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Spanish; Castilian Pages 312 [309] Year 2014
Dirección de Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, Pamplona) con la colaboración de Christoph Strosetzki (Westfälische Wilhelms-Universität, Münster) y Marc Vitse (Université de Toulouse Le Mirail/Toulouse II) Subdirección: Juan M. Escudero (Universidad de Navarra, Pamplona) Consejo asesor: Patrizia Botta Università La Sapienza, Roma José María Díez Borque Universidad Complutense, Madrid Ruth Fine The Hebrew University of Jerusalem Edward Friedman Vanderbilt University, Nashville Aurelio González El Colegio de México Joan Oleza Universidad de Valencia Felipe Pedraza Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad Real Antonio Sánchez Jiménez Université de Neuchâtel Juan Luis Suárez The University of Western Ontario, London Edwin Williamson University of Oxford
Biblioteca Áurea Hispánica, 94
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BARTOLOMÉ JIMÉNEZ PATÓN
EL VIRTUOSO DISCRETO primera y segunda parte
EDICIÓN CRÍTICA, INTRODUCCIÓN Y NOTAS DE JAUME GARAU Y MARÍA DEL CARMEN BOSCH
Universidad de Navarra • Iberoamericana • Vervuert • 2014
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Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2014 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.ibero-americana.net © Vervuert, 2014 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.ibero-americana.net ISBN 978-84-8489-801-6 (Iberoamericana) ISBN 978-3-95487-349-4 (Vervuert) eISBN 978-3-95487-297-8 Depósito Legal: M-17428-2014 Cubierta: Carlos Zamora Impreso en España
Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.
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ÍNDICE
ABREVIATURAS Y SIGLAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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ESTUDIO PRELIMINAR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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CRITERIO EDITORIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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TEXTO DE EL VIRTUOSO DISCRETO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299 GLOSARIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
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ABREVIATURAS Y SIGLAS
1. BIBLIA Ap.= Cant.= Col.= Cor.= Dan.= Dt.= Ecl.= Eclo.= Ef.= Ex.= Ez.= Flp.= Gal.= Gén.= Heb.= Is.= Jn.= Jos.= Lc.= Lev.= Mac.= Mc.= Mt.= Prov.= Re.= Rom.= Sab.=
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Apocalipsis Cantar Colosenses Corintios Daniel Deuteronomio Eclesiastés Eclesiástico Efesios Éxodo Ezequiel Filipenses Gálatas Génesis Hebreos Isaías Juan Josué Lucas Levítico Macabeos Marcos Mateo Proverbios Reyes Romanos Sabiduría
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Sal.= Sam.= Sant.= Tes.= Tim.= Tit.= Tob.=
EL VIRTUOSO DISCRETO
Salmos Samuel Santiago Tesalonicenses Timoteo Tito Tobías
2. CLÁSICOS GRIEGOS Y LATINOS C.= CID= M.= SV= V.= VV=
[De curiositate] De la curiosidad viciosa Carta de Isócrates a Demócrito [Moralia] Obras morales Sentencias de Varrón Vidas paralelas [De vitiosa verecundia] De la viciosa vergüenza
3.VARIA Aut.= CORDE= Cov.= CSIC= DFSO= DRAE= FGrHist= Frag. Der Vors.= Poet.Philos.Frag.= Trag.Graec.Frag.=
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Diccionario de autoridades Corpus diacrónico del español Covarrubias,Tesoro de la lengua castellana o española Consejo Superior de Investigaciones Científicas Diccionario fraseológico del Siglo de Oro (Fraseología o estilística castellana) Diccionario de la lengua española Jacoby, Die Fragmente der Grieschischen Historiker Diels-Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker Diels, Poetarum Philosophorum Fragmenta Nauck, Tragicorum Graecorum Fragmenta
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ESTUDIO PRELIMINAR1
1. EL AUTOR Hace ya un tiempo que Antonio Quilis y Juan Manuel Rozas, en el excelente estudio preliminar a dos obras fundamentales de Bartolomé Jiménez Patón (1569-1640), escribieron de este autor que «sigue siendo una de esas figuras, tan abundantes en nuestro Siglo de Oro, de las que todos conocen su existencia y muy pocos su obra2». Afortunadamente en los últimos tiempos, y como resultado del creciente interés en un campo de estudio como el Siglo de Oro, la figura del ilustre humanista se va conociendo cada vez más gracias a nuevas aportaciones que iluminan su figura y obra3. Las líneas de su vida pueden resumirse, en buena medida, con los siguientes datos: nacido en el pueblo manchego de Almedina en 1569, en el seno de una familia formada por Apolonia Hernández y Bartolomé Jiménez, tenía a gala el estar emparentado con santo Tomás de Villanueva, según afirma. Su formación académica la recibió en la Universidad de Baeza, donde obtuvo el grado de bachiller en Artes en
1
Este libro —estudio y edición crítica— es fruto del proyecto «Edición crítica y estudio de los Comentarios de erudición (1621) y de otros textos inéditos del maestro Bartolomé Jiménez Patón (1569-1640)» (FFI2008-01510/FILO), financiado por la Dirección General de Investigación y Gestión del Plan Nacional de I+D+i, del Ministerio de Ciencia e Innovación. Debemos indicar que algunas partes de este estudio han sido ya publicadas en la relación de nuestros trabajos que citamos en la bibliografía, actualizando sus datos y, en algunos casos, aportando nuestra investigación más reciente. 2 Quilis-Rozas, 1965, p. XXV. 3 Ver Garau, 1993, pp. 67-82; Madroñal, 1993a, pp. 83-97; 1993b, pp. 553-567; 2009a y b. Higueras, 1994, pp. 229-242; 1997, pp. 1189-1195. Como visión general, resultado de diversas aportaciones anteriores, ver Madroñal, 2009a, cap. 1, pp. 17-29.
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1592 que le habilitaba para la docencia, actividad a la que dedicaría el resto de sus días. Su existencia fluye bajo el signo de una poderosa religiosidad que estará presente en todas sus obras. Sabemos que, en este sentido, aspiró a recibir el sacramento del orden ya que se ordenó de corona en 1588 y de grados en 1593 en la Corte. Según apunta Madroñal4 muy certeramente, su afición al teatro y el hecho de tratar con cierta frecuencia con los cómicos pudo determinar que no fuera ordenado de presbítero en 1596, como resultado de diversos informes negativos. En 1602, se graduó como licenciado y maestro en Artes por el Colegio de Santiago, de la Universidad de Salamanca, donde siguió los cursos del Brocense, aunque sin concluir sus estudios de Teología. En 1612, fue nombrado notario apostólico de la curia romana, además de notario del Santo Oficio de la Inquisición de Murcia. Cuatro años después, ostenta el título de correo mayor del Campo de Montiel. Muere en 1640 tras una vida dedicada a la enseñanza y al quehacer intelectual en el campo de la gramática, con diversas obras5 entre las que sobresale su volumen Instituciones de la gramática española (1614?); en el de la oratoria sagrada, como podemos ver en su Perfecto predicador (1612); en el de la traducción y comentario de autores clásicos, muy presentes en algunos libros de los en parte recuperados Comentarios de erudición (1621) y en algunas «Declaraciones magistrales» de esos autores, así como en escritos sobre cuestiones diversas de su tiempo. Se refiere, por ejemplo, tanto a la moda en el vestido, con sus comentarios a la Reforma de trajes. Doctrina de fray Hernando de Talavera (1638), como a la capilar, en su Discurso de los tufos copetes y calvas (1639). Pero entre todas estas obras se alza su eximia Elocuencia española en arte, de 1604, donde se glosan los ejemplos de la retórica en autores españoles, inaugurando ya en su tiempo, según señala Lázaro Carreter6, la valoración del siglo XVI como el primer Siglo de Oro de nuestra literatura, idea esta ciertamente singular entre las valoraciones estéticas de su tiempo y posteriores. Escribió también Jiménez Patón algunas comedias, hoy perdidas, al igual que otras obras poéticas o tratados gramaticales cuyos títulos conocemos por alusiones en algunas de las conservadas. 4
Madroñal, 2009a, p. 18. Para una relación completa de su obra conocida en sus distintas ediciones, ver Madroñal, 2009a, pp. 172-179. 6 Lázaro Carreter, 1985, p. 171. 5
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2. LA OBRA 2. 1. El códice El manuscrito número 245 de la Biblioteca Pública de Palma de Mallorca contiene El virtuoso discreto, primera y segunda parte. Se trata de un códice encuadernado en pergamino en muy buen estado de conservación, de 105 folios de papel, de 200 x 166 mm, sin foliar ni paginar. Modernamente se han numerado a lápiz los folios del manuscrito. En el lomo, en caracteres muy borrosos, se lee con dificultad el título: «El virtuoso discreto»7. La obra se halla dividida en dos partes. La primera comprende desde el folio 18 hasta el 60v. La segunda, desde el folio 61 hasta el 105. En el libro observamos tres tipos de letras, correspondientes, cada una de ellas, a tres manos distintas: la de la primera aprobación de Juan Alonso de la Vera (fol. 2v), la de la segunda de Cristóbal Ropero (fol. 2v) y, por último, la del texto propiamente dicho (fols. 4-105). Circunstancialmente podemos encontrar otro tipo de letra, correspondiente a la mano de otro copista que debió de corregir la transcripción del primero9. Así, en el folio 5, la mano de este segundo copista ha anotado, a mitad de folio, lo que sigue: «(Y la misma dotrina es de la santa madre Teresa de Jesús)»; en el folio 23v el copista, en una palabra, seguramente mal transcrita, de la primera línea ha situado el signo + que, a modo de asterisco, nos remite al margen del folio donde vuelve a aparecer el signo +, bajo el cual se lee la palabra «reduce»; lo mismo ocurre en el folio 25 con la voz «ningún»; en el folio 26 con «mismo»; en el 36v con «de pechos»; en el 42 con «instruido»; en el 57 con «docto»; en el 31v vemos tres líneas tachadas; en el 62 ha corregido, al margen, el tratamiento de «Reverendísimo» con el que arranca la dedicatoria al cardenal de Belén añadiéndole el de «Eminentísimo», y, al final del texto ha agregado la frase: «Y recebid este pequeño servicio amparándose esta obra con la 7 Debemos advertir que, en las transcripciones de esta introducción, seguimos las normas de la edición que aparecen explicadas en el «Criterio editorial» de este estudio. 8 En nuestras referencias seguimos la foliación moderna que presenta el manuscrito. Con la indicación v señalamos el vuelto del folio. Sin indicación alguna, nos referimos al recto. 9 Según Madroñal (1993a, p. 93), esta mano que enmienda o adiciona el texto, en muy pocas ocasiones, se corresponde con la letra del propio Bartolomé Jiménez Patón.
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proteción de vuestra intercesión»; en el 63 hay una corrección en la mitad del folio y sobre dos palabras tachadas aparece escrita la palabra «cuarenta»; en el folio 78v se observa tachado el nombre de «san Pablo» en la frase «la doctrina de Plutarco eminente historiador y filósofo», en un ejemplo evidente, como en los otros casos, de lapsus calami; ya, al final del libro, (fol. 105), vemos que la mano del que creemos segundo copista ha escrito, con un cuerpo de letra mayor, la tópica protesta de fe con la que solían rematar las obras: Catholicae censurae omnia subiecta sunto. El título completo y descripción de las portadas de ambas partes es como sigue: PRIMERA PARTE DEL/VIRTUOSO DISCRE/TO/DIRIGIDA AL BEATO TOMÁS DE VILLANUEVA/Limosnero Arzobispo de Valencia, Predicador de la pa/ labra divina, y defensor de la inmunidad ecle/siástica/POR EL MAESTRO BARTOLOMÉ JIMÉNEZ PATÓN./ Ab infantia, ab utero matris meae creuit mecum miseratio. Job./[Capelo con los cordones pendientes con catorce borlas. Entre ambos cordones aparece un corazón cruzado con una flecha, de arriba abajo y de derecha a izquierda. Debajo de este, y flanqueado por los cordones pendientes y tres borlas a cada lado, hay el siguiente lema: VVLNERASTI COR/MEVM]. SEGUNDA PARTE DEL/VIRTUOSO DISCRE/TO/DIRIGIDA AL SAGRADO Y MÁXIMO DOTOR/de la Iglesia Eusebio Jerónimo, Cardenal de Belén/POR EL MAESTRO BARTOLOMÉ JIMÉNEZ PATÓN./Labia iusti erudiunt plurimos; qui autem indocti sunt in cordis egestate morientur. Prouerb. 10./ [Sigue un dibujo de un león, junto al cráneo de una calavera, símbolo de san Jerónimo retirado en el desierto. Todo ello enmarcado por la siguiente cita: EGO DORMIO, COR MEVM VIGILAT].
2. 2. Época de redacción No es difícil fechar la época de redacción de El virtuoso discreto. La lectura del manuscrito nos proporciona varios indicios que la atestiguan y nos indican el propósito de Jiménez Patón de imprimirlo. Así vemos que la obra, ya preparada para ir a las prensas, cumple con las preceptivas aprobaciones: la de Juan Alonso de la Vera (fol. 2), fechada el 5 de agosto de 1631, y la de Cristóbal Ropero (fol. 2v), del 23 de agosto del mismo año; ambas demuestran, por el lugar de datación,
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que los censores aprobaron la obra en Villanueva de los Infantes y que, probablemente, fueran amigos del maestro. Pero contamos con otros elementos para situar la época de redacción del libro. En el prólogo de la segunda parte, dedicado a sus alumnos de Villanueva de los Infantes, el insigne preceptista escribe lo siguiente: De cómo haya procurado yo acudir a esta obligación con mi posible doy por testigos a cuarenta años que, después de veinte y dos de mi edad, he gastado en la continua leción y enseñanza, procurando con todo cuidado satisfacer en uno y otro a mi oficio de que me he preciado, y con que me he honrado, teniendo por cierta la dotrina de Cicerón que dice que la honra de cualquier hombre consiste en hacer estimación de su oficio: In quo colendo —dice— sita omnis honestas est et in negligendo turpitudo (fol. 63).
A partir del artículo biográfico de Benito Maestre10, del que dan cuenta también A. Quilis y J. M. Rozas11 al comprobar los datos biográficos que aporta este primer patonista, parece probado que Jiménez Patón fue bautizado el 15 de agosto de 1569, y si bien es cierto que esa fecha no necesariamente debiera corresponderse con la del nacimiento, es bastante probable que viniera al mundo en torno a estos días. De ahí que, a partir de la propia información biográfica del autor, en el prólogo a la segunda parte de El virtuoso, podamos situar el año de conclusión del libro en 162912. Median, pues, dos años entre esta fecha y la de las aprobaciones para la impresión. En este mismo prólogo, Jiménez Patón manifiesta su propósito de imprimir el libro, al tiempo que justifica su redacción como obra que culminaría un ciclo de su producción, significado por textos de un marcado carácter filológico, por medio de un volumen en el que primase el propósito moral, acorde con su visión teocéntrica de las disciplinas humanísticas, y en la línea defendida por un autor como Martín de Azpilcueta, conocido como «el Doctor Navarro», cuya obra más famosa, el Compendio del manual de confesores y penitentes (1586), fue muy consultada. Además alude Jiménez Patón a sus libros de preceptiva entre los que no hay que olvidar su obra más
10
Maestre, «Biografías. Ximénez Patón», I, pp. 169-173. Quilis-Rozas, 1965, pp. XXXV-XXXVI. 12 Dado el año de las aprobaciones —1631—, creemos que es probable que Jiménez Patón entre los años que van de 1629 a 1631 modificara, quizá en un natural afán de perfección, el contenido de su libro. 11
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importante, Elocuencia española en arte13 (1604, 1621), además del Epítome de la ortografía latina y castellana (1614), de las Instituciones de la gramática española14 [1614?] o del Mercurius Trimegistus (1621). Por último, señala su contribución al estudio de la oratoria sagrada, con su Perfecto predicador15 (1612), además de una obra hoy perdida y parcialmente recuperada como fueron los Comentarios de erudición16. Cuando Jiménez Patón concluye la redacción de El virtuoso discreto en 1629, cuenta con sesenta y dos años; se halla en plena madurez, y hace ya ocho que ha culminado su rica labor filológica. Tiene ya en su haber obras en las que ha tratado los principales problemas con los que se enfrentaba esta disciplina en su tiempo: la gramática, la ortografía, la oratoria, las retóricas latina, sagrada y española17. Por estos años, el maestro se halla en un continuo peregrinaje en busca de impresores que quieran editar sus libros. Hace poco tiempo, en 1628, tras casi siete años de espera18, que el impresor Pedro de la Cuesta ha acabado de estampar en Jaén su Historia de la antigua y continuada nobleza de la ciudad de Jaén. Es la época en la que se publican sus diversas «Declaraciones magistrales», casi todas dedicadas al comentario de las obras de Marcial y de Juvenal19. En esta última etapa de su vida, la preocupación por la reforma de las costumbres, fruto de su intensa fe cristiana, se acentuará en las distintas obras escritas. Títulos como Decente colocación de la santa cruz (1635),
13
De esta importante obra contamos con diversas ediciones como la de Casas (ed. 1604), 1980, pp. 217-373; Marras (ed. 1604), 1987 y Martín (ed. 1604 y 1621), 1993. 14 Del Epítome de la ortografía latina y castellana y de las Instituciones de la gramática española contamos la edición de los profesores A. Quilis y J. M. Rozas, 1965. 15 Madroñal, 2009a, pp. 191-276. 16 Se ha recuperado el tomo cuarto del que el equipo formado por M. del C. Bosch, J. Garau, A. Madroñal y J. M. Monterrubio ha publicado la edición crítica del «Libro decimosexto» (2010). 17 Como afirman Quilis y Rozas, a partir de sus cincuenta y un años: «Fundamentalmente, su labor como filólogo —por medio de la pluma— ha terminado. En adelante sus escritos se dirigen hacia la reforma de las costumbres, hacia temas de actualidad, en los que siembra su copiosa erudición: discursos sobre la decente colocación de la santa cruz, reforma de trajes y tocados, sobre el estatuto de la limpieza de sangre, sobre el uso del tabaco. Son obras curiosísimas para el estudioso de la época, pero de un valor relativo, sobre todo si las comparamos con su producción anterior» (1965, p. XLI). 18 Beardsley, 1978. 19 Quilis-Rozas, 1965, pp. LXII-LXV y Beardsley, 1978.
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Discurso en favor del santo y loable estatuto de la limpieza20 (1638), Reforma de trajes. Doctrina de fray Hernando de Talavera primer arzobispo de Granada (1638) y Discurso de los tufos, copetes y calvas21 (1639) nos muestran a un Jiménez Patón profundamente moralista y defensor de la ortodoxia de la Iglesia. El libro que presentamos, pues, se enmarca en un período de transición entre la obra erudita y de preceptiva —teñida siempre, y ello es característico en su obra, de un alto sentido de la fe cristiana— y aquel conjunto de obras, que ya hemos señalado, escritas con una finalidad reformadora. En estas consideraciones, debemos preguntarnos cuál ha sido el proceso de transmisión manuscrita del libro, desde el original probablemente escrito en Villanueva de los Infantes, población bastante distante para la época, dada la precariedad de las comunicaciones, y la copia llegada a la isla de Mallorca y en particular a la Biblioteca Pública. Al igual que debemos explicar por qué el manuscrito que, como hemos visto, ya estaba preparado para ir a la imprenta, finalmente no se publicó. Ya nos hemos referido, siguiendo a Beardsley, a las dificultades que atraviesa Jiménez Patón durante estos años en la búsqueda de mecenas que quieran editar sus libros. Este hecho biográfico explica que transcurra bastante tiempo entre las aprobaciones de algunas de sus obras y su impresión. En el caso de El virtuoso discreto no estamos ante una excepción: Jiménez Patón debió de escribir el libro en torno al año 1629 y, a partir de este año, se propondría encontrar un impresor, como también lo buscaba para los tomos desaparecidos en parte de los Comentarios de erudición. El verano de 1631 debió de ser una época de feliz esperanza en la publicación de El virtuoso discreto; de ahí las preceptivas aprobaciones para la imprenta. Pero todo fue en vano ya que, por razones que escapan a nuestro conocimiento, el manuscrito, finalmente, no se imprimió. Estos datos que acabamos de exponer pueden ayudarnos a plantear una hipótesis que explique la presencia en Mallorca del manuscrito. Es sabido que Jiménez Patón mantuvo, a lo largo de su vida, un grato recuerdo de su formación con la Compañía de Jesús22 que pudiera
20 Sobre estos y otros discursos hemos preparado una edición crítica, prevista para fines de 2014. Sobre la actitud del maestro a favor de los estatutos vigentes, ver Garau, 2012b. 21 Estos dos últimos discursos han sido estudiados y editados por Madroñal, 2011. 22 Siguiendo a Quilis-Rozas: «Por la dedicatoria de los Proverbios, sabemos que estudió en el Colegio Imperial de los jesuitas de Madrid. En esta dedicatoria, “al
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explicar el mantenimiento de relaciones de amistad con algunos de sus miembros, a los que mostraría su libro para examinar, quizá ya desanimado en la búsqueda de un patrocinador. Por las razones que fueran, el texto quedaría en poder de la Compañía desde donde pasaría una copia a la biblioteca del colegio jesuita de Montesión en Palma. El camino que siguió posteriormente la obra es fácil de trazar: esta espléndida biblioteca, a causa de la exclaustración de los regulares, en el siglo XIX, pasó a nutrir los fondos de la actual Biblioteca Pública de Mallorca, en donde se halla.
2. 3. Estructura El virtuoso discreto se halla dividido en dos partes. La primera es más extensa que la segunda, a la que supera en dieciséis folios. Existe un claro propósito de continuidad entre las dos partes. Así vemos que la disposición del texto en ocho discursos, cuatro para cada parte proporcionados en su extensión, sigue una numeración correlativa: la primera parte concluye con el «Discurso cuarto del Virtuoso discreto» (fols. 43-60v). La segunda comienza, tras los preliminares, con el titulado «Discurso quinto que contiene los aforismos con que se conserva la virtud con discreción» (fols. 65-77). Cada discurso se subdivide en párrafos. Con ello, Jiménez Patón adecúa la disposición del texto al propósito docente que anima su redacción y, también como característica de este propósito, adopta el procedimiento de la distribución de la materia en discursos y párrafos, afín a la sistematización propia del tratado. La lectura de los títulos de los distintos discursos revela algunas diferencias entre las dos partes de la obra. Es propio de los títulos de la primera parte que todos lleven el complemento «[…] del Virtuoso discreto». Esta matización está ausente en los cuatro discursos de la segunda parte, donde la materia descrita, y pese al tono y propósito moral que domina toda la obra, aparece tratada con una mayor dispersión. Es en esta sección donde observamos un único discurso en la línea de los anteriores, el quinto, ya que los anteriores son traducciones de un autor clásico, utilizadas estas, a su vez, como refuerzo de la doctrina moral defendida. Rector y maestros de dicho Colegio”, los llama maestros suyos y muestra sus satisfacción por poder devolverles lo que con ellos aprendió» (1965, p. XXXVI).
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Creemos que una observación detenida al contenido y estructura de El virtuoso discreto sugiere que la segunda parte fue un añadido posterior a la primera.Varios hechos abonan este juicio: el carácter de recapitulación que el primer discurso —el quinto— de la sección tiene y el recurso al aforismo, con una función claramente mnemotécnica que reforzaría el propósito de compendiar la doctrina antes expuesta en la primera parte. La existencia de los tres últimos discursos, basados en traducciones, rompe la equilibrada proporción expositiva de la parte anterior, aunque no el tono moral, constante a lo largo de toda la obra.
2. 4. Génesis y propósito del libro Jiménez Patón fue un hombre al que su incansable labor erudita y su dedicación profesional a la enseñanza no le hicieron olvidar los problemas de su tiempo23. En esta preocupación por el mundo que le rodea, se enmarca su constante inquietud por la que él estima correcta moralidad que se cifra en la adecuación de esta a los dictados de la Iglesia y a la defensa de su ortodoxia. En este sentido, no hay que olvidar que su fidelidad a la Iglesia se evidencia no solo a lo largo de toda su obra, sino también en que ostentara los cargos de notario del archivo de la curia romana y del Santo Oficio de la Inquisición de Murcia. Por ello, nuestro autor desde su cátedra de Elocuencia, en Villanueva de los Infantes, y como fruto del contacto cotidiano con sus alumnos, cree preciso compendiar en un libro un conjunto de explicaciones que acerquen a los jóvenes al ideal de perfección que estima como necesario para su salvación y para su vida en sociedad, como veremos con mayor extensión más adelante. La lectura de parte de la aprobación del lector de Teología Cristóbal Ropero, fechada el 23 de agosto de 1631, constituye una buena muestra 23
Leemos en Quilis-Rozas: «A estas tres características de su obra, religiosidad, patriotismo y aislamiento, podemos añadir otras, en cuanto a su método de trabajo y a su estilo literario. Su religiosidad y su vida aislada no le llevan a una veneración por lo tradicional. Le interesan los temas del momento (algunas de sus obras, como el Discurso de la langosta (1619), responden a una determinada circunstancia, una plaga que asola los campos de Montiel en 1618) y en sus libros filológicos demuestra un vivo interés por el uso actual, incluso coloquial y regional del idioma; muchas de sus opiniones son experiencias de un oyente», 1965, p. LXXVII.
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del propósito aleccionador que guía la pluma de Jiménez Patón, quien concibe el libro como un complemento de su acción formativa. Por esta razón, reconoce Ropero que ambas partes de la obra evidencian: dotrina moral, digna de tan docto y prudente maestro, sana y provechosa, con estilo grave y precisión de palabras sazonada que, con singular agudeza y varia leción, así de padres como de filósofos antiguos y poetas, enseña y advierte a toda suerte de gente y, en particular, a gente moza, el camino por donde con discreción y prudencia se debe caminar por el mundo para llegar con prósperos sucesos, mejoras, creces y aumentos grandes de virtud, a la patria deseada para que fuimos criados; en cuyo asunto muestra bien el autor su aventajado talento y su frecuente y conocido estudio de todas buenas letras y da testimonio de suceso piadoso y cristiano en la educación de la juventud que tiene a su cargo, y el letor hallará en él admirables y singularísimos avisos e importantísimos documentos con que, en breve tiempo, podrá mejorar y componer su vida, por más distraída que sea, y hacer de sí un virtuoso discreto (fol. 2v).
Cristóbal Ropero resume las distintas fuentes de las que se nutre la doctrina expuesta en El virtuoso discreto: patrística, filosofía clásica, filosofía escolástica y, por último, referencias literarias —antiguas y contemporáneas—, en un sentido amplio de la voz «poeta». El propio Jiménez Patón, en el prólogo de la obra dedicado a «Felis y Alonso Patón y Monsalve», sus hijos24, argumenta haber escrito el libro para estos y para sus discípulos, a los que propone mover a la virtud cristiana como norte hacia el que deben guiar sus vidas. Así, tras haber defendido la doctrina de Gregorio XIV sobre la «santa discreción, madre de todas las virtudes», Jiménez Patón se dirige a sus hijos y discípulos, primeros destinatarios de su obra, a la que define como «agregación de sentencias». Es fundamental contemplar aquí el sentido del adjetivo «discreto», con el que aparece titulado el libro, en el sentido de aquel
24
Se trata, sin duda, de los hijos del humanista, ya que en el prólogo los denomina «hijos míos» (fol. 5). Jiménez Patón había contraído matrimonio con Juana Hervás y Monsalve. Era una práctica frecuente en la época el tomar aquellos apellidos de los padres que fueran juzgados como más linajudos o, simplemente, por considerarlos dotados de una mayor eufonía. Así los hijos de Jiménez Patón adoptan los segundos apellidos de los padres. Siguiendo a Quilis-Rozas, 1965, p. XXXIX: «tuvieron dos hijos, Alonso y Félix, que tomaron los segundos apellidos de los padres, Patón y Monsalve».
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que tiene de ‘capacidad de discernimiento’25 en la consecución de la virtud: […] esto querría yo, hijos míos, hiciésedes vosotros para esperar buen acierto de vuestras aciones todas y, para este fin, recopilé esta agregación de sentencias; al principio, para mis dicípulos y para todos, y especial para vosotros en quien concurren for[z]oso las dos obligaciones de naturaleza y dotrina. Plega a Dios, NuestroSeñor, de tal suerte la leáis y otros libros —que hay muchos y muy buenos de todas materias y en todas lenguas— que acertéis a gustar, rumiar y digerir en el estómago de vuestra consideración —si se permite la translación— la manteca y miel de su dotrina para saber elegir el bien y reprobar el mal, huir deste y seguir aquel obrándole, porque este es el que deseó Dios os comunique, en cuyas manos habéis de poner vuestros deseos y en quien habéis de fundar vuestras esperanzas para coger el sazonado fruto a su tiempo, no tiniendo ninguno ocioso, antes os halle el tentador ocupados en ejercicios de virtud porque Su Majestad os premie con su gracia, que esta es todas las cosas y todo bien, y sin duda, os la comunicará, imitando y tiniendo por devoto al mecenas deste libro, nacido en vuestra patria, como lo dice su nombre que, si le sabéis obligar, os alcanzará mil favores celestiales para que tengáis parte en su título (fol. 5-5v).
Ya en el comienzo de la obra, Jiménez Patón se presenta adoptando el tono de la captatio benevolentiae —propio de la predicación y, en consecuencia, ajustado a la finalidad suasoria que persigue—, como censor de las malas costumbres de su tiempo y de las suyas propias: Es la curiosidad humana de tal suerte culpable que, sin temor de lo que puede oír contra su gusto, se atreve a notar los descuidos ajenos, aunque sean muy pequeños, sin echar de ver en los propios suyos. Propiedad muy particular del que poco sabe, la cual, con otras muchas viciosas y dinas de reprehensión —de que Dios por su infinita misericordia tenga por bien de sacarme—, se halla en mí —por mis pecados y depravadas costumbres—, de suerte que me dio osadía a poner mano en este discurso por satisfacer el deseo de persona a quien le tuve de agradar, a costa de mi peligro porque, aunque es verdad que el reprehender los vicios en común no es culpable sino virtud grande, confieso ser los míos tales que me hacen temer la información que en mi causa contra mí he de fulminar (fol. 7). 25
Así define Covarrubias discernir: «Vale vulgarmente distinguir una cosa de otra y hacer juicio dellas; de aquí se dijo discreto, el hombre cuerdo y de buen seso que sabe ponderar las cosas y dar a cada una su lugar» (Cov.).
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Al leer El virtuoso discreto, no podemos sustraernos a la dificultad que comporta para un lector moderno el tener en sus manos un extenso comentario de índole moral. Especialmente cuando su visión de la realidad se halla harto alejada de la ideología católica postridentina, propia de aquella España contrarreformista. Pese al denso moralismo que impregna el contenido del libro, este mantiene nuestro interés cuando, por momentos, el maestro abandona la exposición doctrinal para criticar aquellos aspectos de la sociedad española contemporánea que juzga poco ajustados a la moral dominante, estimada como necesaria. Se convierte entonces el libro en atenuada crónica de las costumbres de la época. Estas se presentan ante el lector como referencias a contrastar, constituyéndose a su vez en pretextos para la moralización. Así arremeterá Jiménez Patón contra la comedia en tanto que esta ridiculiza el estado matrimonial, especialmente por tratarse de un sacramento, como veremos más adelante al tratar acerca de su defensa de la ortodoxia. Sin duda, la gravedad del humanista no veía con buenos ojos, participando con ello de un amplio sentir entre los moralistas del siglo, el humor que se cebaba en la institución. No obstante, Jiménez Patón presenta el teatro como un remedio contra la curiosidad y en oposición a otros espectáculos contrarios a la moral que se juzga correcta. Así, en el discurso séptimo, donde se evidencia su preocupación por el correcto comportamiento de sus alumnos, primeros destinatarios del libro les aconseja: Podrás aplicarte a otro más importante ejercicio, y no ajeno de curiosidad, yéndote al teatro donde oyas recitar algunas comedias de gusto, no acompañándote con los amigos que te quisieren llevar a ver ejercicios dañosos. Cuando vayas por la calle, o estés en algunas fiestas, aunque se levanten algunas vocerías y estruendos, no tuerzas la cabeza o vue[l]vas la vista con liviandad (fol. 96-96v).
En el discurso quinto, ataca a los autores de libros de caballerías calificándolos de «deshonestos». Del mismo modo, la erudición, en la línea de otros humanistas, debe subordinarse al bien obrar: 6. No se lean autores deshonestos y sin provecho como son libros de caballerías porque las hablas deshonestas corrompen las buenas costumbres. 7. Lo demás de erudición es bueno reduciéndose a su fin, este es la virtud, y esta es obrar bien y huir el vicio (fol. 67v).
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En El virtuoso discreto comprobamos hasta qué punto llega el celo religioso de Bartolomé Jiménez Patón, presente en casi todas sus obras, al punto de condenar en el discurso cuarto determinadas exclamaciones de su tiempo que él juzga como «gravísimo pecado». Seguramente el tipo de juramentos que censura eran ya, en la lengua de aquel siglo, fórmulas lexicalizadas: Pues, ¿qué diremos de algunas mujeres que también hacen la boca a impertinentes maldiciones como son: ¡Mal nunca te dé Dios!, ¡mala muerte nunca mueras!, ¡mal no te haga Dios!, ¡el diablo nunca te lleve!, etc.? No son maldiciones formadas mas tienen mucho peligro porque, con pequeño destemple, turbación del ánimo y pasión, se olvida la negación, y queda la maldición en muy cumplida fórmula, la cual es gravísimo pecado (fols.44v-45).
2. 5. Jiménez Patón y la enseñanza: el alumno humanista De lo dicho, pues, se desprende que Jiménez Patón no concibe desligar en el proceso de aprendizaje la moralidad y la doctrina cristiana de los conocimientos. Por esta razón definirá su libro, como ya hemos visto, como una «agregación de sentencias» (fol. 4), fruto en buena medida de esos cuarenta años que lleva dedicados a la docencia. Es, por tanto, una obra en la que compendia su experiencia y el conocimiento adquirido en la difusión del saber teñido de doctrina católica. Es fundamental, en la docencia, la autoridad que comporta la figura del maestro al que el estudiante debe obedecer y por el que Dios mismo, en su poder indiscutible, se manifiesta encarnándose en su persona. De ahí la referencia a la cita bíblica de san Juan (13,13) que corroborará, mediante el recurso a la autoridad del libro santo. El maestro se manifiesta como el consejero de sus pupilos, a los que frecuentemente se dirige bajo la segunda persona, procedimiento que dota al texto de un tono más personal, y descubre la humanidad del preceptor de gramática. Se afirma, en la línea de Palmireno y de los jesuitas, la destacada función de los profesores de humanidades en la formación religiosa de los jóvenes26. Obsérvese, además en la cita que sigue, el carácter de afectividad que encierra la expresión inicial «Estudiante amigo»: 26
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Sobre este y otros aspectos de la formación de la época, ver Strosetzki, 1997.
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Estudiante amigo, si quieres acertar a ser virtuoso y discreto sigue la obediencia, ejecuta los mandamientos de tu maestro, no desampares sus consejos que Dios te habla en él; que para que obedezcas y respetes este nombre, basta considerar que es uno de los que más se preció pues dijo: «Maestro me llamáis y decís bien» (fol. 14).
Y es que no se concibe al maestro de gramática desligado de una suerte de función sacerdotal, patente en buena parte del libro. El hombre debe estar arropado por las virtudes cristianas y por la discreción definida como «la estrella y norte en la navegación deste mundo (fol. 50v)». Desbrozar el mal de entre la falsa apariencia del bien, tema típicamente barroco entre el ‘ser y el parecer’, entre el ‘es y el debe’, con sus implicaciones morales, se constituye en una de las funciones de Jiménez Patón quien manifiesta que ha tenido en algunas personas: que, a mi parecer —no sé si es cierto— se imaginan han llegado a la perfeción de las virtudes haciendo bajíos en vicios que no me persuado los conocen, por no tener la discreción necesaria para ello. Tienen intención y la inclinación buena, y buena la voluntad, mas fáltales la discreción, que es la que ha de gobernar la hermandad de las virtudes. Así yerran en lo que piensan acertar engañándose en el mal, con la apariencia del bien (fol. 7v).
Adquirir el conocimiento es un proceso que supone siempre la ayuda de la divinidad a la que se invoca en un proceso permanente de lectura, reflexión, oración y enseñanza, presidida siempre por la discreción, relacionada con el valor de ‘discernimiento’, como ya hemos dicho, que otorga al sustantivo nuestro primer diccionario académico, de ahí que sea: necesaria la discreción la cual dice a la persona virtuosa que esta procede de leción y meditación, porque lo que no sabemos lo deprendemos leyendo, y con la meditación conservamos lo que leemos, siguiéndose a la leción la oración y a la oración la leción (fol. 7v).
El humanista cristiano, en el parecer de Jiménez Patón, debe estar más pendiente de las verdades de la fe que del ansia de conocimiento. Por esta razón recurre a la autoridad de san Pablo, basándose en un pasaje de la primera epístola a los corintios (3, 18-20), al advertir: por esto el Apóstol aconsejaba que no quieran los hombres saber más de lo que conviene, ni más de aquello que basta para la salvación porque, en
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escediendo desto, es jatancia, presunción y vanidad y pierde el nombre y ser de prudencia, sabiduría y discreción y, aunque lo parezca, no lo es más que aparente y contrahecha la que engendra tales hijas. Por haber de ser tan madura, con dificultad se halla la prudencia en gente moza porque ha de adquirirse con estudios, esperiencia y largo discurso de tiempo y, para ser verdadera, ha de ser virtud (fol. 23v).
El conjunto de estas ideas, presentes en buena parte de su obra, evidencia la importante faceta docente del maestro27. Esta siempre está presente en sus páginas, así ocurre en las Instituciones de la gramática española (1614?), en los Comentarios de erudición (1621), en parte todavía inéditos, y en la obra que ahora nos ocupa. El que buena parte de sus libros pueda considerarse material de estudio, sea este gramatical, retórico, humanístico o moral, señala precisamente su vertiente de enseñante. Otro rasgo a tener en cuenta es que el afán de brevedad que persigue Jiménez Patón en su Elocuencia española en arte (1604), en su Perfecto predicador (1612) o en el Instrumento necesario para adquirir todas artes y ciencias (c.1604)28 se subordina al propósito de resumir lo más esencial de estas disciplinas, con una evidente finalidad mnemotécnica al servicio del aprendizaje de sus alumnos o de sus lectores, como han indicado otros estudiosos29. Particular interés reviste el «Discurso quinto que contiene los aforismos con que se conserva la virtud con discreción», en la segunda parte del libro (fols. 65-77), donde observamos con mayor intensidad al Jiménez Patón docente. Allí vemos cómo compendia aquello que considera sustancial para la formación del humanista. Para ello, cree necesario recurrir al aforismo, a la síntesis con la finalidad de mejorar la instrucción de sus estudiantes. Se trata, siguiendo la finalidad mnemotécnica señalada en parte de su obra, de que estos retengan las ideas expuestas a lo largo de toda la primera parte con mayor facilidad. Se prodigan allí todo tipo de consejos al modo de los aducidos en la primera parte, aunque ahora quintaesenciados al punto de ocupar el espacio de unas pocas frases. La lectura de algunos títulos de las secciones de las que consta el discurso evidencia el carácter moral de esta instrucción. Trata «Del cuerpo» (fols. 66-67), «Del alma» (fol. 67), «De la virtud» (fol. 69), «De los afectos» (fols. 69v-70), «De la religión» (fol. 70-70v). Junto a ellas,
27
Ver Madroñal, 2009a, 31-67 y Peñalver, 1993, pp. 95-107. Editadas algunas de sus partes por Madroñal, 2009a, pp. 313-360. 29 Madroñal, 2009a, pp. 31-67. 28
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escribe Jiménez Patón «De la erudición» (fols. 67-69), donde reproduce ideas, fundamentadas en lugares de san Pablo, que ya había expuesto en la parte primera (fol. 36) como que «san Pablo avisa que no sepamos más de lo que importa, y así los secretos que vio dice que no es lícito decirlos a los hombres» (fol. 67v). Un poco más adelante, señalará los peligros que puede comportar la lectura de determinados libros de ficción como son las novelas de caballerías, calificadas de «deshonestas» y poco provechosas, como ya hemos comentado anteriormente al tratar acerca del propósito del libro. Por momentos, no obstante, se desvía de su discurso moral para comentar aspectos de carácter práctico referidos a la enseñanza cotidiana y a cuestiones relativas al método escolar seguido, que debía intentar inculcar a sus alumnos. Así vemos que recomienda comenzar un fichero, con el fin de imitar las mejores autoridades clásicas30, en el que inscribir aquellas ideas o voces que consideren de un especial interés: 24. Tendrás un cartapacio en el cual anotarás si leyeres, o oyeres algún dicho grave o elegante, o prudente, o algún vocablo raro esquisito, provechoso para el común lenguaje, para que lo tengas cuando lo hayas menester (fol. 68).
Juzga importante el que sus estudiantes distingan entre el sentido figurado de las voces y el recto, que sean capaces de trascender de la letra al espíritu, de la palabra escrita al sentido que esta encierra. Por ello les recomienda que entiendan «no solo las palabras pero también los sentidos» (fol. 68v). La práctica constante del estudio y de la escritura la intenta fomentar entre sus discípulos. Escribir con frecuencia forma parte destacada de la actividad del alumno. Para conseguir la perfección en la ortografía, el dominio de la gramática o el uso correcto de la palabra en el púlpito se precisa también del ejercicio constante: 27. Escribe, traslada y torna a escribir y nota. Compón un día [sí] y otro no o al menos, de cuatro en cuatro días, aunque no sea sino alguna carta 30 La recomendación del cartapacio es común entre los humanistas. Así en El estudioso de la aldea de Palmireno, pp. 131-138 y en otros lugares. Ver, sobre este particular, Gallego, 1982, pp. 97-98 y 177. Sobre la imitación de los autores clásicos ver Arellano, 2011, pp. 277-307, con mención expresa, en una cita de Lía Schwartz, a su utilidad (pp. 278-279).
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amigable para alguno que te responda, y muestra la tuya al maestro para que la enmiende, y [a]cuérdate de las enmiendas para que otra vez no yerres. 28. Todas las cosas para su perfeción han menester ejercicio, pero más que ningunas el predicar, la ortografía, la gramática (fol. 68v).
Fragmentos curiosos, de los que trata en otros apartados de este discurso, son aquellos en los que el maestro no descuida aspectos relativos a la higiene personal de los jóvenes a su cargo, o a la necesidad de comer y dormir moderadamente en la línea de obras medievales, como los Disticha Catonis, o renacentistas que gozaron de gran éxito como la de Erasmo, De civilitate morum puerilium (1530), de las que se nutre Juan Lorenzo Palmireno, como muy bien ha estudiado Gallego31, cuya influencia se proyectará en la de nuestro gramático, en tanto que podremos leer en sus libros recomendaciones semejantes. Sus consejos expresados en un estilo aforístico bordean el carácter paremiológico: 4. Cuanto más tierno y regalado el cuerpo, tanto más contradición, más fuerza hace a el alma y, como el caballo gordo, con facilidad derriba el jinete. 5. La pesada carga del cuerpo hace caer al alma, y con su cebo y regalo se embota la agudeza del ingenio. 6. El comer, el dormir, y lo demás que es cuidar del cuerpo, se ha de reducir a la sanidad y no al deleite, porque este es quien más deshace las fuerzas del entendimiento. 7. Lávate las manos y el rostro con agua pura y límpiatelo con lienzo. 8. Trairás limpias las narices de mocos y los ojos de lagañas; la cabeza, de caspa; los oídos, de cera; los pies, calzados; el pecho y cuello, cubierto32. 9. No comas tras el dormir y cuando sea, para vivir, y no bebas para comer. 10. La merienda y el almuerzo por medicina y no por sustento (fols. 66v-67).
31
Gallego, 1982, pp. 233-242. Como muestra de la influencia de Palmireno, transcribimos una breve cita de «Las reglas que Lorenzo Palmireno puso a la puerta de su auditorio», donde el humanista avisa a sus estudiantes de que «reconoceremos cada jueves si traen muchos cabellos, cara lavada, ropa limpia, uñas cortadas» (Segunda parte del Latino de repente, p. 191). 32
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2. 6. Trasfondo autobiográfico. Otras exhortaciones No faltan en estas páginas del manuscrito pasajes autobiográficos que reflejan momentos aciagos de su vida.Tal es el caso de su oposición a que su hijo primogénito Félix, influido por los carmelitas, entrara en religión a los trece años, en 1627. Jiménez Patón consiguió un breve de Urbano VIII en el que ordenaba a los frailes del Carmelo que su hijo, cuyo nombre de religión era Félix de la Resurrección, declarara si había adoptado libremente el estado eclesiástico. Grande fue la tragedia del padre al comprobar que había manifestado en un documento haber adoptado el hábito con total libertad, al tiempo que le rogaba que no le molestara en su nuevo estado. Félix murió en 163233. Sabemos, por nuestra datación del manuscrito, que en el momento de redacción de este pasaje su hijo Félix vivía todavía en el convento. Por esta razón, clama contra aquellas decisiones vocacionales que estima inmaduras y violentadas por los hombres de religión: ¡Por amor de Dios, padres míos! No violenten voluntades en la edad tierna para que en la más sazonada apostaten. Miren, miren, ¡por las entrañas de Dios!, que cuanto tiene de más perfeción el estado de la religión, necesita más de consejo, idoneidad y suficiencia34 (fol. 45v).
Parte importante, de entre este conjunto de exhortaciones, la dedica Jiménez Patón a prevenir a sus estudiantes acerca de las cuestiones más diversas. Así, destina un pasajea exaltar el valor de la pobreza material en la vida cristiana, al tiempo que aprovecha para reprender a los «falsos pobres», en plena sintonía con el auge que llegó a alcanzar esta cuestión desde los albores del Quinientos y en el propio siglo en el que escribe, como refleja la importante obra de Cristóbal Pérez de Herrera35 en su Amparo de pobres (1598): 33
Madroñal, 2009a, p. 20. Más adelante, en el discurso sexto, reproducirá, con variantes, esta misma cuestión: «¿Cuántos mancebitos por persuasión de personas alharagüeñas han tomado hábitos impidiéndoles la vergüenza viciosa el sacudirse como debían y depués, o viven arrepentidos con peligrosos sentimientos, o dejan la religión con notable escándalo y nota de infamia, viven en ella o fuera della aburridos y descontentos y su estado en mucho riesgo de condenación?» (fol. 88). 35 Pérez de Herrera, «De los inconvenientes que se siguen en que pidan limosna los mendigantes fingidos, quitándosela a los verdaderos», en Amparo de pobres, pp. 19-47. 34
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Amemos y estimemos constantemente la verdadera pobreza, pues es alivio en el camino del cielo, confeción que fortifica los miembros flacos en la lucha, ejercicio útil y de mucho gusto. Es puerto de paz adonde se acogen los que, seguros de las tormentas, quieren pasar. Mas no son pobres verdaderos sino afectados y fingidos, falsos, dinos de castigo y de cualquier desprecio los que, pudiendo trabajar, andan vagabundos por hospitales y bodegones, comiendo y bebiendo desordenadamente, hechos bribones, holgazanes ociosos, a quienes los magistrados eclesiásticos y seglares debieran recoger, refrenar, corregir y castigar no solo con no permitirles antes castigarles hasta enmendarles y corregirles (fol. 16v).
En otro lugar aconseja al estudiante a que sea «casto sin corrución» (fols. 17-18v), y ejemplifica la posible falta de castidad en el caso de aquellas monjas que entran en religión faltas de vocación y rompen con este voto. No obstante, advierte, que no entran en esa categoría las que hubieran sido violadas: Contamina esta corrución más de ordinario a personas constituidas en religión dentro y fuera de redes, a doncellas principales a quienes sería bien se les acabase de persuadir esta verdad que, si así viven, no se tengan por vírgines, y la que tienen por cortesía y gran discreción, no es sino libertad licenciosa y grande inorancia. Porque así como la que con violencia y fuerza tiránica y poderosa fuese corrompida en lo corporal, no perderá la láurea virgen —siendo verdadera violencia y fuerza—, las que, sin ser violadas en el cuerpo, lo son en el ánimo, intención y palabras, la pierden porque falta la honestidad que es la virtud que adorna el alma aunque dure la virginidad, que es perfeción del cuerpo (fol. 17v).
Como hemos visto, los consejos morales ocupan todo el libro dejando pocos resquicios a otros asuntos que hubieran podido aligerarlo. El moralismo impregna cada uno de los folios del manuscrito, al punto de trascender todos los ámbitos posibles de la vida, desde el pensamiento a las obras, pasando por la apariencia física de las personas. Así, no debe extrañarnos que el dómine manchego hubiera escrito, condenándolas, algunas modas de su tiempo, fruto de su animadversión a todo tipo de novedades, al igual que su amigo Quevedo. De ahí su preocupación por el vestido como signo de estado, como elemento de ostentación, tema recurrente en la predicación de su tiempo, y que dio como resultado la impresión de una obra en la que comentaba las ideas que sobre ese asunto defendía Hernando de Talavera en la Reforma de trajes, de 1638, o
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en su Discurso de los tufos, copetes y calvas donde, a imitación de otras obras contemporáneas36, pontifica sobre la moda capilar. En efecto, Jiménez Patón nos dirá que el vestido, que la apariencia externa de las personas, debe estar presidida por la moderación. Al referir a sus alumnos el carácter hipócrita de los alumbrados, definidos como «alumbrados sin lumbre» (fol. 20v), y a quienes se atribuía el abuso a mujeres ignorantes con el fin de desviarlas de la fe ortodoxa, sostendrá que, a diferencia del cristiano ataviado con sencillez, tales alumbrados aparentan: menosprecio de vestido, hábito y traje en lo exterior y, en lo interior, camisas de holanda, dejando asentar la mugre en lo aparente, ciñiéndose con un orillo de paño muy basto, y trayendo en lo oculto muy regalados lienzos y cosas de aseo, labrados por las inocentes corderas que con su falsa dotrina traen engañadas (fol. 21v).
A la figura del orador sagrado a la que había dedicado un libro, el Perfecto predicador, en 161237, le destinará algunos pasajes en la línea de las advertencias que vertía en aquella obra acerca de lo que juzgaba como el predicador modélico, preocupado por su rectitud moral y unción para mover a sus oyentes. Esta es una de las ideas fundamentales que guían la redacción de su texto sobre la oratoria sagrada. La figura del orador cristiano debe revestirse, necesariamente y, en consonancia con las disposiciones tridentinas, de ejemplaridad. Anuncia, sin duda, aquella obra al Jiménez Patón de la última etapa que percibimos en esta. Por ello, al dedicar un epígrafe, en el discurso segundo, en el que expone cómo un rasgo del humanista ideal debe ser aquel «Que corrija al prójimo sin altivez» (fols. 28-29), ejemplificará su doctrina mencionando el caso del predicador altivo que, precisamente por esta altivez, no constituía ejemplo de reformación para el pueblo al que iba a predicar. A esos predicadores, se les califica de hipócritas: Y aunque la reprehensión, el que se sube al púlpito a reformar el pueblo debe primero reformarse a sí mesmo y, si fuere reformado, procure no decender envanecido con el aplauso del vulgo (fol. 29).
36
Por ejemplo en la Invectiva en discursos apologéticos contra el abuso público de las guedejas de G. Marqués de Careaga (1637). 37 Editado por Madroñal, 2009a, pp. 191-276.
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El humanista cristiano debe saber comportarse con corrección en el templo durante la misa y no debe querer parecer más piadoso de lo que realmente es, recurriendo a una gesticulación forzada. Señala Jiménez Patón que tales comportamientos deben ser convenientemente reprimidos: Algunos de muy devotos —escribe— hacen gestos, meneos y aciones que dan qué advertir y notar a otros con esto y con hablar ya alto, ya bajo, interpretando lo que el sacerdote dice o pronunciando lo que contemplan. Será modestia virtuosa y discreta reprimir tales aciones y callar tales palabras (fol. 47).
Su apariencia externa debe ser cuidada, moderada en sus gestos, modesta, con honestidad en el trato con los demás. Debe reflejar, en definitiva, «buena crianza y urbanidad»: 1. La buena crianza y urbanidad es cosa que, sin costar nada, obliga mucho. 2. Esta consiste en la modestia y compostura de la persona, de los ojos, boca y demás miembros. 3. Demasiados gestos, movimientos descompuestos, inquietud corporal y actividad inconstante arguyen semejante ánimo. 4. La modestia, compostura y vergüenza adornan el rostro, y dan seguro del camino honesto y honrado. 5. En el tratar con los hombres, guarda compostura en tu persona, honestidad en tus palabras, bondad en las obras. 6. Un buen semblante solo suele componer mucho a un hombre. Unas buenas palabras obligan y buenas obras ligan. 7. No seas gestic[u]loso, ni movedizo, que lo uno es de esgremidor y lo otro de farandulero. 8. La risa sea grave y modesta y no tal que te dé a conocer por necio. 9. Los ojos honestos y moderados. Las manos quietas y el andar concertado (fol. 72-72v).
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3. LA FE ACECHADA POR LA HEREJÍA 3. 1. Religiosidad Se ha señalado que Jiménez Patón fue un hombre humilde38, al conformarse con el desempeño de cátedras no muy bien dotadas, sobre todo si las comparamos con las que ocuparon gramáticos como Nebrija, su maestro el Brocense o Correas, y es también, muy especialmente, un hombre profundamente religioso. Esta religiosidad se manifiesta en todas sus obras gramaticales, impregnadas todas ellas de sus vivas creencias cristianas, imposibles de desligar de los libros que escribió. No hay que olvidar que de joven había aspirado al orden presbiteral y, a causa de unas informaciones negativas sobre su trato con los cómicos, se le denegó tal pretensión en 159639. En muchas de sus obras, rastreamos muestras de su religiosidad. Así aparece en la portada de algunas el monograma JHS40 (Jesus Hominum Salvator). En otras, se pone de manifiesto en sus dedicatorias: dedica la Reforma de trajes a la Virgen del Remedio. El Discurso de los tufos, a Jesús Nazareno. La primera parte de El virtuoso discreto, al futuro santo Tomás de Villanueva, de quien era pariente, y del que Quevedo había escrito una hagiografía, hoy perdida, y un Epítome que se conserva. La segunda parte va dirigida «Al sagrado y máximo dotor de la Iglesia Eusebio Jerónimo, cardenal de Belén» (fol. 61v), en cuya dedicatoria le calificará de «intérprete muy fiel del sagrado texto, acérrimo defensor de la inmaculada limpieza de la Virgen, madre de Dios y nuestra, y de toda verdad católica contra impíos herejes, maestro del yermo, precetor ejemplar de gramáticos y retóricos, patrón deste estudio de Villanueva de los Infantes». Los títulos de algunas de sus obras dan fe de su religiosidad: el Perfecto predicador (1612)41, la Decente colocación de la santa cruz (1635), el Discurso en favor del santo y loable estatuto de la limpieza42 (1638) o el libro que nos ocupa atestiguan su ortodoxia apasionada por la Iglesia como autoridad máxima.
38
Quilis-Rozas, 1965, p. LXXVI. Madroñal, 2009a, p. 18. 40 Así, en sus Proverbios morales (1615) o en el Discurso de los tufos, copetes y calvas (1639). 41 Madroñal, 2009a, pp. 191-276. 42 Garau, 2012b. 39
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3. 2. Gramática impregnada de creencia En una sociedad profundamente marcada por el pensamiento religioso, como es la de los siglos XVI y XVII, en la que la Biblia era el libro de referencia por excelencia, y en la que la Teología era considerada, a partir de santo Tomás de Aquino y de Inocencio III, la «reina de las ciencias», como tantas veces se la define, no tiene nada de particular que los estudios gramaticales, como una faceta más del concepto amplio de humanismo, estuvieran impregnados por la creencia religiosa de sus autores. En nuestro tiempo, hay que hacer un esfuerzo por entender el hombre y el mundo de la época en términos teológicos, sin los cuales es imposible comprender buena parte de su obra humanística como, entre otros, nos ha señalado Dominique Reyre43 para explicar, en su justa medida, el Tesoro de la lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias. En este sentido, son comunes las consideraciones de los hechos lingüísticos en función de su carácter providencial y en la creencia, incuestionable, de la lengua santa como protolengua. Jiménez Patón participa plenamente de este espíritu y está convencido de ello. Buena parte de su obra se constituye en un reflejo de su religiosidad y se subordina a sus creencias. Así, como refiere Abraham Madroñal: «Las gramáticas de las lenguas están emparentadas porque —según su opinión— Dios misericordioso permitió que hubiera semejanzas entre ellas para que la incomunicación de los diferentes pueblos no fuera total»44. El conocimiento del latín se concibe, además de la lengua de cultura por excelencia, como el idioma en el que leer laVulgata y —según palabras del propio Jiménez Patón— como medio del conocimiento de la ortodoxia, «particularmente para entender este sagrado Concilio de Trento»45.
3. 3. Un humanista en permanente cautela Es conocido que el Santo Oficio se mostraba más vigilante con la labor de los humanistas que con la de los literatos y científicos. Obviamente su preocupación, en especial a fines del siglo XV y durante 43
Reyre, 1995, pp. 31-53 y 1997, pp. 5-20 . Madroñal, 2009a, p. 31. 45 Comentarios de erudición, fol. 157. 44
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el Renacimiento, por buscar la verdad reflejada en los textos bíblicos, editados correctamente, podía dar lugar a interpretaciones divergentes no aceptadas hasta el momento por la teología tradicional y, consecuentemente, por la jerarquía. De hecho la ecdótica nace en este tiempo y el humanista más destacado, Erasmo, descuella entre otras muchas obras, por su nueva edición del Nuevo Testamento (1516) y por sus Paráfrasis, del mismo año. Ya cerca de 1505, bastante antes del inicio de la Reforma de 1517 en Alemania, Nebrija se lamentaba en una carta a Cisneros, de que el inquisidor general Deza hubiera ordenado recoger unos comentarios suyos de la Biblia: Investigo —escribe— en la tierra aquellas cosas cuyo conocimiento persevera en el cielo, me llaman temerario, sacrílego y falsario y no falta nada para que […] me hagan comparecer ante los jueces cargado de cadenas… ¿Qué hacer en un país donde se premia a los que corrompen las sagradas letras y, al contrario, los que corrigen lo defectuoso, restituyen lo falsificado y enmiendan lo falso y erróneo, se ven infamados y anatemizados y aun condenados a muerte indigna si tratan de defender su manera de pensar?46
Jiménez Patón, pese a la intensidad de su creencia, se muestra temeroso en sus textos. En El virtuoso discreto así lo dará a entender: «Yo, aunque en todo voy con muy gran cuidado» (fol. 29v). A título de ejemplo, debemos señalar que a lo largo de los 122 folios del libro decimosexto de los Comentarios de erudición, únicamente en una ocasión cita a Erasmo47 y, en este caso, para comentar los efectos sonoros del laurel cuando se quema. El hecho de poderse interpretar Erasmo como un autor que bordea la ortodoxia y que, en buena medida, puede considerase el prólogo de la reforma luterana, explica su prevención, rasgo habitual en muchos otros autores españoles del período48 y resultado del
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Citado por Pérez, 2002, p. 412. Explica el maestro en Comentarios de erudición (Libro decimosexto), p. 131: «Un proverbio hay que dice: Lauro clamosior, y no me cuadran las explicaciones que le dan, porque Erasmo interpreta “más vocinglero que el laurel verde cuando se quema, que da muchos estallidos”, y esto no parece con forma pues, como hemos dicho, el hacer eso se tenía por muy buen agüero, y por malo el no hacello». 48 Este rasgo es bastante frecuente entre los humanistas. Así, en las Empresas espirituales y morales (Baeza, Fernando Díaz de Montoya, 1613) de Juan Francisco de Villava, quien únicamente le cita una sola vez.Ver Pérez Lozano, 1998, p. 35. 47
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clima antierasmista que determinará que prácticamente se le silencie a partir del Índice de Bernardo de Sandoval, publicado en 161249. Tampoco debemos olvidar, como recientemente se ha puesto de relieve50, que Jiménez Patón fue discípulo de Francisco Sánchez de las Brozas en la Universidad de Salamanca y tendría evidente noticia de los diversos procesos inquisitoriales que se habían instruido contra su maestro, quien siempre se había mantenido fiel a la teología de Erasmo51. En este sentido, es elocuente un pasaje del Perfecto predicador donde procura conjurar cualquier sospecha de herejía. Así nos refiere que Se me preguntó estos días si era lícito y permitido predicar al lego. A lo cual respondí que no, […] me afirmaron que […] conocieron asalariado para la predicación en algunos pueblos de la sierra de Segura un hombre lego casado. Lo cual no dudé yo creer por ser hombres de verdad los que lo afirmaban, tanto como ellos que no es lícito, pues dijeron: «Eso ahora se habrá reformado». A lo cual digo y diré que en ningún momento se ha permitido en la Iglesia de Dios, ni es bien que se haga, y si se hizo fue mal hecho. Algún tiempo después de haber escrito esto me informé de el licenciado Simón del Valle, cura de la villa de Siles, en el Valle de Segura (donde se me dijo haber estado asalariado el lego para este oficio de predicación) y, habiendo consultado a los más viejos de aquella villa, respondió que el que esto hacía estaba asalariado para enseñar los niños de la escuela, y a la hora de la salve en las cuaresmas y algunos otros días entre año, cuando sacaba a los niños a enseñarles la dotrina por las calles, solía —porque era hombre devoto, virtuoso y de buen ejemplo (aunque casado)— hacerles a los niños y a los demás que le querían oír alguna prática o sermón que dicen, y esto es la verdad, que en el púlpito ni en otro lugar que esté para este oficio señalado nunca lo hizo52.
Late en esta cita la preocupación de Jiménez Patón por seguir las disposiciones tridentinas en el sentido de que solo el presbítero que tenga licencia de su obispo para predicar puede hacerlo53. Esta disposición conciliar respondía a invalidar el principio del sacerdocio universal que, 49
Bataillon, 1986, cap. XIII «El erasmismo condenado», pp. 699-738. Madroñal, 2009a, p. 145. 51 Bataillon, 1986, p. 734 y ss. 52 Jiménez Patón, Perfecto predicador, p. 226. 53 Sesión V (17 de junio de 1546),«Decreto sobre la reforma», cap. II, «De los predicadores de la palabra divina». También señalará esta disposición en su Perfecto predicador, cap. III, p. 217. 50
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según Lutero54, recibía todo cristiano en virtud del bautismo y eliminaba la distinción entre eclesiásticos y seglares, al tiempo que cuestionaba el propio concepto de Iglesia. Además, podemos apreciar su celo al querer comprobar personalmente la información recibida. Jiménez Patón, en cambio, no se desvía en ningún momento de la verdad oficial en la que cree.Y no solo no lo hace sino que se convierte en apologeta de la ortodoxia católica frente a la herejía, como veremos.
3. 4. Defensa y enseñanza de la doctrina católica frente a las herejías contemporáneas En buena medida, pretende Jiménez Patón redactar con El virtuoso discreto una obra de prevención contra la herejía, en plena comunión con el espíritu de la Contrarreforma. En la estela de san Pablo55, concibe la vida del cristiano como milicia contra el Maligno. Esta concepción tradicional gozó de amplio predicamento en la época constituyéndose en un tópico ampliamente repetido desde los púlpitos, atalayas vigilantes en los que la figura del predicador se erigía en capitán de la milicia cristiana. Así lo escribe en la dedicatoria a García de Figueroa, del hábito de Santiago, en el Perfecto predicador: Costumbre santa ha sido en la Iglesia católica que el Evangelio se oya en pie, para decir a los cristianos que deben estar prontos y dispuestos a la defensa de la fee de Cristo, cuya doctrina por san Lucas aconseja que para el tal fin el que no tiene armas con que defenderse, aunque venda sus vestidos, las compre.Y este fue el fundamento de la institución de las órdenes militares, a cuyos religiosos y soldados particularmente toca este oficio y dellas en nuestra España a la de su patrón Santiago, cuyo hábito v.m. tiene y cuya caballería religiosa profesa56. 54 Dice el Reformador: «Todos por el bautismo somos consagrados sacerdotes…Y lo que se consigue por el bautismo, bien puede estimarse tanto como el ser consagrado sacerdote, obispo y papa, aunque no pertenezca a todos ejercitar esos oficios», citado por García-Villoslada, 2008, I, p. 467. Sobre Trento y la predicación, ver Byrne, 1975. 55 Ef. 6, 10-20. 56 Jiménez Patón, Perfecto predicador, p. 199. En el Discurso de los tufos, copetes y calvas (1639), manifestará su indignación contra los galanes de la corte más preocupados por su presencia personal, juzgada por Jiménez Patón como signo de afeminamiento, que por seguir al rey en la defensa militar de la fe católica: «En este punto
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En esta milicia cristiana, sus alumnos, primeros destinatarios de su obra, deben ser convenientemente advertidos de los peligros que el demonio puede sembrar entre ellos. No hay que olvidar que tanto en los miles de libros hagiográficos, como en la propia predicación de la época, se atribuía al demonio una actuación cotidiana con el fin de confundir la vida del cristiano. Con el cambio de época y ya en la Ilustración, tales supuestas intervenciones sobrenaturales y terroríficas determinaron la repulsión de las personas cultivadas57. Jiménez Patón, pues, cree firmemente que, entre los múltiples peligros que el Maligno difunde por el mundo, la herejía es de los más dañinos para la salud de las almas.Ya en 1599, nuestro primer historiador, el jesuita Juan de Mariana había manifestado los peligros que entrañaban las distintas religiones, en su importante obra Del rey y la institución real (1599), al atribuir a la diversidad de creencias una de las razones para disolver la paz, como desgraciadamente había ocurrido en las guerras de religión que habían asolado el siglo XVI: Comprendió el demonio que nada hay más a propósito que las ideas religiosas para disolver el amor mutuo entre los hombres y provocar entre ellos interminables guerras; y por esto ya antiguamente difundió por el mundo varios cultos, persuadido de que así no podrían nunca los mortales formar una sociedad ni reunirse en un mismo cuerpo, como sucede entre recebí cartas de la corte llenas de doloroso sentimiento y lastimándose de que cuando Su Majestad, Dios le guarde, anda desvelándose como católico monarca defensor de la Iglesia fiel, solicitando el rendimiento de los enemigos impíos, los galanes de la corte, que fueran mejor soldados en esta ocasión atendiendo más a lo afeminado y lindos que a la valentía y ánimo que la ocasión pide, no contentos con las guedejas ordinarias, cogoteras y copetes, engoman y enrizan el cabello y ponen fundillas y hacen aguas para los rostros. ¡Oh dolor, dino de llorar entre cristianos! ¿Fundillas o jaulillas en los copetes, porque anden más levantados, cuando fuera mejor empresar uno y otro cabello con el morrión, celada o yelmo con el barboquejo y quijotes las armas? ¿Tal estrago de costumbres tal afeminación y cobardía sinificada en el aseo mujeril cuando el francés y el de Parma y otros muchos enemigos nuestros y de la fe católica nos están provocando y desafiando con injustos y desmesurados manifiestos y ultrajándonos con menosprecio y baldones, permitiendo Dios por nuestros pecados alcancen vitorias tan inominiosas para nosotros y tan dinas de llorar con lágrimas de sangre y de vengar con ánimos dedicados de todo punto al culto de nuestra sagrada religión y no consentir con atrevida arrogancia estén diciendo de nosotros por saber estas ociosas afeminaciones?» (fol. 54v).Ver, entre muchos otros, Caro Baroja, 1978, cap. XVII, pp. 415-444. 57 Caro Baroja, 1978, cap. II, pp. 51-76.
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las demás especies de animales unidas entre sí simplemente por ser de una misma condición e igual naturaleza58.
Cuando Jiménez Patón aborda la herejía no distingue, generalmente, entre sus distintas modalidades. Como es conocido, la herejía moderna, desde la perspectiva católica, se debe a Lutero como iniciador en 1517 de la Reforma, surgiendo, ya en vida del Reformador, diversos cismas en el seno de su movimiento. No puede afirmarse, según la investigación histórica más reciente, que en España hubiera una gran incidencia del protestantismo, dada la condición de extranjeros de la mayoría de condenados por luteranismo59. Sí, en cambio puede asegurarse, pese a la dificultad que entraña su precisa definición, que únicamente el iluminismo puede considerarse la única herejía originalmente española de aquellos siglos. Pero a Jiménez Patón no le preocupa explicar tales distinciones sino que percibe la herejía como una amenaza del demonio que debe ser extirpada en beneficio del alma, y en defensa de la unidad de la Iglesia. Existe en la obra un propósito evidente de combatir la Protesta en cualquiera de sus formas. Como hombre culto, conocedor como ya hemos visto, de los decretos del Concilio de Trento, defenderá la doctrina de la Iglesia contra cualquier desvío de la fe, siguiendo todos y cada uno de sus cánones, en manifiesta fidelidad a la fe que sigue y, aunque en muchas ocasiones no se le cite, combatirá con sus ejemplos y definiciones al hereje por antonomasia de su época, Martín Lutero, considerado en aquellos años por los católicos como el Anticristo60. Veamos cómo se desarrolla su humilde participación en aquella controversia.
3. 5. El concepto de Iglesia. Su autoridad Lutero pone en cuestión la naturaleza de la Iglesia como comunidad visible, jerarquizada en torno a los obispos y bajo el primado del papa. Su concepción se fundamenta en una comunidad espiritual, invisible, cuya única visibilidad puede ser percibida por Dios. Dado que se trata 58
Mariana, 1976, p. 363. Ver «El luteranismo en España» en Pérez, 2002, pp. 148-155. 60 Así le denomina Jiménez Patón en otra obra, Comentarios de erudición («Libro decimosexto»), p. 205. 59
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de una institución incorpórea, su unidad externa se juzga innecesaria61. El concepto de Iglesia es fundamental para Jiménez Patón ya que de él se deriva la unidad de la fe, contra la que lucha la herejía, y la manifestación de la gracia a través de los siete sacramentos, algunos de los cuales Lutero no reconocerá al juzgar que no fueron instituidos por Jesucristo. Definirá, brevemente, la Iglesia en su discurso segundo y, tras esta reducida explicación, pasará a advertir a sus lectores contra la herejía que promueve el demonio ya que a la fe pertenece creer con toda firmeza […] todo lo que nos propone la santa madre Iglesia, la cual es congregación de fieles que tienen por cabeza al romano pontífice; tienen una fe, una ley, o precetos, y unos sacramentos. Aquí la discusión advierte —a vueltas de estas verdades santas infalibles y de toda certeza—, suele el demonio introducir, con apariencia dellas, supersticiones dañosas que el virtuoso discreto conocerá y evitará, pidiendo a Dios su ayuda para el verdadero desengaño (fol. 11v).
Un poco más adelante abundará en la idea de la obediencia ya que el virtuoso debe ser, según titula uno de los párrafos del libro, «Obediente sin contradición». La obediencia se cifra en un mandato divino que el propio Dios ordenó a los religiosos, cuya existencia, siguiendo la crítica de Erasmo contra el monacato, no considera Lutero, mediante el voto de obediencia; obliga también a todos los que tienen personas subordinadas. El poder, como es propio de la España de los siglos XVI y XVII, es hierocrático y, en este sentido, de raíz divina. Cuando la voluntad de Dios no se respeta, se debe optar por obedecerle frente a los propios hombres. Menciona en el pasaje siguiente dos personajes que se distinguieron por su fidelidad a Roma: Tomás Becket (Londres, 1118-Canterbury, 1170) y Tomás Moro (Londres, 1478-1535), el autor de la imperecedera Utopía, libro del que era conocedor62. Ambos se opusieron a
61 Lutero defenderá, en múltiples ocasiones, la naturaleza incorpórea de la Iglesia: «Oigamos ahora la palabra de Cristo ante Pilato cuando, preguntado por su reino, respondió: “Mi reino no es de este mundo”. Expresión clara, que distingue a la Iglesia de todas las sociedades mundanas, porque ella no es corpórea (civil).Y este ciego romanista la hace sociedad corpórea, como las demás». Citado por GarcíaVilloslada, I, 2008, p. 450 y Arnau-García, 2007, cap. IV, pp. 129-173. 62 Su discípulo Jerónimo de Medinilla y Torres había traducido la obra. Medinilla era también amigo de Quevedo. Ambos le habían redactado algunos preliminares a su edición de 1637.Ver Madroñal, 2009a, p. 121.
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las pretensiones de sus respectivos reyes, Enrique II y Enrique VIII; uno fue ejecutado por no secundar los deseos del monarca que atentaban contra los derechos de la Iglesia y el otro —Moro—fue acusado de traidor por no prestar el juramento antipapista ni aceptar el cisma que representaba la iglesia anglicana. Los dos gozan del título de santos de la Iglesia católica y fueron tenidos entre los mártires de Inglaterra63: El súdito que no obedece al superior o, si obedece, es la voluntad forzada, lo hace con contradición, no merece, antes añade culpa de repunancia. Por considerar la fuerza que esta virtud tiene y lo que vale con Dios, se puso en la religiones por uno de los tres votos, y es el gobierno más eficaz —como la esperiencia lo enseña— pues, en llegando algún superior con imperio de virtud de obediencia, no hay cerviz indómita que no se humille sin contradición, y ¡ay! del desdichado que la hiciere, porque el que resiste en lo lícito y honesto a quien se lo puede mandar hace resistencia al mismo Dios, el cual representa el suyo en el imperio del sumo pontífice, monarca, emperador, rey, juez, prelado, padre o maestro. Aunque si los tales mandasen cosas que contradicen a la voluntad divina, ellos son los que hacen la contradición, y el que no obedece merece más en ello porque, en tales casos, debe obedecer a Dios y no a los hombres. Ejemplo desta verdad católica serán los virtuosos discretos, uno, y otro, y otro Tomás; dellos, el Canturiense, dio la vida por no asentir a la infidelidad de Enrique. Tomás Moro por reprobar, de otro Enrique, la inobediencia a la cabeza de la Iglesia.Y, aunque no a costa de sangre, nuestro Tomás de Villanueva valerosamente defendió la inmunidad eclesiástica… (fols. 13v-14).
Jiménez Patón defiende una y otra vez la institución de la Iglesia bajo el primado de Pedro y con el papa como su sucesor.Ya hemos visto que Lutero, en su visión de una Iglesia incorpórea, niega la figura del papado. En El virtuoso la necesidad de una Iglesia estructurada se explica por el hecho de que el demonio, dada la necesidad que tiene de ser adorado, inventó la mitología y que al crearla procedió por conjetura acerca de las necesidades de los hombres al ver que estos necesitaban un esquema jerárquico que reprodujera el de la Iglesia. Este modo de razonar, común en el humanismo de la época64, pretende mostrar que incluso 63 Tratará de muchos de estos mártires de la Iglesia de Inglaterra fray Luis de Granada en la Introducción del símbolo de la fe,V, cap. XXII, pp. 652-659. 64 «No siempre la gran erudición humanística va unida a criterio más prudente, al tratar de la influencia de lo demoníaco en la vida de los hombres; porque el humanista arranca los textos de su contexto y lo mismo le da que un hecho se halle
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la estructura externa de la Iglesia, con el papa a la cabeza, es necesaria puesto que incluso el demonio la imitó al inspirar la mitología, al igual que la figura de los frailes, las monjas y los eremitas que tanto criticó el Reformador. Obviamente estamos ante un anacronismo ya que la fundación de la Iglesia es posterior a la creación de los mitos paganos. No obstante, no hay que olvidar que, desde una perspectiva cristiana como era la de Jiménez Patón, el tiempo afecta únicamente al hombre y, en consecuencia, Dios y el demonio están fuera de él: Tiene el demonio tan grande apetito de ser adorado, usurpando para sí la honra y culto divino que las criaturas deben a su Criador que, además de la envidia que tiene a los hombres, quiere hacer riza y estrago en ellos por todos los caminos que halla por ejecutar algo de la ira que tiene contra la ley de Dios, como si le fuera posible llegar a efeto aquel ambicioso pensamiento que le precipitó del cielo, que tuvo de hacerse semejante a Dios.Ya que esto no ha sido ni lo es posible, quiere parecerlo si no entre los buenos y justos, al menos entre los impíos, paganos, idólatras y pecadores, haciendo con ellos que le den el culto divino, ya que no formal, interpretativo de la suerte que se interpreta en el pecado mortal. Este fundamento tuvo para introducir entre los gentiles la idolatría, procurando para sí todo aquello que con su saber natural pudo alcanzar por conjetura. Conjeturó que los hombres habían de tener religión, que le obligase a dar a Dios verdadero la honra debida y divino y ligítimo culto, y así ordenó entre gentiles y otros infieles paganos ciertas religiones en su vana superstición. En ella hizo poner pontífice máximo y sacerdotes menores a imitación de nuestra sagrada religión. A imitación de los frailes, inventó los fratres Arvales y otras comunidades como nuestras cofradías: las congregaciones de Baco, Cibeles, Flora y otras. Contrahaciendo nuestras monjas, puso las Vestales. Por anacoretas, plantó en la soledad y yermo desierto los gimnosofistas, los morabitos y otras invenciones desta suerte (fols. 43v-44).
Relacionado con su concepto católico de Iglesia, frente al de Lutero, considerado herético, combatirá Jiménez Patón la libre interpretación de las Sagradas Escrituras, base del pensamiento luterano (Sola Scriptura), juntamente con la justificación por la fe en Jesucristo, al margen de las obras (Sola Fides). En efecto, para nuestro autor, y en consonancia con
narrado en una tragedia de Eurípides por boca de alguien al que no caracteriza como el poeta, que se encuentre en otro de Petronio o Luciano. El método “acumulativo” le basta» (Caro Baroja, 1978, p. 56).
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los decretos tridentinos, el cristiano no es libre de interpretar las escrituras, ya que tal interpretación es privativa del magisterio de la Iglesia a través del papa, los obispos y los sacerdotes. Para reforzar su argumentación, acudirá a san Pablo cuando, en una de sus cartas a los corintios, recomienda que el cristiano debe ocuparse en saber únicamente aquello necesario para su salvación (1 Cor. 3, 18-20): […] la discreción que vamos mostrando ser necesaria para la compañía y gobierno de las demás virtudes y solo tiene un peligro que es el despeñadero de la soberbia y gravedad altiva, y por esto el Apóstol aconsejaba que no quieran los hombres saber más de lo que conviene, ni más de aquello que basta para la salvación porque, en escediendo desto, es jatancia, presunción y vanidad y pierde el nombre y ser de prudencia, sabiduría y discreción y, aunque lo parezca, no lo es más que aparente y contrahecha la que engendra tales hijas.[…] Dios nos libre de algunos prudentes del siglo y de la carne que quieren ser monas destos con fingida modestia, gravedad representada, compostura artificiosa que, con tales esteriores muestras, engañan al mundo y, principalmente, a los prelados eclesiásticos y aun a los príncipes seglares para que con su prudencia y sabiduría fíen de uno y otro gobierno, porque todos sus intentos son ambiciosos, procurando persuadir con su artificioso proceder a que ellos tienen las llaves de la sabiduría y ciencia con que debieran ser conocidos en su luciferina presunción, pues se atreven a declarar el Evangelio y la Sagrada Escritura, dándole el sentido que ellos quieren contra la común y verdadera inteligencia de los santos y, en ejecución desta osadía temeraria, dan heréticas esplicaciones. Destos prudentes de la carne, destos sabios ministros del demonio ha de huir el que quiere no pervertir su virtud65 (fols. 23v-24).
65 Más adelante repetirá la misma idea: «Curiosidad perversa es la que el demonio intenta por modos supersticiosos, agüeros, hechicerías, encantamientos. Eslo querer saber más de lo que conviene, contra el consejo del Apóstol, porque es sabiduría la tal que pierde al hombre, y su nombre, trocándose en inorancia, como se ha visto en los cismáticos y herejes, los cuales con propia confianza de que podrían salir bien dellos se pusieron en ocasión de tanto mal» (fol. 30).
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3. 6. «El mayor tema de un tiempo»66: el libre albedrío y la justificación Es conocido que el Concilio de Trento (1545-1563) se convocó como respuesta a los errores doctrinales de la Reforma. Entre las disposiciones conciliares fue la más importante el «Decreto sobre la justificación»67que reafirma la importancia de las obras para la salvación. Ciertamente, en el pensamiento teológico de la época, tal concepto de la justificación puede considerarse la contraseña del pensar tridentino contra el luteranismo y su lema Sola Fides. Para Lutero, pues, la justificación se produce por la fe en Jesucristo, al margen de las obras. El hombre no es libre de cooperar en el proceso salvífico sino que actúa de un modo pasivo. Así, para la doctrina católica, el hombre puede libremente aceptar la gracia que Dios le ofrece para salvarse o para rechazar la salvación. Lutero afirmará lo contrario en su De servo arbitrio (1526), en respuesta a la obra de Erasmo De libero arbitrio (1524), quien sí creía en la posibilidad de la libre aceptación de la gracia divina68. Nuestro gramático, en «Temeroso sin desconfianza» § 12, explicará la importancia del libre albedrío en el proceso de salvación, al tiempo que encarecerá la importancia que cobran las obras en ese proceso69, en sintonía con la carta del apóstol Santiago, 2, 26: «Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta». Dice así: De suerte que conviene que el bueno tema su ruina y perdición, condenándose por soberbio, y el malo tema no se condene por malicia y desconfianza. Porque Dios con igualdad nos engendró y nos guarda dándonos a todos libre albedrío con libertad para que cada uno alargue la mano al agua o al fuego, que es decirle advierta que tiene su «alma en su palma»; en su mano está el obrar bien o mal, y sin poder dar la culpa a otro. Cada uno se condena o salva porque él quiere, reduciendo su voluntad a obras que son las que acompañan al salir desta vida, y, si las buenas faltan, con fee muerta se podrá ir al infierno (fol. 25-25v).
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Así titula Caro Baroja el cap. X (1978), pp. 223-245. Denzinger/Hünermann, 2006, Sesión sexta, 13 de enero de 1547,«Decreto sobre la justificación», pp. 487-504. 68 García-Villoslada, 2008, II, pp. 192-197, entre otros. 69 Cervantes aludirá a la importancia de las obras en Don Quijote de la Mancha: «Cada uno es hijo de sus obras», primera parte, IV y XLVII, y también en La ilustre fregona, p. 152: «No es posible ir al cielo sin buenas obras». 67
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En otros lugares del libro reafirma idéntico principio doctrinal al advertir «del peligro a que se pone el que quiere predicar con palabras y vivir descuidado en las obras» (fol. 29v). Al hablar «De los artículos de la fee § 5» sostiene que «será fee muerta si no la acompaña con la esperanza que debe poner en Dios y con las obras que ministra la caridad»70 (fol. 36).
3. 7. Los sacramentos Vinculado a la noción de Lutero de una Iglesia espiritual e invisible, contrariamente a la doctrina católica de la visibilidad de la institución, se relaciona su premisa de que no es necesaria la mediación externa de esa Iglesia para conferirlos. Para Lutero los sacramentos son meros signos para suscitar la fe, imprescindible para quien recibe el sacramento, y además, y no menos importante, los sacramentos no se consideran medios para conferir la gracia en virtud de lo obrado, es decir ex opere operato, ya que únicamente es la fe quien puede conseguirla71. En cuanto a su número, los reducía a tres: el bautismo, la eucaristía y, en un primer momento, la penitencia. El resto de los sacramentos reconocidos por la Iglesia no cumplían con el criterio que era fundamental para Lutero: que «el signo sacramental tiene que haber sido determinado inmediatamente por Cristo en la concreción ritual de su materia y de su forma»72. Jiménez Patón dedicará varias secciones de El virtuoso discreto a explicar los siete sacramentos y aludirá a los peligros que comporta para el católico el cuestionarlos. Contrariamente a la creencia luterana, y en plena consonancia con la Iglesia, encarecerá el número septenario de los sacramentos. Si bien, a diferencia de Lutero, para quien el del bautismo supone el sacramento preeminente, destacará que la eucaristía es el más importante de todos ellos, siguiendo con ello la doctrina católica. De
70
Reproduce el cap. 7, 1531, del «Decreto sobre la justificación»: «Porque la fe, si no se le añade la esperanza y la caridad, ni une perfectamente con Cristo, ni hace miembro vivo de su cuerpo. Por cuya razón se dice con toda verdad que la fe sin las obras está muerta y ociosa y que en “Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada ni la incircuncisión, sino la fe que obra por la caridad”», Denzinger/Hünermann, 2006, p. 491. 71 Arnau-García, 2007, p. 132. 72 Arnau-García, 2007, p. 136.
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ahí que sostenga que «los siete sacramentos, de quien hemos dicho y en especial, por escelencia, se dice sacramento de fee el del altar» (fol. 36). En otros momentos, clama —curiosamente siguiendo a Lutero y al contrario de otros reformadores— contra los que denomina «sacramentarios», es decir, aquellos que niegan la transubstanciación y la presencia del cuerpo de Cristo en la eucaristía73: El día del Santísimo Sacramento del altar, por la fiesta que a su sombra o figura hizo David, se prueba la grandiosa que se le debe a la presente para la confusión de los sacramentarios herejes, como lo dispone el sagrado Concilio de Trento (fol. 21v).
A la penitencia le dedica todo un apartado74, que enunciaremos brevemente aquí. Es probable que para redactar tales folios tuviera presente la obra de Martín de Azpilcueta, Compendio del manual de confesores y penitentes (1586), obra muy consultada, a la que ya hemos aludido, y donde se recogían todas las nuevas disposiciones conciliares. Distingue Jiménez Patón, a diferencia de la teología de Lutero, entre pecados veniales y mortales, y defiende especialmente la importancia de la confesión vocal. La figura del confesor actúa como un juez que, delegado por el propio Cristo, escucha al penitente. Se destaca este papel mediador frente a su ausencia entre los protestantes. Así: […] a la humildad pertenece la reverencia interior que al confesor se debe tener, como a Cristo, Nuestro Señor, a quien representa; y las palabras que suenen con mucho respeto, y no escusen los pecados, ni los solapen, ni los aligeren echando la culpa a la mala inclinación y costumbre, ni a la flaqueza de la carne, ni a la ocasión que se ofreció, ni a la mala condición de otros (fol. 32).
No menor importancia, en relación a la figura del confesor, cobran las alusiones a la solicitación75, en consonancia con Trento que se había
73
Precisa Ricardo García-Villoslada, 2008, p. 178: «Lutero llamaba “sacramentarios” a los extremistas que iban más lejos que él en la explicación del sacramento eucarístico, negando no solo la transubstanciación, sino la presencia real de la carne y sangre de Cristo». 74 «Del sacramento de la penitencia § 2», fols. 29v-33. El propio Jiménez Patón, dada su extensión, califica el apartado como «tratado» (fol. 32). 75 Sarrión, 1994.
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propuesto combatir tales delitos y que, entre otras disposiciones, determinó que existiera un mueble, que ahora conocemos como confesionario, para establecer una barrera física entre el confesor y el penitente con el fin de evitar que se suscitara el pecado. Además, no debemos olvidar que la Inquisición, y Jiménez Patón era notario de ella, siempre estuvo especialmente interesada en ese delito por cuanto se interpretó como herejía por mal uso del sacramento76. De hecho, fueron acusados muchos confesores de caer en ella y de promover el iluminismo, al que nos referiremos más adelante. Entre otros sacramentos que trata en el libro, y que no consideramos de un especial relieve en relación a la prevención de la herejía que su autor persigue, está el de la extremaunción (fol. 34v) y la confirmación, a la que dedica unas pocas líneas (fol. 31v). Sin embargo, cuando trata del bautismo, se extiende en considerar los tipos de bautismo que reconoce la Iglesia. Destaca su importancia en la vida del cristiano. Es interesante resaltar cómo al definir el bautismo de sangre, fruto del martirio, parafrasea la idea de santo Tomás de que los sacramentos constituyen la base sobre la que se levanta el edificio de la Iglesia. Por los sacramentos, siguiendo la Suma Teológica, que «nacieron del costado abierto de Cristo pendiente en la cruz, se edifica la Iglesia de Cristo»77. Además reafirma que el sacramento confiere la gracia, a diferencia de Lutero que, como hemos visto, la niega, diciendo: Tres bautismos dicen los dotores que hay: uno de agua, que es la puerta general por donde todos entramos en esta Iglesia; otro, de sangre, que es el martirio, los cuales tuvieron fuerza en la sangre y agua, que del lado de Cristo salió, tras el golpe de la lanza con que después de muerto le rompieron el pecho. La fuerza destos es justificar un alma, sacarla de la culpa, darla la primera gracia (fol. 31).
No sin cierto gracejo, pocas líneas después, manifiesta, aunque pueda no parecerlo, que «no es mi intención tratar de los sacramentos como los sumistas» (fol. 31v). Dedica una sección de su libro a tratar acerca «Del sacramento del matrimonio y del sacerdocio § 4». Del sacramento del orden dice que supone «el estado de mayor perfección». Dada su religiosidad, y el hecho 76 77
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Kamen, 2005, pp. 246-272. Suma Teológica 3, 62, 5 y 3, 66, 3.
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de que de joven hubiera aspirado a ser ordenado, debemos de pensar que guardaría un grato recuerdo de esta etapa de su juventud. Entre las características del futuro sacerdote señala su correcta instrucción, en consonancia también con los propósitos de Trento, que instituyó los seminarios para dotar al clero de la formación adecuada y evitar la extensión de la herejía, combatida por personas con una sólida base doctrinal y escrituraria. De ahí que considere que la ignorancia «en los sacerdotes es abominable» (fol. 35), idea típicamente erasmista78. La ignorancia en los clérigos fue muy censurada entre los erasmistas hispanos, en especial por Juan de Valdés en el Diálogo de la doctrina cristiana (1529), probablemente el segundo catecismo más literario de cuantos se han escrito en castellano tras la Introducción del símbolo de la fe (1583) del dominico Luis de Granada, donde se critica —en el «Diálogo»— la ignorancia del clérigo Antronio. Lutero había sostenido que el matrimonio, aunque indisoluble, no era un sacramento79. Jiménez Patón encarece repetidas veces su carácter sacramental y reprime la ridiculización del estado matrimonial, de ahí que «el matrimonio sacramento trátese santamente y no se aprueben dichos satíricos con nombre de graciosos que huelen y saben a errores y, a veces, [son] heréticos» (fol. 35). El humanista encarece el carácter sacramental del matrimonio y condena el tratamiento, que estima poco grave, con el que con frecuencia aparece en la comedia: Y en comedias y entremeses se debían corregir y reformar algunas invectivas que, con so color de gracias, se dicen contra este estado santo, y las licencias de algunos maldicientes satíricos, sin dalles permisión a ello, ni aplaudilles a sus insultos y erróneos donaires porque el estado es santo (fol. 35-35v).
En otros pasajes, defenderá la veneración y culto a los santos, a sus imágenes, y a las reliquias (fol. 36-36v) que tantas pasiones heréticas habían levantado, en una muestra más de defensa de la ortodoxia tridentina. También se manifestará sabedor del Catechismus Romanus80 (1566), más conocido como el de san Pío V, elaborado durante el Concilio de Trento como respuesta a los catecismos de Lutero.
78
Bataillon, 1986, pp. 541-545. Ver García-Villoslada, 2008, «Matrimonio indisoluble, mas no sacramento», pp. 480-481. 80 El virtuoso discreto, fol. 33v. 79
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3. 8. Alumbrados, iluminados o agapetas Ya hemos apuntado en líneas anteriores que el movimiento iluminista posiblemente sea la única herejía originalmente española que suscita el interés de la Inquisición desde Valdés hasta Miguel de Molinos, ya en el segundo tercio del siglo XVII81. Los seguidores de este movimiento, considerado una de las manifestaciones del erasmismo en España, fueron reconocidos como herejes por el Edicto de Toledo de 152582. Se les conoce como «alumbrados» o «iluminados» o, por sus reminiscencias con los convites de caridad de los primeros cristianos, «agapetas». El fundamento de su creencia era la doctrina del «dejamiento», a la que aludirá Jiménez Patón, que suponía la liberación de la cárcel del cuerpo para aspirar a la unión mística con Dios. Esta doctrina, inicialmente ortodoxa, con el paso del tiempo derivó hacia una mezcla de misticismo con prácticas eróticas, muchas de las cuales se originaban en los confesionarios mediante la solicitación. Las principales víctimas de esos confesores solicitantes fueron mujeres, en muchos casos poco instruidas. Para el Santo Oficio el caer en la solicitación entrañaba dos desvíos delicados de la ortodoxia: por el mal uso del sacramento de la penitencia, como ya hemos señalado, y, por el hecho de dar a entender que la relación sexual fuera moralmente aceptable, al margen del sacramento del matrimonio. A partir de 1570, por alumbrado se entendía además, si seguimos a García Gutiérrez, a «un hipócrita, un embaucador, un rijoso vestido con piel de cordero83». A los primeros iluminados de Toledo y a los de los procesos de Sevilla y Llerena—Jiménez Patón señalará a estos últimos—, se les acusa de valorar la oración mental, de inspiración erasmista84, muy por encima de la vocal, exageradamente sujeta a un mero formalismo vacío. 81
Márquez, 1980, p. 61, 68-69.Ver también, entre otros, Menéndez Pelayo, 1987, II, V, pp. 144-183; Bataillon, 1986, pp. 166-225; Andrés, 1973, 1980, pp. 327-361, 1984, 373-409; Caro Baroja, 1978, pp. 466-486; Pérez, 2002, pp. 117-140 y 167-174 y García-Arenal, Pereda, 2012. 82 Márquez, pp. 33-35. 83 García Gutiérrez, 1999, p. 68. 84 Erasmo denunció en el Enchiridion los defectos de la oración vocal y consignó, entre estos, la repetición de las palabras sagradas por parte de los fieles sin conocer su sentido. Para Erasmo era fundamental la elevación del alma a Dios, en un primer plano, dejando para un lugar secundario la petición vocal. Ver, entre otros pasajes, Bataillon, 1986, pp. 586-588.Tirso de Molina, en Santo y sastre, II, v. 1065, ridiculiza,
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De todas estas cuestiones trata Jiménez Patón en El virtuoso discreto. Así, al escribir «De una y otra oración» § 2, advierte que Mas ha de ir con cuidado en esto de la oración mental en conformarse con la dotrina evangélica, apostólica y de la Iglesia sin dar lugar a opiniones, no solo erróneas mas heréticas que el demonio, sembrador de cizaña por medio de sus ministros que llaman «dejados» —porque lo deben de estar de la mano de Dios—, ha esparcido en algunas almas, pervirtiendo y contaminando buenos deseos con dotrinas diabólicas, divulgadas en rincones y a escuras, de noche, porque quien las tales sigue aborrece la luz. Dicen, pues, estos anatematizados réprobos que la oración mental tiene solo valor, y que la vocal importa poco y la hacen sacramento bajo de acidentes. Y como su maestro es espíritu de contradición, debiendo ser la verdadera oración mental acompañada con abstinencias y ayunos, enseñan ellos que ha de ser con mucho comer y beber y cosas de sustancia y regalo (fol. 12v).
Nótese, además, que Jiménez Patón denuncia, entre los «dejados», la no observancia del ayuno como práctica ascética tradicional recomendada por la Iglesia. Poco más adelante, condenará el abandono del precepto dominical que nos recuerda al posterior Zabaleta de El día de fiesta por la mañana (1654): Y se atreven los sacrílegos a persuadir y enseñar que, estando en esta su oración mental, se pueden quedar sin oír misa, aunque sea día de fiesta, porque en aquella ocasión no les obliga el preceto, ni otro alguno. Y que, por estar en oración en la iglesia, se han de dejar las obligaciones que cada uno tiene en su casa y estado, y otros semejantes disparates heréticos, dotrinas réprobas, yerros anatematizados de que el verdadero cristiano virtuoso ha de huir como de pestilencia mortal (fols.12v-13).
La figura del confesor alumbrado es descrita por Jiménez Patón en términos bastante explícitos, con el propósito de prevenir al cristiano ante los peligros en los que puede verse envuelta su alma. Las mujeres, como ya se ha dicho, eran las principales víctimas de esos confesores a los que también denuncia por caer en la simonía. A su parecer, tales
a través del gracioso, la falsa piedad del protagonista ya que deja pasar el día «royendo avemarías». Conviene también tener en cuenta el muy leído libro de Juan de la Cruz, Diálogo sobre la necesidad de la oración vocal (1555), pp. 217-512.
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confesores no son padres de la reforma del cristiano sino instrumentos en manos del diablo: Maestro que no mira ni atiende a la salvación del dicípulo sino a aplaudille lisonjeándole, y confesor que instruye en diabólicos ritos, satánicas costumbres, sacrílegas aciones, con color de perfeta religión, vayan el uno y el otro para réprobos malditos. Estos son aquellos vienen con nombre y hábito de sencillas ovejas y en lo interior son lobos carniceros; conócese por el fruto de su dotrina perversa como lo es enseñar que no se ha de obedecer a prelado, ni padre, ni otro superior, en cuanto mandaren cosas que estorben las horas de la oración mental y contemplación; que nadie puede alcanzar el secreto de la virtud si no fueren dicípulos destos maestros que enseñan y penitentes de los confesores que aconsejan esta impía dotrina y mandan a los que los siguen —principalmente mujeres— que hagan voto, persuadiéndoles que no entren en religión —sintiendo mal de las religiones y del matrimonio—, diciendo que las siervas o siervos de Dios han de resplandecer en el siglo fuera de la religión, y también obligan con voto a que se han de confesar con ellos y no con otros, y a que les den prendas de oro o plata en señal de que lo cumplirán, y a las mujeres casadas persuaden a lo mismo y las aconsejan que no obedezcan a sus maridos, y les nieguen el débito (fol. 14v).
Estos confesores deben ser considerados herejes ya que no aceptan la reserva de casos85 en la absolución que consagra Trento86. No menor interés presenta la mención que hace al foco iluminista de Llerena, uno de los más importantes junto al de Sevilla, con los que se ensaña al resaltar su falta de cumplimiento del ayuno: ¿Qué sentiremos de otros falsísimos pobres de espíritu que Satanás introdujo años pasados en el distrito del Erena, alumbrados o deslumbrados con la arena que el demonio les sacudió en sus torpes entendimientos, cuando enseñan que los que ellos llaman siervos de Dios no han de trabajar en ejercicios corporales y, junto con no trabajar, dicen que han menester comer y beber bien de las haciendas y trabajos de los que traen engañados hasta persuadirles que a ellos les es lícito comer aves y otras carnes de regalo y sustancia aun en los viernes, cuaresmas y vigilias de la santa Iglesia? (fols. 16v-17). 85 86
El virtuoso discreto, fol. 15. Denzinger/Hünermann, 2006, «La reserva de casos», pp. 525-526, y canon
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Jiménez Patón nos proporcionará una definición sintética y satírica de la secta al calificarlos de «alumbrados sin lumbre» (fol. 20v). Y, de acuerdo con la evolución del término que ha ido experimentando a partir del último tercio del siglo XVI, los calificará de hipócritas, como Cristo había acusado a los fariseos. Obsérvese el uso de términos de gran expresividad como el neologismo «cuellitorcidos»: Vayan para hipócritas falsarios los cuellitorcidos, mustios, tétricos, tristones que fingen mortificaciones con semblante lúgubre y tienen torpe[z]as diabólicas y sensualidades abominables en sus conventículos y retretes, descolmugados y réprobos. Estos son los tristes, oscenos, sucios que dijo un poeta se querían acreditar por santos con afectada melancolía, descontento fingido, desplacimiento estudiado y menosprecio de vestido (fol. 21v).
Y como miembro de la Inquisición, no podía dejar de referir algún caso del que fue testigo y que presenta en el libro como ejemplo de reformación: Uno de esta seta conocí, gran predicador de pico y palabra, mas de espíritu soberbio y ambicioso, con quien usó Dios de misericordia de que por sus errores fue preso por el santísimo tribunal de el Santo Oficio de la Inquisición, de la cual prisión salió al cabo de algunos años con misericordiosa penitencia que cumplió con ejemplo notable de su enmienda, y lo que le restó de vida la pasó como verdadero penitente, al parecer de los más desagradados de la virtud de antes fingida. Aprovechose de suerte de la ocasión y salió tan corregido y escarmentado que edificó más con su enmienda que con su hipocresía había dañado. Fue virtuoso discreto a juicio de todos pues, dende entonces, si bien predicó de palabra[s], mejor con obras sin fición (fols. 29v-30).
Vemos, pues, por las ideas religiosas que Jiménez Patón profesa, que fue un hombre de su tiempo. En la lectura de las páginas de El virtuoso discreto advertimos que estamos ante un cristiano convencido de su fe. Una fe de inspiración paulina en cuanto a que no puede desligarse de la militancia y del combate contra el Maligno y sus manifestaciones. Así, en sintonía con muchos intelectuales católicos de su época, se refiere en esta obra a los muchos peligros que comporta la herejía representada por Martín Lutero, señalado como el Anticristo, cuya doctrina pretende combatir mediante la enseñanza de la doctrina de Trento.Y en un ámbito más próximo, se percibe la denuncia y pugna contra los alumbrados
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que atestigua haber conocido, en un ansia apasionada de contribuir, aunque sea humildemente desde su cátedra de Villanueva de los Infantes, a preservar la unidad de la fe.
4. GENTILES Y CRISTIANOS EN EL VIRTUOSO DISCRETO Sin duda en Bartolomé Jiménez Patón tenemos un claro ejemplo de un humanista forjado en los clásicos griegos y latinos —él los denomina gentiles—, subordinados a unas creencias católicas, que, aunque auténticas, se manifiestan de manera tan contundente, que permiten vislumbrar su temor a la acción represiva de la poderosa Inquisición, cuyo brazo había alcanzado a personajes señeros de la época. De ahí el uso circunspecto de aquellos como una basa sobre la que se erige la columna cristiana. En muchas ocasiones son un simple ornato intranscendente, reflejo de su cultura. Así ocurre al principio de la obra, tras el prólogo dedicado a sus hijos, cuando solicita al prudente corrector que mire, lime y perfeccione, sin enfadarse ni cansarse, todo lo que a su censura se someta y aduce dos citas de autores latinos referentes a la corrección, una de Marcial: Cogis me calamo manuque nostra emendare meos, Pudens, libellos. O quam me nimium probas amasque (fol. 6).
y otra de Plinio el Joven: Est enim plane aliquid edendum. Hunc rogo ex consuetudine tua, eruditissime censor, et legas et emendes (fol. 6v).
A veces el concepto de adorno va ligado al de utilidad. Así, en la segunda parte, después de la dedicatoria a Eusebio Jerónimo, cardenal de Belén, dedica su trabajo a sus discípulos de Villanueva de los Infantes87. Le mueve a ello el hecho de que los jóvenes principalmente quieren excusar sus defectos y vicios bajo nombre de virtud, «trocando los ver-
87
Tras un breve período docente en Villanueva (1592-1595) pasa cinco años en Alcaraz hasta regresar (1600) «para siempre» en la primera. Ver Comentarios de erudición, p. 25.
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daderos nombres, como dice Horacio, y aun a las virtudes dándoselas de vicios». De ahí que manifieste: Escogí este asunto, procurando —como se habrá visto en la primera parte—, deshacer este engaño, haciendo la guerra con la dotrina que he podido recopilar a este propósito de unos y otros sabios, así del siglo como de la Iglesia, y porque los unos y los otros conocieron y impunaron este disfrazado engaño, que es muy grande enemigo el que nos persigue con máscara de amigo, como dijo Aristóteles en sus Éticas: Qui fingit se amicum et non est peior est eo qui facit falsam monetam (fol. 64).
Como maestro sigue a los gentiles: Los maestros de los gentiles no ponían menor cuidado en la enseñanza de las cosas de su falsa religión —antes mayor—, que en la dotrina de la facultad que enseñaban, tiniendo por verdad infalible que lo uno toca a la perfeción interior del ánimo, y lo otro, a la policía esterior. Y juzgaban nueva generación del ánima esta perfeción que adquerían en la dotrina, y por esta causa llamaron padres a los maestros, como consta de Juvenal cuando dice: Qui praeceptorem sancti voluere parentis esse loco (fol. 63).
Él ha desempeñado armónicamente ambos cometidos a lo largo de cuatro décadas y ha estimado su profesión:«teniendo por cierta la dotrina de Cicerón que dice que la honra de cualquier hombre consiste en hacer estimación de su oficio: In quo colendo —dice— sita omnis honestas est et in negligendo turpitudo» (fol. 63), de cuya labor y método empleados, aunando ciencia y religión, hay numerosos testimonios: «Y también son testigos los hijos y dicípulos —que en este tiempo me han oído—, de que, siguiendo el consejo de Séneca88, ninguna leción magistral leo en la esplicación de autores, que no les declare alguna sentencia que toque a cosas de nuestra religión cristiana, policía y moralidad, juntamente con la humanidad de la leción y precetos de gramática y retórica»(fol. 63-63v).
88 Probable error del maestro. Debe de referirse a la frase Nullum esse librum tam malum ut non aliqua parte prodesset, cuyo autor es Plinio el Joven.Ver Epist. 3, 5.
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Los preceptos morales dedicados a hijos y alumnos cuentan con una larga tradición en la historia de la literatura, pero Jiménez Patón acota su terreno y tiene presente los volúmenes del De Officiis de Cicerón, destinados a su hijo Marco Tulio cuando estaba en Atenas siguiendo las enseñanzas del peripatético Cratipo de Mitilene. Tiene en cuenta, además, la carta de Isócrates a Demónico89 y los avisos de Terencio Varrón a un estudiante de su tierra que estaba en Atenas, de cuyos dos últimos textos nos ofrece una nueva e inédita traducción.
4. 1. Humanismo y ortodoxia Implícita en su magisterio, hay pues en Jiménez Patón una dualidad manifiesta. Las citas hasta ahora aducidas son una pequeña muestra de su conocimiento de los clásicos y de la utilización habitual de los mismos en todas sus obras, si bien en la presente es mucho mayor el uso de las bíblicas y de autores cristianos de todas épocas, a veces sin ser textuales, con lo que ofrece una mayor dificultad de identificación al estudioso. Por otra parte, se nos muestra el católico acendrado y notario del Santo Oficio que manifiesta su ortodoxia frente a la Reforma90 y que por tanto se ve en la necesidad de justificar en todo momento este uso reiterado de los autores paganos —Plutarco sobre todo—, que compagina con los cristianos —estos por supuesto sin necesidad alguna de justificación—91, usados reiteradamente en el conjunto de su obra. Para empezar, avalan el uso de los clásicos las teorías al respecto de figuras eminentes de la Iglesia: Y si Isócrates dijo que aun de los poetas se podían sacar sentencias muchas, porque lo estiméis más, Beda, san Jerónimo, Agustín y el derecho canónico dicen que los gentiles tienen sentencias muy provechosas y santo 89 Si Jiménez Patón utiliza, como parece, el texto de Rodolfo Agrícola para su versión, también este dedica la obra a su hermano Juan para su instrucción y provecho morales. 90 En todo momento Jiménez Patón manifiesta no desviarse un ápice de la doctrina católica, expresada al fin de la obra por medio de la frase latina: Catholicae censurae omnia subiecta sunto. 91 Jiménez Patón aduce el precedente de san Jerónimo en la dedicatoria al santo de la segunda parte de esta obra, calificándole de «humanista sagrado, que con tanta piedad cristianastes las sentencias de los gentiles» (fol. 62).
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Tomás, hablando de la curiosidad, afirma que es buena la que se pone en buscar en ellos estas sentencias, porque tuvieron principio en los autores fieles de quien ellos las tomaron que por esto llama Orígines a Platón «Moisés ateniense»92. Esto no es profanar lo sagrado, sino consagrar lo profano y aquellas virtudes que, de las nuestras católicas, los gentiles nos habían usurpado volvellas a restituir a sus dueños para bien nuestro, provecho de las almas y honra de Dios, al cual se le dé la gloria de todo lo bueno. Date magnificentiam Deo nostro (fol. 105). […] Menos dañosos fueron los sabios del siglo y filósofos gentiles, y sus dotrinas fueron algo provechosas para la moral, como de sus dotrinas consta, aunque las de nuestra religión cristiana hemos de seguir y ejecutar, como nos lo enseña nuestra madre la Iglesia, imitando a los prudentes sabios y grandes santos que ha tenido, como lo fueron todos sus dotores (fol. 24)93.
Abundando en esta teoría, casi dos décadas antes, en el Perfecto Predicador había utilizado un símil bastante pintoresco: La Sagrada Escritura es la verdadera esposa que puso casa, las demás ciencias y letras humanas son criadas suyas, así las habemos de traer a propósito en lo que puedan servir para la explicación de el principal pensamiento, porque sacar los pensamientos de las letras humanas, dice san Agustín, es yerro conocido, como lo será darle mejor lugar a la criada que a su señora. Mas, dando el lugar principal a la señora, que salga de cuando en cuando la criada parece muy buena cortesía.Y así dice: «Si las sibilas, Orfeo, Mercurio Trimagistro*, Aristóteles y los demás filósofos antiguos y gentiles dijeron algunas verdades, muchas veces tienen fuerza para deshacer su vanidad mis-
92 Clemente de Alejandría en Stromata 1, 22, 150, reproduce textualmente las palabras de Numenio de Apamea, filósofo neopitagórico: «¿Por qué Platón es el Moisés ático?» E. R. Curtius en «La ciencia literaria de la primitiva cristiandad y de la Edad Media», Literatura europea y Edad Media latina, 1998, t. II, p. 631, dice: «Los apologetas judíos adoptaron el sistema de la exégesis alegórica, desarrollado por la Stoa. Relacionada con ese sistema está la llamada “prueba de antigüedad”, que demostraba que las escrituras sagradas de los judíos eran mucho más antiguas que las obras de los poetas y sabios helénicos, y que éstos conocieron los escritos hebreos y se inspiraron en ellos. Así, en su obra contra Apión, Josefo demostraba que los filósofos griegos habían aprendido su ciencia en los libros de Moisés. [...] Todas estas ideas pasaron a los primeros apologetas cristianos». 93 Cf. Perfecto predicador, p. 236: «Aunque, si para declarar le viniere a pelo, como dice, alguna autoridad o sentencia de filósofos antiguos y de gentiles historias, no es de el todo de reprobar».
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ma», como lo hizo Lactancio Firmiano, y san Jerónimo dice que «saber hacer esto es cortalle la cabeza a Goliat con su alfange»94.
Es muy importante su conocimiento para entender y para convencer, así: Bien es leer letras de humanidad para entender las divinas y para, con las sentencias de los sabios del siglo, convencer a los que no se convencen con los testimonios del divino testo, pues en los gentiles hallamos tantos ejemplos y sentencias de virtudes morales para vivir bien95 (fol. 67v).
Al apartarse de generalidades y ceñirse a los aspectos concretos de la falsa vergüenza y la perversa curiosidad, obras del demonio, afirma: Así será necesario el honesto desenfado y desempacho virtuoso, como es el que aconseja Plutarco, aunque gentil, en el libro que hizo De vitioso et stulto pudore, que tenemos traducido en la segunda parte destos discursos96. Es din[o] de que se lea y considere, porque es muy conforme a nuestra dotrina en que pretendemos formar un mancebo virtuoso con discreción97 (fol. 54v). [...] Eslo también perversa curiosidad querer saber las vidas ajenas, ascendencias y genealogías, para tener qué murmurar; contra quien, aunque gentil, hizo Plutarco98 un libro lleno de dotrina, en confusión de los católicos que manchan su corazón —que debrían conservar limpio— con el vicio de esta curiosidad (fol. 30).
El autor, imitando el sistema de «correspondencias» de san Jerónimo, puede decir con toda autoridad:
94
Perfecto predicador, p. 236. Aforismo 9 De la erudición § 6 (Discurso quinto de la segunda parte). 96 Se trata de los fols. 77v-88, a los que más adelante nos referiremos. 97 Insiste el maestro otra vez en El virtuoso discreto: «Considérese bien la dotrina deste filósofo que, aunque gentil, puede el cristiano discreto y cortesano sacar mucho provecho della, no solo para el acto de la confesión sacramental —de quien hemos dicho—, pero para otras muchas ocasiones de importancia para bienes temporales y concernientes a nuestra salvación» (fol. 87v). 98 Jiménez Patón se refiere a una de las Moralia u Obras morales de Plutarco de Queronea (46-120 d. C.), traducida en la segunda parte del ms. con el título de «Discurso sétimo de la curiosidad viciosa, traducido de Plutarco, historiador y filósofo» (fols. 88v-98v). 95
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Esto es lo que el eminentísimo Plutarco escribió de la curiosidad y lo que, aunque es de un gentil, cualquier cristiano lo había de tener escrito en su corazón con letras de oro porque me pueden creer que yo he procurado ver al propósito algunas letras divinas y dotores sagrados, y en su dotrina concuerda con ellos como si él hubiera sido muy cursado en la católica, si no, véase99 a Anselmo en el libro De las semejanzas; a Hugón y a santo Tomás de Aquino; san Agustín Contra maniqueos y en el libro de las Confesiones y en la Epístola a Dióscoro y el libro De las cuestiones de la Iglesia; a san Jerónimo en la Epístola de los dos hijos; a san Gregorio en la Homilía sobre aquello de Iuga boum; san Bernardo Sobre los Cánticos y De los grados de la soberbia; Próspero De la vocación de las gentes, y aun Esdras y el Eclesiástico. De los gentiles a el filósofo en el octavo de los Éticos; Plauto en el Stico*;Terencio en el Heautontemorumeno* y en la Ecira* y se verá cuánto con nuestro Plutarco concuerdan (fol. 98).
4. 2. Fuentes Atendiendo a los autores citados en El virtuoso discreto, «la criada» a la que anteriormente se refería, está representada por los griegos Aristóteles, Galeno y Plutarco. Catón—realmente Pseudo-Catón—, Cicerón, Aulo Gelio, Horacio, Juvenal, Séneca —realmente Pseudo-Séneca—, Plinio el Viejo, Plinio el Joven,Virgilio,Valerio Máximo y Varrón —realmente Pseudo-Varrón— representan el mundo latino. La «señora» ofrece una abrumadora mayoría: Proverbios, Eclesiástico, Salmos, Génesis, Eclesiastés, Éxodo, Job, Cantares, Isaías, Deuteronomio, Daniel, Sabiduría, Ezequiel, Josué, Levítico, Macabeos, 1 Reyes, Samuel y Tobías del Antiguo Testamento. Del Nuevo: las Epístolas de san Pablo, los Evangelios de Mateo, Lucas, Marcos y Juan y una epístola de Santiago. Los padres y doctores de la Iglesia san Agustín, santo Tomás, san Ambrosio, san Gregorio Magno, san Jerónimo, san Bernardo de Claraval, san Isidoro y los escritores Albertano de Brescia, san Juan de Ávila y fray Luis de Granada constituyen las fuentes cristianas utilizadas. Con todo, el maestro muestra una familiaridad con los autores paganos, étnicos o gentiles —así acostumbra a calificarlos— paralela a la 99
Sin ánimo de minimizar la erudición patoniana, es oportuno observar que aquí revela su cultura libresca al recurrir a la voz curiositas de la Polyanthea de Nanus Mirabellius donde figuran los autores y obras referentes a este término.
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expresada con los cristianos. Si san Pablo es «el Apóstol» por antonomasia100, santo Tomás «el dotor Angélico» o «Angélico dotor», san Agustín «el dotor santo», Isaías o san Juan evangelista «el profeta», Cristo «el maestro de la perfeción», Aristóteles, cuya Ética Nicomáquea es especialmente citada, es «el sabio101 por excelencia, compitiendo con David y con Salomón; Platón es «el príncipe de la Academia de Atenas»; Cicerón es «el orador» y «el príncipe de la elocuencia romana»102. A Virgilio y a Horacio alude cuando se refiere a «el poeta»; Juvenal se oculta tras «el poeta satírico» y «el satírico», etc. A veces resulta oscuro quizás por querer evitar el uso excesivo de referencias al paganismo. Así, tras la afirmación: «Aun entre los sabios del siglo conocieron algunos los bienes de la pobreza y la escogieron voluntaria[mente], echando las riquezas al mar por correr más ligeros en el camino de la virtud que alcanzaron» (fol. 16v), se esconden los filósofos cínicos, y concretamente Crates, el hacendado de buena familia, que se desprendió de sus riquezas, entregándolas al pueblo según unas fuentes o arrojándolas al fondo del mar, según otras.
4.3. Religiones, cultos y mitología La idea patoniana acerca de las religiones y cultos, creados por el demonio para honra y adoración propia, con objeto de saciar su ira contra Dios y su envidia de los cristianos que le honran, se manifiesta en la historia y mitología romanas, hechas a semejanza de cofradías y cultos creados por la Iglesia: «A imitación de los frailes, inventó los fratres 100 En la Elocuencia española en arte, cap. 5, fol. 21, al referirse a la antonomasia —el tercer modo de la sinécdoque— equipara «el profeta» a David; «el filósofo» a Aristóteles; «el apóstol» a san Pablo; «el evangelista» a san Juan; «el poeta» a Virgilio, «el orador» a Cicerón y «el destructor de Cartago» a Escipión. 101 Comparte el calificativo con «un sabio» (fol. 23v). 102 Cf. con las palabras de Jiménez Patón en el Perfecto predicador, p. 216, refiriéndose a que san Pablo no procuraba el adorno de sus escritos sino lo que había de enseñar: «Con todo arguyo y colijo de esto cuán grande orador y elocuente era, pues yendo con cuidado de no adornar las oraciones, hallamos sus escritos tan adornados que he dicho muchas veces que me atrevería a hacer toda una arte de retórica ejemplificada en tropos y figuras y toda exornación y color retórico en solas las obras de san Pablo, por habellas considerado con atención.Y si al descuido hacía tales oraciones y cartas ¿si con cuidado se pusiera a ello, qué fuera? Sin duda que aun entre los mismos griegos y romanos perdiera el nombre Demóstenes y Cicerón».
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Arvales y otras comunidades como nuestras cofradías: las congregaciones de Baco, Cibeles y Flora, y otras. Contra haciendo nuestras monjas, puso las Vestales» (fol. 44). En el capítulo referente a los pecados mortales el maestro mantiene que dejarse llevar de los vicios conocidos es, en cierto modo, adorar los ídolos de los gentiles, objetivo, una vez más, demoníaco: El primero de los cuales es la soberbia, la cual sostituye por Júpiter, el principal de los falsos dioses de los gentiles, y es un desordenado apetito de la escelencia y entono propio, con presunción y altivez con que alguno se imagina superior a los demás. […] La avaricia, raíz de todos los males, hace las partes de Plutón, dios de los infiernos, porque así como estos nunca están hartos con las almas que van allá, no lo está el avariento con lo que tiene, antes al paso que crecen las riquezas, crecen los deseos de más y más (fol. 51).
Contra este vicio se halla la virtud de la liberalidad, que tiene una faceta acertada, la que se emplea en cumplimiento de las obras de misericordia, representada por la cita del «filósofo cordobés»: Dabo egenti, sed non ut ipse egeam y otra que es prodigalidad, vanagloria y soberbia, ejemplificada de nuevo por el mismo Séneca: Nil ita vitandum in dando beneficium sicut superbia (fol. 52-52v). Y esta prodigalidad no es sino otro vicio que se quiere fingir liberalidad «representada en el ídolo Saturno que se comía sus mismos hijos» (fol. 51v). Continúa describiendo el maestro: Cosa muy cierta es que el vicio lujuria es el ídolo Venus, la cual es un desordenado apetito de los deleites sensuales de la carne cuya torpeza, con estar tan clara mente conocida, los lascivos carnales le quieren no afeitar sino enlucir con color de afabilidad, cortesanía, desenfado y joviales entretenimientos [...]. La ira bien se representa en las Furias infernales a quienes daban deidad, y en Marte, dios de las guerras; es una breve locura y desordenado apetito de venganza y con rabiosa cólera […]. La gula es el desorden y demasía en el comer y beber y, aunque en las divinas letras a este ídolo llaman vientre quorum Deus venter est, también tiene otro nombre que es Baco y Ceres, con razón puestos por compañeros de Venus. La envidia sale disfrazada con un manto de caridad, diciendo: «primero a mí, segundo a ti». Este es el ídolo de Agerona*, que le pesa de la felicidad ajena […].
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La pereza también la quiere introducir el enemigo común, abonándola con otro lugar del Evangelio que dice: «No os aflijáis, ni fatiguéis en buscar de comer ni de vestir», y es el ídolo Morfeo soñoliento (fols. 52v-53).
En dos ocasiones más Jiménez Patón alude a la mitología —cierto es que la obra no se presta a ello—. En su descripción de la fortaleza, aclara: «La de Milón Crotoniata no fue fortaleza sino temeridad y así pereció en ella» (fol. 38v), y en el aforismo 13 de De los afectos § 8, dice: «La filautía o amor propio, es el que estas pasiones y miserias causa, como en Narciso; de aquí nacen las tinieblas de el entendimiento» (fol. 69v).
4. 4. Gramática y traducción Jiménez Patón es el gramático atento al valor e importancia del léxico. En la segunda parte hallamos la etimología del adjetivo empleado en el título de la obra analizada: «Porque este nombre [discreción] viene de discerno, que sinifica hacer diferencia entre bien y mal» (fol. 64). En ocasiones explica el significado de una palabra: «Este vicio se finge moderación que es virtud la templanza en el gastar, a quien el latino llama parsimonia, que es el orden y concierto en gastar la hacienda considerada y cuerdamente, oviando los daños de la prodigalidad» (fol. 51). Distingue entre términos aparentemente sinónimos como scientia y sapientia: «Y porque alguno imaginará que sabiduría, a quien el latino llama sapientia, y ciencia, que se dice scientia, es una misma cosa, decimos que tienen diferencia, aunque sapientia es una discreción comunicada del cielo» (fol. 41).Y no vacila en utilizar helenismos cuando no halla su traducción en lengua castellana ya sea en el término médico catalipsis (fol. 56v) o en otros filosóficos, así: «Las partes potenciales desta virtud discreción son tres, cuyos nombres por no estar vulgarizados se pondrán en griego y se declararán en sus difiniciones: eubolia, synesis, gnomen» (fol. 9v). El maestro utiliza buen número de máximas y refranes, algunos referentes al mundo clásico, traducidos o no: In quo modus inest, dijo el orador; un poeta: Est modus in rebus, y un filósofo: Nihil nimis (fol. 39v); «La mayor sabiduría es conocerse a sí mismo» (fol. 27v); «Vicio es no creer nada y vicio es creerlo todo» (fol. 36), «En la guarda del rigor del derecho consiste la suma injusticia» y uno especialmente interesante por su clasicismo y por su relación al tópico de la navegación, tan usado en
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la época, en este caso aplicado al sentido moral de su obra103. Al afirmar que la discreción ha de ir acompañada de la virtud, añade: «Es la estrella y norte en la navegación deste mundo que nos lleva por el paraje que debemos seguir. Es el piloto que sabe huir de la Escila sin dar en Caribdis» (fol. 50v).
4. 5. Las versiones inéditas de Plutarco, Isócrates y Varrón La viciosa vergüenza, La curiosidad viciosa plutarquianas104, la Carta que escribió Isócrates a Demónico105 y algunas Sentencias de Varrón106, consti103
Hallamos dicho tópico cuando utiliza unos pronósticos anónimos con los que el alma del cristiano puede prometerse «[...] bonanza en las borrascas de las tentaciones; próspero viento con el favor del Espíritu Divino en la navegación para las Indias del cielo» (fol. 59). Se encuentra cuando justifica la divulgación de estos pronósticos pues la ignorancia es campo abonado para el diablo, de ahí que «así, para caminar por este valle cubierto destas tinieblas, y para navegar por este mar lleno de borrascas tempestuosas y escuros nublados, es necesaria la antorcha y lumbre de la sabiduría» (fol. 60). Y también en: «porque hay algunos hombres diligentes que más parecen livianos y de poca quietud y sosiego, es necesario que en la navegación deste mar nos acompañen dos pescados: la rémora de la consideración porque por su falta no se cometa alguna liviandad inconstante, y el delfín de la diligencia» (fol. 24v), Jiménez Patón echa mano de los peces paradigmáticos de la retención —el primero retuvo en Actium la nave de Marco Antonio (Plin. Nat. 9, 79 y 32, 3)— y de la ligereza, «mayor que la del pájaro» (Plin. Nat. 9, 20). 104 Ambos opúsculos fueron publicados por Diego Gracián de Alderete, en Morales de Plutarco traduzidos de lengua griega a castellana (Salamanca, 1571) con el título de Del daño que causa la vergüenza o empacho y del remedio contra ella (fols. 190-195) y De la curiosidad. Contra los que son curiosos por saber vidas ajenas (fols. 195-199v). Hay asimismo la traducción de De la demasiada y inútil vergüenza.Tratado traducido de Plutarco en nuestro lenguaje español hecha por un autor anónimo (ms. 8276 de la Biblioteca Nacional de Madrid, siglos XVI-XVII, fols. 154-163).Véase el interesante volumen de Morales Ortiz, 2000 y Morales Ortiz, 1997, pp. 97-104. Aparte de las traducciones, es preciso señalar la utilización del opúsculo De vitiosa verecundia por nuestros clásicos, como por ejemplo Lorenzo Palmireno en El estudioso cortesano, pp. 8-13. 105 Pedro Mexia (c.1500-1552) tradujo la Isocratis Paraenesis ad Demonicum, a partir de la versión de Rodolfo Agrícola y la añadió a la Silva de varia lección (1548). Según T. S. Beardsley, 1970, n. 50, 63 y 82, hay dos traducciones más del siglo XVI. Una de ellas, procedente de la biblioteca de Francisco de Bruna, se encuentra en la Real Biblioteca ms. II/822 (2), titulada Epistola de Sócrates a Demónico su amigo, fols. 131-139v. 106 Jiménez Patón traduce una selección —29 máximas de un total de 158— de las Sententiae Varronis ad Papirianum Athenis audientem. A lo largo de la literatura pa-
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tuyen los discursos sexto, séptimo y octavo107 de El virtuoso discreto. De este modo el maestro se añade a la lista de traductores españoles de la llamada «segunda gran etapa humanística108» y corrobora su teoría de cuánto sirve la doctrina de los paganos para la salud del alma, a la vez que da prueba del entusiasmo que Plutarco despierta entre sus contemporáneos: […] y si algo puede la dotrina en esto [remediar la curiosidad viciosa], la del filósofo Plutarco me pareció dina de aplicarla. Y más, porque sé con el gusto que algunos leen las cosas deste autor, por ser tales que puedan hacer un discreto virtuoso, si se leen con ánimo de aprovecharse dellas (fol. 88v).
Jiménez Patón, al desconocer el griego, como demuestra en el conjunto de su obra, recurre a las traducciones latinas de Erasmo en el caso de los textos plutarquianos y a un autor de difícil identificación —¿Rodolfo Agrícola?— en la de Isócrates109. En el preámbulo de La viciosa vergüenza, parafraseando el título erasmiano110, el maestro hace gala una vez más de su conocimiento de los autores cristianos y paganos111, aportando citas del libro de Daniel, san Bernardo, san Pablo y san Ambrosio, además de otras de Plutarco, Horacio, Séneca, Valerio Máximo y Aristóteles. Se refiere al gran vicio de la ignorancia y a cómo muchos la padecen por vergüenza de preguntar toniana en general y en El virtuoso discreto en particular —tal es el caso de Isócrates y Varrón— puede comprobarse el gran número de obras atribuidas a los autores paganos y cristianos, hoy consideradas de dudosa autenticidad, pero este tema merece un detallado estudio que aquí, por razones obvias, no ha lugar. 107 Citadas en adelante VV y C.; CID y SV. La «Carta de Isócrates a Demónico» y las «Sentencias» de Varrón están incluidas en los párrafos 174v-178 de los Comentarios de erudición (Libro decimoséptimo), en vías de publicación. 108 Ver Rodríguez-Pantoja, 1990, pp. 103-106. 109 Es probable que Jiménez Patón utilizara la Isocratis Paraenesis ad Demonicum, denuo cum Graecis collata per Erasmum [Lovaina 1517] a partir de la versión de Rodolphus Phrisius Agricola (1444-1485). Pese a nuestras reservas, entresacamos de ahí algunos ejemplos por considerarla bastante afín a la traducción patoniana. 110 Para nuestro somero cotejo hemos utilizado el volumen Plutarchi Chaeronei, philosophi historicique clarissimi, Opuscula (quae quidem extant) omnia... Basileae, in officina And. Cratandri, 1530, donde se hallan De vitiosa verecundia en los fols. 199-203 y De curiositate, fols. 209v-213. En la presentación de Cratandro se halla manuscrito: auctor damnatus y están tachadas una línea y media referidas a Erasmo. 111 Falta este «erudito» preámbulo en las restantes traducciones. En ellas apenas hay unas líneas introductorias, sin interés digno de mención.
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lo que ignoran. Es la que Plutarco llama «viciosa» y Horacio «necia». Se añade a ellas la fingida «de quien dice Séneca que usan los comediantes bajando el rostro, hablando bajo, clavando los ojos en tierra, y no pudiendo fingir el color purpúreo, fingen semblante triste». Continúa precisando que los fingidos vergonzosos «suelen ser de mucho daño a los que verdaderamente tienen natural vergüenza la cual, en ocasiones, es viciosa, porque, como dice Valerio Máximo: Es madre de todo consejo honesto, amparo de las obligaciones, maestra de la inocencia, amada de los prójimos, acepta a los estraños, favorable en todo tiempo y lugar (fol. 78v).
Y concluye su breve introducción con la cita aristotélica según la cual «a los viejos no les estaba bien la vergüenza, lo que sí a los mozos». Es obvio que no pueden aplicarse a la traducciones patonianas los parámetros actuales de la versión, pero sí podemos detectar en ellas, pese a la libertad mostrada, una serie de premisas usuales en su época, repetidas a lo largo de los siglos siguientes112. 4. 5. 1. Amplificación Las amplificaciones son numerosas. Responden al estilo del autor, abarrocado y amante del período largo, de frases entrelazadas e interminables, a veces oscuras. Sirvan unos pocos ejemplos: precisa que en la plaza del Cerámico Diógenes «pedía limosna a las estatuas de piedra o bronce» (VV fol. 82v), petebat a statuis (M. 531F); Filósono* (VV fol. 81v) es «capitán general de la costa del mar», maritimis negociis ducem praefecerat (M. 531A); «Como Hermoneo le ultrajase de tímido, cobarde y corto» (VV fol. 80), refleja la frase latina cum Hermoneus meticulosum vocaret (M. 530F); «el que por flaco, acobardado, muelle, necio, vergonzoso» (VV fol. 83v) traduce 112 Ceñimos nuestro análisis a La viciosa vergüenza, cuya fuente es, sin duda, De vitiosa verecundia de Erasmo y por ser la más cuidadosamente traducida. La versión de La curiosidad viciosa, ofrece una traducción menos esmerada que nos hace albergar alguna duda acerca de su fuente erasmista. Tanto esta como la Carta de Isócrates a Demócrito serán utilizadas solo como complemento del comentario de la primera. Para su localización hemos utilizado la enumeración de las ediciones plutarquianas de Gredos (1995-1996), precedidas de M.=Moralia, ya que no la hay en las versiones de Erasmo, ni en la bilingüe de los Discursos de Isócrates de la Fundació Bernat Metge (vol. I, 1971).
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qui ob imbecillitatem mollitiemque animi (M. 533A); «Calicles, logrero que le tenía prestado mucho dinero» (VV fol. 83v),vulgariza Calliclem foeneratorem (M. 533A); al referirse a la petición del hijo de un valeroso capitán a Antígono, traduce el escueto infinitivo anteferri de postulabat tamen ob id caeteris anteferri (M. 534 C) por «que por el valor de su padre le hiciese capitán de soldados animosos y atrevidos» (VV fol. 85); «Aquí veremos la ruina de las más finas y insignes caídas de varones levantados, pérdida y aniquilación de riquísimas haciendas» (C. fol. 92), es la versión de Hic insunt ruinae virorum, profusiones facultatum (M. 517E), etc. El maestro ejerce como tal, echando mano de la explicación, así al referirse a las monedas (M. 531F): dracma «que era moneda del valor de un real sencillo» y talento «que es una gran suma» (VV fol. 82); explaya la frase Vsque ad aras amicus sum (M. 531D) en: «que fue decir: en cosas de poco momento yo, aunque falte a lo que debo, por acudirte te lo haré, mas en cosas tan graves como son perjurar y ir contra lo sagrado de la religión, eso no» (VV fol. 82) o para dar a entender la frase de Bión: Bion tales similes esse dicebat amphoris quod auribus facile ferrentur (M. 536A), cree necesario precisar: «Destos, decía Bión que son semejantes a las cántaras que, así como de las asas las traen de una a otra, así ellos por los oídos los llevan donde quieren» (VV fol. 87). En ocasiones la adición supone una adaptación a su época, así: «¿No has pasado por la lonja, ni has hablado con los que vinieron de Italia, de Flandes o de la Corte?» (C. fol. 93), en latín: ex Italia (M. 519B). No faltan las expresiones populares, así el castizo «¡Anda con Dios!»113 (VV 81v), que debería utilizar el vergonzoso ante el impertinente charlatán que le acosa114; al aludir a que no hacemos caso de los hombres de bien (M. 531E), especifica: «de los que —como dicen— se dejarán secar antes que lo pidan» (VV fol. 82); «no temas ni se te dé nada, si te dieren cordelejo» (VV fol. 81), versión de neque metuas si petaris dicterio (M. 530F); «echar capote» (VV fol. 83v), traducción de tantum adductis superciliis (M. 532F); «de su voluntad, —como dicen— de su bella gracia»115 (VV fol. 82v) en lugar del simple ultro (M. 532B) latino. Traduce con refranes y proverbios al uso los latinos: sponde, sed praesto est 113 Cf. las expresiones en el texto: «¡Por amor de Dios!», «¡por las entrañas de Dios!» (fol. 45v). 114 Adición a la versión erasmiana de Videbo te posthac, nunc ocium non est (M. 531B). 115 de su bella gracia: «La locución equivale a sponte sua» (Aut.).
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noxa (M. 530B), como «Sal fiador, saldrás pagador» (VV fol. 80v); añade a los versos euripídeos de Creonte a Medea (M. 530C): «aludiendo a lo que dice el proverbio español: “Más vale vergüenza en cara que mancilla en corazón”116» (VV fol. 80v); Impreca: «Mala muerte te perezcas, mal nacido» (C. fol. 94v), según el Male pereas (M. 520B)117 erasmiano, etc. La amplificación resalta de manera singular en la traducción de los versos latinos. No hay que olvidar que Jiménez Patón sabe versificar118. En este caso el maestro echa mano de sus conocimientos métricos, sin importarle la fidelidad al original119. Utiliza en De la viciosa vergüenza el terceto endecasílabo ABB y la cuarteta octosílaba abba para traducir dos versos latinos; la misma cuarteta octosílaba abba, el terceto octosílabo abb120 y el dístico endecasílabo AA traducen un verso latino121. En La 116 Cf. Don Quijote de la Mancha, segunda parte, cap. XLIV. Hallamos en El virtuoso discreto bastantes refranes; recordemos que el maestro, aunque no apruebe el uso frecuente de estos, considera que son muy provechosos y aun necesarios para persuadir, para filosofar, para adornar lo que se dice y para entender a los buenos autores, resumiendo que «ha de ser especia el adagio en lo que dice y no comida principal».Ver Elocuencia española en arte, cap. 14, fol. 94. 117 Este uso, reiterado a lo largo de El virtuoso discreto, nos permite entrever un registro desconocido de la lengua castellana. Juramentos como: «¡Veven a diez!» (sic), «¡juro a diez!», «¡voto a Diola!», «¡vive Diego!», «¡mal nunca te dé Dios!», «¡mala muerte nunca mueras!», «¡mal no te haga Dios!», «¡el diablo nunca te lleve! (fol. 45); bastantes refranes y locuciones que sería prolijo enumerar y la transcripción de un monólogo no exento de gracia: «No se ha de interrumpir al confesor cuando aconseja o reprehende diciéndole: «Tiene vuesa merced razón; bien señor; sí padre; muy enhorabuena; ¡qué me place!; ya lo sé que ofendo mucho a Dios; dígame más de eso; no me riña tanto; óyame vuesa merced; no me turbe; ya no me acuerdo de nada y otras impertinencias semejantes» (fol. 32). 118 En 1595 escribió dos volúmenes de poesía religiosa que, al parecer, no se llegaron a imprimir: Victorias del árbol sacro y Ramillete de flores divinas. 119 Diego Gracián de Alderete comenta la dificultad de poner en metro y rima castellana los versos griegos traducidos al latín, porque es imposible acertar. Ver «Prólogo al lector» de las Morales de Plutarco, 1571. 120 Resulta curiosa, además, la traducción patoniana del verso 1078 de la Medea euripídea, aducido por Plutarco e interpretado por Erasmo: «Intelligo quae sim patraturus mala». Ahí el maestro echa mano de las Metamorfosis de Ovidio (7, 20-21) donde se encuentra: «Video meliora proboque,/deteriora sequor». 121 Es digna de mención la traducción del hexámetro erasmiano Valde pudor mortale genus laeditve iuvatve, versión de Homero, Ilíada 24, 44-45, resuelto por medio un dístico en el cual Jiménez Patón ha introducido su opinión personal para conseguir la rima: «La vergüenza de los hombres —es sin duda—/grandemente les daña o les ayuda» (fol. 79v).
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curiosidad viciosa usa reiteradamente los tercetos endecasílabos ABB, los dísticos AA para traducir un verso y la octava rima ABAB ABCC para traducir 5 versos latinos122. 4. 5. 2. Cambio Jiménez Patón cambia con bastante libertad. Así el posesivo meam patriam (M. 515C), deviene el más distante «según dice Plutarco de su patria» (C. fol. 88v); ut ager supinus ac mollis (M. 530A) se convierte en «el enfermo débil y parapoco» (VV fol. 80); quot boves vicino perierint (M. 518F): «cuántas vacas le han parido al vecino», (C. fol. 93). El cambio afectando al orden se aplica reiteradamente en las máximas isocráticas donde hallamos la segunda parte de las mismas antecediendo a la primera, así Talem te exhibeas erga parentes, quales exhibere se tibi voles ex te progenitos123 es traducido por: «Tal cual quisieres que sean contigo tus hijos, has de ser con tus padres» (CID fol. 100) o Quae factu turpia sunt, ne dictu quidem putes honesta124 por «No te precies de decir lo que es afrenta hacer» (CID fol. 100), etc. Especialmente un cambio digno de mención es la cristianización de los términos paganos —debido a sus creencias y, por lo demás, muy frecuente en su época—, que le induce a singularizar «los infiernos» o «los dioses», así, ad inferos (M. 516B), «al infierno» (C. fol. 89v); numen venerare125, «venera siempre a Dios y a sus santos» (CID fol. 99v), etc. Todos estos cambios, en ocasiones, ya están transformados en la fuente latina utilizada126.
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Así ocurre en De la curiosidad viciosa, una de las amplificaciones más exageradas que nos ocupan: «Cuando dejó la luna de ser vista,/como con nueva y hermosa cara,/ poco a poco se muestra a nuestra vista/y, con llenar su mengua, la repara.//Donde para afearse tiempo asista/y viejas sin color ni beldad clara/las mudanzas denota de tal suerte/que parece vivió y llegó a la muerte», versión de: «Vbi iam videri desiit, quin fiat ut/primum nova ac vultu decora prodeat/sensim usque ad orbis aucta plenitudinem/rursum ubi decorem enituit ad summum, statim/senescat imminuta, donec nulla sit». 123 Cf. CID 14 de las ed. modernas. 124 Cf. CID 15 de las ed. modernas. 125 Cf. CID 13 de las ed. modernas donde el autor de la versión latina así traduce τό δαιμόνιον. 126 Así en la citada Isocratis Paraenesis, hallamos coelestium mentem, correspondiente a τῶν θεῶν διανοίας que Jiménez Patón diluye más en «las cosas celestiales» (CID 102v).
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En ocasiones interpreta, es el caso de los versos: In Clopidis mens erat, in Aetolis manus (M. 517A): «Aplicando los ojos a una parte,/echando a otra pensamientos vanos y luego a diferente van las manos» (C. fol. 90v). En otras, se equivoca; así, traduce Quod invidiae est obnoxium (M. 535D) por «lo contrario a la envidia» (VV fol. 86v) o a la vez interpreta —mal— y suprime: curque qui vel pusilla quaedam dictorum illius semina et exempla cepisset sic fuerit commotus ut corpore concideret fieretque modis omnibus pallidus et gracilis donec navigavisset Athenas sitibundus et incensus hausissetque de fonte et virum et huius sermones ac philosophiam didicisset, cuius erit summa: ut quisque norit sua ipsius mala, quo videlicet ab his libereretur (M. 516C), de difícil comprensión en la versión patoniana: «Y ¿qué preguntó Aristipo cuando en las Olimpias se juntó con Icómaco?* ¿[no preguntó] por qué disputaba desta suerte Sócrates con sus dicípulos y por qué aquel quería tomar de los dichos de el otro, fundados en tan pocas semillas tales ejemplos? Hízolo por acostumbrarse a todo hasta que navegó a Atenas y deprendió de la fuente lo que era Pitágoras127, su plática y filosofía, y notó que el fin de todo lo que enseñaba era que cada uno procurase conocer sus males para librarse dellos» (C. fol. 90). 4. 5. 3. Reducción y supresión Las supresiones pueden deberse a causas distintas. Intencionadas serían todas las que son la omisión por desconocimiento del griego y en consecuencia prescinde de ellas o las traduce directamente, siguiendo la versión erasmiana. Así, obvia (VV fol. 78v-79] los términos κατήφεια, en latín pronitas o putiditas; δυσωπία (M. 528D), comentada etimológicamente por Erasmo; κόρας, κόρη y πόρνας (M. 528E); prescinde de echemythiam (sic), Graece ’εχεμυθίαν (M. 519C), «plática refrenada» (C. fol. 93v); de Πονηρόπολιν (M. 520B), «Ciudad de fugitivos facinorosos» (C. fol. 94v) y de ’ωτακουσtας, (M. 522F) convertido en «criados del susurro» (C. fol. 97v). En la descripción del mito de Edipo el hecho de omitir la muerte de Layo y el matrimonio con su madre, parece obedecer a la repugnancia del traductor acerca de unos hechos monstruosos que debían de herir sus sentimientos cristianos. Así prescinde de: Laium, quo perempto propriaque matre in matrimonium ducta, dotisque nomine regnum adeptus (M. 522C),
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Debería decir: ‘Sócrates’.
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y pone tan solo: «se encontró con Layo, su padre y habiéndole dado en dote el reino…» (C. fol. 97). Quizás también sus escrúpulos le mueven a prescindir de las alusiones paganas: irrepitque per omnia, bacchanalia, choreas ac pannychidas quae noctu celebrantur Dianae (M. 517A), resumidas asépticamente: «todo lo anda y revuelve, no solo lo que de día se hace, pero aun lo que en la noche más a deshora» (C. fol. 90v); musa ac siren (M. 518C) convertidas en «música y entrometimiento» (C. fol. 92v). Las omisiones pueden ser a causa de distracción, como decía Diego Gracián en el «Prólogo y declaraciones en todas las obras destos Morales»: «Faltan pedazos cláusulas enteras porque en latín no están o por descuido de los escritores que se olvidaron, como vemos que hacen muchas veces». Así en: «Por esto, hallo que dijo muy bien el que dijo que todos los asianos servían a un hombre solo porque no pudieron pronunciar una sola sílaba que es: “no”» (VV fol. 83v), suprime el comentario posterior: non haud serio dixit sed facetia lusit (M. 532F). Falta la descripción referente a Lisímaca (M. 534C), la sacerdotisa de Minerva Poliades. Y después de la anécdota de Temístocles pidiendo a Simónides una cosa injusta (VV fol. 85v) falta el comentario consiguiente, perteneciente a (M. 534F)128. Falta la traducción de la frase: Sed oportet adversus utrumque muniri ut nec territantibus nec assentantibus cedamus (M. 535D), que debería hallarse tras la descripción de los que tienen flaqueza de ánimo a causa de la flaca complexión del cuerpo (VV fol. 86v).Y en la Carta de Isócrates a Demónico, falta la traducción de Absentium amicorum fac memineris apud praesentes ut rationem etiam istorum quoque absentium habere videaris129, así como la de Contemne divitiarum studio occupatos atque iis quae habent uti nescientes130, etc. Otra causa de reducción obedece sin duda al afán del maestro de ajustar la versión a su conveniencia como ocurre en la Carta de Isócrates a Demónico. Él, tan prolijo en sus escritos, recurre generalmente a la brevedad de la paremia para sus fines morales, como es el caso de «No te embriagues aunque sea en la mesa (41)» (CID fol. 101v), la quintaesencia de Imprimis cave tibi a potandi consuetudine, quod si quin tulerit
128 Traduce Erasmo: «Quanque autem non ob pedem lyrae modulis parum respondentem, quemadmodum dixit Plato et civitates cum civitatibus et amici cum amicis dissentientes levissima tum faciunt, tum patiuntur, sed ob id potius, quod in his quae sunt legum ac iustitiae peccent». 129 Cf. CID 26 de las ed. gr. modernas. 130 Cf. CID 27 de las ed. gr. modernas.
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tempus, ante ebrietatem fuge. Cum fuerit mens vino corrupta, patitur idem quod currus solent, qui suos effuderunt aurigas, illi namque nullo ordine (suis destituti rectoribus) feruntur131, etc. Por lo general divide las extensas máximas isocráticas —de ahí que arroje una suma de 62—, en dos o más sentencias cortas; así convierte en tres: «Porque la culpa ajena no se haga tuya tiniendo oficio público, no te acompañes de malos en su gobierno (51)». «Procura salir de oficios públicos más honrado que rico, porque de más estima es la alabanza de todos que las riquezas propias (52)» y «No ayudes a decir ni hacer cosa mala, ni la consientas, porque, de consentillas, dirán que las haces (53)» (CID fol. 102), la versión de Magistratu praeditus nemine ad obeunda ministeria malo utere, quae enim ille deliquerit, eorum in te culpa referetur. Ex publicis administrationibus abeas non opibus cumulatior, sed gloria honestior, multis enim opibus praestantior est multitudinis laus. Nullam rem inhonestam neque dicto neque facto iuveris, videberis enim ipse talia facere, qualia facientes alios tueris132, etc.
4. 6. Epílogo Jiménez Patón que en su obra incorpora «Del pronóstico moral» §7, una colección de veinte sentencias de un desconocido mercedario (fols. 57-59) y que en el «Discurso quinto que contiene los aforismos con que se conserva la virtud con discreción», resume en 322 sentencias (fols. 65-77) de cosecha propia, lo tratado en la primera parte, concluye acertadamente la segunda y última parte de El virtuoso discreto, con las sentencias de los gentiles Isócrates y Varrón. Con ellas el maestro consigue sin duda el fin que pretende: mostrar su vocación parenética y hacer llegar a sus hijos y alumnos todo un tratado de moral de fácil memorización por su brevedad.
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Cf. CID 32 de las ed. gr. modernas. Cf. CID 37 de las ed. gr. modernas.
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Se han regularizado las grafías que no representan un valor fonológico en la época clásica distinto del actual. Así, se han transcrito según la norma moderna: b, v, u; ç; i e y; ff; ss; qu (ante a, o, u); ph y th; g (ante vocal e o i) se ha transcrito j cuando así lo exige la norma actual; también según la regla actual se ha resuelto la presencia o ausencia de h. Se ha conservado la s (donde hoy encontramos x-se asume la pronunciación del español corriente, no enfática); ch (con valor de /k/) se ha transcrito como qu en los nombres comunes. Se ha regularizado la abreviatura de expresión latina etcétera: ect./ettca>etc. Se han separado las palabras que aparecen reunidas contra la norma actual: ques>que es; quel> que el; y se han mantenido las que figuran separadas también contra el uso moderno: contra haciendo, virtuosa mente, Jesu/s Cristo, Villa Nueva. Hay algunas excepciones en la aplicación de este criterio: Por un lado, se ha transcrito dél por del cuando la amalgama incluye el pronombre tónico. Si no aparece contracción en el manuscrito y debe entenderse la forma pronominal, nos hemos limitado a regularizar la acentuación: de el>de él. Por otro, se han conservado las amalgamas del tipo: deste, esotro, etc. y sus femeninos y plurales. De igual modo se han mantenido dello, dellos, della, dellas y dello. Los escasos ejemplos en que ambas clases de amalgamas figuran separadas respetan lo leído en el manuscrito. Mantenemos las fluctuaciones gráficas para una misma palabra: dino/digno; seta/secta; precetos/preceptos; depués/después; fe/fee; calunias/calumias/calumnias. Se han mantenido las amalgamas de infinitivo o futuro+pronombre átono: sello, trasponello, sucederate.
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Cuando la conveniencia de reconstruir una palabra ha sido evidente, se ha restituido lo preciso mediante corchetes cuadrados: grevedad> gr[a]vedad; ientras>y en [o]tras, verdero>ver[da]dero. De modo inverso, se han utilizado los corchetes angulares para indicar que una letra o una sílaba figuran reiteradas por error o simplemente sobran: hace. O se repite una palabra: aun. Se ha indicado el cambio de folio insertando la numeración inmediatamente antes del inicio del folio correspondiente. Se ha regularizado el uso de mayúsculas según la norma actual. Cuando se ha hallado una letra o una palabra tachada se indica en nota. Hemos desarrollado los signos diacríticos: qˀ> que; qˀebrada> quebrada; restãte> restante; contentãdote> contentándote; cõ>con. Asimismo las abreviaturas siguientes: lzdo, Ldo> licenciado; Maj’> Majestad; vco> vecino; Sr> señor; S> san; Sta> santa; Fr> fray: Juo> Juan; Alo> Alonso. Se ha realizado la división en párrafos. Los puntos y aparte en que se organiza el manuscrito original son claramente insuficientes para asegurar la comprensión, como es propio de la época. Así, se han introducido los puntos y aparte en los párrafos excesivamente largos en los que se suceden ideas diversas que merecen ser individualizadas. Dadas la escasez de indicaciones en el manuscrito y las lógicas discrepancias de criterio con la normativa actual del español, se ha puntuado de nuevo todo el texto.Tal labor no ha sido siempre sencilla, pues la notable longitud de algunos párrafos y los habituales anacolutos característicos de la lengua clásica oscurecen en ocasiones el sentido del discurso. En general, se ha optado por mantener la hilación sintáctica natural del texto hasta donde ha sido posible sin perjudicar el entendimiento de los enunciados. Los autores latinos claramente identificables están citados siguiendo el índice del Thesaurus Linguae Latinae (Lipsiae, in aedibus B. G. Teubneri,1904), cuyos textos hemos utilizado, así como los de thelatinlibrary.com. Señalamos en lengua castellana los autores y obras que ofrecen mayor dificultad de identificación al no ser citados por el autor. Se han respetado las variantes textuales citadas por el autor. En caso de no hallarlas, se ha marcado la diferencia con las ediciones modernas.
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Se han tenido en cuenta las anotaciones de las ediciones críticas de Sobre la falsa vergüenza, realizadas por Rosa M.ª Aguilar (Madrid, Gredos, 1996) y las de César Chaparro en Sobre la mala vergüenza (Editora Nacional de Extremadura, 2007), así como las de Rosa M.ª Aguilar en Sobre el entrometimiento (Madrid, Gredos, 1995). Se ha incorporado un glosario final con los nombres erróneos o de la época, señalados con un asterisco en el texto, escritos según la denominación actual.
AGRADECIMIENTOS Queremos expresar nuestra gratitud, por la ayuda que ha prestado en la confección del presente volumen, al personal de la Biblioteca Pública del Estado y de la Biblioteca Diocesana de Palma de Mallorca, a Gabriel Amengual Coll, a Abraham Madroñal Durán y a Juan Miguel Monterrubio Prieto.
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PRIMERA PARTE DEL
VIRTUOSO DISCRETO DIRIGIDA AL BEATO TOMÁS DE VILLANUEVA LIMOSNERO, ARZOBISPO DE VALENCIA, PREDICADOR DE LA PALABRA DIVINA Y DEFENSOR DE LA INMUNIDAD ECLESIÁSTICA
POR EL MAESTRO BARTOLOMÉ JIMÉNEZ PATÓN Ab infantia, ab utero matris meae creuit mecum miseratio. Iob1 [Capelo con los cordones pendientes con catorce borlas. Entre ambos cordones aparece un corazón cruzado con una flecha, de arriba abajo y de derecha a izquierda. Debajo de este, y flanqueado por los cordones pendientes y tres borlas a cada lado, hay el siguiente lema: Vulnerasti cor meum2] [fol. 2]
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Job 31, 18. Dice exactamente el texto bíblico: «Quia ab infantia mea creuit mecum miseratio, / et de utero matris meae egressa est mecum». 2 Cant. 4, 9.
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Nos el licenciado Juan Alonso de la Vera, teniente vicario en este partido del Campo de Montiel, por el señor el licenciado don Florencio de Vera y Chacón, del hábito de Santiago, capellán de honor de Su Majestad, vicario general perpetuo en este dicho partido por autoridad Apostólica y Real3, [s]ometemos4 y encargamos a su paternidad del padre fray Cristóbal5 Ropero, de la orden de san Francisco, guardián6 que ha sido en su convento en esta villa y lector jubilado de santa Teología, el esamen y censura de la primera y segunda parte del libro titulado El virtuoso discreto, hecho y ordenado por el maestro Bartolomé Jiménez Patón, vecino de esta villa, con cuya aprobación, y licencia de Su Majestad y de su Real Consejo le pueda imprimir y no de otra manera. Dado en Villanueva de los Infantes, a cinco de agosto de mil y seiscientos y treinta y un años. [Sigue la firma de Juan Alonso de la Vera y una frase ilegible] [fol. 2v]
3
Este personaje, vicario de Villanueva de los Infantes, fue albacea testamentario de don Francisco de Quevedo, según el testamento fechado el 25 de abril de 1645. En él, Quevedo le deja una cerradura que tiene las armas del rey Don Pedro el Justiciero. Mantuvo correspondencia con el escritor y le acompañó hasta su muerte. 4 En el ms.: «cometemos». 5 Aparece «Pedro» tachado en el ms. 6 guardián: «En la Orden de San Francisco, prelado ordinario de uno de sus conventos» (DRAE).
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Por comisión del señor licenciado Juan Alonso de Vera, tiniente de vicario en este partido del Campo de Montiel por el señor licenciado don Florencio de Vera y Chacón, del hábito de Santiago, he visto primera y segunda parte del Virtuoso discreto, compuesto por el maestro Bartolomé Jiménez Patón, propietario catedrático de erudición y elocuencia y, habiéndole leído y reconocido con el cuidado que se debe, hallo que una y otra parte tienen dotrina moral, digna de tan docto y prudente maestro, sana y provechosa, con estilo grave y precisión de palabras sazonada que, con singular agudeza y varia leción, así de Padres7 como de filósofos antiguos y poetas, enseña y advierte a toda suerte de gente y, en particular, a gente moza, el camino por donde con discreción y prudencia se debe caminar por el mundo para llegar con prósperos sucesos, mejoras, creces y aumentos grandes de virtud, a la patria deseada para que fuimos criados; en cuyo asunto muestra bien el autor su aventajado talento y su frecuente y conocido estudio de todas buenas letras y da testimonio de suceso piadoso y cristiano en la educación de la juventud que tiene a su cargo, y el letor hallará en él admirables y singularísimos avisos e importantísimos documentos con que en breve tiempo podrá mejorar y componer su vida, por más distraída que sea, y hacer de sí un virtuoso discreto. Por lo cual, y no haber hallado en alguna de las dichas partes cosa contraria a nuestra santa fe católica, decretos de concilios, sentencias recibidas de Padres, o buena y loable dotrina aprobada y aplaudida de escuelas, juzgo que será de universal provecho que ambas partes se impriman, en testimonio de lo cual firmé esto de mi nombre en san Francisco de Villanueva de los Infantes, 23 de agosto de 1631. Fray Cristóbal Ropero Lector de Teología
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Padres: se refiere a los Santos Padres.
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[fol. 4] AL BEATO TOMÁS DE VILLANUEVA, LIMOSNERO, ARZOBISPO DE VALENCIA, PREDICADOR DE LA PALABRA DIVINA Y DEFENSOR DE LA INMUNIDAD ECLESIÁSTICA8
Patrón de Villanueva, vuestra patria, a quien hecistes ilustre preciándoos de su nombre, recebid mis deseos en el título de esta obra, pues es vuestro por haberlo praticado con ejemplo y dotrina que os hizo no solo virtuoso, discreto y cortesano, mas grande en el reino de Dios. Por vuestro favor, merezcan este nombre vuestros devotos y congregados en la hermandad piadosa que en la proteción vuestra se ha erigido y fundado, en confianza de que, por tal intercesión, les ha de comunicar el cielo prerrogativas de virtudes con que participen de la gloria con que Dios os enriqueció, pues el que labrastes para sepulcro es glorioso altar de vuestra santa imagen y en él se celebran las misas de la capellanía que instituistes, testimonio verdadero del fin en quien se canta la gloria cierta; porque a su autor y a vos, os debemos y damos gracias, suplicando que por vos le tengamos propicio, dinándoos de favorecer mi intento en la dedicación que de vuestro mismo nombre os hago; porque, con vuestro patrocinio, esta dotrina sea a otros de provecho y toda honra y alabanza de Dios y vuestra, pues por haber puesto cuidado en el de los pobres y necesitados en esta vida, la gocéis en la eterna con lauras y pre[fol. 4v]mios preminentes. Rogad por nosotros a su Divina Majestad.
8
Fray Tomás García Martínez —santo Tomás de Villanueva— (1488-1555) fue predicador, escritor ascético y religioso agustino. Fue beatificado el año 1618 y canonizado por el papa Alejandro VII el 1 de noviembre de 1658. El impacto de su beatificación debió de ser notable a tenor del Epítome a la historia de la admirable vida y heroicas virtudes del beato padre fray Tomás de Villanueva (Madrid, 1620) de Francisco de Quevedo y a la «Relación de las fiestas en Villanueva de los Infantes a la beatificación de Tomás de Villanueva» de Jiménez Patón, en el libro vigésimo de los Comentarios de erudición (fols. 407v-416v), inédito, pero en vías de publicación.
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[fol. 5] PRÓLOGO A FÉLIS Y ALONSO PATÓN Y MONSALVE Gregorio décimo cuarto, vicario de Cristo en su Iglesia, siendo cardenal de la Santa Romana y obispo de Cremona, su nombre: Nicolás Esforzato9, sacó a luz una prática espiritual que una sierva de Dios había ordenado en que dice estas palabras: He sido avisada que todas las cosas las acompañe con la santa discreción, madre de todas la virtudes, sin la cual todo ejercicio, por santo que pareciese, sería tenido por vicio. Esta virtud de la discreción pienso que se podrá alcanzar si hiciere cuatro cosas10: 1. Esperiencia y probar si tal o tal cosa que se pretende hacer sale bien o no. 2. Demandar consejo comunicando aquello con personas práticas y que sean esperimentadas en aquello de que se trata. 3. Leer libros santos que traten de semejantes asuntos. 4. Rogar al Señor que nos alumbre dándonos a conocer lo que se hobiere de hacer en tal negocio.
Esto avisa y esto querría yo, hijos míos, hiciésedes vosotros para esperar buen acierto de vuestras aciones todas y, para este fin, recopilé esta agregación de sentencias; al principio, para mis dicípulos y para todos, y especial para vosotros en quien concurren for[z]oso11 las dos obligaciones de naturaleza y dotrina. Plega a Dios, Nuestro Señor, de tal suerte la leáis [fol. 5v] y otros libros —que hay muchos y muy buenos de todas materias y en todas lenguas— que acertéis a gustar, rumiar y digerir en el estómago de vuestra consideración —si se permite la translación— la manteca y miel de su dotrina para saber elegir el bien y reprobar el mal, huir deste y seguir aquel obrándole, porque este es el que deseó Dios os
9
Gregorio XIV se llamaba Niccolò Sfondrati (1535-1591) y tuvo un breve pontificado (1590-1591). 10 Entre paréntesis otra mano ha escrito en el ms. lo siguiente: «La misma dotrina es de la santa madre Teresa de Jesús». La santa aconseja en numerosas ocasiones la discreción: «Ansí que en todo es menester espiriencia y discreción. El Señor nos la dé por su bondad» (Libro de la vida 22, 18, p. 293). 11 En el ms.: «forcoso».
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comunique, en cuyas manos habéis de poner vuestros deseos y en quien habéis de fundar vuestras esperanzas para coger el sazonado fruto a su tiempo, no tiniendo ninguno ocioso, antes os halle el tentador ocupados en ejercicios de virtud porque Su Majestad os premie con su gracia, que esta es todas las cosas y todo bien, y sin duda os la comunicará, imitando y tiniendo por devoto al mecenas deste libro, nacido en vuestra patria, como lo dice su nombre que, si le sabéis obligar, os alcanzará mil favores celestiales para que tengáis parte en su título.
AL CORRETOR PRUDENTE Dos suertes de prólogos suelen hacer los escritores de libros: la una, declarando el argumento; la otra, rogando al letor supla los descuidos. La primera declaran los discursos; la otra tengo por ociosa porque de cualquiera manera han de murmurar y así determiné dirigirlo a otro sujeto de más consideración, que es el prudente corretor a cuya censura se [s]ometa12, suplicándole, no que pase por alto los descuidos —que sería argumento de desamor notable— antes [fol. 6] que, como buen maestro y con ojos de padre, lo mire, lime y perficione sin enfadarse ni cansarse de las imperfeciones notables13. Ordinaria alegoría es llamar a los libros hijos de su autor por haberles dado vida con su entendimiento. Así al corretor le debemos llamar maestro porque, como las imperfeciones que los hijos naturales tienen, las perficionan sus maestros, así sean los corretores en los libros, en lo cual confieso la obligación que se les debe y que no hay equivalente algún servicio. También suplico al que le cupiere en suerte ser maestro deste humilde hijo no le escluya de su academia o escuela, ofendido de sus imperfeciones, pues suele suceder que hijos de padres inorantes, instruidos por buenos maestros salgan muy aprovechados en erudición y dotrina.
12
En el ms.: «cometa». En el capítulo XVI y último del Perfecto predicador, p. 268, Jiménez Patón se expresa de manera similar, instando a este a una vida ejemplar para honra, gloria, servicio y alabanza de Dios: «a el cual se dé toda la que resultare de lo bueno que en esta obra se hallare y a mí la culpa de los descuidos, los cuales suplico al prudente corrector, a cuyas manos fuere, supla con su enmienda, quitando lo que tal no fuere para que sea digno de su aprobación». 13
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No haciendo en esto como los que, por parecerles a los primeros días rudos, los despiden por inútiles y, si algunos perseveran en tenerlos y en limarlos, salen del todo renovados, y los defetos de la naturaleza, con los precetos del maestro docto, enmendados, en lo cual descubre piadoso y honrado afecto cual el que estimó Marcial en su amigo: Cogis me calamo manuque nostra emendare meos, Pudens, libellos. O quam me nimium probas amasque14.
Ni le canse para su aprobación la muchedumbre de libros que cada día salen, pues como dice el amenísimo Agustín, fuente de toda piedad y erudición, es grande la utilidad de [fol. 6v] que muchos autores escriban de un mismo argumento15, así porque no todos los libros llegan a todas partes, como porque diversos autores satisfacen mejor a la diversidad de los ingenios, y también porque es necesario que, según las ocasiones y variedades del tiempo y personas, se traten las cosas, y, porque como dijo Plinio Segundo a su amigo Arriano: Est enim plane aliquid edendum. Y así como él [digo]: Hunc rogo ex consuetudine tua, eruditissime censor, et legas et emendes16. Vale.
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Mart. 7, 11, 1-3. Dice san Agustín en su tratado sobre la Trinidad: «Ideoque utile est plures [libros] a pluribus fieri diverso stilo, non diversa fide, etiam de quaestionibus eisdem, ut ad plurimos res ipsa perveniat, ad alios sic, ad alios autem sic» (Aug. Trin. 1, 3, 5). 16 Plin. Epist. 1, 2. Jiménez Patón añade «eruditissime censor» a la cita pliniana. 15
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[fol. 7] [I.1] DISCURSO PRIMERO DEL VIRTUOSO DISCRETO
DE LO QUE PROMETE EL TÍTULO § 1 Es la curiosidad humana de tal suerte culpable que, sin temor de lo que puede oír contra su gusto, se atreve a notar los descuidos ajenos, aunque sean muy pequeños, sin echar de ver en los propios suyos. Propiedad muy particular del que poco sabe, la cual, con otras muchas viciosas y dinas de reprehensión —de que Dios por su infinita misericordia tenga por bien de sacarme—, se halla en mí —por mis pecados y depravadas costumbres—, de suerte que me dio osadía a poner mano en este discurso por satisfacer el deseo de persona a quien le tuve de agradar, a costa de mi peligro porque, aunque es verdad que el reprehender los vicios en común no es culpable sino virtud grande, confieso ser los míos tales que me hacen temer la información que en mi causa contra mí he de fulminar y me parece que oyo17 me dicen del cielo: —¿Por qué, pecador, te atreves a tomar mi santísimo nombre en tu boca?, ¿por qué te pones a publicar mis justificaciones con tus labios impuros? Mas por otra parte, alienta mi atrevimiento saber que el sabio y discreto en la audiencia del justo juez ha de ser fiscal de sí mismo. Así, aunque sean capítulos de residencia18 contra mí, si dellos sacare el provecho que pretendo y deseo, que es el de nuestra salvación, aunque 17
oyo: ‘oigo’. residencia: «Se toma asimismo por la cuenta que toma un juez a otro, o a otra persona de cargo público, de la administración de su oficio de aquel tiempo que estuvo a su cuidado. Por extensión, se dice de otros cargos que se hacen o cuenta que se pide» (Aut.). 18
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sea venciendo dificultades, daré por bien empleada cualquier vergüenza que en esto pase, principalmente si acertare en algo a cumplir con el título presente. [fol. 7v]
EL VIRTUOSO DISCRETO El cual dio la advertencia —no haya permitido Dios haya sido en algo curiosidad viciosa, antes su Divina Majestad quiera sea toda caridad cristiana—, que he tenido en algunas personas que, a mi parecer —no sé si es cierto—, se imaginan han llegado a la perfeción de las virtudes haciendo algunos bajíos19 en vicios que no me persuado los conocen por no tener la discreción necesaria para ello, tienen intención y la inclinación buena, y buena la voluntad, mas fáltales la discreción, que es la que ha de gobernar la hermandad de las virtudes. Así yerran en lo que piensan acertar, engañándose en el mal con la apariencia del bien. La verdadera perfeción consiste en el conocimiento de la propia imperfeción. Este conocimiento es la discreción que ha de acompañar a la virtud, y por faltar esta muchas veces, las personas que los hombres tenemos por perfetas, esaminadas de los ojos del Sumo Artífice —que lo fue de la máquina del mundo—, se halla que padecen alguna o algunas imperfeciones. Sucede como en algunas obras —de que no entendemos—, que antes que las acabe el que las hace, las alabamos como si fueran muy perfetas y el mismo que las hace se ríe y burla de nosotros, conociendo en aquella impertinente alabanza nuestra inorancia y falta de discreción. Dánosla a entender, mostrándonoslas después mejoradas y aún, no asegurándose de su perfeción, no se atreve a decir que las ha hecho sino que las haría, que es voz de tiempo que sinifica imperfeción. Pues para la enmienda desto es necesaria la discreción la cual dice a la persona virtuosa que esta procede de leción y meditación, porque lo que no sabemos lo deprendemos leyendo, y con la meditación conservamos lo que leemos, siguiéndose a la leción la oración y a la oración la leción. No imagines, alma, que porque el maestro de la perfeción20 dijo al mancebo que para ser perfeto, vendiese sus bienes y los diese a pobres; 19
bajío: «Elevación del fondo en los mares, ríos y lagos y más comúnmente el de arena» (DRAE). 20 Se refiere a Cristo.Ver Mt. 19, 21-23.
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que, en dando lismosna —que es una virtud sola—, tienes ya toda la perfeción que la virtud [fol. 8] pide, antes debes entender quiso decir —según enseña la divina discreción— que, dende aquel día que diese sus bienes a pobres, comenzaba a entrar en el camino de la perfeción, porque dende entonces se entregaba a Dios, y poner el pensamiento en Él le guiaba al estado de los perfetos. La perfeción consiste en la entereza y número cumplido de las causas que la componen. La cual dará a la persona virtuosa discreción porque es el conocimiento de muchas y maravillosas cosas. Es el entendimiento de las causas primeras y más levantadas. Es ciencia de bienes sempiternos, de cosas divinas y humanas. Es quien da la causa y declara el porqué la cosa se hace. De adonde procede que, teniendo todas las cosas humanas por inferiores, humildes y de poco precio, se levanta a la meditación de cosas divinas y eternas. Por eso el que la alcanza es el ver[da]dero21 discreto y virtuoso.
DISTINCIÓN Y PARTES DE LA DISCRECIÓN § 2 1. Aunque hemos delineado lo mejor que hemos podido la discreción, que es la que el Angélico Dotor Tomás llama prudencia22, hemos de declararlo más con su misma dotrina. El cual dice que es una virtud del entendimiento por la cual en cualquier negocio que se nos ofrece entendemos lo que es bueno y honesto para amarlo y procurarlo, y lo que es torpe y malo para aborrecerlo y huirlo. 2. Tiene tres diferencias de partes: sujetivas, potenciales, integrantes. 3. Sujetivas, en las especies inferiores, de quien se predica como género de la suerte que el hombre y el bruto son partes sujetivas de animal, que es su género. 4. Potenciales son ciertas virtudes conjuntas que se ordenan a algunas aciones o materias de suerte que no tienen toda su fuerza principal de virtud sino segundariamente en la manera que los filósofos llaman partes del alma a las potencias. 5. Integrantes son las cosas que necesariamente concurren a la ación perfeta de las virtudes. [fol. 8v]
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En el ms.: «verdero». Jiménez Patón en los párrafos 2 al 5 resume la doctrina de santo Tomás en la Suma Teológica 2, 2, 47-56. 22
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6. La discreción se divide muy bien en natural y sobre natural, que algunos llaman adquirida y infusa. 7. Natural es la que no escede de los límites de la naturaleza y razón natural. Es la que solo alcanzaron los filósofos antiguos del siglo, pende23 de la sintheresis, que es la noticia y conocimiento de los principios práticos como son los del Decálogo y de otros semejantes, y de las virtudes morales. Engéndrase de sus aciones y se adquiere con uso. 8. Sobre natural es la que escede los límites del conocimiento natural, pende de la fee y de las virtudes teologales y su orden, y aun de las morales porque, como algunas dellas, compañeras de la discreción natural que miran a la virtud natural que es conforme a la naturaleza racional, así también hay algunas morales que acompañan a la discreción sobre natural, y que miran al bien sobre natural, y conforman con el estado sobre natural del hombre cristiano, que es hijo de Dios por gracia. 9. Hay también discreción personal que es individual o gobernadora. La gobernadora es económica, civil, política, legisladora o militar. La razón de la discreción o prudencia es y consiste en procurar el bien del hombre directe o indirecte, evitando el mal que impide algún bien. 10. Destas la que más propiamente se dice discreción es la personal porque en el hombre procura su bien propio con el ornato y aumento de todas las virtudes y, las demás, en tanto merecen el nombre de discreción en cuanto dependen y participan desta. 11. Económica es por quien alguno gobierna su familia cuidando el bien della. 12. Civil o política es por quien alguno rige y ordena con retitud alguna comunidad procurando se guarden las leyes. 13. Legisladora es por quien alguno establece y pone leyes y ordenanzas justas. [fol. 9] 14. Militar es por quien la milicia se gobierna y rige. 15. Cualquiera destas especies puede dividirse en muchas como en partes integrantes, porque la discreción personal tiene tantas partes distintas en especie cuantas especies hay de virtudes, que el que es discreto en los oficios de justicia, lo es en los de la fortaleza o templanza. Lo mismo se ha de sentir, y decir, de económica, civil, legisladora y militar.
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pender: «Lo mismo que depender» (Aut.).
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16. Hablando en rigor, cualquiera destas cinco partes se incluye en la personal —como queda advertido— porque, haciendo el negocio de su familia o comunidad, bien hace el suyo, cumpliendo en aquello la obligación especial que le incumbe y toca de la tal administración o gobierno.
DE LAS PARTES INTEGRANTES DESTA VIRTUD DISCRECIÓN § 3 17. Las partes integrantes desta virtud son ocho: memoria, inteligencia, solercia24, docilidad, providencia, razón, circunspeción y caución. De las cuales, la solercia ayuda mucho para adquirir la discreción y prudencia. La memoria, inteligencia y providencia, para la conservación y uso en consultar y juzgar. La circunspeción y caución, para la ejecución y uso de la obra que se hace por el imperio de la discreción prudente. 18. Memoria es acordarnos de aquellas cosas que leemos, oímos, o vemos, o de cualquier otra manera esperimentamos. Porque dellas muchas veces colegimos lo que debemos hacer en los negocios presentes, que los ejemplos de las cosas pasadas y la esperiencia son de mucha importancia en lo que se ha de poner por obra. 19. Inteligencia es el conocimiento y noticia de las cosas presentes porque, para juzgar con prudencia y discreción, importa entender y conocer el estado del negocio que de presente se ofrece. Con este nombre de inteligencia también se puede sinificar el conocimiento de los principios morales. 20. Docilidad es el afeto y prontitud en deprender25 y percibir con facilidad [fol. 9v] lo que se oye, estudia y se nos enseña. 21. Solercia o sagacidad, es inferir y entender la causa y razón de aprobar o reprobar alguna cosa en tiempo muy breve. 22. Providencia es la consideración y conjetura de lo que podrá seguirse, y suceder, en aquello que se hiciere. 23. Razón es la prontitud y facilidad en el discurrir inferiendo y sacando unas cosas de otras. 24. Circunspeción, que diremos bien apercebimiento, es la consideración de las circunstancias, procurando que ninguna falte a la perfeción de la obra. 24
solercia: «Industria, habilidad y astucia para hacer o tratar una cosa» (DRAE). deprender: «Lo mismo que aprender» (Aut.). Verbo utilizado así generalmente en el texto. 25
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25. Caución, que llamaremos seguridad y recato, es el cuidado que se pone en que se eviten los daños que podrían suceder y seguirse.
DE LAS PARTES POTENCIALES § 4 26. Las partes potenciales desta virtud discreción son tres, cuyos nombres por no estar vulgarizados se pondrán en griego y se declararán en sus difiniciones: eubolia, synesis, gnomen26. 27. Eubolia es cierto hábito o disposición que da facultad para hallar consejo reto y bueno en las cosas de dificultad y duda. 28. Synesis es el hábito de juzgar bien en lo consultado por la consideración de los principios comunes y praticables, como en las leyes naturales y positivas, considerando los fines que tuvo el legislador en ellas. 29. Gnomen es el hábito de juzgar bien por algunos principios más altos y eminentes contra el tenor de las palabras de la ley, conformando con el sentido y entendimiento más cierto y verdadero del legislador.
DE CÓMO SE PECA CONTRA ESTA VIRTUD § 5 [fol. 10] 30. Contra esta virtud de la discreción y prudencia se peca mortal o venialmente según las obligaciones de oficio, preceto o voto, principalmente por defeto, en cuatro cosas: precipitación, inconsideración, inconstancia, negligencia. 31. Precipitación es cuando, habiendo propuesto algún fin, se pone la obra en ejecución aceleradamente, sin dar lugar a consejo ni consideración, a la cual se reducen olvido, indocilidad, falta de discurso. 32. Inconsideración es juzgar sin haber precedido consejo, ni deliberación acordada, a quien se reducen la falta de inteligencia, circun[s] peción y recato. 33. Inconstancia es cuando, habiendo acertado en la eleción de la obra buena, se deja de hacer o se hace de otra suerte que conviene, sin causa justa.
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Aristóteles trata estas tres partes en su Ética Nicomáquea 6, 9-11 (1142b-1143a). Santo Tomás les dedica los capítulos octavo y noveno del libro VI de su Comentario de la Ética Nicomáquea.
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34. Negligencia es el descuido que hay en ejecutar y poner por obra lo que el entendimiento dita y enseña a la voluntad como bueno. 35. Por esceso se peca en seis maneras: por prudencia de carne, astucia, dolo, fraude, solicitud de cosas temporales y cuidado de las por venir. 36. Prudencia de carne es vivir dejándose llevar de los apetitos corporales y sensuales sin dar lugar a que obre la razón, fornicando, comiendo y bebiendo desordenadamente, hurtando etc. Esta es la que el Apóstol puso por contraria de la prudencia del espíritu, la réproba y que hace guerra27. 37. Astucia es cuando alguna cosa se hace a escondidas con industria y traza dañosas al prójimo. Esta es la que dijo san Agustín que no considerada bien, engaña con apariencia de verdadera discreción28. 38. Dolo es poner en ejecución la astucia con falacia y engaño en las palabras y obras. 39. Fraude también es ejecución de la astucia por obras solas sin palabras, como dando moneda falsa por verdadera, vino aguado por puro, sin decir es o no es. 40. Solicitud de cosas temporales es el demasiado cuidado y ocupación del [fol. 10v] entendimiento en adquirir y conservar los bienes temporales. Esto se entiende: con desordenada codicia y ansias avarientas. 41. Cuidado de las cosas por venir es de aquellos que con ambiciosa pretensión procuran inmortalizarse en cuanto es de su parte o, por afecto y curiosidad desordenada, quieren saber los sucesos contingentes de muerte o vida, y otras cosas reservadas a solo Dios. Muchas otras cosas dijera desta virtud, maestra de virtudes, mas porque yo no pretendo hacer encomio de sus alabanzas ni de las demás que aquí tocaré, me he de contentar con lo dicho. Y la misma moderación y límite seguiré en las demás, no tratando dellas más de lo que hiciere a nuestro argumento y asunto porque, de sus infinitas escelencias, copiosas y doctas escrituras de doctos y santos varones tratan y, sobre todos, el mismo Espíritu Santo, declarando sus incomprehensibles grandezas por boca y pluma de su sabio. Donde se hallará lo acendrado de nuestro intento, pues llama desdichado al que carece de discreción y afirma que no hay tesoro, ni valor, que pueda igualarse a esta virtud29. Porque 27
Rom. 8, 6-8. Aug. Epist. 167, 2. 6. 29 Jiménez Patón se basa probablemente en la doctrina de los Proverbios y del Eclesiástico.Ver especialmente Prov. 16, 16 y Eclo. 21, 24. 28
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el discreto se refrena y abstiene de toda suerte de pecado y procura el aumento y perfeción en las obras de virtud. El pecador, al contrario, no hace cosa buena, por ser rematado inorante y necio. Así, no hay sino andarse con el cuerdo, acompañándole y visitándole, porque así acertaremos al fin que debemos pretender, que es salvarnos, que esto es saber, según lo dijo un poeta español antiguo, y la verdad: Aquel que se salva sabe que el otro no sabe nada30. [fol. 11]
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Se trata de los dos últimos versos de una copla presente ya en cancioneros del siglo XV de la que hay numerosas variantes, utilizada por muchos autores. Entre ellos, el humanista Juan Lorenzo Palmireno la cita en El estudioso de la aldea, p. 26.
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[I.2] DISCURSO SEGUNDO DEL VIRTUOSO DISCRETO
DE LAS OBLIGACIONES DEL CRISTIANO § 1 Virtuoso discreto y cristiano sabio será aquel que aborreciere el pecado, temiere la ocasión, desconfiare de sí y se fiare de Dios. Conseguirá estas cosas si ocupare su vida en advertir y considerar lo que se debe a su Divina Majestad; el premio que, en su divina largueza, nos debemos prometer, y lo que tenemos obligación de hacer para merecerle; si ponderáremos la necesidad que tenemos de ser socorridos con el favor de su gracia para poder cumplir nuestras obligaciones, pues el mismo Cristo por esto decía conviene siempre oremos y que nunca cesemos de la oración31, porque la oración no es otra cosa que advertida consideración de Dios y de nosotros mismos, en orden a su Divina Majestad. Aunque es así que toda la vida cristiana consiste en esta consideración, la discreción virtuosa nos enseña que ha de haber diferencia, porque una cosa es obrar considerando y otra cosa de obrar para considerar. Esto segundo, comúnmente, se llama oración para la cual debe el cristiano tener alguna parte de tiempo dedicada —más o menos según sus ligítimas ocupaciones de oficio— a la consideración para componer su vida, pidiendo a Dios conocimiento de lo que debe hacer y fuerzas para cumplir con sus obligaciones, conforme a su santa voluntad. Y aunque persuade el demonio que es negocio de gran dificultad, lo cierto es que puede tener oración quien puede pensar en Dios —y nunca le falta materia para ello al cristiano— si discreto, sabe lo que cree y no inora lo que debe obrar. El fin de la oración es perficionar la discreción con el conocimiento de los misterios de Dios para reverenciar; de sus obras y beneficios,
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para agradecerlos [fol. 11v]; de nuestras miserias, para pedir el remedio de nuestra flaqueza y, de nuestros pecados, para pedir perdón.Y porque esto lo da Dios como premio de los merecimientos de Cristo y no de otra suerte, de aquí procede ser materia de oración la divinidad de un Dios, que es tres personas divinas, el misterio de la encarnación y pasión de Cristo, la obra de la creación y conservación de las criaturas que Dios ha hecho, la justificación de los justos, y el juicio que Dios hace, premiándolos con su bienaventuranza, y castigando la ostinación de los pecadores con eterna condenación. En la oración se ejercitan principalmente las tres virtudes divinas que decimos teologales, de las cuales, a la fe pertenece creer con toda firmeza y, como verdades de Dios que no puede[n] faltar, todo lo que nos propone la santa madre Iglesia, la cual es congregación de fieles que tienen por cabeza al romano pontífice; tienen una fe, una ley o precetos y unos sacramentos. Aquí la discreción advierte —a vueltas de32 estas verdades santas infalibles y de toda certeza—, suele el demonio introducir, con apariencia dellas, supersticiones dañosas que el virtuoso discreto conocerá y evitará, pidiendo a Dios su ayuda para el verdadero desengaño. La esperanza consiste en confiar de Dios nos dará la bienaventuranza y los medios necesarios para alcanzalla por su misericordia y por los merecimientos de Cristo; donde advierte la discreción virtuosa que suele haber engaño en confiar de Dios nos dará la bienaventuranza sin hacer de nuestra parte lo que debemos. Por escusar este daño mortal, el virtuoso discreto pone toda su confianza en Dios, viviendo confiado que le dará favores con que persevere en la guarda de los divinos mandami[fol. 12]entos, y le conserve en su gracia, porque la verdadera confianza no descuida, antes solicita y pone en perpetuo cuidado. La caridad tiene por oficio estimar a Dios y su santa voluntad sobre todas las cosas, de tal suerte que esté el alma apercebida para carecer de todo por conservarse en amistad de Dios y en su gracia. Tanto aborrece el pecado cuanto ama a Dios porque tan grande es la fealdad de la culpa como la luz de la gracia. Esta virtud caridad es la mayor de todas de suerte que, con ella, se perficionan todas y, sin ella, todas están muertas como lo dijo aquel virtuoso discreto dotor de las gentes, vaso de eleción, Pablo33. 32
a vueltas de: «Además de» (DRAE). Ver 1 Cor. 13, 1-8. Jiménez Patón acostumbra a otorgar este epíteto a san Pablo en esta y otras obras. Erasmo así lo llama en De lingua y Luis Vives en De institutione 33
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DE UNA Y OTRA ORACIÓN § 2 Aunque es verdad que más escucha Dios los fervorosos deseos y encendidas ansias del contrito corazón que las elocuentes o bachilleras34 palabras de los labios y lengua más cortada35, esto no ostante, si a las palabras esteriores acompaña el fervor del ánimo y espíritu, agrada a Dios en grande manera la oración vocal.Y el mismo Cristo nos dejó la nota della, ordenada en la oración del padrenuestro36 que, por su autor, es la más escelente de cuantas hay compuestas.Y así, tan breve y tan compendiosa que se incluyen en ella las demandas del remedio de todas nuestras necesidades y enseña todo lo necesario para este mundo y el otro. La salutación angélica, parte ditada por san Gabriel37, parte por santa Isabel38, y la conclusión por la Iglesia que también ordenó la salve para invocar el patrocinio y amparo de la Virgen Santísima, madre de Dios y de los pecadores, Señora Nuestra39. La confesión general es también oración santísima para pedir el perdón de nuestras culpas y, para la mental, es maravillosa oración el credo, ordenado por los apóstoles que en él cifraron los artículos de nuestra fee40. Porque en él conocemos a Dios, sus misterios y sus obras y, en la christianae feminae. Todos ellos reproducen las palabras del Señor a Ananías en Act. 9, 15: «Ve, porque es éste para mí vaso de elección, para que lleve mi nombre ante las naciones y los reyes y los hijos de Israel». San Jerónimo en la carta «A Paulino» (53, 3), explica: «¿Por qué se llama Pablo vaso de elección? Sin duda porque era vaso de la ley y armario de las Santas Escrituras». 34 bachilleras: «Comúnmente, y por vilipendio, se da este nombre y se entiende por el que habla mucho y fuera de propósito y sin fundamento» (Aut.). 35 cortado: «Ajustado, acomodado, proporcionado» (DRAE). 36 Mt. 6, 9-13; Lc. 11, 2-4. 37 Lc. 1, 26-38. 38 Nuestro humanista se refiere tanto a la anunciación de Jesús por parte del ángel Gabriel: «Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo» (Lc. 1, 28) como a la de Isabel: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!» (Lc. 1, 42). 39 Ver la Declaración preámbula del salmo 118 del mismo Jiménez Patón: «Y nuestra santa madre la Iglesia católica, en aquella célebre antífona tan suave como devota que hace a la Virgen Santísima —ordenada por un piadoso obispo español [según la tradición san Pedro Mezonzo, obispo de Santiago de Compostela]—, una de las cuatro oraciones, llamada Salve por su primera palabra, nos llama —y con razón— desterrados» (fol. 9v). 40 El credo, llamado también Symbolum apostolicum, es un compendio de la teología de la Iglesia. Su contenido esencial data de la era apostólica. Según la tradición, los apóstoles, después de haber recibido el Espíritu Santo, redactaron de común
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confesión, reconocemos nuestra bajeza, miserias, culpas y falta de merecimientos; así como [fol. 12v] pobre herido manifiesta sus llagas para mover a compasión, también nosotros debemos presentarnos ante la majestad de Dios para que [con] los merecimientos de Cristo, nuestro mediador y médico soberano, cobremos salud cumplida. Y advierte la discreción santa que el alma no ha de pasar de carrera41 por estas consideraciones para acabarlas como tarea, antes ha de reparar y detenerse en la que sintiese moción42 o afecto de amor de Dios o de aborrecimiento del pecado. Mas ha de ir con cuidado en esto de la oración mental en conformarse con la dotrina evangélica, apostólica y de la Iglesia sin dar lugar a opiniones, no solo erróneas mas heréticas que el demonio, sembrador de cizaña por medio de sus ministros que llaman «dejados»43 —porque lo deben de estar de la mano de Dios—, ha esparcido en algunas almas, pervirtiendo y contaminando buenos deseos con dotrinas diabólicas, divulgadas en rincones y a escuras, de noche, porque quien las tales sigue aborrece la luz. Dicen, pues, estos anatematizados réprobos que la oración mental tiene sola valor, y que la vocal importa poco y la hacen sacramento bajo de acidentes.Y como su maestro es espíritu de contradición, debiendo ser la verdadera oración mental acompañada con abstinencias y ayunos, enseñan ellos que ha de ser con mucho comer y beber y cosas de sustancia y regalo. Y siendo el principal ojeto de la contemplación y meditación —que esto es oración mental— la Pasión de Nuestro Señor Jesu Cristo y los demás misterios de nuestra santa fee católica, dicen que allí no se han de hacer discursos, ni meditar estas cosas, ni se han de detener en pensar en su santísima humanidad, porque afirman que todo esto cesa por estar recogidos en la presencia de Dios en la tal oración. Y se atreven los sacrílegos a persuadir y enseñar que, estando en esta su oración mental, se pueden quedar sin oír misa, aunque sea día de acuerdo un breve resumen de la doctrina cristiana como base de sus enseñanzas y como regla de fe para los creyentes. Fray Luis de Granada en el Compendio y explicación de la doctrina cristiana —probable fuente del maestro en este discurso—, especifica la aportación de cada apóstol. El humanista Lorenzo Valla negó rotundamente esta paternidad apostólica. 41 de carrera: «Con facilidad y presteza» (DRAE). 42 moción: «La inspiración interior que Dios ocasiona en el alma, en orden a las cosas espirituales» (Aut.). 43 Se refiere a los alumbrados, defensores de la doctrina del «dejamiento», una de las herejías contemporáneas que combatirá Jiménez Patón en el presente libro.
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fiesta, porque en aquella ocasión no les obliga el preceto, ni otro alguno. Y que, por estar en oración en la iglesia, se han de [fol. 13] dejar las obligaciones que cada uno tiene en su casa y estado, y otros semejantes disparates heréticos, dotrinas réprobas, yerros anatematizados de que el verdadero cristiano virtuoso ha de huir como de pestilencia mortal, porque desta suerte crecerá en el fervor de las virtudes y enflaquecerán los vicios que a la sensitiva44 hacen guerra, alcanzando de Dios le haga obediente sin contradición, pobre sin desconfianza, casto sin corrución, sufrido sin murmuración, humilde sin fición45, alegre sin demasía culpable, triste sin abatimiento, discreto y prudente sin gravedad, diligente sin liviandad, temeroso sin desconfianza, verdadero sin doblez; obre bien sin presunción, corrija al prójimo sin altivez, edifique de palabra y con ejemplo sin vanidad hipócrita, con limpio corazón46. Con todas las demás circunstancias que aquel virtuoso discreto angélico Tomás de Aquino en su oración pidió a Dios, suplicando se sirva nos lo comunique como a él y a todos los demás santos y siervos suyos, para que le merezcamos ver y gozar en caridad perpetua.
OBEDIENTE SIN CONTRADICIÓN § 3 La obediencia es sujetar nuestra voluntad a la de Dios y de nuestros superiores, reduciéndola al cumplimiento de lo que, por Su Majestad o por sus ministros, se nos manda. De sus escelencias, solo digo la sabida de todos: que le agrada a Dios más la prontitud en la obediencia que la grandeza de los sacrificios. Esto le enseña la divina discreción al virtuoso, como se ejemplificó en el patriarca Abraham, el cual sin contradición ni repunancia obedeció un mandamiento tan grave y —al parecer esterior— tan riguroso como era que le sacrificase su hijo único; la cual prontitud discreta le premió depués en el mismo Isac*, diciéndole: «Darete a ti y a tus decendientes todas las regiones del mundo47» en 44
sensitiva: «Todo lo perteneciente a los sentidos corporales» (Aut.). fición: ‘ficción’. Término así reiteradamente escrito en el texto. 46 Jiménez Patón desarrollará todas estas peticiones, que se encuentran en la «Oración al Santísimo Sacramento» de santo Tomás de Aquino en los párrafos siguientes (3-17). Reproduce esta oración, titulándola «Oración de Santo Tomás para pedir todas las virtudes», fray Luis de Granada en Memorial de la vida cristiana, trat. 5, cap. 6, 7.Ver Obra selecta, lib. 2, 3 «De las virtudes cardinales», cap. 82, pp. 677-678. 47 Gén. 26, 3. 45
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que cumplió lo que con juramento antes había prometido a su padre Abrahan* con estas palabras: «Multiplicaré tu generación de suerte que solo yo que puedo contar las estrellas, pueda decir el número y, por serlo tuyos, los llenaré de millares de bendiciones48». [fol. 13v] Como si dijera: «Esto por haber sido obediente discreto sin contradición y con tan gran prontitud49». Al contrario nos consta de la poca discreción de Saúl cuando, contradiciendo a la voluntad de Dios, quiso más sacrificar que obedecer50. Así mismo es necesaria la discreción para acertar a obedecer sin contradición a los superiores. Esta terná51 la persona que meditare, rumiare52 y repasare las palabras del Apóstol que, a este propósito, da esta leción: «Siervos, —dice— obedeced a vuestros señores temporales en todo, con temor y sin repunancia, con simplicidad y sencillez de corazón como a Cristo, no sirviéndolos solo porque os ven y están presentes, ni solo por agradar a los hombres, antes como siervos de Cristo, haciendo la voluntad de Dios en todo con ánimo pronto y voluntad alegre, sirviéndolos, no como a hombres, sino como al Señor que en ellos se representa»53. Para lo cual ensayaremos nuestras almas en obediencia de actos de caridad. El súdito54 que no obedece al superior o, si obedece, es la voluntad forzada, lo hace con contradición, no merece, antes añade culpa de repunancia. Por considerar la fuerza que esta virtud tiene y lo que vale con Dios, se puso en las religiones55 por uno de los tres votos, y es el gobierno más eficaz —como la esperiencia lo enseña— pues, en llegando algún superior con imperio de virtud de obediencia, no hay cerviz indómita que no se humille sin contradición, y ¡ay! del desdichado que la hiciere, porque el que resiste en lo lícito y honesto a quien se lo pue-
48 Jiménez Patón se expresa con poca claridad. Dice el Gén. 22, 17-18: «Te bendeciré largamente y multiplicaré grandemente tu descendencia como las estrellas del cielo». 49 Así lo dice más sobriamente Yavé en Gén. 22, 18: «por haberme tú obedecido». 50 1 Sam. 15, 9. 51 Metátesis por ‘tenrá’: ‘tendrá’. 52 rumiar: «Metafóricamente vale considerar despacio y pensar con reflexión y madurez alguna cosa» (Aut.). 53 Ef. 6, 5-9. 54 súdito: ‘súbdito’. «El que está sujeto a la disposición de algún superior, con obligación de obedecer sus mandatos y órdenes» (Aut.). 55 religión: «Orden, instituto religioso» (DRAE).
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de mandar hace resistencia al mismo Dios, el cual representa el suyo en el imperio del sumo pontífice, monarca, emperador, rey, juez, prelado, padre o maestro. Aunque si los tales mandasen cosas que contradicen a la voluntad divina, ellos son los que hacen la contradición, y el que no obedece merece más en ello porque, en tales casos, debe obedecer a Dios y no a los hombres. Ejemplo desta verdad católica serán los virtuosos discretos, uno, y otro, y otro Tomás; dellos, el Canturiense, dio la vida por no asentir a la infidelidad de Enrique. Tomás Moro por reprobar, de otro Enrique, [fol. 14] la inobediencia a la cabeza de la Iglesia56.Y, aunque no a costa de sangre, nuestro Tomás de Villanueva valerosamente defendió la inmunidad eclesiástica, porque la discreción —que a esta y a las demás virtudes debe acompañar—, ordena que la obediencia no proceda de medio servil, antes de afecto de amor; no se ejercite por temor de la pena sino por amor de la justicia, porque desta suerte ingiere en el alma las demás virtudes, insertas las conserva y guarda, y es mejor que el sacrificio, porque en el sacrificio se ofrece ajena sustancia y, en la obediencia, propia voluntad. Son tan compañeras ella y la discreción que, el que quisiere ser discreto, sea obediente en guardar los mandamientos del Señor y luego Su Majestad la da a manos llenas. El tal discreto [es] obediente en que, sin hacer contradición, tiene dispuesto su corazón para obedecer a Dios y por él servir a los prójimos; y pues nuestra dotrina se dirige principalmente a la juventud cristiana, mancebos estudiosos, dicípulos nuestros y de otros, bien será ir advirtiendo los tropezones que opone Satanás en el ejercicio de estas 56
Señala aquí Jiménez Patón dos ejemplos de fidelidad a la Iglesia de Roma, hasta llegar al martirio. Tanto Tomás Becket (Londres, 1117/1118-Canterbury, 1170) como Tomás Moro (Londres, 1478-1535) se opusieron a las pretensiones de sus respectivos reyes, Enrique II y Enrique VIII. Becket fue víctima de una conjura de nobles que lo asesinaron, dada su decidida defensa de la independencia de los privilegios de la Iglesia frente al poder real. Solo dos años después, en 1177, fue beatificado bajo el pontificado de Alejandro III (1159-1181) y conocido como Santo Tomás Canturiense, como le denomina en el texto nuestro humanista. Ya le había citado en otro texto de 1621: «Virgilio Polidoro [dice] que, conociendo los ingleses lo mucho que Enrico aborrecía al Santo Tomás Canturiense, por hacerle lisonja al rey, le cortaron la cola al caballo en que caminaba el santo».Ver Comentarios de erudición («Libro decimosexto»), p. 206. Tomás Moro, pensador, teólogo, político, autor de la imperecedera Utopía, fue enjuiciado por orden de Enrique VIII y acusado de traidor por no prestar el juramento antipapista ni aceptar el cisma que representaba la nueva Iglesia anglicana. Fue decapitado como resultado de ese proceso.
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virtudes, dándole máscara de obediencia a la mayor inobediencia; pues la[s] mayor[es] obligacion[es] que le corre[n]57 al cristiano, depués de cumplir con ley de tal, son las de su oficio y estas les hace el demonio desestimar, y los mandamientos y consejos justos y santos, so color de virtud superior, divertiéndolos a cosas que más las siguen por lo que les parece que tienen menos de trabajo que por alcanzar si tienen perfeción. Estudiante amigo, si quieres acertar a ser virtuoso y discreto sigue la obediencia, ejecuta los mandamientos de tu maestro, no desampares sus consejos que Dios te habla en él; que para que obedezcas y respetes este nombre basta considerar que es uno de los que más se preció pues dijo: «Maestro me llamáis y decís bien»58. El que honra a los deste oficio con él, les encaminará en el acierto de su dotrina; procura[dl]a59 vosotros ejecutar y seguir, acudiendo a las obligaciones de vuestras leciones, oyéndolas con atención, sin hacer presunción —que será vana— de que vuestra conciencia os dita otra cosa mejor. Oíd con atención la dotrina que, oyendo, el sabio y discreto lo es más. Obedeced en decorar60 [fol. 14v] lo que os mandaren y en todo lo demás que os ordenaren, así en esto como en la frecuencia de los sacramentos, sin fiaros de vosotros, considerando que en obedecelles obedecéis a Dios, que61 nos lo manda que de los hombres obedezcamos antes que a otros a padres y a maestros, y de los maestros antes a los nuestros, que a los que lo son de otros. La mujer obedezca a su marido, el siervo al señor62. Si tan grande obediencia se debe al maestro, no menor, antes mayor, al confesor, médico del alma, padre de nuestra reforma, y maestro de nuestro bien vivir.Y con ser esto así verdad católica, ni a los maestros que reprueba san Pablo63, ni a los confesores que ha introducido el demonio se debe obedecer. Maestro que no mira ni atiende a la salvación del dicípulo sino a aplaudille lisonjeándole, y confesor que instruye en 57
correr: «Corresponder, incumbir, tocar» (DRAE). Jn. 13, 13. 59 En el ms.: «procuralda». 60 decorar: «Estudiar, aprender, coger de memoria y a la letra una oración, lección sermón u otra cosa semejante» (Aut.). 61 Aparece «en» tachado en el ms. 62 Late en estas frases el pensamiento del apóstol, tan caro a nuestro humanista, presente en las epístolas a los efesios (Ef. 5, 22-24 y 6, 1) y a los colosenses (Col. 3, 22-23). 63 1 Tim. 4, 1-3; 2 Tim. 23, 1-9 y Tit. 1, 6-12. 58
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diabólicos ritos, satánicas costumbres, sacrílegas aciones, con color de64 perfeta religión, vayan el uno y el otro para réprobos malditos. Estos65 son aquellos vienen66 con nombre y hábito de sencillas ovejas y en lo interior son lobos carniceros67; conócese por el fruto de su dotrina perversa como lo es enseñar que no se ha de obedecer a prelado, ni padre, ni otro superior, en cuanto mandaren cosas que estorben las horas de la oración mental y contemplación; que nadie puede alcanzar el secreto de la virtud si no fueren68 dicípulos destos maestros que enseñan y penitentes de los confesores que aconsejan esta impía dotrina y mandan a los que los siguen —principalmente mujeres— que hagan voto, persuadiéndoles que no entren en religión —sintiendo mal de las religiones y del matrimonio—, diciendo que las siervas o siervos de Dios han de resplandecer en el siglo fuera de la religión, y también obligan con voto a que se han de confesar con ellos y no con otros, y a que les den prendas de oro o plata en señal de que lo cumplirán, y a las mujeres casadas persuaden a lo mismo y las aconsejan que no obedezcan a sus maridos, y les nieguen el débito69, y a las doncellas dan licencia para que, si sus madres no andan a su gusto, las riñan de palabra y maltraten de obra y, contra el divino sello70 y natural de [fol. 15] la confesión, revelan a las maestras las confesiones, diciéndoles es lícito hacello; gobiernan a las personas súditas71 con los precetos y censuras que les ponen, fingiendo tienen autoridad para ello, y con esta diabólica presunción administran el sacramento de la penitencia sin estar espuestos; dicen y enseñan que tienen autoridad de asolver de cualquier pecado reservado, aunque sea a la Sede Apostólica72, y otras muchas dotrinas réprobas anatematizadas. 64
con color de: «Pretexto, motivo, razón aparente para hacer una cosa con poco o ningún derecho» (DRAE). 65 Todo el pasaje advierte de los peligros de la herejía iluminista. 66 Hay una tachadura en el ms. entre en/en. 67 Mt. 7, 15. 68 Nótese la construcción ad sensum. 69 débito: se refiere al débito conyugal. 70 sello: ‘sigilo’. Alude aquí Jiménez Patón, entre las múltiples actividades heréticas de los alumbrados, a la violación del secreto de confesión. Covarrubias reflejará este uso con valor etimológico: «De la palabra ‘sigillo’ usamos algunas veces, pero es término de escuelas, como decir: ‘El sigillo de la confesión’» (Cov.). 71 súditas: ‘súbditas’. 72 El Concilio de Trento dispone la facultad del papa para absolver determinados casos de una especial gravedad. Es la llamada «reserva de casos».Ver Denzinger/ Hünermann, 2006, pp. 525-526, can. 1686-1688.
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A confesores o maestros que esto enseñan, aconsejan, mandan y persuaden, no solo no se ha de obedecer, pero73 hay obligación a delatallos en el Santo Oficio de la Inquisición a quien toca el conocimiento de semejantes proposiciones impías, sacrílegas y perversas dotrinas. Esto, como haya de ser, nos enseñan las sumas74 de hombres doctos que por eso no lo repetimos aquí, solo advertimos sea sin resistencia, contradición, ni repunancia, que esto será huir de la obediencia que llaman los dotores «engañosa y de daño». Obediencia engañosa o engañadora, es por quien, pervertido el entendimiento, se inclina al pecado obedeciendo al mundo, demonio o carne de la cual nos quiere apartar san Pablo cuando dice: «No deis lugar a que reine el pecado en vuestro cuerpo mortal de suerte que os haga obedecer los desordenados deseos75». Obediencia dañosa es la que, empeñada en no cumplir las obligaciones de la virtud verdadera obediencia, han de padecer los pecadores que mueren en tal estado porque entonces los impíos, protervos y malos, aunque no quieran, serán forzados a obedecer a los demonios, padeciendo de su mano penas eternas. De esto se entiende aquello del Apóstol cuando dice: «Ya sois siervos de aquel —esto es, del demonio— que os obligastes a servir y obedecer76». Las cuales cosas debe el virtuoso discreto considerar, descansando en la contemplación y meditación dellas, porque al que se gobierna obedeciendo como debe y se ha advertido, le aman, quieren y estiman sus compañeros y superiores; sus amigos, iguales y coetáneos le miran con respeto y le honran. Es el tal, devoto para con Dios, afable para con el prójimo, recatado para el mundo, siervo del Señor, compañero de los ángeles; usa de las cosas superiores para su deleite, de las iguales [fol. 15v] para su compañía, de las inferiores para su servicio. La perfeta y discreta obediencia no aguarda el rigor de la ley porque voluntariamente la cumple. No mira en vanos puntos del mundo porque es inobediencia, enfermedad que procede de la hinchazón de
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Obsérvese la construcción: «no solo…pero». sumas: «Recopilación de todas las partes de una ciencia o facultad» (DRAE). Jiménez Patón usa el término reiteradamente en el texto. 75 Rom. 6, 12. 76 Dice san Pablo en Rom. 6, 16: «¿No sabéis que, ofreciéndoos a uno para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien os sujetáis, sea del pecado para la muerte, sea de la obediencia para la justicia?». 74
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la soberbia, la cual engendra altivez en menosprecio de aquellos a quien debemos honrar, obedeciendo sin resistir a su justa y ligítima voluntad, que esto es usar el virtuoso discreto de obediencia sin contradición.
POBRE SIN DESCONFIANZA § 4 La pobreza, o viene de necesidad forzosa a más no poder, o elegida de propia voluntad, una y otra se reduce a Dios; causa en el alma mil bienes. La segunda, como es la de los religiosos, es verdadera riqueza pues el que la elige se dedica a vivir contento con nada, abrazando con grandes ansias la pobreza, cuyos amantes c[a]noni[z]ó77 el mismo Cristo con nombre de bienaventurados porque son pobres de espíritu78, que es de voluntad, con amor y gusto, escogiendo esta prueba de perfeción y principio altísimo de tanto bien. Advierta el discreto virtuoso que en la pobreza voluntaria el enemigo común suele tentar con algunos arrepentimientos de la eleción de tal estado y, en la forzosa, con algunas desconfianzas, desmayo y abatimientos, a veces sujetando el ánimo a cosas viles, incitando el ánimo a desesperación y entonces conviene que ayudado de la divina gracia, cuyo favor invocará pidiéndola a su autor en todo acontecimiento, se aliente, esfuerce y anime para que en este trance no caya79 en caso de menos valer. Para lo cual ayudará la consideración de los bienes que la pobreza causa, sufrida en amor de Dios con paciencia, y entre los muchos se pueden referir siete, cuyo número es símbolo de infinidad, como de divinas y humanas letras consta80.
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En el ms.: «cononicó». Mt. 5, 3. 79 caya: ‘caiga’. 80 En la Biblia hallamos repetidamente citado este número, así en Ap. passim; Gén. 4, 24; 4 Re. 5, 10; Sal. 118, 164; Prov. 24, 16; Mt. 18, 22, etc. San Jerónimo se refiere a su perfección en la carta enviada al papa Dámaso (36, 2-9), y Jiménez Patón, en la Declaración preámbula del salmo 118, precisa: «Porque este número de siete, en las divinas letras se tiene por misterioso y muy significativo, y dijo de su excelencia mucho el rey don Alonso el Sabio, en el prólogo de su derecho civil, a quien llamó Partidas, porque las dividió en siete, y entre otras cosas, es una esta, que en este número se dividen las horas canónicas, cuando a Dios se alaba, a imitación del profeta rey, como él lo dijo en este mismo salmo, vers. 164: Septies in die laudem dixi tibi super iudicia iustitiae tuae» (fol. 8). 78
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Causa conocimiento de los pecados, conservación de virtudes, sosiego del alma, cumplimiento del deseo, dulzura de bienes espirituales, esaltación [fol. 16] de merecimientos y asegura la herencia celestial. Por esto un poeta español81 dijo: Dádiva santa, la santa pobreza da vida santa, la santa pobreza.
Y asegura la celestial y eterna pues en su libro están escritos los nombres de los pobres, como consta de Lázaro82, Francisco83 y otros muchos; y para compañero muy de alivio en la pobreza, es bueno aquel que con tanta discreción supo sufrir y pasar la suya sin desconfianza ni abatimiento, cuya paciencia no ha podido borrar, ni le borrará para siempre porque está esculpida en el memorial eterno, diciendo que este fue el paciente, y el que supo ser verdadero pobre, el filósofo perfeto y virtuoso discreto, el santo Job. Y sabiendo que cualquier pobre es imagen del mismo Cristo, ¿quién no vivirá en su pobreza con gran consuelo y confianza? Pues por darnos ejemplo en esta virtud, —como en las demás—, el heredero de las eternidades no tenía donde reclinar su cabeza84, predicándonos con obras la grandeza desta miseria y abatimiento dende su nacimiento, en el discurso85 del tiempo que conversó con los hombres y en el fin de la jornada pues, poco antes de rendir su espíritu, pidió de beber a los hombres y murió desnudo en un palo86.
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Alude a Juan de Mena (1411-1456) y en concreto a su Laberinto de Fortuna (1444) ya que reproduce el sintagma «dádiva santa» del segundo verso de la copla 227: «¡O vida segura la mansa pobreza, / dádiva santa desagradesçida!» (Mena, Laberinto de Fortuna y otros poemas, p. 157). También se hará eco de este verso Cervantes en el cap. XLIV de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha. Obsérvese, en nuestro caso, el juego al que Jiménez Patón somete la palabra «dádiva / da vida» en los versos que transcribe y, que sin duda, debía de utilizar en sus enseñanzas de Villanueva de los Infantes. 82 Lc. en 16, 20-25, se refiere a Lázaro, el mendigo. 83 Tradicionalmente se ha considerado a san Francisco de Asís (1182-1226), paradigma del perfecto cristiano, en permanente búsqueda de la pobreza. El propio santo manifestó que se había casado con «Doña Pobreza». 84 Mt. 8, 20; Lc. 9, 58. 85 discurso: «Espacio, duración de tiempo» (DRAE). 86 Mt. 27, 48-50; Mc. 15, 36-37; Jn. 19, 29-30.
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Habiéndonos dado tal pobreza de leción, si le sabemos pedir que nos ayude a poner por obra su dotrina, aunque la miseria y aflición parezca muy grande, nos dará su mano para que no desconfiemos de que la tal en el inorante suele ser ocasión, y aun la debe temer el virtuoso discreto que por esto el sabio pedía a Dios medianía87 en su estado, que las riquezas suelen envanecer y ensoberbecer el ánimo y la pobreza abatille con latrocinios, perjuros88 o deshonestidades. Satanás tienta, o por sí o por medio de sus ministros, en la pobreza, diciendo que remediemos la necesidad presente, que Dios es misericordioso y nos perdonará; a lo cual responde la virtuosa discreción que vayan el consejo y consejeros con su autor porque [son]89 como [fol. 16v] de tal mano90; que más fácil le es a Dios remediar todas las necesidades del universo y criar mil mundos que el perdón de un pecado. Y, aunque en todo resplandece su onipotencia y misericordia, más en la justificación de un alma, que en obrar millares de milagros en bienes temporales. No aflija la pérdida de la hacienda, antes —aunque lo sabe—, manifestémosla al Señor que Él la remediará. Aun entre los sabios del siglo conocieron algunos los bienes de la pobreza y la escogieron voluntaria[mente], echando las riquezas al mar91 por correr más ligeros en el camino de la virtud que alcanzaron. Es la pobreza maestra de la filosofía del cielo. Bueno es repartir el hombre a
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medianía: «Moderación y templanza en la ejecución de alguna cosa huyendo de los extremos» (Aut.). Aquí se refiere a Prov. 30, 8-9: «No me des ni pobreza ni riquezas. Dame aquello que he menester, no sea que, harto, te desprecie y diga: ¿Quién es Yavé? o que, necesitado, robe y blasfeme del nombre de mi Dios». 88 perjuros: «Acción y efecto de perjurar» (DRAE). 89 En el ms.: «es». 90 de tal mano: en el sentido de ‘propios de Satanás’. Hallamos la explicación pertinente en Aut.: «De tal mano tal dado. Refrán que enseña que de las personas inhábiles u de mala dirección no se debe extrañar el yerro y mal suceso de lo que manejan».Y aduce: «Qualis homo semper cernuntur talia facta / nunquam de squilla nascitur alba rosa». 91 Jiménez Patón se refiere a los filósofos cínicos que, desprendidos de su riqueza, solo anhelaban la posesión de la virtud. Diógenes fue el más significativo de entre ellos, si bien nuestro autor parece hacer hincapié en Crates, un hacendado de buena familia, el cual se desprendió de sus riquezas, entregándolas al pueblo según unas fuentes, o arrojándolas al fondo del mar, según otras. San Jerónimo alude a Crates y a Antístenes reiteradamente en sus cartas. Asimismo, Erasmo, en Adagia 4, 5, 9 Sapiens sua bona secum fert, aduce la cita atribuida a Biante: «Ego vero omnia mea bona mecum porto».
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pobres las riquezas que tiene y, mejor, darlo todo de una vez por siguir al Señor y, acabado de bueno y perfeción cumplida, arguye hallarse el alma contenta en necesidad con la riqueza que le causa la pobreza de Cristo. Por esto, aunque alabamos a Josef, rico, que hace limosnas, le alabamos más, pobre, paciente y constante en la cárcel preso92. Así como es de importancia no dejarse caer en los vaivenes de la fortuna, es odioso a los ojos del Señor el pobre soberbio, porque el que lo es ya pierde el mérito desta virtud. De la una y otra falta hemos de pedir a Dios que nos libre y que tenga por bien amemos y estimemos constantemente la verdadera pobreza, pues es alivio en el camino del cielo, confeción93 que fortifica los miembros flacos en la lucha, ejercicio útil y de mucho gusto. Es puerto de paz a donde se acogen los que, seguros de las tormentas, quieren pasar. Mas no son pobres verdaderos sino afectados y fingidos, falsos, dinos de castigo y de cualquier desprecio los que, pudiendo trabajar, andan vagabundos por hospitales y bodegones94, comiendo y bebiendo desordenadamente, hechos bribones, holgazanes ociosos, a quienes los magistrados eclesiásticos y seglares debieran recoger, refrenar, corregir y castigar no solo con no permitirles antes castigarles hasta enmendarlos y corregirles95. Pues, ¿qué sentiremos de otros falsísimos pobres de espíritu que Satanás introdujo los años pasados [fol. 17] en el distrito del Erena96, alumbrados o deslumbrados97 con la arena que el demonio les sacudió 92
Gén. 37-50. confeción: ‘confección’. «Medicamento de consistencia blanda, compuesto de varias sustancias pulverizadas, casi siempre de naturaleza vegetal, con cierta cantidad de jarabe o miel» (DRAE). 94 bodegón: «El sótano o soportal en que se hace y guisa de comer a la gente pobre y ordinaria.Y porque se ponen muy comúnmente estos puestos a las puertas de las tabernas y bodegas de cosecheros para los que entran a beber tomen alguna cosa que les sirva de materia, pudo tomar el nombre de la palabra bodega» (Aut.). 95 Sobre el debate en torno a la represión de los «falsos pobres», en sintonía con el auge que llegó a alcanzar esta cuestión desde los albores del Quinientos y en el propio siglo en el que escribe Jiménez Patón, recuérdese la importante obra de Cristóbal Pérez de Herrera, Amparo de pobres (Madrid, 1589), en particular su discurso primero: «De los inconvenientes que se siguen en que pidan limosna los mendigantes fingidos, quitándosela a los verdaderos». Puede leerse en el interesante estudio de la edición de Cavillac, 1975, pp.VII-CCIV. 96 del Erena: ‘de Llerena’. 97 Jiménez Patón en el Discurso de los tufos, copetes y calvas (fol. 6-6v) recuerda: «Siempre que encuentro con esta gente [reos presos o desterrados, ermitaños, filó93
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en sus torpes entendimientos, cuando enseñan que los que ellos llaman siervos de Dios no han de trabajar en ejercicios corporales y, junto con no trabajar, dicen que han menester comer y beber bien de las haciendas y trabajos de los que traen engañados hasta persuadirles que a ellos les es lícito comer aves y otras carnes de regalo y sustancia aun en los viernes, cuaresmas y vigilias de la santa Iglesia? Malos son los primeros pobres que dijimos descarados, holgazanes, vagabundos, pero paran en bellacos descarados, mas estos son pésimos, malditos, herejes, hipócritas, de quien el virtuoso discreto ha de huir grande mente porque la esperiencia nos enseña el daño grandísimo que han causado en la Iglesia de Dios, en las provincias de Estremadura y Andalucía. La verdadera pobreza, la amada de Dios, la que nos hace herederos de la bienaventuranza, es la que ama los trabajos98 y no los huye, la que a más no poder se ofrece y se lleva con paciencia por Dios, o l[a]99 que, por dedicarse a Él, se elige, acompañada con el voto de obediencia y castidad, y esta ha de amar y seguir el virtuoso discreto, y la ha de sufrir y llevar por Dios, sin desabrimiento ni desconfianza.
CASTO SIN CORRUCIÓN § 5 Entre castidad y continencia hay esta diferencia: que castidad se dice la conservación de la virginidad sin perderla, y continencia, depués de perdida, abstin[e]ncia100 de los actos sensuales, aunque a veces, y muy sofos fingidos] en los autores, se me representan los hipócritas de los tiempos de la maldita seta de alumbrados deslumbrados, cuyo primer autor fue Simón Mago, el embustero con hábito religioso, barba y cabello largo, virtuoso fingido, de los cuales algunos viven a lo bestial y bruto que, por la ociosidad y libertad inhábil, eligieron aquella vida, acreditando sus viles personas con vestir buriel, largo cabello y barba, de cuyas indecibles torpezas hay larga experiencia. Estos tales me parece que sustituyen estos tiempos por los sátiros, panes, silvanos y faunos de la gentilidad, pues así como ellos, se hallan montaraces, incultos, agrestes, rústicos, viciosos y aquellos imaginados dioses campesinos por la gentilidad nos los pintan vellosos, barbudos, cubiertos de cabellos y melenas». Asimismo en la Decente colocación de la santa cruz (Cuenca, 1635), alude al maestro Juan Francisco de Álava, «autor que escribió contra la descomulgada seta de los alumbrados» (fol. B). 98 trabajos: «Penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz» (Aut.). 99 En el ms.: «lo». 100 En el ms.: «abstinancia».
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de ordinario, llamamos castos a los continentes y al que es honesto en cualquiera manera, pues aun del casado, decimos: «guarda la castidad conyugal». Es virtud muy alta, virtud angélica y celestial y, con ser así, suele por falta de discreción y sobra de presunción pervertir y envanecer —esto es, corromper—, a los virtuosos en ella, engendrando en ellos pestilencial soberbia; de donde tomó ocasión un discreto para decir que ya apenas se tenía por virtud otra que la castidad, porque al[fol. 17v]gunos que —a su parecer— la guardan, piensan que tienen licencia para tener en poco a los que en algún tiempo hobieron sido notados de su falta, aunque estén enmendados. Destos dijo san Agustín101 que les importa caer para que se humillen en aquello que se ensorberbecen, y lo permite el Señor algunas veces por su bien, porque les aprovecha la continencia o castidad estando llenos de soberbia. En cualquier estado de personas nos ha enseñado el tiempo estas verdades. No solo por aquí les viene a los continentes o castos la corrución, pero también por falta de la discreción que debe gobernar las virtudes. Piensan algunos inorantes que tienen licencia para desenfados impúdicos y no lícitos de hablar y de otros entretenimientos lascivos; y, ciegos de su inorancia, se imaginan o maliciosamente —que lo tengo por lo más cierto— nos quieren persuadir que conservan la virtud de la castidad o continencia, debiendo conocer que aunque más guarde entero el cuerpo no es meritoria la tal virtud, antes locura y vanidad, como se declara en la parábola de las vírgines locas a quienes faltó el aceite de la caridad, cuando a la media noche vino el esposo102. Contamina esta corrución103 más de ordinario a personas constituidas en religión dentro y fuera de redes104, a doncellas principales a quienes sería bien se les acabase de persuadir esta verdad que, si así viven, no se tengan por vírgines, y la que tienen por cortesía y gran discreción, no es sino libertad licenciosa y muy grande inorancia. Porque así como la que con violencia y fuerza tiránica y poderosa fuese corrompida en lo corporal no perderá la láurea105 virgen —siendo verdadera violencia y fuerza—, las que, sin
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Aug. Serm. 354, 8. Mt. 25, 1-13. 103 corrución: ‘corrupción’. 104 red: «Llaman la reja del locutorio de monjas» (Aut.). 105 láurea: «La hoja del laurel y, por sinécdoque, significa algunas veces la corona triunfal que se hacía del laurel» (Aut.). Obviamente Jiménez Patón se refiere a que 102
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ser violadas en el cuerpo, lo son en el ánimo, intención y palabras, la pierden porque falta la honestidad que es la virtud que adorna el alma aunque dure la virginidad, que es perfeción del cuerpo. También para ser la castidad sin corrución, no ha de ser por miedo de causas esteriores y respetos temporales, porque es dalle [fol. 18] autoridad a la sensualidad. Por esto no ternemos106 por casta con perfeción a la persona que lo es por amenazas de superiores y no por propia voluntad; ni por honesta, a la que lo es por premio temporal y no por el de la misma virtud, pues con solos los ojos deshonestos pierden lo uno y lo otro. Desta corrución son causa los que, contra la voluntad de quien debiera tenerla libre para la eleción de estado, fuerzan algunas personas a que sigan el de la virginidad, debiendo saber que, para que el tal sacrificio sea a Dios aceto107, ha de ser voluntario porque de otra suerte, ni es castidad, ni honestidad ni, aunque sea voluntaria, sola, sin las demás virtudes, es bastante para la perfeción, ni sin ella, las demás virtudes la tendrán. Para sabelle dar el punto desta, es necesario acompañalla con la honestidad esterior, humildad verdadera y voluntad propia, haciéndola gusto y no cumplimiento vanaglorioso, pues ¿qué diremos de otro género de corrución o levadura que ha inventado el demonio para corromper, inficionar108 y destruir la alteza desta virtud, dando nombre de castidad a nuevas maneras diabólicas de sensualidad, a torpezas llenas de toda deshonestidad y a heréticas congregaciones109? No son cosas que se pueden repetir porque, abominando vicios, no nos pongamos a peligro de destruir virtudes en ánimos inorantes, porque muchas veces las cosas desenseñadas con buen celo y sencillas suelen deprenderse por maldita curiosidad. Solo advierto que todas aquellas proposiciones y dotrinas satánicas que a este propósito ha querido el demonio introducir por medio de sus ministros, deslumbrados, imperfetos, dejados, anatematizados y réprobos, húyanse como el mismo infierno.Y para lo uno y lo otro, se pida a Dios favor y ayuda con la mortificación de los sentidos que pertenece a la modestia, particularmente [fol. 18v] la
la virgen que fuera violada no pierde por ello su castidad y el triunfo en su batalla librada contra la carne. 106 ternemos: ‘tendremos’. 107 aceto: ‘acepto’. «Agradable, bien recibido, admitido con gusto» (DRAE). 108 inficionar: «En el sentido moral es imbuir de malas opiniones o malas doctrinas o inducir a mal» (Aut.). 109 Alude a los alumbrados como se explicita a continuación.
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de los ojos, oídos y lengua, porque de oír palabras sensuales se corrompen los deseos, por la boca se derrama el alma y se sale la devoción, y por los ojos entra el destraimiento110 y corrución. Húyaseles la cara a las tentaciones vehementes de la sensualidad porque quien ama el peligro suele perecer en él111, y las de este vicio se han de resistir con mayor cuidado y con advertencia de que, mientras el alma tiene descontentamiento de la tentación, no la consiente ni peca con ella. Hay dos modos de resistir: el uno, divertiendo el pensamiento y la consideración, procurando ocupalla en cosas santas y honestas. El otro, tomando ocasión de la tentación para hacer actos de humildad y propio conocimiento, como si dijese en su pensamiento: ¡Cuán miserable soy!, ¡cuán flaco112!, ¡cuánta acogida tienen en mí todos los males!, ¡cómo se me atreve el demonio y se promete poderme rendir!, ¡cuánta necesidad tengo de apartarme de las ocasiones y de que Dios me favorezca! Para lo cual importa la discreción, sal113 con que se guisa el manjar de que se sustenta el virtuoso y sal que preserva de corrución la castidad.
SUFRIDO SIN MURMURACIÓN § 6 Es la paciencia un sufrimiento voluntario que dura mucho tiempo en cosas arduas y dificultosas o por honra o provecho. Mediante esta virtud se llevarán con animosidad y buen aliento las injurias, dolores y miserias, por esto es virtud que se le aventaja a la fortaleza, aunque procede de ella. Es la que a la verdadera constancia le da ser y valor porque, mediante la paciencia, ya se vence el hombre a sí mismo, que es la mayor vitoria que puede alcanzar siendo señor de sus apetitos. Es por quien se perficiona el justo en la tribulación, donde por su medio halla la aprobación que adquiere la esperanza que es la que sus[fol. 19]tenta al afligido. Es muy necesaria para que, haciendo la voluntad de Dios, alcancemos el premio.
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destraimiento: ‘distracción’. Eclo. 3, 27. 112 flaco: «En lo moral vale frágil y que cae fácilmente en algún defecto» (Aut.). 113 En el Evangelio hallamos reiteradamente la cita de este mineral. Ver Mt. 5, 13; Mc. 9, 49; Lc. 14, 34. 111
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Para ser verdadera virtud, la intención ha de instruir al alma cristiana en que sea sin murmuración, rencillas, roncerías114 y sentimientos nacidos del más no poder porque, el que por no poder más sufre, es fingido sufrido y falso virtuoso. El verdadero paciente ha de ser como otro Job que en todos sus trabajos alabó el nombre del Señor por los que le enviaba115. No solo ha de haber paciencia sufriendo sin murmuración las injurias que se reciban de los superiores mas de los iguales, y aun de los inferiores y de aquellos a quien hayamos hecho algún bien, porque esto es ser dueños de nuestras almas en la paciencia y de aquí procede el deber dar bien por mal —contra las leyes del mundo y demonio—, y el querer bien a nuestros enemigos; rogar a Dios por los que nos hacen mal; el dar el otro carrillo para que nos le abofeteen cuando nos hayan dado bofetón en el uno116. Mas aquí entra la discreción, para que esto no se haga por vanidad que, si se hace, perderá su nombre de virtud y se llamará ostentación vanagloriosa como el maestro de toda virtud [y] sabiduría eterna lo enseñó pues, aunque él mismo había dado la dotrina precedente, la noche de su santísima Pasión, habiéndole dado aquella sacrílega mano del fariseo en su santísimo rostro en un carrillo una gran bofetada, no puso el otro para que le diese otra117, declarando en esto que de los grandiosos precetos de paciencia no consiste la perfeción en la ostentación del cuerpo sino en la disposición y prontitud del ánimo, porque hay muchos que sufren y quieren ganar nombre de sufridos por el aplauso del mundo, y en su corazón aborrecen la injuria y trabajos. El soldado de Cristo118 enséñese a sufrir tribulaciones, oprobrios, si quiere alcanzar corona de gloria. Todos los mártires sagrados que, alegres y sin murmuración, dieron sus vidas temporales por la de el alma eterna, son maravilloso ejemplo. El oficio de sufrir tribulaciones con fortaleza y constancia, es propio de la paciencia, mas el tener contento, alegría y gusto en los tormentos, calamidades y [fol. 19v] martirios, es [propio] de 114 roncería: «Expresión de halago o cariño con palabras o acciones para conseguir algún fin» (Aut.). 115 Job 1, 20. 116 Evidente trasfondo escriturario de Mt. 5, 39 y 44 y de Lc. 6, 27-29. 117 Los Evangelios sinópticos aluden a este pasaje de un modo general aunque es el de san Juan el que lo explicita, sin mencionar a un fariseo sino a un alguacil, en latín: «unus assistens ministrorum» (Jn. 18, 22). 118 La doctrina del apóstol de la militancia en Cristo (Ef. 6, 10-24; 1 Tim. 1, 18; 2 Tim. 2, 3) es muy apreciada por nuestro autor.
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la discreción.Y para no perder el mérito que della puede proceder —que es muy grande—, porque esta y las demás virtudes tienen necesidad de su compañía para su conservación, ella enseña cómo en la paciencia se ha de ejercitar el alma con todo cuidado, conformándose con lo que sucede contra su gusto, considerando119 que lo ordena Dios, que es Señor y puede hacer de nosotros toda su voluntad; si no, nos haría agravio aniquilándonos o dando con nosotros en el [in]fierno. Merced nos hace con cualesquier ocasiones de padecer, pues ha comutado males tan grandes y tan sobre toda ponderación, en estas pequeñas calamidades. Si Dios me sufre a mí, ¿por qué no he de sufrir yo a mi Dios en sí mesmo cuando por su mano me ejercita, o, en sus criaturas cuando con ellas lo hace? Con la paciencia se ha de ejercitar la mansedumbre para con nuestros prójimos, sabiéndonos compadecer en sus miserias y procurando no afligirlos, ni darles ocasión de tristeza, sino cuando les ha de ser de provecho; que estas discretas consideraciones, puestas por obra en las ocasiones que se ofrecen, hacen al cristiano virtuoso discreto.
HUMILDE SIN FINGIR § 7 La humildad, dice el divino espíritu que se ha de conocer en la paciencia porque, así como en el fuego se purifica el oro o la plata, los hombres se hacen acetos a Dios, probados en el sufrimiento que tienen, en el horno de la humildad120, la cual procede de conocer la humildad de nuestra naturaleza y la grandeza del Criador121; el cual conocimiento ha de ser sin fición ni paliación porque será hipocresía y no humildad, y no ha de ser solo para con Dios, sino también para con los hombres, que son ministros suyos. Hemos de ser humildes con los reyes, estimando su grandeza y, [con]122 los demás príncipes y superiores terrenales, con las condiciones que en la obediencia [fol. 20] dijimos, todo sin fición porque, si ella se entremete, pierde la humildad su nombre y verdadero valor, vicio tan aborrecido de Dios, como lo declaran los ra[z]ona-
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Hay una tachadura en el ms. entre con/si. Eclo. 2, 4-5. 121 Criador: «Atributo de solo Dios; y al Espíritu Santo llamamos Criador» (Cov.). 122 En el ms.: «a». 120
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mientos123 que contra la hipocresía hi[z]o124. Y como las oraciones del humilde, se dice en las divinas letras que las oye Dios muy alegre y se acomoda a sus peticiones y santificadas demandas125; de los que lo son fingidos, dice el santo Job que no los puede ver delante sus ojos y que a sus memoriales y súplicas les da con las puertas en la cara, cerrándoles los oídos126; de lo cual se sigue que son sus trabajos sin fruto y que los abrasará el fuego como a espinas y hierba mala127. Estos fingidos humildes son los que conciben dolor y paren maldad porque en su interior andan concibiendo engaños128. Estos son los que por su propio nombre se llaman hipócritas y, aunque cualquier pecado[r] es inorante, estos lo son dos veces, como los envidiosos. Fíngense mansos corderos en exterior parte y son raposos llenos de engaños cautelosos129. Son ambiciosos por honras del mundo y toda su gloria es vanidad, profetas falsos que dan paz con la boca y os venden en secreto. Dan limosnas a son de trompetas130 y cuantas buenas obras hacen no lo son porque van llenas de vana ostentación en público de lo que han robado en secreto. Hacen oraciones con gran golpe de pechos y ruido de labios, teniendo el corazón131 mudo132, si no espera maldades. La discreción enseña, y lo ha confirmado la esperiencia, que en dos cosas se conoce la fición destos y cualquiera dellos es piedra de toque133 para el oro falso que nos venden: la una, si puestas delante las honras del mundo, las apetecen, o, si dadas, las reciben con fingido precio; la otra, en la verdadera caridad y sufrimiento de injurias porque, el que es verdadero humilde, nunca pretendió dinidades temporales y, dadas, las recibió forzado, haciendo en el obedecer ensayos de verdadera humildad, ni 123
En el ms.: «raconamientos». En el ms.: «hico». 125 Prov. 101, 18 y Eclo. 31, 21. 126 Job 36, 13. 127 Job 15, 34 e Is. 5, 24. 128 Job 15, 35. 129 Mt. 7, 15. 130 En esta denuncia del hipócrita por parte de Jiménez Patón, el trasfondo evangélico es patente (Mt. 6, 2 y 5) como lo será más adelante la alusión a los golpes en el pecho de los fariseos, denunciada por Cristo, y de la que también se hace eco nuestro humanista poco después. 131 Hay una tachadura en el ms. 132 Mt. 15-8 y Mc. 7, 6-7. 133 piedra de toque: fig. «Lo que conduce al conocimiento de la bondad o malicia de una cosa» (DRAE). 124
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el humilde se azora, enoja ni embravece, antes, haciendo conocimiento [fol. 20v] propio, sufre con toda paciencia cualquier baldón134, inominia y vituperio. ¡Oh bienaventurado y glorioso santo Tomás de Villa Nueva! ¡Cuán verdadero ejemplo nos dejastes de verdadera humildad en estas dos cosas, no quiriendo parecer santo sino serlo con menos precio verdadero de la dinidad ar[z]obispal135 que, for[z]ado136 de la obediencia de vuestra religión, recebistes y, en ella, distes tal prueba de sufrimiento como vuestra historia nos declara!137
Muy diferentes son los hipócritas fingidos cuales son alumbrados sin lumbre, antes llenos de humo de vanagloria pues, por su fingida humildad, han querido ocupar los mejores puestos de sus iglesias y lugares y, si alguna pequeña injuria se les hace, la vengan como pudiera el mismo demonio que les sustenta en este engaño; y, a la ambición, le dan nombre de virtud, diciendo que lo hacen porque Dios los pone en tales lugares para que no los ocupen indinos138; y al rencor y venganza, le bautizan con retitud y justicia; y a otras imperfeciones maliciosas, las llaman perfeción de virtud, siendo todas humildad fingida, hipocresía verdadera, pecado de que hasta los gentiles se mostraron muy enfadados. Para no pecar139 en esto ni en la soberbia deprendiendo del verdadero maestro de humildad, como él nos lo aconseja, diciendo: «Deprended de mí, que soy manso y humilde»140, y por no perder la gracia que a los humildes promete y vivir seguros de la resistencia que hace a los soberbios, conviene consideremos qué somos de nuestro natural en lo interior, qué hay delante y qué detrás de nosotros, porque desto se sacan cuatro frutos: utilidad propia, amor para el prójimo, menos precio del mundo y reverencia filial para Dios. Para esto nos ha de dar materia considerar que, sirviendo a Dios, imitamos a Cristo y nos conforma-
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baldón: «Oprobio, denuesto y palabra afrentosa con que se da en rostro a alguno se le injuria, menosprecia y tiene en poco» (Aut.). 135 En el ms.: «arcobispal». 136 En el ms.: «forcado». 137 Recordemos que esta primera parte está dedicada al santo. 138 indinos: ‘indignos’. Adjetivo usado reiteradament en el texto. 139 Hay una tachadura en el ms. 140 Mt. 11, 29.
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mos141 con su vida. Si en el mundo es tanta grandeza imitar a los reyes [fol. 21] y se tienen los hombres nobles por indinos, imitar a Cristo y conformarnos co[n] él, ¡cuánta calidad nos dará! Para humillarnos, consideremos cuántos males tenemos merecidos de que nos libra Dios amparándonos y defendiéndonos continuamente de toda la enemistad y persecución del demonio. Consideremos cómo somos hijos de Adán y nos hallaremos nada por naturaleza, y menos que nada por la culpa, porque de nada fueron criadas las cosas y, como decendientes de Adán, somos herederos de su culpa y pecado, y depués, habiendo cometido tantos pecados propios, debemos vivir no solo humildes pero142 aniquilados. Sírvanos de idea para la servación143 desta virtud aquel verdadero retrato de humildad —como de todas las demás indecibles virtudes—, la Virgen Santísima María, madre de nuestro Salvador, pues confiesa que por su humildad le hi[z]o144 Dios tan inenarrables mercedes. ¡Cortesana y discreta del cielo!, tened por bien de alcanzar con vuestra eficaz intercesión a nosotros miserables esta humildad sin fición, desterrando de nosotros la mortal inorancia, madre de todos los yerros, porque no sea poderosa a privarnos de las prerrogativas desta divina virtud!
ALEGRE SIN EXCESO § 8 Es la alegría y gozo un contento y regocijo que en el alma se recibe de algún bien presente, la cual comunica Dios al alma del cristiano cuando está en su gracia. Así no hay para qué los virtuosos teman el contento, pues es bien espiritual que el alma aun suele comunicar a los sentidos esteriores, que es lo que en los Proverbios dice: «El contento del corazón suele salir a la cara y renovar la vida145». Por esto da licencia la religión cristiana para que haya en los templos y en los pueblos algunos días de particular jubileo, alegría y fiesta, con tal que sea sin disolución que esto es: sin esceso ni demasía culpable, no con locuras y desenvolturas mundanas, antes con cristianas demostraciones como nos costa de 141
conformar: «Ajustar, concordar una cosa con otra» (DRAE). Ver la construcción: ‘no solo… pero’. 143 servación: ‘conservación’. 144 En el ms.: «hico». 145 Prov. 15, 13. Dice exactamente: «Corazón alegre hace buena cara». Lo demás es un añadido de Jiménez Patón. 142
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algunos siervos del Señor que en las fiestas de devoción mostraron [fol. 21v] alegre semblante y hicieron alegres demostraciones en la celebridad de tales fiestas, conformándose con David que a ellos los exhorta diciendo: «Justos, alegraos en el Señor, mostrad contento y, los que tenéis retitud de corazón, gloriaos»146. Ingrato será al inmenso beneficio del nacimiento del Señor el que no tuviere alegría y contento, cantándole al recién nacido con los ángeles la gloria y gala147. La Pascua de Resurrección la Iglesia pide y la Virgen da albricias de alegría por el resucitado148; en la de Pentecostés, ¿quién no está gozoso con la venida del autor deste fruto? El día del Santísimo Sacramento del altar, por la fiesta que a su sombra o figura hizo David149, se prueba la grandiosa que se le debe a la presente para la confusión de los sacramentarios herejes, como lo dispone el sagrado Concilio de Trento150. Las fiestas de la Virgen Santísima, ¿quién no las celebra con mucha alegría y contento? La de san Joan Bautista, hasta los infieles moros la soleni[z]an151 y así le previno el ángel a su padre Zacarías152. Vayan para hipócritas falsarios los cuellitorcidos153, mustios, tétricos, tristones que 146
Sal. 31, 11. cantar la gala: «Alabar, glorificar» (DRAE). 148 Se refiere el maestro a la procesión llamada «del Encuentro», celebrada el Domingo de Pascua, donde en Castilla y León quitan el manto negro a la Virgen al hallar a su hijo. En algunos pueblos de Mallorca es conocida como la procesión «dels tres botets» (de los tres saltitos), pues María, a la vista del Resucitado, da tres saltos de alegría gracias a una articulación de sus andas. 149 2 Sam. 6, 17. 150 García-Villoslada explica el sentido de la voz «sacramentario»: «Lutero llamaba “sacramentario” a los extremistas que iban más lejos que él en la explicación del sacramento eucarístico, negando no solo la transubstanciación, sino la presencia real de la carne y sangre de Cristo» (2008, I, p. 178). El Concilio de Trento, del que se muestra buen conocedor Jiménez Patón, condenará estas proposiciones en la decimotercera sesión, 11 de octubre de 1551, «Decreto sobre el sacramento de la Eucaristía» (Denzinger-Hünermann, 2006, pp. 508-516, especialmente can. 1651-1654 y 1658). 151 En el ms: «solenican». El Bautista es citado una quincena de veces en el Corán bajo el nombre de Yahya ibn Zakariya. Según la tradición era hijo de María y de Zacarías, engendrado asimismo milagrosamente. Dios concedió a Juan sabiduría y conocimiento, haciéndole profeta. Su cabeza está enterrada en la Gran Mezquita de los Omeyas, en Damasco. 152 Lc. 1, 5-25. 153 cuellitorcidos: obsérvese la expresividad de este neologismo por composición que aparece documentado en una papeleta de la Real Academia con el sentido de 147
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fingen mortificación con semblante lúgubre y tienen torpe[z]as154 diabólicas y sensualidades abominables en sus conventículos155 y retretes156, descolmugados157 y réprobos. Estos son los tristes, oscenos, sucios que dijo un poeta158 se querían acreditar por santos con afectada melancolía, descontento fingido, desplacimiento159 estudiado y menosprecio de vestido, hábito y traje en lo esterior y, en lo interior, camisas de holanda160, dejando asentar la mugre en lo aparente, ciñéndose con un orillo161 de paño muy basto, y trayendo en lo oculto muy regalados lienzos y cosas de aseo, labradas por las inocentes corderas162 que con su falsa dotrina traen engañadas. Estos son de aquellos que enseñan que con las galas tiene repunancia la salvación, sabiendo que a la casada y doncella que lo pretende ser, le son permitidas para honestos fines del santo matrimonio [fol. 22] con la decencia cristiana que ser quiere apartada de liviandad. Porque, como enseña mejor que ellos san Jerónimo, el afectado menosprecio en el traje es hipocresía; el limpio y decente aseo es honestidad; la superfluidad en galas es liviandad y, a veces, prodigalidad. La discreción pone en estas cosas el virtuoso medio. «Dícese del que lleva la cabeza torcida» (Cédula académica c1950. Fichero general de la Real Academia Española). Solo hemos hallado este compuesto en una sátira de Juan del Valle y Caviedes (1645-1697). 154 En el ms.: «torpecas». 155 conventículo: «Junta o congregación de algunas personas que, ordinariamente, se toma a mala parte como junta oculta y para malos fines» (Aut.). 156 retrete: «Cuarto pequeño en la casa o habitación destinado para retirarse» (Aut.). 157 descomulgados: «Malvado, perverso» (DRAE). También presenta el matiz de ‘excomulgado’ como podían serlo los alumbrados a los que alude. 158 Aunque no sabemos a qué poeta se refiere el maestro, en el Discurso de los tufos, copetes y calvas, al referirse a los hipócritas (cap. 3, fol. 6), cita a Juvenal 2, 3: «Qui Curios simulant et Bacchanalia vivunt» y a Marcial (1, 96, 9): «Fuscos colores, galbinos habet mores», y acaba arremetiendo contra los alumbrados, cuyo primer autor, Simón el Mago, representa, a su juicio, el prototipo de «virtuoso fingido». 159 desplacimiento: ‘desazón, disgusto’. 160 holanda: «Tela de lienzo muy fina de que se hacen camisas para la gente principal y rica» (Aut.). 161 orillo: «La orilla en el paño la cual regularmente se hace de lana más basta» (Aut.). 162 En la carta del papa Inocencio a Juan (Hier. Epist. 137), hallamos agnas, refiriéndose a las vírgenes consagradas al Señor. Sin duda Jiménez Patón utiliza este término para designar las monjas y beatas ignorantes o de escasísima cultura seguidoras de alumbrados, agapetas y dejados.Ver Santiago Otero, 1955, pp. 614-654.
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Santo es el dolor y pesar de los pecados y necesario para la salvación. Santísimo sentimiento y tristeza celestial la que resulta de la163 contemplación y meditación de los misterios dolorosos, de la consideración de la muerte, purgatorio e infierno, mas también es loable la alegría que recibe el alma del justo de la consideración de los misterios gozosos y gloriosos; así, a la discreción virtuosa toca dar cada cosa a su tiempo para acertar a alegrarnos sin esceso.
TRISTE SIN ABATIMIENTO § 9 Aunque la alegría parece que dice contrariedad a la tristeza, la filosofía humana y divina enseñan que, en diferentes tiempos, se pueden hallar en uno, y no solo pueden, mas es necesario que estas dos pasiones y afectos se hallen en el virtuoso aun en un mismo tiempo, aunque son contrarias del todo, pues la una aflige al alma y enflaquece el cuerpo, y la otra la alegra y remoza. Tiempo —dice la divina discreción—, hay para reír y tiempo para llorar164 y esto mismo puede ser a un tiempo por diferentes circunstancias y causas. Tiempos de alegría son los que hemos dicho y otros, especialmente cuando el hombre hace algún beneficio y distribuye su hacienda, quiere Dios que, entristeciéndose por sus pecados, alegremente los redima dando limosnas y remediando necesidades con contento porque, de no ser liberal con alegría, perderá el premio de que desto se le había de seguir, porque le privará dél la tristeza y pesar con que destruye la bondad de la obra. Algunos conocemos que son dadivosos pero no lo saben ser por darle con ceño, capotes165 y melancolía, zahiriendo la dádiva y dando en cara166 con las buenas obras que hacen [fol. 22v] o ya por su mala condición desabrida o por vanagloria y jatancia. Estos desobligan del divino agradecimiento a quien lo recibe, y no tienen premio en Dios porque no procede la dádiva de verdadera caridad.
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En el ms. tachada: «tisteza». Ecl. 3, 4. 165 capote: «Metafóricamente significa el ceño que se pone en el semblante o en los ojos con que se manifiesta la severidad y enojo» (Aut.). 166 dar en cara: «Frase metafórica que vale reconvenir a uno con el beneficio que se le ha hecho poniéndosele delante» (Aut.). 164
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Otro tiempo de alegrías señaló Cristo que es el del ayuno porque mostrarse en tales días con rostro pálido, color quebrado, macilento y triste, es muy de hipócritas167, que hacen ostentación de sus aparentes y fingidas virtudes, sustentadas con satánico artificio. Esta tristeza dicen las divinas letras que es mala y abatida, y llaman dichoso al corazón en quien no entra porque es señal que tiene en pie sus esperanzas168, y encargan mucho que el alma no se deje llevar desta pasión169 porque, en breve tiempo, ha dado la muerte a muchos; y de los virtuosos y justos —como se dijo—, afirman que les es lícito alegrarse, aun saltar de contento170 aunque parece que en ellas mismas se ha repunancia y contradición porque, en otro lugar, dicen que es mejor ir a la casa del llanto, dolor y tristeza que a la del sarao, regocijo y alegría171, y afirman que son inorantes los que buscan los pasatiempos, gustos y entretenimientos172. Dicen que es de discretos la melancolía, lágrimas y penas, mas esta aparente dificultad declara y concuerda la teología y discreción cristiana, diciendo que hay dos maneras de tristeza: una, cuando es pasión que ciega la lumbre, priva del uso de la razón. Esta es tristeza del siglo cuando por la pérdida de bienes temporales se aflige alguno en demasía. Esto es como reprehenderle a Dios los regalos que nos envía. Esta es la tristeza que se ha de huir y escluir, sin darle lugar, con especial alegría, dando a Dios las gracias de los regalos que de su mano nos vienen. La otra tristeza es pesar de haber ofendido a Dios y de que otros le ofendan. Esta es la encomendada en el sagrado testo y no es contraria, antes muy conforme, a la alegría que pretendemos porque de la una procede la otra, pues dice el testo sagrado que el que hace su sementera en el tiempo de pluvia de lágrimas [fol. 23] por la ofensa que Dios ha recebido, coge depués copioso fruto de gracia con jubileo173 inmenso y santa alegría, y van por los surcos de su penitencia llorando, y esparciendo la semilla de su sentimiento, y depués vinieron
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Mt. 6, 16-18. Eclo. 14, 2. 169 Eclo. 38, 21. 170 Sal. 31, 11. 171 Ecl. 7, 3. 172 Ecl. 7, 5. 173 jubileo: ‘regocijo’. 168
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con sumo go[z]o174 cogiendo opimos175 manojos de la grande mies de su sementera176. También aconsejarnos que va[ya]mos a la casa de la tristeza y llanto177 aunque los que lo padecen lo hagan y pasen por pérdidas de bienes temporales, es decirnos que nosotros con alegría acudamos a hacer obras de misericordia, consolando aquellos tristes y afligidos, enseñándoles con desengaño que no deben afligirse de aquella suerte por tales cosas, antes alegres se conformen con la voluntad de Dios, que para su bien les envía aquellas calamidades y miserias. Y si tal perfeción hubiese que siempre se viviese bien, sin caer en la culpa, debe haber go[z]o178 perpetuo y desterrar la tristeza; mas, como esto es tan dificultoso, bien es que haya tristeza reconociendo nuestra flaqueza, mas no de suerte que la diabólica inorancia tiente con desesperación, abatimiento infernal de que Dios por su misericordia nos libre. También en los acontecimientos humanos se nos permite entristecernos, mas no de suerte que la razón haga su oficio acudiendo a valerse de la discreción, que la informa para que no se abata y ciegue de suerte que no pueda acudir a sus obligaciones políticas y cristianas. Porque esto es lo que ha de pretender el virtuoso discreto, alegrándose en el Señor y entristecerse en lo que fuera dél. Esto encarga el Apóstol cuando amonesta que no nos entristezcamos en la muerte de los nuestros porque es no sentir bien de la resurreción179, si bien —supuesto que esto se cree como la fee católica lo tiene enseñado—, la misma da licencia para sentir con moderación la falta que nos han de hacer, como lo hicieron muchos santos de uno y otro Testamento, los cuales se entristecieron como debían sin perder de su autoridad un punto y sin abatimiento, como ha de hacerlo cualquier que con discreción desea abra[z]ar180 y seguir la virtud. [fol. 23v]
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En el ms.: «goco». opimo: «Rico, fértil o abundante» (Aut.). 176 Sal. 125, 5-6. 177 Ecl. 7, 3. 178 En el ms.: «goco». 179 Rom. 14, 7-10. 180 En el ms.: «abracar». 175
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PRUDENTE Y CUERDO SIN GRAVEDAD § 10 La prudencia es una virtud del alma que endereza y reduce todos los pensamientos a una loable forma de vivir, y della se dice que el que no la tiene no es amado de Dios. Es lo mismo que la discreción que vamos mostrando ser necesaria para la compañía y gobierno de las demás virtudes y solo tiene un peligro: que es el despeñadero de la soberbia y gravedad altiva, y por esto el Apóstol aconsejaba que no quieran los hombres saber más de lo que conviene181, ni más de aquello que basta para la salvación porque, en escediendo desto, es jatancia, presunción y vanidad y pierde el nombre y ser de prudencia, sabiduría y discreción y, aunque lo parezca, no lo es más que aparente y contra hecha182 la que engendra tales hijas. Por haber de ser tan madura, con dificultad se halla la prudencia en gente moza porque ha de adquirirse con estudios, esperiencia y largo discurso de tiempo y, para ser verdadera, ha de ser virtud que por esto dijo un sabio que era imposible ser el hombre prudente y dejar de ser bueno y virtuoso183; por esto no podrá hallarse esta virtud junta con gravedad viciosa. Digo viciosa porque hay gravedad, que lo es, y hay otra que es virtud la modestia cuando no la acompaña jatancia en las obras ni en las palabras, en el ánimo, ni en el rostro. Esta es una natural compostura, sosiego y cordura constante, dina de alabanza y principalmente necesaria en los príncipes, en los demás hombres constituidos en dinidad, en estado eclesiástico y religioso184, para hacerse estimar. Pero Dios nos libre de algunos prudentes del siglo y de la carne que quieren ser monas destos con fingida modestia, gravedad representada, compostura artificiosa que, con tales esteriores muestras, engañan al mundo y, principalmente, a los prelados eclesiásticos y aun a los príncipes seglares para que con su prudencia y sabiduría fíen de uno y otro gobierno, [fol. 24] porque todos sus intentos son ambiciosos, procurando persuadir con su artificioso proceder a que ellos tienen las llaves de la sabiduría y ciencia con que debieran ser conocidos en su luciferina presunción, pues se
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1 Cor. 3, 18-20. contra hecha: ‘contrahecha, falsificada’. 183 Se trata de Aristóteles que opina así en la Ética Nicomáquea 6, 12 (1144a). 184 Patón alude al defecto que el perfecto predicador debe evitar: «Lo otavo: advierta no sea imprudente, poco sagaz y nada discreto en sus sermones» (Perfecto predicador, p. 244). 182
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atreven a declarar el Evangelio y la Sagrada Escritura, dándole el sentido que ellos quieren contra la común y verdadera inteligencia de los santos y, en ejecución desta osadía temeraria, dan heréticas esplicaciones185. Destos prudentes de la carne, destos sabios ministros del demonio ha de huir el que quiere no pervertir su virtud. Menos dañosos fueron los sabios del siglo y filósofos gentiles, y sus dotrinas fueron algo provechosas para la moral, como de sus dotrinas consta, aunque las de nuestra religión cristiana hemos de seguir y ejecutar, como nos lo enseña nuestra madre la Iglesia, imitando a los prudentes sabios y grandes santos que ha tenido, como lo fueron todos sus dotores y, especialmente, nos sea ejemplo san Ambrosio en su constancia y gr[a]vedad186 para con el emperador Teodosio, pues la tuvo para descolmugarle y prohibirle la entrada de la iglesia187. Esta gravedad no solo repuna a la prudencia mas es lo mismo que ella si se considera discreta y virtuosa mente.
DILIGENTE SIN LIVIANDAD § 11 No solo en los bienes humanos pero en los del alma es verdadero el proverbio que dice «La buena diligencia es madre de la buena ventura»188. En tal manera que, sin ella, ninguna virtud se puede conservar y, si alguna hay que preceda a la discreción, es la diligencia porque esta virtud ayuda mucho para alcanzarla. De aquí procede que ningún 185
Alusión a la norma tridentina que combate el principio del sacerdocio universal que defiende Lutero para todo cristiano en virtud del bautismo. Por ello, se exigía en la Iglesia católica la preceptiva licencia para predicar del obispo, a quien correspondía velar por la ortodoxia. Ver Byrne, 1975, pp. 161-164. El maestro ya había manifestado esta preocupación en favor del cumplimiento de esta norma tridentina, como muestra en el Perfecto predicador, p. 226. 186 En el ms.: «grevedad». 187 San Ambrosio, arzobispo de Milán (333-397), excomulgó durante varios meses al emperador Teodosio I el Grande (347-395) a causa de la matanza de siete mil ciudadanos en Tesalónica, muy citada por los historiadores de la Iglesia y, con gran detalle, por Cristóbal Suárez de Figueroa, contemporáneo del maestro, en el alivio IX de El pasajero. Asimismo el pintor Juan de Valdés Leal (1622-1690) inmortalizó la escena de la absolución del santo al emperador en un lienzo fechado alrededor de 1673. 188 La máxima se encuentra en el cap. XLVI de la primera parte de Don Quijote de la Mancha y en el cap. XLIII de la segunda.
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perezoso puede alcanzar a ser discreto, porque discreción y pereza no comieron ni habitaron juntas y aun hay quien diga, y con razón, que el pere[z]oso189 no es hombre y el que lo fuere será tenido en poco porque el mismo Dios lo aborrece, de suerte que no oye sus ruegos y lo vejamina190 y afrenta, enviándole a que deprenda de la hormiga191. Al cuidadoso le ayuda y favorece. [fol. 24v] Mas porque hay algunos hombres diligentes que más parecen livianos y de poca quietud y sosiego, es necesario que en la navegación deste mar nos acompañen dos pescados: la rémora de la consideración porque por su falta no se cometa alguna liviandad inconstante192, y el delfín de la diligencia193, en el bien obrar sin dilatallo, porque así tendrán nuestros cuidados en el servicio de Dios, que es el puerto, fin y paradero a quien se han de dirigir para que el virtuoso discreto sea diligente sin liviandad194.
TEMEROSO SIN DESCONFIANZA § 12 El temor es en dos maneras, uno servil y otro filial195. Servil es cuando se deja de hacer algún mal por temor del castigo y pena. Filial cuando se obra bien por el amor que se tiene a la virtud, de suerte que el mismo temor es virtud y no diferente del amor. Este temor es principio de la discreción y por el consiguiente lo es de todo bien porque en el camino de la ciudad de Dios se ha de comenzar la primera jornada en 189
En el ms.: «perecoso». vejamina: Aut. registra «vejar» pero no «vejaminar» como leemos en el ms. Tampoco se registra en el CORDE. 191 Prov. 6, 6. 192 Plinio el Viejo en su Historia Natural se refiere al pequeño pez llamado echeneis, capaz de retener las naves si se adhiere a sus quillas, recogiendo la creencia según la cual en la batalla de Actium retuvo a la nave capitana de Marco Antonio y permitió el ataque decisivo de la flota augustea (Plin. Nat. 9, 79 y 32, 3). Lo corrobora Servio en su comentario al verso 8, 699 de la Eneida, e Isidoro en sus Etimologías (12, 6, 34). 193 Plinio el Viejo en su Historia Natural alude a esta cualidad del delfín: «el más veloz de todos los animales, no solo marinos, más veloz que un pájaro» (Plin. Nat. 9, 20). 194 Ver Perfecto predicador, p. 243: «Lo séptimo: huya de ser liviano y querer parecer gracioso decidor y no diga palabras ociosas con que dé que reír y hagan pasatiempo de él y de sus sermones». 195 Ver Tomás de Aquino en Suma Teológica 2, 2, 19, «El don de temor». 190
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la habitación de la fortaleza que, así como en el camino del mundo la osadía engendra fortaleza, en el de Dios el atrevimiento causa flaqueza y, al contrario, [es] en el camino del mundo que el temor causa flaqueza y en el de Dios, fortaleza. Es dulce y suave el Señor196, convida a ser amado; es reto en sus juicios197; ha de ser temido para que caminemos en su servicio con el un pie de amor en el cumplimiento de su ley y otro de temor en la guarda y oservancia de sus mandamientos. Estas virtudes morales suelen tener otras del mismo nombre, entre quien hay analogía que necesaria mente pide distinción; el virtuoso la debe hacer con discreción y advertencia de que muchas veces pretenden entrarse algunos vicios con nombre y capacidad de virtud, cuales son las advertidas y la presente, pues siendo el temor filial tan necesario —como se habrá podido entender en lo poco que hemos dicho—, el cual engendra confianza, osadía, atrevimiento y fortaleza, el temor servil, que le hurta la capa en el nombre de temor, es el que causa desco[n]fian[z]a198, [fol. 25] privando de los bienes que la confianza199 promete, fingiendo y representando200 apariencias imposibles. Deste temor servil proceden las desesperaciones intentadas y ejecutadas, como las de Judas, el cual no se condenó tanto por la maldad que cometió, aunque atrocísima, como por desesperar del perdón y misericordia divina, según advierte san Agustín201. Así que, aunque haya temor servil, la discreción celestial anime y aliente al desmayado, y conviértale en filial y, aunque haya caído, no pierda la confianza de su remedio, antes se levante con el reverencial respeto que a nuestro padre Dios debe, teniendo por cierto que Él mismo nos mandó no nos apartemos del camino de la virtud y, si perdidos nos apartamos, nos da voces amorosas para que volvamos. Necedad perversa, inorancia maldita y perniciosa la de el pecador que desconfía de que le perdonará Dios, temiendo servilmente que Dios le ha dejado de su mano. Estos son juicios temerarios si el pecador los hace de sí o otro los hace dél, pues pasan a decir que por los tales no
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Sal. 33, 9: «Gustad y ved cuán suave es el Señor». Sal. 24, 8. 198 En el ms.: «descofianca». 199 Hay una tachadura entre con/fi. 200 Hay una tachadura entre pres/en. 201 Aug. Serm. 352. 197
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se ha de rogar a Dios, debiendo no desconfiar de su divina misericordia, infinito poder, y amor infinito, considerando que, si es grande la enfermedad de la culpa, es mayor la ciencia y eficacia del médico celestial; si cometió delitos dinos de condenación eterna, los tesoros inexhaustos de la liberalidad de Dios son poderosos para redimille dellos y perdonalle. El ladrón confesó a Cristo202 y Pedro le negó203, para darnos a entender en Pedro que ningún justo se fíe de sí, ni presuma porque está sujeto a caer siete veces al día204. En el ladrón, se nos declara que ninguno, por malo y perverso que sía, desconfíe. De suerte que conviene que el bueno tema su ruina y perdición, condenándose por soberbio, y el malo tema no se condene por malicia y desconfianza. Porque Dios con igualdad nos engendró y nos guarda, dándonos a todos libre albedrío205 con libertad para que cada uno alargue la mano al agua o al fuego, que es decirle advierta que tiene «su alma en su palma206»; en su mano está el obrar bien o mal y sin poder dar la culpa a otro. [fol. 25v] Cada uno se condena o salva porque él quiere, reduciendo su voluntad a obras que son las que acompañan al salir desta vida, y, si las buenas faltan, con fee muerta se podrá ir al infierno207. Pedro se salvó y Judas se condenó, siendo ambos libres no más el uno que el otro, porque Pedro, habiendo negado a Cristo tres veces, se salió fuera y lloró amargamente su pecado208 y Judas, apesarado de su maldad, desesperando de la misericordia de Dios, se echó un lazo al cuello y se ahorcó209. Que los que desconfían de la misericordia de Dios tienen su felicidad puesta en bienes de la tierra, y los que sabemos han desesperado —casi todos, es cierto—, ha sido por faltalles el efeto de sus temporalidades. Digo casi todos, porque ya sabemos de alguno, como el
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Lc. 23, 40-43. Mt. 26, 69-75; Mc.14, 66-72; Lc. 22, 54-62; Jn. 18, 25-27. 204 Prov. 24, 16. 205 Defiende Jiménez Patón, no sin cierto gracejo, la doctrina tridentina del libre albedrío frente al determinismo teológico de Lutero o Calvino. 206 su alma en su palma: «Modo proverbial de hablar que vale tanto como decir que haga otro lo que quisiere y gustare con toda libertad, y sin respeto a la conciencia, lo que también se suele explicar con decir: “allá se lo haya”» (Aut.). Lo utiliza Cervantes en Los trabajos de Persiles y Sigismunda, lib. 3, cap. 18. 207 Sant. 2, 14-26. 208 Todos los Evangelios sinópticos destacan este momento de congoja de Pedro (Mt. 26, 69-75; Mc.14, 66-72; Lc. 22, 54-62). 209 Mt. 27, 5. 203
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que se le reveló al guardián210 de El Albrojo, que le pareció no fue desesperación destas culpables, antes una vehemente pasión de la enfermedad manía que saca de juicio, y así por no tenerle libre no se condenó, según lo que le fue al religioso revelado211. Esta tal no fue desesperación de la cual se libra el temor filial, por saber que cierra las puertas de la ciudad eterna, como la esperanza las abre y la confianza las deja de par en par. Y, aunque el temor servil de suyo no es virtud, moderado con la discreción cristiana suele convertirse en el filial, y por eso aun lo aprueba el sagrado Concilio de Trento, y tendrá principios de tal cuando carece de la desconfianza peligrosa en que no tiene parte el temor filial212.
VERDADERO SIN DOBLECES § 13 Es la verdad hija de Dios213 y hermana de la justicia. Su fuerza es incomparable, así toda la tierra le pide su favor porque sabe que con ella no se hace nada malo. Tiene por compañera a la misericordia. No la alcanza sino la discreción porque la una y otra tienen su ser en el entendimiento, pues la difinen diciendo: «La verdad es la igualdad de una cosa con el entendimiento»214, y aquella igualdad como es pronuncialla
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guardián: «Se llama en la religión de san Francisco al prelado ordinario de sus conventos» (Aut.). 211 Este pasaje se refiere a un episodio que se cuenta sobre el don de profecía de san Pedro Regalado (Valladolid, 1390-1456), superior o guardián del convento de El Abrojo (Valladolid). Gracias a la oración del santo, destinada a los que se hallaban en agonía, abrumados por sus culpas y sin aliento para implorar el perdón divino, salvó de la condena a una mujer adúltera, que se había arrojado al Duero, al ser descubierta y perseguida por su marido. El Señor hizo que el santo conociese todo lo sucedido de manera que pudo darle honras fúnebres y sepultura eclesiástica en su convento. El suceso tuvo lugar en el año 1428.Ver Cornejo-González, Chronica seraphica, fols. 95-97 e Infantes, Historia de la vida, virtudes y milagros del glorioso san Pedro Regalado, pp. 120-122. 212 Sobre el temor filial, ver «La consideración del juicio pone freno al pecar» de Carranza, Comentarios sobre el Catechismo christiano I, pp. 331-332. 213 Correas registra una variante de esta locución: «Verdad es hija de Dios y la mentira del diablo». 214 Esta frase fue muy conocida en la Edad Media. San Alberto Magno la utiliza diciendo: «Veritas est adaequatio rei cum intellectu» y santo Tomás de Aquino afirma que la misma —con la variante et intellectus— tiene su origen en De definitionibus
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sencilla mente como se entiende y siente, sin colores fingidos, ni disfraz paliado con dobleces, hay algunos que, aunque la dicen, la procuran disfrazar de modo [fol. 26] que, aunque de parte de la misma verdad no tiene falta, ellos la envuelven y encubren de suerte que pierde el nombre y lo toma de cautela, vicio que su fin es ganar con la verdad; y esta es verdad con dobleces, no sencilla ni clara, antes pervertida y dañosa, haciéndole hacer dos sentidos: o callando lo que importa o diciendo lo que no importa, porque así se peca, dejando de decir en ocasiones, como en otras, añadiendo lo que no viene al propósito. También se le echan dobleces en el mundo del decir y pronunciar. Esta tal no es verdad sencilla, ni desnuda, ni clara, y la que lo es pide serlo sin esos envoltorios y dobleces porque, cuando las tiene, se ha de huir della como de la misma mentira, hija del demonio215, pues suele hacer el mismo daño, porque es lo mismo, por las circunstancias que se le juntan, aunque con máscara de verdad, por la apariencia que trae. Pruébese esto en aquellos falsos testigos que depusieron contra Cristo, nuestro bien, jurando que había dicho había de destruir el templo y reedificarlo en tres días216. Siendo verdad que lo dijo, le mudaron el sentido pues Cristo lo dijo de su sagrado cuerpo, y ellos lo interpretaron del templo material de Salomón y así fueron falsos perjuros. También hay otros que fingen querer saber la verdad y la preguntan con dobleces. Estos no merecen que se les diga pues que la buscan con engaño y cautela, como muchas veces lo hicieron los fariseos con Cristo. Otros la preguntan sin saber dudar lo que preguntan, como los que van camino que no saben adónde. Los poetas hicieron a la verdad hija del tiempo217, considerando que no hay ninguna tan oculta que él no la descubra. Por esto todos habían de procurar tratarla y porque los que della usan son hidalgos, nobles y generosos y, al contrario, los mentirosos son infames y viles.
de Isaac ben Salomon (Suma Teológica 1, 16, 2), pero no se ha encontrado en la obra de este y actualmente se atribuye a Avicena o Averroes. 215 En el Evangelio se dice que el demonio es «padre de la mentira» (Jn. 8,44); nuestro humanista invierte el sintagma y escribe que la mentira es «hija del demonio». 216 Jn. 2, 19. 217 La cita proviene de Aulo Gelio, quien afirma en sus Noches Áticas 12, 11, 7: «Veritatem temporis filiam esse dixit».
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Basta en alabanza y abono de la verdad ver que Cristo, nuestro bien, se llamó con su nombre diciendo: «Yo soy camino, verdad y vida218». El hombre de verdad es el que con propiedad se llama «de bien» y, el mentiroso, «mal hombre». El trato más seguro es el de la verdad, el caudal [fol. 26v] de más abono, el crédito de más confianza, la prenda de más estimación219. La mentira, al contrario, es descrédito, maltrato, caudal muy quebrado, y de tanto peligro que aun cuando el mentiroso dice verdad, no hay quien le crea. La verdad es dulce de oír, y dulcísimo decirla, virtud y verdad son una misma cosa, dellas se denomina varón y virtuoso que verdadero no puede dejar de ser discreto, pues la discreción consiste en el conocimiento de la verdad sin doblez. Veces hay que conviene callar la verdad y hablar con anfibológicos sentidos; cuando sea lícito, los sumistas220 lo enseñan doctamente, porque este tratado no promete otro que lo que aquí se trata.
QUE OBRE BIEN SIN PRESUNCIÓN § 14 Ninguna obra hay tan buena que la intención de quien la hace no pueda pervertirla y destruirla, impidiendo su efeto que es hacer bueno al que la obra, porque el mismo con el modo que la obra, con el modo, la hace mala. Bueno es el ayuno y santa la limosna y si se hace por vanagloria y ambición es muy gran culpa y dina de reprehensión y castigo. Y la polilla que más suele consumir y acabar el mérito de las buenas obras, añadiendo pecado, es la presunción, la cual es no tener moderación en la esperanza, con demasiada confianza que escede a las propias fuerzas naturales y se opone contra Dios, en la cual se hallan o el vicio, que contradice a la animosidad virtud, o la blasfemia contra el Espíritu Santo. El un efeto nace de vanagloria del ánimo del hombre y el otro de la soberbia.
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Jn. 16, 6. Ver en el Perfecto predicador, p. 235: «La primera cosa defetuosa que ha de huir el predicador es la falsedad en todo cuanto hablare, principalmente en cosas de la fe y en los vicios y virtudes, que a veces se enmascaran los unos con el rostro de los otros, como advierte san Jerónimo». 220 sumista: «Hombre que solo ha aprendido por sumas la teología moral» (DRAE). Jiménez Patón se refiere a santo Tomás de Aquino, Suma Teológica 2, 2, 70, 2. 219
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Será, pues, ra[z]ón221 que el discreto virtuoso, si quiere serlo y llegar a hacer empleo de bien obrar, que es el caudal que acompaña en el fin de la jornada, no lo pierda haciendo bajío222 en esta roca de la presunción223. Porque hay algunos que, en haciendo algún acto virtuoso de oración, ayunos, limosnas o frecuentación de sacramentos, presumen para ellos y para los que más quisieren, y se atreven con esto a pretender pre[e]minencias, alegando méritos de su virtud, [fol. 27] como si, cuando la tuvieran, dejaran de perderla con su jatancia y presunción. Muchos de los inferiores pretendientes destas cosas pierden los principios del bien que tenían por esta presunción, que procede de inorancia nacida de pensar que saben, y muchos prelados que, por haber llegado a serlo, presumen que nadie les debe reprehender ni avisar. Les engaña esta misma vanidad224. Es tentación humana entender la cosa diferente mente de lo que ella es. Nace este gusano que ansí roe la conciencia, del muladar de la filautía o amor propio225, estimando en más la opinión propia, aunque errada, que la ajena bien fundada, o envidiando a otros mejores. Hasta que llega la presunción a deshacer la conformidad con los prójimos, introducen discordias y cismas y aun sacrilegios heréticos, como se ha experimentado —por nuestros pecados— en aquellos que, con presunción, enseñan que nadie se puede salvar sin la oración que ellos hacen o instruyen que se haga como maestros, y si no se confiesan general mente con ellos.Y por esto presumen que, por haber llegado a cierto punto de perfeción, no pueden ver imágines santas, ni oír sermones, ni palabra de Dios. Y afirman temeraria mente y contra lo determinado por nuestra santa madre Iglesia, que puede una persona saber sin revelación especial que está en gracia y caridad, y que puede llegar a tal estado de perfeción que la gracia anegue las potencias, de manera que no pueda el alma ir adelante ni volver atrás.Y ha habido persona de 221
En el ms.: «racón». bajío: «Elevación del fondo en los mares, ríos y lagos y más comúnmente el de arena» (DRAE). 223 Son tradicionales las imágenes del naufragio como la presente, en la literatura moral del Barroco.Ver fol. 24v. 224 Sostiene Patón en el Perfecto predicador (p. 239): «El tercero defeto que ha de huir el predicador es la jatancia, porque con el mismo caso que sea jatancioso ha de ser tenido por loco fanfarrón y últimamente tenido en poco, y es vicio muy de necios, según dice Catón». 225 Aristóteles trata de ello en Ética Nicomáquea 9, 8 (1168a-1169a). 222
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las de esta falsa profesión, seta226, y diabólica presunción, que ha dicho que Dios la confirmó en gracia tres veces: la primera, por los pecados mortales; la segunda, por los veniales; y la tercera, por las imperfeciones naturales; y que estaba en estado que no tenía nada de la carne de Adán, y que llegó a tal punto de perfeción que no tenía necesidad de la intercesión de los santos. Y es tan desmesurada la presunción destos hipócritas227, que publican entre sus secuaces que los que siguen su dotrina no han de ir al purgatorio. Y en esto dicen la verdad y engañan con ella a los ambiciosos cavilosos, porque [fol. 27v] los que en ella mueren en final impenitencia es cierto no irán al purgatorio, sino al infierno, y sin estas, afirman y dicen otras satánicas dotrinas, llevados de la presunción satánica que los trae envanecidos, engañando, engañados del enemigo de las almas que por tantos caminos procura que se condenen. Esta dotrina es propia del demonio, y el saber y entender las cosas como ellas son, es propio de ángeles y perfeción celestial, y aunque en la vida seamos hombres, podemos ser con la esperanza ángeles, pues en la resurreción casi nos hemos de igualar y así no conviene tengamos presunción diabólica sino conocimiento angélico. ¿Qué le echó y derribó del cielo a Lucifer y sus secuaces sino la presu[n]ción? Desengañe la discreción católica con hacernos cierto que ningún bien te[ne]mos228 que no le hayamos recebido interior o esterior con nuestro mismo ser, y así no tenemos229 de qué gloriarnos, porque la presunción de firmeza impide la misma firmeza y a nadie le dará Dios, sino al que reconoce su flaqueza. La sabiduría es inorancia envanecida con la presunción, porque la mayor erudición y ciencia que puede adornar el entendimiento humano se convierte en idiotismo insufrible, en quiriendo hacer ostentación de saber; y así como la mayor fortaleza es vencer sus mismos apetitos, la mayor sabiduría es conocerse a sí mismo230, su flaqueza y su inorancia.Y 226
seta: ‘secta’. A partir de 1570, por «alumbrado» se entendía también a «un hipócrita, un embaucador, un rijoso vestido con piel de cordero» (García Gutiérrez, 1999, p. 68). 228 En el ms.: «temos». 229 Hay una tachadura entre te/ne. 230 Alude a la conocida máxima «Conócete a ti mismo», escrita en el templo de Apolo en Delfos. Diógenes Laercio la atribuye a Tales de Mileto; Antístenes a Femónoe del cual se la apropió Quirón; Platón, no obstante, en el Protágoras no se pronuncia a favor de nadie.Ver Erasmo, Adagia 1, 6, 95 Nosce te ipsum. 227
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si presumir de cosas que parecen y fueran buenas a no presumir, es tanto mal, el presumir y jatarse de cosas que de suyo son malas, ¿qué nombre de mal le podremos dar que le cuadre, pues es desvergüenza excesiva? Porque hay disolutos que suelen alabarse de sus vicios y presumir dellos, si bien la presunción de ordinario procede de alguna escelencia virtuosa para destruirla, que por esto la llamamos acomodada mente carcoma, la cual se engendra en la mesma madera que destruye, así la presunción a la virtud para consumirla y, como es enemigo tan de casa, es menester para atajar su daño, discreción del cielo, la cual da la humildad con luz divina, abriendo las puertas que la soberbia cerró. [fol. 28] Y si la primera inorancia del ángel231 fue la presunción y soberbia, la verdadera discreción y humildad ha de ser el conocerse lo poco que es.Y si por comenzar a saber alguna cosa piensa que sabe, entonces deja de saber. Y si comenzó a estar en honra, no se entiende ni conoce se puede igualar por su inorancia con los inorantes y jumentos, porque el verdadero saber es obrar bien sin presunción pues, de habella, se hallarán vacíos los senos del fruto que pudieran coger con el propio conocimiento y humildad.
QUE CORRIJA AL PRÓJIMO SIN ALTIVEZ § 15 La correción fraterna es un aviso nacido de correción de hermano con deseo de la enmienda de los pecados. Es argumento de grande caridad y el que aborrece la tal correción, es un necio; si hace burla della, está llena su alma de pestilencia mortal. Al contrario, el que oye los avisos caritativos, consejos de reprehensión y escucha la correción, aunque haya caído, da esperanzas de salud y vida y merece que le cuenten en el número de los discretos que, así para reprehender como para ser reprehendidos, es necesario serlo.Y aprovecha más la reprehensión al cuerdo que cien azotes al necio232 porque el necio no acaba de persuadirse lo importante que esto es y tiene por enemistad lo que es verdadero amor. El que corrige y reprehende lo ha de hacer con discreción, porque no parezca que procura afrentar al que corrige más que enmendarle y, para acertar, guardará el aviso evangélico reprendiéndolo antes que 231
Del ángel caído se entiende, según la tradición, el Lucifer antes citado (Is. 14, 12-14). 232 Prov. 17, 10.
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amenazándole233. Esto, la primera vez, a solas, porque podrá ser que aproveche y gane sin más trabajo el alma del reprehendido y corregido pero, si no se enmendare, sea la segunda en presencia de uno o dos que sean testigos de la verdad y, si en tal caso no oyere, póngase en manos de la Iglesia que lo juzgue, descomulgue y escluya de la participación de los fieles234. Aquí es bien que adviertan los jueces cristianos [fol. 28v] si es que en la administración de sus oficios tratan de enmendar y corregir las vidas más que de su propio interés; si desean, como deben, más ganar almas para Dios que dineros para atesorar235. Es bien, digo, que adviertan los jueces así seglares como eclesiásticos y, aunque a todos toca en cuanto cristianos, como más religiosos más a los eclesiásticos, que se hayan prudente y piadosa mente en los delitos que pudieren castigar y corregir con reprehensión fraterna, no los lleguen a juicio porque no se siente bien del superior que, sin corregir conforme la dotrina evangélica, fulmina procesos236, ocupa cárceles, gasta las haciendas y delitos secretos los hace públicos a costa de la honra y hacienda de los pecadores que, por otro camino, por ventura quedarán más enmendados. Porque de comenzar con lo que había de ser lo último, claro está que se sigue desorden. No neguemos que en algunos será necesario el castigo de prisión, pecunia237, reclusión, destierro y otras penas que uno y otro derecho tienen establecidas, pero estas han de ser y ejecutarse precediendo los avisos caritativos, moniciones fraternas y reprehensiones debidas. Guárdese, por amor de Dios, en esto lo ordenado en los dos capítulos, Qualiter et quando238. Y a los tales jueces suplico los tengan muy estudiados y sabidos y los guarden como lo enseñan, porque no procedan los agravios, injusti[ci]as239 y sinrazones de aquellos que han de
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Perfecto predicador, p. 242. Mt. 18, 15-17. 235 Alude a la pérdida de bienes por el procesado en las causas del Santo Oficio. Se advierte aquí al notario que fue Jiménez Patón de aquella institución y a su actitud contraria a los abusos en los procesos. 236 fulminar el proceso: «Hacerlo y sustanciarlo hasta ponerlo en estado de sentencia» (DRAE). 237 pecunia: «Lo mismo que moneda o dinero. Hoy tiene mayor uso en el estilo familiar» (Aut.). 238 Octavo canon conciliar (c. 8) del cuarto Concilio de Letrán (1215) convocado por Inocencio III. 239 En el ms.: «injustias». 234
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conservar la justicia en su punto240, y que han de guardar los cánones y leyes, para que con su ejemplo enseñen a la oservancia y cumplimiento debido. Porque el que ha de241 reprehender y castigar a otro es necesario que tenga perfeción en bondad y virtud y, si tiene que enmendar en su persona, lo enmiende y corrija antes, porque el que ha de decir contra otro o juzgarle ha menester carecer de todo vicio242. No se ponga a peligro de oír lo que no quiera, si dice lo que quisiere. Porque teniendo la viga en su ojo243 no cae bien decille al prójimo que limpie del suyo la paja, que le responderán: «Médico, cúrate a ti mismo»244. Además que es condición muy de necios ver las faltas ajenas [fol. 29] con ojos de lince y, para las propias, estar ciegos como topo245. Y si los pecados que quiere reprehender han sido contra él, ha de ir con tiento, no parezca venganza más que correción; y le estará bien dar ejemplo con perdonar las injurias que se le han hecho amorosa y amigablemente, aunque sea siete veces al día246; y la reprehensión la ha de hacer —si tiene autoridad para ello—, con amorosas palabras y no de vituperio porque no se diga que más es odiosa afrenta que reformación de caridad; porque en tales reprehensiones se ha de procurar el servicio y honra de Dios y no la nuestra; porque a pretender esto ya será altivez y soberbia dina de otra mayor reprehensión; porque sus venganzas se palían con celo de Dios, que hay algunos que se quieren mostrar muy celadores del nombre del Altísimo en lo esterior y , en lo interior, atienden a su vano pundonor tan a ley del mundo como los de el duelo247. 240
en su punto: «Sin sobra ni falta» (Aut.). Hay una tachadura en el ms. 242 Jiménez Patón se refiere más detalladamente a lo necesario al predicador en Perfecto predicador, pp. 210-215. 243 Parafrasea Jiménez Patón los pasajes evangélicos en los que Cristo rechaza el juzgar al prójimo (Mt. 7, 3-5 y Lc. 6, 41). 244 Este proverbio, puesto en boca de Jesús, se halla en Lc. 4, 23. 245 Variante del proverbio «Alio peduclum vides, in te ricinum non vides» de Petron. 57, equivalente a nuestro «Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio», procedente de Mt. 7, 3. Cervantes lo usa asimismo en la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, cap. XLIII. 246 Mt. 18, 21-22. 247 Nuestro humanista señala aquí su animadversión hacia los duelos, tan frecuentes en la época, y de una larga tradición de condena legal en ambos derechos. Los predicadores y moralistas del período, con matices, siguiendo la prohibición del Concilio de Trento clamaban en contra de su práctica.Ver, entre otros, Chauchadis, 1997. 241
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Estos son los hipócritas y fariseos que aún se hay en el mundo de su condición y quieren reformar con aparente celo de santidad y religión cosas que, bien esaminadas, no tienen necesidad por no ser malas. Estos, con espíritu de soberbia y ambición mundana, hacen ostentación de piadosos censores, estando sus entrañas dañadas. A estos llamó un poeta «terceros Catones caídos del cielo248», y no dijo mal porque por la soberbia que encubren son luciferes. Dellos dijo Dios: «Este pueblo me honra con los labios y el corazón tienen249 muy lejos de mí250». Finalmente son verdaderos hipócritas, que es decir intrínsecos soberbios, cuyas correciones no son de provecho, ni en ellos hay virtud, antes todo es vicio de vana gloria, de la cual altivez ha de carecer el discreto virtuoso, corrigiendo con humildad porque del tal el cuerdo y bien enseñado no murmurará y, aunque no sea en particular la reprehensión, el que se sube al púlpito a reformar el pueblo debe primero reformarse a sí mesmo y, si fuere reformado, procure no decender envanecido con el aplauso del vulgo251.
QUE EDIFIQUE CON SUS PALABRAS Y EJEMPLO SIN FICIÓN § 16 [fol. 29v] La verdadera dotrina consiste en enseñar con obras más que con palabras, aunque las buenas palabras, son de importancia si van fundadas en el ejemplo de las obras del que las dice252. Así, primero ha de ser el obrar y luego el enseñar como lo hacía nuestro maestro y señor Jesu Cristo, que comenzó a obrar y luego a enseñar. El predicador de las gentes y vaso de eleción253, Pablo, decía que primero mortificaba sus carnes y las sujetaba, porque no predicase a los otros cosas que él no hiciese254. A los apóst[o]les255 mandó Cristo que sus obras resplandeciesen de suerte que los que las viesen quedasen edificados y alabasen, glorifican248 Dice Juvenal en 2, 40: «Ya puede Roma armarse de pudor / un tercer Catón le ha caído del cielo». Cf. Erasmo, Adagia 1, 8, 89 Tertius Cato. 249 Nótese la construcción ad sensum. 250 Mc. 7, 6-7. 251 Perfecto Predicador, pp. 231 y 248. 252 Perfecto predicador, pp. 210-212. 253 Como hemos señalado anteriormente, Jiménez Patón acostumbra a otorgar este epíteto a san Pablo. 254 1 Cor. 9, 27. 255 En el ms.: «apósteles».
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do al Padre eterno que habita en los cielos256. En el pectoral del sumo sacerdote estaban escritas estas palabras DOTRINA Y VERDAD257, para darle a entender [a]l258 que quisiere enseñar que a la dotrina de sus palabras debe juntar la verdad de su ejemplo259.Yo, aunque en todo voy con muy gran cuidado de ser breve, en este particular lo he de ser más, no porque no hay muchísimo que decir, sino porque apenas no hay libro donde no esté tratado, y en el § precedente dijimos del peligro a que se pone el que quiere predicar con palabras y vivir descuidado en las obras260. El virtuoso lo tendrá conocido con mediana discreción de la policía261 católica, ¡cuán granjero262 sería, será, enseñar [a]l263 que sus obras culpables le confunden! Y no se fíen en su fingida santidad los hipócritas pues nada fingido puede durar. Pregúntenselo a los agapetas264 o deslumbrados de las tinieblas de su paliación aunque, si bien lo consideran y han sabido aprovecharse della, misericordia de Dios ha sido descubrirse sus errores en aquellos primeros tiempos y agora, pues por medio de la penitencia pública han tenido tiempo para hacerla verdadera y morir en gracia de Dios, lo que, si la muerte los cogiera en su fingida mortificación, virtud y santidad fingida, fuera cierto condenarse en la impenitencia final. Uno de esta seta conocí265, gran predicador de pico266 y palabra, mas de espíritu soberbio y ambicioso, con quien usó Dios de misericordia 256
Mt. 5, 16. Ex. 28, 30 y Lev. 8, 8. En mayúsculas en el ms. 258 En el ms.: «el». 259 Jiménez Patón insiste en la Declaración preámbula del salmo 118 (Granada, 1633): «La doctrina de la casa de Dios es el cumplimiento de su ley. Que lo mismo significaba la letra del pectoral del Sacerdote: Doctrina et veritas, que es decir: enseñar y obrar, cumpliendo los mandamientos divinos» (fol. A7). Leemos también en el Perfecto predicador, p. 211: «Y esto también decía aquella letra en el sacerdotal vestido de la ley antigua, doctrina y verdad, que es decir que el predicador lo que tuviere en la boca ha de tener en el corazón: decir bien y obrar mejor». 260 Sant. 2, 14-26. 261 policía: «La buena orden que se observa y guarda» (Aut.). 262 granjero: ‘provechoso, beneficioso’. 263 En el ms.: «el». 264 Se refiere a los alumbrados o iluminados, también conocidos como agapetas. Ver Menéndez Pelayo, 1987, II, V, pp. 145-184; Márquez, 1980; Bataillon, 1986, pp.166-225; Caro Baroja, 1978, pp. 466-486 y Pérez, 2002, pp. 117-140 y 167-174, entre otros. 265 Vemos aquí al Jiménez Patón que aporta su experiencia de notario del Santo Oficio, al mencionar este caso como ejemplo de reformación. 266 pico: «Facundia, expedición y facilidad en el decir» (DRAE). 257
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de que por sus errores fue preso por el santísimo tribunal de el Santo Oficio [f 30] de la Inquisición, de la cual prisión salió al cabo de algunos años con misericordiosa penitencia que cumplió con ejemplo notable de su enmienda, y lo que le restó de vida la pasó como verdadero penitente, al parecer de los más desagradados de la virtud de antes fingida. Aprovechose de suerte de la ocasión y salió tan corregido y escarmentado que edificó más con su enmienda que con su hipocresía había dañado. Fue virtuoso discreto a juicio de todos pues, dende entonces, si bien predicó de palabra[s]267, mejor con obras sin fición.
QUE TENGA CORAZÓN LIMPIO § 17 Con las condiciones dichas, ha de pedir a Dios el discreto virtuoso, para serlo, un corazón como el que pedía el real profeta David, limpio de toda mácula, y un espíritu informado en retitud268 y, para conservar la limpieza, le pedirá que sea corazón que vele, aunque el cuerpo duerma269, y de suerte vele que ninguna curiosidad perversa le pueda apartar de Dios. Curiosidad perversa es la que el demonio intenta por modos supersticiosos, agüeros, hechicerías, encantamentos. Eslo también el querer saber más de lo que conviene, contra el consejo del Apóstol270, porque es sabiduría la tal que pierde al hombre y su nombre, trocándose en inorancia, como se ha visto en los cismáticos y herejes, los cuales, con propia confianza de que podrían salir bien dellos, se pusieron en ocasión de tanto mal. Curiosidad perversa es ponerse a la ocasión del peligro, presumiendo de sus fuerzas más de lo lícito, debiendo saber que el que tales ocasiones ama, perece en ellas271. Eslo también perversa curiosidad querer saber las vidas ajenas, ascendencias y genealogías272, para tener qué murmurar;
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En el ms.: «palabrar». Sal. 50, 12. 269 Cant. 5, 2. 270 1 Cor. 3, 18-20. 271 Eclo. 3, 27. 272 Alusión a los estatutos de limpieza de sangre que tan apasionadamente defendió el maestro en su Discurso en favor del santo y loable estatuto de la limpieza, Granada, A. Palomino, 1638. Sobre este memorial, Garau, 2012b. 268
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contra quien, aunque gentil, hizo Plutarco273 un libro lleno de dotrina, en confusión de los católicos que manchan su corazón —que debrían274 conservar limpio— con el vicio de esta curiosidad y con otros, que cualquier ensucia, afea y borra la limpieza y pureza que se debe conservar en el corazón. [fol. 30 v] Pídale corazón noble para que, preciándose de la nobleza cristiana y de quien tiene parte en la alteza y valor de la sangre de Cristo, no haga cosa que desdiga de tal, conservando el blasón de hijo de tal padre. Porque así se vencerá a sí mismo, que es la mayor fortaleza, y triunfará de sus enemigos: mundo, demonio y carne, gloriándose con Cristo de la vitoria y noble hecho. Importúnele, pues Él se lo dejó aconsejado que pidiese con importunación275, y le dará corazón reto276 de suerte que no se tuerza del camino derecho de su ley por ningún acontecimiento. Deseos terrenales no le abatan, ni inclin[e]n277 a bajezas que le hayan de menos cabar su nobleza, adquirida a tanta costa de su príncipe y mayorazgo, Cristo. Pídale corazón invencible para poder resistir las tribulaciones y tentaciones, de suerte que, habiendo peleado ligítima mente , merezca alcanzar la corona de justificación que está guardada para los que vencen, y la joya278 que se da a los que se adelantan en la carrera en el estadio y campo militar de la palestra cristiana279. De aquí resul[ta]rá280 que le dé Dios un corazón libre que con despejo281 hidalgo y noble de [sol]dado282 y caballero de Cristo despida cualquiera intención mala y deseo desc[…]tado283. Y con tal corazón, 273
Jiménez Patón se refiere a una de las Moralia u Obras morales de Plutarco de Queronea (46-120 p. C.), traducida en la segunda parte del ms., con el título de «Discurso sétimo de la curiosidad viciosa, traducido de Plutarco, historiador y filósofo» (fols. 88v-98v). 274 debrían: ‘deberían’, usual en la época. 275 Lc. 11, 9. 276 reto: ‘recto’. 277 En el ms.: «inclinan». 278 joya: «Cosa que se da por reconocimiento o como premio de algún servicio» (DRAE). 279 Estamos ante otra muestra de la predilección de nuestro autor por la doctrina de san Pablo sobre la militancia en Cristo. 280 Conjetura, ya que hay una mancha en el ms. 281 despejo: «Arrojo, temeridad, audacia, atrevimiento, osadía» (Aut.) 282 Conjetura, ya que hay una mancha en el ms. 283 No se puede conjeturar lo que falta, ya que hay una mancha en el ms.
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tan varonil, y tan bien dispuesto, merecerá bien el nombre de cuerdo, prudente y discreto virtuoso, y más, si en las prosperidades no se ensoberbece, ni en las adversidades, miserias y angustias se abate.Y para que más bien alcance estas propiedades tan necesarias para usar de la virtud con discreción, cuando más quieta tenga su conciencia, se las pedirá a Dios con toda humildad, mediante las oraciones que nuestra madre la Iglesia tiene recebidas, y la que el Angélico Dotor Tomás de Aquino ordenó tan elegante como devota, en que con especialidad se las pide284. Que haciendo esto con piadoso afecto, podrá esperar el efeto de aborrecer el pecado, temer la ocasión, desconfiar de sí, fiarse de Dios que así le dará discreción con virtud, para que suba adonde le goce [fol. 31].
284 Se refiere a la «Oración al Santísimo Sacramento» de santo Tomás de Aquino, anteriormente aludida (fol. 13).
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[I.3] DISCURSO TERCERO DEL VIRTUOSO DISCRETO
DE LOS SACRAMENTOS DE NUESTRA SANTA MADRE IGLESIA § 1 El cristiano será virtuoso y discreto si considerare sus jornadas dende nacer hasta morir, y los caminos que en estas jornadas ha de hacer. La primera jornada es del no ser al ser concebido y ser decendiente de Adán. Considere que junta mente cobra el hombre, con la naturaleza que recibe y hereda, la culpa que Adán cometió285, y es por ella dino de condenación. La segunda jornada es del vientre en que fue concebido, hijo de Adán y pecador, al vientre de nuestra madre la Iglesia, que son las aguas del santo bautismo, primer sacramento de los siete, con cuyo lavatorio por la virtud que tiene de los merecimientos y muerte de Cristo, queda engendrado hijo de Dios por gracia, queda sarmiento vivo de la virtud Cristo, y con derecho a bienaventuranza. Considere esto y dele muchas gracias al Señor por la merced que mediante este sacramento nos hizo pues, cuando otro empeño no tuviéramos, bastara este para servirle toda la vida, y consideremos que no le quedaron en más obligación ni en tanta los israelitas por haberlos pasado libres por las aguas del mar Bermejo286 y Jordán287, pues hay en esto la diferencia que de la figura a lo figurado, la sombra, a la verdad. Tres bautismos dicen los dotores que hay: uno de agua, que es la puerta general por donde todos entramos en esta Iglesia; otro, de sangre, que es el martirio, los cuales tuvieron fuerza en la sangre y agua, que de el lado de Cristo salió, tras el golpe de la lanza con que, depués de muer-
285
Gén. 1-6. Ex.14, 1-30. 287 Jos. 3, 1-17. 286
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to, le rompieron el pecho288. La fuerza destos es justificar un alma, sacarla de la culpa, dar la primera gracia289, remitirle todas sus culpas, y dejarle tal que, si luego se le alzase el destierro desta vida, podría sin estorbo alguno ir a gozar de Dios. El tercero, y que goza de los mismos efetos, es el bautismo de amor, llamado así por ser una eficaz conversión a Dios, [fol. 31v] un entrañable dolor de culpas, y unas sentidísimas lágrimas lloradas por los pecados, porque anda el amor a vueltas, y si se llama de fuego es porque con esta agua crece la fragua del amor divino en nosotros. Y esto baste, porque no es mi intención tratar de los sacramentos como los sumistas, antes remitir el cristiano a ellos para lo demás. Solo diré en cada uno estas consideraciones que debe hacer el cristiano en estas jornadas. De las cuales la tercera es del bautismo al sacramento de la confirmación, en la cual, por lo ordinario, como no hay uso de razón, ni tiene el niño cumplida o perfeta libertad, no merece ni desmerece aunque sí recibe gracia y, si le recibe en edad capaz, podría merecer. En ella el Espíritu Santo con la gracia queda y el confirmado recibe la arma para lo que le resta de camino dende la confirmación a la muerte. Porque este camino es guerra y milicia con los enemigos de Dios que son los apetitos del cuerpo, con el mundo y demonio. Aquí, para mayor fortaleza, se ha de considerar que, como los peces viven en el agua y sacándolos della mueren, el alma debe vivir en las del santo bautismo y en la sangre de Cristo290.
DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA § 2 En este camino y jornada suelen, por la fragilidad humana, enfermar las almas del mal de la culpa más y menos gravemente por pecados veniales y mortales, por heridas que el enemigo da. Para curar de las cuales instituyó Cristo el antídoto y medicina de salud verdadera en el 288
Jn. 19, 34. La fuente de este pasaje de Jiménez Patón se halla en la Suma Teológica 3, 62, 5 y 3, 66, 3 de santo Tomás donde dice: «Los sacramentos de la Iglesia nacieron del costado de Cristo suspendido en la cruz». 289 Sigue Jiménez Patón la doctrina católica de que los sacramentos confieren la gracia, a diferencia de Lutero que niega tal posibilidad. 290 A continuación hay en el manuscrito una línea tachada ilegible y la expresión «gobernada con el espíritu de Cristo». Siguen dos líneas tachadas, también ilegibles, hasta el final del párrafo.
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sacramento de la penitencia, donde se renueva el alma con el baño de las lágrimas y arrepentimiento doloroso de los males cometidos, y con el confortativo del propósito de nunca más pecar. Esto se perficiona con el corazón contrito y humilde, confesión verdadera, y satisfación cumplida.Y, aunque todas [fol. 32] estas tres partes lo son de la penitencia, se alza con el nombre esta última porque es la que la perfeciona. Hácese cumpliendo lo que manda el confesor, y llevando con paciencia los trabajos que Dios nos envía, y escogiendo voluntaria mente ejercicios de mortificación. Estos conviene que sean consultados con discretos confesores porque, de no hacerse con tal juicio, suelen, imprudentes, algunas almas ocuparse en mortificaciones que más estorban el servicio de Dios. Ni por esto se tomen licencia para dejar de mortificar la carne con ayunos, diciplinas, menos precios y otras aciones saludables y no vanas e inútiles, porque la verdadera penitencia ha de ser discreta y, siéndolo, sana del mal que afligía, y preserva de los que amenazan, dando fuerzas al alma para recebir al manjar del cielo en la hostia consagrada. Acerca de la confesión vocal, para cumplir con el asunto y título deste tratado, se note —fuera de lo que las sumas enseñan en las condiciones de pura, clara y breve y bien ordenada— que a la humildad pertenece la reverencia interior que al confesor se debe tener, como a Cristo, Nuestro Señor, a quien representa; y las palabras que suenen con mucho respeto y no escusen los pecados, ni los solapen, ni los aligeren, echando la culpa a la mala inclinación y costumbre, ni a la flaqueza de la carne, ni a la ocasión que se ofreció, ni a la mala condición de otros. A sí mesmo se ha de culpar, y no con esageraciones, como los que dicen: «Acúsome que soy el mayor pecador de todo el mundo, que he cometido infinitos pecados, que he mentido mil millones de veces, que juro, maldigo y ofrezco291 a cada paso». Ni tampoco confesar por negativa, como diciendo: «Acúsome, padre, que yo no juro, ni Dios me dé tal gracia. Yo no quebranto las fiestas, ni quiero mal a nadie etc., antes me pesa de oír jurar, y tengo gran devoción en la misa y me compadezco de los pobres etc.». No se han de confesar las buenas obras que hicimos porque es vanagloria, ni se han de repetir virtudes sino culpas. No se ha de interrumpir al confesor cuando aconseja o reprehende diciéndole: «Tiene vuesa merced razón; bien señor; sí padre; muy enhorabuena; ¡qué me place!; ya 291
ofrecer: «En el estilo jocoso se entiende por entrar a beber en la taberna»
(Aut.).
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lo sé que ofendo mucho a Dios; dígame más de eso; no me riña tanto; óyame292 vuesa merced; no me turbe; ya no me acuerdo de nada» y otras impertinencias semejantes. No se han de decir las consideraciones, [fol. 32v] los razonamientos, los coloquios o oraciones que hacen a Dios cuando se ven en algún trabajo, tentación o desconsuelo, ni se han de referir los consejos, reprehensiones o avisos que dan a sus hijos, criados o amigos. Ni se han de acusar en los defetos de las virtudes como: «Acúsome que no tengo tanta humildad, paciencia o mortificación como pudiera, ni tanta fe, esperanza y caridad como Dios quiere». Clara no será la confesión, o confesando pecados y culpas ciertas con palabras dudosas, o por condicionales o por circunloquios y términos que no espliquen claramente haber cometido el293 confesante las tales culpas como: «Acúsome si he murmurado, si he mentido, si he jurado etc.; acúsome de las maldiciones que haya echado; mentiras que haya dicho y palabras ociosas que haya hablado; de los pensamientos deshonestos que se ofrecen; de las sospechas que se tienen; de los juicios que se echan y no se desechan como es razón; de las faltas en oír misa; del tiempo perdido; de las iras e impaciencias; de las imaginaciones; de todo lo que es ofensa de Dios; y de todo lo que el día del Juicio me tienen de acusar mundo, demonio y carne etc.». Porque con este modo no se confiesa claramente haber hecho lo que se dice, ni se da materia cierta sobre que caya294 la forma de la asolución. La pureza de la confesión falta en no llevar buena intención, como confesar por temor de la infamia, o de la descomunión, o por decirle al confesor algunas libertades, o por murmurar, o por solicitarle295, etc. que eso es de almas dejadas de la mano de Dios, mas aun por otros fines como es hacer lo que hacen otros por la buena opinión, porque le tengan por santo o porque le favorezcan, etc. Ni en la confesión se ha de infamar a alguien, ni aun nombrar sin ser menester, antes se ha de procurar todo lo posible que el confesor 292
óyame: ‘óigame’. Hay una tachadura en el ms. 294 caya: ‘caiga’. 295 solicitar: «Requerir y procurar atraer a amores con instancia a alguna persona» (Aut.). Los intentos de acercamiento sexual durante la confesión están condenados por el derecho canónico, el llamado crimen sollicitationis (canon 904), aunque las disposiciones se refieran a la figura del confesor, Jiménez Patón curiosamente advierte al penitente. Sobre la solicitación, ver Haliczer, 1998 y Sarrión, 1994. 293
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no entienda quién es el cómplice. Desta condición y las dichas, nace la brevedad que es no quitar lo necesario, ni decir lo ocioso. No se han de acusar generalidades como diciendo: «Acúsome de todo aquello que Nuestro Señor sabe que le he ofendido, y de lo que no se me acuerda. De todos los pecados así mortales como veniales de toda mi vida». No se ha de decir a cada [fol. 33] pecado: «Digo a Dios mi culpa». Ni al fin de cada uno: «De lo cual me pesa bien y verdaderamente y pido a Dios perdón y asolución y penitencia», porque esto es para el fin de toda la confesión, y aquella para el principio una vez sola. No se han de preguntar dudas si no son tocantes a aquella confesión, ni se han de pedir consejos, ni consultar devociones o penitencias, o referir escrúpulos en días de prisa sino cuando el confesor señalare, o cuando estuviere desocupado, o pidiere licencia para ello. No se han de contar historias, ni faltas ajenas, ni la mucha razón que tuvieron para airarse etc. Ni se han de referir penas, trabajos, enfermedades, desgracias, etc. No se han de ir tan despacio que esperen tras cada palabra que el confesor les diga: «Adelante, ¿qué otra cosa?, ¿hay más?»; ni tan aprisa que no den lugar que se les diga lo que conviene. Lo que se pudiere decir en una palabra, no se diga en más. Ni se han de decir las circunstancias que preceden o se siguen al acto principal sin mudar especie296 en una mesma ocasión, como, si fornicó, basta decirlo y el estado de la persona con quién y el número, sin decir: «la beso y abrazo», etc. Aunque si no fornicó, pecados son por sí y entonces habrá necesidad de decirlos, porque ya no fueron circunstancias sino pecados por sí. Lo uno y otro se alcanza con el buen orden de decir los pecados, procediendo por los diez mandamientos en las confesiones generales o largas, según el memorial primero de pecados mortales, o por pensamientos, palabras y obras en las breves, también por pecados veniales, procediendo, si hubiere, mortales. Esto me pareció convenía repetir aunque lo hayan advertido otros297, porque se escusen impertinencias y hagan una discreta y virtuosa confesión.
296 mudar especie: ‘variar, cambiar especie’. Locución muy usada en teología moral: «Plus minus non mutat speciem». Equivale a: «Ni el más ni el menos hacen lo malo bueno». 297 Entre estos, además del Catechismus Romanus (1566) que mencionará en el párrafo siguiente, fue famosísimo el tratado de «el Doctor Navarro», Martín de Azpilcueta (1492-1586), llamado así por haber nacido en Barásoain (Navarra). Es
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DEL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA Y DE LA ESTREMAUNCIÓN § 3 Con esto se dispone el alma para la sagrada comunión, en la cual se comunica el celestial mantenimiento para andar estos caminos y jornadas, que con él se mantiene el alma y sustenta en vida de gracia; en él se le da en comida y bebida el cuerpo y sangre de Cristo, aunque le basta al cristiano recebille [fol. 33v] en una especie de pan, como lo tiene ordenado y en costumbre la santa Iglesia. El cristiano debe atender a manifestar reverencia y tenerla en el alma acerca de todas las cosas espirituales y divinas, como son templos, libros santos, cruces, imágines de santos, personas sagradas y santos sacramentos y, sobre todo, se debe suma reverencia a este santo sacramento del altar llamado eucaristía, de suerte que acuda el alma con la consideración a Cristo en el divino sacramento298 de la iglesia más cercana, viviendo debajo de su proteción. Hase de llegar a recebir este Santísimo Sacramento limpio de toda culpa mortal y aun venial, con verdadero dolor y arrepentimiento de las culpas cometidas, y firme propósito de la enmienda, mediante la confesión vocal299. Aunque, si está ya para comulgar y no se puede quitar sin nota300, basta haga un acto de contrición del pecado o pecados mortales que hubiere hecho de la última confesión, y comulgue con propósito de confesarse lo más presto que pudiere. En cuanto a frecuentar este divino sacramento, consulte a prudentes confesores porque, aunque es santo comulgar cada día, ocasiones habrá que sea más reverencia dejar de comulgar aunque no lo impidan culpas mortales porque, sin estas, suelen ofrecerse inquietudes temporales que, comulgar en ellas, ostentan poco respeto, debiéndose muchísimo a tan alto sacramento. Al menos yo advertiría que, si bien el cristiano no comulgare cada día, esté dispuesto para poderlo hacer, como dice el Catecismo el autor del Compendio del manual de confesores y penitentes (Valladolid, D. Fernández de Córdova, 1586) que gozó de un extraordinario éxito en su tiempo con cinco ediciones en español, una en portugués y treinta y ocho en latín. El saber teológico y canonista de Azpilcueta fue muy apreciado hasta el punto de ser nombrado consultor del papa Pío V (1566-1572). Jiménez Patón lo mencionará en la dedicatoria a sus discípulos del estudio de Villanueva de los Infantes (fol. 63v). 298 Hay una tachadura entre sa/cra. 299 Hay una tachadura en el ms. 300 quitar sin nota: en el sentido de ‘irse sin dar lugar a escándalo o murmuración’.
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Romano301, así le entrará en provecho comulgar espiritual, si sacramental no fuere. Mucho me conformo con aquellos que aconsejan a seglares morigerados que comulguen de ocho en ocho días, procurando aquel día que comulgan, vacar302 a Dios más que [a] los otros porque, aunque se sirve Su Majestad de que cada uno acuda a las obligaciones de su familia, estado y casa, no tengo por acertado que en el tropel destos cuidados comulguen, antes deben desocuparse dellos para esto, siquiera por algún tiempo. No sea la frecuencia de la comunión más por ostentar virtud que por verdadera devoción, ni sea por costumbre más que por aumento [fol. 34] de virtud y gracia. Conocerase en el efeto de mortificación, paciencia y sufrimiento porque a las almas que, en comulgando por pequeña ocasión o por grande, con hijos, criados, familiares o estraños tienen impaciencias, iras y descomposturas o alegrías lascivas, más bien les estuviera abstenerse de comulgar que frecuentar tan alto sacramento, porque es gran menosprecio que se hace y faltar a la reverencia que a su grandeza y majestad se le debe. Pues, ¿qué se podrá decir de la comunión de los sacrílegos agapetas que enseñan que al tiempo de la elevación del Santísimo Sacramento, por ceremonia y rito, se han de cerrar los ojos, y dicen que cuando comulgan han de recebirse muchas formas para recebir mucho Dios, porque en pocas se da poco, y que la que con más formas comulga es más perfeta? Y con esto enseñan otras malas dotrinas, erróneas, heréticas y escandalosas que las almas cristianas han de huir como pestilencia. Estas malas dotrinas y esotros abusos ha de reformar no solo el virtuoso discreto mas el cristiano. Y con este cuidado, no estando descomulgado y no teniendo conciencia de pecado mortal, con el recogimiento dicho, en ayunas, y con ansias de agradar a Dios, frecuente este santísimo sacramento a satisfación del confesor prudente, advirtiendo —digo, otra y más veces—, que comulgue en día que pueda recogerse un rato —porque es cosa de singular importancia—, adorando a Cristo presente, ofreciendo sus potencias y entregándolas para que todas sirvan a Su Majestad. Y en los días que no comulga, dedicando sus cuidados 301 Alude al Catechismus Romanus (1566), más conocido como el de san Pío V, elaborado durante el Concilio de Trento como respuesta, en parte, a los dos catecismos de Martín Lutero. 302 vacar: «Dedicarse o entregarse enteramente a un ejercicio determinado» (DRAE).
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para que, aun los temporales, sean para servirle; haciéndose en gracia suya, atienda en todo lo que determina a su uno y olvide todo lo demás. Los que tienen estado y ocupaciones o empleos de perfeción, con la frecuencia deste santísimo sacramento, debiendo estar más humildes y mortificados, suelen, con espíritu de soberbia, desestimar a los que no la tienen ni tratan de cosas tan perfetas. Y los que tienen empleos de menos perfeción, envidian y desean otros más perfetos. Esto, por lo ordinario, procede de espíritu de inquietud con que el demonio, a los unos y a los otros, les quita el fervor y la paz de la conciencia. El camino más seguro es atender a su uno; hacer eleción y estimar en todo el cumplimiento de la divina voluntad; y el que trata de cosas menos perfetas, [fol. 34v] estendiéndose a sí mesmo, entregando toda su voluntad a la de Dios y apercibiéndola para todo aquello en que Dios le quisiere emplear do303 tiene merecimiento de cosas muy perfetas. El que trata de lo muy perfeto no tiene por qué desestimar al que vive empleado en cosas de menos perfeción pues, haciéndolas perfetamente, alcanzarán igual perfeción de gracia y caridad, y muchos la alcanzan mayor, empleados en cosas menos perfetas que otros de muy perfeta profesión. Así también, aquellos que comulgan menos veces, háganlo entonces con la devoción, fee y pureza que deben. Será posible les entre en tanto y más provecho que los que tienen mayor frecuencia, si acaso les faltan los requisitos. Y los que, por consejo de sus confesores, se detienen en comulgar esperen de aquella obediencia el premio que en el comulgar se les había de comunicar, pues es poderoso Dios a darlo y el mismo está vertiendo gracias en la hostia, aunque no se reciba. En este camino es la quinta jornada de la muerte al juicio de Dios, en que vamos de Dios padre a Dios juez. Para la cual y para la partida, nos da el santo sacramento de la unción con que también se nos aplican los merecimientos de Cristo y recebimos gracia. Úngennos en él con el sagrado ollo304, apercibiéndonos para la lucha y pelea última que hemos de tener con el enemigo común de las almas.Y la unción nos está asegurando la divina misericordia del nombre del Altísimo que es aceite vertido, si nuestra disposición es la que debe para ganar en aquel último
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do: «De donde» (DRAE). ollo: ‘óleo’.
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trance la corona, por haber peleado ligítima mente, y la joya305 por haber corrido con ligereza cuidadosa. Y el juez le recibirá con el ramo de la vitoria dándolela en buen hora.
DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO Y DEL SACERDOCIO § 4 Es justo el Señor y suave pues a cada uno le dio libertad para la eleción de su estado, con más y menos grandeza o dificultad a quien [fol. 35] corresponde mayor o menor premio. A los que tienen espíritu generoso de virtud les señaló el estado y sacramento del sacerdocio, a quien se reduce el de cualquier género de religiosos y religiosas. Estado de mayor perfeción y de quien se entienden las palabras de Cristo en favor de María cuando satisfizo a Marta en sus quejas, diciéndole que su hermana había escogido la mejor parte306. Esto es la vida contemplativa, que es más propia deste estado, aunque, en algunas personas dél, se hallan también los méritos de la activa307 porque, en lo que les es posible, imitan a la Virgen Santísima, señora nuestra, que esto nos declara nuestra santa madre Iglesia, acomodando308 el Evangelio, que es historia de las dos, a la su vida y tránsito desta vida a la eterna, dándonos a entender que la Reina de los Ángeles, en las dos maneras de vida activa y contemplativa, había alcanzado la suma perfeción. Este estado de sacerdocio y religión pide, para su perfeción, grande circunspeción, advertencia, sabiduría y cuidado en todo y, aunque en cualquier cristiano no cae mal la inorancia, en los sacerdotes es abominable; mas porque en todas lenguas hay muy doctas instruciones de sacerdotes, bien escusado estaré yo en no alargar este discurso porque en los de los otros se forma un sacerdote309 virtuoso cual conviene que sea310.
305 joya: «Cosa que se da por reconocimiento o como premio de algún servicio» (DRAE). 306 Lc. 10, 42. 307 Se entiende «vida activa», es decir, ocupada en los negocios del mundo frente a la contemplativa, citada anteriormente. 308 acomodar: «Componer unas cosas con otras» (Cov.). 309 Hay una tachadura entre cer/do. 310 El mismo Jiménez Patón trata con detalle el tema en Perfecto predicador, cap.V: «De las propiedades que ha de tener el predicador perfeto, así corporales como no corporales» y cap.VI: «De cómo los predicadores son cielos», pp. 219-229.
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El matrimonio sacramento trátese santamente y no se aprueben dichos satíricos con nombre de graciosos que huelen y saben a errores y, a veces, [son] heréticos, como los de aquellos descolmugados maestros —de quienes dijimos—, que aconsejan y mandan generalmente a las doncellas que hagan voto de no casarse, persuadiéndolas también a que no entren religiosas —sintiendo mal deste sacramento y de las religiones—, diciéndolas que las siervas de Dios han de resplandecer en el siglo fuera de la religión y otros heréticos errores repetidos, aunque no son dinos dello, mas es forzoso reprehender dotrinas semejantes que Satanás introduce por medio de tales ministros.Y en comedias y entremeses se debían corregir y reformar algunas invectivas que, con311 so color de gracias, se dicen contra este estado santo312, y las licencias de algunos maldicientes satíricos, sin dalles permisión a ello, ni aplaudilles a sus insultos [fol. 35v] y erróneos donaires porque el estado es santo; y, si hay malos casados que den ocasión y materia a tales conversaciones, la culpa procede de su mala condición, como también hay malos sacerdotes y malos religiosos, en un estado tan altísimo, lo cual procede de no atender cada uno a su uno porque si —como queda dicho— se advirtiera, en el estado más humilde tiene a mucha ocasión de merecer y granjear gloria. Si la suerte del casado o la casada fuera tal que parezca mala en ser la condición áspera y de malos resabios, vénzase todo, procurando paz y paciencia, que la da Dios a quien con buenos deseos se la pide; considerando que, si for[z]osamente313 había de elegir estado de matrimonio, pudiera encontrar con peor compañía, por mala que le parezca, y no arrepintiéndose de que tal estado le haya caído en suerte porque, si bien es más perfeto el de la religión, es de mayores obligaciones y peligros. Con estas consideraciones, amando a su consorte y mostrándole amor en obras y palabras y conformándose con la voluntad de Dios, llevará su cruz con la esperanza del premio y será de los casados que ama y estima Dios, discretos y virtuosos, como los ha habido muchos en su Iglesia.
311 El CORDE ofrece un solo ejemplo de esta expresión en la Historia de la conquista de la provincia de Itzá (1701) de J. de Villagutierre Sotomayor. 312 El maestro se refiere a ello en Reforma de trajes (1638, fols. 7v y 58v) donde comenta la doctrina de fray Hernando de Talavera. 313 En el ms.: «forcosamente».
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DE LOS ARTÍCULOS DE LA FEE § 5 A la fee —como hemos dicho—, pertenece creer con toda firmeza y como verdades de Dios que no pueden faltar, todo lo que nos propone la santa madre Iglesia, la cual no puede errar por ser regida y gobernada por el Espíritu Santo. Y la suma epilogada nos la da en la oración del Credo que ordenaron los apóstoles sagrados o en estos catorce artículos314 que contienen lo mismo. Los siete que pertenecen a la divinidad como son: creer que es un solo Dios verdadero, trino en personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, criador, salvador y glorificador. Los siete a la santísima humanidad de Cristo Jesús, nuestro bien, Dios y hombre verdadero, el cual, en cuanto hombre, fue concebido por [el] Espíritu Santo de Santa María, virgen en el parto, antes y después, y padeció y murió por salvarnos. Descendió su alma [fol. 36] santísima —dejando el cuerpo en el sepulcro, aunque cuerpo y alma acompañados de santísima divinidad— a los infiernos y sacó las almas de los santos padres. Resucitó al tercero día. Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre todo poderoso, y ha de venir a juzgar vivos y muertos, premiando con gloria eterna a los buenos, y a los malos con pena sin redención. También son otros siete artículos de fee los siete sacramentos —de quien hemos dicho— y en especial, por escelencia, se dice sacramento de fee el del altar.Y es de fee todo aquello que por tal nos enseña nuestra madre la Iglesia cuya cabeza es el sumo pontífice romano. Es de fee todo lo que los libros declarados canónicos por dicha madre santa Iglesia contienen en la sagrada escritura del315 Testamento Viejo y Nuevo. Esta fee es necesaria para salvarse el cristiano y sin ella no puede, ni con ella sola puede, porque será fee muerta si no la acompaña con la esperanza que debe poner en Dios y con las obras que ministra316 la caridad317. 314 Fray Luis de Granada divide el credo en doce artículos, si bien admite que otros suman catorce, afirmando: «y en esto va muy poco, pues no hay palabra de más ni de menos en los doce que en los catorce». Ver Del fin del hombre y de las virtudes necesarias para alcanzarle, lib. 2, cap. 18, p. 314. 315 Hay una tachadura en el ms. 316 ministra: ‘administra’. 317 Alude al «Decreto sobre la Justificación» (Sesión sexta, 13 de enero de 1547), que fue central en el desarrollo del Concilio de Trento.Ver Denzinger/Hünermann, 2006, pp. 487-504.
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En los misterios de fee no ha de ser el fiel tan curioso que le confunda la majestad de la gloria, porque tal curiosidad será inorancia y no discreción. El saber ha de ser como aconseja san Pablo, no más de lo que conviene para nuestra salvación318. No se ha de querer reducir a evidencias matemáticas las cosas de la fee porque, cuando fuera posible, se perdiera el mérito. No se han de creer supersticiones que, so capa de religión, quieren introducirse y aquí hay lugar aquella advertencia del axioma común: «Vicio es no creer nada y vicio es creerlo todo319». El que falta en la fee católica es infiel hereje que no solo pierde la gracia y caridad, mas se condena por cismático réprobo. El que cree lo que no debe creer es supersticioso. Lo primero huye el cristiano para no dejar de serlo; lo segundo, por no pecar, el virtuoso discreto porque la tal superstición es pecado mortal por quien se priva de la gloria divina. Mediante la fee que el cristiano ha de procurar conservar viva ha de hacer distinción en el respeto y reverencia que a Dios, a sus santos, y a todas las cosas y reliquias sagradas debe, porque la reverencia que debe al mismo Dios, la adoración y culto con que le hemos de venerar y respetar se llama latría y, la que se da a los falsos dioses, idolatría. Esta es la veneración que como a señor [fol. 36v] de todo, primera causa, criador y salvador, hemos de mostrar en todas nuestras acciones, oraciones, sumisiones, y de humildad y debida sujeción. Esto se le da con levantar a Él nuestro corazón como autor de todo bien, inclinar las rodillas, golpe de pechos, y otras semejantes muestras. Esta misma reverencia se debe a Cristo Dios-hombre, y a su sagrada imagen, al Santísimo Sacramento del altar, a la cruz sagrada320, a todos los instrumentos de su Pasión, a la Sábana Santa321 y sudario llamado 318 Rom. 12, 3. Volverá a mencionar este lugar en la segunda parte del texto (fol. 67v). 319 Proverbio del Liber de moribus, atribuido erróneamente a Séneca. Véase Ps. Sen. Mor. 78. 320 Jiménez Patón en la Decente colocación de la santa cruz, alude a la veneración de la santa cruz por parte del rey Felipe III: «[…] que tanto veneró esta sagrada señal, como a Cristo crucificado, por saber que a la Santa Cruz se le debe la misma adoración y culto de latría, por representarnos al mismo Dios Hombre, como se le debe al Santísimo Sacramento del altar» (fol. 8v). 321 Se refiere a la Sábana Santa de Turín. Juan Acuña del Adarve, catedrático de Teología en la Universidad de Baeza y amigo de Jiménez Patón, a quien este dedica el Instrumento necesario, escribió unos Discursos de las efigies y verdaderos retratos non manufactos del santo rostro y cuerpo de Cristo (Andújar, 1637). Alude a la Sábana Santa a partir del Discurso 43 hasta el 50.
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Verónica322 y, finalmente, a lo que nos representa a Dios o a Cristo. Y adviértase que el golpe de pechos es propio desta adoración y culto, y a que algunas otras ceremonias tenga comunes con las adoraciones inferiores que diremos, porque el golpe de pechos corresponde al Miserere, y esto solo a Dios se debe decir. A la Virgen y a los demás santos decimos: Ora vel intercede pro nobis. Esta es la razón que, aunque el ordinario modo de hablar diga: «la misa de san Pedro», «la de san Joan», etc., lo cierto es que el sacrificio se hace y debe a Dios aunque en honra de los santos se ponen oraciones, especial del de aquel día o del de nuestra devoción, poniéndole por intercesor para con Dios. Hay otro género de respeto y reverencia debida no como a ator323 de gracia ni primera causa, mas como a santidad que en pura criatura más cercanía tiene a Dios por las muchas gracias y prerrogativas que Él mismo le tiene comunicadas con superioridad y escelencia a las demás criaturas. Esta veneración, adoración y culto se llama hiperdulía y se debe a sola la Virgen Santísima, María, señora nuestra, madre de Dios y de pecadores, a las imágenes santas que la representan, a las reliquias preciosas de sus vestidos, cabellos, sangre o leche etc. Tercer modo de respeto es el que se debe a los ángeles y santos, a sus imágenes y reliquias sagradas por cuya devoción, intercesión y favor Dios nos hace favores y mercedes. Esta reverencia que debemos y damos así, llama la Iglesia dulía y los fieles deben advertirla.
322 Acuña en la obra citada en la nota anterior analiza con gran precisión los tres retratos conservados de Cristo: el enviado al rey Agabaro de Edesa, la llamada Verónica y la Sábana Santa. Afirma que el segundo, debido a la doblez del paño con el que la compasiva mujer enjugó la cara de Cristo en su Pasión, se guarda en la catedral de Jaén y se le rinde culto el 16 de agosto. El autor arremete contra Jiménez Patón, «el amigo de los primeros estudios, persona de mucha erudición y de continua y varia lección de libros», quien, sin duda mal informado «en esto como en otras muchas cosas», afirma en su Historia de Jaén, ser una réplica del de Agabaro y celebrarse su fiesta el 15 de agosto.Ver Discurso 38, 2, fol. 234v. Por otra parte, el maestro en el Discurso de los tufos, copetes y calvas, fol. 35, ofrece un detalle del rostro en cuestión: «Y, lo que más es, Cristo Jesús Nazareno, maestro y bien nuestro, no solo los pinceles de los hombres pero aquella celestial y divina estampa que nos dejó dibujada de su santo rostro en el lienzo de la santa mujer Verónica y en el que imprimió para que se llevase al rey Agavaro de Edesa, que hoy están y se muestran en la santa iglesia de Roma, madre de las demás de los fieles, y en la de Jaén, nos le representan con barba larga y tendida». 323 ator: ‘actor’.
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DE LAS VIRTUDES TEOLOGALES Y CARDINALES § 6 Hemos advertido las cosas que pertenecen a la fe la cual es el fundamento, [fol. 37] principio y raíz de la «justificación»324. La esperanza es quien nos sustenta en la conservación suya y de las demás virtudes, teniéndola cierta de la palabra de Dios, que no puede faltar en las suyas. La caridad es por quien nos conservamos en gracia, y es la mayor de las tres porque dura a par de325 Dios326. La fee y la esperanza duran mientras la vida humana, pero la caridad a par de Dios. La fee enseña a creer. La esperanza, a sufrir. La caridad, a amar. Adviértase que no puede tener verdadera caridad quien no sabe compadecerse, ni se compadece de veras; quien, pudiendo remediar, no remedia.Y cuando no pueda hacer limosna corporal o espiritual deséelo y considere la que él recibe de Dios, estando libre de todos los males y calamidades que pudiera padecer. Para conservar esta virtud [y] las demás, ayudan mucho las cardinales, usando dellas con discreción. La prudencia es la primera; esta es la discreción, la que a las demás gobierna.Toda esta obra, dende el principio hasta el fin, contiene el oficio y partes desta virtud porque es tal que, siendo la que debe ser, hubo filósofo que afirmó era bastante a hacer un hombre bueno con perfeción y, por consiguiente, bienaventurado, y en prueba hizo esta gradación o sorites327: «El que es prudente es templado, el templado constante, el constante sin perturbación ni pasión, el no apasionado siempre está 324 Jiménez Patón ha dicho en el fol. 11v del presente texto: «A la fe pertenece creer con toda firmeza y como verdades de Dios que no pueden faltar, todo lo que nos propone la santa madre Iglesia, la cual es congregación de fieles que tienen por cabeza al romano pontífice». De modo similar se expresa en el fol. 36. Por «justificación» alude al concepto que explica el «Decreto sobre la Justificación», central en el Concilio de Trento, al que ha aludido en otros lugares del libro. 325 a par de: ‘junto a’. 326 1 Cor. 13, 13. 327 sorites: «Raciocinio compuesto de muchas proposiciones encadenadas, de modo que el predicado de la antecedente pasa a ser sujeto de la siguiente, hasta que en la conclusión se une el sujeto de la primera con el predicado de la última» (DRAE). Jiménez Patón aclara en su Elocuencia española en arte, fol. 41, con su peculiar estilo: «Se dice Gradatio o Scala, en griego Clymax, y así dijo una redondilla castellana cuyo autor ignoro: “No hay amores sin servicio / servicio sin esperanza / esperanza sin mudanza / ni mudanza sin indicio”». Cicerón se refiere a los sorites en Div. 2, 11 y en Fin. 4, 50, afirmando que nada hay más vicioso. En consonancia, Erasmo califica el término de «argucia dialéctica», Elogio de la locura, p. 131.
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alegre, el que dura alegre es bienaventurado, luego el prudente será bienaventurado328». Así pues esta virtud ha de ser y dar la medida a las demás. Bien será que esté en su perfección; que ni la mengüe el defeto ni la destruya la demasía, contentándose con no querer saber más de aquello que basta para no perder su nombre329, porque procura con su máscara disfrazarse el vicio de la malicia, astucia y cavilación, y entonces no será el que della usare prudente, ni discreto con verdad ni propiedad, antes por escasez de los términos de la reta330 prudencia será y le darán nombre de astuto, mal sabido, malicioso, curioso con viciosidad, escudriñador de males, malo, enfadoso, hombre de muchas dobleces, artero, raposo, mañoso, enemigo de sencillez y bondad, acreditador de culpas, emplastador331, enlabiador332 y engañador. Y finalmente, como la verdadera discreción [fol. 37v] y prudencia hace al hombre bueno, esta, fingida y contra hecha, le granjea333 por sus obras disfrazadas, fingidas y contra hechas, y da licencia a que todos, a boca llena, le apelliden mal hombre, perverso y caviloso334. Porque esta es prudencia de carne de quien dice el Apóstol que es muerte335 y de quien el príncipe de la Academia de Atenas336, referido por Cicerón, esclama: Scientia quae est remota a[b] iustitia cal[l]iditas potius quam sapientia est apellanda337.
328
Ver Albertanus Brixiensis, De amore et dilectione Dei… lib. IV: De amore et dilectione rerum incorporalium, cap. XVIII De prudentia. 329 Aserción basada en el texto de san Pablo (1 Cor. 3, 18-20). 330 reta: ‘recta’. 331 emplastador: ‘emplastar’. «Empantanar, entorpecer el curso de un negocio» (DRAE). 332 enlabiador: ‘enlabiar’. «Atraer, alucinar, tener suspenso y en cierto modo engañado a alguno con la elocuencia y energía de las palabras y discursos» (Aut.). 333 granjear: «Vale también adquirir y lograr alguna cosa por medio de otra […] Metafóricamente vale ganar, adquirir o lograr el afecto, voluntad o benevolencia de otro a fuerza de halagos, caricias o sumisiones» (Aut.). 334 caviloso: «El que trata con engaño, malicia y doblez» (Cov.). 335 Rom. 8, 6-13. 336 Se refiere a Platón. 337 Cic. Off. 1, 63.
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DE LA JUSTICIA § 7 La justicia se ejercita dando a nuestros prójimos lo que se les debe, lo cual no solo ha de ser con la obra mas con la voluntad y deseo y, muy especialmente en esta parte, se debe atender a que por ningún camino con nuestras obras, ejemplo y proceder, seamos a los prójimos atolladero ni ocasión de caída, esto es, piedra de escándalo. Mírese mucho en que, con palabras o con ademanes o por otros medios, no desminuyamos su honra y buena reputación, porque esta es una338 virtud que consiste en la constante voluntad que se muestra en dar a cada uno lo que es suyo. Della dice san Jerónimo que su nombre contiene todas las especies y diferencias de las demás virtudes339 y lo prueba con esta gradación: «La justicia no es otra cosa que no pecar. No pecar es guardar la ley de Dios. La ley de Dios consiste en dos maneras de precetos: negativos y afirmativos. Los negativos prohíben lo malo que debemos no hacer. Los afirmativos mandan lo bueno que tenemos obligación a seguir. El cumplir esto es propio de la justicia y luego en ella se encierra todo género de virtud340». Con ser tan grande virtud, hay vicios que se atreven a disfrazarse y mentir que son ella, porque hacen muchos agravios aquellos que más debían mirar por la retitud desta virtud y los afeitan341, diciendo que procede del oficio de la justicia, siendo injusticia notoria, o ya por esceso o ya por falta, o por omisión o comisión porque, no solo en hacerlos mas en no evitarlos y escusarlos [fol. 38] —los que otros hacen—, pudiendo, hay injusticia grande. Justicia es que aquel a quien se dio algún dinero en confianza lo dé a su dueño, mas si él lo convidó a que le guardase una espada o otra cualquier arma ofensiva, si se la pidiese estando con braveza y locura, no solo no será injusticia el no dársela, mas será falta de justicia entregársela342.
338
Aparece tachado en el ms. «constante». Aristóteles en la Ética Nicomáquea 5, 30 aduce el proverbio «En la justicia están incluidas todas las virtudes», que se halla también en Teognis 147. Cf. Erasmo, Adagia 2, 3, 73 «Iustitia in se virtutem complectitur omnem». 340 Véase Virginitatis laus 13, 5, una epístola atribuida a San Jerónimo. La traducción final de Jiménez Patón es muy libre, ya que dice en latín: «Quod est dicere: recede a malo et fac bonum» (Sal. 36, 27). 341 afeitar: «Adornar, componer, hermosear» (DRAE). 342 Cic. Off. 3, 95. 339
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Cumplir lo que se promete es cosa justificada pero tan injusto puede ser lo prometido que consista la injusticia en el cumplimiento, o al que lo prometió o por daño que a la persona que se prometió puede causar el cumplimiento de lo prometido. Porque hay ocasiones que truecan la justificación de la cosa, y alguna pudo tener al tiempo del prometer, y al de el cumplir, faltarle. También proceden injusticias de maliciosas interpretaciones del derecho, estas son cavilaciones y calunias por quien se dijo qu[e] en la guarda del rigor del derecho consiste la suma injusticia343. Esto no es juzgar sino engañar. Otras cauciones344 y engaños tienen los cavilosos y arteros que, cuando más injusticias hacen y cometen, quieren que los tengan por más justos y buenos. Pues, ¿qué diremos de los que, so capa de justicia, ejercitan sus venganzas y aun, para poderlo hacer a su sabor345, procuran oficios de jueces? ¿y de los que, so color de bondad y misericordia, dejan de castigar a los que son muy dinos dello? De suerte que —como dicen— unas veces por carta de más y otras por carta de menos346, se peca en la ejecución desta virtud, y para el acierto es necesario ir muy medidos con el medio, como lo dijo el filósofo347 porque, de no hacello, se dará en la iniquidad e injusticia, vicio que se quiere mentir justicia, según lo del poeta: Insani sapiens nomen ferat, aequus iniqui, ultra quam satis est, virtutem si petat ipsam348.
343
Se refiere a Summum ius, summa iniuria. Ver Cic. Off. 1, 33. Cf. Erasmo, Adagia 1, 10, 25. 344 caución: ‘cautela’. «Astucia, maña y sutileza para engañar» (DRAE). 345 a su sabor: ‘a sabor’. «Al gusto o conforme a la voluntad y deseo» (DRAE). 346 por carta de más o de menos: «Frase figurada y familiar con que se nota el exceso o defecto en lo que se hace o dice» (DRAE). Correas registra tres variantes de esta frase en algunos de sus refranes: «Piérdese el juego, ni por carta de más, ni por carta de menos»; «Por carta de más o menos / El que yerra», y «Por carta de más, o por carta de menos, se pierden los juegos». 347 Se refiere a la conocida frase «Nada en exceso», atribuida a Solón, a Tales de Mileto y a Pítaco de Mitilene, pero asignada a Quirón y citada más adelante. 348 Hor. Epist. 1, 6, 15-16.
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DE LA FORTALEZA § 8 La fortaleza verdadera consiste en el sufrimiento de las adversidades, infortunios, calamidades y miserias temporales, llevándolas con paciencia por servir a Dios, no imaginando cosa intolerable antes menos preciando [fol. 38v] cualesquier acontecimientos humanos adversos, y más en resistir las tentaciones espirituales, no dejándose vencer dellas. Esta virtud se ejercita contra los enemigos de Dios, hombres y demonios que nos quieren persuadir pecados, atropellando respetos. Sus aciones han de tener por fundamento la confianza del favor de Dios, de tal suerte que no confíe de sí, ni de sus fuerzas y cuidado el cristiano, sino de las promesas de Dios, de su amparo y providencia, y de los socorros que nos da por los merecimientos de Cristo. En las tentaciones, para mostrarse fuerte, no se considere lo que son en su principio sino lo que pueden ser, y lo que serán si no se atajan, y lo que pretende el demonio con ellas, y que cualquiera, por ligera que sea, es suficiente principio de grandes males, y es locura grande fiar de la cortesía del demonio que con tan mortal odio nos aborrece. Es la fortaleza entre atrevimiento y temor, porque temer donde no hay qué es flaqueza y cobardía, el no temer cuando hay qué es temeridad. Fortaleza es no abatirse en las adversidades, ni envanecerse en las prosperidades. La que en la guerra defiende y ampara su patria de la furia de los enemigos; en la paz, los flacos y miserables de los agravios de los poderosos, y a los amigos y compañeros de las violencias de ladrones y desalmados, es la fortaleza que merece llamarse justicia. El fuerte no teme el vituperio propio mas siente los pecados ajenos y, como si hubiera sido causa, llora que el prójimo haya caído en pecados. Acompaña la verdadera fortaleza a la sabiduría y a la justicia. Una y otra se conocen en las ocasiones de adversidades, infortunios, calamidades y trabajos349. Para que esta virtud no pierda su verdadero nombre, ha de restribar350 en el consejo porque, a la que le falta, no le merece tener. Y, si se lo dieren, es adúltero y falso porque hay fortaleza de réprobos y malos como fue la de los tiranos que, por violencias y agravios, se hicieron dueños de repúblicas y reinos351. La de Milón Crotoniata no fue
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trabajo: «Penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz» (DRAE). restribar: «Estribar o apoyarse con fuerza» (DRAE). 351 Ver Jiménez Patón, Comentarios de erudición, («Libro decimosexto»), p. 94. 350
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fortaleza sino temeridad y así pereció en ella352. La de los bandoleros, ladrones, salteadores y facinorosos no es fortaleza sino insolencia, descorazonamiento y falta de temor de Dios. No por las fuerzas corporales, ni por las violencias contra [fol. 39] miserables, ni por los agravios a los opuestos se gana nombre de fuerte, antes por vencer su misma carne, resistir sus apetitos, dar de mano353 a pasatiempos del mundo, llevar trabajos por Dios, no estimar las prosperidades, no hacer caso de adversidades, se adquiere este valeroso nombre y, en una palabra, la mayor fortaleza es vencerse a sí mismo, como la mayor sabiduría el conocerse354. Lo que la justicia busca, la prudencia halla, la templanza posee, la fortaleza ampara y defiende; la justicia en el deseo, la prudencia en el entendimiento, la templanza en el uso, la fortaleza en la ejecución.Y della dice san Agustín: Qui vera virtute fortis est, nec temere audet, nec stulte timet355. De suerte que la grandeza, escelencia y ventaja de ánimo que se descubre en emprender peligros y oponerse a cosas difíciles y llenas de trabajos grandes es la virtud fortaleza pero, si no anda acompañada con la prudencia y justicia y emprende estas cosas y otras semejantes, no por el bien común, sino por sus pasiones, vanagloria o interés humano, no es fortaleza virtud, sino atrevimiento vicioso; y aun, si fuere haciendo agravios o injurias, o dé daños notables, se llama temeridad, crueldad, inhumanidad y tiranía. Por esto le viene bien la difinición que le dan a la verdadera fortaleza los estoicos, diciendo que es la que pelea por la justicia y equidad. Y nadie de los que han alcanzado la honra y nombre glorioso de fuertes le alcanzaron con violencias, fuerzas ni agravios. Y como la prudencia que carece de justicia no es 352 Fue proverbial la fortaleza y arrojo temerario de Milón de Crotona del que se hacen eco multitud de autores que relatan su portentosa fortaleza que le permitía desde aguantar una columna de un edificio antes que se derrumbara, a portar a cuestas un gran toro en un estadio. Jiménez Patón recuerda su temeridad ya que, confiado de sus fuerzas, murió al intentar partir en dos un árbol en el que quedó sujeto. Llegada la noche, y sin poderse liberar de él, una manada de lobos lo mató. Ver Jiménez Patón, Comentarios de erudición («Libro decimosexto»), p. 138 y n. 340. Refiere este episodio, entre otros autores que bien pudiera conocer el dómine manchego, el humanista Hernán Núñez de Toledo en su glosa a la copla CCX de las Trescientas de Juan de Mena (pp. 415-416). 353 dar de mano a una cosa: «Dejarla, no aceptarla» (DRAE). 354 «Conócete a ti mismo» era una máxima escrita en el templo de Apolo en Delfos. 355 Aug. Epist. 167, 2. En las ed. modernas: inconsulte.
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prudencia sino malicia, así el ánimo que se opone al peligro, a la dificultad y trabajos, si lo hace por codicia de honra o hacienda propia y no por el bien común —aunque lo quiera parecer—, no es fortaleza sino atrevimiento loco356, porque los varones valerosos, hombres de ánimo arriscado357 y valiente, siempre son honrados, sencillos, amigos de la verdad y de no hacer agravios a nadie por violencia, injurias ni engaños. Lo que no es de sufrir en algunos a quien la naturaleza dio ánimo aventajado, acompañado con fuerzas corporales, es que, por la mayor parte, se aplican a tiranías [fol. 39v] y desafueros, haciendo agravios a otros, quitándoles hacienda, vida o honra, tiranizando sus mesmas repúblicas, oprimiéndolas con su potencia, quiriendo ser cabezas dellas. Y quien así quiere aventajarse a todos apenas guarda las leyes de la equidad y justicia porque ni dejan vencerse de la razón, ni convencerse por el derecho. Estos se desengañen que no merece nombre de fortaleza la suya sino desatino temerario; esta [es] su escelencia: que el varón fuerte no es el que hace sino el que impide los agravios que a los miserables quieren hacer los poderosos tiranos. La verdadera grandeza de ánimo no consiste en la vana gloria del hecho que emprende, que el valeroso más procura merecer el nombre de tal que parecerlo. El que se deja llevar de la errónea opinión del inorante vulgo no es dino de ser contado en el número de los escelentes y fuertes varones358.Y hay muchos que, siguiendo el error vulgar, hacen mil injusticias con el deseo y cudicia de la vana alabanza. Es lástima los muchos que hay engañados en esto, pues apenas hay alguno que emprenda alguna cosa ardua, grave peligro, invencible dificultad o trabajo incomportable359 que no ponga luego la mira en la gloria vana o premio temporal. Así tengamos por desengaño la dotrina del príncipe de la elocuencia romana cuando en sus Oficios dice: Animus paratus ad periculum si sua cupiditate non utilitate communi impellitur, audaciae potius nomen habeat quam fortitudinis360. 356 Las palabras de Jiménez Patón se basan, en este párrafo y el siguiente, en el tratado De Officiis de Cicerón (1, 62-63 y 65). 357 arriscado: «Atrevido, resuelto» (DRAE). 358 El maestro repite la teoría de Cicerón (Off. 1, 65) en varias ocasiones a lo largo de su obra. Así, en su comentario al Odi profanum uulgus et arceo horaciano (Carm. 3, 1, 1), insiste en la ignorancia del vulgo, ratificada por Hipómaco, Isócrates, Séneca,Virgilio y Ovidio.Ver Comentarios de erudición, pp. 106-107. 359 incorportable: «No comportable, intolerable» (DRAE). 360 Cic. Off. 1, 63.
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DE LA TEMPLANZA § 9 Templanza entendemos aquí no solo del comer y beber, mas lo que por otro nombre se llama modestia y compostura y, para decillo de un[a] vez, el mismo medio en que consisten las demás virtudes morales cuyos estremos son viciosos. In quo modus inest, dijo el orador361; un poeta: Est modus in rebus362, y un filósofo: Nihil nimis363 porque, aunque es verdad que el señalar el medio le toca a la discreción y prudencia, el mismo medio es esta modestia o templanza como se ha ejemplificado en las virtudes [fol. 40] referidas y, como constará en la liberalidad que es medio entre los dos vicios: prodigalidad y avaricia; el vestir364 con menosprecio y desaliño o es hipocresía o flojedad. Si con demasiada curiosidad en los trajes es vanidad, el medio es adorno decente, etcétera. En esta virtud suelen errar algunos y no acertar a dalle el punto en que consiste, antes por falta de cuidado que por otro vicio. Y así, el descuido y negligencia suele ponerse el rostro y máscara deste vicio porque con él no se camina al fin, ni llega al medio en que esta virtud consiste, diciendo que así conviene porque Nihil nimis. A esta virtud le toca poner medio en los entretenimientos, juegos, recreaciones y pasatiempos para que de honestos no den en viciosos. Ella ha de señalarle al niño y mancebo, al varón y al viejo, el punto en que consiste lo decente de su edad. Al magistrado repúblico365 varón, hombre particular, casado, religioso, labrador, caballero, oficial o letrado, le declara la obligación de su estado y oficio. Pon[e] el modo conveniente a los vestidos y trato de hombres y mujeres, lo cual y lo demás que le toca se alcanzará si la razón tuviere tan sujeto el apetito que en todo la obedezca, de suerte que por
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Cic. Off. 1, 142. Cicerón dice exactamente: «quo in verbo modus inest». Hor. Sat. 1, 1, 105. 363 Traducción latina de la inscripción griega grabada en el templo de Apolo en Delfos: «Nada en exceso», atribuida a Solón, a Tales de Mileto y a Pítaco de Mitilene, pero asignada a Quirón. Es frecuente su uso en la literatura latina, así Terencio la usa en Andr. 61 y Haut. 519; Horacio en Sat. 1, 1, 105 y Carm. 2, 10, 5, etc.Ver Erasmo, Adagia 1, 6, 96 Ne quid nimis. 364 El tema del vestido como signo de estado, con sus implicaciones morales, interesa de modo especial a Jiménez Patón, ilustrador de la Reforma de trajes. Doctrina de fray Hernando de Talavera (1638). 365 repúblico: «El hombre celoso que trata del bien del público o que trata del bien común» (Aut.). 362
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desorden no esceda, ni por pereza falte la fuerza y punto en que consiste esta virtud, lo cual declaró el venusino cuando dijo: Est modus in rebus, sunt certi denique fines, quos ultra citr[a]que nequit consistere rectum366.
Destas virtudes, las teologales se ejercitan lo más en la oración y las morales en las aciones, y por las unas y las otras se conserva la buena familiaridad y correspondencia para con Dios y los hombres; y en esto debe haber muy gran circunspeción, recato y cuidado, porque no ha de tener el cristiano particular familiaridad con quien no profesa familiaridad con Dios, si no fuere en cuanto le obliga su estado o necesidad, que en tales casos ha de ser «todo para todos» como decía san Pablo367. Fuera de tales circunstancias y obligaciones —que las de los oficios lo son—, huya de correspondencias de los que no fueren siervos de Dios, que por indirecto hacemos enemistad a Dios y a la virtud y espíritu, si nos acomodamos [fol. 40v] con familiaridad a los no espirituales y menos virtuosos, porque los amigos que no ayudan en la vida impiden en la muerte, si bien no ha de ser esto con presuntuosa soberbia y con desestimación vituperable más que por huir. No nos inficionen368con sus corrompidas costumbres aunque, si entendemos que con nuestras eshortaciones y ejemplo los hemos de edificar, debemos en cuanto a esto comunicallos y tratallos, pues el maestro de la perfección, Cristo, cuyas aciones han de ser instrución nuestra, para este fin trató con publicanos y pecadores y, para que esto se haga con el debido acierto, pediremos a Dios nos comunique los dones de su divino espíritu.
DE LOS DONES Y FRUTOS DEL ESPÍRITU S[AN]TO Y DE LAS BIENAVENTURANZAS § 10 Cuán necesario sea el don de la sabiduría para adquirir y conservar estas virtudes, todos los discursos desta obra lo declaran. El entendimiento, facultad que ministra la sabiduría, aunque es potencia del alma, 366
Hor. Sat. 1, 1, 106-107. En el ms.: citroque. 1 Cor. 9, 22 y 12, 12-28. 368 inficionar: «En el sentido moral, es imbuir de malas opiniones, o malas doctrinas, o inducir a mal» (Aut.). 367
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la bondad dél es don de Dios. Y este parece que asegura el don del consejo porque a los que el Divino Espíritu favoreció con escelencia y bondad de entendimiento, parece son capaces de dar y recebir consejo. Porque tan don de Dios juzgo yo la disposición de recebir consejo como la prontitud en darlo, según la dotrina del sabio en los Proverbios369. Es de próvidos370 tomar consejo y este, por la mayor parte, se halla en los ancianos. No se ha de tomar consejo de todos sino de los doctos en la facultad y cosas que se tratan y de los esperimentados viejos que esto es lo que dicen: «tener paz con todos, mas por consejero uno371». Seralo bueno para las cosas del alma el prudente consejero y, las temporales, conviene no hacellas sino que el buscarlo es mirar en lo que se hace el fin y asegurar el acierto. Aprehendido el que conviene, y porque no conviene fiarse del propio, se sigue la constancia en la ejecución de la [fol. 41] buena obra, que este es el don de fortaleza, y esta la que es virtud, según lo que deste don hemos declarado, y a ella y al de consejo ha de acompañar el don de la ciencia y porque alguno imaginará que sabiduría, a quien el latino llama sapientia, y ciencia, que se dice scientia, es una misma cosa, decimos que tienen diferencia, aunque sapientia es una discreción comunicada del cielo, o por revelación o infusa, o aunque naturalmente parezca con especialidad comunicada de Dios al alma, como la de Adán, Salomón y otros a quien Dios favoreció con este don. Scientia es el saber adquirido con esta, favorecidos de Dios con particular aprovechamiento y ventaja, como en muchos siervos de Dios se ha conocido, y este también es don del divino espíritu y distinto del primero, aunque ambos son los que hacen nuestro virtuoso discreto y ayudan para que Dios le comunique el don de piedad372. La cual, propiamente hablando, es el amor y respeto que debemos a Dios primera mente, y luego a la patria, a los padres y deudos. Y es don de Dios estar puntuales en esto de dalles la reverencia debida, como diremos en 369
Prov. 1, 2-3. próvidos: «Prevenido, cuidadoso y diligente para proveer y acudir con lo necesario al logro de un fin» (DRAE). 371 Se trata de un proverbio que no hemos podido documentar. En el CORDE se registran, no obstante, dos casos de «tener paz con todos», frase proverbial procedente de san Pablo, Rom. 12, 18 y Hebr. 12, 14. Cum omnibus pacem forma parte del lema del emperador Oto II (973-983). 372 En referencia a los conceptos de sapientia y scientia Jiménez Patón sigue a san Agustín en Trin. 12, 14, 22-25; 15, 24-25. 370
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los Mandamientos, y también es don de Dios la piedad, recibiendo su nombre en el sinificado que el vulgo lo usa, esto es, por la compasión y misericordia que tenemos de los pobres y necesitados. De la primera, dijo san Ambrosio: «La piedad, agradable a Dios, amiga a los padres, granjea al Señor, conserva los parentescos. Es la veneración de Dios, premio de los padres, paga de los hijos, tribunal de los justos, puerto de necesitados, ayuda de pobres y perdón de pecados373». A esta propiedad atendió el poeta cuando llamó piadoso a Eneas porque sacó a sus dioses y padre de su patria sobre sus hombros374, y por esto llamamos impío al infiel que niega a Dios y al padre el culto y veneración debida. Desta piedad es jeroglífico la cigüeña porque en la vejez alimenta a sus padres375. De la segunda, se entiende todo aquello que se dice de la misericordia. De la primera procede el temor de Dios, verdadero don del Espíritu Santo, aquel de quien dijo David que es principio de saber376, aquel temor, respeto y reverencia filial que no [fol. 41v] se diferencia del amor, los cuales adquieren y conservan las virtudes y en su compañía producen los frutos del mismo Espíritu Divino: caridad, gozo espiritual, paz y paciencia, liberalidad, bondad, beninidad, mansedumbre, fee y modestia, continencia y castidad377. Y estos hacen las almas bienaventuradas pues a los pobres de espíritu les aseguran el camino de los cielos, los mansos poseen la tierra, los que lloran378 hallan consuelo, los que hambre y sed de justicia llegan a la hartura379 celestial,
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Ambr. In Psalm. 118, serm. 18, 45. Pius es el epitheton ornans aplicado a Eneas en la Eneida. Alude al famoso episodio de la guerra de Troya en el que Eneas salvó de entre las llamas a su padre Anquises y a su hijo Ascanio, llevando consigo los Penates familiares. Es un tema ampliamente recreado en la literatura áurea en general y en la emblemática de la época. Jiménez Patón utiliza un zeugma que se presta a equívoco ya que Eneas sacó de su patria a los Penates y a su padre, llevándolo sobre sus espaldas. 375 Varios son los emblemas que Alciato y otros dedican a la cigüeña encareciendo su asistencia, bien sea a sus padres, o bien a sus hijos. Covarrubias, asimismo autor de unos Emblemas morales (1610), se referirá a esta cuestión en su Tesoro: «Por otra parte vemos ser la cigüeña símbolo de la piedad, por cuanto en la vejez de sus padres se conduele dellos, y los trae de comer al nido, y los saca a volar sobre sus alas». Cf. Erasmo, Adagia 1, 10, 1 Antipelargeîn. 376 Prov. 1, 7 y 9, 10. 377 Gal. 5, 22-23. 378 Hay una tachadura entre llo/ran. 379 Hay una expresión, ilegible, tachada en el ms. 374
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los misericordiosos hallan a Dios, los que aman la paz son hijos de Dios, los perseguidos alcan[z]an380 el reino de los cielos381.
DE LAS POTENCIAS DEL ALMA Y SENTIDOS CORPORALES § 11 Con el favor de Dios que se esperimenta en sus dones y frutos, se adquiere el buen uso y aplicación de los dones de naturaleza, como son las potencias del alma y sentidos corporales, y para ellos se ejercita la memoria en repasar los inumerables beneficios recebidos de la mano de Dios, para vivirle perpetuamente agradecidos, acordándonos de la creación y produción del ser a no ser382 y, depués de engendrados, del sacarnos del estado de la culpa al de la gracia, y de hijos de ira a hijos de Dios, del sustentarnos en vida, y esta favorecerla con los auxilios de sus sacramentos sagrados y otros infinitos beneficios a que debemos eterno agradecimiento; y también, para poner freno al pecado, debemos hacer memoria de la muerte, juicio y gloria. El entendimiento se ha de aplicar a considerar y entender la grandeza destos beneficios para amar a su autor como debemos. La voluntad se ha de resinar383 y poner en la de Dios, conformándonos en todo acontecimiento próspero y adverso con la de su Divina Majestad, como lo hizo el santo paciente Job384, dándole gracias por todo para sacar de todo mérito y gloria. [fol. 42] Teniendo las potencias interiores así regidas y gobernadas, no será dificultoso con su ministerio que los sentidos esteriores anden sujetos a la razón385 y para que la muerte —como suele—, no entre por la vista ni haga estrago en el alma, apartar a nuestros ojos de la vanidad; no es bien que miren lo que tiene de dañar porque de los sentidos los ojos son la causa de mayores daños si no se reprimen en tiempo. El oído, bien corregido, se aplica a oír cosas de provecho para el bien del alma y huye las dañosas; instruido de la fee que por él se concibe, hace diferencia de 380
En el ms.: «alcancan». Jiménez Patón parafrasea las Bienaventuranzas según Mt. 5, 3-11; Lc. 6, 20-22. 382 Así en el ms. No obstante, debemos observar aquí un error del copista y leer «del no ser a ser». 383 resinar: ‘resignar’. 384 Job 1, 21. 385 En el ms.: «racón». 381
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lo que oye y pone en ejecución lo bueno; oye dotrinas santas porque por ellas se hacen las almas sabias y santas. El olfato se emplea en las cosas de buen olor, sacando gloria para el autor de todo lo criado, y en las de malo, aprehendiendo la miseria nuestra para no ensorberbecernos en cosa386, sabiendo que hemos de parar en podredumbre y gusanos, que todo es corrución, miseria y olor hediondo. El gusto se astiene387 de aquellas cosas que le han de dañar al alma y causar embargos y hábitos de muerte eterna, acordándose que esta vino al mundo por el bocado de nuestros primeros padres que tal dentera en todos ha causado. El tacto se moderará y huirá de ocupaciones sensuales, ocupándose en obras de mortificación y penitencia, considerando la fragilidad de la carne y cómo, privándose de momentáneos deleites, se adquieren los eternos.
DEL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO § 12 Considerando estos bienes naturales y sobre naturales con que Dios adorna los cuerpos y enriquece las almas con ejercicio de oración a su tiempo, conforme su estado diere lugar a cada uno, y haciendo esamen de la conciencia, consideremos también el discurso388 del tiempo y, si hicimos algo bueno, lo reconozcamos a Dios, dándole por ello gracias como efeto de la divina [gracia] suya y don suyo; y confesemos las faltas y pecados al sacerdote y a Dios, pidiendo perdón y gracia para no cometellos. Hagamos memoria de los que fueren más graves para la confesión. Esto se entiende en los veniales porque [fol. 42v] no son materia para la confesión —como los mortales— si no [es] necesaria.Y para esto hagamos reconocimiento de nuestro ser y humildad, que es fidelidad con Dios, y asegura los bienes y dones que da Su Majestad. Debe el cristiano poseerlos tan como de Dios que, por lo que tiene bueno y por lo bueno que hace, no ha de pretender ser preferido ni aventajado a sus prójimos. Confúndase más y conózcase indino389, y séanle materia de correrse390 y avergonzarse los dones y mercedes de Dios en consideración de su ingratitud. Conocerá si tiene esta fideli386
en cosa: ‘en nada’. astiene: ‘abstiene’. 388 discurso del tiempo: «Espacio, duración de tiempo» (DRAE). 389 indino: ‘indigno’. 390 correrse: «Avergonzarse y confundirse» (DRAE). 387
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dad y lealtad con Dios por la paciencia. Si es verdaderamente humilde, entenderá que no ha de tener queja. Viendo libres de los males que él padece a otros que no tienen estos dones y viven en manifiestos pecados, entenderá que no le hace Dios agravio, antes, pues todo lo bueno que el justo hace, efeto de la gracia y dones de Dios, con ellos le obliga a padecer todo lo que Dios quisiere ordenar en él. Cuando tiene más dones de Dios, tanto queda más poseído de Dios, y como tan señor y padre de los justos hace en todo dellos a su voluntad391, conque debe el virtuoso discreto conformarse como lo hizo el mismo Cristo con la del Padre eterno la noche de su Pasión392. Desta suerte se conservará la amistad con Dios a buena ley, y no conformándose con el siglo, ni siguiendo su proceder. Y para permanecer y conservarse en este conocimiento y conformidad393, sin descuido, importa considerar que lo que pasa con el tiempo, pasa para nunca podello cobrar, y lo perdido dél no tiene recompensa. Lo que esperamos de premio o pena no ha de tener fin, ni depués puede ser otro. Y para que con este conocimiento propio las obras se hagan con mayor viveza y fervor, se han de hacer como ofreciéndolas a la justicia de Dios y, depués que se hayan hecho, para que no causen soberbia ni propia confianza, deben depositarse en la misericordia de Dios, entendiendo394 que sola su clemencia bastará a dar valor a nuestras buenas obras, de las cuales se tratará en el discurso siguiente.
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Vemos tachada la forma conque en el ms. y después escrita. Mt. 26, 39; Mc. 14, 36; Lc. 22, 42. 393 En la mitad de la palabra está tachado «marse». 394 Hay una tachadura entre en/do. 392
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[I.4] DISCURSO CUARTO DEL VIRTUOSO DISCRETO
DE LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS § 1 Cantaba un rústico santo, que muchos conocimos: «¿Qué haré para salvar? Creer y obrar»395. Y no pudiera decir más el hombre más sabio del mundo porque, en creyendo lo que nuestra madre Iglesia tiene — como se ha enseñado en el discurso precedente—, y en obrando lo que Dios y ella mandan, se camina directamente al puerto de la salvación. Así lo respondió el maestro de la verdad, Cristo, al mancebo que le preguntó cómo se salvaría, si bien le aconsejó también el camino de la perfeción396. Habiendo pues dicho lo que toca al creer, converná397 tocar aquí lo que pertenece al obrar, con la brevedad que en estos discursos profesamos, porque las muchas sumas que desto hay escrito nos escusan de alargar. El obrar consiste en guardar los mandamientos de la ley de Dios, que son diez, y el primero es amalle sobre todas las cosas con verdadera fee, esperanza y caridad. Porque la superstición diabólica pretende desacreditar la verdadera fee por introducir las cosas que su autor, el demo-
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Se refiere al carmelita Francisco Pascual Sánchez (1544-1604), conocido por Francisco del Niño Jesús, apóstol y limosnero. La frase se encuentra en El rústico del cielo. Tragicomedia famosa de Lope de Vega: «¿Qué haré para me salvar? / Creer y obrar». Juan Rufo cuenta al respecto una curiosa anécdota: «Viviendo en Alcalá de Henares el cardenal Ascanio Colona, estaba allí el hermano Francisco, hombre sencillo y de bonísima alma, que no cantaba otra cosa de día ni de noche sino esta que se sigue: “¿Qué haré para me salvar? / Creer y obrar”. Estando, pues, una noche este buen hombre con el dicho cardenal y otro hidalgo pobre que jamás faltaba de su mesa, preguntáronle: “¿Qué hace el señor Ascanio?” Respondió: “Allí está con creer y obrar, y comer y callar”».Ver Las seiscientas apotegmas, 453, p. 161. 396 Mc. 10, 17-23; Lc. 18, 18-24. 397 converná: ‘convendrá’.
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nio, procura por dar muerte eterna a las almas. No a todas las lleva por un camino, ni las puede vencer, y así intenta otras particulares en que salteallas con eterna esclavitud. Esto hace mediante la fee fingida en las supersticiones y engaños suyos, procurando el crédito de los hechizos, agüeros y encantamentos, m[á]gicas398 adivinanzas, sortilegios y otros embaimientos399, haciendo que crean en sueños, ilusiones, revelaciones falsas y otras cosas semejantes, bauti[z]ándolas400 con nombre de buena fee y poniéndolas librea de tal, siendo no solo en forma, pero muerta, según depués de san Pablo, lo dijo san Agustín: Vbi [autem] sana fides non est, non potest esse iustitia, quia virtus ex fide vivit401. Contra la esperan[z]a402 se peca con desconfian[z]a403 de la misericordia divina [fol. 43v] mas, porque este es vicio claro, ha introducido el demonio, paliándose404 con el mismo nombre, y es la demasiada confianza con la cual difiere la enmienda, penitencia y confesión del pecador protervo, y dilatando de día en día para el último el arrepentimiento, pone en duda su salvación y se pone a muy grave peligro de condenarse, según el mismo dotor santo: Nullus —dice— expectet, quando iam peccare non potest. Arbitrii quaerat libertatem, ut delere possit commissa, non necessitatem405. La caridad consiste en amar a Dios y al prójimo, y aun san Pablo dijo que en solo amar el prójimo porque nadie le ama como debe que no sea como cosa dependiente de Dios406, y ansí principalmente ama en Él a su Criador, y luego al prójimo como criatura suya. En las criaturas suele ser amor culpable por no amallas en orden a Dios, y no es caridad sino lascivia sensual, como escribe el mismo dotor:
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En el ms.: «mígicas». embaimientos: Es forma que está por embebecimiento. «Enajenamiento y pasmo que padece el que se divierte y para tanto la consideración que no piensa en cosa alguna» (Aut.). 400 En el ms.: «bauticándolas». 401 San Pablo en Rom. 1, 17, dice: «El justo vive de la fe» y san Agustín lo recuerda en De sermone Domini 1, 13. 402 En el ms.: «esperanca». 403 En el ms.: «desconfianca». 404 paliar: «Encubrir, disimular, cohonestar» (DRAE). 405 La cita pertenece a De vera et falsa poenitentia lib. 1, cap. 17, 33, falsamente atribuido a san Agustín. 406 Rom. 13, 9-10. San Pablo en todo momento se refiere a la caridad, especialmente en 1 Cor. 13, 1-13. 399
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Omnis creatura quum bona sit et bene amari potest et male; bene scilicet ordine constituto, male ordine perturbato407. Tiene el demonio tan grande apetito de ser adorado, usurpando para sí la honra y culto divino que las criaturas deben a su Criador que, además de la envidia que tiene a los hombres, quiere hacer riza408 y estrago en ellos por todos los caminos que halla por ejecutar algo de la ira que tiene contra la ley de Dios, como si le fuera posible llevar a efeto aquel ambicioso pensamiento que le precipitó del cielo, que tuvo de hacerse semejante a Dios. Ya que esto no ha sido ni lo es posible, quiere parecerlo si no entre los buenos y justos, al menos entre los impíos, paganos, idólatras y pecadores, haciendo con ellos que le den el culto divino, ya que no formal, interpretativo de la suerte que se interpreta en el pecado mortal. Este fundamento tuvo para introducir entre los gentiles la idolatría, procurando para sí todo aquello que con su saber natural pudo alcanzar por conjetura. Conjeturó que los hombres habían de tener religión que les obligase a dar a su Dios [fol. 44] verdadero la honra debida y divino y ligítimo culto, y así ordenó entre gentiles y otros infieles paganos ciertas religiones en su vana superstición. En ella hizo poner pontífice máximo y sacerdotes menores a imitación de nuestra sagrada religión. A imitación de los frailes, inventó los fratres Arvales409, y otras comunidades como nuestras cofradías: las congregaciones de Baco410, Cibeles411 407 Aug. Civ. 15, 22. Dice el autor: «Ita se habet omnis creatura. Cum enim bona sit…; ordine custodito». 408 hacer riza: «Causar gran destrozo y mortandad en una acción de guerra» (DRAE). 409 Los fratres Arvales eran doce flámines cuyos orígenes se remontan a la época de la fundación de Roma, encargados de celebrar unas ceremonias que duraban tres días en el mes de mayo en honor de Dea Dia, arcaica divinidad romana protectora del campo y de las cosechas. Con el paso del tiempo fue identificada con la diosa Ceres. El Carmen Arvale, escrito en un latín arcaico, da testimonio de la antigüedad de la cofradía. 410 Dioniso o Baco, dios del vino y del delirio místico, era festejado mediante tumultuosas procesiones en las que figuraban, evocados por máscaras, los genios de la Tierra y la fecundidad. De ahí se formaron en Grecia las representaciones del teatro, la comedia, la tragedia y el drama satírico. En el siglo II a. C. sus Misterios penetraron en Italia. Por su carácter licencioso y orgiástico, el Senado romano prohibió en 186 a. C. las bacanales.Ver Grimal, 1965, p. 141. 411 La frigia Cibeles es también llamada Madre de los Dioses o Gran Madre. Su culto se difundió por el mundo helénico y en el siglo III a. C. entró en Roma. Se le
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y Flora412, y otras. Contra haciendo nuestras monjas, puso las Vestales413. Por anacoretas, plantó en la soledad y yermo desierto los gimnosofistas y los morabitos414 y otras invenciones desta suerte415. Mas, viendo que los cristianos verdaderos no le daban esta honra, fabricoles ídolos de sus mismas pasiones y de la desorden416 de sus apetitos, con que los lleva a la condenación eterna. Notando que ya muchos hacían —como es justo—, honra y estimación cristiana no dejarse vencer de los pecados mortales, por tales conocidos, como es ángel, aunque de tinieblas, dándole Dios lugar por su permisión, se muestra y aparece con apariencias fingidas de luz, y suele engañar a los no muy advertidos. Así también quiso disfrazar los vicios con apariencias de virtud, haciéndose adorar con el vicio virtud fingida como antes en los pecados mortales. Por esto hizo que se escondiese la soberbia debajo del título y nombre de autoridad, la venganza, con capa de valor y magnanimidad, etc. Y, en semejantes disfraces y libreas falsas, la lumbre de la razón y discreción es quien ha de ayudar con el desengaño. Por esto, acerca deste primer mandamiento, engaña con lo que hemos advertido, mas la virtud discreta advierta lo que se ha notado y lo que adelante se irá notando.
tributaba un culto orgiástico que sobrevivió hasta una época tardía bajo el Imperio romano.Ver Grimal, 1965, p. 100. 412 Flora es la potencia vegetativa que hace florecer los árboles. La honraban las poblaciones itálicas, tanto las no latinas como las latinas. En su honor se celebraban las Floralia, señaladas por juegos en que intervenían las cortesanas. Ovidio en sus Fastos 5, 183-378 dedica una amplia descripción de la diosa y sus fiestas.Ver Grimal, 1965, pp. 204-205. 413 El maestro insiste en el Discurso de los tufos, copetes y calvas (fol. 26): «Por esto las vírgines vestales (que eran las monjas de la gentilidad)», etc. 414 Etimológicamente gimnosofistas significa «filósofos desnudos». Alude a los que vieron los griegos en la India. A los ascetas musulmanes se les designa como «morabitos». 415 Resulta curiosa la interpretación de las religiones antiguas por parte de Jiménez Patón, atribuyendo al demonio todos los ejemplos citados a imitación de la religión cristiana. Pese a presentar un anacronismo, en tanto que la fundación de la Iglesia es posterior a los mitos paganos, no lo es puesto que, en su visión de creyente, Dios y el demonio están fuera del tiempo. Sobre este pasaje, ver Garau, 2012a, p. 247. 416 de la desorden: nótese el femenino.
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DEL JURAR Y GUARDAR LAS FIESTAS § 2 El juramento hecho con las circunstancias de necesidad, verdad y justicia no solo no es pecado mas417 es alabanza debida al solo verdadero Dios porque, como es la verdad por esencia, Él solo ha de ser en quien las nuestras han de fundarse y por quien, a lo que decimos se le da fee, ser y crédito. [fol. 44v] Por esto juramos por las criaturas relatas418 en Dios, que en ellas tácitamente invocamos a Dios como, si juramos por el cielo, se entiende porque es trono de Dios; por los Evangelios, reliquias de santos, también es juramento porque, por lo que tienen de Dios, juramos por estas cosas. Mas advierte la discreción cristiana que, si juramos por el cielo y tierra sin referirlas a Dios, antes atribuyéndoles divinidad propia, es blasfemia, gran pecado y grandísima inorancia; y blasfemia la de aquellos que, huyendo de jurar el nombre del verdadero Dios, juran por el demonio, que no es otro que jurar por los ídolos de los gentiles, dioses falsos, lo cual nuestro verdadero Dios prohibió diciendo: Non iurabitis in nomine deorum gentium419. Para ponderar la advertencia con que se debe jurar cristiana, lícita y santa mente, es muy buena advertencia el decreto de san Cornelio, papa420, que mandó que el que jurare lo haga en ayunas421. El que jura de
417
no solo…mas por «no solo…sino». relatas en: latinismo del maestro con el significado de ‘relacionadas con’. 419 Ex. 23, 13. Dice exactamente: «Et per nomen externorum deorum non iurabitis». Nos recuerda las explicaciones doctrinales de Bartolomé de Carranza: «Jurar no es otra cosa sino traer a Dios por testigo y fiador. Así que la necesidad hizo justo al juramento y hizo religión lo que no lo era.Y con esto declaró ser sacrílego jurar por los ídolos, porque era hacer a los ídolos testigos y fiadores de los hombres, lo cual es idolatría, porque es reconocerlos por dioses» (Comentarios sobre el Catechismo Christiano, I, p. 485). 420 El papa Cornelio gobernó la Iglesia desde el año 251 al 253. El primer año de su pontificado convocó un concilio en Roma con el fin de excolmugar a los seguidores de Novaciano. Fue muy perseguido por la defensa de la fe y murió decapitado por orden del emperador Decio. 421 Esta referencia al ayuno evidencia una vez más el conocimiento de Jiménez Patón de los Comentarios de Carranza: «En otro decreto mandó el papa Cornelio que cualquiera de los cristianos que se atreviese a jurar, lo hiciese estando ayuno, y con mucha reverencia y temor de Dios». Ver «El tiempo y edad en que los hombres pueden hacer juramentos», Comentarios sobre el Catechismo Christiano I, p. 487. Alonso de Villegas (1533-1603), años después, en su Flos sanctorum (1580), lo citará de nuevo. 418
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hacer algún mal a otro, tomar venganza, cometer algún pecado o ayudar a ello, peca en hacer el tal juramento y no está obligado a cumplirlo, antes hará pecado nuevo si lo cumpliese. Estas inorancias, porque son comunes, advertimos aquí, que de lo demás, llenas están las sumas422 acerca desto; y de los votos inadvertidos que algunas personas —engañadas de la inorancia que en ello padecen— hacen, véanse con atención. Ciertas fórmulas y salsas de juramentos usan algunas personas quiriendo parecer que juran sin jurar, como son decir: ¡V[i]ven423 a diez!, ¡juro a diez!, ¡voto a Diola!, ¡vive Diego!, etc.Y aunque, a la verdad, no son juramentos, son necios ensayos para con pequeña ocasión de ir a comenzar por los principios destas impertinentes fórmulas y acabar en muy formados juramentos y aun algunas veces en blasfemias, que se escusarán a no estar hecha la boca a tan necio abuso de que se escuse el virtuoso discreto. Pues, ¿qué diremos de algunas mujeres que también hacen la boca424 a impertinentes425 maldiciones como son: ¡Mal nunca te dé Dios!, ¡mala muerte nunca mueras!, ¡mal no te haga Dios!, ¡el diablo nunca te lleve!, etc.? [fol. 45] No son maldiciones formadas mas tienen mucho peligro porque, con pequeño destemple, turbación del ánimo y pasión, se olvida la negación, y queda la maldición en muy cumplida fórmula, la cual es gravísimo pecado. Por esto conviene que se reformen y eviten semejantes modos de hablar porque, los unos en los juramentos, los otros en las maldiciones, hacen más yerros que [a]ciertos, según la esperiencia lo ha enseñado. Los confesores aconsejen la reformación de este abuso426. Las fiestas se han de guardar cesando de toda obra servil y oyendo misa entera en ellas. Fiestas se entienden el domingo de cada semana y las demás que la Iglesia tiene establecidas y mandado que se guarden, como son las pascuas, muchas del Señor y muchas de Nuestra Señora, las de los apóstoles todas y algunas de otros santos, y otras de los arzobispados, obispados y distritos, que están confirmadas con la repetida 422
Hay una tachadura entre m/a. En el ms: «Veven». 424 hacer la boca: Es variante de hacerle buena la boca, registrada en DFSO en contextos donde se enfatiza la buena predisposición a algo. 425 En el ms. aparece tachado «cias» en medio de la palabra. 426 Obsérvese el tono que llega a adquirir el texto en el sentido de constituirse Jiménez Patón en una suerte de obispo que previene a los confesores. Se trata, sin duda, de un reflejo de su frustrada vocación sacerdotal. 423
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costumbre, ora tuviesen su principio en votos, ora con otro fundamento. Advirtiendo que se han de guardar estas tales en aquellas tierras, aunque sea de los no vecinos ni naturales si acaso se halla en ellas, pero el que se hallare fuera de su tierra, donde no se guarda la tal fiesta, no tiene obligación a guardalla allí, y la misma razón corre en las abstinencias y ayunos. Muchas cosas se permiten y toleran en las tales fiestas por necesidades humanas que están libres de pecados, como se enseña en las sumas, y ansí mismo en ellas se pueden y deben ejercitar obras de misericordia y caridad. Pensarán algunos que pecan en desayunarse las fiestas comiendo y bebiendo. Es inorancia de conciencia errónea porque no hay pecado, no obstante que es buena costumbre el hacerlo así. Todas las obras serviles que se hacen sin necesidad precisa son pecados y muchas con ella no lo son. Estese en la costumbre recebida sin contradición, y a la fuerza de la necesidad, que en esto consiste la verdadera discreción y virtud. Para la observancia del cuarto mandamiento, que es el primero de la segunda tabla427, dirigido a la honra, obediencia y respeto debido a los padres, se note con cuidado que, con ser la obligación tan grande impuesta por la misma [fol. 45v] naturaleza, propone Dios al que la cumpliere como debe, premios temporales de larga vida y hacienda, lo que no en otros mandamientos428. Faltar a tan precisa obligación, suma inorancia será y así, el Espíritu Santo dice que el que huye de su padre y da pesares a su madre es necio infelice429. Cuando Dios mandó a Abrahan* olvidase la casa de su padre quiso decir la región y tierra de Caldea430, por la mucha idolatría que se ejercitaba en ella, mas no se ha de olvidar el religioso de su padre, no estorbándole el servicio de Dios, antes tiene obligaciones más que otros cristianos porque, si cualquiera
427 En la obra apócrifa de san Agustín Speculum quis ignorat se halla la división mencionada por Jiménez Patón. La primera tabla se refiere al amor de Dios y tiene tres mandamientos: adoración de Dios; no pronunciar su nombre en vano y la observancia del sábado. «Honrar a los padres» preside los siete mandamientos restantes de la segunda tabla, referida al amor al prójimo. Fray Luis de Granada, probablemente la fuente del maestro, sigue esta clasificación en su Compendio y clasificación de la doctrina cristiana, t. 3º, pp. 240-243. 428 Eclo. 3, 5-18 y Ex. 20, 12. 429 Prov. 19, 26. 430 Gén. 12, 1.
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que lo es debe guardar estos mandamientos para salvarse, el religioso con más perfeción431. Y el hijo que no se duele y conduele432 de la enfermedad, miseria, necesidad, calamidad, infortunios, muertes y trabajos de sus padres, no solo no puede ser buen religioso pero433 será mal cristiano. Cuando san Jerónimo le dijo a Heliodoro434 que para volverse al desierto atropellase con todo, aunque hollase a su padre, fue porque presumía le estorbaba el cumplimiento de su vocación monástica y obligaciones de su profesión, y así entonces fue sano, sabio y santo consejo. Lo que no sé si tan sa[z] onada mente435, ni con tan ajustada conciencia y prudencia religiosa, lo dicen algunos a niños. ¡Por amor de Dios, padres míos! No violenten voluntades en la edad tierna para que en la más sazonada apostaten436. Miren, miren437, ¡por las entrañas de Dios!, que cuanto tiene de más perfeción el estado de la religión, necesita más de consejo, idoneidad y suficiencia, en la cual puso mucha dificultad san Pablo438, ¡no sé yo cómo lo hallan algunos tan fácil! Dios nos alumbre el estado en que consiste nuestra salvación para que sepamos dar a los padres la verdadera obediencia y honra, con el acierto conveniente, no solo a los naturales pero a los príncipes y jueces eclesiásticos y seglares, a los magistrados y maestros, a los religiosos y sacerdotes, a los ancianos y cualesquier su431 Evidente alusión del maestro al comportamiento de su hijo primogénito, Félix, quien entró en religión en contra del parecer de su padre. Ver Garau, 2014, pp. 41-42, y nota en esta misma página. 432 condoler: «Compadecer» (DRAE). 433 no solo… pero: por «no solo…sino». Registra esta variante DFSO, s.v. solo. 434 Hier. Epist. 14. 435 En el ms.: «saconada mente». 436 Late aquí el sentimiento herido del humanista por la tragedia que vivió en relación a su hijo primogénito, Félix, quien, influido por los carmelitas y con su manifiesta oposición, entró en religión a los trece años, en 1627. Jiménez Patón consiguió un breve de Urbano VIII en el que ordenaba a los frailes del Carmelo que su hijo, cuyo nombre de religión era Félix de la Resurrección, declarara si había adoptado libremente el estado eclesiástico. Grande fue la tragedia del padre al comprobar que declaró en un documento que había adoptado el hábito con total libertad al tiempo que le rogaba que no le molestara en su nuevo estado. Murió en 1632. Es probable, por nuestra datación del manuscrito, que en el momento de redacción de este pasaje su hijo Félix viviera todavía en el convento. Sobre esta interesante cuestión puede consultarse, como resumen de aportaciones anteriores, Madroñal, 2009a, p. 20. 437 Esta forma aparece repetida en el ms. 438 1 Tim. 3, 2-13; Tit. 1, 5-9.
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periores, que todos se incluyen en este mandamiento, cada uno con la diferencia que la discreta virtud y virtuosa discreción cristiana enseña. En el no matar se entiende no maltratar de obra ni de palabra, no afrentando, [fol. 46] ni lastimando a otro, ni deseándole mal, ni procurándolo por nosotros, ni por terceras personas, ni alegrándonos de sus infortunios, calamidades y desdichas. Porque el que dellas se alegra, aunque no las haya procurado, peca.Y cuando en este vicio se delinquiere, se debe examinar todo lo anejo al pecado ira y sus circunstancias para ver si trae obligación de satisfación; consúltense las sumas y varones doctos para que no se peque de inorancia y con virtud discreta se acierte. En el no fornicar se prohíbe también todo mal deseo, según lo del Evangelio439, y así, en este lugar, se ha de esaminar lo que toca al noveno mandamiento. Hase de esaminar la circunstancia de la persona, o deseada o gozada, porque muda especie440 de pecado, y es necesario declararse en la confesión, como el número de que haya memoria, lo cierto o dudoso como tal. La soltera es simple fornicación, y a esta se reduce la viuda, que, aunque por cópula lícita, introduce bigamia que impide el ordenar441, por este camino no tiene más gravedad que soltera. La doncella es estrupo442. La casada, adulterio. La monja, sacrilegio. Hay sodomía, mollicies443 y otras torpe[z]as444 que causa horror el nombrarlas445 pero omnia munda mundis446. Y no dejando de confesar lo sustancial, lo que no fuere en este mandamiento será bien se escuse de decir —como lo dejamos advertido— porque en este mandamiento y pecado contra él, es muy necesaria la discreción virtuosa en la ocasión del confesar, para que no se cometan inorancias por muchas partes culpables.
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Mt. 4, 28. mudar especie: ‘variar, cambiar especie’. Locución muy usada en teología moral: Plus minus non mutat speciem. 441 Se refiere a recibir el orden presbiterial. 442 estrupo:‘estupro’. Es numerosa la documentación de esta forma en el CORDE. 443 mollicie: ‘molicie’. «Ant. mollicia» (Aut.). 444 En el ms.: «torpecas». 445 Al pecado nefando también se le llamaba, como recoge nuestro humanista, el «pecado mudo». Así le denomina, siguiendo a los Santos Padres, Bartolomé de Carranza, cuya obra debía conocer: «Este pecado llamaron los Padres de la Iglesia pecado mudo, porque no se ha de hablar de él entre hombres» (Comentarios sobre el Catechismo christiano II, p. 62). 446 Son palabras de san Pablo en Tit. 1, 15. 440
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También en el hurtar se prohiben los deseos y así aquí se reduce el décimo mandamiento, y hay esta diferencia entre la obra del hurtar y el deseo que esté parando447; aquí se perdona con el pesar sin haber que448 restituir, mas la obra de lo hurtado no se perdona sin restituirlo si no está el ladrón imposibilitado que, en tal caso, no obliga Dios a lo imposible; mas, si lo es o no, el discreto penitente y sabio confesor, no dando lugar a cavilaciones, engaños y falacias sino prevaleciendo la certeza de la virtud, y esaminando para la gravedad la cantidad [fol. 46v] y suma de lo hurtado para si muda especie449 las circunstancias de si es en sábado porque es sacrilegio450. Y aunque tan pequeña puede ser la cantidad que no sea pecado, al menos mortal, el que hurta un maravedí o blanca451 y lo hace en muchos porque tiene ocasión, será pecado mortal. Cuando la necesidad estrema escuse dello, el discreto confesor lo sabrá discernir y curar las almas, de suerte que convalezcan en la virtud y se conserven en ella. Mentir ni levantar falso testimonio no es lícito en ningún modo cuando sea culpa mortal, cuando venial, los padres de confesión lo determinarán, según la dotrina de los dotores sabios y santos. Aquí solo decimos que cualquier honra que se quita hay obligación a restituirla y es punto en que peligran muchas almas, porque las menos veces se hacen estas restituciones condinamente452, y algunas, de ninguna manera. Aquí es necesario ayude Dios, con particular auxilio, los espíritus de los penitentes que en esto hayan delinquido y el consejo de los confesores a cuyas manos fueren para que surta efeto como conviene, que no solo será discreción con virtud pero, conforme la dificultad que tiene y mal que se hace, será providencia milagrosa y obra muy declarada de Dios. 447
parando: ‘preparando’. sin haber que: ‘sin haber de’. 449 mudar especie: ‘variar, cambiar especie’. Locución muy usada en teología moral: Plus minus non mutat speciem. 450 Aquí Jiménez Patón entiende el sábado en el sentido de «el día de fiesta que hay que guardar». La comisión de un pecado en día de fiesta supone además un sacrilegio por haberlo cometido en ese día. Bartolomé de Carranza así lo expone en relación al asesinato y al perjurio, extrapolable al hurto del que trata el humanista: «Por tanto, el que mata a un hombre o es perjuro en día de fiesta, no peca contra este precepto ni hace más de un pecado; y si pecase contra ese precepto, haría dos pecados, o a lo menos uno con dos malicias: El uno sería matar al hombre, y el otro matarlo en día de fiesta, que sería sacrilegio. Sería de obligación declararlo así en la confesión» (Comentarios sobre el Catechismo christiano I, p. 542). 451 blanca: «ant. Moneda de plata» (DRAE). 452 condinamente.Ver «condigno»: «Debido, correspondiente y proporcionado» (Aut.). 448
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DE LOS MANDAMIENTOS DE NUESTRA SANTA MADRE LA IGLESIA ROMANA § 3 Del guardar los domingos y fiestas dijimos453, porque este conforma con el mandamiento tercero de la ley de Dios. Aunque dice más el oír misa entera en los tales días, esta ha de ser entera y con toda atención, devoción y consideración. Porque, aunque esté con el cuerpo, si no está con la atención, es como no estar. La misa se ha de oír en tales días o rezada o cantada. El sermón en ellas y en las de cuaresma, aunque no es preceto, es consejo y ha de pedir cuenta Dios a los que no los oyen454, y a los que los oyen, de cómo los guardan, y a los desocupados holgazanes, de las misas [fol. 47] que dejan de oír entre semana. Lo que se deba contemplar en la misa mientras se oye, libros devotos hay que lo enseñan. Algunos de muy devotos hacen gestos, meneos y aciones que dan qué advertir y notar a otros con esto y con hablar ya alto, ya bajo, interpretando lo que el sacerdote dice o pronunciando lo que contemplan. Será modestia virtuosa y discreta reprimir tales aciones y callar tales palabras, imitando a la Virgen Santísima de quien se dice: Servabat etc. in corde suo455. Estas cosas son para el alma y corazón, sin que se registren en lo esterior que suelen no llegar a fruto, porque la vanidad se lleva la flor. Aunque el ayuno fue de consejo, ya es de preceto en la cuaresma y vigilia, y en algunas religiones, más y menos conforme [a] sus constituciones y confirmaciones; tiene límite la edad en el comenzar y término en la vejez en el dejarlo, mas algunos deben, conforme su vigor y fortaleza, comenzar antes de los veinte y uno, y otros, por su debilidad y flaqueza, estarán desobligados antes de los sesenta, según el albedrío del prudente confesor. Ha de ser el ayuno con abstinencia de carne, a hora competente la comida y una sola al día, si bien ya se permite el bocadillo que llaman 453
dijimos: en el sentido de ‘ya tratamos’. Jiménez Patón en el transcurso de los años suaviza sus ideas al respecto. Así, en el Perfecto predicador, p. 262, no vacila en aducir la teoría de san Antonino de Florencia de esta manera: «La diferencia que da san Antonino entre los que no oyen sermón y entre los que lo oyen es que los que no oyen son como bestias fieras cerriles, los que oyen son hombres corteses de pulicía y afabilidad. Por esto mandaban los cánones antiguos que el que estando oyendo el sermón se saliese sin acabarle de oír, le excomulgasen». 455 Dice el Evangelio: «Maria autem conservabat omnia verba haec, conferens in corde suo» (Lc. 2, 19). 454
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colación456. La abstinencia de carne es en viernes y cuaresmas; vigilia de la Iglesia y costumbres o votos también obligan a guardarse con pena de pecado mortal y aun, si es con menosprecio, es caso de Inquisición. Y en los tales días, los que por enfermos comen carne, no pueden comer pescado sin pecar457. Huevos, enfermos y sanos los pueden comer, estos con la bula en cuaresma si no son sacerdotes, y hay bulas para ellos también. Enfermos y trabajadores en oficios penosos como cavar, segar etc. no tienen obligación a ayunar ni en otras cosas que podrán comunicarse con los curas y confesores. Algunas personas, no solo en los días de ayuno de preceto mas otros de su devoción, por macerar, afligir y mortificar la carne, ayunan no prudentemente con demasiada austeridad y hacen otras obras penales458 no reguladas con la discreción que conviene, por donde vienen a enfermar y perder la salud corporal, fuerzas del espíritu y aun [fol. 47v] el juicio y uso de la razón. Esta no es virtud bien considerada sino imprudente ayuno, que será necesario reforme la discreción virtuosa, conservando el aliento para más servir a Dios. El tercer mandamiento es confesar una vez al año, pero aunque esto es así de consejo saludable, los que pueden, con atención y devoción deben hacerlo con más frecuencia. No digo que todos [los días] sean iguales, mas que unos [son] las pascuas; otros, estas y las fiestas de Nuestra Señora y el día de la vocación del459 santo de su nombre; otro[s], estas y los días de apóstoles. Este acto se ha de hacer con mucha humildad, hincados de rodillas, los ojos bajos y sin mover otras conversaciones, persignarse, que es echalle el sello460 a la confesión, decir la general hasta las tres veces mea culpa y luego continuar el acusarse por los mandamientos. En acabando de confesar sus culpas, repetir el mea culpa y hasta el fin, la confesión, y estar a la reprehensión y penitencia atento, aceptándola461, y oír devotamente la absolución.
456
colación: «Refacción que se acostumbra a tomar por la noche en los días de ayuno» (DRAE). 457 Se refiere a la promiscuación o comer carne y pescado en una misma comida. 458 penal: ‘penitencial’. 459 Hay una tachadura en el ms. 460 echar el sello: «Rematar una cosa, llevarla a la última perfección» (DRAE). 461 Hay una tachadura en el ms.
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Cuando el confesor confiesa mujeres, sea en lugares patentes462 y no las mire al rostro, ni se detenga en pláticas con ellas antes ni depués, que, de lo uno, ha habido motu prop[r]io de su santidad Urbano Otavo463, y de lo otro, mandato de los señores inquisidores, para que los confesionarios estén en lugares públicos, aunque los que confiesan sean varones, a los cuales no los mire por no ponelles vergüenza, ni les hable depués de confesarlos en lo que confesaron464.Y si el penitente quisiere frecuente mente confesarse, señale tiempo cual ve que conviene.Y en este caso, la confesión sea con conocido aprovechamiento espiritual porque, si no lo es, por cuenta del confesor corre el hacer se confiesen menos veces y más bien confesados, que hay personas que más lo hacen por alivio temporal que por provecho espiritual. Esto y lo que dejamos dicho, advierta el discreto virtuoso si quiere serlo, como conviene, en materia de confesiones. El comulgar ha de ser con el confesar por Pascua Florida, ocho días antes y ocho depués465, y lo que más alargare el ordinario466 por [fol. 48] convenir así. Esto es lo de preceto mas lo de consejo dice que sea más frecuente mente y, si bien muchos han menester espuelas para que fre-
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patente: «Manifiesto, visible, sin estorbo u embarazo alguno» (Aut.). Arturo Blanco (2000, p. 57 y ss.) ofrece una detallada descripción de las prescripciones recordadas por Jiménez Patón. Se manifestan en sínodos y concilios a partir de 1198 y se siguen formulando durante los tres siglos siguientes. 463 El cardenal Maffeo Barberini gobernó la Iglesia entre 1623 y 1644 bajo el nombre de Urbano VIII. Fue muy aficionado a la literatura. Escribió poemas religiosos tanto en latín como en italiano. Su importante labor de mecenazgo contrasta con el error de no haber protegido a Galileo frente a los abusos de la Inquisición. En la historia de la Iglesia, pasa por ser uno de los pontífices que más cultivó el nepotismo.Ver Dacio, 1963, pp. 187-191. 464 Jiménez Patón, de quien no debemos olvidar su condición de notario del Santo Oficio, se manifiesta aquí preocupado por la extensión del delito de la solicitación. El Concilio de Trento había ordenado la erradicación de la figura del confesor solicitante al disponer que existiera el mueble, que ahora conocemos como confesionario, para que así hubiera una barrera física entre el confesor y el penitente. Además, el Santo Oficio siempre consideró que el confesor solicitante bordeaba la herejía, dado el mal uso del sacramento, ya que muchos fueron acusados, a su vez, de promover el iluminismo.Ver Sarrión, 1994. 465 Reproduce un pasaje de la muy editada obra de Martín de Azpilcueta: «Peca mortalmente el que teniendo discreción, no comulga por la Pascua de Resurrección, ocho días antes ocho después, no teniendo justo impedimento para ello» (Compendio del manual de confesores y penitentes, fol. 116v). 466 ordinario: «Se dice del obispo diocesano» (DRAE).
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cuenten estos sacramentos, algunos tienen necesidad de freno467, como dice un santo varón de casi estos tiempos, por estas palabras468: También le aviso que no se dé mucho a confesiones de mujeres, especialmente mozas, que es una muy peligrosa negociación, si no hay muy particular don de Dios que haga la carne como insensible y, general mente, ponga más los ojos en aprovechamiento de los hombres porque, si comienza a mirar a ellas, no le vagará entender en otra cosa, según hacen gastar el tiempo en cosas de poco provecho469. Sabido he que se usa mucho la comunión por allá y en algunas tierras más de lo que yo querría, aunque no hay cosa que a mí más alegría me dé que este ejercicio cuando es como se ha de hacer.Visto he algunos que, siendo flojos en el cuidado del aprovechar, piensan que con comulgar muchas veces y con sentir un poco de devoción entonces, que dura poco y no deja fruto en el ánima de aprovechamiento, les parece que comulgan bien y depués vienen a perder aun aquella poca devoción, y quedan tales que no sienten ya más de la comunión que si no comulgasen, sin haber vida dina dello. Por tanto, esté sobre aviso que no todas veces abra la puerta deste sagrado y divino pan mas, mirando la conciencia de cada uno, así debe dispensarlo. No querría que hubiese quien más frecuente mente lo tomase que de ocho en ocho días, como san Agustín lo aconseja470, salvo si no hubiese 467 Hallamos una frase similar en diversos autores, por ejemplo san Jerónimo en la carta «A Rústico» dice: «Allí la gravedad romana templaría la exuberancia y brillantez del estilo galo, y no serían para ti menester espuelas sino freno» (Hier. Epist. 125). En la Vida y obras del venerable maestro Juan de Ávila, t. 9, p. 94 es atribuida a san Bernardo y se aplica a la dificultad de sonreir por parte de san Juan de Ávila que «más necesitaba de espuelas que de freno». La utiliza fray Luis de Granada en «Del uso y frecuencia del Santísimo Sacramento y de la necesidad que de él tenemos para la defensa de nuestros espirituales enemigos», diciendo: «Por donde parece que para las mujeres es menester freno y para los hombres espuelas muy agudas».Ver el Sermón contra los escándalos en las caídas públicas, Vida y Obras, t. 3, lib. 7, cap. 14, p. 405. 468 Se refiere a san Juan de Ávila, llamado «el Maestro» y también «el Apóstol de Andalucía» (1499-1569), en la carta a un predicador. Ver Obras del venerable maestro Juan de Ávila, t. 6, p. 186. 469 Falta un fragmento del original.Ver Obras del venerable maestro Juan de Ávila, t. 6, p. 186 y t. 9, lib. 3, cap. 17, p. 172. 470 Santo Tomás en Suma Teológica 3, 80, 10 se refiere a Aug. Serm. supp. serm. 84 De verbis Domini. No obstante el obispo de Hipona en este lugar y otros muchos manifiesta estar a favor de la comunión diaria, siempre que no se trivialice, pues de lo contrario es aconsejable hacerlo cada ocho días. Seguían esta norma san Juan de Ávila, san Buenaventura, san Francisco de Asís, san Diego, santa Lutgarda, santa Gertrudis, etc.
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alguna tan particular necesidad, o particular hambre que pareciese hacer injuria a tanto deseo quitarle su deseado.Y a los demás, o de quince a quince días, o de mes a mes se les dé, avisándoles que, si les deleita este convite, les ha de costar algo en la enmienda de la vida, que, si viven floja mente, no quieran recebir el pan, que para los que se dan y trabajan en resistir sus pasiones y en mortificar su voluntad, se ordenó. Cierta sentencia es la de san Pablo en el un pan y en el otro, que quien no trabaja no coma, que de otra manera el pan come [fol. 48v] de balde, y este santísimo pan ¿quién, sin trabajar y sin pelear, lo tiene en su ánima?471
Esto escribía este predicador apostólico y santo a otro más moderno, instruyéndole cómo se había de haber con sus hijos de confesión. Y es razón que todos los confesores tomen este consejo para saberse gobernar en este caso virtuosa y discreta mente. Pagar diezmos y primicias también es mandamiento de la Iglesia, nuestra santa madre, y el que no los paga no sale de pecado472 mientras los retiene él en sí. Cómo y cuánto, de qué cosas, está en la costumbre asentada de cada tierra, y esa se ha de seguir, y por ella se juzga en los tribunales. En unas partes se pagan a la Iglesia y, en otras, a las encomiendas473; hanse de pagar como y a quien se deben, y dejallo de hacer es inorancia muy culpable, o malicia dina de castigo; háyalo quien lo hubiere, que por Dios lo recibe, a Dios se debe y a Dios se ha de pagar en aquella persona y parte que la Iglesia tiene determinado para sustentar la virtud con discreción.
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San Pablo en 2 Tes. 3, 8-10, se refiere al pan que no ha comido de balde sino obtenido con afán y fatiga. En 1 Cor. 10, 16, se refiere al pan eucarístico. Lo recuerda Jiménez Patón, en «Albergue de pobres y remedio de necesidades», Comentarios de erudición (fol. 405 inédito): «En toda parte y en todo tiempo, se ha de procurar que nadie coma el pan de balde, porque por el pecado del primer hombre quedamos condenados a comer de nuestro trabajo y sudor. Por esto, han de procurar los magistrados que ninguno a título y con nombre de pobre ande ocioso si puede trabajar, que ansí lo enseñó san Pablo a los de Tesalónica». 472 En el ms. tachado: «mortal». 473 encomienda: «Dignidad dotada de renta competente que en las órdenes militares se daba a algunos caballeros» (DRAE).
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DE LAS OBRAS DE MISERICORDIA [§ 4] Las obras de misericordia obligan de caridad, y se faltará a ella si a ellas se faltase en las ocasiones que las sumas tienen advertido; la obligación es en unos más que en otros, y en unas ocasiones más que en otras. Enseñar al que no sabe le toca al prelado y superior de las religiones y del siglo, como son los obispos, curas, predicadores, maestros y padres474. Así lo tienen decretado los concilios sagrados y esta obligación corre siempre y en todas ocasiones en público particular, instruyendo en aquello que inora el súbdito, como es la dotrina cristiana a los niños y, creciendo la edad, otras cosas conforme a ella y al estado de cada persona, para cumplir con su conciencia y obligaciones. Aconsejar al que tiene necesidad dello es obra de gran mérito, aunque nadie está obligado a dar consejo a quien no lo pide. Están obligados [fol. 49] a pedillo los que inoran lo que han de hacer. Muy buenos consejeros son los libros pero, porque no todos los entienden, es bien pedir consejo a los doctos. Ningún cuerdo emprende cosa de importancia sin él, y es suma mente necio el que lo menos precia. La correción fraterna obliga a cualquiera que está persuadido que la suya ha de ser de provecho para escusar ofensas de Dios, así que no es necesario ser padre, maestro ni superior —a quienes de oficio les incumbe el darla—, mas amigo, vecino y medianamente conocido; y aun al estraño debemos corregir, si entendemos le podremos divertir475 del mal camino que lleva, poniéndole en el que debe seguir para su salvación.Y aun en cosas no tan graves es bien corregir a cualesquier que con nuestro aviso, advertencia y reprehensión, podamos serles de provecho. El perdonar las injurias es de ánimos heroicos, nobles y generosos en la milicia cristiana476 y en que se conoce somos hijos de Dios, como se dijo de nuestro capitán Cristo en la cruz, perdonando a sus enemigos y rogando al Padre por ellos. Es uno de los mayores y más acetos477
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Jiménez Patón, maestro él mismo, muestra una particular sensibilidad a esta obra de misericordia, como pone de manifiesto en el Perfecto predicador. 475 divertir: «Apartar, distraer la atención de alguna persona para que no discurra ni piense en aquellas cosas a que la tenía aplicada, o para que no prosiga la obra que traía entre manos» (Aut.). 476 Sigue el tópico paulino del miles christianus (Ef. 6, 12; 2 Tit. 2, 3). 477 acetos: ‘aceptos’.
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sacrificios que a Dios podemos hacer. Y así el buen cristiano, no solo las perdona, pero ruega por ellos en sus oraciones y sacrificios, a imitación del maestro de la verdad y, como son inorantes los que las hacen, son discretos por escelencia los que las perdonan, y verdaderos imitadores de Cristo que dijo: Pater, ignosce illis, quia nesciunt quid faciunt478. En el sufrir con paciencia las adversidades que nos suceden y las flaquezas de nuestros prójimos, dice san Pablo que consiste la conservación de nuestra alma479. Este acto y el de perdonar injurias, afirmaron todos los sabios que era propio de la verdadera fortaleza porque, si lo es vencerse el hombre a sí mismo, en estas dos aciones consiste esta hazaña, en que no menor discreción que entereza y valor de la persona se descubre. Consolar al triste es ación piadosa y llena de caridad, y así no hemos de perder la ocasión en que le podamos ser de algún alivio con nuestros [fol. 49v] consejos y avisos, en que la virtud y discreción luce mucho en servicio de Dios, señor nuestro. Rogar a Dios por vivos y muertos es obligación que tiene retorno en que Dios ordena haya quien haga por nosotros, en vida y muerte, otro tanto. Lo que hemos de rogar y pedir principalmente es que a los vivos que están en pecado mortal, se sirva Dios sacarlos dél, y a los muertos, del purgatorio, llevándolos a su gloria. Y junta mente con esto, le hemos de pedir otros acrecentamientos espirituales y temporales. También se le pueden pedir, así de fortuna como de honra, y que todos sean para más servirle. Visitar los enfermos es obra de gran caridad y de que Dios se sirve mucho, principalmente si fueren pobres del hospital, y más si fueren de los que llaman «vergonzantes» que padecen necesidad porque no lo piden de vergüenza480, en quienes se pueden y deben ejercitar las dos obras de misericordia que se siguen, dando de comer al que no tiene, y de beber al se[d]iento481, dándoles para el regalo y medicinas necesarias para la cura de la enfermedad. 478 Son palabras de Cristo en la cruz. Exactamente las hallamos en Lc. 23, 34: «Pater, dimitte illis, non enim sciunt quid faciunt». 479 Rom. 8, 17; Gal. 3, 4; Flp. 1, 29; Col. 1, 24; 2 Tes. 1, 5. 480 Ver Pérez de Herrera en «Lo que se hace en la parroquia de san Martín de la villa de Madrid, para socorro de pobres vergonzantes della» (Amparo de pobres, pp. 70-75). Asimismo Jiménez Patón en Albergue de pobres y remedio de necesidades (Comentarios de erudición, fol. 404 inédito), se refiere a las obras de misericordia que el cristiano debe dar al verdadero necesitado y enfermo. 481 En el ms. aparece la forma «seguiento».
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Beneficios son estos y el de vestir al desnudo, que dijo Cristo los estimaba como hechos a su misma persona482, y que del descuido ha de pedir muy estrecha cuenta y hacer muy gran cargo el día del Juicio Final, y en el particular de cada uno483. Y también viene Dios disfrazado en el pelegrino a quien hospedamos, y no se repara si en esto, como en dar limosna, en que anden algunos y aun muchos vagabundos —cuya reformación toca a los magistrados y no a nosotros— que, aunque aquel a quien el beneficio y limosna se hace sea malo, tiene el premio en Dios en cuyo nombre se pide y da484. La obra y limosna de redemir cautivos es muy santa y la premia Dios a manos llenas, y aun las leyes humanas disponen que, si un hijo bastardo rescata a su padre de entre infieles y el ligítimo no lo hace pudiendo, este sea escluido de la herencia de los bienes del [fol. 50] padre y entre en su lugar en ella el bastardo, condenando al ligítimo por ingrato, y esto tiene lugar aunque el bastardo sea hijo de mujer infiel485.Y si bien no todos puedan ayudar con el entero rescate, podrán en parte, dando limosnas a los padres redentores, así de la Santísima Trinidad como de Nuestra Señora de la Merced que tienen esto a su cargo, que en aquella parte la ternán486 de premio en la gloria. Aquel santo viejo Tobías, nos declara en su historia sagrada cuán aceto es también a Dios la misericordia de dar sepoltura a los difuntos487, y el ayudarles con sufragios, como también se dice en los Macabeos488. Estas son las obras que acompañan a los vivos cuando salen para la patria donde nos aguarda la vida verdadera de la bien aventuranza y, el que en ellas se ejercita echa agua sobre el fuego de sus pecados. Franquean la entrada para Dios; allanan las dificultades pues no hay memoria de hombre misericordioso, ni se sabe que se haya condenado. Y si con estas obras el alma se salva y el salvarse es el verdadero saber, en ell[a]s489 consiste la sabiduría y discreción más cierta490. 482
Mt. 25, 40. Mt. 25, 31-46. 484 Jiménez Patón resume lo que explicita detalladamente en Albergue de pobres y remedio de necesidades (Comentarios de erudición, fols. 402-403v inéditos). 485 Ver Alfonso el Sabio, Las siete Partidas, Part. 2ª, tit. 29, ley 3. 486 ternán: ‘tendrán’. 487 Tob. 1, 20. 488 1 Mac. 13, 27-30; 2 Mac. 12, 39-46. 489 En el ms.: «ellos». 490 Todo el pasaje incide en la importancia de las obras para la salvación, siguiendo la defensa que consagrará el «Decreto sobre la Justificación» del Concilio 483
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DE LOS PECADOS MORTALES [§ 5] Aquellos animales que dicen las divinas letras que vio el profeta con ojos por de dentro491 y fuera sinifican el que dispone sus cosas bien y honestamente en lo esterior y en lo interior, porque el que es siervo de Dios está hecho ojos en lo interior por la retitud y bondad de su conciencia y, en esterior, para buen ejemplo de los otros. En lo interior, mira y ve y revee que no tenga cosa que le pueda acusar, y en lo esterior, anda de larga vista para remediar al prójimo en lo que puede, como se ha dicho en las obras de misericordia. Estos ojos interiores da la discreción y prudencia para la conservación de la verdadera virtud. Porque el que quiere salud en sus enfermedades sin médico, y el que [quiere] ser discreto y virtuoso sin la verdadera sabiduría no se verá sano sino siempre enfermo, no será prudente sino necio y loco, y procederá como flaco y ciego. Por esto [fol. 50v] conviene mucho procurar la verdadera discreción y sabiduría, porque es la que enseña lo que se ha de huir y lo que se ha de amar. Esta enseña no ensoberbecerse, ni maravillarnos de las cosas transitorias porque son caducas y perecederas. Enseña el uso de las cosas propias como ajenas, declarando que en nada tiene propiedad el hombre. Enseña que no se nos dé nada, ni hagamos caso de las cosas que no han de ser perpetuas. Enseña la constancia que se debe guardar en las prosperidades, estando siempre de un ser492; cómo la mano es la misma, cerrado el puño o tendida la palma. Enseña cómo el mucho alabar es reprehensible y cómo es dina de correción la desordenada vituperación, mostrando cómo lo uno trae a vueltas la lisonja, y lo otro, la malicia. Esta da testimonio de la verdad, no atendiendo a la amistad. Esta promete y cumple, y aun más de lo que promete. Enseña cómo se han de ordenar las cosas presentes, cómo nos hemos de acordar de lo pasado y proveer para lo futuro. Ha de andar acompañada con la virtud porque la discreción sin ella es malicia y la simplicidad —que dice el vulgo bondad— es inorancia, de suerte que ella da en sí mesma y en las demás virtudes morales, el medio y la regla de oro en que está y con que se mide el punto en que de Trento, ya señalado. En la misma línea, la referencia a los sufragios refuerza esta teología contraria a la de Lutero. 491 Ap. 4, 6. 492 estando siempre de un ser: ‘sin inmutarse’.
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consiste la virtud. Es la estrella y norte en la navegación deste mundo que nos lleva por el paraje que debemos seguir. Es el piloto que sabe huir de la Escila sin dar en Caribdis493. Porque hay algunos que, huyendo de un vicio, dan en otro por falta de su gobierno494. Y esto sucede en aquellos de quienes dijo el poeta satírico: Fal[l]it enim vitium specie virtutis et umbra495.
Esta, pues, nos desengaña y da a conocer al disfrazado enemigo, aunque más le cubra la máscara y librea de virtud fingida.Y nos enseña también cómo dejarnos llevar de los vicios conocidos es, en cierta manera, adorar los ídolos de los gentiles que ordenó el demonio sostituyesen por ellos entre cristianos. El primero de los cuales es la soberbia, la cual sostituye por Júpiter, el principal de los falsos [fol. 51] dioses de los gentiles, y es un desordenado apetito de la escelencia y entono496 propio, con presunción y altivez con que alguno se imagina superior a los demás. Y se quiere disfrazar con librea de grandeza de ánimo, la cual es virtud, pero la discreción cristiana desengaña diciendo cuál es vicio y cuál es virtud. Deste vicio soberbia, que consiste en estimarse el hombre en más de lo que merece, nacen otros que son la jatancia, que es la alabanza de sí propio, la vanagloria, la ambición, arrogancia y presunción. De la madre y de las hijas es contraria la virtud humildad. A los soberbios resiste Dios y a los humildes da gracia. A aquellos abate, a estos ensalza497. A aquellos derriba al infierno, a estos encumbra en el trono de su gloria. El entono y engreimiento que causa este vicio se ha de refrenar498 y curar, sabiendo que la humildad es medicina suya
493 Erasmo, Adagia 1, 5, 6 «Evitata Charybdi in Scyllam incidi». Llámase Escila a un peligroso peñasco situado entre Italia y Sicilia, personificado en un monstruo marino femenino de seis cabezas, al igual que Caribdis, un peligroso remolino fatal para los navegantes. Estos dos monstruos se hallan ya en los relatos homéricos (Odisea 12, 101 y 85). La locución presente, con variantes, fue muy usada por los humanistas, así, Gracián, Quevedo, el conde de Villamediana, etc. Cabe mencionar por pintoresca la versión de Palmireno: «La sardina de Blanes, que por huir del fuego dio en las brasas».Ver Gallego, 2004, p. 111. 494 Hor. Sat. 1, 2, 24: «Dum uitant stulti uitia, in contraria currunt». 495 Bajo el nombre de poeta satírico se esconde Juvenal.Ver Iuv. 14, 109. 496 entono: «Arrogancia, envanecimiento, presunción» (DRAE). 497 Lc. 14, 11; 18, 14. 498 Hay una tachadura entre f/r.
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y, usando della, se quita la hinchazón mortal. Los grandes del reino de Dios son los humildes en la tierra; sus oraciones recibe, en ellos pone los ojos, y los que son niños en esta vida se ensayan para gigantes del cielo499. La avaricia, raíz de todos los males, hace las partes de Plutón, dios de los infiernos, porque así como estos nunca están hartos con las almas que van allá, no lo está el avariento con lo que tiene, antes al paso que crecen las riquezas, crecen los deseos de más y más. Este vicio se finge moderación que es virtud la templanza en el gastar, a quien el latino llama «parsimonia», que es el orden y concierto en gastar la hacienda considerada y cuerda mente, oviando500 los daños de la prodigalidad. Esta es la que en hombres de moderada hacienda y caudal hace que luz[c]an501 los bienes como si tuvieran gran renta porque no gastan cosa ninguna mal, ni pierden ni destruyen en superfluidades. Gastan en lo que no se escusa con honrado cumplimiento y, con su figura y apariencia, se nos quiere introducir, acreditar y engañar la escaseza y miseria del avariento. Porque, como el hombre moderado que gasta consideradamente y con buen concierto se funda en que lo hace por no venir a pasar necesidad, el avariento en su miseria da la misma razón [fol. 51v], como si entre lo uno y lo otro no hobiera el medio loable desta virtud. Este se conocerá mirando al fin del uso del uno y de el otro. El moderado luce y parece, honra y es honrado con lo que gasta en su persona, familia y amigos, haciendo a lo no tanto parecer más, y a la moderada hacienda, abundancia y riqueza. El avariento, al contrario, ni es para sí ni para los otros. Viste mal, come peor. Es esclavo de su hacienda, y no le es de provecho ninguno, de suerte que así le falta lo que tiene, como lo que no tiene; no hace cosa buena si no es morirse, porque entonces da a sus herederos buen día, y al pueblo ningún pesar. Aquel que, como el moderado, fingiendo su abominable vicio virtud, decía que guardaba por no verse en necesidad y la padecía mayor, en la mayor abundancia. Cuánta diferencia haya entre el vicio escaseza: la avaricia, y la virtud moderación y, cómo aquel se quiere acreditar con el nombre desta, lo dijeron muchísimos y en especial el satírico:
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Mt. 18, 3. oviando: ‘obviando’. 501 En el ms.: «luzgan». 500
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Quum sit triste habitu vultuque et veste severum, nec dubie ta[m]quam frugi laudatur avarus ta[m]quam parcus homo et rerum tutela suarum502.
Este vicio es tan malo que no solo tiene a la virtud liberalidad por contrario, la cual consiste en distribuir con alegría beneficios, como entre los fieles lo son las limosnas que se hacen a pobres necesitados y otras dádivas honrosas que a Dios agradan y a los hombres obligan. Es totalmente contraria virtud de la avaricia, y también lo es del tal vicio, otro vicio que se quiere fingir liberalidad, este es la prodigalidad, representada en el ídolo Saturno que se comía sus mismos hijos. La liberalidad, que es quien sabe dispensar y repartir las riquezas y bienes con provecho del dueño y de aquellos a quien se dan y comunican, tiene dos compañeras que son: la humanidad y clemencia. Es virtud muy hidalga y noble, y la que más gana amigos, roba corazones y voluntades.Y la prodigalidad, vicio réprobo, quiere al[z]arse503 [fol. 52] con su nombre y escelencias. Este vicio consiste en gastos desordenados que se hacen con gente ingrata, perdida, vil y baja como son rameras, bufones y gente de mala vida, lo cual hace falta al que lo da, dejándole en infame y abatida pobreza y daño al que lo recibe porque «Nunca holgazanes que se sustentan de hacienda ajena y —como dicen— de bobos hicieron cosa buena». Así que para que no pierda su nombre la liberalidad ha de hacer bien a los amigos, sin daño propio ni peligro de la honra. También hay hombres que, por tener que dar a unos, no reparan en quitallo a otros que es lo que dice el proverbio: «Hurtar para dar por Dios»504. Estos tales no son bienhechores liberales sino ladrones vanagloriosos. También se ha de considerar que lo que se dé sea conforme el caudal y sustancia del que lo da, porque el que esto no considera se agravia a sí mismo y a los demás. Otros hay —y son los más—, que no hacen bien por hacello, ni porque su natural los incline a ello sino por vanidad y ostentación jatanciosa. La liberalidad, para sello505, ha de considerar también los méritos de las personas a quienes hace bien y, conforme ellos, hacer la división y repartimiento de lo que da. Porque a un pobre que
502 Jiménez Patón alude a Juvenal en 14, 110-112. En el ms: tanquam. En las ed. modernas: laudetur. 503 En el ms.: «alcarse». 504 Dice el proverbio: «Hurtar para dar a Dios, solo el demonio lo aconsejó». 505 sello: ‘serlo’.
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anda de puerta en puerta, cualquier bien que se le haga, aunque tenue, es bueno, mas al necesitado honrado que padece en su rincón se le ha de remediar conforme [a] su necesidad y calidad, acomodando a ello la cantidad.Y lo uno y lo otro, con silencio, sin tocar trompetas como los fariseos, y de condición que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha506. Habemos de acudir antes al que padece con necesidad que no a hacer presentes y dones al que tiene abundancia. Liberalidad acertada será la que se emplea en el cumplimiento de las obras de misericordia y la que a esto no se aplicare, no será liberalidad sino prodigalidad, vanagloria y soberbia. De lo uno dijo el filósofo cordobés: Dabo egenti, sed non ut ipse egeam507. [fol. 52v]
Y de lo otro: Nil ita vitandum in dando beneficium sicut superbia508.
Cosa muy cierta es que el vicio lujuria es el ídolo Venus, la cual es un desordenado apetito de los deleites sensuales de la carne cuya torpeza, con estar tan clara mente conocida, los lascivos carnales le quieren no afeitar509 sino enlucir con color de afabilidad, cortesanía, desenfado y joviales entretenimientos, siendo la afabilidad virtud muy de otra condición porque el hombre procede en sus dichos y hechos honesta, cortesana y discretamente, con apacibilidad y amor honesto, dando a todos contento y a nadie pesar con su buen trato, sabio, verdadero, manso, amoroso, cortesano, comedido y, a veces, gracioso con modestia. Por esta graciosidad que se permite el afable, además de la lascivia y torpeza, se quiere tomar también nombre de afabilidad la lisonja y 506 Sigue el conocido pasaje de Mt. 6, 2-3. Se refleja también aquí la doctrina expuesta por Bartolomé de Carranza cuando trata «Del modo como se ha de hacer la limosna» escribe que «no se haga por ostentación ni gloria humana, sino por los fines que habemos dicho. Para esto basta que la vea Dios por quien se hace, pues que Él la ha de pagar. Por tanto dice Cristo:“Hágase tan secretamente, que no sepa la mano siniestra lo que hace la derecha”» (Comentarios sobre el Catechismo christiano II, pp. 492-493). 507 Sen. Benef. 2, 15. En las ed. modernas: «sed ut ipse non egeam». 508 Sen. Benef. 2, 11, 6: «Nihil aeque in beneficio dando vitandum est quam superbia». 509 afeitar: «Adornar, componer, hermosear» (DRAE).
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adulación. Esta es quien pretende no solo tomarse para sí el nombre de virtud, mas lo procura dar a todos los vicios. Esta es la que le llama a la malicia, prudencia; al agravio, justicia; a la prodigalidad, liberalidad; a la avaricia, moderación; a la temeridad, fortaleza y, a la lujuria, deshonesta conversación, lascivas correspondencias y torpe trato y, asimismo, afabilidad. De quien dijo el sagrado Agustín: Falsa laus adulatoris et simulata dilectio [mentes] a rigore veritatis [e]mollit510. Mas dice y enseña la discreción cristiana que el apetito natural enfermó por el pecado original en que todos los hombres nacen, y que así no se ha de cumplir lo que pide si no es con orden y concierto y con regla del espíritu, que es el médico desta enfermedad; y el orden lo tiene dado en el sacramento del matrimonio, donde se hallan juntos amor y castidad, virtud contraria a este torpe vicio, y con más escelencia en los continentes, y con mayor grandeza y perfeción en los vírgines, aunque pase a los lascivos y sensuales torpes. La ira bien se representa en las Furias infernales a quienes daban [fol. 53] deidad511, y en Marte, dios de las guerras; es una breve locura y desordenado apetito de venganza y con rabiosa cólera. Y, con ser tan infernal, quieren dalle nombre de celo de castigar el pecado con justa severidad. Mas desengaña la discreción, diciendo que el castigo ha de ser medicina y no ponzoña, y ha de proceder del celo de la virtud justicia, y no del vicio venganza, la cual nos declara que sí hay licencia de enojarnos sin pecar, como lo dijo el Profeta512 y el Apóstol513. Este enojo y esta ira es afecto santo que procede de verdadera caridad, y se termina en estorbar pecados, y no en hacellos y serlo como el declarado. La gula es el desorden y demasía en el comer y beber y, aunque en las divinas letras a este ídolo llaman vientre quorum Deus venter est514, también tiene otro nombre que es Baco y Ceres, con razón puestos por compañeros de Venus. Danle a este vicio no menor cubierta que del Evangelio sagrado, diciendo que lo que entra por la boca no mancha al
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Aug. In psalm. LXIX, 4, según glosa de santo Tomás, Suma Teológica 2, 2, 115, 2, 2. En el ms.: amollit. 511 Se trata de Alecto, Tisífone y Meguera, divinidades infernales de cabellera erizada de serpientes, cuya misión, ya desde Homero, es castigar a los parricidas y perjuros. 512 Is. 54, 8-10. 513 Rom. 1, 18. 514 Flp. 3, 19.
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hombre515. Resiste la discreción con el mismo Evangelio, diciendo que con oración y ayuno se han de alanzar los demonios516. La517 envidia sale disfrazada con un manto de caridad, diciendo: «primero a mí, segundo a ti». Este es el ídolo de Agerona*518, que le pesa de la felicidad ajena. Pero la discreción la da a conocer, descubriéndola, y desengaña, mostrando que nadie puede hacerse rico con daño de tercero, y le da por pena la que padece, que es vivir atormentado del bien ajeno. La pereza también la quiere introducir el enemigo común, abonándola con otro lugar del Evangelio que dice: «No os aflijáis, ni fatiguéis en buscar de comer ni de vestir»519, y es el ídolo Morfeo soñoliento. Acúdele la discreción con otro testo y muchos evangelios, y de la misma escritura sagrada, aplicada en su verdadero sentido, en la cual se manda al hombre trabajar para que coma520. Además que sin trabajos no se puede subir al cielo. [fol. 53v] Estos son los fines de Satanás, y estos sus ardides y trazas, y este el oficio de la discreción para dejarle vencido y afrentado a imitación de nuestro gran capitán y maestro, Cristo. Así, en las tentaciones semejantes, le responderemos con el Dominum deum tuum adorabis et illi soli servies521. Porque esto dice la ra[z]ón522 y por Ezequiel: Vnus quisque offensiones oculorum abiiciat et in idolis [A]Egip[t]iorum [nolite] pollui523.
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Mt. 15, 11. alanzar: «Decimos ‘alanzar el demonio’ y en sola esta frase se usa deste verbo comúnmente, pero ‘alanzar’ es echar fuera» (Cov.). Mt. 17, 14-20; Mc. 9, 14-28. 517 En el ms. tachada: «pereza». 518 Angerona o Angeronia era una diosa romana antigua de la que hay noticias contradictorias. Era considerada la diosa del silencio y también de la angustia —de cuyo término podría derivar su nombre— y del temor. Algunos la consideran diosa del solsticio de invierno al celebrarse en su honor las angeronalia o divalia, el 21 de diciembre. 519 Mt. 6, 25-34. 520 2 Tes. 3, 7-13. 521 Mt. 4, 10; Lc. 4, 8. 522 En el ms.: «racón». 523 Ez. 20, 7. En las ed. modernas: Aegypti. 516
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DE OTRAS COSAS QUE QUIERE INTRODUCIR EL DEMONIO [§ 6] Vicio hay también que, sin serlo, se finge verdad. Esto se halla en algunas condiciones ásperas y desabridas que, so color que se precian de decir verdad, dicen muchas libertades culpables a sus amigos, debiendo saber que tal proceder no es virtuoso ni loable sino odioso, aborrecible y dino de ser remediado; cuyo esceso modera la virtud afabilidad sin dar en el vicio adulación, como lo uno y otro dijo el poeta en estos versos: Est huic diversum vitio vitium prope maius, asperitas agrestis et inconcinna gravisque, quae se commendat tonsa cute, dentibus atris, dum vult libertas mera dici veraque virtus. Virtus est medium vitiorum et utrumque reductum524.
Deste vicio procede otro que se viste con librea de justa reprehensión y ligítimo castigo, quiriendo ser temida por correción fraterna —que, como dijimos, es obra de misericordia—, la cual es muy santa cosa como lo es el ligítimo castigo judicial porque es freno de mal hechores, porque la reprehensión o castigo de uno suele ser freno y escarmiento a otros. Mas el enemigo [fol. 54] de las almas ha querido acreditar sus abusos con otros nombres, procurando escurecer lo cierto y verdadero con nombres de cosas aparentes, como con este de justa reprehensión o ligítimo castigo, la dañada y maliciosa venganza, porque con esta máscara se dicen y hacen muchas cosas con que algunos satisfacen su vengativo apetito y la injuria que a otros desean hacer. Por esto todo castigo o reprehensión, para ser justa, ha de estar limpia, pura y libre de estas afrentas, venganzas, crueldades y agravios525. Porque el castigo de obra o reprehensión de palabra no se ha de enderezar principalmente a aquel que es castigado o reprehendido, antes al provecho común de la república que se seguirá del ejemplo del enmendado y del temor del castigo. Hase de considerar también que el castigo sea a medida del pecado y no le esceda, y aun antes sea menor que mayor, y que, si hubiere igual mente culpados, sean iguales en la pena y no —como hemos visto muchas veces—, unos sean rigurosa mente castigados en una misma causa y otros aun no sean citados. El que hubiere de castigar o reprehender 524 525
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Hor. Epist. 1, 18, 5-9. En los textos modernos: dici mera y utrimque. Cic. Off. 1, 136-137.
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ha de estar muy ajeno y libre de ira, odio y pasión, porque el hombre enojado y apasionado que quiere castigar, no podrá tener aquella medianía que la razón pide: que ni sea demasiada la pena, ni se desminuya del todo, según enseñan los peripatéticos; así que el juez ha de ser como la misma ley, que tiene su constitución para el castigo, no fundada en ira sino en equidad, que es lo que aconseja san Isidro526 diciendo: Qui delinquentem superbo vel odioso animo corripit non emendat sed percutit. De los vicios que suelen engañar con aparencia de virtud es la vergüenza que llamó Horacio «mala y necia», diciendo: Incurata malus pudor ulcera celat527. Y aunque los gentiles conocieron esta verdad en lo natural y moral, los cristianos la tenemos más esperimentada en el sacramento [fol. 54v] de la penitencia donde procura Satanás —como dicen que él lo confesó a un santo ermitaño— poner vergüenza al penitente para que la tengan de confesar sus pecados, habiéndosela quitado para que los cometiese. Así será necesario el honesto desenfado y desempacho virtuoso, como es el que aconseja Plutarco, aunque gentil, en el libro que hizo De vitioso et stulto pudore, que tenemos traducido en la segunda parte destos discursos528. Es din[o]529 de que se lea y considere, porque es muy conforme a nuestra dotrina en que pretendemos formar un mancebo virtuoso con discreción, y no es donde menos luce esto, porque antes es menester particular para huir530 los daños de la viciosa vergüenza. Porque no solo en las cosas de urbanidad mas en las del alma, causa graves daños pues, por evitallos, algunas reglas de religiosos ordenan que, porque la vergüenza necia no sea estorbo para hacer la confesión entera, sincera y pura, no solo hayan de confesar con los superiores mas con otros cualesquier religiosos aprobados.Y el sagrado Concilio de Trento [ordena] que a las monjas, además del confesor ordinario y particular, se les permita que algunas veces en el año puedan elegir otros confesores estraordinarios a quien con más libertad digan los secretos de su conciencia, porque no se condenen por callallos531, vencidas de la vergüenza necia de quien dijo san Gregorio sobre Ezequiel:
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Isidro por Isidoro.Ver Sent. 3, 41, 7. Hor. Epist. 1, 16, 23 y Erasmo, Adagia 2, 7, 2: «Verecundia inutilis viro egenti». 528 Ver fols. 77v-88 del presente texto. 529 En el ms.: «dina». 530 huir: nótese el uso transitivo del verbo. 531 callallos: ‘callarlos’. 527
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Erubescere enim malum sapien[t]iae532 est, bonum vero erubescere, fatuitatis . […] Qui erubescit mala poenitendo533 quae fecit, ad vitae libertatem pervenit; qui vero erubescit bona facere, a statu rectitudinis cadit; itaque ad damnationem tendit534.
Procura asimismo el demonio acusar en las almas —para que en el fin de la vida se hallen desapercebidas—, olvido de aquellas cosas que son las que más freno ponen al pecar cuando dellas hay, como es justo, memoria. Estas son las postrimerías nuestras: [fol. 55] muerte, juicio, infierno y gloria. Solicita que se olvide la muerte, engañando con las esperanzas de larga vida, aunque veces hubo que persuadió a vida viciosa y mala, representando la brevedad della, como consta de aquellos perdidos que pintan las sagradas letras que decían: «Pues nuestra vida es breve, démonos a todo deleite y que no quede vicio que no esperimentemos535». Mas como ve que los fieles tienen muy asentada la verdad de la inmortalidad del alma, y la certeza del premio o pena, según las obras de cada uno, los procura engañar por otro camino que es como olvido de lo uno y lo otro, y con dilaciones de penitencia536. Mas, para dejallo burlado, conviene las tengamos presentes de día y de noche, sin que se cayan537 de la memoria, no solo dispiertos mas durmiendo, pues puede dormir el cuerpo y velar el corazón538, y no hay cosa que más dispierte que dormir sobre la muerte. Lo cual, ¿cómo se puede olvidar?, pues apenas hay hora y punto que no se nos refresque con la del amigo, vecino o pariente, conocido, presente, ausente, niño, viejo, de mediana edad, de todos estados y de todas condiciones, ricos, pobres, humildes, nobles, poderosos, flacos539, valientes, cobardes, sabios, inorantes, malos, buenos sin esceción540. 532
En el ms.: sapienciae. Dice san Gregorio: «poenitendo mala; atque ad damnationem». 534 Greg. M. In Ezech. lib. 1, hom. 10 & 17. Cf. con el cap. XXXII De verecundia, del libro III de las Sentencias del obispo Tajón (600-659), reunidas de las obras de san Gregorio. 535 El maestro ofrece un breve resumen de los versículos del libro de la Sab. 2, 1-12 e Is. 22, 13. 536 Fray Luis de Granada trata en la Guía de pecadores contra los que dilatan la penitencia hasta la hora de la muerte.Ver Obra selecta, lib. IV, De los sacramentos de la santa madre Iglesia, cap. 10-11, pp. 953-971. 537 cayan: ‘caigan’. 538 Jiménez Patón extrae su cita del Cant. 5, 2: «Ego dormio et cor meum vigilat». 539 flacos: ‘débiles’. 540 esceción: ‘excepción’. 533
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Verdad es que los mismos gentiles, como la veían tan cierta, la tenían por freno de sus desconciertos, pues cuanto más el católico fiel, sabiendo que ha de ir, cuando llegue a ser juzgado de Dios, recto juez. El juicio deste juez justísimo debemos también tener en la memoria, así el particular del alma de cada uno, que será luego que salga del cuerpo, y el general y último fin del mundo. Aquí se ha de considerar cómo han de ser juzgadas, no solo nuestras aciones y palabras, pero nuestros íntimos pensamientos. Esta consideración para abstenernos de lo que se nos ha de pedir estrecha cuenta, y aunque la misericordia de Dios es infinita, no apelando a ella, [haga que no] nos tomemos licencia tal que nos cojan la muerte y tras de ella el juicio de Dios en tal descuido que merezcamos condenación eterna541. Ni por esta justificación tan puntual desconfiemos de su [fol. 55v] misericordia como suelen escrupulosos, y no demos lugar al demonio, astuto y artero, que, al que no puede derribar con escesos de alegrías, le procura abatir con desconfianzas, escrúpulos y tristezas, dando por fundamento esta consideración. Para esto, lo mejor es no estar ociosos un punto, porque no hay persona tan santa que se pueda valer si tiene plaza el demonio, escuchándole sus embustes y marañas que ingiere en los pensamientos que procura causar, y hace mucho al caso para vencerle tener alguna ocupación que le obligue a tener atención para que olvide la sujeción del demonio. Porque, de otra manera, aunque se trabaje por desecharle, no podrá, y muchas veces sucede dar el combatiente consigo en el suelo, derribado con el peso de la tristeza, y entonces se huelga el demonio de verle caído, como a bestia debajo de la carga, y lleno de tristeza, melancolía, amargura y aún con caimiento542 del corazón, y de ahí llevando a otros pensamientos peores de desesperación o desconfianza, con que hace desmayar y aflojar en la virtud y, a bien librar, enflaquece la fe, se entibia el amor y se pierde el tiempo sin caminar por el camino derecho; lo cual, aunque no sea consentir, es andar el ánima angustiada y ocupada solamente en defenderse de los golpes que le dan, mas, como hemos dicho, anda más seguro, los enemigos más lejos, porque este es fuerte vigor que pone miedo a los demonios. 541
La frase original de Jiménez Patón resulta muy oscura, quizás por incompleta. De ahí nuestra interpretación. 542 caimiento: «La flojedad grande o descaecimiento de ánimo y fuerzas que desfallecen con algún contratiempo o enfermedad» (Aut.).
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A este propósito decían los padres del yermo que era imposible tener los pensamientos quietos, no estando el cuerpo ocupado en alguna cosa, y que ninguno puede llegar a la perfeción sin pasar por aquí543. Con esto el demonio no hará las suertes que pretende y la confianza estará en su punto, no alargándola a más de lo que es razón, ni perdiéndola de la misericordia del Señor que es mayor que nuestras culpas y, si bien justo juez, es también padre misericordioso. Hase de considerar con profunda atención —pidiendo a Dios [fol. 56] nos libre dellas por las entrañas de su misericordia— las penas del infierno, de adonde no hay redención. Allí la muerte sin muerte; el fin sin fin; falta sin falta; pena de daño y sentido en fuegos sempiternos, sin esperanza de gozar de Dios al que la muerte le coge en culpa mortal, sin penitencia. Esta consideración engendra un temor que, aunque parece servil, es provechoso. Precediendo el amor que a nuestro Criador debemos, no se caya544 de la memoria, que sin duda es freno de la justicia de Dios que nos le pone en pecar. Y no por este temor le tengamos en cosas que no son pecado porque será engendrarlo donde no hay, con el desasosiego de los escrúpulos, los cuales a conciencias bien gobernadas suelen inquietar porque, aunque son indicio de conciencias temerosas, si no se desechan, causan en las almas grandes tormentos y desasosiegos, imaginando en cada cosilla culpa mortal. En esto pecan los que, porque no son perfetamente buenos, dejan de ser medianamente tales. ¡Inorancia y locura grande meterme en el infierno porque no soy de los mayores santos del cielo! ¡Qué mayor desatino que porque no ando sin tropezar alguna vez, desagradarme tanto que me dejo caer o me corte los pies! El flaco se mida y se estime conforme sus fuerzas, y no desmaye y dé con todo en el suelo, ni le desasosieguen escrúpulos, ni desconfíe de que en su estado, sea el que fuere, deje de hallar a Dios que le ayude, aliente, 543 Ya lo aconsejaba san Jerónimo al monje Rústico (Epist. 125). También trata el tema Juan Basilio Santoro en el Prado espiritual, lib. II, cap. XI, fol. 49: «De cómo el monje ha de trabajar y no ocuparse solamente en la vida contemplativa». Asimismo en la regla primitiva dada por san Alberto a los carmelitas, confirmada por Inocencio IV, hallamos: «Empleaos en algún trabajo para que el diablo os halle siempre ocupados; no sea que por culpa de la ociosidad, descubra el maligno brecha por donde penetrar en vuestras almas».Todos ellos se basan en Casiano (De coenobiorum institutis), citado por fray Luis de Granada del que Jiménez Patón probablemente saca su comentario.Ver Obras, t. 1, lib. 11, tratado 4º, cap. I, p. 536. 544 caya: ‘caiga’.
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premie y favorezca. El premio de los trabajos que en esta vida se pasan, tiene Dios librados en su gloria y bien aventuranza, que esto fue dar por uno ciento, y aun cien mil porque, si desde que nacemos hasta que morimos, no descansáramos un punto, comprábamos más barato que si por un grano de mostaza dieran todas las Indias545. Esta es la alteza de las riquezas del Señor que ni se puede comprehender ni rastrear, pero con todo esto por lo visible hemos de considerar lo invisible546. Es vida sin muerte, descanso eterno, quietud perpetua, luz inaccesible, libertad divina y raudal de alegría [fol. 56v] permaneciente, fuente perene de gozos infinitos, comida de ángeles, reino de Dios. Y otros nombres divinos le dan las divinas letras cuya consideración a muchos ha robado el espíritu y sacado de sí con la contemplación, de suerte que perdieron el uso de los sentidos esteriores por estar con los interiores en ella, como le sucedió a san Pablo que, en éstasis celestial547, fue llevado a los cielos en quien vio cosas indecibles como él lo afirma.Y a otros siervos de Dios han sucedido, y suceden, raptos y arrebatamientos celestiales estando en el fervor de la oración, pura, devota y humilde548. Pero advierta el alma justa que, si bien estos favores han sucedido y suceden a los siervos de Dios y, cuando vienen, no se han de echar, antes estimar como favores divinos, empero no se han de procurar, ni desear, porque no se alcanzan por querer, ni por correr, sino cuando Dios los quiere comunicar.Y también advierta que también en esto quiere Satanás hacer de las suyas, introduciendo mil maneras de éstasis, arrobos y raptos fingidos y contrahechos, con que engaña aun a los muy advertidos. Unos hay que son sueño natural, que sucede en algunas personas que, puestas en la oración, cansadas de los trabajos y afliciones del cuerpo y, desvanecidas las cabezas, se quedan entre vela y duerme549, medio pensando y aun medio soñando lo que en la oración trataban y, como se hallan en sueños deste jaez, piensan que es éstasis verdadero y se engañan.
545
En la aseveración del maestro late el fondo escriturario de Mt. 13, 31-32, Mc. 4, 30-32 y Lc. 13, 18-19. 546 Heb. 11, 3. 547 1 Cor. 12, 1-10. 548 Santa Teresa en el cap. 20, pp. 77-84 del Libro de la vida describe con gran precisión el arrobamiento o éxtasis que tantas veces experimentó. 549 vela y duerme: ‘duermevela’.
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Otras veces [ocurre] que el mal humor grueso, incitado con la fuerza del espíritu, se sube a la cabeza, acude al corazón y ocupa los poros, haciendo la alienación de los sentidos semejante a la que suele acaecer en la éstasis550 y, quien esto ve, y aun la misma persona que lo padece —si no es muy advertida—, juzga ser arrobamiento, pero el poco fruto que deja y alguna esperiencia del médico descubre haber sido catalipsis, cierta especie de enfermedad [fol. 57] soñolienta antes que escelencia de oración, según enseña Galeno551. Otras veces permite Dios que el demonio revuelva los humores552 del cuerpo y cause falsos y fingidos arrobos para hacer que el alma, así arrobada, deje de cumplir algún preceto que le obligaba a pecado mortal, o crea alguna cosa contra la fe, o en perjuicio de la república. De donde vino a llamar el glorioso san Vicente Ferrer «rabiamientos»553 a los éstasis o arrobamientos deste jaez, por lo cual cumple mirar con cuidado el fruto que de la éstasis resulta para, según él, juzgar de qué especie es, por los engaños que aquí suelen suceder a principiantes y mujeres, de cuya flaqueza se vale el demonio para sus enredos, como se ha visto en nuestra España en algunas ocasiones554. Válgase el alma justa de las palabras del Apóstol cuando dice: «Aunque tenga todas las revelaciones, éstasis y raptos del mundo si no tengo caridad no soy nada555». Luego infiere: «Si tengo caridad, serelo todo».Y
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Nótese el artículo femenino. Galeno describe la catalepsia en De causis pulsuum, 1571, lib. 4, p. 577. 552 revolver los humores: ‘alterarlos’. En el cuerpo hay distintos ‘humores’ según Galeno, a saber: calor, humedad, frialdad y sequedad. Hay distintos tipos psicológicos de acuerdo con el predominio de unos u otros. Ver Plutarco en La viciosa vergüenza, fol. 86v § 18 de la versión patoniana. Huarte de San Juan en Examen de ingenios IV, 5, se refiere a ello. 553 Dice el santo en el Tractatus vitae spiritualis, cap. 13, p. 48 que hay que huir de las personas sembradoras de tentaciones: «Immo si dicerent tibi aliquid quod sit contra fidem et contra sacram scripturam, aut contra bonos mores, abhorreas eorum visiones et sentimenta tamquam stultas dementias et eorum raptus sicut rabiamenta». Es probable que Jiménez Patón tomara su cita del Libro de la vida de santa Teresa, cap. 20, p. 83. 554 Se refiere a la herejía iluminista cuyas víctimas principales fueron, a los ojos de los inquisidores y del propio Jiménez Patón, mujeres de escasa instrucción, como era frecuente en la época. No hay que olvidar que el humanista había conocido personalmente a algún seguidor de este movimiento, al que denomina satíricamente como el de los «alumbrados sin lumbre».Ver Garau, 2012a. 555 Libre interpretación de la proclamación de san Pablo de que la caridad es la más excelente de las virtudes cristianas (1 Cor. 13, 1-13). 551
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pues, no dijo Cristo: «El que me amare se arrobará, transportará y andará embelesado» sino: «Guardará mis mandamientos y cumplirá mi ley»556; aquella alma estará más unida a Dios que más le amare, cumpliendo su divina ley, y la que esto hiciere, le gozará en su gloria y bienaventuranza, por los siglos de los siglos.
DEL PRONÓSTICO MORAL § 7 Un piadoso y docto religioso de la orden de Nuestra Señora de las Mercedes557, a instancia de un devoto, hizo un pronóstico moral —bien otro de los naturales—, lleno de dotrina, que enseña a todo género de gentes, en todas edades y en todos estados, a componer su vida, para estar prevenidos a la hora de su muerte; sacada558 de los escritos de los santos. El cual559 me pareció tan a propósito de nuestro asunto que, aunque estudio ajeno, no quise escusar de ponerle aquí, con las advertencias y adiciones que me parezcan importantes. Dice, pues, así: [fol. 57v] Dios sobre todo En su mano están los corazones de los hombres. En cualquiera hora que el pecador llorare su pecado, le oirá Dios. Acuérdate que has de morir560. 556
Jn. 14, 15 y 21. Ha sido imposible dar con el autor de esos pronósticos ya que el maestro no lo facilita, quizás por deseo de aquel. Jiménez Patón generalmente tiene la honradez de confesar sus fuentes, así en el Perfecto predicador, p. 256, dice: «[…] y el que de todo quisiere ver ejemplos, porque no se queje de el todo, vea a san Antonino de Florencia, que no es de mi condición callar el autor de que más me aprovecho, sino mostrármele agradecido con confesar lo que es suyo. Porque lo ajeno lleva de bueno mi trabajo, y así procuro que lo sea todo, para que la autoridad que por mí no tiene, merezca por sus originarios autores, y como dice Plinio el Mozo, es vergüenza honrada la que un hombre pasa confesando lo ajeno que ha tomado para su provecho en materia de dotrina.Y a quien debo más después de san Pablo, es a este santo arzobispo, y así quiero serle agradecido, confesando mi deuda, supuesto que de la paga estoy imposibilitado». Cf. Jiménez Patón, Discurso de los tufos, copetes y calvas, fol. 38v e Instrumento necesario, p. 235. 558 Entiéndase: ‘dotrina’. 559 Entiéndase: ‘pronóstico’. 560 Se refiere a Memento mori, frase citada en latín en el fol. 59 del texto. 557
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Por las edades 1. Vida siempre descuidada pronostica última impenitencia y mala muerte. Amenaza a los ociosos y que viven en lugares viciosos. Conviene acudir muy de veras a Dios y valerse de buenos consejos, doctos, y amistades honestas. 2. Mocedad libre pronostica vejez viciosa y distraída y aun tal vez, poca enmienda. Amenaza a hijos de padres descuidados y a hijas de madres confiadas. Conviene buscar maestros cuerdos, confesores doctos y compañías honestas. 3. Vejez viciosa pronostica mala muerte y peligro en su salvación. Amenaza a los que tuvieron mocedad libre. Conviene llorar la vida pasada y retirarse de ocupaciones del mundo. Por las vocaciones 4. Vocación ociosa pronostica yerros en la dotrina, hipocresía y engaños. Amenaza a personas eclesiásticas, amigas de novedades. Conviene velar contra las ilusiones y paliadas tentaciones del demonio. 5.Vocación grande y poca correspondencia pronostica castigos, aun en esta vida, y confusión. Amenaza a gente religiosa y a los olvidados de sus almas. Conviene volver sobre sí, dispertar y darse prisa a caminar. [fol. 58] 6. Estado elegido de vida con descontento pronostica desgracias, afrentas, peligro en la salvación y en la vida corporal. Amenaza a casados descuidados y personas religiosas y envidiosas y a mujeres livianas. Conviene pedir a Dios paz, contentarse con su estado y mirar que esta vida presto561 pasa. Por las ocupaciones de la vida 7. Cualquier arte y oficio usado con engaño pronostica castigos de justicia y pérdida de lo mal ganado. Amenaza a artífices y ministros codiciosos e inorantes. Conviene contentarse con lo justo y tratar verdad. 8. Administración de hacienda ajena con descuido pronostica mala cuenta, desesperaciones, venganzas y pleitos. Amenaza a los que se en561
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presto: «Luego, al instante con gran prontitud y brevedad» (DRAE).
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cargan de lo que no entienden o de más de lo que pueden. Conviene no gastar de lo ajeno como de propio y pensar que ha de haber día de cuenta. 9. Oficio público, sin celo del bien común, pronostica robos, tiranía y mal gobierno. Amenaza a ministros codiciosos y de ancha conciencia. Conviene pensar que ha de haber juicio, y que Dios vuelve por los pequeños. Por los defetos en las condiciones y mal natural 10. Pobreza con soberbia pronostica desesperaciones, dar en errores y vivir aborrecidos. Amenaza a los que no se sujetan a los que más saben, y no ponen su confianza en Dios. Conviene abrazar los trabajos que Dios envía y pensar que Dios amó la pobreza. 11. Escrúpulos en todo pronostica desesperaciones, poca paz en el alma y dar en errores. Amenaza a los inorantes y a los de poca fe. Conviene fiar mucho en Dios y creer que su ley es verdadera y su yugo suave562. 12. En nada tentaciones pronostica camino muy sospechoso para la salvación. Amenaza a los de conciencia ancha y de poco temor de Dios. Conviene vivir sobre aviso, velar y elegir confesores doctos. [fol. 58v] Por las obras 13. Obras escandalosas pronostica castigos del cielo. Amenaza a los más poderosos y que debieran dar mejor ejemplo. Conviene enmendarse y edificar563 a quien se esca[n]dalice. Por los amigos y libros 14.Vecindad sospechosa pronostica pegarse malas costumbres y ocasiones de pleitos. Amenaza a los que eligen barrio para deleites y pasatiempos. Conviene mudar casa, encerrar las hijas y dar buenos amigos a los hijos.
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Mt. 11, 30. edificar: «En otra sinificación se toma edificar por dar buen ejemplo uno con su vida y costumbres llevando a los demás tras de sí con imitarle» (Cov.). 563
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15. Gusto en leer libros profanos pronostica dar en vicios torpes y hacer con tibieza las obras buenas. Amenaza a los descuidados con sus almas y a los cobardes en el camino de la virtud. Conviene oír buena dotrina, rezar mucho y leer libros santos. Por la mala costumbre 16. Costumbre envejecida en algún vicio pronostica mala muerte y peligro en la salvación. Amenaza a los que no tienen cuidado con sus almas, y a los que no tienen consejo. Conviene determinarse de una vez a olvidar el mundo y amar a Dios. 17. Confesión sin prevención de esamen pronostica poca enmienda y facilidad en volverse a sus pecados envejecidos. Amenaza a personas que tienen poca fe, y que andan embebidos en sus vicios. Conviene hacer una confesión general y traer la muerte a la memoria. 18. Ponerse en la ocasión de pecar pronostica caídas en pecados torpes. Amenaza a los que fían mucho de sí mismos. Conviene huir de malos amigos y de confesores inorantes. 19. Descuido en el cumplir las penitencias pronostica desear tiempo para cumplirlas y no tenerlo. Amenaza a las almas flojas y remisas que tienen en poco las penas que las amenazan. Conviene cumplirlas luego y pensar en las terribles penas del purgatorio. [fol. 59] 20. Muerte no prevenida pronostica peligro en las cosas del alma. Amenaza a los olvidados de que hay eternidad. Conviene tener santos abogados y hacer a menudo actos de contrición. Por las imperfeciones 21. Amigos de novedades en el camino de la virtud pronostica perder la santidad adquirida y dar en errores. Amenaza a los confiados y muy agudos, y mal confiados en la fe. Conviene ser humildes, leer a los santos y obedecer a la Iglesia. 22. Poca humildad y mucha penitencia pronostica perder lo servido. Amenaza a los inorantes y desconocidos de lo que son. Conviene pedir a Dios misericordia y pensar que todo lo que se hace es nada. 23. Darles puerta a ruines pensamientos pronostica venir a dar en obras escandalosas y a pecar con desvergüenza. Amenaza a gente ociosa
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y amiga de regalos. Conviene ocupar bien el tiempo, tomar penitencias y protestar la fe564 a menudo. 24. Santidad poco escondida y encubierta pronostica durar poco y perder lo ganado en el camino de la virtud. Amenaza a los amigos de curiosidades y de caridad indiscreta. Conviene guardarnos y recatarnos565 y aun no fiarnos de nosotros mismos. En cualquiera hora y momento es bueno hacer memoria de la muerte y entrar en cuenta co[n]sigo mismo. Aquí el Memento mori566. Aquí el Memento novissima tua et in aethernum non peccabis567. Dios el fin y principio de todo para que nuestras obras, pensamientos y palabras sean las que convienen para nuestra salvación. Conclusión deste asunto Advirtiendo lo que este pronóstico almanac568 pronostica, escusando lo que amenaza y guardando lo que conviene, puede el alma del cristiano prometerse, sembrando en lágrimas de penitencia, cosecha de ferti[fol. 59v]lidad y alegría; bonanza en las borrascas de las tentaciones; próspero viento con el favor del Espíritu Divino en la navegación para las Indias del cielo. Y cultivando la heredad del Señor, con ejercicio de virtudes, acudirá el fruto de gracia, prenda cierta del que nos aguarda de gloria, a cuya labor, culto y observancia, también pertenece imitar toda la dotrina destos discursos, comenzada con la del Dotor Angélico Tomás, continuada con la de otros santos, confesada con la de gentiles, empruebada569 con la certeza de nuestra verdad católica que, por ser tanta, no la pueden negar en sus escritos. Cuyos testimonios son como
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protestar la fe: «Confesar públicamente la fe y creencia que uno profesa y en que desea vivir» (DRAE). 565 recatar: «Encubrir u ocultar lo que no se quiere que se vea o se sepa» (DRAE). 566 Frase que repiten los monjes cartujos y trapenses cada vez que se encuentran. Su origen se remonta a la advertencia pronunciada por un esclavo durante el desfile triunfal de un general romano victorioso para evitar su ensoberbecimiento. 567 Eclo. 7, 40. 568 almanac: «ant. Almanaque» (DRAE). 569 empruebada: No hemos encontrado esta forma en los repertorios léxicos habituales de la época (Cov., Aut., DFSO), ni tampoco en el CORDE. Pese a ello, parece fácil adivinar el sentido de ‘probada’, ‘justificada’ .
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el alfanje de Golías que así como con él le cortó la cabeza570, con ellos convencemos sus mentiras y declaramos nuestras verdades católicas571. Confío en Dios que todo lo que aquí se ha enseñado ha de ser de importancia para que los vicios que vienen con capa y máscara de virtud disfrazados —que son los que, por no conocidos, más engañan y dañan— se conozcan y, conocidos, se huyan y, huyéndolos, con discreción se ame y siga la virtud.Y el que esto hiciere bien merecerá por su proceder y obras el nombre y título de «virtuoso discreto». Porque mediante la virtud con discreción, sabrá y podrá apartar las cosas sagradas de las profanas; las públicas y comunes, de los particulares y de pocos. Porque, para convencer572 las supersticiones gitanas, es necesario saber no solo la verdadera religión, pero también los fundamentos de la engañosa —como lo dijo el sabio—573 para saber lo que es prudencia y dotrina verdadera y entender los yerros, inorancias y necedades en que, por no saber su fundamento, pudiera el virtuoso, no siendo discreto, tropezar. Que la inorancia no es otra cosa que unas tinieblas en quien el entendimiento no prudente anda a tentarones574 y todos sus pasos a escuras son, tropezando en mil confusiones, porque los engaños del enemigo común se enderezan a que no encuentre con la verdad desnuda575, y cuantas cosas le representa con su diabólica industria son con color576 en que él pueda engañar.
570 I Reg. 17. Jiménez Patón, en el Perfecto predicador, p. 236, dice: «[…] y san Jerónimo dice que saber hacer esto es cortalle la cabeza a Goliat con su alfanje». 571 Jiménez Patón sintetiza las fuentes utilizadas que hemos ido señalando: santo Tomás, san Pablo, san Agustín, san Jerónimo, san Ambrosio, san Gregorio, Cicerón, Horacio,Virgilio, Juvenal y Séneca. 572 convencer: «Probar una cosa de manera que racionalmente no se pueda negar» (DRAE). 573 Jiménez Patón alude al proverbio: «Malum non evitatur nisi cognitum», muy citado en la Edad Media, con numerosas variantes cuya fuente se atribuye a Aristóteles. Él lo utiliza en la Elocuencia española en arte, fol. 47: «Como dice el filósofo, “El mal ha de ser conocido para huirle”» y en fol. 108: «[Las fábulas] sirven para conocer el mal, el cual no se huye si no es siendo conocido». 574 a tentarones: ‘a tientas’. Podría tratarse de un neologismo del maestro. 575 La desnudez es una característica básica de la verdad, si nos atenemos a Ripa, 1989, 391-392. Antonio Bernat y Tomás Sajó se refieren a su iconografía en el artículo «Veritas filia Dei. The Iconography of Truth Between Two Cultural Horizons in the Ithica hieropolítica», 2001, pp. 291-322. 576 con color.Ver «so color: con o bajo pretexto de» (DRAE).
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Así, para caminar por este valle cubierto destas nieblas, y para navegar por este mar lleno [fol. 60] de borrascas tempestuosas y escuros nublados, es necesaria la antorcha y lumbre de la sabiduría.Y es de tanta importancia esta guía para acertar con lo que conviene que, al primer barrunto577 del que la lleva delante, se le allanan mil aparentes dificultades. Mas, porque para alcanzar tanto bien nos será de importancia la intercesión de aquella que alcanzó la última perfeción destas virtudes, pidámosle la haga, favoreciéndonos y, para obligalla como debemos a tan divina y santísima, aunque pura criatura, la oración que el Angélico Dotor hizo al Criador578, y concluimos estos discursos diciendo: Señora Nuestra, reina poderosa, madre de misericordia, alcanzadnos gracia para que con fervor apetezcamos, con prudencia busquemos, verdadera mente conozcamos, y con perfeción cumplamos las cosas que son de la voluntad de Dios, Nuestro Señor, para gloria y alabanza de su santo nombre y vuestro. Interceded con Él para que ordenemos el estado de nuestra vida en su servicio, y nos dé conocimiento para que sepamos lo que nos pide que hagamos, y ayudadnos a que lo obremos como conviene a la salvación de nuestras almas. Rogad, Señora, que no cayamos579 en falta en las prosperidades y adversidades, para que, en las unas, no nos ensoberbezcamos y, en las otras, no nos abatamos ni desmayemos. No hallemos contento sino en aquello que nos ha de juntar con Dios, ni nos cause pesar580 sino lo que nos haya de apartar de su presencia. No nos vengan deseos, si no fueren de agradar a Dios, ni tengamos temor de dar disgusto a nadie sino a Su Majestad. Todas las cosas deste mundo las imaginemos perecederas y viles, y las de Dios estimemos y amemos, y a Dios más que todo. No tengamos gusto si no fuere en Dios, ni deseemos otra cosa que a Dios. Los trabajos por Dios nos sean de gusto y deleite. Sin él, no nos alegremos en nada, antes tengamos pesar en todo. Recabadnos,Virgen y Madre Santísima, que con discreción y frecuencia levantemos nuestro corazón a Dios y, si alguna vez faltare, se repare la falta con el sentimiento debido y propósito de la581 enmienda. Vos que por escelencia fuistes, siendo madre de Dios y reina de los ángeles, la más obediente sin contradición, pobre sin desconfianza, casta
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barrunto: «Sospecha o indicio concebido de alguna cosa» (Aut.). Se refiere a la «Oración al Santísimo Sacramento» de santo Tomás de Aquino, que fray Luis de Granada titula «Oración de santo Tomás para pedir todas las virtudes». 579 cayamos: ‘caigamos’. 580 Hay una ene tachada en el interior de la palabra. 581 Hay una tachadura en el ms. 578
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y virgen [fol. 60v] sin corrupción, sufrida sin murmuración, humilde sin fingimiento, alegre sin esceso, triste sin abatimiento, cuerda sin gravedad, diligente sin liviandad, temerosa sin desconfianza, verdadera sin doblez; que obrastes sin presunción, corregistes sin altivez, edificastes con palabras y obras sin fición582, pedid al Señor que nos dé un corazón en lo posible semejante al vuestro, que siempre vele, y que ningún ocioso ni curioso pensamiento le aparte de Dios; un corazón noble, que ningún bajo deseo de la tierra le derribe, ni arrastre; un corazón recto, que ninguna inclinación mala le pueda torcer; corazón invencible que ningún trabajo le domeñe583 ni quebrante; corazón libre a quien ningún violento, ni perverso enemigo pueda sujetarle ni rendirle. Pedilde584 nos conceda entendimiento con que le conozcamos, diligencia con que le busquemos, sabiduría y discreción con que le hallemos, conversación con que le agrademos y, finalmente, confianza con que le alcancemos. Merezcamos por vuestra intercesión ser mortificados en la penitencia con la consideración de los tormentos de su Pasión santísima, y aprovecharnos en este mundo de sus incomprehensibles beneficios y, finalmente, gozar los eternos contentos en el cielo por gloria que tenga por bien de comunicarnos en su compañía y vuestra, por los siglos de los siglos. Amén585.
Date magnificentiam Deo nostro586 [Triángulo equilátero invertido con una cruz latina en su interior]
582
fición: ‘ficción’. domeñar: «Sujetar, rendir y hacer tratable alguna cosa» (Aut.). 584 pedilde: ‘pedidle’. 585 Recuérdese la dedicatoria «A María del Remedio, Santísima Virgen y madre de su Criador, reina de lo criado», al frente de la Reforma de trajes. 586 Dt. 32, 3. 583
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[fol. 61] SEGUNDA PARTE DEL
VIRTUOSO DISCRETO DIRIGIDA AL SAGRADO Y MÁXIMO DOTOR DE LA IGLESIA
EUSEBIO JERÓNIMO, CARDENAL DE BELÉN587
POR EL MAESTRO BARTOLOMÉ JIMÉNEZ PATÓN Labia iusti erudiunt plurimos; qui autem indocti sunt in cordis egestate morientur. Proverb. 10588
[Sigue un dibujo de un león, junto al cráneo de una calavera, símbolo de san Jerónimo retirado en el desierto. Todo ello enmarcado por la siguiente cita: Ego dormio, cor meum vigilat589]. [fol. 62]
587 A pesar de que una de las representaciones iconográficas del santo es como cardenal, no pudo serlo, ya que esta dignidad tal como hoy es conocida, se remonta al siglo XI. En 1610, Lope de Vega, gran amigo de Jiménez Patón, escribió la primera comedia dedicada a este importante doctor de la Iglesia, El cardenal de Belén, que fue publicada posteriormente en su Trecena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio, Madrid, 1620. Cincuenta años después, Francisco González de Bustos publica El Fénix de las Escripturas, Madrid, 1675. Sobre la obra de Lope, ver Reyre, 2006, pp. 857-880. 588 Prov. 10, 21. 589 Cant. 5, 2.
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AL SAGRADO Y MÁXIMO DOTOR DE LA IGLESIA EUSEBIO JERÓNIMO, CARDENAL DE BELÉN
Eminentísimo590, reverendísimo y santísimo padre, cardenal de Belén, intérprete muy fiel del sagrado texto, acérrimo defensor de la inmaculada limpieza de la Virgen, madre de Dios y nuestra, y de toda verdad católica contra impíos herejes, maestro del yermo, precetor ejemplar de gramáticos y retóricos, patrón deste estudio de Villanueva de los Infantes, virtuoso discreto, y con escelencia cortesano, humanista sagrado, que con tanta piedad cristianastes591 las sentencias de los gentiles como lo manifiesta la dotrina y resplandor de vuestras obras; dinaos592 de interceder con Dios, pues en su corte ocupáis lugar de grandísimo, y rogad por su regente593 autor deste libro y por los oyentes en él, y a todos recabadnos de Su Majestad que seamos dignos de lo que promete su título para que, instruidos con594 su dotrina, caminemos con discreción, sin tropezar, de virtud en virtud, hasta llegar a la patria eterna a gozarle en vuestra compañía y la de los demás santos gloriosos y bienaventurados por los siglos de los siglos595. [fol. 63]
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Escrito por otra mano. cristianar: ‘cristianizar’. «Conformar una cosa con el dogma o con el rito cristiano» (DRAE). 592 dinaos: ‘dignaos’. 593 regente: «Hombre que estaba habilitado, mediante examen, para regentar ciertas cátedras» (DRAE). Obviamente se trata del maestro en el desempeño de su cátedra. 594 Hay una tachadura en el ms. 595 A continuación, la misma mano anteriormente citada, ha escrito: «Y recebid este pequeño servicio amparando esta obra con la proteción de vuestra intercesión». 591
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A LOS DICÍPULOS DEL ESTUDIO DE VILLANUEVA DE LOS INFANTES
PRÓLOGO Los maestros de los gentiles no ponían menor cuidado en la enseñanza de las cosas de su falsa religión —antes mayor—, que en la dotrina de la facultad que enseñaban, tiniendo por verdad infalible que lo uno toca a la perfeción interior del ánimo, y lo otro, a la policía596 esterior.Y juzgaban nueva generación del ánima esta perfeción que adquerían en la dotrina, y por esta causa llamaron padres a los maestros, como consta de Juvenal cuando dice: Qui praeceptorem sancti voluere parentis esse loco597.
De cómo haya procurado yo acudir a esta obligación con mi posible doy por testigos a cuarenta598 años que, después de veinte y dos de mi edad599, he gastado en la continua leción y enseñanza, procurando con todo cuidado satisfacer en uno y otro a mi oficio de que me he preciado, y con que me he honrado, teniendo por cierta la dotrina de Cicerón que dice que la honra de cualquier hombre consiste en hacer estimación de su oficio: In quo colendo —dice— sita omnis honestas est et in negligendo turpitudo600. Y también son testigos los hijos y dicípulos —que en este tiempo me han oído—, de que, siguiendo el consejo de
596
policía: «Buen orden que se observa y guarda en las ciudades y repúblicas, cumpliéndose las leyes u ordenanzas establecidas para su mejor gobierno» (DRAE). 597 Iuv. 7, 209-210. 598 La palabra «cuarenta» aparece escrita por otra mano. Está por encima de dos palabras tachadas. 599 En los momentos de redactar esta parte del texto, Jiménez Patón cuenta, como vemos, con 62 años. Morirá nueve años después, en 1640. Esta segunda parte de la obra, pues, se acabó de escribir, si la dedicatoria a sus discípulos fue posterior a la finalización del libro, en 1631. 600 Cic. Off. 1, 4. El orador dice exactamente: «in eoque [officio] et colendo sita vitae est honestas omnis et in negligendo turpitudo».
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Séneca601 ninguna leción magistral leo en la esplicación de autores, que no les declare alguna sentencia que toque a cosas de nuestra religión cristiana, policía y moralidad, juntamente con la humanidad de la leción [fol. 63v] y precetos de gramática y retórica, procurando huir lo que el doctísimo602 Navarro en su Manual603 piadosamente reprehende en algunos profesores desta facultad, y seguir lo que algunos aconsejan se deba hacer en la interpretación de gentiles para que no sea con daño, antes sí con provecho de las almas cristianas. Aunque esto es tan cierto como todos lo ven, habiendo escrito libros de precetos en estas dos artes, y de la oratoria cristiana —sin los Comentarios de erudición—, me pareció que no cumplía con mi obligación si no dejaba también testimonio desta verdad impreso. Esta causa me obligó a hacer la obra presente.Y porque el más común defeto que he notado en los mozos —y aun en personas de mayor edad y fuera de nuestra diciplina—, es el engaño con que quieren escusar sus defetos y vicios, buscándoles nombre de virtud, por alguna falsa apariencia o ya de industria604 o de inorancia, trocando los verdaderos nombres —como dice Horacio—, y aun a las virtudes dándoselas de vicios605, escogí este asunto, procurando —como se habrá visto en la primera parte—, deshacer este engaño, haciendo la guerra con la dotrina que he podido recopilar a este propósito de unos y otros sabios, así del siglo como de la Iglesia, y porque los unos y los otros conocieron y impunaron606 este disfrazado engaño, que es muy grande enemigo el que nos persigue con máscara de amigo, como dijo Aristóteles en sus Éticas607: 601
Teniendo en cuenta que Jiménez Patón a veces se equivoca, seguramente se refiere a la frase «Nullum esse librum tam malum ut non aliqua parte prodesset» atribuida por Plinio el Joven a su tío Plinio el Viejo en Epist. 3, 5. Fue muy utilizada por los autores, así lo hallamos en El Lazarillo de Tormes, en la segunda parte, cap. III de Don Quijote de la Mancha, etc. 602 Jiménez Patón usa este mismo superlativo en el Discurso de la langosta (fol. E2-E2v), donde transcribe una larga cita suya acerca de la excomunión. 603 Se refiere a Martín de Azpilcueta (1491-1586), conocido por «el Doctor Navarro», quien en el Compendio del manual de confesores y penitentes (fol. 173 y 173v) desarrolla su reprensión contra los maestros y doctores. Jiménez Patón lo cita también en el Discurso de la langosta.Ver Madroñal, 2011, p. 94. 604 de industria: «De intento, de propósito» (DRAE). 605 Hor. Epist. 1, 18, 5-9. 606 impunaron: ‘impugnaron’. 607 Hay tres versiones diferentes de la ética aristotélica: la llamada Ética Nicomáquea, la Ética Eudemia y los Magna Moralia, estas dos últimas objeto de dis-
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Qui fingit se amicum et non est, peior est eo qui facit [fol. 64] falsam monetam608.
Enemiga es la prodigalidad, que viene con máscara de liberalidad, y la avaricia que se disfraza con nombre de templanza, la venganza que quieren la tengan por magnanimidad, etc. Y saber en estas ocasiones elegir lo bueno y reprobar lo malo es discreción con virtud. Porque este nombre viene de discerno, que sinifica hacer diferencia entre bien y mal. A esto se ha enderezado el estudio deste asunto, dicípulos míos, como lo han enseñado los primeros discursos, y a esto miran los desta segunda parte, y la mayor dellos es tradución tan a nuestro propósito como constará. Para conservar la tal discreción, puse su oficio y partes que son las mismas que las de la prudencia. Leedlo con el ánimo que lo doy, que yo confío lo estimaréis y que os será de provecho, aplicando el buen deseo, el corazón, según lo del sabio: Dedi cor meum, ut scirem prudentiam atque doctrinam, errores atque stultitiam609.
cusión por lo que atañe a su autenticidad. La cita utilizada por Jiménez Patón se encuentra en la Ética Nicomáquea. 608 Aristóteles, Ética Nicomáquea 9, 3 (1165b). 609 Ecl. 1, 17.
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[fol. 65] DISCURSO QUINTO QUE CONTIENE LOS AFORISMOS CON QUE SE CONSERVA LA VIRTUD CON DISCRECIÓN
INTRODUCIÓN FUNDADA EN LA VERD[A]DERA610 SABIDURÍA § 1 Aunque de la dotrina de la primer[a] parte consta el desengaño de muchas conciencias erróneas, me pareció convenía para su conservación dar los aforismos presentes que, considerados todos ellos, proceden de la verdadera sabiduría, que es quien conserva la virtud con discreción: 1. La verdadera sabiduría es juzgar de las cosas sin confusión tal cada una como es, y no seguir lo vil por de estima, y no lo de estima por de poco precio. No alabemos lo dino611 de vituperio, ni vituperemos lo dino de alabanza. 2. De no hacerlo así, viene toda suerte de yerros y vicios al entendimiento. 3. Por esto son necias las opiniones del vulgo que es gran maestro de yerros612. 4. Lo que más hemos de procurar es apartarnos en el deseo de saber de opiniones vulgares pues en el nombre se dice lo que son. 5. Tengamos por sospechosas las cosas que el vulgo loa, si no son aprobadas de los verdaderamente virtuosos. 6. Acostumbre cada uno desde niño a elegir verdaderas opiniones que se le vayan arraigando con la edad.
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En el ms.: «verdedera». dino: ‘digno’. 612 Cic. Off. 1, 65. 611
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7. Desee lo bueno, huya de lo malo y, de costumbre, haga naturaleza. 8. Escoja buen modo de vivir que la costumbre lo hará deleite. 9. Todo lo restante de la vida depende su bondad de lo bueno de la niñez. 10. El primer escalón de la sabiduría es el tan celebrado de los antiguos «Conocerse a sí mismo»613. [fol. 65v]
DE LA DIVISIÓN DE LAS COSAS § 2 1. El hombre consta de cuerpo y alma. El cuerpo es de la tierra y de los demás elementos, así que en él somos semejantes a las bestias. 2. Dionos el ánima Dios, semejante a Él mismo, y a sus ángeles614. 3. En el cuerpo hay hermosura, sanidad, firmeza, integridad, fuerza, ligereza, alegría, y sus contrarios, y otros daños y provechos. 4. En el alma hay dotrina y virtud, y sus contrarios: inoranci[a]615 y vicio. 5. Fuera del hombre están las riquezas, el poder, la nobleza, las honras, la dinidad, la gloria, la gracia y sus contrarios: pobreza, etc.
DE LAS NATURALEZAS Y PRECIOS DE LAS COSAS § 3 1. La reina y princesa más aventajada de todas las cosas es la virtud y, si las demás quieren hacer su oficio, la deben servir. 2. Llamo virtud a el amor de Dios y de los hombres. 3. Si las demás cosas se redujeren a esta virtud, no parecerán ni serán malas. 4. Aquellos que les dan este nombre, no juzgan como el vulgo que corrompe los verdaderos sinificados616, que por eso está trocada la estimación de las cosas. 5. Así se han de entender estas cosas en cuanto son buenas. 6. Gran gloria es tener buena fama en las cosas de virtud. 613 Alude a la máxima «Conócete a ti mismo», escrita en el templo de Apolo en Delfos. 614 1 Cor. 6, 19. 615 En el ms: «inorancio». 616 sinificados: ‘significados’.
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7. Grande honra [es] ser venerados por la virtud. 8. Gran dinidad [es] la buena opinión de los hombres cuando están dotados de mucha virtud. 9. Gran poderío y reinar es tener muchos a quien hacer bien. 10. Gran nobleza es ser conocido por los escelentes hechos y, siendo hijos de buenos padres, ser semejante a ellos. 11. Sanidad es tal disposición del cuerpo que esté agudo el entendimiento, y la hermosura y gentileza es la que muestra la beldad y buena disposición del alma. 12. Aquel es generoso que su buena naturaleza le inclina a la virtud. [fol. 66] 13. Las fuerzas aventajadas son las que bastan para ejercitarse en ejercicios de virtud, sin cansarse. 14. La alegría y deleite verdadero, puro y macizo, es la que se saca de solas aquellas cosas que pertenecen al alma. 15. El cuerpo no es más que un velo o lienzo del alma. 16. La erudición del alma está en que, conocido el vicio, huyamos de él y, conocida la virtud, la busquemos y conservemos. 17. La vida es una contina617 peregrinación y guerra sobre la Tierra. 18. Necedad es, con codicia desta vida, hacer alguna cosa fea y afrentosa. 19. Como el caminante sin carga va más ligero, así en esta vida el que con menos cuidados pasa, mejor. 20. La naturaleza del cuerpo del hombre con muy poco se contenta y así es necedad procurarle muchas cosas. 21. Las haciendas y vestidos son para lo necesario y lo demás daña como al novio la demasiada carga. 22. El oro, si no te aprovechas dél, es como lodo. Lo que hace es temer el guardarlo y, por esto, dejar de acudir a las cosas que conviene. 23. El dinero es esclavitud de ídolos, si se pospone el amor de Dios y la virtud. 24. Muchos cuidados y peligros traen las riquezas con deseo de aumentarlas y temor de perderlas. 25. Los muy galanes vestidos son instrumentos de soberbia. 26. La necesidad inventó el vestido provechoso; la riqueza, el costoso; la vanidad, el galano618.
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contina: ‘continua’. galano: «Bien adornado» (DRAE).
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27. La nobleza ¿qué otra cosa es si no la suerte de el nacer y la opinión introducida por la necedad del vulgo? 28. La mayor afrenta es, teniendo los padres buenos, ser tú malo. 29. Todos somos de una masa y de un padre todos, que es Dios. 30. ¡De cuánto aborrecimiento es gobernar los malos, y de cuánto más si lo eres tú! 31. Apártese cada uno y considere entre sí qué poco bien le puede venir de cosas tan transitorias. [fol. 66v] 32. En el sueño y en la soledad, ¿qué diferencia hay del rey a esclavo? 33. Lo más durable desta vida se acaba con la del hombre. 34. Nadie puede decir a estas cosas «suyas» con razón, pues tan presto se van con otros; ni les pueden llamar «corpóreas», pues que tan ligeras vuelan. 35. Estas cosas que estiman los hombres son causa de muchos vicios. 36. Falsa mente llama el mundo males a la pobreza, enfermedad, flaqueza y a otras cosas desta condición. 37. Muchas veces de los daños del cuerpo, o destos que llaman falsamente males, nacen muchos bienes y grandes aumentos de virtudes.
DEL CUERPO § 4 1. Porque, en esta peregrinación, traemos el alma en el cuerpo como un ungüento precioso en un vaso de barro, no hemos de desecharlo ni menospreciarlo del todo. 2. De tal suerte lo hemos de tratar que no sienta ni entienda ser señor, ni aun compañero, sino criado y que no presuma que come y bebe para él solo sino para otro. 3. Cuanto más bien se cura619 el cuerpo, tanto más descuido hay en las cosas del alma. 4. Cuanto más tierno y regalado el cuerpo, tanto más contradición620 y con más fuerza hace a el alma y, como el caballo gordo, con facilidad derriba el jinete. 5. La pesada621 carga del cuerpo hace caer al alma, y con su cebo y regalo se embota la agudeza del ingenio. 619
se cura: ‘se cuida’. Aparecen varias palabras ilegibles tachadas en el ms. 621 Hay una tachadura en el ms. 620
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6. El comer, el dormir, y lo demás que es622 cuidar623 del cuerpo, se ha de reducir a la sanidad y no al deleite, porque este es quien más deshace las fuerzas del entendimiento. 7. Lávate las manos y el rostro con agua pura y límpiatelo con lienzo. 8. Trairás limpias las narices de mocos y los ojos de lagañas624; la cabeza, de caspa; los oídos, de cera; los pies, calzados; el pecho y cuello, cubierto. [fol. 67] 9. No comas tras el dormir y cuando sea, para vivir, y no bebas para comer. 10. La merienda y el almuerzo por medicina y no por sustento625. 11. [En] La comida y cena acostumbra un manjar el más simple que puedas, que la variedad daña. 12. La templanza en el comer engendra muchas virtudes y la destemplanza muchos vicios. 13. Lo que ha de sobrar, dalo a pobres, y aun lo que no ha de faltar, y no lo dejes perder que así hizo Cristo cuando hizo guardar las sobras626. 14. La bebida sea la natural que es agua, y el vino, con enfermedad y poco. 15. Corta es la vida y así es bien que se gaste en bien, pues para esto nos crió Dios. 16. Las enfermedades del cuerpo no se curen con enfermedades del alma. 17. Los ejercicios corporales no dañan a la salud del cuerpo, ni a la virtud del alma. 18. Lo que se duerme tenemos menos de vida.
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En el ms: «ques». Hay una erre tachada en el ms. 624 lagañas: ‘legañas’. De modo semejante en la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, cap. XLIII, el caballero aconseja a Sancho que sea limpio, mesurado en el comer, en la bebida y en el dormir. 625 Nótese el carácter paremiológico de esta expresión que no hemos podido documentar. 626 Alude al milagro de la multiplicación de los panes y los peces (Mt. 14, 13-21; Mc. 6, 30-44; Lc. 9,10-17 y Jn. 6, 1-15). 623
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DEL ALMA § 5 1. En el alma hay dos partes: una, de quien el hombre se llama hombre, y es por ella semejante a Dios, que es el entendimiento; otra, de quien nacen todos los afectos que le perturban, y es el apetito. 2. El orden de naturaleza es gobernarse en todas las cosas con discreción, acordándose de lo pasado, ordenando lo presente, previniendo lo porvenir, obedeciendo el cuerpo al alma, el alma al entendimiento, el entendimiento a Dios. 3. De aquí consta ser pecado aquello que, no teniendo cuenta con el alma, se hiciere por solo el cuerpo, y todo lo que, no tiniendo cuenta con la razón, se hiciere por el apetito, y todo lo que, no tiniendo cuenta con la ley de Dios, se hiciere por el alma.
DE LA ERUDICIÓN627 § 6 1. Diósele al entendimiento la fuerza que tiene para que pondere las cosas y vea lo que conviene que se haga y lo que no.Y la fuerza del querer está [fol. 67v] en su mano para que desee lo honesto y aborrezca lo vicioso y torpe. 2. El ingenio se lima y perficiona628 con muchas artes divinas y humanas y se adorna con el conocimiento admirable de cosas grandes. 3. Hanse de huir las artes que contradicen a la virtud como son las adivinaciones, quiromancias, hechicerías y encantamentos, y otras que más son diabólicas que humanas porque tratan de lo que Dios reservó para sí solo. 4. San Pablo avisa que no sepamos más de lo que importa629, y así los secretos que vio dice que no es lícito decirlos a los hombres630. 5. No hay para qué ser curiosos en conocer las opiniones contrarias a nuestra religión porque el enemigo sutil, que es el diablo, no nos tiente por escrúpulo que nos atormente y condene.
627 Madroñal transcribe los cuarenta y un aforismos de este apartado (2009b, pp. 381-383). 628 perficiona: ‘perfecciona’. 629 Rom. 12, 3. 630 1 Cor. 12, 4.
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6. No se lean autores deshonestos y sin provecho como son libros de caballerías porque las hablas deshonestas corrompen las buenas costumbres. 7. Lo demás de erudición es bueno reduciéndose a su fin, este es la virtud, y esta es obrar bien y huir631 el vicio. 8. La erudición divina la dio Dios, en la cual están todos los tesoros de su sabiduría escondidos. Esta es la verdadera ley de los entendimientos y todas las demás artes son criadas desta. 9. Bien es leer letras de humanidad para entender las divinas y para, con las sentencias de los sabios del siglo, convencer a los que no se convencen con los testimonios del divino testo, pues en los gentiles hallamos tantos ejemplos y sentencias de virtudes morales para vivir bien. 10. Tres cosas sustentan el ingenio y hacen la erudición: deseo, memoria y cuidado. El deseo comienza. La memoria guarda632. El cuidado, con ejercicio, aumenta. El descuido lo deshace todo. 11. O leas, o oyas633, sea con atención y que no esté el634 entendimiento en otro que el oído o que la vista. Si te divertieren635 del estudio los pensamientos, dilata lo uno o lo otro para otro tiempo, porque no pierdas el tiempo y trabajo. [fol. 68] 12. No tengas vergüenza de preguntar lo que no sabes, pues es mayor afrenta no saberlo que preguntarlo; ni te pese de enseñar lo que sabes pues, si te fue honra deprenderlo, será mayor enseñarlo. 13. Si quies636 parecer sabio, trabaja para serlo. 14. Las mentiras descubre el tiempo pero las verdades perficiona y así no hay cosa fingida que sea durable. 15. Sigue tu maestro. Créele. No le contradigas ni quieras aventajarle. Ámale. Tenle por padre, y ten por verdad y cierto lo que te dijere. 16. Procura que, si yerres, te enmiendes, de suerte que otra vez no yerres y ten memoria del yerro para que otra vez no le cometas. 17. No hay sentido más pronpto ni cierto que el oído para ser enseñado, y no hay cosa más fácil, ni más provechosa, que el oír muchas cosas.
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huir: Nótese el uso transitivo. Tachado «el descuido» en el ms. 633 oyas: ‘oigas’. 634 Hay una tachadura en el ms. 635 divertieren: «Apartar, desviar, alejar» (DRAE). 636 quies: ‘quieres’. 632
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18. No tengas por mejor el oír cosas livianas, necias y de risa que las graves discretas, pues es igual el trabajo en lo uno que en lo otro y el provecho, diferente. 19. No procures mucho que decir sino poco, bueno y a tiempo. 20. En tu mesa asienta quien te pueda enseñar cosas de importancia. Truhanes y engañadores, húyelos. 21. No solamente no hables cosas malas pero aun no las oyas. 22. De los sabios deprende para ser lo más; de los necios, para ser más astuto; sigue lo que alabare el sabio y huye lo que aprobare el necio. 23. El dicho que aprobare el cuerdo y sabio, o por agudo, o por grave, o por discreto, o por docto, o por ingenioso, o cortesano, lo guardarás para aprovecharte dél en ocasiones. 24.Tendrás un cartapacio en el cual anotarás si leyeres o oyeres algún dicho grave o elegante, o prudente637, o algún vocablo raro esquisito, provechoso para el común lenguaje, para que lo tengas cuando lo hayas menester. 25. Oye la leción, apercíbela, repítela y enséñala a otros que al que a otro enseña, se enseña a sí mismo y se hace señor de lo que sabe. [fol. 68v] 26. Procura entender no solo las palabras pero también los sentidos. 27. Escribe, traslada y torna a escribir y nota638. Compón un día [sí] y otro no o al menos, de cuatro en cuatro días, aunque no sea sino alguna carta amigable para alguno que te responda, y muestra la tuya al maestro para que la enmiende, y [a]cuérdate639 de las enmiendas para que otra vez no yerres. 28.Todas las cosas para su perfeción han menester ejercicio, pero más que ningunas el predicar, la ortografía, la gramática. 29. El maestro para hacer su oficio ha menester leer la leción antes, entendella, dalla a entender con brevedad, claridad y facilidad, aunque al tal le suele hacer excelente el gran auditorio, el mucho salario, el aprovechamiento de su facultad y el ser aceto640.
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Aparece tachado «o elegante» en el ms. nota: ‘anota’. 639 En el ms.: «cuérdate». 640 aceto: ‘acepto’. 638
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30. Ejercita la memoria que así se hace menta641 y esta es la mejor arte que yo hallo y la mejor anacardina642 porque así, mientras más cosas le encomiendan, más guarda. 31. Aconsejara yo que, lo que se hubiera de tomar de memoria, se lea y repita muchas veces, y a la mañana estará más fácil que con agua ardiente. 32. Daña la memoria el mucho comer y beber y el mucho frío, principal mente el de la cabeza, y aun el vino es muerte della. 33. Muy bueno será todas las noches, antes que te acuestes a tus solas, contemplar lo que aquel día hayas visto, leído, sido, y encomendarlo a la memoria; si hiciste alguna cosa modesta, prudente, cuerda, honrosa, dina de alabanza, holgarte, juzgándolo don de Dios y, si alguna cosa en contra, arrepentirse y proponer la enmienda. Y imitarás lo bueno y huirás lo malo. 34. No se te pase día en que no leas o oyas alguna cosa que aumente la erudición, lime el discurso, perficione la virtud. 35. Antes de irte a acostar lee o oye algo que merezca encomendarse a la memoria que te hará suave el sueño y los ensueños. 36. El saber no tiene fin que antes se acaba la vida. Tres cosas ha de pensar el [fol. 69] hombre mientras viva: cómo sabrá, hablará y vivirá bien. 37. Huye toda arrogancia pues nadie sabe tanto que no pueda saber más, y daña el pensar que sabe porque el que lo piensa no procura saber. 38. También se han de huir porfías locas que no son a fin de saber sino de afrentar a otro. 39. No hay cosa de más contento ni cosa de más provecho que el conocimiento de muchas cosas. 40. Los estudios perficionan la juventud, alegran la vejez, adornan las cosas prósperas, dan consuelo en las adversas, están con nosotros en casa y nos acompañan donde quiera que vamos porque, dentro, alegran, y, fuera, no impiden, y aun duermen con nosotros. 41. La erudición es el verdadero sustento de el ingenio, de suerte que será sin razón dar de comer al cuerpo y quedar hambrienta el alma.
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menta: ‘¿mente?’. Dice Cicerón en su tratado sobre la vejez: «La memoria disminuye si no se ejercita» (Cato 7, 21). 642 anacardina: «Confección que se hacía con anacardos, y a la cual se atribuía la virtud de restituir la memoria» (DRAE).
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DE LA VIRTUD § 7 1. La más aventajada de643 todas las cosas del mundo, espirituales y corporales, es la virtud que, ni la dan los hombres, ni la reciben de otros hombres. Dios solo la da. A Él solo se pida. Desta había tantos aforismos que poner, que era no querer acabar y, porque se incluye su fuerza en cualquiera de las que dijéremos aquí, no debemos más de que la virtud es el huir de los vicios.
DE LOS AFECTOS § 8 1. La mejor filosofía es la que da remedios a las enfermedades del alma y, si gran cuidado se pone en curar el cuerpo, mayor se ha de poner en curar al alma porque sus enfermedades son más ocultas, más graves y más peligrosas. 2. Llámanse con razón estas pasiones, tempestades, tormentos, azotes, furias de las almas por las desventuras, dolores e inquietudes que traen. [fol. 69v] 3. No procura otras cosas la piedad y dotrina católicas sino quitar y sosegar estas pasiones porque, alcanzando esta tranquilidad en el alma, es semejante a Dios y a los ángeles. 4. Las medicinas para estas enfermedades, o las hallamos en nosotros, o en la ley de Dios y en Él mismo. 5. No hay para qué ensorberbecernos con las prosperidades, ni abatirnos con las adversidades. 6. Si nos quitan lo que teníamos, hacer cuenta que644 era prestado y que se lo llevó su dueño. 7. No es bien que pienses que, el que te hace mercedes de su voluntad, las debe de derecho for[z]oso645. 8. No es razón alegrarnos del mal ajeno, porque tal alegría suele ser aumento de llanto. 9. ¿Para qué hemos de ser codiciosos? pues lo futuro es incierto y para lo presente basta poco. 10. Solo es libre el que desea lo que está en su mano. El que lo contrario, es esclavo. 643
Hay una tachadura en el ms. hacer cuenta que: «Suponer, imaginar» (DRAE). 645 En el ms.: «forcoso». 644
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11. Ninguno es tan necio que no se aperciba de las cosas que ha menester en la ciudad donde ha de vivir, antes que de l[a]s646 del camino. 12. Estando la vida tan llena de miserias, ¿para qué la deseamos larga? 13. La filautía, o amor propio, es el que estas pasiones y miserias causa, como en Narciso647; de aquí nacen las tinieblas de el entendimiento. 14. Murmuramos de todos, y pésanos que murmuren de nosotros. Nuestros males juzgamos pequeños y los ajenos, grandes. 15. Ni todo el mundo con todas sus cosas nos agrada, ni aun nosotros nos contentamos de nosotros mismos. 16. ¿Qué cruces se pueden comparar a estas, ni que tormentos? Y los mismos demonios no nos afligen sino la soberbia y envidia, ira, odio, etc. y aun dellos es este tormento. 17. La ira es una de las pasiones que perturban tanto que hace al hombre desconocerse mirándose a un espejo. [fol. 70] 18. Pero la invidia es mayor tormento y, con esta, otra infinidad de perturbaciones inquietan el alma.
DE LA RELIGIÓN § 9 1. Ninguna cosa se le pudo dar a el hombre mayor o más aventajada que la religión, la cual es el conocimiento y amor del príncipe, padre y señor del mundo y de sus cosas. Por ellas se conoce Dios y, conocido, se ama. 2. Un solo Dios es el autor y criador de todas las cosas del mundo y lo hace todo con solo su querer. 3. Este mundo es como una casa y templo de Dios, el cual Él crió de nada, luego razón es que se haga lo que el dueño de la casa manda. 4. Los demonios, los ángeles, los animales, las plantas, las hierbas, las aguas, las cosas insensibles, los mistos imperfetos648 le obedecen, luego 646
En el ms.: «los». Fábulas distintas tratan el tema de Narciso. Todas coinciden en la belleza del joven que desprecia el amor, en la contemplación de su propia imagen en el agua y consiguiente enamoramiento de sí mismo y, por último, en la flor que brota a su muerte denominada narciso.Ver Grimal, 1965, pp. 370-371. 648 Por «mistos imperfetos» entiende Jiménez Patón la definición que de ellos da Juan Bautista Fernández, probablemente su fuente, en Primera parte de las demostraciones católicas y principios en que se funda la firmeza de nuestra religión cristiana, 1593, lib. 1, tratado 4, 4ª parte, fol. 82 v: «La cuarta parte de la natural filosofía trata de aquellos 647
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más649 debe el hombre pues crió todas estas cosas para su provecho y a él crió solo para que le sirva y obedezca. 5. El mismo Dios es el gobierno de las cosas. No hay otra ley, ni otro caso, ni otra fortuna, ni suerte, ni hado. Todo lo hace con mucha igualdad por sus caminos secretos. 6. Cualquiera cosa que sucede, de Dios viene; unas, por su querer voluntario, otras, por su permisión. 7. Nosotros, como inorantes, deseamos lo que nos ha de dañar y huimos de lo que nos ha de aprovechar, pues no hay a veces cosa más dañosa que salir con nuestros deseos. 8. Si somos amigos de Dios, ¿por qué no obedeceremos a tan buen amigo? pues ha de ser lo que quisiere y lo que Él quisiere no puede dejar de ser justo.Y, como dice Él, aquellos son sus amigos que hacen lo que Él manda650. 9. No se puede imaginar mayor mal ni desventura que apartarse de Dios por el pecado, pues es fuente perdurable de todos los bienes verdaderos y dul[z]ura651 celestial. [fol. 70v] 10. Vino Cristo al mundo entre otras cosas para enseñarnos el camino derecho de la salvación. Para que por él caminásemos a Dios sin torcernos. El cual enseñó con palabras, declaró con ejemplos y allanó con obras. 11.Todo el saber humano, si se compara con la religión, es cieno y es inorancia, porque no hay cosa grave, santa, justa, sabia, buena, que no652 se halle fundada en la verdadera religión. 12. El conocimiento desta es la verdad. Saber vivir según su ley, la verdadera virtud, y quien conforme a ella no vive, no se puede decir que vive. 13. La vida de Cristo es testigo de su bondad de hombre. Sus milagros, de la omnipotencia de su divinidad. Sus palabras, de su celestial sabiduría. mixtos imperfectos que son cuerpos que se engendran en el aire. Estos llaman los filósofos ‘impresiones meteorológicas’, conviene, a saber, la pluvia, nieve, granizo, rocío, helada, cometas y de otras cosas cuya consistencia es muy breve. Trata destos cuerpos imperfectos Aristóteles en cuatro libros que intituló De los meteoros en los cuales da las causas naturales de su generación, las cuales le competen al filósofo natural conocer para dar razón dellas». 649 En el ms. tachado: «razón será». 650 Jn. 15, 14. 651 En el ms.: «dulcura». 652 En el ms. tachado «quen».
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14. Su bondad granjee nuestro amor. Su majestad, nuestra reverencia. Su sabiduría, nuestra fe. 15. El que hiciere lo que Cristo manda hallará que todo le sucede a su provecho y honra. 16. Así como al hombre le es de mucho contento que se fíen dél, así quiere Dios que confíen en Él. 17. El fundamento de la religión es la fee y el de la fee, el símbolo o artículos de la divinidad y humanidad, que son catorce; y el obrar los diez mandamientos y el huir los siete vicios y seguir las virtudes contrarias; y el estar adornados de las tres teologales y cuatro morales; y el agradecer los frutos y los dones; y el usar bien de los sentidos y potencias; y el procurar las bienaventuranzas bajo de confesar a Dios todopoderoso con las oraciones que tiene nuestra madre la Iglesia; y frecuencias de misas, sermones y en otras obras de piedad, en cumplimiento de todas las de misericordia, que son catorce, que esta es la verdadera honra de Dios: el amarle y amarnos, y el fin de su verdadera, católica y santa religión. [f. 71] 18. Mientras más nos apartaremos de las cosas corporales más nos llegaremos a las celestiales, y viviremos vida más de Dios. 19. Desta suerte Dios conocerá y reconocerá la naturaleza, parienta suya y semejante a Él, y se alegrará con ella, y habitará en ella como en verdadero templo, siéndole más aceto653 que el de curiosas piedras y costosos metales, porque de lo que Él más gusta es de limpios corazones. 20. Si no osas hacer cosa mala por pensar que te ve algún hombre bueno porque no se ofenda, o malo, porque no te [o]fenda654, ¿por qué la haces, sabiendo que te mira el ángel bueno de tu guarda, y el malo que te persigue y, sobre todo, sabiendo que te mira Dios? 21. La caridad para con Dios se ha de ante poner a todas las cosas, y pues de nombrar a tu amigo te alegras, alégrate con el nombre de Dios y los de sus santos. 22. No hagas donaire de las cosas sagradas. Sin piedad, no tuerzas los sentidos de las cosas sagradas que es de poca fee. 23. A los oficios divinos asiste con atención y devoción, meditando en ellos la vida y muerte de Cristo, considerando la incomprehensible sabiduría de Dios.
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aceto: ant. ‘acepto’. «Agradable, bien recibido, admitido con gusto» (DRAE). en el ms: «afenda».
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24. Si los dichos de los hombres sabios del siglo celebramos, cuanto más debemos celebrar y ponderar los dichos de Dios, o Cristo, o por sus profetas sagrados o evangelistas. 25. Todas las veces que oyeres nombrar el nombre de Jesús Cristo, se te ponga delante la suma caridad y el excesivo amor suyo para los hombres, y levantes el entendimiento en su contemplación. 26. Cuando le llamares Señor, sea temiéndole, y cuando le llamares Padre, sea amándole. 27. Ninguna cosa comiences sin invocar el nombre de Dios, y ninguna acabes sin dalle gracias. 28. Dios en la boca y Dios en el corazón, y nuestros votos a Dios. [fol. 71v] 29. Comenzando a comer, pides bendición y acabando, dale gracias. 30. Pues vives, naciste y te sustentas por su misericordia, vive en justicia tal que mueras en su gracia. 31. Tu oración sea frecuente, devota y breve, y a Dios llamando y obrando655. Amando a Dios sobre todo, haciendo bien y apartándote del mal, no harás a otro lo que para ti no quieres.
DE LA RELIGIÓN EN PARTICULAR § 10 1. En la religión de frailes y monjas se vivirá con más pureza con guardar la castidad, la obediencia y pobreza que son las cosas que se profesan. 2. Se cairá menos veces por la falta de perversas ocasiones, malas conversaciones y de los peligros del mundo. 3. Se levantará más presto por la consideración de las Sagradas Escrituras, de ejemplos santos y del fervor de los otros religiosos. 4. Se andará con más recato con la meditación de los pecados pasados, de las imperfeciones presentes y de los premios futuros. 5. Visitará Dios más frecuentemente con el aumento de la buena disposición del alma, de la conservación de la gracia divina y de la familiaridad con Dios. 6. Se curará más breve por la abundancia de los remedios presentes, de las inspiraciones que por momentos vienen, y de los frecuentes avisos. 655 Variante del popular refrán «A Dios rogando y con el mazo dando», presente en la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, cap. LXXI.
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7. Se morirá con más confianza por la eficacia de los privilegios de la religión, de las buenas obras y de el ausilio de los otros religiosos. 8. Será premiado con más abundancia por la imitación de Cristo, [fol. 72] por la vida religiosa en que ha pasado, por la vitoria que alcanzó de sus enemigos: mundo, demonio y carne. 9. Cualquiera, en cualquier estado, podrá participar destas prerrogativas en su modo, huyendo las ocasiones de ambición, codicia y venganza. 10. Estas no harán guerra a quien procura tener paz, paciencia y humildad.
DE LA CARIDAD § 11 1. Nuestro Señor, Dios, padre y maestro, en sola una regla cifró las de su fee: que le amemos y nos amemos656. 2. No hay cosa más feliz que amar y ser amado. Ni más miseria que aborrecer y ser aborrecido. 3. De las tres virtudes, la mayor es la caridad porque la fe y esperanza se acaban con ver a Dios y esta dura en su gloria. 4. En obras consiste que no solo en palabras657. 5. En esto como en lo demás, tengamos por blanco a Dios658, el cual amó a los suyos hasta el fin y, a la hora de la muerte, por amor de los suyos, llamó «hora suya»659. 6. Aunque tengas todos los bienes y gracias del mundo, si te falta caridad, eres pobre660.
DE POLICÍA Y URBANIDAD § 12 1. La buena crianza y urbanidad es cosa que, sin costar nada, obliga mucho. 2. Esta consiste en la modestia y compostura de la persona, de los ojos, boca y demás miembros. 656
Jn. 13, 34. Versión del proverbio latino: «Facta non verba». 658 blanco: «Fin u objeto a que se dirigen deseos o acciones» (DRAE). 659 Jn. 13, 1. 660 Una vez más hallamos el fondo escriturario de 1 Cor. 13, 1-3. 657
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3. Demasiados gestos, movimientos descompuestos, inquietud corporal y actividad inconstante arguyen semejante ánimo. 4. La modestia, compostura y vergüenza adornan el rostro, y dan seguro661 del camino honesto y honrado. [fol. 72v] 5. En el tratar con los hombres, guarda compostura en tu persona, honestidad en tus palabras, bondad en las obras. 6. Un buen semblante solo suele componer mucho a un hombre. Unas buenas palabras obligan y buenas obras ligan. 7. No seas gestic[u]loso662, ni movedizo, que lo uno es de esgremidor y lo otro de farandulero. 8. La risa sea grave y modesta y no tal que te dé a conocer por necio. 9. Los ojos honestos y moderados. Las manos quietas y el andar concertado. 10. Hacer burla de cosas buenas es ilícito; de lo malo, es crueldad; de lo que es medio bueno y medio malo, necedad; de los buenos, injusto; de los malos, peligroso; de los conocidos, sinrazón; de los no conocidos, locura y, de cualquier hombre, in[hu]manidad663. 11. De burlas de palabras se viene a obras; de obras, a puñadas664; de puñadas, a palos; de palos, a las armas, de suerte que es bueno guardar compostura y vergüenza. 12. Al bueno honra porque lo merece y, a el malo, porque no desmerezca. 13. A los padres y a los jueces honra, escucha, respeta y obedece. 14. A los ricos, dales las ventajas porque no te hagan mal a ti y a otros. 15. Por las calles, saluda; en casa, antes que entres, habla. De que estés dentro, estarás como en casa ajena. 16. Da bien por mal. Trata verdad y ten paciencia. 17. Lo que no quies665 para ti, no hagas a otro666.
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dar seguro: «Seguridad, certeza, confianza» (DRAE). En el ms.: «gesticoloso». 663 En el ms.: «inimanidad». 664 venir a [las] puñadas: «ant.Venir a las manos» (DRAE). 665 quies: ‘quieres’. Jiménez Patón lo usa reiteradamente. 666 La máxima se encuentra en la Vida de Alejandro Severo de Elio Lampridio, en los evangelistas Mt. 7, 12 y Lc. 6, 31, así como en san Jerónimo, Epist. 121, 8. 662
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18. Por ser rico, no te ensoberbezcas y, por ser pobre, no te envilezcas y, para más acertar, ten en la memoria lo de Catón, gramático667. 19. Honra a tus parientes, teme y reverencia al maestro. [fol. 73] 20. Da buena cuenta de lo que se te dio en confianza. 21. Sal a la plaza apercebido de cordura, compostura de hábito, blandura de palabras. 22. Acompaña a los buenos y huye de los malos. 23. No te entres donde no te llaman si no es con mucho conocimiento y obligación de sangre o amistad. 24. Procura limpieza en manos, rostro, cabeza, calzado y vestido. 25. No regatees la cortesía en el saludar, antes ganes por la mano668 a todos. 26. Obedece al mayor. Perdona al menor. Obliga a tus iguales. 27. Guarda tu hacienda. Presta en ocasión.Ten cuidado de tu familia. 28. Muestra buena condición. No te enojes sin causa bastante y, cuando la haya, sea sin pecar. 29. No seas frecuente en convites y, en el que estuvieres, habla poco. 30. No duermas demasiado. Cumple la palabra que diste. 31. No te des al vino, ni seas glotón que se pierde la hacienda y la honra. 32. No te creas de ligero669, ni hagas cosas sin consideración. 33. Huye ruines conversaciones de rameras y hombres viles. 34. No mientas, ni hables, ni jures mucho, que de aquí procede el perjurarse. 35. No murmures ni seas curioso en saber vidas ajenas. 36. A quien te ha de honrar, no digas tu deshonra. 37. Ten en la memoria cualquier buena obra que te hayan hecho. 38. Deléitate en juegos y entretenimientos honestos. Huye670 dados y naipes. 39. No te dejes llevar de tu parecer ni de tu poder. 40. Enseña a tus hijos, dándoles buenos maestros y mejor ejemplo. 41. Ruega cosas justas y hazlas, siéndolo las que te pidieren. [fol. 73v]
667 Probablemente Jiménez Patón se refiere a los Disticha publicados por Erasmo en 1513. Según Scaligero, son obra del gramático Dionisio Catón del siglo II-III, hoy calificados de Pseudo-Catón. 668 ganes por la mano: «Anticiparse en hacer o lograr una cosa» (DRAE). 669 de ligero: «Sin reflexión» (DRAE). 670 Obsérvese el uso transitivo de ‘huir’.
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42. Alaba con moderación. Vitupera con más, o prueba y reprueba con mucho consejo. 43. Trata de tu oficio y no del ajeno. 44. No seas gravedoso671 porque serás malquisto672. No procures ser temido porque serás aborrescido. 45.Vive contento con el estado que te cupo en suerte y serás felice y amado de todos.
DE LAS PALABRAS § 13 1. Dios dio la lengua a los hombres para que fuese instrumento de la comunicación que pide su naturaleza. 2. No hay cosa mejor ni peor que la lengua. 3.Vengar afrenta con afrenta es limpiar lodo con lodo. 4. El amenazar es de mujeres ruines y es de cobardes valerse de la lengua. 5. No seas mordaz ni satírico elocuente en lo que será mejor ser mudo. 6. No digas de nadie sino procura que nadie diga de ti. 7. Reprehendiendo como amigo no afrentes más que enemigo. 8. Usa de plática modesta, bien criada, no áspera, necia ni villana. Ni hables cosas afrentosas dinas de reprehensión, ni ásperas sino blandas y amorosas. Medio hay en todas las cosas. 9. Las palabras sean honestas y no lo que se te viniere a la boca. 10. No alabes tus cosas, ni vituperes las ajenas. 11. No hables lo que te pese de haber hablado. 12. Pensando que loas a tu amigo, no le afrentes ni descubras sus secretos. 13. Di bien de todos y mal de ninguno. 14. Justa pena es del mentiroso no ser creído cuando dice verdad. 15. Ni verdad no es bien que se diga en daño de otro. [fol. 74] 16. No seas muy puntual en pedir el cumplimiento de lo que se promete. 17. No hay cosa más infame que el mentiroso. 18. Si quies ser tenido por hombre de verdad no seas sospechoso. 671 672
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gravedoso: «Circunspecto y serio con afectación» (DRAE). malquisto: «Mirado con malos ojos por una o varias personas» (DRAE).
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19. Honra los ausentes y te amarán los presentes. 20. Callando disimularás la inorancia. 21. Quien dice verdad no ha menester testigos que, aunque la verdad peligra, no se ahoga; su daño no dura mucho y el provecho de la mentira no lo es.
DE CÓMO SE HA DE TRATAR CON LOS HOMBRES § 14 1. Ha de haber diferencia con los hombres porque hay unos de casa y otros solamente conocidos, otros no conocidos. 2. De casa llamo los parientes por sangre, o por afinidad en linaje, aunque sean deudos de deudos. 3. A todos los has de amar hasta los no conocidos, de suerte que conozcan de ti que eres amigo de todos y que deseas bien a todos. 4. Diferencia has de hacer en el amor porque a unos has de aconsejar y a otros obedecer; a unos has de honrar, a otros has de agradecer y ten con todos paz, pero amigo del alma solo a uno. 5. Si alguno te obligó con voluntad, estando escusado en la falta de las obras, agradéceselas como recebidas. 6. Las buenas obras recebidas procura recompensallas como si fuera dinero prestado. 7. A los padres y maestros no solo los amarás, pero los obedecerás y reverenciarás que, depués de Dios, son a quien más debes y a quien no es posible pagar y, también, a los ayos, padrinos, compadres y tutores. 8. Ten por amigo verdadero al que te reprehende en secreto y loa en público y, aunque sea del enemigo, la reprehensión no daña porque, si dice la verdad, nos avisa para la enmienda, si miente, para que lo hagamos. [fol. 74v] 9. Antes que hagas amistad con alguno, esamina sus costumbres porque depués no te pese de haberla hecho. 10. No desees la amistad del que no es amigo de buenos, ni la de los que no te estiman a ti sino tu hacienda, ni la de los envidiosos, ni habladores lisonjeros. 11. El amigo que tuvieres procura conservarle y, si conviene dejarle, sea poco a poco y con cordura. 12. No hay de las bestias mansas ninguna más dañosa que la lisonja, ni de las bravas más fiera que la envidia. 13. Los sabios y buenos se han de estimar y desear por amigos.
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14. Si no quies que te reprehendan, no hagas cosa dina de reprehensión. 15. Desdichado de aquel que, cuando peca, no tiene quien le corrija. 16. Como huimos del apestado, hemos de huir del hombre malo si no es que podemos con nuestra comunicación mejorallo, y esto se ha de esaminar mucho. 17. Antes que pretendas alguna cosa, esamina y considera tus méritos y partes. 18. Con los inferiores, serás afable; con los superiores, humilde; con los iguales, fácil y tratable. 19. Si la naturaleza, sangre o dotrina te mejoró, estás obligado a suplir sus defetos a los faltos destas cosas. 20. Procederás como es razón si considerares que eres hombre y lo son los que contigo tratan. 21. Si tienes virtud no te ensoberbecerás y, si no la tienes, porque has de querer que te estimen. 22. Mejor es dejarse agraviar y engañar que agraviar o engañar a otro. 23. De los pecados ajenos no nos escandalizaremos, considerando la flaqueza o inorancia humana. [fol. 75] 24. El perdonar es de nobles y el guardar rencor es de viles y crueles. 25. Seamos tales para nuestros prójimos cual queremos que Cristo sea con nosotros. 26. Perdonaremos considerando que, si no perdonamos, no nos han de perdonar. 27. No hay pecado del hombre contra el hombre que no sea muy pequeño, comparándolo con el menor que contra Dios se hace. 28. Agraviado, no trates de venganza; enojado, no te acuestes con odio contra alguno, ni con otro pecado. 29. No sigas las leyes del duelo si no quies estar siempre lleno dellos. 30. En el oficio público has de mostrar quién eres. 31. No des a alguno en cara673 con su miseria, ni aflijas al afligido. 32. Cásate con tu igual y lleva con prudencia la obligación de tu estado. 33. Aprovecharaste674 del tiempo como si hubieras de vivir para siempre y morir luego.
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des a alguno en cara: «Reconvenirle afeándole alguna cosa» (DRAE). aprovecharaste: ‘te aprovecharás’.
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34. No hagas cosa675 sin gran consejo. Si yerras en lo que haces, de sabios es corregirse. Si aciertas, de constantes es perseverar. 35. Conserva los amigos haciéndoles buenas obras y, con ellas, obliga a los enemigos; los harás amigos. 36. Cuando salgas de tu casa considera lo que has de hacer fuera. Cuando vuelvas, medita lo que has hecho. 37. Escarmienta en vicios ajenos para que enmiendes los tuyos. 38. Más vale un buen amigo que muchos no tales. 39. Si fueres buen hijo para con tus padres, te los dará Dios buenos. [fol. 75v] 40. No procures ser rico por malos medios. 41. Si quies saber mandar, enséñate [a] obedecer676. 42. No digas mal de los muertos, ni de los ausentes, que lo uno es crueldad y lo otro necedad. 43. No alabes alguno hasta el fin de sus días porque este descubre la bondad de la vida. 44. Si dijeres lo que quisieres, oirás lo que no quieras677. 45. No pretendas imposibles. 46. La piedra del toque678 descubre lo que es oro, y el oro lo que es el hombre. 47. Deprende en la niñez lo que te ha de ser de provecho en las demás edades. 48. De reyes es decir mal dellos, cuando hacen más bien. 49. Hablar bien y no obrar es como la guitarra que deleita a los otros y ella no oye ni siente. 50. Cosa de risa componer el cuerpo y no tratar de la compostura del alma. 51. El hombre hermoso y vicioso es, en vaina de oro, espada de plomo679. 675
No hagas cosa: ‘No hagas nada’. Proverbio atribuido a Solón, recogido por Aristóteles y citado por Cicerón en su tratado sobre las leyes (Leg. 3, 2). 677 Erasmo, Adagia 1, 1, 27 «Qui quae vult dicit quae non vult audiet». Correas registra una expresión que recuerda a este proverbio: «Dije lo que no quisiera oír». 678 piedra del toque: «Jaspe granoso, generalmente negro, que emplean los plateros para toque» (DRAE). 679 El CORDE registra el refrán de Hernán Núñez, mencionado en Refranes o proverbios en romance (1549), «So vaina de oro, cuchillo de plomo», al que el maestro intensifica su sentido moral. 676
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52. Los criados sirven a sus amos y los malos son esclavos de sus vicios. 53. El que fuere grande no por eso es bueno, mas el que fuere bueno es grande. 54. La naturaleza nos dio orejas y una boca para enseñarnos que hemos de oír mu[cho] y hablar poco. 55. Estimarás más al hombre sin dinero que al dinero sin hombre. 56. Escusa es muy afrentosa en el pecar, decir: no pensaba o no entendía. 57. Si no reprehendes a tu amigo sus pecados, ya serán tuyos680. [fol. 76] 58. Si por tu amigo haces cosa fea, no tienes escusa.
DE LA DISPOSICIÓN DE CADA UNO PARA SÍ MISMO § 15 1. La caridad bien ordenada comienza de ti mismo681 y, así, ni dirás ni harás cosa que te haya de ser daño, afrenta o condenación. 2. No hagas tanto caso de mil testigos como de tu conciencia porque, si es mala, ella te condenará; si buena, te defenderá. 3. No es razón que por honrar a otro te afrentes a ti mismo. 4. La muerte ni la procures ni la temas. 5. No hagas cosa en tu casa que no se pueda contar en la plaza682. 6. Trabaja honestamente en esta vida y tendrás descanso en la eterna. 7. No solo el pecado mas las ocasiones del pecar has de huir, porque el que ama el peligro en él perece683. 8. Conócete a ti mismo684 y luego a Dios en lo que te sea posible, y sabrás lo que es razón y aprovecharte del tiempo.
680
Su probable fuente es la sentencia de Publilio Siro: «Amici vitia si feras, facies
tua». 681
Proverbio popular, de pleno uso en nuestro tiempo, que aparece documentado, con variantes, en el CORDE. Se basa en el conocido proverbio latino: «Prima charitas incipit ab ego». 682 Consejo que, con variantes, recoge Correas: «A la mujer y en la carta, lo que dirás en la plaza». 683 Eclo. 3, 27. 684 Máxima escrita en el templo de Apolo en Delfos.
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CÓMO NOS HEMOS DE APROVECHAR DEL TIEMPO § 16 1. El tiempo consiste en un continuo movimiento y perpetua constancia y así, no te fíes dél. 2. No hay pérdida de mayor daño que la del tiempo, porque no tiene reparo. 3. Gocemos del presente685 pues no sabemos si veremos el día de mañana, y si le viéremos, hagamos cuenta que no le hallamos. [fol. 76v] 4. El que pone su confianza en lo futuro, pierde el fruto de lo presente. 5. No hay día que no sea peor que el pasado. 6. El tiempo acaba con todas las cosas y da fin a la vida. 7. No hay cosa tan oculta que no la descubra el tiempo686. 8. Tiempo hay para todas las cosas687 y así, le hemos de elegir según la ocasión. 9. El que la pierde no podrá hacer que el día pasado vuelva a ser. 10. Conviene sobre todo que, mientras tenemos tiempo, obremos bien porque no nos pese cuando no le podamos tener.
DEL LUGAR § 17 1. En todo lugar está Dios mirando lo que haces. 2. Has de considerar la diferencia de los lugares en lo que quieres hacer. 3. Más vale estar en tu casa con pobreza que en la de grandes príncipes con riqueza. 4. Muy diferente mente has de proceder en público que en secreto, en tu casa o en la plaza. 5. La asistencia del templo ha de ser con particular decencia. 6. El que no está contento en un lugar apenas hallará otro donde lo esté. 7. El poco gusto más procede de ser el hombre mal contentadizo y no bien acondicionado, que de las faltas de la tierra donde está. 685
Versión de los tópicos literarios In horam vivere ciceroniano, Carpe diem horaciano, Collige, virgo, rosas de Ausonio, Sab. 2, 6 y Is. 22, 13, etc. 686 Erasmo, Adagia 2, 4, 17 Tempus omnia revelat. 687 Trasfondo escriturario de Ecl. 3, 1-8.
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8. Como cuando dejas un lugar por otro te llevas contigo tu condición688, no te mejoras de gusto. 9. No hay lugar en este mundo que no esté lleno de trabajos. [fol. 77] 10. El lugar de descanso es la bien aventuranza para donde es justo que caminemos por las dificultades desta vida, y el acertar a seguir el camino para llegar a este fin es la verdadera discreción y virtud. Acertaremos siguiendo con la imitación —en lo que nos fuere posible— de Cristo que es camino verdadero y vida. Y, para que Él nos encamine en su seguimiento, pidámoselo con esta oración del Angélico Dotor de Aquino en que pide la discreción con virtud que viene del amor y temor de Dios.
ORACIÓN PARA ANTES DEL ESTUDIO CON QUE SE CONCLUYEN ESTOS AFORISMOS
§ 18
Criador inefable que señalaste de los tesoros de tu sabiduría tres diferencias de órdenes de ángeles, y les diste lugar sobre el cielo empíreo con maravillosa disposición y concierto, y repartiste con grandísima elegancia las partes del mundo. Tú, pues, a quien llamamos «verdadera fuente y aventajado principio de lumbre y sabiduría», ten por bien esparcir los dos rayos de claridad sobre las tinieblas de mi entendimiento en que nací, apartando de mí la escuridad del pecado y de la inorancia. Tú, que haces elocuentes y sabias las lenguas de los niños que no saben hablar, enseña mi lengua y dales a mis labios la gracia de tu bendición. Dame agudeza para entender, capacidad para retener, sutileza para interpretar, facilidad en deprender, gracia abundante en hablar. Enséñame el principio, gobiérname en el medio, perficióname en el fin, por Cristo, señor nuestro. Amén689. [fol. 77v]
688 La máxima recuerda el final del Buscón, de amplia tradición clásica, y frecuente en la época: «pues nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres» (III, cap.10). 689 Jiménez Patón transcribe esta oración de santo Tomás en latín en su Perfecto predicador, cap. 12, p. 250.
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[II.6] DISCURSO SESTO: DE LA VICIOSA VERGÜENZA, TRADUCIDO DE PLUTARCO, HISTORIADOR Y FILÓSOFO
«No hay —dice san Bernardo sobre los Cantares690— perla más preciosa de más estimación y hermosura en la juventud que la vergüenza, porque es indicio de las buenas esperanzas, muestra de buen natural, direción de la disciplina, destruye los vicios, adquiere las virtudes, defiende la honestidad natural, guarda el buen nombre, sustenta gloriosas aciones, conserva la conciencia pura, es honra de la vida, asiento de la virtud, primicias della, alabanza de lo natural y, finalmente, insinia691 de todo lo honesto, casto, virtuoso y santo; hermana de la continencia, testigo de la inocencia, pronóstico de la sencillez de paloma, lámpara que alumbra siempre con claridad el entendimiento para que conozca cualquier cosa ilícita, impúdica, mala, deshonesta y afrentosa». Es una gracia suave que corrige desordenados pensamientos, refrena licenciosas palabras, compone culpables obras y aciones. Espejo del alma y de quien procede la modestia que los estremos viciosos ordena. Y, aunque donde más se advierte y considera, es en la edad juvenil, porque en ella es pronóstico de vida virtuosa, en todas parece bien, y en todos estados su adorno es muy lucido y hermoso, como consta en la de la inocente Susana, en quien la vergüenza competía con su honestidad y hermosura692. En el publicano pondera el sagrado testo que su vergüenza no le daba licencia a levantar los ojos al cielo, lo cual alcanzó de Dios que
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San Bernardo de Claraval, Sermones in Cantica Canticorum 86, 1. insinia: ‘insignia’. 692 Dan. 13, 2. Patón menciona en la Reforma de trajes (fol. 40-40v): «Daniel trata de las galas curiosas de la honestísima Susana». Cf. Erasmo, La lengua, p. 274. 691
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pusiese en él los de su misericordia693. Por esto el Apóstol nos aconseja hagamos oración con vergüenza y con modestia694. Dice san Ambrosio que como el artífice suele obrar con más facilidad y perfeción en la materia [fol. 78] más acomodada a las cosas de su arte, así la vergüenza parece que se descubre más en el cuerpo hermoso y bien compuesto, pero advierte que no ha de ser con afectación, sino natural y sencilla, como al descuido, porque, cuando es cuidadosa, da sospechas de fingida. Aunque desenfado natural habrá tan libre que sea virtud corregirlo con adquirida vergüenza695. Si el apetito desenfrenado y licencioso incita —por su inclinación depravada— a pecar, la vergüenza cuidadosa ha de poner freno que obligue a condenar y reprobar el pecado. No ha de haber desenfado ni licencia libre en defenderlo, porque con la vergüenza se desminuye la culpa, y con la defensa se aumenta y se hace obstinación. Los ingenios y naturales, que se han criado con dotrina religiosa, más se reducen por vergüenza a la virtud que por temores y asombros, a pensar, hablar y obrar bien. Pero, con ser virtud tan escelente, es necesaria la discreción para su uso porque, de faltar, en ocasiones se cairá696 en algún gran vicio. Grande es el de la inorancia y la padecen muchos por tener vergüenza —a quien Plutarco llama «viciosa» y Horacio «necia»— de preguntar lo que se inora. Por esto dijo san Gregorio que como la vergüenza se ha de alabar en detener en lo malo, debe ser reprehendida si hace emperezar en el bien697. Avergonzarse de obrar mal es de sabios, pero en el obrar bien es de necios. El que [no] se avergüenza de hacer penitencia del mal que obró llega a la libertad de la vida eterna. Pero el que se avergüenza de obrar bien cae del estado de la gracia en el despeñadero de la perdición, y camina a su condenación, como lo dijo el mismo Cristo698. Hay también vergüenza viciosa como lo es la fingida de quien dice Séneca que usan los comediantes bajando el rostro, hablando bajo, clavando los ojos en tierra, y no pudiendo fingir el color purpúreo, fingen
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Lc. 18, 9-14. 1 Cor. 12, 7-10. 695 San Ambrosio, De Officiis, lib. 1, cap. 19, 83. 696 cairá: ‘caerá’. 697 San Gregorio Magno, Homilía sobre Ezequiel 10, 17. 698 Mt. 7, 13. 694
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semblante triste699. Y, entre los cristianos, se halla esto en los hipócritas que son representantes de fingida virtud que vienen disfrazados con piel de oveja y son lobos que procuran descolorir el rostro mintiendo penitencia700. Simulan modestia, siendo verdaderos ambiciosos. Ostentan vergüenza y honestidad y son impúdicos, lascivos, deshonestos en modo más culpable.Y estos fingidos [fol. 78v] vergonzosos suelen ser de mucho daño a los que verdaderamente tienen natural vergüenza la cual, en ocasiones, es viciosa, porque, —aunque como habemos dicho—, como dice Valerio Máximo: Es madre de todo consejo honesto, amparo de las obligaciones, maestra de la inocencia, amada de los prójimos, acepta a los estraños, favorable en todo tiempo y lugar701.
Aristóteles dijo que a los viejos no les estaba bien la vergüenza, lo que sí a los mozos702. Pero a todos está bien no siendo estorbo en las aciones útiles y honestas para cuyo uso loable, sin dar por estremos en vicio, es muy importante la dotrina de703 Plutarco, eminente historiador y filósofo, la cual, con deseo de aprovechar a los que la leyeren, traduje en nuestra lengua desta suerte: ****** 1. De las cosas que la tierra produce y lleva de su propio natural sin ser cultivada, algunas son no solo salvajes sin fruto, mas con sus semillas sazonadas y plantas fértiles creciendo, de mucho daño a la labor, lo cual le es argumento al labrador de que aquella tierra no es mala, antes buena, gruesa, fértil, si la labran. De la misma suerte hay inclinaciones de los ánimos que no son de su naturaleza buenos, empero son como renuevos y flores, indicio y muestra de un buen natural de que, si fueren cultivados, serán dóciles y muy sujetos a razón y enseñanza. Entre estas pasiones y afectos se puede contar la vergüenza necia o vicioso empacho, la cual, aunque es de su natural mala como cau699
Sen. Epist. 11, 7. Mt. 7, 15. 701 Val. Max. 4, 5, 1, pr. 702 Aristóteles, Ética Nicomáquea 4, 9, 1128b. 703 En el ms. tachado: «San Pablo». 700
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sa, como señal es buena. Porque los muy vergonzosos suelen ordinaria mente pecar y caer en los mismos vicios que los desvergonzados, aunque los vergonzosos, conociendo su pecado, no solo no se deleitan en él, mas se apesaran y entristecen de habelle cometido, y los desvergonzados, no. Porque el que no tiene vergüenza no se afrenta ni le pesa de lo que hizo mal. Y, al contrario, los que con facilidad se avergüenzan, con la misma se afrentan de lo mal hecho, y aun de cualquier cosa que tiene apariencia de torpe y mala. Y esto sinificaron los griegos por los nombres que pusieron a estos afectos. Y así un orador dijo del desvergonzado que tenía en los ojos no [fol. 79] niñetas704, que es decir vírgines, sino rameras, jugando de la ambiguidad del vocablo705. Mas el vergonzoso en el706 rostro descubre un ánimo honesto que desminuye su vicio y llama vergüenza lo que hace el desvergonzado. Por esto decía Catón que le parecían mejor los mancebos que con facilidad se ponían colorados que los que se ponían descoloridos707. Mas, con todo, conviene limpiar el ánimo deste desordenado temor y esta sospecha. Porque muchas veces sucede en algunos que, temiendo tanto la mala fama como el mismo mal, se asombran y, temerosos, se apartan de lo honesto, no pudiendo sujetarse a sufrir la infamia. 2. Estos tales no han de ser alabados pues son tan flacos708 y afeminados, ni por eso se ha de estimar la pertinacia del ánimo y tesón duro, de quien dijo un poeta: Sin menear los ojos Anaxarco en hito709 contra todos los inclina, tal es su fuerza y su maldad canina710.
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niñetas: «Pupila o niña del ojo» (DRAE). Según los comentaristas podría tratarse de Demóstenes o bien hacer referencia al texto de Timeo de Tauromenion. Ver Jacoby, FGrHist, frag. 122. Cf. Plu. M., Sobre la falsa vergüenza, 1996, p. 46, n. 3 y Sobre la mala vergüenza, 2007, p. 413, n. 14. 706 Tachado en el ms.: «ánimo». 707 Plu.V., Catón el Mayor 9, 5. 708 flaco: «Débil y con poca fuerza» (Cov.). 709 en hito: «Mirar ahincadamente con atención, sin divertirse a mirar a otra parte» (Cov.). 710 Diels, Poet. Philos. Frag. 1901, Timon 58. Plu. M., Sobre la virtud moral 446 B. Anaxarco de Abdera fue un filósofo del siglo IV a. C., seguidor de la escuela de Demócrito. Fue amigo y consejero de Alejandro Magno. 705
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Antes, con ardid y destreza, se ha de procurar entre estos dos estremos un medio conveniente, por el cual, en la desvergüenza, haya compostura, y en la demasiada compostura y vergüenza, quite la flaqueza. Dificultoso es dar este punto y de condición que, huyendo de un estremo suele dar en otro. Porque, como el labrador cuando roza y arranca las matas selvajes y sin fruto, hincando el azadón valiente mente, saca las cepas de raíz o les pega fuego y, cuando quiere podar la vid, parra, manzano y oliva, tienta y mira con atención, poniendo la mano para asegurar el golpe, temeroso de cortar alguna cosa de las de provecho711, así el filósofo, cuando quita y desarraiga del ánimo del mancebo la planta de la envidia, o la demasiada codicia y afición de riquezas o, cuando quiere refrenar la desorden712 de la lujuria —pasiones que no se doman fácilmente—, procura ir limpiando, llegando a lo vivo, sacando la sangre y aun haciendo gran rotura y costurón713. Mas cuando quiere curar alguna parte tierna y delicada, como es la perturbación que se sigue a la demasiada y necia vergüenza, va con cuidado y recato de que imprudente mente, [fol. 79v] por curar, no destruya la honrada y noble vergüenza.Y así lo procura con palabras amorosas que obligan a solo apartarse de aquel vicios[o] estremo; las amas que crían los niños con demasiada fuerza y cuidado, algunas veces con lo sucio sacan la carne y los lastiman y ofenden714. Por esto no ha de ser de suerte la reprehensión que, procurando quitarles esta viciosa vergüenza, les quitemos la vergüenza del todo de suerte que los hagamos inadvertidos, desmesurados o descarados y del todo malos. Antes, como aquellos que derriban las casas que están asidas y juntas a los templos sagrados, lo hacen con mucho cuidado y tiento por no derribar alguna cosa dellos, dejan algunas partes que ayudan a darles fuerza y las reparan más para que los sustenten, así, procurando quitar la viciosa vergüenza con diligencia y recato, hemos de no quitar las cosas que son propias de la vergüenza honesta, modestia y compostura loable. Porque, bajo destas cosas, se suele encubrir y solapar la desvergüenza mala y viciosa que lisonjea y adula desordenada mente al desvergonzado, como si fuera afable, cortesano y que es para todo y para todos.
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Ver la similitud con la parábola de la cizaña (Mt. 13, 24-29). Nótese el femenino. 713 costurón: «Cicatriz o señal muy visible de una herida o llaga» (DRAE). 714 ofenden: ‘hacen daño’. 712
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Por esto los estoicos715, quiriendo disputar destas cosas, hicieron diferencia entre la erubescencia716 y pudor —digámosla así—, vergüenza necia y vergüenza virtud porque, si todo lo comprehendieran bajo de un vocablo, dieran ocasión para que no se diferenciara la vergüenza buena de la mala, y se dejaran llevar della como de la buena, con que abonaran su vicio para que hiciera mucho mal. Pero pidámosles licencia para usar de los nombres sin calunia, o dénnosla pa[ra] hablar como Homero, el cual dijo: La vergüenza a los hombres —es sin duda—, grandemente les daña o les ayuda717.
Y no sin consideración puso el verbo dañar al principio, porque sucede que la vergüenza sea provechosa en razón que desminuye lo que sobraba y solo deja lo que basta. 3. Así, lo primero que se ha de aconsejar al enfermo de la demasiada vergüenza: que huya del afecto dañoso —porque ninguna cosa que sea dañosa puede ser honesta—, y que no conviene deleitarse ni ponerse ufano siempre que le alaben, y cuando, por alaballe de ilustre, [fol. 80] grave y justo, le llaman elegante y alegre, según lo que dice Eurípides del caballo Pegaso, que «temía más de lo que era justo a Belerofonte que iba en él»718, de tal suerte sea para cualesquiera que le rueguen, que los venza en humildad, porque no gane nombre de «áspero y inexorable y mal acondicionado». Porque se cuenta que, siendo Bocoriades*719, el gitano720, naturalmente desabrido y riguroso, Isis le echó un áspid en la cabeza que se le enredó en los cabellos y le hacía sombra sobre la frente para ponelle freno en juzgar con justificación y retitud. 715
Plu. M., Sobre la virtud moral 449A. erubescencia: «Rubor, vergüenza» (DRAE). 717 Homero, Ilíada 24, 44-45; Hesíodo, Trabajos y días 318. 718 Verso procedente de la tragedia perdida Belerofonte. Ver Nauck, Trag. Graec. Frag., Eurípides frag. 309 y Plu. M., Consejos políticos 807E. 719 Bocchoris o Bakenrenef, rey de Egipto (720-715) fue el segundo faraón de la XXIV dinastía egipcia. Según Diodoro Sículo fue hombre sabio y gran legislador. Los comentaristas afirman que la anécdota del texto intenta explicar el origen del ureus que llevan los faraones egipcios sobre su cabeza. 720 gitano: «Quasi egitano, de Egipto» (Cov.). 716
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La vergüenza desordenada en los afeminados y blandos de condición es peligrosa, porque no saben ni pueden negar o contradecir cosa que se les pida. Es la que a los jueces les impide hacer justicia y, a los que deben aconsejar libremente, les cierra la boca y fuerza a que hagan y digan muchas cosas sin consideración. El desvergonzado, al contrario, es demasiado de libre; no tiene empacho, ni tiene vergüenza de c[u]alquier desenvoltura. La desordenada vergüenza no sabe resistir ninguna importunación, ni escusar como el enfermo débil y parapoco721 que se deja llevar de los deseos y obras torpes y malas.Tal vergüenza como esta no es buen compañero ni guarda de la tierna edad, que por esto dijo Bruto que no habían llamado bien flor de la edad a aquella que no sabía negar nada722. También esta vergüenza viciosa no mira bien por la honestidad de la mujer casada, o doncella, como consta de lo que dijo la adúltera, según Sófocles: Este tu halago y blandura me forzó de condición que venció mi corazón, mi vergüenza y mi cordura723.
Así que la vergüenza desordenada, no resistiendo ni negando cosa724, causa un desconcierto notable, ocasionado a torpezas porque, a los que quieren pedir cosas injustas, abre puerta patente725 y da entrada llana y franca.Y con la facilidad en el obedecer y conceder, y con el desorden [fol. 80v] en el hacer con tanta facilidad, destruyen no solo a los malos y desvergonzados, con la licencia que les dan para pedir cosas no lícitas, mas a los vergonzosos y honestos. No podré demás desto decir los daños que causa esta desordenada y viciosa vergüenza, pues que obliga a dar prestado a aquellos de quien no se tiene confianza de cobrar. Hace fiar y abonar a los que no queríamos y, alabando por verdadero y dino de guardar el refrán —«sal fiador, saldrás pagador»726—, de que han de aprovecharse deste consejo, no deja usar dél. 721
parapoco: «Persona poco avisada y corta de genio» (DRAE). Plu.V., Bruto 6, 9. 723 Nauck, Trag. Graec. Frag., Sófocles frag. 773. 724 ni negando cosa: ‘ni negando nada’. 725 patente: «Manifiesta, visible» (DRAE). 726 Plu. M., Banquete de los siete sabios 164B y Sobre la locuacidad 511B. Hoy se usa con la siguiente variante «Quien sale fiador suele salir pagador». 722
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4. No se pueden contar los muchos enfermos deste mal que causa esta vergüenza necia como lo muestra la esperiencia, y como lo dijo Creonte a Medea —aludiendo a lo que dice el proverbio español, «Más vale vergüenza en cara que mancilla en corazón»—727: Mujer mucho mejor es me tengas por enemigo que, obedeciéndote amigo, gemir y llorar depués728.
Este nos dio regla a los demás de lo que debemos hacer y él, vencido de vergüenza necia, le concedió un día a Medea en lo que le pedía con que acabó con él y con su casa. Algunos también, habiendo sospechado que les querían dar veneno de vergüenza viciosa y necia, se dejaron dar la muerte, o quitar el juicio. Desta suerte pereció Dión729, no porque no supo que le andaba tra[z]ando730 la muerte Calipo sino porque tuvo vergüenza de declarar las sospechas que tenía de su amigo y huésped, y la poca confianza que dél hacía731. Desta suerte Antípatro, hijo de Casandro, convidando a comer a Demetrio, a otro día fue convidado dél. Tuvo vergüenza de escusarse porque no pareciera que no se fiaba de aquel que se había fiado dél y, al fin, yendo al convite, en acabándose la
727 Ver Don Quijote de la Mancha, segunda parte, cap. XLIV. El maestro y humanista Fernando de Arce († c. 1553) glosa en un tetrástico latino este refrán castellano (Adagia II, 14), cuya traducción es: «No debo considerar el sonrojo tan grave como para sufrir que una terrible enfermedad me abrase por dentro. Intentaré sobrellevar lo que causa vergüenza con espíritu positivo; huiré de lo que causa pesar, pues es dolor para siempre».Ver Arce, Adagios y fábulas, p. 82. 728 Eurípides, Medea 290-291. 729 Dión (409-354 a.C.) fue en principio cuñado y más tarde yerno de Dionisio I de Siracusa. Le entusiasmó la filosofía de Platón, explicada en Siracusa, y devino su amigo. Sus divergencias con Dionisio II abocaron en una guerra. Por otra parte Calipo, también fue amigo de Platón y Dión, con quien contribuyó a restablecer la libertad en Siracusa. Llevado de la ambición de obtener el poder supremo, asesinó al primero y se hizo proclamar tirano, pero murió a su vez asesinado por sus oficiales en el año 351 a. C. 730 En el ms.: «tracando». 731 Plutarco narra la traición de Calipo, otrora amigo de Dión y de Platón en V., Dión 56, 3 y M., Máximas de reyes y generales 177A.
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comida, le mataron732. Y Polipercón733, habiéndose concertado en cien talentos y recebídoslos de Casandro por matar a Hércules, hijo bastardo de Alejandro, habido en [fol. 81] Barsina*, lo convidaba. Mas como el mozo tuviese por sospechoso aquel convite, temeroso de lo que se le trazaba, se escusó diciendo que estaba enfermo, mas viniendo a su casa el traidor Polipercón le dijo: «Oh mancebo, imita y sigue la humanidad, afabilidad y cortesanía de tu padre si no es que temes, de veras, que te hacemos traición»734. El mancebo, vergonzoso, se fue con él y, en acabando la comida, le degollaron. De suerte que es prudente y cuerda, y no villana, ni de risa —como dicen—, la sentencia de Hesíodo: Convida a tu comida al fiel amigo, mas no traigas a ella al enemigo735.
No seas muy vergonzoso para con el que sabes que te aborrece, ni te escuses de aquel que tienes certeza se fía de ti porque, si convidas, has de ser convidado, y has de convidar si te convidaren. 5. De todas maneras se ha de huir desta vergüenza o enfermedad que es causa de muchos males, comenzando a hacer ejercicios como aquellos que se ensayan en cosas diferentes, en las pequeñas y que no tengan dificultad, como si alguno te brindase en algún convite depués de haber bebido lo que te basta. No tengas vergüenza de no hacer —como dicen—, la razón736, que antes será sinrazón y falta della. No fuerces tu voluntad, ni recibas el vaso, si habiendo bebido, alguno te desafiare a jugar a los naipes o dados; no tengas vergüenza de escusarte, ni temas ni se te dé nada737, si
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Antípatro (400-319 a. C.) fue un general macedonio que gobernó en Macedonia tras la muerte de Alejandro Magno. El relato de esta traición se encuentra en Plu.V., Demetrio 36, 9-12. 733 Polipercón fue un general macedonio del siglo IV que sirvió en los ejércitos de Filipo II y Alejandro Magno. Casandro, hijo de Antípatro, sometió Grecia y se casó con Tesalónice, hermana de Alejandro. Se le considera uno de los posibles asesinos de este. 734 Juniano Justino se refiere a Barsine y Heracles en el Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo 11, 10. Cf. Plu.V., Alejandro 21, 7-9 y Eumenes 1, 7. 735 Hesíodo, Trabajos y días 342 y Plu. M., Charlas de sobremesa 707C. 736 hacer la razón: «Corresponder a un brindis con otro brindis» (DRAE). 737 ni se te dé nada: ‘ni te importe’.
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te dieren cordelejo738, sino imita a Jenófanes739 el cual, como Hermoneo740 le ultrajase de tímido, cobarde y corto porque no quería jugar con él, con gran libertad dijo y confesó claramente que no solo era tímido, mas muy temeroso y parapoco741 en hacer cosas malas y deshonestas. Encuentras con algún hombre necio, impertinente y hablador, charlatán de los que asen de las manos y abrazan y hacen otras caricias lisonjeras. No seas para con él tan vergonzoso, ni tengas empacho de despedirle y despegarte dél, dejándole —como dicen—, sin acabar la razón742 y con la palabra en la boca. Porque del ejercitarse los hombres en estas escusas y despegos, en estas pequeñas se hace ensayo para las mayores. A este propósito verná743 bien lo que dijo [fol. 81v] Demóstenes. Como los atenienses deseasen darle socorro a Hárpalo, armándose contra Alejandro, sin pensar744 vino Filósono,* al cual había hecho Alejandro capitán general de la costa del mar. Conque se sosegaron todos, temerosos, y dejaron las armas, atónitos745. A lo cual dijo Demóstenes: «¿Qué harán cuando vean el sol los que no han podido ver la luz de un candil?»746. ¿Qué ha de hacer en los negocios arduos en presencia del rey o de todo un pueblo, si no callar y enmudecer de vergüenza el que no sabe ni puede escusarse con el que le brinda, ni acierta de vergüenza a apartarse del charlatán que le detiene, sin saber despedir aquel impertinente burlador por no tener valor para decirle: «¡Anda con Dios747! depués nos veremos, que ahora no tengo espacio»?
738 cordelejo: «Lo mismo que chasco, zumba o cantaleta. Lo más común es usar esta voz con el verbo dar, diciendo, “dar cordelejo”» (Aut.). 739 Cf. Diels-Kranz, Frag. der Vors., Jenófanes A16. 740 Así se encuentra en Erasmo. Se refiere a Laso de Hermione.Ver Plu. M., Sobre la mala vergüenza, 2007, p. 420, n. 34. 741 parapoco: «Persona poco avisada y corta de genio» (DRAE). 742 acabar la razón: «Volverle la espalda sin escuchar lo que va a decir» (DRAE). 743 verná: ‘vendrá’. 744 sin pensar: «De improviso o inesperadamente» (DRAE). 745 A partir de la traducción erasmiana se entiende mejor: «Pues como los atenienses se dispusiesen a prestar ayuda a Hárpalo, armándose contra Alejandro, de pronto apareció Filóxeno al que Alejandro había nombrado comandante de su escuadra. Al enmudecer el pueblo a causa del miedo, dijo Demóstenes…». 746 Los comentaristas señalan que esta anécdota de Demóstenes solo aparece en este tratado.Ver Plu. M., Sobre la falsa vergüenza, 1996, p. 51, n. 22 y Sobre la mala vergüenza, 2007, p. 421, n. 36. 747 ¡Anda con Dios!: «Expresión usada para despedir a alguien» (DRAE).
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6. También para resistir y desechar las alabanzas de los falsos lisonjeros importa mucho ejercitarse y ensayarse en cosas ligeras y de poca importancia, despidiendo de sí la viciosa y necia vergüenza, como si en el convite que hace tu amigo, el músico canta desgraciadamente, o el representante748, habiéndole pagado bien, con su desgracia y frialdad, echa a perder la comedia que compuso Menandro, haciendo los demás aplauso y estimación, como a cosa buena. Entiendo que no será pesado ni dificultoso oírlos con silencio sin decir mal, ni alabarla, sin merecerlo, desordenada mente más que es razón749. Y si en estas cosas no sabes ni puedes irte a la mano750, ¿qué harás cuando tu amigo te repita o lea alguna poesía, o si te muestra alguna oración751 que haya hecho, o algún libro o obra que haya compuesto y ordenado? Paréceme que, sin consideración y para que [no] se rían de ti necia y groseramente, le alabarás con los demás lisonjeros y, con el aplauso de todos, aumentarás las voces y el ruido. Si esto haces, ¿cómo le reprehenderás en las cosas de veras?, ¿cómo le avisarás y aconsejarás con retitud en la gobernación de algún estado, en la administración de su república o en el tomar estado de casado? Porque yo no apruebo, ni aprobaré, aquel dicho de Pericles que respondió al amigo que le pedía se perjurase por él, en un dicho que había que declarar con juramento: Vsque ad aras amicus sum752, que fue decir: [fol. 82] «En cosas de poco momento yo, aunque falte a lo que debo, por acudirte753 lo haré, mas en cosas tan graves como son perjurar y ir contra lo sagrado de la religión, eso no». De lo cual se toman algunos más licencia de lo que es razón para alabar cosas no decentes ni honestas, por dar gusto a sus amigos. Pero el que dende niño se acostumbrare a no alabar las cosas que entiende no son dinas754 de alabanza, ni hace aplauso al mal cantor,
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representante: «Actor de teatro y actriz» (DRAE). es razón: «Ser razón una cosa: ser justa, razonable» (DRAE). 750 irte a la mano: «Ir a la mano a uno: contenerlo, moderarlo» (DRAE). 751 oración: «Obra de elocuencia, razonamiento pronunciado en público a fin de persuadir a los oyentes o mover su ánimo» (DRAE). 752 Pericles (495-429 a. C.) fue un político y orador ateniense de brillante actuación en Atenas. Está resumida en el llamado «siglo de Pericles». Plutarco repite esta cita en M., Máximas de reyes y generales 186C y Consejos políticos 808A. Erasmo en Adagia 3, 2, 10 Vsque ad aras amicus recoge la cita plutarquiana y la de Aulo Gelio 1, 3, 20. 753 acudirte: ‘atenderte’. 754 dinas: ‘dignas’. 749
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ni celebra el dicho desgraciado por gracioso, no dará lugar a que alguno se le atreva a pedirle jure falso o a que dé alguna sentencia injusta, por haberle conocido honrado y libre en sus respuestas y pareceres. 7. También importa ensayarse con tiempo en negar el dinero prestado a quien se sabe que no lo ha devolver, haciendo en cosas de menos importancia y que no tiene mucha dificultad negallas. Haciendo un convite, Arquelao, rey de Macedonia, un atrevido en pedir le pidió le hiciese merced de una porcelana755 de oro. No se la dio y mandó a el paje que se la diese a Eurípides, que no la pedía, y mirando al que la había pedido le dijo: «Tú, justo es que pidas y nadie te dé. Y este merece que todos le den aunque no pida»756, declarando muy bien con esto que las dádivas presentes que se han de hacer, no han de ser por arbitrio de la vergüenza sino por la eleción del juicio. Y nosotros, muchísimas veces, no haciendo caso de nuestros muy amigos, hombres de bien y cuerdos necesitados de los que —como dicen— «se dejarán secar antes que lo pidan», les damos y ayudamos a los que desvergonzada mente piden, no porque les queremos dar, sino porque de vergüenza no les podemos negar, como se cuenta de Antígono el Viejo que, no pudiendo sufrir las importunas demandas de Biante*757, dijo a sus criados: «Dalde758 lo que pide aunque sea por fuerza y no de voluntad»759. Aunque este rey era de los más ejercitados y ensayados en 755 porcelana de oro: «Un barro transparente de que se hacen diferencias de vasos con muchas labores. Tráese de la China, y dicen que su materia, de la cual se hacen, dura en sazonarse y disponerse por gran tiempo» (Cov.). Evidentemente la definición choca con el sintagma «porcelana de oro» del cual el CORDE solo documenta un caso anónimo contemporáneo (1615). Documenta asimismo otros tres, también anónimos, de 1600, de «porcelana de plata». Entendemos que equivale al genérico «vasija». 756 Plu. M., Máximas de reyes y generales 177A. 757 Los comentaristas se refieren a la controvertida cuestión de los Antígonos en Plutarco, aludiendo a la dificultad de identificar con certeza a cuál de ellos se refiere. Por otra parte, aunque la versión erasmiana del original griego es Bías, este no encaja en la época de los Antígonos. Plutarco se refiere, sin duda, a Bión de Borístenes, un filósofo cínico que vivió en la corte de Antígono Gonatas.Ver Plu. M., Sobre la falsa vergüenza, 1996, p. 53, n. 25 y Sobre la mala vergüenza, 2007, p. 423, n. 41 y 42. 758 Dalde: ‘Dadle’. 759 Los comentaristas se refieren al problema de esta anécdota, surgida del juego de palabras entre Bíon, Bías de los ms. —Biante en Jiménez Patón— y —bía violencia— en griego.Ver Plu. M., Sobre la falsa vergüenza, 1996, p. 53, n. 25 y Sobre la mala vergüenza, 2007, p. 423, n. 42.
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despedir importunaciones semejantes, pues como un cínico le pidiese una dragma —que era moneda del valor de un real sencillo760—, le respondió: «No está bien a un rey dar un real solo». Replicó el cínico: «Pues dame un talento» —que es una gran suma—. Dijo [el rey] «No está bien a un cínico recebir un talento»761. Y también [fol. 82v] Diógenes, paseándose en la plaza llamada Cerámico pedía limosna a las estatuas de piedra o bronce; admirándose los que le vían762, les dijo: «Desta suerte me acostumbro a llevar en paciencia cuando no me dan los hombres»763. Así que también nosotros nos hemos de ejercitar en cosas leves y de poco momento, y nos hemos de hacer a negar764 a aquellos que no merecen lo que piden, porque no nos falten palabras para responder negando a los que pidieren cosas de más importancia. Porque, como dijo Demóstenes al que gastó lo que tenía en cosas que no convenían: «No hay que esperar que gastará bien lo que no tiene, cuando lo tenga»765.Y siempre andamos cortos en cosas honradas y pródigos en las que no lo son sino superfluas. Es, sin duda, que se sigue mucha afrenta766. 8. Demás desto, la viciosa vergüenza no solo dispensa y reparte mal, pero necia mente, el dinero, y en cosas mayores no da lugar a la razón que es quien le había de aconsejar lo que conviene hacer porque, si estamos enfermos, temiendo no enojar al amigo médico inorante, no llamamos al docto, y a nuestros hijos no les damos los maestros y precetores idóneos y suficientes para el tal ministerio sino los que, con sus palabras y lisonjas, nos han pervertido y engañado767. En los pleitos, no damos 760
Es curiosa la explicación de Jiménez Patón acerca de la dracma, equivalente al real sencillo, con el ánimo de orientar a sus alumnos. Dos líneas después, hará lo mismo con el talento, en este caso una moneda de gran valor. 761 Refiere la anécdota Séneca en Benef. 2, 17, 1, donde añade su propio comentario, calificándola de indecentísimo subterfugio o manera de no dar nada, ya que para dar la dracma miraba al rey, para dar el talento, tenía en cuenta al cínico, cuyo nombre no precisa.Ver Plu. M., Máximas de reyes y generales 182E. 762 vían: ‘veían’. 763 La anécdota tiene cierta analogía con la de la suegra que se niega a prestar la olla a la nuera para que esta se acostumbre a otras negativas.Ver Plu. M., Deberes del matrimonio 143 A-B. 764 hacer a negar: ‘acostumbrar a negar’. 765 Demóstenes, Olíntica 3, 19. 766 Plu. M., Cómo sacar provecho de los enemigos 90E. 767 Plu. M., Sobre la educación de los hijos 4D.
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lugar a que los abogados, que tienen ciencia y esperiencia en las causas y negocios de audiencia, sean nuestros abogados y defensores sino, por ganar gracias de algún amigo o pariente, ponemos nuestras causas en manos de abogados idiotas y que los echen a perder. Finalmente vemos muchos de los que se precian de filósofos epicúreos o estoicos que no tratan con sus amigos y familiares con eleción y juicio de tales sino que de su voluntad —como dicen—, de su bella gracia768, convidan con sus personas a los que les piden cosa sin honra, sin provecho y con desvergüenza y de afrenta. Pues para estas cosas es bien que mucho antes nos ejercitemos y ensayemos en las vulgares y pequeñas, acostumbrándonos a no usar de mal barbero ni de mal pintor, por la vergüenza desordenada, y a no posar en posada [fol. 83] sucia y mala, habiendo ocasión de tenella mejor, y no nos engañe que el huésped, ventero o mesonero sea muy comedido y use de mucha cortesía, sino hagamos costumbre y hábito en cosas tenues en escoger las mejores, como los pitagóricos andaban siempre con mucho recato de no poner la pierna izquierda sobre la derecha, y de no usar del número pares por el de nones, habiendo en las demás cosas igualdad. También nos hemos de hacer y acostumbrar a que, cuando hacemos alguna fiesta sagrada, o celebramos algunas bodas, o hacemos algún otro convite desta suerte, que no convidemos a los que con facilidad nos quitan la gorra769, besan las manos, se nos juntan y acompañan, antes que a los que sabemos quieren bien de veras y tienen afabilidad verdadera porque, el que desta suerte se ensayare y se ejercitare, con dificultad será engañado y procederá seguramente en cosas más graves. 9. Esto baste en cuanto al ejercitarse. En cuanto a las razones porque esto conviene, sea la primera la que nos advierte y avisa que así todas las inclinaciones, afectos y males se siguen a aquellas cosas que nos parece que huimos770, como la afrenta se anda tras del apetito y deseo de la honra, los pesares se siguen a la afición de los deleites, los trabajos
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de su bella gracia: «Con gusto y benevolencia» (DRAE). quitar la gorra: en el sentido de ‘saludar’. Cf. «el mesonero nos había quitado la gorra» y «no llamemos a los que se nos desbonetan» del ms. 8276 de autor anónimo de la Biblioteca Nacional de Madrid, fols. 158v-159. 770 Plu. M., Sobre la locuacidad 502E; Sobre la curiosidad 519D y Séneca De la ira 1, 12, 5. 769
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acompañan a la haraganería o descanso y, a la ambición de vencer, se le junta el ser vencido y condenado y, desta suerte, la vergüenza necia, huyendo771 el humo y la sombra de la afrenta, se abalanza en las llamas y brasas772. Porque los que tienen vergüenza de contradecir a los que importuna y pesada mente son molestos, pidiéndoles lo que no es justo, después se ven avergonzados y afrentados de aquellos que les citan, llaman y emplazan a juicio, y con razón, y temiendo una ligera reprehensión, pasan por una grave y afrentosa vergüenza porque, no atreviéndose a negar de vergüenza el dinero al amigo que lo pide, depués, negándoselo, pasan773 vergüenza muy afrentosa por haberles redargüido774 de falsos y, habiendo prometido ayudar a algunos y yendo engañados sus amigos, andan huyendo y [se]775 esconden. Hay algunos que acerca [fol. 83v] de casamientos de sus hijas o hermanas, de vergüenza prometen neciamente lo que no quisieran y, arrepintiéndose depués, pasan grande vergüenza y afrenta, escusándose con mentiras. 10. Por esto, hallo que dijo muy bien el que dijo que todos los asianos776 servían a un hombre solo porque no pudieron pronunciar una sílaba sola que es: «no». Demás desto, los enfermos deste vicio con no decir nada y con no más de bajar la frente y echar capote777, podrán escusarse de hacer muchas cosas inconsideradas y afrentosas porque Eurípides dice que «el sabio usa de silencio por repuesta»778.Y, aun muchas veces, para desvergonzados atrevidos es necesario el silencio porque es bien que nos escusemos con la mayor cortesía que podamos; y para saber y poder hacer esto importará mucho tener de memoria algunas respuestas agudas, dichos graciosos, apotegmas graves de ilustres y doctos varones con que despidamos a aquellos que quieren hacer fuerza a nuestra vergüenza y 771
Nótese el uso transitivo como en latín. Ver Erasmo, Adagia 1, 5, 5 Fumum fugiens in ignem incidi y el refrán: «Huir del fuego para caer en las brasas». 773 En el ms. tachado: «afrenta». 774 redargüido: «Contradecir, impugnar una cosa por algún vicio que contiene» (DRAE). 775 En el ms.: «le». 776 asiano: ‘asiático’. 777 echar capote: «Metafóricamente significa el ceño que se pone en el semblante o en los ojos con que se manifiesta severidad y enojo» (Aut.). 778 Nauck, Trag. Graec. Frag., Eurípides frag. 977. 772
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empacho779, como es aquello de Foción con Antípatro al cual le dijo: «No puedes tener en mí, amigo y lisonjero»780.Y lo que les respondió a los atenienses que le pedían, haciéndole lisonja y aplauso, que les diese alguna cosa para celebrar una fiesta a los cuales dijo: «Dame vergüenza daros a vosotros y no pagalle a este». Esto fue mostrando a Calicles*, logrero781 que le tenía prestado mucho dinero782. Porque, como dice Tucídines*, «No es afrenta confesar ser pobres; el no escusar el serlo es mayor»783. Y por esto el que por flaco, acobardado, muelle, necio, vergonzoso, deja de responderle al que le pide lo del poeta: Amigo, no tengo plata en mis silos guardada784,
se queda ligado y preso, no con grillos que labró el herrero de metal, sino con los que le puso la vergüenza necia785.
Perseo786, prestándole a un amigo cierto dinero, lo hizo con escritura de seguro, en la audiencia pública y en el banco, acordándose de aquello de Hesíodo: [fol. 84] Aunque esto sea riendo, si tratares con tu hermano, ten el testigo a la mano787.
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empacho: «Cortedad, vergüenza, turbación» (DRAE). Plu. V., Foción 30, 3; Agis 2, 4; M., Cómo distinguir a un adulador de un amigo 64C; Deberes del matrimonio 142B-C y Máximas de reyes y generales 188F. 781 logrero: «Persona que da dinero a logro» (DRAE). 782 Plu.V., Foción 9, 1; M., Máximas de reyes y generales 188A y Consejos políticos 822E. 783 Tucídides 2, 40, 1. 784 Nauck, Trag. Graec. Frag., anónimo 389. 785 Nauck, Trag. Graec. Frag., Eurípides, Pirítoo o Critias frag. 595. Cf. Plu. M., Sobre la abundancia de amigos 96C; Sobre el amor fraternal 482A y Narraciones de amor 763F. 786 Se trata de Perseo de Citio, filósofo estoico del siglo III a. C., discípulo o siervo de Zenón. Diógenes Laercio le atribuye una docena de obras. 787 Hesíodo, Trabajos y días 371. Dice L. Palmireno: «Entre hermano y hermano, dos testigos y un notario» / «Et fratri testem ridens adhibere memento» (Gallego, 2004, p. 219). 780
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Y diciéndole el amigo: ¿Pues cómo, Perseo, se hace esto tan en forma tan legal, y autorizada788 mente? le respondió: «Hágolo por no cobrallo legal y judicial mente». Porque a muchos, no asegurando lo que dan de vergüenza, depués, perdiendo la amistad, les es fuerza usar de las leyes y pedir por justicia. 11. Platón, escribiéndole a Dionisio con Helicón Ciceno*, y encomendándosele y abonándole789 de cuerdo y cortesano, en el fin de la carta, dijo: «Esto escribo de un hombre cuya naturaleza es mudable»790. Jenócrates791, que era en sus costumbres áspero, vencido de la vergüenza, acreditó y abonó792, en una carta a Poliperconte*, hombre de mal natural como pareció; porque, habiéndole recebido el Macedonio793 amigable mente y habiéndole dicho que viese de qué tenía necesidad, replicó pidiéndole un talento, el cual le dio y luego le avisó a Jenócrates que, de allí adelante, considerase mucho y tuviese bien conocido al que hubiese de encomendar y abonar. Jenócrates no conocía al que abonaba, mas nosotros, a los que tenemos conocidos que son muy malos, no solo les damos carta de favor y abono, mas aun dineros para que nos hagan mal, no con gusto, como los que dan sus bienes a las rameras y lisonjeros, sino con pesadumbre y sentimiento de ver su desvergüenza, que saca nuestros discursos y juicio de quicio y le pervierte. De suerte que, como en otras muchas cosas, podremos decir contra estos que nos hacen pasar vergüenza lo del poeta: Entiendo lo mal que hago y conozco lo mejor y, al fin, sigo lo peor794. 788
En el ms.: «autoricada». abonándole: «Salir por fiador de alguno, responder por él» (DRAE). 790 Platón, Epístolas 13 360c-d. y Plu. M., Sobre el refrenamiento de la ira 463C y Sobre la paz de alma 474E. 791 Jenócrates (c. 396-314 a. C), fue discípulo de Platón, acompañándole durante su estancia en Sicilia. Sucedió a Espeusipo en la dirección de la Academia platónica. Solo quedan fragmentos de sus obras. 792 abonó: «Salir por fiador de alguno, responder por él» (DRAE). 793 El «Macedonio» se refiere a Polipercón. Este fue un general del siglo IV que sirvió en los ejércitos de Filipo II y Alejandro Magno. En el texto griego, Jenófanes le recomienda a un hombre desconocido, el hombre de mal natural patoniano. La versión latina de Erasmo es equivocada, de ahí la traducción errónea de Jiménez Patón. 794 Plutarco se refiere a Eurípides en su Medea 1078, pero la traducción de Jiménez Patón es la de las Metamorfosis de Ovidio, 7, 20-21: «Video meliora proboque, / dete789
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Esto se entiende cuando juro falso o si doy sentencia injusta [fol. 84v], o mi voto en cosa mala, o si presto mi dinero a quien no me lo ha de pagar. 12. Y así, la vergüenza viciosa tiene esto particular: que los demás deleites y vicios traen depués dellos el pesar mas ella le trae junto en su compañía. Porque dende luego que damos lo que prometemos, tenemos pesadumbre, desabrimiento y enojo y, estando diciendo algún dicho no verdadero, nos estamos avergonzando y, ayudando al malo, sentimos la afrenta que se nos sigue y, juzgando mal, nos condenamos. Y como somos tan flacos que no podemos ni sabemos escusarnos, a los que nos piden, a los que nos importunan cosas que es imposible cumplillas, como es cartas de favor para los palacios de los príncipes, intercesiones para los presidentes, por no atrevernos a decir lo del poeta: «El rey no nos conoce, en otros tiene puestos los ojos». Lisandro795, habiendo ofendido a Agesilao796, deseando aún por vana gloria que los demás entendiesen que le quería mucho y tenía gran mano797 con él, no tuvo vergüenza de escusarse a los que le pedían favor para él, porque no es afrenta no podello todo, y más no pudiendo, o no teniendo partes para encargarse de un negocio, encargarse dél por no dar lugar la vergüenza, es gran desvergüenza; y demás de ser afrenta, da mucha pesadumbre, debiendo, en las cosas justas y honestas y en aquello que alcanzan nuestras fuerzas, acudir con nuestra ayuda a los que tienen necesidad della, no vencidos de la vergüenza sino muy de voluntad. 13. En las cosas no honestas, injustas y dañosas, importa tener en la memoria aquello de Zenón798, el cual encontró en los arrabales de la
riora sequor», repetido así en el [Discurso] sobre el buen uso del tabaco (fol. 63) al final de la Reforma de trajes: «Veo lo mejor y lo apruebo; eso no obstante, sigo lo peor». 795 Lisandro fue un político y general espartano que murió el año 395 a. C. Fue conocido por ser el comandante de la flota espartana que venció a los atenienses en Egospótamos.Tuvo una brillante actuación en la etapa final de las guerras del Peloponeso. 796 Agesilao fue rey de Esparta durante 38 años, desempeñando una brillante actuación en su lucha contra los persas, los tebanos y sus aliados.Ver Plu.V., Agesilao 7, 8; Lisandro 23, 6-7 y Jenofonte, Helénicas 3, 4, 8. 797 tener mano con uno: «Tener influjo, poder y valimiento con él» (DRAE). 798 Zenón de Citio (333-264 a. C.) fue el fundador de la escuela estoica. De su vasta obra —Diógenes Laercio le atribuye una veintena de títulos— solo quedan fragmentos.
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ciudad —extramuros— a un mozo que andaba huyendo de un su amigo que le había pedido se perjurase. Oyendo esto, el filósofo le replicó: «¡Cobarde, parapoco! ¿Atrevióse él a hacerte ese agravio y no tuvo vergüenza de pedirte te infamases perjurándote por él, y tú no te atreves y tienes vergüenza de despedirle con libertad, siendo tan justa tu escusa?» Y el que dijo que «la malicia era muy buena defensa y arnés [fol. 85] contra los malos»799, no enseña bien porque no se ha de evitar malicia con malicia. Mas el que rechaza la maldad y desvergüenza de aquellos que piden con frente rasa800 y desvergonzada mente, y los sacude con libertad y desenvoltura, como la que ellos tuvieron en pedir, no concediéndoles las cosas injustas y malas, hace muy bien y usa de la razón, que es bien guarde cada cuerdo. 14. Despedir a hombres humildes, bajos y de poca estofa, cuando vienen con desvergonzadas peticiones y demandas, no es dificultoso, aunque a estos algunos los despiden con donaires, gracias y chufetas801 como lo hizo Teócrito802 el cual, estando en los baños y pidiéndole dos para limpiarse el instrumento llamado strigile803, el uno, que él no conocía, y el otro, que de todos era conocido por ladrón, les despidió a ambos: «A ti no te la doy porque no te conozco, y a ti porque te conozco», con la cual gracia los despidió a ambos […]804. Un mancebo cobarde, flojo y parapoco805, hijo de un valeroso y valiente capitán, pedía al rey Antígono806 que, por el valor de su padre, le hiciese capitán de soldados animosos y atrevidos, y el rey le respondió: «Mancebo, yo no premio la virtud y mérito de los padres sino las propias». 15. Y si el que nos hace pasar esta vergüenza es noble y poderoso, es más dificultosa la escusa porque llevan impaciente mente que los 799
Plu. M., Cómo debe el joven escuchar poesía 21E. rasa: ‘libre de estorbos’. 801 chufeta: ‘cuchufleta’. 802 Se refiere a Teócrito de Quíos, historiador del siglo IV, autor de epigramas hirientes. Antígono Monoftalmo lo mandó matar. 803 strigile: ‘estrígil’. «Era la barra de metal con la que se retiraban el aceite del cuerpo los atletas» (DRAE). Jiménez Patón conserva el género femenino del original latino. 804 Falta un fragmento de la obra original en el ms. 805 parapoco: «Persona poco avisada y corta de genio» (DRAE). 806 Plu. M., Máximas de reyes y generales 183D. 800
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despidan sin concedelles lo que piden, particular mente cuando piden algo a algún juez, o quieren gra[n]jear807 votos para algunas dinidades, como consta de lo que le sucedió a Catón, aún siendo mozo, con Cátulo.Tenía Cátulo muy grande autoridad entre los romanos y en aquella ocasión era censor. Fuele a hablar a Catón que era tesorero del erario y le quería pedir y rogar por cierto hombre a quien Catón había condenado. Comenzó a rogalle con mucha instancia y ahínco tanto que más parecía fuerza que ruego y porfió tanto que, no pudiendo sufrir Catón su importunación, le dijo: «Cátulo, afrenta será que, siendo tú censor, te saquen por fuerza mis criados de casa», de lo cual, ofendido y avergonzado, Cátulo se salió corrido808. [fol. 85v] También es de considerar lo que le sucedió a Agesilao y a Temístocles, porque son cuentos más cortesanos y cuerdos. Agesilao, habiéndole pedido su propio padre que sentenciara un pleito contra justicia y razón y contra las leyes, él le respondió: «Padre, yo no he deprendido809 de ti sino ajustarme con la razón, justicia y leyes y así, en no hacer lo que me pides, te obedezco, cumpliendo lo que antes de agora me tienes mandado que es ajustarme con las leyes». Y Temístocles810, pidiéndole Simónides811 una cosa injusta, le respondió: «Como tú no serás buen poeta si no guardas la medida, número y pies que piden los versos, así no seré yo buen príncipe si no guardare las leyes en juzgar» […]812.
807
En el ms.: «grajear» corrido: «Avergonzado, confundido» (DRAE). Se trata de Q. Lutacio Cátulo (c. 120-61 a. C.). Fue cónsul el 78 a. C. En el 65 fue elegido censor, cuando Catón desempeñaba la censura. En el cursus honorum romano la censura era un cargo superior a la cuestura.Ver Plu.V., Catón el Menor 16, 6-8 y M., Consejos políticos 808E. 809 deprender: ‘aprender’. Plutarco dedica una de sus Vidas Paralelas a Agesilao, rey de Esparta (397-360 a. C.), pero no se encuentra allí la anécdota presente. 810 Temístocles (c. 524-459 a. C.) fue un político y general ateniense. Como político gozó del apoyo de las clases populares. Como general tuvo un comportamiento brillante en las Guerras Médicas. En la segunda de ellas, ostentó el mando efectivo de la marina aliada griega de la cual había sido gran impulsor. Con todo, fue condenado al ostracismo y murió en el exilio. 811 Simónides de Ceos (c. 556-c. 468 a. C.) era un poeta ateniense, considerado uno de los maestros del arte coral griego. Compuso poemas de todo género y dejó establecidos de modo definitivo el treno y la oda triunfal.Ver Plu.V., Temístocles 5, 6; M., Máximas de reyes y generales 185D y Consejos políticos 807B. 812 Falta un fragmento de la obra original en el ms. 808
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16. Porque hay hombres que no pueden sufrir, pasar ni disimular un mal acento en la pronunciación, un verso forzado, o corto o largo, y quieren que todo sea con la suma perfeción del arte y, no quiriendo faltar, ni que se falte en estas niñerías, piden a sus amigos y quieren que hagan cosas injustas en sus oficios de jueces, y en negocios de mucha importancia y gravedad813. Si un retórico, gramático o orador, siendo juez tú o regidor, te pide juzgues mal, o que des tu voto en alguna cosa mala, dile que [lo harás] si él hiciere un barbarismo, o un solecismo, o algún absurdo en sus composiciones gramáticas o retóricas, o en sus declaraciones; no querrá, no, porque sea tanta afrenta como parece, de tal condición que hay algunos que aún no pueden sufrir el concurso y junta de dos vocales814. Demás desto, si algún hombre noble y de estimación te pidiere alguna cosa injusta, dile que pase por la plaza bailando o haciendo gestos. Y, si dijere —como dirá—, que no le es lícito, entonces tienes buena ocasión para preguntarle qué será mayor torpeza y afrenta: hacer un solecismo o gestos descompuestos, o quebrantar las leyes, no cumplir el juramento y, contra toda razón y justicia, estimar más lo malo que lo justo y bueno. Demás desto, como a [fol. 86] Nicóstrato Argivo pidiese Arquidamo con instancia815, —habiéndole prometido una gran cantidad de dinero y que le casaría con la más noble mujer que quisiese de Lacedemonia—, le entregase a Cromo*, le respondió que no era posible que Arquidamo fuese decendiente de Hércules816, porque Hércules, andando por el mundo, buscaba a los malos para castigallos y Arquidamo quería, de los buenos, hacer malos. Lo mismo hemos de responder al hombre que quiere que le tengamos por honrado y, con eso nos pide cosas injustas y nos quiere obligar a que, vencidos de la vergüenza, lo hagamos, haciéndole cargo de que no es honra para él lo que nos pide, ni viene con817 su valor, nobleza y virtud. 813
Falta una frase de la obra original en el ms. Observan los comentaristas que esta frase alude a la evitación del hiato entre vocales.Ver Plu. M., Sobre la falsa vergüenza, 1996, p. 62, n. 50: «Plutarco lo evitaba y precisamente este cuidado suyo se emplea como criterio de la autenticidad de sus obras discutidas» y Plu. M., Sobre la mala vergüenza, 2007, p. 434, n. 79. 815 con instancia: ‘con ahínco’. 816 Según los comentaristas se refiere a Arquidamo II, padre de Agesilao. Fue rey de Esparta del 469 al 427 a. C. aproximadamente. Los reyes de Esparta pretendían ser descendientes de Hércules.Ver Plu. M., Máximas de reyes y generales 192A. 817 viene con: «Ajustarse, acomodarse una cosa a otra o con otra» (DRAE). 814
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17. También en cosas ordinarias y vulgares se aplicará el remedio conforme la persona que pide. Al avariento le dirás si la vergüenza le impedirá que fíe su hacienda sin seguridad, abono y818 fianza. Con el ambicioso de honra, que dé mejor lugar al otro, y así persuadirás y alcanzarás del que desea ser magistrado, corregidor, alcalde o juez, cuando se ve cerca del fin de su pretensión, que se abstenga del deseo y ejecución de mandar; porque será muy grande absurdo y desatino que, perseverando ellos en sus desordenados y viciosos deseos, de suerte que no se quieran rendir y sujetar a la razón y quieran alcanzar de los que no solo quieren parecer sino ser hombres de bien, honrados y amigos de la virtud, verdad, justicia, honestidad, retitud y equidad, que no se gobiernen como es razón y que echen a espaldas la virtud y sus obligaciones justas. Si los que son molestos, importunos y pesados, lo son por vana gloria de parecer poderosos, muy grande disparate será que aquellos han de reformar las costumbres de los otros y que los [que] gobiernan y rigen se deshonren a sí mismos, y adquieran para sí mala fama como la ganan aquellos que en las luchas y juegos sentencian, dando los premios injustamente o, en las pretensiones, los votos a los que no los merecen por ir con su gusto, dándoles [fol. 86v] con aquel comedimiento819 y cortesanía a los otros —a su parecer honrada— los palios820, coronas y gloria, despojándose a ellos mismos de la buena opinión y nombre que fuera justo conservaran. Y, si el que nos es importuno, lo hace por interés y dinero, ¿qué mayor absurdo puede haber que querer este o el otro hacerse rico con la pérdida de nuestra opinión, honra y quietud? Estas son cosas que se les ofrecen casi a todos y todos entienden y saben que, si vienen en tan injustas peticiones, se apartan de lo que es justo y razón, como algunos a quienes otros les fuerzan a que beban más de lo que es razón821, y de vergüenza necia no se escusan. 18. Mas parece que esta flaqueza del ánimo de no saber ni poder escusarse, procede de la flaca complexión del cuerpo y el mal temple y compostura de las calidades del frío y del calor822 porque, cuando los
818
En el ms aparece «con» tachado. comedimiento: ‘cortesía’. 820 palio: «Paño de seda o tela preciosa, que se ofrecía como premio al vencedor en determinados juegos de carrera» (DRAE). 821 es razón: ‘ser razón una cosa’. «Ser justa, razonable» (DRAE). 822 La traducción de Patón es ininteligible, pero también es poco clara la versión erasmiana, que ha dado lugar a diversas interpretaciones. 819
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que la padecen son alabados por los que los quieren engañar, vemos que hacen gestos y colores, y que se alebronan823 y acobardan con las quejas y amenazas de aquellos a quien no concedieron lo injusto que les pedían824. Tucídines*, juzgando que for[z]osamente825 ha de acompañar la envidia a la potencia, dijo que [e]l826 que se deja llevar de recto y buen consejo, en las cosas graves y grandiosas, escoge lo [sujeto]827 a la envidia828; y nosotros, juzgando que es muy dificultoso huir de la envidia y no dar ocasión de quejas o procurar que no haya alguna pesadumbre de parte de aquellos con quienes tenemos alguna amistad y viendo que esto es imposible, haremos muy bien nuestro negocio si tuviéremos por mejor la enemistad de los malos que la de aquellos que con justicia y razón nos acusarán, si les damos a ellos gusto en cosas ajenas de razón y justicia. Huyamos grande mente de las alabanzas de los malos porque son fingidas, falsas y llenas de engaños. No conviene ser como los lechones cuando los rascan que se saborean829 y reciben mucho gusto [fol. 87] —en su modo— con aquello, no nos hallen fáciles y acomodados para hacer por su halago y blandura lo que ellos quieren, no siendo cosa justa. Porque los que dan oídos fáciles a lisonjeros engañadores, son como los que ponen los pies en la trampa y las piernas en la zancadilla; y, si alguna diferencia hay, es que con mayor inominia y afrenta son arruinados, y caen los que no castigan a los malos, con deseo de que les llamen misericordiosos, humanos, y bien acondicionados830. Y también aquellos que, al contrario, sin causa, ganan enemigos y acusadores que les ponen a mucho peligro porque los que los alaban les persuaden que así serán tenidos por hombres de hecho, únicos y singulares en constancia y en no dejarse ve[n]cer831 de lisonjeros; y, con esta ambición, se destruyen. Destos, decía Bión que son semejantes a las cántaras que así como de las asas las traen de una a otra parte, así ellos 823
alebronarse: «Acobardarse» (DRAE). En el ms. falta una frase del texto original. 825 En el ms.: «forcosamente». 826 En el ms: «al». 827 En el ms. «contrario». Se trata de un error de Jiménez Patón que dificulta la comprensión del texto. Erasmo dice: «quod invidiae est obnoxium». 828 Tucídides 2, 64, 5 y Plu. M., Cómo distinguir a un adulador de un amigo 73A. 829 saborear: «Apreciar detenidamente y con deleite una cosa grata» (DRAE). 830 bien acondicionados: «De buena condición, natural o genio» (DRAE). 831 En el ms.: «vecer». 824
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por los oídos los llevan donde quieren832. Como se cuenta de Alexino, sofista833, que, paseándose, dijo mucho mal contra Estilpón, el de Mégara834. En esta ocasión, uno de los que estaban presentes le dijo: «No le correspondes bien porque él no ha mucho que te alabó en grande manera». Él replicó: «¡Por Júpiter! Que aunque digo esto, que es hombre muy de bien, muy honrado y muy aventajado en virtud». Al contrario fue lo de Menedemo que, habiéndole dicho que Alexino le alababa mucho, respondió: «Pues yo siempre digo mal de Alexino porque, sin duda, es malo el que alaba al malo y el que es murmurado y vituperado del bueno»835. En tanto grado era constante que ni le podían mover ni engañar lisonjeros falsos, acomodándose en esto al preceto que Hércules Antisteneo836 dio a sus hijos, diciéndoles que no le diesen agradecimiento alguno al que los alabase, lo cual fue decilles claro que no se dejasen vencer de vergüenza necia, y que no correspondiesen con lisonjas al lisonjero. Paréceme que para esto bastará lo de Píndaro al cual le dijo uno que por donde iba y adonde se hallaba [fol. 87v] siempre iba alabándole, a lo cual respondió: «También yo te soy y me muestro muy agradecido, procurando con mis obras que digas verdad»837. 832
Plu. M., Charlas de sobremesa 705E. Alexino de Elis, filósofo de la escuela de Mégara, vivió a mediados del siglo IV a. C. Atacó a Aristóteles y Zenón, fundador de la escuela estoica. La tradición lo presenta como un hábil polemista, lo que le valió el apodo de «refutador». Ver Diógenes Laercio 2, 109. 834 Estilpón fue un filósofo griego que vivió entre los siglos IV y III a. C. Primero fue discípulo de Diógenes de Sinope pero más tarde fue un notable representante de la escuela megárica. Según Diógenes Laercio escribió nueve diálogos. Después de perderlo todo, se le atribuye la frase: «No he perdido nada.Todos mis bienes llevo conmigo», asignada también a Bías de Priene, uno de los siete sabios. Ver Séneca, Epist. 9, 18-19. 835 Menedemo de Eretria fue un filósofo griego de siglo IV a. C., y también hábil embajador y político. Perteneció a la escuela jónica. Fue el último de los filósofos socráticos directos, no perteneciente a los seguidores de la Academia de Platón ni a los de Aristóteles.Ver Diógenes Laercio 2, 105 y 126. 836 Se refiere a la obra perdida Heracles de Antístenes (444 a. C.-365 a. C.), el filósofo considerado fundador de la escuela cínica, discípulo de Sócrates y maestro de Diógenes. 837 Píndaro (518-438) fue uno de los poetas más célebres de la Grecia clásica. De su enorme producción se han conservado 45 odas triunfales en las que canta las victorias de los vencedores de los juegos panhelénicos. La anécdota referida por Plutarco se halla recogida por Erasmo en el lib. sexto de sus Apophthegmata y la cita 833
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19. Finalmente todo aquello sea de importancia para reprimir cualquier afecto vicioso, conviene que tengan en la memoria aquellos que se dejan vencer fácilmente desta dañosa y mala vergüenza para remedio cuando, vencidos desta enfermedad, se determinan a pecar y se dejan derribar de su constancia contra aquello que sienten ser lo justo, honesto y bueno. Conviene que guarden en el alma para siempre las señales de la mordedura y la cicatriz del pesar: la memoria, la cual sirva de freno en otras ocasiones como el que, yendo por un camino tropezó en alguna piedra838 o como el piloto que hizo en alguna roca naufragio. Haciendo memoria desto, después siempre pasan por allí con cuidado, huyendo el peligro del tropezón o roca en que les sucedió el golpe o naufragio.Y aun con estas se guardan de otros peligros semejantes. Desta suerte los que tienen en el ánimo y se acuerdan de la afrenta y daños que se les sigu[e]839 de la viciosa, desordenada y necia vergüenza con la herida y pesar de lo pasado, en otras ocasiones semejantes, volverán en sí y repararán en su yerro, no dando lugar a que con facilidad los aparten de la retitud, razón y justo. ****** Considérese bien la dotrina deste filósofo que, aunque gentil, puede el cristiano discreto y cortesano sacar mucho provecho della, no solo para el acto de la confesión sacramental —de quien hemos dicho—, pero para otras muchas ocasiones de importancia para bienes temporales y concernientes a nuestra salvación. ¿Cuántas doncellas por vergüenza inorante para con sus padres y mayores, por dalles gusto, o han casado con quien no lo era del suyo, o han entrado en religión donde, por no ser su vocación, están muy a peligro de condenarse? Plega a Dios840 [fol. 88] yo me engañe, pero presumo que son muchas. ¿Cuántos mancebitos, por persuasión de personas alharagüeñas841, han tomado hábitos, im-
Otto Vaenius en Q. Horatii Flacci Emblemata, 1612, p. 22, glosando: «Virtus in actione consistit». 838 El párrafo plutarquiano recuerda el proverbio de Publilio Siro: «Lapsus semel fit culpa si iterum cecideris». Erasmo en Adagia 1, 5, 8 Iterum ad lapidem offendere y en 1, 5, 9 Eadem oberrare chorda ofrece numerosos ejemplos análogos. 839 En el ms.: «sigui». 840 Plega a Dios: ‘Quiera Dios’. 841 alharagüeñas: ‘halagüeñas’. «Que atrae con dulzura y suavidad» (DRAE).
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pidiéndoles la vergüenza viciosa el sacudirse842 como debían y depués, o viven arrepentidos con peligrosos sentimientos, o dejan la religión con notable escándalo y nota de infamia, viven en ella o fuera della aburridos y descontentos, y su estado en mucho riesgo de condenación?, ¿cuántos, por asentir a los que les persuaden cosas ilícitas, caminan por la perdición, siendo la causa esta vergüenza necia?843 Para sabella conocer y vencer, nos dé Dios discreción conveniente y su ayuda suficiente.
842 sacudirse: «Apartar de sí con aspereza de palabras a una persona, o rechazar una acción, proposición o dicho, con libertad, viveza o despego» (DRAE). 843 Se muestra en este pasaje la contrariedad de Jiménez Patón por haber ingresado su hijo Félix en la religión del Carmelo, en contra de la voluntad paterna.Ver sobre esta cuestión fol. 45v.
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[II.7] DISCURSO SÉTIMO: DE LA CURIOSIDAD VICIOSA, TRADUCIDO DE PLUTARCO, HISTORIADOR Y FILÓSOFO.
Es la curiosidad de los hombres tan atrevida que no perdona ni estado, ni condición de persona, ni cosa pública, ni secreta. Faltando en la fidelidad que se debe al amigo, en el respeto de los superiores y aun en la veneración de los religiosos, donde más campea este vicio es entre gente desocupada, así en conversaciones de corros de plaza como de juntas de entretenimiento y en algunas casas que algunos la tienen —engañados—, por cortesanía, y aún se atreven a dalle nombre de virtud —falsamente—. Es muy dañosa y dina de remediar y, si algo puede la dotrina en esto, la del filósofo Plutarco me pareció dina de aplicarla. Y más, porque sé con el gusto que algunos leen las cosas deste autor, por ser tales que puedan hacer un discreto virtuoso, si se leen con ánimo de aprovecharse dellas, como constará del discurso que presente tenemos. ****** 1. Cosa conveniente y ordinaria es el aborrecer y huir la casa lóbrega, oscura, ventosa, fría y enfermiza y, si por el haberle acostumbrado mucho tiempo, el sitio agrada, suelen, para evitar algunos destos daños, mudar las ventanas a otra parte, trocar las escaleras, cerrar unas puertas y abrir otras, de suerte que la esclarecen más. La hacen más desenfadada y saludable. Aún en ciudades suele haber estos trastrueques844, según dice Plutarco de su patria que miraba hacia el céfiro, y del puniente hacia el Parnaso pero Querón845 la puso mirando [fol. 89] hacia el oriente.
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trastrueques: «Acción y efecto de trastocar» (DRAE). Hijo de Apolo y Tero o Turo, según Plu. V., Sila 17, 4-5. Fue fundador de la ciudad de Queronea. 845
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Empédocles, filósofo846, viendo que una quiebra847 de un monte despedía de entre las rocas un aire pesado y enfermizo con que había continua pestilencia en los vecinos pueblos, hizo cerrar y allanar y, desta suerte, quedó aquella tierra saludable848. Así que, si en el hombre hay algunos apetitos y deseos pestíferos y dañosos que ponen al alma en tempestad y tinieblas, será muy justo alanzarlas849 y allanar todas las dificultades hasta el suelo y hasta que, venciendo nuestro apetito la razón, adquiramos para nosotros mismos aire claro, luz pura y salud del alma850. Y si esto no agradare, se habrá de procurar de cualquier suerte que se muden y trastuequen aquellas cosas que nos ofenden, hasta que las perficionemos y volvamos más cónmodas851 y conformes. Destos no el menor mal es la curiosidad la cual es un cierto deseo de saber los males ajenos. Es una enfermedad muy mezclada con invidia, y no ajena de malicia, pues ¿Por qué, hombre envidioso, tienes ojos tan agudos en los males ajenos y en los tuyos, tan ciegos?852
Vuelve y convierte ese deseo de saber, y esa curiosidad de las cosas ajenas deja, examinando y escudriñando las que están dentro de ti; si deseas saber historias de desventuras, dentro de tu casa tendrás bien en qué entender, como dijo el poeta: ¿Qué isla habrá que en la tempesta fiera cuando el soberbio mar se hinche y suene que de aguas y tarquines853 no se llene? 846 Empédocles de Agrigento (siglo V a. C.) fue un personaje polifacético: sacerdote, místico, profeta, médico y filósofo. Se han forjado muchas leyendas en torno a su vida. Su filosofía es una especie de función sincrética entre la pitagórica, la eleática y la jonia. 847 quiebra: «Hendedura o abertura de la tierra en los montes» (DRAE). 848 Plu. M., Contra Colotes 1126B. 849 alanzar: ‘lanzar’. 850 Ver fol. 79 del [II.6] «Discurso sesto de la viciosa vergüenza». 851 conmodas: ‘cómodas’. El CORDE solo registra dos casos semejantes en los Comentarios de D. García de Silva y Figueroa (1618). 852 Cf. con la frase de Jiménez Patón en el texto: «Además que es condición muy de necios ver las faltas ajenas con ojos de lince y, para las propias, estar ciegos como topo» (fol. 29). 853 tarquín: «Légamo que las aguas estancadas depositan en el fondo, o las avenidas de un río en los campos que inundan» (DRAE). Este terceto corresponde a un verso
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que es decir que hallarás en tu vida tanta multitud de yerros y en tu alma, de malos deseos, que tendrás bien qué reformar. Porque, según Jenofontes*, los curiosos en las cosas de casa a una parte tienen las alhajas que pertenecen a los sacrificios y cosas del templo y en otra, las de los convites y, a otra, las de la labor del campo, y a otra, las armas para la guerra854 y así [fol. 89v] tú tienes males en ti propio, unos que nacen de envidia, otros de celos, otros de pereza y otros de avaricia. Estas cosas mira, estas cosas advierte y estas reconoce. Cierra las ventanas de donde has de mirar las faltas del vecino y por donde855 te ha de entrar este mal de la curiosidad. Abre otras calles por donde vayas a ver lo hecho. Mira por tu casa; ten en ella ventanas que miren al aposento de tus mujeres, criados y criadas; en esto po[n]856 tu curiosidad que no será negocio ni inútil ni malo sino muy saludable y provechoso porque desta suerte nadie de los de tu servicio osará descuidarse en cosa alguna, y estarán entre sí diciendo, como el poeta: ¿Qué he dejado de hacer o qué ya he hecho qué falta de mi cargo o de mi oficio para cumplir cual debo en mi servicio?857.
2. No es fuera de propósito lo que dicen las fábulas de Lamia858 que, estando ciega, solía cantar en su casa teniendo los ojos puestos en un vaso y cuando había de salir fuera se los ponía en su lugar y salía con ojos. Así somos todos nosotros que, en nuestras cosas, estamos ciegos y, en las ajenas, con sobra de malicia y curiosidad. Somos largos de vista por lo cual el hombre curioso es más provechoso para los enemigos que para sí mismo859, pues les está notando sus males y se los dice y, con esto, ellos deprenden lo que deben corregir y enmendar, y no es de maravillar que el curioso no eche de ver las cosas que en su casa pasan por lo ocupado y atónito que está en los negocios ajenos. Por esto Ulises no quiso hablar de origen desconocido, traducido libremente por Erasmo. La versión del maestro, interpretando al humanista, se aleja aún más del original griego. 854 La cita es semejante en Económico 8, 19, 20. 855 Tachado «ip» en el ms. 856 En el ms.: «por». 857 Pitágoras, Carmina aurea 42 y Plu. M., Sobre la superstición 168B. 858 Lamia: «Figura terrorífica de la mitología, con rostro de mujer hermosa y cuerpo de dragón» (DRAE). 859 Plu. M., Cómo sacar provecho de los enemigos 87B-C.
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con su madre hasta saber primero de un adivino860 la causa porque decendió al infierno y, habiéndola sabido, luego que habló a su madre861 y a las demás mujeres, preguntando quién de ellas fuese Tiro862, quién la hermosa Cloris863 y por qué [fol. 90] murió Epicasta864, le responden: Trabando un nudo triste en una viga, tras de sí con el lazo se la trae y, sin poder librarse, muerta cae865.
Y nosotros, demasiadamente asegurados y inorantes de aquellas cosas que más nos tocan, no mirando quién somos, procuramos saber el linaje de los otros, diciendo que el abuelo de nuestro vecino es siro* y la abuela tresa*866, que es un tramposo, que debe y no paga, y también procuramos saber adónde va, o de a do867 viene su mujer; danos cuidado qué hablaron aquel y el otro en secreto y apartados. Andaba Sócrates con arrodeos868, procurando saber qué quiso persuadir Pitágoras en sus dichos. Y ¿qué preguntó Aristipo869 cuando en las Olimpias se juntó con Icómaco*? ¿[no preguntó] por qué disputaba desta suerte Sócrates con sus dicípulos y por qué aquel quería tomar de los dichos de el otro, fundados en tan pocas semillas tales ejemplos? Hízolo por acostumbrarse a todo hasta que870 navegó a Atenas y deprendió de la fuente lo que era Pitágoras871, su plática y filosofía, y notó que el 860
Se refiere a Tiresias.Ver Homero, Odisea 11, 90-149. Homero, Odisea 11, 155-224. 862 Tiro era hija de Salmones y esposa de Cretes. Fue madre de Pelias y Neleo, hijos de Poseidón.Ver Homero, Odisea 11, 235-259. 863 Cloris era hija de Anfión y esposa de Neles. Reinó en Pilo y fue la madre de Néstor, Cromio, Perclímeno y Pero.Ver Homero, Odisea 11, 281-297. 864 Epicasta era la madre de Edipo y esposa del mismo.Ver Homero, Odisea 11, 271-280. 865 Homero, Odisea 11, 278. 866 Alude a su antigua condición de esclavos.Ver Plu. M., Sobre la falsa vergüenza, 1995, p. 290, n. 12. 867 de a do: ‘de dónde’. 868 arrodeos: ‘rodeos’. 869 Se refiere a Aristipo de Cirene (435-356 a. C.). Fue un filósofo seguidor de Sócrates. Se le considera el fundador de la escuela cirenaica del hedonismo. 870 Hay una tachadura en el ms. 871 Debería decir: Sócrates. El fragmento no se entiende y nos hace dudar acerca de si Jiménez Patón utiliza a Erasmo, como en principio creemos. La traducción de la versión latina del humanista es la siguiente: «[…] y por qué el que hubiese 861
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fin de todo lo que enseñaba era que cada uno procurase conocer sus males para librarse dellos. 3. Hay algunos que no pueden forzarse a echar de ver en su vida, ni sujetarse a lo que es razón872 y esto es que el alma, viéndose llena de tantas desventuras propias, se asombra y teme las cosas que tiene dentro de sí y, con el temor, se sale afuera y se anda vaganza873 en los ajenos males, dándole alimento y sangre a este dañoso vicio. Es como la gallina que, echándole bien de comer, deja la comida y se aparta a un estercolero y comienza a escarbar como [dice] el poeta: Por si halla debajo de la tierra un pequeño granillo, da de mano874 a la comida de copioso grano875.
De la misma suerte los enfermos deste vicio, no escuchando [fol. 90v] buenas pláticas y conversaciones, que le estaría bien oíllas y nadie se las veda, y no preguntando a quien le respondería de buena gana, andan escudriñando y publicando los daños ocultos y secretos de las cosas ajenas. Bien es a este propósito aquello que respondió el gitano876 a uno que le preguntó: «¿Qué llevas aquí cubierto?» Y dijo: «Por eso va cubierto».Y tú, ¿por qué con curiosidad escudriñas lo que sabes que se te ha encubierto? ¿no echas de ver que si no hubiera mal ninguno no se encubriera? Antigua costumbre es, y muy justa, que nadie entre en la casa ajena si no llama primero a la puerta, y aun para estorbarlo a quien sin consideración quisiere entrar, hay en unas casas porteros y en [o]tras877 cuelgan recibido algunas pequeñas semillas y ejemplos de los dichos de aquel [Sócrates] se conmovió tanto que se desvaneció y se puso completamente pálido y débil, hasta que sediento y entusiasmado, bebió de la fuente y se enteró del hombre, sus palabras y su filosofía, cuyo resumen es: que cada uno conozca sus propios males para librarse de ellos». 872 es razón: «Ser razón una cosa. Ser justa y razonable» (DRAE). 873 se anda en vaganza: No conseguimos documentar esta forma en los repertorios. La interpretamos en el sentido de ‘vagar’. 874 da de mano: «Dar de mano una cosa. Dejarla, no aceptarla» (DRAE). 875 Verso atribuido a Calímaco.Ver Plu. M., Sobre la falsa vergüenza, 1995, p. 291, n. 14. 876 gitano: «ant. Egiptano, natural de Egipto» (DRAE). 877 En el ms.: «ientras».
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detrás de las puertas martillos que hagan ruido o esquilones que suenen y así se oya quien entra.Y es justo que haya este aviso porque no hallen a la señora de casa con la ocupación de sus obras algo descompuesta, o riñendo con la hija o azotando al esclavillo, o castigando las cri[a]das. Pero el curioso procura entrar a estas casas a escondidas para tener qué notar, no debiendo ir a ver semejantes cosas aunque fuese llamado. El tal descubre y manifiesta aquello que guarda el arca, encierra y cierra la llave, y lo que está escondido en el último rincón lo saca a la plaza. «Dannos —como dice Aristón—878, mucha pesadumbre879 los vientos que nos quitan hasta la capa». ¡Cuánta más dará el curioso que no las capas de los vecinos, ni las camisas, sino las paredes descubre, las puertas abre y entra hasta el recogimiento de la pobre doncella!880 Como un viento todo lo anda y revuelve, no solo lo que de día se hace, pero aun lo que en la noche más a deshora, buscando y notando qué calum[n]iar. 4. Destos se puede decir lo que Cleonis* en la comedia antigua: Aplicando los ojos a una parte, echando a otra pensamientos vanos y luego a diferente van las manos881.
[fol. 91] Porque el hombre curioso tiene el entendimiento en las c[a]sas882 de los ricos, en las chozas de los pobres, en los palacios de los reyes, y en los tálamos de las recién casadas, escudriñando todos los negocios de todos, así de los huéspedes como de los de casa, y esto no sin peligro y daño porque este vicio de la curiosidad es como acónito883, el cual algunos, 878 Aristón de Quios (siglos IV-III a. C.) fue un filósofo estoico, alumno de Zenón de Citio, llamado «la sirena» por la seducción de su palabra. Diógenes Laercio le atribuye 16 obras, pero otros autores dan su autoría a Ariston de Ceos, un filósofo peripatético del siglo III a. C. La frase citada por Plutarco se encuentra en Arnim, Stoicorum Veterum Fragmenta, vol. 1, frag. 401. 879 Hay «que nos q» tachado en el ms. 880 Plu. M., Sobre la paz de alma 465D. 881 Aristófanes, Caballeros 79. Esta comedia, representada el año 424 a. C., es una violenta sátira contra Cleón y los demagogos. 882 En el ms.: «cosas». 883 acónito: «Planta ranunculácea de hojas palmeadas y flores azules o amarillas, cuyas variedades son todas venenosas cuando la semilla ha llegado a la madurez» (DRAE).Ver Plu. M., Cómo distinguir a un adulador de un amigo 49E.
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deseando saber qué gusto tiene, lo gustan y, antes que lo sientan, se mueren. Así algunos que procuran saber las faltas de los poderosos antes que las entiendan son muy bien castigados. Porque aquellos que quieren mirar de hito884 los rayos del sol, porfiando en determinar su cuerpo y redondez, suelen de la fuerza de la luz cegar885. A este propósito dijo bien Filípides886 al cual diciéndole el rey Lisímaco que le pidiese de sus tesoros lo que quisiese respondió: «Dame, rey, lo que quisieres con tal que no me des parte de tus secretos». Porque lo que a los reyes más les agrada son de las cosas esteriores, los convites, las riquezas, acompañamientos y liberalidades, y de eso puede un hombre aprovecharse sin temor pero no de sus secretos. No encubre el rey sus contentos, placeres y pasatiempos cuando sus cosas le suceden con prosperidad y buena fortuna, ni cuando quiere hacer a sus vasallos mercedes. Lo que encubre es por no poderse descubrir cosas tristes, formidables887, melancólicas, feas y no dinas de ser publicadas: el tesoro de una desenfrenada ira; la profunda guarda888 de vengar el agravio; los celos contra la mujer; sospechas contra hijos; desconfianzas de amigos. Pues, ¿a quién no le estará bien huir esta escura y negra nube, sintiendo que ha de tronar y relampaguear junta mente cuando se sepa lo que agora está encubierto? 5. ¿Y cómo se podrá esto huir? Con evitar —como hemos dicho—, la curiosidad, dando de mano889 a las cosas ajenas y procurando las que han de ser de nuestro gusto y provecho. ¿Quies890 ser curioso loablemente? Escudriña con curiosidad las cosas del cielo, las de la tierra, las de el aire y las de el mar y podrás ocuparte en cosas de poco momento, o de más importancia [fol. 91v], según recibieres el gusto; si deseas tratar de cosas grandes, sé curioso de las de el sol, dónde salga y dónde se 884
mirar de hito: «Fijar la vista en un objeto sin distraerla a otra parte» (DRAE). Jenofonte, Memorables 4, 3, 14. 886 Filípides era un destacado poeta de la Comedia Nueva, de cuyas obras nos han llegado solo algunos fragmentos. Lisímaco (360-281 a. C.) fue uno de los diadocos o sucesores de Alejandro Magno. Reinó durante veinte años en Asia Menor, Tracia y Macedonia. La anécdota referida se encuentra también en Plu.V., Demetrio 12, 8-9. 887 formidable: «Muy temible y que infunde asombro y miedo» (DRAE). 888 guarda: en el sentido de ‘espera’. 889 dar de mano a una cosa: «Dejarla, no aceptarla» (DRAE). 890 Quies: ‘Quieres’. 885
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ponga; por qué la luna se muda como el hombre; de adónde recibe luz; cómo la pierde y cómo la vuelve a cobrar, por quien dijo el poeta: Cuando dejó la luna de ser vista, como con nueva y hermosa cara, poco a poco se muestra a nuestra vista y, con llenar su mengua, la repara. Donde para afearse tiempo asista y viejas sin color ni beldad clara las mudan[z]as891 denota de tal suerte que parece vivió y llegó a la muerte892.
Estos son los secretos de naturaleza y ella no se enoja con los que los escudriñan y, si no quies tratar de cosas grandes, sé curioso en cosas menores, procurando saber cómo entre las cosas que la tierra produce, unas están siempre verdes, floridas y bellas, dando fruto, y otras, a tiempos, lleva[n] hoja, flor y fruta y, en otros tiempos, están secas como el hombre perezoso que gasta de una vez pródigamente todas sus riquezas y se viene a quedar desnudo y sin qué comer. Escudriña cómo unas plantas echan los frutos gruesos; otras, esquinados893; otras, torcidos o redondos. Mas por ventura no serás curioso en estas cosas porque sabes que en ellas no hay mal ninguno y, si es ya fuerza que la curiosidad se ha de hallar entre males y se ha de sustentar en ello, como la serpiente en montañas ponzoñosas, apliquémosla a las historias y de allí cojamos copia894 y fruto —no dañoso para nosotros— en la abundancia de los males ajenos ya pasados. Aquí veremos «la ruina [fol. 92] de las más finas y insignes caídas de varones levantados895», pérdida y aniquilación de riquísimas haciendas896, deshonras de mujeres, huimientos897 de esclavos, calum[n]ias de amigos, preparaciones de he891
En el ms.: «mudancas». Se refiere a una tragedia perdida de Sófocles. Las pronuncia Menelao según Plu.V., Demetrio 45, 3 y M., Cuestiones romanas 282B.Ver Nauck, Trag. Graec. Frag., Sófocles frag. 787. 893 esquinado: «Lo que tiene ángulos y esquinas» (Aut.). 894 copia: ‘abundancia’. Es un latinismo. 895 levantados: «Elevados» (DRAE). Es un verso de Esquilo, Suplicantes 937, ligeramente modificado.. 896 Plu. M., Sobre la cara visible de la luna 937F. 897 huimientos: «ant. Acción de huir» (DRAE). Erasmo traduce: incursiones, es decir, ataques. 892
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chizos, envidias, celos, naufragios de familiares y destierros de príncipes. Destas cosas llena tu gusto. Con ellas te alegra898 y no darás pesadumbre a ninguno de aquellos con quien vives y tratas. 6. Mas ¡ay! que la curiosidad no parece que se deleita con cosas muy antiguas, ni con envejecidos males, sino con los frescos y recientes. Lo que mira de buena gana es las nuevas tragedias, y no gusta de tener compañía con los cómicos, ni de tratar los argumentos de donaire y, así, si ve alguno trata de algún casamiento, de algún sacrificio, o de alguna buena obra, lo escucha el curioso de mala gana y, haciendo mofa, diciendo que ya ha oído aquellas cosas mill899 veces, porfiándole al que lo cuenta que abrevie en dos palabras.Y si alguno se sentare junto a él y le comenzare a contar de la doncella ricién des honrada, de la adúltera, del pleito recién levantado, de la nueva discordia entre hermanos, el curioso, escuchándolo, ni se duerme, ni se cansa, ni dice que está de priesa, antes, como dice el poeta: Le dice diga más destas novelas, preguntándole el cómo y dónde ha sido y más atento pone el largo oído900.
Y a este propósito también con razón dijo de los curiosos: ¡Ay, desventura y desdicha grande que gustan más de oír siempre los males que los bienes ajenos los mortales901!
Como las ventosas902 atraen a sí lo malo que la carne tiene, así los curiosos atraen a sus oídos todo el mal que decirse puede, y como las ciudades tienen unas puertas que llaman nefastas y de mal agüero903, por las cuales sacan los condenados a muerte y las suciedades y basuras, y ninguna cosa buena o santa [fol. 92v] entra o sale por ellas, así por los oídos de los curiosos no pasa cosa buena ni honrada. A oír tratar de muer898
te alegra: ‘alégrate’. mill: ‘mil’. 900 Verso de Calímaco.Ver Plu. M., Sobre la falsa vergüenza, 1995, p. 295, n. 24. 901 Nauck, Trag. Graec. Frag., anónimo 386. 902 Plu. M., Sobre la paz de alma 469B. 903 Plu. M., Cuestiones romanas 271A. 899
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tes y desventuras se aplican muy bien. Por ellas pasan las inmundicias de las mentiras y murmuraciones y, a este propósito, dijo el curioso poeta: Cantando yo en mi casa jamás falta llanto y dolor de ajena desventura que mi contento este pesar procura904.
Esta sola es la música y entretenimiento905 de los curiosos, ni oyen cosa con mayor contento. Porque la curiosidad viciosa es un mal deseo de oír los secretos más escondidos, porque nadie encubre lo que es bueno aunque algunas veces se finge que hay bien adonde no lo hay, por eso el curioso que desea saber los males está dañado, enfermo de la enfermedad de [gozar de] los males ajenos, que es de la envidia y rencor contra el hermano porque la envidia es dolor de los bienes ajenos y el odio es un deleite de los ajenos males906. Lo uno y lo otro nace de un afecto cruel y de fiera malicia. 7. Es tan grande manera de pesadumbre a quienquiera el descubrir sus males que hay algunos que tienen por mejor morir que descubrir sus enfermedades secretas a los médicos. Si Herófilo907, Erasístrato908 o Esculapio909, con ser hombre y teniendo los remedios a la mano, y estando dentro de la casa, preguntase si alguno tenía alguna llaga en las partes secretas, o alguna mujer en sus vergonzosas cáncer, aunque la curiosidad deste arte es saludable, pienso —si no me engaño—, que no habría quien no le enviase enhoramala como a preguntador sin propó904
Plu. M., Sobre el refrenamiento de la ira 463 B. Erasmo, fiel al original griego, traduce: «Musa y Sirena». 906 Plu. M., Las contradicciones de los estoicos 1046B. 907 Herófilo de Calcedonia (c. 335-280 a. C.) fue un médico griego de la escuela de Alejandría. Fue el fundador de la llamada Anatomía sistémica y padre de la Anatomía científica, pues hizo importantes descubrimientos anatómicos basados en la disección del cuerpo humano, reflejados en tres obras hoy perdidas. 908 Erasístrato de Ceos nació el 304 a. C.Trabajó en Alejandría y también realizó disecciones anatómicas. Escribió dos obras de anatomía de las que quedan algunos fragmentos. Confirmó algunas de las teorías de Herófilo. Se le considera fundador de la Anatomía comparada por las disecciones de animales y seres humanos. 909 Así es llamado en Roma Asclepio, héroe de Tesalia y después de su muerte, dios de la medicina, venerado en varios santuarios. Su culto fue importado el siglo III a. C. desde Epidauro. Era hijo de Apolo y de la mortal Corónide y aprendió la Medicina del centauro Quirón. 905
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sito porque, sin habello llamado ni manifestado la necesidad, se viene él a saber los males ajenos. Así, el910 curioso estas propias cosas y aun peores escudriña, no para sanallas sino para descubrillas, luego con razón [fol. 93] son aborrecibles. Porque con los portazgueros911 nos enojamos y tenemos pesadumbre, no cuando llegan a las cosas que llevamos de fuera sino cuando quieren saber lo que llevamos escondido y, con serles esto permitido por ley y aun castigados si no lo hacen, ¿qué será con los curiosos que dejan sus propios negocios y los pierden por ocuparse en males ajenos? Si no van de ordinario al campo es porque no les agrada su quietud y silencio y, si van alguna vez muy de tarde en tarde, echando de ver más en las viñas de sus vecinos, que no en las suyas, van preguntando cuántas vacas le han parido a el vecino912, cuánto vino coge913, y presto dan la vuelta a la ciudad, cargados destas cosas. Porque el que es verdadero labrador y de su voluntad se sale fuera de la ciudad, no se entretiene si no es en su hacienda914. No escucha estas pláticas, antes huye dellas, diciendo que le estorbarán, cuando esté cavando, contándole con qué condiciones se han compuesto los pleitos porque por do quiera que van los tales curiosos y malvados no tienen otro entretenimiento915. 8. Huyen la labranza como una cosa sin fruto, fría y seca porque no tiene algunas desventuras.Viénense a los tribunales, a las audiencias, a las plazas, lonjas y puertas. Preguntan: «¿Hay algo de nuevo?» Porque aquella mañana no ha[n] estado en la plaza. «Pues, ¿cómo es esto?» Porque piensan que, en tres horas que han hecho de ausencia, se ha de haber trocado la ciudad.Y si hay alguno que al tal le quiera contar alguna no-
910
Hay una tachadura en el ms. portazguero: «Encargado de cobrar el portazgo» (DRAE). 912 Erasmo, siguiendo el original griego, dice: «cuántos bueyes del vecino han muerto». 913 Erasmo, siguiendo el original griego, dice: «se le ha agriado». 914 La traducción de Jiménez Patón apenas se entiende. Erasmo, siguiendo el original griego, dice: «El verdadero labrador, ni siquiera acepta de buena gana el relato que viene espontáneamente de la ciudad, diciendo […]». 915 Jiménez Patón prosifica tres versos griegos de autor desconocido, repetidos por Plutarco en M., Sobre la locuacidad 511E: «¿Y ahora, mientras cavo, me dirá en qué condiciones se han acordado los pleitos? Pues ese indeseable se pasea curioseando todo esto». 911
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vela916, deciende de su caballo, llámale amigo, pídele la mano917, salúdale y abrázale, pónese a escuchallo pero, si con quien se encuentra le dice que no hay nada de nuevo, como ofendido, «¿Qué dices?» —le dice—. «¿no has estado hoy en la plaza? ¿no has pasado por la lonja, ni has hablado con los que vinieron de Italia, de Flandes o de la Corte?». Dina es de loar con mucha razón la ley de los locrenses918, la cual tenía constituida muchas y muy graves penas contra los que, habiendo estado ausentes, por muy lejos y mucho tiempo que hubiesen estado, cuando volvían [fol. 93v] a sus casas preguntaban si había alguna cosa de nuevo. Así como los tocineros desean la abundancia de ganado y los pescadores de pescado, los curiosos desean abundancia de males, muchedumbre de negocios, novedades y mudanzas de cosas para tener siempre qué cazar y qué matar. Entre los tuirienses* hubo una ley por la cual se mandaba que en las comedias ningún poeta ni representante pudiese reprehender, murmurar, ni notar, ni contra hacer, haciendo burla de ningún pecador, por flaco que fuese en cualquiera vicio, si no era de los adúlteros y curiosos. Y, si permitieron esto, fue porque el adulterio parece ser curiosidad del ajeno deleite, y porque en el adulterio se saben y escudriñan cosas secretas entre el marido y la mujer, las cuales la adúltera al adúltero descubre919 y la curiosidad es una pasión, empasmo920 y desnudamiento de las cosas que han de estar secretas. 9.Y de aquí viene que muchas veces el mucho hablar acompaña a la curiosidad, que es lo que desea oír y saber muchas cosas. Por esto Pitágoras mandaba a sus dicípulos que callasen cinco años a el cual silencio él llamaba «plática refrenada»921.Y también es imposible dejar de acompañar la curiosidad el mal decir922 porque el que de buena gana oye mal, 916 novela: «Nueva que viene de alguna parte que comúnmente llamamos “nuevas”» (Cov.). 917 pídele la mano: en el sentido de ‘darle la mano’. 918 locrense: de la región de la Lócride, situada en la Grecia antigua. 919 La frase resulta oscura. Erasmo traduce: «El adulterio parece ser una curiosidad del placer ajeno y la búsqueda e investigación de cosas que se guardan de manera que queden ocultas a la mayoría». 920 empasmo: no hemos hallado esta acepción. En todo caso es una traducción muy libre de la versión de Erasmo: «la curiosidad es en sí parálisis, podredumbre y desnudamiento de cosas no divulgables». 921 Plu.V., Numa 8, 11 y M., Charlas de sobremesa 728E-F. El silencio de Pitágoras será proverbial y muy usado en el siglo XVI. 922 Plu. M., Sobre la locuacidad 508C.
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de buena gana dice mal, y lo que con cuidado procuran saber de unos a descuido923, lo van a decir a otros. Así que esta enfermedad, fuera de otros muchos males, trae este: que se hacen mal a sí propios y se estorban en el alcanzar aquello que desean924. Porque, como todos saben que lo que ven o oyen aquí lo van a decir allí, todos se guardan de ellos en el hacer o decir delante dellos alguna cosa, y aun dilatan —y es cordura aunque la ocasión se pierda— el consejo, determinación y afecto de sus negocios para otro tiempo y lugar, hasta que el tal o tales hombres no estén donde oírlo o verlo puedan.Y si acaso, estando algunos en alguna conversación de secreto, de repente y sin pensar, llega un tal curioso, como el gato suele coger el pez [fol. 94] o pedazo de carne y trasponello925, así deja[n] la conversación y, si tienen algo, lo esconden y lo que no se les diera nada que todo el mundo lo oyera y viera de solos estos lo encubren y guardan. Así que nada se les puede confiar, ni confía al tal curioso926, y es de suerte que antes confiaremos una carta o un billete o confianza, con sello927 o sin él, [a]928 un esclavo o [a] un estraño, que no [a] un amigo y familiar, si es en esta forma curioso. Belerofonte929 llevaba cartas escritas contra él y, por ir con ellas sentenciado a muerte, nunca las abrió sino que fue tan fiel en no abrir las cartas del rey como lo había sido en no adulterar930 con su mujer, porque —como decimos— una propia es la templanza de la curiosidad y adulterio, así como es una la destemplanza931. Tiene otra enfermedad juntamente con estas el curioso: que es necio y loco, porque como hay hombres que, habiendo muchas y públicas mujeres y por ventura hermosas, no hacen dellas caso sino que se van a buscar las encerradas de mucho trabajo y costa932, aunque feas, lo cual es insigne locura y necedad. Pudieran estos curiosos, pues tan inclinados son a saber cosas ajenas, contentarse con las que a cada paso se les ofrecen y no que, no haciendo caso de muchos espetáculos notables, de 923
a descuido: ‘al descuido’. «Con descuido afectado» (DRAE). Plu. M., Sobre la locuacidad 502E-F. 925 trasponello: ‘transponerlo’. 926 Plu. M., Sobre la locuacidad 503C-D. 927 con sello o sin él: en el sentido de ‘sellados o sin sellar’. 928 En el ms: «de un esclavo o de un estraño, que no de un amigo…». 929 Homero relata la historia de Belerofonte en Ilíada 6, 155-195. 930 adulterar: «Cometer adulterio» (DRAE). 931 destemplanza: «Falta de moderación» (DRAE). 932 costa: ‘costo’. 924
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leciones maravillosas, de estudios provechosos y de disputas importantes, abren las cartas ajenas, horadan las paredes de los vecinos y escuchan, tienen conversaciones con los criadillos y esclavillas de casa y, esto, poniéndose a gran peligro y aun con grande infamia933. 10. Porque, si como dijo Simónides que, abriendo a un mismo tiempo dos escritorios, halló que el uno que era dedicado para las pagas y salarios estaba lleno y, el otro, que era dedicado a las gracias, vacío934, así, si alguno abre la despensa de la curiosidad y la ve llena de muchas cosas superfluas, enfadosas y sin provecho, por ventura se ofenderá, viendo que por todas vías es cosa de burla y aborrecible. Ahora pues, si alguno ha leído los libros de los antiguos saque dellos lo peor [fol. 94v] y haga dello un libro mal compuesto, como de los versos de Homero saque los que llaman acéfalos935 o, de los trágicos, solecismos936, o de aquellas cosas que Arquíloco937 escribió desvergonzada y destempladamente contra las mujeres, y convirtiendo aquellas cosas a sí mismo, júzguese si no será él dino de que, como él dice mal en las tragedias, lo digan de él y así, con muchísima razón, se dirá del tal: Mala muerte te perezcas, mal nacido, que en saber males te has entretenido938.
Y así, en las imprecaciones trágicas, suele ser mala y sin provecho la curiosidad en juntar pecados ajenos, como lo fue aquella ciudad que Filipo juntó, fundando en ella los más malos hombres que juntar pudo, y la llamó «Ciudad de fugitivos facinorosos939»; así que los curiosos no 933
Falta un fragmento del original en el ms. Simónides de Ceos (c. VI-V a. C.) fue un poeta lírico considerado el creador de la nemotecnia. Se le atribuyen numerosas anécdotas.Ver Plu. M., Sobre los retrasos de la venganza divina 555F. 935 Etimológicamente significan: «faltos de cabeza». Dícense de los versos faltos de la sílaba inicial larga. Ver Plu. M., Sobre los oráculos de la Pitia 397D y Escrito de consolación a su mujer 611B. 936 solecismos: «Falta de sintaxis; error cometido contra la exactitud o pureza de un idioma» (DRAE). 937 Arquíloco de Paros (VII a. C.), poeta griego, el más antiguo y notable cultivador del verso yámbico. 938 Nauck, Trag. Graec. Frag., anónimo 388. 939 Ver Jacoby, FGr Hist IIB, Teopompo, frag. 110. Erasmo la cita en griego: «Ponerópolis». Más tarde, según cita de Plinio el Viejo en su Historia Natural 4, 18, 41, cambió su nombre por el de Filipópolis, hoy Plovdif (Bulgaria). 934
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allegan, juntan y amontonan los yerros y solecismos de los versos o poesías, sino las caídas, pecados y flaquezas de la vida ajena, haciendo su memoria un cercado muy confuso y granmatopilación940. Como en Roma en la plaza de Júpiter se solían sacar a vender unas estatuas o pinturas y unas figuras de muchachos o mujeres y, entre ellas, otras muchas portentosas941, los que las iban a mirar no reparaban en las figuras hermosas y bellas, sino en las feas y desmembradas, unas, sin piernas, otras, con parte de figura humana y con parte de bestias, otras, de tr[e]s942 ojos, otras, que tenían la cabeza de pájaros y lo demás de hombres, o así unas especies con otras mezcladas o algún portento abortivo943 y, si de propósito944 se pone uno a mirallos, suelen las tales figuras enfadar945. Así, los que son curiosos acerca de las faltas de la vida ajena, escudriñando la poca nobleza, entrando para ello a casas ajenas, conózcanse primero a sí propios y advierta[n] que, de conocer los ajenos males, no han de sacar [fol. 95] ni provecho ni agradecimiento. 11. Aprovechará, pues, mucho para alanzar de nosotros tal enfermedad, acostumbrarnos y ejercitarnos a nosotros mismos en nuestro conocimiento y si deprendiéremos a templarnos en este afecto, porque de la costumbre poco a poco crece la enfermedad y va en peoría946. Así, será bien decir algo del ejercicio de la templanza y tomemos principio en las cosas que a cada paso suceden y son bien vulgares. ¿De cuánta dificultad es, yendo por las calles, leer los títulos de los sepulcros o dejallos de leer? o ¿qué tie940 granmatopilación: ‘archivo’. Erasmo cita así: grammatophylation. Es una palabra griega que hallamos en el Digesto o Pandectas de Ulpiano 48, 9, 19. Resulta oscura la traducción patoniana. Dice Erasmo, más fiel al original griego: «Así los curiosos al reunir y amontonar de todas partes, no las erratas y solecismos de versos y poesías, sino las flaquezas de las vidas ajenas, divulgan un feísimo y desagradabilísimo archivo de males». 941 portentosas: «Singular, extraño y que por su novedad causa admiración, terror o pasmo» (DRAE). 942 En el ms.: «tras». 943 Jiménez Patón en «o así unas especies con otras mezcladas o algún portento abortivo» prosifica y generaliza un verso citado por Plutarco, que hallamos en Nauck, Trag. Graec. Frag., Eurípides frag. 966, transcrito también por Erasmo. Ver Plu.V., Teseo 15, 2. 944 de propósito: «Con intención determinada; voluntaria y deliberadamente» (DRAE). 945 enfadar: «Causar enfado» (DRAE). 946 en peoría: «ant. Acción o efecto de peorar» (DRAE).
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ne de trabajo, cuando vamos paseándonos y vemos algunas letras escritas en paredes, pasar la vista por alto, advirtiendo que no hay allí escrita cosa de provecho ni deleite? Pues así será bien que unos nos acordemos de otros para el bien, que esto es ser buenos amigos, pasando cosillas por alto, considerando que todo es burla porque las cosas que no dañan, cuando se le endañan947 en lo encubierto, engendran en nosotros un deseo en querer saber lo que hace al caso.Y como los cazadores no dejan a los perros andar perdidos tras cualquier olor sino que los llevan atados, procurando no ejerciten el efecto sino en lo que ha de ser cosa de importancia, para que más bien saque la caza, que por eso se dijo: Con las narices busca de la fiera el rastro y así sigue la carrera.
Así importa no dejar que la curiosidad se derrame y ande948 perdida en cualesquier cosas, sino refrenalla y detenella para lo que ha de ser de provecho. Porque como los leones949 y las águilas, cuando andan, suelen volver hacia adentro las puntas de las uñas porque no se les emboten y gasten y porque las tengan agudas cuando las hayan menester, así, juzgando que la curiosidad será necesaria para que con su agudeza se ejercite en cosas de importancia, no es bien embotalla en cosas dañosas. 12. Lo segundo, nos acostumbremos a que, si alguna vez pasamos por las puertas de las casas ajenas, no [fol. 95v] alarg[u]emos la vista a ver lo que dentro pasa, refrenándolo como [con] las manos, teniendo en la memoria aquello de Jenócrates950 el cual dijo no convenir poner ojos ni pies en casa ajena, porque lo que dentro se ve, ni es justo ni honesto, ni aun de gusto para el que lo ve, y así dijo el poeta: Al huésped le es pesada y grave afrenta si en lo íntimo de casa tiene cuenta951. 947
endañar: No conseguimos documentar esta forma, de sentido evidente, en los repertorios. Podría tratarse de un neologismo usado por Jiménez Patón quien hace gala en su obra de una apreciable riqueza léxica. 948 El ms. presenta una tachadura y, sobre ella, se ha escrito la letra e. 949 Plu. M., Sobre la inteligencia de los animales 966C-D. 950 Se refiere a Jenócrates (c. 396-314 a. C), discípulo de Platón y más tarde director de la Academia platónica. 951 Nauck, Trag. Graec. Frag., Eurípides frag. 790.
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Porque por la mayor parte lo que se ve en una casa son trastos y servicios della mal compuestos por el suelo, las criadas barriendo o fregando, o haciendo otras haciendas952 de casa, y no hay cosa de que pueda sacar gusto el que lo nota. Y notar estas cosas con demasiada curiosidad, puniendo en ellas de propósito los ojos de el entendimiento y la agudeza del ingenio, y ejercitarse en ellas es mucha afrenta y un mal grande. Diógenes953 notó en las fiestas olímpicas a Dioxipo que iba en un carro y no podía apartar los ojos de una mujercilla hermosa que estaba mirando las fiestas. Antes, en pasando de donde ella estaba, torciendo el cuello y cabeza por no perdella de vista dijo el filósofo: «Notad como un bravo justador954 es vencido de una mujercilla y cómo le tuerce el pescuezo»955. También notad, como cualquier cosilla les tuerce la cabeza a los curiosos y les hace andar a la redonda956 por haberse acostumbrado a querer verlo y saberlo todo. Conviene —según sospecho— refrenar los sentidos no anden defuera, vagando como lo suelen andar [las criadas], sin que los guarde sino que, cuando el alma les mandare ocuparse en algunos negocios exteriores, los pongan por obra con presteza y luego se vuelvan adentro a ver lo que la razón les manda porque no suceda aquello que dijo Sófocles: [fol. 96] A el hombre que no tiene bien las riendas, libre y con brío se le va el caballo y aún arrastrallo suele y despeñallo957.
. Así los sentidos, desamparados del buen gobierno, que es el honesto ejercicio, suelen deslizar y llevarse tras de sí el alma a las cosas que no conviene hasta condenalla. De adonde no tienen razón aquellos que le dan en cara958 a Demócrito porque de su voluntad se sacó los ojos, llegándolos a unos espejos en quien el fuego hacía reflejo, recibiendo en ellos la repercusión, y esto hizo para que no les fuese la ocupación 952 haciendas: «Labor, faena casera» (DRAE). El maestro una vez más traduce con libertad inusitada, pues tanto el texto griego como el latino se refieren tan solo a criadas sentadas. 953 Se refiere a Diógenes de Sinope, llamado también «El Cínico» (c. 412-323 a. C.). 954 justador: ‘El que justa’. «Pelear y combatir en las justas» (DRAE). 955 Cuenta también la anécdota Eliano en Historias curiosas 12, 58. 956 a la redonda: «En torno, alrededor» (DRAE). 957 Sófocles, Electra 724-725. 958 dar en cara a alguien: «Reconvenirle afeándole alguna cosa» (DRAE).
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de las cosas exteriores causa de distraer el entendimiento sino que le diesen lugar a las interiores y en las inteligibles959, como en la casa que cierran las ventanas que salen a la calle para ocuparse en las cosas de adentro della.Y es cosa muy verdadera que pocas veces se mueven por el sentido los que se ocupan en obras de entendimiento. Por esto, los antiguos tenían sus escuelas y estudios apartados de la ciudad y, a la noche, la llaman Eufiona* que era decille «amiga del entendimiento» porque960 tenían a la quietud y continuidad de aquel pacífico ejercicio por cosa de mucho momento961 para la invención de aquellas cosas que inquirían. 13. También importa, y no es cosa dificultosa, cuando en la plaza los hombres riñen y se dicen palabras afrentosas, no entremeterse y, si hubiere mucho concurso de gente, lo mejor será estarse quieto y sentado y, si la cólera no te diere lugar a ello, levantarte y irte. Porque, si como curioso te quies962 entremeter, no sacarás de allí ningún provecho y lo sacarás grande si, huyendo la curiosidad y refrenándote, te acostumbrares a obedecer a la razón. Podrás aplicarte [fol. 96v] a otro más importante ejercicio, y no ajeno de curiosidad, yéndote al teatro donde oyas recitar algunas comedias de gusto, no acompañándote con los amigos que te quisieren llevar a ver ejercicios dañosos. Cuando vayas por la calle, o estés en algunas fiestas, aunque se levanten algunas vocerías963 y estruendos, no tuerzas la cabeza o vue[l]vas la vista con liviandad. Sócrates aconsejaba que nos guardemos de aquellos manjares que, sin tener gana, dan deseo de comellos, y de las bebidas que, sin necesidad964,
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Demócrito de Abdera (siglos V-IV a. C.) fue filósofo y matemático. Sus conciudadanos le llamaban «Filosofía» y también «El Risueño». Según Diógenes Laercio escribió gran número de obras de carácter enciclopédico de las que solo quedan fragmentos. Se le atribuyen diversas anécdotas, entre las cuales la referida por Plutarco en este texto. Alude a ella Cicerón, Fin. 5, 29, 87, donde duda de su veracidad; Gelio en 10, 17, 4 y Tertuliano en Apol. 46, 8, 11 donde afirma que lo hizo porque no podía mirar sin concupiscencia las mujeres. 960 Aparece «no» tachado en el ms. 961 momento: «Importancia, peso, trascendencia» (DRAE). 962 Hay una tachadura en el ms. 963 vocerías: ‘griterío’. 964 Plu. M., Sobre la locuacidad 513D.
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incitan a beberlas; de la mesma suerte nosotros nos debemos recatar965 y huir todos los expectáculos y recitaciones que nos mueven y atraen sin sernos necesarias. No quería Ciro ver a Pantea966 y diciendo Araspo* que el rostro y beldad era dina de verla y contemplarla dijo: «Por eso nos hemos de abstenernos de vella porque si, siguiendo tal consejo, la fuera a hablar, por ventura ella de que la hable me persuadiría a que la visite y que la vaya a ver aunque no me llame, o que la aguarde sentado en mi casa, echando a espaldas967 muchos negocios de importancia». Asimismo Alejandro no quiso ver la mujer del rey Darío, aunque le decían que era de un rostro muy hermoso y honesto, pero hablándole a su madre y vieja, pudo sufrir dejar de ver a la hija, muchacha y hermosa968. Nosotros, cuando ponemos los ojos a escondidas en los retraimientos de las casadas o los traemos colgados de las ventanas, no nos parece que hacemos mal, dejándole a nuestra curiosidad irse tendiendo por todas las cosas. 14. Pues tengamos por muy cierto que, aun para ejercitar la justicia, es muy provechoso a veces pasar por alto lo que es justo para acostumbrarnos a refrenarnos en lo injusto y, ansimesmo, para conservar la honestidad, es razón a tiempos abstenerse de las mujeres propias para deprender abstenerse de ir a buscar las ajenas. [fol. 97] Finalmente, acostumbrando la curiosidad con este ejercicio, refrenándonos aun de cosas que importen, sufriendo unas y disimulando otras, no dando oído a todas, si alguno quisiere algo de las cosas que se tratan en [t]u969 casa, dilata el decírselo y, si dijere [algo] que han dicho de ti, envíale970 diciendo que no le crees. La curiosidad a Edipo le causó muy muchos y grandes males porque andando escudriñando de sí mismo, como si [no] fuera corintio, sino huésped y estranjero, se encontró
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recatar: «Encubrir u ocultar lo que no se quiere que se vea o se sepa» (DRAE). Jenofonte, Ciropedia 5, 1, 2-9; 6, 1, 31; 6, 4, 2; 7, 3, 2. Pantea era la esposa de Abradates, príncipe de Susa, prisionera de Ciro el Joven. Este confió su custodia a su favorito, el noble medo Araspes quien se enamoró de ella. 967 echando a espaldas: «Con abandono u olvido voluntario de un encargo, negocio,preocupación o deber» (DRAE). 968 Plu. V., Alejandro 22, 5; M., Sobre la fortuna 97D y Sobre la fortuna o virtud de Alejandro Magno 338E. 969 En el ms.: «su». 970 envíale: ‘despídele’. 966
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con Layo, su padre y, habiéndole dado en dote el reino971, cuando ya se juzgaba bien aventurado, quiso otra vez escudriñar de sí mismo y, como su mujer y madre no le diese lugar a ello, diciéndole una y muchas veces que no sabía ella nada, que un viejo era quien algo sabía, no dejó cosa que no intentase para venir a saber el secreto, y viéndose atormentado de las sospechas que tenía de que el muerto era su padre y su mujer, su madre, el viejo dio voces diciendo: ¡Ay infelicidad triste y notable que la necesidad me fuerza a que hable!972
Y él, también vencido y atormentado con el vicio de la curiosidad, respondió: A tu plática el hilo no le corta973 porque el oírla a mí mucho me importa974.
Tan dulce como esto es esta amargura, y estas cosquillas de la curiosidad son tales que apenas se pueden refrenar. Son como la herida que se ensangrienta cuando se descostra y aquel que estuviere libre desta enfermedad, y no conociere este mal, podrá decir: ¡Oh santo olvido y qué bien que sabes! pues en las desventuras jamás cabes975.
Por lo cual —como hemos dicho— se ha de procurar el ejercitarse en irse a la mano976 y porque no parezca que pues damos de mano977 y concluimos arrebatada mente, rompiéndolo todo, como los que, por no poder con las manos, abren las cartas con los dientes, o porque viene el mensajero de priesa le salimos a recebir y nos levantamos de donde estamos sentados, si algún amigo en la tal ocasión [fol. 97v] viniere y nos llamare, diciendo que tiene una cosa nueva que decirnos, respondá971
Obsérvese que Jiménez Patón obvia el relato de la muerte de Layo a manos de su hijo Edipo. 972 Sófocles, Edipo rey 1169. 973 no le corta: ‘no le cortes’. 974 Sófocles, Edipo rey 1170. 975 Eurípides, Orestes 213. 976 irse a la mano: ‘contenerse, moderarse’. 977 dar de mano a una cosa: «Dejarla, no aceptarla» (DRAE).
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mosle que si trae alguna cosa de utilidad y fruto porque, con el comedimiento978 de oír la novedad, no nos tengan por livianos. Disputando un día yo en Roma, aquel Rústico979 que después, envidioso de su honra, mató Domiciano, me estaba escuchando y, a la ocasión, le vino uno de la guarda de César con una carta, y quitándonos todos y callando yo, que era el que hablaba, hasta que hubiese leído su carta, no la quiso leer ni aún abrir hasta que yo hubiese acabado mi oración980 y despedido el auditorio, de lo cual se maravillaron todos, quedándose asombrados de su gravedad981. Esta templanza en tales ocasiones viene de huir el ejercicio en curiosidad porque el que en cualquiera que se le ofrece alimenta por los modos que puede esta enfermedad dañosa, dale fuerza y la hace violenta y después, cuando quiere, no fácilmente la puede refrenar porque, cuando quiere irse a la mano982, por la mala costumbre que le lleva a cosas vedadas, no es en su mano983. Estos son los que abren las cartas; los que se entremeten sin llamar; los que en las juntas de los secretos quieren poner los ojos en las cosas sagradas que no les son lícitas; éntranse a los lugares que no les son concedidos; escudriñan los dichos y hechos de los reyes; por ellos son los tiranos más aborrecibles porque, como han menester sabello todo, estos son los que llevan y traen y a quien llaman «criados del susurro». 16. El primer Darío984 tenía de esta suerte de gente ciertas escuchas y ellos mismos le daban ocasión a que los temiese y los tuviese por sospechosos y aun le hacían no fiarse de sí mismo. Los noveleros y chismosos de Dionisio ofendieron tanto a los siracusanos que, alanzado el tirano y reformada la ciudad, los primeros desterraron a estos curiosos
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comedimiento: «Cortesía, moderación, urbanidad» (DRAE). Se trata de Aruleno Rústico, tribuno de la plebe, pretor y cónsul substituto (66, 69, 92 p. C.). Fue condenado a muerte por Domiciano a causa de haber defendido a Trasea Peto.Ver Suetonio, Domiciano 10, 3; Tácito, Anales 16, 26. 980 oración: ‘discurso’. 981 gravedad: ‘compostura’. 982 irse a la mano: ‘moderarse’. 983 es en su mano: ‘estar una cosa en la mano’. «Ser fácil u obvia» (DRAE). 984 Error de Jiménez Patón probablemente debido a una precipitada traducción del texto latino, que dice Primus itaque Darius minor, es decir: «Así pues, Darío el Menor fue el primero…». Se trata de Darío II o «El Bastardo», llamado primero Oto y luego Noto, que ocupó el trono de Persia durante 19 años. 979
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por amigos de novedades985 porque los noveleros, cosa clara es, que son lo que curiosos y los acusadores también, o malsines986, que el vulgo llama sicofantas987 y picapleitos porque andan escudriñando si algún mal intento alguno cometió, como los curiosos que procuran saber las desventuras de sus vecinos para sacallas en público, como también el nombre de «aliterio» nació de la curiosidad. Porque, como hubiese en Atenas grandísima hambre y aquellos que tenían algún trigo no lo osaban sacar en pú[fol. 98]blico sino de noche y a escondidas lo molían en su casa, estos andaban escuchando por entre las puertas y agujeros el ruido de las muelas para publicar dónde había trigo y, del oficio que tenían, les dieron el sobrenombre de «aliterios988». De la misma suerte, dicen que fue dado el de sicofantas porque, como estuviese vedado por ley que nadie llevase a vender fuera hi[g]os989, andaban de estos malsines, procurando saber quién los llevaba, y los acusaba delante de los jueces y, de ahí, los llamaron sicofantes. Así que muy provechoso les será a los curiosos si ellos se avergonzaren de sí mismos, y si consideraren que han de pasar por la pena de el mal que hacen y que, como ellos, deseando mal, escudriñan y calumnian, así han de ser de todos escudriñados y calumniados, aborrecidos y estimados en poco. ****** Esto es lo que el eminentísimo Plutarco escribió de la curiosidad y lo que, aunque es de un gentil, cualquier cristiano lo había de tener escrito en su corazón con letras de oro porque me pueden creer que yo he procurado ver al propósito algunas letras divinas y dotores sagrados990, y en su dotrina concuerda con ellos como si él hubiera sido muy 985
Plu.V., Dión 28, 1-2. malsín: «Cizañero, soplón» (DRAE). 987 sicofanta: «Impostor, calumniador» (DRAE). Recordemos que en griego σûκον significa «higo» y φαίνω «revelar». 988 Plutarco hace derivar este término de ’αλέω, ‘moler’, cuando realmente significa ‘ofensor’. 989 En el ms.: «hijos». 990 Seguramente Jiménez Patón ha podido comprobar este uso de la literatura pagana por parte de los autores cristianos, así san Jerónimo, Orígenes, san Basilio, Lactancio, san Ambrosio, san Isidoro, etc., pero aquí recurre a la voz curiositas de la Polyanthea de Nanus Mirabellius para la enumeración de los autores que han desarrollado este término y sus pertinentes citas. No cita, sin embargo, a Menandro. 986
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cursado991 en la católica, si no, véase a Anselmo en el libro De las semejanzas992; a Hugón993 y a santo Tomás de Aquino994; san Agustín Contra maniqueos y en el libro de las Confesiones y en la Epístola a Dióscoro y el libro De las cuestiones de la Iglesia995; a san Jerónimo en la Epístola de los dos hijos996; a san Gregorio en la Homilía sobre aquello de Iuga boum997; san Bernardo Sobre los Cánticos y De los grados de la soberbia998; Próspero De la vocación de las gentes999, y aun Esdras1000 y el Eclesiástico1001. De los gentiles a el filósofo en el octavo de los Éticos1002; Plauto en el Stico*; Terencio en el Heautontemorumeno* y en la Ecira* y se verá cuánto con nuestro Plutarco concuerdan. Yo asimilo los ojos del curioso a el ámbar porque no coge de las vidas ajenas sino las pajas1003, y su proceder, a la comadreja, que concibe por el oído —sigún dicen los [fol. 98v] naturales— y pare por la boca, lo cual todo también —como hemos visto— nos lo ha declarado nuestro filósofo1004. Donde se habrá visto que con razón dijo de él Erasmo que 991
cursado: ‘versado’. El libro De similitudinibus es atribuido erróneamente a san Anselmo de Canterbury (1033-1109), pero fue redactado probablemente por su discípulo Eadmero, como apunte de las lecciones dictadas por el maestro. 993 Así en la Polyanthea. Hallamos la cita atribuida a Hugon (?) en la traducción latina del alemán H. Shopper, Speculum vitae aulicae. De admirabili fallacia et astutia vulpeculae Reinikes, lib. 4, cap. 1. 994 En la Polyanthea: Summa Theologiae 2.2. q. 167. 995 En la Polyanthea: Contra Manichaeos, lib. 1, Liber Confessionum, lib. 10, Epistula ad Dioschorum, y De moribus Ecclesiae. 996 En la Polyanthea: Epistula de duobus filiis. 997 En la Polyanthea: Super iuga boum emi quinque. Corresponde a la «Lectio S. Evang. sec. Luc. 14, 16-24» de las Homiliae in Evangelia de Gregorio Magno. 998 Se trata de los Sermones super Cantica Canticorum y De gradibus superbiae et humilitatis de san Bernardo de Claraval. 999 Se refiere al De vocatione gentium libri duo de Prosperus Aquitanus, de dudosa autoría. 1000 En la Polyanthea: cap. 4. 1001 En la Polyanthea: cap. 3. 1002 En la Polyanthea: Aristóteles en el octavo Ethicorum. 1003 La fuente remota de Jiménez Patón es Plinio, Nat. 37, 53 y la más cercana, san Isidoro, en el libro 16, 8 de las Etimologías, donde dice: «Hay quienes lo conocen con el nombre de hárpaga porque, cuando se le frota con los dedos y se calienta, atrae hojas, pajas y el borde de los vestidos, como el imán hace con el hierro». 1004 Asimismo Jiménez Patón en el Perfecto predicador, p. 241, al referirse a que el predicador no dé oído a susur[r]ones, dice: «Son como la comadreja, conciben por el oído y paren por la boca». San Isidoro en Etimologías 12, 3 afirma que es falsa la 992
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«si Aristóteles había bajado la Filosofía del cielo a la tierra, Plutarco la metió en los aposentos de casa1005». Quiero que se advierta que este nombre curiosidad es análogo a quien otros engañados llaman equívoco, porque su sinificación se aplica a muchas cosas, no con propiedad como los equivocados dicen, sino a una cosa con propiedad y a las demás por metáfora, o por alguna razón trópica.Y hay algunos destos nombres que los hallamos más ordinariamente usados en su metáfora que en sus propiedades; de estos, uno es el nombre curiosidad que propiamente significa el vicio de que aquí habemos tratado, como consta de sus difiniciones, pero ya de ordinario le usamos en la metáfora llamando curioso a el deseoso de saber, a quien con propiedad llamamos estudioso, la cual diferencia da santo Tomás en el lugar citado1006; y en esta metáfora de recibir curioso por estudioso, también lo usó nuestro autor cuando en el principio nos aconseja fuésemos curiosos en el escudriñar las causas de las cosas naturales y las historias antiguas, que son estudios que hacen a el hombre sabio con la continua leción. De la cual curiosidad por saber que el discreto virtuoso se precia, aborreciendo esotra, me atreví a ofrecerle estos mis humildes trabajos para que, en los ratos que diere de mano1007 a libros de leción más grave, se ocupe en ella.
opinión de los que esto afirman [Ovidio por ejemplo en las Metamorfosis 9, 324 y el mismo Plu. M., Sobre Isis y Osiris 39]. 1005 Erasmo afirma en el prefacio de De cohibenda ira y De curiositate dedicado a Alexio Turzo en 1525: «Socrates philosophiam e coelis deduxit in terras, Plutarchus introduxit in cubiculum, in conclave, in thalamos singulorum». Vulgarizó la frase Diego Gracián, traductor de Moralia de Plutarco, citando las palabras de Erasmo: «Que Sócrates hizo bajar la Filosofía del cielo, donde andaba toda ocupada en contemplar los movimientos y cursos de las estrellas, con la fuerza y orden de los elementos y la bajó a la tierra para que se emplease en las cosas humanas y que al honesto vivir de los hombres pertenecen; pero que Plutarco la metió en la casa y en los más escondidos rincones dellas, y allí en lo más secreto y más particular le mandó que entendiese». La fuente primaria es de Cicerón, el cual dice en las Tusculanae Disputationes 5, 10: «Sócrates autem primus philosophiam devocauit e caelo et in urbibus conlocauit et in domus etiam introduxit». Como vemos, Jiménez Patón se equivoca al referirse a Aristóteles. 1006 San Agustín había abordado esta diferencia en De utilitate credendi, más tarde la acogió santo Tomás y la profundizó en la Suma Teológica 2, 2,167. 1007 diere de mano: ‘dar de mano una cosa’. «Dejarla, no aceptarla» (DRAE).
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[fol. 99] DISCURSO OTAVO DE LA CARTA QUE ESCRIBIÓ ISÓCRATES A DEMÓNICO, Y ALGUNAS SENTENCIAS DE VARRÓN, QUE AYUDAN AL VIRTUOSO DISCRETO1008
Siendo la edad de los mozos de suyo inclinada a los deleites, razón será que aquellos que conocen esta inclinación y pueden en tiempo remedialla lo hagan, pues de la misma manera es fácil para percebir la dotrina que le qui[e]ran enseñar. Por esto yo, habiendo considerado la buena disposición de vuestro natural, me parece que os hiciera injuria si dejara de ayudarle1009 con lo que me fuese posible para que este con algunos preceptos1010 se perficione.Y porque1011 los dones de mayor estimación son los consejos que miran a la salud del alma, me determiné a ayudaros1012 con los presentes.
ISÓCRATES A DEMÓNICO ¡SALUD! En muchas cosas hallarás, ¡oh Demónico!, muy diferentes las condiciones de los hombres y por esto hay tan gran diferencia y desconformi1008 Contrastamos este texto, que tomamos como base del manuscrito 245 de la Biblioteca Pública del Estado de Palma de Mallorca, con el manuscrito de los Comentarios de erudición («Libro decimosétimo»), fols. 171v-178v), en curso de publicación. Citaremos las variantes a pie de página, precedidas de la sigla C. 1009 C: «ayudarte». En los citados Comentarios de erudición («Libro decimosetimo»), Sileno Laminio dedica esta traducción a Jacinto Félix, de ahí la segunda persona pronominal. 1010 C: «precetos». 1011 Hay una tachadura entre por/que. 1012 C: «serviros».
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dad en el diferente modo de vivir, con recíproca correspondencia. Unos solo honran a los amigos presentes, otros a los ausentes. La amistad de los malos poco dura; la de los buenos, para siempre.Y porque1013 los que así apetecen la gloria aplicando su industria y trabajo a cosas de erudición es razón que sigan a los buenos y no a los malos, te envío en presente esta oración, indicio del amor que1014 tengo y testigo de la amistad mía y de tu padre Hipónico, que es muy justo los hijo[s] sean herederos de la ciencia de los padres, como lo son de la hacienda y más, viendo yo que la ocasión es conveniente y que la oportunidad del tiempo ayuda, deseando tú ser enseñado y procurando yo enseñar a otros, estando tú tan enamorado de la sabiduría, y yo tan deseoso de guiar por camino derecho a sus aficionados. Cualesquiera que a sus amigos escriben oraciones hortatorias escogen lo más hermoso y no lo más provechoso, mas los maestros de los mozos no les enseñan con qué se hagan excelentes1015 en la oratoria sino [fol. 99v] en la bondad de vida y perfeción de costumbres.Y estos tanto aprovechan más a sus dicípulos cuanto es más importante su dotrina, porque los unos solos los ensayan1016 en el hablar bien y, los otros, en el obrar mejor; y por esto yo pienso pasar adelante haciéndote participante de nuestro consejo, no exhortándote1017 sino enseñándote qué conviene que el mozo haga y qué es razón que huya, con qué gentes1018 se ha de juntar y cómo ha de disponer de su propia vida. Que solos los que por tal camino siguieron esta manera1019 de vida pudieron llegar con gloria a la cumbre de la virtud, que es la más honrada y durable cosa de las que1020 en el mundo hay. Porque la hermosura o por falta de salud se acaba o con el mucho tiempo se deshace. Las riquezas más son siervas de los vicios, que ayudan a perficionar, pues hacen, con la tibieza y remisión que engendran, a los mozos viciosos. La fuerza junta con la prudencia ayuda y, sin ella, daña y casi se hace bestialidad y fiereza, escureciendo la industria del entendimiento. Mas la posesión de la virtud es posesión durable en las almas de aquellos en1021 quien con 1013
C: «porque si los que». C: «te tengo». 1015 C: «escelentes». 1016 ensayan: ‘adiestran’. 1017 C: «essortándote». 1018 C: «gente». 1019 C: «este modo». 1020 C: «cuantas». 1021 C: «con». 1014
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buena fee1022 se alimentare; es mejor y de más estima que las riquezas; más provechosa1023 que el resplandor de el1024 linaje y tan poderosa que sujeta así lo que parece imposible y se opone con constancia a las cosas que tienen admirado el vulgo; tiene1025 por san Benito1026 de afrenta el descuido y pereza y, por suma honra, el mayor trabajo. Déjase entender esto fácilmente por la gloria que redundó de los famosos trabajos de Hércules1027 y po[r] las ha[z]añas1028 grandiosas1029 de Teseo1030, cuya escelencia de costumbres dio tal aumento de nombre insigne a sus obras que todos los siglos venideros no podrán deshacerlas ni cubrirlas con el orín del olvido.Tú también, si quies1031 acordarte de tu padre, tienes dentro de1032 casa muy acomodado y hermoso ejemplo de lo que te quiero decir pues pasó su vida estimando en mucho la virtud, huyendo de la ociosidad, y procurando siempre ocuparse en trabajos, puniendo su ánimo a muchos peligros, no deseando riquezas en demasía sino aprovechándose de las que tenía como quien había de morir, aunque atendía a lo futuro como si fuera inmortal. No se trataba su persona a menos1033, sino muy honrada[fol. 100] mente y con liberalidad, siendo afable, amoroso y amigo de amigos. Más alababa al que se preciaba de hacer su oficio bien hecho que al que se jataba de la grandeza de su linaje. Si hubiéramos de pasar adelante,
1022
C: «fe». C: «provechosa». 1024 C: «del». 1025 C: «tiniendo». 1026 san Benito: ‘sambenito’ «Capotillo o escapulario que se ponía a los penitentes reconciliados por el tribunal de la Inquisición» (DRAE). 1027 Las leyendas relativas a Heracles o Hércules, hijo de Alcmena, engañada por Zeus, y víctima de los celos de Hera, constituyen un ciclo completo, en constante evolución desde la época prehelénica hasta el fin de la Antigüedad. Los episodios más conocidos se refieren a los llamados «Doce Trabajos». 1028 En el ms: «hacañas». 1029 C: «grandiosas hazañas». 1030 Teseo es el héroe del Ática por antonomasia, simétrico al héroe dórico Heracles. Una de las principales fuentes de su leyenda es la Vida, escrita por Plutarco. En algún relato se le considera hijo de Poseidón. Uno de los episodios más conocidos de sus gestas es la muerte del Minotauro de Creta, morador del Laberinto, ayudado por Ariadna, quien facilitó su huida por medio de un ovillo de hilo. 1031 C: «quieres». 1032 C: «de tu». 1033 C: «poco más a menos». 1023
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contando todas sus acciones1034, nos faltara tiempo, mas en otra ocasión diremos algo más despacio1035. Ahora solo sacamos este1036 bosquejo o rasguño1037 del retrato e imagen de Hipónico por el cual podrás tú componer1038 y ordenar tu vida. Ten sus costumbres por ley y procura imitarlas como de padre porque no dirá bien1039 que los pintores dibujen los miembros y partes de los animales por alegrar la vista con la mayor hermosura que les sea posible, y que los hijos dejen de imitar la virtud de los1040 padres. Debes considerar que a ningún luchador le está tan bien lo que ha de hacer contra1041 su contrario como a ti el examinar1042 tus fuerzas y advertir cómo te igualarás a la industria y virtud de tu padre. Mas porque no es posible que alguno acierte a prevenir y disponer el alma como conviene, si antes no la compone y adorna de preceptos1043 muchos y buenos —porque los cuerpos se fortalecen con los moderados trabajos y las almas con los honrosos hechos—, probaré a declararte las cosas con que me parece que has de aprovechar mucho mientras vivas y alcanzar1044 en la opinión de muchos grande gloria. 1. Primeramente honra con piedad las cosas divinas, no solo haciendo sacrificios sino cumpliendo lo que jurares, porque lo uno es señal de abundancia de bienes, lo otro, muestra de bondad. 2. Honra y venera siempre a Dios y a sus santos y, destos principalmente, la vocación1045 de tu ciudad y voto del pueblo, porque así serás obediente a las leyes y devoto a las cosas de la1046 religión. 3. Tal cual quisieres que sean contigo tus hijos, has de ser con tus padres1047. 1034
C: «aciones». C: «de espacio». 1036 C: «cierto». 1037 rasguño: «Dibujo en apuntamiento o tanteo» (DRAE). C: «rascuño». 1038 C: «componar». 1039 no dirá bien: ‘decir bien’. «Hablar con verdad o explicarse con gracia y facilidad» (DRAE). 1040 C: «sus». 1041 C: «con». 1042 C: «esaminar». 1043 C: «precetos». 1044 C: «alcancar». 1045 vocación: «ant. Convocación, llamamiento» (DRAE). 1046 C: «de religión». 1047 Cf. el aforismo de Tales de Mileto: «Cuanto des a tu padre, otro tanto en tu vejez recibirás de tus hijos». 1035
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4. Dispón y ensáyate1048 en ej[er]cicios corpo[r]ales1049, no mirando a las fuerzas sino al aumento de la salud y esto será dejando de trabajar antes que te venza el trabajo para poder trabajar cuando convenga, con más brío. [fol. 100v] 5. No seas inclinado a hacer burla ni confíes en tus palabras, que lo uno es de necio y lo otro de loco. 6. No te precies de decir lo que es afrenta hacer. 7. No seas melancólico sino considerado, que lo uno es de fiero y lo otro de próvido1050. 8. Sigue la modestia, templanza y vergüenza que lo pide la condición del mozo bueno y honrado. 9. Si alguna cosa mala haces, considera que cuando a otros la encubras no puedes a ti mismo. 10. Teme a Dios; honra a tus padres; respeta los amigos; obedece las leyes; sigue el deleite si nace de virtud porque así es la mejor cosa del mundo y, sin esto, es la más mala. 11. Porque el vulgo no sabe la verdad y sigue la opinión, huye las mormuraciones1051, aunque sean falsas. 12. Harás de suerte tus cosas como si todas las hobiesen1052 de saber porque, aunque se encubran por algún tiempo, al fin todas se saben. 13. Si no haces lo que en otros te parece mal, ganarás honrada opinión. 14. Lo que supieres ten cuidado no olvidarlo. Lo que no sabes, procura deprenderlo que, si lo haces con gusto, deprenderás mucho, y es necedad el que oye una prática de provecho no deprenderla como, si algún amigo da algo, no recebirlo. 15. Deprenderás a placer lo que otros inventaron con mucho trabajo si el espacio1053 que tuvieres aplicares al estudio. 16. De todas las cosas sola la sabiduría es i[n]mortal y por esto sus precetos, si son muchos, valen más que muchas riquezas porque ellas se acaban presto y ellos duran mucho.
1048
ensáyate: ‘adiéstrate’. En el ms.: «excicios corpolales». C: «corporales». 1050 próvido: «Prevenido, cuidadoso y diligente para proveer y acudir con lo necesario al logro de un fin» (DRAE). 1051 C: «murmuraciones». 1052 C: «hubiesen». 1053 C: «si espacio». 1049
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17. No te pese de hacer largo viaje por ir a deprender de aquellos que te han de enseñar alguna cosa de provecho. 18. Afrenta es que el mercader pase tantos y tan peligrosos mares por enriquecer y que el mozo, por tierra, no vaya a alguna parte por mejorar su entendimiento y alma. [fol. 101] 19. Serás en las costumbres, afable; en las palabras, amoroso, que son cosas que ganan muchas voluntades. 20. Trata con todos y en particular con los buenos que así, de los unos, serás amigo y de los otros, no enemigo. 21. No los comuniques muy a menudo, ni de mucho1054 espacio porque no los enfades. 22. Ejercita el abstenerte de las cosas, que es bien se abstenga el alma como e[s]1055 del1056 logro, ira, deleite, melancolía, etc., y te será fácil si pones tu granjería1057 en el aumento de la gloria y no de las riquezas. 23. En la ira, si fueres tal contra los que te ofenden, como quies1058 que sean para ti los que ofendes. En el deleite, si te afrentares de ser imperioso con tus siervos y servir a los vicios. En las adversidades, si mirares las desdichas de otros, acordándote que eres hombre. 24. Más buena cuenta has de dar de la palabra que del dinero, porque es bien que el hombre sea fiel en el juramento y fuera dél. 25. Justo es no1059 creer a los malos y creer a los buenos. 26. No digas lo que no quies que se diga si no te conviene a ti que lo dices y a los que lo oyen. 27. El juramento no obligará a cumplimiento si se ha de seguir afrenta o daño de amigos. Por dinero no jures de ninguna manera porque unos dirán que te perjuras, otros, que eres codicioso de dineros. 28. Porque tal será contigo cual haya sido con otros, no recibas amigo que no pruebes1060 qué tal ha sido con los que ha tenido. 29. Dilata el trabar amistad; hecha, persevera en conservarla porque tanta afrenta es mudar cada día amigos como no tenerlos.
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ni de mucho espacio: ‘ni muy de tarde en tarde’. En el ms.: «el». C: «es». 1056 C: «de». 1057 granjería: «Ganancia y utilidad que se obtiene traficando y negociando» (DRAE). 1058 C: «quieres». 1059 Falta en C. 1060 C: «pruebes primero». 1055
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30. Ni1061 pruebes con daño los amigos ni, sin probarlos, los elijas, lo cual harás si fingieres tener necesidad de alguna cosa sin tenerla, encargándole que calle porque importa —y esto en cosa que no importe que se diga— porque, engañándole con la opinión, no le ofenderás y no engañándole en cosas fingidas, probarás su proceder y le conocerás. Pruébalo en la adversidad de la vida y en la compañía de los pe[fol. 101v]ligros, que el oro se prueba y conoce en el fuego y el amigo en los trabajos1062. 31. Si no aguardas a que te rueg[u]en sino que de voluntad te ofreces a ayudarles en las ocasiones, serás amigo de amigos. 32. No te dejes vencer ni de las injurias de tus enemigos, ni de los beneficios de tus amigos.Y en la familiaridad prueba no solo a los que 1063 les pesa de tus males, mas aun a los que [no] envidian tus bienes. Porque muchos hay que los entristecen nuestras desdichas, a quienes la envidia de nuestro bien atormenta. 33. En el vestir serás compuesto1064, no curioso1065 ni galano1066, porque la compostura es manificencia; la gala, liviandad y prodigalidad. Desea de las cosas no la infinidad sino las que puedes gozar. 34. Bueno es tener bienes usando bien dellos como es favoreciendo a los amigos necesitados. 35. Conténtate con lo presente y busca lo mejor. 36. Haz bien a los buenos que es gran tesoro el agradecimiento que los buenos deben. 37. Si haces bien a los malos, sucederate1067 lo que a el1068 que da pan a perros ajenos1069: porque así [ladran]1070 al que se lo da, como al que huye, y los malos así ofenden a los que les hacen bien como a los que les hacen mal. 38. Huye de lisonjeros que son engañadores pues agravian más a los que más confían dellos. 1061
C: «No». Eclo. 2, 5. 1063 En el ms. y en C: «no les pesa». 1064 compuesto: ‘mesurado’. 1065 curioso: «Limpio y aseado» (DRAE). 1066 galano: «Que viste bien, con aseo, compostura y primor» (DRAE). 1067 sucederate: ‘te sucederá’. 1068 C: «al». 1069 Alude al popular refrán de «Quien da pan a perro ajeno, pierde pan y pierde perro». 1070 En el ms.: «lo dirán». C: «ladran». 1062
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39. Si tuvieres amigos a quienes gratifiques el mal, no los ternás1071 que te hagan bien. 40. Serás afable y no desabrido porque con lo uno te sufrirán los esclavos y con lo otro te amarán todos. 41. No te embriag[u]es1072 aunque sea en la mesa. 42. Conocerás las cosas inmortales considerando la grandeza de tu ánimo, y las mortales, gozando con moderación de las presentes. 43. Por lo que la una daña y la otra aprovecha, conocerás cuanto [fol. 102] mejor es la modestia que la destemplanza. 44. Si quies granjear la amistad de alguno, di algo bueno suyo delante de quien quiere dejar el tal amigo, porque el principio de la amistad es la alabanza y el fin el vituperio. 45. Toma ejemplo de lo pasado para lo venidero en lo que quies determinar que esto es sacar lo cubierto de lo descubierto. 46. De Dios es la propiedad1073, y nuestra la prudencia. 47. Si tuvieres vergüenza de hablar de alguna cosa y quies comunicarla con los amigos, proponla con palabras como de negocio ajeno porque así sabrás su intento y no te manifestarás. 48. Cuando te hayas de aconsejar con alguno para tus cosas, considera cómo sea en las suyas porque quien hizo mal las suyas no ordenará bien las ajenas. 49. Si miras las desventuras que causa la temeridad, tendrás más consejo porque entonces tenemos más cuidado de la salud cuando nos acordamos de la enfermedad. 50. Imita las costumbres de los reyes y sigue los pasos de su vida porque así parecerá que los amas o que los imitas y esto, obedeciendo sus leyes. 51. Porque la culpa ajena no se haga tuya teniendo1074 oficio público, no te acompañes de malos en su gobierno. 52. Procura salir de oficios públicos más honrado que rico, porque de más estima es la alabanza de todos que las riquezas propias. 53. No ayudes a decir ni hacer cosa mala, ni la consientas porque, de consentillas1075, dirán que las haces. 1071
ternás: ‘tendrás’. En el ms.: «embriages». C: «embriagues». 1073 C: «prosperidad». 1074 C: «tiniendo». 1075 C: «consentilla». 1072
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54. De tal suerte te gobierna1076 que puedas ser superior de todos contentándote con lo justo, de suerte que parezca que administras justicia, no de miedo, sino de retitud. 55. Antes escogerás la justa pobreza que las injustas riquezas porque, tanto se aventaja la justicia a las riquezas, que ellas solo1077 aprovechan a [fol. 102v] los vivos, y esta aun a los muertos da vida; ellas casi siempre se dan a los malos, y esta es solo de los buenos. 56. No te acompañes con los que tienen la injusticia por granjería sino con los que, por guardar justicia, pierden sus haciendas. 57. Ten cuidado de lo que te es necesario, porque el mayor bien es grande entendimiento en pequeño cuerpo. 58. Persevera en sufrir trabajos corporales con deseo de saber, porque así podrás acabar lo que comenzares y determinar lo que hayas de hacer. 59. Porque no digas lo que depués1078 te pese, considera primero lo que has de decir. 60. Dos tiempos hay convenientes para hablar: o cuando la esperiencia de alguna cosa te pide que digas tu parecer, o cuando hay necesidad de ello1079. En estas cosas, es mejor hablar que callar. Fuera desto, mejor será callar que hablar. 61. Más has de huir de la afrenta que del peligro. El malo es bien que tema el fin de la vida, mas el bueno la vida afrentosa, porque es mejor morir con honra que vivir deshonrado1080, y a veces es cordura huir el peligro sin afrenta y con provecho. 62. Muestra contento en lo que te sucediere a gusto y lleva bien cuando algo te suceda a disgusto y, lo uno y otro disimula, porque dice mal que escondas el dinero y descubras tus pensamientos. Si muchas cosas de las que te hemos dicho, no convinieren1081 a tu edad, no te maravilles que, aunque yo vía1082 todo1083 esto, me pareció conveniente darte avisos de una vez para lo presente y venidero, cuyo provecho con facilidad podrás conocer y, con dificultad, quién es el ver-
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te gobierna: ‘gobiérnate’. Falta en C. 1078 C: «después». 1079 C: «dello». 1080 Cf. el conocido refrán: «Vale más morir con honra que vivir con vilipendio». 1081 C: «conviniere». 1082 vía: ‘veía’. 1083 Falta en C. 1077
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dadero amigo. Y, porque lo restante no lo pidas a otro, si no puedes1084 sacarlo de aquí como de un erario público, no quise pasar por alto cosa alguna de las que entendí que te habían de ser de provecho.Y no pienso que me engaña la opinión que de ti tengo1085, a Dios gracias. Muchos vemos [fol.103] que reciben más contento en1086 los manjares sabrosos al gusto que con los saludables.Y así, también hay algunos que siguen más amigos que se apartan de la verdad, que aquellos que les aconsejan lo que les conviene. Pero muy de otra suerte juzgo yo tus determinaciones y por esto hago una industriosa conjectura1087 de lo pasado para lo venidero. Porque, el que una vez comienza a obrar lo que es razón, señal es que no menos preciará los consejos de aquellos que le aconsejan y persuaden las cosas de la virtud. Y principalmente te alentará a que te aficiones a cosas honradas, si mirares lo que nos queda de los deleites. Porque en el descuido y deseo de cumplir tus deshonestos deseos, se acompañan siempre los trabajos con los deleites. Mas en cosas de virtud el trabajo, solicitud y cuidado y el buen gobierno de la vida causan contentos más puros y más ciertos. En los deleites, al principio recibimos1088 algún contento y nos queda continuo pesar, mas en la virtud después del trabajo nos queda perpetuo deleite y gusto.Y en todas las cosas, no nos acordamos tanto del principio cuanto sentimos el fin. Porque en lo más desta vida no solo trabajamos por las cosas, mas aun por lo que de ellas1089 se ha de seguir. Y debes considerar que los malos en cada cosa hallan impedimentos, azares y estorbos; que1090 esta es la regla de su vida. A los buenos les conviene no descuidarse en los ejercicios de la virtud si no quieren ser reprehendidos de todos. No1091 aborrecen tanto a los que los engañan como a los que se jatan de buenos y no hay por qué los estimen en más que a los otros. Si1092 vituperamos a aquellos que con solas palabras engañan, ¿por qué no serán tenidos en poco los que lo hacen en todas sus obras? Los cuales
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C: «puedas». C: «te digo». 1086 C: «con». 1087 C: «conjetura». 1088 C: «recebimos». 1089 C: «dellas». 1090 C: «porque». 1091 C: «Porque no». 1092 C: «Porque si». 1085
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es justo creamos que se hacen mal a sí mismos1093 y que son traidores a sus almas. Pues1094 el alma les adquirió riquezas, honras, amigos, y ellos se hacen indinos desta felicidad. Si al hombre le es lícito sacar por conjetura de su entendimiento las cosas celestiales, yo pienso que [fol. 103v] principalmente se mostró en sus más1095 amigos este secreto, de qué suerte Dios sea con los buenos y con los malos que acá viven. Júpiter —según dicen las fábulas—, engendró a Tántalo y a Hércules; al uno, por sus trabajos, le dieron lugar de dios1096; a el1097 otro, por sus vicios y deleites, le castigaron con mil desventuras1098, de suerte que con estos ejemplos veremos lo que conviene apetecer la honra. Y no solo de lo que hemos dicho mas de los poetas y otros autores podremos1099 deprender cosas provechosas y de gusto como la abeja, que coge de todas las flores para hacer sus panales, cogiendo de cada una lo mejor, juntando todo lo provechoso de una y de otra parte porque con esta diligencia —aunque con alguna dificultad— podrá vencer y perficionar1100 los yerros y faltas de su naturaleza, lo cual se alcanzará obedeciendo el apetito a la razón. Esto todo es de Isócrates a Demónico. ****** No me parece que hay cosa de que también [no] nos podamos nosotros1101 aprovechar en todos estos precetos. Y si Demónico tuvo un padre tan ejemplar, como aquí afirma, los vuestros son1102 ejemplo vivo
1093
C: «propios». C: «Porque». 1095 Falta en C. 1096 Hércules murió, abrasado por el fuego y por ello, despojado de sus elementos mortales, heredados de su madre Alcmena.Ya entre los dioses, se reconcilió con Hera y en lo sucesivo fue uno de los inmortales, gloria que había merecido por sus trabajos, valor y sufrimientos. 1097 C: «al». 1098 Tántalo, hijo de Zeus, es célebre en la mitología sobre todo por el castigo que sufrió en los infiernos, por distintas faltas. Se dice que estaba en aquel lugar bajo una enorme piedra siempre a punto de caer o que padecía un hambre y sed eternas. 1099 C: «podemos». 1100 C: «perfeccionar». 1101 C: «nosotros no nos». 1102 C: «el vuestro es». 1094
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de toda suerte de virtud, honra y buenos consejos, cosas que, si en vosotros no resplandecen, han de haceros muy culpados1103. Mas porque para la presente vida y estudio en que estáis en esta escuela1104 me parece que os cuadran algunos de los muchos avisos que aquel docto romano Terencio Varrón dio a otro estudiante de su tierra que estaba en Atenas1105, repetiré algunos. Antes desto os advierto las obligaciones que os corren1106 de dar buena cuenta de vuestro aprovechamiento con lo que quiso obligar Cicerón a su hijo, que es el lugar donde estudiaba, que era Atenas, y el maestro de quien oía, Cratipo, y el tiempo que había, que era de un año1107. Tiempo, lugar y maestros tenéis vosotros1108 que os obligan a más, y tan buen padre y mejor entendimiento que el de Cicerón, el mozo, que más era para armas que para1109 letras. Dice, pues, Varrón [fol. 104] a nuestro propósito, sin otras muchas que en sus obras se podrán ver, las sentencias siguientes: ****** 1. Hablarás como todos; sentirás con los pocos, que son los sabios1110. 2. Querer en muchas cosas ser de diferente opinión que todos es locura1111. 3. Al que te hace bien forzado, agradécele fingido, que lo que por fuerza se da no es beneficio sino presa1112. El que le ruegan y da, da1113
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C: «culpado». C: «estas escuelas». 1105 Se trata de los preceptos Ad Papirianum Athenis audientem, o sentencias conocidas hoy por Ps.Varro Sent. 1106 corren: ‘corresponden’. 1107 Se refiere a los tres libros de Cicerón, De officiis, dedicados a su hijo Marco Tulio Cicerón, quien en el año 45 fue enviado a Atenas por su padre, contrariando sus deseos de ponerse al servicio de César en su campaña contra los pompeyanos en Hispania. Allí recibió las enseñanzas de Cratipo de Mitilene, de la escuela peripatética, si bien Cicerón, en su correspondencia, deja entrever la preocupación por la conducta de su hijo, no siempre satisfactoria. 1108 C: «vos». 1109 Falta en C. 1110 Ps.Varro Sent. 8. 1111 Ps.Varro Sent. 10. 1112 Ps.Varro Sent. 13. 1113 C: «da de». 1104
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una vez sola, mas quien da sin ser rogado da dos veces1114. Pedir la cosa más de una vez es sacarla por fuerza1115. 4. Afrenta es dar por recebir, y honra el agradecer y pagar con presteza el bien recebido1116. Y la grandeza del don se ha de juzgar por la voluntad de el1117 que da1118. 5. El hombre de bien, dondequiera que va, lleva delante los ojos el amor de su patria y defiende sus cosas1119. 6. Nadie tenga por suyo lo que le viene de fuera1120 y con tan buen rostro se han de perder las riquezas como ganarlas1121. 7. No es de tanta alabanza y gloria el acordarse de lo estudiado como el inventar por sí porque lo uno es ajeno y lo otro, propio1122. 8. La fee1123 es medio entre la opinión y ciencia y que no participa de la una ni de la otra1124. 9. El más evidente y eficaz modo de enseñar es poniendo1125 ejemplos1126. 10. La facilidad en el entender la verdad hace descuidados1127. 11. El que busca la verdad no atiende a cómo se la dicen sino a lo que le dicen1128. 12. Escoge el maestro que se precia más de sus trabajos que de los ajenos1129. 13. Algunas cosas hay que debe olvidar el que quiere deprender, porque no ocupen el lugar de la verdad1130.
1114
Ps. Varro Sent. 13. Sentencia muy conocida, utilizada en la antigüedad por Séneca, Publilio Siro, etc. y por los humanistas, así Erasmo, Adagia 1, 8, 91 Bis dat qui cito dat; Palmireno: «Quien da presto da dos vezes», etc. 1115 Ps.Varro Sent. 15. 1116 Ps.Varro Sent. 16. 1117 C: «del». 1118 Ps.Varro Sent. 17. 1119 Ps.Varro Sent. 36. 1120 Ps.Varro Sent. 34. 1121 Ps.Varro Sent. 37. 1122 Ps.Varro Sent. 44. 1123 C: «fe». 1124 Ps.Varro Sent. 45. 1125 C: «puniendo». 1126 Ps.Varro Sent. 46. 1127 C: «descuidado». Ps.Varro Sent. 50. 1128 Ps.Varro Sent. 22. 1129 Ps.Varro Sent. 53. 1130 Ps.Varro Sent. 57.
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14. El buen maestro se alegra con los muchos oyentes1131. 15. Los libros son pobres adminículos de las ciencias, los cuales contienen algunos principios de lo que se ha de saber para que en ellos comience el alma a enseñarse1132 a obrar1133. 16. De tal suerte se dejen los estudios que no se dejen1134. [fol. 104v] 17. La naturaleza se alegra con la variedad1135. 18. No enseñará nada bueno el que no pensare que lo enseña1136. 19. Muchos leen muchos libros, y muy poco les queda1137, como los convidados que gustan poco de muchos manjares1138 y así, como es poco, presto se cae y como cuesta poco trabajo, poco dura. 20. No quiere la Filosofía el estómago lleno, al alegre convidado llama a una simple cena1139. 21. Oír y no encomendar a la memoria es echar agua en vasija quebrada1140. 22. No llegará adonde va el que sigue cuantas calles encuentra1141. 23. Necedad es querer que se haga presto lo que es muy dificultoso1142. 24. Ni1143 hay pérdida más grave para el que quiere saber que la del tiempo1144. 25. Los caminantes no caminan por caminar sino por algún provecho. Así la vida no se vive por vivir sino porque se haga en ella alguna cosa ilustre1145.
1131 No hemos encontrado esta máxima en Ps. Varrón, pero sí en Quintiliano, Inst. 1, 2, 9: «Optimus quisque praeceptor frequentia gaudet». 1132 enseñarse: ‘acostumbrarse’. 1133 Ps.Varro Sent. 61. 1134 Ps.Varro Sent. 62. 1135 Ps.Varro Sent. 66. 1136 Ps.Varro Sent. 67. 1137 Falta en C. Ver Plinio el Joven en la carta 7, 9, 15 donde aconseja a Fusco: «Aiunt enim multum legendum esse, non multa». 1138 Ps.Varro Sent. 86. 1139 Ps.Varro Sent. 91. 1140 Ps.Varro Sent. 88. 1141 Ps.Varro Sent. 111. 1142 Ps.Varro Sent. 113 1143 C: «No». 1144 Ps.Varro Sent. 115. 1145 Ps.Varro Sent. 129.
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26. No es felicidad la que se acompaña con la miseria y señal es de lisonja alabar antes que pidan1146. 27. Muchos se dejan [de] alabar porque son vana gloriosos1147. 28. El sabio se alaba publicando los bienes que tiene por de otro1148. 29. Provechoso mas no glorioso gozar, sin trabajo, trabajos ajenos1149. ****** Desto y de lo que más cada día oiréis, leeréis, veréis y notaréis, podéis ir compuniendo y adornando vuestra vida para que vuestros padres vivan contentos; vuestros hermanos, gozosos; vuestros parientes, ufanos; vosotros, aprovechados y honrados que, aunque de gentiles, sentencias son muy acristianadas.Y de otras muchas hallaréis en los autores y, si os dais a la leción divina, es inmenso piélago, mas fuera de la divina leción —que es la cierta, provechosa, y del alma—, aun en estos sabios del siglo se hallan consejos para nuestro remedio, de condición1150 que podemos decir lo de David: que la salud nos viene de nuestros enemigos y de las manos de los que nos aborrecen1151. Y si1152 Isócrates dijo que aun de los poetas se podían sacar sentencias muchas1153, [fol. 105] porque lo estiméis más, Beda, san Jerónimo1154,
1146
Ps.Varro Sent. 130. Ps. Varro Sent. 142. La traducción de Jiménez Patón no deja comprender del todo la máxima. Dice Ps.Varrón: «Muchos pierden la alabanza porque se alaban a sí mismos». 1148 Ps.Varro Sent. 125. 1149 Ps.Varro Sent. 149. 1150 de condición: «De suerte, de manera» (DRAE). 1151 Sal. 105, 10. 1152 C: «así». 1153 Falta en C. 1154 El santo en su correspondencia manifiesta un gran conocimiento de los clásicos griegos: Platón, Diógenes, Clitómaco, Carnéades, Posidonio, Teofrasto, Jenofonte, Aristóteles, Alejandro de Afrodisias, Porfirión, etc. (Epist. 60, 5; 49, 13; 50, 1). De los latinos, muestra su predilección por Plauto y Virgilio, además de admirar «las agudezas de Quintiliano, la exuberancia de Cicerón, la gravedad de Frontón y la suavidad de Plinio» (Epist. 125, 12). Es muy curioso el relato del delirio que le aquejó en el transcurso de una grave enfermedad, según el cual compareció ante un juez que le interrogó acerca de su condición. Al responder que era cristiano, aquel contestó: «Mientes, ciceroniano eres, no cristiano. “Donde está tu tesoro, allí 1147
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Agustín1155 y1156 el derecho canónico1157 dicen que los gentiles tienen sentencias muy provechosas y santo Tomás, hablando de la curiosidad, afirma que es buena la que se pone en buscar en ellos estas sentencias, porque tuvieron principio en los autores fieles de quien ellos las tomaron, que por esto llama Orígines a Platón «Moisés ateniense1158». Esto no es profanar lo sagrado, sino consagrar lo profano y aquellas virtudes que, de las nuestras católicas, los gentiles nos habían usurpado1159 volvellas a restituir a sus dueños para bien nuestro, provecho de las almas y honra de Dios, al cual se le dé la gloria de todo lo bueno. Date magnificentiam Deo nostro1160. Catholicae censurae omnia subiecta sunto1161
está también tu corazón”» (Mt. 6, 21).Ver Epist. 22, 30. En la carta a Magno (Epist. 70), expone detalladamente el por qué del uso de las letras profanas en sus textos. 1155 C: «san Agustín». Es conocido el conocimiento de los clásicos grecorromanos por parte de los autores cristianos citados por Jiménez Patón.Ver Highet, 1954, I, pp. 24, 64, 67, 70, 414, 415 y López Fonseca, 1998, pp. 333-352. 1156 C: «y otros dotores sagrados con el derecho canónico». 1157 Continúa C: «y veréis como es verdad, y en testimonio, sin otros muchos, considerad este de unos versos de Lucrecio en su Historia natural y de Claudiano De Cristo Seruatore que en nuestras canciones trasladados dirán [Siguen unos fragmentos muy libremente traducidos de Lucrecio 6, 24-35 y de De servatore, 32 (95), 1-5 y 16-19 de Claudiano]. 1158 Numenio de Apamea, filósofo neopitagórico, sentía cierta veneración por Platón a quien consideraba «un Moisés hablando en ático». La cita, con variantes, nos ha llegado a través de san Clemente de Alejandría y de Orígenes. 1159 Dice G. Highet, 1954, I, p. 414, n. 3, al comentar los versos del Paraíso recobrado (IV, 331 ss.) de John Milton donde Cristo afirma que Grecia aprendió su poesía y su música de los hebreos: «Es ésta una doctrina antiquísima en la Iglesia, y aparece ya en el siglo II. San Justino Mártir afirmaba que toda la filosofía y toda la poesía del paganismo habían sido robadas en realidad a los hebreos; lo siguieron Taciano, Teófilo de Antioquía, Clemente de Alejandría, Tertuliano, Orígenes y aun san Jerónimo». 1160 En el margen del ms. aparece escrito: «Isaías». Se trata del Deuteronomio 32, 3. 1161 Expresión escrita por otra mano.
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GLOSARIO
Abrahan = Araspo = Barsina = Biante = Bocoriades = Calicles = Ciceno = Cleonis = Cromo = Ecira = Eufiona = Filósono = Heautontemorumeno = Isac = Jenofontes = Poliperconte = Siro = Stico = Tresa = Trimagistro = Tucídines = tuirienses =
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Abraham Araspes Barsine Bión Bocóride Calricles Ciciqueno Cleón Cromno Hecyra Éufrone Filóxeno Heautontimorumenos Isaac Jenofonte Polipercón sirio Stichus tracia Trimegisto Tucídides turienses
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