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Spanish; Castilian Pages 256 [175] Year 2022
Índice Portada Sinopsis Portadilla Dedicatoria ¿De qué van las páginas que siguen? I. 2019 II. 2023 III. 1785 IV. 2030 V. 2046 VI. España VII. Final Cronología Anexos Tres entrevistas
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SINOPSIS ¿Cuál es el futuro económico y social que nos aguarda el día en que la covid-19 solo sea un recuerdo? ¿Qué pueden esperar los pensionistas, los empresarios, los jóvenes y los niños? ¿Cuáles son las claves para sobrevivir más allá de la pandemia? A estas preguntas acuciantes responde el nuevo libro del autor de El crash del 2010, una obra que le hizo instantáneamente popular por sus aciertos y su gran capacidad divulgativa y comunicativa. Santiago Niño-Becerra fue uno de los primeros economistas mundiales que alertó de que se avecinaba una crisis de características sistémicas comparables al crash de 1929. Ahora en Futuro, ¿qué futuro? hace un ejercicio comparable de predicción a largo plazo. Basándose en los mejores estudios de proyección de la OCDE y otros think tanks prestigiosos, Niño-Becerra se atreve a extraer conclusiones. Nos aguardan cambios muy notables, muy graves para la ciudadanía. La economía mundial y la vida de las empresas y los trabajadores estarán determinadas por los avances tecnológicos que puedan reemplazar a las personas y por el crecimiento desmesurado de los oligopolios. Esto traerá consecuencias impensables: el final de la idea de que un trabajo es para toda la vida y el hecho de que las grandes corporaciones no solo generarán más PIB, sino que también tendrán más poder que muchos Estados y absorberán incluso sectores como el de la banca al convertirse ellas mismas en operadores financieros globales. Este libro es un aviso serio. Y su lectura, una necesidad.
SANTIAGO NIÑO-BECERRA
Futuro, ¿qué futuro? Claves para sobrevivir más allá de la pandemia
Para Lourdes, Pol, Montse y Lúa
¿De qué van las páginas que siguen? ¿Cómo se lo tomó? RESPUESTA: El mercado del cine, hoy, es chino. (...) Para los festivales esto significa estar bajo una autocensura o bajo censura de China (...). Allí, solo el Estado compra. No estamos hablando de un país occidental, donde hay agentes privados. Pero incluso la industria del cine en Occidente se negó a proyectar mi película. No pueden perder aquel mercado. No es algo que esté bien o mal. PREGUNTA : Entonces ¿qué es? RESPUESTA: Occidente está totalmente colapsado con la necesidad de capital y por la búsqueda de beneficios. Han abandonado las libertades y otros argumentos. PREGUNTA: ¿Cómo cree que afectará la pandemia a la libertad de expresión? RESPUESTA: La cosa empeorará en todo el mundo. Solo se permite que se diga lo que ellos aceptan. Nunca te dejarán decir algo realmente crucial o cuestionar lo establecido. PREGUNTA: ¿Sufrirá la democracia cuando pase la pandemia? RESPUESTA: La ola de 30 o 40 años de democratización está llegando a su fin. Si te fijas en lo que sucede en Brasil o en Estados Unidos, y en tantos otros países, ves que hay un enorme retroceso en la idea del Estado liberal. Muchos de esos países están en crisis, dejando un espacio enorme a los regímenes autoritarios. PREGUNTA:
Ai Weiwei, artista chino perseguido en su país y autor del documental Coronation , en el que aborda el confinamiento de la ciudad de Wuhan y cuya proyección no ha sido programada en los grandes festivales. Entrevista realizada por Jamil Chade, «Occidente está perdiendo sus valores», El País Cultura , 22 de marzo de 2021
Estas páginas tratan de lo que es posible que suceda mañana, cuando el virus se halle controlado y la covid sea «una gripe más». De los cambios que ya están empezando a vislumbrarse. De las consecuencias de tales cambios. De las implicaciones de tales consecuencias.
Algunas, algunos, dirán que las páginas que siguen son pesimistas; de hecho, más de dos y más de tres me califican de «pesimista». Pero es que, si lo piensan, es imposible que «lo que viene» sea alegre, al menos que lo sea para todos y no solo para una minoría. Lo que viene va a llegar después de una pandemia incrustada en una crisis que comenzó hace quince años y en una fase que ya ha durado ocho, en la que la economía ha estado dopada por las anfetas financieras que los bancos centrales han ido inyectando en el tejido económico, a fin de sostener una realidad que se ha hecho adicta a tales inyecciones. Y es ahora cuando esa adicción va a desaparecer, porque tiene que desaparecer. En los años comprendidos entre 2023 y 2030 será necesario realizar los ajustes precisos para recorrer la última fase del Sistema Capitalista en un momento en el que el Capitalismo ya está en declive, al haberse casi agotado la razón de su existencia: ¿ven ustedes hoy mucho individualismo?, ¿ven a empresas compitiendo a muerte para dominar un subsector económico o una zona geográfica?, ¿ven a Estados potentes ejerciendo su poder sobre compañías díscolas y encauzándolas por la senda de la soberanía nacional? No, ¿verdad? Y esos ajustes que ahora son imprescindibles van a resultar, como dicen las grandes empresas cuando reducen sus plantillas, «dolorosos pero necesarios». Entre otras razones porque en esta fase deberá ir preparándose el nuevo sistema que sucederá al Capitalista cuando este finalice. Y eso no puede ser alegre: recuerden el período 1770-1815. Fue muchas cosas, pero alegre... Al igual que en mis obras anteriores, mis agradecimientos a todas aquellas y aquellos que, de forma directa e indirecta, incluso de manera inconsciente, han contribuido a que pudiera gestar y escribir estas páginas: las que siguen. Vilassar de Mar, marzo de 2022
I 2019 Los jóvenes nacidos después de los noventa, entre la crisis de 2008 y la pandemia, tenemos trabajos precarios, si los tenemos; convivimos con desahucios de vecinos y nuestra realidad no tiene nada que ver con la promesa del Estado de bienestar de que si te esfuerzas llegas a donde quieres, la falacia de la meritocracia. (...) No tenemos futuro y tienen la desfachatez de pedirnos que seamos pacíficos y no tiremos contenedores. Núria Martí, historiadora, 25 años, trabaja de camarera. Es la portavoz nacional de Arran (organización juvenil de la izquierda independentista catalana). Citado por Alfonso L. Congostrina, «Hay mucha rabia y un cúmulo de problemas», El País , 21 de febrero de 2021
Estamos en verano de 2019. Los políticos, independientemente de su color y del país o la zona en la que se mueven, ven las cosas de la economía bastante bien a pesar de que, desde el otoño del año 2018, todos los organismos internacionales, especialmente el FMI, están alertando de que se están agotando los efectos estimulantes de las inyecciones en el sistema de cientos de miles de millones gratis o a precio real negativo; otras voces, entre las que incluyo la mía, insisten en las perniciosas consecuencias de que la economía de los países desarrollados, y no solo la de estos, continúe funcionando en un estado de dopaje que se prolonga de forma generalizada desde el año 2012. El problema es que nadie quiere que se lleven el ponche en medio de la fiesta; más aún, nadie se atreve a hacerlo, porque los rumores que se propagan sobre la posibilidad de que en el segundo semestre de 2020 los bancos centrales puedan empezar a retirar
estímulos (vía aumentos en los tipos de interés) provoca oleadas de temor que llevan a caídas en los índices bursátiles, unas cotizaciones absurdamente elevadas para el estado en que se encuentra la economía real y que no se sabe hasta qué punto están infladas por estos estímulos. Si a eso se añade una deuda pública preocupantemente elevada (a pesar de los desmentidos de algunos expertos que quitan hierro a la deuda debido a su bajísimo precio), el panorama cuando comienza el otoño del año 2019 es bastante plano. Para entonces empiezan a llegar noticias de un virus de la familia SARS que «ha aparecido»/«ha sido detectado»/«se ha localizado» en la ciudad de Wuhan, en la China central. Detengámonos un momento. ¿En qué situación nos encontrábamos cuando irrumpieron esos tres meses que van de octubre a diciembre de 2019? 2002- 2007: LA OBTENCIÓN DEL ÚLTIMO RENDIMIENTO POSIBLE La dinámica histórica evoluciona linealmente: no existen roturas aunque parezca que se producen discontinuidades; todo tiene un curso predeterminado y lo siguiente deriva de lo anterior. El presente es como es porque el ayer fue como fue. Aparecen nuevas necesidades que son consecuencia de cambios en el comportamiento, en las maneras de pensar, de los descubrimientos que se producen en el mundo de la ciencia, de los problemas que tienen que resolverse; y ello desencadena avances en los modos de hacer. El Sistema Capitalista es paradigmático de lo dicho en el párrafo anterior, pero, por primera vez desde la aparición del Homo sapiens , la tecnología desempeñó un papel fundamental en el nacimiento y la evolución del Capitalismo: eso permitió, en un grado jamás alcanzado antes, obtener mayor output del valor de los inputs que se requerían en el proceso. Ello fue posible gracias a un avance
científico que tuvo lugar un siglo antes y al que casi inmediatamente se dio una aplicación práctica. Al mismo tiempo, los beneficios fueron llegando a aquella burguesía que reinvertía casi todo lo que ganaba. El Capitalismo fue evolucionando, sofisticándose y complicándose: para obtener beneficios ya no era suficiente con producir. Las exigencias de inversión fueron creciendo y la competencia aumentando. Paradójicamente, las posibilidades de ganancia se fueron reduciendo, al igual que las oportunidades. El último paso se dio cuando la alternativa fue conceder créditos a quienes nadie se los daba hasta entonces, poniendo como garantía un bien esencial cuyo precio, según decía la máxima, nunca bajaba: la vivienda. El siglo XIX fue el siglo de la máquina; el XX , el de la técnica; el XXI será el de la tecnología. El siglo XIX fue el siglo de la manufactura; el XX , el de la producción, y el XXI será el de la eficiencia, lo que supone ir un paso más allá de la productividad. La productividad busca producir la cantidad conveniente en cada momento, con los menores costes posibles; la eficiencia, además, tiene objetivos conceptuales, como mejorar el entorno y el medio ambiente con un aprovechamiento ecológico. El siglo XIX fue el siglo del obrero; el XX , el del trabajador empleado; el XXI será el del colaborador por cuenta propia a conveniencia y el de los elementos integrados en la estructura. A medida que el Sistema Capitalista ha ido avanzando y evolucionando, han ido estableciéndose vínculos más livianos entre sus elementos. Más livianos, no necesariamente más tenues. Y más inmateriales. El número de protagonistas se ha ido reduciendo y su poder aumentando: banca, logística, plataformas de distribución, líneas aéreas y automovilísticas... Esto ha tenido diversas consecuencias y ha provocado un único impacto: la quintaesencia del Capitalismo, la libre competencia, ha ido declinando a medida que la concentración de capital crecía.
En el período comprendido entre los años 1995 y 2005 se forjaron los mitos. En el año 1995 comienza oficialmente la masificación de Internet (de una forma que hoy nos haría sonreír: ¿recuerdan aquellos módems conectados a la toma del teléfono?). Entre 1999 y 2001 fue alimentándose la burbuja puntocom. Muchísimas empresas vinculadas a Internet desaparecieron, pero algunas sobrevivieron y se transformaron en lo que hoy son. Puede que uno de los ejemplos más emblemáticos de lo que digo sea Amazon. La facturación de esta plataforma en el año 2020 alcanzó la cifra de 385.000 millones de dólares (para que se sitúen: el 34 % del PIB de España) y sus beneficios llegaron a los 22.300 millones. Pero no siempre ha sido así. El gráfico que sigue muestra el volumen de facturación y el de beneficios de Amazon entre 1995 y el 2004. En el año 1995 la empresa facturó 511.000 dólares y perdió 303.000. De hecho, hasta el año 2000 Amazon siguió el perfil de muchas de las puntocom de aquellos años: cuanto más vendían, más perdían y, a la vez, más crecía el valor de sus acciones, porque se dedicaban a quemar dinero a fin de hacerse con una cuota de mercado y fidelizarla. Pocas lo consiguieron, ya que, aunque la cantidad de fondos disponibles para quemar era importante, no todo consistía en eso. Aun así, el fenómeno demuestra los derroteros que estaba siguiendo el Capitalismo en aquellos años. De hecho, las puntocom fueron el último conato de verdadero Capitalismo: un festín de producción, ventas y cotizaciones bursátiles que pretendía revertir una situación de declive iniciada en 1991. El siguiente intento ya fueron las subprime: el paso antes del crash. (El éxito de Amazon se ha sustentado en dos elementos: de vender libros y CD de música a vender absolutamente de todo dando cabida a empresas externas; también se ha debido a una inversión constante y permanente en tecnología. Volveremos sobre esta empresa.)
Fuente original: The New York Times /El País , 28 de julio de 2005. (Cifras en miles de dólares americanos.)
2007- 2023: CRISIS: CONSTRUCCIÓN E IMPLEMENTACIÓN DEL NUEVO MODELO Manuel Castells, auténtico referente de las TIC (su obra de 2001 La Galaxia Internet: Reflexiones sobre Internet, empresa y sociedad fue uno de los primeros tratados que anticipó los cambios que provocarían todas esas innovaciones que aparecieron en aquel mundo entonces tan nuevo), dijo en una entrevista publicada en Ciberp@ís el 19 de abril de 2007: «En realidad lo que la gente llama futuro es el presente, lo que ocurre es que lo ignora». Algo se estaba palpando desde el inicio del año 2007, era como una especie de final. El 1 de agosto el banco estadounidense Bear Stearns declaró en quiebra dos de sus hedge funds . Seis días después, el 7, el banco francés BNP Paribas decide congelar tres de sus fondos de inversión. Y entre el 30 de agosto y el 1 de septiembre, en el simposio anual de Jackson Hole, organizado por el Banco de la Reserva Federal de Kansas City y en el que participan representantes de bancos centrales, ministros de
finanzas, figuras destacadas del sector financiero y economistas de todo el mundo, el economista e inversor Paul McCulley introduce el concepto de «banca en la sombra» (shadow banking system ), al que definió como el «conjunto de entidades financieras, infraestructura y prácticas que sustentan operaciones financieras que ocurren fuera del alcance de las entidades de regulación nacionales». A esta definición responderían los hedge funds , los fondos del mercado de capitales y vehículos de inversión estructurados. En agosto del año 2007 comenzó a hacerse visible el agotamiento del modelo que se instauró tras la Segunda Guerra Mundial y que había sustituido al que entró en crisis en 1929, cuando el modelo anterior también empezó a dar signos de agotamiento. Estructuralmente, ambos momentos fueron muy semejantes; la manifestación no. En 1929 la crisis estuvo relacionada con la producción: la oferta era mayor que la capacidad de demanda; mientras que en 2007 la causa de la crisis fue financiera: créditos sin medida imposibles de devolver y empaquetados en productos ininteligibles e indescifrables que se negociaron en los mercados de todo el planeta. Algo en común de ambas crisis: la hiperespeculación en los años anteriores a la manifestación del agotamiento. Hacía ya tiempo que no se cumplía la máxima que había imperado en el Capitalismo durante el siglo XIX : «El ganador se lo lleva todo», y que había conducido a la promulgación en 1890 de la Sherman Antitrust Act para limitar el monopolio de facto de la Standard Oil Trust de Rockefeller, pero extensible a todos los intentos monopolistas. Ni en 1929 ni en 2007 se daban aún situaciones que pudieran apuntar claramente a la formación de monopolios u oligopolios, pero sí ha ocurrido este fenómeno a medida que se ha ido avanzando en la crisis a partir del crash de 2010.
A lo largo de la década de 2010 empezó a dibujarse, de forma generalizada, una creciente tendencia hacia la colaboración y la cooperación incluso entre competidores, pero, a la vez, también comenzó a manifestarse de forma diáfana una tendencia hacia el oligopolio, que recordemos que es innata al Capitalismo. De hecho, puede decirse que la fase de colaboración ya se ha completado. Hoy quienes están ganando la partida ya se lo están llevando casi todo. Este es el dato: la suma de la facturación anual de las cincuenta mayores compañías del mundo equivale al 25 % del PIB del planeta. Son los ganadores, aunque no se lo hayan llevado todo porque aún hay que camuflar las cosas y pintarlas con tonos pastel: aún. En estas, llega el virus y la posterior pandemia. 2023- 2065: EL NUEVO MODELO Y EL DECLIVE DEL CAPITALISMO ¿Qué papel ha desempeñado en todo esto el SARS-CoV-2? ¿Qué implicaciones va a tener? ¿Qué consecuencias provocarán los cambios que su llegada ha ocasionado/forzado? La covid no ha sido una epidemia más. Aquel «nada volverá a ser como antes» que se dijo a los pocos meses de que empezase a expandirse por el planeta, es/está siendo/será totalmente cierto: la percepción de la realidad; la certidumbre de que nada es permanente; la elusión de problemas; la búsqueda de bienestar; la relocalización de producciones a partir de la hiperautomatización de procesos y la deslocalización de lugares de trabajo humano... son solo algunos de los efectos que el virus ya ha generado en el sistema. El virus ha sido el punto final de la crisis iniciada en el año 2007 y el punto de inicio del nuevo modelo, porque, en realidad, no ha traído nada que no existiese: los métodos y operativas que se están implementando, los desarrollos en los que se está trabajando, las evoluciones que están dibujándose, en realidad, ya estaban ahí. El virus ha superacelerado la implementación de los cambios que ya
estaban llamando a la puerta y los ha adelantado, posiblemente entre cinco y siete años. Es decir, ha actuado de turbo, con una ventaja para aquellas personas físicas y jurídicas a quienes estos cambios podían beneficiar. Me refiero a que la resistencia a su aplicación está siendo mucho menor de la que hubiese habido sin la pandemia. La razón hay que encontrarla en la panoplia de necesidades que el virus ha traído consigo y que van desde la sensación de emergencia a la búsqueda de seguridad, y que modificará sin duda aspectos sociales relacionados con la libertad individual y las garantías personales. La «recuperación de la normalidad» —el volver al año 2019, a la situación anterior al inicio de la pandemia— está siendo comparada por algunas voces a lo sucedido después de la Gripe Española (1918-1920), cuando se abrió, tras la Primera Guerra Mundial y la recesión de la posguerra, un período de bonanza económica conocido como los Felices Años Veinte. En realidad, tal período fue bueno para Estados Unidos y para algunas empresas y familias muy concretas. El consumo aumentó porque se generalizó la venta a crédito y Estados Unidos se convirtió en proveedor de capitales para una Europa muy negativamente afectada por la guerra. Esto llevó a que, sobre todo en Estados Unidos, se fuese generando una espiral especulativa a nivel bursátil debido a la cual el valor de las acciones se despegó muchísimo del valor real de las compañías cotizadas, lo que originó a lo largo de los años veinte el germen de lo que constituiría el crash de 1929. Como consecuencia del modo de hacer económico que caracterizó a estos años, uno de los factores que aumentó exponencialmente fue la desigualdad: en ausencia de ese amortiguador social y económico que años después supondría la clase media, y sin un conjunto de políticas públicas orientadas a paliar las carencias sociales (recordemos el principio de la Mano Invisible: la existencia de una tendencia automática que retornaba los mercados al equilibrio en caso de producirse una distorsión, lo
que hace prescindible la intervención humana), la parte más rica de la sociedad acumuló renta y riqueza debido al control creciente que esas minorías ejercían sobre el capital y los medios de producción. En el siguiente gráfico puede verse el nivel de riqueza, en porcentaje sobre el total, ostentado por el 1 % de la población estadounidense más rica.
Fuente original: Robert B. Reich, Universidad de California, Berkeley, The State of Working America , Economic Policy Institute; Thomas Piketty, Paris School of Economics, y Emmanuel Saez, Universidad de California, Berkeley; Census Bureau, Bureau of Labor Statistics y Reserva Federal; The New York Times , 4 de septiembre de 2011.
La «normalidad», pero ¿qué normalidad? Cuando tras el estallido de la pandemia comenzaron a imponerse restricciones en aforos, distancias entre personas no convivientes en lugares públicos y privados distintos del hogar, y se decretó la obligación de llevar mascarilla cubriendo la boca y la nariz, se habló de que se había entrado en una fase de «nueva normalidad» y no se dieron plazos exactos para regresar al momento anterior: a la normalidad. A medida que la inmunización vía vacunación o contagio fue reduciendo los niveles de transmisión, y también el número de
ingresos hospitalarios, fueron suavizándose las restricciones (con las episódicas reimplantaciones de algunas de ellas) y empezó a hablarse del retorno a la normalidad. Pero ¿esa normalidad cuajada de teletrabajo, con un gran número de personas, muchas de ellas jóvenes, afectadas por los confinamientos y por la obligatoriedad de las distancias sociales, y con incontables rentas del trabajo estancadas, tras las profundas modificaciones llevadas a cabo por bastantes compañías, verdaderamente se corresponde con aquella normalidad de 2019 que desarboló la llegada del virus? Pienso que no. Pienso que aquella normalidad fue erradicada por el virus, que las restricciones implementadas durante la pandemia han supuesto una normalidad transitoria durante la cual se han ido dibujando las características y los elementos definitorios de una nueva normalidad que será la característica del nuevo modelo vigente cuando la crisis definitivamente finalice. La idea de esta nueva normalidad fue expuesta a nivel institucional por el entonces presidente del Deutsche Bank, el suizo Josef Ackermann, en unas declaraciones realizadas el 5 de septiembre del año 2011. Con este concepto, nacido entre marzo y abril de 2010, el presidente del banco se refería a una situación de alta volatilidad e incertidumbre que afectaba a los mercados y al sector financiero como consecuencia de la vinculación existente entre deuda —pública y privada— y el negocio bancario, y que él relacionaba tanto con elementos macroeconómicos: consumo, ahorro, inversión y déficit, como microeconómicos: mora e impago crediticio. Pero el trasfondo que subyacía a esa idea era extrapolable a otra clase de situaciones, y pienso que se ajusta bien al período que comenzará con la llegada del nuevo modelo y que ya se está vislumbrando. La nueva normalidad se caracteriza por la inestabilidad social de las personas físicas y jurídicas. A diferencia de la situación vivida entre finales de la Segunda Guerra Mundial y mediados de los años setenta —e incluso hasta finales de la década de los ochenta—,
cuando la estabilidad en el empleo, en la inversión y en las decisiones familiares era la norma, el incremento de la flexibilidad y la movilidad del capital ha llevado a la incertidumbre en el trabajo: «Hace dos décadas, una acción estaba unos cuatro años en manos de su dueño. Hoy la media es de 22 segundos», explicaba Rainer Voss, alto directivo de un gran banco hasta 2008, comentando el documental Master of Universe en un artículo donde denuncia y muestra las prácticas del sistema bancario. (Gregorio Belinchón, «Confesiones de un banquero arrepentido», El País , 18 de mayo de 2014.) Esa normalidad ya no existía cuando el virus comenzó a extenderse entre finales de 2019 y principios de 2020. Durante los momentos más álgidos de la pandemia se produjo una cierta estabilidad debido a las restricciones —e imposiciones— sanitarias, laborales y administrativas, pero a medida que se fue profundizando en las desescaladas —recordarán que hubo varias— y las regulaciones crecían —certificado europeo de inmunización—, también lo hacía la incertidumbre, sobre todo entre los jóvenes y las personas afectadas o potencialmente afectadas por los previsibles recortes en el gasto público a fin de reducir los abultados déficits en los que han caído los Estados a fin de sostener la economía (y que se han sumado a los déficits que algunos países ya mostraban antes de la llegada del virus, caso de España). Puede considerarse que la mutabilidad será máxima según convenga. Jamás se volverá ni a la normalidad de los años sesenta, ni por descontado a la normalidad especulativa de los 2000. La normalidad, cuando el virus haya pasado, consistirá en vivir en una sociedad sesgada, con un desempleo estructural significativo y, sobre todo, un subempleo muy elevado como consecuencia de una demanda de trabajo según necesidad, y una creciente desigualdad provocada por la concentración de riqueza como consecuencia de la concentración de capital que ya se está produciendo.
La clase media, amortiguador social por excelencia desde la Segunda Guerra Mundial, comenzó a experimentar un retroceso a partir de los años ochenta e irá declinando aún más una vez que han desaparecido las razones que llevaron a su implantación: la Guerra Fría y la compra de la paz social. Manifestaba el sociólogo Zygmunt Bauman en 2014: «Es evidente que las clases medias se están empobreciendo. Podemos hablar más de precariado que de proletariado . O sea, viven en una situación cada vez más precaria. Lo importante es que grandes sectores de las clases medias pertenecen ahora al proletariado, que se ha ampliado. Aunque hoy tengan trabajo ha desaparecido la certeza de que puedan tenerlo mañana. Viven en un estado de constante ansiedad». («Zygmunt Bauman y los tiempos de liquidación», Lola Galán, El País Babelia , 18 de enero de 2014.) Por lo que, en un escenario de demanda de trabajo a la baja y búsqueda creciente de la productividad, la única manera de compensar esta situación será implementando lo que puede denominarse el Trinomio Social: renta básica, marihuana legal y ocio gratuito. Solo hay que observar los diversos experimentos que en varios países se están llevando a cabo con muestras sociales en relación con la implantación de una renta básica; la creciente legalización de la marihuana incluso en países que hasta época reciente habían manifestado una frontal oposición a ella; y el progresivo abaratamiento del acceso a canales de televisión de entretenimiento. Existirá lo normal como contraposición a lo estable. Lo normal para las nuevas generaciones será crecer en la inestabilidad y en la incertidumbre. En un escenario como el descrito, posiblemente uno de los cambios que más sorprenderían a legisladores y responsables de empresas de las décadas anteriores será la progresiva desaparición de la, al menos nominal, libre competencia. Desaparecerá porque, como ya se ha comentado, de forma natural el Capitalismo tiende al
oligopolio; de hecho, en el Capitalismo posterior a 2023 esta será la evolución natural y asumida de un sistema cuya expresión más característica serán las cada vez mayores corporaciones globales. Paradójicamente, este reencuentro del Sistema Capitalista con su tendencia natural supondrá el inicio imparable de su declive. Habrán sido décadas y décadas de esfuerzo hasta alcanzar su meta: el dominio de los mercados de forma cuasi monopolista le hará perder el espíritu que le ha estado impeliendo en esa dirección, por lo que, una vez alcanzado el objetivo, el sistema se habrá agotado. Los baby boomers y la Generación X han visto un modelo de protección social, un Estado potente que de manera implícita les decía: «Pórtate bien y te protegeré». Este simple esquema fue diseñado por el Capitalismo y los Estados siguiendo las ideas expresadas por Rousseau en El contrato social , convenientemente adaptadas a cada momento según un esquema en el que el gasto público se financiaba a través de los impuestos buscando una cierta redistribución de la riqueza. En esta nueva normalidad, las generaciones futuras tan solo van a contar consigo mismas. De momento, los cambios. «El virus nos cambiará la vida» fue una de las frases más oídas durante 2020. Esta frase y sus variantes mostraron un nivel de percepción elevado por parte de la ciudadanía: en el empleo, la movilidad, el cómo se consume, los procesos de digitalización de bancos, entidades administrativas y pymes, el grado de asunción y aceptación de la tecnología, la sensación de debilidad y de dependencia. La tecnología, las plataformas en Internet, las posibilidades de la digitalización, todo eso ya estaba ahí, pero la llegada del virus ha supuesto que tomáramos mayor conciencia de toda esa panoplia de herramientas y posibilidades, a la vez que indirectamente se haya asumido que ya no vaya a tener marcha atrás. Los hospitales no van a volver a acoger masas de personas esperando visita; la mayoría de los servicios públicos no van a recibir diariamente a miles de ciudadanas y ciudadanos en busca de
atención y consulta; una gran parte de las decenas de miles de empleadas y de empleados que diariamente ocupaban los centros de oficinas y de negocios de las ciudades no van a volver a sus antiguos edificios; y bastantes de los miles de estudiantes que poblaban los campus universitarios, sobre todo los de los últimos cursos, tampoco volverán. Con las implicaciones que eso tendrá sobre los servicios de restauración y los comercios próximos a esos hospitales, oficinas y centros educativos. El virus ha puesto de manifiesto que las cosas pueden hacerse de otras maneras. Estos cambios no van a ser revertidos; de hecho, van a ir a más, porque se ha demostrado que con este sistema la productividad no solo no desciende, sino que crece: el 4 % en Estados Unidos entre las trabajadoras y trabajadores que estuvieron realizando sus tareas online durante el tiempo de confinamiento. ¿La pérdida de socialización? ¿La sensación de aislamiento? Evidentemente será precisa una nueva actitud y un nuevo modo de encarar los problemas, de comunicación, de motivación de las y de los profesionales (o bien de incentivo de la automotivación). Pero no hay marcha atrás. Esta operativa de trabajo ha llegado para quedarse: sencillamente, porque es más eficiente.
II 2023 Ante cuestiones como la manipulación genética no hemos despertado todavía porque va todo muy rápido, no hemos reflexionado lo suficiente: será muy positivo para combatir el hambre o las enfermedades, pero si vamos a mejorar a los niños, por ejemplo, entraremos en un sistema de meritocracia salvaje; estamos en un umbral parecido al de la Revolución Industrial, y habría que evitar algunos errores tremebundos que se cometieron entonces. (...) La inteligencia artificial eliminará muchísimo empleo que hoy es también de la élite académica e intelectual; más que desempleo puede haber postempleo y eso me parece más urgente e inquietante que debatir si los robots se harán los amos del mundo. Kazuo Ishiguro, Premio Nobel de Literatura en 2017, comentando su nueva novela Klara y el Sol , donde Klara es una amiga artificial especializada en el cuidado de niños. Entrevista realizada por Carles Geli, «La manipulación genética puede traer una meritocracia salvaje», El País Cultura , 9 de marzo de 2021
ESTAMOS EN 2023 Estamos en 2023. La pandemia que asoló el planeta entre finales de 2019 y mediados de 2022 ya solo es una enfermedad estacionaria como la gripe común, y las vacunas —que primero fueron más bien medicamentos que conseguían que quienes se contagiaban pasasen la covid de forma asintomática o con síntomas muy leves— ya se han convertido en auténticas vacunas que protegen del contagio. Las rigideces que se dieron en los mercados de commodities — que afectaron a los suministros de muchas compañías— terminaron este año en mayor o menor medida. Y puede decirse que
desaparecieron completamente el año anterior, incluida la caída en la oferta de chips; de hecho, a lo largo de 2021 y de parte de 2022 la falta de commodities llevó al cierre de numerosas compañías industriales y de servicios, lo que provocó la reducción de la capacidad productiva instalada e infrautilizada, así como la desaparición de empresas inviables, las conocidas como «empresas zombis». La crisis iniciada en 2007 ya está totalmente finalizada, y el modelo que va a sustituir al que entró en colapso dicho año ya se halla totalmente implementado. ¿Qué podemos observar en la calle de este 2023 si nos asomamos a la ventana? A nivel social se ha generado un abismo entre los de arriba y los de abajo mientras se acentúa la progresiva desaparición de la clase media. Y por segmentos de edad, los jóvenes, con diferencia, han sido los más afectados por las elevadísimas tasas de desempleo y subempleo que padecen. También afecta a aquellas personas mayores de 50 años de edad que tienen un inadecuado nivel de cualificación en términos de demanda de trabajo, y que todavía están muy lejos de la edad de jubilación, que no tienen ahorros o son muy escasos, y que carecen de capacidad para reciclarse profesionalmente, pues se ven obligadas a aceptar ocupaciones marginales y puntuales a fin de complementar la insuficiente renta básica, que se va extendiendo en muchos países. En el año 2013, llegó a las pantallas el cortometraje Los años dirán, dirigido por Andrea Jaurrieta; una frase dicha por la protagonista martillea periódicamente en mi mente: «Nos educaron para creer que llegaríamos lejos, y lo peor es que nos lo creímos». La Generación Y (1984-1995) tendrá, en 2030, entre 35 y 46 años. Es la llamada «generación perdida», un calificativo que encuentro bastante inapropiado porque en nada se asemeja a la verdadera Generación Perdida: aquella que alcanzó la mayoría de edad durante la Primera Guerra Mundial y que se sintió absolutamente perdida en el período de entreguerras: 1918-1939.
La Generación Y, la que forman las y los millennials , es la generación puente entre la X (1964 -1984), una generación que ya tuvo que convivir con el hecho de que empezaba a no haber demanda de trabajo para toda la oferta de trabajo existente, por lo que el «montar algo por tu cuenta» (lo que a partir de 2007 se denominó, tampoco muy acertadamente, «emprendeduría») se convirtió en algo habitual; y la Z (1996-2008), una generación que ya no ha tenido acceso a todo lo que deseó y que se ubica en un contexto cada vez más digital, aunque sus miembros no lo sean verdaderamente porque no alcanzan el nivel necesario, y esta es una generación con un elevado desempleo juvenil y unas expectativas cada vez más limitadas. Las y los millennials forman en realidad la generación quemada; la generación experimento; la generación «Búscate la vida»; la generación que tiene que oírse decir: «Aquello que os prometimos no es posible»; la generación con la que se han ensayado diversos parámetros del cambio de modelo. En España, muchos de sus integrantes son hijas e hijos de baby boomers : «Llegaréis lejos», se les dijo, y se lo creyeron, porque muchos de quienes se lo decían habían logrado efectivamente llegar lejos. De hecho, cuando la crisis se manifestó en 2007 sus edades oscilaban entre los 12 y los 23 años: el inicio de la adolescencia y el fin de sus estudios universitarios o profesionales avanzados. (Vale la pena leer el artículo de Marc Fortuño «Triple golpe para los millennials : la generación perdida», El País , 9 de julio de 2021.) A nivel económico (si es que es posible realizar una distinción entre lo económico y lo social) se va formando otro abismo entre las cada vez mayores corporaciones y las pymes, que se han visto convertidas en satélites de aquellas, a no ser que su nivel de especialización sea tan intenso y su tamaño tan mínimo que tengan cabida como elementos libres en la galaxia económica global. ¿Global? Pero ¿no se dijo en 2020 que la globalización iba a menos por la dependencia productiva que creaba en relación con los países a los que se había deslocalizado la fabricación, y que debía
imponerse una relocalización? Bueno... cierta relocalización se produjo y salió rentable, ya que la robotización de los procesos productivos se disparó, pero, una vez desinfladas todas las tensiones políticas que enrarecieron el comercio internacional entre 2016 y 2020, los intercambios productivos y comerciales internacionales repuntaron. LAS NUEVAS CARACTERÍSTICAS Y LAS NUEVAS HERRAMIENTAS Ni 1950 es 1925, ni 2030 será 2002. En 1950, acabada la Segunda Guerra Mundial y una vez finalizada la crisis de posguerra, el nuevo modelo que sustituyó al que colapsó en la Depresión llevó a la economía en un rally ascendente durante veinticinco años, pero los años cincuenta y los sesenta no fueron unos Felices Años Veinte. No hubo nada artificial en el crecimiento de los años cincuenta y sesenta: fue crecimiento de PIB real sin especulación. Tampoco 2030 será 2002. En el año 2002 se venía de una recesión tras el pinchazo de la burbuja puntocom y había ganas de obtener beneficios de forma rápida; en 2030 se habrá salido de una crisis sistémica de quince años y se estará funcionando con un modelo nuevo. En 1925, adonde no llegaba la productividad lo hacía la especulación; y había mucho de ficticio en aquel crecimiento, como luego se puso en evidencia. En 2030 el crecimiento —o el estancamiento: crecimiento equilibrado— que haya será consecuencia de la eficiencia exigida, aunque esa misma eficiencia será la causa que provoque la enorme desigualdad. Eficiencia, no solo productividad, porque en el modelo productivo estarán totalmente incorporados elementos no productivistas, como la gestión medioambiental y el reciclaje de todo tipo de insumos. Y la herramienta que producirá esa nueva clase de eficiencia será la tecnología en sus diversas manifestaciones: en la
comunicación, en la industria, en la gestión, en la logística, en la atención sanitaria... Lo de los yogures que se comunican con la nevera que los guarda y que cursa el pedido a la tienda una vez que el stock se haya situado por debajo de la cantidad fijada, o la camisa que habla con la lavadora para ajustar la cantidad de detergente y de agua idóneos en función del tejido y la suciedad, será una anécdota, aunque totalmente operativa. La tecnología será omnipresente y ocupará todos los órdenes de la vida por eficiencia y por seguridad, aunque ello tendrá consecuencias en forma de pérdida de privacidad y de individualidad. LA POBLACIÓN Y LA TECNOLOGÍA ¿Y qué papel desempeñará la población en ese escenario? Pienso que gran parte de la población desempeñará un papel marginal, y que el número de personas que formarán parte de esta marginalidad irá aumentando con los años a medida que la tecnología —el capital, recuerden— vaya realizando más tareas, muchísimas de las cuales actualmente las llevan a cabo personas. La sustitución de trabajo humano por tecnología podrá ser total o parcial. De entrada, dependerá de la sofisticación de la tecnología necesaria para desempeñar la tarea: en el momento en que ustedes están leyendo estas líneas, ya hay disponible tecnología que podría desempeñar un catálogo variadísimo de tareas y rutinas que ahora realizan trabajadores humanos. El problema es su precio, por lo que, teniendo en cuenta la productividad que se logra ahora en el desarrollo de dicha tarea, es más conveniente que la continúen ejecutando humanos hasta que su precio descienda. Parcialmente, la tecnología ya está compartiendo la realización de diversas tareas con humanos: sería el caso de la robótica colaborativa en todas sus variantes, y de la integración del trabajo humano en una cadena de valor; el trabajo online sería una
aproximación a esa forma de compartir. En cualquier caso, la progresiva sustitución de trabajo humano por tecnología es una cuestión de precio y de productividad. Es decir, la pregunta no es si sucederá o no sucederá, sino cuál será el ritmo con el que sucederá. Tal fenómeno puede parecer más o menos duro y más o menos tremendo, ya que la mayoría de las personas obtienen su renta a través del trabajo, es decir, tienen unas rentas salariales que se obtienen a partir de la realización de una serie de tareas. A medida que la sustitución de factor trabajo por tecnología se vaya implantando, se irá produciendo una progresiva caída de las rentas salariales, tanto en volumen total como a nivel individual. Uno de los estudios más completos sobre en qué grado se está produciendo el reemplazo del trabajo humano por tecnología fue elaborado en el año 2013 por Carl Benedikt Frey, de la Oxford Martin School, y Michael A. Osborne, del Department of Engineering Science de la Universidad de Oxford. El artículo incluye un gráfico demoledor:
Fuente original: Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, «The future of employment. How susceptible are jobs to computerisation?», Oxford Martin School/Universidad de Oxford, 2013.
El gráfico muestra la distribución del empleo total por categorías ocupacionales en Estados Unidos en el año 2010 según el US Bureau of Labor Statistics (eje de ordenadas) en relación con la probabilidad de que esa categoría sea robotizada. No todos los puestos de trabajo de una categoría ocupacional tienen la misma probabilidad de ser automatizados; por ello, el gráfico agrupa en tres categorías generales (alta, media y baja) las probabilidades de automatización en cada sector. En el estudio se destaca que no se ha tenido en cuenta, por la incertidumbre que supone, la aparición de tecnologías disruptivas y rompedoras, y que tan solo se han tomado en consideración la evolución y progresión de las tecnologías existentes en el momento de la realización del estudio.
Las conclusiones que pueden extraerse de la simple observación del gráfico son contundentes. Por un lado, y aunque los datos que se usaron en el estudio son de hace una década, se determinó que el 47 % del empleo estadounidense tiene una alta probabilidad de llegar a ser robotizable. La pregunta inmediata que uno se hace es la siguiente: ¿en qué se ocupará toda esa población activa, y cómo obtendrá su renta? Por otro lado, y considerando que la tecnología se halla en evolución permanente —producción aditiva, Inteligencia Artificial, Internet de las cosas, tecnología de comunicación 5G... — y que muchas de las tecnologías existentes en el momento de realizar el estudio ya han experimentado una reducción de precio, puede deducirse que las probabilidades estimadas en el estudio son menores que las que obtendría un estudio semejante elaborado en la actualidad. Es decir, el protagonismo de la tecnología ya es indiscutible, pero es que ese protagonismo es creciente, y con una particularidad: jamás, en los últimos dos mil años, la tecnología ha tenido un peso económico y social como el que ahora tiene y como el que va a tener. De hecho, la tecnología ya es el motor de nuestra realidad: lo que determina la realidad es la tecnología. Esto puede sonar cruel, deshumanizante, pero, se quiera admitir o no, es la realidad. Una tecnología que nos llega empaquetada en dos aspectos diferentes: por un lado, la que está relacionada con la producción, no solo industrial, sino también la que nos llega asociada a los servicios, como el trabajo online. Y por otro, la tecnología vinculada con lo social. Aquí entraría todo el mundo del ocio, pero también la tecnología de control o supervisión social: sistemas de identificación de personas en tiempo real diseminados por edificios oficiales, vías de comunicación, calles y plazas de ciudades; y también el seguimiento de comunicaciones privadas, cualquiera que sea su formato y medio.
Desde el inicio del Capitalismo la tecnología ha sido esencial; de hecho, el Sistema Capitalista sería imposible sin la tecnología, porque esta posibilita la multiplicación de rendimientos vía la mejora continuada de la productividad. Tanto es así que durante bastantes años a la Primera Revolución Industrial, la primera fase del Sistema Capitalista, se la denominó Maquinismo. Es decir, la esencia de nuestra forma de ser y de hacer la viene determinando/viene determinada por la tecnología. Y así va a seguir siendo hasta el fin del Sistema. Por lo tanto, su evolución será algo habitual y no habrá reacciones de sorpresa por ese hábito social de saber que irá surgiendo. Lo que sucede es que desde hace un par de décadas la tecnología y sus posibilidades se han disparado, nunca en una medida comparable a la de ahora. Y esto ha creado en nuestra sociedad una dependencia absoluta: ¿pueden imaginarse cómo sería hoy su vida, la vida en su localidad de residencia, su trabajo, si desapareciese Internet? LO QUE NO ES POSIBLE QUE SEA Acostumbra a decirse que lo que no puede ser suele ser imposible. Aceptando eso, un posible corolario sería que lo que no pueda ser no será. Desde hace una década se está viviendo una situación irreal: la economía vive dopada ya que funciona flotando en un mar de dinero gratuito: en Estados Unidos y China desde 2008, en Japón desde 2012, en Europa también desde 2012 y sobre todo desde el año 2014. A cambio de generar volúmenes de deuda impagable, se plantean medidas para abordarla: convertirla en perpetua, aparcarla, olvidarla... incluso se apunta la posibilidad de utilizar los depósitos bancarios de cada país para garantizarla; o hacer aumentar artificialmente la inflación para reducirla. La peor situación se da en
los países en los que la deuda externa es protagonista, como España. La pregunta es la siguiente: ¿hasta cuándo puede mantenerse una situación como esta? Pienso que se mantendrá todo así hasta que pueda implantarse totalmente el nuevo modelo de forma definitiva. Desde siempre, pero sobre todo desde la Primera Revolución Industrial, la población ha sido esencial, pero no solo para producir, como en los siglos anteriores, sino también para consumir y para pagar impuestos. La tecnología siempre ha necesitado a la población para mantenerla y para utilizarla en los procesos productivos, hasta hoy. Hoy la población es cada vez menos necesaria en términos económicos, porque la tecnología es cada vez más sofisticada y más barata; si a eso se añade que cada vez es de más fácil utilización y que crecientemente es más autónoma, lo que obtenemos es un mundo que necesita una población decreciente, no solo en términos productivos, sino también consuntivos. Y será la productividad el parámetro definitorio, no solo de la competitividad —eso ya lo es hoy—, sino de la capacidad de reducir el coste de fabricar los bienes que serán pagados con la renta básica que percibirá gran parte de la población. «Pero ¡eso no es capitalista!», podría exclamar alguien, porque el Capitalismo supone, implícitamente, «ir siempre a más». Sí, pero ya no. Cierto que durante décadas ese ha sido el objetivo y todo ha girado en torno a eso; pero ahora el objetivo ya está empezando a venir definido por «lo conveniente»: cantidad, tiempo, lugar, momento, calidad, acabado... De momento, la propiedad seguirá existiendo, y la de los medios de producción continuará siendo privada, pero se irá imponiendo el uso sobre la compra y el pago por acceso al uso sobre la obtención de la propiedad . Nos hallamos en el Sistema Capitalista y ahí vamos a continuar hasta, si los ciclos se consuman como en los últimos dos mil años, algún momento entre los años 2060 y 2070. ¿Cómo van a ser las cosas en estos próximos poco más de cuarenta años? Avancemos.
Ustedes me habrán leído o me habrán oído decir que la crisis 2007-2023 ha sido estructuralmente idéntica a la anterior: 19291947, y sí, así ha sido. Pero existe una diferencia fundamental: en aquella, la persona, la población, continuó siendo imprescindible, y tras esta no, ya que las personas están dejando de ser necesarias desde un punto de vista económico y son sustituidas —o están en proceso de sustitución— por unas tecnologías cada vez más acordes con la realidad presente en cada momento. Una crisis sistémica como la actual (y al margen del virus) supone el fin de un modelo y el inicio de otro: se sustituye uno ya agotado por otro que está más en consonancia con las nuevas prioridades; un modelo con unas nuevas características y que utiliza unas nuevas herramientas según las necesidades concretas que provocan, impelen, el diseño de unas tecnologías acordes con la realidad de ese momento. La implementación de esas tecnologías modulará la evolución de la realidad: la tecnología favoreció por ejemplo los viajes transoceánicos e influyó en la realidad, pero la evolución de la realidad hizo necesarios viajes transoceánicos más rápidos, lo que llevó, junto con una manifestación de prestigio, al diseño del Concorde. (Que ese aeroplano no evolucionase y su uso fuera finalmente suprimido es otra historia.) Como decía al principio, estas páginas tratan sobre el cambio que se está gestando, y que es NUEVO: hoy es posible una sociedad prácticamente sin personas o con un muy escaso número de estas. Jamás en la historia se había producido algo así. Y ello es posible gracias a la tecnología ya existente y a la que irá existiendo. La consecuencia: el papel secundario que tendrán, que ya tienen, la inmensa mayoría de las personas, una mayoría que va a ir adaptándose a un entorno nuevo que hasta ahora se ha denominado «sociedad», un concepto que tendrá que evolucionar. Es decir, nos encontramos ante algo que presumiblemente será porque no es posible que sea de otra manera. Popularmente, se acepta que Newton comenzó a formular su ley de la gravedad después de que se le cayera una manzana en la cabeza, pero eso
sucedió así porque una manzana desprendida del árbol no puede ascender. Es decir, la tecnología va ir a más porque ni puede detener su avance ni puede retroceder su creciente sofisticación. Pero ¿continuará siendo la Economía el referente que ha sido en el pasado y que aún hoy es? Esta fue la pregunta que planteé en un artículo, publicado en L’Econòmic el 14 de febrero de 2021, precisamente bajo el título de «L’economia continuarà sent el referent que és avui?». Siguiendo el hilo de ese texto, me permito hacer las siguientes reflexiones. De la Economía se decía, en la década de los años sesenta — cuando uno de los manuales más utilizados en las Facultades de Economía era el de Benjamin Higgins Desarrollo Económico. Principios, problemas, políticas —, que su objetivo era lograr el crecimiento y que era la ciencia que administraría la abundancia. Este enunciado, entonces, tenía su lógica, porque, literalmente, todo iba siempre a más. Eran años en los que hasta los países del África subsahariana crecían, en los que las expectativas de Latinoamérica eran esplendorosas, en los que era impensable un retroceso en el bienestar de los países desarrollados. Hoy el África subsahariana no crece, Latinoamérica se enfrenta a otra década perdida, los países que siguen siendo desarrollados tratan de salir del agujero en el que se hundieron en 2007. Hoy la Economía se ha transformado en «la práctica para administrar la escasez». La Economía tal y como la hemos conocido, con su estructura operativa, académica y científica, comenzó a tomar carta de naturaleza tras la Segunda Guerra Mundial, con un planeta en el que la reconstrucción se convirtió en la tarea fundamental en numerosos Estados. En un entorno totalmente influido por la Guerra Fría, pero en el que había verdaderas posibilidades «para hacer cosas», la Economía se expandió y fue cogiendo protagonismo. De hecho, cuanto más iba avanzando en complejidad el Sistema Capitalista más lo hacían los modelos macroeconómicos,
financieros, bancarios, logísticos, así como también las teorizaciones sobre las implicaciones sociales de estos. Pero tal evolución no fue ni progresiva ni lineal. Hasta los años sesenta el objetivo era crecer, generar beneficios, reducir la desigualdad y comprar la paz social. La Economía se movía en un terreno muy llano en el que el avance era la única opción. Retroceder o detenerse no entraba en la ecuación. El primer toque de atención llegó a mediados de los setenta, cuando el precio del petróleo empezó a incrementarse. Esto trastocó completamente un planteamiento según el cual el precio del barril iba a permanecer bajísimo y estable durante toda la eternidad. El segundo toque apareció a partir de los años ochenta, cuando la tecnología empezó a lograr una oferta, casi inagotable, de todo lo que había que colocar en los mercados. El tercero se produjo cuando, entre finales de los años noventa y principios de los 2000, se fue poniendo de manifiesto que quienes tenían que consumir, la demanda, no tenían capacidad de pago para adquirir todo lo que la oferta les ponía delante, aunque los precios de casi todo no hiciesen más que disminuir. Durante la crisis iniciada en 2007 comenzó el declive del sistema, de las alternativas, de las posibilidades y de las oportunidades; lo que abrió el camino para el estallido de un proceso de concentración de capital, de control de recursos, de reorganización y de aumento de la desigualdad. Y al aumentar el poder para controlar que han ido adquiriendo las corporaciones, mayor se ha ido haciendo su capacidad para dominar mercados y áreas geográficas, y mayores también sus posibilidades para acceder a una tecnología ahorradora de costes y sustitutiva del factor trabajo. Y esto, en un entorno en el que el papel del Estado no ha cesado de estrecharse, porque su potencial para enfrentarse a las cada vez mayores corporaciones es crecientemente menor: la suma de las facturaciones de las diez mayores compañías por volumen de ventas durante 2019 da una cantidad mayor que el PIB
del Reino Unido en dicho año. El protagonismo del Estado durante la pandemia de la covid pienso que se limitó a minimizar un problema de forma temporal. Sumando todo esto, lo que se obtiene es un escenario en el que, en Economía y de Economía, cada vez hay menos cosas que decir, porque las opiniones y pareceres confluyen hacia un lugar en el que LA opinión es cada vez más única, por la sencilla razón de que cada vez en más ocasiones hay UNA sola opción para llevar a cabo lo conveniente en cada momento, sin que pueda haber alternativa posible. Puede imaginarse el papel que podrá desempeñar la política en un contexto como este. Es decir, rápidamente nos estamos aproximando a un punto en el que solo habrá una única alternativa en un planeta totalmente intervinculado e interligado. Llegados a ese punto, la Economía ya no tendrá nada que decir, porque nos encontraremos ante una sola posibilidad y un único pensamiento.
III 1785 Desprenderse de ese imaginario (de una fe ciega en el progreso) es muy doloroso, pero yo ya he llegado a ese punto. No creo que mi generación llegue a cobrar una pensión ni que mis hijos conozcan las jirafas. Es demasiado tarde para hablar de optimismo o pesimismo. Cuando hay un incendio, uno se limita a pasar a la acción (...). Como los toxicómanos, deberemos aprender a dejar drogas como el petróleo, la riqueza o el PIB. (Los gobernantes) viven en una burbuja de confort que los hace estar convencidos de que el camino seguirá en línea recta. Hasta que se ven cayendo por el precipicio, igual que el Coyote al perseguir al Correcaminos. Pablo Servigne, científico francés, coautor del ensayo Colapsología . Entrevista realizada por Álex Vicente, «La única manera de sobrevivir a este siglo será la ayuda mutua», El País , 3 de mayo de 2021
LA PANDEMIA En 1785 y 1786 tuvo lugar en toda Europa una crisis económica muy profunda cuyo origen estuvo ni más ni menos en la erupción de un volcán. En efecto, el volcán islandés Laki se mantuvo ocho meses en erupción, provocando nubes de cenizas que afectaron a ganados y cosechas, lo que a su vez generó hambrunas en todo el continente. Esta crisis, que fue la última crisis clásica, es decir, de base agrícola, contribuyó a crear un caldo de cultivo propicio para el apoyo popular a la Revolución francesa. Lo característico de este tipo de situaciones es que desencadenaban un parón casi total de la economía. Puesto que la agricultura y la ganadería eran la base del modelo económico, un
desastre de origen climático —como podían ser las sequías o las inundaciones— provocaba que todo lo demás, transportes, manufacturas y los escasos servicios existentes, se interrumpiera. Se extendían entonces la miseria y el hambre, ya que prácticamente no existía ningún sistema de ayuda salvo figuras como las Poor Laws inglesas, siempre vinculadas a parroquias y circunscripciones eclesiásticas. La situación generada por la covid fue una situación nueva en el Sistema Capitalista, ya que jamás se había producido un parón absoluto en la economía desde la crisis de 1785; es decir, no había ningún manual o libro de instrucciones que nos indicara qué debía hacerse en situaciones de ese tipo. Además, el virus llegó cuando el mundo se encontraba en plena tercera fase de la crisis de 2007, cuando la economía se estaba enlenteciendo, tal y como constató el informe de otoño del FMI de 2018. En nuestro mundo un parón era algo inimaginable, no solo porque nunca se había producido, sino porque la economía actual se basa —se basaba cuando llegó el virus— en la movilidad. El confinamiento que se impuso después supuso la paralización prácticamente absoluta de la economía tal y como hasta ese momento había estado funcionando. En todas las economías desarrolladas se tomaron medidas y se aprobaron programas de ayudas con una intensidad variable en función de la economía del país y de su situación fiscal. Así, en Alemania fueron mucho más completos y extensos esos programas de lo que lo fueron en España; incluso en algunas economías emergentes se tomaron medidas compensatorias, como en Brasil. Pero, en realidad, no fueron más que parches que intentaron evitar desastres sociales, pero no impidieron caídas espectaculares en el PIB. Esa situación de vacío generada por el confinamiento y la interrupción de casi toda la movilidad posibilitó la puesta en marcha masiva y la aceptación de nuevos —en realidad, ya estaban ahí—
modos de hacer y de nuevas herramientas operativas que también ya se hallaban disponibles. El parón generado por el virus ha ocasionado —¿posibilitado?, ¿forzado?— una limpieza de compañías (las llamadas «empresas zombis»), y también de profesionales libres y de pequeños negocios que no estaban saneados y, sobre todo, que no tenían reservas. El tamaño ha sido fundamental a la hora de aguantar la caída de ingresos provocada por el parón; por ello las grandes corporaciones han podido hacerle frente. Estas empresas, además, tuvieron la capacidad de conseguir fácilmente las ayudas que han establecido los Estados, como en España los ERTE o los préstamos a través del ICO. Los negocios pequeños y medianos han tenido que abordar esa caída de ingresos casi en solitario, sobre todo en los países pobres cuyas cuentas públicas no estaban saneadas. Ha sido el caso, por ejemplo, de las ayudas a la restauración otorgadas en España, a todas luces insuficientes. Un parón económico de este tipo, en el que la actividad se interrumpe de una manera tan abrupta, provoca dos grandes problemas. Por un lado, los ingresos —tanto públicos como privados — no obtenidos ya no se obtienen en el futuro; por otro lado, esto provoca que la mayoría de los recursos para hacer frente a las ayudas tengan que compensarse con deuda, tanto pública como privada, lo que a su vez hace que el endeudamiento se dispare. Por seguir en el caso de España, nuestro país ha pasado de un nivel de deuda del 95 % del PIB a 31 de diciembre de 2019, a uno del 120 % a finales de 2020; y de un déficit del -2,8 % en 2019 a uno de -10,97 % en 2020. El fraude y la elusión fiscal continuaba a niveles estimados entre los 60.000 y los 90.000 millones de euros anuales. La pregunta, por tanto, es la siguiente: ¿qué consecuencias está ya teniendo/va a tener el virus? La respuesta a esa pregunta ha ido variando con el tiempo, en función de las diferentes olas en las que va desplegándose la pandemia. Hasta el verano de 2020, la creencia generalizada era la de que lo pasado había sido un mal sueño y de que la recuperación sería meteórica. Luego, a medida
que fueron llegando nuevas cepas del virus en nuevas olas sucesivas, las previsiones y los estados de ánimo económico fueron variando según las medidas restrictivas que fueron adoptándose para intentar frenar los contagios. Como muestra, la evolución de la incidencia acumulada en los últimos catorce días en España a 16 de julio de 2021.
Fuente original: Oriol Güell, «La quinta ola desbarata las previsiones para el segundo verano de la pandemia», El País , 18 de julio de 2021.
Y esas consecuencias se incrementan exponencialmente en economías como la española: uno de cada tres euros del PIB español lo genera la suma de turismo, hostelería, restauración, comercio al por menor, ocio y transporte; es decir, subsectores que precisan de movilidad y aglomeración. El impacto del virus en la hostelería y la relación entre las restricciones que este sector ha ido padeciendo y los rebrotes de la covid quedan perfectamente recogidos en el estudio realizado por el gobierno de Navarra. El siguiente gráfico muestra la incidencia acumulada en los últimos catorce días por cien mil habitantes (en gris los períodos de cierre del interior de los locales de hostelería).
Fuente original: Pablo Linde, «El caso de Navarra: se cierra el interior de los bares y bajan los contagios», El País , 8 de mayo de 2021.
Paralelamente se está acelerando, y se continuará acelerando mientras dure esta situación y quizá algún tiempo más, la concentración de capital, puesto que las compañías que son potentes cuentan con reservas y aumentarán su poder al llegar saneadas, y con su estructura financiera prácticamente intacta, a la situación pospandemia. Lo cual facilitará la construcción de oligopolios, algo a lo que el Sistema Capitalista tiende de forma natural. Esta tendencia ahora no será frenada, como ocurrió a finales del siglo XIX o a mediados del siglo XX, ya que, al revés que entonces, actualmente la salvación consiste en concentrar cada vez más empresas en corporaciones gigantescas. El gran problema hoy son los jóvenes. Con unas expectativas muy limitadas para una gran mayoría y con crecientes dificultades para emigrar, los jóvenes se hallan social y económicamente desubicados: existe un exceso de población activa, los sistemas de
pensiones necesitan que la edad de jubilación se dilate y ya no quedan lugares vírgenes a donde emigrar para establecerse e iniciar una nueva vida: Estados Unidos o Australia ponen crecientes trabas a la inmigración, porque también tienen sus propios problemas de exceso de población activa. Hoy la mayoría de los jóvenes tienen un problema inmenso que ni el actual modelo ni el siguiente puede ni podrá resolver, debido a los crecientes desajustes entre oferta y demanda de trabajo. LOS NUEVOS ESCENARIOS Otra vez: la pandemia va a cambiar cosas, pero a partir de elementos que ya estaban ahí; es decir, a partir de la pandemia se extenderán nuevas formas de comportamiento, pero los gérmenes de esas nuevas formas ya se encontraban en el sistema antes de que el virus llegase. En los países donde el crecimiento económico y el desarrollo social habían superado cierto umbral, la emotividad y la sensibilidad llevaban/llevan a la procreación, lo que tenía como consecuencia inmediata que la población aumentase. Fundamentalmente hasta los años 2000 esa descendencia tenía una funcionalidad económica: generaba PIB a través de la producción y del consumo. Hoy el consumo, orientado tal y como estaba a la generación de PIB —lo ideal era entonces que constantemente más personas consumieran más de todo—, resulta cada vez menos sostenible en términos medioambientales; también lo es, para una mayoría de la población, por nivel de renta y por capacidad de endeudamiento. Jeremy Rifkin expuso magistralmente estos cambios en el consumo en su ensayo La era del acceso . Tal y como apuntó este sociólogo y economista, nuestras sociedades van a pasar de la propiedad del bien, de la acumulación de bienes, al simple uso. De la compra, se pasará al pago por acceso puntual y determinado al uso en el
momento deseado. La tecnología posibilita estos cambios cada vez más. Y la eficiencia los fomenta, porque optimiza la utilización de insumos y minimiza las mermas y desperdicios. Por su parte, también en los procesos productivos cada vez tiene un mayor peso la tecnología y, obviamente, un peso menor la población en cuanto a número. En consecuencia, se está pasando a un escenario de exceso de población activa, lo que no invalida esos casos aireados por los políticos y por la prensa de falta de efectivos en especializaciones profesionales concretas. Los cambios en la producción suponen que se produzca una evolución: del «fabricar lo máximo a costes cada vez menores y vender a precios cada vez más elevados» se pasa ya al «fabricar lo que haga falta cuando haga falta y vender lo conveniente, a precios que la demanda esté dispuesta a pagar para controlar el mercado». De muchos oferentes pequeños se pasa a pocos gigantescos, ya que para mantener dicho modelo son precisas inversiones enormes en tecnología, tan caras que tan solo las grandes corporaciones pueden atender su financiación. El cambio supone una flexibilidad máxima y una adaptabilidad total a una demanda que es trazable y anticipable gracias a los procesos de data mining —tecnología, en el fondo—, a partir de los cuales se diseñan algoritmos con los que pueden esas grandes corporaciones influir en los mercados. En consecuencia, la filosofía expuesta en El contrato social , la obra que escribió Jean-Jacques Rousseau en 1762 y que luego fue mil veces readaptada y reinterpretada para hacerla casar con las necesidades del Capitalismo, ha caducado. Su tesis partía de un equilibrio entre tres componentes —burguesía, población productiva y Estado— que ya no se da. En teoría, cuando Rousseau escribió su tratado, la totalidad de la población era necesaria para generar PIB, para pagar impuestos y para reproducirse; pero ya no lo es. De hecho, en septiembre de 2007, el entonces presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, ya había anunciado que el
modelo de protección social francés no era financieramente sostenible y que se hacía necesario, son palabras textuales, «un nuevo contrato social». En ese escenario, y viendo cómo va delimitándose la nueva normalidad —las normas, las leyes, la fiscalidad... que se están implementando progresivamente mientras se perfila el nuevo modelo—, la población es cada vez más consciente de lo que esa nueva normalidad va a suponer y de las implicaciones que va a tener (otra cosa es que se esté asumiendo). Por un lado, la inestabilidad y la incertidumbre general, macroeconómica y macrosocial, desaparece porque las normas van a ser muy explícitas: vacunarse es voluntario y disponer del Certificado Covid Digital de la Unión Europea también lo es, pero tal certificado acabará siendo imprescindible para acceder a lugares y actividades públicas y privadas de carácter colectivo. Pero, por otro lado, a nivel individual, la incertidumbre se dispara: casi nadie tendrá certeza de nada y casi nadie podrá hacer planes de futuro, porque se vivirá al día. El año 2023 será el de la estabilización y del inicio de la incertidumbre. Un apunte sobre «lo conveniente». La tendencia comenzó a dibujarse a principios de 2010. Lo importante cada vez más será la conveniencia, lo que conviene, lo que es conveniente, lo que se considera conveniente: el ajuste fino, no «ir al bulto». Por tanto, nada va a imponerse, ni a nada se forzará; al primar la voluntariedad se mantiene la libertad. Pero no hacer lo conveniente, no actuar según lo conveniente, cada vez tendrá más consecuencias. Un muy escaso número de normas serán obligatorias, el resto serán voluntarias. La más reciente, disponer del ya referido Certificado Covid Digital de la Unión Europea: para cuando empiece a solicitarse para todo, porque no tenerlo tendrá consecuencias en el acceso y en la disponibilidad de bienes y servicios. * Esos nuevos escenarios llevan implícitos, por un lado, la idea de transformación social (y política, aunque pienso que la política ya tiene muy escasa importancia y cada vez la tendrá menos); por otro,
la llegada de unos nuevos sistemas de organización, la necesidad de ser consciente del contexto en el que se mueve cada cual, así como de las interacciones entre la persona y el entorno, a fin de adaptarse a la variabilidad permanente. Variabilidad permanente que es parte del momento actual que vive la evolución del Sistema Capitalista, que hoy se halla muy impregnado de incertidumbre sobre todo en ciertas capas de la sociedad, aunque no en otras: la tendencia hacia la concentración del capital y el oligopolio está ahí, aunque ahora se viva una situación de interinidad. El final definitivo de la situación de interinidad ocasionada por la pandemia llegará cuando el nuevo modelo se halle totalmente implementado y solo haga falta pulsar el botón de start . Un ejemplo es la banca: la tecnología ha demostrado que son necesarias menos oficinas y menos trabajadores; a su vez, la política monetaria desarrollada por el BCE ha llevado a que sus márgenes sean muy bajos. La pandemia ha acelerado la puesta en marcha de más tecnología en la banca, ya que los tipos de interés no van a subir, y esto ha incrementado el excedente de trabajadores en el sector. Es decir, a corto plazo se acaba de implementar el nuevo modelo; a medio plazo, el nuevo modelo estará ya operativo. Esto cambiará la forma de enfocar, de ver, de aproximarse a la realidad. Es como si estuviéramos en 1947, cuando comenzó a operarse con el nuevo modelo que sustituyó al que había manifestado su agotamiento en 1929, aunque con la diferencia que hoy ya sabemos que va a suceder porque tenemos «experiencia tecnológica». Estos nuevos escenarios implican una necesidad absoluta de adaptación, de ahí que el concepto de resiliencia («capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos», RAE) tenga creciente predicamento, aunque en realidad la idea sea muy antigua: puro darwinismo, o
sea, que sobreviven quienes saben o pueden adaptarse. La tecnología, ahora, permite y posibilita tal adaptación, mientras llega el día en que pueda programarse el comportamiento. En esta adaptabilidad, la eficiencia marca la pauta del futuro. Eficiencia es un concepto que va más allá del de productividad, ya que la eficiencia implica la utilización de la menor cantidad de inputs posibles, puesto que incluye tener en cuenta el entorno medioambiental: debe preservarse y tenerse en cuenta el medio ambiente, pues se ha convertido en un recurso crecientemente escaso. Y en este entorno, ¿en qué estado queda la competencia? He sido un ferviente defensor y promotor de la colaboración entre empresas, incluso competidoras: la coopetition ; pero ahora la tendencia, pienso, apunta más a colaborar entre elementos de la misma organización. La tecnología conecta todos con todos y todo con todo, reduciendo tiempos de respuesta. ¿Y cómo se verá afectado el proceso de crecimiento? Hasta hace muy pocos años era posible crecer sin ser sostenible. Crecer implica simplemente incrementar el PIB, y durante décadas ha sido así. Pero el concepto de crecimiento está cambiando; de hecho, puede decirse que ha cambiado y que hoy crecimiento se entiende como aumento de PIB + sostenibilidad. Más aún: en las economías ya desarrolladas se está poniendo más énfasis en la sostenibilidad que en el crecimiento; y cada vez con más frecuencia van aceptándose porcentajes de crecimiento reducidos, incluso muy reducidos, del PIB si van acompañados de elevadas dosis de sostenibilidad. Ello supone que la responsabilidad cobra un protagonismo creciente y se asocia a la imagen pública de la organización. Es decir, crecer de forma sostenible pasa a ser responsabilidad de toda compañía, y hacerlo así aumenta el prestigio de aquellas que lo hagan. Esto va a valorarse cada vez más, tanto como la calidad de los bienes y servicios que tal
organización elabora o distribuye. Evidentemente, las organizaciones más potentes son las que con mayor facilidad podrán abordar lo que ya es un requisito obligatorio. La sostenibilidad, sin embargo, no es gratis. Independientemente de que el cuidado y la preservación del medio ambiente se hayan convertido en una prioridad, el hecho es que también son un negocio. Es decir, la ecología resulta rentable hoy en día porque un creciente porcentaje de la población es consciente de la problemática medioambiental, y está dispuesta a pagar más por bienes y servicios producidos según unos estándares sostenibles. Paralelamente, las normas medioambientales cada vez más estrictas —de aplicación obligada en los procesos productivos, y que implican precios más elevados en los bienes finales— se aceptan en mucho mayor grado de lo que lo hubiesen sido hace años, cuando la llamada «conciencia ecológica» se hallaba mucho menos extendida entre la población. Los problemas llegarán cuando esas normativas conlleven mayores precios que, pese a las subvenciones que se pongan en marcha, vuelvan inaccesibles una serie de bienes para unas rentas cuyo horizonte apunta hacia el estancamiento. Y como clave de bóveda, el valor del factor trabajo. ¿Cómo se determinará? ¿Qué influirá en él? El valor del factor trabajo se halla en el valor que ese trabajo genera o, dicho de otra manera, en el valor que la persona genera con su trabajo. Para que esto suceda, la persona precisa de la dotación de capital necesaria y ha de encontrase en el punto adecuado de una organización adecuada. En consecuencia, para que el valor del trabajo aumente se necesitan cada vez más capital, es decir, más tecnología, y también más conocimientos propios y de forma compartida con otras personas. Eso pone de manifiesto que una persona o un grupo de personas, por sí mismas, nada pueden hacer para aumentar su productividad.
Por este motivo, hoy lo relevante es tener los conocimientos que se necesitan en cada momento; es decir, dominar las habilidades que se requieren en cada fase del proceso de producción. De ahí que la formación se estructure en torno a la adquisición de habilidades. Repito: no filosofías, sino habilidades, independientemente de dónde se han obtenido y de cómo se han obtenido. Por descontado, las implicaciones de todo esto sobre el sistema educativo son inmensas.
IV 2030 Un aspecto positivo de la pandemia es que nos ha enseñado que podemos introducir cambios radicales en nuestro estilo de vida con gran rapidez. Los ciudadanos han demostrado con creces que están dispuestos a hacer sacrificios por el bien de la atención sanitaria y de otros trabajadores esenciales y grupos de población vulnerables, como los ancianos. Es evidente que existe una voluntad de construir una sociedad mejor y debemos aprovecharla para garantizar el Gran Reinicio que necesitamos con tanta urgencia. Klaus Schwab, creador del concepto «The Great Reset», también conocido como Agenda 2030, en el Foro de Davos 2021, al comentar los cambios que está provocando la pandemia y aquellos otros que habrá que acometer para combatir el calentamiento global. Citado por Elena Berberana, «“El Gran Reseteo” de Davos concluye con la implantación de los viajes en trenes-cama y el fin del capitalismo», Libre Mercado , 2 de febrero de 2021
LA NUEVA NORMALIDAD El tiempo que media entre la actualidad y 2030 parece suficiente para la total y completa fijación del nuevo modelo, y para su asimilación. En 2030, los integrantes de la Generación T tendrán entre 7 y 22 años de edad. Sus miembros de más edad y aquellos que sean necesarios habrán entrado o estarán a punto de entrar en el «mercado de trabajo» (si es que entonces puede seguir hablándose de tal cosa, y sea lo que sea que entonces ese concepto signifique), pero no tendrán ni en su cerebro ni en su corazón ni una leve sombra de un pasado que ya no es, ni de las antiguas formas de hacer.
Hoy los integrantes de la Generación T son seres de ese futuro, un futuro que habrá emergido de la «revolución» llevada a cabo por la Generación Z —cuyos exponentes tendrán entonces entre 22 y 34 años— y que será la última generación antigua: la que habrá enterrado definitivamente el viejo modelo. A finales de 2020, el semanario The Economist publicó un extenso reportaje titulado «Towards a New Normal 2021-2030». En él se analizan estos cambios sociales y económicos, y se esbozan unas predicciones muy bien argumentadas en la línea de lo que aquí se está apuntando. Vale la pena detenerse en ellas. 1. El trabajo online no ha sido inventado durante la pandemia, obviamente: desde los años noventa se estaba utilizando, pero la covid ha multiplicado por diez su uso en los países más desarrollados. Hay trabajadoras/es que han asumido muy bien el paso de la presencialidad en la oficina al online desde-dondesea, porque valoran la libertad que supone; otras/os en cambio lo han asumido muy mal por el aislamiento que han vivido. Lo que es un hecho es que la covid ha demostrado que un gran número de tareas que se realizaban de forma presencial pueden llevarse a cabo online, y que la productividad de quienes han trabajado online ha aumentado: concretamente el 4,5 % en Estados Unidos, lo que es muchísimo. Tras la pandemia comenzará la discusión sobre si debe haber un retorno a las oficinas sí o no, porque hay directivos que piensan que la distancia no genera un «efecto mancha» en la transmisión de conocimiento y por eso quieren que sus subordinadas/os estén físicamente allí; pero, frente a los que así piensan y pensarán, habrá muchas/os empleadas/os que desearán permanecer total o parcialmente online; y también lo querrán muchas empresas, por el ahorro de costes que eso supone: de media, por puesto, más del 50 %. Lo que es un hecho es que gran parte del salto cuantitativo que ha dado el trabajo online permanecerá.
2. Pero el mayor o mucho mayor uso del trabajo online tendrá consecuencias. Se reducirán los desplazamientos, tanto en vehículo privado como en transporte colectivo; la demanda de metros cuadrados de oficina descenderá; los consumos que se realizan en los desplazamientos (alojamiento en hoteles, restauración, taxis) y en el tiempo de estancia en la oficina (máquinas de vending , bares de proximidad, tiendas de ropa y de accesorios situadas en los alrededores de los centros de trabajo) también caerán. ¿Qué impacto tendrá en el PIB de las ciudades esa caída en el consumo? ¿Y en el empleo en esas tiendas y comercios? Por otro lado, gran parte de las oficinas y de los hoteles que dejen de utilizarse con este fin podrán reconvertirse en viviendas. ¿Qué impacto tendrá esa circunstancia en el mercado inmobiliario de las ciudades? También podrían reconvertirse en apartamentos de uso turístico, aunque tal posibilidad dependerá de la evolución que tome el turismo: para hacer turismo es imprescindible disponer de renta excedentaria, y según de qué manera evolucionen el empleo y los salarios... 3. Los eventos multitudinarios de divulgación y trabajo, los congresos profesionales, reuniones sectoriales y conferencias temáticas en los que un gran número de personas confluyen en un lugar e interactúan, y que durante la pandemia han desaparecido, volverán una vez que esta quede superada, pero no en la misma proporción ni con la misma intensidad que antes. Por un lado, porque organizar y montar un evento de ese tipo supone una gran inversión, y en numerosas ocasiones el efecto publicitario y de generación de contactos que se suponía que el evento iba a proporcionar no se veía reflejado en los resultados posteriores.
Pero, por otro, porque a través de salones virtuales online se ha visto que pueden obtenerse resultados semejantes; no en todos los casos, pero sí en bastantes. Se realizarán más
eventos online, lo que tendrá un impacto muy negativo sobre la parte del sector servicios especializada en eventos presenciales. 4. El trabajo online supone, en teoría, poder trabajar en cualquier parte: solo es necesario disponer de utensilios conectables a Internet y, obviamente, de acceso a la propia red. Lo más evidente es pensar en la propia vivienda, pero no necesariamente tiene que ser así: distintas instalaciones, originalmente pensadas como alojamientos turísticos, se están readaptando para trabajadoras/es online. En cualquier caso, utilizar la propia vivienda no está exento de consecuencias: debe necesariamente adaptarse parte de un espacio diseñado para vivir a espacio destinado al trabajo, lo que implica que se va a generar más PIB en esas adaptaciones a medida que el trabajo online vaya a más. Y hay otro aspecto que no siempre se tiene en cuenta: quienes puedan y deseen realizar su trabajo online han tenido y tendrán un plus en cuanto a calidad de vida con relación a quienes no quieran y se les asigne esta forma de trabajo, con relación también a quienes les resulte muy complicado por el bajo nivel de tranquilidad que puedan tener en su hogar, y a quienes sencillamente no puedan, por las características del trabajo que realizan. Y ello influirá en su productividad. 5. La conectividad que ofrece Internet supuso, desde el inicio de su masificación en 1995, que los mercados —fuera cual fuese el producto— pasaran a abarcar todo el planeta, tendencia que fue a más a medida que la red se fue expandiendo y fue también ganando en fiabilidad y rapidez. Hoy los mercados han pasado a ser globales, también respecto al factor trabajo. Cualquiera puede publicar en Internet que necesita la colaboración de algún profesional para que realice una tarea — que pueda ser realizada online— y la termine en tal fecha, ofreciendo un precio cerrado. Esta opción existe desde hace años, pero hoy no tiene límites, pues literalmente puede llegar a
cualquier rincón del planeta. La productividad se dispara porque no existen intermediarios, y el precio dependerá del tipo de oferta de trabajo. Aunque también desaparecen las relaciones personales y los horarios de trabajo, y las interacciones se reducen a unos simples intercambios de información. La vinculación entre las partes se circunscribe al trabajo a desarrollar. 6. Si cada vez más es posible acceder a un mayor número de servicios en formato online, ¿para qué desplazarse a instalaciones caras y complejas que tienen además un mantenimiento caro? En consecuencia, la realidad física puede ser un plus de exclusividad, un servicio premium, mientras la mayoría queda confinada en su hábitat accediendo online a los servicios. El paso siguiente será la superación del espacio online: la proyección holográfica crea un efecto presencial que va más allá del entorno online y aproxima a quienes participan en el evento. Supondría, por ejemplo, disponer del entrenador personal en el salón de tu casa. 7. El problema en un entorno que se encontrará en constante evolución es la imperiosa necesidad de «estar siempre a la última»: en producto ofertado, en tecnología, en capacidad de respuesta... Y para eso, vuelvo a insistir aquí, es preciso capital, son precisas ingentes cantidades de capital, tanto más cuanto más puntero sea el subsector de actividad. Evidentemente, es posible dar en el clavo incluso cuando se dispone de escasos recursos y, de este modo azaroso, hacerse un hueco, puede que grande, en el mercado. Pero lo verdaderamente difícil es mantenerse, y para ello es necesaria inversión, y mucha, y cada vez lo será más a medida que crezca la importancia de la tecnología. La alternativa será ser absorbido por alguien —que no tiene por qué ser un competidor: puede que lo haga solo para ampliar su catálogo— a cambio de una muy elevada cantidad. Esto no es nuevo: a finales de los noventa, durante la burbuja
puntocom, el objetivo era crear «algo», sacarlo a Bolsa, y esperar a que alguien muy potente lo comprara... Aunque quien compraba no tuviera muy claro qué podía hacer con la start up adquirida. 8. Total Recall (Paul Verhoeven, 1990) es un film en el que se plantea la posibilidad de irse de vacaciones al lugar que alguien desee sin moverse de un sillón ubicado en la sala de operaciones de la compañía de vacaciones Recall. A un precio muy asequible se inyectan en la memoria de la persona que se va de vacaciones recuerdos y experiencias que esa persona habrá vivido en el lugar que haya escogido para pasar sus vacaciones. En la película, la acción transcurre en 2084, pero muy posiblemente la tecnología permita acceder a esas vacaciones mucho antes. Lo que es un hecho indiscutible es que el turismo low cost actual es insostenible: masas de personas embutidas en cruceros o en hoteles, llevadas y traídas, consumiendo compulsivamente unos recursos que son escasos. La alternativa sería viable para un muy escaso número de personas: experiencias únicas en viajes exclusivos a lugares especiales: el recientemente inaugurado turismo espacial iría por ahí. Aunque los usuarios buscan cada vez más la exclusividad, la capacidad de acceso viene determinada por la renta. Para los menos afortunados, muy probablemente la alternativa es —será— la empresa de vacaciones Recall. 9. «Oficialmente», la masificación de Internet comenzó en 1995 (en unos lugares antes que en otros, claro). Algo que me sorprendió desde el principio fue que en la red todo fuese gratis. Se podían consultar medios de comunicación, libros, revistas, obtener información de cualquier cosa, leer los periódicos del día gratuitamente, y cuanto más tiempo iba pasando, a más información podía acceder cualquier usuario de la red, porque más información era diligentemente añadida a aquel depósito
que crecía y crecía y nunca disminuía. Y para colmo, la velocidad de acceso fue aumentando y el precio del servicio, bajando. Mi sorpresa iba en aumento, pero a mediados de los 2000 comprendí el porqué: el objetivo era conseguir los datos de esa ingente cantidad de usuarios que acudían ávidos en busca de información gratuita; toneladas y toneladas de datos. Con el paso del tiempo, aquella información que antes era gratis se volvió de pago, más cara cuanto mejor era la información; y mucha de esa información que resulta accesible el usuario la paga regalando sus datos. Hoy tiene poder quien tenga datos con los que trazar perfiles y catalogar colectivos a fin de ofrecerles bienes y servicios a su medida. Pero en el otro lado, entre la población, en algunos sectores ha empezado a instalarse la desconfianza: ¿qué acabarán haciendo con nuestros datos? Pregunta a la que no puede darse respuesta. 10. Ese poder creciente de quienes tienen los datos y el capital puede afectar a un intangible que cada vez cobra mayor importancia y es objeto de una valoración cada vez más minuciosa: la reputación, y el ejemplo más evidente es la degradada imagen de la banca. La reputación tiene mucho que ver con la confianza. Se puede confiar en alguien o no, y se puede vivir así; pero cuando se confía en alguien y esa confianza se rompe, repararla es, en la inmensa mayoría de las ocasiones, imposible. La reputación es, según la RAE, la «opinión o consideración en que se tiene a alguien o algo» y el «prestigio o estima en que son tenidos alguien o algo»; por lo que conservar la reputación ganada es hoy uno de los objetivos de esas gigantescas compañías. Las filtraciones de datos o el mal uso que de esos datos pueda hacerse influirá negativamente en la reputación y, por lo tanto, en la marcha de su negocio. En cualquier caso, esas inmensas corporaciones tienen un elemento a su favor, nada desdeñable:
un inmenso poder que aumenta día a día, porque se están convirtiendo —si es que no lo son ya— en oligopolios, y esto disminuye la capacidad de elección por parte de los usuarios. 11. La tecnología ha sido el motor del Sistema Capitalista: el Capitalismo comenzó con el maquinismo, y sin máquinas cada vez más sofisticadas no hubiese sido posible aumentar la productividad: el alma del sistema. Pero ahora ya se está jugando en otra liga. La tecnología realizaba tareas previamente programadas, y cuanto más evolucionada era la tecnología, más productos y bienes podía ofrecer y más actualizados. Pero la tecnología basada en la programación por pasos puede llegar hasta donde puede llegar. Solo hasta ahí. El nuevo modelo, lo que ya está posibilitando el salto, es la Inteligencia Artificial (IA) porque es capaz/será cada vez más capaz de aprender e interpretar a partir de la mera observación para, en un momento posterior, tomar decisiones. El impacto que eso tiene sobre el mercado de trabajo está siendo y será demoledor. Ya está sobrando y va a sobrar más población ocupada, total o parcialmente, y en cada vez más centros productivos y en más sectores. Hoy, de media, la tecnología ya está destruyendo siete puestos de trabajo por cada puesto de trabajo que crea. Los políticos, independientemente de su color, se emplean a fondo razonando y repitiendo que eso no va a ser así, y traen a colación los millones de empleos que la tecnología va a crear: nuevos empleos en nuevos trabajos que aún no existen. Ponen el ejemplo que los conductores de carruajes cuando estos fueron sustituidos por los automóviles, o el de los artesanos que confeccionaban sombreros cuando este adminículo dejó de utilizarse masivamente. El aumento de la productividad ha logrado que, para fabricar una unidad de PIB, cada vez haga falta menos tiempo de trabajo humano; es decir, menos personas. Muchas sobrarán. Y esas personas de más o bien son desplazadas hacia otros
sectores u otras actividades (habitualmente peor remuneradas y con peores condiciones de trabajo) o bien emigran, como en el pasado, a otras latitudes. Pero el hoy, y sobre todo el mañana, estrechará el campo de posibilidades, ya que la IA es capaz/está siendo capaz/será capaz de elaborar las unidades PIB que sean precisas en cada instante con cero unidades de factor trabajo. Esa es la total diferencia con el pasado, y la situación que abre la puerta a la pregunta que hoy nadie responde: ¿qué opciones tendrá/irá teniendo esa población activa que nunca o que prácticamente nunca va a ser necesaria para generar PIB? 12. La pandemia ha supuesto también sustituir total o parcialmente la enseñanza presencial por la enseñanza online, lo que ha ido acompañado de un debate entre quienes están a favor y en contra de una y de otra. Pero los tiros ya no van a ir por ahí. Hasta mediados de los 2000 la enseñanza tenía que ser reglada según unos planes de estudio diseñados por un claustro escolar o universitario y aprobados por una comisión ministerial. Esa enseñanza debía estar (era lo deseable) avalada e impartida por un centro de prestigio. Y recorrer durante los años de formación la senda de una sucesión de centros de renombre desde la infancia hasta la enseñanza posuniversitaria era un plus de calidad que facilitaba los contactos y abría las puertas a compañías y entidades reconocidas, lo que podía ser el inicio de un recorrido profesional prestigioso y bien remunerado. Eso empezó a cambiar cuando lo verdaderamente importante comenzó a ser la capacidad para resolver problemas. Claro que quienes estén especializados en neurocirugía o sean especialistas en extirpar tumores cerebrales darán más confianza cuanto más reconocidos sean los centros en los que se han formado. Pero, en un creciente número de actividades, lo único importante es la capacidad de resolver un problema concreto. Cómo ha adquirido los conocimientos la persona que
resuelve el problema pasa a ser secundario: lo verdaderamente importante no son los títulos que pueda poseer, sino las habilidades que se precisan para resolver cierto problema específico. Esta tendencia está yendo a más, y supone y cada vez supondrá un mayor grado de cambios en los procesos de enseñanza y aprendizaje, lo que a su vez implicará que los centros formativos presenciales tendrán que reorientar su función y su proceder. (Habrán adivinado lo que sucederá con la neurocirugía: será practicada por un robot guiado por IA.) 13. La asistencia online también irá a más, tanto en el ámbito privado como en el público: telemedicina, teleasistencia legal y fiscal, telerrespuesta a dudas administrativas... De entrada, por medio de humanos, luego de IA. El ahorro en costes es evidente: espacio de oficinas, climatización, mobiliario..., y el impacto medioambiental es positivo también, por reducción en el número de desplazamientos que conlleva. Probablemente, donde más repercusión tendrá será en el sector sanitario. Para los críticos, se perderá contacto humano y desaparecerá la empatía de los profesionales. 14. El aumento del trabajo y de la asistencia online está teniendo/tendrá consecuencias sobre diversos ámbitos. Uno de ellos será el consumo. Se reducirá o incluso puede que desaparezca en algunos ámbitos el consumo de bienes y servicios asociados con una forma de vida fundamentalmente orientada hacia el exterior, y aumentará el de otros necesarios o más centrados en una vida en interiores, en los que se pasarán largos períodos de trabajo y de ocio. Esto, unido a una población en edad de trabajar cuyo mix variará —cada vez habrá menos personas trabajando a tiempo completo y con contratos indefinidos y más personas empleadas solo a tiempo parcial o por contratos específicos— tendrá una influencia muy fuerte en la composición media de la renta y en la desigualdad de su distribución. Esta desigualdad
se hará cada vez más acusada, ya que se producirán incrementos en las remuneraciones de ciertos profesionales y disminuirá en las de otros. También crecerá la aperiodicidad en las remuneraciones, pues parte de la ocupación se ceñirá a tareas sujetas a estacionalidad y a puntas de actividad. Todo esto acabará incidiendo en la capacidad individual de ahorro. 15. La pandemia ha incrementado exponencialmente el consumo en plataformas situadas en Internet y en aquellas tiendas tradicionales que han dado el salto a Internet, aunque sea creando una web y poco más. Pero la pandemia no ha inventado el comercio online. Lo que sí ha supuesto la pandemia es que personas que nunca, hasta ese momento, habían utilizado el comercio online o lo habían utilizado de forma marginal hayan aumentado su uso, y esa tendencia no va a detenerse, más bien seguirá creciendo de forma sostenida. Se estima (según el mismo artículo de The Economist ) que en 2024 el comercio online superará al tradicional. Una plataforma cuenta con dos elementos de los que carece una tienda física: un catálogo inmenso de productos y una rapidez de entrega que suele ser muy elevada. Por otro lado, carece del trato directo y personal con sus clientes. Se intensificará, en definitiva, el comercio online, aunque un gran número de miembros de la Generación Z manifiesten su preferencia por la tienda tradicional. En principio, hay áreas en las que la tienda tradicional conserva aún su ventaja, como son el lujo y la especialización. 16. Los procesos productivos contaminan porque no son eficientes, los motores contaminan porque no son eficientes. Si unos y otros lo fueran, utilizarían la totalidad de los materiales y consumibles que intervienen en el proceso, o todo el combustible que se les suministra. Pero no es precisamente así como funcionan. La consecuencia de que no sea así es que generan mermas y desperdicios, contaminación y degradación
medioambiental. El inicio de tal proceso se produjo con la Primera Revolución Industrial, cuando se recurrió a la externalización de subproductos a coste cero. Durante un siglo y medio ha seguido siendo así porque, en numerosos casos, no era rentable afrontar los costes necesarios si se pretendía diseñar procesos más eficientes. A eso hay que añadir que las ciudadanías de los diversos países no eran verdaderamente conscientes de lo que significaba la degradación ambiental, hasta hoy. A principios del siglo XXI, y tras múltiples reuniones, cimas, congresos y compromisos, la mayoría de los países han llegado a la conclusión de que el problema medioambiental debe abordarse. ¿Por qué ahora? Por un lado, por la gravedad de la situación; pero, por otro, porque la tecnología brinda herramientas mucho más eficientes. El cuidado del medio ambiente se ha transformado en un negocio; a eso debe añadirse el papel financiero que desempeñan los derechos de emisión de gases a la atmósfera y el comercio que gira en torno a ellos. Lo cierto es que se están creando dos grupos de actividades y de elementos productivos. Por un lado, aquellas y aquellos que, por su productividad y por su nivel de generación de valor, pueden abordar las inversiones que han de realizarse para cumplir los crecientes controles medioambientales, y que irán a más. Por el otro, aquellas y aquellos que ni pueden ni podrán hacer frente a esas inversiones, y que acabarán desapareciendo. Esto está creando una segmentación real y legal entre aquellos que van a tener posibilidades de futuro y los que no; en términos generales, las primeras serán compañías grandes, potentes, sitas en países desarrollados y con posibilidades de adaptación. 17. Hace veinticinco años el mundo se dividía entre quienes tenían acceso a la información, a Internet, y quienes no la tenían. Desde hace unos diez años, la distinción se halla entre quienes
tienen acceso a buena información —fiable, segura, seria, veraz — y quienes no la tienen. Los primeros tienen/tendrán una ventaja clara, profesional y competitiva; pero, así como al principio de Internet todo era gratis, hoy se ha de pagar por esa información, porque quienes la producen se han ganado una reputación y ponen en valor la información que producen. Antes de la pandemia los servicios de información de noticias y de utilización de bases de datos por suscripción se hallaban bastante extendidos en entornos profesionales y académicos; la pandemia ha multiplicado el número de ese tipo de suscripciones a la vez que lo ha hecho en canales de streaming , fundamentalmente de entretenimiento. Esto supone el acceso desde un punto —domicilio, lugar de descanso o de trabajo— en forma de tarifa plana; esto es, se paga por el uso, independientemente del tiempo o de la cantidad de información que se utilice. Pienso que este sistema evolucionará al pago por unidad de información consumida. 18. La soledad del corredor de fondo (The Loneliness of the Long Distance Runner , Tony Richardson, 1962) es un film que, al margen del contexto en el que se desarrolla, pone de manifiesto que, en buena medida, una persona cuenta con poco más que consigo misma para llegar a donde quiere o precisa llegar. La pandemia ha expandido el trabajo y el entrenamiento online, pero para muchas personas esto ha supuesto una interrupción de sus relaciones personales, y esto es algo que resulta difícil de gestionar emocionalmente. Análisis posteriores están poniendo de relieve la aparición de secuelas psicológicas en bastantes de esas personas, muchas de ellas jóvenes y adolescentes. La pandemia ha acelerado al menos cinco años la llegada de un cambio que era inevitable. La colaboración entre profesionales y entre compañías va a intensificarse, pero no necesariamente en el mismo lugar; es decir, que va a poder producirse sin que necesariamente tengan que compartir el
mismo espacio físico. La movilidad se ha reducido, pero ya estaba reduciéndose; la pandemia simplemente ha hiperacelerado esa evolución. Por ello, quienes tengan un elevado nivel de resiliencia, la capacidad de poder trabajar de forma autónoma y en solitario, que soporten la reducción de su necesidad de socialización y que, a pesar de todo, sigan manteniendo incólume su salud mental, tendrán una clara ventaja profesional. Internet permite estar conectado con todo desde cualquier punto del planeta, pero no necesariamente en compañía. Esto ya era sabido, el virus de la covid lo ha puesto sobre la mesa. 19. Lo que hoy en día conocemos como la clase media es un fenómeno social que se inventó tras la Segunda Guerra Mundial con el fin de conseguir dos objetivos: primero, en un entorno de destrucción, frustración, hundimiento y Guerra Fría, comprar la paz social a cambio de prometer —y suministrar— pleno empleo a la población y protección social a sus miembros; lo que —segundo objetivo— fomentaría, impulsaría y realimentaría el crecimiento en un contexto en el que los Estados adoptaron un papel creciente en economía a través de la inversión pública. Este esquema funcionó muy bien hasta que, en los años ochenta, empezó a demostrarse que la tecnología podía sustituir al factor trabajo. Esto suponía una importante reducción de costes, lo que a su vez redundaba en aumentos de productividad que llevaban a mejoras de la competitividad que, finalmente, se traducían en mayores beneficios y en aumentos en las cotizaciones bursátiles. En ese momento comenzó el declive de la clase media. A ello se añadió el progresivo encarecimiento de los programas de protección social por el aumento de los costes sanitarios y la extensión de la esperanza de vida tras la jubilación, en una atmósfera en la que el capital y los ricos (no
solo los muy ricos) reclamaban rebajas de impuestos. Esto incidió negativamente en los ingresos públicos con los que tenía que financiarse el modelo de protección social. Ese modelo de protección social que hemos conocido, tal y como lo hemos conocido, no es sostenible hoy, y no solo por las presiones en su contra del capital y los ricos. Y esto es así porque, desde hace años, no se cumplen los cuatro principios en los que se basó su puesta en marcha: pleno empleo del factor trabajo, salarios indexados a la inflación, demanda creciente de factor trabajo y esperanza de vida de, como máximo, diez años tras la jubilación. Los políticos llevan años dándole vueltas a este problema, pero lo cierto es que no existe salida a la actual situación. El virus de la covid ha acelerado la degradación de la clase media y ha aumentado las necesidades financieras de los Estados para mantener el pilar sobre el que se sostiene esa clase media: la protección social. De momento se ha conseguido gracias a la deuda pública, pero es una solución temporal, desde luego no prolongable en el tiempo. Lo que está por ver es el papel que las corporaciones podrán desempeñar/desempeñarán en la protección social de sus empleadas/os y colaboradoras/es allí donde se encuentren y sea cual sea el régimen en el que trabajen. Es decir, ¿hasta qué punto las corporaciones podrán sustituir/complementar el papel de los Estados en el sostenimiento de los ámbitos de los que se ocupa el declinante modelo de protección social? 20. El concepto BoBo, Bourgeois Bohemian , fue acuñado en el año 2000 por el periodista David Brooks en su obra Bobos in Paradise: The New Upper Class And How They Got There (traducida como Bobos en el Paraíso ). Es una subclase de la clase alta que se caracterizaba por buscar elementos de calidad pero de origen orgánico y natural, tanto textiles, como de decoración y alimenticios. Son bohemios porque viven de manera lúdica y sin preocupaciones, pero burgueses porque no
tienen problemas económicos. Aunque pueden cultivar algunos de los alimentos que consumen, se ubican en entornos predominantemente urbanos. Los bobos nunca han desaparecido del todo, pero la pandemia los ha colocado más en primera línea por su búsqueda de lo natural y del producto de proximidad. Muy en relación con esta apuesta por lo natural vuelve —sin tampoco haberse ido— la idea de reciclaje y de recuperación: el Sector R. Estas tendencias se relacionan entre sí con la idea de que «lo sano es el nuevo lujo», un concepto que se vincula con la prevención —medicina, medio ambiente— y que tiene mucho de filosofía de vida, pero también de tendencia económica. Se mire por donde se mire, están emparentadas con las ideas de ahorro, aprovechamiento y eficiencia, aunque desde una posición social e intelectual muy específica que necesariamente implica que son personas que poseen cierto nivel bastante elevado de renta. Básicamente, podrán acceder a esa forma de vida quienes alcancen unos niveles de renta determinados. 21. Es un lugar común el aceptar que tras la pandemia de la covid las cosas serán distintas y que se producirá un replanteamiento de actitudes y posturas, tanto a nivel personal — fundamentalmente personal, se incide— como de organización económica y social. Evidentemente se producirán cambios, pero pienso que los problemas de base siguen siendo los mismos: para la inmensa mayoría de la población mundial, subsistir; para gran parte de la ciudadanía de los países desarrollados, sobre todo para la más joven, encontrar expectativas en un mundo cambiante a remolque de los avances tecnológicos; y para las empresas, lograr mejoras competitivas que les garanticen la permanencia en el mercado. Sí, el virus ha dejado claro que no se puede depender de que se produzcan en otros países bienes esenciales para la salud y para la industria y luego traerlos a las plantas de ensamblaje,
aunque en su momento no se podía hacer otra cosa si se querían obtener beneficios espectaculares, porque la tecnología aún no ofrecía alternativas. Se producirán cambios y habrá personas que cambiarán procedimientos y conceptualizaciones, pero serán solamente quienes puedan y tengan opciones para hacerlo. En cualquier caso, pienso que más bien se acelerarán procesos que ya estaban en marcha: el Modelo Kleenex hacía años que ya estaba en cuestión, y la alimentación más natural ya entraba en los planes incluso de las multinacionales de comida rápida; en cosas como esas, el virus actuará de turbo. Cuando irrumpió la pandemia el modelo se hallaba en plena transición, dando ya algunos pasos que encaminaban el mundo hacia un nuevo modelo, y la pandemia acabará de implementar el cambio, cerrando de este modo la crisis iniciada en 2007. Es decir, la pandemia ha propiciado la llegada del nuevo modelo.
CONCLUSIONES A MODO DE APROXIMACIÓN • Quienes tengan mejor acceso a las tecnologías de información y comunicación (TIC), quienes dispongan de la tecnología de comunicación más avanzada y de mayor calidad, van a tener una ventaja competitiva decisiva en un mundo en el que la movilidad de las personas será mucho menos importante (atención: mucho menos importante quiere decir también mucho menos necesaria). Y ese mejor acceso y esa mejor disposición, que serán los dos elementos diferenciales, solo podrán tenerlos entidades y empresas potentes. • Las plataformas en Internet para consumir, entretenerse, acceder a información, etcétera, que ya tenían un peso enorme antes de la pandemia, se han visto reforzadas durante este período, y se verán reforzadas aún más una vez que esta situación termine, porque los usuarios han comprobado que funciona adecuadamente y que ofrece garantías de seguridad. Por el lado de la producción, las plataformas cada vez desempeñarán un papel más esencial como proveedoras de bienes de producción y artículos de consumo en los procesos productivos. Queda pendiente que las plataformas se expandan como proveedoras generalizadas de servicios financieros. • Ya lo era antes de la llegada del virus, pero el parámetro que ha salido reforzado, y que seguirá reforzándose aún más, es el del aumento y mejora de la productividad vinculada a la sostenibilidad; de hecho, la nueva eficiencia será la suma de productividad y sostenibilidad, de tal modo que ya no se concebirá que haya aumentos de PIB obtenidos de forma no sostenible. • Se han cuestionado en distintos foros dos principios nacidos en los años ochenta y que han sido el referente productivo de las últimas décadas: la deslocalización de la producción a lugares con costes totales más bajos y su correlato: el stock cero en las plantas productivas. El primero se ha cuestionado por la
dependencia que supone. El segundo, por el peligro de desabastecimiento que puede implicar. Pienso que se relocalizarán ciertos procesos productivos, sobre todo por el actual clima de incertidumbre política —la nueva «Guerra Fría» entre China y Occidente—, pero esas producciones relocalizadas se elaborarán mediante los propios procesos robotizados. De este modo, se ganará en eficiencia, pero no se generará demanda de trabajo. Por otra parte, los stocks, si aumentan, lo harán muy escasamente, debido a la flexibilidad que aportan los propios procesos robotizados. • Se producirá una aceleración en los cambios que experimentarán la formación y la cualificación, que van a ir abandonando los anteriores modelos y métodos orientados a la adquisición de habilidades. La teoría y la especulación en que se basaba el modelo de formación anterior se sustituye por la operatividad en que se sustenta el nuevo modelo. Es decir, que la formación, en gran medida, se cosifica, y eso supone que se deja la elucubración y la reflexión para otros ámbitos. Ello tiene una consecuencia directa: no importa cómo ni dónde se hayan adquirido los conocimientos, lo importante es que se tengan los necesarios en cada momento para resolver el problema presente. • La pandemia ha puesto de manifiesto que no es necesario desplazarse para realizar un elevado número de actividades de muy diversa índole; también, la capacidad de la tecnología para llevar a cabo la realización misma de muchísimas actividades. El mundo de la salud es uno de los campos en los que más se están utilizando los avances tecnológicos: teleasistencia, telemedicina, telediagnóstico... Esta tendencia irá a más y tendrá efectos irreversibles tanto en el diseño de hospitales como en el consumo de recursos sanitarios. • El desarrollo de la tecnología que favorece los cuidados y la asistencia tiene un contrapunto en que también facilita el control telemático de la población, algo en lo que, por motivos de
seguridad, se venía avanzando desde hace tiempo, pero que se aceleró con la pandemia y seguirá haciéndolo. Un terreno hasta hace poco privativo de los relatos de ciencia ficción sobre futuros distópicos (Person of Interest , 2011) es hoy una realidad: ya es posible seguir en tiempo real con identificación continua a toda la población de un país. Este tipo de procesos influirá en la evolución social de una comunidad, del planeta, a medida que más organizaciones vayan incorporando esta tecnología. • La pandemia ha puesto de manifiesto también algo que era sabido: para un elevado número de personas, sobre todo jóvenes, la socialización es fundamental, mientras que la soledad —o el sentimiento de soledad— resulta, en cambio, un auténtico problema. Era sabido, pero los confinamientos, los ingresos hospitalarios en aislamiento y los aislamientos temporales lo han puesto, si cabe, aún más de manifiesto. Durante la pandemia, el consumo de ansiolíticos, que ya era el grupo de medicamentos más consumido, ha crecido. Esto supone un desafío social en un escenario pospandemia, en el que la movilidad se va a reducir porque la necesidad de desplazamientos va a ser mucho menor. • También la pandemia de la covid ha ahondado la división social: por ejemplo, entre quienes pueden desarrollar su actividad profesional online, por las características de la propia actividad, y quienes no pueden. Esta dicotomía ha sido clave en la exposición al contagio de unos y otros —mucho menor en el primer grupo que en el segundo—, pero también en el poder adquisitivo durante la pandemia: mayores remuneraciones con menor peligro de contagio, gracias a la menor exposición, en el primer grupo. • Si la tendencia es a un aumento del consumo de bienes y servicios a través de plataformas online, el uso del dinero fiduciario, que ya se hallaba en retroceso, acusará aún más su retroceso (recordemos la sensación antihigiénica que para
muchas personas ha supuesto el uso de dinero fiduciario durante el período de pandemia). Esta evolución se está fomentando, especialmente por parte de las autoridades de la Unión Europea, para frenar el lavado de dinero y dificultar los movimientos relacionados con operaciones opacas en términos fiscales. • La pandemia va a dar lugar a nuevos escenarios, a nuevos procedimientos y a nuevas operativas, a nuevas formas de hacer, para algunos mejores que las anteriores y para otros no. Pero una parte de la población quedará excluida, porque no todos se adaptarán o podrán adaptarse a ese nuevo escenario, ya que la adaptación requerirá conocimientos y características personales que no todos poseerán. • La tendencia hacia la concentración del capital (monetario y humano) es imparable, porque cada vez se necesita más capital para investigar y desarrollar nuevas tecnologías y llevar a cabo más innovaciones, a fin de incrementar la productividad en un entorno sostenible. Y una consecuencia de la concentración del capital es la concentración de la riqueza, lo que llevará a que la desigualdad vaya en aumento —de hecho, no para de crecer desde hace años—, y esto por una sencilla razón: porque ya no es necesario reducirla, pues resulta cada vez más barato comprar la paz social debido al miedo y a la incertidumbre existentes. En el límite y como alternativa, se dibuja el Trinomio Social: implantación de una renta básica, sumada a la legalización de la marihuana y el acceso a un ocio online prácticamente gratuito. • Por ello, cuando las corporaciones hayan delimitado y establecido sus campos de actuación y sus ámbitos de presencia, la Economía habrá perdido su razón de ser. La Economía se basa en opciones y en alternativas, opciones que no habrá y alternativas que no existirán, ya que las opciones quedarán reducidas a aquello que en cada momento resulte conveniente.
V 2046 Sabemos que vamos a crecer, pero no tenía sentido que una empresa de treinta trabajadores estuviera en un espacio donde cabían sesenta y donde los empleados ya no van a trabajar ocho horas. En el nuevo espacio solo haremos las reuniones de planificación y con los equipos divididos. David Riudor, consejero delegado de Goin, una start up de servicios financieros que ha cancelado el contrato de alquiler de la oficina que ocupaba en el distrito de negocios 22@ de Barcelona como consecuencia de las posibilidades del teletrabajo. Citado por Dani Cordero, «El teletrabajo noquea al barrio de oficinas», El País , 27 de septiembre de 2020
¿HACIA UN NUEVO FEUDALISMO ? El Sistema Capitalista está volviendo al lugar de donde salió: de los burgueses individuales emprendedores, muchos de los cuales autofinanciaban su actividad e investigaban sobre la marcha a fin de tratar de resolver los problemas que iban apareciendo; el I+D era entonces puro método experimental, ensayo y error. Más tarde se pasó a las Sociedades Anónimas, que recurrían a financiación externa, que fueron creciendo hasta adquirir proporciones siderales. Entre medio los Trusts, que fueron legalmente prohibidos para preservar la existencia del Sistema. Hoy tenemos corporaciones gigantescas que pueden aunar y controlar, si se lo proponen, toda la cadena de valor y de financiación de sus actividades. Estas corporaciones tienen mucho de aquellos burgueses de principios del XIX, pero se parecen mucho más al poder de los Tycoons que condujeron al Capitalismo hacia el
oligopolio. Entonces no fue posible, hoy sí lo es. Porque el Capitalismo actualmente no puede existir de otra manera, tiende de forma natural hacia el oligopolio. En el pasado pudo evitarse, ya que existían alternativas en formas de empresas que competían entre sí, pero hoy en día esas alternativas se han acabado —se están acabando— porque en esa carrera competitiva propia del Sistema Capitalista ya hay quienes, sin discusión posible, han ganado. ¿Nos dirigimos hacia un Nuevo Feudalismo? Puede decirse que sí, si se prescinde de la figura que al final de la Edad Media encarnó el rey como representante del poder de Dios, un papel que hoy representa el Estado. La monarquía aunó individuos que aceptaron que el rey era el receptor del poder de Dios en este mundo; el Estado, por su parte, creó entes territoriales nacionales delimitados con fronteras que preservaban sus identidades colectivas. Ambos extremos hoy se hallan superados. Los nuevos Señores de la Tierra evolucionarán a partir de la estructura creada sobre el nuevo modelo, que estará totalmente implementado entre 2023 y 2030. Serán las corporaciones globales, ya sin competencia, organizadas en oligopolios y establecidas en zonas de influencia a caballo entre varios Estados —que aún pueden mantener una existencia meramente formal— las que ejercerán el poder efectivo. ¿Y después? MÁS ALLÁ DE 2030 Entre los años 2012 y 2014 la OCDE elaboró diversos estudios que situaban el horizonte en el año 2060. Como ustedes saben, el objetivo de este tipo de estudios no es llegar a una cifra, a un porcentaje, que sea tomado como dogma de fe, sino establecer unas tendencias a largo plazo que pueden mostrar posibles caminos sobre la base de una serie de supuestos.
Empecemos por el final: el futuro, para la mayoría de la población, para la ciudadana y el ciudadano medio, no es bonito; al revés: es muy gris, debido a que la evolución media de los problemas a los que nos enfrentamos actualmente no apunta a una mejoría, sino a un empeoramiento. (A lo largo de este capítulo no se hará referencia específica a España, pues el próximo capítulo se dedica a España en su totalidad.) Unos años antes de los estudios de prospectiva encargados por la OCDE, en 2005, la Société Générale realizó una proyección, para varios países, de la evolución que podría adoptar el PIB per cápita en el año 2050, a partir de una serie de supuestos. Puede verse en el siguiente gráfico:
Fuente original: Piergiorno M. Sandri, «Seremos más viejos y más pobres», reproducido por La Vanguardia , 17 de mayo de 2007.
Suponiendo que el concepto de PIB pc continúe siendo válido y aplicable en 2050, y suponiendo que los Estados detallados en el gráfico continúen existiendo de una u otra manera (que no tiene que ser como la actual), la tendencia apunta a una reducción del PIB pc en términos reales en las décadas siguientes. Es decir, independientemente de que unas economías evolucionen mejor o
peor que las demás, lo cierto es que todas tienden a empeorar su PIB pc en relación con el existente en 2005. Esto lo muestra muy bien el gráfico. En julio de 2014, la OCDE publicó el estudio «Shifting gear. Policy challenges for the next 50 years», que —muy en la línea con lo que la Société Générale había concluido unos años antes— llegaba a conclusiones parecidas. El siguiente gráfico muestra la contribución al crecimiento del PIB mundial de los países miembros de la OCDE y la de los no miembros tomando como media constante el año 2005. *
Fuente original: «Shifting gear. Policy challenges for the next 50 years», OECD Economics Department Policy Notes , n.º 24, julio de 2014. Los gráficos combinan las proyecciones a largo plazo de 42 países con los datos del Economic Outlook n.º 95 de la OCDE y los del modelo ENV Growth del Environment Directorate de la OCDE .
Las conclusiones son demoledoras. Por un lado, la contribución al crecimiento mundial de la suma de las economías planetarias va a menos; es decir, el crecimiento va a menos. Por otro, cae tanto la contribución de los países miembros de la OCDE como la de los no miembros. Pueden ustedes formarse una idea de lo que se estima que será la década 2050-2060 observando sencillamente lo que el gráfico nos dice: que se cree que la década 2010-2020, a pesar de la crisis iniciada en 2007, será mucho mejor que aquella.
Una de las consecuencias —obvias, por otra parte— de este hecho será el aumento de la desigualdad. En el informe citado aparece el siguiente gráfico:
Fuente original: «Shifting gear. Policy challenges for the next 50 years», OECD Economics Department Policy Notes , n.º 24, julio de 2014.
El gráfico recoge, para una serie de países, la ratio entre la decila 9 y la decila 1 en la distribución de la renta; es decir, entre los más ricos y los más pobres, en el año 2010, y la estimación para 2060. Como puede observarse, la desigualdad aumenta en todos los países. No en todos en igual medida, pero sí en todos, y mucho; también, lógicamente, en la media de la OCDE. Una idea de hasta dónde puede llegar la desigualdad en 2060 nos la proporciona la desigualdad existente en el año 2010, un dato conocido. Y tal como se ha apuntado con anterioridad, lo verdaderamente importante no es que en 2060 la desigualdad en cada uno de los países mostrados sea exactamente esa, sino que, por un lado, crece respecto a 2010 y, por otro, será muy elevada.
Y las circunstancias no son las idóneas para pensar que, a través del gasto público, pueda contribuirse a la reducción de la desigualdad. En el informe referido, el siguiente gráfico muestra el ajuste presupuestario que hubiese sido necesario, a partir de 2014, para estabilizar el nivel de endeudamiento en el 60 % del PIB para 2060, tal y como exigen las condiciones de convergencia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento europeo establecidas en 1997:
Fuente original: «Shifting gear. Policy challenges for the next 50 years», OECD Economics Department Policy Notes , n.º 24, julio de 2014.
El ajuste presupuestario que sería preciso realizar, es decir, el recorte de gasto, la subida de impuestos o una combinación de ambos, es muy elevado, enormemente elevado en algunos casos. Tal ajuste, que hasta el momento no ha comenzado, y que cuando irrumpió la pandemia, y salvo algunas pinceladas, no había comenzado, es consecuencia del aumento del gasto público para los conceptos contemplados en el gráfico, frente a los ingresos fiscales obtenidos, mucho menores. El problema reside en que las rentas, fundamentalmente las salariales, están evolucionando en una dimensión mucho menor de la que sería necesaria para financiar los gastos crecientes. A eso tampoco ayuda la, hasta el momento, creciente esperanza de vida.
Hay quienes dicen que el problema reside en la baja natalidad, pero eso choca con la realidad de un desempleo total, y sobre todo juvenil, elevados o muy elevados en algunos países. ¿Qué puede esperarse en el medio plazo? Con una alta probabilidad, el encarecimiento de estos servicios de estudios universitarios, sanidad y pensiones (mediante copagos) y también subidas de impuestos, a fin de hacer frente a unas necesidades que no van a reducirse. Y todo ello, con la incertidumbre de que pueda cumplirse con el objetivo, que sobre el papel aún está vigente, de alcanzar un nivel de deuda pública del 60 % del PIB. En el fondo, lo que estas estimaciones están haciendo es combinar los efectos de, por un lado, una demanda de trabajo decreciente en una atmósfera en la que la oferta de trabajo no va a aumentar y, por otro, de un envejecimiento de la población. En otro estudio de la OCDE fechado en noviembre de 2012, «Looking to 2060. A global vision of long-term growth», uno de sus gráficos muestra, para varios países y para los años 2011, 2030 y 2060, el porcentaje de población mayor de 65 años en relación con la población de edad comprendidas entre los 15 y los 64 años; es decir, la población, en teoría ya jubilada y pensionista, sobre la población en edad de trabajar. Las diferencias entre la población en edad laboral y la población jubilada según los países se van acentuando con el avance del siglo.
Fuente original: «Looking to 2060. A global vision of long-term growth», OECD Economics Department Policy Notes , n.º 15, noviembre de 2012.
Hasta 2011 se da una relación muy directa entre juventud de la población del país y población en edad laboral: menor cuanto mayor es la cantidad de población joven. En 2030 esa regla se rompe y la esperanza de vida cobra un mayor protagonismo. Pero en el año 2060, el nivel de desarrollo pasa a ser definitivo. De todos modos, simplemente repasando los países se observa que ratios con niveles elevados del diferencial entre estos dos grupos de población tienen mucho que ver con esperanzas de vida elevadas. La pregunta es la siguiente: ¿qué sucederá con la evolución de la esperanza de vida cuando comiencen los recortes y se incrementen los copagos en la sanidad pública universal de los países que la tienen implementada? La esperanza de vida ha crecido gracias a la mejor alimentación de la población tras la Segunda Guerra Mundial, pero tanto como eso ha influido en Europa una cada vez mejor sanidad pública. ¿Qué sucederá cuando se produzcan retrocesos en su alcance y calidad? De este gráfico se deduce que un mero aumento en la tasa de natalidad no resuelve nada si esa población no ocupa puestos de trabajo con salarios suficientes para financiar el gasto público, gasto
en el que se incluyen la sanidad y las pensiones. Con respecto al otro aspecto apuntado, el de la productividad, en el mismo estudio se encuentra un gráfico que muestra, para una serie de países, la evolución media de los factores de crecimiento entre los años 2011 y 2060:
Fuente original: «Looking to 2060. A global vision of long-term growth», OECD Economics Department Policy Notes , n.º 15, noviembre de 2012.
La intensificación del capital y el factor trabajo no muestra un comportamiento homogéneo para todos los países contemplados, en algunos incluso su evolución es negativa. No sucede lo mismo con el capital humano: en todos los casos su variación es positiva, lo que demuestra la enorme importancia que en el próximo futuro tendrán el conocimiento y las personas que puedan acceder a él. Su variación también es distinta según los países. En lo que no hay discusión es en la importancia de la productividad total de los factores: en todos los países aumenta, y en algunos aumenta mucho. (Recuerden: con toda probabilidad, en 2060 el concepto de «país» será muy diferente al que tenemos hoy.) El aumento de la productividad total de los factores, es decir, la
diferencia entre la tasa de crecimiento de la producción y la tasa ponderada de incremento de los factores productivos utilizados, dará una medida de las economías de escala obtenidas, pero en un entorno en el que la sostenibilidad va a tener que ser creciente y la flexibilidad va a desempeñar un papel esencial. De este modo, el aumento de la productividad no se traducirá tanto en un incremento de la producción obtenida como en una reducción de los factores productivos utilizados para obtener la producción necesaria en cada momento. Obviamente, la variación del PIB vendrá dada por la interacción de las variaciones de los factores de crecimiento. Por otro lado, el nivel de escolarización de las poblaciones también será importante para alcanzar, posteriormente, niveles formativos y de cualificación superiores, lo que contribuirá en el nivel de productividad de una economía. Difícilmente un país podrá mejorar su productividad si su población no ha alcanzado una cota de escolarización alta que le permita profundizar en su formación profesional. En este último informe referido se recoge un gráfico que muestra, para varios países, el número medio de años de escolarización de la población adulta en los años 1970, 2010 y 2060.
Fuente original: «Looking to 2060. A global vision of long-term growth», OECD Economics Department Policy Notes , n.º 15, noviembre de 2012.
Prácticamente, los años contemplados están separados por una distancia de cuarenta años. En 1970 las diferencias entre países eran inmensas y respondían a lógicas muy particulares, de tal modo que cada país era un caso aislado. En 2010, el número de años de escolarización ha aumentado significativamente en casi todos los países respecto a 1970 y la homogeneidad es mucho mayor: en tales circunstancias, el número de años de estudio depende de factores internos, como los incentivos existentes para continuar la escolarización. En 2060, sin embargo, vuelve de nuevo la disparidad. (Dejando a un lado China por su nivel de población, que obliga a que las políticas económicas y educativas tengan en ese país que moverse en otra escala, obsérvense los casos de Japón y Corea del Sur.) A lo largo de estas páginas se ha comentado que la productividad, junto con la sostenibilidad, será determinante en la capacidad de empresas y economías a la hora de generar valor y ser competitivas. En el mismo estudio, el gráfico que se muestra a continuación recoge el nivel de productividad en 2011 y el crecimiento anual promedio estimado en el período 2011-2060 respecto al año 2011. Es cierto que se toma como referencia Estados Unidos, pero por esa razón puede apreciarse también el lugar que hoy ocupa la productividad de ese país en relación con otros y la senda que se estima va adoptar la productividad de Estados Unidos en el futuro:
Fuente original: «Looking to 2060. A global vision of long-term growth», OECD Economics Department Policy Notes , n.º 15, noviembre de 2012.
En 2011, todas las economías contempladas tenían una productividad menor que la de Estados Unidos, algunas mucho menor, y a pesar de que los críticos reportaban que la productividad en Estados Unidos se estaba estancando, continuaba siendo un referente. Pero en el período 2011-2060 las estimaciones realizadas por la OCDE apuntan a un escenario muy distinto. Según estas estimaciones, la productividad en Estados Unidos es una de las que menos va a aumentar en comparación con la práctica totalidad de los países; las diferencias, en ciertos casos, llegarán a ser siderales. Algunos de esos países, que tenían una productividad reducida, verán cómo esta se dispara gracias a unos elevados incrementos de su competitividad, o la de los clusters en los que se halle concentrada su actividad. El otro parámetro de la eficiencia, la sostenibilidad, puede inferirse de la estimación de pérdidas en PIB que causará el cambio climático en el período 20102060.
Fuente original: «Shifting gear. Policy challenges for the next 50 years», OECD Economics Department Policy Notes , n.º 24, julio de 2014.
Tomando como referencia lo que suceda a nivel mundial, se observa que las consecuencias por zonas van a ser muy distintas según de qué zona se trate. Vemos una ganancia clara de los países miembros de la OCDE de la cuenca del Pacífico; y ganancia también, aunque mucho más reducida, en los miembros europeos de la OCDE; pero hay una ligera pérdida en los Estados europeos y asiáticos no integrados en la OCDE; y una pérdida descomunal en los del sur y sudeste de Asia. Esto, la sostenibilidad, va a ser un elemento cada vez más importante, tanto desde un punto de vista técnico como comercial. Las ganancias de productividad obtenidas de forma sostenible supondrán ahorros de recursos y mejoras reputacionales. Se ganará competitividad y se ganará con una buena imagen en un escenario en el que, por necesidad, lo sostenible será tenido cada vez más en cuenta. Aquí surgirá una nueva dicotomía: entre aquellos que puedan utilizar procesos productivos y modelos de vida sostenibles y quienes no puedan. Los primeros verán mejorar su situación y los segundos la verán empeorar. A grandes rasgos, el resumen de lo que van a ser las próximas décadas queda recogido en el siguiente gráfico, que muestra la evolución de la tasa media de crecimiento real del PIB para las economías de los países miembros de la OCDE y para los 147
países más representativos del planeta. Aparece en otro estudio de la OCDE, dirigido por Jean Château, Lionel Fontagné, Jean Fouré, Åsa Johansson y Eduardo Olaberría, y publicado en 2014.
Fuente original: «Trade patterns in the 2060 world economy», OECD Economics Department Working Papers , n.º 1142, 1 de diciembre de 2014.
Al inicio de este apartado decía que el panorama que se prevé para las próximas décadas no es esplendoroso, sino gris. El mundo se enfrenta a cuatro décadas de crecimiento a la baja, especialmente a partir de mediados de la década 2020-2030; es decir, desde el fin de la crisis iniciada en 2007 y hasta que el nuevo modelo ya se halle plenamente operativo. En realidad, tal declive comenzó antes: en la década 20102020. Es posible que alguien piense que el hecho de que el mundo crezca a una tasa anual cercana al 2,5 % es más que aceptable, pero no lo es. Lo sería si el planeta hubiese alcanzado una posición de estabilidad en una zona de desarrollo elevada: en ese caso, una tasa del 2,5 % permitiría el mantenimiento de tal posición de forma equilibrada. La realidad no ha sido en absoluto así, por lo que una tasa del 2,5 % significará que alguna economía crezca al 3 % o incluso más, mientras que otras no crecerán absolutamente nada o puede incluso que decrezcan.
Distinguiendo entre países miembros y no miembros de la organización puede observarse que el comportamiento es muy diferente. En los no miembros el derrumbe en el crecimiento es enorme. Habrá zonas que con una tasa final del 4 % se apañarán, pero otras claramente no. (Repasen la lista de países miembros en la nota al pie «Los países miembros de la OCDE son Alemania, Austria...».) Los países miembros experimentan una variación muy contenida y llegan al final del período contemplado creciendo a una tasa semejante a la experimentada en la década 2000-2010. Lo que ocurre (y vuelvan nuevamente a repasar la lista de miembros) es que no todos se hallan en una situación económica equivalente, por lo que la reducción de su tasa de crecimiento es muy negativa. Y sí: efectivamente, este gráfico explica el porqué del aumento de la desigualdad que se produce en todos los países. ¿Y los efectos de la pandemia?, se estarán preguntando algunas/os de ustedes. ¿Cómo se va a notar, cómo va a influir en la evolución económica y social de los próximos años? Cuando estos informes fueron elaborados el SARS-CoV-2 ni siquiera se había manifestado. Es cierto que el impacto de la covid ha sido demoledor, tal como se observa en este otro gráfico que recoge las variaciones intertrimestrales del PIB para el mundo y para los miembros de la OCDE.
Fuente original: OECD Economic Outlook , 10 de junio de 2020.
Pero ha sido corto, breve. Aquí vemos el porcentaje de variación anual del PIB real:
Fuente original: World Economic Outlook , FMI, proyección 1980-2026, abril de 2021.
Como puede verse, la pandemia ha sido un punto aberrante que ha trastocado nuestra realidad cotidiana, arruinado empresas y familias, aumentado deudas y acelerado cambios tecnológicos; pero desde una perspectiva económica no va a tener más alcance.
VI España España era un país de tercera, lo hemos hecho de segunda, pero no podremos hacerlo de primera. Enrique Múgica, ministro de Justicia entre 1988 y 1991, en el Comité Federal del PSOE celebrado en 1992 en el que se debatió el programa socialista para el período 1992-1997. Citado por Andreu Farràs, «25 asignaturas pendientes de España», El Periódico , 7 de diciembre de 2016
PREGUNTA: Con un padre anarquista, ¿usted salió así por la pura ley del péndulo? RESPUESTA: Mi padre volvió del exilio muy decepcionado de la política, sobre todo de sus propios compañeros. Era obrero, y consiguió que su hijo tuviera un marchamo de burgués para los gilipollas. Arturo Fernández, actor y empresario teatral, en una entrevista realizada por Karmentxu Marín. «Me he comido muy pocas roscas», El País , 24 de agosto de 2002
Si las pymes aragonesas ofrecemos lo mismo que Marruecos, China o Colombia, pero a costos muy superiores, la desaparición será inminente. Nuestro futuro inmediato pasa no solo por mejorar la oferta, sino también por convencer a los clientes que trabajan con nosotros de que es una inversión rentable, ya que el producto tiene una calidad muy superior. Carmen Lardiés, presidenta de la patronal del sector de pequeños talleres de confección textil de Aragón. Arturo Cenzano, «La patronal teme la desaparición del 65 % de las pymes de confección», Cinco Días , 11 de diciembre de 2002
España sigue siendo el país de la UE que menos gasta en protección social. Mientras el gasto medio de la UE por habitante y año es de 5.600 euros, aquí es de 2.700 euros. Antero Ruiz, diputado de IU . Carmen Parra, «La pata coja de la Seguridad Social», El País , 15 de marzo de 2003
Bajar impuestos es de izquierdas. José Luis Rodríguez Zapatero, secretario general del PSOE y presidente del gobierno de España (2004-2011). Entrevista publicada en El País , 16 de mayo de 2003
En España, a pesar de que la jornada laboral es muy larga, la productividad es de las más bajas de Europa, lo que indica que tenemos un problema que no hemos resuelto bien. José María Polo, autor de Retribución emocional (Ediciones Granica, 2005). Citado por Rosario Correro, «La mejora económica abre paso al salario emocional en la empresa», Cinco Días , 19 de octubre de 2005
Con estos jóvenes se crearon unas lógicas expectativas. La generación anterior, la mía y la de mis hermanos menores (yo nací en el 46), creció con las vacas gordas, pudo cumplir el sueño de matar al padre, esto es, de superarlo en todo: mejor casa que los padres, mejores trabajos... Pero para estos mileuristas , que han tenido, paradójicamente, mejores oportunidades en forma de estudio, el futuro no estaba donde debía estar. Enrique Gil Calvo, sociólogo. Citado por Antonio Jiménez Barca, «La generación de los mil euros», El País Domingo , 22 de octubre de 2005
Resulta disparatado que antes un solo asalariado con ocho horas de trabajo ganara lo suficiente para mantener a una familia de cuatro miembros y ahora tengan que trabajar dos personas para mantener a una media de tres y pico.
Constanza Tobío, catedrática de Sociología de la Universidad Carlos III de Madrid, comentando la Encuesta de empleo 2002-2003 elaborada por el INE. Citado por Charo Nogueira, «De la herencia del pluriempleo al fútbol a las 10 de la noche», El País , 19 de diciembre de 2005
Dado el aumento de costes en los últimos cinco años, España ha perdido competitividad para fabricar automóviles. Bernd Pischetsrieder, presidente ejecutivo de Volkswagen, en la presentación de los resultados del grupo correspondientes al año 2005. Citado por J. Comas y S. del Arco, «Volkswagen impulsa su plan de reestructuración para asegurar el futuro del consorcio», El País , 7 de marzo de 2006
El modelo de desarrollo de la economía española es insostenible. Julio Segura, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid en la presentación del informe «La productividad en la economía española», 22 de noviembre de 2006
Si lo más importante es la igualdad, la cohesión y la solidaridad, entonces no hacen falta las comunidades autónomas, basta con el modelo de Estado unitario. Antoni Castells, consejero de Economía de la Generalitat de Catalunya, en la inauguración de un curso de verano sobre financiación de las Comunidades Autónomas del Consorcio Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Barcelona. Citado por Serafí del Arco, «Castells: “Si lo más importante es la igualdad, sobran las autonomías”», El País , 18 de julio de 2007
Cuando me ofrecieron el contrato indefinido me supo a gloria, pero lo que pasa es que es un trabajo de mierda con un salario de mierda que me sitúa en la perspectiva de una vida de mierda. Administrativa, treinta años de edad, comentando el paso de una situación laboral precaria a una estable. Citado por José Luis Barbería, «El fin del empleo seguro», El País , 21 de junio de 2008
Desde la crisis de los setenta, los sindicatos han ido perdiendo capacidad de negociación. La dispersión salarial se produce desde entonces. Antón Costas, catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona. Citado por Lucía Abellán, «Los salarios españoles pierden terreno», El País , 6 de julio de 2008
Se está destruyendo capacidad productiva instalada por un aumento de la productividad. Esta crisis servirá para eso, para aumentar la productividad, pero no para mejorar el empleo. Joan Carles Gallego, secretario general de Comisiones Obreras en Catalunya. Citado por Lluís Pellicer, «Más de 110.000 parados no cobran ninguna prestación», El País , 27 de diciembre de 2009
No hay margen para frenar nada. Si no cumplimos el objetivo, el riesgo de intervención de España es real, y eso sí que supondría recortes descomunales. Ahí ya no valen huelgas ni nada, porque ya no manda el gobierno, mandan los técnicos de Bruselas y esos no se presentan a elecciones. Declaraciones de un miembro del Ejecutivo español analizando la situación política tras la presentación de los Presupuestos Generales del Estado. Citado por Carlos E. Cué y Claudi Pérez, «La hoja de ruta de Rajoy descarrila», El País , 28 de marzo de 2012
Los españoles hemos llegado a un punto en que no podemos elegir entre quedarnos como estamos o hacer sacrificios. No tenemos esa libertad. Las circunstancias no son tan generosas. La única opción que la realidad nos permite es aceptar los sacrificios y renunciar a algo, o rechazar los sacrificios y renunciar a todo. Mariano Rajoy, presidente del gobierno de España, en una intervención en el Parlamento español en julio de 2012, comentando la situación económica. Citado por Joaquín Estefanía, «No tener la libertad de elegir», El País , 25 de mayo de 2016
Por la propia globalización, que avanza sin pausa, estamos viviendo y posiblemente viviremos un largo período de márgenes estrechos en todas las actividades. Una época en la que cualquier negocio, o bien se adapta a los cambios del entorno y crece, o bien se extingue. Isidre Fainé, presidente de CaixaBank, en la presentación del Informe Anual de La Caixa sobre la comunicación empresarial y la gestión de los intangibles en España y Latinoamérica. «Fainé: “Los negocios, o se adaptan a los cambios y crecen, o se extinguen”», El País , 13 de septiembre de 2012
La verdad es que ni sé de qué va la oferta: para una fábrica de no sé qué. Samuel M., 23 años, uno de los 15.000 solicitantes para uno de los 150 puestos de trabajo que la compañía John Deere ha ofertado en su planta de Getafe, Madrid, y cuya primera recogida de currículums realiza la empresa de trabajo temporal Adecco (la compañía hará después un sorteo a fin de obtener 1.250 nombres, que posteriormente serán analizados por Adecco). Citado por Jerónimo Andreu, «15.000 personas en la rifa del trabajo», El País , 2 de octubre de 2012
Preocupa el aumento de la pobreza y el incremento del paro en España, pero hay que exigir un esfuerzo adicional. Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, contra la propuesta planteada por el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, de elevar del 4,4 % al 5,8 % el compromiso de déficit público para 2012, tras haber cerrado España 2011 con un déficit del 8,5 % cuando el compromiso era del 6,0 % (finalmente fue fijado un nuevo compromiso de déficit del 5,3 % para 2012). Citado por Claudi Pérez, «El Eurogrupo “condena” a España a un ajuste de 5.000 millones más», El País , 12 de marzo de 2012
Hay mucha rabia y un cúmulo de injusticias y problemas que sufrimos más los jóvenes, pero que se extienden al resto de la sociedad. No podemos acceder al mercado laboral o tenemos trabajos muy precarios, aunque tampoco creo que lo tenga más fácil una persona de 50 años, por ejemplo. Alex Cantón, 24 años, graduado en Ciencias Políticas, máster en Cooperación, que se gana la vida como repartidor de Just Eat. Citado por Alfonso L. Congostrina y Ferran Bono, «Hay mucha rabia y un cúmulo de problemas», El País , 21 de febrero de 2021
¿DÓNDE ESTÁ ESPAÑA ? La economía española ha sido, está siendo y va a ser una de las más afectadas de toda la Unión Europea por el cambio de modelo que la crisis de 2007 está promoviendo y que se ha visto acelerado por la pandemia. El motivo es doble: la estructura del PIB de España y el propio modelo productivo español; y el porqué viene de muy atrás. El siguiente gráfico recoge la tasa de crecimiento anual del PIB de España entre 1851 y 2020.
Fuente original: Diari Ara , 30 de enero de 2021.
En estos casi 170 años recogidos en el gráfico se observa que hay un año clave: 1960, que divide el período en dos fases completamente diferentes. En la primera, de poco más de un siglo, la economía española tuvo un comportamiento errático y carecía de cualquier senda que correspondiese a unos parámetros coherentes. En la segunda, de sesenta años de duración, la coherencia de las cifras casi casi asusta. Hasta comienzos de la década de 1960, la de España puede ser considerada una economía agraria con estructuras de propiedad de la tierra señoriales y con métodos de cultivo casi en su totalidad preindustriales. Tras la Guerra Civil, lo que nos muestra la evolución de la economía española en estos largos años es su debilidad y su lento pero continuado declive. Un declive que se manifiesta en una
tasa de desempleo estructural que no bajó del 7 % cuando «España iba bien», en una tasa de subempleo del 15 %, en un paro juvenil que hoy alcanza el 32 % y en una tasa de pobreza que es idéntica a la que España mostraba en 1982. La llegada del virus SARS-CoV-2 y la pandemia ha afectado especialmente a España, precisamente por esa debilidad que ya hemos comentado y por la estructura de su PIB, basada en subsectores que precisan de movilidad total y de aglomeración sin restricciones de los ciudadanos: la suma de turismo, hostelería, restauración, ocio y transporte, que generan alrededor del 30 % del PIB de España. Todas ellas, actividades con una reducida productividad y que dependen mayoritariamente del exterior. La foto actual de España y las expectativas para los próximos años pueden verse en el cuadro adjunto:
Fuente original: World Economic Outlook , FMI , abril y octubre de 2021; Plan de Estabilización de la Economía Española, Gobierno de España, abril de 2021.
Las cifras del gobierno de España sirvieron para elaborar los presupuestos de 2022; las del FMI, por su parte, muestran discrepancias con las del gobierno, y lo que es peor: advierten, respecto a sus propias previsiones, de un empeoramiento a largo plazo del déficit. La respuesta a la pregunta que da título a este apartado, ¿dónde está España?, sería: recuperándose, España está recuperándose de los efectos de la pandemia, para llegar... ¿A dónde? ¿A dónde quiere/puede llegar la economía española? Reiterada, machaconamente y minuto a minuto se compara la evolución de la economía española con la situación existente en 2019; lo que prácticamente nunca se dice es que en 2019 la economía española no estaba bien. El crecimiento se estaba desacelerando; España llevaba dos años incumpliendo los compromisos de déficit que había cerrado con Bruselas; la deuda pública no hacía más que crecer; la tasa de desempleo era la segunda más elevada de Europa y el desempleo juvenil rozaba el 40 %; del subempleo ni siquiera existen datos oficiales, pero se estimaba entre el 10 % y el 15 % de la población ocupada; por otro lado, el fraude y la elusión fiscal oscilaban entre 60 y 90 mil millones anuales; y la población en riesgo de pobreza superaba el 25 %. Esos datos empeoraron en el año 2020 por el parón económico que supuso la pandemia y el derrumbe de la actividad, pero ponerse como objetivo el regreso a 2019 fue un craso error. A comienzos de 2021, las autoridades empezaron a corregirlo planteando que el objetivo real debería ser un mayor crecimiento, tras diversos planteamientos en el mismo sentido realizados por el BCE. ESPAÑA, ¿HACIA DÓNDE VA ?
La gran pregunta que es necesario plantearse en el momento de cerrar este manuscrito para su publicación es esta: ¿y qué va a suceder con el problema de abastecimientos que se ha generado tras el virus?; ¿y con el aumento espectacular de los precios de la energía eléctrica, ilustrados por la evolución el precio del MWh y el de los combustibles fósiles, es decir, el petróleo y el gas?; ¿y con los encarecimientos provocados por el aumento del precio de transporte en contenedores? La pandemia llegó a España con unas cuentas públicas tocadas, y el confinamiento decretado a mediados de marzo hundió la economía española. ¿Como la de todos los países? No. En momentos así es cuando las reservas juegan su papel, cuando quienes tienen reservas pueden abordar la situación en una posición muy distinta a quienes no las tienen. Y España carecía de reservas. A eso debe añadirse otro elemento hoy decisivo: la enorme dependencia de España del exterior —commodities — y en inversiones: la totalidad de los centros de decisión de las inversiones extranjeras establecidas en España se halla en el exterior. El automóvil es un ejemplo. Por esta razón, España se lanzó hacia la deuda pública como única salida en un contexto en el que Bruselas, en la práctica, dio barra libre a todos los países para emitir toda la deuda que esos países necesitasen. Una deuda que, en el caso de España, fue adquirida en su totalidad por el BCE. Para calibrar lo que en el año 2020 la llegada del virus supuso para la economía española solo hace falta un dato: nuestro país pasó de una deuda del 95,5 % del PIB, a 31 de diciembre de 2019, al 120 % del PIB un año después. Entre el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia publicado por el gobierno de España el pasado 30 de abril de 2021; el Plan España 2050 presentado por el presidente del gobierno el 11 de mayo de ese mismo año; el informe sobre la economía española publicado por la OCDE el 27 del mismo mes de mayo; y todas las
negociaciones entre gobierno y los llamados agentes sociales que se han realizado y que continúan realizándose, pienso que se pretende algo que no puede ser. En España, lograr que sean compatibles logros tales como una mayor tasa de ocupación del factor trabajo; el aumento de la productividad; la reducción de la tasa de temporalidad en el empleo —o la práctica desaparición de los contratos de trabajo temporales —; el aumento de la presión fiscal; la reducción de la economía sumergida; la caída de la desigualdad y la disminución del desempleo juvenil; junto con la reducción del déficit y de la deuda pública... es imposible. Y lo es por historia, por estructura de PIB y por modelo productivo. Además, esta pandemia ha tenido/está teniendo varias olas, una circunstancia que afecta tanto a los problemas causados por el virus en sí como a los problemas que supone consolidar una recuperación, y ello debido a la enorme dependencia del PIB de España del sector servicios. En consecuencia, a la incertidumbre que supone generar PIB en tales circunstancias se une el déficit que generó España en 2020 y que derivó en un aumento exponencial de la deuda, tanto pública como privada. La deuda pública de España ha alcanzado niveles de récord tal y como recoge, medida en porcentaje del PIB, el siguiente gráfico:
Fuente original: Juande Portillo y Belén Trincado, «Cada español adeuda ya 30.000 euros por la escalada de la deuda pública», Cinco Días , 21 de julio de 2021.
Y suerte (?) que el BCE lleva absorbiendo una cantidad ingente, y creciente, de deuda española desde hace años:
Fuente original: Raymond Torres, «Adictos al BCE », El País Negocios , 28 de noviembre de 2020.
Se trata de una deuda pública creciente que ha sido necesaria para financiar un déficit también en aumento, consecuencia de la caída de ingresos públicos y de los gastos en los que ha incurrido el Estado para sostener una economía paralizada. Una economía que, a partir de junio de 2020, no remontó como se había esperado, debido a la retracción del turismo y las limitaciones impuestas por la pandemia en restauración y hostelería. Simplemente recuérdese que en marzo-abril del año 2020, durante el confinamiento de la vida económica y social, 3,3 millones de trabajadoras/es estuvieron acogidos a un expediente de regulación temporal de empleo, un ERTE. Numerosos políticos y bastantes expertos han apuntado que el problema que genera esa enormidad de deuda que pesa sobre la economía de nuestro país es muy nimio, ya que los tipos de interés se hallan en un nivel muy bajo debido a la política que está desempeñando el BCE. No pienso lo mismo. La deuda es un muy pesado dogal que asfixia España y que hace que el país dependa de los inversores que tienen esa deuda. La deuda «no tiene importancia» mientras el acreedor quiera sostenerla y adquirirla, pero para eso el emisor, el Estado español, tiene y tendrá que adoptar medidas internas: subidas de impuestos, recortes de gasto público (la denominada «consolidación fiscal») o una combinación de ambos para que la evolución de esa deuda sea sostenible. El gráfico adjunto muestra la posible evolución de la deuda de España hasta 2050, en porcentaje del PIB, a partir del momento actual y según diversos escenarios.
Fuente original: OECD Economic Surveys. Spain , mayo de 2021.
Este gráfico es doblemente interesante. Por un lado, vincula la evolución de la deuda al crecimiento esperado del PIB; en el mejor de los casos, la deuda superaría el 80 % del PIB en 2050, 20 puntos por encima de las condiciones de Pacto de Estabilidad y Crecimiento, momentáneamente aparcado, pero del todo vigente en la Unión Europea. Por otro, introduce en la posible evolución de la deuda políticas compensatorias del envejecimiento de la población, es decir, de gestión de las pensiones en función de los ingresos de la Seguridad Social. Sin tales políticas, la deuda de España rozaría el 170 % del PIB en 2050, una tasa que ni Bruselas ni la inversión internacional permitirían. El problema es que la alternativa solo es relativamente mejor: con medidas compensatorias del envejecimiento de la población, la deuda alcanzaría, al final del período contemplado, el 120 % del PIB, tasa que tampoco podría tolerar Bruselas. La posibilidad de una fuerte subida de los tipos de interés colocaría a la deuda de España en una posición también inasumible, pero, en mi opinión, esta posibilidad no va a producirse, ya que, por un lado, la inflación ha dejado de ser un problema permanente y, por otro, a que hoy existe un exceso de oferta monetaria y, previsiblemente, esa situación va a continuar. Uno de los problemas que las economías de España y otros países tuvieron que afrontar durante la pandemia fue su baja capacidad de trabajo online. En parte, el problema fue tecnológico:
sistemas de gestión no adaptados, infraestructuras no preparadas... pero sobre todo, en el caso específicamente español, a la anteriormente mencionada estructura de su PIB, muy dependiente del turismo y de servicios a él asociados. Los dos primeros problemas se dieron durante la pandemia. La pregunta es si se han resuelto de cara, no ya a una nueva posible pandemia, sino a un creciente desempeño del trabajo online en todas aquellas actividades que sea posible realizar de este modo, dado el ahorro de costes que el trabajo online lleva aparejados. El siguiente gráfico muestra, por países, el porcentaje de tareas que potencialmente pueden realizarse online, y subraya el detalle de las regiones de cada país en los que las ratios son mayores y menores. En España, como puede verse, la media nacional es baja, pero también lo es el porcentaje total.
Fuente original: «Capacity for remote working can affect lockdown costs differently across places», OECD Policy Responses to Coronavirus (COVID -19) , 2 de junio de 2020.
Que la economía española haya mostrado y muestre tasas potenciales de trabajo online tan reducidas es, obviamente, negativo en caso de posibles nuevos confinamientos, pero también lo es si pensamos en la mejora de la productividad futura del país, lo que incide en la evolución de su competitividad. El gráfico a continuación muestra la productividad en una serie de países en el año 2019.
Fuente original: Manuel V. Gómez, «Trabajo en España: temporal, precario, escaso», El País , 1 de noviembre de 2020.
La productividad de España fue baja en 2019 per se y en relación con la media de la UE, y los datos estimados para 2020 muestran que ha empeorado. Pero, además, y eso posiblemente sea lo peor, ocurre también que el crecimiento de la productividad
en España ha sido malo en el pasado (véase el primer gráfico, publicado por la OCDE) y que las estimaciones para el futuro también son negativas (véase el segundo gráfico, de Bloomberg).
Fuente original: Base de datos sobre productividad, OCDE .
Fuente original: Bloomberg , 3 de octubre de 2020.
Una baja productividad supone una generación de valor añadido reducida, lo que no incentiva la inversión para que la productividad mejore, y esto conduce inevitablemente al país o zona a perder competitividad internacional. España ha estado compensando esta deficiencia pagando salarios bajos y con condiciones laborales precarias; tiene, además, una tasa de economía sumergida que, según las estimaciones, oscila entre el 17 % y el 25 % del PIB, todo lo cual lo ha soportado con bastante
elasticidad el sector turístico. Esta forma de proceder, sin embargo, no es sostenible en el tiempo, ya que la Unión Europea va a exigir y a auditar formas fiscales mucho más estrictas. Llegará un momento en el que España no tendrá más alternativa que mejorar su productividad o permitir que ciertas zonas que ya tienen una productividad elevada o que potencialmente podrían tenerla dispongan de una autonomía muy superior. La pandemia no ha causado el problema de productividad que tiene España, pero lo ha puesto más de manifiesto si cabe al quedar expuesta a la comparación más estricta con otras economías en unos momentos en los que el trabajo online ha sido la única opción. Paralelamente, España tenía y tiene unos ingresos públicos insuficientes, en gran medida debido al fraude y a la elusión fiscal existentes, así como a lo bajas que son sus rentas medias, producto también de la baja productividad. Esto provoca que la presión fiscal sea baja en España con relación al resto de Europa, lo que hace a su vez que crezca el déficit, y eso a pesar de que España tenga uno de los niveles de gasto público sobre PIB menores de la UE. Observen la evolución de los ingresos y gastos público en España como porcentaje del PIB.
Fuente original: Laura Delle Femmine, «La pandemia devuelve el déficit al nivel de los años de la Gran Recesión», El País , 30 de marzo de 2021.
Diversos políticos y expertos llevan algún tiempo advirtiendo que la presión fiscal en España es más reducida que en el resto de Europa, lo que es cierto. Pero no hay que olvidar que el gasto público sobre PIB también es inferior en España. En el primero de los gráficos presentados a continuación pueden verse los ingresos públicos de 2018 como porcentaje del PIB; en el segundo, el peso del gasto público de cada país en el PIB.
Fuente original: Javier G. Jorrín, «España es el quinto país europeo que menos recauda y el séptimo con menor gasto», El Confidencial , 24 de abril de 2019.
La pandemia ha hecho mucho más visibles estas diferencias, unas diferencias que explican que el nivel de ayudas públicas en España haya sido inferior que en otros países europeos, y que han forzado también la emisión de un volumen de deuda muy elevado. En estas condiciones, es fácil imaginar la situación de partida en la que la economía española tiene que hacer frente a la pospandemia y cuáles son las expectativas para los próximos años, y ello dando por supuesto que el virus de la covid sea definitivamente controlado y la esperada recuperación se complete. Hay otro aspecto que la pandemia ha hecho mucho más visible también, y es el del impacto que los ERTE han tenido en la Seguridad Social. España tenía un gran número de personas que no trabajaban realmente aunque figuraran como ocupadas: un dato que ha puesto más al descubierto el déficit crónico del sistema de pensiones, uno de los puntos a revisar/reformar que se incluye entre las recetas de Bruselas. La pandemia ha puesto este aspecto de relieve por la crónica insuficiencia de ingresos en relación con los gastos a pagar en pensiones, pues el problema del sistema de pensiones de España (y de todos los países con un sistema de reparto como el español) es de insuficiencia de ingresos. El Anteproyecto de Ley de Reforma de la Seguridad Social aprobado en julio de 2021 garantiza un equilibrio momentáneo de las cuentas al traspasar los gastos impropios, como las prestaciones no contributivas —de carácter asistencial—, las políticas de incentivos al empleo a través de reducciones de cuotas, las políticas de apoyo a las familias... directamente a los Presupuestos Generales del Estado, donde habrá que «encontrar» los fondos para atender esos gastos: una cifra que asciende a los 22.000 millones de euros. Pero ese anteproyecto aparca para más adelante los temas más polémicos, como el encaje del aumento de la esperanza
de vida en el importe de las pensiones, definiendo un Mecanismo para la Equidad Generacional en sustitución del ya derogado Factor de Sostenibilidad. En cualquier caso, como decía anteriormente, la pandemia ha hecho aún más visible el problema de fondo de las pensiones, que no es otro que la insuficiencia de ingresos. En el siguiente gráfico se puede observar la estimación del número de afiliados, de pensiones y de afiliados por pensión hasta el año 2050.
Fuente original: David López Belanche, «La sostenibilidad del sistema de pensiones en España», El Captor , 20 de noviembre de 2014.
En este tipo de estudios lo menos importante es la cifra exacta. Lo que de verdad tenemos que observar es la tendencia, y la tendencia viene marcada por el número de afiliados por pensión. La estimación fue realizada antes de la pandemia, y esta no ha hecho más que agravarla por el previsible estancamiento en los salarios medios —reconocido por la propia Comisión Europea— y el número de trabajadores en ERTE que no se incorporarán a su puesto de trabajo cuando el ERTE al que se acogen concluya. Deuda, productividad, pensiones: los tres principales problemas de la economía española que ya lo eran antes de la irrupción de la pandemia, y que esta ha agravado en un país con un modelo
productivo basado en un sector servicios que precisa de movilidad y aglomeraciones, y que los diversos grados de confinamiento han puesto en una situación muchísimo más delicada. Los tres años que se calcula que la pandemia va a tardar en ser controlada van a ser una piedra en un camino económico, el de nuestro país, que ya era escabroso, sobre todo pensando en el medio y largo plazo. La pandemia se superará y dentro de unos años solo será un recuerdo, pero las tendencias seguirán ahí, en especial si las contemplamos desde la perspectiva de lo que pueda estar ocurriendo en 2060. Se producirá para entonces una pérdida significativa en el PIB pc; un aumento significativo de la ya notabilísima desigualdad en la distribución de la riqueza; un aumento de la presión fiscal que empobrecerá a los receptores de las rentas más bajas; un importante desequilibrio entre la población mayor de 65 años y la población en edad de trabajar (que no quiere decir ocupada); una productividad total de los factores y un capital humano insuficientes; un nivel medio de escolarización alejado del de los países punteros... La pandemia ha afectado a España más que a otras economías por problemas que venían de muy atrás, que estaban ya antes de que el virus de la covid llegase; el virus sencillamente los ha dramatizado y puesto en evidencia. La española no es una economía homogénea (en realidad, ¿qué economía lo es hoy?); por ello pienso que la única posibilidad de recuperación para España y el resto de países pasa por finalizar la fórmula del café-para-todos y optar por un perfil de geometría variable que, hasta ahora, se ha querido evitar por razones políticas. Es muy probable que la catarata de ayudas desplegadas entre los años 2020 y 2022 sean las últimas otorgadas a través de esta vía.
VII Final Como comentábamos más atrás, la pandemia ha sido, aún está siendo, un punto aberrante en la estadística, una excepcionalidad, un cisne negro —más bien gris, en realidad— que ha servido y que continuará sirviendo para acelerar la toma de decisiones, realizar cambios, llevar a cabo implementaciones de políticas y de medidas que ya estaban sobre la mesa. Medidas que, debido a la polémica que generaban y al coste político que podían ocasionar, o bien se encontraban aparcadas o bien en proceso de lenta discusión. El virus de la covid, entre otras cosas, ha sido el turbo que ha posibilitado los cambios. Lo que va a suceder en España es un ejemplo: hasta finales del año 2023, el gobierno va a tener que promulgar una ley cada quince días a fin de cumplir los requisitos que Bruselas ha impuesto a España si quiere recibir los fondos Next Generation: los archifamosos 140.000 millones. El SARS-CoV-2 ha sido malo para todos, pero para algunas economías lo ha sido mucho más que para otras. Ha provocado la típica situación en la que aguantan, o sobreviven, quienes tienen reservas, por lo que quienes más han padecido y siguen padeciendo son quienes tienen una mayor posición deudora, sea un país, una empresa o una familia. Cuando irrumpió la pandemia de la covid, la deuda de España alcanzaba ya el 95,5 % del PIB, 1,88 billones de euros. A pesar de los continuos desmentidos de autoridades e instituciones, la deuda va ser, de largo, uno de los principales problemas que sufran las economías tras la pandemia. Ya lo era,
pero el problema ahora se ha vuelto desmesurado; porque la deuda, independientemente del nivel de los tipos que pague esa deuda, genera dependencia y afecta directamente a la confianza.
Fuente original: Daniel Suárez Montes, «Sostenibilidad de la deuda, geometría y límites difusos», Instituto de Estudios Financieros, 14 de septiembre 2021.
De hecho, el virus de la covid ha sido, está siendo, el posibilitador del cambio del modelo vigente en el Sistema Capitalista desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y cuyo agotamiento se manifestó a partir de 2007, con el inicio de la crisis en la que aún nos hallamos y que abrió la transición hacia ese nuevo modelo. ¿Por qué? Antes de la llegada del coronavirus la oferta de prácticamente todo era superior a la demanda de casi todo. La capacidad productiva de gran número de bienes estaba subutilizada, pero eso quedó mágicamente resuelto con la covid, ya que, después de la desescalada tras la cuarta o quinta ola, según los lugares (mayo/junio de 2021) pudo apreciarse que la oferta era crecientemente menor que la demanda. Varias causas explican el fenómeno. Es necesario remontarse a la década de 1980, cuando una pléyade de compañías emigró a Asia porque mediante la deslocalización de las producciones se conseguían unos costes laborales muchísimo más reducidos, una legislación fiscal infinitamente más laxa y unos regímenes políticos en los que las protestas sociales estaban prohibidas. La deslocalización de producciones dio a estas empresas grandes ventajas competitivas. A ello se sumaron procesos organizativos que, basándose en la rapidez en los suministros, buscaban stocks cero de materias primas, consumibles y semielaborados, porque de esta manera se minimizaban los costes financieros. Cuando el virus de la covid se manifestó en China en el mes de noviembre de 2019, y a medida que fue avanzando hacia el oeste, comenzaron a interrumpirse los suministros a la vez que aumentaba la demanda de bienes acabados (electrónica, material sanitario de protección, artículos demandados en las plataformas de Internet, bienes esenciales), lo que produjo que los stocks existentes fueran disminuyendo. La demanda de productos industriales cayó a medida que el parón económico se fue generalizando a partir de febrero de 2020, pero no cayó la demanda de un gran número de bienes de
uso doméstico, gracias a las ayudas impulsadas por los gobiernos (ERTE y figuras similares). Las cadenas logísticas quedaron interrumpidas. A mediados de 2021, el nivel de inmunización de la población general empezó a ser notable gracias a la campaña de vacunación, y a medida que se iba profundizando en la desescalada la demanda también fue creciendo. En primer lugar, por el ahorro forzoso producido durante los meses de parón; en segundo lugar, porque los estímulos inyectados en la economía por los bancos centrales continuaron, y la economía siguió estando dopada; y en tercer lugar, porque no disminuyó el gasto público, lo que produjo un aumento espectacular de la respectiva deuda pública de los países. En cualquier caso, «de hoy para mañana» fue necesario reponer unos stocks de funcionamiento que estaban a cero. Para complicar aún más la situación, todo esto se produjo en un contexto en el que se disparó el precio del transporte marítimo (mover un contenedor de Shanghái a Los Ángeles pasó de costar 2.000 dólares en enero de 2020 a como mínimo 12.000 dólares en octubre de 2021). Un resultado lógico, porque se estaba produciendo un aumento de la demanda de transporte junto a la escasa disponibilidad de unos contenedores que habían quedado desperdigados y detenidos por todo el mundo durante el confinamiento. Y, por si todo esto no fuese suficiente, hay que sumarle que coincidiera con el alza de los precios de los combustibles fósiles por el aumento de demanda, por un lado. Y, por otro, con una oferta insuficiente por decisiones de los productores y por la necesidad de volver a poner en marcha el aparato productivo y, finalmente, por el aumento de la movilidad. A ello hay que añadir unos precios disparados de la energía eléctrica en Europa debido al sistema de cálculo del precio del MWh, marginalista. Esto quiere decir que el último tipo de energía que entra en el mix (eólica, hidráulica, nuclear, carbón, ciclo combinado de gas), que siempre es la más cara, fija el precio total del mix y, por tanto, del MWh. Por último, hay que tener
en cuenta el incremento de la cotización de los Derechos de Emisión, que encarece aún más el coste de la energía eléctrica producida con gas. Este cúmulo de factores ha dado lugar a que se produjera en muchos sectores un elevado grado de escasez en el suministro de bienes y componentes, así como grandes aumentos de precios e incertidumbre ante los parones de fábricas y plantas de ensamblaje por desabastecimientos. Por eso, la economía pospandemia, el nuevo modelo, tiene que ser una economía completamente volcada en la eficiencia: hacia la búsqueda de la máxima productividad posible en un entorno de sostenibilidad; porque la naturaleza ya no da más de sí, y porque ahora la sostenibilidad es una vía de negocio. Por tanto, lo que va a venir será una economía —y una sociedad— en la que la tecnología lo impregnará todo. Antes de la pandemia ya era así, por supuesto, pero ahora lo será mucho más, porque la presencia de la tecnología se tolerará masivamente y se hará incontestable, ya que su uso será imprescindible y no se contemplarán alternativas viables. La situación hubiese acabado llegando, pero la irrupción de la pandemia ha acelerado los procesos. Serán unos años en los que se expandirá la implantación del nuevo orden que la tecnología hace posible con sus avances. Es algo que empezó a experimentarse en julio de 2021, cuando varios países empezaron a introducir a mayor o menor velocidad la exigencia de los certificados de inmunización de sus ciudadanos, ya fuera obtenida a través de la vacunación o por haber sido determinada persona contagiada y haber superado la enfermedad. En muchos casos, no era obligatorio disponer de tal certificado, pero no tenerlo suponía tener vetada la entrada en una serie de lugares. Una fórmula sencilla que no fuerza, pero que limita cada vez más. Y si el control de acceso por medio del certificado llega a combinarse con la geolocalización de quien utiliza el certificado, el control es permanente, un control implementado por seguridad...
En un escenario que lo que busca es la productividad sostenible a través de la implementación de toda la tecnología que sea necesaria, las cosas que pasan y el modo cómo pasan son distintos a las que pasaban, y a su modo de pasar en otro escenario. La pandemia ha sido la clave de bóveda de la crisis que se insinuó en 2007 al agotarse el modelo que entonces regía el funcionamiento económico y social; esas cosas diferentes que sucederán a partir de ahora serán propias del nuevo modelo. Es decir, no es que vaya a haber una economía y una sociedad pospandemia, serán la economía y la sociedad propias del nuevo modelo al que el virus de la covid abrió la puerta. El conjunto de estrategias de esta era pospandemia fue presentada, con el rótulo de The Great Reset, en mayo de 2020. La iniciativa quedó oficialmente inaugurada en Davos el 21 de enero de 2021. Su principal valedor es el World Economic Forum. En relación con ella, existe un consenso generalizado: se trata de ir hacia una recuperación sostenible y justa en la que «No poseerás nada y serás feliz» (https://www.weforum.org/great-reset/ ). El tiempo, como siempre, nos irá mostrando la realidad.
Cronología 2007
(ENERO ) Reunión anual del World Economic Forum con el lema: «Cambio en la ecuación de poder». (ABRIL ) Un informe elaborado por el ministerio de Defensa del Reino Unido sobre la situación mundial en el año 2037 contempla un escenario de cambios profundos provocados por la globalización, la creciente vulnerabilidad de la clase media, el aumento de la distancia entre ricos y pobres, los avances biotecnológicos profundos (como el implante de chips a nivel cerebral, lo que permitiría la telepatía), el aumento de las migraciones mundiales y grandes retos económicos y sociales en China. (SEPTIEMBRE ) El presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, anuncia que el modelo de protección social francés no es financieramente sostenible y que es necesario un nuevo contrato social. (OCTUBRE ) El cuarto informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas concluye que, aunque se tomasen medidas eficaces contra el cambio climático, el daño ya es inevitable. Lo único que puede hacerse ahora es poner en marcha medidas para adaptarse a sus efectos y ralentizar el calentamiento global. (1 DE NOVIEMBRE ) Dominique Strauss-Khan es nombrado director gerente del Fondo Monetario Internacional. Tras la quiebra de Lehman Brothers y la generalización y extensión de la crisis, intentó desde ese cargo impulsar el uso de los Derechos Especiales de Giro como principal moneda de reserva mundial. Su objetivo era reducir el inmenso peso que tiene el dólar y reducir la necesidad de dólares de los bancos centrales debido a la posición dominante de la divisa de Estados Unidos (véase 14 de mayo de 2011).
2008
(15 DE SEPTIEMBRE ) Quiebra de Lehman Brothers, uno de los cuatro grandes bancos de inversión de Estados Unidos. Es la mayor quiebra de la Historia.
(27 DE NOVIEMBRE ) Se estima que, en Estados Unidos, treinta millones de personas, casi el 10 % de la población, podrán comer en el mes de diciembre gracias a las ayudas del Food Stamp Program. En Estados Unidos y a lo largo del año 2008, la suma de activos de los bancos de negocios ascendió a una cantidad que representó el 23 % del PIB del país; en 1988 tal suma representaba el 3 % del PIB de dicho año. 2009
(8 DE ENERO ) Nicolas Sarkozy, Angela Merkel y Tony Blair mantienen en París un encuentro sobre el «nuevo capitalismo». Merkel propone la creación de una especie de consejo económico mundial que vele por la estabilidad del sistema. (19 DE FEBRERO ) Estados Unidos exige al banco suizo UBS que revele el nombre de 52.000 tenedores de cuentas numeradas so pena de imputar al propio banco como partícipe del delito de evasión fiscal. Este hecho supone, en la práctica, el fin del secreto bancario. (24 DE FEBRERO ) La Bolsa de Valores de Irlanda se derrumba hasta los 1.987 puntos. En abril de 2007 había alcanzado los 10.000. (FEBRERO ) En Estados Unidos, la compañía Scout Labs presenta un software que es capaz de medir e interpretar las emociones. Introducido en sitios web, busca términos positivos y negativos sobre el asunto que interese al cliente, obtiene conclusiones y las interpreta. Sus clientes son Motorola, CocaCola, Disney, HP... así como políticos e instituciones. (FINALES DE JUNIO ) Según un informe del Parlamento Europeo, el volumen de derivados negociados en los OTC (mercados al margen de la intervención de las autoridades bursátiles) asciende a 605 billones de dólares (10 veces el PIB del planeta). (6 DE OCTUBRE ) En la Unión Europea se hace público que varios centros de investigación se hallan trabajando en el programa INDECT (Intelligent Information System Supporting Observation, Searching and Detection for Security of Citizens in Urban Environment), un proyecto, con cinco años de desarrollo, cuyo objetivo es, entre otros, detectar automáticamente en la red «amenazas, conductas anormales o violencia» en el marco de la lucha contra el cibercrimen y el terrorismo. Para ello, arañas inteligentes rastrearán recursos públicos en Internet como páginas web, foros de discusión, redes P2P y sistemas informáticos individuales.
2010
Desde principios de la década comienza el proceso de relocalización (reshoring ), por el que producciones que desde los años setenta se habían ido deslocalizando a países subdesarrollados y en vías de desarrollo —principalmente del Este y Sudeste de Asia, y en concreto a China— comienzan a ser traídas de vuelta a los países de origen. Entre los motivos: una tecnología que permite una flexibilidad de producción muy superior, que compensa el menor coste del factor trabajo en estos países, coste que con el tiempo ha ido creciendo; una tecnología que resulta a la vez crecientemente sofisticada y barata; y la reducción de costes logísticos que supone la aproximación de la producción a los puntos de consumo. (A este fenómeno también se le ha denominado «desglobalización», un término confuso que puede llevar a equívoco, porque el alcance de los mercados planetarios no se halla en entredicho.) (27 DE ABRIL ) Richard Florida publica The Great Reset: How New Ways of Living and Working Drive PostCrash Prosperity . El derrumbe producido en 2008 abre una serie de oportunidades para repensar y reconfigurar de nuevo la economía y la organización social. (5 DE MAYO ) La Cumbre del Consejo Europeo concluye que es tan imposible la refinanciación de la deuda de los países del sur de Europa como la puesta en marcha de planes de estímulo coordinados financiados con recursos públicos, por lo que cada país debe hacer individualmente lo que sea menester para reducir su déficit. A partir de este momento, lo importante es realizar ajustes para sanear la economía y dar confianza a los mercados. En la práctica, supone asumir el fin del modelo vigente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que pretendía aspirar al crecimiento económico a ultranza, lo que en sí mismo supone un crash. (26 DE JUNIO ) En Italia, la compañía FIAT amenaza a los trabajadores de la planta de Pomigliano con llevar la producción del nuevo Panda a Polonia si no renuncian a una serie de derechos laborales, entre ellos el derecho a la huelga. (29 DE JUNIO ) En Alemania, la compañía Siemens presenta una solicitud para poder operar como banco. (19 DE JULIO ) El primer ministro británico David Cameron profundiza en el concepto de Big Society, que implica la reducción del peso del Estado y la incorporación de la ciudadanía a la gestión del día a día. La idea es que el Estado está para ayudar al ciudadano, pero este
ha de ayudar al Estado, es decir, a la sociedad. Con la Big Society, se pretende que la ciudadanía se ayude a sí misma a través de su propia comunidad. El programa se sustenta en tres pilares: 1) descentralización (del poder central al local y desde este a las comunidades de vecinos); 2) transparencia (los ciudadanos han de estar informados); 3) dinero (pagar a los proveedores de servicios en función de sus resultados). (En el congreso del Partido Conservador en Birmingham, el 6 de octubre de 2010, David Cameron declaró: «Hay demasiada gente que piensa que, como ha pagado sus impuestos, el Estado se lo ha de hacer todo. Pero la ciudadanía no es una transacción: tú pagas tus impuestos y recibes servicios. Es una relación: tú eres parte de algo más grande que tú mismo y es importante lo que tú piensas, sientes y haces». «El estado de nuestra nación no se determina solo por lo que hace el gobierno y quienes lo rigen; lo determinan millones de acciones individuales, aquello que cada uno de nosotros decide hacer o no hacer».) (MEDIADOS DE OCTUBRE ) En China, coincidiendo con la discusión del nuevo Plan Quinquenal (2011-2015), el Comité Central del Partido Comunista se plantea reducir las desigualdades sociales a fin de evitar disturbios sociales. Se aborda el concepto de «Crecimiento Inclusivo»: «Extender los beneficios de la globalización económica y el desarrollo entre todos los países, regiones y pueblos, con objeto de lograr un progreso económico y social equilibrado mediante un desarrollo sostenible». (El concepto contrasta con el de «Crecimiento Desequilibrado» vigente en China desde los años sesenta.) 2011
(MARZO ) El jefe de policía de Rotterdam, Países Bajos, propone la creación de un fichero con los datos genéticos de toda la ciudadanía del país. (7 DE ABRIL ) El FMI publica un documento interno (Gestionando la abundancia en América Latina para evitar la crisis ) en el que apunta que el boom latinoamericano se basa en circunstancias externas: el exceso de liquidez que ha derivado en la entrada de capitales en la región y el incremento de los precios de las commodities , circunstancias que pueden concluir en no mucho tiempo. (14 DE MAYO ) El director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, es detenido en New York por el supuesto intento de agresión sexual a una camarera del hotel en el que se hospedaba. El 18 de mayo dimite de sus cargos en el FMI.
(2 DE SEPTIEMBRE ) El Parlamento español aprueba por 316 votos a favor y 5 en contra la modificación del artículo 135 de la Constitución, que introduce el principio de estabilidad financiera, reconoce la necesidad estructural del equilibrio presupuestario y lo hace imprescindible en la persecución de cualquier otro objetivo. Se cuantifica que el déficit estructural del conjunto de las administraciones públicas no podrá superar el 0,4 % del PIB a partir del año 2020, siendo el límite del Estado el 0,26 % y el de cada región el 0,14 %, y obliga también a los ayuntamientos al equilibrio presupuestario. Además se declara prioritario, sobre cualquier otro compromiso, el pago de la deuda pública, así como de sus intereses; y se incluye el límite del 60 % el saldo que, con relación al PIB, puede existir de deuda pública viva en un momento determinado, sin corrección alguna en función de la situación económica. (24 DE OCTUBRE ) El Vaticano manifiesta que sería necesario crear un Banco Central Mundial con extensión planetaria que estaría formado a partir de la cesión libre de partes de soberanía de los diferentes países. Con ello, se pretende superar el anacronismo de una división en Estados nacida según los principios de la Paz de Westfalia, en un momento en el que la globalización es ya un hecho irreversible. Su función sería «crear mercados eficientes y eficaces para que no estén protegidos por políticas nacionales paternalistas». El banco «regularía el sistema de los cambios monetarios» y las actividades «bancarias y financieras» basándose en «lo espiritual y la ética». El Vaticano considera que el FMI es incapaz de garantizar la estabilidad financiera mundial. (OCTUBRE ) Una reunión de directores del FMI desestima la propuesta del anterior director gerente, Dominique Strauss-Khan, de aumentar la cesta de Derechos Especiales de Giro a fin de evitar la confusión entre los usuarios y los costes excesivos. (8 DE NOVIEMBRE ) El presidente francés, Nicolas Sarkozy, dice en Estrasburgo: «Nadie piensa que el federalismo, la integración total, es posible con 33, 34 o 35 países. (...) No habrá moneda única sin una mayor integración fiscal y hacia ahí es hacia lo que vamos. Claramente habrá dos velocidades europeas; una velocidad hacia una mayor integración de la zona euro, y una velocidad más confederal de la zona euro». 2012
(ENERO ) En el número de enero-febrero de la revista Foreign Affairs , Francis Fukuyama publica el artículo «The future of history», en el que alerta de que la clase media occidental se halla en peligro
debido a que la izquierda se ha quedado sin programa: sus antiguos planteamientos ya no tienen cabida y, si se adapta a la realidad la propia existencia, la izquierda deja de tener sentido. El filósofo concluye que nadie en el futuro representará a la clase media. (9 DE ENERO ) Alemania emite 3.900 millones de euros de deuda pública a seis meses a un interés medio del -0,0122 %. Es la primera vez que algo así sucede. El motivo es la seguridad y el refugio que brinda hacer inversiones en estos activos alemanes. (11 DE ABRIL ) El FMI manifiesta que es posible que se haya subestimado la evolución de la esperanza de vida de la población después de los sesenta años de edad. Según cálculos actuales, es previsible que se presenten problemas de financiación de las pensiones, por lo que el fondo plantea, entre otras medidas, vincular las pensiones a una esperanza de vida determinada y no extenderla aunque se vivan más años. También, alargar la edad de jubilación y obligar a que la población constituya planes privados de ahorro si pretende financiar su sustento durante el exceso de años vividos. (21 DE JUNIO ) El BCE considera eliminar la norma que fija calificaciones mínimas para los bonos que acepta como garantías en las peticiones de liquidez por parte de la banca. De este modo, si hasta ahora exigía una calificación de A para un título hipotecario, a partir de este momento aceptará BBB; con esta rebaja, el BCE admitirá cualquier crédito con tal de que no esté impagado ni tenga riesgo de ser moroso. Esta medida prepara inyecciones masivas de liquidez a partir de julio. (26 DE JULIO ) En Londres, el presidente del BCE, Mario Draghi, pronuncia la frase: «El BCE hará lo necesario para sostener el euro. Y, créanme, eso será suficiente». Con ella comenzaba la fase de inyección artificial de dinero en el sistema que desde entonces ha estado dopando la actividad económica. (6 DE SEPTIEMBRE ) El BCE elimina las calificaciones mínimas que debían cumplir los bonos que le presentaban los bancos para obtener liquidez, por lo que el BCE pasará a aceptar bonos basura. (SEPTIEMBRE ) El ejército suizo realiza unas maniobras militares en ocho ciudades suizas en las que recrea una situación de revueltas populares ocasionadas por residentes suizos. El origen de estas revueltas podría ser las medidas económicas adoptadas por el gobierno o la presencia de un gran número de refugiados económicos de Grecia, España, Francia, Italia y Portugal, capaces
de desbordar las capacidades de contención de la policía. La situación podría hacer necesaria la intervención del ejército. 2013
(FEBRERO ) Se hace público que la compañía armamentística estadounidense Raytheon tiene operativo un software, de nombre Riot, que comenzó a desarrollar en 2010 y que permite predecir comportamientos y movimientos de las personas que se encuentren bajo rastreo. El programa no se halla a la venta. La compañía colabora con el Estado y la industria a fin de construir un sistema de seguridad nacional que permita rastrear a millones de personas y unidades. Fundamentalmente, Riot extrae la información de las redes sociales. (13 DE MAYO ) El banco J. P. Morgan publica el informe «The euro area adjustment. About halfway there», en el que argumenta que, en el futuro, los mejores crecimientos que puedan esperarse en diversas economías europeas se situarán entre el 1,0 % y el 1,5 %, e introduce la idea de que el concepto de «democracia», tal y como se ha entendido hasta ahora, debe ser reformado en diversos países europeos a fin de hacer frente a los cambios económicos que vayan a producirse. (17 DE SEPTIEMBRE ) En la inauguración del año parlamentario, el jefe del Estado holandés, el rey Guillermo Alejandro, manifiesta que el modelo de protección social no es sostenible en el país y que debe pasarse a una sociedad participativa, en la que cada cual sea responsable de cubrir sus propias necesidades. Los municipios serán los encargados de la atención a la ciudadanía. El presidente chino Xi Jinping presentó en 2013, en las cumbres en Astaná (Kazajistán) y Yakarta (Indonesia), la idea de una nueva Ruta de la Seda. La idea ha seguido evolucionando operativamente desde entonces y cada vez es más extensa y sólida.
2014
(8 DE ENERO ) En Alemania, basándose en una ley de Hamburgo del año 2005 que permite a la policía otorgarse poderes excepcionales en situaciones extremas, en un área en la que residen ochenta mil personas las libertades son limitadas a fin de controlar una oleada de manifestaciones organizadas por la izquierda contra el alza de los alquileres, los desahucios y la política de control migratorio. (MEDIADOS DE ENERO ) Empieza a hablarse abiertamente del Internet de las Cosas (IoT: Internet of Things). La compañía The Wireless Registry propone el registro de los objetos conectables a Internet a fin de darles una identificación para que puedan comunicarse con sus propietarios.
(JUNIO ) En la República Popular China y a iniciativa del presidente Xi Jinping, el Consejo de Estado publica las líneas de implementación de la cultura de la sinceridad , un método para medir la sinceridad de la población (véase 1 de mayo de 2018). (2 DE JULIO ) La OCDE publica el informe «Shifting gear. Policy challenges for the next 50 years», con proyecciones hasta 2060, en el que predice mucho menos crecimiento, una creciente desigualdad en los ingresos personales debido a que los empleos con menos cualificación verán reducidos dramáticamente sus salarios, costes crecientes en la atención sanitaria, etcétera. (21 DE NOVIEMBRE ) Estonia crea la e-residencia para extranjeros desvinculada totalmente de la presencia física en el país. La fórmula permite realizar negocios con base en Estonia, tener cuentas bancarias y beneficiarse de su sistema fiscal. A lo largo del año se populariza el concepto de gigeconomy , que engloba el autoempleo, el trabajo temporal, los contratos de brevísima duración, la economía colaborativa..., modalidades caracterizadas por una muy baja remuneración y con seguridad nula. Algunos sociólogos consideran que este es el probable horizonte de evolución del mercado de trabajo. 2015
(MAYO ) China lanza la iniciativa Made in China 2025, primera parte de un plan que finalizará en 2049, año en que se conmemora el centenario de la proclamación de la República Popular. El plan pretende impulsar diez subsectores: aeroespacial, alta tecnología marítima, ahorro energético y vehículos con nuevas fuentes de energía, biomedicina, electricidad, maquinaria agrícola, robótica, tecnologías de la información y transporte ferroviario. El objetivo es aumentar el peso de la tecnología china de alto nivel en un 40 % en 2020 y un 70 % en 2025. Se usarán subsidios estatales y controles a las exportaciones y a los datos para que empresas chinas reemplacen a las extranjeras o para que las empresas extranjeras se vuelvan más chinas. (25 DE SEPTIEMBRE ) Naciones Unidas adopta la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción que contempla tanto a las personas como al planeta y que busca prosperidad y el fortalecimiento de la paz mundial. Los países miembros acuerdan que el mayor desafío es la erradicación de la pobreza, y que si este objetivo no se cumple no puede haber desarrollo sostenible. La Agenda contempla 17 objetivos y 169 metas de carácter integrado, que abarcan lo económico, lo social y lo ambiental, y aborda el fin
de la pobreza, la salud y el bienestar, la educación de calidad, un trabajo decente y el crecimiento económico, la igualdad de género... (12 DE DICIEMBRE ) Cumbre del Clima de París. Representantes de 195 países firman un compromiso para que a final de siglo XXI el aumento de temperatura se sitúe «muy por debajo de los dos grados» respecto a los niveles preindustriales, y pide esfuerzos para que «no se superen los 1,5 °C». No impone cuotas obligatorias a los países; estos fijarán objetivos voluntarios que posteriormente deberán verificarse, mientras que los países con menos recursos serán compensados. El acuerdo entra en vigor en 2020. (Ciento ochenta y siete de los países firmantes ya han realizado contribuciones de reducción de gases de efecto invernadero, pero la extrapolación a finales de siglo de dichas contribuciones indica que el aumento de temperatura superará los 3 °C.) 2016
(23 DE JUNIO ) El Reino Unido decide en referéndum su salida de la Unión Europea. (3 DE OCTUBRE ) China prepara un sistema disciplinario basado en la recogida exhaustiva de datos de personas y empresas, que serán usados para puntuar la fiabilidad social y la lealtad política de cada individuo y de cada compañía (véase 1 de mayo 2018).
2017
(9 DE SEPTIEMBRE ) En una entrevista en la BBC el expremier británico Tony Blair propone un mayor control sobre la inmigración europea. Sin decirlo explícitamente, sugiere una serie de medidas que en el fondo suponen vincular permiso de residencia y contrato de trabajo.
2018
(22 DE FEBRERO ) El Parlamento de los Países Bajos vota a favor de eliminar la ley que permite a la ciudadanía convocar referéndums consultivos si consigue diez mil firmas y una participación de al menos el 30 % de los electores. Una de las razones esgrimidas por los defensores de eliminar la ley fue que, aunque eran consultivos, esos referéndums en cierta manera obligaban al gobierno a implementar el resultado. (1 DE MAYO ) En la República Popular China entra en funcionamiento (totalmente desarrollado y a plena capacidad lo hará en 2020) la cultura de la sinceridad a través del llamado «crédito social», un sistema a través del cual el Estado, haciendo uso de toda la información disponible de los ciudadanos —obtenida a través de diversas herramientas, como el reconocimiento biométrico a partir de cámaras de seguridad (en ese momento había 175 millones de cámaras en todo el país), archivos de pago de impuestos, de
compra en plataformas de venta online, de licencias de tráfico, de uso de redes sociales, etcétera, y recurriendo a técnicas de Big Data—, construirá una lista de personas físicas y jurídicas «no dignas de confianza». Estas serán penalizadas por el gobierno chino con castigos de al menos un año de duración, y no podrán, por ejemplo, solicitar un crédito, trabajar en determinadas entidades y ocupar determinados empleos, adquirir un pasaje de avión, tener plaza en una determinada escuela o universidad o, incluso, residir en determinadas ciudades. La lista será actualizada cada mes. Transportar objetos prohibidos, comportarse de manera «problemática» (comportamientos diferentes a los debidos), no pagar impuestos o multas, utilizar documentación falsa, difundir falsas alarmas terroristas o fumar en lugares prohibidos son conductas que supondrán la inclusión en la lista; y únicamente serán promocionados aquellos que no estén incluidas en ella. Se establecerán, por otra parte, incentivos para mejorar la clasificación, como participar en actividades organizadas por el Partido Comunista o demostrar lealtad al Estado. (8 DE OCTUBRE ) Iridium Communication y Amazon Web Services acuerdan desarrollar CloudConnect, una red espacial montada con los 66 satélites de Iridium orientada exclusivamente al IoT que, a diferencia de la red terrestre que cubre el 20 % de la superficie, llegará a la totalidad del planeta. 2019
(8 DE ENERO ) El Banco Mundial presenta un informe, con el título «Darkening sky», en el que prevé una caída en el crecimiento mundial para los años 2019, 2020 y 2021, caída que será más acusada en las economías avanzadas. (6 DE MARZO ) Sotheby’s subasta por primera vez en su historia una obra creada por inteligencia artificial: Memories of Passersby I , que ha alcanzado un precio de 40.000 libras. La instalación consiste en un ordenador dotado de algoritmos de IA que alimenta dos pantallas verticales, en las que aparecen retratos generados por el ordenador. (27 DE AGOSTO ) Se hace público que la UE está trabajando en el proyecto Roborder, con el objetivo de que un conjunto de drones autónomos, comandados por IA, vigilen sus fronteras. La tecnología con la que estarán dotados podrá identificar a los seres humanos y decidir de forma autónoma si representan una amenaza, en cuyo caso avisarán a la policía. De momento, no se contempla que los drones vayan armados. (18
DE OCTUBRE
) Evento 201. En la ciudad de New York se realiza
un simulacro que recrea un escenario de pandemia global, bajo el supuesto del uso militar de un virus diseñado en laboratorio que apuntaría genéticamente a determinados sectores poblacionales. Fue organizado y financiado por la Johns Hopkins Center for Health Security, el Foro Económico Mundial, la Fundación Bill & Melinda Gates, y varias empresas multinacionales y bancos globales. (23 DE OCTUBRE ) La revista Nature publica un artículo, elaborado por varios investigadores de Google, según el cual han construido un ordenador cuántico capaz de resolver en tres minutos y veinte segundos una operación que un ordenador convencional tardaría miles de años en resolver. (17 DE NOVIEMBRE ) Posible primer caso en la provincia de Hubei, China, de la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2 y que genera la enfermedad covid-19, que a lo largo de los próximos meses se irá extendiendo por todo el planeta. La deuda total del planeta alcanza el nivel récord de 255 billones de dólares. De tal suma, 74,2 billones corresponden empresas no financieras; 70 billones a los Estados; 63 billones a la banca y a otras entidades financieras, y 48 billones a personas físicas y familias. 2020
(13 DE ENERO ) En Estados Unidos se hace público que, a partir de una investigación realizada por dos biólogos y dos expertos en robótica, y financiada por el Departamento de Defensa, se han construido máquinas compuestas por tejido biológico animal. El material fue posteriormente procesado por un superordenador de la Universidad de Vermont. El resultado es un organismo vivo y programable, un biobot, que podrá utilizarse en tareas médicas y de limpieza del medio ambiente. (19 DE ENERO ) Coincidiendo con la 50.ª sesión del World Economic Forum de Davos, el FMI presenta la Actualización de las Perspectivas de la Economía Mundial, donde plantea una reducción significativa del crecimiento de la mayoría de las economías mundiales y recomienda un aumento del gasto social, a fin de calmar las protestas que se están produciendo en varios países por el deterioro de la situación económica y el aumento de las desigualdades. (MAYO ) En China, el presidente Xi Jinping enuncia la idea de «circulación dual», concepto que divide la economía de China en dos esferas o niveles: la circulación externa, con la que China se relacionará con el resto del mundo, y la circulación interna, que
busca potenciar el mercado propio, las cadenas de suministro y la tecnología internas en lugar de apoyarse como hasta ahora y fundamentalmente en la demanda externa, las exportaciones y la dependencia tecnológica, fórmula en la que China ha basado su crecimiento desde la década de 1980. Esta estrategia es la evolución del Made in China presentado en 2015 y supondría, en la práctica, que compañías occidentales que quisieran operar en el país lo hiciesen bajo una forma societaria china. Presumiblemente, la circulación dual daría lugar al Segundo Shock de China, lo que tendría consecuencias sobre la capacidad, el paro y el subempleo en Occidente en actividades de alta tecnología. (El 11 de diciembre de 2001 se produce lo que se conoce como Primer Shock de China. La República Popular China entra en la Organización Mundial de Comercio, lo que ocasionó el declive y la desaparición de numerosas actividades en Occidente que no pudieron competir con los productos chinos, lo que produjo en el mundo occidental un aumento del paro y del subempleo.) (JUNIO ) El Instituto de Finanzas internacionales estima que, debido a las emisiones de deuda que diversos Estados están realizando para hacer frente a los efectos de la covid, la suma de la deuda pública y privada del planeta puede alcanzar los 325 billones de dólares en 2025, lo que equivale a 230 veces el PIB de España en el momento de escribir estas líneas. (20 DE JULIO ) Acuerdo en la UE para poner en marcha un plan de recuperación económica que ayude a superar los efectos de la pandemia con un importe total de 750 millones de euros. Lo verdaderamente novedoso es el hecho de que, por vez primera, los 27 miembros de la UE han alcanzado un acuerdo conjunto por el que se benefician todos los miembros, al evitar el derrumbe generalizado de varios de esos países y por el negocio que a posteriori dará lugar. En las conversaciones, quedó patente que existen tres Europas: un sur necesitado (que incluiría a Francia); los pequeños países del norte y el centro saneados; y un este necesitado y retrasado; con una Alemania contemporizando con todas las posiciones, ya que nada tenía que perder en el acuerdo. (21 DE AGOSTO ) El World Economic Forum da a conocer las claves en las que tiene que estar basado «el Gran Reinicio» (The Great Reset ) tras la situación de parálisis e incertidumbre provocada por la covid. La iniciativa se estructura alrededor de unas ideas que pretenden afrontar los nuevos desafíos; entre ellas, el cambio de actitud, la creación de una nueva métrica basada en medir lo
importante, el diseño de nuevos incentivos y la creación de una conexión genuina. A lo largo del año 2020, Bill Gates, fundador de Microsoft, Tim Sweeney, fundador de Epic Games, y Mark Zuckerberg, creador de Facebook, comienzan a hablar del desarrollo de sus propios metaversos. El concepto de «metaverso» apareció por vez primera en 1992, en la novela Snow Crash de Neal Stephenson, y se definiría como un espacio virtual en el que los usuarios están presentes y pueden vivir experiencias a través de sus avatares, que reproducen gestualmente al propio usuario. En 1992 no existía tecnología para desarrollar el concepto, pero hoy ya puede iniciar su desarrollo a través de técnicas de Realidad Aumentada y Realidad Virtual. Tal y como se está configurando, el metaverso constituye el próximo paso de Internet, el nuevo Internet, que va mucho más allá del limitado espacio de las webs actuales: mundos híbridos poblados por avatares digitales inteligentes que permiten experiencias inmersivas y multisensoriales, y que posibilitan desarrollos según necesidades. Para Microsoft, el metaverso borra las fronteras de la realidad y abre nuevas posibilidades de colaboración empresarial, como por ejemplo compartir presencia en una sala de reuniones. Para Epic Games, creador de la plataforma de videojuego Fortnight, el metaverso ofrece experiencias hoy inimaginables en juegos que permitirán interactuar con usuarios de cualquier web. Para Facebook, el metaverso posibilitará experimentar la presencia física a través de espacios digitales. En cualquier caso, el desarrollo del metaverso hará imprescindible nuevas bases tecnológicas; es decir, nuevas plataformas digitales cognitivas, ropa con capacidad de interacción electrónica, nuevas interfaces con el mundo real y expansión de la tecnología de comunicación 5G. El acceso se realizará mediante un casco de realidad virtual complementado con unas gafas de realidad aumentada. 2021
(14 DE MARZO ) La ministra de Interior del Reino Unido presenta en el Parlamento un proyecto de ley (Ley de Policía, Delitos, Condenas y Tribunales) que otorga a los cuerpos de seguridad poderes de los que hasta ahora carecía, como reprimir el derecho de manifestación si la policía cree que la protesta va a desembocar en desórdenes. También impone controles más estrictos sobre cuándo pueden realizarse las manifestaciones, cuántos asistentes pueden congregarse y el nivel de ruido que pueden alcanzar. El proyecto faculta incluso a los tribunales para poder condenar hasta a diez
años de prisión a manifestantes si considera que su conducta ha sido muy molesta. (6 DE ABRIL ) La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, propone la creación a nivel mundial de un impuesto mínimo sobre los beneficios de sociedades del 21 % con el objetivo de poner fin a la competencia a la baja entre países a fin de atraer inversiones. Anteriormente, la OCDE había propuesto una tasa del 12,5 %, el tipo vigente en Irlanda. (7 DE ABRIL ) El FMI se muestra a favor de que se fije un impuesto temporal a las rentas altas (sin definir niveles) para compensar el déficit que han tenido que asumir los Estados en la lucha contra la pandemia. (3 DE JUNIO ) La revista Science publica un artículo de un grupo de científicos del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido en que se documenta la creación de una nueva forma de vida, es decir, una forma de vida no existente con anterioridad, a partir de una bacteria Escherichia coli . Los científicos introdujeron en el organismo de la bacteria 18.000 cambios no presentes en la naturaleza, modificando las proteínas base que definen las funciones vitales. El resultado es una nueva forma de vida resistente a la mayoría de los virus que atacan a las bacterias usándolas como base para su replicación. Esto abre las puertas al diseño de nuevos fármacos y biomateriales. (5 DE JUNIO ) El G7 cierra en Londres un acuerdo en el que se fija una postura común para imponer a nivel global un tipo fiscal mínimo de al menos el 15 % en el impuesto sobre beneficios de sociedades. Este acuerdo deberá ser ratificado por el G20 en la reunión celebrada en julio en Venecia, donde fue aprobado. El traslado a escala global lo llevará adelante la OCDE. El impuesto estaría estructurado en dos pilares: primero, las compañías pagarán un porcentaje de sus beneficios en los mercados donde tengan grandes ventas, a pesar de que su presencia sea allí mínima, y segundo, pagarán un tipo impositivo global cuando su margen supere el 10 % del coste. (10-12 DE JUNIO ) Consenso de Cornualles. El G7 acuerda poner en marcha un plan de infraestructuras y comunicaciones al margen de Rusia y la Ruta de la Seda; también, seguir trabajando para establecer un impuesto mínimo sobre los beneficios de sociedades. El calificativo pretende ser una oposición al llamado Consenso de
Washington de los años ochenta, que desregulación y las bajadas de impuestos.
profundizó
en
la
(20 DE JULIO ) La Comisión Europea decide la creación de la Autoridad Europea contra el Blanqueo de Capitales con poder para supervisar y sancionar a las compañías transnacionales. Tendría carácter independiente respecto a los gobiernos y organizaciones. (23 DE AGOSTO ) Debido a la falta de factor trabajo en ciertas actividades, como la industria cárnica, y como consecuencia del Brexit y de la pandemia de la covid, el gobierno británico propone utilizar presos como trabajadores. (AGOSTO ) La compañía OpenAI presenta Codex, un sistema de IA capaz de desarrollar código de programación a partir de indicaciones de lenguaje natural. (28 DE OCTUBRE ) Durante el evento Facebook Conect 2021, el CEO de la compañía, Mark Zuckerberg, anuncia que el nuevo nombre de Facebook será Meta. El nombre está en línea con la apuesta de la compañía por el metaverso. Zuckerberg calificó al metaverso como «el siguiente paso de Internet». (28 DE OCTUBRE ) El gobierno de Dinamarca presenta un proyecto de ley para poner fin a la extracción de petróleo y gas en el país en 2050. Dinamarca tiene 55 plataformas en 21 yacimientos y genera a través de esta industria 4.500 puestos de trabajo directos e indirectos. (30 DE OCTUBRE ) En la Cumbre de Roma, el G20 (que representa a los países cuya suma de PIB supone el 80 % del PIB del mundo) aprueba la fijación de un impuesto mínimo del 15 % sobre beneficios de sociedades. Estará operativo en el año 2023. (3 DE NOVIEMBRE ) Las autoridades de Seúl informan de que, dentro del programa ya en marcha de desarrollo de la ciudad para el año 2030, se creará un metaverso en el que se ofrecerán servicios en distintas áreas como la cultura, la educación y el turismo; posteriormente, la plataforma incluirá servicios de apoyo a compañías de negocio. El primer paso se dará en 2023 con la introducción de una oficina de información para residentes, en la que los usuarios podrán mantener diálogos con avatares. En el ámbito del turismo se creará la Zona Especial de Turismo Virtual, en la que podrán visitarse los lugares de mayor interés de la capital surcoreana, incluyendo también monumentos hoy desaparecidos y recreados virtualmente.
(4 DE NOVIEMBRE ) Alphabet, matriz de Google, anuncia el proyecto Isomorphic Labs, por el que Alphabet —junto con el laboratorio farmacéutico británico DeepMind, adquirido por Google en 2014— diseñará nuevos fármacos a partir de desarrollos de IA en el campo de la biología digital. (31 DE OCTUBRE-12 DE NOVIEMBRE ) En la ciudad de Glasgow tiene lugar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 2021(COP26), que incluye dos reuniones más: la 15.ª reunión de las partes del Protocolo de Kioto (CMP16) y la segunda reunión de las partes del Acuerdo de París (CMA3). El objetivo principal es lograr lo antes posible, mediante la fijación de tempos, cuotas de emisión y acuerdos (que incluyen subvenciones financieras a las economías más atrasadas), una economía neutra en emisiones de carbono de forma coordinada entre los países. El fin es mantener el aumento de temperatura media global por debajo de los 1,5 °C para 2100, pero habrá que esperar a las cumbres de los años 2022 y 2023 para cerrar definitivamente la estrategia, ya que los países deberán redefinir numerosas políticas propias. Para conseguir el objetivo, los asistentes reconocen que se necesita «una reducción rápida, profunda y sostenida de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, incluida la reducción de las emisiones globales de dióxido de carbono en un 45 % para 2030 y a cero neto para mediados de siglo». (Citado por Valentina Raffio, «Glasgow pospone el acuerdo global para reducir las emisiones», El Periódico , 10 de noviembre de 2021.) El escepticismo, muy elevado, tiene su origen en los resultados de las cumbres sobre el clima que se han celebrado hasta ahora. En el siguiente gráfico puede verse, a modo de ejemplo, la evolución desde la década de los sesenta de la concentración de CO2 en la atmósfera.
Fuente original: Chris Hatch & Barr y Saxifrage, «Global climate summit. COP or Cop-out?», Canada’s National Obser ver, 12 de diciembre de 2019 . (19 NOVIEMBRE ) La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprueba el plan Build Back Better (Reconstruir Mejor) con un importe de 1,75 billones de dólares financiado con subidas de impuestos a los más ricos. (El proyecto original ascendía a 3,5 billones de dólares durante diez años.) Recorta el precio de algunos medicamentos para personas mayores, impulsa ayudas para el cuidado de menores, establece la educación preescolar gratuita universal y la atención domiciliaria para ancianos. (FINALES DE DICIEMBRE ) El gobierno británico está considerando marcar con una etiqueta electrónica inteligente a los inmigrantes que entren ilegalmente desde Francia a través del canal de la Mancha. Los fines son disuasorios (reducir los cruces) y de control (tener localizados a los inmigrantes y evitar que se diluyan entre la población). Se estima que actualmente hay un millón de inmigrantes ilegales en el Reino Unido.
ANEXOS
Tres entrevistas Durante la redacción de este libro, concedí entrevistas a varios medios. A continuación se incluye una selección de tres de ellas, publicadas por La Voz de Galicia , Diario de Noticias de Navarra y L’Econòmic . El texto de las respuestas fue revisado por mí antes de su publicación en esos medios, tras haberlo pactado así con los entrevistadores.
«El poder, más que el Estado, lo tendrán cada vez más las grandes empresas» * «Cuando llegue la vacuna, y se estima que llegará en año y medio, estaremos en el nuevo modelo y la crisis se dará por acabada», afirma el economista que predijo la crisis de 2009. Seremos menos solidarios pero más ecológicos, dice, pero «no por convencimiento, sino por negocio» . El Estado «está haciendo de papá porque la situación económica no da alternativa, pero esto no quiere decir que el poder de la empresa haya disminuido, al contrario», sostiene el economista Santiago Niño-Becerra (Barcelona, 1951), catedrático de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull y autor de El Crash. Tercera Fase. «El poder lo tienen y tendrán cada vez más las grandes empresas. Piense que el valor de los activos del Deutsche Bank es 700.000 millones superior al PIB de España, y que la facturación de las diez principales empresas del mundo en 2019, la suma, supera al PIB del Reino Unido. Estamos hablando de auténticos monstruos. No hay ningún gobierno que pueda enfrentarse solo a una empresa de este calibre. Ya no digamos a un conjunto de empresas», afirma Niño-Becerra . «El concepto de Estado como ente regulador va a menos. Vamos hacia entidades técnicas supranacionales. Y el paso siguiente que va a dar la Unión Europea es la homologación de políticas fiscales y la creación de una oficina presupuestaria a nivel europeo que se dedique a tratar con cada país, con lo cual los países, que ya cedieron soberanía con el euro, ahora cederán otra vez soberanía con la política fiscal. Los Estados se van a quedar vacíos de contenido», anticipa el profesor .
¿Es viable un plan Marshall para Europa? ¿En qué consistiría? Esto es un invento. De entrada, el título está muy mal escogido, porque fue un plan de Estados Unidos destinado a reconstruir una Europa que estaba destrozada tras la Segunda Guerra Mundial. Ahora la situación no tiene nada que ver. Me pregunto: ¿qué se va a hacer con este dinero, carreteras, más de las que tenemos? La previsión que ha hecho este año el sector turístico español es que puede perder 124.000 millones de euros, así que ese plan Marshall servirá para inyectar dinero en el sector turístico. No sé de qué forma, para cubrir unos ingresos que no va a tener. Un ejemplo: la Asociación de Hoteleros de Andalucía ha hecho un estudio y ha dicho que pueden desaparecer el 25 % de los hoteles. A ver cuántas ayudas llegan a esos hoteles... Es dramático, pero quizá tenemos demasiados hoteles . Esto que plantea se planteó ya en España hace quince años. ¿Se acuerda de cuando se empezó a decir que había que repensar el modelo productivo español? Esto no se ha vuelto a decir. Igual dependemos mucho del turismo, volvemos a hablar de repensar el modelo productivo español. Damos vueltas a una idea, pero sin acabar de entrar. Estamos, señala, en la tercera fase de una crisis de la que anticipó unos efectos para muchos exageradamente dramáticos, pero que ha superado la realidad. ¿Qué dirección tomaremos ahora? La tercera fase comienza en otoño de 2018, cuando los efectos de lo que yo llamo las anfetas financieras, los estímulos e inyecciones realizadas por el Banco Central Europeo en la economía que comienzan en 2012, se agotan. Un estímulo sirve para un momento, lo que no se puede hacer es estar viviendo eternamente a base de estímulos e inyecciones, y esto fue lo que se pretendió. A partir de 2013 se entró en una dinámica de «esto vuelve a ir bien, podemos tirar para delante». En otoño de 2018, las
previsiones que empiezan a publicar el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la OCDE apuntan a que se está produciendo un enlentecimiento económico. En 2019 sigue el proceso, y el mismo gobierno español lo reconoce... De alguna forma, lo que se está diciendo es que el virus es una desgracia que nos ha venido del cielo. Pero esta desgracia no afecta ni va a afectar igual a Dinamarca que a España. ¿Ha respondido y gestionado Dinamarca mejor esta epidemia? Dinamarca estaba ya en una situación muchísimo mejor que España. No entro en lo sanitario, pero desde un punto de vista económico, sí, evidentemente. Es muy distinto afrontar la llegada de la covid con un déficit de 35.000 millones de euros, como es el caso de España, y con un déficit de la Seguridad Social de 18.000 millones, que tener superávit, como es el caso de los Países Bajos. ¿Nos hemos endeudado por encima de nuestras posibilidades? El truco de la deuda está en pagar los intereses. Si un país paga los intereses, los mercados le permiten que se endeude, porque sobra dinero en el mundo. Si algo sobra en el planeta, es dinero. España está pagando religiosamente los intereses de la deuda, así que España es una inversión segura. Cuando el Estado hace una emisión de deuda hay más demanda que oferta, lo que quiere decir que hay confianza. Lo que pasa es que España, para afrontar los derivados del virus, se va a ir un pago de intereses que va a acercarse a los 40.000 millones de euros. Y esto es muy peligroso. ¿Hay alternativa en la UE? Explíquenos el paquete europeo de ayudas . Lo del billón y medio de euros no se ha explicado bien. Es una entelequia matemática, y usted cuando lo explique me dirá: «Pero esto es el cuento de la lechera». Pues sí: la Comisión Europea tiene un presupuesto de 160.000 millones de euros; a la Comisión
Europea se le va a permitir endeudarse a partir de las aportaciones de los países. Se estima que el endeudamiento de la CE puede alcanzar los 300.000 millones de euros. El pase mágico viene ahora: se supone que los distintos gobiernos podrán arrastrar a la iniciativa privada a realizar inversiones de cinco euros por cada euro de endeudamiento. ¿300 × 5? Un billón y medio. ¡Aquí lo tiene! ¿A esto se refiere cuando dice que el Estado pierde significado y está en declive por el peso de la gran empresa? En parte sí. La dinámica que estábamos llevando, en la que la tecnología cada vez tenía más peso y en que cada vez hacía falta una inversión más fuerte para tener acceso a tecnología punta. En esa dinámica, hace falta cada vez más capital y esto favorece su concentración, favorece el oligopolio y las concentraciones de empresas. Eso estaba ahí, y entonces llega el virus ... Y el virus lo que hace es acelerar este proceso. El virus va a provocar que una enorme cantidad de empresas, sobre todo pymes, desaparezcan. ¿Sin covid habría ocurrido esto en nuestra economía? Sí, pero mucho más lentamente. ¿Por qué el virus lo ha acelerado? Porque la solución sanitaria al virus, que es el parón, sanitariamente puede ir bien, pero a nivel económico es la muerte. Nuestra economía está basada en la movilidad y el intercambio, y de un día para otro nos han dicho: «Todos quietos, parados». Si Volkswagen o Toyota este año venden 6.000 millones de euros menos de coches pueden aguantar perfectamente. Y en este período, lo que harán será rediseñar su estrategia y aprovechar este tiempo para prepararse para el futuro. ¿Sabe cuánto dinero tiene Microsoft en el cajón, en reservas? 134.000 millones de dólares, ¡en el cajón, eh! Esto la pyme de la esquina no lo tiene, claro. ¿No cambiaremos en pautas y hábitos de consumo?
A corto plazo, no. A Amazon, el virus, y ponga, por favor, entre comillas mis palabras, «le ha beneficiado». Hay hábitos de consumo que pueden cambiar, pero de forma indirecta. Un trabajador está en un ERTE, la empresa en la que está hace un concurso de acreedores, luego esa persona encuentra trabajo, pero su renta disminuye. Ese trabajador tendrá que adecuar su pauta de consumo a su renta, pero no por una evolución psicológica. ¿Cuánto podemos aguantar confinados, cuánto el parón económico? Las grandes empresas pueden aguantar lo que haga falta, juegan en otra liga. Y J. P. Morgan hizo un estudio en Estados Unidos con una muestra de 615.000 empresas pequeñas y llegó a la conclusión de que, según la actividad a la que se dediquen estas pymes, los días que pueden sobrevivir estando paradas oscilan entre 15 y 43 días. Los bares, de media, 15 días, y una agencia inmobiliaria, 43. En el medio, ponga usted todo. Ahora, parece ser que en España puede llegar a haber tres millones y medio de trabajadores en ERTE. La gran pregunta es: ¿cuántos de ellos volverán en las mismas condiciones en las que estaban? ¿Qué prevé usted? Muchos van a volver, pero no en las mismas condiciones. Se producirá una caída en la renta media. Las empresas turísticas, como hoteles, han pedido que se prolonguen los ERTE. Y cuando más se prolonguen estos ERTE, más impacto tendrá eso sobre la deuda pública. ¿Por qué? Porque es el Estado el que está sosteniendo estos ERTE, así que lo que estamos salvando por un lado lo estamos condenando por otro. Es una situación difícil. Nos quedarán unos tres años de crisis... pero ni yo ni nadie sabíamos que iba a llegar el virus. Posiblemente sea incluso menos, un par de años. El mundo sanitario dice que la solución es la vacuna. Estiman que en un año y medio la podemos tener. Cuando llegue la vacuna estaremos en el nuevo modelo y la crisis se dará por acabada.
¿Cómo será el nuevo modelo del que habla? Hay cosas que ya vemos: una gran concentración del capital, importancia creciente de la tecnología y la inteligencia artificial, producción aditiva; es decir, tecnología a manta, lo que significa crecientes necesidades de capital e importancia decreciente del factor trabajo. El poder estará concentrado cada vez en menos manos. La clase media se adelgazará cada vez más. La clase media-alta pervivirá, un directivo que puede ganar al año 130.000 euros, si es que sigue siendo necesario. La clase media-media y la media-baja los veo en peligro. Hoy el 14 % de las personas que trabajan en España son pobres, están ganando por debajo del salario mínimo, ya que no trabajan las horas suficientes porque nadie se las ofrece. El problema no es lo que tienen los ricos, sino lo que no tienen los pobres. La renta básica tiene enemigos que dicen que desincentiva la búsqueda de empleo. Experimentos que se han hecho en distintos lugares (en Finlandia o Alaska) han demostrado que no. ¿Cómo seremos, más solidarios o menos, más ecológicos; cómo nos ve mañana? Sí seremos más ecológicos, pero no por convencimiento, ojo, sino por negocio. Hoy las grandes empresas están potenciando el ecologismo porque ya es negocio. Hemos llegado a un nivel en que mucha gente está concienciada, por eso para las grandes empresas ir por ese lado resulta positivo. En cuanto a la solidaridad... Cuando las cosas van bien y las personas tienen el bolsillo lleno, son solidarias. En momentos complicados, en cambio, la solidaridad baja. Lo que cuenta es el detalle, es verdad, pero que un pobre sea solidario y dé un euro está muy bien, pero no es significativo; lo importante es que el multimillonario sea solidario. En momentos complicados, la solidaridad baja, a no ser, cuidado, que tras esa solidaridad haya unos intereses de imagen, y esto es además una cuestión fiscal. Pero bienvenido sea. El señor Amancio Ortega hace periódicamente donaciones sanitarias, y hay quien lo critica. Yo no,
en absoluto. Yo digo: «Ojalá diera más, o hubiera más que hiciesen lo que él». El concepto de solidaridad está muy vinculado a la situación del conjunto. Estamos viviendo una época en la que la redistribución no se lleva, si tenemos que fiar todo a la solidaridad lo tenemos negro. ¿Cambiará Europa, dejará de tener dos velocidades? Yo creo que no, creo que cada vez profundizará más por ahí. La idea de «Europa, todos juntos, unidos» es una idea de los años setenta y ochenta. Hoy no, porque la similitud que hay entre la economía búlgara y la danesa es cero. Hablamos de dos galaxias distintas. Las diferencias irán a más. ¿Se romperá la UE? No lo creo, pero vamos a una Unión Europea de clusters, de zonas. Por ejemplo, nos han pintado una Alemania maravillosa, pero usted va al estado de Baden-Wurtemberg y va al de Brandeburgo y son la noche y el día. ¿Esto no sucede en España? ¡Hombre, claro que sucede! Y en Francia... Algunas zonas de Alemania parecen el Tercer Mundo. Hay barrios de París que ponen los pelos de punta. Parece que nos hemos olvidado de los minijobs alemanes, que hemos olvidado que en Alemania hay siete millones de personas con minijobs, un salario de 430 euros basado en el «te llamo cuando te necesito»... A esto añado otra cosa: creo que la legalización de la marihuana está a la vuelta de la esquina, porque la marihuana calma, y elimina mafias y permite que el Estado tenga un ingreso. Dice que se acaba el modelo vuelo «lata de sardinas», ¿viajarán solo los ricos? Ryanair ya ha dicho que si le indican que tiene que eliminar el 40 % de plazas de sus aviones, no vuela. Si se tiene que eliminar el 40 % de plazas de un avión, el 40 % de plazas del vagón del AVE... al final, viajarán los ricos. En estas líneas de ultralarga distancia,
como Singapur-Nueva York, solo hay turismo Premium y Business, no hay más. Claro, son dieciséis horas y en un vuelo lata de sardinas no aguanta nadie. A España le va a afectar mucho, porque aquí el turismo que viene es básicamente low cost . ¿Volveremos de algún modo a los años ochenta, a cruzar el país de una punta a otra con el coche? De alguna forma, sí. Si es que, cuidado, dejan seguir circulando a los automóviles que no cumplan normas medioambientales. Esa es otra, porque, si no cambian la normativa, a partir de 2022 los coches diésel no van a poder circular. ¿Se acentuará la crisis demográfica? No es una crisis demográfica, sino una crisis de productividad. La esperanza de vida que se ha alcanzado en Occidente (España es el segundo país del mundo con mayor esperanza de vida) se ha conseguido a base de una sanidad universal y un cuidado de los mayores. El problema es que, cuando hay muchas personas mayores, el gasto sanitario es alto, y en pensiones también alto. Las pensiones se nutren de las cotizaciones que realizan los trabajadores. El salario medio, en términos generales, está estancado y el desempleo juvenil alcanza el 32 %. Hoy el salario medio del joven que se incorpora al mercado de trabajo es un 20 % de la pensión media del jubilado medio que empieza a percibirla. Entonces ¿hay que aumentar la natalidad? La solución no pasa por ahí, sino por aumentar la productividad. Por productividades altas basadas en la tecnología que permitan sostener una serie de gastos con una larga esperanza de vida. De todas formas, a medida que se vaya recortando la sanidad pública universal, la esperanza de vida irá bajando. Entonces ¿habrá un único modelo de ciudadano español, de entre 30 y 50 años?
La caricatura de la evolución es esa. Es el ejemplo que pongo a mis alumnos el primer día de clase: que una persona pueda fabricar 100.000 coches a base de tecnología. Es, evidentemente, una caricatura. Y lo que hace veinticinco años era ciencia ficción es hoy una realidad: en hospitales de Estocolmo hay robots que reparten la medicación. Esto es hoy una realidad. ¿Qué países están gestionando mejor esta crisis? Tenemos que irnos a países pequeños y con altas productividades. Países Bajos, Dinamarca, Austria, una parte de Suecia, Noruega, Nueva Zelanda y luego zonas como BadenWurtemberg, Baviera, Île-de-France, Hesse, Flandes... La crisis de los Estados, de alguna forma, está relacionada con la innecesariedad del Estado; me explico: si Bélgica mañana desaparece, Flandes sigue igual, porque no la necesita, pero si Alemania desaparece Brandeburgo se hunde, porque necesita a Alemania. Esa es la crisis de los Estados. En Holanda o Austria esto no sucede porque se trata de un país homogéneo, sin apenas diferencias, poca población, alto nivel de productividad, alto nivel de cualificación... Pero eso no sale de una chistera ... No, claro. Yo siempre pongo de ejemplo el caso de Holanda. En Holanda, cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, se reunió el gobierno y dijo: «Nosotros con el neerlandés no vamos a ninguna parte». Desde entonces, en los Países Bajos se enseña inglés desde la guardería, y en Países Bajos cualquier persona de menos de 65 años sabe inglés perfecto. Esto no sale de la chistera ni se improvisa, ha sido objeto de una planificación estratégica a muy largo plazo, tomada por personas con dos dedos de frente.
«No hace falta comprar la paz social, porque la oferta de trabajo es mucho mayor que la demanda» * Niño-Becerra se atreve a fijar en el año 2065 el horizonte del final del capitalismo tal y como ha existido. Pero lo que vendrá después, advierte, no invita al optimismo . Es uno de los economistas con presencia habitual en los medios de comunicación. En Capitalismo. 1679-2065, su último libro publicado en Ariel, Santiago Niño-Becerra (Barcelona, 1951) asegura que nos encaminamos al principio del fin del sistema. El momento de impacto y aceleración que vivimos, y la capacidad analítica y expositiva del entrevistado hacen jugosa la conversación . Primera carga de profundidad: Niño-Becerra advierte que la covid va a seguir siendo una «preocupación», lo que en sí mismo es un factor económico enorme. Este economista piensa que no hemos salido de la crisis iniciada en 2007, y es escéptico sobre la posibilidad de una recuperación a corto plazo. «El resurgir irá por barrios, y ni siquiera por países», augura. Piensa que el concepto de Estado «está agonizando, lo cual no quiere decir que mañana vaya a desaparecer», y que el futuro, «que ya es presente», estará capitalizado por determinadas áreas económicas. Respecto al modelo económico español, ofrece un dato indicativo: «De cada tres euros que España genera de PIB, un euro lo genera la suma de turismo, hostelería, restauración más ocio y transporte», algo que explica por qué «hay países en los que la covid ha incidido mucho más negativamente» .
Dice que no estamos en una crisis solapada a la de hace una década, sino en una fase de esa misma crisis . La crisis empieza en 2007, de agotamiento de modelo, y se van produciendo subfases. En los años en los que se decía que la cosa ya iba bien, 2015, 2016 o 2017, en realidad estábamos viviendo con una sonda en la cual nos estaban inyectando dinero. No estábamos bien, porque estábamos viviendo a base de anfetaminas metidas por los bancos centrales. Llega 2018, y hay un informe de otoño del Fondo Monetario Internacional en el que dice que el efecto de las anfetas ya se está agotando, y que las previsiones son malas, casi de estancamiento. Tiempo más tarde, estalla el virus . Cuando llega la covid, al cierre de 2019, la situación de la economía española es muy negativa. El crecimiento es del 2 %, venía de un crecimiento más alto, cierra con un déficit del 2,8 %, incumpliendo todos los compromisos que había hecho con Bruselas. La deuda alcanza el 95,5 % del PIB, y el desempleo el 14,1 %. Cuando el virus llega, España en concreto ya está mal. Luego, evidentemente, el cierre de 2020 es catastrófico, el PIB decrece un 10,8 %, el déficit es el 10,97 %, la deuda del 120 %, etcétera. Aquí yo creo que el gobierno central nos hace trampa. Dice a la opinión pública que el virus ha cascado la economía española, y no es cierto. Ya estaba mal. ¿Qué perspectivas inmediatas ve para la economía europea? En el informe de primavera del Fondo Monetario Internacional, presentado el 6 de abril, la tendencia para España es de estancamiento. Este programa España 2050 que presentó Pedro Sánchez la semana pasada, una de dos: o el señor Sánchez habla de otro país, o bien es una carta a los Reyes Magos.
Es un plan a veintinueve años vista. Hay un largo tramo para intentar avanzar . Sí, pero hay etapas. La primera sería en 2030, la segunda en 2040 y la tercera en 2050. Dijo el señor Sánchez que España tiene una presión fiscal que es una de las más bajas de Europa. Es verdad, estamos en decimoquinto lugar. Pero mirando el esfuerzo fiscal, en relación no con el PIB, sino con la población y con la renta disponible, España está en el quinto lugar, que no es una posición tan mala. Así que es escéptico sobre la situación a partir de otoño . Yo creo que la situación va a ser bastante parecida a la de ahora. Para el verano, en el turismo, Fitur se da con un canto en los dientes si el número de turistas llega al 40 % de 2019. Si se cumple, la pregunta es cuánto dinero van a dejar estos turistas. Yo creo que España ahora tiene dos problemas básicos. Por un lado, cumplir la batería de reformas que Europa ha exigido para tener acceso a esos famosos fondos europeos; y por otro, emplear bien el dinero de esos fondos. Estos años de crisis cortan la idea de la prosperidad. Con el añadido, como apunta en su libro, de una menor necesidad de empleo. Un panorama muy desalentador . Por definición, a nivel mundial, la demanda de trabajo va a menos. La tecnología cada vez es más barata, más sofisticada y más fácil de utilizar. En términos medios, por cada empleo que crea la tecnología, destruye siete. Esta es la realidad. Ciertamente, ese empleo que crea la tecnología es de alto valor añadido. Si a esto añadimos en el caso de España que su PIB tiene un componente del sector servicios muy fuerte, España generará PIB en tanto en cuanto nos venga el turismo. Y creo que el turismo en España va a padecer la inestabilidad de rentas que tenga lugar en Europa. ¿Cuántos turistas van a tener problemas de renta?
Recuerda la importancia del sector de la automoción. Si a una corporación, con fábrica en Landaben y en Martorell, le va bien con el vehículo eléctrico, será un reguero de dinero. Si le va mal, un seísmo . El automóvil genera el 10 % del PIB de España. Con un hándicap muy importante en la media de varios años: de cada 100 automóviles que España fabrica, exporta 90. Por otro lado, hay una dependencia clara. De las 18 plantas que hay en España, ninguna es española. Las decisiones se toman fuera. Renault ya ha dicho que, en los próximos años, ninguno de los seis modelos nuevos se va a hacer en España. Se harán en Eslovaquia y Marruecos. En segundo lugar, el automóvil eléctrico está muy bien, pero parece que nos hemos olvidado de que tiene un 30 % menos de componentes que el automóvil con motor de combustión. Si el eléctrico se generaliza, la fábrica de cambios de marcha que tiene Renault en Sevilla la acabará cerrando, por ejemplo. Viene una gran transformación . El mundo de la automoción va a tener unos cambios tremendos, y España no va a poder decir absolutamente nada, porque todas las decisiones le van a venir de fuera. El 10 % del PIB es mucho, pero sobre ese 10 % España no tiene ningún control. Este es un problema realmente muy grave. Escribe que hoy «ni siquiera es necesario que la clase obrera esté contenta, hoy quien debe estar contento es el capital» . Cojamos un fenómeno reciente: los chalecos amarillos en Francia. Sí, el efecto champán, subieron como la espuma, ¿y qué ha sido de los chalecos amarillos? Antes había que comprar la paz social, porque en primer lugar los partidos de izquierda eran muy fuertes, los sindicatos también eran muchísimo más fuertes y la demanda de trabajo era creciente. Hoy día no hace falta comprar esa paz social, porque la oferta de trabajo es mucho mayor que la demanda y existen métodos tecnológicos de represión pasiva muy
fuertes. Por otro lado, si se garantiza un mínimo, por ejemplo a través de la renta básica, y se pone el condicionante en una buena conducta, ya se ha desmontado todo el tema de revueltas y reivindicaciones. A medio plazo, no veo ningún tipo de movimiento reivindicativo fortísimo. Con Trump hemos visto que la clase media puede inclinarse por soluciones involucionistas . De entrada, la clase media se divide en tres: la clase media alta, la clase media media y la clase media baja. Quienes apoyaron a Trump fueron básicamente la clase baja, la clase media baja y parte de la clase media media. Yo creo que el asunto va más allá. La clase media fue inventada después de la Segunda Guerra Mundial, por necesidad. Hacía falta crear una ilusión de acceso a una serie de logros, y se apoyaba en el modelo de protección social. Esto fue verdad durante una serie de años. Entonces la clase media trabajaba, consumía, pagaba impuestos, se reproducía y votaba. Esto ya no es así. La clase media está desapareciendo porque ya no es necesaria, tal y como yo lo veo. ¿En qué sentido? Esto está muy vinculado a aquello de comprar la paz social. A mediados de los años veinte, el 1 % más rico de la población en Estados Unidos controlaba entre el 27 y el 28 % de la riqueza. A través de políticas fiscales redistributivas, bajó al 7,5 % a mediados de los setenta, y a partir de ahí volvió a crecer, y hoy vuelve a estar entre el 26 y el 27 %. La concentración de la riqueza ha ido a más, a costa de monopolizar el crecimiento y de empobrecer a capas de clase baja y media. Así que la clase media no es necesaria porque ahora podemos producir bienes y servicios sin necesidad de tanto factor trabajo. La pregunta que igual me hace a continuación es quién va a comprar lo que se fabrica. En eso estaba pensando .
Todo consiste en bajar el precio a través del uso de más tecnología. Con lo cual, aunque la remuneración media de esta clase baje, tendrá acceso a bienes que antes no tenía porque la productividad era más baja. Piense en un ordenador o un televisor, cuánto costaban y cuánto cuestan. En cambio, el acceso a la vivienda se ha encarecido, un derecho fundamental . Sí, pero cuidado. En España hay un problema de acceso a la vivienda, sobre todo para los jóvenes, porque la política de vivienda ha sido nefasta desde siempre, incluso desde antes del franquismo. Pero usted se va a Países Bajos o a Austria y este problema no existe, porque han desarrollado políticas públicas muy potentes. En el cinturón de Viena, por ejemplo, el 80 % de la población en alquiler vive en viviendas públicas. En España el tema de la vivienda se ha dejado en manos de la iniciativa privada. Basta mirar el porcentaje de vivienda pública en España, el 2,5 % de las viviendas principales. Habla en su libro de la Generación T, la Generación Touch, de la que sus mayores tienen doce años, nacida en el desarrollo de Internet. Cree que puede ser socialmente muy endeble en su vida adulta . El concepto de privacidad que para una persona de 50 años significa una cosa, para esta generación significa algo totalmente distinto. Veo que va a ser muy fácilmente manipulable, y esto abona la idea de que la contestación social cada vez va a menos y está desapareciendo. En El estilo del mundo, Vicente Verdú decía en 2003 que el capitalismo aspira a gustar. ¿El sistema dejará de hacerlo y por ello se acerca a su final, tal y como usted augura? Cuando Vicente Verdú publica este libro, estamos en una época por así decirlo dulce. Pedías un crédito y no tenías ningún problema en obtenerlo, el que no tenía un Audi era porque no quería, porque
todo te empujaba a que lo tuvieras... hasta 2007 fue así. El capitalismo adoptó esa cara porque le convenía que la gente consumiera hasta el límite. Ahora hemos interiorizado que el capitalismo sufre cuando se consume mucho y cuando se consume poco . El capitalismo tiene que tener en cada momento un escenario que le sea propicio. Hoy ya no tiene esa careta de 2003, tiene otra. En mi libro analizo una frase de Florentino Pérez, que dijo que la marca Real Madrid era como Walt Disney, pero sin explotar. Con la covid se ha dicho que los poderes económicos han reaccionado de una manera inversa a la de 2008, y se ha entendido que no se puede dejar a nadie atrás . Es que yo creo que no es verdad, no es cierto que no se puede dejar a nadie atrás. Es una consigna, pero vacía de contenido. De momento, los ERTE sirven para ganar tiempo . Hace unos días se ha probado en Estados Unidos un camión autónomo cargado de sandías que ha recorrido 1.500 kilómetros. ¿El chófer de ese camión qué va a hacer? No se tiene que dejar a nadie atrás. Vale, ¿qué va a hacer un señor que toda su vida ha estado conduciendo? ¿Qué se va a hacer con esa persona? Lo de que no se va a dejar a nadie atrás es una consigna para que la gente vuelva otra vez a tener confianza, y sobre todo para que no escuche esas cosas que se han calificado de populistas, ni de un color ni de otro. Pero constantemente se está quedando gente atrás. En la zona de la Línea de la Concepción, el paro juvenil alcanza el 80 %. ¿Cómo le das la vuelta a esto? La ministra ha venido a decir que trabajando a fondo . La ministra es una política, y en el próximo gobierno posiblemente no estará. Usted augura que el capitalismo como tal no continuará a partir de 2065, a pesar de esa capacidad de mutación. ¿Cómo lo explica?
Si analiza los últimos dos mil años, todos los sistemas económicos han tenido una duración de entre 240 y 250 años. Estos sistemas nacen debido a una necesidad, evolucionan, llegan a un máximo y luego declinan porque ya han dejado de ser necesarios. El capitalismo nace a finales del siglo XVIII y principios del XIX . Para mí está dejando de ser necesario, porque la tecnología permite hacer las cosas de otra manera. La sala de máquinas del capitalismo buscará estabilidad . Sí, pero la estabilidad es relativa. Recuerde la frase de Rothschild: «Hay que comprar cuando la sangre corre por las calles». Es decir, estabilidad cuando toca. Cuando no toca, el capitalismo puede ser muy voraz y ejecutor. El poder puede estar en el piso 35 de un edificio del Rockefeller Center. Ese poder se adaptará a lo que haga falta, porque el cambio lo está de alguna forma pivotando él. Como individuos nos educan en la competencia . Sí, pero eso no tiene importancia. Somos perfectamente sustituibles, intercambiables y prescindibles. A ese centro de poder que está en el Rockefeller Center qué más le da. Creo que uno de los elementos más visibles de que el capitalismo está declinando a una velocidad tremenda es la concentración de capital que se está formando. Si suma la facturación de las diez principales empresas mundiales en el año 2019 da una cifra que es mayor que el PIB del Reino Unido. Esto es anticapitalista totalmente. Un Amazon es totalmente anticapitalista, porque eso supone una concentración de capital brutal. No digo que sea anticapitalista que el señor Jeff Bezos (fundador de Amazon) tenga una fortuna de 180.000 millones de dólares. El problema no es ese. El problema es la concentración de capital que se está dando. Hay empresas que ya están presentes en 160 países. Si vamos a un mundo en el que los estados declinan y las corporaciones adoptan un papel por encima de los estados, perdone, esto ya es otro sistema.
«Habrá copago sanitario y las pensiones, ceñidas a la caja» * Ni siquiera su cerebro clarividente imaginó un giro argumental tan insospechado como el protagonizado por la covid-19. La irrupción del virus pilló a Santiago Niño-Becerra en la recta final de su último libro, Capitalismo. 1679-2065, publicado en octubre de 2020, de modo que solo muy brevemente pudo referirse a ella. Por este motivo, dedicará a la pandemia y sus consecuencias su próxima obra, a la que destina el tiempo que le dejan las clases, Twitter y las numerosas colaboraciones en prensa, radio y televisión .
La economía está saliendo del virus a trancas y barrancas. La eficiencia que usted me pronosticaba en la última entrevista no se ve por ningún lado . La eficiencia es parte del ADN del nuevo modelo económico que está emergiendo. Mientras que los problemas de desabastecimiento que se están produciendo en estos momentos están motivados por decisiones que se tomaron en el pasado: los stocks cero o las deslocalizaciones; decisiones que no critico, puesto que se tomaron para rebajar costes y han funcionado. Lo que ocurre es que ahora están creando dificultades para una recuperación rápida del ritmo de producción. Pero se trata de algo temporal. Coincido con los economistas que vaticinan que el transporte marítimo se normalizará en junio o julio del próximo año. Dicho esto, si escasean el manganeso o el níquel u otras materias primas, este no es un tema que el transporte marítimo pueda resolver. Como tampoco lo es la cuestión del gas, del que tanto se
está hablando en estos momentos, y a veces se mezcla todo y parece que todo sea un mismo problema, porque están presionando los precios al alza. Pero no lo es. ¿Puede acabar enquistándose la inflación? La inflación será temporal. Responde al hecho de que, debido a los problemas que estoy comentando, transitoriamente la oferta es inferior a la demanda, pero este asunto acabará estabilizándose y los precios bajarán. ¿Sobre el riesgo de que la inflación se traslade a los salarios? No será así. Los salarios no crecerán de manera generalizada; sencillamente, porque las empresas no los pueden pagar. Como mucho, habrá determinados perfiles profesionales muy demandados a los que se les tendrá que pagar más. Además, si se subieran los salarios a todo el mundo aún habría más inflación, ya que, a la falta de oferta se le añadiría el incremento de los costes salariales. La consecuencia de todo ello es que habrá una pérdida permanente de poder adquisitivo que a la larga afectará al consumo. ¿No sucede también que a la falta de oferta se le suma un exceso de dinero en el sistema? Sí, es a eso a lo que me refiero cuando hablo de «las anfetas». Pero pienso que la mayor parte de este dinero está en los fondos de inversión y en la Bolsa, y especulando con las commodities . Y eso enlaza con lo que ya he comentado. Si hay escasez de determinados minerales es debido a la existencia de una demanda elevada, a que hay minas sometidas a restricciones debido a la pandemia, pero también a que son objeto de especulación. Pero si se refiere al llamado «ahorro embalsado», el que las familias supuestamente han acumulado durante la pandemia, pienso que es un ahorro del que muy pocos disponen y que no tiene la importancia que se le quiere dar. De otro modo, no se entendería que un 55 % de los españoles afirme que no tiene ahorros ni para hacer frente a un imprevisto como que se les estropee la caldera, según una encuesta del INE.
Pero el mercado inmobiliario vive un buen momento, está reavivándose la compra de pisos . Ya, pero ¿quién compra esos pisos? ¿Los fondos de inversión? Seguramente también algunas personas, como inversión para alquilarlos después. En todo caso, es un tipo de gasto que solo beneficia a unos pocos. En cambio, cuando hablo con la propietaria de una tienda de ropa de una localidad de la costa me dice que no vende nada, que los bares están llenos, pero que su comercio no lo está. En cualquier caso, los pocos euros de que la gente dispone los está aprovechando para salir. Quizá ropa no, pero sí se están comprando más electrodomésticos, bicicletas, sofás, colchones ... Un consumo muy vinculado al hogar y que finalizará cuando la gente se quede sin dinero, porque los salarios no subirán. Es muy sintomático que la Comisión Europea haya rebajado sus expectativas de crecimiento de la economía española al 4,6 %: lo que eso indica es que vamos hacia una desaceleración este año. La inversión no perderá fuelle, lo perderá el consumo. ¿Está en cuestión el modelo productivo de stocks cero y de proveedores asiáticos? Si la pregunta es si determinada producción se relocalizará, la respuesta es sí, pero robotizando las fases de la cadena productiva. Solo tiene sentido traer más cerca una parte de la producción que ahora tiene lugar en Asia si se hace de manera automatizada. Esta es una excelente noticia para las empresas que fabrican robots, la mayoría de las cuales son extranjeras, pero el impacto que tendrá sobre el mercado laboral local será bajísimo. ¿Y el impacto sobre el transporte marítimo de mercancías? Porque ahora está en manos de un oligopolio de navieras que se está beneficiando de unos precios de los fletes disparados .
Pese a las relocalizaciones que puedan darse, el transporte marítimo continuará siendo básico para el comercio internacional. Y, como en muchos otros sectores, se está concentrando para acabar en manos de unos pocos. Es evidente que Maersk y otras grandes navieras están aprovechando la coyuntura actual para engordar sus beneficios, pero no veo que lo puedan seguir haciendo durante muchos meses. Antes de la pandemia, llevar un contenedor de Shanghái a Los Ángeles costaba 2.000 dólares y ahora 12.000, y eso no se puede sostener durante mucho tiempo. Sería el caos. ¿Se podría haber planificado mejor la reanudación de la actividad a nivel mundial? El virus es un cisne negro y, por definición, no se podía prever, y ha pillado a las empresas con lo que tenían en caja, eso es todo. Sí, pero algunos gobiernos han dado cheques a las familias para fomentar un consumo de productos que ni las empresas ni el comercio internacional podría satisfacer . Los gobiernos han hecho cosas por motivos que escapan a la lógica económica. Tenían que hacerlo de cara a la opinión pública, pero ciertamente han contribuido a presionar la cadena de suministro y, en último término, los precios. En este sentido, ¿cómo valora las medidas que han tomado los gobiernos para mantener puestos de trabajo y proteger el tejido empresarial? Desde una perspectiva política la reacción ha sido de manual: había que parar el golpe. Los ERTE han impedido que el paro aumentara bruscamente en 3,2 millones de personas en España. Es el modo de frenar el pánico colectivo. Pero eso tiene consecuencias, ya que la deuda pública del Estado ha crecido 25 puntos en un año, y el déficit, 8 puntos. ¿Qué les ocurrirá a las empresas cuando se les retire el apoyo público?
Había muchas empresas zombis, ya antes de la pandemia, que seguramente no deberían haber llegado hasta aquí porque han consumido ayudas que tendrían que haber beneficiado a empresas con futuro. Hace poco hablaba con un asesor de pymes. Según sus estimaciones, la mitad de las empresas que conoce acabarán cerrando, bien sea porque no podrán devolver los créditos, porque no podrán soportar la falta de suministros o por otros motivos. Y en las grandes se dará otro fenómeno, y es que aprovecharán la crisis como coartada para ejecutar planes globales de reestructuración del empleo. El impacto no ha finalizado y el paro aumentará. ¿Qué política monetaria debería adoptar el BCE? Los tipos de interés no dejan de ser el precio del dinero, y, como he dicho, los precios suben cuando hay falta de oferta de un bien o servicio, pero lo que tenemos ahora es un exceso de dinero en el sistema. Además, el BCE no subirá los tipos porque eso dispararía los costes financieros de las empresas y los particulares, y en las circunstancias actuales de endeudamiento eso complicaría la recuperación. Es más inteligente esperar a que eso pase, que pasará. El problema es la deuda. El mundo cerrará este año con una deuda de 350 billones de dólares. Eso es impagable. De momento, la rueda de la deuda continúa girando porque a nadie le interesa que se pare, todo el mundo anota en sus balances esta deuda como si realmente alguien la pudiese asumir y así nos estamos engañando todos. Pero eso no tiene lógica y en algún momento habrá que hacer algo. ¿Qué? No lo sé, pero preveo compensaciones de deuda, quitanzas, declaraciones de deuda perpetua, etcétera. ¿Y cómo afectará eso al Estado del bienestar, ahora que el gasto público debería reforzar pilares como la sanidad, o garantizar las pensiones?
Cuando, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se puso en marcha el modelo de protección social (educación pública y gratuita, sanidad universal, pensiones, subsidios, etcétera), se basaba en cuatro supuestos: pleno empleo, demanda de trabajo siempre creciente, salarios indexados a la inflación y esperanza de vida después de la jubilación de, como máximo, diez años. Hoy en día ninguno de estos supuestos se está cumpliendo. No hay dinero para financiar este gasto y en parte se está financiando con deuda. Tarde o temprano, y por mandato de Bruselas, habrá que introducir el concepto de copago de algunos servicios y las pensiones deberán ajustarse al dinero que haya en la caja. ¿Y las prestaciones de desempleo? Los subsidios de paro no serán un problema grave. Las empresas que sobrevivan aumentarán la productividad a base de inversión y la demanda de trabajo caerá. El trabajo será un bien escaso y tendrá que repartirse. En consecuencia, el empleo a tiempo parcial aumentará mucho y por esta misma razón el paro no lo hará. Porque cuando una persona trabaja, aunque solo sea una hora, deja de estar registrada en las estadísticas como parada. Pero eso significará una reducción de la renta media de las personas, y la recaudación por impuestos y las cotizaciones sociales se reducirán aún más. ¿Hay margen para subir los impuestos? No. Nos encaminamos al pago por el uso de las carreteras, de la sanidad, o al menos a un copago. Pero hay margen para perseguir más el fraude fiscal. ¿Un copago vinculado a la renta? Hoy en día, con la minería de datos se sabe todo de todo el mundo y pueden aplicarse los criterios que se quiera. No hay ningún problema para que se tenga en cuenta la renta. Ahora bien, si lo que quiere saber es qué pasará con la desigualdad, pues ya le adelanto
que irá a más, pero no por el lado de los impuestos, sino por el de la concentración del capital. Es decir, el capital cada vez estará más concentrado y tendrá más importancia, y las rentas del capital y las generadas por el capital cada vez tendrán unas remuneraciones más diferenciadas de las de las personas que trabajen en actividades menos intensivas en capital o en sectores de servicios y de bajo valor añadido. Y, por otra parte, no estamos en la Guerra Fría, en la que había que comprar la paz social vía redistribución de la renta... Y si hay que comprar la paz social se legaliza la marihuana, se implanta la renta básica y se establece un sistema de ocio casi gratuito, lo que yo denomino el «trinomio social». ¿Ha seguido la cumbre de Glasgow sobre el cambio climático? ¿Puede combatirse sin cambiar las bases del modelo económico? En estas cumbres hay mucha hipocresía. El capitalismo es un sistema que nació contaminando, vinculando el crecimiento con la contaminación porque consideró que la naturaleza era un vertedero gratuito. Y gracias a eso hemos alcanzado el crecimiento al que hemos llegado, pero la consecuencia es que estamos asfixiándonos. Ahora bien, detener todo eso es muy complicado, porque afecta al crecimiento y al bienestar material de la gente, y tiene implicaciones políticas. Solo se tomarán medidas serias cuando la situación sea muy grave y entonces esas medidas serán dictatoriales, como, por ejemplo, limitar drásticamente la movilidad o el número de piezas de ropa que podemos comprarnos. La moda no deja de ser una necesidad creada . Sí, pero la moda es PIB. No creo en las teorías del decrecimiento, pero sí veo que podemos ir hacia un estancamiento y el riesgo es que este PIB estancado cada vez llegará a menos manos.
¿Me ha llamado hombre de negocios? ¿Cree que soy un simple hombre de negocios? ¿Cree usted que me conoce, doctor? ¿Negocios? Esto es de evolución. Es la evolución de la especie humana. ¿Sabe que BASH tiene más de 40 millones de datos sobre usted y cada decisión que ha tomado desde 1994, doctor? Sé, sé cuándo tiene pólipos en el colon meses antes que su médico. De hecho, ahora tiene cuatro o cinco. No son, no son preocupantes, pero yo me haría una revisión. Pero lo que es más importante, mucho más importante, es que sé lo que es usted. Sé quién es usted. Mis algoritmos han determinado ocho tipos de perfil de consumidor básicos. Usted tiene su estilo de vida idealizado. Se siente motivado por sus creencias, unas elevadas creencias éticas, pero usted corre hacia el placer y huye del dolor. Como… como un ratón de campo. (…) Nuestros algoritmos pueden incluso pronosticar cómo va usted a morir con un 96 o 96,5 % de exactitud. Consulté su caso después de conocernos. Su muerte era sumamente corriente y aburrida; ni siquiera recuerdo los detalles, aparte de una cosa. Va a morir solo. Solo. Don’t Look Up , Adam McKay, 2021
Notas
* Para los párrafos a continuación y hasta el fin del capítulo, mis agradecimientos
a la compañía ESKER por la charla mantenida el día 8 de julio de 2021, ya que contribuyó a ampliar mis puntos de referencia.
* Los países miembros de la OCDE son Alemania, Austria, Bélgica, Canadá,
Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Irlanda, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Suecia, Suiza, Turquía, Japón, Finlandia, Australia, Nueva Zelanda, México, República Checa, Corea del Sur, Hungría, Polonia, República Eslovaca, Chile, Israel, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Colombia. En total, la organización la integran 37 países.
* Entrevista realizada por Ana Abelenda, La Voz de Galicia , 1 de mayo de 2020.
* Entrevista realizada por Jesús Barcos, Diario de Noticias de Navarra , 30 de
mayo de 2021.
* Entrevista realizada por Francesc Muñoz Dorado, L’Econòmic , 12 de diciembre
de 2021.
Futuro, ¿qué futuro? Claves para sobrevivir más allá de la pandemia Santiago Niño-Becerra
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal) Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. Puede contactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47
© 2022, Santiago Niño-Becerra © del diseño de la cubierta, Planeta Arte & Diseño © de la imagen de la cubierta, © Tyler Comrie © Editorial Planeta, S. A., 2022 Av. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (España) www.editorial.planeta.es www.planetadelibros.com
Primera edición en libro electrónico (epub): marzo de 2022 ISBN: 978-84-344-3530-8 (epub) Conversión a libro electrónico: Newcomlab, S. L. L. www.newcomlab.com
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