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Spanish Pages 137 Year 1998
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EL SURGIMIENTO DE IA ANTROPOLOGIA 'POSMODERNA
Editorial Gedisa ofrece los siguientes titulos sob're
ANTROPOLOGIA Y ETNOGRAFIA
por
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Geertz,~J:
Clifford1Fotros
"Compilaci6n de Carlos Reynoso
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ESCUElA NACiONAlDE
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INDICE Se agradece a las editoriales Y revistas que han autorizado la pu . blicaci6n de los trabajos aquf compilados,'cuyos creditos figuran a1 pie de pagina de cada capitulo. . •..;,:,";>,:,':;'..'. ~'J;:,.. . "--:,'t
Traducci6n: Carlos Reynoso
COLABORAnORES....................................................................................... .
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PRESENTACI6N, por Carlos Reynoso .................. ~ ......................................
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I ANTROPOLOGIA SIMB6UCA
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Am'ROPOLOOIA FENOMENOWGICA
117 III ANTROPOLOGIA POSMODERNA
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'.. '. . . . ~~,~gr8fica, por James Clifford ................................ . ... , .. '"'-
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;~;l:;?,"t:,~·~~!'Jtt~~ texlos, por George E. MarCus y Dick E.
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'. ~.J~4e~~~~Las ficciones persuasivas de la antropolOgla. por ':MQ,;j)n·~hern.:"gt~~~···..··......··..·..·..·............·.......·.·.............................
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,·CO~~os, po~'JlI' R. Crick, R. Fardon, E. Hatck, 1. C.Jarvie, R.
. Pinxten~ P.Rab~;E. Tonkin, S. A. Tyler y C. Marcus...................... Resp~tJ~jt;Juyn Strat1iem ..........................................................
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7:~~~~~entes ala antropologla dialogica, por Dennis
. Tedlock.:~................................................................................................
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CARLOS REYNOSO Universidad de Buerws Aires
El surgimiento de la antropologfa posmodema es, en sentido estricto, un proceso de transformacion experimentado pol' una de las tantas corrientes intemas de la disciplina, la llamada antropologfa interpretativa. Tras una fase tibia de "antropologfa simb61ica" en las decadas de 1960 y 1970, y luego de un falso arranque bajo las banderas de la fenomenologfa (demasiado escolasticas, trascendentales y solemnes para los tiempos que corren), los interpretativos hallaron en un posmodemismo que algunos reputaran predigerido y fragmentario su marco de referencia mas afln. A despecho de la naturalidad con la que los posmodernos asumen su propia transicion en el relevo de las modas, la polemica que se ha desarrollado en tomo del movimiento es una de las mas tensas y clelicadas de la histori3 disciplinar; no hay mas que asomarse alas revistas antropo16gicas recientes: sucede casi como si todo otro tema hubiera sido postergado en espera de su resolucion. Digamoslo enseguida con otros matices y adoptando otro angulo de mira. Despues de algunos anos en que no se pudo hablar a ciencia cieI1a de ningun paradigma dominante, la antropologfa mundial ha sido ganadapor 10 que pareceria ser una nueva moda intelectual que responde alas premisas del posmodemismo. Desplegaremos mas adelante la caracterizacion de los aspectos mas puramente antropologicos de este movimiento, es decir, la obligada semblanza de la antropologfa posmoderna. Primero corresponde caracterizar el posmodernismo en sent.ido amplio, como movimiento intelectual generico, en el cual se inspira -'--en teoriala antropologfa que lleva su nombre. Hay que hacer, eso sf, una salvedad, pues algunas facetas de la cuestion han sido fatigadas en exceso y las not.as que siguen no quisieran ser redundantes. La avent.ura del posmodernismo se puede contar siguiendo innumerables t.rayectorias, variadament.e validas; la forma que aqui elegimos apunt.a a resalt.ar cieI1as Hneas (las que conciemen alas ciencias sociales) en det.rimento de ot.ras (las que tienen que vel', pol' ejemplo, con la lit.erat.ura, la filosofla y el art.e), que acostumbran ser mucho mas cOIiocidas. Examinemos ahora el posmodemismo en general subrayando los aspectos que se refieren a nuestra disciplina especlfica, echando sobre el una mirada antropologica; y hacia el fondo del articulo int.ent.aremos mostrar de que manera los ideales del posmodemismo como filosofla de una epoca se han reformulado en t.erminos de una concepcion de la antropologfa, de su objet.o y de sus practicantes.
De 10 que no cabe ni sombra de duda es de que el termino "posmodernismo" (igual que "postestructuralista") se origina en los Estados Unidos; en sus inicios, parece haberse acuiiado a prop6sito de cierto giro paradigmatico ocurrido en el seno de las tendencias intemas de la arquitectura, en la que se comenzo a poner en tela de juicio el concepto de vanguardia. Pero la idea de una condicion "posmoderna" tiene una gestacion compleja: arbitrariamente comenzaremos pOl' los postulados de Bell, aunque dejando constar que (dado que 10 que se analiza es un movimiento de convergencia) el punto de partida podria haber sido cualquier otro. En 1973 Daniel Bell publico un extenso libro de prognosis social, a caballo entre la economfa, la ciencia polftica y la sociologfa, en el que anunciaba el advenimiento inminente de la sociedad postindustrial. Esta modalidad societaria involucraria primordialmente no tanto un cambio en la infraestructura, sino una metamorfosis de fondo en toda la estructura social. Los procesos que permiten diagnosticar esta transformacion, segiln Bell, se encuentran mas avanzados en los Estados Unidos que en cualquier otro pafs. EI libro de Bell no es el primero en llamar la atencion sobre el particular, pero sf 10 es en alcanzar amplia difusion. Como siempre, han surgido querellas poria precedencia: Bell asegura que el introdujo el concepto de sociedad postindustrial ya en 1962, 10 que a la escala de esta especie de neosociologfa es fecha temprana; posteriormente descubrio que un socialista ingles (Althur Penty) ya habfa utilizado la palabra en 1917 para referirse a una sociedad artesanal del futuro, descentralizada y que ennoblecfa el trabajo, contraria al "estado de ocio" que anunciaban otros futuristas. Bell admite que otros nombres Ie hubieran cabido igual: "s.ociedad del conocimiento", "sociedad de la informacion" 0 "sociedad profesional". Pero en aquel entonces, cuando acuiio el termino, se encontraba bajo la influencia de Ralf Dahrendorf, quien habfa hablado de la "sociedad poscapitalista". La sugerencia de que algo tan dominante como la industria 0 el capitalismo estuvieran en retirada era peculiarmente desafiante e invitaba al desciframiento de signos; yen esa fascinacion consistio el exito de un prefijo que no haria mas que extenderse desde entonces. EI argumento global estructurado pol' Bell es simple, aunque la argumentacion sea espaciosa: el maximo detalle en los segmentos, la maxima simplicidad en el conjunto. Dice Bell que la sociedad occidental esta en camino de un gran cambio historico en el que las relaciones sociales (que se asenta .. ban en la propiedad), las estructuras de poder existentes (centrada en elites reducidas) y la cultura burguesa (centrada en la represion y en la renuncia a la gratificacion) se desgastan rapidamente. Las Fuentes del cataclismO' son cientfficas y tecnologicas, pero tambien culturales. La cultura ha obtenido autonomra en la sociedad de Occidente. En parte es pol' ello que no esta para nada claro cuales habran de ser las formas de esta nueva sociedad. lCuales son, sin embargo, los signos de la transformacion? veamos ini-
cialmente uno. Una cosa es segura: la clase obrera industrial -contabiliza Bellesta disminuyendo en numero, y su importancia en la economfa de los pafses mas avanzados tiende a ser marginal. Ni hablar del campesinado. Es diffcil que el futuro presencie la "dictadura del proletariado" cuando el proletariado, como qui era que se 10 defina, se muestra en trance de desaparicion. En el discurso de Bellia construccion del objeto evoca las grandes configuraciones parsonsianas, similares a las que se encuentran en la base de ciertas vertientes de la antropologfa simb6lica. A su juicio, la sociedad se puede dividir en tres Rmbitos: la estructura social, la polftica y la cultura. La estructura social comprende la economfa, la tecnologfa y el sistema de trabajo. La polftica regula la distribucion del poder. La cultura es el reino del simbolismo expresivo y de los significados. Una de las transformaciones basic as que se estan produciendo concieme a la burocratizacion creciente de la ciencia y a la ::specializacion del trabajo intelectual en parcelas muy pequeiias. Ademas, como la sociedad postindustrial aumenta la importancia del componente tecnico del conocimiento, obliga a los cientfficos, ingenieros y tecnocratas a competir con los polfticos 0 a convertirse en sus aliados. A vista de pajaro, conviene distinguir cinco dimensiones a 10 largo de las cuales se esta manifestando el cambio:
1. Sector economico: el cambio de una economia productora de mercanC£asa otra productora de servicios. Colin Clark, hacia 1940, habfa dividido la economfa en los sectores primario (agricultura), secundario (manufactura, industria) y terciario (servicios). En el mundo no occidental, la importancia del sector primario es aun abrumadora (70% de la fuerza de trabajo); en los Estados Unidos la proporcion es la inversa. Pero nose trata de cualquier servicio, sino de servicios relacionados con Rmbitos especfficos: educacion, investigacion y gobiemo. Estos servicios involucran un nuevo tipo de tecnologfa y una nueva intelectualidad.
2. Dis.tribucion ocupacionaL: Lapreeminencia de La clases projesionaLes y tecnicas,/ A todas luces, estan desapareciendo los blue-collars (los trabajadores de mam~luco) en beneficio de los white-collars (Ios tI:abajadores de saco y corbata). Mientras la tasa de crecimiento de la clase profesional y tecnica en general ha sido el doble de la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo, la de los cientfficos e ingenieros ha sido el triple de la tasa de la poblacion trabajadora en su conjunto. --
3. Principio axial: la centralidad del aesarrollo teorico como fuente de innovacion y jormulaciOn pol£tica de la sociedad. Las relaciones entre la ciencia y la tecnologfa estan cambiando. Casi todas las grandes indus trias que hoy existen (siderurgia, energfa electric a, telefono, automovil, aviacion) ya habfan surgido a fines del siglo XIX, pol' obra de inveptores, chapuceros inspirados y hombres practicos que no posefan mayor conocimiento teorico. Pero la evolu-
c~on ulterior d~Ia electricidad en electronica y otros desarrollos semejantes solo fueron poslhles cuando la,evolucion tecnoI6mca se fund' I' . ., I I ,.,,: 00 en a mveshgaCIO~y e. ane~mIento t~onco.!La ideologfa de las corporaciones hacia Ill.inveshgaclOn ha Ido camblandocon el tiempo: el paradigma de I ., d h b .d US S . a corporaClOn pue e a er Sl 0 teel en el primer tercio del siglo, la' General Motors en el segImdo y Ill.IBM en el tercero.
y
~~~rientacionfutura: el control de la tecnolog£a y de Las contribuciones t~cnologzcas. Hasta h~~e p~o las nuevas tecnologfas simplemente se introdu~Ian, prestando atenclOn solo a los efectos primarios: el motor de combustion mte~~, .el aerosol, los detergentes. Es posihle que en el futuro se preste mas atenclOn al control de la tecnologfa, 0 que se desarrollen nuevas tecnolo 'as para reparar el efecto pemicioso de las precedentes. gI
5. Toma de decision: la creacion de una nueva "tecnolog£a intelectu al"
Las estructuras de todos los ordenes de Ill.nueva sociedad pertenecen I 'mb .' t d I" I "d d . " a a 1o e ~ c.o~p eJI a orgamzada, que funciona de una manera hasicamente con~ramtuztlVa: En el siglo XIX todo se movfa aun conforme a dos variables: capIt~1 ~ trahaJo, oferta y demanda. Desde 1940 ha florecido todo un campo espeClahzado que se ocupa de la complejidad: teorfa de Ill.informacion ciber netic a, teorfa de la decision. Para resolver los nuevos tipos de calcul 'h faIt ,. 'd os acen d a maqumas mas po erosas, en relacion directa con Ill.complejidad y cantid ad de proble~as a tr~tar. ~a inteligencia no puede apropiarse directamente e todas las vanables slmultanemente en juego.
. Las comp~ejas teorfas en t?mo de la toma de decisiones tecnicas en un sIstema complejo se pueden eshmar como Ill.contrapartida de las ideol ' . a 'II f d I 'I ul . oglas. que as. son. ~to e ca coy henen una funcion instrumental; estas son fruto de la mtmclOn y ~seen una funcion expresiva. De allf que se haya proclamado El fin de Las zdeolog£as en un libro del propio Daniel Bell (1960). EI problema fundamental de Ill. sociedad postindustrial tal vez sea -s ' Bell- el de conciliar Ill.direccion anti-institucional de Ill.cultura c legun t t 'al d' . 'da ' on . a esruc ura SOCI ,lflgI yor ~flentaciones tecnocraticas y economicistas. Esto ha sldo, en smteslS, Iii caracterizacion que hace Bell de un t' d . d d nuevo 1po e socle a que se encuentra en trance avanzado de formacion' Bell . be d d' , eSCfles e una postu~a amblgIIa, que ha ·sido descrita como neomarxista por algunos y como neohberal por otros. Llamativamente, aunque Bell promueve un nuevo concepto sobre Ill.articulacion de Ill.realidad social y aunque en obra h ay co~ponentes met 00 0I'OgIcos ' ' su que no siempre se encuentran en el discurso de los mtelectuales, su influencia directa y explfcita en la antropologfa ~a d~ ~er escasa: O~r~s autores sacaran de este panorama las conclusiones fllosoflCas y soclOlog~ca~ que han sentado las bases del posmodernismo; y e~ de. ~llos, tortuosa, mduectamente, de quienes la antropologfa tomara inspuaClOn.
La caracterizacion que Bell hace de Ill.sociedad postindustrial pronto repercute en otros ordenes, junto con otras formulaciones semejantes. Ideas parecidas muy pronto estan en el aire y Ill.intelectualidad se concentra alrededor de un puiiado de'motivos conductores. Gianni Vattimo, un filosofq italiano que esta entre los primeros que se han definido como posmodemos, realiza a fines de la decada de 1970 una apologfa del nihilismo y una celebracion de la muerte del pensamiento hmnanista, acordes con Ill. idea de que estamos en una nueva clase de sociedad, experimentando una condicion diferente. EI pro.,. ceso referido es el mismo, pero mientras Bell subraya las transformaciones de Ill. infraestructura, Vattimo se concentra en las rupturas que ocurren en el saber. Los referentes de Vattimo son, en Ultima instancia, Heidegger y Nietzsche. Uno y otro -dice Vattimopusieron radicalmente en tela de juicio la herencia del pensamiento europeo, aunque se negaron a proponer una "superacion" crftica, pues ella habrfa significado seguir prisioneros de Ill.logica del desarrollo, propia de ese pensamiento. La modernidad se puede caracterizar, en efecto, como una forma de pensamiento dominada por Ill.idea de una historia del pensamiento, entendida como progresiva "ilmninacion" que se desarrolla mediante una apropiacion cada vez mas plena de los "fundamentos". La modernidad se caracteriza a veces como Ill."epoca de la historia", en contraste con la mentalidad anti gull.0 primitiva, dominada por una idea naturalista y cfclica del curso de las cosas. Pero si Ill.posmodernidad implica una superacion de esta idea, lno se esta incurriendo en la misma falacia? Decir que estamos en un momento ulterior respecto de Ill.modernidad y asignar a este hecho un significado decisivo presupone aceptar 10 que mas especfficamente caracteriza el punto de vista de Ill. modernidad: Ill.idea de historia con todos sus corolarios, el concepto de progreso y el de superacion. Para Vattimo, esta sena una objecion vacfa e inconsistente, caractenstica de 108juicios puramente fornIales. En la posmodernidad las categorfas de 10 nuevo y de Ill.superacion ya no tienen vigencia. Lo posmo- , demo no 8010 se caracteriza como novedad con respecto a 10 modemo, sino' tamhien como disolucion de Ill. categorfa de 10 nuevo, como experiencia del "fin de lit historia", Ill.cual no se representa, por lo'tanto, como una etapa superior de Ill.historia misma. La historia ha terminado porque Ill. idea de una historia como proceso unitario ya no es convincente; en Ill.existencia concreta se instauran condiciones efectivas (Ill.amenaza nuclear pnmero que nada, yen segundo lugar los sistemas de informacion), que Ie confieren una especie de inmovilidad historica. Fuera de elaboraciones periodfsticas como las de Fukuyama, que han hecho estallar el escandalo, hallaremos ecos de Vattimo en el antrop6logo Crapanzano, cuando este considere fracasada una etnograffa interpretativa solo por el hecho de ya no ser convincente, y sobre todo en Stephen Tyler, quien considerara en proceso de extincion justa 108ohjetos y fenomenos mas proliferantes.
Decfamos que antes de Vattimo, los pensadores que echaron las bases de la no-historicidad han sido Nietzche y Heidegger, a quienesaquel recupera por espasmos, por jirones de textualidad. El desarrollo de sus ideas --dice-permitini superar las sospechas de que 10posmodemo es meramente una moda entre otras. La posmodemidad es un discurso legftimo, porque 10que mejor describe la experiencia que tenemos de la actual sociedad occidental parece ser la categorfa de posthistoria. Esta fue introducida en la terminologfa cultural por el antrop6logo filosofico Arnold Gehlen, quien figura tambien entre los precursores de Berger y Luckmann. Para Gehlen, el concepto de poshistoria implica la condicion en la cual el "progreso se convierte en rutina": la "novedad" ya no, tiene nada de revolucionario ni de renovador, es simplemente aquello que permite que Ias cosas marchen siempre de la misma manera. El desarrollo de la tecnica ha secularizado, vulgarizado, vaciado, la idea de progreso. El ideal de progreso es algo vacfo, pues consiste en las condiciones en que sera posible un nuevo progreso, y asf hasta el infinito. Frente a este estado de cosas, 10 6nico que cabe es el nihilismo, y Vattimo realiza una prolija y exaltada reivindicacion de esta filosoffa desmovilizadora por definicion. La historia (afirman los nihilistas) carece de sentido; 10que ellos piensan sobre la posibilidad y la necesidad de transformarla es desde ahora imaginable. La incidencia indirecta de Vattimo en la antropologfa (ecos de.ideas en expansion, reflejados tal vez a partir de otros intelectuales en el campo de una intertextualidad enredada) arroja menos interes que la lectura que ha hecho el filosofo de la antropologfacomo ciencia, lectura restringida a un libro de Remo Guidieri y .a un artfculo ignoto de America ind£gena. Vattimo descree de la eventual fusion de antropologfa y hermeneutica, y aparentemente desconoce que ese maridaje ya se materializo: a la antropologfa como descripci6n cientlfica de las constantes de la cultura, profundamente condicionada por la idea metaffsica de ciencia, no se Ie puede oponer -aseverael ideal de una antropologfa como lugar del encuentro autentico con el otro. Cualquiera haya si-. do el exito de sus otros vaticinios (los posmodemos son dados a augurar), el caracter unanimemente interpretativo de la antropologfa posmodema no hace mas que desmentir las prohibiciones del fil6sofo.
A esta altura debe caer de suyo que no pretendemos construir la historia del posmodernismo. Pero toda sfntesis serfa incompleta si no seiialara algunos de sus precedentes mas notorios. En los primeros tiempos, cuando s610unos pocos hablaban de posmodemismo, la vanguardia intelectual estaba rerresentada por un puiiado de pensadores franceses, mas 0 menos estrechamente relacion~dos con Tel Quel, que escribfan en 10que podrfamos caracterizar como un dialecto del frances de Pans con rotundas inflexiones lacanianas. La \ unidad de ese movimiento, sumamente laxo como tal, era en efecto mas bien estilfstica, 0 por 10menos mas estilfstica que ideologica 0 metodol6gica.
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Despues Frank Lentricchia llam6 a ese movimiento postestructuralismo, y unanimemente se reconocio en el a una especie de vanguardia del pensamiento posmodemo. Con.los postestructuralistas surge una nueva clase de in. telectual institucionalizada. La que comenz6 siendo, tal vez, una especie de , extensi6n de la crftica literaria hacia los dominios de la filosoffa, acab6 convirtiendose en una practica que habrfa de decretar (entre otras cosas) la crisis de la raz6n y de la ciencia. El inventario de los postestructuralistas varia segUn la 6ptica de los distintos autores, pero todo el mundo reconoce a Foucault como uno de los orientadores principales. Lo que pueda haber escrito concretamente Foucault no viene al caso en este preciso momento; baste decir que difundi6 un fuerte escepticismo hacia ciertas categorfas analfticas de las ciencias sociales y de la ciencia en general, resaltando la relatividad y el caracter construido de nociones aparentemente tan basicas como "enfermedad mental", "hombre", "poder" y "conocimiento". ~u relativismo, mas temporal que culturol6gico, habra de realimentar y otorgar nuevo rigor a viejas corrientes de la antropologfa. Una de las ideas centrales de Foucault es la de la arbitrariedad de las epistemes (un termino que compendia, por asf decirlo, las connotaciones de "concepci6n del mundo" y de "paradigma"). Cada una de ellas define no solo los objetos mas importantes para cada epoca, sino que los construye: el "hombre", por ejemplo, como problema filos6fico y como entidad sobre la que se pudiera hablar, no existla hace algunos siglos, y probablementevuelva a no existir \ dentro de poco. Cada episteme define 10que es pensable y 10que no, y cada episteme disfruta de coherencia intema y de una especie de autonomfa. De esta forma, el pensamiento evolucionista de Darwin tiene que ver mas con otras ideas y premisas de su epoca que con la "biologfa"de los siglosprecedentes. Foucault, fue, quiZ8s, el primer autor frances lefdo casi masivamente por Ios antrop610gosnorteamericanos, con la posible excepci6n de .Levi-Strauss. Sea como fuere, con el se inicia algo que no se habfa dado con mucha frecuencia: que los pensadores franceses, caracterfsticos por sus profundos conocimientos de filosoffa y por su erudici6n comparativamente enciclopedica, comenzaran a ejercer influencia directa sobre la comunidad antropo16gicade Ios Estados Unidos. Por primera vez, quiza, los antrop610gosnorteamericanos exploraron literaturas de ensayo extranjeras ajenas a la disciplina. Cabe reeonocer unas pocas excepciones a la escasa apertura de esos profesionales, y sobre todo una: Clifford Geertz, representado en esta compilaci6n por "Blurred Genres"; por 10 demas, antes del advenimiento del posmodemismo, ni siquiera los cientfficos sociales inclinados hacia la fenomenologfa acostumbraban leer ensayos que no pertenecieran al mismo cfrculo de ideas filos6ficas que el que ellos frecuentaban. Aunque Ia dominancia de su civilizaci6n tome artificioso hablar de provincianismo, se percibe que los antrop61ogos norteamericanos modemos no eran, antes de asimilar a Foucault, genuinos cosmopolitas. Tomemo,?nota de algunos signos tenues del influjo foucaultiano. En el artfculo de Richard Shweder "La rebeli6n r01pantica de la antropologza contra el iluminisT1W", que luego reproducimos, se encu.entra una referencia Ii la fa-
I
mosa clasificaci6n de John Wilkhis"
zoolOgica invent dB' " de Ot . . ~ .a por) orges (vease EI idioma analftico , ras tnquvnczones . esa clasifi ., caslo extrem~ de arbitrariedad, categoria ti;ica de la cIl~aclO~ sedexIpone co~o na . Ahora blen la cita de Bo ' enSlOn e 0 no-raclO_ . . ' rges no esta tomada de sus b I't . , slgmficativamente de Las palab !as d 0 ras I eranas, SInO por este mismo texto de B ras y cos~ e Foucault, lID ensayo inspirado smo despliegue de arbitrariedad. Con los alios la infl~:~~~: r~este cana reciente se hizo enorme L e o~ca t sobre la antropologla norteameri_
:t t:
el prolijo detalle de la carac;eri::~:~: asi~lado de. su obra no e~ tanto marse la arqueologla del sabe (. epistemes m 10 que podna lIatoria siempre se escribe retro:p:t::~~~~t~rd:uperar el ~echo de que la hissituando alas teorias a los libros I " 'fi sde un clerto punto de vista, contrario, 10 que. se ha tornado y a ~tSc~enh lcosdcomo protagonistas); por el , mayon anamente e Fou ult ' van ante un poco ' f d d I ca no es sino una d . d I mas re Ina a e relativismo que situa Ia "verd d" I pen enCla e a multiplicidad de epistemes d' I a en (ebre de verdades, todas ellas vaIidas. ..y a lsue ve en una muchedum-
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Otro pensador frances que ' a teamericana, incluso con mayor ;~~e~~ d xenetrai en la intelectualidad norques Derrida, otrora cultor del m un ~ a que.e pr~~io Foucault, fue JacaOlsmo. 0 bre su IrrupclOn evoca Lentricchia:
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En algun momento de principios de Ia decada de 1970 por dogmiilicode nueslro sueno fenomeno16 ico d nos desperlamos del sonueva presencia se habfa asentado en nueS!i';' pl!»(' "UIIIOUIIII creaci6n experiencial, cs 8ubjelivo, y 110 dial6gi('o 0 illlt"l'inbidivo. 1':1 e111r.gmfo acumula conocimiento personal sobre eI campo (Ia «mila pot-\I'si va mi PI/(~fJlo se ha utilizado familiarmente hasta haec poco en efrcllios al\ll'opolt',gicoH, PI~J'O la frase significa en efecto "mi experiencia").
Es comprensible, dada su vaguedad, que los criterios experienciales de autoridad -Ias creencias no examinadas sobre el "metodo" de Ia observacion participante, sobre el poder de Ia empatfa, el rapport, etc.- hayan sido objeto de cntica pol' parte de antrop6Iogos hermeneuticamente sofisticados. EI segundo momento de Ia dialectica de Ia experiencia y Ia interpretacion ha merecido una atencion y una elaboracion crecientes (veanse, pOI'ejemplo: Geertz, 1973, 1976; Rabinow y Sullivan, 1979; Winner, 1976; Sperber, 1981). La interpretacion, basada en un modelo filologico de Ia "Iectura" textual, ha surgido como una alternativa sofisticada a Ios reclamos, ahora evidentemente ingenuos, de Ia autoridad experiencial. La antropologfa interpretativa desmistifica gran parte de 10 que anteriormente permanecfa no cuestionado en Ia construccion de Ias narrativas, Ios tipos, Ias observaciones y las descripeiones etnogn'ificas. Contribuye a una visibilidad creciente de Ios procesos creativos (yen un amplio sentido, paeticos) pOI' medio de los cuales se inventan y se tratan como significali vos Ios objetos "culturales". . . lQue involucra mirar a la cultura como un conJunto de texto a mterprelar? Paul Ricoeur, en su ensayo "EI modelo del texto: La accion significativa considerada como texto" (1971), proporciona una exposicion clasica del asunto. Clifford Geertz, en un pufiado de discusiones estimulantes y sutiles, ha adaptado Ia teona de Ricoeur al trabajo de campo antropologico (1973: cap. 1). La "textualizacion" se entiende como el prerrequisito de la interpretacion, la constitucion de las "expresiones fijas" de Dilthey. Es el proceso a traves del cualla conducta no escrita, el habla, las creencias, Ia tradicion oral y el ritual son caracterizados como un corpus, como un conjunto potencialmente significativo separado de tooa situacion discursiva 0 performativa inmediata. En el momento de la textualizacion este corpus significativo asume una relacion mas o menos estable con un contexto; ya estamos familiarizados con los resultados de este proceso, a traves de 10 que se conoce como descripcion densa etnografica. POI'ejemplo, decimos que una determinada institucion 0 un segmento de conducta es tfpico de (0 es un e1emento comunicativo en el interior de) una cullura circundante, como cuando la famosa rifia de gallos de Geertz (1973: cap. 15) deviene un locus intensamente significante de la cultura balinesa. Se crean campos de sinecdoques en los que las partes estan relacionaclas con Ias totalidades, y en los que Ia totalidacl (10 que a menudo llamamos cultura) es constituida. Ricoeur no otorga en realidad ningun privilegio alas relaciones parle-todo y a Ios tipos especfficos de analogfas que constituyen las representaciones funcionalistas 0 realistas. Simplemente postula una relaci6n necesaria entre texto y "mundo". Un mundo no puede ser aprehendido directamente; siempre
In l"flMl'('l1I01ll'M III hm,C'lriM111111 purlMII,y l'lllllllJltlJ'ltll'l dClbCln1'101' flITnnoadllll y pC'lI'OOpl.ulllrllCmlo dol fllljo de III expcriencin. De csta mnnera, la l.flxlunliznd6n gCll\CrEl I!lonlidoa trnves de un movimiento circular que primero "r.11Iy luogo eontextualiza una cosa 0 un suceso en la realidad que 10 engloba. !'1M ~(lf1(H'1l un modo familiar de autoridad que afirma representar mundos dis(1I'(11.0A, significativos. La elnograffa es la interpretaci6n de las culturas. Un segundo paso fundamental en el amllisis de Ricoeur es su exposici6n rlC'1 los procesos mediante los cuales un "discurso" se vuelve texto. EI discurso, .og(m Ia dasica discusi6n de Emile Benveniste (1971: 217-230), es un modo riMcomunicaci6n en el cual Ia presencia del sujeto hablante y de Ia situaci6n imnediata de la comunicaci6n es intnnseca. EI discurso eshl marc ado pOI'pronombres (pronunciados 0 implfcitos), yo y tu, YpOI'indicadores defcticos --este, aquel, ahara, etceteraque sefialan la instancia presente del discurso mas que algo que se encuentra mas alia de el. El discurso no trasciende la ocasi6n oApecffica en la cual un sujeto se apropia de Ios recursos dellenguaje para comunicarse dial6gicamente. Ricoeur afirma que el discurso no puedeser interprelado de Ia manera abierta, potencialmente publica en que se "lee" un texto. Para comprender el discurso "usted tiene que haber estado aliI", en presencia del sujeto discursivo. Pues para que el discurso Hegue a ser texto, debe devenir "aut6nomo", en terminos de Ricoeur, separado de una e1ocuci6n y de una intenci6n autoral especfficas. La interpretaci6n no es interlocuci6n. No depende de estar 0 no en Ia presencia de un hablante. La relevancia de esta distinci6n para la etnograffa es quiza demasiado obvia. EI etn6grafo siempre termina yendose, llevandose textos para su interpretaci6n ulterior (y entre esos "textos" lIevados podemos incluir memorias: Bucesos pautados, simplificados, arrancados del contexto inmediato para ser interpretados en la reconstrucci6n y en la descripei6n posterior). EI texto, a diferencia del discurso, puede viajar. Si bien mucha escritura etnografica se produce en el campo, la composici6n concreta de una etnograffa se hace en cualquier parte. Los datos constituidos en condiciones discursivas y dialogicas, s6Io pueden ser objeto de apropiaci6n en una forma textualizada. Los sucesos de Ia investigaci6n y los encuentros se transforman en notas de campo. Las experiencias se transforman en narrativas, acontecimientos significativos 0 ejemplos. Esta traducci6n de Ia experiencia de investigaci6n en un corpus textual separado de sus ocasiones discursivas de producc'i6n posee consecuencias importantes para la autoridad etnografica. Los datos asf reformulados no necesitan comprenderse como la comunicaci6n de personas especfficas. La explicaci6n de un informante 0 la descripei6n de una costumbre no necesitan exponerse en una forma que induya el mensaje "el dijo tal y tal cosa". Un ritual textualizado 0 un suceso ya no se encuentra estrechamente encadenado a la producci6n de ese suceso pol' parte de actores especfficos. En vez de eso, los textos se transforman en evidencia de un contexto envolvente, de una realidad "cultural". Mas aun, como Ios autores y actores especfficos han sido separaclos de sus producciones, se tiene que inventar un "autor" generalizado para dar cuenta del mundo 0 del contexto dentro del cual se han reubicado ficcionallit'
tlo"(IC'lpIUIII
monte 10101 Inxlol-l, 1':I-It(1 /111101' ~C'III1I'/lli1.ltdo 1'11(dlll1 lIIllt vltl'il1dltddfl 1101 IIhl'(11ii I 111 punto de vista de los 1Illtivos, "101'0\ Il'ohl'iIltHlmll1l'1", "101'1III1N''', "Ioliido~on" II otras expresiones similares que aparcccn ell 1m, e1nogl'llff/ll'l."1.0101 IIl1lilll1l'1l1H" funcionan como autor de la rifia de gallos lextualizad/l de Coertz. El etn6grafo disflUta entonces de una relaci6n especial con Ullorigt1ncullural 0 un "sujeto absoluto" (Michel-Jones 1978: 14). Es tentador compal'll!'al e1n6grafo con el interprete literano (y esta comparaci6n se esta volviendo caela vez mil,. un lugar comlin) , y aun mas especfficamente con el cntico tradicional, quien concibe su trabajo como la ubicaci6n de los significados ingobemables de un texlo en el marco de una intenci6n coherente particular. AI representar a los nuer, los trobriandeses 0 los balineses como sujetos totales, fuentes de una intenei6n significativa, el etn6grafo transforma las ambigiiedades de la situaci6n de investigaci6n y las diversidades de significado en un retrato integrado. Es importante, sin embargo, tomar nota de 10que se ha perdido de vista. El proceso de investigaci6n ha quedado separado del texto que genera y del mundo ficticio que ese texto evoca. La realidad de las situaciones discursivas y de los interlocutores individuales ha sido filtraela. Pero los informantes -junto con las notas de campo-- son intermediarios clUciales, tfpicamente excluidos de las etnograffas autorizadas. Los aspectos dial6gicos y situacionales de la interpretaci6n etnografica tienden a desvanecerse del lexto representativo final. No se desvanecen del todo, desde ya; existen topoi aprobados para retratar el proceso de investigaci6n. Cada vez nos resuItan mas familiares las narraciones sobre el trabajo de campo (un subgenero todavfa clasificado como subjelivo, "soft" 0 no cientffi' . "I eyen d as d e rapport " que co ) ; pero aun en Ias etnogra flas c I"aSICas, eXIsten narran, de una manera mas 0 menos estereotipada, la obtenci6n del status pleno de observador participante. Estas leyendas pueden ser elaboradas 0 dichas al pasar, ingenuas 0 ir6nicas. Normalmente muestran la ignorancia inicial del etn6grafo, la faIta de comprensi6n y de contactos, con frecuencia una especie de status infantil dentro de la cuItura. En la Bildungsgeschichte de la etnograffa, estos status de inocencia 0 de confusi6n son sucedidos pOI'un conocimiento aduIto, seguro, desengafiado. Pademos citar nuevamente la rifia de gall os de Geertz, donde una alienaci6n inicial respeclo de los balineses, un confuso status de "no persona", se transforma gracias a la elocuente fabula de la batida policial con sus escenas de complicidad (1973: 412-417). La anecdota establece una presunci6n de conectividad, la cual permite al escritor en sus analisis posteriores funcionar como un exegeta omnipresente y dotado de conocimiento y como un portavoz. Este interprete situa el deporte ritual como un texto en un mundo contextual y "lee" brillantemente sus significados cuIturales. La abrupta desaparici6n de Geertz en su rapport, la cuasi-invisibilidad de la observaci6n participante, son paradigmaticas. Aquf Geertz se sirve de una convenci6n establecida para escenificar ellogro de la autoridad etnografica. Como consecuencia, rara vez nos damos cuenta del hecho de que una parte esencial de la construcci6n de la rifia de gallos como texto es dial6gica: el autor hablando cara a cara con balineses particulares, mas que leyendo la cuItura "POI' encima de sus hombros" (1973: 452).
1.11tlllll'Opoloj.\fll11I11'1'11l'I'tllllvlI, III mil'IlI'/1 Iml('lIhlll'1I8como clH'lEImblados dtl 1t1Klol!l IIl1idol'l,V/l~1IY II Vf'('l'" nlllIl.J'lIdidorilllnenle, y HI subraya!' la poiesis hlVt\lIlivlIqlle oJl('1'IIell lodllll Iml 1'f1pl'C8clll!lCiones coleclivas, ha contribuido lIit(nificalivarnentc II III dCHflllllililll'izaci6nde la autoridad etnografica. Sin emlllll'~(),pOl'10 que tienc ell com un con la corriente principal realista, no escapa II III ccnsura general por parle de aquellos crfticos de la representaci6n "colonilll" quc, desde 1950, han rechazado los discursos que retratan las realidades (JUhuralcs de otros pueblos sin poneI' su propia realidad en tela de juicio. En IllS crfticas tempranas de Michel Leiris, y luego de Jacques Maquet, en Tall'll Asad y en muchos otros, se ha puesto de manifiesto la naturaleza no recfproca de la interpretaci6n etnografica (Leiris, 1950; Maquet, 1964; Asad, 1973). De IIquf en mas, ni la experienciani la actividad interpretativa del investigador cientHico se pueden considerar inocentes. Se hace necesario concebir la etnograffa no como la experiencia y la interpretaci6n de "otra" realidad circunscrila, sino mas bien como una negociaci6n constructiva que involucra pol' 10 menos a dos, y habitual mente a mas sujetos conscientes y polfticamente significantes. Los paradigmas de la experiencia y de la interpretaci6n estan dejando el paso a los paradigmas discursivos del dialogo y la polifonfa. Las secciones ~'estantes de este capftulo revisaran estos modos emergentes de la autoridad. Un modelo discursivo de la practica etnografica sit6a en primer plano la in,tersubjetivielad de tada elocuci6n, junto con su conlexto perfolTnativo inmediato. lEI trabajo de Benveniste sobre el rol constitulivo de los pronombres personales y . de la deixis subraya precisamente esk'lSdimensiones. Cada usa de yo presupone un tu, y caela instancia de discurso esta inmediatamente ligada a una situaci6n compartida especffica: no lk'lysignificado discursivo, entonces, sin interlocuci6n y .contexto. La relevancia de este enfasis para la etnografla es evidente. El trahajo de campo se compone significativamente de sucesoslingwsticos; pero el lenguaje, en palahras de Bajtfn, "yace en ellfmite entre uno mismo y el otro. En ellenguaje, la mitad de la palabra es de alglin otro". El cntico lUSOurge a repensar ellenguaje en terminos de situaciones discursivas especfficas: "No existen --escribe-,:' ~lahras y formas 'neutrales', palabras y formas que puedan no peItenecer a 'ninI:guno'; ellenguaje ha sido posefdo pol' completo pOl'intenciones y acentos". Las irpalahras de la escritura etnografica, pol' 10tanto, no se pueden construir como si ,·,Jtieran monol6gicas, como afirmaciones autoritarias sobre, 0 como intelpretacio!i!nes de una realidad abstracta y textualizada. El lenguaje de la etnograffa esta . afectado por otras subjetivielades y pOl' resonancias contextuales especfficas, puesto que tado lenguaje, en la concepci6n de Bajtfn, es "una concreta visi6n heterogl6tica del mundo" (1953: 293). Las formas de escritura etnografica que se presentan a sf mismas en lill mo'i: do "discursivo" tienden a ocuparse de la representaci6n de los contextos de la in:,11 vestigaci6n y de las situaciones del dialogo. De esta manera, un libro como ': Re.flexions on Fieldwork in Morocco (1977) de Paul Rabinow, se ocupa de la re.'1 presentaci6n de una situaci6n de estudio especffica (una serie de tiempos y lugares restringentes) y (de una manera un tanto ficcionalizada) de una secuenciade interlocutores individuales. Por cierto, tado un nuevo suhgenero de "relalos de
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trabajo do campo" (dol cual 01 do Rabinow 01 uno de 101rdl vlJOrolol) I" .l~ t6ft on el interior del paradigma dilcUl'Iivo do la "Iorltur" 8tn0I1',001l. 1M mota, la mort, leasorts (1977) de Jeanne Favret-S~ 01 un oxperlmento imiltente, autoconsciente, de etnograffa en modo discursivo. Ella al'irma que ell!luce.o de interlocuci6n siempre uigna al etn6grafo una posici6n ospocffica en un tojido de relaciones intersubjetivas. No hay puntos neutrales en el campo de fuerzu de 1818posiciones discursivu, en una matriz de relaciones cambiantes
deyos ytl1s. Numerosos trabajos recientes ban escogido presentar los procesos discursivos de la etnografia en forma de un dialogo entre dos individuos. Dialogue des femmes en ethnologie (1977) de Camille Lacosk-Dujardin, The Headman and I (1978) de Jean-Paul Dumont y Nisa: The life. and wonls of a !K.ung Woman (1981) de Marjorie Shostak son ejemplos notorio.) EI ,,",ododia16gico es defendido con considerable sofisticaci6n en otros dos textos. El primero, las reflexiones teoreticas de Kevin Dwyer sobre la "la dia16gica de la etnologia", surge de una serie de entrevist8l!l con un informante clave y justifica la decisi6n de Dwyer de estructurar su etnograflu en forma de un registro casi literal de esos intercambios (1977, 1979, 1982). El segundo trahajo, mas complejo, es Tuhami: Portrait of a Moroccan de Vincent Crapanzano, otro relato de una serie de intercambios que rechaza cualquier separaci6n tajante de un sujeto interpretante y un otro textualizado (1980; vease tambien 1977). Tanto Dwyer como Crapanzano sitllim la etnografla en un proceso de dialogo en el que los interlocutores negocian activamente una visi6n compartida de la realidad. Crapanzano argumenta que esta construcci6n mutua debe estar operando en todo encuentro etnografico, pero que los parlicipantes tienden a presuponer que ellos simplemente prestan aquiescencia a la realidad de sus contrapartes. De esta manera, por ejemplo, el etn6grafo de los isleiios trobriandeses no fragus abiertamente una versi6n de la realidad en colaboraci6n con sus informantes, sino que nulS bien interpreta el "punto de vista trobriandes". Crapanzano y' Dwyer ofrecen intentos sofisticados para romper con esta convenci6n literarla y hermeneutica. En el proceso, la autoridad del etn6grafo como narrador e interprete resulta alterada. Dwyer propone una hermeneutic a de la "vulnerabilidad", subrayando las rupturas del trabajo de campo, la posici6n dividida y el imperfecto control del etn6grafo. Tanto Crapanzano como Dwyer buscan representar la experiencia de investigaci6n de manera que dejan al descubierto la textura textualizada del otro y tambien la del sujeto que inter8 preta. (Aquflas. etimologfas son evocati vas: la palabra texto esta relacionada, 7 Ellibro de Favret-Saada ha sido traducido como Deadly Words (1981); vease especialmente capItulo 2. Su experiencia ha sido reescrita en otro nivel ficcional en Favret-Saada y Contreras, 1981.
Sena errOnoo pasar por encima de las diferencias entre las posiciones tooreticas de Dwyer y Crapanzano. Dwyer, siguiendo a Georg Lukacs, traduce la dialogica en rerminos de la dialectica hegeliano-marxista, sosteniendo asf la posibilidad de una restauracion del sujew humano, una es. pecie de acabamienw en ya traves del otro. Crapanzano se rehiisa a aferrarse a cualquier toona 8
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