Encanto y triunfo de amor: y otras obras inéditas de academias salmantinas de principios del siglo XVIII) 9783954878673

Diego de Torres Villarroel es uno de los autores más importantes en el panorama literario español del siglo XVIII, y uno

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Spanish; Castilian Pages 160 [157] Year 2016

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ÍNDICE
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
1. El autor. Don Diego de Torres y la Quendada
2. El texto. Una comed ia inédita de Torres, Encanto y triunfo de amor
3. Criterio editorial
Bibliografía
APÉNDICES
Encanto y triunfo de amor
Diego de Torres Villarroel
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Encanto y triunfo de amor: y otras obras inéditas de academias salmantinas de principios del siglo XVIII)
 9783954878673

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Encanto y triunfo de amor (y otras obras inéditas de academias salmantinas de principios del siglo xviii)

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CLÁSICOS HISPÁNICOS Nueva época, nº. 10

Director: Abraham Madroñal (Université de Genève / CSIC, Madrid) Secretario: Emmanuel Marigno (Université de Saint-Étienne) Consejo de redacción: Nouredin Achiri (Université Sidi Mohamed Ben Abdellah, Fez) Wolfram Aichinger (Universität Wien) Carlos Alvar (Université de Genève) Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, Pamplona) Frederick de Armas (The University of Chicago) José Camões (Universidade de Lisboa) Enrica Cancelliere (Università di Palermo) Luis Alberto de Cuenca (Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC, Madrid) Jean-Pierre Étienvre (Université Sorbonne, Paris) Luciano García Lorenzo (Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC, Madrid) Aurelio González (El Colegio de México) Javier Rubiera (Université de Montréal) Christoph Strosetzki (Westfälische Wilhelms-Universität Münster) Martina Vinatea (Universidad del Pacífico, Lima) Consejo asesor: Víctor Arizpe (Texas A&M University at College Station) Pedro Cátedra (Universidad de Salamanca) Trevor J. Dadson (Queen Mary, London) Philip Deacon (The University of Sheffield) Javier Díez de Revenga (Universidad de Murcia) Luis Iglesias Feijoo (Universidad de Santiago de Compostela) Vibha Maurya (University of Delhi) Alberto Montaner (Universidad de Zaragoza) José Luis Moure (Universidad de Buenos Aires) José Antonio Pascual (Real Academia Española, Madrid) Jesús Pérez Magallón (McGill University, Montreal) Evangelina Rodríguez Cuadros (Universidad de Valencia) Fernando Rodríguez de la Flor (Universidad de Salamanca) Enrique Rubio (Universidad de Alicante) Germán Vega García-Luengos (Universidad de Valladolid)

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Diego de Torres Villarroel

Encanto y triunfo de amor (y otras obras inéditas de academias salmantinas de principios del siglo xviii) Edición crítica, introducción y notas de Jaume Garau y Abraham Madroñal

Iberoamericana – Vervuert Madrid – Frankfurt 2016

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Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por ningún medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.

© de esta edición © Iberoamericana, 2016 c/Amor de Dios, 1 · E-28014 Madrid Tel. +34 91 429 35 22 · Fax +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2016 Elisabethenstr. 3-9 · D-60594 Frankfurt am Main Tel. +49 69 597 46 17 · Fax +49 69 597 87 43 [email protected] www.ibero-americana.net

ISBN 978-84-8489-891-7 (Iberoamericana) ISBN 978-3-95487-459-0 (Vervuert) ISBN 978-3-95487-867-3 (e-book) Realización: Negra

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

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ÍNDICE

PRÓLOGO............................................................................... 9 INTRODUCCIÓN.................................................................. 11 1. El autor. Don Diego de Torres y la Quendada........... 11 1.1. La Quendada, una academia burlesca de principios del xviii........................................................................ 11 1.2. Un nuevo manuscrito relacionado con la Quendada y con otras academias salmantinas.................................. 18 1.3. La Expulsión de D. Diego de Torres del Colegio de la Quendada (vulgo del Cuerno) y su relación con academias y certámenes del siglo xvii........................ 20 2. El texto. Una comedia inédita de Torres, Encanto y triunfo de amor............................................................... 23 2.1. A medio camino entre la comedia con música, la comedia de magia y la zarzuela.................................. 23 2.2. Personajes..................................................................... 26 2.3. Estructura ................................................................... 27 Primera jornada (vv. 1-624) ........................................... 27 Segunda jornada (vv. 625-1271) .................................... 31 Tercera jornada (vv. 1272-1893) .................................... 35 2.4. Conclusiones................................................................. 36 2.5. Métrica y sinopsis.......................................................... 38 Criterio editorial............................................................... 40 7

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Bibliografía....................................................................... 43 APÉNDICES............................................................................ 53 Apéndice 1............................................................................ 53 Apéndice 2............................................................................ 58 Ms. 6869 de la Biblioteca Rodríguez Moñino........................ 58 Apéndice 3............................................................................ 62 Academia de la Quendada (selección).................................... 62 [f. 1]. Introducción.............................................................. 62 Cedulillas del certamen........................................................ 68 Apéndice 4............................................................................ 77 Libro nuevo de varios poemas................................................ 77 Al que leyere........................................................................ 77 Glosa lírica que hizo don Diego de Torres y Villarroel ............ 77 Respuesta de don Gabriel Gilberto Cavalleri a los versos de don Diego de Torres......................................... 79 Encanto y triunfo de amor.................................... 81 Jornada primera .................................................................. 83 Jornada segunda ................................................................. 109 Jornada tercera .................................................................. 133

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PRÓLOGO Es de sobra conocida la vida de don Diego de Torres; en buena parte porque él mismo se encargó de dejarnos por escrito una obra de carácter autobiográfico en que se relataba con detalle, que ha sido objeto de varias ediciones anotadas y de un pormenorizado estudio. En buena medida, dicha Vida ha sido relacionada con la narración picaresca, por algunos de los hechos que allí se enumeran y por el carácter mismo de la escritura. Pero si alguna parte de dicha biografía merece el calificativo de «picaresca» es sin duda aquella que Torres dedica a contar sus peripecias de estudiante en la Universidad de Salamanca y, en particular, los sucesos relacionados con las reuniones de compañeros de profesión, entre las cuales se sitúan las academias y certámenes de que hablaremos a continuación y en especial la academia conocida como la Quendada. Academias y justas literarias que se organizaban a imagen de las que se habían llevado a cabo en el siglo xvii y que frecuentemente tienen los mismos cometidos que aquellas, de las cuales incluso se llegan a copiar algunas partes. Dentro de esas reuniones de ingenios escolares seguramente se desarrollaron también obras de teatro, una de las cuales es la comedia que ahora editamos, Encanto y triunfo de amor. Obra muy poco conocida, que no se relaciona entra las que compuso don Diego, pero que no merece olvido tan absoluto. Queremos expresar nuestra más sincera gratitud por la ayuda prestada en este libro a los profesores Julio Alonso Asenjo, Piedad Bolaños, Rafael Bonilla Cerezo, Jacobo Cortines, Juan Manuel Escudero Baztán, Gerardo Fernández San Emeterio y Álvaro Torrente. De manera muy especial, agradecemos la inestimable colaboración de Luisa Rosselló Castillo. Solo resta añadir que este libro se ha desarrollado en el marco del proyecto «Estudio y edición crítica de las obras teatrales inéditas de Diego de Torres Villarroel (Salamanca, 1694-1770)» (BFF2000-1068), y ha sido también financiado por el proyecto I+D+i del MINECO «La novela corta del siglo xvii (y II)» (FFI2013-41264-P), del que es investigador principal Rafael Bonilla (Universidad de Córdoba). 9

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INTRODUCCIÓN 1. El autor. Don Diego de Torres y la Quendada 1.1. La Quendada, una academia burlesca de principios del xviii En la Biblioteca Rodríguez Moñino, fuente de tantas sorpresas bibliográficas, se conserva un interesante manuscrito formado por composiciones poéticas de ingenios de principios del xviii, que se juntaban en Salamanca en una especie de academia burlesca denominada «Quendada»1. Dicha academia, constituida como imitación paródica de las serias que tanto abundaban por aquel tiempo, disponía de unos estatutos, es de suponer que escritos en el mismo tono de las composiciones de dicho manuscrito. Nos interesa especialmente por dos motivos: el primero, por la academia en sí, muy similar a las que se formaron de este tipo en la corte de los Austrias, como por ejemplo las academias burlescas de 1637 y 1638, y por el certamen poético que recoge, que se inspira mucho en otro celebrado en Salamanca en 1687; el segundo, por recoger entre sus versos composiciones líricas y dramáticas de don Diego de Torres Villarroel que no se han impreso nunca y que tal vez merezcan más atención de la que hasta ahora se les ha dispensado. No en vano, el comportamiento picaresco que muchas veces reflejan su Vida y otras obras se fraguó sin duda en estos primeros momentos de su actividad como estudiante que recogen los versos de la Quendada, que han permanecido prácticamente ocultos para la crítica, salvo honrosas excepciones. 1 Rela / ción de algunas obras que se an hallado divulgadas del Exmo Colegio Mor. / de la Quendada. / Dedicada a ninguna persona de las que Dios / crió [tachado]. / Año de / 1718. Ms. 6869 de la Biblioteca Moñino. Se trata de un manuscrito copiado en el siglo xviii, encuadernado en pergamino, con 174 folios, algunos de los cuales afectados por el agua, lo cual ha borrado parte de los textos de los últimos folios.

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En efecto, uno de los especialistas más prestigiosos en el estudio del Gran Piscator salmantino, el profesor Guy Mercadier, que tuvo conocimiento de estos manuscritos por información que le facilitó don Antonio Rodríguez Moñino, escribía a propósito de las obras de Torres contenidas que no valían demasiado la pena y que había hecho bien su autor en no darlas a la estampa en la recopilación que llevó a cabo de sus obras. Sin embargo, ni los poemas ni la comedia Encanto y triunfo de amor que se conservan en el manuscrito de la Quendada merecen olvido tan absoluto, porque según nuestra opinión su interés no es puramente arqueológico2. El propio Torres alude a este colegio o academia, también conocido como del Cuerno, de la Muerte o de los Quendos de la muerte, en el trozo tercero de su Vida: Omito referir la fundación y extravagancias del Colegio del Cuerno, porque no son para puestas al público tales locuras. Solo diré que esta ridícula travesura dio que reír en Salamanca y fuera de ella, porque los colegiales eran diez o doce mozos escogidos, ingenioso, traviesos y dedicados a toda huelga y habilidad. Los estatutos de esta agudísima congregación están impresos. El que los pueda descubrir tendrá qué admirar, porque sus ordenanzas, aunque poco prudentes, son útiles, entretenidas y graciosas. Hoy viven todavía dos colegiales que después lo fueron mayores y hoy son sabios, astutos y desinteresados ministros del rey; otro está siendo ejemplar de virtud en una de las cartujas de España; otro pasó al Japón con la ropa de la compañía de Jesús; seis han muerto dichosamente corregidos, y yo solo he quedado por único índice de aquella locura tan loco y delincuente como en aquellos disculpables años3.

Torres dice la verdad en este punto concreto de su autobiografía. Debieron de existir dichos Estatutos, aunque no se haya localizado ejemplar. Sabemos de su presencia por la continua alusión que se hace a ellos en un curioso impreso contemporáneo que lleva por título Expulsión de don Diego de Torres (probablemente de 1727), que reproducimos en uno de nuesSe quejaba Torres de que, entre otras obras, le habían hurtado una que se titulaba «La fábula de Endimión y Diana, zarzuela harmónica», en Anatomía de todo lo visible e invisible (G. Mercadier, Textos autobiográficos de Diego de Torres Villarroel. Repertorio bibliográfico. Oviedo: Universidad de Oviedo, 1978, p. 96). No es imposible que se trate de nuestra comedia. 3 D. de Torres Villarroel, Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras. Ed., introd. y notas de Guy Mercadier. Madrid: Castalia, 1990, 5.ª ed., pp. 120-1. 2

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tros apéndices. Dicho escrito continuamente hace referencia al Colegio o Academia de la Quendada, en el que se centra también el manuscrito de la Biblioteca Moñino de que venimos hablando y reviste un interés grande para conocer todo lo referido a este colegio o academia y, de paso, suministra importante información sobre aspectos relacionados con la biografía y la bibliografía de don Diego de Torres. Mercadier supone que la fundación de dicho colegio corresponde a la época que Torres pasó en el Trilingüe de Salamanca y que, probablemente, la marcha de este hacia Portugal pudo deberse a una «quendada» más sonada que el resto4. Desde luego, da la impresión de que Torres y sus compañeros de aventuras parodian con esta fundación el sistema de colegios universitarios, con sus estatutos y constituciones, sus cargos y colegiales, tal como se puede observar en el impreso al que antes aludíamos. De la misma forma, la convocatoria de la academia y la correspondiente justa literaria es una suerte de parodia de las que por aquel tiempo se seguían celebrando con cualquier motivo. No es, sin embargo, la única vez que Torres se refiere en sus obras a este singular colegio o academia. En el Último sacudimiento de botarates y tontos se refiere el Gran Piscator a un tiempo pasado en el que había caído en las redes del hambre y continúa: ¡Válgame Dios! ¡Cómo me acuerdo de aquel tiempo (el pecado sea sordo y salvo sea el lugar) en que era yo pobre de los de tercera especia, y desamparado de cuarta anatema, cuando divertía al estómago rascándole la barriga a la guitarra de mi compañero Gilberto (que Dios haya), que murió peón de letrado en la villa de Cazalla5.

No cabe duda de que este Gilberto es Gabriel Gilberto, uno de los quendos más activos poéticamente, cuyo nombre le sirve a Torres de seudónimo cuando su escapada a Portugal. Un poco más adelante prosigue: Me hallé de manos a boca con el licenciado Barranco, sopón antiguo y graduado de pícaro in utroque en Salamanca, el cual, en Según F. M. Rodríguez, Torres ingresa en 1708 en la Universidad y disfruta de una beca en el colegio Trilingüe de Retórica y permanece cinco años, hasta 1713 con 19 años (había nacido en junio de 1694). Véase su trabajo «Las huellas de Torres Villarroel en el archivo universitario de Salamanca», en Una figura salmantina: don Diego de Torres Villarroel. Salamanca: Ayuntamiento de Salamanca, 1971, pp. 29-37. 5 Citamos por la ed. de G. Mercadier, Textos autobiográficos de Diego de Torres Villarroel. Repertorio bibliográfico, op. cit., pp. 63-4. 4

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tiempo que yo tenía los cascos más retozones, sirvió de familiar en el Colegio del Cuerno, que fundamos en dicha ciudad los jóvenes aplicados y festivos.

También se acuerdan de dicha actividad en el citado colegio los críticos de nuestro autor, como por ejemplo el padre Isla, que escribe contra Torres, a propósito de sus escasos bienes heredados: Torres, señor mío, no tiene qué perder, pues de su padre no heredó otra cosa que el engrudo necesario para la encuadernación de sus piscatores y libelos infamatorios. Sus bienes adquiridos se reducen a las mañas que aprendió en el colegio del Quende, donde habiéndose distinguido entre sus concolegas, se vio precisado a refugiarse a Portugal, por no verse en la plaza de Salamanca, como Joaquinillo en la de Madrid6.

Este colegio del Quende o Quendo es el que auspicia la academia de que hablamos. El manuscrito de la Quendada se data en 1718, según se puede leer en su portada, pero en él se recogen composiciones anteriores, una de ellas del año 1709. De la misma manera, el impreso Expulsión de D. Diego de Torres también alude a la fundación (o refundación) de dicho colegio en el año 1710. Luego, las composiciones de la Quendada tal vez haya que situarlas en fecha cercana a ese año y extenderlas en el tiempo hasta el año 1718, en que se localiza cronológicamente otra composición. Pero no acabó ahí su actividad, por otro texto que reproducimos, la Espulsión de don Diego de Torres, sabemos que esta se continuó por lo menos hasta 1727. Entre sus colegiales, sabemos hoy los nombres de Pedro de Castro y Fajardo, Pedro García, Fernando Nieto, Josef Trinidad, Josef de Castro, Francisco de Villanueva, Josef Romualdo, Alejandro Gallardo, Nicolás Gallardo, Gabriel Gilberto, Andrés Angulo y Juan Lerín7. Todos ellos contribuyen poéticamente a la Academia de la Quendada, algunos con obras José F. Isla, Colección de papeles crítico-apologéticos, parte segunda. Madrid: Antonio Espinosa, 1788, pp. 54-5. 7 Estos dos últimos nombres no los recoge Mercadier, cuando señala la nómina de esta academia en su libro Diego de Torres Villarroel: masques et miroirs. Paris: H. Champion, 1976, p. 32, nota. Como tampoco señala la existencia de ese otro quendo que era don Josef de Vivera, corcovado, al que se le desposee de una beca en el colegio, según se lee en el mismo manuscrito de la Quendada. Motivo, por cierto, que suscita dos poemas a otros tantos académicos, don Alejandro Gallardo y Andrés Angulo, secretario de los quendos. Es evidente que el número de académicos se amplía por cuanto su nómina incluye a personas que pierden o ganan esa condición por diferentes razones. 6

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de cierta envergadura como La vida del estudiante, de Gabriel Gilberto8, La fábula del dios Júpiter y de la ninfa Io, de Alejandro Gallardo de Bonilla9, o La batalla de la Gudiña, de José Nicolás Gallardo10. Curiosamente, Torres utilizará andando el tiempo al menos dos de estos nombres como seudónimo suyo: Alejandro Gallardo y Gabriel Gilberto. Muchos de los nombres antedichos son tan perfectamente desconocidos en el panorama literario del momento que no han dejado más rastro que el de sus contribuciones poéticas en este manuscrito. Leandro Gallardo y Bonilla, uno de los más prolíficos autores de versos en este cartapacio de la Quendada, es responsable de buen número de composiciones manuscritas en otro códice del que después hablaremos y también de una obra impresa11. Los demás son difícilmente identificables: probablemente Pedro de Castro y Fajardo sea un doctor de ese nombre, natural de Córdoba y canónigo en Málaga y Sevilla, que escribe sobre las penas y delitos a partir de mitad de siglo; José de Castro es autor de una obra en verso contra el propio Torres12; y el nombre de Juan Lerín con seguridad corresponde a un tal Juan Lerín de Bracamonte, doctor natural de Écija, fiscal de la Audiencia de Sevilla y de la Chancillería de Granada, además de consejero de Hacienda, escribió varios dictámenes hacia 1734. Pero en general es imposible seguir la pista a los otros quendos, seguramente desconocidos en el panorama literario del Setecientos porque sus intereses caminarían por otros derroteros, como sugiere Torres en su Vida. Muchos son los nombres de este colegio: del Cuerno, de los Quendos, del Quende, de los Quendos de la muerte o Quendos del cuerno, del Toro (así aparece en el manuscrito de la Quendada). Todos, como se ve, igualmente estrafalarios. Tal vez haya que relacionar el nombre de quendo con la definición de la voz cuendo, que se califica como «m. inus. Pujo, […] 8 Vida del estudiante, compuesta por el quendo don Gabriel Gilberto, dedicada a la ilustre señora doña Ana María de Mendoza Ponce de León Matas y Luna. Dedicatoria y soneto al lector. 9 La fábula del dios Júpiter y de la ninfa Io, compuesta por el quendo don Leandro Gallardo de Bonilla. 10 La batalla de la Gudiña, compuesta por el juez conservador del colegio de los Quendos, don Josef Nicolás Gallardo el año 1709. Tal batalla se dio en el mismo año y en ella el marqués de Bay, capitán general de Extremadura, derrotó al ejército portugués cerca de Badajoz, en plena Guerra de Sucesión. Pero tal vez la fecha corresponda al momento de la batalla y no al de la composición del texto. 11 Fue regidor perpetuo de Badajoz y, como tal, firma una Descripción de la proclama que se ejecutó en la... ciudad de Badajoz. Madrid, 1747. Vid. Aguilar Piñal, Bibliografía, s/v. 12 Carcajada perenne que da la discreción juiciosa con motivo de los melancólicos y lánguidos efectos que el doctor (ahí que no es nada) don Diego de Torres (esa es otra) ha atisbado producirá el eclipse de sol del día trece de junio de 1760. Madrid, 1760.

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sensación que consiste en la gana continua o frecuente de hacer cámaras o de orinar, acompañada de dolores»13. Pero como no podemos asegurar que tal significado sea el correcto, preferimos mantener la forma quendo, que es la que prefieren los pocos estudiosos que se han ocupado de él. Sin embargo, no tiene el manuscrito de que hablamos el único valor de recoger composiciones de mayor o menor mérito de los citados quendos; al hilo de la reunión de ingenios también se convoca una academia con su justa literaria, asuntos, carteles, premios y poemas. Los poetas de esta agrupación concurren a dicha justa con sus composiciones, intentando ajustarse a las normas, pero especialmente a aquella que estipula que no se ha de escribir nada serio. Torres es poeta amigo de academias y muchas de ellas tienen asuntos burlescos, como la composición que escribió «en la academia que ese hizo en el Colegio mayor de San Salvador de Oviedo de Salamanca», que «se mandó glosar la siguiente quintilla o lo que ella expresa: Unos indios que jamás te atendieron, a tus pies se rinden y donde estás no oro y plata, sino tres dones te dan que son más»14

Son muy frecuentes sus contribuciones para asuntos burlescos de academias, «glosas en estilo aldeano» y otros de contenido peregrino que le dan para que glose de repente (p. 326), habida cuenta de que Torres es un repentista y un glosador consumado. Era también amante de concurrir a certámenes de todo tipo, como uno celebrado en Zaragoza (p. 283), otro a la translación de los huesos de san Juan de Mata, donde le corresponde dar el vejamen (p. 286) o a las fiestas poéticas, como la de la colocación de la imagen de San Isidro en su ermita que le hizo el marqués de Valero (p. 295). Es presidente de la academia en casa del marqués de Almarza, con motivo del traslado de un crucifijo a su oratorio (p. 259). Algunas de esas composiciones académicas se asemejan mucho a las que se escribían en la Quendada, por ejemplo: «Redondillas en un asunto de academia. Se mandaron pintar los efectos y accidentes que causaron a un novio la noche de la boda unos polvos purgantes que le echaron en la cena, por cuya causa no se pudo acostar con la novia. Papeleta manuscrita del fichero de la Real Academia Española, c. 1900. Comienza: «Ver piedad en la fiereza» (D. de Torres Villarroel: Juguetes de Talía, en Obras completas, VII. Madrid: Viuda de Ibarra, 1795, p. 323). Las citas que siguen remiten a esta edición. 13 14

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Escribió Santiago de Rojas y España» (p. 251); también otros poemas con asuntos escatológicos, como «cuál es más gusto, hacerlas por desconcierto o por presión de purga» (p. 235), que se parece aún más a esta academia burlesca salmantina. Algunas veces hay en sus poesías alusiones a nombres que habían aparecido antes en la Quendada: «Retirándose a una comunidad de gallegos por ocho días a confesarse, escribió a su amigo D. Gabriel Gilberto Cavaleri estas», que comienzan: «Después, Gabriel amigo». Gabriel Gilberto es, como sabemos ya, uno de los quendos que más aparece en este manuscrito de 1718. Torres le recuerda en la composición que comentamos la época en que ambos compartieron academia y travesuras, probablemente en la academia salmantina: Tú sabes mis excesos y de mi mala vida las sandeces, que en los gustos traviesos fuiste mi camarada algunas veces, con que de la bestial incontinencia resultó el opilarse mi conciencia15.

Otro de estos pícaros, compañeros de academia burlesca, es Leandro Gallardo y Bonilla, secretario de la Quendada y autor de algunas composiciones que se recogen también en este manuscrito. Gallardo es un autor mucho más prolífico, que cuenta con buen número de poemas recogidos en otro manuscrito contemporáneo a este y, al parecer, copiado de la misma mano16. En el manuscrito de la Quendada escribe don Antonio: «Enviado desde Lisboa por D. Eugenio Asensio. Recibido el 27 de enero de 1965»17. Don Leandro Gallardo [y Bonilla] era amigo de Torres, y en su manuscrito se recoge una composición donde se lee «Respuesta de una carta de don Diego de Torres», que empieza «Torres, tu carta no lerda»18.

D. de Torres Villarroel, Juguetes de Talía, op. cit., pp. 223-4. Dicho manuscrito se conserva igualmente en la biblioteca Rodríguez Moñino y es presumible que lo consiguiera Moñino conjuntamente. 17 Está encuadernado en pergamino, en su tejuelo «Manuscrito». 18 Ms. RM 6686, f. 40. Ya lo había señalado Mercadier, seguramente por indicación de Moñino, en su libro Diego de Torres Villarroel: masques et miroirs, op. cit. 15 16

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1.2. Un nuevo manuscrito relacionado con la Quendada y con otras academias salmantinas Sin embargo, el manuscrito de la Quendada no es el único que nos transmite los poemas y obras dramáticas de estos ingenios escolares salmantinos, entre los que se encuentra Torres. Existe otro manuscrito, por lo menos, que también los recoge, el cual a las alturas de 1944 paraba en poder del poeta y estudioso sevillano Felipe Cortines Murube, quien da noticia —un tanto desordenada— de su contenido19. Se tituló Libro nuevo de varios poemas, para distinguirse de otro, el Libro viejo de poesías diversas, que —según parece deducirse de lo que escribe el autor citado— se contenía en el mismo manuscrito. El Libro nuevo se recopila hacia 1721, pero es evidente que recoge composiciones algunos años anteriores, es decir, sería una recopilación más o menos coetánea de nuestro manuscrito de la Quendada, pero que no ha llegado a conocimiento de los estudiosos de Torres o del teatro escolar salmantino. Los poemas y obras recogidos en este nuevo manuscrito no denominan en ningún momento a sus autores como «quendos»; sin embargo, son prácticamente los mismos nombres que intervienen en el manuscrito de Rodríguez Moñino, con algún añadido. A todas luces parece que se trata de academias que integran a los mismos ingenios y a otros nuevos, todos de la Universidad salmantina, una vez que ha pasado la de la Quendada. Incluso recoge algunos de los poemas de esta academia, escritos por quendos, aunque ahora no se denominen así y aunque no siempre coincidan las atribuciones, porque en este Libro nuevo de varios poemas aparecen algunos versos que en el manuscrito de los quendos se atribuyen a determinados poetas y en este a otros, como tendremos ocasión de mostrar. El Libro nuevo de varios poemas parece que estaba preparado para convertirse en un impreso, porque no carece del preceptivo prólogo «Al que leyere», un libro dedicado especialmente a recoger los poemas de academia, fundamentalmente de contenido amatorio, pero también satírico en ocasiones, como el propio manuscrito de los quendos. Sin duda, lo que más contribuye a unir a los dos manuscritos es su carácter escolar y su raigambre universitaria salmantina, pues no en vano registra también un sainete desconocido que se titula La cátedra de amor, dedicado precisamente a una belleza de la ciudad por aquellos años, de rimbombante nombre: doña Rita 19 F. Cortines Murube, «Colegiales poetas en Salamanca. Estudio de un manuscrito literario», en Boletín de la Universidad de Granada, XVI, 1944, pp. 3-108. Actualmente obra en poder de don Jacobo Cortines, profesor de la Universidad de Sevilla, que ha tenido la gentileza de compartir con nosotros alguna de las informaciones que recogemos aquí.

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Baltasara de Acuña Portocarrero y Vargas, de ilustre familia, que resulta ser personaje del propio sainete y, por supuesto, la ganadora de la cátedra de amor, cuya oposición se plantea en la obrita. Lo cual no es del todo indiferente para la comedia que editamos ahora. Porque el dicho sainete se escribe, como dice su título, «en celebración del cumplimiento de años» de la tal señora, y lo compone «un apasionado suyo». Eso nos da pie para mostrar lo importante que es la relación de estos poetas escolares con determinados grandes señores de la ciudad del Tormes, que actuarían como protectores de las academias que se formaban. Otro de esos protectores fue don Diego Fernández de Contreras y Carvajal, arcediano de Alba y dignidad catedralicia de Salamanca, al que se le dedica una «oración con que en la academia que se celebró en casa de don Fernández de Contreras y Carvajal, arcediano de Alba, dignidad desta santa iglesia catedral de Salamanca dio principio Jove Leriano, siendo presidente della»20. Son academias en las que los cargos parecían haber cambiado con respecto a la Quendada: concretamente en la última oración mencionada es Jove Leriano de Bracamonte, un quendo que en el manuscrito Moñino se llama don Juan de Lerín, y que parece tener un papel protagonista en estas academias recogidas en el Libro nuevo de varios poemas; como también lo tiene otro conocido quendo, don Gabriel Gilberto, que aquí se menciona con todos sus apellidos: don Gabriel Gilberto Cavalieri Villalobos. Como sabemos, «Gabriel Gilberto» es seudónimo de Torres cuando se marcha a Portugal, un poco antes de las fechas que venimos comentando. Después están otros quendos, que colaboran menos ahora, como don Pedro Fajardo o el propio Torres, autor de algunos poemas. Por fin, encontramos otros de estos autores que ahora se incorporan a la vida poética estudiantil y que contribuyen con sus versos a estas academias del Libro nuevo: son don Pedro Murillo Velarde, colegial del Mayor de Cuenca, famoso un poco más tarde por su labor evangelizadora y por la autoría de diversos libros, don Juan Egidio del Muro, don Juan Ignacio de Medina, don Joaquín Rubesindo de Urribarri y Aranguren y don Vicente de Acuña. El caso es que encontramos versos en este Libro nuevo que se repiten en el manuscrito de la Quendada. Tal ocurre, por ejemplo, con dos sonetos, los que empiezan «Oh prodigio de amor, solo él podía» y «El llanto que te imprime, oh dura ausencia», que se introducen así en este manuscrito: «Estando juntos don Gabriel Gilberto Cavalieri y Jove Leriano, dieron asumpto para hacer un soneto a una dama que lloraba la ausencia de su amante». Según este mismo manuscrito, el primero lo compone Leriano 20

Libro nuevo, ms. citado, f. [2v].

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y el segundo Gilberto; pero esos mismos sonetos se atribuyen en el manuscrito Moñino de los quendos a don Josef Romualdo y a don Francisco Villanueva. Podría tratarse de un error en alguno de los dos manuscritos o, también, de que estamos hablando de seudónimos literarios que no sabemos muy bien a quién pueden corresponder. El caso es que este nuevo manuscrito recoge igualmente textos dramáticos —como el sainete citado, La cátedra de amor—, dedicados a una celebración y a una persona particular, la tal doña Rita Baltasara de Acuña Portocarrero y Vargas, de noble familia, a quien festejan los escolares con dicha obrita para proclamar su superioridad y su triunfo. Algo similar parece que ocurre con la comedia que editamos ahora, que se halla en el manuscrito de los quendos. Por otra parte, otros versos de don Diego de Torres se encuentran asimismo en este nuevo manuscrito del Libro nuevo de varios poemas. Así, según la descripción parcial de su poseedor, un poema, probablemente inédito, dedicado a glosar un epigrama de Marcial21. 1.3. La Expulsión de D. Diego de Torres del Colegio de la Quendada (vulgo del Cuerno) y su relación con academias y certámenes del siglo xvii Las academias, tanto las serias como las burlescas, tuvieron un amplio cultivo en el siglo xvii y lo siguen teniendo en los primeros años del xviii, según el modelo de sus antecedentes barrocas. Ejemplos de ellos, en lo que toca a las burlescas, son la Academia burlesca de Buen Retiro en 1637 o la celebrada un año después en el mismo sitio con presencia en ambos casos de los Reyes y otros personajes importantes de la corte. En lo que se refiere a las academias «serias», basta remitir a la bibliografía ya conocida. Pero en lo que atañe a las academias salmantinas de principios del xviii que nos ocupan, todavía podemos añadir algún detalle, por ejemplo en cuanto a su duración. Porque si el manuscrito que recoge las composiciones de la Quendada es de por sí bastante curioso, no menos que este adjetivo se le puede dar a un impreso contemporáneo también relacionado con esta academia, que lleva por título Expulsión de D. Diego de Torres de el Colegio de la Quendada (vulgo del Cuerno), que fundó en esta Universidad de Salamanca nuestro primer Padre Meco Capota. Dicho escrito, sin lugar ni año, pero con la indicación de que fue impreso en Salamanca, tal vez 21

Lo reproducimos más adelante.

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poco después de 172622, reúne otra vez los nombres de Torres, Alejandro Gallardo y Gabriel Gilberto. Dado que su rareza es también extraordinaria, y que se da la feliz circunstancia de que se halla hoy en la Biblioteca Nacional, nos ha parecido conveniente reproducirlo también para completar las noticias sobre esta academia del xviii y sus avatares. La Quendada copia algunos puntos de la Academia burlesca de Buen Retiro de 1637, que también se imitan en El diablo cojuelo, de Vélez de Guevara (1641), pero parcialmente. Ello nos lleva a plantear un interesante problema, que es el que tiene que ver con la intertextualidad de este texto de la Quendada que venimos comentando. Incluso algunas de las travesuras de los quendos, que señala su presidente, no parecen sino sacadas de los argumentos de piezas entremesiles que por aquellos días se habían escenificado en la época barroca y que se seguirían degustando hasta bien entrado el xviii. Tal por ejemplo lo que dicen algunos versos del presidente, don Alejandro Gallardo, dirigiéndose a sus colegiales: Vosotros que a un montañés le hicisteis se transformase en invisible y para eso le disteis de azotes, salve.

En esencia responde al argumento de una pieza entremesil titulada Las brujas fingidas y berza en boca, en la que ocurren exactamente esos hechos23. Curiosamente este entremés se pone en escena por los mismos años que tiene lugar la academia burlesca salmantina, aunque su contenido recuerda mucho piezas del Siglo de Oro y, en particular, una de Quiñones de Benavente titulada El talego niño, que se imprimió en la Jocoseria en 164524. Da la impresión de que los académicos de la Quendada copian las leyes del certamen de la Academia burlesca de Buen Retiro de 1637, de la cual se conocen al menos tres manuscritos: el de la Biblioteca del Arsenal Entre 1725 y 1727 lo sitúa G. Mercadier, Textos autobiográficos de Diego de Torres Villarroel, op. cit., p. 206. 23 El manuscrito original, copia perteneciente al cómico Matías de Castro, se conserva casualmente en la misma Biblioteca Moñino, hay copias del siglo xix en la Nacional de Madrid y en la Biblioteca del Instituto del Teatro de Barcelona. 24 Que, en definitiva, remite al famoso paso de Lope de Rueda, La tierra de Jauja, pero no solo. Para una consideración de este motivo en la literatura de los Siglos de Oro, puede verse nuestro trabajo «La tierra de Jauja en entremeses barrocos», en América y el teatro español del Siglo de Oro. II Congreso Iberoamericano de Teatro, eds. Concepción Reverte Bernal y Mercedes de los Reyes Peña. Cádiz: Universidad de Cádiz, 1998, pp. 435-48. 22

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de París, que sirvió de base a Morel-Fatio para su edición25; el que se guarda en la Biblioteca Nacional y que utilizó en la suya Pérez Gómez; y el que publicó Bonilla en la suya del Diablo cojuelo en 1902. Pero más probablemente el manuscrito de la Quendada copia el tranco X del Diablo cojuelo (1641), de Vélez de Guevara, donde también se reproduce esta carta de Apolo en algunos aspectos; aunque curiosamente el manuscrito de la Quendada cambia la lectura en algunas ocasiones. Así donde dice villancieres (1637), el manuscrito de la Quendada, casi un siglo posterior, lee villanciqueros, acaso deshaciendo el chistecillo que el nombre villancier sugería (como salsier, panetier…), cuando se refiere a un tipo de poetas; estropea lecturas de su fuente, así los textos del xvii leen Fuente Cavalina, en referencia a la «fuente fabulosa que dicen los poetas abrió con el pie el caballo de Belerofonte en el monte Elicona» (Aut.), pero el del xviii Fuente Cavalino. Por lo demás, el manuscrito de la Quendada lleva a cabo un proceso de selección: suprime algunos términos que se censuran por neologistas, pero deja otros. Evidentemente la consideración de esos términos casi cien años después de que se censurara su uso no deja de ser significativa, como lo es asimismo la circunstancia de que se mantengan otros. Así, en la manuscrito de la Academia burlesca de Buen Retiro y en El diablo cojuelo se prohíben: afectar, amago, fulgor, idilio, libar, meta, numen, pompa, purpurear, trámite, trémula; mientras que en la Academia de la Quendada únicamente: fulgor, meta, trámite, trémula. Tal vez solo se intente aligerar la larga enumeración, pero también es posible que los términos que permanecen sean los que auténticamente fuesen inusitados a principios del xviii. Pero no solo se inspiran en dicha academia, como mostramos oportunamente en nuestras notas, también tuvieron muy presente estos académicos quendos una obra típicamente universitaria y salmantina que recogía un certamen anterior, la del padre fray Tomás Dávila, lector de Teología del convento de San Agustín de Ciudad Rodrigo, maestro de estudiantes del colegio de doña María de Aragón, de Madrid, que llevó el pomposo título de Epinicio sagrado, certamen olímpico áureo, en la solemne dedicación de la insigne capilla que al glorioso apóstol san Andrés, patrón de su casa de Cerralbo, erigió el eminentísimo señor don Francisco Pacheco. Dicha obra la dio a la estampa el licenciado don Diego de Cossío y Bustamante, gobernador del estado de Cerralbo, y la publicó en Salamanca el impresor de la Universidad Lucas Pérez, en 1687. Pues bien, A. Morel-Fatio, L’Espagne au xvi et au xvii siècle. Heilbronn: Henninger Frères, 1878. Véase la reciente de Teresa Julio: Academia burlesca que se hizo en «Buen Retiro» a la Majestad de Filipo Cuarto el Grande año de 1637. Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2007. 25

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de dicho certamen se copian al pie de la letra o casi varias poesías y algunas cédulas del certamen de la Academia de la Quendada, como señalaremos. Una muestra más del aprecio de los escritores del xviii por sus antecesores barrocos, como ocurre con la alusión a Juan Rana que aparece igualmente en el manuscrito de la Quendada. Y así como Torres pudo acompañar a Quevedo en sus Visiones y visitas, como si hubiera sido un nuevo Diablo Cojuelo que a trancos descubriera la vida real del Madrid de su tiempo, también los académicos de la Quendada siguieron la senda de Vélez y su Cojuelo para componer esta academia burlesca, lo que equivale a decir que siguieron repitiendo el modelo de las academias burlescas del Barroco, como no podía ser de otra manera. 2. El texto. Una comedia inédita de Torres, Encanto y triunfo de amor 2.1. A medio camino entre la comedia con música, la comedia de magia y la zarzuela He aquí una comedia, cuyo título no suele citarse en los catálogos al uso, desde los más antiguos, como el de La Barrera hasta el más reciente de Andioc-Coulon, con alguna mínima excepción. Encanto y triunfo de amor simplemente no se conoce, ni como obra de Torres ni como de ningún autor, porque no se cita. Y, sin embargo, es una obra por lo menos curiosa y que, como señalan sus acotaciones, es seguro que se puso en escena. De Torres se ha resaltado su importancia como novelista y, en mucha menor medida, su producción dramática26. De hecho, hasta hace poco solo existían ediciones modernas de sus sainetes27. Sobre el Torres zarzuelista 26 La mayoría de sus obras dramáticas fueron recogidas en sus Juguetes de Talía, entretenimientos de el numen. Varias poesías que a diferentes assumptos escribió el doctor don Diego de Torres Villarroel, Salamanca: Imprenta de Santa Cruz, por Antonio Villarroel quien las saca a la luz. Año de 1738 y Juguetes de Talía, entretenimientos de el numen, varias poesías líricas y cómicas que a diferentes assumptos escribio el Doctor Don Diego de Torres Villarroel, Cathedrático de Mathemáticas en la Universidad de Salamanca, Sevilla: Imprenta Real de don Diego López de Haro, 1744. 27 Diego de Torres Villarroel, Sainetes. Sel. e introd. de J. Hesse. Madrid: Taurus, 1969. Se lamenta Hesse, con buen criterio, del poco interés de la crítica hacia la faceta dramática de Torres quien, a su juicio, fue un comediógrafo aceptable (pp. 23 y ss.). Véase también: Teatro breve, I (Obra profana). Ed. de Epicteto Díaz Navarro y Fernando Doménech Rico. Madrid/Frankfurt: Iberoamericana/Vervuert, 2012.

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contamos con algunas aportaciones, desde el ámbito de la musicología, de Álvaro Torrente, para una zarzuela posterior a la comedia que presentamos28. Entre los folios de nuestro manuscrito (ff. 60-108), se ha conservado también la comedia con música Encanto y triunfo de amor cuyo texto no fue impreso, como advierte Guy Mercadier quien no la considera entre las más destacadas de su autor —de hecho la califica de ‘insípida’—, aunque sí entre las más antiguas29. Denominamos a nuestro texto ‘comedia con música’, pese a sus evidentes rasgos en común con la zarzuela, con la que la relacionamos, género que se distingue por su hibridismo, al ser y no ser comedia, cantarse y ser representada. En el caso que nos ocupa, y como rasgo diferencial, hay que tener en cuenta que la obra se desarrolla en tres jornadas, frente a las dos que son habituales en la zarzuela. A tenor de la información que poseemos en torno a este manuscrito, debemos datar esta obra entre las fechas de 1709 y la de 1718, la más antigua en razón de que son de este año sus primeras composiciones y la última porque en 1718 está fechado el manuscrito, tal y como puede leerse en su portada. Estamos, pues, ante una incursión dramática de nuestro autor durante su primera juventud. Al igual que en el caso de La armonía en lo insensible y Eneas en Italia, impresa en 1744 y estudiada por Álvaro Torrente30, tampoco se ha conservado, o no hemos podido hallar, la partitura aunque, a diferencia de esta zarzuela, bastante posterior a nuestra comedia, no conocemos al libretista que la compuso, en aquel caso el zamorano Juan Martín Ramos (1709-1789), según indica el estudioso citado31. «La armonía en lo insensible y Eneas en Italia, una zarzuela casera de Diego de Torres y Juan Martín», en Rainer Kleinertz (ed.), Teatro y música en España (siglo xviii). Kassel: Reichenberger, 1996, pp. 219-234; y «Un villancico danzado y representado: Los figurones ridículos en Salamanca», en Música y Literatura en la Península Ibérica: 1600-1750. Valladolid: [Sociedad V Centenario del Tratado de Tordesillas], 1997, pp. 495-516. Hay también en ese volumen interesantes aportaciones sobre el género de la zarzuela en la época de Torres. En este sentido, sigue siendo fundamental el estudio de Emilio Cotarelo y Mori, Historia de la zarzuela o sea el drama lírico en España, desde su origen a fines del siglo xix. Madrid: Tipografía de Archivos, 1934; reeditado, en facsímil con prólogo de Emilio Casares Rodicio, hace pocos años (Madrid: Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 2000). 29 Escribe acerca del manuscrito en el que se halla que «le recueil contient les œuvres les plus anciennes de Torres: Quatre sonnets et une comedia mythologique parfaitment insipides. L’auteur a eu raison de ne pas leur accorder plus tard les honneurs des presses» (Diego de Torres Villarroel: masques et miroirs, op. cit., p. 33). 30 «La armonía en lo insensible y Eneas en Italia, una zarzuela casera de Diego de Torres y Juan Martín», op. cit., p. 226. 31 Ibid., pp. 226-7. Debemos recordar que tampoco ha sido estudiado Torres desde el ámbito de la musicología como muy bien ha señalado Álvaro Torrente, «La armonía en lo insensible y Eneas en Italia, una zarzuela casera de Diego de Torres y Juan Martín», op. cit., p. 222. 28

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El hecho de no poder contar con la música de estas obras debe considerarse como un fenómeno general por estos años, según ha señalado Louise K. Stein32. Desconocemos el ámbito de su representación, en el caso de que fuera escenificada. Nuestro texto se aleja, a juzgar por su tramoya, de lo que Tomás de Añorbe denominaría, años después, «zarzuela casera», como la posterior La armonía en lo insensible y Eneas en Italia (1744). Por este tipo de zarzuela se entiende un subgénero cómico ampliamente cultivado por Torres, cuyas obras dramáticas, en muchos casos, se destinaban a la escenificación doméstica, parecida a la que se representaba en los teatros, aunque con menores medios, en las casas particulares con «pocas personas, y ningún Theatro; [escribe Añorbe] para que si la quieres hacer en tu casa, te facilite el modo de conseguir una diversión honesta, pues dándome a mí la miseria de un real de plata, y al Músico, que pusiera en solfa los versos […] tienes todo el gasto que te puede originar»33. Por lo contrario, en Encanto y triunfo de amor, dada la existencia del elemento maravilloso que se cifra en la presencia de serpientes, magos con sus poderes, y los efectos diversos que reflejan sus mutaciones, aproximan la obra hacia las muy populares comedias de magia34, que tanto criticaron los autores neoclásicos, y que gozaron del favor del público. A diferencia de las zarzuelas al uso, estructuradas en dos jornadas, nuestro texto se desarrolla en tres, constituyéndose en una particularidad que lo distingue de entre las de su época y que apunta a un cierto hibridismo entre la comedia de magia y la zarzuela, o comedia con música, como venimos señalando. Pero su escaso número de versos en comparación con las comedias habituales de los maestros barrocos (la de Torres no llega a los 1900) nos hace considerar que estamos ante un producto distinto de aquellas.

«Para un período importante del siglo xviii, hacia 1720-1760, conservamos muy pocas partituras de zarzuelas, aunque conservamos bastantes de sus textos y, en algún caso, documentos que nos ayudan a entender cómo se representaba una zarzuela en aquella época», «Este nada dichoso género: La zarzuela y sus convenciones», en Música y Literatura en la Península Ibérica: 1600-1750, op. cit., p. 200. 33 Citado por Juan José Carreras en «La cantata de cámara española de principios del siglo xviii: El manuscrito M 2618 de la Biblioteca Nacional de Madrid y sus concordancias», en Música y Literatura en la Península Ibérica: 1600-1750, op. cit., p. 87. 34 Sobre comedias de magia sigue siendo fundamental, entre otros títulos, el de Julio Caro Baroja, Teatro popular y de magia. Madrid: Revista de Occidente, 1974; La comedia de magia y de santos. Ed. F. J. Blasco, E. Caldera, J. Álvarez Barrientos, R. de la Fuente. Madrid: Ediciones Júcar, 1992, con interesantes aportaciones y La comedia de magia. Ed. Fernando Doménech. Madrid: Fundamentos, 2008. 32

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2.2. Personajes No podemos, a tenor de la historia desarrollada, establecer las filiaciones de Encanto y triunfo de amor. Si observamos los nombres de algunos de los personajes que intervienen en la historia, estos nos remiten a la mitología. En este sentido, vemos nombres como el de Ifigenia, Aurora, Egina o Peneo, todos pertenecientes al universo del mito clásico al que, por otra parte, eran tan dados los autores de la zarzuela de la primera época. Sin embargo, y pese a la presencia de estos nombres, estos se constituyen en meras denominaciones de personajes que no tienen relación alguna con la realidad mitológica que recuerdan. Torres pretende contarnos una historia de amor, con final feliz, y en ella aparecen entreveradas las intrigas de algunos personajes sobre otros por conseguir el amor de Egina, la protagonista. En la comedia, Egina, en efecto, poco tiene que ver con la mítica hija del dios-río Asopo, perseguida y raptada por Zeus, y llevada hasta la isla a que daría nombre para acostarse con ella. Fruto de esos amores nacería Éaco, el abuelo de Aquiles y de Ayax. En su persecución, el inflamado dios todopoderoso acabó convirtiendo en escoria el curso del río, padre de Egina35. Hay también un vano eco de la historia de Endimión y Diana, tema ampliamente tratado en el Barroco y al que Torres contribuyó con una obra perdida. Solo que aquí Endimión es un mago que provoca con sus hechicerías todo tipo de ilusiones para favorecer los deseos de Gundumar de casarse con Egina, antes de que esta cumpla con su idea de permanecer virgen al servicio de Vesta. Una especie de mágico prodigioso, al estilo de Calderón y a imagen y semejanza de los que aparecen en las comedias de magia36. En la primera acotación, se listan algunos nombres, aunque a diferencia de lo que era común no se menciona la nómina de todos los personajes que aparecerán en la obra. Estos nombres de la acotación son: Teobaldo, rey; Egina, Aurora, Doris, Peneo, Aristo, damas y pastoras. A ellos se suman Estela, Endimión —común en muchas zarzuelas del período— y Lidoro, que actúa como gracioso, aunque no dice demasiadas gracias, como él mismo se encarga de recordar, en un magnífico ejemplo de teatro dentro 35 Miguel Ángel Elvira Barba, Arte y mito. Manual de iconografía clásica. Madrid: Sílex, 2008, p. 99. 36 Como sabemos, subgénero de moda en el siglo ilustrado, como bien ha escrito el maestro René Andioc, Teatro y sociedad en el Madrid del siglo xviii. Madrid: Fundación Juan March/Castalia, 1976.

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del teatro, cuando otro personaje le pide que, si es poeta como dice, recite algún verso. Responde Lidoro: Vaya, si quïera porque en el patio no se diga que estaba el gracioso mudo, porque hay muchos que no miran que lo serio ha de ser serio y las comedias [se] estiman sólo por el botón gordo. (vv. 1684-1691)

Una crítica de Torres a los que apreciaban el teatro solo por la comicidad del gracioso, independientemente de que la obra se prestara poco o mucho a las gracias de este. Crítica que, en definitiva, apuntaba hacia el decoro y a la mezcla de tragedia y comedia, tan del gusto del teatro barroco. Llama la atención el nombre del protagonista masculino, Gundumar, que acabará obteniendo la mano de la esquiva y caprichosa Egina. La eufonía gótica del nombre del personaje nos remite inequívocamente a Gondomar, un topónimo que sirve para designar también a un título de conde, que por la época en que se escribe la comedia detentaba doña Mariana de la Encarnación Eraso Sarmiento de Vargas y Carvajal, quinta condesa de Humanes, Gondomar y El Puerto, cuarta marquesa de Mancera, hija del tercer conde de Gondomar (don Pedro Sarmiento y Toledo), que casa justamente en 1709 con Juan de Dios Pacheco Téllez Girón. ¿Quiere referirse Torres a dicho enlace, disfrazando el nombre del novio con el apelativo nobiliario de la novia? No podemos asegurarlo, pero la cercanía de los apellidos citados con otros de los que aparecen en alguno de esos manuscritos universitarios salmantinos nos da pie, por lo menos, a sugerirlo como hipótesis. 2.3. Estructura Primera jornada (vv. 1-624)

Toda la obra gira en torno a la necesidad que tiene el rey Teobaldo de que su hija Egina se case para darle descendencia, y a las reticencias que esta tendrá ante sus pretendientes. Todo ello envuelto en presagios adversos y sucesos extraordinarios que marcarán el desarrollo de la obra. En este sentido,

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la presencia del mago Endimión será fundamental en la medida en que condicionará la acción y la voluntad de la protagonista gracias a sus artes mágicas. Así, al principio de la jornada, Teobaldo, el rey, vaticina en el personaje de Egina una situación trágica que, por otra parte, ya había señalado, justo al comenzar, el coro de la Música. El ‘presagio’ va a señalar el carácter misterioso de Egina, su hija, y contribuirá a su evolución dramática a lo largo del texto: TEOBALDO Hija, princesa en quien puso el cielo tantos milagros de hermosura, (que maldije (Aparte.) tantos, repito, presagios pues apenas hay estrella que no vaya rubricando, con rayos de luz funesta, en ti un golpe, en mí un estrago). (vv. 11-18)

Teobaldo manifiesta en su monólogo el motivo de angustia que supone para él Egina. El tópico barroco de la ilusión, de todo lo que encierra la falsedad o la apariencia equívoca de los sentidos y que conduce al engaño, está presente en estos versos iniciales. La aparición de Endimión, vestido de pieles y con un compás en la mano, contribuye a recrear esta atmósfera de misterio que se pretende conseguir. Misterio que, además, está caracterizado por la voz del coro que, cual moderna tragedia griega, quiere conformar el sentir del personaje y, al mismo tiempo, condicionar al receptor del discurso. Endimión, caracterizado como mago, se presenta a Teobaldo, que está confuso y preocupado por Egina, anunciándole que quiere iluminar su razón. Endimión con su magia le descubrirá su futuro a Teobaldo ya que aquel será quien vaya a, según confiesa: descifrar el examen de mis dudas y mi asombro. (vv. 154-155)

En su parlamento, Endimión presenta al rey Teobaldo, sus problemas de descendencia al no tener un hijo varón. La Providencia le concedió tres hijas y ningún varón que heredara su reino. No obstante, el rey se muestra preocupado por su sucesión que debe encarnar su hija Egina:

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Común, penosa tragedia de aquellos que el vasallaje te rinden, vense obligados a que femínea sangre, aunque tan tuya, de Egina, siendo de mujer los mande. (vv.183-188)

Endimión predice que Egina, «llegará de un extranjero / príncipe a enamorarse, / de modo que, con su mano, / imperio y alma ha de darle» (vv. 215-218). Pese a este vaticinio el mago le manifiesta que pretende un ‘peligroso amor’ (v. 225). Tras desaparecer Endimión, el mago, Teobaldo se cree víctima de una ‘ilusión errante’ (v. 230) que le ha dejado confuso e ignorante acerca de su destino. Los diferentes cantos y recitados que aparecen en el texto contribuyen a subrayar, y reforzar a un tiempo, su sensación de desasosiego, producido por la incertidumbre que le provoca la profecía sobre la princesa Egina. Entretanto, un canto de fondo va guiando la creación de un ambiente de temor, de angustia, cuya función es la de influir en los personajes. Estamos ante una intervención musical que se rastrea en la comedia española, desde la época de Lope, según Louise K. Stein37. La tópica asociación de la llama de amor con la pasión amorosa, y esta producida por Cupido, se recita en la obra para conseguir reafirmar el sentimiento del personaje: Rómpase el delgado, augusto velo que, descubriendo el cielo del templo luminoso, se oponga aquel fogoso incendio del rapaz ciego vendado, engañoso, mortal tirano alado y ofusque en sacra esfera del incienso, el humo; la llama, de su hoguera. (vv. 261-268)

El mago Endimión se sirve para sus augurios de la astrología judiciaria pero, pese a profesar esta disciplina, se muestra inseguro ante sus vaticinios. 37 Cfr. Louise K. Stein, Songs of Mortals, Dialogues of the Gods: Music and Theatre in Seventeenth-Century Spain. Oxford: Clarendon Press, 1993.

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Había sido preceptor de Egina durante su niñez, y también le había enseñado la interpretación astrológica. Egina aparece en la obra, por primera vez, en el templo de Vesta, diosa romana del hogar por excelencia. Vesta es una diosa virgen, al igual que las vestales, lo cual nos induce a pensar en la virginidad del personaje en cuestión. Se halla Egina frente al templo de Vesta y tiene delante un arroyuelo, en el que Peneo describe el deseo que le anima a servirla. Diversos son quienes la pretenden, de ahí que intervenga otro personaje, Aristo, quien ve en las arenas del arroyo un correlato de su pasión amorosa: ARISTO Y yo en sus arenas hallo jeroglífico más propio que mi amor explique; cuando tan encendidas las miro, siendo su matiz dorado, porque mis ansias se traten a vista de sus penachos, propio símil del incendio que está en el alma encerrado, porque si son labios ellas del arroyo atento saco, que es la calentura mucha, pues sale el fuego a los labios. (vv. 44-56)

A esta descripción de la naturaleza física del paisaje, como reflejo de la pasión amorosa, responde Egina presentándose como un ser a quien le está vedado el don del amor, desprovisto de la capacidad de juicio para apreciarlo: Como no sé amar, no sé en qué parezca el retrato, al original. (vv. 57-59)

Como ya hemos dicho antes, podremos comprobar que la música se constituirá en un elemento estructural al servicio de la acción de la comedia, ya que cumplirá la función de destacar ciertas situaciones dramáticas. En esta línea, veremos cómo la música destacará el hecho de

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que Egina se muestre libre e incapaz de amar. De ahí que el coro cante una letra que delata que la protagonista no está sujeta al dictado del amor: (Música un cuarto.) Sacerdotisas abrid; abrid, pues de amor las leyes de Egina en la belleza ni se promulgan nunca ni obedecen. (vv. 310-313)

La historia cobra una especial fuerza bajo las pretensiones del rey Teobaldo de conceder la mano de su hija Egina a Gundumar, príncipe de Creta, territorio que no se circunscribe únicamente a una isla sino que se presenta en la comedia como un «vastísimo imperio» (v. 524). Ante tales pretensiones, Egina responde que prefiere el suicidio antes que concederle la mano. Segunda jornada (vv. 625-1271)

Comienza la segunda jornada con la mayoría de los personajes emparejados, incluido Gundumar con Egina, que le aborrece. Al poco tiempo, se sabe que el rey Teobaldo se halla encerrado en una cuadra. En aquel momento se produce un fuego que amenaza su vida. Se trata, en realidad, de una ilusión provocada por el mago Endimión. Como ya se ha dicho, Egina se opone al matrimonio con el príncipe Gundumar y, antes de casarse con él, prefiere lanzarse a las llamas de ese incendio que perder su vida y su libertad: EGINA Que no he de poder librarme dices, sin que Amor, dios ciego, me arrastre; pues porque veas que es tu pronóstico incierto, así a costa de mi estrago he de burlarte queriendo antes de esas voraces llamas que suben al cielo ser inocente materia que no amar, y así me entrego

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a sus iras, pues que en ellas me abraso porque no quiero. (vv. 700-711)

Gundumar conseguirá salvarla de la ficción del incendio e intentará ganar, inútilmente, su voluntad. En el género de la comedia de magia, la representación se basa en el juego de las apariencias y en provocar, mediante la escenificación de esas apariencias, aceptadas por el público y reconocidas en el ámbito de la convención teatral, la ilusión de que lo aparente es real e incluso verosímil. En una época en la que el modelo científico, tal como lo entendemos en la actualidad, no gozaba de gran estimación frente al pensamiento míticoreligioso, al que fue tan aficionado Torres, no tiene nada de particular que la figura del mago, en nuestro caso Endimión, se constituya en el personaje que conseguirá que la mano de Egina, en virtud de sus artes mágicas, sea para el príncipe Gundumar. De ahí que Gundumar acuda a implorar la ayuda del mago para conseguir a la princesa. Este se le presentará como fiel colaborador en esta empresa, y como quien había logrado las ilusiones de las que habían sido objeto los principales personajes. Por ello, en palabras de Endimión:

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Pues mi ciencia la haré tuya, siendo esquiva, mejor que si no lo fuera y así prosigue en subirla y festejarla y ahora, basta, Gundumar, que sepas que soy yo quien las distancias une del cretense y persa, quien fingió el fuego en palacio, quien la voz formó que altera a Egina y quien hizo estable esta máquina soberbia. Todo es arte, todo industria que mi astrológica ciencia lo más difícil alcanza y hasta lo imposible llega. Prevente, pues, de valor porque, si de tus empresas sales triunfante, serás

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dueño de Egina y, si en ellas, por desgracia o por acaso, tu brazo vencido queda, no hay remedio. (vv. 935-957)

En este segundo acto, se prodigan los sucesos característicos de la comedia de magia de la época: Endimión ideará un ardid para que Egina se sienta amenazada por una fiera que, en virtud de sus artes mágicas, hará aparecer ante la princesa y esta, a su vez, será salvada por su pretendiente Gundumar de manera que

horrorizando la estancia, salga braveando una fiera, tal que asuste con su vista, y Egina en el riesgo puesta verá que le da la vida de Gundumar la defensa.) Príncipe, el cielo te guarde.

GUND. Tu vida, Endimión, sea eterna (vv. 985-992)

A todo ello, la música y los violines contribuyen a crear la atmósfera propicia para el encuentro y, especialmente, para conseguir el propósito fijado por Endimión y Gundumar de trocar la voluntad de la princesa a su favor. Veámoslo: (Dentro, la música.)

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(Música. 1) (Violines.)

A quien no quiere querer, ¿Por qué le han de hacer los dioses amar? ¿Por qué ha de adorar quien ha de aborrecer?

GUND.

Voz que, esparcida en el viento, sirves a mi fantasía con triste melancolía, da motivo al sentimiento,

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porque intentas con tu acento, cuando Egina se divierte, lograr con trágica suerte, pues, cuando está divertida, de la princesa eres vida, y de mi vida eres muerte.

MÚSICA ¿Por qué, di, vengativo, Ciego, infiel rapaz me robas como tuya mi triste libertad? (vv. 999-1017)

Como vemos, se establece un diálogo entre la Música y la situación de Gundumar que, como ya se ha dicho, es general en este tipo de obras. Egina es consciente de la confusión entre apariencia y realidad a la que se le somete. Movida por su pasión y sufrimiento recita un soneto que, probablemente, podemos considerar de una cierta altura poética y que revela el sentir tópico del Barroco entre la ficción y la realidad: EGINA Fuentes de quien el mar cobra tributos, aves que murmuráis siempre parleras, flores que matizáis las primaveras, del cielo estrellas y del campo brutos. ¿Cómo tenéis los ojos tan enjutos viéndome a mi llorar?, ¿cómo ligeras no sois para aliviarme las primeras y trocáis los matices por los lutos? Mas, si la suerte me mira con tal ceño, determino burlarme de la suerte reduciendo a prisión blanda de un sueño, a los sentidos que me dan la muerte. Le da este rato el fementido empeño. Viva siquiera yo hasta que despierte. (vv. 1128-1141)

Las intervenciones mágicas de Lidoro, al servicio del príncipe Gundumar, continúan a lo largo de esta segunda jornada donde aparece una

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gran serpiente en actitud de atacar a Egina. De este peligro, como era de esperar, le libera Gundumar. El acto concluye con una intervención del gracioso Lidoro que actúa, como es propio de esta figura de la comedia clásica, de contrapunto al reflejar convencionalismo de este teatro y, como ya hemos dicho, la aceptación que supone de lo maravilloso: LIDORO Y todos son embelecos. ¿Quién diablos me metió aquí? ¿En dónde van los sucesos? Por mágica necesaria, o secreta, que es lo mesmo. Mejor fuera, que no golpes, andar friendo buñuelos. (vv. 1265-1271)

Tercera jornada (vv. 1272-1893)

En esta última jornada, se resolverá el conflicto entre una Egina, defensora de su libertad y reacia a ceder ante Gundumar, y los diferentes ardides de Endimión para ayudar a este a realizar sus propósitos matrimoniales. Endimión anunciará, en un aparte, darle «postrer asalto / a la princesa» (vv. 1770-1771) al producir la ilusión del asalto a la corte de Lisipo, rey de Grecia, con la intención de prender a Teobaldo, rey y padre de Egina. Ante lo desesperado de la situación, Egina se ofrece a quien proteja a su padre: EGINA

Príncipes, mi mano ofrezco a quien defienda a mi padre. (vv. 1795-1796)

Entre los pretendientes de la mano de Egina, Peneo, Aristo y Gundumar, se manifiestan los celos y las ansias por conseguir el amor de la protagonista. No obstante, será la magia de Endimión quien consiga, y en el marco de esta ilusión de batalla, que Gundumar se alce con el trofeo. La función de las acotaciones deben tenerse muy en cuenta en este cambio de perspectivas y en la formulación de ilusiones que están al servicio del desarrollo de la historia:

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(Sube Gundumar por la escala y abrázase con Lisipo y caen por la muralla y, al mismo tiempo, desaparece la perspectiva de muralla y se corre la de templo, como al principio de la comedia, y queda Gundumar como caído a los pies de Egina y sale toda la compañía.) (v. 1825 acot.)

El final de la obra está compuesto bajo el deseo de contentar a todos los personajes en la perspectiva de que el amor es posible para todos: Gundumar consigue la mano de Egina y Teobaldo, el rey, compone los amores del resto de personajes principales: Aristo con Doris, Peneo con Aurora. Por último, el gracioso, Lidoro, pretende lo mismo con Estela. La conclusión de la obra no es otra que la que resume su título Encanto y triunfo de amor. De ahí el canto final conjunto de todos y de la Música, además del guiño que Torres hace a su público en la figura del gracioso: TODOS Y MÚSICA Porque sabe Amor, alado ciego, vencer con los encantos los imposibles bellos. LIDORO Y así Torres que consagra a vuestro examen su ingenio, TODOS

pide un vítor, si merece que le perdonéis sus yerros.

(Con esa repetición se cierra el teatro y cae el bastidor dando fin a la comedia.) (vv. 1886-1893)

2.4. Conclusiones Podemos considerar Encanto y triunfo de amor como una comedia singular, a medio camino entre la comedia de magia y la zarzuela que inventó Calderón. Es una obra, además, representativa de un Torres Villarroel joven que intenta imitar tanto a los comediógrafos que triunfaban en su época, mediante el cultivo de la comedia de magia, como a los que

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escribían zarzuelas en combinación con los músicos autores de los libretos que las acompañaban y que, en su mayoría, se han perdido. En la nómina de textos del Gran Piscator de Salamanca, habrá que tener en cuenta, a partir de ahora, el texto que damos a conocer, raro en el conjunto de su obra. Sin duda, pertenece también a la escuela calderoniana el frecuente empleo de palabras y expresiones gongorinas, que Torres intercala entre los versos de la comedia. A pesar de que la Academia de la Quendada —siguiendo el modelo de la de Buen Retiro casi un siglo anterior— había prohibido el uso de estos términos cultistas, don Diego los trae una y otra vez a los parlamentos de sus personajes y no olvida tampoco la sintaxis tan particular que habían hecho característica Góngora y sus seguidores. Se puede apreciar claramente en pasajes como este parlamento de Endimión, en la jornada primera: Cuando te halles en esa cóncava gruta (torpe albergue a vida errante, si dilatado sepulcro, escaso breve hospedaje), lo sabrás. (vv. 122-127)

Se diría que el autor quiere dar a sus versos un estilo altisonante, en consonancia con el tema que se ha propuesto. Ciertamente la afición de Torres por construir un texto fundamentado en la magia, en la proyección de lo maravilloso sobre la escena y mediante una historia que tiene poco de novedosa no debe de sorprendernos, particularmente en el caso de un autor cuya variada biografía está determinada por su sostenida dedicación a la elaboración de almanaques y pronósticos, que le otorgaron una gran popularidad, y por un constante afán creador en la línea de lo castizo y tradicional. Precisamente en una de sus grandes obras, sus Visiones y visitas (1728), cuando en su «Visita undécima» acude con D. Francisco de Quevedo a ver actuar a los cómicos, ridiculizará la escasa calidad de los versos que acompañarán el canto de un aria: Y al punto salieron las guitarras; y mi difunto, habiendo oído en pie los primeros números de un aria, sin poder sufrir la necedad de la composición poética, marchó y yo detrás de él, y tan eno-

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jado, que no me atreví a preguntarle su parecer en la moderna cultura de coplear38.

Sin lugar a dudas, el juicio de su difunto, y admirado autor, podemos aplicarlo a la comedia que hemos presentado. 2.5. Métrica y sinopsis Como se puede observar en las tablas que se presentan a continuación, la mayor parte de la comedia está escrita en octosílabos, en romance con rima en asonante. Además del romance, aparecen algunas décimas y un soneto. Sin embargo, esa regularidad métrica se rompe en los fragmentos musicales, en los que suele haber una rima de patrón irregular y del mismo modo los versos son de diferente medida. Podemos aventurar que esta irregularidad se puede deber al hecho de que sería la música, y un posible alargamiento de las sílabas al ser cantadas, lo que otorgaría al texto su regularidad. Esquema métrico Jornada I Música 1-10 11-90 Romance en á-o 91-93 Música 94-113 Décimas 114-223 Romance en á-e 224-226 Música 227-242 Romance en á-e 243-280 Música

Jornada II 625-626 627-632 633-635 636-639 640-641 642-643 644-711 712-731

Romance en á-o Música Romance en á-o Música Octosílabos Música Romance en é-o Décimas

Jornada III 1272-1281 1282-1285 1286-1586 1587-1592 1593-1604 1605-1608 1609-1615 1616-1619

Romance en á-a Música Romance en á-a Música Romance en á-a Música Romance en á-a Música

Torres Villarroel: Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte. Ed. de Russell P. Sebold. Madrid: Espasa-Calpe (Clásicos Castellanos), 1976, p. 89. Años después, Ignacio de Luzán en La poética (1737) condenará la incorporación de música a la representación: «La música no es de ninguna manera necesaria a la representación de los dramas, particularmente en nuestros tiempos en que ya no se usa el coro de los antiguos […]. Por lo que toca a representarse toda una tragedia o comedia en música, me parece que no es del todo acertado, y que mejor efecto hará, y deleitará más, una buena representación bien ejecutada por actores hábiles y diestros, que todo el primor de la música» (ed. Russell P. Sebold. Madrid: Cátedra, 2008, p. 575), evidentemente el tiempo no le dio la razón. 38

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Jornada I 281-309 Romance en é-e 310-313 Música 314-319 Romance en é-e 320-323 Música 324-359 Romance en é-e 360-363 Música 364-367 Romance en é-o 368-379 Música 380-389 Romance en é-o 390-396 Música 397-406 Décima 407-408 Música 409-586 Romance en é-o 587-598 Música 599-601 Romance en é-o 602-614 Música 615-616 Romance en é-o 617-618 Música 619-622 Romance en é-o 623-624 Música

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Jornada II 732-998 999-1004 1005-1013 1014-1017 1018-1027 1028-1031 1032-1041 1042-1045 1046-1059 1060-1127 1128-1141 1142-1271

Romance en é-a Música Décimas Música Décimas Música Décimas Música Romance en á Romance en é-e Décimas Romance en é-o

Jornada III 1620-1623 1624-1625 1626 1627-1628 1629 1630-1631 1632 1633-1634 1635 1636-1638 1639-1691 1692-1701 1702-1705 1706-1708 1709-1712 1713-1715 1716-1731 1732-1741 1742-1745 1746-1747 1748-1751 1752-1753 1754-1757 1758-1759 1760-1841 1842-1849 1850-1851 1852-1855 1856-1857 1858-1863 1864-1885 1886-1889 1890-1893

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Pareados Música Romance en í-a Música Romance en í-a Música Romance en í-a Música Romance en í-a Terceto Romance en í-a Décimas Romance en í-a Música Romance en é-o Música Romance en é-o Música Romance en é-o Música Romance en é-o Música Romance en é-o Música Romance en é-o Música Romance en é-o Música Romance en é-o Música Romance en é-o Música Romance en é-o

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Porcentajes Romance Fragmentos musicales Décima Soneto Pareados Terceto Versos sueltos TOTALES

Jornada I Jornada II 478 551 116 30 30 50 0 14 0 0 0 0 0 2 624 647

Jornada III 535 70 10 0 4 3 0 622

Total 1564 216 90 14 4 3 2 1893

% 82,62 11,41 4,75 0,74 0,21 0,16 0,1 100

3. Criterio editorial Editamos parte del manuscrito titulado Rela/ción de algunas obras que se an hallado divulgadas del Exmo. Colegio Mor. / de la Quendada. / Dedicada a ninguna persona de las que Dios / crió [tachado]. / Año de / 1718, cuya signatura se corresponde con el ms. 6869 de la Biblioteca Rodríguez Moñino. Consta de 174 folios y la letra revela a un copista del siglo xviii, probablemente andaluz ya que el ceceo y seseo aparecen con frecuencia como indicamos en las notas. Hemos seguido los siguientes criterios: 1. Se han regularizado las grafías que no representan un valor fonológico en la época clásica distinto del actual. Así, se han transcrito según la norma moderna: b, v, u; ç; i e y; ff; ss; qu (ante a, o, u); ph y th; g (ante vocal e o i) se ha transcrito j cuando así lo exige la norma actual; también según la regla actual se ha resuelto la presencia o ausencia de h. Se ha conservado la s (donde hoy encontramos x); ch (con valor de /k/) se ha transcrito como qu. Se exceptúan ‘quendo’ y variantes. 2. Otras grafías, como g (ante vocal a) e i cuando representan el fonema /ž/ y x con valor de /š/, se han transcrito como j, según la norma moderna. 3. Se han separado las palabras que aparecen unidas contra la norma actual; y se han mantenido las que figuran separadas también contra el uso moderno.

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Hay algunas excepciones en la aplicación de este criterio: – Por un lado, se ha transcrito dél por del cuando la amalgama incluye el pronombre tónico. Si no aparece contracción en el manuscrito y debe entenderse la forma pronominal, no hemos limitado a regularizar la acentuación (de el → de él). – Por el otro, se han conservado las amalgamas del tipo: deste, esotro, etc. y sus femeninos y plurales. De igual modo se han mantenido dello, dellos, della, dellas y dello. Los escasos ejemplos en que ambas clases de amalgamas figuran separadas respetan lo leído en el manuscrito. 4. Los grupos cultos de consonantes y sus reducciones se han respetado. 5. También se han mantenido las amalgamas de infinitivo + pronombre átono en casos como casallo, mumurallo. 6. Cuando la conveniencia de reconstruir una palabra ha sido evidente, se ha restituido lo preciso mediante corchetes cuadrados: pudente → p[r]udente. 7. De modo inverso, se han utilizado los corchetes angulares para indicar que una letra o una sílaba figuran reiteradas por error o simplemente sobran: mucho. O se repite una palabra: dice . 8. Las palabras truncadas al final de línea en el manuscrito se han transcrito completas sin más. 9. Se ha indicado el cambio de folio insertando la numeración inmediatamente antes del inicio del folio correspondiente. 10. Se ha regularizado el uso de mayúsculas según la norma actual. 11. Cuando se ha hallado una letra o una palabra tachada se ha indicado en nota. Debemos señalar que, en el caso de las palabras marcadas con un asterisco*, significan que hemos actuado sobre las grafías c, z, s contra los usos de Torres Villarroel. En la edición de la comedia, no hemos tenido más remedio que indicar la doble numeración de los folios, la primera es la del manuscrito y figura entre corchetes; la segunda, entre paréntesis dentro de estos, una numeración propia de la comedia en sí, que es en realidad la que debe regir para organizar el desorden en que se había encuadernado el manuscrito.

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APÉNDICES Apéndice 1 Expulsión / de D. Diego de Torres / de el Colegio de la Quendada / (vulgo del Cuerno) que fundó en / esta Universidad de Salamanca / nuestro primer Padre Meco / Capota. Salamanca, s.i, s.a. BNE: V. E. 680 (7).

Nos, don Alejandro Gallardo, llamado por otro nombre quendo, rector de el Colegio Mayor de la Quendada (vulgo del Cuerno) y pícaro de primera clase, a vos, el bachiller in utroque don Diego de Torres39, burlón de papelillos, ojo de besugo [p. 2] cocido, nariz de alquitara, cuerpo de pino, pies de mala copla y catedrático de mayores en la escuela de Astrología, donde, a precio de desvergüenzas, enseñáis a resolver argumentos del signo Virgo y Capricornio a tanto género de estudiantes capigorristas y sopones como os acompañan, salud y gracia. Sepades cómo por estos mis escritos (que ha determinado la noble junta de este Colegio) se os inhibe y priva in totum de la beca de colegial mayor de nuestro Colegio por haber apostatado varias veces la observancia de los Estatutos y constituciones de este insigne colegio que fundo nuestro primer padre Meco Capota [p. 3] en esta insigne ciudad de Salamanca y se restablecieron el año de 1710 por el rector don Gabriel Gilberto, quendo, y no obstante el que heis gozado el puesto honorífico de juez conservador de nuestro Colegio, como consta en el capítulo 6 de las Constituciones, se os prohíbe que ni en público ni en secreto, traigáis la dicha beca ni menos se os honre con los honores que a colegial de tal colegio se os deben dar, si dentro del término peremptorio de quince días, inclusive al de la Torres se había graduado de bachiller en Artes en 1718 (Manuel María López, «Cronología», en el portal dedicado a Torres Villarroel, en línea: ). 39

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notificación, no parecieseis ante este nuestro Colegio y dieseis los descargos competentes a las violadas Constituciones, que son como se sigue: [p. 4] Primeramente se os inhibe de la beca de nuestro Colegio, si no traéis nuevas bulas de coadjutoría, por haber quebrantado el capítulo 1 de nuestras Constituciones, en donde se prohíbe que se admitan teólogos, filósofos y juristas por ser ciencias tan ordinarias que ya, de puro usadas y nombradas, sería necesario renovarles los nombres con que se ennobleciesen sus artes, además de que la una es impertinente; la otra, escusada y la otra, prohibida. Y por cuanto ha llegado a nuestra noticia que muy bufando (ufano, quise decir) hacéis gala de la profesión filosófica escribiendo un papelillo intitulado La piedra filosofal40, sin advertir que [p. 5] se opone a nuestro instituto, os condenamos a entrar seis días en remojo en los baños de cualquier barbacana de Mérida y, en trayendo testimonio, con el pasaporte de haberlo cumplido y firme propósito de no meteros otra vez a físico de Bercebuey, se os absolverá de culpa y pena. Otrosí, por cuanto hemos sabido que escribís continuamente contra el tribunal de la parca de la muerte y, en particular, contra el doctor Martínez, os amonestamos que, hincado de rodillas en el cielo y de hinojos en la tierra, que será figura nueva, pidáis perdón a estos barqueros de Aqueronte por haber oscurecido la [p. 6] noble prosapia de este arte, que no ignoráis es uno de los que manda nuestro instituto que se honre y estime en el capítulo 1 de nuestras Constituciones, donde dice estas palabras: «Sean también admitidos los profesores de Medicina y, si esta estuviese acompañada de la Astrología, mucho mejor, que en tal caso la tenemos y debemos tener por habilidad especial». Y pues vmd. conoce cuán obligado está a la restitución de el crédito, no será necesario advertírselo. Otrosí, ha llegado a nuestra noticia que en el Montante turco41, porque no nos consta que esté cristiano mientras no traiga la fe del bautismo donde se bautizó, y en el Letargo de mejoría42 heis escrito un ahogo y desahogo contra Juan de Corominas, músico declinable a todas luces, que no carece de caso más que vos de casco, según consta de la certificación que ha traído el informante por estar hoy día pretendiendo se le dé beca en nuestro Colegio, y se le admitirá luego que traiga testigos de abono que juren haberle visto en tres pendencias de calle u desafío, como consta en el capítulo 1 de nuestras Constituciones, donde trata de las rigurosas pruebas que se han de hacer a los pretendienLa obra La suma medicina o piedra filosofal, de 1726. Es decir, el Montante cristiano, de 1726. 42 Letargo, mejoria, verdadero, juicioso testamento y repartimiento de los bienes de don Diego de Torres, lo escrivieron y sacan a luz dos discipulos. Madrid: Juan de Moya, 1727. Según Mercadier, de 1726. 40 41

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tes. Y, por cuanto este delito es capital, se os da en castigo que borréis los escritos a fuerza de lágrimas. Y considerando tendréis [p. 8] el celebro como arenal de río seco, a causa de las continuas figuras de Astrología que os tienen tan enjuto, se os da por remedio apliquéis cascos de cebolla a vuestros ojos azules, que su virtud atraerá las lágrimas más gordas que estiércol de pato. Es remedio muy fácil y cumpliréis con este discípulo de Rabí. Otrosí, no heis cumplido con la obligación de asistir el día de san Antón a la elección rectoral, siendo constitución precisa que se haya de celebrar dicho día y asistir los colegiales, como consta del capítulo 2 de las Constituciones, la cual se sirvieron estos señores de hacer como es costumbre y constitución al sonido de tres campanadas [p. 9] que se dieron en un almirez y, al entrar en la capilla, sirvieron de chirimías las armas de nuestro Colegio figuradas en dos cuernos con un mote que dice: Aquestos que aquí miráis no son porque los tenemos, sino porque los ponemos.

Hicímosles la cortesía, poniéndoles juntamente sobre nuestra cabeza, ceremonia precisa según la constitución 3 de nuestros Estatutos, y después se me dio en la capilla entera posesión de la rectoría, jurando al mismo tiempo de conservar el Colegio y castigar los colegiales, según el delito, [p. 10] y, viendo que no cumplía con mi obligación si no observaba lo que juramenté y que faltabais a la precisa asistencia de la elección proponiendo el castigo que merecíais, acordaron todos de mancomún que se os diese por principio para empezar a comer todos los días una hoja de un papel que escribisteis, intitulado Propuercas o posdatas43, y me parece ha sido el castigo bastantemente piadoso, pues solo se reduce a volveros la sustancia al cuerpo. Otrosí, por cuanto ha llegado a nuestra noticia que viniendo a caballo por la Red de San Luis os encontrasteis con el doctor Martínez y le dijisteis no sé qué de Encuentros a [p. 11] Martín con su rocín44, hasta que se averigüe si quedó ofendido el doctor Martínez (lo que no creo de sus buenas entrañas), os mando y preciso como rector a que os estéis en el mismo sitio a caballo en proSe refiere al escrito de Torres Posdatas a Martínez, de 1726, donde fustiga sin piedad a este doctor Martín Martínez. 44 No se puede dejar de citar la existencia de un texto, precisamente titulado El encuentro de Martín con su rocín sobre cuentos de astrología, manuscrito en la BNM (ms. 19318, ff. 142v-148v), que se firma con las iniciales F.B.J.F.M., pero que no corresponde a Feijoo según Mercadier, quien supone que el autor es un universitario colega de Torres (Diego de Torres Villarroel: masques et miroirs, op. cit., p. 74 y nota). 43

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pria figura de estafermo, sin que os muevan ceceos de niñas con terceto a dar paso atrás, que, en verificando la causa se os levantará del poste, todo lo cual observaréis según el capítulo 6 de las Constituciones, donde dice estas palabras: «Item, que ningún colegial, si [no] solo el rector, pueda dar postes y estos los dé en el lugar donde el colegial cometió el delito y no en otra parte». Por lo cual, arreglándome como es justo a las Constituciones, os mando observéis [p. 12] el poste sin dilación, pues de lo contrario se os castigará severamente con la expulsión del Colegio. Otrosí, sabemos que no guardáis con la vigilancia precisa algunas observaciones del capítulo 8, donde se dice: «Que todo colegial de nuestro Colegio, sin reserva de rector, asista algunas noches a caza de perros, llevando en la capa cantidad de piedras y mendrugos de pan y, en encontrando algún perro, se le pregunte qué oficio tiene y, en siendo chino, cuzco, etc. se le tiren piedras; pero si fuera perdiguero, galgo, cazador, etc., se le dé pan y mande recoger». Y en castigo de no observar con el celo que pide tan justo Estatuto, se os condena a andar dado a perro por [p. 13] término de ocho días consecutivos y que os imprima vuestro impresor cédula de memoria, porque no se os olvide. Otrosí, por cuanto tenemos noticia que sois figura de a caballo de Somonte y estar nuestro Colegio falto de caballos, os mandamos nos remitáis el vuestro, que dice que tiene el pelo del famoso Pegaso, para que no se nos olvide hacer la montada, que cuando vos vengáis podéis correr la posta en vuestro Montante y remitirle sea cuanto antes por la notable falta que hace respecto de no poder rehusarlo por el capítulo 8 de las Constituciones, que dice: «Si algún colegial tuviera caballo, todos tomen posesión [p. 14] y monten en él, porque ya se sabe que en el Colegio todo es de todos». Y, pues veis con cuanta misericordia se os castiga, cuando lo grave de los delitos piden más severo castigo, se os encarga la observancia y enmienda en estas redondillas que embargamos a una pícara de retorno para que os sirvan de freno: Si así procedéis, de hoy más tal es lo más cual lo menos; ruégote, vamos a menos, no haya, Torres, más y más. Y si es extremo tu más y es otro extremo mi menos, estima menos tu más porque valga más mi menos [p. 15]

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Pero, si acaso pertinaz insistiereis en vuestra apostasía, se os condena por último castigo a expulsión de beca, sin que os valga absolución de arrepentimiento y os echamos en nombre de vuestro fundador, Meco Capota, la bendición de Zorra Modorra, que os caiga para escarmiento y memoria. Fecha en el Colegio del Cuerno, ante mí y por mí, el rector don Alejandro Gallardo, quendo. Impreso en Salamanca

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Apéndice 2 Ms. 6869 de la Biblioteca Rodríguez Moñino

Relación de algunas obras que se an hallado divulgadas del Exmo. Colegio Mor. de la Quendada. / Dedicada a ninguna persona de las que Dios crió. Año de / 1718 Contenido del manuscrito: 1. Introducción [silva]: Vengan, vengan las mozas [f. 2]. 2. Prosigue el Presidente [romance]: Ninguno, oh excelsos jueces [f. 2]. 3. Recitado [silva]: Salga docto concierto [f. 2v]. 4. «Oración de la academia por don Leandro Gallardo, quendo, secretario de ella»: Oh nave del discurso [f. 3]. 5. «Prosigue el mismo don Leandro Gallardo, secretario de la Academia». Confuso y melancólico… [f. 11, prosa]. Carta de Apolo [f. 11v], pregmáticas y leyes [f. 12], asumptos [f. 12 v], cedulillas del certamen [f. 14]. 6. «Salve del presidente, don Alejandro Gallardo, rector, en que refiere algunas quendadas» [romance]. Noble, ilustre Academia [f. 15v]. 7. «El señor don Diego de Torres haga en alabanza del padre fray Gregorio de Rojas, nuestro hermano, un soneto por haberlo retratado. Soneto». En esa pobre, en fin, lámina breve [f. 17]. 8. «Otro para cumplir con la tercera* ley del certamen, que manda que nadie escriba serio». [Soneto]. Para qué, fray Gregorio, a mi armadura [f. 17v]. 9. «El señor don Pedro Fajardo duélase de una dama que tenía los ojos malos y juntamente almorranas y reprehende a un médico que quiso curarla y solamente la curó las almorranas. En redondillas». Pues me quiere hacer cosquillas [f. 18]. 10. «Un aventurero ansioso del premio que se prometió a el segundo asumpto escribió las siguientes redondillas». Una dama singular [f. 19v]. 11. «El señor don Pedro García hará a una dama que le preguntó si la había visto bien unas quintillas». Deidad, que te vi no hay duda [f. 21v]. 12. «El señor don Fernando Nieto pondrá un epitafio a el sepulcro de un astrólogo que murió ahorcado, en octavas». Este que veis colgado de esa encina [f. 22].

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13. «El señor don Josef Trinidad refiera lo que le subcedió con una vieja a quien sentó estando cagando, en quintillas». Una vieja relamida [f. 22v]. 14. «El señor don Josef de Castro pinte una dama presumida y el sentimiento que tuvo a el verse retratada en el paño de un bacín y de rabia le quebró y él retrató, en quintillas». Pintar una dama quiero [f. 24v]. 15. «El señor don Francisco de Villanueva hará una letrilla contra errores comunes. Letra». Hay mayor locura [f. 27v]. 16. «El señor don Josef Romualdo pinte una cena* entre borrachos que se remató rodando una escalera abajo, en redondillas de pie quebrado». Ah de las musas del Pindo [f. 28v]. 17. «A la pobreza*, traduciendo el emblema de Alciato escripta al mismo asumpto. Escribió este Diego de Torres. Soneto». De la mano derecha el pobre tiene [f. 30v]. 18. «El señor don Pedro Fajardo a una dama que le hizo un presente habiendo salido de una enfermedad. Soneto». Del sacro templo en la pared pendiente [f. 31]. 19. «El señor don Pedro García a la vida del estudiante poco aplicado. Soneto». Esta que engaña a la pueril edad [f. 31v]. 20. «El señor don Francisco de Villanueva a la ausencia de un bellísimo enigma. Soneto». El llanto que te imprime a dura ausencia [f. 32]. 21. «El señor don Fernando Nieto a la muerte del eminentísimo señor cardenal Arias. Soneto». La púrpura, la mitra, el fausto honroso [f. 32v]. 22. «El señor don Josef Trinidad alentando a ser humilde a una dama soberbia. Soneto». En qué piensas que estimo tu hermosura [f. 33]. 23. «El señor don Josef de Castro a el poder de la Fortuna contra el ingenio. Soneto». Qué importa que el ingenio sublevado [f. 33v]. 24. «El señor don Josef Romualdo a una dama que lloraba la ausencia de su galán. Soneto». Oh prodigio de amor, solo él podía [f. 34]. 25. «El señor don Alejandro Gallardo, rector del Collegio y presidente de la Academia a un galán que traía su dama pintada en una caja alentándole a el desengaño. Soneto». Aquesa que parese que el imperio [f. 34v]. 26. «El señor don Leandro Gallardo, secretario de la Academia, contra la vida humana traduciendo la emblema de Alciato ciento y cincuenta. Soneto». Ínclito filósofo excelente [f. 35]. 27. «Aventurero a el asumpto del señor don Pedro García. Soneto». Ese áspid encubierto, venenoso [f. 35v].

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28. «Aventurero a el asumpto del señor don Josef de Castro. Soneto». Qué importa que las cumbres examine [f. 36]. 29. «Aventurero a el asumpto del señor don Alejandro Gallardo. Soneto». Esa que yase en tumba de marfil [f. 36v]. 30. «Alentando a una dama…quendo don Alejandro Gallardo. Soneto». En qué, dime, deidad vanagloriosa [f. 37]. 31. «A el amor profano y sus efectos por don Alejandro Gallardo. Soneto». Oh ceguedad del mundo, oh amor profano [f. 37v]. 32. «Vida del estudiante, compuesta por el quendo don Gabriel Gilberto, dedicada a la ilustre señora doña Ana María de Mendoza Ponce de León Matas y Luna». 32a) «Dedicatoria» [f. 38] Hoy, que ha podido entronizarse tanto. 32b) «A el lector. Soneto». Esta que engaña a la pueril edad [f. 39]. 32c) Décimas [hay 76 estrofas]. Aunque es mi habilidad poca [f. 39v]. 33. «La fábula del dios Júpiter y de la ninfa Io, compuesta por el quendo don Leandro Gallardo de Bonilla». En un balcón de gran volatería [f. 58v]. 34. «Obras de don Diego de Torres, colegial quendo, güésped». 34a) «A una dama, en que pondera haber visto un retrato suyo en una caja el pasmo que le causó viéndose también retratada y el autor le da unos consejos morales advirtiéndole que le cause horror viéndose junto el tabaco. Liras». El pasmo de una dama [f. 64]. 34b) [Encanto y triunfo de amor. Verso dramático]. «Cantan dentro la primera copla… » Celebren de Egina, f. 1 [f. 65]. Jornada segunda, f. 17 [f. 80]. Jornada tercera , ff. 33-49 [f. 96]. 35. «La vida del estudiante poco aplicado, por el quendo don Leandro Gallardo. Décima». Poco dinero, disgustos [f. 112v]. 36. «La batalla de la Gudiña, compuesta por el juez* conservador del collegio de los quendos don Josef Nicolás Gallardo el año 1709. Relación». Señor don Felipe Quinto [f. 113]. 37. «A la armada que se arrojó al mar el año de 1718, por el quendo don Leandro Gallardo de Bonilla. Canción». Sobre el instable y diáfano elemento [f. 120]. 38. «Relación. Soliloquio por don Gabriel Gilberto, quendo». A ti, bellísima imagen [f. 123]. 39. «Relación amorosa de un suceso particular por don Gabriel Gilberto, quendo». Ya que es forsoso contaros [f. 127v]. 40. «Carta que el quendo don Alejandro Gallardo escribió siendo rector a el colegio del Toro, habiéndole avisado haber desposeído de

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la beca a don Josef de Vivera, corcovado». A vos, quendísimos quendos [f. 132]. 41. «Respuesta de la antecedente que envió don Andrés Angulo, quendo secretario en nombre del Colegio de Toro». Señor rector nuestro dueño [f. 135v]. 42. «En alabanza de la voz de una dama, don Gabriel Gilberto, quendo. Décimas». Beldad, el eco suspende [f. 136]. 43. «A el mismo asunto, por don Leandro Gallardo, quendo. Décimas». Suspende, deidad hermosa [f. 137]. 44. «A una dama, significándole una amante pasión*, por el quendo don Gabriel Gilberto. Décimas». Ya, beldad, que no repares [f. 137v]. 45. «A el mismo asunto, por don Leandro Gallardo, quendo. Décimas». Deidad, ya que no reparas [f. 138v]. 46. «Soliloquio amoroso del quendo don Juan de Lerín. Décimas». Ojos aleves míos [f. 140]. 47. «Glosa de don Juan de Lerín, quendo, a esta cuarteta: Tus labios coral marfil». Décimas. En mi ciega pación loca [f. 143v]. 48. «Pinta en esta relación don Pedro de Castro y Fajardo a una dama sevillana que vio por la celosía de una ventana en el tocador». Si brindando la ocasión [f. 144v]. 49. «Expresa en esta redondilla el pudor que tenía en explicar su amor a una belleza por no gustar de rendimientos. Glosa. Cupidillo, niño y ciego». No me maltrates, señora. [f. 149v]. 50. «Cantada del mismo al mismo asunto de la representación de la belleza. Aria grave». Alado dios que severo estás [f. 151]. 51. «Fingía yo le presentaba a una hermosa señora una purpúrea rosa de verdes hojas circuida diciéndole este soneto». A ti, divina Filis, mi fe pura [f. 153]. 52. «Décima». Está el ave en el aire con sosiego [f. 154]. 53. [Redondillas] Al arma, al arma, al arma [Estribillo]. En dos crueles guerras [f. 155]. 54. «Cuenta un ganso lo que le sucedió en Sevilla viniendo a ver a su novia». Supuesto, amigo Simón [f. 156]. 55. «Un curioso explica su sentimiento en esta relación». Oye, Salamanca indómita [f. 164]. 56. «Relación de la comedia de El pródigo de Polonia [?]». Salí, gran señora, de Hungría [f. 168]. 57. [Canción que se interrumpe]. Mira, Clemente, el estrellado velo [f. 174].

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Apéndice 3 Academia de la Quendada (selección) [f. 1]. Introducción45 Vengan, vengan las mozas alegres y risueñas, que den a este congreso* la armonías que llamamos quendas deciendan, deciendan46.

Prosigue el Presidente: Ninguno, oh excelsos jueces, atlantes hoy desta esfera, que [e]l bello Apolo de ingenios matiza como de estrellas47; ninguno, vuelvo a decir de la fortuna pretenda el favor, que es bruto aplauso el que hace* mover su rueda. El que hoy lograre la dicha subido caudal le cuesta, pues para sacar el premio se queda el mérito en prendas48; [f. 1v] hoy las holgonas ninfas49 45 Copia algunas estrofas del Epinicio. Cántico victorial al sumo Iove, vencedor de Saturno, que se incluye en la obra del P. Tomás de Ávila, Epinicio sagrado. Certamen olímpico áureo. Salamanca: Lucas Pérez, 1687, pp. 354-6. 46 En la fuente citada: «Ah del alto Parnaso, /ah de la cumbre excelsa, / donde el numen producen divino / el monte con hojas, / la fuente con néctar! / Desciendan, desciendan» (Epinicio sagrado, op. cit., p. 354). 47 Después de saltar unas cuantas estrofas del poema citado, copia esta con la única variación de los versos centrales, que en la fuente citada dicen: «atlantes hoy des la esfera / que sacro Apolo de ingenios» (Epinicio sagrado, op. cit., p. 355). 48 Estas estrofas se copian literalmente y seguidas, pero se han saltado tres que hacían referencia a un príncipe heroico, presente en el acto salmantino de 1687, que es el que transmite la fuente de donde se copian estos versos (Epinicio sagrado, op. cit., p. 355). 49 Se sigue la fuente citada, saltando una estrofa. En este lugar la fuente recoge: «Las ninfas, que del Parnaso / en fabulosas florestas / mentidas cítaras pulsan / que afrentaron las sirenas» (Epinicio sagrado, op. cit., p. 356).

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con sus gustosas* ideas préciense de ser bufonas y préciense de ser quendas. Mas, porque ya del certamen las sacras lides se acercan, atended, que van saliendo sus bellas lindas ideas50.

Recitado (Música) Salga docto concierto campeando la luz de vuestro acento*, pueble vuestro discurso* la rara densidad del vago viento, muestre vuestro gorjeo ex[c]eder la dulzura del Museo.

Oración a la Academia por don Leandro Gallardo, quendo, secretario de ella. [f. 2] [habla la Poesía]: De aquí no saldré hasta que la Quendada haga una junta o academia elegante de sus genios quendos justa de donde salga vencida la ignorancia que me imputa de loca y conozca que soy madre de la cordura Y, supuesto que eres quendo del dicho Colegio, ayuda a mi propósito, puesto que resulta en honra tuya. […]

[f. 10v] Esta estrofa se copia menos literalmente de la fuente citada, después de saltar siete. Decía así el texto de 1687: «Mas, porque ya del certamen / la gustosa lid se espera, / escuchad, porque al combate / las sabias huestes se acercan» (Epinicio sagrado, op. cit., p. 356). 50

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Y así, doctos colegiales, sirviendo de aviso el sueño, salid, pues, a el desempeño con discursos* minervales bebiéndole los raudales. A Helicona concurrid, a la discursiva lid que con sonoroso acento*, hiriendo en el vago viento dice: Oíd, ingenios, oíd, el acento sonoro* que llama a la lid. A la justa llegad, escucha[d]; a el certamen venid, oíd.

Prosigue el mismo don Leandro Gallardo, secretario de la Academia. Confuso y melancólico me levanté del referido sueño, sin saber qué hacerme con este oficio de Secretario, porque yo lo quería vender para salir de poeta, que había algunos díaz que estaba sin blanca. Con esta consideración me acordé que era día de correo y fuime hacia allá y hallé en la lista dos cartas, una de mi padre en que me mandaba la letra y otra con este sobrescrito: «Al Rector y Colegio olín de los Quendos del cuerno y ahora de los Quendos de la muerte. Guarde Apolo m[uchos] a[ños] en las manos de su Secretario, el doctor Leandro, vive en la casa de la mona, número ochenta y dos, cuarto de solance [sic] porte, el consonante a cántaro. Salamanca». Me reí al ver el sobrescrito, juzgando ser de algún bufón, rompí la cubierta y me hallé con esta carta: [f. 10v]

Carta de Apolo «Don Apolo, por la gloria de la poesía, rey de las musas, príncipe de la aurora, archiduque de las dos fuentes del Parnaso y Marqués de

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la fuente Cavalino51, a vos el Rector quendo y de la muerte y demás colegiales cómicos, poetas entremeseros, bailinistas y villanciqueros, todos de el nuestro dominio, salud y consonante. Sepades52 que os damos licencia para que podáis por este año hacer la academia acostumbrada que hacéis todos los años a nuestra honra, pero porque en los años pasados ha habido algunos desórdenes en vuestros colegiales, como andar salteando y capeando de noche consonantes sin temor de Apolo y de sus conciencias53, mandamos que en esta academia observéis estas leyes que os enviamos para que las pongáis en vuestra rectoral y esos asumptos para que todos escriban ajustados y de nuevo sin remendar coplas ni conceptos, y el que mejor escribiere le damos señalado premio y al que no, en pena de su pecado, lo enviaremos a guardar cochinos. [f. 11]

Pregmáticas y leyes que se han de guardar en la insigne academia de los Quendos desde hoy en adelante: 1.ª ley Que todos escriban en lengua castellana y el que se valiese de otra y introdujese «fulgores», «metas», «trémulas», «trámites» y otra propo[si]ciones desatinadas quede privado de poeta por dos años y a la segunda vez, confiscadas las sílabas y a la tersera, sembrado de sal sus consonantes como traidores a su lengua materna54. 51 En la Academia de Buen Retiro de 1637: «Don Apolo, por la gracia de la poesía, rey de las musas, príncipe de la aurora, conde y señor de los oráculos de Delfos y Delos, duque de el Pindo, archiduque de las dos fuentes de el Parnaso y Marqués de la fuente Cavalina» (Ed. J. Sánchez, Academias literarias del Siglo de Oro. Madrid: Gredos, 1960, pp. 140-1). 52 «A todos los poetas épicos, líricos, trágicos, cómicos, ditirámbicos, dragmáticos, autistas, entremeseros, bailinistas y billançieres y los demás de el nuestro dominio, assí seglares como aclesiásticos, salud y consonantes. Sepades como…» (Academia de Buen Retiro de 1637, en Academias literarias del Siglo de Oro, op. cit., p. 141). 53 «Son tantos los que sin temor de Dios y de sus conçienzias componen, escriven y hazen versos, salteando y capando de noche y de día los estilos, conçeptos y modos de dezir de los mayores» (Academia de Buen Retiro de 1637, en Academias literarias del Siglo de Oro, op. cit., p. 141). 54 «Primeramente se manda que todos escrivan en voçes castellanas sin yntroduçir las de otras lenguas, y que el que dixere fulgores, libar, numen, purpurear, meta tramite, afectar, pompa, tremula, amago, ydilio por cançiom, ni otras de esta manera, ni yntrodujere posposiçiones ni hiperboles desatinados quede privado de poeta por dos academias, y a la segunda vez confiscados sus consonantes y arados de sal como traidores» (Academia de Buen Retiro de 1637, en Academias literarias del Siglo de Oro, op. cit., p. 141).

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2.ª ley Que nadie lea sus versos en idioma de jarabe ni con gárgaras de algarabía en la garganta, sino en nuestra lengua y pronunciación castellana, pena de no ser oído de nadie55. 3.ª ley Que ninguna escriba serio por ser contra la tercera* constitución de nuestro insignísimo collegio. 4.ª ley Que los poetas más antiguos, como el señor Rector y el doctor Torres se repartan por sus turnos a dar [f. 11v] limosna de sonetos a los demás collegiales mendigos, que para eso* hay una portería en la Academia por donde se da la sopa de los versos. Mándase pregonar para que venga a noticia de todos56. Andar descolorido un poeta fue antiguamente maña y hoy es abstinencia porque ya se sabe que ahílan más un rostro los consonantes que las nogadas, cualquier potaje engorda y cualquier soneto enflaquece como agua de Muñico y así la Quenda academia propone mortificaciones de ingenio u no de estómago a sus hijos y porque de los actos meritorios debe esperarse premio, le ofrece a los que mejor escribieron estos

Asumptos Aump[t]o primero: el señor don Diego de Torres alabará en un soneto al pare fray Gregorio de Rojas porque le retrató y tiene por premio un reloj de plata. Segundo asumpto: el señor don Pedro Fajardo duélase de una dama que tenía los ojos malos y a el mismo tiempo almorranas «Yten, que nadie lea sus bersos en idioma de xarave ni en lengua pantaleona, sino en la que Dios le dio, pena de no ser oydo segunda vez» (Academia de Buen Retiro de 1637, en Academias literarias del Siglo de Oro, op. cit., p. 141). 56 «Yten, que los poetas más antiguos se repartan por sus turnos a dar limosna de sonetos, cançiones, madrigales, deçimas y romançes, y todo género de bersos a poetas bergonçantes que piden de noche y a recoger los que hallaren comentando, enfermos y perdidos en las Soledades de don Luis de Góngora, y que hay una portería en la Academia por donde se dé sopa de bersos de los que sobran en ella» (Academia de Buen Retiro de 1637, en Academias literarias del Siglo de Oro, op. cit., p. 140). 55

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y reprehenda a un médico que quiso curarla y la curó dolo las almorranas. [f. 12] Tiene por premio un puñuelo de seda verde y un cuarto de pomada. Terser asumpto: el señor don Pedro García haga unas quintillas a una dama que le preguntó a él mismo si la había visto bien. Se le dará por premio una lámina de plata de su santo. Cuarto asumpto: el señor don Fernando Nieto pondrá un epitafio a el sepulcro de un astrólogo que murió ahorcado, en octavas. Se le dará por premio una caja de plata. Quinto asumpto: el señor don Joséf Trinidad refiera el caso que le subcedió con una vieja que estando cagando la sentó y ella le tiró la mierda a la cabeza, en quintillas. Tiene por premio media arroba de pasas. Sexto asumpto: el señor son Josef de Castro hará una quintillas en las que pintará una dama presumida y el sentimiento que tuvo al verse retratada en el paño de un bacín y de rabia quebró el bacín. El retrato tiene por premio un armador de ante. [f. 12v] Séptimo asumpto: el señor don Francisco Villanueva haga una letrilla contra errores comunes. Tiene por premio un estoque y una rodela. Octavo asumpto: el señor don Josef Romualdo pintará una cena entre borrachos que acabó rodando por una escalera, en cuartetas de pie quebrado. Tiene por premio un cofrecito* de concha». Don Apolo [rúbrica]

Todo esto contenía la carta y yo, loco de contento, fui diciendo a todos mis amigos que ya teníamos licencia de Apolo para hacer la Academia y algunos codiciosos de ganar premio y fama de poetas me hablaron para que se les diese asumpto. A muchos despedí y solo las siguientes cedulillas quedaron en mi poder, que no tenía licencia de Apolo ni de mi señor

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Rector para admitir a nadie y así a todos les despaché y quedé [f. 13] en mi poder solo cuatro cedulillas para dar principio a la Academia y son la siguientes: Cedulillas del certamen

1.ª cédula. Un poeta villanciquero que compone muchas navidades por ser poeta a nativitate, muy devoto de monjas57 y todo cuanto habla es por yerro, muy devoto de Jacob por la escalera y aprendiz* de picador, porque hace muchos tornos, fiado en haber compuesto algunos villancicos, fiestas del Corpus, San Sebastián, etc. pide a la justa un premio y le responde: No pide con razón*, que aunque haya muchos, es cierto que escriban con más acierto mas no con más devoción.

2. Un volatín, que escribe con facilidad y compone en el aire, tiene de poeta no andar muy seguro de cabeza y la copla que menos dice, si no es concepto, [f. 13 v] es parto de su ingenio. Son sus obras las más altas y las que más corren en los patios y tan dificultosas que nadie las alcanza*. Tiene muchas habilidades descubiertas y las más envueltas58. Dícelas en esta redondilla: Tiene la musa muy suelta y tan pronto en verso es

Parece copiado de un poema de Salvador Jacinto Polo de Medina, que se dirige «A un poeta de villancicos y muy devoto de Monjas» y comienza: «Licenciado Monjorum, / molde de villancicos» (El buen humor de las musas, en Poetas líricos de los siglos xvi y xvii, ed. Adolfo de Castro. Madrid: Rivadeneira, 1857, II, p. 189). 58 Cfr. Academia de Buen Retiro de 1637: «Vn Poeta, Buratin ha llegado aesta Corte que hace grandes pruebas, y ajilidades de su persona o entre las quales escriue vna comedia en vna ora con la mano çurda, y anda por la Maroma con vn entremés en vn pie, y vn baile de a doze en esotro, y vna Loa de Cinquenta colunas en la boca, pide a V. S. Ilustrisima Licencia y vn corral délos en que representan para este efecto que en ello rehuirá merced» (en Academias literarias del Siglo de Oro, op. cit., p. 141). 57

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que, aunque se le van los pies, al instante dan la vuelta59.

Este es pretendiente a un asumpto de la Academia y le responde: No se le dé, que es chufleta que él lo pretenda, porque quien no tiene firme el pie nunca puede ser poeta.

3. Un poeta cazador ermitaño de Apolo y escritor de soledades va siguiendo la caza que se promete en el certamen, alega que ninguno acierta mejor con lo que escribe porque hace* tacos de los versos y dispara al vuelo, mata con ellos a lo que encuentra pero no mata a el hambre, lee poco y ojea mucho [f. 14] y descubre algunos lobos que los sigue hasta caer. Este también pretende asumpto y la justa no se lo quiere dar porque60 Cuando hacer un verso trasa parese que lobo es, que si escapa por los pies por la cabeza lo caza.

Se copia aquí la cédula segunda del mencionado Epinicio sacro, 1687, aunque aligerada un tanto: «Un volatín que escribe con facilidad y compone en el aire, tiene de poeta que no anda muy seguro de cabeza y escribe para que le den los tenedores por el riesgo de caerse y al asunto de Judas escribe sin salir de la soga y la copla que menos dice si no es concepto es parto de su ingenio. Son sus obras las que más corren en los patios y tan dificultosas que nadie las alcanza. Tiene muchas habilidades descubiertas y las más envueltas. Dícelas en esta redondilla: Tiene la musa muy suelta / y tan pronto en versos es / que, aunque se le van los pies, / al instante dan la vuelta» (op. cit., p. 357). 60 Eliminamos «cuando hacer un verso trasa», que aparece dos veces. El fragmento se copia, más o menos literalmente, de la cédula primera del mencionado Epinicio sagrado, 1687, donde se escribe: «Un poeta cazador, ermitaño de Apolo y escritor de soledades, abrenuncio de poblados y que por montes incultos hace cultos a las musas sus versos, va siguiendo la caza que se promete en el certamen. Alega que ninguno acierta mejor con lo que escribe, porque hace tacos de los versos y dispara al vuelo, y nada se le escapa con la pluma: mata con ellos a los que encuentra, pero no mata el hambre, aunque cuando tira a las perdices no hay una. Lee poco y ojea mucho y descubre algunos lobos y los sigue hasta caer: Cuando hacer un verso traza / parece que lobo es, / que si se escapa por pies / por la cabeza lo caza» (op. cit., p. 357). 59

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4. Un cura vecino de Calvarrasa de Arriba, muy devoto del Monte Calvario, muy amigo de dulces principalmente del calabazate y peladillas, un hombre tal que si hace algún concierto no puede echar pelitos a la mar, es pretendiente de los asumptos y le responde: Son muy necios sus desvelos, váyase a conducto salvo, que dar asumptos a un calvo eso no tiene muchos pelos61.

Música Oíd, ingenios, oíd el acento sonoro que llama a la lid. A la justa llegad, [f. 14v] escuchad; al certamen venid, oíd62.

Salve del presidente don Alejandro Gallardo, Rector, en que refiere algunas quendadas:

61 Abrevia y cambia bastante la cédula tercera del mencionado Epinicio sagrado, 1687, donde se escribe: «Un confitero desdentado y calvo, por la boca chocho y por la mollera peladilla y calabazate, escribe a las memorias de oro, por tener alguna, respeto de no quedársele nada en la cabeza. Tiene de poeta la falta de vellón, aunque le persigue la mosca. Ha descubierto mejores cascos que el mismo Pegaso, ha servido en las galeras de Apolo forzado, en donde los soplos de las musas le raparon y echaron pelitos a la mar y se ha sustentado de bizcocho más años que tiene cabellos. Espera la joya que el certamen promete, que dice que es mejor poseída que esperada y que si los jueces se la negaren apela al juez conservador. Hace versos muy dulces al Pegaso y dice así: ‘En escribir me desvelo / versos dulces en Parnaso / y echo un bocado al Pegaso / por poder montarle a pelo’» (op. cit., pp. 357-8). 62 Se copia la estrofa entera del mencionado Epinicio sagrado, 1687, p. 362.

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Salve

Noble ilustre Academia63, sabios, nobles collegiales que si antes fuisteis del cuerno hoy sois de la muerte, salve.

5

Vosotros, cisnes canoros, hijos de Minerva y Marte, pues en vosotros se mira el valor y ciencia, salve.

10

Vosotros que a las vertientes de los líquidos cristales de Elicona cantáis dulces y suaves motetes, salve.

15

Mas parece* que me olvido de que me mandó el certamen que escriba jocoso y nunca [f. 15] me introduzga en seriedades.

Y, pues es fuerza que todos nos mostremos observantes de sus leyes, otra vez 20 repita mi voz la salve.

Célebre academia en donde, si valen decir verdades, unidos y juntos miro a doce pícaros, salve.

25 Vosotros, grajos sonoros, dulce embeleso* del aire, que más que cantáis gruñís 63 Muy similar a la oración de Torres que da inicio a otro certamen, la cual se incia: «Corría presurosa», y dice: «Salve, discreta Academia, / salvete, ingenios divinos, / que de Minerva en la escuela / vertéis dulzuras del Pindo. / Vosotros, canoros cisnes, / sin el faltal parasismo, / cantad con acorde solfa / de Elicona dulces himnos» (Juguetes de Talía, VII. Madrid: Viuda de Ibarra, 1795, pp. 271-2).

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cuando abrís las bocas, salve.

30

Vosotros que al Conejal os vais a gastar la tarde y al fin venís a salir cual perro con cuerno, salve.

35

Vosotros que pareciéndoos que no se quendea bastante, desde la cama a los charros enseñáis los culos, salve.

40

Vosotros que a los gallegos, a los lindos y formales [f. 15v] y a todos los presumidos ajáis la vanidad, salve.



Vosotros que sois el coco de cuantas fiesta[s]64 se hacen y en una de un tejedor le hurtasteis la cena, salve.

45

Vosotros que haciéndoos condes en Calvarrasa, sacasteis65 engañando a cierto cura de mal año el vientre, salve.

50

Vosotros que sin cenar dejasteis a cierto fraile en Alba y con un bacín la unción le pegasteis, salve

55

Vosotros que a un pastelero tan lindamente engañasteis que le hicisteis que creyese ser vuestro pariente, salve.

En el manuscrito: fiestan. En el manuscrito: çacasteis.

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Vosotros que a un montañés le hicisteis se transformase en invisible y para eso le disteis de azotes, salve. [f. 16]



Vosotros que a un tal Benito, cabrito también, sacasteis a bailar los matachines de noche en camisa, salve.

65

En fin, a vosotros que sois quendos de tan buen arte que lo que en otros es culpa es gracia en vosotros, salve.

70

Pedidle a Apolo que os deje gozar eternas edades esta vida y que me dé a mi gracia con que cante.

73

El señor don Diego de Torres haga en alabanza del padre fray Gregorio de Rojas, nuestro hermano, un soneto por haberlo retratado. Soneto 5 10

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En esa pobre, en fin, lámina breve en que estampas, Gregorio, mi figura, otra vez animada criatura luces a tu pincel mi aliento bebe. [f. 16v] por ti vuelvo a vivir, a ti de debe nueva respiración mi arquitectura ya que [e]sa imagen mía en su pintura a ser eterna dice que se atreve. No te adquiere esta copia la alabanza mayor admiración a ti te alcanza porque segunda vez me hiciste humano y a ti, Gregorio, y a tu diestra mano te debe en esa lámina pulida segundo aliento mi segunda vida.

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Otro para cumplir con la tercera* ley del certamen, que manda que nadie escriba serio. Soneto 5 10

¿Para qué, fray Gregorio, a mi armadura tan parecida al dueño has delineado? Pues si no pueden verme ni pintado ¿cómo me podrán ver hecho un figura? ¡Válgate Dios por diestra criatura, que hasta lo más oculto me has sacado! Lo loco y lo travieso y te ha faltado el no haber hecho quenda la pintura, [f. 17] mas eso, ya lo veo, fuera en vano, pues mi señor, el Rector, ya la dará otra mano. Ella está propia viva o vivía está entendiendo y pues me quieren mal estoy temiendo que me han de equivocar y yo imagino me ha de quemar la estatua algún teatino.

[f. 28v] Cumplieron todos con la tercera* ley, que manda que ninguno escriba serio, y para que se supiesen que sabían mezclar* las burlas con las veras, escribió cada uno un soneto serio de los que se siguen. A la pobreza*, traduciendo el emblema de Alciato escripta al mismo asumpto. Escribió este Diego de Torres Soneto 5 66

De la mano derecha el pobre tiene un peñasco pendiente que le inclina, dos alas en la izquierda que encamina66 al solio que el estudio le previene. Como el mundo a su ciencia estrecho viene, quiere volar Fortuna predomina, ejecuta su intento y examina

En el manuscrito: encamino.

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qué grave peso el curso le detiene. El genio que le dio naturaleza desde la tierra se remonta al cielo porque a tanto se extiende su agudeza. Mas ¿qué importa, oh rigor, oh desconsuelo, si envidiosa detiene la pobreza* la virtud generosa de su vuelo.

[f. 62] Obras de don Diego de Torres, colegial quendo, güésped. A una dama, en que pondera haber visto un retrato suyo en una caja el pasmo que le causó viéndose también retratada y el autor le da unos consejos morales advirtiéndole que le cause horror viéndose junto el67 tabaco. Liras

67

5

El pasmo de una dama de ver en una caja su retrato es mi asumpto de fama, pintaré como pueda su aparato y el triste aspecto opaco que le causo mirar allí el tabaco.

10

Miró en ella un traslado de su talle, belleza* y estatura, suspendió su cuidado porque creyó dudosa su hermosura cuando la vista baja que estaba muerta, pues se vio en la caja

15

Se esmeró la destreza* tanto que aun a el más diestro más le admira y esta hermosa belleza* si no articula voz, si no respira es porque con cordura su original respeta su hermosura.

Eliminamos la segunda vez que se escribe «el».

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La atención suspendía en mirar las colores lisonjeras y a sí misma decía: «O somos una y otra verdaderas y tenemos dos vidas o entre ambas a dos somos fingidas».

25 30

Pero no, Joselinda, te admire ver del arte los primores porque aunque tú eres linda y nunca necesitas* de colores, es moda muy usada que toda la que es dama ande pintada. No te admires del arte ni de ver tu hermosura retratada

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Apéndice 4 Prólogo y versos inéditos relacionados con Torres Villarroel en el manuscrito Libro nuevo de varios poemas (Biblioteca particular). Al que leyere Todos los que se han dedicado a jornaleros del Parnaso para el cultivo del Pindo han procurado disfrazar con embozo los nombres de los objectos de sus números, como lo hizo el Petrarca, nuestro Mena, Quevedo y, antes que todos, el que supo más de los influjos de la enamorada Crato, Ovidio digo, que con el supuesto nombre de su Corina escribió tantos y tan buenos metros como también Ravisio Textor con su Damisela, etc. De la misma suerte se advertirán en el presente libro con embozos que descubran lo mismo que vuelto los nombres de las ninfas a quienes se hubieren hecho los versos, explicando con el de Tirse, Teresa; Clori, Clara; Celia, Catalina; Fenisa o Francelisa, Francisca; Anarda, Ana; Isabella o Belisarda, Isabel; Matilde, María Teresa; Atamarsia, Antonia María; Amarili, María; Atandra, Antonia; Julia, Juana y así otros muchos, y el de Filis conviene a todas en especial a Francisca. Ya es vulgar el inclinar con halagos a los lectores al elogio de los libros, que captándoles la benevolencia con adulaciones se hallan precisados a la celebridad; ya saliéndome de lo general, digo que a quien le pareciere mal, lo deje, que yo no le convido a que lo lea y no parece fuera del caso lo que le sucedió a un religioso que entró a la hora de comer en una casa ajena; después de haberse satisfecho dijo que eran los manjares muy terrestres y le ocasionaban no sé qué impaciencias de estómago, a lo que le replicó el señor de la casa: «Señor mío, aunque no niego mi mesa a nadie, no convido a ninguno». Aplica y vale68. […] Glosa lírica que hizo don Diego de Torres y Villarroel sobre el epigrama de Marcial que empieza: «Niger ore, crine ruber, lumine lesus, magnam rem prestas, Zoile, etc.» en estas de pie quebrado: Señor Zoilo, un cierto Jorma69 le trata a usté en sus juguetes 68 69

Libro nuevo, ms. citado, ff. [1-1v]. No encontramos el significado de esta palabra ni sabemos si se trata de un nombre propio.

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Jaume Garau y Abraham Madroñal

como a un tal, y usted no es hombre de forma, si no endereza a cachetes con Marcial. Que mal os trata os diré, pues os llama gentil pieza con gracejo, y aquesto solo es porque se os ha puesto en la cabeza ser bermejo. Peor que a calvo os señala porque este, aunque en su ajuar con desvelos tenga la cabeza mala, nadie le puede llamar malos pelos. Menos que a perro te tasa y es porque tiene recelo de tu trato, y juró no entrar en casa, como sea de tu pelo, ni a un gato. Pero no te dé cuidado porque el mesmo, con decoro, un pelo bello de una dama le ha pintado y llamó «sortijas de oro» sus cabellos. Pero contra ti soltó de maldades un diluvio no se ignore, porque después te llamó, siendo él tan boquirrubio, niger ore.

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Por nombrarte cegatón, te llamó tuerto Marcial en su antojo; pues si miro lloroso, es cierto que te hizo mal y de ojo. Después de esta bufonada, os encajó otra que apenas no condeno; pues dice en su oda taimada que si hicieres cosas buenas, serás bueno. Dile a Marcial que es bufón en mi nombre, vil y escaso, no lo ahorres, y lleve esa reprehensión por si se metió a este caso él con Torres.

Respuesta de don Gabriel Gilberto Cavalleri a los versos de don Diego de Torres. Si acaso hubiera venido Marcial a ser censurado lindamente, dabas su diente roído, ya que no puedes mondado, de tu diente. Lo que condena él abonas, por Zoilo tanto te empeñas como amigo; que a creer te me ocasionas que habló Marcial hoy por señas hoy contigo.

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Jaume Garau y Abraham Madroñal

Disculpas por Zoilo das, siendo en Marcial tan ajeno, de que siento que comentado le das porque ser un rojo bueno es comento. No defienda tu opinión a Zoilo, que no pedida con certeza manifiesta acusación; será la escusa ofrecida en tu cabeza. Y cuando Marcial le culpa de Zoilo al picarón con desvelo, darnos tú por él disculpa no es de Marcial traducción muy a pelo. Y si a Torres no ha subido Marcial, aunque elevado muy profundo, es porque él solo ha sabido de un Zoilo haber hablado sin segundo70.

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Libro nuevo, ms. citado, ff. [15-6].

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JORNADA PRIMERA

[f. 64 (f. 1)] (Cantan dentro la primera copla y luego salen Teobaldo, Egina, Aurora, Doris, Peneo, Aristo, damas y pastoras.) (Mús[ic]a)

Celebren de Egina el término sacro, en aras divinas, ritos sagrados sirviendo los pechos de víctima alegre, de dulce holocausto.

5

(Salen ahora todos.) Todos

Sirviendo los pechos de víctima alegre, de dulce holocausto.

Teobaldo

Hija, princesa en quien puso el cielo tantos milagros de hermosura (que maldije (Aparte.) tantos, repito, presagios pues apenas hay estrella 15 que no vaya rubricando, con rayos de luz funesta, en ti un golpe, en mí un estrago). Cortas edades numere,

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comparadas con tus años, aquel embuste de Arabia1.

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[f. 64v (f. 1v)] Egina

Y tú dures siglos tantos que le falte tiempo al tiempo para poder numerarlos. (¡Qué suspenso advierto siempre (Aparte.) 25 a mi padre! Cielo sacro, decidme si nací hermosa, ¿por qué, sañudo, el amago con una mano desluce lo que dibujó otra mano? 30 ¿Por qué?, ¿pero qué me asusta?) ¿Príncipes?

Los dos      Señora. Egina         En tanto que de ese templo de Vesta2 abren las puertas, sigamos con el dulce contrapunto que va el oído alargando la margen de ese arroyuelo. Peneo [f. 65 (f. 2)] Aristo

Y en él verás retratado un deseo de servirte pues sus cristalinos lazos compuestos de blandas olas que va tejiendo pausando simbolizan* con mi pecho. Y yo en sus arenas hallo jeroglífico más propio que mi amor esplique; cuando tan encendidas* las miro, siendo su matiz dorado,

35

40

45

Es decir, el Fénix, que según la creencia antigua renacía de sus propias cenizas. También en la zarzuela de Torres La armonía en lo insensible y Eneas en Italia aparece esta diosa: «Venid peregrinando / de Vesta al sacro albergue, / donde de los recelos / la tempestad suspende» (Juguetes de Talía, t. IX. Madrid: Viuda de Ibarra, 1795, p. 203). 1 2

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porque mis ansias* se traten a vista de sus penachos, propio símil del incendio que está en el alma encerrado*, porque si son labios ellas del arroyo atento saco que es la calentura mucha, pues sale el fuego a los labios.

Egina

Como no sé amar, no sé en qué parezca el retrato al original.

50

55

Aristo      ¿Y quieres saberlo, señora? Aurora       (¡Ah, ingrato, que mal mis finezas*3 pagas!)4 [f. 65v (f. 2v)] Peneo

(Aparte.) 60

¿Quieres que lo diga?

Doris          (¡Ah, falso, qué tiranas corresponden tus voces* con mis cuidados!)

(Aparte.)

Aurora (Aparte.)

(Yo me vengaré celosa).

Doris

(Yo satisfaré mi agravio).

(Aparte.)

Egina No quiero que amor me informe. Sólo os advierto que, cuando me habléis, sepáis que nací tan opuesta a esos bastardos torpes, ingratos afectos

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(Aut.).

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fineza: «Acción u dicho con que se da a entender el amor y benevolencia que tiene a otro»

4 Nueva referencia a Calderón, en cuyo auto Psiquis y Cupido se puede leer: «¡Ay ingrata / qué bien tus ruinas dispones! / ¡Qué mal mis finezas pagas!» (Psiquis y Cupido (Toledo), ed. Enrique Rull, Autos sacramentales completos, 77. Pamplona / Kassel: Universidad de Navarra / Reichenberger, 2012, vv. 1354-1356).

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que, inmóvil a sus halagos, cuando me obligan, me ofenden5.

Los príncipes

¿El rendimiento es agravio?

Egina

Para mí, sí.

Los príncipes      Pues, señora, guiad hacia el templo. Vamos. Egina

75

(¡Ay Aurora!, ¡ay Doris!, ¡cielos!, (Aparte.) dejad el velo que, ingrato, me asusta. Volved, propicios, en favor mi sobresalto). 80

[f. 66 (f. 3)] Teobaldo Egina

¡Hija!, ¡princesa!, ¡ay dolor!, diviértete que, entretanto, quedarme solo pretendo, que conmigo acompañado he de conferir mil dudas.

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Vamos, pues.

Aurora       Y resonando tus elogios en el viento. Doris

Si en ellos interesamos, diga la serrana tropa en tu culto y nuestro aplauso

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(Todos y música.)

que sirvan los pechos de víctima alegre, de dulce holocausto.

(Vanse todos menos Teobaldo y ha de haber una gruta al lado del teatro.) 5 Cfr. Pedro Calderón de la Barca, El laurel de Apolo: «¡Ay de mí! Que ya estas voces, / más que me obligan, me ofenden» (Obras completas, I, Dramas, ed. Ángel Valbuena Briones. Madrid: Aguilar, 1959, p.2189a).

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Teobaldo [f. 66v (f. 3v)]

¡Cielos! Mi dolor no advierte, porque previno homicida vuestro influjo, que mi vida se equivoque con mi muerte. En mi ancianidad la suerte de vuestro enojo me inclina; tanto dolor, tanta ruina ¿de qué principio nació?, ¿quién mi pena ocasionó*?

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(Dentro, de la gruta dirán.) Voz

La infeliz, ingrata Egina.

Teobaldo

Torpe, mal nacido acento con que el ansia* se eterniza, ¿quién así te formaliza en las regiones del viento?6 ¿Quién duplica mi tormento asombro, pasmo o quimera? Pues exhalación ligera tu sonido ingrato fue, ¿fue alguna ilusión* o qué?7

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110

(Dentro de la gruta dirán.) Voz

Que adore Egina o que muera.

Teobaldo

Basta, que pasa a misterio el acaso, ¿hay tan notable congoja?, ¿qué es esto, cielos? ¿Quién puede, pues, informarme en este susto tan fiero?

115

(Ábrese la gruta y sale Endimión vestido de pieles con un compás en la mano.) 6 Típica expresión calderoniana, como se puede leer entre otros en su auto La serpiente de metal: «¿Cuántas veces vemos / estrañas lluvias causadas / en las regiones del viento» (ed. de Luis Galván, en Autos sacramentales completos, 74. Pamplona / Kassel: Universidad de Navarra / Reichenberger, 2012, vv. 1339-1341). 7 Fraseología propia del teatro de Calderón, como se lee por ejemplo en Celos aun del aire matan: «Qué ilusión! ¡Qué delirio! ¡Qué quimera! / —Bello prodigio, aguarda; / hermoso asombro, espera» (Obras completas, I, Dramas, ed. Ángel Valbuena Briones. Madrid: Aguilar, 1959, p. 2222b).

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[f. 67 (f. 4)] Endimión Yo. Teobaldo  

Detente, monstruo, ¿qué haces?

Endimión

Yo, Teobaldo, he de sacarte de tus dudas, si me oye[s].

Teobaldo

¿Cómo podrás?

Endimión        Cuando te halles en esa cóncava gruta8 (torpe albergue a vida errante, si dilatado sepulcro, escaso breve hospedaje), lo sabrás. Teobaldo     Endimión

120

125

Mil dudas piso.

Yo aliento temores graves. (Entran representando sin cesar por la gruta y se descubre una mesa con instrumentos mágicos y dos asientos.)

Teobaldo [f. 67v (f. 4v)]

Hombre o fiera, que en tus señas los dos extremos juntastes9 130 en el ropaje y la voz, mal así me satisfaces. ¿Dónde vas?, ¿dónde me llevas, depuesto lo serio y grave, por las retorcidas quiebras 135 destos peñascos errantes?

Típica expresión cultista, que recuerda a la cueva del Polifemo gongorino, como se aprecia en las Poesías del conde de Villamediana: «Desta alterada forma sale arguta / ansia, animada en no formado canto, / cual revoca de sí cóncava gruta / que se arrojó supersticioso encanto» (Ed. José Francisco Ruiz Casanova. Madrid: Cátedra, 1990, p. 546). La sintaxis aquí no puede ser más típicamente culterana. 9 Cfr. Calderón, La sibila del Oriente: «Pierde, hombre o fiera, el temor; / nadie te sigue» (Obras completas, I, Dramas, ed. Ángel Valbuena Briones, Madrid: Aguilar, 1959, p. 717b). También en No siempre lo peor es cierto: «de galán y de entendido / juntaste los dos extremos» (Obras completas, II, Comedias, ed. Ángel Valbuena Briones. Madrid: Aguilar, 1956, p. 1452b). 8

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Endimión

Monarca excelso, en quien puso, porque tu imperio dilates, el augusto peso el cielo, sigue sin temor y sabe que, si las pieles que visto me mienten fiera, el más grande prodigio que con espanto a tu costa has de escucharme te convencerá.

¿Qué esperas? Teobaldo       ¡Oh entendimientos gigantes! ¡Oh ciencia que así conviertes en soberanas deidades10 los hombres! Que el arte ex[c]ede la materia, y hace el arte ángeles de los que encuentra toscos bultos sin quilates. Ya te entiendo, empieza, empieza* a descifrar el examen de mis dudas y mi asombro. Endimión Siéntate, si has de escucharme, y atiende.

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155

[f. 68 (f. 5)] Teobaldo      Di, porque aquí tú eres todo y yo soy nadie. Endimión Bien sabes, señor, que el cielo en presagios desiguales* a los unos entroniza*, cuando a los otros abate. No ignoras que la grandeza ni el todo es ni aún es parte para impedir de sus iras las trágicas impiedades. No puede el cetro oponerse pues haber nacido grandes

160

165

10 Cfr. Calderón, La estatua de Prometeo: «Eso es dar / ignorancia en soberanas / deidades» (Obras completas, I, Dramas, ed. de Ángel Valbuena Briones. Madrid: Aguilar, 1959, p. 2093b).

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es distinción cuya línea, aun cuando mejor se alargue, es un coto que no pasa de los humanos umbrales. Esto supuesto y también supuesto que te casastes con Efigenia11, a quien hizo, allá en azul hospedaje, no panteón, templo sí12, por diosa de las deidades el cielo, de quien tuvistes [f. 68v (f. 5v)] tres hijas sin que lograses un príncipe, en cuyas sienes tus laureles se asentasen. Común, penosa tragedia de aquellos que el vasallaje te rinden, vense obligados a que la femínea sangre, aunque tan tuya, de Egina, siendo de mujer, los mande. Es lo que más los congoja, gran señor, que se declare tan opuesta al casto lazo de un honesto maridaje, que de insensible blasone, sin llegar a suavizarse* su rigor, bronce al halago, a las caricias, diamante. de mármol, a las finezas*, y de acero, a las piedades. Noticias que no te acuerdo, por ignorar que las sabes, si porque me los asienten, otras que he de ministrarte13, [f. 69 (f. 6)] sabrás como ya cansados esos luceros errantes, de sufrir que Egina frustre

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200

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11 Así en el ms. Pensamos, no obstante, que está por Ifigenia, hija del rey Agamenón y de la reina Clitemnestra y no por «Efigenia», como reza el texto, nombre cristiano por santa Efigenia de Etiopía. 12 El verso recuerda una típica fórmula gongorina. 13 ministrar: «prevenir y dar a la mano a otro alguna cosa como ministrar dinero, ministrar especies» (Aut.).

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a aquella siempre inviolable ley de amor que a las bellezas las obliga a sujetarse, aquella cadena dulce cuyos eslabones hacen 210 la prisión* apetecible y amoroso el carcelaje14, decretan últimamente que, sin que su vigor baste, llegará de un extranjero 215 príncipe a enamorarse, de modo que, con su mano, imperio y alma ha de darle. (Mejor dije, con mi ciencia, (Aparte.) pero ahora es importante 220 ocultar todo el misterio y, si acaso repugnare, manda[r]15 o que muera Egina

[f. 69v (f. 6v)] (Levántanse ahora los dos.)

o que sepa, si quiere librarse, que es peligroso amor con quien intenta vencer con el desdén de despreciarle.

225

(Desaparece Endimión y la gruta, y queda el rey solo.) Teobaldo

Pues, ¿quién podrá? Pero, ¿dónde está el racional salvaje, pasmo destas toscas breñas, que me habló? Ilusión* errante, sombra de mi misma sombra16, ¿dónde te ocultas?, ¿hay tales tragedias?, ¿tales desdichas?

230

14 carcelaje: «El derecho que pagan los que están presos al salir de la cárcel por la custodia que se tuvo de sus personas» (Aut.). 15 En el manuscrito: mandan. Corregimos. 16 Otro verso de Calderón, en este caso del auto La vida es sueño: «quiere el cielo se produzga / un enamorado lirio / que en lo cárdeno me ofusca, / sombra de mi misma sombra» (ed. Fernando Plata, en Autos sacramentales completos, 79. Pamplona/ Kassel: Universidad de Navarra/ Reichenberger, 2012, vv. 1080-1083).

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¿Puede a mi pena igualarse otra mayor?, ¿es posible que confuso has de dejarme, si ignorante antes de oírte, después de oírte ignorante? ¡Vive Dios que he de saber mi mal del cielo! Haré examen,17 pero, ¿qué ha de saber aquel que ignora de su pena el dolor, si el dolor sabe?

235

240

(Vase y bajan cantando dos ninfas en dos festones18 de luces.) [f. 70 (f. 7)] Las dos

Rendirse al influjo del alto Febo, es ser la materia 245 que ceba* su llama, que abulta su incendio, feliz* cautiverio donde paran en blancas cenizas* dorados trofeos. (Arieta19.) 250 Y así, pues me rindo a su brillante ardor, (Violines.) favor, piedad, favor. Esfera luminosa oponte a la amorosa 255 tirana, vil pasión* (Rápidos.) y así, pues, no me rindo a su brillante ardor. (Rápidos.) Favor, piedad, piedad, piedad, piedad, favor. (Recitado.) 260

De conciencia, se entiende. festón: «Adorno compuesto de flores, frutas y hojas, todo mezclado, el cual se ponía en la puerta de los templos en que se celebraba alguna fiesta, o se hacía algún regocijo. Poníanlos también en todos los lugares en los que se en que se quería dar muestra de regocijo público, y en las cabezas de las víctimas en los sacrificios de los gentiles y, aún hoy, se ponen festones de hiedra, guarnecidos de oropel o cañutillo en las puertas de las iglesias donde hay alguna solemnidad» (Aut.). 19 arieta: «Composición. Música que consta de dos estancias que la segunda se contiene en la misma clave de la primera que es solo la que se repite en que de los compases graves y recitativos muda método la armonía, aun en lo patético y compases más cortos, y a gran variedad de notas que no tiene el recitado» (Aut.). 17 18

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[f. 70v (f. 7v)]

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Rómpase el delgado, augusto velo que, descubriendo el cielo del templo luminoso, se oponga aquel fogoso incendio del rapaz* ciego vendado20, 265 engañoso, mortal tirano alado y ofusque en sacra esfera del incienso*, el humo; la llama, de su hoguera.

(Con el aria que se sigue, vuelan llevándose las puntas del pabellón, que estará dividido por medio, y quedará el teatro en perspectiva de una fachada de templo, cerradas las puertas.) (Aria.)

Rasgando sus celajes (Violines y [o]boes21.) la nube hasta mostrar 270 de Vesta el luminar22. Volar, volar, volar. Que brilla a ser ejemplo patente en ese templo, viril23 de su deidad. 275 Volar, volar, volar. Rasgando sus celajes* la nube hasta mostrar de Vesta el luminar. Volar, volar, volar. 280

(Acaban de ocultarse y sale Endimión, de pieles.) Endimión [f. 71 (f. 8)]

La confusión* en que vivo, sin saber de qué depende que pronostique desgracias ese cuaderno celeste a Egina, a quien yo algún día instruí en los caracteres primero, puesto que fui

285

ciego vendado: tópica alusión a Cupido, dios romano personificación del deseo amoroso. En el original: aboes. Corregimos. 22 luminar: «Cualquiera de los astros celestes que despide de sí luz y claridad» (Aut.). 23 viril: «Vidrio muy claro y transparente que se pone delante de algunas cosas para reservarlas, u defenderlas, dejándolas patentes a la vista […]. En la astronomía es uno de los varios epítetos que los astrónomos dan al tercer cuadrante del tema celeste» (Aut.). 20 21

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director de sus niñeces* y de Teobaldo atendido, me trae quizá porque observe, 290 en el religioso rito con que al oráculo ofrece de Vesta inciensos* sagrados, algún prodigio y, pues puede mi ciencia hacerme invisible 295 o mudarme en diferentes formas, usaré sus reglas del modo que conviniere a mis designios, sin que mis designios se penetren24. 300 (Suenan dentro voces.)

(1.ª)

¡Viva Egina!

(2.ª)      ¡Egina viva25! Muchos ¡Porque26 más siglos numere [f. 71v (f. 8v)] que brota Ceres aristas, que matices Flora enciende! Algunos

¡Viva la Princesa!

Todos        ¡Viva! 305 Endimión

Al templo la tropa viene; entrarme quiero a sus aras, sin que sea inconveniente, hallar cerradas* las puertas. (Dentro del templo música.)

Un 4.º27

Sacerdotisas, abrid; abrid, pues de amor las leyes

310

24 penetrar: «vale alcanzar con el discurso o comprender con agudeza alguna cosa oculta o dificultosa, o el interior de alguno» (Aut.). 25 Obsérvese la construcción en quiasmo de este verso cortado. 26 porque: con el valor final de ‘para que’, habitual en la época. 27 En el ms.: (Música. Un cuarto)

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de Egina en la belleza, ni se promulgan nunca, ni obedecen.

Endimión

¡Ay, infeliz que maldicen esos acentos crüeles, que si te halagan, te adulan y si te adulan, te ofenden! ¿Pero qué espero? A mi impulso el templo se abra y se cierre*.

95

315

(Ábrense las puertas del templo de repente y entra Endimión dejándolas, otra vez*, cerradas y salen los [príncipes] y damas, y detrás, Egina, Aurora, Doris, Teobaldo y acompañamiento.) [f. 72 (f. 9)] (Música dentro.)

Sacerdotisas, abrid; abrid, pues de amor las leyes, en el corazón de Egina, ni se promulgan ni obedecen.

Egina Dama 1.ª

¿Quién ha compuesto esa letra? Sería algún numen celeste, que, si es deidad quien la canta, divino el aura merece. ¿Te da gusto?

320

325

Egina       Bien discurre. Peneo

¿Ser esquiva te parece* bien? Y cuando lo füeras, ¿el oír que te dijesen que eres ingrata te halaga?

Egina

Sí, porque a mí me divierte las máximas del rigor y yo para sus laureles le voy ganando victorias.

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335

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Aristo

¿Y si por dicha emprendieses alguna y en ella…

Egina         ¿Qué? Aristo [f. 72v (f. 9v)]

…juzgando triunfar, tuvieses trocado el hado y trocada entre los campos la suerte, te venciese?

340

Egina      ¿Quién? Los dos príncipes        

Amor.

Egina

¿Amor dijiste? ¿No adviertes que es crimen, cuyo delito castigan mis esquiveces*, como sacrilegio infame, con el ceño o con la muerte?

Peneo

(No hay quien sus iras no tema).

(Aparte.)

Aristo

(Que haya bellezas crüeles).

(Aparte.)

Doris (Aparte.)

(Que sin explicar me muera).

Aurora

(Que sin declararme pene).

Teobaldo

Hijas princesas, pues ya es razón que se celebre* tanto culto, al templo vamos porque28 el sacrificio empiece.

345

350

(Aparte.)

355

(Llaman algunos al templo.) Algunos [f. 73 (f. 10)] 28

¡Ah de ese sagrado alcázar, donde porque atentas lleguen suelen las adoraciones retirarse de corteses! ¡Ah del templo!

ms. porque: con valor final de ‘para que’.

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(Música dentro.) Un 4.º      ¿Quién altera del ara sagrada el dulce silencio? ¿Quién inquieta la mansión* en donde respira el aplauso, habita el sosiego? Egina Quien aspira solo humilde a que divinos acuerdos ilustren, con sus respuestas, el humano entendimiento.

360

365

(Ábrese el templo entre cuyos bastidores29, ahora sobre cuatro fingidas basas, dos a un lado y dos al otro, cuatro ninfas y, en medio, en un pedestal elevado la diosa Vesta30 y Endimión, de sacerdote, en un[a] silla a la puerta.) Las 4 ninfas

Entre, pues, y al simulacro de Vesta, diosa del ceño, tributos la31 rinda, le consagre afectos.

Todos

Egina, princesa mía, dé mayor deidad al imperio.

370

(Música.)

[f. 73v (f. 10v)] Todos

Sujeta la adoración,

(Música.)

buscando el divino acuerdo,

Todos

propone sus dudas,

(Música.)

a que, respondiendo,

Todos

del susto la saquen

375

29 bastidor: «figuradamente se toma por todo el lienzo estirado y fijado sobre los palos o listones, y en especial se usa de esta voz en los teatros y coliseos, donde se representan las comedias y óperas de música para dar a entender las escenas y mutaciones pintadas para el adorno y propiedad de lo que se representa» (Aut.). 30 La diosa romana del hogar, hermana de Júpiter. En su templo, un conjunto de doncellas mantenía encendida la llama del fuego eterno. 31 Otro caso de laísmo.

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(Música.)

divinos los ecos. (Van a entrar y se levanta Endimión deteniéndolos.)

Endimión

Espera, aguarda, no agravie tu atrevido movimiento la misma deidad que imploras; no los mármoles del templo profanes.

Egina     Tu dignidad y tus canas al respeto dan ocasión*. ¿Cómo impides a la majestad del suelo que a la más ex[c]elsa implores? Endimión Oye la respuesta. Egina        Atiendo.

380

385

390

Las 4 ninfas [f. 74 (f. 11)]

La planta suspende, engañosa mujer, que no puede ser a Vesta adorar quien se ha de rendir a dulces violencias tiranas de amar.

Egina

¿Yo he de rendirme a adorar? ¿Yo he de vencerme a querer? ¿Yo sujeta me he de ver al ansia* de idolatrar? Si pretendiste probar mi constancia o mi deseo, bien haces, pero no creo en mí afecto tan infausto.

Vesta

Yo no admito el holocausto de quien el agravio veo.

395

400

405

(Toda la música.)

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encanto y triunfo del amor

99

No admite Vesta holocausto de quien no la32 da deseos. Teobaldo Endimión [f. 74v (f. 11v)]

Ya el vaticinio le da mayor razón al empeño y, pues el decoro ajado miro en Egina, yo m[e]smo33 entraré a sacrificar. Cuando el oráculo excelso34 lo impide, será imposible que yo, ministro del templo, no me allano a permitirlo, la grave ofensa advirtiendo de la lesa majestad. Y así, si empeñado en eso movéis la planta…

410

415

420

Teobaldo         Apartad. Endimión

temed, gran señor, el riesgo que se sigue.

Teobaldo       Nunca supe volver la espalda temiendo. Endimión

Pues mirad…

Teobaldo       No hay que mirar. 425 Endimión

Atended…

Teobaldo      A nada atiendo. Endimión

Pues si entráis…

Teobaldo        ¿Qué me amenazas*?

Así en el ms., en clara muestra de laísmo. El fallo en la rima que se produce en este verso parece sugerir un error del copista que debió transformar un «mesmo» por el «mismo» que aparece en el texto. 34 En el ms.: exelso. Corregimos. 32 33

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL

Endimión

Quizá* hallaréis allá dentro desengaños bien costosos.

Teobaldo [f. 75 (f. 12)]

Para mí no pueden serlo. ¡Hola,35 apartad este loco!

Endimión

¿Me ajáis36 así?

430

Teobaldo       Quita, necio. (Al ir a entrar suena dentro del vestuario clarín y voces* y se quedan todos suspensos.) Voces*

Al lugar del sacrificio, guíe el acompañamiento.

Teobaldo

¿Pero qué clarín es este?

Egina

¡Qué confusión*!

435

Doris        ¡Qué misterio! Aurora

Todo es pasmo este día. (Dentro clarín y voces*.)

Unos

La jornada aceleremos.

Otros

Misterioso es el acaso.

Peneo

Voy a inquirir del estruendo la ocasión*. (Vase.)

Aristo      Voy a saber quién causa rumor tan nuevo. Aurora

(No sé qué siento en el alma, que lo ignoro y lo agradezco*).

440

(Vase.) (Aparte.)

hola: «Modo vulgar de hablar usado para llamar a otro que es inferior» (Aut.). ajar: «Metafóricamente es tratar mal de palabra a alguno, injuriándole y ofendiéndole en su fama, honor y persona» (Aut.). 35 36

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Egina (Aparte.)

(Poco a poco, el corazón se va convirtiendo en hielo).

(Dentro.)

Llegad, llegad a las aras.

445

Teobaldo No, que he de ser yo el primero. [f. 75v (f. 12v)] (Quiere entrar y Endimión se le echa a los pies deteniéndolo.) Endimión

Mi rey, mi señor, mirad que es ceguedad el empeño.

(Dentro.)

Divino auspicio me asista.

450

Teobaldo Hola. Algún

¿Señor?

Teobaldo    Pues grosero se resiste, en una torre ponedle. (Levántase Endimión.) Pues cansado el cielo37, Endimión     así sabrá darme vida contra tanto atrevimiento. (Toda la música.)

Deshecho en humo vuele al tachonado imperio, sin admitir sacrificios alegres: el ara, la diosa; la víctima, el templo.

455

460

(Repitiendo este volante38 desaparece* el templo y se queda todo como antes entrando algunos soldados tras Endimión, con ademán de prenderle.)

Verso hipermétrico. volante. Parece estar aquí como sinónimo de estribillo o similar, cantado en un baile o danza. Cfr. E. Terreros, Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes: «Especie de contradanza» (Madrid: Viuda de Ibarra, 1788, III s/v). 37 38

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL

Teobaldo Extraño*, pasmoso caso. Nada toco, nada veo que no me dé en un prodigio nueva causa a un sentimiento. [f. 76 (f. 13)] (Dentro Endimión.) Endimión

¿Qué pretendéis, engañados que me perseguís?

465

(Sale Endimión de pieles como en la primera salida.) Teobaldo         Teneos. ¿Qué es esto? Pues, tú, Endimión, ¿de quién huyes? (Salen los soldados que entraron tras él.) 1.º        Date preso. 2.º

¿Pero qué miro? ¿No es este?

3.º

¿Pero no es este? ¿Qué advierto?

Endimión

Si fue bastante motivo mi ancianidad. Aquí vengo si os ofendí, castigadme, (¡qué bien el traje depuesto (Aparte.) de sacerdote engañé 475 con el disfraz* el objeto!); pero si no tantas armas, tanto tumultuado estruendo, ¿para qué fue?, (¡qué bien finjo39!)

Teobaldo

Álzate*, Endimión, del suelo. 480 (Rara confusión*). (Aparte.)

470

Endimión         Tus brazos* son decente monumento 39

En el ms.: fingo. Corregimos.

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[f. 76v (f. 13v)]

de una vida que caduca, aun cuando se mira en ellos.

Egina No sé qué me aflige, ¡ay ansias*! ¿si tendréis fin?

485

(Suena clarín y caja40 y salen los príncipes trayendo a Gundumar en medio y, detrás, Lidoro y soldados.) Gundumar        Tanto aprecio la dicha de haber llegado, invicto Teobaldo, a veros que no quise dilatarla y, por tu guardia sabiendo que a celebrar* los felices* años (que numere el cielo, con guarismos de diamantes, en su azul espacio inmenso, en ese alcázar* sagrado asistido de tu pueblo, que abulta si no acompaña), bajabas. Hoy yo, previendo que a los humanos prefieren los divinos privilegios, quise asistir a la ofrenda para que después, sirviendo de guardia a tu majestad, [f. 77 (f. 14)] entrase en palacio. Lidoro         Lo mesmo41 digo yo aunque no tan limpio de voces* ni de conceptos.

490

495

500

505

Gundumar

(Rara belleza* que miro. (Aparte.) ¿Pudo el Artífice diestro formalizar* en su idea tan superior embeleso?). 510

Egina

De verle solo me irrito. (¿Que no se contente el cielo

40 41

(Aparte.)

caja: «Se llama también el tambor, especialmente entre los soldados» (Aut.). Verso hipermétrico.

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL



con una pena sin dar más vueltas a mi tormento?).

Teobaldo

Gundumar, rayo de Creta, en quien coloca tu imperio sus más firmes esperanzas, llega a mis brazos*.

Y en ellos Gundumar          me elevo a mayor grandeza* el rato que los poseo. Teobaldo [f. 77v (f. 14v)]

Egina, princesa, advierte que Gundumar es ex[c]elso, legítimo sucesor* de aquel vastísimo imperio de Creta que aspira a ser (¡oh permítalo así el cielo!) competidor en la dicha de tu mano.

515

520

525

(Aparte.) Egina      (Pues primero, si el rey pretende obligarme será un puñal o un veneno 530 trágico fin de mis días). Príncipe, atenta confieso que el veros he celebrado, bien que con distinto intento que no el que explica mi padre. 535 Lidoro

¡Cáscaras, malo va esto!

Gundumar

¡Lidoro, grave dolor que me ha sucedido!

Lidoro          Bueno, una gran felicidad. Gundumar

¿Feliz soy?

Lidoro

Te estás en eso, pues no estás desengañado.

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540

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Gundumar [f. 78 (f. 15)]

¡Vive Dios, villano necio, que este sagrado te vale! (Por no parecer grosero [(Aparte.)] la42 hablaré). Divina Egina, no obstante que por decreto de tu deidad no merezca* tu favor, hoy agradezco* la dicha de que en tus aras me precise* a ser trofeo mi venida.

105

545

550

(Hablan aparte el rey, Egina y los príncipes.) Con su mano Endimión       de Egina le he de hacer dueño a Gundumar por mi influjo, de su persona y su reino. Yo le he de hablar y mi ciencia le servirá en todo riesgo para conseguir la dicha, porque, desde que en su tiempo, siendo embajador en Creta, le conocí*, amor le tengo, y por mí ha de ser felice. Teobaldo

555

560

Vamos, porque43 del molesto camino alivio tengáis. Endimión.

¿Señor? Endimión       Teobaldo           Mi afecto [f. 78v (f. 15v)] os necesita en palacio. Endimión

565

Bien a disgusto obedezco* vuestras órdenes.

Teobaldo        ¿Por qué?

42 43

Así en el ms. porque: con valor final de ‘para que’.

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL

Endimión Gundumar

Porque yo en mi gruta tengo [un] alcázar soberano44 y a la máxima comienzo*. 570 (Válgame toda mi ciencia). (Aparte.)

Teobaldo

Como cuando estuve dentro, con vos no vi ese palacio.

Endimión

Porque siempre fue el empeño adonde hay menos y más, en dos iguales extremos, llevándose de lo más, no reparar en lo menos.

Teobaldo

Porque se divierta Egina en esa vega este tiempo, propio de la primavera, el hospedaje te acepto.

(Este es Endimión. ¡Ah, cielos! (Aparte.) ¡Quién pudiera hacerle señas para tratarle en secreto! La mágica le hace sabio). 575

580

585

[f. 79 (f. 16)] (Entran todos y, poco a poco, mientras canta la Música, uniéndose los bastidores y levantando arquitectura hasta que quede el teatro en perspectiva hermosa de un palacio.) Música

Sin dilaciones delante a Endimión le sirvan ciegos, movidos de nuestras voces*, todos los cuatro elementos: el aire, en su espacio; el fuego, en su imperio; el agua, en su esfera; la tïerra, en su centro, porque su imperio, su espacio, su esfera y su centro,

590

595

44 Se trata de un verso hipométrico, según consta en el ms. Sugerimos la posibilidad de regularizarlo añadiendo al principio el artículo.

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encanto y triunfo del amor



consagre a su impulso el aire y el agua, la tierra y el fuego. (Salen todos.)

Teobaldo

¡De mármol soy!

Todos        ¡Qué prodigio! Pues la máquina subiendo Formalizada* se mira. Todos y música [f. 79v (f. 16v)]

Porque su imperio, su espacio, su esfera y su centro, consagre a su impulso el aire y el agua, la tierra y el fuego.

600

605

(En el capitel del palacio habrá dos ninfas, y cantan el aria45 que se sigue.) Aria 2.º

Vecino a las estrellas del sacro cenit en su trabada lid.

(Violines y oboes46.) No temo a las centellas, ni rayos más crueles, pues ya no son infieles sus trágicos ensayos porque ya no hay imperio en los rayos, desde que triunfan augustos laureles. Endimión

Entrad, pues que ya el aplauso festejando a Egina advierto.

Todos y música

Que con muchos prodigios que forma corona sus dichas de extraños sucesos*.

Lidoro

Yo no he hablado una palabra y, así, prorrumpir pretendo

610

615

620

Un aria a dos voces. Hemos corregido por oboes la forma «aboes» que leemos en el ms. tal y como ya se hizo anteriormente. 45 46

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL

[f. 80 (f. 17)]

ahora acierte o no acierte, ahora dé o no dé en ello.

Todos y música

Que con nuevos prodigios que forma corona sus dichas de triunfos excelsos.

(Córrese la mutación47 y se da fin a la primera jornada.)

47 mutación: «En las comedias se llaman las diversas perspectivas que se forman corriendo los bastidores para que queden descubiertos los que antes estaban ocultos, y juntos representen los sitios en que se supone la representación, apareciendo unas veces un salón real, otras un bosque, otras una marina» (Aut.).

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JORNADA SEGUNDA (Suenan dentro voces* y música al mismo tiempo.) 1.º

¡Abrasado Mongibelo48 625 parece todo palacio!

Música

Bien que es el susto, aparente vigor, encanto de amor que intenta vencer, queriendo forzar* un pecho a querer.

Voz

Ya se desata en cenizas*, a violencias del estrago el alcázar*.

Música

Y aunque violentas, voraces*, las llamas, parecen volcanes, su ceño templado, del estrago la dicha fabrican porque está su dicha cifrada en su estrago.

630

635

[f. 80v (f. 17v)] Egina

¡Sagrados dioses, piedad! ¿No hay quién me socorra?

640

48 Mongibelo: el volcán Etna, dentro del cual el herrero Vulcano fraguaba su rayo divino. La expresión no puede ser más propia de las comedias de Calderón, como se lee por ejemplo en Celos aun del aire matan: «El gran templo de Diana, / abrasado Mongibelo, / arde en pavesas» (Obras completas, I, Dramas, ed. Ángel Valbuena Briones. Madrid: Aguilar, 1959, p. 2234b).

109

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Música

DIEGO DE TORRES VILLARROEL

En tanto que la cólera prende del fuego sólo el amor te ofrece* sus brazos*.

(Descúbrese el palacio como en la primera jornada y, por entre los bastidores, que estarán todos en la presentación de un grande fuego, van saliendo Gundumar con Egina, de medio traje, en los brazos*, Peneo con Aurora y Aristo con Doris, Lidoro y acompañamiento.) Lidoro

¡Vive Dios que es el alcázar* peor que fragua de herrero!

Gundumar

Ya, Egina, libre del susto a que te condujo el riesgo estás, si no es que la causa de haberse prendido el fuego seas tú misma.

645

Egina       ¡Ay de mí! 650 (Que inexorable mi ceño (Aparte.) me obligue a que así agradezca* aun el favor que aborrezco*). Gundumar, por vos animo. [f. 81 (f. 18)] Gundumar

Yo la vida me prometo, teniéndoos entre mis brazos*, de cuyo sagrado49 creo que siendo cielo me libras, aunque no lo quiera el cielo.

(Dentro.)

Teobaldo está en una cuadra50, 660 tan cerrado* que no hay medio para librarle.

655

Egina      ¿Qué oí? Príncipes, si caballeros con pulso noble os asiste, (Fuego.) la vida del rey primero 665 que la mía.

49 sagrado: «Metafóricamente significa cualquier recurso o sitio que asegura de algún peligro, aunque no sea lugar sagrado» (Aut.). 50 cuadra: «Estancia, sala o pieza espaciosa» (Aut.).

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encanto y triunfo del amor

Gundumar      No prosigas, que yo a librarle resuelto, me entraré por los volcanes. (Vase.) Peneo Y yo, al príncipe siguiendo* bajé, carroza* del sol mis brazos*. (Vase.)

670

Dentro      Ya sin remedio se abrasa. (Fuego.) [f. 81v (f. 18v)] ¡Desdicha grave! Aurora      Doris

¡Ansia* fatal!

¡Dolor fiero! Aristo        Por mí vivirá Teobaldo, a pesar de ese elemento. Egina

Yo por no ver el estrago a ese vecino* pueblo, me iré.

Las dos Nosotras contigo el mismo asilo busquemos. Lidoro

(Vase.) 675

(Vanse.)

Señores, ¿puede fingirse 680 más extremado embeleco?51 (Fuego.) ¿Hay cosa como quemarnos, cuando estamos como un hielo? (Dentro.)

Egina

¡Ay de mí!

Sin alma animo. Aurora       Egina 51

(Aut.).

De un riesgo di en otro riesgo.

685

embeleco: «Embuste, fingimiento engañoso, mentira disfrazada con razones aparentes»

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL

Dentro

Huye la fiera que, airada, muestra con sus asperezas*52 su saña. (Fuego.)

Otros [f. 82 (f. 19)]

Toda la selva es un Etna.

Todos

¡Piedad cielos!

Música

Sin que adore Egina falta.

(Dentro.)

Huyamos del monstruo fiero.

Egina

¿Por qué esa voz* me condena?

Música

Porque no hay otro remedio.

Egina

¿Pues quién lo decreta?

690

Música          Amor. Egina

Pues yo contra Amor apelo.

Música

¿A quién?

695

Egina     A mi libertad. Música

Mal podrás.

Lido      (Malo va esto. Yo me escapo como un gamo, corriendo por esos cerros). Egina 52

[(Aparte.)]

Que no he de poder librarme dices, sin que Amor, dios ciego, me arrastre; pues porque veas que es tu pronóstico incierto, así a costa de mi estrago he de burlarte queriendo antes de esas voraces*

700

705

Además, en este verso se rompe con el esquema de la rima en é-o.

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encanto y triunfo del amor

[f. 82v (f. 19v)]

llamas que suben al cielo ser inocente* materia que no amar, y así me entrego a sus iras, pues que en ellas me abraso porque no quiero.

113

710

(Éntrase arrojándose a las llamas y desaparécese* con estruendo todo el palacio, quedando el teatro en perspectiva53 de jardín y Egina desmayada en brazos* de Gundumar.) Gundumar

Si consiguió mi desvelo desatar los embarazos* del sueño porque en mis brazos* mantuviese todo el cielo; ya mi dicha no recelo, pues no es concepto vulgar creer que sacrificar podré solo yo en tu templo, si dichoso me contemplo ara feliz* de su altar. Apresurada la vi salir, con paso violento, desde su mismo aposento hasta el jardín.

715

720

[f. 83 (f. 20)] Egina       ¡Ay de mí! 725 ¿Cómo en tus brazos* aquí? Más quisiera hecha pedazos* por no verme entre tus brazos*. ¿Conque dichoso te aclamas hallar mi estrago en las llamas que no mi dicha en tus brazos*? Gundumar

¿Qué llamas, qué es lo que dices?

Egina

Esas en cuya violencia, las que se elevaron torres fueron piras de sí mesmas.

53

735

El texto presenta una metátesis: «prespectiva».

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL

Gundumar

Restáurate, no del sueño a la fantástica idea te rindas.

Egina

¿Pues qué pretendes? ¿Contra tantas evidencias oponerte?

Gundumar     No te entiendo. 740 Egina

¿Lo mismo que viste niegas?

Gundumar [f. 83v (f. 20v)]

Si procuran divertirme ingeniosas tus cautelas, por ocultar con sus nubes, las luces de mis finezas*, haces bien; pero si quieres, Egina hermosa, que crea cosas que no sucedieron… Eso es decir…

Egina       Ea, cesa. No así des fuerza al delito, cuando le quitas la fuerza. Gundumar

745

750

Digo que no lo concibo*. ¿Qué delito di, o qué ofensa hay en mí?

Egina      Ninguna. ¡Ay cielos! (Hace que se va y la detiene Gundumar.) Gundumar

Perdóneme tu grandeza*, que no he de dejaros ir sin que tanto enigma sepa.

Egina

Daré voces*.

755

(Aparte.) Gundumar      (¿Quién ha visto tan peregrinas ideas?). Dime, ¿en qué está mi delito? 760

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encanto y triunfo del amor

Egina

¿Y te irás cuando lo sepas?

Gundumar No sé si podré servirte. Egina

Dime: ¿no fue cosa cierta el incendio del palacio?54

[f. 84 (f. 21)] Gundumar

Señora, ni una pavesa dio bulto a tu fantasía*.

Egina

Luego, tu traición confiesas.

Gundumar

¿Yo traición?

765

Egina      Sí. ¿Cómo? Gundumar         Egina           Atiende: si yo entre las llamas crespas no fui a su cólera cebo, ¿dónde en tus brazos me llevas? ¿Cómo en este traje a[j]ado55 me tienes aquí? Gundumar       Ea, deja, si que te convenza quieres, que mi razón te convenza. Egina No he de oírte.

770

775

(Quiere irse.)

Gundumar       Has de escucharme. Egina 54 55

Tu castigo haré que sea tu porfía. ¡Hola, criados!, mirad que mano violenta sacrílegamente borra el pundonor, la belleza

780

En el final de folio se lee: «Pasa a folio 21=Gund.». En el ms.: asado. Corregimos.

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL

[f. 84v (f. 21v)] d

e Egina. ¡Favor, Teobaldo, que roban a la princesa! ¡Ah del palacio! ¿No hay quién a una mujer favorezca*?

785

(Salen el rey y las infantas, príncipes y criados.) Rey

¿Quién da voces*? ¿cómo, Egina, llamas así descompuesta? ¿Qué es esto?56

Egina

Permitir tanta licencia a Gundumar en palacio vuestro real decoro arriesga.

Gundumar

Yo, señor, si pude cuando (Turbado.) Egina aquí…

790

Egina       El labio sella, pues tu turbación te culpa. Teobaldo

¿Quién dio motivo a tus quejas?

Egina

Mi riesgo.

795

Gundumar      Su turbación. Egina

Mi temor.

Gundumar      Su pasión* ciega. Egina [f. 92 (f. 22)]

Padre y señor, si mis ojos, desperdiciando estas perlas, merecen* que tus piedades57 800 den a su verdad audiencia, sabed que, oyendo las voces* del fuego, tumbada, ciega, salí en brazos* de mi susto a lastimar en la vega 805

56 Probablemente, este verso sea un añadido del copista puesto que no solo se trata de un verso hipométrico, sino que además rompe con la rima del romance. 57 Al final del folio se lee: «den a su -Vuelve a fol.22-».

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encanto y triunfo del amor



con mis sollozos* las flores, con mis congojas las peñas. Aurora y Doris conmigo de esta impensada tormenta, también las dos impelidas con la misma diligencia salieron.

117

810

Hermana mía Aurora      Doris

Advierte.

Aurora     Escucha. Doris         ¿Qué cuentas? Aurora

¿Cuándo hubo fuego en palacio?

Egina

¿Que también fingís? ¡Qué pena! ¿Mi padre no se abrasaba a la insaciable, sedienta*, voraz*, impaciente llama?

Teobaldo [f. 88v (f. 22v)]

¿Quién pudo tantas quimeras contarte, Egina?, qué es esto? ¿Estás dormida o despierta?

Egina

¿Es engaño que una voz contra mi rigor se empeña en obligarme a querer?

Teobaldo

¿Qué voz? Advierte que sueñas.

Egina

Está bien. ¿Sueño haber yo entregádome a mí mesma a las llamas, por no verme al bastardo amor sujeta?

Teobaldo

(¡Sin juicio está, qué dolor! (Aparte.) Que para la edad postrera guarde el cielo mil pesares 830 a mi vida). El susto deja y advierte que es ilusión*.

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815

820

825

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL

Egina

¿Y quieres que también crea que Gundumar en sus brazos* no me llevaba por fuerza robada?

835

Gundumar     ¿A tal se persuade, gran señora, vuestra alteza? Teobaldo

Príncipes, de divertirla tratad.

Peneo    Las mayores fiestas58 [f. 85 (f. 23)] que vio el mundo ha de poner en los teatros de Persia*. (Vase.)

840

Aristo

Correrá el ingenio postas para adelantarse en ellas.

Gundumar

Yo de mi amor haré un mapa al temple de mis finezas*.

Aurora

(Y yo, Peneo infelice*, moriré cuando las vea).

(Aparte.)

Doris

(Aristo, en mí, de tus plumas se irán clavando las flechas).

(Aparte.) (Vase.)

Teobaldo

¡Ven, Egina! (Hado crüel, cánsese ya tu influencia).

(Aparte.) 850 (Vase.)

Egina

Ya testigo: estrella impía, ¿dime por qué me violentas?

(Vase.)

(Vase.) 845

(Queda Gundumar solo y hace que se va y sale Endimión.) Gundumar

Yo me voy desesperado.

Endimión

Gundumar, invicto, espera.

58

855

A continuación, en el ms., otra mano ha escrito: «q bio el---Pasa a fol.23=».

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encanto y triunfo del amor

Gundumar

119

¿Endimión?

Endimión      ¿Rayo cretense? Gundumar [f. 85v (f. 23v)]

Desde que llegué desean, impacientes mis fatigas, mejorar con tu asistencia, porque desde que tu rey embajador te hizo en Creta, por tu gran sabiduría, y maduras experiencias*, que en el común trato hallé la noticia de tu ciencia, se me impresionó de modo que, estampándose en la idea la especie, luego que supe que viviendo en una cueva, entregado a los estudios, estabas, la acción primera que propuse en viendo al rey fue hacer vivas diligencias para que a verme vinieses o, si no, pasar yo a ella, a comunicarte cosas, de tan elevada esfera que solo tú puedes ser quien me dé consejo en ellas.

Endimión [f. 86 (f. 24)]

Esa comunicación* a quien asisten las mesmas razones que así me dais, de amorosa congruencia, me obliga [a] haberte servido mucho antes que vinieras.

Gundumar

¿Antes que viniera? ¿Cómo?

Endimión

De esta suerte.

860

865

870

875

880

885

Gundumar       Dilo. Espera. Endimión           Sabrás, Gundumar, que yo

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL



ayo fui de la princesa antes que no embajador.

Gundumar

Ya sé que pasaste a Creta para ajustar con mi padre las reñidas competencias, mezcladas* parte en el odio, y parte en la conveniencia, materias las dos que entonces* eran odiosas materias, y ahora ya ni a mí me importa ni es justo que me detenga a discurrirlas, y más cuando otra mayor urgencia me llama. Pasa adelante.

Endimión [f. 86v (f. 24v)]

Volví, señor, de tu tierra y como yo, aficionado a tus gallardas, atentas, nobles, singulares, graves, aplaudidas, buenas prendas quedé, hallando a la hermosa Egina, que es la heredera destos reinos, ya en edad de que darle esposo pueda el desvelo de Teobaldo, te envié una carta.

Y en ella Gundumar          un retrato tan divino que, apenas le miré, apenas se introdujo por los ojos un rayo de su belleza cuando rendí el albedrío a Egina. ¡Oh, el cielo pluguiera que no la hubiera adorado! Ya que su rigor decreta que contra mí se fulmine su enojo sin que me vea, me escuche, me oiga, me mire, con gusto; antes ordena el hado que yo la adore sólo porque me aborrezca*.

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890

895

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encanto y triunfo del amor

[f. 87 (f. 25)]

Supuesto este antecedente, ¿cómo es posible que crea que antes de venir te dijo, Endimión, esas finezas*?

Endimión

Porque yo he sido la causa de que mire como ofensas Egina los agasajos.

121

930

Gundumar No te entiendo. Endimión         Pues mi ciencia la haré tuya, siendo esquiva, mejor que si no lo fuera y así prosigue en subirla y festejarla y ahora,59 basta, Gundumar, que sepas que soy yo quien las distancias une del cretense y persa, quien fingió el fuego en palacio, quien la voz formó que altera a Egina y quien hizo estable esta máquina soberbia. Todo es arte, todo industria que mi astrológica ciencia lo más difícil alcanza* [f. 87v (f. 25v)] y hasta lo imposible llega. Prevente, pues, de valor porque, si de tus empresas sales triunfante, serás dueño de Egina y, si en ellas, por desgracia o por acaso, tu brazo vencido queda, no hay remedio. Gundumar Endimión

935

940

945

950

955

¿Cuáles son? Te las dirá la experiencia.

59 El hecho de que en este verso se rompa con el esquema de la rima hace aventurar que o bien el copista eliminó un verso, o bien añadió este que por su sentido resulta redundante.

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL

Gundumar

¿No pueden saberse?

Endimión         No. Gundumar [f. 88 (f. 26)]

Pues aunque tus furias fueran abortos de tres abismos, si una a una o juntas llegan a ponerse (¿qué es ponerse?) delante de mi presencia, vive mi gallardo aliento que en el tiempo que ha que cuentas, mi desgracia o mi ventura, tantos pedazos hiciera a cada una o las tres, que, en mil átomos deshechas, ni las estrellas del cielo, ni de ese mar las arenas, fueran guarismo bastante para adivinar sus piezas*.

Endimión

Bien de tu valor lo infiero. Ya sé, pero el jardín deja porque las infantas vienen a él, y advierte que tengas muy presente en todo lance mi noticia y mi advertencia. (Presto será menester (Aparte.) que lo muestre pues d[e] entre esas celosías* de jazmines haré yo que la apariencia, horrorizando* la estancia, salga braveando una fiera tal que asuste con su vista, y Egina, en el riesgo puesta, verá que le da la vida de Gundumar la defensa*). Príncipe, el cielo te guarde.

Gundumar

Tu vida, Endimión, sea eterna para augmento60 de la mía.

60

960

965

970

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990

El ms. presenta esta forma arcaizante.

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Endimión [f. 88v (f. 26v)]

Señor, la de vuestra alteza importa tanto que, si ella mejor se conserva viviendo yo, me haré eterno. A Dios, que Egina se acerca.

123

995

(Dentro, la música.) (Música. 1) (Violines.)

A quien no quiere querer, ¿por qué le han de hacer 1000 los dioses amar? ¿Por qué ha de adorar quien ha de aborrecer*?

Gundumar

Voz que, esparcida en el viento, sirves a mi fantasía* 1005 con triste melancolía, da motivo al sentimiento, porque intentas con tu acento, cuando Egina se divierte, lograr con trágica suerte, 1010 pues, cuando está divertida, de la princesa eres vida y de mi vida eres muerte.

Música

¿Por qué, di, vengativo, ciego, infiel rapaz, 1015 me robas como tuya mi triste libertad?

Gundumar [f. 89 (f. 27)]

Cuando al aire, infausta, arrojas esos esquivos rigores, más que hojas tienen las flores 1020 siente mi pecho congojas. Si de tu lira no aflojas las cuerdas, ya me provoco y en el frenesí que toco, como mi dolor me acuerdas 1025 al compás que ellas son cuerdas, me voy yo volviendo loco61.

61 Juega el autor con la dilogía de la palabra cuerda, por un lado sustantivo referido a un instrumento musical; por otro, adjetivo antónimo de loco.

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL

Música

Si juzgan tus arpones que en mí se han de lograr, enséñame a querer 1030 y luego me herirás.

Gundumar

Estas macetas de canceles62 me sirvan, cuya espesura ver su beldad me asegura por ventana de claveles; 1035 el jardín, verdes doseles yenden con dulces juguetes y de Flora los pebetes63 muestran su obediencia ciega, mas yo me oculto, pues llega 1040 a pisar ya sus tapetes.

(Escóndese y salen Egina, Aurora, Doris, damas y música.) [f. 89v (f. 27v)] Música No intentes, dios alado, con dulce crueldad que desmienta lo fiero lo fino del disfraz*. 1045 Egina

Dejadme, dejadme todos, idos.

Aurora    Hermana, si estás melancólica, nosotras encontraremos quizá*, diversión* para tu alivio. 1050 Mira que es temeridad Doris entregarte a tu dolor. No te aflijas tanto, y más cuando podemos las dos, si algún indicio nos da 1055 62 cancel: «Antepuerta de madera, lienzo o cuero que defiende del aire, o a los que entran el que vean lo que está detrás de él» (Aut.). 63 pebete: «Composición aromática, confeccionada de polvos odoríferos, que encendida echa de sí un humo muy fragante y se forma regularmente en figura de una varilla» (Aut.).

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tu pena, hacer que tu pena se temple.

Egina     Pues [me] dejad.64 Todos

Ya te servimos.65 (Vanse todos menos las infantas.)

Gundumar

(¿Hay más bella crüeldad?)

(Aparte.)

Egina [f. 90 (f. 28)]

Aurora, Doris, hermanas, si queréis que tantas veces* como mi dolor repita multiplique el alma muertes, oídme porque se logre alguna vez que lo cuente, su activo tósigo66 injusto. Ya sabéis como, crüeles, de amor los ceños67 me asaltan y que yo, opuesta a sus leyes, estoy resuelta a morir antes que rendir me deje del común afecto torpe y que, aunque son las mujeres fáciles, como en el vulgo repiten los que las vencen, yo quiero ser la excepción desta regla, porque quede falso un principio que estriba en fundamento tan leve. Esto supuesto y también, supuesto que no merece* mano a quien oculto signo, con tanto empeño defiende

1060

1065

1070

1075

1080

64 Según lo que consta en el ms.: Pues dejadme. Se trataría de un verso hipométrico de siete sílabas que además rompería con la rima de este romance al no acabar con una a tónica. Por ello proponemos la regularización de anticipar el pronombre. 65 Verso hipométrico. Si tenemos en cuenta este verso con el anterior, podemos deducir que algún error de copia se produjo o que se trata de alguna modificación incluida por el copista. 66 tósigo: «Angustia, pena u dolor grande» (Aut.). 67 ceño: «Demostración o señal de enojo y enfado que se hace con el rostro, dejando caer el sobrecejo u arrugando la frente» (Aut.).

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[f. 90v (f. 28v)] [f. 91 (f. 29)]

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algún mortal que caduco, aun cuando eterno se cree, aspire a manchar las aras que debiera reverente adorar. Paso a la causa de cuyo influjo depende este dolor que me oprime, y este afán que me entristece* Esta nace* de que a impulso de opuesto signo celeste me pronostica el destino que, aunque se muestre rebelde, el corazón ha de ser despojo con que se augmenten los trofeos del amor, tejiendo yo los laureles. ¿Ya he de amar?, ¡qué frenesí! ¿Yo reducirme a que cuente sus victorias por mis triunfos?, ¿yo he de querer? Miente, miente el mundo y aun miente el cielo y todos cuantos creyeren que… Pero dejadme, idos, porque me irrito, de suerte cuando la memoria ingrata de su rigor me acomete, que si…

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1105

Suspende el enojo. 1110 Aurora      Doris

Egina bella, no intentes con tu rigor…

Egina       Doris mía, déjame, no me aconsejes. Idos, pues vuestra asistencia antes es de entristecerme 1115 motivo, que de aliviarme. Aurora

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Mi prontitud te obedece. (¡Amor, así facilitas un imposible en quien tiene

(Aparte.)

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puesta toda su esperanza 1120 mi congoja!)

(Aparte.) Doris      (Así parece* que el cielo quiere que Aristo la mano me dé). Divierte, hermana sola, el dolor, si es tu mal de tal especie 1125 que, con padecerlo todo, es con lo que no lo sientes. (Vanse y queda Egina sola y dice.) [f. 91v (f. 29v)] Egina

Fuentes de quien el mar cobra tributos, aves que murmuráis siempre parleras, flores que matizáis* las primaveras, 1130 del cielo estrellas y del campo brutos. ¿Cómo tenéis los ojos tan enjutos viéndome a mí llorar?, ¿cómo ligeras no sois para aliviarme las primeras y trocáis los matices* por los lutos? 1135 Mas, si la suerte me mira con tal ceño,68 determino burlarme de la suerte reduciendo a prisión* blanda de un sueño, a los sentidos que me dan la muerte. Le da este rato el fementido69 empeño. 1140 Viva siquiera yo hasta que despierte.

(Duérmese y se deja ver un poco Gundumar, en acción de querer salir.) Gundumar [f. 93 (f. 30)] 68 69

¡Qué misterioso designio! ¿Estoy dormido o despierto? ¿Es verdad esto que toco? ¿Soy distinto de mí mesmo? 1145 ¿Quién vio tan rara fortuna? Milagro hermoso si el cielo se humana tan fácilmente. porque se ocupa el desvelo

Verso hipermétrico. fementido: «Falto de fe y palabra» (Aut.).

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en discurrir ingenioso para conseguirle medios. Si el sueño fue de la muerte imagen, repite el sueño siquiera porque yo viva mientras tú te estás durmiendo. Si con el velo tu aurora luce con tantos reflejos, ¿quién pudiera ver tus ojos si le quitaras el velo? Duerme, porque los jazmines que a tu frente están atentos copien sus divinos ampos70 sin el susto de perderlos; deja que el clavel se corra71 de ver tus labios abiertos y permite se deshoje, mientras que se rompen ellos de tu mano a la azucena, duplicado el sentimiento y, si le faltan las hojas, ponga en su tronco tus dedos [f. 93v (f. 30v)] el botón72 que aún no despliega la flor que oculta en su centro, aprenda a verse apretado de tu talle a ser estrecho. Nada permite a la vista su belleza*, solo advierto que multiplica las flores, un pie sobre el otro puesto. Dichoso quien llega a verte y más cuando…

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(Sale Endimión a el jardín.) Gundumar         (Mas, ¿qué veo (Aparte.) un bulto, penas a espacio sale a el jardín con silencio? ampo: el color blanco como el de la nieve no pisada. correrse: «Avergonzarse. Tener empacho de alguna cosa que se ha dicho o hecho» (Aut.). 72 botón: «En el árbol es el nudo o tumor que engendra la yema que concurriendo el jugo y humor vital se abre y produce las hojas» (Aut.). 70 71

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Esperaré, cielo santo. Mucho mi fortuna temo). 1185 (Vuelve a ocultarse.)

Endimión

Aquí del primer peligro exponerle a el primer riesgo determino sea una sierpe73 la que, la forma mintiendo, le dé ocasión* a la empresa. 1190

[f. 94 (f. 31)] (Va andando hacia donde habrá unos ramos.)

Desta parte hará mi ingenio que a fuerza de mis conjuros salga.

(Escóndese y vuelve Gundumar a dejarse ver.) Gundumar    Que fue, creo,74 destos floridos planteles el que pasó jardinero. 1195 Oh, ignorante, si supieras qué flor sus recintos bellos guardan, quizá* te debiera más atención tu respecto; pero, ya que tu bastarda 1200 naturaleza no fueron sus rayos rémora activa para deternerte, intento ser yo quien logre esta dicha, bien que entre tantos recelos, 1205 que apenas pongo la planta cuando, estribando en el miedo de su rigor, titubean aun los mismos pensamientos.

73 Tradicionalmente la serpiente, desde el relato de creación del Génesis, se ha mencionado como símbolo de la falsedad. 74 Verso hipométrico que mantiene, sin embargo, el esquema métrico.

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(Va saliendo poco a poco y ve que se mueven las hojas hacia donde está oculto Endimión.) [f. 94v (f. 31v)]

Pero entre los verdes mirtos, 1210 más que vulgar movimiento, si no me afecta me advierte de que… Pero, ¿qué estoy viendo?

(Va saliendo, como desenroscándose, una serpiente de entre los bastidores.)

¿Qué vestiglo75 pudo ser de más horroroso ceño 1215 el que de alguna montaña aborto saliese haciendo horrorizar* con sus silbos las hayas y los enebros?

(Va saliendo la sierpe haciendo ademanes de acometer a Egina como lo dicen los versos.) ¿Qué haré? Pues si a resistirla me arrojo, en peligro dejo a Egina, si no la mato y si a la princesa atiendo dejando libre ese bulto, permanece* el mismo riesgo. ¿Sin armas cómo podré exponerme? Mas, ¿qué temo? ¿Cómo en discurrir me paro cuando el peligro es tan cierto? [f. 95 (f. 32)] Viva Egina aunque yo muera. No hay que discurrir: primero es su vida que la mía. A sacarla me resuelvo en mis brazos* y, en dejando libre su belleza, vuelvo a conquistar valeroso este impensado trofeo. Esto ha de ser antes que se arroje. 75

1220

1225

1230

1235

vestiglo: «Monstruo horrendo y formidable» (Aut.).

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(Sale Gundumar y coge a Egina en los brazos* y despierta Egina asustada.)    Prodigio bello, mátame como te libre76. 1240 (Vase.) Endimión

(Sale Endimión.) (Ya conseguido el efecto, [(Aparte.)] Desvaneceré* el asombro antes que con el acero 1245 salga). Gundumar, ea, deja ese fantástico, aéreo bulto, y vuélvete al no ser, en que hallaste el ser primero.

(Húndese* la sierpe y dice dentro Gundumar.) [f. 95v (f. 32v)] Gundumar

Ahora, monstruo, verás cómo, cortándote el cuello, te pongo a los pies de aquella 1250 (Sale con la espada desnuda.)



a quien venenoso aliento intenta infestar; mas ¿dónde pudiste encontrar tan presto o el sepulcro que te oculta o el cóncavo en cuyo güeco77 1255 asegurada defiendes tu vida? (Sale toda la compañía.)

76 Cfr. la comedia de Agustín de Salazar y Torres, Los Campos Elíseos: «Aguarda, espera, detente, / hermoso prodigio bello. Qué bien ha disimulado / no conocerme!» (Valencia: Josef y Tomás de Orga, 1782, p. 14). 77 En el ms.: hueco.

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Teobaldo      Gundumar, ¿qué es esto?78 Todos

¿Quién da voces*?, ¿quién te altera?

Gundumar

Oye, gran señor…

Teobaldo        Ya atiendo. Gundumar

Sabrás que… (Dentro voces*.)

Voz       Al cuarto venid 1260 de Egina que de su lecho el dosel* ocupa muerta. Teobaldo

Vamos.

(Vase.)

Todos     ¿Qué encantos son estos? Aurora

Todo es sustos.

(Vase.)

[f. 96 (f. 33)] Doris       Todo asombros. (Vase.) Lidoro

Y todos son embelecos. 1265 ¿Quién diablos me metió aquí? ¿En dónde van los sucesos? Por mágica necesaria*, o secreta, que es lo mesmo. Mejor fuera, que no golpes, 1270 andar friendo buñuelos.

(Córrese la mutación del jardín y se da fin a la segunda jornada.)

78

Verso hipermétrico.

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JORNADA TERCERA (Suenan dentro voces* grandes venatorias.) Primero No quede, cerdoso* bruto,79 en esa vasta montaña, a quien no hieran las puntas de las flechas, cuyas alas para dar muerte hallan vida, de Egina en la mano blanca.

1275

Peneo

Vengan a morir las fieras pues las racionales ansias* confiesan que solo vive aquello que Egina mata.

Música [f. 96v (f. 33v)]

Pues trinen las aves haciendo la salva a Egina, deidad de la tierra que triunfa venciendo al amor su constancia80.

Unos

Al llano.

1280

Al soto. Otros      Unos         Al prado. Teobaldo

Id a prevenir la caza

79 cerdoso bruto: se refiere al jabalí. Es denominación también plenamente barroca, por cuanto aparece en comedias anteriores. 80 Cantarcillo de sabor barroco, que recuerda los versos de Sor Juana: «Yo, que pues el mejor Sol / baña de luz soberana, / de esplendores de oro, y grana, / el hemisferio Español: / a su divino arrebol, / haciendo salva las aves, / sonoras, dulces, y graves, / el vuelo a su luz inclinen» (Inundación Castálida. México: Instituto Mexiquense de Cultura, 1995, p. 417).

133

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en tanto que la princesa en esta vega descansa*.

(Córrense los bastidores y se descubre una perspectiva de monte en que había cuatro árboles y salen de caza el rey, Egina, damas, lo[s] príncipes, algunos monteros y Lidoro.) Monte

Fatigaremos el monte 1290 con la pluma y con la bala. (Vanse.)

Teobaldo [f. 97 (f. 34)]

Egina, ¿no te divierte tanta confusión* extraña de objetos?, ¿no te entretiene toda esa máquina varia que se acredita de acorde con su misma disonancia? ¿Qué es posible que ha de dar a la nieve de estas canas tu rigor pues repetido nueva ocasión* de ser blancas? ¿Qué tienes que te entristece*? ¿Qué te asusta? ¿Quién te agravia? ¿No eres mi hija? ¿No eres de toda la excelsa81 casta augusta regia diadema heredera? ¿Qué te falta? ¿Qué ilusión* es la que hace* toda la razón trocada hace incapaz* tu razón? ¿No oyes? ¿No ves? ¿No andas sin susto y en cada acción una sombra te acompaña? Ya sientes fuego, ya finges para sentirle la llama, ya de una fiera te asustas dando ser a lo que es nada, ya te entristeces*, ya lloras. Egina, dime la causa que a tanto extremo te obliga.

81

1295

1300

1305

1310

1315

1320

En el ms.: exselsa. Corregimos.

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Egina

Atiende, si has de escucharla. Labre el rigor poco a poco, de mis iras las palabras.

(Aparte.)

(Sale Gundumar al paño con escopeta.) Gundumar [f. 97v (f. 34v)]

hacia lo fragoso inculto destas descompuestas matas 1325 se retiró. Mas ¿qué miró? Aquí la beldad ingrata con su padre está. Oiré, si lo permiten mis ansias*, lo que dice. Amor me asista. 1330

Teobaldo

¿Qué te suspende?, ¿qué aguardas? Ella está fuera de sí.

Egina [f. 98 (f. 35)]

Digo, señor, que la causa, yo no sé lo que me digo, (Aparte.) de mi dolor es tan rara 1335 que, si bien sé padecerla, acierto mal a explicarla. Es un frenesí, un delirio, una pasión*, una rabia, un dolor, una fatiga, 1340 una congoja y una ansia* de unas circunstancias tales que opuestas las circunstancias, militan tan desiguales en el pecho que no halla 1345 la razón el distintivo de una otra, antes se agravia la oposición* aquel rato que alguna excede82 o iguala a la otra, porque entonces 1350 están suspensas las armas. Esta lucha es la que en mí Ocasiona* las mudanzas que dibuja, poco a poco, de mi variedad el mapa 1355 destas imaginaciones.

82

(Aparte.)

En el ms.: exede. Corregimos.

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[f. 98v (f. 35v)]

Tiranizada está el alma sin saber de qué principios, pudo nacer esta causa. Sólo sé… Pero ¿qué digo? 1360 si no alcanzo* a saber nada; todo, Teobaldo, lo ignoro y, si no quieres que caiga entre las flores difunta sirviendo de urna de plata 1365 ese arroyo a mis cenizas*, déjame, que me maltratas. ¿Qué me quieres?, ¿qué me afliges? ¿No basta, señor, no basta mi dolor sin que al dolor 1370 nuevo martirio le añadas? Sola conmigo me alivio. Dejadme sola.

Teobaldo       Mal hayan esos celestes influjos, cuyas luces siempre infaustas 1375 así amenazan mi vida, cuando la tuya amenazan. (Vase Teobaldo.) Gundumar

Soledad y amor me den osadía para hablarla83 pero éntrese discurriendo, 1380 percibo la consonancia de las voces. No grosera corte impaciente mi planta el hilo de sus discursos.

Egina

Salgan del pecho las ansias* 1385 que estaban dándome muerte mientras en el pecho estaban. ¿Qué es esto que siento? ¡Cielos! ¿Qué cebándose* en el alma lo que empieza a ser cariño 1390 infeliz estrago acaba?

83

Nuevo caso de laísmo.

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encanto y triunfo del amor

¿Si será agradecimiento? [f. 99 (f. 36)] No, porque a serlo lograra algún mortal el laurel de acreedor de mis ansias*. ¿Si será amor? Voz infame, que así grosera profanas mi labio, ¿cómo atrevida sobre el carmín de sus aras sin abrasarte estuviste? Pues para que te abrasaras fuera un volcán en mi pecho el auxiliar de sus llamas. ¿Pero de qué me enajeno? ¿No soy mujer? Cosa es clara. Luego amar puedo. Es así. Pues si aquí no hay repugnancia, ¿no puede nacer de amor este efecto que me ultraja? No hay duda. Pero si hay duda y miente otra vez el alma si amante me imagino. Pero denos84 que yo amara, ¿quién pudiera ser objeto?

137

1395

1400

1405

1410

Gundumar [f. 99v (f. 36v)]

O mi dicha o mi desgracia 1415 está en su misma respuesta.

Egina

¿Quién en el mundo se hallara digno?, ¿qué es digno? Capaz,* ¿Qué es capaz?* ¿viven mis ansias?* ¡Qué trate lo que aborrezco!* 1420 ¡Qué halague lo que me agravia! ¿Qué esté inquiriendo mi muerte cuando pretendo evitarla? Sin tiempo me descompongo. Vuelvo a preguntar. Si amara, 1425 ¿quién pudiera ser? (Dentro.)

Peneo. Voz          84

Así en el ms. original.

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Egina

Mientes, infame voz vaga.

Voz

Venció el cerdoso despojo.

Egina

Tirano acento, te engañas porque sobre ser Peneo, 1430 un príncipe que no iguala, a mi sangre y mi grandeza. (Sale Peneo al paño.)

Peneo [(Aparte.)]

(¿Qué es esto que oyen mis ansias?* ¿Así Egina me desprecia, así mi nombre se ultraja?) 1435

Egina [f. 100 (f. 37)]

Basta para aborrecerle sin que se busque otra causa sin rendimiento grosero, pues sabiendo que me cansa repitiendo adoraciones 1440 odios engendra en el alma; luego no pudiera ser Peneo el que se llevara el triunfo.

Peneo     (¡Qué aquesto escuche!) [(Aparte.)] Egina

Quien llegue a ser no lo alcanza 1445 mi duda.

Dentro Voz     Aristo será. Egina

Otra y mil veces* te engañas.

Voz

Quien le siga hasta matarle. (Sale Aristo y se detiene al paño.)

Egina

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Porque la llave dorada del pecho no he de entregar 1450 a Aristo, cuya arrogancia

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antes que no a merecerla aspiraba a despreciarla.

Aristo [f. 100v (f. 37v)]

(¿Qué es esto que dice Egina? [(Aparte.)] ¿Qué frenesí la maltrata? 1455 ¿Yo, arrogante, la desprecio? ¿Vive amor?)

Luego es bastarda Egina        la inclinación de mi pecho y no es amor, cosa es clara, porque quien no tiene objeto fingidamente idolatra. Qué bien inferí de amor en mi dominio la armas: si las tira, se le rompen; se tuercen, si las dispara. Mas, ¡ay!, que no sé qué ardor (bien que fue centella escasa) se introdujo en una flecha cuya irremediable entrada supo empezar* por pavesa abultarse, después brasa, pasar luego a ser incendio hasta coronarse llama. Amor es. Ya lo publico, cuyo afecto se declara mucho menos si se dice y mucho más si se calla. Yo idolatro… [f. 101 (f. 38)]

1460

1465

1470

1475

(Dentro Lidoro.)

Lidoro       A Gundumar. Egina

Eso sí, lisonja alada, ven en los brazos* del viento. 1480

Gundumar

(¿Quién esto escucha qué aguarda?)

Egina

A Gundumar idolatro, tan rendida y tan esclava, que a mí misma me avergüenza

Encanto y triunfo del amor.indb 139

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DIEGO DE TORRES VILLARROEL



la violencia que me arrastra. 1485

Peneo

(Ya mi esperanza murió).

Aristo

(Ya falleció mi esperanza). (Dentro Lidoro.)

Lidoro

Gundumar, señor.

Egina        Qué bien hace la voz que me halaga en repetirme el alivio; 1490 ya mi pasión* declarada está. Si acaso perdido, conducido de la caza, llegara ahora a mis ojos. (Sale Gundumar.) Gundumar

¿Y cuándo mejor llegara 1495 que cuándo puedo serviros?

Peneo

(¿Qué esto vea y que no salga?)

[f. 101v (f. 38v)] Aristo

(¿Qué esto mire y me detenga?)

Egina

Pues ¿cómo vuestra arrogancia atrevida y descortés 1500 osa profanar las aras de mi respecto? (Que mal (Aparte.) sabe fingir quien bien ama). ¿Cómo sin temor del riesgo os condujo aquí la planta? 1505 (El cielo le dé disculpas (Aparte.) sólo porque no se vaya). ¿No respondes?

Gundumar       No, señora, porque los labios no hallan voces para responderos. 1510

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Egina

Atrevimientos no os faltan.

Gundumar

Quizá* tendréis vos la culpa.

Egina

¿Yo? ¿De qué suerte?

141

Gundumar         A ocultarla me obliga vuestro decoro. Egina

Si doy licencia, ¿qué aguardas? 1515

Gundumar [f. 102 (f. 39)]

¿Pues no es bastante disculpa oír que tú deseabas que viniese?

Egina      ¿Yo? ¿A qué fin? Peneo

(Ya mi congoja no es tanta).

Aristo

(Ya no es tanta mi fatiga). 1520

Egina

Aún las disculpas os faltan.

Gundumar

Y aún a más puedo atreverme.

Egina

Yo no os entiendo.

Gundumar        Es bien clara la razón, pues escuché no sé qué voces armadas 1525 de un imán que de mis hierros violentamente tiraba. Egina

¿Estáis en vos?

Gundumar       No, señora, que este rato en vos estaba y así no estoy en mí. Egina         Es verdad 1530 y aquesa disculpa os valga para que no os dé el castigo

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merecido con la bala este crüel instrumento.

Gundumar

Mucho matas, si me matas. 1535

Egina [f. 102v (f. 39v)]

Antes es poco trofeo de mi ceño tu arrogancia. huye, pues, de mi presencia, préstete el temor sus alas.

Gundumar

Sólo son las del respecto, 1540 Egina, las que me apartan, perezosas cuando vuelan y veloces cuando paran. Guárdeos el cielo.

Egina        Advertid… Gundumar

¿Qué decís?

Egina      No digo nada. 1545 Que os ausentéis. Gundumar        Ya obedezco. Egina

Y mirad…

Gundumar     ¿Qué he de ve[r]? Egina            Basta. Idos, idos no me irrite.

(Paséase.)

Gundumar

(Vase.)

Me voy porque tú me lo mandas.

Peneo No es tiempo de hablar ahora. Aristo Voyme sin llegar a hablarla85. Egina

(Vase.) (Vase.)

Mucho fue que no saliesen, desde el pecho a las ventanas,

85 Nótese el laísmo, frecuente en la época tanto que Rafael Lapesa llega a hablar de una «oleada laísta hasta el siglo xviii». Cfr. Historia de la lengua española. Madrid: Gredos, 1981, p. 471.

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[f. 103 (f. 40)]

143

del labio mis dulces, tiernas, amorosas, finas ansias*. 1555 Hice mucho en reprimirme. (Sale Gundumar al paño.)

Gundumar

Empeñado en adorarla, aun cuando más me desprecia, mis cariños la idolatran. Si logra triunfos esquiva, 1560 siendo afable, ¿qué lograra?

Egina

¿Por qué a quién adoro ofendo? ¿Por qué mi esquivez maltrata a quien rinde altar el pecho? ¿No es fina su fe? ¿No basta, 1565 por librarme del peligro. sacarme de entre las llamas? ¿No me empeña aquella acción cuando en el jardín turbada, sin atender a su riesgo, 1570 hizo de sus brazos alas para defender mi vida? Ya siento el ver que sus ansias*, sabiendo ser bien servidas, se lloren tan mal pagadas. 1575 Si le viera…

[f. 103v (f. 40v)] (Sale Lidoro asustado.) Lidoro      ¡Gundumar! Gundumar

(Que este necio así llegara a frustrar toda mi dicha).

Egina

¿A quién llamáis?

Lidoro        A una enana, mujer de un enano, tío 1580

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de un cuñado de una alnada86 de la mujer de mi suegro87.

Egina

¿Cómo la enana se llama88?

Lidoro

Gundumar.

Egina      Sois malicioso. Lidoro

Vuestra alteza es avisada. 1585 (¿Qué va que me da una felpa89?) (Aparte.)

Dentro música

Muera a los ecos de amor, quien sus arpones quebranta, tomando a sus iras las mismas plantas. 1590 Contra una impiedad, gloriosa venganza.

Egina [f. 104 (f. 41)]

Voz, que asustando mi vida así mi vida amenazas, ¿cómo vencerá el rigor 1595 a quien el halago extraña?

Endimión

(Sale Endimión al paño, de pieles.) Ya en el segundo peligro dichosamente contrasta el valor de Gundumar, el engaño de mi magia. 1600 Será feliz si el empeño ni le asusta, ni acobarda. (Vase.)

Música

Escucha, porque lo admires.

Lidoro

Aquí no corta mi espada.

(Vase.)

86 alnada: «El hijo o hija que traen los casados al matrimonio respecto del hombre o mujer con quien le contraen. Llámanse también antenados o entenados» (Aut.). 87 Nótese la ‘complicación genealógica’ que responde a una evidente finalidad humorística. 88 En el ms.: lama. Corregimos. 89 felpa: «Se llama en estilo jocoso la zurra de palos que se da a alguno y se dice regularmente felpa rabona» (Aut.).

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Música

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Cíclopes90, soldados míos, 1605 vengad las iras sagradas vistiendo humanos ropajes a esas vegetables hayas.

(A esta copla se vuelven las devanaderas91 con que están los árboles y aparecen cuatro gigantes armados.) Los cuatro

Ya nos tiene tu precepto dominando la campaña. 1610

Egina

¿Qué intentáis, monstruos diformes92? (Teobaldo, soldados, guardas.)

Los cuatro [f. 104v (f. 41v)]

Conducir tu ingratitud del consistorio93 a las aras, donde preside el vendado augusto, regio monarca. 1615

Música

Haced carroza inculta94 de vástagos y ramas, en cuyos verdes hombros a mi presencia* llegue quien me ultraja.

(Aparece* de repente una carroza* que tirada de los gigantes cogiendo en ella a Egina haga ademán de vuelo y sale Gundumar arrancando la espada.) Gundumar

Primero que cobardes los alientos 1620 ejecuten sacrílegos intentos, a el filo de esta espada quedará su osadía malograda.

(Batalla con los cuatro y, mientras dura, canta la música y representan alternativamente.) En el ms.: Sicoples. Hay una evidente traslación de la l. devanadera: «Instrumento sobre el que se mueve un bastidor pintado por los dos lados para hacer mutaciones rápidas en los teatros» (DRAE). 92 diforme: podemos atribuir al copista este uso ya que, a lo largo del siglo xvi, va disminuyendo el cierre de la vocal no acentuada en i y es más bien raro durante el siglo xvii. 93 consistorio: «El consejo, tribunal o juzgado donde se ven y deciden las causas y litigios en común, así sacras como civiles, criminales y económicas» (Aut.). 94 inculta: se refiere a que la carroza esté poco ‘aderezada’. 90 91

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Música

¡Muera quién sacros intentos frustrar intenta! 1625

Gigantes

¡Muera a nuestras manos!¡Muera! (A otro lado música.)

Música

¡Viva quién con noble aliento logra su dicha!

Gundumar

¡Viva contra tanto monstruo! ¡Viva!

Música [f. 105 (f. 42)]

¡Muera quién de amor las leyes 1630 tirana desprecia!

Gigantes

¡Muera pues así se opone! ¡Muera!

Música

¡Viva quién con noble impulso con su valor se eterniza!

Gundumar

¡Viva porque el lauro alcance! ¡Viva! 1635 (Voces y música a un tiempo.)

Gigantes

¡Viva quién vence…

Gundumar

¡Quién defiende viva…

Gigantes

…de una deidad los rigores crueles!

Gundumar

…de una deidad las iras propicias!

Unos

¡Viva!

¡Muera! Otros     ¡Muera! Otros         Unos           ¡Viva! (Dentro voces.)

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Favor, porque cuatro monstruos 1640 toda la estancia horrorizan.

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Voz

Busquen a la infanta todos.

Unos

¡Viva!

147

Otros    ¡Muera! Otros        ¡Muera! Unos           ¡Viva! (Sale toda la compañía y desaparece* de repente toda la apariencia de gigantes y carroza, y queda Gundumar con la espada en la boca abrazad[o] con Egina). [f. 105v (f. 42v)] Gundumar No me negarás, señora, aunque lo intenten tus iras, 1645 que esta vez* no es menor deuda, la que tienen que la vida no dudaras. Teobaldo      ¿Pues qué es esto? Gundumar

Es librar, Teobaldo, a tu hija de todo el rigor del cielo. 1650

Peneo

Princesa.

Señora. Aristo      Teobaldo        Egina. Todos

¿Quién motivó el alboroto?

Egina

Dejadme, viven mis iras, que no ha de rendirse el alma aunque de amor las impías 1655 violentas armas me asalten.

Endimión

Qué bien fabricó su dicha Gundumar, el cielo quiera darle el premio.

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Teobaldo      A esa vecina* fábrica95 vaya la gente, 1660 donde pueda divertida, con el sarao la infanta recobrarse. [f. 106 (f. 43)] Aurora     (Así propicia mi mano alcance Peneo).

(Aparte.) 1665

Doris

(Así de Aristo la mía, haciendo un broche de plata, deje las almas unidas.)

(Aparte.)

Teobaldo

Vamos mientras el rigor de mi signo se suaviza. (Vanse todos y quedan Lidoro y Estela.)

Lidoro

Estela, ¿también te vas? 1670

Estela

¿Pues qué quiere el bobalías96?

Lidoro

Quererte así97 un poquito.

Estela

¿Pues de esa suerte atrevida su lengua tiene valor para hablarme?

Lidoro       Si usiría98 1675 se humanara99 tanto cuanto, en mí hallara… Estela       ¿Qué? fábrica: «Se toma regularmente por cualquier edificio suntuoso» (Aut.). bobalías: «El que es muy bobo, y corresponde al aumentativo de bobazo, y casi significa lo mismo. Es voz vulgar» (Aut.). Cfr. el siguiente texto del Cicerón, de Isla: «Me hace reír tal qual don Bobalías, que nos quiere encajar, y aun lo pretende, haver hecho un gran libro en pocos días» (Ed. Giuseppe de Gennaro. Madrid: Real Academia Española, 1965, en CORDE). 97 Eliminamos una de las dos veces en que consta la palabra así en el ms. 98 usiría: «Se usa en lugar de vuestra señoría de quien es síncopa» (Aut.). 99 humanar: «Convertir en hombre. Es usado entre los poetas» (Aut.). 95 96

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Lidoro           Una pizca de aquello que llaman… Estela           ¿Cómo? Lidoro No sé cómo me lo diga. Estela

Hablando. ¡Lindo capricho!100 1680

[f. 106v (f. 43v)] Lidoro

Esta décima lo explica.

Estela

¿Que es poeta?

Lidoro       Aunque te pese. Estela

Vaya esa bachillería101.

Lidoro

Vaya, si quïera porque en el patio no se diga 1685 que estaba el gracioso mudo, porque hay muchos que no miran que lo serio ha de ser serio y las comedias [se] estiman sólo por el botón gordo102. 1690 Oye y digo.

Estela      Escucho y diga. Lidoro

Tengo un cierto torcedor103

Típica expresión barroca que equivale a «qué pregunta». Se encuentra frecuentemente en las comedias del Siglo de Oro, como en El valiente Campuzano, de Fernando de Zárate: «—¿Qué tienes? —Lindo capricho. / Dígame ucé, la señora» (Dramáticos posteriores a Lope de Vega, t. I. Ed. R. Mesonero Romanos. Madrid: BAE, 1855, p. 584b). 101 bachillería: «Locuacidad sin fundamento, conversación inútil y sin aprovechamiento, palabras, aunque sean agudas, sin oportunidad e insubstanciales» (Aut.). 102 Es decir, por la comicidad, pues el botón gordo, como la caperuza y el sayo del bobo, representan la vestimenta del gracioso. Cfr. José F. Isla, Fray Gerundio de Campazas: «Si has encontrado con alguno que se vistiese el botón gordo, con la caperuza y saco de bobo y el látigo de vejigas en la mano —que es el uniforme de los satíricos— para desterrar del mundo esta epidemia» (Ed. José Jurado. Madrid: Gredos, 1992, p. 154). 103 torcedor: «Metafóricamente, se llama cualquier cosa que ocasiona frecuente disgusto, mortificación o sentimiento» (Aut.). 100

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[f. 107 (f. 44)]

que de dar vueltas no deja, siendo el alma la madeja de que es ovillo el amor. 1695 Anda siempre alrededor dando mil vueltas a tiento (ya por decirlo reviento) precipitado en su hoguera ¿dónde es la devanadera? 1700 Mi volteado entendimiento.

Estela

¿Pues que él ama?

Lidoro        [Uced] dirá,104 que es tan llana como linda. Estela

¿Y a quién, si puede saberse, se atreve?

Lidoro      Por ahí, a una niña. 1705 (Dentro Música.) [Música]

A Egina aplaudiendo consagre el respecto rendido, su mismo respecto.

Estela

Ya se comienza el sarao.

Lidoro

Digo. Después nos veremos. 1710

Estela

Esa ya es mucha llaneza*105.

Lidoro

Adiós, reina.

Estela      Agur, podenco106.

(Vase.) (Vase.)

104 En el ms., verso hipermétrico: vuesa merced dirá. Sugerimos esta posibilidad para obtener la regularidad métrica. 105 Cfr. el auto al nacimiento de Cristo Las astucias de Luzbel contra las divinas profecías: «—Es fuerza le jeringuemos. / —Esa ya es mucha llaneza» (Ed. suelta, s.l., s.a. [s. xviii], p. 10b. Biblioteca de la Universidad de Oviedo). 106 agur, «adiós», es palabra de despedida procedente del vasco. Y podenco es insulto más típico del teatro cómico breve, como muestra el siguiente pasaje de El pleito del pastor, de don Ramón de la Cruz: «Paca. Vámonos todas corriendo, / que es tarde ya. / Mozo. Adiós, mucha-

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(Córrense los bastidores en apariencia de palacio y salen las damas y galanes detrás, Egina muy triste y detrás, Teobaldo y acompañamiento.) Música

A Egina aplaudiendo consagre el respecto rendido su mismo respecto. 1715

(Van dando vueltas y siéntanse las damas y galanes, [f. 107v (f. 44v)] de modo que no se impida el frontis107 del coro.) Teobaldo

Príncipes*, hoy es dichoso quien en batallas de ingenio venza a Egina.

Los tres       Proponed del amor enigma bello, que, si el argumento sois, 1720 debéis dar el argumento. Egina

(¡Oh, máteme mi dolor! ¡Quée me castigue así el cielo!)

(Aparte.)

Aurora No la pasión* te arrebate. Doris No turbes así el festejo. 1725 Egina

Pues pruebe vuestra razón por qué razón aborrezco*.

Peneo

Yo digo que porque amáis.

Aristo

Yo afirmo que por empeño.

Gundumar

Yo que por no poder más. 1730

Egina

¿Y en qué os fundáis?

Yo lo pruebo. Los tres          

chas, / y rabiar. / Todas. ¡Anda, podenco!» (Ed. Emilio Cotarelo. Madrid: Bailly-Baillière, 1915, en CORDE). 107 frontis es la «fachada o frontispicio de alguna fábrica u otra cosa» (Aut.).

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Música [f. 108 (f. 45)]

Lid generosa se trata, y si los entendimientos infelices*, si lo yerran, trágicos, si dan en ello. 1735 Porque su empeño es la razón mas propia de su empeño, viviendo ciego lince dentro del alma su sacro incendio, en cuyo centro la precisa* 1740 a adorar no poder menos.

Peneo

Ya respondió por los tres dulcemente aquel acento, pues afirma que adoráis, aunque ignoráis el objeto. 1745

Él y música

Viviendo, ciego lince108, dentro del alma su sacro incendio.

Aristo

Y dijo la voz por mí: el principio de su ceño, pues su rigor aborrece*, 1750 sin tener motivo cierto.

Él y música

Porque su empeño es la razón, más propia de su empeño.

Gundumar [f. 108v (f. 45v)]

También mi respuesta fundo del dulce metro en los ecos, 1755 pues por oculta influencia del amor ahora es su pecho.

Él y música

En cuyo centro la precisa* a adorar no poder menos.

Egina

Miente la voz. (Clarín y caja.)

108 Oxímoron, también muy del gusto barroco, por cuanto se repite en diversas fábulas y comedias mitológicas, como en la de Ana Caro de Mallén, Valor, agravio y mujer: «Opiniones / son del ciego lince amor» (Ed. Vern G. Williamsen. Universidad de Arizona, 1995, p. 41). Consultable en línea en CORDE.

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Dentro       Toca al arma. 1760 Y de mi furor esento, desde el muro hasta el palacio, no quede memoria al tiempo. Unos



¡Arma, arma!

Otros       ¡Viva, viva! Todos

Lisipo, príncipe nuestro. 1765

Teobaldo

¿Qué rumor bélico es este? Acudid todos.

(Caja, tiros y clarín.)

(Sale Endimión.) [Endimión]       Teneos. Príncipes, Teobaldo, Egina, (eche aquí mi ciencia el resto (Aparte.) dándole postrer asalto a la princesa*) ya es tiempo de acreditar el valor, pues talando a sangre y fuego nuestro[s] persianos dominios109, [f. 109 (f. 46)] Lisipo, monarca griego, ha llegado hasta la corte, con tan cauteloso acuerdo, que fue primero despojo que empezase* a ser trofeo. Ya en el alcázar reside y del palacio hecho dueño, te buscan para prenderte110. Desde aquí tu mismo riesgo te mostraré. Esto fue fácil, a causa de que advirtieron tu ausencia y tu mucha paz, en cuyos polos movieron

1770

1775

1780

1785

109 Cfr. Calderón, Afectos de odio y amor: «Cuando mi orgullo ciego, / talando a sangre y fuego, / entre, desde la encina hasta la caña» (Obras completas, II, Comedias, ed. Ángel Valbuena Briones. Madrid: Aguilar, 1956, p. 1771b). 110 Cfr. Calderón, El mayor monstruo del mundo: «Sabiendo que Antonio es muerto, / parciales y divididos / te buscan para prenderte» (Obras completas, I, Dramas, ed. Ángel Valbuena Briones. Madrid: Aguilar, 1959, p. 452b).

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tu ruina, con su osadía. (Aparte.) (¡qué bien finjo siendo aéreo todo lo que he de abultarles!) 1790 Mira si a tanto ardimiento puedes hacer resistencia, y más cuando aclaman ciegos

Él y dentro

a Lisipo, rey de Persia.

Egina [f. 109v (f. 46v)]

Príncipes, mi mano ofrezco 1795 a quien defienda a mi padre.

Peneo

Pues ya por mía la [a]cepto, siendo un Marte en su defensa.

Aristo

Yo aspiraré a ser tu dueño, venciendo el griego prodigio 1800 con mi liviano ardimiento. (Vase.)

Doris

(Hágate el cielo infelice).

Aurora

(Desdichado te haga el cielo).

Gundumar

Yo, aunque el último me oponga, he de triunfar el primero. 1805

Endimión

¿Cómo contra tantas armas?

(Vase.)

(Córrese el bastidor y aparece una muralla con algunos soldados y en medio Lisipo*, con bastón de general, todos con espadas desnudas, y dicen:) Todos

¡Viva Lisipo*, nuestro dueño!

Teobaldo

¿Quién vio suceso tan raro?

Gundumar (Aparte.)

(Este es el tercer encuentro que pronostica mi dicha). 1810

Lisipo

Valerosos caballeros, yo soy Lisipo*, de Grecia el legítimo heredero y mía toda la Persia*, y, si alguno, cuerpo a cuerpo, 1815

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[f. 110 (f. 47)]

quiere singular batalla, suba al muro, que yo ofrezco* seguridad hasta que conmigo mida el acero. ¿No hay quién venga? ¿Están dormidos 1820 los ánimos o suspensos?

Gundumar

Bárbaro arrogante, aguarda y verás en un momento desvanecidos los humos de tu soberbia.

Lisipo       Aquí espero. 1825 (Sube Gundumar por la escala y abrázase con Lisipo* y caen por la muralla y, al mismo tiempo, desaparece la perspectiva de muralla y se corre la de templo, como al principio de la comedia, y queda Gundumar como caído a los pies de Egina y sale toda la compañía.) Gundumar [f. 110v (f. 47v)]

Ya, rebelde, a mi pie miras de tus sienes el trofeo, ya te rendí; mas ¿qué miro? ¿Dónde está el bárbaro fiero con quien descendí arrojado? 1830 ¿Cómo es ya el palacio templo? ¿Quién finge tantos engaños? Divino, raro embeleso*, tres veces libré tu vida, ¿y si quiera una merezco* 1835 salir de tantos asombros? Dime la causa. (Suenan instrumentos.)

Egina       Del cielo el oráculo la diga. Gundumar

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Y en la lid de mis afectos, ya que Amor me dio victorias, 1840 coróneme Amor de premios.

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(Canta Circe y las cuatro ninfas en las columnas, como en la primera apariencia de la primera jornada111.) Circe

Egina, ya cesaron mis influjos severos112 y, aunque no quiero querer, que quieras quiero. 1845 Porque sabe Amor, alado y ciego, vencer con los encantos los imposibles bellos.

[f. 111 (f. 48)] Egina

Yo a sus arpones me rindo, 1850 a quien ya no esté violento mi pecho.

Ella y música     Porque sabe Amor, alado y ciego, vencer con los encantos los imposibles bellos. 1855 Los príncipes

¿Y quién del favor será entre los tres el sujeto? (Canta Circe.)

Circe

Aquel que supo, discurrir atento, siguiendo el problema, 1860 ser su pecho un fuego.

Toda música

En cuyo centro la precisa* a adorar no poder menos.

Gundumar

Ese fui yo.

Allí las ninfas salen en compañía de la diosa Vesta, no de Circe. También recuerda a Calderón, que escribe en Apolo y Clímene: «Esto es salirse los hados / con sus influjos severos,/ y yo con mis ciencias» (Obras completas, I, Dramas, ed. Ángel Valbuena Briones. Madrid: Aguilar, 1959, p. 1908 a y b). 111 112

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Egina       Y yo tu esposa. Gundumar

Dichas son que no merezco*113. 1865

Peneo

¿Así mis finezas* pagas?

Aristo

¿Así pagas mis afectos?114

[f. 111v (f. 48v)] Teobaldo

Pues hacer a tres dichosos es más que imposible empeño, Aristo dale la mano 1870 a Doris y tú, Peneo,115 dásela a Aurora.

Aurora        Ahora sí que todo el susto agradezco*. Peneo

Feliz soy.

Aristo     Soy dichoso. Doris

Yo quien vivo.

Lidoro       Y yo quien muero, 1875 ¿pues no hay para mí una estrella de cuantas se van cayendo? Estela

Es falso, que yo soy tuya.

Lidoro

Pues toca, Estela, estos güesos.

Típica fórmula del teatro barroco también, como muestra El Hamete de Toledo, de Belmonte Bermúdez y Antonio Martínez de Meneses: «Sabes / (dichas son que no merezco / pues te he visto) que han traído / por disponer de los cielos) / hoy a tu casa un esclavo?» (Ed. Erin M. Rebhan y Antonio Cortijo Ocaña, p. 27). Accesible en línea en la dirección: ). 114 Nueva fórmula calderoniana, como se puede apreciar en el auto El pastor Fido: «¡Ay, infeliz hermosura, / qué mal pagas mi fineza, / qué mal mis afectos, pues / los tuyos de mí te ausentan» (El Pastor Fido, ed. Fernando Plata, en Autos sacramentales completos, 40. Pamplona/ Kassel: Universidad de Navarra/Reichenberger, 2003, vv. 1690-1694). 115 Probablemente, ya que este verso rima con el anterior y se produce una falla en la rima, se haya eliminado un verso antes del 1871. 113

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Endimión

Y aquí da fin la comedia, 1880 de su curso coligiendo que Encanto y triunfo de amor viene a ser todo uno mesmo.

Teobaldo [f. 112 (f. 49)]

Pues repita la asonancia, con presagioso misterio, 1885 mi dicha.

Todos y música

Porque sabe Amor, alado ciego, vencer con los encantos los imposibles bellos.

Lidoro

Y así Torres, que consagra 1890 a vuestro examen su ingenio,

Todos

pide un vítor116, si merece* que le perdonéis sus yerros.

(Con esa repetición se cierra el teatro y cae el bastidor dando fin a la comedia.) Finis

116 víctor: «Interjección de alegría con que se aplaude a algún sujeto, u alguna acción. Dícese más comúnmente Vítor, por suavizar la pronunciación» (Aut.).

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Esta serie de “Clásicos Hispánicos” pretende rescatar autores poco conocidos de nuestra historia literaria y obras de autores conocidos que no se hayan editado modernamente, bien porque continúen en manuscritos o porque no se hayan vuelto a imprimir desde la primera vez que aparecieron. La colección tiene como límites cronológicos desde la Edad Media hasta mediados del siglo xix. Su contenido es vario, desde la literatura propiamente dicha a tratados de diferentes materias que hayan tenido alguna relevancia y no hayan tenido edición moderna.

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Diego de Torres Villarroel (1694-1770) es uno de los autores más importantes en el panorama literario español del siglo xviii, y uno de los últimos representantes de la estética barroca. Figura singular como pocas, en Torres conviven el literato, el matemático y el astrólogo. En un siglo que no contó con demasiados creadores de aliento, el Gran Piscator de Salamanca, como se le conocía, se alza con obras como sus Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la Corte (17271728), su Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras (1743-1758) o su Barca de Aqueronte (1743), en las que se muestra como prodigioso escritor. Su dedicación al cultivo de los almanaques, que le otorgaron gran popularidad, revela a un autor ajeno a los nuevos tiempos que anuncian una nueva ciencia presidida por la luz de la razón. Encanto y triunfo de amor es una obra inédita del autor a medio camino entre la comedia y la zarzuela, que presenta la particularidad de haberse escrito en un momento en que Torres era miembro de algunas academias salmantinas, muy al principio de su actividad universitaria y de su andadura personal. La fortuna de haber encontrado diversos manuscritos que copian obras suyas y de otros académicos, como el ya conocido de la Quendada, nos ha permitido editar una serie de textos ignorados hasta ahora que pueden arrojar bastante luz en estos primeros tanteos literarios del autor.

clásicos hispánicos

Diego de Torres Villarroel

Encanto y triunfo de amor (y otras obras inéditas de academias

salmantinas de principios del siglo xviii)

Encanto y triunfo de amor

Jaume Garau es profesor titular de la Universidad de las Islas Baleares. Se ha especializado en la literatura española del Siglo de Oro. Ha publicado diversos libros y artículos acerca de los inicios de la literatura en castellano en Mallorca, además de ediciones críticas de Tirso de Molina, Torres Villarroel y Bartolomé Jiménez Patón, de quien ha estudiado sus ideas religiosas y editado algunos de sus manuscritos inéditos. Entre sus intereses se cuenta también el estudio de la predicación sagrada, la obra de Cervantes y la literatura escrita en tiempos de los novatores. Ha sido profesor visitante en distintas universidades de Europa y América. En la actualidad, es el Director del Instituto de Estudios Hispánicos en la Modernidad (IEHM) recientemente creado en la Universidad de las Islas Baleares.   Abraham Madroñal es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Ginebra e investigador científico del CSIC, donde dirige la revista Anales Cervantinos. Es especialista en literatura española del Siglo de Oro y ha trabajado sobre autores como Lope de Vega, Rojas Zorrilla, Moreto, Quiñones de Benavente o Jiménez Patón. Ha editado algunas obras de cada uno de estos autores y otros libros dedicados a los vejámenes de grado en el Siglo de Oro, a la poesía toledana de principios del siglo xvii o al actor Juan Rana. Ha trabajado también en algunos autores y obras del siglo xviii, como Leandro Fernández de Moratín o los entremeses. Ha sido uno de los miembros fundadores del Instituto de Estudios Hispánicos en la Modernidad (IEHM) de la Universidad de las Islas Baleares.

Diego de Torres Villarroel

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Edición crítica, introducción y notas de Jaume Garau y Abraham Madroñal

Clásicos Hispánicos. Volúmenes publicados: 1. Arteaga, Félix de (Fray Hortensio Paravicino): La Gridonia. Edición, prólogo y notas de Manuel Calderón Calderón, 2009. 2. Tratado militar de Frontino. Humanismo y caballería en el cuatrocientos castellano: traducción del siglo xv. Edición, prólogo y notas de María Elvira Roca Barea, 2010. 3. Jiménez Patón, Bartolomé: Comentarios de erudición (libro decimosexto). Edición, prólogo y notas de María del Carmen Bosch, Jaime Garau, Abraham Madroñal y Juan Miguel Monterrubio, 2010. 4. Espinosa Medrano, Juan de: Amar su propia muerte. Edición, prólogo y notas de Juan M. Vitulli, 2011. 5. Cañizares, José de: Acis y Galatea. Edición, prólogo y notas de María del Rosario Leal Bonmati, 2011. 6. Almeida, António de: La verdad escurecida . El hermano fingido. Edición, prólogo y notas de José Javier Rodríguez Rodríguez, 2012. 7. Hurtado de Toledo, Luis: Hospitales de ­enamorados. Edición crítica, introducción y notas de José Vicente Salido López, 2013. 8. Eslava, Antonio de: Noches de invierno. ­Edición, prólogo y notas de Julia Barella Vigal, 2013. 9. Zoomaquias. Épica burlesca del siglo xviii. Estudio y edición crítica de Rafael Bonilla Cerezo y Ángel L. Luján Atienza, 2014.

ISBN-13: 978-84-8489-891-7

9 788484 898917

Iberoamericana – Vervuert

Ilustración de cubierta: Retrato sobre tabla de Torres hacia 1760.

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