Glosas y coplas a la vida de mi padre. Homenaje a Julio G. Gutiérrez Loayza (Pancho Fierro) en el centenario de su nacimiento. Cuzco, 19 enero 1905-2005

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GLOSAS Y COPLAS A LA VIDA DE MI PADRE HOMENAJE A JULIO GENARO GUTIERREZ LOAYZA (PANCHO FIERRO) EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO (Cusco, 19 de enero de 1905- 2005) BIOGRAFIA. El escritor, profesor, periodista y crítico de arte Julio Genaro Gutiérrez Loayza, nació en la ciudad del Cusco, el 19 de enero de 1905. Fueron sus padres don Serapio Gutiérrez Canal y doña Lucía Loayza Vargas. Casado con la señora Consuelo Samanez Cáceres, fallecida en 1974, con quien tuvo seis hijos: José Carlos, Tania Consuelo, Blanca Lis, Julio Antonio, Sandro Virgilio y Lucía Esperanza. Estudió la primaria en el Colegio Peruano, dirigido por el maestro Isaac Tejeira, y en el Colegio Pestalozzi del distinguido pedagogo Humberto Luna. Realizó estudios secundarios en el Colegio Nacional de Ciencias de donde egresó en el año de 1920. Se dedicó por algunos años a la agricultura, para adquirir independencia económica y autoeducarse. En esa época se aficionó a la lectura y al arte. En el año de 1924, ingresó a la universidad del Cusco y estudió en las facultades de Letras y Educación; terminando ambas carreras, no habiéndose graduado por ser, como los otros representantes de su generación, «alérgico al título profesional», considerado como un caro emblema del gamonalismo y la feudalidad, puesto que, por entonces, como dice el Dr. Valcárcel en sus memorias, «se era doctor o no se era nada». Aquel año, participó en las actividades de la «Universidad Popular» del Cusco y comenzó su labor de escritor en la Revista Kosko. En 1925, realizó un memorable viaje a Machupicchu, con la comitiva del prefecto Vélez, encontrándose entre ellos el fotógrafo Martín Chambi. En 1926, inició sus actividades periodísticas en «El Diario», como redactor principal, bajo la dirección del canónigo Vega Centeno. Ese mismo año, con un grupo de intelectuales jóvenes formaron el grupo «Ande», cuyo vocero fue «Pututo» revista oral de arte, letras y polémica, dirigida por Román Saavedra. Julio Gutiérrez figura allí como artista grabador e ilustrador, junto con: Mariano Fuentes Lira, Alfonso González Gamarra, Francisco Olazo y Alcides Frisancho. Estos pintores del grupo organizaron la muestra denominada Primer Salón del Ande. En 1927, el Grupo Ande, organizó y dirigió la gran huelga universitaria del Cusco, en apoyo al «Maestro de la Juventud» Dr. Uriel García Ochoa y se publicaron los dos únicos números de la Revista «KUNTUR», revista de ideas y arte, que mereciera el elogio de José Carlos Mariátegui y al mismo tiempo, que se produjo la campaña de silenciamiento y persecución de sus autores por parte del gobierno, el gamonalismo y el clero. Julio G. Gutiérrez, participó como grabador y como crítico de arte. En mayo de 1929, fue uno de los fundadores de la Primera Célula Comunista del Perú, firmando con su sangre un legendario documento de fundación que se halla perdido, y organizó, junto con el maestro Fuentes Lira, el primer sindicato clasista cusqueño: el Sindicato de Construcción Civil y Artes Decorativas, el mes de marzo de 1930, siendo elegido su primer Secretario General. Los fundadores

del sindicato, en su mayoría estudiantes de la pequeña burguesía, sufrieron un proceso de proletarización: de artistas del pincel pasaron a obreros del andamio y pintores de brocha gorda, acercándose así a la clase obrera para organizarla. Julio G. Gutiérrez L. fundó y dirigió «Constructor», primer periódico sindical del Cusco, órgano del Sindicato de Construcción Civil y Artes Decorativas. Fue cofundador de la Federación Obrera Departamental (hoy Federación Departamental de Trabajadores del Cusco (FDTC), en 1930. Fundó y editó los periódicos políticos: «El Ayllu» y «Jornada». Hechos que fueron estudiados y reconocidos posteriormente por los historiadores: Arturo Aranda y María Escalante en el libro «Lucha de Clases en el Movimiento Sindical Cusqueño (1927-1965)»; José Tamayo Herrera en «Historia Social del Cusco Republicano» (1978); Nicolás Linch en la Revista Crítica Andina No.3 (1974); Carlos Ferdinand Cuadros en su obra «La Vertiente Cusqueña del Comunismo Peruano», y, finalmente, esclarecidos en el libro testimonial de Julio G. Gutiérrez: «Así nació El Cusco Rojo», publicado en Lima, 1986. Perseguido por sus ideas políticas fue apresado y llevado a la prisión política de «El Frontón» en 1932 y deportado a Bolivia en 1933, en plena guerra del Chaco, entre esa nación y el Paraguay, en aquella oportunidad trabajó como obrero en una fábrica cervecera. Posteriormente, en 1963 y 1964, sufrió prisión política en «El Sepa», como fruto de esa injusta carcelería escribió su testimonio novelado: «Vacaciones en el Sepa», obra aún inédita. Dedicado al periodismo trabajó en el diario «El Comercio», desde 1936 hasta 1942, escribiendo la sección «Perspectiva» y popularizando el seudónimo de PANCHO FIERRO. En 1937 fue uno de los fundadores del Instituto Americano de Arte, junto con los valores más importantes de la intelectualidad cusqueña, dirigidos por el sociólogo e historiador Dr. José Uriel García Ochoa, entre ellos se encontraban: José Gabriel Cosio, Rafael Aguilar, Víctor M. Guillén, Domingo Velasco Astete, Roberto Latorre, Alfredo Yépez Miranda, Humberto Vidal Unda, Martín Chambi, Francisco Olazo, Roberto Ojeda, Carlos Lira, Oscar Saldívar, Víctor Navarro del Águila, Julio Rouvirós, Alberto Delgado y los hermanos Federico y Francisco Ponce de León. Julio G. Gutiérrez, presidió esta institución durante tres períodos. En 1938, realizó un viaje a caballo por las provincias del departamento de Apurímac, acompañando a don Emilio Samanez Ocampo en su campaña política; también formó parte de la comitiva el fotógrafo Horacio Ochoa. Con motivo de este viaje escribió una crónica recogida en su libro inédito «Arquitectura Colonial del Cusco y Apurimac».

Fotografía junto al presidente Pedro Aguirre Cerda, con Luis Coronado Flores y delgados del Cusco por el Cuarto Centenario de la Fundación de Santiago de Chile

En 1941, viajó a Santiago de Chile con la Delegación Obrera del Cusco a las fiestas del IV Centenario de la Fundación de esa capital, junto con José Lira Rojas, Sergio Caller, Luis Coronado Flores y Julio Alzamora; representantes de la Sociedad de Artesanos, Sociedad de Empleados, Escuela de Artes y Oficios, y la Sociedad de Tiro. La comitiva cusqueña fue recibida por el «Presidente de los pobres de Chile» Pedro Aguirre Cerda, representante del Frente Popular. Julio G. Gutiérrez escribió entonces la crónica «Del Sacsayhuamán al Santa Lucía» y dictó conferencias para los periodistas chilenos. El 12 de abril de 1942, fue fundador y primer Secretario General del Sindicato de Periodistas del Cusco, organización fundada a raíz de su alejamiento del diario «El Comercio». Desde 1945, trabajó en «El Sol», bajo la dirección de Mariano E. Velasco y José Gabriel Cosio, escribiendo las secciones «Perspectiva», «Rayos X», Comentarios internacionales y artículos sobre arte y crítica de arte, hasta 1957, en que, como consecuencia de un editorial sobre las víctimas de la sequía, abandonó ese diario. Colaboró en diarios y revistas del Cusco, Arequipa y Lima, como las revistas: KOSKO, KUNTUR, WAMAN PUMA, TRADICIÓN, AYLLU, LIWI, PANORAMAS, EXCELSIOR, GARCILASO, JORNADA, EL BURRITO CIENCIANO, EL CIENCIANO, CIENCIAS Y ARTES, CUSCO, OIGA (revista del Cusco), etc. En 1950, a causa del terremoto, fundó el vocero «Reconstrucción», encabezando campañas periodísticas en pro de la conservación y preservación del patrimonio cultural cusqueño; de la fundación de la Escuela de Bellas Artes y la creación de la Facultad de Arquitectura de nuestra universidad. Por esos años, alternó sus actividades periodísticas con la docencia en la enseñanza del dibujo y dibujo técnico en centros educativos locales. Fue Director y Jefe de Redacción de la Revista del Instituto Americano de Arte en varios de sus números, que fueron difundidos en el ámbito internacional, escribiendo en ellos artículos y comentarios sobre arte popular y crítica de arte. Muchos de sus artículos fueron publicados en periódicos y revistas de Lima como «El Comercio», «La Prensa», «Expreso», «Unidad», «Democracia y Trabajo»; las revistas: «Expresión», «Peruanidad», «Hora del Hombre», «Limeña» y «Cambio»; fue colaborador de «La Verdad» de Sicuani; «El Pueblo» y «Noticias» de Arequipa. Fuera del país, colaboró en «La Revista», «La Razón»

y el «Diario» de La Paz, en Bolivia, y en «La Nación» de Santiago de Chile. Varios de sus artículos fueron traducidos al inglés y publicados en países extranjeros. En 1950, fue cofundador de la Federación de Periodistas del Perú, como Delegado del Cusco al Primer Congreso Nacional de la Federación de Periodistas del Perú. Asimismo, fue delegado al III y IV Congresos. Fue cofundador y miembro de Número de la «Academia Peruana de la Lengua Quechua» de la que fue Vice-Presidente. Publicó y dirigió la revista INKA RIMAY No. 1, de esta Academia, en diciembre de 1965. Fue miembro de la Asociación de Maestros Primarios, fundador de la «Casa del Maestro», y miembro de la Asociación de «Profesores de Educación Técnica» y del Sindicato de Profesores Secundarios del Cusco. Fue Alcalde del Concejo Distrital de Santiago en dos períodos: 1959-1960. Realizando una proficua labor como el adoquinado de las vías centrales, la remodelación de la plaza principal, la creación de la Biblioteca Municipal, para cuya formación, realizó intensas campañas periodísticas apoyadas por toda la intelectualidad cusqueña. Lamentablemente, la dejadez y poco apego por la cultura de las gestiones ediles posteriores hicieron que este rico patrimonio se perdiera. En 1964, fue llamado por el artista Mariano Fuentes Lira para laborar como profesor de la Escuela de Bellas Artes. Desde ese año enseñó las asignaturas siguientes: Historia Universal del Arte, Metodología de las Artes Plásticas, Arquitectura, Estética y Filosofía del Arte. En varias ocasiones se le encargó la Dirección de la Escuela. En el año de 1976 se jubiló de la docencia en la que trabajó con mucho empeño y entusiasmo desde 1941 es decir 35 años, en los niveles Primario, Secundario, Técnico, Normal y Artístico. Fue profesor de los centros escolares de la ciudad, en el Colegio Nacional de Ciencias, la Gran Unidad Escolar Inca Garcilaso de la Vega, el Politécnico Regional Sur Oriente, Colegio de la Hijas de Santa Ana, Colegio Cooperativo José Gabriel Cosio, Escuela Regional de Bellas Artes.

DIPLOMAS Y DISTINCIONES.

1941-1944-1945.- El Concejo Provincial del Cusco, le concedió diplomas de honor, por su destacada labor cusqueñista en bien de la educación, en la enseñanza y especialización del Dibujo y las Artes Plásticas. 1945.- El Concejo del Cusco, le otorgó un Diploma de Honor por su destacada labor periodística orientada a los aspectos sociales y culturales del Cusco.1958.- Recibió una felicitación por la acertada dirección de la Revista del Instituto Americano de Arte, de parte de los lectores de la provincia de Santa Fe (Argentina).1961.- Recibió la felicitación de la Casa de la Cultura de Guayaquil (Ecuador), por el mismo hecho.

Recibió el diploma de reconocimiento como fundador del Colegio Cooperativo José Gabriel Cosio. 1963.- Recibió el Diploma de reconocimiento por su abnegada labor Docente en favor de la juventud cienciana. 1967.- Fue nombrado padrino de la Promoción del Centro Piloto Artesanal del Cusco, en la especialidad de tejido y telar a mano. 1968.- Recibió un diploma de reconocimiento de los alumnos de la Escuela de Bellas Artes «Diego Quispe Tito» en mérito a su labor docente. 1983.- La Galería Justo Béjar, de la Asociación de Artistas Plásticos del Cusco presentó una «Exposición Retrospectiva» de la obra pictórica de Julio G. Gutiérrez. 1984.- La Municipalidad del Cusco, siendo Alcalde el Dr. Daniel Estrada Pérez, le otorgó la «MEDALLA DE LA CIUDAD», en mérito a su labor intelectual, social y cusqueñista. 1986.- El Ministerio de Educación le otorgó las PALMAS MAGISTERIALES DEL PERÚ, en el grado de MAESTRO, distinción otorgada en mérito a sus 35 años de servicio a la educación. El 30 de setiembre de 1986, fue declarado Colegiado Distinguido por el Colegio de Periodistas del Perú Filial Cusco. El 5 de julio de 1990, la Escuela Superior Autónoma de Bellas Artes «Diego Quispe Tito», dirigida por Roberto Rojas Oviedo, le confirió el Título de Profesor Emérito de este centro Superior de Estudios, y la Municipalidad Distrital de Santiago, bajo la alcaldía de Salomón Beisaga, lo distinguió declarándolo «Vecino Ilustre de Santiago». El 9 de marzo de 1991, con motivo de su 61 Aniversario de fundación, el Sindicato de Construcción Civil y Artes Decorativas, dirigido por Rubén Acurio Rivas, le rindió homenaje reconociéndolo como Fundador y Primer Secretario General. El 27 de noviembre de 1992, la asociación Civil KHIPU dirigida por el Lic. Roberto Portugal, le rindió un homenaje de reconocimiento con una exposición pictórica. Participaron el Dr. Manuel Chávez Ballón y el Periodista Abel Ramos Perea. Póstumamente, el 27 de marzo de 1995, el Centro Cultural del Banco Continental del Cusco, dirigida por Edgard Casaverde Zambrano, juntamente que el Instituto Americano de Arte, presidido por el periodista Miguel H. Milla, presentaron la exposición «Julio G. Gutiérrez Loayza y la Generación de 1927».

OBRAS PUBLICADAS.

«PORTADAS Y BALCONES DEL CUSCO». Separata de la Revista del Instituto Americano de Arte. (1957). «OLLANTAY».- Ediciones Populibros del Cusco (1958)

«ASI NACIÓ EL CUSCO ROJO» Contribución a su Historia Política. Lima (1986). «HOMENAJE A JOSÉ SABOGAL EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO» Publicado por la Dirección de Actividades Culturales del INC.-Cusco (1988). «SESENTA AÑOS DE ARTE EN EL QOSQO» publicado por la Honorable Municipalidad del Qosqo, (1994). «OLLANTAY» Versión en quechua y castellano, publicado por sus hijos en conmemoración al centenario de su nacimiento, Cusco (2005). «VACACIONES EN EL SEPA» Libro testimonial de sus prisiones políticas. OBRA INÉDITA. «ARQUITECTURA COLONIAL DEL SUR ANDINO» CUSCO Y APURIMAC. «50 AÑOS DE POLÍTICA CUSQUEÑA» Compilación de sus escritos políticos. «PERSPECTIVA 30 AÑOS DE PERIODISMO CUSQUEÑO».

Pic nic a Uriel García, Picantería el Palo Verde, 1930.

FACETAS DE SU OBRA. ARTISTA, PINTOR Y CRITICO DE ARTE.

La labor artística y crítica de Julio G. Gutiérrez, ha sido apreciada por los más esclarecidos intelectuales del Cusco y del país. En un reportaje realizado por el diario «Excelsior» en 1930, su maestro, el talentoso artista y crítico de arte Dr. Ángel Vega Enríquez, dijo lo siguiente: «Por hoy, no dejan de concitar mi atención los talentos jóvenes y en marcha de Luis E.Valcárcel, J. Uriel García y Luis Velasco Aragón. Un aparte: Creo en Julio G. Gutiérrez, como pintor y crítico de arte serenísimo.» Con estas palabras Vega Enríquez apadrinó toda una vida intelectual al servicio del arte y la cultura. En una crónica sobre su visita al Cusco, el artista y crítico de arte arequipeño Casimiro Cuadros le dedicó las siguientes glosas: «Julio Gutiérrez escritor de recia contextura, es también artista pintor de fuerte temperamento. Su fervor artístico no tiene límites. Y se ríe de escuelas que sólo los tartufos del arte aceptan y pregonan. Fraternalmente, Julio Gutiérrez me mostraba sus producciones, poco conocidas es verdad, pero dignas de aplauso. Eran acuarelas (procedimiento que practica preferencialmente) colmadas de dulce frescura y de rico colorido. Traducían aspectos urbanos y de costumbres de su ciudad nativa. En ellas, no había resabios de «cosas aprendidas». Espontáneas y limpias de ejecución. Trabajos realizados con garra humana que no repugna lo popular y la comunión con la masa fuente de perfección y caudal de amor. Por otra parte, hace mucho tiempo que su dilecta pluma está puesta al servicio de los ideales de progreso de su pueblo y de la nacionalidad. Últimamente, un acierto gubernativo lo eleva a desempeñar la docencia primaria en la asignatura de Dibujo. Su preparación cultural y su capacidad pedagógica en dicha disciplina rendirán fecundos frutos. Julio Gutiérrez, es pues, una promisora realidad en el panorama de la pintura peruana». Concluye Casimiro Cuadros en este artículo publicado en «El Pueblo» de Arequipa del 9 de abril de 1941.Román Saavedra, escribió en 1977 que: Julio G. Gutiérrez, «además de ser un artista de prestigio y auténtico creador de la pictórica de contenido humano y de orientación socialista, es periodista y crítico de arte de auténtico sentido revolucionario.» En otro artículo Saavedra afirma: «Pancho Fierro (...) es también un crítico de arte de buenos quilates, pintor, periodista, obrero de fábrica y maestro primario; exprime el zumo de sus experiencias en sus crónicas y perspectivas». Del mismo modo el Senador Jorge del Prado, político y pintor en sus años mozos, recuerda esa faceta de Gutiérrez en el prólogo al libro «Así nació el Cusco Rojo», reconociéndolo como «Uno de los destacados exponentes de la pintura nacional». Un escritor que rescató del olvido a Julio G. Gutiérrez como pintor, fue el poeta Ángel Avendaño Farfán, en su obra «Pintura Contemporánea en el Cusco.» En un acápite de ella, dice Avendaño: «Si

nos atenemos al valor de las cábalas y no a la tinta de imprenta el horóscopo secular de Julio Gutiérrez anunciaba no tener a un pintor, sino a un hombre de empeños redentores, a un amante de la libertad nacido para probar los maderos de la vida en el fuego de innumerables inquisiciones» ... «De carnaduras ligeras, frágil, ojos pequeños y audaces, socarrones, brillantes tras los cristales redondos de unas gafas de grueso armazón de carey, escaso de cabellos sin llegar a ser calvo, algo cargado de espaldas, de hablar limpio, discursivo. Julio G. Gutiérrez es no sólo un combatiente admirable, sino un maestro ejemplar: sembrador de la tierra más de lo que cosecha». En otro párrafo dice Avendaño: «Consecuente con sus ideas políticas, el arte de Julio G. Gutiérrez recusa las aventuras del informalismo. Su obra se sitúa en el didactismo de las moralejas socializantes y trata de extraer sus mensajes de las inmanencias quechua-mestizas del Cusco de los treinta. Para Gutiérrez el espíritu de la pintura es la perfección del dibujo...» «Como todos los pintores de su generación, Gutiérrez idealiza la vida del pueblo. Copia la naturaleza sin utilizar los recursos del color para remover las esencias de las cosas, para sumergirse en él o para emerger pletórico de cromáticas que autentifiquen la validez de su pintura. Gutiérrez condiciona su oficio de pintor a sus convicciones políticas, se somete voluntariamente al ideario de Lunacharsky hasta hacer de sus cuadros arengas de bastidor». «En suma, la obra de Gutiérrez es más política que arte» (...). «Como en el programa de su partido político en su arte Gutiérrez se propone la reconstrucción total del hombre». «Se debe remarcar asimismo la labor docente-crítica ejercida por Julio G. Gutiérrez por más de cincuenta años. Sus juicios como sus obras pictóricas son una caza fantasmal de todo lo que no está dentro de los dogmas del realismo socialista. Pero ello lejos de devaluarlo lo amerita porque son deslices y errores que evidencian la admirable lealtad a su partido, hitos de pureza espiritual en un mundo de desclasados y claudicantes. Acaso la mayor obra de Julio G Gutiérrez sea su vida misma: limpia, fervorosa, intransigente; sin mayor fortuna que sus propios ideales». Palabras sinceras, emotivas y de profundo contenido que agradecemos al Dr. Avendaño. Pero Julio G. Gutiérrez, dejó los pinceles en sus años mozos y no logró hacer de sus cuadros «arengas de bastidor», aunque ello nos hubiera gustado mucho, pues su pensamiento dialéctico y su cultura humanista lo alejaron de todo dogmatismo y sectarismo. La valoración de la faceta moral y cultural de Julio G. Gutiérrez, por Ángel Avendaño, nos recuerda al discurso pronunciado por el Sr. Luis Zamora Fernández, a nombre de los propietarios de la Empresa Editora de «El Sol» el 1º de setiembre de 1955, con motivo del homenaje que le tributó ese diario al cumplirse las Bodas de Plata periodísticas de «Pancho Fierro». En cuya semblanza Luis Zamora expresa: ... «Amante de la libertad, se enfrenta junto con don Mariano E. Velazco, decididamente contra la tiranía del Presidente Leguía. En 1930 cae éste del poder, la revolución ha sido secundada por el pueblo que con las armas en la mano la hace triunfar, entre ellos está Gutiérrez no ya con la pluma en la mano, sino con el fusil, demostrando que los ideales por los que lucha no sólo se declaman sino se defienden con hechos. En las heroicas jornadas que se producen en aquella fecha, Gutiérrez por poco no rinde tributo a la vida, pues, a su lado, a pocos centímetros de él, cae un amigo herido de bala» ... «Gutiérrez... es también pensador dialéctico, cree que es posible explicar todos los fenómenos de la vida y aun los metafísicos, por la ciencia; pero, al mismo tiempo, es tolerante y siente profundo respeto por lo que creen y piensan

sus semejantes. Ha profundizado sus conocimientos de Historia del Mundo, del Perú y especialmente del Cusco». «Por inquietud y deleite espiritual ha profundizado conocimientos de Arte, es crítico de arte, acuarelista y xilógrafo notable, tiene gran erudición en teoría arquitectónica, conocimientos que los ha adquirido no sólo en la universidad donde ha terminado las facultades de Letras y Educación, sino en forma autodidacta, pues es un ser con sed infinita de saber». «Desde su faceta moral, es acaso donde valga más Julio G. Gutiérrez. Íntegro, incorruptible, severo; él, que por su saber podría ocupar una situación privilegiada, ha preferido vivir modesta y pobremente, pero con dignidad e independencia. No sabe adular ni humillarse, con su austeridad nos hace recordar a ese personaje romano llamado Marco Catón» ... (Discurso publicado en El Sol del 2 de setiembre de 1951). En 1983, la galería Justo Béjar Navarro, de la Asociación de Artistas Plásticos del Cusco realizó la muestra retrospectiva de la obra plástica de Julio G. Gutiérrez. En la presentación del catálogo, su camarada de lucha, el gran pintor cusqueño Mariano Fuentes Lira, Director de la Escuela de bellas Artes, escribió: «Julio G. Gutiérrez, no necesita presentación. Es conocido en los círculos intelectuales y artísticos del Cusco, aún más por quienes sabemos de su magnífica trayectoria como profesor de arte en colegios y escuelas de la localidad, periodista, quechuólogo, crítico de arte, acaso el único, y, en sus años mozos, pintor». «Su inquietud intelectual, hace que camine por diversas áreas del quehacer cultural y así deja los pinceles que, con mucho empeño y sentimiento, los esgrimía». «En esta exposición retrospectiva, debida a sus hijos, apreciamos, acuarelas y óleos de Julio, ameritándolos en su justo valor, una bella obra que pudo haber llegado a una alta categoría plástica, dada su calidad artística, que se encontraba inédita».

Fotografía del maestro del periodismo cusqueño y gran indigenista: Ángel Vega Enríquez

SU LIBRO «SESENTA AÑOS DE ARTE EN EL QOSQO»

La vasta producción de crítica de arte fue publicada, luego de la muerte del maestro, en la obra: «Sesenta Años de Arte en el Qosqo», editada por la Municipalidad Provincial del Cusco, en el año de 1994. El Alcalde, Dr. Daniel Estrada Pérez, escribió la siguiente presentación al libro: ... «Siempre acordes al «Plan de Gobierno Municipal del Qosqo, 1993-1995» que guía nuestra labor en este período último, continuamos entregando al público de todas las latitudes – y en especial de nuestra tierra- lo mejor de la producción intelectual y artística de los hombres del Qosqo de hoy y de todos los tiempos. Precisamente en el capítulo VI del referido documento, dentro del «Programa de Cultura, Educación y Comunicación» decíamos: «Proseguir e intensificar la producción editorial de la Municipalidad del Qosqo»; empeño en el cual, día a día, nos encontramos con gratificantes sorpresas por la innata y renovada capacidad creadora de nuestro pueblo». «Esta vez, trata de una singular, la primera en su género en la ya larga lista de títulos publicados con el sello municipal. Bajo el título de «Sesenta años de Arte en el Qosqo», se nos da acceso a casi un centenar de los mejores ensayos, artículos y comentarios que don Julio Genaro Gutiérrez Loayza, publicara en diferentes revistas, periódicos o, sencillamente, los leyera en actuaciones o conferencias, en el dilatado lapso de 1927 a 1988; son temas, de preferencia pictóricos y de arte popular, dada la vocación plástica del profesor Gutiérrez, aun cuando él tan sólo se considerara un «amateur». Nos dice: «He reunido en este libro juicios críticos, apreciaciones y glosas que escribí

hace bastantes años sobre los tres más notables pintores cusqueños del presente siglo que va tocando a su fin: Francisco González Gamarra, Agustín Rivero y Mariano Fuentes Lira». En tal sentido se nos antoja que estamos en presencia de aquella obra inédita, anunciada en repetidas oportunidades y de cuya publicación estábamos pendientes: «Tres pintores cusqueños y otras notas de arte», esta vez, seguramente, enriquecida con nuevos aportes antológicos. Material, por cierto, importante y valioso porque a través de él, en sí, podemos auscultar el movimiento artístico de casi todo el siglo, dejando clara constancia de nuestros valores, de sus obras (algunas desaparecidas) y de los anhelos de algunas generaciones de qosqorunas que pasaron por el prisma crítico de don Julio Genaro». «Cuántas cosas no podríamos escribir sobre nuestro autor. Actor y testigo de gran parte de los acontecimientos históricos de este siglo, el Prof. Gutiérrez Loayza es indudablemente uno de los más renombrados y esclarecidos representantes de la Generación del 27; generación que, en sus propias palabras respondía a un fenómeno social no registrado antes en el Perú: el advenimiento en la arena política de la clase obrera y de una pequeña burguesía intelectual inquietada con los grandes problemas sociales que agitaban al mundo de la primera post guerra»; y agregaríamos, por nuestra parte: premunida también de una fina y profunda sensibilidad artística y social». «De allí su presencia protagónica en el Grupo Ande de 1926 o en la gran huelga universitaria del año siguiente; su condición de fundador de la primera célula comunista del Perú, en el Qosqo, en 1929 o su militancia activa en el Grupo Kuntur; o, más tarde, su participación al interior de aquellos 18 ilustres cusqueños que fundaron el Instituto Americano de Arte en 1937; y, en fin, paralela a esta intensa actividad, su labor también febril de periodista, escritor, crítico de arte, hombre de avanzada, comprometido con el quehacer artístico del Qosqo y defensor a ultranza de un arte humano, con raíces propias y nacionalistas –andinas y cusqueñas, en nuestro caso- lejos de las exquisiteces parisienses de los últimos «ismos» de moda; que marcaban, sobre todo, el pensamiento y el gusto de Lima centralista». «En verdad que en Julio G. Gutiérrez Loayza se produjo esa «indisoluble simbiosis entre el esteta y el soldado de la revolución» tal como lo anotara con toda precisión Jorge del Prado al prologar «Así nació el Cusco Rojo», obra mayor de Gutiérrez. Y es por todo ello que en 1984 el Qosqo, por nuestro intermedio, puso en su pecho la Medalla de la Ciudad, presea con la que premia a sus hijos más abnegados y laboriosos». «En épocas, como la presente, con lamentables ausencias de crítica cultural y artística –y hasta de simples crónicas que recojan la actividad cumplida- «Sesenta Años de arte en el Qosqo» tendrá por lo tanto un carácter también didáctico y pedagógico. Nuestra juventud, en especial, deberá encontrar en cada artículo un mensaje de los qosqorunas del ayer que cumplieron su misión de la mejor manera; pero, al mismo tiempo, también deberá comprender cómo el rol de las publicaciones periodísticas no se limita a la sola consignación, en titulares de bandera, de los hechos delictivos de barbarie, de destrucción, de desesperanza o de menuda chismografía que alimenta vanidades y egoísmos...» «Julio G. Gutiérrez es consciente de ello y sabe que el artículo periodístico «llevado al libro adquiere perennidad y prestancia» por lo mismo que accede a esta publicación, honrando nuestra serie; y, aún más, tiene sus objetivos firmemente trazados: «Mis artículos llenaron su función en su oportunidad y las ideas y opiniones que en ellos expongo, pertenecen a un pasado relativamente

reciente y, aunque no forman un conjunto orgánico, tienen o pretenden tener, alguna unidad de pensamiento y un propósito firme, el de contribuir al conocimiento de nuestros auténticos y genuinos valores, rescatándolos del olvido y, de algún modo, tributarles el reconocimiento que, con toda justicia, merecen». «Nobles los propósitos de este libro, compendio de seis décadas de laboriosa y abnegada misión de crítico de arte, con los cuales la Municipalidad del Qosqo se identifica plenamente al estar también empeñada en «recuperar el liderazgo cultural del Qosqo, reafirmando y defendiendo nuestra identidad y los valores que lo sustentan». Al presentarlo, con renovado espíritu cusqueñista, rinde homenaje a su autor, gonfalonero de un pueblo heroico y creador». «Concluida ésta presentación, falleció en el Qosqo, a los 88 años de edad Julio G. Gutiérrez. Que éste libro sea un homenaje a su memoria y sirva como testimonio de su fructífera vida; una constancia de su actividad entregada al desarrollo de su intelecto, de su actividad combativa y valiente en defensa de principios; que sea también una lección para las generaciones de hoy y las que vienen; una prueba de la intensa vida cultural del Qosqo y las captaciones que de ella hizo don Julio G. Gutiérrez» Qosqo, enero de 1994 Daniel Estrada Pérez Alcalde del Qosqo.

Diario LA REPÚBLICA, Lima ...febrero de 1994 EL CUSCO DE JULIO G. GUTIERREZ HOMBRE DE SU TIEMPO

Escribe Luis Nieto Degregori,

El pasado mes de enero, a la avanzada edad de 89 años, falleció don Julio G. Gutiérrez Loayza, personaje protagónico de la vida política y cultural cusqueña, a lo largo de varias décadas y, conjunción que no siempre se da, acucioso informante de cuanto investigador se acercaba a estudiar la historia del comunismo cusqueño y sus complejas relaciones con el indigenismo. Ya en 1927, en efecto, encontramos a Julio Gutiérrez participando activamente en la segunda huelga universitaria del Cusco e integrando el grupo Ande, ese núcleo de por entonces jóvenes intelectuales que deciden elevar el discurso indigenista a práctica política y fundan, en 1929, una de las primeras células comunistas del país. «Así nació el Cusco Rojo» titula el valioso testimonio que Gutiérrez ha escrito sobre los orígenes y posterior evolución del comunismo cusqueño. Una de las virtudes de este libro es que las memorias del testigo y actor de los acontecimientos están respaldadas con abundantísima e invalorable documentación que nadie como el puntilloso don Julio tuvo la previsión de conservar con tanto esmero. Una faceta de este personaje que es menos conocida fuera del ámbito cusqueño es la de pintor, crítico de arte y periodista, oficios que desempeñó con la misma pasión y entrega que puso en la lucha política. Don Julio, efectivamente, fue no sólo fundador e impulsor de varios órganos de prensa de corte partidario, sino, además, colaborador permanente de las principales publicaciones cusqueñas en la edad de oro del periodismo local. En sus últimos años de vida, empujado por sus hijos, don Julio Gutiérrez trabajó justamente en una selección de sus más logrados trabajos periodísticos dedicados a los temas del arte y la cultura. La muerte, sin embargo, con sus triquiñuelas de siempre, le ganó esta última partida a este tesonero intelectual cusqueño, quién ya no pudo hojear las páginas de su libro «Sesenta años de arte en el Qosqo», que acaba de ser editado por el municipio cusqueño. Quizás lo primero que hay que destacar del libro es el valor testimonial y documental de los más de cien artículos que recoge. Tal es el caso, por ejemplo, de los textos agrupados en la sección «Comentarios sobre arte», cuya lectura permite reconstruir la atmósfera que se respiraba en el medio artístico cusqueño y seguir paso a paso los hitos más importantes de la plástica cusqueña desde fines de los años veinte hasta hace unas pocas décadas. Es indudable, asimismo, que algunos de los artículos trascienden la premura y lo coyuntural del trabajo periodístico y alcanzan la categoría de breves ensayos, caso de los dedicados a los pintores cusqueños Francisco González Gamarra, Manuel Agustín Rivero y Mariano Fuentes Lira, textos que, a pesar de que se apoyan mucho en el dato biográfico, sobre todo el dedicado a González Gamarra,

logran dar una objetiva valoración de estos exponentes máximos de la pintura cusqueña de la primera mitad del presente siglo. Por lo demás algunas de las crónicas reeditadas en el libro son tan sabrosas que valen por sí mismas, como la que muestra a Ángel Vega Enríquez y en su faceta de pintor amateur. El retrato que Gutiérrez dibuja de este cusqueño excepcional, fundador de uno de los principales periódicos cusqueños y considerado por Valcárcel precursor del movimiento indigenista, tiene una calidez humana conmovedora y una muestra del alto nivel que había alcanzado la prensa escrita cusqueña y que ahora lamentablemente se ha perdido. Me parece, sin embargo, que es la sección del libro que reúne los artículos dedicados al arte popular cusqueño donde el lector, sobre todo especializado, hará los hallazgos más importantes. Así, por ejemplo, antropólogos y estudiosos del folklore encontrarán material sumamente interesante en la crónica de los años cuarenta dedicada al imaginero Santiago Rojas, en la que don Julio Gutiérrez mata dos pájaros de un tiro, pues, al tiempo que aboga por la revigorización del arte de la juguetería cusqueña, se explaya sobre las danzas que se bailaban o aún se bailan en la fiesta de la Virgen del Carmen de Paucartambo. En cambio, quienes se dedican al estudio de la pintura popular, se interesarán seguramente en el artículo dedicado a los pendones de las chicherías, arte que ahora se ha perdido y que en el libro es minuciosamente descrito. Podemos afirmar, en suma, que el municipio cusqueño ha dado en el clavo al rescatar estos textos que estaban desperdigados en periódicos y revistas de difícil acceso. Es sin duda el mejor homenaje que se podía rendir a un cusqueño de la trayectoria de don Julio G. Gutiérrez Loayza.

UN LUCHADOR SOCIAL PREDESTINADO

Algo que nos admira en las apreciaciones de Avendaño es eso de las cábalas que anunciaban no a un pintor sino a un hombre de empeños redentores, hecho que coincide con el tenor de un horóscopo publicado en el Diario El Comercio de Lima en 1941 y que transcribimos: «LO QUE DICEN LAS ESTRELLAS DE LOS QUE HAN NACIDO EL 19 DE ENERO. (Especial para «El Comercio» por Urania) ¿Es hoy su cumpleaños? Entonces es Ud. Un auténtico idealista, es decir, uno de esos seres inverosímiles que son capaces de sacrificar su propio mejoramiento, progreso personal y particular provecho si con ello no sufrirán, en lo más mínimo, sus ideales. Luchará Ud. Contra adversidades críticas: Nada lo hará desistir. En verdad, hay en Ud. madera de mártir. Cuide que las «causas» bajo las cuales Ud. se abanderice merezcan la heroica devoción y la cabal abnegación que Ud. habrá de dedicarles. Tiene Ud. humores cambiantes y a menudo no se entiende Ud. mismo. Para los demás, resulta Ud. todavía mucho más incomprensible, naturalmente. Pocas personas en el mundo le inspirarán verdadero cariño, pero por esas pocas estará Ud. siempre dispuesto a sacrificar bienestar y tranquilidad. Es Ud. un pésimo administrador de su dinero. Aunque por temporadas ganará Ud. dinero en abundancia lo acecharán siempre periodos de privaciones y escasez. Tendrá Ud. un solo amor. El poeta y cuentista Edgar Allan Poe, nació en esta fecha. (Exclusivo para «El Comercio» por United Feature Syndicate). ¿Coincidencia feliz? Lo cierto es que este horóscopo parece haber sido escrito ex profesamente para Julio G. Gutiérrez. En esta misma fecha nacieron, también, el pintor francés Paúl Cezanne, Carlos Guido y Spano (poeta argentino) y Javier Heraud (heroico poeta y guerrillero peruano). En efecto, Julio G. Gutiérrez, no tardó en escoger el doloroso y difícil camino que conduce a la redención de los desposeídos, los parias, los asalariados; saboreó la amarga sal del destierro, bebió el cáliz con la hiel de las prisiones políticas, como nos relata en sus trabajos testimoniales. ¿Estuvo predestinado? ¿Se sometió voluntariamente a un destino preestablecido? No lo sabemos; pero el tiempo y la vida le brindaron múltiples satisfacciones, como la amistad y el homenaje sincero y espontáneo de otros luchadores del proletariado como Agustín Rivero, Oscar Rozas, Rafael Tupayachi Ferro, Julio Moreno, Sergio Caller, Isidoro Leiva, Simón Herrera Farfán, Oswaldo Baca Mendoza, Alfredo Somocurcio, Enrique Miota, Emiliano Huamantica, Vicente Medrano, Saturnino Huillca, Roberto Rojas Grajeda, Pedro Huillca Tecse, Rubén Acurio Rivas y Daniel Estrada Pérez. El 21 de marzo de 1990, el incansable y heroico líder del sindicalismo cusqueño Don Gregorio Ramos Mamani, escribió en el Comercio del Cusco, entre otras cosas, lo que sigue:

«En señal de reconocimiento rindo pleitesía a los destacados camaradas Julio G. Gutiérrez e Isidoro Leiva. Julio G. Gutiérrez, indeclinable luchador social, sindicalista que, con su testimonio, refleja los difíciles acontecimientos que supo cumplir en la conducción de esta central federal, ubicada como baluarte del pueblo del Cusco y la región. Habiendo caído en muchas persecuciones y recluido en las más inhospitalarias mazmorras del Sepa. En esta oportunidad con motivo de los sesenta años de la Central Obrera que construyó, le saludamos con pleitesía, en vida; al menos para aliviar las fatigas de su edad avanzada y de igual manera saludar a sus familiares, quienes, también, sufrieron una serie de vejámenes por la gendarmería».

EL PERIODISMO, SU ARMA DE COMBATE.

La obra periodística de Julio G. Gutiérrez Loayza comprende más de dos mil artículos, comentarios, críticas de arte e investigaciones históricas. Desde que inició sus actividades como cronista de la revista «Kosko» y «El Diario» en 1927; ilustrador y redactor de la revista «KUNTUR», redactor de «El Sol» y «El Comercio». Tiene, en su larga trayectoria de más de cincuenta años de periodista, el mérito de haber fundado el primer periódico obrero del Cusco: «Constructor», órgano del Sindicato de Construcción Civil y Artes Decorativas. El vocero clandestino del partido Comunista cusqueño: «AYLLU»; el periódico «JORNADA» también, de los comunistas cusqueños y, después del terremoto del 50, fundó y dirigió «RECONSTRUCCIÓN». Su copiosa obra periodística está compilada en «PERSPECTIVA» 30 años de periodismo cusqueño; «RAYOS X» y «50 años de política Cusqueña», aún inéditas. Discípulo de la generación «La Sierra», conformada por ilustres maestros, dio brillo a la edad de oro del periodismo cusqueño, junto al maestro José Gabriel Cosio y los periodistas José Antonio Velazco y Gutiérrez «Loredán», Roberto Latorre Medina, Pedro Bravo Escobar, Manuel E. Cuadros, Sócrates Miranda, Eduardo «Lalo» Díaz, Eduardo Moscoso, Rubén Sueldo Guevara, Abel Ramos Perea, Miguel H. Milla, etc. FUNDACIÓN DEL SINDICATO DE PERIODISTAS En su manuscrito «Noticia Autobiográfica» JGGL, escribe: «En abril de 1942, el propietario de «El Comercio» ordenó mi retiro, a raíz de este hecho, los periodistas cusqueños me ofrecieron una fiesta de solidaridad gremial y quedó organizado por primera vez, el Sindicato de Periodistas del Cusco, cuyo primer secretario general fui elegido entonces» ... La noticia de la fundación del Sindicato de Periodistas fue divulgada en los diarios de la localidad. El Sol, en su edición del 13 de abril de 1942 dice lo siguiente: HA QUEDADO CONSTITUIDO EL SINDICATO DE PERIODISTAS DEL CUZCO Promisor resultado de la fiesta ofrecida ayer al señor Julio G. Gutiérrez. Un hecho importante, que ha de producir magnífica impresión en los círculos intelectuales del Cuzco y del Perú todo, ha sido la resultante promisora de la fiesta que todos los trabajadores de prensa de la ciudad, han ofrecido ayer al señor Julio G. Gutiérrez, como manifestación de simpatía y caluroso aplauso, por su brillante labor periodística, durante varios años en la redacción de «El Comercio». Este hecho importante es la constitución, por primera vez en la ciudad, del SINDICATO DE PERIODISTAS DEL CUZCO,

organización que agrupa a todos los que laboran y cooperan en la función diarística desde el Director hasta el buen palomilla que pone en manos del lector el periódico. CONCURRENCIA A las tres y media de la tarde de ayer se reunieron en la Quinta Eulalia, sita en la calle Choquechaca, los siguientes trabajadores de prensa, señores, Roberto Latorre, José Antonio Velasco y G, Víctor E. Cornejo, Pedro J. Bravo Escobar, Manuel E. Cuadros E., Luis Nieto, Julio C. Rouviros, Orestes Aparicio, Luis Ángel Aragón, Augusto Dávila, Isidro Bravo, Eduardo Andía, Humberto Montañez, José E. Rozas, Antonio del Mar, Miguel Ángel Delgado Vivanco, Guillermo Puente de la Vega, Carlos A. Velazco y Manuel Camacho. Especialmente invitado realzó con su presencia esta cordial reunión el periodista limeño señor Jorge Falcón, de la redacción del «Universal» de Lima. Comisionados especialmente los señores Carlos A. Velazco y Guillermo Puente de la Vega se constituyeron en el domicilio del señor Julio Gutiérrez, invitándolo a pasar al lugar de la fiesta organizada en su honor. EL PIC NICK La presencia del señor Julio Gutiérrez en la Quinta Eulalia, fue recibida con cariñosa efusión, evidenciándose así, una vez más la honda simpatía y el merecido prestigio de que ha sabido rodearse este joven periodista, incansable luchador por los intereses del pueblo cuzqueño. De inmediato y sentados en torno a una mesa arreglada al aire libre, se hizo los honores del caso a un exquisito menú de viandas criollas. OFRECIMIENTO A la hora oportuna ofreció la manifestación, el señor José Antonio Velasco y G. Director de «El Comercio», quien con palabra fácil y cariñosa elogió la personalidad periodística de Julio G. Gutiérrez estructurada con reciedumbre a través de una larga y honrada actuación en las filas del diarismo cuzqueño. Las palabras del señor Velasco, expresión fiel de la eclosión amical que reunía en su torno el homenajeado, fueron calurosamente aplaudidas por los presentes. AGRADECIMIENTO En brillante y emocionada improvisación, el señor Julio G. Gutiérrez, agradeció la fiesta que obsequiaban sus compañeros del diarismo y las frases de alta estima a su persona que había pronunciado el señor Velasco. Finalizó expresando su anhelo de que los periodistas del Cuzco, ofreciendo un magnífico ejemplo de solidaridad, se agruparan en una entidad que perfectamente organizada haga valer sus derechos. Al concluir fue cálidamente aplaudido. HABLA JORGE FALCÓN Luego usó de la palabra el periodista limeño señor Jorge Falcón quién hizo una amplia exposición sobre la importante misión que en esta hora trágica le toca realizar a la prensa, trató el significado grato de la fiesta y finalizó brindando por Julio Gutiérrez y por la solidaridad de los periodistas cuzqueños, mereciendo aplausos al terminar. TERMINA LA MANIFESTACIÓN Pasadas las seis de la tarde, terminó esta significativa fiesta, pasando los concurrentes, por especial invitación del propietario de la Quinta, señor Ricardo Ballón a los salones de su residencia, donde se

hizo animada tertulia. Los señores Miguel Ángel Delgado Vivanco y Julio Rouviros pusieron la nota musical, ejecutando en guitarra y mandolina bonitas piezas de nuestro folklore regional. SINDICATO DE PERIODISTAS. Haciendo un paréntesis a la simpática fiesta, el señor Manuel E. Cuadros, expresó que la presente era magnífica oportunidad para hacer realidad el anhelo de todos los presentes y constituir una agrupación de los trabajadores de prensa. La propuesta fue aceptada con calurosos aplausos y de inmediato se procedió a elegir un Director de Debates, elección que recayó en el señor José Antonio Velasco, siendo designado Secretario el señor Julio Gutiérrez, quien estuvo secundado por el señor Puente de la Vega. Abierta la asamblea por el Director de Debates, se acordó denominar a la agrupación Sindicato de Periodistas del Cuzco. Después de oportunas intervenciones que sobre los principios y finalidades del Sindicato hicieron los señores Latorre, Bravo Escobar, Velasco y Nieto, se procedió a la elección de la Junta Directiva. SECRETARIO GENERAL Para este cargo fueron propuestos los señores Julio G. Gutiérrez, Pedro Bravo Escobar y Roberto Latorre, resultando electo el señor Gutiérrez, quien fue objeto de cariñosa ovación. Agradeciendo la designación el Secretario General manifestó su decisión de trabajar por el surgimiento del Sindicato, en todas las formas posibles. LOS DEMAS SECRETARIADOS Las votaciones para los demás Secretariados dieron el siguiente resultado: Secretario de Relaciones, señor Pedro Bravo Escobar. Secretario del Interior, señor Roberto Latorre. Secretario de Economía, señor Víctor E. Cornejo. Secretario de Prensa, señor Manuel E. Cuadros E. Secretario de Biblioteca y Cultura, señor Luis Nieto. Vocales, señores José Antonio Velasco y Carlos A. Velazco. ACUERDOS Después que cada uno de los miembros de la Junta Directiva hizo uso de la palabra, abundando en conceptos que auguran un magnífico desenvolvimiento al flamante Sindicato de Periodistas, se acordó, por unanimidad, celebrar reuniones el primer sábado de cada mes y encomendar la redacción de los estatutos pertinentes, al señor Roberto Latorre, quien, deberá presentarlos a consideración de la asamblea a la brevedad posible. También, se acordó a pedido del señor Latorre, que una de las primeras gestiones del Sindicato sea la consecución de facilidades hospitalarias para los periodistas y de un sector especial en el Cementerio General para enterrar a los miembros que fallezcan.

A pedido del Secretario de economía señor Cornejo, se realizó una erogación entre los presentes, habiéndose reunido una apreciable suma de dinero. Finalmente, a pedido del señor Isidro Bravo, se aprobó que el Sindicato de Artes Gráficas acreditará una delegación ante el Sindicato de Periodistas. La nota de «El Comercio», es del 14 de abril de 1942 y titula: SINDICATO DE PERIODISTAS, lo preside Julio Gutiérrez. Persigue altos fines sociales y de mutua cooperación. Relata los sucesos con detalle y recalca que para el cargo de Secretario General ... «resultó electo ... Julio Gutiérrez, periodista de nota, combativo y enérgico, cuya labor es bastante conocida en el Cuzco, toda la república y el extranjero».

RECONOCIMIENTOS A SU LABOR PERIODÍSTICA

Todavía en 1949, en el artículo «Roberto Latorre y los intelectuales de Puno y Cusco» (publicado en la Revista del Centro de Estudiantes Puno Nº. 1, Cusco 1949). Román Saavedra o Eustaquio Kallata, hizo una justa valoración de la importancia de Julio G. Gutiérrez en el panorama periodístico de la ciudad cuando escribió que: … «los periodistas por antonomasia, dentro del aporte cultural cusqueño son indudablemente, Roberto Latorre y Pancho Fierro». El día viernes 29 de agosto de 1952, Julio G. Gutiérrez celebró sus «Bodas de Plata» al servicio del periodismo, con ese motivo, la Empresa Editora de EL SOL, le rindió homenaje, entregándole un diploma artístico de la inspiración del maestro Mariano Fuentes Lira Director de la Escuela de Bellas Artes, estuvieron presentes en este homenaje el Director del El Sol Dr. José Gabriel Cosio Medina, la Gerente propietaria señora Celia Velazco de Zamora y su esposo Sr. Luis Zamora, los periodistas, personal administrativo y de los talleres de este prestigioso diario; el Dr. Alfredo Rodríguez, director del periódico «Acción Agraria» y Presidente del Centro Federado de Periodistas del Cusco y otras personalidades. En esa oportunidad el Sr. Luis R. Zamora pronunció un elocuente discurso, al que ya nos hemos referido; el Dr. José Gabriel Cosio, maestro y patriarca del periodismo, según esta crónica: ... «En elegante estilo hizo uso de la palabra para expresar que, como Director de EL SOL, no podía dejar de expresar su voz en una ocasión tan significativa y en homenaje de Julio Gutiérrez, cuyos méritos, cualidades de escritor y periodista de fino estilo ensalzó, expresando que lo había conocido desde las aulas ciencianas, y allí, precisamente supo apreciar su inquietud y vocación para el periodismo. Hizo elogio de la labor que realiza en EL SOL, donde ha plasmado su regia personalidad, y aporta su cultura y experiencia al mayor prestigio de nuestra Casa, en la que, por sus merecimientos intelectuales, su espíritu cordial y acucioso, goza de la simpatía de sus compañeros de labor. Al término el doctor Cosio fue muy aplaudido». Don Julio G. Gutiérrez emprendió importantes campañas en pro de la conservación y defensa del Patrimonio Cultural, denunciando a los traficantes o chamarilleros que depredaban los tesoros artísticos de nuestra tierra; muchas campañas importantes para revalorar el arte popular el folklore cusqueño en el «Santuranticuy», por la reconstrucción fidedigna del Cusco después del terremoto,

poniendo los puntos sobre las íes, cuando los encargados de esa tarea desfiguraban «creativamente» los edificios históricos o sembraban de cemento y fierro la ciudad acabando con su valiosa traza incano-mestiza. Su labor en EL SOL, continuó hasta 1957, en que la Empresa pasó a ser parte de la cadena de Diarios Asociados, dejando este diario como consecuencia de un editorial «pidiendo ayuda más práctica y efectiva para las víctimas de la sequía que regalaban a sus hijos por los caminos y morían de hambre». Muchos años después, en 1984, cuando la Honorable Municipalidad del Qosqo, por iniciativa del Alcalde Dr. Daniel Estrada Pérez, representante del Movimiento de Izquierda Unida, concedió la Medalla de la Ciudad a Julio G. Gutiérrez Loayza. El poeta y periodista Dr. Gustavo Pérez Ocampo escribió para un noticiero radial lo que sigue: «Se ha llamado del olvido a un maestro del periodismo cusqueño. Julio G. Gutiérrez que como decía Federico Nietzsche, «decía su palabra y se rompía entero», y, además: ¡escribía en perfecto castellano! cosa esta rarísima entre nosotros los periodistas de estos años ... Digo, pues, que el gran Pancho Fierro, como firmaba sus comentarios don Julio G. Gutiérrez, fue premiado con la medalla de la ciudad». Todo eso y mucho más se ha escrito del Profesor Gutiérrez en su faceta de periodista. Por ello, el Colegio de Periodistas, -por gestiones de dos valores del periodismo local, aunque de disímiles posiciones políticas, como son Erik Escalante y Germán Alatrista -, lo reconoció como Colegiado Distinguido en 1986.

EDUCADOR Y MAESTRO DE JUVENTUDES

Julio G. Gutiérrez L. inició su labor educativa muy temprano, como profesor de dibujo en la escuela primaria. Organizó la primera exposición escolar de pintura, en diciembre de 1942, bajo los auspicios del Instituto Americano de Arte. El discurso de inauguración publicado en el primer número de la Revista del IAA dice: «La significación intrínseca (de esta exposición) no reside tanto en la calidad específicamente artística de los trabajos ejecutados por los niños escolares, cuanto en el valor pedagógico y educativo de los mismos, y sobre todo, en mi concepto, ella está contenida en la elocuente y magnífica demostración de las insospechadas posibilidades creadoras, de la capacidad innata de aquellos que encuentran sus raíces en la milenaria tradición artística de nuestro pueblo». «He aquí la misión esencial del maestro encargado de la educación estética. Sugerir, simplemente, orientar y poner al alcance de los pequeños discípulos los instrumentos elementales de la técnica, dejando libre, absolutamente libre, la posibilidad expresiva y el lenguaje plástico de los niños. De entre las capacidades sobresalientes que se vayan encontrando, una acertada educación especializada puede encaminarlos posteriormente hacia rumbos profesionales. «No pretendo sentar cátedra con estas esperanzadas divagaciones, pero quiero llamar vuestra atención, compañeros del magisterio primario, sobre la importancia trascendental de la educación Técnica que debéis dar a los millares de discípulos que pasan anualmente por vuestras manos y sobre la profunda orientación nacionalista que a ella estamos en el deber de imprimir”. En reconocimiento a esta labor el periodista Roberto Latorre hizo un discurso, en uno de cuyos acápites dice: «He dicho que esta magnífica realidad se debe al Instituto Americano de Arte, en cuyo nombre hablo. En gran parte es así. Pero, no se puede callar que, si se anota ese mérito, es imprescindible proclamar que la iniciativa y el esfuerzo librados en la cruzada, se deben en todo a Julio Gutiérrez, maestro de pintura escolar que, interpretando fielmente el motivo de su presencia en el magisterio, no sólo se ha encajado en los cánones que la obligación le impone, sino en los que su profesión espiritual, su inteligencia y su patriotismo le dictan imperativamente. Afirmo que obra tan loable le cuesta sin número de amarguras y tormentos, pero los resultados conquistados, compénsenle de ellos y dan una vibrante voz de alerta para el renacimiento de nuestro pueblo que, por su tradición y mando, debía ser siempre excelentemente artista. Tenía que ser Julio Gutiérrez, Secretario del I.A.A., quien asumiese intrépidamente la enorme responsabilidad de encauzar la fresca mentalidad de los cholos patakalas de mi pueblo, por los amplios caminos del Arte para gloria del Perú». La revista «El Ayllu» dirigida por Miguel Ángel Delgado Vivanco le dedica estas palabras de admiración: «Cabe destacar la actuación de Julio G. Gutiérrez, maestro de dibujo de nuestras escuelas. El joven periodista, ágil escritor y panfletario, notable crítico de arte, y uno de los más calificados valores de la nueva generación, se anotó un éxito más a su foja de servicios, nutrida de

campañas nobilísimas, puestas todas ellas al conjuro de convicciones bien probadas y definidas al servicio social». Revista «El Ayllu» No.1-2 diciembre de 1945 Pág.176. Posteriormente Gutiérrez dictó cursos de Historia Universal, Historia de la Cultura Peruana, e Historia del Perú, en los diferentes planteles escolares de la ciudad.

EL RECONOCIMIENTO DE UN ALUMNO

Entre los papeles más queridos de Julio G. Gutiérrez Loayza, se encuentra una asignación del curso de Historia del Perú, de un alumno del Colegio José Gabriel Cosio, en cuya introducción el joven discípulo exalta a su maestro en estos términos: «Haré un pequeño alboroto antes de alzar el vuelo, sólo el águila se levanta de golpe para abismarse al infinito cielo; pero yo no soy un águila. No voy a justificar futuras deficiencias de estos escritos, sino aprovechar la oportunidad que me brinda, para hacer caber algunas ideas muy mías. Profesor: Ud. fue el único en despertar en mí y quizá en mis coetáneos más, la inquietud (...) de juzgar nuestra Historia más «realistamente» (sí se puede decir). Casi no fue una Historia de fechas, ni lugares, ni circunstancias, tampoco efemérides. Fue una Historia en la que sentí su cruda realidad. Sinceramente, «su» Historia del Perú, entregada de corazón de sinceridad, fueron un pequeño estímulo que abrió una brecha de reacción en mi espíritu». En otro párrafo el joven estudiante escribe: «Tengo una manera de ser libre, de protestar -aun no encuentro quién lo entienda, ojalá fuera Ud., porque afirmo que la Historia del Perú que se nos enseña (le excluyo en mucho a Ud.) es una Historia de sucesos con fechas inamovibles, de lugares, y no una Historia «Vectorial», una triste condición estructural, nuestro subdesarrollo. La Historia del Perú actualmente programada (la que se memoriza, se escribe, se dicta, se explica, se plagia en los exámenes, etc. etc.) me es sólo una fuente de consulta. Porque no es un «pujio» de donde pueda beber: amor, energía, para sentir que el Perú vive en mi corazón».

LABOR EN LA EDUCACIÓN TÉCNICA

Otra gran faceta como educador, en la cual, el profesor Gutiérrez, empleó sus desvelos fue la Educación Técnica. Se inició como profesor de Dibujo Técnico, primero en la Escuela de Artes y Oficios y Luego en el «Politécnico» Regional. Son muchas las generaciones de profesionales y técnicos que recibieron sus motivadoras enseñanzas en la esperanza de contribuir con el desarrollo tecnológico del Perú, porque, como militante socialista, comprendió que la ciencia y la técnica son herramientas de primer orden para transformar y revolucionar un país sumido en el atraso como es el nuestro.

En su trabajo de tesis para optar al grado de profesor de segunda enseñanza, titulado La Educación Técnica en el Perú», Cusco 1949. (Trabajo que nunca presentó por «ser alérgico al título» pese a las reiteradas recomendaciones de su maestro el Dr. J. Uriel García, en la nutrida correspondencia que mantuvieron). Luego de un análisis minucioso del carácter predominante de la educación peruana; -trata sobre el capitalismo y la educación técnica, la legislación nacional y la educación técnica, y un estudio sobre un plan en boga en esa época-, arribó a las conclusiones siguientes: - La Educación es fundamentalmente un problema económico y no puramente pedagógico. La educación de un país depende de su economía. - La evolución económica del país ha determinado la orientación política educacional en cada etapa de su historia. - La educación de tipo humanista, intelectualista, responde a nuestra realidad económica semi-feudal que va siendo lentamente superada. - El actual cambio de orientación hacia la educación técnica obedece al crecimiento de las necesidades del capitalismo nacional cuyas posiciones se fortalecen frente a los restos de feudalismo. - El plan de Reorganización de la Educación Técnica responde a las necesidades de la industrialización del país en la que están interesados todos los sectores progresistas. - La estructura semi-feudal de la propiedad agraria en la sierra y la consecuente servidumbre de las masas indígenas, entraban el desarrollo de una profunda reforma educativa. - No podrá aplicarse consecuentemente la Reforma de la Educación Técnica, si no se emprende la Reforma del régimen de la propiedad agraria. - El progreso del Perú, la independencia nacional del país, reclaman como tarea urgente en el campo educativo, la estructuración de la política educacional sobre la base de la educación técnica y la categórica orientación de los fines del Estado en la educación y formación de ciudadanos capacitados para el trabajo». Cuántos de estos conceptos que tratan de promover la educación para el trabajo están vigentes hoy y, aún no se han realizado. Estos postulados los llevó a la práctica cuando fue profesor en el Politécnico Regional del Cusco. En premio a sus de 35 años de labor dedicada a la enseñanza recibió en 1986, en Lima, las Palmas Magisteriales del Perú en el grado de «Maestro». La Escuela Superior Autónoma de Bellas Artes del Cusco le confirió el título de Docente Emérito, el 3 de julio de 1990.

JULIO G. GUTIÉRREZ LOAYZA Y LA HISTORIA SOCIAL DEL CUSCO RESUMEN DE SU TRAYECTORIA POLÍTICA 1924.- Participó como estudiante en la Universidad Popular González Prada. Escuela de indigenismo e ideología de vanguardia, aperturada en mayo de 1924, con el concurso de maestros, como: Luis E. Valcárcel, Antonio Lorena, Alberto Delgado, Rafael Tupayachi, Casiano Rado, etc. 1926.- Formó parte del grupo «Ande» que reunía a jóvenes intelectuales y artistas universitarios bajo la dirección de Román Saavedra, y editaban la revista «Pututo» «Revista oral de arte, crítica y polémica». Julio G. Gutiérrez intervino como pintor y xilógrafo. 1927.- Participa activamente en la organización de la Huelga Universitaria de ese año, impulsada por el Grupo Ande. Esta agrupación cultural y política publicó dos números de la revista «Kuntur», con xilografías y comentarios de arte de JGGL. 1929 Fue uno de los fundadores de la primera Célula del Partido Comunista Peruano, afiliado a la Internacional Comunista cuyo Buró Sudamericano se hallaba en Buenos Aires. 1930, marzo, fue uno de los fundadores y el Primer Secretario General del Sindicato de Obrero de Construcción Civil y Artes Decorativas.

Organizó, junto con Roberto Latorre y Román Saavedra el primer homenaje póstumo al Amauta José Carlos Mariátegui, publicado en EL SOL del 19 de abril de 1930. Fundó «Constructor» primer periódico obrero del Cusco. Fue uno de los fundadores de la Federación Obrera Departamental (FOD), que posteriormente cambió a Federación Departamental de Trabajadores del Cusco (FDTC). 1932.- Fundó y dirigió «El Ayllu», órgano clandestino del Partido Comunista del Cusco, del que salieron dos números entre febrero y abril. 1931.- El 11 de octubre fue hecho prisionero en el Cusco, llevado a Arequipa y luego, por vapor, a la Isla Penal de El Frontón, hasta fines de noviembre, en que fue liberado en Lima, sin trabajo ni recursos económicos. 1932.- El 16 de diciembre fue apresado junto con Julio C. Vizcarra y enviado a Puno para luego ser desterrado a Bolivia, hasta agosto de 1933. En la Paz trabajó como obrero de una fábrica cervecera. 1940.- Fundó y dirigió «Jornada», órgano del Partido Comunista del Cusco. («Jornada» salió en tres etapas: En 1940; en octubre de 1948 y entre 1978 – 79). 1945.- Fue elegido miembro del Comité Central del PCP. 1950- 58 Participó en las Jornadas de lucha propiciadas por la FDTC. En las que la clase trabajadora tomó la ciudad. 1962.- Fue nominado candidato a una diputación por la alianza del Frente Democrático Nacionalista y el Frente de Liberación Nacional en las elecciones presidenciales de ese año, bajo la postulación del General Pando a la presidencia de la República. Fue confinado en la prisión selvática de «El Sepa», durante el Gobierno Militar de Pérez Godoy. 1963.- Volvió a ser apresado y confinado en «El Sepa» por el primer gobierno del Arquitecto Belaunde Terry, a cuya elección habían contribuido las fuerzas progresistas y la izquierda peruana. Desde entonces continuó colaborando y asesorando las actividades partidarias y políticas en el seno de la Federación de Trabajadores del Cusco. 1986.- Publicó en Lima su obra testimonial «ASI NACIO EL CUSCO ROJO». 1979.- Organizó a la «Guardia Vieja» del Partido Comunista Peruano en el Cusco. 1991.- El Sindicato de Construcción Civil y Artes Decorativas del Cusco al conmemorar el 61 aniversario de su fundación le rindió homenaje como fundador y primer secretario general. 1993.- El 30 de diciembre Julio G. Gutiérrez falleció en la ciudad del Cusco. Una nutrida comitiva de trabajadores, luchadores sociales, políticos e intelectuales cusqueños le rindieron tributo y le dieron el último adiós.

"ASÍ NACIO EL CUSCO ROJO", SU OBRA MAYOR

Hijos espirituales de la generación indigenista de La Sierra, el plantel de ANDE fue la generación que, como dice el escritor Luis Nieto Degregori, decidió ... «elevar el discurso indigenista a la práctica política». Ese salto cualitativo del discurso lírico a la praxis revolucionaria, premunidos ya de la ideología del socialismo científico y la experiencia de la Revolución de Octubre, los distinguió de la generación anterior de indigenistas románticos y brillantes teorizadores que, lamentablemente, cuando se vieron enfrentados a los regímenes reaccionarios, moderaron su discurso, sacrificaron su antiguo credo y se pusieron al servicio de la clase dominante, la feudalidad y el imperialismo, cuando otros optaron por el ostracismo, prefiriendo colocarse al margen de la lucha social, sindical o partidaria. ANDE se adscribió al APRA, -cuando éste era un movimiento continental sin pretensiones electoreras ni poses demagógicas-, y rompió con él, denunciando las maniobras políticas de su líder fundador. Entonces se constituyó en Célula Comunista en mayo de 1929, para cuyo efecto habían suscrito, con su sangre, cada uno de los participantes, una legendaria acta fundacional. Ellos fueron: Oscar Rozas Terzi, Julio G. Gutiérrez Loayza, Sergio Caller Zavaleta, César González Willis, Julio Moreno Álvarez, César Vilchez Pimentel, Rafael E. Tupayachi Ferro, Alfonso González Gamarra y Julio E. Torres Ampuero. Por circunstancias diversas no concurrieron a la fundación Román Saavedra y Mariano Muñiz; Roberto Latorre, Casiano Rado, Carlos Valer y Aquiles Chacón que se integraron después.

A esta generación insurgente, cuyo despertar coincidió con el «advenimiento en la arena política de la clase obrera» se le deben: la organización del proletariado urbano y rural en sindicatos, federaciones y confederaciones; el haber conseguido, mediante largas luchas, las principales conquistas de reivindicación social; el haber organizado los primeros partidos políticos de vanguardia y haber fundado la prensa proletaria, para denunciar las matanzas de campesinos, las masacres de obreros y difundir la cultura proletaria; el haber generado, en medio del fragor de la lucha social, los primeros estudios sociales basados en una interpretación marxista de la historia, difundiendo y dando continuidad a la obra creadora del Amauta José Carlos Mariátegui. En esta tarea recuperaron la identidad cultural del pueblo rescatando las manifestaciones más genuinas de su alma: el arte popular, la artesanía y el folklore. También les cupo el honor de haberle dotado al proletariado cusqueño y peruano de armas ideológicas y políticas, organización y líderes forjados en la lucha, con los que se creó la tradición que distinguió al «Cusco Rojo»; con héroes y mártires que entregaron, generosamente, su vida y su sangre tales como: Rafael Tupayachi Ferro, primer mártir del magisterio peruano, torturado preso y muerto por los maltratos inferidos a su persona por la dictadura de Sánchez Cerro; Simón Herrera Farfán, heroico líder obrero torturado y asesinado por la dictadura de Odría; Emiliano Huamantica, líder obrero textil muerto junto con varios compañeros obreros en un accidente, no esclarecido hasta hoy; Vicente Medrano, joven militante comunista que fuera arrastrado por la corriente del río en la prisión del Sepa, etc. Todas estas luchas sociales iniciadas en los años treinta, precipitaron las reformas sociales que, a fines de los sesenta, implementara, desde el estado, el gobierno de la Fuerza Armada del General Velasco Alvarado. Un gobierno formado por los mismos militares que, cansados de masacrar a su propio pueblo, se dieron cuenta que no había otra salida que liderar, ellos mismos, la ejecución de los cambios sociales. Nosotros escuchábamos las historias narradas por los camaradas de mi padre: Mariano Fuentes Lira, y en especial Román Saavedra, quien, en alguna oportunidad, trajo la revista «Pututo» empastada como libro, donde estaban los dibujos y escritos de esa generación. El comentario general entre ellos era que debía escribirse la verdadera historia, porque muchos jóvenes historiadores estaban especulando y tergiversándola. A la muerte de Román Saavedra, y a exigencia de sus hijos, -que apoyamos en la recopilación y ordenamiento de los documentos que, incontables veces habíamos hecho escapar de las manos de la policía y los soplones, enterrándolos en sacos, o escondiéndolos en los entretechos-, mi padre, ya retirado de la actividad docente, pudo, finalmente, darse el tiempo para escribir su obra, tarea que duró muchos años, el tipeo fue realizado por don Julio Valdez Valdivia. Otro contratiempo fue la edición del libro, evitando las «revisiones» y modificaciones que la burocracia partidaria quería realizar, con la finalidad de encubrir y modificar algunos hechos fundamentales, y gracias a la intervención de la familia, entre ellos, mis hermanos José Carlos, Tania y Blanca Lis, se evitó la consumación de dichos recortes y tergiversaciones que hubieran causado honda frustración al autor de «Así nació el Cuzco Rojo» aún, cuando estuvo enfermo grave y tuvo que ser llevado a la capital. En la ciudad de Lima, luego de un largo y paciente trabajo de edición, el primero de agosto de 1986, en el local de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA), fue presentado el libro

testimonial de Julio G. Gutiérrez Loayza, «Así nació el Cuzco Rojo», con el prólogo del Senador Jorge del Prado y la Introducción de Sergio Caller Zavaleta, fundador del partido en el Cusco y ex diputado por el Departamento. En él se reivindicaban hechos que «de otro modo se hubieran perdido en el olvido» y que estaban quedando ya como leyenda. El poeta y revolucionario Gustavo Valcárcel escribió en esa oportunidad lo que sigue: «Acaba de aparecer el libro de Julio G. Gutiérrez «Así nació el Cusco Rojo» –contribución a su historia política – 1924 – 1934 (Lima, 1986, sin sello editorial, 344 páginas). Jorge del Prado, hace un justo y preciso prólogo de la obra, advierte: «Julio Gutiérrez, como sabemos, fue no sólo fundador y constructor del Partido en el Cusco, sino que se desempeñó también como brillante periodista y escritor, y, sobre todo, cual uno de los más destacados exponentes de la pintura nacional». «El libro que sucintamente comentamos, constituye –por su documentación y por la calidad de protagonista del autor- un valioso aporte, de primera mano, para la historia sociopolítica de nuestro siglo. Por sus páginas brillan las características «del movimiento cusqueño, en su conjunto, (lo que), hacen de él un proceso de excepcional originalidad», según la visión certera de ese gran revolucionario que es Sergio Caller, también oriundo del Cusco, autor de la «Introducción» del libro. Uno de los capítulos que despertará el más vivo interés se titula «Intermedio polémico: Mariátegui y los comunistas cusqueños», donde se anota, después de informar que la Célula Comunista del Cusco, se afilió a la Internacional en Mayo de 1929, que algunos admiradores del Amauta han tratado de presentar las relaciones entre José Carlos Mariátegui y la Célula Cusqueña como influidas por el «antilimeñismo» de los revolucionarios de la capital incaica, idea que presumiblemente abrigó en su intimidad el autor de los «7 ensayos». Sirvan estas líneas como un anticipo a la exégesis, cabal y concreta, de este libro de trascendencia nacional». (Diario La Voz, Lima 22 de setiembre de 1986) Julio G. Gutiérrez, había salido de la clínica donde estaba internado y así, convaleciente, sobreponiéndose a la enfermedad, participó en la presentación de su libro. En el Cusco, el poeta y escritor Gustavo Pérez Ocampo destacó el significado e importancia de esta obra, en su espacio radial del 5 de setiembre del 86, con estas palabras: «Todavía con los cálidos olores de la tinta de su impresión, acabo de recibir un libro, obsequio de su propio autor y con dedicatoria que me honra y enaltece. Se trata de «Así nació el Cusco Rojo», por Julio G. Gutiérrez, el gran periodista y maestro de periodistas cusqueño. Este libro suyo se ha editado en Lima en julio del presente año, y yo he tenido el privilegio de recibirlo hace unos días. No quiero entrar en falsas ponderaciones, pero, se trata de un valiosísimo volumen de historia política. Un libro hermoso. Macizo. Emocionado, emocionante. De una definida y militante «filiación y fe». A todo esto, agreguemos que es un libro escrito en castellano. ¿Cómo? Un castellano fluido, correcto, elegante, suasorio y de una transparencia cristalina extraordinaria. Cosas rarísimas estas, en un medio donde por lo general, los llamados «intelectuales» se despachan y despachan sus poluciones literarias o científicas en una jerigonza muy parecida al castellano, carentes de claridad, sindéresis

y corrección. No. El libro de Gutiérrez «Así nació el Cusco rojo», es un dechado de excelente castellano. Viene precedido de una presentación del mismo autor; luego un extenso y muy riguroso prólogo de Jorge del Prado. Posteriormente, la obra se desarrolla enmarcada bajo la siguiente temática: De la Universidad Popular a la Reforma Universitaria - El Grupo KUNTUR- De los grupos al partido Paréntesis Aprista - La edificación del partido - El Sur Perú en el proceso revolucionario - Deslinde de posiciones - Iniciación del movimiento sindical - Intermedio polémico: Mariátegui y los comunistas cusqueños - Final del «oncenio» - Construyendo la unidad clasista - El Partido ante las masas - Los gamonales en el poder - Agitación y propaganda desde la clandestinidad - Elecciones burguesas y lucha de clases - De la ciudad al campo - Bajo la bota del Cerro-civilismo - Ley de emergencia, desocupación y terror - Salvaje masacre de Pujyura - Las nietas de Micaela - «El Perú es un infierno». De la prisión al destierro. Epílogo y colofón. Hermosas fotografías de personajes influyentes dentro de la política izquierdista de los años 30 para adelante. Este libro es de obligada lectura no sólo para los políticos de profesión, sino para los sociólogos, politicólogos, periodistas y estudiantes; dirigentes obreros y sindicales, porque en sus páginas está palpitante el Cusco de los últimos 50 años en su quehacer político, laboral y universitario. Para poder zafarnos de la inveterada e inverecunda costumbre de «hablar por hablar», sobre todo cuando se trata del Partido Comunista Peruano, será urgente acudir a las páginas del libro de Julio Gutiérrez. Además, tenemos la garantía de que el autor del libro fue actor de primerísima fila en la fundación y construcción de dicho partido en el Cusco. Desde sus horas aurorales, él fue una suerte de «factotum» en los momentos difíciles de aquella gestión. Oigámoslo decir: «Más de medio siglo ha transcurrido desde 1926 en que un grupo de universitarios con inquietudes sociales nos reunimos, dejando un poco la bohemia juvenil, para organizar un equipo dedicado a hacer vida más activa y provechosa que la rutina de estudiantes despreocupados. Fue el grupo «Ande»: éramos literatos, poetas y artistas en cierne (...) Por entonces, ya habíamos leído a González Prada, a Henry Barbusse, a Romain Rolland, y algunos de los nuestros conocían libros anarquistas y comunistas (...) Algo había trascendido también de la Revolución Rusa de 1917, de la república de los soviets, del socialismo y el comunismo. Nuestro grupo creció -sigue hablando Gutiérrez- y sus actividades rebasaron los marcos del arte y la literatura. Nos ganó la emoción social, el deseo ferviente de transformar la caduca sociedad en que vivíamos inmersos. Estaba a la orden del día el movimiento de la Reforma Universitaria y queríamos poner en práctica sus postulados liberales. Hicimos la gran huelga universitaria de 1927. Como consecuencia, Leguía clausuró la Universidad del Cusco. Entonces sacamos una revista: KUNTUR. la cual, por su valentía, audacia y radicalismo, hizo brecha y causó escándalo.... Entre los redactores y colaboradores de KUNTUR, un sector se orientó franca y definitivamente a la lucha social. En el seno de este pequeño núcleo, nació el Partido Comunista (...) Las doctrinas socialistas ya eran difundidas desde Lima por José Carlos Mariátegui, el más lúcido analista de la realidad nacional...», concluye Gutiérrez. Para concluir esta breve recensión, escuchemos lo que dice Jorge del Prado en la parte final de su prólogo: «Julio Gutiérrez, fundador del Partido Comunista Peruano en el Cusco, destacado valor de la plástica peruana, periodista de acuciante calidad, piedra angular de nuestro movimiento a lo largo

y ancho del país; varias veces miembro del Comité Central; preso bajo diversos gobiernos dictatoriales y confinado en la prisión selvática de El Sepa, con esta obra testimonial de invalorable calidad histórica y brillante estilo literario, apasionada y viva, llega a los años cimeros de su infatigable labor revolucionaria, entregando al pueblo peruano uno de los más importantes instrumentos de combate: las experiencias del pasado, y nada menos que del «Cusco rojo siempre será»; rojo no sectario; pero sí revolucionario en nuestro camino al socialismo». Así, pues, este libro de Julio G. Gutiérrez, entra en los predios serios, analíticos e históricos del proceso social y político del Cusco. «Así nació el Cusco rojo» marcará una época. Y al maestro Gutiérrez le agradecemos y le felicitamos por su valiosísima contribución». Hasta aquí lo escrito por el poeta Gustavo Pérez Ocampo. Posteriormente, el 3 de octubre de ese año, el libro fue presentado en el salón consistorial de la Municipalidad de Cusco; entre los oradores que destacaron este aporte a la cultura política del Cusco estuvieron: El Dr. Víctor Mayorga, Presidente de la Izquierda Unida; Miguel Saavedra Parada, Secretario General de la FDTC y finalmente, el Alcalde del Cusco Dr. Daniel Estrada Pérez, quien pronunció un encendido discurso. El Partido Comunista Alemán (KPD), propició la presentación del libro en la ciudad de Hamburgo, el 28 de noviembre de 1986«Así nació el Cusco Rojo» es una de las tentativas más importantes para la construcción de la historia del movimiento social, obrero y popular del Cusco de los años 20 al 30; es un mensaje que fortifica y pertrecha a la clase obrera en su lucha antiimperialista por la liberación nacional y la creación del socialismo peruano.

«VACACIONES EN EL SEPA»

Es un testimonio novelado que trata de los hechos ocurridos en la Colonia Penal de «El Sepa», a donde fue confinado Don Julio G. Gutiérrez Loayza, junto con sus camaradas de lucha en dos oportunidades: en los primeros meses de los años 1962 y 1963, años del auge del movimiento popular y de las tomas de tierras por el campesinado de la región, en abierta oposición al gamonalismo serrano y de rechazo a las dictaduras militares de Lindle y López y Pérez Godoy, y al régimen demagógico de Belaunde Terry, que traicionó a las fuerzas progresistas que lo llevaron al poder. Fue una época de crisis y recrudecimiento de la lucha de clases y del lamentable rompimiento de las filas del movimiento comunista internacional entre los ejes de Moscú y Pekín, hecho que causó graves estragos en el Perú y virtualmente destruyó el movimiento sindical y político de la izquierda peruana, condenándolo a la sectarización y atomización que degeneró en la subversión y el crimen, por parte de una secta fanática, dogmática y sectaria.

UNA VIDA DE ENTREGA A LA CULTURA CUSQUEÑA

Desde el inicio de sus actividades, Julio G. Gutiérrez Loayza se dedicó a la promoción y recuperación de la cultura cusqueña, tanto como maestro en la organización de concursos y exposiciones artísticas, promoviendo la actividad estética entre los obreros sindicalistas, en el gremio de los artistas o como periodista: realizando campañas en beneficio de la biblioteca municipal; a favor de la creación de la escuela de Bellas Artes; de la Facultad de Arquitectura o la cátedra de Quechua; cuanto por el desarrollo del arte popular y la defensa irrestricta del patrimonio cultural. Como crítico de arte, orientó a las generaciones de artistas cusqueños impulsándolos, constructivamente, a depurar sus técnicas y mejorar la calidad de sus producciones, comentando las exposiciones de artistas nacionales y extranjeros que visitaron la ciudad. Como fundador o socio de las principales instituciones culturales de esta tierra, fue socio fundador del Instituto Americano de Arte, cenáculo de la cultura y el arte, baluarte de la defensa del patrimonio cultural y la cultura viviente, al lado de una pléyade de grandes valores de la cusqueñidad. Ejerció durante varios periodos la presidencia de esta institución, promoviendo el arte popular, la artesanía y la creatividad a través del Museo de Arte Popular o difundiendo la palabra, el pensamiento e investigaciones estéticas, literarias y filosóficas con esa valiosísima Revista del Instituto Americano de Arte. Como conferencista, cusqueñista e historiador, difundió la obra de pro hombres y mujeres del Cusco como el Inca Garcilaso de la Vega, el Lunarejo, Túpac Amaru, Clorinda Matto de Turner y Uriel García; a través de sus comentarios y crónicas de viaje hizo conocer las expresiones del arte neoindígena o mestizo; la arquitectura colonial de Apurímac y Cusco, y aportó al conocimiento de la «Escuela Cusqueña» de la colonia. Como quechuista, fue miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua Quechua y dirigió la publicación de la revista «Inka Rimay». Es trascendental su aporte en el conocimiento y divulgación del drama indígena colonial «Ollantay», que tradujo, él mismo, de la fuente original quechua, el códice de Santo Domingo, al castellano, en 1958 y cuya última versión, terminada todavía en 1971, publicamos sus herederos con motivo del centenario de su nacimiento (19 de enero del 2005). Como político revolucionario se preocupó por crear una cultura proletaria, dando charlas y conferencias para los obreros en sindicatos y formando cuadros dirigenciales de gran nivel y valía como don Emiliano Huamantica, Simón Herrera Farfán, Gregorio Ramos Mamani y Pedro Huillca Teqse, hombres que darían prestigio al Cusco Rojo.

CORONA FÚNEBRE

El 30 de diciembre de 1993, encontrándome becado en el Japón, falleció mi padre, quien presumiendo su muerte me había dicho antes de mi viaje, que quizás, al volver, ya lo encontraría en la tumba, pero como era una oportunidad para mi desarrollo debía cumplir con mi cometido. Así era él, severo, rotundo y claro. Entonces escribí estas glosas que, después, formaron parte de un Testimonio que fue premiado en un concurso nacional organizado por la Asociación Peruanojaponesa «Mi estadía en Japón, una lección de vida». Yo tenía destrozado el corazón al haber visitado Hiroshima y Nagasaki, donde las bombas nucleares habían exterminado tanta gente y habían rebajado la índole del hombre hasta la bestialidad. La noticia de su muerte ensombreció mi existencia: «MI PADRE MURIÓ» ... «Luego de una larga enfermedad murió mi padre. Su cansado corazón dejó de latir y aquel poderoso intelecto, que alumbrara como un faro toda nuestra pobre oscuridad, se ha extinguido sin remedio. ¿Con qué palabras puedo expresar este dolor ilimitado? Mi padre terminó de bajar la escalera inclinada de su larga vida: fiel, digno, consecuente con sus principios. Sólo quedan de él su osamenta y su obra. La distancia y las circunstancias han hecho que no esté presente en el supremo trance de la muerte. Papá simplemente se durmió. La muerte lo abrazó, dejándolo con la fijeza horizontal y las pupilas apagadas, Y yo, ¿dónde estuve cuando se le estremecía el corazón y perdía el aliento? Entonces sentí en mi interior los gritos desesperados de mis hermanos por ese desgarro de perderlo para siempre. Eso es todo. Una triste melodía oriental, dulce y dolorosa, me hace compañía. Tal parece que el dolor, sustancia imponderable, ha superado el tamaño del mundo hasta alcanzarme. ¡Oh, desolación, cómo no pude velar su cuerpo inerte! Al saberlo, mis maestros y compañeros expresan su solidaridad, algunos lloran. Naveta sensei ha pronunciado palabras profundas y sentidas de homenaje: ruedan lágrimas por mis mejillas» ...

En el sepelio muchos amigos y admiradores de mi padre pronunciaron dolidas palabras de despedida, participaron líderes políticos de diferentes tiendas; incluso políticos opositores valoraron la catadura moral del combatiente caído; algunos publicaron las notas fúnebres que hemos podido recopilar:

HOMENAJE PÓSTUMO A JULIO G. GUTIÉRREZ

Discurso del Periodista Sr. Miguel H. Milla. Presidente del Instituto Americano de Arte.

JULIO:

Se ha apagado tu voz terrena, pero sigue en nosotros tu voz admonitiva, tu crítica serena, tu pensamiento lúcido, puestos desde siempre al servicio comunitario. Te recuerdo en los momentos cruciales de la patria siempre de pie y al frente de los grupos de avanzada que predicaban la democracia y la libertad, a fuer de perder la propia. Te recuerdo escribiendo con tu acerada pluma las mejores crónicas de arte, defendiendo nuestro patrimonio, destacando lo bueno de nuestra tierra, denostando contra la maledicencia de los genuflexos. Te recuerdo al frente de nuestra Institución, inspirando con tus mejores luces la dirección que debía tener el Instituto Americano de Arte a la que diste vida al fundarla para preservar, difundir y alentar las expresiones artísticas de nuestro pueblo y constituirse en tribuna de acción en defensa de nuestro patrimonio. Julio: tu labor que no conoció del cansancio ni de la derrota sigue siendo luz y guía para tus consocios, porque seguimos tus pasos para hacer de nuestro Instituto la entidad rectora y defensora de nuestros valores cusqueños. Fuiste ejemplo de hombría de bien, de conducta inmarcesible, de honesto y amoroso padre de familia que constituyó hogar modelo, que compartió ilusiones, esperanzas, anhelos, momentos aciagos y felices con doña Consuelo Samanez que fue tu permanente compañera y te diera la satisfacción de moldear el carácter, la conducta y el profundo amor a nuestra tierra de tus hijos: José Carlos, Tania Consuelo, Blanca Lis, Julio Antonio, Sandro Virgilio y Lucía Esperanza., que hoy te lloran, desconsolados. Tu cuerpo desaparecerá envuelto en la sabia profunda de nuestro Cusco que te acoge en su seno, pero tu pensamiento pervivirá al tiempo y se prolongará a través de tus hijos, dignos herederos tuyos, de tu arte, ideales y de tu entrega a la sociedad por el bien del pueblo. Las juventudes seguirán nutriéndose del Amauta que ha dejado sabias enseñanzas en sus obras póstumas «Arquitectura colonial del Sur Andino», «Comentarios sobre Arte Cusqueño», Tres pintores cusqueños» y otras

notas de Arte», «Vacaciones en el Sepa», «50 años de política cusqueña», «Perspectiva de 30 años de periodismo cusqueño». Recibe de tus compañeros del IAA nuestra siempreviva y nuestro juramento de seguir, en tanto nos quede un hálito de vida sirviendo a nuestra tierra el Cusco razón y fuerza de nuestra existencia. Julio, descansa en paz.

Con Sergio Caller y Mariano Fuentes Lira, en Lima, verano de 1986.

JULIO G. GUTIÉRREZ LOAYZA, Intelectual progresista, cofundador de la Izquierda peruana en el sur. Escribe: Sergio Caller Zavaleta El fallecimiento de Julio G. Gutiérrez, ocurrido en el Cusco, el 30 de diciembre último, constituye sensible pérdida para la izquierda nacional; he aquí algunos rasgos de su trayectoria. Julio G. Gutiérrez, concluidos sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Ciencias, se incorporó al cuerpo de redacción de «El Diario» del Cusco (1927) del que se retiró a poco de constatar su ortodoxia eclesial. Desde la escuela, destacándose en todos sus estudios, se daba plenamente al dibujo, al modelaje en arcilla y a la expresión figurada, tronco vital de su vocación artística y de otras afines; de ahí emanarían su inquietud intelectual y su quehacer humanista. Con Mariano Fuentes Lira y Alfredo González Gamarra unió pinceles tempranos que fueron perdurables. Con ellos y Román Saavedra acogieron los nuevos vientos de sus tertulias con Oscar Rozas Terzi. De tal convergencia nacía el Grupo «Ande», constituido por otros jóvenes más, tras el objetivo de propagar arte del pueblo para el pueblo. En las primeras sesiones realizadas en su seno, apoyó la iniciativa de Saavedra, creador de la revista oral «Pututo», a la que ilustró con sus dibujos. El grupo asumía nuevas tareas y de este modo, excedía sus objetivos simplemente artísticos que, en exposiciones pictóricas exitosamente realizadas, cumplía su programa. En siguientes sesiones las sugerencias surgieron a tono con el clima político candente a consecuencia de los atropellos de la proyectada reelección del dictatorial gobierno leguiísta. Tal incitación actualizaba la oración cívica de Luis Velazco Aragón («LA VERDAD SOBRE EL FANGO» Plaza de armas del Cusco, abril de 1923) y, así mismo, el mensaje de V. R. Haya de la Torre («Arenga contra la Consagración del Perú al Corazón de Jesús» -Plaza Mayor de Lima, mayo de 1924) que vializó un camino de entendimiento sobre la base de los 5 principios fundadores de la entonces Alianza Popular Revolucionaria Americana. El grupo ingresó a su militancia exigiendo a sus gestores la aplicación de los mismos. Esa fidelidad consecuente no fue posible obtener, por lo tanto, vencido un año y meses de polémica intrapartidaria, el grupo ANDE se retiró del APRA. El grupo, entre tanto, había consolidado su cohesión orgánica y avanzado trancos en la creación de subgrupos barriales luego transformados en pilares guiones de las cuatro zonas de la población urbana. Desde ellos, en una ciudad típica de relaciones feudales con base poblacional artesana muy empobrecida, abrumada, además, por el mayor número de los subvaluados de la servidumbre patronal; sin más obreros que las docenas de trabajadores de la naciente cervecería Gunther, se inició la difícil promoción sindical tallada en vacío al no existir clase obrera. La tarea silenciosa encontró materia prima, persistiendo en su desarrollo se enfrentaba a los curas de las parroquias, que desde los púlpitos defendían su feligresía.

Un grupo de albañiles, gasfiteros y otros constituyeron el Sindicato de Construcción Civil con su periódico quincenal CONSTRUCTOR fundado y, en sus doce ediciones, dirigido por Julio Gutiérrez. A su ejemplo, los choferes, carpinteros, herreros, desocupados, sastres, crearon su organismo; meses después, la primera Federación Obrera Departamental se había logrado. Su instalación en el Salón de Artesanos, constituyó la presencia de un instrumento articulado en sus propias fuentes de defensa de los intereses colectivos hasta entonces ignorados por la Justicia y el Derecho. Era, pues, el primer paso del grupo que precedía a otros peldaños. Gutiérrez, junto a Oscar Rozas en tareas de dirección conjunta, se perfilaba como constructor de la estructura sindical del movimiento. No fue solamente el paciente organizador de sindicatos y acciones reivindicativas. Se desplegaba en su contribución a funciones sociales, cubriendo con honor objetivos culturales. Maestro condecorado, entre maestros eméritos. Literato y crítico, nos deja numerosos trabajos de divulgación y crítica artística, redactor principal y Jefe de Redacción del diario «El Sol» del Cusco. Miembro fundador del Instituto Americano de Arte, fundador y Vice-presidente de la Academia Peruana de la Lengua Quechua. Su obra «Así nació el Cusco rojo» es la rememoración histórica que constituye el testimonio mayormente documentado de una experiencia de proyección social de singular trascendencia. Pese a sus 88 años, cayó obsedido en el empeño de desarrollar nuevos temas de investigación histórica. Que su tumba sea permanente fuente inspiradora de su pueblo amado. Lima, enero de 1994

Periodista Abel Ramos Perea discípulo de JGGL.

HOMENAJE PÓSTUMO A UN PERIODISTA DE ORO

Por Abel Ramos Perea. (Para el Programa radial en Súper Radio, 5 de enero de 1994)

Entre mis notas de todos los días, por primera vez voy a hacerlas hoy en primera persona y esta vez para referirme en justicia que no puedo eludir a una de las más altas teas del periodismo cusqueño del siglo que declina: Mi maestro, con mayúscula, lo digo con orgullo, el Profesor Julio Genaro Gutiérrez Loayza, cuyas sabias enseñanzas en esa auténtica universidad del Periodismo, que constituye la Redacción de un periódico escrito, encausaron mi pasión y marcaron para siempre mi destino profesional, seguido, seguramente, con más defectos que virtudes, pero pasión al fin, terca e irrenunciable, como toda pasión que nace, vive y muere en la propia sangre. Muy niño aún, escuchaba el nombre de un irreductible luchador social Julio G. Gutiérrez Loayza, hacia cuya huella encaminé mis pasos buscando identificarme, acaso consciente o inconscientemente, salvadas las distancias, por supuesto, con la rebeldía de su espíritu y la profundidad de sus pensamientos, hasta que un día el destino, esta vez con el nombre de Rubén Sueldo Guevara, hoy reconocido poeta, escritor y periodista, radicado en Lima, con quien me unen indisolubles lazos fraternales, ingresé en ese fabuloso y apasionante mundo del diarismo, empezando a gatear en él, asido de las manos de periodistas de la talla, precisamente de don Julio G. Gutiérrez, entonces Jefe de Redacción de EL COMERCIO del Cusco; José Antonio Velazco y G., Roberto Latorre, Pedro Bravo Escobar, Sócrates Miranda, entre otras grande figuras de periodistas con Mayúscula, que tenían su hogar espiritual en esa auténtica escuela de periodismo, con sede en la casa Nº 240 de la calle San Andrés: EL COMERCIO, Diario de la tarde, Sub Decano de la Prensa Nacional, en cuyas playas levanté definitiva carpa. Allí, en ese ambiente en el que se respiraba tinta de imprenta, se ensordecía al tintineo de la lluvia de matrices de los linotipos, de los inter tipos, de las prensas y hasta de los chibaletes: Allí brillaba la nítida personalidad del maestro Julio G. Gutiérrez, escritor, educador, artista pintor, crítico de arte, periodista y como luchador social, sindicalista y político que jamás buscó acomodo personal en tienda alguna. Allí lo recuerdo, allí tendremos siempre grabada la imagen del maestro, de uno de los grandes maestros del periodismo nacional refulgiendo desde este viejo rincón de América, que es nuestro Cusco querido; tanto más hoy que en materia, Julio G. Gutiérrez se ha ido para siempre, pero que su espíritu seguirá su destino de alta tea y como tal iluminando el camino de quienes creemos haber hecho del periodismo, lo que el Amauta José Carlos Mariátegui en el Perú: Una filiación y una fe. Mi permanente y reconocido homenaje a la ilustre memoria del maestro Julio G. Gutiérrez Loayza. El SOL, 5 de enero de 1994

IN MEMORIAM, JULIO G. GUTIÉRREZ

Por Martín Romero Pacheco.

Cuando vivimos tiempos esquizofrénicos según los que creen que todo lo pasado funciona como lastre y lo novísimo se presenta como las puertas de la gloria... Cuando la ingratitud invade la conciencia colectiva y nos dedicamos a dar muerte a nuestros padres a despreciar lo que fuimos y lo que somos y corremos tras la frivolidad es que debemos volver a la cordura y dar las gracias de lo que somos; y de lo que tenemos en nuestros mayores... Cuando los pueblos viven sus etapas heroicas sus héroes son muy mencionados y tomados en cuenta... Pero cuando esos mismos héroes logran llevar a sus pueblos prometidos y mundos mejores como lo hicieron Julio G. Gutiérrez y su generación, parecería que las facilidades del presente opacan la conciencia del pasado... Quienes hoy se llenan la boca criticando a comunistas, apristas y sindicalistas, de «tradicionales»; llevan en el fondo del alma la ingratitud del can que muerde la mano que lo alimenta. No reparan que toda la comodidad, la ciudadanía, los derechos legales, morales y materiales de lo que llama «modernidad» se consiguió gracias a esos hombres que desprecian, gracias a esos partidos y líderes que lo dieron todo sin pedir ninguna recompensa. Casi pocos de los hermanos menores que llegaron al mundo cuando todo estaba hecho no valoran lo que costó a los padres. Los hermanos mayores saben cuánto costó levantar la casa y allanar el camino duro para la vida futura. Quizá, en la actualidad seguiríamos siendo una masa de población servidumbre en las tierras de los poderosos terratenientes; sin nombres como los de Mariátegui, Haya de la Torre o Julio G. Gutiérrez. Ellos hicieron posible la transformación y modernización de aquella oprobiosa República Aristocrática; impulsaron nuestra libertad, la ciudadanía y los derechos sociales. Como en los principios del siglo, actualmente, vivimos tiempos de oscuridad, tiempos que fueron solucionados por la audacia de hombres como Julio G. Gutiérrez. Por ello su presencia no es sólo contemporánea pues seguirá guiando el camino de la libertad del pueblo, libertad que hoy peligra; quizás su mensaje y el mensaje de su generación, como el cristianismo, recién se escucharán y plasmarán. Su profunda pasión por fusionar comunismo con utopía andina, desde la revista KUNTUR o desde las universidades populares es cada día vigente. Esos hombres que pensaron la revolución desde nuestra realidad, rechazando recetas estalinianas extranjerizantes son en realidad hombres del futuro. Pensar en ellos es también pensar en Luis Alberto Sánchez, José María Arguedas o Emiliano Huamantica. Nuestro homenaje es continuar su obra porque Julio G. Gutiérrez es un hombre del futuro.

COPLAS A LA VIDA DE MI PADRE (A LA MEMORIA DE JULIO G. GUTIERREZ LOAYZA)

Recordando tu ejemplar existencia, no vencida por la muerte, combatiendo por ideales. Me pregunto: ¿Cómo iluminó nuestras vidas tu presencia entrañable? ¿Cómo, con humildad y paciencia, transformaste mi proverbial soberbia? ¿Cómo tu ejemplo enderezó mi camino extraviado? Pues, para comprender cómo se forjó mi padre, -aquel ser de tantas virtudes dechado-, en el yunque del amor y el trabajo. Abismo mi alma en poético vuelo, y agitando las alas de mi estro dormido, tomo a discreción la pluma y procedo con certeza; porque ensalzar la vida de un hombre honrado es imperativo de honor para un hijo agradecido.

Padre: De antiguo abolengo vienen tu nombre, tu escudo y tu acerada pluma, de trovadores, poetas y guerreros que rindieron la vida en campos de batalla,

por su honor, su dama o sus nobles ideales: Phelipe, luchó en tierras castellanas y andaluzas, Con valor y con bravura. Alonso, hidalgo y encomendero, cruzó la mar Para extender los dominios imperiales, y mezclar, a sangre y fuego, su raza y su cultura. Llegó aquí a la cúspide de América, corazón del incario. A sus mercedes de Oruro, Puquises y Lamay. Pero el tiempo que transmuta elementos trocó la simiente de conquistadores en libertadores. Fermín, se alistó a morir o triunfar en los campos de Ayacucho derramando su sangre de prócer por la libertad de la Patria americana Jacinto, acudió a la guerra del Pacífico para cerrar, con su cadáver, el paso al invasor fratricida, que, armado hasta los dientes por el León de Inglaterra, Hirió nuestras carnes y cercenó el sagrado suelo de la patria, regado con tanta sangre. Miguel F., fue periodista combativo e ilustre

parlamentario, Juan Wenceslao, sacrificó su fortuna en defensa de la patria, sumiéndose en la pobreza; fueron sus hijos Tomás, Serapio y Melchora.

Serapio, el abuelo, fue artesano forjado en yunque del trabajo venía de la raza de heroicos defensores que marcharon a los desiertos de San Francisco, Tarapacá, Arica y Tacna Junto a estudiantes, colegiales y universitarios, beneméritos de la patria que dejaron sus huesos y su sangre para nuestro orgullo y rebeldía.

Padre: No tuviste más dicha ni fortuna que el trabajo duro y sacrificado. De la escuela del estudio hiciste norma; de la belleza y el arte, tu estandarte. del periodismo tu arma de noble caballero, Y, con vieja adarga y lanzón, como el Quijote, montado sobre flaco rocín, cargaste contra grandes fortalezas del oprobio y del dolor; con los tuyos, camaradas de ideales compartidos, pusiste cerco al castillo de la injusticia;

conquistando con coraje, derechos para los pobres; uniendo a obreros del andamio y campesinos; asalariados y parias de este mundo: Sindicalizándolos para sacudirles las conciencias; Planteando, sin cesar, reivindicaciones más sentidas, encabezaste a tu pueblo en las revueltas, los mítines, las protestas, zahiriendo a los esbirros, frailes reaccionarios, fariseos hipócritas y traidores.

Pero, a su turno, llegó la traición. La canalla oligarquía y sus secuaces: dictaduras militares, desataron oleadas represivas. Y, condenado a prisión, marchaste engrilletado con tus hermanos revolucionarios, a llenar cárceles y celdas del oprobio; a saborear la sal amarga del destierro: Expatriado. Por tu patria proletaria de trabajadores Combativos. Por tu hermano obrero o campesino explotado, Por la mujer trabajadora humillada. Por los hombres sin voz, sin voto y sin pan. Por los pobres de la tierra.

Por legarnos una patria justa, libre y solidaria. Sin oprimidos ni opresores. Combatiste las tiranías.

Te temían y odiaban los usurpadores del poder. Patrones de la injusticia Temían tu bosque de banderas rojas, que ondeaban al viento como palomas libres, Temían tu palabra verdadera y franca; tu discurso acerado, tu actuar limpio y sin dobleces. La absoluta lealtad a tus principios.

Hoy, que evoco tu memoria, me invade la emoción de tu recuerdo, que crispa nervios, enerva voluntades y convoca inquietudes más profundas, cuando del alma, brota este poema, como manantial sagrado de lágrimas de prístino torrente. Por los días que me diste bajo el espléndido sol de este valle fértil.

Hijo soy de tu noble estirpe, de tu excepcional talento, encendido en mí como fragua sagrada. Y, aunque ya estás ausente, ungido con tu sapiencia, mi profano corazón te evoca, exudando este dolor asimétrico, latiendo con más potencia y esperanza constructora. No voy a dolerme más de lo imposible, ni perturbar tu profundo sueño. Porque estoy en las cenizas de tus huesos amados. En los átomos que conmigo compartiste para engendrar esta vida que canta tus acciones. Transido de amor filial con canto de viril acento.

Pocos alcanzan a sentir el alma, al extremo embelesada por la emoción, como yo estoy sintiendo; para exaltar tu vida, tu paso, pausado, sobrio y sabio sobre este mundo.

Por tus caras enseñanzas de justicia y libertad.

Por todo lo humano y sencillo que nos enseñaste amar: lo correcto, exacto y bello que nos mostraste. Por la excelencia que buscaste inculcarnos. evoco tu epopeya y canto tu gloria. Al pie de la tumba solitaria, bajo cuya losa de piedra Se hallarán unidas, algún día, tus cenizas con las mías. Cuando las sensaciones doblegan mi dolor Para estallar en luces de colores y arpegios y trinos de mi quena india; con la armonía nacida de la lira que me entregaste, puedo yo decirte:

En el nombre del padre, tus hijos, como cometas ardientes, brillan con luz propia Y, como árboles maduros, te ofrendan los frutos exquisitos: Cosechando la mies del campo fecundado y culto que tú sembraste, lleno de esperanza. Recogiendo el oro tamizado de arenas estelares, ofreciéndolo labrado, bruñido y fulgurante, a tu memoria; El diamante facetado y pulcro, engastado en tu diadema; la flor de lis, el lienzo o la escultura; el teorema, el cántaro, el libro o el poema, ofrendados a tu recuerdo.

Y esta corona de laureles con que ciño tu frente ilustre.

En el recuerdo, está mi madre presente Como en los días felices de la infancia Cuando ella sola protegía a sus hijos, abnegada y noble. Dejándonos su legado sublime de valor y de heroísmo. Mi madre, aguerrida y firme, luchaba día a día por arrancar tu libertad de las mazmorras de la tiranía. Preparándonos a batallar y vencer los avatares de la vida. Por todo ello, padre, estás siempre presente en la memoria Cada logro mío, cada triunfo nuestro, Son y serán obras tuyas.

Heredero soy de tus sueños y pasiones, caminando estoy, llevando más allá, tu camino cierto. Construyendo la constelación de los ideales forjados en tu maestranza con golpes de hoz y de martillo. Ese ideal solidario y perenne de acabar

con toda esclavitud, y romper todas las cadenas que humillen a la vida; sirviendo y honrando a la justicia. Redimiéndola, con la ciencia o con el arte, para ver florecer, un día, el humanismo socialista, como arco iris alzado sobre la frente del hombre en el prado universal de su planeta.

Quiero que el hombre supere su soberbia superlativa y sus múltiples defectos; que busque legitimarse, limpiamente, ante la grandeza inconmensurable del cosmos que nos contiene Superando escollos, más allá de Escilas y Caribdis, traicioneros, el navío nuestro navega, cierto y con buen viento. Somos, como querías, vectores dirigidos, saetas que no pararán hasta encontrar el objetivo.

Atrás, vendrá la humanidad redimida, inspirada en el cantar de los cantares

la gesta de los héroes y su ejemplo fiel y verdadero; en la cosecha de millones de años de cósmica aventura, desde el protozoario unicelular abuelo de las especies, evolucionado hasta nosotros; que no se extinguirá sin mostrarnos al hombre proletario victorioso en su planeta. Con el sol brillante de la justicia entre las manos, como Zeus olímpico de los helenos; como Cristo redentor, humanizado, sin cruces ni clavos ni espinas ni demonios. Como Prometeo vencedor de todos los martirios, plagas o bestias apocalípticas. Como Inkari andino, redivivo de entre despojos descuartizados. Como el Fénix, renaciendo de sus cenizas, a cumplir su vuelo triunfal, más allá de prosaicos apetitos y miserias terrenales: Usura, avaricia consumista, genocidio, dictadura de la rentabilidad y la ganancia; negocio imperialista de la muerte.

Extendiendo su simiente inteligente al confín del universo, antes del fin de nuestra estrella.

Sólo así, amado padre, forjando tus ideales y cantándole a la vida que me diste, puedo serte digno. Porque todo brillo y lucidez que en mi mente bullen; toda gloria, semilla o fruto conseguidos, son sólo fuego secular para honrarte en la memoria.

KUTIRY

ALBUM FOTOGRÁFICO

Sr. Serapio Gutiérrez Canal y Sra. Lucía Loayza Vargas, padres de JGGL.

Sra. Consuelo Samanez Cáceres. Esposa y compañera de vida de Julio G. Gutiérrez L

Sra. Consuelo Samanez Cáceres e hijos. Sandro y Julio Antonio

JGGL, rodeado de sus hijos: Arriba, José Carlos, Sandro, Lucía Esperanza y Julio Antonio. Abajo: Blanca Lis y Tania Consuelo, Cusco, 1985.

Algunas obras publicadas de JGGL.

JGGL. Retrato al carbón de Julio Antonio Gutiérrez Samanez.

Reencuentro de JGGL con el legendario líder campesino Saturnino Huillca, con quien compartieron carcelería en El Sepa en 1963 y 64. Foto tomada en los Años 80.

JGGL. En la tranquilidad de su biblioteca.

Durante la presentación de su libro testimonial en el municipio: “Así nació el Cuzco rojo”, 1986.

En el homenaje que le tributó la gloriosa Federación de Trabajadores del cusco FDTC, 1986.

Con su nieto Julio Víctor Zeballos Gutiérrez.