.4.2. Articulación 4.4.2.1. El miedo 4.4.2.2. Criterios y función de la articulación 4.4.2.3. Remedios
113 114 115 117 117 119 120
4.4.3.La presentación 4.4.3.1. El ambiente 4.4.3.2. Los movimientos y la vestimenta 4.4.3.3. El ensayo general
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5. EJEMPLOS PRÁCTICOS
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5.1. Carta comercial 5.2. Curriculum vitae 5.3. Instancia 5.4. Artículo periodístico 5.5. Reseña
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REPERTORIO DE RECURSOS RETÓRICOS...
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BIBLIOGRAFÍA ELEMENTAL
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PRELIMINARES
Hablar no significa ser escuchado, ser escuchado no significa ser comprendido, ser comprendido no significa haber persuadido, haber persuadido no significa ser recordado, ser recordado no significa cambiar de comportamiento. Konrad Lorenz
Este libro no se escribe para demostrar que es acertado el proverbio «Hablando se entiende la gente» —de sobra lo sabe todo el mundo— sino más bien porque observo con creciente inquietud —y soy uno entre muchos— que, incluso presuponiendo que la gente estuviese deseosa de entenderse, va fallando cada vez más la primera parte de lo expresado en este dicho, a saber, la misma capacidad de hablar. De modo que lo que se presenta en este libro es antes bien una iniciación al cultivo de la lengua y de la expresión que un llamamiento a entenderse, que mucha falta hace también, sin lugar a duda, pero que probablemente será una consecuencia inmediata, una vez adquiridas las aptitudes de discurrir y formular, y teniendo la suficiente buena voluntad. Todos tenemos la experiencia con nosotros mismos y con las personas que nos rodean de que el dominio del idioma en todas sus facetas va deteriorándose con una velocidad vertiginosa, desde la falta del vocabulario más elemental, pasando por la sintaxis defectuosa y terminando con la precaria elaboración de textos. Evidentemente las penurias no terminan con la vertiente productiva, también va disminuyendo la capacidad de recepción de comunicaciones verbales. No
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KURT SPANG
solamente se pierde la disposición a escuchar, que ya es grave, sino que en demasiados casos se ha mermado peligrosamente hasta la capacidad de comprender lo transmitido. Es hora de despertar y empezar a mentalizarnos de que está en juego algo más que el deterioro del mero intercambio de informaciones. La lengua es tan fundamental en nuestra condición de seres racionales y sociales que prescindiendo de ella dejaríamos de ser hombres y volveríamos a las cuevas y la piel de oso. Entre los objetivos y cometidos de la lengua la comunicación verbal es algo como la punta del iceberg, dado que además con la lengua conocemos y con la lengua pensamos y así es nuestro más sutil instrumento de comunicación. Ciertamente, el conocimiento espontáneo se realiza a través de los sentidos, percibimos y hacemos nuestras las cosas con los ojos, los oídos, el olfato. Pero inmediatamente después ya se inicia el proceso de verbalización, damos nombre a las cosas y los fenómenos, los relacionamos y los valoramos a través de oraciones, los clasificamos y sintetizamos a través de textos. Y no hablemos de la enseñanza en todos los niveles, escolar, profesional y universitario; es fundamental e ineludiblemente verbal. Basta imaginarse por un instante que no dipusiéramos de la lengua para darnos cuenta de que sin ella ni siquiera seríamos capaces de pensar. Aunque la lengua en sí no es todavía la idea, el argumento y el raciocinio, sin embargo, es su único e imprescindible vehículo. Hasta la intuición repentina, que por naturaleza no es verbal, para que se vuelva consciente y sea comunicable a otros ha de vestirse de palabras. Es más, a veces es justamente el lenguaje el que nos proporciona nuevas ideas y nos familiariza con nuevos conceptos. En el fondo, casi la totalidad de nuestro acervo cultural se nos ha transmitido a través del lenguaje. Si no fuese a través de la palabra, este se nos iría perdiendo continuamente. ¿Hacen falta más pruebas para demostrar la importancia elemental del lenguaje y de la comunicación verbal? Se deduce fácilmente que cuanto más débil es el andamio léxico y sintáctico del que disponemos, más frágil será nuestro pensamiento y menos convincente
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H A B L A N D O SE E N T I E N D E L A G E N T E
será su comunicación a otras personas. Porque hablando bien, en el sentido de hablar correcta y adecuadamente, se entiende la gente y ello en el doble sentido del verbo entender, puesto que no solo de la transmisión de informaciones vive el hombre sino también del entendimiento, que es condición sine c¡ua non de la pacífica convivencia. La palabra no solamente informa y relata, relaciona y explica, distingue y aclara, enjuicia y critica, también alaba y lamenta, anima y consuela, motiva y entusiasma, reza, une y enamora. En cambio, el inminente y en parte ya existente «analfabetismo funcional», como los pedagogos suelen llamar a la incapacidad de manejar el propio idioma, cuyo dominio se reduce a la facultad de identificar las letras y de manejar unas 200 palabras, no solamente constituye un serio peligro para la subsistencia de la cultura, es ante todo una amenaza para la convivencia, dado que el individuo que no puede canalizar sus ideas, sus sentimientos e impulsos a través de las palabras y a través de la lengua los exterioriza a través de la violencia y la destrucción. Lo dejó bien claro Alfonso Reyes cuando constató que «el que deja de razonar con palabras no tiene ya más recurso que la agresión. Por eso hay que ponerse en guardia contra el que enmudece. Enseñar a decir al hombre, adiestrarlo en la dicción, es humanizarlo o 'desanimalizarlo'1.» Urge contrarrestar la tendencia a la formación de una sociedad "deslenguada" tal como se nos está presentando en estos momentos. Y somos responsables todos, desde los padres hasta los profesores, los periodistas y todos los que hablan de una u otra forma oficial o particularmente, en público o en privado. La lengua no es nuestro único medio de comunicación, podemos comunicarnos por gestos, por mímica, por imágenes, pero, sin duda, la lengua es el medio más importante y más eficiente: dominar el así llamado «arte del buen decir» es un instrumento poderoso de persuasión y por tanto de influencia en las personas. Hablar bien y correctamente conlleva evitar malentendidos y errores, significa poder motiAlfonso Reyes «La antigua retórica», Obras Fondo de Cultura Económica, 1961, 371.
Completas,
t. XIII, Méjico,
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var y entusiasmar, hablar bien aumenta la autoestima, agudiza la forma de pensar. Tradicionalmente venía ocupándose de la labor de enseñar el arte del buen decir, la comunicación verbal eficaz, la retórica, aquella técnica tantas veces criticada y vilipendiada y tantas veces resucitada, renovada y rejuvenecida, adaptada a nuevas necesidades y que cumple todavía hoy eficaz y espléndidamente con el cometido de siempre, a saber, el de debatir, consensuar opiniones discrepantes y arreglar conflictos de intereses contrarios. La supervivencia de toda convivencia, y más aún de la democrática no puede prescindir de la retórica. La segunda mitad de nuestro siglo se caracteriza precisamente por dos factores estrechamente vinculados con la comunicación: en primer lugar la creciente idiomatización de la sociedad en el sentido de una importancia cada vez mayor, si no de la omnipresencia, del lenguaje y la consiguiente necesidad de su dominio, y segundo, íntimamente relacionado con el primero, el renacimiento de los estudios retóricos de toda índole, primero en los Estados Unidos y luego en Europa 2 . Ante este estado de cosas la actual discrepancia entre las urgentes e ineludibles necesidades comunicativas y las deficiencias palpables entre los usuarios del idioma es alarmante y a largo plazo nefasta para los propios individuos y la sociedad. El que no maneja por lo menos el instrumental del idioma se condena a la incomunicación y la ineficacia, se margina, se perjudica o incluso se hunde profesional y humanamente. El propósito de este libro es introducir en los fundamentos de la comunicación verbal, brindar —sin un excesivo bagaje científico— las reglas básicas para la elaboración de la comunicación verbal en sus rasgos generales y en la de algunos tipos de comunicación usuales3. El Véase a modo de ejemplo reducido, la «Bibliografía selecta» de mis Fundamentos de retórica literaria y publicitaria, Pamplona, Eunsa, 1997, 235250. El experto notará que el esquema y los procedimientos que propongo son los de siempre o por lo menos los más populares, a saber, los propagados por Quintiliano en su Institutio oratoria publicada probablemente en la primera mitad de la década de los noventa después de Cristo y los practica-
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principio rector de la exposición es el de la mezcla de la teoría y la práctica, es decir, una introducción en el sistema de la elaboración de una comunicación tanto oral como escrita, sistema que comprende la alusión a las estrategias persuasivas, los criterios cualitativos de la elaboración y, finalmente, las diversas fases recomendables para la realización concreta de la comunicación. Además se intenta presentar una tipología de los diversos géneros de comunicación. En todo momento se procura ejemplificar la teoría con aplicaciones prácticas aunque sean ficticios los casos presentados, sin embargo —como se verá— no se hallan demasiado alejados de las circunstancias comunicativas, sea en el ámbito profesional sea en las más simples relaciones personales cotidianas. En el marco de este libro no podemos dedicar mucho espacio a los aspectos no verbales de la comunicación, aunque su importancia es notable como intensificadores y matizadores de la comunicación verbal. Basta pensar en la mímica, los gestos, la vestimenta, en la comunicación oral y directa y la presentación tipográfica e icònica en comunicaciones escritas4. No quisiera terminar estos preliminares sin expresar mi gratitud por la desinteresada colaboración y, los consejos que con permanente disponibilidad me está ofreciendo Margarita Iriarte y especialmente en este libro. Ella no solo se tomó la molestia de corregirme los traspiés ortográficos y estilísiticos sino que también se preocupó del pulimiento biblio-tipográfico de estas páginas. Si permanece alguna aspereza se debe a mi testarudez.
dos durante siglos en todo Occidente. Ahora bien, lo antiguo no es inservible por ser antiguo, más de una doctrina y enseñanza de los clásicos no ha perdido un ápice de su vigencia y así ocurre también con las de Quintiliano, el venerado calagurritano. Fernando Poyatos, La comunicación no verbal, Madrid, Istmo, 1994 y
Mark L. Knapp, La comunicación Barcelona. Paidós, 1992.
no verbal. El cuerpo y el
entorno,
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ACLARACIONES PREVIAS
1.1. Definición y función de la comunicación verbal La primera aclaración que se impone al iniciar el libro es la del mismo término «comunicación verbal». La forma más sencilla de definir la comunicación es la siguiente: la comunicación se realiza entre un emisor y un receptor; los dos utilizan un código para elaborar y transmitir un mensaje. Este esquema es aplicable a cualquier tipo de comunicación, también a los códigos no verbales, p. ej. las efectuadas a través de imágenes, sonidos, gestos, etc. Un código es un sistema de signos que pueden ser de varia índole. La especificación «comunicación verbal» indica que el mensaje que se transmite está elaborado con palabras. La función de la comunicación verbal se sugiere ya en la misma definición: transmitir mensajes verbales. Evidentemente la función no se acaba allí, admite muchísimas especificaciones, tantas como funciones tiene el lenguaje cuando dos o más individuos se comunican. Entre preguntar y contestar, entre relatar y ordenar, entre convencer y movilizar y muchísimas facetas más anda la cosa. Volveremos al asunto cuando hablemos más adelante de las estrategias persuasivas. La estudiosa americana Kathleen K. Reardon, contempla la situación de modo completamente pragmático cuando afirma: Si los seres humanos son criaturas sociales interesadas en acceder a la compañía de los otros y en suscitar su aprecio, hemos de suponer que buscan comprender cuáles son las conductas que les allanarán el
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KURT SPANG camino de ese proceso. La comunicación es uno de los medios para descubrir y demostrar la pertinencia de nuestras opciones de conducta. [...] Hasta un simple «Hola» transmite al receptor del saludo la conciencia de que es objeto de reconocimiento5.
1.2. Algunos términos técnicos Para evitar —ya de entrada— malentendidos en lo que sigue me parece útil adelantar y explicar algunos términos técnicos que utilizaremos en torno al concepto de la comunicación verbal. Para poder englobar a todas las posibles personas que pueden formar parte de una comunicación utilizaremos para todos el término común: comunicadores para abarcar a todas las personas que intervienen en la comunicación, tanto al emisor, es decir, el que inicia la comunicación, como al receptor; es decir, el que recibe el mensaje y reacciona contestante o formulando a su vez una pregunta. Así se hace más comprensible también que los papeles de emisor (el que habla) y receptor (el que escucha) sean intercambiables, reversibles. En una conversación esto ocurre constantemente, la pregunta dirigida por un emisor a un receptor hace que en la contestación el que antes era receptor después se convierta en emisor, invirtiendo la dirección de la comunicación. Desgraciadamente no podemos entrar en más detalles, pero sí conviene que quede constancia de una de las problemáticas nucleares de la comunicación verbal, a saber, la inmensa dificultad, si no imposibilidad de que el receptor capte con toda exactitud el mensaje que le envía el emisor; es decir, siempre existe la posibilidad de una pérdida o de malentendidos parciales o totales del mensaje y sobre todo de los matices que un comunicador haya querido transmitir al otro. Los especialistas hablan de "ruidos" que se introducen en la comunicación, es decir, pequeños o grandes obstáculos que dificultan la transmisión y que pueden ser de varia índole: ruidos reales en la comunicación oral o telefónica, faltas de tipografía, desconocimiento Kathleen K. Reardon, La persuasión en la comunicación. Teoría y contexto, Barcelona, Paidos 1991, 27.
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de determinadas palabras, falta de sensibilidad o de preparación o, en el peor de los casos, el total desconocimiento del código y, por tanto, la imposibilidad de descodificar el mensaje y de comprenderlo. En este orden de ideas se suelen emplear los tecnicismos codificación y codificar; descodificación y descodificar. Se derivan todos del hecho de que la base, el instrumento que sirve para la transmisión de cualquier mensaje, y también del verbal, es un código. Ahora bien, la lengua como código es un material muy particular y ello por varias razones que luego veremos con más detalle. Codificación se llama la actividad del comunicador para formular el mensaje, en nuestro caso con elementos verbales, y descodificación es la actividad del receptor que intenta comprender lo que su interlocutor pretende comunicarle en su mensaje. ¿Y dónde está la dificultad? Aún partiendo del presupuesto un tanto utópico de que dos o más interlocutores posean un nivel de conocimientos idéntico existen varios factores propios del idioma que propician malentendidos o por lo menos las pérdidas parciales de información y matices, o —como vimos a n t e s — existen también impedimentos ajenos al propio lenguaje, como la mala acústica, la falta de volumen de voz, la mala impresión de un texto escrito, etc. Primero, el idioma es de todos y de cada uno a la vez; suena a perogrullada pero quiere decir que el lenguaje tanto sirve de vehículo de comunicación de toda una comunidad que habla el mismo idioma como es la forma de hablar y pensar de cada individuo miembro de esta comunidad. Lo mismo que nosotros creamos y modificamos la lengua esta nos crea y modifica a nosotros. Es una herencia que recibimos, modificamos y transmitimos. Todo hablante tiene de hecho la conciencia, más o menos desarrollada, de que la lengua es un ente dúctil pero que guarda a pesar de esta ductilidad una cierta rigidez. Esto le hace sabedor de que la libertad o la creatividad lingüística es posible sólo dentro de unos márgenes y de acuerdo a determinadas posibilidades, no todas. .Así, por ejemplo, es consciente de que la lengua cambia con el tiempo (los jóvenes no hablan como los viejos y no hablamos ahora como hace cien años) y que incluso dentro de una misma
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época existen diferencias muy señaladas (no se habla del mismo modo en unas zonas que en otras, no se habla igual ante un juez que con un amigo, no hablan igual los médicos que los delincuentes etc.)- Y no hace falta insistir en el hecho de que cada uno tenemos nuestras maneras particulares de usar y aprovechar las posibilidades expresivas que ofrece la lengua. O, dicho de otra manera, la palabra 'árbol' desencadena otro concepto en la mente de fulano que en la de mengano; es decir, si uno pronuncia o escucha una determinada palabra automáticamente relaciona con ella el concepto personal del fenómeno designado y no tiene por qué coincidir exactamente el mío con el de otro, es más, casi nunca coincide exactamente. Pero ello es natural e inevitable y forma parte de la naturaleza del hombre como individuo. En este orden de ideas suelen emplearse con mucha frecuencia dos términos técnicos que explican en parte estas discrepancias: la denotación y la connotación. Denotación designa la capacidad del idioma y del hablante de encontrar una formulación unívoca, es decir, el intento de excluir de la expresión toda posible ambigüedad o eventuales malentendidos. Connotación significa, en cambio, el poder de la palabra y de la lengua en general de expresar matices y, por consiguiente, también el intento del hablante de expresar su sentir subjetivo e individual a través del idioma. Segunda razón de posibles errores de descodificación: la misma lengua funciona según leyes y reglas de índole económica, principalmente según la ley del mínimo esfuerzo, lo que significa, entre otras cosas, que las mismas formas y los mismos recursos muy a menudo cumplen varias funciones y por tanto pueden generar ambigüedades y confusiones; una misma palabra designa varias realidades, una misma oración puede ser afirmación o pregunta según se articule, etc. Además, el mismo hablante puede dificultar la comunicación si no domina las reglas del juego, si no sabe el significado de las palabras, si no maneja la gramática, si discurre defectuosamente. En tercer lugar, la descodificación puede fallar porque el receptor tiene dificultades para oír o leer el mensaje por problemas acústicos o tipográficos o, lo que también es frecuente, porque atribuye un significado distinto a las palabras y los conjuntos de palabras que su inter-
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locutor y finalmente, porque no quiere entender, que es sin lugar a dudas el peor caso de la descodificación fallida.
2 TIPOS DE COMUNICACIÓN VERBAL
El propósito de este apartado es el de esbozar las posibilidades teóricas de formación de tipos o géneros de comunicación. En un capítulo posterior (cap. 5) se enumerarán y describirán los géneros de comunicación más destacados dentro de los ámbitos en los que se utilizan. 2.1. Diversidad de géneros Lo primero que llama la atención al acercarse a los géneros de la comunicación es su abundancia, diversidad y riqueza. Evidentemente, esto dificulta los intentos de sistematización y clasificación. Intentaré poner algún orden en la diversidad con cinco criterios de clasificación que no pertenecen todos a las mismas categorías: la forma de transmisión de la comunicación, los emisores, el modo de emisión, el ámbito en el que se realiza y la función que se persigue con ella. Evidentemente, en el marco de este libro no vamos a poder dedicar espacio a la distinción entre comunicaciones verbales y no verbales aunque existe a veces una estrecha vinculación entre las dos. Es más, hasta existen códigos sustitutivos del verbal, como ocurre con las señales de morse. El lenguaje de los sordomudos es un caso intermedio, a veces, por ejemplo en el alfabeto dactilológico, se apoya en el lenguaje oral y otras no, dado que tiene también un sistema propio de expresión que llega a diferir enormemente de nuestro modo de
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expresión verbal usual. En cambio, otros sistemas de comunicación funcionan con signos icónicos como las señales de tráfico, que sí comunican, pero sin recurrir al lenguaje verbal. Veamos brevemente los aspectos más destacados de la comunicación verbal: 2.1.1. La forma de transmisión: comunicación escrita u oral El más externo de los criterios es la forma en la que se transmite la comunicación, es decir, si se emite oralmente o por escrito, hecho que permitirá una primera distinción entre comunicaciones orales y escritas. Paradigmas de estos dos tipos son, por ejemplo, como comunicación escrita: el libro, el artículo periodístico, la carta... frente a la llamada telefónica, la conferencia, la mesa redonda, la homilía, etc., que son de naturaleza oral. En algunos casos podría ser interesante introducir hasta una subdivisión según la extensión de los diversos géneros, distinguiendo por lo menos formas breves (p. ej. carta, telegrama, acta, etc. por un lado, y las extensas por otro: el libro, la conferencia, el ensayo, la ponencia, etc.) 2.1.2. Los emisores: comunicación unilateral o multilateral Un segundo criterio que puede servir para una clasificación es el del número de comunicadores que intervienen en la comunicación, es decir, si es emitida por uno o varios emisores. No es una simple cuestión de cantidad sino que influye notablemente en la naturaleza de la comunicación, dado que los papeles de emisor y receptor se invierten continuamente. Abundan los ejemplos de los dos tipos de comunicación: son unilaterales casi todos los textos escritos, mientras que las comunicaciones orales tienden a ser multilaterales la conversación de venta, la mesa redonda, la entrevista. Sin embargo, también existen formas mixtas que pueden ser simplemente unilaterales, pero que en determinadas circunstancias pueden convertirse en multilaterales: p. ej., si en una conferencia se da al público la oportunidad de intervenir, estamos ante una comunicación multilateral.
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2.1.3. Modo de realización: comunicación directa o diferida La misma emisión de la comunicación modifica considerablemente la estructuración y el modo de influir en el público, es decir, no es lo mismo hablar directamente con unos receptores presentes que elaborar un texto en un momento determinado para que el destinatario lo lea posteriormente. Como se ve, están estrechamente vinculados los dos criterios de la unilateralidad y multilateralidad con la distinción entre comunicación directa y diferida. La mesa redonda requiere la presencia de emisores y receptores, incluso se produce un doble sistema de comunicación muy similar al del teatro, dado que en un primer nivel comunican los participantes en la mesa y, en un segundo nivel, estos con el público asistente. Diferida será toda comunicación en la que en el momento de la emisión no esté presente el receptor y en el momento de la recepción falte el emisor, circunstancia que se da en todos los géneros escritos, pero por ejemplo también en las grabaciones de comunicaciones realizadas con anterioridad. 2.1.4. Ámbito de realización de la comunicación Lógicamente, un posible criterio para clasificar las diversas comunciaciones puede ser también el ámbito o la circunstancias en los que se realizan, aunque sea un criterio muy externo y eminentemente pragmático. Es precisamente uno de los criterios para la distinción de numerosos géneros de comunicación empleados en la administración, la economía, la universidad, el periodismo, la medicina, y hasta en la sencilla convivencia cotidiana. Baste pensar en la carta comercial frente a la administrativa, la ponencia universitaria frente a la empresarial, la entrevista periodística frente a la de trabajo, los saludos, las despedidas, las felicitaciones y las condolencias; cada ámbito y cada función posee unas convenciones propias y requiere unas actuaciones adecuadas.
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2.1.5. Función de la comunicación El objetivo la finalidad que se propone el comunicador a la hora de elaborar o emitir una comunicación influye también poderosamente en su naturaleza. No es lo mismo un discurso festivo que una defensa ante un tribunal o un recurso o una carta comercial. Ahora bien, también existe una función común a todo tipo de comunicación que es el afán de persuasión del que hablaremos más adelante; en todo caso, la función para servir de distintivo entre diversos géneros debería ser matizada y especificada. Una cosa es querer persuadir a alguien para que compre un producto o requiera un servicio y otra reclamar el suministro de una mercancía encargada o la avería de una máquina adquirida o el elogio de los méritos de una persona difunta. 2.2. Un surtido de géneros convencionales Como se pudo observar en las categorías que acabamos de ver, las posibilidades de formación de géneros de comunicación verbal son prácticamente ilimitadas. Además nos lo confirma la experiencia diaria, basta una ojeada a los textos escritos y hablados con los que se nos inunda constantemente para darse cuenta de la proliferación de variantes. Esta es una de las razones por la cual en este apartado solo se hablará de algunos de los géneros más usuales y quizá más útiles para los lectores de este librito. La única distinción que se establece es la de géneros escritos y géneros orales. Se puede observar también que a menudo la distinción se establece según la extensión/duración de las comunicaciones, lo que significa que muchos de los géneros no nombrados en este apartado se pueden describir y definir ya de acuerdo con su medida. Por regla general, la mayor brevedad trae consigo también una menor cantidad de informaciones o por lo menos una mayor síntesis, mientras que los géneros más extensos lo son por el aumento de detalles, aspectos, información. Para familiarizarnos con algunos de los géneros más usuales intentaré presentar en lo que sigue una caracterización somera de los tipos seleccionados esbozando los
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siguientes aspectos: breve definición, extensión/duración, finalidad, estructura, público, realización lingüística. 2.2.1. Géneros escritos La carta /circular comercial La carta es una comunicación escrita generalmente de poca extensión destinada al rápido intercambio de informaciones. En el caso de la carta comercial este mensaje es de índole económica o jurídica. La diferencia más llamativa entre una carta y una circular es que la primera se envía a un solo destinatario y la segunda a un grupo determinado de receptores seleccionados según criterios muy variados: miembros de una asociación, posibles clientes, habitantes de un zona, etc. Ahora bien, también hay diferencias de contenido, dado que la circular suele ser de carácter más general, una oferta comercial, el traslado de la empresa, el cambio de dueño o de un procedimiento empresarial, etc. Sin embargo, a efectos de realización tanto la carta como la circular obedecen a las mismas reglas. Evidentemente, según el propósito de la carta se puede establecer una serie nutrida de subdivisiones, por ejemplo, la oferta, el pedido, la reclamación, el requerimiento, etc. Como en cualquier comunicación verbal, en la carta consta también de antemano el tema, es decir, el asunto (propósito) por el cual se hace necesaria esta comunicación. Después pueden observarse las tres fases de la selección de datos, su ordenación y formulación que trataremos con más detenimiento en los capítulos posteriores. Los preparativos para realizar una carta consisten precisamente en la búsqueda y la selección de los argumentos adecuados. Generalmente se tienen en la cabeza, aunque puede ser necesario, sin embargo, hacer unas pesquisas en cartas anteriores, factura y / o documentos de toda índole. Es muy difícil indicar una extensión estándar de la carta comercial, de todas formas pertenece a los géneros breves y probablemente
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la extensión más frecuente oscile entre una y dos páginas, lo que no impide que también haya ejemplares más largos. La finalidad de las cartas es, en la inmensa mayoría de los casos, la de informar sobre un tema comercial y/o empresarial que no precisa un desarrollo amplio. A menudo posee.valor de documento al que puede ser preciso remitir en comunicaciones posteriores y que en determinados casos puede constituir incluso una prueba judicial. Esta es una de las razones por las que conviene archivar las cartas comerciales. La estructura de la carta comercial suele ser bastante rígida —en este sentido recuerda la configuración y el lenguaje de los documentos notariales y jurídicos—. Hasta vienen impresos ya en el papel de cartas de las empresas una serie de datos fijos como el membrete con el nombre, la razón social, la dirección, el teléfono, fax, cuenta bancaria, etc. A esto se añade la fecha, el nombre y la dirección del destinatario. Es la costumbre hacer preceder el texto de una breve referencia al asunto del que trata la carta, introduciendo, por así decir, el tema de la comunicación. A continuación figura el encabezamiento: «Estimada señora, o Estimado(s) señor(es)» y, en el caso de que se conozca el apellido y/o cargo del destinatario puede también mencionarse: «Estimada señora Bustamante, etc.» El texto mismo y dependiendo siempre de la complejidad del mensaje puede subdividirse en tres partes: en la primera es oportuno remitir a una carta/fax/e-mail/llamada anteriores con el fin de poner al destinatario en antecedentes. A continuación se puede describir brevemente el asunto al que se refiere la carta en cuestión. La tercera parte que sin duda es la más importante se dedica a la exposición de los argumentos (confirmación, modificaciones, reclamaciones, anulación, requerimiento, etc.) ¿qué se pretende comunicar? La carta suele terminar con un saludo y la firma del que la manda. En determinados casos pueden existir postdatas, es decir, una especie de información y nota de última hora que el corresponsal considera
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necesario añadir después de haber terminado la carta. Actualmente, el uso más frecuente del ordenador y las posibilidades de este para insertar cualquier tipo de añadido dentro del texto casi han conseguido erradicar el uso de postdatas. El lenguaje en el que se realiza una carta comercial debería ser lo más sencillo y claro posible, se trata en la mayoría de los casos de informar, de relatar sobriamente hechos y, por tanto, la estrategia persuasiva es la de enseñar e informar. Puede haber temas delicados que requieren un tratamiento un poco más cauteloso y por tanto una formulación más cuidada, pero no suele ser lo normal. En la parte práctica de este libro se introducen algunos ejemplos de cartas comerciales. Dicho sea de paso, esta descripción de la carta comercial es igualmente aplicable a cartas de otra índole, hasta puede dar consistencia a las cartas particulares. El curriculum vitae También se presentarán dos tipos de curriculum vitae en la parte práctica del libro. Aquí baste con recordar los rasgos más importantes de este género. Un curriculum es una biografía resumida destinada a informar a determinadas personas o instituciones sobre datos vitales. Los únicos requisitos para la realización de un curriculum se centran en la búsqueda de los datos requeridos. No todos los curricula deben ser exhaustivos ni recorrer desde el nacimiento todos los acontecimientos vividos en el sentido de empezar con el nacimiento y mencionar todos los detalles vitales. Muchas empresas o instituciones están interesadas ante todo en aquellos datos que resultan relevantes para sus necesidades, por ejemplo: formación, experiencia profesional, capacidades específicas, estancias en otras empresas e instituciones, viajes, etc. Conviene saber cuáles son los datos que interesan en cada caso. También conviene saber si la empresa o institución requieren el curriculum escrito a mano o mecanografiado y, últimamente, en algún tipo de soporte o medio informático.
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Se pueden distinguir dos tipos fundamentales: el extenso y el sinóptico. El primero se realiza en forma de crónica biográfica relatando los datos requeridos con oraciones completas enlazando los párrafos, a modo de redacción. La versión sinóptica se realiza de forma telegráfica con una formulación lo más escueta posible, generalmente en dos columnas, con las fechas en la primera y los hechos en la segunda. La estructura está determinada por la cronología que también puede estar invertida refiriendo en primer lugar la situación actual y retrocediendo luego en el tiempo. En la parte práctica se encontrarán modelos de los dos tipos. La instancia / solicitud Las instancias tienen bastante en común con las cartas comerciales. Tal vez se distingan solo por el hecho de estar aún más rígidamente estructuradas y formuladas. Por lo general se dirigen a autoridades e instituciones para solicitar un permiso, una concesión, un servicio administrativo, etc. Son breves, en general no más de una página, y se dividen normalmente en seis partes: 1. Encabezamiento en el que se especifica el motivo de la solicitud 2. Presentación del solicitante 3. Exposición de las circunstancias 4. Petición (reconocimiento, concesión, etc.) 5. Lugar, fecha, firma 6. Persona/autoridad, institución a la que va dirigida Muchas instituciones ponen a disposición del interesado impresos preformulados en los que solo hay que insertar los datos personales. Lamentablemente esto no impide que el lenguaje sufra una innecesaria complicación y un exagerado alambicamiento y resulte, por tanto, poco digno de imitación. Los documentos muestran una asom-
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brosa capacidad de inmovilismo lingüístico. Adviértase, por ejemplo, la muestra en la parte práctica. El informe / La memoria A veces se emplean los dos términos sinonímicamente, sin embargo, cabe distinguir la memoria como un tipo específico del informe, en el sentido de que se refiere a un espacio temporal determinado «Memoria del Banco Transmediterráneo 1998», mientras que el informe generalmente no tiene esta limitación temporal. Informes y memorias se dirigen por lo general a un público predeterminado, los miembros de una comisión, los accionistas de una empresa, los expertos de un determinado gremio, etc. Los preparativos para la realización de un informe o una memoria son —como en todos los tipos de comunicación— la averiguación de los datos necesarios. Generalmente se hallan archivados en los documentos de la empresa o se sacan de las publicaciones pertinentes, estadísticas, periódicos, revistas, crónicas, anuarios, balances, etc. Según el ámbito y el tema sobre el que se informa y dependiendo también de la envergadura de la empresa o institución en cuestión, los informes y las memorias pueden ser considerablemente extensos. Fácilmente se llega a las cien páginas o más por ejemplo en la memoria de un banco de cierta envergadura. Pero también es posible resumir el contenido en pocas hojas a modo de índice general orientativo. La finalidad es —como lo revela ya el propio término— informar detalladamente sobre un tema empresarial, económico, jurídico, sobre un proyecto, sobre la situación de una empresa, sobre los negocios y transacciones realizadas durante un período, etc. La estructura recomendable es también la tripartición, a saber: una introducción en la que se explica el propósito del informe y se enumeran los puntos que se tratarán. Una parte central en la que se detallan los puntos enumerados. Dependiendo de la naturaleza y del propósito del informe, esta parte puede ser una mera enumeración, o también la contraposición de aspectos positivos y negativos, de resul-
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tados de diferentes ramas de empresa, de diversas factorías, de ventajas o desventajas de proyectos y un sinfín de otras muchas posibilidades. El final puede constar de un simple resumen pero también pueden sacarse conclusiones sobre la futura actuación de la empresa o institución. Lingüísticamente el informe debería tender a un lenguaje sencillo y comprensible, su cometido es informar y, a todas luces la estrategia más eficaz empieza por la sobriedad didáctica. La reseña de libros Por reseña de libros se entiende la comunicación del enjuiciamiento crítico de un libro literario o informativo. La finalidad de la reseña salta a la vista, sobre todo en los tiempos actuales en los que la permanente avalancha de publicaciones hace imposible la lectura de todos los libros e imprescindible una especie de filtro que haga las veces de una preselección de estas lecturas. La tarea del crítico, autor de reseñas, se debe comprender como la de guía de lectores. Por consiguiente, los destinatarios de las reseñas son los potenciales lectores, tanto el público lector en general como los críticos y especialistas que se informan así sobre los libros y deciden sobre su posible lectura. Hasta los autores mismos están interesados en lo que los críticos opinan de sus obras, pues son de las pocas opiniones y juicios expertos a los que tienen acceso. Son indicadores de la recepción de la obra en cuestión. La extensión de una reseña puede variar también considerablemente y va de la breve nota en la que solo se anuncia la publicación de un libro con un brevísimo comentario a la reseña propiamente dicha en la que se presenta a veces detalladamente al autor y la obra misma en su contexto literario o no, emitiendo un juicio acerca de su hechura y sus cualidades estético-literarias o informativas. Cabe también distinguir entre las reseñas periodísticas que suelen publicarse en la sección cultural de los grandes diarios y que van
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dirigidas al gran público, por un lado, y la reseña científica destinada a los expertos en la materia y publicada en revistas especializadas, por otro. Evidentemente la más urgente preparación para la realización de una reseña es la lectura detenida, si no repetida de la obra. Interesa además la averiguación de datos sobre el autor y su entorno, la lectura de críticas y estudios anteriores. Importa saber si es un autor novel, consagrado, vanguardista, epigonal, interesa conocer sus preferencias temáticas y estilísticas, sus modelos, sus estudios anteriores. ¿Cómo se estructura una reseña? También tiene una forma tripartita en cuya primera fase se intenta despertar el interés de los lectores por el libro reseñado e indicar brevemente en qué ámbito de la cultura o ciencia se sitúa la publicación. Se puede conseguir, entre otras posibilidades, hablando del autor mismo o del aspecto externo del libro, de su ubicación en la historia literaria o de la reacción del público ante la aparición del libro. La segunda fase de la reseña debería ser una descripción del contenido y de la forma del libro que se reseña. En libros científicos o informativos el peso máximo descansará sobre el contenido mientras que en las obras literarias la forma junto con la problemática plasmada desempeñan el papel más destacado. En esta fase se pueden ya exponer las cualidades y / o defectos del libro, mostrar el valor informativo o estético, la utilidad o el disfrute que puede aportar. Se debería evitar "condenar" el libro ya en las primeras líneas, dado que de este modo los lectores desistirán no solo de la lectura del libro sino incluso de la misma reseña no queriendo saber ni siquiera los motivos por los cuales el libro se critica negativamente. La tercera parte de la reseña suele resumir las cualidades o defectos y recomendar o desaconsejar las lectura del libro. Es la última oportunidad de convencer al lector. Como el propósito principal de la reseña es informar, la estrategia recomendable es evidentemente la informativa, lo que debe repercutir también sobre el lenguaje, es decir, se impone un lenguaje
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claro, una sintaxis precisa y argumentos convincentes, lo que no impide que sea un lenguaje vivo y variado con imágenes adecuadas. Una reseña lograda puede ser una demostración del viejo lema de que hay que enseñar deleitando. En todo caso, incluso en la reseña dirigida a expertos se deberían evitar los términos técnicos crípticos y especializados y sobre todo los clichés desgastados. El artículo periodístico No es este el lugar para indagar en los diversos géneros periodísticos, designo esta comunicación de un modo general como "artículo" suponiendo que también periodistas no profesionales y expertos pueden sentir de vez en cuando la tentación de comunicarse a través de la prensa y ante todo para evitar malentendidos distingo con esta etiqueta una comunicación verbal escrita de extensión mediana, sobre un tema cualquiera dedicada a la publicación en un diario o una revista o cualquier publicación periódica. La finalidad de este tipo de comunicación es informar al público general sobre un tema político, económico, cultural, etc. Esta finalidad, unida al hecho de que se trata de un público objetivo, influye en la estructuración y la realización lingüística de esta comunicación. La estructura que se recomienda para los artículos es nuestro probado esquema tripartito al que hay que añadir el título y cabecera como una especie de cebo para los potenciales lectores. La primera parte consiste, por tanto, en un título y una cabecera, ambos destinados a ganarse las simpatías del receptor, llamar la atención sobre el tema e introducirlo en la temática que se pretende presentar. La parte central puede subdividirse a su vez, si el tema lo aconseja, en argumentos en contra y argumentos a favor, incluso en tres partes, siendo la primera un resumido estado de la cuestión que presenta los antecedentes del caso y reservando las restantes partes para la argumentación.
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La parte final puede ser resumen y / o conclusión o, si fuera pertinente, un llamamiento a la acción o por lo menos a una reflexión sobre el problema expuesto. Para la realización lingüística importa mucho conocer los hábitos idiomáticos del público objetivo. Si uno se dirige a un público culto, evidentemente el lenguaje debe adaptarse a las costumbres lingüísticas de estos receptores, si el periódico en el que publica es comprado mayoritariamente por lectores de nivel cultural bajo, el lenguaje tiene que adaptarse a sus posibilidades. Sin embargo, ello no significa que tenga que ser vulgar y chabacano, no hay que olvidar que la prensa es además de institución de formación de la opinión pública una de las pocas instancias formativas del lenguaje. El artículo / La nota científicos Un artículo científico se define como el tratamiento profundizado y extenso de un problema específico perteneciente a un ámbito determinado del saber. Su finalidad es informar sobre un aspecto desconocido o mal interpretado o el descubrimiento de un fenómeno hasta ahora ignorado y un sinfín de temas y aspectos diversos. Se dirige a un público especializado y restringido 6 . La extensión puede ser muy variada y oscila entre una o dos páginas en la llamada nota científica que se limita a dirigir la atención sobre un fenómeno aislado, una ocurrencia, el anuncio de un descubrimiento... sin llegar a profundizar nunca demasiado, y las cien páginas cque describen con detalle un fenómeno, un análisis, un procedimiento... alcanzando los límites de lo que puede ser ya un libro científico. Como orientación estructural también es indicada la tripartición, a sabiendas de que en el trabajo científico generalmente será más larga y laboriosa la preparación.
Véase también el libro de Ricardo Velilla Barquero, Cómo se realiza un trabajo monográfico, Barcelona, Edunsa, 1987.
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Un posible macroguión muy general para trabajos universitarios o de investigación en general puede ser el siguiente: 1. Introducción 1.1. Interés del tema que se ha investigado 1.2. Motivo de la investigación 1.3. Método que se va a seguir 1.4. Objetivos que se propone el investigador 2. Parte central 2.1. Estado de la cuestión 2.2. Lagunas o defectos de la investigación anterior 2.3. Nuevo enfoque de la problemática 2.4. Argumentos a favor y ventajas 3. Final 3.1. Resumen: resultados de la investigación 3.2. Comentar los errores de investigaciones anteriores 3.3. Destacar la novedad/utilidad de las nuevas conclusiones 2.2.2. Géneros orales El discurso festivo Por discurso festivo entiendo aquella comunicación verbal oral en la que se festeja o celebra un éxito, un evento, una fecha memorable. Puede ser de extensión muy variada yendo desde los pocos minutos que dura por ejemplo el brindis en el cumpleaños de una persona o con ocasión de superar un examen o una oposición hasta la laudatio —como se llamaba antiguamente— de un personaje destacado en un acto solemne (homenaje a un personaje, concesión de un premio, nombramiento de doctor honoris causa, etc.) Es decir, el discurso festivo puede durar de 3 a 30 minutos o, desgraciadamente, a veces, incluso aún más.
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¿Cuál es la finalidad del discurso festivo? Principalmente es el elogio, el propósito de destacar las capacidades, los logros, las actuaciones positivas y dignas de encomio de una persona, un grupo o una institución. También en este caso se revela operativo el esquema tripartito que podría ser el siguiente: 1. Introducción 1.1. Salutación de los presentes (el homenajeado, los huéspedes de honor, el público en general) 1.2. Motivo de la asamblea/del festejo/homenaje: justificación de la reunión (conmemoración, inauguración, jubilación, fiesta familiar, etc.) 2. Parte central 2.1.
2.2.
Referencias al pasado: (en su caso: datos biográficos, logros, méritos del homenajeado, esbozo de alcance de actividades de institución, colaboradores, familiares, etc.) Referencias al futuro (posibilidades de evolución, ampliación actividades, felicidad en la familia, entre amigos, etc.)
3. Final 3.1. Resumen, 3.2. Expresar solidaridad, admiración, esperanzas, buenos deseos, etc. Lógicamente, los receptores a los que se dirigen los discursos festivos pueden ser muy diversos, desde el círculo de familiares o amigos en un ambiente de mayor o menor intimidad, hasta una asamblea de ilustres personalidades, pasando por una larga serie de muchos otros tipos de.público. El lenguaje y estilo en el que debe realizarse depende por ello y en gran medida del público al que se dirige el discurso. No suele haber
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mayores problemas si se trata de un grupo homogéneo; las cosas cambian y requieren especial tacto y sensibilidad por parte del comunicador cuando el público es mixto; la dificultad es encontrar el justo medio entre lo demasiado selecto y rebuscado y lo demasiado simplista. La estrategia persuasiva predominante en este tipo de comunicación es una adecuada mezcla de informar y conmover; ambas formas se suelen realizar en una vertiente específica —por lo demás muy parecida a la de la publicidad— es decir, solo se mencionan aspectos positivos y agradables, solo se elogia y se apela a los sentimientos. La presentación de un nuevo colaborador Esta comunicación verbal oral pertenece a las de corta duración aunque no es por ello menos importante y útil. Tan importante es para el nuevo colaborador en una empresa que le conozcan como que él conozca a sus compañeros de trabajo. De paso, cabe tener en cuenta que la misma comunicación puede convertirse fácilmente en autopresentación. La finalidad principal de este microdiscurso es, por eso, tanto, la presentación de individuos o grupos desconocidos como la presentación de sí mismo, es decir, de toda persona que durante un tiempo más o menos largo va a convivir y colaborar en una institución o una empresa. En el fondo es una forma más extensa de presentación normal entre personas. Los datos requeridos para este tipo de comunicación se centran en dos aspectos: conocimiento de los asistentes y de los datos acerca de la persona que se va a presentar. Conviene decidir con cautela la lista de los colaboradores que se inviten al acto para evitar posibles roces o susceptibilidades. También en esta comunicación se puede aplicar una tripartición aunque el número de datos y la extensión de las formulaciones será mucho más reducida que en comunicaciones extensas. Veamos un posible guión:
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1. Introducción 1.1. Saludar a los presentes 1.2. Propósito de convocatoria (presentación del nuevo colaborador o autopresentación) 2. Parte central 2.1.
Datos acerca de su persona (indicar nombre y apellidos del colaborador, formación, títulos, empresas/ instituciones anteriores, capacidades profesionales) 2.2. Explicar la selección de este colaborador 2.3. Describir el ámbito de trabajo en el que se incorpora
3. Final 3.1. Rogar a los colaboradores apoyo y ayuda en el futuro 3.2. Desear buena suerte al candidato La presentación de un conferenciante No se distingue llamativamente la presentación de un conferenciante de la de un nuevo colaborador, es más, es igualmente aplicable a un invitado a un acto público, a una entrevista, etc. En todos los casos se trata de que un determinado público conozca a una persona; así, es fundamental para los asistentes a una conferencia conocer al conferenciante que les va a hablar. Sin embargo, la presentación de un colaborador es, por así decir, una pieza autónoma, mientras que la presentación de un conferenciante solo es un preliminar para la comunicación verbal posterior de esta persona. Precisamente por ello es de suma importancia no robarle demasiado tiempo al conferenciante, porque debe tenerse en cuenta que es su comunicación lo que más importa, no la intervención de su presentador. En caso de que se trate de un público selecto es útil y hasta imprescindible saber quiénes están entre los receptores. Determinadas personalidades podrían ofenderse o sentirse cuando menos molestas si no se les nombra en la salutación. También conviene informarse acerca de los datos referidos al conferenciante. Según las circunstancias,
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puede bastar el nombre, la profesión y la procedencia, pero si se trata de una personalidad destacada se requieren ya más datos: los cargos desempeñados, que casi siempre se refieren a la trayectoria profesional y a las publicaciones o logros conseguidos en el ejercicio de su especialidad. 1. Introducción: Saludar al público y al conferenciante, agradecer su visita 2. Parte central: 2.1. Aludir a vida y méritos del conferenciante 2.2. Anunciar el título de conferencia 2.3. Expresar deseo de ilustrarse, seguridad de que va a interesar 3. Final: Ceder la palabra al conferenciante Eventualmente se puede volver a agradecer al final e invitar a los asistenes a formular preguntas, previa consulta al conferenciante. La inauguración o apertura de acto social/ institución La comunicación oral apropiada para una inauguración o apertura de actos sociales se parece mucho a la presentación de un colaborador o un conferenciante: es de extensión breve y su finalidad es algo así como iniciar una reunión, un proyecto, una organización, etc. Como en los dos géneros anteriores, depende de las personas reunidas y de la importancia del acto si la comunicación ha de ser extensa y detallada o simplemente una breve "puesta en marcha". 1. Introducción 1.1. Salutación del público 1.2. Propósito de la junta/reunión, etc.
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2. Parte central 2.1. Esbozo de actividad y / o proyectos que se desarrollarán/destino de edificio, institución, etc. 2.2. Objetivo 3. Final 3.1. Desear éxito El lenguaje adecuado se seleccionará en función del público y de la importancia del acto. La conferencia y la ponencia La conferencia y ponencia son las comunicaciones orales más extensas y deberían ser también las más exigentes. ¿En qué se distinguen los dos géneros entre sí? La ponencia está destinada a ser presentada ante especialistas en un congreso, un coloquio o cualquier otro tipo de reunión de científicos. Su tema puede estar predeterminado por lo menos parcialmente por la temática general de la reunión o del congreso y también lo será la duración que puede oscilar entre 45 y 50 minutos. El público de las ponencias supuestamente posee una preparación y unos preconocimientos específicos que permiten que el nivel de estas comunicaciones sea más elevado. En cambio, la conferencia puede tener los temas, públicos y niveles de exigencia más variados y heterogéneros. La finalidad de la ponencia es dar a conocer los resultados más recientes de la investigación realizada acerca del tema en cuestión, ocurriendo en los congresos lo mismo que en la bolsa donde se presentan los valores y productos más recientes y novedosos. Las conferencias también pueden desempeñar este papel, pero igualmente sirven para la divulgación o repetición de un tema ya conocido. Evidentemente en otras comunicaciones verbales importa igualmente organizar y administrar el tiempo de preparación disponible. Ahora bien, en una conferencia o ponencia universitarias, por su extensión y su preparación a veces laboriosa, conviene aún más tener
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las horas calculadas y establecidas. Puede resultar útil establecer antes que nada un horario para fijar de antemano el empleo del tiempo del que se dispone hasta la entrega o presentación de la conferencia/ponencia. Este horario debería abarcar el tiempo entre la determinación del tema hasta la entrega del trabajo. Solo así se evitan (por lo menos parcialmente) agobios o valoraciones equivocadas del tiempo disponible. Los porcentajes recomendables pueden ser los que se enumeran a continuación. Ahora bien, tampoco deben considerarse inamovibles; basta con que algunas fuentes de información sean de difícil acceso y la fase preparatoria ocupará fácilmente más del 15% del tiempo total. Téngase en cuenta también que no se indican días ni horas, sino porcentajes, dado que son muy variables los tiempos de preparación disponibles para todas las comunicaciones incluidas las universitarias: 1) 15% fase preparatoria (búsqueda de bibliografía e informaciones) 2) 20% elaboración de la bibliografía (fichas, esquemas, resúmenes) 3) 40% realización de versión provisional del trabajo, es decir, selección de datos, ordenación en macroguión y microguiones 4) 15% formulación definitiva 5) 10% retoques, pulimientos, correcciones finales Para la disposición y ordenación de los materiales se puede trabajar con dos tipos de esquema: macroguión y microguión(es). Como se explicará más adelante, ya para la búsqueda de materiales podría resultar operativo disponer de un macroguión orientador. En la segunda fase de la elaboración se limará este macroguión y se establecerá un microguión, y si fuera necesario —ello depende de la extensión del trabajo— pueden o deben ser varios microguiones.
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Un posible macroguión, entre muchos otros, muy frecuente para trabajos universitarios/de investigación en general y, por tanto, también para ponencias y conferencias puede ser el siguiente: 1. Introducción 1.1. Interés del tema que se estudia 1.2. Motivo de la investigación 1.3. Método que se va a seguir 1.4. Objetivos que se propone 2. Parte central 2.1. Estado de la cuestión 2.2. Lagunas o defectos de la investigación anterior 2.3. Nuevo enfoque de la problemática 2.4. Argumentos a favor y ventajas 2.5. Desarrollo de los argumentos 3. Final 3.1. Resumen: resultados de la investigación 3.2. Destacar la novedad/utilidad de las conclusiones El estilo y lenguaje de las ponencias y conferencias depende de dos factores: el tema y el público y, por consiguiente, y según ellos puede y debe variar notablemente. Generalmente abundan los términos técnicos, la jerga especializada de los científicos, de tal modo que para un lego en la materi no pocas veces resulta difícil o imposible seguir las exposiciones. A veces uno se pregunta si realmente es imprescindible tanta complejidad y tanta oscuridad lingüística, siendo la obligación de los científicos aclarar los fenómenos complejos. Una de las razones de la frecuente monotonía que produce este tipo de comunicación es el simple hecho de que se leen íntegramente, sin levantar la vista, sin buscar el contacto visual con el público, sin poder observar, por tanto, la reacción y el estado de ánimo de los receptores.
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PRESUPUESTOS PARA UNA EFICAZ COMUNICACIÓN VERBAL
3.1. Presupuestos lingüísticos y conocimiento de causa De todo ello resulta evidente que para asegurar una comunicación eficaz los interlocutores deben cumplir ciertos requisitos imprescindibles y pueden contribuir decisivamente a agilizar y perfeccionar la comunicación siempre que el comunicador adquiera algunas aptitudes adicionales. Este es —entre otras cosas— el propósito de este libro. Aparte de las técnicas que se proponen en él, el buen comunicador debe cumplir con dos requisitos fundamentales previos de no menor importancia: conocer la materia sobre la cual pretende hablar y dominar el idioma que va a usar para la comunicación. 3.1.1. Conocimiento de la materia No es este el lugar para tratar las diversísimas materias que pueden ser objeto de comunicaciones verbales, es más, no existe ninguna materia, ningún área del saber, sobre la cual no se pueda comunicar verbalmente, más aún, si no se comunica verbalmente, por el motivo y con el fin que sea, esta área pronto dejará de tener vigencia o incluso de existir. Ahora bien, no es tarea de la comunicación verbal o de la retórica fomentar el cultivo de las diversas ramas del saber, de
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ello se ocupan las pertinentes disciplinas concretas y la comunicación verbal es el vehículo con el cual se generan y se distribuyen los conocimientos pertinentes. Sin embargo, ello no quiere decir que el comunicador no deba también dominar la materia de la cual pretende hablar o escribir. Si esto es en ocasiones difícil de realizar satisfactoriamente, el comunicador por lo menos debe estar dispuesto a aprender permanentemente, a familiarizarse con nuevos temas, nuevas circunstancias sobre todo en su ámbito profesional. La vida como aprendizaje continuo se ha convertido en una consigna omnipresente en la actualidad que con sus vertiginosos cambios e innovaciones constituye un reto permanente para el hombre moderno. Ciertamente un factor de persuasión de primerísimo orden es la capacidad de poder hablar con conocimiento de causa. Hablar de cosas que uno no domina o no entiende puede ser contraproducente y en no pocas circunstancias ridículo. 3.1.2. Dominio del idioma Otra cosa es el dominio del idioma. Como es lógico, no es el ámbito específico de la comunicación verbal enseñar la lengua como tal; este conocimiento se presupone y lo suyo es más bien la enseñanza de las posibilidades de uso eficaz del instrumental que constituye la lengua. ¿Qué significa para nuestras necesidades "dominio del idioma"? Ortografía y pronunciación Se refieren a dos ámbitos fundamentales del idioma: por un lado, el escrito que requiere conocimientos de ortografía, es decir, saber escribir correctamente las palabras y dominar la puntuación y, por otro, el oral que supone la articulación y la entonación, así como la velocidad adecuada a la circunstancia. Más adelante volveremos sobre este particular. Parece una perogrullada, pero desgraciadamente ya no es tan natural hablar y escribir correctamente, dado que a menudo hasta los comunicadores profesionales y oficiales se expresan y pronuncian de modo bastante o muy deficiente.
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El vocabulario Dominar el idioma significa también estar familiarizado con el vocabulario y con los diversos registros del lenguaje; este dominio debe por lo menos ser pasivo, es decir, el receptor debe ser capaz de comprender las palabras que utiliza su interlocutor; infinitamente mejor será que también domine activamente un vocabulario lo más amplio posible. Dominar el vocabulario significa dominar la realidad, dominar lo concreto y lo abstracto, lo material y lo inmaterial. Un buen comunicador nunca debería tener que utilizar la tristemente frecuente fórmula «No sé cómo decirte» o «A ver si me entiendes». La sintaxis y los textos Dominar el idioma significa además conocer las posibilidades que ofrece la sintaxis, cómo se construyen las oraciones para expresar adecuadamente las ideas que se pretende comunicar. Dominar el idioma incluye también la capacidad de elaborar y comprender textos completos: una carta, un informe, una redacción, un acta, un comunicado, un discurso, etc. No hace falta insistir en que todo ello se considera presupuesto previo a las enseñanzas del presente libro. No nos podemos dedicar en este libro a la ampliación del vocabulario ni a lecciones de gramática, aunque la lectura de cualquier libro ya constituye en cierta medida una ampliación de vocabulario y una profundización en estos aspectos. ¿Qué más puede hacer aquel que observa en sí mismo un dominio defectuoso del idioma? Una de las condiciones previas más esenciales es la de ser consciente de los propios defectos y el deseo de remediarlos. Una forma de remediarlos eficaz y rápidamente es la lectura atenta de textos ejemplares, sobre todo de obras literarias. Si hay personas capacitadas en el manejo del idioma son, sin duda, los autores literarios. 3.1.3. La perseverancia y la ilusión La cuestión de si se puede terminar sin interrupción la elaboración de una comunicación depende naturalmente de su extensión. De todas
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formas, por regla general, el comunicador debería intentar conseguirlo por varias razones. Ello no significa que deba ser de una sola sentada, se trata ante todo de no saltar de una comunicación a otra, preparar varias comunicaciones a un tiempo, porque puede resultar perjudicial puesto que distrae e induce a confusiones. Adentrarse en la problemática que se expone en cada comunicación supone un esfuerzo de concentración y una inversión de tiempo que pueden evitarse centrándose uno en el mismo asunto para pasar solo después al otro. Evidentemente, en comunicaciones más extensas conviene concederse respiros a sí mismo, estos descansos pueden ser de dos tipos, en primer lugar, interrupciones breves en las que uno intenta "desconectar" para crear distancia; más de una vez un breve paseo ha originado un sano distanciamiento del tema o ha ayudado a superar simplemente un punto muerto al que habíamos llegado y nos hace ver las cosas desde otro ángulo y contribuye así a una mejora de la comunicación. Cada uno sabrá por experiencia cuál es la "distracción" personal más fructífera. El segundo tipo de respiro ya se debe a obligaciones ineludibles que nos separan para un tiempo más largo de la elaboración de una comunicación y son capaces de distraernos más intensamente de forma que cuesta recuperar el "hilo". En estos casos es imprescindible desandar los pasos que ya se han realizado para poder reanudar la elaboración sin que se produzca el no infrecuente peligro de lagunas o incongruencias en la argumentación y formulación. 3.2. Las estrategias persuasivas Ya se aludió anteriormente al hecho de que cualquier comunicación de una manera o de otra responde al deseo de persuadir al receptor del mensaje. ¿Cómo debemos entender el concepto de la persuasión? De entrada, persuadir significa convencer a alguien con argumentos plausibles y pruebas fehacientes para que reconozca que algo es verdadero, correcto, necesario, útil, justo y bueno, y que piense y actúe en consecuencia. Ahora bien, en seguida debemos añadir que la persuasión puede ser una espada de dos filos, dado que también
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puede convertirse, con las apariencias de una argumentación racional y fiable, en una sutil o incluso burda manipulación de los receptores, con otros términos, en engaño y demagogia. Lo que Aristóteles designó en su Retórica como psicagogía, conducción de almas, es decir, como capacidad de conducir hacia el bien hablando bien, en muchos casos se ha convertido y sigue convirtiéndose en seducción de las almas; basta pensar en los demagogos de hoy y de siempre, en la política, en la publicidad, en la propaganda electoral y otras comunicaciones engañosas que urgentemente debemos aprender a detectar y distinguir de las auténticas y bienintencionadas y contra las cuales debemos ser capaces de protegernos. Una de las consecuencias de la lectura del presente librito puede ser precisamente la de agudizar nuestra capacidad de descubrir los engaños y subterfugios en las comunicaciones verbales con las que tenemos que enfrentarnos a diario. La retórica clásica distinguió tres tipos fundamentales de persuación, todavía válidos en la actualidad porque se basan en unos criterios evidentes y perennes. Estos criterios se establecen según dos consideraciones: la finalidad que se persigue y la faceta del espíritu o de la naturaleza humana a la que se apela para ello. Ya entonces se subrayó que casi nunca una estrategia persuasiva se presenta sola, sino que en la misma comunicación se pueden usar y hasta es aconsejable utilizar dos o tres formas de persuasión según la finalidad del discurso/texto en su totalidad o en una de sus partes. 3.2.1. Enseñar e informar Al establecer la diferenciación entre dos tipos fundamentales de empujar a un público a adoptar una determinada opinión y/o actitud, es decir, al distinguir entre la influencia con argumentos y razones, por un lado, y consentimientos y emociones, por otro, se aconseja el uso de dos verbos distintos: persuadir para la actuación con razones y convencer para la actuación con sentimientos. La forma más pura de influir con argumentos es esta primera, enseñar e informar; sería la persuasión por antonomasia.
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Esta forma de persuadir se realiza a través de la sobria y casi desnuda transmisión de datos. La comunicación se dirige al entendimiento de los receptores para dar a entender sin rodeos una situación, un fenómeno, una argumentación. La enseñanza, la ciencia, la técnica se vale preferentemente de esta forma de persuasión. Es la forma de persuasión que intento practicar, por ejemplo, también en este libro. Se dirige evidentemente a la razón, al entendimiento del hombre, no se trata de desviar el sentido crítico de los receptores, sino al contrario de despertarlo y fomentarlo. Estimular la reflexión y la intelección es el objetivo primordial de toda enseñanza. Es posible establecer una subdivisión distinguiendo entre información objetiva y subjetiva. La objetiva es aquella que se centra en la transmisión de datos acerca de determinados hechos en los que el comunicador se limita a lo esencial e imprescindible, es decir, en esta comunicación se persigue objetividad, claridad y concisión. La información subjetiva es la que se centra en la transmisión de vivencias, sentimientos, sensaciones, impresiones personales; por ser personales estos datos no resultan sin embargo menos claros ni menos concisos y sirven para aumentar la plasticidad y la plausibilidad de lo relatado. De todos modos, una y otra se dirigen —como vimos— principalmente a la razón y al entendimiento, no pretenden apelar a las emociones. Salta a la vista que esta división no se puede mantener tajantemente en la realidad de los textos y discursos. Casi siempre se mezclarán, dentro de la persuasión informativa, los dos tipos de persuasión, la objetiva y la subjetiva, como de un modo general, se pueden mezclar y de hecho suelen mezclarse dos o más estrategias de persuasión en la misma comunicación atendiendo las necesidades de cada parte del discurso o de las circunstancias en las que se produce. Para la realización verbal de esta estrategia los antiguos ya recomendaron el empleo de un lenguaje sencillo, sin vocabulario inusitado y complejo, con frases cortas, claramente coordinadas, sin rebuscamientos ni "oscuridades". En todos los ámbitos en los que importa la transmisión clara y unívoca de un mensaje esta es una de las formas persuasivas más adecuadas, aunque a veces, sobre todo en la triste-
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mente famosa "letra pequeña" de contratos y otros documentos uno tiene la impresión de que lo que se busca es todo menos claridad y comprensibilidad. En el trato con el usuario debería prevalecer la misma actitud, sin embargo, basta leer algunos manuales o instrucciones de uso, para empezar a dudar de la buena voluntad de los empresarios. 3.2.2. Deleitar y divertir La segunda estrategia de persuasión tiene dos vertientes que constituyen a su vez dos finalidades: deleitar y divertir; es decir, en primer lugar el emisor puede pretender deleitar al receptor y este puede deleitarse por motivos estéticos, es decir, porque la comunicación está bien hecha o, en segundo lugar, la intención puede ser la diversión, el receptor encuentra motivos para distraerse porque el contenido de la comunicación es entretenido y gracioso. La gracia y lo chistoso crean simpatías y solidaridad. En muchas ocasiones tensas, la elegante e ingeniosa formulación o el chiste apropiado pueden relajar y distender una situación conflictiva, apaciguar los ánimos y fomentar la disponibilidad a la moderación y al consenso. También resulta sumamente eficaz en la introducción de la comunicación para la conseguir la captatio benevolentiae y en cualquier situación en la que se trata de animar al público o despertar nuevamente su interés. Naturalmente, en una comunicación de índole seria o incluso fúnebre, no tienen cabida estas intervenciones ocurrentes. Todos conocemos esta sensación de satisfacción que experimentamos cuando algo está "bien dicho", si el emisor ha encontrado la formulación adecuada y "redonda" para decir lo que pretendía comunicar, la experimentamos sobre todo en la lectura de textos literarios 7 . Con otras palabras, nos hallamos ante un fenómeno de reacción a la belleza del lenguaje. Esta estrategia tiene la particu7
Resultan reveladoras las observaciones sobre la «adquisición del código escrito» en el libro de Daniel Cassany, Describir el escribir. Cómo se aprende a escribir, Barcelona, Paidos, 1991, 59-70.
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laridad de apelar tanto a la razón como a las emociones. Un fenómeno que se observa con claridad en el chiste: primero hay que entender un chiste para luego poder reírse; un fenómeno no se produce sin el otro. La risa puede producirse espontáneamente y la satisfacción ante lo bello también. Evidentemente las dos formas pueden darse juntas, no es imposible enseñar deleitando como lo postulaban ya los autores clásicos; en realidad, la deleitosa enseñanza a través de la literatura ha sido una exigencia vigente durante siglos en toda la cultura occidental y tampoco ha perdido vigencia en la actualidad. ¿Cómo se realiza verbalmente esta estrategia? Lo divertido es ante todo una cuestión de contenidos, lo gracioso y salado como ocurrencia e idea; la belleza se consigue mayormente a través de la formulación adecuada, es decir, consiste ante todo en encontrar la palabra, la oración y el texto adecuado a la comunicación que se pretende transmitir. Ello significa selección de las voces justas y más apropiadas, significa sobre todo elegancia en la formulación. Los antiguos recomendaban también un moderado uso de los recursos retóricos, de las figuras y los tropos que pueden dar belleza al texto e incluso aumentar la elegancia de una formulación. 3.2.3. Conmover y movilizar La tercera estrategia persuasiva, conmover y / o movilizar es la más insidiosa, dado que no se dirige primordialmente al entendimiento sino casi exclusivamente a los instintos y los afectos. Por esto es también la forma más peligrosa puesto que en manos de un hábil orador con malas intenciones puede llevar a los receptores a reacciones imprevisibles y violentas. Se pueden distinguir dos fases de esta estrategia, una más intensa que la otra: la primera empieza suscitando interés en el receptor creando tensión y expectativa; la segunda provoca emoción a través de una sugestiva alteración de los sentimientos y sensaciones, una alteración que incita fácilmente a la movilización, a la modificación, incluso violenta, de la situación existente.
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Por tanto, la finalidad principal es mover o incluso movilizar al receptor procurando excluir o por lo menos reducir el control consciente de la razón. Es lógico que las reacciones del público puedan ser incontroladas y violentas y según el caso hasta incontrolables como se puede observar con frecuencia cada vez mayor en manifestaciones y reuniones de varía índole. De los subliminares mensajes de la publicidad que incitan a comprar indiscriminadamente hasta la insidiosa movilización de las masas por los demagogos, esta tercera estrategia (de la conmoción y la movilización) se presta con mucha más facilidad al abuso que las dos anteriores y requiere aún más nuestra cautela y reflexión crítica. Sin embargo, también pueden ser positivas, puesto que pueden servir para despertar sentimientos generosos y altruistas o suscitar indignación frente a situaciones injustas u ofensivas. 3.3. Los criterios de calidad de la comunicación 3.3.0. Consideraciones previas Es natural que cada tipo de comunicación requiera un tratamiento específico a la hora de ser elaborada, sin embargo, existe una serie de pasos comunes a todos, y ello por la simple razón de que les es común la finalidad persuasiva. Conviene que cada comunicador, antes de pensar en la preparación y / o redacción se haga algunas preguntas para orientarse en la configuración de la comunicación. Entre otras podrían ser las siguientes: —MOTIVO: ¿Cuál es el motivo de la comunicación? ¿La iniciativa para elaborar esta comunicación procede de mí o me lo ha pedido otra persona o una institución? En el primer caso, son solamente los motivos y raciocinios propios los que se plasmarán en la comunicación, en el otro, se deben tener en cuenta los deseos y aspiraciones dé los que han encargado la comunicación.
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— TEMA: ¿Cuál es la naturaleza del tema, de la materia? Esta pregunta no solamente interesa porque antes de emprender la tarea hay que estimar las capacidades personales para tratar el tema en cuestión, también se debe saber si este tema en relación con el público objetivo es inocuo, tabú, incómodo, explosivo, etc. ¿Qué reacciones puede suscitar y cómo se puede responder, si fuera el caso? — RECEPTORES: ¿A quién va dirigida la comunicación? Es de suma importancia saber quiénes son los receptores y qué se espera del comunicador. ¿Es un tema desconocido o familiar para el público?, ¿de qué formación y preconocimientos disponen los receptores?, ¿qué condicionamientos externos e internos influyen en mi comunicación? — OBJETIVOS: ¿Con qué finalidad se elabora la comunicación? ¿Qué tratamiento del tema es el más adecuado, hay que informar, divertir, mover, incitar a acción, consolar, festejar? ¿Cuál es la estrategia persuasiva más oportuna? — EXTENSIÓN: ¿De cuánto tiempo o espacio se dispone para la comunicación? Este dato es doblemente útil, dado que, por un lado, es de suma importancia saber de cuánto tiempo se dispone para la preparación, y por otro, es sumamente importante saber de cuánto tiempo o de qué extensión se dispone para la presentación oral o escrita. — MEDIOS AUXILIARES: ¿Se debe y se puede hacer uso de medios extraverbales? (diapositivas, gráficos, transparencias). 3.3.1. Los criterios de calidad Antes de iniciar lo que podríamos llamar instrucciones de uso para la confección de la comunicación será útil esbozar muy someramente algunos puntos clave que habrá que tener en cuenta durante toda la
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elaboración. Son siete aspectos relacionados con la realización de la comunicación. Se debe considerar que en cada uno de los siete puntos se puede pecar por exceso y por defecto; el recto comportamiento se sitúa, como suele ocurrir con no poca frecuencia, en el medio entre dos extremos negativos. De un modo general, esta normativa de "virtudes y vicios" no se debe entender como férreo principio regulativo; su utilidad se revela sobre todo en los primeros pasos de los principiantes porque son una especie de muleta para el que empieza a andar. Los adelantados y los maestros de la comunicación ya la dominan más o menos inconscientemente y juegan con ella buscando variaciones sorprendentes. 3.3.1.1. La adecuación Quizá sea el aspecto más importante y omnipresente a la hora de proyectar y de realizar la comunicación. La adecuación abarca dos ámbitos, uno externo y otro interno: en primer lugar, el ámbito externo significa adecuación de la comunicación o del texto a todos los condicionantes y circunstancias externos; en segundo lugar y dentro del ámbito interno, significa adecuación de todos los elementos que integran la comunicación misma. Veamos primero como ejemplo la adecuación de la comunicación a algunas circunstancias extraverbales. Pueden ser muchas y muy variadas y depender además de la forma de presentación del texto, así las circunstancias de una presentación oral difieren notablemente de la de una comunicación escrita. He aquí algunos aspectos extraverbales que deben tenerse en cuenta: — Adecuación al público: El comunicador debe saber cuál es su público receptor, si son jóvenes o mayores, hombres o mujeres, expertos o legos en la materia, si es un público homogéneo o heterogéneo, para poder adaptar la comunicación a estas circunstancias, a la disposición de captar el mensaje y a sus capacidades intelectuales. Es más, debería conocer el sistema de valores de este público, para poder ponderar si el tema
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que tratará va a ser importante, cotidiano, chocante o agradable, útil o superfluo, etc. para los receptores. — Adecuación al objetivo: Interesa averiguar si la comunicación se limita a informar, si pretende agradar o si debe incitar a una actuación del público o al contrario, si pretende apaciguar o frenar el entusiasmo; con otras palabras con esta ponderación se decide cuál de las posibles estrategias persuasivas es aconsejable aplicar o, más concretamente, qué estrategia persuasiva se va a emplear en qué parte de la comunicación, dado que casi siempre se usan varias formas en la misma comunicación. — Adecuación al lugar y la hora: Dependiendo del tipo de comunicación y presuponiendo que existe la posibilidad de elección, puede ser importante elegir el lugar y la hora adecuados para la presentación, si, por ejemplo, una conferencia se fija para una hora demasiado temprana puede no haber público, si se realiza demasiado tarde puede estar cansado y poco receptivo. Tampoco es indiferente el lugar donde se va a pronunciar un discurso, ni la decoración y el ambiente en el que se desarrolla. En el caso de una comunicación escrita periodística importa la página en la que se situará, etc. Volvamos al segundo aspecto, la adecuación interna implica la búsqueda de un equilibrio entre los elementos mismos de la comunicación, el estilo adecuado al tema, la extensión adecuada de las partes entre sí, la duración adecuada a la importancia de la comunicación, etc. El criterio supremo para cualquier decisión en este ámbito es la eficacia, es decir, todo debe confluir y contribuir a que la comunicación sea lo más persuasiva posible, que el emisor consiga el fin que se propone. Se adivina ya que no es fácil encontrar la justa adecuación, mantener el difícil equilibrio entre todos los componentes externos e
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internos de la comunicación y que se exige una cuidadosa reflexión y elaboración. Es bastante fácil caer en el vicio del desequilibrio o de la inadecuación de los elementos. Ahora bien, teniendo en cuenta que el éxito de una comunicación depende en gran parte de este equilibrio, vale la pena detenerse y ponderar las posibilidades que ofrecen estas instrucciones. 3.3.1.2. El dominio del idioma Ya hablamos del tema en el capítulo de los presupuestos de la comunicación verbal. Parece natural exigir del comunicador que domine el idioma que utiliza para comunicarse; pero es más, una comunicación escrita con faltas de ortografía o infracciones de las reglas gramaticales no solamente puede causar confusiones y malentendidos, puede incluso ser contraproducente, dado que el interés del receptor se desvía de la información para pararse en las "meteduras de pata", lo que significa que los efectos persuasivos serán disminuidos o nulos. Desde luego, el comunicador perderá credibilidad, su falta de.destreza lingüística se interpretará también como falta de fiabilidad respecto de la misma materia que está presentando. A menudo la única consecuencia de una comunicación gramaticalmente incorrecta es la risa. Dicho de otro modo, la corrección idiomàtica es condición imprescindible para una eficiente comunicación. Pero eso no es todo, dominar el idioma significa además —ya lo vimos más arriba— poseer un amplio vocabulario e ir ampliándolo cada vez más; significa capacidad de nombrar las cosas, de relacionarlas y valorarlas, dar nombre a todos los fenómenos que nos ocurren y nos rodean. Dominar el idioma significa saber construir correcta y eficazmente oraciones y textos enteros. Dominar el idioma significa además, en el caso de la comunicación oral, saber articular, saber pronunciar correctamente, con la voz, la entonación y la velocidad adecuadas. ¿Qué se puede hacer para adquirir este dominio? En primer lugar, "vivir" el idioma, hablar a sabiendas de que uno está hablando, es decir, utilizar este sutil instrumento experimentando reflexiva y
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responsablemente los recursos y las posibilidades que ofrece; proponiéndose buscar la eficacia, la belleza y la perfección expresivas. El segundo remedio, vuelvo a insistir, no es menos importante y eficaz que el primero, a saber, leer y leer mucho y leer conscientemente, fijándose no solo en el contenido sino rastreando la forma en la que están plasmados estos contenidos. Lógicamente las buenas obras literarias son las que mejor se prestan a esta labor. Además su lectura va a ser doblemente enriquecedora. También es útilísima la consulta frecuente y hasta la lectura de enciclopedias y diccionarios. Para los "sibaritas" de la lengua los diccionarios de sinónimos constituyen una verdadera delicia. Una ayuda fiable tanto para el aumento del vocabulario como para la consulta en caso de dudas son precisamente los diccionarios, sobre todo el de la Real Academia y el Diccionario de uso del español de María Moliner o el Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, de Manuel Seco, y tantos otros adecuados a las diversas necesidades. Como regla general para evitar malentendidos o incluso efectos contraproducentes como la ridiculez, es preferible seguir la norma prescrita y alejarse de ella solo en casos contados, por ejemplo, cuando una incorrección o una innovación puede provocar un efecto sorprendentemente persuasivo como suele ocurrir con cierta frecuencia en el lenguaje publicitario: «¡Hoy me siento flex!». El tipo de comunicación, no solamente si es oral o escrita, sino también los diversos géneros, requiere naturalmente formulaciones apropiadas. No es lo mismo pronunciar un brindis en un cumpleaños en un círculo privado que un discurso en el parlamento. Cada ocasión exige su estilo y su rigor propios. 3.3.1.3. La claridad y la precisión ¿Qué significa claridad y precisión en el ámbito de la elaboración de una comunicación? En primer lugar, significa generalmente que debe ser formulada de tal modo que el receptor sea capaz de comprender el mensaje del modo más unívoco posible, o dicho con
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términos más técnicos, la codificación debe realizarse de tal forma que la descodificación pueda llevarse a cabo sin que se distorsione indebidamente la información que se pretende transmitir. Salta a la vista que esta virtud se relaciona muy estrechamente con el dominio del idioma que es imprescindible para poder ser claro y preciso. Ser claro equivale, por tanto, a la adecuación de los recursos idiomáticos a las necesidades comunicativas, o más llanamente, equivale a decir las cosas como deben decirse. Ahora bien, previa a la claridad y precisión en la expresión es la claridad y precisión del pensamiento. El comunicador debe tener las ideas claras, argumentar coherentemente y luego buscar las palabras precisas para formularlas. En el fondo no son dos procesos separados, dado que se piensa con palabras, el pensamiento.claro ya se hace mayormente con palabras claras. Claridad y precisión se refieren también a aspectos meramente externos de la comunicación, por ejemplo, a la consecuente división de la totalidad, a la introducción de capítulos, de títulos y subtítulos (en un texto científico, a la realización de notas a pie de página), a la presentación limpia y ordenada de un texto escrito, y, si fuera más claro y convincente, a la introducción de tablas, gráficos o ilustraciones, en resumen, a la presentación limpia y amena del texto que constituye un factor persuasivo no menospreciable. Normalmente, la oscuridad y complejidad innecesarias dificultan la comprensión de una comunicación y no es raro que los receptores "desconecten", no sigan leyendo o escuchando de modo que la comunicación ya no tiene lugar y puede considerarse que el comunicador ha fracasado. Ahora bien, también existe una oscuridad intencional y persuasivamente útil o necesaria, por ejemplo, cuando el comunicador pretende aludir irónica o satíricamente a la turbiedad y la complejidad de una situación, de un raciocinio, de un autor o si en un discurso se quiere evitar la mención directa a los aspectos menos favorables de una persona o una circunstancia. Así solo los que saben entenderán de qué va el asunto. Otras veces la vaga alusión puede ser persuasivamente más eficaz que la clara mención de los hechos. También aquí se requiere sensibilidad para seleccionar el procedimiento adecuado a cada necesidad comunicativa.
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3.3.1.4. La formulación elegante y el estilo Si el aspecto anterior de la claridad y precisión se refería predominantemente a las ideas, el contenido y su exacta configuración, en el ámbito de la formulación y del estilo destaca la índole estética, sin que un aspecto excluya al otro. Se refiere ante todo a la feliz formulación, es decir, se centra en la belleza formal; lo que no equivale a una expresión alambicada o pomposa, sino a la adecuación de la dicción al tema, o, en otras palabras, a encontrar las palabras y las oraciones justas y acertadas para expresar lo que se pretende decir. Evidentemente ello se hace teniendo en cuenta las posibilidades estéticas que ofrece el idioma. El ideal sería lograr una adecuación tal entre forma y fondo que no se note que los dos son de naturaleza distinta. En la retórica clásica se recomendaba en este orden de ideas el uso de los llamados recursos retóricos, es decir, de figuras y tropos que contribuyen tanto a la corrección y la claridad de los textos como a su belleza y capacidad de persuasión. N o cabe ninguna duda de que una comunicación verbal bien hecha posee una capacidad de convencimiento mucho más poderosa que la torpe y pedestre. Los tres estilos La oratoria clásica distinguía tres tipos de estilo según el tema y la finalidad del discurso. Esta clasificación tampoco ha perdido su vigencia aunque se aplique ahora con menos rigor. Es útil recordar que ya entonces se recomendaba la mezcla de estilos dentro de un mismo discurso/texto según las necesidades e intenciones de cada una de las partes. Por ejemplo, para enumerar hechos o describir el estado de la cuestión en un discurso ante un tribunal se aconsejaba un estilo sencillo (con la estrategia persuasiva de la información), para argumentar el estilo podía ser ya más complejo y hasta brillante (con la estrategia del deleitar/divertir) y, finalmente para conmover o movilizar al juez o a un jurado ya se empleaba el estilo más elaborado y sublime (creando impacto afectivo en los receptores).
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La diferencia entre los tres estilos, el sencillo, el medio y el alto o sublime, implica principalmente la utilización de un vocabulario cada vez más selecto, la creciente utilización de recursos retóricos y la complejidad sintáctica. Se advierte también que un desacierto entre medios y objetivos o emplear un estilo vulgar para un asunto solemne puede producir indignación, en cambio, el estilo pomposo para un asunto trivial fácilmente causa risa. Naturalmente, los desaciertos también se pueden emplear con fines irónicos o paródicos. 3.3.1.5. La extensión adecuada A primera vista parece fácil darle a la comunicación oral o escrita la extensión debida y conveniente teniendo en cuenta las circunstancias en las que se presentará, pero en la realidad cotidiana se peca con bastante frecuencia contra esta exigencia. La mayoría de la veces se peca por exceso, escribiendo o hablando más de lo necesario para transmitir el mensaje; también se puede exagerar la concisión realizando la comunicación con extremo laconismo. Lo malo es que no puede existir medida preestablecida, la extensión depende por un lado de factores externos como puede ser, en una comunicación oral, el tiempo preestablecido para una conferencia o, en una comunicación escrita, el número de palabras o páginas exigido, por ejemplo, por el profesor, el editor, el redactor de un periódico. También constituye un límite externo, aunque menos estable, la paciencia de los receptores que un orador/autor debería tener en cuenta y procurar no abusar de ella. Cuando los receptores empiezan a bostezar, con seguridad es demasiado tarde. Evidentemente también existen condicionantes internos de la extensión: un tema complejo precisa más detenimiento, más argumentación y detalles que un tema sencillo, un público inexperto necesita más explicaciones e insistencia en detalles que un público experto en el tema.
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3.3.1.6. La capacidad de escuchar y leer El oído que solo está acostumbrado a escuchar «¡Buenos días!» o «¡Vaya tiempo el de hoy!» ni siquiera comprenderá las comunicaciones de mayor envergadura y más profundidad. Dos son las penurias: la torpeza de la lengua y la cerrazón del oído; ambos males de las sociedades actuales necesitan urgente saneamiento. Saber escuchar y leer atentamente son virtudes que deberíamos practicar constantemente, no solamente cuando estamos comunicando. Aparte de que el que escucha aprende muchas cosas, gana simpatías y en medio de la faena puede incluso pensar en argumentos propios acerca del tema que se debate. En rigor, esta capacidad solo influye indirectamente en la elaboración de la comunicación pero es un presupuesto imprescindible para la recta comprensión de un mensaje el poder escuchar con atención y paciencia a sus interlocutores, el poder leer con el debido detenimiento una carta, un texto de cualquier tipo. La superficialidad y la disipación son malas consejeras a la hora de captar una idea, un tema, una argumentación y también lo son a la hora de idear un raciocinio y de formular una comunicación. Una parte importante de la labor consiste en dedicar la suficiente atención a los demás comunicadores o el tiempo apropiado a la lectura de textos o documentos y de reflexionar sobre su contenido y su objetivo. Desgraciadamente en los tiempos actuales todo y todos tienen que ir de prisa y escasea cada vez más el sosiego y el necesario detenimiento en el trato con los demás y hasta en los ratos que uno dedica a sus propios asuntos. Saber escuchar, saber callar Salta a la vista que las circunstancias cambian según se trate de una comunicación escrita, por un lado, en la cual no existe la posibilidad de intervención directa de los receptores y las comunicaciones, por otro, que sí la permiten o incluso deberían preverla, a no ser que se trate de una conferencia solemne o de un discurso festivo. Saber escuchar con paciencia es un medio eficaz contra los malentendidos y
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hasta contra las disputas y las controversias inútiles e innecesarias; es más, saber escuchar o incluso invitar al interlocutor a que hable de las cosas que le interesen a él, es un excelente incentivo para que se abran las personas y para que se establezca una comunicación personal. Esta actitud corre parejas muy a menudo con la incapacidad de cambiar de opinión o de aprender del otro. Se ha difundido la opinión de que las comunicaciones, el diálogo sirven para presentar su opinión personal inamovible, debatir es hablar por turnos y reafirmar la actitud personal. Sin embargo, en la mayoría de las comunicaciones orales la cosa tiene un doble filo, puesto que también hay personas que sí tienen el deseo de aprender o de cambiar de opinión, sin embargo, cuando no comprenden las explicaciones de un comunicador no quieren formular preguntas por miedo a interrumpirlos, solo hacen como si hubieran comprendido y luego sacan conclusiones equivocadas de las informaciones recibidas. Por ello habría que tomar verdaderamente en serio el siguiente consejo: no basta simplemente con escuchar pasivamente hay que preguntar siempre que sea necesario y cuando haya la posibilidad de intervenir en una comunicación oral, en clase, en entrevistas, en mesas redondas, en discusiones. La mayoría de las veces los demás participantes lo agradecen. Pero los mismos comunicadores deberían también ser conscientes de la problemática y prever dos circunstancias: primero ofrecer a sus oyentes la posibilidad de hacer preguntas y, segundo, dosificar adecuadamente los tiempos de hablar y de escuchar. Uno se puede educar perfectamente a ser un oyente mejor; cualquier encuentro y cualquier comunicación son buenos para practicarlo. Como iniciación basta sentarse en cualquier sitio concurrido y cerrar los ojos concentrándose exclusivamente en los ruidos. Después se puede ejercitar la capacidad de escuchar en conversaciones particulares, en negociaciones profesionales, en conferencias, clases, etc.
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Mantener el interés del oyente El hábil comunicador debe dominar también las estrategias para mantener el interés de sus oyentes. La más elemental es la de medir exactamente el tiempo que se dedicará a la exposición, luego poner en obra todo el instrumental comunicativo a su disposición como puede ser la buena articulación, la velocidad adecuada, y siempre las pausas, además la mímica, los gestos, mantener el contacto visual con los interlocutores. Los buenos oyentes no solamente agradan a todo comunicador, también lo retroalimentan, como dicen los expertos en ciencias de la comunicación, es decir, la atención y el interés del público inspiran al comunicador y hacen que se supere. Los actores saben un rato de esta misteriosa pero por ello no inexistente complicidad. Cuando los oyentes casi no se mueven, cuando inclinan la cabeza, cuando toman apuntes, el comunicador puede estar seguro de que "llega", pero ¡pobre de él! cuando empiezan a encogerse de hombros, o miran el reloj, hablan con el vecino o miran por la ventana; se habrá perdido a la vez el contacto y la batalla y con ellos la posibilidad de persuadir. 3.3.1.7. A hablar se aprende hablando. A escribir se aprende escribiendo Todas las virtudes y habilidades que vimos en los apartados anteriores evidentemente no se adquieren por ciencia infusa sino practicándolas. Como no se aprende a jugar al tenis, ni a hacer punto sin practicar constantemente, tampoco se nace comunicador; las facultades necesarias se aprenden con paciencia y perseverancia. Se pueden hacer múltiples ejercicios, empezando con la ampliación del vocabulario a través del sano hábito de dar nombres a las personas, las cosas y los sentimientos o, en un nivel superior, buscando sinóminos y antónimos, pasando por la formulación de descripciones, comparaciones, estilo directo e indirecto, definiciones, argumentaciones a favor o en contra de un determinado asunto, retrato de una persona,
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presentación de una cosa, evocación de una emoción, de una situación, de una vivencia, resúmenes, hasta la elaboración de una comunicación completa como pueden ser una carta, un acta, un brindis, un discurso. Se pueden ejercitar las habilidades oratorias incluso en ratos libres o esperas vacías en el autobús o la consulta del dentista. Por cierto, como la mayoría de nosotros tendemos a hablar demasiado y gratuitamente, un excelente ejercicio sería también intentar hablar menos superficial y descuidadamente e intentar formular consciente y correctamente en estas ocasiones para hacerlo después siempre. Muchos de los ejercicios pueden realizarse a solas, otros se practican mejor en grupos, no solamente porque la presencia de interlocutores/oyentes sea imprescindible, sino porque también pueden funcionar como jueces o evaluadores de los "juegos de habla y comunicación". No vamos a tratar en esta ocasión de articulación, de mímica y gesticulación en la presentación de la comunicación, el tema se tratará en el capítulo correspondiente. Aquí vamos a pasar revista a los ejercicios que aumentan la capacidad léxica y sintáctica. Solo o en grupo se pueden realizar diversos juegos de palabras, de sinónimos y antónimos, etc. ampliables y variables a discreción. He aquí algunos pocos ejemplos: JUEGO DE LAS PALABRAS CON DETERMINADAS INICIALES tulipán, tilo, trigo... — nombres de plantas con t... renacuajo, reptil, ratón... — nombres de animales con r... — nombres de minerales con 1... lapislázuli... —nombres de profesión con c... comandante, cantor... butano, beige, bermejo... — nombres de colores con b... y un largo etcétera de posibilidades
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JUEGO DE PALABRAS CON UN DETERMINADO NÚMERO DE LETRAS — palabras con dos/tres aes... — palabras con dos/tres tes... — palabras con dos/tres íes... etc., etc.
Salamanca, malabarismo, ... catástrofe, tetrástrofo, ... afinidad, tintirintín, ...
JUEGO DE SINÓNIMOS/ANTÓNIMOS — — — —
sinónimos de: casa sinónimos de: dar antónimos de: engreído antónimos de: empezar etc., etc.
edificio, choza, vivienda, ... entregar, donar, regalar... modesto, humilde, tímido... acabar, finalizar, terminar...
JUEGO DE COMPARACIONES — una situación, una persona, una cosa se compara con otra: es fuerte como un león tan rápido como un cohete más corto que las mangas de un chaleco etc., etc. JUEGO DE LAS DESCRIPCIONES O DE LAS NARRACIONES — uno o varios participantes describen personas, lugares, cosas, etc. Se tiene un tiempo determinado, preferentemente corto (menos de 5 min.) en el que se redacta la descripción o la narración que luego se lee a los demás y se comenta. JUEGO DE LAS DEFINICIONES Se indican brevemente los rasgos definitorios de un objeto, sensación, procedimiento. El juego se puede convertir también en adivinanza (del tipo: «¿qué es. ?»).
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— coche = vehículo con ruedas y motor — amor = estado de felicidad y deseo de abrazar al mundo — sumar = formar el importe de diversos números Una posible variante es pedir al candidato que indique las diferencias entre dos palabras/conceptos similares: — diferencia entre silla y butaca, entre lino y poliester, lámpara y luz... No hay límites para la inventiva de los participantes. JUEGO DE LAS ORACIONES INCOMPLETAS
Para ello son necesarias por lo menos dos personas: una empieza una oración y la otra tiene que terminarla. — — — —
Como sigamos así... El mejor modo de acabar con esta situación es... Me gustaría saber si... Nadie puede prever...
Estos ejercicios pueden resultar muy graciosos y pueden producir hilaridad entre los participantes. JUEGO DE LAS PARÁFRASIS
Distintas oraciones, opiniones de otros (libros, prensa) se expresan con otras palabras. — fulano es tímido — el asunto es peligroso
fulano no es precisamente de los más lanzados las cosas están que arden
JUEGO DE LA CAZA DE MULETILLAS Y FRASES ESTEREOTIPADAS
También se juega en grupo: los participantes apuntan durante un tiempo predeterminado (5 min.) las palabras, frases estereotipadas
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y cualquier "manía" articulatoria de los demás y luego se comentan. Dicho sea de paso: todos las tenemos, se trata de no exagerar repitiendo una y otra vez la misma fórmula. — parto del hecho de que... — pienso que — o sea —pues... — efectivamente... — vamos... La lista de los posibles juegos y ejercicios es interminable. Espero que los pocos ejemplos enumerados aquí sirvan de aliciente para, primero, practicarlos y, luego, inventar otros.
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ELABORACIÓN DE LA COMUNICACIÓN
4.0. Observaciones previas Para la elaboración de la comunicación quisiera proponer cuatro pasos o cuatro fases muy relacionados entre sí. Por lo general, en la realización de una fase ya se pueden preparar aspectos de la siguiente. La primera fase, por ejemplo, que es la averiguación de ideas, materiales y argumentos, puede realizarse de tal forma que estos materiales y argumentos se agrupen ya desde el principio según un determinado orden que facilitará luego el segundo paso que es precisamente la disposición adecuada de los diversos argumentos y la organización de la totalidad de la comunicación. Las dos primeras fases constituyen conjuntamente una preparación de la tercera que es la formulación lingüística de las ideas encontradas y agrupadas. Y las tres juntas son la mejor base para establecer el texto definitivo que se prepara para su redacción como carta, artículo, reseña, etc. o —si es oral y larga— sirve para la presentación al público. En este orden de ideas conviene tener claros los conceptos de «tema», «título» y «motivo» de una comunicación. El motivo de un discurso puede ser, por ejemplo, la entrega de diplomas a unos licenciados, el título podría ser «Discurso del padrino de la promoción» y, finalmente, el padrino puede juzgar oportuno hablar sobre el tema «La salidas profesionales del licenciado universitario».
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El tiempo de preparación El tiempo disponible para la preparación del discurso es un factor tan importante que es recomendable establecer para cada comunicación un calendario/horario de preparación. Para ello puede ser importante incluso saber antes de entrada detalles como cuáles son las horas más productivas de uno y en qué lugar se trabaja más rentablemente. Hay personas que son mucho más productivas por la mañana, otras por la noche, algunos necesitan soledad para rendir intelectualmente, otros precisan compañía. Lo importante es conocer las propias preferencias e incluso las manías y aprovecharlas positivamente. Para los principiantes y despistados se recomienda además establecer un plan organizativo en el que se atribuyan determinados plazos para la realización de las distintas fases. Naturalmente estos consejos no pueden ser más que pistas aproximativas susceptibles de sufrir en cada caso considerables cambios y ello por diversas razones: en primer lugar depende del tiempo total del que dispone el comunicador para la preparación de su intervención, en segundo lugar, ocurre que unos saben mucho de la materia que van a tratar y, por tanto, no necesitan buscar demasiado tiempo para encontrar los materiales y argumentos que necesitan; otros son expertos en la formulación de sus raciocinios y podrán realizar la redacción en un santiamén. Sin embargo, también hay comunicadores que tardan mucho en encontrar ideas, porque el tema que van elaborar les resulta poco familiar o les cuesta encontrar una ordenación convincente. Sea como sea, ya es importante ser consciente de que el tiempo es un factor sumamente importante y que además —como todos sabemos y experimentamos— pasa irrecuperablemente. Si la totalidad del tiempo disponible para la preparación de la comunicación es del 100%, en el caso de una comunicación escrita podrían atribuirse a las diversas fases los siguientes porcentajes: 1) averiguación y selección de datos: 2) disposición de la totalidad y de las partes:
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3) redacción de la comunicación: 4) retoques, pulimentos: 5) relectura, últimas correcciones:
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Vaya por delante que hay que considerar estas cifras como aproximadas y flexibles, es decir, adaptables a cada caso; lo importante es que el comunicador se fije un horario previo y tenga remordimientos de conciencia si no lo respeta. En el caso de una comunicación oral las actividades varían levemente puesto que se añade una cuarta fase que es la memorización y el ensayo de presentación. Tendríamos por tanto: 1) averiguación y selección de datos: 2) disposición de la totalidad y de las partes: 3) redacción/esquema de la comunicación: 4) retoques, pulimentos: 5) memorización y ensayo:
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Repito que también estos porcentajes pueden modificarse según el caso y según las capacidades de cada comunicador. 4.1. Fase I: Averiguación y selección de datos y argumentos ¿Cuál es el objetivo de esta primera fase? Partimos del presupuesto lógico de que el tema de la comunicación consta ya de antemano y antes de empezar la elaboración, porque tenemos que escribir una carta a una empresa o institución o un acta de una junta de vecinos o un artículo para el periódico, un trabajo para el examen... por nombrar solo algunas de las muchas posibilidades. Generalmente en las comunicaciones el tema ya consta de antemano. Son raros los casos en los que el tema surge de improviso, aunque puede ocurrir; por ejemplo, en una mesa redonda en la que sale a colación una problemática no prevista, en una entrevista no preparada y en otros tipos de comunicaciones improvisadas. Sin embargo, incluso en estos casos no se debe descartar la posibilidad de repasar en un instante los conocimientos que uno tiene respec-
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to del tema suscitado, preguntándose «¿qué sé yo de este asunto?», «¿cuáles son los aspectos que habrá que destacar en esta circunstancia concreta?», etc. No hay que olvidar nunca que la principal fuente de informaciones de cualquier persona es su conocimiento del mundo, los datos almacenados en su memoria procedentes de experiencias personales y lecturas previas. Por ello, el cultivo y entrenamiento de la memoria resultan tan importantes, es más, son imprescindibles. Volveremos sobre este particular en el capítulo correspondiente. De todas formas, el cometido primordial de esta primera fase es obviamente el de reunir materiales acerca del tema que se va a tratar y seleccionar aquellos que sirvan para esta comunicación concreta, es decir, no solamente se reúnen las ideas más o menos referidas al tema, se tiene en cuenta también su capacidad persuasiva en el contexto. Salta a la vista que esta fase se puede realizar con más eficacia en la comunicación escrita que en la oral directa. Como experiencia general se puede afirmar que de cuanto más tiempo se disponga para reflexionar sobre el tema, tanto más fructífera resultará la averiguación. Si existe la posibilidad de hablar del asunto con conocidos, profesionales, expertos en la materia, la probabilidad de poder profundizar en el tema y de poder perfeccionar la recolección de ideas y argumentos es notablemente mayor. Evidentemente las publicaciones al respecto: libros, estudios, revistas, Internet... son poderosos aliados si uno dispone del tiempo y de habilidades suficientes para consultarlos. También resulta muy productivo dedicar toda la atención al tema, no dejarse confundir y distraer por otros asuntos. La realización de ficheros e incluso la utilización de una grabadora puede ser muy útil en esta labor. Sin embargo, hay que advertir también de un peligro: es fácil perderse en estos menesteres y ello por dos razones: primero porque se puede acumular demasiado material que luego resulta inabarcable, segundo, porque uno invierte demasiado tiempo en esta primera fase y no dispone del necesario sosiego para las demás. Precisamente por ello se recomienda — c o m o v i m o s — el establecimiento de un "horario" en el que se fijan los máximos de dedicación a cada fase, en horas y días si fuera necesario.
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4.1.1. Acumular materiales De un modo general resulta aconsejable empezar primero acumulando ideas, materiales, datos, y solo después seleccionarlos, es decir, separar los útiles de los menos útiles o inservibles. Acumular materiales significa, por tanto, apuntar todas las ideas que se le ocurren al comunicador, hasta las que a primera vista parecen inadecuadas. Ya en esta primera aproximación se puede intentar clasificar las ideas, por ejemplo, según su posible utilización en la introducción, la parte central o las conclusiones de la comunicación, suponiendo que sea esta la estructuración que se piensa dar a la totalidad. Evidentemente la profundidad y la exhaustividad de esta búsqueda depende en primer lugar de las capacidades y de la experiencia del comunicador y, en segundo lugar, del tiempo disponible para esta labor. Si se está preparando una entrevista es preciso naturalmente reunir un número determinado de preguntas que se harán al entrevistado, pero también es interesante dosificar y distribuir las preguntas en un orden que pueda resultar sugestivo para el entrevistado y útil y productivo para el entrevistador y su público. Por ejemplo, unas preguntas fáciles y no comprometidas al principio para crear un ambiente de confianza y soltar la lengua al entrevistado y después aquellas preguntas que pueden resultar más atrevidas y comprometedoras. Ahora bien, dependiendo del tipo de comunicación, esta labor puede incluso realizarse en grupo. El procedimiento del llamado brainstorming, es decir, la búsqueda colectiva de ideas y asociaciones puede aplicarse perfectamente a muchas comunicaciones. No hace falta que las personas que participen en él sean expertos en la materia, a veces los legos e ingenuos pueden aportar ideas y aspectos insólitos que, precisamente por ello, resultan muy útiles. Bastará con pedir a los participantes en el brainstorming que apunten lo que se les ocurra acerca de un determinado tema o una circunstancia y luego poner en común los resultados. A pesar de todo, una buena premisa es tener una amplia cultura general y conocimientos más o menos abundantes en el máximo posible
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de materias, sobre todo en las que conciernen a la comunicación. A veces más vale rechazar el encargo de una comunicación sobre temas que uno ignora que no decir tonterías. Es más meritorio admitir que uno sabe poco o nada de un asunto que hacer el ridículo. En la averiguación de informaciones y argumentos no se debe perder de vista que estos deben girar alrededor de posibles aspectos del tema de la comunicación. Solo en algunas pocas comunicaciones el tema puede no ser —como se aludió más arriba— exactamente el preestablecido sino que pueden surgir otros temas o aspectos durante una discusión, en una entrevista, en una mesa redonda, etc. Ya los clásicos desarrollaron métodos de averiguación de datos y argumentos formulando preguntas apropiadas referidas a los aspectos que suelen ser relevantes en la mayoría de las comunicaciones. De un modo general se pueden distinguir tres grupos de datos: uno referido a las personas, otro a las cosas y un tercero a las circunstancias y motivaciones. 4.1.2. Preguntas acerca de las personas La pregunta referida a las personas de las que se va a tratar en la comunicación es lógicamente ¿quién?, o mejor dicho, ¿quiénes?, es decir, una de las necesidades fundamentales en la mayoría de las comunicaciones es conocer la o las personas implicadas. La mayoría de las veces basta conocer su identidad, es decir, el nombre, sin embargo, para realizar un informe, para la defensa de un acusado en los tribunales, para una biografía, una entrevista, un retrato se debe disponer de más detalles, como por ejemplo la familia o el estamento, región o nación de la que procede. A menudo puede ser importante conocer el sexo de las personas implicadas, su edad, su educación y formación, su profesión, su condición social, su talante y posibles antecedentes negativos o positivos según el caso y muchos detalles más según la naturaleza de la comunicación. No solo interesan las personas implicadas en el relato, aunque son las de más peso, el comunicador debería también poseer datos acerca de las personas a las que se dirige. Basta imaginar a un publicitario
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que tiene que procurar que su mensaje llegue al público objetivo previsto; cuando formula el texto publicitario importa mucho que sepa cómo vive, piensa y se comporta este grupo social, de cuánto dinero dispone y cómo lo gasta. La persona que solicita un puesto, el estudiante que manda una instancia al rector de su universidad, hasta el enamorado que declara su amor a una chica, todos tienen que tener en cuenta a los destinatarios de sus comunicaciones y adecuar los argumentos al receptor. 4.1.3. Preguntas acerca de las cosas Las pregu'ntas referidas a las cosas son principalmente: ¿qué?, ¿cuándo? y ¿dónde?, es decir, con ellas se averiguan los datos que, en primer lugar, nombran la cosa, el fenómeno, el acontecimiento objeto de la comunicación y luego lo sitúan en el tiempo y en el espacio. La combinación de persona, tiempo y lugar son, por ejemplo, imprescindibles para formular una coartada, para estructurar una defensa en un pleito, para redactar un informe periodístico y hasta un spot publicitario. Los anuncios de aperitivos que, al parecer, permiten el acceso inmediato a la jet set solo con tomar una copa del mágico brebaje, son una demostración fehaciente de que son importantes tanto la persona como el tiempo y el espacio —aunque todos sean ficticios— para vender un producto. El discurso del fiscal o del abogado ante un tribunal no puede prescindir de todos estos datos para argumentar la culpabilidad o la inocencia del acusado. El discurso en homenaje a una personalidad también será la evocación de unas actuaciones, ante todo elogiosas, llevadas a cabo por esta persona en un determinado tiempo y espacio. 4.1.4. Preguntas acerca de las circunstancias Las preguntas referidas a las circunstancias y motivaciones son principalmente: ¿por qué?, ¿cómo?, ¿con qué medios o instrumentos?, ¿en qué circunstancias?, ¿qué posibilidades tenían los implicados?,
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¿cómo se definen, con qué pueden compararse los hechos o actuaciones? Con ¿por qué? se pregunta naturalmente por las motivaciones por las cuáles se ha producido una determinada situación o actuación. En la memoria o el informe de gestión de un banco los clientes y accionistas están interesados en conocer las causas, sobre todo, de posibles pérdidas o de la baja de las acciones pero también de la gestión de su dinero en el banco. En otros casos simplemente se espera la mención del motivo por el cual se realiza la comunicación: la instancia al rector, la reclamación a una empresa comercial, también la carta de amor, todas se justifican, dado que nadie escribe o comunica porque sí, lo que no significa que toda comunicación sea de por sí sustancial. Con la pregunta ¿cómo? se averigua el modo en el cual acontecieron los hechos o fenómenos relatados. Lógicamente están muy relacionadas con esta pregunta general las que se refieren a los medios empleados y las circunstancias en las que se produjo la situación relatada. La pregunta por las posibilidades se refiere tanto a las posibilidades materiales como a las personales. A menudo es importante encontrar la definición y la designación adecuadas de las cosas; por ejemplo, en la acusación o la defensa ante los tribunales es crucial poder mostrar, por ejemplo, en un caso de envergadura, que lo ocurrido era un homicidio involuntario y no un asesinato premeditado. También procede de la práctica jurídica la costumbre de establecer comparaciones entre hechos semejantes o entre situaciones opuestas, se puede hacer referencia a un crimen anterior que tuvo las mismas características o a uno mucho más grave frente al cual el que se está juzgando resulta una nimiedad, etc. Si la tipología que acabamos de esbozar se basa en los diversos ámbitos en los que se buscan los materiales existe también otra posible clasificación según la naturaleza y funcionalidad de los argumentos. Así se distinguen las pruebas o medios probatorios e indicios por un lado y los argumentos técnicos metódicamente averiguados. Veamos brevemente cómo se distinguen.
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4.1.5. Indicios A este grupo pertenecen los testimonios, acuerdos, documentos, contratos, leyes, decretos, sentencias judiciales y, el muy frecuentemente utilizado, argumento de autoridad, en el sentido de acudir a citas o afirmaciones de personalidades renombradas en el ámbito en que se debate; siempre tiene más peso un argumento si se puede aducir la opinión de Aristóteles, de Kant o de Ortega y Gasset, por citar unos simples ejemplos al azar. También se pueden aducir con provecho los testimonios inmediatos como fotos, películas, grabaciones originales, periódicos, etc. Salta a la vista que este tipo de materiales tiene un gran poder persuasivo, todos conocemos la imponente capacidad que tiene para la gente el documento, el contrato, o la simple mención de que tal o cual información procede de la prensa o se ha difundido en la televisión. Hasta los autores literarios se aprovechan de estas circunstancias; baste recordar la esquela con la que Miguel Delibes inicia su novela Cinco horas con Mario o la "demostración" del asesinato del padre de Hamlet por su hermano a través de la representación probatoria en el teatro. No carecen de capacidad persuasiva los proverbios y dichos. Yo mismo me aproveché de uno al ponerle título a este libro. 4.1.6. Argumentos técnicos y fácticos Los argumentos técnicos tienen su origen en los propios hechos y son formas de manipulación de estos. Su eficaz uso depende de la habilidad argumentativa del comunicador. Es la forma en la que, por ejemplo, un abogado sabe aprovechar el material probatorio acumulado 8 . A modo de ejemplo baste enumerar algunas posibilidades teóricas de argumentación. Se puede proceder por:
Véase el capítulo «Tópica» en mis Fundamentos 90.
de retórica, op. cit., 85-
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a) comparación (se establece un parangón entre una situación y otra similar o distinta, más importante o de menor envergadura) b) causa y el efecto (tal circunstancia producirá tal efecto, tal consecuencia es el resultado de tal motivo; y no tienen por qué ser causas y efectos reales, el comunicador también puede inventarlos para mostrar posibles consecuencias: «¿qué sería si...?», «No quiero imaginarme lo que ocurriría si...») c) definición también es una técnica argumentativa de gran poder persuasivo (la definición correcta de una circunstancia puede arrojar nuevas luces sobre un asunto; no es lo mismo definir un crimen cómo homicidio involuntario que como asesinato o lesión con defunción) e) ejemplos: los ejemplos sacados de la vida práctica y cotidiana relacionados con la temática que se presenta tienen un poder persuasivo extraordinario. f) premisa/conclusión: una de las formas de argumentación más tradicionales y fundamentales es el silogismo y el entimema; los dos procedimientos argumentativos funcionan con la presentación de una o varias premisas y la conclusión pertinente que se saca de ellas. A ello puede añadirse toda una serie de tópicos que todos conocemos y utilizamos como los de la falsa modestia («no soy la persona indicada para esta labor»), los de la imperfección del hombre («nadie es perfecto»; «no somos nada»; «qué le vamos a hacer»), los de la autojustificación («yo soy así», «no puedo actuar de otra manera»), y un largo etcétera. 4.1.7. Búsqueda de materiales en trabajos universitarios A modo de ejemplo un poco más complejo esbozamos aquí las posibilidades de la búsqueda de materiales en trabajos universitarios. No difiere grandemente este tipo de búsqueda de las demás. Tal vez
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las fuentes que se consulten sean diferentes dado que los temas de este tipo de comunicaciones suelen ser más específicos, insólitos o incluso peregrinos que los de otras comunicaciones. Las principales fuentes de información del universitario son: en primer lugar, los propios conocimientos acerca del tema adquiridos en clases, conferencias y lecturas en este ámbito, luego las bibliografías y los manuales que remiten a libros, artículos y revistas especializadas. ¿Cómo se aprovechan estas fuentes? Propongo tres fases: comprobar, hacer fichas, ordenar. a) comprobar se refiere al hecho de que una vez averiguada la fuente se debe comprobar si está realmente a disposición en la biblioteca, en el archivo, los fondos en los que uno trabaja o si hay que encargarla o pedirla a otro lugar; a veces la tiene el amigo o el colega, a veces se debe pedir por préstamo interbibliotecario en el original, en fotocopias, en microfilm. Ultimamente se ofrece además el correo electrónico, Internet, para consultas de este tipo. b) hacer fichas significa elaborar notas de las diversas fuentes con resúmenes acerca del tema que interesa. Un consejo importante: no hay que olvidar nunca apuntar en las fichas la fuente con la página de la cual se ha sacado el resumen o la cita porque luego resulta muy laborioso, en algunos casos imposible, volver a la fuente si hay que reproducir o comprobar la cita o simplemente indicar el lugar de donde se sacó. c) ordenar se refiere al hecho de que las fichas pueden clasificarse según los criterios más adecuados, casi siempre será recomendable una ordenación según palabras clave relacionadas con el tema en cuestión. No estará de más el siguiente consejo: no hay que perder nunca de vista el tema para el cual se buscan los materiales. Eso significa que compensa reflexionar con antelación sobre los puntos que pueden interesar y centrarse en ellos. Es un peligro dejarse llevar por la argumentación del autor. Sobre todo si se trata de un buen autor o un
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buen libro o artículo es fácil que nos dejemos llevar por la convincente o incluso brillante argumentación del autor y olvidemos lo que buscamos. Por ello convendría tener presente un patrón de puntos clave propio, una especie de macroguión del trabajo que se va a realizar para buscar solo o preferentemente aquellos aspectos y argumentos que realmente nos interesan y poder evitar así el peligro de seguir servilmente al autor o, peor aún, de irse por las ramas. 4.1.8. Selección de materiales Antes de entrar en materia habría que proponerse firmemente dos cosas: primero, tener las ideas claras, saber lo que uno quiere y actuar en consecuencia y, segundo, tender a la brevedad y a la síntesis, según el lema: quien dice menos, dice más. Quiero decir, no confundir la calidad con la cantidad. Seleccionar materiales significa escoger entre los datos encontrados los que más eficazmente sirvan para alcanzar el objetivo de la comunicación, a saber, persuadir al receptor. No solamente es una selección según el tipo de argumento y / o de material, también es una cuestión de cantidad. Sobre todo entre los comunicadores principiantes el peligro de abrumar a los receptores con un cúmulo incontrolado de datos es muy grande y lamentablemente pocas veces se puede evitar. Hay que partir de la premisa de que generalmente los receptores solo retendrán algunos de los muchos datos que se le ofrecen, sobre todo en comunicaciones orales, por tanto, a la hora de escoger los que van a entrar en el texto, el discurso, etc. es de suma importancia ponderar la importancia y eficacia de cada idea y argumento. En primer lugar, se debe comprobar, por supuesto, si guardan la debida relación con el tema; hay que distinguir siempre entre lo imprescindible, lo secundario y lo anecdótico. Además, no todas las informaciones, ni todos los argumentos que se encuentren resultan siempre útiles en cualquier tipo de comunicación. Por tanto, deberían tenerse en cuenta tres aspectos: la importancia, la función y la cantidad de argumentos e informaciones hallados. Importancia significa, en este orden de ideas, el rango que tienen en
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la totalidad de la comunicación en cuanto a su capacidad persuasiva, el impacto que pueden producir en los receptores. Dependiendo de la extensión que va a tener la comunicación es recomendable seguir la siguiente norma: a menos extensión menos argumentos y únicamente los que realmente sean de peso e idóneos para convencer. El mayor peligro para el comunicador es que la complejidad y/o la cantidad de los argumentos que aduzca en su comunicación supere la capacidad de comprensión y memorización de los receptores y, por tanto, resultar contraproducente, llegando a confundir más de lo que aclaran o perdiendo incluso la atención del receptor. Cicerón —pensando en la práctica jurídica— ya recomienda en esta primera fase de la elaboración de un discurso que el comunicador asuma tres papeles distintos cuando está ponderando la utilidad de los argumentos: meterse en la piel del acusado, en la del juez y en la suya propia como abogado y a partir de cada uno de los enfoques tratar de averiguar el efecto que surtirán los diversos argumentos al presentarlos en el pleito. Y cuando se da cuenta de que no son útiles o incluso contraproducentes los desecha 9 . El consejo no se reduce a la mera práctica jurídica como se puede deducir fácilmente. Tener en cuenta el efecto que puede producir una idea o un argumento en el interlocutor es de suma importancia e influye grandemente en la fuerza persuasiva de la comunicación. Hubo un tiempo en el que a la hora de ponderar la eficacia de los argumentos se podía aplicar sin vacilaciones el criterio del sentido común, es decir, aquel sentido de lo verdadero y lo correcto compartido por la comunidad; desafortunadamente el llamado sentido común ha sufrido unas mermas lamentables y muchas cosas que antes resultaron naturales, "de sentido común", hoy requieren una prolija y fatigosa argumentación. Antes de ponerse de acuerdo en asuntos evidentes en otros tiempos, se debe ahora crear laboriosamente un consenso. Hasta la propia verdad solo se considera un concepto establecido por consenso y mayoría. Lamentablemente el sentido común ha llegado a ser el menos común de los sentidos. Marcus Tullius Cicero, De oratore, 102-104.
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4.1.9. La función de los materiales La función de los materiales se refiere a su eficacia y rendimiento dentro de cada una de las partes de la comunicación. A menudo su utilidad ya se revela durante su averiguación; constantemente hay que preguntarse: ¿cuáles son los argumentos más apropiados para la introducción, es decir, los que probablemente capten la atención del público?, ¿cuáles lo vuelven benévolo y lo mantienen interesado?, ¿cuáles son los datos que interesan para la argumentación central, es decir, los que contienen la información más apropiada en las circunstancias concretas de la comunicación?, y finalmente, ¿cuáles son los más aptos para concluir eficientemente la comunicación, para sacar conclusiones y redondear la persuasión o eventualmente movilizar a los receptores? Hay que partir del presupuesto de que en la mayoría de las comunicaciones el público destinatario no conoce el tema que se va a tratar o, a lo sumo, lo conoce parcial e insuficientemente. De modo que es aconsejable, por así decir, llevarlo de la mano y proceder paso a paso sin presuponer más conocimientos que los puramente generales y de sentido común, a veces hasta escasean incluso estos. Tampoco se deben seleccionar argumentos demasiado complejos y difíciles de comprender, a no ser que se hable o se escriba para un público de expertos en la materia. Pero en todo caso hay que ponderar muy cuidadosamente la cantidad para evitar la sobrecarga informativa porque aquí, como en otras ocasiones, menos es más. 4.2. Fase II: Ordenación de la totalidad de la comunicación y de los argumentos La segunda fase de elaboración de la comunicación es de doble utilidad, dado que en ella se establece, en primer lugar, una división de la totalidad de la comunicación y luego, una vez establecido este
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orden, la disposición de los argumentos y materiales dentro de cada una de las partes10. El objetivo principal de esta labor es, como en las demás fases, primero conseguir el efecto persuasivo máximo y, segundo, estrechamente vinculado con el anterior, dar coherencia y consecuencia lógica a las partes de la comunicación, con lo cual se aumenta a su vez el poder persuasivo. Dado que se puede persuadir informando, agradando o movilizando, también se debe ponderar en qué parte se aplicarán una u otra de las diversas estrategias persuasivas (véase cap. 3). 4.2.1. Organización del tiempo Un aspecto no despreciable en la elaboración de cualquier comunicación y que suele producir numerosísimos quebraderos de cabeza y decepciones es la necesidad de organizar debidamente el tiempo y no solamente el de la duración/extensión de la comunicación sino también el de la elaboración. Además, conviene distinguir entre la duración de una comunicación oral, es decir, el tiempo que se tarda en exponerla y la extensión de una comunicación escrita. Hablemos primero de la comunicación oral. Su duración se halla determinada por dos factores: uno externo, a saber, el tiempo que se concede al comunicador y otro interno, el tiempo que este adjudica a las diversas partes de la comunicación. La duración "externa" consta de antemano y conviene que el buen comunicador se atenga a los límites establecidos, puede peligrar la eficacia de su intervención si rebasa estos límites. Si los receptores se aburren o incluso se enfadan porque no se respeta el tiempo establecido o porque el comunicador simplemente "se pasa" no dándose cuenta de cuál es el tiempo apropiado para el tratamiento de un tema o de las diversas partes, se puede perder todo el poder persuasivo y hasta puede resultar contraproducente puesto que los receptores no escucharán o, lo que es Véanse también las propuestas de división y redacción de Daniel Cassany, en op. cit., 101-174.
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peor, se bloquearán. De modo que es altamente recomendable y conveniente que antes de formular la comunicación el comunicador calcule los minutos aproximados que pretende conceder a cada una de las partes y sus subdivisiones para disponer luego de una especie de marco temporal que le sirva de orientación. La duración "interna" solo se puede averiguar después de la formulación, lo que significa que conviene cronometrar la comunicación una vez terminada, tanto en su totalidad como en las distintas partes. Perder demasiado tiempo en los preliminares puede ser nefasto, los receptores no deben nunca impacientarse porque el comunicador no "va al grano" y es siempre peligroso si durante una comunicación los receptores piensan en otra cosa que no sea el tema. Por tanto, debe darse el tiempo apropiado a cada una de las partes y a la totalidad. Muchos de estos aspectos también son aplicables a la comunicación escrita, solo que aquí no cuenta tanto el tiempo material como la extensión, el número de páginas o de palabras. Cada comunicación tiene una extensión adecuada que depende en primer lugar del tema. Pero también a los comunicadores se les imponen a menudo extensiones prefijadas. El periodista tiene sus columnas preestablecidas, el parlamentario tiene el tiempo de intervención predeterminado, el artículo o el trabajo del universitario (o un examen) no debe rebasar un número determinado de páginas, etc. La experiencia demuestra que la capacidad de atención de un público normal no se puede mantener generalmente más allá de 40 a 45 minutos, es más, la curva estadística demuestra que después de los 20 minutos ya empieza a declinar la capacidad de concentración. Por consiguiente, el comunicador deberá pensar en los minutos que dedicará a cada una de las partes. En el siguiente esquema se combinan las proporciones respectivas para una comunicación oral (de 45 min) y la extensión en tantos por cientos de una comunicación escrita; las indicaciones pueden variar naturalmente en función de la extensión total de la comunicación. No debe confundirse este esquema con el de la elaboración total de comunicaciones en el que se incluyen también las tareas preparativas y no únicamente los tiempos y las extensiones
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que corresponden a las diversas partes de la presentación de la comunicación misma. 1. Introducción 1.1. captar la benevolencia 1.2. despertar interés del público
= 5 min o 10%
2. Parte principal 2.1. propósito de comunicación 2.2. argumentos a favor 2.3. argumentos en contra
5 min o 10% 15 min o 40% 15 min o 30%
3. Final 3.1. resumen argumentos principales 3.2. conclusiones/llamamiento
= 5 min o 10%
Naturalmente, puede haber otras subdivisiones de la parte principal, lo importante es mantener más o menos las proporciones temporales de aproximadamente: 5 : 35 : 5 min. Lo más importante es la exacta consideración de las cuantías adecuadas respecto de la conveniente extensión/duración total y, luego, respecto de la proporción de las distintas partes entre sí. Cada comunicador debería prohibirse a sí mismo extenderse más de lo necesario y debería tener presente siempre que las desproporciones son inadmisibles y contraproducentes. No puede tolerarse que, por ejemplo, la introducción ocupe una extensión mayor que la parte principal o que las conclusiones sean tan largas como la propia parte central. Es más, el receptor atento es más o menos consciente de la estructura y del desarrollo de la comunicación y puede impacientarse cuando el comunicador se desmarca claramente de la duración habitual. Los comentarios como «Lleva media hora hablando y todavía no ha dicho nada o no ha ido al grano» o bien: «Hace un cuarto de hora que ha dicho que iba a terminar» son las reacciones habituales en estos casos.
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Otro aspecto de la ordenación del tiempo es —como vimos ya al principio— la organización del tiempo total que se puede invertir en la elaboración del trabajo. Obviamente estos tiempos de preparación pueden ser variadísimos según el tema y las circunstancias específicas de cada caso dado que no se puede prever nunca una duración exacta del tiempo disponible en horas, días o meses; por esto en el esquema que propongo se indican solo porcentajes. Como orientación en el caso de una exposición universitaria o de un trabajo de investigación puden servir las cifras mencionadas, ahora bien, tampoco deben considerarse inamovibles; basta con que haya dificultades imprevistas en cualquiera de las fases —sobre todo en la consecución de la bibliografía— para que se deba modificar una o varias de las magnitudes. 1) fase preparatoria (bibliografía e información)
25%
2) elaboración de un macroguión y microguiones
35%
3) redacción
20%
4) retoques, pulimientos
10%
5) correcciones finales
10%
Conviene establecer un horario en el que los porcentajes del esquema se concreten en días y horas y que este horario se consulte con mucha frecuencia para comprobar si uno va respetando las previsiones o si se está produciendo ya un retraso. Es un excelente medio de autocontrol capaz de evitar precipitaciones de última hora y posibles disgustos. 4.2.2. Ordenación de la totalidad de la comunicación Salta a la vista la importancia persuasiva que posee la adecuada subdivisión de la totalidad de toda comunicación. El dicho que recomienda «ir por partes» no es un consejo vano en absoluto puesto que sugiere ya la necesidad de que la comunicación no se presente ni
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desordenada ni como un bloque pesado sino dividida en partes abarcables con mayor facilidad y claridad. Veamos primero las posibles subdivisiones de la totalidad de una comunicación. En principio cualquier texto se puede subdividir en dos, tres, cinco o incluso más partes. Naturalmente las opciones varían también según la extensión y la finalidad de la comunicación. En principio se pueden aplicar las siguientes posibilidades: 4.2.2.1. La división en dos partes, contrapunto Se puede distinguir entre dos formas de bipartición: primero, la división en dos partes de la totalidad del discurso o texto y, segundo, la bipartición de uno o varios apartados dentro de distintas partes de la comunicación. Si el tema es apto para establecer la oposición entre dos aspectos o actitudes contrarios, si trata, por ejemplo, de los pros y contras de un asunto, o de dos aspectos antitéticos, se recomienda la bipartición de la totalidad, desarrollando una tesis en una parte y su contraria en la otra. También puede servir para completar lo importante con detalles de menos peso o que distinga lo importante de lo accesorio. Un caso muy llamativo se observa en los textos con notas a pie de página. Cabe también otra variante de la bipartición, por ejemplo, en el caso de la realización de una entrevista se establecerá la bipartición de modo repetido a lo largo de toda la comunicación en forma de pregunta del periodista y respuesta del entrevistado (P - R, P - R, P - R..., siendo P la pregunta y R la respuesta). Estas disposiciones tienen, por un lado, la ventaja de la inmediata contraposición de dos opiniones, opciones o tesis contrarias o de pregunta y respuesta inmediata, por otro; es una ordenación clara y crea expectación en los receptores. Evidentemente esta bipartición repetida puede servir también para la estructuración de una sola parte de la comunicación, frecuentemente de la parte central de una comunicación tripartita, conservando la introducción y la conclusión la forma normal.
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4.2.2.2. La división en tres partes (A - B - C) La tripartición de la totalidad es la división más frecuente por resultar también la más útil y coherente, sobre todo cuando se trata de organizar textos y comunicaciones de cierta extensión. El esquema es claro: se inicia con una introducción, continúa con la parte central expositiva y / o argumentativa y termina con una conclusión o un resumen. Cada una de las partes tiene su función específica y el material correspondiente se selecciona oportunamente. Principio Al iniciarse la comunicación, es decir, en la parte introductoria, lo primero que interesa al comunicador es captar el interés y la benevolencia de sus receptores, además se les puede incluso orientar ya desde este momento para que capten el mensaje de manera adecuada; posteriormente se trata también de mantener la atención en las partes siguientes. En la parte central —que tiene un gran peso persuasivo— se expone la situación, la problemática, el propósito de la comunicación y se argumenta a favor y / o en contra, mostrando las ventajas o la utilidad de determinadas soluciones, decisiones, evoluciones y los perjuicios y desventajas de otras. Parte central Una de las formas más eficaces de organización de la parte central es la que la identifica con la imagen de un embudo, puesto que el comunicador comienza situando la problemática al indicar el ámbito al que pertenece y a continuación va detallando y puntualizando cada vez más, hasta centrarse en el meollo de la problemática central. De este modo se evitan saltos repentinos a un tema desconocido o aparentemente ajeno mostrando el contexto y las relaciones en las que se sitúa la problemática que se expone. En el caso de una mesa redonda o discusión es una sana costumbre repetir el contenido de la intervención a la que se contesta, para que, tanto el interlocutor como el público en general, se den cuenta de que las ideas
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expresadas anteriormente han sido comprendidas debidamente, lo que equivale a situar el tema en su contexto. Esa contextualización se produce por ejemplo cuando el diputado que tiene que proponer la construcción de una determinada autovía inicia su argumentación hablando de la movilidad como una de las características de la sociedad moderna para aludir, a continuación, a la creciente importancia del tráfico rodado tanto desde el punto de vista industrial y comercial como del turístico. Una vez situada la problemática podrá abordar las ventajas de una autovía en la zona en cuestión, porque la evolución de la industria en esta región es cada vez más intensa, porque la infraestructura existente ya no da abasto con la circulación actual y que se puede contar además con un crecimiento del turismo interior y exterior en la zona. También podría argumentar con el peligro del aumento de accidentes y el número de muertos en la carretera. En cualquier situación y en cualquier comunicación será siempre útil y recomendable crear una cierta complicidad entre comunicador y receptor comenzando por familiarizarlo con el tema en cuestión. Final El final de la comunicación unas veces se limita a resumir simplemente lo dicho, otras veces, saca además conclusiones e invita al público, a los destinatarios, a reflexionar o incluso a actuar en consecuencia. Es igualmente posible pensar en la combinación de los dos modos, es decir, después de resumir se sacan conclusiones. En el caso de la autovía de la que hablamos más arriba, el diputado podría concluir insistiendo en la urgente necesidad de la construcción y pidiendo al gobierno y los responsables inmediatos una actuación sin demora por el bien de la sociedad y de las futuras generaciones. De todas formas y en cualquier caso se impone la brevedad; son muy poco eficaces los finales que no terminan. Difícilmente van a mover al receptor a que cambie de opinión si terminan o aburriéndolo o, todavía peor, enfadándolo. En otras circunstancias el final de la comunicación está ya estandarizado, como ocurre en las cartas comerciales y oficiales que
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suelen terminar con fórmulas estereotipadas, como el consabido: «les saluda atentamente» a veces precedido de «esperando sus gratas noticias». Afortunadamente, ya han caído en desuso las fórmulas y abreviaturas un tanto ceremoniosas como por ejemplo la misteriosa abreviatura: «sssqbsm» (su seguro servidor que besa su mano), por mencionar una de las más alambicadas. 4.2.2.3. La división en 4, 5 o más partes Las divisiones de la totalidad que rebasan las tres partes son siempre ampliaciones de la tripartición que corresponderían a un esquema como: A - B [B1 - B2 - B3 - B4] - C o más detallado todavía si fuera el caso, dado que se efectúan modificaciones y ampliaciones sobre una o varias de las partes centrales; casi siempre esta parte central se divide en dos o más subdivisiones. Ello se puede realizar por ejemplo de tal forma que se empiece la parte central con un relato de la situación o de los antecedentes y dividiendo luego la argumentación en dos partes, presentando primero los argumentos en contra y después los argumentos a favor de la causa que se defiende. Veamos esta ordenación y su función en un esquema general: 1. Introducción 1.1. Captar la benevolencia del receptor 1.2. Darle pistas para la recta interpretación 1.3. Crear y mantener su interés por la comunicación 2. Parte central 2.1. Presentar la situación y / o los antecedentes 2.2. Argumentos en contra 2.3. Argumentos a favor 3. Final 3.1. Resumen de los aspectos importantes 3.2. Conclusión y / o llamamiento a la actuación11 Teun A. v a n Dijk, La noticia como discurso. Comprensión, estructura y producción de la información, Barcelona, Paidós, 1990, 254.
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4.2.3. Esquemas de ordenación de la comunicación El propósito de este apartado es mostrar cómo se elaboran guiones y proponer algunos ejemplos de ordenación de la totalidad de la comunicación, tanto escrita como oral. 4.2.3.1. Los guiones En la práctica se ha revelado la utilidad de los guiones para la preparación de cualquier comunicación, sea una llamada telefónica o un libro completo. Evidentemente también hay casos de comunicación oral en los que existe la posibilidad de una preparación previa y, por tanto, estos consejos prácticos serán también aplicables. Pero tampoco puede ser perjudicial invertir unos instantes en reflexionar sobre lo que se pretende comunicar, sea en una llamada telefónica antes de levantar el auricular sea antes de contestar a una pregunta en una mesa redonda o una discusión. Sin embargo, será sobre todo en las comunicaciones escritas en las que se ofrezca con más frecuencia la oportunidad de reflexionar con detenimiento sobre la organización de un texto, sea este de la índole que sea. Con el término "reflexión sobre la organización" me refiero a una ordenación previa de las partes de la comunicación y de los contenidos que se pretenden transmitir. Para ello se ha revelado de suma utilidad el guión. Básicamente se pueden realizar dos tipos de guión: uno general que suelo llamar "macroguión" y uno o varios "microguiones" en los que se fijarán los detalles referidos a los diferentes puntos del macroguión. Algunas comunicaciones, tanto escritas como orales, son tan breves que sobra la elaboración de microguiones. Bastará en muchos casos un macroguión un tanto detallado, por ejemplo, para preparar una llamada telefónica un poco compleja, una entrevista, una negociación, una carta comercial o incluso un curriculum vitae. En otros casos, cuando la comunicación excede una determinada extensión se hacen inevitable el o los microguiones.
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El macroguión En el macroguión se establece el plan estratégico de la comunicación que deberá tener en cuenta los tres factores siguientes: el objetivo, la o las estrategias persuasivas oportunas y, finalmente, el público destinatario. Se supone que la primera fase de la averiguación de materiales ya se ha realizado con anterioridad. En el macroguión solo figuran los puntos clave de la comunicación, preferentemente ordenados en una tripartición, cuya parte central puede ampliarse, como vimos más arriba. La función de este macroguión es la de fijar la línea maestra sobre la que se desarrollará la comunicación para así evitar que el comunicador pierda de vista el tema. Nunca se insistirá suficientemente en el hecho de que uno de los peligros al que está expuesto constantemente el comunicador es el de "irse por las ramas" hablando de cosas marginales o completamente ajenas al tema que debería estar tratando. El macroguión es, por tanto, una especie de recordatorio o de "vallado" que impide que el comunicador se extravíe. No quiero decir con ello que una digresión bien planeada de vez en cuando, sobre todo si es anecdótica y divertida, no pueda ser muy útil y hasta persuasivamente eficaz según las circunstancias. El buen comunicador preparará incluso estas aparentes ocurrencias y sabrá ocultarlas o disfrazarlas bajo una engañosa espontaneidad. Ahora bien, lo perjudicial es la divagación inconsciente y arbitraria; hay que evitarla a toda costa. El microguión Una vez elaborado el macroguión ya se dispone de una estructura fija referida a la totalidad de la comunicación. Ahora se trata de profundizar en cada uno de los puntos y aspectos de este macroguión elaborando uno o varios microguiones; no son más que especificaciones del macroguión, es decir, si el tema, la extensión de la comunicación y los materiales acumulados lo requieren, se puede establecer un microguión para cada uno de los puntos del macroguión. Con ello se puede preparar la comunicación de tal forma que una vez acabados y
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pulidos estos, solo falte la redacción definitiva. La redacción o formulación de la comunicación se considera muy a menudo como la fase más difícil y costosa; sin embargo, no es así, lo más laborioso son los guiones y si están bien hechos el resto es coser y cantar. No hay que olvidar que los guiones, sobre todo los microguiones, ya son una especie de preformulaciones, dado que se realizan con palabras que son además las palabras clave, el andamio de la comunicación al que solo hay que dar un poco más de fluidez y elegancia. Ahora bien, los dos guiones son susceptibles de modificaciones tanto durante su elaboración como durante la redacción definitiva de la comunicación. No se deben ni se pueden considerar como normativa inamovible, dado que con bastante frecuencia se descubren lagunas o posibles mejoras durante la redacción de la comunicación. Y en este caso no hay que vacilar y remodelar el guión. 4.2.4. Cómo hacer guiones 4.2.4.1. Guiones para comunicaciones escritas La diferencia más llamativa entre la comunicación oral y la escrita es el carácter diferido de esta última. Este hecho trae consigo una serie de alteraciones respecto de la realización de la comunicación oral. Por ello vale la pena considerarlas con más detenimiento. En primer lugar, la comunicación diferida permite más tiempo de preparación, en segundo lugar, la forma de recepción de la comunicación escrita es la lectura, lo que significa que la comunicación se puede basar únicamente en el código verbal; no se puede echar mano de la presencia de los interlocutores, por tanto de las posibilidades de hacer preguntas, de interpretar mediante el lenguaje corporal del comunicador y de respirar el ambiente en el cual se realiza la comunicación. En cambio la lectura ofrece la posibilidad de una recepción más sosegada o incluso repetida en determinados casos. He aquí un esquema de las partes de algunas comunicaciones escritas:
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Carta comercial Ya en una carta comercial encontramos subdivisiones de la totalidad como las vimos entonces. Ya se presentó más arriba una descripción somera de la carta comercial. Suele empezar con el membrete de la empresa, la fecha en la que se escribe la carta, el nombre y la dirección del destinatario, el asunto, el encabezamiento y tras él el texto para terminar con el saludo. El texto mismo puede estar subdividido a su vez; de hecho la mayoría de las veces será imprescindible hacerlo. a) Membrete de la empresa o nombre y apellido del remitente, b) Fecha en la que se escribe la carta, c) Nombre y dirección del destinatario, d) Asunto, e) Encabezamiento, f) Texto (subdivisible según necesidades) g) Salud.o y firma y a menudo por debajo el apellido y el cargo de esta persona Curriculum vitae Continuamos los ejemplos con un guión para un curriculum vitae. Prácticamente no se precisa de un guión explícito dado que la forma de estructurar un curriculum vitae no obedece a otro criterio que el de la cronología de los hechos vitales que se consideran dignos de figurar en él o son requeridos por la empresa o institución a las que se manda. Es un resumen de la biografía profesional de la persona en cuestión. Trabajo/ponencia Ya hablamos en el capítulo anterior de las particularidades en la averiguación de materiales en el trabajo científico o universitario. Para la disposición y ordenación de estos materiales se puede traba-
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jar igualmente con los dos tipos de guión. Decíamos que ya para la búsqueda de materiales podría resultar operativo disponer de un macroguión orientador. En la segunda fase de la elaboración se limará este macroguión y se establecerá un microguión, y si fuera necesario —dependiendo de la extensión del trabajo— varios microguiones. Un posible macroguión muy general para trabajos universitarios/de investigación en general puede ser el siguiente: 1. Introducción 1.1. Interés del tema que se estudia 1.2. Motivo de la investigación 1.3. Método que se va a seguir 1.4. Objetivos 2. Parte central 2.1. Estado de la cuestión 2.2. Lagunas o defectos de la investigación anterior 2.3. Nuevo enfoque de la problemática 2.4. Argumentos a favor y ventajas 3. Final 3.1. Resumen: resultados de la investigación 3.2. Destacar la novedad/utilidad de las nuevas conclusiones Artículo periodístico Supongamos que se trata de elaborar un artículo periodístico en el que se pretende destacar la necesidad y utilidad de la lectura. En este caso, y también en otros, podría resultar útil fijar en primer lugar la meta que se propone el comunicador y también la estrategia persuasiva que parece la más eficaz. El objetivo de la comunicación es hacer ver a los receptores la necesidad imprescindible de leer con mucha frecuencia.
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En cuanto a las estrategias persuasivas puede ser eficaz una hábil combinación de las tres, a saber, informar, divertir y sobre todo movilizar. Veamos a continuación una muestra de un posible macroguión y un microguión del artículo que preparamos. Macroguión: 1. Introducción: Llamar atención sobre la nefasta situación actual de la lectura 2. Parte central 2.1. Las consecuencias negativas de falta de lectura 2.2. La necesidad imprescindible de practicar lecturas 3. Final Llamamiento a lectura Microguión: 1. Introducción (función: despertar interés de lectores, encauzar atención hacia el tema) 1.1. Estadística de lectura de última feria del libro 1.2. Paradoja de la publicación numerosa de libros que probablemente no se leen 2. Parte central 2.1. ¿Qué es lectura?: 3 fases: descifrar, identificar, comprender lo leído 2.2. Diferencia entre información televisiva y lectiva 2.3. Consecuencias negativas de la falta de lectura: - dominio cada vez más defectuoso del idioma, que se manifiesta en: dificultad de comprensión de comunicaciones escritas y orales - dificultades o incapacidad de expresión
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- dificultades o incapacidad de redactar - peor aún: dificultad e incapacidad de pensar (dado que no se puede nombrar, comparar o valorar la realidad ni las circunstancias personales) - dificultad e incapacidad de juicio crítico de actuación propia y ajena —> fácil manipulabilidad de las personas —> difícil trato social, no tener nada que decirse —> irritabilidad y agresividad 2.4. argumentos a favor de la lectura: - mejor comprensión de comunicaciones - facilidad de expresión y comunicación - aumento de capacidad crítica - reducción de la manipulabilidad - enriquecimiento personal - creatividad - memoria - conocimiento del hombre y de la realidad - socialidad, etc. 3. Conclusión — por lo visto lectura no es un mero adorno sino imprescindible para la sobrevivencia del individuo de la sociedad y de la cultura. — urgente necesidad de concienciación de individuos, de la sociedad y los responsables de enseñanza, de los medios de comunicación de fomento de lectura, la lectura es un alimento intelectual imprescindible. Este microguión —como casi todos— todavía puede ser ampliado y detallado considerablemente. Hay que tener claro también que ni el macroguión ni los microguiones, estos especialmente, deben mantenerse y respetarse rigurosamente. A menudo uno descubre durante la fase siguiente, es decir, redactando la comunicación, que se pueden mejorar, modificar y ampliar los guiones. Y uno no debería vacilar en
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hacerlo. Sin embargo, existe también el peligro de la indecisión permanente, de no poder decidirse por una versión definitiva. Podría ser necesario cortar por lo sano y seguir entonces la versión considerada como la más adecuada. 4.2.4.2. Guiones para comunicaciones orales La característica más destacada de las comunicaciones orales es la forma directa de la transmisión del mensaje debida a la presencia de los interlocutores. Esta presencia implica que la comunicación no se realiza únicamente con el lenguaje como medio, sino que entran también en juego otros factores, como los gestos, la mímica, el tono de voz y el ritmo de articulación o incluso otros códigos como el ambiente, la decoración, la música, las imágenes... de los que el comunicador puede echar mano durante su intervención. En cuanto a la recepción observamos, además de la multiplicidad de posibles códigos, la inmediatez y, estrechamente vinculada a ella, la escasez de tiempo que impide la detenida reflexión o la repetición de la lectura perfectamente posible en la comunicación escrita. Veamos brevemente ejemplos de guiones de tres comunicaciones orales entre las muchas posibles. Discurso festivo Se observará la convencional tripartición con subdivisiones: 1. Introducción 1.1. Saludar a los presentes (el homenajeado, huéspedes de honor, público en general) 1.2. Motivo de la asamblea/del festejo/homenaje: justificación de la reunión (conmemoración, inauguración, jubilación, fiesta familiar, etc.)
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2. Parte central 2.1. Referencias al pasado: (en su caso: datos biográficos, logros, méritos del homenajeado, esbozo de alcance de actividades de institución, colaboradores, familiares, etc.) 2.2. Referencias al futuro (posibilidades de evolución, ampliación actividades, felicidad en familia, entre amigos, etc.) 3. Final 3.1. Resumen 3.2. Expresar solidaridad, admiración, esperanzas, buenos deseos, etc. Presentación de un nuevo colaborador La misma tripartición con eventuales ampliaciones de cada parte se practica en el siguiente guión: 1. Introducción 1.1. Saludar a presentes 1.2. Propósito de reunión: presentación del nuevo colaborador 2. Parte central 2.1. Datos acerca de su persona (indicar nombre y apellidos del colaborador, formación, títulos, empresas anteriores, capacidades profesionales) 2.2. Explicar selección de este colaborador 2.3. Su ámbito de trabajo en el futuro 3. Final 3.1. Rogar a colaboradores apoyo y ayuda en el futuro 3.2. Desear suerte a candidato
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Palabras de inauguración o apertura (de juntas, tribunales, congresos, conferencias, etc.) 1. Introducción 1.1. Saludar al público 1.2. Propósito de la junta/reunión, etc. 2.Parte central 2.1. Esbozo de actividad que desarrollarán el o los presentes 2.2. Objetivo 3. Final 3.1. Desear éxito 3.2. Ceder la palabra a candidato, conferenciante, etc. En la parte práctica volveremos sobre estos guiones proponiendo posibles elaboraciones verbales para ellos. Pero antes dedicaremos nuestro interés a otro aspecto de la disposición y ordenación del material hallado en la primera fase. Quiero decir, una cosa es saber cómo se organiza la totalidad del discurso, texto, trabajo, etc. y otra es la colocación y conexión de los argumentos y datos particulares en cada punto. 4.2.5. Ordenación de materiales y argumentos Si la división de la totalidad de la comunicación ya tiene una importancia notable en cuanto a la capacidad persuasiva, la ordenación de los argumentos dentro de cada una de las partes tampoco carece de peso, es más, la incoherencia interna del discurso puede debilitar grandemente la eficacia o incluso estropearla. Esta ordenación de materiales puede enfocarse desde varios puntos de vista; uno de los más importantes y eficientes es la distribución lógica y cronológica. En este orden de ideas se distinguen dos posibilidades: el orden natural, es decir, la colocación de los datos en su orden
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cronológico y causal. Lo que ocurrió primero y lo que causa un determinado efecto se menciona primero y las consecuencias a continuación, de modo que los receptores puedan seguir claramente el transcurso de los acontecimientos o el desarrollo de un proceso que se presenta en una comunicación. Esta ordenación puede ser aplicable tanto a la totalidad de una comunicación como a partes de ella, según las necesidades. Pongamos por caso el relato de unos hechos delictivos por parte del defensor o el reportaje sobre un acontecimiento en la prensa. En cambio, la ordenación artificial se distingue de la natural por no respetar ni la cronología ni la lógica; los hechos se presentan o bien invirtiendo la secuencia temporal o bien mezclando los hechos de tal manera que aparezcan ante el receptor como desordenados, como sorpresa, como reflejo de la perplejidad del testigo que los presencia o puede ser simplemente que se pretenda confundir al receptor. Ambas ordenaciones tienen sus ventajas según las necesidades comunicativas y el lugar en el que se utilicen y también según la habilidad con la que se apliquen siendo evidentemente más dificultosa la artificial dado el peligro de disminución de la eficacia persuasiva que conlleva la mezcla o la desordenada acumulación de los hechos. Ahora bien, estas dos ordenaciones no son las únicas posibles, los datos y argumentos también pueden disponerse en un orden creciente o decreciente, respecto de la importancia y potencia persuasiva. Si se trata de defender a un acusado ante el jurado o si se pretende vender un producto es recomendable una atenta ponderación previa del alcance de los materiales y argumentos; a veces puede ser más eficaz y convincente enumerar primero los débiles y negativos y terminar con los fuertes y positivos, demostrando así en una conversación de venta la necesidad imperiosa de adquirir un producto o un servicio o, en el caso del discurso de un abogado, destacar la inocencia o la menor culpabilidad del acusado. Pero también puede ser eficaz presentar primero los argumentos más poderosos y mencionar, como de paso, los débiles, simplemente porque hay que mencionarlos. Es como el juego
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del que dice: «Tengo dos noticias, una buena y otra mala, ¿con cuál empiezo?» Una tercera posibilidad sería la "ocultación" de los argumentos débiles entre los fuertes que se ponen al principio y al final, como si se pusiera un marco convincente a lo de menos peso. 4.3. Fase III: Redacción/formulación de la comunicación 4.3.1. Criterios Esta tercera fase se concibe como la transformación de las ideas halladas y su ordenación en las dos fases anteriores. El andamio ideológico elaborado se convierte ahora en comunicación verbal acabada. Sin embargo, la labor no debería concebirse como un mero "vestir" con palabras,- como solían decir los antiguos; en realidad pensamiento y formulación no son nunca separables, ya por el mero hecho de que se piensa con palabras. De modo que los pasos previos además de ser imprescindibles son ya formulaciones verbales aunque no las definitivas para ser transmitidas al receptor. Para una llamada telefónica, por supuesto, no hay que elaborar un detallado esquema previo ni la formulación verbal exacta, pero para un artículo o para un libro se hace inexcusable. Sin embargo, toda preparación argumentativa y organizativa ya supone —como vimos— una formulación en sí misma que va a experimentar en la tercera fase solo su perfeccionamiento y su pulimiento. Además, el comunicador experimentado sabe que no pocas veces durante la redacción se puede producir una ampliación de las ideas o una modificación de su disposición. El mismo lenguaje a través de su naturaleza conceptual genera y estructura conocimientos. Parece que el proceso de la elaboración lingüística tiene sus propias leyes y puede ser fuente de conocimientos que alteran la argumentación y los raciocinios previstos. Vale la pena ponderar y reflexionar los cambios que puedan producirse durante esta fase, no pocas veces son mejores que los argumentos y guiones previstos y —vuelvo a insistir— no hay ninguna ley que ordene mantener servilmente el esquema preestablecido.
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Todos los "consejos para la realización de la comunicación" que se dieron al principio del libro (cap. 3), sobre todo aquellos que se referían directamente al dominio del lenguaje, del estilo y la claridad y precisión, se aplican lógicamente a esta fase de la redacción y formulación de las comunicaciones. 4.3.1.1. Claridad, sencillez, brevedad Es preciso que quede clara una cosa importantísima: la condición sine qua non de una buena redacción es —nunca se insistirá demasiado en ello— el dominio del idioma en todos sus niveles, desde el vocabulario hasta la gramática. La comunicación que no se realice en un español impecable desde el punto de vista de la corrección idiomàtica ya pierde gran parte de su credibilidad y fuerza persuasiva. Una falta de ortografía o una palabra mal empleada debilita o hasta anula incluso los argumentos más brillantes. De modo que el comunicador con deficiencias idiomáticas debe empezar por el perfeccionamiento de sus conocimientos lingüísticos antes de entrar en el terreno de la redacción. Como vimos más arriba, cualquier ocasión es buena para practicar, para sensibilizarse en asuntos lingüísticos y adquirir unas capacidades expresivas mejores. El primer paso es concienciarse, hacer frente a las propias debilidades comunicativas si fuera necesario, y hablar "a sabiendas", escuchar cómo hablan y escriben los demás, sobre todo si hablan y escriben bien; lo que no excluye que también se pueda aprender —por rechazo— de los "malhablantes". En la comunicación oral o escrita la buena formulación y redacción es de suma importancia. Las mejores ideas y la mejor disposición pueden echarse a perder si no se formulan adecuadamente porque es mucho más difícil que de este modo alcanzen a sus destinatarios. Por ello el criterio supremo en esta actividad debe ser siempre la adecuación del lenguaje a las exigencias de cada comunicación. Conviene tener en cuenta todo lo que se dijo en el apartado sobre la adecuación. Siguiendo el lema con el que se abre el presente capítulo («Lo bueno si breve, claro y sencillo, dos veces bueno») uno no debería nunca perder
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de vista el hecho de que cuanto más clara y sencilla es la forma de hablar, más eficaz resultará la comunicación. Parece un tanto extraño en estas circunstancias recomendar que se hable y escriba de modo natural; se suele tender antes bien a la artificialidad y no pocas veces a la pomposidad y parece que cuesta expresarse sin caer en la complejidad y la oscuridad innecesarias 1 2 . Evidentemente existen situaciones y cuestiones complejas y hasta alambicadas, pero por ello la forma de tratarlas no tiene por qué ser alambicada y oscura. Es precisamente un mérito del buen comunicador y sobre todo del científico poder esclarecer los asuntos complejos con formulaciones claras y comprensibles. 4.3.1.2. Formulación oral-formulación escrita De entrada se debe distinguir entre la redacción definitiva e inalterable de la comunicación escrita y la formulación improvisada y susceptible de revisión de la comunicación oral. A veces la oral puede prepararse totalmente siendo entonces equivalente a la escrita, otras veces, sin embargo, solo se escribe un guión, una nota con los puntos más importantes en el orden que ha de seguirse y, finalmente hay también comunicaciones orales que no se pueden preparar en absoluto como ocurre con las entrevistas ad hoc o temas y preguntas imprevistas en las mesas redondas, etc. Ahora bien, lo que llamamos redacción definitiva normalmente pasa también por diversas versiones previas y provisionales que van perfeccionándose a veces tras múltiples correcciones que por regla general solo se acaban cuando los plazos de entrega apremian. El que conozca además a una persona con reconocidas capacidades estilísticas y con la suficiente paciencia como para leer redacciones ajenas, que no dude en leerle los propios escritos o en pedir que los lea y corrija; cuanto más ojos expertos vean una redacción más probabilidades hay de que mejore.
Conviene hojear y saborear los artículos que publica ahora en conjunto F. Lázaro Carreter en su libro El dardo en la palabra, Barcelona, Círculo de Lectores, 1997.
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Remito al esquema de preparación que vimos al principio y en el que se plantearon una serie de preguntas que conviene aclarar antes de empezar la elaboración de la comunicación y que también contiene algunos aspectos que son aplicables nuevamente cuando se inicia la formulación. 4.3.2. Las estrategias persuasivas y la formulación Naturalmente la estrategia persuasiva debe tenerse en cuenta también a la hora de la formulación de la comunicación, es allí donde más palpable se hará. Por tanto, el comunicador deberá reflexionar detenidamente sobre el tipo de persuasión y sobre su plasmación verbal cuando llega a la tercera fase de la elaboración. En la inmensa mayoría de los casos no será una única estrategia la que se utilizará en las diversas comunicaciones, sobre todo en las más extensas. Una carta, una llamada telefónica, un fax comerciales o institucionales se limitarán casi siempre a la estrategia del enseñar e informar. En la presentación de un nuevo colaborador prevalecerá también esta estrategia, pero se puede mezclar perfectamente con aspectos divertidos y anecdóticos, con la estrategia del deleitar. En un discurso funeral suele predominar la estrategia del conmover, sin embargo, con frecuencia se enumeran también los méritos del difunto empleando la estrategia del informar. En cuanto a la estrategia persuasiva en comunicaciones universitarias salta a la vista que la que más le conviene es la de informar, si lo hace de forma amena, mejor para él y sus receptores. Pero la finalidad principal de su trabajo es la de comunicar saberes, raciocinios y datos de la manera más efectiva y unívoca. 4.3.3. Otra vez: el tiempo disponible Evidentemente, el grado de elaboración lingüística y de pulimiento de la comunicación depende también del tiempo disponible. Se dispondrá por lo general de más tiempo en las comunicaciones escritas, y de menos en las comunicaciones orales directas, la entre-
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vista, la mesa redonda, negociaciones, llamadas telefónicas, etc. Naturalmente, juega también un papel importante la experiencia y preparación de los comunicadores. Es inevitable y lógico que ciertos aspectos de las fases anteriores, de la averiguación de datos e informaciones y de su adecuada disposición repercutan también en esta tercera fase. La redacción o formulación no es —ya lo mencioné— otra cosa que la definitiva verbalización del esquema previamente elaborado y como este esquema ya se establece a base de palabras no es de extrañar que por este motivo exista una estrecha relación entre las tres fases. Cuanto más densa y detallada haya sido la elaboración de las dos fases anteriores más "ahorro" de formulación y tiempo se produce a la hora de la redacción. 4.3.4. La redundancia informativa En todas las comunicaciones, y sobre todo en las orales, conviene que se introduzca un determinado grado de redundancia informativa, en el sentido de una sabia repetición y concatenación de las mismas ideas, dado que la comunicación normal se suele estructurar de esta forma. No suele consistir en la desnuda yuxtaposición de informaciones radicalmente nuevas, sino que cada oración contiene aspectos del argumento anterior permitiendo así la transición más elegante al siguiente. También porque en la comunicación oral suele ser menor la capacidad de atención y retención de informaciones. La posibilidad de que se "pierda el hilo" no se puede descartar si se le abruma al oyente con demasiados datos desconocidos y acumulados. Conviene dosificarlos y demorarse un cierto tiempo con las informaciones, explicitando, detallando o repitiendo lo mismo en una formulación distinta que introduzca quizá algún matiz nuevo; finalmente, considerando ya en un plano distinto, también se pueden intercalar en la comunicación de la información nuclear "espacios de distensión" en forma de definiciones, comparaciones o incluso anécdotas, etc. Ni que decir tiene que en todo ello la formulación correcta, clara y amena es el mejor medio de explicar bien y de convencer al receptor; es la
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virtud de la correcta formulación captada en la popular expresión del «¡Bien dicho!». 4.3.5. Cuatro factores: receptor, tema, intención persuasiva, situación De un modo general, y como vimos ya más arriba, también en la redacción, es aconsejable tener siempre presente cuatro aspectos decisivos para el logro de la comunicación: el receptor, el tema, la intención persuasiva y la situación en la que se va a enunciar y recibir la comunicación. Y esto por la simple razón de que es imprescindible amoldar la formulación y el estilo a estos cuatro factores. Ante todo se debe recordar que el lenguaje "normal" de cualquier comunicación debería ser el lenguaje de todos, o por lo menos del grupo de los receptores al que va dirigida la comunicación, sin embargo es sumamente difícil conocer o averiguar el nivel lingüístico de un público. Desgraciadamente el caso de un público con comparables capacidades intelectuales y expresivas se da solo en contadas ocasiones. De modo que en el caso de un público mixto el comunicador siempre debe tener presente que si el mensaje ha de surtir efecto debe ser comprendido también por los receptores no tan dotados, puesto que en la inmensa mayoría de los casos, el público o los receptores en general no serán expertos en la materia que se trata. La jerga de especialistas solo se puede utilizar hablando o escribiendo ante y para especialistas. Los tecnicismos tienen su razón de ser en círculos restringidos de entendidos, pero no en comunicaciones destinadas al gran público. Lo más difícil en este orden de ideas es presentar de forma amena e incluso entretenida informaciones o saberes especializados ante un público no especializado. Ahora bien, la tarea de esclarecer hechos complejos no debe equipararse tampoco con la burda trivialización, se trata de presentarlos de tal forma que un público no avezado también se entere. Tampoco se debe olvidar hasta qué punto determinados temas pueden suscitar por un lado reacciones imprevisibles y, por otro, reacciones previsiblemente violentas según el carácter más o menos impactante o hasta explosivo del tema; es preciso atenuar en estos
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casos los efectos a través de una formulación más suave o menos provocativa. 4.3.6. Los recursos retóricos Para el orador y autor clásico la retórica tenía preparada una lista de recursos retóricos, de figuras y tropos que ayudaban en la formulación. Aunque tengan mala prensa en la actualidad las llamadas figuras retóricas no han perdido ni su vigencia ni su eficacia. No podemos dedicarles el debido espacio en el marco de este libro. El interesado encontrará por lo menos una lista de los recursos más frecuentes al final del libro. Estos recursos no deben entenderse como un adorno innecesario, una fioritura, como solía decirse, sino como una posibilidad de aumentar la fuerza persuasiva de la formulación bien porque con la figura o el tropo se precisa el argumento y se perfecciona la expresividad o bien porque suena mejor, es decir, porque así se aumenta la calidad estética de la expresión, lo que en último término desemboca igualmente en un aumento de la capacidad de persuasión, puesto que lo bello y el orden resulta mucho más agradable y convincente que lo mediocre y desordenado. Lo que pasa es que pocas veces los comunicadores han mejorado su forma de expresión solo con aprender de memoria la lista de recursos retóricos, la mejor forma de perfeccionar el estilo es la lectura de autores cuyo estilo tiene fama de ejemplar y fiarse del contagio que se producirá inconsciente y automáticamente. Uno se dará cuenta del empleo y de la eficacia de los recursos retóricos y aprenderá a usarlos adecuadamente. Ahora bien, esta lectura requiere una mentalización previa, requiere que se realice con atención para detectar casi en una labor de filigrana los fenómenos estilísticos que importan. Para ello son necesarios ciertos conocimientos previos que hacen posible su reconocimiento. Ya se ve, la pescadilla se muerde la cola; recomiendo, pues, al principiante echar una ojeada a la lista de recursos retóricos para que se vayan conociendo las manipulaciones lingüísticas capaces de contribuir a un perfeccionamiento de las capacidades expresivas.
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Es un error suponer que se nace con la capacidad de escribir, que no hace falta ningún tipo de ejercicio para adiestrarse en este difícil arte, sobre todo si se trata de elaborar unas comunicaciones un tanto o muy complejas, como por ejemplo ponencias universitarias, artículos o trabajos o libros científicos, y mucho más textos literarios. Más de uno ya tira la toalla cuando se ve en la necesidad de escribir una simple carta y no es la actitud más aconsejable en una época en que la comunicación lo es todo o casi todo. 4.3.7. Otra vez: las prácticas Para adquirir las capacidades de lo que podríamos llamar "escritura científica" y "escritura periodística" se precisa por lo menos de tanto tiempo como para aprender a tocar el piano o jugar al tenis. Lo que significa también que no hay que alimentar la ilusión de que después de haber redactado media docena de cartas o textos un poco más largos uno se convierte ya en campeón. Hay que exigirse pacientemente, empezar lo antes posible con una rigurosa autodisciplina e ir mejorando constantemente. Opino que la escritura científica actual padece una enfermedad al parecer difícil de erradicar y que se manifiesta en un excesivo afán de complicación y alienación producido por la abundancia de términos técnicos solo comprensibles para unos pocos expertos iniciados, lo que hace inaccesibles los mensajes a veces ya para los mismos especialistas no pertenecientes a una misma escuela. Tanto elitismo y tanta obscuritas no puede y no debe ser el objetivo de la ciencia ni de la comunicación científica. La escritura periodística, en cambio, peca, a mi modo de ver, de una excesiva indolencia en el manejo del idioma, quizá debido al deseo de proximidad al lector que en muchos casos con ello se infravalora y se considera demasiado poco exigente. El papel educativo de la prensa respecto de la formación lingüística de los lectores se ha ido perdiendo de vista casi totalmente, siendo así que después del aprendizaje doméstico y el escolar, la prensa escrita y hablada es la tercera instancia formativa más importante también desde el
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punto de vista lingüístico en el mundo actual. Sería deseable que los responsables se mentalizaran y tomaran cartas en el asunto. 4.3.8. Duración y extensión El aspecto de la duración y extensión es obviamente un factor cuantitativo y no cualitativo de la formulación. Sin embargo, el comunicador, a la hora de redactar, tiene que tener en cuenta muy especialmente estos aspectos cuantitativos dado que pueden repercutir negativamente en la eficacia persuasiva, cuando la comunicación no tiene la extensión adecuada; en cambio, si el comunicador da en el clavo buscando la extensión o duración más conveniente para el tema que está tratando y el público al que se está dirigiendo los receptores se lo agradecen y repercutirá positivamente en la eficacia persuasiva. Acaso sea útil y práctico distinguir desde el punto de vista de la duración y extensión entre géneros o especies breves, medianos y extensos de comunicación; una carta, un curriculum vitae o una instancia serían por ejemplo géneros breves, un artículo periodístico o de investigación, una entrevista pertenecerían a los géneros medios y, finalmente, los ensayos o libros se deben considerar ya extensos. La habilidad del comunicador se revela también en su capacidad de seleccionar el género más apto en extensión o duración para la comunicación que pretende transmitir. 4.4. Fase IV: La presentación oral Esta cuarta fase atañe —como es lógico— solo a aquellas comunicaciones cuya emisión se realizará oral y directamente. Comprende dos aspectos diferentes pero estrechamente vinculados: la memorización y la articulación. Todos sabemos lo molesto que puede resultar que una conferencia o un discurso se lean pegados los ojos al papel sin contacto visual con los oyentes y con la articulación monótona casi inevitable en las lecturas.
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Por ello, la retórica clásica prohibía la lectura, lo que hacía imprescindible la memorización. 4.4.1. La memorización ¿Memorizar significa que ineludiblemente haya que aprender de memoria las comunicaciones orales? Desde luego que no, la mayoría de los comunicadores actuales ni siquiera tendría la memoria lo suficientemente entrenada como para retener un discurso de cierta extensión. Durante varias generaciones se nos ha querido hacer ver que aprender de memoria era como un sacrilegio contra la auténtica actividad del cerebro y de la inteligencia que debía ser—sostenían— solo la de pensar. Resulta que ahora una cantidad elevada de personas ni sabe ejercer la memoria, ni sabe pensar, porque precisamente no tiene con qué pensar. Consecuencia lógica: se deben ejercitar las dos facultades, tanto la memoria como la inteligencia deben mantenerse activas. El sano equilibrio se alcanza fomentando las dos capacidades, almacenando datos, por un lado, y aprendiendo a manejarlos, por otro. Nadie nos dijo entonces, y pocos sostienen actualmente, que la pérdida y la falta de memoria equivale a una pérdida nefasta de sustancia personal y cultural. La historia y la tradición son recuerdo, la cultura es recuerdo, la personalidad y, por muy paradójico que suene, nuestro futuro es recuerdo; sin memoria, sin datos donde amarrar nuestro existir somos indefensas burbujas flotando sobre el río del tiempo. Se trata, pues, de estimular la memoria, mantenerla activa de cualquier forma, naturalmente es mejor alimentarla con datos útiles. Ello significa que aprenderse nombres propios, números de teléfono o fechas de cumpleaños ya es provechoso de alguna manera, seguramente mantendrá la memoria fresca y en funciones. Depende también del tiempo durante el cual queramos tener disponibles los datos; no es lo mismo querer recordar el día y la hora de salida de un tren o de un avión que vamos a tomar dentro de unos días, por un lado, y las reglas del código de la circulación o un dato del ámbito de saber que debemos manejar constantemente durante años, por otro. De todos modos, no
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viene mal tener la memoria siempre alerta, observando personas y cosas con atención y precisión y tratando de recordar lo observado. También mantiene joven, al parecer. Los expertos en psicología del aprendizaje han averiguado que nuestra memoria tiene una especie de filtro que impide que todas las informaciones queden grabadas definitivamente. Gracias a Dios es así ya que la inmensa mayoría de los datos con los que se nos agobia actualmente es desechable y de grabarse en la memoria nos estorbaría notablemente o incluso provocaría trastornos mentales. De modo que para almacenar a largo plazo un dato hay que insistir en este filtro, es decir, repetir escalonadamente la información por lo menos cinco veces. 4.4.1.1. Memorizar la comunicación oral La pregunta que se nos plantea ahora es si en el caso de la comunicación oral debe utilizarse la memoria de larga duración o si basta con hacer uso de la de medio plazo. Evidentemente la mayoría de las comunicaciones orales no son de uso repetido, aunque también las hay de esta índole (brindis, inauguración de reuniones, presentación de colaboradores) en las que basta cambiar nombres y fechas, etc. para poder volver a "usarlas". En la mayoría de ellas basta con recordarlas hasta el día de su presentación y después olvidarlas. Ahora bien, ¿cómo debe memorizarse una comunicación oral? En casi ningún caso será necesario aprenderla íntegramente, es más, acaso sea contraproducente dado que el peligro de quedarse en blanco es mucho mayor que utilizando un método menos vinculante a una formulación única. Las mnemotécnicas son muy variadas y cada uno debería encontrar la que más le conviene; lo más importante que se debe conseguir es no perder el hilo y no olvidar datos importantes. A veces resulta útil ensayar antes o memorizar al menos las primeras líneas, etc. Una forma intermedia entre la presentación libre y la lectura es la elaboración de un breve esquema que contiene los puntos clave de la
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comunicación. Es como el índice general del discurso que impedirá que uno se salte puntos y aspectos esenciales. Otras técnicas se basan en el hecho de que nuestra memoria es fuertemente visual, en el sentido de que se graban más fácil e intensamente las imágenes que las ideas y argumentos. Puede ser una ayuda pequeña hacer el recuento de las partes del discurso ya presentadas utilizando los dedos de la mano, es decir, cada vez que uno haya acabado, por ejemplo, con una de las cinco partes previstas lo memoriza apretando un dedo en la mano. 4.4.1.2. Un ejemplo de memorización visual La memorización visual puede ir más lejos y ayudar a recordar más detalles coordinados. Pongamos por caso la obligación de pronunciar un pequeño discurso de inauguración en una fábrica en la cual el gobierno ha invertido dinero para fomentar el empleo. Lo que se quiere comunicar son los siguientes puntos: 1) saludar a los presentes 2) felicitar a empresarios 3) inversión del gobierno 4) contribución al bienestar de la región 5) aumento del bienestar de los trabajadores 6) peligro de aumento de accidentes 7) la fabricación se inicia el día siguiente 8) declarar inaugurada la empresa y desear mucho éxito 9) despedida ¿Qué trucos visuales pueden idearse para retener estos datos y el hilo que los debe unir en la presentación? Intentemos memorizar los siguientes conceptos: 1) una nave industrial con trabajadores 2) maceta de flores azules
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3) una gran caja registradora 4) una urbanización de chalets 5) muchos teléfonos móviles 6) una ambulancia 7) un reloj rojo 8) un cartel verde con letra «¡Éxito!» 9) pañuelos blancos Tratemos ahora de recordar la visita a la nave de una fábrica. La ve claramente delante de los ojos. En la nave descubre una maceta con flores azules. Sobre una mesa ve una caja registradora grande de las de antes. Imagínese que a través de un ventanal que tiene esta nave se contempla una urbanización con chalets blancos y relucientes y en las fachadas están colagando muchísimos teléfonos móviles multicolores. Ya tenemos cinco objetos relacionados: una nave con una maceta de flores azules, una mesa con una gran caja registradora y los chalets que se ven a través del ventanal decorados con teléfonos móviles. Las combinaciones inverosímiles y extrafalarias de objetos y fenómenos no deben extrañar, no estorban en el proceso mnemotécnico, al contrario, más bien ayudan, precisamente por su propia rareza. De repente irrumpe a través de los tabiques una ambulancia en la nave con las luces naranjas y la sirena puesta y da de lleno en el gran reloj rojo colgado en una de las paredes. Al chocar con el reloj se despliega un gran cartel verde con la inscripción «¡Éxito!» y a continuación los trabajadores reunidos en la nave sacan unos pañuelos blancos y los mueven en el aire. No cuesta gran esfuerzo almacenar estos objetos y la minihistoria que los une. La experiencia demuestra que situaciones, sobre todo de índole fantástica, se retienen durante bastante tiempo. Si quiere memorizar su discurso basta con que vincule estas imágenes con las ideas centrales. Durante la presentación verá estas imágenes delante del ojo interno y podrá exponer verbalmente los datos que pretende comunicar.
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1) nave 2) maceta 3) caja registradora 4) chalets 5) teléfonos móviles 6) ambulancia 7) reloj rojo 8) cartel verde 9) pañuelos blancos
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salutación a los asistentes felicitar a los empresarios inversión del gobierno bienestar de la región bienestar de los trabajadores evitar aumento accidentes trabajo se inicia el día siguiente declarar inauguración y deseo de mucho éxito despedida
Un principiante podrá opinar que esto es mucha imagen y además excesivamente caótica, para retener tan poca cosa, pero ignora las capacidades de retención y el funcionamiento de nuestra memoria que a veces da muchos rodeos para retener solo un dato. Si uno se observa atentamente se dará cuenta de que antes bien la memoria agradece estas "muletas" que las rechaza por pesadas e inoportunas. 4.4.2. Articulación El segundo aspecto de esta última fase de la elaboración de la comunicación es la articulación y presentación. Distingo, por razones didácticas, entre los dos conceptos: articulación como mera actividad lingüística y presentación como integración de todos los factores que confluyen en la emisión de la comunicación oral, como pueden ser, además de la articulación, la vestimenta, los desplazamientos, los gestos, la mímica... 4.4.2.1. El miedo Pero antes de entrar en más detalles conviene tratar un fenómeno muy frecuente y hasta muy temido en las comunicaciones orales, a saber, el miedo, las tensiones y el nerviosismo. Los actores son parti-
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cularmente conscientes de este miedo escénico. ¿Miedo a qué? Miedo de no poder resistir la carga psicológica y fisiológica, miedo de comparecer ante un público numeroso, miedo de no dominar suficientemente la materia, miedo de atascarse o de perder el hilo, miedo de hacer el ridículo, miedo de personas de mayor rango o formación más amplia, miedo de no poder moverse adecuadamente durante la comunicación. Y la lista queda corta. De entrada hay que tener claras dos cosas, primero, todos o casi todos tienen miedo o por lo menos los nervios a flor de piel en estas situaciones y, segundo, hay que considerar estas palpitaciones, los temblores, las manos húmedas y la boca seca también como fenómenos positivos porque señalizan que lo que se hace todavía no se ha convertido en mera rutina y que se toma la cosa en serio, sin sobreestimar sus capacidades. Puede ser un consuelo saber que en la mayoría de los casos, esta "fiebre" desaparece muy pronto, después de haber pronunciado las primeras frases. Y con la práctica y la experiencia si uno no llega a dominarla logra al menos mitigar su fuerza, y casi hay que desear que nunca desparezca por completo. Conviene que cada uno sepa cuáles son los síntomas de su "fiebre" particular y cuáles los remedios más eficaces para reducirla. Hasta las personalidades que profesionalmente están continuamente presentando comunicaciones expuestas a un público más o menos numeroso se quejan del miedo ante cada aparición y tienen a veces los más curiosos remedios para contrarrestarlo: dormir, tomar una copa de champán, contar o mandar contar chistes, comer, estar en compañía o aislarse, etc. Como se ve, no hay remedio común, aunque cada uno acaba encontrando el suyo. Creo que aparte de todos los pequeños trucos que se puedan encontrar, una buena e intensa preparación de la comunicación sin prisas es el mejor remedio (como ocurre también en los exámenes). Es menester automotivarse conociendo y creyendo en las propias capacidades (unos son buenos por su sentido del humor, otros por su gestos, otros por su voz, etc.), creyendo también en el éxito, convenciéndose de que en la inmensa mayoría de los casos los oyentes saben menos del tema que uno mismo, teniendo presente que los oyentes han venido a escuchar
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porque les interesa el tema y el comunicador, no para ponerle pegas. Y, sobre todo, tener presente que el que quiere puede. A veces puede ser muy positivo y eficaz para uno mismo y para el público empezar la comunicación con una anécdota que distiende el ambiente o desconcertar el público con alguna afirmación insólita o chocante que lo alarma y a la vez crea una atmósfera de expectación. 4.4.2.2. Criterios y función de la articulación ¿Qué significa articulación? En este aspecto hay que advertir que la articulación en la comunicación oral es el último pero no por ello menos importante escollo capaz de impedir el establecimiento de esta comunicación y por tanto de debilitar o anular la persuasión. La mejor disposición y argumentación, la mejor formulación no sirven de nada si acústicamente el mensaje no llega al público porque el comunicador articula mal. ¿Qué significa articular mal? Ante todo puede ser un problema de respiración. Puesto que los nervios ya alteran la respiración antes de abrir la boca, hay que tener un cuidado doble al respirar, primero para calmarse, para tener aire suficiente durante la articulación y luego hay que dejar respirar también al público, porque la respiración nerviosa se contagia y da lugar a un ambiente de crispación entre los oyentes. No debería olvidarse nunca que quedar sin respiración durante una comunicación oral produce efectos poco favorables para una persuasión eficaz. Luego se pueden añadir varios aspectos negativos más; la mala articulación puede deberse a varios defectos fonéticos: al hecho de que los sonidos no se formen en los sitios adecuados de la boca, que no se abra la boca, que no se pronuncie con la entonación y el ritmo apropiados, que no se dé con el volumen de voz adecuado, que no se hable con la velocidad adecuada, que se olviden las pausas imprescindibles entre palabras y entre oraciones y, finalmente, que no se mire a los oyentes mientras se habla. Hay que tener presente que el cometido de la comunicación es persuadir y persuadir se puede con más probabilidad estando conven-
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cido uno mismo de lo que se dice y tratando de entusiasmar al público por el asunto que se comunica. 4.4.2.3. Remedios ¿Qué se puede hacer para mejorar estos defectos? El consejo más general es —ya lo recordé tantas veces— el de hablar conscientemente, es decir, hablar sabiendo y observando lo que se dice y lo que se hace. Y practicar, practicar, practicar. Para poder juzgar si se hace bien, habrá que tener naturalmente unos criterios apropiados. Fijarse, por ejemplo, en personas cuya articulación es buena o perfecta. Los ingleses lo tienen fácil porque basta con que conecten con la BBC; tanto en la radio como en la televisión los presentadores suelen hablar un inglés impecable, lo que no se puede decir siempre de los presentadores en los entes de otras naciones; escasean los buenos oradores y los buenos articuladores en todos los ámbitos. De todas formas existen, ya sin la necesidad de acudir a alguna persona concreta, unos criterios bastante sencillos que por lo menos pueden servir de orientación. La correcta articulación empieza —como vimos— con la correcta respiración: por regla general deben coincidir las pausas de respiración con las pausas sintácticas; suena extraño interrumpir el fluir articulatorio en medio de una oración o, peor aún, en medio de una palabra. Suena muy desconcertante o por lo menos extraña una acentuación equivocada de las palabras o una mala entonación de las oraciones. El comunicador debería prohibirse terminantemente la monotonía melódica o el volumen de voz desproporcionado en relación con el lugar y el tema. No se grita en un discurso funeral, sin embargo, es costumbre levantar la voz en un mitin político. En este mismo orden de ideas hay que evitar relajar excesivamente los finales de palabra. 4.4.3. La presentación Todo lo referido á la presentación de la comunicación se refiere a códigos no verbales. Tiene mucho en común con la representación
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teatral. De hecho los primeros manuales para actores teatrales salieron precisamente de esta fase de la formación del orador. Salta a la vista que la forma en la que se comporta un comunicador ante su público desempeña un papel primordial en la captación de este público y en la persuasión de su discurso. Junto con la articulación debe observarse una serie de aspectos no menos importantes que se reúnen aquí bajo el término de «presentación». Están referidos a los siguientes ámbitos relacionados con la realización oral de la comunicación: ambientación, vestimenta, desplazamientos, gestos y mímica. Gran parte de ellos se estudia también en la llamada comunicación no verbal considerada como «parte inseparable del proceso global de comunicación. Puede servir para repetir, contradecir, sustituir, complementar, acentuar y regular la comunicación verbal13». 4.4.3.1. El ambiente No cabe duda de que el ambiente en el que se realiza una comunicación oral puede influir considerablemente en el potencial persuasivo. Un lugar oscuro, feo, ruidoso, demasiado grande o demasiado pequeño y desagradable puede desviar la atención del discurso mismo y disminuir y hasta anular la persuasión. Una sala grande con media docena de oyentes resulta frustrante para un conferenciante; en estas circunstancias es más positivo el que se enfrente a un público muy numeroso en una sala pequeña. Las salas "abarrotadas" constituyen ya de antemano un valor positivo y una especie de tácito elogio de lo que se presenta en ellas. Evidentemente no se puede escoger siempre el lugar en el que se desarrolla una comunicación oral pero si existe la posibilidad de elegir y de influir en su ambientación el comunicador debería aprovechar la oportunidad. La luz, la decoración de la sala, el silenMark L. Knapp, La comunicación no verbal. El cuerpo y el entorno, Barcelona, Paidós, 1992, 42; el libro presenta los aspectos más destacados de la comunicación no verbal y puede ser de gran utilidad para el comunicador.
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ció, el tamaño adecuado para el público que se espera, todo ello constituye un poderoso aliado a la hora de persuadir. En las ocasiones solemnes se puede añadir una decoración festiva, con flores, manteles, etc. Basta con fijarse en las salas en las que los partidos y los sindicatos montan sus congresos o las empresas sus asambleas generales para hacerse una idea de las posibilidades existentes. En grandes salas o en actos al aire libre se deberá prever una instalación de megafonía para garantizar que las condiciones necesarias para la comunicación sean similares para todos los asistentes. 4.4.3.2. Los movimientos y la vestimenta A veces puede ser decisiva la mera forma en la que un comunicador se acerque al lugar desde el cual va a hablar. Se recomienda desplazarse con toda la calma y naturalidad posible en estas circunstancias, de todos modos, nunca corriendo o incluso tropezando, que es un peligro no pequeño. Téngase en cuenta que al entrar en una sala de conferencias la mayoría de la gente estará con sus pensamientos en otra parte, habrá que ganar su atención y su interés; por ello no se debe olvidar nunca desde el principio y durante la comunicación que mantener el contacto visual con el público es de una eficacia extraordinaria, puesto que despierta y conserva el interés por la persona del comunicador y, a través de él, por lo que tiene que comunicar. Tampoco es indiferente la vestimenta con la que se presente el comunicador ante el público; deberá tener en cuenta la clase de personas y la ocasión en la cual se pronuncia un discurso, una conferencia o en la que se desarrolla una mesa redonda. Como siempre, aquí también se puede pecar por exceso o por defecto. Ni se va de frac a una junta de vecinos, ni en mono a un funeral. Llama la atención hasta qué punto en la actualidad el uniforme vaquero se considera el atuendo más adecuado para la ocasión que sea. Evidentemente, si la comunicación oral se produce sin que el público pueda ver al comunicador —como ocurre en las llamadas telefónicas o en las emisiones radiofónicas— los aspectos externos de vestimenta, etc. no importan y las exigencias solo son relevantes en el ámbito de la articulación.
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4.4.3.3. El ensayo general Por último, resulta imprescindible que se haga un ensayo de la presentación oral, si las circunstancias lo permiten. Y ello por dos motivos: primero por la sencilla razón de que de este modo se podrá cronometrar con más o menos exactitud la duración de la comunicación; y, segundo, porque de esta forma se pueden eliminar algunos defectos articulatorios, de movimiento, mímica y gesticulación sobre todo en los casos en los que se pueda realizar una grabación en vídeo del ensayo. En una grabación meramente acústica se pueden observar y corregir por lo menos los defectos articulatorios, que ya es algo. Siempre será provechoso tener al lado a una persona con sensibilidad retórica y lingüística para que haga de observador y consejero en los ensayos y para opinar sobre los diversos aspectos de la presentación. La experiencia muestra que en la mayoría de los casos se prepara demasiado material para el tiempo previsto, lo que significa que los comunicadores suelen rebasar el límite y abusar de la paciencia de sus receptores. Para los que llevan su comunicación oral completamente redactada y mecanografiada, que tengan en cuenta que la lectura de una página normal mecanografiada dura entre cuatro y cinco minutos.
5 EJEMPLOS PRÁCTICOS
En esta parte del libro intentaremos presentar una serie de comunicaciones verbales elaboradas de diversa índole y en parte ya preparadas en las fases anteriores. En un medio y soporte escrito como lo es el libro no resulta viable presentar ejemplos prácticos de comunicaciones orales. Para este tipo de comunicación nos limitamos, por tanto, a lo dicho en los capítulos anteriores. A lo sumo, podría aceptarse la redacción de una comunicación oral que luego va a leerse literalmente. Ahora bien, para este tipo son aplicables también los requisitos y consejos que se dieron ya para las escritas. Puede o incluso debería haber unas diferencias de formulación entre los dos tipos de comunicación, teniendo en cuenta que las comunicaciones oídas son más difíciles de retener, por la simple razón de que no se puede volver sobre lo oído como se puede volver sobre lo leído. El comunicador que prepara, pues, la redacción de una comunicación oral debería tener en cuenta esta circunstancia y realizar la formulación de tal forma que las oraciones no sean demasiado complejas y puedan captarse con una sola audición. Dadas las numerosas variantes de comunicaciones verbales solo será posible presentar las muestras de algunas comunicaciones representativas pero con el instrumental que hemos visto hasta ahora fácilmente pueden ampliarse y/o aplicarse a otras necesidades comunicativas.
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Algunas muestras de comunicaciones En los capítulos correspondientes vimos ya las diversas fases de elaboración que deben atravesar las comunicaciones antes de llegar a la fase final de la redacción. Ahora es el momento de ver algunos ejemplos ya definitivos, fácilmente adaptables a otras necesidades y circunstancias. Propongo, por tanto, redacciones de algunas comunicaciones escritas: carta comercial, curriculum vitae, instancia, reseña de libro y artículo periodístico. 5.1. Carta comercial Generalmente la carta comercial constituye —como vimos más arriba— una comunicación entre empresas o entre empresas y particulares. El objetivo suele ser el intercambio de informaciones de diversa índole: publicidad, oferta, pedido, reclamaciones, etc. Plan de elaboración: La estructura externa de la carta comercial está en gran parte preestablecida: por regla general la empresa dispone de folios con el membrete de la casa y a menudo otros datos ya impresos. Aparte del membrete se pueden distinguir cuatro partes: asunto, saludo, texto, despedida (eventuales anexos). Actualmente las cartas no solamente pueden ser mandadas vía postal, cada vez más el fax o el correo electrónico son los medios más utilizados. La estructura interna y la formulación de las cartas comerciales suelen ser también relativamente estereotipadas dado que las situaciones que se producen en las empresas y que son objeto de correspondencia postal o por fax se repiten constantemente, de tal modo que en muchos casos basta con modificar nombres y cifras para poder utilizar una misma carta en una ocasión distinta. Uno de los lemas más importantes de la correspondencia comercial es o debería ser: claridad y brevedad.
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Volvamos brevemente a los aspectos más importantes de la carta comercial: 1. En la mayoría de los casos la primera parte, nombre, logotipo y dirección de la empresa vienen ya impresos en los folios. 2. Solo habrá que añadir la fecha o, si está previsto en el folio impreso, también la fecha de la carta a la que se contesta, las referencias propias y de la empresa que mandó la carta. 3. A continuación se menciona el asunto que es una especie de tema, propósito u objetivo de la carta y se suele formular del modo más sintético posible; sirve para encauzar el interés y la atención del destinatario o simplemente para entregar la carta a quien compete. 4. El saludo es una de las fórmulas estereotipadas de las cartas comerciales; en la inmensa mayoría de los casos basta con un: «Estimado(s) seftor(es)». Si se sabe que el destinatario es una mujer se utiliza: «Estimada señora/señorita». Si uno se dirige a una persona de la que se sabe que ejerce la misma profesión no suena mal dirigirse a ella con un «Estimado/a colega». A estas alturas ya suena un tanto anticuada la fórmula muy frecuente todavía hace pocos años: «Muy señor(es) mío(s)». 5. Antes de redactar el texto conviene clarificar las ideas; no viene mal, sobre todo para los principiantes, apuntar los datos más importantes que deberán figurar en la carta. A efectos persuasivos es de suma importancia el orden en el que se presenten los datos y argumentos; no hay que olvidar nunca que la carta es un "minidiscurso" con fines persuasivos. Por tanto, es importante evitar fórmulas y fiorituras fosilizadas, se recomienda decir lo que hay que decir con claridad, y ni agobiar ni andar por las ramas a no ser que se trate de un asunto delicado en el que hay que ir con cuidado para no irritar, ofender o incluso malograr las relaciones entre las empresas.
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5.1. En la parte inicial en muchos casos es recomendable introducir al destinatario en antecedentes para que "se sitúe", ello se consigue resumiendo brevemente los hechos en cuestión a veces basta también remitir a una carta anterior o a una llamada telefónica un fax de los que se indicará siempre la fecha para facilitar eventuales comprobaciones. 5.2. En la parte central se expone o argumenta según las necesidades de cada caso. Las posibilidades son numerosas y dependen én gran parte de la naturaleza y finalidad de cada carta. Esta parte puede subidividirse en relato de las circunstancias, propuesta de actuación, argumentación de las ventajas y desventajas de otras soluciones, recomendaciones, etc. 5.3. En la parte final, también según las necesidades y la naturaleza del caso, se resume, se concluye lo antedicho o se pide obrar en consecuencia con lo expuesto. Podrá haber situaciones en las que se deba exigir incluso una pronta reacción. Aquí también el final depende de la naturaleza y la finalidad. 6. La despedida se realiza igualmente con fórmulas relativamente fijas como: «Esperando sus (gratas) noticias/quedando a su disposición le(s) saluda atentamente» A veces basta un simple: «Le saluda atentamente»; en cualquier caso se deberían evitar fórmulas anticuadas y demasiado "floridas". La carta se cierra con la firma del remitente, a veces firma un sustituto (encargado/secretaria) significándolo con p.o. = por orden.
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Ejemplo de carta comercial
31049 Locutain 3 de mayo de 1998 Plaza de los Bienhablados, s / n Sra. Dfta. Eulalia Parlán Avda. Hermanos Charlatu, 13 45086 Castillo de Cotillazo Asunto: Presupuesto de equipo prolonga-charlas Estimada doña Eulalia: Le agradecemos vivamente su carta del 28 de abril y le presentamos gustosamente el presupuesto de dos de nuestros equipos prolonga-charlas. Para las necesidades que nos expone en su escrito le podemos recomendar dos modelos cuyas especificaciones le explicamos a continuación. Modelo Nomedigas XL con una capacidad de prolongación de hasta 45 minutos, con pilas recargables y altavoz discretamente incorporado en el aparato. Se lleva cómodamente en el cinturón o también en la mano, dado su peso reducido no constituye ni un estorbo ni una molestia. Es capaz de mantener el interés incluso de interlocutores resistentes de forma casi ininterrumpida. Precio al consumidor 12.350 pts IVA no incluido. Modelo Nuncacaba XXL con una capacidad de prolongación de hasta dos horas, con pilas recargables y técnica estereofónica. Por lo demás, los accesorios y las características son los del modelo anterior, con la diferencia de que el recubrimiento de la cáscara es de piel auténtica. Precio al consumidor 19.895 pts. IVA no incluido Esperando sus gratas noticias permanecemos a su entera disposición. Un cordial saludo fdo. Logófilo Párlaplus
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5.2. C u r r i c u l u m vitae El lector r e c o r d a r á t o d a v í a la d e s c r i p c i ó n d e la e s t r u c t u r a del c u r r i c u l u m en el a p a r t a d o precedente. H e aquí las r e d a c c i o n e s d e d o s c u r r i c u l a s i g u i e n d o los d o s m o d e l o s explicitados, u n o e x t e n s o y o t r o telegráfico. A v e c e s las instituciones y e m p r e s a s exigen que el c u r r i c u l u m sea escrito a m a n o p a r a p o d e r s o m e t e r la escritura a análisis grafológico. P o r e s t a r a z ó n c o n v i e n e e n t e r a r s e p r e v i a m e n t e d e c u á l es la f o r m a exigida. A: versión extensa C u r r i c u l u m vitae CURRICULUM VITAE
Yo, Rafael Hurtado Mendoza, he nacido el 23 de febrero de 1949 en Granada. Mi padre, Alfonso Hurtado Nieblas, es médico en Granada y mi madre, Alfonsina Mendoza, maestra en la misma localidad. Cursé, desde 1955 hasta 1967, estudios de EGB y bachillerato en el colegio Fray Luis de León de mi ciudad natal y en 1967 ingresé en la Universidad Complutense de Madrid matriculándome en la carrera de Derecho. En 1972 me licencié en esta misma universidad. Durante las vacaciones de verano del curso 19691970 realicé una estancia en la Universidad de Birmingham para perfeccionar mi inglés; en el curso 1970-71 permanecí 3 meses en la Universidad de Colonia para aprender alemán. Al terminar la carrera entré en el bufete de abogados Tresvientos de Madrid, donde tuve a mi cargo el negociado de transacciones inmobiliarias. En 1975 inicié una carrera política presentándome como candidato de UCD y consiguiendo un escaño en el Congreso en las primeras elecciones democráticas. En 1979 abandoné la política para trabajar en el bufete de Viento y Popa en Barcelona, actividad que sigo desempeñando hasta el momento. Desde 1976 estoy casado con Ana María Remolacha y tengo 3 hijos. Madrid, veinticuatro de abril de 1997 fdo. Diego Hurtado Mendoza
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CURRICULUM VITAE
23-2-1949
Nacido en Granada
1955 - 1967
Estudios de EGB y bachillerato en el colegio Fray Luis de León en Granada
1967 -1972
Estudios de Derecho, Univ. Complutense de Madrid
1972
Licenciatura de Derecho
1969-1970 (verano)
Cursos de inglés en la Universidad de Birmingham
1970-1971 (verano)
Cursos de alemán en la Universidad de Colonia
1972-1975
Empleo bufete de abogados Tresvientos de Madrid
1975-1979
Parlamentario de UCD en el congreso
1976
Matrimonio con Ana Ma Remolacha
1979
Entrada en el bufete Viento y Papa en Barcelona
Madrid, veinticuatro de abril de 1997 fdo. Diego Hurtado Mendoza
5.3. Instancia También vimos la estructura básica de la solicitud en el capítulo dedicado a la ordenación de las comunicaciones. Se recordará que las solicitudes o instancias son escritos que normalmente se dirigen a instituciones o autoridades y se distinguen de una carta normal por su m a y o r rigidez estructural y un estilo m u y a m e n u d o estereotipado y con cierto olor a anticuado. En muchos casos existen ya impresos para
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las diversas solicitudes de m o d o que basta con rellenarlos con lí informaciones requeridas. U n a instancia:
Solicitud de reconocimiento de estudios de Segundo ciclo realizados en otra universidad D. Orlando Puigverde de nacionalidad española y con domicilio a efectos de notificaciones en c/Horizontes Lejanos 12, 22499 Puebla de Zanahoria. a V.M.E. respetuosamente EXPONE
Que ha realizado los estudios de Farmacia de Segundo Ciclo en las Universidades que se indican a continuación: 1987-1988 1988-1990
Universidad de Santiago de Compostela Universidad de León
SUPLICA
Que los estudios indicados se le reconozcan en la Carrera de Farmacia de la Universidad de Valencia en la que ha solicitado la admisión Puebla de Zanahoria, cuatro de septiembre de 1998 firma: Excmo. Sr. Rector Magnífico de la Universidad de Valencia
5.4. Artículo periodístico En el capítulo dedicado a la ordenación de la comunicación ) vimos cómo se puede estructurar el macroguión y el microguión de v artículo periodístico sobre la situación alarmante de las lecturas y necesidad inmediata de mejorar la situación.
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He aquí una posible formulación de este artículo. Insisto en que no son ni la única ordenación ni la única redacción posibles. La primera necesidad, no mencionada en los guiones, es la de encontrar un título adecuado para el artículo en cuestión. El hallazgo del título adecuado es de suma importancia, sobre todo en el periodismo donde la recepción o no de una noticia casi depende del título, dado que es lo primero que atrae y despierta el interés del lector incitándole a leer el artículo correspondiente. Tiene que tener "garra", como dicen los entendidos, fuerza suficiente para sacar al lector de otros temas que requieren su atención. Un posible título para nuestro artículo podría ser: «Leer o no leer, he aquí la cuestión». Este título ya cumpliría con una función propia de la introducción del discurso, a saber, despertar el interés y apuntar a la problemática evocada. A continuación se presenta una posible formulación de este tema en un breve artículo periodístico. Después del título se suele poner una sinopsis brevísima que precisa el contenido del texto. El que se transcribe tampoco es el único posible; admitiría otras versiones. He aquí el artículo.
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LEER O NO LEER, HE AQUÍ LA CUESTIÓN
La cuestión es grave; el que no lee no solo deja de culturizarse a sí mismo, sino que contribuye al deterioro de la cultura en general. Más de 40.000 títulos se publican anualmente en las editoriales españolas y puede ser que hasta se vendan Dios sabe a quién; en cambio, según una encuesta realizada con ocasión de la Feria del libro nos consta que solo un 20% de los españoles posee uno o a veces varios libros, lo que todavía no significa que los lean. Muchísimos ni siquiera leen la prensa. Algo parece que va mal. Esta desproporción es llamativa y es prueba de un desfase que a la larga puede traer con-
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sigo consecuencias nefastas. Con toda seguridad el ejército de nolectores no sabe que la falta de lecturas no es simplemente una falta leve y perdonable sino que puede causar daños irreparables a los propios individuos y a la sociedad a la que pertenecen. • Deficiencias idiomáticas Uno de los aspectos en los que más palpablemente repercute la falta de lecturas en la sociedad actual es el dominio alarmantemente deficiente del idioma y que lleva automáticamente a dificultades de comprensión y de expresión. ¡Cuántas insuficiencias lingüísticas estamos observando en la vida diaria! ¡Cuántas veces oímos la frase: «¡No sé cómo decirte!» ¡Cuántas veces la gente no sabe cómo se llaman las cosas y las sensaciones y los sentimientos y cómo relacionarlos y, desde luego, cómo valorarlos. Si no se sabe cómo se llama una cosa no se puede manejar. La primera condición para poder captar y manejar un fenómeno es saber su nombre. Es más, las deficiencias en el dominio del idioma corresponden forzosamente a deficiencias en la capacidad y el modo de pensar, precisamente porque para pensar necesitamos las palabras, para relacionar y valorar las cosas precisamos de oraciones y textos. La lengua es la que nos aclara el mundo, la que nos ayuda a distinguir los fenómenos y desde luego a decir y distinguir la verdad, a detectar la mentira. En otras palabras, el que no dispone de unos conocimientos idiomáticos suficientes no puede conocer ni el mundo ni a sí mismo; porque conocer el mundo equivale a saber cómo se llaman los fenómenos con los que nos enfrentamos a diario, cómo se llaman las sensaciones y emociones que estamos experimentando. En el nivel básico del conocimiento de la realidad ponemos, por así decir, etiquetas a las cosas, a lo que observamos, incluso caracterizamos así nuestras circunstancias personales. No debe extrañar que la persona que no sabe denominar idibmáticamente las situaciones que le toca vivir sea
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incapaz de enjuiciar y asumir una actitud crítica frente a lo que hace ella misma y lo que hacen los demás. • Falta de lectura y peligro de manipulación Obviamente estas personas serán también las más fáciles de manipular, las que más sencillamente pueden ser engañadas o incluso fanatizadas. Son las víctimas indefensas de la publicidad, de la propaganda política, de los demagogos, son los más expuestos al embaucamiento por los que sí dominan el idioma. Porque evidentemente se puede abusar también de la lengua; en boca de los inconscientes y los cínicos se convierte en arma destructora, desfiguradora y alienante; de modo que se hace urgente una averiguación de lo que es la comunicación oportuna y provechosa para el hombre. El asunto no deja de sorprender dado que originariamente los hombres nacen con un natural afán de saber, quién no conoce esta insaciable sed de conocimientos de los niños con su permanente: «Papá, ¿por qué los perros ladran?», «¿por qué el cielo es azul?», «¿por qué y por qué?». Sin embargo, en algún momento de la maduración parece que, por la razón que sea, el esfuerzo por descubrir el mundo se apaga, ya no hay preguntas, aparentemente ya no hay inquietudes de saber y conocer. Pero opino que nos engañamos y las propias personas se engañan a sí mismas al creer que se ha terminado esta fase de ansia de descubrimiento del mundo; estoy convencido de que por dentro el afán de saber persiste, con el problema añadido de que la sed no se apaga con la formulación de preguntas, etiquetas e informaciones acerca de los fenómenos que se observan y una de las consecuencias inconscientes es que la gente se irrita, se vuelve agresiva, no es capaz de decir las cosas porque le faltan las palabras. Necesitamos conocer el mundo, queramos o no, y nos familiarizamos con él a través del idioma y solo con el idioma somos capaces de corresponder a los bienes, los conocimientos y los gozos que nos brinda este mundo. Es el idioma lo que humaniza al mundo.
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• Falta de lectura y agresividad Y hay un aspecto más cruel y nefasto todavía: con las personas "deslenguadas" no se puede razonar, no hay raciocinio que valga, ni siquiera discuten cuando surgen discrepancias, su expresión ya no es verbal sino corporal y material, solucionan problemas y reivindicaciones con la fuerza, con la agresión, con la violencia, con las bombas. No carece de fundamento que «hablando se entiende la gente», las demás formas son poco eficaces, si no ilusorias. • Lectura y cultura Si el hombre es un ser parlante, si su racionalidad se manifiesta en primerísimo lugar a través de su capacidad de hablar y si su condición social queda patente primordialmente por su capacidad de comunicar, se evidencia claramente que el dominio del idioma es una de las condiciones imprescindibles del buen funcionamiento de los individuos y de la sociedad. Entenderse y comprenderse es en gran medida una cuestión de las facultades idiomáticas y comunicativas. La cultura en todas sus vertientes y variaciones, la convivencia, la ciencia, la política, la economía, la vida entera son impensables sin la mediación de la lengua. El idioma abre el mundo y abre a las personas porque es el instrumento más sutil de conocimiento y de comunicación que existe. A una persona que sabe cómo se llaman las cosas no se le engaña y manipula con tanta facilidad. Una persona que domina su idioma se conocerá cada vez más profundamente a sí misma, a su prójimo y a su entorno. Se enriquece porque en su mente se almacena un mundo polifacético y fascinante poblado de personas y objetos con sus nombres, sus valores y sus relaciones. El idioma es parte integral de la personalidad y por supuesto a mayor dominio del idioma corresponde mayor satisfacción y creatividad. No quiero afirmar que la lectura sea el único y exclusivo medio de aprendizaje y perfeccionamiento del idioma, pero sí estoy convencido de que es el más eficaz y enriquecedor. Con la doble ventaja de
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que obviamente la lectura conlleva el importante hecho de que el lenguaje entra por los ojos, lo que significa que forzosamente en la mente y memoria del lector se creará una imagen de las palabaras y de las oraciones. Y como en la inmensa mayoría de los casos nuestra memoria es más impresionable y más eficiente a través de los estímulos visuales, se garantiza ya de entrada un rendimiento más elevado. Además la impresión visual es la única garantía de que aprendamos a dominar la ortografía. El que no dispone de una imagen de las palabras no sabrá nunca qué aspecto tienen, es decir, cómo se escriben. Ya a través de la pululación de faltas de ortografía en los usuarios actuales de la lengua podemos detectar la carencia de lecturas. Todo lo que acabamos de ver se refiere evidentemente a todo tipo de lectura, con tal de que los textos sean de fiar en el sentido de que sus autores dominen el idioma como Dios manda. • Textos informativos y textos literarios Sin embargo, se puede establecer una distinción entre la lectura de los textos meramente informativos y los literarios, dado que estos últimos tienen unos valores añadidos que vale la pena considerar con un poco más de detenimiento. ¿Por qué un texto literario puede ser más enriquecedor y más provechoso que un texto informativo? No podemos entrar en detalles acerca de lo que es literatura, pero una cosa sí se puede afirmar sin grandes rodeos especulativos: la literatura nos presenta mundos posibles, con personas posibles, con sus conflictos y problemas posibles y además nos los presenta generalmente con el afán de crear belleza. ¿Qué tiene que ver todo esto con la lectura?, se preguntarán. Pues significa que la lectura de obras literarias puede ser enormemente enriquecedora por cuanto afina nuestra sensiblidad por las circunstancias de nuestro entorno y por los problemas con los que se debate la gente. Incluso puede plasmar precisamente el problema con el que nos debatimos nosotros mismos en este momento, o nuestros hijos, padres, amigos, colegas... Los escritores suelen funcionar la mayoría de las veces como conciencias y
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como espejos profundizadores de los conflictos con los que se debate la sociedad y la cultura en la que viven. Además saben cómo se llaman las cosas, pulen y afinan el lenguaje y penetran la superficie. Por tanto la lectura de textos literarios es doblemente provechosa, porque no solo puede ampliar nuestro vocabulario, ayudar a encontrar el nombre de las cosas, de los sentimientos, de las vivencias, puede presentarnos y analizar estos problemas. Leer obras literarias significa, por tanto, además de saber navegar con conocimiento de causa en el propio idioma, hacer mundo de una forma cómoda y beneficiosa. • La lectura como alimento intelectual La lectura nunca es un mero adorno o un vano pasatiempo prescindible, sino alimento indispensable e irremplazable para la supervivencia del individuo, de la sociedad y de la cultura. Una sociedad que no lee se condena automáticamente al anquilosamiento y al lento suicidio. Cada uno es responsable y todos los responsables deberían tomar cartas en el asunto; primero los propios individuos de la edad que sea, los padres, los profesores y la prensa. Entre todos, me refiero a los iniciados que ya se han contagiado de esta saludable fiebre, entre todos deberíamos fomentar la lectura, mostrar y hacer apetecibles sus ventajas y satisfacciones, la felicidad que de ella emana, porque leer o no leer es una cuestión de ser o no ser. 5.5. Reseña Al hablar de los diversos géneros de la comunicación escrita mencionamos también la reseña de libros. Como ejemplo quisiera introducir aquí la reseña de un libro de cuentos tan gracioso como desconocido de José Camilo Cela, con el título Once cuentos de fútbol, publicado en 1963.
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Cuando en una colección de narraciones con el título Once cuentos de fútbol el autor nos habla de un tal «don Teotempo Luarca Novillejo, alias Pichón [que] aprendió en Egipto las pacientes artes del embalsamiento y, en cuanto que un vecino se les descuida, va y lo embalsama; después, si puede, lo vende», y cuando añade que «don Teotempo amasó una fortuna muy considerable embalsamando futbolistas que después vendía en Hong-Kong o detrás del telón de acero 14 , comprendemos en seguida que su tratamiento del tema futbolístico no. puede ser ni realista ni serio como ocurre en otros textos de otros autores, entre los cuales se podría citar como ejemplo la novela Chiripi de Juan Antonio Zunzunegui15. El asunto es aparentemente el mismo, el fútbol, pero el modo de tratarlo es muy diferente. Mientras que a Cela le sirve casi únicamente de pretexto para dar rienda suelta a una exuberante fantasía caricaturesca con tonos burlescos y hasta grotescos, en Zunzunegui el fútbol como profesión es el motor que mueve toda la acción de la biografía novelística de Chiripi de las «fortunas y adversidades» de un jugador de fútbol, mimado por sus hinchas en su apogeo y olvidado tristemente en su derrota. Más allá de un tema presuntamente común, ambos autores utilizan elementos futbolísticos para la división formal de sus obras. Cela subdivide su libro en once cuentos, precisamente el número que equivale al de los jugadores de un equipo de fútbol. Zunzunegui divide su novela en «patadeo preliminar», «primer tiempo», «segundo tiempo» y una «prórroga». Veamos un poco más de cerca algunos aspectos de los cuentos de Cela. La única reminiscencia estrictamente futbolística es el número once, que es el número de los cuentos reunidos en la antología, pero con esto se acaban las referencias a aquella formación deportiva. La subdivisión del libro nos aleja aún más de esta posible sugerencia. Los once cuentos, agrupados en cuatro «mamotretos», así los llama el C. J. Cela: Once cuentos de fiítbol, Madrid, Ed. Nacional, 1963. J. A. Zunzunegui, Chiripi, Madrid, Bullón, 1963.
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autor, no tienen más relación entre sí que una lejana alusión a detalles futbolísticos. Tienen mucho más de irónica ciencia ficción y de literatura utópica que de relato deportivo. Destaca, además, un matiz burlón, que ya se manifiesta en los nombres y apellidos, larguísimos, a los que añade a menudo un mote, unido al apellido con un «alias». Veamos algunos ejemplos. El "héroe" del cuento El Tratillo, que pronto conoceremos más de cerca, se llama don Teopompo Luarca Novillejo, «aunque le dicen Pichón», añade irónicamente Cela. El caballo (¡han leído bien!), jugador y luego entrenador, protagonista del cuento titulado Alta escuela tiene el nombre pintoresco de Gainsborough XXI, y juega al fútbol en el Waldetrudis Pucará F.C. Los once cuentos, en su totalidad, son tan divertidos que resulta difícil escoger algunos para estudiarlos un poco más de cerca. Seleccioné cuatro que representan en su elaboración distintas facetas. El primero de ellos, con un título de reminiscencias cervantinas, Como a perro por carnestolendas, todavía conserva cierta relación con la realidad futbolística y por esto querría que iniciara la presentación. En un equipo del que Cela guarda el anonimato, los jugadores tienen la costumbre de mantear a los compañeros-después del partido cuando han hecho una jugada mala. En el cuento le toca a Blas Tronchón "Harinita": cuando terminó el partido lo pusieron en mitad y comenzaron a levantarle en alto y a holgarse con él, como con perro por carnestolendas. La escena fue de mucho chiste y crueldad, y el público, mientras a Blas Tronchón "Harinita" le molían la osamenta, gozó con muy recatada compostura. — Que no hubiera fallado el penalty, ¿verdad usted? — Claro, eso es lo que yo me digo: que no hubiera fallado el penalty. ¡Así aprenderá a afinar la puntería! (53-54)
Con este pequeño inciso tenemos también una muestra de la función irónica del diálogo, que será un recurso constante en todos los cuentos. Pocas líneas después se acentúa la ironía cuando interviene una señora preguntando: •— Pero ¿qué están haciendo ustedes con ese desgraciado? — Nada, señora; manteándolo para que aprenda a apuntar mejor. Y, además, no es ningún desgraciado, que es el famoso Blas Tronchón,
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"Harinita", nuestro delantero centro, siete veces internacional. Nosotros somos unos mandados; no hacemos más'que cumplir órdenes. — ¿Del entrenador, ese fantasma sin candad? — No, señora; de nuestras conciencias. (54)
Al terminar el cuento, Cela, con seriedad casi filosófica, saca la conclusión que el oficio de futbolista es un oficio azaroso, de premios y castigos inusuales, imprevistos. Blas Tronchón "Harinita" no suele pifiar los penaltys, aunque eso de tirar penaltys tenga también sus quiebras, sus preocupaciones y su azar. (57)
Don Teotempo Luarca Novillejo, indiano de Cangas de Narcea, es el protagonista del segundo cuento al que echamos una ojeada. Don Teotempo está casado con «doña Filonila Swan, alias Flor de Loto; es una dominicana gorda, mulata y llena de sentimiento, que canta la ópera Carmen y recita a Amado Ñervo poniendo los ojos en blanco» (25). De oficio don Teotempo Luarca Novillejo es embalsamador e «importa futbolistas como quien importa motores diesel, y exporta futbolistas como quien exporta agrios y derivados» (27). Un rasgo que llama la atención, no solamente en este cuento, es la casi obsesiva repetición de los larguísimos apellidos, con sus motes, en casi cada párrafo. El efecto cómico se acentúa considerablemente por el fuerte contraste entre lo altisonante y lo insignificante de su situación y de su quehacer. Cela tampoco puede terminar el cuento de don Teotempo sin un comentario irónico. Después de contar la extraña receta de doña Filonila, que baja el azúcar en sangre de su marido recitándole versos de Amado Ñervo, afirma: —Sí, mi buen amigo; puede ser que no le desasista la razón. Yo también pienso que la doña Filonila, en ciertas ocasiones, se pasa de la rosca. Las damas propensas a echar versos es lo que tienen: que a veces, se conoce que según la luna, abusan un poco de las circunstancias. (29)
Si en El tratillo Cela ya pasó el límite de lo verosímil relacionando casi grotescamente dos terrenos tan diametralmente opuestos como el fútbol y el arte del embalsamiento, en el cuento Alta Escuela
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v a m á s lejos a ú n , p e r m i t i e n d o que u n caballo entre c o m o j u g a d o r d e p r i m e r a en u n equipo d e fútbol. Sin e m b a r g o , después, cuando la F.I.F.A. lo descalificó por ser caballo, Gainsborough XXI se hizo entrenador y pasó a prestar sus servicios en el Waldetruais Pucará F.C. (Alta Escuela), el equipo que, llevando hasta sus últimas consecuencias las tácticas defensivas, jugaba con dos porteros: Teógenes, portero derecha, y Teogonio, portero izquierda. (60) El a u t o r n o se c o n t e n t a c o n t r a s p a s a r la frontera d e la v e r o s i m i litud i n v e n t a n d o u n caballo, a d e m á s se b u r l a d e las n o r m a s establec i d a s del j u e g o h a c i e n d o g u a r d a r la p o r t e r í a del W a l d e t r u d i s p o r d o s p o r t e r o s . Y estos d o s s e ñ o r e s son a l g o especiales. Fíjense en la c a r a c t e r i z a c i ó n d i v e r t i d í s i m a q u e C e l a h a c e d e ellos a la v e z q u e arroja u n a luz sobre la técnica de caracterización d e figuras d e Cela. Teógenes Caldueño Acebal, alias Mazuco, es un asturianín de Llanes ágil como el corzo y listo como la vulpeja, que no tiene más inconveniente que el de enseñar demasiado a flor a e piel la fluctuante vena de la locura. Teogonio Alcaraz Valronquillo, alias Pinchaúvas, en cambio, es ecuánime y terco (también gimnástico), y conservador, disciplinado y cuerdo de muy bienquista cordura. Teogonio Alcaraz Valronquillo 'Pinchaúvas" es toledano de Gerindote, cerca de Torrijos, latitud que produce lebreles muy como Dios manda y en sazón. (60) C o m o si faltara t o d a v í a u n a n o t a grotesca, d e h u m o r n e g r o , C e l a n o s i n t r o d u c e en el c u e n t o El holocausto en u n ambiente que r o z a y a lo m a c a b r o , en el que con la m á x i m a n a t u r a l i d a d se a h o r c a n los árbitros q u e p i t a n p e n a l t y s . P a r a evitarlo, Cela aconseja a los árbitros familiarizarse c o n las ideas d e Voltaire, p u e s t o q u e p a r a él «la v e r d a d tiene u n límite práctico: el pellejo» (63). Si los árbitros de fútbol fueran más volterianos y precavidos se conseguiría desterrar, de una vez para siempre, la fea costumbre de ahorcar ároitros de fútbol (uso que tanto desdice del espíritu olímpico de jugadores, federativos y aficionados en general, casados o solteros). Bueno está pitar penaltys debiera decir uno de los artículos del reglamento, pero cuando por pitar penaltys se corre notorio riesgo de terminar ahorcado el àrbitro debe abstenerse de pitar penaltys, castigo cjue puede sustituirse por el golpe franco o incluso por el disimulo, según las circunstancias. El reglamento precisa de una muy urgente revisión. (63)
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Cela mantiene el ambiente grotesco, evocado en el párrafo que acabamos de leer, cuando duda que la gente consienta que se revise el reglamento. «La gente está demasiado apegada a la costumbre, la gente es muy rutinaria y palurda...» (63). Así es que un día de partido el destino arbitrario se apodera de Minervio Caeymaex Cabrillas, alias Gazapo, el paisanaje le cuelga de la horca municipal, «de la horca levantada por la suscripción entre los electores de padres de familia» (63). Había pitado un penalty al equipo de casa «y pagó su osadía con la vida» (64). Y el autor no deja de mantener la ficción de que todo aquello es natural y legítimo, puesto que con la resignación del que sabe, Cela añade: «A lo mejor de haber leído a Voltaire, a estas horas andaría por ahí tan tranquilo» (64). El autor logra mantener pendientes a sus lectores. Normalmente, un chiste o una anécdota no puede conservar la atención más allá del climax, sin embargo, en este cuento «una barbaridad» sigue a otra sin que se pierda la tensión. Como si fuese lo más natural del mundo, Cela añade al final una nota más en la que habla de una petición de los solteros al señor alcalde para que les diese permiso «para levantar su horca y no tener que estar siempre a expensas de la horca de los padres de familia, de la horca municipal» (66). Cela, de entrada, rompe deliberadamente toda vinculación con el fútbol como realidad deportiva. El fútbol le sirve de mero pretexto para inventar una realidad, unas figuras y una historia, no solamente ficticias sino completamente fantásticas, caricaturescas y hasta grotescas. Su recurso fundamental en los Once cuentos de fútbol es precisamente la transposición y la combinación inacostumbrada de elementos reales en un ambiente irreal en el que no faltan los elementos cómicos, tales como los nombres, apellidos y motes estrafalarios ya comentados y los diálogos con réplicas a veces ingenuas y a veces sarcásticas y siempre a tono con la chocarrería de las situaciones inverosímiles. Con frecuencia los cuentos recuerdan el ambiente rabelaisiano de Gargantúa y de Pantagniel, y no sin razón Cela termina el libro con una cita del autor francés, diciendo en el «Colofón envuelto en la 'Hoja del Lunes'»: «¡Bajad el telón! ¡Se acabó el saínete!».
REPERTORIO DE RECURSOS RETÓRICOS
Quizá sorprenda que en este contexto se hable de recurso retórico puesto que el término más usual para designar el fenómeno es el de figura retórica. Da la casualidad de que la misma voz se emplea para designar dos realidades distintas; en primer lugar la totalidad de los fenómenos que nos ocupan aquí y en segundo lugar, uno de los dos grupos mayores, de modo que se repite el termino figuras cuando se divide la totalidad en figuras y tropos. Para evitar malentendidos introduzco esta voz de «recurso retórico» y mantengo la subdivisión en figuras y tropos. No es este el lugar para largas disquisiciones sobre este interesante aspecto. Sin embargo, interesa que lo definamos por lo menos someramente: un recurso retórico es una forma insólita de formulación, es decir, un modo de hablar que se aleja leve o grandemente de las formas habituales. Es esa la razón por la cual llaman la atención, pueden por tanto aumentar la capacidad persuasiva y a la vez la elegancia de la formulación. Se distinguen entre las figuras cinco divisiones según su funcionamiento, a saber, las figuras de posición, de repetición, de amplificación, de omisión y de apelación; los demás recursos son tropos, es decir, aquellas manipulaciones que funcionan a través de la sustitución. En el repertorio se verán mencionados estos grupos que por su designación ya están someramente definidos. Además se añade una brevísima definición de cada uno y un ejemplo sacado en la mayoría de los casos de textos publicitarios.
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La ordenación presentada en este repertorio es meramente alfabética para facilitar la búsqueda de los diversos recursos.
REPERTORIO
ALUSIÓN [tropo]: persona, objeto o situación que no se llama por su nombre sino por una circunstancia afín que debe descubrir el receptor. Yo no puedo estar sin él ANADIPLOSA [figura de repetición]: la misma palabra aparece al final de un sintagma u oración y al principio de la siguiente. Lois happy, un mundo feliz. Feliz de ser joven ANÁFORA [figura de repetición]: repetición de la misma palabra al principio de varios sintagmas u oraciones. Lavar con Zanussi, lavar con VENTAJA ANÁSTROFE [figura de posición]: inversión en contacto de dos elementos verbales o sintácticos que normalmente se utilizan en el orden contrario. Colgate el mal aliento
combate
ANTÍTESIS [figura de amplificación]: formulación a través de palabras, oraciones o partes de texto en el que se confrontan dos elementos contrarios (antonímicos). Vestimos los pies usando la cabeza ANTONOMASIA [tropo]: se sutituye el nombre propio por alguna de sus particularidades o a la inversa. Parker,
la
escritura.
HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE Atlántico,
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el Rolls Royce entre los
restaurantes.
ARCAÍSMO [tropo]: sustitución de una palabra o de fenómenos morfológicos y sintácticos al uso por otra u otros en desuso. Cada caballero con su
doncella
BARBARISMO [tropo]: sustitución de una palabra autóctona por otra extranjera. La Super LP
CEUGMA [figura de omisión]: un mismo elemento de la oración se refiere sobreentendiéndose esta referencia en varios elementos de la misma unidad sintáctica. Los alumnos
toman apuntes
y el pelo al profesor
CLÍMAX [figura de repetición]: ordenación referida a la intensidad ascendente de términos sinonímicos o afines, también ANTICLÍMAX: ordenación descendente. Longines: los días, horas, minutos del mundo
y segundos
más
extraplanos
COMPARACIÓN [figura de amplificación]: un tema se precisa marcando la similitud con un fenómeno parecido. Danone,
tan natural
como la
naturaleza
CONCATENACIÓN [figura de repetición]: las mismas palabras se repiten, en más de una ocasión, al final de una oración y el comienzo de la siguiente, a modo de cadena. Primero era la lavadora, después de la lavadora el lavavajillas, después del lavavajillas el microondas, yo no sé lo que será después del microondas
CORRECCIÓN [figura de amplificación]: el hablante se enmienda en relación con lo antedicho. Si usted creía que el RMJ no era mejorable vea el modelo
2000.
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DERIVACIÓN [figura de repetición]: Se mantiene la misma raíz etimológica en una o más palabras. Cajas de Ahorro:
el interés más
desinteresado
DIALOGISMO [figura de apelación]: un diálogo entre dos hablantes es simulado por uno solo. Y me dije, «¿por qué ha de ser un Rales?» Mi respuesta «¿Por qué no?»
era:
DISEMINACIÓN [figura de repetición]: en un texto la misma palabra o grupo de palabras se repite varias veces sin orden preestablecido. Todos piden rema porque rema es agradable en la piel, rema no duele, y sin ninguna duda rema no se nota en el bolsillo ELIPSIS [figura de omisión]: en un texto se omiten una o varias palabras debiendo "llenar" e interpretar el receptor la laguna. Vega fina.
Sabor suave. Placer
intenso
ENUMERACIÓN [figura de amplificación]: se detalla, a través de una referencia o cómputo a varios de sus aspectos o cualidades un determinado tema. Comprar y usar, disfrutar y tirar EPÍFORA [figura de repetición]: el mismo elemento se repite al final de dos o más oraciones. El dirá ó, ella dirá ó, ó de Laucóme Montero
Sabel:
Doble Air-Bag SRS, gratis. Salpicadero en madera de raíz impresa, gratis. Defensa delantera en acero inoxidable, gratis. Estribos en acero inoxidable, también gratis.
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EUFEMISMO [tropo]: una palabra o expresión tabú se sustituye por otra considerada no tan disonante o desprestigiada. Si se sustituye por una palabra malsonante el recurso se suele designar como DISFEMISMO Es simpático, pero tiene ese problema con los pies EXCLAMACIÓN [figura de apelación]: Mediante la modificación de la entonación o a través de signos de puntuación se expresan de modo más vehemente las emociones o sentimientos. ¡Qué bien se queda con Carlos III! GEMINACIÓN [figura de repetición]: el mismo elemento se repite en contacto dos o más veces seguidas. Moussel, el gel suave, suave, suave HIPÉRBOLE [tropo]: se sustituye de una palabra o expresión por una clara exageración. 1988 el turrón más caro del mundo IRONÍA [tropo]: se da a entender un significado contrario al que expresan los términos elegidos. Vacaciones en la montaña, el sueño de un surfista LITOTES [tropo]: afirmación de una idea por la expresión de su contrario. No es un chico
antipático.
Los planes de pensiones BMN no son mal plan METÁFORA [tropo]: sustitución de una palabra por otra, con la que mantiene una relación de semejanza y que, sin embargo, adquiere en el contexto un significado distinto. La mujer es una isla. Fidji es su perfume
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METONIMIA [tropo]: sustitución de una palabra por otra con la que guarda una relación real que en el contexto adquiere significado más amplio del que tiene normalmente. Venga a probarse la primavera en el Corte Inglés NEOLOGISMO [tropo]: sustitución de una palabra usual por otra de nueva formación. También pueden ser nuevas creaciones para designar nuevas realidades. ¡Los Wringler super ouayl OXÍMORON [figura de amplificación]: palabras normalmente opuestas adquieren en un contexto más amplio un significado nuevo, no antitético. Un poco de magno es mucho PARALELISMO [figura de posición]: la misma estructura sintáctica se utiliza dos o más veces seguidas. Todos son cuarzo, todos son Seiko, todos son
superprecisos
PERÍFRASIS [tropo]: sustitución de una expresión propia por una circunlocución. Haga la prueba del
algodón
PARÉNTESIS [figura de posición]: dentro de una oración se intercala otra oración más o menos independiente de la primera. Esto es —y perdonen la palabra malsonante— pantalones
una bajada de
PARONOMASIA [figura de repetición]: repetición de una palabra con una leve modificación fonética que produce una total modificación semántica. Paso del peso y piso fuerte POLIPTOTON [figura de repetición]: repetición de la misma palabra bajo distintas formas de flexión.
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Ford Fiesta. Ya verá como tiene que esperar menos de lo que esperaba esperar PREGUNTA RETÓRICA [figura de apelación]: pregunta a la que no se espera respuesta. RENFE ¿Conoce Ud el tren? QUIASMO [figura de posición]: palabras, sintagmas u oraciones se colocan de forma cruzada, (a-b-b-a) Un espléndido
brindis con brandy
Espléndido
RETICENCIA [figura de omisión]: suspensión de una idea o de un argumento. Te voy a dar una... SIMULACIÓN [tropo]: el hablante simula estar de acuerdo con la opinión del contrario. Desde luego, no es imposible que las lavadoras AEG estropeen. Es que quien las conoce a fondo no se lo cree
se
SINÉCDOQUE [tropo]: sustitución del todo por la parte, del plural por el singular o al revés. 103 el brandy de todas las horas
BIBLIOGRAFÍA ELEMENTAL
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