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ensayos sobre la teoría de las crisis dialéctica y metodología en "el capital” henryk grossmann

79

CUADERNOS DE PASADO Y PRESENTE

prim era edición, 1979 1 © ediciones pasado y presente impreso y distribuido por siglo xxi editores, s. a. av. cerro del agua 248,' méxico 20, d. f. isbn 968-23-.0465-2

derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico printed and made in mexico

7

A D V E R T E N C IA

IN T R O D U C C IÓ N ,

por

G A B R IE L L A

M.

9

BONACCHI

ENSAYOS SOBRE LA T E O R ÍA DE LAS CRISIS M O D IF IC A C IÓ N

DEL

PLAN

O R IG IN A R IO

DE

LA

ESTRUCTURA

DE

41

“ E L C A P IT A L ” D E M A R X Y SUS CAUSAS

L A T R A N S F O R M A C IÓ N

D E LOS VALORES E N

P R E C IO S

EN

M ARX

Y

71

E L P R O B L E M A D E LA S C RISIS

1. La realidad concreta como objeto y finalidad del conocimiento de M arx, 71; 2. La contradicción entre el esquema del valor y la realidad, 74; 3. Los precios de producción y la tasa general de ga­ nancia como “reguladores" de la producción capitalista, 77; 4. El esquema del valor como p u n to de partid a histórico y teórico, 84; 5. La problem ática de las crisis y las enseñanzas del libro ter­ cero de E l capital, 88; 6. En lugar de continuar el desarrollo de M arx, retorno a Ricardo, 98 L A P R O D U C C IÓ N D E L O R O E N E L E S Q U E M A D E R E P R O D U C C IÓ N DE

102

M A R X Y R O SA L U X E M B U R G

1. A ctitud de Rosa L uxem burg respecto al m étodo de investigación de M arx, 102; 2. ¿Bipartición o tripartición del esquema?, 110; 3. El oro como mercancía y como medio de circulación, 116; 4. Im posibilidad de determ inar con exactitud la relación cuantitativa entre los “medios m onetarios” y los otros dos sectores del es­ quem a de reproducción, 119; 5. La circulación m onetaria como “ faux frais” de la producción de mercancías, 120; 6. El origen de los errores del esquema de Rosa Luxem burg: adición en lugar de substracción, 122; 7. La producción del oro y la transición al socia­ lismo, 123; 8. Acumulación m onetaria a pesar de la reproducción simple, 124; 9. I-a vinculación orgánica de la producción del oro con los dos sectores de la producción de las mercancías, 126 U N A N U E V A T E O R ÍA SO B R E E L IM P E R IA L IS M O

Y L A R E V O L U C IO N

133

S O C IA L

Introducción, 133; 1. Los hechos de Sternberg y el m étodo de

[5]

6

I n d ic e

investigación de Marx, 136; 2. Las conclusiones de Sternberg o cómo se hace la revolución, 150; 3. La fundación económica, 159 LA

R E A C C IÓ N

E V O L U C IO N IS T A

CONTRA

LA

E C O N O M ÍA

C L Á SIC A

196

1. En Francia: Condorcet, Saint-Simon, Sismonde de Sismondi, 196; 2. En Inglaterra: James Steuart, Richard Jones, Karl Marx, 220 A P É N D IC E : C A R T A S D E H E N R Y K G R O SSM A N N A P A U L M A T T IC K SO ­ B R E L A A C U M U L A C IÓ N

247

A P É N D IC E B IB L IO G R Á F IC O

277

A D V ER TE N C IA

De los cinco ensayos de Grossm ann recogidos en el presente trabajo y aparecidos p or prim era vez entre 1928 y 1933, los cuatro prim e­ ros p articip an del mismo núcleo tem ático, anuncian y desarrollan algunos aspectos im portantes de su obra mayor, Das A kku m u la tions— u n d Zusammenbruchsgesetz des kapitalistischen Systems, a la que preceden y siguen en cierta forma. P or el corte polém ico q u e los caracteriza, estos ensayos tienen además el m érito de poner de relieve —en relación con la gam a de posiciones que se fueron presentando en el m ovim iento obrero alem án de la década de los veinte—, no sólo la profundidad teórica del pensam iento de Gross­ m ann sobre los problem as fundam entales del debate m arxista, sino tam bién sus im plicaciones políticas, que de ninguna m anera son marginales. P artiendo de los problem as que en cierta m edida no h an sido todavía resueltos y sobre los cuales se produjo la crisis del m ar­ xismo teórico de la n Internacional —"derrum be” o desarrollo, relación entre reproducción simple y reproducción am pliada, en­ tre el libro prim ero y tercero de E l capital, etc.—, Grossm ann encu en tra en la confusión entre formas fenoménicas del m odo capi­ talista de producción y sus leyes fundam entales, la m atriz com ún tan to de las variantes “arm onicistas” de los teóricos de la socialdem ocracia (el últim o Kautsky, H ilferding) como de la teoría luxem burguiana del derrum be. Al fu n d am en tar la teoría de las crisis del capitalism o en el ám bito de la misma teoría del valor y la determ inación de la “cientificidad” de E l capital en sus procedim ientos de abstracción (“pro­ cedim iento de aproxim ación” y “m étodo de aislam iento”), Gross­ m ann, aun cuando no logre evitar por com pleto cierta distorsión “cientificista” del m étodo de Marx, contribuye en form a sustancial a la definición de la autonom ía teórica del m arxism o y a una aproxim ación a la ciencia de E l capital como crítica de la eco­ nom ía política. El ú ltim o ensayo (La reacción evolucionista contra la economía clásica), escrito en 1943, presenta en ráp id a síntesis una reconstruc­ ción histórica de la novedad radical de la teoría de M arx en su relación de co n tinuidad-ruptura con los resultados más avanzados de la ciencia burguesa de la economía y de la sociedad.

P]

8

a d v e r t e n c ia

Incluim os finalm ente como apéndice un conjunto de cartas que Grossm ann escribiera a Paul M attick y que versan sobre la polémica generada en los medios de izquierda de la Alem ania weim ariana por la publicación de su obra fundam ental, Das A k k u ­ m ulations— und Zusammenbruchgesetz des kapitalistischen Sys­ tems. Situados dentro de u n marco cronológico m ucho más am plio, en el que las repeticiones y los avances temáticos resultan más con­ vincentes, estos ensayos aportan u n m aterial m uy significativo para la evaluación del lugar y la fortuna que ha tenido Grossmann en el debate m arxista realizado en el período entre las dos guerras, a la que G abriella M. Bonacchi le dedica un ensayo introductorio y u n útilísim o apéndice bibliográfico. PA SA D O

Y

PR ESEN TE

G A B R IE L L A M . B O N A C C H I

IN T R O D U C C IÓ N

1. La presente colección de ensayos del economista polaco H en­ ryk Grossmann, tiene por objeto, además de situ ar la obra comple­ ta (que en parte ya es conocida en Italia)1 dentro del marco de la discusión europea de los años veinte-treinta, ofrecer un punto de p artida para reab rir el debate sobre las com plejas cuestiones teóricas que le sirven de base y que en nuestra opinión siguen vigentes. El hecho de que el lector italiano no pueda tener ac­ ceso a su obra mayor, Das A klium ulations— u n d Zusammenbruchsgesetz des kapitalistischen Systems,2 ha tenido un efecto negativo sobre la acogida de Grossm ann en Italia, distrayendo la atención a aspectos parciales de su teoría que no pueden separarse de la problem ática general más que a costa de incom prensiones y defor­ maciones a veces m uy graves.3 1 En español sólo se conoce de Grossmann las C o n s i d e r a c i o n e s f i n a l e s de su libro sobre la acumulación y el derrumbe, publicadas en la recopilación de Lucio Colletti, E l m a r x i s m o y e l " d e r r u m b e ” d e l c a p i t a l i s m o , México, Siglo xxi, 1978, pp. 434-469, y su ensayo L a r e a c c i ó n e v o l u c i o n i s t a c o n t r a l a e c o ­ n o m í a c l á s i c a . Véase tam bién la edición de Siglo xxi de su obra más valiosa: L a l e y d e l a a c u m u l a c i ó n y d e l d e r r u m b e d e l s i s t e m a c a p i t a l i s t a , México, 1979. 2 Leipzig, 1929; fue reimpreso p or Verlag Neue K ritik, Frankfurt del Meno 1967 y 1970 [en adelante se cita como A k k . } . 3 Véase, por ejemplo, la referencia a Grossmann de G. La Grassa en V a l o ­ r e e f o r m a z i o n e s o c i a l e , Roma, E ditori R iuniti, 1975, que en nuestra op i­ nión peca por falta de un marco teórico de conjunto con el que se puedan relacionar cada una de las afirmaciones contenidas en los trabajos de Gross­ m ann aparecidos hasta ahora en Italia. Nos parece que cuando La Grassa estigmatiza el énfasis que Grossmann pone en la im portancia que tiene en Marx la categoría (olvidada en la práctica científica, tal vez deliberada­ mente, por los clásicos) del valor de uso como una recaída en la "indeterm i­ nación, en la generalización ahistórica" (p. 134) no comprende plenam ente el sentido que tiene para Grossmann la “ recuperación” de esta categoría. Como veremos enseguida, según Grossmann, la capacidad de la teoría de Marx para "resolver” las contradicciones de la economía política clásica, e x p l i c á n ­ d o l a s genéticamente, se basa precisamente en el “gran descubrim iento” de M arx del “doble carácter del trabajo" contenido en la mercancía —que obli­ ga a esta últim a a escindirse en valor de uso y de cambio y más tarde en mercancía y mercancía dinero— (es decir la negación de la p l e t h o r a o f m a r k e t , visión empírica de la relación mercancía dinero y dinero crisis, in-

[9]

10

INTRODUCCIÓN

Los trabajos que presentam os aquí corresponden a diversas etapas del desarrollo de la reflexión de Grossmann. Sin em bargo, el orden en que se exponen no corresponde a criterios cronológi­ cos sino a criterios temáticos. El ensayo sobre la modificación del plan de redacción de E l capital se ha colocado al principio del libro —au n q ue es posterior al artículo contra Sternberg—, porque constituye (por el original tratam iento de los esquemas de re p ro ­ ducción que contiene) una prem isa metodológica tanto para la obra m ayor como para el enfoque teórico general que le sirve a Grossm ann de base para el estudio de las distintas cuestiones eco­ nómicas. Los demás ensayos constituyen realizaciones parciales de un proyecto original de trabajo que, siguiendo la línea de in ter­ pretación definida en 1929, supone una serie de monografías so­ bre aspectos específicos de la teoría de M arx.4 Ú nicam ente el últim o ensayo, La reacción evolucionista contra la economía clá­ sica, parece separarse, no sólo cronológica, sino tam bién tem ática­ m ente, de los demás p ara tra ta r problem as relativos a la historia de la economía. Esta brecha, sin embargo, es sólo aparente: el capacidad de explicar en el ám bito de la teoría del valor el intercam bio —capitalista p a r e x c e l l e n c e — entre el capital y el trabajo). Por lo que respecta al m o d o e s p e c í f i c o en que para Marx el valor de uso participa en la misma determ inación formal económica [ o k o n o m i s c h e F o r m ­ b e s t i m m u n g ] , nos limitamos, para no sobrepasar los fines de la presente nota introductoria, a referirnos a los pasajes, más ilustrativos a este propósiio, conlenidos en la R a n d g l o s s e n z u A d o l p h W a g n e r s " L e h r b r u c h d e r p o l i t i s c h e n O k o n o m i e ” , en miíw, t. 19, pp. 309-374 [parcialmente traducido al español e incorporado como apéndice a la edición de f c e de E l c a p i t a l (Méxi­ co, 1958, t. 1, pp. 713-723), y más recientem ente en Maurice Dobb y otros, E s t u d i o s s o b r e E l c a p i t a l , México Siglo xxi, 1977, 4’ edición, pp. 169183] y el parágrafo D i n e r o y s u v a l o r d e u s o ( t r a b a j o ) , e n e s t a r e l a c i ó n c o m o c a p i t a l , en los G r u n d r i s s e d e r K r i t i k d e r p o l i t i s c h e n O k o n o m i e , Berlín 1953, pp. 178-186 [en español, E l e m e n t o s f u n d a m e n t a l e s p a r a l a c r i t i c a d e l a e c o ­ n o m í a p o l í t i c a , México, Siglo X X I, 1971, vol. I], especialmente im portante para la distinción ahí contenida entre el papel que desempeña el valor de uso en el intercam bio simple y el que le corresponde en el intercam bio entre capital y trabajo. Por lo que respecta a la afirmación de que "para Grossmann, la teoría de las crisis en Marx se basa esencialmente en la ‘desproporción’ (y en el desarrollo ‘no equilibrado’) de los diversos sectores productivos” (G. La Grassa, o p . c i t . , p. 134), véase los dos ensayos de M arram ao, N o t e s u l r a p p o r t o d i e c o n o m í a p o l í t i c a e t e o r í a c r i t i c a , De Donato, Bari 1973, y "T eoría della crisi e problem ática della constituzione”, en C r i t i c a m a r x i s t a , año xm , mavzo-junio 1975, núm . 2-3. pp. 115-145, donde se pone de manifiesto cómo la reconstrucción que hace Grossm ann de la crisis en Marx p arte precisam ente de la crítica a las hipótesis “desproporcionalistas” basadas en las conocidas tesis de Tugán-Baranovski. * Véase al respecto las informaciones recogidas p o r K. H. Hennings en la B i b l i o g r a p h i s c h e N o t i z escrita p a ra la edición de 1970 de A k k . (sobre todo, p. m).

GABRIELLA M . BONACCHI

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desarrollo histórico de las teorías económicas constituyó siempre, p ara Grossmann, el terreno indispensable en el que había que apo­ yar el análisis de las categorías y del m étodo de Marx. N o casual­ m ente este ensayo rem ite directam ente al últim o trabajo de Gross­ m ann, M arx, la economía política clásica y el problem a de la dinám ica,5 que —a través de una cuidadosa discusión de la teoría ricard ian a del valor trab ajo — encuentra lo peculiar de la contri­ bución teórica de M arx en el descubrim iento del “doble carácter del trab ajo ”. Precisam ente porque este ensayo ilum ina retrospec­ tivam ente la subterránea perm anencia de una sólida vinculación en tre teoría e historia en toda la investigación de Grossmann, p a ­ rece ofrecernos u n p u n to de p artid a válido para abordar su dis­ cusión teórica, siguiendo el proceso constitutivo y captando al m ismo tiem po la riqueza problem ática así como los lím ites his­ tóricos. El inten to de Grossm ann por sentar sobre nuevas bases la “idea fundam ental del sistema de M arx”, la “ teoría de la crisis y del d errum be”,8 es fruto de una profunda y renovada reflexión crí­ tica sobre los supuestos teóricos del m arxism o de la 11 In te rn a ­ cional. E n el m om ento en que —una vez abandonada la investi­ gación económica em pírica a la que se había dedicado hasta el tiem po en que redactó el ensayo sobre Sismondi—7 pasó a estruc­ tu rar el libro sobre la acum ulación y sobre el “derrum be”, Gross“ Este trabajo debió ser publicado originariam ente en el volumen progra­ m ado para 1940 de la Zeitschrift fü r Soziatforschung (la revista del famoso In stitu to para la investigación social de la llamada escuela de Frankfurt) en la que Grossmann colaboraba, habiendo ya publicado dos de los ensayos recogidos en el presente libro, asi como numerosas recensiones y artículos (ver nuestro apéndice bibliográfico). La entrada de las tropas alemanas en París (donde se encontraba p or entonces desterrado el Instituto) im pidió la realización del proyecto. El ensayo de Grossmann se mimeografió sólo en Nueva York bajo el cuidado del In stitu t für Sozialforstliung, y sólo hace poco tiem po se publicó en la edición alem ana citada, por una concesión de Friedrich Pollock. 0 A kk., pp. 336, 340. 7 El particular interés histórico de Grossmann, que puede notarse en la misma elaboración teórico-económica, es atestiguado además por su forma­ ción y por sus trabajos juveniles —anteriores al escrito sobre Sismondi, (1924)—, cuya lista presentamos en el apéndice bibliográfico. Antes del Sismondi, Gross­ m ann había traducido al polaco y dirigido, anteponiéndoles una introduc­ ción sobre la historia del socialismo en Polonia, algunos escritos inéditos de M arx, sobre todo las Cartas a Kugelmann y la introducción a la Critica del Programa de Gotha. Cf. Karol Marx: Pisma niewydane. 1. Listy Marksa do Kugelmana. 2. Przyczynek do K rytyki socjaldemokratucznego programu partyinego, Przelozyt, wstepem i uwagami zaopatrzyt, Henryk Grossmann, Varsovia (Ksiaska), 1923, xxii.

IN I KODUCCIÓN

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m ann se encontró, por u n lado, con la sistem atización —ya avala­ d a tam bién por Kautsky— de la “espontaneidad” de la transición del capitalism o al socialismo (F inanzkapital de H ilferding) y, por el otro, con la reafirm ación de la “n atu ra lid a d ” del derrum be (que, a p a rtir de la interpretación revolucionaria de la teoría subconsum ista del reform ista Cunow 8 aportada por Rosa L uxem burg, lle­ gaba, aun a través de profundas modificaciones, hasta B u jarin ).9 La crítica de Grossm ann gira en torno a estos dos polos y tiene por o bjeto encontrar el nexo entre dos enfoques que, exam inados cui­ dadosam ente, resultan contradictorios sólo en apariencia, sobre una problem ática cuyas coordenadas convergen en el alveolo de la Bernstein-D ebatte. Ya es sabido cómo Kautsky, después de re­ chazad form alm ente la teoría del derrum be como un invento de B ernstein,10 trató de encontrar, d en tro de la polém ica con T u g án 8 Cf H einrich Cunow, “Z ur Z usam m enbruchstheorie”, en Die N ene Zeit, 1898-1899, Bd 1 (trad. parcial en E l m arxismo y el “derrum be” del capita­ lism o, op. cit., pp. 165-174). Es interesante dentro del ám bito de la in terp re­ tación "reform ista" de la teoría del derrum be, la actitud adoptada p or L. B. B oudin en Das theorische System von Karl M arx, con prefacio de Karl Kautsky, Stuttgart, 1901. " Véase al respecto el cuadro histórico de la discusión sobre la crisis preseni:nlo por Grossmann bajo la voz "socialismo y com unism o” escrita p o r él j i .i i . i H Wiirterbuch der Volkswirtschaft, en el que colabora ju n to con i ii I f .i iitil)i i(r (véase “Sozialismus und Kom m unism us”, en W órterbuch der i ,-u, -n iu luifi, ji ii.i, 1931-1933, ahora en H . Gróssmann-C. G rünberg, Anar,h n n n i\, /in/w In i’iunin, Sozialismus, hrsg. von Claudio Pozzoli, F rankfurt del Mi mi, i 11/ 1. |i|i :’IH lili). Aquí, además de criticar la llam ada teoría “despro­ ........ ili I» iiliii (i|iu- hv había originado en dos célebres trabajos ) se convirtió sencillam ente en E l capital y las m etam or­ fosis de su ciclo. M arx le atribuyó la significación m áxim a a esta reducción de todas las formas em píricam ente dadas de lucro no derivado del trabajo, tales como la ganancia, el interés, la renta de la tierra, etc., a su “sencilla form a fundam ental’’. “Lo m ejor de mi libro es [ . . . ] el estudio del plusvalor independientem ente de sus formas especificas, como son la ganancia, el interés, la renta del suelo, etc. E n el segundo tomo es donde m ejor se revelará esto. El m odo como la economía clásica estudia las formas específicas, confun­ diéndolas constantem ente con la forma general, es una olla po­ drida.”30 Y en una carta posterior a Engels del 8 de enero de 1868, M arx le objeta a D ühring el no haber incluido en su re­ censión de E l capital “el elem ento fundam entalm ente nuevo” de su libro: P o r oposición a todos los econom istas an terio res, q u e e stu d ia n desde el p rim e r m o m en to los frag m en to s especiales de p lusvalor, con sus fo rm a s fija s de re n ta d el suelo, g a n an c ia e in terés, com o form as dadas, yo em piezo estu d ian d o la form a g e n eral d el p lu sv alo r, en la q u e to d o esto se co n tien e to d av ía en b lo q u e , disuelto p o r así d ecirlo.31

P ara com prender el significado global de la breve fórm ula que acabamos de m encionar, debe recordarse que Ricardo en su análisis del problem a del equilibrio en el capitalismo descuida este elem ento esencial del m odo capitalista de producción y no toma como pu n to de partida la oposición fundam ental clase capitalistaclase obrera, sino que más bien, concibe el problem a y trata de 30 V é itse

la

ca rta

de

M arx

a

E n g e ls

M a r x , / I c a p i t a l , e c e , t. i, p . 688. 31 l U n l . p p . 699 -70 0.

del

24

de

ag o sto

de

1867,

en

K a rl

MODIFICACIÓN DEL PLAN DE EL CAPITAL

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resolverlo con base al ejem plo de los productores independientes. Precisamente esta abstracción de las relaciones de clase que son el distintivo necesario del m odo capitalista de producción era lo q ue le objetaba Sismondi. “T a l vez no existe ningún modo de inferencia que conduzca a errores m ayor que el que term ina por representarse u n m undo imaginario, com pletam ente distinto del real.”32 Las simplificaciones metodológicas no deben ir demasiado adelante, es decir, no deben olvidar los elementos esenciales del objeto estudiado, como lo hace continuam ente Ricardo. “Estas abstracciones me parecen [ . . . ] dem asiado serias. N o sólo significa simplificar, sino confundir las cosas, el que en nuestro estudio tengamos que elim inar [ . . . ] todas aquellas operaciones sucesivas, que nos perm itirían distinguir la verdad del error.”33 Y se debe p artir precisam ente —sobre todo en este punto en que se trata de com prender los pecados capitales del capitalism o—, de la clase de los trabajadores asalariados. “Pero nosotros tomamos la sociedad en su organización actual con trabajadores sin propie­ dad [ . . . ] ya que dirigimos nuestras objeciones precisamente contra esta organización económica.”34 Si en la relación capitalista en cuanto que relación específica entre empresarios y trabajadores asalariados, se identifica el distintivo característico del capitalism o, se elim inan así m etodo­ lógicam ente desde u n principio todas las “robinsonadas”, tanto el cazador prim itivo de R icardo con su arco, como los “ habitantes del trópico” de T h ü n e n con sus condiciones aún no desarrolladas, precapitalistas, en las que no existe todavía la fundam ental divi­ sión de clases entre empresarios y trabajadores asalariados, y en las que se trasplantó, de acuerdo con la hipótesis de T h ü n en , “ un pueblo arm ado con todas las capacidades, conocimientos y habilidades de la nación civilizada europea”. Y si bien, este país no posee ningún capital y, por consiguiente, ningún utensilio”,35 en ese pueblo, aislado en el trópico y carente de capital y de clase obrera, deben encontrarse y determ inarse, según T h ü n en , las leyes dom inantes del capitalismo, de la form ación del capital, de la ganancia capitalista y del salario obrero. El significado de la fórm ula de M arx va más allá del m om ento que acabamos de m encionar. En efecto, el procedim iento de M arx es u n im portante avance con relación a los clásicos, porque es ”2 Sismonde de Sismondi, N ouveaux Principes d ’économie politique, 1827, vol. ii, p. 383. 23 Ibid., p. 416; véase a este respecto: Henryk Grossmann, Sismondi e la critica del capitalismo, cit., p. 109. 84Sismondi, op. cit., vol. ii, p. 4.17. “ J . V. T hünen, Der isolierte Staat, Jena, 1921, p. 486.

ESTUDIOS SOBRE LA T EO R ÍA DE LAS CRISIS

58

el único que finalm ente hace posible la formación exacta de la ley de la caída de la tasa de ganancia y su demostración. Los movimientos de las partes em píricam ente relevables del ingreso que no provienen del trabajo se entrecruzan tem poralm ente, y para determ inadas partes del plusvalor, la tendencia general del m ovim iento (como suele decirse hoy, la “línea de tendencia secu­ lar”) del plusvalor én el transcurso de la acum ulación, “el frac­ cionam iento del plusvalor y el m ovim iento m ediador de la circu­ lación velan la forma básica sim ple del proceso de acum ula­ ción”.36 T odos los que ven únicam ente los movimientos parciales del plusvalor —por ejem plo, las grandes ganancias de algunas ramas de la producción—, y no ven los nexos sociales en su con­ junto, como por ejem plo Charasoff, objetan por esto el hecho de la caída de la tasa de ganancia: la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia es, según ellos, u n evidente erro r.37 P or lo contrario, la ley misma es una consecuencia evidente de la teoría del valor trabajo, si la acum ulación se realiza en base a una composición del capital cada vez más elevada. “La baja de la tasa de ganancia expresa la proporción decreciente entre el propio plusvalor y el capital global adelantado y por ende es independiente de cualquier distribución arbitraria de ese plusvalor entre diversas categorías.”38 En efecto: si se parte de la fórm ula c + v -f- p v y se toma como un id ad de com paración de la acum ulación u n increm ento anual del capital constante (c) del 10% y un increm ento anual del capital variable del 5%, resulta sencillam ente claro que con la acum ulación y a consecuencia del increm ento en la composi­ ción orgánica del capital, si se llega a u n determ inado nivel de la misma el ritm o de la acum ulación, a pesar de la aceleración inicial, se hace cada vez m enor hasta que la acum ulación resulta imposible, porque la masa de plusvalor no es suficiente para apor­ tar la p arte de aum ento necesaria para el capital que está aum en­ tando rápidam ente. 1. 2. 3.

200 000 c + 100 000 v - f 100 000 1 000 000 c - f 100 000 v + 110 000 4 600 000 c 4- 100 000 v 120 000

pv pv pv

E n el prim er caso, el capital constante (c) —si se utilizara todo el plusvalor en la acum ulación—, puede acum ularse al 40% de 38 Karl Marx, El capital, i/2, pp. 692-693. 87 Véase H enryk Grossmann, A kk., cit. p. 51. 88 Karl Marx, E l capital, m /6 , p. 273.

M O D IFIC A C IÓ N DF.L PLA N DE E L C A PITA L

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su m agnitud original. En el segundo caso, con u n a composición orgánica del capital considerablem ente más alta y a pesar del aum ento de la tasa de plusvalor, la masa de plusvalor m ayor equi­ valente a 110 000 p v apenas es suficiente para acrecentar el capi­ tal inicial en un 10%. En el tercer caso, finalm ente, con un plusvalor de 120 000, el capital inicial sólo puede aum entar u n 2.5%. Puede com probarse fácilmente que con otro aum ento más de la composición orgánica del capital debe llegar u n m om ento en que es imposible seguir acum ulando. Ésta es la ley m arxiana del derrum be —“ley general, absoluta de la acum ulación capitalis­ ta’’—30 cuyo descubrim iento fue posible gracias al análisis del m ovim iento real del plusvalor, aunque sólo m ediante la síntesis de las partes empíricas del plusvalor en la categoría general del plusvalor, y por tanto sólo gracias a la fórm ula c v -f- p v ,40 Los clásicos, que seguían en sus m ovimientos particulares sólo las partes em píricam ente dadas del plusvalor, “intuyeron” la ley sin que, por otra parte, lograran form ularla. Esta ley constituye, según M arx, “el misterio en torno a cuya solución gira toda la economía política desde A. Sm ith”, y que “la diferencia entre las diversas escuelas existentes desde A. Sm ith estriba en las diferen­ tes tentativas realizadas para su solución”. M arx dice, pues, con m ucha razón: [Aunque] la ley parece sum am ente sencilla [ . . . ] la economía [ . . . ] no ha logrado descubrirla hasta el presente. Vio el fenómeno y se devanó los sesos, en intentos contradictorios, por interpre­ tarlo [ . . . ] Pero si, por otro lado, se considera que [ella] jam ás presentó el plusvalor separado de la ganancia, y que a ésta jam ás la presentó en form a pura, por oposición a sus diversos com po­ nentes recíprocam ente autonom izados —como ganancia industrial, ” Karl M arx, El capital, i/3 , p. 803. w En la teoría marxiana del derrum be, en su famosa “negación de la nega­ ción” se ha querido ver sencillamente "la insidia del método dialéctico Jiegeliano” y el producto de u n residuo de la dialéctica hegeliana de la con­ tradicción. Se ha descuidado en cambio, considerar que la ley del d en u m b e es un resultado necesario de la acumulación en base al aum ento progresivo de la composición orgánica del capital; que, por consiguiente, como “movi­ m iento real”, dicha ley resulta del análisis del m aterial fenoménico real dado. Respecto a esta ley vale en particular lo que Marx dice de la diferencia entre el modo de realizar la investigación y el modo de exponerla: “La investiga­ ción debe apropiarse porm enorizadamente de su objeto, analizar sus distintas formas de desarrollo y rastrear su nexo interno. T an sólo después de consu­ m ada esa labor, puede exponerse adecuadam ente el movimiento real. Si esto no se logra y se llega a reflejar idealmente la vida de ese objeto, es posible que al observador le parezca estar ante una construcción apriorista” (Epílogo a la segunda edición del libro i de E l capital, i/I , p. 19).

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ganancia comercial, interés, renta de la tierra— [ . . . ] deja de ser u n enigm a el hecho de que jamás lograra resolver este enigm a.41 De acuerdo con esta presentación que pone en el centro de todo esfuerzo científico de la economía política, desde Adam Smith en adelante, la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia, M arx vincula la posibilidad del descubrim iento de esta ley, idén­ tica a la ley m arxiana de la acum ulación y del derrum be, con el hecho de la simplificación m etodológica y de la reducción del modo capitalista de producción a la fórm ula c -)- v -f- pv. El concepto fundam ental del sistema económico de M arx y al mismo tiem po el eje central de la economía capitalista en torno a los cuales giran desde la época de A. Smith todos los esfuerzos cien­ tíficos, están íntim am ente ligados con la construcción de la fórm u­ la, de acuerdo con lo que dice el propio Marx. ¿Podría afirmarse, desde el punt o de vista del planteam iento d e Marx, que la reducción del análisis a la relación capitalista fun­ dam ental, a la fórm ula c -f- v -j- pv, determ ina el problem a con suficiente exactitud? ¿Con esto se agotaba la serie de simplificaciones, o más bien se debía establecer alguna otra, y cuál? ¿En qué m edida se podían seguir haciendo simplificaciones, de qué elementos no se debía prescindir en ningún caso? Como hemos visto, Sismondi ya h a­ bía planteado esta cuestión. Hegel dice, con razón, del procedim ien­ to de simplificación: “Aún en una forma de proceder sem ejante del intelecto científico, es preciso distinguir lo esencial y estudiarlo por separado de lo no esencial. Pero para poder hacerlo, se debe conocer de antem ano lo esencial.”42 Efectivamente, para M arx no existe ninguna duda sobre la exis­ tencia del capitalismo. Debía conocerla antes de aprestarse a ex­ poner su sistema y antes aún de em pezar a escribir la prim era página de su obra. P ara M arx, el núm ero de los supuestos necesa­ rios no se agotaba con la reducción del m odo capitalista de p ro ­ ducción a la relación capitalista fundam ental, ya que esto cons­ tituye sencillam ente u n supuesto básico y una condición necesaria del capitalismo. De acuerdo con la fórm ula c v pv = V (mon­ to del valor de la mercancía) tenemos que trata r únicam ente con un solo em presario y por lo tanto, es im posible cualquier inter­ cambio de mercancías, y, por consiguiente, la producción de m er­ cancías en general. Con esto no se tom a en cuenta la segunda condición del modo capitalista de producción, el intercambio de 41 Karl Marx, El capital, m /6 , p. 272. i2 G. W. F. Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid, Revista de Occidente, 1974, p. 43.

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mercancías,43 y ya que “sólo los productos de trabajo privados autónom os, recíprocamente independientes, se enfrentan entre sí como mercancías”,4* allí donde no se verifica esta condición, n o se puede h ablar de ningún modo de u n a producción de m ercan­ cías, ni tampoco de una producción capitalista de mercancías. “C onsiderar a la sociedad como un sujeto único es considerarla de un m odo falso, especulativo.”45 C uando no existe intercam bio de mercancías, no se puede hablar de u n a producción de m ercan­ cías, ni tampoco de una producción capitalista de mercancías. Si M arx quería incluir en la expresión de su fórm ula tam bién el intercam bio de mercancías como supuesto necesario del m odo capitalista de producción, debía forzosamente representar no un capitalista, sino p or lo menos dos productores o grupos de pro­ ductores de mercancías independientes, que intercam bian sus pro­ ductos unos con otros y sólo a través de este intercam bio m anifies­ tan su carácter de mercancías. De esta m anera a p a rtir de la fór­ m ula c - f - v - j - p v se llega a otra fórm ula: I II

c v -f- p v = M c -j- v -j- p v = M

Con esto quedaba establecido el m arco de referencia para la construcción del esquema de Marx, y ya demostramos etapa p o r etapa las conexiones de pensam iento [gedankliche K ette] que lle­ varon necesariam ente la problem ática de M arx a dicho resultado. Sin embargo, añadim os ahora otro elem ento al cuadro del esque­ m a dado hasta ahora si éste debe ser un reflejo del m odo de pro­ ducción capitalista. En efecto, dado el nivel actual de nuestro desarrollo intelectual sólo hemos podido com probar que el in­ tercam bio de mercancías es una condición básica y necesaria de toda producción capitalista, y que, por consiguiente, la sim plifica­ ción esquemática debe representar dos grupos de productores que se m antienen en una relación de intercam bio. En este punto surge la p regunta de si se trata de dos ramas de producción cualesquiera —por ejem plo, la elaboración del carbón y la elaboración del hie­ rro —, o si se deducen tam bién aquí, del propio planteam iento del problem a, ciertas condiciones básicas necesarias p ara la represen­ tación de las relaciones de intercam bio entre las dos ram as de producción. Con este planteam iento del problem a llegamos a la 43 14 “ cit.,

Véase para lo que sigue, Henryk Grossmann, A k k . , cit. p. 607. Karl Marx, E l c a p i t a l , i / l , p. 52. Karl Marx, I n t r o d u c c i ó n g e n e r a l a l a c r i t i c a d e l a e c o n o m í a p o l í t i c p. 50. [En adelante citaremos I n t r o d u c c i ó n g e n e r a l . ]

a

(1857),

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cuestión que Rosa Luxem burg pone en el centro de la discusión, y que está referida a la posibilidad de u n capitalismo considerado aisladam ente [isoliert gedacht Kapitalism us] y a su tesis acerca de que el análisis m arxiano del proceso de reproducción y acum u­ lación presenta u n a “laguna” . Vimos anteriorm ente que M arx debía elim inar de su análisis de la producción capitalista del plusvalor todas las relaciones co­ merciales con el exterior, no sólo con los países extranjeros no capitalistas, sino tam bién con los capitalistas, para poder m edir exactam ente la m agnitud del plusvalor que podía obtenerse con un capital social dado. A hora bien, ¿es correcto sostener que M arx excluía con esto de su análisis una de las condiciones necesarias del proceso de producción en escala am pliada —la venta a com­ pradores no capitalistas; que si bien m ostraba las condiciones de la producción del plusvalor, no m ostraba la posibilidad de su realización, de su venta, y que, por tanto, existía en su exposición u na “laguna” y que, ya que se m ostraba sólo el proceso de pro­ ducción pero no la posibilidad de venta, resultaba im posible la reproducción continua y perm anente como proceso ininterrum ­ pido? Rosa Luxem burg trató de circunscribir su crítica teórica al aná­ lisis de M arx, señalando que “el segundo libro [de El capitalI] no era una obra term inada, sino un m anuscrito interrum pido en ple­ na tarea”.40 ¡Realm ente un m étodo muy cómodo para una con­ frontación teórica! C uando no se encuentra una salida del nudo ciego en que uno se ha m etido, se dice que existe una “laguna” en el sistema. Marx, debido al problem a de la acumulación, no logró ir más allá del esbozo de un esquema y de una prim era apro­ xim ación analítica.47 Rosa Luxem burg apela al carácter incom­ pleto del segundo libro de E l capital, pero olvida que la exposición esquemática del proceso de reproducción aparecía, sí, en el segun­ do libro, pero que el punto de vista esencial de la teoría m arxiana d e la reproducción y de la acum ulación ya aparecía desarrollado en el prim er libro, que ha llegado com pleto hasta nosotros; por lo demás, la afirmación de que los esquemas de reproducción habían sido interrum pidos “en el curso” de su exposición en el segundo libro es falsa. Sobre todo ya en 1863, o sea antes de la publicación del prim er libro de E l capital, ya había sido efectivamente conce­ bido y servía de base a todo el análisis del prim er libro y de los 49 Rosa Luxemburg, La acumulación del capital, cit. p. 121. " Rosa Luxemburg, La acumulación del capital o en qué han convertido los epígonos la teoría de Marx, apéndice a La acumulación del capital, cit., p. 368.

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otros libros posteriores de la principal obra de M arx (y no sólo al capítulo sobre la reproducción, del segundo libro). A Rosa Luxem burg se le escapa que ya en el capítulo sobre la acum ula­ ción del prim er libro, M arx adelantó los resultados esenciales de su teoría de la reproducción y de la acum ulación que el se­ gundo libro se lim ita a fundam entar en forma más detallada. Considerando esta situación de hecho, es absolutam ente inad­ misible decir que M arx no llegó a exponer ningún esquema com­ pleto y que sólo se quedó al principio de su análisis. C ontra esta tesis, hemos tratado de dem ostrar que los esquemas de la repro­ ducción no sólo están en la sección conclusiva del libro segundo, que ellos no son im portantes solamente para el problem a de la venta total de las mercancías, sino que la estructura del plan de toda la obra está íntim am ente ligada con el principio m etodoló­ gico del esquema de la reproducción, que la estructura de los tres libros de E l capital sigue m etodológicam ente el procedim iento de aproxim ación escrupulosam ente m editado y realm ente seguido hasta en sus mínimos detalles y que lógicamente está ligado en una forma indisoluble con el esquema de la reproducción. A toda sim plificación provisional le corresponde una concretización pos­ terior correspondiente, y en mi libro La ley de la acumulación (capítulo tercero) dem uestro que este procedim iento de concre­ tización posterior es realm ente seguido por M arx hasta en sus últim os detalles y que no se puede hablar, pues, de la presencia de ninguna "laguna” como resultado de su m étodo de sim plifi­ cación. M arx no llega nunca, en su procedim iento, hasta el punto de prescindir de la relación capitalista o del intercam bio de m er­ cancías entre dos esferas de producción, I y II, porque ambos ele­ mentos representan las condiciones necesarias de la producción capitalista. Si M arx elim ina al mercado externo de su análisis del esquema de la reproducción, no lo hace porque en su exposición haya una “laguna” casual, sino porque las relaciones comerciales externas no pertenecen a las condiciones lógicamente [denknotweding] necesarias del proceso de reproducción. Si M arx hubie­ ra tom ado en cuenta la “realización” del plusvalor en los países no capitalistas como supuesto necesario de la acumulación, su esquema de reproducción deberia ser totalm ente distinto, es decir: I la relación capitalista (país capitalista): II país no capitalista:

c + v -f- p v

productores independientes

donde la sección I del esquem a no sólo incluye la producción de

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decir, la teoría que afirm a que existe la posibilidad de acum ular sin áreas de mercado no capitalistas y la posibilidad de u n capi­ talismo puro? Esto es com pletam ente inverosímil, por otra razón más. Engels escribe, en el Prólogo al segundo libro de E l capital: “La m era enum eración de los m ateriales m anuscritos del libro n, dejados por M arx, m uestra con qué escrupulosidad sin par, con qué severa autocrítica se esforzaba por desarrollar sus grandes descubrim ientos económicos [ . . . ] hasta lograr la perfección más consum ada.”54 E n efecto, sabemos que M arx m enciona tres o cuatro o más veces todos los problem as más im portantes en dis­ tintos lugares de su obra y, aún más, M arx no dejó nunca ir la ocasión de señalar los errores de sus predecesores. Por dar sólo un ejem plo: la ya m encionada “concepción errónea de la acum ulación am pliada” p or parte de la economía burguesa, sobre todo por parte de A. Smith, queda refutada en el prim er lib r o 55 y tam ­ bién se la im pugna en la sección m del segundo libro,56 y final­ m ente por tercera y cuarta vez M arx se ocupa extensam ente de este problem a en sus discusiones críticas de las Teorías sobre la plusvalía,57 Lo mismo puede decirse de u n a serie de otros proble­ mas. Es raro, entonces, que M arx descubra siem pre en repetidas ocasiones todos los demás errores de la economía burguesa y en todo u n lapso de trein ta años no m encione ni siquiera de pasada en lugar alguno de su obra o de sus m anuscritos el error cardinal —la supuesta posibilidad de u n capitalism o considerado aislada­ m ente, que existe sin m ilieu no capitalista. Las pruebas aducidas hasta aquí, son suficientem ente am plias para perm itirnos concluir que la teoría del “asomo” —o bien, “de las lagunas”—, tan cóm oda que se m ueve en dirección de la m enor resistencia, es absolutam ente insostenible, y que debe salir de una vez p ara siem pre de la discusión teórica.68 54 Friedrich Engels, Prólogo al libro II de El capital, n /4 , p. 4. “ Karl Marx, E l capital, 1/3, p. 727. 60 Karl Marx, El capital, n /5 , pp. 443 y ss. 57 Víase Karl Marx, Historia crítica, cit., pp. 100 y ss; cf. tam bién h , pp. 21 y ss., y en particular p . 25. 08 Se puede decir lo mismo de las comparaciones de Gyorgy Lukács quien sostiene la "teoría del fragm ento” [Fracment Theorié] que acabamos de criti­ car y se lanza contra los que piensan como “si las fórmulas de Marx, basadas en el fundam ento de la hipótesis, metodológicamente abstráclica, de una sociedad exclusivamente compuesta de capitalistas y proletarios, [fueran] co­ rrectas”. Ante esta situación, Lukács recalca que “esta hipótesis es en el pensam iento de Marx puram ente metodológica, [y sirve] para captar el p ro ­ blema con más claridad, y que de ella hay que pasar al planteam iento más amplio, a la formulación del problem a p ara la totalidad de la sociedad”. H asta aquí podemos estar de acuerdo con Lukács. Sin embargo su error con-

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P ara el análisis de M arx, es preciso sobre todo que cualquier consideración teórica apunte al supuesto básico contrario: el m a­ terial que tenemos (dejado por M arx) —prescindiendo de algunos detalles de exposición—, está com pleto en lo esencial. Así pues, en las dificultades que se derivan de la problem ática de cada uno de los aspectos específicos y de las teorías específicas del sistema de M arx, debe ser válido este principio rector; las dificultades no se superan con añadiduras o com plem entos mecánicos externos, sino con todo el m aterial dado, de acuerdo con la lógica del sistema en su conjunto. Esto significa, en síntesis, que uno se debe atener al concepto de que la teoría económica de M arx, tal como ha lle­ gado hasta nosotros, no representa u n fragm ento, un “torso”, sino que es u n sistema sustancialm ente com pleto en sí, es decir sin lagunas. Al construir su esquema, en el que sólo debían exponerse las “condiciones necesarias”, la forma fundam ental del proceso de reproducción y de acum ulación, M arx debía —usando la expresión de Hegel—, conocer la esencia de la producción capitalista para poder separarla de lo accidental. Estas condiciones básicas esen­ ciales, ya las tenía en la cabeza M arx cuando encara la redacción de E l capital, la exposición del prim er capítulo de su obra. Ya en el prim er capítulo del libro prim ero M arx estudia no los fenó­ m enos empíricos dados directam ente, ni la ganancia, interés, renta de la tierra, etc., sino su síntesis ideal, el plusvalor. Se ocupa no siste en sostener que Marx mismo no cumplió con este cometido, que Marx realizó —para usar las palabras de Marx—, el viae de ida de la represen­ tación de la totalidad concreta, de la "representación” analítica “del todo” por medio de hipótesis metodológicas simplificadoras, hasta llegar “a la abs­ tracción cada vez más su til”, es decir a una sociedad capitalista abstracta que consta sólo de capitalistas y de trabajadores asalariados y no tiene co­ mercio exterior, pero que no " e m p e z ó e l v i a j e d e r e g r e s o ” en busca de la senda que lo llevaría a la “ totalidad” concreta “llena de m últiples determ inacio­ nes” y al "todo viviente”. Por consiguiente, según Lukács, “ E l c a p i t a l entero es mero fragmento por lo que hace a esta cuestión, [fragmento] que se in ­ terrum pe en el mismo punto en que debía ser puesto sobre el tapete: y que, por lo tanto, Rosa Luxem burg no ha hecho más que pensar hasta el final el fragmento m arxiano según la orientación de Marx y completarlo según su esp íritu'’ (Georg Lukács, H i s t o r i a y c o n c i e n c i a d e c l a s e , México, G rijalbo, 1969, pp. 33-34). En otro lugar, Lukács habla de la “magnífica prosecución de la teoría de Marx sobre la reproducción realizada por Rosa Luxem burg” (Georg Lukács, L e n i n , México, G rijalbo, 1970, p. 61). En mi libro D a s A k k u m u l a t i o n s , cit., señalo que esta afirmación de Lukács no es correcta, y paso a dem ostrar allí cómo “en la estructura metodológica del sistema de Marx, a todo su­ puesto simplificador ficticio, le corresponde una modificación suplem entaria”. Sólo “a través de la consideración de estas concepciones sucesivas es como la investigación se aproxim a al mundo concreto de la apariencia”.

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de los precios tal como aparecen y están dados em píricam ente, sino que p arte del supuesto ficticio de que las mercancías se venden de acuerdo con sus valores, lo que im plica, en sí, la hipótesis pos­ terior de que el aparato productivo se encuentra en una situación de equilibrio, que la m ercancía fuerza de trabajo se vende tam ­ bién de acuerdo con su valor, de que no existe, pues, u n ejército de reserva y, finalm ente, de que no se da la competencia. En sín­ tesis M arx tenía en su cabeza todos los supuestos sim plificadores de su esquem a de reproducción, aun antes de escribir o de po­ der escribir la prim era página de su obra. Es en verdad fruto de u n a incom prensión extraordinaria y de u n a deform ación del pensam iento m arxiano vincular el esquema de IVfarx sobre la reproducción sencilla y llanam ente al últim o capítulo del libro segundo de El capital, del mismo m odo que lo es vincularlo sim plem ente al problem a de la venta total del producto anual. En definitiva, de este modo se logran ver sólo las hipótesis simplificadoras, pero no las correcciones posteriores. Como hemos dem ostrado aquí, el esquema de reproducción de M arx está íntim am ente ligado con el procedim iento metodológico que sirve de base a los tres libros de E l capital. P or esto precisa­ m ente la m odificación del plan de la obra principal de M arx y la construcción del esquema de reproducción derivan de la misma concepción fundam ental [G rundgedanken]. La m etodología de Marx, en sus principios generales, es fiel expresión de su plantea­ m iento del problem a, y sólo en relación a ella se com prenden las causas principales de la prim era.

LA TR A N SFO R M A C IÓ N DE LOS VALORES EN PREC IO S E N M A R X Y E L PR O B LEM A DE LAS C R ISIS*

1.

L A R E A L ID A D C O N C R E T A C O M O O B J E T O Y F IN A L ID A D D E L C O N O C IM IE N T O D E M A R X

T o d a ciencia tiene p or objeto investigar y com prender la totali­ dad concreta form ada por los fenómenos, p o r sus relaciones y po r sus cambios. La dificultad de esta tarea radica en el hecho de que los fenómenos no coinciden directam ente con la esencia de las cosas. La búsqueda de la esencia constituye la prem isa p rin ­ cipal en el conocim iento del m undo fenoménico. El sim ple hecho de que M arx, a diferencia de la economía vulgar, q uiera conocer la “esencia oculta” y el “nexo interno” de la realidad económica,1 jno significa que no le interesen los fenómenos concretos! ¡T odo lo contrario! Al conocim iento le llega directam ente sólo la apa­ riencia de las cosas, de donde se deduce que —ya desde el p u n to de vista puram ente m etodológico— únicam ente a través del an á­ lisis se puede llegar al “núcleo” de la esencia oculta.2 P ara M arx, los fenóm enos concretos no sólo son im portantes como pu n to de p artid a y como m edio p ara conocer la “dinám ica real”, sino que son precisam ente lo que, en ú ltim a instancia, q uie­ re conocer y com prender en su relación íntim a. De hecho, M arx no quiere lim itarse absolutam ente —dejando a un lado los fenó­ menos— a la simple investigación de la “esencia”; más bien el conocim iento de lo esencial tiene como función el darnos la posi­ b ilidad de com prender los fenómenos concretos. P or esto M arx se dispone a buscar “ la ley que rige los fenómenos”, y p o r consi­ g u ien te “la ley que gobierna su transform ación”.8 P ara M arx, los fenómenos in se son incom prensibles, y “prim a facie absurdos” y no guardan ninguna relación con la “esencia o cu lta” de las cosas. L a ciencia económica, sin embargo, caería * “Das W ert fre is T ransform ation be¡ Marx und das Krisenproblem ", se publicó por vez prim era en la Zeitschrift fü r Sozialforschung, año i, (1929), pp. 55-84. 1 Karl Marx, E l capital, m /8 , p. 1041. 2 Ibid., pp. 44, 56. 8 Cf. Epílogo a la segunda edición de E l capital, en E l capital, i / l , pp. 17 y 18.

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en el error contrario al de la economía vulgar si se contentara con analizar la “esencia oculta” de las cosas que acaba de descu­ b rir y no buscara el camino de regreso a la apariencia concreta cuya explicación es realm ente lo que interesa, es decir sin recons­ tru ir los m últiples eslabones que existen entre la esencia y la forma fenoménica. P or ello, M arx ve en esta vía de lo abstracto a lo concreto “palm ariam ente el m étodo científicam ente correcto”. A quí, “las determ inaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto en la vía del pensam iento" puesto que “el m étodo que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto es para el pensam iento sólo la m anera de apropiarse lo concreto, de repro­ ducirlo como u n concreto espiritual”.4 P or m edio de u n ejem plo concreto, M arx m uestra cómo no basta reducir los valores creados en la producción industrial a la ley general, al hecho de “que los valores de las mercancías están determ inados por el tiem po de trabajo que contienen”. De hecho, los acontecim ientos empíricos en la esfera de la circulación, por ejem plo, el influjo prácticam ente visible del capital comercial so­ bre los precios de las mercancías, revelan “fenómenos que sin un análisis m uy detenido de los eslabones interm edios, parecen pre­ suponer u n a determ inación puram ente arbitraria de los precios” y de “que el proceso de circulación determ inara en cuanto tal el precio de las mercancías, independientem ente, dentro de ciertos límites, del proceso de producción”, y por lo tan to del tiem po de trabajo. Para m ostrar, pues, el carácter m istificador de esta apa­ riencia y establecer el “nexo interno” que existe entre el fenó­ m eno y el “evento real” —“cuestión que es sum am ente intrincada y u n trabajo muy m inucioso”— “es tarea de la ciencia reducir el m ovim iento visible y sólam ente aparente al m ovim iento real in­ tern o ” 6 “así como el m ovim iento aparente de los cuerpos celes­ tes sólo es com prensible a quien conoce su m ovim iento real, pero no perceptible por los sentidos”.8 La “tarea de la ciencia” decididam ente im portante consiste, pues, en encontrar los “eslabones” y los “térm inos de enlace” que nos llevan de la esencia al fenómeno concreto, porque sin ellos la teo­ ría, és decir la “esencia de las cosas”, caería en contradicciones con la realidad concreta. Con razón M arx se ríe de los “ teóricos” que se pierden en construcciones ajenas a la realidad. Sólo “el vulgo ha llegado a la conclusión de que las verdades teóricas son abs­ tracciones que contradicen las relaciones reales”.7 * 8 * 7

Karl Karl Karl Karl

Marx, Marx, Marx, Marx,

Introducción general, cit., p. 58. El capital, m /6 , pp. 400 y 399. El capital, 1/2, p. 384. Historia critica, cit., i, p. 317.

TR A N SFO R M A C IÓ N DE L O S VALORES E N PR ECIO S

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A este concepto m etodológico fundam ental de M arx correspon­ de tam bién —como ya lo he dem ostrado—8 la estructura de El ca­ p ita l y el “procedim iento de aproxim ación” [Annaherungsverfahreri] en él em pleado y que h a encontrado su más rica expre­ sión en la construcción del esquema m arxiano de la reproducción. P or m edio de num erosas hipótesis sim plificadoras nos introducim os en u n prim er m om ento en el “cam ino” de lo concreto a lo abs­ tracto. Se prescinde del m undo dado de los fenómenos, de las formas concretas parciales, en las que el plusvalor se presenta en la esfera de la circulación (lucro del empresario, interés, ganan­ cia comercial) y donde todo el análisis del prim ero y segundo libros de E l capital de M arx se concentra sobre el valor y el plusvalor tomados como u n todo, sobre su creación y sus variaciones de m agnitud d en tro del proceso de producción y acum ulación. Con esto, se elim ina “la apariencia correspondiente al proceso de circulación”.9 Si en los dos primeros, libros de E l capital el aná­ lisis tenía p or objeto investigar acerca de la creación del plusva­ lor y acerca de la esencia del proceso económico global, tenía p or objeto tam bién —y esto es lo que constituye precisam ente, según las palabras del mismo Marx, la tarea y el contenido del tercer libro—, establecer el “vínculo in tern o ” entre la “esencia” descubierta y su form a aparente: las formas em píricam ente dadas del plusvalor; en otras palabras, “hallar y descubrir las formas con­ cretas que surgen del proceso de m ovim iento del capital consi­ derado en su conjunto. En su m ovim iento real, los capitales se enfrentan en formas concretas tales [ .. ,]”.10 P or esto, aquí se dejan a u n lado las premisas sim plificadoras establecidas anteriorm ente (por ejemplo, la venta de las m ercan­ cías de acuerdo con su valor, la elim inación de la esfera de la circulación y de la competencia, el estudio del plusvalor en su totalidad, dejando aparte las formas parciales en que se divide, etc.) y, más adelante, en la segunda etapa del m étodo de análisis, a m edida que se van estudiando las formas concretas de la ganan­ cia tal como pueden verse en la realidad em pírica (renta de la tierra, interés, ganancia comercial). Ü nicam ente así es como se cierra el círculo analítico de M arx y como se dem uestra que la teo­ ría del valor no es una construcción ajena a la realidad, sino 8 H e n ry k G ro ss m a n n , Das Akktim ulations-und Zusammenbruchsgesetz, c it., p p . vi y ss.', La modificación del plan originario de la estructura de El capital

de Marx y su s ' causas; La producción de oro en el esquema de reproducción de M arx y Rosa L uxem burg [in c lu id o s e n el p r e s e n te v o lu m e n ], 9 K arl M a rx , El capital, i/2 , p. 721. 10 K arl M a rx , El capital, i n / 6 , p . 29-

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que constituye más bien la “ley de los fenómenos”, es decir el fundam ento que perm ite explicar el m undo real de los fenóm e­ nos. M arx expone, con u n a claridad que no perm ite equivoca­ ciones, este concepto metodológico fundam ental, cuando dice; E n los lib ro s i y n hem os te n id o q u e v érnoslas con los valores de las m ercancías. A h o ra [en el lib ro n i] [ . . . ] se d esarro lla el p recio de p ro ­ ducción d e la m ercan cía en c u a n to fo rm a tra sm u ta d a d e l v alo r.11 Las config u racio n es d el c a p ital, ta l com o las d esarro llam o s en este [tercer] lib ro , se a p ro x im a n p o r lo ta n to p a u la tin a m e n te a la form a con la cu al se m a n ifie sta n en la su p erficie de la sociedad, e n la acción recíp ro ca d e los diversos c ap itales e n tre sí, en la co m p eten cia, y en la conciencia h a b itu a l d e los p ro p io s agentes de la p ro d u c c ió n .12

2 . L A C O N T R A D IC C IÓ N E N T R E E L E S Q U E M A D E L V A LO R Y L A R E A L ID A D

Si —como hemos señalado— la reproducción de la realidad con­ creta en el camino del pensam iento constituye el objeto del co­ nocim iento de Marx, entonces, tam bién la función del esquema m arxiano de la reproducción debe ser claram ente reconocido den­ tro del m étodo de investigación m arxiano: dicho esquema no pre­ tende ser, por sí mismo, una imagen de la realidad capitalista concreta, sino que es únicam ente u n eslabón dentro del proce­ dim iento de análisis de M arx, que ju n to con las hipótesis sim pli­ ficadoras que sirven de base al esquema, y con sus modificaciones sucesivas en el sentido de una concretización progresiva, consti­ tuye u n todo indivisible. Además cada uno de estos tres niveles, por sí solo y separado de los otros dos, pierde todo sentido para el conocim iento de la verdad y puede representar únicam ente un estadio de conocimiento provisional, la primera etapa en el pro­ cedim iento de aproxim ación a la realidad concreta. Si queda claro este carácter del esquema de reproducción de Marx, y se da por sabido que sólo tiene una función conceptual y no la de reproducir acontecimientos concretos, entonces no cabe nin g u n a duda acerca del carácter que tiene cada uno de los elem entos que constituyen dicho esquema —valores, plusvalores, tasas de ganancia diferentes para cada una de las esferas de pro­ ducción. Como ya he dem ostrado en otro lugar, el plusvalor es " I b id . , I b id . ,

p p . 205-206. p. 30.

TR A N SFO R M A CIÓ N RE I.OS VALORES EN PRECIOS

75

una m agnitud real.13 Sin embargo, esto es válido únicam ente para la sociedad en su conjunto, para la cual no sólo los valores y los precios, sino tam bién el plusvalor y la ganancia, son m agnitudes cuantitativam ente idénticas. N o sucede lo mismo por lo que respecta a cada una de las esferas de producción. En el interior de éstas tenemos en la realidad capitalista no valores, sino p re­ cios de producción cuantitativam ente divergentes de dichos va­ lores; en una palabra, los valores y plusvalores que aparecen en el esquema de reproducción no son —considerados cuantitativa­ m ente— categorías reales, ni se obtienen directam ente del m undo de la realidad capitalista; son más bien hipótesis establecidas en base a un m étodo de simplificación, que a prim era vista contra­ dicen la realidad. Tom em os en prim er lugar los valores. ¿Es toda­ vía necesario recordar que en M arx la venta de las mercancías de acuerdo con su valor tiene sólo el carácter de hipótesis teórica provisional, y que M arx no considera nunca, ni en ninguna parte, que esta hipótesis corresponde a la realidad? Esto es lo que se dice expresam ente en el prim er libro de E l capital: “Suponemos aquí, [ . . . ] que el capitalista que produce la mercancía la vende a su valor”;14 “damos p or supuesto, [ . . . ] que las mercancías se venden a su valor”.15 T am b ién en el segundo libro se señala el carácter teórico de este supuesto, cuando dice M arx: “En el prim er libro [ . . . ] supusimos que el capitalista [•••] vendía el producto a su valor”.16 Pero en ninguna parte se considera que esta hipótesis corresponda a la realidad, sino que se afirm a más bien todo lo contrario, que con dicha hipótesis se aleja uno de la realidad y que prim a facie se cae en una abierta contradicción con ella. M arx com prueba con una claridad extraordinaria, ya desde el prim er libro de E l capital, que la venta de las m ercancías de acuerdo con su valor sólo es válida en el “curso norm al” teórico supuesto por él “siempre y cuando” el fenómeno se desarrollara “en toda su pureza”: “ahora bien, en su forma pura, el proceso de circulación de las mercancías im plica intercam bio de equiva­ lentes. En la realidad, sin embargo, las cosas no ocurren d e . m a­ nera p u ra ”.17 Así, pues, aquí el proceso “p u ro ” se opone á la rea­ lidad. E n el' prim ero, mas no en la segunda, las mercancías se cam bian de acuerdo con su valor. En una carta a K ugelm ann del 11 de julio de 1868, M arx critica, con el sarcasmo m ordaz que 13 Henryk Grossmann, A kk., cit., p. 196. 14 Karl Marx, E l capital, 1/2, p. 692. “ Ibid., p. 630. 16 Karl Marx, El capital, n /4 , p. 431. 17 Karl Marx, E l capital, i / l , p. 195.

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ESTUDIOS SOBRE LA T EO R ÍA DE LAS CRISIS

lo caracteriza, la confusión que a m enudo se descubre en la econo­ mía burguesa, entre la hipótesis teórica y la realidad. “El eco­ nom ista vulgar no tiene ni la más rem ota idea de que las rela­ ciones diarias y reales del intercam bio y las m agnitudes de valor no pueden ser directamente idénticas” 18 En innum erables pasajes de los tres libros de El capital y de las Teorías, M arx repite continuam ente que las mercancías en reali­ dad no se venden de acuerdo con su valor, sino en base a los pre­ cios de producción; donde “los precios de producción de la ma­ yor parte de las mercancías no concuerdan forzosamente con los valores”.19 Precisamente por esto se opone a la afirm ación de R icardo según la cual las mercancías se vendían de acuerdo con su valor: “Ésta es la primera hipótesis falsa [ . . Sól o excepcionalrhente, las mercancías se venden de acuerdo con su valor.”20 Y contra Adam Smith se dice: “como voy a dem ostrar en seguida, tam bién el precio medio de las mercancías es siempre diferente de su valor”.21 Lo que hemos dicho hasta aquí respecto al valor, es válido tam bién para el plusvalor. En el esquema de reproducción tene­ mos plusvalores, mas no en la realidad. El plusvalor es algo “in ­ visible”, m ientras que en la realidad del capital aparecen única­ m ente diferentes formas de ganancia, tales como el lucro em pre­ sarial, los intereses, la ganancia comercial, la renta de la tierra. Los plusvalores representados dentro del esquema en cada una de las esferas de producción son, pues, únicam ente hipótesis pro­ visionales que no corresponden a la realidad. Dígase lo mismo respecto a las tasas de ganancia que aparecen en el esquema. En u n esquema de reproducción construido en base a valores, bajo el supuesto de que las mercancías se venden de acuerdo con su valor, en todos los sectores del esquem a debe haber diferentes tasas de ganancia, m ientras que la experiencia de un sistema capi­ talista de competencia m uestra cómo en la realidad dom ina una tendencia a la igualación de las diferentes tasas de ganancia de las esferas individuales en torno a una tasa general, es decir a la tasa media de ganancia, que ya va incluida en el concepto de precios de producción: “la existencia y el concepto del precio de producción y de la tasa general de ganancia que este pre­ cio im plica responden al hecho de que las distintas mercancías “ En Karl Marx, El capital, f c e , cit., m , p . 706. “ Karl Marx, Historia critica, cit., n, p. 143. 20Karl Marx, Historia■ critica, cit., i, p. 334. a Karl Marx, Historia critica, cit., i, p. 91.

T R A N SFO R M A CIÓ N DE LO S VALORES E N PRECIOS

77

no se venden por su valor”,22 sino que al contrario “la simple existencia de una tasa general de ganancia im plica precios de pro­ ducción diferentes de los valores”.23 De ahí se deduce que el esquema de reproducción, que presenta sólo valores, plusvalores y tasas de ganancia diferentes para cada una de las esferas, está, en prim era instancia, en contradicción con la realidad concreta. El carácter teórico-provisional del es­ quem a de reproducción y, sobre todo, del supuesto de que las mercancías se intercam bian de acuerdo con su valor, no adm ite duda. Los acontecimientos reales suceden en una forma com pleta­ m ente distinta a la del esquema de reproducción. Y, además, no se trata, en efecto, de desviaciones causales y transitorias derivadas de los procesos representados en el esquema, que, por esto mismo, pueden quedar al m argen de la ciencia, sino precisam ente de la diferencia que existe entre el curso real de la producción y el que aparece en el esquema. Las desviaciones de los precios respecto a los valores, tal como se presentan en la realidad, no consisten sim plemente en oscilaciones transitorias, como en el caso, por ejemplo, de los precios de mercado, sino la transform ación de los valores en precios de producción es la que "crea desviaciones es­ tables respecto a los precios”.24 En el esquema, en cada una de las esferas se realizan los plusvalores producidos por ellas mis­ mas. En la realidad sucede una cosa com pletam ente distinta. Lo que se realiza constantem ente no son los plusvalores, sino la tasa media de ganancia establemente divergente de los mismos. “[ . . . ] todos los capitales, cualquiera que sea el plusválór generado por ellos mismos, tienden a realizar, en lugar de ese plusvalor, la ganancia media en los precios de las mercancías, es decir, a re a­ lizar los precios de producción.”25 "Por tanto —dice M arx— pareciera que la teoría del valor re­ sulta incom patible, en este caso, [ . . . ] con los fenómenos efectivos de la producción, y que p o r ello debe renunciarse a com prender estos últim os.”26

3.

LO S COMO

P R E C IO S

DE

PR O D U C C IÓ N

“ R EG U LA D O R ES”

Y

LA

TASA

D E L A PR O D U C C IÓ N

GENERAL

DE

G A N A N C IA

C A P IT A L IS T A

Sin embargo, para com prender el mecanismo capitalista no es 22 Karl 23 Karl 21 Ibid., 25 Karl 20 Ibid.,

Marx, Et capital, ih /8 , p. 967. Marx, Historia critica, cit., i, p. 236. p. 318. Marx, El capital, hi/6 , p. 220. pp. 193-194.

ESTUDIOS SOBRE LA T E O R ÍA DE LAS CRISIS

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suficiente lim itarse a la com probación de que ni el esquem a del valor del proceso de reproducción y las categorías de plusvalor contenidas en él, ni tam poco las tasas particulares de ganancia de cada u n a de las esferas de producción corresponden a la realidad concreta. Debemos preguntarnos tam bién: ¿cuáles son entonces las categorías que determ inan la realidad capitalista y cuya im por­ tancia resulta decisiva para el "m ovim iento real” del mecanismo capitalista? La respuesta de M arx —que constituye el contenido \ del libro tercero de E l capital— a esta pregunta, es ya conocida. N o son los valores supuestos teóricam ente los que constituyen el cen­ tro de gravedad objetivo alrededor del cual oscilan los precios de m ercado corrientes, sino los precios de producción calculados experim entalm ente. Las diferentes tasas de ganancia supuestas teó­ ricam ente en el esquema n o tienen una im portancia tan decisiva para los m ovim ientos concretos del capital, como la que tiene la tasa general de ganancia calculada experim entalm ente. P o r o tr a p a rte , n o cab e d u d a a lg u n a de q u e , e n l a r e a l i d a d , y h a c ie n d o ab stracció n d e d ife re n c ia s irre le v an te s, fo rtu ita s y q u e se co m p en san , la d i f e r e n c i a e n tr e las tasas m ed ias de g an an cia p a ra los diversos ram os de la in d u s tria n o ex iste n i p o d r í a e x i s t i r s i n a b o l i r t o d o e l s i s t e m a d e la

p r o d u c c ió n

c a p i t a l i s t a . 2 '1

M arx dice que esta tasa general de ganancia “es la fuerza im ­ pulsora en la producción capitalista”.28 Esta tasa m edia “en ge­ neral, según acontece en el régim en de producción capitalista, [debe considerarse] como regulador de la producción”,20 y cons­ tituye la “ley reguladora” de la “sociedad capitalista” .30 P or la misma razón, para M arx “la ley fundam ental de la com petencia capitalista [ . . . ] [es la] ley que regula la tasa general de ganancia y los llam ados precios de producción que ella determ ina” .31 Fi­ nalm ente, M arx piensa de la nivelación que “el m ovim iento de este nivel [es el fundam ento] en que se apoya toda la producción capitalista”.82 Además no son los valores sino los precios de p ro ­ ducción los que constituyen “los precios medios comerciales regu­ lados efectivam ente” y form an la base alrededor de la cual oscilan los precios comerciales reales: “Los precios comerciales unas ve­ ces exceden de estos precios de producción reguladores, otras veIbid., p. 193. 59 Ibid., p. 332. 59 Karl M arx, E l capital, n i / 8, p. 997. 80 Ibid., p. 1044. 01 Karl M arx, E l c a p i t a l , n i/6 , p . 42. 32 Ibid., p. 569.

T R A N SFO R M A C IÓ N DE LOS VALORES F.N PRECIOS

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ces caen por debajo de ellos”,33 “puesto que no son los valores sino los precios de producción distintos de ellos, los que en cada ram a de producción form an los precios m edios reguladores”.34 "Precios medios reguladores” sólo significa que, a la larga —como dice M arx—, no es el valor lo que constituye la principal condi­ ción de la reproducción, sino precisam ente el precio de produc­ ción q ue “de hecho es lo mismo que lo que [ . . . ] R icardo [deno­ m ina] price of production, cost of production, los fisiócratas prix nécessaire [ . . . ] porque a la larga es condición de la oferta, de la reproducción de la mercancía en cada esfera de la producción en p artic u la r”.35 [Pero aú n hay más! La im portancia práctica y el significado de la tasa general de ganancia destaca aún con m ayor claridad si se considera que en ella se basa la com unión de intereses económicos de la clase em presarial. Si las mercancías se intercam biaran de acuerdo con su valor, cada em presario estaría interesado, entonces, únicam ente en la explotación de los trabajadores que él mismo em plea y su beneficio sería idéntico al plusvalor producido por “sus” trabajadores. Sólo la transform ación del plusvalor en ga­ nancia m edia es la que tiene como efecto “que cada capitalista individual, así como el conjunto de todos los capitalistas [ . . . ] participen en la explotación de la clase obrera por parte del ca­ p ital global y en el grado de dicha explotación no sólo p o r sim pa­ tía general de clase, sino en forma directam ente económica, p o r­ que [ . . . ] la tasa m edia de ganancia depende del grado de explo­ tación del trabajo global p o r el capital global”.36 Si nos concretamos únicam ente al esquem a de valor donde la venta de las m ercancías se realiza de acuerdo con su valor, y donde existen tam bién tasas diferentes de ganancia en cada una de las esferas, no consideraremos la com petencia ni su resultado (el hecho de los precios de producción reguladores);37 y dejará de “ Karl M arx, El capital, n i/6 , p. 1092. M Ibid., p. 1093. *> Ibid., p. 250. M Ibid., p. 240. 87 La objeción de Sternberg a mi concepción sobre el valor que, según afirm a, no considera el significado de la competencia del capitalism o (Die U m w áliung der Wissenschaft, Berlín, 1930, p. 12) altera los hechos. Yo no me he olvúlado de la competencia, sino míis bien, de toda la discusión, que lleva más de treinta años, sobre el problem a de la acumulación y de las crisis. El señor Sternberg habla de la necesidad de tom ar en cucnta la com­ petencia, pero, en este sentido no ha aportado más que los demás autores, desde Tugán-B aranovski hasta B ujarin, porque todos ellos trabajan con. u n esquema que sólo acepta el valor. Pero en el concepto de valor está incluida

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ESTUDIOS SOBRE LA T E O R ÍA D lí LAS CRISIS

existir la tasa media, de ganancia, la "fuerza im pulsora” “en la que se basa toda la producción capitalista”. Pero como u n esquema del valor sem ejante no nos dice ni puede decirnos nada acerca de los precios de producción ni acerca de la tasa media de ganancia en su conjunto, tampoco puede ex­ plicarnos, como es obvio, “cada una de las formas parciales de la ganancia que se derivan de la división del plusvalor; no es ade­ cuado, pues, para expresar las formas concretas que surgen del proceso de m ovim iento del capital, considerado como un todo”. L a existencia de todas estas formas de ganancia es incom patible con dicho esquema de valor, pues, en u n p rim er m om ento no pue­ de explicarse ni siquiera desde el pu n to de vista de la teoría del valor que le sirve de fundam ento. íll esquema de valor com prende en particular únicam ente el ca­ p ital productivo que participa en la producción del valor y dél plusvalor, pero no el capital m onetario y comercial que funcionan en la esfera de la circulación. Si los productores in d u stri^ P /' ven­ den las m ercancías de acuerdo con su valor, de acuerdo* con los “precios-valor” que son idénticos cuantitativam ente a los valola d i f e r e n c i a d e t a s a s d e g a n a n c i a en las distintas esferas y tam bién la eli­ minación de la competencia, porque “ la competencia de los capitales en las diversas esferas fija el precio de producción, que nivela las tasas de ganancia entre las diferentes esferas” (Karl Marx, E l c a p i t a l , m /6 , p. 228). Cuando se consideran las crisis como p r i m a r i a s p a r c i a l e s , derivadas de la despropor­ ción de las esferas individuales —como en los trabajos de los autores menciona­ dos—, se im pone forzosamente el estudio de la competencia, es decir de la" tendencia a la nivelación de las tasas de ganancia. No sucede lo mismo en mi libro, que explica las crisis de sobrecumulación incluyendo todas las esferas p r i m a r i a s g e n e r a l e s . Para la sociedad en su conjunto, “ya no tienf ningún significado la distinción entre valores y precios” (véase m i libro D a A k k u m u l a t i o n s , cit., pp. 101 y 211) porque aquí ambas magnitudes son idén ticas. Del misino modo no se justifica la objeción posterior en el sentido de que el efecto de la competencia está incluido en el valor mismo, porque la competencia determ ina el valor, es decir el tiem po de trabajo socialmente, necesario. Esta concepción es absolutam ente incom patible con los funda­ mentos esenciales de la teoría de Marx sobre el valor. En efecto, la función de la competencia no es constitutiva del valor, sino únicam ente explicativa. Ella no determ ina el tiem po de trabajo socialmente necesario, sino da cuenta de él sucesivamente. L a competencia opera, en efecto, s o b r e e l m e r c a d o y por tanto dentro de la esfera de la circulación. “El valor de las mercancías está representado en sus precios —dice Marx— a n t e s de que entren a la circulación; es, por ende, s u p u e s t o y n o r e s u l t a d o d e l o s m i s m o s " (Karl Marx, E l c a p i t a l , i / l , p. 192). Los fisiócratas como Quesnay y Mercier de la Rivifcre ya sabían que las mercancías tienen un valor de cambio a n t e s de llegar al intercam bio en el mercado (cf Karl Marx, E l c a p i t a l , i / l , p. 190 y August Oncken, G e s c h i c h t e d e r N a t i o n a l o k o n o m i e , Leipzig, 1902, p. 370).

TR A N SFO R M A C IÓ N D E LOS VALORES E N PR ECIO S

81

res88 —como sucede en el esquema del valor—, la existencia de la ganancia comercial, y p o r tanto, de la ganancia del capital co­ mercial, que no toma parte de ninguna m anera en la producción, se convierte en un enigm a insoluble. L a g a n an cia com ercial p u ra , in d e p e n d ie n te , p arece im p o sib le p rim a facie, m ie n tra s se v e n d a n los p ro d u c to s a sus valo res.30 Las tesis relativ as a la fo rm ació n d e l v alo r, la g a n a n cia , etc., d e riv a ­ das d ire c ta m e n te del ex am e n d el c a p ita l in d u s tria l, n o se aplican d ir ecta m en te al capital com ercial.40

M ientras sigamos en el estudio del valor, seguirá sin entenderse una parte am plia e im portante de los fenóm enos de la realidad capitalista —la ganancia del capital comercial— especialm ente en su aspecto internacional, es decir los fenóm enos del mercado m u n ­ dial y del comercio m undial. ni siquiera la transform ación de los valores (precios-va­ lor) esquema en precios de producción y la nivelación de las diversas tasas de ganancia de cada una de las esferas a u n a tasa general de ganancia, sería suficiente para explicar la existencia de la ganancia comercial. De esta m anera tom aríam os en cuenta sim­ plem ente, en la formación de la tasa general de ganancia y en la transform ación de los precios-valor en precios de producción, al capital productivo, es decir a aquel que participa en la creación del plusvalor. U n procedim iento sem ejante de nivelación sería por . esto únicam ente ‘‘la prim era consideración” de la tasa general de ganancia, pero de ningún m odo su "form a definitiva”.41 Fal^ taría aún tom ar en cuenta el capital comercial que no participa 2 en la creación del plusvalor. P ara explicar la existencia de la ‘ -ganancia comercial sería necesario u n grado sucesivo en el p ro ­ cedim iento de aproxim ación, o sea que el p rim er procedim iento de nivelación del capital productivo sea “com pletado” sólo inm e­ diatam ente después de la “participación del capital comercial en esta nivelación”, o sea sólo después de una nivelación de segundo grado.42 Sólo de este m odo se alcanza la “form a definitiva” de la tasa de ganancia media, después que los precios de producción h an encontrado ahora u n a “definición restrictiva”43 y se han trans38 Karl 30 Ibid., 40 Ibid., 41 Ibid., 42 Ibid., ‘■ 1 Ibid.,

M arx, El capital, m/G, p. 223. p. 421. p. 415. p. 433. p. 433. p. 366.

ESTUDIOS SOBRE LA TEO RÍA DE LAS CRISIS

82

form ado en “precios comerciales”44 a través de los cuales tam bién la ganancia media original se presenta “ahora dentro de límites más estrechos que antes”.45 Veamos: Si se quieren com prender las form as concretas, em píricam ente dadas de la ganancia comercial, el esquem a del valor debe pasar prim ero por toda una serie de m o­ dificaciones en el procedim iento de aproxim ación. Con los su­ puestos del esquema del valor, o sea si el hallazgo de estos gra­ dos interm edios que conducen de los “precios-valor” a través de los “precios de producción” al fenómeno de los “precios de merca­ do” , la existencia de la ganancia comercial no resultaría posible, ni imaginable. [Y no sólo estol Se da además la circunstancia de que el desa­ rrollo del proceso de acum ulación representado en el esquema d ellvalor se m odifica drásticam ente por la presencia de la ganan: cia comercial, es decir por la transform ación de los valores en precios de producción y en precios de mercado, respectivamente. De ahí se desprende con toda claridad que la parte del plusvalor representado en el esquema del valor que se refiere al capital co­ mercial como ganancia y que se acum ula dentro de la esfera de la circulación (edificios para los negocios de las empresas comercia­ les, arrendam iento de oficinas, capital de operación, etc.), significa u n a “deducción de la ganancia que le corresponde al capital in ­ d u strial”40 y “reduce pro tanto [en proporción] el volum en en que el capital adelantado funciona productivam ente”.47 Si en el fu­ tu ro se elim ina esta parte del plusvalor de la acum ulación del capital productivo representada en el esquema del valor, y deja de p articip ar ' e n 1 la creación del plusvalor, sigue participando, sin em bargo, en la división de la ganancia. M ediante estos dos hechos —la reducción de la parte activa y el acrecentam iento de la pasi­ va—, el tiem po de acum ulación del capital industrial viene pro tanto retardado. “C uanto m ayor sea el capital comercial en rela­ ción: con el capital industrial, tanto m enor será la tasa de ganan­ cia in d u strial.”48 Al mismo tiem po, resulta claro que debido a la ganancia comercial una parte del plusvalor —desde el punto de vista de Rosa Luxem burg, una parte del “residuo no vendible del plusvalor”— se desplaza de la esfera de la producción a la de la circulación. La conversión de precios-valor, en precios de p ro ­ ducción y en precios de mercado, respectivam ente, tiene como “

I b id . ,

15 ,e *7 18

Ibid., p. 433. Ibid., p. 368. Karl Marx, El capital, i i /4 , p. 158. Karl Marx, El capital, m /6 , p. 368.

p. 401.

83

TR A N SFO R M A CIÓ N DE LOS VALORES E N PRECIOS

consecuencia u na p erturbación en todas las proporciones calcu­ ladas dentro del esquema del valor. Lo que hemos dicho hasta aquí del capital comercial es válido tam bién al pie de la letra y por las mismas razones para el ca­ pital dincrario y bancario. Este capital opera tam bién dentro de la esfera de la circulación y participa en la repartición del plusvalor, mas no en su producción. Si se vendieran las mercancías de acuerdo con sus valores, es decir si los industriales conservaran todo el plusvalor del que se adueñaron en u n prim er m om ento, entonces, “en esta form a [ .. .] el capital bancario re su lta ría ] im ­ p o sib le ]”, porque no produciría ganancia.49 En conclusión, basándose en el esquema del valor, no sólo resulta im posible la existencia del interés dinerario, sino que tam ­ bién resulta incom prensible el m ovim iento de la tasa de interés. L a relació n ex isten te e n tre el tip o d e in te ré s y la tasa de g a n an cia es sem ejan te a la q ue hay e n tre el p recio de m ercad o de la m ercan cía y su valor. E n la m ed id a en q u e el tip o de in te ré s está d e te rm in a d o p o r la tasa de g an an cia, lo es siem pre p o r la tasa g en era l de g an an cia, y n o p o r las tasas especificas d e g a n an cia q u e p u e d a n im p e ra r en d e­ term in ad o s ram os de la in d u s tria [ . . . ] . L a tasa g en eral de g an an cia, p o r consiguiente, e n la re a lid a d re a p a rec e com o u n hecho dado, e m p ír i­ co, en la tasa m ed ia d el in teré s.50

En este sentido —se afirm a en otro pasaje—, “puede decirse que el interés resulta regulado [ .. .] por la tasa general de ganan­ cia”.51 En u n esquema del valor con sus tasas de ganancia dife­ rentes en cada u na de las esferas y con su plusvalor global, no son explicables ni la existencia de la tasa de interés, ni sus m ovim ien­ tos, p o r lo cual resultan imposibles tam bién la existencia del ca­ pital bancario y financiero, es decir aquellas formas concretas del capital a las que H ilferding les atribuye u n significado decidida­ m ente im portante para el más reciente desarrollo del capital. Dígase lo mismo de la ren ta de la tierra, en su expresión capi­ talista m oderna, que “sólo existe en una sociedad basada en el m odo capitalista de producción”.52 Con un esquema de valor, es decir con el supuesto de que todas las mercancías se venden de acuerdo con su valor, resulta im posible explicar la existencia de la renta de la tierra.53 10

C a rta

d e E t ig c ls a D a n ie l s o n

del

15 d e o c t u b r e d e

1888, e n

C a rta s

s o b i.

E l c a p i t a l , c i t ., p . 268. 50 K a r l M a r x , E l c a p i t a l , M I b id . ,

52 K a r l M a r x , H i s t o r i a “

m /7,

p . 466.

p . 4 59.

D e h e c h o , la r e n t a

c r ític a , a b s o lu t a

c it. n , p . 3 3 1 . es s im p le m e n t e

una

“ s o b r e g a n a n c ia ” ,

es

d e-

84

ESTUDIOS SOBRE LA T EO R ÍA DE I.AS CRISIS

De la exposición precedente se desprende con toda claridad que las categorías que tienen un significado definitivo para el conocim iento de la forma concreta en que se desenvuelve el pro­ ceso de producción capitalista no son las expuestas en el esquema de la reproducción —valor, plusvalor, y las diferentes tasas de ganancia—, sino las que no están incluidas en él —precios de producción, ganancia y sus formas parciales y, finalm ente, la tasa general de ganancia media. A estas categorías es a las que hay que reconocer la prim acía en el conocim iento directo de la pro­ ducción capitalista concreta, precisam ente porque la ganancia me­ dia es el “regulador” y la “fuerza im pulsora” de dicha producción, y tam bién porque es en el m ovim iento de nivelación de las dife­ rentes tasas de la ganancia donde se “apoya todo el m ovim iento capitalista”. Si se tiene presente esta situación, resulta claro entonces que un esquema de valor en el que faltan todas estas categorías reales en las que se apoya el m ovim iento capitalista real, si bien nos perm ite conocer en toda su extensión las tendencias históricas del desarrollo- y la “ley general de la acum ulación capitalista”, tal como la expone M arx ya desde el prim er libro de El capital, de n in g u n a m anera tiene la capacidad de reproducir las formas con­ cretas en que se m ueve, en teoría, el capital. Precisamente por esto las conclusiones a las que se llega con un esquema del valor respecto a la proporcionalidad o desproporcionalidad entre cada una de las esferas de la producción no prueban nada, o por lo menos son prem aturas.

4.

EL

K SQ U E M A

D EL VALOR

COMO

PU N TO

DE

P A R T ID A

H IS T Ó R IC O

Y

T E Ó R IC O

Si se atribuye a las categorías de precio de producción, de ganan­ cia m edia y de tasa general de ganancia, calculadas em píricam ente, cir "un excedente sobre la ganancia m edia” (Historia critica, cit., i, p. 433; El capital, m /8, p. 998). “El excedente de este valor [del producto agrícola] sobre el precio de producción constituye la renta absoluta. Pero para que este excedente del valor sobre el precio de producción pueda [medirse], el precio de producción debe ser el prius, debe ser impuesto como ley por la industria y la agricultura1’ “ [ . . . ] sería absolutam ente imposible explicar la renta, si la ganancia industrial no regulara la agricultura” (Historia critica, cit., ii, p. 153). “Para poder h ab lar en general de un excedente por enci­ ma de la ganancia inedia, esa propia ganancia media debe estar establecida como pauta y, tal como se da el caso en el modo capitalista de producción,

TR A N SFO R M A C IÓ N DE LOS VALORES E N PRECIOS

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el papel de regulador, de fuerza im pulsora de la producción ca­ pitalista, surge la pregunta: ¿qué papel desempeñan, entonces, los valores? ¿Un esquema de reproducción construido con base en Valores no tiene ningún significado, desde el m om ento que no representa una imagen adecuada de la producción capitalista de mercancías y no tiene u n a inm ediata validez real? U na conclusión de este tipo resultaría equivocada. Los valores conservan, no obs­ tante la realidad de los precios de producción, su significado cen­ tral para el capitalism o y —como señala M arx— en dos sentidos: I. En cuanto al p rim er aspecto, constituyen el prius histórico —válido para la época de la producción simple de mercancías, es decir precapitalista—, de los productores independientes, a rte ­ sanos, campesinos, “m ientras los medios de producción fijados en cada ram o de la producción son difícilm ente transmisibles de u n a esfera.a o tra”,54 o sea m ientras existan obstáculos de hecho o de derecho para la transform ación del capital que im pidan la for­ mación de la tasa general de ganancia.55 tínicam ente en el período de la producción simple de mercancías es donde el cambio de mercancías de acuerdo con su valor (de mercado) no es una h i­ pótesis sim plemente teórica, sino un evento efectivo en el sentido de que las oscilaciones cotidianas giran en torno a los valores como centro de gravedad.56 II. En cambio, en la producción capitalista de m ercancías se modifica la precedente función del valor de cambio: A hora las mercancías se cam bian de acuerdo con los precios de producción cjue son cuantitativam ente distintos de los valores, y estos últim os siguen cum pliendo todavía el papel de prius teórico en la deter­ m inación de los precios de producción. Los precios de producción constituyen el regulador de la extensión de la producción dentro del capitalism o, d eterm inan las transform aciones del capital, de­ term inan la im portación constante y la sustracción del capital en cada una de las esferas de la producción, así como tam bién la división del capital social en su conjunto; son los precios y no los valores, los responsables de la proporcionalidad o de la des­ proporcionalidad de dicha división. M ientras que la economía burguesa adopta los precios como u n dato factual, sin indagar su origen, M arx en cambio ha dem ostrado cómo los precios deben ser como regulador de la producción en general” (Karl Marx, El capital, m /8 , pp. pp. 996-997). Con base en el esquema del valor, según el cual no existe dicho regulador, no puede explicarse la existencia de la renta absoluta de la tierra. “ Karl Marx, El capital, u i/S ; p. 225. 65 Ibid., p. 380. Ibid., p. 225.

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ESTUDIOS SOBRE LA TF.ORÍA DE LAS CRISIS

deducidos de los valores, y cómo sin dicha deducción “la tasa ge­ neral de ganancia (y por ende tam bién el precio de producción de la mercancía) es una idea carente de sentido y absurda”.57 P ara poder- hablar de la ganancia media, hay que conocer los ele­ m entos con los que se calcula la media. Si no se conocen, la ga­ nancia m edia no es m edia de ninguna cosa, sino sim plem ente una quim era. Ú nicam ente en este sentido “la ley del valor sigue rigien­ do el m ovim iento de los precios de las distintas mercancías”.58 Esto no obsta para que, en cada una de las esferas de la produc­ ción, los precios de producción y no los valores sean los que consti­ tuyen el centro de gravedad en torno al cual giran las oscilaciones cotidianas de los precios de mercado,50 y en torno al cual “se nivelan en determ inados períodos”,00 y no obsta tam poco para quQ los precios de producción y no los valores sean los que regu­ len la producción, su extensión y la división del capital, y deter­ m inen precisam ente aquellos movimientos que revisten una im­ portancia decisiva en la com prensión de las crisis —en la m edida en que pueden ser rem itidos a las desproporciones de la división del capital.(il Veamos: la venta de las mercancías de acuerdo con su valor no es válida para la realidad capitalista. “El intercam bio de m er­ cancías a sus valores —dice M arx—, [ . . . ] requiere un estadio m uy inferior al intercam bio a precios de producción, para el cual es necesario determinado nivel de desarrollo capitalista.’’®2 La nive­ lación de las diferentes tasas de ganancia dentro de cada una de 57 Ibid., p. 199. Cf. también Karl Marx, Historia critica, cit., i, p. 249. 58 Ibid., p. 224. Cf. tam bién Historia crítica., cit., n, p. 143. “ Por lo tanto Dichl, aparentem ente de acuerdo con Marx, se equivoca cuando considera justificada y necesaria la divergencia entre precios y valo­ res dentro de la teoría de M arx, para afirm ar inm ediatam ente después: "M arx asume en forma decidida el valor trabajo como centro de gravedad para los precios medios de mercado” (Karl Diehl, Über das Verháltnis von W ert und Preis im ókonomischcn System von K. Marx, Jena, 1898, p. 6; y del mismo modo también en la tercera edición de Sozialwissenschaft. Erlauterungen zu D. Ricardos Grundsetzen der Volkswirschaft, vol. i, 1921, p. 96). 00 Karl Marx El capital, m/G, p. 227. 01 “ Io d o el proceso de producción capitalista, además, está regulado por los precios de los productos. Pero a su vez los precios de producción regu­ ladores están regulados por la nivelación de la tasa de ganancia y la dis­ tribución del capital, correspondiente a ella, en las diferentes esferas de la producción social. La ganancia se manifiesta aquí, por ende, como fac-. tor principal, no de la distribución de los productos, sino de su produc­ ción misma; como factor de distribución de los capitales y del trabajo mismo en las diferentes esferas de la producción” (Karl Marx, El capital, hi/8, p. 119). 02 Karl Marx, El capital, hi/6, p. 224.

TR A N SFO R M A C IÓ N DE LOS VALORES E N PRECIOS

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las esferas de la industria (y por ende, la formación correspon­ diente de los precios de producción), logra tanto más capital* cuan­ to “más elevado sea el desarrollo capitalista de u n a sociedad na­ cional d ada”.63 De todo lo dicho hasta aquí se deduce que la dem ostración de Rosa Luxem burg y de sus defensores, como tam bién la de H il­ ferding y de O tto Bauer, forzosamente estaba equivocada desde sus premisas, ya que querían dem ostrar (o negar) la regularidad de las crisis clel capitalism o en u n esquema que sólo sabe de la venta de mercancías de acuerdo con su valor, y, según la ex­ presión de Marx, que está en una " etapa inferior de desarrollo”, y donde existe la producción precapitalista de mercancías. Dichos autores no tom aban en cuenta el esquem a de los precios de pro­ ducción, decisivo para el capitalism o desarrollado, ni todas aque­ llas circunstancias —como los precios de producción con ganan­ cia m edia— que determ inan la proporcionalidad o desproporcio­ n alidad de la división del capital dentro del capitalism o desarro­ llado. Las categorías reales que rigen todo el mecanismo, no se tom an en cuenta; todo lo contrario, se consideran categorías que son irreales (diferencia de las tasas de ganancia) y que si fueran reales deberían “echar por tierra todo el sistema capitalista de la producción”. La insuficiencia de tal procedim iento es obvia. Si se debiera elim inar la diferencia, anteriorm ente descrita, entre la teoría del valor y las “m anifestaciones efectivas de la producción”, entre el esquema del valor y la realidad capitalista, entonces no se po­ dría seguir utilizando para el análisis del proceso de la reproduc­ ción capitalista el esquema del valor con sus diferentes tasas de ganancia, sino que se lo debería considerar efectivamente sólo como un “prius teórico”, Hay que tom ar, pues, el esquema del valor sólo como pu n to de partida de un análisis que sirva de base_ para encontrar, con la ayuda de una serie de concatenaciones, el puente que conduce a los fenómenos reales, a los precios de p ro ­ ducción y a la tasa de ganancia. E n u n a palabra, el esquema del valor debe ser transform ado, a través de una aproxim ación gra­ dual y progresiva, en u n esquema de precios de producción. “Es evidente que la representación, la realización y el establecimiento de la tasa general de ganancia requiere convertir los valores en precios de producción distintos de ellos,”ei M arx empieza precisam ente en el segundo libro de E l capital sus análisis acerca de la problem ática de las crisis con u n es03 Ibid., pp. 247 y 228. 04 Karl Marx, Historia critica, cit., i, p. ?I(í.

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ESTUDIOS SOBRE LA TEO RÍA DE LAS CRISIS

quem a del valor. Pero su dem ostración basada en este grado de abstracción, lejano de la realidad y en un prim er m om ento en contradicción con ella, no es ni puede ser definitiva: sim plem en­ te tiene un carácter provisional y se com pleta con los modelos del tercer libro de El capital, con la teoría de la transform ación de los valores en precios de producción. El esquema del valor constituye dentro del análisis de Marx, la forma em brional, únicam ente, la primera etapa del procedim iento de aproxim ación que debe pa­ sar por una serie de metamorfosis antes de llegar a la forma de precio. El esquema del valor de M arx restringe el análisis a la sola crea­ ción del valor y del plusvalor en su conjunto —a la form a en que surgen del proceso de producción—, prescindiendo en u n prim et m om ento de la competencia y de los influjos de la esfera de la circulación sobre la distribución de dicho plusvalor. Inm edia­ tam ente después, no obstante, deberán tomarse en cuenta los ele­ m entos separados, y por consiguiente el análisis de la creación del plusvalor en el proceso de producción deberá, com plem entarse con el análisis de su distribución, a continuación de la competencia, en el proceso de circulación. De to d a lo dicho hasta aquí, se deduce por lo que respecta a la problem ática de la crisis —y en la m edida en que ésta se refie­ re a las relaciones de independencia recíproca y de proporciona­ lidad entre las esferas individuales de la producción— la siguiente conclusión, que al mismo tiem po señala el camino que hay que seguir en la investigación. Si el análisis de la regularidad de las crisis debe ser probatorio con relación a la realidad capitalista, entonces resulta im posible que ella se lim ite al esquema del valor, a la prim era etapa del procedim iento de aproxim ación, en lugar de extender su validez a todas las etapas y com probarla tam bién en un esquema de pre­ cios de producción, como debería ser.

5 . LA

P R O B L E M A T IC A

tercero

de

DE

LA S

C RISIS

Y

LA S

EN SEÑ A N ZA S

D EL

L IB R O

E l capital

U n program a de investigación como el que hemos form ulado se opone abiertam ente a la historia efectiva de la problem ática de las crisis, en el ám bito del marxismo. “D entro de la economía po­ lítica —dice M arx—, la insulsa tradición es más fuerte que en

TR A N SFO R M A C IÓ N DF. LOS VAI.ORES EN PRECIOS

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cualquier otra ciencia.”65 Como veremos más adelante, esto no es válido únicam ente para la economía burguesa, sino tam bién para la economía política de algunos epígonos de M arx. En un prim er m om ento no se logró captar generalm ente el significado de los esquemas desarrollados en el segundo libro de E l capital, para la problem ática de la crisis. En una reseña del libro segundo de E l capital, aparecida en 1886 en D ie N e u e Zeit, Karl Kautsky adyce algunas razones por las que, según su opinión, este libro tendría m enos interés que el prim ero para la clase trabajadora, a la que le im portaría únicam ente la producción del plusvalor en la fábrica; la subsiguiente cuestión de cómo se realiza dicho plusvalor, interesaría más a los capitalistas que a la clase obrera. Diez años más tarde (1895) E duard Bernstein repite el mismo juicio, y en algunos párrafos hasta con las mismas palabras, coi^ocasión de la publicación del libro tercero de E l capital, hacien ^P u n rá ­ pido balance de toda la obra de M arx, que en ese m om ento -lle­ gaba a su conclusión. Los especialistas del m ovim iento no pocas veces se h an contentado con leer únicam ente el prim er libro, y, por lo general, no han tom ado en sus manos los libros subsi­ guientes. “Ya que te propones trab ajar en la cárcel sobre El capital i i i y n —le escribe Engels a V. A dler todavía el 16 de marzo de 1895, en Vi£na— quisiera darte algunas indicaciones que te facilitarán la cosa.”66 Con razón H ilferding habla del “análisis del segundo libro (estudiado muy poco a ú n )” antes de que apare­ ciera el libro de Tugán-Baranovski (1901)67 y añade luego; “Tugán-Baranovski tuvo el m érito de señalar, en sus conocidos Studien [ . . . ] la im portancia de estas investigaciones. Llam a la atención el solo hecho de que esta indicación fuera necesaria.”68 Con el cambio de dirección ocurrido a p artir de la publicación del libro de T ugán, se cayó en el extrem o opuesto. Si hasta ese m om ento no se había reconocido, en general, el significado que tenía el esquem a de reproducción para el problem a de la crisis, ahora se empieza —como ya lo demostré en otra parte—69 a exal­ tarlo de la m anera más entusiasta; se le atribuye una “existenciasocial objetiva” y se ve en él una imagen exacta del proceso ca­ pitalista de reproducción, de modo tal que partiendo de las relaciones del esquema de reproducción se llega a conclusiones 05 Karl Marx, H i s t o r i a c r i t i c a , cit., ii, p. 214 [la frase citada p or Grossmann no figura en la edición en español que estamos utilizando]. “ [Véase en Cartas sobre E l c a p i t a l , cit., p. 315.] 07 R udolf Hilferding, E l c a p i t a l f i n a n c i e r o , M adrid, Tecnos, 1963, p. 274. 68 I b i d . , p. 274 nota. 69 H enryk Grossmann, D i e G o l d p r o d u k t i o n , cit., pp. 153 y s s . [Incluido en el presente volumen.]

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ESTUDIOS SODRE LA T E O R ÍA DE I.AS CRISIS

relativas a los acontecim ientos de la realidad capitalista. Así por ejem plo, afirm a, Rosa- Luxem burg: “Tenem os ahora que pre­ guntarnos qué significación real tiene el esquem a del proceso de reproducción analizado.”70 R esponde que las proporciones exactas del esquema de M arx constituyen “el fundam ento social absoluto de la reproducción social”, tan to para la producción capitalista como tanjbién para la socialista y en general p ara cualquier p ro ­ ducción planificada.71 En una econom ía socialista dirigida de acuerdo a un plan, la producción responde exactam ente a lasre ­ laciones del esquema. E n la^ eco n o m fa c a p ita lista —c o n tin ú a R o sa L u x e m b u rg —, fa lta to d a o rg an izarfó n p la n ific a d a d el proceso to ta l. P o r eso n a d a tra n sc u rre en él e ^ a c tlh ie n te c o n fo rm e a la fó rm u la m a tem á tic a , com o o cu rre en el esquem < A & ntes b ie n , el ciclo d e la p ro d u cc ió n se realiza en m e d io de c o n s ta n ¿ ^ d e s v ia c io n e s d e las p ro p o rc io n e s d el esq u em a.72 P ero n o o b sta n te todas estas desviaciones, el esq u em a rep re se n ta la _ m ed ia social n ecesaria en to rn o a la cu al se re alizan ag u ello s m o v im ien ­ tos, y a la q u e a sp iran c o n sta n te m e n te desp ués de h ab erse a le ja d o d e ella.73 ■'

Algo parecido sucede con O tto Bauer. T am bién él considera que el esquema del valor representa la concfición de sereno equi­ librio entre acum ulación del capital y población, alrededor del cual oscila el ciclo de la reproducción real.- La realidad m uestra desviaciones cíclicas constantes de la situación de equilibrio del esquema- de valor, en la m edida en que el aparato productivo presenta, con relación al crecim iento de la población, una sobreacum ulación o* una subacum ulación. Al mismo tiempo, sin em­ bargo, existe, en el m odo capitalista de producción, u n a ten­ dencia que —aun “a costa de fuertes crisis”— “supera espontánea­ m ente la sobreacum ulación y la subacum ulación, adecuando una y o tra vez la acum ulación del capital al crecim iento de la pobla­ ción”,74 lo que significa que el m ovim iento real tiende a aquella situación de equilibrio calculada teóricam ente que es representada por el esquema del valor. . O poniéndose en una form a que llam a la atención a la teoría 70 Rosa Luxem burg, La acumulación del capital, México, Grijalbo, 1967, p. 71. ” Ibid., pp. 55, 70-72.. 93. 72 Ibid., p. 71. 73 Ibid., p. 72. 71 Cf. Die N eue Zeit, 1913, vol. 1, p. 872. [En español, reproducido con el . titulo de La acumulación del capital, en el volumen de Lucio Colleti, El marxismo y el derrumbe del capitalismo, cit., pp. 339-364. La cita de Bauer mencionada por Grossmann figura en la p. 361.]

"Tr a n s f o r m a c i ó n

de

los valores

en

p r e c io s

91

ele M arx sobre la función reguladora de la ganancia m edia y de los precios de producción y oponiéndose a la teoría de que no son los precios sino únicam ente su form a m odificada, los pre­ cios de producción, los que constituyen el centro de gravedad eje las oscilaciones de los precios de mercado, Rosa L uxem burg y O tto Bauer les atribuyen estas funciones a los valores. P ara ambos, las relaciones del esquema del valor no sólo constituyen la prim era etapa del procedim iento de aproxim ación, como en M arx, sino, que-reflejan dilectam ente la realidad. De esta divergencia de concepciones acerca del esquema del valor en Marx, p o r u n lado, y en Rosa Luxem burg y O tto B auer, p or el otro, se desprenden tam bién las sucesivas consecuencias para el análisis, ele la problem ática de las crisis. El esquema de reproducción desarrollado en el segundo libro de El capital con sus valores y con diferentes tasas de ganancia —no niveladas por la com petencia—, no correspondf a la realidad. Si la teoría del valor no debe contradecir los fenómenos reales, sino explicarlos, entonces los valores —de acuerdo con las indicaciones Q^g^da M arx en el tercer libro de E l capital—, con la ayuda de la com petencia deben ser transform ados en los más concretos precios de pro­ ducción, es decir debe ser desarrollada úna “masa de m ediaciones” que conduzcan a la tasa general de ganancia y finalm ente a las formas de ganarjeia dadas em píricam ente (interés, renta de la tie­ rra,. ganancia comercial). En la m edida 'en que Rosa Luxem burg y O tto B auer .atrib u y en una v alid ez 'rea l directa a la hipótesis m etodológica provisional de M arx, según la cual las m ercan­ cías se venden a su valor, dej,an desde el principio fuera del campo de su probletnática la necesidad de transformar los valores en precios de producción y precios de mercado. R enuncian al m étodo de la concretización sucesiva de las 'relaciones expuestas en el esquema, al m étodo de lograr una exactitud creciente para el es­ quem a de reproducción. N o es necesario aproxim arse gradual­ m ente a la com prensión de la realidad, ya que —según Rosa L uxem burg y O tto B auer—, ¡el esquema refleja por sí mismo la realidad! P or esto, es sólo u n a consecuencia lógica de este error fatal el hecho de que Rosa L uxem burg y O tto Baue'r no tom en en cuen­ ta la existencia del problem a de la transform ación de los valores en precios, n i el de la tasa general de ganancia, que está relacio­ nado con el anterior, ni el problem a de la transform ación del plusvalor en sus formas particulares de ganancia (ganancia comercial, interés, etc.) ni. tam poco todas las indicaciones contenidas en el tercer libro de E l capital. Se quedan en la “forma em brional” del

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ESTUDIOS SOBRE LA TEO RÍA DE LAS CRISIS

esquem a del valor, en los grados de abstracción más alejados de la realidad, sin acceder a las “m etam orfosis”, es decir a la vía que conduce a la aproxim ación a la realidad capitalista concreta. Con­ siderando todo esto, resulta obvio que después de este fatal des­ conocim iento del m étodo de Marx, no vean ni tomen en cuenta la vinculación del problem a de la transform ación de los valores en precios con el problem a de las crisis. ¿En q ué consiste este nexo y la función específica del cálculo del precio? Para responder esta pregunta veamos el planteam iento del problem a tal como lo presenta Rosa Luxemburg. A través de su análisis crítico del esquema de la reproducción de M arx, lle­ ga a la conclusión de que en un esquema sem ejante —en cuanto que sus dos sectores tienen composiciones orgánicas diferentes de d p i tal— es imposible lograr u n intercam bio global de m er­ cancías —y por tanto un equilibrio—, porque “habrá de surgir, cada año, u n déficit creciente de, medios de producción y un so­ brante creciente de medios de consum o”.75 Este “residuo inven­ dible de plusvalor en el segundo sector” se acrecienta aún más, si se considera la creciente productividad del trabajo, porque “con­ duce a u n sobrante m ucho mayor de medios de consumo sin sa­ lida, que el que se deduce de la suma de valores de este sobrante”.70 Supongamos por un m om ento que Rosa Luxem burg logra de' m ostrar esto. ¿Qué habría dem ostrado en realidad? Ú nicam ente que el “residuo invendible” nace en el sector II dentro del es­ quem a del valor, a p a rtir del supuesto de que las mercancías se venden de acuerdo con su valor. Pero sabemos que este supuesto no corresponde a la realidad. En el esquema del valor que Rosa Luxem burg utiliza como base de su análisis, en cada uno de los sectores de la producción hay tasas diferentes de ganancia que se nivelan con la ganancia m edia a través de la competencia. T am ­ bién esto va en contra de la realidad, porque en ésta, debido a la competencia, existe una tendencia general a la nivelación de las diferentes tasas de ganancia con la tasa general de ganancia. ¿Qué fuerza probatoria tienen para la realidad las conclusiones de Rosa L uxem burg —la demostración de un residuo invendible de bienes de consumo— que se obtienen a p artir de un esquema en el que no- se toma en cuenta ningún valor real? Desde el mo­ m ento que, debido a la competencia, (se da en el esquema) la trans­ formación de los valores en precios de producción y por consi­ g u iente una nueva división del plusvalor en cada una de las ramas industriales que provoca necesariamente u n cambio en las rela75 Rosa Luxemburg, La acumulación del capital, cit., p. 257. M Ibid., p. 258.

TR ANSFOR M A CIÓN DE LOS VALORES EN PRF.CIOS

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.dones de proporcionalidad ya existentes entre las esferas indivi­ duales del esquema, resulta com pletam ente posible y verosímil que un “residuo de consumo” que se halla presente en el esquema del valor, desaparezca después en el esquema de los precios de pro­ ducción y viceversa, que un equilibrio original del esquema del valor se transform e posteriorm ente, dentro del esquema de los pre­ cios de producción, en u n a desproporción. La debilidad de la demostración que se lim ita únicam ente al análisis del esquema del valor y opera con valores y tasas de ganancia diferentes, en lugar de trabajar con precios de producción y con la tasa general de ganancia, es evidente. Rosa Luxem burg misma dice tam bién que: El ca p ita l social to ta l y su co n trafig u ra , la plu sv alía to ta l social, 110 sólo son m ag n itu d es reales d e existencia o b jetiv a, sino q u e su relació n , el beneficio m edio, d i r i g e y g u i a — p o r m e d i o d e m e c a n i s m o d e l a l e y d e l v a l o r — e l c a m b i o e n t e r o , es decir, las relaciones c u a n tita tiv a s del cam bio de las diversas clases de m ercancía, con in d e p e n d e n c ia d e sus r e la c io n e s

de

v a lo r .

La tasa media de ganancia, es decir la fuerza realm ente im pul­ sora “que- corresponde a cada capital privado como una parte de u n todo común, el capital social, que le asigna el beneficio como parte que le corresponde, por su magnituci, de la plusvalía total creada por la sociedad, sin consideración a la cantidad de hecho conseguida por él”.77 De acuerdo con esta exposición de Rosa Luxem burg, la ganancia m edia dirige todo el intercam bio de mercancías; y a pesar de esto, analiza el problem a de si es posible un intercam bio total, dentro de u n esquema que no conoce una ganancia media. ¿Podría im a­ ginarse cdntradicción más grande? Adémás, si —como com prueba Rosa L uxem burg—, las relaciones de intercam bio de las m ercan­ cías individuales se verifican en la realidad concreta, “indepen­ dientem ente de sus relaciones especiales de valor”, si cada capital deja de realizar el q ua n tu m de plusvalor obtenido por él mismo, y conserva sencillam ente la ganancia media proporcional a su m agnitud, Rosa L uxem burg adm ite con esto, indirectam ente, que su teoría sobre la necesidad de la realización del plusvalor es falsa, adm ite tam bién indirectam ente que las m ercancías no se intercam bian de acuerdo con su valor, sino de acuerdo con su precio, con los precios de producción que se separan constantem ente de >los valores, porque, según M arx, “el precio de producción apa77 Ibid., p. 52.

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ESTUDIOS SOBRE LA T E O R ÍA DE LAS CRISIS

rece [ . . . ] a su vez, como dado por la tasa m edia [ . . . ] de la ga­ nancia”.78 En el sistema de Marx, ganancia m edia igual y precios de producción desviantes de los valores, son conceptos correlativos. Rosa Luxem burg incurre, pues, en una evidente contradicción ló­ gica, al no extraer ninguna consecuencia de su propia com pro­ bación del hecho em pírico de la ganancia m edia y de su im por­ tante papel im pulsor, para la evolución posterior de su análisis, aceptando por u n lado la existencia de la tasa m edia de ganancia y p o r otro m anteniendo sin cambio la idea de que las mercancías se venden de acuerdo con su valor. El pasaje de su libro, m encio­ nado anteriorm ente, es tam bién el único que m enciona la ga­ nancia m edia y que, im plícitam ente, habla de los precios de producción. En ningún otro lugar se utiliza este reconocim iento pará resolver el problem a de las crisis. Obviam ente, Rosa Luxem burg misma tenía la im presión de que el esquema del valor era una construcción apartada de la reali­ dad, ya que —en la Anticrítica—, dice acerca del tercer libro de El capital y de su relación con la teoría del valor del prim er libro: “El nervio central [ . . . ] está precisamente en la teoría de la ga­ nancia media, que es uno de los descubrimientos más im portan­ tes de la economía m arxista. Este descubrim iento es el que i nf un­ de un sentido real a la teoría del valor* desarrollada en el prim er volum en.”79 Establece, ella, que lo que tiene “sentido real”, no es la teoría del valor del prim er libro, sino los “precios de producción y la ganancia m edia del tercer libro”. A unque en su libro sobre La acum ulación y en la Anticrítica no se m encionan ni siquiera una sola vez los precios cíe producción y se considera como falso el supuesto de que el intercam bio entre I (y pv) y I I (c) de acuer­ do con su valor, no es únicam ente una hipótesis metodológica, sino que en la realidad capitalista es u n proceso efectivo. Así dice, por ejemplo, que el volum en necesario de medios de subsis­ tencia para el sector I del esquema —expresado por el capital va­ riable y por el plusvalor de este sector—, producido en el sector II “sólo puede obtenerse a cambio de valores iguales del producto de I ”.80 T am bién, en su obra publicada después de su m uerte, sostiene que: “Todas las mercancías se intercam bian recíproca­ m ente de acuerdo con su valor.”81 Esta actitud adoptada por Rosa ™R osa

M a r x , Historia crítica , c it ., I, p . 280. L u x e m b u r g , Anlicrilica e n La acumulación

80 R o s a

L u xem b u rg,

La acumulación del capital,

2 6 1 .' 81 R o s a

L u xem b u rg,

E in fü h n in g in die Nationalühonomie,

78 K a r l ,

p.

del capital, c i t .,

p.

92;

c it., c f.

B e r lín ,

p.

390.

t a m b ié n , 1925,

p,

95

TR A N SFO R M A CIÓ N DE LOS VALORES E N PRECIOS

L uxem burg, contradictoria en sí misma, que la hace caer en los peores errores del socialismo vulgar, no se debe a la casualidad. Surge de la idea equivocada que tenía sobre la determ inación de la función del plusvalor —establecida de una vez para siempre p o r su forma n atu ral—, que opera como m edio de producción en el sector I, o como medio de consumo en el sector II. A p artir de este destino funcional Rosa Luxem burg llega a la conclusión de que no es posible ningún desplazamiento del plusvalor (ni siquiera de una parte del mismo) del sector II al I. Dicha trans­ ferencia de plusvalor sucumbe, según Rosa Luxem burg, tam bién por un segundo motivo que es la equivalencia de las relaciones de intercam bio entre los dos sectores.82 Con estas afirmaciones, Rosa L uxem burg llegaba a la negación de todo el contenido del libro tercero de E l capital y sobre todo de la teoría allí contenida sobre los precios de producción y sobre la génesis de la tasa de ganancia igual. Su aceptación de que el meollo del libro tercero de E l capital lo constituía la teoría sobre la ganancia media, “uno de los descubrimientos más im por­ tantes de la teoría de M arx”, no logra ocultar el verdadero estado de las cosas, en el sentido de que ella abandonaba la teoría de la ganancia media; es más, este abandono se confirm a por el hecho de que Rosa Luxem burg señala como im posible el único camino por el cual podía llegarse a una ganancia m edia semejante. Im a­ giném onos la situación del esquema de reproducción simple de M arx I II

4 000 c — j— I 000 v -(- 1 000 pv — 6 000 tasa de ganancia = 20% 2 000 c + 1 000 v -|- 1 000 p v — 4 000 tasa de ganancia = 33%

Veamos cómo, si nos m antenem os apegados al esquema del va­ lor, al intercam bio de equivalentes —al hecho de que 1 000 v -(1 000 p v del sector I se intercam bian con el mismo valor por 2 000 c del sector I I —, en cada uno de los sectores debe haber una tasa de ganancia diferente. La tasa de ganancia en el sector I asciende al 20%, la del sector II a 33%. ¿Cómo puede llegar a formarse en los dos sectores del esquema de M arx una. tasa uniform e de ga­ nancia, en nuestro caso, u n a tasa de ganancia del 25%? Parecería casi in ú til dem ostrar que esto sólo es posible m ediante la forma­ ción de precios de producción, m ediante la circunstancia de que 23 9 [en e s p .

Introducción a la economía política,

siente, n ú m .

35 , M é x ic o ,

c a d o s e i n t e r c a m b ia n

1978 .] L o

m is m o

C u a d ern o s d e P asad o y P re­

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c a n tid a d e s d e m e r c a n c ía s

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e q u iv a l e n t e s e n v a l o r ”

E . ,H e im a n n :

( M exh-

wert und Gemeiniuirtschaft, B e r l í n , 19 2 2 , p . 10 ). 82 R o s a L u x e m b u r g , La acumulación del capital,

c it .,

p.

26 3.

96

ESTUDIOS SOBRE LA T E O R ÍA DE LAS CRISIS

las mercancías del sector I que hay que ceder al sector II se ven­ dan p or encima de su valor, m ientras que, por el contrario, las mercancías del sector II, una vez que llegan al sector I, se vendan por debajo de su valor. Ú nicam ente por el hecho de que el sector I, a cambio de sus unidades de valor (v -j- pv) — 2 000, obtiene u n a cantidad mayor del sector II, es decir, 2 250 unidades de valor, se llega a tener en el sector II la misma tasa de ganancia. De este modo, se transfiere una parte del plusvalor del sector I I al sector I a través del intercambio. Esto es lo único que perm ite que en el sector I se obtenga u n a ganancia m ayor (I 250) que el plusvalor obtenido originalm ente ( = 1 000 pv), cosa que con el capital m encionado de 5 000 c da u n a tasa de ganancia del 25%. En .el sector II, en cambio, se obtiene menos plusvalor que antes (1 000 pv), o sea, sólo 750 de ganancia, que con el capital an tici­ pado de 3 000 c nos da una tasa de ganancia de 25% tam bién. P or todo lo que hemos dicho, resulta obvio que la teoría de Rosa L uxem burg acerca del “residuo de consumo sin salida” en el sec­ tor II se ve duram ente sacudida desde sus mismos cimientos, por la tendencia a la nivelación de las tasas de ganancia y por la transferencia de una parte del plusvalor del sector II al sector I y su “actitud inquebrantable” viene a ser u n a pom pa de jabón que estalla apenas entra en contacto con la realidad. Si Rosa Luxem burg quería realm ente dem ostrar sus ideas acerca del resi­ duo de consumo invendible, debía desarrollar dicha dem ostración basándose no sólo en el esquema del valor, sino avanzar au n más (hacia el esquema del precio de producción,) y señalar cómo di­ cho residuo invendible debía ser u n resultado obligado, a u n des­ pués de haberse formado la tasa m edia de ganancia.83 Sin embar“ En el conocido esquema de la reproducción de O tto Bauer, d urante el prim er año de producción se destina a la acumulación, en cada sector, 1 000 c y 2 500 v del plusvalor. La acumulación efectiva es distinta. Es m ayor en el sector I, o sea, 14 666 c y 3 667 v, en cambio es m enor en el sector II, o sea, sólo 5 334 c y 1 353 v. Esto significa que Bauer desplaza al sector I una parte del plusvalor que en el sector II estaba destinada a la acumulación, aunque sin ningún fundam ento científicamente plausible para justificar dicho desplazamiento. Helene Bauer intenta salvarlo señalando que dicho despla­ zamiento se da a través del crédito, cosa que puede considerarse como una simple escapatoria. Los desplazamientos por la vía crediticia son inadm isi­ bles en el análisis teórico del proceso de producción, a pesar de que puedan desem peñar un papel muy im portante en la realidad. La hipótesis m etodoló­ gica que se deduce del crédito pertenece al numeroso conjunto de supuestos simplificadores del esquema de reproducción de Marx. La finalidad del esque­ ma consiste, pues, en m ostrar precisamente las relaciones de intercam bio en ­ tre los dos sectores y en dem ostrar si es posible o no el intercam bio total. Después-de haber tropezado con dificultades al tratar de resolver el problema,

TR A N SFO R M A C IÓ N DE LOS VALORES E N PRECIOS

97

go, nu n ca desarrolló, ni trató de desarrollar una dem ostración se­ m ejante. L a tendencia a la nivelación de la tasa de ganancia en las di­ ferentes ramas de la producción es u n dato confirm ado p o r la experiencia y aceptado d u ra n te m ás de u n siglo por los teóricos de las diferentes tendencias científicas. R icardo y M althus lo acep­ taro n como u n hecho, y M arx h abla de él como de u n “dato obtenido em píricam ente”, como de u n “hecho palpable”.84 “La observación de la com petencia —de los fenómenos de la produc­ ción—, m uestra cómo capitales de igual m agnitud dan, en p ro ­ m edio, ganancias iguales.”85 La tendencia a la nivelación no ha sido refutada, en relación al capitalism o com petitivo,86 ni siquiera p o r los nuevos teóricos como Bóhm Bawerk y otros. Las tendencias se han dividido únicam ente en la form a de in ­ terpretar este dato y sobre todo la escuela posricardiana h a fra­ casado ante las dificultades de dicha interpretación, por no haber sabido conciliar el dato de la tasa uniform e de ganancia con la teoría del valor trabajo. Éste es el p u n to donde se in trodujo la histórica tarea de M arx: basándose en la misma ley del valor, él logró explicar —a través de su teoría de la divergencia entre los precios de producción y los valores— el hecho de la tasa uniform e de ganancia, que prim a facie contradice la ley del valor trabajo. Rosa L uxem burg, haciendo caso omiso de la experiencia, niega la es inadm isible cam biar los supuestos originales que se han establecido. En esa forma í'ritz Sternberg podía m uy fácilmente llegar al triunfo sobre O tto Bauer. A pesar de esto, si para Bauer el desplazamiento de una parte del plusvalor de I I a I constituía una dificultad inexplicable en la que se veía atascado, desde el pun to de vista de la concepción expuesta en el texto, no sólo era admisible y justificable dicha dificultad, sino hasta necesaria. En la discusión desarrollada hasta aquí se ha dejado de lado la circunstancia de que en los sectores del esquema de Bauer existen d i f e r e n t e s t a s a s d e g a n a n c i a (en el sector I p v — 29.4%, en el sector II p v — 38.4%). Si se debe llegar a una tasa i g u a l de ganancia, es decir a la ganancia media, de 38%, entonces no sólo deben_ transferirse del sector II al sector I 5 833, es decir, 4 666 c y 1 167 v ' (como en Bauer), sino 6 667. ¡Y esta transferencia se da a t r a v é s d e l i n t e r c a m b i o ! C iertam ente a través de un intercam bio desigual, en el que las mercancías de los dos sectores no se intercam bian de acuerdo con sus valores, aunque tampoco de acuerdo con los p r e c i o s d e p r o d u c c i ó n . 81 Karl Marx, E l c a p i t a l , n i/7 , p. 469. 80 Karl Marx H i s t o r i a c r í t i c a , cit., n, p. 134. 80 As/, Bohm Bawerk habla de la “hipótesis que se presenta sin lugar a duda como un dato real de la experiencia, y según la cual se da una nive­ lación de la ganancia capitalista” (¡ C a p i t a l u n d K a p i t a h i n s , vol. 4, i, 1914, p. 537). Lo mismo, S. Budge: "L a experiencia enseña que las tasas de ganancia f . ..] tienden a uniform arse y que, por consiguiente, en la condición ficticia del equilibrio del mecanismo económico, de la 'estática’ de la economía e s t á n e n e q u ilib r io ” ( D e r K a p i t a l p r o f i t , Jena, 1920, p. 6).

ESTUDIOS SOBRE LA TEO RÍA DE LAS CRISIS

98

posibilidad de la transferencia de u n a parte del plusvalor desde el sector II al sector I y tam bién la posibilidad de la formación de los precios de producción. Al mismo tiem po se aferra al hecho de que el intercam bio de mercancías en cada u n a de las esferas se realiza de acuerdo con el valor de las mismas. N o es capaz de explicar a p artir de la teoría del valor trabajo la tasa m edia de ganancia; no obstante lo cual, se apega testarudam ente a la teoría del valor y abandona de hecho el fundam ento del sistema teórico de Marx. Parte del supuesto de que las mercancías se intercam bian entre las distintas esferas de la producción de acuer­ do con su valor, por lo que resulta inexplicable el dato factual de la tasa uniform e de ganancia. En lugar de olvidarse de este falso supuesto del “intercam bio de equivalentes” entre los dos sectores del esquema y de la im posibilidad de transferir el plusvalor del sector II al I, para poder explicar los hechos, Rosa Luxem burg prefiere sacrificar los hechos y sostener el falso supuesto del in ­ tercam bio “equivalente” de mercancías. En esta form a borra de un plum azo toda la teoría m arxiana de la ganancia m edia unifor­ me, a pesar de que según la misma Luxem burg, constituye uno de los más im portantes descubrim ientos de la teoría económica de M arx.

6 . EN

LU G A R

DE

C O N T IN U A R

EL

D ESA R R O LL O

DE

MARX,

R EG R ESO

A

R IC A R D O

Lo que hemos dicho anteriorm ente acerca del desenvolvimiento de la problem ática de las crisis en L uxem burg puede aplicarse al pie de la letra a todos aquellos teóricos m arxistas que se han ocupado del problem a de las crisis y de la acum ulación. A unque esto parezca raro, es u n hecho no obstante que hasta el día de hoy en toda la discusión abierta a raíz de la aparición del libro de Tugán-Baranovski en 1901, hace ya más de treinta años, sobre la posibilidad de u n desenvolvimiento sin obstáculos del proceso capitalista de producción, el verdadero problem a —verificar la problem ática de las crisis en todos los niveles del procedim iento de aproxim ación— ni siquiera fue sim plem ente planteado. Ya se trate de los neorrevisionistas, Kautsky, H ilferding y Bauer, o de Rosa Luxem burg y de sus epígonos, o finalm ente de B ujarin y de los de­ más teóricos comunistas, todos h an tratado únicam ente los puntos prelim inares del problem a, sobre la base del esquema del valor, que adm ite sólo valores, plusvalores y tasas diferentes de ganancia,

TR A N SFO R M A CIÓ N DE LOS VALORES E N PRECIOS

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en lugar de com probar su análisis y sus conclusiones en base a un esquema de precios de producción, es decir en base a un esquema que señale las categorías reguladoras de los precios de producción, de la competencia y de la tasa general de ganancia. D ejando a un lado el hecho de que nos pronunciem os por la necesidad y obligatoriedad de las crisis dentro del capitalism o o de que sostengamos —como lo hacen los neorrevisionistas— la posibilidad de un desarrollo sin crisis, es obvio que las conclusio­ nes obtenidas con un esquema del valor son precipitadas y no p ru eb an nada. ¡Por otra parte, cómo podría el análisis de u n es­ quem a que opera a nivel del valor inform arnos sobre la propor­ cionalidad o desproporcionalidad del intercam bio de mercancías dentro del capitalism o si las relaciones de proporcionalidad que a duras penas se han calculado en el esquema del valor se vienen necesariamente abajo debido a la tendencia a la nivelación de la tasa de ganapcia y a la nueva división del plusvalor que provoca dicha nivelaciónI N inguno de los autores mencionados reconoce el significado y el alcance de la transform ación de los valores en precios de producción respecto a la problem ática de las crisis, ni los tom an en cuenta para señalarlos y m ucho menos p ara estu­ diarlos.87 87

Dígase lo mismo de I. I. R ubín, que en su libro E n s a y o s s o b r e l a t e o r í a d e l v a l o r , Moscú, 1929, (en ruso) [publicado en español en el núm . 53 de Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1977], afirma: "Las teo­ rías del valor trabajo y de los precios de producción no son dos teorías para dos tipos diferentes de economía, sino la teoría de una economía, de -la econo­ mía capitalista, precisamente, c o n d o s n i v e l e s d e a b s t r a c c i ó n c i e n t í f i c a (p. 278); no estudia, sin embargo, a fondo el problem a de la transformación de los valores en precios de producción, ni las consecuencias que se derivan para la problemática de las crisis, aunque, según R ubin, los precios de producción representan al parecer un nivel de abstracción m á s c o n c r e t o que los valores. Dígase lo mismo tam bién de otros innum erables autores como K. Diehl ( Ü b e r d a s V e r h a l t n i s v o n W e r t u n d P r e i s i n ó k o n o m i s c h e n S y s t e m v o n K a rl M a rx , Jena, 1898), Tugán-Baranovski ( T e o r e t i s c h e G r u n d l a g e n d e s M a r x i s m u s , Leipzig 1905, sobre todo las páginas 174 y s s . ) , von Bortkiewicz (“W ertrechtigurig der grudlegenden theoretischen Konstruktion von Marx im III Band des ‘K apital’ ”, en C o n r a r l s J a h r b ü c h e r f ü r N a t i o n a l ó k o n o m i e (1907), y en una época más reciente H ans Zeisl, "Ein Einwand gagen die Marxsche W ertlehre”, en D e r K a m p f (1930), y Emil W alter (“ Liquidation der Arbeitswertlehre?”, i b i d . ) Todos colocan el problema del cálculo del valor y de los precios en el centro de sus intereses y lo estudian únicam ente para ver hasta qué punto la deducción m arxista de los precios de produc­ ción a p artir de los valores puede conciliarse con los fundamentos de la teoría del valor de Marx. Sin embargo, ninguno de estos autores se ha dado cuenta del significado de la transformación de los valores en precios de producción, por lo que se refiere al problem a de las crisis. m a r x is ta

100

ESTUDIOS SOBRE LA T EO R ÍA DE LAS CRISIS

Ya desde R icardo y M althus, la econom ía burguesa se dio cuen­ ta del “hecho práctico”88 de la tasa de ganancia uniform e, a u n ­ que ni los clásicos, ni la escuela posricardiana encontraron la form a de conciliar este hecho con la teoría del valor, entrando en un callejón sin salida, en la m edida en que se vieron obliga­ dos a ab and onar la teoría para aceptar los hechos o a abandonar los hechos para aceptar la teoría.89 E n m edio de esta contradic­ ción entre la teoría y los hechos, de esta im posibilidad de deducir la tasa general de ganancia a p artir de la ley del valor, se fue a pique definitivam ente la escuela posricardiana, y Marx, con toda razón, escribió en su epitafio como causa de disolución de la es­ cuela: “formación de la tasa general de ganancia [ . . . ] . N o se en ­ tendió la relación entre valor y precio de producción”.90 Le objeta, sobfe todo a R icardo que, de acuerdo a la realidad, “suponga” una tasa general de ganancia, sin que al mismo tiem po “investi­ gue hasta qué pu n to su existencia corresponde, en general, a la determ inación de los valores por m edio del tiem po de trabajo” y “ [ . . . ] pueda por consiguiente desarrollarse únicam ente m ediante una gran cantidad de concatenaciones”.01 P or esto, M arx señala la “insuficiencia científica” del m étodo de R icardo, que conduce a “resultados erróneos”, y que consiste en que R icardo “parte de la determ inación de las m agnitudes de valor de las m ercancías por m edio del tiem po de trab a jo ” y después ve si las relaciones y las categorías económicas restantes corresponden o no a los valores. La insuficiencia de este m étodo consiste, pues, en que “se salta pasos interm edios necesarios y trata de dem ostrar directam ente la concordancia de las categorías económicas”.02 M arx reconstruye estas “m ediaciones” y por m edio de su teoría sobre la form ación de la tasa general de la ganancia y sobre la transform ación de los valores en precios de producción y en pre­ cios de m ercado, respectivam ente, concilia la teoría del valor tra­ bajo con los hechos. Esto le perm ite desarrollar la teoría económi­ ca más allá del p u n to donde naufraga la escuela posricardiana. 88 Karl M arx, El capital, 111/ 6, p. 214. 88 En Marx esta “confusión de los teóricos” consistía en que “la economía de hasta el presente o bien hizo abstracción forzada de las diferencias entre plusvalor y ganancia, entre tasa de plusvalor y tasa de ganancia, para poder seguir m anteniendo la determ inación del valor como fundam ento, o bien con dicha determ inación del valor abandonó todo fundam ento y terreno de, una conducta científica para aferrarse a las diferencias ostensibles en los fenómenos” (Karl Marx, E l capital, m / 6, p. 212). 00 Karl Marx, Historia critica, cit., II, pp. 238-239. 01 Karl M arx, Historia critica, cit., i, p. 235. 02 Ibid., pp. 227-228.

TR A N SFO R M A CIÓ N DE LOS VALORES E N PRECIOS

101

Este resultado específico de la investigación teórica de M arx desaparece com pletam ente de la discusión conducida hasta el m o­ m ento sobre el problem a de la acum ulación y de las crisis: no se encuentra en Rosa Luxem burg, ni tam poco en O tto Bauer, H il­ ferding o B ujarin. En su análisis, todos se detienen en la esfera del esquema del valor, alejada de la realidad, sin preocuparse de que dicho esquema constituya una prim era aproxim ación a la rea­ lidad, y no la realidad misma. Se olvidan que el esquema sin las “mediaciones” posteriores, no constituye u n m edio adecuado para la investigación sobre el modo capitalista de producción desarro­ llado y de aquellas formas concretas en que los capitales se contra­ ponen “en su m ovim iento real”. Además, como dice Engels con toda razón en el Prefacio al segundo libro de E l capital, “las b ri­ llantes investigaciones de este libro n [ . . . ] anticipan apenas el contenido del libro III; éste desarrolla las conclusiones finales de la exposición, hecha por M arx, acerca del proceso social de rep ro ­ ducción sobre u n a base capitalista”.03 La exposición, hecha en el libro segundo de E l capital, sobre el proceso de reproducción en base al esquema del valor contiene, por eso mismo, los avances de u n a dem ostración cuyas conclusiones se encuentran en el ter­ cer libro de E l capital en la teoría de la transform ación del es­ quem a del valor en u n esquema de los precios de producción. Ú nicam eñte con esta teoría es como se cierra la cadena conceptual de M arx y term ina el procedim iento de aproxim ación, a través del cual se han recorrido todos los peldaños de la realidad con­ creta. R ealm ente es muy extraño el m odo en que se ha desenvuelto la discusión sobre M arx hasta el día de hoy. Por no tom ar en cuenta la totalidad de la argum entación de M arx en todos sus peldaños, se quedaban sólo en los “avances” extrapolados de esta concluida cadena conceptual, y la discusión quedaba bloqueada y reducida al- nivel del esquema del valor. En lugar de desarrollar la teoría de M arx— como pretenden todos en el punto (“la re la­ ción no entendida entre el valor y el precio de producción”), en el que se atascó alrededor de 1850 y en el que, tiem po más tarde, naufragó definitivam ente la escuela "posricardiana.

Karl Marx, El capital,

i i /4,

p. 23.

L A P R O D U C C IÓ N D E L O R O E N E L E S Q U E M A D E R E P R O D U C C IÓ N D E M A R X Y R O S A L U X E M B U R G *

La exposición que hace M arx de la reproducción del oro en el marco ele su esquema de reproducción en dos sectores encontró la más dura crítica en Rosa Luxem burg. A pesar de la im p o rtan ­ cia del problem a abordado en esta forma y de las graves conse­ cuencias que se derivan, para el sistema m arxiano, de la crítica de^Rosa Luxem burg, en caso de que ésta tuviera razón, el p ro ­ blem a p or ella planteado no volvió a discutirse nunca en la lite­ ra tu ra m arxista. En las páginas siguientes tratarem os de esclarecer el problem a.

1 . A C T IT U D D E RO SA L U X E M B U R G R E S P E C T O A L M E T O D O D E IN V E S T IG A C IÓ N D E M A R X

El m étodo que sigue M arx para el procedim iento de solución cons­ ta —como ya lo dem ostram os en otra p arte de m anera analítica—1 de tres elementos que constituyen u n todo inseparable: en prim er lugar, de un esquema de reproducción abstracto como instrum en­ to de análisis conceptual [gendankliche Analyse]; en segundo lu ­ gar, de supuestos sim plificadores y de hipótesis basadas en el mismo; y, finalm ente, de las correcciones adicionales que había que hacer al resultado conceptual provisional obtenido por me­ dio de los instrum entos analíticos m encionados. Estos tres elem en­ tos del procedim iento m arxiano constituyen, pues, sólo las p ar­ tes de u n a construcción instrum ental metodológica de nuestro p en ­ * “Die G oklproduktion im Reproduktionschem a von Marx und Rosa L ux­ em burg”, se publicó por vez prim era en Festchrift jü r Cari Grünberg zum 70 Geburtstag, 1932, pp. 152-184. En su ensayo, Grossmann cila el libro I de El capital de acuerdo con la tercera edición alem ana; en cuanto a la A kkum ulation y la A n tikritik de Rosa Luxemburg, se citan de acuerdo con la prim era edición alemana. Las cursivas utilizadas en las citas pertenecen al propio Grossmann. 1 Henryk Grossmann, Das A kkum ulations —u n d Zusammenbruchsgesetz des kapitalistischen System, cit., pp. vi y ss. y “Die Á nderung des ursprünglichen Aufbauplans des Marxschen K apital und ihre U rsachen”, en Archiv jü r der Geschichte des Sozialisinus, cit. [Incluido en el presente volumen.]

[1 0 2 ]

PRODUCCION DE ORO EN E L E SQ U EM A DE REPRO DUCCIÓN

103

samiento, considerada en su unidad, de tal modo que cada parte por sí sola, sin las otras dos, pierde todo su significado en lo que se refiere al conocim iento de la realidad. El esquema de reproducción de M arx por sí solo,y el flujo de producción y circu­ lación que presenta, no pretende d ar u n a im agen de la realidad capitalista concreta: el esquema no es válido directam ente para el mecanismo de producción dado em píricam ente, sino que des­ cribe únicam ente u n proceso de producción “norm al” q u e se desa­ rro lla bajo la dependencia de hipótesis sim plificadoras ficticias y que sólo significa, por tanto, u n estudio de conocim ientos pro­ visional, una prim era etapa en el procedim iento de aproxim ación al proceso de reproducción real. Rosa L uxem burg no logra captar este procedim iento de apro­ xim ación gradual que M arx ha m editado con rigor metodológico y que tiene un significado decisivo para la com prensión de todo el sistema m arxiano. Al no tom ar en cuenta esta vinculación, ella desliga el esquema de reproducción de su un ió n lógica con las otras dos partes constitutivas del proceso m arxiano de aproxima-^ ción, de modo tal que al quedar aislado el esquem a pierde su va­ lor m etodológico y conduce forzosamente a la deform ación de los resultados de la investigación de M arx. La misma Rosa L uxem ­ burg se dio cuenta de la insuficiencia de su valoración sobre el esquem a de reproducción, como lo dem uestra el sim ple hecho de que inconscientem ente cam bió varias veces su juicio sobre el es­ quem a m arxiano y dio no menos de tres interpretaciones distin­ tas que se excluyen entre sí. Su libro empieza con u n ditiram bo sobre el esquema de repro­ ducción de M arx; por el simple hecho de "plantear el problem a de la reproducción del capital social en conjunto”, la exposición del esquem a pasa a form ar parte de los “servicios imperecederos prestados por M arx a la economía política teórica”. “El problem a de la reproducción capitalista encierra u n buen núm ero de p ro ­ porciones exactas [ . . . ] cuya com binación, tanto en su contradic­ ción como en su coincidencia, constituye el verdadero problem a.”2 En la historia de la economía política, sigue diciendo Luxem burg, encontram os “dos intentos de exposición exacta del problem a: en sus comienzos el del padre de la escuela fisiocrática, Quesnay, y al final el de K arl M arx”.3 Pero la contribución histórica esen­ cial de M arx no consiste únicam ente en haber planteado el pro­ blema. “El esquem a de M arx es la solución científica del m ismo” ;4 2 Rosa Luxemburg, La acumulación del capital, cit. p. 71. 8 Ibid., p. 13. * Ibid., p. 71.

ESTUDIOS SOBRE L A T E O R ÍA D E LA S CRISIS

104

M arx dem ostró que los dos sectores de su esquema “se hallan en m utua dependencia”, por lo que “ha de haber [ . . . ] determ i­ nadas relaciones de cantidad”,6 y sobre todo, ‘“la relación entre ambos es reducida a u n a proporción exacta de valor”,6 es decir al hecho de que I (v -f- p v = I I c.1 “Los núm eros de estas fórm u­ las [de M arx] expresan m agnitudes de valor [ . . . ] que en sí mis­ mas son arbitrarias, pero cuyas proporciones son exactas’’9 ]Aún hay másl Luxem burg no se contenta con verificar que el esquema de M arx señala la solución del problem a con los supuestos m en­ cionados, es decir señala las condiciones ficticias en las cuales pue­ de darse únicam ente u n “curso norm al” de la reproducción. En lugar de tom ar el esquema de M arx por lo que es en realidad: un instrum ento conceptual de análisis de la realidad concreta, hipostatizá el esquema de reproducción y le atribuye u n a existencia objetiva. Las proporciones exactas del esquema de M arx —dice ella—, constituyen la “base general absoluta de la reproducción social”,9 y no únicam ente para la producción capitalista, “sino tam bién —m utatis m utandis— p ara todo orden económico plani­ ficado, por ejem plo, el socialista”.10 A la pregunta p la n te a d a ,. de si el esquema “tiene una existencia [1] social objetiva”,11 Luxem ­ b u rg responde afirm ativam ente: “Se ha dem ostrado la validez so­ cial objetiva del esquem a.”12 P or ahora no nos interesa este extraño resultado al q u e' llega Luxem burg: la pretensión de que el esquema aislado y alejado de la realidad refleje la realidad económica tal como aparece a nuestros ojos. De hecho, la simplificación provisional del esque­ m a de M arx llega a tal pu n to que no se toma en cuenta el capital fijo, tan im portante para el proceso económico real, y no se con­ sidera el capital comercial, el capital bancario, ni la renta de la tierra. No existe en él una tasa m edia de ganancia, pero sí tasas diferentes de ganancia en los sectores: por esto, en el esquema no aparecen precios de producción, sino valores abstractos. ¿Acaso u n esquema de este tipo es capaz de presentar en forma defini­ tiva la realidad capitalista? Lo que interesa poner de manifiesto, en prim er lugar, en el cambio realizado por Rosa Luxem burg, entre u n a función m eto­ 6 Ibid., p. 55. 0 Ibid., p. 72. ’ Ibid., 8 Ibid., » Ibid., 10 Ibid., 11 Ibid., 12 Ibid.,

p. 56. p. 55. p. 56. p. 70; cfr., tam bién p. 93. p. 49. p. 93.

PRODU CCIÓ N DE ORO E N E L ESQ U E M A DE REPRO DUC CIÓN

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dológica provisional y la realidad, es la exaltación del esquema m arxiano con las proporciones exactas señaladas por M arx. U na vez aceptada la existencia objetiva del esquema, su hipostatización debería reflejarse en el hecho de que Luxem burg le atribuye la m áxim a veracidad posible. Las cifras pueden ser ficticias y arbi­ trarias, dice Luxem burg, pero las relaciones son exactas y conser­ van su validez no sólo en una sociedad capitalista, sino tam bién en una socialista. ¡Qué otra imagen del significado del mismo esquema de rep ro ­ ducción expone Luxem burg cuando pasa a “desarrollar crítica­ m ente” a Marxl En el m encionado estudio sobre la M odificación del plan ori­ ginario de la estructura13 señalé cómo el esquema, si bien debe com prender en sí mismo las condiciones esenciales de la repro­ ducción capitalista, no puede incluir cualquier ram a de la produc­ ción, sino que debe forzosamente contener una bipartición del ap a­ rato productivo; en producción de medios de producción (I), y en producción de medios de consumo (II). Esta bipartición cons­ tituye la base y el p u n to de partida de la crítica que hace M arx a Adam Smith, a R icardo y a sus epígonos en el capítulo xix del segundo libro de El capital (Exposiciones anteriores acerca del m ism o objeto). M arx vuelve a tratar el mismo tem a en el libro tercero de E l capital, cuando dice: “Al trata r este problem a [es decir en el segundo libro; H. G.] dividíamos todo el capital en dos grandes categorías: I, producción de medios de producción; II, producción de medios de consumo individual”, y donde sos­ tiene la “justeza absoluta de esta clasificación” : [la cual] de he­ cho, no es ninguna hipótesis, sino sólo expresión de un hecho”.14 Según M arx, la reproducción del m aterial m onetario no altera para n ada la justeza de esta bipartición: porque M arx enum era claram ente la producción del oro dentro de la producción de los m etales en general, y la incluye lógicamente en el sector I de su esquema: “La producción de oro pertenece, como la produc­ ción de los metales en general, a la clase I, a la categoría que en­ globa la producción de medios de producción.”15 R ara Vez se ha expresado M arx en una forma tan precisa e in ­ equívoca de algún otro resultado de su investigación, como en este caso. Y a pesar de todo, Luxem burg se lanza contra esta “ab­ soluta justeza” de la bipartición del esquema, destacada con tanta insistencia p o r Marx. N o obstante el apoteótico principio del es18 [Incluido en el presente volumen.] 14 Karl Marx, El capital, m / 8, p. 1064. 15 Ibid., n/5, p. 573.

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quem a, ella cree hab er descubierto un error de construcción “muy grave, que la induce a “separarse de M arx” en este punto. La inclusión del dinero en el sector I del esquema está equivocado (según ella): M arx cometió el error de confundir “medios de cam­ bio con medios de producción”, lo que llevó a “errores” im per­ donables.10 De hecho no h abría que incluir el oro entre los m e­ dios de producción, ni entre los medios de consumo. Como m e­ dio de cam bio cum ple una función específica de circulación den- • tro del mecanismo de la reproducción. “De ahí que resulta inevi­ table que el esquem a [de Marx] aparezca incom pleto [•••] debie­ ra añadirse como sección tercera la producción de m edios de cambio, de los que es característico que no sirven ni p ara la pro­ ducción ni para el consum o.”17 Puede parecer extraño el tipo de objeciones de Rosa L uxem ­ burg. ¿Será cierto q u e M arx pudo confundir categorías tan ele­ m entales como medios de cambio y medios de producción? U na vez que L uxem burg se ha convencido de que M arx no com prendió esta verdad elem ental, debe sostener tam bién, obviam ente, que “colocar la producción de dinero en la sección I vulneraría todas las proporciones de valor y materiales del esquema de M arx y lo inv alid aría”.18 ' „ T o m an d o en cuenta todo esto, L uxem burg considera que sólo la separación de la producción de dinero en u n tercer sector es­ pecial y su exposición “en su enlace orgánico con las otras dos secciones [ . . . ] sum inistraría u n esquema exhaustivo [!] del pro­ ceso total capitalista en sus aspectos esenciales".19 ¿Qué cosa queda pues, del esquema de M arx, después de esta crítica desarrollada con adm irable dialéctica? ¡Ni más ni menos que u n m ontón de escombrosl Y ¿en qué consiste esa dialéctica? En u n principio, L uxem burg exalta las relaciones exactas de pro­ porcionalidad descubiertas en el esquem a de M arx, como la más grande contribución científica de la econom ía teórica, desde la época de Quesnay, y reconoce que el esquema tiene el m áxim o grado de verosim ilitud, es decir de existencia objetiva. ¡Después resultan ilusorias, no existen y ni siquiera pueden existir —sin u n tercer sector del esquema— las proporciones “exactas” ! El es­ quem a es incom pleto y engañoso, porque con la bipartición de­ ben “alterarse todas sus proporciones m ateriales y de valor” d e 1 tal m anera que p ierde “su validez” general. Rosa L uxem burg w Rosa 17 Ibid., 18 Ibid., “ Ibid.,

Luxem burg, La acumulación del capital, cit., p. 68. p. 68. p. 69. p. 68.

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derriba el esquema de su pedestal de “genial” solución científica de u n problem a, lo convierte en una bagatela científica y lo con­ sidera inadecuado para representar, en la form a que le atribuye Marx, “ los puntos esenciales” del m odo capitalista de produc­ ción. P ara salvar, pues, el esquema m arxiano, prim eram ente hay que abandonar su antigua form a y re p arar las construcciones de­ rruidas con el auxilio de un tercer sector, a fin de evitar el fra­ caso. Viendo los escombros que han quedado del esquema m arxiano nos preguntam os sorprendidos ¿en qué consiste realm ente la ge­ nial “solución científica” dada por M arx al problem a de la rep ro ­ ducción? Como dice el refrán “ ¡Qué herm osa era la yegua, lásti­ m a que ya esté m uerta!” El hecho de que Rosa Luxem burg crea q u e debe corregirlo y trate de com pletarlo con u n tercer sector, indica el apasionam iento con que la m encionada crítica rechaza los fundam entos de la es­ tru ctu ra del esquema de Marx. Esto se debe a que ella le atri­ buye, en principio, al esquem a en sí, u n significado muy im por­ tante como instrum ento para conocer directam ente los fenóme­ nos 'económicos: El esquema debe ser (para Rosa Luxem burg) un reflejo m ental directo de la realidad. En este aspecto, el esquema m uestra ciertam ente deficiencias burdas y hasta esenciales —y L uxem burg se apresta a elim inar es­ tas deficiencias con las correcciones propuestas—, aunque nuestra au tora parece no albergar duda alguna sobre la concordancia, en principio, de la fórm ula del esquema de reproducción con la realidad em pírica: las correcciones propuestas tratan precisam en­ te de adaptar en u n a form a más precisa el esquema m arxiano a la realidad empírica, de lo que había sucedido en Marx. R osa L uxem burg no se detiene ni siquiera en estos resultados de su crítica al esquema m arxiano. Su desconocim iento absoluto de la tarea científica que debe cum plir el esquem a en el desarrollo del análisis de M arx, y su idea de que el esquema, aislado de las otras dos partes constitutivas del procedim iento de aproxim ación de M arx, es y puede ser, por sí solo u n reflejo m ental directo de la realidad, debían convencerla muy pronto de que el esquema no concuerda con la experiencia, y de que entre el esquema y el curso real de la economía existe u n a am plia contradicción. Surge así la du d a de si el esquema es o no, en general, un instrum ento adecuado p ara conocer la realidad. Si en u n principio le reconocía al esquema m arxiano u n a “existencia social objetiva”, ahora se orienta a una concepción directam ente opuesta —la tercera, a esta 20 Ibid., p. 72.

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a ltu ra — del esquema: el esquema (el “esquema de papel”, como ella lo llam a, la fórm ula m atem ática vacía) se encuentra en opo­ sición y en contradicción con la vida real. De acuerdo con la fórm ula m atem ática, de acuerdo con el esquema, la reproducción avanza sin tropiezos. Pero, “¿cómo ocurre ello en la realidad?” Rosa L uxem burg satiriza los “resultados tan asom brosamente sen­ cillos” del esquema de Marx, “porque nos hemos lim itado a ha­ cer meros ejercicios m atem áticos de adición y sustracción [ . . . ] porque el papel perm ite, pacientem ente, que se le llene de ecua­ ciones m atem áticas” .21 Rosa Luxem burg no se decide aún a sacar las consecuencias de esto y a refu tar el esquema. Las tres concepciones que han sur­ gido del esquema son sim plemente yuxtapuestas en su libro: ¡prúeba desconcertante de su petulancia filosófica y metodológica! Más adelante parece ser que Rosa L uxem burg dio la razón a sus críticos, sobre todo a la crítica de O tto Bauer. El esquema de la acum ulación ilim itada de Bauer la puso en aprietos, de tal m anera que se decidió finalm ente por la tercera concepción m en­ cionada anteriorm ente. Les achacaba así a sus críticos una “pre­ dilección p or los esquemas”,22 siendo que, según ella, los. esque­ mas carecían de valor explicativo de la realidad, ya que el p ro ­ blem a económico de la acum ulación “no tiene nada que ver con las fórm ulas m atem áticas”.23 Se olvida del ditiram bo sobre el es­ quem a de M arx y de sus “relaciones exactas”. ¡Se convierte de adm iradora del esquema en su más violento adversario y le niega todo valor científico! Su conversión se1oculta en realidad tras el hecho de que Luxem burg luchaba en prim er térm ino contra los resultados armonicistas del análisis que Tugán-Baranovski, H il­ ferding, Eckstein y O tto B auer obtenían con el esquema del pro­ ceso de reproducción. A unque la form a en que propone su an ti­ crítica es una dem ostración suficiente de que en realidad no ponía en tela de ju icio únicam ente los éxitos revisionistas al exponer el esquema de sus críticos, sino que llegaba a negar la posibilidad misma de utilizar un esquem a para entender la rea­ lidad. H ab la con sarcasmo del “culto ortodoxo a las fórm ulas”2* y de los esquemas que “se extienden indefinidam ente sobre el papel”.25 21 Ibid., p. 84. * 22 Rosa Luxem burg, Una Anticrítica, en La acumulación del capital, cit., p. 368. *> Ibid. 24 Ibid., p. 384. 25 Ibid., p. 412.

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E n lugar de hacer u n a dem ostración afirm ativa de los errores de construcción del esquema de Bauer, se lim ita —y en esto consiste la única crítica q ue le hace a la estructura de las fórmulas de B auer como tales— a objetarle que le haya añadido a las letras latinas c y v “que M arx utiliza para indicar en form a abreviada el capital constante y el capital variable” algunas otras letras griegas; “cálculos tan largos y tan minuciosos sobre sus cuatro cuadros, con fórm ulas anchas y largas, prendidas entre parén­ tesis y alineadas en cuatro niveles”,20 razón por la cual sus cuadros “presentan u n aspecto más aterrador todavía que los es­ quem as de E l capital”.2t A la pregunta de si los capitalistas “en­ cuentran o no salida, mercado para su producción a m edida que ésta se va acrecentando, y dónde, [. . .] no se puede contestar, con operaciones aritméticas plagadas de cifras imaginarias sobre el pa­ pel, sino con el análisis de las leyes económico-sociales que rigen la producción”.29 Se b urla del “lindo quid pro quo”, es decir de la confusión entre los esquemas y la realidad, “la ingenua idea de que lo esencial aquí son las fórmulas m atem áticas” y no la reali­ dad económica que hay que investigar. R osa Luxem burg llega, finalm ente, a la conclusión de que, en general, “los esquemas matemáticos no pueden probar nada en m ateria de acum ulación, ya que el supuesto [ . . . ] de que parten es insostenible”.29 Así, Luxem burg construye un divorcio (interno) entre los m é­ todos científicos de representación y la realidad económica p o r representar. [La realidad se opone a la fórm ula escrita sobre el papel, siendo que esta fórm ula —el esquem a— debía ser sim ple­ m ente un instrum ento para la reproducción conceptual de la rea­ lidad!. ¡El análisis de los vínculos económicos sociales se desarro­ lla en una form a contraria a las operaciones aritm éticas del es­ quem a, aun cuando el esquem a pretende ser todavía u n in stru ­ m ento de análisis de los vínculos socialesl M ientras p o r u n lado Rosa Luxem burg se ríe del "culto orto­ doxo de las fórm ulas” y habla de los “aterradores” esquemas de Marx, por otro lado, en el campo metodológico se acerca peligro­ sam ente a R. L iefm ann y a R. W ilbrandt cuyas declaraciones so­ bre el esquema de reproducción de M arx, podrían citarse aquí como u na m era curiosidad, como un docum ento característico del nivel a que ha llegado la economía burguesa en su relación con el m arxism o. “No hay p o r qué considerar como posible —dice * Ibid., 27 Ibid., 28 Ibid., 20 Ibid.,

p. p. p. p.

385. 385. 386. 384.

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L iefm ann—, q u e ecuaciones como éstas [ . . . ] se logren discutir por páginas y páginas como si fueran u n a teoría económica y no haya habido hasta ahora nadie que se haya dado cuenta de las estupideces que contienen.”30 W ilbranclt, por su parte, descubre precisam ente en la “m ercancía de las fórm ulas” ta n apreciadas p o r M arx y EngeJs, y en “las formas externas de la exposición” características de M arx, pero que “él mismo sobreestim a”, ¡una de las causas p o r las que “se h an alejado com pletam ente del m ar­ xismo hom bres vitales y prácticos!”31 ¿Qué pensaríam os de u n físico que q u isiera. contraponer la “ m ercancía de las fórm ulas” de la física teórica “con sus cifras im aginarias” (usando la misma expresión que Rosa Luxem burg) a los nexos de la naturaleza que pretende conocer? ¿Es, tal vez, está “m ercancía de fórm ulas” la que provoca u n a aversión “en los hom bres vitales y prácticos” (usando la hermosa frase de W il­ b randt) contra la ciencia física? E n todo caso, la ciencia no pierde g ran cosa. Finalm ente, Rosa L uxem burg no se da cuenta de que con su crítica al esquem a no sólo ataca a los neoarm onicistas H ilferding, T ugán-B aranovski y O tto Bauer, sino que le quita todo valor a sus propias construcciones. Si es cierto que sólo el análisis de la realidad viva, y no un esquem a aritm ético construido con cifras im aginarias puede con­ trib u ir a aclarar la com prensión de las relaciones internas de la producción; si es cierto que los esquemas no tienen ningún va­ lor para este análisis de la realidad, entonces no im porta que los esquemas im aginarios tengan sólo dos sectores (como por ejem plo en M arx), o tengan tres sectores —como propone Rosa Luxem burg. Asimismo resulta incom prensible cómo separando la producción del oro en u n tercer sector (al lado de los dos sectores de los m e­ dios de producción y de los medios de consumo) se “puede obtener el esquem a exhaustivo de los puntos esenciales del proceso capita­ lista en su conjunto”. Rosa Luxem burg se h a m etido aquí en un laberinto de contradicciones sin salida.

2

-

¿ B IP A R T IC IÓ N O T R IP A R T IC IÓ N D E L E S Q U E M A ?

H asta ahora hemos exam inado el m étodo de investigación de Rosa 3" R. Liefmann, Beteiligungs-und Finanzierungsgesellschaften, Jena, 4? ed., p. 19. 31 R udolf W ilbrandt, Karl Marx, cit., p. 97.

1923,

PRODUCCIÓN DE ORO EN EL ESQUEMA DE REPRODUCCIÓN

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Luxem burg, su relación con el esquema de reproducción. Se trata ahora de investigar su fecundidad. P ara los fines de nuestra investigación vamos a circunscribirnos al campo de la crítica de L uxem burg a M arx y vamos a verificar el valor real de las obje­ ciones que presenta en contra de la bipartición del esquem a de Marx. ¿Será correcto sostener que la inclusión de la producción del oro en el sector I del esquema m arxiano altera todas las pro­ porciones m ateriales y de valor? Y ¿que se debe construir, por lo mismo, p ara la producción del oro, u n a tercera sección especial aparte, y que sólo en esta form a se logra tener u n esquema exhaus­ tivo de los puntos “esenciales” de la reproducción? ¿Logra dem ostrar Rosa Luxem burg sus objeciones, de las cuales se derivan conclusiones m uy serias? E lla dice: “P o r lo demás, u n a ojeada al esquem a de la reproducción m uestra a qúé errores tenía que conducir la confusión de los medios de cam bio con los medios de producción.”32 Los “peligrosos resultados” de la bipartición de M arx quedan descritos en la form a siguiente: “Los obreros de la sección Ig, con 'el dinero obtenido p o r sus salarios de los capitalistas (5v), com pran medios de consumo de la sección I I .” Com o a pesar de todo, los capitalistas II “no saben qué hacer con el Ig (5v), pues no pueden utilizarlo como capital constante, M arx hace que [ . . . ] ¡se atesorel P ero para que no se produzca [ . . . ] ningún déficit en el capital constante de I I ”, M arx halla el subterfugio de transferir el faltan te de lie a IIpv. De ahí la conclusión de M arx: “una parte del plusvalor es atesorada en dinero”.33 Rosa L uxem burg se dirige burlonam ente contra M arx y dice: El re s u lta d o es [ . . . ] b a sta n te e x tra ñ o : n o h a b ía m o s te n id o e n c u e n ta al com ienzo m ás q u e la re p ro d u c c ió n d el desgaste a n u a l d e l m a te ria l m o n e ta rio , y ap arece d e p ro n to , sin em b arg o , u n a teso ra m ie n to , esto es, u n so b ra n te de d ich o m a te ria l. E ste so b ra n te surge —n o se sabe p o r q u é — a costa de los capitalistas de la sección p ro d u c to ra de m e d io s de subsistencia, q u e h a n d e p riv arse —n o p a ra a m p lia r su p ro p ia p ro d u c­ ció n d e p lu sv alo r, sino p a ra q u e haya m ed io s de su b sisten cia b a sta n te s p a ra los tra b a ja d o re s— d e la p ro d u c c ió n d e l oro. P e ro esta v ir tu d cristia n a se les reco m p en sa b a sta n te m al a los c a p ita ­ listas de la sección 11 [ . . . ] p o rq u e a h o ra u n a p a rte del p ro d u c to d e i consiste e n d in e ro q u e no p u e d e ser u tiliz a d o com o m ed io de p ro d u c ­ ción, la sección n, a p esa r d e la ab stin e n c ia , n o p u e d e re n o v a r co m p le­ ta m e n te su c a p ita l co n stan te .

32 Rosa L uxem burg, La acumulación del capital, cit., p. 68. “ Ibid., p. 70.

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“Los capitalistas de la sección II [ . . . ] n o son capaces ni siquie­ ra de realizar [su producción] de acuerdo a la escala anterior.” Rosa Luxem burg concluye: D e esta m a n e ra re s u lta ría v u ln e ra d o el su p u e sto d e l esq u em a —la re p ro d u c c ió n sim p le— en dos direcciones: atesoram iento del p lu sv a lo r y déficit d el c a p ita l c o n sta n te . E stos re su ltad o s lo g rad o s p o r M arx p ru e ­ b a n q u e es im posible que la producción de oro sea incluida en una de las dos secciones de su esquema sin d e s tru ir n i v u ln e ra r su esencia.-'*4

¡En esto consiste, pues, la “pru eb a” revolucionaria de Rosa Luxem burg! No sin zozobra se lee este tipo de crítica a M arx, que casi lo trata como un “perro m uerto” . ¡Es realm ente triste ver cómo hasta los líderes intelectuales de la teoría socialista están acostum brados a usar un lenguaje plagado de ironías infundadas, en problem as que ellos mismos consideran im portantes! Sin em ­ bargo, la misma Rosa L uxem burg hace n o tar que la prueba ad u ­ cida respecto a los “errores” del esquema de M arx no es suficiente. H ay que encontrar alguna otra. La busca y la encuentra rá p id a ­ m ente: es sabido cómo en el m anuscrito que estudia la producción del oro falta u n a hoja, de tal m odo que no tenemos el “análisis del intercam bio del oro correspondiente a la nueva producción dentro del ám bito del capital constante del sector I [y p o r tanto la I c de la producción de oro, H. G .]” anunciada por Marx. Rosa Luxem burg trata de construir otro p u n to de apoyo p ara su p ro p ia interpretación y dice: la investigación prom etida “no h a­ bría hecho otra cosa que añadir nuevas dificultades a las ya exis­ tentes” en el esquema m arxiano.35 ‘ E n esta form a retorcida de pensar de Rosa L uxem burg hay algo de los sofismas de los escolásticos: no desea saber o conocer, sino que quiere derribar al adversario en el combate, Esto es lo que se descubre en esta dem ostración. De ahí se desprende la im por­ tancia que se le da a las circunstancias que favorecen la propia interpretación y el silencio sobre las desfavorables. De aquí se desprende tam bién la alusión no sólo a las cosas existentes sino a las inexistentes. ¡T am bién éstas deben de servir de pruebas en favor de Luxem burg y en contra de Marx! En lugar de reconstruir la página faltante en el m anuscrito de M arx sobre la base de un análisis y ofrecer asi u n a prueba de la justeza de sus tesis, ella considera que se debe d ar fe a sus afirm aciones en el sentido de a‘ Ibid., p. 70. 35

Ibid., p. 70.

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que la página faltante confirm a sus críticas. ¡Esta form a escolás­ tica de discutir pone de m anifiesto tam bién el hecho de que Rosa Luxem burg, al final de su crítica m ordaz sobre el esquema marxiano, no haga n inguna alusión a otro au to r fuera del propio M arx para reforzar su interpretación! “P or lo demás, M arx m is­ mo confirm a nuestra concepción y agota la cuestión en dos pala­ bras, al decir tan sobria como certeram ente: ‘el dinero en sí mis­ mo no es elem ento de la reproducción efectiva’.”36 Puesto que M arx mismo ha reconocido que el dinero en sí mismo no es u n elem ento de la reproducción real, con esto adm ite, según la in ter­ pretación de L uxem burg, que su esquema basado únicam ente en dos sectores es falso y que la reproducción del dinero no puede incluirse en el sector I sino que hay que ponerla en u n tercer sector especial. ¡Ve en esto la prueba de que M arx no quería decir 10 que realm ente dijo, y que constituye el título de su grandeza científica, sino lo que no dijo y hasta refutó! Con este "análisis” Rosa L uxem burg llega a la cúspide de su interpretación sofista. La conclusión a la que h a llegado se deduce, en forma escolástica, de u n a sola frase de M arx: dos palabras ingenuas de M arx valen más, según ella, que todo el análisis del proceso de reproducción del oro y de las mercancías hecho por M arx y que todas las “proporciones exactas” del esquema con su "absoluta justeza” de la bipartición. ¡A pesar de toda la dem ostración que hace M arx sobre la justeza de la bipartición, al final debe darle la razón a Rosa L uxem burg y no a sus propios argum entosl Esta forma de pensar de Luxem burg se pone de m anifiesto en o tra dirección m uy im portante. E ra de esperar que ella no se detuviera en la conclusión m eram ente negativa de su crítica a M arx. Si la inclusión de la producción del oro en el sector I del esquem a alteraba todas sus proporciones, y si al intro d u cir la pro­ ducción del oro como u n tercer sector se obtenía “p o r prim era vez u n esquema exhaustivo” del proceso capitalista, se im ponía por sí misma la conclusión de que valía la pena in ten tar la recons­ trucción de u n esquema exhaustivo semejante. \Paris vaut bien une messe! H e aquí las tres ecuaciones de Rosa L uxem burg:37 I 4 000 c -f- 1 000 v -f- 1 000 p v — 6 000 medios de produc­ ción 11 2 000 c -f- 500 v -f- 500 p v z= 3 000 medios de consumo III 20 c -j5 v + $ pv — 30 medios m onetarios M Ibid. 37 Ibid.,

p . 68.

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¿Cómo se lleva a cabo el intercam bio de mercancías en u n “ esquema exhaustivo como éste”? A esta altu ra nos topam os con algo inesperado: E n el grueso libro de Rosa Luxem burg que cuen­ ta con unas 450 páginas se ha dado cabida a largas digresiones históricas que abarcan más de la tercera parte del mismo. ]En cambio, para la principal tarea que se plantea la misma Luxem ­ burg, para la dem ostración de la com binación orgánica de la p ro ­ ducción de oro con los otros dos sectores de la producción, no h a encontrado ni espacio ni tiempo! En realidad, el libro no dice una sola palabra para explicar cómo se condicionan recíproca­ m ente y cómo se realizan las relaciones de intercambio en un es­ quem a tripartito. Con este simple hecho se dem uestra la esterili­ d ad de la crítica de Luxem burg, se pone de m anifiesto que se trata de una crítica m eram ente verbal y formalista, que no se apoya en nin g u na idea más profunda, y se com prueba que Rosa Luxem ­ burg no sólo no era capaz de conLraponer una dem ostración posi­ tiva de sus errores al esquem a de M arx, sino que ni siquiera lo intentó u na sola vez. Si Luxem burg hubiera hecho el intento, esto sólo habría dem ostrado —como tratarem os de dem ostrar en seguida— que su esquem a trip artito era falso desde sus premisas. P ara concretarnos al problem a de la producción de oro —como u n aspecto particular del problem a de la reproducción capitalista en general—, en su expresión más sim ple y más clara, debemos lim itarnos, en nuestro análisis, a la producción del oro c o n . fines m onetarios,88 ya que la producción de oro como objeto de in ter­ cam bio para usos industriales no se distingue, en realidad, dé cualquier otra producción de metales (incluida ya e n el sector I del esquema) y, por consiguiente, no presenta ningún problema. Sólo respecto de ésta Rosa Luxem burg ha planteado sus objeciones crí­ ticas contra Marx. Debemos ocuparnos, por tanto, tam bién de la p ru eb a de este punto. E n este aspecto, debemos “ad m itir” ante todo una cosa: la inclusión de la producción del oro en el sector I presenta algunas dificultades. Si representam os la producción del oro con la ex­ presión 20c 5r/ -f- 5p v — 30, incluida en el sector I del esquema m encionado anteriorm ente, al final del año, la producción del sec­ tor I (medios de producción) estará representada por 30 u n id a­ des de oro y únicam ente 5 970 unidades de medios de producción. Puesto que, con el producto anual del sector I deben sustituirse, de cualquier m anera, los medios de producción empleados en el sector I (4000 c) y en el sector I I (2000 c), se puede com probar 38 T am bién Marx pone este supuesto como base de su análisis. Cf. El ca­ pital, n /4 , p. 399.

PRODUCCIÓN DE ORO EN EL E SQ U EM A DE REPRO DUCCIÓN

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fácilmente que aparece un d é fic it de capital constante, pues el ca­ p ital constante de los dos sectores deja de sustituirse en u n equi­ valente a 30 unidades, ya que el oro no aporta ningún m edio de producción (m áquinas, instalaciones, etc.) o, como dice Marx, “el dinero en sí mismo no constituye u n elem ento de la produc­ ción real”. Pero esta dificultad no sólo fue descubierta por Rosa Luxem burg, sino que el mismo M arx ya la señalaba y daba su so lu c ió n . Pero como ésta no se encuentra en el m anuscrito, como lo com prueba Engels, la verdadera tarea de los m arxistas debía consistir en reconstruir la página clel m anuscrito que se había perdido y que se refería a este tema. ¡En cambio Rosa Luxem burg se contenta con n eg a r la posibilidad de llegar a una solución en base a los datos de M arx, y prefiere destruir esta base, destruir el esquema de reproducción bipartitol Como todos sus demás planteam ientos y soluciones de los pro­ blemas, tam bién la solución que presenta en este caso es m e r a ­ m e n te su p e rfic ia l, m ecá n ica . Y puesto q u e le quedan mercancías sin vender en el m undo capitalista, añade sim plemente por fuera del capitalism o el am biente no capitalista como com prador de dichas mercancías, y en esta form a “resuelve” el problem a. En lugar de buscar u n a solución al problem a que presenta la produc­ ción del oro dentro de la reproducción, m ediante un esquema bi­ partito, se contenta con añadir u n tercer sector para la produc­ ción del oro y de esta m anera se “deshace” del problem a. Pero, ¿en realidad estas dificultades se pueden elim inar sepa­ rando únicam ente de un modo m ecánico formal la producción del oro en un tercer sector especial? ¿El déficit m encionado de capital constante puede desaparecer cambiando la form a técnica de presentarlo? ¿Cómo? ¿De qué manera? Rosa Luxem burg no nos da ninguna pista, no dice una sola palabra al respecto. P ara el problem a m arxiano del proceso de reproducción no tiene ninguna im portancia el aspecto form al de si el esquema debe tener dos o tres sectores. Lo que interesa no es hacer clasificacio­ nes, sino llegar a conceptos claros sobre la su sta n cia d e l p r o b le m a . Si está clara la diferencia entre la función del oro como m ercan­ cía y su función como dinero (medio de circulación), se puede hacer frente al problem a ya sea con u n esquema bipartito, ya sea con uno tripartito. E n realidad, la “dificultad” es más grande de lo que cree Rosa Luxem burg; y debe resolverse en base al ca­ rá c te r d e l d in e r o c o m o m e d io de c ircu la ció n y no en base al m odo form al de presentarlo en dos o tres sectores.

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ESTUDIOS SOBRE LA T E O R ÍA DE I.AS CRISIS

E L O R O C O M O M E R C A N C ÍA Y C O M O M E D IO D E C IR C U L A C IÓ N

Antes de pasar a la presentación de la producción del oro, hay que discutir prim ero la cuestión prelim inar: ¿cuál es la cantidad proporcional de oro que se considera en el problem a de la repro­ ducción del m aterial m onetario? La respuesta se encuentra en la ley de la circulación de M arx.39 La masa de dinero necesaria para la circulación está determ inada por la velocidad de circulación del dinero, d a d a p o r la m asa de m erca n cía s y p o r los p re c io s d e las m erca n cía s que hay que realizar, menos los pagos que se com­ pensan entre sí en el saldo o que se posponen para una fecha posterior (créditos). Además, la masa de dinero debe ser sufi­ ciente para hacer frente a las oscilacio nes de la circulación que se derivan, en parte, de las fluctuaciones de la velocidad m edia de la circulación y, en parte, de las diferentes proporciones varia­ bles en que el dinero opera en las operaciones de contado o en las transacciones crediticias.40 En el esquem a de la reproducción sim ple de Marx, presentado anteriorm ente, el producto anual de los dos sectores que se comer­ cia asciende a 9 000 unidades de valor. Si se quiere com erciar de u n a sola vez (por ejem plo con el exterior) este volum en de m er­ cancías, el com prador deberá disponer de u n iap ital m onetario de 9 000. C uando la venta se realiza en diez veces, la cantidad de dinero que se necesita se reduce a 900. E n nuestro análisis, vamos a suponer que en el esquema se realizan cuatro ventas por año y que para la v e n ta de 9 000 basta una masa de dinero igual a 2 250. Debe haber además, p ara las, oscilaciones de la circulación del dinero m encionadas anterior­ mente, u na su m a adicional d e reserva. Si se supone que el m on­ to de la reserva es de I /9 de la suma total de 2 250, es decir 250 (la relación entre las cantidades se ha elegido arbitrariam ente) la suma total de dinero necesaria para la circulación asciende a 2 500. Si para sim plificar suponemos que la pérdida anual de dinero que se desgasta equivale al 1% = 25 (el coeficiente de des­ gaste real es considerablem ente inferior), la producción de oro debe s u s titu ir anualm ente sólo esta pérdida de 25o precisam ente —de acuerdo con el supuesto de la reproducción sim ple en la que to­ dos los años se debe poner en circulación la m ism a c a n tid a d d e p r o d u c to anual con la m ism a su m a de d in e ro .41 M Karl Marx, Contribución a la crítica de la economía política, cit., p. 178. 40 Karl Marx, El capital, n/4, p. 399. 11 Ibid., p p . 399, 413-414.

PRODU CCIÓ N DE ORO EN EL ESQ U E M A DE REPRO DUC CIÓN

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Desde el p u n to de vista de la producción del oro, surge la pregunta: ¿qué suma de dinero debe incluirse en el esquema de reproducción: 2 500o ó únicam ente 25o? ¿Se requiere en el es­ quem a toda la masa de medios m onetarios existente y acum ulada poco a poco a través de los siglos, o únicam ente el nuevo pro­ ducto en oro del últim o año y destinado a la sustitución del di­ nero destruido? Rosa Luxem burg habla genéricam ente de “medios m onetarios” o de “medios de cam bio” que encuentran cabida en el tercer sec­ tor del esquem a.42 Esto dem uestra que desconoce totalm ente el objetivo fundam ental y las funciones del esquema de reproducción m arxiano. Si L uxem burg le objeta a M arx que su esquema consi­ dera la producción del oro únicam ente como producción de m e­ tal (en el sector I), y no tom a en cuenta al oro con sus funciones particulares de m e d io d e c irc u la c ió n , entonces ella deberla, lógica­ m ente, incluir en el esquema no sólo el oro n u e v o producido ( = 25 o) sino toda la s u m a de d in e ro q u e fu n g e co m o m e d io d e c ircu la ció n . Por consiguiente, desde su punto de vista el esquema de reproducción debería ser el siguiente (se han om itido las frac­ ciones en el sector III): I 4 000 c -)- 1 000 v -f- 1 000 p v = 6 000 m edios de produc­ ción I I 2 000 c -|- 500 v -)500 p v = 3 000 m edios de consumo I I I 1 668 c -f- 416 v -(416 p v = 2 500 medios m onetarios Con este resultado Rosa L uxem burg queda espantada; y yendo en contra de sus propias pretensiones, incluye en el tercer sector únicam ente el oro nuevo producido. De todo esto resulta entonces: I I I 20 c 5 v -f- 5 p v — 30, con lo que el oro no tiene carác­ te r d e m e d io d e c irc u la c ió n sino carácter d e m erc a n cía , como parte del producto anual total producido e x n o v o y en busca de m er­ cado. Y tiene razón. En realidad, el esquema m arxiano se plantea como objetivo, al igual que el T a b le a u é c o n o m iq u e de Quesnay, presentar u n cuadro del p r o d u c to a n u a l y de su comercializa­ ción.43 El carácter de m ercancía en busca de mercado lo tiene sólo el oro producido e x n o v o (25o) que en este aspecto no se dife­ rencia de las demás mercancías que form an el producto an u al.44 12 Rosa Luxem burg, La acumulación “ Karl Marx, El capital, i/3, p. 729 pectivamente. “ “En lo que respecta a la obtención a p a rtir de sus fuentes de producción,

del capital, cit., p. 68. y n /4 , pp. 729 y 379-380, y 454 res­ del m aterial m onetario —oro y p lata— la misma se resuelve en u n intercam-

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ESTUDIOS SOBRE LA TEO RÍA DE LAS CRISIS

No sucede lo mismo con el dinero como m e d io d e circu la ció n . Esta suma de dinero acum ulada poco a poco a través de los si­ glos no pertenece al producto valor del últim o año de producción, no funge c o m o m erc a n cía , n o se co m ercia sino que se usa como in te r m e d ia r io , únicam ente, en el comercio de las nuevas m ercan­ cías producidas y no encuentra lugar en el esquem a,45 razón por la cual los “medios m onetarios” n o h a n sid o in c lu id o s en g e n e ra l p o r M a r x e n su e s q u e m a , ni en el sector I, ni en el sector II. Como veremos, en seguida, M arx no podía, ni le estaba perm itido, presentarlos como p a rte s c o n s titu tiv a s del esquem a.48 Los medios m onetarios se usan, pero no se consumen; así pues, tampoco se r e p ro d u c e n , sino que sólo ateso ra n . La cantidad de oro incluida en el esquema de la re p r o d u c c ió n de M arx (precisam ente dentro del sector I) es, por esta razón, únicam ente la cantidad de oro necesaria para sustituir los m edios m onetarios q u e se h a n d e s­ tru id o .

Si Rosa L uxem burg introduce ahora dentro de su esquema el oro producido ex n o v o (25o) es porque considera al oro con su carácter de m ercancía y no como m e d io d e c irc u la c ió n (2 500 o). Pero, estando así las cosas, desaparece entonces la ú n ic a ra zó n ec o ­ n ó m ic a aducida por ella para estudiar al oro por separado en un tercer sector especial del esquema. De hecho, el oro como m ercan­ cía no necesita ser separado de las demás mercancías del esquema y encuentra cabida como la producción restante de metales en el sector I.

bio directo de mercancías, en el intercam bio de oro y plata en cuanto m er­ cancía por otra mercancía, siendo en consecuencia asimismo una fase del intercam bio mercantil, al igual que la obtención de hierro o de otros m eta­ les.” (Karl Marx, El capital, m /6, p. 409; véase tam bién, el libro i i /5, p. 572.) 10 Karl Marx, El capital, n /5 , p. 583. ia Por otra parte, el dinero, au n cuando funge como medio de circulación, no puede ponerse al lado de las otras dos esferas de producción como una tercera esfera. De hecho, la circulación del dinero no constituye una esfera especial, independiente; sino que más bien es una función que se ejerce den­ tro de las dos esferas mencionadas. Los capitalistas de estas últimas, además de su capital productivo, deben tener tam bién un cierto capital monetario.

1 4 000 c - f 1 000 v — 5 000 capital productivo y 1 688 en dinero 11 2 000 c -|- 500 v — 2 5 00 capital productivo y 832 en dinero El capital m onetario existente de 2 500 no ha sido incluido por M arx en el esquema, porque los medios de circulación sirven de intermediarios en el in ­ tercambio de mercancías no sólo entre 1 y 11, sino tam bién en su interior, es decir, “ circulan en ambas esferas del proceso de reproducción” (Cf. Karl Marx, El capital, ni/7, pp. 573, 576).

PR O D U CC IÓ N DE ORO E N E L E SQ U EM A DE REPRO D U C CIÓ N

4.

IM P O S IB IL ID A D C U A N T IT A T IV A

D E D E T E R M IN A R ENTRE

LO S

CON

“ M E D IO S

E X A C T IT U D

119

LA

M O N E T A R IO S ”

R E L A C IÓ N Y

LO S

O TROS

DOS SE C T O R E S D E L E S Q U E M A D E R E P R O D U C C IÓ N

Querem os dem ostrar, ahora, que la pretensión de Rosa L uxem ­ burg, respecto a la separación de los “m edios m onetarios” en un tercer sector del esquema, se opone a los supuestos lógicos en los que se basa el esquema. El objetivo científico del esquem a con­ siste, como sabemos, en investigar las relaciones cuantitativas y cualitativas que existen entre los elem entos individuales del p r o ­ d u c to a n u a l , relaciones de m agnitud que están condicionadas por u n a reproducción que se desenvuelva sin tropiezos. Es obvio que dichas relaciones cuantitativas sólo existen entre las partes cons­ titutivas c, v y p v del p r o d u c to a n u a l d e l ú ltim o ciclo p r o d u c tiv o de los dos sectores I y II, y tam bién en el oro producido e x n o v o c o m o p a r te d e este p r o d u c to a n u a l. Dichas relaciones cuantitativas no existen, en cambio, y resultan hasta imposibles, entre los ele­ m entos del esquema, por u n a parte, y la sum a global de los m e d io s m o n e ta r io s necesaria para la circulación, por la otra. De la ley de la circulación de M arx se deduce que “la escala de pro­ ducción —incluso sobre la base capitalista— [ . . . ] en lo tocante a sus lím ites a b s o lu to s [ . . . ] no depende de la m a g n itu d d e l ca p i­ ta l d in e ra rio a d e la n ta d o ”,41 o sea, que u n aparato productivo d e u n a d e te r m in a d a escala puede ponerse en m ovim iento con una masa de dinero m á s g ra n d e o m á s p e q u e ñ a , dependiendo de la ve­ locidad de circulación m onetaria o de la organización de los cálculos de sustitución.48 Ya hemos visto cómo el producto anual de nuestro esquema con valor de 9 000, de acuerdo con las cifras anuales de comer­ cio, puede comercializarse con una masa de dinero de 9 000, de 2 500 ó de 90{). E n otras palabras: la masa de medios m onetarios necesarios p ara la circulación —aunque puede calcularse de acuer­ do con la respectiva escala de producción, con la velocidad de comercialización, etc.— n o g u a rd a , respecto a su m agnitud absolu­ ta, n in g u n a re la c ió n jija de m a g n itu d co n la m asa to ta l d e l p r o ­ d u c to a n u a l; es v a r ia b le , y precisam ente por esto, M arx no inclu­ ye los medios m onetarios dentro del esquema de reproducción q ue contiene relaciones cuantitativas exactas y, no había ninguna razón para hacerlo, si no quería echar por tierra los fu n d a m e n to s lógicos del esquema, las relaciones cuantitativas exactas. 47 Karl Marx, El capital, h /5 , p. 434. Ibid., p. 399.

120

5.

ESTUDIOS SOBRE LA T E O R ÍA DE LAS CRISIS

L A C IR C U L A C IÓ N M O N E T A R IA C O M O “ F A U X F R A IS ” D E L A P R O D U C C IÓ N D E M E R C A N C ÍA S

U n a parte del capital social total debe funcionar siem pre como c a p ita l m o n e ta r io al lado del c a p ita l p r o d u c tiv o social. Esta masa de dinero depende, naturalm ente, de la escala de la producción y de la velocidad de circulación del dinero, que a su vez está con­ dicionada por la am plitud del período de rotación y por la re­ lación del tiem po de trabajo con el propio tiem po de circulación. N o obstante, cualquiera que sea esta relación, “en toda circula­ ción solam ente una parte del valor capital en proceso que fu n ­ ciona constantem ente como c a p ita l p r o d u c tiv o , es lim itada por la parte del [• • •] valor capital que debe existir constantem ente al lado del capital productivo bajo la fo r m a m o n e ta r ia ”.*9 En nues­ tro esquema, por ejemplo, el capital social total asciende a 10 000. La parte que conserva la forma m onetaria, 2 500o reduce el ca­ p ital p r o d u c tiv o total, es decir, el creador de plusvalor, a 7 500, el sector I a 4 000 c — 1 000 v; el sector II a 2 000 c -)- 500 v. T o d o lo que liemos dicho hasta aquí respecto a la suma de di­ nero circulante total, puede aplicarse tam bién a la suma de oro producido ex n o v o cada año y que se utiliza para com pensar el deterioro del dinero: la p r o d u c c ió n d e l oro s ig n ific a u n a re d u c c ió n d e la escala d e p r o d u c c ió n d e las m erca ncía s. Si la producción de oro asciende a 25o, el capital productivo debe reducirse tam bién en esta suma, precisamente, de 7 500 a 7 475, es decir u n capital equivalente a 25 debe desviarse de la industria productiva a la producción de oro con fin e s im p r o d u c tiv o s d e c ircu la ció n . Si el volum en de la producción de oro ascendiese a 200, el de la pro­ ducción de mercancías debería reducirse de 7 500 a 7 300. O como dice M arx: "U n a parte de la fu e rza social d e tra b a jo y una parte de los m e d io s sociales d e p r o d u c c ió n , pues, h an de gastarse a n u a l­ m ente en la producción de oro y plata.”50 La utilización de una parte del capital productivo en la produc­ ción de oro se realiza, en la práctica —ya que no todos los países tienen sus propias m inas de oro—, por m edio del in te rc a m b io directo o indirecto de u n a parte del producto anual, por ejem­ plo, de productos químicos, de carbón, etc., de Alemania, por el producto de los países productores de oro. El carácter internacional de la transacción mistifica, sin embargo, su esencia que es más sencilla. P ara no com plicar las cosas y poder reducirlas a su ex­ presión más nítida, su p o n g a m o s , como lo hace M arx, que la pro" Ibid., h/4>, p. 326. I b i d . , p. 400.



PRODU CCIÓ N DE ORO E N E L E SQ U EM A DE REPRO DUC CIÓN

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ducción de oro se lleva a cabo dentro del mismo país y que d i­ cha producción constituye u n a parte de la producción social to­ tal de todos los países.51 Con u n supuesto como éste, no cam­ b ian para nada las condiciones reales de la reproducción —como lo señala explícitam ente M arx:52 esto corresponde más bien a la situación real. E n efecto, se puede afirm ar que todo país procura tener una reserva monetaria —si no en sentido técnico, por lo menos en sen­ tido económico—, m ediante la propia producción de oro. En la pfoducción de productos químicos, de carbón, etc., debe disponer además de lo que se requiere para satisfacer la dem anda interna de dichos artículos y para la exportación, de una parte adicional de medios de producción y de fuerza de trabajo con el único objeto de procurarse (o respectivam ente de com plem entar) con la producción adicional de mercancías una reserva m onetaria equi­ valente para la exportación. El supuesto de la producción de oro propia de todos los países con valor en oro nos perm ite captar inm ediatam ente la caracterís­ tica p ro p ia de esta producción. Ya hemos señalado cómo en el esquema el oro no se considera como dinero sino como u n a m er­ cancía únicam ente. A unque el oro producido ex novo como m ercan­ cía se distingue esencialm ente de las demás mercancías que for­ m an el producto anual. M ientras en cualquier otra producción de mercancías (carbón, m áquinas) el em presario capitalista —in ­ troduciendo en el mercado, al final del período de producción, el producto anual— aum enta la masa de mercancías que circula­ b an al principio del período de producción, en una m agnitud de equivalente al nuevo plusvalor producido, y retira al mismo tiem ­ po de la circulación u n a suma de dinero equivalente al valor de las m ercancías; en la producción de oro sucede todo lo contrario. T o d o el producto anual (y no sólo la parte correspondiente al plusvalor, sino tam bién las partes de c y v) se presenta en form a de oro, y al final del año se introducen todas estas partes en la circulación para re tira r de ella m ercancías por un m onto igual al producto anual de oro.58 La producción de oro, como el ateso­ ram iento, en general —aun cuando sea u n elemento necesario y esencial del mecanismo capitalista—, significa para la sociedad la pérdida de u na parte de los elementos disponibles para la pro­ ducción, u n a “q u ita al volum en de la producción social”.54 Pre­ 51 Ibid. “ Ibid., p. 412. Ibid., pp. 403, 413, 583. 51 Ibid., p. 436.

122

ESTUDIOS SOBRE L A T E O R ÍA DE LA S CRISIS

cisam ente por esto, M arx incluye al dinero entre los costos im pro­ ductivos de circulación de la sociedad, entre los “fa u x fra is de la p ro d u c c ió n d e m erc a n cía s [ . . . ] . Es una parte de la riqueza social que hay que sacrificar al proceso de circulación”.55 El dinero “su stra e al usufructo social una suma correspondiente de medios potencialm ente suplem entarios de la producción y el consumo, esto es, de la riqueza real”.56 Esto explica tam bién el esfuerzo de los capitalistas por reducir la suma de dinero necesaria para la circulación, es decir estos fo n d o s m u e r to s —si no en sentido absolu­ to, p o r lo menos respecto a la m agnitud de las transacciones— ele­ vando la capacidad de operar de la masa de dinero que se en­ cuentra realm ente en circulación.57

6. EL

O R IG E N

DE

LO S

ERRORES

D EL

ESQUEM A

DE

RO SA

LUXEM BURG:

A D IC IÓ N E N LU G A R D E SU B ST R A C C IÓ N

N adie ignora que la producción de oro r e d u c e el volum en de la producción total social,58 ni siquiera Rosa Luxem burg quien tom a de M arx este principio sin extraer la más pequeña de las conclu­ siones que se derivan de su utilización práctica en el esquema. R efiriéndonos a nuestro esquema, la utilización de 20 c -f- 5 v -f5 p v — 30o en la producción del oro debería constituir un perjuicio para el volum en de la producción social de m erca n cía s. P or consiguiente, esta producción, o bien, el esquema de M arx que la ilustra (6 000 c -j- 1 500 v -f- 1 500 p v — 9 000), debe re­ ducirse a 5 980 c - f 1 495 v 1 495 p v = 8 970 apenas se separe la producción del oro como u n tercer sector. Debe reducirse p re­ cisam ente en el equivalente a la suma de las fuerzas productivas em pleadas en la producción del oro. *Destruyéndose 25o cada año de acuerdo con el supuesto del 1% , por el uso de la masa de medios de producción existente de 2 500, la sociedad debe q u itar todos los años una parte de su capital productivo del m onto mis­ mo de la producción de mercancías para com pensar esta pérdida y em plearla en la producción de oro. E n cambio Rosa L uxem burg deja que el volum en de la produc­ ción social de mercancías, a pesar de la separación de la produc­ ción de oro, siga siendo igual al volum en original y añade a la producción de mercancías la producción del oro: 55

Ibid., p. 162.

110 Ibid., p. 421, 57 Ibid. 88 Rosa Luxem burg, La acumulación del capital, cit., p. 68.

PRODUCCIÓN DE ORO EN F.L ESQ U EM A DE REPRO DUCCIÓN

123

6 000 c + 1 500 v + 1 500 p v — 20 c -f5 v | 5 p v =.

9 000 30

6 020 c +

9 030

1 505 v + 1 505 p v =

¡Sin embargo, de tal m anera no sereduce la producción social total, sino que aum enta en u n a cantidad equivalente al m onto de la producción del oro! De acuerdo con la hipótesis de M arx según la cual la escala social de la producción está d a d a y el producto anual asciende en total a 9 000, la producción del oro —bajo el supuesto de la re p ro ­ ducción sim ple— puede realizarse en la forma que ya conocemos: S e q u ita una parte de los medios de producción y de fuerza de trabajo al resto de la producción de m ercancías (por ejem plo a las m inas de carbón) y se destina a la producción de oro. Las relaciones de proporcionalidad del esquem a no se alteran ni pue­ den a lterarse, ya que el volum en total de las fuerzas productivas sociales sigue siendo e l m is m o y lo único que cambia es su dis­ tribución en cada una de las ramas de la producción: se produce menos carbón, pero en su lugar se produce oro. En cambio en el esquema de Rosa Luxem burg se realiza u n a u m e n to de las fu e rza s p r o d u c tiv a s sociales d e n tro d e la r e p r o ­ d u c c ió n sim p le . ¡Este aum ento constituye u n m isterio insondable, u n nacim iento ex n ih ilo , los medios de producción y la fuerza

de trabajo de la producción del oro caen obviam ente del cielo! R esulta claro que las proporciones exactas se ven alteradas por la introducción de una tercera serie. Los “inconvenientes” del es­ quem a de la reproducción no se deben a la división en dos sec­ tores criticada por Luxem burg: sino que el procedim iento utilizado por ella, y que acabamos de describir, o sea la utilización de la adición donde debía utilizarse la sustracción, es la única fuente de todos sus errores y de todas sus contradicciones en el estudio de la producción del oro.

7.

L A P R O D U C C IÓ N D E L O R O Y L A T R A N S IC IÓ N A L SO C IA L IS M O

Rosa L uxem burg da tam bién otra ‘im portante razón” para jus­ tificar la separación de la producción del oro en u n tercer sector especial. Veamos rápidam ente cómo la producción de oro con fines de circulación tiene u n carácter de f a u x fra is que surge sólo debido a la anarq uía de la economía capitalista y por lo mismo

12 4

ESTUDIOS SOBRE LA TEORÍA DE LAS CRTSIS

“ halla una expresión más exacta considerada como sección in ­ dependiente”.69 En cambio, al pasar a la economía planificada socialista, desaparece la producción de oro con fines m onetarios. El esquema de la reproducción simple de M arx conserva entonces su valor au n para la economía socialista, ya que en la nueva for­ m ulación únicam ente desaparece el tercer sector del esquema. E n esta evolución de ideas encontram os otro ejem plo convincen­ te de las “soluciones” mecánicas de Rosa Luxem burg, del que ya hicimos m ención anteriorm ente. El esquema de la reproducción capitalista requiere tres sectores, en el tercero de los cuales (la producción del oro) se logra expresar la especificidad capitalista de la reproducción. Es obvio que después de la transición al so­ cialismo, será suficiente con decretar la supresión de la producción del oro para hacer que el antiguo esquema con dos sectores se pueda utilizar tam bién en el nuevo régim en económico socialista. ¡La “razón im portante” para añadir el sector separado de la p ro ­ ducción del oro consiste pues en [ .. .] la com odidad de no tener que construir ningún nuevo esquema para la reproducción socia­ lista! ¿Pueden tom arse en serio tales razones mecánico-formales de exposición? Evidentem ente Rosa Luxem burg no logra descubrir la realidad concreta que se esconde detrás de la expresión “su­ presión de la producción dpi oro”, desde el m om ento que tam ­ poco esta expresión produce ningún efecto evidente, según ella, en el m undo de los fenómenos reales. En realidad, con la supresión de la producción del oro deberían quedar libres medios de produc­ ción y fuerza de trabajo y encontrar otra utilización. Si la transi­ ción de la ficción de la economía sin dinero a la producción del oro significaba una reducción de la escala de la producción de mercancías de 7 500 a 7 475, la supresión de la producción de oro debía tener, p o r el contrario, como consecuencia la am plia­ ción de la producción de bienes, en dos sentidos: 1] porque li­ bera fuerzas productivas ligadas a>.la producción del oro que ahora se utilizan en la producción de b ien es00 cuyo volum en ten­ drá que aum entar de 7 475 a 7 500; 2] porque al sacar al mismo tiem po de la circulación el capital de 2 500 o acum ulado a través de largos períodos sucesivos —puesto que ya no serían necesarios como m oneda m undial para los cálculos internacionales—, este capital pierde toda su función,61 y al transform arlo en factores de producción m ediante el intercam bio con otros países capitalis“ Ibid., p . 7 1 . “ Karl Marx, E l capital, n /4 , p. 432. “ Ibid., p p . 382, 4 3 1 .

PRODUCCIÓN D E ORO EN E L E SQ U EM A DE REPRO DUCCIÓN

125

tas podría aum entarse la escala de la producción de bienes de 7 500 a 10 000. Pues, m ientras en la realidad la supresión de la circu­ lación m onetaria d e b e ría lle v a r con sig o la am pliación y la reo r­ g a n iza c ió n p la n ific a d a de to d a la p r o d u c c ió n d e m erca n cía s, p ara Rosa Luxem burg, en ambos casos: tanto en el paso a la produc­ ción de oro como a la supresión de la misma, en el socialismo, el volum en de la producción de mercancías sigue siempre s in c a m ­ biar.

8 . A C U M U L A C IÓ N

M O N E T A R IA

A

P E SA R D E L A

R E P R O D U C C IÓ N

S IM P L E

Suena casi paradojal la afirm ación de M arx en el sentido de q ue —au n q u e hemos supuesto únicam ente ¿a existencia de la re­ producción simple, tanto en la producción de m erc a n cía s como en la producción del o ro, y aunque supusimos que el v o lu m e n d e la p r o d u c c ió n d e l oro perm anecería sin c a m b ia r de u n año a otro— sin embargo, se da una gradual a c u m u la c ió n d e oro. Este resultado del análisis de M arx es precisam ente el que critica Luxem ­ burg. Y sin em bargo aquí nos proponemos no sólo dem ostrar que dicha acum ulación está incluida en el esquema, sitio tam bién que en base a los supuestos debe incluirse forzosamente en él. La pérdida de dinero de los dos sectores de la producción de mercancías asciende en total a 25o, esto es, en el sector I a 16 2/3, y en el sector II a 8 1/3. Según el supuesto que sirve de base al esquema de M arx de que las mercancías se com pran o se ven­ den d e a c u e rd o co n su s va lo res, los capitalistas de la producción de mercancías, para poder ad q u irir la suma de dinero 25o que les hace falta, deben d ar u n m o n to e q u iv a le n te de medios de p ro ­ ducción a los empresarios de la producción del oro. Este capital, colocado en la producción de oro como 20 c -J- 5 v produce anualm ente —incluyendo el plusvalor de la producción de oro— 30o, de tal m anera que además de com pensar la des­ trucción de dinero por 25o se tiene en realidad una acum ula­ ción de oro de 5o. Esto, a pesar de la hipótesis (¿e la reproduc­ ción sim ple y a pesar de la hipótesis de que el plusvalor se con­ sume. Esta conclusión, por más “extraña” que le parezca a Luxem ­ burg no tiene nada de sorprendente. Rosa Luxem burg olvida evidentem ente que el plusvalor de la producción de oro, conside­ rado socialm ente, n o es consumible, contra todos los supuestos de la reproducción simple y, por consiguiente, debe atesorarse for­ zosamente. Los productores de oro ciertam ente pueden “consu­

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ESTUDIOS SOBRE LA T EO R ÍA DE LAS CRISIS

m ir” su plusvalor. Y ya que esto no puede hacerse in n a tu r a , deben com prar, p ara hacerlo, medios de subsistencia del sector II. Mas con esto aum enta la reserva m onetaria social de los productores de mercancías de 2 500 a 2 505. Rosa Luxem burg creyó que te­ n ía el deber de objetarle a M arx el no haberse sujetado al supuesto d e la reproducción simple, y olvida que en esto se m anifiesta precisam ente lo genial de la contribución de M arx. Con una agu­ deza excepcional, él reconoce que este supuesto n o p u e d e soste­ nerse h istó ric a m e n te . A un cuando, refiriéndonos al período de la antigüedad y de la Edad M edia debamos hablar, con una ap ro ­ xim ación científica aceptable —debido a la falta de u n gran ca­ pital fijo y al re la tiv o e s ta n c a m ie n to d e la té cn ic a por largos períodos de tiem po—, de una reproducción simple, en cuanto a la producción de oro, no obstante, se ha tenido que ir form ando poco a poco, a través de los siglos, una a c u m u la c ió n de oro que constituye uno de los s u p u e sto s del m odo capitalista de produc­ ción: Se revela a q u í [ . . . ] cóm o incluso en el caso de la rep ro d u cció n sim ­ p le, d o n d e está in c lu id a la acu m u lació n e n el sen tid o estricto d el té r­ m in o , es decir, la re p ro d u c c ió n en escala am p lia d a , se incluye n ecesaria­ m en te, p o r el c o n tra rio , el acopio de d in e ro o ateso ram ie n to . Y com o esto se re p ite a ñ o a año, se e x p lica con ello el su p u esto del q u e se p a rte al e x a m in a r la p ro d u c ció n c a p ita lista : q u e en el m o m en to de iniciarse la rep ro d u c c ió n , u n a m asa de m ed io s d in e ra rio s p ro p o rc io ­ n al al in te rc a m b io d e m ercan cías d e b e e n co n trarse en las m an o s de las clases de c a p ita lista s I y II. T a l acu m u lació n se v erific a p o r el desgaste del d in e ro c ircu la n te .62

9.

L A V IN C U L A C IÓ N O R G Á N IC A D E L A P R O D U C C IÓ N

D EL O RO

CON

LO S

DOS SE C T O R E S D E L A P R O D U C C IÓ N DE LA S M E R C A N C ÍA S

Si han quedado claras las categorías y los vínculos económicos ex­ puestos anteriorm ente, la demostración de las relaciones entre la producción del oro y la producción de las m ercancías no presen­ ta ninguna dificultad. Además, es com pletam ente indiferente que separemos form alm ente la producción del oro en un tercer sector, de la producción de las mercancías o no; esto se convierte en una cuestión de p re se n ta c ió n técn ica . Lo im portante es que se den las condiciones reales a las que se refiere esta separación, es 02Ibid., p. 476.

127

PRODUCCIÓN DE ORO E N E L E SQ U E M A DE REPRO DUCCIÓN

decir las modificaciones que sufre el volum en de la producción de las mercancías en I y II, por el hecho de la producción del oro. P or razones de claridad, vamos a estudiar prim eram ente la producción del oro por separado. Si se conocen los vínculos entre ésta y la producción de las mercancías, entonces no se alteran para nada los resultados de nuestro análisis cuando la producción del oro se representa de inm ediato como p arte constitutiva del sec­ tor I del esquema. L a situación de la que partim os para nuestra exposición está form ada por el esquema, que ya conocemos, en el m om ento en que al llevarse a cabo el comercio de las mercancías, el capital m one­ tario original de 2 500 se reduce por el desgaste a 2 475. Esta p é r­ dida se divide en proporción a la m agnitud del capital de los dos sectores y asciende a 16 2/3 para el I, y a 8 1/3 para II. Con esto tenemos: I 4000c -jII 2000c +

1000f - f 1000/w = 6000 (en m ercancías) y 1G50 (en d in e ro ) 500f - f 500p v = 3000 (en m ercancías) y 825 (en d in e ro )

2475

Ya que, de acuerdo con los supuestos, la suipna de dinero de 2 475 es insuficiente p ara la circulación, los productores de m er­ cancías se ven obligados a sustituir los 25o fa lta n te s con pro­ ducción de oro. E n los dos sectores de la producción de m ercan­ cías se llevan a cabo, pues, desem b o lso s d e d in e r o a los productores de oro, exactam ente, la sección I da 16 2/3o , la sección II, 8 1/3o, de tal m anera que el capital m onetario de los p ro ­ ductores de m ercancías se reduce tem poralm ente en otros 25o a 2 450. Ya que los productores de oro com pran con estos 25o medios de producción y de subsistencia a los productores de mercancías, con el fin de p ro du cir oro, estos 25o regresan inm ediatam ente a aquellos, con lo que su reserva sube nuevam ente a 2 475. El regreso de estos 25o a los productores de mercancías se realiza sin em bargo e n u n a p ro p o r c ió n d is tin ta al desembolso anterior. Porque, en realidad, en la producción del oro —de acuerdo con la hipótesis— la com posición del capital presenta la misma re la ­ ción m edia de c y v del sector I (en nuestro ejem plo 4:1), los productores de oro deben em plear, de los 25o que tienen, 5 v para ad q u irir medios de producción de los productores de subsistencia del sector II. Estos productores de mercancías pueden satisfacer la dem anda de medios de producción y de subsistencia que hacen los productores de oro, ú n ic a m e n te co n su p lu sv a lo r , si no quieren

128

ESTUDIOS SOBRE LA T E O R ÍA D E LAS CRISIS

perju d icar el volum en de la propia producción. C on esto dism i­ nuye su plusvalor, debido a la com pra de los productores de oro, en el sector I a 980 p v , y en el sector I I a 945 p v . A través de estas ventas el sector I obtiene la devolución e n dinero de 20o, m ientras originalm ente había anticipado a los productores de oro únicam ente 16 2/3. O btiene pues, 3 1/3 de dinero más. Lo con­ trario sucede en el sector II; éste anticipó originalm ente p ara la producción de oro 8 1/3, y obtiene en restitución sólo 5o es decir 3 1/3 m e n o s. De esta situación se desprende que los capitalistas del sector I que han atesorado en dinero 3 1/3 además de su plusvalor, de­ ben —ya que la prem isa es de re p ro d u c c ió n s im p le — consum irlo y-para esto com pran medios de subsistencia al sector II, con lo que los 3 1/3 adicionales del sector I regresan a los capitales del II. Éstos cubren con esto su faltante de 3 1/3 de dinero y al mismo tiem po les proporcionan a los capitalistas de I, con su propio plusvalor, m edios de subsistencia en forma de mercancías p o r la. m is­ m a cantidad; con lo cual su plusvalor asciende a 491 2/3. A través de los movimientos realizados, que deben p re p a ra r la producción del oro, el esquem a ha sufrido los siguientes cambios: A.

Producción de mercancías.

I 4000c -f- 1000v -|- 980 p v (medios de producción -j- 3 1/3 p v (me­ dios de subsistencia) -|- 1650 (dinero). II 2000c - |- 500t/ -|- 491 2 /3 p v (dinero). B.

(medios de subsistencia)

-|- 825

Producción de oro. 20c -|- 5v (en forma de mercancías).

El esquema nos indica que los capitalistas de la producción de mercancías están preocupados por com pensar la pérdida de oro y para esto los dos sectores I y II han entregado a los productores de oro medios de producción y dé subsistencia en cantidades pro­ porcionales a la m agnitud de su capital. E] conjunto indica que a través de estos datos se a lte ra n las rela cio n es d e p r o p o r c io n a li­ d a d d e l e s q u e m a d e p r o d u c c ió n d e m erca n cía s. En efecto, ahora ya no puede existir u n intercam bio total entre I (v -f- p v ) = 1 980 y c — 2 000. ¿No se confirm a acaso la justeza de la objeción de Rosa Luxem burg? Rosa L uxem burg descubre, en la com probación del déficit de

PRO D U CC IÓ N DE ORO EN E L E SQ U E M A D E REPRO DUC CIÓN

129

capital c o n s ta n te dentro de la producción de las mercancías, una contradicción de la hipótesis de la reproducción sim ple de M arx; y dem uestra q ue para ella el concepto de reproducción simple se ha convertido efectivamente en una “m ercancía de fórm ulas” sin contenido. ¡En realidad, ningún supuesto de la reproducción sim ­ ple puede hacer que desaparezca el d é fic it del capital constante en la producción de mercancías, si se supone al mismo tiem po que este c a p ita l c o n s ta n te es e n tre g a d o a los p r o d u c to r e s d e oro! U no no puede ser igual a dos. El d é fic it de capital constante en la producción de m erc a n cía s es una consecuencia obvia y necesaria de su desplazam iento a la producción de oro. Lo que interesa aquí y lo que im porta para com prender la reproducción, son las c o n sec u en cia s de este d é fic it. La reducción en el sector I de (v -f- p v ) = 2 000 a 1 980 —precisam ente porque se m antiene y para que se m antenga la hipótesis de la reproduc­ ción sim ple— debe necesariam ente llevar tras de sí una reducción correspondiente tam bién en II c, exactam ente igual, de 2 000 c a 1 980 c, ya que de otro m odo no podría darse el intercam bio completo. P or consiguiente, deben hacerse las reducciones ade­ cuadas en los 500 v del sector II para convertirlas en 495 v. El volu­ m en de la reproducción en el sector debe reducirse con esto en 25; en otras palabras, los medios de subsistencia equivalentes a 25 unidades deben ser consumidas por los capitalistas II, ya que no existen otros compradores. ¡Obvio! La única consecuencia directa de la introducción de la producción de oro —cosa que es posible sólo retiran d o el capital constante de I— consistiría en u n con­ sumo de medios de subsistencia m ayor en II. De acuerdo con lo expuesto en el párrafo quinto, la única consecuencia p e r m a n e n te p ara el fu tu ro debería ser, al mismo tiem po, u n a r e d u c c ió n del volum en de la producción en II de 2 000 c -f- 500 v a I 980 c -f495 v. Después de verificarse los casos de adaptación citados, durante el período de reorganización, el proceso de producción puede se­ g u ir sin obstáculos. Tenem os: A.

P ro d u cció n d e m ercancías. I 4 000 c + I I 1 980 c - f

1 000 v - f 1 000 p v = 495 v -j495 p v =

6 000 - f 1 650 (en d in ero ) 2 970 -j825 (en d in e ro ) 8

970 2475 (en d in ero )

ESTUDIOS SOISR.I; I,A T EO R ÍA DF. LAS CRISIS

130

B.

P ro d u cció n de o ro.

20 c -{-

5 » -f

5 /w =

30 -|9 000

30 2 505 (en d in ero )

T a n to antes como después, el volum en global de la producción asciende a 9 000. No se altera el supuesto de la reproducción sim ­ ple, y sin embargo a c o n tin u a c ió n de la introducción de la pro­ ducción de oro, el volum en de la producción de mercancías se re d u c e a 8 970. Veamos, además, cómo la producción de oro sólo a p a r e n te m e n ­ te se realiza a costa de los solos capitalistas del sector II. La re ­ ducción del volum en de producción en II era sim plem ente u n efecto del paso a la producción de oro. Sin embargo, a la larga la compensación del desgaste de los medios m onetarios no se rea­ liza a costa únicam ente de u n o de los dos sectores, como cree Rosa Luxem burg; más bien, los capitalistas de los dos sectores del es­ quem a, al realizar los desembolsos para com pensar el desgaste del dinero, participan a la par, en proporción directa a la m agni­ tu d de su capital. Los capitalistas del sector I ceden, de su plusvalor de 1 000 p v , 20 p v de medios de producción cada año, y los capitalistas del sector II, de sus 495 p v , 10 p v de medios de subsistencia al año, p ara la producción de oro, sin que por esto deban alterarse las “proporciones m ateriales o de valor”, es decir el e q u ilib r io . Finalm ente, el a te so ra m ie n to d e los m e d io s m o n e ­ ta rio s aparece como una consecuencia necesaria de la producción de oro, aun en condiciones de reproducción simple. Los capita­ listas I, a cambio del desgaste efectivo de dinero de 16 2 /3 , han recibido 20o, es decir, 20/6 más de dinero. Los capitalistas II, en lugar de su consumo de 8 l/3 o han recibido en restitución 10o, es decir, 10/6 más de dinero; por lo cual la reserva social total de dinero aum enta de 2 475 a 2 505.63 03 Los resultados de nuestra investigación 110 se alteran si —después de haber presentado, prim ero, la producción de oro por separado— la presenta­ mos ahora como una parte constitutiva del sector I. Obtenemos entonces el siguiente esquema:

I 4020c -|- 1005^ -}II 1980c + 495v -)-

1005pv = 6030 reserva 495pv —2970 reserva

m onetaria 1 650o m onetaria 825o

6000c -j- 1500w -f-

1500pv = 9000 reserva

m onetaria 2 475o

En prim er lugar es im portante establecer que no todo el producto anual de 6 030 del sector 1 consiste en medios de producción; estos últim os son

PRODU CCIÓ N DE ORO EN E L ESQ U E M A DE REPRO DUCCIÓN

131

El resultado de nuestro análisis confirm a así que la exposición de la reproducción del m aterial m onetario, como es ofrecida por únicam ente 6 000: el resto, 30, son de oro, y p or lo tanto no sirven para sustituir a c, ni en el sector I, ni en el sector ii. Debemos pues descomponer el sector i en dos subsectores y separar la producción de oro de la produc­ ción propiam ente dicha de mercancías, obteniendo entonces la siguiente dicha figura del esquema: i f 20 c -f5 v -fE pv — 30 (en forma de oro) 1 6000c -|- 1500i/ -)- 1500 p v — 9000 reserva m onetaria 2 475o ii

1 980 c -f-

495 v -f-

495 fm — 2 970 (medios de subsistencia)

Hay que explicar ahora brevem ente los movimientos de las mercancías de este esquema. Los ii» = 495 consumen ellos mismos sus medios de subsistencia. Los iic = 1 980 (medios de subsistencia) deben cambiarse por i (v -(- pv) medios de producción, es decir, por iv = 1000 que consiste en medios de producción (los otros iv — 5 son de oro) y ip v = 980, que tam bién tienen la forma de medios de producción. De ip v queda p o r tanto un sobrante de 20 p v (medios de producción y 5 pv oro). De hecho, de acuerdo con la hipótesis, ív — 5 (oro) y ¡pv — 5 (oro) deben consum irse , por lo que antes h abrá que cambiarlos por medios de subsistencia, que deben tomarse de upv — 495, ya que no existen ni en lie, ni en ni> cantidades librem ente dis­ ponibles. Por lo tanto, el plusvalor que deben consumir los capitalistas II se reduce a 485 y queda por consiguiente en sus manos como contrapartida 10p v en forma de oro. De ahí se deduce que los 15 v + 5 p v de la producción de oro no se cam bian p o r i i c, como sucede norm alm ente en el esquema de la producción de mercancías: vemos, en cambio, que los medios de subsis­ tencia para los trabajadores y los capitalistas de la producción de oro deben tomarse d e l plusvalor d el sector i i de la producción de mercancías. Pero, ¿cómo se lleva a cabo la sustitución de i c — 4 020? De acuerdo con el esquema de la reproducción simple, el valor de los i c consumidos se transfiere al producto anual, y los ic consumidos pueden reponerse nor­ m alm ente in natura con el producto a nual del propio sector. En nuestro es­ quem a, sin embargo, puesto que considera tam bién la producción de oro, los i c = 4 020 no pueden sustituirse completam ente con la parte c del producto anual, porque —como sabemos —sólo los i 4i000 c tienen la forma de medios de producción quedando i 20 c que teniendo la fo rm a de oro , no tienen la posibilidad de transferir los 20 c medios de producción destinados a la p ro­ ducción de oro. Así pues, los capitalistas de i c de la producción de oro le compran, con sus 20 c de oro, los medios de producción que necesitan a i p v de la producción de mercancías, en cuyas manos queda un rem anente inven­ dible de su plusvalor: 20 p v . Por lo tanto, el capital constante del sector i, tanto en la producción de mercancías como en la producción de oro, se trans­ fiere completamente, pero al mismo tiempo queda en manos de los capita­ listas i (producción de mercancías) 20pv en forma de oro como pago por los medios de producción proporcionados a los productores de oro. T am bién aquí aparece una diferencia con respecto al esquema norm al de la producción de mercancías, relativa a la renovación de los ic de la producción de oro. Los ic de la producción de oro no son tomados de la parte de c oue les co-

13 2

e s t u d io s

so bre

la

t e o r ía

de

las

c r is is

M arx en el libro segundo de E l capital,** es absolutam ente co­ rrecta. La crítica que le ha dirigido Rosa L uxem burg se dem uestra, por consiguente, totalm ente equivocada.

rresponde del producto anual del propio sector, sino del plusvalor del sector i de la producción de mercancías. Como resultado del movimiento de las mercancías queda: en manos de los capitalistas I (medios de producción) un plusvalor en forma de oro = 20, en manos de los capitalistas n (medios de subsistencia) un plusvalor en for­ ma de oro = 10, por lo cual la masa de oro hasta aquí existente 2 475o se eleva a 2 505o. Finalm ente hemos reconstruido aquí la. exposición —a n u n ­ ciada por Marx pero faltante en su m anuscrito—de los movimientos particu­ lares en la sustitución tanto del capital constante de la producción del oro (ic), como también de su p arte i (v -f- pv) y de esta m anera hemos cum pli­ do con nuestro propósito. 01 Karl M arx, El capital, n /5 , p. 572.

U N A NUEVA T E O R ÍA SOBRE EL IM PER IA LISM O Y LA R EV O LU C IÓ N SOCIAL *

IN T R O D U C C IÓ N

L a e stru ctu ra e x te r n a del libro de Sternberg, 1 objeto del p re­ sente estudio, com prende u n a parte teórica y una parte h istó rico d e s c rip tiv a en la que se exponen algunos hechos empíricos del

desarrollo del capitalism o en el im perio inglés y en la India, así como tam bién, en Alem ania, en Francia y en los Estados Unidos de América. La estructura in te r n a está concebida de tal m anera que a p artir de las características económicas básicas del capita­ lismo en su fase im perialista (sobrepoblación, salario, crisis) y debido a la im posibilidad de la realización del plusvalor por la falta de un m ercado no capitalista, se produzca forzosamente un ejército de reserva y una depresión de los salarios; e inm ediata­ m ente después, la guerra im perialista y —para evitarla— la revo­ lución socialista. Sternberg cree que está utilizando la concepción m aterialista de la historia, a la que dedica un capítulo aparte, y que en este libro que “pretende ser un libro m arxista” com prueba las ideas fu n d a m e n ta le s d e M a r x , sobre todo la idea “de la construcción del socialismo, no a p a rtir de la m ente, sino a través de las fuerzas que en el capitalism o mismo están destinadas a originarlo” (p. 7). Así el au to r asegura m odestam ente que su libro es “u n a c o n ti­ n u a c ió n de E l c a p ita l de M arx” (p. 8). Pero de repente cambia de opinión. N o pretende ser un sim­ ple continuador. Im pulsado por la situación histórica se ve obli­ gado a convertirse en un innovador. En efecto, del sistema de M arx no queda nada digno de continuarse; M arx concibió su libro, más bien, bajo u n supuesto —de que no existía u n mercado no capitalista— “q u e le d eb ía im p e d ir llegar a l c o n o c im ie n to de las re la c io n e s esenciales ” (p. 22). Sin embargo, se da cuenta Stern* “Eine neue T heorie iiber den Im perialismus und die soziale R cvolution” en Archiv fü r die Geschichle des Sozialismus und der Arbeiterbewegung, año xin, 1928, pp. 141-142. 1 Fritz Sternberg, Der Imperalismus, Berlín, Malik Verlag, 1926. [Las re­ ferencias a las páginas citadas de la obra de Sternberg se han puesto entre paréntesis a lo largo del texto.] [1 3 3 ]

134

ESTUDIOS SOBRE I.A T E O R ÍA DE LAS CRISIS

berg de que ‘‘desde el principio de la producción capitalista la es­ fera no capitalista ha desem peñado u n papel decisivo” (p. 22). Así se com prende cómo M arx presentó y se vio obligado a presen­ tar una imagen absolutam ente falsa del capitalism o y cómo, por eso mismo, todo su sistema está equivocado, está afectado por el problem a del área no capitalista. Dígase lo mismo de cada una de las piedras de su construcción, como la acum ulación del capi­ tal, la crisis del capitalism o, el ejército industrial de reserva, el salario, el m ovim iento obrero y, sobre todo, la revolución (p. 9). Los mismos problem as estudiados por M arx “se ven m odificados drásticam ente” (p. 8). Estas com probaciones de Sternberg m uestran de por sí el pési­ mo uso que hace del nom bre de Marx, cuyas enseñanzas son total­ m ente m al interpretadas y com batidas. “R enuncio —dice Sternberg— a estar de acuerdo con el M arx histórico” (p. 9). Y au n q u e n in ­ guna de las ideas fundam entales de M arx ha quedado a salvo, el M arx “vivo” debería estar, sin embargo, de parte de Sternberg. Pero el sentido real del libro, su verdadero centro de gravedad es com pletám ente distinto de lo que Sternberg quiere hacernos creer. Lo que le interesa es re u n ir “la política exterior, la socio­ logía y la economía [ . . . ] en u n solo sistem a” (p. 246); esto sig­ nifica que, en el cam po de la concentración m aterialista de la his­ toria, los cambios de la política exterior pueden explicarse con los cambios de la economía. En cambio Sternberg no hace ningún razonam iento de este tipo. Su libro es ante todo un escrito de tendencia política que coloca en el prim er plano la necesidad de la revolución, pero no como resultado final y obligado del pro­ ceso histórico dirigido por la lucha de clases, sino como postu­ lado ético, como único m edio para salvar a la hum anidad de la caída en la carencia de historia. El “fundam ento” económico no consiste en la relación intrínseca con la tesis política de la revo­ lución, sino que se añade al final, por razones decorativas para d arle una apariencia científica: todo el conjunto de expresiones sobre la im portancia “de los espacios sociológicos de la concep­ ción m aterialista de la historia” no logra disim ularlo. P or lo demás, Sternberg se caracteriza por estar com pletam ente bajo el influjo de la crítica revisionista del sistema de M arx y —aunque con el retraso de toda una época histórica— por unirse directam ente al desenvolvim iento de las ideas y a la crítica del revisionismo. Sobre todo en u n capítulo, titulado La autosuperación del re­ visionismo, ataca la teoría del desarrollo pacífico al socialismo. A unque todo esto no debe inducirnos a engaño sobre sus estrechas

UN A NUEVA T E O R ÍA SOBRE EL IM P E R IA L IS M O

13 5

relaciones con el revisionismo, ya q u e no se sale de su horizonte y sigue sus huellas. En ninguna parte se encuentra u n p u n to de vista independiente; por doquiera se encuentran críticas ya co­ nocidas hasta la saciedad desde hace treinta años sobre resultados aislados y teorías de M arx: ya sea q u e se trate de la afirm ación sobre la atenuación de las crisis en el capitalism o o de la creciente descentralización de la propiedad en contraste con la creciente concentración de la fábrica, del atenuarse de la lucha de clase, del m ejoram iento de la posición de la clase trabajadora, del cre­ ciente núm ero de m agnates del capital, del crecim iento del ele­ m ento pequeñoburgués o de las empresas campesinas. E n todos estos problem as Sternberg hace alusión a B ernstein y em ite ex post su juicio sobre el revisionismo. “ [Bernstein] tiene razón, en general, en muchas de sus comprobaciones empíricas, negadas por los marxistas ortodoxos” (p. 246). “ Reconozco to­ dos estos datos reales, sin ambajes, y considero que no es correcto ponerlos de acuerdo con las declaraciones que ha hecho el M arx ‘histórico’ ” (p. 255). C laro está que Sternberg reconoce algo más que los simples “datos reales”. Según él, si por una parte el sistema de M arx es muy genial, por o tra no puede relacionarse con los hechos reales. A unque su u m cuique. Si el revisionism o había deducido en una form a oportunista la justificación de u n a práctica pacífica a p a r­ tir de sus comprobaciones factuales, Sternberg procede en direc­ ción opuesta, deduciendo de los mismos hechos el que la guerra im perialista sea inevitable y predicando la revolución como ú n i­ co m edio para evitar la guerra. De tal m anera que si se diferen­ cia del revisionismo en sus conclusiones y en las propuestas prác­ ticas, teóricam ente se coloca en el mismo plano y parte de los mismos supuestos: razón por la cual tiene el mismo pu n to de p ar­ tida, guarda la misma relación “teórica” con la investigación de M arx, y participa del mismo desconocim iento de sus principales supuestos analíticos fundam entales: la misma superficialidad, la misma chabacanería, la misma incapacidad p ara in jertar los he­ chos empíricos en el sistema de M arx, o en cualquier otro sis­ tema. Sternberg abandona tam bién el sistema m arxiano. Lo que no “reconoce” p or encim a de los hechos, es el m étodo de M arx con el que, sin embargo, “pretende reconstruir sistem áticam ente los hechos” (aunque no con el sistema de M arx, sino con el suyo propio), ya que “ todo el análisis del proceso capitalista se despla­ za a través de la estructura in tern a”. En otras palabras, Sternberg se propone in v ertir el sistema de M arx con el m étodo de M arx, echar p o r tierra a M arx con el m ism o M arx.

136

ESTUDIOS SOBRE LA T E O R ÍA DE LAS CRISIS

Ya que éste es su objetivo, nos vemos obligados a exam inar nue­ vamente desde el principio el procedim iento metodológico de Stern­ berg y los hechos que considera determ inantes.

1-

los

“h ech o s”

de

sternberg

y

el

m étodo

de

in v e s t ig a c ió n

de

Marx

¿Cuáles son los hechos que no pueden estar de acuerdo con el sistema de Marx? En este aspecto, Sternberg hace suya, dentro del revisionismo, la posición de Franz O ppenheim er, según el cual, en M arx las cla­ ses medias están condenadas a desaparecer rápidam ente. Las previsiones de Marx —dice Oppenheimer— se basan, como es sa­ bido [|sicl] en la hipótesis de que las clases medias desaparecen rápida­ mente por la acción de la competencia capitalista: por una parte, el artesanado, los pequeños comerciantes, campesinos, al no poder com­ petir con .el bajo costo de las mercancías producidas en una forma capi­ talista, caen en el proletariado y, por la otra, al propagarse la compe­ tencia como la peste entre los mismos capitalistas, causa grandes estra­ gos, de tal manera que al final de cuentas queda sólo un pequeño número de magnates del capital.2 En la opinión de Sternberg, M arx se im aginó que la revolución socialista era dem asiado fácil y sencilla, m enospreciando los ele­ mentos contrarrevolucionarios “cuyo núm ero es incom parable­ mente m ayor de lo que M arx se im aginó o podía im aginarse” (p- 339). Pero, ¿cuándo y dónde se equivocó Marx? Sternberg aduce como prueba los esquemas de reproducción de Marx, presentados gráficam ente en una forma rigurosam ente exac­ ta como una pirám ide industrial en la que la estratificación de clases de M arx está sim plificada al extrem o y reducida a dos cla­ ses: El vértice de la pirám ide está formado por un exiguo estrato de capitalistas, m ientras que la masa de los trabajadores ocupa todo el espacio que queda sobre la línea A C, recibiendo como salario únicam ente los costos de producción de la fuerza de traba­ jo equivalentes al m ínim o de subsistencia física. E ntre las dos clases hay u n espacio vacío. En este espacio que queda entre el proletariado y los grandes capitalistas, el revisionismo descubre una numerosa masa de es2 Cf. Archiv fü r Sozialwissenschaft,

l v ii,

p! 499.

liN A NUEVA T EO R ÍA SOBRE E L IM P E R IA L IS M O

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tra to s in te r m e d io s : pequeños ahorristas, r e n tie rs , “los nuevos g ru ­ pos medios” (empleados). Y Sternberg que, como es sabido, “acep­ ta abiertam ente” estos hechos, los incluye gráficam ente en una segunda pirám ide corregida, en el espacio com prendido entre las dos clases principales, como una prueba inequívoca de que el sis­ tem a de M arx era tan prim itivo que no los tom aba en cuenta (p. 346). Y orgulloso de este análisis, Sternberg da la siguiente explicación: “E ntre la burguesía y el proletariado han quedado o se han form ado estratos interm edios m uy significativos” (p. 354). Dígase lo mismo, m u ta tis m u ta n d is , de la “pirám ide agrícola” de M arx. E ntre las dos únicas clases que, según Sternberg reconoce M arx —el proletariado agrícola y los grandes terratenientes— él incluye, con patética seriedad, a los pequeños, m edianos y gran­ des campesinos (p. 346). Ante esta descripción no queda sino reconocer que la teoría de Sternberg es una caricatura de la ele Marx, no sólo desde el punto de vista de la “ filología”, sino tam bién porque es incom pa­ tible con sus fundam entos. En el sistema teórico de M arx, sobre el capitalism o no existe, ni puede existir, ninguna pirám ide “agrí­ cola” especial, por la sencilla razón de que la economía agrícola está totalm ente subordinada al capital y porque la agricultura capitalista es únicam ente “u n a ra m a d e la in d u s tr ia que produce grano del mismo m odo que un industrial produce hilo o m áqui­ nas” (Marx). Decimos esto no por polém ica sino para señalar un pu n to im portante: en el capitalism o puro, el proletariado agrícola no se opone al latifundista, como sostiene Sternberg, sino al c a p i­ t a l i s t a al em presario; no existe pues ninguna pirám ide agrícola en especial. Sólo los arrendatarios cum plen una fu n c ió n a ctiva d e n ­ tro d e l p roceso p r o d u c tiv o y realizan, como los demás capitalistas, la ganancia media, m ientras que los latifundistas están fuera de la producción y representan sólo una categoría de la propiedad que no tiene nada que ver con los trabajadores. La m oderna ren ta del suelo puram ente capitalista es sólo un excedente del precio sobre la ganancia m edia y presupone la exis­ tencia de la fábrica capitalista. La finalidad que perseguía M arx era la de exponer las categorías específicas del capitalism o e n su fo rm a p u ra : ganancia, renta del suelo, trabajo asalariado. De ahí que redujera el com plicado mecanismo capitalista a su fo r m a b á ­ sica simple. T am b ién M arx se daba cuenta de que la realidad em pírica no coincidía directam ente con el esquema analítico puro, y de que es m uchísim o más complicada, por lo cual presentaba ju n to con los rentistas capitalistas y con los trabajadores, distintas clases

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interm edias, y ju n to con el latifundista "p u ro ” al propietario que cultiva por su cuenta la propia tierra;3 y tam bién ponía de m a­ nifiesto el gran núm ero de pequeñísim os propietarios de la tierra. Se refería a la población rural de Suecia, a los campesinos france­ ses y a los germano occidentales. ‘“La libre propiedad del cam­ pesino que trabaja por su propia cuenta es, evidentem ente, la forma más norm al de la propiedad de la tierra para explotación en pequeña escala” .4 Por esto, en la realidad no se presentan en estado quím icam ente puro las categorías teóricas de la renta de la tierra, de la ganan­ cia, etc. En todas partes encontram os formas mixtas. P robable­ m ente lo que se conoce ordinariam ente p o r "ren ta” em pírica del latifundista incluya, además de la ren ta propiam ente dicha, no sólo una parte de las ganancias, sino tam bién del trabajo asalarid o .5 El análisis teórico de M arx tenía por objeto crear los ins­ trum entos conceptuales que perm itieran com prender el com pli­ cado em brollo de los hechos reales, por una parte, a través de las categorías puras —que encuentran en el esquema una expresión sim plificada y funcional—, y por otra, a través de la consideración de la realidad “en toda su pureza, libre de cualquier añadidura que pudiera falsearla o hacerla confusa”. Sin embargo, es igual­ m ente “im portante [ . . . ] para com prender los efectos prácticos de la propiedad de la tierra [•••] conocer los elementos de los cuales em anan estos enturbiam ientos de la teoría”.6 E n esta forma se llega a entender no sólo el hecho de que ei campesino pueda subsistir ju n to con la gran empresa, sino tam bién por qué razón ha podido hacerlo a pesar de la inferioridad de sus técnicas productivas. En efecto, la gran empresa capitalista debe cubrir con el precio de los productos agrícolas los tres ele­ m entos del precio: el trabajo asalariado, la ganancia m edia y fi­ nalm ente la renta del suelo. En cambio, “en su condición de pe­ queño capitalista no aparece para él como lím ite absoluto otra cosa que el salario que se abona a si mismo-, previa deducción de los costos propiam ente dichos. M ientras el precio del producto cubra su salario, cultivará su campo, y ello inclusive y a m enudo hasta llegar a un m ínim o físico del salario”.7 E n otras palabras, el pequeño agricultor no tiene nunca el salario norm al completo, ya que para él la tierra “es como el principal instrum ento de pro­ 8 Karl Marx, El capital, edic. cit., m /8 , pp. 1023-1024. 4 Ibid,. p. 1026. 6 Ibid.., p. 804; véase tam bién p. 951. • Ibid., p. 804. 7 Ibid., p. 1025.

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ducción, el c a m p o d e u tiliz a c ió n in d is p e n sa b le de su trabajo y de su capital”. Por esto, cuando Sternberg afirm a que en la “p irá­ m ide agrícola” de M arx se encuentran frente a frente únicam en­ te los trabajadores y los latifundistas, dem uestra que no ha enten­ dido absolutam ente nada del m étodo de investigación de Marx, ni de la m oderna ren ta del suelo, ni del problem a agrícola en general; no tiene ni siquiera u n a idea puram ente mecánica de la argum en­ tación de E l c a p ita l , que con todo se propone desarrollar y rec­ tificar. A este propósito hay que decir que Sternberg conserva en toda su obra el pun to de vista m althusiano ricardiano. Para él, “la ley de los rendim ientos crecientes sólo es válida para la in­ dustria” (p. 15), en cambio, ¡acepta p ara la agricultura la ley d e los r e n d im ie n to s d ecrecien tes! M arx ha dem ostrado en E l ca­ p ita l y en las T e o ría s d e l p lu sv a lo r , con una de sus intuiciones más bellas y no superadas hasta el presente, que contra lo que afirm a la “rom a concepción” de R icardo y M althus, los supuestos límites “naturales” de la producción con los que la economía b u r­ guesa explicaba el aum ento en los precios agrícolas y en la renta del suelo (crecimiento de la población y relativo avance de la im productividad de la tierra), no provienen de la “naturaleza” sino de la organización social, por lo que son más bien lím ite s sociales. M arx señaló cómo la renta del suelo crece a p esa r d e la m a y o r p r o d u c tiv id a d d e la tierra. El capital físico invertido en m aquinaria dentro de la industria no m ejora con el uso sino que se deteriora y se consume. “En cambio la tierra, correctam ente tra­ tada, m ejora de continuo. La ventaja de la tierra consistente en que sucesivas inversiones de capital pueden reportar mejoras sin que por ello se pierdan las anteriores”.8 A parte de esto, la v e n ta ja d e la a g ric u ltu ra consiste en la capacidad que tiene la tierra de actuar “como instrum ento de producción” m ientras que en la fá­ brica funje sólo “como sustrato”.9 A pesar de todo, las fuerzas productivas de la tierra no se ex­ plotan plenam ente dentro del capitalismo. El desarrollo de la in ­ dustria y de la agricultura avanza en una form a forzosamente des­ igual. El rezago de la agricultura se debe a los siguientes factores: E n la agricultura se puede utilizar el capital únicam ente cuando además de la rem uneración del salario ordinario y de la ganan­ cia m edia existe tam bién la posibilidad de re m u n e r a r a la r e n ta : “Én este caso, la propiedad de la tierra es la barrera que no per­ m ite u n a nueva inversión de capital en suelos no cultivados o no 8 Ibid., p. 993. 9 Ib id , p. 993. Véase tam bién la carta de Marx a Engels del 7 de enero de 1851, en Marx y Engels, Cartas sobre El capital, cit., pp. 31-34.

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arrendados hasta el presente, es decir sin reclam ar una re n ta” ;10 el latifundista no tiene ningún interés en desarrollar plenam en­ te las fuerzas productivas, ni siquiera en donde ya se ha invertido el capital. La renta absoluta del suelo es un valor excedente del producto agrícola sobre la tasa de ganancia m edia. Pero, m ien­ tras todo progreso, d en tro de la industria eleva la tasa de la renta del suelo,11 al reducir el precio de producción y les perm ite, así, a los latifundistas “m eter en sus propios bolsillos el resultado pro­ ducido, sin su concurso, por el desarrollo social”,12 todo crecim ien­ to de las fuerzas productivas dentro de la misma agricultura reduce el valor de los productos agrícolas y opera en dirección opuesta: haciendo que se reduzca la renta de la tierra. N atu ral­ m ente, estos factores “constituyen uno de los más grandes obstácu­ los para la agricultura racional” —cosa que no tiene nada que ver con la ley de los rendim ientos decrecientes del suelo. Ya Petty, en 1699, decía que “en su tiem po los landlords tenían m iedo a las m ejoras del suelo, porque reducían los precios de los productos agrícolas y, por ende, [ . . . ] las rentas del suelo”.13 Sólo después que se ha alcanzado u n grado considerable de avan­ ce en el desarrollo capitalista, la industria empieza a invadir a la econom ía agrícola con sus productos (m áquinas, fertilizantes, etc.). P o r otra parte, “la agricultura empieza a levantar sus propios establecim ientos agrícolas, tales como ingenios azucareros, m oli­ nos, fábricas de conservas, etc., y empieza a buscar el apoyo de los bancos que controlan tanto a la agricultura como a la in ­ dustria. Poco a poco van desapareciendo las contradicciones entre los dos sectores de la producción. La comercialización de la agri­ cu ltu ra se expande y, en esta fase, que se está consolidado preci­ sam ente en A lem ania, la agricultura se ve obligada a dism inuir cada vez más los costos de producción por m edio de la tecnificación y de la racionalización, para no sucum bir bajo el peso de la com petencia del m ercado m undial. Sólo entonces, “crece la pro­ ductividad en am bas [esferas] de la producción, aunque a ritm os diferentes. Y al llegar a un cierto p u n to de apoyo la industria, la desproporción no tiene más rem edio que reducirse; es decir la productividad de la agricultura tiene necesariam ente que crecer de u n modo relativam ente más rápido que la de la industria”.14 Sternberg ignora todo esto y rum ia viejos embustes acerca de 10 Ibid., p. 968. 11 Karl Marx, H istoria critica de la teoría de la plusvalía, cit., n, pp. 386-387. 12 Karl Marx, El capital, ih /8 , p. 798. 13 Karl Marx, Historia critica, cit., II, p. 389. u Ibid., p. 387.

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la caía de la renta, sin ningún sentido crítico,15 y sin sospechar ni siquiera qué problem as y qué consecuencias teóricas se ocultan b ajo sus afirmaciones. Y, lo que es más, sin que le pase por la cabeza que el principio de los rendim ientos decrecientes del suelo es incom patible con la teoría del valor de Marx, que debe re­ chazar si quiere ser coherente. En la Introducción afirma, en cam­ bio, haber aceptado “las partes esenciales de la teoría del valor de M arx” (p. 10), aun cuando cae en la ilusión opuesta a la de los fisiócratas: el trabajo hum ano produce excedentes sólo en la in­ dustria y siempre es im productivo en la agricultura. ¡Fabulosa teoría del valor trabajo! ¡Como si la tierra fuera la que produce y no el trabajo hum ano! Sternberg sostiene el principio de los rendim ientos decrecientes del suelo para poder concluir que sólo en la industria existe una lucha y u n a com petencia por el mercado, cosa que no sucede en la agricultura (p. 15). Pero tanto este principio como la tesis de la falta de com petencia en la agricultura no son más que una pura fantasía. ¿Es posible que Sternberg no haya oído hablar siquiera de los aranceles protectores para la agricultura, ni de la oposi­ ción de los campesinos húngaros a la im portación de porcinos servios en A ustria —cosa que llevó a u n a prolongada guerra de ta­ rifas aduanales y, finalm ente, a la guerra propiam ente dicha—, ni de los campesinos alemanes que estaban en contra tle la unión económica de A lem ania con A ustria y H ungría, por tem or a un efecto desventajoso sobre la formación de los precios en Alem a­ nia, debido a la com petencia austriaca y sobre todo a los proble­ mas agrícolas de H ungría? ¿Ignora que estos mismos campesinos se oponen a la celebración de un tratado comercial con Polonia, p o rque tem en que la com petencia de los porcinos polacos p ro ­ voque una caída en los precios? ¡En la agricultura no debe haber ninguna com petencia ni n in ­ guna sobre producción! Sin embargo, la agricultura suiza atraviesa actualm ente por una crisis de sobreproducción debida a u n núm ero excesivo de cabezas de ganado. “Se ha llegado a tener u n excedente de leche, con establos y almacenes sobresaturados de quesos, y u n deterioro del m ercado de la carne debido al exceso de oferta”. Es más, “la agri­ cu ltu ra suiza sufre los efectos de cada uno de los sectores in ­ 15 H ay que tener presentes las observaciones de Karl Ballod en Der Zukunftsstaat, 1927, p. 109: ‘‘Los costos de producción medidos por unidad de producto no crecen sino decrecen, aum entando el rendim iento del terreno”, tanto para el centeno, para la cebada y la avena, como para las patatas y la remolacha azucarera.

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dustriales, por ejemplo, la industria relojera [.