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El estigma del pez embrujado Lidia Antoniu
El estigma del pez embrujado Primera edición: 2012 2012, por Lidia Antoniu ([email protected]) Copyright 2012 Lidia Antoniu ISBN ebook: 978-84-616-1047-1 ISBN: 978-84-616-1261-1 Todos los derechos están reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro (ebook) por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público, sin el permiso expreso de la autora la titular del copyright.
Este libro no se identiica con un género literario en concreto tocando aspectos variables de distintos géneros en una misma historia (novela) que encajándola de alguna manera dentro de algún tipo de clasiicación de generó debería de identiicarse con destellos del romanticismo, aventura, pensamiento abstracto, fantasía y confrontación entre la pureza y la realidad impuesta.
Las realidades son sueños y los sueños son realidades. Lidia Antoniu
Prólogo En el escrito del prólogo que transcribiré en el texto que prosigue a esta introducción, trataré de aportar por medio de explicaciones todas las ideas que he querido aportar en este libro a través de los personajes que aparecen en él y que de alguna manera simbolizan todas y cada una de las ideas que pongo a disposición del lector en el libro. En el espectro mental tenemos dibujado un mapa de submundos. Allí se presentan unas desconexiones de algunos puntos ínimos que forman parte de este complejo sistema ramiicado. Dichas desconexiones son a su vez necesarias porque se vinculan e interactúan con nuestras experiencias enriquecedoras, equilibrando nuestro mundo idealizado. La expresión humana de las cosas y sus pautas o comportamientos, derivan hacia la mera expresión, convirtiéndose en un comportamiento condicionado, claramente interesado por algo o alguien. En esta faceta del comportamiento humano se toca lo relacionado con la sensación de la libertad en su
vertiente más pura por medio de la expresión decisoria del camino a elegir por instinto. La mirada hacia un contorno global a través de la meticulosidad visual y mental nos hace muchas veces retrotraernos hacia algunos detalles, los cuales llevarían hacia el concepto eiciencia en cualquier campo o estado. Dichos detalles a veces se esconden tras un espejo icticio, el cual puede enmarcar a una misma realidad con sus destellos o haces deformados. Un resumen de los párrafos anteriores indicaría que salvando algunos esquemas y cánones predeterminados nos permite vislumbrar un camino intuitivo y clariicador con aspectos nada predeterminados. El paso hacia lo desconocido abandonando el entorno habitual, deja en el camino ciertos sentimientos encontrados, que serán reemplazados por sentimientos vírgenes que nos permitirán seguir hacia un camino nuevo e ilusionante. La creación personal de submundos idealizados, como por ejemplo, en cualquier arte expresivo cuya proyección idealiza el propio subconsciente o ideal humano permite la conversión de lo intangible hacia lo tangible o de lo inmaterial a lo material. El uso o mezcolanza de las diversas energías que se aportan hacia cualquier proceso de creación o transformación en la dosiicación adecuada, nos puede sumir en un entorno ideal, cuyo plano de proyección se separa de la realidad tangible o visible, no dejando de ser por ese motivo menos certero o real dentro del poder de la mente humana, evocándonos hacia las pequeñas esencias desde donde surgen todos los procesos inales de transformación de energía intangible en un producto o proceso inal tangible. En cada proceso de transformación de energía se produce una transmutación de tiempo pasado a tiempo presente o futuro, en ininitésimas porciones de tiempo siendo ese proceso más rápido de lo que la mente humana puede parametrizar como intervalos de
tiempo pasado presente o futuro. Este proceso transportado a la mente humana sería la capacidad de creación de proyectos intangibles en la propia mente que terminan siendo el resultado tangible por medio del empleo de energía y tiempo. La fauna animal y la lora pueden estimular al subconsciente humano llevándole a coger esencias de dichos entornos para posteriormente aplicarlos por medio de la conducta o la inspiración humana. En esta vida la mezcolanza en la que nos vemos inmersos, tiene un nexo común que nos permite afrontar cualquier situación por complicada que nos parezca ya que explicado de forma tacita los sueños son realidades y las realidades son sueños, siendo nosotros mismos quienes podríamos conseguir ser los dominantes de los mismos.
Agradecimientos Agradezco enormemente a mis más queridos lectores (todos ellos) y por supuesto a todas aquellas personas cuyo apoyo esencial y necesario me ha proporcionado una mejor percepción respecto al seguimiento y la búsqueda de metas tangibles o intangibles, hechos que me han permitido llegar en un inal, al término más optimo y me han inspirado durante la creación de este libro.
Antes era un lector y ahora tengo que averiguar “el porqué” se cuentan las cosas. Una vez Paquita se dio a conocer al mundo; en su cara humilde, despertaban los dieciséis años hermosos y alegres, aun después de haber conocido, al pez embrujado. -¿Se sabe ya quién es?Pez con siete mil doscientas escamas, con su forma de botijo que suele aparecerse en algunos momentos, dejándose ver, en caso de querer sumar acontecimientos, por medio de la impronta de su huella marcada, a su vez provista de consejos. -Hay que verter el vino en siete jarras especiales -dijo el Capitán, de un modo que podía embrujar cualquier petición. Entonces pensé hacerlas a mi medida, porque sabía que habían muchas maneras de encontrar lo que se pedía, con la opción de que por lo menos fuera lo que yo estaba pidiendo. El Capitán dijo como aduciendo a mi pensamiento: -Las puedes hacer tú, pero es que realmente hoy en día, a nadie le gusta nada ¡hombre!. 9
-¿A sí? pues tu “pregunta” tiene respuesta, sino ¿cómo es que tengo más de siete jarras siempre llenas?. Mejor dime: “¡Quiero algo para entretenerme!”, y entonces a lo mejor, le daré su beso, ¡su señoría!... ¡No es fácil, ser Capitán! La mirada burbujeante de aquel día, devolvía al Capitán su aspecto impecable y territorial de “échame cartas…“, y una sequía oculta aumentaba sus pasos ligeramente visibles. In situ me preguntó: -¡¿Quieres ser protagonista?! A cambio le contesté: -En este caso, la condición y la expresión son los protagonistas. -¿Cómo es la condición que renace expresada y de qué modo una expresión se hace condición? -¿Cuántas veces nos hemos encontrado en una zona borrosa, interminable, o situación condicionada voluntariamente por alguien, o inconscientemente por algo? -¿Tú qué quieres ser? : ¿Expresión o condición? Esos días fueron muy útiles en todos sus entornos, la nieve estaba en su sitio, las calles con una sola dirección, una brújula desorientada marcaba mis pasos y mi carne lotaba de un lado para otro. También estaba allí, “ella”, la chispa que seguía mi apetito; y muchas eran las veces, cuando los envases cambiaban su forma rígida y aspecto multicolor. No había una historia genuina, cuando me la encontré. Empezamos siguiendo esa única dirección. Le gustaba mucho hacerse única, y no es que me pareciera mal, lo único es que me estaba enseñando sus directrices. Eran tantas, al saber después, que solo podías ver alguna en su comienzo: Rojos y blancos vilanos, de diente de león. En aquel momento, me había sumergido 10
incondicionalmente. Rápidamente oí un grito que decía: -¡”Déjame ser lo que soy, o seré”! Ese grito, tenía el parecer de un águila. No lograba ver muy bien, si estaba enjaulada o no, por culpa de la altitud. -¿Qué hago? -pensé- ¿Me paro a ver, lo que dice o sigo? Parecía que sí, pero no tenía opción, el águila se acercó. Seguía gritando y cada vez que intentaba contestarle, más gritaba; y mientras se acercaba, un montón de escamas se estaban pegando a mi piel. Me estaba transformando. Tenía que ser condición. Lo bueno de este síndrome es su simbología: ” te sacaré de mis entrañas para que vivas”, su intensidad y su frialdad dentro de su condicionante. Como algo natural, un fondo azul, tenía como envoltorio, unas cajas muy fáciles de abrir. En un rincón, tenías la opción de acercarte y poder contemplar su colorido. Cuanto más miraba, más coloreaba, era la predisposición, y lo que parecía estar enjaulado, me dio en forma de regalo, un diente de león. ¿Te has parado a sentir su armonía o a ijarte en su lor dichosa?, vilanos llenos de complicidad y encanto. Aquella cara silvestre de vinculación feudal, dijo: -¡Sé manso! -dándole su mayor importancia. Antes habría entendido, para ese instante, su llegada en sangre de dragón, como esa luna transparente que juega a favor de su virtud. Habrían faltado denarios para seguir criando ovejas, toros para lidiar… y otros peajes entretanto me hacían parar de vez en cuando para poder seguir por ese camino que se hacía cada vez más curioso. 11
Una continuidad rica e innovadora, en esa época de gran confusión tan parecida al velero de mis sueños: Kenia. Con este movimiento, la exposición era inevitable y en consecuencia predeterminada, cuyo conjunto tenía que reunir actos de tipo enciclopédico. En efecto, anteriormente, la evidencia que conirma ese rol clandestino, es tratada en un pacto hemisférico que se enfrenta únicamente a unas posibilidades de éxito, bajo unas formas previsoras a favor. A ese nivel, permite establecer lazos de unión y conseguir mayor credibilidad, marcando frente al desarrollo ya establecido, un turbio apoyo incondicional. A partir de esa ideología subyacente fantasiosa y admitida, había un plan en el que tenías la obligación de reconocer ser un farsante; puesto que aquí hay una especie de directriz, precede lo que procede. El capitán se acercó mostrándose satisfecho por los valores de tesorería que había adquirido. Ya que en su pre-estreno, pedía estar en una escena donde no paraba de repetir la historia de “ Peter Pan”, su autoridad de gran inventor hacía juntar piezas que aclamaban su razón y esas frecuencias se convirtieron en interrogantes. Después me preguntó: -¿Entiendes lo que digo? -Estoy más en el placer de las cosas. Y está claro que tu ansia cautiva… pero busco algo sin un contorno dibujado, entre ellas… la libertad. -Se hace muy variable… y muchas veces sin concretarse -pensó el capitán-. -Es variable. Cuando se está dentro de un elemento indispensable, se puede alcanzar un camino transitado. Se pueden puntualizar fechas, números, efectos y sustancias. Pero en efecto, el elemento indispensable, es un contorno dibujado. 12
-¿Y lo que es inaccesible? -seguía preguntando el capitán-. -Sabrás... si desafías su secreto y encuentras su misterioso aliento. Es un entorno. Su conexión es indiscutible. ¿Qué enseña realmente el contorno? ¿Ser el ídolo de su parodia, usarlo o ser su uso? Esta vez no voy a examinarlo. El rol fundamental está en los detalles. Aparte de eso, asimismo el entendimiento cuando se hace forma, identiica la estructura. En el espejo, encuentras otro sentido y un montón de relejos que se liberan por su derecho. Luego te transporta y te deja ser, hasta que se vuelve a relejar. Es igual a un camino transitado, siendo su parodia: el desile. Ese sentido puede ser muy placentero, si en él encuentras al viajero. De la otra manera en sus múltiples fases, son datos que podrían ser concretos permaneciendo en el camino transitado. Sujeto a lo que debe ser permanente, el viajero ha logrado su transformación gracias a la inluencia visible, en la cual nada y todo permanece. La razón de esta inluencia es la eiciencia y el detalle. Dejándole tiempo y espacio a toda aquella capacidad intelectual en facultad, se fortalece una aptitud, la de percibir los demás sentidos, así como, decidir lo que quedaría grabado en nuestra memoria. Allí, se localizan las emociones. El capitán podría ser perfectamente un estímulo, adjetivando tus emociones, limitando tus entornos o tu inluencia visible. Para que eso no ocurra, ¡sigue siendo el viajero!. ¿Qué puede haber detrás de un espejo? Algo que intenta permanecer bajo la mirada del viajero. Algo premeditado. Por otra parte, ese aislamiento, será un símbolo especulativo, que además se sostiene en su propia percepción. Permitir que la conianza acceda a la tolerancia de manera 13
temporal, posibilita conseguir la felicidad. Por eso el sentimiento sabe motivar a la virtud, más custodiando la frescura de su percibir. Sin necesariamente seguir un sentido ordinario, el equilibrio es fácil de conseguir y es denso en su plenitud según cada necesidad. En esa exploración unipersonal pero compartida, el deseo deja atrás su calidad primitiva aún no muy identiicada, que hace empobrecer el laborioso trabajo. Entrando en otro sentido envuelto por un agradable sonido, se invita al viajero a mantener una relación pausada con su transmisor. Una vez inmerso en ese espacio, el reencuentro toca su pico de perfección. Hay lores y todo tiene otro color. Hay una total conianza y nada le interiere. Le invita a ir pero también a quedar. Permaneciendo ese tiempo. Se es intenso en su momento. Por eicaz entendimiento. A ese nivel revelador expresado por afección, el vínculo uniicado mantiene un iel aroma de su color, sabor y olor. Es una espléndida manifestación por lo que atesora. El viajero nombra así a esa concepción, distribuida en un sinfín de supericies ajardinadas, históricamente únicas, englobadas en otro enorme jardín. Iniciando el paseo, reconoce un voluminoso cactus que simplemente le gusta, por eso, le da tres vueltas y continúa contemplando una noble cascada, muy perceptible en su maravillosa presentación; entonces una correspondencia entre ambos implica al viajero a vislumbrar aquella época de hielo apreciada en sus grietas. Como prueba de ello, las furiosas caídas pronunciadas. En su gran búsqueda, el mismo viajero encuentra una 14
extraordinaria reserva de sensatez oculta en la sustancia. A todo esto, seguía mimetizado en esas numerosas multitudes de predeterminada loración. Más adelante un árbol, con un olor peculiar, estaba atado a esa naturaleza endémica. Por su aspecto singular y sus extremos de gran amplitud conseguía ser el espectáculo de ese punto, para tan caprichoso entorno. El cántaro vacío de su tronco, atrae a su huésped en un amor de ensueño y relexión, dentro de este carrusel poseedor de gran protagonismo y comunicación, donde le hace recordar cómo las cosas deberían de ser. En su actuación, el gigante árbol pinaceae, proyecta en un inmenso ámbito, a la atmósfera, transformada en único y extraordinario momento de ese lugar. El misterioso evento, sorprende al viajero con una atmósfera muy deseada y muy generosa entorno al espacio regalado, que a su vez, seguiría dentro de esa dinámica, adoptando ese maniiesto de comprensibilidad y compatibilidad en su contraste por dicho valor vital agradecido. Bajo dicha complacencia, el viajero quiere permanecer más tiempo al lado de este conífero, por eso se sienta a su lado, buscando una mayor conexión. Quiere ser el mismo árbol. Entonces, en su refugio, abraza a este habitante genuino. Tras ese detalle una nueva forma de comunicación, conecta al huésped a su inolvidable sensación de alianza con la existencia, y a su yo interior, en un estado intenso de felicidad, compartido también en una turbia nostalgia con todo tipo de escasez. Remarca una pesadez que evoluciona dentro de un estado de crecimiento maniobrado, con manos adornadas entre máquinas y mecanismos, donde reconoce algunas vivencias cargadas de bielas y manivelas; y también otros recuerdos de distintas vivencias las cuales están 15
condicionadas por el lugar o por el tiempo que tantas veces parece no transcurrir. Junto a ese momento de cercanía, siempre que vuelve al estado inicial de felicidad, el huésped, entra en una dinámica entusiasta, lejos de las ataduras o pensamientos cotidianos, por eso hay una mayor transferencia de energía que incrementa el bienestar. Siente un hermoso percibir y un sentimiento que profundiza la paz se apodera de su ser. Es un estado perfecto, en el que descubre que se puede conseguir ser intemporal. En ese punto, el viajero tenía que abandonar el cedro endémico. Otros senderos por recorrer le animaban a perderse. Y bajo esta perspectiva optimista y alentadora procedió a proseguir en su andanza. Marchando por el paseo con una gran gloria, contempla otros lugares llanos y verdes, o caminos que se internan entre castaños, tilos y nogales u otros árboles y palmeras. En esta parte del jardín, hay una ruta que destaca por sus innumerables tulipanes y un sinfín de orquídeas y bromelias. El viajero, asombrado ante este curioso lugar se para. Tiene claro que en su casa debe de haber semejante colección de aspecto original y con esa esperanza poder conservar así su acto de sentirse en perfecto estado, el cual sería recordatorio de su encuentro con aquel paisaje ajardinado. Se da cuenta que se encuentra ante una situación que contagia, pero no por eso se da por vencido y continúa el paseo, adentrándose. Quiere seguir acumulando grandes beneicios dentro del conocimiento. Una extensa parte que bordea un lateral, le retiene la mirada, centralizando su atención en ese color amarillo acusador, perteneciente a montones de tulipanes, también de algún otro color. Mira y observa saboreando el dichoso momento y busca más respuestas de preguntas amontonadas, buscando un dulce recuerdo 16
de una obra tan dulce. Un tulipán, muy distinto a la bromelia pero tan hermanado con otro tulipán de distinto color, le ha distraído por su presente belleza y elegancia. En su murmurar perfecto hace entender al huésped una bienaventurada respuesta. Una de las tantas preguntas: “Quiero ser esa lor para que no me ignoren y examinar con una caricia tus pétalos para no ser un ignorante”. Este momento tan peculiar le lleva a acercar su nariz encontrándose un olor lleno de romanticismo. Es la magia del tulipán, cuyo encantamiento es característico de su lor. En tan natural espacio el huésped se había dejado seducir, sabiendo que es un tiempo completo para disfrutar. Aquí, ante un simple tulipán confesor que besa sus labios. Una necesitad fundamental con el requerimiento de repetir. Siguiendo al tulipán en su confesión, el viajero encuentra un acercamiento inmediato con otras lores distintas y busca aquello que siente en su lógica. Poco después la colorida lor, le devuelve la mirada a su huésped, para un justo mirar. Hay un embriagador aroma. Con todo su cuerpo, el viajero comienza a mezclarse entre tanta belleza compartida, con orquídeas que nunca se han tocado y bromelias suspirando. Acababa de darse cuenta que las dos especies, de alguna manera guardan algunos secretos, cosa que le atrapa por un momento a recordar algunas ásperas vivencias grabadas en su mente, mientras detiene el tiempo posterior con su elemental maestría. Vuelve a sus días de pirata y se encuentra con el mismo en un relejo: “¡perfecto irónico reloj!“, de cuando es un gladiador. Ve un mundo tan diferente y contrastado dentro del mismo mundo; de cuando el engaño es brutal y el dolor hace sus penas; de cuando la rebelión se encapricha de su breve juventud y el alma aplastada se 17
funde. De cuando tiembla o goza pero nunca con descanso, porque el descanso vive en su lugar; de cuando el vacío es más vacío que su propio vacío; de cuando se ve como baja o cruza con movimientos que se extienden en más de mil formas. Identiica sus días y otro camino que no ha olvidado. Los dos aspectos sabe que son suyos. Se levanta y se mira y mira su paso con actitud positiva. Luego ve a la hermosa lor que está a su lado y se da cuenta que es un espectador de motu propio libre, disfrutando de la maravillosa existencia y su cautivante lógica junto a un estado optimista. Ese estado le es suiciente como para necesitar seguir descubriendo otros caminos abiertos, algunos hacia el sentir de la belleza y el conocimiento. Antes de continuar otro camino que le llama la atención, el viajero se gira y mira otra vez a su bonita lor: una selección de amor, no especiicada. El tulipán guarda en su justo compromiso una sincera promesa, la de volver a encontrarlo allí en su bello decoro al que no quiere renunciar, por ser lor reservada. En medio de ese acto misterioso, sale y empieza a andar hacia otro sendero, rodeado de árboles que lo cuidan con sus ramas sueltas y largas sombras, eclipsado por un entorno veraniego. Es una historia no contada, aunque ya había pasado por allí, a cambio ahora va arrastrado por las vibraciones y piensa: -“Qué bien poder estar en un sitio tan extraño y sin monstruos ni guerreros; poder estar de pie y descansar o agarrar a esa mano tuya al pasear”-. Le gusta lo que siente y con esa razón y ansias de aventura, se dirige en el sentido de este fresco lugar desconocido. En medio de la ruta que ajusta sus pasos, se oye cómo anda el viajero con su saco de preguntas, afanes y proyectos, y sin ningún temor. En su magníico sentir, salta, goza, ríe, imagina, mientras piensa: -“¡Qué vida y cuanta plenitud!”-. Después se gira porque partes 18
de su cuerpo reconocen el eco del sonido de un dulce amor. El sonido quiere llevarlo muy lejos y viene desde un ambiente secreto pero de un lugar concreto. Parece ser una mística experiencia que naturalmente consigue iniltrarse en el interior de su huésped. Por eso, en sus inquietos pensamientos, se propone averiguar de dónde viene el sonido y su misterioso ambiente, no sin antes permanecer un rato más en tan agradable compañía de seres y fuerzas a los cuales habría que observarlos muy bien y de paso imaginar cosas en un tiempo que parece no pasar. Es un estado de éxtasis con datos muy valiosos. Allí ha encontrado una zona, donde la naturaleza le desvela su corazón y el aura vigila su paraje. Descubre que es una insólita aventura donde el aire fresco le permite marchar liberado escuchando un modesto ulular de bienvenida. Ante sus ojos hay un mundo profundo con tanta y tan variada oportunidad, que su disfrute le despreocupa de aquel trabajo duro y obsesivo. Ahora, siente mayor interés en seguir acumulando más conocimientos beneiciosos en un lugar de paso, con el que quiere convivir la otra parte de su vida. Da la impresión de estar sumido en un estado de realidad donde se puede adquirir sapiencia y comprensión, transmitiendo una incuestionable lealtad, efecto, que le convierte en adepto de la situación. Tal privilegio de gran importancia se ve en sus pupilas y en sus pensamientos. De esta forma comprende que el sitio enseña libertad y también sus ininitas posibilidades de cómo saber conseguirla. Así pues el huésped en su enigmática escapada, se encuentra realmente entusiasmado por experimentar con todos sus sentidos cosas tan diferentes y de profunda intensidad, atesorando a su vez un cúmulo de gratas emociones que quiere recordar con claridad. Esto también le transiere a un estado de poder comenzar 19
de nuevo y encontrar el cambio con todo su color. En un momento cuando el efecto emotivo crece suavemente el viajero se siente diferente y sus sensaciones aumentan, aquí, con una preferencia entusiasta, frente a un mundo que le apasiona. Y piensa lo que quiere, ve como quiere, en medio de tanta riqueza y entre tanta simpleza, que regala generosamente su saber o tal vez, una vida bohemia. Considera que el fenómeno es consistente y de libre movimiento, dejándole tiempo y espacio para poder repetir aquello que le gusta, así como también para seguir descubriendo. Después de aquel largo momento, el huésped mira el mágico paseo con gratitud y admiración, y ahora camina otra vez adentrándose hacia el reclamo del anterior ambiente sonoro donde predomina el eco, pero también existe la sustancia y otros viejos árboles que le sugieren que sea ese su punto de partida. Aprovechando estos indicadores tan apetecidos en tanto medio donde orientarse empieza a dirigirse con ganas y con vivo interés hacia el misterioso lugar. Intuye que será otro idílico espectáculo, al estar presenciando su mágica escena visual. Con movimientos llenos de conciencia y energía, el viajero camina por el alargado sendero. Percibe claramente una escondida resonancia de extrañas palabras y su efecto le anima a perderse pero su propósito no carece de aspiraciones, por eso quiere averiguar la procedencia. En ese punto el huésped, teniendo antes que parar y escuchar, continúa unos metros más y coge la dirección de la derecha siguiendo hacia otro sendero de una pista forestal y fondo salvaje, con el cual se cruza. Una vez atendidas todas las indicaciones pasea alegremente entregado al entorno y el entorno es todo suyo. Aquí todo lo que se le había sustraído parece que se le devuelve, algo que quedaba en la distancia ahora está tan cerca. 20
Parece un baile merecido en la noche aunque es de día y todo es nuevo en su capricho aunque andando por su colorido ya nada es olvidado. Permanece con esa sensación un corto espacio de tiempo. Después mira sonriente el horizonte y puede ver por la mitad del camino algo que se muestra como un secreto dentro de unas vistas panorámicas de luminosidad difusa, conteniendo unos dulces recuerdos aún ocultos. El origen de ese secreto es el huésped por su color original y el indicio de su existencia. Le parece que es un movimiento que quiere convertirse en una feliz circunstancia, persiguiéndole en su camino y piensa que esta circunstancia le permitirá que su aventura cristalice transformándose en un viaje peculiar, en el entorno de una nueva ruta de este grandioso mundo. Entre tanto el viajero avanza rumbo a aquellas vistas panorámicas y se encamina con ritmo y fuerza juvenil aproximándose a las alturas de una antigua construcción colonial, que revela una gran arquitectura y exalta por su presuntuosa capacidad. Su estructura es consistente persuadiendo admiración en sus detalles que lucen un poder imperial, sin cumplir una característica existente de algún orden preestablecido. Parece ser parte de una ciudad desconocida que aguarda signiicantes perspectivas. Por su parte el huésped está completamente seducido ante esta espectacular postura ideológica que propicia gran curiosidad así que comienza a buscar con ganas un referente que le permita el paso. Poco después ve dos puertas abiertas que están presentes y representan los años futuros. La entrada posee un gran patio esculpido como zona de paso y grandes balcones de bronce a lo que le sigue una estancia relevante por su libre espacio. Llegado hasta 21
allí el viajero decide entrar y nota una extraña mezcla de sensaciones que guardan una estrecha relación entre presente pasado y futuro. No sabe con exactitud que siente porque está acorralado por un ambiente que parece cargar parte de su existencia, pero la emoción que le transmite es grata y hay algo más. Una apabullante presencia personal de fuerte energía le atrae lo que predispone al viajero a mirar atentamente. Después se da cuenta rápidamente que esta frente a una persona de feliz retrato, con un aspecto físico dinástico y nobles rasgos, muy entregado a su mimetizada estancia. Una extraña persona con ojos grandes de tonalidad oscura y cejas negras que le observa. Su cuerpo es recio, su mirada benévola y su rostro cambiante. En ese preciso instante, el huésped había abandonado su ruta anterior. Ahora se encuentra ante una curiosa circunstancia y dulce condición, presenciando una puerta que cierra el paso a la anterior ley de la naturaleza. En su imagen, ve aquí a esta extraña persona que se mueve hacia un lado buscándose a sí mismo, cuando en su esencia realmente nada le distrae, mostrando a su vez una simpatía misteriosa. Allí mismo, el huésped tiene la impresión de estar frente a una igura que, a pesar de su cabello fogoso y aquel cuerpo fresco y fragante, oculta su espíritu en su sustancia, manifestando una curiosa frialdad o proyectando de vez en cuando alguna mirada intensa bastante difícil de percibir. Y todo esto con un cierto distanciamiento al que vincula una fuerza misteriosa, por la cual el huésped se queda muy impresionado ante ese ser altamente magnético. Un ser de mucha educación por la actitud de cuidado y respeto que muestra con sus amables gestos. Después de un largo momento el extraño personaje se acerca cautelosamente, posicionándose delante de los ojos del huésped. 22
Seguidamente proyecta con irme actitud una mirada penetrante y profunda en todo su ser, engendrando una percepción cargada de un gran simbolismo lascivo y embaucador. Al momento, le sacude con un cúmulo de pensamientos concentrados que consiguen transportar al huésped a un plano sublime de puro magnetismo, coniándole la más completa fascinación. Un plano donde los dos cuerpos con su sangre se adhieren y se mantienen juntos, perdidos en un laberinto. Al mismo tiempo, experimentan doblemente un sentimiento elevado, sintiéndose el huésped extraviado por algún lado en el horizonte alrededor de la fenomenología del amor. Un estado durante el cual siente con su cuerpo entero la pérdida de la brújula de la moral, en un acto de auténtica libertad. Percibe estar sin prisa ninguna, en un universo cargado de misticismo que ha sido motivado por esta doble presencia y su hermético diálogo. Por eso mismo siente haberse introducido en un territorio secreto que trata de establecer una auténtica relación. Partiendo de esta situación, surge una acción entusiasta y recíproca con la que se consigue un juego de alta incitación que profesa lo eterno. Al estar tan cerca el huésped se ija mejor en esta persona extraña que continúa mirándole sin interrupción. Ve unos rasgos excelsos y irmes sonriéndole bajo una mirada pura de iris reluciente, expresando una gran devoción y sensualismo ardiente. Transmite también mucha fuerza vital, logrando con su aspecto edénico ser inconfundible. Después de una formidable sensación creciente, sigue aumentando su fantástico efecto con nuevas emociones, que atrapan la total atención del huésped. Entonces la extraña persona le sugiere un inicio de diálogo por medio de sus gestos, aproximándose con sus labios inamovibles. 23
A esto el huésped le pregunta con prontitud: -¿Cómo te llamas? -No me gusta pronunciar mi nombre porque temo que se difumine en el tiempo -le contestó-. El huésped percibe en su contestación que su tono es preciso y apasionado. Momentos después este prosigue dialogando: -¡Bueno, sea cual sea, percibo que produce gran efecto! ¿Y vives aquí? -Podría decir que es mi lugar. Aquí estoy en mi circunstancia aunque libremente tengo los elementos que la circundan. Y mirarte puede ser un hecho emocional bastante profundo sin antes haberlo experimentado. ¡Tu cara es… y tus ojos son muy transparentes! - le dijo acercándose algunos pasos más-. ¿Dime, de dónde vienes? Veo que llevas una mochila…, parece algo simbólico. ¿Cómo has encontrado este sitio? ¿Cómo me has encontrado a mí?, espero que no sean muchas preguntas… -No, muchas no son y entiendo que las hagas, si apenas son algunas. Pues llevo un largo camino. Me encanta viajar para tener de todo en mi vida y… probar cosas nuevas ¡hay tanta variedad…! -Sí, haber las hay, es cierto. Algunas de esas cosas continúan su curso y perduran a lo largo del tiempo. -Bueno… Pues yo antes de que llegara aquí, estuve contemplando algunos jardines, mágicos podría decir, luego algo parecido a un gran bosque que tenía de todo… y nada, después vi dos puertas que estaban abiertas. -¿Abiertas? -Sí, abiertas. Entonces pensé en entrar. Tampoco había nada que lo impidiera si no todo lo contrario y entré. Después me llamó la atención esta estancia que al principio, por la tranquilidad que 24
transmitía, pensé que no debería haber nadie, lo que me permitiría poder descansar un tiempo. Así es como te encontré a ti, que por cierto me alegro de que haya pasado. Sí. -Igualmente te digo. Veo que te gustan los árboles y la naturaleza -dijo acercándose a uno de los balcones-. -Sí, así es. Y todo lo bello en general. -Ah… me parece muy bien. Con razón has llegado hasta aquí, no había otro camino. Yo a menudo la miro desde este balcón. Este es mi preferido. Desde donde mejor puedo observarla… me intriga. Y ahora tú me intrigas. -Bueno, te podría decir lo mismo, lo que no sé, es ¿si tu intriga respecto a mí es igual a la mía respecto a ti? -Quizás -dijo sonriendo- lo sepamos más adelante, claro siempre y cuando no tengas prisas en marcharte. Porque no sé… ¿cuáles son tus planes? -¿Mis planes?… -dijo el huésped, descontrolando la mirada-. -Sí. ¿Te preocupa algo?, noto algo de inquietud en tu mirada. -No exactamente, y no quiero parecer ignorante, pero creo que siento… curiosidad, y por otra parte encuentro que me has hechizado. -Está bien… y no hace falta que escondas tu cara. ¡Mejor ven!, me gustaría que vieras algo. ¡Vamos!. Habrás visto que la estancia es muy grande ¿verdad?... ¡Ah! por cierto, aún no me has dicho, si llevas algo en la mochila. Y juntos empezaron a andar por la estancia. -No me lo habías preguntado tampoco -dijo el huésped con un tono de voz algo travieso y atrevido-. En in… si, la he visto -seguía contestando, observándolo todo con más atención-. Sobre todo vi que era mucho más amplia que una estancia cualquiera y luego te 25
he conocido a ti. Puede ser que se me hayan pasado algunos detalles aunque por costumbre, suelo ijarme en todo. Ahora, reconozco que tanto la estancia como el entorno son impresionantes. -Gracias. Imagino que te gusta mucho. -Claro que sí ¡me encanta! -¿Y cómo es el lugar donde tú vives? -Te lo voy a contar. Es bonito y tiene un poco de todo, pero no sé porque percibo mucho mejor el sitio en el que desearía vivir. Es raro. Realmente me resulta mucho más fácil describirte el lugar o la casa de mis sueños. Esa casa con terreno, bosques… tenerla, pero no a cualquier precio y a lo que me reiero es al precio personal tan alto que hay que pagar a veces por tener cosas. -Sí… lo puedo imaginar. Puede ser una fase importante y aún más, si llega a ser decisiva. Aunque tu casa es muy bonita, quería que lo supieras. -Bueno, está allí… -dijo el huésped con suiciente conianza-. Después continuaba mirando el contorno pausadamente y con mucho interés. -¡Mira!, esto es lo que te quería enseñar, -exclamó la extraña persona aproximándose a una antesala-. -¿Haber qué es? -Es una sorpresa. Inmediatamente, el huésped descubre algo que le sorprende y se expresa con admiración exclamando: -¡Oh, unas columnas muy hermosas! y también lo son las vistas restantes con el disfraz que llevan. -¿Y las pinturas? ¿Qué me dices de estas pinturas? -¿Las has pintado tú? -preguntó el huésped curioseando la gran variedad de pinturas mural-. 26
-Sí. ¿Qué te parecen? -Parecen las pinturas de una casa encantada. ¿Lo son? -Es mi otro mundo. Lo he creado yo mismo…, te invito a que lo descubras. Por favor, pasa si quieres y observa tu alrededor. Espero que te guste. -Gracias… - dijo el huésped mientras relejaba su mirada de manera abstraída, proyectándola hacia aquella decoración -. Veo que algunos murales llevan bastante tinte y viveza. ¡Me gusta!, ¡son todos fascinantes!, siempre me han cautivado las pinturas que llevan mucho color. Puedo estar horas relajándome y mirándolas. -Me parece estupendo. En cierto modo a mí me pasa algo muy parecido. Solo que a mí me relaja mucho más tener que pintarlas. Es como otro plano distinto, se podría decir que es un plano evasivo. -Sí… sí, entiendo. Y en mi caso me atrapan de alguna manera, es una circunstancia muy curiosa. Pero… ¿por qué pintas paredes? ¿pintas también algo más, como por ejemplo cuadros? ¿o pintar paredes tiene algún signiicado para ti? -A mí en primer lugar me fascina pintarlo sobre paredes mural, no obstante también hay otro signiicado que bajo mi punto de vista lo hace histórico. Sobre todo son vivencias… ¡muchas de ellas históricas!, y es así como me gusta manifestarme, expresándolo a través de murales. Esto es lo que capta casi toda mi atención, aunque también pinto cuadros. -¡Muy bien! me parece una hermosa labor… dice mucho de ti, de cómo eres. Te revelas como una persona con un comportamiento apasionado y sensible, ante todo hacia tus obras y tu creación. -Así es, tienes razón, entre otras tantas cosas también soy así, ¡me complace que entiendas eso! -Claro que sí, ¡creo que es magníico! -dijo el huésped 27
moviendo sus dedos mientras asentía-. ¿Y dime, todas las vivencias son tuyas? -Podría decir que sí, puesto que en casi todas tengo algo que ver… Por cierto, ¿sabes una cosa? -¿Qué? -Me agradaría retratarte. -¿A mí? -Sí, a ti. Y… ahora. -¿Ahora? -Sí, ahora. ¿Qué me contestas? -Pues no lo sé. No sé qué decir… A lo mejor… -¿A lo mejor? ¿Es eso un sí? -¿Cómo lo harías…, tienes aquí todos los complementos que realmente necesitas?, aunque te conieso que no me encuentro en la mejor predisposición, como para ser tu inmejorable modelo -dijo el huésped mostrando cierta timidez-. ¿Por qué no mejor, me continúas enseñando tus bellas pinturas? -También puedo hacer eso. -Bueno…, pues lo preferiría. -Me encanta tu interés por mi obra. Gracias. -Tu obra es espléndida. Veo que en algunas pinturas predomina el gris, un gris oscuro más bien. ¿Tiene algún signiicado el cambio de color? -Según la historia, sí. Pero también está la imaginación. -¿Y te parecería una intromisión si quisiera saber la historia? -No, si realmente te preocupa saberla. -Bueno, creo que primero me gustaría intentar conocerla. -Está bien. Me parece una estupenda idea. Y prosiguen juntos por aquella suntuosa sala. El huésped 28
indaga con sus ojos, mirando hacia esos grandes murales de las paredes y a sus techos semejantes a la cubierta de una catedral. En aquel momento se detiene frente a una atrayente imagen, que ilustra una viva animación con numerosas y diversas iguras e intenta detallarla. Momentos después, se da cuenta que relejan extrañas experiencias y su mente queda absorta un largo instante investigando esos misteriosos asuntos, destacando únicamente la gran ilustración decorativa que propone. Entonces la extraña persona le interrumpe, sacándole por unos instantes de su profunda indagación. -Veo que observas con mucha precisión este mural. ¿Qué es lo que te incita? -Pues me parece tan abstracto que no encuentro inicialmente su signiicado. ¿Podrías aclararme más de esta obra en concreto? -Sí. Como puedes observar lo que impera en este mural es una secuencia de minúsculas partículas que incitan el movimiento de reducidos submundos, dentro de una inapreciable pequeñez, y también de múltiples experiencias, donde al inal todos los condicionantes son superados, que extrapolándolo a tu caso sería el conjunto en miniatura de las minúsculas experiencias que han enriquecido tu entorno y tu ser. Es… según se mire. -Entiendo, pero sigo sin comprender la desconexión que hay entre algunas partículas del propio cuadro. -Es razonable. Esto podría ser las vivencias oscuras que normalmente no se relejan en la personalidad aparente y que en algunos casos nos interesa esconder. -¿Y esta igura que parece ser un cuerpo desnudo atraído por su propia sombra? ¿Qué signiica? -Profesa un ideal. En realidad lo que para mí sería mi sombra 29
ideal. -¡Un verdadero espectáculo!… qué interesante… aunque se vea en fragmentos menores, aprecio la liberación. -Sí… como te dije antes, es mi escenario, lleno de vivencias donde al parecer lo que cambia es el tiempo. -Entonces, según parece has estado muy presente durante todas tus situaciones, que no son pocas al parecer. -Así es, y casi siempre he elegido de alguna manera lo que verdaderamente quería experimentar, por lo menos intentaba hacer lo que consideraba que fuese efectivo y auténtico. Por eso entre otras cosas, pinto. ¿Y sabes qué?… siempre he pintado, ¡y no te imaginas la gran satisfacción que consigo haciéndolo! -Bueno sí que me lo imagino, puesto que al contemplarlo me llega profundamente -dijo el huésped-. Y en ese preciso momento otras personas entraban en la estancia dialogando entre ellas. Algo sorprendido el huésped preguntó: -¿Quiénes son? -Son algunas de las personas que viven aquí. -Ah, pensaba que no había nadie más, ¡vaya sorpresa! -Te las puedo presentar si quieres, aunque no tiene mayor importancia. Aparte ¡mira!, ya se van. No suelen permanecer por aquí, cerca de los murales, saben que normalmente estoy siempre abstraído pintando. -¿Y son tus amigos? -Amigos… no. Ante todo porque dedico todo mi tiempo para conseguir lo que ya sabes que tanto me fascina. A lo mejor te parece extraño… ¿y tú, cómo lo ves? -Pues extraño no me parece que lo sea. Simplemente haces lo que te gusta hacer, y como nadie te requiere para cualquier 30
otra necesidad, está bien que dediques todo tu tiempo a conseguir semejantes obras maestras. Así que todo lo contrario ¡admiro tu perseverancia!, además has alcanzado un contorno que a mí personalmente me crea una sensación de estar dentro de una auténtica celebración, al mismo tiempo, despierta en mi un curioso deseo. -¡Muy oportuno!, ¿y quizás sea un deseo predeterminado? -Bueno, creo que no es que desee únicamente algo en concreto, sino que además, la totalidad del contorno me suscita a desear un sinfín de cosas, que luego percibo con toda seguridad que son cosas que existen. Por otro lado, con el contorno profundizo un enorme estado de felicidad. -Estoy completamente de acuerdo. Es un contorno realizado con mucho amor. -Sí… sí y por lo que veo, creo que también orienta a ello, al amor. -Así es. Y en efecto, creo que me estás contestando de alguna manera, como conseguir muchos de mis otros ideales. Me encomiendas a pensar que podríamos tener gran ainidad… ¿a ti qué te parece? -Podría ser que sí. Verdaderamente tus cualidades despiertan en mí la sensación de querer seguir teniendo un contacto continuo al menos de momento… no sé, empezando con una sincera amistad. -Por supuesto, de esto no tengas la menor duda, aunque te conieso que aspiro a que aparte de esta sincera amistad, haya también entre nosotros una causa amorosa. Quiero que sepas que por mi parte, hay sin duda una cierta orientación afectuosa… tu atractivo realmente me emociona y logra estremecer mi corazón. -A mi toda tu belleza en general y tu expresión me fascinan. 31
Tu conjunto, genera una atmósfera distinta a la que he conocido hasta ahora. Considero que somos compatibles en muchos aspectos y que podríamos compartir experiencias. -Perdona si es mucho atrevimiento pero ¿sabes?, ¡me gustaría abrazarte prolongadamente, para introducirte a lo que soy y sumarme a lo más profundo y real de tu interior! -Podría ser intenso y probablemente disfrutaría enormemente. Imagino que sería como atraparme dentro de tus pinturas maestras y luego seguramente querré mantenerme muy cerca de ti con una permanente e intensa comunicación. -Sí, entiendo y en efecto posiblemente sienta algún tipo de temor hacia lo insospechado, pero tus ojos son preciosos. Mirarlos me desconcierta e invitan a quedarse. Lo había percibido de un modo inédito desde un principio, cuando te vi, y… ahora sé que es sin ninguna duda una manera singular de sentir, tan diferente y muy fresca al mismo tiempo. Evidentemente… claro está, que despiertas en mí por primera vez la pasión de un amor sensual… que me impulsa con este ardor del deseo, a concebir impacientes arrebatos eróticos y amorosos, en una segura llama circular… ¡estos pensamientos!... tan libres, me incitan a mucho más, a lo más sublime. Es tan fácil imaginar una simple y discreta ceremonia, aunque yo a cambio la concibo de igual forma, pero razonada hacia un acto etéreo que reclama en ese instante, tal vez… una relación determinante con motivaciones altruistas, ¡una absoluta ceremonia de amor!. Y te puedo contar un secreto, si quieres. -¡Dime!, cuéntame. -Anteriormente ya habían dentro de mi mente algunos pensamientos parecidos, aunque condicionados dentro de mí interior con una expresión en parte limitada, porque tú aún no 32
estabas. Recuerdo así mismo, profundos pensamientos deseosos. ¿Y sabes?, ahora me entusiasma fuertemente tu auténtica sonrisa liberada. Es el punto central imaginario que siempre ha estado de algún modo allí, en mi mente. -¡Prosigue! -¡Imaginaba como te estaba amando! Si quieres te lo puedo explicar mejor. -Sí, explícamelo. -Ante todo amorosamente pero también sexualmente, viéndolo como una historia futura y repetible. Estábamos inaugurando el fuego de la pasión, altamente mágico. -Exquisita la fragancia que emanas con tus profundos pensamientos ¡me sorprendes!, haces que cada instante junto a ti, sea un momento muy íntimo. -Ciertamente. Y podría ser… incluso ¿sagrado? -Sí…, podría serlo. -Realmente me cuesta mucho limitarme, no obstante me considero una persona lo suicientemente disciplinada. Me había quedado con la imagen, prevaleciendo la no resignación ante la duda, sabiendo que este denso deseo me devolvería tu rostro oculto y al inal sentiría el latido de tu sangre. Estaba pensando en cómo decirte que ahora disfrutaremos de todo. -Eres una generosa presencia y por ahora mi mayor tentación, igual a una breve sorpresa que traspasa todos mis íntimos espacios. Yo antes no te conocía, pero si alguna vez tuve un sueño, tú fuiste mi primer sueño. El más sereno y hermoso. -Gracias, aunque te conieso que no quisiera ser el adorno entrometido de tus sueños, culpable de algunas ideas rítmicas o a lo mejor ilusorias. Tampoco quisiera ser la causa de un supuesto 33
cambio profuso, por culpa de pletóricas nostalgias anticipadas. Podría ser acaso culpable de tu razonamiento, si verdaderamente entendieras con lucidez, que todo esto será un acto de constante pasión. -Realmente mi idea es plenamente concienzuda, igualmente te digo que más que una simple idea que a lo mejor pueda parecer ilusoria, es una realidad que al parecer desconozco y quien la sostiene en su proyección es la propia sensación y el pleno sentimiento verdadero. Y ahora aquí, tu presencia lo explica y por esto tiene su sentido. A tus dudas te contesto, por supuesto que preferiría estar siempre frente a ti o a tu lado en un mismo encantamiento sagrado. Luego es cierto que más adelante habrá más instantes de tiempo extendido. Veremos cómo prevalecerá lo que ahora existe, si tu silencioso susurro será mi indispensable compañía o si seguirás desprendiendo felicidad en tu aura todo aquel tiempo que podría durar eternamente, por estar a mi lado. ¿Será que seguirás mirándome con estos ojos encendidos y con la misma mirada atrevida? -¡Así lo será! -¿Y si más adelante tu corazón se volviera frío y ninguna pletórica nostalgia anticipada te conmoviera?... ¿qué haría?, ¿o si la nada existiera en tu olvido aún cuando ni siquiera nada no se haya perdido, acaso me seguirías describiendo en tu pensamiento?, solamente pienso… quizás puede que siga a tu lado, porque no quiero que estando contigo, llegue a tener otro nombre diferente, tampoco quiero cambiar mi tiempo por otros años si no fueran los míos junto a ti. -Está claro, que en tu ensueño estaba yo… !Quimérico espacio mensajero!. Después al mismo tiempo, aquí te estaba esperando. 34
Efectivamente, quisiera ser lo que tú pides y ser tu dulce susurro, apartando a todo aquel tiempo que no quisiera ser eterno, estando siempre tan cerca de ti… decorando tus fantasías y tus ensueños… dibujándote un nuevo mar, un nuevo cielo… ¿acaso me dejarías? -¿Es que acaso mi respuesta determinaría mi vida? ¿qué es para ti un nuevo cielo? -Algo que vendría a tu mundo en forma de eco, precediendo de mi propia resonancia primera así como también de libres vibraciones persistente. Es como aparecería al comienzo. -Puede ser que tengas razón, pero mejor, explícamelo. -Está bien. Aparecería como un cielo inconmensurable, con su sol, el crepúsculo y su media luna. ¡Ojalá comprendas su contenido! es un espacio abierto para ti. -¿Y en el estarías tú? -Sí. Si quieres, estaría. -Para mí sería mejor si estuvieras. ¡Dime más!, ¡continúa explicando! -Está bien, te lo seguiré argumentando con mucha complacencia. Estoy intentando reunir una esfera con sus diversos planos, la cual tú ya percibes y conoces de antes. Una esfera a la que me gustaría destacar mediante un concepto del lenguaje, traducido hacia una forma que evidencia la más exquisita expresión, en la cual sigue habiendo un campo con las más hermosas lores y la más suave intimidad. -¿Un campo de lores eternas? -Sí, y si no fueran eternas, entonces sería tu noche más deseada con el instinto más puro, por ser tú mi motivo inicial. -¡Compleja es esta sensación prometedora y ardiente es tu dulce magnetismo tentador, ¡todo lo que me dices me puede parecer 35
posible!. ¿Tan importante es para ti lo más profundo de mi deseo? ¡continúa! quiero entender bien lo que me quieres decir. -Serían todas y cada una de las noches, nuestro ideal libremente elegido, contemplando claramente todos y cada uno de tus misterios con minuciosa precisión. Repetiría una y otra vez las innumerables mezclas prodigiosas, de formas semejantes, que convergerían en un vivo y asombroso amor, con la certidumbre de mi idea en origen. -Igual a un breve poema… -O tal vez a una extensa novela recitada por un aedo, sumergido por la continuidad de innumerables formas, según mis variados y dulces antojos, pudiendo ser para ti dentro del elíseo, el más auténtico nuevo y viejo romancero, con un nuevo traje o tal vez, uno muy antiguo. -Es tan fácil inquietarse por causa de esta gran imaginación tuya que me eleva al hablarme. -Esto pasa por tener dentro de la imaginación un pensamiento activo con desvelados sentimientos. En el hay un anillo de un color blanco brillante, con una expectante cabeza de constitución sideral, que quiero regalarte, antes de mostrarte tan profunda e intensa pasión. ¿Acaso aceptarías? -¿Y donde aparecería todo este maravilloso tiempo insinuado? -Sería identiicado en un nuevo continente, el único que hay, ubicado en el mismo centro de la tierra, siendo su parte la más grande entre todas las tierras. Además hay otros elementos característicos muy particulares, que los voy a callar por el momento, puesto que a lo mejor no necesitan ser aún expresados. Si que puedo decir que es el estigma de otro acto comunicativo, diría que es diferente y que se impone a la comunicación habitual. No obstante no pasaría nada si te pararas a pensar en esta extrema y sublime fantasía, porque 36
mi único cometido sería el de regalarte su verdadera esencia con el auténtico sabor. -Entonces podría ser un sentimiento extremadamente palpitante… ¿o se convertiría acaso en una continua necesidad inextinguible? -¡Culpable sería mi deseo por ser insaciable desde su comienzo, si esto sucediera! ¿Podría ser esto lujuria? A eso mismo si quieres te contesto. Es mi llama incendiaria. Dime… ¿yo te gusto? -Sí, me gustas. -¿De verdad?, ¿seguro? -Sí. Y más me gustarás si el puñal oculto que comprensiblemente aguardas en tu guante, fuera un elemento improvisado, diminuto y contenido. Mejor guardado e impoluto. -No es un desatino mencionar cosas e impresiones anteriores. Yo mismo lo encuentro razonable. Habrán sido tan tuyas y aún más mías. ¿Y eso debería de importar? Mucho más importante sería mi sereno esperar. Conlleva una profunda hipótesis del sentimiento dentro de este sosegado ambiente, pensando pausadamente en esta lucida posibilidad, la del encuentro, probablemente sabiendo que existes. Y ahora de pronto hacia mi cuerpo caminas, queriendo en mí entrar profundo. ¡Incómodo sentir y a la vez tan agradable incitar!... tener aquí a tu ser y a tu pensamiento existente. A poder ser si quieres, yo sería tu indispensable compañía, queriendo estar por siempre frente a ti, para después seguir permaneciendo a tu lado, muy lejos en el tiempo… y si quieres, sería un tiempo único y nunca olvidado. En él pensaría, que no sería absurdo considerar, si quisiera besarte, que el magniicó momento es un inconmensurable instante. -¡Incontenible impulso! 37
-¿El de haberte esperado? ¿O el de nuestro fascinante encuentro? -Aún no sabría qué decir. Un sitio así de alta esfera y altos ines es como un cuento celeste con dos mundos, ambos siendo espléndidos. Perfectamente, allí podría renacer… ¡una y otra vez! por ser este nuestro lugar y por todo aquello que lograrías en mí cambiar. ¿Será que todavía, todo esto pueda esperar? -Sí, pero mayor será mi deseo por tocar tu rostro angelical y tu ino cabello, que me inspira a regalarte una caricia, en una noche clara o en un fastuoso día, o en ambos, un segundo en el cual, tendría tus dos labios juntos, con un beso, que nunca dejaría de extrañar. Sería un momento suspendido en el espacio, de ininito amor. -Me perdería en esa escala indeinible, sentándome a tus pies por pedirme. -Y más dulce sería si dejaras a este ángel inocente acariciar tus partes, todas ellas, y permitirle dentro del deseo, un osado intento que moldearía una ancestral ética de la moral… que colmaría con un delirio del pensamiento. -Necesariamente podría ser, si me prometes con un juramento que no serías ángel titular, de la sustancia del veneno que no quisiera jamás probar. -¿Por qué razón una promesa y un juramento? Si fuera por nuestra unión entonces me persuadiría enormemente, pero no me gustaría tener que elegir entre nuestra fresca unión y viejas identidades desconocidas de la mente. ¡Eres mi condición preferida y mi ángel derecho inclinándome a ti! ¿Sería mi propio descenso si subiera, subiera… y volviera a subir? Son muchas las complejidades que pueden conducir al terror, a la sospecha y al temor. Pero de 38
toda esta complejidad me parece razonable elegir la balanza de la dulzura y el justo agradecimiento. ¡Cómo quisiera que fueras tú con quien manifestara esa promesa y fascinación, empleando frecuentemente el derecho natural y doblemente sensible de mí ser, expresándolo invariablemente con un acto eufórico, por ser tú mi insuperable debilidad! -¡Esplendoroso día y esplendorosa noche! Ambos son deleitosos, y los preservaría, por eso te conieso que tú fuiste mi causa primera, de aquel dulce y excelente beso de tu boca. Labios de este ángel inocente, a los cuales había correspondido y a los que quizás consentiría. -Inherente a tu cabeza admiro tu cara. Si no fuera clandestino sentir tu mejilla azafranada y amar el anillo de tu cuerpo, lo haría con una rotación sin cesar… si lo preieres en cálidas y apacibles aguas. -Espléndida pronunciación idílica de tu andar que ha de continuar. Es semejante a mis deseos. -Tus deseos son una grata sorpresa que cumple sin detener la forma de este impetuoso céiro. -Nunca acaecerán tremebundas penas, a las que comparas con transcendentales palabras de tu pensamiento y tu corazón con una morada divina de conjuntos tan importantes. -Sí… y tiene su sentido. Yo seré tú y tú serás yo regocijándome en ti, alojándome por un instante en tu cuerpo, con un acto de sutil reverencia, mientras el sol nos mira y la luna que se esconde nos oculta. Es cuando mi verdadero sentir se revela para esa ocasión y por su noble inluencia se producen ciertos efectos maravillosos, de innumerables concepciones que proceden de mi pensamiento, al tener una razón. Es esa intuición íntima la que conirma, que 39
colmaría todos tus cabellos llenos de esplendor comunicando recíprocamente. -Es propio de esta sensación probablemente no desear nada mejor -dijo el huésped dirigiéndose hacia el balcón de bronce donde se detuvo un momento al inicio del portal abierto, con una sensación turbulenta y algún pensamiento predominante-. Inmediatamente después dijo murmurando: -¿Es el destello lunar o la pronta oscuridad lo que me impresiona? -Es el perfume apropiado; que convierte tu mirada pensativa en grandes pupilas. -Hermosa claridad lunar. Nunca antes había estado allí en ese sitio del que me hablas. Quisiera saber más puesto que me atrevería a detenerme. Tu voz es encantadora y necesario es tu paso para poder descubrir a donde iría… ¡Mira!, mis labios son sonrientes y no contrarían tu perspectiva resplandeciente y deseable. Es mi amor sensato que aún más se concibe, para cada apacible ocasión de anhelada plenitud creciente. -¡Expresada convicción! Yo también he de expresarte que tu asentimiento es eminente, como también su forma, y mi propósito es quien reclama la cima suprema para tan bello estado. No concibo un efímero designio cuando es exhibido en el profundo cielo y observado por la venerable constelación, la cual me impulsa a besar tus párpados brillantes y tu cara luminosa, que emana del murmullo secreto de nuestra ainidad. Cuando te veo es para engrandecer aún más a tu regia hermosura… ¡El estigma del amor apasionado!. Cierra los ojos si quieres tan solo un momento, para que veas lo que mi fuerza impulsa por esa ruta estelar. -¡Resplandecientes detalles de tu pensamiento! Vivir en mí, 40
vivir dentro de ti, por un segundo de apacible aire y enfocada armonía. Es un efecto exaltante y aunque fuera excesivo, seguiría siendo muy necesario vivir la suprema cima. ¡Qué virtud tener tu fuerza amorosa con irmeza! Conozco semejante emoción consagrada, con la que besas mis parpados brillantes… ¡Ese aspecto de belleza renaciente y hermosa forma, la cual ante tus ojos quisiera retener, por más de un excepcional instante!, ¿acaso sería por siempre complaciente? -Sí, por lo que llevaría en mi corazón y por lo que tu cuerpo ilumina, ¡rico color de auríferos relejos! No sé si atrevida es mi ciencia pero incuestionablemente necesaria y certera por salir de mi interior un mundo insondable con un nuevo astro destelleante y reclinado, debido a tan profunda convicción. -¿Quién amaría más entonces? -¿Entonces? Yo más te amo en el deleite ininito. Por todo esto esperaría desorientarme con tu conciencia en una indecible sensación de fantasía exótica. Quisiera rodearte, para perder la noción del tiempo y poder enseñarte lo que nunca será un caprichoso dibujo de un paraíso artiicial sino la parte de un alejado mundo en un tiempo apropiado, donde conseguiría disuadirte con original plenitud e ininita clarividencia que se prolongarían indeinidamente. -Adoptas la igura de un ser constante, reverso a un mundo al revés, refrescando mi alma con tanta calurosa fantasía que seduce mi afán, por eso te dispenso mi devoción. -También propongo una serena atmósfera que cuando se aproxima, produce veloces brisas ceremoniosas para una inefable alianza, a la luz del día o con su luz crepuscular, cuyo propósito es la concepción de la hermosa vida. ¿Quizás encontrarías algo que no esperarías? 41
-No, si no fuera opresivo o demasiado jadeante. -Mi imagen no es tan atrevida y temblorosa. Y recibe la luz del sol y la luna pero reconozco que es largo el paseo de mi inspiración. ¿Qué puedo hacer si mi preocupación es dedicarme a embellecer, sintiendo intensamente la imperfección?..., entiendo que pueda pasar por un asunto siniestro o un pensamiento mediocre. -¡No para mí! ya que atrae toda mi atención de la manera más intensa y penetra en lo más profundo de mi corazón, no obstante no suelo medir la profundidad precipitada de ninguna vastedad que muchas veces es incluso inaccesible e impenetrable. Conjuntamente a todo esto, aunque parezca que no, me estoy dando cuenta de la viva imagen que señala tu gran afecto y desearía conocer su aspecto más importante. -Por consiguiente… es vigorizante. -Sí. Presentas muchos signos de observación y la sustancia nutre mis sentimientos, por lo tanto el contraste es consentido. Son muchas las realidades de la existencia e inmenso el rumbo desconocido. Por tales razones me gustaría descubrir ese romántico temperamento que está presente en tu culta proyección, ya que se ha cruzado en mi camino y reconoce mi existencia. -La causa de este resultado se podría dar, por tener cierto grado de conocimiento del proceso de la materia. -Sí y las ideas siempre pueden ser mejorables. Yo siempre me hago preguntas. Ahora… déjame pensar un momento. Y mientras el huésped permanecía en un estado de calma como tratando de recordar algo, una mujer muy hermosa, cuyo tono de voz le parecía muy familiar, había roto el silencio apareciendo sin avisar: -¡Cada día es una sorpresa! ¿Molesto? 42
Al escucharla la persona extraña se volvió poco a poco y dijo: -¡Ah, Kaimi pasa… pasa! -dijo sonriendo, acercándose junto a ella hasta acomodarla delante del huésped para hacer las presentaciones-, mira te presento a Kaimi, que es una amiga. -Un placer Kaimi -dijo el huésped, lanzando una rápida mirada y decidiendo impulsivamente no sorprenderse ni tampoco hacer demasiadas preguntas-. -Igualmente te digo -airmó ella mostrando signos de inquietud mientras avanzaba discretamente-. ¿Es que…nos conocemos?, me parece haberte visto antes. -Yo diría que no. -Quiero decir… que tengo esa sensación de haberte conocido antes. -No, no, seguramente que no. Hoy te veo por primera vez -contestó el huésped rápidamente, mirando hacia el vacío, con bastante inexpresividad-. -Es extraño, pero puede ser -contestó Kaimi con sonrisa insólita-. Esta noche, no sé porque, la encuentro muy diferente, por eso me estaba diciendo a mí misma ¡qué curioso!... hace tanto tiempo que vivo aquí, pero nunca antes me había penetrado esta sensación, como la que ahora me reclama dirigirme a esta estancia, lujosamente decorada con tanta libertad. -Sí, así es… -airmó al instante la extraña persona- y por lo que veo has venido sola. -Iba a venir acompañada de mi amiga, pero luego lo he pensado mejor y he decidido venir sola -dijo Kaimi dedicándole un gesto expresivo con los ojos, el cual al mismo tiempo tampoco pasó desapercibido para el huésped-. ¿Quién lo iba a decir qué aparte de encontrarme con tus fantásticas pinturas, interrumpiría a dos 43
personas hablando? -¿Interrumpir? No, todo lo contrario, es fantástico que estés aquí. Si lo curioso es que nunca antes te hayas parado aquí, aunque habías estado anteriormente en más de una ocasión…, en in, es un placer que te persones ahora, agregó la extraña persona. -¿Pero no estabais hablando de algo muy importante? -Diría que sí… de todas formas llevamos un buen rato conversando y como te he mencionado antes, de ninguna manera molestas. ¿Verdad que no? -continuó preguntando con una repentina indeterminación respecto a sus pensamientos anteriores-. De alguna manera percibía la desarrollada presencia de Kaimi de un modo algo sorprendente, al tener unos rasgos muy agradables de ver. -No, claro que no molesta -airmó el huésped, dándose cuenta que en aquel ambiente de luz incierta, esa mujer que había salido de la nada estaba echando a perder el solemne rito que había tenido con la extraña persona, y que el mismo acontecimiento se convertiría en una emoción nocturna, yendo hacia la nada lo que había comprendido ser una pareja perfecta. Al mismo tiempo sentía estar como en un ámbito cerrado, del cual ya no podía salir. Le era casi imposible descifrar tanto desconcierto indescriptible, no obstante continuaba buscando aquella mirada, la que le ofrecía una interminable perspectiva de ideas claras. Tenía que permanecer impasible ante una terrible expectativa. -En tal caso me quedaré unos momentos -comentó Kaimi decidida a pasar un agradable rato-. -Los que quieras -añadió la extraña persona-… o si estimas conocer alguna simbología… estoy a tu disposición. -Sí, aunque sé, por lo que me han dicho, que es bastante 44
complicado de entender y para esto tendría que ordenar ahora todos mis pensamientos, para que podamos realmente compartir argumentos o conclusiones. Me parece que ahora no es el mejor momento para esto. Lo que sí que puedo hacer, es contemplar lo que se pueda con la vista, lo cual ya estoy haciendo. Y me parece perfecto. -Está bien. Me parece estupendo. ¿Y entonces, que deberíamos hacer ahora? -Soñar… -proclamó Kaimi-. -Sí, en eso estaba antes, y de alguna manera con eso sigo -dijo la extraña persona con mirada mediadora y suspicaz hacia el huésped-. Siento una verdadera predilección por cumplir un sueño. En ese momento el huésped comenzó a examinar todo su rostro, observando con detenimiento si le seguía con la misma mirada que antes aludía tanto amor. Esta vez la extraña persona manifestaba en su rostro, una expresión algo distinta, más intensa que nunca, expresando aún más amor derivado de la euforia anterior. Quería relejarle al parecer que no sentía interés por esa mujer y que en su proyecto seguía lo que antes habían establecido, albergando en cierta forma muchas esperanzas. -Entonces vale la pena seguir soñando -espetó Kaimi-. -Claro que sí. Y no es solamente por eso sino que es mi intención seguir soñando a causa de un compromiso que tengo y de esta forma es como debe de hacerse para que se pueda cumplir…, es como yo siento considerando que soy de iar -dijo la extraña persona-. -Sí, en este sentido somos muy parecidos. Pienso que yo también lo haría de esa manera, porque es así como se encauzan algunas situaciones, y si luego se culmina con éxito se convierte 45
en una coyuntura culminante -continuó airmando Kaimi al mismo tiempo intentando seducirle, contemplando su cuerpo con ansioso apetito mientras proponía con la mirada un supuesto desafío de cuerpos desnudos-. -Claro que sí. ¡Ante todo un hecho culminante puede cambiarlo todo! Entre otras cosas de esto mismo estábamos hablando antes de que tú entraras. -¿Y eso quiere decir que hay alguna posibilidad de que ocurra? -Diría que sí. Tal vez si -reairmó la extraña persona-. El huésped, después de haber estado absteniéndose en silencio, continuaba observando desde el centro de la estancia, para poder comprender claramente que es lo que Kaimi pretendía. Pasados unos instantes dijo acercándose: -Por supuesto que hay muchas probabilidades, pero también hay impedimentos. Ahora habría que ver si el logro de conseguirlo está antes que las dos hipótesis. -Sí, lo entiendo -dijo de inmediato la extraña persona-. Y tú eres lo que para mí tiene más sentido. Espero que sea una airmación completamente positiva para ti. -Claro que lo es. No consideraba que no lo fuera tampoco, sin embargo hubiese podido permanecer en un estado de menos comprensión respecto a una preocupación tal vez insigniicante, favorecido por mi entusiasmo alegre y coniado. ¿Tú que hubieses preferido? -Que sea una circunstancia resuelta durante mucho tiempo. -Puede que lo sea, de una manera u otra -dijo el huésped sonriente-. -Haría falta seguir mirando de una forma distinta. -Sí… y estoy pensando en ello porque es mi idea. 46
-¿Y tu Kaimi qué opinas de todo esto? -preguntó la extraña persona-. -¿Qué opino de lo que desearía o de lo que haría después?… No tengo ni idea… quizás no fuera nada… o tal vez me arriesgaría por una situación que fuera culminante -contestó Kaimi-. -¿A qué te reieres exactamente? -seguía preguntando-. -Pues que si algo extraordinario ocurre, posibilitarlo para que vuelva a ocurrir. No es ningún secreto -confesó Kaimi pretendiendo crear una situación intimidante-. La creencia y el afán de como lo narraba, parecía haber estimulado el interés de la extraña persona que difícilmente podía apartar los ojos de ella, sin embargo el huésped estaba reconsiderando su situación anterior a la llegada de Kaimi, en la cual había esgrimido y exhibido sus planes con pensamiento actual y de futuro. Sabía que tenía que tomar una decisión y empezó a examinar con atención, como conseguir un resultado ostentoso, que argumentara con total claridad la relación de amor inicial con la extraña persona y todo lo que se habían prometido con anterioridad. -Me alegra oír eso -dijo el huésped con énfasis misterioso, mirándola ijamente-. Conozco una escena similar y en este caso comprendo muy bien los motivos, así que puedes explicarte cuanto quieras porque no voy a cuestionar tu método. -Está bien, lo pensaré. Puede ser una gran idea… cada uno de nosotros la puede tener. Entonces aparecieron otras personas que daban la sensación de haber esperado demasiado tiempo para entrar en esa gran estancia cuando realmente todo pertenecía al mismo lugar y el paso se tornaba libre para todos ya que no había nada que lo impidiera. Algunos buscaban la lógica de sus pinturas y otros daban tenues 47
vueltas sin más. La extraña persona estaba dentro de la situación mezclándose con esa gente, las cuales le requerían para una posible explicación con la que pudieran relacionar la idea de una visión universal y el signiicado profundo que resplandecía en sus pinturas. Entonces el huésped se acercó hacia la extraña persona decidiendo en ese preciso instante no dejar pasar más tiempo. -¿Cuánto tiempo te vas a quedar aquí? –preguntó-. -Es que vivo aquí, ¿no te acuerdas?, y bueno… ahora tú también… vives aquí conmigo ¿verdad? -dijo la extraña persona-. El huésped se mantuvo en silencio haciendo una pequeña pausa mientras pensaba que contestarle. -¿Vivir aquí contigo? Yo… intentaría seguirte, pero mi concepto era algo diferente, en un lugar distinto… un lugar del que tú me hablaste. -Sí, exclamó la extraña persona. Y este es el lugar del que te hablé, en el mismo centro de la tierra. ¿Para qué ir a otro sitio, a lo desconocido? Sería muy confuso… además hay otra cosa cuya duda me inquieta y que debo contártela. -Dime, ¿qué es? -Me parece que de aquí no se puede salir, aunque habrás visto que hay varias puertas, algunas cerradas y otras abiertas. -¿Cómo que no se puede salir?, no te entiendo. -Tú si puedes, pero yo no… no lo sé, nunca antes lo he intentado, ¿para qué si lo tengo todo aquí?... amigos, conocidos, mis obras, los jardines, la naturaleza y las vistas… y ahora… a ti -intentó explicarle la extraña persona-. -Sí, y no te digo que no, pero deberías de tener en cuenta que aparte de esto, ahora hay algo más, si verdaderamente decides que sea yo tu compañía. Y a mí a veces o mejor dicho siempre me ha 48
gustado descubrir lo desconocido. Me despierta un gran interés. Imagínate si lo hiciéramos conjuntamente… allí fuera hay mucho más que se puede conseguir. -No había pensado en eso antes. De todas formas tendría que relexionar tu proposición para poder tomar una decisión así. Hay una cosa clara en la que sin eludir a la verdad no necesito pensar y es que quiero estar siempre a tu lado -dijo la extraña persona evidenciando que existían muy buenos motivos-. -Lo sé, y estoy coniando en esto porque para mí es igual de signiicativo. De todos modos, necesito otras perspectivas junto a ti, lo antes posible… me encantaría que fuera de inmediato. Por encima de todo, me encantaría de que nuestra intimidad se hiciera allí, en algún lugar. -Desde luego que sí y me parece acertado, pero no es tan simple, sencillamente es una situación algo adversa. -Bien, entonces tal vez me corresponda a mí decirte que a partir de aquí podría suceder cualquier cosa… realmente aunque debería de quedarme, no podría permanecer aquí para siempre si tú no decides cambiar también de sentido o como tú dices, ir tal vez a contracorriente -dijo el huésped alejándose un poco de la confusión sin saber con demasiada claridad que hacer. Le parecía aquella actitud, la de la extraña persona un poco desconcertante, faltándole a su entender algo imprescindible, esa pasión por vivir la vida, temiendo el resultado a todo lo nuevo y fuera de su ámbito al no habérselo planteado nunca antes. -Veo que las puertas abiertas dan al interior, es lo que ya había percibido antes…, ¿no es así? -preguntó el huésped después de haber meditado en un corto espacio de tiempo sobre como continuar su camino-. 49
-Sí, la mayoría sí, por eso están abiertas -contestó la extraña persona-. -¿Y las que están cerradas? -Ah…es de lo que te hablaba antes, son las puertas que inician el paso a lo desconocido, a los vínculos insospechados, por eso están cerradas. -¿Pero se podrían abrir?... ¡Supongo que sí!. -Si te dijera que no lo sé, ¿me creerías? Creo que es cuestión de probarlo predisponiéndose de esa intencionalidad -opinó la extraña persona-. -¿Cómo es posible, que las tuvieras delante tanto tiempo y que nunca te haya asaltado la curiosidad de saber qué es lo que hay detrás de ellas? -No era mi propósito más deinido. Admito que a lo mejor si hubiese descubierto lo que hay, habría probado intensas experiencias… o no. -Tampoco te has parado a pensar en el apasionado trasfondo de esas experiencias, sino únicamente en lo que hay, de una manera u otra. -Nunca he encontrado el mejor momento y podría ser por haberme encausado en algo que a mi juicio es ecuánime, los murales. -Y yo pienso que debe de ser enormemente enriquecedor el resultado de tu dedicación y muy especial pero… ¿qué pasaría si yo abriera una de ellas?, ¿te quedarías aquí o vendrías con migo? -Eso es a lo que no quisiera tener que responder… me quedaría por ahora. Y si tuviera que elegir, preferiría que no abrieras ninguna, para que vivas aquí conmigo y seas parte de mi vida. -Yo sin embargo preiero más cosas, así que por ahora 50
mi intención es otra. No obstante te cuento, ¡ojalá me pare otra vez frente a ti, en otro espacio encausado por el germen de tu pensamiento! -dijo el huésped encaminándose hacia una de esas puertas con la clara intención de marcharse, procurando reprimir sus emociones de despedida-. A pesar del momento quería ilustrarle con la mirada una vez más que podría no ser deinitivo. Después entreabrió la puerta diciendo: -¡Adiós! -y después salió al exterior-. La extraña persona se había quedado un largo rato de pie frente a la puerta, contemplando silenciosamente su salida. Estaba intentando retener un tiempo más los momentos previos a la despedida, pensando si habrá en un futuro próximo, un momento igual.
Entre tanto el huésped se ubicaba en un lugar hermoso, que estaba coincidiendo con mucha precisión con la ciudad que incentivando su imaginación siempre había soñado, una ciudad de La Nueva Kenya. Era como empezar una nueva vida experimentando un conjunto de extraños sentimientos tristes y dolorosos en parte por la inluencia precedente, pero también una extrema sensación de redención por lo que acababa de descubrir. Había llegado al límite de entrada de esa región situándose frente a una línea que parecía la frontera del país, desde donde podía contemplar unas espléndidas vistas, en las que se alzaban inmensos ediicios de aspecto metálico y cuantiosos montes extendidos con numerosas derivaciones de ríos y vegetación salvaje. Más allá de ese escenario aparentemente deshabitado, 51
se hacían visibles largos caminos delimitados por la presencia de numerosas personas e ininidad de detalles que resumían en la esencia a una ciudad frenética, que prometía a su vez un lugar posiblemente seguro, armonizado en su conjunto como un estado joven, ensalzado por bellezas primigenias. Pese a todo lo que se podía esperar, el huésped entendía que tenía que seguir avanzando defendiendo el derecho preexistente propio de su ensueño, lo que hacía que estuviera viendo algo que podría llegar a ser una aventura única e irrepetible, lo cual le inducía a seguir con su avance. A la vez que se adentraba con premura, sus impresiones eran intensas y cada vez más deinidas, creándole el deseo de adueñarse del lugar, sabiendo claramente incluso de antes, que su visita no sería refulgente y breve. En esos momentos había empezado una nueva trayectoria con una nueva forma del proceder, comprendiendo que estaba en lo cierto y reairmándose en su razón al ver aquella esperanzadora forma de recibimiento que le brindaban los habitantes asentados en las afueras de la ciudad. Allí se encontraba el viajero encaminándose ahora hacia el interior de ese ámbito, donde surgía una gran ciudad, con una población muy segura de sí misma, en la cual el viajero podía ver a la gente en un entorno feliz y sereno. Una sociedad pasiva en sus inquietudes, no obstante apasionada por el ánimo y el gozo de una vida dinámica. Entonces dentro de aquel cándido escenario, cuando aún nadie se le había acercado para hablarle, sorprendentemente alguien quería saber su destino inal. -¿A dónde va usted? -preguntaba un hombre presentando un aspecto de interés con un premeditado gesto de extrañeza -¡disculpe!, pero… -continuó diciendo, acercándose cada vez un poco más e inquiriendo- ¿necesito saber a dónde se dirige? 52
-A dónde me dirijo… Pues no es algo que tenga muy claro de momento… pero en in… tengo que proseguir -airmó el viajero intentando seguir a su destino-. -Perdone…, soy habitante de La Nueva Kenya, y me ha dado la sensación de que su rostro no es de por aquí… por lo que he pensado que a lo mejor le podría ayudar. -Agradezco su amabilidad, pero en este momento no necesito nada, gracias de todos modos. -¿Entonces no sabe a dónde va? -continuaba inquiriendo-. -Pero… ¿Quién es usted? -preguntó el viajero algo intrigado-. ¿Para qué necesita saber a dónde voy? -Mi nombre es Meykun Dunayn -dijo amablemente, a lo que siguió contestándole- …pensé al ver que tu rostro no eras de por aquí, que debería poder hablarte acerca de algunas opiniones que tengo sobre el lugar. -¿Por qué? -Es conveniente. -A lo mejor no me interesa. -En este caso, puedes seguir tu camino, pero que sepas que hubiese sido necesario comentarte algo importante. Después de pensar que hacer por unos segundos, el viajero dijo mirándole: -De acuerdo, si es tan necesario, te escucho, pero que sea rápido porque no me puedo entretener. -Sí… está bien. No tardaré mucho -comentó Dunayn-… Es que careces de la información necesaria para poder seguir. -¿Y, que te hace pensar eso? -Pues el hecho de que hay causas independientes a tu voluntad que estipulan secretamente y que quizás te harían dar la vuelta. 53
-Probablemente -admitió el huésped sin comprender muy bien que era a lo que Dunayn se estaba reiriendo-. Pienso que cada uno adopta una postura por si mismo deseada -continuaba diciendo asintiendo con una igura imprecisa- … y no por eso me sumergiré únicamente en el presente. -Entonces entiendo que para ti nada es desesperanzador. -Dentro de mi mente… no… verás, me preocupa demasiado existir y descubrir todo lo que a mí me parezca comprensible. Hay muchas ideas continuas a las que ignoro como remedio, y no por una razón en concreto. A cambio, preiero sentirme capaz. ¿Pero no ibas a comentarme algo importante sobre el lugar? -Sí… sería explicarte otras perspectivas, por tanto siendo estas el fundamento de nuestros principios y nuestra pluralidad. -Bueno, eres libre de decirme lo que quieras. Eso permitiría airear la situación en caso de haber alguna diferencia en torno a unos conceptos variados. -Más que eso, yo diría que es un proceso de integración de distintas disciplinas, sin que llegue a ser una incertidumbre. ¿Podría ser esto posible? -¿Y es una invitación? -No necesariamente aunque te propondría iniciar un itinerario diferente, para que sigas descubriendo. Además, muy sostenible a largo plazo si es de tu interés. -No es por falta de conianza pero me suena a un sentido un tanto estricto, en el cual tal vez me acomodaría, por eso preiero ir superando mis propios logros mientras elijo mis áreas deinidas. Es mi ilosofía de la vida, en la cual no siempre todo se explica. Espero que resulte evidente que soy una persona bastante celosa de mi intimidad y no podría actuar con la misma intensidad en 54
actos ajenos por muy sostenibles que sean. Y eso podría ser una conversación que en consecuencia poco te llegaría a interesar. Además no quisiera decepcionarte. -No… seguro que no. Yo sé asumir los valores de cualquier persona por muy extraños que me puedan llegar a resultar. A mi parecer toda la conversación que estamos manteniendo me resulta muy interesante y desde luego no tengo nada en contra sino que opino que existe cierta complicidad entre nosotros -confesó Dunayn-, recuerda que mi primera intención fue ofrecerte mi ayuda. -¿Sí?..., o es algún otro asunto relacionado a mi persona… -Por supuesto que no. Esperaría no haberte causado esta sensación. Pero el huésped estaba lucubrando sobre su larga trayectoria que tanta complacencia le producía. Al cabo de un momento, pensó dejar que fuera la de Dunayn la última palabra, cuya intencionalidad satisfacía a múltiples intereses. Al mismo tiempo esa intencionalidad resolutiva, había conjeturado en la cabeza del huésped un sentimiento algo abominable, adelantándose unos pasos, sabiendo por lo tanto que el asunto no tendría mayor importancia. Poco después, a medida que avanzaba, el huésped escuchó una vez más a Dunayn expresarse en voz alta: -¡Espero no haberte molestado! -No, todo está perfecto -airmó el huésped mientras se distanciaba, embarcándose en el proceso de la indagación. Era un momento en el que sentía con mayor clarividencia un sentimiento de distensión y comodidad mientras admiraba su alrededor-. El huésped caminaba a través de unas extensas calles en las cuales el tiempo parecía no haber pasado nunca invocando un pasado espléndido. De pronto, se encontraba en una tierra que le 55
ofrecía un aroma muy familiar, un sitio con un mundo civilizado y expansionado, al que por muchísimo tiempo no podría reemplazar, sabiendo que las siguientes revelaciones supondrían en su ánimo una mundología que le marcaría para siempre. Estaba presenciando una combinación de movimientos pertenecientes a cada periodo de los tiempos que por primera vez, encerraban una nueva forma de tendencia y estilo. Y eso le gustaba. Por otro lado, eso le permitía de una manera u otra avanzar en la historia, cosa que tenía claro desde un principio dándose múltiples paseos en aquellas proximidades. Todo lo que atisbaba, le infería a tener una relación abierta con el entorno y un vínculo natural en el avance. Un largo recorrido que conducía a la completa integridad. El huésped comprendía que todo aquello conirmaba de alguna forma lo que había pensado, viendo que tenía a su alcance numerosos y estupendos constituyentes. Pero lo que necesitaba averiguar minuciosamente habiendo visto su mundo, era lo que el conjunto realmente manifestaba, vinculándose directamente con esas increíbles indicaciones. Frente a este escenario, el huésped estaba escuchando la voz de la gente que hablaba a su alrededor, a los que observaba con atención, percibiendo un murmullo de palabras que en su cara oculta sugerían secuencias inefables y gozo, revelándose conjuntamente en múltiples sonidos. Eran escenas que a través de la excitación y el movimiento, iluminaban y ampliaban su entorno. Lo que con anterioridad desconocía, era la sorpresa de encontrarse con un sitio así, cuya autenticidad no era de lo más común. Un lugar que comprendería grandes extensiones de tierra que podrían pertenecer perfectamente a varios continentes, con habitantes en plena libertad y disfrute de la naturaleza, formado a su vez por un mundo enteramente diferente y accesible ante cualquier experiencia 56
de vida. Durante aquellos tramos que estaba recorriendo, le parecía haber concluido con la mayoría de los detalles de aquella parte del territorio. Ahora estando de pie y observando aquellas largas calles colmadas de portentosos encadenamientos y extraordinarias circunstancias, se preguntaba que sería lo próximo por averiguar, comprendiendo que necesitaría algún que otro consejo, sin embargo muy pronto, tomó la decisión de ir hacia donde encontraría fabulosas y expectantes ocurrencias, considerando esa posibilidad como una auténtica fantasía. Debido a estas ideas repentinas que por sí mismas sostenían circunstancias delicadas, el viajero cruzó apresuradamente la calle, retomando el camino con suiciente precaución, necesitando a partir de allí guiar su atención muy concretamente hacia todos los detalles. Había visto una fastuosa señal y a medida que se acercaba hacia ella, esa señal era cada vez más signiicativa, sin embargo al aproximarse mucho más, estaba viendo la signiicación de un emblema monárquico con bramantes y sedales de oro, por medio de la cual destacaban distintas inscripciones que ponían en relieve la idea de una recíproca disciplina. En cierto modo, el viajero tenía que pasar por allí ya que no había otra ruta para seguir adelantando, no obstante tenía la posibilidad de retroceder, pudiendo elegir libremente cualquier otra trayectoria. Por consiguiente una vez llegado el momento y habiendo decidido dejar de lado otras posibilidades, el viajero continuaba avanzando, siendo esa su disposición perceptible como mejor procedimiento a seguir. Acababa de adentrarse en un espacio aparte, asimismo perteneciente a la ciudad, llegando hasta sus oídos consonantes diálogos y cuestiones sobre ideas importantes. 57
Al cabo de unos instantes, varias personas de las que mantenían una apasionada conversación, se encaminaron hacia el huésped con mucha curiosidad, algunos de ellos con la intencionalidad de hablarle, sin embargo una mujer de aspecto impecable y perceptible inluencia se le aproximó rápidamente en actitud afable y expresiva, inquiriéndole: -¿Serías tan amable de acompañarme? El huésped sonrió porque el relejo que transmitía aquella mujer era bastante reconfortante. Seguidamente procedió en su contestación: -Por supuesto, pero… me gustaría saber a dónde. -Acabas de llegar frente a la extensión de la colina morada. La parte más importante de nuestra sociedad, ubicada lejos de todos los demás caminos y perteneciente a nuestro propio lugar. ¿Qué podemos hacer por ti?, me lo puedes decir con entera franqueza. -Le agradezco su gran amabilidad, pero más o menos, mis necesidades están cubiertas -contestó el huésped permaneciendo en su sitio y mostrando al mismo tiempo deseo de acompañarla-. No había visto antes en ninguna otra parte un sitio así y por ese motivo me gustaría conocer sus detalles esenciales, si no es mucho pedir. -Será un placer enseñarte los aspectos más importantes de esta región, aunque te aviso que entrarás en una etapa donde algunos detalles están fuera de su curso habitual y otros fuera de cualquier marco temporal, por ser en parte un destino reservado. -Bueno… son las costumbres de cada lugar pero confío, de que no por ello estén exentas de prodigiosas circunstancias. -Sí -le conirmaba la mujer con un expresivo acto, asintiendo con su cabeza-, aunque en este caso conocerás que lo natural de cada atributo maravilloso, concluye de algún difícil extremo. No 58
obstante, no debes preocuparte ya que puedes aprovechar cada momento de este valioso presente con total conianza. Además, aquí la felicidad dentro de cualquier actividad es reciproca. -No tengo dudas respecto a eso. Mis instintos favorecen a mis convicciones, por eso estoy aquí. Y eso es lo que quiero, conocer lo que el espacio propone e incluye. -Muy bien, entonces si quieres, acompáñame -añadió la mujer sonriendo con complacencia-. Te proporcionaré una mejor comprensión sobre nuestro conjunto… también depende de lo lejos que puedas ir con tu pensamiento en esta nueva circunstancia, con un espacio que ante todo incluye un destino común -explicó la mujer-. Le estaba conduciendo hacia la extensión morada sobre la cual se distinguía al fondo una alzada colina que enfatizaba por su exuberante naturaleza. Sobre el horizonte de dicha colina, circundaba una gran expansión de tierra fértil cuyo panorama ofrecía múltiples argumentos y demostraciones sobre las principales tendencias de esa comunidad. La introducción le parecía una extensión inacabable debido a su amplia longitud, ijando su mirada en primer lugar hacia aquella área fértil, llena de recursos, que acogía cuantiosos grupos de gente con actitud altruista, y cuyo desempeño estilaba una labor particularmente curiosa. Un medio en el cual los recursos obtenidos destacaban ante su género, por el discrepante tamaño y la alquimia del color recibido, estableciendo la verdadera forma de las distintas clasiicaciones. Efectivamente, todas estas cosas pertenecientes a una disciplina inicialmente infrecuente, en la que el huésped percibía diversos experimentos distanciados de la tradición común, bosquejaban unos 59
aspectos que le resultaban de un modo completamente diferente a los que había conocido con anterioridad, atípicos hacia cualquier maestría, sin embargo con ideas manifestadas y expresadas en un saber común. Se trataba de un lugar en un mundo inaudito, en el cual el huésped había encontrado un espacio cuyos fantásticos hechos ofrecían generosos argumentos convincentes que asimismo provocaban al descubrimiento de sugerentes hipótesis. Le habían llamado la atención todas esas personas portentosas, cuyo asunto principal era lograr gran variedad de ingeniosas combinaciones de género. Unas personas que estaban implicando un magníico cotejo sobre todos los elementos con relación al arte de sus ciencias y el procesamiento de sus recursos, para la consecución de una esplendida cosecha. Allí, frente a las diversas modalidades de elaboración y excelsas extensiones de conceptos, podía comprobar una interacción de pasiones y esperanzas resumidas en un compendio de vidas, lo que hacía que el sitio se convirtiera en un lugar agraciado. Había llegado ese momento en el cual, el huésped necesitaba una explicación para tan amplio sentido sobre el cual existía con claridad un origen, habiendo reconocido una tradición que desencadenaba desde su perspectiva en quiméricas actuaciones y secuencias. Por esa razón ahora estaba prestando una atención más continuada. A la cercanía de sus ojos, atisbaba un elevadísimo campo lleno de vida en el cual se estaban desencadenando una serie de acciones maravillosas, que dejaban entrever una anónima tierra misteriosa, mucho mayor de la que el huésped había imaginado, revelándose ahora con una real excelsitud. Y lo más increíble de todo esto es lo que tenía concedido al verlo dentro de esta realidad efectiva. Y era 60
la posibilidad de apoderarse de esas riquezas y de los ingredientes que esta civilización estaba gozando. Una cultura que a su vez, permanecía avivada ante la condolencia y las humanidades; muy acorde a la modesta posición que acogían. Yendo a través de los irmes solados fastuosos con aquella virtuosa dama que le acompañaba, el huésped comenzó a sentir profundamente un incentivo idílico en su percepción interior, proyectando junto a extraños designios, cautivadores logros con ines elevados. A su vez, quería buscar esa combinación especial de las cosas que indirectamente revelaban espléndidas formas. Sin duda, le parecía una bienaventurada fantasía tener que explorar hasta la más arcaica región, o vivir en otro estado cuyo coexistir fuera frondoso o salvaje. De cualquier manera los encuentros se enmarcaban en su pensamiento como una exuberante quimera. Se dirigían aproximándose hacia la alzada colina, donde se ubicaba una gran casa imperial que por sus insignias se manifestaba como un palacio original y encantador. A cierta distancia, había percibido el relejo de una noble igura novedosa. Entonces el huésped ijó su mirada hacia una notable piedra situada frente al acceso del lugar, que destacaba por su consistente relevancia. En ese preciso instante se le ocurrió hacer una pregunta, procurando descubrir la relación que guardaba esa piedra con el umbral del palacio. El motivo de esa pregunta era buscar una aclaración sobre el recubrimiento dorado de este monumento importante, cuyas características señalaban unos ostentosos adornos. Acababa de presenciar una situación a su juicio incontrolable, viendo que el menhir carecía al mismo tiempo de una precisa orientación o sujeción, por eso el huésped empezó a necesitar saber más cosas sobre el signiicado de tal circunstancia. 61
-¿Qué representa esta piedra? -preguntó, mirando con asombro-. -Es un monumento megalítico, siendo el más enaltecido en nuestra cultura y en cuya sustancialidad ejercen secretas propiedades. Pero ven… te lo explicaré mientras pasamos adentro, de esa manera lo entenderás todo mucho mejor. El huésped estaba mirando a todas partes, pero esta vez con mayor extrañeza, puesto que el elemento que observaba tenía una forma y una connotación que no encajaba muy bien con el sentido común. Había permanecido de esa manera durante varios segundos, revaluando la situación sin rechazarla. Transcurridos unos momentos, pasaron juntos al interior del palacio, desde donde el huésped podía observar un amplio registro de cosas antiguas y reinados ornamentos, cuya presentación y revestimiento se ampliaba por todo el interior. Además por separado, se veían en su secuencia interior algunas incrustaciones representando las iguras de sugerentes criaturas domésticas con relevantes facciones estéticas, cuyos indicios preiguraban un aspecto ritual, bastante directo y real. Es lo que el huésped estaba interpretando, situándose ante una esceniicación que hacía referencia a una especiica orientación histórica y cultural. Un lugar frecuentado por personas que públicamente se revelaban con una actitud prioritaria, causando en los demás individuos, semejanzas y seres, un halo de consideración y admiración, en medio del cual algunas voces se dedicaban, justamente en ese instante, a mencionar repeticiones y otras a responder con una notable comunicación de respeto y diálogo: -¡Espera!. Faltan algunas cosas… ¡Ponlas allí en ese sitio! -decía la voz agitada y audible de algún que otro responsable-. 62
-Muy bien… -contestaban habitualmente otros individuos, algunos más ascendidos que los demás-. Después uno de ellos seguía preguntando: -¿Cuántas faltan? ¿Cuáles son? ¿Dónde están los demás… porqué no están ayudando? -decía esa voz, enfatizando la misma frase con planteamiento conciso- ¡hoy va a ser una jornada larga y bastante difícil!. Deinitivamente ese tiempo en medio de tanta correlación y mezcla fonética podía haber continuado, no obstante tras pasar un breve espacio de tiempo, la noble dama que se encontraba a muy poca distancia del huésped, le habló indicándole sobre su linaje: -Soy la reina regente de esta anarquía. Quería ante todo que lo supieras. -Sí, había percibido cierta aureola de nobleza. Además, igualmente te lo hubiese preguntado, porque al ver entre otras cosas tanta conjetura histórica, imaginé que debía pertenecer a un concepto íntimamente aristocrático…-dijo el huésped mientras alegaba al mismo tiempo algún que otro desconocimiento a través de imágenes sensoriales, que señalaban escenas de acción y discursos ilusorios, además de grandes acontecimientos de la vida, ubicándole en el instante, en un campo con escenas de triunfos y hostigamientos, por lo que argumentó diciendo-, realmente mucho de ello me transmite una profunda empatía… -Te comprendo. Para nosotros estos hilos de conjetura histórica, son aceptados en tiempo presente y por lo tanto expresados. Y ahora te voy a responder a lo que antes me habías preguntado, acerca de la piedra que has visto en la entrada, pero… cuya contestación me hace retroceder en el tiempo y remontarme hacia los orígenes. -Me imagino que será por los valores particulares y las 63
referencias enigmáticas que maniiesta. -Es mucho más que eso. De hecho además de sus valores intrínsecos, alguno de ellos vinculado con los movimientos cíclicos en tiempo y espacio, hay una signiicación mucho mayor, que explica en parte, su imponente contradicción airmada. La materialidad del monumento esconde grandes acontecimientos en la profundidad de su núcleo y eso hace que se mantenga a través de acallados tiempos en una intangible sujeción -argumentó la noble dama-. Antes vi como observabas todo esto con somera relexión, sobre todo su insostenibilidad. Ese efecto se ha conseguido a través de la mezcla correcta de numerosas sustancias constituyentes, uniicadas por una poderosa interrelación. Es nuestro símbolo más poderoso que representa la virtud del valor, generando todo tipo de inspiraciones… habrás visto a lo largo de la parte recorrida, la vida que lleva la gente, modelando la naturaleza tal y como es con el impacto de sus pensamientos. -Sí, me di cuenta que tenían una actividad variada y he de reconocer que algunas las percibí como auténticas alquimias… lo cierto es que un rato después de verlo me habría mantenido el tiempo necesario para conversar, preguntar y compartir sus principios, hasta saber cuál es la mezcla que constituye a la naturaleza y a la voluntad del intento, cosa que en esos momentos no comprendía de ninguna manera. Ahora después de todo, creo que la reacción es algo más justiicada. La puedo admitir, cuando la causa de cada vasto mosaico es apoyada por este apreciado monumento, aunque también reconozco que su combinación especial me sorprende profundamente y su sostenibilidad es de lo más chocante… ¡Complejo fenómeno! -airmó el huésped mientras que nuevamente buscaba con la mirada la entrada del palacio, cosa que le posibilitaba 64
en ese mismo momento apreciar una imagen de acceso lujosamente adornada y de libre camino-. Habían salido al exterior del palacio. Buscando el detalle, el huésped podía observar que realmente todo el conjunto desprendía una extremada elegancia perteneciente a tiempos lejanos, contando con todos los recursos de la imaginación, pero lo que tenía mayor importancia desde su punto de vista era la ilustre mezcla de composiciones misteriosas y evocativas como también otros elementos de contextura sensual, a lo que inquirió: -¿Por qué esta íntima peculiaridad tan representativa? He intentado buscar un signiicado concreto pero aún no lo he encontrado…, a lo mejor habré percibido algunos aspectos esenciales que se aproximan a mi sensibilidad. -Entendemos que para una posible comprensión de la importancia de la misma, este razonamiento no se puede simpliicar en una respuesta concreta -espetó la noble dama-. Estaría bien si lo descubrieras personalmente por medio de la experimentación, visualizando entretanto cualquiera de los casos en sus distintas formas y te aseguro que tratar de hacerlo no sería en vano, sino probablemente un extraordinario pronunciamiento sobre la exhibición… y no intento con ello decir, que no podrías tener algún que otro efecto contrario al buscado -dijo la noble dama mientras permanecía al lado del menhir-. Después de este acercamiento preliminar en agradable compañía, con un espacio que centraba la idoneidad de los rasgos culturales, el huésped se estaba preparando para empezar a vivir sus aventuras imaginadas, relexionando y sintiéndose feliz ante la perspectiva. Este acercamiento le había ayudado a comprender desde su llegada, que se trataba de una zona que suponía un 65
espacio de criterios propios y diferentes, afrontando por lo tanto nuevos aspectos y determinados matices. Algo bastante difícil de entender a través de tan variada descripción de gran particularismo, pero que sin embargo, le permitía percibir la profundidad de tales convicciones. Así que se fue buscando oportunidades por andares de suelo liso, a través de esa fastuosa alteridad prácticamente desconocida y extraña, pero profundamente interesante ante sus ojos, partiendo ya con una impresión encantadora, sobre un paisaje en parte oteado. Al principio, todo lo que se hacía invisible ante sus ojos, ahora se hacía visible, dando paso a ese paisaje de la extendida morada revelada a los innumerables grupos de personas entusiastas, que dibujaban relatos de libres posibilidades y esperanzas. Le encantaba sobre todo que esa atracción la que sentía, comenzara con el descubrimiento de tanta belleza y el encuentro directo con la excepcionalidad. Toda esa gente que desprendía su originalidad de un modo peculiar, exhibiendo pensamientos imaginativos relacionados con la ciencia o con cualquier tipo de propósito intelectual tanto con ines lúdicos como cientíicos en un conjunto de incesante vibración sonora que daba origen a obsequiosas frases cordiales y algunas conversaciones animadas. Se encontraba frente a una cultura que combinaba detalles inquietantes con pensamientos alquímicos y polifacéticos, cosa que le producía la impresión que aquel múltiple concepto innovador sustituiría las genialidades de cada lugar. Entonces comenzó a sentir una curiosidad signiicante. La de conocer esas particularísimas acciones que ofrecían novedosas experiencias. Y sin tener paciencia se aproximó hacia la excéntrica y fresca belleza del lugar, pensando que era una gran oportunidad poder vagar con la imaginación, junto a la inverosimilitud de los 66
otros, intercambiando ideas y disciplinas. Finalmente estaba visualizando desde la cercanía esa misteriosa conceptualización de arte incierto, mientras que al mismo tiempo veía en el hábitat, como distintas personas de entre la multitud, deinían su presencia a partir de la simpleza de sus modestos actos. Algunas de ellas paseaban o conversaban. Otras exponían sus habilidades exteriorizando inéditas experiencias por medio de fabulosas transformaciones con la inalidad de mostrar cierto sentido icónico. Sentía estar frente a una naturaleza evolutiva, creciente por la movilidad del pensamiento entramado en tiempo y espacio abierto. Allí, acababa de observar por primera vez una circunstancia única, producida por un inusual funambulista. Ante este acontecimiento con proyección de futuro, el huésped se sentía desorientado, observando como en el transcurrir de esa interacción se mostraba una esfera de nuevas perspectivas. En vista de lo expuesto el huésped avanzó unos pasos, hasta situarse al lado del funambulista. -¡Algo así no había visto nunca!. ¿Qué es?, ¿me lo puedes decir? -preguntó el huésped con sonriente reverencia-. -Es un proyecto… -contestó el funambulista, mostrándose en actitud amistosa-. ¿Te gusta? -Sí, mucho. No sé lo que es pero me gusta -replicó el huésped-. -Te diré lo que es… Es la característica de la mentalidad cosmogónica que en resumen moldea la realidad. -¡Sí, sí! Resulta muy aparente, pero me ha parecido totalmente distinto a lo que ya había visto antes. -Ah… -rió sonoramente el funambulista- eso es por causa de mi propio método una vez conigurado en el espacio. También se hace útil el componente del pensamiento creador. Aparte de 67
todo esto, mi ciencia tiene una actuación opuesta a las usanzas habituales… no cumple ninguna continuidad lineal, por eso ofrece realidades opuestas. Si quieres te hago un experimento para que lo veas con más claridad. -Sí, me gustaría. -Fíjate… usando la energía… -quedaba el funambulista argumentado y experimentando con su minucioso trabajo, cuando de repente aparecieron de la nada unas formas inseparables que daban lugar a meticulosas naturalezas visuales, creando dentro de las mismas con su propia resonancia, una apariencia de entramado energético y cósmico. El huésped presenciaba ese prodigio abarrotado de fórmulas, al parecer ininteligibles e indescifrables a primera vista, como un fenómeno de auténtica cosmogonía ubicándole en un tiempo hipotético alrededor de un espacio simbólico, situado sobre otro. Entretanto, el funambulista exponía su quimérica iguración de excepcionales formas embellecedoras, utilizando una amplia pero sencilla metodología que combinada a su vez con una sucesión de diálogos, embelesaba el extraordinario sentido de aforismo personal. Mientras explicaba: -De todas formas esta energía ofrece una distribución espacial de conocimientos del propio territorio -seguía argumentando-. Entonces el huésped acercándose un poco más, vio como la acción del movimiento, ofrecía un mosaico espléndido de diversas intensidades moradas, a lo que preguntó con sumo interés mientras intentaba detallar la notable ocurrencia. -¿Qué engendra este color de deslumbrante luminosidad? -preguntó-. -La existencia de íntimas propiedades que constituyen, como 68
puedes ver, la esencia primigenia de algunos objetos a los que se les otorga una belleza, con la máxima perfección posible. Además, el vínculo de mis prácticas un tanto peculiares, comprende otras ideas inluyentes, muy enlazadas con el relejo de la sencillez, de la acción virtuosa o la amistad de nuestra aldea. Vivir implica aparte de situaciones fáciles, momentos difíciles, por eso muchos de nosotros establecemos una especie de orbe o submundo con un lugar reservado. ¿Te gustaría concebir tu propio proyecto? -No lo sé… Realmente sería una situación culminante ya que cada inalidad es un verdadero momento de gloria, pero preferiría esperar -dijo el huésped sonriendo nuevamente y sintiendo como ese novedoso detalle comenzaba a suscitar un misterioso inlujo en su percepción interior, preguntándose-: ¿cómo era posible concebir la existencia de algo de cuyo existir no sabía nada?, por lo que deseaba conocer más sobre esa senda existencial y la diversidad de sus prácticas. Todos estos acontecimientos de determinados fenómenos, le estaba introduciendo en el crepúsculo de una historia sagrada con grandes prestidigitadores de la naturaleza evolutiva, que procuraba mencionar la existencia de nuevos hábitos acostumbrados al altruismo y a la perfección de excelentes semblanzas. Le resultaba muy interesante comprobar que había por lo menos una ambivalencia en la apreciación de los distintos procedimientos, viendo como el funambulista, encargado en aquel acto de los mismos, comenzó una tarea utilizando un receptáculo iguradamente reconocible. Esa exposición implicaba un experimento cuyo movimiento continuado, propiciado por unas insólitas burbujas, desprendía un notable sentido químico, por eso el huésped quería saber con más precisión de que trataba este: 69
-¿Qué intentas crear con este método?..., ¿qué es? -Estoy guardando en la colmena del recipiente las impurezas de algunos elementos a través de una transmutación alquímica. -¿Una transmutación alquímica?… -Sí…, es bastante difícil de explicar, pero intentaré resumir lo que implica el proceso. Esta colmena impide que escapen tales impurezas conservándolas y a cambio las renueva con posterioridad. En el proceso de dicha reacción aparece esta sucesión de burbujas. -Ah… qué interesante, es como un compartimento secreto. ¿Y, qué pasa después? -Pues, que se consiguen elementos de muchísimos beneicios, digniicados hasta la auténtica sublimación, siendo este el punto más excelso y álgido… Un ejemplo menor es la creación de una piedra irisada vestida por un inusual brillo -explicaba el funambulista al tiempo que desarrollaba en el marco de su paradójica doctrina la certera conirmación de acciones y formas por medios de expresión diferentes. Se trataba de un curioso ingenio con unas cualidades estéticas inexistentes de auténticos secretos combinados al azar, por el que demostraba sentir una gran aición, argumentando al respecto-… algunos de mis semejantes consideran que esta práctica debería de tener una cualidad extremadamente especiica, sin embargo yo incluyo dentro de la misma, al igual que en las demás prácticas, una similitud de ideas extrañas con las que consigo obtener las más puras, directas y asequibles apariencias, formas o substancias… También realizo otro tipo de métodos incomprensibles implicando fenómenos naturales y comunes. No obstante lo que más nos preocupa a todos en general es el resultado de la transmutación alquímica y el posterior efecto de su etapa inal, tanto aplicando un método habitual, lineal o especíico, como 70
uno inusual ya que nuestros experimentos descubren formas con el más alto grado de satisfacción estética, siendo nuestros ines la búsqueda de la belleza y la excepcional rareza. Verás, mediante la estrategia de la ilusión hacia ilimitados sentidos, se activa la verdadera marcha del proceso, con la que conseguimos la propia materia de la maravillosa multiplicidad. Tras explicar todo esto, el huésped que permanecía escuchando y mirando atentamente esa cosmovisión que ofrecía el encantador funambulista, dijo de pronto: -Son hermosos descubrimientos. Vuestros hábitos son increíblemente mágicos y creo que ahora entiendo más sobre este proceso de la fantasía ya que tras el relejo visual alumbro una ecléctica constelación de creencias. No obstante hay algunos procedimientos que traspasan cualquier lógica de la adquisición o posesión, al menos es lo que a mí me iniere. -Seguramente sí. Es a lo que está destinado visualmente, sin embargo no es una circunstancia irreversible. -Lo sé, según el resultado que has mencionado y creo que la idea es la más importante ya que permite un nuevo entorno vital. -Sí, bueno… aunque, más que un conjunto de creencias hay una sustancia esencial, responsable de estos efectos y de los extraordinarios acaecimientos. En el experimento, esta sustancia implica a su vez otras sustancias químicas que posteriormente proporcionan el momento sublime del ingenio… De todos modos acostumbro a emprender muchas más técnicas. -Creo que esta fantástica práctica es una circunstancia con una gran importancia simbólica -comentó el huésped-, y debo decir que su compleja cuestionabilidad espléndidamente estructurada y coloreada, me hipnotiza…, es compleja porque revela una realidad 71
imperante que me crea inestables sensaciones -dijo el huésped mientras presenciaba tal cosmovisión de espontáneas fantasías e importantes fenómenos, los cuales habían conquistando todos sus sentidos-. Viendo las cosas con tanta cercanía, le resultaba a esa altura de los acontecimientos, que una venerable alquimia de exuberantes conocimientos acaecían. Esa manera genial de estar tan cerca y tan lejos, conociendo a su vez desde lo más común hasta lo más peculiar y extraordinario, le ofrecía una disciplina a la que entenderla le era igual de fácil que conocerla. Ese mundo cada vez más cambiante, daba lugar a distintas realidades de fulgurantes destinos. La genuina vivencia le desvelaba una sociedad que mantenía una viva relación, con gran disposición de ánimo y suprema inclinación hacia la experimentación, la mayoría relejando un halo de serenidad, simpleza y bienaventuranza, exteriorizando una felicidad cuya signiicación encerraba para algunos un gran aspecto diferencial frente a la acomodada atmósfera del palacio. Revelaban además, como a través de intensas emociones conseguían igualmente grandes purezas. El huésped hallándose ante esta aventura extraordinaria de míticas experiencias y enigmáticas impresiones, concurría en un relexivo viaje cuya extendida imagen conformaba una paradoja original. Con ello, el funambulista volvió a decir: -Como ves las profundidades de nuestras concepciones son muy extensas y además aguardan muchos mundos. -En efecto… también insólitos en sus estructuras. -Sí, y asimismo dejan aparecer entre sí una serie de coyunturas lucrativas con el in de producir toda clase de especies y iguras de 72
ininitos aspectos, aunque de tal manera, para que la mayoría de los procedimientos sean susceptibles al entendimiento. -Me parece excelente, así es como lo he percibido yo durante algunas de tus notables prácticas -confesó el huésped-. -¡Qué bien!… ¡Es fantástico!. Pues verás, no muy lejos de aquí, hay magniicas materialidades de la existencia y no necesariamente como extraños fenómenos sino todo tipo de especies existentes como fuentes intercesoras de la gran naturaleza, ya sabes, muchos bosques, aguas, mares, todos ellos llenos de abundantes aspectos que se extienden interminablemente. -Sí, lo imagino, además tengo un profundo interés en conocer el encanto de tal naturaleza… así que proseguiré con mi camino. Entonces con esta novicia concepción el huésped inició un audaz movimiento dejando atrás al mítico protagonista el funambulista. Las propias características del ambiente le hacían suponer que estaba entre prestidigitadores y profundos sueños. Sin embargo todo esto sucedía en su propia realidad vivida, iniriéndole una incontenible inquietud vinculada hacia el descubrimiento de aquel horizonte. Un horizonte con el más irme encanto, prodigo en su notable soisticación y sus diversos encuentros. Tales momentos repletos de aventuras, se habían convertido en la parte indispensables de su posterior composición descriptiva. A medida que avanzaba a través de la galaxia del tiempo y del misterio hacia los enormes territorios, había llegado al núcleo de la tierra de la anarquía morada, ubicado en el centro de la tierra, donde distintos paisaje de la selva e impenetrables bosques, manifestaban un sobresaliente poblado con gran variedad de vida vegetal y animal a los que se unían signiicantes sendas insondables 73
colmadas por gran variedad de míticos espacios, en los que el huésped deseaba entremezclarse con el afán de saber y conocer los secretos que tenían sus adentros, aunque al mismo tiempo tenía un sentimiento de angustia ante lo desconocido. Era una espesura boscosa de intricados senderos donde además podría suceder todo lo inexplicable. Tan pronto deseaba conocer el persuasivo bosque, comenzó a escuchar un ruido confuso de voces que venían desde el interior de la frondosidad, que además parecían vincularse a una asombrosa danza de impetuosos movimientos. De modo que de pronto decidió seguir el camino hacia la insondable espesura. A partir de allí, vio de repente a un hombre autóctono de la zona, que pensaba en voz alta mientras hacía ciertas manualidades sobre una sencilla mesa. El huésped se le quedó mirando por un momento y después se acercó hasta él y preguntó: -¿Molesto?... me gustaría poder hacerle unas preguntas. Al verle, el hombre dijo ante la interrupción de su rutina, pero sin mostrar sorpresa por su presencia: -¿Qué tal te va? Desde luego que no molestas, aquí estoy para intentar aclarar tus incertidumbres. En vista de tal predisposición, el huésped asintió con gesto de agradecimiento y prosiguió con sus preguntas: -Desconozco totalmente estos frondosos aledaños, sin embargo me gustaría seguir el curso de mi indagación y no sé por dónde empezar, ¿vives aquí en el bosque? -Sí… aquí vivo, feliz y complacido en estas tierras selváticas -dijo el hombre adoptando una pose de humildad-. -En este caso me podrías ayudar… -Claro que puedo ayudarte, ante todo te diré que te encuentras 74
en los rincones más fantásticos de la anarquía morada, situados sobre un sólido monte que enlaza con la otra parte de la alzada colina. En este espacio vital la vida es… distinta podría decir, no obstante desde mi punto de vista, a este entorno lo deiniría como lo más agradable, mágico y encantador. ¿Quieres conocerlo?... yo podría acompañarte, si quisieras. -Sí, y lo haría con muchísimo entusiasmo -contestó el huésped pareciéndole lo más oportuno que aquel hombre le acompañara dadas las cualidades de generosa cordialidad y complacencia que mostraba, más el entendimiento que tenía sobre la selvática región-. -¡Muy bien entonces vamos! -dijo aquel hombre avanzando con lentitud, y mientras emprendían juntos el camino exclamó argumentando- ¡Pero ten cuidado con la fantasía que puedes experimentar, dado que puedes confundirla con la propia realidad! A continuación el huésped avanzaba por la maravillosa longevidad, hacia todas esas gratas sorpresas que le esperaban, recorriendo con la mirada las exuberantes lorestas del lugar que se iba encontrando a cada paso. -No cabe duda que estoy ante un territorio exuberante -añadió el huésped cuando apenas se habían adentrado unos pasos, siendo el primer efecto sobre aquella impresionante espesura el de un deleitoso impacto, magniicado por la indómita existencia-. -A eso mismo me refería, y el maravilloso efecto inclina hacia la fantasía -argumentó el hombre mientras le guiaba abriéndole el paso por los innominados bosques -. Más adelante verás una laguna con matices fascinantes que allende sus fronteras se encuentra la mística morada. -¿Dónde está eso?... la mística morada -preguntó el huésped con gran emoción- ¡me gustaría verla! 75
-Se encuentra de la otra parte de la anarquía morada. La verás una vez hayas cruzado la alzada colina. Por allí, ya no podré acompañarte… es donde empiezan nuevos vestigios. Pero sigamos, luego a lo largo del camino te lo iré contando. -Está bien -contestó el huésped, prosiguiendo después de esas dulces palabras, con máximo entusiasmo y jocundidad-. Ante su vista había una abrumadora abundancia de verdes praderas y vasta loración que entrelazaban en su mayoría un desmesurado brillo de tonalidad rosácea. Dentro de la misma, destacaba una inmensa población de lores púrpura las cuales ensalzaban al resto del paisaje transmitiendo colorido y animosidad al conjunto. Conforme miraba internándose cada vez más a dentro, se dejaban entrever otras maravillosas inlorescencias cuyas lores carmesíes manifestaban un particular brillo de rojizos destellos chispeantes, reciamente fantásticos y aromáticos. Siguieron varias sendas hasta que llegaron de golpe a un lugar corredor que rodeaba varias aguas pertenecientes a una gran laguna. -¡Mira... allí esta! Esa es la laguna de la que te hablé -exclamó en voz alta el hombre que le acompañaba, enseñándole al mismo tiempo la alzada colina que se elevaba al fondo del verde paraje-. -¡Sí!… lo veo. ¡Y es hermoso! -dijo el huésped mirando hacia el glorioso irmamento con una sensación de profunda felicidad-. -¡Acércate si quieres!…, yo te esperaré aquí porque este es un lugar donde necesitarás recrearte a solas. -Dices que no es preciso acompañarme… puede que tengas razón, aunque, no sé si realmente será muy buena idea, por lo menos no hasta llegar a la otra parte de la alzada colina -replicó el huésped con cierta desconianza-. -Hasta allí te acompañaré, pero de momento te esperaré 76
aquí, hasta que vuelvas de tu deleite, ¡verás que es como te digo!. ¡Anda… despreocúpate!. Pero no te sumerjas dentro de esas aguas puesto que tienen un hermético signiicado -argumentó el hombre-. -Está bien… -contestó el huésped-. En esta ocasión se hallaba frente a una venerable atmósfera que relejaba maravillosas apariciones. Contemplándolas con mayor detenimiento podía ver como desde el adentramiento de la sorprendente laguna, subían esparcidas por todo el espacio, múltiples emanaciones de esencia mágica. Examinado mejor, estaba descubriendo unas proyecciones de vigorosas ondas moradas que conectaban las dos orillas en forma de arcoíris. A corta distancia de la laguna junto a los aleros del bosque, había un montón de plantas vegetales extrañas, cuantiosos troncos extravagantes y un sinfín de árboles morados, adornados osadamente por compuestas lores silvestres, cuyas articulaciones raras y excéntricas junto a la laguna, manifestaban un oasis de sagrada hospitalidad. Esta circunstancia imprevista le había impresionado profundamente, necesitando acortar el paso y no desaprovechando la oportunidad, se sentó junto a la laguna reconfortándose y pensando al mismo tiempo en lo bello y lo maravilloso que era todo aquello. Con la contemplación se reunían ante su vista vivos colores de algunos pájaros y otros tipos de aves que se dejaban ver de entre las sombras verdeadas, alzándose desde el inconmensurable espesor del bosque hacia los desconocidos recónditos del aire, formando un armonioso sonido de murmullos y silbidos esparcidos por todas partes, cuyo entremezclado rumor llegaba a sus oídos resonando hasta los adentros de su alma. Desde allí, el huésped apreciaba toda aquella existencia rozagante, cubierta por un manto real, ribeteado en lores, pletórica 77
hierba y resplandores misteriosos que entrelazaban signos y adornos, añadiendo nuevos orlados inefables a ese reinante espacio de la anarquía morada. Un asentamiento de impresionante recogimiento donde sentía la más completa satisfacción de dicha y bienaventuranza. Mientras se embriagaba reconfortándose en la inmensa compañía de las vertiginosas especies, un alce de pelaje áureo y cuernos plateados que imponía un tenso silencio, se acercó de improviso a beber de esas maravillosas aguas. Al beber, sus fauces sacaban un brillo que se entremezclaba con el claro luido que había dentro de la laguna, entrelazando con cada sorbo magníicas aureolas doradas y plateadas. Tan ensimismado estaba el alce en su actividad de refrescarse, que no interrumpió el descanso del huésped cuando apareció con su notiicada presencia. Al tanto de toda esta acción reveladora y viéndose en semejante compañía aparentemente regida con total normalidad, el huésped se puso de pie queriendo emprender el camino de regreso, esperando en la sorpresa a que el bien intencionado alce se manifestara benévolo en esta comprometedora circunstancia. De modo que con ligero movimiento, intentando no hacer el menor ruido y en preciso silencio, avanzó cautelosamente unos pasos, teniendo la sensación por un instante de que estaba emprendiendo a buen in su camino de vuelta. Pero sus ligeros movimientos despertaron el glorioso hechizo regido por los fantástico sorbos del alce, así que allende de lo ocurrido, el esplendoroso alce comenzó a desviar ligeramente su hocico semblante con todo su admirable frontal. Entonces cuando apenas llevaba un pequeño trecho recorrido, el huésped escuchó un sonido que sucesivamente le hizo parar y retroceder, percibiendo la opulenta sensación de que el alce había interrumpido con su 78
cautivadora actividad de refrescarse, manteniéndose no obstante en su mismo lugar. Con esa extraña sensación comenzó a escuchar conscientemente una voz de ensueño que procedía de la dirección del alce y hablaba con estas palabras: -¡No temas! ¡No te asustes!... espera un momento, como ves te estoy hablando. Y mientras pronunciaba esas hieráticas palabras, el huésped se mantenía irme e inamovible preguntándose: -¿No será el mismo alce quien me está hablando?... ¡No, esto queda descartado! ¿Pero…y entonces, qué es lo que podría ser?-. Así que ante la inexorable duda se acercó hasta la proximidad del alce, viendo y comprobando ahora como efectivamente allí estaba delante suya, el mismo mamífero mirándole y hablándole. Tal y como de ninguna manera no lo hubiese esperado. Apenas le miró a la cara, el alce dijo presumiendo de sus considerables dotes; su cornamenta. -Pienso que has descubierto una intimidad muy hermética, de importante sigilo vital. -¿Yo?... ¡Qué va!. No he descubierto nada. Lo único que he sorprendido ha sido el momento preciso de tu acercamiento a la laguna, por lo demás… nada, nada. No he visto nada más… ¡Si me estaba yendo!, tengo a mi amigo que me está esperando. -¿Y cómo puedo saber que esto sea verdad?, ¡pregunto! -Porque te diré lo que estuve haciendo. Simplemente después de un largo recorrido por estos insuperables senderos en compañía de mi gran amigo que acabo de conocer, había parado por unos instantes a descansar entre la verde fronda, concretamente al lado de esta laguna, con la única intención de admirar la festividad que ofrece el bello paisaje. 79
-Bueno… suena a verdad lo que me dices. -Es la verdad… Y ahora si es posible, me gustaría volver en la dirección que antes había encaminado. -Claro que es posible, pero, espera un momento. Mi vida se concluye en este prolongado y seráico bosque y me gustaría poder hablar con alguien. -Ah… está bien, pero antes mejor voy y me despido de mi amigo, porque me está esperando. -No hace falta, seguramente ya se habrá ido de vuelta a su hogar. -¿Tú crees? A mí sin embargo, me dijo que me iba a esperar hasta que yo volviera y no quisiera que quedara allí solo y por mucho rato. -Ciertamente se ha ido, ya que llevas aquí bastante tiempo, ¡más de lo que tú te piensas!, lo que pasa es que tú no lo percibes aún. -¿A sí? Qué raro…, será que aquí el tiempo transcurre de otra manera, porque te puedo asegurar que si me guiara por los intervalos de tiempo que yo percibo, apenas llevo aquí unos momentos. En in, todo es posible visto lo visto… -En cuanto a tu vida, -hablaba el alce- ¡cuéntame, estoy anhelando ansiosamente conocerla! Seguramente es compatible con la mía. -¿Mi vida?… pues es resumida ahora mismo en una similitud de situaciones, plenamente percibidas en un lugar perfecto. -Bueno, ¿y hay algo con las que las podrías identiicar?, ¿por ejemplo el transcurrir de algún caso o ejemplo especiico? -Desde luego. A pesar de que me podría traer… algún que otro recuerdo. 80
-¡En este caso si puedo hacer algo por ti, lo haré con muchísimo gusto!, ¿hay algo que pueda hacer por ti? Porque diría que, andas buscando algo. Al escuchar esa pregunta, el huésped contestó sonriendo discretamente en sucesiva actitud de jovialidad: -Nunca creí que iba a conocer a un alce que me iba a ofrecer su ayuda para lo que fuera. Aunque es verdad que todas las averiguaciones que he hecho hasta ahora a lo largo de mis recorridos, han superado bastante todo lo que habría esperado encontrar… aunque, a decir verdad, puede que aún haya algo más … -dijo el huésped recordando por un pausado instante los breves momentos discurridos al lado de la extraña persona, ideando casi instintivamente un posible reencuentro-. -¿Y qué es? -Son ciertas inlexiones que se mezclan en un mismo deseo, un designio con otros agradables momentos. -Debes de continuar viviendo con este mismo pensamiento, siendo el generoso designio el que te llevará a la culminación de tu meta, aunque… hay otros indicios, que te podría sugerir y enseñar. Y es acerca de lo que dice nuestra leyenda. -¿A sí? -preguntó el huésped con notable expectación-. ¿Y es ineludible indicarlo? -No… Es un obsequio, mejor dicho, un simple regalo necesario. -Ah, -dijo el huésped- muy amable por tu parte. -¡Sígueme entonces! -¿Muy bien, eso haré… pero, a dónde? Sé que lo más probable es que me quieras enseñar algo muy especial, como la mayoría de las revelaciones experimentadas hasta ahora. 81
-Me alegro que te hayas acostumbrado a nuestras legendarias incógnitas. Ven…, vamos a acercarnos junto a la laguna. ¡Aquí mismo preservo unos detalles con los que pronto se aclararán tus posibles dudas!, y también quiero entregarte algo…- habló el alce, ladeándose apaciblemente-. Se dirigieron hacia la proximidad de esas aguas, guiándole con cierta ligereza y con esa forma que relejaba un conjunto de misteriosas características, hasta muy cerca del lugar adyacente a la laguna, exactamente donde estuvo manifestando las asombrosas aureolas centelleantes. Lo cierto es que el huésped tenía cierta inquietud a causa de cualquier expectación que se podía avistar de improviso, hallándose en un entorno que consistía en súbitos acaecimientos y probables cambios. Un entorno cuya alteración tenía además mucho que ver con los vestigios que acababa de señalar y sugerir el avispado alce. Por eso, en ese momento de turbadora incertidumbre pensó que lo mejor sería no acercarse hasta la prominente ribera, parándose en un inal a una apreciada distancia del lugar, más o menos a unos allegados pasos de donde el alce se había parado, a lo que este mismo dijo: -Acércate un poco más, tienes que ver nuevamente aquello que airmas no haber visto bien. ¡Contémplalo a través de la brillante agua! El huésped penetró en el marco exhibicionista del hermético panorama, cuyos solemnes límites acotados le habían obstaculizado insolentarse y aventurarse plenamente en un principio. Ahora contemplaba con inefable curiosidad el luminoso luir que había en el agua brillante, mientras que se sucedían los fulgurantes prodigios, esclarecidos a través de los resplandecientes hechos acaecidos por el alce. 82
Sobre la extremidad de la laguna se estaban formando mediante un incierto modo revelador, varias circunferencias de color violáceo, que relejaba desde su interior una luz de absoluta claridad violácea, moviéndose en un creciente esplendor hasta formar unos anillos o aureolas doradas y argentadas. En aquel instante el alce se postró con irmeza sobre la prominente extremidad de la laguna, cogiendo por medio de sus erguidos cuernos uno de los primorosos auríferos que había creado ofreciéndoselo a modo de presente, brevemente diciéndole: -Este anillo te vinculará coordinando y acoplando tu vida. La vida que llevarás en el futuro. Guárdalo como un único medallón hacia tu persona. -Gracias, te lo agradezco. Recibiré el anillo con mucho gusto y aprecio, y lo valorare tal y como me has dicho, pero, podría saber ¿por qué te preocupa el transcurrir de mi destino? -preguntó el huésped habiendo tomado el dorado anillo que el alce sostenía con su cornamenta-. -No es precisamente esta mi intención… diría que quiero ser de algún modo participe hacia tu suerte. Lo comprenderás todo mucho mejor cuando su conidencial sigilo se revelará venturosamente y favorablemente en tu porvenir, aumentando junto a la dispuesta sagacidad de tu pericia como también sobre los demás recursos que has de emplear y de tener en cuenta. De allí surgirán nuevas vehemencias y persuasivos realces, y cada día te traerá nuevas revelaciones. -Vaya, parece ser muy eicaz y muy interesante en su originaria y verdadera reacción. Es tan efectivo, que solo con ijarme concisamente, no se muestra hacia mis ojos ninguna contrariedad a lo que me has descrito -agregó el huésped admirando 83
cautelosamente el valioso aurífero en forma de fantasioso medallón y ausente fondo, que se encontraba mientras tanto en la palma de su mano; a priori añadiendo-, y respecto a dicho compendio, estoy empezando a tener una sensación muy agradable, tanto como, un resumen de alusivos privilegios peculiares. No obstante para esta ocasión a mí también me gustaría poder agasajarte con algún presente semejante… yo, sin embargo no tengo nada que ofrecerte. -¡No hace falta! ...Antes cuando vi tu presencia fue mi mejor vislumbramiento, ya que es la primera vez que tengo semejante visita errática y con tu acto presencial ya es suiciente regalo. ¿No ves que estoy aquí solo… lejos de la humanidad y de la sutileza humana? Me tengo que ocupar siempre de todos los quehaceres que están a mi alcance siendo a su vez el mismo alce pero desdoblado. Y si no llego a poder hablar contigo aún estaría en mis andares, rigiendo mis circunstancias y mis contingencias al patrocinio de este humilde bosque. -Oh mi afortunado alce, y yo que me había asustado en un principio por tu rigurosa igura implacable. ¿Y cómo es, que te has acercado a mí? -Pues impulsado por la ocasión, y la añoranza… -¿Entonces…? -preguntó el huésped con gran avidez de conocimiento. -Después, pretendiendo no ofuscar a mi simpatizante, que en este caso serías tú, es como me acerque a ti, procurando no infundirte una pavorosa imagen, aunque vi, que habías reculado unos pasos, como tratando de restablecer o retomar algún camino de estas veredas. -Así es, y eso fue únicamente porque estaba viendo la forma de una imponente igura manifestándose translúcidamente ante 84
mi perspectiva. Pero luego has visto que permanecí a tu lado con valentía y aplomo -replicó el huésped-. -Sí, eso es verdad, por eso al momento de mantener juntos la deleitosa conversación, decidí repentinamente disiparte algunos intensiicados detalles sobre la importante leyenda. -Me parece muy bien y creo que tiene mucho fundamento. Así que coniaré nuevamente en promesas que se han de cumplir, porque sabes… aún no me he exonerado briosamente del todo de algunos momentos distanciados… en parte recluidos en el presente. ¡Como me gustaría aislar herméticamente los aspectos desoladores y enredados de la naturaleza y de los ensueños! -Es que, las turbaciones como igual a las perplejidades son necesarias y muchas veces inevitables, aunque contándotelo, no intento justiicar tales secuencias. Pero atesorando bien lo que te acabo de entregar, conseguirás acoger aún más serenidad y regocijo -dijo el alce con impetuosas palabras a lo que siguió- ¡Ahora, tienes el virtuoso anillo! lo que te animará a proseguir con tenacidad y lexibilidad en tu adelanto. Ya me contarás, probablemente. Con estas palabras, el huésped comprendía que la impresionante conversación que mantenían, estaba llegando a su término. Por ello, preparándose para proseguir con su camino preguntó con seguido interés: -¿Tú sabrías decirme cómo puedo llegar a la otra parte de la alzada colina? Mi amigo, el que antes me acompañaba, me dijo que no se encontraba muy lejos de aquí, sino inclusive muy cercana a la laguna… debería de continuar con mi trayectoria. -Desde aquí puedes ir fácilmente a la otra parte de la alzada colina. Te lo explicaré, aunque no se delinear el camino con demasiada exactitud… Ahora te encuentras en los conines del bosque. Tienes 85
que seguir atravesando en línea recta, algunas veredas más. No son muchas. Una vez pasada la entraña de la hermosa parte colindante, podría decir fronteriza, es donde se realza entre la magnitud del tiempo la prodigiosa ciudad Miranwogye, que frecuentemente inunda mi prolijo olfato con su manifestada presencia de deliciosas plantaciones almizcladas. La verás y la reconocerás una vez hayas colmado el único meandro del camino, que prevalece como único. Y al decir esto, el alce se había desviado en ese preciso momento de la correspondiente proximidad, distanciándose poco a poco a través de los frondosos ramajes. La otra parte de la colina, se ubicaba ante sus ojos hacia la parte exterior del boscoso contorno, sin embargo parecía indicar no hallarse demasiado alejada, debido a que su enaltecida cima y sus nobles vertientes que emergían suntuosamente del fondo de la tierra en forma de murallas, delimitaban claramente allende su perilado borde revelado, una cercana contigüidad. Esta previsión de alcanzable viabilidad estaba congraciando al huésped, y con la inalidad de poder allegarla, salió del sendero, no antes de volver a mirar pausadamente a su alrededor, al majestuoso bosque y a sus venerables aureolas, buscando ahora gustosamente nuevos momentos excitantes y llenos de virtuosismos, a lo largo del mencionado camino enderezado hacia donde se encontraba la señalada ciudad. Comenzó por consiguiente el andar del incesante camino, mirando y encauzándose rumbo hacia las fortuitas o bifurcadas vías de la naturaleza, recorriendo algunos espesos senderos con mesura y cautela respecto a la causa de posibles sucesos imprevistos o contrariedades que podría atravesar en su trayectoria. Dentro de este vinculado ambiente, el huésped había caminado 86
ya un buen rato por la senda longitudinal. A medida que avanzaba con íntimo embelesamiento llegó ante el exclusivo recodo que vinculaba con prolongada sinuosidad la total ascensión de la alzada morada. Súbitamente, estruendosos sonidos de sucesivas olas rompedoras que se abalanzaban sobre la declinada falda, habían llegado hasta sus oídos, avivando la apacible calma. En consecuencia, prosiguió alrededor de la cortejada vertiente, circundando en dirección de la sinuosidad y las perceptivas resonancias que parecían señalar cuál era el camino a seguir hasta dar con la urbe de Miranwogye. Unos momentos después de haber circundado un breve recodo, estaba vislumbrando a la prodigiosa ciudad proclamada, que seguía preservando íntimamente la belleza y la suntuosidad propia de la anarquía morada, aludiendo su cercanía. Otorgando unos instantes para tal contemplación, el huésped observó de repente una vía abierta cuya perilada imagen mostraba la estructura de una travesía descendente y poco deteriorada, pero que por medio de la cual le resultaba muy útil pasar hasta la nueva ubicación de la dicha urbe. En consecuencia, el huésped aceleró sus pasos, avanzando impetuosamente por la inclinada pendiente con mucho afán y deseo, embelesado por el posible renacer de un nuevo descubrimiento. Mirando hacia delante alcanzó a los pocos momentos la distante urbe, viendo como ahora estaba muy próximo a ella. Llegando por in al término, rebasó unos ligeros cercados que se había encontrado de frente. Desde allí y a través del regular terreno siguió unos pasos más presentándose a posteriori la proclamada supericie que ocupaba la nueva urbe. En el lugar se levantaba la hermosa ciudad, viendo delimitarse claramente ante sus ojos de un lado a otro hasta donde su vista 87
atisbaba, formidables airmaciones de suaves cimas y realzadas imágenes que entremezclaban coralinas playas extendidas a lo largo de las desconexas islas. A muy poca distancia y dejando atrás a la cumbre de la supericie selvática se presentaba una sorprendente bandera, que designaba a la nueva urbe, elevándose sobre la tierra comarcal. Una urbe recubierta de costas, olas, mares y aguas surcadas por adicionadas rocas y valiosos arrecifes, dominando desde la vaguada de la alzada colina hasta cierto fondo distante. Permaneciendo en la distancia, vislumbraba la supericie intentando examinar toda su extensión. Miranwogye era una ciudad naturalmente avivada, igualmente trascendental y entusiasta, albergando amistosas sonrisas de bienvenida y complacientes palabras. Por lo general tenía gente afanosa y tesonera, aunque algo introvertida, pues es lo que el huésped apercibía habiendo llegado hasta aquí y detenido su avance. A este hecho, decidió en efecto desarrollar el acercamiento hacia algunas que otras proximidades, sin idear un claro planteamiento. Eso simplemente, porque al situarse ahora sobre la extensa supericie, había conseguido con su inicial propósito. Sin embargo, frente a esta distracción momentánea suscito un transitorio pensamiento, recordando nuevamente los particulares momentos que había tenido junto a la extraña persona. Llegado el momento, viviicados sentimientos se animaban, apoderándose por primera vez dentro de aquel largo e íntegro recorrido, de toda su presencia más todo lo que perpetuaba la ocasión, imaginando por un prolongado instante como sería poder estar allí juntos, reviviendo mutuamente armonizados recuerdos, relejados principalmente en recíprocos deseos de íntima contemplación y encariñado recogimiento. Sabía no obstante, que la decisión que 88
anteriormente había tomado era ineludible, comprometiéndose mismamente en aquel entonces con su nuevo destino. Siguió en efecto con su andadura, por toda la extensión comarcal y con ese entregado adelantamiento a través de los esquivos recuerdos que le precedían, pronto surgiría visiblemente en el horizonte una confusa imagen de considerados contornos, que asomaría después hacia voluminosas ediicaciones, formando entre ellas prolíicos conjuntos anexionados, cuyo conceptuoso corte divisorio acogía diversos paradores agradables. Había llegado a continuación frente a un umbrío parador, cuyo precedido artesonado de arcadas iguradas y grandes patios despejados, exponía una bonita exhibición que se hallaba en el sitio. El huésped se unió a ello, en esta ocasión instalándose cómodamente en el festivo contorno, lo que le permitía disfrutar de otros atractivos y otras vicisitudes. De repente alguien dijo con actitud emprendedora: -¡Ven y siéntate!, aquí te puedes resguardar del impetuoso calor -habló amablemente un individuo-. -Gracias, había recorrido y examinado toda la extensa ciudad -dijo el huésped aceptando la invitación por virtud de esa instintiva cordialidad-. -¿Quieres tomar algo? -Claro que sí, ahora mismo se agradece poder sentarse y mitigar la sed. ¿Qué estáis celebrando? -Es la inauguración de un importante acontecimiento que en si une a varias proles familiares, descendientes del linaje perteneciente a la anarquía morada. Suelen estrechar este tipo de reuniones verbeneras, a inales de cada periodo estival, celebrando con festejos. 89
-¿Y no molesto quedándome? -No, que va, de ninguna manera. Mira, allí puedes tomar asiento y acomodarte -dijo el individuo asistente señalándole un asiento donde poder reposar-. Ahora mismo te traigo algo refrescante. De inmediato volvió muy condescendiente y cortés, llevándole al huésped una bebida fresca del lugar. -¡Así que una celebración, cuyas proles familiares pertenecen a la extensión de la anarquía morada! -replicó el huésped-. -Sí… -Pues, hace poco estuve allí. ¡Qué inaudito ver aquí un convite suyo! -Ah, ¿has estado allí de verdad? -Sí, hablando con la misma reina regente de la anarquía. -¡Vaya, que inhabitual! Normalmente nadie puede acceder hasta el mismo corazón de la tradición morada. -Bueno, yo llevo un largo camino y el caso es que antes había accedido a otras tradiciones y costumbres cuyas características me han parecido igual de signiicativas, inclusive, con un tono algo más especíico, profundo… o, sentimental. -¡Ah, entiendo! o sea, una experiencia linajuda, precedida quizás de un pictórico amorío que te atraía y que aún tienes presente… han habido ya algunos rumores así. Tal vez hubiese sido tu destino. -Mi destino… está al otro lado de esta magníica ciudad, por allí en alguna de estas islas coralinas…. -Necesitarías tener un buen acompañamiento… ¿entiendes? -dijo el individuo asomándose con agilidad frente a la aludida imagen interrogante de alguien, luego se giró otra vez hacia el huésped-… Dame un momento, enseguida vuelvo… 90
Y de pronto el individuo supervisor entregado enteramente al mando de su profesión servicial, se dio la vuelta reuniéndose con los invitados y los demás anitriones con los que compartía notoriamente preocupaciones o menesteres. El huésped se entretenía, presenciando y mirando por entre los alegres convidados, posando sobre el cómodo asiento del galanteado recinto. Cualquier momento tan apropiado, es digno de otorgar a quien lo contempla escuchando el precioso arrullo del entonado festejo. Comenzaba a comprender circunstancialmente la naturaleza y el alma característica de la idiosincrasia de Miranwogye, que en todas sus aperturas y realces revelaba ser una villa avezada a inéditas reacciones, propugnando por lo general y ahora mediante los convidados oriundos, un pretendido fondo de soltura y espontaneidad. En deinitiva a tal estímulo recibido con la consecuente admiración ante aquello que tenía algo embriagador, acaeció un translucido diáfano, abstrayéndole en un corto momento meditabundo, que le permitiría pensar preguntándose: ¿será que mi visita deparará poder vivir aquí para siempre?
Mientras tanto, el individuo asistente cruzándose con el resto de los invitados, acudió a uno de los patios despejados donde posteriormente cerraba una zona lateral cubierta y adosada por una techumbre abriéndose en forma de veranda. Allí el individuo supervisor, pensando que debía de llevar más viandas a las mesas, tomó de su provechosa estantería una lista con exquisitas elaboraciones que tenía guardada entre las hojas de un catálogo, alardeando en voz muy baja y riéndose mientras la miraba: -¡Ese pensamiento que nunca se despide de su único y auténtico 91
amor! Si al inal se trata de tan solo una propiciada coyuntura de espacios y momentos, para volver a agraciarse en el deleitar ¿no es así? Tras ello alguien que permanecía ubicado delante de la ilusoria terraza de dicha veranda, tuvo la buena idea de responder: -Sí, cuando particularmente impresiona. Mira que eres capaz de alterar -argumentó la extraña persona riéndose audiblemente, añadiendo al momento con íntima entonación-, me relejas la hermosa forma de una sensación extremadamente personal, recuerdo… como algunos se van… y luego otros vienen. El individuo supervisor del banquete, volvió su rostro al estar de espaldas: -A estabas aquí detrás -dijo distinguiendo a la extraña persona que se encontraba a su lado siendo su coadyuvante en dicha celebración-. ¿Qué… te traigo una noticia semejante a la tuya… eh? -Sí, aunque se dice que bastante alejada, o… tal vez, descartada… -contestó la extraña persona relexionando-. -Ah, ya sabes, es lo que hay -argumentó el individuo distanciándose un poco más adelante con el sostenido listado y marcando apuntes. Momentos después dijo-… Es como si hubiera una pauta predeterminada acostumbrada a señalar repentinas peripecias amorosas. -Sí, y no digo que no… ¡Pero qué va!. A la vista de este mencionado exclusivismo, es lo que algunos intentan hacer creer, tratando de transmitir con una gran habilidad que todo ha de ser un privilegio, en lo que al inal, en muchas ocasiones se convierte. Y muchas veces este privilegio se forma, al relejar una fascinante personalidad de la que uno luego no se puede librar. Hay que 92
admitir que es inútil esperar a algo que a lo mejor no llegaría a presentarse jamás ¿Quién sabe dónde andará esa persona que había idealizado?... -Quizás estas personas, tan conexas, fueron creadas para tal privilegio, porque de no haber sido así, no se hubiesen conocido. -Podría ser coniable, pero no sé yo si eso al inal conduciría a algún lugar… Aunque, si las circunstancias de la vida me permitieran tenerla cuanto yo quisiera, entonces ciertamente todo lo tendría… bailando ocasionalmente en mi mundo… ¿y, bueno en in, que hacemos ahora? -Hay que llevar otras de estas viandas…será mejor que las sirvamos en las mesas. ¡Ah! por cierto, acabo de conocer a alguien. Es una persona que apareció frente al paradero, cosa que de alguna manera ya te lo he comentado antes. Estaba allí mirando nuestro festejo y luego se animó a entrar. ¡Viene de muy lejos y ha estado en el mismo seno de la anarquía morada! ¡Imagínate!…descendió toda la alzada colina y peregrinó por todo el fabuloso bosque selvático para llegar hasta aquí. No me ha dicho nada más, sin embargo me ha transmitido que su actitud revela un preciso enigma… ¡y no me extraña…! Ahora forma parte del festejo, pudiendo haberse acomodado en una de las mesas. Esa clara y última airmación le había confundido bastante. Parecía justiicar su extraño sentimiento de haber una particular respuesta escondida en el contorno de aquella iesta. La extraña persona había vivido ya por un largo periodo de tiempo en esta sociedad serena de tan considerado entorno risueño y vivaz, dedicándose mayoritariamente a complacer a este efusivo mundo. Un clima muchas veces encumbrado por medio de joviales noches e impetuosos días, cuyas aventuras en cualquiera de los 93
casos, le habían aposentado en el grato presente, recordando cada día a un corazón al que nunca dejaría de acariciar. Pasados unos minutos, se dirigían juntos al despejado patio y en el tan apropiado entorno alegre que se abría a su alrededor, porteando cada uno, un ligero carrito lleno de viandas y bebidas selectivas cuya masa de líquidos componentes desprendía un punto muy próximo a sabrosos elixires. Daban vueltas y vueltas entre las mesas habilitadas, adecuándolas con las deliciosas elaboraciones mientras todo el mundo contemplaba dichas preparaciones con ojos encandilados. Desde la entrada del paradero, el huésped había visto algo que por unos segundos, le aglutinó toda su atención y poco antes de que acabara el reparto de aquella mezcolanza de menesteres, el individuo supervisor que se encontraba en ese momento a la altura del huésped, le preguntó sustrayéndole de su relajado deleite. -¿Quieres que te traiga algo de nuestras preparaciones especiales? -Sí, estaría bien. Veo que tenéis exquisitas elaboraciones. -Por supuesto que sí, y son todas elaboraciones propias. El huésped seguía con la mirada, lo que segundos antes le había abstraído, mientras que el supervisor adecuaba su mesa con platos recubiertos de riquísimas y variadas viandas. En el instante posterior al cumplimiento de su cometido se le ocurrió preguntar: -¿Has visto algo importante? -Diría que sí, pero la borrosidad del entorno me confunde -dijo el huésped habiéndose quedado a la espera de nuevos acontecimientos reveladores, percibiendo sin saber porque, un extraño tipo de felicidad-. -¿Pero qué es? -Sería una persona…. 94
-¿Y es alguien a quien conoces? -Sí… si es esa persona, le conozco. Aun así, podría ser una confusión causada de una supuesta idea suscitada -dijo predisponiéndose a unos segundos de incierto futuro-. -También podría ser -comentó el individuo supervisor, diciendo seguidamente-… Debería de volver allí, a reponer algunas viandas más que hacen falta. Al muy poco tiempo, algo muy necesario estaba ocurriendo. Una encomiable situación reconfortaba una carencia. Pasando del patio despejado al principal entorno exterior, el individuo supervisor aparecía otra vez seguido de su coadyuvante. Y encontrándose esta vez cara a cara, el huésped se levantó de su asiento, habiendo reconocido de pronto a la extraña persona, a la que ahora tenía enfrente, ijándose en el esplendoroso medallón que decoraba su escote e intentando introducirse nuevamente en su futuro. -¿Qué tal estás? -le preguntó con cierto aire distante, no obstante la brillantez de sus ojos seguía relejando mucho amor-. -Estupendamente… -contestó el huésped-. -¿Te encuentras bien aquí? -No sé… ¡Sí¡, solo que no esperaba verte… aquí, -dijo instintivamente-. La excitación y la sorpresa tras el impacto del reencuentro le impedían vocalizar razonablemente, sin saber muy bien que decir. -Me enteré momentos antes de que había llegado un nuevo invitado, pero no había sospechado nada. ¡Casualidades de la vida!. Ven un momento conmigo ¿quieres? -No… no -respondía- no quiero, aquí estoy bien… Así que, por lo que veo, sí que tenías un plano hacia lo desconocido…Veo que al in lo has conseguido y sin equivocarte de camino. 95
-También te dije, que nos volveríamos a encontrar… -argumentó, mirándole directamente a los ojos-… y de paso mientras, allí estaba… -dijo desviando su mirada en otra dirección-, contemplando ijamente la puerta por donde habías salido cuando te has marchado, intentando aparentar una dura actitud con mesura y dignidad, pero no…que va, no me daba igual tu temprana ausencia, cuando al poco rato estaba pensando: -¡vamos vuelve!-... queriendo recobrar mi vida y pensando que deberías de saberlo. Era lo que hubiese querido. No quería nada más. Y si tenía alguna convicción subyacente, seguramente que la he traído aquí conmigo. ¿Y sabes qué?, aguarda cosas tan bonitas… -airmó la extraña persona paseando por unos instantes con pasos cortos alrededor del huésped, agregando-… Llegué a la capital de Miranwogye hace un buen rato, siendo coadyuvante de mi compañero Joe B. tan pronto como llegué. La única cosa que habré hecho últimamente. -¿La capital de Miranwogye? o sea que es la capital… -Sí... ¿Te extraña? -No, no me sorprende para nada, simplemente que no sabía que era la capital -respondió el huésped-, aunque me lo he imaginado en su momento…-dijo divagando por un instante entre los recuerdos y las diversas circunstancias vividas-… Yo también tenía pensamientos semejantes a los tuyos al encontrarme detrás de esa puerta, solo que tenía que seguir adelante -añadió susurrando-. -¿Entonces… qué piensas hacer ahora?, -murmuró a sus oído la extraña persona-. -Muchas cosas… -contestó, con pasional premura- ya que ahora tengo más camino y vivencias experimentadas. -¿Podría convencerte de que todas esas cosas las hiciéramos juntos? Esta vez sería diferente, con el in de preservar un fresco 96
aroma a rosaleda, naturalmente apropiado para que sea nuestra fragancia estimulante. -Bueno… podrías intentarlo -contestó el huésped mientras todo su rostro expandía sucesivamente una dulce y cariñosa sonrisa, aquella de antes con la que le había conquistado, manifestando un grato entusiasmo-. -Hay una isla donde deberíamos de ir…, la he visto en ocasiones a lo lejos, y creo que es un lugar increíble. ¿Te gustaría experimentar nuevamente por insólitos caminos durante los siguientes años? -le preguntó la extraña persona acariciando con delicadeza su mano, mientras que una música de armoniosos sonidos voceaba suavemente llegando a sus oídos en forma de distintos y suaves susurros-. Antes que el huésped contestara, el individuo supervisor que se había visto de por medio, se unió a la animada conversación y argumentó perilando una sutil sonrisa: -¡Necesitareis por lo menos una lancha para semejante navegación!. Yo dispongo de una pequeña embarcación que últimamente no utilizo mucho… Es un velero que transgredirá fronteras conforme vayáis adelantando. ¡Cogedlo y muy pronto allí estaréis! -exclamó amablemente, indicándoles después cual era el obsequiado camino a seguir-. Ahora lo que tenéis que hacer, es ir en busca de fabulosos momentos, navegando juntos por la savia misma de la vida. ¡Venga daros prisa! -¿Vamos? -le preguntó entonces otra vez la extraña persona aceptando de buen grado esa propuesta. -Sí… será fantástico. ¡Vamos! -contestó el huésped y antes de que se fueran, se dirigió una vez más al individuo supervisor agradeciéndole- ¡Preciosa dádiva, gracias! 97
-No hay de que -contestó asintiendo animosamente con la cabeza-. Y con esas complacientes palabras se habían despedido el huésped y la extraña persona del festejante contorno.
Comenzaron a andar siguiendo la predilecta dirección que les acercó en un inal a las orillas de un hermoso paradero. Allí es donde se encontraba el impresionante velero, anclado en una zona nerítica a merced de las olas y del viento, por lo que se quedaron observando la imponente esbeltez de sus formas, más propias de una majestuosa ave que de un barco de navegación. En ese genuino ambiente se mezclaban los sentimientos de ambos y ese olor a mar abierto que incitaba a la gesta de la navegación. Entonces entre tantas especiales circunstancias y cómplices miradas de ilusiones renovadas la extraña persona se adelantó subiendo a bordo por el peculiar acceso, y bajo esa sensación de triunfo, dijo con particular predisposición: -Esta vez tomaré yo la delantera. ¡Seré el Capitán del barco!... ¡Tu Capitán particular! -musitó sonoramente-, quiero ir muy lejos contigo… - ¡Muy bien!… ¡Mi GranCaptain of my heart! -exclamó el huésped con tono de felicidad, añadiendo a la vez que accedía al velero por la pasarela de embarque- ¡Aquí comienza nuestro viaje! -Así es. No sabes cómo había deseado y esperado este momento, contentándome muchas veces en mi propia proyección -agregó la extraña persona con expresivas muestras de alegría-. -Yo cada vez que pensaba en ti sonreía. Al rato de partir de la capital, avanzaban rumbo a la isla con ojos expectantes e ilusionados. El barco velero navegaba en esta ocasión con la ayuda del viento de sotavento, girando de vez en 98
cuando para avanzar hacia la costa isleña, dejando atrás con cada una de sus viradas al cambiar de dirección, jugosas bordadas. -¿Y cuáles fueron esos densos caminos experimentados que antes me habías mencionado?... ¡De esa intensa existencia! -preguntó la extraña persona, voceando audiblemente a causa de los fuertes murmullos procedentes del abigarrado oleaje. El mar se abalanzaba hacia el velero, arrojando altivas olas que penetraban casi hasta el interior. -Fueron prodigiosos experimentos… cosas inefables y deleitables que me han permitido percibir nuevos conocimientos, inluencias y favorables momentos. He conocido una cultura de generosas aspiraciones cuya historia pertenece a otro tiempo. También se me han revelado algunas extrañas fantasías, claves misteriosas y fantásticos procedimientos -contestó, sujetándose por un breve momento de la orientada arboladura del velero-. -¡Vaya!. Seguramente habrán sido muy gratas sensaciones -seguía entonando la extraña persona audiblemente-. -¡Sí, así fue! Algún tiempo después de haber avanzado un buen trecho por el trópico celestial del mar intensamente azulado, cuyas olas se habían encalmado tan rápidamente, penetraban el mundo entrañable y caluroso, pletórico de aire fresco e ininitamente agradable. La embarcación se balanceaba lánguidamente a causa de la pacíica inluencia exterior mientras juntos gozaban con plenitud de las alborozadas vacaciones, y del cielo azul impregnado en su zenit de tonalidades celestes. Mientras el velero les conducía a la isla coralina, sus miradas fueron atraídas hacia una distancia no muy extensa, que relejaba el tamaño de la misma isla. 99
-¡Mira!, -exclamó la extraña persona-. Puede ser que ese sea el sitio indicado. ¿Lo ves? -preguntó, perilando con su cara risueña, una sonrisa reveladora al tiempo que miraba a través de unos anteojos de gran resolución-. ¡Allí están los majestuosos loros tropicales contoneándose por el entorno visible! -Sí… allí está el hogar, -dijo el huésped con tono repleto de felicidad-. Atisbaban simultáneamente la magníica isla, cuyos distintos puntos de vista delimitaban en varios lugares prometedoras sendas con colonias de esbeltas plantas, pesada vegetación y loración tropical, constituyendo en toda su longitud un familiar y perfecto jardín ameno, que les invitaba a disfrutar de un poderoso elixir. Y cuando en un abrir y cerrar de ojos se sentían casi ya en otro mundo, el providencial velero les llevó por entonces casi de inmediato, como sobre el deslizamiento suave de un delfín, hasta la untuosa capa de la ensenada insular, rozando con su primera extremidad la pálida arena del lugar. Llegando a su término la embarcación quedó varada entre los médanos. La gran reaparición les recibía con una pletórica lora y armoniosos conjuntos de lorecitas blancas diseminadas en diversas partes y precedidas por una sucesión de plantas del mismo color, acercándoles otra vez hacia las pesadas plantas de geranios y lores de hibiscos que habían sobre una breve extensión de pradera verdeante, bastante cerca de la sembrada orilla. -¡Considero esto, haber sabido encontrar el justo momento! -argumentó la extraña persona-. Haré algo por ti y para los dos… ¡tú relájate y si quieres mientras, observa!. Cuando acabe, desearía que nos olvidáramos íntegramente, aunque sea por unos instantes, de la mera marcha del tiempo. 100
Reinaba un rescoldo silencio. Sobre la orilla de ese mar sembrada de la suave arena, la extraña persona hizo un tejado de hojas de palmera. Después entregó dentro de la magníica velada todo el calor apasionado de su cuerpo uniicándose junto a el huésped en un conjunto sollozo de placer. Un mutuo amor cumplido dentro de la apacible gloria, como también entre la promiscuidad tropical del perfecto jardín, dejando que de vez en cuando algunos rayos relucientes del sol se iniltraran por entre las hojas tropicales de las esbeltas plantas, esbozándose inesperadamente sobre algunas partes de sus cuerpos semidesnudos. Flotaban fusionados dentro de la tonada del aire, coronando fortuitamente complejas reacciones de impenetrables velos. Los vinculados brazos del mar les circundaban. Y así mismo siguieron, en la oscuridad del crepúsculo y hasta el amanecer. Al día siguiente partieron nuevamente hacia el alta mar, preservando la feliz ignorancia de la mera marcha del tiempo y la feliz tonada del amanecer. Después de que hubiesen salido y navegado durante un intervalo de tiempo no alejándose demasiado de la costa, la extraña persona se asomó por la proa del velero, inclinando su cabeza para mirar la claridad de esas aguas cristalinas. -Veo relejada mi propia cara… Aquí el mar es cristalino… y además esta parte del mar sirve de fondeadero. ¡Intentaré amarrar el velero porque voy a bañarme!. Y nada más expresarse aparejó los cabos de la embarcación soltando amarras. Ahora el barco estaba aianzado en un provechoso fondeadero. -Ya está. El barco queda anclado, -airmó la extraña persona-. ¿Vamos a nadar? -Preiero ver cómo gozas tú nadando. 101
-Es que me sumergiré para explorar en sus adentros. -Estupendo, si no tienes miedo a los peces devoradores… -No, además en esta zona no hay. Quiero decir que se encuentran todos en un estado de amansamiento, probablemente derivado de estas aguas tan nutridas y apacibles. -Bueno, si es así…
Los rayos del sol proyectaban plácidamente sobre un mar intensamente azulado, reinando entre sus adentros, mientras que la persona extraña nadaba por sus sosegadas aguas refrescantes. De repente vio en la parte más profunda del fondeadero, el fragmento de una nave balanceándose por entre altos grupos de maderos tendidos, atascados por un segmento de fauna pelágica y cloroitas de algas verdes. Súbitamente después de haberse sumergido un poco más, apartó las plantas marinas que aislaban dicho fragmento de nave, pensando con asombro: -¡Un pecio!... ¿Cuánto tiempo llevará aquí en el fondo del mar? Intentaré llevármelo y subirlo a bordo-. Relexionando esto previamente, sustrajo la pieza de donde se había conservado tanto tiempo y comenzó a ascender audazmente hacia la supericie. Nada más llegar, alzó su brazo en señal de aviso, susurrándole al huésped lo que había encontrado mientras respiraba con la boca entreabierta. -¡Acabo de encontrar un pecio! Es una pieza -decía con enérgica respiración-… al parecer de algún antiguo navío. -¡Qué maravilla! ¿Pero te sirve de algo? Si dices que es solamente un fragmento… -Claro que sí… y de mucho además -argumentó desde la supericie del agua-. Eso quiere decir que en ese entorno se debe 102
de encontrar el resto del navío, en fragmentos o con un poco de suerte se conservará en su mayor parte. ¡Iré a buscarlo, pero antes de aventurarme en sus adentros, tendré que preparar algunos accesorios, siempre y cuando el barco disponga de ellos, claro! -exclamó mientras que al mismo tiempo se acercaba, subiendo al resguardo del barco-. Tú mientras, guarda si quieres este fragmento… lo dejaré por aquí -dijo, pensando apresuradamente que hacer con dicho pecio-… Y ahora vamos a ver, donde guarda mi amigo Joe B. los recursos que provee el barco. Primero necesitaré una escafandra y unas aletas ajustables… y luego no estaría de más encontrar una especie de… artilugio -musitó, comentando al tiempo que buscaba-. No sabes el mundo fascinante y exuberante que hay hasta el arenoso fondo del mar. Dirigiéndose a la proa del barco, la extraña persona se encuentra un artilugio tipo polea o similar con un cable de arrastre vinculado a un pequeño generador. Se queda observando sus detalles y decide accionar dicho generador, el cual al instante iniciaba el movimiento de la misma polea compuesta por un sólido y extenso cable de arrastre en cuyo extremo se hallaba adicionada como parte del mismo cable, una lexible eslinga de sujeción, que le ayudaría o le permitiría en caso de lastre mediante un accionamiento mecánico previamente señalizado, a realizar el ascenso a la supericie, libremente o a modo de cinturón. Al ver el metódico funcionamiento de dicho artilugio, decidió sumergirse acompañándose de dicho cable, cuyo poder ascensional le proporcionará la posibilidad de acarrear pecios u otras maravillas del fondo marino a la supericie. En la proximidad muy cercana del generador había una cantidad de complementos para el buceo. De inmediato la extraña persona se colocó uno de los trajes de submarinismo y aletas ajustables que 103
había entre los complementos, veriicó el aparato con el que iba a sumergirse y con la ayuda del huésped lo adaptó a sus espaldas, proponiéndose con este equipo accesorio ir desahogadamente por las profundidades del mar. -¿Sabrás gobernar el barco si tardo en volver? -preguntó la extraña persona expresándose muy sonriente y soltando alguna jocosa carcajada-. -A lo mejor sí… no creo que sea tan difícil, pero tú, no te alejes demasiado. ¡Aún no conocemos del todo estas aguas! -No te preocupes, iré con cuidado. Además… la suerte me acompaña -replicó con otra sonrisa alegre-. Después se zambulló en el agua y volvió a bajar en posición vertical, siguiendo el camino que le marcaba la cuerda en el descenso. La extraña persona se había sumergido ligeramente al mismo lugar del fondeadero, intentando descubrir nuevos fragmentos, hasta llegar aproximadamente al fondo marino. No había ni rastro de pecios en el lugar, por ello pensó: -Puede que después de todo, no haya más fragmentos por aquí. A lo mejor, la raíz de las corrientes del mar los habrá llevado muy lejos… o tal vez alguien los ha descubierto antes que yo. Bueno, pues que le vamos hacer, tendré que volver al velero sin el resto de la historia-. Pero en el momento en el que se retiraba del lugar, un bordado realce de color azufre puro, levantaba, después de un suave declive en el bajo relieve del fondo marino, la parte de su esculpida forma, resaltando sobre la supericie submarina con más de la mitad de su bulto. Entonces se acercó de forma gradual hasta tener a la nave inclinada enteramente de frente. Era un galeón pirata, oculto casi por la mitad bajo el fondo arenoso submarino de ondulado ambiente, 104
perfectamente enterrado entre rocas sedimentarias bien redondeadas por todos sus lados. La parte visual del navío estaba rodeada de algas y abstractas plantas abisales. Su ribeteada orilla tenía una textura deslizante, compuesta por acumulaciones pardas de mezcla lodosa, cuarzosa y rizados granos de aspecto arcilloso, pero que quedaba separada notoriamente desde la combinada textura hasta el bordado realce, por una clara frontera cuyo sedimento marino de aspecto metálico revelaba algunas aglomeraciones incrustadas de pigmentos rojos y brillantes, como asimismo otros anaranjados. Semejante mixtura espesa, cristalizada y jadeante localizada en su ribeteada orilla, se había formado a causa del largo tiempo al que el galeón pirata había sido expuesto dentro de la región abisal, sin embargo aún preservaba un claro diseño que coronaba a una de sus grandes y abigarradas columnas, en cuyo ápice, la extraña persona acababa de destapar un símbolo cuyo característico matiz posibilitaba visionar un encabezamiento que indicaba “siglo XVII”. Desde el interior del navío, concretamente desde el interior de su cúpula tallada sobriamente, alumbraba una intensa luz cuyo cuerpo relejaba un rojo elixir. Visto lo visto, la extraña persona sintió una magnética atracción y penetró en el interior del navío. Allí, dentro de sus espaciosas cámaras, contemplaba ansiosamente brillantes elixires intercalados entre cristales de pirita. Eran muchas cajitas o cofres compactos, abiertos o cerrados, y todos conservaban un transparente brillo metálico de aspecto cetrino o deslumbrante rosado. Los cofres abiertos dejaban a la vista algunas de sus pesadas monedas, fuertemente ligadas a aquella época. En el instante, vio al lado de uno de los cofres un prometedor anillo de oro con incrustaciones de lapislázuli y verdosas esmeraldas cuya 105
combinación proporcionaba un aspecto cósmico no concordante con la época del navío. Y sujetándolo en la mano unos breves momentos, inmediatamente pensó: -Este anillo es perfecto e idóneo para satisfacer esa promesa que hice cuando le conocí. Parece haber sido diseñado exclusivamente para satisfacer lo que fortuitamente había pensado-, adaptándolo de esa manera a uno de sus dedos meñique, para después guardarlo en uno de sus bolsillos interiores. Entonces ante semejante riqueza del mundo, comenzó a inquietarse entre planes, ideas e ilusiones y decidió que debía de llevarse a la supericie algunos de los abundantes cofres cerrados, arrancando inamente y cuidadosamente de su sitio uno de ellos. Observándolo detenidamente pensó: -Este cofre medirá al menos 50 cm de ancho y no debe de exceder los 40 cm de alto, así que podría subir por lo menos un par… Me llevaré dos-. Y mientras experimentaba una máxima sensación de éxtasis, concebía en su mente la forma de sujetar los dos cofres, los cuales tendría que subir con la propia polea del velero. Procedió a atarlos, y creando un envoltorio que le permitiría aunar los dos cofres, confeccionó un nudo marino, de esa manera acoplándolos y encadenándolos a la cuerda extendida más allá de la vista y accionada por el mecanismo del velero. Al muy poco tiempo la extraña persona salió de lo recóndito del galeón pirata abandonándolo y llevándose consigo los rebosantes cofres del tesoro. Y suavemente elevándose hacia la supericie se arrimó en su regreso a uno de los laterales del velero con exhausta pero radiante expresión. -Has estado bastante tiempo sumergiéndote… -airmó el huésped con gran afán y entusiasmo nada más verle emerger de las aguas y aparecer a la extensión visible, observando al mismo 106
tiempo los cofres que por medio de la cuerda sostenía con su mano derecha-. ¿Y?... ¿Cuéntame, hasta dónde te has ido?, ¡por lo que veo ha sido una fructuosa búsqueda! -¡He encontrado la otra parte del pecio!... ¡No te imaginas lo que he visto allí abajo: auténticas fortunas y magníicos tesoros marinos!... ¡Mira estos cofres! -exclamó expresando una gran euforia mientras se los mostraba con su brazo en alto-. -¡Sí, sí!.. ¡Los he visto!... ¿me pregunto qué aguardaran? -Enseguida lo vamos a saber… ¿Me ayudas a guardarlos? -le inquirió con emoción, entregándole los dos cofres uno tras otro para subirlos a bordo. Después apoyándose en el banco metálico de la escalera del barco, volvió a subir al resguardo del velero-. Una vez que se agarró al alto costado de la embarcación y situándose a bordo, añadió con un tono de extrema satisfacción después de un prolongado suspiro cargado de felicidad: -Bien… ¡Por in tenemos aquí parte del maravilloso botín! -Entonces cuéntame… ¿Has encontrado las otras partes restantes del navío? -Sí… -dijo la extraña persona mientras empujaba los dos cofres hasta la parte delantera de la embarcación-, y es un galeón pirata del siglo XVII que por milagro aún se conserva entero. ¡Está enterrado en su mitad en el fondo arenoso submarino!... aunque por suerte, he podido incorporarme hasta penetrar en su interior. Tiene un lado en la cúpula, muy bien protegido y amparado, que es por donde he podido acceder para profundizar. Con el mismo espíritu de extrema felicidad y vivo interés, el huésped se acercó junto a la extraña persona ayudándole a subir los cofres hasta el castillo de la proa, dejándolos sobre un extensa mesa que estaba ubicada en una separada y discreta abertura resguardada 107
del mismo castillo. -Ahora podemos abrirlos -continuó mencionando la extraña persona al tiempo que intentaba estrenar su gran descubrimiento-. -¡Estupendo! -exclamó el huésped- ¡Has encontrado un tesoro!. -Sí, lo más seguro es que sí… ¿Pero dónde está…? -se preguntaba con voz sonora, mientras buscaba mirando con cuidado, la manera de como abrir los cofres-. -¿Qué? -Pues que no se abren. La cerradura carece de llave. -Me lo imaginaba… cuando vi el perfecto cerrojo que poseen, pero… tiene que haber algún modo de abrirlos. -Yo por aquí no veo nada. -Mira en esta parte de la tapa. Aquí hay algo como una pequeña elevación. ¿Lo ves? -Sí, hay una cosa… Y volviendo sus caras hacia el magníico cerrojo, la extraña persona añadió examinando y sorteando aquel esférico elemento vislumbrado, que encajaba perfectamente en un espacio intermedio de la tapa del cofre... ¡creo que no será tarea fácil abrirlos! Sin tardar demasiado, se sentaron juntos al lado de la extendida mesa, estimulados en observar e imaginar cómo tratar de resolver el fortuito y seductor proyecto, algo que cada vez iba creciendo más y más en sus ánimos y sus corazones. Mientras pensaba de qué manera le resultaría fácil abrirlos, el huésped quitó la deslizante capa aceitosa de uno de los cofres, viendo que efectivamente había un cuerpo intermedio con una marca decorativa bastante insigniicante. Al examinarlo mejor, ideó que debería de presionar aquel grabado decorativo, y acto seguido después de coaccionarlo, 108
el cofre se abrió bajo la mirada sorprendente pero expectante de la extraña persona que seguía considerando curiosas posibilidades, no obstante inmediatamente después prosiguió haciendo lo mismo, abriéndose de ese modo las dos cajas. -¡Ya están abiertos! -indicaba la extraña persona intentando articular palabras, enmarcando diversas índoles exclamativas al observar lo que su interior revelaba-. Lo mismo hacia el huésped apreciando semejante contenido, cuya cegadora luminosidad revelaba en uno de los cofres una fascinante concentración de abundantes diamantes de gran pureza, cuyos encantadores contrastes eran en su mayor parte de un blanco raro o excepcional brillo, dando en su conjunto una intensa claridad. Dentro del otro cofre había muchas monedas de oro amontonadas, cubiertas por un pegajoso telar marino, como también fragmentos o composiciones de oro bruto y otras monedas antiguas de metal acuñado, no obstante denotando un muy buen estado en los que los detalles de la acuñación aún se podían perfectamente reconocer. También había un antiguo porta pergaminos plateado de forma cilíndrica, en cuyo interior la extraña persona había encontrado una inesperada colección de algunos pergaminos apilados. Y todo este conjunto de los dos cofres con tantos hallazgos de profusas riquezas, amasaban una verdadera fortuna, de incalculable valor a simple vista perceptible. Ambos estaban quietos y callados, pasmados por aquel tesoro dejado al descubierto sobre la humilde mesa. Después de unos instantes de mirar con asombrosa perplejidad y atención los dos soberbios cofres, el huésped dijo: -¡Oh…, que preciosidad! -exclamó con profunda impresión-. ¿Son diamantes? 109
-¡Desde luego que lo son! ¡Tócalos! -contestó con llana airmación la extraña persona cuya expresión mostraba una viva inquietud y emoción. Después quitó el telar marino que revestía la cara interior del otro cofre y sacando unas monedas de oro, añadió- A la percepción y al tacto resulta evidente que sí, ¡que los son!. ¡Son metales preciosos y auténticos diamantes!... ¡Y fíjate en esta colección de extraños pergaminos!… Creo que esconden una valiosa información -indicó, extrayendo del porta pergaminos unos rollos encuadernados sobre una piel ina y estirada y medio recubiertos por cortes de laminas brillantes de mica, cuyos documentos con frases desusadas y textos compuestos revelaban detalles, datos y sucesos cronológicos del mundo antiguo occidental, parcialmente visibles o legibles, relejando en su mayoría una diversa forma escritural-. Aquí han adjuntado también, un almanaque náutico que parece indicar la posición del galeón y el momento en el que naufragó… -dijo apuntando a través de un pequeño gesto hacia la orientada colocación y determinada posición del almanaque respecto a los pergaminos que parapetaban dicho documento náutico-. -Sí… por el diseño y la forma gráica que guarda, es lo que releja. -Así es, aunque, a causa del estado del secular escrito, es casi indescifrable… La caligrafía que tiene es muy confusa… lo que veo sin embargo son algunas letras romanas. Deinitivamente, de momento no voy a poder leerlo ni descifrarlo muy fácilmente, al igual que los demás pergaminos que no cumplen con una uniformidad lingüística clara. Únicamente puedo ver en estos documentos, un orden y una claridad gráica en el tipo de numeración y escritura cronológica romana que parece relejar por la breve textura 110
visual… que además se acerca bastante hacia el presente próximo, el deseo de mantener puntualizadas diversas fechas y sucesos característicos de la antigüedad… tal vez históricos … -concluyó diciendo, mientras intentaba averiguar algún claro signiicado de dichos sucesos relejados a través de los textos inusitados-. -¡Deberíamos de guardar todo esto en un lugar seguro!… -Sí… tienes razón. Ahora trataré de pensar en ello, pero antes quiero obsequiarte con algo que tengo para ti. -¿Y qué es? -sonrió el huésped-. -Cierra los ojos… -De acuerdo. -¿Te acuerdas lo que te dije al principio, cuando nos hemos conocido… que algún día te regalaría un portentoso anillo brillante? -Sí, me acuerdo -sonreía nuevamente-. -Pues ha llegado ese día. Y ahora abre los ojos -dijo la extraña persona enseñándole el deslumbrante anillo de magniica armonía y majestuosa diafanidad-. -¡Es hermoso! -¿Vas a dejarme, por in, colocártelo? -Sí… me encantaría. -Déjame tu mano -aducía mientras colocaba inamente la portentosa gema reluciente y brillante en el elegido dedo anular del huésped-. Esta prestigiosa joya es un anillo cuya sutileza corona una perfecta unión… ¡La nuestra, frente a cualquier circunstancia! -airmó la extraña persona-. ¡Qué gran suerte poder regalártelo! -¡Gracias, es verdaderamente precioso! -replicó el huésped contemplando al mismo tiempo su elegante dedo anular adornado primorosamente-. La verdad es que este precioso y magníico regalo, no lo hubiese esperado ahora. Es una sorpresa muy agradable, para 111
siempre prodigiosa y memorable… Allí se quedaron sentados durante un rato, en el discreto marco del resplandeciente umbral de la proa del barco, mientras que percibían los destellos del servible espacio entornado, cuyo efecto luminoso dejaba traslucir rápidamente, la generosa reacción o las diversas facetas y posibilidades comprometedoras del espectáculo de la naturaleza o de la mente. -A pesar de todo nos hemos reencontrado… ¡Qué maravilloso! -El instinto me lo decía…-replicó la extraña persona-. -Yo tenía mis esperanzas…, había considerado esta posibilidad. -¡Sí!… -expiró audiblemente después de un breve acto de inspiración-. Sabía que serías la parte más íntima de mi savia existencial en algún momento de mi vida -sonriéndole sucesivamente-. -Se trataba de esto al inal. ¿No es así…? -dijo el huésped suspenso en un instante meditativo y prosiguiendo una vez pasados aquellos momentos de arrobamiento meditativo-: -Ahora tal vez deberíamos de pensar donde guardar este tesoro. Deberíamos de buscarle algún sitio seguro en alguna parte… un lugar secreto, para tenerlo oculto hacia las posibles miradas inoportunas e indiscretas, que podrían resultar amenazadoras… -susurró-. -Tienes razón, aunque no hay muchos lugares secretos por llamarles así, en este barco -dijo la extraña persona examinando rápidamente algún entorno propicio y seguro-. Yo propongo que por el momento cerremos los cofres de algún modo y los guardemos aquí, debajo de esta sencilla mesa. Además, ya el arco de por si al ser entrecerrado por estos largos velos y entrelazados hilos, esconde gran parte de esta abertura. Después, de vuelta a la isla podríamos 112
pensar que hacer con ellas. -Está bien, puede que estés en lo cierto. ¿Y qué haremos con el resto del tesoro… el que se ha quedado en el bajo fondo submarino? -Voy a dejarlo en el mismo lugar, -contestó la extraña persona al tiempo que junto al huésped había proseguido en cerrar los cofres y dejarlos en dicho ambiente secreto del arco empañado-. Todo esto lo que tenemos aquí tiene un valor inimaginable que solamente cogiendo un par de estos diamantes y un pequeño saco de estas monedas de oro nos beneiciaría para el resto de nuestras vidas. ¡Y aquí hay dos cofres!. Así que he pensado guardar para más adelante el resto del botín, dejándolo donde estaba, en los adentros del galeón pirata, ¿qué mejor paraje para guardarlo y mantenerlo oculto?... Eso sí, la próxima vez quiero que me acompañes. -¿Dónde, allí abajo? -Sí. -Bueno… a lo mejor -contestó el huésped guardándose una posible reacción totalmente airmativa-. -Ah… -rió sonoramente la extraña persona-. -¿Por qué estas riendo? Puedo hacerlo, sabes… -Y no lo dudo, además como iremos juntos será una magniica aventura. -Por supuesto que sí, pero antes me tendrás que enseñar como sumergirme a tanta profundidad. -Sí, esto desde luego que lo haré. Te hará falta saberlo… en in… Ahora lo mejor sería que nos fuéramos de aquí y que poco a poco regresáramos hacia el camino que el barco nos indique. -Entonces vámonos, dijo el huésped con aire de serenidad y placidez al levantar la vista hacia el sobresaliente escenario de la naturaleza que había a su alrededor. 113
En ese mismo momento, la extraña persona miró hacia el cielo despejado e inició la marcha del velero, girando juntos entre las relucientes olas de un mar pacíico y sosegado, cuyos ligeros matices y tonos azulados, relejaban de vez en cuando una mixtura de tonalidades turquesa y aguamarina, siguiendo en la línea que su brújula indicaba, en dirección hacia la isla coralina. Ambos miraban frecuentemente hacia la lejanía de los alrededores, contemplando con enorme deleite las predilectas vistas que ofrecía aquel arrebatador paisaje panorámico. El imponente velero continuaba su rumbo sobre el mar extenso y apaciguado, habiendo avanzado bastante hacia el sur, acercándose ahora a la costa oriental de la isla, desde donde se podía ver en la distancia no muy lejana, una discreta porción de tierra, perteneciente a una sobresaliente montaña cuya parte satinada y bruñida orientaba hacia el noroeste de la isla. El barco comenzó a virar hacia el suroesteoeste, aproando durante un tiempo en la misma dirección de la natural corriente, aproximándose poco a poco frente a un bello lugar desde donde todo podía ser visto. Al pasar a la misma altura del satinado monte y por su descollado recodo de piedra almagre, se presentaba una asombrosa costa, formada por estratos irregulares de textura granulosa y rocas silíceas con distinguidas vetas de ópalo de bello brillo irisado, cuyas colinas rocosas y acantilados distribuidos por los alrededores, tenían algunas líneas divisorias de extendidas partes que ofrecían grandes dunas elevadas, con inas manchas jaspeadas de pardo oscuro y rojo jaspe. Se encontraban a la deriva del sur oriente. Ambos estaban de pie y con sus miradas direccionadas frente a esa tierra reconocida, que favorecía a la intensiicación de todos sus deseos. -¿Dime, en qué piensas? -preguntó el huésped, mientras el 114
barco navegaba calmadamente con el buen viento, rumbo noroeste de la costa. -Pienso y siento que mi vida acaba de empezar, y que ahora me gustaría tocar todo tu cuerpo -decía sin rodeos, mirándole con un aire de indeinible magnetismo arrebatador. Sus ojos relejaban una formidable apetencia, añadiendo, al tiempo que tocaba la palma de su mano con una ligera caricia-. Imaginé esta escena, en tiempos anteriores. En el había un vergel de extasiadas sensaciones -susurraba, siguiendo y entregando en lo sucesivo un profundo gozo de insaciable amor salvaje y primigenio, y los dos, precipitados y fascinados por la belleza de sus cuerpos extendidos y desnudos, impulsaban exóticos escarceos inquietantes y amorosos. Con sus miradas eufóricas seguían incitándose, uniicando sus labios hasta alcanzar, una sublime forma de sensual gozo. Después seguían fusionados, envueltos en una exquisita humedad celestial, íntegramente impregnados de sus propios lánguidos besos, creando juntos un efecto etéreo de plena complicidad amorosa, en un profundo murmullo de sensualidad y ternura. Dentro de estos interminables minutos, la extraña persona acariciaba sus mejillas ruborizadas de su hermoso rostro, besando su cara feliz y sus labios rojos hasta la más etérea sublimación de los sentidos. Perdidos en las anchas del tiempo, habitaban en la exquisita holgura, entre suaves besos, sensaciones y secretos-. -Te amo -dijo el huésped. -¡Te amo más que nunca! -replicó la extraña persona-. El excelente velero navegaba muy apaciblemente moviéndose con imperceptibles y gentiles balanceos impulsados por la suave brisa del viento, quedando ambos abrazados y unidos en el castillo de la proa, mientras que se dulciicaban con el aire de brisa fresca 115
proveniente de alta mar. Había una silenciosa calma y una quietud favorable, escuchándose levemente el suave murmullo del mar de cuya exquisitez se apoderaban los sensuales silbidos, suspiros y encantadoras sonrisas que relejaban la completa alegría de ambos. Y así continuaron prevaleciendo en el reposo de aquel tranquilo ambiente de memorables escenas por unos extravertidos instantes, olvidándose por completo de sus planes futuros, hasta que la brisa del viento les acercó hacia la fascinación de nuevas tierras bajas. Percatándose de esas nuevas crestas de montes, cabos y tierras prístinas de la isla coralina, la extraña persona se acercó al estribor de la proa para poder disfrutar con mayor encanto de las espléndidas vistas: -¡Ven! Te mostraré algo -exclamó observando el maravilloso panorama con apacible gloria-. El relieve poseía un considerable patrimonio, con un fondo de tierras fértiles y suelo arcilloso de arena rojiza, el cual quedaba diluido por playas de arena con tonalidades ocre que quedaban a la percepción en primer plano. -Ya estamos en la parte noroeste de la isla. Es increíblemente feraz. Puedes sentir como estaremos nosotros… allí… juntos… Es nuestra única orbe de nuestro emprendedor destino inmortal. -Sí… ¡Es paradisíaco! -exclamó el huésped mientras contemplaba desde el castillo de la proa todo el onírico paisaje que ensalzaba una fabulosa gloria, y aquel dominante irmamento de especial tonalidad ocre, cuyo polvo extraino, persuasivo y brillante estaba enrollando un nuevo destino. Dicho nuevo destino de los amantes cuyos designios quedan aún inescrutables, es el idílico resultado del reencuentro a priori, por medio del llamamiento del pez: 116
No te dejaré alma mía Y sé que tu capricho es el estigma de un pez En el cheslón de arena Fija es tu cara morena Siembras aroma y “tal vez”
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