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El pensamiento de la izquierda comunista (1928-1961)
Pensamiento Político Ecuatoriano
El pensamiento de la izquierda comunista (1928-1961)
Introducción y selección de Hernán Ibarra
Pensamiento Político Ecuatoriano Colección dirigida por Fernando Tinajero
© De la presente edición: Ministerio de Coordinación de la Política y Gobiernos Autónomos Descentralizados Venezuela E 3-66 entre Sucre y Espejo (593) 2 2953-196 www.mcpolitica.gob.ec BEATRIZ TOLA BERMEO Ministra MIGUEL VALLIER URBINA Gerente del Proyecto de Pensamiento Político ISBN: XXX Derecho de autor: XXX Editores: Sofía Bustamante Layedra Guillermo Maldonado Cabezas Diseño de portada e interiores: XXX Quito, enero 2013
Presentación Beatríz Tola Bermeo La historia del siglo XX, en nuestro país no menos que en el mundo, sería incomprensible si no tuviésemos en cuenta la presencia y la acción de dos fuerzas ideológicas y culturales en torno a las cuales se han organizado no solo el imaginario de las más diversas comunidades, sino también su sistema de relaciones sociales y políticas. Esas fuerzas son las de la Iglesia Católica, frecuentemente vinculada a las corrientes del liberalismo económico y el conservadorismo político, y la del Partido Comunista, responsable al mismo tiempo de las páginas más inolvidables de la abnegación y el sacrificio –como aquellas de la lucha de los comunistas europeos contra el nazi-fascismo– y los capítulos más tenebrosos del totalitarismo burocrático. En lo que toca al Ecuador, la tríada marxismo-comunismo-revolución de la que hablaba Echeverría cubre casi todo el siglo, a partir de la década de los veinte. Joven y fervoroso en sus primeros tiempos, a mediados de siglo empieza a presentar los síntomas del cisma ideológico que atravesó todo el planeta, y termina en las últimas décadas sin poder ocultar su irreversible decadencia. Se trata de una configuración que presupone una teoría (el marxismo), su encarnación política (el comunismo) y su objetivo irrenunciable (la revolución). Las transformaciones sufridas por esta tríada representan el tránsito de una teoría a veces confundida con una fe religiosa, hacia una actitud de escepticismo y desaliento provocada por el desenlace de las primeras sociedades no burguesas del Este europeo. En alguna medida, estos fenómenos obedecen a ciertas frecuentes deficiencias en la asimilación de una teoría muy compleja, cuyo contenido, sin embargo, sigue teniendo vigencia y exige nuevas formas de realización histórica concreta. La Colección de Pensamiento Político Ecuatoriano, empeñada en recuperar todas las manifestaciones intelectuales que en el Ecuador han girado en torno a la política, quedaría incompleta si no incluyera entre sus volúmenes el pensamiento de los ecuatorianos que adhirieron a la tríada antes mencionada. Tanto como el pensamiento de inspiración católica, al cual estará dedicado uno de sus próximos volúmenes, el pensamiento comunista merecía la atención de los responsables de esta Colección, llamada a ser una fuente de primer orden para el estudio de la política ecuatoriana, más allá de las situaciones coyunturales. Se trata de un pensamiento que se ha mantenido en gran parte
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desconocido hasta ahora, y que encuentra aquí su lugar gracias a una excelente labor de recopilación y análisis llevada a cabo con esmero por uno de los más importantes intelectuales del presente: el doctor Hernán Ibarra, catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Este volumen ha reunido textos de diversa naturaleza: en unos casos, encontramos documentos “oficiales”, por decirlo así: son los que la dirigencia del Partido Comunista Ecuatoriano ha presentado, no solo como pronunciamiento ante determinadas circunstancias, sino también como informes a organismos comunistas internacionales. En otros casos, se trata de ensayos o artículos producidos por connotados comunistas para expresar sus reflexiones acerca de temas específicos. Aparte de las mayores figuras históricas del comunismo ecuatoriano, Ricardo Paredes y Pedro Saad, encuentran su lugar en estas páginas autores tan notables como Joaquín Gallegos Lara y Nela Martínez: el primero de ellos, recordado generalmente como escritor de la llamada Generación del 30, fue también un convencido militante y uno de los que descollaron por su aproximación a la teoría de Marx como fundamento de la política comunista; su compañera, inolvidable por su acción política y las luchas de reivindicación de los derechos femeninos, fue una lúcida expositora de los fundamentos teóricos que daban solidez a sus posiciones políticas. A partir del cisma de los años 60, y en medio de la crisis de la clase obrera, el pensamiento de la izquierda empezó a expresarse a través de diversos canales, no siempre fieles a la dirigencia oficial del Partido Comunista, pero siempre deseosos de actualizar el legado de Marx para aplicarlo a las circunstancias de un mundo que el autor de El Capital no podía imaginar. De ahí que en adelante sea posible hablar de un pensamiento marxista, aunque no siempre comunista: la teoría, en medio del embate de los tiempos, buscó nuevas formas de realización histórica y en ese empeño se encuentra todavía: estas páginas se detienen justamente en ese límite en el que la historia del pensamiento empieza a transformarse en lucha y debate vivos. Otras serán las páginas donde se expresen esos avatares.
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Índice
Presentación........................................................................................... Beatríz Tola Bermeo
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Los idearios de la izquierda comunista ecuatoriana (1928-1961)............ Hernán Ibarra
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Antología •
Ricardo Paredes, “El Movimiento Obrero en el Ecuador” (1928)............................................................................................
67
•
Ricardo Paredes, “Informe de la delegación latinoamericana sobre el Programa de la Internacional Comunista” (1928)............................................................................................
79
•
Ricardo Paredes, “Informe de la delegación latinoamericana en el debate sobre el problema colonial” (1928).............................
89
•
Enrique Terán, “La dictadura del proletariado” (1929)...................
97
•
“Manifiesto del bloque obrero-campesino” (1932).........................
123
•
Joaquín Gallegos Lara, “La reacción feudal burguesa en el Perú y el Ecuador” (1932)..............................................................
127
•
“Ricardo Paredes. Candidato del Partido Comunista” (1933)............................................................................................ 131
•
El Comité de Lucha Popular, “Manifiesto al pueblo” (1933)............................................................................................ 135
7
•
Joaquín Gallegos Lara, “El Partido Comunista y los intelectuales” (1935)....................................................................... 139
•
Joaquín Gallegos Lara, “Ambrosio Lasso”, fragmento de Biografía del pueblo indio (1936)....................................................... 145
•
Comité Central del Partido Comunista, “Exposición a la Corte Suprema” (1937)................................................................. 149
•
Ricardo A. Paredes, “Al pueblo y a las izquierdas del Pichincha” (1938)............................................................................ 163
•
(Ricardo Paredes) Comité Central del Partido Comunista, “El Programa de reconstrucción nacional en el Ecuador” (1938).............................................................................................. 167
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Nela Martínez, “Mensaje a las madres ecuatorianas” (1939)............. 177
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Manuel Medina Castro, “Ecuador: Democracia por fuera, dictadura por dentro” (1942)............................................................ 179
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Pedro Saad, “El Ecuador y la guerra” (1943).................................... 183
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89 Partido Comunista del Ecuador, “Es indispensable la unidad de todos los ecuatorianos sobre la base de un programa democrático” (1943)......................................................... 193
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Alianza Democrática Ecuatoriana, “Puntos programáticos” (1943).............................................................................................. 197
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Joaquín Gallegos Lara, “Replanteamiento del problema del indio” (1944)................................................................................... 201
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Joaquín Gallegos Lara, “El desarrollo del capitalismo en el Ecuador” (1944)........................................................................... 205
•
Alianza Democrática Ecuatoriana, “Incorporación del indio y del montubio a la vida nacional” (1944)........................................ 209
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Alianza Democrática Ecuatoriana, “Orientación y estímulo para la mejor y más eficaz intervención de los capitales extranjeros” (1944)........................................................ 211
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Pedro Saad, “La democracia proletaria” (1944)................................. 213
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Pedro Saad, “Acerca de la unidad nacional y los gobiernos seccionales” (1944)........................................................................... 229
•
Ricardo Paredes, “Acerca de la nacionalidad y el Estado ecuatoriano” (1944).......................................................................... 259
•
“Lineamientos programáticos del Partido Comunista del Ecuador” (1957)............................................................................... 275
•
Pedro Saad, “La cuestión agraria” (1960).......................................... 303
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Pedro Saad, “La revolución ecuatoriana y sus características” –Fragmento– (1961)........................................................................ 319
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Pedro Saad, “Sobre la alianza obrero-campesina” (1961)................... 329
Referencias.............................................................................................. 363 Bibliografía.............................................................................................. 367
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Los idearios de la izquierda comunista ecuatoriana (1928-1961) Hernán Ibarra La comprensión de las ideas de la izquierda comunista, implica situar su aparecimiento y evolución tomando en cuenta las condiciones de implantación de tesis y propuestas dirigidas a la búsqueda de un cambio sociopolítico. Indudablemente, toda memoria tiene riesgos de acercamientos parciales y posibles olvidos. Además, puede tener un uso político que compense con recuerdos gratificantes o heroicos un pasado remoto. Ciertamente, los idearios de izquierda alimentaron un imaginario de futuro y fueron experimentados por los miembros de esas formaciones políticas como esperanzas o utopías. Pero también produjeron ideologías que se tradujeron en un cuerpo de creencias cohesionadoras. La mayor dificultad para el análisis del pensamiento de la izquierda comunista es la ausencia de un conocimiento histórico del Partido Comunista del Ecuador que permita establecer su trayectoria organizativa, sus dirigencias, bases sociales e ideología. No obstante, hay que mencionar el trabajo de divulgación realizado hace mucho tiempo por intelectuales del Partido Comunista que pusieron al alcance del público algunos textos incluidos en esta compilación. Antes y después de la caída del Muro de Berlín, el interés por la historia y el análisis de la izquierda ha sido muy secundario en las ciencias sociales y no ha llegado a constituir un campo de estudios. Esto se ha debido, entre otros motivos, a la ausencia de archivos de acceso público, a diferencia de Argentina y México, donde ya existen repositorios documentales asequibles a los investigadores. A partir de 1992 ya están disponibles en Moscú los archivos de la Comintern, lo que se ha reflejado en un impresionante desarrollo del conocimiento de la historia de los partidos comunistas europeos. Desde 1993 se está publicando The International Newsletter of Communist Studies, una revista que contiene análisis y fuentes para el estudio de los partidos comunistas y la izquierda a escala internacional1. En Chile, el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile está editando desde 2008 la revista cuatrimestral iZQUIERDAS2 que contiene estudios documentados sobre la historia de partidos y movimientos de izquierda en América Latina. 1 Esta publicación está disponible en http://newsletter.icsap.eu/. 2 Versión digital: http://www.izquierdas.cl/revista/.
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Con las limitaciones señaladas, ¿qué implica un acercamiento al pensamiento de la izquierda comunista ecuatoriana? En principio se trata de situar aquellos textos que tuvieron un papel central en su acción política. En este sentido, se procura ofrecer algunas elaboraciones que adoptaron una representación de la organización y llevan la autoría del partido, y otras que fueron asumidas por dirigentes partidarios en publicaciones de circulación pública. La mayoría de textos fueron conocidos y seguramente produjeron un debate interno o sirvieron para la educación de los militantes. En esta antología se presentan escritos realizados entre fines de la década del veinte y comienzos de la década del sesenta del siglo pasado. Un asunto ignorado es la difusión y la recepción del marxismo. El proceso de difusión en Europa implicó inicialmente la adaptación y creación de una literatura de divulgación que posibilitaba un acercamiento simplificado a los lectores populares puesto que se trataba de un pensamiento complejo surgido en ambientes ilustrados. Mientras en Argentina, por ejemplo, donde se produjo una recepción del marxismo ya a fines del siglo XIX con la formación del Partido Socialista y Juan B. Justo como pensador, esto no ocurrió en el Ecuador, dado que si bien algunas librerías pusieron en circulación libros de autores marxistas (y anarquistas) en las primeras décadas del siglo XX, las huellas de una parcial recepción de autores específicos se pueden encontrar en 1924 cuando en el periódico La Antorcha se hicieron menciones a autores marxistas o se invocó al proletariado como el nuevo sujeto. Se puede postular que el pensamiento político de izquierda es un conjunto de ideas que se procesan en un momento histórico determinado y tiene como objeto proponer cambios del orden social. Estos cambios deseados pueden ser radicales y dar lugar a revoluciones o ser de índole poco profunda por medio de reformas. En todo caso está en juego la constitución de un orden político. El pensamiento político existe de manera concreta en documentos dirigidos al público bajo la forma de folletos, hojas volantes y prensa con manifiestos y reflexiones. Aunque este también puede estar inmerso a modo de una trama implícita, por ejemplo, una interpretación histórica que por su enfoque puede tener un discurso político subyacente. Este pensamiento que se desarrolla entre los militantes de izquierda forja una comunidad de índole ideológica donde se comparten ideas, se socializan conocimientos e informaciones que se difunden bajo formas impresas. Se constituye un lenguaje político que crea una red de términos y significados que se traducen en la identificación política. Es una forma de comunicación basada en jerarquías de las organizaciones políticas con una forma de transmisión de información y saberes donde importa también la credibilidad de las dirigencias.
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Los autores que pertenecen a formaciones políticas tienen necesariamente que responder a ese marco que supone un tipo específico de lenguaje e interlocutores. ¿Qué pasa cuando el autor es “el partido”? Esa voz colectiva en los documentos de la entidad partidaria que obviamente alguien debió redactarlos asumiendo que interpreta lo que la formación política propone. Lo que dice el partido remite a un lenguaje compartido en el marco de términos y palabras que se supone poseen significados unánimes. En una visión puramente apariencial podría sostenerse que se trata de una mera repetición de planteamientos provenientes de un centro externo, en este caso, de la Comintern como núcleo internacional irradiador de idearios que fueron receptados en espacios locales. Era todo un proceso de aprendizaje de los militantes y adherentes locales que trataban de establecer, en un ambiente dado con sus peculiaridades nacionales, formulaciones que suponen un modo de recepción y adaptación de pautas y normas para generar un tipo de organización política. Pero las organizaciones políticas de izquierda no se establecieron en un vacío, sino en un espacio político y cultural donde las ideologías anarquistas, liberales, católicas y mutualistas estaban vigentes en el medio obrero y artesanal. Además, el espacio político estaba escindido principalmente entre liberalismo y conservadurismo como ejes de la acción política. Y se trataba de una sociedad que portaba una carga de rasgos estamentales y étnicos de origen colonial. LOS ORÍGENES Las condiciones vigentes en la sociedad ecuatoriana durante las primeras décadas del siglo XX estaban marcadas por situaciones regionales distintas, y de una composición social de la población de herencia colonial que había persistido a lo largo del siglo XIX. Estaba naciendo una estructura de clase moderna, pero que se encontraba atrapada en el viejo lenguaje de castas de origen colonial. El término “casta” como equivalente a raza y grupo étnico, es el que sirvió para definir la ubicación de los sectores sociales en la colonia. Aunque en los censos parciales de población que se hicieron en el Ecuador en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX no se hicieron distinciones de naturaleza racial, estas aparecían en las categorizaciones de aparatos estatales. Así, el Ministerio de Guerra y Marina hizo en 1922 una recopilación estadística en algunas provincias de la sierra. Allí se clasificó a la población en blancos, indígenas, mestizos y negros3. 3 Informe del Ministro de Guerra y Marina, 30 de junio de 1923, Quito, Talleres Tipográficos Nacionales.
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El mundo de las clases populares urbanas en las primeras décadas del siglo XX se hallaba constituido por un elemento articulador, el mercado de trabajo urbano que implicaba un conjunto de ocupaciones manuales en la artesanía y los servicios. El mundo de las clases populares urbanas en las primeras décadas del siglo XX se hallaba constituido por un elemento articulador, el mercado de trabajo urbano que implicaba un conjunto de ocupaciones manuales en la artesanía y los servicios4. La esfera productiva daba lugar a una diferenciación social en los artesanos y, las barreras de casta se expresaban en una segregación ocupacional que atravesaba diferentes oficios y ocupaciones, señalando el lugar que deben ocupar los individuos de acuerdo a su origen étnico. El relativo proceso de urbanización, ocurría en medio de una sociedad y población rural predominantes con características regionales diferenciadas donde imperaban modelos aristocráticos de organización de la sociedad y la política. El periódico La Antorcha (1924-1925) fue un destacado medio de difusión de una de las corrientes que confluyeron en la creación del Partido Socialista. Sus contenidos atribuyeron un importante rol a los intelectuales y estudiantes, y contribuyeron a la definición inicial de la identificación de un lenguaje de izquierda. Ricardo Paredes (1898-1979), uno de los animadores de La Antorcha, insertaba anuncios ofreciendo sus servicios gratuitos como médico a quienes lo requirieran. Una palabra clave, “proletario”, surgió como un término amplio para postular la existencia de un nuevo sujeto, así como el vocablo “obrero” era una expresión dirigida a reconocer a los artesanos, algo común en la época. Este periódico emergía como un foro que planteaba la necesidad de dar por concluidos los gobiernos liberales y efectuó un llamado a que los militares asumieran un papel reivindicador del pueblo. No se hicieron referencias explícitas a la clase media, aunque sí se criticó el excesivo número de empleados públicos. Un breve artículo definió al profesor de escuela como proletario. En el proceso de formación de la izquierda ecuatoriana se halló muy presente el tema de las clases medias ya sea como una base social constitutiva o por las referencias explícitas que atravesaron los debates acerca de su rol político. Entre los adherentes de la izquierda se hallaban profesores, empleados públicos, profesionales y líderes gremiales. Una corriente política transnacional de la época provino del naciente movimiento político peruano APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) cuyas ideas se divulgaron en el Ecuador e influyeron en el Partido Socialista Ecuatoriano. El APRA, creado en 1924, postulaba que las clases medias y los intelectuales tenían un 4 Hernán Ibarra, Indios y cholos. Orígenes de la clase trabajadora ecuatoriana, Quito, El Conejo, 1992.
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papel preponderante en la conducción de las luchas sociales. Estas ideas fueron recogidas en los planteamientos políticos del Partido Socialista de los años treinta asumiendo el rol de las clases medias bajo la fórmula del “Frente de trabajadores manuales e intelectuales”, que era una manera de incorporar a los sectores medios junto a las nacientes organizaciones laborales de trabajadores urbanos y campesinos5. El indigenismo fue una amplia corriente intelectual que inició una revalorización de lo indígena como una fuente de la identidad nacional. Se le ha prestado atención como una corriente que cubre diversos ámbitos: el literario, el sociológico o el pictórico. La detallada indagación que ha realizado Mercedes Prieto acerca de las ideas liberales sobre el mundo indígena prevalecientes en la primera mitad del siglo XX, muestra las vertientes indigenistas que tuvieron sobre todo un ámbito de elaboración intelectual que se articuló de un modo u otro a las políticas estatales6. Una consideración sobre el indigenismo cuzqueño de los años veinte, podría ser extensiva a los indigenistas ecuatorianos. Los indigenistas cuzqueños tenían como sus valores centrales la “decencia” y la justicia, pero ello partía de una concepción jerarquizada de la sociedad, y por eso no podían establecer una relación horizontal con los indígenas7. Mariátegui había advertido que la literatura indigenista era una producción de mestizos, y que una literatura indígena solo vendría al ser producida por los mismos indígenas. “La literatura indigenista no puede darnos una versión rigurosamente verista del indio. Tiene que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su propia ánima. Es todavía una literatura de mestizos. Por eso se llama indigenista y no indígena. Una literatura indígena, si debe venir, vendrá a su tiempo. Cuando los propios indios estén en grado de producirla”8. Entre los años veinte y treinta existía un clima de ideas muy variado que incluía el anarquismo, el indigenismo y el nacionalismo latinoamericano como opiniones distintas al marxismo. En este sentido, una fuente de ideas en circulación que también podían ser competitivas a las que ponía en marcha la izquierda socialista y comunista era provista por la cultura mexicana.
5 Hernán Ibarra, La formación del movimiento popular 1925-1936, Quito, CEDIS, 1984, pp. 58-61. 6 Mercedes Prieto, Liberalismo y temor: imaginando los sujetos indígenas en el Ecuador poscolonial. 1895- 1950, Quito, FLACSO/Abya-Yala, 2004. 7 Marisol de la Cadena, “Decencia y cultura política: los indigenistas del Cuzco en los años veinte”, Revista Andina, Año 12, No. 1, Cuzco, julio 1994, pp. 80-81. 8 José Carlos Mariátegui, “El proceso de la literatura”, en 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana [1928], Lima, Ed. Amauta, 1973, p. 335.
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El impacto de ideas sociales y políticas de origen mexicano estuvo presente en el Ecuador a través de varias manifestaciones de tipo intelectual. Pío Jaramillo Alvarado, en El indio ecuatoriano (1922), efectúa consideraciones sobre la participación campesina en la Revolución Mexicana y el modo en que podría producirse un efecto en el Ecuador. La mención que él hace de la Revolución Mexicana aparece como una amenaza. El contenido de la función social de la propiedad y el reconocimiento de los derechos laborales en la Constitución mexicana de 1917 estuvieron de hecho presentes en los debates que llevaron a incluir algunos principios sociales en la Constitución ecuatoriana de 1929. La figura de Vasconcelos tenía ya cierta importancia en los medios literarios a fines de la década de 1920, algo que quedó plasmado en uno de los ensayos que le dedica Benjamín Carrión en Los creadores de la Nueva América (1928). Vasconcelos hizo una gira al Ecuador en 1934 invitado por el gobierno de Velasco Ibarra con una amplia divulgación en la prensa. Otra figura importante que también estuvo en el Ecuador en los años treinta fue Moisés Sáenz, quien realizó un importante estudio sobre los indígenas del Ecuador en 1931 y fue Ministro Plenipotenciario de México en 1934. Sobre todo la influencia del indigenismo mexicano debe verse en el desarrollo de las ideas de mestizaje e integración de la población indígena en el marco de una afirmación nacionalista9. Siempre se ha situado el origen de la izquierda en los ecos del 15 de noviembre de 1922, la movilización popular guayaquileña que fue reprimida duramente y produjo centenares de muertos. También desde mediados de la década del diez, se producían movilizaciones indígenas que alcanzaron un mayor despliegue en las siguientes décadas. En la Asamblea Liberal de 1923 se incorporó el problema agrario y la necesidad de un orden legal para las relaciones laborales. En enero de 1924, ocurrió la llamada “revolución conservadora” encabezada por el Coronel Juan Manuel Lasso, quien era arrendatario de la hacienda Guachalá. Este curioso personaje tendrá una participación destacada en la fundación del Partido Socialista. La Revolución Juliana en 1925, gestada por militares reformistas, ponía el punto final a la época liberal y abría otra época de reformas caracterizada por la intervención del Estado en la economía y otras políticas modernizadoras que finalmente se institucionalizaron en la Constitución de 1929. 9 Mercedes Prieto, “Indigenismo: la red interamericana”, en J. F. Regalado (coord.), Ecuador y México. Vínculo histórico e intercultural (1820-1970), Quito, Museo de la Ciudad, 2010, pp. 250-264.
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La intensa conflictividad en el agro serrano durante la década de 1920 se evidenciaba en levantamientos y conflictos que fueron percibidos en aquel tiempo como estallidos y signos de malestar. Principalmente, se pueden identificar: a. Levantamientos locales; b. Conflictos entre haciendas y comunidades; y, c. Conflictos laborales. Los levantamientos locales eran movilizaciones que se encontraban motivadas por medidas estatales o disposiciones de las autoridades locales. Se puede destacar la oposición colectiva de indígenas a ser inscritos en los catastros de tierra, o a cualquier acto de registro estadístico estatal. Los actos de protesta colectiva se dirigían a las cabeceras parroquiales o pueblos mestizos que eran sitiados por los indígenas, reeditando formas de movilización y protesta colonial10. Estas sublevaciones locales, implicaban actos violentos y respuestas de tipo represivo con la presencia del ejército o la policía que dejaban un alto saldo de muertos y heridos. La mayoría de estos eventos de protesta se concentraron en las provincias de Chimborazo y Azuay. Las disputas entre haciendas y comunidades, fueron confrontaciones en las que estas buscaban consolidar o redefinir una territorialidad, ocupando de hecho tierras de haciendas; o como resultado del conflicto aparecían nuevas transacciones con los hacendados respecto a rentas en trabajo o dinero, y en ellas se prolongaban las tendencias de los conflictos del siglo XIX entre haciendas y comunidades que implicaron litigios legales. Contrariamente a lo que se piensa, las haciendas tenían dificultades en mantener su territorialidad11. Los conflictos de tipo laboral dentro de las haciendas, evidenciaban cómo comunidades huasipungueras o pequeños arrendatarios erosionaban el control patronal al haber copado espacios de las haciendas12. Los campesinos indígenas buscaban alterar las condiciones laborales, ampliando o defendiendo las economías campesinas dentro de las haciendas. La aparición intermitente de conflictos laborales en las haciendas, después de la supresión de la prisión por deudas en 1918, abre un ciclo de cuestionamiento a la autoridad patronal. 10 Martha Moscoso, “Estado, comunidad y levantamientos indígenas en las provincias de Azuay y Cañar 1830-1930”; Arturo Cevallos, “Sublevaciones y conflictos indígenas en Chimborazo, 1920-1930”, en F. Rosero (comp.), Estructuras agrarias y movimientos sociales en los Andes ecuatorianos (1830-1930), Quito, IIE-/PUCE/CONUEP, 1990, pp. 1-69 y 264-370; Michael Baud, “Campesinos indígenas contra el Estado. La huelga de los campesinos del Azuay, 1920/21”, Procesos, No. 4, 1993, pp. 41-72. 11 Hernán Ibarra, “La comunidad campesino/indígena como sujeto socioterritorial”, Ecuador Debate, No. 63, Quito, diciembre 2004, pp. 185-206. 12 Mercedes Prieto, Condicionamientos de la movilización campesina: el caso de las haciendas Olmedo/ Ecuador (1926-1948), Quito, Tesis, Departamento de Antropología, PUCE, 1978; Marc Becker y Silvia Tutillo, Historia agraria y social de Cayambe, Quito, FLACSO/Abya-Yala, 2009.
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Después de 1926, la gestión de las demandas de los huasipungueros de las haciendas de la Asistencia Pública en Cayambe y limitadamente en otras zonas de Cotopaxi y Chimborazo. De allí surgirán los liderazgos indígenas de Agustín Vega, Ambrosio Lasso, Jesús Gualavisí, Dolores Cacuango y Tránsito Amaguaña. La fundación del Partido Socialista ocurrió en Quito del 16 al 23 de mayo de 1926. Los miembros fundadores fueron intelectuales, dirigentes laborales, un terrateniente que se había declarado socialista (el Coronel Lasso), junto a la presencia testimonial de Jesús Gualavisí un líder indígena de Cayambe y la profesora María Luisa Gómez de la Torre. La Asamblea Socialista evidenció temas conflictivos en torno al punto de la propiedad y la afiliación a la Tercera Internacional. Precisamente en la discusión del tema de la propiedad surgieron fuertes divergencias que se saldaron con la intervención conciliadora del Coronel Lasso, quien propuso la “socialización de los medios de producción, distribución y cambio, debidamente controlados por el Estado Socialista en interés de la comunidad”13. Acerca de la afiliación a la Comintern, la asamblea la negó explícitamente, aunque aparece al final de las actas un texto que la menciona. Entre el Programa del Partido Liberal de 1923 y el Programa de Acción del PSE de 1926 hay una continuidad. Este último tenía 44 puntos bajo las definiciones de “táctica” e “intervención política” con la propuesta de medidas que apuntaban a un nuevo ordenamiento legal que realice medidas a favor de las capas medias, los trabajadores y el campesinado. Había también numerosas referencias al mejoramiento cultural de la población mediante la educación. Los fundadores del naciente partido exhibieron en las deliberaciones posturas liberales, bolcheviques, anarquistas y gremialistas, de acuerdo a su procedencia original. Además, se perfilaban cuestiones de naturaleza regional por la confrontación entre quienes pertenecían a Quito o Guayaquil, o los miembros de provincia que esperaban que la naciente organización sirviera para proyectar demandas locales al Estado central14. Sin embargo, todo el proceso de formación de la izquierda que empezó con la fundación del Partido Socialista estuvo marcado por la vigencia de la Tercera Internacional, conocida como Comintern puesto que se constituyó en una referencia imprescindible que definió vínculos y esquemas de pensamiento. 13 Labores de la Asamblea Nacional Socialista y Manifiesto del Consejo Central del Partido (16-23 mayo), Guayaquil, Imprenta El Tiempo, 1926, p. 44 14 Alexei Páez, Los orígenes de la izquierda ecuatoriana, Quito, FIAAM/Abya-Yala, 2001, pp. 116-119.
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La Comintern concibió a América Latina inmersa en la cuestión colonial y semicolonial. Como observó Aricó, la especial dificultad que existió en Marx para pensar América Latina procedía de una perspectiva eurocéntrica, algo que inicialmente caracterizó a la Comintern puesto que estuvo concentrada en la formación y problemática de los partidos comunistas de Europa occidental. LA FUNCIÓN DE LA COMINTERN La Tercera Internacional se constituyó en 1919 directamente impulsada por el Partido Bolchevique de la Unión Soviética en el marco de una coyuntura de radicalización que se expresó en la Revolución Alemana de 1918 y la Revolución Húngara de 1919, procesos que fracasaron. Por otra parte, los partidos socialdemócratas europeos se encontraban en crisis internas con minoritarios segmentos radicalizados y mayorías que defendían puntos de vista reformistas producto de una dilatada experiencia de participación electoral. La Segunda Internacional (1889-1914) que fue conformada por los partidos socialdemócratas europeos se encontraba en crisis a partir de las fuertes discrepancias que produjeron las actitudes divergentes sobre el internacionalismo en la situación de la Primera Guerra Mundial que se tradujo generalmente en el apoyo a los intereses de cada país en la contienda. Entre 1919 y 1924 se constituyeron la mayoría de partidos comunistas en Europa y solo unos pocos en Asia y América Latina, entre estos, los partidos comunistas de Argentina (1918), México (1919), Uruguay (1920), Brasil (1921), y Chile (1922). En realidad, los vínculos de la naciente izquierda ecuatoriana con la Comintern habrían comenzado a mediados de la década de 1920 con el Secretariado Sudamericano de la Comintern establecido en Buenos Aires, pero fueron contactos esporádicos a los que el Partido Comunista argentino no les prestó mayor atención. La presencia en el Ecuador de Rafael Ramos Pedrueza, un diplomático mexicano comunista, permitió una relación con la Comintern al constituirse en 1925 el Grupo Lenin en el que participaba Ricardo Paredes. En 1924 se empezó a publicar La Antorcha, un periódico que aglutinaba a intelectuales que proclamaban ideales socialistas, entre ellos, el mismo Paredes y Luis Maldonado Estrada. Paredes, de origen riobambeño, se gradúo de médico en la Universidad Central de Quito en 1921 con una tesis sobre la sífilis en la transmisión sexual15. Maldonado Estrada, en cambio, fue uno de los jóvenes dirigentes laborales que estuvo en primera fila en las movilizaciones populares que desembocaron en el 15 de noviembre
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de 1922 en Guayaquil; y quien en los años treinta tendrá un rol fundamental en el desarrollo del PSE. Se había producido la relación de un primer núcleo comunista con la Tercera Internacional por la mediación del Partido Comunista mexicano, pero por presión norteamericana, las autoridades ecuatorianas pidieron la salida de Ramos Pedrueza16. Este núcleo había sido admitido por la Comintern y actuaba de modo organizado cuando se produjo la fundación del Partido Socialista Ecuatoriano en 1926. De modo que el PSE, tenía a su interior una estructura paralela encabezada por Ricardo Paredes, quien tuvo una relación muy cercana con Isidro Ayora, el Presidente del Ecuador puesto en funciones por mediación de los militares julianos en 1926. En las Actas de la fundación del PSE, se aprecia justamente la controversia sobre la afiliación a la Comintern, algo que no fue aprobado, pero que los historiadores rusos Lazar Jeifets y Víctor Jeifets la dan por resuelta. Estos historiadores han trabajado sobre la documentación de la Comintern que establece una afiliación de dos partidos. Ricardo Paredes estuvo en Moscú entre 1927 y 1928, y participó en el VI Congreso de la Comintern. En 1928, la dirección del PSE pidió la afiliación a la Comintern y también se encontraba en camino la afiliación del PCE que era una estructura secreta dentro del PSE. Todo esto obviamente creaba fricciones dentro de PSE, puesto que un amplio sector estaba en contra de la afiliación a la Tercera Internacional. Entre 1928 y 1930, se produjeron fraccionamientos y pugnas que revelaban el carácter heterogéneo del PSE. Así es como ha quedado en los registros de la izquierda ecuatoriana una memoria paralela (y confusa) en torno al I Congreso de 1926. El PSE lo declara como el año de su fundación, y el PCE como su I Congreso. El II Congreso del PCE, siguiendo su memoria, ocurrió en 1931, tras su estructuración bajo la plena adhesión a las famosas 21 condiciones de la Comintern. Entonces, tanto el PCE como el PSE declaran su fecha de nacimiento en 1926. El PSE tuvo un acto refundacional en un Congreso de 1933. En el conocimiento usual de la izquierda, la fundación del PCE en 1931 se considera como una escisión del PSE. 15 Ricardo Paredes, La sífilis, Tesis para optar el título de Doctor en Medicina, Quito, Universidad Central, 1921 (fragmento), incluido como anexo en Germán Rodas, Ricardo Paredes. El médico que se formó bajo la huella de la Revolución Juliana, Quito, UASB/CEN, 2011, pp. 117-143. 16 Lazar Jeifets y Víctor Jeifets, “Los orígenes del Partido Comunista del Ecuador y la Tercera Internacional”, iZQUIERDAS, Año 3, No. 6, Santiago, 2010, pp. 3-4. Este novedoso artículo está sustentado principalmente en los documentos de la Comintern sobre el PCE, pero tiene imprecisiones sobre la época.
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Pero el ambiente internacional de radicalización que se vivió entre 1918 y 1920 tendió a declinar en el transcurso de la década de 1920. Además la Unión Soviética había ingresado en una época muy difícil como efecto de la guerra civil y un retroceso significativo de su producción agrícola e industrial. Después de la muerte de Lenin en 1924, se abrió un período de luchas internas por la sucesión del poder en el Partido Bolchevique que terminó en el ascenso de Stalin tras derrotar a Trotsky, quién se convertiría en un adversario perseguido implacablemente. Fueron estas las circunstancias que estuvieron como telón de fondo del VI Congreso de la Internacional Comunista (1928) que radicalizó notablemente las posiciones ya sostenidas en los anteriores congresos. La Comintern se concebía a sí misma como el Partido de la Revolución Mundial con secciones conformadas por los Partidos Comunistas nacionales. El Programa que postulaba, establecía una diferencia entre los países imperialistas, las colonias, las semicolonias y los países dependientes. En cada uno de esos grupos de países habían especificidades que la Comintern procuraba en sus argumentos señalar cuáles eran las condiciones para la realización de una dictadura mundial del proletariado. Se insistía en el derrumbe del capitalismo por su tendencia a las crisis. Los adversarios principales según la Comintern eran las clases dominantes, pero se ponía mucho énfasis como antagonista a la socialdemocracia. Otros contendientes que aparecían en el espectro de enemigos eran el sindicalismo católico, los anarquistas y el sindicalismo reformista a los que había que disputar la influencia. El modelo de partido que la Comintern proponía, era altamente centralizado y disciplinado, portador de la conciencia proletaria y poseedor de la teoría marxista: La existencia, en cada país, de un partido comunista cohesionado, curtido en el combate, disciplinado, centralizado, ligado estrechamente a las masas, es una condición previa para la lucha victoriosa de la Internacional Comunista por la dictadura del proletariado. El partido constituido por los elementos mejores, más conscientes, más activos y más valerosos de la clase obrera, es la vanguardia de esta última y encarna toda la experiencia de su lucha. El partido, que se apoya en la teoría revolucionaria del marxismo, que representa los intereses generales y permanentes de la clase obrera, personifica la unidad de los principios, de la voluntad y de la acción revolucionaria del proletariado. El Partido Comunista es una organización revolucionaria unida por una disciplina férrea y por las reglas severísimas del centralismo
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democrático, lo cual se consigue por medio de la elevada conciencia de la vanguardia del proletariado, por su abnegación revolucionaria, por su aptitud para ligarse estrechamente con las masas proletarias y por su acierto en la dirección política, comprobado y explicado por la experiencia de las masas mismas17.
En la medida en que lo colonial había sido un problema que cobraba importancia desde mediados de la década del veinte, en el VI Congreso de la Izquierda Comunista se expusieron con mayor importancia las situaciones y tareas que requerían la inmensa cantidad de países concebidos en la perspectiva de lo colonial y lo semicolonial. Esto sin embargo, con limitaciones de distinto orden18. En primer lugar, el desconocimiento de las situaciones nacionales que impedía ubicar la naturaleza de las clases, y de los distintos grados de penetración del capital, y en segundo lugar la ausencia de tradiciones marxistas o socialdemócratas que hayan desarrollado un pensamiento marxista nacional, cuya mayor excepción fue el teórico marxista peruano José Carlos Mariátegui. Para los países coloniales y semicoloniales, fue definida la tarea de realización de revoluciones democráticas burguesas, sobre la base de la dictadura de obreros y campesinos que debía emerger en torno a órganos de poder obreros y campesinos que aseguren el tránsito al socialismo, esto es, de acuerdo al modelo soviético. Todo esto suponía que un proceso revolucionario debía estar dirigido por el proletariado y el Partido Comunista, deslindando campos con la pequeña burguesía y los burgueses nacionales19. Entonces, prácticamente las alianzas de clase se reducían a la clase obrera y al campesinado que debían enfrentar simultáneamente al imperialismo y a las clases dominantes locales20. Entre 1928 y 1933 ocurrió el decisivo proceso de radicalización de la Internacional Comunista. Durante su VI Congreso se estableció una línea de confrontación abierta con los partidos socialdemócratas que fueron acusados 17 Programa de la Internacional Comunista [1928], en VI Congreso de la Internacional Comunista. Tesis, manifiestos y resoluciones. Primera parte, Cuadernos de Pasado y Presente, No. 66, México D.F., Siglo XXI, 1978, p. 303. 18 Ver José Aricó, “Mariátegui y la formación del Partido Socialista en el Perú”, en Socialismo y participación, No. 11, Lima, septiembre 1980, pp. 139-167. 19 “Tesis sobre el movimiento revolucionario en las colonias y semicolonias”, en VI Congreso de la Internacional Comunista. Tesis, manifiestos y resoluciones. Primera parte, Cuadernos de Pasado y Presente, No. 66, México D.F., Siglo XXI, 1978, pp. 188-242. 20 Ricardo Paredes, “Informe de la delegación latinoamericana sobre el Programa de la Internacional Comunista”, en VI Congreso de la Internacional Comunista. Informes y discusiones, Segunda parte, Cuadernos de Pasado y Presente, No. 67, México D.F., Siglo XXI, 1978, p. 185.
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de “socialfascistas”, un término que había aparecido en 1922 pero que luego fue abandonado cuando se produjeron alianzas con la socialdemocracia. De hecho en el VI Congreso las discusiones fueron muy polémicas, y el término no fue aceptado, aunque la Comintern procedió a usar de modo reiterado esa expresión desde 192921. Todo esto implicó una confrontación con la socialdemocracia y en el caso alemán terminó en la llegada del nazismo al poder en 1933. El trasfondo de este momento tenía que ver también con el ascenso de Stalin al poder en 1928 tras la liquidación de sus opositores en el marco de la colectivización forzosa de la URSS. La crisis mundial de 1929 sirvió aparentemente para confirmar esta línea radical puesto que originó respuestas movilizadoras de trabajadores en varios países europeos. Este giro de la Comintern también estuvo acompañado por la ausencia de democracia interna en la toma de decisiones. La categoría “socialfascismo”, diseñada originalmente para Europa, fue trasladada hacia América Latina22 y sirvió para calificar a las expresiones políticas nacionalistas como el APRA peruano. Por ello, no es extraño que el Partido Comunista haya calificado a los socialistas ecuatorianos como socialfascistas y traidores en 193323. El análisis de Jules Humbert Droz acerca de los países de América Latina en el VI Congreso de la Tercera Internacional tenía como perspectiva la cuestión de cómo interpretar países tan distintos como los de América Central y de América del Sur dentro del concepto tan general de países semicoloniales. Un punto sensible puesto que a los delegados latinoamericanos les parecía un término peyorativo en la medida que ellos suponían que sus países eran independientes. Droz anotaba que estaba ocurriendo un cambio de control hegemónico desde Inglaterra hacia Estados Unidos en su papel de inversionista en América Latina, lo que se traducía en el impulso al desarrollo industrial que implicaba también el control a las burguesías nacionales. La presencia de la Misión Kemmerer en los años veinte en América del Sur sería además un caso de intervención en la reorganización de las políticas económicas y administrativas de los gobiernos. Droz insistía en que las mayores fuentes de movilización contrarias al sistema 21 Milos Hajek, “La táctica de la lucha de ‘clase contra clase’ en el VI Congreso”, en VI Congreso de la Internacional Comunista. Tesis, manifiestos y resoluciones. Primera parte, Cuadernos de Pasado y Presente, No. 66, México D.F., Siglo XXI, 1978, pp. 40-42. 22 Cfr. Bureau Sudamericano de la Internacional Comunista, “Las tareas de los partidos comunistas en el frente ideológico” [1932], en Socialismo y participación, No. 11, Lima, septiembre 1980, pp. 99-114 23 Bandera Roja, octubre 1933, op. cit., por Robert J. Alexander, Communism in Latin America, Nueva Jersey, Rutgers University Press, 1957, p. 238.
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estaban en los sectores campesinos enfrentados a los terratenientes, y suponía que esas luchas tendrían que ser dirigidas por el proletariado. Aunque distinguía los países con mayor desarrollo económico de aquellos que tenían una mayor base agraria y rural, lo semicolonial implicaba un control menos directo sobre los países, pero también con la capacidad de intervenciones militares directas como había ocurrido en Cuba y Nicaragua. México era concebido como un país donde la revolución dirigida por la pequeña burguesía se había estancado en una fase inicial y era necesario impulsar su radicalización. Droz ofreció una curiosa interpretación de la Revolución Juliana que habría tenido una conexión con insurrecciones campesinas: Un movimiento con distintas características se desarrolla en Ecuador, donde, bajo la influencia de las insurrecciones campesinas, el ejército consumó en 1925 un golpe de Estado, llevando al poder a la oficialidad. Este gobierno, luego de haber votado un decreto para la transferencia de las tierras a los campesinos, ha fracasado igualmente en la conducción de la revolución agraria24. No ha expropiado a los grandes terratenientes, lo que ha provocado nuevas insurrecciones por parte de los campesinos y los indígenas contra el gobierno. La revolución agraria está aún por hacerse25.
Ricardo Paredes participó como delegado del Partido Socialista y el Partido Comunista en el VI Congreso de la Comintern26. En una de sus intervenciones planteó que la Internacional Comunista subestimaba el papel del proletariado en los países dependientes, que eran distintos a los coloniales y semicoloniales, tanto por el menor peso del imperialismo como por la menor importancia que tenía el problema agrario. Ricardo Paredes, retomado la tesis no desarrollada de Lenin sobre los países dependientes que se distinguían de las colonias y semicolonias por su mayor autonomía frente al capital extranjero, sugirió a la Internacional Comunista que se agregara a la definición de países coloniales 24 Droz seguramente se estaba refiriendo a la Ley de Patrimonio Territorial del Estado de 1927. En esta ley se concretó por primera vez el reconocimiento legal de las tierras de las comunidades indígenas del Ecuador. 25 Jules Humbert Droz, “Sobre los países de América Latina” [1928], en VI Congreso de la Internacional Comunista. Informes y discusiones. Segunda parte, Cuadernos de Pasado y Presente, No. 67, México D.F., Siglo XXI, 1978, pp. 311-312. 26 Ricardo Paredes, “Informe de la delegación latinoamericana en el debate sobre el problema colonial”, en VI Congreso de la Internacional Comunista. Informes y discusiones. Segunda parte, Cuadernos de Pasado y Presente, No. 67, México D.F., Siglo XXI, 1978, pp. 176-186.
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y semicoloniales, la de países dependientes, comprendiendo dentro de estos a Argentina, Brasil, Uruguay, México y Ecuador. El caso ecuatoriano se caracterizaba por una débil penetración del capital extranjero. En un gran número de estos países (dependientes) el proletariado agrícola es mucho más numeroso que el campesinado. Es verdad que no se puede colocar al proletariado industrial y al proletariado agrícola en el mismo plano, pero la concentración de un gran número de asalariados en los latifundios constituye una fuerza muy poderosa. Debido a la subestimación de la burguesía y del proletariado y a la sobrestimación del campesinado, todos los problemas de estos países son encarados solamente desde el punto de vista de la repartición de las tierras y de la lucha contra el imperialismo27.
Sin embargo, sostenía Paredes, que Perú, Ecuador, México y Bolivia se caracterizaban por tener una inmensa población indígena cuyas formas de organización comunal podían facilitar “la cooperación socialista en el campo. Los indios americanos tienen un espíritu colectivista muy notable”28. Pero los indígenas debían también ser analizados dentro de la problemática de las razas oprimidas. Otro aspecto tratado en la intervención de Paredes fue el de las revoluciones “pequeño burguesas”, dentro de las que cabían la Revolución Mexicana de 1910 y la Revolución Juliana del Ecuador. En el caso ecuatoriano se habían puesto en práctica algunas medidas radicales y de oposición al imperialismo. Su diagnóstico de la burguesía nacional era que no estaba separada de los sectores terratenientes y feudales. En tanto que había que tener cuidado en las alianzas con la pequeña burguesía. Dos eventos internacionales que se realizaron para concentrar la actividad de las secciones nacionales de la Internacional Comunista en América Latina, profundizaron esta línea, pero dándole énfasis y consecuencias prácticas. El primero era un evento sindical, el Congreso constitutivo de la Confederación Sindical Latinoamérica (CSLA) realizado en mayo de 1929 en Montevideo, al que asistieron delegados ecuatorianos de la Confederación Obrera y Campesina del Guayas y otro de los gremios de Quito29. El segundo evento, prácticamente una prolongación del anterior, fue la Conferencia Comunista Latinoamericana realizada en junio de 1929 en Buenos Aires30. Estos eventos, 27 Op. cit., p. 356. 28 Ibíd., p. 180. 29 CSLA, Bajo la bandera de la CSLA, Montevideo, Imp. La Linotipo, 1929.
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que afincaron la presencia de la Comintern en América Latina, viabilizaron los planteamientos del VI Congreso de la Izquierda Comunista prácticamente en dos frentes: el de la construcción de los partidos y las tareas en los gremios. La construcción de los partidos, debía pasar por su “bolchevización” y “proletarización”, debilitando la influencia de la pequeña burguesía. Se partía para eso de la premisa de que las condiciones de América Latina permitían un paso rápido de la revolución democrático-burguesa a la revolución proletaria, la cual era vista en forma inminente31. En definitiva, la organización de “verdaderos” partidos pasaba por arrebatarle a la pequeña burguesía la dirección del movimiento social y la conducción de partidos tales como el PSE y el Partido Socialista Revolucionario de Colombia a cuyo interior se había gestado una resistencia a la Tercera Internacional. En el terreno sindical, el Congreso de la CSLA reconoció que predominaba en el movimiento obrero latinoamericano, la organización artesanal32, y se postulaba la necesidad de pasar de este tipo de organización al sindicato de industria. Esto era un complemento a la definición del partido, porque los artesanos también quedaban englobados en la difusa pequeña burguesía. Entonces, se fijaba una línea organizativa que básicamente consideró al proletariado rural y urbano en la estrategia sindical. El conocimiento del movimiento obrero que aparecía de primordial importancia, requería realizar un análisis que diera énfasis al aparecimiento de núcleos de trabajadores en la sociedad ecuatoriana. Es llamativo como Ricardo Paredes daba una excesiva importancia al aparecimiento de masas de trabajadores, por ejemplo, “decenas de miles” en los ingenios azucareros y trabajadores urbanos en las fábricas. La presencia de población indígena de la amazonia, constituida por “indios semisalvajes” contrastaba con la existencia de comunidades indígenas en la sierra como sobrevivencia de la época incásica. Su descripción del 15 de noviembre de 1922 y algunos esfuerzos organizativos, mostraban una actividad reivindicativa y un proceso de radicalización de los trabajadores. A esta importancia desmesurada que Paredes daba al desarrollo del capitalismo y a un numeroso proletariado se unía su interpretación de la 30 La Primera Conferencia Comunista Latinoamericana se realizó en junio de 1929. Asistieron 38 delegados directos de los partidos comunistas y socialistas de Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Ecuador estuvo representado por el Partido Socialista Ecuatoriano. 31 Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, El Movimiento Revolucionario Latinoamericano. Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, Buenos Aires, Ed. La Correspondencia Sudamericana, 1929, p. 98. 32 CSLA, op. cit., p. 35.
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Revolución Juliana que llega a calificarla de “una revolución que merecía muy bien el nombre de socialista”. A la fecha, creía que el gobierno de Ayora era un gobierno laborista semejante al de Calles en México. Pensaba que tanto en Colombia como en Ecuador, “el proletariado tiene un Estado de espíritu revolucionario”33. Un problema nuevo y que no fue discutido, se hizo presente en el VI Congreso de la Izquierda Comunista, se lo señaló como el “problema de las razas”, y que adquiría una dimensión significativa en países como Perú, Bolivia y Ecuador, donde el campesinado indígena era numeroso y se encontraba en un proceso de movilización. Para el Congreso de la CSLA, fue puesto en consideración por el peruano Hugo Pesce un trabajo de José Carlos Mariátegui titulado “El Problema Indígena”34 como un esquema de tesis que no fue aprobada, y que en la I Conferencia Comunista Latinoamericana, nuevamente presentado por Pesce, suscitó discusiones que enfrentaron a los delegados peruanos con los representantes de la Comintern35, donde tampoco se alcanzó una resolución, pero quedaron en el tapete dos concepciones: 1. El argumento de Mariátegui, que sostenía que el problema indígena se enmarcaba en la fusión de la reivindicación indígena con el socialismo, y pasaba necesariamente por la destrucción del gamonalismo y la propiedad terrateniente semifeudal, incorporándose la movilización del campesinado indígena como una vertiente en la construcción de la nación. 2. La posición mantenida por los delegados de la Tercera Internacional que conceptuaban el problema indígena como un problema nacional, esto es, de nacionalidades oprimidas que debían luchar por su autodeterminación contra el Estado feudal-burgués. Esta concepción del problema indígena como autodeterminación de las naciones es la que prevaleció. De esta manera, en 1931, el candidato indígena Eduardo Quispe y Quispe se presentó como un candidato simbólico (extralegal) del Partido Comunista Peruano que levantaba como principal aspecto de la campaña, la consigna de autodeterminación de las minorías Quechua y Aymara36. 33 Ricardo Paredes, “El movimiento obrero en el Ecuador”, La Internacional Sindical Roja, No. 1, París, agosto 1928, pp. 76-81. 34 Ibíd., pp. 147-159. El ensayo es parecido en su fundamentación al que consta con el mismo título en los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928). 35 Bureau Sudamericano de la Internacional Comunista, 1929, pp. 264-317. 36 Carmen Rosa Balbi, El Partido Comunista y el APRA en la crisis revolucionaria de los años treinta, Lima, G. Herrera Editores, 1980, pp. 120-122.
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La tesis de la autodeterminación de las naciones aplicada al problema indígena siguió manifestándose37 más aún, se hicieron campañas para “desmariateguizar” al Partido Comunista Peruano, esfuerzo que no se vio concluido porque todavía en 1935 se decía que el Partido Comunista Peruano luchaba contra el APRA y los “residuos del mariateguismo”38 y ese era su “lado fuerte” en opinión de la Comintern. Es indudable que el pensamiento de Mariátegui quedó silenciado después de su muerte, puesto que sus textos solo fueron reeditados después de 1950 y alcanzaron una inusitada influencia en la década de 1970 con nuevas interpretaciones y discusiones sobre su legado teórico y político. Una explícita opinión oficial de condena provino del teórico soviético Miroshevski, quien hizo una crítica de su pensamiento al que se le dio atributos democráticos y pequeño burgueses porque no había captado las claves del pensamiento marxista leninista. Realizó un paralelo de las ideas de Mariátegui con el populismo ruso por su identificación con la comunidad indígena. Además había idealizado el incario como sociedad igualitaria. “Lo original en el planteo de Mariátegui reside en que, para fundamentar su afirmación del carácter socialista de la revolución inmediata en el Perú apela a argumentos que parten del romanticismo nacionalista, de la idealización del régimen social inca, de la fetichización “populista” de la comunidad campesina”39. Añadía Mirishevski que “sus puntos de vista nada tienen en común con el socialismo proletario. Sus ideas fueron los sueños utópicos de un intelectual pequeño burgués en un país campesino, atrasado”40. Existe un relativo acuerdo en que lo más resaltante del pensamiento de Mariátegui, consistía en un conjunto de ideas que aspiraban a construir un proyecto socialista anclado en la tradición cultural nacional popular a través 37 Cfr. Las tareas de los partidos comunistas en el frente ideológico, 1932. 38 Materiales sobre la actividad de las secciones de la Komintern, (...), 1935, pp. 137. En este documento, más adelante se dice: “Mariátegui (fallecido en 1930), a quien le cabe un lugar sobresaliente en la historia del movimiento revolucionario peruano, no pudo librarse íntegramente de los residuos de su pasado aprista. Vaciló en la cuestión de la creación del Partido Comunista como partido de clase del proletariado y no comprendió del todo su significado. Conservó su ilusión sobre el papel revolucionario de la burguesía peruana y subestimó la cuestión nacional indígena, que él identificaba con la cuestión campesina”. 39 V. M. Miroshevski, “El ‘populismo’ en el Perú. Papel de Mariátegui en la historia del pensamiento social latinoamericano” [1941], en José Aricó (ed.), Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, Cuadernos de Pasado y Presente, N° 60, México D.F., Siglo XXI, 1978, p. 67. El texto de Miroshevski apreció originalmente en la revista cubana Dialéctica en 1942. 40 Ibíd., p. 69.
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de su reivindicación de la comunidad indígena41. Pero más allá de esto, se encuentra un problema sugerido por Gerardo Leibner acerca del modo en que se produjo el acercamiento de Mariátegui al mundo andino puesto que paradójicamente estaba más informado de la realidad internacional que de lo que ocurría en la sierra peruana. Entonces, Mariátegui debería ser pensado más en el contexto del vigoroso pensamiento indigenista peruano que alcanzó un intenso desarrollo precisamente en la década de 192042. Su marxismo, surgido sobre todo de su experiencia italiana, se encuentra inserto en el rico debate intelectual peruano sobre la sociedad indígena y una circunstancia de movilización expresada en un importante ciclo de rebeliones indígenas en la sierra peruana. En 1928, Enrique Terán (1887-1943) dictó la conferencia “La dictadura del proletariado”, que muestra el grado de asimilación de algunas ideas provenientes del marxismo en un intelectual bohemio de raíz modernista que había animado y dirigido la revista Caricatura (1918-1924) de profundo impacto por su crítica corrosiva a través de la caricatura política y posiciones antagónicas al mundo cultural dominante. Sus juicios sobre el Estado como instrumento de dominación y la necesidad de su destrucción, sigue las ideas leninianas de El Estado y la revolución junto a argumentos surgidos del Manifiesto Comunista de Marx y Engels sobre la dominación capitalista. En aquellos días, Terán había aceptado la vinculación con la Tercera Internacional de la que poco tiempo después se retractaría públicamente. Al exaltar la Revolución Rusa, también resaltó la figura de Trotski en un año en que su presencia se encontraba en declinación. El uso de la violencia era considerado imprescindible: “La violencia empleada contra los que oprimen masas enteras de trabajadores, la violencia en favor de millones de seres explotados, nunca, jamás pueda ser mala, esta violencia es sagrada”43. Una rápida referencia al país, le permite afirmar que las experiencias conservadora y liberal solo significaron la dominación. Su comprensión de la “clase proletaria, dentro de la cual se engloban intelectuales, artistas, obreros, campesinos y soldados”, emerge como una manera de ampliar una referencia de clase abarcadora. Un punto mencionado de modo rápido es la necesidad del partido de vincularse 41 Alberto Flores Galindo, La agonía de Mariátegui, Lima, Instituto de Apoyo Agrario, 1989. 42 Gerardo Leibner, El mito del socialismo indígena en Mariátegui, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1999. 43 Enrique Terán, La dictadura del proletariado, Quito, Imprenta del Consejo Central del PSE, 1929, p. 17.
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con los indígenas. Sobre todo Terán insistió en el papel atribuido a los soviets en la Revolución Rusa. Las circunstancias específicas de la lucha política situaron al novel Partido Comunista ante la intervención electoral. El Partido Comunista participó en las elecciones de 1931 con Antonio Ruiz Flores, su candidato presidencial que provenía del gremio de peluqueros de Milagro. Esas elecciones fueron ganadas por Neptalí Bonifaz, un terrateniente conservador que sustentó su campaña en la Compactación Obrera Nacional (CON), una organización que tuvo una inmensa capacidad de reclutamiento de artesanos, trabajadores y clases medias cuyas demandas incluían reformas sociales44. La acción de la CON fue una evidencia del peso de las ideologías y elites conservadoras en el mundo popular quiteño. El manifiesto del bloque obrero-campesino (1932), divulgado en las elecciones parlamentarias de ese año, propone reivindicaciones que incluyen demandas de obreros, soldados y campesinos deslindando campos con la corriente conservadora de Bonifaz y los socialistas y liberales. Se proponía el voto universal y algo que cabe en las demandas de tipo étnico, considerando a indios y negros como nacionalidades oprimidas: La defensa de los indios y negros, no solamente como clases explotadas y oprimidas, sino también como nacionalidades oprimidas, constituye una de las bases fundamentales de la lucha del proletariado45.
La descalificación presidencial de Bonifaz por parte del Congreso, ocasionó la Guerra de los Cuatro Días que enfrentó entre sí a facciones del ejército y la policía en Quito, entre el 27 y el 30 de agosto de 1932. Las intervenciones del Partido Comunista durante el gobierno de Martínez Mera y luego en la campaña electoral de 1933 cuando Ricardo Paredes se presentó como candidato presidencial, llamaban a la unidad de obreros, indios, negros y soldados. En esas elecciones triunfó José María Velasco Ibarra, mientras que Paredes obtuvo una escasa votación. Apareció la propuesta de las repúblicas de indios y negros y también la formación de órganos de poder obrero y popular. 44 Guillermo Bustos, “La politización del ‘problema obrero’. Los trabajadores quiteños entre la identidad ‘pueblo’ y la identidad ‘clase’ (1931-34)”, en Simón Pachano (ed.), Ciudadanía e identidad, Quito, FLACSO, 2003, pp. 189-229. Ver una visión general de esa coyuntura en Patricio López, Ecos de revuelta. Cambio social y violencia política en Quito (1931-1932), Quito, FLACSO, 2011. 45 El manifiesto del bloque obrero-campesino, 2 de mayo 1932 (hojas volantes), 1921-1932, D. Polit Partid., p. 247, Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit (BEAEP). Disponible en: http://www.yachana.org/earchivo/comunismo/bloque2mayo32.php.
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Un programa de demandas sociales y políticas llama a la “entrega de todo el poder a los consejos de obreros, campesinos, indios, negros, i soldados, organizados en todos los lugares de trabajo, estableciendo el gobierno obrero i campesino”46. En estas intervenciones electorales del Partido Comunista, las votaciones obtenidas fueron bastante exiguas, pero implicaron una aparición pública en confrontación directa con liberales, conservadores y socialistas. EL PAPEL DE LOS INTELECTUALES El surgimiento de los intelectuales en un sentido moderno tuvo variadas condiciones en los diversos países europeos con la expansión de la educación en el siglo XIX y la creación de mercados culturales. Se trataba del aparecimiento masivo de productores culturales que manejaban destrezas en la escritura y las disciplinas artísticas. Aunque no ocurrió de forma masiva, importantes segmentos de la intelectualidad se adhirieron a la socialdemocracia y los partidos obreros en Europa. Pero la invocación al papel de los intelectuales en la acción política directa adquirió una definición fundacional en ¿Qué hacer? (1902), el controversial texto de Lenin donde se asignaba un papel central a los intelectuales como organizadores y propagandistas de la naciente socialdemocracia rusa. Su razonamiento establecía que los trabajadores estaban en la imposibilidad de alcanzar una conciencia política por sí mismos. En tanto las acciones reivindicativas por sí solas solo conducían a una conciencia sindicalista y organizaciones laborales que carecían de una capacidad de acción política. Sostenía que la conciencia política de los trabajadores solo “podía ser introducida desde fuera”, puesto que “la doctrina del socialismo ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas, elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, por los intelectuales”47. Esto tenía por supuesto una peculiaridad rusa, donde un fermento intelectual posterior a 1860 permitió la aparición de núcleos estudiantiles descontentos con el régimen autocrático y la denominación de intelligentzia a un grupo social que participaba activamente en la vida cultural y promovía actitudes contestatarias48. 46 Ricardo Paredes, candidato del Partido Comunista, Imprenta La Económica [1933], colección privada de Leonardo J. Muñoz. Disponible en: http://www.yachana.org/earchivo/paredes1933_es.php. 47 V. I. Lenin, ¿Qué hacer?, Moscú, Editorial Progreso, 1970, p. 142. 48 Christope Charle, Los intelectuales en el siglo XIX, Madrid, Siglo XXI, pp. 163-164.
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No es posible saber si el texto de Lenin fue conocido en el país en aquel tiempo, pero su argumentación ya formaba parte del cuerpo doctrinal de la Comintern. Aunque hace falta un mejor conocimiento de la esfera cultural de esos años, la cuestión de los intelectuales se presentó en los orígenes de la izquierda bajo una imagen conflictiva. Por ejemplo, en 1929, decía Ricardo Paredes que en el Partido Socialista existía un defecto muy negativo, el “(…) intelectualismo infecundo, no solamente arraigado entre nuestros intelectuales, sino aún entre muchos obreros. Este intelectualismo se traduce por la locura de la ilustración, por la bibliofagia insaciable, leer, leer, leer: como un diabético ingiere agua y alimentos sin saciarse nunca, eliminando lo que ingiere sin aprovechar apenas su organismo. Necesitamos luchar contra estos toneles sin fondo que guardan todos sus conocimientos para estar rumiándolos con deleite o esconderlos en el fondo de su subconsciente. Nosotros necesitamos luchadores, hombres, energía, pensamiento, no bibliotecas cerradas”49. Si el intelectualismo aparecía como una desviación había que luchar contra los intelectuales que tenían un peso significativo en la organización. Esta sería la paradoja de Paredes: un intelectual que descalificaba a otros intelectuales con un argumento anti intelectual. Aquí cabe un hecho anecdótico: Jorge Carrera Andrade, quién sería años más tarde un reconocido poeta, fue nombrado como delegado del PSE para asistir al VI Congreso de la Comintern en 1928, pero por un desfase en el complicado viaje a Moscú no alcanzó a llegar al evento. Según Ricardo Paredes, el poeta se había entretenido en el camino con asuntos ajenos al Congreso y pidió sanciones disciplinarias. Precisamente el tema del papel de los intelectuales apareció en las motivaciones de las discrepancias de un conjunto de militantes del PSE que habían cuestionado la política de la Comintern acerca de poner en la dirección a trabajadores cuando se encontraba en marcha la estructuración del Partido Comunista, que operaba como un núcleo secreto al interior del PSE. Un manifiesto de enero de 1931, suscrito entre otros por Enrique Terán, Leonardo Muñoz y Juan Genaro Jaramillo donde renunciaban al partido, sostenía que “el proletariado es el llamado a dirigir el partido en mayoría, pero reconozcamos también la obra de los intelectuales sinceros”50. A mediados de la década de 1930, se produjo una polémica acerca de los intelectuales entre Jorge Hugo Rengel y Joaquín Gallegos Lara (1909-1947) que tuvo su origen en un artículo de Rengel, “La nueva ecuatorianidad”, 49 (Ricardo Paredes) La Primera Conferencia del Consejo Central Ampliado del Partido Socialista Ecuatoriano. Sección de la III Internacional Comunista, Quito, Imp. del Partido Socialista Ecuatoriano, 1929, p. 8. 50 Manifiesto al proletariado ecuatoriano, Quito, 6 de enero 1931 (hoja volante).
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publicado en la revista lojana Bloque en 1935, donde resaltaba el aparecimiento de una nueva literatura en Guayaquil como una ciudad de avanzada por su mayor modernización. Sostenía que la cuestión más relevante en la literatura que había puesto su atención en los montubios se vinculaba a la necesidad de examinar al mestizaje como un aspecto que debía ser reconocido más allá de la presencia indígena en la sierra ecuatoriana. Decía que “el sedimento humano preponderante en el Ecuador es el mestizo”51. Aseguraba que el papel que cumplía Joaquín Gallegos Lara, en el surgimiento de la nueva narrativa era lo más destacado, especialmente a partir de la publicación de Los que se van (1930), donde aparecieron algunos cuentos de Gallegos Lara y señalaba su rol político e ideológico en tanto “su ubicación política es extremista y su obra literaria al servicio de la causa revolucionaria”52. Aunque no trató directamente el tema de los intelectuales, Rengel hacía un llamado a la “intelectualidad revolucionaria” a vincularse con las masas obreras y campesinas y la formación de “un nuevo partido marxista que surja y se oriente de acuerdo con las características del Ecuador y de América”. Rengel, más bien cercano al socialismo, proponía la necesidad de reorientar la acción de esa corriente política. La respuesta de Gallegos Lara, fue otro artículo titulado “El partido comunista y los intelectuales” también publicado en Bloque. Esta respuesta iba más allá de lo dicho por Rengel, y aludía a una polémica ya presente en las disensiones que aparecieron en torno a las luchas por la dirección del Partido Socialista entre 1928 y 1930. La caracterización que hace Gallegos Lara del mundo cultural e intelectual revela una fuerte precariedad a mediados de los años treinta: En nuestro país no hay especulación científica pura. No se lee libros nacionales. Los artículos periodísticos no se pagan. Los profesionales reciben honorarios ridículos, fuera de tres burgueses de cartel. Los estudiantes lánguidos de inanición, carecen de libros. El que quiere ser artista muere de hambre o va a ser alcahuete de algún gamonal para subsistir. Como resultado de las condiciones económicas de su vida, los intelectuales del Ecuador, salvo una minoría de honestos y pobres, tienen un temperamento de prostitutas53. 51 Jorge Hugo Rengel, “La nueva ecuatorianidad” [1935], reproducido en Revista IDIS, No. 12, Cuenca, mayo 1983, p. 5. La polémica entre Rengel y Gallegos Lara fue publicada años más tarde con el título de Realidad y fantasía revolucionarias, Loja, 1954. 52 Ibíd., p. 7. 53 Ibíd., p. 13.
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El argumento de Gallegos Lara postulaba que en un ambiente como el ecuatoriano con pobres condiciones para los intelectuales, el único papel que le cabía a la intelectualidad era participar activamente en el Partido Comunista que era ya el partido del proletariado. “El Partido Comunista tiene abiertas sus puertas a los intelectuales que creen sincera y consecuentemente en la lucha proletaria y que, habiendo adoptado su ideología marxista-leninista, única tolerada en un partido monolítico como es el nuestro, quieran pasarse de clase, camino de la revolución por el pan y la cultura”54. Gallegos Lara no topó el tema del mestizaje propuesto por Rengel, pero si atribuyó a los redactores de Bloque la intención de que los intelectuales sean la guía de los trabajadores. En este punto, es interesante mencionar una opinión de Moisés Sáenz, un diplomático mexicano que conoció los ambientes izquierdistas de Quito de comienzos de los años treinta: No les haré el ultraje de llamarlos socialistas de salón. Son demasiado sinceros y demasiado inteligentes para merecer tal apodo. Pero son socialistas de cátedra, de periódico, de novela. Son un cenáculo: un círculo literario (…) les falta contacto con el pueblo. Su movimiento es netamente urbano55.
La polémica prosiguió en Bloque con “Realidad y fantasía revolucionarias” una nueva respuesta de Rengel a Gallegos Lara que en lo sustancial negaba el papel preponderante que este le daba al partido comunista. Rengel criticó los planteamientos de la Comintern y sustentó su respuesta en Mariátegui y Luis Alberto Sánchez, un intelectual del APRA que vivió un breve tiempo en Ecuador. De Mariátegui, sobre todo tomó ideas de los 7 Ensayos (1928) y Defensa del marxismo (1934). Refutaba que pudiera existir un partido comunista en un país con débil desarrollo industrial y defendía el papel de la pequeña burguesía. Pensaba que también el partido socialista debía ser depurado de sus líderes oportunistas. Proponía de modo retórico “el camino de la revolución permanente, la realización de la revolución socialista”56. 54 Joaquín Gallegos Lara, “El partido comunista y los intelectuales” [1935], reproducido en Revista IDIS, No. 12, Cuenca, mayo 1983, p. 16. 55 Referencia proveniente de una comunicación de Moisés Sáenz del 3 de diciembre de 1934, citada en Manuel Miño, “Actores políticos y representaciones cívicas: Ecuador de 1934 visto por Moisés Sáenz”, en Ecuador y México. Vínculo histórico e intercultural (1820-1970), Quito, Museo de la Ciudad, 2010, p. 245. 56 Jorge Hugo Rengel, “Realidad y fantasía revolucionarias” [1935], reproducido en Revista IDIS, No. 12, Cuenca, mayo 1983, p. 39.
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Y dejó de mencionar al mestizaje que había estado presente en su artículo que dio inicio a la polémica con Gallegos Lara. Joaquín Gallegos Lara había escrito en mayo de 1932 en la revista humorística Cocoricó, un breve artículo donde hacía una comparación entre el dictador peruano Sánchez Cerro y Neptalí Bonifaz que en ese año había sido electo Presidente del Ecuador. La comparación buscó establecer un paralelo entre Sánchez Cerro como un mandatario autoritario y Bonifaz definido como gamonal, un concepto que ya gozaba de amplio uso en el lenguaje político al concentrarse la definición cada vez más en los personajes de las aristocracias terratenientes. Decía Gallegos Lara que Bonifaz era “un clérigo de capa española”, por su aristocratismo y, sobre todo, era “el jefe de los gamonales asesinos de indios en Cayambe o en Angamarca (…) el freno que impide el desenvolvimiento de nuestras fuerzas productivas, estancándose en una economía de hace cuatro siglos, a base de arado de palo y látigo al indio concierto, esclavo de la gleba”57. Cocoricó fue una revista cercana al Coronel Larrea Alba cuyas opiniones se identificaban más con las corrientes socialistas moderadas. El fragmento testimonial de Gallegos Lara sobre el dirigente indígena Ambrosio Lasso, es parte de Biografía del pueblo indio, un texto escrito en 1936 y publicado de modo póstumo en 1951, que ilustra el encuentro de un intelectual comunista con un dirigente indígena desde la propia narración que hace Gallegos Lara58. Describe el ambiente de la Casa del Obrero en el que podían circunstancialmente estar juntos los trabajadores urbanos y un indígena que litigaba en la capital hacia mediados de los años treinta cuando ya el Partido Comunista había tomado contacto con algunos grupos indígenas de la sierra. Lasso trataba de aprender a escribir y daba mucho valor a lo que se podía divulgar sobre sus peticiones en los periódicos. Y la misma obsesión de Gallegos Lara cuando encuentra al dirigente indígena en Riobamba luego de un episodio conflictivo en una hacienda. Para Gallegos Lara, en Replanteamiento del problema del indio (1944), la historia de los indígenas en América Latina había sido la de la supresión de antiguas civilizaciones con la conquista y la implantación del feudalismo, identificado como una pesada servidumbre, en tanto que “el problema del indio es el 57 Joaquín Gallegos Lara, “La reacción feudal burguesa en Perú y el Ecuador”, Cocoricó, No. 4, Guayaquil, 22 de mayo de 1934, pp. 8-9. 58 Joaquín Gallegos Lara, “Ambrosio Lasso”, fragmento de “Biografía del pueblo indio” [1935], en Alejandro Guerra Cáceres, Páginas olvidadas de Joaquín Gallegos Lara, Guayaquil, Universidad de Guayaquil, 1987, pp. 138-142.
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mismo que a la llegada de los españoles: es el del feudalismo sobreviviente, el de la posesión de la tierra. Ni un solo día en nuestro país, en la costa o en la sierra, indios y montubios, han dejado de ser siervos de la gleba en las haciendas establecidas de acuerdo con un sistema de propiedad exótico y medieval”. Y concibe sorprendentemente que la Revolución Mexicana produjo una “nación india, dejando a blancos y mestizos sus papeles de minorías”. En su argumentación se apoya en los razonamientos de la definición del problema indígena como la cuestión de la tierra, expuesta por Mariátegui en los 7 Ensayos. Y concluía advirtiendo que si la Constituyente de 1944 no decretaba una reforma agraria, “las peonadas de la sierra y de la costa, hartas de servidumbre de la gleba, van a tomar el fusil, como en México, contra los hacendados”59. Una reflexión de Gallegos Lara en el marco de la revolución de 1944 sobre el desarrollo del capitalismo ecuatoriano, establece el aparecimiento de industrias en Quito y Guayaquil en las primeras décadas del siglo XX. En el capitalismo ecuatoriano, era importante que el proletariado que había surgido, estableciera una alianza con el campesinado y la burguesía progresiva en contra del latifundismo feudal. La supresión del latifundismo y las formas de servidumbre permitiría el crecimiento del mercado interno. “Piénsese por ejemplo lo que sería para la industria de calzado nacional, el que los dos millones de indios de nuestra sierra que hoy van descalzos, se convirtieran en consumidores”. Gallegos Lara recalcaba que la misión del proletariado era continuar lo que no hizo Alfaro60. Entonces, ya en los años cuarenta se encontraba firmemente implantada la reivindicación de la Revolución Liberal. LA POLÍTICA DE LOS FRENTES POPULARES Luego de la política radical de la Comintern practicada desde 1928, vino una revisión originada en el ascenso de Hitler al poder en 1933. Desde 1934, surgieron anuncios de un cambio de política que proponía a los partidos comunistas entrar en alianzas con los socialdemócratas que antes habían sido calificados de socialfascistas. En el VII Congreso de la Comintern realizado en 1935, se planteó una nueva política: los frentes populares. Esto tuvo su mayor concreción en las alianzas de izquierda de Francia y España. Mientras en 59 Joaquín Gallegos Lara, “Replanteamiento del problema del indio” [1944], en Alejandro Guerra Cáceres, Páginas olvidadas de Joaquín Gallegos Lara, Guayaquil, Universidad de Guayaquil, 1987, p. 220. 60 Joaquín Gallegos Lara, “El desarrollo del capitalismo en el Ecuador” [1944], en Alejandro Guerra Cáceres, Páginas olvidadas de Joaquín Gallegos Lara, Guayaquil, Universidad de Guayaquil, 1987, p. 213.
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Francia se producía en 1936 un triunfo electoral y movilizaciones obreras intensas, en España, el triunfo electoral de la alianza republicana abría el camino a una oposición de derecha que culminó en la Guerra Civil española (1936-1939)61. La política de los frentes populares produjo en América Latina resultados relativamente positivos para algunos partidos comunistas. Por ejemplo, durante el régimen de Cárdenas (1934-1940) caracterizado por las nacionalizaciones y la revitalización del reparto de la tierra, el Partido Comunista mexicano logró un importante crecimiento entre los maestros, los empleados públicos y sectores populares62. En Chile, la época de los frentes populares definida por una alianza de los comunistas con socialistas y radicales, resultó en un triunfo parlamentario en 1937 y luego en la elección presidencial de Pedro Aguirre Cerda del Partido Radical en 193863. Esto le permitió al Partido Comunista chileno una exitosa inserción en el mundo laboral y la lucha parlamentaria. El viraje del Partido Comunista a la coexistencia con el Partido Socialista, se iniciará con el Frente Único de Izquierdas para las elecciones fallidas de 1935 después del derrocamiento del gobierno de Velasco Ibarra por parte de los militares. Pero el problema de la pequeña burguesía fue reconocido en ese mismo año, pues el Partido Comunista terminó aceptando que la clase obrera y el campesinado no habían encabezado la movilización popular, pues éste había sido capitaneado por las clases medias: …hasta hoy la preponderancia política de este movimiento ha estado en las manos de las clases medias urbanas, de los empleados, profesionales, artesanos y estudiantes de las ciudades y los pueblos y parte de la oficialidad del ejército. Los obreros y campesinos, los indios y los montubios, las clases y soldados, es decir, los sectores más numerosos, más explotados y más revolucionarios de la población, a pesar de su participación activa y heroica en toda esta lucha, no son los que han decidido la situación, por no haber estado a la cabeza del movimiento64.
61 Fernando Claudín, La crisis del movimiento comunista. 1. De la Komintern al Kominform, Barcelona, Ibérica de Ediciones, 1977, pp. 180-190. 62 Barry Carr, La izquierda mexicana a través del siglo XX, México D.F., ERA, 2000, pp. 64-70. 63 Alberto Aggio, “La cultura política del radicalismo chileno”, Ayer, No. 70, Madrid, 2008, p. 143. 64 Comité Regional del Partido Comunista, Adelante por la conquista de las aspiraciones del pueblo ecuatoriano, Quito, 14 de octubre, 1935 (hoja volante).
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El debate que polarizó y escindió a la izquierda, va a pasar a segundo plano, pues con la nueva política de los Frentes Populares, hará su aparición una clase que no había estado considerada en las alianzas: la burguesía nacional. La dictadura de Páez, que inicialmente convocó a la izquierda y luego la reprimió, creó las condiciones para el planteo de Frentes Populares, a diferencia de Europa, donde fue una respuesta defensiva de alianza con la Socialdemocracia ante la consolidación del fascismo. Había concluido el período radical de la táctica clase contra clase y se convocaba a un amplio espectro de aliados: El pueblo ha luchado y lucha por la instauración de un Gobierno Popular. Liberales y demócratas, socialistas y comunistas, anarquistas y sin partido, organizados y no organizados; católicos y protestantes, evangelistas, masones y ateos, sin diferencias políticas ni religiosas, de nacionalidad ni clase, de profesión ni oficio, venir a ocuparlo. Todas las organizaciones de trabajadores, obreros y campesinos, de pequeños artesanos, comerciantes e industriales, estudiantes y maestros que deben aportar sus efectivos al fortalecimiento del Frente Popular65.
En 1936, durante el gobierno de Federico Páez, se expidió la Ley de Defensa Social que declaró ilegal al Partido Comunista y encarceló a algunos militantes. Un alegato del Partido Comunista presentado a la Corte Suprema de Justicia en abril de 1937, pide restituir los derechos políticos a los miembros del partido y para ello fundamenta su análisis en el carácter de la sociedad ecuatoriana que se visualiza como la coexistencia de formas productivas capitalistas, semifeudales y primitivas tribales o comunales. De acuerdo con esto, la conquista trajo el feudalismo y luego el capitalismo habría tenido un incipiente desarrollo por la presencia del capital imperialista. Esto se había gestado como consecuencia de un débil desarrollo industrial originado en un mercado interior reducido. De esta manera, se visualiza a los indios alejados del consumo de la producción industrial, puesto que “…forman una agrupación que no participa en las relaciones del mercado, que no consume casi nada de los productos de la industria, pues sus escasas necesidades son cubiertas con el trabajo doméstico y la explotación primitiva de la tierra. Más de un millón de ecuatorianos son los indios que produciendo como siervos, constituyen un 65 Frente Popular, Manifiesto del Frente Popular al Pueblo Ecuatoriano, No. 1, 26 de septiembre de 1936 (resaltado nuestro).
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peso muerto para el consumo”66. Se constataba también el bajo desarrollo del proletariado industrial y las malas condiciones de vida de otros grupos sociales. La estructuración racial del país, se presenta con los blancos, los indios, los mestizos, negros y mulatos. Además, no existía una cultura “verdaderamente nacional; nuestra cultura es en gran parte producto de importación”. No existía una nacionalidad formada. “Frente a la nacionalidad ecuatoriana de blancos y mestizos, en formación, está la nacionalidad oprimida de los indios que ha sido detenida en su desenvolvimiento”67. El extenso programa de cambios que propone el Partido Comunista, incluye medidas de reforma agraria, protección industrial y mejoras salariales con el fortalecimiento de la intervención estatal para lograr el progreso del país. Señala claramente que no aspira al socialismo en el momento aunque ese es el objetivo final. Al producirse la caída del gobierno de Páez y la implantación de un gobierno militar progresista encabezado por el General Enríquez Gallo, se abría nuevamente un momento de reformas que se plasmó en la expedición del Código del Trabajo en 1938 y la ejecución de la Ley de Comunas de 1937. El fenecido régimen de Páez fue calificado de dictatorial y fascista. La preocupación principal del Partido Comunista expresada en el Programa de reconstrucción nacional (1938), era el restablecimiento de la legalidad y la convocatoria a una Asamblea Constituyente68. En aquel momento era más importante alcanzar un gobierno democrático y progresista que cumpliera un programa de cambios, reiterando el apoyo proteccionista a la industria nacional, y la eliminación de los obstáculos feudales concebidos como el latifundio y la servidumbre rural. Una cuestión importante era el mejoramiento cultural de la población concebida como una diseminación de los logros culturales. “Si una minoría culta vive una vida civilizada; masas inmensas de indios y montubios, viven casi al margen de la cultura y de la política nacional, la educación pública es absolutamente insuficiente y la privada escasa. Una mayoría de analfabetos constituye una masa inmensa de malos productores y peores consumidores. Queremos la culturización del pueblo, de los indios y de los negros. Queremos la formación de técnicos nacionales para todos los ramos de la economía y la cultura, sin rechazar los verdaderos valores científicos y técnicos extranjeros”69. Se proponía 66 Comité Central del Partido Comunista, Exposición a la Corte Suprema, Pasto, Imprenta Nariño, 1937, p. 7. 67 Ibíd., p. 9. 68 (Ricardo Paredes) Comité Central del Partido Comunista, El Programa de reconstrucción nacional en el Ecuador, Quito, El Correo, 1938. 69 Ibíd., p. 12.
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eliminar la influencia fascista en el ejército y llegar a un arreglo equitativo del litigio territorial con el Perú. La aspiración final era la de constituir un partido unificado de las izquierdas que integre al Partido Comunista y Vanguardia Revolucionaria, otra formación política de izquierda que apareció a mediados de los años treinta. Ricardo Paredes publicó en 1938 El imperialismo en el Ecuador. Oro y sangre en Portovelo, un libro que narró la presencia de la South American Development Company en esa zona minera del sur del Ecuador. Paredes había estado en Portovelo una breve temporada durante 1935 cuando se produjo la organización de los trabajadores mineros y los madereros abastecedores de la mina. Su estudio expuso las malas condiciones de vida y salud de los trabajadores mineros y sus familias con un enfoque empírico cercano a los estudios de los médicos higienistas70. También relató la huelga de los trabajadores mineros de 1936 y la nueva política de revisión de los contratos con la empresa minera durante el gobierno nacionalista de Enríquez Gallo, que implicó una mayor participación fiscal en los ingresos provenientes de la producción minera. En estas nuevas circunstancias de apertura surgió en 1938 la Asociación Femenina Ecuatoriana (AFE). En su directiva estaban presentes mujeres militantes del PSE y el PCE. La AFE, proponía reformas laborales y de protección social para las mujeres ecuatorianas, enfatizando en el rol de la familia popular. En este marco organizativo, Nela Martínez (1912-2004), una joven militante comunista escribe “Mensaje a las madres ecuatorianas”, donde vincula una demanda de identidad nacional con el papel de las madres en su papel biológico. Llamaba a “responsabilizarse con conciencia de nuestra realidad, del porvenir nacional. Es indispensable que creemos las condiciones en que esta misión biológica se convierta en la consciente misión social de quienes aman la maternidad por la alegría de futuro que su realización encierra. Nos es necesario formar hogar y patria para que nuestros hijos sean la jubilosa esperanza de los tiempos que llegarán”71. En las elecciones de la Asamblea Constituyente de 1938 no se produjo la unión de la izquierda que el Partido Comunista esperaba. Una Asamblea de los miembros del PCE y sus sectores laborales influidos por él, propuso en
70 Ricardo Paredes, El imperialismo en el Ecuador. Oro y sangre en Portovelo, Quito, Artes Gráficas [1938]. Una edición reciente es de Editorial La Tierra (Quito, 2006). 71 Nela Martínez, “Mensaje a las madres ecuatorianas” [1939], en Ana María Goetschel, Orígenes del feminismo en el Ecuador. Antología, Quito, CONAMU/FLACSO, pp. 185-187.
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julio de ese año como candidato a representante a la Asamblea Constituyente a Ricardo Paredes72. La Asamblea Constituyente de 1938 estuvo conformada por una representación proporcional de liberales, conservadores y socialistas, electos a nivel provincial, sin la presencia de representantes del Partido Comunista y preparó una nueva Constitución, que fue aprobada, pero no entró en vigencia puesto que al ser designado Aurelio Mosquera como Presidente de la República, no promulgó la carta constitucional y más bien puso en prisión a los representantes de izquierda y declaró vigente la Constitución de 1906. La Constitución de 1938 en gran parte retomaba los contenidos de la Constitución de 1929, ampliando la representación de los diputados funcionales, una aspiración de la izquierda. Uno de los textos más polémicos de Pedro Saad (1909-1982), es El Ecuador y la guerra (1943) donde hace una revisión de la historia ecuatoriana. Corresponde a una interpretación histórica condicionada por la reciente guerra de 1941 y la alianza que se estaba llevando a cabo con los conservadores en la ADE. Trazó un paralelo entre la cuasi desintegración nacional de 1859 y la guerra de 1941 en cuanto tuvieron al Perú como enemigo externo. Reivindicó la figura de García Moreno como constructor de la nacionalidad ecuatoriana. En un forzamiento de la imagen del encomendero feudal al que consideraba vigente en la época garciana, Saad creía que García Moreno no pudo liquidar a esa figura, por la ausencia de una clase, el proletariado industrial. Esa es la tragedia de García Moreno: no fue culpa de él; culpa fue de su tiempo en el que aún no surgía una clase social capaz de encabezar la lucha contra el feudalismo, aún no aparecía un proletariado industrial, y no existiendo esta fuerza, mal podía García Moreno destruir el latifundismo. No hay hombres providenciales; hay fuerzas sociales
en marcha que luchan contra el pasado, y como no hubo entonces la fuerza social necesaria para saltar a una nueva etapa, García Moreno no pudo culminar su obra73. Saad localiza en Eloy Alfaro una línea de continuidad de reivindicación y construcción nacional con la misma limitación de García Moreno, no contar
72 Ricardo Paredes Candidato de la Asamblea Popular de Izquierdas, Quito, colección privada de Leonardo J. Muñoz, julio 9 de 1938. Disponible en: http://www.yachana.org/earchivo/comunismo/paredes 9 julio 38.php. 73 Pedro Saad, “El Ecuador y la guerra” [1943], en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, p. 23.
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con un proletariado industrial que realice las tareas de una revolución social: “La misma tragedia de García Moreno es la de Alfaro; la falta de una fuerza social, con una conciencia firme, con un verdadero criterio proletario anti-feudal, antilatifundista, capaz de destruir todos los restos de la encomienda” 74. El razonamiento de Saad que atribuía las limitaciones del proyecto garciano y de la Revolución Liberal a la falta de un proletariado industrial, en realidad introducía un punto de contacto entre las figuras estelares del conservadurismo y el liberalismo con la idea de una construcción nacional trunca. Se debe mencionar que El Ecuador y la guerra es la versión impresa de una conferencia dictada en Guayaquil ante un auditorio de trabajadores. Pero los acontecimientos posteriores a la guerra de 1941 y el ambiente de la Segunda Guerra Mundial, ponían como meta decisiva contribuir a la derrota del fascismo. La organización de los trabajadores adquiría entonces sentido para luchar por un desarrollo nacional con autonomía del imperialismo, pero siempre con la figura negativa del encomendero aliado del nazismo según la percepción saadista. La organización de los trabajadores ecuatorianos aparecía como una meta que permitiría culminar exitosamente la coyuntura de la guerra mundial. EL PARTIDO COMUNISTA Y LA REVOLUCIÓN DE 1944 La revolución del 28 de mayo de 1944, se encuentra como una de las coyunturas más expectantes de la historia de la izquierda ecuatoriana, puesto que implicó un proceso de democratización que junto a la instalación de Velasco Ibarra en el poder ocasionó el aparecimiento de la CTE (Confederación de Trabajadores del Ecuador), la FEI (Federación Ecuatoriana de Indios), la Casa de la Cultura Ecuatoriana y la expedición de la Constitución de 1929. Las causas que condujeron a la revolución de 1944 fueron el rechazo al fraude electoral que practicaba el Partido liberal, la derrota militar frente al Perú en la Guerra de 1941, junto a una confrontación entre los carabineros frente al ejército y la población civil en un ambiente de malestar económico75. Como dice Patricio Moncayo, había un ambiente subjetivo donde “la izquierda 74 Ibíd., p. 24. 75 Carlos de la Torre, La seducción velasquista, Quito, Libri Mundi/Enrique Grosse Luemern/FLACSO, 1993, pp. 24-25.
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sentía que el Ecuador atravesaba una situación revolucionaria como la que vivió Rusia en 1917”76. El análisis documentado de Silvia Vega es una perspectiva radical sobre la revolución de 1944 que propone cuestionar la idea de golpe de Estado y está imbuido por el paradigma de una revolución al estilo de la Revolución Rusa que supone una insurrección popular armada y la creación de órganos de poder popular. De allí que tome los argumentos de Lenin y Trotsky sobre el doble poder para hacer una aproximación analítica. Constata también la carencia de una burguesía revolucionaria77. Pero sigue en pie la interrogante de si fue realmente una revolución. Según el clásico paradigma de Barrington Moore, para que se produzca una revolución democrática hace falta la presencia de amplias movilizaciones campesinas que conduzcan a un cambio agrario radical quebrando el poder de las elites terratenientes78. Y justamente estas movilizaciones rurales fueron muy débiles en la revolución de 1944. Las miradas han estado concentradas en los sucesos y acontecimientos de la escena política nacional y las ciudades y no se ha puesto atención a lo que ocurría en las relaciones de poder a escala local. En los espacios de poder local probablemente era más importante una inercia que hacía que los efectos locales de la revolución de 1944 fueran mínimos desde la perspectiva de movilizaciones campesinas que afectasen los poderes gamonales. No se ha estudiado la Conscripción Vial que al ser implantada precisamente en 1944, revivía el trabajo subsidiario del siglo XIX. El análisis del funcionamiento de esta medida ya bastaría para evidenciar la continuidad de la dominación étnica en las estructuras locales del Estado. Sin embargo, se produjo la institucionalización de una organización representativa de los indígenas, la FEI, que tendrá una presencia importante como representante del sindicalismo rural bajo la dirección del Partido Comunista. La Asamblea Constituyente de 1944-1945 exhibió una importante representación de la izquierda. De los 58 diputados provinciales electos, fueron 18 socialistas, 15 liberales, 4 comunistas y 20 conservadores. Entre los 34 diputados funcionales, estuvieron 13 socialistas, 13 liberales y 4 comunistas. De allí, la inmensa gravitación de la izquierda en los debates y las decisiones 76 Patricio Moncayo, Veintiocho de mayo de 1944: una democracia fallida, Quito, FLACSO, 2008, p. 81. 77 Silvia Vega, La gloriosa. De la revolución del 28 de mayo de 1944 a la contrarrevolución velasquista, Quito, El Conejo, 1987. 78 Barrington Moore, Los orígenes sociales de la democracia y la dictadura, Barcelona, Península, 2002.
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de esa Asamblea Constituyente que concluyeron en la aprobación de la Constitución de 1945. La formación de Alianza Democrática Ecuatoriana (ADE) en 1943 fue una alianza multipartidaria en la que el Partido Comunista participó de manera muy activa. Inicialmente su adhesión responde al ideario de la reconstrucción nacional que convocó a múltiples fuerzas79. El gobierno de Arroyo del Río había sido caracterizado por Manuel Medina Castro en 1942 como totalitario entreguista de la soberanía nacional80. El Programa de ADE formulado en Guayaquil a fines de 1943, está enmarcado en la noción de “unidad nacional” que permite definir un abanico de demandas de tipo democratizador en torno al mejoramiento de las condiciones de vida y una mayor intervención estatal81. Al topar el tema de los indios y montubios, se plantea su conversión en ciudadanos alfabetos. Esto estaba pensado desde la perspectiva de un cambio agrario con la integración a la educación y el consumo. “Los indios y los montubios que no saben leer y escribir han demostrado y demuestran continuamente que el problema de ellos es la necesidad de ser los dueños de la tierra que cultivan, del producto que cosechan, y poder concurrir por sí mismos al mercado en que se venden esos productos. Sabemos que necesitan vivir como hombres, en casas y no en chozas; dormir en camas; comer alimentos de veras; usar las herramientas que pueden proporcionar el adelanto técnico de nuestro siglo; beneficiarse de las ventajas de la medicina y de la higiene; vestir como hombres de nuestro tiempo y de nuestra cultura”82. Respecto al capital extranjero se proponía respetar los contratos manteniendo una capacidad de negociación nacional. Así que se sostiene: “Bienvenidos los capitales extranjeros, si ellos no son atentados contra nuestro porvenir ni nuestro presente”83. 79 Partido Comunista del Ecuador, “Es indispensable la unidad de todos los ecuatorianos sobre la base de un programa democrático”, 24 de julio de 1943, en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 65-67. 80 Manuel Medina Castro, “Ecuador. Democracia por fuera. Dictadura por dentro” [1942], en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 13-14. 81 Alianza Democrática Ecuatoriana, “Puntos programáticos” [1943], en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 117-119. 82 “Incorporación del indio y del montubio a la vida nacional” [1944], en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 159-160. 83 “Orientación y estímulo para la mejor y más eficaz intervención de los capitales extranjeros” [1944], en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 153-154.
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En la Asamblea Constituyente de 1944, se produjo una larga intervención de Pedro Saad sobre la democracia proletaria que estuvo motivada por los planteamientos de Manuel Elicio Flor, uno de los jefes del Partido Conservador, uno de los participantes en la coalición de ADE que operó en la revolución de 1944. Flor había afirmado que en la Unión Soviética no existía democracia y que era un régimen totalitario regido por un partido único como en Italia y Alemania84. Saad sostuvo que el Partido Comunista del Ecuador ya no tenía vínculos internacionales, puesto que la Comintern había sido disuelta85. En su larga argumentación sobre el tipo de régimen vigente en la URSS, refutó que se tratara de una dictadura, aunque efectivamente según la tradición marxista en boga, la formulación de la dictadura del proletariado realmente correspondía a una forma democrática a pesar de la existencia de un partido único y la jefatura de Stalin. Se sostiene que la dictadura del proletariado no es una forma democrática de gobierno, y se afirma también que la dictadura del proletariado es la dictadura del Partido Comunista, aún más, se afirma que la dictadura del proletariado es la dictadura de Stalin, que como dice, es el Dios omnipotente de la Unión Soviética. Afirmación totalmente carente de base real. La democracia soviética es precisa y clara, la democracia del proletariado, la democracia de una base social que encontró su expresión justa en un partido político, el Partido Comunista de la Unión Soviética, y Partido que designó como Jefe al Camarada José Stalin. Pero Jefe que obedece a la disciplina de su Partido, de ese Partido que, a su vez, obedece a los intereses de clase del proletariado. En la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas existe una dictadura de clase del proletariado, y no una dictadura personal de José Stalin, porque en esencia el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Gobierno de ese partido es el Gobierno de las mayorías de la población rusa, acaudillada por su clase proletaria, porque, en realidad es la fusión obrera-campesina, o sea, el Gobierno de las dos grandes fuerzas sociales86.
84 Archivo del Palacio Legislativo. Intervención de Manuel Elicio Flor en Asamblea Constituyente de 1944, Acta 26, f. 488, Sesión del 6 de septiembre de 1944 (versión digital). 85 Pedro Saad, “La democracia proletaria” [1944], en Domingo Paredes (comp.), Los comunistas en la historia nacional, Guayaquil, Editorial Claridad, 1987, p. 126. 86 Ibíd., p. 119.
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Según Saad no eran necesarios más partidos políticos, porque al haber desaparecido las clases en la sociedad soviética, no hacía falta organizaciones políticas que las representaran: …no pueden caber partidos políticos diferentes en la Unión Soviética, donde no hay clases sociales. La respuesta es clara. Si en la Unión Soviética desapareció (sic.) los zánganos y los explotadores, y solo queda un pueblo que trabaja, en que forzosamente han desaparecido las clases sociales, lógicamente también tenían que desaparecer los diferentes partidos políticos, y quedar solamente el partido único de las masas del pueblo87.
Otro aspecto abordado por Saad fue la defensa de la Constitución soviética de 1936, en la que constaban las principales definiciones de derechos sociales y políticos del régimen, incluyendo el punto del partido único y su justificación. Una oportuna cita de Saad al Mensaje de Velasco Ibarra a la Asamblea Constituyente, servía para aplacar las críticas a la dictadura del proletariado: La dictadura del proletariado es tan solo un encaminamiento hacia el régimen infinitamente poético y sublime, pero infinitamente lejano, por desgracia, en que la plena libertad de cada uno será condición para la plena libertad de todos88.
Tiene su importancia la intervención de Pedro Saad en la Asamblea Constituyente de 1944 acerca de la configuración de los gobiernos locales y la división político-administrativa en la discusión de la de la Constitución de 194589. Según Saad, era necesario fortalecer los niveles administrativos locales del Estado, cambiando las relaciones entre las provincias, los cantones y las parroquias con sus respectivas instancias de representación. Era indispensable oponerse al federalismo que consideraba un factor de disgregación nacional y favorable a las oligarquías; asimismo, era imperioso limitar la presencia de caciques locales. La nueva configuración que proponía, daba fuerte énfasis 87 Ibíd., p. 134. 88 José María Velasco Ibarra citado por Saad, en “La democracia proletaria”, op. cit., p. 42. 89 Pedro Saad, “Acerca de la unidad nacional y los gobiernos seccionales” [1944], en Domingo Paredes (comp.), Los comunistas en la historia nacional, Guayaquil, Editorial Claridad, 1987, pp. 83-122.
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al municipio y la parroquia, pero con una particularidad que sobre todo en las parroquias debían existir niveles de representación basados en el sufragio universal y el voto de los analfabetos como un experimento democratizador que podía favorecer a los campesinos. Además, Saad también sugería que en las instancias locales de poder se incluyera la representación funcional. Su argumentación, recogió el tratamiento sobre los gobiernos locales que constaba en las Constituciones del Ecuador, Cuba y Chile. De las intervenciones de Ricardo Paredes en la Asamblea Constituyente de 1944 que se reproducen en esta compilación, la primera estaba dirigida a fundamentar el tema de la soberanía y la nación en el texto constitucional; y, la segunda a argumentar la necesidad de una institucionalidad para el tratamiento de la población indígena. El gran tema que está presente en sus intervenciones es el de la ecuatorianidad y el lugar de los indígenas en la nacionalidad ecuatoriana. Su apreciación sobre los pueblos indígenas serranos con su mayor nivel de estructuración, su lengua y las formas comunales, contrasta con la que tiene sobre los indígenas amazónicos considerados salvajes y en estado de nomadismo. Paredes definía a los pueblos indígenas anteriores al incario como “gérmenes de la nacionalidad”90. Defendía la existencia del Reino de Quito y pensó que el Imperio inca no logró formar una nacionalidad a pesar de la expansión lingüística del quichua. Su percepción de los diferentes grupos étnicos y raciales en la sierra y la costa le permitieron identificar a blancos, mestizos e indios, pero la nacionalidad era algo de blancos y mestizos unificados por la lengua, instituciones y aspectos culturales. Es indudable que este conjunto de ecuatorianos blancos y mestizos tienen una serie de características por las cuales debemos asignar la de una nacionalidad en desarrollo no en plenitud sino en evolución. Tenemos en primer lugar la comunidad de lengua, la castellana, un mismo territorio, instituciones económicas, lazos económicos que ligan a unos con otros ecuatorianos, y una psicología, un modo de pensar, un modo de actuar, elementos culturales bastante caracterizados. En suma, existe ya un proceso de formación nacional, que no ha madurado todavía91.
90 Ricardo Paredes, “Acerca de la nacionalidad y el Estado ecuatoriano”, en Domingo Paredes (comp.), Los comunistas en la historia nacional, Guayaquil, Editorial Claridad, 1987, p. 63. 91 Ibíd., p. 65.
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En los indígenas de la sierra, Paredes, reconoció un elemento nacional en el idioma, junto a la vitalidad de algunos rasgos culturales, por ejemplo, la música y la danza indígenas y las instituciones comunales. Definía a los indígenas amazónicos como tribus sin rasgos nacionales. Sin embargo, precisaba que la historia ecuatoriana fue del sojuzgamiento y la implantación de un régimen de explotación a la población indígena que empezó desde la colonia, prosiguió en la república y pensó que la Revolución Liberal no cumplió su misión liberadora con los indígenas. El sistema agrario es caracterizado como feudal y los indígenas como siervos lo que estaba complementado con una dominación de tipo gamonal. Algunos aspectos de su argumentación retoman ideas de tipo liberal y conceptos de tipo civilizatorio. Finalmente, el imperialismo sería el responsable de la poca industrialización del país. Para la realización de una intervención estatal eficaz en la población indígena, Paredes proponía un Ministerio de Asuntos Indígenas que podría llevar adelante un conjunto de medidas dedicadas a la incorporación de los indígenas a la nacionalidad ecuatoriana. Si consideramos los fundamentos para la creación de un Ministerio de Asuntos Indígenas, debemos tener en cuenta lo siguiente: los indios forman una enorme porción que está al margen de la civilización ecuatoriana. Hablan un conjunto de lenguas, tienen costumbres e instituciones propias. Para civilizarlos no bastaban los elementos existentes actualmente en el Estado ecuatoriano92.
Estas intervenciones de Paredes en la Constituyente del 44 alrededor de la cuestión nacional evidencian una tensión entre la nacionalidad ecuatoriana y las poblaciones indígenas que solo tenían rasgos nacionales incompletos. Su visión civilizatoria de los indígenas indica un puente con las ideas liberales sobre la incorporación del mundo indígena a la institucionalidad estatal. La creación de un Ministerio dedicado a la población indígena sería entonces complementaria a la flamante Federación Ecuatoriana de Indios que culminaba un proceso organizativo anterior. Una de las cuestiones más inquietantes en la Constituyente de 1944-1945 fue la discusión sobre el sufragio universal. Los mismos representantes de izquierda argumentaron que la extensión del sufragio a los analfabetos, podía 92 Ibíd., p. 77 (cursivas nuestras).
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concluir en una manipulación del voto popular y rural, con lo que una posible expansión de la ciudadanía quedó diferida93. La Constitución de 1945 tuvo una corta duración, fue derogada y con los poderes dictatoriales de Velasco Ibarra, se convocó a una nueva Constituyente que expidió la Constitución de 1946 en la que fue suprimida la representación funcional de los campesinos en el senado lo que determinó que Ricardo Paredes como senador funcional de los indígenas perdiera esa representación. El cierre del momento reformista produjo una temprana reflexión. De acuerdo a un documento del PCE en su III Congreso (16-22 de noviembre de 1946), el fracaso de la revolución de 1944 se habría originado en la política de unidad nacional: En ADE, junto a los sectores progresistas, estaban elementos feudales y reaccionarios e inclusive grupos falangistas, que procuraban aprovechar en su beneficio el fervor popular y detener el movimiento revolucionario (Partido Conservador, Frente Democrático). Un erróneo planteamiento de la unidad nacional permitió ese hibridismo fatal y debido a ello olvidamos un tanto la lucha contra la reacción nacional, sembramos ilusiones en las masas, permitimos su desorientación, hicimos concesiones a los señores feudales y al clero, no supimos profundizar el proceso de revolución94.
Esto nos introduce en el tema del “browderismo” que se ha presentado, ocasionalmente, como uno de los momentos álgidos de la vida política del comunismo ecuatoriano. Tiene su origen en la política impulsada por Earl Browder, el Secretario General del Partido Comunista de Estados Unidos (PCEU), quien planteó la necesidad de un cambio de política en el marco de la Segunda Guerra Mundial cuando existía la alianza de la URSS con Estados Unidos. En su libro, Teherán: nuestra senda en la guerra y la paz (1943) había defendido esta colaboración y llamaba a una nueva etapa de relaciones de 93 Marc Becker, “El Estado y la etnicidad en la Asamblea Constituyente de 1944-1945”, en Christian Büschges, Guillermo Bustos y Olaf Kaltmeier (comps.), Etnicidad y poder en los países andinos, Quito, Universidad Andina Simón Bolívar/Universidad de Bielfeld/Corporación Editora Nacional, 2007, pp. 141143. 94 “La situación actual y las tareas de los comunistas ecuatorianos en la lucha por la liberación social y nacional del pueblo del Ecuador”, citado por Manuel Agustín Aguirre, “El marxismo, la revolución y los partidos Socialista y Comunista del Ecuador. Notas para discusión” [1985], en Manuel Agustín Aguirre, Pensamiento político y social, Quito, Banco Central/Corporación Editora Nacional, 2009, p. 290.
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cooperación entre Estados Unidos y América Latina, lo que implicaba disminuir la intensidad en la confrontación con Estados Unidos95. Esto coincidió con la disolución de la Comintern en 1943 como parte de una política soviética de alianzas en el marco de la Segunda Guerra Mundial, un hecho que tomó por sorpresa a los partidos comunistas. En 1944, Browder propuso el cambio de nombre del PCEU para llamarlo Asociación Política Comunista (APC) que tenía también como contenido una estructura organizativa menos rígida, cambiando el sistema celular por una estructura más abierta y menos conspirativa. Browder había afirmado: “Debemos aprender cómo elevarnos sobre las viejas divisiones y prejuicios, debemos llevar a cabo la fraternización entre viejos enemigos, debemos cruzar las viejas fronteras entre los partidos, debemos superar los antagonismos de clase (…) debemos soldar una unidad más firme entre los patriotas americanos que la que ha existido durante generaciones”96. Este cambio en la izquierda comunista norteamericana tenía, sin embargo, implicaciones para los partidos comunistas de América Latina, puesto que el PCEU estaba encargado desde mediados de los años treinta de realizar los enlaces de los partidos comunistas de América Latina con la Comintern. Ciertamente, los partidos comunistas de México y Cuba tenían lazos estrechos con el PCEU. En realidad, desde 1941 se había establecido la política de la “unidad nacional” en los partidos comunistas latinoamericanos que impulsaba un amplio campo de alianzas locales. En el caso del Ecuador, esta posición puede notarse claramente en El Ecuador y la guerra de Pedro Saad (1943) y la participación activa del Partido Comunista en la Alianza Democrática Ecuatoriana como un frente de oposición al gobierno de Arroyo del Río que llevaría a la revolución de 1944. Pero las posiciones de Browder tuvieron una breve duración, ya que hubo una fuerte oposición entre los comunistas norteamericanos y fueron condenadas en 1945 por Jacques Duclos, dirigente del Partido Comunista de Francia, lo que implicaba realmente un veto desde Moscú. En 1946, se reconstituyó el PCEU y Browder fue expulsado97. En los años sesenta, Nela Martínez sostuvo que Pedro Saad había sido el impulsor de los puntos de vista de Browder en el tiempo de la revolución del 44 y aunque hubo oposición y polémica en el Partido Comunista, esto habría 95 Barry Carr, La izquierda mexicana a través del siglo XX, México, ERA, p. 123. 96 Fernando Claudín, La crisis del movimiento comunista. 1. De la Komintern al Kominform, Barcelona, Ibérica de Ediciones, 1977, p. 664. 97 Barry Carr, La izquierda…, op. cit., p. 124.
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tenido amplia influencia en la izquierda ecuatoriana. Más aún, Saad habría seguido conservando un espíritu browderiano, especialmente a través de su visión de la burguesía nacional98. También Quintero y Silva, mencionan que el “browderismo” influyó en el partido y habría sido criticado por Ricardo Paredes y Joaquín Gallegos Lara99. EL IMPACTO DE LA GUERRA FRÍA Al concluir la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la Unión Soviética expandió su área de influencia a Europa Oriental. El establecimiento de la Oficina de Información de los Partidos Comunistas llamada Cominform en 1947, ya no era un retorno a la disuelta Comintern, aunque sí al mantenimiento de una política de centralización de decisiones en el PCUS con cierto reconocimiento de la autonomía de los partidos comunistas más fuertes de Europa en definir su participación en las nuevas condiciones de la posguerra. Algo inesperado para la URSS fue la disidencia de Yugoeslavia en 1948, cuando el Mariscal Tito se negó a realizar algo similar al modelo soviético de partido y socialismo y eligió un camino nacional con un amplio respaldo en su país. El triunfo de la Revolución China y el establecimiento de la República Popular China en 1949 fueron seguidos por la guerra de Corea (1950-1953), que significaron una expansión del llamado campo socialista. La llamada Guerra Fría fue una época signada por la confrontación entre Estados Unidos y la Unión Soviética como potencias atómicas. La factibilidad de una conflagración nuclear era algo que estaba presente como probabilidad. Esta disputa entre las dos superpotencias llevó a una confrontación entre modelos políticos. Por un lado, el comunismo, y por otro, el de la democracia occidental. Los dos modelos se presentaban por sus respectivos defensores como únicos y verdaderos. Esto generaba campañas de propaganda que se evidenciaban en los segmentos internacionales de la prensa. Con la Guerra Fría se instaló en la política norteamericana una concepción de la “amenaza comunista” que orientó su política exterior. Así pues, aunque Estados Unidos promovía un modelo de democracia liberal a escala internacional con la visión 98 Nela Martínez, “Pedro Saad y el browderismo. A propósito de sus discursos en Moscú”, Mañana, No. 225, enero de 1968, pp. 15-16. 99 Rafael Quintero y Erika Silva, Ecuador: una nación en ciernes, vol. I, Quito, FLACSO/AbyaYala, 1991, p. 465.
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de amenazas subversivas de naturaleza comunista, fomentaba y toleraba regímenes dictatoriales adictos a sus intereses. Según la retórica de la Guerra Fría, había una oposición entre el “mundo libre” dirigido por Estados Unidos y el “totalitarismo” dirigido por la Unión Soviética. Después de la Segunda Guerra Mundial, corrieron vientos de cambio en América Latina. Una tendencia impulsada por Estados Unidos fue la promoción de la democracia bajo el manto de la Guerra Fría, pero cuando se consideraba que había amenazas radicales, surgían intervenciones dictatoriales. Este fue el caso de Guatemala, cuando el ciclo reformista establecido entre 1945 y 1954 fue abruptamente interrumpido por una intervención militar apoyada por los Estados Unidos. El asesinato de Eliécer Gaitán en 1948 produjo el “bogotazo”, una insurrección popular que dio inicio a un ciclo de violencia en Colombia que produciría hasta 1964 alrededor de 200.000 muertos. Una movilización nacionalista muy novedosa fue la Revolución Boliviana de 1952. Gestada por una alianza de mineros radicales y militares nacionalistas, produjo una reforma agraria radical y la nacionalización de la minería. Mientras que en Brasil y Argentina concluían las experiencias nacional populares de los regímenes de Vargas y Perón. Las huellas que dejaron estas dos experiencias, como corrientes políticas, fueron bastante duraderas. EL TERREMOTO KRUSCHOVIANO Y LA CRÍTICA AL ESTALINISMO Tras la muerte de Stalin en 1953, siguió una lucha interna por el poder y el ascenso de Nikita Kruschev quien llevó adelante una política de liberalización que tuvo como un aspecto relevante el famoso Informe secreto al XX Congreso del PCUS (febrero de 1956) donde reconocía y denunciaba los aspectos autoritarios y represivos de la época de Stalin. Entre los distintos temas y revelaciones del Informe, se encontraban principalmente el culto a la personalidad, los mecanismos de represión puestos en práctica y sobre todo el impacto de su línea autoritaria que había prescindido de los mecanismos de la dirección colegiada del partido al concentrar un excesivo poder personal. Se negaba que Stalin haya sido una continuación de Lenin y se citó el famoso testamento de Lenin que mostraba su oposición a la jefatura de Stalin. Un fragmento del texto de Kruschev puede dar una idea del tono del documento:
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Debemos meditar detenidamente y analizar en forma correcta este asunto con el objeto de desterrar para siempre la posibilidad de que se repita, en cualquier forma, en el futuro todo aquello que aconteció durante la vida de Stalin, un ser que rehusó absolutamente tolerar una dirección colegiada del gobierno y del trabajo y que procedió con una violencia salvaje, no solamente contra quienes se le oponían, sino también contra todo lo que pareciese, a su carácter despótico y caprichoso, contrario a sus conceptos. Stalin actuaba no a través de explicaciones y de cooperación paciente con la gente, sino imponiendo sus concepciones y exigiendo una sumisión absoluta a su opinión. El que osara oponerse a algún concepto o intentara probar la corrección de su punto de vista y de su actitud, estaba condenado a que se le relegara del grupo dirigente colectivo y que se le sometiera posteriormente a la aniquilación física y moral. Esto es especialmente cierto en lo que se refiere al período posterior al XVII Congreso del Partido, cuando muchos dirigentes del Partido y simples trabajadores honrados y afanosos del Partido, todos dedicados a la causa del comunismo, cayeron víctimas del despotismo de Stalin100.
Se debe recordar que la época inicial de Stalin fue un convulso período en la Unión Soviética que empezó desde su ascenso al poder y la realización de los Planes Quinquenales entre 1929 y 1938. Bajo su mando se produjo un programa de industrialización acelerada que privilegiaba la industria pesada y la colectivización forzada de la agricultura que implicó la represión a extensos sectores del campesinado. Todo esto requirió un régimen dictatorial que era implacable con toda forma de opinión política contraria, y además creó la imagen infalible de Stalin como líder. El costo humano entre 1934 y 1939 fue tan excesivo que incluso afectó a las filas del mismo Partido Bolchevique, puesto entre cuatro a cinco millones de miembros del partido fueron encarcelados y cuatrocientos a quinientos mil fueron ejecutados sin juicio previo101. Sobre todo, los famosos Procesos de Moscú (1936-1938) donde fueron juzgados y condenados a muerte numerosos cuadros bolcheviques tuvieron una amplia difusión en la prensa de la época. León Trotsky, quién se exilió en México desde 1937, había tratado de fomentar una oposición interna e internacional a la política de Stalin, pero fue asesinado en 1940 por Ramón Mercader, un miembro de los servicios secretos soviéticos. 100 Nikita Kruschev, Informe secreto al XX Congreso del PCUS, 25 de febrero, 1956, p. 7. Versión digital: http://www.marxists.org/espanol/khrushchev/1956/febrero25.htm.
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El turbador informe de Kruschev al XX Congreso del Partido Comunista de la URSS y la invasión soviética a Hungría para aplacar un intento de liberalización causaron una inmensa conmoción en los partidos comunistas de Europa Occidental, dando lugar a disidencias y críticas que sobre todo provinieron de los adherentes del mundo cultural. Los comunistas italianos, tomaron la situación creada con el informe de Kruschev como una oportunidad para afirmar su planteamiento del camino italiano al socialismo, que además contaba con una base teórica, la publicación fragmentaria después de 1948 de los Cuadernos de la cárcel de Gramsci. En el caso del Partido Comunista español, la crítica al culto a la personalidad sirvió para desplazar a la antigua dirigencia y posibilitar el ascenso de Santiago Carrillo a la Secretaria General102. Stuart Hall ha recordado que en ese clima de crítica surgieron disidencias entre los comunistas británicos que estimularon la aparición de la nueva izquierda con un acentuado cuestionamiento a las formas organizativas rígidas y alentando una revitalización de la acción cultural103. Otro aspecto decisivo del XX Congreso del PCUS fue el reconocimiento de que los cambios de la posguerra y la inserción de los partidos comunistas en la lucha política electoral abrían el camino a una transformación y un camino pacífico al socialismo. Esto fue muy bien procesado por el Partido Comunista chileno que definió su estrategia electoral de lucha por el socialismo confirmando una política anterior que no obstante dejó pendiente el cuestionamiento al estalinismo104. El impacto del explosivo Informe de Kruschev seguramente generó inquietudes y discusiones en el Partido Comunista Ecuatoriano puesto que las páginas internacionales de la prensa aludieron al contenido del célebre documento que fue divulgado desde junio de 1956 por el Departamento de Estado del gobierno norteamericano. Una nota publicada en El Pueblo, varios meses después del XX Congreso del PCUS reconoce los señalamientos sobre el culto a la personalidad de Stalin, pero guarda silencio sobre los aspectos relativos a la represión de la época estaliniana que el documento de Kruschev aludía explícitamente: 101 Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, Barcelona, Crítica, 2000, p. 390. 102 Fernando Claudín, Santiago Carrillo. Crónica de un secretario general, Barcelona, Planeta, 1983, pp. 123-124. 103 Stuart Hall, “Vida y momentos de la primera nueva izquierda”, New Left Review, No. 61, Madrid, marzo-abril 2010, pp. 166-168. 104 Tomás Moulián, “Evolución histórica de la izquierda chilena: la influencia del marxismo”, en Norbert Lechner (ed.), ¿Qué significa hacer política?, Lima, Desco, 1982, pp. 84-85.
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…de lo que se trata…no es de una absurda destrucción del nombre de Stalin y la destrucción de su obra, sino de la lucha contra la tendencia extendida y arraigada fuertemente con anterioridad al XX Congreso a glorificar en forma desmedida la personalidad de ciertos dirigentes revolucionarios, y concretamente de Stalin a atribuirle a él méritos que no eran personales suyos sino que correspondían a todo el Partido Comunista, a su dirección central y al pueblo soviético, a aceptar sin discusión ni espíritu crítico sus formulaciones teóricas, sus planteamientos políticos, sus directivas105.
En el VI Congreso del PCE de 1957 aparecieron ciertos ecos del XX Congreso del PCUS bajo la figura de la crítica al “culto a la personalidad” que habría producido como efecto dar importancia a la dirección colectiva. De hecho en un documento del Congreso que hacía referencia al tema organizativo se señalaba que existía un problema de autoritarismo en el funcionamiento del partido. Alfredo Vera, quien había sido expulsado del partido en 1953, en una polémica con Pedro Saad, mencionó que este habría ordenado quitar los retratos de Stalin de los locales del Partido106. Esta es una indicación parcial sobre el impacto del XX Congreso del PCUS en los predios del comunismo ecuatoriano. Aunque Vera también recordó el pasado “browderista” de Saad, se le atribuyó al primero haber propuesto el cambio de nombre del Partido en los años cuarenta. Pero el momento de Kruschev también ofrecía una prueba del avance soviético cuando en 1957 se lanzó al espacio el satélite “Sputnik”, y un año más tarde, una nave tripulada por la célebre perra “Laika” surcaba el espacio sideral. Estos hechos que mostraban el avance soviético en la carrera espacial frente a Estados Unidos, entusiasmaron a los comunistas ecuatorianos. En esos años el cine de Hollywood produjo las películas de marcianos y extraterrestres, en tanto que la prensa informaba del avistamiento de ovnis como parte de un clima mediático en torno al espacio extraterrestre. Desde 1952 empezó una nueva época en el Partido Comunista cuando Pedro Saad fue designado Secretario General en el V Congreso del partido, reemplazando la dirección histórica que había ejercido Ricardo Paredes desde los años treinta. Nacido en 1909, Saad se había integrado al Partido Comunista 105 “La verdad sobre Stalin y las resoluciones del XX Congreso del PCUS”, El Pueblo, No. 181, 9 de junio de 1956. 106 Alfredo Vera, “El comunismo ecuatoriano”, La Calle, No. 95, 3 de enero 1959, p. 21.
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en 1931, estudió derecho y fue dirigente partidario en Guayaquil con una fuerte vinculación al sindicalismo. Su mayor protagonismo aconteció en la revolución de 1944 y la Asamblea Constituyente de 1944-1945. Desde 1947 a 1958, se desempeñó como Senador funcional por los trabajadores de la costa107. Saad vivió una época distinta a la ocurrida entre 1925 y 1948, cuando en una marcada discontinuidad se sucedieron 23 gobiernos, mientras que entre 1948 y 1960, el Ecuador tuvo un período de estabilidad política con elecciones que permitieron una alternancia en el poder a 3 presidentes de orientaciones políticas distintas. Indudablemente, la gran transformación desarrollista que inauguró Galo Plaza con su gobierno (1948-1952) fue una circunstancia de fortalecimiento de la capacidad interventora del Estado que sería continuada por los gobiernos que le sucedieron. En el tercer gobierno de Velasco Ibarra (1952-1956) se mantuvieron los fundamentos de la acción estatal inaugurada por Plaza. Entre 1956 y 1960 gobernó Camilo Ponce, presidente socialcristiano que derrotó a una coalición de centro izquierda llamada Frente Democrático Nacional en la que participó lateralmente el Partido Comunista. “Democracia, independencia y paz para el pueblo del Ecuador. Lineamientos programáticos del Partido Comunista del Ecuador aprobados en su VI Congreso” (1957), muestra la percepción que se había forjado en el Partido Comunista en una época de inserción en el espacio político bajo la conducción de Saad. El tono general del documento insiste en la exposición del atraso económico del Ecuador, que aparece causado por la penetración imperialista que no obstante se beneficiaba de la existencia de los rezagos feudales que podían ser demostrados por la concentración de la propiedad evidenciada por el Censo Agropecuario de 1954. Este énfasis en la penetración extranjera planteaba la existencia de aliados locales constituidos por oligarquías cómplices de esa colonización imperialista. Las constantes referencias al progreso y el desarrollo, indican una relación con el clima de opinión desarrollista que ya estaba implantado por las ideas propuestas por la Junta Nacional de Planificación fundada en 1954. Una sección dedicada al análisis de las clases, define una “burguesía nacional en desarrollo”, constituida por un segmento industrial, otro agrario e incluso agroexportadores nacionales108. Las capas medias serían presa de los políticos demagógicos, los sectores indígenas vivirían en una opresión económica y cultural, mientras que la clase obrera no 107 Elías Muñoz Vicuña, “Pedro Saad”, en Temas obreros, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1986, pp. 263-265.
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desarrollaba plenamente su conciencia de clase. Aunque el Partido Comunista, representaba a la clase obrera, algo que a esas alturas ya era una fuerte creencia. La solución descansaba en la lucha de la clase obrera y el campesinado aglutinando a otros sectores. El gobierno de Plaza es visto como entregado al imperialismo, Velasco Ibarra, a las oligarquías; y Ponce, una expresión del feudalismo. La salida a esta situación oprobiosa era un Gobierno de Coalición democrática sustentado en la clase obrera, el campesinado, las capas medias y la burguesía progresista. Un gobierno que debería llevar adelante una transformación democrática de liberación social y nacional. EL LUGAR DEL PROBLEMA AGRARIO Hacia 1950, de acuerdo al primer Censo de población moderno que se realizó en el Ecuador, el 71,5% de la población tenía residencia rural y en 1954 se efectúo por primera ocasión un Censo agropecuario que evidenció la alta concentración de la propiedad agrícola. De acuerdo al censo, en las haciendas de la sierra residían más de 35.000 huasipungueros equivalente al 5% de la población activa rural, mientras que había 143.000 trabajadores sin tierra en todo el país que representaban un 18% de la población activa junto a numerosos minifundistas (350.000)109. Aunque el censo no pudo determinar adecuadamente la población residente en comunidades campesinas, esta puede estimarse en el 12% de la población rural del país. Estos datos recopilados por el Estado incidieron en una intermitente discusión acerca de la necesidad de una reforma agraria y cambios en las relaciones de trabajo durante la segunda mitad de la década del cincuenta. En 1956 se inició la opración de la Misión Andina como un programa de la Internacional del Trabajo que planteaba una intervención en algunas zonas de alta concentración de población indígena bajo la noción de desarrollo comunitario. Después de 1958 se presentó un incremento de conflictos laborales rurales en la sierra y la costa. Los conflictos rurales durante la década de 1950 son todavía poco conocidos. En esa década se puede identificar algunos tipos de conflictos que tenían su especificidad y trayectoria. En el ámbito laboral se encontraban los conflictos 108 Democracia independencia y paz para el pueblo del Ecuador. Lineamientos programáticos del Partido Comunista del Ecuador aprobados en su VI Congreso [1957], p. 13. 109 CIDA, Tenencia de la tierra y desarrollo socioeconómico del sector agrícola. Ecuador, Washington, Unión Panamericana, 1965, p. 14.
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que ocurrían tanto en haciendas de la sierra como en haciendas bananeras e ingenios azucareros de la costa. Tenían cierta importancia los conflictos de precaristas en la cuenca del Guayas. En algunas zonas de la sierra persistían conflictos entre haciendas y comunidades externas así como otros por recursos. La delincuencia rural se manifestaba en el cuatrerismo y adquirió cierta particularidad el bandolerismo rural en Manabí. Toda esta conflictividad era muy dispersa y emergía en la prensa especialmente cuando se producían hechos de violencia110. Los conflictos de trabajo tenían ya una relativa institucionalización enmarcada por la legislación laboral mientras que los conflictos comunales estaban regulados por la Ley de Comunas y se encontraban bajo la jurisdicción del Ministerio de Previsión Social creado en 1925. “La cuestión agraria” de Pedro Saad manifiesta que el cambio en el agro ecuatoriano supone una confrontación con el imperialismo y la feudalidad que serían los dos obstáculos mayores para la liberación nacional. Al tomar las cifras del Censo Agropecuario de 1954, percibe la concentración de la propiedad y además establece la presencia de las empresas extranjeras en la producción bananera. Todo esto en el marco de un débil desarrollo industrial. Además, existían muchas tierras sin cultivar y con un escaso desarrollo tecnológico evidenciado en la baja mecanización de la agricultura. Para Saad, el ejemplo más claro de las relaciones semifeudales sería el de los huasipungueros con bajos salarios y una cruda explotación. La población indígena en cambio expresaba una cuestión nacional junto a una organización de tipo comunal que se hallaba en descomposición. La comunidad india en el Ecuador está siendo golpeada sistemáticamente desde la época de la colonia y a través de todo el proceso de la República. La desintegración de la comunidad es una desintegración creciente. Hoy ya no se trata de comunidades completas como fueron en la época se trata de restos de comunidades. Estas comunidades han sido golpeadas por el latifundio creciente, que les ha ido arrebatando sus tierras111.
110 Hernán Ibarra, “Conflictos rurales, violencia y opinión pública en los años cincuenta”, en Felipe Burbano de Lara (ed.), Transiciones y rupturas. El Ecuador en la segunda mitad del siglo XX, Quito, FLACSO, 2010, pp. 411-464. 111 Pedro Saad, “La cuestión agraria” [1960], en Obras Escogidas, vol. 4, Guayaquil, Claridad, 1974, p. 9.
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En la costa ecuatoriana, en contraste, se producía el desarrollo del trabajo asalariado en la agricultura de exportación y persistían formas de renta en dinero y especie en determinados cultivos. Saad evaluaba que en el conjunto del agro ecuatoriano pesaban más las formas feudales de producción que las formas capitalistas. Todo esto se expresaba en bajos niveles de ingreso y malas condiciones de vida, por lo que la reforma agraria se presentaba como la única solución para eliminar las sobrevivencias feudales, permitir la industrialización y el desarrollo del mercado interno a pesar de que existía una burguesía industrial que mantenía lazos con sectores feudales. La cuestión de los empresarios agrícolas costeños se presentaba como un antagonismo con las empresas exportadoras dominadas por el capital extranjero, lo que se presentaba para Saad como una contradicción principal, siendo secundaria la confrontación entre capital y trabajo agrícola nacional. Resultaba importante la apertura del mercado en los países socialistas para dejar de depender del mercado norteamericano. La propuesta de reforma agraria que enfatiza Saad, es la de entregar los huasipungos en propiedad a los huasipungueros de las haciendas de la sierra, conservar las comunidades indígenas y realizar una redistribución de la tierra de las empresas extranjeras en la costa ecuatoriana. En cuanto a la colonización, pensaba que esa era una manera de eludir la distribución de la tierra. Sustentado en los planteos de Lenin y Mao Tse-tung, “Pedro Saad desarrolló el argumento sobre la alianza obrero campesina insistiendo en los rezagos feudales que caracterizaban al Ecuador y su diagnóstico del atraso tecnológico del agro ecuatoriano ya expuesto en La cuestión agraria. La ausencia de derechos laborales de los asalariados agrícolas sería también una muestra de “restos feudales”112. La noción de la alianza obrero campesina se presenta entonces como el eje central del proceso antiimperialista, antifeudal y democrático en el cual existen los intereses particulares de la clase obrera y el campesinado. Para la clase obrera, la participación en la revolución viene dada por ser la clase destinada a cambiar la sociedad capitalista en cuanto cumple una misión histórica y también porque al producirse una trasformación agraria habrá un mayor desarrollo industrial producto del desarrollo del mercado interior, mientras que el campesinado con la reforma agraria eliminará a los rezagos feudales. Saad concibe a los campesinos sujetos a los sistemas de hacienda en la sierra y la costa como semiproletarios. De allí que los 112 Pedro Saad, “Sobre la alianza obrero-campesina” [1961], en Obras Escogidas, vol. 4, Guayaquil, Claridad, 1974, p. 379.
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huasipungueros podían ser definidos como semiproletarios. El programa de transformaciones agrarias propuesto incluye una eliminación del latifundio, aunque se propone mantener los límites de la propiedad en 300 hectáreas en la costa y sin precisar estos límites en la sierra. Se planteaba además un amplio repertorio de medidas destinadas a otros sectores de campesinos y pequeños propietarios. En todo caso, lo central era el papel de vanguardia de la clase obrera a través del partido comunista como expresión de esa vanguardia. Sin embargo, constataba que el estado de la organización de los campesinos a través de la FEI y la FTAL se encontraba en crisis a pesar de que se vivía un auge de las movilizaciones campesinas y trabajadores agrícolas. Lo mismo, la debilidad del partido entre los indígenas en cuanto a que no disponía de células y dependía excesivamente del liderazgo de los “cabecillas” indígenas113. Las elecciones de 1960 presenciaron la disputa entre Velasco Ibarra, Galo Plaza auspiciado por una coalición de independientes, Antonio Parra por una alianza del Partido Socialista, Partido Comunista y CFP; y Gonzalo Cordero por los conservadores. Velasco derrotó a Plaza, respaldado en una amplia votación costeña. Antonio Parra, candidato de la alianza promovida por el Partido Comunista, obtuvo el 6% del electorado. En esa campaña, Velasco puso por delante el tema de la reforma agraria y una crítica al gamonalismo; adicionalmente se abanderó del tema de la nulidad del Protocolo de Río de Janeiro. Sin embargo, la activación de la oposición durante 1961 y su negativa a romper relaciones con Cuba, precipitaron su caída y el reemplazo por Carlos Julio Arosemena, su vicepresidente. Cuando Pedro Saad escribe en 1961 La revolución ecuatoriana y sus características, existía efectivamente un panorama internacional convulso que estaba dado por el avance de los procesos de descolonización en Asia y África, aunque la novedad más importante era el triunfo de la Revolución Cubana en 1959. Para Saad se trataba de asumir este nuevo momento que requería entender las condiciones que podían hacer viable la Revolución Nacional Liberadora, y para ello era necesario precisar la configuración de las fuerzas motrices que podían llevar a esa revolución. Por supuesto que estaba en primer lugar la alianza obrero campesina junto a otros sectores sociales, particularmente la pequeña burguesía y la burguesía nacional. Esto remitía al bloque de las cuatro clases de la Revolución China que conducía al Estado de democracia nacional. Es particularmente importante la caracterización de la burguesía nacional que se la identifica entre sectores exportadores, industriales y una 113 Pedro Saad, “Sobre la alianza obrero-campesina”, op. cit., pp. 422-423.
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burguesía media que sería la que más cercana podría estar a un proyecto de liberación nacional confrontado al imperialismo y las fuerzas feudales. La liberación nacional era una etapa en el camino ininterrumpido al socialismo que según las ideas predominantes en la época de Kruschev, tenía que ser un camino pacífico que no descartaba las acciones extraparlamentarias. Para Saad, el camino pacífico era la opción principal que sin embargo dependía del estado de la movilización social la factibilidad de la acción armada dando una interpretación al reciente caso cubano114. Esto definía una encrucijada en el seno del Partido Comunista que se encontraba también desafiado con el aparecimiento en 1959 de sectores juveniles radicalizados en la Unión Revolucionaria de Juventudes Ecuatorianas (URJE) que desbordó las estructuras partidarias de la izquierda. Además, el impacto del conflicto chino soviético a fines de la década de 1950 planteaba una crítica a la política de la coexistencia pacífica y el camino pacífico al socialismo. Esto va a culminar en 1964 con la fundación del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCML-E) surgido de una escisión al interior del Partido Comunista. UNA APRECIACIÓN FINAL En un lapso de algo más de tres décadas, entre los años treinta y sesenta del siglo XX, se produjo la inserción de los idearios de la izquierda comunista en el Ecuador, que está compilación de textos recoge parcialmente. Si bien la ausencia de un conocimiento de la historia del Partido Comunista ha impedido situar de mejor manera el contexto de sus idearios, de algún modo, el recorrido sobre los planteamientos de la izquierda comunista ofrece indirectamente –aunque no reemplaza– la evolución de una organización política cuya historia ha estado salpicada de escisiones y el trauma de la caída del Muro de Berlín. No se podía ignorar el peso de la Comintern como centro irradiador de idearios, que al ser receptados en una realidad específica, trataban de ponerse en práctica como adaptaciones que trataban de descifrar el mundo social. Fue un proceso de aprendizaje de los militantes y adherentes locales que procuraron establecer, en un ambiente dado con sus peculiaridades, un modo de recepción y adaptación de pautas y normas para establecer un tipo de organización política que aspiraba a una transformación radical de la 114 Ibíd., pp. 350-353.
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sociedad. La organización política era el marco de interpretación donde las voces autorizadas de los dirigentes partidarios poseían la capacidad de explicación y orientación ante los miembros que aceptaban su pertenencia a un ámbito disciplinado y jerarquizado. El triunfo de la Revolución Rusa y la consolidación del Estado en las décadas de 1920 y 1930 produjeron lo que Marcuse denominó el marxismo “soviético” como una forma específica del marxismo sustentada en la interpretación de Lenin sobre las modalidades de transformación del capitalismo. Esta forma de marxismo (el marxismo-leninismo) es la que se conoció ampliamente en el Ecuador bajo una práctica política donde fue decisiva la vinculación a la Tercera Internacional y sus modos de definición de la participación política. La incorporación del campesinado como sujeto de la revolución fue fundamental en el pensamiento de Lenin que partía de una situación de extrema minoría del proletariado industrial en Rusia. Estas ideas se desarrollaron en la Revolución Rusa de 1905 y luego se verían confirmadas en la fórmula del gobierno de obreros y campesinos como una manera de darle sentido a la dictadura del proletariado. Por eso es que “el marxismo soviético aparece como un intento de reconciliar el cuerpo heredado de la teoría marxista con una situación histórica que parecía invalidar su concepción central, a saber, la concepción marxista de la transición del capitalismo al socialismo”115. El Partido Bolchevique fundamentó su acción en fuerte oposición a la acción reformista de la socialdemocracia que en Alemania y Francia se orientaba hacia la participación electoral creciente desde las últimas décadas del siglo XIX. La concepción del Partido Leninista “mediante el cual los intereses auténticos y la conciencia auténtica del proletariado quedaban localizados en el seno de un grupo separado y distinto de la mayoría del proletariado”116, se convirtió en un soporte de la tradición leninista conectada a la Revolución Rusa. Una parte nodal del cuerpo doctrinal que jugó un papel de creencia fue el mito de la clase obrera que daba atributos de conciencia radical a los trabajadores industriales, puesto que constituían el sujeto de la emancipación. Como mito surgido de una teoría social quedaba fijado bajo la forma de un principio doctrinal que establecía que el proletariado es una clase que tiene como misión la transformación de la sociedad bajo la dirección de su partido de vanguardia que conduce a los explotados. Afirmaciones de este tipo, no necesitaban ser probadas ni discutidas y se tornaban en creencias sostenidas 115 Herbert Marcuse, El marxismo soviético, Madrid, Alianza, 1984, p. 20. 116 Ibíd., p. 37.
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en los manuales de marxismo disponibles y la propaganda. No obstante, eventualmente, en los análisis concretos surgían referencias al insuficiente desarrollo de la conciencia de clase de los trabajadores o las desviaciones que impedían el cumplimiento de la misión histórica. Pero estas señales de la realidad se contrarrestaban con la firme creencia en el partido como condensación de la conciencia política de los trabajadores. El diagnóstico de la realidad sobre el que operó el Partido Comunista durante varias décadas, insistió mucho sobre “feudalismo”, “rezagos feudales” o “semifeudalismo” como los rasgos básicos de la sociedad ecuatoriana. Eran términos que aparecían de modo intercambiable. Laclau anotó que en la visión de los partidos comunistas latinoamericanos estaba vigente “la constante tendencia a identificar feudalismo con estancamiento y economía cerrada, y capitalismo, con dinamismo y progreso”117. Pero la idea dominante de esta feudalidad era la concentración de la propiedad y la servidumbre en las haciendas. Se ponía mucho acento en la opresión, pero no se extraían las consecuencias de los mismos procesos de resistencia de los campesinos indígenas dentro y fuera de las haciendas que el Partido Comunista gestionó parcialmente desde los años treinta. En el caso de los huasipungueros, las demandas salariales ante los hacendados junto a una economía campesina en las haciendas, implicaban algo más que simples luchas salariales. A mediados del siglo XX en las haciendas de la sierra norte estaban ocurriendo procesos de modernización con la extensión de la ganadería lechera y la parcial introducción de maquinaría agrícola118. En tanto que la costa ecuatoriana, la expansión de la producción bananera había producido un notable incremento de asalariados agrícolas en cuya organización participó el Partido Comunista, concentrándose en las haciendas de propiedad del capital extranjero. La caracterización feudal del agro se encontraba vinculada a las modalidades de poder local conocidas como gamonalismo. En las políticas de la izquierda los términos “gamonal” y “gamonalismo” se habían incorporado recurrentemente desde los años veinte. El término gamonal era una palabra originada en el siglo XVIII cuyo uso se amplió a finales del siglo XIX y terminó posteriormente en la noción de gamonalismo que sirvió para designar a las formas despóticas de poder local rural después de 1920. En el lenguaje liberal y de izquierda se tornaron en términos proliferantes que permitían 117 Ernesto Laclau, “Feudalismo y capitalismo en América Latina”, en Política e ideología en la teoría marxista, Madrid, Siglo XXI, 1978, p. 32. 118 Andrés Guerrero, Haciendas, capital y lucha de clases andina, Quito, El Conejo, 1983.
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designar a terratenientes y autoridades locales. El gamonal convertido en un significante aparece en los discursos políticos sobre el indio y el agro. El acento en los elementos feudales de la sociedad ecuatoriana, permitían definirlos como el principal obstáculo al que deberían enfrentarse el proletariado aliado con los campesinos junto a una burguesía nacional que fue buscada con ahínco para cumplir la etapa de la revolución burguesa previa a la etapa socialista. Se tendía a ver una sociedad rural relativamente estática y con escaso dinamismo. La burguesía nacional como un hipotético aliado se instaló en la política del Partido Comunista desde mediados de los años treinta y se consolidó como parte crucial de la estrategia a mediados del siglo XX. La penetración del capital extranjero junto a la feudalidad se presentaba como los principales obstáculos para el desarrollo nacional sustentado en la industrialización. La acción comunista debía enfrentar la cuestión de la democracia en una época en que las elecciones tenían una intervención minoritaria de la población por la vigencia de restricciones a la participación de los sectores populares. La participación marginal del Partido Comunista en procesos electorales frecuentemente dependía de otros aliados. Y aunque la demanda del sufragio universal apareció ocasionalmente en sus propuestas, no era una preocupación central. La izquierda comunista puso mayor atención a su intervención en la disputa por la representación funcional de los trabajadores y en la expansión de los derechos sociales. La invocación a la ciudadanía como un sujeto de la acción política no estaba en su horizonte puesto que el acento se ponía en la revolución democrático burguesa como una etapa que debía cumplirse para democratizar la sociedad y promover el desarrollo de un capitalismo nacional con autonomía frente al capital extranjero. Las raíces urbanas y la atmósfera de la dominación étnica en la que la misma izquierda comunista se había originado y desarrollado desde los años veinte, tenía consecuencias muy claras en cuanto se terminaban por admitir las determinaciones étnicas y raciales como un modo de existencia natural. Ciertas imágenes liberales de los indígenas persistieron en la izquierda junto a ideas civilizatorias que se entremezclaban con afirmaciones de clase o intentos por precisar los rasgos culturales y etnicos de la sociedad ecuatoriana que no llegaron demasiado lejos.
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El pensamiento de la izquierda comunista (1928-1961)
El Movimiento Obrero en el Ecuador1 Ricardo Paredes El Ecuador es un país tan grande como Francia, pero su población no pasa de tres millones de habitantes. Sus riquezas naturales son considerables, su suelo es maravillosamente fértil. Encontramos todos los climas en el Ecuador: desde el ardiente clima de las regiones forestales, en el nacimiento del Amazonas y en el litoral del Pacífico, hasta el clima glacial, en los picos de la Cordillera de los Andes. Los valles que separan las cadenas de los Andes tienen un clima moderado: en ellos reina la primavera perpetua, como por ejemplo en Quito, capital de la República. Los industriales de toda nacionalidad penetran en los inextricables bosques del Amazonas, para buscar el caucho, la quina y la madera de mangle. La población de estas regiones se compone casi exclusivamente de indios semisalvajes, que son explotados atrozmente por aventureros internacionales de toda especie. El Ecuador es un país agrícola en el cual comienzan a implantarse los métodos de cultura moderna, particularmente, en los valles “Interandinos”. Aquí se cultiva el centeno, el maíz, toda clase de cereales, la patata, diversas legumbres y árboles frutales. En el litoral del Pacífico se ve, particularmente, la cultura del cacao, del café, del caucho, del algodón, del arroz, de la caña de azúcar, de toda clase de frutos, y, particularmente, de plátanos. En la región Este se cultiva, principalmente, el plátano y la yuca (patata americana); la caña de azúcar se cultiva en el archipiélago de Colón. La cría de ganados y las pesquerías representan una fuente importante de la renta nacional. Se encuentra en gran abundancia el bacalao, grandes tortugas llamadas “galápagos” que han dado el nombre al archipiélago, y ballenas, casi inexistentes hoy en los otros mares. Hay actualmente, en el Ecuador, explotaciones de yacimientos auríferos y, en menor cantidad, minas de plata, de cobre y de mercurio. La explotación de petróleo comienza a desarrollarse en una escala bastante grande. Las minas de carbón, las canteras de mármol y de alabastro comienzan a ser explotadas apenas. Se explotan también las canteras de yeso, de piedra, de rocas volcánicas, que convienen muy bien a la construcción. 1 Tomado de: La Internacional Sindical Roja. No. 1, agosto 1928, París, pp. 76-81, en Hernán Ibarra, La formación del movimiento popular: 1925-1936, Quito, CEDIS, 1984, pp. 91-101.
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La industria ha entrado en pleno período de desarrollo a partir del siglo actual. Durante todo el período colonial, y más tarde, hasta fines del siglo XIX, toda la industria había consistido en la producción de tejidos y de tapices sobre materias primitivas. Pero la grande industria textil y azucarera comienza a desarrollarse en el siglo veinte, y hoy existen, en el Ecuador, numerosas industrias relativamente bien desarrolladas. El primer lugar pertenece a los tejidos; después vienen la producción del fósforo y una serie de empresas para la transformación de los productos agrícolas (molinos, destilerías, etc.). La industria más importante sobre el litoral, es la del azúcar que ocupa a varias decenas de millares de trabajadores. Por lo que se refiere a la industria minera, notamos la extracción del oro y del petróleo. Un número importante de asalariados trabajan en las industrias del tabaco y del calzado. Los depósitos y talleres de los caminos de hierro, así como toda clase de empresas de la industria alimenticia, se encuentran en numerosas regiones. Sin embargo, es la pequeña industria la forma que domina por todas partes en la producción. El comercio, cuya parte más importante está concentrada en las manos de los extranjeros, ha alcanzado un grado de desarrollo bastante grande en ciertas regiones, y notablemente en Guayaquil, que es un gran puerto y el gran centro comercial en este país, así como en Quito y en Manta. La gran burguesía de las principales ciudades2 del Ecuador persigue con gran energía la concentración de capitales, arruinando a la pequeña burguesía y explotando a los trabajadores. Todas las ramas de la economía nacional, bajo todas las formas –inmuebles en las ciudades, industria, dominios feudales–, pasan poco a poco a las manos de la casta privilegiada. Los grandes dominios (latifundios), que constituyen el mal crónico del Ecuador, son, particularmente, una herencia del período colonial y parcialmente, un producto de origen moderno. La mayor parte de las tierras baldías pertenecen también a los grandes propietarios cuyos dominios alcanzan a tener varias decenas de miles de kilómetros cuadrados. Es verdad que en las provincias tales como el Azuay, Loja, Tulcán, Manabí, así como en ciertas ciudades, no se observa tal contraste en la repartición de las heredades. En efecto, existen numerosas regiones que han guardado trazas del gran Imperio Comunista, el primer Estado fundado sobre el socialismo agrario que conoce la historia. Existe una comuna agrícola que representa una forma de economía primitiva parecida a las fuerzas económicas que se han conservado hasta estos tiempos últimos en otros países agrarios 2 En el texto original se utiliza el término “villa”, pero lo he modificado por “ciudad” para una mejor comprensión. (Nota del compilador).
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(principalmente en los Estados eslavos). La comuna rural continúa existiendo bajo una forma modificada en numerosas regiones del Ecuador, y resiste tenazmente a la ofensiva del propietario de la tierra. Esta lucha creciente entre la propiedad privada y el régimen comunal que los indios continúan defendiendo enérgicamente, coloca a los indígenas ante la perspectiva de una expropiación completa; y esta eventualidad ejerce sobre ellos una influencia revolucionaria. LA CLASE OBRERA DEL ECUADOR En el Ecuador, como en la India, la clase obrera pertenece a la casta inferior. La mayor parte de los trabajadores son los representantes de una raza mitigada; los indios puros no son los más numerosos más que en las regiones de algunas provincias. La clase obrera está pues sometida a un doble yugo: opresión de raza (prejuicio de la “raza inferior”) y opresión económica. Bajo esta doble opresión, los trabajadores del Ecuador toman poco a poco conciencia de sus distintos intereses de clase. El proletariado se encuentra, particularmente, concentrado en las tres provincias donde la industria está más desarrollada y cuyas grandes ciudades constituyen el centro del movimiento revolucionario más intenso. Guayaquil y Quito son las ciudades eminentemente revolucionarias. El proletariado de las otras provincias, con una vida económica más atrasada, comienza apenas a salir de la masa predominante de los artesanos. LAS PRIMERAS ORGANIZACIONES OBRERAS Y LA CONFEDERACIÓN OBRERA DEL ECUADOR En el siglo XIX, dado el gran retraso económico del país, el Ecuador no poseía un proletariado numeroso. Las organizaciones obreras del Ecuador tenían, exclusivamente, el carácter de sociedades de socorro mutuo, de las cuales fueron saliendo poco a poco las organizaciones “socialistas”, término que solo se puede aceptar convencionalmente, pues, al lado de los obreros, formaban parte algunos pequeños patronos. Hasta 1912, las organizaciones obreras del Ecuador han permanecido desmenuzadas y sin ningún centro nacional. Gracias a la actividad de ciertos miembros de la “Sociedad Artística Industrial del Pichincha”, en Quito, fue creada la Confederación Obrera del Ecuador (COE) de la que formaron parte
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casi todas las organizaciones del país. Hasta 1923, la COE no efectuó casi ningún cambio en el Movimiento Obrero del Ecuador. Pero las grandes organizaciones que formaban parte de esa central, sufrieron una evolución rápida; no solamente su ideología se desplazó a la izquierda, sino que ellas modificaron considerablemente la organización híbrida primitiva, a la cual adherían a la vez asalariados y pequeños patronos, dándole el sentido de una organización puramente sindical. Así sucedió con la Federación Obrera de la provincia del Guayas, la sección más fuerte de la COE. A fines de 1927, se reunió el Congreso Obrero del Ecuador cuyos resultados no conocemos aún. Hay que esperar que los esfuerzos del Partido Socialista del Ecuador, que ha buscando dar al primer Congreso Obrero un carácter sindical de clase, y que la actitud de las organizaciones obreras, afiliadas a este partido, contribuirán a llevar alguna modificación a los estatutos. COMPOSICIÓN DE LA COE Existen tres clases de organizaciones en la COE: 1. Corporaciones (gremios3) que predominan aún y que agrupan asalariados y a pequeños patronos al mismo tiempo; 2. Organizaciones puramente sindicales de obreros asalariados de ciertas profesiones, tales como panaderos, matarifes, albañiles, y que no admiten patronos en sus filas; 3. Organizaciones mixtas que agrupan, al mismo tiempo, a obreros y a patronos de diversas profesiones. Los gremios y las organizaciones mixtas se modifican poco a poco, adquieren un carácter sindical de clase, notablemente en las grandes ciudades del Ecuador donde la concentración capitalista se deja sentir más vigorosamente. Bajo el punto de vista ideológico, la COE se ha conducido siempre como una organización nacional, impregnada de espíritu conservador, servilmente atenta con el gobierno de la burguesía y absolutamente inútil para los intereses del proletariado. La política funesta de la COE por el puñado de pequeños burgueses que se han emboscado en la dirección central. La más fuerte de las secciones, la Sociedad “Artesanal e Industrial” de la ciudad de Quito, que hemos citado más arriba, ha dado siempre los cuadros principales de la COE reclutados casi exclusivamente entre las personas ligadas a la burguesía y al gobierno. La incapacidad, el servilismo, 3 En el texto original se emplea el término guildes, pero en todo el texto lo he modificado por gremio. (Nota del compilador).
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las intrigas, tales eran los rasgos característicos de casi todos los que estaban colocados a la cabeza del Directorio Nacional de la COE y de la Sociedad Artesanal e Industrial. LAS ORGANIZACIONES SOCIALISTAS Y EL MOVIMIENTO OBRERO Se han formado, en ciertas partes del Ecuador, gremios y uniones obreras mixtas con tendencia socialista; ellas desarrollan una actividad bastante grande, y se transforman poco a poco en verdaderos sindicatos de clase. Existen algunas organizaciones de esta especie en Guayaquil y en las provincias interiores. La mayoría de los sindicatos autónomos de Guayaquil han constituido, en 1922, una Federación Regional de Obreros del Ecuador. Es preciso observar, muy especialmente, a esta organización que está adherida al Partido Socialista de la provincia de Chimborazo, y cuyo domicilio se halla en la ciudad de Riobamba. Esta organización ha progresado grandemente en el camino de la reorganización, y ella es la que facilita excelentes militantes al Movimiento Obrero. El movimiento de clase de los obreros y de los campesinos se hace activo, durante el período en que José Luis Tamayo fue presidente (1920-1924); es en esta época cuando la supremacía del gran capital ha llegado a su punto culminante en el Ecuador. Hasta en 1922, la clase obrera no ha participado en la vida política del país más que como un apéndice de los partidos burgueses y de los líderes revolucionarios burgueses. En el litoral del Pacífico, ella fue siempre el amparo del liberalismo. Los clericales conservaban un gran poder sobre la mayoría de la población en las provincias interiores del país. En Guayaquil, puerto principal y centro industrial del país, se ha formado una corriente sindicalista y anarcosindicalista bastante fuerte. Veamos las huelgas más importantes, impregnadas de una cierta conciencia de clase. La huelga de tipógrafos de Quito, en 1919, la primera victoriosa, fue dirigida por un grupo radical-socialista que sostuvo, por otra parte, la candidatura del doctor Gonzalo Córdova en las elecciones presidenciales de 1921. En 1921, una gran huelga en los yacimientos auríferos de una compañía yanqui fue aplastada por el gobierno.
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En 1922, huelga de los ferroviarios. La clase obrera de Guayaquil, sometida a condiciones verdaderamente penosas, atravesaba un período de agitación bastante grande. Los ferroviarios, que habían creado una Federación impregnada de un ardiente espíritu revolucionario, habían tropezado con la negativa opuesta a las reivindicaciones que habían presentado a la compañía yanqui de los caminos del Sur. La Federación regional del Ecuador se puso al frente de la huelga llevándola a la victoria. De esto resultó, para la Federación, un crecimiento de su influencia: numerosas organizaciones obreras, nuevas, le dieron su adhesión. En noviembre del mismo año 1922, los tranviarios de Guayaquil presentaron a la Compañía un cuaderno de reivindicaciones que los patronos rechazaron. La Federación regional intervino entonces y declaró una huelga, invitando a todos los trabajadores de Guayaquil a unirse a la lucha para romper la obstinación patronal. Casi todas las organizaciones respondieron a este llamamiento, salvo la Confederación Obrera de Guayaquil; aunque, al cabo de algunos días, empujada por las masas, que mostraban un estado de espíritu revolucionario, ella fue obligada a unirse a la huelga general. Toda la vida se encontró paralizada en Guayaquil. Un gran pánico se extendió por la burguesía, a la vista del entusiasmo de la clase obrera. El 14 de noviembre, una grandiosa demostración obrera tenía lugar en esta ciudad; el 15 de noviembre, más de 40.000 trabajadores recorrían las calles de nuestra capital comercial. Las tropas estaban apostadas en las encrucijadas en espera de los manifestantes. Se veían carteles sobre ciertos edificios, firmados por el “Soviet” de Guayaquil. Y hecho remarcable: ni un solo crimen se ha registrado en el transcurso de las jornadas en que toda la ciudad estuvo en manos de la clase obrera. Cuando los manifestantes se encaminaron hacia la prisión para libertar a los camaradas que las autoridades habían encarcelado en gran cantidad, los soldados tiraron sobre la muchedumbre. La matanza revistió los caracteres más atroces, y más de 800 obreros, mujeres y niños quedaron tendidos sobre las calles de Guayaquil. La burguesía aplaudía ruidosamente este acto, desde lo alto de los balcones, y tiraba tiros de revólver sobre los manifestantes. Cuando fue conocida la noticia del crimen perpetrado por la burguesía y su gobierno, los obreros de diversas ciudades de la república descendieron a la calle para protestar. En Quito y Riobamba, la policía dispersó violentamente las reuniones obreras. La prensa burguesa hizo la conspiración del silencio alrededor de estos trágicos acontecimientos.
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Entonces se empezó a perseguir a los jefes obreros; ciertas organizaciones fueron disueltas, y el Movimiento Obrero de Guayaquil se debilitó grandemente. Pero, por lo menos, las matanzas del 15 de noviembre tuvieron como resultado la inspiración al proletariado de Guayaquil de un odio irreductible hacia la burguesía. Se puede decir que, a partir de ese momento, perdió todo el apoyo de las masas. El 15 de noviembre de 1922 iluminó a todo el país con los de Guayaquil y señaló la entrada del proletariado ecuatoriano en la vía de la revolución social. LAS LUCHAS ELECTORALES DE 1923 Las elecciones presidenciales de 1923 tuvieron gran importancia. El gobierno y el Partido Liberal sostenían la candidatura de Córdova, mientras que otra parte de la burguesía liberal, y más particularmente la pequeña burguesía, así que una ínfima parte del proletariado, apoyaban la candidatura de Intriago. Un tercer candidato, el coronel Juan Manuel Lasso, que puso al frente un programa radical-socialista, adquirió gran popularidad en las provincias interiores. Es preciso señalar también la agitación electoral llevada a cabo entre los trabajadores de la “Interandina”, así como las reivindicaciones obreras incluidas en el programa Lasso, que entusiasmaron a las masas populares. El periódico de Lasso, Humanidad, hizo una intensa campaña socialista hasta el 15 de noviembre de 1923, época en que fue suspendido por haber publicado un artículo consagrado a la memoria de las víctimas de la matanza de Guayaquil. El estado de espíritu de las masas obreras tomó un carácter netamente revolucionario, y causó grandes molestias al gobierno, que recurrió a violentas represalias en varias ciudades. LA REVOLUCIÓN MILITAR Y SOCIALISTA DE 1925 En 1925, el Movimiento Obrero comenzó a tomar vida, a lo que la campaña del Partido Socialista había contribuido en gran medida. El gobierno de Córdova (este candidato gubernamental y liberal había sido elegido presidente) condujo al país a una ruina económica completa. La hegemonía del capital financiero, y notablemente de la plutocracia de Guayaquil, se había hecho insoportable. La situación de la economía nacional se agravaba de día en día, y al mismo tiempo, la vida de las clases pobres empeoraba rápidamente. En
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este momento, hemos comenzado una campaña violenta contra el gobierno, denunciando todos los crímenes de nuestra burguesía. La ruina del país era tan evidente, que, incluso los periódicos burgueses, exceptuando algunos, tomaron una actitud hostil al gobierno, sosteniendo nuestra campaña contra los desvíos de la plutocracia. Los principales grupos políticos de la oposición eran: el Bloque Socialista Radical, dirigido por Luis N. Dillon; la Liga Secreta de los oficiales subalternos y nuestro pequeño grupo socialista. La revolución era inminente, y nosotros lo decíamos abiertamente en nuestro periódico La Antorcha. “La próxima revolución tendrá un carácter económico”, escribíamos, creyendo que las capas inferiores del cuerpo de oficiales serían uno de los factores de esta revolución. Desde este momento, nuestros esfuerzos tendieron a imprimir al movimiento revolucionario una buena orientación, estableciendo contacto entre los círculos militares y las organizaciones obreras. En julio de 1925, la Liga Militar comprendía a todos los oficiales subalternos. Los miembros de la Liga estaban en contacto estrecho con las masas de soldados. El 9 de julio, la revolución estalló. El Presidente de la República, el ministro y los funcionarios superiores, así como que el alto mando del ejército, fueron detenidos. Fue constituida una “Junta”, y Dillon recibió la cartera de Hacienda. Por todas partes se formaban Soviets militares, agrupados orgánicamente por la Junta Militar Superior. Los obreros celebraban grandes reuniones y enviaban sus Diputados a las Juntas Militares para exponer sus reivindicaciones. El programa de las Juntas comprendía toda una serie de artículos anunciando reformas sociales; el gobierno revolucionario prometía el saneamiento de las finanzas nacionales, lo que suscitó la aprobación unánime de la clase obrera. Sostenido por los militares y la clase obrera, el gobierno realizó, en el curso de los primeros meses, una serie de importantes reformas, atacando seriamente a la influencia del capital financiero. Por primera vez en la historia del Ecuador, los grandes financieros y funcionarios superiores, prevaricadores, fueron aprisionados. La revolución de julio dio un impulso grande al Movimiento Socialista. Este reunió, en 1926, con la participación de los grupos socialistas y los sindicatos obreros, un Congreso muy importante que decidió afiliarse a la Internacional Comunista. Numerosos sindicatos obreros fueron reorganizados, y se fundaron muchos nuevos.
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PROVOCACIÓN BURGUESA La revolución de julio debía su fuerza a la estrecha ligazón entre la clase obrera, el gobierno y los elementos militares revolucionarios. Pero la burguesía llevaba a cabo una ofensiva vigorosa contra el Ministro de Finanzas que efectuaba un programa económico radical, y por otra parte, trataba de romper el frente revolucionario. La burguesía recurrió al procedimiento de la provocación para engañar a los elementos militares. Ella proclamó que la clase obrera de Guayaquil se preparaba a un nuevo golpe de Estado que sería un golpe de Estado comunista. Se difundió, incluso, un falso programa que llamaban comunista y donde se hablaba de incendios, de asesinatos, etc. Se detuvo a numerosos trabajadores, los periódicos fueron suprimidos, ciertos sindicatos disueltos. Para defenderse contra la llamada ofensiva comunista, la burguesía de Guayaquil formó guardias cívicas, y trató de atraerse a su campo al comandante de la guarnición local, para atacar al gobierno. Finalmente, el gobierno tomó medidas enérgicas, desarmó a las guardias cívicas e hizo detener a los culpables. No obstante, el frente de los obreros y de los oficiales fue roto por las intrigas de la burguesía. Esta logró provocar una crisis en el seno de la junta, y los ministros tuvieron que presentar la dimisión. A partir de este momento comenzó la bancarrota de una revolución que merecía muy bien el nombre de socialista. Fue bajo el segundo gobierno revolucionario cuando comenzó, en la provincia de Cayambe, un Movimiento Comunista, relacionado con la ocupación de las tierras comunales por los grandes propietarios terratenientes. Por orden del Partido Socialista, yo me puse al frente de este movimiento. Logramos obtener una victoria sobre la burguesía y dar gran prestigio al partido. Pero esta victoria desencadenó una violenta reacción burguesa. El movimiento de Cayambe puso de relieve el tan importante papel revolucionario de los indios del Ecuador en la lucha contra el yugo capitalista. Es en Cayambe donde organicé la primera Unión Campesina entre los indios. En 1926, conseguimos reunir, bajo la iniciativa socialista, la primera Confederación Sindical. Los delegados de 14 organizaciones obreras acudieron a esta reunión, pero, desgraciadamente, el Comité elegido, y que fue encargado de convocar un Congreso Obrero, permanece absolutamente inactivo.
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EL GOBIERNO LABORISTA DEL ECUADOR Y LA CLASE OBRERA El Ecuador está actualmente gobernado por un gobierno laborista semejante al de Calles (Méjico), pero que es, en muchos casos, más radical. Este gobierno busca asegurarse una base sólida en el país; pues toda la gran burguesía no cesa de tramar intrigas contra las realizaciones revolucionarias. El gobierno se dispone, en consecuencia, a crear una organización análoga a la CROM (Confederación del Trabajo de Méjico) y ha contribuido a la convocación del Congreso Obrero. Se comprende que el Partido Socialista se alarmase por este peligro reformista. Nuestras organizaciones debían entrar en lucha, en el Congreso Obrero, contra esta tendencia que desvía la moral revolucionaria de las masas. Ignoro, por desgracia, el resultado del Congreso, pues éste ha sido abierto después de mi salida del Ecuador. Las relaciones de la clase obrera del Ecuador con el proletariado internacional son precarias. La COE mantiene alguna relación con la Federación Panamericana del Trabajo. La ISR4 se ha limitado a dirigir un manifiesto a nuestra Conferencia Sindical; la Internacional de Berlín y los Obreros Industriales del Mundo han querido arraigarse en el Ecuador pero vanamente. No tenemos ninguna clase de contacto con Ámsterdam. La clase obrera del Ecuador se ha desenvuelto en pleno aislamiento, sin el sostenimiento del proletariado internacional. Por la iniciativa del Partido Socialista las organizaciones obreras afiliadas han establecido relaciones con la ISR y han elegido representante para el próximo Congreso de ésta. LA SIMILITUD DEL MOVIMIENTO OBRERO DEL ECUADOR CON EL DE LOS OTROS PAÍSES DE AMÉRICA LATINA Se puede decir que el Movimiento Obrero se ha desarrollado de una manera casi idéntica en Colombia y en el Ecuador, a consecuencia de la similitud de numerosos factores económicos, religiosos, topográficos y climatológicos. En el Ecuador, igualmente que en Colombia, el proletariado tiene un estado de espíritu revolucionario. En mayo de 1926 se reunió, en el Ecuador, un primer Congreso Socialista donde estuvieron representados, no solamente 4 Internacional Sindical Roja, fue una federación sindical que funcionó entre 1921-1937. (Nota del compilador).
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grupos socialistas, sino también organizaciones sindicales. Algunos meses más tarde se abría el Congreso Socialista de Colombia donde, lo mismo que en el Ecuador, se había formado un Partido Socialista, con tendencia favorable al comunismo. Este Congreso ha decidido hacer gestiones para la afiliación a la III Internacional. En Colombia, como en el Ecuador, las organizaciones obreras han contribuido a organizar el partido. En general, el Movimiento Obrero del litoral del Pacífico de América del Sur (Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) presenta rasgos comunes. Debemos esto, en buena parte, a la debilidad numérica de la inmigración procedente de Europa. Además, el Movimiento Obrero de todos los países de América Latina está interesado en la lucha común contra el imperialismo que oprime a nuestras jóvenes naciones. Estamos obligados a luchar en dos frentes: contra el enemigo de clase en el interior y en el exterior. Lo que explica, también, la similitud del movimiento revolucionario de estos países, es la supremacía numérica de las tribus indias en su población. Estas tribus, formando un potente factor revolucionario, presentan perspectivas de revolución social más amplias en Méjico, Perú, Bolivia, Ecuador, etc., comparativamente con los otros países. La población india de América Latina y, notablemente, la del Perú, Bolivia y del Ecuador, que eran en otro tiempo elementos constitutivos del Estado agrario socialista de los Incas, guardan hoy todavía fuertes tradiciones comunistas, e incluso restos de instituciones comunistas. El espíritu de clase está muy extendido entre los indios. LA FEDERACIÓN SINDICAL DE AMÉRICA LATINA Se ha celebrado una Conferencia de los delegados obreros de América Latina en el mes de diciembre último bajo la iniciativa de la ISR en Moscú, con objeto de buscar los medios de agrupar el proletariado de América Latina. La Conferencia ha decidido pedir al próximo Congreso de la ISR la convocación de una Conferencia de todos los delegados de América Latina. Esta Conferencia se ha celebrado a continuación del IV Congreso de la ISR en Moscú (véase artículo del camarada Dujone, en este mismo número de nuestra revista) para designar un secretariado provisional, encargado de hacer el trabajo preparatorio de otra Conferencia que ha de tener lugar en Montevideo, en la cual participarán todas las organizaciones de América Latina, que quieran estar representadas. En último análisis, estas conferencias tienen por finalidad el crear una Federación Sindical de América Latina, cuya fundación es deseada por los trabajadores de nuestros países
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indo-hispanos. Se ha creado, eventualmente, en Montevideo, un Secretariado que prepara la celebración del Congreso de unidad de los obreros de América Latina. Esta resolución será, ciertamente, acogida con gran entusiasmo en toda América Latina. Esperemos que nuestros esfuerzos sean coronados por el éxito.
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Informe de la delegación latinoamericana sobre el Programa de la Internacional Comunista5 Ricardo Paredes (Delegado de los Partidos Comunista y Socialista del Ecuador): Camaradas, es la primera vez que los delegados de varios partidos proletarios de América Latina que se han constituido estos últimos años (Partido Socialista Revolucionario de Colombia, Partido Socialista y Comunista del Ecuador, Partido Comunista del Paraguay) intervienen en un Congreso de la Internacional Comunista. La participación de los países de América Latina en una escala cada vez más grande en el movimiento comunista mundial indica que la Internacional Comunista tiene raíces profundas en el mundo entero. Ahora que el imperialismo de la América del Norte ocupa el primer lugar en la economía y la política mundial, y constituye la fortaleza de la burguesía, el Movimiento Obrero de América Latina, por su situación estratégica, adquiere un valor considerable. El proyecto de programa presentado por el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista me parece bueno en el fondo. Su estructura es correcta, su estilo facilita la lectura. A pesar de esto, creo que ciertos puntos podrían ser ampliados, tratados de modo un poco menos esquemático. El proyecto constituye seguramente un progreso considerable respecto de los programas anteriores. Su forma es muy dinámica, y algunos problemas, solamente esquematizados en los programas anteriores, están aquí bien tratados. Más aún, hay cuestiones nuevas. La base internacionalista es mejor que la de los programas anteriores, en los cuales había una cierta manera europea de tratar todos los problemas mundiales. A pesar de esto, creo necesario dar más fuerza a los problemas de los países coloniales y semicoloniales que constituyen la mayor parte de la tierra. La introducción del programa me parece un poco brusca; se trata el problema del imperialismo antes de haber definido al capitalismo de libre competencia, forma que convendría solamente si el programa no se dirigiese más que a elementos ya maduros ideológicamente. Parece necesario dedicar 5 Tomado de: VI Congreso de la Internacional Comunista, No. 109, 25 septiembre 1928, pp. 1172-1175, en VI Congreso de la Internacional Comunista, Informes y discusiones: Segunda Parte, Cuadernos de Pasado y Presente No. 67, México, Siglo XXI, 1978, pp. 176-186.
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algunas líneas más al problema de la guerra mundial, con todas sus ampliar un poco la referencia histórica a la I y a la II Internacional, así como presentar a la Revolución Rusa como una nueva etapa para el proletariado del mundo entero, ya que, en el proyecto, la Revolución Rusa está tratada demasiado ligeramente. En el primer capítulo, se debería hacer una exposición más completa de la doctrina marxista acerca del desarrollo capitalista. Me parece que el programa no da una fisonomía propia al desarrollo del capitalismo en los países coloniales y en aquellos llamados semicoloniales. Estos países abastecen a la economía mundial de la mayor parte de los productos alimentarios y de las materias primas para la industria. Bujarín ha dicho que ciertos países, como Inglaterra, no pueden vivir más que gracias a las materias primas y a los alimentos que vienen en gran parte de los países coloniales. Por otra parte, la industria en vías de desarrollo en dichos países coloniales y semicoloniales provee una parte bastante considerable de los productos necesarios para el consumo, no solamente de estos países, sino también para la exportación, aun cuando esta exportación sea todavía mínima. Al mismo tiempo, los campos se industrializan en estos países, sobre todo en los llamados semicoloniales, como la Argentina. Una característica importante de estos países es la forma de distribución de la tierra. En los latifundios, que es la forma de explotación agrícola dominante, trabajan a veces miles de proletarios agrícolas (Brasil, México, Argentina). En el Brasil, hay latifundios tan grandes como Suiza. En estos latifundios, aun cuando lentamente, la industrialización se realiza, concentrando un proletariado numeroso. Esto constituye un hecho muy importante para la organización de los trabajadores y para la elaboración de un programa de lucha justo en nuestros países. Es preciso definir de manera clara la forma de dominación imperialista en los países coloniales y semicoloniales, el modo como se desenvuelve el capitalismo nacional, sus relaciones con el imperialismo. ¿En qué consiste esta política de los países imperialistas? Especialmente, los Estados Unidos de América e Inglaterra tienden a crear en las colonias una industria extractiva; como consecuencia, la industria minera se encuentra allí muy desarrollada. La industria de transformación es desarrollada por parte de los imperialistas, en una escala muy mínima, solamente en la medida en que ella no pueda perjudicar a la industria de la metrópoli y que pueda aprovechar la mano de obra indígena barata. Los imperialistas desarrollan también la industria hidroeléctrica y la industria agrícola (refinerías de azúcar, destilerías, tabacales).
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Por otra parte, el capitalismo nacional trata de crear una industria de transformación, pero tiene en su contra toda la política económica del imperialismo. En el dominio de la agricultura, el imperialismo trata de aprovechar el clima para crear gigantescas explotaciones en las cuales se cultiva un número restringido de productos agrícolas, necesarios para la metrópoli pero sin atender a las necesidades de los nativos. De esto resulta que estos países, al estar obligados a adquirir en las metrópolis los productos de primera necesidad que ellos no producen, están firmemente sujetos a las metrópolis. Es así como, entre otros países semicoloniales, la isla de Cuba, especializada en la producción de tabaco, de azúcar, de frutas, para los imperialistas yanquis, está obligada a comprar los productos de primera necesidad en los Estados Unidos de América. El estado de estos países justifica en cierta medida la expresión del programa respecto de los países coloniales y semicoloniales, referida a que, “con relación a los países industriales, que constituyen de algún modo la concentración urbana mundial, ellos representan la campaña del mundo”. Para apoderarse de los países libres, el imperialismo penetra en ellos por medio del comercio, del capital financiero. Poco a poco, con la resistencia o el consentimiento más o menos pasivo de los elementos nacionales, el imperialismo se crea una fuerte posición económica, y, paralelamente, en la mayoría de los casos, conquista posiciones políticas. Así, coloniza Cuba, Nicaragua, Panamá y otras repúblicas de América Latina, en las cuales su dominación política y económica es muy fuerte. Otros países resisten más a la dominación económica y política, ya sea porque son más grandes, y por consiguiente más difíciles de sojuzgar, ya sea porque ellos sacan partido de su situación geográfica o de la competencia de otros imperialismos. En estas condiciones se hallan algunos países de América Latina, tales como la Argentina, el Brasil, que, a pesar de la penetración económica del imperialismo, no son todavía sino semicolonias. México resiste heroicamente a la penetración imperialista; ocupa así un lugar vecino al de los países semicoloniales. Pero la colonización de México hallará grandes obstáculos para el imperialismo, debido a su gran fuerza económica y política. El Ecuador, como consecuencia de su situación geográfica alejada de los Estados Unidos de América y de Inglaterra, no ha sido todavía profundamente penetrado por los capitalismos extranjeros. Aún no ha contraído ningún empréstito con los Estados Unidos de América, y sus inversiones son mínimas. Por otra parte, el capital nacional es más considerablemente escaso por lo que es de prever que]* la colonización de este país será más fácil cuando los imperialistas se ocupen más seriamente de la explotación de las riquezas de este país.
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Es muy importante establecer una distinción entre los países semicoloniales y aquellos que, a falta de un término mejor, pueden ser llamados “dependientes”. Los problemas de la lucha proletaria deben ser encarados de un modo diferente en los países coloniales y semicoloniales que en los países “dependientes”. Es muy importante establecer esta división porque la concepción que se ha tenido hasta aquí de nuestros países los considera como la “campaña del mundo”, y altera así los problemas de la lucha en estos países al subestimar las fuerzas proletarias y al sobrestimar la cuestión campesina. Es por ello que las consignas de la revolución agraria democrático-burguesa están consideradas en el programa como las tareas por realizar en estos países. Para caracterizar las relaciones de fuerza entre el imperialismo y los países coloniales, semicoloniales y “dependientes”, se puede establecer la siguiente formulación: “A una penetración económica más profunda de los imperialistas corresponde una mayor dominación política”. Para los países “dependientes” que, gracias a una fuerza política bastante grande, son capaces de resistir a la penetración imperialista, esta fórmula no es enteramente justa, porque la penetración económica extranjera se corresponde con una dominación política menor. Es el caso de la Argentina y del Brasil. Es comprensible que no pueda establecerse una clasificación rigurosa entre los países llamados semicoloniales, puesto que hay un gran número de formas intermedias. Se debe entonces aceptar una nueva categoría adjunta a los tres grupos de países, clasificados en el programa de acuerdo con su desarrollo económico y el grado de dependencia política. Este nuevo grupo estaría constituido por los países “dependientes”, que están penetrados económicamente por el imperialismo pero que conservan una independencia política bastante grande, ya sea debido a una penetración económica débil, ya sea debido a su fuerza política. El imperialismo, con todos estos rasgos característicos de penetración económica, su monopolismo, su política económica, cambia el desarrollo normal del capitalismo en nuestros países, y por ello este desarrollo reviste un carácter diferente del de Europa en el período del desarrollo del capitalismo de libre competencia. Debido a que todas estas causas provocan un movimiento revolucionario poderoso en los países coloniales y semicoloniales, la Internacional Comunista debe acordarles una mayor atención. * En el original francés falta una línea que he reconstruido tentativamente con el texto que va entre corchetes. (Nota del compilador).
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En el capítulo IV, hay una serie de problemas discutibles. En la página 21 del folleto publicado en francés, en el parágrafo que trata acerca de la agricultura, punto d), al hablar del modo de repartición de las grandes propiedades agrarias expropiadas, se propone distribuir las tierras arrendadas antes a los campesinos pobres y en parte a los medianos campesinos. Voy a exponer aquí mi punto de vista. Propongo la siguiente enmienda: “No dar a los campesinos las tierras que estaban arrendadas, sino crear explotaciones colectivas”. Los países con un capitalismo altamente desarrollado tendrán, en el momento de la revolución proletaria, grandes dificultades para solucionar el problema de la tierra. En algunos de estos países, por ejemplo, en Francia, el número de campesinos es muy grande y la tierra está muy subdividida. Por otro lado, el espíritu individualista de esos campesinos es un factor muy desfavorable para la socialización de la tierra. Soluciones diferentes se imponen en los diferentes países en materia de la repartición de la tierra. Debido al gran número de campesinos existentes en ciertos países capitalistas altamente desarrollados, será necesario establecer una alianza con el campesinado. Una dictadura exclusiva del proletariado será, en principio, muy difícil, como consecuencia de la fuerza económica que todavía representa el campesinado. En este sentido, los países atrasados desde el punto de vista industrial se encuentran en mejores condiciones en lo que concierne a la socialización de las tierras; su principal obstáculo para el socialismo será la industrialización escasamente desarrollada. En un gran número de países de América Latina, los latifundios son la forma predominante de la propiedad agraria; el trabajo asalariado y el sistema de arrendamiento son allí dominantes. La tierra concentrada en pocas manos será fácil de expropiar y de socializar. Por otra parte, los países de América Latina que tienen una población indígena muy numerosa (México, Ecuador, Perú, Bolivia) están en mejores condiciones para la edificación del socialismo en el campo que los países donde este elemento indígena no existe. Existen numerosas comunas en México, en Ecuador, en Perú, en Bolivia, que representan actualmente elementos combativos contra el poder de los feudales y que, en el momento de la instauración del régimen proletario, serán núcleos para la cooperación socialista en el campo. Los indios americanos tienen un espíritu colectivista muy notable. Constituyen cooperativas de producción agrícola, de irrigación, de construcción y otras formas de trabajo colectivo. Estos elementos deben ser utilizados en el Estado proletario para la construcción del socialismo. Muchos levantamientos de obreros agrícolas y de campesinos en América Latina tuvieron como centros a las comunas. En el Ecuador, en 1926, se produjo un gran movimiento de masas por el reclamo de tierras ejidales
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(tierras que pertenecen a los pueblos o a las ciudades) que habían sido robadas por los feudales. En el curso de este año, cuatro grandes levantamientos de indios se han producido en el Ecuador. Una de estas rebeliones tuvo como punto de partida una de las comunas. Algunos de estos levantamientos han sido dirigidos por el Partido Socialista. En estas rebeliones hemos podido apreciar la gran fuerza revolucionaria de los indios y su espíritu colectivista. En la Argentina y en el Uruguay la situación en el campo varía, porque en estos países de latifundios la parte más importante de los obreros agrícolas y de los campesinos está constituida por mestizos, criollos y obreros europeos emigrados entre los cuales predomina el espíritu individualista. (En la Argentina, el levantamiento más importante de los obreros agrícolas y de los campesinos ha sido el de los peones** de la Patagonia). Con el problema revolucionario está ligado el de las razas oprimidas, como los indios de América Latina. Los indios constituyen en algunos países la población predominante en los campos, y sufren mucho más que los obreros blancos y mestizos la explotación de los terratenientes. Por otra parte, los indios, considerados como una raza inferior, son tratados más brutalmente. Todos estos factores determinan, entre los obreros y campesinos indígenas, un gran espíritu de solidaridad y de clase explotada. Asimismo, el indio es un elemento muy revolucionario. Yo creo que este problema de las razas oprimidas debe ser tratado en el programa. Otro problema que juzgo importante de encarar es el de las revoluciones pequeño burguesas. En América Latina ellas poseen una fisonomía propia y son de gran interés para la causa del proletariado. El camarada Thalheimer, en su crítica del proyecto de programa, da una apreciación falsa de la revolución en algunos países de América Latina. La más típica de esas revoluciones es la Revolución de México, que se prolongó desde 1910 hasta 1917, y que dejó una situación revolucionaria en el país. Esta revolución, cuyo carácter es pequeño burgués, contiene ciertos matices socialistas, como consecuencia de la intervención de la clase obrera organizada y de las reivindicaciones de carácter proletario que han sido planteadas durante la revolución. Algunas de ellas han sido cumplidas. La Casa del Obrero Mundial, que entonces era el núcleo de la actual Confederación [Regional] Obrera Mexicana, se presentaba con un programa socialista y luchaba junto con la pequeña burguesía. El carácter antiimperialista de la Revolución Mexicana, la hegemonía de la pequeña burguesía, la heroica lucha de las masas campesinas por la tierra, dirigida ** En el original francés dice “indios”. (Nota del compilador).
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por su famoso jefe, el general Zapata, dan a la Revolución Mexicana el carácter pequeño burgués, además, de otros rasgos pequeño burgueses que posee esta revolución. Es preciso estudiar seriamente la Revolución Mexicana, que es muy importante para el Movimiento Proletario del mundo entero y especialmente de América Latina. La revolución pequeño burguesa del Ecuador, en 1925, presenta ya otras características, a pesar de que posea ciertas similitudes con la Revolución Mexicana. La revolución de 1925 fue dirigida principalmente contra la plutocracia financiera que había dominado el país durante más de treinta años, contra los funcionarios corrompidos del Estado, contra los jefes del ejército, contra los grandes propietarios terratenientes. El gobierno cívico-militar que fue instaurado tenía cierta estructura soviética. El gobierno se basaba en consejos militares y delegados de las organizaciones obreras (estos últimos solamente con derecho a ser consultados). El órgano supremo era un consejo cívico. Los diferentes manifiestos de estos consejos militares, así como el programa de la liga militar que había hecho la revolución, hablaban siempre de las reivindicaciones proletarias. Violentos golpes fueron dirigidos contra la plutocracia, y algunos monopolios capitalistas privados fueron transferidos al Estado. Fueron tomadas ciertas medidas radicales (Ley de Expropiación de las Tierras). Los pequeño burgueses fueron perseguidos; muchos de sus órganos de prensa, suprimidos; el clero, perseguido; ciertas reivindicaciones obreras fueron realizadas, y, en los inicios de la revolución, las huelgas fueron apoyadas por el ejército. Fue el ejército el que determinó la ocupación de las tierras por la población de Cayambe. En este período, se produjeron numerosos levantamientos de obreros agrícolas y de campesinos contra los terratenientes y contra las autoridades. La revolución tuvo también un carácter antiimperialista. En los primeros momentos de la revolución, el gobierno se preocupó por la revisión de los contratos con los imperialistas. Es muy importante conocer bien estas revoluciones pequeño burguesas porque ellas son capaces de remover profundamente la estructura social. Además, durante estas revoluciones la organización obrera cobra un gran desarrollo, como en México y en Ecuador. El capítulo fija las tareas para los partidos comunistas según el diferente grado de desarrollo industrial de sus respectivos países. Ya he hablado de la necesidad de crear un nuevo grupo para los países que sufren la penetración imperialista, pero que no son todavía pueblos semicoloniales. Los países dependientes, como la Argentina, el Brasil y el Ecuador, son aquellos países donde la fuerza del imperialismo no es preponderante. Esto es debido o bien a la fuerza política de esos países (Argentina, Brasil), o bien a la débil penetración
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económica del imperialismo (Ecuador). En dichos países, creo, la consigna de la revolución agraria democrático-burguesa no es justa. Posiblemente, ella tendrá más éxito en los países profundamente penetrados por el imperialismo, donde la presión política de los imperialistas se hace sentir y donde la cuestión de la tierra constituye una de las palancas fundamentales de la revolución. Una de las causas que podrían determinar una revolución social en nuestros países sería una guerra imperialista o una guerra contra la URRS. En ese caso, los problemas se presentarán de manera diferente en la Argentina y en México. En México podría lucharse por una revolución antiimperialista contra los propietarios terratenientes. En cuanto a la cooperación de la burguesía nacional en esta guerra contra el imperialismo, es una cuestión sumamente problemática. Si, en lugar de la pequeña burguesía, es el proletariado el que tiene la dirección de esta revolución, en estrecha alianza con el campesinado que reclama la tierra, la gran burguesía de México se opondrá francamente al proletariado y al campesinado. Incluso si, durante algún momento, la burguesía se colocase del lado del proletariado, lo traicionaría más rápidamente todavía que la burguesía china, porque las reivindicaciones del proletariado industrial y agrario, así como las del campesinado, plantearían de manera aguda el problema de las clases. De la misma manera que el proletariado recoge las experiencias de la lucha en el mundo entero, la burguesía también recoge las experiencias de las luchas contrarrevolucionarias. La burguesía nacional sabe bien que, en las condiciones actuales, una lucha contra el imperialismo, que tuviese como aliado al proletariado organizado según un programa revolucionario y a los campesinos que reclaman la tierra, es una alianza muy peligrosa para ellos. Los problemas de la independencia nacional no se presentan ahora a la burguesía de la misma manera que anteriormente, cuando en los países coloniales y semicoloniales las fuerzas nacionales pretendían solamente obtener la independencia nacional. Ahora el proletariado existe como clase organizada, revolucionaria, y estas circunstancias cambian la cuestión. En la época actual, cuando los problemas sociales se plantean de manera muy aguda, cuando, los comunistas se expanden en el mundo entero y cuando la Internacional Comunista deviene la guía del proletariado revolucionario, la burguesía no puede tener una actitud semejante a la que tuvo en el momento de la independencia del pueblo de América Latina. La recolonización de los pueblos de América Latina, proseguida por los imperialistas a pesar de que despierta los sentimientos nacionalistas de la burguesía, no puede ser impedida de manera eficaz más que por la fuerza del proletariado y del campesinado. Es el momento del reagrupamiento de las
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fuerzas antagónicas: el proletariado y las capas más pobres contra el poder de la burguesía del mundo entero. El programa dice que el proletariado debe conservar toda su independencia de clase, toda su combatividad contra los explotadores, incluso si se diera una alianza temporaria con la burguesía. Estas frases son enteramente justas. Ellas deben penetrar profundamente en el espíritu de todos los revolucionarios. La consigna de la revolución agraria democrático-burguesa ha producido ya demasiada confusión en aquellos partidos de la Internacional Comunista que, durante cierto momento, han manifestado tendencias oportunistas reformistas. Nosotros ya hemos indicado que en casi ningún país de América Latina los terratenientes constituyen una capa diferente de la burguesía. Inclusive, la burguesía y estas diferentes capas están a veces confundidas en una sola capa de plutócratas. En la ciudad de Guayaquil, el principal puerto del Ecuador, hay una plutocracia que posee al mismo tiempo latifundios, empresas industriales, bancos y grandes establecimientos comerciales y de vivienda. Esta plutocracia monopolista es al mismo tiempo una aliada fiel del imperialismo norteamericano. Algunas compañías industriales están formadas por los capitalistas nacionales y extranjeros, como la anglo-ecuatoriana Oil Company. El mismo fenómeno se registra en otros países de América Latina. Se comprende así que la solidaridad de los intereses de la burguesía nacional con los imperialistas debe ser muy fuerte. Por esta razón, la burguesía de Guayaquil ha pretendido reiteradamente aplastar al gobierno actual y, a pesar de que él ha concedido ciertos privilegios al imperialismo yanqui, éste no está todavía conforme y trabaja por la instalación de un nuevo gobierno que le otorgue todos los privilegios. Yo pregunto cómo podríamos nosotros expropiar solamente los capitales imperialistas y las tierras de los feudales sin expropiar al capital nacional, siendo que éste está enteramente ligado a los propietarios terratenientes y a los imperialistas. Por otra parte, expropiar solamente la tierra de sus explotadores, dejándoles las industrias, los bancos y el comercio, es decir, la fuerza económica más importante, sería el fracaso de la revolución democrático-burguesa dirigida por el proletariado. La verdad es que la burguesía nacional preferirá obtener menos beneficios y conservar su propiedad poniéndose al servicio de los imperialistas. En el programa está indicado que en los países coloniales y semicoloniales la parte más importante de las industrias, de los bancos y del comercio está en manos de los capitalistas extranjeros. Si esto fuera cierto, entonces, en el momento de la expropiación de los imperialistas, el capital nacional sería tan mínimo que no representaría una fuerza política importante. Sería pues un
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error dejar a nuestros enemigos de clase las últimas fortalezas. Si la revolución agraria triunfa, si ella es capaz de expropiar a los propietarios latifundistas, a los capitales de los imperialistas y –ésta es la tarea más difícil– si el proletariado y los campesinos tienen éxito en constituirse en gobierno obrero y campesino, será también posible expropiar los capitales de la burguesía nacional sin indemnización. Para la Argentina, el problema se presentará de manera un tanto diferente según que la guerra se realice entre imperialistas o contra la Unión Soviética. La consigna de una revolución por la independencia nacional en la Argentina tendría muy poco éxito, porque la opresión imperialista no reviste allí caracteres tan graves como en México, en Cuba, en Panamá. Para la Argentina, en caso de guerra, habría dos soluciones: una, la huelga general y el boicot de la clase obrera; o bien, la revolución del proletariado apoyado por los campesinos para expropiar el capital nacional y el de los imperialistas. Creo que para la mayoría de los países denominados semicoloniales y “dependientes”, la consigna de la revolución agraria no es justa. En cuanto a la colaboración de los obreros con los campesinos, no hay discusión posible: es una necesidad indispensable. La alianza del proletariado con la pequeña burguesía se presenta de modo un tanto diferente. Los todavía numerosos artesanos de algunos países son elementos que pueden utilizarse con cierta confianza. Pero los pequeños patronos, los pequeños comerciantes, que quieren convertirse en grandes capitalistas, desean tener la hegemonía en la lucha revolucionaria. Por ello, se trata de elementos muy peligrosos. La utilización de la pequeña burguesía para la causa de la revolución depende de una justa política, de una buena organización de parte del proletariado. En cuanto a la participación del proletariado en las luchas desencadenadas por la pequeña burguesía y dirigidas contra los imperialistas o contra la gran burguesía nacional, creo que es preciso intervenir de una manera decisiva, pero siempre conservando la independencia de clase, tratando de apoderarse de la hegemonía en la lucha revolucionaria, y no olvidando en ningún instante las posibles traiciones de la pequeña burguesía. Éstos son, camaradas, los problemas que quería exponeros. Las enmiendas suplementarias os serán presentadas aparte.
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Informe de la delegación latinoamericana en el debate sobre el problema colonial6 Ricardo Paredes Paredes (Ecuador): Camaradas: las tesis sobre el problema colonial son buenas en general; pero yo quiero hacer aquí algunas críticas referidas a diversas cuestiones. La clasificación de los diferentes países y grupos de países tal lo establecen las tesis, es mejor que la del proyecto de programa. Pero yo creo que hace falta hacer una clasificación distinta con relación a la economía y la política de los países coloniales y semicoloniales. Ya hablé, a propósito del programa, de la necesidad de crear un nuevo grupo de países, el de los países “dependientes”. Esta cuestión es de importancia para la elaboración de una buena táctica en estos países. No me detendré en esta cuestión, excepto para señalar algunas diferencias que ya traté en la discusión del proyecto de programa. Insisto, sin embargo, en la necesidad de hacer un estudio más profundo de los países coloniales, semicoloniales y dependientes. Para tratar la cuestión de la revolución agraria democrático burguesa, hay que encarar cuatro aspectos fundamentales: 1. La economía del país en cuestión; 2. El grado de penetración económica del imperialismo; 3. La fuerza política del país; 4. La dominación del imperialismo. En cuanto a la economía del país, debe estudiarse cuidadosamente las relaciones sociales de clases. Siendo esta cuestión muy poco conocida, se da una línea táctica errónea a nuestros partidos y al proletariado. ¿El proletariado debe realizar la revolución democrático-burguesa? ¿El proletariado debe hacer una revolución que beneficie a la burguesía? Yo creo que no. La economía de los diferentes países dependientes, semicoloniales y coloniales presenta aspectos muy diferentes, sobre todo en lo referido a su grado de industrialización. Creo que es una falla establecer las categorías siguientes de países, basándose en el grado de su desarrollo económico: 6 Tomado de: VI Congreso de la Internacional Comunista, Informes y discusiones: Segunda Parte [1928]. Cuadernos de Pasado y Presente No. 67, México, Siglo XXI, 1978, pp. 353-361.
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1. Los países que las tesis colocan en el primer grupo (pese a que la clasificación de ciertos países en este grupo no corresponde a la realidad) y que disponen de una industria en crecimiento, de fuentes importantes de materias primas necesarias para la industria (los países de América Latina son muy ricos en toda clase de minerales, en combustibles, sobre todo en petróleo, así como en materias primas agrícolas) tendrán la posibilidad de la construcción del socialismo en un futuro no lejano. El grupo de países donde existe la posibilidad de la construcción del socialismo es más amplio de lo que señala el programa. Además debemos considerar que la existencia de la Rusia soviética es una base muy importante para la creación de nuevos Estados proletarios. En varios de estos países, sobre todo en los países dependientes, hay una concentración muy grande de la propiedad en pocas manos. Por otra parte, el hecho de que en la agricultura. La tierra está muy poco dividida (latifundios inmensos, que a veces son muy industrializados) constituye un elemento favorable para la realización. Sería bueno subdividir este primer grupo de países en dos categorías, en base a razones políticas: a) Países dependientes (Argentina, Brasil, Uruguay, México, Ecuador); b) Países coloniales y semicoloniales, en los que se plantea como problema fundamental la cuestión de la emancipación nacional. 2. El segundo grupo de países comprende a todos los países de desarrollo económico muy restringido, con proletariado poco numeroso e incapaz de ser la fuerza motriz de la revolución, pese al apoyo del campesinado. Para estos países, la revolución democrático-burguesa representa una tarea actual. 3. El tercer grupo comprende a los países muy poco desarrollados económicamente, y en los que la gran industria es mínima o inexistente. Aquí, el proletariado constituye una capa extremadamente débil. Debido a que las diferenciaciones de clase son muy débiles, las relaciones de clase son todavía muy oscuras. En estos países, la tarea consiste en una revolución por la emancipación nacional. En los grupos segundo y tercero, es deber de los partidos comunistas desarrollar el proletariado naciente, favorecer la expansión de las fuerzas productivas del país y obtener para las capas pobres de la población el máximo de libertades políticas y de ventajas económicas. El papel de la burguesía nacional en los diferentes movimientos del proletariado y del campesinado varía según los diferentes países. En primer lugar, en los países dependientes donde existe ya una burguesía nacional que representa una fuerza política, esta fuerza no es empleada contra los imperialistas, sino contra
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el proletariado que lucha por sus reivindicaciones de clase. La lucha principal debe ser llevada aquí contra la burguesía nacional, aliada de los imperialistas. En México, el problema se presenta un poco diferente, a causa de la profunda penetración del imperialismo, y del profundo odio histórico del pueblo mexicano contra los imperialistas yanquis. La lucha contra el imperialismo será también uno de los problemas fundamentales de la revolución proletaria en todos estos países. En mi opinión, en las tesis se subestima la fuerza de la burguesía nacional. De lo que resulta que se encara casi exclusivamente los problemas de la lucha contra el imperialismo y que se olvida, por decirlo así, los de la lucha contra la burguesía nacional. La fuerza del proletariado en los países dependientes, coloniales y semicoloniales del primer grupo, constituye una fuerza no solamente numérica, puesto que ya ha luchado valerosamente contra la burguesía (China, México, Brasil, Argentina, Chile, Perú, Ecuador). El papel del proletariado es subestimado en las tesis. Además, hay una concepción falsa del campesinado. Se dice que el campesinado es allí la clase más numerosa y esto no es cierto. En un gran número de estos países el proletariado agrícola es mucho más numeroso que el campesinado. Es verdad que no se puede colocar al proletariado industrial y al proletariado agrícola en el mismo plano, pero la concentración de un gran número de asalariados en los latifundios constituye una fuerza muy poderosa. Debido a la subestimación de la burguesía y del proletariado y a la sobrestimación del campesinado, todos los problemas de estos países son encarados solamente desde el punto de vista de la repartición de las tierras y de la lucha contra el imperialismo. Teniendo en cuenta todos estos elementos, analizaré ahora el problema de la revolución democrático-burguesa en estos países. En primer lugar, ¿cuáles son los elementos que podrán participar en la revolución democrático-burguesa, agraria y antiimperialista? Inicialmente debemos encarar la posibilidad de la participación de la gran burguesía en esta revolución. A lo que dije en oportunidad de la discusión del programa, agregaré ahora solamente que en los momentos actuales, la gran burguesía de estos países forma parte del gobierno y está aliada al imperialismo (esta participación de la gran burguesía en el gobierno es más o menos intensa en los diferentes países). En cuanto a los países dependientes, la gran burguesía de estos países estará siempre contra esta revolución, que estará dirigida contra ella. En los países coloniales y semicoloniales, la hegemonía del proletariado y del campesinado se planteará de una manera clara; la gran burguesía estará contra el proletariado y el campesinado.
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Las tesis subestiman el papel de la burguesía nacional en relación con su fuerza económica, fuerza que es considerable en ciertos países coloniales, semicoloniales y dependientes. Pero creo que subestima el papel de la burguesía nacional en la lucha antiimperialista. La burguesía nacional de casi todos estos países está íntimamente ligada con el imperialismo, no solamente por lazos económicos, sino también por un cierto reparto del poder político. En cuanto a la pequeña burguesía, creemos que ella desempeñará en casi todos los países un papel muy importante. En ciertos países de América Latina como Venezuela, Perú, Brasil, Chile, Bolivia, Colombia, etc., la revolución democrático-burguesa está a la orden del día. En Venezuela y en Perú, y como consecuencia de la inexistencia de partidos comunistas y de un movimiento sindical desarrollado, la pequeña burguesía desempeñará un papel predominante si la revolución se produce en un futuro próximo. Pero la pequeña burguesía es una clase vacilante, una clase que traicionará al movimiento revolucionario si el proletariado y el campesinado no saben utilizarla. En los países donde ya se han constituido regímenes pequeño burgueses (México, Ecuador), puede ser que éstos desempeñen temporariamente un papel revolucionario, que la pequeña burguesía en el poder pueda en ciertos casos, en una guerra mundial por ejemplo, oponerse al imperialismo. El debilitamiento continuo de la fuerza progresista de los gobiernos pequeño burgueses debido al crecimiento del movimiento revolucionario del proletariado y del campesinado, descontentos de los gobiernos pequeño burgueses, conducirá a la lucha del proletariado y del campesinado y de ciertas capas de la pequeña burguesía fuera del poder, contra los gobiernos pequeño burgueses que capitulan siempre más ante el imperialismo, la gran burguesía y los grandes propietarios terratenientes. El campesinado desempeñará un papel de primer plano en la lucha revolucionaria. Pero, cuando yo hablo de campesinado, hablo al mismo tiempo de los obreros agrícolas que, en casi todos nuestros países de América Latina, constituyen la parte más importante de los trabajadores del campo. Es posible que la lucha revolucionaria comience por el levantamiento de los obreros agrícolas y de los campesinos contra los propietarios terratenientes, contra el gobierno. Pero el proletariado de varios países de América Latina, que por su lucha valerosa contra la clase patronal tiene ya una tradición revolucionaria, se pondrá rápidamente en lucha y podrá conquistar la hegemonía. Las tesis tienen tendencia a considerar todos los problemas de nuestros países desde el punto de vista rural, como problemas esencialmente campesinos. Como es natural, en ciertos países coloniales y semicoloniales, muy atrasados, donde el
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proletariado comienza apenas a desarrollarse o es casi inexistente (ciertos pueblos nómadas, ciertas colonias de África), el problema es ante todo un problema campesino, un problema de la independencia nacional y del establecimiento de un gobierno democrático del cual deben participar el mayor número posible de obreros y campesinos. El problema de la clasificación en dos grupos de países penetrados por el imperialismo: países semicoloniales y países dependientes, es importante desde el punto de vista del comienzo de la lucha, que será distinta en ambos casos. El problema final será el mismo, pero determinado por el grado de desarrollo económico. Las tesis olvidan que en varios países dependientes existen regímenes democrático-burgueses constituidos desde hace mucho tiempo (Argentina, Uruguay), así como regímenes pequeño burgueses, contra los cuales se deberá luchar para derribar el poder del imperialismo y establecer la hegemonía del proletariado y del campesinado. La justa apreciación del papel de la revolución pequeño burguesa que se producirá en ciertos países de América Latina, nos es necesaria para el establecimiento de la hegemonía del proletariado y del campesinado. Estos movimientos revolucionarios conducirán a un resultado muy diferente según exista o no un Partido Comunista. El proletariado podrá apoderarse de la hegemonía con el apoyo del campesinado solamente si existe un Partido Proletario Comunista. Hace falta que estudiemos las revoluciones pequeño burguesas que se han producido en América Latina en estos últimos tiempos. El camarada Lacerda ya nos habló de la revolución pequeño burguesa del Brasil, los camaradas de México hablaron de la Revolución Mexicana. Agregaré algunas palabras sobre la revolución en Chile y en Ecuador. El segundo golpe de Estado que se produjo en Chile, en 1925, era un movimiento de la pequeña burguesía del que participaban activamente la clase obrera organizada y el campesinado. Este movimiento tenía ciertos rasgos progresistas. Pero el tercer golpe de Estado de Ibáñez es un movimiento totalmente reaccionario de carácter fascista. La Revolución Mexicana de 1910-1917 es una revolución orientada contra el poder de los señores feudales, de la gran burguesía nacional, contra el clero, contra el imperialismo. El movimiento de los trabajadores del campo tuvo una fisonomía propia y ha dado un impulso revolucionario. Ésta es una revolución típicamente pequeño burguesa, pese a la participación y el papel importante de la clase obrera organizada.
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En Ecuador tuvimos una revolución democrático-burguesa en 1895. Esta revolución, dirigida contra el poder de los feudales y del clero, fue hecha por la burguesía nacional naciente. La revolución de 1925 estaba dirigida contra el poder de la gran burguesía nacional, contra el poder de los feudales y, en menor escala, contra el imperialismo. Esta revolución estaba sobre todo dirigida contra el capital bancario que había tenido la hegemonía política del país durante 15 años. La pequeña burguesía, que dirigió políticamente la revolución, ha luchado contra las formas monopolistas de la gran burguesía (algunos monopolios fueron liquidados por la revolución). En esta revolución, la clase obrera organizada desempeñó un papel muy importante. El movimiento de los campesinos se produjo independientemente de la revolución, gracias a la fermentación revolucionaria de las masas del campo que fue a su vez estimulada por la revolución de 1925. La revolución de 1925 no estuvo entonces determinada por el movimiento de los obreros agrícolas y de los campesinos, como dijo el camarada Droz en su muy buen informe. Los gobiernos de México y de Ecuador pierden cada día su fuerza revolucionaria, capitulan siempre más ante el imperialismo. En estos gobiernos se han infiltrado lentamente elementos de la gran burguesía, nuevos latifundistas nacidos de la revolución (esto no significa que el gobierno de México sea un gobierno de latifundistas liberales, como afirma el camarada Travin en sus tesis), e incluso ex latifundistas. Ciertos camaradas de México creen que la Revolución Mexicana prosigue; creo que este punto de vista es falso. La Revolución Mexicana está terminada. Cierto es que persiste aún una situación revolucionaria en México, pero no una revolución. El proletariado y el campesinado avanzan, el gobierno retrocede: se prepara una nueva revolución. Pero no se debe exagerar diciendo que los gobiernos de México y de Ecuador ya son reaccionarios. Todavía son fuerzas progresistas. Hablaré aquí de una concepción que fue expresada por el camarada Humbert-Droz a propósito de mi opinión sobre el control yanqui en Ecuador. No puede afirmarse que los que actúan hoy en Ecuador como expertos financieros yanquis sean inspectores capaces de detener los actos del gobierno. Estos técnicos yanquis designados por el gobierno no tienen derecho a hacerlo. En realidad, son espías de la burguesía yanqui en el seno del gobierno de Ecuador, y ejercen un control indirecto. Además, el gobierno de Ecuador no ha contraído ninguna deuda con el imperialismo yanqui, y el capital invertido en el país es todavía mínimo. Como es natural, los técnicos yanquis son un buen canal para la colonización del país.
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En cuanto a las perspectivas de la revolución democrático-burguesa, hay que decir en primer lugar que en ciertos países como la Argentina la revolución puede tener desde el primer momento un carácter proletario. Segundo, tendremos revoluciones conducidas por la pequeña burguesía, con una participación más o menos amplia del proletariado y del campesinado. Estas últimas revoluciones atravesarán etapas diferentes en los diversos países, según sean las fuerzas sociales en movimiento y el poder del imperialismo. Pero si en el curso de la revolución democrático-burguesa nosotros llegamos a tener la hegemonía en la lucha, si el proletariado y el campesinado pueden constituir un gobierno de dictadura, en ese momento tendremos en contra a toda la gran burguesía del país, no importa cuál fuere ese país. La gran burguesía será contrarrevolucionaria y deberemos luchar contra ella desde el primer momento en los distintos países. Y se volverá contrarrevolucionaria en todos los países en el momento en que el proletariado y el campesinado conquisten su hegemonía. Es por eso que las tareas fijadas para nuestros partidos por las tesis, son muy incompletas. Dejar el poder económico a la gran burguesía, que es nuestra enemiga, significaría un peligro muy grande para la revolución. Creo firmemente que si nosotros logramos constituir una dictadura del proletariado y del campesinado, podemos y debemos expropiar a la gran burguesía nacional. Si hemos podido expropiar al imperialismo, nos resultará fácil expropiar a la burguesía nacional. Además, en casi todos nuestros países la burguesía nacional está tan íntimamente vinculada a los feudales (a veces los grandes propietarios terratenientes son ellos mismos poseedores de industrias, comercios, bancos) que si nosotros expropiamos a estos propietarios latifundistas sus tierras; deberemos expropiarles también sus comercios, bancos e industrias. La construcción independiente del socialismo en estos países no es ciertamente posible, pero nosotros contamos ya con un Estado proletario que representará un firme apoyo para el nuevo Estado soviético constituido y que hará posible la construcción del socialismo. En cuanto a la forma de la repartición de las tierras expropiadas, creo que hay que obrar de la siguiente manera: las tierras que fueron arrendadas a los campesinos, se les será otorgadas para su explotación colectiva; con las tierras restantes, haremos grandes propiedades estatales. Si repartimos las tierras entre los campesinos, tendremos una gran cantidad de pequeño burgueses en el campo, disminuiremos mucho la fuerza del proletariado, porque el proletariado agrícola se transformaría en campesinado. Sería un obstáculo muy grande para la construcción del socialismo. Por otra parte, los latifundios, a veces
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ya industrializados, y que constituyen una fuerza predominante en ciertos países, facilitan la entrega de la mayor parte de las tierras a manos del Estado proletario. Por todas estas razones, estoy en contra de las tareas de la revolución agraria en el caso en que podamos constituir la dictadura de los obreros y de los campesinos. Si este punto es mantenido (es decir, el punto que fija las tareas de la revolución agraria en la redacción actual de las tesis) debemos llegar fatalmente a una concepción falsa: la de considerar a los gobiernos que ya han cumplido diversas tareas de la revolución democrático-burguesa agraria (como es el caso del gobierno mexicano, y en menor escala, del ecuatoriano) capaces de realizarla completamente. Sería colocarnos en el mismo plano que Morones y Cía., que propagan la idea de que siendo la Revolución Mexicana una revolución socialista, debemos aplicar la táctica comunista en el seno de los sindicatos reformistas frente al gobierno, para así conquistar la mayoría en el gobierno pequeño burgués por medio de la democracia, eliminando la contrarrevolución. Esta tendencia moronista existe actualmente también en Ecuador entre ciertos elementos que afirman que el presente es un gobierno socialista. Por estas razones, juzgo que las tesis deben ser modificadas en el sentido que acabo de indicar.
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La dictadura del proletariado7 Enrique Terán CAMARADAS: Las corrientes libertarias como un huracán higiénico envuelven al mundo, haciendo renacer en las células del organismo social la inquietud edificante, que ha de imprimir nuevos rumbos a la historia, creando, lenta, pero firmemente, el comunismo internacional bajo hondos principios de solidaridad e igualdad política, social y económica. ¿Cuál es el imperativo histórico de los pueblos de la tierra? La organización del proletariado bajo la bandera de la lucha de clases y guiado por los partidos de vanguardia hacia la conquista del poder político, para la instauración de la dictadura del proletariado como etapa transitoria hacia la sociedad comunista sin fronteras ni clases. El Ecuador tiene problemas insolubles dentro del régimen burgués. El Ecuador siente también, y siempre con mayor intensidad, la bofetada despótica del capitalismo criollo que de la masa. Las sofistica en el argumento y un cierto contrasentido en las palabras, mas no en el pensamiento, constituye la fuerza agresiva del enemigo capitalista. La prensa asalariada exclama triunfante: Si en un partido libertario el vuestro, ¿por qué se constituye en Dictador implacable al otro día de la revolución social? Si buscáis la igualdad de clases, ¿por qué no aceptáis la democracia pura? ¿Cuál es esa doctrina de amor? Dónde la libertad, dónde la humanidad y la justicia. Todo esto, quiero contestar dentro de esta Conferencia, más en forma metódica y analítica. Las contradicciones burguesas hay que desmenuzarlas anatómicamente y en forma casi objetiva celular. Para esto es necesario recurrir a un sistema de historia comparada ahondando, ligeramente, para buscar; la raíz del mal.
7 Conferencia pronunciada en el Consejo Central del Partido Socialista Ecuatoriano en la noche del 30 de julio de 1928, por el camarada Enrique A. Terán (Iskra), Secretario General del Consejo Central. Esta Conferencia se ha editado por orden del Consejo Central del Partido Socialista Ecuatoriano. Se imprimió en 1929 en la Imprenta del Consejo Central del Partido Socialista Ecuatoriano. Sección de la Tercera Internacional Comunista.
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EL ESTADO “El Estado es producto de la sociedad misma en cierto período de su evolución. El Estado equivale a un reconocimiento de contradicciones internas irresolubles, de antagonismos irreconciliables”, dice Lenin. Hegel dice que es la realidad de la idea moral, la imagen y realidad de la razón. Si el Estado es el resultante de los antagonismos de clase, y estos antagonismos, a través de las investigaciones históricas, resultan de un orden francamente económico, y siendo el Estado la representación de hecho de la clase más fuerte, de la capitalista, ¿cómo puede el Estado, según Hegel, constituir la realidad de la idea moral? La fuerza estatal es una emanación de la sociedad misma, pero se sitúa sobre ella, y gradualmente va separándose de ella. Esta es la idea básica del marxismo, sobre el papel histórico y la significación del Estado. Al demostrar, según todos los sociólogos, que los antagonismos de la sociedad son irreconciliables, Marx parte de este preciso punto y sigue dos direcciones. Los ideólogos de la clase media que son pequeños burgueses reconocen que el Estado solo existe cuando hay lucha de clases, y sin embargo, creen al mismo tiempo, que el Estado, por esta causa, es el órgano de reconciliación de clases. Marx ante ellos sostiene desde su baluarte ideológico, que si fuera posible la reconciliación de las clases, desaparecería el Estado. Decir que el Estado es fuerte es lo mismo que decir que la libertad está restringida. El Estado es el aparato de dominación de una clase sobre las demás. La debilitación del Estado como órgano de opresión, significaría, en el campo económico, la utópica abdicación de los privilegios de la burguesía y su renunciamiento al parasitismo social. La sociedad burguesa actual, ha heredado de la feudal vencida, todos los antagonismos de clase. Mas su obra temeraria de concentración capitalista, ha simplificado las hondas divisiones de la sociedad. Desde las más primitivas épocas de la historia encontramos las sociedades colocadas dentro de una infinita escala jerárquica. En la Roma imperial encontramos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos. En la Edad Media, señores, vasallos, esclavos y siervos. Las religiones con sus imposturas hábiles hicieron penetrar muy hondo en las conciencias de los oprimidos la idea de los poderes sobre-humanos y sus representantes en la tierra: los reyes, señores y patricios. El Estado para su mentalidad primitiva constituía esa fuerza exterior que la predestinación había colocado por encima de los pueblos. El mimetismo metafísico se hizo cualidad de estirpe, y las jerarquías iban generación abajo como un eterno atavismo de opresión y de explotación. El Estado burgués al simplificar las clases en dos bandos, no ha conseguido sino avivar la lucha y crear la revolución.
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Si el Estado a fuerza de clasista va alejándose de la sociedad misma, la liberación de las clases oprimidas no puede, pues, realizarse sin una revolución violenta y sin la destrucción del poder público. Este aniquilamiento del poder gubernamental burgués, es el que perseguimos los socialistas integrales, siguiendo las enseñanzas de Marx, y las del materialismo histórico. La identificación de la burguesía como poder político, tiene a través de la historia un papel abiertamente revolucionario. La evolución recorrida por la burguesía ha ido siempre acompañada de sus progresos en el terreno político. Cuando estaba la burguesía oprimida por el coloso feudal, supo arrancar los primeros derechos a sus señores dentro de los Municipios, llegando a formar una asociación armada. República Municipal unas veces y otras formando el tercer Estado contributivo de la Monarquía. En el período manufacturero, la burguesía hacía contrapeso a la nobleza en las Monarquías. Después en el establecimiento de la gran Industria y del maquinismo; finalmente, la burguesía toma el poder político, y con absoluta exclusión de las otras clases, dándose el falso nombre de Estado representativo. Con este poder, todas las relaciones sociales han cambiado. Ha sustituido todas las libertades con la de comercio, haciendo de lo más sagrado un simple valor de cambio. Ha creado por este medio, de corrupción capitalista la clase del proletariado, la clase del asalariado, con cuya producción se reconcentra el capital, día a día, en manos de los trust, de los monopolios respaldados por la fuerza Estatal y por la dictadura burguesa. La democracia, el parlamentarismo, los poderes independientes, 1os municipios, etc., no son sino el telón reglamentario y legalista que cubre la fuerza burguesa. El Estado dentro de una relativa valorización de intensidad ha sido y será siempre una dictadura de una clase para oprimir a otra. Las leyes sociales de igualdad de derechos en lo jurídico, político y social, son verdades eternas que han quedado para los códigos, Constituciones y legislación, muertas, y sin aplicación práctica. La etapa de desarrollo por la que atraviesa el antagonismo de clase, ha llegado a su máximo, al Imperialismo. El mundo social no tiene remedio ni redención dentro del conflicto capitalista que se agrava no solo en relación al proletariado y a la esclavitud colonial, sino dentro de los mismos intereses creados del capitalismo internacional. La búsqueda de mercados y de materias primas para la gran industria, la expansión territorial y la fiebre de anexiones producto de la última guerra criminal burguesa, colocan la dominación capitalista en un Estado agónico de impotencia reconstructora. El problema del proletariado frente a la crisis capitalista cierra la última puerta de escape al manicomio burgués; así pues solo la revolución social del
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proletariado, que es un hecho histórico inevitable, puede hacer que de esos escombros surja el nuevo mundo de los libres. LA NECESIDAD DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO Marx y Engels nos dicen en su Manifiesto de 1848: “La burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que manejarán esas armas: los obreros modernos; los proletarios. Con el desenvolvimiento de la burguesía, es decir, del capital, se desarrolla el proletariado, la clase de los obreros modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo y que no lo encuentran si su trabajo no acrecienta el capital. Estos obreros obligados a venderse diariamente, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sufren, por consecuencia, todas las vicisitudes de la competencia, todas las fluctuaciones del mercado. Consecuencia de este estado de cosas es pues, que el proletariado esté condenado a muerte por hambre. Mientras más desarrolle la industria y el maquinismo, el proletariado menos cotizado es en el mercado de la fuerza humana, y el costo de la vida, va alejándose de toda posibilidad económica”. ¿Cuál sería la situación del proletariado después de la revolución social, con la experiencia histórica de la Commune de París, en orden al poder político conveniente? No es desconocido para nadie, que el fracaso de la Commune tuvo como factor primordial el espíritu legalista que dominó a los hombres de la Commune, su cándido respeto a la legalidad burguesa. La falta de violencia, de decisión, es decir, la verdadera dictadura del proletariado, faltó a la gloriosa Commune, para mantenerse en el poder. Marx, de ella nos dice: “la Comune hubo de reconocer muy pronto, que la clase obrera, una vez en el poder, no podía servirse de la vieja máquina gubernamental, que para no caer bajo el yugo de nuevos amos se debía abolir todo género de contemplaciones y crear la supervigilancia sobre sus propios funcionarios, declarándolos, sin excepción y en todo tiempo amóviles”. La dictadura del proletariado, entraña en sí, inevitablemente, no solo modificación de instituciones, sino que debe hacerse una transformación tal, hasta ahora ignorada. La democracia en principio, en favor de las clases oprimidas por el capitalismo, en la clase laboriosa. “Lenin dice al respecto, que la dictadura del proletariado se parece a la dictadura de las otras clases porque es producida, como toda clase de dictaduras, por la necesidad de reprimir violentamente la resistencia de la clase que pierde la dominación política. La
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diferencia de las dictaduras de las otras clases, es que la dictadura burguesa persigue el aplastamiento de la mayoría de productores por una minoría explotadora, en tanto que la dictadura del proletariado es el aplastamiento por la fuerza, de la resistencia de los explotadores, es decir de una minoría de la población, propietarios, capitalistas, terratenientes”. Es por esto que la dictadura del proletariado analizada bajo un punto de vista moral, es la única legítima, y el único medio de defensa contra la eterna dictadura burguesa, que llevó al mundo a la hecatombe de 1914 y trata nuevamente de producir guerras de intereses y de opresión. La dictadura del proletariado es la etapa de transición entre la caída del Estado Capitalista y el nacimiento del comunismo. Las tareas de la dictadura del proletariado son en el orden político, las de mantener el desarrollo de la revolución. La burguesía capitalista cree que la única tarea que persigne la clase trabajadora, es la toma del poder capitalista y la instauración del socialismo, sin otras leyes coactivas que la nueva legislación económica y la creación de las instituciones de carácter educacional socialista. Esto es lo que desearía, para ahogar las conquistas de la revolución, en sangre, como se hizo con la Commune, y se ha hecho con todas las tentativas revolucionarias del proletariado. No; la toma del poder político, es para nosotros, el primer paso de la revolución; es el comienzo de la revolución, pero la dictadura del proletariado dentro del poder sovietal, es la fuerza viva que seguirá la revolución en todo orden: económico, político, moral, artístico, filosófico, etc., para la capacitación de la sociedad hacia la instauración del comunismo. Solo cuando desaparezcan las clases bajo la dictadura del proletariado, el Estado habrá perdido su razón de ser, y languidecerá, según la teoría de Marx, ya que ha desaparecido el antagonismo de clase. La dictadura del proletariado no persigue, lo que los falseadores de la doctrina creen, la igualdad de clases, persigue la abolición, la extinción de las clases, porque solo así podrá imperar la igualdad y la desaparición del Estado. El Estado Soviético no es como el de la burguesía que tiende sus múltiples tentáculos, y lo aprisiona todo; es el lógico resultado de todas las fuerzas obreras “combinadas desde afuera hacia adentro, de abajo hacia arriba”. El Soviet, como aparato Estatal de la dictadura del proletariado representa la forma más amplia de la democracia proletaria, pero creo que sobre las cualidades superiores de la constitución Sovietal, o más bien dicho, del principio soviético, debemos hablar después, en capítulo aparte, ya que queremos presentar nuestras observaciones al respecto en forma metódica y clara.
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La necesidad de la dictadura del proletariado, como único medio de cumplir nuestros postulados sociales, debemos presentarla bajo todos los aspectos, y esto requiere la benevolencia de mis camaradas que no he puesto en duda nunca, cuando se trata, de algo trascendental como nuestra ideología. Marx y Engels dicen que “todos los movimientos históricos han sido hasta ahora realizados por minorías en provecho de minorías. El Movimiento Proletario es el movimiento espontáneo de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría. El proletariado, capa inferior de la sociedad actual, no puede sublevarse, enderezarse, sin hacer saltar todas las capas superpuestas que constituyen la sociedad oficial”. Para llevar a cabo la destrucción del Estado burgués, con toda la red de intereses creados, que han llegado a constituir células del poder político en todos los miembros de la minoría burguesa, ya sea en el desempeño de funciones públicas, ya sea dentro de las actividades privadas, con su influencia de clase, la única forma posible será la violación (?) despótica del derecho de propiedad y de las relaciones capitalistas de producción. Solo sirviéndose el proletariado de la supremacía política, podrá centralizar todos los instrumentos de producción y la nacionalización de la tierra. El proletariado organizado en clase directriz y teniendo en sus manos la misma fuerza física que tiene la burguesía hoy para llevar adelante la criminal explotación del hombre por el hombre, podrá crear el nuevo Estado transitorio y la nivelación económica que perseguíamos. Es un principio reconocido por la experiencia de nuestra revolución social en el mundo, que la burguesía aun después de vencida en su fuerza estatal, es más fuerte que la revolución proletaria triunfante. Con mayor razón si se trata de la revolución social triunfante en pueblos aislados, donde las grandes potencias limítrofes se estrechan la mano olvidando por un instante sus antagonismos capitalistas, para sellar el pacto secreto de matar la revolución proletaria, con sus ejércitos invasores y su bloque económico. Si el poder burgués, aun después de la revolución socialista es más fuerte que el proletariado triunfante, en qué consiste su fuerza que sobrevive a la caída del poder político. Este aspecto de problema internacional es un producto propio de nuestros tiempos y se explica, ya que si antes, en los tiempos de la revolución burguesa en contra del feudalismo, la fuerza de esta clase privilegiada estaba especialmente vinculada al poder político y a la personería monárquica, sin más prolongaciones internacionales que los compromisos de casta del feudalismo y su influencia moral, hoy, en la época del desarrollo de la industria y del maquinismo, en los tiempos en que la producción local no puede vivir solamente a expensas de su propio mercado y de las necesidades
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de determinados pueblos, sino que necesita la expansión de mercados y la búsqueda de materias primas, la política del capitalismo es consorcio íntimo con sus Estados, y en comunión de intereses, ha llegado a identificarse el poder y el capital en tal forma que son sinónimas, y sus intereses tienen vinculaciones mundiales. La Gran Industria ha necesitado no solo de capitales nacionales, sino que ha perseguido la fusión de intereses con fuerzas económicas extrañas. El capitalismo por esto, y a pesar de sus conflictos, forma un frente único ante las reivindicaciones proletarias que amenazan destruir sus bases mismas. De este estado de cosas se deduce, que la toma del poder político por el proletariado revolucionario, no basta para vencer las resistencias de la burguesía. Si dentro del Estado burgués, el capitalismo se identifica en un solo aparato de opresión, después de vencida la burguesía en su poder político, no cae con él, el poder del capital. Es la serpiente venenosa de mil cabezas que conserva su vida y se levanta de nuevo, mientras no aplastemos todas sus cabezas. El capital es el Estado en asecho de la reacción. Al tomar el poder del Estado para realizar nuestros principios socialistas, no hacemos sino quebrantar la primera resistencia de la burguesía, nuestro deber es anonadar a toda su fuerza, ya sea esta política, capitalista, moral y educativa. Las palabras del maestro Lenin, son la mejor enseñanza al respecto: “El paso del capitalismo al comunismo representa toda una etapa histórica. Mientras no haya terminado, los explotadores conservan siempre la esperanza de una restauración, y esta esperanza se traduce en tentativas de restauración. Después de su primera derrota seria, los explotadores, que no esperaban su derrocamiento, que no creían en él, que no admitían siquiera imposibilidad, se lanzan a la batalla con una energía feroz, con una pasión furiosa, con odio implacable, para recobrar el “paraíso” perdido y asegurar las suertes de familias, que llevaban una vida tan fácil y a quienes, la “canalla popular” condena ahora a la miseria, a la ruina, o al trabajo vil”. Ahora bien, al remolque de los capitalistas explotadores, se arrastra la masa de la pequeña burguesía que, como atestigua la experiencia de todos los países, oscila y vacila perpetuamente, marcha hoy con el proletariado, mañana se asusta de las dificultades del golpe de fuerza, se horroriza a la primera derrota o al primer fracaso de los obreros, es presa de los nervios, no sabe a qué atenerse, lloriquea y corre de un campo a otro. La experiencia de la Revolución Rusa es nuestra mejor escuela. ¿Cuántas reacciones feroces y sangrientas han tenido que aplastar el proletariado en el poder? El capital Internacional, y las alianzas entre gobiernos burgueses, lanzaron sobre la victoriosa bandeja roja, escuadrones inconscientes que defendían los intereses de la sagrada alianza internacional. La dictadura del
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proletariado para sostener las conquistas de la revolución ha tenido que mantener encarnizada, desesperada, una guerra a muerte que ponía a prueba el auto dominio absoluto y la disciplina férrea del proletariado y del Partido Bolchevique. Solo una centralización fuerte como la que ha sabido conservar el Partido Vanguardia, es capaz de exterminar al coloso con los pies de barro que agotó sus esfuerzos ante la invicta Rusia redimida. La creación del Ejército Rojo que fue obra del inmortal León Trotsky, es y será en la historia de la Revolución Rusa, el acontecimiento más trascendental y el que más despecho y profundo desaliento produjo al capitalismo internacional, que se vio herido de muerte, ante el proletariado obrero y campesino, que empuñando el fusil se lanzaba con temeraria actitud, no a obedecer la consigna burguesa que va contra la vida misma de su clase, sino a defender sus propios derechos a la vida y a conquistar con el valor, el pan para las futuras generaciones. La creación del ejército Rojo y la potencialidad a la que ha llegado, son motivo de sangrienta burla de parte de la burguesía, ella quisiera que el proletariado a fuerza de ignorar las provisiones políticas de conservación, se encontrara desarmado y triunfante. El ejército proletario desempeña el papel más importante de la historia revolucionaria; es el mantenedor da las reivindicaciones de los explotados. Nosotros sabemos, por experiencia, que renunciar a la dictadura con todo su terrorismo, es, como dice Trotsky, renunciar a la revolución social y hacer una cruz sobre el socialismo. Para terminar nuestras observaciones sobre la necesidad de la dictadura del proletario como medio de implantar el socialismo, debemos antes, anotar que según hemos demostrado, existen dos poderes burgueses dentro del mundo capitalista actual. El Estado político y el económico. Mientras la tiranía económica llega a su máximo de desarrollo sus relaciones con el crédito privado por las instituciones bancarías, siguen la misma trayectoria. Pereyra nos dice al respecto que aun cuando los gobiernos se abstengan de toda maniobra política económica, los monopolizadores privados de la función social del crédito puedan crear, y crean de hecho, un Estado de opresión intolerable en el medio social, regido por las instituciones capitalistas. Este hecho no es desconocido, y se busca por esto muchas veces la causa del malestar público, en actos positivos, de los gobernantes. Mientras el crédito no se socialice, todos, incluso los gobiernos, seremos esclavos del capital financiero. Ante la conciencia social de la clase oprimida, las maquinaciones del capitalismo se las lleva a cabo, por esto, solamente a sangre y fuego. Las guerras apoyadas por el elemento científico de la química y de las industrias, son pues, un producto inevitable del capitalismo. La dictadura del proletariado es la
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antípoda filosófica que lleva en su principio el espíritu de conservación de la humanidad por medio del saneamiento económico-social. La dictadura del proletariado es un derecho que nos da la experiencia dentro del determinismo histórico. La dictadura del proletariado es la violencia de los humildes nacidos como flor de fango, de la opresión capitalista. REFLEXIONES SOBRE LA VIOLENCIA PROLETARIA Empecemos con unas palabras de Trotsky, sobre la violencia revolucionaria: “No creer en la violencia es tanto como no creer en la gravitación. Toda la vida está edificada sobre formas diversas de la violencia, sobre la oposición de una violencia a otra, y repudiar la violencia libertadora, es sostener la de los opresores que actualmente gobiernan al mundo”. La lucha de clases es una diaria violencia encubierta o descarada que organizan los Estados, dándoles todo el poder de su fuerza ciega y legalizando los asaltos y asesinatos en masa a la clase trabajadora que protesta. Las huelgas que dentro de las Constituciones falsamente democráticas de los Estados burgueses, no carecen del derecho escrito, son disueltas a balazos y sus elementos más personales o por él conscientes y atormentados en las prisiones capitalistas. A través de la historia y de las luchas políticas, vemos siempre a la violencia en favor de intereses, sostenimiento a sangre y fuego de los mitos y religiones. La Inquisición, la Santa Inquisición, fruto de la caridad cristiana y falso espejismo de la mansedumbre de Cristo, es la muestra elocuente del pacifismo católico que sirve de careta al capitalismo de hoy, dentro de sus Estados burgueses. El Santo Pontífice de la Iglesia Católica, nos dice la historia, fue el más ferviente admirador, y el que más se congratula ante los asesinos que horrorizaron al mundo con la célebre noche de San Bartolomé. Últimamente cuando la reacción de la guardia blanca y las falanges de criminales fascistas degollaban a mansalva lo largo de los Balcanes el óleo búlgaro, pidió al pueblo que ayudara a su Gobierno, manchado de sangre, para continuar con el restablecimiento del orden. Al recordar esto debemos citar las palabras del glorioso Barbusse, que fue testigo presencial de la reacción en los Balcanes. Refiriéndose al Sínodo del clero Búlgaro, dice: “El sínodo de Bulgaria en su mandamiento al pueblo cristiano, pide en nombre de la caridad, que ayude al poder para continuar la caza de hombres, cuando se sabe lo que significa esta expresión: el restablecimiento del orden, a nombre de la caridad cristiana, se ha de juzgar monstruosa la actitud del clero”.
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No para una conferencia, sino para una docena de libros o más, sería pretender enumerar la historia de crímenes cometidos por intereses y egoísmos, ya de poderes, ya de castas, de razas, de ideas y de reivindicaciones libertarias, en un largo y lúgubre período. La violencia como medio para llegar a un fin determinado, solo puede tener justificación relativa, cuando el fin, es altamente moral, y en bien de la humanidad. Violencias y atropellos, que han sido crímenes de lesa-humanidad, como los cometidos por el cristianismo, al destruir los tesoros de arte, de valor inapreciable de la civilización pagana, han llegado a ser justificados por los historiadores no solo de la Iglesia, sino de conciencia libre, con el argumento paradojal quizá, de que esto era una consecuencia inevitable de la batalla de una sociedad nueva que se levanta sobre la vieja que se derroca. Si la soberanía espiritual de Cristo, proclamada por los católicos, ha tenido necesidad, según sus hechos, de vincular el dogmatismo espiritual con la posesión del poder político, y usar para ello la violencia, llevada hasta la creación de la hoguera, ¿cuánta más violencia necesitará la clase proletaria, para realizar su programa de aplicación único y netamente social y económico? El gran ideólogo de la revolución, Bujarín, dice: “Para abatir la dictadora del imperialismo, la masa obrera debe emplearle violencia, lo que produce la revolución. Todo lo que se dice por principio contra el dominio violento de la clase obrera roja, no significa solo el renegar completo de la doctrina del marxismo, sino también, de los hechos más vulgares del pasado”. Así resulta, que quien renuncia a la violencia con su obligado terrorismo, renuncia a aceptar la dominación política de la clase obrera. La Revolución Rusa, de noviembre, fue la violencia de los obreros y campesinos, junto con los soldados contra la burguesía. La violencia empleada contra los que oprimen masas enteras de trabajadores, la violencia en favor de millones de seres explotados, nunca, jamás pueda ser mala, esta violencia es sagrada. DEMOCRACIA BURGUESA, DEMOCRACIA PROLETARIA Le democracia desde sus principios, desde que aparecieron los primeros gérmenes en la antigüedad, ha revestido formas diversas y ha sido adaptada a los intereses económicos y políticos de la clase que ha detentado el poder estatal. Marx nos afirma, que “la esencia de la democracia burguesa reside en el reconocimiento puramente formal de derechos y de libertades inaccesibles
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precisamente al proletariado y a los elementos semi-proletarios, a causa de la falla de recursos materiales, en tanto que la burguesía tiene todas las posibilidades para sacar partido de estos recursos materiales, de su prensa, de su organización, para mentir al pueblo y engañarle”. Estas palabras de Marx tienen su clara sintetización en las enseñanzas de Lenin, quien hablando de la democracia burguesa, dice: “En régimen capitalista, la democracia, es una democracia capitalista; es la democracia de la minoría explotadora basada en la limitación de los derechos de la mayoría explotada”. La ratificación de los conceptos de Marx y Lenin, son nuestra propia experiencia. Le democracia burguesa va día a día alejándose de la gran masa de trabajadores. Definir la democracia, como Gobierno en que el pueblo ejerce soberanía, cuando el voto universal es una farsa, cuando las argollas políticas de los mandatarios, tienen el descaro de exhibir listas oficiales, y preparar el triunfo de los intereses creados, imponiendo con la bayoneta y su garrote, su objetivo político, en la conciencia de los pueblos “soberanos”; la democracia no solo es una sangrienta burla, sino en denigrante salivazo a la libre conciencia de los Hombres. ¿Conoce el Ecuador mismo, lo que es democracia? ¿Ha vivido nuestro pueblo su propia democracia, ha ejercido su soberanía amparado por alguna democracia? En las negras prácticas de la historia nacional, escritas por la vida republicana del ultramontanismo erigido en poder encontramos la democracia convertida en privilegio del fanatismo sectario, llenando la función legislativa con frailes y seminaristas; concediendo los derechos civiles a base de certificado de confesión y llenando las filas burócratas previo examen de conciencia y acto de fe. Luego el liberalismo, como un medio de auto-defensa ha hecho la misma farsa democrática, la misma restricción libertaria en contra de los vencidos y de una gran parte del pueblo, fanatizado por los regímenes de los siervos del Imperialismo Católico Romano. En ambos casos, solo han existido dictaduras, cubiertas con la elástica careta de la constitucionalidad. Qué postulados de mejoramiento social, qué problemas económicos ha sustentado tanto el primero como el segundo de estos partidos conservadores como hemos conocido entre nosotros, no ha sido, sino simplemente clericalismo, dogmatismo religioso, dogmatismo en los principios de moral social, dogmatismo en todos los órdenes y en todas las actividades; esto ha sido el conservadurismo ecuatoriano, tipo medioeval. El quebrantamiento del dogmatismo estatal, ha quedado siempre cubierto, escondido, bajo sí, velo inmoral de la hipocresía. Evocar el programa del partido ultramontano, es para nosotros, sentir las misas de la cárcel y el viejo polvo de las sacristías.
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El Partido Liberal, no ha sido entre nosotros en sus principios, sino de tendencia anticlerical. Liberalismo y anticlericalismo han sido sinónimos, Pero ni siquiera un anticlericalismo que nos hubiera librado para siempre de sus garras felinas, sino en formas imprecisas. ¡Anticlericalismo cobarde cuyas consecuencias sufrimos! hoy con el florecimiento de la nueva soberbia sectaria. Los postulados de libertad de la doctrina liberal, preconizando la democracia pura, ha sido un mito, una utopía. Dictadura liberal bajo cuya ala se ha incubado una bancocracia que ha verificado la bancarrota de la nación, bajo cuyos auspicios se ha asesinado el espíritu público y se ha diezmado con la traición y la criminal encrucijada, a los hombres representativos de la honradez y la virilidad ecuatoriana. He aquí una síntesis histórica, o más bien dicho, una apreciación en conjunto del balance social de los partidos históricos, de los partidos que naufragando en una crisis de valores políticos, en una crisis de hombres, han llegado a elevar a las mediocridades petulantes, que por afianzar su mantenimiento en el Gobierno, han extendido su mano para que el Imperialismo de Norteamérica, salte, con su capital, de Nicaragua a este sufrido país, para colocarse bajo el protectorado yanqui. ¿Se puede, pues, hablar de democracia cuando este alto principio de igualdad de derechos, jamás ha sido una realidad? Convengamos en que la democracia es para la burguesía, como Dios para los católicos: se afirma su existencia pero nunca se han dejado ver. Para terminar nuestras observaciones sobre la democracia burguesa, quiero citar unas palabras del compañero Oscar Pérez Solís: “El liberalismo burgués, en cuya filosofía creen a veces aun, algunos libertarios, supone que la libertad es una potencia espiritual superior al orden material de las cosas. Por eso los demócratas burgueses afirman que la libertad, bajo sus diferentes formas –el pensamiento libre, la propiedad libre, el trabajo (libre), el sufragio libre– es el medio seguro para realizar todos los progresos sociales. Confunden el efecto con la causa; no ven que la libertad del hombre está determinada por los hechos económicos, y que mientras estos impliquen la dependencia de una clase respecto a otra, mientras el comunismo no sea una realidad inconmovible, la libertad no podrá existir”. Marx, Engels y Lenin, en el desenvolvimiento de su filosofía materialista de la historia, ya nos han demostrado hasta la saciedad, que el factor económico, es la base de toda aplicación de derechos sociales. Si el proletariado empleando su máximun de trabajo, poniendo a disposición del capitalismo todo su esfuerzo en la cotidiana labor, apenas pueden ya defender su vida y
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la de sus hijos, de la tiranía del costo de la existencia, ¿cómo, en qué forma físicamente factible puede realizar sus derechos civiles y políticos? Solo el comunismo podrá dar a la gran mayoría, una real y verdadera democracia, y así como vaya esta democracia perfeccionándose, el Estado irá desapareciendo por sí solo. La dictadura del proletariado implica únicamente, y con sobra de razón, según he querido afirmar, la democracia proletaria: igualdad de derechos, igualdad económica en favor de la mayoría: y en restricción, de la burguesía explotadora; esta es la democracia que sustentará la dictadura obrera y campesina. El proletariado en general, como por su sistema, semejante a la multiplicación de las ondas, participará de la función estatal, desde el más lejano sitio de su diario trabajo. El Soviet, que es la forma más perfecta de Gobierno, permite a la gran mayoría, que ayer fue explotada, que ayer fue víctima, intervenir en el Gobierno proletario y realizar sus aspiraciones apoyado por la democracia grande del mismo trabajador constituido en Gobierno. Ya lo dijo Lenin, al refutar la crítica que la burguesía hizo a la dictadura del proletariado sobre la democracia. “Sería la mayor de las necedades, creer que la revolución más profunda en la historia de la humanidad, que el cambio del poder, por primera vez en el mundo, de una minoría de explotadores a la mayoría de los explotados, pueda producirse en los viejos marcos de la democracia burguesa y parlamentaria, pueda producirse sin rupturas completas, sin que se creen nuevas formas democráticas, con instituciones nuevas que encarnen nuevas condiciones de vida”. EL GOBIERNO SOVIÉTICO COMO FORMA DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO El Gobierno parlamentario burgués falseando, defraudando el derecho del electoral ha llegado a constituir una organización de la cual cada vez se encuentra más alejado el pueblo. Distanciamiento que pese a la farsa democrática, va acentuándose con el desarrollo del capitalismo. Los Gobiernos del capital, que en guarda de sus intereses han tenido que ir agudizando los antagónicos de clase, y rompiendo el nexo moral con la gran masa laboriosa, han alejado el peligro de la censura y de la franca condenación, suplantando, robando, el libre voto del pueblo para crear bajo al pomposo título de parlamento, o poder Legislativo, un órgano de apoyo incondicional, para que abyectamente, ratifiquen y aplaudan
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los atropellos y las violaciones anticonstitucionales llevados a cabo en defensa de los intereses de su clase y del mantenimiento del poder. Así los Congresos, compuestos en su mayor parte, por los satélites del régimen, no han sido otra cosa que la vergonzosa comedia en la cual, el Ejecutivo ha hecho el papel de apuntador. ¿Cuándo el parlamentarismo burgués ha tenido el coraje de encarar abiertamente los hondos problemas de la clase laboriosa? ¿Cuándo en medio de la farsa, y rompiendo el ambiente del convencionalismo se ha oído el grito de despecho y de desesperación del proletariado, que ahí, en las tinieblas de los bajos fondos sociales, hace su vida miserablemente, en tanto que un pseudo-representante toma su nombre para vender sus libertades y derechos por la prebenda ignominiosa de un empleo o por besar la mano del despotismo constituido en poder supremo? Solo la organización sovietista del Estado, puede romper todo este vicioso organismo burgués. Solo la forma Soviética es capaz de destruir los organismos podridos de la burguesía, como el parlamentarismo, el sistema administrativo, la criminal organización judicial y todas las creaciones ingeniosas de la burguesía, para aplastar a la clase proletaria, dentro de la cual se engloban intelectuales, artistas, obreros, campesinos y soldados. El poder soviético es la aplicación de la dictadura del proletariado, y solo él, podrá realizar su programa y sus principios de igualitarismo humano. El Gobierno Sovietal proclama la igualdad de todos los ciudadanos independientemente de su sexo, religión, raza y nacionalidad. Los Soviets son organizaciones permanentes de clases oprimidas por el capitalismo y su organización está adaptada en la función directora del proletariado. La forma de Soviet, es la representación de la clase obrera en la: fábrica, en la ciudad y en el campo. Esta organización es pues la más sencilla, y de esta apreciación, nacen estas palabras del insigne teórico ruso Radek: “Esta forma ha sido generada y se ha formado del mismo modo genial con que la naturaleza genera y forma sus cristales”. La fábrica está ligada por miles de hilos a las demás fábricas y a la economía de la propia región. Todas las fábricas dependen de las relaciones comerciales de la región a que pertenecen; de las fábricas que elaboran sus materias primas y se las suministran; también dependen de las otras fábricas e industrias del mismo ramo, de la producción y de la economía de todo el país. La representación de la fábrica es por consiguiente, la célula política y económica del mecanismo del Estado. Los órganos del Estado tienen sus raíces en los Consejos Obreros de las fábricas, y al mismo tiempo representan
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en estos Consejos, los intereses generales. El Consejo General de la Economía, compuesto por los representantes de la clase obrera de todo el país, es el órgano que eleva a los representantes de la economía local, por sobre sus intereses locales, subordinándoles a los intereses generales. La elección funcional da derecho a la representación ante el Soviet o Municipio local a todas las agrupaciones de trabajadores ya desde sus sindicatos de oficio, de fábrica, ya desde las agrupaciones campesinas y de toda célula de producción que está comprendida en el marco de la democracia proletaria y bajo el amparo de la proclamación de los derechos del pueblo sustentados por la Legislación Política del Estado Proletario. La nacionalidad, la raza, no excluyen de los derechos políticos-civiles, ya que según reza el modelo de constitución socialista de la primera revolución triunfante en la Rusia heroica, la organización Rusa de los Soviets es a base de la unión libre de las naciones libres que constituyen la Federación de las Repúblicas de los Soviets. Los trabajadores y campesinos, después de la revolución contra el poder del capitalismo, siguen laborando desde su trabajo en el desarrollo de la política del Estado Obrero. Siguen tomando parte activa en la organización de la República de los Soviets, y dictándose sus leyes, para ampararse de las asechanzas del capitalismo vencido. Por medio de los Soviets el proletariado puede llegar fácilmente al poder de todos los países. Por medio de los Soviets, gobernará sobre todos los dominios de la vida económica y moral del país, como hoy mismo acontece en Rusia. Pasarán generaciones tal vez, para llegar al comunismo, pero la dictadura del proletariado irá con mano de hierro aniquilando al monstruo del capital. Irá amasando, a fuerza de educación nueva y de nuevas normas de vida, la futura conciencia de los hombres, corroída por la dominación burguesa, la cual ha convertido en artículo de cambio todo principio moral, todo sentimiento noble. Vínculos de familia destruidos en su base moral por la existencia y el reconocimiento del derecho a la herencia; vínculos de amistad y compañerismo que solo duran en tanto no exista el fatal oro burgués, sentimientos de honradez, cualidades de virilidad e independencia moral, ha destruido la burguesía cotizándolo todo en el mercado humano, ante los fatídicos destellos de la fortuna. Crear nuevos sentimientos, sentar nuevas ideas, nueva filosofía, no era moral; hacer, en una palabra, nuevos hombres, con nuevas instituciones, he aquí la obra de la dictadura del proletariado en su forma Sovietal.
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Para realizar esta regeneración humana es necesario desconocer todo lo existente, toda la obra criminal del interés creado mantenido por la dominación de la clase capitalista. Para desconocer hay que desarmarla, aniquilar sus tentativas de reacción y privarla de todo derecho en la obra de la nueva sociedad. Lenin dice, en este sentido, “la gloriosa Commune dio el primer paso, la Revolución Rusa el segundo”. EL PAPEL DEL PARTIDO SOCIALISTA REVOLUCIONARIO EN LA DICTADURA DEL PROLETARIADO Jamás en la historia de la humanidad existió tarea dictadura de la más honda, más compleja, que la impuesta a los partidos libertarios. ¿Quién debe romper las cadenas que esclavizan a la clase oprimida y la atan al carro triunfal del imperialismo capitalista? ¿Quién debe libertar al nuevo Prometeo del ciclo Faustino, que agoniza encadenado a la roca tarpeya de la explotación? La obra de la libertad, esta obra de la redención de millones de seres que sufren, esta tarea gigantesca, que por su misma magnitud, parece un sueño mitológico de Titanes, corresponde a un puñado de hombres de espíritu iconoclasta, que tienen por respeto a su misión, que superarse a sí mismo. Son los sacerdotes del más noble ideal, que con holocausto de su propia vida, deben oficiar en el sagrado templo de la LIBERTAD. Son los sentimentales de la justicia que enarbolan sobre el asta de su altivez, el corazón rojo de su sentimiento, que se hará girones en la lucha, como una bandera de combate. Las luchas colosales en la historia humana, las páginas gloriosas elevadas a la categoría de epopeyas y cantadas en todos los idiomas por todos los poetas, no son, al final sino crímenes del egoísmo humano galvanizados por la leyenda, con el oropel del heroísmo. Grupos que conquistan tierras y posesiones, a nombre, y para mayor gloria de una pobre testa coronada. Políticos ambiciosos que arrastran a la muerte a miles de proletarios, para conseguir el poder de explotación sobre un cierto conglomerado étnico. Seres inflados de aire aristocrático que lanzan en criminal contienda a sus falanges de esclavos y soldados, sin otro noble fin, que adherir un garabato más, al ridículo escudo de su estirpe.
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Todas las guerras de prejuicios no han sido integradas sino por legiones de hombres a base de salario, vendiendo la propia vida. Las fuerzas revolucionarias históricas jamás tuvieron el derecho de hacer un análisis, del valor moral que caracterizaba a los principios, germen y dinámica de todo trastorno armado; eran las masas anónimas que morían por la mísera recompensa; era el elemento fuerza, domesticado por el látigo del domador; era la máquina ciega –como el ejército de la burguesía de hoy– que dispara al pueblo –su hermano– al conjuro de la voz del domador; eran los galgos que despedazaban a otra jauría, con tanta inconsciencia, como valor, agudizados por el ayuno. La revolución social que es nuestra obra, por múltiples especiales condiciones, es la única que rompiendo el marco de la historia, presenta su incontable fuerza revolucionaria con la más luminosa conciencia de sus actos y con la más férrea disciplina, por obra de su voluntad, con la más heroica presencia de ánimo, fruto de la convicción y de la justicia de su casa. En el cerebro de cada trabajador, resida el jefe, y en sus músculos el soldado. La tarea de nuestro partido es la más profunda y grandiosa de la historia, porque este partido no trata de hacerse obedecer, sino de hacerse comprender. El partido es la centralización de la luz, que irradia como un faro sobre el embravecido mar de la redención proletaria. Así los hombres, actores de la Rusia de hoy, aparecen como seres de leyenda, iluminados con la luz de todas las capacidades. Fuertes, sabios, puros en su ideal social, y enérgicos en la realización de sus retos. El partido, considerado como entidad moral, no es ya la simple unión de hombres bajo un ideal, sino la fuerza ética, gestadora de la reconstrucción del proletario y órgano impersonal de la restauración de la justicia. Sálvese el partido aunque perezcan sus figuras representativas, es la voz de cohesión, es la orden por la cual han marchado al ostracismo quienes no se sometieron a la opinión de la mayoría. El Partido Bolchevique, solo gravando ese lema en las conciencias de sus elementos revolucionarios, ha podido mantenerse firme, erguido ante las furiosas avalanchas de la reacción y ante los problemas que planteaba la construcción de la nueva sociedad, bajo formas nunca experimentadas. Si la disciplina del partido es condición primordial para la obra de destruir, es más aún, para la de construir. La disciplina cierra la puerta de escape de los egoísmos y ambiciones inherentes a los hombres, por revolucionarios y puros que fuesen. La disciplina es la valla para impedir el acceso de la burguesía, con la obra de dividir el partido.
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Así lo ha comprendido el Partido Comunista ruso, y esta cualidad le ha hecho invencible. La dictadura del proletariado está concentrada en las manos de su vanguardia, cosa indispensable para el triunfo de la revolución y para el aplastamiento de los últimos restos de las fuerzas contrarrevolucionarias. ¿Cuál es la condición matriz para que el partido pueda desempeñar su papel de vanguardia? La teoría revolucionaria. “La teoría es la sintetización de la experiencia del Movimiento Obrero de todos los países. Pierde su razón de ser, si no va ligada a la práctica revolucionaria, de la misma manera que la práctica se pierde en las tinieblas, si la teoría revolucionaria no ilumina”, dice Lenin, y agrega que solo un partido dirigido por una teoría avanzada, puede desempeñar bien el papel de luchador de vanguardia. Lenin mismo, prestó una importancia esencial a la teoría revolucionaria; lo que prueba que emprendió en el largo estudio de la filosofía materialista de la historia, y en la crítica combativa contra los pseudo-marxistas. Los tres puntos de la tesis leninista nos demuestran en medio de su sintetización comprensiva, cuánto profundo conocimiento había llegado a adquirir en su afán teórico revolucionario. Además del pleno conocimiento de la teoría doctrinaria revolucionaria, como imperativo inmediato de toda vanguardia, creo que la división del trabajo, la especialización en materias sociales que capaciten a enfrentarse con el hecho de la dictadura del proletariado, es tarea que corresponde al partido. Es defecto endémico de los militantes intelectuales, de nuestra América Latina, cubrir la inercia del estudio teórico revolucionario, con una demostración de suficiencia aplastante. La confianza en exceso de sus personales capacidades, y la idea defectuosa de discutir todo sin bases fundamentales de conocimientos doctrinarios, es causa de cierta rémora en la acción y del largo período que precisa para la homogeneidad teórica. La dictadura del proletariado no pudiendo, y no debiendo valerse de la vieja máquina gubernamental, sino de fuerzas estatales, plenas de nuevos conceptos bien preconcebidos y estudiados, tiene, cuando ha conquistado el poder, que inmediatamente, con absoluta seguridad y con pleno dominio de sus actos, realizar la construcción de nuevas normas de gobierno, de nuevas instituciones inexperimentadas aún; y esta creación de un nuevo mundo, incumbe, ya por la misma tremenda responsabilidad, la necesidad de que el partido tenga pleno dominio del programa de acción estatal. Lenin dice: “El partido debe proceder de manera que la revolución al conquistar el poder, no sea un movimiento de meses sino de años, hasta llegar al comunismo pleno, donde desaparecerá todo germen de revolución”.
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Para llegar a esto, Lenin agrega: “Los partidos revolucionarios deben completar su instrucción. Han aprendido a manejar la ofensiva, ahora deben comprender la necesidad de la retirada, la ciencia de la retirada. Es imposible vencer, sin conocer perfectamente el arte de la ofensiva, y el de la retirada”. La dictadura del proletariado implica para la vanguardia una preparación colosal, en tantos órdenes, como actividades humanas deben existir y desplegarse sujetas al nuevo criterio de la dictadora obrera. En este pequeño estudio doctrinario, no caben, por su carácter de Conferencia limitada por el tiempo, y por la benevolencia de mis camaradas, los deseos de ahondar la tesis para servir mejor al fin que me propongo. La dictadura del proletariado tiene tantos aspectos y tan complejas tareas de revisión diaria, que solo en un libro especial con este objeto, se podría plantear la tesis con todas sus características y fases, de esencial importancia para nuestro conocimiento. Todas las dificultades perentorias para la aplicación de la dictadura del proletariado, incumben directamente al partido. Es el supremo auxiliar del obrero, campesino y soldado constituido en poder; como dije el partido es la concentración de la luz. El partido es el compañero asesor de la obra del proletariado revolucionario. Mantener y extender la dictadura del proletariado, he ahí nuestro deber. Para esto, debemos inculcar en las masas un espíritu de disciplina, de organización, combatir dentro de ellas la infiltración de propaganda reaccionaria, educar a las capas pequeño burguesas y transformar su mentalidad, procurar en la masa proletaria la tendencia progresiva a la supresión de las clases, organizar la producción socialista, crear escuelas racionalistas y unir a la escuela su taller, al taller la biblioteca, a la biblioteca las conferencias, a las conferencias las libres discusiones de nuevos principios. Elevar el arte a la revolución y la revolución al arte. Crear nuevos cánones estéticos, nueva filosofía, filosofía materialista con relación a la evolución histórica y a los últimos fenómenos sociales que dan nuevos rumbos al pensamiento humano. En una palabra crear una civilización nueva de la sociedad socialista. Las civilizaciones viejas, caducas, viciadas en el desarrollo por la progresión capitalista, sí fueron creadas como consecuencia de un pequeño número de ideas fundamentales, estas ideas, estas apreciaciones han desaparecido porque no corresponden a la realidad, ni a los fines sociales de la humanidad; las nuevas ideas de la concepción sociológica, y de la filosofía marxista deben crear su civilización propia, y el empuje de esta nueva civilización, corresponde también, a los partidos de vanguardia.
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La gloriosa Rusia, a quien le tocó romper la aurora de la lúgubre noche de las injusticias, pruebas nos está dando, día a día, de la potencialidad dinámica a la que ha respondido el partido, inmortalizando su memoria. Comprender el altísimo deber histórico, la responsabilidad que implica la dirección de muchas vidas, de muchos hondos anhelos, de mucha sed de justicia, toca al partido, vanguardia de la revolución. Nuestro ciclo se caracteriza por la solidaridad humana; es de tendencia colectivista, por el hecho de la agudización de los antagonismos de clase, que han llegado a su máximum. Solidaridad entre explotadores, solidaridad entre explotados, frente único de batalla, y si la voz de ataque la dio Rusia, la indeterminada polifonía de los cañones de la guerra mundial capitalista, fue el reto a muerte al ejército de la justicia. Las hostilidades fueron rotas por el maquinismo y la gran industria. El hombre es lobo del hombre. La adoración al becerro de oro, como la única ocupación noble, de nuestros tiempos, va aniquilando la espiritualidad y los sentimientos humanos. El arte agoniza en un pantano de recuerdos; las verdades, la luz, están encubiertas por sofismas y engaños. Él positivismo resplandece con el reflejo de las bayonetas del capitalismo. El vértigo ensordece las conciencias. El Jazz de Yanquilandia, con su ruido salvaje, no deja que se oigan los lamentos de las víctimas paupérrimas, que revuelcan de hambre en los bajos fondos sociales. Mas, por ventura, en medio del laberinto capitalista, se destaca ya, lejanamente, el clarín de la Internacional. El partido de vanguardia que empuña la bandera roja, tiene, ante colosal frente de batalla, la responsabilidad de sus actos. Sus órdenes para la conquista de posesiones, deben tener todo el estudio posible, y el análisis de todos los factores. Si da un paso en falso, el descalabro no solo es para el partido, sino para todo el proletariado revolucionario y aún para sus principios. Si la característica que emana a nuestra época, es la solidaridad, los actos y sus consecuencias son de índole colectiva. Así, nosotros, nos debemos exclusivamente a la gran masa trabajadora, quien todo espera de nuestro sacrificio y abnegación. El triunfo del partido en cualquier orden, no es únicamente obra del partido mismo, como entidad política revolucionaria, es también de la conducta privada y pública de sus componentes aisladamente. Es claro, que un partido que debe crear nuevos conceptos, nuevos sentimientos y aspiraciones en el conglomerado social, debe sentar ante todo con el ejemplo la enseñanza de la regeneración humana. Por eso he dicho antes, que nuestra obra es de titanes; es como dijera Nietzsche, de súper hombres.
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Si la empresa para nosotros, es grande, debemos tener plena confianza, en que la misma bondad de nuestro evangelio revolucionario, y una férrea convicción en nuestra conciencia, realizarán el milagro de elevarnos a la altura de nuestra misión. Nuestro medio ha sido fecundo para el refinamiento del intelectualismo. La maravilla de nuestros paisajes, y cierta inclinación de causas raciales, a la contemplación que eleva el espíritu al margen del positivismo rudo de la vida, nos han facilitado una relativa penetración en el mundo de las ideas, en ese mundo donde descubriremos la farsa y las imposiciones del vivir, siempre al capricho de los amos. Si los problemas sociales, como todo lo complejo, necesitan la especialización para no fundarse únicamente en lo objetivo, por lo menos, en las regiones de la intelectualidad, se esbozan libres de prejuicios. Baste, entonces, con reconocer la pureza del principio, quien la comprenda la defiende y desenmascara, la farsa de los intereses creados. Nuestras filas, que son la fusión del trabajador con el intelectual, ya que entre nosotros, la intelectualidad es también explotada, se reforzarán, cuando los intelectuales ecuatorianos, comprendan su deber moral de defender la justicia de una inmensa mayoría, puesto que ellos como pocos deben conocer los principios y las verdades que sostenemos. Al hablar de esta necesidad, no quiero privar a los que me escuchan de unas hermosas palabras de Henri Barbosse: “Los intelectuales tienen que sentir con angustia sus ingentes responsabilidades. No es que se trate solo de subordinar por completo, la literatura y el arte a la sociología y a la política. Debemos hacer esta reserva a la grandeza de nuestro oficio: que no hay más que verdades sociales. La obligación práctica de hacer intervenir, donde haga falta, las concepciones exclusivamente positivistas, no significa que no haya otros problemas, ni que una clasificación científica pueda abrazarlo todo. Hay además los sentimientos, las pasiones, las emociones, el abismo de la dicha y el dolor íntimos; y en esto el hombre no es un elemento restringido, positivo y mensurable del conjunto, sino un mundo, un centro universal. La filosofía pura continúa con su carácter sagrado, y las necias palabras de Voltaire envilecen su memoria. Pero todo hombre, cualquiera que sea su oficio, tiene una misión cívica, y el oficio de los intelectuales, es tal, que deben ser los primeros en cumplir su misión. Si ningún hombre tiene el derecho de resignarse ante la desdicha de sus semejantes, menos lo tendrán los representantes de la inteligencia, puesto que para ella, la desdicha procede de la incomprensión y porque la fantástica asimetría del privilegio ha oprimido tanto tiempo a las generaciones, merced, a las falacias de la confusión junto con la inercia. Deben aliarse a los comunistas,
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a las falanges revolucionarias y reconocer las afinidades profundas de estos realistas de hoy, con los pensadores de todas las épocas. Las palabras cristalinas de Barbusse, que fluyen conciencia adentro como una fuente sagrada de verdades, en la que se siente flotar los perfumados pétalos de la sentimentalidad, dan a ellas los quilates de rebeldía que palpita en lo más hondo de ese corazón de oro, en lo más íntimo de este coloso del pensamiento, que ante la causa de la revolución social, rompió con el mundo intelectual burgués, y con todas las consagraciones y los aplausos, para colocarse heroicamente, en la barricada roja. Se sintió, como él dice: parte de un todo universal. El ejemplo dado por Barbusse, y por los intelectuales de franca izquierda, fructificará cuando la intelectualidad llegue a mayor comprensión del problema social que los hechos históricos han planteado a la humanidad. Las juventudes especialmente, deben conocer la biblia revolucionaria de las nuevas generaciones. El marxismo complementado o más bien dicho desenvuelto por Lenin, con la lógica adaptación a las realidades de nuestra época, a la condición social, en que colocó al mundo la última guerra, cuyas consecuencias no podían estar previstas con toda la claridad en 1848, tiempo dentro del cual otros aspectos se habían presentado. Digamos, ligeramente, que los filósofos burgueses, los grandes políticos de prestigio intelectual dentro de su clase, han pregonado a los cuatro vientos que el marxismo está en crisis. Se publica a diario crónicas interesadas en contra del marxismo, no con la sana intención de oponer principios nuevos y nuevas aplicaciones a la concepción misma, que esto sería lo lógico, como lo hizo Lenin, sino con el exclusivo objeto de destruir la base científica del proletariado revolucionario y especialmente de la Tercera Internacional. La ciencia, si en verdad eleva la apreciación dentro del subjetivismo, es decir mirando las cosas, los hechos y los fenómenos, no, bajo su forma real, que puede ser engañosa, sino dentro de la forma que no aparece, y solo se la encuentra en las regiones de la filosofía, de la metafísica y de la fìsica analítica, no por eso deja de someterse a cierto imperativo inconmovible de la objetividad, de los hechos, de las realidades incontrovertibles. Puede, pues, bajo este concepto, desaparecer el problema del proletariado y sus necesidades, junto con la lucha por la aplicación de sus derechos, solo porque cuatro pseudo científicos o sociólogos hacen malabares de sofismas para destruir el evangelio básico de la revolución. La táctica, la forma de acción, el cambio de frente de batalla, pueden variar con los nuevos aspectos, sometiéndolos a nuevos criterios; pero mientras subsista la injusticia y tenga consecuencias reales, funestas para la mayoría
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de los hombres, las elucubraciones de la fantasía solo merecerán una sonrisa irónica de desprecio. Lo que en Marx existe de inaplicable y de inaceptable ante la evolución de otra época, ya lo presentó Lenin. Nuestros postulados, y nuestra acción revolucionaria no se someterá a las simples opiniones personales, aunque se tratara de Marx y de Engels, sino a lo que de real y justo contienen sus ideas. La Internacional, que es la gran agrupación del revolucionarismo mundial, buscará si es necesario, mil formas, mil aspectos para la mayor eficiencia de la redención proletaria, más sus principios básicos y fundamentales como la lucha de clases, quedará siempre en pie mientras haya opresores capitalistas y desigualdades sociales. Marx puede ser combatido en cuanto a la forma de aplicación revolucionaria y de la dictadura del proletariado y aun de la apreciación sobre la necesidad de la concentración capitalista como factor primordial de la revolución, pero en sus principios y en sus conclusiones económicas sobre el capital, su filosofía vivirá en pie mientras haya explotación y existan las clases. Su filosofía materialista de la historia, como toda la obra del profeta de la revolución, también se trata de discutirla y pregonar su crisis, pero solo una filosofía más profunda y con aplicaciones más infalibles, puede oscurecer la obra gigantesca de Marx; mientras ésta no se presente a la conciencia de los hombres, Marx será la palabra más avanzada. En todos los puntos de Marx, que no se compadecen con la actual etapa, Lenin ha sido el continuador de su obra, y Lenin ha fortalecido la teoría y la práctica de Marx, dándoles importancia presente. Las enseñanzas de Lenin en todo este orden de inactualidad que padece el marxismo, han llenado la ciencia revolucionaria, dándole una potencialidad y un valor, indiscutible y firme. Lenin en su obra puede ser sintetizado por el estudio de la dictadura del proletariado con todos los detalles de su aplicación, y por el análisis del actual imperialismo capitalista, última etapa del desarrollo de la burguesía. CONCLUSIÓN Antes de terminar mi conferencia, fruto únicamente de mi entusiasmo doctrinario y del deseo de cumplir con un deber moral para con el partido, quiero que mis últimas palabras vayan dirigidas a él. Si el estudio bien cimentado de los problemas del partido bajo todos los aspectos que vaya tomando el desarrollo de la revolución social, incumben con un imperativo categórico inaplazable, como deber de estudio y de discusión, de mayor
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urgencia, se presenta la forma de la lucha inmediata. La concreción de estas tareas las hace y las hará el partido, sin embargo se destaca con claridad, lo que corresponde en el momento presente. Una de las más desastrosas consecuencias de los regímenes de fuerza vividos por el pueblo ecuatoriano, ha sido la muerte del espíritu público. La indiferencia estoica ante los atropellos de las argollas políticas, y ante la opresión económica, es la única actitud del pueblo. Nuestra tarea es levantar el espíritu público, buscar con el arma de la idea la dignificante inquietud de la clase trabajadora que es la que forma el pueblo; agitar el espíritu colectivo con el huracán del periodismo rojo. Oponer la ciencia que es luz a la religión que es tiniebla. Romper con la octaviana paz que es fruto de todas las cobardías. Abrir una interrogación a muerte con el Imperialismo de Norteamérica, que constituye, no ya la amenaza, sino los hechos concretos que empezaron con la infiltración progresiva del capital de Wall Street, y terminarán con los asesinatos y las invasiones. Despertar a la clase indígena de su largo y esclavizante sueño colonial; la mejor forma para penetrar hondo en el objetivismo de la rudimentaria vida indígena, debe ser la capacitación revolucionaría de un pequeño grupo de indígenas que presten facilidades comprensivas para el conocimiento ideológico. Solo estos elementos genuinos, verdaderos exponentes del indígena ecuatoriano, pueden buscar la fibra sensible que ha de sembrar en la conciencia, las ideas básicas de su redención, como la lucha de clases y la expropiación de la tierra por parte del Estado obrero. Otra de las tareas que corresponde, en primer término, combatir con ardor, es el negro fascismo que lleva en sus entrañas, la criminalidad napolitana. El fascismo, sin principios sociales ni postulados humanos, no es otra cosa que la reacción capitalista organizada y empeñando la daga del asesinato. El peligro fascista y el peligro yanqui constituyen la trasplantación de los deshechos del capitalismo de afuera. Es también preciso combatir valientemente la mentira “benévola y enmascarada” que dijo Lenin, de los periódicos de la burguesía ecuatoriana, especialmente los voceros del ultramontanismo absurdo. Diariamente, vienen haciendo una campaña sistemática de descrédito para los partidos libertarios y para Rusia en particular. Aunque su propia ignorancia les condena ante la opinión pública, nosotros debemos aniquilar esta forma solapada de defender sus intereses de clase, con nuestra voz enérgica y honrada. Muchas y grandes son nuestras tareas con relación al número de militantes leales del socialismo revolucionario nuestro, mas tenemos fe en la causa que sostenemos.
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Nuestra bandera internacional se yergue en todos los ámbitos del planeta, agrupando millones de seres que exigen justicia, nuestra bandera es la única en la historia que ha unido a todos los hombres sin distinción de fronteras ni razas. Nuestras ideas constructivas por naturaleza y de hondo racionalismo, tienen el ímpetu arrebatador de los torrentes, impedir que siga su cauce, es la hipótesis pueril de la minoría reaccionaría. Todo lo que se oponga, será aniquilado por la incontestable fuerza, elemento que desempeña un hecho histórico. Si la causa se produce el efecto es su consecuencia; la causa del conflicto capitalista, de la opresión económica y social, las inevitables catástrofes de la guerra creadas por la expansión capitalista, por la absurda política del belicismo; toda esa atmósfera asfixiante para el proletariado, tiene y debe tener su consecuencia inmediata, ya, que la causa amenaza la conservación de la especie humana; esta consecuencia, este efecto es la revolución proletaria que culminará en la dictadura del proletariado, como época transitoria para llegar al comunismo pleno y luminoso. Compañeros: tenemos fe, en que los ideales de la revolución no nacen, únicamente, como una apreciación o una desviación sofística nueva del mundo real, de su filosofía, y de todas las conquistas del intelecto humano en la historia, sino que nuestras ideas y apreciaciones, tienen tanta importancia real de necesidad vivida, cuanta se relaciona a los últimos fenómenos sociales del siglo pasado y a los acontecimientos latentes de hoy. Ambos males fueron precipitados por la guerra de intereses creados del año 1914. La teoría revolucionaria y los nuevos conceptos de la sociología son obra del desarrollo capitalista mismo, y de la extrema tirantez de los antagonismos de clase, Marx, Engels, Lenin y todos los creadores de la ciencia revolucionaria y de sus principios, no han hecho otra cosa, que constatar el hecho histórico, y señalar la nueva senda que debe recorrer la humanidad para volver al orden y a la fraternal armonía, fase única del sistema social. Es decir al comunismo. La senda que nos señalan está sembrada de peligros. El puñal asesino acecha en la sombra a la gloriosa romería proletaria. Los hombres de hoy, no son sino escalones, números, factores de combate sobre cuyas vidas se levantarán las nuevas generaciones redimidas. Para el partido, camaradas, la senda roja es un encañonado con una entrada y una salida: retroceder es traicionar, seguir impertérrito adelante, flameando la bandera roja, presentando heroicamente el corazón a la encrucijada capitalista, es el deber del partido, hasta encontrar al final de
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esta gloriosa senda roja, el nuevo mundo de la paz y el trabajo, el nuevo espíritu de la inmensa humanidad que responda a la forma social del comunismo, haciendo del planeta una sola y gigantesca Patria de amor y libertad.
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Manifiesto del “bloque obrero-campesino”8 La crisis económica sigue pesando brutalmente sobre las espaldas de los obreros, campesinos y más clases pobres del país. Desocupación, baja continua de salarios, hambre y represión; tales son los resultados del régimen capitalista feudal que nos agobia, y que, detenido definitivamente en su marcha progresiva, lleva hoy la nación a la ruina de la que se salvará únicamente cuando, por medio de la revolución, se funde el gobierno socialista de obreros, campesinos y soldados. Ante tan tremenda crisis, las fuerzas capitalistas-feudales se reagrupan y el proletariado busca también su frente de combate. La burguesía se halla en plena descomposición. En vano sus fracciones de “avanzada” tratan de detener la catástrofe, haciendo maniobras a la “izquierda”, enmascarándose como “socialistas”; buscándose agentes en el seno de la clase obrera. La colaboración de clases no podrá realizarse. La clase obrera, es la única clase, que por sus intereses, puede luchar consecuentemente contra el capitalismo, por el socialismo, pues “los proletariados no pueden perder sino sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo a ganar” (Marx). El proletariado necesita aliarse íntimamente con los campesinos en su lucha común contra el capitalismo-feudal; tratando de arrastrar a otras capas de trabajadores (artesanos, intelectuales, pequeños comerciantes, etc.) a la lucha común contra la explotación del gran capitalismo-feudal y del imperialismo. Aunque los soldados y policías, sirven al régimen feudal-burgués; ellos han entrado a los cuarteles forzados por el hambre y falta de trabajo, dejando por el momento de pertenecer a las clases sociales de las que salieron: obrera, campesina, pequeña burguesía; y en su mayoría retornarán a ellas el día que el gobierno, no necesitando ya de sus servicios, los arroje sin la menor consideración a la calle. Los obreros, defendiendo a los soldados y policías, en lo que se refiere al mejoramiento de sus condiciones de vida, les demostrarán, que solamente con la unión fraternal entre todos los explotados se alcanzará la liberación económica y política de las grandes masas del yugo del capitalismofeudal y del imperialismo. La defensa de los indios y negros, no solamente 8 Tomado de: Hojas volantes, 1921-1932, D. Polit Partid., p. 247, Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit (BEAEP), disponible en: http://www.yachana.org/earchivo/comunismo/bloque2mayo32.php.
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como clases explotadas y oprimidas, sino también como nacionalidades oprimidas; constituye una de las bases fundamentales de la lucha del proletariado. La clase obrera no puede hacer frente único con la burguesíafeudal, llámese liberal, conservadora o se enmascare como “socialista”, pues sus intereses le son contrapuestos. Por esto, el Bloc Electoral (obrero-campesinoradical), que por medio de sus agentes “socialistas” trataban de arrastrar a los obreros a una coalición y aprobar la lista confeccionada en los cenáculos liberal “socialistas”, a pretexto del “peligro bonifacista”. Nosotros, trabajadores manuales e intelectuales, somos también enemigos del bonifacismo, que representa la coalición de fuerzas del ala izquierda de las filas conservadoras y del ala derecha del liberalismo; combatimos al bonifacismo, sin dejar de combatir a la burguesía liberal-radical-socialista. En ningún modo, la burguesía liberal-radical, defendería a los obreros, si el bonifacismo llegara a apoderarse del gobierno; antes bien, lo entregarían maniatados, para que el bonifacismo, descargara sus golpes más furiosos. En cambio, estamos dispuestos, y así lo hemos hecho, a hacer frente único con los obreros, campesinos, intelectuales revolucionarios; ya militen en las filas liberales, conservadores, bonifacistas, socialistas o comunistas; pero dentro de un programa de clase para combatir a todos los partidos burgueses. Con el único partido con el que podríamos formar estrecha alianza, sería con el genuinamente obrero: el Comunista, vanguardia de las clases trabajadoras, que con sus luchas ha demostrado la lealtad a los intereses de la clase obrera con los que se identifica. Nosotros intervenimos en el congreso burgués, no para colaborar con nuestros enemigos de clase, sino porque allí los trabajadores verán una vez más los antagonismos irreductibles de intereses entre explotados y explotadores, y llegarán al convencimiento que para suprimir definitivamente la explotación y opresión, solo hay un camino: la revolución para el triunfo del socialismo. En el Congreso lucharán nuestros Representantes para desenmascarar a la burguesía y sus agentes, demostrando el contenido de la “democracia burguesa” y para arrancar, palmo a palmo a la burguesía-feudal, mejoras inmediatas para los trabajadores. La intervención de nuestros Representantes en el Congreso estaría subordinada a la disciplina de clase, por los intereses de las grandes masas explotadas, sin permitir –como sucede en los partidos burgueses– que sus Representantes obren a su gusto. Para aliviar la angustiosa situación de los trabajadores, vamos a luchar dentro del Congreso –por medio de nuestros Representantes– y fuera de él, por la acción revolucionaria de masas, por las siguientes reivindicaciones:
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1. Porque en la Constitución y leyes SE SUPRIMA TODA TRABA al libre ejercicio de derechos de los trabajadores y porque el voto sea extensivo a todos los trabajadores, aunque no sepan leer ni escribir, suprimiendo así los privilegios. 2. Porque se dicte una ley DE SALARIO MÍNIMO, por medio de la cual, ningún trabajador agrícola gane menos de dos sucres diarios y ningún obrero de la industria gane menos de tres sucres diarios, evitando así que la burguesía siga descargando todo el peso de la crisis sobre los obreros. 3. Porque se apruebe el proyecto de ley presentado en el Congreso pasado por los Representantes del Partido Comunista, pidiendo la creación del SEGURO PARA LOS DESOCUPADOS y semidesocupados, por medio del cual, todos estos trabajadores, deben recibir un subsidio de dos sucres al día; el que correrá a cargo del gobierno y los patrones hasta hallar trabajo. 4. Porque se apruebe el proyecto de ley presentado por los comunistas, que pide la rebaja inmediata del precio de los alquileres de habitaciones en 50%. 5. Porque se apruebe el proyecto de ley presentado en el Congreso pasado por los comunistas, pidiendo la inmediata DEVOLUCIÓN DE LAS TIERRAS Y AGUAS arrebatadas por los hacendados a las comunas y poblaciones. Entre los proyectos presentados consta uno referente a la devolución de tierra de Changalá para Cayambe. Iguales proyectos serán presentados para favorecer a poblaciones como: Sangolquí, Yaruquí, Machachi, Tabacundo, ahorcadas por inmensos latifundios. 6. Porque se ANULEN LAS DEUDAS DE LOS OBREROS AGRÍCOLAS y campesinos a los hacendados y usureros, y porque desaparezcan muchas subsistencias feudales (impedimento de transitar por caminos de hacienda, tributo de los campesinos a los hacendados y curas, etc.). 7. Para LOS SOLDADOS Y POLICÍAS se pedirá mejor salario, mejor alojamiento y alimentación, libertad de profesar cualquier credo político, mejor trato. Ninguna de estas reivindicaciones arrancaremos a la burguesía, si solo dejamos actuar a los Representantes de los obreros, como sucedió el año pasado con los Representantes comunistas, que no obtuvieron apoyo de las masas para la aprobación de sus proyectos de ley. El proletariado y más trabajadores deben apoyar decididamente realizando peticiones, asambleas, desfiles callejeros, si es necesario, huelgas, para la acción de nuestros futuros Representantes. El Bloque Obrero-Campesino presenta a la consideración de los trabajadores los nombres de los siguientes compañeros: DOCTOR RICARDO
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PAREDES, GUSTAVO SALGADO, HOMERO PALOMEQUE (ferroviario) y JORGE MALDONADO (metalúrgico) militantes que se han incorporado al Movimiento Obrero y que vienen luchando con todo valor y abnegación durante varios años por la emancipación de los trabajadores, sufriendo por ello prisiones y persecuciones; obreros que defienden lealmente los intereses de su clase. Compañeros obreros, campesinos, intelectuales revolucionarios, artesanos, soldados, y policías indios; no votéis, aunque os amenacen vuestros patrones y capataces, por las listas de liberales, conservadores, bonifacistas; que os explotan y oprimen, que hambrean a vuestras familias; que masacran a los obreros y a los indios; no votéis por quienes enmascarándose como “socialistas”, en realidad sirven a la burguesía. Votad por la lista del Bloque Obrero-Campesino, por los genuinos Representantes de los trabajadores, por los luchadores sinceros y valerosos que no entrarán en componendas con la burguesía. COMPAÑEROS: Formad comités electorales. A votar por los candidatos del BLOQUE OBRERO-CAMPESINO Quito 2 de mayo de 1932
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La reacción feudal burguesa en el Perú y el Ecuador9 Joaquín Gallegos Lara Sánchez Cerro es conocido en América. El pueblo peruano lo ha apodado definitivamente “el cachaco, es decir el esbirro, el policía”. El desastre final del capitalismo azota al Perú –y al Ecuador– lo mismo que a los demás países semi-coloniales. Es el hambre vasta, el hambre mundial nunca visto antes. En el Perú, donde acaba de morir José Carlos Mariátegui, en medio de la lucha de los distintos grupos gamonales y burgueses, esclavos unos del imperialismo inglés, otros del yanqui, el tirano Leguía fue derrocado. El cachaco Sánchez Cerro fue el instrumento demagógico de su caída. Presionadas por la crisis y asustadas ante el empuje de las masas, las clases explotadoras del Perú, en una farsa eleccionaria parecida a la que entre nosotros ha hecho presidente al gamonal Bonifaz, hicieron presidente a Sánchez Cerro. Se podría decir que el miedo les revolvió el estómago y defecaron a Sánchez Cerro. Solo así se explica este primer magistrado semi-analfabeto. Pocos meses después de mandar en la tierra que ha tenido la desgracia de producirlo, Sánchez Cerro es el asesino notorio de ocho trabajadores de la marina. Los indios y cholos que se mata día a día en todo el Perú en defensa de los amos criollos y del imperialismo gringo, en las minas, en las haciendas, en las petroleras, no se le puede imputar en justicia al cachaco. Forman parte de los asesinatos de trabajadores que en todo el planeta realizan los explotadores defendiendo sus privilegios. Pero Sánchez Cerro no es asesino y cómplice de miles de asesinatos de clase por cuenta propia, no. El representa, en la superestructura política, los intereses de los parásitos con miedo. Debe matar, encarcelar, implantar el más duro terror blanco. Para esto lo han hecho presidente. Tal es la consigna de sus amos. Hace reír la protesta democrático-burguesa y liberal. Encierra una contradicción esencial. Protesta por los asesinatos y defiende, so pretexto de libertad individual, a los asesinos. 9 Tomado de: Joaquín Gallegos Lara, “La reacción feudal burguesa en el Perú y en el Ecuador” [1932], en Alejandro Guerra Cáceres, Páginas olvidadas de Joaquín Gallegos Lara, Guayaquil, Universidad de Guayaquil, 1987, pp. 182-184. Publicado originalmente en Cocoricó, N° 4, Guayaquil, 22 de mayo de 1932.
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En el momento crepuscular en que un orden se desmorona y se hunde en el absurdo, las más contradictorias y periclitadas ideologías contribuyen a sembrar el caos. No es posible evitarlo. De la confusión brotará un orden nuevo. Confiamos en ello: luchamos por ello. El proletariado que aún en nuestra feudalidad en crisis ha germinado y se desarrolla, tomará la vanguardia de los explotados. La revolución agraria y anti-imperialista barrerá a Sánchez Cerro y a los Bonifaz y a sus patrones gringos. Nuestra Revolución coincidirá con la Revolución Mundial que marcha lenta, segura en todos los países capitalistas, aterrorizados por el triunfo de la construcción socialista de la URSS. En el Ecuador es Bonifaz quien, salido de las clase social feudalista de nuestra Sierra, ocupará el poder en defensa de sus intereses. Es el cachaco de nuestros explotadores. Se le moteja de conservador. Lo es en el peor sentido de la palabra. No es solo un clérigo de capa española que viene a borrar los treinta y siete años de anticlericalismo –no de liberalismo que nunca ha existido entre nosotros ni es aquí socialmente posible– aplicado por Alfaro. No es solo eso. Es, ante todo, el jefe de los gamonales asesinos de indios en Cayambe o en Angamarca. Es el freno que impide el desenvolvimiento de nuestras fuerzas productivas, estancándolas en una economía de hace siglos, a base de arado de palo y látigo al indio concierto, esclavo de la gleba. Es el indudable autor de una política de amplia puerta abierta para aquel de los imperialismos al que se venda. La retórica –huera en literatura y política– del Encargado del Ejecutivo es inepta, femenina, pasiva, se deja hacer. El electo con arrestos viriles viola los derechos que la ceguedad pequeño-burguesa de los pseudo-liberales creía poseer. Sin ser aún presidente se alía con el Encargado para implementar medidas económicas de emergencia en beneficio de las clases parasitas del país, echando el pase de la crisis sobre las clases productoras. El Partido Comunista y su base obrera de Guayaquil y los estudiantes de todas las aulas del Ecuador lo comprenden. Tratan de ponerse de acuerdo con las necesidades de la nación que son las mismas que las del resto del mundo, hoy día. La agitación estudiantil, aunque incipiente y mezclada con bastantes tendencias fascistas o social-patriotas, ha sido un hecho en el país, al iniciarse el actual año los cursos. La prensa ha acallado las expulsiones, numerosísimas que el Rector, agente o criado del electo, ha realizado en el Colegio Vicente Rocafuerte. Ha hecho en cambio una algarabía alrededor de los palos que una fracción del ejército pretoriano, por cuenta de su patrón Bonifaz, diera a los estudiantes de Quito. Contrastan estas dos actitudes pequeño-burguesas. ¿A qué se debe la bulla por
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un atropello y el silencio cobarde por el otro? Es que el movimiento estudiantil quiteño va de acuerdo con los profesores que la encauzan y desvirtúan. Ha tendido –con escasas y honrosísimas excepciones– hacia un liberalismo o radical-socialismo principio a esta pequeña burguesía su defensora. Es esa la explicación del silencio en un caso y del cacareo en el otro. Del gamonal Bonifaz no se puede esperar menos que del soldadete Sánchez Cerro. El terror blanco del Perú ha empezado ya en el Ecuador. Los asesinos, legalizados con el nombre de pena de muerte, en las personas, de obreros, indios e intelectuales revolucionarios, no se hará esperar. Es la hora de denunciar ante las clases trabajadoras del mundo el régimen de cerrojo y muerte ya implantado y que solo terminará con la victoria de la revolución social.
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RICARDO PAREDES10 Candidato del Partido Comunista Candidato de los Obreros, Campesinos, Indios y Soldados, ¡Dará pan, trabajo, tierra y libertad al pueblo!11 Ricardo Paredes, es el único candidato que detendrá la Guerra que se acerca. Van a realizarse las elecciones para Presidente de la República en condiciones en que el hambre del pueblo crece cada día; mientras la explotación más salvaje reina en los campos, aplastando a campesinos, indios y negros; mientras capitalistas y gamonales quieren salir de la crisis a costilla de los trabajadores, bajando salarios, echando a la desocupación a los obreros, robando tierras, cosechas y ganados, PROCURANDO ARRASTRARNOS A LA GUERRA en defensa de sus intereses y de los de sus amos los imperialistas yanquis e ingleses, a quienes han vendido el país. Todos los bandos de gamonales y burgueses tratan de llevar a uno de la trinca de ellos al poder. Quieran hacer de estas elecciones una nueva farsa, poniendo en el mando a un explotador más, que nos arranque nuestro trabajo para llenar sus bolsillos y los de los imperialistas. De todas estas luchas de capitalistas y gamonales por el poder los trabajadores solo sacan más hambre, miseria y más rápida preparación de la guerra. Si los bandos de explotadores se disputan el mando, estando listos a asaltarlo por todos los medios, inclusive por el de los golpes de Estado que todos preparan rabiosamente, es para sacar mayor provecho de las masas, para robarnos más, para aplastar el descontento revolucionario de las masas por la fuerza y el terror cuando se ponga de manifiesto que sus demagógicas promesas son podridos engaños. Todos los candidatos de los explotadores son eso: hambreadores del pueblo, dirigentes de la reacción y el terror, preparadores de la guerra. VELASCO IBARRA, a quien apoya el Congreso burgués que solo botó a Martínez Mera para trepar a uno de su trinca al poder; a quien apoya también el Partido Conservador, el partido de los gamonales y capitalistas de la sierra, 10 En el presente artículo hemos cambiado la “i”, que se utilizó en el texto original, por la “y”. (N. del E). 11 Tomado de: “Ricardo Paredes, Candidato del Partido Comunista”, Imprenta La Económica [1933], Colección Privada de Leonardo J. Muñoz, disponible en: http://www.yachana.org/earchivo/ paredes1933_es.php.
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cuyos intereses defiende fundamentalmente este candidato, vinculado con el imperialismo inglés, quiere con su demagogia engañar a los trabajadores, haciéndoles creer que su gobierno será de pan y libertad y que gobernará con todos los partidos. Velasco Ibarra sabe que su gobierno no dará nada al pueblo, pero miente para engañarnos. Él fue uno de los que aprobaron la matanza del 15 de noviembre de 1922; él es el que hasta hoy tiene odio a los mártires de ese día, porque sabe que son la bandera de lucha de los explotados; él fue uno de los que apoyó a Bonifaz; él desde la Junta Consultiva de la Cancillería y desde el Congreso quiso llevarnos a la guerra, a la matanza, apoyando a Colombia. En su programa no ofrece nada para los obreros, ningún aumento de salarios; nada para los desocupados; sus ofertas para los campesinos de reparto de tierras no pueden realizarse porque sería atacar a los latifundistas que le apoyan; no toca a las empresas imperialistas; en fin, es un explotador que nos dará solo más hambre y miseria. COLÓN ELOY ALFARO, el candidato de los gamonales y capitalistas costeños, empleado de los yanquis desde hace muchos años, su agente más decidido y a quien estos apoyan, trata también de subir al poder. Alfaro en la Presidencia de la República significa mayores concesiones a los imperialistas yanquis, significa la entrega inmediata del río Guayas a la Grace, la entrega a la United Fruit de los terrenos del litoral. Los empréstitos que hará los pagará entregando a sus amos imperialistas, Galápagos, las Aduanas, los Estancos, etc., aplastando al pueblo trabajador, implantando la sangrienta dictadura de los jefes del ejército. ALFARO ES LA GUERRA EN EL MAS CORTO PLAZO, es la matanza de miles y miles de trabajadores ecuatorianos en defensa de los intereses yanquis. CARLOS ZAMBRANO, jefe socialista, candidatizado por las izquierdas burguesas con el apoyo de los jefes del Partido Socialista, usa las más refinadas armas para engañar al pueblo. En su programa se habla de dar al pueblo las tierras incultas. Eso significa dar las tierras del oriente donde no se puede ni vivir, manteniendo la propiedad de los grandes latifundistas que tienen monopolizadas las tierras. Se plantea la industrialización, sin tocar la propiedad de los capitalistas, es decir, manteniendo la explotación que sufren los obreros. Por lo demás nada concreto en favor del pueblo. Se habla de las ventajas del trabajo colectivo, sin decir en qué forma van a crearse las condiciones para este trabajo. Y SE DICE QUE EL EJÉRCITO ESTÁ LLAMADO A DEFENDER LA INTEGRIDAD NACIONAL, ES DECIR, SE PREDICA ABIERTAMENTE LA GUERRA. Se habla de romper trincas y argollas pero no se plantea el paso del poder a los obreros, campesinos, indios, etc., que es
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la única forma de solucionar la crisis en favor del pueblo. En una palabra, la explotación de gamonales, capitalistas e imperialistas queda en pie. Frente a estos candidatos se levanta el candidato del Partido Comunista, el único candidato que garantiza realmente a los trabajadores la obtención de mejor vida y más libertad, el doctor RICARDO PAREDES. Paredes es conocido por todas las masas del Ecuador como un sincero revolucionario, como un abnegado defensor de los intereses de los explotados, aún con riesgo de su vida. Paredes es conocido por las masas indígenas desde su intervención en el grandioso movimiento del Congreso Indígena de Cayambe; Paredes es considerado por las masas campesinas como un dirigente de su movimiento revolucionario; Paredes es querido por las masas de trabajadores negros de Esmeraldas, a las que ha defendido contra la explotación; en fin, el nombre de Paredes es en todo el país símbolo de lucha de obreros, campesinos indios y negros contra gamonales y capitalistas. SU PROGRAMA ES EL PROGRAMA DEL PARTIDO COMUNISTA, él dará desde la Presidencia: 1. Entrega gratis de la tierra a los campesinos pobres y medios, quitándosela a los grandes propietarios sin ninguna indemnización, sin tocar las parcelas de los pequeños propietarios. 2. Devolución de todas las tierras robadas a las comunidades indígenas, quitándoselas a los gamonales que hoy las poseen. 3. Supresión de todas las deudas e impuestos que pesan sobre los campesinos. 4. Expulsión del país de los imperialistas, suprimiendo sus concesiones y confiscando sus empresas. 5. Libre derecho para indios y negros de organizarse en sus propias repúblicas de obreros y campesinos, para formar sus propios ejércitos que defiendan sus tierras. 6. Control de la producción por los obreros, dándoles toda clase de mejoras, aumento de salarios, jornada de siete horas, vacaciones de un mes anual con salario completo salario igual a trabajo igual para hombres, mujeres y niños, seguros de invalidez y de vejez, etc. 7. Subsidios para los desocupados pagados por los patronos y el Estado. 8. Baja inmediata de los precios de víveres, telas, medicinas, alquileres, etc. 9. Rebaja de los sueldos de los altos jefes del ejército, aumentando los de soldados y policías, dándoles a estos, toda clase de libertades dentro y fuera del cuartel, para opinar, organizarse, etc.
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10. Amplia libertad política para los trabajadores (libertad de prensa, manifestación, huelga, etc.). 11. Cesación de todas las maniobras para hacer intervenir al Ecuador en la guerra. Y por sobre todo esto, como medio de luchar por este programa y de realizarlo la entrega de todo el poder a los consejos de obreros, campesinos, indios, negros, y soldados, organizados en todos los lugares de trabajo, estableciendo el gobierno obrero y campesino, ¡el único capaz de dar pan, trabajo, tierra, y libertad al pueblo! Pero este programa para triunfar debe ser secundado por la acción revolucionaria de las masas, levantándose por él y por sus reivindicaciones más sentidas, luchando revolucionariamente para obtenerlas. Combatiendo la explotación, realizando por la vía revolucionaria el gobierno obrero y campesino. La fuerza de este programa del candidato comunista está en el apoyo revolucionario que le den las masas con sus luchas. Esto ofrece al pueblo el Partido Comunista y su candidato ¡DR. RICARDO PAREDES! ¡VOTANDO POR ÉL, VOTAMOS POR MEJORAR NUESTRA VIDA! Todos, obreros, campesinos, indios, soldados, explotados en general, apoyemos al candidato del gobierno obrero y campesino, ¡DR. RICARDO PAREDES! ¡NI UN VOTO PARA LOS CANDIDATOS BURGUESES! TODOS LOS VOTOS PARA EL CANDIDATO COMUNISTA. Comité Central del Partido Comunista del Ecuador (Sección de la Internacional Comunista)
(Imprenta La Económica)
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Manifiesto al pueblo12 El descontento popular crece con ímpetu formidable. Martínez Mera desafía al pueblo para sostener los peculados cometidos en ocho meses de gobierno. Es incapaz de renunciar no por testarudez y energía, sino porque está obligado a ocultar el saqueo nacional. Ante todo se debe a la secta y a sus esbirros, gente envejecida dentro del presupuesto. El pueblo entero, sin distinción de partidos ni creencias, se unifica contra el actual Gobierno. ¿Cuál es el motivo fundamental? Porque constituye el azote de las clases explotadas. Martínez Mera, autor de las leyes de emergencia, tiene el orgullo de haber pulverizado el salario obrero y el sueldo del pequeño empleado, mientras los precios, debido a su hambreadora política, toman proporciones fantásticas. Tiene el orgullo de arruinar al pequeño agricultor, al comerciante pobre, al artesano, al maestro de escuela. Martínez Mera tiene, además, el prestigio de romper la prensa de oposición, perseguir a los partidos revolucionarios, violar las garantías constitucionales y ensañarse con los caídos. Esta situación va a terminar. Contra el gobierno criminal del cuartelazo frustrado y de la guerra frustrada, los obreros manuales e intelectuales vamos a organizar nuestras fuerzas. Si se salvó de la insurrección en Riobamba, con artimañas y derroche de los fondos fiscales, si con tinterilladas repugnantes pretende dominar al Congreso, veremos si puede salvarse de la justicia popular, cristalizada en nuestro movimiento. Los obreros coincidimos con el Congreso en el hecho de provocar la caída del Gobierno, pero es preciso declarar que nos apartan profundos intereses de clase: nuestro programa. Aplastaremos al Gobierno, pero defenderemos nuestras propias aspiraciones. Y es con estos fines que hacemos un llamamiento general al pueblo trabajador. Todos –obreros, campesinos, intelectuales, soldados– en el frente único contra Martínez Mera, para organizar la lucha que desembocará en el PARO GENERAL. Al mismo tiempo, todos los explotados, listos a defender este programa de reivindicaciones inmediatas, que será nuestra arma proletaria en la lucha contra cualquier gobierno sucesor del actual. 12 Tomado de: El Comité de Lucha Popular, “Manifiesto al Pueblo”, Imprenta Sucre, 29 de agosto de 1933, hojas volantes, 1933-1938, p. 48, Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit (BEAEP), Cotocollao, Ecuador, disponible en: http://www.yachana.org/earchivo/comunismo/manifiesto29agosto33.php.
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PROGRAMA DE REIVINDICACIONES INMEDIATAS En la política 1. Dimisión del actual Presidente y su Gabinete; 2. Amnistía e indulto a los presos y perseguidos por cuestiones políticas; 3. Libertad irrestricta de organización obrera, prensa y huelga. En lo económico Para las clases pobres de la ciudad 1. Expedición de la Ley de Salarios, que contenga los siguientes puntos: a) Fijación del salario mínimo; b) Aumento general de los actuales salarios, tanto para los que trabajan por obra como para los que trabajan a sueldo o diario; aumento de sueldos al empleado particular; y, aumento de sueldos a los empleados inferiores del gobierno. 2. Aplicación absoluta de la ley de ocho horas. 3. Auxilio obligatorio, en dinero, a los obreros y empleados sin trabajo. Estos subsidios serán pagados por cuenta del Estado y sus patronos. 4. Rebaja de los precios de víveres, telas y medicinas. Los municipios fundarán almacenes de víveres, controlados por las organizaciones obreras. 5. Expedición de la Ley de Inquilinato, que rebaje a la mitad los actuales arriendos. 6. Rebaja a la mitad del precio de la luz. Para los campesinos, indios y montubios 1. Parcelación de las grandes haciendas y entrega a quienes las trabajan. 2. Abolición de los impuestos y deudas que pesan sobre los campesinos pobres. 3. Libre uso de las aguas y libre tránsito por los caminos. 4. Devolución de las tierras usurpadas a las poblaciones y comunas. Para la tropa y policías 1. Aumento de raciones a la tropa y policías, hasta un límite capaz de sostener a las familias. 2. Mejora del rancho y administración del mismo por la tropa. 3. Mejor trato y mejores consideraciones de la oficialidad para la tropa.
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Estas son las aspiraciones que interesan a la clase obrera y clases medias de la ciudad y del campo. Alrededor de esta bandera proletaria llama el Comité de Lucha Popular, en nombre de la clase obrera, a todos los explotados del Ecuador. ¡VIVA LA UNIÓN DE LOS OBREROS, INTELECTUALES, CAMPESINOS, INDIOS, MONTUBIOS Y SOLDADOS! ¡ABAJO EL GOBIERNO DE MARTÍNEZ MERA! ¡POR LA ORGANIZACIÓN DEL PARO GENERAL! EL COMITE DE LUCHA POPULAR
(Imprenta SUCRE)
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El Partido Comunista y los intelectuales13 Carta de Joaquín Gallegos Lara a Jorge Hugo Rengel 1ro. Camarada: Recibo vuestra hermosa revista nueva, BLOQUE, y aunque no estoy de acuerdo con el total del espíritu que la informa, son tantas nuestras coincidencias que, ante todo, mi carta quiere ser la expresión de mi reiterada camaradería para con todos ustedes sus fundadores, y mi felicitación. BLOQUE es un órgano cultural que acierta al hallar su tendencia general hacia la salida que el pueblo trabajador da a la cultura, sacándola del pantano en que la ha colocado la descomposición de la mentalidad social de las clases reaccionarias. Hay que afirmar que únicamente un criterio revolucionario frente a los problemas modernos del hombre puede calificarse de en verdad cultural, en nuestro tiempo. Las elucubraciones reaccionarias sobre los viejos tópicos de la cultura, por muy novedosos de forma que sean, tienen tal carácter regresivo que se vuelven un veneno para ella. Lo más alto del pensamiento burgués, la filosofía burguesa, está pudriéndose. No es un secreto para nadie. Se llama ahora ella Bergson, Scheler, Spengler, Ortega y Gasset. Empieza por hilar delgadísimo con las ideas. Termina practicándose a bala contra los obreros y todo el pueblo, incendiando los edificios y los libros, ahorcando la razón con la soga de Dios. Hemos insistido mucho los que tratamos de mirar la vida con el criterio marxista, en que la desagregación y decadencia del pensamiento burgués – freno a la ciencia, puerilidad a la filosofía, rebajamiento del arte– es un hecho producto del final del sistema social capitalista. Por consiguiente, insistimos también en que el proletariado, la clase que históricamente está investigando debe derribar y heredar a la burguesía y construir una sociedad socialista, es la única clase que puede dar un nuevo contenido e imprimir un nuevo sello a la cultura. Y he ahí, Jorge Hugo Rengel, la clave de mis coincidencias y divergencias con la redacción de BLOQUE. Estoy de acuerdo en que solo las masas pueden salvar la cultura y en que es preciso ir con ellas –por mi parte voy con ellas no solo por esto sino, en primer lugar, como trabajador y como hombre–. El motivo de mi divergencia es el cómo se va con ellas. 13 Carta en el contexto de la publicación de la Revista Bloque No. 1 Loja, enero 1935. Tomado de Revista IDIS, No. 12, Cuenca, mayo 1983, pp. 11-18.
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Del texto general de la revista, en cuanto ésta es hecha por sus redactores, se desprende que lo que se propugna es que los intelectuales se conviertan en guías de los demás trabajadores, dando ellos por ende y no las masas el sentido fundamental del desenvolvimiento cultural. Esto, que es notable por un rasgo o por otro en casi todos los redactores que escriben este número de BLOQUE en nadie es más notable que en usted, Jorge Hugo Rengel. Es más, su estudio “La nueva ecuatorianidad”, en cierto modo es la exposición sistemática de tal idea. Y con ella no puedo estar de acuerdo. 2do. ¿Qué son –quiero preguntarle– los intelectuales en el régimen capitalista? ¿Qué son, más concretamente, los intelectuales en el régimen semifeudal y semicolonial del Ecuador? Esto es lo primero a investigar si se quiere razonar el por qué de la primacía cultural y en consecuencia, al fin y al cabo, política que se les atribuye. Si la cultura fuera la manifestación de individualidades aéreas, por encima de la materialidad de la sociedad humana estaría de acuerdo en que nadie como quien trabaja cotidianamente con los problemas específicos de la inteligencia debería dar el tono a la cultura. El hecho, querámoslo o no, es que las cosas no ocurren así. Las ideas son el producto de cerebros que funcionan en el conjunto fisiológico de un ser social que puede subsistir solo a través de relaciones de todo orden con sus semejantes. Estas relaciones, cualquiera que responda con un ligero conocimiento de los hechos, encontrarán que son las de supeditación económica de los intelectuales a las clases poseyentes, mezquino trato y limitadas condiciones de vida. Ante la contradicción que existe entre la importancia de sus servicios y el trato que reciben, alguien ha llamado a esta situación “grandeza y servidumbre de la inteligencia”. Si esto ocurre en países donde el nivel general económico es elevado, pudiendo allí la burguesía tirar un mendrugo menos pequeño a cada desposeído, entre ellos al intelectual ¿qué no será en un país de técnica atrasadísima, de riqueza social ínfima y saqueado por el capital extranjero? En nuestro país no hay especulación científica pura. No se lee libros nacionales. Los artículos periodísticos no se pagan. Los profesionales reciben honorarios ridículos, fuera de tres burgueses de cartel. Los estudiantes lánguidos de inanición, carecen de libros. El que quiere ser artista muere de hambre o va a ser de alcahuete de algún gamonal para subsistir. Como resultado de las condiciones económicas de su vida, los intelectuales del Ecuador, salvo una minoría de honestos y pobres, tienen un temperamento de prostitutas.
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A la burguesía bestial y bestializada ¿se le podrá oponer un puñado de hombres sin ningún lazo que los ligue, prostituidos o reducidos a la impotencia por esa misma burguesía? ¿Cuál está en condiciones de dominar la cultura?, ¿la clase coherente, por animal o descompuesta que esté, o los tristes desechos de una inteligentzia nonata? 3ro. Antes ¿qué es la cultura? Perdimos ya la idea en que creíamos como creen los niños burgueses en que es el niño-dios quien les da juguetes, de que la cultura es un soplo como el que fue robado a los dioses por Prometeo. Si tal soplo existiera, no dudo que cualquiera de nuestros duchos intelectuales pudiera robarlo. Pero la cultura es algo material, concreto y vasto. Es el conjunto de conocimientos cultivados en acción a través de la técnica social. Sin las imprentas, sin los laboratorios científicos, sin los libros, sin los pianos, sin las Universidades, no hay cultura. Mientras la clase burguesa monopolice estos medios técnicos y todos los demás que posee exclusivamente, ella será la dueña de la cultura, le dará su contenido por bajo y torpe que éste sea. ¿Y son acaso los intelectuales capaces de arrancárselos? Tal era el sueño de los narodnikis, allá por los años en que Lenin salía por primera vez de su Kazán natal hacia San Petersburgo. Lenin, unido enseguida al joven proletario ruso, sirviendo y dirigiendo a esta clase social, acabó con tales sueños. A una clase no se le puede oponer sino otra clase. La liberación de todo el pueblo oprimido la dirigirá la clase más oprimida y más apta para la lucha. Los intelectuales no son una clase. Hay intelectuales de todas las clases, proletarios, burgueses, feudales, pequeño burgueses, etc. No hay que engañarse viendo una identidad fundamental en el hecho de que tengan tareas parecidas. En el régimen capitalista los intelectuales, por lo general, son pequeño burgueses al servicio del capitalismo. Por el pequeño capital que han costado los conocimientos que emitirán para su trabajo se puede ver que son pequeños poseedores, de la misma calidad que los artesanos o los campesinos medios. Y resultan, una parte mínima en el inmenso ejército del trabajo, siendo su papel en la producción enteramente secundario. Nosotros, marxistas, negamos a los intelectuales la posibilidad de dirigir la conquista revolucionaria del pan y la cultura. El dominio económico-social de la burguesía puede solamente ser roto por una clase social que ejerza un papel decisivo en la vida económica contemporánea. Esta clase es únicamente la clase proletaria.
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4to. Reconocer tal cosa –lo cual hacen en BLOQUE y hace Ud. Jorge Hugo Rengel– significa, si uno es consecuente con las ideas, reconocer explícitamente que no es una situación cualquiera la que corresponde al proletariado en la lucha contra la burguesía, sino la situación hegemónica, de dirección, de vanguardia. Seamos claros aquí para no caer en los conocidos errores, interesados o no, de apristas o socialistas. La dirección que el proletariado dará y está dando ya a la revolución en el Ecuador es una dirección justa. El proletariado es una minoría entre los trabajadores del país, pero es una minoría fundamental. Además hablar de la hegemonía proletaria no significa la ruptura con los demás trabajadores, sino antes bien la alianza, pero no una alianza como la que los apristas ensayan, llamada “de trabajadores manuales e intelectuales”, y en la que son desvirtuados los propósitos mismos de la revolución, en medio de un nebuloso reformismo clase media, sino una alianza realmente revolucionaria, de cuya eficacia es única garantía la dirección proletaria. Cuando se pone, en las ansiadas alianzas del pueblo, en primer plano a la pequeña-burguesía, intelectual o no, se concluye siempre –¡lo hemos experimentado tantas veces!– por adulterar la finalidad revolucionaria. Solo un partido, aquí como en los demás países de América y del mundo, ha sostenido con rectitud e intransigencia la ideología proletaria: el Partido Comunista. 5to. El Partido Comunista del Ecuador, Sección de la Internacional Comunista, es un partido internacional por la clase y nacional por los problemas específicos de la revolución antiimperialista que enfrenta aquí la clase. Contra las afirmaciones demagógicas de los demás partidos que pretenden dirigir a las clases laboriosas, que hablan a cada paso de la “revolución socialista”, mientras colaboran en los ministerios feudal-burgueses, el Partido Comunista no tiene en sus banderas la consigna inmediata de una revolución socialista, que en las actuales condiciones del país no cree posible, sino la de una revolución agraria antiimperialista, primer paso hacia la revolución proletaria socialista. Pero el Partido Comunista mantiene incólume eso, sí la consigna de un gobierno obrero y campesino, es decir un gobierno popular. Estos propósitos fundamentales muestran claramente el realismo científico y práctico a la vez que intransigente de su posición. Estos propósitos lo caracterizan, y lo distinguen de los demás partidos sedicentes revolucionarios. El Partido Comunista tiene abiertas sus puertas a los intelectuales que creen sincera y consecuentemente en la lucha proletaria y que, habiendo
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adoptado su ideología marxista-leninista, única tolerada en un partido monolítico como es el nuestro, quieran pasarse de clase, camino de la revolución por el pan y la cultura. También, devuelve simpatía por simpatía a los intelectuales honrados que no participan directamente del saqueo de las masas, sean estos izquierdistas sin Partido Socialista, etc. No es real ni con mucho el anti-intelectualismo que se atribuye al partido. Muchos intelectuales militan en sus filas. Mediante una adhesión decidida, ideológica y práctica al proletariado, han llegado incluso a su dirección. Muchos simpatizantes intelectuales están en torno nuestro, también. He ahí las razones por las que yo, militante del Partido Comunista Ecuatoriano, no puedo estar de acuerdo con la actitud general de la revista BLOQUE, sino en parte. 6to. Hay una disconformidad en mí, mayor empero, y es con las ideas sentidas personalmente por usted, Jorge Hugo Rengel. Es inadmisible, compañero, buscar el índice de la nueva ecuatorianidad en el solo fenómeno de la literatura, marcando como puntos señeros, obras o personalidades literarias. Primero, Pablo Palacio, después el libro de cuentos LOS QUE SE VAN y finalmente yo mismo, hemos merecido aquel juicio. La revolución agraria antiimperialista, comparable a la Revolución Rusa a la que Stalin define como una “revolución nacional por la forma y proletaria socialista por el contenido”, seguramente creará y desenvolverá una cultura nacional y obrera a la vez, única posible en nuestro país donde las otras clases demuestran día a día su impotencia y descomposición ideológica. Son múltiples y ampliamente variadas las formas –científicas, políticas, artísticas, filosóficas– en que se manifestará y empieza a manifestarse el movimiento cultural de masas. Fíjese en él, Jorge Hugo Rengel, si quiere percibir la naciente ecuatorianidad, que solo puede ser obrera y campesina. Hace tiempo que conocemos en Carlyle el vocero de la burguesía británica más reaccionaria. La historia no la hacen los héroes. La hacen las masas, la hace la lucha de clases. Lenin es solo un guía que sabe acertar, que sabe coincidir con la necesidad histórica. Para concluir, estoy en contra de la conclusión que Ud. saca de sus afirmaciones literarias. No hay que soñar, Jorge Hugo Rengel, hay que hacer. Si realmente está con la lucha proletaria y con la cultura auténticamente ecuatoriana, no fantasee sobre la necesidad de un nuevo partido. Bastantes adulteraciones del marxismo existen y dan trabajo a los trabajadores para
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librarse de sus errores o de sus trampas. No queremos más contrabandos de ideas pequeño-burguesas vestidas de proletarias. El partido del proletariado existe, ya; usted lo conoce: si ama la cultura y sabe que el proletariado puede salvarla, si le causa alguna emoción y le sugiere alguna idea la miseria de las masas explotadas y su heroísmo de clase, venga sencillamente a su único partido: el Partido Comunista. Joaquín Gallegos Lara
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Ambrosio Lasso14 Joaquín Gallegos Lara La noche del primero de mayo de 1934 fue una noche lluviosa en Quito. Desafiando el chubasco, nos reunimos en la Casa del Obrero unos cuantos centenares de trabajadores y estudiantes. Un año más tarde de conmemoración de las víctimas de Chicago y de la fecha obrera internacional. En el salón se acumulaba un débil calor por la gente reunida. En los escaños, entre los numerosos overoles se destacaban las manchas de color de unos ponchos, y entre las caras, más o menos barbudas o mestizas de los obreros y artesanos, las caras de cobre puro de algunos indios. Después de haber oído a varios oradores, uno de esos indios se alzó y habló a su vez. Levantaba la mano tosca y grasienta, sacudiendo su poncho raído y descolorido, a cada ademán. El pelo le caía por la frente, elevada con la curva dinámica de la inteligencia. Sus ojos irradiaban como queriendo comprendernos a todos, asimilarnos a todos. En unos meses había un ambiente obrero extra-nacional. Se percibía como algo cercano e íntimo tan recientes jornadas antifascistas de Viena y de París. Empezaba a ser mundial la consigna del frente único. Todos sentimos, al oír a aquel indio, una superación de lo nacional a lo internacional. Porque la consigna se hacía carne viva inmediata en sus palabras. Nos habló en gerundio –con palabras primitivas, olorosas a tierra y a sudor – de su clase y de su raza, al mismo tiempo que de todos los trabajadores y de sus necesidades y esperanzas, exigiendo la unión por encima de credos políticos o religiosos. El hombre que así hablaba era Ambrosio Lasso, cabecilla de los luchadores indios del Chimborazo, hoy caído en la trampa de provocaciones que desde tiempos atrás le venía tendiendo el feudalismo. - Cumpañiru, dami punindu numbrí, aprindindu… Al día siguiente en la casa donde yo vivía, Ambrosio Lasso hizo que le escribiera su nombre en un cuaderno que acababa de comprar para seguir 14 Tomado de: Joaquín Gallegos Lara, “Ambrosio Lasso”, fragmento de Biografía del pueblo indio [1936], en Alejandro Guerra Cáceres, Páginas olvidadas de Joaquín Gallegos Lara, Guayaquil, Universidad de Guayaquil, 1987, pp. 138-142.
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ejercitándose en la escritura que, desde hacía dos o tres meses estaba aprendiendo. En mi mesa de escribir se pasaba las horas inclinado sobre los papeles, reproduciendo incansable cuantas muestras le poníamos. Allí nos contó al detalle los incidentes de su vida de condenado a muerte. Repetidas veces –como a muchos les consta– le habían disparado en las encrucijadas de Pull, los mayordomos y los esbirros de los hacendados. Es que Ambrosio Lasso se había atrevido a desafiar al gamonalismo. Era uno de los principales o el principal dirigente de los sindicatos y ligas indias del Chimborazo. Precisamente había llegado a Quito en esos días a exponer quejas ante el Ministerio de Gobierno y a pedir garantías para su vida amenazada. Se podía prever lo que luego ha ocurrido o algo peor a través de lo que nos denunció del infinito de atropellos y crueles brutalidades cometidas por los terratenientes con los indios, no solo con la complicidad sino con la ayuda directa de las autoridades locales. La prensa obrera de Quito y de Guayaquil ha publicado correspondencia conteniendo revelaciones sobre el horror de los latifundios. Lasso presentó memoriales y expuso claramente lo que le ocurría, al Ministerio. Ninguna medida se tomó. Las cosas siguieron su curso. Al fin fueron a parar en la tragedia de Pull que todos conocen, una de las tantas escenas de un drama cuyo primer acto lo escribió la conquista, cuya segunda parte la traza la república, y cuyo desenlace lo grabarán con sangre las masas indias. En Pull –y en todos los otros latifundios– se ha apaleado y encarcelado sin motivo a hombres, mujeres, ancianos y niños. Se ha arrancado hasta la ropa a los indios. Los incendios de las chozas son cosa común, no hay que olvidar que el incendio de la choza de Ambrosio Lasso fue el preliminar de las represalias indias de Pull. El látigo y el cepo no cesan de funcionar. ¿A qué obedece todo esto? ¿Es un simple caso de morbosidad social? Sí, lo es. Pero él obedece a la fatalidad de circunstancias económicas. Si se usa el terror, además de por costumbre, es por quebrar la resistencia india que crece ante la mayor explotación. Y se ven obligados a explotar más abajo el empuje de la depresión agraria que les quita sus ganancias parasitarias. Su mentalidad caótica de terratenientes hace lo demás. En el mes de julio del mismo año, el que esto escribe llegó a Riobamba y de nuevo tuvo ocasión de entrevistarse con Ambrosio Lasso. Las persecuciones contra él y otros dirigentes de “La Liga de Pull y Galte”, lejos de cesar, habían aumentado. Pude ver –y estoy dispuesto a dar testimonio– las huellas de los grillos en los tobillos de Ambrosio Lasso. Acababan de tenerlo preso y de vejarlo en la cárcel de Guamote. No lo acusaban de nada. De nada podían
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acusarlo. Simplemente el dueño de Pull les había ordenado a las autoridades de ese pueblo que lo aprisionaran. Mientras lo hacían torturar, el hacendado le preguntó a Lasso le dijera que sí, bramó: - ¡Sentado Velasco Ibarra dominaremos unos diez o quince años y acabaremos con socialistas y comunistas! - ¡Paz en la tumba política de Velasco Ibarra! –añado yo. - ¿Y por qué crees que te cogieron, Ambrosio? –le pregunté y él me respondió: - Intiraminti istamus mal ahúra. Ya no trabajandu cuatro días in simana sino seis. ¿Cuándo trabajando in husipungo, compañiru? Tú dilu imperiúdico. - Y le dije, y lo digo. Parece que aquel mes habían aumentado el número de días de trabajo con que cada indio paga al patrón la prestación feudal de la tierra. El aumento era tal que ya no les quedaba ni un día para trabajar para sí. Se presentaba el hambre aguda, más allá del hambre crónica que se somete habitualmente a la indiada. El descontento crecía. Y se quería prevenir su estallido aterrorizándolos, con la prisión y el martirio del jefe. Sabían ya los gamonales del talento y de la decisión de este joven indio, los cuales destellaban en medio del candor de su actitud racial. El veía, tal como me lo dijo, en el nuevo despojo a todos, la causa para su prisión. Es de suponer, por todo lo anterior, especialmente la frase del hacendado a Lasso –transcrita textualmente– a qué grado de violencia se llegaría en el latifundio de Pull con la llegada al poder de un gobierno que respondía a los intereses de los terratenientes. Velasco Ibarra fue el autor indirecto de la masacro de Pulí. Deben haber sido tales estos actos que no podríamos escribirlos sin embargarnos de ira y de horror, aún “los que tenemos la pluma áspera y muy mal carácter” como dice Erembourg. Y ya se puede ver cómo sería, por el resultado. Seiscientos indios rebelados contra la esclavitud, que han dejado un montón de muertos bajo las balas del ejército, después de matar a tres desdichados, ¡instrumentos ciegos de un sin fin de anteriores torpezas!
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No fue Ambrosio Lasso asesinado como se quería y se había intentado, según nos contó. En cambio, un acto de provocación –el incendio de su choza– y la justa cólera de los indios desbordándose, lo han conducido a la cárcel. Toda la parte civilizada del Ecuador, de la sierra y la de la costa se apasionó en ese proceso a favor de Lasso. Ha caído entre los hierros de la prisión víctima del feudalismo anacrónico y de sus métodos medievales. Todo un sistema –económico, político, religioso, el gamonalismo feudal superviviente de la Colonia–, ha empujado a matar a un grupo de sus víctimas cotidianas. Ahora yace –todavía ahora– bajo el peso de la ley, el mejor de esas víctimas. Así paga su rebeldía, su inteligencia, su decisión heroica por la libertad de su pueblo. Lleva años de lucha por despertar la conciencia de los suyos. Representa el renacer del espíritu quichua. Es uno de los nietos de Rumiñahui. Es una personalidad de jefe libertador en formación, pero que presenta ya lineamientos puros de abnegación y de grandeza, de sacrificio juvenil. Su silueta rebasa los muros grises de la cárcel. Por encima de ellos atisba las alturas de su tierra desnuda. Las ve cubrirse de indiadas luchadoras e innumerables, en su futuro por el que ha luchado y por el que está allí. Por el que luchará. Ve más allá las ciudades tumultuosas, donde ha encontrado siempre abiertos fraternales brazos de obreros. Ve a su compañera aguardándolo en los escombros de su choza incendiada. Y a la orilla de un camino bordeado de pencas, una roja flor de cacto, la flor volcánica de América. Quito, marzo 20 de 1936
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Exposición a la Corte Suprema15 Comité Central del Partido Comunista, Sr. Presidente de la Exma. Corte Suprema de Justicia Por decreto del Encargado del Mando Supremo, investido de facultades extraordinarias en virtud del golpe político del 26 de setiembre de 1935, está hoy en vigencia la Constitución de 1906. Según esta Constitución, los ecuatorianos pueden acudir a las autoridades respectivas para reclamar de los procedimientos que atentan contra las leyes del Estado y que menoscaban los intereses y derechos de los ciudadanos. Si se ha declarado en vigencia la Constitución de 1906, ésta es, evidentemente, la Ley Suprema de la Nación, y la Corte Suprema de Justicia es el organismo encargado de la supervigilancia de las leyes y de velar por la legalidad de los procedimientos de los otros poderes del Estado y de los funcionarios públicos. El Partido Comunista del Ecuador ha sido privado de toda garantía política, colocado al margen de la Ley, por decreto del Encargado del Mando expedido el 1ro. de diciembre de 1936, la llamada Ley de Seguridad del Estado, que, sin lugar a duda, es contrario al espíritu de la Constitución vigente que garantiza los derechos políticos y las libertades de todos los ciudadanos, sin excepción. Para proceder en esta forma, el Encargado del Mando Supremo supuso al Partido Comunista comprometido en la sublevación del Regimiento de la Artillería Calderón, ocurrida el 28 de noviembre del año pasado. Con el transcurso del tiempo, serenados ya los ánimos, vista la absoluta inculpabilidad del Partido Comunista en la sublevación antes mencionada, el Comité Central de este Partido se dirige a la Exma. Corte Suprema de Justicia para solicitar su intervención, a fin de que se derogue la Ley de Defensa del Estado, por ser enteramente antidemocrática y anticonstitucional; y a fin de que se garantice al Partido Comunista, como un partido formado por ciudadanos ecuatorianos, el libre ejercicio de sus derechos políticos. No es necesario probar ninguna participación del Partido Comunista en los acontecimientos del 28 de noviembre. Ningún comunista fue encontrado participando en el movimiento. Las declaraciones del proceso incoado para descubrir a los autores de la sublevación, tampoco arrojan culpabilidad 15 Tomado de: Comité Central del Partido Comunista, Exposición a la Corte Suprema, Pasto, Imprenta Nariño, 1937.
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sobre los comunistas. Por último, de los numerosos ciudadanos comunistas confinados en Galápagos o desterrados por atribuírseles complicación en el asunto, unos, como José Joaquín Silva y Gustavo Salgado, estuvieron muy lejos del teatro de los acontecimientos; otros, como los indígenas Ambrosio Lasso y Florencio Guashpa, estaban laboriosamente trabajando en sus faenas campestres; aún más Floresmilo Romero se encontraba preso en el Panóptico, desde su regreso del Congreso Obrero Grancolombiano celebrado en Cúcuta, esperando para salir a Colombia desterrado. El Sr. Ministro de Gobierno, en un reportaje que apareció en El Día del 25 del mes próximo pasado declaró enfáticamente que: “El 28 de noviembre pasado el Gobierno supo que se tramaba algo tenebroso: una conspiración de carácter comunista organizada con dinero por un partido político que dice estar en el sector opuesto al comunismo”. Para atacar al Partido Comunista se han inventado estas acusaciones: que “cumple directivas del Partido Soviético”, que “recibe oro de Moscú”, que intenta “la destrucción de la familia y de la nacionalidad”, etc. Rechazamos enérgicamente, llenos de la mayor indignación, semejantes especies. El Gobierno prometió probar estas acusaciones con documentos fidedignos, y, naturalmente, no ha podido hacerlo. Ni el Gobierno ni nadie podría demostrar que esas acusaciones tienen algún fundamento de verdad. Nosotros, marxistas, somos partidarios de la solidaridad internacional de los trabajadores, pero conservamos plena independencia en la dirección política de nuestro propio partido. Nosotros, partidarios del Socialismo, tenemos la más viva simpatía y la más grande admiración para el primer país que ha realizado el Socialismo, la Unión Soviética, la potencia que lucha sinceramente por la causa de la democracia y de la paz mundiales; pero no nos liga ninguna relación con el Gobierno de la Unión Soviética ni con el Gobierno de ningún país. Como marxistas, proclamamos el derecho inalienable de todos los pueblos de la tierra para regir sus propios destinos, con la más absoluta independencia. El Partido Comunista no atenta contra la familia ni contra la nacionalidad. Ya hemos dicho otras veces, quienes atentan contra la integridad territorial y contra la nacionalidad son los que favorecen la entrega de nuestras mejores fuentes de riqueza, de nuestras minas y nuestras tierras a los voraces capitalistas extranjeros; quienes atentan contra la familia son los que no se conduelen del hambre y la miseria que están aniquilando a nuestro pueblo; quienes dependen de potencias extranjeras son los que ponen por delante de los intereses del país, los designios del Papado. Pero el Partido Comunista que ha luchado y que lucha contra la penetración del capitalismo extranjero, por el mejoramiento
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económico y social del pueblo, es uno de los mejores defensores de las familias ecuatorianas, de la integridad territorial y de la soberanía e independencia del país. Nosotros no amamos a la Patria con líricas frases de acomodo o especulando con el odio tradicional de los pueblos. Amamos a la Patria porque amamos al pueblo, porque queremos su mejoramiento, porque anhelamos el progreso efectivo del país y su independencia de todo género de influencias extranjeras, porque luchamos contra los enemigos interiores y exteriores de nuestra nacionalidad. Para atacar al Partido Comunista se ha desfigurado su programa, sus objetivos y sus procedimientos. Y es para desvanecer esos ataques que el partido quiere una vez más exponer sus concepciones, su ideología y su programa. El PCE inspira sus principios y programa en la doctrina marxista adaptándola a la realidad nacional, de acuerdo con el grado de desenvolvimiento económico, político y social del país, para impulsar su desarrollo histórico, con miras a un engrandecimiento y prosperidad, y procurando que se encamine hacia la formación de una sociedad socialista que traiga el bienestar y la felicidad para todos los asociados. El examen marxista de la realidad ecuatoriana puede concretarse sintéticamente en las siguientes apreciaciones: ECONOMÍA Tres formas de producción coexisten en el país; la capitalista, la semifeudal y la primitiva de carácter tribal o comunal. España colonizadora trasplantó a América su economía feudal, sin haber logrado superar por completo la economía más primitiva de las tribus indígenas. La Colonia, bajo el dominio de la monarquía española, es nuestra época feudal, que se caracteriza por la servidumbre del indio, por el monopolio latifundista de las tierras, por las “encomiendas” y los “obrajes” o sea la manufactura en el interior de los latifundios, por la producción artesanal. Solo muchos años después de las guerras de la Independencia y de establecidas las repúblicas, comenzó en América un cierto desarrollo capitalista, con la formación de capas de burguesía comercial e industrial desprendidas del seno mismo de los latifundistas semifeudales. Las potencias extranjeras encontraron en América un magnífico campo para sus inversiones industriales: explotación de materias primas, minas, transportes; y si el imperialismo traía formas de producción más avanzadas, al mismo tiempo impedía el propio desarrollo
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capitalista del país, conservaba las monoculturas y se llevaba afuera las riquezas que levantaba. Todas estas condiciones son las que ofreció y ofrece hoy nuestro país, y si se quiere, mucho más agravadas que en los países vecinos. El régimen capitalista en el Ecuador no ha podido desplazar a las formas económicas atrasadas y menos aún obtener la independencia del capitalismo extranjero. La economía del país sigue descansando fundamentalmente en unos pocos productos de la agricultura, y esta producción es sumamente pobre, limitada, debido antes que nada al régimen del monopolio de las tierras. La industria nacional ocupa un volumen muy pequeño en la economía, reducida a empresas de volumen medio y circunscrito a unas pocas ramas de producción, como tejidos, calzado, azúcar, harinas, tabaco y alguna otra. El capital imperialista está adueñado de las mejores riquezas con empresas mucho más grandes y poderosas que las nacionales: oro, petróleo, transportes, fuerza eléctrica. El régimen capitalista ha avanzado en el campo mucho menos que en la industria. Subsiste la gran propiedad semifeudal, con trabajadores, indios y montubios, que son todavía verdaderos siervos. Los indios no han salido, en la práctica, del concertaje; en muchas partes reciben por todo salario un pedazo de tierra poco fértil o estéril [huasipungo], y a veces, unos pocos centavos. Es justamente en las provincias de relativo mayor desarrollo industrial y agrícola donde están más acaparadas las tierras por los grandes terratenientes (Pichincha, Guayas, Los Ríos). Subsisten los derechos feudales: el pasaje, los diezmos, la pernada y muchos otros rezagos de un pasado odioso. Gran parte del comercio interior, y de modo preponderante el exterior, está en manos de extranjeros que exportan las ganancias a sus países de origen. Gran parte del capital bancario pertenece al imperialismo. El imperialismo posee también vastas extensiones de tierras fértiles. CONDICIONES DE TRABAJO Y MEDIOS DE VIDA DE LA POBLACIÓN Con estas formas económicas tan atrasadas, las condiciones de vida y de trabajo de la población son muy penosas, verdaderamente miserables. Los obreros que viven a jornal muy difícilmente pueden subsistir, agravada su situación con la depreciación de la moneda y el encarecimiento de todos los productos. En el campo la situación es aún peor para el asalariado, atenaceado (sic.) por las deudas de trabajo, por las multas, etc. La explotación de la mano
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de obra indígena, femenina e infantil, da caracteres sombríos al trabajo asalariado. En las empresas imperialistas el trabajador nacional tiene que renunciar hasta a sus derechos ciudadanos, sin esperar nada de las autoridades obligadas a defenderlo. Los pequeños propietarios campesinos, especialmente, los indios, así como los indios comuneros, recargados de impuestos, robadas a menudo sus tierras por los terratenientes vecinos, víctimas de toda clase de extorsiones, son lanzados a la indigencia y convertidos paulatinamente en proletarios. Las tribus semisalvajes de la Región Amazónica y de Esmeraldas, han sido diezmadas y ahuyentadas de la civilización, explotadas, oprimidas y masacradas por toda clase de aventureros internacionales. En general, la masa trabajadora del campo vive privada de los más elementales recursos de la civilización. Especialmente los indios, forman una agrupación que no participa en las relaciones del mercado, que no consume casi nada de los productos de la industria, pues sus escasas necesidades son cubiertas con el trabajo doméstico y la explotación primitiva de la tierra. Más de un millón de ecuatorianos son los indios que produciendo como siervos, constituyen un peso muerto para el consumo. Los artesanos, los pequeños maestros de taller, los pequeños comerciantes, que constituyen una gran masa en las ciudades, vegetan en las condiciones de vida más azarosas, arruinados por la competencia de las empresas y por el encarecimiento de la vida. Los empleados y gran número de profesionales llevan también un nivel de vida bajísimo; la desocupación reina entre ellos como un cáncer crónico, y cualquier vaivén político, cualquier conmoción económica, los deja sin trabajo por centenares. Con frecuencia los diarios del país publican sobre todos estos aspectos, datos realmente aterradores. El Instituto de Previsión Social ha revelado las horribles condiciones de miseria que reinan en la mayoría de los hogares de Quito, cuyo presupuesto alcanza apenas a la irrisoria suma de veinte centavos de sucre por cabeza al día, o sea ¡menos de dos centavos de dólar! Es el hambre y la desnutrición crónicas para millares de personas. Solo una reducidísima minoría de la población vive bien, trabajando poco o sin trabajar nada. FORMAS SOCIALES Y POLÍTICAS A este retraso económico corresponde un escaso desenvolvimiento social y político del país. Las clases sociales no han alcanzado aún mayor grado de desarrollo
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y madurez. Una parte de la burguesía está entroncada con el feudalismo y se opone a su liquidación. Hay sectores burgueses y feudales que están ligados al imperialismo sin comprender primero que es éste, precisamente, uno de los factores que obstaculizan el desarrollo normal del capitalismo nacional. El proletariado, por el incipiente desarrollo de la industria, es escasamente formado como clase; gran parte de él está todavía atado a las cadenas del feudalismo (semiproletarios). Las clases medias, los campesinos, los artesanos, los empleados, constituyen el volumen más considerable de la sociedad. El régimen político republicano abarca solo a una parte reducida de la población; la gran masa vive al margen de toda actividad política. Las condiciones económicas y sociales del país explican claramente por qué, pese a los esfuerzos del liberalismo, la democracia liberal, la democracia burguesa, no ha podido existir sino muy limitadamente en el Ecuador. Los principios democráticos del liberalismo han quedado escritos en las Constituciones y en las leyes republicanas, porque no podía haber democracia si subsistían en gran parte la esclavitud económica y la servidumbre feudal. RAZAS, CULTURA Y NACIONALIDAD Varias razas pueblan nuestro país. La blanca es extremadamente minoritaria; gran parte de la población la forman los blancos más o menos mezclados con sangre aborigen. Los indios constituyen al menos la mitad de la población, teniendo una lengua diferente, costumbres y hasta instituciones propias. Negros y mulatos habitan algunos lugares del territorio. Sobre los indios y los negros, y sobre los mestizos y mulatos en que predomina la sangre de aquéllos, pesan grandes prejuicios sociales. Los indios soportan una tremenda opresión nacional que hace más grave la esclavitud económica en que aún se mantiene a las razas aborígenes. La vida cultural que surja de estas condiciones económicas, sociales, políticas y raciales, es de lo más atrasada. Tenemos una inmensa masa de población analfabeta, ignorante, frente a un reducido sector de población más o menos culta. La ciencia, el arte y las demás manifestaciones de la cultura han encontrado rara vez un estímulo eficaz para desenvolverse. Con la República irrumpieron al país las corrientes de la cultura universal, pero su difusión se estrellaba en los escollos de una economía semifeudal. Con mayor razón no hemos podido aún formar una cultura verdaderamente nacional; nuestra cultura es en gran parte producto de importación.
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El retraso económico, el incipiente desarrollo social y político, la diversidad de razas y de lenguas, la limitación de la cultura, el aislamiento de los pueblos por falta de vías de comunicación, son factores que han determinado que no tengamos todavía las características de una nacionalidad completamente formada en el Ecuador. Tribus enteras de indios se mantienen como islotes, con cierta autonomía económica, política y social. Frente a la nacionalidad ecuatoriana de blancos y mestizos, en formación, está la nacionalidad oprimida de los indios que ha sido detenida en su desenvolvimiento. LA PATRIA Y SU HISTORIA La historia de nuestra Patria es la de un pueblo que aspira a formar una nacionalidad, en medio de grandes vicisitudes y calamidades naturales, económicas y políticas, a través de grandes esfuerzos en los que ha habido no pocas gestas heroicas que los comunistas admiramos con veneración porque constituyen nuestra más preciosa herencia. Junto a los silenciosos esfuerzos y a las luchas sangrientas que por el progreso y la libertad ha sostenido nuestro pueblo, ese heroico pueblo quiteño de la Revolución de las Alcabalas y del 10 de agosto, ese magnífico pueblo guayaquileño del 9 de octubre, del 5 de junio y del 15 de noviembre, se levanta la obra de sus más preclaros estadistas, de sus escritores, de sus sabios y artistas; de Espejo, de Rocafuerte, de Montalvo –luchando contra García Moreno, el gran tirano constructor–, de González Suárez, de Alfaro y otros tantos. Pero frente a las conquistas del pueblo y de nuestras más puras glorias nacionales se levanta la obra siniestra del aniquilamiento físico de decenas de millares de indios en orgías de sangre del feudalismo colonial, del militarismo ambicioso y caudillesco que nos dejarán las guerras de independencia; de la extorsión, la ignorancia y la esclavitud de los trabajadores durante la República; del gamonalismo acaparador de la tierra, enemigo del progreso del país; del imperialismo que obstaculiza el desarrollo de la industria nacional y se aprovecha de nuestras mejores fuentes de riqueza. El liberalismo marcó un impulso progresista en el país, lo hizo saltar hacia adelante. Pero la burguesía liberal ecuatoriana, cargada de herrumbre feudal, inertemente arraigada entre los terratenientes reaccionarios ha sido incapaz de liquidar las subsistencias feudales que obstaculizan el progreso y de conducir al país, en una forma, enérgica y acelerada, por un sendero
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capitalista progresivo. La reforma liberal implantó grandes conquistas democráticas en el terreno político, pero en el terreno económico y social no dio sino pocos pasos sin mayor trascendencia. Después de 40 años de liberalismo, subsiste aún el gamonalismo feudal con todas sus taras y sus iniquidades. La democracia política conquistada por el liberalismo no podía ser efectiva realidad sino sobre la base de una no relativa democracia económica y social. Consecuentemente, el liberalismo no pudo constituirse, como un partido político sólidamente organizado, con firme arraigo en las masas; se ha dado el caso de que un Gobierno de trincas se llame liberal, haciendo política anti-liberal y luchando contra el partido de este nombre. El desarrollo capitalista, apenas naciente en el país, venía ya envuelto en sus propias contradicciones. La formación aunque sea incipiente de una clase proletaria determinó el nacimiento de un movimiento socialista obrero por su contenido ideológico, popular por su masa constitutiva, y al que se han incorporado en forma considerable los sinceros intelectuales de avanzada. El movimiento socialista ecuatoriano nació como producto de la evolución económica, social y política del país. Pero es indudable que también como un reflejo de las corrientes mundiales del socialismo, como en todas las épocas de nuestra historia influyeron entre nosotros las corrientes políticas y de cultura universal, ni más ni menos que como las ideas del liberalismo francés, luego universal, influyeron en nuestros próceres de la independencia y después en los precursores y en los jefes del liberalismo ecuatoriano. El primer Partido Socialista Ecuatoriano, organizado en 191616 y que en 1931 cambiara su nombre para llamarse Partido Comunista del Ecuador, dejó al margen un grupo de miembros que más tarde debían constituir el actual Partido Socialista, organizado en 1933. Son ya seis años de existencia de nuestro partido, bajo el nombre de Comunista. Pero muchos miembros de nuestro partido son de los fundadores del movimiento socialista en el Ecuador y tienen una historia de trece años de luchas incesantes, sin claudicaciones ni oportunismos de ninguna clase, buscando el progreso y el mejoramiento de la Patria. Nos hemos formado precisamente a través de nuestra experiencia nacional y aprovechando de las enseñanzas de la experiencia internacional. Hemos llegado a desentrañar con precisión el contenido histórico del país, a interpretar con justeza la realidad nacional y a fijar con acierto las tareas de
16 Por un error se pone 1916 el año de fundación del PSE que corresponde realmente a 1926. (Nota del compilador).
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nuestro movimiento socialista, que al frente del pueblo ecuatoriano; ha de cumplir el programa democrático que constituye un imperativo del momento. El Partido Comunista preconiza que en este instante de la historia nacional es necesaria la unión, la colaboración de todas las fuerzas democráticas, progresistas y avanzadas en el país para detener las conquistas del liberalismo, para hacer efectivas las que hasta ahora han estado solo escritas en las leyes, para ampliar esas conquistas, para obtener la mejora de las condiciones económicas y sociales del pueblo. Si el liberalismo, o por lo menos, los sectores avanzados del liberalismo comprenden cuál debió y debe ser su misión histórica, es necesario que se adapten a las reformas de carácter económico-social que hoy reclama como un imperativo ineludible el pueblo ecuatoriano. En Colombia, la nación vecina del Norte, el Partido Liberal está dando un ejemplo de cómo los liberales progresistas pueden aún ponerse a la cabeza de los anhelos del pueblo y merecer el apoyo de los sectores avanzados de izquierda. El Partido Comunista preconiza la formación de un gobierno democrático, enérgicamente reformador y progresista, capaz de continuar la obra del liberalismo. Pero no por eso nuestro partido renuncia a sus objetivos finales. El Partido Comunista piensa que no ha llegado aún la hora del socialismo en el Ecuador, que las fuerzas económicas y sociales no están todavía maduras para ello. Sabemos bien sí, que las contradicciones internas propias del régimen capitalista no podrán ser suprimidas por el capitalismo, que el punto de máximo crecimiento del capitalismo en un país es al mismo tiempo el anuncio de una nueva sociedad, la sociedad socialista. El socialismo no significa la destrucción de todo el progreso creado por los regímenes que le han precedido en la historia, y con mayor razón del que haya podido crear el liberalismo democrático burgués. El socialismo significa solamente la supresión de todo aquello que siendo producto del régimen capitalista, se ha convertido en insuperable obstáculo para el progreso social. Tal como la sociedad burguesa no arrasó con todas las conquistas que, en su etapa histórica, pudo realizar el feudalismo, la sociedad socialista tendrá que conservar todo lo bueno, todo lo útil y beneficioso que herede de la sociedad que le precede. Si para combatir y detener el socialismo ecuatoriano, del que el Partido Comunista es solo un ala, se quiere aniquilar la democracia y revivir las hazañas sangrientas y reaccionarias de las dictaduras criollas, remozándolas con los elementos del fascismo italiano y alemán, del fascismo producto del capitalismo en descomposición, del fascismo que significa el retroceso histórico y la barbarie; se está intentando en vano detener el curso de
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este eterno río de la historia que siempre está fluyendo, mediante diques artificiales, y preparando un cataclismo doloroso con el desbordamiento de una corriente contenida que forzosamente tendrá que buscar un cauce para seguir fluyendo. Todas las medidas de fuerza, las proscripciones políticas, las persecuciones y los crímenes que los elementos reaccionarios decretaron contra los revolucionarios liberales del siglo pasado, no condujeron sino a la sangrienta revolución de 1895, en que las huestes liberales, cubiertas de gloria, se empaparon dolorosamente en sangre ecuatoriana. El Partido Comunista no quiere una revolución sangrienta, no quiere forzar el curso de la historia. Vendrá el Socialismo cuando hayan madurado en el país las condiciones necesarias para ello. Mientras tanto, lucharemos con toda sinceridad y con el mayor empeño por la realización de nuestro programa democrático que puede condensarse en los siguientes puntos: 1. Un Gobierno democrático que establezca en forma real las libertades públicas, de pensamiento, de prensa, de reunión, de asociación, de huelga, etc., poniendo a disposición del pueblo los medios para que puedan ejercerlas ampliamente. Sufragio universal y secreto, inclusive para la mujer. Representación funcional auténtica en las Cámaras Legislativas. 2. Limitación de la gran propiedad agraria incultivada, tomando en cuenta la calidad del terreno, el lugar donde está situada, la cuantía de la falta de cultivo y las necesidades públicas y sociales, para entregarlas de un modo gratuito a los trabajadores, preferentemente a los organizados en Cooperativas de Producción. Expropiación de las tierras de haciendas donde se han levantado poblaciones en beneficio de los moradores; y dotación de tierras comuneras o ejidos a las poblaciones rurales o a las colectividades indígenas que carecieren de ellas o las tuvieren en cantidad insuficiente. El Estado deberá indemnizar a los actuales propietarios de las tierras que se expropiaren, concediéndoles otras tierras en las zonas que son de propiedad fiscal. 3. Abolición de todas las leyes y decretos que contribuyan a mantener una servidumbre disimulada en los trabajadores del campo y de las deudas de trabajo de los peones y campesinos a los usureros y grandes hacendados, a fin de abolir el concertaje que todavía subsiste prácticamente. 4. Supresión de todas las subsistencias feudales. Pago de salarios en moneda corriente y no en fichas o vales. Libertad de tránsito por caminos, puentes y ríos que están en manos de particulares.
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5. Fomento del crédito agrario barato a las cooperativas, a los campesinos y a los pequeños hacendados. 6. Provisión de semillas, de abonos, de máquinas agrícolas, a precio de costo, a los agricultores, para mejorar el rendimiento de las tierras e incrementar tanto la producción exportable como la que está destinada al mercado interno, a fin de aumentar la riqueza del país y de obtener medios de subsistencia baratos. 7. Inmediata colonización de las zonas más importantes y accesibles del territorio nacional, tanto para aumentar la superficie cultivada y la producción, como para afianzar la soberanía ecuatoriana. 8. Rescate de las tierras que están en manos de compañías extranjeras, especialmente de las tierras situadas en la Región Oriental y en Esmeraldas, y de las adyacentes a las costas, cuya posesión por extranjeros constituye un peligro para la nacionalidad. 9. Extensión y mejoramiento de los campos o institutos de experimentación y de enseñanza agrícola y ganadera, para la creación de técnicos agrónomos, ganaderos, veterinarios y demás elementos que contribuirán a levantar e industrializar nuestra agricultura y ganadería. 10. Protección a la industria nacional contra la competencia extranjera, a condición del mejoramiento en la calidad, de precios favorables para el pueblo y de que parte de las ganancias sean empleadas en el mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo de los obreros y empleados. 11. Creación de centros de investigación y de técnicos para el desarrollo de la industria nacional, y ayuda del Estado para la implantación, o implantación por su propia cuenta, de nuevas ramas de producción industrial, aprovechando de los vastos recursos agrarios o minerales con que cuenta el país. 12. Revisión de los contratos celebrados con las compañías extranjeras, especialmente de las concesiones mineras, a fin de asegurar una mayor participación del Estado, y, por consiguiente, del pueblo ecuatoriano, en las inmensas ganancias que hoy van a parar a los respectivos países imperialistas. 13. Fomento para la formación de cooperativas de producción artesanal. 14. Sustitución de la incautación de giros, que solo ha sido una traba para el libre desarrollo del comercio y una fuente de especulaciones, por el control severo o imparcial del comercio de importación, de modo que se limite al máximo la introducción de mercaderías suntuarias, dejando, al mismo tiempo, libertad para que los pequeños comerciantes puedan importar mercaderías que se necesiten y no se produzcan en el país. Mejor regulación de la economía bancaria, con miras al mayor beneficio del país.
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15. Concentración de los trabajos de Obras Públicas en las obras de mayor urgencia nacional, asegurando su realización en la forma más ventajosa y rápida posible y con los propios medios de que disponga el Estado. 16. Revisión de la legislación tributaria haciendo que los impuestos graviten en proporción a la capacidad económica de los diferentes sectores de la población, liberando de todo impuesto a los campesinos, a los pequeños comerciantes y a las clases pobres en general. 17. Aumento del impuesto a la renta que proviene del capital y no del trabajo, y del porcentaje que recibe el Fisco en las herencias, legados y donaciones. 18. Regulación de los precios de las subsistencias, víveres, telas, medicinas, creando, si es necesario, almacenes por cuenta del Estado y Cooperativas de Consumo. 19. Abaratamiento de los precios de los alquileres de las viviendas en las ciudades. 20. Aumentos de salarios a los obreros y empleados públicos y privados, en proporción al costo de la vida y a las necesidades. 21. Mejoramiento de las condiciones de vida a los soldados y policías. 22. Extensión y mejoramiento del Seguro Social para toda clase de trabajadores, en los casos de vejez, enfermedad, invalidez, muerte, etc. 23. Amplia protección a la infancia. Pago de salarios y sueldos a las madres, seis semanas antes y seis después del parto. Servicios de protección a la maternidad en las ciudades y en los campos. Creación de Casas Cunas en los centros industriales, agrícolas y en lugares urbanos donde las madres obreras y empleadas puedan depositar a sus hijos durante el trabajo. 24. Ampliación y mejoramiento de la Asistencia Pública gratuita y de los servicios sanitarios en las ciudades y los campos. 25. Creación de nuevas escuelas, colegios o instituciones de educación completamente gratuita y orientándola en un sentido completamente técnico y con una visión realista del mundo y de la vida. Aumento de las becas para los estudiantes pobres. Campaña sistemática contra el analfabetismo y la ignorancia de niños y adultos. Respeto irrestricto de la autonomía universitaria. 26. Formación de centros de investigación científica y de cultura artística, y difusión popular de los medios de cultura: como bibliotecas, radio, cine, parques deportivos, etc. 27. Mejoramiento del nivel técnico y cultural del Ejército, que debe convertirse en fiel garantía de las instituciones democráticas y guardián de la soberanía nacional.
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28. Solución rápida y pacífica de los problemas limítrofes. 29. Arreglo de la deuda externa en beneficio exclusivo del Estado, a fin de recuperar el crédito del país. 30. Escrupulosa corrección en el manejo de los fondos públicos, rindiendo periódicamente cuentas ante el país de la forma como se hace la inversión de esos fondos, la que debe ser fiscalizada por un organismo de control independiente por completo del Ejecutivo. 31. Libertad para ejercer cualquier religión, pero absoluta separación de la Iglesia y el Estado, prohibiendo a los sacerdotes toda intromisión en la política. 32. Protección a las tribus orientales y occidentales de indios dotando de tierras a las que las necesiten, de herramientas y otros medios materiales y de todo el apoyo necesario para que puedan alcanzar un nivel superior de desarrollo económico y cultural. Siendo legales los fundamentos de esta exposición, habiendo desvirtuado las calumnias que se levantaron contra nosotros, expuesto nuestro Programa que tiende a convertir al Ecuador, de un país pobre y atrasado, en un país rico, próspero y avanzado, el Comité Central de Partido Comunista espera que la Corte Suprema de Justicia, haciendo honor a la posición que debe ocupar como el tribunal más elevado, respetable e imparcial, atenderá a nuestras peticiones de intervenir ante el Gobierno para que se derogue la llamada Ley de Seguridad Nacional y para que se restituya a nuestro partido al libre goce de los derechos políticos que le corresponden, como partido que tiene razones para existir porque está formado por ecuatorianos que luchan por el progreso y el prestigio de la Patria. El Comité Central del Partido Comunista Quito, abril de 1937
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Al pueblo y a las Izquierdas del Pichincha17 CONCIUDADANOS: Un considerable sector de Izquierdas de la provincia del Pichincha ha lanzado mi candidatura a Diputado a la Asamblea Nacional. Tal designación es para mí el mayor de los estímulos por venir de quienes viene y porque sé a dónde va. No es mi candidatura una disgregación más de las izquierdas ecuatorianas; ella es la expresión de la voluntad de quienes la propugnan altos valores políticos y sociales de mi país, de buscar un lazo más para la unión de aquéllas. Porque yo, antes que hombre de algún partido en especial, soy hombre de las izquierdas ecuatorianas. Cábeme la satisfacción de haber sido el iniciador del antiguo Partido Socialista Ecuatoriano que ha crecido y se ha ramificado en partidos diferentes que si hoy marchan por caminos diversos tendrán que volverse a unir un día, como las aguas vuelven hacia el mar. Aún más, el sector político que se congrega a mi alrededor, de profundas raíces democráticas, es un nexo para toda la democracia ecuatoriana que se ve impelida, irresistiblemente hacia la unión, la unión para el retorno a la constitucionalidad y el progreso social. Sensibles incomprensiones en algunos partidos de Izquierda han provocado la división de éstas en la lucha eleccionaria. La Ley Electoral les prescribió la unión y ellas se disgregaron, buscando algunas la preeminencia política sobre las demás; concepto equivocado, camino erróneo, que ha reavivado sectarismos y pasiones. Retrasados vamos a la lucha electoral al lado de los demás sectores de Izquierda, pues quisimos agotar todo medio que condujera a la unidad. No se comprendió la nobleza de nuestros fines y, contra nuestra voluntad, tenemos que marchar por caminos separados. Mas, quiero recordar al pueblo ecuatoriano que esta bifurcación de senderos nos llevará, a pesar de todo hacia un solo camino troncal: la anchavía de la democracia, panacea decisiva para el progreso nacional. 17 Tomado de: Ricardo A. Paredes, “Al pueblo y a las Izquierdas del Pichincha”, Quito, julio 10, 1938, Colección Privada de Leonardo J. Muñoz, disponible en: http://www.yachana.org/earchivo/comunismo/ paredes10julio38.php.
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Antes de esbozar mi criterio sobre lo que es y lo que debe ser nuestro país, sobre las tareas del momento: una vez más, quiero reafirmar mi convicción política, que ha sido, es y será, de ideología socialista. No hacerlo, aparecería como maniobra demagógica para captar electores. Lejos de mí la insinceridad. Si dejando las rutas que pudieron conducirme a la prosperidad personal dediqué mi vida a la causa de la justicia social en el Ecuador, menguado sería hacer de ese elevado propósito fuente de beneficio privado y de laureles de triunfo. Triunfo a este precio es claudicación. A la demagogia prefiero oponer la voz sincera por cruda que pueda parecer. Bello es nuestro país, rico su suelo y su subsuelo, su pueblo tiene en sí energías latentes, insospechadas, pero, hay que confesarlo, somos una nación retrasada en el progreso. Buscar el método que conduzca a la prosperidad en el Ecuador: he ahí la clave de la cuestión. Constituyen la herrumbre de nuestra maquinaria social las formas de producción semifeudales de nuestra economía agraria, que unidas al atraso industrial, y a los deficientes medios de comunicación, se reflejan en nuestra vida social y cultural y en la defectuosa organización del Estado. ¿Sus resultados? Una economía nacional que se debate en una crónica depresión, en la miseria e incultura de las masas, en un crecimiento muy lento de la población y en una vida política sembrada por los destrozos de motines y cuartelazos. Hay que salir de esta asfixiante situación y para ello, es deber de todos los hombres libres, de todos los que anhelan el engrandecimiento patrio; luchar y luchar sin descanso, sin temor, sin vacilaciones; pletóricos de entusiasmo y de confianza, llevando como norma la honradez política y como norte la Justicia Social. En este momento, el desarrollo de las formas de producción capitalista que debe traducirse en la liquidación de los vestigios feudales, en la industrialización del país y el incremento de la vialidad, es un imperativo histórico. El incremento de la economía permitirá la eficiente defensa de las vidas humanas, capital el más precioso; el desenvolvimiento de la cultura y la consolidación de la nacionalidad. Tenemos necesidad de tener una economía robusta, libre de la sujeción del capital extranjero, para poder disfrutar de completa independencia política: pero debemos buscar la cooperación de aquél siempre que sea un factor de progreso nacional sin menguar su soberanía. Avizorando el porvenir nosotros, hombres de izquierda, tenemos que sentar las premisas para el ulterior desarrollo socialista del país, única forma que conducirá al máximo desarrollo material y cultural del Ecuador bajo nuevas formas de justicia.
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Este proceso evolutivo, que lleva en sí gérmenes de avance revolucionario, ¿presupone la destrucción de todo lo creado hasta aquí en nuestro país? No, no de ningún modo; queremos edificar sobre todo lo de bueno, lo de grande que nos dejaron las generaciones pasadas; pero no queremos quedarnos en el estasis, que es rutina y es ruina. En lo económico, en lo social, en lo cultural, en lo político, tenemos que seleccionar y reconstruir. Así tendremos un país uno, grande, próspero, libre, justiciero. Tenemos que recoger la herencia de quienes nos dieron tierra cultura, nacionalidad: los pueblos indígenas aborígenes y los colonizadores españoles, los hombres de la República y los hombres de la avanzada social. Los Duchicela, los Atahualpa, los Rumiñahui, los hombres de la Revolución de las Alcabalas, los Espejo, los patriotas de la independencia, el liberalismo con Rocafuerte, Montalvo con Alfaro; los mártires de nuestra lucha social en la era contemporánea, que nos enseñaron el camino de la libertad. Los Maldonado, los Velasco, los Caspicara, los Santiago, los González Suárez. Fueron nuestros maestros en ciencia y el arte; debemos recoger sus enseñanzas. Cualesquiera que fueren nuestras creencias filosóficas y nuestros principios políticos, tenemos que convenir en que el respeto a las creencias religiosas de los demás y su libre ejerció no deben tener otro límite que aquel que sea necesario para la convivencia social en un país en donde existen distintas ideologías y diversos credos. El liberalismo ha determinado un avance de la organización familiar, debemos conservar y ampliar esas conquistas con los nuevos postulados del devenir social. Para la mujer, en su función de madre, un privilegio, el único privilegio aceptable por nosotros: dotarla de recursos especiales para defender al niño, fuente revitalizadora de nuestra población. Para nosotros, hombres de ideología socialista en la sociedad dividida en clases, en el mundo dividido en naciones, la existencia de Ejército se justifica como un órgano encargado de defender la paz, la democracia y la independencia nacional. Atacarlo ciegamente es demagogia; mantenerlo en la esfera de sus deberes profesionales, desterrando el militarismo como fuerza política dominante, es deber de todo demócrata consciente. Una nación no se concibe sin territorio; la defensa territorial es deber de todo elemento de izquierda. Un pueblo no puede desenvolverse con todas sus energías creadoras, sino defiende su independencia nacional y nosotros estamos dispuestos al sacrificio por ella. Millón y medio de ecuatorianos de razas indígenas, mezclan paulatinamente su sangre con la de europeos conquistadores e inmigrantes. Si por nuestras
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venas corre la sangre española de guerreros y constructores, fluye también la sangre indígena que nuestros antepasados ilustraron creando grandes civilizaciones. Terminar con la vergüenza de un millón y medio de esclavos, es un deber y un honor para todo hombre de izquierda. Poniendo en movimiento todas nuestras fuerzas materiales y vitales, podremos renovar el Estado, organizarlo científicamente, sentar normas de honradez inquebrantable, hacerlo eficiente y justiciero. Una política digna internacional y de acercamiento con los países democráticos, de sincero americanismo, contribuirán a prestigiar nuestro país. La Asamblea Nacional próxima a reunirse, puede marcar un jalón decisivo para nuestra nacionalidad. Su centro de gravedad debe estar en la elaboración y aprobación de una Constitución profundamente democrática que permita un poderoso avance material, cultural y político para el país. En la Asamblea Nacional, debe desterrarse todo sectarismo partidista, todo odio destructivo. Todo aquello que el Gobierno actual hizo en pro del progreso y la independencia nacional, hay que conservarlo; todo aquello que es un bien para las masas trabajadoras, hay que defenderlo; tratar de anular esto, es un crimen de lesa Patria, es demagogia y retroceso. Pero a la Asamblea hay que ir con espíritu recto, con ánimo de trabajar sin descanso, con independencia, para criticar lo criticable, para tomar medidas que conduzcan a la organización de un Gobierno democrático que pueda llevar al país hacia adelante. El Partido Liberal, vanamente pretenderá monopolizar para sí la dirección política nacional, pero él debe ser uno de los factores democráticos que, con los sectores de izquierda, formen una muralla infranqueable contra la reacción, que aplasten implacablemente todo brote dictatorial sea de matiz fascista o de factura criolla. Cualesquiera que sea el resultado de la lucha electoral, las izquierdas deben reagruparse en un frente indestructible; ellas han sido sometidas a la prueba del fuego y deben salir airosas de la experiencia. Antes que hombre de partido, soy hombre de izquierdas, de ideología socialista. Que todos los hombres que piensen como nosotros estén junto a nosotros pues por sobre todo está. La unidad de las izquierdas ecuatorianas. Ricardo A. Paredes Quito, 10 de julio de 1938
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El Programa de Reconstrucción Nacional en el Ecuador18 Manifiesto al pueblo ecuatoriano Comité Central del Partido Comunista (Ricardo Paredes) COMPATRIOTAS: Los comunistas ecuatorianos, marxistas, forjados en el crisol de nuestra dura lucha, alimentados en las fuentes más puras de la historia nacional e internacional, cuya mejor herencia recogemos tanto en el campo de la edificación social como política y cultural, creemos de nuestro deber presentar una vez más ante el pueblo ecuatoriano el fruto de esta experiencia tenaz concretada en una acción y en un programa que enfocan nuestros problemas con sentido realista. Tocó al Partido Comunista Ecuatoriano soportar las más rudas acometidas del extinguido régimen de Páez porque fue el primero en emplazar en forma enérgica y serena a rectificar los procedimientos que a poco de la instauración de ese Gobierno anunciaban ya el rumbo de tiranía y de oprobio que iban a desatarse sobre el país. Sin embargo, el Partido Comunista, sometido a las más crueles persecuciones y calumnias supo mantenerse con entereza en la ilegalidad, alzar la voz condenatoria contra los atentados del régimen y proseguir la lucha por los intereses del pueblo. Es que es imposible quebrantar un partido, como el nuestro, templado en 13 años de lucha por el socialismo y los intereses de la Patria, y decidido a marchar junto a los demás Partidos de izquierda y sectores democráticos, hacia las más caras conquistas nacionales que en el momento actual constituyen la organización de un Gobierno Democrático que haga la reconstrucción del país y que consolide nuestra nacionalidad formando una Patria grande, y progresista. Con la caída del ignominioso Gobierno del Sr. Federico Páez, el país ha vuelto a respirar un ambiente de libertad. El régimen de Páez fue la combinación más execrable de los métodos de dominación de las dictaduras criollas y de elementos del fascismo extranjero. Su método de Gobierno fue el terror: anulación de las libertades públicas conquistadas en gloriosas jornadas por el 18 Tomado de: (Ricardo Paredes) Comité Central del Partido Comunista, El Programa de reconstrucción nacional en el Ecuador, Quito, El Correo, 1938.
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pueblo ecuatoriano; prisiones, persecuciones, confinados a lugares inhospitalarios y destierros, corrupción ciudadana convirtiendo en espías a una legión de ciudadanos y elevando a los más altos cargos, como los de la Asamblea Constituyente, a los incondicionales suyos, empleo de aventureros extranjeros que les sirvieran de asesores en su lucha contra los partidos políticos, sumisión del pueblo importando los métodos fascistas de dominación política. A pretexto de la “lucha contra el comunismo” no solamente fue puesto fuera de la Ley el Partido Comunista Ecuatoriano, sino que se persiguió a todos los partidos políticos, vanagloriándose el Gobierno de haberlos marginado de las funciones públicas y de no gobernar sino con el apoyo del Ejército, que creyó sería un instrumento dócil de sus ambiciones de círculo, sin comprender que éste no podía sostener indefinidamente un régimen que era una ignominia para la nación. A imitación de Mussolini, Páez, después de vejar a las altas dignidades eclesiásticas ecuatorianas, celebró el Modus Vivendi con el Papa de Roma, utilizando una parte del clero para sus fines de dominación política. Para legalizar su Dictadura nombró una Asamblea Constituyente con incondicionales suyos, dotándola de un proyecto de Constitución de tipo fascistizante, como la del Brasil, renegando de las tradiciones democráticas de Rocafuerte y Alfaro. Páez inflando el presupuesto nacional y recargando de impuestos al pueblo, que le permitiría el enriquecimiento de sus allegados; interviniendo en contratos onerosos a la nación, llevando una falsa política bancaria, permitiendo la especulación con los medios de subsistencia, ha arruinado a la economía nacional y llevado a un límite inaudito el hambre de las masas, siguiendo las huellas del fascismo extranjero. El Gobierno fenecido persiguió cruelmente a las instituciones de educación pública y a los elementos más representativos de la cultura nacional. Trató de utilizar las fuerzas obreras organizadas y la sindicalización obligatoria como instrumentos de sostén de su Gobierno. Dictó leyes contra los intereses de los obreros y campesinos y sometió a sangre y fuego a los obreros nacionales en Portovelo para amparar a una compañía extranjera. En Ginebra, el Gobierno de Páez, siguió dócilmente la política de Mussolini, aprobando la conquista de Etiopía, un pueblo débil; sentando un funesto precedente en la política exterior de un país como el nuestro, víctima de agresiones extranjeras. Habiendo sido los opositores más consecuentes al régimen de Páez y sin dejar de reconocer ciertos aspectos positivos de su obra aunque llenos de deficiencias (Instituto de Previsión Social, Defensa Biológica del Campesino, comedores escolares), no podemos olvidar que dicho Gobierno representó y
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defendió los intereses de un grupo voraz de gamonales y capitalistas extranjeros y que fue manejado por un grupo de audaces y corrompidos políticos. La política anti-nacional seguida por el Sr. Páez constituye para el pueblo ecuatoriano y para los gobernantes, el más elocuente ejemplo del irremisible fracaso a que están condenados los gobiernos que pretenden implantar en el país los elementos de dominación política del fascismo, renegando de los principios democráticos que forman las mejores páginas de nuestra historia. El nuevo Gobierno del Sr. General Alberto Enríquez, surgido del descontento popular y la oposición de los partidos políticos y su reflejo en las filas del Ejército; ha restaurado las libertades ciudadanas, mereciendo el aplauso del país; al que se une el Partido Comunista, ha rescindido un oneroso contrato, el de la firma Scottoni, que era una vergüenza para el Ecuador porque defraudaba una de sus obras de más aliento, el Ferrocarril a Esmeraldas; ha prometido castigar a defraudadores de los fondos públicos, combatir la especulación, con los medios de subsistencia y convocar a la Asamblea Nacional Constituyente para restaurar la Democracia. El pueblo espera el cumplimiento de esas promesas empeñadas con el honor del Ejército Ecuatoriano. En este nuevo período histórico, toca a las masas populares y a los partidos políticos, participar activamente en la vida púbica, demostrar que el espíritu cívico no está muerto en el pueblo ecuatoriano, y que éste se hará presente en todo aquello que signifique democracia y progreso, criticando y luchando en forma enérgica pero serena contra cualquier ataque a las libertades y derechos del pueblo. Por cuanto el régimen político actual es de carácter transitorio como eslabón hacia la vuelta a la constitucionalidad, lo que ha sido ratificado explícitamente por los mandatarios, el Partido Comunista no plantea al Gobierno exageradas demandas imposibles de realizarse en corto tiempo. El Gobierno ha expresado en su programa de año nuevo elevados principios democráticos y planes para realizar obras de beneficio para el país; pero no podrá cumplirlo sino en parte porque la actual estructuración política del Estado es anormal. La injerencia del Ejército en forma directa en la política nacional solo puede ser justificada como una rectificación de sus indirectas responsabilidades en el fenecido régimen y como un paso a la constitucionalidad, ya que la dominación política del Ejército, en forma permanente –el militarismo– condenado aun por prestantes militares elimina del Estado a los elementos y organismos civiles, indispensables para su buena marcha. De otro lado, se debilita la acción técnica del Ejército.
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Si en verdad el encarecimiento de los medios de subsistencia obedece a una producción insuficiente, a la depreciación de la moneda y a los bajos sueldos y salarios; no es menos cierto que otro de los factores es la especulación puesta en juego por ciertos grupos de capitalistas y grandes hacendados que a la vez que aumentan sus riquezas, quieren crear dificultades políticas. Por tanto, la solución del problema de las subsistencias comporta las medidas destinadas a estimular la producción, elevar sueldos y salarios, a sanear la moneda y al mismo tiempo, el Gobierno debe proceder con mano enérgica contra los latifundistas que ocultan los productos y contra los grandes comerciantes acaparadores, sin lanzarse contra los pequeños comerciantes que no son responsables de esta situación. La revisión de contratos con grandes compañías extranjeras ya iniciada con los Scottoni, debe proseguir el Gobierno con mano firme, con la seguridad que obtendrá el apoyo del pueblo. Especialmente importa proceder a la revisión de los contratos con la Bananera [United Fruit] y con la South American Development Co. La defensa de los fondos públicos requiere que la fiscalización de la inversión de fondos fiscales en el régimen pasado, no quede en meros decretos, procediéndose sin contemplaciones y con estricta justicia. Entre el fárrago de leyes dictadas por el fenecido Gobierno con miras reaccionarias o de defensa de intereses privados, hay algunas que pedimos sean modificadas en el sentido favorable a las clases trabajadoras: la de Huelgas, Salario Mínimo y de Contrato Individual de Trabajo, siendo esta última la anulación de una de las más preciosas conquistas del liberalismo: la que abolió el concertaje. La revisión de la defectuosa organización y funcionamiento de la Caja de Pensiones y la de Empleados Privados y Obreros, que ha acarreado perjuicios a sus asociados, debe proseguirse con energía inquebrantable. Plausible en su contenido, la Ley de Cooperativas dictada por el actual Gobierno, debe llevarse a la práctica, empleándose cuantas medidas sean necesarias para ello. Por fin, la tarea central del Gobierno estriba en preparar el retorno a la Constitucionalidad, dando amplia libertad a los partidos políticos, y participación en la elaboración de la ley de elecciones y proyecto de Constitución: convocando en el plazo más breve posible a elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente que deben ser libremente elegidas por el pueblo, la que se encargará de restaurar las funciones democráticas y devolver a cada uno de los organismos del Estado sus funciones específicas, cuestión
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reclamada no solo por la ciudadanía sino también por prestantes miembros del Ejército. El Partido Comunista llama a los partidos políticos y al pueblo en general a luchar por este programa inmediato, interviniendo constantemente ante el Gobierno para su cumplimiento sin esperar que todo nazca de la iniciativa de éste. Los comunistas ecuatorianos, firmes en nuestras convicciones marxistas, no aspiramos a la implantación inmediata de un régimen socialista en el Ecuador puesto que las condiciones sociales y políticas no están aún maduras para ello. El socialismo, la más alta de las aspiraciones humanas, meta a la que llegaremos también en el Ecuador, ineludiblemente, vendrá a nuestro país como consecuencia de su evolución económica, y social y del crecimiento de las fuerza políticas llámalas a llevarle al triunfo; puesto que el socialismo es la consecuencia lógica y la superación de los regímenes que le han precedido en la historia; y más cerca del capitalismo. Fervientes admiradores de la construcción socialista en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, no pretendemos copiar para nuestro país sus sistemas, pero sí aprovechar sus grandiosas enseñanzas. Del mismo modo que aprovechamos de las magníficas lecciones que nos da la Revolución Mejicana, la gran democracia colombiana y la Guerra Civil en España y cualquier otro movimiento de liberación de las clases oprimidas. La etapa actual en el Ecuador exige la organización de un Gobierno Democrático y Progresista cuyo programa esbozamos en este Manifiesto. Para su realización se requiere el concurso de todos los sectores democráticos y del pueblo en su conjunto. LAS BASES DE NUESTRO PROGRAMA DEMOCRÁTICO Nuestro país encierra inmensas riquezas que apenas han sido aprovechadas por el hombre, especialmente por su deficiente sistema de comunicaciones, la rutina de sus formas económicas, el escaso estudio de sus posibilidades y la falta de energía en acometer la ruda pero posible empresa. Queremos que cada rincón del territorio, articulado al resto del país, se convierta en un emporio de trabajo y en fuente de bienestar. Con un adecuado sistema de protección a la salud y vida de niños y adultos, que contribuirá al crecimiento de la población, se podrá conquistar
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en forma real todos aquellos territorios en que hoy el Ecuador ejerce una soberanía puramente formal. Un cáncer crónico roe las entrañas del Ecuador frenando su desarrollo económico, social, político y cultural: los modos de producción semifeudales que no ha podido desplazar el capitalismo nacional. En vastas extensiones de tierras reinan todavía en forma omnímoda los señores feudales que hacen trabajar al indio, al mestizo o al montubio, en forma gratuita o con un mínimo jornal, a cambio de un pedazo de tierra entregada en usufructo (huasipungo) o en arriendo. El trabajador, liberado por la ley, pero siervo por la costumbre, no encuentra estímulo en el trabajo y es un mal factor de producción y su consumo en el mercado general es mínimo por las miserables condiciones de existencia en que vegeta. El campesino agobiado por las cargas y extorsiones feudales, languidece en la tristeza de sus páramos o se ahoga en el interior de las montañas. El país vive fundamentalmente de la agricultura, de una agricultura primitiva, donde apenas se inicia la técnica industrial moderna, y que ni siquiera abastece a la población en alimentos y materias primas en tanto que sus posibilidades son inmensas. Mientras que los recursos naturales del Ecuador pudieran alimentar múltiples y prósperas industrias, solo tenemos una industria incipiente, en donde el capitalismo nacional tiene una participación mucho menor que el extranjero imperialista que extrae ingentes riquezas de nuestro país exportando sus ganancias a sus países de origen en detrimento de los intereses nacionales. Un sistema comercial raquítico en manos de los nacionales y una banca ecuatoriana débil, en tanto que las posiciones dominantes se hallan en manos de los imperialistas, no pueden menos que torcer el rumbo de nuestra economía hacia los intereses del gran capitalismo extranjero. Carecemos de caminos, carecemos de transportes en la medida de nuestras necesidades y de nuestras posibilidades. Queremos la desaparición de las formas semifeudales de explotación del trabajo en el campo y la industrialización de la agricultura y de la ganadería y el mejoramiento de su técnica, el aprovechamiento de las tierras incultas de los latifundios y de las zonas baldías, la protección a los pequeños propietarios y campesinos, el fomento de la cooperación en los campos, todo lo cual significa aumento de la producción y bienestar para una gran masa de la población. Queremos la protección del Estado para el desarrollo de la industria, comercio, bancos y medios de transporte en manos de nacionales; pero exigimos el mejoramiento de las condiciones de vida de los obreros, y empleados de esas empresas, el abaratamiento y mejor calidad de los productos, la defensa del
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valor de la moneda, la ampliación del crédito al pueblo y el mejoramiento de los servicios. No rechazamos la intervención del capital extranjero, que quiera arraigarse en el país y que al capitalismo imperialista que exporta sus ganancias se le ponga limitaciones para que no sea un pulpo que absorbe sin cesar nuestras mejores energías. Se impone pues la revisión de los contratos con las grandes compañías extranjeras. Nuestra nacionalidad, aún no bien constituida, elaborada a través de siglos de trabajo tenaz de nuestro pueblo, arranca en sus orígenes de las civilizaciones indígenas y de la España imperial, comienza a tomar forma en la Colonia para desarrollarse a través de la República. Pero a su lado un conjunto de pueblos indígenas, sin dejar de suministrar materiales para la formación de nuestra nacionalidad, producto del mestizaje, ha vivido sometida a las más crueles condiciones de opresión económica, política y social. Queremos el desarrollo de la educación pública, de las ciencias y de las artes, que den un sólido basamento a una cultura verdaderamente nacional, autóctona, surgida de nuestra propia experiencia y alimentada con las más avanzadas conquistas humanas. Amantes de nuestro pueblo y de nuestra tierra, los comunistas apreciamos y respetamos cuanto de grande, de noble, de justiciero, realizaron las generaciones que nos han precedido y en especial la obra de sus grandes estadistas, libertadores, sabios, artistas y educadores que en gran parte es obra del liberalismo en el Ecuador, con cuyos errores no podemos solidarizarnos, empero. Y queremos que ese caudal de cultura, venero magnífico de nuestra nacionalidad, se acrecente, se eleve y se difunda en la masa de toda la nación. Pero así mismo rechazamos todo aquello que en nuestro país signifique ataque, ofensa y traición a los bien entendidos intereses de la Patria y de la nación ecuatoriana. Si una minoría culta vive una vida civilizada; masas inmensas de indios y montubios, viven casi al margen de la cultura y de la política nacional. La educación pública es absolutamente insuficiente y la privada escasa. Una mayoría de analfabetos constituye una masa inmensa de malos productores y peores consumidores. Queremos la culturización del pueblo, de los indios y de los negros. Queremos la formación de técnicos nacionales para todos los ramos de la economía y la cultura, sin rechazar los verdaderos valores científicos y técnicos extranjeros. Obreros, artesanos, campesinos, pequeños capitalistas, empleados profesionales en general, tienen una escasa remuneración en su trabajo y
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soportan la opresión de los de arriba. Queremos la mejor remuneración y la protección al trabajo y el derecho a organizarse libremente. Queremos que a las masas de indios y de negros, dándoles las consideraciones sociales que merecen se les ayuden activamente para su desenvolvimiento económico, político y cultural. Imbuidos de sinceros principios democráticos, los comunistas proclamamos el derecho de practicar libremente las religiones, cualesquiera que fueren. Pero estamos opuestos a que los ministros de cualquier culto, intervengan, valiéndose de un Ministerio, en la política nacional. Sin negar a los miembros del Ejército su derecho a participar en la política nacional, y, en la medida de su competencia, ocupar otros cargos que los estrictamente profesionales, el Ejército, como tal, debe encuadrarse de nuevo en sus funciones específicas, mejorar su nivel técnico y cultural, y, aprovechando sus propias capacidades, eliminar la intromisión de elementos extranjeros, propagadores del fascismo. De este modo, el país verá, en él un fiel guardián de la Soberanía Nacional. El secular pleito de fronteras con el Perú, debe ser solucionado merced a la intervención de un Gobierno genuinamente democrático, que, imbuido de espíritu americanista, sepa llegar a un arreglo equitativo con el país vecino. EL MOVIMIENTO SOCIALISTA ECUATORIANO Y EL PARTIDO ÚNICO DE IZQUIERDAS Surgidos de nuestro medio, interpretando fielmente las necesidades y aspiraciones de nuestro pueblo, en una lucha de trece años, sin vacilaciones, ni claudicaciones, se ha ido formando nuestro Partido Comunista Ecuatoriano, que hacia 1926, organizará su primer Congreso creando el Partido Socialista Ecuatoriano. Necesidades históricas determinaron el cambio de nombre de nuestro partido en 1931, adoptando el de Partido Comunista Ecuatoriano. Junto a nosotros han surgido dos jóvenes partidos: el Partido Socialista Ecuatoriano de hoy y Vanguardia Socialista Revolucionaria Ecuatoriana. Con ellos hemos formado la conciencia socialista en el Ecuador, con ellos hemos puesto los cimientos de las organizaciones de obreros, artesanos, empleados, campesinos, profesionales y pequeños comerciantes; con ellos hemos sostenido luchas heroicas por los intereses y libertades de nuestro pueblo. Divididas las fuerzas socialistas ecuatorianas en tres partidos, hemos palpado nuestras propias debilidades; unidos para la lucha hemos sentido el vigor y la pujanza
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de un movimiento que coincide ya en sus aspiraciones inmediatas, en su táctica y en su programa. Desunidas, las tres alas del movimiento socialista ecuatoriano, hemos visto, que en los momentos de más dura represión, el movimiento sindical golpeado por la reacción ha marchado a la deriva, sin guía. Por esto ha surgido en el seno de los partidos de izquierda, un pujante y hondo sentimiento unitario, un deseo ferviente de ir hacia la creación de un gran partido unificado, cuya médula sean los tres partidos hermanos y que agrupe a todo el movimiento socialista inorganizado y a los elementos avanzados demócratas de los demás sectores políticos. Y hacia el gran Partido Único vamos las fuerzas socialistas organizadas con todo el empuje de nuestra convicción y de nuestra esperanza. TRABAJADORES ECUATORIANOS: El imperativo de nuestros más caros intereses y aspiraciones, nos induce a laborar sin descanso por la organización del Gran Partido Unificado de las Fuerzas de Izquierda. Esperamos vuestro contingente y vuestra ayuda. Liberales, velasquistas, demócratas sinceros del Partido Conservador: en esta hora en que el fascismo internacional hunde su puñal asesino en España, Patria Madre y en la milenaria China, para sojuzgarlas a sangre y fuego por lo que debemos defenderlas contra las agresiones fascistas; en esta hora en que todos los ecuatorianos debemos laborar por asegurar una nacionalidad y llevar adelante el progreso del país contra todas las fuerzas que se opongan a ello, os invitamos a luchar contra la reacción del fascismo criminal, por la democracia, por la nacionalidad, por la Patria Ecuatoriana libre y progresista. Por el Comité Central del Partido Comunista Ecuatoriano Ricardo Paredes Secretario General Quito, enero de 1938
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LLAMAMIENTO A LAS FILAS DEL PARTIDO COMUNISTA ECUATORIANO Trabajadores, intelectuales y manuales, pequeños capitalistas, demócratas sinceros; el PROGRAMA DE RECONSTRUCCIÓN NACIONAL DEL ECUADOR que os presenta el Partido Comunista, encarna vuestras propias aspiraciones y los intereses de nuestra Patria; para la sólida estructuración del Frente Democrático Nacional, para la construcción del Partido Unificado de la Izquierda; precisa el robustecimiento de todas las fuerzas políticas capaces de llevarlo a la práctica y ante todo del Partido Comunista que es y será uno de los más poderosos instrumentos de las reivindicaciones del pueblo ecuatoriano y de la formación del Partido Unificado. Ingresar al Partido Comunista Ecuatoriano es vuestro deber. El Comité Central del Partido Comunista Ecuatoriano, invita a todos sus afiliados a reincorporarse a sus filas, abre ampliamente sus puertas a sus antiguos miembros, que acepten su programa; excita a todos sus simpatizantes que le acompañen a través de su heroica lucha a encuadrarse ya en forma organizada dentro de sus cuadros de combate. Vosotros comunistas con vuestras firmes convicciones, con vuestra actividad incansable, con vuestra leal defensa de los intereses populares debéis convertiros en la avanzada de la democracia en el Ecuador. ¡A las filas del Partido Comunista! ¡A tomar vuestro nuevo carnet de filiados! ¡A luchar a través del Frente Inca de las Izquierdas o la construcción del futuro partido de las Izquierdas Ecuatorianas!
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Mensaje a las madres ecuatorianas19 Nela Martínez Una canción de ternura se extiende por el mundo, en ensueño de regazo, una canción que retorna al corazón de donde nació en eco crecido de aquellas canciones de cuna que, un día fueron aire de vida para una pequeña existencia en iniciación. Aquí y allá se habla, en voz de exaltado lirismo, del dulce misterio de la maternidad. Pero nosotras no podemos aún, madres ecuatorianas, decir únicamente la palabra de ternura. Una grave responsabilidad humana nos obliga a revisar las condiciones sociales en que en nuestro país se efectúa esta prometedora y dulce misión. El problema racial que tanto ha preocupado en nuestra Patria tiene un imperativo: mejorar las condiciones en que se lleva a cabo la maternidad. Esta es una defensa sagrada, una defensa del futuro y del presente que está ligado al porvenir del Ecuador íntimamente. Mientras las actuales realidades no sean superadas, mientras nosotras no consigamos que el pueblo ecuatoriano deje de ser un pueblo de mayorías con hambre y miseria, mientras cada niño que nazca en tierra ecuatoriana sea considerado como una carga que aumenta la pobreza de los hogares, no podremos decir que la maternidad es una alegría, una dolorosa alegría que suprime el egoísmo individual. ¿Qué sabe la mujer ecuatoriana de la responsabilidad que adquiere al ser madre? ¿Quién llega a los hogares humildes, a las chozas campesinas y dice su mensaje de comprensión y ayuda? Nosotras hacemos bien en defender la integridad territorial, y en exaltar las fuerzas del pueblo en un llamado a la paz, porque ambas actitudes se complementan. No queremos que modalidades ciegas y extrañas lleguen a nuestra tierra. Queremos que cada vez la conciencia de la democracia nos ligue más profundamente a nuestro suelo, pero quién se preocupa de los niños que nacen, de las madres que gestan el mañana, para hacer que haya un más humano presente. Sabemos que luego, muy pronto estos niños serán la nación ecuatoriana y aún no conseguimos que cuando menos la misma exaltación de patriotismo que teñimos para defender lo que es nuestro nos lleve a la defensa del más alto valor nacional, a la defensa del factor humano. Pueblo que soporta una miseria permanente y que está aniquilado por las enfermedades no 19 Tomado de: Sección femenina de Voz Nacional. No 3, Quito mayo de 1939, en Ana María Goetschel, Orígenes del feminismo en el Ecuador, Quito, FLACSO/CONAMU, 2006.
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puede gestar un mañana de grandeza para la Patria. Por eso es que, mujeres del país, la intervención nuestra en la vida social y política es indispensable. Nos pesan taras sociales y económicas que es preciso liquidarlas en bien del prestigio nacional. Tenemos que esforzarnos en adquirir una conciencia de responsabilidad que a la par que es superación individual lo es también colectiva. Yo sé bien que en todo corazón de mujer hay una posibilidad de sacrificio a la que siempre se ha recurrido para retenerla en esclavitud permanente. Y sé que si este llamamiento a la defensa lo hago en nombre de su propio destino no va a tener el eco encendido de emoción que al hacerlo para la defensa del hijo. En nombre de vuestros hijos, mujeres ecuatorianas, madres de ayer y de hoy y de mañana, os digo: es necesario responsabilizarse con conciencia de nuestra realidad, del porvenir nacional. Es indispensable que creemos las condiciones en que esta misión biológica se convierta en la consciente misión social de quienes aman la maternidad por la alegría de futuro que su realización encierra. Nos es necesario formar hogar y Patria para que nuestros hijos sean la jubilosa esperanza de los tiempos que llegarán. Por eso no queremos más miseria que agote las energías de las naciones, y del fruto de generaciones debilitadas y enfermas. Deseamos que en el Ecuador las madres puedan cantar una canción de cuna que no sea modulado en llanto. Queremos que ellas aprendan a decir la libre canción de quien sabe que su tierra es suya y por eso la ama, queremos que todas las canciones que se canten al niño adormecido en regazo o cuna sean una promesa de lucha por un presente y un mañana mejores. Madres del Ecuador: Que vuestras manos se entrelacen a través de las distancias en un himno de esperanza, y decisión, que esas manos que saben bendecir y trabajar, que son caricia y esfuerzo sean a la vez una bandera tendida sobre las cabezas que apenas se asoman al ver el mundo, sobre, las tímidas frentes donde el pensamiento apenas surge, sobre las vidas que necesitan de vosotras, de vuestra ternura vuelta promesa, bandera de unión y defensa sean vuestras manos trabajadoras, bandera de libertad, bandera de vida y júbilo por el futuro que sabremos volver digno de vivirlo. Por la simiente de eternidad que en el tiempo fugaz habéis depositado yo os llamo, mujeres del Ecuador, a la unión y a la lucha.
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Ecuador: democracia por fuera, dictadura por dentro20 Manuel Medina Castro Las últimas noticias llegadas del Ecuador burlando la rigurosa censura establecida por el gobierno ecuatoriano para ciertas comunicaciones para y de Chile, informan de las nuevas persecuciones políticas ordenadas por el señor Arroyo del Río, Presidente de la República, en goce de “facultades omnímodas” que lo erigen en señor y dueño absoluto de las vidas y haciendas de todos los ecuatorianos. En uso de esas “facultades omnímodas” que hacen del señor Arroyo el bisonte ecuatoriano, estudiantes y obreros, escritores y periodistas, profesionales, jefes militares, líderes antitotalitarios, fueron encarcelados sin fórmula de juicio, confinados y desterrados; órganos democráticos fueron clausurados, sus talleres confiscados. Una reunión popular de adhesión a la causa democrática y a los gobiernos y pueblos de EE.UU., Gran Bretaña y Rusia, fue disuelta violentamente y sus organizadores encarcelados. Llegaron a tanto los excesos del señor Arroyo que, hace poco, el mismo Congreso mayoritariamente oficialista concedió amnistía a los presos perseguidos y desterrados políticos. A regañadientes acató el Ejecutivo el mandato del Congreso. Pero no bien terminó sus labores la Legislatura, el señor Arroyo del Río volvió a sus andanzas terroristas contra los sectores democráticos organizados y sus dirigentes. Es así como, según las últimas informaciones, ha dispuesto la prisión del brillante escritor doctor Manuel Agustín Aguirre, Secretario General del Partido Socialista, por la publicación de un valiente manifiesto de ese partido enjuiciando la conducta antidemocrática y antinacional del gobierno; clausuró e incautó la imprenta que editó ese documento y mantiene en prisión a su propietario, un pacífico ciudadano apolítico; clausuró e incautó la imprenta El Correo, por haber publicado una carta patriótica del gran americanista y ex Presidente de la República, doctor Velasco Ibarra, al Diputado Concha Enríquez; mantiene en prisión al señor Gustavo Becerra, Secretario General del Partido Comunista y uno de los más destacados jefes nacionales del 20 Tomado de: La crítica, abril 26 de 1942, en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 13-14.
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antitotalitario; y acaba de disolver por la fuerza a un grupo de jóvenes universitarios antinazifascistas, al tiempo que ha incautado la edición total del primer número de su periódico, encarcelado a sus dirigentes, clausurado e incautado la editorial y encarcelado a su dueño. Y mientras escribimos este artículo, las agencias noticiosas informan que la Policía ha descubierto una nueva conspiración. Es la tercera conspiración descubierta por el gobierno en la última quincena. Naturalmente, tal descubrimiento ha justificado nuevas persecuciones. El cable ha informado que han sido detenidos elementos prestantes de la juventud y de la intelectualidad independiente. El abogado Arízaga Luque, ex-Presidente de la Asamblea Constituyente, los profesores universitarios Colón Serrano y Antonio Parra, acreditado internacionalista; el estudiante Galo del Pozo; los parlamentarios Armando Espinel y Clotario Paz, han sido encarcelados, además de decenas y decenas de ciudadanos, dirigentes obreros y elementos socialistas. Pero hay más. Las mismas recientes noticias informan que: a) Los especuladores incrustados en el gobierno han acaparado y encarecido los artículos de primera necesidad, al punto de hacerlos inalcanzables para las masas productoras; y que b) Al ofrecer el aporte del país a la defensa continental –aporte que el pueblo ecuatoriano ha ansiado y ansía vivamente prestar–, se han omitido considerar los fundamentales aspectos relativos a la conservación y consolidación de la soberanía nacional, al tiempo que se han lesionado los intereses de sectores considerables de la población campesina. Esto ha provocado una peligrosa reacción popular que bien podría ser aprovechada por los agentes totalitarios que aún quedan en el país. Y así mientras en toda América se persigue al totalitarismo y a sus agentes nacionales y extranjeros, el gobierno ecuatoriano persigue precisamente a los luchadores antitotalitarios; mientras los gobiernos consecuentemente democráticos del Continente consolidan y fortalecen las instituciones democráticas en sus respectivos países, en el Ecuador se derogan esas instituciones o se las invalida en la práctica y se erige una dictadura que gobierna con “facultades omnímodas”, que establecen desde la pena de muerte hasta la prisión indefinida sin fórmula de juicio, imponibles a voluntad del Presidente; mientras en todos los países democráticos se establecen gobiernos nacionales por su contenido y representación, en Ecuador gobierna la camarilla de los políticos más corrompidos y nefastos, que ha dado en llamarse Partido Liberal, con prescindencia de los sectores verdaderamente representativos del país, y frustra y aplasta así todo anhelo de unidad nacional; mientras los gobiernos democráticos se empeñan en aliviar la miseria popular, en Ecuador los más
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voraces explotadores y acaparadores hambrean al pueblo desde el mismo gobierno; mientras los gobiernos auténticamente democráticos del Continente propenden a la defensa y fortalecimiento de sus economías nacionales, el gobierno ecuatoriano aumenta la dependencia de la economía nacional y acrecienta el carácter semicolonial del país y ahoga toda posibilidad de superación económica liberadora; mientras los Gobiernos más democráticos del Continente defienden su integridad territorial como fundamento de su existencia actual y de su desarrollo futuro, el gobierno ecuatoriano mutila el patrimonio nacional; mientras México y otros países de igual categoría asumen su papel en la defensa continental consolidando y fortaleciendo su propia soberanía y preparando su defensa, el gobierno ecuatoriano enajena la soberanía del Estado ecuatoriano y cae en el “entreguismo” traidor. Ecuador resalta así, paradójicamente: democracia por fuera, dictadura de tipo nazi, de traición nacional, por dentro.
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El Ecuador y la guerra21 Pedro Saad Señor Representante del Presidente de la República, Compañeros: Difícil tarea la de hablar esta noche del tema indicado por la Unión Sindical de Trabajadores: el Congreso de Trabajadores del Ecuador y el proceso de formación de la nacionalidad ecuatoriana. Pero el mandato estaba dado y había que cumplirlo; y aún venciendo dificultades de orden personal, aquí estoy a cumplir ese mandato. Quiero sí aclarar previamente que todas las opiniones que se emitan esta noche son de Unión Sindical, discutidas y meditadas por la Unión Sindical, exclusivamente opiniones de ella. Frente al Congreso de Trabajadores, Unión Sindical no pretende de ninguna manera imponer su criterio, no intenta hacer imperar su concepto respecto a la organización de dicho Congreso, ya que existe un comité organizador, encargado de esta tarea. Estas son nuestras personales opiniones, hablando en nombre de la Unión Sindical, y nuestro más ferviente anhelo, sería que todo el pueblo del Ecuador oyese estos criterios y que al mismo tiempo nuestras filiales y las otras centrales hermanas expongan sus distintos puntos de vista, de todo lo cual deberá salir el criterio definitivo acerca de lo que debe ser el Congreso de Trabajadores del Ecuador, esa gran obra de la reconstrucción nacional, a base de la clase obrera unificada. Hablar del proceso de formación de la nacionalidad ecuatoriana, es hablar de un proceso de lágrimas, de dolor y de sangre. Es a través del esfuerzo de siglos de un pueblo entero, cómo va forjándose una nacionalidad, construyéndose una Patria, que no se forma por la acción de las minorías, sino por la acción de las grandes masas, de los trabajadores, de los campesinos, de todos los hombres que con su esfuerzo construyen un país, aunque desde arriba no se lo quiere mirar así. Son estas masas del Ecuador las que se enfrentan a un momento crucial de la existencia del país, las que tendrán que decir la última palabra respecto a nuestro Ecuador, que, o se desintegra totalmente o encuentra el camino 21 Versión taquigráfica del discurso pronunciado a nombre de Unión Sindical de Trabajadores, 19 febrero de 1943, en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 19-29.
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definitivo de su salvación, y justamente este camino puede ser hallado gracias a la acción de la clase trabajadora ecuatoriana acaudillando al pueblo en general, en la gran obra de la reconstrucción nacional. El planteamiento que quiera esperarlo todo de un caudillo personal, está profundamente equivocado, en este momento de la historia, cuando los pueblos de la tierra se baten decisivamente para detener la barbarie del fascismo. Solo queda la acción decisiva de los pueblos, como la que realizan los Estados Unidos e Inglaterra, donde todas sus capas sociales están unidas en un mismo propósito, como la de los pueblos, chino y soviético, que en una acción mancomunada marchan hacia la victoria definitiva. Así también en el Ecuador, tenemos que formar una gran unidad nacional, para hacer el gran Ecuador del futuro, para empujar el progreso de nuestro país, para la liberación de nuestro pueblo. Va surgiendo esta nacionalidad a lo largo de la historia. En cada una de sus etapas hay algo que recogemos y hay algo que rechazamos, algo que es nuestra herencia y algo que tenemos que repudiar. En primer término la Colonia, que nos da un idioma, que crea la posibilidad de un desarrollo económico, superando el atraso del imperio incaico, que nos trae el espíritu generoso de las Leyes de Indias, con Fray Bartolomé de las Casas, que miraba compasivamente por los indígenas explotados. Pero al lado de esta herencia que recogemos estaba el encomendero, el abuelo del actual señor latifundista del Ecuador, el causante de toda la división, de todo el retraso que aún impera en nuestro país y en América Latina en general, el responsable de todo ese peso muerto del colonialismo, que, o lo destruimos hoy, o él nos destruirá a nosotros. A lo largo del proceso de la Colonia, dejando su sudor y su sangre en las minas, van los trabajadores, los indios y campesinos ecuatorianos, los artesanos de las poblaciones coloniales, construyendo nuestra nacionalidad. De allí arranca nuestra nacionalidad, ese es nuestro punto de partida, es la herencia, que recogemos del pasado, eso que no podemos rechazar, eso que reivindicamos con todas nuestras fuerzas, pero que reivindicamos con beneficio de inventario, clara y determinadamente, superando todo lo atrasado y aprovechando todo lo que es digno de aprovecharse. Luego viene la guerra de la independencia, la gesta libertadora magnífica en la que las masas oprimidas creyeron encontrar su liberación completa, y digo creyeron, porque al fin no la alcanzaron. Ese es nuestro segundo aporte, el segundo aporte del pueblo ecuatoriano a la construcción de esta nacionalidad; de los indios, de los mestizos, de los negros y los mulatos, que batallaron
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en Pichincha, que combatieron en Junín y Ayacucho, cuando toda la América era una sola, cuando no habían fronteras estrechas de nacionalismos mezquinos, porque había un destino común, como hoy también tenemos un destino común que cumplir: el de crear la gran América unida. Pero esa guerra de la independencia, que nos deja tan espléndido desprendimiento de egoísmo, en derroche glorioso de vidas humanas, que reclamamos como herencia nuestra, nos deja también un falseamiento de nuestra realidad, porque la guerra de la independencia no destruyó la Colonia, porque mantuvo todas las formas atrasadas de producción económica como un peso muerto que detenía el progreso y la construcción de la nacionalidad unificada, y porque solo significó un cambio en las relaciones políticas. El viejo encomendero se quedó agazapado en los riscos de la cordillera andina y entre los árboles de nuestros bosques tropicales, para impedir que la nacionalidad que había comenzado a formarse en Pichincha pudiera surgir heroica, grande y progresista. Ese era nuestro enemigo emboscado, era ya la quinta columna que hacía, desde entonces, su papel negativo, de traición. Entonces se llamó el encomendero, el gachupín y hoy se llama el señor feudal, el enemigo público número uno del pueblo del Ecuador. Y así va desenvolviéndose el proceso de nuestra historia republicana. De pronto, la nacionalidad en formación se encuentra en crisis. El territorio del país está invadido. El criterio de unidad está disperso. 1859, 1860, 1861: fechas trágicas para la nacionalidad ecuatoriana. Teníamos cuatro gobiernos distintos, en Guayaquil, Quito, Cuenca y Loja. El país parecía disgregarse. Entonces como en 1941 las tropas peruanas invadían el Ecuador; entonces como en 1941 el Ecuador aceptaba un tratado que mutilaba su territorio: en 1860 el tratado de Mapasingue, en 1941 el tratado de Río de Janeiro22. Pareciera que la historia se repite. Pero en 1860 adviene un milagro, encarnado en un hombre que ha sido combatido despiadadamente, que ha sido calumniado por los apasionados de la historia y que nosotros, revolucionarios del siglo veinte, venimos a reivindicar como uno de los grandes constructores de nuestra nacionalidad. Ese hombre calumniado y combatido es García Moreno, gran constructor de la nacionalidad ecuatoriana. García Moreno no es entonces sino un símbolo de este pueblo. Detrás de él van las masas del Ecuador, porque era un símbolo que expresaba la voluntad 22 En el texto original se pone por error el Protocolo de Río de Janeiro en 1941. La fecha real es el 29 de enero de 1942. (Nota del compilador).
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de triunfar, de construir la ecuatorianidad, de principiar la unidad nacional. Detrás de él van los hombres de nuestro pueblo, porque García Moreno se unió al pueblo, entendió sus problemas, vivió sus horas trágicas, supo comprenderlo, y su pueblo marchó hasta el final tras él. Mas no se crea que García Moreno no tenga también sus rasgos malos. Los tiene su obra como todo proceso histórico del Ecuador y del mundo. Si él trae un nuevo criterio de integración nacional, un nuevo sentido heroico para la lucha contra los enemigos del país, contra los enemigos de nuestra integridad territorial; si trae un gran criterio para el desarrollo técnico del país con la escuela politécnica, con la iniciación del Ferrocarril de Guayaquil a Quito, con la carretera que había de unir la Costa con la Sierra; si él quiso unir a este país partido y desunido que se llama Ecuador: junto a todos sus grandes méritos tenía el defecto fundamental de conservar al encomendero al lado, al encomendero que no supo suprimir, que no pudo liquidar, porque no había todavía una fuerza social capaz de empujar decisivamente a la destrucción de la encomienda. Esa es la tragedia de García Moreno: no fue culpa de él; culpa fue de su tiempo en el que aún no surgía una clase social capaz de encabezar la lucha contra el feudalismo, aún no aparecía un proletariado industrial, y no existiendo esta fuerza, mal podía García Moreno destruir el latifundismo. No hay hombres providenciales; hay fuerzas sociales en marcha que luchan contra el pasado, y como no hubo entonces la fuerza social necesaria para saltar a una nueva etapa, García Moreno no pudo culminar su obra. Hoy está el Ecuador en una situación histórica análoga pero hoy existe la fuerza social que antes no había, y esa fuerza sois vosotros, compañeros proletarios de Guayaquil y del Ecuador entero. Luego viene otro anhelo generoso y grande del pueblo ecuatoriano, sintetizado en otra figura grandiosa, a la que se acaba de rendir un homenaje, pequeño para la altura de la figura homenajeada, homenaje al que vosotros no habéis concurrido equivocadamente, por un error nuestro, por un descuido de quienes debimos haber orientado la conciencia de los trabajadores y haberlos llevado allá para que se vea que la clase obrera ecuatoriana reivindica como a uno de sus grandes hombres al General Presidente Eloy Alfaro. Nuevamente el pueblo marcha detrás de un jefe que ha vivido con él, que es la expresión humana de sus anhelos y de sus ideales. Nuevamente, marchan los hombres de Guayaquil, los campesinos de la costa, los indios con sus coroneles y generales, marchan esta vez tras Alfaro, hacia la Revolución Liberal, creyendo encontrar en ella la liberación definitiva, la liberación que pudo haber venido y no vino, porque otra vez el encomendero emboscado en los riscos andinos y en los bosques tropicales, apoderándose de la revolución,
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detiene su marcha, la desvía, y deja para nosotros la gran tarea histórica de continuar esa revolución y de llevarla hasta el fin. Con Alfaro otro gran constructor de la nacionalidad ecuatoriana, se da un paso más hacia adelante en la formación de nuestro país, sobre regueros de sangre campesina, de sangre de indios y montubios, va a crearse ese principio de democracia política ecuatoriana, democracia falsificada, democracia hecha pedazos tantas veces, pero democracia al fin, democracia que fue consagrada con sangre de nuestros hombres y que con sangre de nuestros hombres debe ser defendida y desarrollada hasta el final. El otro lado, el lado negativo de este proceso, es que la obra de Alfaro adolece de la misma falla que los intentos anteriores: de la falta de una clase social capaz de empujar hasta el fin la revolución anti-feudal. No se había formado una clase proletaria, no existía un proletariado desarrollado y unificado. La misma tragedia de García Moreno es la de Alfaro; la falta de una fuerza social, con una conciencia firme, con un verdadero criterio proletario anti-feudal, antilatifundista, capaz de destruir todos los restos de la encomienda. La Revolución Liberal se limita simplemente a aspectos políticos; no baja al fondo de la vida del país; no crea la posibilidad de que este pueblo alcance su liberación en el terreno económico. Así va el pueblo ecuatoriano de tumbo en tumbo, así va surgiendo nuestra nacionalidad, lentamente, forjándose en las haciendas y en las fábricas, con el desarrollo de su incipiente industria, con la construcción del ferrocarril que une la Sierra con la Costa, con el olvido de los rencores regionales, con la formación de los partidos políticos populares que con un criterio más exacto perciben mejor el proceso de desarrollo de la nacionalidad, y va también formándose con vosotros compañeros trabajadores, que estáis creando la futura Confederación de Trabajadores del Ecuador. Así marcha ese proceso y de repente una nueva conmoción estalla amenazando detener nuestro proceso de desarrollo: la invasión del territorio ecuatoriano, el descontrol y el caos, la dispersión de los elementos de la nacionalidad. Todos los principios de organización, de progreso y desenvolvimiento que al Ecuador había ganado a costa de sudor, a costa de sangre, peligran perderse, corren el riesgo de hundirse y quedar en nada. 1941, año trágico para la historia de nuestra Patria. Señor Gobernador, usted, Representante del Presidente de la República, debe recordar esa magnífica floración de entusiasmo que recorrió entonces el Ecuador entero, porque todos depusimos nuestros rencores personales, nuestras rivalidades, y nuestros odios, y allí estuvo unido el pueblo, ese gran
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héroe constructor de nuestra nacionalidad, dispuesto a jugarse la vida en la frontera, –como se la juega en las haciendas y en las fábricas–, para salvar al Ecuador y construir un país que hoy yace olvidado y retrasado. Desgraciadamente el esfuerzo no fue suficiente para salvar al país y llegó el Ecuador a una situación de crisis nacional, doblemente grave porque ocurría en momentos en que el mundo entero se debate en una lucha sin cuartel en que la humanidad toda está dividida en dos grandes campos, el de la democracia, el de la libertad, el del futuro grandioso del hombre, y, del otro lado, el campo del nazifacismo, donde solo están la barbarie y el crimen y el retraso de una edad media que se pretende traer al siglo veinte. Ambas situaciones se entremezclaron e hicieron más difícil nuestra muerte. El país no supo qué hacer, no tuvo caudillos, careció de organización capaz de vencer el punto muerto, no poseyó, aparentemente, una fuerza capaz de conducir la nacionalidad hacia adelante. Pero yo os digo, compañeros, que ese caudillo está naciendo, que está gestándose ya, y ese caudillo, no es otro que la clase obrera unificada, y su proceso de gestación no es otro que el proceso de organización del Congreso de Trabajadores. Allí va a nacer un caudillo y no un caudillo individual, no un caudillo personal. Va a nacer un caudillo colectivo, un caudillo de clase, una fuerza inquebrantable, firme y poderosa, con un claro criterio del desarrollo y del progreso en el siglo veinte que quiere para los años venideros una sociedad sin clases, una sociedad proletaria, en que sea realidad el lema de Marx: “Proletarios de todos los países, uníos”. Ese caudillo va a formarse pronto y va a formarse con las experiencias ganadas en los campos de batalla de las guerras de la independencia, con la experiencia ganada en los campos de combate de la reconstrucción nacional de 1860, y con la experiencia ganada en las jornadas de la Revolución Liberal. Es un proceso doloroso, un proceso trabajoso y difícil que va naciendo desde los obrajes de nuestra edad media y que nos conduce paso a paso, a través de numerosas y variadas circunstancias, hasta las luchas de nuestro siglo veinte. Esa experiencia está en vosotros, compañeros obreros. Entended bien que la clase obrera tiene un destino que cumplir, que ni ha de servir de núcleo organizador y dirigente de todo el pueblo, que no sois enemigos de otros sectores progresistas de la sociedad, que no es vuestro interés destruir nuestra incipiente industria, sino empujarla y desarrollarla, que no podéis hacer desaparecer los gérmenes de nuestro progreso industrial, sino, al contrario, cultivarlos y extenderlos, y que, vuestro único enemigo, vuestro enemigo fundamental, dentro del territorio nacional, el encomendero que sigue
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emboscado en los riscos de la cordillera y entre los bosques tropicales. Entended bien este problema y que el próximo Congreso de Trabajadores de 1943 sea entonces una magnífica culminación de vuestra labor de clase, que con un criterio de nacionalidad integral, con un criterio mundial de clase internacional, está luchando por libertar definitivamente a la humanidad. Debéis ver bien los problemas que se plantean en el mundo desde 1940, en una época en que la humanidad toda lucha sin cuartel contra los más feroces opresores que quieren destruir la libertad del hombre. Esto quiere Unión Sindical que sea el próximo Congreso de Trabajadores del Ecuador, y por eso mismo no quiere para este Congreso un planteamiento estrecho y sectario de los problemas. Quiere un planteamiento amplio y grande, un planteamiento que mire estas cosas fundamentales con toda claridad. Permitidme ser ahora un poco esquemático, y os ruego que me lo dispenséis, en razón de la necesidad de exponer estas cosas con un plan metódico, con una exposición sistemática. Voy a hablar ahora de cuales son a nuestro juicio los problemas que debe afrontar el Congreso de Trabajadores. Es necesario que este congreso afronte fundamentalmente el problema de la producción económica, que trate de encontrar el camino nacional para libertar nuestras fuerzas productivas que se hallan encadenadas, que encuentre la vía para llegar a un desarrollo técnico de nuestra industria y de la producción en general, y que al mismo tiempo destruya los rezagos del feudalismo y colonialismo que superviven en la economía; que se cree una producción fuerte, pujante y poderosa para resistir a la penetración de potencias económicas extrañas a nuestra nacionalidad, para poder defendernos de la presión de fuerzas extranjeras, de fuerzas que muchos de vosotros que me escucháis ya podéis imaginar que son el imperialismo. Que el Congreso encuentre el camino por el cual la clase obrera del Ecuador mire el problema de su industrialización con toda claridad y ponga en pie de guerra todas sus fuerzas para desarrollarlas plenamente a fin de que con ellas surja un proletariado robustecido, organizado, que será la fuerza que hará saltar al país a otras etapas más elevadas. Que entienda nuestro Congreso de Trabajadores, en términos económicos, el problema de la unidad latinoamericana, de manera que se produzca un desarrollo armónico de la industria en las diferentes zonas y países del continente, sin falseamiento de nuestras realidades, sin la creación de industrias ficticias que no responden a las posibilidades reales de nuestro suelo. Este es el primer gran problema que hay que resolver en el país, el del desarrollo de las fuerzas productivas, el de la liberación de nuestros enormes
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recursos humanos, y el aprovechamiento de esos recursos naturales, que aunque no muy grandes, son suficientes para abastecer a nuestro pueblo. El segundo gran problema que debemos afrontar es el de la defensa del capital humano. Hay que ver cómo se muere en el Ecuador. En el Ecuador no se vive. Se vive muriendo lentamente, desde que se nace hasta que se muere definitivamente. Es un vivir desesperado en medio de la falta de higiene, en las más primitivas condiciones, en la más lamentable despreocupación por la salud humana. Así perdemos nuestro capital humano que es lo más valioso que tenemos, perdemos al hombre, que es el que forma el pueblo y el que hace la nacionalidad. El Ecuador está en el límite más alto de mortalidad infantil; solo Chile le supera y por pocos puntos. Casi doscientos cincuenta de cada mil niños que nacen, mueren en nuestro país; mientras en países como Estados Unidos esta proporción va por debajo de cincuenta. ¡Cómo vive nuestro pueblo y cómo desaparece! He leído verdaderamente aterrorizado, un informe tan imparcial como el del Dr. Pablo Arturo Suárez, Director del Departamento Médico de la Caja del Seguro, quien afirma que el 100% de los niños de la provincia de Pichincha se encuentran atacados de parásitos y condenados a un grave peligro de muerte; que el 80% de los habitantes de multitud de parroquias en la sierra, padecen de bocio, como resultado de ciertas deficiencias alimenticias. Este es, pues, otro de los grandes problemas actuales: la defensa del capital humano. Sin hombres sanos, sin hombres fuertes, sin hombres que coman regularmente, no se puede construir una nacionalidad ni se puede tener democracia. El tercer gran problema que nuestro Congreso debe afrontar es problema de nuestra democracia, problema fundamental y decisivo para la vida del país. Que se deje paso a las mayorías nacionales, que no se falseen sus opiniones, cualquiera que sea su voluntad y el resultado de su expresión cívica, porque siempre el pueblo sabrá encontrar el camino justo que le corresponde y porque todo gobernante que quiera detener la manifestación de la voluntad popular, rompe de este modo la unidad nacional, impide el desenvolvimiento normal del país, trastorna el orden y realiza un verdadero acto de traición a la Patria, pues en estos momentos traicionar a la democracia, es traicionar a la Patria y a la humanidad. No puede el Congreso Obrero de 1943 olvidar este grave problema de la democracia interna. Si llegara a olvidarlo no estaría a la altura de sus deberes históricos. O cumple el Congreso con estos deberes o no merece llamarse un congreso de trabajadores y mucho menos en un país como éste, donde la democracia es un grande y viejo anhelo.
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Y el último de los grandes problemas que nuestro país debe afrontar y con él el Congreso de Trabajadores de 1943 es ganar la guerra. La guerra actual es una lucha en todos los frentes del mundo, es un combate de toda la humanidad, que no solo interesa a los países que están combatiendo activamente, sino también a los otros países que tienen una participación indirecta. Es una guerra que interesa a los ecuatorianos todos, a los campesinos y a los indios, al pueblo en general, porque de la solución que esta vez tengan los problemas mundiales, saldrá también una solución para los problemas de nuestra nacionalidad. Por lo mismo, no podremos mirar esta guerra con el criterio del avestruz que ha metido la cabeza en la arena del desierto, para ignorar lo que pasa a su alrededor. ¡Esta guerra es nuestra también! La estamos peleando nosotros al igual que los demás pueblos de la tierra, y vosotros, obreros de Guayaquil, que hicisteis un paro anteayer, en homenaje a los judíos caídos como víctimas inocentes de esta guerra, nosotros ecuatorianos, que todos los días, cuando ponemos en tensión las fuerzas de nuestra producción económica, estamos ayudando a ganarla, nosotros todos, digo, tenemos un papel que jugar en esta guerra y algo que obtener de la victoria. Este es otro de los asuntos fundamentales que deben ocupar al Congreso de Trabajadores que se va a reunir. Construir esa gran unidad nacional de que nos habló el compañero Altamirano para contribuir a ganar la guerra, y para ello es preciso poner al máximo de tensión la capacidad productiva de nuestras fuerzas económicas, poner orden en nuestra producción, no omitir esfuerzos en favor de la victoria y hasta movilizar militarmente nuestro país. No esperar que la defensa de nuestras costas la hagan fuerzas extrañas. El Ecuador no es solo una unidad territorial; es la combinación del territorio con los hombres que viven sobre él, y no podemos poner al servicio de ganar la guerra únicamente el territorio, sino que debemos poner también el esfuerzo de nuestros hombres. Mirad el ejemplo grandioso del pueblo cubano que entiende claramente las cosas, que ha reclamado un puesto de lucha en los frentes de combate y que cuando se abrió la inscripción de los registros militares, el primero que se inscribió fue su Ministro de Defensa Nacional y el segundo, el gran jefe popular de Cuba, aquél que tuvimos el honor de tener entre nosotros, Blas Roca. Ese ejemplo nos traza una norma a seguir: que el pueblo ecuatoriano movilice todas sus fuerzas para el fin de ganar la guerra. Que con la ayuda técnica del ejército norteamericano y con el aporte nacional de los ecuatorianos se haga la contribución de la defensa de nuestras costas que es parte de la defensa del continente, porque así formaremos un ejército con criterio de vencedor y no con criterio de vencido, como desgraciadamente tenía el nuestro en el sainete de Zarumilla.
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Ganar la guerra en estos momentos es para nosotros contribuir a la construcción de una nacionalidad, y es al mismo tiempo poner en tensión nuestras fuerzas económicas y hacer la defensa de nuestro capital humano. Para todo eso es necesario, es indispensable, la alianza de la clase obrera con todas las otras clases sociales del país, dejando al lado únicamente al encomendero, que es nazi, y únicamente a los quintacolumnistas que son nazis sin ser encomenderos. No queremos plantear exageradamente los problemas y las tareas del Congreso de Trabajadores. Su misión es relativamente modesta y sencilla Se reduce a una condición relativamente fácil, pero indispensable: una clase obrera organizada como núcleo de la unidad nacional, para ganar la guerra. Esta es la consigna del momento. Para realizar este ideal, la clase trabajadora de todo el país está dispuesto a colaborar con todos aquellos que quieran marchar por este camino con todos los que quieran tomar medidas prácticas en este sentido. Señor Representante del Presidente de la República: decid al primer mandatario de la nación que la clase obrera del país tiene ya un criterio claro sobre lo que debe hacer el Ecuador, posee un programa respecto a la construcción nacional, que por ese camino va marchando segura y firmemente y que estaría dispuesta a apoyar todas las medidas concretas, todos los procedimientos que se adopten para realizar este ideal para la clase obrera, este anhelo de la reconstrucción nacional. Sería una gran satisfacción para la clase obrera encontrarlo en ese camino y marchar juntos para construir un país progresista, sin egoísmos ni estrecheces, con un gran criterio americano, pero con un profundo sentido nacional. Esperarnos que el primer mandatario del país haya visto cómo en el resto de América, gobernantes y gobernados se hallan ligados por un solo ideal para ganar la guerra y para construir después un mundo democrático, sin explotación, donde impere la libertad. Decidle al señor Presidente que aquí también tenemos el mismo empeño y que estamos dispuestos a deponer los rencores, bien o mal fundados, no es el momento de analizarlos, a olvidar las animadversiones, bien o mal fundadas, que antes nos han separado. Pero que en esta hora de imperativos patrióticos, cuando el hombre del Ecuador, por medio de su Presidente ha paseado por toda América, queremos encontrarnos con él para marchar juntos a los acordes del himno nacional.
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Es indispensable la unidad de todos los ecuatorianos sobre la base de un programa democrático23 Partido Comunista del Ecuador Comité Central Quito, a 24 de julio de 1943 Señores Delegados Nacionales de Alianza Democrática Ecuatoriana Presente. Distinguidos señores: El Comité Central del Partido Comunista Ecuatoriano ha observado con mucho interés, el movimiento patriótico que ha culminado en la formación de Alianza Democrática Ecuatoriana y ha leído, con complacencia, su primer manifiesto. Las acertadas consideraciones de dicho documento dan relieve indiscutible a la grave situación de nuestro país. Ningún ecuatoriano, menos aún, ninguna fuerza política pueden desconocer la importancia de este hecho ni negarse en consecuencia, a aportar la suma de sus esfuerzos para solucionarla. Como resultado complejo, largo y fatal de una serie de causas, el Ecuador ha caído en un estado de postración económica, de escepticismo cívico, de trágica miseria y total desorganización; no otra cosa que consecuencia de esto fue la desintegración territorial de que hemos sido víctimas. Las masas populares, que entregan su vitalidad a la labor de la tierra y a la producción general de la riqueza nacional agonizan sin pan, sin habitación, sin ninguna atención, sin libertad. Nuestro partido ha venido haciendo un análisis sistemático y severo de la situación general del país, de las causas de su postración, de las consecuencias que tiene para la vida misma de los trabajadores y ahora aprovecha de esta ocasión para haceros presente su pensamiento. 23 Tomado de: un recorte de periódico. Archivo del Dr. Manuel Medina Castro, en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 65-67.
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Vivimos en el momento crucial de nuestra historia, en cuyas páginas gloria y sacrificio debemos afirmar la fe de nuestro destino. Se levanta ente nosotros el dilema de ser o ser. Dejar correr este sombrío proceso de disolución sería imperdonable: detenerlo es nuestro deber y abrir así una época constructiva, progresista, en la que, con la libertad política, hagamos la prosperidad del país y levantemos a un alto nivel de vida a nuestro pueblo. Así como en los momentos de peligro internacional depusimos las luchas partidaristas, consiguiendo la paz interna, también ahora es indispensable hacer lo mismo y buscar la unidad de todos los ecuatorianos, sobre la base de un programa democrático y de un plan de acción común, para trazar de esta manera una trayectoria política definida hacia lo que los ecuatorianos hemos venido repitiendo como consigna imperativa: la reconstrucción nacional. Los comunistas, es obvio, tenemos un criterio doctrinario particular. Fundamenta nuestro partido su lucha política en el método científico del materialismo histórico, vigorosa corriente del pensamiento humano. Como comunistas, tenemos un acervo doctrinario, un método de lucha y un programa orgánico y sistemático de solución de todos los problemas humanos. Sostenemos que solo el socialismo creará las condiciones definitivas para la prosperidad, la felicidad y la libertad de todos los hombres en todo el mundo. Mas esta convicción no nos hace perder el sentido de la realidad. Sabemos que la historia es un proceso sin solución de continuidad y que antes del triunfo del socialismo nuestro país tendrá que superar una serie de etapas intermedias. Por eso, en esta hora de nuestra historia nacional los comunistas tenemos un programa realista, ajustado a las condiciones concretas que vivimos y a las necesidades inmediatas de nuestro pueblo. El Ecuador no está desligado de los demás países de la tierra; la cultura, las relaciones económicas, los medios de comunicación son lazos de unión indiscutibles. Particularmente, hoy vincula a nuestro país con los demás pueblos libres la lucha contra el fascismo, la lucha por la democracia, fórmula política que hace posible la libertad y la dignidad humanas. Los ecuatorianos tenemos que aceptar, en todo su alcance, este mandato, porque la suerte de la democracia mundial está ligada a la suerte de su propia democracia. La tiranía echaría raigambres definitivas en los países pequeños y débiles, si la democracia fuera derrotada en la guerra mundial. Al contrario, participando intensamente en esta lucha, le será posible al Ecuador, dar solución positiva a muchos de sus vitales problemas, entre los cuales se cuenta el desarrollo progresivo de su economía y lograr, en la paz, la defensa de los intereses nacionales y la reparación de las injusticias cometidas contra su soberanía.
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Es indispensable restaurar la libertad política, hacer que se respeten las manifestaciones democráticas, suprimir el fraude electoral, eliminar la constante amenaza policial, imponer el cumplimiento en todas sus partes, del Código del Trabajo, conquista máxima de las clases trabajadoras. Necesitamos un clima de libertad en que el pueblo pueda formular sus pedidos, buscar las rutas de su ascenso y lograr sus realizaciones de todo orden. La mixtificación de las instituciones democráticas, la desorganización administrativa, la miseria popular, la falta de vigor de nuestra nacionalidad se origina, en definitiva, en el retraso de nuestra economía. El feudalismo agrario, rezago de la Colonia, frena nuestro desarrollo técnico. La industria se mantiene incipiente, la producción agrícola e industrial no alcanza a llenar ni siquiera las necesidades del consumo interno, nuestro sistema vial es mínimo e inadecuado, casi la totalidad de nuestra riqueza potencial no ha sido aprovechada; faltan escuelas, y las condiciones higiénicas más indispensables, aún en los centros urbanos de mayor importancia. Este retraso económico y cultural es lo que permite el predominio de pequeñas oligarquías y la sumisión total de las mayorías. Necesitamos superar los vicios de nuestra economía y planificar su desarrollo progresivo. Debemos aprovechar las condiciones creadas con la guerra y la política crediticia de Estados Unidos de Norteamérica para incrementar la producción y establecer una industria básica nacional. Es este el postulado económico que en este momento sustenta el Partido Comunista Ecuatoriano. Su cumplimiento dará los recursos necesarios para elevar el nivel de vida del pueblo y para sacarlo de las ominosas condiciones en que vegeta. La reconstrucción del país no será posible sin revitalización del pueblo ecuatoriano; sin que sea liberado de la explotación y la miseria. El pensamiento político de nuestro partido arranca del laborioso contacto con los sufridos hombres del pueblo que integra sus cuadros y que estudian sus tesis. De esta nuestra honrada y leal exposición concluimos constatando la unidad esencial que existe en nuestro manifiesto. Creernos que Alianza Democrática Nacional ha dado el primer paso; agrupar en una sola fuerza a diferentes sectores del país; el inmediato debería ser el concretar esta unidad en un programa político y en un plan conjunto de acción. Entonces, estará en posibilidad de cumplir la tarea histórica y patriótica que se ha propuesto. Si ella adquiere, como tiene que adquirir, de esta manera, una profunda raigambre popular que hace de su programa, un programa del pueblo ecuatoriano, su aparición señalará el comienzo de la verdadera reconstrucción nacional.
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El Partido Comunista Ecuatoriano, siempre a su pueblo declara que está dispuesto a participar en un gran movimiento que garantice el futuro ecuatoriano, glorioso y progresista. De los distinguidos Delegados Nacionales de Alianza Democrática Ecuatoriana. Por el Comité Central del Partido Comunista Ecuatoriano. Gustavo Becerra Secretario General
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Puntos programáticos24 Alianza Democrática Ecuatoriana Alianza Democrática Ecuatoriana se constituyó para “luchar por la restauración del orden democrático y por la unidad nacional”, y está integrada por los Partidos: Conservador, Liberal Radical Independiente (ala izquierda y progresista del liberalismo ecuatoriano), Socialista, Vanguardia Socialista Ecuatoriana, Comunista, Frente Democrático Nacional, Unión Democrática Universitaria del Ecuador. Tiene un programa que será difundido desde esta columna, y que es el resultado de la discusión entre todos los partidos. Esta alianza alrededor de un programa de aplicación inmediata, progresista nacional, ocurre por vez primera en el Ecuador y adquiere un significado: las fuerzas de la nacionalidad y el justo desarrollo de la historia ecuatoriana, están en marcha. La Unidad Nacional es sustancialmente distinta a todas cuantas unidades temporales y con fines inmediatos se han realizado en este país, y su amplitud como profundidad corresponde a la tarea que asume Alianza Democrática Ecuatoriana. La Unidad Nacional tiene como primera finalidad la de organizar las fuerzas vivas del país para su defensa no solo de los peligros nazistas, fascistas, militarista japonés, etc.; sino de todo cuanto peligro de agresión internacional exista. O de librarlo de la opresión, cualquiera que fuese la forma asumida por ella. O salvarlo de alguna amenaza inminente. La Unidad Nacional es el camino más claro, sincero y leal para restaurar el orden democrático en el país; y el orden democrático manifestado en forma de gobierno; apoyado éste por la ciudadanía toda, soportado y mantenido por ella, capacitará al país para hacer uso y beneficio de las mejores fuerzas creadoras, para superar los vicios que han infestado nuestra historia. Alianza Democrática Ecuatoriana, luego de discutirlo entre delegados de partidos, presenta a la ciudadanía sus Puntos programáticos, pues, un programa es credencial y garantía cuando la masa ciudadana se apodera de él, se consustancializa con él. Y no es otra, nuestra patriótica ambición. Cuando pensamos en la calidad de la Unidad Nacional creemos que debe ser la intervención de toda la ciudadanía, de los grupos organizados para sus luchas gremiales y sindicales, para obtener 24 Tomado de: El Universo, sábado 18 de diciembre de 1943, en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 117-119.
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sus reivindicaciones específicas; los sectores de ciudadanía no organizada política ni sindicalmente, la que debe decidirla. Y nuestro programa aspira a responder a esa calidad de la Unidad Nacional. He aquí los: PUNTOS PROGRAMÁTICOS DE ALIANZA DEMOCRÁTICA ECUATORIANA 1. Establecimiento de una verdadera democracia que tenga como base la voluntad popular, expresada libremente por medio del sufragio. Estímulo material y moral al culto y a las manifestaciones del espíritu cívico, inculcando en las masas el orgullo de la nacionalidad. Plena libertad para la organización, propaganda y desenvolvimiento de los partidos políticos democráticos nacionales. Respeto irrestricto a las garantías constitucionales. Mantenimiento de un justo equilibrio entre los poderes públicos, evitando su centralización y garantizando su independencia. Firme depuración administrativa, tecnificando los servicios públicos y con miras a establecer la carrera administrativa, a base de capacidad y honradez. 2. Organización de la economía ecuatoriana, de acuerdo con las necesidades vitales del país y de las circunstancias impuestas por la guerra y la post-guerra, a base de una comisión técnica que planifique la economía nacional; comisión en la que participarán tanto los organismos patronales, como los de trabajadores. Protección y desarrollo de la Agricultura e Industria nacionales, con finalidad a la utilización creciente de nuestras materias primas. Elevación de la capacidad productiva por medio del cultivo técnico de las grandes extensiones de terrenos incultos, mediante el establecimiento de cooperativas de producción y consumo apoyadas y fomentadas por el Estado. Incremento de la pequeña propiedad. Organización de Cajas Provinciales de Crédito Agrario-Cooperativo. Plan de vialidad que contemple las necesidades productivas, industriales y agrícolas del país, así como su defensa territorial. Mejoramiento de la condición social del campesino, procurando su elevación moral y su liberación económica. Construcción de la vivienda campesina y concesión de crédito agrícola a los trabajadores de la tierra. 3. Elevación del nivel económico y moral de las clases trabajadoras del Ecuador. Establecimiento del salario vital en toda la República, con miras a conseguir la adopción legal del salario familiar. Fijación de precios máximos efectivos para los productos de primera necesidad; determinación de los precios en
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el mercado, por medio de un eficaz control en la producción, importación, exportación y consumo, mediante estadísticas técnicamente elaboradas, con el fin de eliminar el acaparamiento y la especulación. Incremento de la cultura popular y de la higiene en ciudades y campos. Incorporación del indio y del montubio a la vida nacional. Libertad y estímulo para la organización sindical de las clases productoras del país. Ampliación efectiva y perfeccionamiento de las leyes del trabajo. Ampliación de los servicios de las Cajas de Previsión, sin nuevas imposiciones a sus afiliados. Revisión técnica de la política tributaria con tendencia a la reducción de los impuestos en beneficio directo a la mayoría ciudadana. 4. Intensificación de la enseñanza, especialmente de la primaria y rural; creación de facultades técnicas en las universidades. Revisión de los sistemas pedagógicos vigentes. 5. Instrucción técnica, moralización y vigorización de las instituciones armadas nacionales, convirtiéndolas en fuerzas democráticas, capaces de defender con eficiencia la soberanía nacional y nuestro prestigio internacional; así como cooperar a la defensa continental contra el totalitarismo. 6. Robustecimiento de la personalidad internacional del Ecuador e intensificación de sus relaciones con los demás Estados americanos, en afán de confraternidad y comprensión. Establecimiento de un estrecho intercambio comercial y cultural, procurando orientar el desarrollo de nuestra economía en concordancia con las demás del continente. 7. Firme apoyo a las Naciones Unidas en su lucha por la Democracia. Colaboración efectiva en la Defensa Continental. Represión de todas las actividades nazi-fascistas y generalmente antidemocráticas, que ponen en peligro a la nación y al continente. Colaboración decidida para alcanzar una paz universal permanente sobre la base de la reparación de toda injusticia. La Sección Provincial del Guayas de Alianza Democrática Ecuatoriana, iniciadora del movimiento, que obtuvo de los directivos nacionales de sus respectivos partidos la constitución del organismo con carácter nacional, en la Capital de la República, está integrada así: Delegados de los Liberales Radicales Independientes: Dr. Francisco Arízaga Luque, ex Presidente de la Asamblea Constituyente de 1938, Primer Director de ADE, Sec. Prov. del Guayas; Dr. Armando Espinel Mendoza, ex Diputado.
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Delegados del Partido Conservador: Sr. Efraín Camacho, Secretario de Asuntos Políticos; y Sr. Francisco P. Illingworth. Delegados del Partido Socialista: Dr. Carlos Palacios Sáenz, Secretario General del Consejo Provincial del Guayas del PSE; Dr. Ángel F. Rojas, ex-Secretario General del CP del G. del PSE, Secretario General de ADE. Delegados de Vanguardia Revolucionaria Socialista Ecuatoriana: Dr. Alfonso B. Larrea, ex Ministro de Estado, Segundo Director de ADE; Ing. Absalón Ordóñez. Delegados del Frente Democrático Nacional: Dr. Aparicio Plaza Sotomayor; y Sr. Juan Gmo. Martínez, Sec. de Economía de ADE. Delegados de Unión Democrática Universitaria: Sr. Alejandro Idrobo Rosales; y Sr. Franklin Pérez Castro. Delegados del Partido Comunista del Ecuador: Enrique Gil Gilbert, Sec. de Propaganda de ADE, Secretario General Sec. del Cte. Regional del Litoral del PCE; Sr. Enrique Barrezueta, Sec. de Economía de ADE. Secretaría de Propaganda de la Sección Provincial del Guayas de Alianza Democrática Ecuatoriana.
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Replanteamiento del problema del indio25 Joaquín Gallegos Lara Una presencia se hace evidente en su país, para todo ecuatoriano de sensibilidad nacional: la del indio. Constituye las dos terceras partes del total de la población. Ocupa, sin poseerlo, el 60% del territorio del que fueron dueños absolutos sus antepasados y a cuyas glebas está hoy él atado, esclavizado por los nietos de los extranjeros invasores. Una familia india ecuatoriana vive un año con la misma cantidad que proporcionalmente gasta en un día, el más humilde trabajador norteamericano. La experiencia social y psicológica del indio, se compone de una choza inhabitable por lo ruin, fría y sucia; un monótono horizonte de cerros; trabajo de sombra a sombra; tosca o insuficiente alimentación; látigo de feroces capataces mestizos, y, para callar su rebeldía, bala de parte de los habituales gobiernos de terratenientes. Semejante situación para dos millones, en una nación de tres millones de habitantes, no puede producir sin afectar hasta sus cimientos la vida de esa nación. No impunemente, para el destino histórico ecuatoriano se mantiene a la mayoría abrumadora de los ecuatorianos, alejados de la cultura, de la política, del consumo, de todo, fuera de la servidumbre agrícola en que actúa como una máquina animal. La cuestión india es continental. En Ecuador, Perú, Bolivia, Paraguay y Norte argentino, la explotación extrema del indio es uno de los cánceres que corroen las entrañas de la civilización, junto con los restos de la trata de negros en África, el linchamiento de los mismos en el Sur Feliz Norteamericano y la subyugación bestialmente racionalizada de los obreros en la Alemania nazi y el Japón imperial. A la llegada de aquel viaje famoso “que hizo a la España grande y a Colón inmortal”, América era un mosaico de pueblos, probablemente originarios a la vez de Asia y Polinesia, que por los grados de desarrollo, iban desde la edad de piedra hasta un nivel comparable al de la cultura europea de la época. El historiador Solís, que había sido en el viejo mundo un viajero despierto, 25 Tomado de: Joaquín Gallegos Lara, “Replanteamiento del problema del indio” [1944], en Alejandro Guerra Cáceres, Páginas olvidadas de Joaquín Gallegos Lara, Guayaquil, Universidad de Guayaquil, 1987, pp. 215-220.
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asegura que Tenochillion (México), cuando él la conoció, era una ciudad más vasta, más poblada, más rica y más bella que París o que Venecia, por el mismo tiempo. Y no se diga que Madrid, aldea de barracas desde la que se gobernaba el mundo, hacia el año 1500. La teocracia sanguinaria de los aztecas se imponía militarmente sobre las ruinas de varias culturas en las mesetas mexicanas. En América Central, en tierras semejantes a las hindúes, la tremenda y húmeda vegetación tropical, ahogaba cada siglo una civilización distinta, destruida por la fiebre amarilla, los mosquitos gigantes o la agresión de inmigrantes más bárbaros. A pesar del suelo aguanoso, los mayas construían sus ciudades, tiradas a cordel, y sus templos y calendarios calculados a base de ciencia astronómica-matemática, en piedra que dura todavía. Los chibchas y caribes, con su incipiente organización tribal, poblaban eso que en el mapa semeja la cabeza de un puma y que es el norte del continente sudamericano. El Estado teocrático, comunista y autocrático, a un tiempo, de los quichuas, verdadera feralogía de la historia, fue la forma más alta de civilización que encontraron los españoles en América. Este imperio, montado sobre los Andes, se extendía desde Colombia hasta Argentina. En el seno de sus ayllus colectivistas, los orejones y curacas, representantes del Inka Hijo del Sol, por voluntad de prolongación hereditaria de poder, iniciaban el desenvolvimiento de la propiedad privada, marcando hacia esas formas sociales que en Europa se denominaban feudalismo. Pero la de los quichuas era una civilización sin rueda y sin ganado mayor. Su perspectiva estaba limitada por las posibilidades del uso del hombre como máquina animal, limitación que, en su hora, había paralizado a Egipto, Babilonia y aún a Grecia. Por feudales que fueran, los españoles traían el impulso de una civilización más dinámica, dueña de una técnica más progresista: navegación a largas distancias –demostrada por su misma presencia irruptora–; rueda; arados con bueyes; armas de fuego. Como en tantas otras ocasiones, la brutalidad representaba el porvenir. En esos años se cometió la injusticia que es el pecado original de nuestro continente: a las tierras descubiertas por Colón, en lugar de nombrársela Colombia, se les dio el nombre del primer periodista que escribió una crónica sobre ellas, que era a la vez el primer cartógrafo que trazó su contorno en un mapa. Al nuevo mundo se lo denominó con el nombre del cronista Vespucci. La encomienda y la mita no fueron sino la forma que el feudo español peninsular revistió al trasladarse a las colonias. Derrotada la revolución
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democrática en España, afianzada la edad media reaccionaria allá, los españoles no podían traer a América sino lo que tenían: edad media. Obrajes artesanales primitivos, fueron la industria; feudos hasta el límite de las tierras para sembrar, la agricultura; infiernos subterráneos llamados mitas, la minería. Cuatro Papas de Roma discutieron si los indios eran seres humanos o animales. Al fin uno, acordándose de la fraternidad humana sustentada por Jesús, admitió que son hombres. Fray Bartolomé de las Casas, súbdito de Roma, sintió por su parte, piedad del indio, Propuso reemplazarlo, para la esclavitud y para la muerte, con el negro importado de África. Siempre la piedad es así. Lo que cuenta para el hombre es la solidaridad del hombre. En sí mismo, no es un mal que los españoles implantaran su feudalismo, en sustitución de las culturas primitivas. Lo que constituyó la tragedia de América, como allá de la España, fue la perpetuación de ese feudalismo. Este se fosilizó. No cedió ni el puesto ni cuando las armas libertarias de la independencia procuraron barrerlo. Aun hoy supervive en España y en América hispana, como factor de atraso y de reacción. Así hoy, el problema del indio es el mismo que a la llegada de los españoles: es el del feudalismo sobreviviente, el de la posesión de la tierra. Ni un solo día en nuestro país, en la costa o en la sierra, los indios o montubios, han dejado de ser siervos de la gleba en las haciendas establecidas de acuerdo con un sistema da propiedad exótico y medieval. En América, solo México ha intentado resolver sistemáticamente el problema del indio. Se ha resuelto a saberse, ser y vivir, como una nación india, dejando a blancos y mestizos sus papeles de minorías. Ha devuelto, sin indemnización, buena parte da las tierras a sus legítimos dueños, los que las cultivan. Ha puesto armas manos de los peones. Emiliano Zapata, para honra de humanidad, fue mejicano. Veinte soluciones sustitutas de la verdadera liquidación del feudalismo, han sido propuestas para el problema del indio, por estadistas y políticos, escritores y escribas, en toda la América. Se han lloriqueado como los cocodrilos por el destino de la “raza vencida”. Los pedagogos han sostenido que el problema del indio era educacional; los médicos han afirmado que el problema es biológico; los frailes que es la cuestión religiosa; los abogados que depende de las leyes; los poetas que de la poesía. Un criticoide, literalmente nonato, desde Cuenca (Ecuador), aseguró que no eran los gamonales los autores de la esclavitud india, sino los novelistas, porque, según su pobre caletre, expresar en grandes obras artísticas literarias como Huasipungo, por ejemplo, la tragedia indígena, era una manera de “explotar” al indio.
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Moisés Sáenz, gran mexicano, ya fallecido, representante de su gran Patria en Quito, escribió un magnífico libro acerca del indio ecuatoriano. Pío Jaramillo Alvarado, auténtico sabio y sociólogo activo, ha descrito con aguda veracidad y fuerza en una obra de ciencia, la vida del indio en nuestro país. Antonio García, verdadero gran colombiano, también ha clamado contra la explotación infame de la mayoría ecuatoriana del Ecuador de cobre. Varios otros libros y folletos se han ocupado del problema del indio entre nosotros. La literatura de los últimos quince años, al hacerse nacional, forzosamente se volvió india. Poesía y novela realistas, han llevado por el mundo girones de nuestra trágica vida. Personalidad paralela a la de Emiliano Zapata en la acción, es en la doctrina histórica y la sociología, la personalidad del más grande de los americanos: José Carlos Mariátegui. Este genio del marxismo en América, no obstante las limitaciones de su época, planteó por primera vez en sus justos términos el problema del indio. En el libro 7 Ensayos, en el capitulo “Requisitoria contra el gamonalismo o feudalidad”, Mariátegui estableció científicamente que el problema del indio es económico, es el problema de la tierra. El movimiento que sustenta el socialismo científico en el continente, debe a Mariátegui la primera formulación correcta del problema del indio. Hoy la primera Asamblea Constituyente producto de elecciones democráticas libres, genuina expresión del pueblo ecuatoriano de las ciudades y los campos, está reunida en la Capital, para darnos una Carta Política digna del pueblo y de nuestro tiempo, el problema del indio debe ser replanteado en su cruda verdad. No es sentimental, no es educacional, no es biológico, no es moral, no es legislativo, no es literario: el problema del indio es el problema social más grave de la nacionalidad ecuatoriana. Implica todos los aspectos mencionados, a la vez. Va más allá de ellos; es el problema da la propiedad de la tierra, o la tierra vuelve a la posesión de sus legítimos dueños, los indios y los montubios, o el Ecuador seguirá hundido en el pantano del atraso feudal. O se decreta una reforma agraria pacífica y progresiva, que devuelva la tierra a los que la fecundan con su sudor, o las peonadas de la sierra y de la costa, hartas de servidumbre de la gleba, van a tomar el fusil, como en México, contra los hacendados. La democracia garantiza la reforma agraria, la solución pacífica. Esa es la que aguarda América del Ecuador.
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El desarrollo del capitalismo en el Ecuador26 Joaquín Gallegos Lara Frecuentemente nuestra América ha sido víctima de intereses forasteros. El báltico Keyserling nos utilizó como campo para su metafísica. André Siegfried nos despreció comparándonos con los yanquis. Herr Hitler nos basureó como a pueblos inferiores. Mas, hasta sedicentes marxistas, en pretendidas historias nuestras, han identificado la estructura social de estas naciones con las colonias centroafricanas y polinesias. En realidad, lo que caracteriza a la mayoría de los países hispanoamericanos es el choque de tres fuerzas sociales: la herencia feudal española, la intervención económica de Inglaterra y Estados Unidos y, final y decisivamente, el desarrollo de nuestros capitalismos nacionales. Sin duda, las primeras formas de economía de salario aparecieron en las ciudades ecuatorianas, antes de la expulsión de los españoles. La vida se volvió demasiado complicada desde 1830, en que Flores fundó la república, para que el trabajo pudiera seguir siendo producto de la servidumbre de la gleba, de la doméstica y del artesano. Los primeros salarios y sueldos, se pagaron en este Estado Nacional ecuatoriano que en sus monedas y papeles se llamaba así mismo el Ecuador en Colombia. La lenta segunda mitad del siglo XIX es el lapso en que se desarrollan las primitivas formas de nuestro naciente capitalismo. En las haciendas de ganadería, arroz, legumbres y frutas, para consumo interno, la producción podía haberse estado realizando a base de servidumbre feudal. Se usaba los hijos y nietos de los esclavos que libertó recién en 1853 el presidente Urbina, dando cumplimiento al mandato de Bolívar de treinta años atrás. El cacao no podía seguir produciéndose así. Era demasiada la cantidad de quintales que exigían desde Liverpool y Nueva York, para la industria del chocolate. Los patriarcales siervos no podían sembrar, cosechar, secar, ensacar y estibar tanto. Además la exportación engrosó brutalmente eso que Marx llama “acumulación primitiva”. Hacia 1880 nuestra agricultura se vio obligada a adoptar en gran escala el sistema de salario. 26 Tomado de: Joaquín Gallegos Lara, “El desarrollo del capitalismo en el Ecuador” [1944], en Alejandro Guerra Cáceres, Páginas olvidadas de Joaquín Gallegos Lara, Guayaquil, Universidad de Guayaquil, 1987, pp. 209-213.
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El cacao fue el capitalismo. Como es natural, rápidamente el hecho económico se volvió hecho histórico. El crecimiento de una burguesía exportadora, con su proletariado agrícola productor y su proletariado portuario estibador, condujo a la Revolución Liberal (5 de junio de 1895). El resultado fue la hegemonía nacional de los bancos guayaquileños –Comercial y Agrícola del Ecuador– que se fundaron para manejar la riqueza que el cacao traía, y que no cabía en las manos de los gamonales, estupefactos por el gordo de lotería que constituía “la pepa de oro”. Entre tanto, Quito dormía, arrullada por las campanas de sus madrugadas. Guayaquil era la ciudad capitalista. Venciendo la mortalidad infantil, la fiebre amarilla y la bubónica, su nivel demográfico crecía a saltos. Concentrar cien mil personas en un círculo urbano, tanto en la antigüedad egipcia o grecolatina, como en el mundo moderno, implica establecer un capitalismo. Una urbe tan poblada no puede vivir sin una “industria ligera”, vasta que le suministre sus medios. Una de esas industrias ligeras –fideos, aguas, zapatos, cigarrillos– surgió en nuestra ciudad. Guayaquil convirtió a los artesanos de sus suburbios y a los montubios de sus campos, en obreros industriales de la veintena de fábricas que necesitó. Los hizo portuarios de la rada en que acogía diez barcos cada día. Fue bastante más tarde (que) Quito desarrolló sus fuerzas productivas. La población había crecido. Requería su propia industria ligera. El mercado exigía. Las posibilidades del medio geográfico tuvieron que industrializarse capitalistamente. Así nació la industria textil de nuestra sierra. Toda su región norte, con Quito y Ambato como núcleos, se hizo fabril. Se levantaron edificios grises, albergando telares, –remotos afines a los de Manchester– sobre las colinas de verdor idílico de la meseta andina. Se equilibró el peso económico en la balanza de la vida nacional. La costa tenía ya su capitalismo; la sierra lo desenvolvió con su industria textil. El proletariado y el sistema bancario, inherentes a esta clase de desarrollo, aparecieron en Quito como antes en Guayaquil. Y este fenómeno social se reflejó en la historia con no menos vigor que el del cacao, determinante a su hora de la revolución del 95. El progreso de la industria textil y de fuerzas bancarias de Quito produjo a su hora el 9 de julio de 1925 y el consiguiente predominio de las clases dominantes de la Capital. En esta ocasión intervenía ya otra fuerza independiente, el proletariado, que había hecho su aparición en nuestra historia el trágico 15 de noviembre de 1922. Mas, por la falta de madurez clasista, era natural que su papel fuese reducido. Con todo,
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poco después del 9 de julio se organizaban los partidos políticos populares, expresión de las clases trabajadoras en ascenso. Las dos grandes fuentes extractivas de producción ecuatoriana, oro y petróleo, fueron controladas por compañías extranjeras. Antes lo había sido el ferrocarril. Luego le tocó el turno a la navegación marítima, a la electricidad y a la codiciada producción agrícola del banano. Tal sería, salvo omisiones, un brevísimo esquema del desarrollo de las formas capitalistas en nuestro país y las consecuencias que de él se derivan, es indudable que constituye el elemento histórico por el momento más fuerte. Además, el principal resultado de su presencia ha sido el crecimiento y afianzamiento de las bases de la nacionalidad. El futuro progresista del Ecuador está y estará todavía por un lapso considerable, en su capitalismo nacional. Un criterio superficial acerca del contenido de la lucha de clases entre nosotros, podría equivocadamente conducir a suponer a nuestro capitalismo enemigo de la clase obrera, que ha nacido junto con él y a su vera se ha desenvuelto. Nada más erróneo. Con realismo democrático frente a los actuales problemas y ante su perspectiva, puede reconocerse que tanto la burguesía nacional progresiva como el proletariado, tienen un solo enemigo común. El elemento retardatario que frena el avance nacional, y corta el impulso del desarrollo industrial, hambreando y esclavizando a la vez a las masas campesinas, es el latifundismo feudal. Solo una gran alianza entre la burguesía, las masas trabajadoras y los campesinos, pueden superar este atraso, llevar hacia adelante al Ecuador. El interés del pueblo trabajador de las ciudades y los campos en suprimir el latifundismo y destruir las formas económicas feudales que subsisten, está en salir del hambre y la ignorancia. Como lo viene haciendo notar desde hace muchos años en meditados libros, el economista y financiero Víctor Emilio Estrada, el interés capitalista en superar el atraso feudal, está en abrir el mercado interno para que la industria y el comercio ecuatoriano crezcan, amplíen, construyan un Ecuador nuevo, cuya piedra angular por el momento histórico es el respeto a la propiedad privada. Liquidada la servidumbre de los indios y montubios, la capacidad adquisitiva de las mayorías ecuatorianas alcanzará planos desconocidos hasta hoy. Piénsese por ejemplo lo que sería la industria del calzado nacional, el que los dos millones de indios de nuestra sierra que hoy van descalzos, se convirtieran en consumidores. Y como en ese renglón económico, en todos. Tal es la perspectiva de nuestro capitalismo. A él y al proletariado les corresponde hacer lo que no alcanzó a hacer Alfaro, y dar un más alto sentido a la revolución de mayo.
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Incorporación del indio y del montubio a la vida nacional27 Alianza Democrática Ecuatoriana Uno de los problemas fundamentales para la realización de todo el plan de movilización de las fuerzas que son capaces de sacar al país del estado en que se encuentra, es el de iniciar la resolución del problema de los campesinos, esto es, del problema del indio y del montubio. Las tres cuartas partes de la población ecuatoriana son de indios y montubios. Estos indios y montubios no son ciudadanos, porque, aunque hayan cumplido 21 años, no saben leer y escribir: es necesario que se conviertan en ciudadanos. Sin embargo, saber leer y escribir, no lo es todo. Los indios y los montubios que no saben leer y escribir han demostrado y demuestran continuamente que el problema de ellos es la necesidad de ser los dueños de la tierra que cultivan, del producto que cosechan, y poder concurrir por sí mismos al mercado en que se venden esos productos. Sabemos que necesitan vivir como hombres, en casas y no en chozas; dormir en camas; comer alimentos de veras; usar las herramientas que pueden proporcionar el adelanto técnico de nuestro siglo; beneficiarse de las ventajas de la medicina y de la higiene; vestir como hombres de nuestro tiempo y de nuestra cultura. Cuando se habla de incorporar a la vida nacional al indio y al montubio, por lo general se piensa que esto es obra de otros seres y que los interesados en ello –los montubios y los indios– deben ser los sujetos pasivos de esta acción. Es un error básico. Deben ser sujetos activos. Son ellos mismos los que deben organizar sus sociedades cooperativas, ligas agrarias, comunidades, sindicatos, grupos culturales, etc. Es necesario entender que precisamos escuchar de sus propios labios, y con sus expresiones, cuáles son sus necesidades y propiciar el desenvolvimiento de sus reivindicaciones. Los que componemos la cuarta parte restante de la población ecuatoriana debemos intervenir como ayudantes activos, eso sí. Incorporar a la vida nacional al indio y al montubio significa concederles beligerancia como a factores constituyentes de nuestra nacionalidad, 27 Tomado de: El Universo, abril 2 de 1944, en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 159-160.
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comprender que sus reivindicaciones son parte de las reivindicaciones de todos los trabajadores y que, su proyección histórica, tiene el mismo camino en esta etapa de nuestra vida que el que tienen los núcleos de trabajadores citadinos; que el que tiene la industria, la agricultura y la minería nacionales. Incorporar al indio y al montubio a la vida nacional significa la lucha por la consecución de formas de gobiernos democráticos, en las que ellos participen interviniendo como electores y no llevados a la soga; en las que ellos participen desde sus organizaciones actuando diariamente. Significa la orientación política del Estado hacia la realización de una poderosa Unidad Nacional, en la que ellos participen porque encuentran, en su construcción, la vía de la destrucción del feudalismo, que es la causa de la actual situación de las masas de indios y montubios. Incorporar al indio y al montubio a la vida nacional, dándole la oportunidad de vivir como seres humanos en el siglo XX, significa convertir a las tres cuartas partes de la población ecuatoriana en productores y consumidores; y por ende, desarrollar la industria y la agricultura, hasta hacerla capaz de satisfacer en gran medida las necesidades nacionales. Por eso su vinculación a los problemas generales del Ecuador. Pero insistimos en la necesidad de que ellos sean por su propio esfuerzo los que realicen esta incorporación, con la ayuda de los otros sectores –que la necesiten en grado sumo– para desarrollar las cualidades que, en bruto poseen: para extirpar definitivamente lo de negativo que en lo fisiológico, espiritual, social, económico y político ha sedimentado, en el transcurso de siglos de opresión, en sus personalidades. Problema arduo y complicado éste, pero sustantivo para el Ecuador que debe ser planteado abiertamente y encarado con resolución. De lo contrario, todo lo que se pretenda hacer quedará escrito como han quedado escritas tantas leyes y acuerdos, decretos y resoluciones ignoradas por los indios y montubios. La Alianza Democrática Ecuatoriana sostiene que puede comenzarse a resolver este problema con un gobierno elegido popularmente sin fraudes, ni cohechos y que se comporte de acuerdo con un programa respaldado por una vigorosa organización política, y con la realización de un plan económico, político, ideológico, integral. La Alianza Democrática Ecuatoriana luchará tenazmente porque sea así. Secretaría de Propaganda de la Sección Provincial del Guayas de Alianza Democrática Ecuatoriana
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Orientación y estímulo para la mejor y más eficaz intervención de los capitales extranjeros 28
Alianza Democrática Ecuatoriana Es necesario dejar constancia, siempre que se pueda, de que el programa de Alianza Democrática Ecuatoriana está destinado a propiciar que las fuerzas activas y progresistas de la nacionalidad cumplan, en un plazo indeterminado, la etapa democrática que necesariamente debe ocurrir en el Ecuador. Y bien sabemos que el momento en que nosotros debemos cumplir esta etapa, es de trastrueques violentos en el mundo entero y estas condiciones ambientales son las determinantes externas de las características que tendrá esa etapa; así como las condiciones del desarrollo interno, precipitado y polarizado agudamente en los últimos tiempos, serán las determinantes internas. La ambición más legítima de todos los pueblos es la de gozar y disfrutar de la riqueza de su suelo, en la agricultura y minería y en el aprovechamiento de esa riqueza para el desarrollo de su industria, que ampliará el usufructo y acrecentará el beneficio. Sin embargo, las condiciones del mundo capitalista han llegado a una situación tal, que la búsqueda de materias primas a los más bajos precios de plaza armó en curso a los capitalistas internacionales: que en la mayoría de los casos llevaron a sus naciones a la guerra de conquista; de lo que ha resultado el mundo en su mayor parte en manos de unos pocos capitales monopolistas que han producido la desindustrialización en ciertos países, la han impedido en otros y han provocado más de una guerra al mundo; han desequilibrado los intereses de la humanidad y la conducen de hecatombe en hecatombe. No hay un hombre ligeramente demócrata, que entienda, en verdad, tanto los derechos individuales como los nacionales, que no esté directamente actuando contra los imperialistas; esto es problema de rectitud de conciencia. Y sostenemos que no hay pueblos ni naciones en conjunto imperialistas, constante y definitivamente. Desde luego, la desigual distribución capitalista no siempre determina que sean poderosos infaliblemente los monopolios ni que toda concentración de 28 Tomado de: El Universo, lunes 13 de marzo de 1944, en Elías Muñoz Vicuña (comp.), 28 de mayo de 1944. Documentos, Guayaquil, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Guayaquil, 1983, pp. 153-154.
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capitales sea imperialista. Y en esta virtud, comprendiendo que existen capitales extranjeros sin inversión posible en su lugar de origen o acumulo, una política tendiente a dar cabida a esos capitales para el desarrollo de la agricultura, la industria, la minería; encuadrado dentro de límites tales, que la personalidad nacional y la dignidad política del Ecuador no sean menoscabadas; beneficiaría el desarrollo democrático del país, haría posible poner en marcha la inmensa cantidad de riqueza en veneros, en potencia y facilitaría el gran salto histórico que hemos menester, so pena de ser liquidados hasta como entidad territorial. De otro lado, es un hecho que no podemos desconocer, que el Ecuador es el país menos penetrado por las fuerzas imperialistas; no obstante lo cual, las concesiones hechas en los últimos cuatro años por el gobierno sobrepasan a las hechas en muchos años. Ante esto lo importante es la legislación que tienda, no a despojar violentamente, a las compañías de sus contratos, sino a rectificar esos contratos en todo aquello que resulta oneroso para el futuro de la nacionalidad, la dignidad del Estado, y la libertad y majestad de la Patria. La razón fundamental es que quien aporta la riqueza natural y la mano de obra para elaborar esa riqueza y hacer más valioso el producto elaborado, está dando el doble de quien pone capital y maquinarias. Y que lo más importante de la explotación de una riqueza cualquiera, no está en la capacidad de enriquecimiento de unos pocos hombres, sino en su fuerza para lanzar a una sección, por lo menos, de la humanidad, a una distancia muy grande de la miseria, la ignorancia, la opresión, la barbarie, la esclavitud. Junto con el desarrollo técnico debe surgir el desarrollo cultural, científico, filosófico, artístico, político, etc., etc. Y si entregamos nuestra riqueza íntegramente y nuestro pueblo continúa en la misma situación, ¿dónde situar la puerta para salir de la oscuridad en que agonizamos nuestros puertos no deben ser manantiales de riqueza en fuga perpetua y definitiva, sino generadores de fuerzas de introducción y extracción, que colaboren a la prosperidad de los ecuatorianos, sin dar una línea de lo que legítimamente nos corresponde, ni quitar una línea de lo que legítimamente corresponde a otros. Bienvenidos los capitales extranjeros, si ellos no son atentados contra nuestro porvenir ni nuestro presente. Secretaría de Propaganda de la Sección Provincial del Guayas de Alianza Democrática Ecuatoriana
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La democracia proletaria29 Pedro Saad Señor Presidente. Pedí la palabra ayer, a raíz de que el Honorable Flor hizo algunas afirmaciones respecto al carácter antidemocrático de la Unión Soviética, que quiero aclarar en estos momentos. Felizmente, el Honorable Uzcátegui acaba de anticipar algunos criterios a este respecto. Pido a la Honorable Asamblea que me disculpe si me desvío un momento de la discusión, en consideración a la importancia de lo que voy a tratar; desvío simplemente aparente, porque de la dilucidación de estos problemas pueden surgir muchas ideas claras para la Constitución Política del Ecuador, que estamos elaborando. Debo, ante todo, declarar que respeto la absoluta libertad de criterio de todos los Asambleístas; y que respeto el conocimiento y la capacidad jurídica del Honorable Flor; y de antemano dejo sentado el criterio de que, en todas mis afirmaciones no deseo que se vea ninguna alusión personal al Honorable Flor, sino que tomaré sus palabras como simples puntos de referencia para mi exposición. Por otra parte, antes de entrar a considerar la verdadera situación de la Unión Soviética, y las ideas que puedan derivarse respecto al punto que debatimos, es preciso señalar algunas consideraciones de carácter general para dejar delimitado el problema, que voy a aclarar. Al referirme a la Unión Soviética en esta exposición, quiero manifestar que las afirmaciones respecto de este país no son totalmente aplicables al Ecuador, porque su situación social es enteramente diferente a la de nuestro país. La situación social de la Unión Soviética es la de un país que ha hecho una revolución socialista, muy diferente a la situación social de un país como el Ecuador, en el que apenas estamos dando los primeros pasos en una revolución de tipo burgués de carácter progresista. Si las condiciones sociales son distintas, en consecuencia las organizaciones jurídicas tienen que ser diferentes, y por esto, quiero que se tenga bien presente que la posición política de la Unión Soviética no puede ser semejante a la posición política del Ecuador. Son, repito, situaciones sociales diferentes, y en consecuencia, las soluciones en el orden jurídico y en el orden político tienen que ser, también, distintas. 29 Tomado de: Domingo Paredes (comp.), Los comunistas en la historia nacional, Guayaquil, Editorial Claridad, 1987, pp. 125-143. Transcripción de una intervención de Pedro Saad en la Asamblea Constituyente de 1944. Archivo del Palacio Legislativo. Asamblea Constituyente, Acta No. 26, Sesión de septiembre 7 de 1944.
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Quiero hacer una segunda observación de carácter general. Me refiero al Partido Comunista del Ecuador, que no tiene absolutamente nada que ver con el Partido Comunista de la Unión Soviética, o sea, con el partido del Gobierno de la Unión Soviética. Nuestro partido es un partido netamente ecuatoriano, que no tiene en estos instantes ninguna ligazón de orden internacional, porque, pese a lo que se ha querido afirmar malintencionadamente por ciertos sectores reaccionarios, la disolución de la Internacional Comunista no es una maniobra política de la Unión Soviética, sino que es una realidad, por habérsela considerado innecesaria esta ligazón internacional de los partidos comunistas, y como medida tendiente a facilitar la unión de todos los sectores democráticos en su lucha contra el nazi-fascismo. Es preciso que los asambleístas tengan presente esta consideración: el Partido Comunista del Ecuador no tiene ninguna ligazón internacional, en virtud de la disolución de la Internacional Comunista, que es una medida efectiva y práctica, dictada en aras de la unidad democrática del mundo. Primera refutación a las palabras del Honorable Flor, no obstante que nuestro partido no tiene ninguna relación con el Partido Comunista de la Unión Soviética, considero que un ataque al Partido Comunista de la Unión Soviética significa un ataque a todo el movimiento democrático mundial, y lo considero en esta forma, por el hecho de que el Partido Comunista de la Unión Soviética ha sido la vanguardia de choque con las fuerzas nazi-fascistas, y porque ha sido la fuerza que ha luchado y sigue luchando en primera línea para combatir la amenaza parda sobre el mundo. En estas condiciones, atacar al Partido Comunista de la Unión Soviética es atacar al movimiento revolucionario del mundo, y atacar, también los anhelos de libertad del pueblo del Ecuador, que no puede estar desvinculado de esa lucha mundial contra el nazi-fascismo. Hechas estas aclaraciones preliminares, entro a la consideración del problema, y ofrezco a la Asamblea ser lo más breve posible y sacar conclusiones prácticas de las consideraciones que voy a hacer. Creo que en el problema planteado por el Honorable Flor existen dos grandes cuestiones, dos problemas diferentes, que deben ser analizados. El primero, en relación a la discusión constitucional y que mira al fondo de la estructura democrática o no de la Unión Soviética, y a la importancia que esa estructura democrática tiene para el mundo; y, el segundo, que se refiere a las repercusiones que determinadas afirmaciones pueden tener para la política del Ecuador, y para la política general del mundo. Creo que las afirmaciones del Honorable Cueva Tamariz, en la exposición del punto anterior de la Constitución, fueron lo suficientemente claras respecto al sentido que la democracia debe tener y al contenido de esa democracia,
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y a cuyas palabras, después de un breve resumen me suscribo totalmente por considerarlas acertadas, y brillantes. Considero que el concepto de la democracia en este momento de la historia del mundo, y en todos los momentos de ella, desde que apareció la propiedad privada, no puede desligarse de una realidad social, de la lucha de clases, que se origina justamente con la aparición de la propiedad privada, y que divide a las clases sociales entre poseedores de los medios de producción y hombres que no poseen dichos medios. Se sostiene muchas veces en forma malintencionada que la lucha de clases es una invención de los revolucionarios del mundo. Quien tal cosa diga, desconoce el ABC de la realidad social, de la evolución histórica de la humanidad. No fue Marx quien ha inventado la lucha de clases. Marx fue el hombre que nos ha dado la teoría de la lucha de clases, y quien ha analizado científicamente los principios y fundamentos de ella, la manera de reaccionar de los distintos grupos sociales frente a una determinada organización social. De allí que sea una manera torcida de interpretar cualquier problema político si no se parte del concepto básico de la lucha de clases y sus consecuencias en todos los órdenes de la humanidad. Por esa razón, el problema de la democracia no se lo debe plantear en abstracto, no se lo debe plantear en absoluto, porque es rehuir la médula misma del problema, o sea, la democracia en función de la lucha de clases, en función de la correlación de las fuerzas de las clases que operan en cada país en un determinado momento de su vida. Por eso, todos nosotros los hombres revolucionarios, afirmamos que se puede hablar perfectamente de una democracia burguesa y de una democracia proletaria, según sea la correlación de fuerzas de las clases que actúan en una sociedad. Existe democracia burguesa en aquellos grupos sociales en los cuales la burguesía, como en el caso del Ecuador, tiene la dirección de la sociedad, aunque no haya conseguido liquidar las formas feudales de producción. Y existe democracia proletaria en aquellos grupos humanos donde la burguesía como clase ha sido destruida, y el proletariado y las masas pobres han tomado en sus manos el poder político. Respecto a esta afirmación, la primera consecuencia es que en el Ecuador la democracia no la entendemos como un tipo de democracia proletaria sino como democracia burguesa, que entiende que el problema de la evolución histórica del país debe ir a la destrucción de los restos feudales, del latifundismo, que nos legó la Colonia; que la democracia burguesa en el Ecuador debe ir a buscar un régimen progresista más que feudal. Planteado así el problema, entendiendo claramente la diferencia entre los dos tipos de democracia; democracia burguesa y democracia proletaria,
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aceptamos la afirmación del Honorable Flor en el sentido de que Rusia no es una democracia de tipo burgués, pero afirmamos que es una democracia proletaria, la más alta y completa democracia en la historia de la humanidad, porque, la democracia rusa tiene la base social más amplia ya que no representa únicamente los intereses de una clase minoritaria en el poder político, sino los intereses de las clases mayoritarias de la población soviética. Entro a examinar los problemas que de aquí se derivan para la estructura política de la Unión Soviética. Se sostiene que la dictadura del proletariado no es una forma democrática de gobierno, y se afirma también que la dictadura del proletariado es la dictadura del Partido Comunista, aún más, se afirma que la dictadura del proletariado es la dictadura de Stalin, que como dice, es el Dios omnipotente de la Unión Soviética. Afirmación totalmente carente de base real. La democracia soviética es precisa y clara, la democracia del proletariado, la democracia de una base social que encontró su expresión justa en un partido político, el Partido Comunista de la Unión Soviética, y partido que designó como Jefe al Camarada José Stalin. Pero Jefe que obedece a la disciplina de su partido de ese partido que, a su vez, obedece a los intereses de clase del proletariado. En la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas existe una dictadura de clase del proletariado, y no una dictadura personal de José Stalin, porque en esencia el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Gobierno de ese partido es el Gobierno de las mayorías de la población rusa, acaudillada por su clase proletaria, porque, en realidad es la fusión obrera-campesina, o sea, el Gobierno de las dos grandes fuerzas sociales. No creo que haya en el mundo un gobierno que tenga una base social más amplia que el Gobierno Soviético, que representa claramente los intereses de las clases sociales mayoritarias; respaldo social que bien quisiéramos para nosotros, eliminando los viejos elementos que se filtran en el poder disfrazados con máscaras distintas en nuestra actual situación política. Veamos cuales son las conclusiones que se reflejan en el texto constitucional respecto a estos problemas. Mucho se ha hablado de la Constitución Soviética, se la ha combatido, se le ha negado todo valor, pero, posteriormente, vino la calma, y vino la serenidad, y sobre todo, vino como dijo el Honorable Uzcátegui, el ejemplo maravilloso del pueblo ruso rechazando a las hordas nazi-fascistas. Lucha en la que el pueblo soviético ha asombrado al mundo por su heroísmo, por su capacidad defensiva, y por qué no decirlo también, por su capacidad ofensiva, que ha hecho que el mundo considere serenamente los problemas de la Unión Soviética.
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Frente a esta Constitución, modelo dentro del Derecho Constitucional moderno, que con 146 artículos hace la felicidad de doscientos millones de seres humanos. Frente a estas consideraciones, han comenzado a cambiar criterios respecto a lo que realmente es la Unión Soviética. Me voy a permitir leer algunos artículos referentes a los puntos citados por el Honorable Flor, para que se vean los nuevos aportes de esa maravillosa Constitución Soviética. Ella en su Art. 12, dice: “El trabajo en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, es para todo ciudadano apto para el mismo, un deber y una honra, de acuerdo con el principio: “El que no trabaja, no come”. En la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se realiza el principio del socialismo. De cada uno, según sus capacidades; a cada uno, según su trabajo”. Puede ser muy cruda la frase pero es contundente, y ojalá que en el Ecuador el que no trabajara no comiere. ¿Qué diremos de un país como éste, que comienza echando de su seno a todos aquellos que no desempeñan una función productiva, y son capaces de contribuir a la superación de la nacionalidad soviética? Un país así, merece un poco más de consideración que las apreciaciones que se hicieron en esta sala el día de ayer. Continuemos mirando las garantías que esta Constitución da a sus ciudadanos. El Art. 118, dice: “Los ciudadanos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas tienen derecho al trabajo, es decir a obtener un trabajo garantizado y remunerado según su capacidad y calidad. El derecho al trabajo está asegurado por la organización socialista de la economía nacional, por el aumento constante de las fuerzas productivas de la sociedad soviética, por la eliminación de la posibilidad de las crisis económicas y por la supresión del paro forzoso”. He aquí una nueva modalidad en el Derecho Constitucional; se da el derecho, pero inmediatamente, en el mismo artículo, se establecen las garantías a esos derechos, los medios por los cuales el Estado Soviético va a garantizar el goce y uso de esos derechos. Voy a leer sin comentarios los siguientes artículos, que son modelo en la expresión del idioma y en la claridad constitucional, en esa claridad que nosotros hemos reclamado todos los días para que la Constitución del Ecuador no requiera de tinterillos para la interpretación del texto de la Carta Fundamental de nuestro país. En el Art. 119.- “Los ciudadanos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas tienen derecho al descanso. El derecho al descanso está asegurado por la reducción de la jornada de trabajo a siete horas por la inmensa mayoría de los obreros, por el establecimiento de vacaciones anuales para los obreros y los empleados con disfrute de salario y por la existencia de una extensa red de sanatorios, casas de reposo y clubes, puestos a disposición de los trabajadores”.
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Art. 120.- “Los ciudadanos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas tienen derecho a la asistencia económica en la vejez, así como en caso de enfermedad y de pérdida de la capacidad de trabajo. Este derecho está asegurado por el amplio desarrollo del seguro social de los obreros y empleados a cargo del Estado, por la asistencia médica gratuita a los trabajadores, y por la asistencia a una extensa red de balnearios y casas de salud, puestas a disposición de los trabajadores para su disfrute”. Art. 121.- “Los ciudadanos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas tienen derecho a la instrucción. Este derecho está asegurado por la instrucción primaria general y obligatoria, por la enseñanza gratuita, incluyendo la superior, por un sistema de becas del Estado para la mayoría de estudiantes de las escuelas superiores; por la enseñanza en las escuelas en la lengua materna y por la organización en las fábricas, sovjoses, estaciones de máquinas y tractores y koljoses, de la enseñanza gratuita profesional, técnica y agronómica para los trabajadores”. Art. 122.- “En la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se conceden a la mujer iguales derechos que al hombre, en todos los dominios de la vida económica, pública, cultural, social y política. La posibilidad de ejercer estos derechos está asegurada por la concesión a la mujer de derechos iguales a los del hombre en cuanto al trabajo, al salario, al reposo, a los recursos sociales y a la instrucción; por la protección de los intereses de la madre y del niño por el Estado, por la concesión a la mujer de vacaciones durante la gestación, con disfrute de salario, y por una vasta red de casas de maternidad, casas cunas y jardines de infancia”. Art. 123.- “La igualdad de derechos de los ciudadanos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sin distinción de nacionalidad ni de raza; en todos los dominios de la vida económica, del Estado, cultural, social y política, es una ley inmutable. Toda restricción directa o indirecta de los derechos, o, inversamente, el establecimiento de privilegios, directos o indirectos, para los ciudadanos por razón de la raza, o de la nacionalidad a que pertenezcan, lo mismo que toda predicación de esclavismo racial o nacional, o de odio y desdén racial o nacional, son castigados por la ley”. Ruego a los católicos de esta Asamblea que escuchen lo que dice el Art. 124.- “El fin de asegurar a los ciudadanos la litbertad de conciencia, la Iglesia en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas está separada del Estado, y la escuela de la Iglesia. La libertad de practicar los cultos religiosos y la libertad de propaganda antirreligiosa se reconocen a todos los ciudadanos”. Es el reconocimiento absoluto de la libertad religiosa en la Unión Soviética. Art. 125.- “Conforme a los intereses de los trabajadores y a fin de consolidar el régimen socialista, se garantiza por la ley a los ciudadanos de la Unión de
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Repúblicas Socialistas Soviéticas: a) La libertad de palabra; b) La libertad de prensa; c) La libertad de reunión y de mítines; d) La libertad de desfiles y manifestaciones en las calles. Estos derechos de los ciudadanos están asegurados por el hecho de poner a disposición de los trabajadores y de sus organizaciones, imprentas, asistencias de papel, edificios públicos, calles, medios de comunicación y otras condiciones materiales necesarias para el ejercicio de dichos derechos”. Hasta aquí las garantías constitucionales. Ahora veamos lo que nos interesa en estos instantes, o sea el problema electoral, el problema del sufragio. ¿Cómo enfrenta la Constitución Soviética el problema del sufragio? En su Art.- 135, dice: “Las elecciones de Diputados se hacen por sufragio universal, todos los ciudadanos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que hayan alcanzado la edad de diez y ocho años, independientemente de la raza o nacionalidad a que pertenezcan, de su religión, grado de instrucción, residencia, origen social, situación económica o de sus actividades en el pasado, tienen derecho a participar en las elecciones de Diputados y a ser elegidos, con excepción de los alienados y de las personas condenadas por los Tribunales a una pena que implique la privación de los derechos electorales”. Jamás en Constitución alguna en el mundo ha habido una amplitud mayor para el sufragio. No se exige grado de cultura, no se establece diferencia de nacionalidad, diferencia de sexo, y no exige, sino que todos los hombres trabajen, cualquiera que sea el sitio del mundo de donde vengan. Si más tarde llega un ecuatoriano, también tiene derecho a votar en la Unión Soviética si está contribuyendo al progreso y desarrollo del país. Si esto no es democracia, no sé a qué pueda llamarse democracia. Hemos discutido ampliamente el voto del Ejército. Miremos como enfrenta esta Constitución el problema relativo al voto del Ejército. El Ejército Soviético es, como para los ecuatorianos es nuestro Ejército, motivo de orgullo, porque consideran ellos, como consideramos nosotros, que está constituido por los hijos bien armados de la nacionalidad. A este respecto, su Art.- 138, dice: “Los ciudadanos incorporados a las filas del Ejército Rojo gozan del derecho de elegir y de ser elegidos, al igual que los demás ciudadanos”. Y, por último, lo que se acaba de pedir en esta Asamblea, respecto al sufragio: Art. 142.- “Todo Diputado tiene la obligación de rendir cuentas a los electores de su trabajo y del trabajo del Soviet de Diputados de los trabajadores, y puede ser revocado en todo momento, por decisión de la mayoría de los electores. De acuerdo con el procedimiento establecido por la ley”. Todos los Diputados
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tienen la obligación de rendir cuentas de su trabajo. Sostener, después de la lectura de este Artículo que la Unión Soviética no es un país democrático, es incomprensible. No sé en qué pueden basarse para tal afirmación quienes lo hacen. Solo hay un problema que no ha sido aclarado aún, el problema citado por el Honorable Flor, acerca del Partido Único. Efectivamente, la Constitución Soviética establece el Partido Único. Pero, ¿De dónde nacen los partidos políticos? ¿Cuál es el origen de los partidos políticos? ¿Qué son los partidos políticos? Los partidos políticos son la expresión de las clases sociales en lucha, quiéranlo o no creer los que tal cosa niegan, y representan los intereses fundamentales de una determinada clase social. Así nacen, así se desarrollan, así crecen y así pierden efectividad los partidos políticos. Responden a intereses de clases, y estas clases en lucha, que insisto que no es cuestión inventada por los comunistas, determinan lógicamente la existencia de diferentes partidos políticos según sean los intereses de la clase que representan. Pero, no pueden caber partidos políticos diferentes en la Unión Soviética, donde no hay clases sociales. La respuesta es clara. Si en la Unión Soviética desaparecieron los Zánganos y los explotadores, y solo queda un pueblo que trabaja, en que forzosamente han desaparecido las clases sociales, lógicamente también tenían que desaparecer los diferentes partidos políticos, y quedar solamente el Partido Único de las masas del pueblo. Nosotros comunistas ecuatorianos que entendemos la dialéctica de la evolución social, encontramos la justificación de la existencia de un Partido Político Único en la Unión Soviética, porque si los partidos políticos representan a las clases sociales en lucha, y en Rusia no hay clases sociales, es lógico que exista el Partido Único que representa los intereses del proletariado. No hay contradicción en el Partido Comunista, pues, si partiendo de la filosofía marxista está justificada la existencia de un solo partido político en la Unión Soviética, siguiendo esa misma filosofía, marxista, en el Ecuador deben existir varios partidos políticos, que representen los intereses de las diferentes clases sociales en lucha. Creemos que los partidos políticos deben existir en nuestro país, y que esos partidos políticos deben ser respetados y estimulados. Entremos al aspecto de las repercusiones que puedan derivarse de las afirmaciones hechas aquí; respecto de la posición política de la Unión Soviética. La guerra se acerca a su fin, y ya comienzan a sentarse las bases para la estructura de un nuevo mundo. Ya están, mejor dicho, discutiéndose esas bases, y todas las naciones están preocupadas por la solución de los problemas de posguerra. Las fuerzas democráticas progresistas del mundo entero están
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discutiendo sus puntos de vista acerca de estos problemas, pero, al mismo tiempo, también las fuerzas reaccionarias están defendiendo sus particulares puntos de vista, tratando de desunir a las naciones que luchan contra el nazi-fascismo, y esta división entre las fuerzas de las Naciones Unidas es precisamente, una de las maniobras nazi-fascistas en el mundo. Esas fuerzas reaccionarias tratan de lanzar a unos países de las Naciones Unidas contra otros. Se esgrime por un lado el fantasma del imperialismo inglés y del imperialismo norteamericano, para asustar a los países pequeños; y, por todo lado, se esgrime el fantasma del comunismo, el fantasma de la dictadura del proletariado, para aterrorizar a determinados países que tienen aspiraciones imperialistas, tratando de hacer creer que Rusia tiene esas aspiraciones, cuando la verdad es que Rusia no tiene aspiraciones imperialistas. Esta es una maniobra artera de división de las fuerzas democráticas en el mundo. Maniobra que denuncio en la Asamblea del Ecuador, y pido que esta Asamblea rechace toda tentativa divisionista de las fuerzas democráticas, en cualquier sentido, ya que estén tratando de llegar hasta nosotros, y que ojalá no llegaran nunca. Se esgrime el fantasma del imperialismo donde no existe. Estamos resueltos a luchar contra él cuando en realidad se presente. Se esgrime el fantasma del comunismo cuando este fantasma no existe en el mundo. Lo único que se trata con esta maniobra es sembrar el desconcierto y la desconfianza en las Naciones Unidas, especialmente entre estos pequeños países de América Latina, porque se quiere hacer de América Latina el centro de actividad de esta maniobra reaccionaria, siguiendo el ejemplo de Argentina, donde el Gobierno, contra la profunda tendencia democrática del pueblo argentino, ha establecido el reducto de la propaganda y de las actividades nazi-fascistas en América Latina. Agentes de la reacción giran alrededor de los países de América Latina, y estos países tienen que abrir mucho los ojos, y tienen que entender que, por lo mismo, que los Estados Unidos amparan a los países de América, su soberanía les obliga a adoptar una serie de medios de precaución contra las fuerzas reaccionarias que tratan de dividir a las Naciones Unidas. Por eso, los norteamericanos, el Gobierno de Norteamérica, tienen conocimiento de esta maniobra y entienden el problema global del mundo, como lo entiende la Unión Soviética. El papel de la Unión Soviética va a ser de la más grande importancia en la solución de los problemas de posguerra. De que la Unión Soviética consiga la introducción de los elementos de progreso y de auténtica representación democrática en las Naciones para detener las maniobras de las fuerzas reaccionarias en el mundo, depende el porvenir de estos países de
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América Latina, que de otro modo quedarán abandonados en manos de las grandes potencias. Es ésta la razón porque las maniobras sean más fuertes en América. Por esto, también los pueblos están alertas, como están las fuerzas democráticas de Estados Unidos, como está alerta el Gobierno de los Estados Unidos, porque Roosevelt y Cordell Hull sabían perfectamente cuál es el espíritu del mundo, y por esto luchan junto a los pueblos democráticos del mundo. Aquí se han leído afirmaciones del Presidente Roosevelt, del año 1940. Yo vengo a leer afirmaciones del mismo Presidente Roosevelt hechas en 1943 y 1944 sobre la Unión Soviética. En el mensaje al Congreso, el siete de enero de 1943, dice el Presidente Roosevelt: “rendimos homenaje a los caudillos de nuestros aliados, Wilston Churchill, a José Stalin y al Gral. Chiang Kai-Shek […]”. Ruego a los Honorables Asambleístas escuchar estás frases “[…] La unanimidad entre los líderes de las Naciones Unidas es real y verdadera. Esta unión es de sumo valor en la protección y la ejecución de la gran estrategia de guerra y en la creación y el mantenimiento de las líneas de suministro de pertrechos”. No entiendo cómo, si no fuera la Unión Soviética una democracia, el Presidente Roosevelt podría entenderse con Stalin. El 12 de febrero de 1943, el Presidente Roosevelt, dice: “Bien desesperados tienen que estar los nazis para creer que pueden fraguar una propaganda que logre volver a los gobiernos y a los pueblos inglés, americano y chino contra Rusia, o a Rusia contra el resto de nosotros. El invencible arrojo y la resistencia del pueblo ruso al detener y rechazar al invasor, y el genio con que Stalin y sus comandantes militares han sabido dirigir y conducir a sus admirables ejércitos, no necesitan elogio alguno. La tragedia de la guerra ha aguzado la visión de los dirigentes y de los pueblos de las Naciones Unidas, y puedo asegurarles, con pleno conocimiento de causa, que ven la necesidad absoluta de mantenerse unidos después de la guerra para garantizar una paz basada en principios perdurables”. Como se han citado palabras del Presidente Roosevelt, quiero seguir leyendo discursos, y haciendo otras citas de él: “Jamás se ha visto en el mundo mayor ardor, ahínco y espíritu de sacrificio que los desplegados por el pueblo ruso y sus ejércitos, bajo las órdenes del Mariscal José Stalin. En el mundo del porvenir, nuestro país se complacerá siempre en ser buen vecino y amigo fiel de la nación que, al salvarse a sí misma, ha ayudado a salvar al mundo entero de la amenaza nazista” (Mensaje del 23 de julio de 1943). El 11 de enero de 1944, en otro Mensaje al Congreso, el Presidente Roosevelt dice: “En las conversaciones claras y prácticas que tuve con el Generalísimo Chiang Kai-Shek, con el Mariscal Stalin y con el Primer Ministro Churchill, quedó
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ampliamente comprobado que todos ellos están profundamente interesados en que sus respectivos pueblos vuelvan a la senda del progreso pacífico, del progreso hacia una vida mejor. Todos nuestros aliados quieren libertad para cultivar sus tierras y desarrollar sus recursos, para vigorizar la industria, para incrementar la instrucción y la oportunidad individual, y para elevar las normas de vida. Por amarga experiencia todos nuestros aliados han aprendido que no será posible lograr verdadero progreso si guerras continuas, o siquiera amenazas de guerra, han de apartarlos de sus propósitos. La China y Rusia están en verdad unidas con Inglaterra y los Estados Unidos en el reconocimiento de este hecho fundamental. Los mejores intereses de toda nación grande o pequeña, exigen que todas las naciones amantes de la libertad se unan en un sistema de paz justo y duradero. En la actual situación mundial, el control militar incontestable sobre perturbadores de la paz es tan necesario entre las naciones como lo es entre los individuos de cualquier comunidad. Las acciones de Alemania, Italia y Japón son prueba evidente de esto. Otro elemento igualmente fundamental para la paz es el establecimiento de un nivel de vida decoroso para los ciudadanos de ambos sexos en todas las naciones. La libertad para vivir sin temor va siempre unida a la libertad para vivir exentos de miseria”. Yo tengo confianza en las palabras del Presidente Roosevelt, y creo que hay esa comprensión entre todos los demócratas del mundo, porque existe una comunidad doctrinaria en este entendimiento, cuando hay unanimidad entre los gobernantes de las grandes naciones democráticas del mundo. Por si fuera poco, Cordell Hull, Secretario de Estado, el 9 de abril de 1944 declara: “En la conferencia de El Cairo donde se reunieron el Presidente y el Señor Churchill con el Generalísimo Chiang Kai-Shek, y en la conferencia de Teherán, donde se reunieron con el Mariscal Stalin, se adelantó aún más hacia la unificación de la acción aliada. En Teherán los tres aliados que combaten en Europa llegaron a un completo acuerdo sobre los planes militares para ganar la guerra, y pusieron de manifiesto su determinación de laborar en armonía en el período de la paz. Esta armonía entre los aliados descansó sobre los amplios fundamentos de los intereses comunes y las comunes aspiraciones, y por lo tanto ha de ser perdurable. La declaración de Teherán también puso de manifiesto que en las empresas de la paz aceptaremos gustosos la colaboración y la participación activa de todas las naciones, grandes y pequeñas, que deseen formar parte de la familia universal de naciones democráticas”. Basta de opiniones del Presidente Roosevelt y del Secretario de Estado Cordel Hull. En vista de que el tiempo apremia, voy simplemente a leer una
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afirmación del Vice Presidente Wallace, de los Estados Unidos, dirigida en el mismo sentido: “En un día del año 1943 o 1944 decidiremos si hemos de sembrar la simiente de una tercera guerra mundial. Esta guerra será segura, si permitimos que Prusia vuelva a armarse, ya sea material o psicológicamente. Esta guerra será probable, en caso de que traicionemos a Rusia […]” (Discurso pronunciado el 8 de marzo de 1943, en la Conferencia sobre las Bases Cristianas para el Orden del Mundo). Las declaraciones son claras: si se llegan a establecer diferencias entre las Naciones Unidas, es decir, entre los países que están combatiendo en estos momentos al nazi-fascismo, la paz del mundo está perdida. Para completar esta información, sobre todo, para hacerlas conocer a los católicos, y esta Asamblea, leeré las afirmaciones de un religioso, de un hombre que no es comunista, y con muchas de cuyas afirmaciones no estoy de acuerdo. Me refiero al libro “Poder Soviético”, del Dean de Canterbury: “El 5 de diciembre de 1936 (fecha de aprobación de la Constitución Staliniana) una nueva forma de democracia nació en el mundo, cuando la tiranía, bajo la forma de fascismo, escarnecía abiertamente la idea democrática y amenazaba a los Estados Unidos democrático. La democracia arranca de raíz en los países llamados democráticos, fue bien recibida en un país que, según se nos decía, había puesto su fe en la dictadura. Esto es paradójico solamente para aquellos que aceptan la injustificable presunción de que el fascismo y el comunismo son for-mas de dictadura igualmente perniciosas. Cuando de hecho son dos polos opuestos. (La dictadura del proletariado es la de una clase, no la de un individuo; y es temporaria, no permanente). La dictadura del proletariado es la dictadura de las clases trabajadoras que han ocupado el lugar de las clases previamente gobernantes. Donde primitivamente la minoría detentaba el poder, la mayoría lo ocupa ahora. El proletariado había sido conducido a la victoria por el Partido Comunista, que secretamente elaboraba el orden en el cual las clases trabajadoras se volverían, como efectivamente ocurrió, conscientes de sus propias aspiraciones y formularían sus propias demandas”. Más adelante, al dirigirse a los cristianos les dice lo siguiente, que muchos cristianos del Ecuador deberían aprender: “El comunista desinteresado, en cambio –y eso quiero expresar– ha reconquistado ese poder de vivir como parte del conjunto de las cosas. El cree en lo que él llama las leyes de la naturaleza y en el proceso de la historia. Tiene fe en un poder que determina el destino de la humanidad. Se siente así mismo como un instrumento en manos de una fuerza que no es hostil, y que aquí, y ahora, está logrando sus propósitos de crear una verdadera y universal hermandad de la humanidad, a la que llama
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la sociedad sin clases. Por lejos que él se encuentra de esa fe, un comunista ha recuperado mucho de la esencia de la verdadera fe en Dios”. “Los cristianos deben admitir de una vez por todas que la explotación económica con todas sus degradantes consecuencias es tan enteramente errónea como científicamente condenada. Los cristianos deben terminar con esa concentración exclusiva en la idea del “otro mundo” y en los elementos místicos de la religión, a la cual los llevó el temor al señor feudal o al capitalismo financiero o al orden establecido, o a la simple inercia que los hace perdonar lo que deben y condenar lo que debería ser bien recibido. El orden establecido no se queja de lo que hacen, pero si mira con desprecio a los hombres cuya religión se preocupa únicamente de las cosas celestiales. Un verdadero cristianismo nunca permite que la contemplación del otro mundo le impida gozar de este mundo y cumplir su deber para con él. Por el contrario extrae del orden eterno la inspiración para su conducta terrena. Solamente un cristiano espurio descuida el “vivir” para dedicarse al pensamiento y a la contemplación”. Para concluir con el Dean de Canterbury, dice él, lo siguiente: “La Unión Soviética cumple un acto esencialmente religioso que está enteramente de acuerdo con el aborrecimiento cristiano a la codicia, cuando corta la fuente de ésta, liberando a los hombres esclavizados por el instinto adquisitivo y allanando el camino para una nueva organización de la vida en un nivel de existencia superior. Si los hombres religiosos no pueden considerar al comunismo como un fin del proceso vital en su totalidad, él significa, sin embargo, un paso vitalmente necesario en el desarrollo de la religión. El comunismo ha detenido la desintegración de la sociedad moderna impulsándola hacia adelante, hacia una unión más completa de sus porciones aisladas. El comunismo ha encontrado, finalmente, una forma de integración compatible con las necesidades de una civilización técnica”. Si a título de religión se quiere atacar al comunismo, yo no hago sino citar las palabras de un profundo cristiano de esta hora. Y, antes de llegar a las conclusiones, no pudiendo citar, por falta de tiempo, las palabras de un banquero, como es el Señor Davies, autor del libro “Misión en Moscú”, que supongo todos los Honorables conocen, quiero simplemente citar las palabras de nuestro Presidente dé la República, el doctor José María Velasco Ibarra: “En Oriente, Rusia había descubierto un evangelio nuevo, capaz de electrizar a todos los pueblos y crear una mística universal de rejuvenecimiento y de justicia. Los profetas de Israel, el Evangelio de Cristo, la proclamación de los derechos del hombre y el ciudadano de 1789, la Revolución Rusa. Poderosas y orientadoras luminarias de la humanidad desilusionada y triste. Rusia ha elaborado su Revolución en más de cien años
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de estudio y meditación, dureza y amor profundos. En Rusia han vibrado sentimientos al parecer contradictorios. El marxismo es el aspecto de la última crisis rusa, Stalin lo dijo: hay un marxismo estático y un marxismo creador […]”. Ruego atender a la frase siguiente que, a pesar de la limitación que pone, hace notar el profundo sentido democrático de Rusia: “Rusia es una democracia, no en la actualidad ciertamente, pero sí en su profunda tendencia, en la finalidad que claramente persigue. La dictadura del proletariado es tan solo un encaminamiento hacia el régimen infinitamente poético y sublime, pero infinitamente lejano, por desgracia, en que la plena libertad de cada uno será condición para la plena libertad de todos. La mística rusa cree que extinguidas las concupiscencias económicas, los hombres serán naturalmente libres y coordinarán sus libertades para el progreso y disciplina sociales queridos y aceptados por todos. Jamás puntos de vista más diversos que el del nazismo y del bolchevismo ruso. Por eso el nazismo se precipitó contra Rusia para esclavizarla. Y por esto Rusia reaccionó contra el nazismo y ahora lo acosa, lo quebranta, lo humilla, lo pone en fuga, lo ha vencido y va imponerle la paz, paz dura como es dura el alma rusa en su vehemencia por la justicia y en su odio apasionado de las injusticias sociales” (Mensaje a la Asamblea Constituyente de 1944). Cuando las voces de todo el mundo democrático se levantan para exaltar a la Unión Soviética. Cuando la voz del Presidente Roosevelt, del Presidente Velasco Ibarra, del Secretario de Estado Cordell Hull, y cuando religiosos profundamente cristianos, y banqueros exaltan a Rusia hay derecho de protestar cuando se quiere sembrar la división entre las Naciones Unidas, torciendo la realidad política de la Unión Soviética. Refiriéndome a las palabras del Honorable Flor, creo en su sinceridad, y estoy convencido que las conclusiones expresadas el día de ayer, fueron hechas con el más limpio sentido doctrinario de él, pero creo también, que hay que detener esa maniobra nazi de sembrar la desconfianza hacia Rusia en el Continente Americano. Yo concluyo sentando las siguientes afirmaciones: Primero, por su estructura política, por su estructura económica, y por la orientación de su gobierno, Rusia es la más auténtica democracia del mundo. Segundo, por sus diferentes grados de evolución social, la realidad de la Unión Soviética difiere de la realidad ecuatoriana, y las fórmulas buenas para la Unión Soviética no son buenas para el Ecuador, en su totalidad, teniendo eso sí, mucho que asimilar el Ecuador del sentido democrático que se ha conseguido dar a ese gran país. Tercero, es indispensable para bien de la causa democrática del mundo detener
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los ataques contra la Unión Soviética. Y cuarto, un entendimiento en la postguerra, sería incompleto si no incluye a la Unión Soviética. De allí la necesidad imperiosa de que todos los países reconozcan a esta gran nación, que se ha levantado como baluarte de la democracia en el mundo, y quiere la suerte que el Ecuador sea pronto un buen vecino de ella, como lo es de los Estados Unidos.
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Acerca de la unidad nacional y los gobiernos seccionales30 Pedro Saad Señor Presidente, H. Colegas: El Honorable Benítez acaba de hacer una exposición certera, justa y brillante, como todas las que sabe hacer, respecto al problema de la región. Yo no hago otra cosa que manifestar mi acuerdo absoluto con las conclusiones a que ha llegado dicho compañero de Cámara, ya que, como repito, me parecen justas y acertadas y lo que voy a tratar de hacer es completar dichas conclusiones en lo que se dice en relación a las provincias, a los cantones y las parroquias, a su vida y a sus relaciones con la unidad nacional. Ante todo, quiero hacer mías las palabras del H. Benítez, respecto de las necesidades de mantener el sentido de la unidad nacional dentro de los preceptos constitucionales, que es el ideal primero que la Comisión de Constitución pone ante la consideración de la Honorable Asamblea, en este debate. Pero, al mismo tiempo, estamos profundamente convencidos que existen estos problemas de la región, de las provincias, de los cantones, y de las parroquias, que, si estos problemas no se analizan profundamente y no se encuentra una fórmula que haga posible que esa unidad nacional se base sobre la realidad de la vida de las provincias, de los cantones y de las parroquias, no lograremos nunca su realización. El informe que presento en nombre de la Comisión de Constitución va a carecer de toda frondosidad doctrinaria, y digo así, que va a carecer de toda frondosidad doctrinaria, en cuanto a que la exposición es el resultado a que llegó la Comisión después de haber estudiado estos problemas nacionales, que ofrecemos a la H. Asamblea, y, rehúso, por tanto, el hacer doctrina, hasta cierto punto, ya que la doctrina se la considera perjudicial, por que, quizás, se ha abusado mucho de ella, dando lugar a que se declame en su contra. Veamos ahora como se plantea en el Ecuador el problema de la vida de la provincia. Estamos profundamente convencidos los miembros de la Comisión de Constitución que uno de los vicios fundamentales de la vida nacional ha 30 Tomado de: Archivo del Palacio Legislativo, Acta No. 14 de la Asamblea Constituyente, Sesión de agosto 24 de 1944, en Domingo Paredes (comp.), Los comunistas en la historia nacional, Guayaquil, Editorial Claridad, 1987, pp. 83-122.
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sido precisamente, la carencia de una vida provincial robusta y fuerte. Nuestra provincia ha vivido sin ninguna seria preocupación de su destino. Se ha hecho mucha demagogia de los problemas provinciales, no ha tenido vida autónoma, ni responsabilidad. La provincia ha sido un ente ficticio de la unidad nacional. Hoy la provincia debe vivir su vida propia, debe tener su propia existencia y una autonomía relativa dentro del concepto de la unidad nacional. La provincia no ha hecho acto de presencia como provincia misma en la vida del país. Hay otro aspecto grave dentro de este problema de la vida de las provincias, y es la desconexión absoluta entre una provincia y otra. Recuerdo siempre como antes del avión, para ir a la provincia de Esmeraldas se requerían tres días desde Guayaquil, mientras que, en 36 horas de viaje estábamos en Panamá. Es monstruoso pensar como Esmeraldas estaba más lejos de Guayaquil que Panamá. Aún hoy, hay sectores muy ricos de la nacionalidad ecuatoriana perfectamente alejados de la vida nacional. Y en este punto no me quiero referir a las provincias del Oriente, ya que este es un problema grave y profundo que todos conocemos. Me refiero a zonas como la de Quevedo, en la provincia de Los Ríos, donde es sumamente difícil llegar en la época de invierno, cuando no están carrozables los caminos deficientes que conducen a esa rica región, al punto que, para llegar allá, hay necesidad de hacer viaje de días y días. Este es uno de los graves problemas que la nacionalidad ecuatoriana tiene que enfrentar: el problema de la desconexión entre sus distintas secciones. Ya el H. Benítez ha hecho referencia a la necesidad de construir caminos que atraviesen y que unan estas distintas secciones del país, y por esto, no quiero insistir en ello. Quiero referirme únicamente a los otros problemas. ¿Dónde ha estado el origen de este mal? Se ha declamado mucho en este país respecto a la absorción centralista. A este respecto yo quiero se tenga bien claro los conceptos que voy a emitir, porque al mismo tiempo que voy a condenar al centralismo absorbente, voy a condenar todas aquellas tendencias que a título de federalismo, tratan de romper la unidad nacional y desde este momento condeno rotundamente todo intento de federalismo, que resulta criminal para la integración de la nacionalidad ecuatoriana. El problema de la absorción centralista es una realidad en nuestro país, y este problema no se plantea en el Ecuador exclusivamente por la absorción de Quito, que siempre se ha querido considerar exclusivo, atribuyendo solo a Quito la absorción de la vitalidad nacional, por círculos interesados de Guayaquil, que han planteado el problema erróneamente. Quiero afirmar, y afirmo, que tan absorbente es Quito como lo es Guayaquil, que lo digan
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Manabí y Esmeraldas, esas provincias abandonadas del litoral ecuatoriano. Hago esta aclaración porque hay necesidad de plantear las conclusiones políticas valientemente y no estar con vacilaciones en estos momentos en que es indispensable estudiar la verdadera realidad de nuestro país. La absorción centralista, va desde la Capital de la República hasta la última capital de provincia. Absorbe la Capital, absorbe Guayaquil, absorbe cada una de las capitales de provincias la vitalidad de sus cantones, y absorbe también la cabecera del cantón la vida de las parroquias. La cabecera cantonal está reduciendo a las parroquias a un ente ficticio en la realidad nacional. Contra ese peligro hay que reaccionar. Hay que encontrar la fórmula elástica que venga a resolver este problema: el problema del centralismo en la nacionalidad ecuatoriana, pero, hay que reaccionar también contra esa forma errónea de plantear la solución: la del federalismo. Creo que el federalismo no puede ser una solución para un país como el nuestro, pobre y despoblado, para un país como este que no tendría fuerza suficiente que darle a cada uno de los Estados Federales. El Federalismo vendría a ser una maldición más grave que la absorción del centralismo: el federalismo vendría a disgregar la unidad nacional y, seguramente, a ser la disolución del Ecuador como nacionalidad misma. Cada vez que el problema del federalismo se plantea, surgen grupos interesados en él, y yo pienso que detrás de cada movimiento federalista está la mano interesada de una oligarquía que trata por este procedimiento de mantener sin solución el inaplazable problema de la unidad nacional. Pero, esos mismos grupos oligárquicos que mantienen la idea federalista, tan pronto como suben al poder se olvidan de su federalismo para convertirse en un Gobierno centralista, de absorción, como el caso anterior del Gobierno de Arroyo del Río. Debo recordar que Arroyo del Río fue uno de los sostenedores de la idea del movimiento federalista en 1925, pero que, llegado al poder, se convirtió en el peor déspota y en el representante del más grande absolutismo del poder central. Rechazando los peligros de la absorción centralista, es necesario que esta Asamblea, rechace también todos los deseos absurdos del feudalismo, poniéndose en un plano intermedio. Por eso, la Comisión de Constitución quiere plantear el problema, serena y tranquilamente, sin violencia, tratando de encontrar la fórmula constitucional justa que, a la vez que dé vitalidad a las provincias, a los cantones, y a las parroquias, detengan la posibilidad de estos grupos oligárquicos que tratan de romper la unidad nacional, donde están las bases de la estructuración política ecuatoriana. Ya hemos analizado las causas de este problema que están en el exceso de centralización política y administrativa y que están en la falta de personalidad de las provincias, de los cantones
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y de las parroquias. Examinemos ahora las consecuencias políticas que se derivan de este problema, de este formidable y paradójico problema en la vida política ecuatoriana. La provincia rechazada de nuestra Constitución; la provincia rechazada de la vida auténtica dentro de la nacionalidad, ha cobrado venganza, y venganza dura, y se ha impuesto en forma perjudicial. Sostengo que la vida política ecuatoriana es en sus rasgos esenciales, una venganza política provinciana que gira alrededor de los intereses de la provincia, y que muy pocas veces se eleva a los planos de consideración de los grandes problemas nacionales. Veamos el reflejo de este hecho en la actividad del poder Legislativo y del Ejecutivo. Examinemos un Congreso nuestro. No lo miremos dentro del concepto constitucional, mirémosle en la realidad viviente. Todos nosotros hemos asistido a un Congreso. ¿Qué han sido los Congresos ecuatorianos, e inclusive algunas Asambleas Constituyentes? Nuestros Congresos se han caracterizado por su provincialismo; nuestros Congresos se han reducido a una pugna entre Diputados de distintas provincias que han venido a convertir el recinto Legislativo en un campo de lucha despiadada por conseguir el decreto que favorezca a una determinada circunscripción territorial. El ideal de muchos Congresos nuestros era hacer labor provincial, y lo que es peor, hacer labor personal. Los Diputados aspiraban a llevar en su cartera el decreto que diera un camino; que diera un puente, que diera un empleado público más a su provincia, aunque esto parezca ridículo recordarlo; el deseo de los Diputados no era sino el de llevar el decreto que nunca se iba a realizar, o que no se tenía deseo de realizarlo. Simplemente se quería hacer demagogia con los intereses de la vida provincial, para asegurarse una curul o para asegurarse una reelección de Diputado a base de estos decretos carentes de realización en la vida auténtica del país. Yo he visto en estos Congresos acuerdos que me atrevo a calificar de inmorales entre Representantes de la provincia y de otra, estableciendo un verdadero sistema de “do ut des”; acuerdos en que se decía yo te doy tal cosa para tu provincia, si tú me das esto para la mía. Y en medio de estas discusiones se iban quedando retrasados los altos intereses nacionales, sin tener quien los atendiera. Era la provincia que cobraba venganza, era la provincia que se vengaba porque la echábamos del texto constitucional, era la provincia que no queríamos reconocer dentro de la Constitución como un organismo con personalidad y con autonomía. Era la provincia que se filtraba por la ventana porque no le queríamos dejar entrar por la puerta. Ahora, refiriéndome al poder Ejecutivo. ¿Cómo ha sido el trabajo de nuestro poder Ejecutivo? Todos los Ministros, todos los Presidentes de la
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República, han tenido que enfrentar el formidable problema de las peticiones de las provincias. Todo se pide al Presidente de la República y a los Ministros, y de esta manera, el poder Ejecutivo no puede realizar una labor de beneficio nacional. En la provincia no hay quien atienda los problemas seccionales, y, forzosamente, éstos tienen que venir al despacho presidencial. ¿Cómo querer que estas condiciones, que todo se lo pide al poder central, pueda el Ejecutivo realizar una verdadera solución de los problemas nacionales? Nosotros que hemos defendido hace dos días la tesis de un poder Ejecutivo fuerte, ¿cómo queremos que exista ese poder Ejecutivo fuerte si lo vamos a dejar aplastado bajo los múltiples problemas provinciales? Debemos dejar al poder Ejecutivo libre de estas trabas, debemos quitar al Presidente de la República la atención a una multitud de problemas locales, muchos de ellos intrascendentes, que impiden la acción ordenada, la acción conjunta, la acción coordinada de todos los Ministerios. En este aspecto del poder Ejecutivo, estamos viendo también la acción de la provincia que cobraba venganza. Hay también otros problemas producto de la provincia sin una vida democrática auténtica. La provincia entregada a su propia suerte ha sido el centro de acción de los grandes caciques y caudillos que la han arruinado. El cacique provincial, el cacique de aldea, he allí la figura simbólica de nuestra auténtica vida política nacional. Con contadas excepciones, siempre ha sido el cacique provinciano el que ha inspirado, el que ha dado el tono de esta vida política del Ecuador, porque la vida democrática, la vida pretendidamente democrática, no llegaba a la provincia, porque no habían los vínculos ni los medios para que esta vida de las provincias creciera, y entonces, forzosamente, tenía que surgir el cacique. Y, paradójicamente, el cacique muchas veces surge en provincias donde el gamonalismo no existe. Pregúntenles a los Representantes de Manabí, dónde surgen estos caciques, no obstante que en esa provincia no existe latifundismo, ya que el cacique no solamente brota sobre las bases del latifundio, sino de otros intereses económicos, de acuerdo con la errónea estructura política que hemos dado a nuestro país. Por otra parte la democracia ecuatoriana ha padecido, también, de este olvido de la provincia, del cantón y de la parroquia. Contemplemos el panorama de las elecciones. No me refiero a las últimas elecciones, caso excepcional en la historia, porque son resultado de una revolución de profundo sentido nacional. Contemplemos el panorama ordinario de las elecciones en nuestro país, y decidme, señores asambleístas, si estas elecciones eran acaso, el resultado de la expresión política del país y de la consideración de los grandes problemas de la nacionalidad. Todos hemos presenciado una
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campaña electoral, y jamás hemos visto que un Diputado haya planteado los grandes problemas nacionales para obtener el triunfo de su candidatura. La costumbre ha sido la de plantear el problema pequeño, la de plantear el problema particular, ofreciéndole a un cantón hacerlo provincia, o una parroquia hacerla cantón; y se ha ofrecido caminos, y se ha ofrecido multitud de cosas que no se podían realizar. Era la tergiversación de la vida democrática ecuatoriana, era el falseamiento de la base misma de la nacionalidad, era la destrucción de la base democrática, para impedir que fueran traídos a discusión en los Congresos del país los grandes problemas de la nacionalidad. Hemos tenido en el Ecuador una característica política de aldea, como expresión de nuestra vida nacional. Por lo mismo, la economía nacional ha sufrido de terribles perjuicios por la desconexión entre las provincias, y por la no atención a cada uno de los problemas de ellas, que ha hecho que el favor central beneficie de preferencia a determinadas secciones, la mayor parte de las veces con fines electorales y de gobierno. Muchas veces los favores del poder central tenían que darse a estas provincias que, con un sentido de preferencia, hemos llamado los grandes centros de la nacionalidad. De otro modo, se corría el riesgo de un movimiento o de un estallido federalista, de esta amenaza que ha tenido aterrorizados a todos los Gobiernos. Por atender a estas provincias preferidas en la política ecuatoriana, el cantón se ha encontrado totalmente abandonado, sin tener un organismo que atienda sus obras públicas, que atienda a su educación, y que atienda a sus necesidades generales. Este orden de preferencia en que se ha colocado a determinadas provincias, es muchas veces la explicación del abandono de nuestras provincias más alejadas, y considero que esta es también la explicación del abandono de la provincia de El Oro. Se sacrificó la nacionalidad sacrificando a la provincia de El Oro, porque tal vez, esta provincia no estaba clasificada entre esos llamados centros de la nacionalidad ecuatoriana. Fue la vida provinciana, fue la no atención a los problemas provinciales lo que impidió que a determinadas provincias no se las considerase para el mantenimiento de la nacionalidad, y por eso no fueron debidamente atendidas. Planteando el problema en esta forma, forzosamente, tiene que atenderse la obra de la unidad nacional. A Guayaquil se le ha acusado de ser enemigo del carretero a Esmeraldas y del camino Quevedo a Manta. Puede ser, H. Asambleístas, que hayan elementos interesados en Guayaquil, y que hayan intereses oligárquicos que se oponen a las obras de reconstrucción nacional. Los hombres que hoy tenemos una visión completa de la
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nacionalidad y estamos resueltos a luchar contra esas atomizaciones de la resolución de los problemas nacionales, porque consideramos esas obras, son obras de redención del país. Ha llegado, señores, la hora de terminar con este planteamiento de la política ecuatoriana. Es necesario que se superen nuestros vicios nacionales, porque de otro modo, no hubiese valido de nada hacer la revolución del 28 de mayo si vamos a seguir en esta misma rutina equivocada, al analizar los problemas de carácter nacional. En este mismo problema puedo afirmar que no solo absorbe la provincia y la región, sino que toma en sus garras a cantones y parroquias. Vengo recorriendo, pueblo por pueblo, la provincia del Guayas. El señor Presidente de la Asamblea hizo ese recorrido conmigo, y podrá testificar la verdad de mis palabras. Hemos encontrado no menos de seis parroquias que nos pedían ser cantones y no menos de quince recintos que nos solicitaban ser parroquias. Cuando hemos preguntado cuál era la causa de esas peticiones, la respuesta era la misma: la cabecera cantonal absorbe la vitalidad de la parroquia, y la parroquia, a su vez, absorbe la vitalidad de los recintos y caseríos. Y, yo informo que, en el fondo el clamor de estas parroquias y recintos es justo, porque en el fondo, se han absorbido sus rentas, se ha desatendido sus problemas, y se ha impedido que las poblaciones de los recintos se eleven a la consideración de los problemas nacionales, porque las cabeceras cantonales son verdaderos centros de absorción. Están en un error los que afirman que la solución radica en crear cantones y parroquias, creando, tal vez, un desmesurado aparato burocrático, que impedirá la obra de la reconstrucción nacional. La solución debe dirigirse a encontrar una fórmula que venga a dar justos derechos a los cantones, a las parroquias, y a los recintos. Por eso la Comisión de Constitución ha traído este problema con todos sus detalles. Pero antes de entrar en consideración de las conclusiones que la Comisión ofrece, con un deseo de información a la H. Asamblea, me voy a permitir seguir el recorrido histórico de este problema a lo largo de las Constituciones que ha tenido el Ecuador. Se ha dicho con toda razón y con toda justicia, que el nexo integrador de la nacionalidad ecuatoriana en su conjunto fue la Presidencia de Quito. Considero que, efectivamente de allí arranca nuestra nacionalidad, que este es el origen de nuestra ecuatorianidad, la Audiencia de Quito, o sea lo que fue el Reino de Quito. Pero al mismo tiempo considero que al lado de estos elementos hay que poner otro lazo de integración tan vigoroso como la Audiencia de Quito, y con un contenido del más profundo significado democrático, me refiero al Cabildo, a esa vieja y noble institución española, a esos Ayuntamientos traídos por la Colonia, y que hicieron la verdadera vida orgánica de nuestra nacionalidad; me refiero, digo,
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al Cabildo Colonial, a ese representante de la Colonia en este pedazo de tierra que luego se habría de convertir en la República del Ecuador, y que para estimar el significado de cuya obra habría que observar la trabazón que tenía con la solución de los problemas de la vida colonial. Para darse perfecta cuenta de su verdadero papel integrador, hay que estudiar las actas de los Cabildos de Quito, de Cuenca, y de otros que se han publicado con un acertado criterio para conocimiento de lo que fue el verdadero Cabildo Colonial. Ojalá, que esta obra de publicación de las actas de los Cabildos se continúe, para que podamos darnos cuenta de las verdaderas bases de nuestra nacionalidad, que residían en ellas, por sus múltiples atribuciones para reglamentar la vida colonial, que iban desde el reparto de tierras hasta la fijación de tarifas de los artesanos, y que llegó, en algunos casos hasta a dictar verdaderos Códigos de Trabajo, como fue aquella Ordenanza del Cabildo de Quito respecto al trabajo de las minas. El Cabildo Colonial representó la verdadera vida popular de la ecuatorianidad futura. La Audiencia nos daba el sentido de unidad política; la Audiencia era el símbolo de la España gobernante, y el Cabildo, pese a su forma de integración, era la expresión misma de este pueblo, que estaba radicado en la Colonia. Es preciso, por esto, rememorar la obra de los Cabildos en tiempo de la Colonia, y para ello debemos recordar, en primer término, la llamada Revolución de las Alcabalas; y que la Declaración de la Independencia fue proclamada por Cabildos. Quiero también, hacer referencia a una institución de profundo sentido democrático: el Cabildo ampliado; ese Cabildo adonde venía el pueblo entero y se reunía a deliberar sobre sus destinos y sobre la solución de sus propios problemas. He allí una de las fuentes de nuestra nacionalidad, y uno de los nexos de integración de nuestra Patria. Por haberlo olvidado, o por no haberles dado la fuerza que tuvo el Cabildo Colonial a nuestros actuales Municipios, hemos postergado la formación de esta nacionalidad ecuatoriana, como una nación robusta y fuerte, a diferencia de otros países, como Chile, cuya vida política está basada en los Municipios, y en la tradición colonial de los Cabildos, que han conseguido una estructuración de nacionalidad poderosa. Por eso es necesario remozar el viejo espíritu que animó a los Cabildos de la época colonial. Y por eso, la Comisión de Constitución reivindica en esta Asamblea de 1944 al Municipio como una de las células constitutivas de la nacionalidad ecuatoriana.
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Continuando el análisis de la trayectoria que han tenido las provincias y Municipios en nuestra vida constitucional, vemos que surge la Independencia, y que con ella nace la primera Constitución Política de la República del Ecuador en 1830. Hagamos un rápido recuento de las vicisitudes que la organización seccional va a tener a lo largo de nuestras Constituciones. Adviene el año de 1830, momento dramático en la formación de la nacionalidad ecuatoriana, porque había que definir las bases mismas de nuestra nacionalidad. En el Congreso de 1830 se produjo una larga discusión que no he querido traer en sus detalles, porque sería cansar la atención de los señores asambleístas. Me refiero a la discusión entre el señor Fernández Salvador, Presidente de ese Congreso, y don Francisco de Marcos, Representante del Departamento de Guayaquil. Marcos planteaba en la primera sesión del Congreso de 1830 la necesidad de la formulación de un pacto entre los Departamentos que constituían la naciente República del Ecuador, organizada con apariencia de forma análoga a la Constitución Norteamericana. La discusión fue dura. El Departamento del Azuay estaba de acuerdo con el Departamento del Guayas, pero Fernández Salvador, quien reconozco como uno de los más altos parlamentarios ecuatorianos, consiguió rehuir la cuestión, y evitó un pronunciamiento definitivo del Congreso. Posiblemente con esta medida impidió que encontráramos el verdadero camino de la organización administrativa del Ecuador. Cuando se planteaba el pacto obtiene la siguiente fórmula que consta en el Art. 21 de la Constitución del año 1830. El poder Legislativo lo ejerce el Congreso de Diputados, que serán diez por cada Departamento. Esta igualdad de representación deberá observarse mientras pende el juicio del árbitro designado, sobre si los tres departamentos han de ser representados en el Congreso según el censo de su población, o si han de concurrir con igual representación. No se encontró la fórmula clara y al fin, no definimos las bases de la nacionalidad, pues no llegó a resolverse si los Departamentos debían concurrir con igualdad de Representantes o si la representación departamental debería ser proporcional al número de habitantes, pues era que, el Departamento de Quito tenía una población más numerosa que los otros departamentos; y, mientras los Departamentos de Guayaquil y del Azuay pedían igualdad de representaciones, Fernández Salvador pedía que la representación se la hiciese en la otra forma. La tesis de los departamentos de Guayaquil y del Azuay significaba la lucha contra el centralismo; el Departamento de Quito planteaba la tesis, como digo, en otra forma. Para impedir la disgregación, se rehuyó la cuestión final y no llegó a encontrarse la fórmula precisa. Nació, pues, el problema
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de la administración seccional en la Constitución de 1830 con un vicio de origen, con una situación ambigua, no definida. Más adelante, la misma Constitución en sus artículos 53 y 56, define el problema del Municipio: Art. 53.- El territorio del Estado se dividió en departamentos. Nuevamente tenemos el criterio departamental que se filtraba en la Constitución de 1835, a través de la forma de representación. ¿Para qué seguir citando textos, constitucionales posteriores? Siempre se mantuvo la definición departamental, con una dualidad incomprensible puesto que ya los departamentos no tenían existencia real en la política ecuatoriana, y seguía también el desprecio por la provincia. Al departamento no se le da una estructura definida, y a la provincia no se le atiende, esta es toda una contradicción. Llega el año de 1860, año crucial para la historia de nuestro país; año de disgregación y de reconstrucción, al mismo tiempo año en que toda la nacionalidad ecuatoriana parece desaparecer; año en que el Perú invade el territorio ecuatoriano, y año en que se llegó a firmar un ignominioso tratado, como fue el de Mapasingue, en que estalla un movimiento que debe ser profundamente analizado en la historia del Ecuador. Loja, con Manuel Carrión a la cabeza, se declaraba Estado Federal, pero observadlo bien, Estado Federal dentro del criterio de ecuatorianidad, como prueba de esto, en el momento en que el General Castillo reconoce al Gobierno Federal de Loja, el mismo Carrión rechaza ese reconocimiento y declara su profunda ecuatorianidad. En aquel año parece disgregarse la nacionalidad, y adviene entonces aquello que se ha llamado el milagro de 1860: el ejemplo de una nación que se recupera, del anhelo de un pueblo que hace resurgir su país, y que hace la resurrección de su Patria, ese anhelo que encuentra un símbolo en esa figura merecidamente exaltada por el H. Benítez y el guayaquileño Gabriel García Moreno. Es García Moreno hombre de visión plena, hombre venido de otros países, donde la vida política y económica tenía un desarrollo mucho más poderoso, quien trata de dar bases más sólidas a la nacionalidad ecuatoriana. Tendrían que hacer muchos cargos contra García Moreno, pero en justicia debo reconocerlo como uno de los grandes constructores de esta nacionalidad. Reconozco al hombre de provincias, cantones y parroquias. El gobierno político de cada departamento reside en un Prefecto, que es el agente inmediato del poder Ejecutivo. El gobierno de cada provincia reside en un gobernador: cada cantón o la reunión de algunos de ellos en circuito por disposición del gobierno, será regido por un corregidor; y las parroquias por tenientes. Art. 56.- “Habrá Concejos Municipales en las capitales de provincias. La Ley organizará estos Concejos, designando sus atribuciones, número de sus
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miembros, duración de su empleo y la forma de su elección”. De esta manera, la Constitución que estableció la República del Ecuador en 1830, iniciaba el camino de los vicios en la organización administrativa de nuestro país. Esa Constitución no daba la fórmula clara, y surgía otra vez el problema del centralismo absorbente de la capital. ¿A qué se debió que la Constitución de 1830 no planteara la fórmula precisa? ¿Falta de conocimiento de los hombres? ¿Falta de análisis del problema? En homenaje a las personas que tuvieron participación en el estudio de este problema, no me atrevo a juzgar la razón por la cual hicieron esto. Nacido el Ecuador con este vicio de origen en cuanto a su estructura, la Constitución de 1835 en el Art. 3.- Hace desaparecer los Departamentos: “El territorio de la República del Ecuador comprende el de las provincias de Quito, Chimborazo, Imbabura, Guayaquil, Manabí, Cuenca, Loja y el Archipiélago de Galápagos, cuya principal isla se la conoce con el nombre de Floreana. Sus límites se fijarán por una ley, de acuerdo con los Estados limítrofes”. Llamo la atención sobre la forma en que está redactado este artículo. Desaparece la definición departamental para referirse subrepticiamente a este mismo punto en los artículos 25 y 30. Art. 25.- “El senado se compone de quince senadores a razón de cinco por cada uno de los antiguos departamentos de Quito, Guayaquil y Azuay: la ley será la que distribuya este número en las respectivas provincias”. Art. 30.- “La Cámara de Representantes se compone de veinticuatro miembros: ocho que corresponden al territorio que comprenden las provincias de Quito, Chimborazo e Imbabura; ocho al de Guayas y Manabí y ocho al de Cuenca y Loja”, según la distribución de la visión general, cuando aún en Europa mismo se discutía la importancia de los ferrocarriles, García Moreno pensaba en la obra del ferrocarril de Guayaquil a Quito, y, respecto de las riquezas de nuestro país, tratándose del petróleo, por boca de su Ministro Eguiguren, en el año 1869 decía que el Gobierno iba a explotar las minas de petróleo de Santa Elena, porque no creía que era una solución la venida de capitales extranjeros que iban a explotar nuestra riqueza. Surge entonces, esta Constitución de 1861, esta Constitución contradictoria, maravillosamente contradictoria, símbolo también de una revolución nacional. Esta Constitución reconoce por primera vez requisitos democráticos para la ciudadanía, y establece que para ser ciudadano, como única condición se requiere ser casado o tener 21 años de edad, y saber leer y escribir, eliminando el criterio del censo dentro del derecho de ciudadanía. Esta Constitución analiza a fondo el problema de la estructura nacional, pues, de ella desaparece el departamento. ¡No más el departamento en la vida
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constitucional ecuatoriana! Volvemos a la verdadera realidad de la vida ecuatoriana: a la provincia, al cantón, y a las parroquias, a riesgo de cansar la atención, a fin de ver la forma como plantea la Constitución de 1861 este problema, me voy a permitir la lectura de algunos artículos, me refiero a los artículos 94, 95, 96 y 97. Art. 94.- “El territorio de la República se divide en provincias, cantones y parroquias; y se reserva a cada provincia y a las secciones territoriales el régimen municipal en toda su amplitud, quedando al Gobierno General las facultades y funciones que se le atribuyen en esta Constitución”. Art. 95.- “En cada provincia habrá un Gobernador que será el agente inmediato del poder Ejecutivo, en cada cantón un Jefe Político, y en cada parroquia un Teniente: la ley determinará sus atribuciones. Todos los agentes mencionados serán elegidos por sufragio directo y secreto, debiendo, en cuanto al primero, formarse por las Juntas Provinciales una terna de los que hayan obtenido mayor número de votos, la que se elevará al Ejecutivo para que elija sin salir de ella”. Art. 96.- “Habrá Municipalidades provinciales, cantonales y parroquiales. La ley determinará sus atribuciones en todo lo concerniente a la policía, educación e instrucción de los habitantes de su localidad, sus mejoras materiales, recaudación, manejo e inversión de las rentas municipales, fomento de los establecimientos públicos y demás objetos y funciones a que deben contraerse. Las parroquias en que no se puedan establecer Municipalidades quedarán sujetas a los acuerdos de la del cantón”. Art. 97.- “Los Gobernadores, Jefes Políticos y Tenientes parroquiales ejecutarán los acuerdos municipales de su localidad en todo lo que no se oponga a la Constitución y a las leyes generales, y en cada caso de que sobre esta materia se suscitara alguna cuestión, se decidirá por la Corte Suprema de Justicia”. Considero que la Constitución de 1861 se aproximó a la solución del problema, porque no dejó resuelto sino que simplemente se aproximó a su solución, ya que no basta la simple transcripción de una disposición en un texto constitucional de una nación, sino que es necesario ponerla en práctica. El texto de una Constitución debe estar de acuerdo con la situación social del país. Habría que analizar profundamente esta fórmula de 1861 que no llegó a vivir en el país porque no llegaron a formarse los Consejos Provinciales que en ella constaban. Más tarde, en 1869, esa contradicción del alma de García Moreno que va del período de 1860 a 1869, hizo desaparecer todos estos elementos de la Constitución ecuatoriana, y redujo el régimen municipal a condiciones que no significan una transformación del sistema de vida municipal. La Constitución de 1869, en su Art. 83 dice: Habrá Municipalidades en todas las capitales del cantón y serán presididas por los Jefes Políticos.
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La ley determinará sus atribuciones en todo lo concerniente a la policía, educación e instrucción de los habitantes de la localidad, sus mejoras materiales, recaudación, manejo e inversión de las rentas municipales, fomento de los establecimientos públicos y demás objetos y funciones a que deban contraerse. ¿Sería un criterio realista de García Moreno el que lo llevó a borrar las disposiciones de la Constitución de 1861? ¿Sería un predominio del espíritu reaccionario dentro de esta Constitución? No me atrevo a responder. Queda pues, abierto el interrogante. Hasta allí la provincia no tenía vida, y de pronto, en 1878, como una cosa excepcional, aparece en la Constitución de ese año el Consejo Provincial. En su Art. 101, que dice: “Para la administración de los intereses seccionales habrá Cámaras Provinciales en los lugares que determina la ley, y Municipalidades en todos los cantones, sin más dependencia que la establecida por ella o por la Constitución”. Pero, la Institución de los Consejos Provinciales no llegó a tener vida efectiva. Desapareció durante muchos años, y todas las Constituciones la olvidaron hasta que apareció de nuevo el Consejo Provincial en la Constitución de 1928 al 29. En esta forma vemos como la vida de la nacionalidad ecuatoriana ha venido haciéndose al margen del Derecho Constitucional. Por aquella época venía desarrollándose una fuerza nueva, fuerza de fondo social nueva, que traía nuevas formas de vida: la naciente burguesía, que tenía todavía muchos resabios feudales en su práctica. Pero, esta burguesía trae un nuevo concepto de la vida, y por causa de este nuevo concepto van a surgir los elementos de una profunda transformación en el país. Ya el H. Benítez llegó a pronunciarse por el criterio de que estas dos corrientes económicas, la feudal y la burguesa, se habían producido por los métodos diferentes de la producción entre sierra y costa. Sin llegar a estar de acuerdo en las razones de esa conclusión, firmo como cierto lo hecho que tal diferencia se deba a uno de esos factores, o sea, a los distintos métodos de producción de la sierra y de la costa, y entiendo que es también este el factor determinante a juicio del H. Benítez, dentro de dichas diferencias de sistemas de producción. La costa dedicada a producir para la exportación con métodos capitalistas, y la sierra que producía bajo un método feudal. Surge entonces la Revolución Liberal; surge entonces este nuevo anhelo en la nacionalidad ecuatoriana y representada en Eloy Alfaro, en esa figura a la que hay que hacer honor como otro de los grandes constructores de esta nacionalidad. Alfaro como símbolo del anhelo nacional, luchó por una política en favor de las masas y por sus reivindicaciones.
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Alguna vez se me planteó el problema de cómo miraba la Revolución Liberal, y para precisar este concepto recurrí a los hechos y precisamente al contenido de la expresión de Alfaro a la Asamblea de 1896 a 1897, cuando dice más o menos textualmente: “En la batalla de Gatazo se me acercó un hombre y me dijo: soy un peón del litoral, y he venido con usted para luchar por mi libertad, y para combatir este régimen. Cuando termine esta batalla he de recibir mi carta de libertad”. Allí estaba el profundo contenido de la lucha contra el sistema feudal, de la lucha contra un sistema colonial que no tenía razón de existir en el país porque nuevas formas económicas estaban naciendo. La Revolución Liberal no logró resolver el problema feudal por causas de diversos factores. La obra constructiva del liberalismo no se llegó a realizar, a pesar de haber existido épocas realmente progresistas, como la de la administración del General Plaza, que tiene mucho de aspecto positivo en su realización pero, en términos generales, hay que considerar que la Revolución Liberal había entrado por un camino de desviación. Tengo que reconocer que la Constitución de 1906 representó ese anhelo de libertad nacional, y ese deseo de libertad; pero desgraciadamente, lo representó en forma excesivamente libresca, desligándose de la verdadera vida nacional. A pesar de los varios años de gobierno el Partido Liberal no había tenido tiempo de fijar su verdadera forma constitucional. La tarea de mirar ese problema de la realidad nacional ha quedado a los hombres de ahora, posiblemente, a esta Asamblea de 1944. Y esa Constitución de 1906 tampoco enfrentó el problema vital que nos está preocupando esta tarde, y no lo pudo enfrentar por falta de madurez del Partido Liberal, por falta de un programa definido de ese partido, programa que apenas aparece en 1924, perdón fue en 1923, antes de la elección dé Córdova, que se realizó en 1924. Antes le fue imposible al Partido Liberal la formación de un verdadero programa. Las fracciones liberales lucharon sin programa claro, y si no hay una concepción clara, no se puede tener un texto constitucional preciso. Por esa razón profunda se ha abierto este debate para que la Constitución de 1944 sea expresión de un programa que resulte del análisis detenido de los problemas nacionales, para que no se pierda en el articulado ni en la palabrita de cada artículo. Pasó, pues, la Constitución de 1906 sobre el problema sin enfrentarlo. Llegó la Constitución de 1929. ¿En qué momento asoma la Constitución de 1929? ¿Qué ha pasado antes de 1929? Hay un movimiento revolucionario, el de 1925, ese movimiento tan calumniado y tan incomprendido el que no se ha querido ver en su verdadera profundidad, porque se miran las cosas
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superficialmente. Y, con este criterio se dice que el Ejército irrumpió en la vida política del Ecuador, cometiendo un crimen a la Patria, No tengo nada de militarista, pero vengo esta noche a reivindicar el papel que desempeñó el Ejército en la revolución de 1925. Esa revolución fue la reacción de la joven oficialidad del Ejército contra el caos de la situación económica de entonces, igual que la joven oficialidad del Ejército en 1944 reaccionó contra el caos y el desastre nacional, fue el mismo espíritu de renovación democrática, del que debemos sentirnos orgullosos profundamente. El movimiento de 1925 quiso poner término a la anarquía económica del país, pero fueron también terribles las oposiciones de los sectores capitalistas. Recuerdo que la idea de Luis Napoleón Dillon respecto a la organización del Banco Central, como organismo regulador de la economía nacional, mereció como premio el que su nombre se lo colocará en una galería llamada “De los viles”. Usted, señor Presidente, formó parte de la Junta Militar del 9 de julio. ¡Lo que son las cosas!, y como se cruzan los hechos en la historia. La verdad es que el movimiento de 1925 tendió a estructurar la nacionalidad ecuatoriana, tendió a resolver sus problemas profundos, el problema de la anarquía económica, el problema de la anarquía financiera, y el problema de la anarquía administrativa. Sin embargo, en 1925 no se pudo terminar con la anarquía económica del país. Había entonces un cúmulo de juntas de impuestos descentralizados. Que un colegio necesitaba rentas, se creaba un impuesto. Que una carretera necesitaba rentas, se creaba otro impuesto. Que se necesitaba un portero en cualquier Tenencia Política, se creaba un impuesto para pagar el sueldo de ese portero. Esta es la verdad de lo que sucedía. Y cosa increíble, es la verdad de lo que ahora sucede. En el Ministerio de Economía Nacional he visto la lista de los impuestos descentralizados creados por el Gobierno de Arroyo del Río, y que llega a la escandalosa cifra de 152. El peor enemigo de la revolución de 1925 fue Arroyo del Río, que vino a poner el caos económico y financiero en este país. Reaccionó el país en 1925, y entonces, como un anhelo, surgió esta Constitución de 1929, esta Constitución de 1929 que por razones inexplicables nadie se acuerda de ella, que por razones inexplicables nadie ha vuelto a poner nunca en práctica, sin embargo de contar con disposiciones que se acercan en mucho a la solución de algunos problemas nacionales. Y vuelve siempre como Ave Fénix la Constitución de 1906. El propio Partido Liberal entiende, estará de acuerdo con nosotros, en que la Constitución de 1929 representa mucho más que la Constitución de 1906 respecto al problema, y cree que hay que darle a la provincia ciertas atribuciones y por primera vez en la historia constitucional de nuestro país crea en forma estable los Consejos Provinciales, ya no como una
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simple formulación constitucional, en sus artículos 139 y 140. Art. 139.- En cada capital de provincia habrá un Consejo Provincial, cuyas atribuciones serán las siguientes: 1. Formular el Reglamento, según el cual debe ejercer sus atribuciones y someterlo a la aprobación del Consejo de Estado; 2. Elegir el Senado a que se refiere el No.1 del Art. 33 de la Constitución; 3. Ejercer las atribuciones que les confieran la Ley de Elecciones y la del Régimen Municipal; 4. Vigilar las obras públicas provinciales, cantonales y parroquiales; 5. Coordinar la acción municipal en forma que esta tenga mayor eficacia y redunde en beneficio de toda la provincia; 6. Informar al Congreso y al poder Ejecutivo acerca de las necesidades y mejoras de las respectiva sección; y, 7. Ejercer las demás atribuciones que le concedan las Leyes, para el cumplimiento de los fines precedentes. La Ley de Elecciones determinará el número de los Consejeros Provinciales. Art. 140.- Para la administración de los intereses locales habrá Municipalidades. La ley determinará su organización y atribuciones. Yo quiero ahorrar a mis colegas el análisis de las atribuciones que tenían esos Consejos Provinciales. Quiero solo recordar que esos Consejos Provinciales se convirtieron en organismos electorales, pues tenían atribuciones para nombrar Senadores Provinciales, y entonces, devinieron del centro de acción de los caciques de aldea que se han apoderado de nuestras provincias. Es evidente que la experiencia de los Consejos Provinciales, en la forma organizada en la Constitución de 1929, nos demuestra los defectos y las fallas que puedan darse en estos organismos, al conceder a un Consejo Provincial atribuciones de orden político, pues, esos Consejos Provinciales se convirtieron en campo de batalla del caudillismo, y cayeron en manos de los hombres apoderados de la provincia. La Constitución de 1929 tuvo una vida efímera, apenas de seis años. Después vino esa época terrible de la Dictadura de Páez, esa época en que todas las libertades ecuatorianas son aplastadas. Más tarde, el Régimen del General Enríquez convoca a la Asamblea Constituyente, dando fin a esa época de desconcierto. Surge entonces la Constitución de 1938. Constitución que debe estar en el número de las Constituciones que han tenido vigencia, porque no se puede aceptar como solución del Régimen Constitucional la planteada por los autores de las “coordinaciones” de la Constitución de 1906. Sin
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embargo esa Constitución no revive los Consejos Provinciales. Reacciona contra los defectos de los Consejos Provinciales. La Asamblea de 1938 no ve claro el problema, y no trata de solucionar esos defectos, sino que suprime la institución de los Consejos Provinciales, porque, quizás, acepta como razón para ello los defectos que habían demostrado en la práctica como inútil. A pesar de no haberse enfrentado este problema, considero que, a mi juicio, la Constitución de 1938 es una superación de la Constitución de 1929, porque encierra principios mucho más avanzados, que se acercan, también, mucho más a la realidad de 1929. Hay que reconocer que, tal vez, la Constitución de 1938 se dejó desviar por los criterios de los defectos que habían demostrado en la práctica los Consejos Provinciales, y que antes de estudiar sus errores, no supo resolver el problema ni supo dar vida a la provincia. Hubiera sido indispensable reformar la Constitución de 1938 por la vía pacífica de los procedimientos que ella establecía, para solucionar el problema de la provincia, si acaso nos hubieran dejado vivir esa Constitución. Esa Constitución de 1938, en su Art. 5, presenta un nuevo criterio, que es un aporte a la solución de este problema que era simplemente la posibilidad de crear Consejos Provinciales, que posiblemente hubieran nacido viciados como resultado de un Congreso que no tenía la pureza de la Asamblea de 1938. Hay también otra institución nueva, que es otro aporte a la solución del problema de las provincias, que no son los Consorcios de los Municipios para la resolución de sus programas comunes. Desgraciadamente el tiempo vuela, y no quiero cansar la atención porque todos conocemos el problema de los Consorcios de Municipios. Tenemos, pues, hasta este momento, una serie de aportes valiosos a la resolución del problema, en las disposiciones que he mencionado de las Constituciones de 1861, de 1929 y de 1938, cada una mirando un lado del problema. Ahora, nosotros, tenemos que recoger toda esa tradición vigorosa de las distintas Constituciones del Ecuador y de la experiencia para encontrar una fórmula precisa que resuelva el problema. ¿Cómo ha recogido esa fórmula el anteproyecto de 1944? Recoge la experiencia de la Constitución de 1938, recoge el aporte de esa Constitución respecto a que la distribución de los egresos fiscales en los servicios públicos de las provincias se hará tomando en cuenta la capacidad productora y la distribución de cada una de ellas, y en su Art. 4 dice: “La personalidad y el desarrollo de la provincia y del Municipio, se establecerán por las disposiciones de esta Constitución y de las Leyes. Para la distribución de los egresos fiscales en los servicios públicos de la provincia, se tomará en cuenta la capacidad productora y la tributación de cada una de ellas. La Ley
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determinará lo relacionado con las provincias que son Entidades de Derecho Público. Habría Consejos Provinciales para el cumplimiento de fines económicos y administrativos”. Recoge también las otras experiencias en sus artículos 203, 204, 205 y 212, que dicen: Art 203.- “Los Gobernadores, que son los jefes civiles responsables de cada provincia, serán los que efectúen, directamente y bajo su exclusiva responsabilidad, los nombramientos y remociones de los Tenientes Políticos de su jurisdicción provincial. Los jefes políticos serán designados por el poder Ejecutivo, a propuesta en terna de los respectivos Gobernadores. Igualmente, los Gobernadores remitirán al Ejecutivo ternas para la designación de Jefes Provinciales de Educación, Oficiales Pagadores, Jefes de Ingresos, Intendentes de Policías y, en general, de todos los funcionarios provinciales cuyo nombramiento corresponde al poder Ejecutivo. Para designar los funcionarios provinciales antes referidos, el Presidente de la República deberá sujetarse a la terna enviada por el Gobernador. Al Gobernador le corresponde, sin ninguna restricción, la función de súper vigilancia general de la administración provincial, así en lo administrativo como en lo judicial, tanto civil como penal, responsabilizándose de sus actos ante el Presidente de la República o las Cortes de Justicia, según los casos”. Art. 204.- “Dentro de la independencia que esta Constitución reconoce a la provincia y para atender a su más eficaz desarrollo, funcionará en cada una de éstas un Consejo Provincial, compuesto del número de miembros que determine la Ley de Elecciones. Se encargará de la vida general de la provincia, especialmente en lo que tiene relación con sus obras públicas, sanidad, higiene, deportes, tránsito, producción, industrias y comercio, problemas obreros y, en general, de todo lo que se refiere al adelanto y progreso de la provincia. Ejercerá, además, las atribuciones y deberes que le señala la ley respectiva”. Art. 205.- “Corresponde a los Consejos Provinciales: a) Formular el Reglamento según el cual deben ejercer sus atribuciones y someterlo a la aprobación del Consejo de Estado; b) Supervisar la buena marcha y el cumplimiento de la Ley, Ordenanzas de los Concejos Cantonales de su jurisdicción; c) Aprobar o desaprobar, de acuerdo con la ley, las ordenanzas que expidieren los Concejos Cantonales; d) Autorizar los impuestos o tasas, que, de acuerdo con las leyes, estén facultados a expedir o crear los Concejos Cantonales. Una vez expedidos y para llevarlos a ejecución será necesario la autorización previa del Consejo de Estado; e) Ordenar la acción municipal en forma que tenga mayor eficacia y redunde en beneficio de la provincia. Para cumplir esta finalidad, el Consejo Provincial reunirá, por lo menos, dos veces
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al año, en Asamblea Provincial a los Concejos Municipales de la Jurisdicción. En dicha Asamblea se discutirán los medios necesarios para la más eficiente marcha de todos los asuntos que correspondan a la respectiva sección territorial; f ) Informar al Congreso y al poder Ejecutivo acerca de las necesidades y mejoras de la provincia, y, g) Solucionar los conflictos que se suscitaren entre los Concejos Cantonales de su jurisdicción, o entre estos y los Consejos Parroquiales”. Art. 212.- “En cada parroquia rural habrá un Concejo Parroquial, compuesto de 3 miembros elegidos: dos por la parroquia, en plebiscito anual convocado oportunamente por el Consejo Provincial, en la fecha que señale la ley respectiva, y uno por el Concejo Cantonal. El Concejo Parroquial se entenderá preferentemente, en la administración y vida seccional. Para el objeto indicado, tendrá pleno derecho en el manejo de los fondos parroquiales y supervigilará las obras públicas, sanidad, educación, ornato, higiene, deportes, tránsito y todo lo que redunda en beneficio y progreso de la parroquia. Sus miembros durarán un año en el ejercicio de sus funciones, pudiendo ser indefinidamente reelegidos. Sus atribuciones y deberes constarán en la Ley de Régimen Municipal”. En aquellos artículos reconoce la necesidad de la existencia de Consejos Provinciales, y reconoce las atribuciones de esos organismos, quitándoles muchas de las atribuciones políticas que tenían en la Constitución de 1929, y que desvirtuaron su finalidad. Hay que hacer honor al anteproyecto de 1944; pero, hay que señalar también algunos de sus errores en este terreno; sobre todo en el Art. 203, en que se da demasiada autoridad a los Gobernantes, rompiendo el requisito de unidad del poder central. Ahora veamos como ha sido planteado el problema en otros países de América. Ya hemos visto la realidad política ecuatoriana a lo largo de nuestro Derecho Constitucional; ahora hagamos un rápido recorrido por las Constituciones de otros países, porque no debemos pretender ser absolutamente originales en nuestras realizaciones. Pienso que es un buen procedimiento analizar nuestra realidad tomando en cuenta propias creaciones y compararlas con los otros países, ya que el único anhelo que nos guía es el de tener una Constitución sólida para nuestro país. Por eso, me parece injusto rechazar lo que se ha hecho en otro lugar, simplemente porque no ha sido hecho por nosotros. Tenemos que tomar los aportes de aquellos países más avanzados; especialmente de aquellos que se aproximan a nosotros y que tienen problemas sociales análogos a los nuestros. Abandonando el estudio de las Constituciones europeas, solamente haré referencia a un gran aporte del Derecho Constitucional moderno: la
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Constitución Española de 1931, y de algunas instituciones que existen en Colombia, en Chile, en Perú; y sobre todo en Cuba, con esa modernísima Constitución de 1940 símbolo de lo que debe ser una Constitución Política en América Latina. En Colombia el problema del siglo pasado fue el de la disgregación nacional por el exceso del descentralismo, ese problema que si no hubiera sido enérgicamente resuelto por Núñez habría conducido a la desarticulación total de la República Colombiana. La fórmula de Núñez, que citó en su mensaje el señor Presidente de la República, sencillamente, fue: centralización política y descentralización administrativa. ¿Cómo resolvió el problema la Constitución Política de 1886, en Colombia? Allí el problema de la descentralización administrativa se planteó desde un punto de vista diferente al de nosotros, porque los departamentos tenían vida, tenían una existencia real en la vida política colombiana sobre todo, la han tenido después de la Constitución de 1886. Aprovecho la oportunidad para aclarar un problema. A los marxistas se nos acusa de que afirmamos que todo radica en el problema económico, y que no nos interesa el aspecto constitucional y de las leyes. ¡Grave error! Los marxistas entendemos que en el juzgamiento ideológico de la realidad lo fundamental está en el problema económico, pero estamos convencidos que determinadas fórmulas jurídicas que no se alejan de la realidad pueden reaccionar enérgicamente sobre la base, política y económicamente. Discutimos los problemas constitucionales porque, como repito, una fórmula acertada puede reaccionar sobre la base política y económica y modificarla en sentido progresista. ¿Cómo miraba Colombia el problema en 1886, y cómo lo mira hasta hoy? Los artículos 179,180 y 181 de su Constitución Política, dicen: Art. 179.- “El territorio de la República se divide para la Administración Pública en Departamentos. Cada uno de estos será regido por un Gobernador, que será a un mismo tiempo Agente del poder Ejecutivo y Jefe de la Administración Seccional”. Art. 180.- “Los Departamentos tendrán independencia para la administración de los asuntos seccionales, con las limitaciones que establece la Constitución”. Art. 181.- “Los Departamentos se dividen en Distritos Municipales. Para el mejor servicio administrativo la Ley pude establecer divisiones provinciales u otras”. En nuestras sugerencias verán ustedes como nuestras conclusiones solamente dan a los Gobernadores y a los Jefes Políticos carácter de representantes del poder Ejecutivo y no de los Jefes de la Administración Seccional. Nuestro criterio es el de dictar una Constitución elástica que permita el juego de la institución conforme lo requieren los problemas nacionales sin necesidad
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de reformar la Constitución. Otra Constitución americana con criterio muy interesante, es la de Chile que, en sus artículos 93 y 94, dice: Art. 93.- “Para la administración interior, el territorio nacional se divide en provincias y las provincias en comunas”. Art. 94.- “La administración de cada provincia reside en el Intendente, quien estará asesorado, en la forma que determina la ley, por una Asamblea Provincial, de la cual será Presidente”. Y, sobre todo, es sumamente interesante lo expuesto en los artículos 95 y 101, que dicen: Art. 95.- “Cada Asamblea Provincial se compondrá de Representantes designados por las Municipalidades de la provincia en su primera sesión, por voto acumulativo”. Art. 101.- “La administración local de cada Comuna o agrupación establecidas por la ley, reside en una Municipalidad. Cada Municipalidad, al constituirse designará un Alcalde para que la presida y ejecute sus resoluciones”. He aquí otra solución dada en Chile, que tampoco recomienda la Comisión, o sea la de integrar los Consejos Provinciales mediante representación municipal. La Comisión recomienda una fórmula mixta: la integración de los Consejos Provinciales por elección popular, por representación funcional, y por representación de los Municipios. Tenemos, que tomar la experiencia para que se mire claramente el problema, para que se contemple la realidad nacional y para que se considere nuestra fórmula de solución. También la Constitución peruana contempla la creación de Consejos Departamentales. Pero, por sobre todas estas Constituciones hay una Constitución modelo, que es la de Cuba, la Constitución de Batista, de esa figura tan debatida. Constitución modelo por su contenido, y por su forma, redactada en un castellano claro, vibrante y puro. En ella quisiera referirme a otros artículos en que trata otros problemas como el de la familia, a los cuales tendré que hacer referencia en el momento en que se trate en nuestro debate de estos problemas. Por ahora me referiré a las atribuciones que da a los Consejos Municipales. Siempre hemos tenido la idea de que el Concejo Municipal es un organismo de administración seccional, y no hemos querido atender que hay que volver, en gran parte, al concepto del Cabildo Español en tiempo de la Colonia, para que en la vida pública tenga vitalidad en la resolución de los problemas inmediatos. Dice, al respecto, esa Constitución: Art. 209.- “El Municipio es la sociedad local organizada políticamente, por autorización del poder Legislativo en una extensión territorial determinada por necesarias relaciones de vecindad, sobre una base de capacidad económica para satisfacer los gastos del gobierno propio, y con personalidad jurídica a todos los efectos legales. La ley determinará el
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territorio, el nombre de cada Municipio y el lugar de residencia de su gobierno”. Art. 210.- “Los Municipios podrán asociarse para fines intermunicipales por acuerdo de sus respectivos ayuntamientos o comisiones. También podrán incorporarse unos municipios a otros, o dividirse para constituir otros nuevos, o alterar sus límites, por iniciativa popular y con aprobación del Congreso, oído el parecer de los ayuntamientos y comisiones respectivas”. Art. 211.- “El Gobierno Municipal es una entidad con poderes para satisfacer las necesidades colectivas peculiares de la sociedad local, y es, además, un organismo auxiliar del poder central ejercido por el Estado a través de todo el territorio nacional”. Art. 213.- “Corresponde especialmente al Gobierno Municipal: a) Suministrar todos los servicios públicos locales; comprar, construir y operar empresas de servicios públicos, o prestar dichos servicios mediante concesión o contrato, con todas las garantías que establezca la ley, y adquirir por expropiación o por compra, para los propósitos indicados, las propiedades necesarias. También podrán operar empresas de carácter económico; b) Llevar a cabo mejoras públicas locales y adquirir por compra, de acuerdo con sus dueños o mediante expropiación, las propiedades directamente necesarias para la obra proyectada y las que conviniere para reducirse del costo de la misma”. Art. 214.- “El Gobierno de cada Municipio está obligado a satisfacer las siguientes necesidades mínimas locales: a) El pago puntual de sueldos y jornales a los funcionarios y empleados municipales, de acuerdo, con el nivel de vida de la localidad; b) El sostenimiento de un albergue y casa de asistencia social, un taller de trabajo y una granja agrícola; c) El mantenimiento de la vigilancia pública y de un servicio de extinción de incendios; d) El funcionamiento, por lo menos en la cabecera, de una escuela, una biblioteca, un centro de cultura popular y una casa de socorro médico”. Art. 219.- “Como garantía de los habitantes del término Municipal respecto a sus gobernantes locales, se dispone lo siguiente: a) Se concederá el derecho de iniciativa a un tanto por ciento que fijará la Ley del cuerpo electoral del Municipio, para proponer acuerdos al ayuntamiento o a la comisión. Si estos rechazaren la iniciativa o no resolvieren sobre ella deberán someterla a la consulta popular mediante referendo en la forma que la ley determine; b) La revocación del mandato político podrá solicitarse contra los gobernantes locales por un tanto por ciento de los electores del Municipio, en la forma que la ley determine; c) Se considerará resuelto negativamente lo que se solicite de las autoridades y organismos municipales cuando la petición o reclamación no fuere resuelta favorablemente dentro del término fijado por la Ley. Esta regulará todo lo relativo a la impugnación de tales denegaciones tácitas y la
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responsabilidad de los culpables de la demora. La ley fijará sanciones por la demora injustificada en la tramitación de las peticiones formuladas por los habitantes del término Municipal a las autoridades y organismos municipales”. Art. 233.- “La provincia comprenderá los municipios situados dentro de su territorio. Cada provincia estará regida por un Gobernador y un Consejo Provincial”. Art. 239.- “Formarán el Consejo Provincial los alcaldes municipales de la provincia […] es decir, una perfecta armonía entre el criterio de unidad nacional y el criterio de autonomía municipal”. Más adelante está planteada la gestión municipal en la satisfacción de los servicios públicos importantes, o sea, esto que las fuerzas revolucionarias vienen reclamando de nuestros Municipios: que se atienda a los problemas de la vivienda, que se atienda a los problemas de las subsistencias, etc.; es decir, que no se encierren en sus salones a deliberar los Municipios sino que ayuden a resolver los problemas más fundamentales de las masas ecuatorianas. Hay en esta Constitución nuevos criterios, nuevas creaciones políticas, como la garantía de la autonomía municipal, y la garantía de los habitantes respecto a sus Municipios, defendiendo al habitante, y permitiendo que se desconozca a aquellos Municipios que no saben cumplir con su tarea y que abusan de los pobladores de su circunscripción, como dice en el inciso d) del Art. 219.- Es decir, que da el derecho a los ciudadanos de elegir un municipio, y de echarlo, también, cuando no cumpla con sus funciones. Fórmula legal de la Constitución, que no implica una ruptura de ella. Constitución que entiende que la vida democrática debe encontrar sus verdaderos cauces en formulaciones tan elásticas como ésta, que debe ser considerada para evitar el entronizamiento de los malos presidentes a quienes hubiéramos podido echar si nos hubieran dado el derecho de echarlos sin necesidad de la revolución. Para concluir, aquí está este monumento del Derecho Constitucional moderno: la Constitución española de 1931 que, como otro de los valiosos aportes para la solución de nuestro problema, dice en su Art. 8: “El Estado Español, dentro de los límites irreductibles de su territorio actual, estará integrado por Municipios mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyen en régimen de autonomía”: Es decir, la Constitución española declarando valientemente que la base fundamental de la nacionalidad era el Municipio, y que a su lado podía existir la región. ¿Cómo podía existir la región? Aquí está la solución para el problema planteado por el H. Benítez, en el Art. 11, que dice: “Si una o varias provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes acordaron organizarse en región autónoma para formar un núcleo político administrativo dentro del Estado español, presentarán su
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Estatuto con arreglo a lo establecido en el Art. 12”. O sea, que la Constitución española no fijaba de antemano las regiones sino que había la posibilidad de que, provincias que tuvieran intereses culturales o económicos comunes pudieran hacer surgir estas regiones. Y así surgieron muchas regiones en España. Tales son, en síntesis, los criterios sostenidos en nuestro país y fuera de él, respecto a los problemas de las provincias y de los Municipios. ¿Cuáles son los principios y las soluciones que la Comisión propone a la Asamblea? Ellos están puntualizados en el documento que se entregó a cada uno de los asambleístas, y de los cuales quiero hacer un resumen sintético. Estas soluciones, a fin de estructurarlas en un todo armónico, creemos que deben inspirarse en cuatro principios básicos. Primero, mantener la centralización política. Si este momento de la vida ecuatoriana llegásemos a descentralizar la función política nacional cometeríamos un crimen, porque la función política ecuatoriana debe estar perfectamente centralizada para una marcha armónica, para que tenga unidad suficiente, y para que se pueda hacer eficientemente la obra de reconstrucción de la Patria. Sostenemos frente al criterio de la centralización política, la descentralización administrativa, pero una descentralización administrativa prudente, que no nos lleve al federalismo y que no vaya a perturbar la unidad nacional sino que haga surgir una nueva vida para la nacionalidad ecuatoriana. Segundo, vitalizar la provincia con una prudente descentralización administrativa que no se rompa, repito, la unidad nacional. Considerando la vida de la provincia, la Comisión cree necesaria una autonomía dentro de límites que tampoco perjudiquen la unidad nacional, sino, por el contrario, que la robustezca, es decir, que cada provincia se sienta ligada a la nacionalidad; que Esmeraldas no siga dependiendo de Colombia en sus relaciones comerciales; que Loja se incorpore efectivamente en el aspecto económico a la nacionalidad ecuatoriana, facilitando su intercambio con la nación ecuatoriana, antes que con otras naciones. En una palabra, una vida provincial nos puede dar una unidad nacional vigorosa. Tercero, ampliar el radio de acción de los Municipios. Creo que esta necesidad, después de la lectura de los respectivos artículos de la Constitución cubana, no se necesita explicación. Que los Municipios cumplan sus verdaderas funciones de organismos que resuelvan los problemas de la vida local, no simplemente como lo hacen ahora con función burocrática sino en el terreno económico. Por último, dar vida a nuestra parroquia que ahora no es sino el reducto de situaciones creadas para rentar a Tenientes Políticos, que ganan el sueldo con patente de corzo para explotar a los campesinos. ¿Cómo queremos
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resolver el problema de las provincias, de los cantones y de las parroquias? ¿Cuáles son estos organismos propios que queremos dar a cada una de estas circunscripciones territoriales? En primer lugar, para la provincia, queremos la creación de Consejos Provinciales, pero queremos que estos Consejos Provinciales sean la expresión de la voluntad de los habitantes de cada provincia y órganos de regulación de la vida seccional, no aquellos Consejos Provinciales que tenían funciones políticas, sino verdaderos Consejos Provinciales, en el más estricto sentido de la palabra, con funciones administrativas, que se preocupen de atender las obras públicas, de la educación, todo ello dentro de un plan armónico nacional, supervigilando la realización de esas obras. No estamos porque las obras públicas provinciales o seccionales se opongan a la realización de las obras públicas nacionales, porque ellas tienen que ser complemento de éstas. Esto queremos de los Consejos Provinciales, como criterio central que atiendan a los problemas de su provincia sin oponerse a los grandes problemas nacionales; Consejos Provinciales estructurados en forma de su integración se la haga por elección funcional, y que haya también en ellos Representantes de los Municipios de las respectivas provincias. Por último planteamos la posibilidad de que distintos Consejos Provinciales puedan unirse y colaborar para la regulación de problemas comunes de las provincias. Apelo a la opinión de los H. Representantes de las provincias de Loja y El Oro para que nos digan si no es posible, acaso, esta colaboración para la regulación de sus problemas comunes, así como entre Azuay y Loja, sin que ninguna de estas provincias vayan a quedar encasilladas sin ver su propio problema y el de su vecino, que, en definitiva, por ser comunes, pueden considerarse como un solo problema. Para esto sugerimos la creación de Consorcios de Consejos Provinciales. Para el Municipio queremos, también, una integración eminentemente representativa, popular democrática, representación funcional y representación de las parroquias que constituyen el Municipio; y queremos amplitud de atribuciones para el Municipio. Pero si damos amplitud de atribuciones a los Municipios, –forzosamente tenemos que darles amplitud de rentas para la realización de estas obras–. De otra manera no tendrían fuerza económica para resolverlas. Estamos por la ampliación de las atribuciones de los Municipios, y por la ampliación de su estructura, para que sean verdadera expresión de la nacionalidad ecuatoriana. Contra la absorción de la cabeza cantonal de la vitalidad de las respectivas circunscripciones, determinamos que las rentas deben ser investigadas por la respectiva parroquia. Eso está escrito en la Ley pero no es verdad en la vida real de los Municipios. ¿Cómo miramos la parroquia los miembros de la Comisión de Constitución? La miramos como
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el órgano que es el elemento básico primario de toda esta estructura política administrativa. Por eso queremos robustecer la parroquia y para esto, queremos una transformación de las actuales Juntas Parroquiales; queremos la estructuración de verdaderos Concejos Parroquiales, pero, no nos hemos atrevido a presentar una fórmula precisa para su integración. En líneas generales creemos que su integración debe ser mixta, compuesta de Representantes populares elegidos por todos los pobladores de la parroquia, es decir, por una representación de los trabajadores, por Representantes funcionales de los propietarios de la parroquia, y con la presencia de un maestro de escuela de la respectiva parroquia, que lleve la representación del aspecto cultural. Y como sabemos que nuestra parroquia es la organización del campesino del Ecuador, sugerimos que se autorice el voto de los analfabetos para esta elección. De esta manera haríamos un ensayo, y un ensayo valiente. No nos atrevemos a llevar el voto de los analfabetos a etapas más altas de la vida política ecuatoriana, pero creo que en este terreno contribuirá a la regulación del problema del sufragio. Y queremos que en esta estructura se atienda de preferencia a la existencia de las Comunas, no solo como la estructura de la ley actual, sino en toda la amplitud de su sentido comunal, para que las comunidades indígenas en la sierra y las comunidades campesinas en la costa sean quienes precisamente elijan esa representación parroquial. Llevemos la vida política al último ecuatoriano para elevar la conciencia nacional cada vez a planos más altos. Frente a esta estructura nosotros situamos la posibilidad de que el pueblo del Ecuador elija los Consejeros Provinciales, los Concejos Cantonales y los Concejos Parroquiales, pero que, al mismo tiempo, que se les da esta posibilidad constitucional de elegir, se les dé la posibilidad de liquidar a aquellos políticos individualistas a través de los organismos que el mismo pueblo eligió, cuando no cumplan las funciones para las que fueron creadas. Que no tengamos que soportar por todo el período legal para que son elegidos los Consejos Provinciales, cantonales o parroquiales, sino que se dé a las masas del Ecuador, el derecho de echar a los malos funcionarios, ya que ésta es la única manera de mantener la verdadera democracia, y de evitar perturbaciones en la República, donde, como en la época actual, muchos Concejos Municipales están siendo sacados a palo porque no corresponden a las necesidades de los respectivos cantones. Se ha dicho que queremos un Ejecutivo fuerte y responsable. Ese mismo problema planteamos frente a los Municipios, y que, incluso, dentro del uso de esa responsabilidad pueden ser cambiados en su estructura, parcial o totalmente. En este terreno, la Comisión recomienda la más grande calma en la resolución porque un exceso en este orden de cosas puede conducir al país a la anarquía.
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Por eso no nos atrevemos a formular reglas precisas, sino que hemos dejado esta facultad a los señores Legisladores para que examinen las condiciones y los medios por los cuales se pueden cambiar los Consejos, pero que en la Constitución se deje constancia expresa de este deseo. Respecto al problema de la creación de nuevos cantones y parroquias, creo que es necesario establecer una medida que contenga en mucho el deseo de crear cantones y parroquias, y me parece que con el nuevo sistema de organización que proponemos se detendrá ese deseo actual porque entonces las parroquias tendrán la vida que ahora reclaman y que las lleva a pedir como posible solución de sus problemas su elevación a la categoría de cantones. Sin embargo, puede llegar un momento en que la organización exija la creación de nuevos cantones, y creemos que la ley, no la Constitución, debe determinar condiciones precisas para la creación de nuevas provincias y cantones. Sabemos que muchas provincias y que muchos cantones no tienen suficiente vitalidad para llevar una vida independiente de acuerdo con esas categorías dentro de la organización política del Ecuador; pero, lo que existe ya está hecho, y queremos evitar que en el futuro surjan nuevas entidades ficticias, para lo cual sería necesario que se exija un número determinado de habitantes para poder formar un cantón, que se requieren suficientes rentas y todas las demás condiciones necesarias para elevar una parroquia a la categoría de cantón, o para hacer de un cantón una provincia. Con estas regulaciones podría terminar la anarquía en las cantonizaciones. Respecto al problema de las rentas, si nosotros no examinamos el problema de la administración seccional desde el punto de vista financiero no habremos hecho nada. Nosotros hemos recogido la experiencia en la centralización de las rentas que impuso la revolución de 1925. Ese era un criterio justo, ya que es necesario ir a la centralización en la recaudación de las rentas. Creemos en la Comisión que hay obras de importancia nacional que deben ser atendidas de preferencia, como son las obras públicas, la educación nacional, la defensa nacional, y la representación diplomática, para las cuales el país entero debe contribuir a cubrir estos gastos. Creemos que de las rentas nacionales deben retirarse esos fondos para los gastos de las obras de carácter nacional. Para la aplicación del resto de las rentas sugerimos sin el viejo criterio de atender a las provincias predilectas abandonando a las demás, que esas rentas, sean distribuidas de acuerdo con las necesidades de cada provincia. Provincia que necesita más, debe recibir más, esto es el criterio justo. Desgraciadamente la Comisión cree que ese criterio no es aplicable en las condiciones políticas actuales del país, porque podría despertarse el federalismo. Tenemos que hacer concesiones en este aspecto hasta tanto que no hayamos roto con los actuales
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prejuicios seccionales después de una vida democrática larga. Por esto, recomendamos otro criterio distributivo, conforme el rendimiento de la provincia. Procedimiento injusto, desde luego, si lo consideramos en relación con las necesidades de cada provincia, pero adaptado a la realidad actual del país. Hasta aquí lo relativo a la inversión. Ahora tenemos el problema de la supervigilancia en la inversión de estos fondos. Y volvemos al criterio central. Para esta supervigilancia es necesario el riguroso control central ejercido por un poder contralor suficientemente fuerte para impedir el abuso de la inversión de las rentas provinciales. Por un error solamente se podría ir a la descentralización de la supervigilancia en la inversión de las rentas provinciales. Este mismo criterio respecto a las provincias lo tenemos respecto a los cantones y a las parroquias. La Comisión de Constitución ha llegado a las conclusiones que la Secretaría va a leer, como un aporte nuestro a la solución de los problemas de la provincia y del Municipio, a base del análisis de la realidad social ecuatoriana, a base del desarrollo histórico del problema en nuestro país, y que presenta a la consideración de la H. Asamblea para que, con su más elevado y su más recto criterio encuentre la fórmula que haga la unidad nacional, dentro de sus diferentes aspectos. CONCLUSIONES Expositor: H. Pedro Saad La provincia y el municipio Principios básicos para una solución del problema en el momento actual. 1. Mantener la centralización política. 2. Vitalizar la provincia, con una prudente descentralización administrativa, que no rompa la unidad nacional. 3. Ampliar el radio de acción de los Municipios. 4. Dar vida a la parroquia. Soluciones Constitucionales que se proponen.
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Aspecto político-administrativo 1. Creación de Consejos Provinciales, con intervención de la supervigilancia de las obras públicas, educación, administración municipal y distribución de rentas de la respectiva provincia, sin perturbar las obras nacionales respectivas. 2. Ampliación de la acción de los Concejos Municipales, haciéndolos activamente participar en la vida seccional en todas sus manifestaciones (salubridad, higiene, educación, etc.), municipalizando servicios de interés público, dotándolos para ello de rentas suficientes. 3. Creación de Concejos Parroquiales, encargados de atender a las necesidades de la respectiva circunscripción. 4. Mantenimiento y ampliación de las funciones de las comunas y de sus Cabildos, conforme a las leyes respectivas. 5. Posibilidad de colaboración, para obras comunes de los distintos Consejos Provinciales y Municipales (formación de Consorcios). 6. Relaciones permanentes y colaboración entre el poder Ejecutivo y los órganos de la vida seccional, a través de Gobernadores, Jefes Políticos y Tenientes Políticos. 7. Integración de los Consejos Provinciales, Cantonales y Parroquiales con representaciones populares y funcionales, dando cabida en los Cantonales a representación de las parroquias y en los Provinciales a aquella de los cantones. 8. Capacidad de los analfabetos para votar en las elecciones para designar los Concejos Parroquiales. 9. Posibilidad de renovar, por decisión popular, los órganos de la administración seccional, en los casos y por los medios que la ley señala. 10. Determinación precisa en la ley de los requisitos para la formación de nuevos cantones y provincias. Aspecto económico y financiero 1. Recaudación centralizada de las rentas nacionales. 2. Distribución de dichas rentas atendiendo en primer lugar a las obras nacionales (educación, defensa, previsión social, obras públicas nacionales, representación diplomática, etc.) y distribuyendo el resto entre las diversas provincias, proporcionalmente a su rendimiento. 3. Adopción de un criterio análogo al anterior en la distribución de las rentas municipales, respecto a las parroquias. 4. Creación de rentas municipales suficientes para el cumplimiento de las tareas encomendadas a los Concejos Cantonales. 5. Control centralizado y estricto de la inversión de las rentas de los diversos Concejos y Municipios.
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Acerca de la nacionalidad y el Estado ecuatoriano31 Ricardo Paredes Señor Presidente: voy a referirme exclusivamente a algunos puntos referentes a la materia en debate, que los creo insuficientemente tratados o quizás en una forma errónea. Debo declarar la gran satisfacción que siento por la forma como se desarrolla el debate actual. Ante todo, la exposición hecha por el H. Dr. Flor, indica una evolución en sus conceptos políticos, digna de mayor encomio. Los Camaradas del Partido Socialista y del Partido Comunista que han planteado una serie de cuestiones alrededor del problema de la nacionalidad y del Estado han definido y se han complementado en sus conceptos. Sin embargo creo necesario insistir en algunos puntos y sobre algunas cuestiones que me parecen nuevas. Debo referirme también a las intervenciones de los Representantes del Partido Liberal, con los cuales estoy de acuerdo en algunas cuestiones que serán tratadas por separado. Ante todo, Sr. Presidente, quisiera manifestar que parece que se ha hecho una separación un tanto artificiosa entre el concepto de nacionalidad y el de Estado. Me parece que se correlacionan mutuamente. La nacionalidad es producto social y también sufre la influencia del Estado. La nacionalidad se caracteriza por una comunidad que tiene tradiciones históricas, estabilidad, una lengua propia, un mismo territorio y un desarrollo cultural semejante. La nacionalidad en suma surge de las condiciones sociales, pero a la vez está influida por el Estado. El Estado que es organización política con todas sus instituciones culturales, no puede menos que influenciar en la formación de nacionalidad. El Estado surge a su vez de la nacionalidad pero no se pueden confundir los dos conceptos y voy a precisar con algunos ejemplos. Tenemos como ejemplo típico el Imperio Romano. El imperio Romano estaba constituido por un conjunto de pueblos gobernados por Roma, pueblos que abarcaban un inmenso territorio de varios continentes, que tenían característica 31 Este es el título de la transcripción de las intervenciones de Ricardo Paredes en la Asamblea Constituyente de 1944, en Domingo Paredes (comp.), Los comunistas en la historia nacional, Guayaquil, Editorial Claridad, 1987, pp. 83-122. Provienen del Archivo del Palacio Legislativo, versión taquigráfica, Acta No. 12 de la Asamblea Constituyente de 1944, Sesión de agosto 22; versión taquigráfica, Acta No. 38 de la Asamblea Constituyente de 1944, Sesión de septiembre 21.
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racial propia, diferentes instituciones culturales, lenguas distintas y vivían en su propio territorio. Sin embargo no podemos decir que existía una nacionalidad romana. Posiblemente de los Estados antiguos y mucha más razón con el Imperio Griego de Alejandro, había mayores gérmenes para la formación de una nacionalidad pero sin que existiera Estado. Las nacionalidades surgen verdaderamente con la época moderna y con el nacimiento del capitalismo. En Francia, por ejemplo, un país constituido por varios grupos étnicos, con lenguas diferentes como la bretona, etc., la formación de la nacionalidad francesa comienza con el iniciar de la era moderna y principalmente a la influencia de Luis XI. Sin embargo no era Francia una nacionalidad como la conceptuamos en la época actual, pero sí tenía todos los elementos para la formación nacional que debía surgir con el desenvolvimiento de las instituciones capitalistas. La Alemania de los Principados y Confederaciones de las Ciudades, tenía también un conjunto de Estados independientes que hablaban una misma lengua, la alemana en un territorio vecino, con instituciones culturales semejantes. Eran Estados independientes y sin embargo ya tenían en sí el germen de la nacionalidad alemana que debía formarse más tarde constituyendo un solo Estado. Si nos acercamos más a la época contemporánea, podríamos tener como ejemplo dos grandes imperios europeos; el Austro-húngaro, constituido por las nacionalidades austríacas de origen alemán y la húngara, de los checos, croatas, etc. El Imperio Ruso era otro tanto, los grandes rusos habían sometido a una enorme cantidad de pueblos constituidos por 80 nacionalidades distintas. Era un Estado y sin embargo no era una nacionalidad. Si nos referimos más concretamente a nuestro Ecuador, tenemos en primer lugar los pueblos y aquí quiero detenerme ligeramente sobre el Reino de Quito. El Reino de Quito, ha sido considerado en determinada época de nuestra historia como una entidad inexistente. Polémicas se han suscitado en una forma a veces apasionada y violenta negando o afirmando la existencia del Reino de Quito. Datos arqueológicos tomados sin un análisis justo de la cuestión, fueron lanzados como argumento para destruir la existencia del Reino de Quito; pero precisamente estos datos arqueológicos fueron mal traídos, pues los datos arqueológicos últimos están tratando una cierta unidad cultural de los pueblos interandinos, lo que significa que existía una cierta unidad política, pero que de ninguna manera podemos afirmar estaba constituida por una nacionalidad. Lo más que podríamos aceptar es que el Reino de Quito, que abarcaba pueblos del callejón interandino hasta la provincia del Cañar, eran gérmenes de la nacionalidad ecuatoriana.
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En lo que respecta a las civilizaciones costeñas tenemos que solamente una de ellas tuvo las características de un Estado: la civilización manabita, que edificó una gran ciudad de Manta. Todo el abigarrado conjunto de civilizaciones esmeraldeñas, entre las cuales hay elementos de una elevadísima cultura; después más al Sur los Huancavilcas, ninguno de estos pueblos constituían verdaderos Estados. Sometidos estos conjuntos del hoy Ecuador, el Imperio Incaico del Tahuantinsuyo había adquirido una inmensa expansión, pero el Imperio Incásico no logró formar la nacionalidad por las siguientes circunstancias: si bien la lengua quechua fue impuesta a los pueblos conquistados, no puede unificar su cultura. Los pueblos sometidos conservaron hasta mucho tiempo y aún durante la colonización española, muchos de sus elementos culturales y su lengua, tan es así que en los anales del clero se tiene conocimiento de toda la serie de gestiones hechas por los primeros prelados de la Colonia para que se impusiera una sola lengua indígena a los elementos aborígenes, y es cosa curiosa, que el quechua, cuando se había producido la invasión española que trataba de imponer su lengua, siguió avanzando en el seno de las masas indígenas y unificando el idioma en el callejón interandino, y el idioma, indudablemente, ha sido un elemento de unificación de la nacionalidad de los indios ecuatorianos. Ahora bien, la cuestión se debe plantear en esta forma: ¿tenemos en el Ecuador una nacionalidad ecuatoriana? Este me parece que es el punto céntrico, porque este debate no es simplemente una disquisición de carácter académico y no sería la Asamblea Nacional el lugar apropiado para tales debates; pero es indispensable que se establezcan conceptos teóricos para de ahí tener una cabal concepción de lo que es el Estado ecuatoriano y el concepto de nacionalidad. De ahí, Sr. Presidente, que estoy insistiendo en esta cuestión, ¿tenemos en el Ecuador una nacionalidad ecuatoriana? Tenemos en este aspecto que ser sinceros, justos, analíticos y objetivos. ¿Qué es lo que tenemos en el Ecuador? Un país sin suficientes conexiones, sin suficientes caminos, con grandes regiones completamente aisladas del resto del País. Vengo de Esmeraldas, la provincia más al Norte del Ecuador, la más vecina al Canal de Panamá; sin embargo es la provincia que no tiene ni un solo camino. El único camino es el mar y es el aire que no hizo el hombre. Este es un elemento desfavorable para la unidad nacional, este es un elemento que mantiene características peculiares en esta provincia, una cierta mentalidad, costumbres e instituciones características. Más al Sur y en Esmeraldas, ¿qué clases de razas tenemos? Tenemos verdaderamente dos grupos étnicos, que no podríamos decir propiamente
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razas: el grupo de negros, elementos extranjeros inmigrados de Colombia y a su vez de origen africano, que vagan en los bosques y son los trabajadores de la ciudad; y el grupo mestizo, en parte mezclado con negros, en parte con indios, que constituye la superestructura de la sociedad esmeraldeña. La economía es una economía forestal, con una incipiente agricultura e industria. Más al Sur Manabí; es la provincia en mi criterio en donde la fusión racial se ha hecho en forma más completa en relación al resto del país. Casi podríamos decir que existe un grupo étnico manabita, que tiene características raciales bastantes acentuadas, salvo en el Norte donde existen algunos elementos étnicos aborígenes. Guayas, Los Ríos y El Oro, son provincias en donde la mezcla racial se ha hecho en forma muy inconsulta, fin del cañón interandino; salvo algunas provincias donde el elemento indígena casi ha desaparecido, como en el Carchi y en menor grado en Bolívar, en el resto la masa indígena es la dominante, el elemento preponderante de la población. Todos estos elementos mestizos, blancos, conviven en el mismo territorio con las masas indígenas. Es indudable que este conjunto de ecuatorianos blancos y mestizos tienen una serie de características por las cuales debemos asignar la de una nacionalidad en desarrollo no en plenitud sino en evolución. Tenemos en primer lugar la comunidad de lengua, la castellana, un mismo territorio, instituciones económicas, lazos económicos que ligan a unos con otros ecuatorianos, y una psicología, un modo de pensar, un modo de actuar, elementos culturales bastantes caracterizados. En suma, existe ya un proceso de formación nacional, que no ha madurado todavía. En el elemento indio ¿qué tenemos? En el callejón interandino, si bien es cierto que podemos considerar que existe un grupo racial de características similares, sabemos perfectamente bien que a lo largo del callejón interandino, antes de la conquista incaica, existían una serie de pueblos en Imbabura y Pichincha, los Quitus, los Puruháes, los Cañaris, etc., que pertenecían no a razas absolutamente iguales, que tenían y tienen características raciales diferentes. Pero en esto de la raza no insisto, porque no es el determinante para la formación de la nacionalidad. Los indígenas tienen como elementos nacionales propios de ellos los siguientes: su lengua, un territorio que por desgracia no es de ellos, en su gran mayoría, instituciones culturales semejantes. Aquí quiero insistir H. H. Legisladores, en esta mezcla de elementos culturales de los indios de la Región Interandina, sus viejos elementos culturales que no han desaparecido aún, sus costumbres, muchos festejos de sus instituciones y una de las más interesantes es la comuna, grupo de resistencia que ha impedido el acaparamiento de la tierra por los blancos. Y en lo que respecta a
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otro elemento de civilización, yo diría y es algo de lo más precioso que tiene el Ecuador, que la música ecuatoriana es valiosa por sus elementos indígenas. En mi criterio, la música indígena ecuatoriana es la que tiene mayor originalidad y mayor belleza en el continente americano. Los bailes hermosísimos, de los cuales nos dio una magnífica demostración la Unidad Nacional de Periodistas hace algún tiempo, son elementos de una cultura no desaparecida que se mantiene pujante en muchos lugares y que en cualquier momento puede tener un gran desarrollo. Si hablamos de la capacidad de los indígenas, no me referiré sino solamente a uno de sus más puros y distintos exponentes, el primer periodista ecuatoriano, símbolo de la cultura nacional: Eugenio de Santa Cruz y Espejo. En el Oriente Ecuatoriano tenemos un conjunto de tribus, en Esmeraldas hay la tribu de los Cayapas, pero estas no pueden ser consideradas ni como nacionalidades en formación. Son elementos étnicos que llevan una vida en muchas partes nómadas, que no pueden ser colocados al mismo nivel de los indios de la Región Interandina. En resumidas cuentas, creo que existe una nacionalidad ecuatoriana en formación y que tiene como sustractum un pueblo oprimido y una nacionalidad, la de los ecuatorianos, que manteniendo sus propias características nacionales, son a la vez la gran fuente de la renovación nacional. Brevemente trataré sobre la evolución de las instituciones feudales. No quiero entrar a la enumeración de lo que fue, ni el Estado conjunto de los pueblos preincaicos, ni el Estado incaico, que lo haré de buen grado en otra oportunidad. Quiero solamente referirme a la situación de los indios ecuatorianos y a la formación del sistema feudal que nos dejaron los conquistadores españoles. En primer lugar, debo decir que las instituciones feudales de la antigua Presidencia de Quito, como el resto de la colonia hispánica, no son iguales a las instituciones feudales europeas. Sería un error confundir. Aquí no existía toda la serie de jerarquías de los señores feudales ni en su forma típica. El feudalismo era un feudalismo adaptado al ambiente. ¿En qué consistía el feudalismo? En primer lugar las tierras que habían sido arrebatadas a los indios eran entregadas a los conquistadores, y los hombres eran sometidos al poderío español convertidos en siervos y en los primeros tiempos no solamente eran siervos sino esclavos. El régimen era no solamente feudal sino semi-esclavista. Contra las masacres en masa a los indios, contra el feroz trabajo de los indios, contra las encomiendas se levantaron una serie de hombres entre los cuales se destaca la figura apostólica de Fray Bartolomé de las Casas, una de las más grandes figuras que tuvo la Colonia. Los indios tenían que trabajar para el encomendero. Eran siervos, tenían que hacer una serie de
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prestaciones gratuitas, tenían que pagar los diezmos y primicias, tenían que verse obligados a vender forzosamente los productos miserables de las tierras comuneras o de sus huasipungos, en beneficio del patrón que les pagaban los precios más irrisorios. ¿Qué fue la República? La República no transformó sustancialmente al régimen de la Colonia, no liquidó el feudalismo. Los capitanes de la revolución emancipadora, para los cuales conservamos todo nuestro respeto, admiración y gratitud, mantuvieron a esta piara de siervos en las condiciones más desfavorables. Siguió el régimen feudal; el tributo de los indios fue uno de los más grandes renglones de los presupuestos de la República. No olvidemos este detalle. La economía mercantil que fue una verdadera revolución después de la guerra emancipadora, en lugar de crear condiciones económicas mejores, destruyó los gérmenes de industria que existían durante la época colonial. Paños de primera calidad, eran elaborados en Riobamba y se vendían en mercados americanos; se producen muchos artículos manufacturados en el Ecuador y esto estimulaba el trabajo. Pero los grandes países industriales de Europa que se iniciaba en la época de expansión imperialista, y a su cabeza Inglaterra, estaban interesados en romper el monopolio comercial de las colonias españolas, que se veían forzadas a comerciar exclusivamente por conducto de los comerciantes de Cádiz y Sevilla, y así mismo hacer la importación de todo lo que se necesitaba para el desarrollo económico de estos países. ¿Qué querían los países industriales de la época, especialmente Inglaterra, Holanda y Francia? Era romper el monopolio comercial de España. Entonces con la República advino la libertad de comercio; pero con la llegada de los artículos de Europa y que ya comenzaban a producirse por medio de las máquinas, vino la catástrofe para la incipiente industria nacional. Todos los obrajes, que así se llamaban las fábricas de paños y demás artículos, desaparecieron total o casi totalmente, reemplazados por los artículos más baratos que venían de los países capitalistas. Pasó mucho tiempo antes de que se iniciara un nuevo proceso de industrialización y como coincidencia, la industrialización, que en su iniciación era simplemente en el aspecto textil, se produjo en esos mismos lugares donde antes existieron los obrajes, las primeras fábricas textiles, algunas de las que todavía existen. ¿Qué fue la Revolución Liberal? Para la Revolución Liberal, que nosotros hombres de izquierda conservamos la más grande admiración; y no es hoy H. H. Legisladores liberales, lo venimos diciendo desde hace muchos años. El Partido Liberal nunca quiso tener en cuenta estas opiniones; creían que era una simple maniobra sin darse cuenta de que nosotros, hombres que miramos
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muy lejos al porvenir, no podemos menos que conservar el respeto, el recuerdo de todos los grandes movimientos de emancipación nacional, económicos o políticos. La revolución de las Alcabalas durante la Colonia, las sublevaciones de los indios por su libertad; la Guerra de la Independencia y la Revolución Liberal constituyen otros grandes jalones del progreso nacional. Pero nosotros, hombres que vemos objetivamente las cosas, que miramos con un criterio dialéctico, tenemos que enjuiciar en su verdadero aspecto la Revolución Liberal. La Revolución Liberal no tuvo un programa claro, no lo tuvo en los primeros años de su vida y cuando ya tenía el poder en sus manos una verdadera estructura de un partido moderno. Eran las fallas fundamentales, no tuvo un concepto claro sobre la forma como debía ser el desarrollo de la revolución y especialmente en su aspecto económico. No digo, H. Chávez, las conquistas económicas del liberalismo. Sé perfectamente bien todo el espíritu progresista del Viejo Luchador, todas las magníficas conquistas de la primera administración del General Leónidas Plaza; pero no podemos menos que reconocer, en primer lugar, que muchos de los dirigentes liberales eran a la vez elementos, por sus vínculos económicos y formas de propiedad, típicamente feudales. Las haciendas de ellos tenían un régimen económico feudal. ¡Cómo esperar entonces, que el feudalismo fuera liquidado por el liberalismo, porque liquidar el feudalismo era liquidarse económicamente a sí mismo! Si los liberales hubieran meditado más profundamente sobre el problema, hubieran observado que la liquidación del feudalismo era una necesidad para el nacimiento y desarrollo del régimen capitalista, que constituye la esencia económica del liberalismo, y que las instituciones democráticas no podían tener efectividad si no había un régimen capitalista desarrollado y aquí, en una forma breve quiero manifestar en qué consisten, H. Larrea Jijón, los elementos del feudalismo que subsisten aún en nuestro país: ellos radican en el sistema de trabajo imperante en el campo, en el monopolio de inmensas extensiones de tierras en su mayor parte incultas, en el régimen de trabajo, en muchas haciendas, algunas de las cuales como sucede en las provincias de Cotopaxi, Chimborazo, Cañar y Azuay, tienen un crudo feudalismo. Los hombres son siervos pese a la reforma liberal que liquidó el concertaje, que eliminó la prisión por deudas. En la práctica, los elementos feudales de la economía agraria en el Ecuador subsisten crudamente en muchos lugares. Junto al monopolio de la tierra está la servidumbre del indio. El indio se ve obligado a trabajar, tres, cuatro, cinco o seis días en la semana, recibiendo como única remuneración un miserable pedazo de tierra, el huasipungo, constituido por dos, tres, cuatro y cinco
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hectáreas, en el mejor de los casos de la tierra más negra, más improductiva, sin agua de la hacienda. Cuando el indio trabaja en la hacienda el mayordomo le traza una raya y, por esto, se llama a esta jornada de trabajo “la raya” como señal de que el indio ha cumplido su tarea. Por esos días de trabajo, en muchas de las haciendas, el indio no recibe remuneración alguna, la remuneración es de esa pobre tierra de huasipungo. En otras partes recibe un jornal mínimo de diez, veinte, treinta o cincuenta centavos, en el mejor de los casos, que excepcionalmente se cuenta; en tanto que el jornal mínimo, jornal miserable que se paga a los trabajadores del campo, es apenas de un sucre con cincuenta centavos en la sierra. El indio trabaja en algunas zonas, desde las cinco de la mañana, iniciando lo que se llama la faena que dura en muchos lugares hasta las 9 o 10 de la mañana; luego viene la tarea de una porción de trabajo determinado. Muchas veces la tarea dura hasta las 5 o 6 de la tarde. Tiene una serie de prestaciones de trabajo, absolutamente gratuito. El huasipunguero trabaja 4, 5 y 6 semanas en la casa de la hacienda o en la ciudad sin recibir jornal alguno o recibiéndolo en una forma miserable. Las servicias, mujeres, hermanas, hijas del trabajador en igual forma tienen que prestar sus servicios gratuitamente. El niño como pastor, como cuidador de ganado, las mujeres en la lechería no reciben en muchísimas haciendas un solo centavo, en otras, se les paga jornales más o menos bajos. Después de esta inicua explotación, el indio tiene que hacer una serie de servicios gratuitos. En la parroquia el indio debe pagar los diezmos y primicias, que en algunas haciendas no han desaparecido, pese a que esto sea ilegal. Insisto en que el régimen de las distintas haciendas no es igual. Hay provincias en donde el feudalismo tiene subsistencias mucho más profundas que en otras. El indio tiene que vender sus productos, sus gallinas, sus huevos, al hacendado o mayordomo por precios que le imponen muy bajos, muchas veces diez veces menor al del mercado. Estos, H. H. Legisladores, son los elementos de la feudalidad en el campo, que se traduce en el orden social y político por el régimen de dominación gamonalista en el campo. El gamonal no solamente dueño de haciendas, sino de vidas; es el que ordena al Teniente Político y no pocas veces los curas pliegan también al dominio gamonalista. Hay curas dignos de nuestro respeto, que llevan una vida honesta y que no son los opresores del trabajador, hay que decirlo con toda verdad. Entonces, si hay un dominio tan completo sobre bienes, vidas y conciencias en el campo por parte del gamonalismo, que no es sino la estructura feudal en el campo, ¿cómo puede haber, Sr. Presidente, un régimen democrático en el Ecuador? Mientras subsistan los elementos de
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feudalidad en el campo, mientras la dominación gamonalista sea un hecho real, no puede haber progreso ni puede haber democracia. El régimen capitalista es un progreso en relación al sistema de producción feudal, ¿por qué? En primer lugar porque suprime el régimen de servidumbre. El hombre ya no es el semi-esclavo que no siente ningún estímulo para el trabajo. Se dice que el indio es perezoso por constitución, es falso, absolutamente falso, Sr. Presidente. El responsable de la pereza del indio, el responsable del atraso del indio es el régimen feudal que domina en el campo. Si el indio tuviera estímulo para el trabajo, si fuera tratado en una forma más racional y no como una bestia; si no fuera despreciado porque pertenece a una raza de color; si el indio no fuera el hombre a quien ocupa todo el mundo en el campo y la ciudad obligándolo a trabajar por salarios miserables o prestaciones gratuitas, el indio sería un magnífico elemento de progreso para la nación ecuatoriana, un elemento grande de trabajo. El régimen capitalista instituye el salario como forma de remuneración del trabajo, tiene a su vez los elementos de la técnica agrícola moderna, el trabajo en el campo y la industrialización del campo. La tecnificación de la agricultura significa que esa área de terreno que en un régimen feudal produce supongamos como cientos, con el sistema capitalista de trabajo, con el sistema de salario, con la tecnificación de la agricultura, con el progreso industrial, produce, como trescientos. De ahí la posibilidad de acumular capitales y pagar mejores remuneraciones a los trabajadores, esto no fue comprendido por el liberalismo ecuatoriano, de ahí que su revolución fue incompleta, que estuvo desde el comienzo trunca. No era solamente este factor el que detenía el progreso del país, hay que reconocerlo. No podemos culpar simplemente a los liberales de que no se haya producido una evolución económica más grande del país. Hay un factor extraño al país, el factor imperialista. El factor imperialista que frena el desarrollo económico de los países atrasados, que acapara sus materias primas, que con sus productos baratos impide el desarrollo industrial de los países atrasados. No es, pues, culpa del liberalismo solamente que el progreso industrial del país no se haya producido. H. H. Legisladores, estos antecedentes que he puesto de relieve ante ustedes, no tiene como fin hacer un debate agrio en el seno de esta Cámara. Nuestros propósitos son más sinceros, nosotros queremos en este momento el engrandecimiento y el progreso nacional. Nosotros estamos haciendo un llamamiento a todos los sectores de esta Asamblea para que concurran a barrer con toda la herrumbre del pasado, con toda esa herrumbre que tiene en el feudalismo su más característica expresión. Nosotros, comunistas
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absolutamente convencidos de la bondad de nuestra doctrina, que sabemos que el comunismo es la doctrina que dominará en el mundo, porque es una doctrina de igualdad, porque es una doctrina de justicia, porque es una doctrina de progreso y bienestar para todos los hombres sin excepción alguna, no pretendemos sin embargo, que en este momento de evolución económica, social y política del Ecuador en las condiciones de ambiente de dominación capitalista en el mundo, no pretendemos, digo, hacer ninguna revolución de tipo socialista ni comunista. Queremos el progreso del país, queremos que esta revolución del 28 de mayo marche sobre ruedas, que borre del pasado todo el mal, todos los frenos que impiden su progreso. Queremos que se establezca una verdadera democracia. Amantes de nuestra Patria, amantes de la integridad de nuestro suelo, hemos demostrado, en una forma real, clara y elocuente durante el conflicto con el Perú, que éramos patriotas, que defendíamos a nuestro querido Ecuador, que estábamos dispuestos a tomar las armas y defenderlo derramando nuestra sangre, si era preciso, para mantener la grandeza y la independencia nacional. Es por esto que consideramos que el Ecuador debe ser un país independiente y soberano. Para terminar, H. H. Legisladores, voy a formular mi criterio sobre el concepto de Estado y de nacionalidad que debiera estamparse en la Carta Fundamental del país; no digo con la redacción que aquí está, sino como simple sugerencia para la Comisión respectiva y que la presento en la siguiente forma. Tal es, H.H. Legisladores, la fórmula que será pasada por escrito a la Secretaría y que contiene la concreción de mi pensamiento sobre la misma que debe establecerse en la Carta Fundamental al tratar el Estado, la nacionalidad y la soberanía ecuatoriana. Creo, H.H. Legisladores, que hay sinceridad en los distintos sectores políticos de esta Asamblea. Muchas declaraciones, y especialmente me refiero a los elementos de derecha, son tan honestas y tan sinceras como la que manifestaba el H. Gallegos hablando de la feudalidad, que no pueden ser menos que reconocidas por nosotros hombres de izquierda. Es por esto que pido a los H. H. Legisladores tomar mis palabras y el análisis hecho de la realidad nacional, no como un desafío, sino como una contribución mía que expresa el pensamiento de mi Partido, el Comunismo, para crear un Ecuador grande, soberano, democrático y progresista32. “La República del Ecuador, en pleno desarrollo de su nacionalidad en un Estado soberano, independiente, democrático, unitario, representativo, 32 Sugerencia hecha por el Honorable Doctor Paredes a la Constitución Política del Estado.
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alternativo y responsable. Su territorio dividido en provincias es inalienable e imprescriptible. Sin mengua de su soberanía, el Estado ecuatoriano contribuirá con las demás naciones el establecimiento de la paz, de las instituciones democráticas y del progreso”. “El Estado ecuatoriano, tendiendo al pleno desarrollo y al racional progreso económico, social, cultural y político, de los indios ecuatorianos les prestará cuanta ayuda sea necesaria, dotándoles de todos los adelantos de la civilización contemporánea y estimulando sus mejores elementos culturales, para lo cual parte de la enseñanza en idioma castellano, se lo dará en idioma materno”. Señor Presidente, quiero referirme exclusivamente a un punto tratado en la exposición clara, serena y sencilla del Honorable Haro. Me voy a referir al asunto que él planteaba en relación con la creación de un Ministerio de Asuntos Indígenas. Efectivamente, preparo un Proyecto en colaboración con algunos Honorables colegas de esta Asamblea para presentarlo ante esta Constituyente. Un Proyecto que consulta la creación de este Ministerio de Asuntos Indígenas, que es una necesidad imperiosa en el momento social en que vivimos. El problema indígena ha logrado captar ya un espíritu más comprensivo, más generoso, que va haciéndose conciencia popular. El problema indígena es uno de los más arduos que confronta el país, que ha confrontado siempre y seguirá confrontándolo por relacionarse con la situación, de casi la mitad de los ecuatorianos que se encuentran en condición verdaderamente subhumana desde hace cinco siglos; es una realidad tan cruel, tan dolorosa, que no puede menos que conmover a todo hombre que reflexione en forma serena, que tenga una idea elevada de la humanidad, que se duela de una enorme porción de sus compatriotas que viven en las condiciones más deplorables. El asunto indígena encierra un problema complejo, abarca la condición de un conjunto de pobladores que ocuparon casi toda el área de lo que hoy es el territorio nacional; de hombres que fueron dueños de sus tierras y de sus propios destinos; hombres que crearon una civilización que alcanzó su mayor pujanza durante la era de dominación del Tahuantinsuyo, un conjunto de gentes venidas desde las más distintas procedencias, que habían formado una cultura propia; pueblos que sometidos al yugo del conquistador español vivieron durante siglos encadenados al sistema social del feudalismo. La República no logró emanciparlos y solamente con el desenvolvimiento del régimen capitalista en el país ha comenzado un gradual mejoramiento de estas masas trabajadoras. El problema indígena abarca varios aspectos: en
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primer lugar, la distribución geográfica de un conjunto de pueblos, si bien de razas diferentes, pero que tienen tanta similitud entre sí que algunos etnógrafos no vacilan en establecer que tanto en el Ecuador como en el resto de los países americanos existe una raza americana. Un conjunto de pueblos que si bien está en etapas culturales diferentes, tienen un problema común, el derecho del conjunto de hombres que trabajan, que sufren, que son explotados y son vilipendiados y que ansían adquirir cultura e incorporarse a la vida civilizada moderna. Digo que no están en la misma etapa cultural los diferentes pueblos indígenas, porque basta recordar que en nuestras selvas occidentales, en Esmeraldas, hay las tribus Cayapas, selvícolas, que apenas tienen una incipiente agricultura, que viven en condiciones tan primitivas en relación con aquellas tribus que antes que ellos laboraron en la misma provincia de Esmeraldas, una civilización en muchos aspectos refinada. Los Cayapas viven en la selva empujados constantemente por los blancos y mestizos que penetran a esas regiones para aprovecharse de los indígenas y de los negros, desplazando a estas dos razas. Si recordamos que en la región oriental hay pueblos, un conjunto de tribus que viven en condiciones análogas o tal vez peores que los Cayapas, pues, a aquellos elementos indígenas se dice haberlos incorporado a la civilización y si algo se ha hecho, ha sido en la forma más vergonzosa. Los indios orientales arrancados de sus tribus para el trabajo en las haciendas viven en condiciones verdaderamente semi-esclavistas, por no decir esclavistas, todas estas tribus de las regiones occidental y oriental, están en condiciones diferentes de la gran masa de los indios interandinos. Los indios interandinos, bajo muchos aspectos, tienen la característica de una nacionalidad. Ya hablé sobre este punto en una intervención anterior y por ahora no quiero repetir conceptos. Vuelvo a recordar que cerca de la mitad de ecuatorianos son indios puros y con pequeñas mezclas de blancos, que tienen lenguas propias, tienen costumbres peculiares, instituciones culturales, entre las que vuelvo a recordar la existencia de la comunidad agrícola, que a la vez ha servido de un medio de defensa contra los despojos de los grandes terratenientes, ha mantenido el sentimiento de nacionalidad, ha mantenido los gérmenes de cultura que no ha podido extirpar la civilización blanca, germen de cultura que tiene elementos tan nobles, elevados y tan hermosos que merece la pena que los ecuatorianos nos preocupemos de ellos para estudiarlos y profundizarlos; me refiero especialmente a la música, a la danza y aún a determinados aspectos de producción económica. Los indios ecuatorianos se encuentran colocados en el substrato de la sociedad. Ellos son los productores por excelencia. En la
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mayor parte de las haciendas de la Sierra, es el indio, el agricultor; el patrón vive en la ciudad y alguna vez un mayordomo dirige en una forma racional la producción, pero es en general el trabajo del indio, los conocimientos de la agricultura que ha adquirido el indio, los elementos esenciales para dedicarse a la producción agrícola. A más de esto, el indio contribuye para las obras públicas. El indio contribuye con su sangre en todas las revoluciones y citemos entre ellas las guerras de emancipación, las revoluciones liberales, sin que estas revoluciones le hubiesen dado casi nada para mejorar sus miserables condiciones de existencia. Recordemos que la gran Revolución Liberal conducida por el glorioso caudillo Eloy Alfaro, tuvo en el indio un activo colaborador. Por esto es que el General Alfaro dictó en el Código de Policía, me parece, una disposición estableciendo el pago de un jornal de veinte centavos para el trabajo del indio, cosa verdaderamente inaudita. Hubo en esa época más de la mitad de los ecuatorianos que trabajaban y no gozaban del correspondiente pago de su trabajo. El General Alfaro estipuló esa suma verdaderamente irrisoria si consideramos la cifra, pero significativa si consideramos que por primera vez se estableció un salario para el indio. Se estipuló, pues veinte centavos de jornal por día. Pero estos veinte centavos de jornal no fueron pagados nunca en la mayoría de las haciendas; fue preciso que pasaran muchos años y durante el régimen del Presidente Baquerizo que se dictará una ley aboliendo el sistema de servidumbre, conocido con el nombre de concertaje. Pero el concertaje siguió subsistiendo y sigue subsistiendo prácticamente en la costumbre. La abolición de la prisión por deudas, una de las más terribles cargas de la ciudadanía que atan al indio al señor feudal, fue también una medida salvadora teóricamente, pero que en la práctica no ha dado los resultados esperados. Si consideramos los fundamentos para la creación de un Ministerio de Asuntos Indígenas, debemos tener en cuenta lo siguiente: los indios forman una enorme porción que está al margen de la civilización ecuatoriana. Hablan un conjunto de lenguas, tienen costumbres e instituciones propias. Para civilizarlos no bastaban los elementos existentes actualmente en el Estado ecuatoriano. Mucho tiempo han hablado los espíritus más selectos del liberalismo de la necesidad de incorporar al indio a la vida civilizada y, sin embargo, es tan miserable el resultado, tan escaso el fruto, que sin reflexionar en las causas por las cuales el indio no ha sido incorporado en realidad a la civilización contemporánea, tienen que convencerse que han faltado los organismos necesarios dentro de la estructura del Estado para incorporar realmente
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al indio a la vida civilizada. Es pues necesario un Ministerio de Asuntos Indígenas, para que se ocupe de este problema tan vital, de tanta importancia, de tan grandes proyecciones, como es la vida del indio. Un Ministerio que elabore los proyectos y los realice para incorporar al indio a la vida civilizada. Y a este respecto cabe señalar no solamente la acción eficaz que tendría el Ministerio para incorporar a los indios a la vida civilizada, sino que de este modo contaríamos con un elemento valioso inclusive de defensa nacional. En mi intervención anterior, en la que traté el problema indígena en una forma circunstancial, puse de manifiesto la desatención absoluta a los indios orientales por parte del Estado ecuatoriano, por la falta de una política sagaz, eficiente para atraer a los indios selváticos a la vida civilizada y ecuatorianizarlos. Esta falta ha constituido una de las causas esenciales del desmembramiento territorial del Ecuador. Para respaldar nuestro derecho verdaderamente ecuatoriano en la región oriental, tenemos que atraer al indio a la vida ecuatoriana, a aquellos indios salvajes, indios robustos que se internan en la selva a buscar sus propios alimentos, aquellos indios orgullosos de su libertad y que son dignos de admiración en muchos aspectos. No podemos considerar como que se les ha civilizado, si solamente se les ha enseñado un poco de doctrina católica, mientras se les sigue explotando y como única remuneración por su duro trabajo se le entrega un poco de telas y un poco de alimentos para que no se mueran de hambre. Para incorporar al indio del Oriente a la civilización, es necesario que hagamos una política de acercamiento leal hacia ellos, que comprendamos su vida, que no tratemos de atraerlo a la civilización con medidas de fuerza, sino con una política sagaz, inteligente, ayudándole a su desenvolvimiento económico y cultural, creando en ellos un sentimiento de ecuatorianidad y dándole todas las facilidades posibles de la vida moderna, creando para ellos urbes, centros civilizados. Los españoles a este respecto, los conquistadores que venían a estas tierras americanas llevando como bandera la del Rey de España y los elementos de evangelización de los indios, aquellos españoles que si en ciertas ocasiones verificaron masacres de indios en forma verdaderamente criminal, tuvieron, sin embargo, pese a que nos precedieron con muchos siglos, en la época en que no existían los medios de civilización de que hoy disponemos, nos superaron en muchísimos aspectos en la política de trato hacia los indios. Los ecuatorianos que debemos considerar a los indios como ecuatorianos, no hemos hecho nada efectivo en favor del indio oriental. Es imposible una atención efectiva del problema indígena si no existe un Departamento especial del Estado dedicado a los asuntos indígenas. No es
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posible que los Ministerios que tienen a su cuidado una serie de problemas, que no han hecho estudios especiales del problema indígena, que no tienen hombres especializados en tratar al indio, en buscar sus relaciones, en acercarse fraternalmente hacia ellos. No es posible, digo, que hagan una labor eficiente para civilizar al indio. De ahí la necesidad imperiosa, urgente, inaplazable de esta creación; esta sola obra sería suficiente para dar lustre, para dar prestigio a un Gobierno y no solamente a un Gobierno, sino para justificar una revolución. La revolución de mayo, tendría como su mejor bandera la creación de un Ministerio de Asuntos Indígenas que solucionaría en forma efectiva este dolorosísimo problema de la esclavitud del indio. Una de las cuestiones que ha dado mayor prestigio al gran país del Norte, a México, prestigio no solamente continental sino mundial, ha sido la política en favor de los indios; ha sido ese afán de levantar a sus millones de indios mejicanos. Si la revolución de mayo cumple esta tarea de incorporar realmente al indio a la ecuatorianidad, de darle todos los elementos de la civilización, habría realizado la más grande de sus aspiraciones, la más hermosa de sus conquistas. Por esto es que me permito llamar la atención de los Honorables Legisladores de todos los sectores políticos hacia este asunto, porque el problema del indio no puede ser abordado por un solo sector político, sino que tenemos que formar una conciencia nacional respecto de él. Tiene que constituirse una gran cruzada por y para el indio, compenetrándonos en sus sentimientos y realizando una obra perseverante, inteligente y sagaz, a fin de que sea realidad este gran anhelo de incorporar al indio a la ecuatorianidad (Acta No. 38, 21 de septiembre 1944).
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Lineamientos programáticos del Partido Comunista del Ecuador33 (Aprobados por el VI congreso-mayo de 1957) Un profundo malestar sacude a las grandes mayorías de nuestro país. Enfrentados a una vida difícil, llena de sufrimientos, de inseguridad, a un futuro incierto, todos los ecuatorianos patriotas y amantes del progreso nos preguntamos angustiados cuál es la razón de tal estado de cosas; por qué en un país con grandes posibilidades de desarrollo, de ricas y extensas tierras incultas, con riquezas marinas abundantísimas, con reservas mineras cuya importancia y extensión no hemos examinado, condiciones que pueden permitir una vida cómoda para una población muchas veces mayor que la que hoy tiene el Ecuador, se mantienen en un nivel de vida tan bajo y un atraso nacional como el que soportamos. Hombres y mujeres se plantean la pregunta de qué hacer para vencer estas dificultades, pulsar el progreso y mejorar nuestra vida, en un país libre y soberano. Múltiples explicaciones y soluciones se formulan desde todos los ángulos desde las soluciones que se basan en simples apreciaciones morales y que quieren hallar la salida en la “caridad”, en la “generosidad” de los pudientes para con los “pobres” y los “sufridos”, hasta quienes franca y cínicamente sostienen la necesidad de un gobierno “fuerte”, dictatorial, de atropello a las libertades democráticas son pretexto de un encausamiento, que ellos llaman “orden” de la economía y de la vida nacional. Nosotros, Partido Comunista del Ecuador, Partido que examina la realidad nacional a la luz de la doctrina del marxismo-leninismo, creemos que si procedemos a un análisis realista de las características del Ecuador, de las fuerzas que impulsan su desarrollo y de aquellas que lo detienen, podremos llegar a conclusiones que servirán para modificar la fisonomía y la vida del país que permitirán transformaciones futuras que conduzcan a la liberación total del pueblo. Esbozamos a continuación las apreciaciones y puntos programáticos básicos a nuestro juicio para superar las actuales dificultades del país. 33 Tomado de: Democracia independencia y paz para el pueblo del Ecuador. Lineamientos programáticos del Partido Comunista del Ecuador aprobados en su VI Congreso, Quito, s/e, 1957.
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I. SOLO LAS MINORÍAS PRIVILEGIADAS SE BENEFICIAN DEL DESARROLLO NACIONAL Es criterio generalmente aceptado que la economía del país, apreciada globalmente, presenta en los últimos tiempos un desarrollo apreciable. La producción nacional se desenvuelve; el ingreso total nacional ha experimentado un aumento regular en los últimos años, pasando de 6.032 millones de sucres en 1950, a 9.100 millones de sucres en 1955, lo que indica, haciendo las reducciones del alza de precios de los productos, un aumento aproximado de un 6% anual, cifra bastante positiva. De estos hechos, los defensores del actual orden de cosas deducen conclusiones optimistas, cantan loas al progreso del país y pintan un panorama de felicidad y bienestar para todos los ecuatorianos, lo que no es verdad. Si bien es cierto que hay un relativo desarrollo de la producción nacional, este desarrollo es parcial y limitado a la producción de materias primas y de artículos alimenticios exportables, se realiza a un ritmo muy inferior a las reales posibilidades de la economía nacional, se halla entrabado por el mantenimiento de los vicios básicos de nuestra estructura económica. Por otro lado, al examinar esta cuestión, hace falta averiguar en beneficio de quién se hace este desarrollo, si en beneficio de las grandes mayorías del país o en beneficio de un puñado de privilegiados. Abocados a este análisis, tenemos que señalar una verdad innegable: Dentro del aumento experimentado por el ingreso nacional, la proporción que corresponde a la masa trabajadora, a obreros, empleados, funcionarios, etc., ha disminuido, pasando en los últimos años de un 49% del ingreso nacional en 1950 a un 47% de ese ingreso en 1954, reducción que se hace más grave si se toma en cuenta el aumento que experimenta la población trabajadora. Ese porcentaje es manifiestamente inferior al que tienen los trabajadores de otros países latinoamericanos de insuficiente desarrollo, como es el caso de Argentina, donde los sueldos y salarios toman el 60% del ingreso nacional. Frente a esta reducción del ingreso de las clases trabajadoras, aumentan en proporción creciente las ganancias de las grandes empresas y de los grandes propietarios, cuya participación en el ingreso nacional es cada año mayor. Según la Junta Nacional de Planificación esas ganancias han crecido en los últimos cinco años en no menos de un 45%.
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La experiencia diaria de la vida nacional confirma estas aseveraciones. Los obreros ecuatorianos siguen percibiendo salarios insuficientes, que en ocasiones disminuyen, llevando una vida miserable. Los campesinos en su gran mayoría simplemente subsisten y muchos de ellos, la gran masa india, en condiciones infra-humanas de existencia. Los empleados públicos y privados siguen percibiendo sueldos insignificantes, que no aumentan a pesar del alza constante del costo de la vida. Los artesanos se enfrentan a la ruina, golpeados por la monopolización del mercado por las grandes empresas. Los pequeños comerciantes y los pequeños industriales, así como los profesionales atraviesan difíciles condiciones. Hay desocupación en el Ecuador, que muchas veces se oculta tras la actividad de un comercio ambulante, que no es sino la máscara de una falta de trabajo. El Seguro Social no alcanza sino a una pequeña porción de la masa trabajadora, apenas el 9% de la población económicamente activa, dejando fuera de protección a artesanos, campesinos, trabajadores, domésticas a domicilio, etc., y dando prestaciones totalmente insuficientes. Las condiciones de vivienda popular son desastrosas y la falta de salubridad en poblaciones y campos es una condena segura a la muerte en temprana edad, sumando a la desnutrición la falta de condiciones higiénicas de vida y la carencia de atención médica. La mortalidad infantil presenta en el Ecuador uno de los índices más altos del mundo. Es esta la dura verdad del país. Las grandes mayorías laboriosas, los que con su esfuerzo están desenvolviendo la producción, soportan a cambio de este esfuerzo mayor miseria y dificultades, mientras un puñado de privilegiados, de grandes señores oligarcas, grandes señores feudales y empresas extranjeras toman la parte del león en el reparto del producto del trabajo colectivo. En una palabra: la economía nacional se desarrolla, pero lo hace en beneficio de una minoría en tanto las grandes mayorías se hunden más y más en la miseria. Nos enfrentamos a una situación que está haciendo más ricos a los ricos mientras los pobres se hacen más y más pobres. II. LA SUBSISTENCIA DE REZAGOS FEUDALES, UNA DE LAS CAUSAS DE LA MISERIA Y DEL RETRASO ¿Qué es lo que detiene un más rápido y amplio desarrollo de la economía nacional?
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Quien examine las condiciones del país encontrará fácilmente la respuesta. El desarrollo de la economía nacional se hace manteniendo todos los vicios de nuestra estructura económica, todas las trabas que impiden un desarrollo más amplio, rápido y diversificado de la producción y una distribución correcta del producto nacional. La agricultura ecuatoriana, el principal aspecto de la producción, padece todas las consecuencias del mantenimiento de formas de propiedad y de producciones coloniales, semifeudales. Un puñado de grandes terratenientes mantienen en su poder enormes extensiones de suelo productivo. Doscientas cuarenta y una pertenencias agrícolas tienen en el Ecuador 1.6000.000 hectáreas, o sea tanta tierra como 329.000 propietarios, pequeños y medios (hasta cincuenta hectáreas), que representan el 96% del número de pertenencias agrícolas en el país. Entre estos 329.000 pequeños y medios propietarios se cuentan 251.000 con pertenencias menores de cinco hectáreas entre los cuales 92.000 con menos de una hectárea. Este acaparamiento de la tierra se agrava cada día, al apoderarse terratenientes nacionales y empresas extranjeras de grandes extensiones de tierras baldías y de tierras de los campesinos, a quienes se atropella. Entre estos grandes propietarios se cuenta el clero católico y sus organizaciones (hoy nuevamente dueñas de enormes latifundios en que subsiste la opresión feudal), el Estado, la Asistencia Pública, los Bancos y otras entidades públicas. La mayor parte de la tierra de los grandes señores feudales es mantenida inculta; otra parte considerable se entrega en arriendo a los campesinos. Mientras que la tierra de los pequeños y medios propietarios está cultivada en más del 80% de su extensión, la tierra de los 241 grandes señores solo está cultivada en un 10%, demostración incontrovertible del perjuicio que significa para el país el gran latifundio feudal. En la tierra acaparada por los señores feudales se somete a la masa de campesinos e indios a una explotación bárbara, con métodos feudales. Los indios ecuatorianos están sometidos al yugo del sistema huasipunguero y otros sistemas análogos, como el de los arrimados, en que tienen que prestar servicios gratuitos o por un salario prácticamente nulo, a cambio del uso de pequeñísimas parcelas de tierra de mala calidad sufriendo, además, innumerables cargas señoriales, que recuerdan la colonia española, como el pago de regalos al terrateniente, la prestación de servicios domésticos gratuitos, etc.
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Las viejas organizaciones comunales de los indios siguen siendo destruidas y se les arrebata sus tierras por toda clase de procedimientos, por juicios interminables o por el empleo de la violencia. Las aguas indispensables para el trabajo agrícola son también acaparadas por los grandes terratenientes, que cobran precios elevadísimos por ella. Los campesinos costeños son oprimidos con arrendamientos crecidos, que se cobran por el uso de la tierra, pagaderos muchas veces en productos, con precios bajísimos para sus productos, con trabas a la libertad de tránsito y de comercio, con métodos usurarios de crédito y son frecuentemente desalojados por la fuerza de las tierras que ellos hacen producir, careciendo de toda protección legal, así como de los beneficios del Seguro Social, de atención médica y sanitaria y de escuelas. En el Oriente ecuatoriano existen hasta métodos esclavistas, de que son víctimas los indios de esa zona. En cuanto a los asalariados agrícolas, cuyo número es todavía reducido, soportan también condiciones de explotación más graves que las de los obreros industriales. Sus salarios son muy pequeños, no tienen, en la mayor parte de los casos, garantías de estabilidad, de Seguro Social, se les niega el derecho de organización, etc. La técnica agrícola en el Ecuador es, por esta razón, sumamente atrasada. Los métodos feudales, las bajas remuneraciones, hacen que sea más beneficioso para el gran terrateniente el empleo de la mano de obra servil, que el empleo de la maquinaria agrícola. En el Ecuador el promedio de empleo de tractores es de un tractor por cada 900 hectáreas cultivadas, en tanto que en Chile, por ejemplo, ese promedio es de solo 200 hectáreas por tractor. Los rendimientos que se obtienen son inferiores a los promedios de rendimiento de otros países en situación agraria análoga. En tanto el rendimiento de café en el Ecuador es de 248 kilos por hectárea y el de cacao de 171 kilos por hectárea, esos rendimientos son en Colombia de 460 kilos de café y de 470 kilos de cacao por hectárea. Esta situación de la agricultura y de la población rural del Ecuador, que constituye el 70% de la población total, mantiene en el país niveles de vida sumamente bajos, tanto para las masas campesinas, como para la población en general. El costo de la vida se ve encarecido porque el señor feudal parásito que no contribuye a la producción, cobra arrendamientos crecidos por el uso de la tierra, con lo que se eleva el precio de los productos agrícolas de consumo popular y el de las materias primas industriales. El bajo nivel técnico de una agricultura semifeudal contribuye también al alto precio.
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La explotación semifeudal sobre indios y campesinos disminuye el ingreso de estas masas laboriosas, que no tienen lo necesario para subsistir, mucho menos sobrante para convertirse en un mercado consumidor de productos industriales, por lo cual la industria nacional no puede desarrollarse rápidamente. Es esta una de las causas fundamentales de nuestro retraso industrial. La industria nacional representa apenas el 16% del ingreso nacional y esa industria es solo una industria ligera, de bajo nivel técnico, que si bien es cierto, ha mejorado en los últimos tiempos, todavía sigue retrasada. III. EL ECUADOR ESTÁ SOMETIDO A LA OPRESIÓN COLONIZADORA DEL IMPERIALISMO NORTEAMERICANO Junto a esta carga del semifeudalismo estamos soportando el peso de la opresión del país por los grandes monopolios capitalistas norteamericanos. Grandes empresas extranjeras se han adueñado de nuestro suelo, de nuestras riquezas, del petróleo, del banano, de la pesca. La United Fruit Company, directamente o por subsidiarias, controla el negocio bananero y es propietaria de centenares de miles de hectáreas de tierra ecuatoriana. La explotación del petróleo está en manos de empresas que, aunque mantienen nombres ingleses, como Anglo Ecuadorian Oilfields, son subsidiarias de la Standard Oil Company, empresas a las que se ha entregado ya todo el país para su explotación. Las riquezas pesqueras son saqueadas por empresas yanquis o por flotas piratas venidas de los Estados Unidos. Tan pronto aparece una riqueza cualquiera en nuestro suelo, se apoderan de ella los monopolios, mediante contratos con los que burlan las leyes ecuatorianas, inclusive las leyes tributarias. En su penetración en la agricultura, el imperialismo establece una estrecha alianza con los métodos feudales de explotación. En sus grandes haciendas subsisten métodos de ese tipo, llegándose al caso en las haciendas bananeras de la Astral, en Esmeraldas, de emplear mano de obra semi-esclavista, traída desde las selvas orientales. La industria nacional es golpeada sistemáticamente por la inundación del mercado ecuatoriano por productos similares a los ecuatorianos, cuya introducción se facilita por un arancel de aduanas impuesto al país por
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“técnicos” yanquis, arancel que recién comienza a rectificarse. Algunas industrias se ven conducidas a la ruina por el establecimiento de industrias monopolistas yanquis similares, y surgen industrias aparentemente nacionales, pero que en realidad son inversiones de los grandes monopolios norteamericanos. Con múltiples pretextos el Ecuador va endeudándose mediante empréstitos onerosos y lesivos a nuestra soberanía, ya que se destinan a obras en las que tiene interés fundamental el imperialismo yanqui, como es el caso de Puerto Nuevo de Guayaquil, empréstitos en los que se establecen obligaciones favorables a los norteamericanos, tales como la de invertir su valor exclusivamente en equipo comprado en los Estados Unidos, de transportar todo lo que se adquiere con esos empréstitos en barcos norteamericanos, de emplear técnicos norteamericanos, de contratar solo con firmas que lleven el visto bueno del banco prestamista, etc. Mediante restricciones monetarias impuestas por el Fondo Monetario Internacional, que manejan los yanquis, se dificulta todo negocio que no sea en dólares norteamericanos, nuestro comercio se ve limitado a la zona de influencia yanqui, lo que facilita a los monopolios imponernos precios ruinosos para nuestros productos exportables. Tal es el caso de los precios y dificultades impuestas a nuestra exportación bananera, que tiene que enfrentarse a crisis periódicas debido a esta acción monopolista. Este mismo mecanismo sirve al imperialismo para imponer a nuestra producción el orientarse exclusivamente a determinados productos, como ocurrió en el período de la última guerra, en que la producción ecuatoriana más importante fue el arroz, y como ha sucedido posteriormente con la orientación hacia el banano. Tres productos, banano, café y cacao, forman el 90% de nuestra exportación. Los cambios de precios, que el imperialismo provoca en estos productos según su conveniencia, pueden causar la ruina de nuestros productores. Se produce también por estos sistemas la destrucción de determinados productos ecuatorianos, como ocurrió con la producción de tabaco, que casi desapareció. Centenares de millones de sucres por año son arrancados a nuestro país como ganancia de los monopolios extranjeros. El negocio bananero rinde a los monopolistas más de quinientos millones de sucres por año. Las utilidades de los monopolios petroleros llegan a los cincuenta millones por año, según sus propias declaraciones. Decenas de millones son arrebatados a título de pago de la Deuda Externa, conforme arreglos hechos en condiciones ruinosas para el Ecuador. Son dineros que debían quedarse en el país, ser
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invertidos en nuevas instalaciones industriales para el progreso de la nación y que hoy van a engrosar las fabulosas utilidades de los grandes monopolios. Una comparación de lo que sacan del país los monopolios bananeros y petroleros, las empresas pesqueras y los piratas que saquean nuestros mares, los que explotan el negocio cinematográfico, los concesionarios de la industria eléctrica, los bancos extranjeros, las empresas de seguros, demostraría que las utilidades del capital monopolista norteamericano en el Ecuador superan en mucho a las utilidades de los capitales nacionales. El sometimiento al imperialismo norteamericano se deja sentir en todos los aspectos del vivir nacional y no solo en el económico. Nuestra soberanía está lesionada y disminuida por el predominio yanqui, aceptado por los grupos usufructuarios del poder político en el Ecuador, mediante una serie de tratados y pactos, como el Pacto Militar, el Tratado de Asistencia Recíproca, el Pacto de Organización de los Estados Americanos, que nos someten a la política yanqui. La educación nacional, las obras públicas, la salubridad, la agricultura están sometidas a “misiones yanquis”, tituladas Servicios Cooperativos Interamericanos, que nos cuestan millones de sucres anuales. El Ejército ecuatoriano pierde cada día más su carácter nacional por estar sometido a las misiones yanquis y a los fines bélicos de los imperialistas. La política internacional del Ecuador sigue los dictados de Washington, acatando ciegamente sus instrucciones, en especial en las Naciones Unidas. La cultura ecuatoriana está afectada también. Su dirección está en manos del Servicio Cooperativo Interamericano de Educación Pública, que al trazar sus programas y métodos, al fijar su contenido, trata de imponer sistemas de cultura y de vida extraños a nuestra tradición. La intromisión del imperialismo yanqui se deja sentir también en el Movimiento Obrero y en el Movimiento Estudiantil, donde agentes traidores, al servicio del imperialismo y de sus organizaciones, pretenden destruir la unidad del Movimiento Sindical, encabezado y orientado por la Confederación de Trabajadores del Ecuador, y del Movimiento Estudiantil, que tiene como su organismo máximo la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador. Es un proceso de colonización acelerada del Ecuador por el imperialismo norteamericano, parte de su plan de dominación mundial. Derrotado en Asia, enfrentado a dificultades cada día más graves en Europa, el imperialismo norteamericano redobla su ataque contra la América Latina, para convertir a los pueblos de este Continente en su dependencia directa y más oprimida.
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Pero en América Latina, crece también la resistencia de los pueblos: las masas se levantan contra la dominación imperialista y luchan por la independencia nacional, forjando amplios frentes por nuestra soberanía y derechos, mientras el imperialismo apoya decididamente a los sectores más reaccionarios, a dictadores sanguinarios, a enemigos jurados de la democracia, que son repudiados por sus pueblos, intentando detener el ascenso de las masas. La política yanqui en América Latina forma parte de su política general de impedir el derrumbamiento total del sistema colonial, de detener el ascenso cada día más vigoroso del campo del socialismo y de los pueblos que viven liberados en él y para desencadenar guerras agresivas y devastadoras, cuyo objetivo no es otro que el dominio del mundo por los imperialistas norteamericanos. Es así como la colonización yanqui pone a nuestro país en la órbita de guerra del imperialismo. Cada paso que da el imperialismo en nuestra Patria, cada golpe que propina a nuestra soberanía, a nuestra economía, cada atentado contra nuestra cultura, agrava el inmenso peligro de guerra que se cierne sobre nosotros. Los pactos guerreristas que han firmado los gobiernos reaccionarios que hemos tenido, el Pacto Militar, el Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro, la sumisa política de los delegados del Gobierno ecuatoriano en las Naciones Unidas y en la Organización de Estados Americanos, las obscuras negociaciones que se desenvuelven en estos días alrededor de la concesión de bases militares en Galápagos; la entrega de la dirección de nuestro Ejército a los sargentos yanquis; el sometimiento de nuestra economía a los monopolios guerreristas, la propaganda cínica y descarada de carácter antidemocrático, emprendida por el imperialismo, con la complicidad de los gobernantes reaccionarios del país, son amenazas gravísimas contra nuestra vida y nuestra independencia, son el camino por el cual estamos en peligro de perder nuestra existencia como pueblo libre y servir solo de carne de explotación y guerra para el imperialismo yanqui. Toda esta infernal conjuración imperialista cuenta con el apoyo no solo de los sectores feudales ecuatorianos, del clero, sino también de poderosas oligarquías bancarias y comerciales, ligadas a él, traidoras a la nacionalidad, que someten a nuestro pueblo a una explotación redoblada y que sirven intereses monopolistas a los que se venden por un puñado de dólares. Estas oligarquías reaccionarias operan en muchas ocasiones tras una máscara con la que desorientan a sectores populares, que no ven con claridad su verdadero carácter y la traición que cometen.
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IV. DESTRUIR LAS SUBSISTENCIAS FEUDALES Y EL SOMETIMIENTO AL IMPERIALISMO, IMPERATIVO HISTÓRICO Estos factores se reflejan no solo en la economía sino en todo el vivir nacional. La vida política, social y cultural se encuentra determinada por ellos. Los grupos feudales, el imperialismo y sus agentes nacionales, actuando conjuntamente, se oponen a toda ampliación de la vida democrática. Ellos saben que en el momento en que el pueblo conquiste amplias garantías y libertades; cuando los obreros tengan asegurado amplio derecho de reunión; de asociación, de huelga; cuando campesinos e indios puedan agruparse y actuar libremente; cuando existe amplia libertad de prensa, de pensamiento, de conciencia; cuando los ecuatorianos no vivamos amenazados por el atropello policial, la hora del fin de sus privilegios habrá sonado y desaparecerán sus posibilidades de seguir usufructuando del esfuerzo de centenares de millones de ecuatorianos. Por eso nuestra democracia es tan limitada. Por eso el derecho al sufragio no ha sido concedido a todos los ecuatorianos y no se da derecho al voto a los analfabetos, que constituyen más de la mitad de la población. Por eso el Estado ecuatoriano es un Estado opresor y burocrático, con características de Estado policíaco, en que los poderes del Presidente de la República son muy amplios, y en cambio limitados aquellos del Congreso Nacional. Por eso las restringidas libertades ganadas en duras batallas por el pueblo, las parciales conquistas obreras, algunas de ellas consagradas en la letra de la ley, son constantemente violadas por los grupos reaccionarios adueñados del poder que emplean la violencia y el atropello contra los que luchamos por la libertad, la soberanía y el progreso. Por eso mujeres y jóvenes carecen de una efectiva igualdad y de los elementos indispensables para su desarrollo y progreso. El retraso cultural es también muy grave y es consecuencia de los mismos factores señalados. Tenemos un índice de analfabetismo que pasa del 50%. Nuestra educación es insuficiente y no llega sino a determinadas zonas, especialmente a las zonas urbanas. Nuestra escuela primaria se debate en la impotencia y en la falta de elementos materiales, mientras los maestros viven en la inseguridad económica y carecen de libertad suficiente. Colegios y universidades son verdaderos centros de privilegio, a los cuales no pueden llegar en la práctica los hijos de la clase obrera y de los campesinos.
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La cultura viene a ser, pues, en el país, un verdadero privilegio de clase. Si este proceso no se detiene, si permitimos que los grupos adueñados del poder sigan vendiendo el Ecuador al imperialismo, estamos amenazados de convertirnos en una colonia yanqui y de perder nuestra personalidad de pueblo libre. Las subsistencias feudales y el sometimiento del país al imperialismo yanqui y a sus agentes oligárquicos son, en conclusión, los factores fundamentales que impiden un desarrollo más rápido de nuestra economía y que mantienen y agravan las condiciones de miseria, opresión y falta de independencia de nuestro pueblo. Son estas las trabas al progreso que todos los ecuatorianos patriotas tenemos la obligación de destruir para abrir paso al desarrollo del país. V. LAS CLASES SOCIALES EN EL ECUADOR Esta fisonomía económica-social del Ecuador determina la división en clases de nuestra sociedad. Estas clases, caracterizadas por su posición en la producción, tienen cada una sus intereses propios y, en consecuencia, sus propias concepciones y posiciones. Es indispensable una visión, aunque sea esquemática, de esas clases para poder fijar la justa posición que nuestro pueblo debe asumir en este momento. El sector dominante en las fuerzas reaccionarias del país son los grandes señores feudales, los grandes propietarios de la tierra. Ellos están, como es natural, interesados en mantener todas las condiciones de retraso que hemos señalado, porque son las que les permiten seguir gozando de sus privilegios y explotar sin límite a las grandes masas del campo, tarea en la que son apoyados por el alto clero católico cuyo poderío económico, político y social, es muy grande. Por eso no vacilan en emplear todos los medios a su alcance para conservar su dominio del Estado y del país y para ello estrechan cada día más su alianza con el imperialismo yanqui, que está también interesado en impedir el desarrollo económico y político del país, ya que ese desarrollo impediría nuestra colonización. La burguesía ecuatoriana, como consecuencia de la estructura económica y social del país, es débil, principalmente en su sector industrial. La burguesía, que mantiene muchas vinculaciones con el feudalismo, siendo algunos de sus
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elementos latifundistas feudales, no tiene una posición general única frente a los problemas del país. Un sector de la burguesía está ya entregado al imperialismo yanqui, coincide en sus intereses con ese imperialismo, ya que es su intermediario para la colocación de productos y capitales. Son estos elementos burgueses los que constituyen las grandes oligarquías bancarias y comerciales, principalmente importadoras, que en las luchas políticas adoptan posiciones antidemocráticas y que sirven a los grandes monopolios norteamericanos, por un lado, y a los feudales, por otro, estos elementos traidores serán un día derrotados y expropiados de sus pertenencias. En el sector de la burguesía industrial ecuatoriana se manifiestan síntomas de resistencia y descontento frente al sometimiento del país a los yanquis. Sus intereses se ven afectados por la competencia y el cerco imperialistas y esto los lleva a posiciones de defensa, aunque débiles y parciales. Igual hecho se manifiesta, con menor fuerza, en elementos de la burguesía exportadora, que ve sus negocios limitados por la imposición yanqui que les impide comerciar con todos los países del mundo. Existen también elementos capitalistas agrarios que tienen intereses contrapuestos con el imperialismo, particularmente en lo que a los precios de venta y volumen exportable de sus productos (banano, cacao, café) se refiere. Es a estos sectores a los que podríamos denominar burguesía nacional en desarrollo. Tienen en el país un gran peso las masas populares urbanas, las capas medias de las ciudades, artesanos, pequeños comerciantes y pequeños propietarios, profesionales, empleados, intelectuales, maestros, etc. Estas capas medias de la población, desesperadas, luchan por encontrar una salida a la situación y no la encuentran y siguen en muchas ocasiones posiciones demagógicas de elementos de las clases dominantes que ante el descontento general tienen que apelar a estos procedimientos para ganarlas. Es el fenómeno que vemos frecuentemente en etapas eleccionarias, en que estas masas siguen a políticos reaccionarios por sus ofrecimientos demagógicos. En el campo ecuatoriano la situación de crisis es cada día más grave y repercute en todas las capas de la población campesina. La gran masa de campesinos, el sector mayoritario del país, en su conjunto, padece condiciones de vida muy difíciles. En esta masa campesina, todos sus distintos sectores, sean campesinos acomodados o pobres, sean pequeños propietarios, arrendatario-finqueros, huasipungueros, arrimados, aparceros, etc., están sometidos a la opresión feudal que los ahoga, a la usura que los
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lleva a la ruina, poniendo a los que poseen tierras en peligro de perderlas e impidiendo a los que no la tienen el que lleguen a adquirirla. Estas grandes masas campesinas se ven también afectadas por la política del imperialismo. El ejemplo más revelador es la situación de los millares de sembradores de bananos que se ven golpeados por la política del monopolio yanqui de la United Fruit y de sus subsidiarias. Esta situación de crisis ha creado en el campo ecuatoriano un gran descontento que se manifiesta en movilizaciones por adquirir la tierra, por asegurar la propiedad de ella y por librarse de las trabas feudales. Por eso, también, frente a esta situación las clases reaccionarias están empleando la demagogia y el engaño, para procurar frenar estas luchas. Elementos de extrema reacción hablan de “destruir el gamonalismo, el feudalismo y el latifundismo”, cuando ellos mismos son representantes típicos de ese feudalismo, y se empeñan en popularizar planes de “colonización” con el apoyo yanqui, de muy escasa importancia y orientados hacia Galápagos o hacia la zona Oriental, cuando es sabido que tales planes no son factibles, porque se carece de medios técnicos como en el caso del Oriente, o porque no hay suficientes tierras, como en el caso de Galápagos. La intención es otra: defender tras la cortina engañosa de estos ofrecimientos todo el feudalismo ecuatoriano. Dentro de la masa campesina ocupan un puesto especial los indios ecuatorianos, el más numeroso sector de esa masa, oprimidos de manera bárbara y cruel, reducidos a un estado de esclavitud y de negación de todo derecho, puestos al margen de la sociedad ecuatoriana por la política de las clases dominantes, mantenidos, como hemos dicho, en condiciones de vida infrahumanas, con salarios de un sucre y aún con trabajos gratuitos. Esta masa india tiene indiscutiblemente una serie de elementos nacionales, un idioma, el quichua y otras lenguas autóctonas, una tradición, manifestaciones culturales propias. Todos estos elementos son rechazados por las clases dominantes. La escasa educación que se da en las zonas indias, se da en castellano, despreciando ese valiosísimo factor de los idiomas propios. Carecen los indios, por el analfabetismo a que están condenados, del derecho al voto. Se suma así la discriminación nacional a la salvaje explotación de que son víctimas por la obra de gamonales, autoridades civiles y el clero. El descontento también crece en la masa india y se expresa en un anhelo de lucha y de organización que es ahogado en sangre por el Estado gamonalicio ecuatoriano, utilizando la policía y el ejército para acallar a balazos las justas reclamaciones de las masas indias.
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Tenemos también que hacer resaltar el crecimiento, aunque lento, de un proletariado agrícola, principalmente en la Costa, proletariado que carece de garantías y de derechos, como antes hemos señalado. El desarrollo industrial ha dado nacimiento a la clase obrera, al proletariado industrial, muy poco numeroso todavía, carente aún de una clara conciencia de clase, pero que ha emprendido ya el camino de su organización y de sus luchas, que tiene una cierta tradición de combates de clase, y cuyo papel en las grandes batallas por la libertad, el progreso y la soberanía va creciendo. La lucha y las acciones de estas clases siguen un ritmo creciente de desarrollo en el Ecuador. Cada día se profundiza más la lucha de clases y cada día esa lucha va sirviendo para esclarecer a nuevos sectores del pueblo la verdadera situación del país y su salida. Las perspectivas son la de una ampliación y profundización de esas luchas. Las condiciones del país exigen una solución a sus más urgentes problemas y por eso las masas ecuatorianas pugnan por encontrar la correcta satisfacción de sus aspiraciones. Allí reside lo esencial de la acción política de los distintos partidos que han surgido como expresión de los intereses de las diferentes clases sociales, partidos representativos de la feudalidad, de la burguesía, de las capas medias urbanas y de la clase obrera, cuyos intereses encarna y defiende nuestro partido, el Partido Comunista del Ecuador. El destino del Ecuador depende de que la clase obrera, la clase que está llamada a dirigir la transformación y liberación total del país, sepa, aliándose estrechamente a los campesinos, agrupar a su alrededor a todas los clases y sectores que luchan contra el feudalismo y el imperialismo. La situación actual plantea con nitidez el problema: de un lado están los grandes terratenientes y las oligarquías burguesas entregadas al imperialismo, defendiendo sus privilegios retardatarios y el sometimiento del Ecuador a los yanquis, y, del otro, deben estar unidos obreros, campesinos, masas populares de la ciudad y elementos burgueses no vendidos al imperialismo, que deben aunar sus fuerzas para destruir esos elementos de retraso.
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VI. EL GOBIERNO CONSERVADOR AMENAZA CON LA LIQUIDACIÓN ABSOLUTA DE TODA CONQUISTA DEMOCRÁTICA Y CON LA PÉRDIDA DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL Por eso el pueblo y los comunistas ecuatorianos luchamos contra los gobiernos que representan el sometimiento del país al imperialismo y los intereses de los grandes latifundistas feudales y de las oligarquías. Ellos no solo que no pueden solucionar los problemas del país sino que con su acción los ahondan, como lo han demostrado los últimos Gobiernos. El Gobierno de Galo Plaza, representante de los sectores terratenientes y de los sectores burgueses más ligados al imperialismo yanqui se caracterizó por un aparente respeto de la democracia formal en el Ecuador, mientras al amparo de esta situación procedía a la venta acelerada del país al imperialismo yanqui, al que entregó nuestras riquezas petrolíferas del Oriente, al que enajenó nuestra soberanía firmando pactos, como el Pacto Militar, mientras mantenía todo el sometimiento a que los grandes terratenientes tienen condenados a los campesinos. El descontento popular contra el Gobierno de Galo Plaza fue canalizado por Velasco Ibarra en forma demagógica. El Gobierno de Velasco, vinculado a los elementos feudales, al Partido Conservador y a fuertes sectores de la burguesía oligárquica costeña, se caracterizó por sus ataques a las libertades y garantías ciudadanas; por sus golpes al movimiento reivindicador y organizativo de obreros, campesinos, estudiantes, empleados y maestros; por el sostenimiento de los privilegios feudales; por una política tributaria que ha agravado la miseria popular; por una política fiscal de despilfarros, malversaciones y fraudes; por planes desfinanciados, cubiertos a base de empréstitos lesivos a la economía y a la soberanía nacionales; por el aumento desmedido de los gastos en armamentismo y en policía; por sus ataques al laicismo en la educación y por la continuación de la política de empréstitos y pactos contrarios a la independencia nacional. Las elecciones de junio de 1956, que pudieron y debieron servir para dar al país un gobierno que iniciará una etapa de democracia y progreso, desgraciadamente han conducido, debido a factores y hechos ya analizados por nuestro Partido y conocidos por el pueblo ecuatoriano, al entronizamiento fraudulento de un gobierno representativo de los sectores más reaccionarios de los terratenientes, del alto clero, un gobierno que acelera más que nunca
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la entrega del país al imperialismo yanqui: el Gobierno que encabeza el doctor Camilo Ponce Enríquez. Del Gobierno de Ponce no puede el pueblo ecuatoriano esperar sino el agravamiento de todas las cargas feudales que soportamos, ya que él mismo es un gran señor feudal y son los grandes propietarios feudales su principal sostén. Del Gobierno conservador-socialcristiano, tal como se ha demostrado en estos primeros meses de su gestión; solo podemos esperar una mayor venta al imperialismo yanqui, cuyo apoyo ha buscado desde el primer momento de su ascenso al poder, gestionando empréstitos para obras improductivas e innecesarias, trayendo misiones de “técnicos” yanquis, entregándoles nuestro suelo a pretexto de colonización, operando sobre el sometimiento de nuestro ejército a los yanquis y el establecimiento de bases militares en Galápagos, etc. Las perspectivas del actual gobierno o de cualquier otro gobierno que represente a los grandes terratenientes y al sector de la burguesía vendido al imperialismo, son, pues, las del agravamiento de las condiciones de miseria de las masas, de negación de sus derechos, de venta de nuestra soberanía. Es una perspectiva de golpes redoblados contra la educación laica y contra la libertad de conciencia, de nuevas y nuevas cargas de toda clase sobre el pueblo y de nuevas limitaciones a la democracia y a la soberanía. VII. UN GOBIERNO DE COALICIÓN DEMOCRÁTICA Y EL PROGRAMA DEL PUEBLO Pero el pueblo ecuatoriano no puede seguir viviendo como hasta aquí. Cansados de una vida dura, anhelantes de mejoramiento, hombres y mujeres de posición democrática, sencillos obreros y campesinos, intelectuales honestos, masas populares oprimidas, industriales que buscan el progreso, están comprendiendo que se impone un cambio en la vida nacional, que hay que hacer que el país se oriente por senderos de libertad, de progreso, de independencia, para hacer que el desarrollo productivo se acelere y para que este crecimiento beneficie realmente al pueblo y a la nación de ecuatorianos. Se abre al paso la idea de que la transformación que el país necesita no se logra con el simple cambio de hombres en el poder, sino con una transformación en la vida nacional que destruya las trabas que impiden el progreso.
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Por eso el Partido Comunista del Ecuador, leal a los intereses de las grandes mayorías, interpretando sus auténticas aspiraciones, cree que en este momento es preciso para el Ecuador un gobierno de coalición democrática, en que participen obreros, campesinos, capas medias y burguesía no vendida al imperialismo, un gobierno que sea capaz de dar satisfacción a las aspiraciones inmediatas del pueblo y de golpear a la opresión feudal y al imperialismo, abriendo así el camino de transformaciones futuras más profundas. En ese Gobierno tiene que jugar un papel fundamental la clase obrera que debe forjar su alianza con el campesinado e ir ganando, a través de la lucha, la dirección de ese Gobierno, única garantía de que conquistemos nuestra total liberación social y nacional. Nosotros, Partido Comunista del Ecuador, no ocultamos nuestros fines. Junto al Movimiento Comunista Mundial, guiados por la doctrina científica del marxismo leninismo, luchamos por el establecimiento de la sociedad comunista como meta final de la humanidad, por una sociedad en que los medios de producción y distribución pertenezcan a la sociedad, eliminando así las bases de la explotación del hombre por el hombre; en que la cultura sea patrimonio de toda la humanidad; en que desaparezcan las guerras y todo medio de coacción, estableciendo la más completa igualdad de los pueblos de la tierra, y en que todos los componentes de la sociedad trabajen, sin privilegios de ninguna clase, por la felicidad de cada uno y por el progreso social. Luchamos por la sociedad socialista, primera etapa de la sociedad comunista; por esa sociedad que es ya una realidad en la Unión Soviética, donde gracias a la Revolución Socialista de octubre de 1917 ha desaparecido la explotación de clases, se han liberado de la esclavitud y la miseria doscientos millones de hombres y se ha formado el más progresista Estado de la historia de la humanidad; por esa sociedad que se construye victoriosamente en China Popular y en las Democracias Populares de Europa, y por la que combaten millones de hombres y mujeres en todo el mundo. Anhelamos para nuestro país esa solución definitiva de todos sus problemas. Mas, dadas las condiciones actuales del Ecuador, las transformaciones socialistas no son inmediatas, y no se puede llegar a ellas sino a través de un proceso histórico, a través de etapas que realicen previamente los objetivos de la revolución agraria-antiimperialista. Lo que el país requiere en este instante, como primer paso en el camino de la liberación del pueblo y de la nación, es un GOBIERNO DE COALICIÓN DEMOCRÁTICA, que con las características señaladas, impulse el progreso y luche por nuestra independencia nacional.
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Consecuentes con este criterio, opinamos que es preciso realizar, a través de un Gobierno de esta especie y de la lucha de las masas, un: Programa de aspiraciones inmediatas
del pueblo que debe incluir los siguientes aspectos básicos:
1. Democracia a) Efectividad y ampliación de las garantías democráticas. Amplia libertad de prensa de manifestación, de reunión, de asociación, de conciencia, de cultos, etc. b) Libertad de sufragio y respeto del resultado de las elecciones. Establecimiento del voto universal, concediendo el voto inclusive a los analfabetos. Garantía de una representación estrictamente proporcional y de la representación de las minorías en todos los organismos de elección popular. c) Supresión de toda posibilidad de acciones antidemocráticas del Ejecutivo, de sus violaciones de las garantías ciudadanas, de la autonomía municipal, de la libertad de sufragio, etc. Robustecimiento del sistema parlamentario ecuatoriano, ampliando las atribuciones del Congreso Nacional. d) Respeto y ampliación de los derechos obreros: derecho de huelga, asociación, manifestación, etc. e) Garantías y respecto a la autonomía municipal y de los Consejos Provinciales. f ) Eliminación de todas las desigualdades económicas, políticas y civiles que pesan sobre la mujer. g) Eliminación de todo aspecto de discriminación contra los indios. Elección por los indios de autoridades locales de su propio grupo. h) Supresión de todo elemento de terror policial, de la persecución a obreros, campesinos, periodistas, etc. Supresión de los policías particulares de campamentos y haciendas. Designación de los Comisarios de Policía por la Función Judicial, de la que deben formar parte. i) Reforma democrática del Sistema Judicial, que haga realidad la justicia gratuita, rápida y eficaz. j) Separación absoluta de la Iglesia y el Estado. k) Democratización del Ejército Nacional, eliminando de él todo elemento que tienda a convertirlo en una casta privilegiada. Posibilidad para los cuadros de tropa de ascender a la oficialidad.
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2. Reforma agraria y mejoramiento de la situación de los campesinos a) Seguridad de la posesión de la tierra y sembríos para los actuales ocupantes: sembradores, finqueros, arrendatarios, etc. Respeto a la propiedad de los campesinos. Supresión de todo desalojo de los campesinos de la tierra que ocupan. b) Estabilidad en el huasipungo y ampliación y mejoramiento del mismo para los indios que trabajan sometidos a este sistema. Elevación de salarios para los huasipungueros. c) Parcelación y entrega a indios y campesinos de los latifundios de la Asistencia Pública, del Estado y de las entidades de Derecho Público. d) Entrega gratuita a los campesinos de las tierras incultas a los lados de las nuevas vías de comunicación. e) Devolución a las comunidades campesinas de las tierras que les han sido arrebatadas por los grandes terratenientes. Defensa de las tierras comunales. Apoyo crediticio y técnico a las comunidades. Resolución rápida de los problemas que afectan a las comunidades. f ) Reversión al Estado de las tierras de propiedad particular que se mantienen incultas y entrega gratuita de las mismas a los campesinos y a todos los que quisieran cultivarlas. g) Expropiación en favor de las poblaciones de las tierras de propiedad particular en que están levantadas, así como de las tierras necesarias para el ensanchamiento y servicios públicos de esas poblaciones. h) Supresión de todo trabajo gratuito, huasicamas, sistema de cuentayos y más cargas feudales que hoy soportan indios y arrimados. i) Supresión de todas las limitaciones feudales a la libertad de comercio y de tránsito. j) Rebaja de los cánones de arrendamiento de las tierras y obligación de darlas en arriendo a los campesinos que las soliciten para sembrar el producto que a bien tengan. Pago del arrendamiento de tierras en dinero y no en especie. k) Poner las aguas necesarias para la agricultura al alcance de los pequeños productores. Rebaja del precio de arrendamiento de aguas. Impulso a un Plan Nacional de Riego. l) Aumento de salarios para los obreros agrícolas e indios. ll) Ampliación del seguro social al trabajador del campo. m) Efectiva construcción de viviendas higiénicas para los campesinos y asalariados agrícolas por cuenta de los terratenientes y patronos. n) Rebaja del Impuesto a los Predios Rústicos para las pequeñas y medias propiedades. Impuesto progresivo a las tierras incultas, con excepción de las tierras comunales.
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ñ) Disminución de los impuestos que gravan a los productos agrícolas. o) Establecimiento de un sistema eficaz de créditos baratos y a largos plazos para los campesinos. p) Aprovisionamiento a los campesinos, a bajos precios, de maquinarias, herramientas y semillas. q) Fijación de precios remunerativos para los productos agrícolas. r) Establecimiento de mercados libres para que los campesinos puedan vender sus propios productos directamente al público. s) Impulso a un plan de colonización en el país. t) Apoyo a la formación y desarrollo de cooperativas agrícolas. u) Estas medidas y la entrega de la tierra al que la trabaje, repartiendo a los campesinos las tierras que no están cultivadas y aquellas que los terratenientes feudales dan en arrendamiento a los campesinos, respetando la propiedad de los campesinos pequeños y medios, así como la de los capitalistas agrarios, constituyen en el presente período los primeros pasos para la liquidación del feudalismo y son acciones inmediatas en el camino hacia una reforma agraria democrática en nuestro país. 3. Independencia nacional a) Revisión de los contratos con empresas extranjeras, en especial los contratos con las compañías bananeras, petroleras, de aviación, eléctricas y de pesca, limitando las concesiones, aumentando las contribuciones que tienen que dar al país, eliminando las exoneraciones arbitrarias de impuestos y acortando los plazos de las concesiones. b) Defensa e industrialización de nuestras riquezas naturales. Defensa de nuestras riquezas pesqueras, aplicando la declaración de soberanía sobre 200 millas marítimas. Industrialización en el país del petróleo ecuatoriano, en cantidad que asegure el abastecimiento total de las necesidades nacionales a precios convenientes. c) Prohibición a las empresas extranjeras de poseer directa o indirectamente más de 500 hectáreas para cultivos. d) Comercio del Ecuador con todos los países del mundo, cualquiera que sea el sistema político y social que exista en ellos. e) Aceptación de la inversión de capitales extranjeros en el país, siempre que contribuyan a la industrialización y progreso del Ecuador y se sometan a las leyes ecuatorianas, en igualdad de condiciones que los capitales nacionales. f ) Reducción de la contratación de empréstitos a las sumas estrictamente
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indispensables para obras de positivo beneficio nacional, realizando esta contratación donde se puedan obtener mejores condiciones y no solo con capitalistas yanquis y haciéndolo en condiciones que no representen cargas onerosas ni obligaciones que lesionen la soberanía nacional. g) Revisión de los empréstitos contratados por los Gobiernos anteriores y sanción para los responsables de fraudes y dilapidaciones en estas contrataciones. Revisión del oneroso arreglo de la Deuda Externa. h) Anulación de todos los tratados que ligan al Ecuador a la política de guerra del imperialismo, en especial del Pacto Militar con los Estados Unidos. i) Negativa de toda concesión de bases militares extranjeras en el Ecuador, así como a la transformación del proyectado Puerto Nuevo de Guayaquil y de las otras obras portuarias en bases navales norteamericanas. j) Eliminación de las llamadas “misiones técnicas” norteamericanas que hoy dirigen la economía, educación, agricultura, salubridad y ejército en forma contraria a los intereses nacionales. k) Defensa del carácter nacional de la cultura y de la educación ecuatorianas. 4. Política económica a) Apoyo al desarrollo industrial del país, al establecimiento de nuevas industrias y al perfeccionamiento de las existentes. Créditos y protección adecuada para la industria nacional. Obligación de invertir parte de las ganancias de las empresas industriales en el mejoramiento de sus instalaciones. b) Apoyo a la Marina Mercante Nacional y a la Aviación Civil Nacional. Impulso de la Flota Mercante Grancolombiana. c) Revisión del arancel de aduanas ajustándolo a las necesidades del desarrollo del país. d) Aplicación de una política monetaria que defienda el valor del sucre y su estabilidad. e) Ejecución de un Plan Nacional de Electrificación. f ) Impulso a la construcción de obras portuarias en el país. g) Revisión del Plan Vial y ejecución de él en forma eficiente, sancionando los negociados que se han cometido en su realización. h) Financiamiento correcto de la Empresa de los Ferrocarriles y garantías para su autonomía en relación con el Gobierno, manteniendo la nacionalización de los ferrocarriles. i) Defensa de nuestras riquezas forestales y aplicación de un plan de reforestación.
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5. Mejoramiento de la vida popular a) Elevación de sueldos y salarios para obreros y empleados, tanto públicos como privados. Elevación de los salarios mínimos actuales. b) Medidas que detengan el alza de los precios de los artículos de primera necesidad y que tiendan a su abaratamiento. c) Aplicación y mejoramiento de la legislación social. Perfeccionamiento del Seguro Social, asegurando su autonomía respecto al Gobierno, mejorando sus servicios, ampliándolo a todas las capas trabajadoras de la ciudad y el campo y haciendo que en la dirección del Instituto Nacional de Previsión participen en forma decisiva los afiliados. Independencia de los Tribunales de Trabajo frente al Ejecutivo. d) Abaratamiento de la vivienda popular y mejoras higiénicas de ella. Construcción de viviendas colectivas baratas por el Seguro Social, Concejos Cantonales, Consejos Provinciales, etc. Defensa de los inquilinos. e) Mejoramiento de la legislación protectora de los artesanos. Incorporación de los artesanos al Seguro Social. Creación de cooperativas artesanales, con el apoyo del Estado. Crédito para los artesanos individuales u organizados en cooperativas. f ) Establecimiento de la Carrera Administrativa tanto para los empleados fiscales como para los municipales, provinciales y de entidades autónomas. g) Ampliación de los servicios de la sanidad y salubridad en todo el país. Mejoramiento de la atención en los establecimientos hospitalarios. Fundación de hospitales, dispensarios y servicios médicos en los campos. h) Defensa de la maternidad y de la infancia, procurando disminuir la mortalidad infantil. 6. Educación y cultura a) Lucha sistemática para eliminar el analfabetismo. b) Decidido impulso a la educación laica. Laicismo estricto en la educación proporcionada por el Estado, Municipios y más entidades públicas. Sometimiento riguroso de las escuelas particulares a los programas y textos oficiales unificados, controlando la aplicación de este principio. c) Atención especial a la educación primaria y técnica, mejorando sustancialmente la educación pública gratuita. Enseñanza primaria realmente gratuita. Disminución de los derechos de exámenes, matrículas, etc., en la enseñanza secundaria y en la superior. Abaratamiento de los materiales escolares. Establecimiento de un amplio sistema de becas, especialmente para hijos de obreros, campesinos y masas populares.
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d) Enseñanza a la población india en quichua y en los otros idiomas nativos. Impulso de la cultura propia de las poblaciones indias. e) Construcción en la mayor medida posible de locales escolares adecuados. Obligación de los terratenientes de construir locales escolares en sus haciendas y de cubrir los gastos de estas escuelas, cuya organización y funcionamiento debe corresponder al Ministerio de Educación. f ) Asignaciones presupuestarias suficientes para atender a los comedores escolares y al desayuno escolar. Establecimiento de residencias y restaurantes estudiantiles baratos. g) Estabilidad de los profesores en sus cargos. Elevación de los sueldos y mejoramiento de las jubilaciones de los profesores. h) Defensa y ampliación de la autonomía de las universidades, asegurando su independencia económica. Orientación científica y técnica de las universidades para que contribuyan más dicazmente al progreso nacional. i) Trabajo garantizado para la juventud que termina sus estudios. j) Apoyo y estímulo a las actividades artísticas, técnicas, científicas y deportivas de carácter democrático. Impulso a la educación física y construcción de estadios y campos de deporte populares. 7. Política fiscal y administrativa a) Cambio radical en la actual política tributaria, disminuyendo los impuestos indirectos que pesan sobre el pueblo y haciendo que paguen en mayor proporción los grandes terratenientes, las empresas imperialistas y los grandes rentistas. Disminución de los impuestos a la renta proveniente del trabajo y de los impuestos a los artículos de consumo popular, al tránsito, etc. b) Inversión del Presupuesto Fiscal fundamentalmente en fines de mejoramiento de la vida popular y del progreso nacional. Aumento de las asignaciones presupuestarias para educación, salubridad y asistencia pública y disminución de los excesivos gastos en armamentismo y policía. c) Eliminación de aquellas entidades autónomas que no favorecen el progreso y que no defienden la vida popular. Control riguroso de las inversiones que hacen las entidades autónomas, participación de las entidades obreras, populares, etc., en la administración de las entidades autónomas, dentro de sus respectivas actividades. d) Limitación de las importaciones oficiales a lo estrictamente indispensable para los servicios públicos. e) Sanción para todos los culpables de peculados, malversaciones y negociados con los fondos públicos.
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8. Política internacional a) Contribución al mantenimiento de la paz en el mundo. Acción internacional para lograr que todos los problemas entre las naciones sean resueltos mediante negociaciones. Oposición resuelta al empleo de armas atómicas, termonucleares, químicas, bacteriológicas y de destrucción en masa. Apoyo a todas las medidas conducentes al desarme y a terminar con la carrera armamentista. Oposición a la formación de bloques agresivos y de pactos conducentes a la guerra. Posición internacional que contribuya a la coexistencia pacífica de todas las naciones, cualquiera que sea su régimen económico, político y social. Rectificación de la actual política de nuestros delegados en las Naciones Unidas, poniéndola al servicio de estos objetivos e impidiendo que sirva a las fuerzas agresivas del imperialismo. b) Relaciones amistosas y colaboración pacífica con todos los países, sobre la base de la plena igualdad de derechos y de respeto a la independencia y soberanía nacionales. Establecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con la Unión Soviética y con los demás países socialistas. c) Defensa de la integridad del territorio y de la soberanía nacional, buscando la revisión, por medios pacíficos, del injusto Protocolo de Río de Janeiro. Estamos convencidos que es éste el programa del progreso nacional, el programa que al aplicarse satisfará las más sentidas aspiraciones inmediatas de las grandes mayorías nacionales, abriendo un ancho camino al desarrollo del país, a la afirmación de nuestra nacionalidad e independencia. Con su aplicación daremos certeros y firmes pasos en el camino de nuestra liberación del yugo imperialista que hoy nos ahoga y del feudalismo que mantiene en retraso nuestra vida nacional. Al realizar la reforma agraria no solo habremos satisfecho las aspiraciones de las grandes masas campesinas, sino que elevaremos las condiciones generales de vida en el país, desarrollando la producción, abaratando los precios de los artículos de consumo popular, ampliando las posibilidades de desarrollo de la industria que podrá tener así un mayor abastecimiento de materias primas y un mercado consumidor más amplio que el que hoy tiene, que está restringido por las condiciones miserables de existencia a que el feudalismo tiene condenados a los campesinos. Al desarrollar nuestra industria, al ampliar nuestros mercados internacionales, al seguir una política de paz, al detener el saqueo de nuestras riquezas por los monopolios imperialistas defenderemos nuestra independencia y nuestra vida y sentaremos las bases de un gran desarrollo progresista.
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Este es el programa: --De los obreros, que obtendrán gracias a él un mejoramiento inmediato en su vida y la perspectiva de trabajo seguro; --De los campesinos, que obtendrán la tierra que anhelan y se verán aliviados de las terribles cargas feudales que hoy soportan; --De las capas medias de la población, de hombres y mujeres del pueblo, que se beneficiarán con la baja del costo de la vida, la ampliación de la educación y el desarrollo de la cultura; --De los intelectuales, que podrán desenvolver libre y debidamente amparados todas sus posibilidades creadoras en los campos del arte y de la ciencia. Con la aplicación de este programa también la burguesía nacional se verá beneficiada con el desarrollo del país, con el apoyo al progreso industrial, con mercados amplios y con la libertad de comercio que impedirá los golpes del imperialismo contra el ascenso de la industria y el comercio nacionales. Es el programa de todos los demócratas y patriotas, que aspiran a un país soberano en que el hombre pueda expresar libremente, sin temor, sus opiniones y en que pueda sentirse orgulloso de su ecuatorianidad. Es el programa de los comunistas ecuatorianos, leales defensores de los vitales intereses del pueblo y de la nación. Es el programa de la aplastante mayoría del país, enfrentando a un puñado de grandes terratenientes feudales, de imperialistas y de sus agentes, los oligarcas antinacionales, minoría insignificante que explota al pueblo y detiene el progreso. Es, en fin, el programa inmediato en la marcha hacia una Patria grande, libre, próspera y soberana, que formará filas con todos los pueblos de la tierra en la acción para liberar a la humanidad definitivamente de los yugos que la oprimen. VIII. TODOS UNIDOS EN UN GRAN FRENTE DEMOCRÁTICO DE LIBERACIÓN NACIONAL Este programa es realizable en el momento actual. Existen en el pueblo ecuatoriano las fuerzas suficientes para ponerlo en práctica y tenemos la obligación histórica de llevarlo a efecto.
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Si no conseguimos la victoria en esta tarea seguiremos hundiéndonos en la pobreza y el atraso y veremos desaparecer nuestra soberanía, nuestra cultura, nuestra existencia como pueblo independiente. Para ganar la batalla por un Gobierno de Coalición Democrática y por el Programa de aspiraciones inmediatas del pueblo es preciso que todas las fuerzas progresistas nos agrupemos. Esta lucha de importancia histórica trascendental no se reduce a una acción esporádica o momentánea: -- Debe ser la lucha diaria y constante de todos los que estamos interesados en abarcar el bienestar y la libertad; debe ser la lucha por aplicar el programa anterior, conforme a las condiciones especiales de cada zona del país; -- De los obreros, luchando por satisfacer sus reivindicaciones, ampliando y unificando sus organizaciones de clase, aplastando a los traidores divisionistas que intentan infiltrarse en sus filas, estrechando sus vinculaciones con las masas campesinas, esforzándose por estructurar una gran Alianza Obrero Campesina, núcleo fundamental de la movilización democrática general y motor de las grandes transformaciones futuras; -- De los campesinos, luchando contra la explotación inicua y los abusos de los latifundistas, contra las cargas feudales, por la tierra y las garantías necesarias para su vida; -- De las amplias masas populares, de los artesanos, de los empleados, profesionales, intelectuales progresistas, pequeños comerciantes y pequeños propietarios, luchando por mejor vida; -- De la burguesía no vendida al imperialismo, actuando por la ampliación del mercado y el desarrollo industrial; -- De todos los ecuatorianos demócratas y patriotas luchando por la libertad, por el respeto a los derechos ciudadanos, por la cultura, contra el sometimiento del país al imperialismo y contra su política de guerra y opresión. A través de esta acción debemos forjar un Gran Frente Democrático de Liberación Nacional, que agrupe bajo la dirección de la clase obrera, en estrecha alianza con el campesinado, a todos los ecuatorianos patriotas que quieren dar al pueblo un régimen que asegure la satisfacción de las necesidades inmediatas de las mayorías y el progreso del país y que abra perspectivas de transformaciones ulteriores más avanzadas.
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No debemos concebir este Frente Democrático de Liberación Nacional como una alianza burocrática entre las directivas de algunos partidos y organizaciones, sino como una alianza efectiva, creada a través de la acción, en la lucha y movilización de todo el pueblo por libertad, progreso, soberanía y paz. Es un gran movimiento del pueblo, de sus clases progresistas, de los partidos políticos democráticos, de todos los que anhelamos un futuro mejor para la Patria que no puede ser formado mecánicamente, de un solo golpe sino que se irá estructurando en la lucha por la aplicación del programa del pueblo. Ese es el camino por el cual llegaremos a la meta fijada. IX. HEREDEROS DE LAS TRADICIONES LIBERTARIAS DEL PUEBLO ECUATORIANO, LOS COMUNISTAS OCUPAMOS NUESTRO PUESTO DE COMBATE No es una lucha que se inicia hoy. Es la secular lucha de nuestro pueblo por la libertad y que está llegando a su culminación. A lo largo de nuestra historia el pueblo ecuatoriano ha sido un combatiente incansable por la democracia, la independencia y el bienestar. Las luchas contra la opresión colonial, la Guerra de la Independencia, la Revolución Liberal de 1895, los combates de obreros y campesinos, que tienen entre sus fechas memorables el 15 de noviembre, son jalones en esta larga jornada, que se aproxima a su etapa decisiva, en que con valentía y firmeza lograremos nuestra liberación definitiva. De estas luchas ha surgido nuestro Partido, el Partido Comunista del Ecuador, el Partido de la clase obrera, que desde el momento de su fundación ha estado siempre en los puestos de primera fila en el combate por el futuro del pueblo ecuatoriano y de la humanidad, sin escatimar esfuerzos ni sacrificios. La lucha será dura. Los usufructuarios de la miseria del pueblo, los grupos privilegiados, no cederán voluntariamente sus prebendas ni abandonarán sin resistencia sus posiciones dominantes. Pero en la conciencia nacional se abre paso la concepción de los objetivos que es preciso realizar. Hombres y mujeres de distintas posiciones encuentran el denominador común de su acción y en el pecho de todos los patriotas y
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demócratas arde la llama de la fe en la victoria que será inevitable si nos unimos y forjamos el frente de los luchadores por el pueblo. Tenemos amplias posibilidades de lograr un rápido desarrollo y de conquistar un porvenir venturoso. Tenemos un país cuyas condiciones naturales lo permiten y un pueblo laborioso que anhela una mejor vida y libertad. De nuestra acción depende la conquista de ese futuro. Nosotros, comunistas ecuatorianos, ocupamos hoy, como ayer y como siempre, nuestro puesto de combate, listos a dar al Ecuador el futuro de bienestar, progreso, independencia, libertad y paz, por el que siempre ha combatido el pueblo. Quito, mayo de 1957 VI Congreso del Partido Comunista del Ecuador
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La cuestión agraria34 Pedro Saad Para el Ecuador la cuestión de la reforma agraria es uno de los aspectos fundamentales de la lucha por la liberación nacional. Nosotros en nuestro Programa hemos señalado cómo las trabas fundamentales que impiden el desarrollo del Ecuador son la penetración del imperialismo y la existencia de un régimen semifeudal en el campo. Y hemos señalado cómo estos dos aspectos están estrechamente vinculados, el uno con el otro y cómo, en consecuencia, no puede plantearse la lucha por la liberación nacional si simultáneamente no se proponen los objetivos de la destrucción de la dominación imperialista sobre el país y la destrucción de las supervivencias feudales en el Ecuador. La liberación nacional implica forzosamente el desarrollo de nuestra economía, la industrialización del país y la ruptura de las limitaciones impuestas por el imperialismo a nuestro desenvolvimiento. Y uno de los caminos para lograr estos objetivos en la etapa actual es la realización de una reforma agraria democrática que destruya las supervivencias feudales. Por eso, para nosotros, no puede hablarse de una verdadera lucha de liberación nacional, de una lucha por una auténtica independencia sin plantearse la destrucción del sistema imperante en el campo ecuatoriano. Esto coincide con la definición de la etapa actual de la revolución en el Ecuador como una revolución antiimperialista. Y el problema de la reforma agraria en el Ecuador, como veremos por los datos esquemáticos que vamos a proporcionar, choca con el imperialismo no solo por la penetración pirata de éste en la agricultura ecuatoriana, sino por el hecho de que la reforma agraria golpearía a los sectores feudales del país, a los grupos de terratenientes feudales, que son precisamente su apoyo fundamental dentro de la política nacional. Además, la reforma agraria golpearía una serie de otras formas de opresión imperialista en el país. Están, pues, profundamente vinculados todos los aspectos de la lucha por la liberación nacional en el Ecuador. Vamos en consecuencia a examinar, aunque sea brevemente, algunas características del problema agrario ecuatoriano. En primer lugar debemos señalar l la importancia de este problema. Ecuador es un país de un desarrollo industrial 34 Pedro Saad, “La cuestión agraria” [1960], en Obras Escogidas, vol. 4, Guayaquil, Claridad, 1974, pp. 3-26.
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sumamente incipiente. El volumen total de la producción industrial no representa más del 16% de la producción nacional, según los datos oficiales. La agricultura viene a ocupar más de los dos tercios de la producción total del país. Conforme al censo de 1950 cerca del 70% de la población ecuatoriana es población rural. Etotal de la exportación ecuatoriana es de productos agrícolas. Hay una exportación pequeña de petróleo hecha ficticiamente, pero no hay que tomarla en cuenta porque las empresas imperialistas exportan petróleo crudo e importan gasolina. De tal forma, que podemos afirmar que el total de la exportación ecuatoriana es de productos agrícolas. Y dentro de esa exportación, el banano, el cacao y el café representan el 90% del total. La principal es la exportación bananera, controlada por monopolios imperialistas, que representa el 33% del ingreso de divisas en el país. Se puede, pues, llegar a la conclusión de que el problema agrario y su solución son decisivos para el Ecuador. Examinemos entonces la forma en que en el problema agrario se presenta: el reparto de la tierra en el Ecuador y la tenencia de la tierra. Según el censo agrario de 1954, la tierra en el país está concentrada en pocas manos. Las cifras de este censo indican que 241 pertenencias de más de 2.500 hectáreas cada una (el 0,2% del total de pertenencias), tienen en conjunto 1.600.000 hectáreas, o sea el 25% de estas tierras de propiedad particular, extensión equivalente a la que tienen 329.000 pequeños y medios propietarios. Y hay que hacer notar también que hay decenas de millares de pertenencias con menos de 2 hectáreas. Quienes tienen esas pertenencias se ven forzosamente reducidos a una situación de semiproletarios. Entre los grandes terratenientes en el Ecuador se cuentan las empresas imperialistas. La penetración del capital extranjero en el campo ecuatoriano, como en la agricultura de algunos otros países de América Latina, es todavía fuerte. La United Fruit posee en el Ecuador cerca de 150.000 hectáreas. Y es interesante señalar que existe otro monopolio, el grupo monopolista germano-occidental, que avanza en la apropiación de tierras, fundamentalmente conectado con la producción bananera y con grupos monopolistas suecos. En cuanto a estos grupos suecos, pensamos que se encuentran vinculados con la United Fruit. Otro gran terrateniente es la Iglesia Católica, que subrepticiamente, aunque la ley no le permite tener grandes extensiones de tierra, ha acaparado tierras y ha obtenido la legalización de esas posesiones. En conclusión de este segundo aspecto, podemos afirmar que hay una fuerte concentración en la propiedad agraria en el Ecuador y que el imperialismo es uno de los grandes terratenientes en nuestro país.
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¿En qué medida están cultivadas las tierras en el Ecuador? No tenemos en el país una apreciación estadística exacta del fondo de tierras cultivables. Una simple apreciación general hecha tanto por nuestro Partido como por economistas de otras tendencias nos lleva a la conclusión de que en el Ecuador no están cultivados sino el 10% de las tierras cultivables. Es interesante recordar el hecho, señalado en el Programa de nuestro Partido, de que en esas 241 pertenencias que exceden de las 2.500 hectáreas, no está cultivado sino el 10% de su extensión total. En cambio, en las pertenencias que llegan hasta 50 hectáreas está cultivado más del 80% de la extensión. Existe, pues, no solo un gran acaparamiento de tierras en el Ecuador, sino el mantenimiento de enormes extensiones de tierras cultivables incultas, alejadas de la producción y que le son negadas a la población campesina. Finalmente yo quiero dejar constancia del atraso técnico de la agricultura ecuatoriana. Según datos de la Comisión Económica de la ONU para América Latina (CEPAL), en 1952 existía en el Ecuador un tractor por cada 900 hectáreas de tierra cultivada. Lo que significa un porcentaje prácticamente nulo de mecanización de la agricultura. Mucho más si se toma en cuenta que ese número de tractores está concentrado en las grandes empresas imperialistas y en las empresas productoras de azúcar. Este es el panorama general del desarrollo de la agricultura en cuanto a tenencia de la tierra, en cuanto a técnica y en cuanto a cultivo. Es preciso que examinemos el otro aspecto, el de las relaciones de producción en la agricultura. La característica determinante de la agricultura ecuatoriana es la existencia de regímenes semifeudales de producción. Hay que hablar aquí de la tremenda situación de las masas indias situadas en la meseta central alta. No es un problema pequeño para el Ecuador. El porcentaje de población india que vive sometida a las condiciones que voy a señalar, puede apreciarse en un 35 o 40% de la población total del país. ¿Cuáles son las relaciones de trabajo de esta masa india? La forma más extendida de explotación es el sistema denominado de huasipungo, que consiste en lo siguiente: el terrateniente concede al indio en usufructo temporal una pequeña parcela, de media hectárea a dos hectáreas de tierra de mala calidad, generalmente sin riego. Y a cambio de ese usufructo tiene que trabajar en los cultivos del terrateniente durante cuatro días a la semana, por un salario de 75 centavos de sucre, que equivalen a cinco centavos de dólar, por jornada de trabajo. Ya pueden Uds. suponer el nivel de vida de esas masas indias. Un técnico pequeño burgués, el Sr. Buitrón, hizo un estudio sobre la situación de los huasipungueros, calculando el producto de la parcela, lo que recibía
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en salario, lo que podía representar el arriendo de la choza sin ninguna condición higiénica que se le proporcione, etc., y llegó a la conclusión de que el ingreso anual de una familia de huasipungueros era de 941 sucres, o sea algo más de 60 dólares, en definitiva, un ingreso anual por miembro de familia, suponiendo cuatro miembros de familia, de unos 15 dólares. Yo quiero hacer una simple comparación: 941 sucres de ingreso total por familia significa menos de 3 sucres diarios por familia y el Gobierno del Ecuador fija en 3 sucres lo que debe darse de comer a un caballo del ejército. O sea, que el gasto diario que se piensa para un caballo del ejército sobrepasa al ingreso total de una familia de huasipungueros. Es una situación posiblemente de las más miserables en el mundo. Y en esas condiciones viven más de 1.200.000 hombres. Pero no se reduce a eso la explotación feudal. Encima cae sobre el indio una serie de otras cargas, el sistema que se llama de la huasipunguía. El indio tiene que ir a prestar servicio doméstico en la casa del terrateniente gratuitamente un mes al año. No solo eso. Existe además el sistema de los regalos para el martes de Carnaval: el indio tiene que hacer obsequios en huevos, gallinas, animales de toda especie para el terrateniente. Y las deudas, que van transmitiéndose de padres a hijos. Las deudas proceden de las cuentas del terrateniente y proceden del sacerdote católico, que cuando hay una fiesta en el pueblo nombra a un indio como prioste, el cual tiene que hacer frente al gasto de la fiesta. Y el indio que considera un honor esta situación, pide prestado y se endeuda, y esa deuda va de generaciones en generaciones. En otras zonas del país hay formas de trabajo gratuito más duras todavía. A cambio de la parcela el trabajo es gratuito totalmente, sin ninguna apariencia siquiera de salario. Para el indio ecuatoriano, el problema agrario se mezcla con un problema de carácter nacional. En el Ecuador hay una discriminación racial tremenda. El indio tiene su propia lengua, el quechua, pero su lengua es desconocida en el Ecuador, sus tradiciones son rechazadas. El Partido Comunista del Ecuador reclama en su Programa que la enseñanza a las poblaciones indias sea dada en quechua, que las autoridades sean designadas por los propios indios, en una palabra, que se respeten los elementos de carácter nacional. En el problema del indio tenemos otro aspecto sumamente interesante. Es la supervivencia de comunidades indias y un régimen comunal desde lejana época. La comunidad india en el Ecuador está siendo golpeada sistemáticamente desde la época de la Colonia y a través de todo el proceso de la República. La desintegración de la comunidad es una desintegración creciente. Hoy ya no se trata de comunidades completas como fueron en la
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época precolonial, se trata de restos de comunidades. Estas comunidades han sido golpeadas por el latifundio creciente, que les ha ido arrebatando sus tierras. Y es interesante constatar que el proceso que Mariátegui señaló en los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, es real en el Ecuador también. La destrucción de la comunidad india no se ha hecho en beneficio de una producción de tipo capitalista, sino que se hace en beneficio de una producción de tipo feudal. Las tierras que les son arrebatadas a las comunidades no son utilizadas para una producción capitalista, sino que son utilizadas para establecer justamente el sistema feudal del que ya hablamos. ¿Qué quedan de esas comunidades? Quedan la comunidad de agua, la comunidad de pastos, quedan relaciones de tipo comunal con muchos rasgos de sociedad patriarcal y quedan formas de trabajo comunitario. Al mismo tiempo de la siembra y en la época de la cosecha, todos los comuneros van de parcela en parcela, sin recibir salario, simplemente a base de una pequeña alimentación y de bebida. El producto que se cosecha en cada parcela es propiedad individual del parcelero, pero el trabajo se hace en común. Finalmente tenemos la existencia de un sentido de comunidad frente al terrateniente. La defensa la hace la comunidad en conjunto, a través de la lucha y a través de procedimientos jurídicos a los que son muy apegados. Hay que señalar que en las zonas indias no hay propiedades imperialistas. La Iglesia Católica emplea los mismos procedimientos feudales en sus latifundios. En la zona de la Costa, las subsistencias feudales presentan otras características. Allí predomina el pago de la renta en especie, en parte de la cosecha. En la producción de arroz, que se hace por pequeños parceleros, el campesino tiene que pagar parte de la cosecha. Y existen otras cargas de tipo feudal: la obligación de venderle el producto al dueño del latifundio, dificultades de salida y de ingreso, no hay ninguna libertad de comercio, etc. En otra zona, el sistema básico de la aparcería está en pie. El porcentaje de la aparcería ecuatoriana es, generalmente, la mitad de la cosecha. En definitiva, este es el aspecto más importante de las relaciones de producción en la agricultura ecuatoriana: las subsistencias feudales. El desarrollo capitalista en la agricultura, como veremos luego, no ha avanzado suficientemente y las formas feudales de producción son las que tienen mayor peso en la producción agrícola del país, su mayor porcentaje. Al lado del hombre sometido al régimen semifeudal, tenemos en algunas zonas campesinos propietarios. Estos campesinos son víctimas de atropellos de todas clases. El crédito agrario del Ecuador es muy restringido, el campesino
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propietario de una pequeña parcela se ve obligado a endeudarse con usureros, con bancos comerciales, y el proceso de desintegración de la pequeña propiedad como resultado de los embargos, de las hipotecas, etc., es bastante grave en el Ecuador. Otro peso muy serio sobre el campesino pequeño propietario es el juego por el precio de sus productos. En el problema del precio de los productos agrícolas tenemos que señalar dos casos: el caso del café, que en el Ecuador es fundamentalmente de pequeños productores, y el caso del banano. El precio está determinado por el mercado mundial, y sus oscilaciones afectan muy gravemente a los productos de café. Pero el problema es más grave en la producción bananera. La producción bananera del Ecuador alcanza unos 60 millones de racimos por año (se exportan alrededor de 35 millones). Es bastante más alta que la de Costa Rica, Honduras o de cualquier otro país. En el Ecuador la gran masa de la producción bananera no es del cultivo directo de los monopolios imperialistas, es de productores nacionales, pequeños, medios y grandes. Pero en cambio el comercio está monopolizado por las empresas imperialistas y sobreviene entonces en choque, una contradicción permanente entre el productor bananero nacional y los monopolios imperialistas dueños del mercado y de la exportación. Y esa contradicción es uno de los puntos de partida de la táctica del Partido Comunista del Ecuador en la lucha contra el imperialismo. Se trata de la utilización de esta contradicción permanente, que no es solo del pequeño productor, ni siquiera del medio, que es inclusive de los grandes productores de bananos, en cuyas pertenencias trabajan 300 y 400 asalariados agrícolas y que también chocan con el monopolio imperialista del comercio. Finalmente, en el Ecuador se ha producido también una situación análoga a la de los doceños del Brasil, de los paracaidistas, gentes que ocupan tierras. Hay un amplio movimiento, un movimiento que agrupa ya en la zona de la Costa a algunos miles de campesinos que han tomado la tierra. ¿Cuáles son las consecuencias de este sistema feudal imperialista en el Ecuador? Ante todo, el bajo nivel de vida de la población. Según estadísticas del Banco Central del Ecuador, en 1958 la renta promedia anual era de 185 dólares por habitante. Pero eso es un promedio general que no dice nada. Un gran porcentaje tiene una renta que está alrededor de los 50 dólares anuales. Es una de las rentas más bajas del mundo. En la clasificación que en l951 hizo la Organización de las Naciones Unidas, el Ecuador estaba en el nivel más bajo. Y ya señalamos la situación del indio, con una renta anual de 12 dólares por persona. Prácticamente es una renta nula, es una vida vegetativa simplemente la que puede llevar el hombre
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en esas condiciones. Las condiciones de salud de la población ecuatoriana y las condiciones de vivienda están determinadas por esta situación. Tenemos uno de los porcentajes de mortalidad infantil más altos del mundo. En la ciudad de Guayaquil, la ciudad más importante numérica y económicamente, hasta hace poco teníamos un índice de mortalidad infantil de 200 por 1.000. Ahora ha bajado un poco, debe estar por 170. Desde el punto de vista económico general, esos niveles de renta significan lo siguiente: si el ingreso de la población india es de 12 dólares al año, queda excluida toda posibilidad de desarrollo del mercado interno. Entonces el desarrollo industrial ecuatoriano se ve frenado con esas subsistencias feudales, se ve detenido en su desenvolvimiento. Justamente el Partido Comunista plantea la cuestión de la reforma agraria y la cuestión de la lucha por la industrialización del país como parte del proceso de liberación nacional para ampliar el mercado interno y elevar el nivel general de vida. Como el problema es tan grave, el pueblo del Ecuador entiende con claridad este planteamiento, porque lo tiene delante, porque lo ven en la realidad. En cuanto al nivel de cultura bastará mencionar que el promedio del analfabetismo en el país es del 47%. Pero en muchas zonas indias el promedio del analfabetismo llega al 79-80%, en números redondos. En los últimos 20 años, la agricultura ecuatoriana comienza con mayor intensidad un desarrollo capitalista. El desarrollo capitalista de la agricultura ecuatoriana está vinculado fundamentalmente a los productos de exportación: banano, cacao, caña de azúcar, etc. El número de asalariados agrícolas en el Ecuador no puede determinarse exactamente porque no se ha hecho un censo, pero crece a ojos vistas. Sin embargo, el capitalismo en la agricultura ecuatoriana se desarrolla con una serie de aspectos que superviven del feudalismo: la tienda de la hacienda, una serie de restricciones sobre el asalariado, la negación de la legislación social para el asalariado agrícola, la falta de protección de seguro social, etc. Estas supervivencias feudales hacen que el desarrollo capitalista no sea limpio. Finalmente, yo quiero señalar la presencia del imperialismo en la agricultura. Primer aspecto de esta presencia: la posesión directa de la tierra de los monopolios imperialistas. Las tierras que estos monopolios poseen en nuestro país - la United Fruit, una empresa sueca, un grupo alemán del que ya habléson fundamentalmente tierras destinadas al cultivo del banano. En este momento, la United Fruit abandona su cultivo directo del banano y entrega la tierra a los campesinos. Parece ser que les resulta más práctico
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explotar por el sistema del mercado a los productores nacionales que correr ellos el riesgo de una producción con asalariados, con sindicatos, con huelgas, con luchas, etc., y con el peligro de la expropiación. La penetración del imperialismo en la agricultura se hace también a través del Servicio Cooperativo Interamericano de Agricultura. El imperialismo en el Ecuador actúa con el apoyo de los grupos feudales, se convierte en el asesor técnico de la agricultura, en el organismo que señala la línea de desarrollo que le interesa. Por eso no hay ningún impulso de desarrollo en la producción algodonera, ya que no le interesa al imperialismo norteamericano. Se orienta hacia la producción de artículos exportables, hacia la producción de banano, de cacao, de café. Luego hay otras maneras de golpear a la agricultura ecuatoriana. Es el sistema de los excedentes agrícolas. Los excedentes agrícolas norteamericanos son vendidos en el Ecuador a través del Gobierno a precios sumamente bajos, y esta es una de las maneras de vincularse con los sectores que están adueñados del Gobierno. Cuando se trata de vender en el Ecuador excedentes de algodón norteamericano, hay una resistencia por parte de los productores de algodón ecuatorianos. Y esto provoca otra contradicción y otro choque que tiene que ser también utilizado en la lucha. Hay también el convenio del trigo, que golpea a los productores de trigo de la meseta central. En una palabra, una serie de convenios comerciales mediante los cuales el imperialismo pacta con los grupos terratenientes adueñados del Gobierno y al mismo tiempo golpea las líneas de desarrollo agrícola que pueden servir de base al desenvolvimiento industrial del país. Finalmente, existe otro motivo de choque constante de los productores agrícolas nacionales con el imperialismo. Son las restricciones a la exportación. No hay una prohibición legal, por ejemplo, de exportar a los países socialistas, pero hay un mecanismo que impide estas negociaciones. El exportador de productos ecuatorianos tiene que entregar al Banco Central el valor de la exportación en divisas, en dólares, porque el Banco Central no toma otras divisas que no sean dólares. Entonces no cabe la negociación a base del trueque, no cabe el intercambio de productos con productos. Esta es una manera indirecta del imperialismo de detener el libre comercio de los exportadores ecuatorianos, y concretamente el comercio con los países del campo socialista. En este sentido hay también una contradicción. Los productores bananeros ecuatorianos, por ejemplo, plantean sistemáticamente la necesidad de romper esas trabas y negociar con la Unión Soviética y otros países del campo socialista. En 1960, el Presidente de la Cámara de Diputados del Ecuador, un hombre del grupo del gobierno, planteó este problema en la Cámara.
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Ese es el panorama general. Surgen entonces aquí una serie de contradicciones que son la base de nuestra política en el problema agrario. Primera contradicción: las supervivencias del feudalismo. En la lucha contra el feudalismo se alinean en primer lugar los campesinos, que están sometidos directamente al régimen feudal. Se alinea la clase obrera, que se siente afectada también por el feudalismo en la medida en que hemos conseguido esclarecer el problema, pues son todavía muchos los sectores obreros que no lo ven con suficiente claridad. Y se alinea la burguesía industrial, que busca una ampliación del mercado. Pero la burguesía industrial del Ecuador tiene grandes debilidades en esta lucha contra el feudalismo, porque es una burguesía vinculada con intereses feudales y ha conservado las raíces del feudalismo. Frecuentemente, el industrial es al mismo tiempo gran terrateniente y emplea métodos feudales. Es decir, no tenemos una burguesía nacional suficientemente desarrollada. La burguesía industrial es muy débil y, aunque en determinadas cuestiones concretas chocan contra los restos del feudalismo, no podemos hablar en este momento de una acción general de la burguesía nacional contra el feudalismo en el Ecuador. El segundo problema es el del papel que el imperialismo juega en la agricultura ecuatoriana. Los choques con el imperialismo provienen del sistema de precios y de las relaciones en el mercado. Chocan inclusive los productores capitalistas agrícolas con el mecanismo del precio y del mercado. La burguesía agraria del Ecuador trata con el imperialismo, pero es una transacción a regañadientes, y el equilibrio que se establece entre esos capitalistas agrarios y el imperialismo es un equilibrio inestable. En el problema del banano, se llega a la transacción sobre precios, sobre condiciones de venta, etc., y después de poco tiempo esa transacción se rompe, el equilibrio se rompe y vuelve la contradicción. Estas son las contradicciones más importantes en el problema agrario del Ecuador. Por eso decimos que hay una interpenetración en el Ecuador entre los dos aspectos de nuestra revolución: entre el aspecto antiimperialista y el aspecto antifeudal. Están profundamente vinculados y surge en el Ecuador la idea de que ninguna de las dos cosas se puede resolver separadamente, que hay que resolverlas en común. Se produce lógicamente toda una serie de contradicciones que no son las contradicciones dominantes, son contradicciones secundarias: la lucha de los asalariados agrícolas frente al capitalista agrícola por mejores salarios, la lucha por una legislación social, etc. Nosotros atenderemos a estos problemas, pero en este momento no son las contradicciones dominantes en el país. El problema principal es la lucha contra el feudalismo y contra el
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imperialismo que se manifiestan en el campo ecuatoriano. Eso es lo que determina, como vamos a ver más adelante, nuestra línea táctica en el problema agrario. En los últimos años las luchas de los campesinos se han desenvuelto en forma muy amplia, y van creciendo. En primer lugar, las luchas de los campesinos indios, que toman un carácter cada vez más firme y más resuelto. Hemos tenido, por ejemplo, una serie de huelgas del indio huasipunguero que tiene que trabajar cuatro días por semana en las tierras del señor. Hemos tenido huelgas que han durado un año y un año y dos meses, con una asistencia en los indios realmente magnifica, retraída en su huasipungo sin ir a trabajar a la tierra del terrateniente. Naturalmente, sin percibir el salario, los 75 centavos pero obligando al patrón a transar. Las reivindicaciones fundamentales son las de la elevación de su salario. Así es como se ha logrado en algunos casos llegar hasta salarios de dos sucres. En estas huelgas de indios se están produciendo aspectos de alianza obrero-campesina sumamente interesantes. En una hacienda próxima a Quito, una pequeña organización de unos 100 indios huasipungueros declaró la huelga, pero ante el temor de que se empleara la policía para desalojarlos huyeron con todas sus familias a la ciudad de Quito, a una distancia de 90 kilómetros, en busca de las organizaciones sindicales. Se alojaron en la Federación de Trabajadores, los sindicatos los alimentaron durante tres meses, creándose un verdadero caso de solidaridad obrero-campesina. Ganaron su huelga y eso ha establecido una vinculación muy estrecha entre ese sector de indios y la clase obrera. En septiembre de 1959 se hicieron en el Ecuador varias grandes concentraciones de indios para plantear al Parlamento algunas reivindicaciones, lo que dio lugar a una campaña nacional porque el Gobierno negó el acceso de los indios al Parlamento. Sus reivindicaciones fueron planteadas por nosotros ante el Parlamento. Consistían en la elevación de los salarios y en la propiedad del huasipungo como exigencia inmediata. Los indios tienen su organización. Ellos han resuelto denominarla sindicato; nosotros no hacemos cuestión de nombre, y la llaman sindicato. La lucha de las masas campesinas se ha desarrollado en los últimos tiempos fundamentalmente en la zona bananera. En la zona bananera lo que se presenta con mayor fuerza es la organización y el choque de los asalariados agrícolas de las empresas imperialistas del banano. Es lo que ha llevado a la United Fruit a tratar de vender sus tierras. Se han organizado sindicatos en todas las empresas imperialistas bananeras y la lucha ha sido muy fuerte, habiéndose dado casos de huelgas de larga duración de esos asalariados agrícolas, hasta de seis meses.
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Se emplea la policía contra ellos, se les desaloja; en el mes de Enero asesinaron a un destacado dirigente de estas organizaciones de trabajadores bananeros, pero la lucha crece y se desarrolla en forma cada vez más amplia. En una palabra, en el campo del Ecuador la lucha es muy aguda, hay una situación explosiva, una situación ascendente, de descontento y de lucha. Nuestro Partido es el único que realmente trabaja entre las capas campesinas, pero no está todavía en condiciones de impulsar con suficiente precisión esas luchas y llevarlas a un plano más alto. Los trabajadores de la Costa han organizado la Federación de Trabajadores Agrícolas del Litoral. En la Sierra hay una serie de organizaciones de indios y el objetivo próximo que nos hemos propuesto es la celebración de un gran Congreso Campesino e Indio para formar una Federación Campesina e India del Ecuador. Sabemos que económicamente son campesinos semiproletarios, pequeños propietarios, comuneros, etc., pero preferimos usar las dos expresiones para destacar la importancia del problema indio en la actual situación. Es como una forma de lucha contra la discriminación racial del indio. Ese es el contenido que le queremos dar. Ahora examinemos lo que es preciso hacer para solucionar el problema agrario del Ecuador. En primer lugar, ¿cuál es la posición de los terratenientes feudales? Los terratenientes feudales ven que el Movimiento Campesino asciende y han tenido que admitir en los términos, en las palabras, la necesidad de una reforma agraria. Todos los partidos del Ecuador hablan hoy de reforma agraria. Pero lo importante es el contenido que cada uno de estos sectores de clase le da al problema de la reforma agraria. Los grupos políticos y las organizaciones como la Cámara de Agricultura, que son la expresión de los terratenientes, distorsionan, naturalmente, el concepto de reforma agraria. Ellos proponen resolver el problema agrario del Ecuador a través de la colonización de las tierras que son del Estado y de las zonas del Oriente (lo que da hacia el Amazonas), donde no hay caminos, donde no hay ningún medio de subsistencia, donde no hay absolutamente ninguna facilidad. Ellos con su pretendida reforma agraria dejan intacto el problema del latifundio. De ningún modo tocar al latifundio. Queda intacto el programa de la penetración imperialista en el campo. De ningún modo tocar eso. Como las zonas indias son las zonas proporcionalmente más pobladas, plantean la salida de la masa india hacia la Costa y hacia el Oriente. Solución totalmente utópica, porque el indio está apegado a su tierra, apegado a su huasipungo, ese hombre no puede moverse. Esta es la tesis de ellos, para en apariencia sostener la necesidad de la reforma agraria, pero al mismo tiempo defender, mantener
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intacto el latifundio, y mantener intacta la posición del imperialismo en la agricultura. Y lógicamente, cuando viene la lucha, ellos emplean la policía, emplean el ejército contra las masas campesinas. En el mes de enero de 1959 tuvimos una masacre de indios que luchaban contra el desalojo para construir un hotel con destino a la Conferencia Interamericana. Para construir un hotel de turismo de la Conferencia Interamericana quisieron desalojar a los indios y tuvieron que asesinarlos. Nosotros utilizamos esto como parte de la campaña contra el panamericanismo, diciendo que la primera sangre de la Conferencia Interamericana había sido regada. Esa es la primera línea táctica, la línea de los terratenientes feudales, que la menciono simplemente de paso. ¿Qué pretende la burguesía? ¿Cuál es la posición de la burguesía frente al problema agrario? Ya dijimos que la burguesía ecuatoriana es una burguesía sumamente débil y busca la salida, también, a través de la colonización. En el caso extremo la burguesía, que se ha desarrollado fundamentalmente en la zona de la Costa, plantea lesionar los latifundios de la zona de la meseta. De ningún modo tiene el propósito de tocar siquiera las grandes propiedades del imperialismo. No, eso no, no lo plantea jamás, las defienden inclusive. Otra salida es la venta de los latifundios a los campesinos, parcelándolos. Estas tesis nosotros la rechazamos, pero gana la opinión de una serie de sectores campesinos, que en su deseo de tener la tierra admiten pagarla y comprarla por parcelas, ya que no ven todavía en el Ecuador la perspectiva de una reforma agraria radical, democrática, próxima. En la medida en que nosotros demos la perspectiva de una reforma agraria próxima (y ésta es la gran ayuda que nos presta la Revolución Cubana, la inmensa ayuda que nos va a prestar la Revolución Cubana), los campesinos comprenderán seguramente su error y abandonarán esa línea que la burguesía les quiere imponer. Las líneas de la burguesía nacional en el Ecuador para resolver el problema agrario son esas: la colonización y la parcelación de los latifundios. En este sentido ha presentado una serie de proyectos, en los que plantea al mismo tiempo el desarrollo de la producción. Nosotros hemos comenzado a explicar el contenido de la colonización y de esta venta parcelar de los latifundios. En cuanto a la colonización yo acabo de dar los argumentos. Respecto a la venta parcelar de los latifundios, hemos comenzado a explicar que esa venta puede momentáneamente significar la posesión de la tierra por el campesino. Pero la falta de créditos, la falta de ayuda técnica hará que el campesino a corto plazo pierda esa parcela y venga a caer en manos de los burgueses, de los capitalistas agrarios. La línea de ellos es esa: vender los latifundios en parcelas y luego ellos extorsionar al campesino y arrebatarle la
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parcela, creando así las condiciones para el desarrollo capitalista en el campo ecuatoriano. Tal es la línea táctica de la burguesía. En este problema nosotros no podemos de ningún modo hacer alianza con la burguesía nacional del Ecuador. De ningún modo. Como ese es uno de los problemas de nuestro seminario, he señalado esto. Nosotros hacemos alianza con la burguesía agraria, con los capitalistas agrarios en los otros problemas, en los problemas de la lucha contra el imperialismo, en la lucha por el precio, por el mercado, etc., pero en este problema de ningún modo. Y frente a eso se levanta nuestra posición. La posición nuestra es, prácticamente, la que ha sido adoptada por todos los Partidos Comunistas aquí. Nuestra posición se reduce a la lucha por la reforma agraria democrática, a la difusión de su contenido. Señalamos como características de esta reforma, fundamentalmente, las siguientes: la limitación del máximo de tierra que puede ser de propiedad particular, la entrega gratuita de la tierra al campesino, la destrucción de todas esas supervivencias feudales del huasipungo y demás, la entrega en propiedad del huasipungo, aumentándolo, mejorándolo, y luego las medidas complementarias, tales como el crédito, los aperos, etc. Y debo señalar que en nuestro programa sostenemos la defensa de la comunidad india, porque nosotros pensamos (y en eso también nos ayuda la Revolución Cubana con su experiencia) que en el caso de la reforma agraria, esos restos de trabajo comunal pueden ser utilizados para organizar las cooperativas del tipo respectivo. En una palabra, el problema se plantea para nosotros de esta forma. No rechazamos la tesis de la colonización, no decimos: ¡no colonización!, lo que hacemos es ponerla en segundo plano. Hay que abrir nuevas tierras, nuevos caminos, etc., pero no es eso lo fundamental. Lo fundamental es golpear al latifundio y golpear al imperialismo. Y nosotros apoyamos y defendemos a los ocupantes, que nosotros llamamos colonos. Finalmente, el problema que se nos plantea es el camino para llegar a la reforma agraria. El Partido Comunista del Ecuador considera que tiene que redoblar la propaganda y la difusión del contenido de la reforma agraria. Pero eso no basta. Nosotros pensamos que el camino hacia la reforma agraria pasa a través de la lucha por las reivindicaciones inmediatas de los campesinos, de los indios, etc. Nosotros ponemos mucho valor en esas reivindicaciones, en la lucha por el aumento de salarios de los indios, en la lucha por la rebaja del arriendo de las tierras, en la lucha contra los desalojos, por la estabilidad de los campesinos, en fin, en todas las reivindicaciones más pequeñas. Porque a través de ellas avanzaremos en el proceso de organización de las masas campesinas. No miramos solo la consigna general de la reforma agraria, sino
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que planteamos todas estas luchas como maneras de levantar el Movimiento Campesino para llevarlo a una reforma agraria democrática, general. Simultáneamente vamos explicando la necesidad de la reforma agraria, justificándola, esclareciendo su contenido, etc. Y nuestra línea, nuestra acción diaria va también a través de las acciones conjuntas con otros sectores, con los sectores de los capitalistas agrarios, como hemos dicho, y en algunos casos con toda la población. Un ejemplo más. Hace pocos días, en un río se cambió de sitio el embarque llevándolo mucho más hacia la desembocadura. Entonces quedaron desocupados una gran cantidad de obreros de la zona abandonada. Nosotros planteamos frente a la empresa imperialista la reivindicación de que el embarque siguiera haciéndose en el sitio donde antes se hacía. Eso planearon los obreros, que consiguieron ponerse de acuerdo con los productores bananeros. ¿Sobre qué base? Sobre la base de que el transporte del banano hasta el nuevo sitio de embarque les representaba un gasto mucho mayor. Establecimos contacto con toda la población, haciéndoles ver que el cambio de sitio de embarque significaba desocupación a lo largo del río y en consecuencia un golpe contra los artesanos, contra los tenderos, contra los dueños de casas, contra toda la población. Y se desarrolló una lucha conjunta de todos. Inclusive en ese momento los obreros embarcadores tenían pendiente con los productores bananeros una reclamación de aumento de salario. Suspendieron la reclamación para librar la lucha conjunta contra el monopolio imperialista. Esa es nuestra línea táctica en el problema. Finalmente, consideramos que la base y el núcleo social de la lucha por la reforma agraria democrática tiene que ser la alianza obrera y campesina. La clase obrera tiene interés en la reforma agraria. La baja de los precios de los productos de consumo es inmediata en el momento en que desaparezca el parásito feudal. La explicación sistemática de la vinculación de la reforma agraria con las mayores posibilidades de trabajo, con el desarrollo industrial, nos está sirviendo de base para establecer un estrecho contacto entre obreros y campesinos. No se trata de una simple explicación teórica, sino del esclarecimiento de cosas concretas. Explicamos, por ejemplo, cómo la entrega de la tierra al sembrador de arroz hará bajar el precio del arroz en 25 o 30 centavos por libra, que es lo que el terrateniente se lleva como pago del arriendo. Entonces la clase obrera siente como suya la reforma agraria. No consideramos que la simple explicación general sea suficiente. Este es el panorama del Ecuador, este es el sentido en que nosotros estamos desenvolviendo nuestro trabajo. No lo desenvolvemos con suficiente fuerza.
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Nuestro partido es muy débil. Le falta mucha experiencia y la iremos ganando a través de la acción. Y yo concluyo, reafirmando lo que dije al principio. Para nosotros la lucha por la reforma agraria es una parte fundamental de la lucha por la liberación nacional del pueblo del Ecuador. Agosto de 1960
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La revolución ecuatoriana y sus características -Fragmento-35 Pedro Saad A veces en nuestras filas han surgido confusiones. Se dice que la clase obrera no es la clase dirigente de la revolución nacional liberadora; se afirma, aunque sea en forma confusa, que son los campesinos, el sector que tiene que realizar la revolución nacional liberadora. Afirmamos y debemos tener siempre presente que la fuerza motriz dirigente de la revolución, si la queremos llevar hasta su culminación, debe ser la clase obrera. ¿Por qué? ¿Simplemente porque lo decimos? No. Existe para ello razones decisivas. La clase obrera es la clase que no tiene ninguna vinculación con forma alguna de propiedad privada sobre los medios de producción. Es la clase que no es dueña de fábricas ni de tierras; que no tiene vinculaciones comerciales ni de ninguna clase con el imperialismo. Es la clase que no tiene traba alguna que la detenga en su acción revolucionaria ininterrumpida, que no tiene ningún interés particular en llevar la revolución solo hasta cierto punto y detenerse allí. La clase obrera es la clase cuya liberación definitiva solo puede alcanzarse en el socialismo y por eso está interesada en llevar la revolución a su culminación. La clase obrera, en una palabra, es por estas razones la clase que puede dirigir la revolución sin detención hasta el final. Esto ha sido demostrado por la experiencia histórica. Allí están los casos de China y de Cuba, donde la Revolución ha sido dirigida por la clase obrera y ha sido llevada hasta el fin; y allí están los casos en que no estando la revolución dirigida por la clase obrera, como ocurrió en la República Árabe Unida, la revolución nacional liberadora ha quedado detenida a medio camino. Es preciso mirar a fondo esta cuestión. Si bien es verdad que la revolución tiene en este instante las características de revolución nacional liberadora, la revolución no puede detenerse allí, tiene que avanzar, porque de otro modo se estanca, retrocede y se destruye. Tiene que transformarse en revolución socialista. Y ¿cuál es la clase que puede encabezar y dirigir la lucha por una 35 Tomado de: Pedro Saad, “La revolución ecuatoriana y sus características”, Fragmento [1961], en Obras Escogidas, vol. 4, Guayaquil, Claridad, 1974, pp. 276-284 y 328-335.
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revolución socialista? Justamente es la clase obrera, porque es la única que, como decía Marx, solo tiene un mundo que ganar. Por eso la fuerza motriz básica de la revolución nacional liberadora, la fuerza dirigente tiene que ser la clase obrera. Hay personas que se desorientan y afirman: “Pero en nuestro país la clase obrera es débil numéricamente, no está suficientemente formada, etc.”. Eso es cierto. Pero no se trata de que la clase obrera sea más o menos numerosa. Se trata de la posición de la clase obrera en el movimiento revolucionario, se trata de la orientación política y programática y de la acción revolucionaria. Podrá el pequeño propietario campesino plantearse la perspectiva de la revolución socialista, ir por su propia cuenta a la propiedad colectiva, ¿cómo se las denomina en Cuba? Lógicamente, no. La aspiración del pequeño campesino es la de defender y ampliar su propiedad privada y no la de crear la propiedad colectiva. Por su propia cuenta él no puede llegar a la conclusión de la superioridad de la gran propiedad colectiva sobre la pequeña propiedad individual. Lo hará si la clase obrera le muestra el camino y le demuestra en la práctica la superioridad del sistema socialista, si lo lleva al sistema cooperativista, por convicción y no por violencia, siguiendo el ejemplo de lo que se ha hecho en la Unión Soviética, en China, en Cuba, donde la clase obrera ha dirigido la revolución. Al lado de la clase obrera, la fuerza más importante en la revolución, la fuerza numérica decisiva, es el campesinado. Entre la clase obrera y el campesinado no existe en la etapa actual ninguna contradicción de intereses. Ambos son víctimas del sistema semifeudal y de la dominación imperialista. Obreros y campesinos ven su miseria agravada por la dominación de los señores feudales y por la opresión imperialista y ven también como del dominio de estos enemigos del pueblo surge la negación de la democracia. Por eso obreros y campesinos están igualmente interesados en destruir los rezagos feudales y en ganar la independencia del país. Los objetivos son comunes y, por tanto, pueden marchar juntos. Esa es la base de la alianza obrero-campesina. En tercer lugar, tenemos la pequeña burguesía urbana. En muchas ocasiones menospreciamos a la pequeña burguesía urbana. Tenemos para ella una actitud despectiva. Estas capas tienen una importancia grande en el proceso revolucionario. Es cierto que el pequeño burgués es vacilante, pero si existe una actitud firme de alianza obrero-campesina, con una posición resueltamente revolucionaria, la pequeña burguesía marcha hacia
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adelante, muy lejos, puede marchar inclusive en el proceso de la revolución socialista. Como ejemplo tenemos a las capas radicales de la pequeña burguesía cubana, formando parte del Gobierno Revolucionario. En el Gobierno Cubano, en la primera etapa del proceso revolucionario la dirección estaba en manos de la pequeña burguesía radicalizada. El origen de Fidel Castro y de muchos líderes de la Revolución Cubana no es proletario y ellos han llegado a la ideología del marxismo-leninismo, ganados por la acción revolucionaria de la clase obrera en alianza con el campesinado. ¡Y nosotros en el Ecuador menospreciamos todavía la valiosa fuerza de la revolución! Se adoptan en ocasiones actitudes incorrectas, extremistas en la expresión, que aún en momentos en que estamos en unidad de acción con la pequeña burguesía plantean objetivos muy altos, de revolución socialista, ahuyentando a la pequeña burguesía en vez de atraerla. En relación con este problema tenemos que examinar la posición de la burguesía. La burguesía tiene un sector, la gran burguesía. Cuya característica es la de estar estrechamente ligada al imperialismo, servir de intermediario a éste, y ser por tanto, enemiga de la revolución. Existe otro sector, la burguesía media y las altas capas de la pequeña burguesía, que chocan con el imperialismo y que, en determinadas condiciones, participan en la revolución nacional liberadora. Es a este sector al que el Partido Comunista Chino ha denominado “burguesía nacional”. Pero aún esos sectores que chocan con el imperialismo y que, por eso, pueden participar en el proceso revolucionario, tienen un carácter contradictorio, dual. Si por una parte ellos son empujados a la revolución por sus contradicciones con el imperialismo y con el feudalismo, por otro lado, tienen miedo al pueblo, a la clase obrera, a la revolución. Ellos participan en la revolución para llevarla hasta donde coincida con sus intereses y solo marcharán más adelante si la acción de la alianza obrero-campesina crea en el proceso revolucionario condiciones que empujen a ese sector burgués a objetivos más altos. La participación de sectores burgueses en el proceso de la revolución nacional liberadora, está determinada por las contradicciones que existan entre esa burguesía y el feudalismo y entre esa burguesía y el imperialismo. Esas contradicciones no tienen el mismo nivel en todos los países. En unos sitios las contradicciones son más fuertes que en otros. De allí la necesidad de examinar concretamente en cada caso el nivel de los choques entre la burguesía por un lado y el imperialismo y el feudalismo por otro.
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Este es el problema de la posición de la burguesía, por eso, lo examinaremos en concreto, más adelante cuando estudiemos las condiciones revolucionarias en el Ecuador. Esas son las fuerzas motrices de la revolución nacional liberadora. Frente a ellas se levantan los enemigos fundamentales de los pueblos coloniales y semicoloniales: el imperialismo, el feudalismo, la gran burguesía ligada a ellos. Ante la revolución que avanza, ante el derrumbe del mundo colonial, el imperialismo no puede cruzarse de brazos, porque sabe que si el coloniaje desaparece y se transforma en un conjunto de pueblos libres, habrá sonado la hora final de su dominación. Por todos los medios trata de detener o de frenar la lucha nacional liberadora. Surgen así, al lado de los “clásicos” procedimientos imperialistas nuevos métodos y formas del colonialismo. Entre esos métodos y formas que examinaremos detalladamente al hablar de América Latina, se destacan la titulada “ayuda”, la formación de bloques bélicos, la creación de gobiernos títeres, etc. El imperialismo emplea todos los procedimientos imaginables para detener el proceso de la revolución nacional liberadora; emplea métodos de desorientación, de división, apoya a las fuerzas reaccionarias interiores, emprende en agresiones económicas y militares, llega hasta el asesinato, como en el caso de Patricio Lumumba. Las fuerzas feudales también se defienden. Se esfuerzan por mantener sus privilegios, tratan de formar gobiernos reaccionarios, establecer dictaduras sangrientas, al mismo tiempo que emplean métodos demagógicos, de ofrecimiento de reforma agraria, vinculándose con los imperialistas y utilizando todos los recursos que éstos les pueden ofrecer. La gran burguesía, las oligarquías económicas que han surgido en los países coloniales y semicoloniales, los usufructuarios de los negocios con las potencias imperialistas a las que sirven de intermediarios, también se unen en este conciliábulo para aplastar al pueblo. Esta es la gran lucha que se desarrolla en el mundo colonial actualmente. Es un movimiento grandioso. Son centenares de millones de hombres que han emprendido la lucha; ya no se trata de pocos millones. No quedan en el régimen francamente colonial más de cien millones de personas. Pero todavía no se ha ganado la batalla final en esta lucha. El combate está entablado: pueblos que surgen, imperialistas que atacan, fuerzas reaccionarias interiores que tratan de aplastar la lucha nacional liberadora. El mundo colonial y semicolonial es un gran campo de batalla.
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En el fragor de este combate surgen Estados independientes. En los últimos años se han formado decenas de nuevos Estados independientes. ¿Qué tipos de Estados están surgiendo? Es preciso señalar este hecho para determinar la aspiración nuestra. Han surgido en estas luchas tres tipos de Estado. Primero: Estados que habiendo ganado la batalla nacional liberadora han emprendido por el camino de la revolución socialista. Ejemplos: China, Corea del Norte, Vietnam del Norte, Mongolia, Cuba, países que realizaron la revolución nacional liberadora y que no se detuvieron, pasando, guiados por el proletariado y su Partido, a la revolución socialista. Segundo: Estados que alcanzada la independencia tienen una posición internacional independiente, pero se mantienen dentro del sistema capitalista. Ejemplos: India, Indonesia, Birmania, Irak, República Árabe Unida, Túnez, etc. Son países en que la revolución no ha sido llevada hasta el fin y en los que la lucha sigue. Proletarios y campesinos siguen allí combatiendo para llevar adelante la revolución. Pero esos Estados no se han entregado al imperialismo y por eso los apoya el mundo socialista. Esto explica la actitud de la Unión Soviética y los países Socialistas frente a la República Árabe Unida y a otros Estados, actitud que a veces desorienta a muchas personas. Pese a que allí no existen libertades amplias para el pueblo, que el Movimiento Popular y Comunista o está en la ilegalidad o es combatido por los gobiernos establecidos en esos países, esos Estados juegan un papel positivo en la gran lucha de la humanidad contra el imperialismo y son Estados que sostienen una política internacional de paz, constituyendo así un sector valiosísimo en la acción necesaria para derrotar las criminales maniobras de los guerreristas. Tercero: Estados que ganan una independencia política formal y son arrastrados por el imperialismo a bloques bélicos, donde pierden su soberanía y donde se convierten en instrumentos de la política guerrerista de esos imperialistas. Es el caso de Pakistán, de Tailandia, de Filipinas, de Malaca. ¿Dónde vamos a llevar nuestra revolución y cómo vamos a empujarla hacia adelante? Es claro que nosotros, comunistas ecuatorianos, queremos que nuestro país realice su revolución nacional liberadora y avance en el camino del progreso social, transformando esa revolución: en revolución socialista y creando un Estado del primer tipo de los arriba señalados. Eso no se logra con declaraciones verbales, sino con la lucha, para lo cual necesitamos estudiar a fondo el proceso revolucionario para tener ideas claras que nos permitan una acción fecunda.
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Los problemas más próximos a nosotros en este terreno, son los problemas propios de América Latina, porque nuestra revolución forma parte de la revolución continental latinoamericana. De allí que necesitamos examinar la revolución latinoamericana, como parte de la revolución nacional liberadora mundial y como marco de la revolución nacional liberadora ecuatoriana. […] Dentro de esa pequeña burguesía urbana existe un sector que tiene gran importancia: se trata de los estudiantes. En América Latina los estudiantes juegan un gran papel revolucionario, papel que desempeñan en el mundo, pero que en nuestro Continente es muy grande. La juventud estudiantil es un sector que se radicaliza rápidamente debido a las condiciones económicas de vida, debido a las trabas que se oponen a su formación y desarrollo. ¿A dónde va esa juventud estudiantil? Se afirma muchas veces que son “aves de paso”, en el movimiento revolucionario, que “apenas salen de la Universidad se van de nuestras filas”. Eso depende del Partido y del movimiento revolucionario. Si el Partido y el movimiento revolucionario son capaces de ligar a la juventud estudiantil y a los intelectuales y profesionales con movimiento revolucionario ellos no se van. Luminosos ejemplos de intelectuales ligados inquebrantablemente al pueblo son Marx, Lenin, Engels, Mao Tse-tung y muchos otros. No debemos, pues, menospreciar a los estudiantes. No son “aves de paso”. Muchos dirigentes latinoamericanos, entre ellos Fidel Castro, así como dirigentes ecuatorianos han venido al movimiento revolucionario desde el sector estudiantil. A veces damos en el proceso de creación del Frente de Liberación Nacional una excesiva importancia a la vinculación con los sectores burgueses. ¿Significa esto que vamos a dejar de lado a la burguesía que quiere luchar por objetivos que corresponden a los de la revolución nacional liberadora? Por supuesto, no. Pero ello implica que debemos tener una idea lo más clara posible de la burguesía, sus posiciones y su papel. Una de nuestras fallas es que no hemos hecho hasta este momento en el Ecuador un análisis concreto completo de las diferentes capas de la burguesía nacional. A continuación exponemos algunas ideas iniciales que pueden servir de base a la discusión. Tenemos que diferenciar en la burguesía ecuatoriana dos sectores: el sector de la burguesía comercial y el de la burguesía industrial. Es preciso que examinemos la posición de estos sectores frente a los problemas básicos de la revolución nacional liberadora.
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Hemos afirmado que la burguesía tiene un carácter doble: por un lado choca con el imperialismo y con el feudalismo y por el otro lado tiene miedo al pueblo, miedo a la clase obrera y miedo a los campesinos. Para fijar con precisión el papel de la burguesía ecuatoriana en el proceso revolucionario hay que examinar cuál es la profundidad de los choques de esta burguesía con el feudalismo y de los choques de ella con el imperialismo. La Resolución de la Reunión de Representes de los Partidos Comunistas y Obreros de noviembre de 1960 llama la atención sobre este problema y la necesidad de estudiar objetivamente la profundidad de la oposición entre las burguesías nacionales, los imperialistas y señores feudales. Las contradicciones no son iguales en todos los países. En unos lugares son mucho más fuertes que en otros. Depende de que esas contradicciones sean más fuertes el que la burguesía marche o no en el proceso de la revolución democrática de liberación nacional. ¿Qué ocurre con la burguesía comercial ecuatoriana cuyo peso es muy grande en la burguesía de nuestro país? El sector comercial de la burguesía es numérica y económicamente mucho más fuerte que el sector industrial. Esa burguesía comercial debemos considerarla en sus dos aspectos: burguesía importadora y burguesía exportadora. La gran burguesía importadora ecuatoriana no choca en nada esencial con el imperialismo; es una burguesía intermediaria; es compradora de los productos imperialistas y está vinculada a los intereses imperialistas. En ese sector de la burguesía no vamos a encontrar una clara actitud antiimperialista ni antifeudal. Con él podemos actuar en conjunto en problemas concretos, tal como ha ocurrido en la lucha contra la alta tributación, contra la devaluación y problemas análogos. La burguesía importadora media se enfrenta a un proceso de ruina creciente, ahogada por las imposiciones: del alto comercio y por las oligarquías bancarias y por eso puede tener una actitud más combativa, que es preciso tomar en cuenta. En el sector exportador de la burguesía comercial existe una determinada oposición con el imperialismo. Este sector entra en conflicto con el imperialismo en razón del precio de los productos en el mercado externo. Es el choque de los burgueses exportadores de cacao y café (no de banano, porque la exportación bananera está en manos imperialistas), que tropiezan con el imperialismo por los precios. Ellos son partidarios, por ejemplo, de la conveniencia de establecer relaciones comerciales con los países socialistas, lo que significaría un golpe contra el imperialismo. Pero, la oposición de la burguesía exportadora con el
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imperialismo no es muy profunda, debido a que ella tiene en sus manos un medio para descargar sobre otros el golpe que le propina el imperialismo: lo descarga sobre el campesino. Si los imperialistas bajan los precios del cacao y del café en el mercado internacional, la burguesía exportadora ecuatoriana baja el precio al campesino y ha descargado el golpe. Por eso repetimos, los choques entre esta burguesía y el imperialismo no tienen gran agudeza. En el otro sector de la burguesía, en el sector industrial, muy débil, la situación es diferente. En realidad la producción industrial ecuatoriana no representa más del 16% de la producción total del país, lo que significa una gran debilidad de la burguesía industrial. La burguesía industrial ecuatoriana está muy vinculada con los sectores feudales. Los choques de los industriales ecuatorianos con el feudalismo son débiles. Muchos grandes industriales, son, al mismo tiempo señores feudales. Además como la producción industrial ecuatoriana es pequeña la pueden colocar todavía en el mercado sin una mayor ruptura del feudalismo. Naturalmente el proceso de desarrollo inevitable en la industria va haciendo crecer estas contradicciones y por eso los choques de los industriales con el feudalismo deben ser considerados en su verdadera importancia. Con el imperialismo los choques son más fuertes. Se deben a la competencia de los productos similares imperialistas y a los precios que los imperialistas imponen a las maquinarias, repuestos, materias primas, etc. En consecuencia, esta burguesía industrial ecuatoriana puede acompañarnos y debemos procurar que nos acompañe en acciones antiimperialistas y antifeudales. Pero no debemos forjarnos ilusiones. Ese sector burgués industrial del Ecuador por su debilidad económica y numérica, por sus vinculaciones con el feudalismo, no es una burguesía lo suficientemente combativa que pueda llegar a constituir una gran fuerza en la lucha. Comparemos, por ejemplo, con la burguesía industrial de países donde existe una industria pesada en manos nacionales, que choca con los imperialistas y veremos que en el Ecuador se trata, en cambio, de una pequeña industria ligera que no tiene capacidad para grandes batallas. Por otro lado, no podemos olvidar que en la burguesía ecuatoriana se están formando tremendas oligarquías bancarias y comerciales, vinculadas estrechamente con los señores feudales y con los imperialistas, oligarquías que se benefician del saqueo de las masas populares del país. En resumen, existe una posibilidad de acción antiimperialista común con la burguesía, fundamentalmente con la pequeña burguesía y con la burguesía
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media, con esa burguesía dueña de pequeñas industrias que es arruinada por la competencia extranjera, y existe la posibilidad de acciones esporádicas antiimperialistas y antifeudales con los otros sectores de la burguesía. Este es el criterio con que, a nuestro juicio, debemos operar frente a la burguesía ecuatoriana en relación con la formación del Frente de Liberación Nacional. He allí la disposición de las fuerzas. Con esas fuerzas tenemos que operar: con la clase obrera, con los campesinos, con la pequeña burguesía urbana, con la burguesía media y en acciones concretas con la burguesía industrial y con los sectores de la burguesía comercial que quieran luchar. En relación con la actitud de las diferentes clases en el frente de liberación nacional y con el papel que en él debe jugar la alianza obrero-campesina, en esas mismas notas que hemos citado hemos dicho: La alianza obrero-campesina es la palanca fundamental en la revolución nacional liberadora por varias razones: La alianza obrero-campesina es la única que puede vencer las vacilaciones de la pequeña burguesía urbana. Los pequeños comerciantes, los artesanos, los empleados son sectores tímidos, vacilantes, que no emprenden solos la lucha revolucionaria. La experiencia nos demuestra la timidez de los empleados y los artesanos, sus vacilaciones, que los llevan a veces a ligarse con los enemigos de clase. Pero cuando hay una firme posición de alianza obrero-campesina ellos marchan hacia adelante. El ejemplo reciente de la lucha contra la devaluación del sucre lo demuestra: ante la actitud resuelta del Movimiento Obrero y ante el respaldo del Movimiento Campesino, los sectores artesanales y de empleados intervienen en la lucha y en la confianza de que obreros y campesinos van a mantenerla. Cuando se han producido momentos de enfriamiento en la movilización obrero-campesina, ellos se retraen. En Cuba la pequeña burguesía vaciló el 1ro de enero de 1959 en La Habana y quiso llegar al Gobierno que pretendían establecer los sectores burgueses para detener la revolución y fue la huelga general de la clase obrera la que inclinó la balanza del lado de la revolución e impidió el pacto. Solo la alianza obrero-campesina puede vencer las vacilaciones de la burguesía. La burguesía aún en sus sectores no vendidos al imperialismo, con los cuales podemos hacer alianza, es una clase con características dobles. Por un lado choca con el imperialismo, quiere liberarse de él. Pero por otro lado, le tiene miedo a la revolución, le teme al pueblo. Solo si la alianza obrero-campesina va firme, con claridad, la burguesía entiende.
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El ejemplo de China es característico. La alianza obrero-campesina, bajo la dirección del partido del proletariado, arrastró a sectores de la burguesía nacional china, que han participado hasta en la etapa de la revolución socialista. Capitalistas chinos empujados por la alianza obrero- campesina, han llegado a rehacer su mentalidad y a incorporarse al pueblo. Solo la alianza obrero-campesina puede hacer que la revolución siga su marcha. Si la alianza obrero-campesina no toma el control de la revolución ésta se detiene al conseguir los objetivos burgueses. En los casos en que la alianza obrero-campesina ha dirigido la revolución ésta se ha desenvuelto ininterrumpidamente. La Revolución Rusa de 1917 es un ejemplo de ello y sus resultados son conocidos: la construcción del socialismo y ahora la construcción del comunismo. Otro caso análogo es el de China. Allí la alianza obrero-campesina bajo la conducción de la clase obrera y de su partido es la base de la transformación socialista. Cuando la burguesía dirigió la Revolución China en 1927, la revolución fracasó. En 1949 es la agrupación de las fuerzas revolucionarias, teniendo en su núcleo la alianza obrero-campesina, la que derrota al imperialismo, al feudalismo y al capitalismo burocrático y es la que posteriormente hace pasar la Revolución China a la etapa socialista.
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Sobre la alianza obrero-campesina36 Pedro Saad Uno de los problemas de mayor importancia para el movimiento revolucionario ecuatoriano es el problema de la alianza obrero campesina. Por eso consideramos que esta cuestión debe ser estudiada y examinada con el mayor detenimiento posible. En el Programa del Partido Comunista del Ecuador, como en el de todos los Partidos Comunistas de los países semicoloniales y dependientes se plantea la necesidad de la formación del frente de liberación nacional y se afirma que ese Frente de Liberación Nacional debe tener como núcleo la alianza obrero-campesina. Esta aseveración ha sido planteada entre nosotros hasta aquí solo en forma general, sin desmenuzarla, sin entrar en los detalles, sin ir hasta el fondo de ella. Han surgido por eso una serie de confusiones, de malentendidos, de ideas vagas, que en vez de hacer bien a la clarificación del problema, lo confunden. De allí que consideramos a ésta como una de las cuestiones que debemos discutir con mayor detenimiento en la preparación del VII Congreso del Partido Comunista del Ecuador. La idea básica del marxismo-leninismo es la de que si bien es cierto que el proletariado es la clase dirigente en la revolución, él solo no puede hacer la transformación revolucionaria, necesita forzosamente aliados. La clase obrera sola no está en capacidad de llevar hacia adelante la revolución, mucho más en un país como el nuestro en que la mayoría de la población es rural. La clase obrera tiene que apoyarse en el proceso revolucionario en otras clases sociales y especialmente en el campesinado, cuestión que tiene en el Ecuador una importancia trascendental. En efecto, basta considerar, en primer lugar, que las dos terceras partes de la población del país viven en el campo; que el 81% de la producción nacional es producción agrícola y que los problemas más graves en el frente interno en el país están en el campo. De allí que sea indispensable el examen de los problemas de la alianza obrero-campesina, que debe hacerlo tanto en su aspecto general como en su aspecto ecuatoriano. 36 Pedro Saad, “La revolución ecuatoriana y sus características”, Fragmento [1961], en Obras Escogidas, vol. 4, Guayaquil, Claridad, 1974, pp. 369-424.
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LA ALIANZA OBRERO-CAMPESINA, TESIS MARXISTA-LENINISTA El marxismo ha hecho siempre de la alianza obrero-campesina un elemento esencial de su política. En el año 1905, en la Primera Revolución Rusa, el camarada Lenin, en su libro “Dos tácticas de la social-democracia en la revolución democrática”, sostuvo que una de las cuestiones decisivas para la victoria de la revolución era la de que el proletariado marchara en la revolución democrático-burguesa en alianza con las masas campesinas. “Solo el proletariado puede ser un luchador consecuente por la democracia. Pero solo puede luchar victoriosamente por la democracia a condición de que las masas campesinas se unan a la lucha revolucionaria. Si al proletariado no le alcanzaran las fuerzas para ello, la burguesía se pondría al frente de la revolución democrática y daría a la misma un carácter inconsecuente e interesado. No hay otro medio de impedirlo más que la dictadura revolucionaria-democrática del proletariado y de los campesinos”37. La tesis del marxismo-leninismo fue recogida también por la Revolución China. A lo largo de toda esa revolución el Partido Comunista Chino y el camarada Mao Tse-tung han insistido sistemáticamente en la idea de que la fuerza principal (no la fuerza dirigente, que es el proletariado, pero si la fuerza principal) es el campesinado dada la condición de que el 80% de la población de China era campesina. El camarada Mao Tse-tung ha sostenido, desde la fundación del Partido Comunista, hace cuarenta años, que la alianza obrero-campesina es una de las bases de la lucha revolucionaria del pueblo chino. Tenemos que recordar que China se enfrentó a las dos mismas etapas en la revolución a las que tenemos que enfrentarnos nosotros: la etapa de la revolución agraria-antiimperialista, primero, y la transformación de esa revolución en revolución socialista. El camada Mao Tse-tung sostuvo siempre que en ambas etapas de la revolución la alianza obrero-campesina juega un papel de primer plano. El problema de la formación de la alianza obrero-campesina no solo interesa a los países con supervivencias feudales, como el nuestro, sino también a los países capitalistas desarrollados. La alianza obrero-campesina no puede ser dejada de lado en la acción revolucionaria en esos países capitalistas 37 Tomado de: Lenin, “Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática”, Obras Completas, edición en español, Tomo 9, pp. 54-55.
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desarrollados. En estos mismos días el Partido Comunista de Francia despliega uno de sus frentes fundamentales de lucha en el combate de los campesinos y, recordemos que en Francia si fue hecha ya la revolución democrático burguesa, que allí no se plantea como cuestión aguda la subsistencia de rezagos feudales. Pero aun así, el Partido Comunista francés hace de la alianza obrero-campesina uno de los puntales de su política. Aún después de tomado el poder por el proletariado, la alianza obrero-campesina juega un papel destacado en la construcción socialista. Una de las grandes batallas del Partido Comunista de la Unión Soviética, con el camarada Stalin al frente, fue precisamente impulsar el proceso de la colectivización del campo, sobre la base de la alianza con los sectores campesinos que estaban interesados en lograr la transformación socialista de la sociedad. En China ha ocurrido lo mismo. Y en Cuba atravesamos también idéntica situación. Estamos, pues, en presencia de una tesis del marxismo-leninismo válida para las diferentes situaciones revolucionarias que se pueden presentar. En muchas ocasiones hemos dejado de lado el planteamiento y hacemos girar la política del Partido Comunista del Ecuador alrededor de otros aspectos y no de este puntal de la transformación revolucionaria del país. LA REVOLUCIÓN ECUATORIANA: REVOLUCIÓN NACIONAL LIBERADORA Para poder entender el papel de la alianza obrero-campesina en el Ecuador tenemos que partir de la consideración de la etapa de la revolución de nuestro país y del examen de los objetivos de ella, a fin de establecer si de esos propósitos surge la necesidad y la posibilidad de la alianza. La revolución en el Ecuador tiene que ser en este momento una revolución nacional liberadora. Tenemos que destruir las trabas que impiden el progreso social en el Ecuador, que nos reducen a la condición de país semicolonial y que someten al pueblo a condiciones de vida miserables. No es propósito de este trabajo desmenuzar este asunto, pero vamos a recordar esquemáticamente, como punto de partida lo esencial de él. En el Ecuador tenemos que resolver, a través del movimiento revolucionario, los siguientes problemas: 1. Destruir la dependencia del país respecto al imperialismo. Tenemos que romper el dominio que el imperialismo ejerce sobre la economía, la política,
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la cultura y todos los aspectos de la vida ecuatoriana; reconquistar para el Ecuador nuestros recursos naturales entregados a empresas imperialistas, destruir la penetración imperialista en la educación, en el Movimiento Obrero, en todas las actividades nacionales. Debemos marchar a la conquista de una auténtica independencia nacional que no debe ser solo política sino también económica. 2. Destruir la existencia de grandes rezagos feudales. Es preciso eliminar el acaparamiento de tierra, el mantenimiento de técnicas atrasadas, y superar las condiciones miserables de existencia en el campo ecuatoriano eliminando las relaciones semifeudales de producción que existen allí. 3. Alcanzar la democratización del país, porque del dominio del imperialismo, de los señores feudales y de las oligarquías capitalistas se ha creado en el Ecuador un Estado falto de democracia, que impide la libre expansión de las fuerzas populares. Por eso afirmamos que nuestra revolución tiene que ser una revolución agraria antiimperialista y democrática, una revolución de liberación nacional. De lo anterior se desprende las características de esa revolución: Tiene que ser fundamentalmente antifeudal, antiimperialista y democrática. De paso aclaramos que esta es la etapa actual de la revolución en el Ecuador. Pero la revolución ecuatoriana no debe detenerse allí, tiene que avanzar, tiene que ser una revolución ininterrumpida, transformarse de revolución nacional liberadora en revolución socialista. En efecto, si examinamos las tres características señaladas veremos que no se ha planteado la cuestión del socialismo, es decir, de la propiedad colectiva sobre los medios de producción, la liberación definitiva del pueblo ecuatoriano y la supresión de toda explotación del hombre por el hombre. Ese es un objetivo que corresponde a la segunda etapa de la revolución, a la revolución socialista. Afirmamos también que entre las dos etapas de la revolución no hay una muralla. Hay que pasar ininterrumpidamente de la una a la otra, como lo ha hecho el pueblo cubano, que comenzó con una revolución nacional liberadora y que, en el transcurso de dos años, ha pasado a la revolución socialista. Finalmente aclaramos que si es erróneo no examinar las distintas etapas de la revolución, es igualmente erróneo sostener que entre la etapa democráticaburguesa y la etapa socialista debe existir un lapso de desarrollo capitalista largo. En las actuales condiciones del mundo se han acrecentado las posibilidades del paso ininterrumpido de la una etapa a la otra, siempre que la revolución se realice dirigida por la clase obrera, en alianza con el campesinado y formando
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un Frente de Liberación Nacional con todos los sectores de la sociedad interesados en destruir la dominación imperialista y los rezagos feudales. OBREROS Y CAMPESINOS INTERESADOS EN LA REVOLUCIÓN LIBERADORA ¿Pueden obreros y campesinos luchar juntos en el Ecuador por los tres objetivos de la revolución nacional liberadora? Examinemos uno por uno esos objetivos y mirémoslos desde el ángulo de los campesinos y desde el ángulo de los obreros. Entonces podremos saber si hay coincidencia de intereses. Porque la alianza obrero-campesina no es una alianza que se reduce a la firma de un papel, no es un pacto entre un dirigente obrero y un dirigente campesino. La alianza obrero-campesina es la lucha conjunta de las masas de la clase obrera y de las masas del campesinado y, en consecuencia, tiene que construirse sobre la base de objetivos comunes. Si no existen esos objetivos comunes o los obreros no van a la lucha o no van a ella los campesinos, o va cada uno por su propia cuenta y en todos estos casos desembocaremos en la derrota. Por eso tenemos que poner en claro si en el Ecuador, en el momento actual, pueden o no coincidir en los objetivos revolucionarios obreros y campesinos. Primera característica de la revolución ecuatoriana: Tiene que ser una revolución antifeudal. Veamos la posición de los campesinos en relación con este aspecto. Existen en el Ecuador numerosos rezagos feudales. Señalemos los esenciales: 1. El acaparamiento de tierras por pocos señores feudales. Doscientas cuarenta y una pertenencias agrícolas las tienen en el Ecuador tanta tierra como 329.000 campesinos pequeños y medios, es decir, una desigualdad tremenda en el reparto de la tierra ecuatoriana, que se mantiene inculta en grandes extensiones. Ese acaparamiento de la tierra permite al gran propietario feudal someter al campesino a regímenes de explotación muy graves. 2. Un gran atraso técnico. El tractor es casi desconocido en la agricultura ecuatoriana. En el año 1952 se llegó a la conclusión de que había un tractor por cada 900 hectáreas cultivadas, en tanto que en otros países de América Latina hay un tractor por cada 200 hectáreas sembradas. Esto ocurre porque resulta más barato el trabajo del indio, al que se paga 75 centavos o un sucre por jornada, que el trabajo de un tractor. Además, grades extensiones de tierra
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son cultivadas por campesinos arrendatarios y ese campesino arrendatario, sometido al régimen feudal, no tiene posibilidad de emplear la maquinaria u otros elementos técnicos, ni tiene razones para hacerlo. ¿Para qué va a abonar el arrendatario el terreno o para qué va a hacer obras de riego, aunque tuviese posibilidades para realizarlo? La tierra no es de él, es del feudal, y mejorado el terreno, o realizadas obras permanentes, vendrá el señor feudal, acompañado del juez y de la policía, y se lo arrebatará. No tiene sentido hacer esas mejoras; sería absurdo. 3. Relaciones sociales de producción semifeudal, dignas de la Edad Media. La posesión de la tierra por un puñado de grandes terratenientes permite a éstos imponer sistemas de trabajo y de vida medioevales en el campesino ecuatoriano, es de miseria y explotación inconcebibles. El indio huasipunguero tiene que trabajar para el señor de la hacienda cuatro días a la semana con el salario de un sucre. Los otros dos días se los lleva el cura y el domingo lo tiene preso al indio el teniente político para arrancarle una multa, el salario de los cuatro días trabajados para el terrateniente no es pagado casi nunca. En la situación del indio ecuatoriano, aunque parezca mentira, resulta que él le adelanta dinero al terrateniente: los salarios de los indios son pagados, cuando lo son por años vencidos, lo que significa que el indio ha trabajado, sin recibir salario, durante un año, o sea que ha “adelantado” su trabajo al terrateniente. Cuando el terrateniente paga los salarios ya ha vendido las cosechas resultantes del trabajo del indio, es decir el pago se hace con el producto del trabajo adelantado por éste. En la Costa ocurren situaciones análogas: arrendamientos de tierra sumamente altos, desalojos de campesinos por la violencia, negativa de derechos fundamentales como el del libre comercio y el libre tránsito, etc. Las consecuencias de estos rezagos feudales para la vida campesina son terribles. Se ha calculado que el ingreso anual total de una familia de huasipungueros es de 900 sucres para toda la familia, o sea menos de tres sucres diarios. Ya hemos hecho en otra ocasión la comparación de que los tres sucres que corresponden a toda la familia del huasipunguero es la misma suma que se destina en el presupuesto del Estado para el mantenimiento diario de un caballo del Ejército. El analfabetismo llega en algunas zonas campesinas del Ecuador, como en el cantón Colta, al 80% de la población total: los índices de mortalidad infantil en el campo y las enfermedades que afectan a la población campesina son aterradores. En resumen, como resultado de los rezagos feudales tenemos condiciones de vida y de cultura espantosas para el campesinado.
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Conexo con esta consideración debemos estudiar los efectos de los rezagos feudales para las distintas capas de los trabajadores del campo. En el Ecuador se ha producido la diferenciación en la masa campesina que no es ya una masa homogénea. En ella tenemos: Asalariados agrícolas, hombres que reciben un salario por su trabajo. Este asalariado agrícola que existe fundamentalmente en la Costa, está creciendo y despliega grandes luchas frente a las empresas, que casi siempre son imperialistas. Pero aún en la vida de este asalariado agrícola pesan una serie de rezagos feudales: carece del derecho al libre comercio, tiene que comprar obligatoriamente en la tienda del hacendado; no tiene el derecho de libre tránsito; se les niega el derecho de organización. Son restos feudales que quedan sobre él. Una enorme masa de campesinos semiproletarios. Son los huasipungueros, arrimados, campesinos sumamente pobres que tienen en arriendo una parcela muy pequeña que no les da lo necesario para vivir, por lo que tienen que trabajar como asalariados parte del año; son los desmonteros; minifundistas del Azuay; semiproletarios que podemos asimilar al proletariado. Esos semiproletarios carecen totalmente de tierra o la tienen en extensión insuficiente, siendo víctimas del acaparamiento del suelo ecuatoriano por los grandes señores feudales. Los campesinos medios, que son aquellos campesinos que ya tienen una situación mejor; que pueden subsistir con su familia con el producto de su parcela trabajada por ellos mismos. Ellos se enfrentan también a una situación muy grave, a la ruina por las deudas, por la explotación en los precios y llevan una existencia desesperada. Campesinos ricos, que tienen asalariados. En las zonas bananeras hay campesinos que tienen extensiones bastante grandes. Ellos también chocan con los señores feudales que cierran el paso a su desarrollo y que en muchas ocasiones les disputan la propiedad del suelo. Finalmente, las comunidades de indios, que van siendo cercadas por el terrateniente feudal, que les arrebata su tierra. Todo el campesinado ecuatoriano choca, pues, con el feudalismo. Se sostiene por sectores burgueses la posibilidad de salir de esta situación por un camino no revolucionario, a través del desarrollo del capitalismo en la agricultura que destruya el feudalismo y lo reemplace con la gran hacienda capitalista. La gran hacienda capitalista no resuelve el problema, porque mantiene rezagos feudales y porque lo que hace, es reemplazar la explotación feudal por la explotación a través del salario.
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En conclusión: Todo el campesinado ecuatoriano necesita la desaparición de los rezagos feudales y necesita el proceso revolucionario para ello. Las luchas campesinas de hoy en el Ecuador tienen precisamente este contenido. Las frecuentes huelgas de los indios son hechas para lograr estabilidad en el huasipungo y el pago de los salarios que adeudan los terratenientes. Se levantan los campesinos contra los altos arrendamientos. Se movilizan las masas del agro para ocupar tierras en el movimiento de las “colonias”. Es la lucha contra los rezagos feudales que está encendida en el Ecuador. Veamos ahora el problema desde el punto de vista de la clase obrera. ¿Cuáles son las consecuencias del feudalismo existente en el Ecuador para la clase obrera? El feudalismo detiene el desarrollo industrial porque mantiene en el campo un nivel de vida tan bajo que el campesino no puede ser un gran consumidor de los productos de la industria nacional. El indio huasipunguero, con un ingreso diario para toda su familia de tres sucres, no puede comprar casi nada en el mercado. El indio viste con alpargatas hechas por él mismo, con un poncho hecho por él mismo, con un pantalón de liencillo. Basta ver las estadísticas que demuestran que más de un 20% de la población del Ecuador anda descalza, no por deseo de andar así, sino por incapacidad para comprar zapatos debido a las condiciones de existencia que impone el feudalismo. En estas condiciones no puede existir una gran industria. En definitiva, la industria es golpeada por la subsistencia de rezagos feudales. La primera víctima de esto es la clase obrera que no tiene suficiente trabajo. La clase obrera crece por la afluencia a la ciudad de los campesinos arruinados como no hay un desarrollo industrial, no se absorbe a la población en el trabajo y se producen decenas de miles de desocupados. Además, el feudalismo en la agricultura ecuatoriana encarece la vida en el país. Tomemos como ejemplo un solo producto: el arroz. En el Ecuador hay alrededor de 100.000 cuadras sembradas de arroz. Esto significa que el campesino paga al terrateniente feudal por lo menos 300.000 quintales de arroz por año por concepto de arrendamiento de tierras. Son 30 millones de sucres que se llevan los señores feudales por el solo hecho de tener acaparadas las tierras, sin hacer absolutamente nada. Eso significa, calculando una cosecha anual de 2 millones de quintales, que el señor feudal se embolsa quince sucres por quintal de arroz producido, lo que representa 15 centavos dados al latifundista feudal en cada libra de arroz que consumimos. A esta explotación se suma la de la piladora, de asociados del señor feudal o del
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mismo señor feudal, que roba al campesino, mediante estafas en el peso, otra cantidad igual. Son dos sanguijuelas feudales que se llevan 30 centavos en cada libra de arroz que consumimos. Esa es la contribución que nos impone las subsistencias feudales, en beneficio de parásitos que no hacen absolutamente nada en la producción, pero que son dueños de la tierra. El resultado es el encarecimiento de la vida, de lo cual es víctima, ante todo, la clase obrera. Si eliminásemos al parásito feudal la vida se abarataría. Finalmente, la clase obrera para resolver definitivamente sus problemas tiene que ir al socialismo, a la destrucción de toda forma de explotación, a la sociedad sin clases, con lo que liberará a todo el pueblo. Y no puede ir al socialismo si previamente no rompe el poder feudal. Por estas razones podemos concluir que, en relación con la primera característica de la revolución ecuatoriana, con la característica antifeudal, están interesados en realizarla tanto los campesinos como los obreros. En consecuencia, cabe alianza obrero-campesina sobre la base de esa necesidad de la destrucción del feudalismo. Segunda característica de la revolución ecuatoriana: Tiene que ser antiimperialista. Examinemos también este problema desde el punto de vista de los campesinos y desde el punto de vista de la clase obrera. En el campo ecuatoriano en este instante, fundamentalmente en la Costa, enormes extensiones de tierra están en manos de empresas imperialistas, La United Fruit está haciendo el juego de decir que se va, pero mantiene sus propiedades y las deja a unos pretendidos arrendadores. Pero no solo la United Fruit posee tierras en el Ecuador. Si se revisa la lista de empresas agrícolas de las zonas de Balzar, Empalme y Quevedo nos encontramos con una larga enumeración de empresas imperialistas, comenzando por el señor Rockefeller, dueño de “Coffea Robusta” y que ahora pretende comprar también “Monserrate”. Allí están Plantaciones Ecuatorianas, haciendas del Grupo Alemán, “San Antonio del Delta”, etc. “Clementina”, en la provincia de Los Ríos, es de una firma sueca. En Esmeraldas la empresa Astral posee decenas de miles de hectáreas. United Fruit y Standard Fruit tienen grandes extensiones en la provincia de El Oro. Hay, pues, una penetración directa de los monopolios imperialistas en el campo, lo que produce choques con los campesinos. Los choques son violentos particularmente con las empresas bananeras, no solo con las que poseen tierras sino inclusive con las que solo compran el producto a los campesinos, porque les imponen el precio, que lo bajan
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cuando les conviene. Un ejemplo de esto lo da lo ocurrido con motivo de la devaluación del sucre, en que las empresas imperialistas exportadoras de banano ofrecieron subir el precio de la fruta y lo que han hecho es embolsarse esas empresas todo el producto del saqueo del pueblo sin subir un solo centavo en los precios de los bananos. En el problema bananero se presenta también como motivo de conflicto, el abuso en la calificación de la fruta, que perjudica a los productores con el “rechazo” de más del 60% de la producción. Otros sectores campesinos chocan con el imperialismo alrededor de los precios del cacao y del café. Los monopolios norteamericanos, que tienen el control del mercado internacional, ya que por obra de las imposiciones de ellos no podemos negociar con los socialistas, fijan el precio del cacao y del café en los Estados Unidos y arruinan a los campesinos. El Ecuador pierde 25 millones de dólares por año solo por diferencia de precio en el cacao y el café en beneficio de esos monopolios extranjeros. Ese es el secreto de la baja del precio del cacao y del café. Los campesinos han comenzado a darse cuenta, sobre todo los bananeros, de la necesidad de abrir nuevos mercados, en especial el mercado con los países socialistas, lo que los lleva a conflictos con los yanquis. Los asalariados agrícolas, como hemos dicho, son trabajadores fundamentalmente de empresas monopolistas norteamericanas y ellos despliegan una lucha muy fuerte en defensa de su vida y contra esta dominación imperialista. En definitiva todos los sectores campesinos están afectados por la dominación imperialista. En su interés está, pues, destruir el sometimiento del país a los monopolios imperialistas. Muchos sectores campesinos no lo ven todavía con claridad, pero objetivamente esa es una necesidad para ellos. Es preciso señalar que los choques del campesinado con el imperialismo son más violentos en la Costa que en la Sierra, porque la Costa es la zona de producción de artículos exportables porque es la que entra en contacto directo con los imperialistas en el mercado. En cuanto a la clase obrera su rechazo al imperialismo es también evidente. La revolución ecuatoriana tiene que ser esencialmente antiimperialista. La clase obrera del Ecuador no puede alcanzar su liberación y el progreso del país si no rompe el dominio de los monopolios. La clase obrera está afectada por todos los aspectos de la penetración imperialista. Primero, por la penetración directa de los monopolios: allí están los obreros del petróleo, los obreros de Inepaca, de una multitud de empresas
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imperialistas, explotados por las fuerzas económicas extranjeras. Y allí quedaron también, arruinados y tuberculosos, los que ayer fueron obreros de la empresa yanqui minera de Portovelo. En segundo lugar, el imperialismo se opone también al desarrollo industrial del país. No le conviene al imperialismo que la industria ecuatoriana se desarrolle. Por eso, para atacar a la industria latinoamericana en general, nos plantean el mercado común, que servirá para quitar la protección aduanera, inundar el país con productos norteamericanos y arruinar la industria nacional. Los ataques imperialistas a la industria nacional afectan a la clase obrera que ve disminuir sus fuentes de trabajo. Un ejemplo reciente, la devaluación del sucre, que impusieron los yanquis a través del Fondo Monetario Internacional, fue un golpe para la industria nacional, que tiene ahora que pagar más caro las maquinarías, los repuestos, las materias primas, etc., lo que producirá una elevación del costo industrial y, por tanto, una disminución del mercado de venta, ya que no podrá resistir la industria nacional la competencia de los productos extranjeros. Existe, pues, amenaza de disminución de trabajo en la industria y, por tanto, de desocupación para la clase obrera. La clase obrera recibe el impacto de todos los golpes del imperialismo. Entre ellos, los golpes de la preparación de la guerra. El imperialismo empuja a todos los países latinoamericanos hacia la guerra, los envuelve en tratados militares como el de Asistencia Recíproca y en Pactos Militares, que son amenazas bélicas para nuestros pueblos. Existen en nuestro continente títeres como Vela Hervas, que hacen el juego a esta política guerrerista, hablando de la “libre determinación del pueblo alemán”, sirviendo de portavoz a los yanquis, falseando los hechos que en realidad son los de la imposición yanqui de la división de Alemania y de Berlín y la conversión de Alemania Occidental en una base de agresión, utilizando a los generales nazis, rearmando al militarismo alemán revanchista, amenazando así a la paz del mundo. Son la clase obrera y todas las masas populares las que van a sufrir con la guerra y a perder la vida. La clase obrera, como dijimos al hablar del feudalismo, tiene que emancipar a todo el país y para eso necesita destruir el dominio de los monopolios imperialistas sobre la economía, sobre la política y sobre la cultura ecuatoriana. Por eso la clase obrera también está interesada en la destrucción de la dominación imperialista. En conclusión: En el aspecto antiimperialista están interesados obreros y campesinos, que, por tanto, pueden ser aliados para luchar contra el enemigo común.
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Tercera característica de la revolución ecuatoriana: Tiene que ser una revolución democrática. El campesinado es uno de los sectores que más sufre por la falta de democracia en el país. Es víctima de los atropellos y asesinatos más espantosos. Uno de los victimarios principales de los campesinos es la policía rural, pandilla de criminales, asesinos de las masas de trabajadores agrícolas. Los indios son en especial víctimas de la falta de libertad. Los asesinatos en masa de indios se repiten frecuentemente en el Ecuador, así como los encarcelamientos y persecuciones. Se ha llegado al extremo hace dos años, en Quito, de prohibir a los indios andar por las calles para ir al Congreso a exponer sus quejas y reclamos. Los campesinos sufren una discriminación electoral de hecho. La Constitución no dice que los campesinos no pueden votar. Pero dice que no pueden votar sino los que saben leer y escribir. El Estado semifeudal ecuatoriano tiene sumida en la ignorancia a la gran masa campesina, cuya mayoría no sabe leer ni escribir, por lo que no puede votar. Hay casos como el citado del Catón Colta, donde el 80 por ciento de la población es analfabeto y donde, en consecuencia, solo un 20 por ciento está en posibilidad de votar. Es decir, de hecho el campesino es víctima de una discriminación antidemocrática en el terreno electoral. Los campesinos no participan en ningún organismo estatal. Los obreros tienen siquiera el derecho de “pataleo”, el derecho de protestar, con unos Senadores en el Congreso y con Representantes en el Seguro Social, aunque esas designaciones son frecuentemente burladas. Pero, para los campesinos no existe ni eso. Ni aún en la Comisión Gubernamental encargada de elaborar el Proyecto de Ley de Reforma Agraria pusieron un campesino. Los campesinos carecen, pues, en el Ecuador de derechos democráticos y ellos necesitan romper esta situación. En cuanto a los obreros, tienen gran interés en la democratización de la vida nacional. Si recorremos fábricas y sindicatos y preguntamos a los obreros que piensan de la democracia ecuatoriana en relación con la legislación del trabajo, tendríamos una determinante respuesta. No hay una sola huelga que sea “legal”, todas son declaradas ilegales por las autoridades del trabajo. Ya no hay derechos sindicales que sean respetados. Se emplea toda clase de procedimientos para atropellar a la clase obrera: la policía y el Ejército son usados para eso.
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En conclusión: En relación con esta tercera característica de la revolución también obreros y campesinos tienen intereses comunes que les permite forjar una alianza para alcanzarlo. LA ALIANZA OBRERO-CAMPESINA SURGE DE LA LUCHA Allí está la base de la alianza obrero-campesina. No está en ninguna formulación abstracta. No está en ningún pacto entre dirigentes. No está en ninguna elucubración sacada de un gabinete de estudio. Es una alianza que surge en la lucha y en el combate, que surge de las necesidades revolucionarias del país. Por eso es posible, y por eso es una alianza honesta, honrada, porque no hay contraposición de intereses entre sus participantes. Honradamente van a ella obreros y campesinos. No se trata de que los obreros vayan a “aprovechar” a los campesinos, ni de que los campesinos van a “aprovechar” a los obreros. Se trata de una alianza en la cual las dos partes salen ganando. De otro modo no habría base de alianza honrada. Lenin también ha hablado de este aspecto y en una carta dirigida a la Redacción de “Pravda”, con fecha 18 de noviembre de 1917, decía en relación con un discurso pronunciado por él en el Congreso Campesino. Al referirme a la alianza de los obreros bolcheviques con los socialistas revolucionarios de izquierda, en quienes depositan hoy su confianza muchos campesinos, procuré demostrar en mi discurso que dicha alianza puede ser una “coalición honrada”, una alianza honrada, ya que no existen divergencias radicales de intereses entre los obreros asalariados y los campesinos trabajadores y explotados. El socialismo puede satisfacer plenamente todos los intereses de unos y otros. Solo el socialismo puede satisfacer sus intereses. De aquí la posibilidad y la necesidad de una “coalición honrada”, entre los proletarios y los campesinos trabajadores y explotados38.
Hemos demostrado también que en la etapa actual de la revolución ecuatoriana, en la etapa de la revolución nacional liberadora, la alianza puede hacerse con 38 Tomado de: Lenin, Obras Completas, edición en español, Tomo XXVI, p. 316.
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todos los sectores de trabajadores del campo, con los asalariados agrícolas, con los semiproletarios, con los campesinos pobres, con los campesinos medios y en determinada forma con los campesinos ricos, a quienes por lo menos tenemos que neutralizar en la lucha e incorporarlos a acciones concretas. LA ALIANZA OBRERO-CAMPESINA, NÚCLEO DEL FRENTE DE LIBERACIÓN Es necesario situar también la alianza obrero-campesina en el panorama general de la lucha nacional liberadora. La revolución nacional liberadora, como es sabido, tiene como fuerzas motrices a la clase obrera, al campesinado, a la pequeña burguesía urbana y a la burguesía que no está vendida al imperialismo. El Proyecto de Programa de nuestro Partido dice que hay que formar un Frente de Liberación con estas fuerzas, agruparlas a todas y lanzarlas a la lucha contra el feudalismo y el imperialismo. Pero debemos desmenuzar un poco más el Frente de Liberación. Dentro de ese Frente hay dos alianzas. Hay una alianza de la clase obrera con los sectores trabajadores del pueblo, o sea con el campesinado, y con la pequeña burguesía urbana: obreros, campesinos, artesanos, empleados, maestros, intelectuales revolucionarios, profesionales revolucionarios, etc. Dentro de la alianza de los sectores trabajadores del núcleo, la columna vertebral es la alianza obrero-campesina. Y hay una alianza de esta masa trabajadora con sectores no trabajadores, es decir, con los sectores de la burguesía con los cuales es posible unirse en la lucha contra el feudalismo y contra el imperialismo. En el Frente de Liberación tenemos que aprender a manejar bien las relaciones entre los diferentes sectores, porque a veces en razón de alianzas con los sectores no trabajadores dejamos de lado la alianza básica con elementos trabajadores y ante todo con los campesinos. A veces, porque tenemos que hacer frentes electorales, nos olvidamos de que esos frentes no deben perjudicar en ninguna forma, ni por su contenido ni por la calidad de sus candidatos, la alianza con los sectores trabajadores. Esa es una manera incorrecta de realizar el Frente de Liberación, porque así no impulsamos la fuerza revolucionaria básica que es la alianza con los sectores trabajadores. Por supuesto, no debemos incurrir tampoco en el error sectario de que solo podemos hacer alianzas con trabajadores y que no tenemos nada que
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hacer con los otros elementos que se oponen al feudalismo y al imperialismo. La alianza con los sectores de la burguesía no vendida al imperialismo, es también necesaria para la lucha por los objetivos de la revolución nacional liberadora. La alianza obrero-campesina es la palanca fundamental en la revolución nacional liberadora por varias razones. La alianza obrero-campesina es la única que puede vencer las vacilaciones de la pequeña burguesía urbana. Los pequeños comerciantes, los artesanos, los empleados son sectores tímidos, vacilantes, que no emprenden solos la lucha revolucionaria. La experiencia nos demuestra la timidez de los empleados y de los artesanos, sus vacilones, que los llevan a veces a ligarse con los enemigos de clase. Pero cuando hay una firme posición de alianza obrero-campesina ellos marchan hacia adelante. El ejemplo reciente de la lucha contra la devaluación lo demuestra: ante la actitud resuelta del Movimiento Obrero y ante el respaldo del Movimiento Campesino, los sectores artesanales y de empleados intervienen en la lucha, en la confianza de que obreros y campesinos van a mantenerla. Cuando se han producido momentos de enfriamiento en la movilización, ellos se retraen. En Cuba la pequeña burguesía vaciló el 1o. de enero de 1959 en La Habana y quiso llegar al Gobierno que querían establecer los sectores burgueses para detener la revolución y fue la huelga general de la clase obrera que inclinó la balanza del lado de la revolución e impidió el pacto. Solo la alianza obrero-campesina puede vencer vacilaciones de la burguesía. La burguesía, aún en sus sectores no vendidos al imperialismo, con los cuales podemos hacer alianza, es una clase con características dobles. Por un lado choca con el imperialismo, quiere liberarse de él. Pero por otro lado, le tiene miedo a la revolución, le teme al pueblo. Solo si la alianza obrera-campesina va firme, con claridad, la burguesía entiende. El ejemplo de China es característico. La alianza obrero-campesina, bajo la dirección del partido del proletariado, arrastró a sectores de la burguesía nacional china que han participado hasta en la etapa de la revolución socialista. Capitalistas chinos, empujados por la alianza obrera-campesina, han llegado a rehacer su mentalidad y a incorporarse al pueblo. Solo la alianza obrero-campesina puede hacer que la revolución siga su marcha. Si la alianza obrero-campesina no toma el control de la revolución ésta se detiene al conseguir los objetivos burgueses. En los casos en que la alianza obrero-campesina ha dirigido la revolución ésta se ha desenvuelto ininterrumpidamente. La Revolución Rusa de 1917 es
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un pío de ello y sus resultados son conocidos: la construcción del socialismo y ahora la construcción del comunismo. Otro caso análogo es el caso de China. Allí la alianza obrero-campesina bajo la conducción de la clase obrera de su Partido, es la base de la transformación socialista. Cuando la burguesía dirigió la Revolución China en 1927, la revolución fracasó. En 1949 es la agrupación de las fuerzas revolucionarias teniendo en su núcleo la alianza obrero-campesina la que derrota al imperialismo, al feudalismo y al capitalismo burocrático y es la que posteriormente hace pasar la Revolución China a la etapa socialista. En Cuba ha ocurrido lo mismo. La burguesía participó en el movimiento al principio y quiso tomar el poder. Pero la clase obrera, aliada con el campesinado y con la pequeña burguesía le cerró el paso, con dirigentes honestos, que aunque no pertenecían a la clase obrera, defendieron honradamente la marcha revolucionaria. El resultado fue la victoria de la revolución nacional liberadora en Cuba y su transformación en el corto período de dos años en revolución socialista. En cambio hay otros países en que no ocurre así por la debilidad del Partido Comunista, porque no se llegó a formar una vigorosa alianza obrero-campesina bajo dirección del proletariado. El comando de la revolución lo toma entonces la burguesía y la revolución se detiene. La República Árabe Unida es un ejemplo de esta situación. Es también el caso de India y de Venezuela. Con la burguesía en los puestos de comando, la revolución avanza hasta la realización de los objetivos que conviene a la burguesía, pero allí se detiene y queda en explotación el sistema de opresión sobre el pueblo. Esto nos pone frente a otra cuestión de carácter general. QUIÉN VA A JUGAR EL PAPEL DIRIGENTE EN LA ALIANZA La liberación del pueblo del Ecuador debe ser llevada hasta el fin. Esto implica la acción ininterrumpida a través de las dos etapas ya señaladas de la revolución, la etapa nacional liberadora y la etapa socialista: tenemos que resolver, por tanto, el problema de la fuerza dirigente en la alianza en forma tal que asegure esa marcha ininterrumpida de la revolución ecuatoriana. Si aceptamos una dirección de los sectores campesinos, ¿cuál será el resultado? ¿Es que el campesinado tiene una posición económica e ideológica que le permita llevar la revolución hacia adelante?
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Los campesinos o son pequeños propietarios o propietarios de ciertos recursos, que marcharán con nosotros en la etapa de la revolución nacional liberadora; pero que no pueden plantearse por su propia iniciativa los objetivos socialistas de la revolución. No pueden plantearse la colectivización del campo. En el primer momento de la revolución ellos piensan en el robustecimiento y ampliación de su propiedad privada. Es en el proceso revolucionario que el campesino comprende la superioridad del trabajo colectivo sobre el trabajo individual y es la clase obrera, dirigiendo la alianza obrero-campesina, satisfaciendo las necesidades vitales de los campesinos, la que tiene que llevarle por convicción, a esta conclusión, poniéndole delante el ejemplo del trabajo colectivo. Por eso, si la revolución debe ser llevada hasta el fin, el campesino no puede dirigir la alianza, porque el proceso se detendría en su primera etapa. Las otras capas de trabajadores, la pequeña burguesía urbana, el artesanado, son clases golpeadas por el desarrollo histórico, clases que van en descenso. Solo la revolución nacional liberadora y la revolución socialista si son dirigidas por la clase obrera pueden salvar a sus miembros de la ruina total. En contraste, la clase obrera va en desarrollo. El desarrollo capitalista hace crecer a esta clase. Es la clase histórica en ascenso. La clase obrera es la única clase que no está vincula a ninguna forma de propiedad privada sobre los medios de producción; no es dueña de fábricas; no es dueña de tierras; no es dueña de talleres; no es dueña, en definitiva, de ningún instrumento de producción. Por eso puede mirar con la vista clara y limpia todo el proceso revolucionario hasta el fin. Nada le detiene, sabe que debe marchar hasta el final, hasta la revolución socialista, hasta la liberación total de la humanidad, lo que no ocurre con las otras clases. Por eso la alianza obrero-campesina para ser firme necesita estar dirigida por la clase obrera, cuyos intereses no se contraponen en ninguna forma a los de los campesinos trabajadores. Para situar las cosas con claridad, repetimos que la clase obrera tiene que realizar y dirigir la revolución en alianza con otros sectores. Sola no puede hacer la transformación de la sociedad; tiene que hacerla en alianza con los campesinos, con las capas medias, con la burguesía no vendida al imperialismo. Pero para la marcha ininterrumpida de la revolución tiene que mantener la dirección dentro de la alianza obrero-campesina y dentro de todo el Frente de Liberación.
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Esa dirección no se impone mecánicamente. Debe ser ganada por la clase obrera en la lucha, a través de su clara posición ideológica, por su decisión de combate. La clase obrera con su ideología y con su acción debe mostrar al campesinado y a los otros sectores revolucionarios que es el sector más consecuentemente revolucionario, el sector que no solo defiende sus intereses de clase, sino que defiende el programa de liberación de todo el pueblo, el programa de la independencia y el engrandecimiento nacionales. Cualquier otra concepción respecto a la forma de ganar el papel dirigente en la alianza obrero-campesina es errónea y solo traerá como resultado el que la clase obrera se quede aislada en su acción, por no haber sabido crear y robustecer una alianza honrada y correcta. BASES DE LA ALIANZA Sentados estos criterios básicos tenemos que entrar a considerar los aspectos concretos de la forma y el contenido de la alianza obrero-campesina en el Ecuador. A este respecto tenemos que examinar tres cuestiones fundamentales: 1. El programa; 2. La lucha y la solidaridad; y, 3. La organización. EL PROGRAMA Si la base de la alianza obrero-campesina es la realización de los objetivos revolucionarios, la formulación de un programa claro es fundamental, porque en el programa es donde definimos esos objetivos. ¿Cuál es el punto programático central de la alianza obrero-campesina en el Ecuador? ES LA REFORMA AGRARIA En la lucha por la reforma agraria vamos a forjar la alianza obrero-campesina. Por eso el Partido de la clase obrera, el Partido Comunista, hace de la reforma agraria una cuestión central en la etapa de la revolución nacional liberadora. Los partidos burgueses, en el cambio deforman y escamotean la consigna de la reforma agraria.
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Cuando la lucha obrera y campesina era débil, el Partido Liberal Ecuatoriano planteó en su programa la reforma agraria. El programa de 1924 del Partido Liberal Ecuatoriano hablaba no solo de reforma agraria sino que la planteaba como cuestión previa a la nacionalización de la tierra y hablaba de la nacionalización de los medios de producción y distribución. No le tenía entonces miedo a las fuerzas revolucionarias populares que eran débiles. La otra cara de la burguesía, la cara opuesta a la revolución popular no aparecía aún. Cuando han crecido las fuerzas revolucionarias, cuando se ha formado el Partido Comunista, cuando ha surgido un poderoso Movimiento Sindical, cuando se han desarrollado las organizaciones campesinas, el Partido Liberal Ecuatoriano retrocede, y su programa actual no habla ya ese mismo lenguaje. Habla de una reforman agraria que en definitiva se reduce a la distribución de las tierras baldías y estatales, dejando intacto el latifundio privado. Los otros sectores de las clases dominantes y sus partidos cuando hablan de reforma agraria usan el término para desorientar, para engañar, porque saben que la masa campesina ya hizo suya esa consigna. Llaman reforma agraria, por ejemplo, a la entrega de títulos de tierras a los indios de Santo Domingo, títulos de las tierras que ellos han poseído desde hace cientos de años y sobre las que ahora les dan escrituras públicas recortándoles la parte que ya se llevaron los terratenientes. O llaman: reforma agraria a unos “planes pilotos” del Instituto Nacional de Colonización, que nada resuelve o a tentativas de negociados de haciendas, como Villanueva o Tenguel que quieren vender a los campesinos, escamoteando el verdadero problema. Todos los grupos de las clases dominantes emprenden en esta tergiversación, porque sienten que la tierra tiembla bajo sus pies, porque ven que la clase obrera plantea a través de su Partido la tesis de la reforma agraria, como base de acción revolucionaria y de alianza obrero-campesina y que esa tesis se abre paso. Por eso debemos poner empeño en establecer con claridad nuestro concepto de reforma agraria, ya que no se trata de una simple consigna propagandística, sino de una base decisiva para la creación de la alianza obrero-campesina y la realización de la revolución nacional liberadora. ¿Cómo concebimos nosotros la reforma agraria? En el Proyecto de Programa del Partido Comunista del Ecuador fijamos como objetivo de lucha lo siguiente:
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“1. Reforma agraria democrática que consiste en la limitación de la extensión máxima de tierra que una persona puede poseer, en la entrega gratuita de la tierra al campesino y en la supresión de los sistemas feudales de arrendamiento. La reforma agraria democrática debe afectar las tierras baldías, los latifundios del Estado, de la Asistencia Pública, de los Municipios y el latifundio particular, singularmente las tierras de las empresas extranjeras. Los campesinos, indios y personas que deseen trabajar la tierra no solamente recibirán ésta sino que conjuntamente habrá crédito, maquinaria agrícola, ayuda técnica, industrias conexas, mercados para sus productos, vivienda campesina, servicios médicos y hospitalarios, educación para niños y adultos. La reforma agraria democrática comprende además la participación del campesino dentro de un gran movimiento popular, el Frente de Liberación Nacional, en la dirección política del Estado y una gran labor de organización de los trabajadores agrícolas en general y del trabajo, tanto en forma individual como en cooperativas”. Las cosas son claras. No queremos latifundios, vamos a la destrucción del latifundio, a fijar la extensión máxima de tierra que un individuo puede tener en el país. En la Conferencia Nacional Campesina reunida en 1960 llegamos a la conclusión de que esa extensión no podría pasar en la Costa de 400 hectáreas. En la Sierra no la hemos fijado todavía, porque hay que tomar en cuenta las condiciones especiales de cada una de las zonas. Allí está el requisito fundamental de nuestra reforma agraria. No se trata de ir a repartir únicamente las tierras baldías. Cuba fijó la extensión máxima en 400 hectáreas. Lo pudo hacer en todo el país, porque allí no existen diferencias notables de zonas. Nosotros tendremos que dar una solución más complicada. Segundo punto: reparto gratuito de la tierra a los campesinos. No se trata de saber si le vamos a pagar o no al terrateniente. Eso es un problema distinto. Pero al campesino no se le debe cobrar la tierra. No es reforma agraria la venta de la Hacienda Villanueva. Eso es negocio de tierras. La reforma agraria tiene como requisito la entrega gratuita de la tierra a los campesinos. La tercera condición es la supresión de los sistemas feudales de arrendamiento. No hemos puesto en el Proyecto de Programa como requisito de la reforma agraria la supresión de los restos de feudalismo, porque de hecho desaparecen al aplicar estas tres condiciones. Ese es nuestro criterio básico respecto a la reforma agraria. En ello estamos de acuerdo con las necesidades de los asalariados agrícolas, de los campesinos pobres, de los campesinos medios y aún de los campesinos ricos. Estamos de acuerdo con las aspiraciones de los asalariados agrícolas
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porque van a recibir tierra que hoy no tienen; con los anhelos de los campesinos pobres, porque van a aumentar la parcela que tienen, como lo demuestra la resolución de la Conferencia Nacional Campesina que fijó como extensión para cada campesino en la Costa 50 hectáreas, y el que no las tenga tendrá derecho a que se le completen; con las necesidades de los campesinos medios, que también saldrán beneficiados, porque muy pocos de ellos tienen 50 hectáreas, y además que el que pase de las 50 hectáreas puede mantener su pertenencia hasta la extensión máxima. El campesino rico tampoco sufrirá perjuicio en la reforma agraria y en su mayor parte saldrá beneficiado, porque casi ninguno de ellos llega al máximo que se ha señalado. Por eso la reforma agraria, planteada en esa forma nos da la posibilidad de establecer la alianza obrero-campesina con toda la masa campesina en el Ecuador, es decir, con la gran mayoría de la población que lucha contra los terratenientes feudales. Con esa idea básica de la reforma agraria destruimos todos los juegos de palabras de las clases dominantes, todas las burlas que se quieren hacer como seguramente será ese Proyecto de Reforma Agraria que el Gobierno velasquista ha enviado al Congreso en estos días, proyecto que tendremos que examinar para oponerle nuestra clara concepción de la reforma agraria39. En el Ecuador tenemos que señalar un hecho muy importante: la posición del Partido Socialista Ecuatoriano en relación con este problema de la reforma agraria y, en consecuencia frente a la alianza obrero-campesina, actitud enteramente diferente a la de los Partidos Socialdemócratas de Derecha. El Partido Socialista Ecuatoriano, el auténtico, no el sector entreguista, tiene una concepción de la reforma agraria con un tinte sectario, porque vacilan frente al problema del reparto individual de la tierra y quieren ir directa y exclusivamente a la formación de cooperativas, pero ellos también parten como nosotros los comunistas, de la necesidad de destruir el latifundio y el feudalismo. No siempre las reformas agrarias que se han realizado se les han hecho en estas condiciones. La experiencia histórica de otros países nos muestra que en ocasiones la reforma agraria no marcha por una vía correcta. Marchó correctamente en China, porque en la alianza obrero-campesina llevaba el papel dirigente la clase obrera y su Partido, el Partido Comunista Chino, que con toda claridad planteó el problema. Marchó la reforma agraria en Cuba por la misma razón, porque allí la reforma agraria fue realizada por un gobierno revolucionario con amplia participación de la clase obrera, en 39 Este trabajo fue escrito antes de que se publicase el Proyecto al que se hace referencia.
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alianza con el campesinado y con elementos pequeño burgueses, honestos que llegaron a la ideología del proletariado y se sumaron a la clase obrera cubana. En cambio, existen experiencias negativas. Allí está la experiencia de la República Árabe Unida. La reforma agraria o lo que se ha denominado como tal, la dirigió allí la burguesía y el campesino de Egipto y de Siria, y sigue en la misma situación miserable de antes. No ha marchado la reforma agraria. La reforma agraria en Bolivia no es tampoco un éxito. Allí se repartió tierras, pero se dejó al campesino abandonado en muchos otros aspectos, sin suficiente apoyo crediticio, sin apoyo técnico, sin mercado y precios asegurados para sus productos. Hay casos en que la revolución se impulsa cuando sectores de la pequeña burguesía radicalizada toman la dirección, pero luego las vacilaciones de esta pequeña burguesía permiten que tome el comando la burguesía que frena entonces la reforma agraria. Es el caso de México. En el momento en que un elemento pequeño burgués radical como Lázaro Cárdenas toma el comando, la reforma agraria avanza y se va también a la nacionalización del petróleo. Pero desgraciadamente esa actitud no tuvo atrás una alianza obrero-campesina suficientemente fuerte, lo que permitió que la burguesía tomara el mando luego y frenara la reforma agraria, produciendo la actual situación de empantanamiento. LAS LUCHAS CAMPESINAS Y LA ALIANZA En el Ecuador tenemos como base nuestra formulación programática transcrita, que constituye el punto central de acción de la alianza obrero-campesina. Los errores que se puedan haber deslizado en la formulación de ese programa serán superados en la lucha. Al lado de eso en el aspecto programático consideramos como base de la alianza obrero-campesina todas las luchas de los campesinos por sus reivindicaciones. Por eso el Proyecto de Programa del Partido dice: “2. En la lucha hacia los objetivos de la reforma agraria democrática debe combatirse como reivindicaciones inmediatas para los trabajadores agrícolas, por los siguientes objetivos: a) Estabilidad y títulos de posesión en la tierra para los actuales ocupantes: sembradores, finqueros, arrendatarios, etc. Respeto a la propiedad de los
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campesinos ya sean pobres, medios o acomodados. Supresión de todo desalojo de la tierra que ocupan. b) Títulos de propiedad del huasipungo, ampliación y mejoramiento del mismo para los indios que trabajan sometidos a ese sistema. Elevación del salario para los huasipungueros y pago semanal de los mismos. c) Parcelación y entrega a indios y campesinos de los latifundios de la Asistencia Pública, del Estado y de las entidades del derecho público. d) Entrega gratuita a los campesinos de las tierras incultas a los lados de las vías de comunicación. e) Devolución a las comunidades campesinas de las tierras, aguas y pastos que les han sido arrebatadas. Defensa de las tierras, aguas y pastos comunales. Apoyo crediticio y técnico a las comunidades. Resolución rápida de los problemas que las afectan. f ) Reversión al Estado de las tierras de propiedad particular que se mantienen incultas y entrega inmediata y gratuita de las mismas a los campesinos y a todos los que quieran cultivarlas personal y directamente. g) Expropiación en favor de las poblaciones de las tierras de propiedad particular en que están levantadas, así como de las tierras necesarias para el ensanchamiento y servicios públicos de esas poblaciones y para el trabajo agrícola de los pobladores. h) Supresión de todo trabajo gratuito y de las huasicamías, sistemas de cuentayos y más cargas feudales que hoy soportan los indios y arrimados. i) Supresión de todas las limitaciones feudales a la libertad de comercio y de tránsito. j) Rebaja de los cánones de arrendamiento de las tierras y obligación de darles en arrendamiento a los campesinos que la soliciten para sembrar el producto que a bien tengan. Pago del arrendamiento de tierras en dinero y no en especies. k) Plan de reforestación. l) Poner las aguas necesarias para la agricultura al alcance de los pequeños productores. Rebaja del precio de arrendamiento de las aguas. Impulso a un plan nacional de riego. m) Aumento de salarios para obreros agrícolas e indios. n) Ampliación del Seguro Social a todos los trabajadores agrícolas, inclusive el indio. ñ) Efectiva construcción de viviendas higiénicas para los campesinos y asalariados agrícolas por cuenta de los terratenientes y patronos. o) Rebaja del impuesto a los predios rústicos para las pequeñas y medias
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propiedades. Impuesto progresivo para las tierras incultas, con excepción de las tierras en poder de comunidades indígenas. p) Disminución de los impuestos que gravan a los productos agrícolas. q) Establecimiento de un sistema eficaz de crédito barato y a largo plazo para los campesinos; al mismo tiempo, prohibición de la usura; anulación de las deudas de este tipo; y moratoria de los pagos de las deudas de los campesinos a los bancos provinciales. r) Aprovisionamiento a los campesinos, a bajos precios de maquinarias, herramientas y semillas. s) Fijación de precios remunerativos para los productos agrícolas. t) Establecimiento de mercados libres de impuestos para que los campesinos puedan vender sus productos directamente al público. u) Impulso a un plan de colonización en el país. v) Apoyo a la formación y desarrollo de las cooperativas agrícolas”. Es un programa que incluye las reivindicaciones inmediatas de todos los sectores campesinos, programa que orienta el desencadenamiento de las luchas por la reforma agraria y contra el feudalismo. En nuestro programa están también las bases antiimperialistas de la alianza obrero-campesina y de la democratización del país, cuando señalamos como objetivos de lucha el combate contra la dominación de los monopolios y cuando reclamamos el voto para el analfabeto, el derecho para el indio de elegir sus propias autoridades y de recibir enseñanza en su propio idioma, etc. En una palabra, todo nuestro programa inmediato es un programa de alianza obrero-campesina, porque es el programa de lucha por la revolución nacional liberadora. SEGUNDO ASPECTO: LA LUCHA Y LA SOLIDARIDAD ENTRE LOS OBREROS Y CAMPESINOS Las luchas campesinas crecen cada día más; se encienden en todo el país. Hemos tenido decenas de huelgas de indios en los últimos tiempos; ahora mismo están en marcha una serie de conflictos. Negros del Norte y arrimados de Loja luchan constantemente. A lo largo de toda la Costa hay un combate intenso de los trabajadores del campo. Hay un movimiento de toma de tierras baldías. Es decir, es un verdadero polvorín del que no nos damos cuenta a
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cabalidad y que está reflejándose hasta en la prensa obrera internacional, como ha ocurrido en el diario chino “Ta Kung Pao”, que ha dedicado un artículo especial a estas luchas por la tierra en el Ecuador. Las crecientes luchas campesinas necesitan recibir la ayuda del Movimiento Obrero, de la clase obrera. La solidaridad es indispensable. Así crearemos en la práctica la alianza obrero-campesina. Necesitamos una acción permanente unificada, que en ocasiones hacemos. Veamos dos casos. El primero ocurrió hace pocos años en la provincia de Pichincha, cuando se declararon en huelga en Pesillo, zona de Cayambe, unos 90 indígenas. Los indígenas reunidos en la Asamblea llegaron a la conclusión de que si se quedaban en la hacienda iban a ser atropellados por la policía y se trasladaron en masa a la ciudad de Quito, todos hombres, mujeres y niños. Fueron recibidos en la Federación Provincial de Trabajadores de Pichincha, se quedaron a vivir en la Casa del Obrero y fueron sostenidos y mantenidos por el Movimiento Obrero y por el Partido, que levantaron colectas para darles lo necesario para vivir. Se los sostuvo 90 días. Ganaron la huelga. Es este un ejemplo viviente de solidaridad. Es fácil comprender lo que para esos noventa indígenas representó la solidaridad de la clase obrera de la ciudad y lo que debe haber significado para todo ese sector al darse a conocer la noticia de esa ayuda. Es sabido que esas noticias se riegan mejor que por telégrafo en el Movimiento Indio. En la Costa tenemos otro caso análogo: San Antonio del Delta. Cercados los trabajadores agrícolas en San Antonio del Delta, una empresa imperialista, se prohibió llevarles ayuda. Los sindicatos de Guayaquil levantaron colectas y los compañeros de Aseo de Calles fueron en un camión cargado de víveres, rompieron el cerco policial y llevaron alimentos a los compañeros campesinos. Hemos citado dos hechos solamente. Pero existen muchos otros casos análogos. Por ejemplo, ocurrió cosa parecida cuando los patronos imperialistas de la hacienda “Soledad”, en la provincia del Guayas, desalojaron a los trabajadores y los trasladaron a Guayaquil; cuando fueron asesinados en Otavalo los indios de Pucará. Bajo de Velázquez; etc. Necesitamos que surja la ayuda constante, permanente, solidaria de la clase obrera para las luchas campesinas. Cada acto de solidaridad levanta la decisión de lucha en el campesinado, porque en el alma del indio y del montubio se abre paso la idea: “no estamos solos, los trabajadores de la ciudad están con nosotros, van a ayudarnos”. Viceversa, hay que ir al campo a hacer sentir como propias de los campesinos nuestras luchas en la ciudad.
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Ahora mismo tenemos que hacer esto en la lucha contra; la devaluación del sucre y contra los impuestos, en que tenemos que impulsar la solidaridad en el campo, solidaridad activa y combatiente. La clase obrera del Ecuador todavía no aprecia correctamente la importancia que esto tiene. Si no lo entendemos nos podemos enfrentar a derrotas. Ya hemos tenido ejemplos históricos dolorosos. El 15 de noviembre de 1922, la lucha victoriosa en la ciudad pudo ser ahogada en sangre porque no hubo un Movimiento Campesino que la respaldara. El movimiento del 28 de mayo de 1944 pudo ser frenado y traicionado porque no empujamos el Movimiento campesino. Tenemos, pues, ejemplos dolorosos que deben ser examinados por la clase obrera para poner en claro que el movimiento revolucionario no puede ser llevado adelante si no hay una acción conjunta del Movimiento Obrero y del Movimiento Campesino. ORGANICEMOS A LOS CAMPESINOS Por último, tenemos que poner todo empeño en crear la alianza obrero-campesina en la organización. Lo fundamental en el Movimiento Campesino es la organización de base. Tenemos que llevar la organización a la base misma del movimiento, a la hacienda, al latifundio, al sector donde están los campesinos. Hay aspectos que no utilizamos en el Ecuador para esto. Esta acción tiene que ser doble. Tenemos que ir al campo a organizar al campesino, lo que si estamos haciendo aunque sea limitadamente. Cuadros nuestros están trabajando en la Costa y en la Sierra en la organización campesina. Hay que ampliar y robustecer esta acción. Pero, además, grandes masas de campesinos vienen a la ciudad, por una causa o por otra, por necesidad de su vida, por demandas, en busca de crédito, etc. Existen trabajadores temporales que acuden por millares a los ingenios azucareros, a las construcciones en la ciudad y que luego regresan a su lugar de origen y nosotros no hacemos un trabajo constante y permanente entre ellos, que pueden ser grandes vehículos de organización cuando vuelven al campo. Si el Partido no utiliza esto en su trabajo en el campesinado no lo hará nadie. Es tarea nuestra. En este problema de la organización debemos diferenciar los distintos tipos de ella.
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Organicemos al asalariado agrícola en sindicato; es su forma de organización. Un sindicato en cada empresa, en cada hacienda en que haya asalariados agrícolas. Estamos avanzando en esta tarea: tenemos ya una red de sindicatos de asalariados agrícolas; pero, lamentablemente, solo en las provincias del Guayas y Los Ríos. En Esmeraldas, la organización de los sindicatos de asalariados agrícolas ha venido a menos en los últimos tiempos en relación con la época en que trabajaban allí cuadros como Sergio Molina asesinado más tarde por los terratenientes e imperialistas. Tenemos que reaccionar frente a esto e ir de nuevo hacia la organización de los asalariados agrícolas en Esmeraldas e impulsar el trabajo en todo el resto del país. Tenemos que emplear distintos tipos de organización para las diferentes situaciones de las masas en el campo. Tiene gran importancia la organización de los semiproletarios, de los huasipungueros, arrimados, desmonteros, trabajadores que se asimilan al proletariado. Ellos en muchas ocasiones al organizarse adoptan la denominación de sindicato. No debemos fijarnos en este caso en términos; no entremos a discutir si el sindicato tiene que ser solo de asalariados. Un viejo dicho francés afirma que “el nombre no hace la cosa” y ese es el caso. Si los indios huasipungueros deciden organizarse en “sindicato”, pues, “sindicato de huasipungueros”; si se están llamando “sindicato” las organizaciones de los arrimados de Loja, pues, “sindicato de arrimados”. No es útil discutir los términos en estos casos. Ya sabemos de qué se trata: es la organización del semiproletariado agrícola, de esa fuerza que nos va a acompañar hasta en la revolución socialista. Debemos emplear variadas formas de organización en el campo. Puede haber Comités Permanentes de Campesinos, que luchen, como una organización estable. Podemos formar Comités para combatir solo por una reivindicación transitoria, por una cuestión concreta, por ejemplo, la baja de arriendo en una hacienda, para exigir que un camino sea declarado de libre tránsito, etc. Si los campesinos quieren agruparse solo para eso, para eso los agrupamos y allí hacemos la propaganda y los esfuerzos necesarios para que se conviertan en una organización estable. No debemos aferramos a una forma de organización preconcebida. Tenemos que apoyarnos en los principios, en los criterios básicos, en el fundamento de la lucha de clases y en cuanto a la organización sigamos la corriente creadora de las masas, que en muchas ocasiones se nos adelantan y forman organismos de tipos en que nosotros no hemos pensado.
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Hay otro aspecto fundamental: Las relaciones con la aldea, del poblado pequeño con los campesinos. En la Costa existe un trabajo nuestro en las poblaciones. El trabajo del Partido y de la organización campesina en el pueblo irradia hacia el campo. Una organización en Milagro es una palanca fundamental para la organización en todo el sector, una organización en Naranjal es un instrumento organizativo en toda la zona. Ello se debe a que el campesinado está vinculado a la población por múltiples lazos: porque el día que tiene que adquirir los víveres para su consumo, sale al pueblo; porque el día que tiene que vender sus productos sale al pueblo; porque el día que se casa, lo hace en el pueblo, porque gran parte de su vida la hace alrededor del pueblo. Por eso tenemos que convertir cada aldea, en un reducto de la organización campesina, en una barricada de organización, en un centro de irradiación de la organización. Este aspecto de trabajo nuestro falla en la Sierra, porque no hemos estudiado a fondo el problema, porque no hemos examinado seriamente los choques que existen entre el campesino y el hombre de la población, choques que son mucho más fuertes en la Sierra que en la Costa, ya que en la Sierra el comerciante lugareño al negociar con el indio también lo explota. En cada pueblo necesitamos crear un sector organizado que entre en contacto con las masas campesinas de los alrededores y que las ayude en su organización, en sus reclamaciones. En las grandes ciudades tenemos que hacer lo mismo. Es imperdonable que en centros tan importantes como Guayaquil no tengamos un organismo de defensa jurídica de los campesinos que impida que caigan en manos de los abogados de la burguesía, que los explotan y los desorientan, organismo de defensa que será también una palanca de organización para ayudar a la estructuración de entidades campesinas. En un nivel superior tenemos que ir a la organización de las centrales campesinas. Nuestras centrales campesinas marchan muy mal. La Federación Ecuatoriana de Indios ha dejado de funcionar; la Federación de Trabajadores Agrícolas del Litoral está paralizada. Necesitamos reconstruir esas dos centrales e ir en un plazo relativamente corto a la formación de la Federación Campesina Nacional.
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EL MOVIMIENTO SINDICAL Y LA ORGANIZACIÓN CAMPESINA Ese es, un lado de la cuestión. Pero hay otro aspecto muy importante de la organización relacionado con la alianza obrero-campesina: la relación del Movimiento Sindical obrero con el Movimiento Campesino. A veces se sostiene la tesis de que el campesino debe organizarse por una parte y el obrero por otra. La tesis que hemos sostenido siempre en el Ecuador, y que se reflejó en la fundación de la Confederación de Trabajadores del Ecuador, fue la de que estuvieran juntos, en una sola central, lo que significa que debe haber una Federación Ecuatoriana de Indios y una Federación de Trabajadores Agrícolas del Litoral y más adelante una Federación Nacional Campesina, pero que deben formar parte de la CTE. En esta forma convertimos a la CTE, hasta por definición estatutaria, en un órgano de alianza obrero-campesina; aún más, en un órgano de la alianza de todos los sectores trabajadores del Frente de Liberación Nacional, porque allí tienen cabida también los empleados y artesanos. Esa es la concepción con la que trazamos los Estatutos de la CTE en el año 1944 y tenemos que aplicar ese criterio en las Federaciones Provinciales de todo el país, que tienen que agrupar también en su seno a obreros y campesinos. Escapa de estas consideraciones un problema muy importante que existe en el Ecuador. Se trata del problema nacional indio. El camarada Stalin decía que todo problema nacional es virtualmente un problema campesino. Pero esta cuestión presenta aspectos especiales que no encajan en estas notas sobre la alianza obrero-campesina. PROPAGANDA Y AGITACIÓN, ARMAS DE LA ALIANZA Al lado de la organización debemos tener presente la propaganda. De nada nos valdrá tener ideas claras sobre los problemas si no las hacemos llegar a las masas. Hay que llevar al campesinado la explicación del contenido de la revolución y de la actitud de la clase obrera y de su Partido, hacer que el campesino lo comprenda. Tenemos que convertir al Partido en un propagandista en el campo, llegar al campesino con su propio lenguaje, con su propio idioma, para entendernos con ellos, para llevarles el mensaje de fe, de libertad, de independencia que es el Programa del Partido.
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Marx decía que cuando las ideas entran en las masas se convierten en una fuerza material. Tenemos que realizar esta tarea, hacer que las ideas de nuestro Programa entren en el alma del campesino ecuatoriano, porque eso las transforma en una fuerza actuante formidable. Viceversa, tenemos que ir a la clase obrera a explicarles la necesidad de la alianza obrero-campesina. Muchas veces no lo hacemos; abandonamos la propaganda y la explicación sistemática de estos problemas en los sindicatos. Tenemos que reaccionar e ir a ellos para exponer estas cuestiones y hacer comprender a la clase obrera que no puede alcanzar su liberación si no hace alianza con el campesino. Por eso necesitamos desplegar la acción propagandística, examinar la perspectiva, examinar la marcha posible del proceso revolucionario en el Ecuador, hacerle ver a la masa obrera y a la masa campesina la posible marcha de la revolución ecuatoriana. EL PARTIDO, EJE Y CONDUCTOR DE LA ALIANZA Ese es el camino de la alianza obrero-campesina. Pero el pilote sobre el cual gira toda nuestra acción, sin lo cual no hay alianza obrero-campesina posible ni hay revolución posible, es el Partido Comunista del Ecuador. Si no tenemos un Partido Comunista profundamente enraizado en las masas de la ciudad y del campo, ideológicamente armado para el combate revolucionario y para la creación del Frente de Liberación y de la Alianza Obrero-Campesina, no habrá revolución en el Ecuador. De allí la necesidad de poner todo empeño en la acción del Partido. En su acción programática; detallar el Programa del Partido, en relación con cada uno de sus aspectos; examinar el problema de la reforma agraria, región por región, zona por zona, hasta llegar a concretar las bases de esa Reforma; examinar a fondo las reivindicaciones campesinas de cada región y de cada zona, ya que son distintas de una región a otra. El Partido no puede tener en su programa sino formulaciones generales, pero en cada sitio necesitamos concretar esas formulaciones. Es preciso discutir estos problemas ahora, en la preparación del VII Congreso del Partido, cuya discusión preparatoria está abierta.
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En el frente de lucha y solidaridad tenemos que poner al Partido a la cabeza. Si el Partido no impulsa la lucha campesina y la acción de solidaridad nadie lo hará. Igualmente, en la acción propagandística. La prensa del Partido tiene que dar mayor cabida a las cuestiones campesinas y tenemos que crear una prensa campesina, volver a editar “Ñucanchic Allpa”, “El Montuvio” convertirlos en dos órganos regionales de propaganda para plantear los problemas del Movimiento Campesino y la salida revolucionaria de la situación ecuatoriana. En la acción organizativa, en el trabajo permanente de organización de las distintas capas del trabajador agrícola, es donde tenemos que poner mayor empeño. El camarada Mao Tse-tung decía que había que ir al campo, que había que vivir con el campesino, comer con el campesino, sufrir con el campesino y gozar con el campesino. Los únicos que podemos hacerlo somos los comunistas. El trabajo es duro, pero es un trabajo básico de la revolución en el Ecuador. Es el trabajo de llevar al campesino la ideología de la clase obrera, de llevar al campesino por el camino de la alianza obrero-campesina, de crear la organización campesina, atendiendo la organización de todas las capas del trabajador agrícola. Esto tiene que ser trabajo de todo el Partido, no solo de determinado conjunto de camaradas. Naturalmente necesitamos crear cuadros dedicados al trabajo campesino, dictar cursos especiales, establecer escuelas especiales para realizar el trabajo en el campo. Pero al mismo tiempo todas las organizaciones del Partido, las organizaciones de base, los Comités de Zona, los Comités Provinciales, tienen que emprender en el trabajo campesino. A veces se objeta que las células de la ciudad no pueden realizar trabajo campesino. Ese trabajo es posible no solo en el aspecto ideológico sino también en el aspecto práctico. El Partido Comunista de Chile tiene una experiencia muy valiosa en este terreno. Cada organismo del Partido Chileno en la ciudad “apadrina” una organización campesina; va a visitarla sistemáticamente; lleva allí la propaganda del Partido; van las mujeres del Partido a aconsejar a las camaradas campesinas inclusive la forma de cocinar, de vivir, de atender a los niños; van los jóvenes a organizar a los jóvenes campesinos, a hacer deporte con ellos. ¿Por qué no podemos realizar nosotros una cosa parecida? Ya lo iniciamos una vez, pero lo hemos abandonado. En esa forma llevamos al campesino nuestro punto de vista y a la vez aprendemos de él cómo vive, cómo lucha y por qué lucha.
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La dificultad estriba en que nosotros miramos el trabajo campesino como un trabajo de “especialistas” en el Partido. Enviamos a ese trabajo a unos cuantos cuadros y nada más. El trabajo campesino, repetimos, es trabajo de todo el Partido. Para impulsarlo es necesario que la Sección de Organización del Comité Central elabore un plan concreto. Por último, tenemos que organizar el Partido en el campo; crear una red de células campesinas. Hay problemas especiales en el funcionamiento de las células campesinas. La creación y trabajo de una célula campesina es un poco complicado. Es sencillo en las grandes haciendas. No existe dificultad en hacer células en las grandes haciendas, donde los asalariados agrícolas están agrupados. Pero es complicado hacer células en las zonas auténticamente campesinas, por la dispersión del campesino. A veces una casa campesina dista de otra, diez y más kilómetros. Eso plantea problemas especiales que necesitamos resolver. La experiencia de la zona de Milagro es valiosa. Aprovechamos determinados días de la semana, inclusive fiestas para hacer la reunión de la célula. Tenemos también que examinar la posibilidad de organizar un fuerte Secretariado de célula, que trabaje permanentemente y que haya sesiones quincenales o mensuales de la Asamblea General de la célula, ya que no se puede obligar a los campesinos a recorrer grandes distancias cada semana, en especial en invierno. Lo que si podemos hacer es realizar la Asamblea General cada quince o treinta días y mantener el funcionamiento constante del Secretariado. En el Movimiento Indígena hemos incurrido en el gravísimo error de no crear células dentro de él. Esto nos pone a merced del “cabecilla”. En muchas ocasiones operamos en el Movimiento Indígena a través del “cabecilla”. Generalmente el “cabecilla” es el elemento más radical; pero, puede ocurrir y ya ha sucedido, que el “cabecilla” se va para el otro lado y aún llega a convertirse en un elemento explotador de los indios. Estamos en vías de superación de este defecto. No debemos abandonar al “cabecilla”, que es generalmente, como hemos dicho, el más capaz y el hombre de confianza de los indios. Pero el trabajo no puede hacerse exclusivamente a través de él, tiene que girar sobre la base de las masas, formando células del Partido. Es preciso encontrar la forma de superar las dificultades, pero no se puede abandonar el trabajo de creación de células en el campo. Esas son las correas de trasmisión de nuestra ideología y de nuestra acción. A veces los camaradas se asustan porque hay sectores campesinos que piden en masa su ingreso al Partido y reclaman el carnet de él. Este problema
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ha sido discutido por el Ejecutivo del Comité Central y hemos llegado a la conclusión de que no hay que vacilar: si la gente quiere el carnet del Partido, hay que considerarlos como tales y darles el carnet, ya que se trata de elementos trabajadores y honrados, sin perjuicio de que escojamos los más capaces, los más firmes y organicemos con ellos el comando de esas células tan numerosas. ¿Por qué damos ese carnet? Porque así vinculamos al hombre al Partido, lo incitamos a seguir la orientación del Partido, a estudiar la ideología del Partido, porque en esas condiciones el hombre se siente responsable y va a ser un luchador revolucionario. Naturalmente esto implica la realización inmediata de un trabajo de educación política y de superación de todos esos nuevos miembros, mediante métodos especiales. Allí están las bases de la alianza obrero-campesina. Es una alianza hecha para la revolución; hecha en el proceso revolucionario; hecha a través de la lucha sobre la base de un programa revolucionario; sobre la base del combate diario; sobre la base de la solidaridad; sobre la base de la organización de masas y dirigida por el Partido Comunista, el Partido de la clase obrera, que es el que va a llevar, a la cabeza de la alianza obrero-campesina, la revolución hasta el final. Guayaquil, septiembre 17 de 1961
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