327 65 10MB
Spanish Pages [142] Year 2012
ISBN 978-950-786-972-3
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EPISTEMOLOGIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES Las ciencias sociales operan según algunas características diferenciales con relación a otros sabe res científicos. El título mismo de este libro, Epistemología de las ciencias sociales, va en esa línea. De hecho es un lugar común entre los cientfficos, las instituciones y agencias científicas, los epistemólogos y los no iniciado s, sostener que hay una distinción (clara) entre ciencias formales, naturales y sociales. También resulta un lugar común que cuando se habla de "la ciencia" -as! en general, pero en singular- todos parecen entender(se}, pero cuando se habla d e ciencias sociales -así, en plural y con el calificativo- resulta necesaria a lguna aclaración d e sus alcances, límites y estatus. Como si hubiera algo problemático y sospechoso en ellas. Si se quiere ir un poco más a fondo, podría cuestionarse incluso la legitimidad misma de la distinción estándar entre ciencias naturales y sociales. Este libro intenta mostrar que las ciencias sociales no son ni tan iguales ni tan distintas a las ciencias naturales, al menos en los sentidos en que esas semejanzas y diferencias se han planteado. Porque resulta claro que hay distinciones y especificidades, pero no son las que habitualmente se señalan, y para mostrar esto los artícu los contenidos en este volumen transcurren por dos vías: en la primera parte se abordan algunas de las principales discusiones que han tenido lugar en las más importantes tradiciones epistemológicas de los últimos cien años y, en la segunda, algunos problemas filosóficos que surgen claramente de la agenda de temas y problemas de los científicos sociales. "Concepció n heredada,,, "tradición anglosajona", "reduccionis1no", "hermenc!uri a
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"posempirismo", "tecnología", "ideología", "metáfora", son sólo algunos de los conceptos clave abordados en esta obra, dirigida tanto a los ya iniciados en la fil ofía de las ciencias como a todos aquellos que deseen adentrarse en unas reflexione indispensables para comprender el papel de la ciencia en el mundo actual. Héctor A. Palma. Doctor en Ciencias Sociales y Humanidades (Universidad N:lcional de ~ilmes), magíster en Ciencia, Tecnología y Sociedad (Uni,·ersida nurslra época.
3. De aq uf n 1m\ -· c nlenderc mos por "conocimiento empíl'i co" el sa ber fund a do en i:J t•x ¡w ri cncia, v:J le decir, basado en lo· se ntidos.
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Rubén H. Pardo
no sabido, una racionalidad estructw·ada en forma de una lógica de pregunta-respuesta.• Ahora bien, si "ciencia" -como veníamos diciendo- supone "pregunta" o "cuestionamiento" y éstos, la existencia de algún "problema" o de al menos "algo cuestionable", es posible concluir, entonces, que la actitud propia del que hace ciencia es la actitud crítica. Esto es, la de aquel que antepone la duda, el examen, el preguntar crítico, al dogma, a la doctrina incuestionable. Por lo tanto, nada más lejos del quehacer científico que la dogmática, dado que ésta se caracteriza por ustraer u principio (dogma) a todo poible pensar cuestionante. Por ello los griegos consideraban la "opinión" (doxa) como el principal obstáculo para el desarrollo del saber (episteme). Es justamente el poder de la opinión el que reprime el preguntar, al ocultar -en virtud de s u tendencia expansionista- el reconocimiento de que en realidad no se sabe. La ciencia, en tanto actitud, supone un estado de apertura hacia lo que no se sabe, lo que equivale a decir que parte del reconocimiento de una carencia y de una disposición de escucha respecto del sentido buscado.
Aspiración a la universalidad. No hay ciencia de lo particular. Este viejo axioma, que se remonta a la antigüedad clásica, si bien puede habér variado en algo su significado , sigue vigente. La preten ión de universalización de s u alcance es esencial al conocimiento científico. ¿Por qué, si venimos afirmando que la ciencia es un saber que se propone explicar hechos? Porque un objeto particular, cualquiera que fuere, sólo es objeto de ciencia en la medida en que el conocimiento que nos pueda dar sea, de algún modo, universalizable. El hecho , el caso, el individuo, solamente tienen valor científico en tanto nos dicen algo sobre el conjunto, la clase, el género. Explicar cienti'.ficament por qué un cuerpo particular cae si lo suelto de mi mano posee un valor científico porque ese saber no termina allí, en el objeto particular mismo, sino que puede decirme algo acerca de la caída de los cuerpos en general. Esto parece una obviedad y , por supuesto, lo es. Sin embargo, tener presente la necesidad de esa aspiración a lo universal como un rasgo esencial del conocimiento científico no previene contra una tendencia muy habitual por estos días: creer que cualquier recolección de datos , bajo la forma de una planilla estadística, con muchos números y gráficos, e ya una investigación científica. La ciencia no es sólo datos, ino [undamcntalm ntc también teoría. Sin la dimensión teórica, en la
4 . E ~ Le Le ma de lu prim ada d la pregLmta y del ca ra cle r dialógico de la radonalida d cons tituye un a de laH a firmaci ones rmncipales el• la hcrmcn ' ulica filo ófi ca, cu yo p1i ncipa l rcpre~e nt a nt e e Han g-( ;f'org Ga da n1C' r . Vease Ga dame r ( 1991 , pa rte !Hl.
La in venci n de la cie ncia
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que alienta la universalidad, no hay conocimiento científico, sino sólo una mera aglomeración de datos carentes de significatividad.
Saber fundamentado (lógica y emptriwmente). En estrecha relación con lo anterior, puede agregarse ahora que lct ciencia requiere siempre -para ser considerara tal- de la fundamentación de sus afirmaciones. Y si bien -como luego se explicará- ésta es una condición que recorre la historia toda del conocimiento científico, en la actualidad debe especificarse que 'justificar" o ''fundamentar" en ciencia supone una referencia a dos dimensiones: una lógica y otra empírica. La primera está relacionada con la coherencia entre las proposiciones que conforman la teoría, de acuerdo con las reglas de la lógica. Mientras que la egunda se agrega a la anterior para las ciencia que estudian los hechos (ciencias fácticas), e implica la necesidad de justificar sus enunciados mediante contrastación empírica, esto es, a través de una confrontación con la experiencia. Desde la antigüedad clásica, origen remoto de nuestra actual idea de ciencia, hasta el siglo XXI, pasando por la modernidad, cada época y cada comu idad científica ha llamado "ciencia" al saber que tenía como sólidamente 1undamentado. Por supuesto, lo que ha variado en cada caso son los modnunciados. Por lo tanto, todo enunciado científico debe poder ser r educido a enunciados protocolares verificables en principio.6 AnLes de explicitar en qué ·~onsisie la concepción inductivista del método científico, debemos intrnlucir otra distinción conceptual clave para comprender el debate metodr.lógico en general. Desde la concepción heredada, tanto en su versión inductivista como en la hipotéiico-deductivista o falsacionista, la teoría · r ientíficas son concebidas como un conjunto de enunciados de distinto nii• .l:
• Enunciados de niur•l l, afirmaciones empíricas particulares. "Empíricas" porque todn3 sus términos remiten sólo a entidades que pueden ser captada ·Jor medio de los sentidos. Y "particulares" debido a que son afirmaci•ines acerca de algunas cosas en particular, pero no involucran a tocbs los casos. Ejemplo: "Si suelto esta tiza que tengo en mi mano, s •;aerá al piso". • Enunciados d