El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte
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El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte KarlMarx (traducido del alemán por primera vez en México)

Prólogo y traducción: David Álvarez Saldaña

Ediciones El Caballito

El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte de Karl Marx

1 a edición: 2013 D.R. ©Ediciones El Caballito Tlazopilli # 7 Nuevo Renacimiento de Axalco Del. Tlalpan, México, D. F. ISBN: 968-5674-12-4

©Traducción del alemán: David Álvarez Saldaña

Todos los derechos reservados. Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización escrita de los titulares del copyright.

Impreso en Creative-Imprexion Manuel M. Flores # 5-B Colonia Obrera México, D. F.

Índice pág.

Prólogo a la edición mexicana.............7 Prólogo de Marx a la 2a edición de 1869... 27 Prólogo de Engels a la 3a edición de 1885.. 31

El dieciocho Brumrio de Luis Bonaparte l.......... ......... 31 11....................46 111................... 62 IV................... 82 V................... 94 VI.......... . ..... 118 VII ................ 142 .

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Prólogo a la edición mexicana Ofrezco al lector, por primera vez en la historia política y cultural m exicana, la traducción completa del escrito de Marx intitulado El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, directamente del idioma alemán. Más aún, mi traducción proviene directamente de la casa editorial heredera natural de la amplísima obra de Marx y Engels: Dietz Verlag y su edición de Karl Marx Friedrich Engels Werke, en 4 1 tomos. Hay que recordar que esta editorial dependía, en la era de la URS S, del Instituto de marxismo- leninismo adscrito al Sozialistische Einheitspartei Deutschlands (Partido Socialista Unificado de Alemania); también, que la organización editorial se hizo en estrecha relación con el Instituto de marxismo- leninismo del Partido Comunista de la extinta Unión Soviética. Esta información es necesaria para aclarar lo siguiente. De todas las publicaciones que se han hecho de la obra del marxismo clásico - en diferentes editoriales, en diferentes idiomas, y hasta por "internet"-, ninguna supera en cuanto a fidelidad, notas aclaratorias e índices de nombres y materias, a la de Dietz Verlag. Esto también atañe al proyecto editorial de la era postsoviética denominada MEGA2. cti Otras traducciones al español de algunos de los escritos de Marx Este proyecto editorial se denomina Marx!Engels Gesamtausgabe2, (Marx!Engels Edición Completa2). Pero está organizado, curiosamente, por una serie de personalidades internacionales que se caracterizan, en general, por considerar al marxismo como un pensamiento acorde con los principios de la sociedad capitalista y de la cultura liberal (moderna y posmoderna) burguesa. La tesis central que impulsa A1EGA2 consiste, por lo tanto, en negar el marxismo en dos formas fundamentales. Primero, lo rechaza como una teoría que explica científicamente los pilares que sostienen a la sociedad capitalista y le pern1iten avanzar. Rechaza, pues, la explotación del trabajo asalariado por parte de la burguesía imperialista, "global'', sistematizada en el conjunto de las relaciones sociales a escala internacional por los llamados Estados democráticos. Segundo, niega la posibilidad real de socializar las fuerzas de producción que animan al modo de producción capitalista y al conjunto de relaciones sociales vinculadas a ellas organizadas por el Estado. Niega, pues, la

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y Engels adolecieron del mismo defecto presentado por la Editorial soviética Progreso, responsable de la traducción al español de las Obras Escogidas de Marx y Engels en los años 1 970: fueron traducciones interpretativas y no l iterales. El p ensamiento de los clásicos, de esta manera, fue presentado en español a través de un velo que permitió, en ocasiones, leerlo con exactitud, pero en la mayoría de las veces, en forma distorsionada, imprecisa y hasta incongruente. Este velo interpuesto por los traductores al idioma español, soviéticos o no, fue tejido alegremente, incluso, hasta de buena fe2. En los párrafos principales del razonamiento de Marx y Engels, frecuentemente, el sentido original de sus ideas fue convertido por los traductores en una especie de anagrama. Los términos y conceptos que expresaban su n ueva teoría social fueron, así, difuminados, anulados o, aún peor, intercambiados por otros. Dichas traducciones, más que acercar el marxismo al lector, impidieron su sana asimilación y comprensión. La obra de los clásicos representa el primer intento de análisis científico de la sociedad capitalista. A más de siglo y medio de haber estrenado al público su propuesta de revolucionar la base económica y social del modo de vida burgués, ésta sigue latiendo en muchas partes del mundo actual. Para apreciar su originalidad, pues, decidí dejar del lado las traducciones impresas o virtuales existentes y limitarme a tomar como fuente única la de ME Werke. De lo anterior se infiere que mi traducción incluye, aparte de la rigurosa y escrupulosa fidelidad a la estructura gramatical del discurso, información nueva nunca antes conoc ida en el idioma español. Pero no me he confinado sólo a la traducción. Aparte de ella, subrayo brevemente en su respectivo Prólogo a la edición construcción revolucionaria de la sociedad socialista-comunista, a la cual considera históricamente derrotada por identificarla absolutamente con el socialismo de tipo soviético. Para mayor información, véase Musto, Marcello, Tras las huellas de un fantasma, Siglo XXI, México, 20 1 1 . 2

Para citar tan sólo un ejemplo, véase y compárese con el escrito original, la traducción de Wenceslao Roces, La ideología alemana, Cid Ediciones, México, s.f., pp. 648.

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mexicana las principales ideas contenidas en el escrito, de cara al debate político dentro o fuera del marxismo. Son modestas herramientas teóricas que ayudan a conocer y comprender directamente la obra de Marx y Engels. De esta manera se evita analizarlos y entenderlos, sobre todo, a partir de los intérpretes variopintos que defienden de mil formas las bases económicas y la cultura de la sociedad capitalista en la era neoliberal, postsoviética, postmoderna, etc. Por estas razones, he intentado elaborar también, por primera vez en nuestro país, una edición crítica de los clásicos. En este sentido, retomo las atinadas notas aclaratorias de las Editoriales Dietz y Progreso. Pero corrijo también muchas de sus imprecisiones o inexactitudes y añado notas nuevas que permiten una mejor comprensión de la lectura. Los motivos generales que me llevaron a iniciar la traducción de Marx y Engels están expuestos, para no repetirlos, en el Prólogo que fue necesario escribir para mi traducción del Manifiesto del Partido Comunista.3 La traducción de la editorial Progreso de El dieciocho Brumario . . . , en general, es i ncorrecta. Tiene infinidad de añadidos inexistentes en el escrito original. Tal es el caso, por ejemplo, del siguiente párrafo: "Por tanto, los intereses de los campesinos no se hallan ya, como bajo Napoleón, en consonancia, sino en contraposición con los intereses de la burguesía, con el capital. Por eso los campesinos encuentran su aliado y j efe natural en el proletariado urbano, que tiene por misión derrocar el orden burgués."4

Obsérvese que la traducción soviética empleó la palabra "misión" para significar A ufgabe, la utilizada por Marx, y cuyo significado es más bien "tarea". En ninguna de sus acepciones 3 Véase el Prólogo a la edición mexicana, en Marx-Engels, Manifiesto del Partido Comunista, Ediciones El Caballito, México, 20 1 0, pp. 7- 1 1 . 4 Véase Marx-Engels, El dieciocho Brumaría de Luis Bonaparte, en Obras Escogidas, v. l., Progreso, Moscú, 1 973, p. 493 . Nuestra traducción del

mismo párrafo está en la p. 1 50 de la presente edición.

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la palabra alemana incluye el significado "misión". Para ello ese idioma cuenta con el término Miss ion. El problema sobreviene al comparar las diferentes semánticas de "tarea" y "misión". La primera nos remite, según el diccionario de la Real Academia Española, a "Obra o trabajo. 11 2. Trabajo que debe hacerse e n tiempo limitado". La segunda nos lleva, en la mayoría de sus acepciones, a una temática religiosa, subjetiva, mística. Todo el debate en tomo a la tarea histórica del proletariado fue interpretado por los simpatizantes del marxismo, pero también por sus críticos, desde principios del siglo pasado, como si se tratara en realidad de una "misión" cargada de sentido religioso, subjetivo. Sería interminable enlistar a los autores que se acogieron a esa interpretación. Sin embargo, para mostrar cómo empieza a volverse ·predominante, basta citar al "padre del revisionismo", a Eduard Bemstein. En 1 899 ya era famoso por cuestionar la interpretación científica del marxismo. Para él, éste era una mera ideología y su propuesta socialista también. Después de decir en su más conocido libro que toda misión, "teoría o esbozos socialistas" constituyen construcciones "ideológicas"; que "las ideas pueden descansar. . . en impulsos muy bajos o muy elevados, en móviles alejados del interés personal, tener como fundamento relaciones imaginarias o reales . . . ", concluye diciendo que "la concepción socialista de Estado", medio para realizar la misión del proletariado, es sólo un conjunto de ideas "ideológicamente coloreadas por necesidad".5 La estafeta lanzada por Bernstein fue recogida con enjundia por varios autores de la época, entre los que destacó W eber. En 1 9 1 9 dijo que el proyecto socialista sólo era una religión más : "El desarrollo de todas las religiones del mundo se apoya sobre la base de que la verdad es lo contrario de lo que dicha tesis sostiene." En este sentido, la lucha contra el capitalismo sólo significaba la imposición violenta de una nueva religión encamada en misioneros salvadores del mundo sobre el resto de la sociedad: 5 Bemstein, Eduard, Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, Siglo XXI, México, 1 982, pp 8 1 -83.

Prólogo a la edición mexicana

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"(no nos engañemos, la interpretación materialista de la historia no es tampoco un carruaje que se toma y se deja a capricho, y no se detiene ante los autores de la revolución), sino que, sobre todo, tras la revolución emocional, se impone nuevamente la cotidianeidad tradicional: los héroes de la fe y la fe misma desaparecen o, lo que es más eficaz aún, se transforman en parte constitutiva de la fraseología de los pícaros . . . "6 Max Adler, consideró también en 1 922 la "teoría política marxista", palanca de la misión del proletariado, como un campo de acción subordinado a una "teoría sociológica", la cual "trata únicamente de hacer consciente todo el proceso histórico, que en su forma voluntarista y valorativa, en sus ' principios espirituales ' , no sólo queda intacto, sino que está comprendido e n ellos . . . "7 Un autor más explícito, en cuanto al origen subj etivo, místico, de la misión del proletariado fue Lukács. Un año después de la publicación del libro de Adler, en 1 923, en un célebre libro que llamó mucho la atención a lo largo cuatro generaciones, dijo que la herramienta para realizar este destino era el partido político, por "serportador de la conciencia de clase delproletariado, conciencia de su misión histórica."8 Sólo que esta conciencia en realidad era un nicho separado y elevado de lo que Marx conceptualiza como formación social: "Así pues, la esencia del marxismo científico consiste en el conocimiento de la independencia de las fuerza realmente motoras de la historia respecto de la conciencia (sicológica) que tengan de ellas los hombres."9 Las puertas a la imaginación quedaban abiertas para una conciencia que exigía sólo "su verdad" respecto a "la independencia de las fuerza realmente motoras de la historia": "Lo que importa, pues, es la cuestión de hasta qué punto la clase de que se trate 6

Weber, Max, El político y el cient{fico, Alianza, España, ( 1 967), 4a edi. 1 975, pp. 1 67 y 1 73 , respectivamente. 7 Adler, Max, La concepción del estado en el marxismo, Siglo XXI, México, 1 982, p. 89. 8 Lukács, Georg,Historiayconcienciadeclase, Grijalbo,México, 1 969 ,p. 45 . 9 lb. , p. 50.

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realiza las acciones que le impone la historia ' consciente' o ' inconscientemente' , con conciencia 'verdadera' o con conciencia ' falsa'."1 º 90 años después de asumir por tirios y troyanos que la misión del proletariado tiene un contenido a fin de cuentas escatológico, Paramio, vocero de las "nuevas izquierdas" y de la "utopía hecha pedazos'', no s dice que "se ha generalizado el sentimiento entre los autores progresistas no demasiado encorsetados por la ortodoxia, de que ni el proletariado es un agente revolucionario en el sentido literal del término, ni tampoco los agentes sociales que apuestan por el cambio presentan muchas muestras de conveger obj etivamente con el proletariado El ejemplo más conocido es el feminismo."11 ¡ Viva los nuevos sujetos sociales ! , concluye. No es cierto que había en la sociedad, en consecuencia, sólo una misión, la del proletariado. Había y hay un sinfín, según el "sujeto social" o "actor social" que la proclame como tal. Además, como dice este autor, representante de los más acerbos críticos del marxismo de fines del siglo pasado, no todas las misiones se encaminan a revolucionar el capitalismo. El objetivo del "proletariado urbano, cuya tarea es el derrocamiento del orden burgués'', como dice en su escrito Marx, no tiene nada que ver, pues, con esa supuesta "misión". La suposición de que el proletariado tiene una "misión" concede gratuitamente la razón al antimarxismo en general. Pasando a otro aspecto, todo el mundo sabe que El dieciocho Brumario . . fue uno de los pocos trabaj os escritos, publicados, corregidos y reeditados por Marx, relativos al análisis político. Era necesaria por ello una traducción pulcra. Sobre todo, porque para la fecha en que se publica ME Werke (entre 1 956 y 1 968), ya había pasado tiempo, desde las primeras críticas de Kelsen, referentes a que Marx no había escrito una teoría política ex professo. La supuesta ausencia de una teoría política en el marxismo se .

10 lb., p. 57. 11 Paramio, Ludolfo, La izquierda ante fin de siglo, Siglo XXI, México, 1 988, p. 1 75 .

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convirtió en el siglo pasado en un argumento que mostraba así su determinismo, economicismo, etc., se decía. Sin embargo, temas como los de formación social, modo de producción, relaciones de producción, relaciones sociales, clases sociales, fracciones de clase, fracciones políticas de clase, categorías sociales, castas, intereses de clase, intereses reales de clase, lucha de clases (económicas, filosóficas, religiosas, ideológicas), lucha política de clases, (re)conquista del poder político, revolución social, Estado capitalista, formas de Estado, tipos de Gobierno 12, tipos de regímenes, poder ejecutivo, legislativo, Parlamento, elecciones, Constitución, partidos políticos, coaliciones de partidos, mayoría parlamentaria, aparatos e instituciones del Estado, maquinaria del Estado, burocracia, etc. , son abordados aquí por Marx. Ciertamente El dieciocho Brumario . . . no es una obra política en el sentido sistemático, pero tampoco es solamente una histórico­ descriptiva. Los temas de su contenido estrict amente político apuntados arriba-, desdicen la versión anterior. Era necesario, por tanto, enfatizar no sólo los aspectos políticos de El Dieciocho Brumario . . . , sino los aportes de Marx a la teoría política, a la denominada Ciencia Política, por parte de los editores y traductores de su escrito. Pero esto representó un reto del que quedaron muy lejos de cumplir. Por ejemplo, la Editorial Dietz señaló que "Las tesis fundamentales del materialismo histórico, la teoría de la lucha de clases y de la revolución proletaria, así como la doctrina de la dictadura del proletariado, encuentran en este trabajo, con

12 El reproche de autores como Bobbio, en el sentido de que "en ningún lugar de su inmensa obra aparece algún interés de Marx, por la tipología de las formas de gobierno . . . " es gratuito. Bobbio, La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político, FCE, México, 2002, p. 1 68 . Este autor le exigió a Marx estudiar el bosque político conformándose con mirar los árboles. A Bobbio le gustaba mirar los árboles, a Marx no. El concepto deforma de Estado, y su relación sustantiva con el modo de producción de una formación social capitalista, que explica a su vez los tipos de gobiernos que pueden darse en un período de lucha de clases, fue una problemática teórica que Bobbio nunca entendió.

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base en el análisis de la revolución de 1 848- 1 85 1 en Francia, su ulterior desarrollo."13 Por su parte Editorial Progreso, en la nota que inaugura el trabaj o de Marx, expresó que aquí "cobraron su desarrollo sucesivo todas las tesis fundamentales del materialismo histórico: la teoría de la lucha de clases y la revolución proletaria; la doctrina del Estado y la dictadura del proletariado." 14 Cabe comentar que, literalmente hablando, en el escrito de Marx sólo se habla del segundo punto. Tampoco se habla del "materialismo histórico". Es palmario que para 1 962 las propuestas y aportes de Marx al análisis político en las sociedades capitalistas seguían sin descubrirse por sus representantes oficiales. La asimilación de las tesis de El dieciocho Brumario . por parte de los comunistas no soviéticos por aquellos años andaba por el estilo. Fue hasta 1 968 que Nicos Poulantzas captura y sistematiza como nadie en su tiempo los análisis de este escrito de Marx.15 No es nuestro interés aquí comentar la obra de Poulantzas, su libro antes citado o i nterpretar El dieciocho Brumario según este autor. Lo que quiero hacer aquí son dos cosas sencillas: entresacar las tesis y aportes de Marx rescatados por Poulantzas relativas a la relación sistemática entre el modo de producción de una formación capitalista y la forma de Estado cristalizada en el periodo analizado por Marx. En segundo lugar, rastrear esta misma relación sistemática en este escrito de Marx, aspecto que no realizó Poulantzas. Antes de comentar brevemente los aspectos antes mencionados, hago un paréntesis aclaratorio. Así como planteo el asunto, en el sentido de que la publicación del escrito de Marx en ME Werke no puntualizó atinadamente sus aportes, parecería que digo que fue redactado en una especie de jeroglíficos, y que Poulantzas fue su Champollion. Nada de eso. . .

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Véase Karl Marx/Friedrich Engels Werke, Dietz Verlag, v. 8, 1 962, Berlin/RDD, nota 58, pp. 6 1 7-6 1 8. 14 Marx-Engels, Obras Escogidas, op. cit., nota 209, p. 572. 15 Poulantzas, N., Poder poi. y clases sociales en el estado capitalista., Siglo XXI, México, 1 3ª edi., 1 976.

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Marx en su Prólogo a la segunda edición señala que el error de dos autores importantes de su época, Víctor Hugo y Proudhon, que escribieron sobre el mismo tema, fue encomiar "la acción de fuerza de un solo individuo" , o realizar "una apología histórica del héroe del golpe de Estado" 16. "Yo, por el contrario, demuestro cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las condiciones que posibilitaron a un personaj e mediocre y grotesco representar el papel de héroe." Esta aclaración de ninguna manera se sustenta en una base de contenido "sociológica" . Se enmarca en estudios históricos anteriores cuya sistematización le han permitido acuñar, junto con Engels, conceptos como el de formación social, modo de producción, relaciones de producción y otros : la lucha de clases, dice Marx en su Prólogo, se desarrolla en "condiciones materiales, económicas" modernas, determinadas. Por su parte, Engels en su Prólogo a la tercera edición aprecia con más detalle, y explica mejor, lo mismo señalado por Marx. El escrito representa "una exposición corta, epigramática, que explicaba todo el camino de la historia de Francia desde las jornadas de febrero en su relación interna; que diluía el milagro del 2 de diciembre a un resultado necesariamente natural . . "17 Esta "relación interna'', en su aspecto principal, enlazaba la lucha de clases al modo de producción encarnado por ellas en terrenos particulares como el político, filosófico, ideológico: "Digamos que Marx había descubierto en primer lugar la gran ley del movimiento de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas, si ocurren en el terreno político, en el religioso, en el filosófico o, por lo demás, ideológico, en realidad son sólo la expresión más o menos clara de luchas de clases sociales, y que la existencia, y con ella también las colisiones de estas clases, están condicionadas, a su vez, por el grado de desarrollo de su situación .

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Véase esta cita y las siguientes del Prólogo de Marx en las, pp. 26-28 de la presente edición. 17 Véase esta cita y las siguientes del Prólogo de Engels en las pp. 30-3 1 de la presente edición.

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económica, por el carácter y el modo de su producción y de su intercamb io condicionados de esa manera." Pero la relación de esos dos extremos - la formación social con su modo de producción y la lucha política de c lases- no es sencilla o unívoca. En medio de ellos se expresa una relación más complej a, relativa a la forma que los tópicos de El dieciocho Brumario . . . , arriba señalados, van tomando. Ese conjunto de relaciones en la trama de la lucha de clases al interior de una formación social con un modo de producción particular, y su explicación a través de conceptos inexistentes en el arsenal de la teoría política de su tiempo, es lo que caracteriza el escrito de Marx. El aporte de Marx es tan relevante y trascendente para Engels, que éste le otorga el título de ley, "la gran ley del movimiento de la historia" , dice. Esta ley representa un hito en la historia del pensamiento político y social, porque "Esta comprensión eminente de la historia diaria, este claro descubrimiento de los sucesos en el lugar donde ocurr en es, en realidad, sin precedentes." La relación entre conceptos concretos y realidad concreta Engels la plasma notablemente de la siguiente manera: en la historia de la Segunda República francesa Marx "ha realizado la prueba de su ley, y hasta después de treinta y tres años, tenemos que decir que la prueba arroja un resultado brillante." Con lo anterior queda absolutamente claro que Marx y Engels destacaron el aspecto central del escrito. Fueron los primeros en ponderar su calidad. Ésta reunía dos propiedades inéditas hasta entonces. Una, ubicaba la historia política de un país como expresión de las luchas de clases por la conquista del Estado. Lucha que rebasaba el ámbito político y se expresaba, como dice Engels, también en otros, como el religioso, filosófico, ideológico, al interior de una formación social particular. La otra propiedad del método de Marx explicaba las luchas de clases con herramientas teóricas creadas a partir de la historia concreta de la relación entre ellas y el modo de producción de esa formación social particular. Adelantamos que la síntesis expresada por Marx y Engels de El dieciocho Brumario . . no se perfila hacia la rígida interpretación .

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economicista o determinista adjudicada por ciertos marxistas o por sus críticos. Esta interpretación de la historia, que prevaleció en el siglo pasado, no fue invención de Marx. El grado de complej idad que alcanza sus análisis sobre esa "relación interna" es tan alto, que demuestra cómo el peor momento de la crisis política interclasista francesa se presenta en un año de bonanza económica. 18 El escrito de Marx es un ejemplo de cómo diferentes relaciones de clase (económicas, políticas, filosóficas, culturales, etc.) provenientes de diferentes modos de producción expresan, en su combinación histórica, también diferentes matices, según el nivel alcanzado por la lucha interclasista. Fenómenos políticos como el bonapartismo o la república parlamentaria de extracción monárquica son claros ejemplos de la historia política que Marx analiza a través de la relación de elementos teóricos diseñados por él. El conocimiento de los acontecimientos histórico-políticos de esta manera, como lo fue el golpe de Estado bonapartista, en comparación con otras versiones del mismo como las de Víctor Hugo y Proudhon, arroja considerablemente más luz. Ahora puede verse mejor que Poulantzas no explica a Marx, sino que, al contrario, que Marx explica el desarrollo conceptual de Poulantzas. Éste sistematiza los elementos teóricos que en su presentación practica o histórica ya contiene el escrito de Marx, entre otros trabajos suyos. A este momento quería precisamente llegar, es decir, a la formidable explicación conceptual que Poulantzas efectúa de los elementos no precisamente "descriptivos", que él consideró así, contenía la obra política de Marx. Resulta sintomático que este autor diga de El dieciocho Brumario . . . ( entre otros escritos de Marrx, Engels, Lenin y Gramsci) que "no trataron específicamente, en el nivel de la sistematicidad teórica, la región de lo político. En otras palabras, entregados al ejercicio directo de su propia práctica política, no hicieron explícitamente la teoría, en el sentido estricto de la palabra."19 Hablando particularmente del escrito de Marx dice más o menos lo mismo, pues contiene, 18 Véase p. 1 3 1 de la presente edcición. 19 Poulantzas, N., op. cit., p. 1 2.

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"en efecto, hasta los conceptos más abstractos, pero ya en el 'estado práctico', es decir, en una forma que no está teóricamente elaborada . . ."2º En este sentido, el escrito de Marx contiene, aunque desde luego no en forma sistematizada, los elementos teóricos sin los cuales no puede elaborarse una teoría política marxista. Esto es lo que le faltó reconocer a Poulantzas en su libro referido. Y esto es precisamente lo que queremos poner de relieve aquí: la gran importancia de El dieciocho Brumario. . . al interior de la teoría política marxista en particular y de la teoría política en general . Nuestro énfasis al valor teórico del escrito de Marx es similar al que le puso Lenin en su obra El Estado y la revolución. É l lo consideró indispensable porque i lustraba los pasos a seguir en la construcción del Estado socialista, sobre todo en lo referente a la destrucción de la máquina del Estado capitalista. Lenin no hace un análisis exhaustivo del escrito de Marx, no era su propósito, pero percibe los elementos innovadores que contiene en las tareas por venir del Estado socialista, descubiertos por Marx más de 60 años antes. Traemos a colación a Lenin, porque él creyó que era más necesario "restaurar la verdadera doctrina de Marx sobre el Estado"21, que sólo sistematizarlo. Con miras, no obstante, a una mej or conceptual ización de las tesis del escrito comentado, pero a partir de los elementos teóricos plasmados por Marx allí, pasemos a señalar éstas. El concepto más amplio en el cual se tiene que ubicar a la lucha de clases es el de formación social. Una sociedad nueva no aparece de la nada. Proviene siempre de una anterior que le hereda hasta cierto punto parte de su modo de producción, de sus clases, de sus instituciones, de su cultura, de su Estado, etc. Cuando el nuevo modo de producción comienza a predominar en la nueva sociedad, el antiguo comienza a desaparecer irremediablemente. Este periodo de transición entre 20 lb., pp. 1 5- 1 6. 21 Lenin, V., El Estado y la revolución, Ediciones El Caballito, México, 2002, p. 1 5 .

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dos formaciones, una feudal y otra capitalista, en la historia de Francia, Marx lo describe así : "Una vez producida la nueva formación social, desaparecieron los colosos antediluvianos, y con e llos el romanismo resucitado otra vez: los Brutos, los Gracos, los Publícolas, los tribunos, los senadores y el mismo César. La sociedad burguesa en su sobria realidad, se había engendrado sus v erdaderos intérpretes y voceros en los Say, los Cousin, los Royer­ Collard, los Benj amín Constant y los Guizot. . ." 22 El siguiente par de conceptos es el de modo de producción y e l de clase social. En el capitalismo, el modo de producción se caracteriza porque la producción para el comercio se privilegia. La actividad económica de las clases sociales principales de una sociedad burguesa muestra esta característica. Son clases que vehiculizan las relaciones comerciales del modo de producción capitalista. En comparación con las clases feudales, en donde el modo de producción se caracteriza por presentar una economía natural y relaciones sociales serviles, el capitalista se diferencia por la comercialización de su economía. Estas características son las que Marx menciona en su escrito. En la Francia que analiza, hay una clase social hasta cierto punto al margen de esta comercialización. Son los campesinos parcelarios. Su relación con el modo de producción define su actividad económica de por v ida. Marx lo dice así: "Los campesinos parcelarios forman una masa inmensa, cuyos integrantes viven en la misma situación, pero sin entrar en relaciones diversas unos con otros. Su modo de producción los aísla a unos de otros, en vez de ocasionar comercio mutuo en ellos . . . Su campo de producción, la parcela, no admite en su cultivo ninguna división del trabajo, ninguna aplicación de la ciencia; por tanto, ninguna diversidad de desarrollo, ninguna variedad de talentos, ni riqueza de relaciones sociales." 23 Pero la relación de una clase social respecto a su formación social y su modo de producción no define sólo su actividad e conómica, sino también sus otras actividades o "relaciones 22

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Véase las pp. 34-35 de la presente edición. lb., p. 1 47.

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sociales" . Las clases sociales en este sentido no actúan según las puras ideas de sus dirigentes o representantes. Actúan sól o de acuerdo a los intereses materiales que tienen en ese modo de producción, transpuestos, junto con otros elementos ideológicos, en las ideas de sus dirigentes o representantes, como Marx lo señala en su escrito. Por ejemplo, dicha relación puede impedir a una clase organizarse como tal, tener intereses materiales de clase, y defenderse políticamente como clase. Esto mismo sucedió con los campesinos parcelarios. La relación de una clase social según el modo de producción de una formación social tiene efecto s, como se aprecia, en el conjunto de las relaciones sociales. La tesis de Marx es la siguiente: " . . . millones de familias viven bajo condiciones económicas de existencia que las separan en su modo de vivir, sus intereses y su educación de las condiciones de las otras clases y las enfrenta hostilmente, forman ellas una clase. En tanto exista entre los campesinos parcelarios una relación sólo local, en tanto esta misma no genere . . . ninguna unión nacional y ninguna organización política, no forman una clase. De ahí que sean incapaces de hacer válido su interés de clase en nombre propio, sea por medio de un parlamento, sea por medio de una Convención . No pueden representarse, sino que tienen que ser representados."24 La relación entre clase social y modo de producción no es privativa de los campesinos. Es una propiedad también de las dos clases principales de la sociedad capitalista: burgueses y proletarios. Para el caso francés, la existencia de la burguesía según su modo de producción Marx la comenta así: " . . . esta masa de burgueses era realista. Una parte de ella misma, los grandes propietarios de tierras , había dominado bajo la Restauración y era, por tanto, legitimista . La otra, los aristócratas financieros y los grandes industriales, hab ía dominado baj o la monarquía de Julio y era, por tanto, orleanista."25 Las dos monarquías, con todo y sus reyes, representaban simplemente, en el conjunto de las relaciones sociales, pero sobre todo en el terreno económico y político, intereses materiales 24 lb., p. 147-1 48. 25 lb., p. 57 .

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asignados por su modo de producción. No eran, en ese momento de la historia de Francia, dos monarquías o intereses económicos surg idos de modos de producción diferentes, uno feudal, el otro c apitalista. Representaban fracciones de una misma clase social, de la burguesía. Eran, por tanto, "los dos grandes intereses en qu e se divide la burguesía -la propiedad del suelo y el capital-. . . H ab lamos de dos intereses de la burg uesía, pues la g ran propiedad de l suelo, pese a su coquetería feudal y a su orgullo de casta, e staba completamente aburguesada por el desarrollo de la sociedad m o de rna. "26 E l sig uiente concepto eleva el nivel de análisis político en el e sc rito de Marx : laforma de Estado. Se trata de un concepto que no r e c ibió la debida atención en la historia del marxismo. El dieciocho Brumario . . . suele citarse para aludir al lumpemproletariado, a la " sociedad del 1 O de diciembre", al campesino parcelario, a la bur ocracia, al llamado bonapartismo, al cesarismo, etc., pero no al c onc epto de forma de Estado. Fue tanta la negligencia que se tuvo c on él, que la Editorial Progreso, en casi todas las veces donde M arx lo empleó, lo tradujo como "forma de gobierno".27 Esto r epre sentó un craso error, porque el análisis estructural que hace Marx de la lucha política de clases, se desvirtúo por uno de tipo jur ídico-político. De esta manera, uno de los principales aportes de M arx a la teoría política se deformó. Si la lucha de clases es el motor de la historia en las sociedades div ididas en clases, ello significa que una de ellas tenga que imponer a través del Estado sus intereses generales de clase (económicos, filosóficos, políticos, etc.), seg ún su modo de producción, al c onj unto de las otras clases sociales. En el escrito de Marx se describe cómo las dos fracciones de clase burguesas en pug na, leg itimistas y orleanistas, terratenientes y burguesía financiera e in dustrial, encuentran la solución política idónea para ejercer su dom inación en el conjunto de las relaciones sociales y sobre el c onjunto de las otras clases. Esta solución permitía imponer sus 6 2

lb., p. 68.

27y·ease Marx-Engels, ObrasEscogidas, v. I, op. cit. , pp. 424, 469,476,478.

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intereses materiales, según su modo de producción, al conj unto social. Evitaba a la vez su destrucción mutua debido a la lucha por el poder político, por la conquista del Estado con predominio de una dinastía real. Sobre todo, impedía la participación revolucionaria del proletariado y el riesgo mayor de destrucción de la sociedad capitalista. Con el concepto de forma de Estado Marx va a descubrir por qué, históricamente hablando, la clase burguesa no puede presidir la dirección de su propio Estado-de-clase; por qué, incluso bajo el régimen imperial bonapartista, prefiere reproducir sus generales intereses materiales de clase al margen de esa institución política de clase: "La república parlamentaria era más que el campo neutral en el que podían habitar emancipadas las dos fracciones de la burguesía francesa - legitimistas y orleanistas- , la gran propiedad territorial y la industria. Era la condición imprescindible de su dominación común, la única forma de Estado [Staatsform] en la que se sometía su interés general de clase al mismo tiempo que las pretensiones de sus fracciones particulares como las de todas las otras clases de la sociedad"28 La incapacidad política de la burguesía para conquistar el Estado Marx la señala a lo largo del periodo histórico de lucha de clases que va de 1848 a 1851 . Es una incapacidad flagrante que va describiendo a lo largo de los diferentes puntos álgidos que alcanza la lucha entre Bonaparte y el Partido del Orden. Es una cronología mortuoria de crisis política reflejada por la burguesa, que la conclusión a la que llega Marx estaba ya incubada desde el inicio del desenlace: " . . . el Partido del Orden muestra que la burguesía ha perdido el oficio para la dominación".29 Tiene que añadirse a esto que, la conclusión a la que l legó Marx no fue personal, es decir, deducida por él solo en su escrito. Fue un fenómeno político que registró y documentó, como demuestra en su obra, "toda Europa", pero que sólo supo descifrar él. Es decir, se trató de una crisis política a la vista de todos, pero que solamente 28 Véase las pp. 1 1 9- 1 20 de la presente edición. 29 lb., p. 1 1 1 .

Prólogo a la edición mexicana

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_ pudo desentrañar Marx. La renuncia de la burguesía a la conquista del Estado " . . . probó que el Partido del Orden no sólo había perdido el ministerio, no sólo el ejército, sino, en los conflictos con B onaparte, también su mayoría parlamentaria independiente; probó que un tropel de representantes había desertado de su campamento por el fanatismo de conciliación, por miedo ante la lucha, por agotamiento, por consideraciones familiares de parentesco hacia los sueldos del Estado, por la especulación reciente sobre las v acantes a puestos de ministros (Odilon Barrot), por ese egoísmo v ulgar con el cual el burgués común siempre se ha inclinado a sacrificar el interés total de su clase a este o ese motivo privado."30 La cita anterior escala aún más alto el análisis político, incrementa el grado de complej idad del aporte de Marx. Teóricamente hablando, descubre la función principal del Estado­ de- clase, que no es la de ser simplemente el instrumento o j uguete de las clases dominantes o de sus fracciones. Con el concepto de forma de Estado Marx descubre que la tarea del Estado-de-clase, aunque no esté dirigido directamente por la burguesía, consiste en cohesionar el conj unto de elementos que integran el modo de producción (economía, política, ideología, literatura, educación, moral, cultura, etc.) de una formación social. Descubre con ello que la estructura económica de una sociedad no puede realizar la dominación política de la burguesía, sino que esta tarea está asignada, confonne a los elementos que integran el modo de producción capitalista, al Estado-de-clase. Por tanto, descubre que el Estado no es un reflejo ni una institución determinada absolutamente por la economía, sino que funciona hasta cierto punto independizado de ella. La causa de que el Estado como n iv el superestructura! funcione hasta cierto punto al margen de la estructura económica se acaba de mencionar en la cita anterior: "por ese egoísmo v ulgar con el cual el burgués común siempre se ha inclinado a sacrificar el interés total de su clase a este o ese motivo privado." Es decir, a La burguesía Le conv iene proteger y reproducir sus intereses principalmente económicos, el capital y sus 30

Ib., p. 1 1 3 .

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David Álvarez

representaciones. Este atributo del modo de producción capitalista permite conceptualizar, pues, lo que denomina Poulantzas como "autonomía relativa del Estado" . Finalmente, y para sorpresa del lector acostumbrado a concluir la lectura de los dramas históricos con los actos de los personajes involucrados, Marx explica el drama del bonapartismo francés, su forma de Estado, más allá de las acciones de sus engendros y héroes. Descrito mediante un lenguaje pletórico de recursos literarios, pero subordinado siempre a la estructura de su nuevo método de análisis histórico, Marx remata su pintura con motivos que ni los personajes involucrados, ni los contemporáneos al mismo, pudieron percibir. La razón que explicaba la convulsión política de Francia y el reacomodo de las clases dominantes en el poder no se circunscribía a un problema sólo político, a la definición de unaforma de Estado. La causa principal que la propició provenía allende de Francia, de Inglaterra y particularmente de la "crisis general de comercio"31 que asolaba en esos años al Viejo Continente. De nueva cuenta los extremos de la relación necesaria en el método de Marx, como señaló Engels, es decir, la formación social capitalista francesa­ europea (y su modo de producción predominante), se fundían en la únicaforma de Estado que en la Francia bonapartista podía existir.

Tlalpan, D. F., 5 de enero de 2013

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David Álvarez Saldaña,

La crisis comercial la comenta Marx en las pp. 3 1 -33 de la presente edición.

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Prólogo de Karl Marx a la segunda edición de

18691

Mi amigo Joseph W eydemeyer2, prematuramente difunto, tuvo la intención de publicar en Nueva York, a partir del 1 de enero de 1852, una revista política semanal. Me invitó a entregar para la misma la historia del Coup d'état3. De ahí que le escribiera semanalmente, hasta mediados de febrero, un artículo baj o el título de El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Entre tanto, el plan inicial de W eydemeyer fracasó. En cambio, publicó en la primavera de 1852 una revista mensual: La Revolución4, cuyo 1 Fuente: Karl Marx/Friedrich Engels Werke, Dietz Verlag, v. 1 6, 1 962, Berlin/RDD, pp. 358-360. Las notas incluidas a partir de aquí, reproducen, de acuerdo a un criterio de pluralidad, tanto las de ME Werke como las de Editorial Progreso. Para diferenciarlas, indico su origen al principio de la nota con las iniciales: (W), (P), respectivamente. Hay lugares en el texto de Marx en los que coinciden las notas de ambas publicaciones. Aunque gramaticalmente el texto de las notas de Progreso no es idéntico a las de Werke, cuando llegan a coincidir, incorporo sólo la de Progreso, indicando no obstante que esa nota aparece también en Werke. Las notas restantes son aclaraciones complementarias mías y no llevan distintivo. A diferencia de las ediciones alemama y soviética, he utilizado una sola numeración para todas las notas, colocándolas al pie de página para una mayor comodidad del lector. El contenido de todos los paréntesis cuadrados incluye palabras que ayudan a la comprención de las ideas en cuestión. En cada caso señalo su origen con la palabra: "Werke" o, cuando el contenido es es mío, con mis siglas: "d. a." 2

Durante la guerra civil de América [Estados Unidos, d. a.], Comandante militar del Distrito de Saint Louis. Nota de Marx. 3 Golpe de Estado, en francés. 4 (W) La Revolución: Revista que fue publicada en 1 852 en Nueva York por Joseph Weydemeyer, un amigo de Marx y de Engels y miembro de la Liga de los Comunistas. Ambos se habían manifestado ya por ser colaboradores de la revista. Sin embargo, Weydemeyer, debido a

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Karl Marx

primer ejemplar comprendió mi Dieciocho Brumario. Algunos cientos de ej emplares salieron en aquel entonces camino hacia Alemania, pero sin llegar realmente al comercio de libros. Un librero alemán que se hacía pasar de muy radical, a quien le ofrecí la distribución, respondió con verdadero horror moral acerca de tal "exigencia anacrónica". Se ve por estos antecedentes que la actual obra se originó bajo la presión inmediata de los acontecimientos, y sus materiales históricos no llegan más allá del mes de febrero de 1 852. Su actual reedición se ha debido, en parte, a la demanda de los libreros, y, en parte, a insistencia de mis amigos en Alemania. De los escritos que trataban, aproximadamente de la misma época al mío, del mismo tema, sólo dos son notables: Napoleón le Petit5 , de Víctor Hugo y Coup d' État6, de Proudhon. Víctor Hugo se limita a una fuerte e ingeniosa invectiva contra el autor del golpe de Estado. Del acontecimiento mismo, aparece en su obra como un rayo del cielo sereno. Él ve en esto sólo la acción de fuerza de un solo individuo. No observa que hace grande a este individuo, en vez de pequeño, al atribuirle un poder personal de iniciativa que no se había encontrado ejemplo en la historia mundial. Por su parte, Proudhon intenta representar el golpe de Estado como resultado de un desarrollo histórico precedente. Sin embargo, entre las manos, la construcción histórica del golpe de Estado se le convierte en una apología histórica del héroe del golpe de Estado. Cae con ello en el error de nuestros así llamados historiadores objetivos. Yo, por el contrario, demuestro cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y las condiciones que posibilitaron a un personaje mediocre y grotesco representar el papel de héroe. Una modificación de la obra actual la hubiera despojado de su tonalidad peculiar. Por eso me he restringido simplemente a la dificultades financieras, sólo pudo publicar dos números de la revista en enero de 1 852. En mayo de ese año, él publicó el El Dieciocho Brumario de Marx en esa revista. 5 Napoleón el Pequeño, publicado en 1 852. 6 Golpe de Estado, en francés.

El dieciocho Brumaría de Luis Bonaparte

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corrección de las erratas y a la supresión de alusiones actualmente ya no comprensibles. La frase final de mi escrito: "Sin embargo, cuando la capa imperial finalmente caiga sobre los hombros de Luis Bonaparte, la estatua de bronce de Napoleón se despeñará desde la cima de la Columna de Vendome", se ha cumplido ya.7 El coronel Charras abrió el ataque al culto de Napoleón en su obra sobre la expedición de 1815. Desde entonces, y particularmente en estos últimos años, la literatura francesa, con las armas de la investigación histórica, de la crítica, de la sátira y de la broma, liqudó a la leyenda napoleónica. Fuera de Francia, se ha considerado poco y se ha comprendido aún menos esta violenta ruptura con la fe tradicional del pueblo, esta extraordinaria revolución espiritual. Finalmente, espero que mi obra contribuirá ahora, particularmente en Alemania a la eliminación, de esa frase escolar común así llamada cesarismo. En esta superficial analogía histórica se olvida lo principal, es decir, que en la antigua Roma, la lucha de clases sólo se actuaba al interior de una minoría privilegiada, entre los ricos libres y los pobres libres, mientras la gran masa productiva de la población, los esclavos, formaban un simple pedestal pasivo para aquellos luchadores. Se olvida la importante sentencia de Sismondi: el proletariado romano vivía a costa de la sociedad; en cambio, la moderna sociedad vive a costa del

7 La Columna de Vendóme fue erigida en 1 806- 1 8 1 O en París en memoria de las victorias de la Francia Napoleónica; se fundió con el bronce de los cañones enemigos y está coronada con una estatua de Napoleón. El 1 6 de mayo de 1 87 1 , según disposición de la Comuna de París, la Columna de Vendóme fue derribada; en 1 875 fue restablecida por la reacción. (W) El 1 6 de mayo de 1 87 1 finalmente fue derribada la Columna de Vendóme según el decreto de la Comuna de París del 1 2 de abril, como "un monumento a la barbarie, un símbolo del poder brutal y de la falsa gloria, una afirmación al militarismo, una negación a los derechos internacionales, una ofensa constante del vencedor a los vencidos"; y también fue derribada la estatua de Napoleón l .

proletariado8. En la diferencia tan completa entre las condiciones materiales, económicas, de la lucha de clases antigua y moderna, sus engendros políticos ya no pueden tener uno con el otro más en común, al igual que el arzobispo de Canterbury con el pontífice Samuel. Karl Marx Londres, 23 de junio de 1869 Según: Karl Marx, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, 2ª edición, Hamburgo, 1 869.

8

(W) (P) J. C. L. Simonde de Sismondi, Études sur l 'économie politique, (Estudios sobre la Economía Política), t. 1, París, 1 837, p. 35.

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Prólogo de Engels a la tercera edición alemana de 18859 Que fuera necesaria una nueva edición del Dieciocho Brumario, treinta y tres años después de la primera publicación, demuestra que esta obra, incluso hoy, aún no ha perdido nada de su valor. Y fue, en realidad, un trabaj o genial. Inmediatamente después del acontecimiento que sorprendió a todo el mundo político como un rayo de temporal por el cielo despejado; que fue condenado por unos con gritos ruidosos de indignación moral y aceptado por otros como salvación de la revolución y como castigo por sus desviaciones, pero mirado por todos con asombro y por nadie comprendido; inmediatamente después de este acontecimiento, se presentó Marx con una exposición corta, epigramática, que explicaba todo el camino de la historia de Francia desde las j ornadas de febrero en su relación interna; que diluía el milagro del 2 de diciembre10 a un resultado necesariamente natural de esta relación y, además, no hacía falta tratar al héroe del golpe de Estado de otra manera, que con el desprecio bien merecido. Y con tal mano maestra fue dibujado el cuadro, que cada nueva revelación realizada durante este tiempo sólo ha ofrecido nuevas pruebas de esto, de la manera en que se ha reflej ado fielmente la realidad. Esta comprensión eminente de la historia diaria, este claro descubrimiento de los sucesos en el lugar donde ocurren es, en realidad, sin precedentes Sin embargo, también son parte de ello los conocimientos exactos de Marx sobre la historia francesa. Francia es el país en el que las históricas luchas de clases fueron llevadas con desición siempre hasta el final más que en otro lugar; en el que, por tanto, también las diferentes formas políticas dentro de las que se han movido y en las que se han condensado su resultado, se han expresado en los contornos más nítidos. Centro del feudalismo en la Edad Media y país modelo de 9 Karl Marx/Friedrich Engels Werke, op. cit., v. 2 1 , pp. 248-249. 10 (W) (P) 2 de diciembre de 1 85 1 : día del golpe de Estado contrarrevolucionario realizado en Francia por Luis Bonaparte.

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F Engels

la monarquía centralizada estamental desde el Renacimiento11, Francia ha destruido al feudalismo con la gran revolución y fundó la dominación pura de la burguesía en una forma clásica como ningún otro país europeo. Y también la lucha del proletariado pujante contra la burguesía dominante se presenta aquí en una forma aguda, desconocida en otras partes. Fue la razón de por qué Marx no sólo estudiaba con especial preferencia la historia pasada de Francia, sino de por qué seguía también con todo detalle la historia en curso y reunía los materiales para su uso venidero; de ahí que jamás fuera sorprendido por los acontecimientos. Pero a esto se presentó aún otra circunstancia. Digamos que Marx había descubierto en primer lugar la gran ley del movimiento de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas, si ocurren en el terreno político, en el religioso, en el filosófico o, por lo demás, ideológico, en realidad son sólo la expresión más o menos clara de las luchas de clases sociales, y que la existencia, y con ella también las colisiones de estas clases, están condicionadas, a su vez, por el grado de desarrollo de su situación económica, por el carácter y el modo de su producción y de su intercambio condicionados por ella. Esta ley, que tiene para la historia la misma importancia que la ley de la transformación de la energía para las Ciencias Naturales, le dio también aquí la clave para la comprensión de la historia de la Segunda República francesa12. En esta historia ha realizado la prueba de su ley, y hasta después de treinta y tres años, tenemos que decir que la prueba arroja un resultado brillante. F. E. Escrito en 1 885. Según: Karl Marx, Der Achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte, 3ª ed. edición, Hamburgo, 1 885. 11 (P) Renacimiento: período del desarrollo cultural e ideológico de varios países de Europa occidental relacionado con el nacimiento de las relaciones capitalistas. Abarca la segunda mitad del siglo XV y el siglo XVI. Este período se suele relacionar a menudo con el turbulento florecimiento del arte y la ciencia, con el despertar del interés por la cultura del Mundo Antiguo (de donde proviene la propia denominación del período). 12 (P) La Segunda República existió en Francia entre 1 848- 1 852.

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Karl Marx

El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte13 .sTtégel

1

observó, en alguna parte, que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal ocurren, por así decirlo, dos veces14. Ha olvidado añadir: una vez como tragedia, la otra como farsa. Caussidiere por Danton, Luis Blanc por Robespierre, la Montagne de 1 848- 1851 por la Montagne1 5 de 1 793- 1 795, el sobrino por el tío16• ¡ Y la misma caricatura en las circunstancias bajo las cuales es publicada la segunda edición del 18 Brumario ! 1 7 Los hombres hacen s u propia historia, pero n o l a hacen v oluntariamente, no bajo las circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo las encontradas inmediatamente, establecidas y heredadas. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos 13 Fuente: Karl Marx!Friedrich Engels Werke, op. cit.v.8, pp. 1 1 1 -207. 14 (W) Hegel, G.W. F. , Lexiones sobrefilosofia de la historia, 3a parte. 15 Montagne: Montaña, en francés. Marx alude a la "Montaña", nombre

que recibió durante la Revolución Francesa el partido político de radicales demócratas dirigido por Maximilien de Robespierre y Georges Jacques Danton. El apelativo se debía a que sus representantes, aliados de los jacobinos, se sentaban en la parte superior del salón donde se reunía la Convención Nacional. Desde finales de 1 792 hasta la primavera de 1 793 se opusieron a los girondinos, cuyos miembros controlaban entonces el gobierno revolucionario. Desde junio de 1 793 hasta julio de 1 794, la "Montaña" dominó el gobierno republicano. 16 Marx se refiere a Napoleón Bonaparte, o Napoleón I, que era tío de Luis Bonaparte, o Napoleón III, hijo menor éste de Luis Bonaparte, hermano de Napoleón I. 17 El 1 8 Brumario (9 de noviembre) de 1 799, en Francia, Napoleón Bonaparte efectuó un golpe de Estado. (P) Por "segunda edición del 1 8 Brumario" Marx entiende el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1 85 1 .

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ahora creen ocuparse justamente de ello, para transformarse y revolucionar las cosas, para crear algo nunca visto, precisamente en tales épocas de crisis revolucionaria, conjuran temerosos en su ayuda los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus lemas de batalla, sus traj es para, en este disfraz de viejo venerable y con este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal. Así, Lutero se disfrazó como el apóstol Pablo, la revolución de 1 789- 181 4 se adornó alternativamente como República Romana y como Imperio Romano, y la revolución de 1 848 no supo hacer nada mej or sino parodiar aquí a 1 789, allá a la tradición revolucionaria de 1793- 1795. Así traduce el principiante que ha aprendido un idioma nuevo, siempre vuelve a su idioma materno; pero el espíritu del nuevo idioma sólo se lo ha apropiado, y sólo es capaz de producirlo libremente, en cuanto se mueve dentro de él sin reminiscencias, y olvida en él su idioma natal. En atención a aquellos conjuros a los muertos de la historia universal, se muestra enseguida una diferencia sobresaliente. Camilo Desmoulins, Danton, Robespierre, Saint-Just, Napoleón, los héroes, como los partidos y la masa de la antigua revolución francesa realizaron, dentro de trajes romanos y con frases romanas, la tarea de su tiempo: el desencadenamiento y la realización de la sociedad burguesa moderna. Unos, cortaron los fundamentos feudales y segaron en partes las cabezas feudales que habían crecido encima. Los otros, crearon en el interior de Francia las condiciones bajo las cuales primeramente podía ser desarrollada la libre concurrencia, explotada la propiedad territorial parcelada, transformada las desencadenadas fuerzas productivas industriales de la nación; y, del otro lado de las fronteras francesas, barrió en todas partes las fo1maciones feudales, hasta donde fue necesario, para proporcionar en el continente europeo, a la sociedad burguesa en Francia, de un coJTespondiente entorno actual. Una vez producida la nueva formación social, desaparecieron los colosos antediluvianos, y con ellos el romanismo resucitado otra vez: los Brutos, los Gracos, los Publícolas, los tribunos, los senadores y el mismo César. La sociedad burguesa en su realidad

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sobria, había engendrado sus verdaderos intérpretes y voceros en los Say, los Cousin, los Royer-Collard, los Benj amín Constant y los Guizot; sus auténticos generales estaban sentados en las oficinas comerciales, y la cabeza atocinada de Luis XVIII era su cabeza política. Completamente absorbida en la producción de la riqueza y en la lucha pacífica de la concurrencia, ya no comprendía que los fantasmas del tiempo romano habían protegido su cuna. Pero como la sociedad burguesa es antiheroica, para colocarla en el mundo se había requerido, sin embargo, del heroísmo, del sacrificio, del terror, la guerra civil y la matanza de los pueblos. Y sus gladiadores encontraron en las tradiciones clásicamente severas de la República Romana los ideales y las formas de arte, las auto ilusiones que necesitaban para ocultarse a sí mismos el contenido burguesamente l imitado de sus luchas y conservar su pasión a la altura de la gran tragedia histórica. Así, en otra fase de desarrollo, un siglo antes, Cromwel l y el pueblo inglés tomaron prestado del Antiguo Testamento el lenguaje, las pasiones y las ilusiones para su revolución burguesa. En cuanto fue alcanzado el verdadero fin, en cuanto fue realizada la transfonnación burguesa de la sociedad inglesa, Locke sustituyó el Habacuc18 • En esas revoluciones, la resurrección de los muertos sirvió, pues, para glorificar las nuevas luchas, no para parodiar las antiguas; para exagerar en la fantasía la tarea concreta, no para huir ante su solución en la realidad; para encontrar de nuevo el espíritu de la revolución, no para hacer correr de nuevo su fantasma. En 1 848- 1 85 1 sólo rondó el fantasma de la antigua revolución, desde Marrast, el republicano en gants jaunes 19 que se disfrazó de viejo Bailly, hasta el aventurero que escondió sus triviales­ asquerosos rasgos baj o el férreo antifaz de muerte de Napoleón. Todo un pueblo, que creyó haberse dado una fuerza de movimiento acelerada a través de una revolución, se encuentra de pronto retrotraído a una época muerta; y para que no haya ningún engaño 18

Habacuc, libro del Antiguo Testamento. Se le atribuye al profeta Habacuc (c. 6 1 2-597 a. de n. e.). 19 Guantes amarillos, en francés.

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sobre la posible recaída, ponen de pie otra vez las viejas fechas, el viej o calendario, los viejos nombres, los viejos edictos -arrojados hace largo tiempo al aprendizaje antiguo- y los viejos esbirros, que parecían podridos desde hace mucho tiempo. La nación se parece a aquel inglés loco de Bedlam20 que creía vivir en tiempo de los viejos faraones y se quejaba diariamente acerca de los servicios duros que debía realizar de minero en las cárceles subterráneas con una lámpara brillante sujeta en su propia cabeza; detrás de él, el guardia de los esclavos con su largo látigo, y en las salidas, una maraña de mercenarios, que no entienden ni a los trabajadores forzados de las minas ni entre sí, porque ninguno habla el idioma común. " ¡ Y todo esto es exigido a mí" -suspira el loco inglés- "a mí, un británico nacido libre, con el fin de producir oro para los antiguos faraones". " ¡Para pagar las deudas de la familia Bonaparte!", suspira la nación francesa. El inglés, mientras estuvo en razón, no pudo deshacerse de la idea fij a de obtener oro. Los franceses, mientras estaban en revolución, no pudieron deshacerse del recuerdo napoleónico, como demostraron las elecciones del 1 O de diciembre21 • Ante los peligros de la revolución, añoraron de vuelta las ollas de carne de Egipto22, y la respuesta fue el 2 de diciembre de 1 85 1 23. No sólo tuvieron la caricatura del Napoleón viejo, tuvieron al mismo Napoleón viejo caricaturizado, como necesariamente tiene que aparecer a mediados del siglo XIX. La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzarse a sí misma, antes de que se haya despojado de toda superstiefün sobre el pasado. Las anteriores revoluciones necesitaron las 20 (W ) (P) Bedlam: manicomio de Londres. 21 (W ) (P) El 1 0 de diciembre de 1 848 Luis Bonaparte fue elegido Presidente de la República Francesa por sufragio universal. 22 La expresión "las ollas de carne de Egipto" procede de una leyenda bíblica: al huir los hebreos de Egipto, conducidos por Moisés (c. 1 250 a. d. n. e), algunos asustados por las dificultades del camino y por el hambre, empezaron a evocar los días del cautiverio, donde tenían, por lo menos, comida. 23 Fecha del golpe de Estado realizado por Luis Bonaparte.

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reminiscencias d e la historia universal para embriagarse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe permitir que los muertos entierren a sus muertos, para comprender su propio contenido. Allá, la frase desbordó el contenido; aquí, el contenido desborda la frase. La revolución de febrero [de 1 848, d. a.] fue un asombro, una sorpresa de la vieja sociedad, y el pueblo proclamó este golpe de mano inesperado como una acción de la historia universal, con la que era abierta la nueva época. En el 2 de diciembre [de 1 85 1 , d. a.], la revolución de febrero es escamoteada por la fuerza de un tramposo, y lo que parece derribado ya no es la monarquía, son las concesiones liberales que le fueron arrebatadas a través de largos siglos de luchas. En lugar de que la sociedad misma haya conquistado un nuevo contenido, parece que el Estado sólo regresó a su forma más antigua, a la dominación extraordinariamente simple del sable y la sotana. Así contesta al coup de main24 de febrero de 1 848 el coup de téte25 de diciembre de 1 85 1 . Así como venció, así se desvaneció. Mientras tanto, el intervalo no pasó inútilmente. Es decir, la sociedad francesa ha recuperado, durante los años de 1 848- 1 85 1 , los conocimientos y las experiencias debidos al método abreviado, revolucionario, porque en el método regular, por así decir, justamente escolar, habría debido preceder el desarrollo de la revolución de febrero, que debió ser más que una conmoción de la superficie. La sociedad parece ahora haber retrocedido atrás de su punto de partida; en verdad, ella tiene que crearse primeramente el punto de partida revolucionario, la situación, las relaciones, las condiciones b ajo las cuales sólo se hace seriamente la revolución moderna. Las revoluciones burguesas, como las del siglo XVIII, se precipitan rápidamente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se propasan, los hombres y las cosas parecen rodeados por brillantes fuegos, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta duración, pronto llegan a su apogeo, 24

25

Golpe de mano, en francés. Golpe de cabeza, en francés.

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y un largo retroceso arrastra a la sociedad, antes de que aprenda a apropiarse serenamente los resultados de su período de ímpetu y tempestad. Contra esto, las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propio recorrido, resurgen sobre lo aparentemente logrado, para comenzarlo de nuevo otra vez, se burlan profunda y cruelmente de las insuficiencias, de los puntos débiles y de la miseria de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste extraiga del suelo nuevas fuerzas y se incorpore de nuevo más gigantesco frente a ellas, retroceden siempre asustadas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que es creada la situación que hacen imposible el retomo y las circunstancias mismas gritan:

Hic Rhodus, hic salta! Hier ist die Rose, hier tanze!

¡Aquí está Rodas, salta aquí! ¡ Aquí está la rosa, muévete aquí!

26

Por lo demás, cualquier observador paciente, aunque no haya frases aparecen en el Prefacio ( 1 820) d� Filoso,fia del derecho, de G. F. W. Hegel. La primera -Hic Rhodus, hic salta!-, pertenece a una fábula de Esopo, que habla de un fanfarrón que, invocando testigos, afinnaba que en Rodas había dado un salto prodigioso. Quienes lo escuchaban, contestaron: "¿Para qué necesitamos testigos? ¡ Aquí está Rodas, salta aquí !". Hegel hace una paráfrasis de esta frase y elabora la segunda -¡Aquí esta la rosa, muévete aquí!-, ya que Rodas en griego significa también rosa. La anfibología de Hegel se dirige a considerar "la razón como la rosa en la cruz" (Véase Hegel, Filosofia del derec1:;, UNAM, 1 975, p. 1 6), en clara alusión a la orden fraternal esotérica alemana denominada Rosacruz. El significado de ambas frases se refiere a que el contenido principal de una afirmación hay que demostrarlo en toda su extensión. En el contexto de Filosofia del derecho, ambas frases se refieren, a la demostración dialéctica-idealista de conceptos duales como contenido y forma, realidad y razón, concepto y espíritu y, finalmente, Estado y Dios. Contenido que no puede confundirse con el de las "revoluciones proletarias" y la "enormidad de sus propios fines" -como dice Marx líneas atrás de ambas frases-, en su expresión materialista de la historia.

26 Ambas

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seguido paso a paso e l curso del desarrollo francés, debió presentir que estaba próxima a la revolución una enorme deshonra. Bastaba oír los ladridos autosuficientes de triunfo con los cuales los señores demócratas se felicitaban alternativamente por los resultados sobrenaturales [que esperaban, d. a.] del segundo domingo de mayo de 1 852.27 El segundo [domingo, d. a.] de mayo de 1 852 había estado en las cabezas la idea fij a en el dogma, al igual que en las cabezas de los quiliastas28 había estado el día en que Cristo debía reaparecer y comenzar el reino milenario. La debilidad se había protegido, como siempre, en la creencia milagrosa; creyó vencer al enemigo cuando lo eliminó con brujerías en la fantasía, y perdió toda la comprensión del presente por la divinización pasiva del futuro, que le era inminente, y de las acciones que ella trae en la manga, pero que aún no quería ofrecer a los hombres. Aquellos héroes que buscaban refutar su probada incapacidad, regalándose mutua compasión y reunidos en tropel, habían amarrado su bolsa [es decir, se habían preparado, d. a.]; habían adquirido sus coronas de laurel en abonos, y estaban ocupados precisamente a fin de permitirse negociar en el mercado de letras de cambio por las repúblicas in partibus29 , para las que ya tenían, en la intimidad de su carácter nada exigente, anticipadamente organizado el personal de gobierno. El 2 de diciembre los sorprendió como un rayo en cielo despej ado, y los pueblos, que en épocas de irritación cobarde dejan gustosamente acallar los gritos en su miedo interior, se 27 (W) (P) Según la Constitución francesa de 1 848, las elecciones de nuevo presidente debían celebrarse cada cuatro años, el segundo domingo del mes de mayo. En mayo de 1 852 caducaba el plazo de las funciones �residenciales de Luis Bonaparte. 8 Quiliastas (del griego Kili, mil): cristianos del siglo Il en Asia Menor creyentes del retorno de Jesucristo y el establecimiento del "reino milenario" de santidad reservado a los justos. 2 9 In partibus infidelium: literalmente, "en tierra de los infieles"; adición al título de los obispos católicos destinados a cargos honoríficos en países no cristianos. Por tanto, esta expresión la refiere Marx a gobiernos emigrados y formados en el extranjero.

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habrán convencido quizás de que han terminado los tiempos en los que el graznido de los gansos podía salvar al Capitolio.30 La Constitución, la Asamblea Nacional, los partidos dinásticos, los republicanos azules31 y los rojos, los héroes de África32, el trueno de la tribuna, la tormenta luminosa de la prensa diaria, toda la l iteratura, los nombres políticos y los renombres intelectuales, la ley civil y el derecho penal, la liberté, égalité, fraternité 33 y el segundo [domingo, d. a.] de mayo de 1 852 -todo ha desaparecido como una fantasmagoría ante la fórmula hechicera de un hombre al que ninguno de sus mismos enemigos juzga por brujo. El voto universal sólo pareció haber sobrevivido un instante, a fin de hacer su testamento con sus propias manos ante los ojos de todo el mundo y declarar, en nombre del propio pueblo: "todo lo que existe, merece que desaparezca".34 No basta decir, como hacen los franceses, que su nación haya sido sorprendida. Una nación y una muj er no se miman en la hora desprevenida, en la cual el mej or aventurero puede encantarlas por la fuerza. Estos misterios no se descubren a través de semejantes modismos, sino sólo f01mulados distintamente. Falta por explicar cómo una nación de 36 millones [de habitantes, d. a.] pudo ser sorprendida y encerrada en el cautiverio por tres caballeros de la industria. Recapitulemos las fases, en sus rasgos generales, que la 3°

Capitolio: una de las Siete Colinas de Roma donde se erigieron los templos, entre otros, de Júpiter y Juno. Según la tradición, en el año 3 90 a. de n. e., ante la invasión de los galos, Roma se salvó gracias a los graznidos de los gansos del templo de Juno, que despertaron a la guardia dormida. 31 (W) La burguesía republicana y a los socialistas, respectivamente 32 Francia se anexiona Argelia en 1 834. A partir de entonces, los "colonos" franceses, apoyados por su ejército, poblaron su colonia. En la Asamblea Nacional Legislativa, los generales africanistas Cavaignac, Lamoriciére j' Bedeau encabezaban la minoría republicana. 3 Libertad, igualdad yfraternidad, en francés; ideales de la Revolución Francesa de 1 789. 34 (W) Goethe, Fausto, parte I, "Cuarto de estudio", sentencia de Mefístófeles.

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revolución francesa ha recorrido desde el 24 de febrero de 1 848 hasta diciembre de 1 85 1 . Son tres inconfundibles períodos principales: [ l .- d. a.] el período de febrero; [2.- d. a.] del 4 de mayo de 1 848 al 28 de mayo de 1 849: el período de constitución de la república, o el de la Asamblea Nacional Constituyente; [3.- d. a.] del 28 de mayo de 1 849 al 2 de diciembre de 1 85 1 : el período de la república constitucional, o el de la Asamblea Nacional Legislativa. El primer período -del 24 de febrero, o del derrocamiento de Luis Felipe, al 4 de mayo [de 1 848, d. a.], hasta la reunión de la Asamblea Constituyente, el período de febrero en realidad-, puede ser caracterizado como el prólogo de la revolución. Su carácter se manifestó oficial interiormente, porque el Gobierno por él improvisado se declaró a sí mismo provisional y, como el Gobierno, todo lo que en este período se juzgó, propuso y ensayó, fue pronunciado sólo en calidad de provisional. Nadie y nada se atrevió a hacer uso para sí del derecho a la acción verdadera y a la existencia. Todos los elementos que habían preparado o determinado la revolución, la oposición dinástica35, la burguesía republicana, la pequeña burguesía democrático-republicana y los obreros social-demócratas encontraron su sitio provisional en el Gobierno de febrero. No pudo ser de otro modo. Los días de febrero se propusieron originalmente una reforma electoral, por la que se ensanchaba el círculo de los privilegiados políticos entre la misma clase poseedora y debía ser derribada la dominación exclusiva de la aristocracia financiera. Pero cuando llegó el conflicto real, el pueblo avanzó a las barricadas, la Guardia Nacional36 se comportó pasiva, el ejército no realizó ninguna resistencia seria y la monarquía huyó; la república pareció ser evidente. Cada partido la interpretó a su manera. Arrebatada por el proletariado con las armas en la mano, éste le imprimió su sello y la proclamó República social. Así, fue 35 (W) Grupo dirigido por Odilon Barrot en la Cámara de Diputados. 36 Guardia Nacional: milicia voluntaria civil y armada con mandos elegidos, que existió en Francia por primera vez en la revolución de 1 789, y duró, con pausas, hasta 1 87 1 .

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indicado el contenido general de la moderna revolución, el cual se hallaba en la contradicción más singular en todo lo que puede ser puesto en marcha inmediatamente con el material existente, con el grado de desarrollo alcanzado por la masa bajo las circunstancias y relaciones establecidas por ahora. Por otra parte, las pretensiones de todos los demás elementos que habían cooperado a la revolución de febrero, fueron reconocidas con la parte del león que obtuvieron en el Gobierno. Por tanto, en ningún período nos encontramos una mezcla más abigarrada de frases superficiales e inseguridad y torpeza reales, de aspiraciones innovadoras y de dominio más profundo de la vieja rutina, de la más aparente armonía de toda la sociedad y de la más profunda enajenación de sus elementos. Mientras el proletariado de París se deleitaba aún en los aspectos de gran perspectiva que él había abierto, y discurrió en las discusiones que quiso creer seriamente sobre los problemas sociales, las viej as fuerzas de la sociedad prudentemente se habían agrupado, reunido, y encontraron un apoyo inesperado en la masa de la nación, en los campesinos y los pequeños burgueses, que se arrojaron todos de repente a la escena política, después de que fueron tiradas las barreras de la monarquía de Julio.37 El segundo período -del 4 de mayo [de 1 848, d. a.] hasta fines de mayo de 1 849-, es el período de la constitución, de lafundación de la república burguesa. Inmediatamente después de las jornadas de febrero, no sólo había sido sorprendida la oposición dinástica por los republicanos, los republicanos por los socialistas, sino toda Francia por París. La Asamblea Nacional, que se reunió el 4 de mayo de 1 848, originada de las elecciones nacionales, representaba a la nación. Era una protesta viviente en contra de las exigencias de las jornadas de febrero y tenía que reducir al criterio burgués los resultados de la revolución. En vano intentó el proletariado de París [el 1 5 de 37

Monarquía de Julio: período de Luis Felipe I de Orleáns como rey de Francia ( 1 830- 1 848). La denominación se debe a la revolución liberal­ monárquica del 27 de Julio de 1 83 0, que lo proclamó rey el 9 de agosto del mismo año.

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mayo38], que comprendió enseguida el carácter de esta Asamblea Nacional, negar por la fuerza su existencia, disolver esa forma orgánica con la cual el espíritu reaccionario amenazaba a la nación, dispersar sus componetes individuales. Como es sabido, el 1 5 de mayo no tuvo otro resultado que alejar del escenario público, por todo el tiempo del ciclo que consideramos, a Blanqui y sus camaradas, es decir, a los verdaderos guías del partido proletario. A la Monarquía burguesa de Luis Felipe sólo puede seguir la República burguesa; es decir, si bajo el nombre del rey • había dominado una parte- pe-qliefta de l � ía,... all2!a, en consecuencia, dominará el conjunto de la burguesía en nombrwei­ pueblo. Las reivindicaciones del proletariado de París son tonterías utópicas, las cuales tienen que ser necesariamente terminadas. A esta declaración de la Asamblea Nacional Constituyente el proletariado de París contestó con la insurrección de junio39, el acontecimiento más colosal en la historia de las guen-as civiles europeas. La república burguesa venció. A su lado se encontraban • la aristocracia financiera, la burguesía industrial, la clase media, los pequeños burgueses, el ejército, el lumpemproletariado organizado como Guardia Móvil40, las eminencias intelectuales, los sacerdotes 38

(P) El 15 de mayo de 1 848, durante una manifestación popular, los obreros y artesanos parisienses penetraron en la sala de sesiones de la Asamblea Constituyente, la declararon disuelta y formaron un Gobierno revolucionario. Los manifestantes, sin embargo, fueron desalojados por la Guardia Nacional y las tropas; los dirigentes de los obreros Blanqui, Barbes, Albert, Raspaíl, Sobrier y otros, fueron detenidos. 39 Insurrección de junio: heroica insurrección de los obreros de París entre el 23 y el 26 de junio de 1 848, aplastada cruelmente por la burguesía francesa. Es considerada, como Marx dice arriba, "el acontecimiento más colosal en la historia de las guerras civiles europeas", la cual analiza extensamente en el primer capítulo de su libro La lucha de clases en Francia. Véase Marx-Engels, Obras Escogidas, Progreso, Moscú, 1 973 v. l., pp. 209-232. 46 Guardia Móvil: conjunto de batallones integrados por rateros y delincuentes, que el Gobierno Provisional, nacido de la revolución de febrero de 1 848, creó y utilizó en contra del proletariado. Véase lb., p. 224.

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y la población del campo. Al lado del proletariado de París nadie se



encontraba más que él mismo. Más de 3000 insurgentes fueron asesinados después de la victoria, y 1 5000 deportados sin j uicio. Con esta derrota, el proletariado entra a segundo término de la escena revolucionaria. Siempre intenta una vez más abrirse paso a codazos, en cuanto el movimiento parece adquirir nuevos impulsos, pero con un gasto de fuerzas siempre más escaso y con resultados en todo caso insignificantes. Tan pronto como una de las capas sociales más altas situada sobre él llega a la efervescencia revolucionaria, [el proletariado, d. a.] estrecha la unión con ella y así comparte todas las derrotas que los distintos partidos sufren sucesivamente. Pero estos golpes se amortiguan posteriormente cada vez más cuanto más se reparten en toda la superficie de la sociedad. Sus guías más importantes en la Asamblea [Nacional, d. a.] y en la prensa, caen por turno en calidad de víctimas de los tribunales, y siempre se incorporan a. su vanguardia figuras ambiguas. En parte, se arroja a experimentos doctrinarios, Bancos de cambio y asociaciones obreras; es decir, a un movimiento en el cual, después, renuncia a revolucionar el viejo mundo con su propio conjunto de grandes recursos, y más bien, a espaldas de la sociedad, de modo privado, dentro de sus limitadas condiciones de existencia, busca realizar su liberación; en consecuencia, necesariamente fracasa. Parece no poder obtener dentro de sí mismo ni la grandeza revolucionaria, ni la energía nueva de las nuevas relaciones contraídas, hasta que todas las clases con las que luchó en junio estén claramente por sí mismas abatidas j unto a él. Pero, por lo menos, sucumbe con los honores de la gran lucha histórico universal; no sólo Francia, toda Europa tiembla ante el terremoto .de junio; en cambio, las subsiguientes derrotas de las clases más altas se consiguen con tan poco esfuerzo, que necesitan la exageración descarada del partido vencedor, con el fin de poder considerarlas en general como acontecimientos importantes, y son tanto más deshonrosas cuanto más lejos se ha apartado el partido vencido del proletariado. En efecto, la derrota de los insurrectos de junio sólo había preparado, allanado, el terreno sobre el cual pudo ser representada y

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establecida la república burguesa; pero, a la vez, había demostrado que en Europa se disputaban otras cuestiones en tomo a la "república o monarquía". Había descubierto que la república burguesa aquí significaba despotismo ilimitado de una clase sobre las otras clases. Había demostrado que en países de viej a civilización, con una formación de clases más desarrolladas, con condiciones modernas de producción y con una conciencia intelectual, en la que todas las ideas tradicionales están disueltas por medio de un trabaj o de largos siglos, la república significa, en general, sólo la forma política de revolucionar la sociedad burguesa, y no su forma conservadora de vida; como, por ej emplo, en los Estados Unidos de Norteamérica, donde ciertamente existen ya clases, pero no se han estabilizado aún, sino intercambian y traspasan entre sí constantemente sus partes en el transcurso continuo; donde los medios modernos de producción, en vez de coincidir con una superpoblación permanente, suplen más bien la escasez relativa de cabezas y brazos, y donde, por último, el movimiento febrilmente juvenil de la producción material, que tiene un mundo nuevo por apropiarse, no permite ni tiempo ni ocasión para suprimir el viejo mundo fantasmal. Todas las clases y todos los partidos, durante las jornadas de junio, se habían unido en el Partido del Orden frente a la clase proletaria, en cuanto Partido de la anarquía, del socialismo, del comunismo. Habían ''salvado" a la sociedad en contra de "los enemigos de la sociedad'. Habían repartido entre su ej ército como lema la palabra clave de la viej a sociedad "Propiedad, Familia, " Religión, Orden", y gritado a la cruzada contrarrevolucionaria: "¡Bajo estas señales vencerás! "41 Desde este instante, tan pronto como uno de los numerosos partidos, que se había reunido baj o aquella señal e n contra d e los insurrectos de junio, busca afirmar en el campo de batalla revolucionario su propio interés de clase, es vencido ante el grito "Propiedad, Familia, Religión, Orden".

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Según el historiador palestino Eusebio de Cesarea (aprox. 260-340 d. d. n. e.), el emperador Contastino 1 vio en el sol en el año 3 1 2, la víspera de la victoria sobre su rival, el también emperador Maj encio, una cruz con la inscripción: "in hoc signo vinces" ("con esta señal vencedás", en latín).

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La sociedad es salvada todas las veces que el círculo de sus [partidos, d. a] dominadores se estrecha, cuando un interés más exclusivo es consolidado generalmente frente al más amplio. Cada reivindicación, como la más simple reforma financiera burguesa, el más ordinario liberalismo, el más formal republicanismo, la más vulgar democracia, es condenada simultápeamente como "atentado a la sociedad" y estigmatizada como "socialismo". Y finalmente, los mismos sacerdotes más elevados de "la Religión y el Orden" son ahuyentados de sus sillas píticas42, agarrados en sus camas ocultamente, aprisionados en carruajes, arrojados a la cárcel o enviados al destierro; igualmente sus templos van a parar al suelo, sus bocas son cerradas, sus plumas de escribir rotas, su ley desgarrada, en el nombre de la Religión, de la Propiedad, de la Familia y del Orden. Los burgueses, fanáticos del orden, son muertos a tiros en sus balcones por montones de soldados, sus casas son bombardeadas por pasatiempo -en el nombre de la Propiedad, la Familia, la Religión, y el Orden. La flema de la sociedad burguesa constituye finalmente la santa falange43 del orden, y el héroe Krapülinski44 se desplaza al interior de las Tullerías45 en calidad de "salvador de la sociedad'.

11 Recojamos el hilo de la exposición otra vez. La historia de la Asamblea Nacional Constituyente, desde las j ornadas de junio, es la historia de la dominación y de la � desintegración de la fracción burguesa republicana, aquella 42

En la mitología griega, se alude a la silla trípode donde la pitonisa y profetisa del templo de Apolo, en Delfos, anunciaba sus profecías. 43 Falange: Infantería pesada de los ejércitos griegos. 44 Krapülinski: vicioso personaje polaco de la poesía Dos caballeros, de Heine; Marx alude con ello a Luis Bonaparte. 45 Tullerías: palacio real en París del siglo XVI, situado a orillas del Sena, colindante con el palacio y museo del Louvre, en un sitio llamado Tuilleries, que significa tejerías, o lugar donde se fabricaban tejas, ladrillos y adobes, de ahí su nombre.

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fracción que se conoce con los nombres de republicanos tricolores, republicanos puros, republicanos formalistas, etc. Había formado [esa fracción, d. a.], bajo la monarquía burguesa de Luis Felipe, la oposición republicana oficial y, en consecuencia, una parte reconocida del mundo político de aquel entonces. Tenían sus representantes en las Cámaras y en la prensa un considerable círculo de acción. Su órgano parisino, El National46 merecía tanto aprecio, a su modo, como el respetable Journal des Débats47• A esta posición bajo la monarquía constitucional correspondió su carácter. Esa fracción de la burguesía no estaba cohesionada por grandes intereses comunes, y delimitada a través de condiciones peculiares de producción. Era un club fundado por burgueses, ....­ escritores, abogados, oficiales y funcionarios con convicciones republicanas, cuya influencia partía de las antipatías personales del país en contra de Luis Felipe, de los recuerdos en la antigua república, en la fe republicana de una cantidad de soñadores, pero ante todo, en el nacionalismo francés, cuyo odio en contra de los Tratados de Viena48 y en contra de la alianza con Inglaterra cuidaba constantemente. Una gran parte de los seguidores que poseía el Nacional bajo Luis Felipe, tenía por causa ese imperialismo oculto que, por tanto, pudo enfrentar después bajo la república como un competidor aplastante en la persona de Luis Bonaparte. Él 46

(W) (P) Le National (El Nacional): diario francés; se publicó en París de 1 830 a 1 85 1 ; órgano de los republicanos burgueses moderados. Sus representantes más destacados en el Gobierno Provisional eran Marrast, Bastide y Garnier-Pagés. 47 (W) (P) Journal des Débats politiques et littéraires (Periódico de los debates políticos y literarios): diario burgués francés fundado en París en 1 789. Durante la monarquía de Julio fue el periódico gubernamental, órgano de la burguesía orleanista. Durante la revolución de 1 848, el periódico expresó las opiniones de la burguesía contrarrevolucionaria a rupada en el denominado Partido del Orden. 4� Tratados concettados en Viena (mayo-junio de 1 8 1 5) por los Estados que habían participado en la guerra contra Napoleón Bonaparte. El resultado de las negociaciones sostenidas fue que Francia perdiera todos los territorios conquistados por Napoleón.

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combatía a la aristocracia financiera, como lo hacía todo el resto de la oposición burguesa. La polémica en contra del presupuesto, que en Francia estaba precisamente relacionada con el combate a la aristocracia financiera, proporcionó una popularidad muy barata y una materia muy abundante a los leading articles49 puritanos, para no ser explotadas. La burguesía industrial le estuvo agradecida por su defensa servil del sistema proteccionista arancelario francés, que él, sin embargo, acogió allí por razones más nacionales que nacional-económicas; toda la burguesía le estuvo agradecida por sus denuncias odiosas contra el comunismo y el socialismo. Por lo demás, el partido del Nacional erapuramente republicano, es decir, exigía el dominio de la burguesía en vez de una forma monárquica y, sobre todo, su parte de león en esta dominación. Sobre las condiciones de esta transformación, de ningún modo fue por sí mismo claro. En cambio, lo que le fue claro como el sol y fue declarado públicamente en los banquetes de la reforma en los últimos tiempos del reinado de Luis Felipe, fue su impopularidad entre los pequeños burgueses demócratas y especialmente entre el proletariado revolucionario. Estos republicanos puros, como son, pues, los republicanos puros, estaban también ya deprisa, incluso, por contentarse de momento con una regencia de la Duquesa de Orleáns50, cuando estalló la revolución de febrero e indicó a sus representantes más conocidos un puesto en el Gobierno provisional. Poseían, desde el principio, naturalmente, la confianza de la burguesía y la mayoría de la Asamblea Constituyente. De la Comisión Ejecutiva que se formó en la Asamblea Nacional a la reunión de ésta, fueron enseguida excluidos los elementos socialistas del Gobierno provisional, y el Partido del "Nacional" aprovechó el estallido de la insurrección de j unio para hacer renunciar también de la Comisión Ejecutiva, y con ello deshacerse de sus siguientes rivales, los republicanos pequeñoburgueses 49

Artículos principales, en inglés; es decir, editoriales. (W) Al primer susto de la revolución, Luis Felipe firmó su dimisión el 24 de febrero de 1 848 a favor de su nieto, el Conde de París. Debido a su minoría de edad, se dispuso de la Regencia para su madre, la Duquesa de Orleans. so

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o demócratas (Ledru-Rollin, etc.). Cavaignac, el general del Partido republicano burgués, quien comandó la batalla de junio, entró en lugar de la Comisión Ejecutiva con una especie de poder dictatorial. Marrast, antiguo redactor en jefe del Nacional, fue el presidente perpetuo de la Asamblea Nacional Constituyente, y los ministerios como todos los demás puestos importantes fueron a parar a los republicanos puros. La fracción burguesa republicana, que se había considerado desde hacía mucho tiempo como la heredera legítima de la monarquía de Julio, halló, así, superado su ideal; pero no l legó a la dominación como había soñado bajo Luis Felipe, por medio de una revuelta liberal de la burguesía en contra del trono, sino por medio de una ametral lada insurrección del proletariado contra el , capital. Lo que ella se había imaginado como el acontecimiento más revolucionario, se había soportado en realidad como el más contrarrevolucionario. El resultado le cayó del cielo, pero no le cayó del árbol del conocimiento, no del árbol de la vida. La dominación exclusiva de la burguesía republicana sólo duró desde el 24 de junio hasta el 1 O de diciembre de 1 848. Se resume en la redacción de una Constitución republicana, y con el estado de sitio en París. La nueva Constitución5 1 era, en el fondo, sólo una edición republicanizada de la Carta Constitucional, de 1 83052 . El censo electoral restringido de la monarquía de Julio, que excluía de la dominación política incluso a una gran parte de la burguesía, era incompatible con la existenciade larepúb li ca burguesa. Larevo 1ución

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Se refiere Marx a la Constitución de la 11 República, promulgada en noviembre de 1 848, que estableció un régimen presidencialista y unicameral, en la que el presidente de la República y la Asamblea se elegían por sufragio universal masculino. 52 Esta Carta Constitucional fue aprobada después de la revolución burguesa de julio de 1 83 0 en Francia. Era la ley fundamental del nuevo monarca, Luis Felipe, y en ella se eliminó el poder legislativo del rey Y se extendió moderadamente el sufragio. Proclamaba formalmente los derechos soberanos de la nación y restringía un tanto el poder del monarca.

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de febrero había proclamado inmediatamente el sufragio universal directo en lugar del censo [electoral restringido, d. a.]. Los burgueses republicanos no podían deshacer lo ocurrido a este acontecimiento . Tuvieron que contentarse con añadir la condición restrictiva de [tener, d. a.] un domicilio de seis meses en el sitio electoral. La antigua organización de la administración, el. régimen comunal , la asistencia judicial, el ejército, etc., permanecieron intactos, o donde la Constitución los modificó, estas modificaciones alteraron la lista del contenido, no el contenido; los nombres, no la materia. El inevitable Estado Mayor General de las libertades de 1 848, la libertad personal, de prensa, de expresión, de asociación, de reunión, de enseñanza, y de religión, etc . , recibió un uniforme constitucional, que las hizo invulnerables. Cada una de estas libertades es proclamada particularmente como el derecho incondicional del ciudadano francés, pero con la glosa marginal de que lo sean, hasta tanto no estén restringidas por el "igual derecho de los demás y la seguridad pública", o por "leyes" que tienen necesariamente que intennediar precisamente la armonía de las libertades individuales entre sí con l a seguridad pública. Por ejemplo: "Los ciudadanos tienen el derecho para asociarse, reunirse pacíficamente y desarmados, a solicitar oficialmente y a expresar sus opiniones por medio de la prensa o, como siempre, de otro modo. El disfrute de este derecho no tiene otro límite que el derecho igual de los demás y la seguridad pública" (cap. I I de la Constitución francesa, § [artículo, d. a.] 8). "La enseñanza es libre. La libertad de la enseñanza debe ser disfrutada bajo las condiciones fij adas por la ley y baj o la supervisión superior del Estado" (lugar cit., § . 9). "La vivienda de cada ciudadano es inviolable, excepto en las formas determinadas por la ley" (cap. II, . § 3). Etc., etc. Por tanto, la Constitución llama la atención constantemente sobre las venideras leyes orgánicas, que tienen que explicar cada nota marginal y regular el disfrute de estas libertades ilimitadas, porque chocarán mutuamente con la seguridad pública. Y después estas leyes orgánicas han sido erigidas por los amigos del orden, y reguladas así todas esas l ibertades, de modo que la burguesía no encuentre ninguna disputa en el disfrute de los derechos iguales

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de las otras clases. Donde prohíben completamente "a los otros" estas libertades, o autorizan su disfrute bajo condiciones, que son otras tantas trampas policíacas, esto siempre ocurrió solamente en interés de la "seguridad pública", es decir, de la seguridad / de la burguesía, como ordena la Constitución. De ahí que, consecuentemente, ambas partes se remitan con todo derecho a Ja Constitución, tanto los amigos del orden que anulan todas esas libertades, como los demócratas, que las exigieron todas. Cada párrafo de la Constitución contiene, concretamente, su propia < antítesis, su propia Cámara alta y baja en sí mismo; o sea, al interior de- la expresión general, la libertad, al interior de la nota marginal, la anulación de la libertad. Por tanto, mientras se respete el nombre de la libertad y sólo sea impedida la ejecución real de la misma -sobre la vía legal, se entiende-, la existencia constitucional de la I libertad permanecía intacta, inalterable, por mucho que quiera ser extinguida su existencia ordinaria. De este modo tan sensato, la Constitución hecha invulnerable era, sin embargo, como Aquiles53, vulnerable en un punto; no en el talón, pero sí en la cabeza o, mejor dicho, en las dos cabezas en las que ella se dividía: la Asamblea Legislativa, de un lado, el presidente, del otro. Y si uno hoj ea la Constitución, encontrará que sólo los párrafos en los que la relación del presidente con la Asamblea Legislativa está determinada, son intocables, indiscutibles, positivos, absolutos. Concretamente, aquí equivalía, para la burguesía republicana, asegurarse a sí misma. Los § § 45-70 de la Constitución están tan arreglados, que la Asamblea Nacional puede eliminar al presidente constitucionalmente, mientras el presidente a la Asamblea Nacional sólo inconstitucionalmente, sólo eliminando a la Constitución misma. Es decir, aquí ella misma provoca su violenta aniquilación. No sólo consagra la división de poderes, como la Carta Constitucional de 1 830, sino la extiende hasta la contradicción insostenible. El juego de los poderes constitucionales, como Guizot llamó a los tumultos parlamentarias -

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Aquiles: en la mitología griega, el héroe más valiente de la guerra de Troya.

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entre el poder legislativo y el ej ecutivo, actúa en la Constitución de 1 848 constantemente va banque. 54 Por un lado, 7 50 representantes del pueblo elegidos por sufragio universal y reelegibles, que forman una Asamblea Nacional incontrolable, indisoluble, indivisible; una Asamblea Nacional que goza de omnipotencia legislativa, que decide en última instancia sobre la guerra, la paz y los tratados comerciales, la única que posee el derecho de amnistía y por medio de su permanencia mantiene incesantemente el primer plano de la escena. Por otro lado, el presidente, con todos los atributos de la fuerza real, con la autorización para nombrar y destituir a sus ministros, independientemente de laAsamblea Nacional, con todos los medios del poder ejecutivo en sus manos; es decir, concediendo todos los puestos y decidiendo en Francia, por lo menos, la existencia de millón y medio que mucho dependen de los 500,000 funcionarios y oficiales de todos los grados. Tiene tras de sí todo la fuerza armada. Goza del privilegio para indultar a criminales particulares, suspender a los guardias nacionales, destituir, en conformidad con el Consejo de Estado, a los municipios, generales y cantonales, elegidos por los mismos ciudadanos. La iniciativa y dirección de todos los tratados con el extranj ero están reservadas a él. Mientras la Asamblea actúa constantemente sobre el escenario, y está expuesta a la crítica luz del día común, él lleva una vida oculta en los Campos Elíseos, esto es, con el artículo 45 de la Constitución ante los oj os y el corazón que le grita diariamente: "¡frere, il faut mourir/"55 ¡Tu fuerza acaba en el segundo domingo del hermoso mes de mayo del cuarto año de tu elección! ¡En consecuencia, el esplendor del fin, la obra no se actúa dos veces; y si tienes deudas, intenta pagarlas oportunamente con los 600,000 francos que te han arroj ado desde la Constitución, si acaso prefieres no terminar, al segundo lunes del hermoso mes de mayo, en Clichy! 56 54 Por la Banca, en francés; es decir, por la burguesía realista. 55 "¡Hermano, hace falta morir!'', en francés; saludo de los monjes católicos trapenses (La Trappe, Francia) en el siglo XVII. 56 Clichy: cárcel ubicada en esa ciudad, cerca de París, donde se recluía a los deudores insolventes (desde 1 826 hasta 1 867).

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De modo que si la Constitución amplía la fuerza fáctica al presidente, busca asegurar a la Asamblea Nacional la fuerza moral. Aparte de que es imposible conseguir un poder moral a través de los artículos de la ley, la Constitución interiormente se anula otra vez por sí misma, pennitiendo elegir al presidente por los franceses mediante sufragio directo. Mientras los votos de Francia se fragmentan en los 750 miembros de la Asamblea Nacional, aquí se concentran, por el contrario, en un individuo. Mientras cada representante particular del pueblo sólo representa a este o a aquel partido, a esta o aquella ciudad, a esta o aquella defensa o por lo menos a la necesidad de elegir a uno cualquiera de los setecientos cincuenta -en el que no se considera muy exactamente ni la materia ni al hombre-, él es el elegido de la nación, y el acto de su elección es el gran triunfo que juega el pueblo soberano una vez cada cuatro años. La Asamblea Nacional elegida está en una relación metafísica con la nación, pero el presidente elegido está en una relación personal. La Asamblea Nacional representa, en efecto, con sus representantes particulares, las múltiples partes del espíritu nacional, pero en el presidente se encarna éste. El presidente posee frente a ellos una especie de derecho divino, él está por la benevolencia del Pueblo. Tetis57, la diosa del mar, había profetizado que Aquiles moriría en la flor de la j uventud. La Constitución, que tiene su mancha podrida como Aquiles, tenía también el presentimiento, como Aquiles, que debía partir de muerte prematura. A los constituyentes republicanos puros les bastó lanzar una mirada desde las nubes del cielo de su república ideal, al mundo profano, para admitir cómo avanzaba todos los días la arrogancia de la realeza, de los bonapartistas, de los demócratas, de los comunistas, y de su propio descrédito, en la misma medida que se acercaban a la terminación de su gran obra de arte legislativo, sin que Tetis necesitara, pues, abandonar el mar y comunicarles el secreto. Intentaron esquivar 57

Tetis: en la mitología griega, madre de Aquiles; para inmortalizar a su hijo, lo bañó en una laguna tomándolo del talón, lugar que el agua no mojó.

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astutamente la fatalidad constitucional por medio del § [artículo, d. a.] 1 1 1 de la Constitución, según el cual cada propuesta para la revisión de la Constitución tiene que depender de tres debates sucesivos, siempre con un mes entero entre· éstos, y debe ser votada, por lo menos, por las tres cuartas partes de votos, siempre y cuando, todavía, no voten menos de 500 miembros de la Asamblea. Con esto sólo hicieron el débil intento, todavía cuando se vieron como minoría parlamentaria, la cual proféticamente ya se veía en espectro, por ejercer una fuerza en ese momento en el que disponían de la mayoría parlamentaria y de todos los medios de poder del Gobierno, que se escapaba diariamente más de sus débiles manos. Finalmente, la Constitución se confió por sí misma, en un artículo [constitucional, d. a.] melodramático, "al cuidado y patriotismo de todo el pueblo francés y de cada francés particular", después de que antes, en otro artículo ya había confiado los "cuidadores" y los "patriotas" a las tiernas y muy meticulosas observaciones del Tribunal Superior, haute cour58 , inventado especialmente por ella. Esa fue la Constitución de 1 848, que no fue derribada el 2 de diciembre de 1 8 5 1 por una cabeza, sino que se derrumbó por el contacto de un simple sombrero; efectivamente, ese sombrero fue el tricornio de Napoleón. Mientras los burgueses republicanos en la Asamblea estaban ocupados a fin de reflexionar, discutir y votar esa Constitución, Cavaignac mantenía íntegramente, fuera de Ja Asamblea, el estado de sitio en París. El estado de sitio en París fue el partero de la Constituyente en sus republicanos dolores del parto. Si después la Constitución será conducida al mundo por las bayonetas, no puede olvidarse que también por las bayonetas, es decir, vueltas en contra del pueblo, tuvo que ser protegida ya en Ja matriz, y por las bayonetas establecida en el mundo. Los predecesores de los "republicanos honestos" tuvieron su símbolo, la [bandera, d. a.] tricolor59, a la cual permitieron realizar 58 ' Corte s upenor, en franees. 59 (P) Durante los primeros días de la República Francesa se p lanteó la .

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l a vuelta por Europa. Ellos, a su vez, también inventaron algo, que por sí mismo halló camino por todo el continente, pero regresó a Francia siempre con amor más renovado, hasta que ha adquirido derechos ciudadanos en la mitad de sus Departamentos : el estado de sitio. Magnífico invento, aplicado periódicamente en cada crisis subsiguiente en el curso de la Revolución Francesa. Pero el cuartel y el vivac60, que así se colocaron periódicamente sobre la cabeza de la sociedad francesa, para aplastarle el cerebro y convertirla en una persona tranquila; el sable y el mosquete, que periódicamente dirigen y administran, tutelan y censuran, permitieron realizar y ensayar servicios de vigilante nocturno y de policía; el bigote y la chaqueta militar, que se pregonaron periódicamente como la sabiduría suprema y rectora de la sociedad; ¿no tenían que llegar, finalmente, el cuartel y el vivac, el sable y el mosquete, el bigote y la chaqueta militar, a la ocurrencia de preferir salvar a la sociedad de una vez por todas, mientras ellos proclaman su propio régimen k como el más alto, y liberar por completo a la sociedad burguesa de la preocupación por gobernarse a sí misma? El cuartel y el vivac, el sable y el mosquete, el bigote y la chaqueta militar tenían tanto más que llegar a esta ocurrencia, que ellos podían esperar, entonces, también un mejor pago al contado por sus elevados méritos; en cambio, con el simple estado de sitio periódico y el rescate temporal de la sociedad por orden de esta o aquella fracción de la burguesía, se desprendía poco de sólido, , fuera de algunos muertos y heridos y de algunas muecas amables ,-

necesidad de elegir una bandera nacional. Los obreros revolucionarios de París escogieron la bandera roja, que enarbolaron los obreros de los suburbios de la capital durante la insurrección de junio de 1 832. Los representantes de la burguesía, en cambio, seleccionaron la bandera tricolor (azul, blanca y roja), pues ésta había ondeado durante la Revolución Francesa y el imperio de Napoleón l, así como también la ondearon los republicanos burgueses agrupados al periódico Le National antes de la revolución de 1848. Los representantes de los obreros se vieron obligados a aceptar la bandera tricolor, pero al asta se le adhirió una escarapela roja. 60 Es decir, la Guardia armada.

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de los burgueses. Finalmente, ¿no debía el ej ército ejecutar de una vez el estado de sitio en su propio interés y para su propio beneficio, sitiando al mismo tiempo las bolsas de valores burguesas? Por lo demás, no se olvide, hay que decirlo de pasada, que el coronel Bernard, el mismo presidente de la Comisión militar que baj o Cavaignac ayudó a l a deportación, sin juicio, d e 1 5000 insurrectos, mueve en este momento, otra vez, las Comisiones militares que actúan en París. Si los republicanos puros, "honestos", colocaron con el estado de sitio de París, el vivero en el cual tenían que crecer grandes los pretorianos61 del 2 de diciembre de 1 8 5 1 merecen, sin embargo, el elogio de que, en lugar de exagerar el sentimiento nacional, como bajo Luis Felipe, ahora que se comprometen por el poder nacional, se humillan ante el extranj ero, y en vez de liberar a Italia, permiten que la reconquisten los austriacos y los napolitanos62. La elección de Luis Bonaparte para presidente, el 1 O de diciembre de 1 848, obligó a finalizar la dictadura de Cavaignac y de la Constituyente. En el § [artículo, d. a.] 44 de la Constitución se dice: "El presidente de la República Francesa no puede haber perdido nunca la ciudadanía francesa". El primer presidente de la República Francesa, L. N. Bonaparte, no sólo había perdido la ciudadanía francesa, no sólo había sido agente especial de la policía, incluso fue un suizo naturalizado.63 Ya he desarrollado en otro lugar el significado de la elección del 1 0 de diciembre64. No vuelvo aquí sobre eso. Basta observar aquí 61

Pretorianos: soldados de la guardia personal de los jefes militares o de los emperadores romanos. Marx alude con ello a la "Sociedad del 1 O de diciembre", que más adelante analiza. 62 (W) (P) Se alude a la participación conjunta del Reino napolitano y Austria en la intervención contra la República Romana en mayo-julio de 1 849. 63 (W) (P) Marx se refiere a que en 1 832 Luis Bonaparte adoptó la nacionalidad suiza en el cantón de Thurgau; en 1 848, durante su estancia en Inglaterra, se hizo voluntariamente condestable especial (en Inglaterra, reserva policíaca de la población civil). 64 Se refiere Marx al capítulo 11 de su libro Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1 850 Véase Obras Escogidas, op. cit., pp. 24 1 -243. ..

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que fue una reacción de los campesinos, quienes tenían que haber pagado el coste de la revolución de febrero [de 1 848, d. a.] en contra de las demás clases de la nación: fue una reacción del campo en contra de la ciudad. Ésta tuvo gran eco en el ejército, al cual los republicanos del National no habían proporcionado ningún honor, ni siquiera sobresueldo; entre la gran burguesía, que festejó a este Bonaparte como el puente hacia la monarquía; entre los proletarios y los pequeños burgueses, que lo saludaron como el látigo para Cavaignac. Encontraré más adelante la oportunidad para ocuparme sobre la relación de los campesinos en la Revolución Francesa. La época del 20 de diciembre de 1 84865, hasta la disolución de la Constituyente en mayo de 1 849, abarca la historia de la caída de los republicanos burgueses. Después de haber creado una república para la burguesía, de que expulsó del campo de acción al proletariado revolucionario y de llevar provisionalmente al silencio a la pequeña burguesía democrática, son empuj ados ellos mismos por la masa de la burguesía, que con derecho monopoliza esa república como su propiedad. Pero esta masa de burgueses era realista. Una parte de ella misma, los grandes propietarios de tierras, había dominado baj o la Restauración66 y era, por tanto, legitimista. La otra, los aristócratas financieros y los grandes industriales, había dominado bajo la monarquía de Julio67, y era, por tanto, orleanista68 . Los altos dignatarios del Ejército, de la

65 (W) El 20 de dicoembre de 1 848 Luis Bonaparte es proclamado por la Asamblea Constituyente presidente de la República. 66 Restauración: término que se refiere al restablecimiento de la monarquía en Inglaterra, Francia y España. En Francia, la Restauración inició en 1 8 1 4, con la llegada al poder de Luis XVIII, tras la abdicación de Napoleón, y continuó en 1 8 1 5, con la derrota definitiva de Napoleón Bonaparte. 67 Véase la nota 1 7. 68 (P) Orleanistas: partidarios de los duques de Orleáns, rama menor de la dinastía de los Borbones, que se mantuvo en el poder desde la revolución de Julio de 1 830, hasta la revolución de 1 848; representaban los intereses de la aristocracia financiera y la gran burguesía.





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Karl Marx Universidad, de la Iglesia, de la Barreaus69, de la Academia y de la Prensa se repartían entre ambos lados, si bien en proporción diferente. Aquí, en la república burguesa, que no llevaba ni el nombre Barbón nj el nombre Orleáns, sino el nombre Capital, [esas partes, d. a.] habían encontrado la forma de Estado con la cual podían dominar conjuntamente. Ya la i nsurrección de junio las había reunido en el "Partido del Orden"7º. Ahora se aceptaba, de momento, eliminar al club de Jos republicanos burgueses que todavía sujetaban los escaños de la Asamblea Nacional. Así como estos republicanos puros habían abusado brutalmente de la fuerza física contra el pueblo, asimismo se excedieron en cobardes, apocados, desalentados, temerosos; y ahora retroceden incapaces de luchar del Jugar donde merecía ratificar su republicanismo y su derecho legislativo, frente al poder ejecutivo y frente a los realistas. No tengo que contar aquí la historia vergonzosa de su desintegración. Esto no fue una ausencia, sino una desaparición. Su historia ha terminado para siempre, y en el período siguiente figuran, en el interior o exterior de la Asamblea, solamente como recuerdos, recuerdos que parecen estar vivos de nuevo, en cuanto se habla otra vez del simple nombre "República" y siempre que el conflicto revolucionario amenaza hundirse hasta el nivel más bajo. Diré de pasada que el periódico que dio su nombre a este partido, el National, en el período siguiente, se convirtió al socialismo. Antes de que terminemos con este período, tenemos todavía que dar una mirada retrospectiva a los dos poderes, de los cuales uno destruyó al otro el 2 de diciembre de 1 85 1 ; mientras ellos, del 20 de diciembre de 1 848 hasta el final de Ja Constituyente vivieron en relaciones conyugales. Nos referimos, por un lado, a Luis Bonaparte y, por el otro, al Partido de los realistas coaligados, del Orden, de la gran burguesía. En el inicio de su presidencia, Bonaparte formó 69

Barra o Colegio de abogados, en francés. El "Partido del Orden", durante la Segunda República ( 1 848- 1 85 1 ) , estuvo formado por dos grupos monárquicos de la burguesía francesa de la primera mitad del siglo XIX: los orleanistas, que representaban los intereses de la aristocracia financiera y de la gran burguesía, y los legitimistas, que representaba los intereses de la gran propiedad agraria. 70

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enseguida un ministerio del Partido del Orden, en cuya cima puso a Odilon Barrot, nota bene71 , el antiguo dirigente de la fracción más liberal de la burguesía parlamentaria. Por fin, el señor Barrot había logrado el ministerio, cuyo fantasma lo perseguía desde 1 830, y más aún, la presidencia dentro de este ministerio; pero no como lo había imaginado baj o Luis Felipe, como el j efe más avanzado de la oposición parlamentaria, sino con la tarea de hacer matar un parlamento y como aliado de todos sus enemigos de muerte, los jesuitas y los legitimistas. Por fin llevó la novia a casa, pero sólo después de que fue prostituida. El mismo Bonaparte se eclipsó, al parecer, completamente. Aquel partido actuaba por él. Enseguida, en el primer Consejo de ministros fue decidida la expedición a Roma, que se acordó realizar a espaldas de la Asamblea Nacional para arrancarle los medios económicos bajo pretexto falso. Así fue iniciado [el Consejo, d. a.], con una estafa a la Asamblea Nacional y con una conspiración secreta con las potencias absolutas del extranjero en contra de la revolucionaria República romana. Bonaparte preparó, del mismo modo y mediante las mismas maniobras, su golpe de Estado del 2 de diciembre en contra de la Asamblea Legislativa realista y su república constitucional. No olvidemos que el mismo partido, que el 20 de diciembre de 1 848 fonnaba el ministerio de Bonaparte, fonnaba el 2 de diciembre de 1 8 5 1 la mayoría de la Asamblea Nacional Legislativa. La Constituyente había decidido en agosto disolverse hasta después de haber redactado y promulgado toda una serie de leyes orgánicas que la Constitución tenía que complementar. El Partido del Orden le propuso el 6 de enero de 1 849, por medio del diputado Rateau, que permitiera validar las leyes orgánicas y resolver más bien su propia disolución. No sólo el ministerio, el señor Odilon Barrot al frente, y todos los miembros realistas de la Asamblea Nacional, manifestaron en este momento que su disolución era necesaria para la realización de la autoridad, para consolidar el orden, para finalizar esa incierta solución provisional y crear una situación definitiva; que estorbaba la productividad del 71

Nota bene: de buena fama, en italiano.

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nuevo Gobierno para buscar prorrogar su existencia simplemente por rencor, que el país estaba cansado de ella. Bonaparte se dio cuenta de todas estas invectivas contra el poder legislativo, las aprendió de memoria y demostró a los realistas parlamentarios el 2 de diciembre de 1 85 1 , que él había aprendido de ellas. Repitió contra ellos sus propias palabras. El ministerio Barrot y el Partido del Orden fueron más lejos. Incitaron en toda Francia peticiones a la Asamblea Nacional con las cuales habían pedido a ésta amablemente desaparecer. De este modo, dirigieron contra la Asamblea Nacional, expresión constitucional ésta del pueblo organizado, sus masas inorgánicas en llamas. Éstas enseñaron a Bonaparte a apelar las Asambleas parlamentarias a partir del pueblo. Por fin, el 29 de enero de 1 849 había llegado el día en el que la Constituyente tenía que decidir acerca de su propia disolución. La Asamblea Nacional encontró el recinto de sesiones ocupado militarmente. Changamier, el general del Partido del Orden, en cuyas manos estaba reunido el mando supremo sobre la Guardia Nacional y las tropas de línea, realizó en París una gran exhibición de tropas, como cuando es inminente una batalla, y los realistas coaligados declararon a la Constituyente amenazantemente, que se emplearía la fuerza si no era servicial. Fue servicial y regateó únicamente un plazo brevísimo de vida. ¿Qué de diferente fue el 29 de enero en comparación al coup d'état72 del 2 de diciembre de 1 85 1 , sólo que ejecutado por los realistas con Bonaparte contra la republicana Asamblea Nacional? Estos señores no advirtieron o no quisieron observar, que Bonaparte se aprovechó del 29 de enero de 1 849 por permitir en sí que desfilara una parte de las tropas frente a las Tullerías, y precisamente retomó esta primera ceremonia pública de fuerza militar contra el poder parlamentario, para aludir a Calígula73. Naturalmente, ellos sólo veían a su Changamier. Un motivo que movió al Partido del Orden a acortar por la 72

Golpe de Estado, en francés. Calígula fue coronado emperador romano en el año 3 7 d. d. n. e. por la guardia pretoriana.

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fuerza la duración de l a vida de l a Constituyente, fueron las leyes orgánicas de la Constitución, como la ley de enseñanza, la ley de cultos, etc. Los realistas coaligados se interesaban en todas ellas, en hacer esas mismas leyes y no permitir hacerlas a los republicanos vueltos desconfiados. Entre estas leyes orgánicas se encontraba también, sin embargo, una ley sobre la responsabilidad del presidente de la república. En 1 85 1 , la Asamblea Legislativa estaba ocupada precisamente con la redacción de una ley semejante, cuando Bonaparte llevó adelante este coup74 a través del coup del 2 de diciembre. ¡ Lo que habrían dado los realistas coaligados en su campaña parlamentaria del invierno de 1 85 1 , si hubieran hallado hecha la ley de responsabilidad; es decir, redactada por una Asamblea desconfiada, resentida, republicana! Después de que la Constituyente misma había roto el 29 de enero de 1 849 su última arma, el ministerio Barrot y los amigos del orden la cazaron a muerte, no dejaron de hacer nada que pudiera humillarla, y arrancaron de su desesperada debilidad en sí misma, leyes que le costaron el último residuo de respeto del público. Bonaparte, ocupado con su fija idea napoleónica, fue suficientemente audaz para explotar públicamente este envilecimiento del poder parlamentario. O sea, cuando el 8 de mayo de 1 849 la Asamblea Nacional dio al Ministerio un voto de censura a causa de la ocupación de Civitavecchia75 por Oudinot, y ordenó regresar la expedición romana a su propósito supuesto, Bonaparte publicó en el Moniteur16, en la misma tarde, una carta a Oudinot en la que le desea suerte por sus heroicas hazañas, y se comportó ya, al contrario de los diputados chupatintas, como el protector generoso del ejército. Los realistas se sonrieron por esto. 74

Golpe, en francés. Sobre este punto véase la parte final del capítulo II del escrito de Marx Las luchas de clases en Francia de 1 848 a 1 850, op. cit., pp. 253-25 5 . 7 6 (W) (P) El Monitor Universal, en francés; diario francés y órgano oficial del gobierno; apareció en París desde 1 789 hasta 1 90 1 . En sus páginas se insertaban obligatoriamente las disposiciones y decretos del Gobierno, informaciones de los debates parlamentarios y otros documentos oficiales. 75

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Lo consideraron su dupe77 . Por fin, cuando Marrast, presidente de la Constituyente, creyó que peligraba por un momento la seguridad de la Asamblea Nacional, y apoyado en la Constitución, requirió de un coronel con su regimiento; el coronel se negó, se refirió a la disciplina y remitió a Marrast con Changarnier, quien le despidió sarcásticamente, con la observación de que no le agradaban las bayonettes intelligentes. 78 En noviembre de 1 85 1 , cuando los realistas coaligados quisieron comenzar la lucha decisiva con Bonaparte, intentaron con su conocido Bill de los cuestores79, lograr el principio de la requisición directa de las tropas por el presidente de la Asamblea Nacional. Uno de sus generales, Le Fló, había finnado la propuesta de ley. En vano Changarnier votó por la propuesta, e inútilmente Thiers homenajeó la sabiduría prudente de la antigua Constituyente. El ministro de Guerra, St. Arnaud, le contestó como Changarnier había contestado a Marrast, ¡y con el aplauso de la Montaña! 80 Así había estigmatizado el mismo Partido del Orden, cuando todavía no era Asamblea Nacional, cuando solamente era ministerio, al régimen parlamentario. ¡ Y vociferó cuando el 2 de diciembre de 1 85 1 [este régimen, d. a.] fue desterrado de Francia! ¡ Le deseamos feliz viaj e !

111 El 28 de mayo de 1 849 comenzó a reumrse la Asamblea 77 Inocente, víctima, en francés. 78 Bayonetas inteligentes, en francés. 79 Bill: Proyecto de ley, en inglés. En la antigua Roma se llamaba cuestor al Magistrado romano que en la ciudad y en los ejércitos tenía funciones de carácter fiscal; en la Asamblea Legislativa francesa se llamó así a los encargados de administrar la hacienda pública y velar por su seguridad. El proyecto de ley fue presentado por los cuestores Le Fió, Baze y Panat el 6 de noviembre de 1 85 1 , y tras acalorados debates, fue rechazado el 1 7 de noviembre. 80 Véase la nota 1 5 .

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Nacional Legislativa. E l 2 de diciembre de 1 8 5 1 fue disuelta. Este período abarca el tiempo de vida de la república constitucional o parlamentaria. En la primera revolución francesa, a la dominación de los constitucionales81 sigue la dominación de los girondinos82 , y a la dominación de los girondinos la dominación de los jacobinos83. Cada uno de estos partidos se apoya en el más avanzado. Tan pronto como ha conducido suficientemente lejos a la revolución, ya no para seguirla, menos aún para poder encabezarla, es empuj ado aparte y enviado a la guillotina por el aliado más intrépido, que está detrás de él. La revolución se mueve, de este modo, en línea ascendente. Al revés la revolución de 1 848. El partido proletario aparece como apéndice de los pequeñoburgueses-democráticos. É l es traicionado y abandonado por ellos el 1 6 de abril84, el 1 5 de mayo y en las jornadas de junio. Por su lado, el partido democrático se apoya sobre los hombros de los republicano-burgueses. Apenas creyeron estar fuertes los republicanos burgueses, cuando se sacuden al molesto camarada y se apoyan en los mismos hombros del Partido del Orden. El Partido del Orden alza sus hombros, dej a 81 (P) Constitucionales: partidarios de la monarquía constitucional, representantes de la gran burguesía, estrechamente ligada al poder monárquico, y de la aristocracia liberal. 82 (P) Girondinos: agrupación moderada de la burguesía que intervino políticamente en la Revolución Francesa desde 1 79 1 a 1 793. Vacilaba entre la revolución y la contrarrevolución y siguió la senda de las componendas con la monarquía. Se llamaban girondinos porque sus miembros más destacados representaban al departamento de la Gironda en la Asamblea Legislativa. 83 (P) Jacobinos: agrupación política de la burguesía del período de la revolución burguesa de fines del siglo XVIII en Francia. Representaban el ala izquierda de la burguesía francesa y defendían con energía y consecuencia la necesidad de acabar con el feudalismo y el absolutismo. 84 En esta fecha, la Guardia Nacional detuvo en París una manifestación obrera cuyo objetivo era presentar al Gobierno Provisional una petición sobre "la organización del trabajo" y "la abolición de la explotación del hombre por el hombre".

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caer y rodar a los republicanos burgueses, y se arroja a los hombros del poder armado. Todavía cree estar sentado sobre sus hombros, cuando en una bonita mañana se dan cuenta que los hombros se han convertido en bayonetas. Cada partido da coces al otro que empuja lo más lej os hacia atrás y de nuevo se apoya sobre el otro al que impulsa para atrás. No es extraño que en esta postura ridícula pierda el equilibrio y, después de realizadas las muecas inevitables, desplomarse entre extrañas cabriolas. La revolución se mueve, de este modo, en línea descendente. Ésta se encuentra en ese movimiento decreciente, antes de que se haya removido la última barricada de febrero y de que se haya constituido la primera autoridad de la Revolución. El período que tenemos ante nosotros, abarca la mezcla más variada de contradicciones mal combinadas: constitucionalistas que conspiran abiertamente contra la Constitución; revolucionarios que se han confesado constitucionalistas; una Asamblea Nacional que quiere ser omnipotente y se mantiene parlamentaria; una Montaña que encuentra su profesión en la tolerancia y detiene sus derrotas actuales por medio de la profecía de victorias futuras; realistas que constituyen los patres conscripti85 de l a república y están obligados, por la situación, a depender de las Casas Reales enemigas del extranjero, y a conservar en Francia la república, a la que odian; un poder ejecutivo que encuentra en su misma debilidad su fuerza, y su respetabi lidad en el desprecio que inspira; una república que no es nada más que la infamia compuesta de dos monarquías, la monarquía de la Restauración y la monarquía de Julio, con una etiqueta imperialista; alianzas cuya primera cláusula es la separación; luchas cuya primera ley es la falta de decisión; en nombre de la calma, la agitación vacía y confusa; en nombre de la revolución, los pregones más solemnes de paz; pasiones sin verdad; verdades sin pasión; héroes sin acciones heroicas; historia sin hechos importantes�; un desarrollo cuya única fuerza motriz se parece al calendario, agitado por la repetición constante 85

Padres conscriptos, en latín; Senadores de origen plebeyo, entre los romanos.

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de las mismas tensiones y agotamientos; contradicciones que por sí mismas pareceri avanzar periódicamente a la cima, sólo para debilitarse y desmoronarse, sin poder resolverse; esfuerzos pretenciosos, solemnes, y horror civil realizados para el espectáculo ante el peligro del fin del mundo y, al mismo tiempo, las intrigas más mezquinas y las comedias palaciegas actuadas por los salvadores del mundo que, en su laisser alle�6, recuerdan menos el Juicio Final que los tiempos de la Fronde87; el genio colectivo oficial de Francia deshonrado por la estupidez astuta de un solo individuo; la voluntad colectiva de la nación, siempre que se manifiesta en el sufragio universal, busca su expresión correspondiente en los enemigos decrépitos de los intereses de las masas, hasta que, finalmente, la encuentra en la terquedad de un fi libustero. De manera que, si se ha pintado algún fragmento gris de la historia con gris, ese es éste. Hombres y acontecimientos aparecen como Schlemihl88 al revés, como sombras que han perdido los cuerpos. La misma revolución paraliza a sus propios portadores y sólo provee a sus adversarios de violencia pasional. En consecuencia, cuando por fin aparece el "fantasma rojo", evocado y conjurado constantemente por los contrarrevolucionarios, no aparece con el anarquista gorro frigio89 en la cabeza, sino con el uniforme del orden, con pantalones bombachos rojos. Hemos visto que el ministerio que Bonaparte instaló el 20 de diciembre de 1 848, el día de su ascensión, fue un ministerio del 86

Despreocupación, dejadez, en francés. Fronde, palabra francesa que significa "catapulta", "honda" o "resortera". La Fronda, alzamientos armados dirigidos por la nobleza feudal francesa, entre 1 648 y 1 653, en contra de los altos impuestos exigidos por el rey Luis XIV. En estas luchas, la nobleza fue derrotada �or el rey, reforzando la monarquía. 8 Schlemihl: personaje de la obra Historia maravillosa de Peter Schlemihl, publicada en 1 8 1 4 por el alemán Adelbert von Chamizo ( 1 78 1 - 1 83 8), que vende su sombra al diablo por un monedero de hadas. 89 Gorro frigio: gorro encamado semejante al de los antiguos frigios; fue utilizado en tiempos romanos por los esclavos liberados, volviéndose símbolo de libertad con los jacobinos de la Revolución Francesa. 87

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Partido del Orden, de la coalición legitimista y orleanista. Este ministerio, Barrot-Falloux, había sobrevivido, hibernando, a la Constituyente republicana, cuyo tiempo de vida acortó más o meno s violentamente, y se encontraba todavía en el timón. Changarnier, el general de los realistas aliados, reunió continuamente en su persona el comando general de la primera división militar y de la Guardia Nacional de París. Finalmente, las elecciones generales habían asegurado al Partido del Orden la gran mayoría en la Asamblea Nacional. Aquí, los diputados y los nobles de Luis Felipe tropezaron con una multitud sagrada de legitimistas, para quienes numerosas papeletas electorales de la nación se habían convertido en boletos de entrada a la escena política. Los representantes populares bonapartistas estaban muy poco esparcidos para poder fonnar un partido parlamentario independiente. Sólo aparecían como una mauvaise queue90 del Partido del Orden. De esta manera, el Partido del Orden estaba en posesión del poder del Gobierno, el ejército y el cuerpo legislativo; en suma, del poder total del Estado, moralmente fortalecido por las elecciones generales que dej aban aparecer su dominación como la voluntad del pueblo, y por la victoria simultánea de la contrarrevolución en todo el continente [europeo d. a.]. Jamás un partido comenzó con recursos tan grandes y bajo auspicios más favorables. Los arruinados republicanos puros se hallaron esparcidos en conjunto, en la Asamblea Nacional Legislativa, a una camarilla de unos 50 hombres; en su vanguardia los generales africanos Cavaignac, Lamoriciere y Bedeau. Pero el gran partido de oposición estuvo formado por la Montaña. Este bautizo parlamentario se había dado al Partido Socialdemócrata. Disponía de más de 200 de los 750 votos de la Asamblea Nacional y, en consecuencia, se había asumido, por lo menos, tan fuerte como cualquiera de las tres fracciones del Partido del Orden. Su minoría relativa frente a toda la coalición realista parecía compensada por las circunstancias especiales. Las elecciones departamentales no sólo demostraron 9°

Cola molesta, en francés .

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que había ganado seguidores considerables entre la población del campo. Contaba con casi todos los diputados de París; el ejército había depositado un dogma democrático a través de la elección de tres suboficiales, y el jefe de la Montaña, Ledru-Rollin, había sido elevado a la posición de la nobleza parlamentaria, a diferencia de todos los representantes del Partido del Orden, por cinco Departamentos que habían congregado sus votos en él. Por tanto, la Montaña parecía tener, el 28 de mayo de 1 849, en las colisiones inevitables de los realistas entre sí y las de todo el Partido del Orden con Bonaparte, todos las elementos de éxito ante sí. Antes de que a continuación sigamos la historia parlamentaria, son necesarias algunas observaciones para evitar las equivocaciones frecuentes acerca del carácter de toda la época que tenemos ante nosotros. Según la manera de ver de los demócratas, durante el período de la Asamblea Nacional Legislativa se habló de lo que en el período constituyente se habló: de la simple lucha entre republicanos y realistas. Pero expresan en conjunto la disputa misma con una palabra clave: "reacción"; la noche en la que todos los gatos son grises y que les permite confesar en voz baja sus oscuros lugares comunes. Y, en efecto, a primera vista el Partido del Orden muestra un enredo de diferentes fracciones realistas, que no sólo intrigan unas contra otras para elevar cada una al trono a su propio pretendiente y excluir al pretendiente del partido contrario, sino que, también, se unen todas en el odio común y en los ataques comunes contra la "república." Por su parte, la Montaña aparece, al contrario de esta conspiración realista, como la representante de la "república". ' El Partido del Orden aparece ocupado constantemente en una "reacción" que, ni más ni menos como en Prusia, dirige contra la prensa, contra la asociación, etc., etc., y se ejecuta con brutales ingerencias policíacas de la burocracia, de la gendarmería y de los Parkette91 , como que en Prusia. Por su lado, la "Montaña" está continuamente ocupada una vez más en rechazar estos ataques, y defender así los "eternos derechos humanos", como todo así llamado 91

(W) Tribunales, en francés.

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partido popular lo ha hecho desde hace más o menos un siglo y medio. Ante una consideración más cercana a la situación y a los partidos, sin embargo, desaparece esta apariencia superficial, que encubre la lucha de clases y la fisonomía peculiar de este período. Legitimistas y orleanistas formaban, como se ha dicho, las dos grandes fracciones del Partido del Orden. ¿Qué diferenciaba mutuamente a estas fracciones y las sostenía a sus pretendientes? ¿No fue otra cosa que el Lirio92 y la Tricolor, la Casa de Borbón y la Casa de Orleáns, diferentes matices del realismo; fue, en general, el credo realista? Bajo los B orbones había gobernado la gran propiedad territorial, con sus curas y sus lacayos; baj o los Orleáns, las altas finanzas, la gran industria, el gran comercio; es decir, el capital, con su comitiva de abogados, profesores y aduladores. La monarquía legítima fue solamente la expresión política de la dominación heredada de los señores de la tierra, como la monarquía de Julio sólo la expresión política de la dominación usurpada de los burgueses Parvenüs93 • Por tanto, lo que diferenciaba a estas fracciones no fueron los así llamados principios, fueron sus condiciones materiales de existencia, dos tipos distintos de propiedad; fue la viej a contradicción de la ciudad y el campo, la rivalidad entre el capital y la propiedad del suelo. Que, al mismo tiempo, los ataba viejos recuerdos, enemistades personales, temores y esperanzas, prej uicios e ilusiones, simpatías y antipatías, convicciones, artículos de fe y principios a una u otra Casa Real, ¿quién lo niega? Sobre las diversas formas de propiedad, sobre las diferentes condiciones sociales de existencia se levanta toda una superestructura y modos de pensar y conceptos de vida formadores de características sensaciones e ilusiones. La clase entera los crea y los forma afuera de sus bases materiales y de las relaciones sociales correspondientes. El individuo particular, al pasárselos a través de 92

Marx hace alusión al emblema heráldico o escudo de armas que contiene la flor de lis, o flor del lirio, perteneciente a la monarquía de los Barbones. Se compone de tres hojas, la del medio grande y ancha, y las de los costados más estrechas y curvadas . 93 Parvenu: advenedizo, en francés.

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la tradición y la educación, puede imaginarse que éstas crean las bases determinantes y el punto de partida de su actuación. Si los orleanistas intentaron engañar a los legitimistas, cada fracción a sí misma y a la otra, de que el afecto separaba a sus dos dinastías, los hechos demostraron después, más bien, que sus intereses divididos impedían la unión de las dos Casas Reales. Y así como en la vida privada se diferencia entre lo que un hombre piensa y dice de sí mismo y lo que realmente es y hace, así tiene que diferenciarse más en las luchas históricas, las expresiones y las representaciones de los partidos, de su organismo real y de sus intereses reales; sus concepciones, de su realidad. Orleanistas y legitimistas se encontraron en la república unos junto a otros con idénticas pretensiones. En consecuencia, si cada parte quiso imponer frente a la otra la restauración de su propia Casa Real, no significó otra cosa, sino que los dos grandes intereses en que se divide la burguesía -la propiedad del suelo y el capital­ intentaran restaurar su propia supremacía, y la subordinación del otro. Hablamos de dos intereses de la burguesía, pues la gran propiedad del suelo, pese a su coquetería feudal y a su orgullo de casta, estaba completamente aburguesada por el desarrollo de la sociedad moderna. De la misma manera los tories94 en Inglaterra han imaginado, por mucho tiempo, haberse entusiasmado por la monarquía, la Iglesia y las bellezas de la vieja Constitución inglesa, hasta que el día del peligro les arrancó la confesión de que sólo se entusiasmaban por la renta del suelo. Los realistas coligados realizaban unos contra otros su intriga en la prensa, en Ems95, en Claremont96, fuera del parlamento. Entre bastidores, vestían otra vez sus viejas libreas orleanistas . . "' . partl"do representante de l a anstocracia 1ory o tones: antiguo terrateniente inglesa que después de 1 830 se denominó Partido Conservador 95 Región del norte alemán surcada por el río Ems, donde residía el conde Enrique Carlos Chambord, autodenominado Enrique V, último r�resentante de la dinastía Borbón y aspirante al trono francés. 9 Suburbio de Londres, donde vivía el destronado rey francés Luis Felipe después de la revolución de febrero de 1 848. 94

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y legitimistas y realizaban sus viejos torneos. Pero en la escena

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pública, en sus grandes acciones de Estado, como gran partido parlamentario, atendían a sus respectivas Casas Reales con simples reverencias y aplazaban la restauración de la monarquía ad irifinitum97. Realizaban su verdadera ocupación como Partido del Orden, es decir, bajo una causa social, no bajo una política; en calidad de representantes del orden universal burgués, no como caballeros de princesas viajeras; como clase burguesa en contra de todas las otras clases, no como realistas frente a republicanos. Y como Partido del Orden, han practicado una dominación más ilimitada y más dura sobre las demás clases de la sociedad como nunca bajo la Restauración o bajo la monarquía de Julio, como sólo fue posible ejercerla, en general, bajo la forma de la república parlamentaria, pues sóio bajo esta forma podían unirse las dos grandes secciones de la burguesía francesa; es decir, pudieron poner a la orden del día la dominación de su clase, en lugar del régimen de una fracción privilegiada de la misma. No obstante, si también como Partido del Orden insultan a la república y manifiestan su renuencia en contra de ella, esto sucedía así no sólo por los recuerdos realistas. El instinto les enseñó que, ciertamente, la república completaba su dominación política, pero que, al mismo tiempo, socavaba su base social, al tener que enfrentar a las clases sojuzgadas y pelear con ellas ahora sin la intervención, sin el amparo de la corona, sin poder desviar el interés nacional a través de sus subordinadas luchas entre sí y con la monarquía. Fue una sensación de debilidad que les hizo retroceder de susto ante las condiciones puras de su propia dominación de clase, y añorar las formas más incompletas, más subdesarrolladas y, precisamente por eso, más seguras [de su dominación, d. a.] Al contrario, cada vez que los realistas coligados terminan en conflicto con el pretendiente que enfrentan, con Bonaparte, cada vez que creen que su omnipotencia parlamentaria peligra ante el poder ejecutivo, cada vez que tienen, por tanto, que limpiar el título político de su dominación; se presentan como republicanos 97 Al

. fi mto, en l atm. '

111

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y no como realistas, desde el orleanista Thiers -quien advie1te a la Asamblea Nacional que la república en lo menos los separa-, hasta el legitimista Berryer -quien el 2 de diciembre de 1 85 1 , envuelto en la banda tricolor, arenga como tribuno en nombre de la república, ante el recinto de la Mairie98 del décimo arrondissement99 al pueblo reunido. Naturalmente, el eco le gritaba burlonamente de vuelta: Henri V! Henri V! 1 ºº Frente a la burguesía coligada se había formado una Cj>alición entre pequeños burgueses y obreros, el así llamado 4>artido Socialdemócrata. Los pequeños burgueses se vieron mal recompensados después de las j ornadas de junio de 1 848; vieron que peligraban sus intereses materiales y las garantías democráticas que tenían que asegurarles la confirmación de esos intereses, cuestionados por la contrarrevolución. Se acercaron, por tanto, a los trabaj adores. Por otra parte, su representación parlamentaria, la Montaña, echada a un lado durante la dictadura de la burguesía republicana, había reconquistado su popularidad perdida, en la última mitad de vida de la Constituyente, a través de su lucha con Bonaparte y los ministros realistas. Había concertado una alianza con los dirigentes socialistas. En febrero de 1 849 fue celebrado el banquete de reconciliación. Un programa común fue trazado, fueron establecidos comités electorales comunes y se designaron candidatos comunes. Las reivindicaciones sociales del proletariado fueron destrozadas en los principales puntos revolucionarios y dieron un giro democrático; las exigencias democráticas de la pequeña burguesía fueron despoj adas de la simple fonna política y se quitó su principal punto socialista. Así surgió la socialdemocracia. La Montaña nueva, resultado de esa combinación, contenía, descontados algunos integrantes de la clase obrera y de algunos sectarios socialistas, los mismos elementos que la Montaña vieja, sólo que más fuertes numéricamente. Pero, en el curso del desarrollo 98 Alcaldía,

en francés. en franees . . ¡ Enrique V! ¡ Enrique V!, en francés

. 99 n·1stnto, 100

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se había transformado ella, con la clase que representaba. El carácter peculiar de la socialdemócracia se resume en que allí son exigidas instituciones democrático-republicanas, como medios para abolir juntamente no a los dos extremos, el capital y el trabajo asalariado, sino para atenuar su contradicción y convertirla en armonía. Qué tan diferentes quieran ser recomendadas estas medidas para la consecución de este fin; cuánto se quiera adornar éste con concepciones más o menos revolucionarias, el mismo contenido permanece. Ese contenido es la reorganización de la sociedad por vía democrática, pero una reorganización dentro de los límites de la pequeña burguesía. Sólo que es necesario no hacerse una idea estrecha, como si la pequeña burguesía quisiera imponer, por principio, un interés de clase egoísta. Más bien, ella cree que las condiciones particulares de su liberación, son las condiciones generales al interior de las cuales únicamente puede ser salvada la sociedad moderna y evitada la lucha de clases. Tampoco es necesario imaginar que todos los representantes democráticos son ahora shopkeepers1 0 1 , o que se apasionen por ellos. Aquellos pueden estar inmensamente separados de éstos según su educación y su situación individual. Lo que los convierte en representantes de los pequeños burgueses es que, en talento, no van más allá de los límites de los que aquellos no atraviesan en el modo de vida; que, por tanto, sean empujados teóricamente a las mismas tareas y soluciones hacia las cuales son empujados prácticamente aquellos por el interés material y la situación social. Esta es, en general, la relación entre los representantes políticos y literarios de una clase, con la clase que ellos representan. Según el análisis ofrecido, se comprende de por sí que aunque la Montaña pelee constantemente con el Partido del Orden en torno a la república y a los llamados derechos del hombre, ni la república ni los derechos del hombre son su fin último; como tampoco un ejército al que se quiere despojar de las armas y que se pone a la defensiva, es conducido al terreno de lucha para quedar en posesión de sus propias armas. 101

Tenderos, en mg l es; es dectr, pequenos - burgueses. .

'

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El Partido del Orden provocó inmediatamente, durante la reunión de la Asamblea Nacional, a la Montaña. La burguesía sentía ahora la necesidad de acabar con los pequeñoburgueses demócratas, como había comprendido la necesidad un año antes de terminar con el proletariado revolucionario. Sólo que la situación del adversario era distinta. La fuerza del partido proletario estaba en la calle, la de los pequeños burgueses estaba en la misma Asamblea Nacional. Por lo tanto, se valía atraerlos de la Asamblea Nacional a la calle y permitir que ellos mismos destrozaran su fuerza parlamentaria antes de que pudieran consolidarla el tiempo y la ocasión. La Montaña galopó con rienda suelta hacia la trampa. El bombardeo de Roma por las tropas francesas era el cebo que les fue tirado102. Ello violó el artículo V de la Constitución, que prohíbe a la República Francesa emplear sus fuerzas armadas contra las libertades de otro pueblo. Además, también el artículo 54 prohibía toda declaración de guerra por el poder ejecutivo sin la aprobación de la Asamblea Nacional, y la Constituyente había desaprobado, mediante su resolución del 8 de mayo, la expedición romana. Sobre estas razones, Ledru-Rollin depositó allí el 1 1 de junio de 1 849 un acta de acusación contra Bonaparte y sus ministros. Por los aguijones de Thiers se provocó, se dejó arrastrar incluso la amenaza, de que se quería defender la Constitución por todos los medios, hasta con las armas en la mano. La Montaña se levantó como un solo hombre y repitió este l lamado a las armas. El 1 2 de junio laAsamblea Nacional rechazó el acta de acusación, y la Montaña abandonó el parlamento. Los acontecimientos del 1 3 de junio son sabidos: la proclamación de una parte de la Montaña, por la cual había declarando "fuera de la Constitución" a Bonaparte y a sus ministros; la procesión callejera de la Guardia Nacional democrática, que desarmada como estaba, se dispersó al encuentro con las tropas de Changarnier, etc., etc. Una parte de la Montaña huyó al extranjero, otra fue enviada al Tribunal Superior de Bourges103, y un reglamento parlamentario sometió al resto a la 102 Véase el principio del capítulo V de la presente edición. 103 Bourges, capital del departamento de Cher, centro de Francia.

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supervisión magisterial del presidente de la Asamblea Nacional 1 04. París fue mudado de nuevo al estado de sitio, y disuelta la parte democrática de su Guardia Nacional. De esta manera fue destrozada la influencia de la Montaña en el parlamento y la fuerza de los pequeños burgueses en París. En Lyon105, donde el 1 3 de junio se había dado la señal para una sangrienta sublevación de trabajadores, fue declarado en estado de sitio, con los cinco Departamentos circundantes, una situación que continúa hasta este momento. El grueso de la Montaña había abandonado a su Avantgarde106, rehusándose a la firma de su proclamación. La prensa había desertado, arriesgándose sólo dos Journale a publicar el Pronunciamento107. Los pequeños bmgueses traicionaron a sus representantes al no aparecer la Guardia Nacional108; o, donde apareció, impidió la construcción de barricadas. Los representantes habían engañado a los pequeños burgueses, en tanto no estaban por verse los supuestos aliados del ejército en ninguna parte. Finalmente, en vez de la fuerza de ayuda del ejército para ganar, el partido democrático había contagiado al proletariado con su propia debilidad y, como sucede habitualmente en las grandes acciones democráticas, los dirigentes tuvieron la satisfacción de poder culpar a su "pueblo" de la deserción, y el pueblo la satisfacción de poder culpar de estafa a sus dirigentes. Raramente había sido anunciada una acción con gran ruido, como la campaña inminente de la Montaña; raramente había sido trompeteado con anticipación un acontecimiento con mayor seguridad y más tiempo como la victoria inevitable de la democracia. 104 ( W) Después de los acontecimientos del 13 de junio de 1 849, 40 diputados fueron puestos en estado de acusación. A lgunos dirigentes de la Montaña llegaron a la cárcel; otros huyeron (Ledru-Rollin). l OS Lyon, ciudad francesa situada al sureste de la París, en los Alpes. ' � ' 106 V: anguard ta, en irances. 107 T JOUrnaf: peno irances; pronunczamento: pronunciam1ento, en · ' d'1co, en � · · · italiano. IOS La Guardia Nacional, de extracción pequeñoburguesa, había reprimido al proletariado en junio de 1 848, como Marx dirá adelante. '

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Totalmente cierto: los demócratas creen en las trompetas, ante cuyos toques se derrumbaron los muros de Jericó109. Y siempre que se enfrentan con las murallas del despotismo, intentan imitar el milagro. Si la Montaña quiso vencer en el parlamento, no debió llamar a las armas. Si llamaba a las armas en el parlamento, no debió comportarse parlamentariamente en la calle. Si la demostración pacífica fue pensada seriamente, era absurdo, en consecuencia, no prever que sería recibida belicosamente. Si fue prevista una lucha verdadera, fue original deponer las armas con las cuales tenía que ser dirigida. Pero las amenazas revolucionarias de los pequeños burgueses y sus representantes democráticos son simples intentos de intimidación al adversario. Y cuando se han metido en conflictos, cuando se han comprometido bastante para verse obligados a la ej ecución de sus amenazas, ésta ocurre, en consecuencia, en un modo ambiguo, que no evita sino los medios que persiguen los fines, y los pretextos para la rendición. La obertura resonante que anunció la lucha, se pierde en un gruñido desanimado; al instante que tiene que comenzar, los actores tenninan de asumirse au sérieux uo, y la acción se desinfla, como un globo lleno de aire que se pica con la aguja. Ningún partido exagera más sus medios como el democrático, ninguno se equivoca más imprudentemente acerca de la situación. Si una parte del ejército había votado por ella, la Montaña fue convencida de que el ejército fuera a sublevarse por ella. ¿Y con cuál motivo? Con un motivo que, desde el punto de vista de las tropas, no tenía otro sentido, más que los revolucionarios tomaran partido por los soldados romanos en contra de los soldados franceses. Por otra parte, estaba aún muy fresco el recuerdo sobre junio de 1 848, como para que no tuviera que existir una profunda antipatía del proletariado contra la Guardia Nacional, y una radical desconfianza de los dirigentes de las sociedades secretas contra 109

' segun ' 1a 1eyenda b'bl' . 1 1ca, pnmera cm . dad que conqmstaron 1os J enea: hebreos al entrar a Palestina. Las murallas de la ciudad cayeron porque los sacerdotes tocaban las trompetas y el pueblo gritaba incontenible. no . ,, En seno, en irances. .

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los dirigentes democráticos. Para compensar estas diferencias, se necesitaban, además, grandes intereses comunes que estuvieran en j uego. La violación de un artículo constitucional abstracto no podía ofrecer ese interés. ¿No había sido violada ya en repetidas veces la Constitución, según la afirmación de los propios demócratas? ¿No la habían estigmatizado los periódicos más populares como un embuste contrarrevolucionario? Sin embargo el demócrata, debido a que representa a la pequeña burguesía, es decir, a una clase de transición, en la que los intereses de ambas clases son indiferentes a la vez, estima estar, en general, por encima de la contradicción de clases. Los demócratas reconocen que enfrentan a una clase privilegiada; pero ellos, dicho sea de paso, con todo el contorno de la nación, constituyen el pueblo. Lo que ellos representan es el derecho del pueblo, lo que les interesa, es el interés del pueblo. De ahí que, en una lucha inminente, no necesiten examinar los intereses y las posiciones de las distintas clases. No necesitan ponderar con demasiada inquietud, sus propios medios. Precisamente, no tienen más que dar la señal, para que el pueblo, con esto, con todos sus recursos inagotables, se arroj e sobre las autoridades. Sólo que si sus intereses se evidencian en la ejecución como poco interesantes y su poder como la impotencia, esto depende, en consecuencia, o bien de los sofistas perniciosos, que dividen al pueblo indivisible en varios campos enemigos; o bien del ejército, que fue demasiado embrutecido y ofuscado para comprender los fines puros de la democracia como lo mejor de lo suyo propio; o bien de un detalle que ha frustrado la ejecución de todo; o bien de una casualidad imprevista que ha hecho fracasar por esta vez al Partido. En todo caso, así como el d1emócrata ha salido de la derrota más ignominiosa tan inmaculado, así de inocente ha entrado en ella, con la convicción readquirida de que tiene que vencer; no de que él mismo y su partido tienen que abandonar el viejo punto de vista, sino de que, al contrarlÍo, las condiciones tienen que madurar para él. De ahí que uno no deba imaginarse, en absoluto, a la Montaña humillada, desgraciada y destrozada por el nuevo reglamento parlamentario. De esta manera, si el 1 3 de junilo había eliminado

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a sus jefes, por otra parte, produjo puestos para eminencias más subordinadas, a quienes esta nueva posición halagó. Así, cuando su impotencia en el parlamento ya no podía estar en duda, estuvieron autorizados ahora a limitar sus acciones a estallidos de indignación moral y a estrepitosas declamaciones. Si el Partido del Orden pretendió ver encamados en ellos todos los horrores de la anarquía, como últimos representantes oficiales de la revolución, en consecuencia podían ser, en realidad, tanto más triviales y más modestos. Pero por el 1 3 de junio se esperanzaban con este profundo cambio: ¡ Pero, si se atreve dañar el sufragio universal, bueno, entonces! ¡ Entonces demostraremos quiénes somos nosotros!" Nous verrons ! "111 Igualmente, por lo que se refiere a la Montaña que huyó al extranjero, basta observar que Ledru-Rollin, debido a que había logrado arruinar, irremediablemente, apenas en dos semanas, al potente partido a cuyo frente estaba, se encontró llamado a formar un gobierno francés in partibus112; de modo que su figura, a la distancia, separada del terreno de acción, parecía aumentar en tamaño en la medida que se hundía el nivel de la revolución y se volvían más enanas las estaturas oficiales de la Francia oficial; de modo que pudo figurar como pretendiente republicano para 1 852; de modo que dirigió circulares periódicas a los valacos y a otros pueblos, con las cuales ha amenazado a los déspotas del continente con sus hazañas y las de sus aliados. ¿Se había equivocado totalmente Proudhon cuando gritó a estos señores: " Vous n ' étes que des blagueurs "? 113 El Partido del Orden había roto el 1 3 de junio [de 1 849, d. a.] no sólo a la Montaña: había impuesto el sometimiento de la Constitución a las resoluciones de la mayoría de la Asamblea Nacional. Y comprendió así que en la república domina aquí la burguesía con formas parlamentarias, sin encontrar una sola barrera como en la monarquía, en el veto del poder ejecutivo o en la 111 ¡ N os veremos 1. , en . franees. ' 112 Véase la nota 29. 113 , que unos b rom1stas?. , en franees. , ¿N o son mas .

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disolubilidad del parlamento. Esto era la república parlamentaria, como la llamaba Thiers. Pero si el 1 3 de junio la burguesía aseguró su omnipotencia dentro del recinto del parlamento, ¿no encadenaba al parlamento mismo a la debilidad incurable, frente al poder ejecutivo y al pueblo, excluyendo a la parte más popular del mismo? Al abandonar a numerosos diputados, sin ceremonias prolongadas, a la requisición de las curules, anuló su propia invulnerabi lidad parlamentaria. El reglamento humillante con el cual [la burguesía, d. a.] sometió a la Montaña, elevó al presidente de la república, en la misma medida que rebajó a los representantes individuales del pueblo. Al estigmatizar la insurrección, en defensa de la situación constitucional, como anárquica, como la acción encaminada hacia la revolución de la sociedad, se prohibió a sí misma el llamamiento a la insurrección, al instante que el poder ejecutivo hubiese violado la Constitución enfrente de ella. Y la ironía de la historia quiso que el general que había bombardeado Roma por encargo de Bonaparte -y había dado así el motivo inmediato para la sublevación constitucional del 1 3 de junio-, que Oudinot, el 2 de diciembre de 1 85 1 , tenga que ser presentado al pueblo por el Partido del Orden, encarecida e inútilmente, como el general de la Constitución en contra de Bonaparte. Otro héroe del 1 3 de junio, Vieyra, quien desde la tribuna de la Asamblea Nacional cosechó el elogio por las brutalidades que había perpetrado en los locales de los periódicos democráticos, al frente de un pelotón de guardias nacionales perteneciente a la alta finanza; este mismo Vieyra estuvo enterado de la conspiración de Bonaparte, y contribuyó esencialmente, además, a cortar a la Asamblea Nacional, en sus horas de muerte, toda protección por parte de la Guardia Nacional. El 1 3 de j unio [de 1 849, d. a.] tuvo también otro significado. La Montaña había querido atraer la aprobación de Bonaparte hacia una situación de acusación. Por tanto, su derrota fue una victoria directa de Bonaparte, su triunfo personal sobre sus enemigos democráticos. El Partido del Orden ganó la victoria, Bonaparte sólo tuvo que recogerla. Y lo hizo.

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El 14 de junio había de leerse una proclamación en los muros de París, en la cual el presidente, sin su participación, por así decirlo, renuente, obligado por la simple fuerza de los acontecimientos, se separa de su aislamiento monacal; se quej a como la virtud mal juzgada por las calumnias de sus contrarios y, mientras parece identificar su persona con el asunto del orden, identifica, más bien, el asunto del orden con su persona. Además, la Asamblea Nacional había aprobado Ja expedición contra Roma, ciertamente después, pero para esto Bonaparte había tomado la iniciativa. Después de que él introdujo de nuevo al sumo sacerdote Samuel en el Vaticano, pudo esperar instalarse en las Tullerías como el rey David1 14 . Había ganado a los curas. La sublevación del 1 3 de junio se limitó, como vimos, a una pacífica procesión callejera. Por tanto, no estaba para ganarse laureles guerreros frente a ella. No obstante, en esta época pobre de acontecimientos y de héroes, el Partido del Orden convirtió esta batalla sin derramamiento de sangre en un segundo Austerlitzm. La tribuna y la prensa elogiaron al ejército como el poder del orden, comparado con las masas del pueblo en cuanto la impotencia de la anarquía, y glorificaron a Changamier, como el "baluarte de la sociedad". Un engaño que hasta él creyó finalmente. Pero secretamente fueron trasladados los cuerpos [de la Guardia Nacional, d. a.] que parecían dudosos de París; fueron desterrados de Francia a Argelia los cabecillas revoltosos entre las tropas, enviadas a secciones de castigo; por último, fue ejecutado sistemáticamente el acordonamiento de la prensa por cuartel y el acuartelamiento de la sociedad civil. Hemos llegado aquí al momento de cambio decisivo en la historia de la Guardia Nacional francesa. En 1 83 0 había decidido el derrocamiento de la Restauración. Bajo Luis Felipe fallaron todas 1 1 4 Alusión a los planes de Luis Bonaparte de recibir la corona real de Francia de manos del Papa Pío IX. Según la Biblia, David, rey tanto de Judá como de Israel, fue ungido para el trono por el profeta Samuel. 1 1 5 Austerlitz: Batalla en la que el ejército francés, dirigido por Napoleón, venció a las tropas ruso-austriacas, el 2 de diciembre de 1 805. Actualmente esa localidad es parte de la República Checa.

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las sublevaciones en las cuales la Guardia Nacional se encontraba al lado de las tropas. Al igual que en las jornadas de febrero de 1 848, se mostró pasiva hacia la insurrección y ambigua hacia Luis Felipe, que se dio por perdido, y estaba perdido. Así se arraigó la convicción de que la revolución y el ejército no podrían vencer sin, ni contra la, Guardia Nacional. Fue esta superstición· del ejército en la omnipotencia civil. Las jornadas de junio de 1 848, en las que toda la Guardia Nacional derrotó a la insurrección, con las tropas de línea, habían reforzado esa superstición. Después de la toma de posesión gubernamental de Bonaparte, la posición de la Guardia Nacional descendió bastante, por la desfavorable unión constitucional de su mando con el mando de la primera división militar en la persona de Changamier. Así como el mando sobre la Guardia Nacional aparecía aquí en calidad de un atributo del alto mando militar, así también aparecía ella misma sólo como un apéndice de las tropas de línea. Por fin, el 1 3 de junio fue destrozada: no sólo por su desintegración parcial, que desde ese momento se repitió periódicamente en todos los puntos de Francia, dejándola en las ruinas. La demostración del 1 3 de junio [de 1 849, d. a.] fue, ante todo, una manifestación de los guardias nacionales democráticos. Ciertamente no habían conducido frente al ej ército sus armas, pero sí sus uniformes; sin embargo, en este uniforme estaba localizado precisamente el talismán. El ej ército se convenció de que ese uniforme era como otro trapo más lanudo. El hechizo estaba perdido. En las jornadas de junio de 1 848, la burguesía y la pequeña burguesía, en calidad de Guardia Nacional, estuvieron unidas con el ej ército en contra del proletariado; el 1 3 de junio de 1 849, la burguesía permitió separar a la Guardia Nacional pequeñoburguesa por el ej ército; el 2 de diciembre de 1 85 1 , había desaparecido la Guardia Nacional de la propia burguesía, y Bonaparte sólo constató este hecho, cuando firmó, después, el decreto de su disolución. Así, la burguesía había roto ella misma su última arma en contra del ejército; pero tenía que romperla desde el momento en que la pequeña burguesía ya no se encontraba detrás de ella como vasallo, sino como rebelde frente a ella; como tenía que destruir,

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en general, todos sus medios de defensa en contra del absolutismo con sus propias manos, en el instante en que ella misma se había vuelto absoluta. Entretanto, el Partido del Orden celebró la reconquista de un poder-que en 1 848 sólo parecía perdido, para volver a reencontrarlo libre de obstáculos en 1 849-, por medio de invectivas contra la república y la Constitución; por medio de maldiciones a todas las futuras revoluciones actuales y pasadas, incluidas las que habían hecho sus propios dirigentes; con leyes por medio de las cuales se había amordazado a la prensa, destruido la asociación y regulado el estado de sitio como institución orgánica. Luego, la Asamblea Nacional se aplazó de mediados de agosto hasta mediados de octubre, después de haber nombrado una comisión de permanencia para el tiempo de su ausencia. Durante estas vacaciones, los legitimistas intrigaron en Ems; los orleanistas en Claremont; Bonaparte, a través de giras principescas, y los Departamentos en los Consejos, sobre la revisión constitucional -incidentes que se repiten regularmente en las vacaciones periódicas de la Asamblea Nacional y a los que entraré tan pronto se conviertan en acontecimientos. Aquí solamente se observa que la Asamblea Nacional actuó impolíticamente, cuando desapareció de la escena por un intervalo más largo, y que permitió percibir al frente de la república a un personaje, aunque lamentable: el de Luis Bonaparte; mientras el Partido del Orden se dej ó ver separadamente en sus componentes realistas, para escándalo del público, y se dedicó a sus contradictorios deseos de restauración Cada vez que enmudeció, durante estas vacaciones, el bullicio confuso del parlamento y su cuerpo se disolvió en Ja nación, se mostraba inconfundiblemente que sólo faltaba una cosa para ultimar la verdadera figura de esta república: hacer permanentes sus vacaciones y sustituir su inscripción de Liberté, Égalité, Fraternité [Libertad, Igualdad, Fraternidad, d. a.], por las palabras inequívocas: Infanterie, Cavalerie, Artillerie! 116

116

¡ Infantería, caballería, artillería ! , en francés.

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IV A mediados de octubre de 1 849 se reunió de nuevo la Asamblea Nacional. El 1 de noviembre, Bonaparte la sorprendió con un mensaje en el cual notificaba el despido del ministerio Barrot­ Falloux y la formación de un nuevo ministerio. Jamás se ha depuesto a lacayos de su puesto con menos ceremonias como Bonaparte a sus ministros. Los puntapiés que fueron enviados a la Asamblea Nacional, los recibieron provisionalmente Barrot y compañía. El ministerio Barrot estaba compuesto, como hemos visto, de legitimistas y orleanistas; un ministerio del Partido del Orden. Bonaparte había necesitado del mismo para disolver la Constituyente republicana, realizar la expedición contra Roma y destrozar al Partido Democrático. Detrás de este ministerio [Bonaparte, d. a.] se había eclipsado aparentemente, traspasó el poder del Gobierno a las manos del Partido del Orden y se colocó la máscara de modestia la cual bajo Luis Felipe llevaba el gerente responsable de la prensa diaria, la máscara del homme de paille111. Ahora desechó el antifaz, que ya no era frívola cortina bajo la cual pudo ocultar su fisonomía, sino la máscara de hierro que le impidió mostrar una fisonomía propia. Él había nombrado el ministerio Barrot para disolver, en nombre del Partido del Orden, la Asamblea Nacional republicana; y lo depuso para declarar independiente su propio nombre de la Asamblea Nacional del Partido del Orden. Pretextos plausibles para esta deposición no faltaron . El ministerio Barrot descuidaba incluso las formas de decencia que habrían permitido aparecer al presidente de la república como un poder al lado de la Asamblea Nacional. Durante las vacaciones de la Asamblea Nacional Napoleón publicó una carta dirigida a Edgar Ney en la que parecía desaprobar la actuación intolerante 117 Literalmente, "hombre de paja", en francés. Frase que se emplea para referirse al vocero.

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del Papa1 18; igualmente, había publicado una carta en oposición a la Constituyente, en la que elogió a Oudinot por el ataque a la República de Roma119. Ahora que la Asamblea Nacional votó el presupuesto para la expedición romana, Víctor Hugo sacó, por supuesto liberalismo, esa carta a colación. El Partido del Orden extinguió la idea de que las ocurrencias de Bonaparte pudieran tener alguna importancia, entre despreciables exclamaciones incrédulas. Ninguno de los ministros recogió el guante por él. En otra ocasión Barrot, con su conocido patetismo vano, dej ó caer palabras de indignación desde la tribuna de oradores sobre las "intrigas abominables" que sucedían, según su declaración, en el entorno cercano al presidente. Finalmente, el ministerio rechazó, mientras la Duquesa de Orleáns obtenía un sueldo de viuda de la Asamblea Nacional, todas las propuestas de aumento a la lista civil12º presidencial. Y en Bonaparte se fundía tan íntimamente el pretendiente imperial con el arruinado caballero suertudo, que una gran idea, la de que él sea llamado a restaurar del imperio, fue complementada siempre de otra, la de que el pueblo francés sea llamado a pagar sus deudas. El ministerio Barrot-Falloux fue el primero y el último ministerio parlamentario que Bonaparte fundó . De ahí que su misma deposición constituyera un momento de cambio decisivo. Con él, el Partido del Orden perdió, para no reconquistarlo jamás, un espacio indispensable para la ratificación del régimen parlamentario, la manij a del poder ejecutivo. Se comprende enseguida que en un país como Francia, en el cual el poder ejecutivo dispone de un ej ército de funcionarios de más de medio millón de individuos; en el cual, por tanto, se conserva una permanente masa inmensa de intereses y existencias en la dependencia más incondicional; en el cual el Estado enmaraña, controla, reprende, vigila y tutela a la sociedad civil, 118 Marx se refiere a Pío IX. 119 Véase la nota 75 . 120 Lista civil es la dotación económica asignada al monarca y a su familia en el presupuesto del Estado.

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desde sus expresiones de vida más amplias, hasta sus movimientos más insignificantes; desde sus modos de existencia más generales, hasta la existencia privada de los individuos; [país, d. a.] en el cual este cuerpo de parásitos obtiene -a través de una centralización extraordinaria- una omnipresencia, omnisciencia, acelerada capacidad de movimiento y elasticidad, que sólo encuentran una analogía en la dependencia torpe, en la deformidad desordenada del autentico cuerpo social; [se comprende, d. a.] que en un país semejante, que concedió la disposición sobre los puestos ministeriales, la Asamblea Nacional perdiera toda influencia efectiva, si al mismo tiempo no simplificaba la administración del Estado, no reducía en lo posible el ejército de funcionarios y, finalmente no permitía crear a la sociedad civil y a la opinión pública sus órganos propios, independientes del poder del Gobierno. Sin embargo, el interés material de la burguesía francesa está precisamente entretejido en lo más íntimo con la conservación de esa extensa y muy ramificada maquinaria del Estado [Staatsmaschine] . Ella acomoda aquí a su población sobrante, y complementa en forma de sueldos del Estado lo que no puede ingresar en forma de ganancias, intereses, rentas y honorarios. Por otra parte, su interés político la obligaba a aumentar diariamente la represión, por tanto, los recursos y el personal del poder del Estado; mientras tenía que dirigir al mismo tiempo una guerra ininterrumpida en contra de la opinión pública para paralizar, mutilar desconfiadamente, los órganos independientes de movimiento de la sociedad allí donde no conseguía amputarlos completamente. De este modo, la burguesía francesa, por su situación de clase, estaba forzada, de una parte, a destruir todas las condiciones de vida del poder parlamentario, incluso, también, las suyas propias; de otra, a hacer irresistible el poder ejecutivo hostil a ella. El nuevo ministerio se llamó el ministerio d'Hautpoul. No porque el general d'Hautpoul hubiera obtenido el rango de presidente del Ministerio. Con Barrot, Bonaparte más bien suprimió, al mismo tiempo, este honor, que condenaba al presidente de la república, efectivamente, a la incapacidad legal de un rey constitucional; pero de un rey constitucional sin trono y sin corona, sin cetro y sin espada,

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sin ÍlTesponsabilidad, sin la posesión imprescriptible del máximo honor del Estado y, lo que fue más fatal, sin l ista civil. El ministerio d 'Hautpoul poseía sólo un hombre de fama parlamentaria, el judío Fould, uno de los miembros más desacreditados de la alta finanza. Recayó en él el ministerio de Finanzas. Consúltese las cotizaciones de la Bolsa de París y se encontrará que, desde el 1 de noviembre de 1 849, los fondos franceses suben y caen con las subidas y caídas de las acciones bonapartistas. Mientras Bonaparte había encontrado en la Bolsa así a su aliado, él se apoderó, al mismo tiempo, de la policía, mediante el nombramiento de Carlier para prefecto de la policía de París. Mientras tanto, las consecuencias del cambio de ministros solamente podía evidenciarse en el transcurso del acontecer. Por ahora Bonaparte sólo había dado un paso adelante para ser empujado hacia atrás tanto más evidentemente. A su mensaje áspero, siguió la declaración más servil d e sumisión a la Asamblea Nacional. Siempre que los ministros se atrevían al intento tímido de aportar sus caprichos personales como propuestas de ley, sólo parecían obligados ellos mismos, por su situación y de mala gana, a cumplir los encargos extraños de quienes estaban convencidos del fracaso con anticipación. Siempre que Bonaparte, a espaldas de sus ministros, divulgaba sus intenciones y jugaba con sus "idées napoléoniennes" 121, sus propios ministros le desautorizaban hacia abajo de la tribuna de la Asamblea Nacional. Sus apetitos usurpadores parecían hacerse públicos sólo para no silenciar las risas maliciosas de sus adversarios. Se comportaba como un genio ignorado, que el mundo entero juzgó por un simplón. Jamás él gozó, en la extensión más amplia, del desprecio de todas las clases, como durante este período. Jamás la burguesía dominó más incondicionalmente, jamás portó para la exhibición más jactanciosa las insignias de su dominación. No tengo que escribir aquí la historia de sus actividades legislativas, que se resume, durante este período, a dos leyes: la 121 (W) (P) Alusión al libro de Luis Bonaparte Des idées napoléoniennes (Las ideas napoleónicas), aparecido en París en 1 839.

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ley que restablece el impuesto sobre vino; la ley de enseñanza, que suprime la incredulidad122. Cuando se impidió a los franceses la bebida de vino, les fue regalada tanto más abundantemente el agua de la vida verdadera. Si la burguesía con la ley sobre el impuesto del vino declara inviolable el antiguo odioso sistema de impuestos francés, con la ley de enseñanza intenta proteger el viejo estado de ánimo de las masas, que permitía soportarlo. Uno está asombrado de ver a los orleanistas, a los burgueses liberales, estos viejos apóstoles del volterianismo y de la filosofia ecléctica, confiar a sus enemigos de familia, los jesuitas, la administración del espíritu francés. Orleanistas y legitimistas pudieron diferir respecto al pretendiente a la corona, pero comprendieron que su dominación conjunta implicaba unir los medios de opresión de dos épocas, que los medios de sometimiento de la monarquía de Julio tenían que ser reforzados y completados con los medios de sometimiento de la Restauración. Los campesinos, engañados en todas sus esperanzas, aplastados más que nunca por el bajo nivel de los precios de los cereales, de una parte, y por la creciente carga de los impuestos y la deuda hipotecaria, por otra, comenzaron a agitarse en los Departamentos1 23. Se les contestó a través de una cacería a los maestros de escuela, que fueron sometidos a los sacerdotes; a través de una cacería a los Maires 1 24, que fueron sometidos a los prefectos, y a través de un sistema de espionaje, al que fueron sometidos todos. En París y en las grandes ciudades, la [tendencia de la, d. a.] reacción misma porta la fisonomía de su época, y provoca más de lo que ella derrota. En el campo, se vuelve trivial, común, mezquina, molesta, fastidiosa; en una palabra, gendarme. Se comprende de qué manera tres años de régimen del gendarme, bendecido por el régimen del sacerdote, tuvo que desmoralizar a las masas inmaduras. Por más que quiso emplear de pasión y declamación el Partido 122 El impuesto al vino se abolió el 1 de enero de 1 850 conforme a la resolución de la Asamblea Nacional Constituyente. 123 Marx se refiere a los Departamentos que componen las Regiones, en las cuales se divide el territorio francés. 124 Alcaldes, en francés.

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del Orden hacia abajo de la tribuna de la Asamblea Nacional en contra de la minoría, sus discursos continuaron monosilábicos, como los del cristiano, cuyas expresiones deben ser: sí, sí; no, no. Monosilábicos hacia abajo de la tribuna, como en la prensa. Casi como una adivinanza, cuya solución es conocida por adelantado. Si se trataba del derecho de petición o del impuesto sobre el vino, de la libertad de prensa o del libre comercio, de los clubes o del presupuesto del Estado, la contraseña regresa siempre de nuevo, el tema se mantiene siempre el mismo, el dictamen está siempre preparado y dice invariablemente: " ¡ Socialismo ! " Con el carácter de socialista es declarado el liberalismo burgués, la ilustración burguesa, la reforma financiera burguesa. Era socialista construir un ferrocarril donde ya había existido un canal, y socialista defenderse con el palo cuando era uno atacado con la espada. Esto no fue mera forma del discurso, moda o táctica de partido. La burguesía tenía la opinión correcta de que todas las armas que forjó contra el feudalismo, regresaban a su frente contra ella misma; de que todos los medios de creación que ella produjo, se revelaban contra su propia civilización; de que todos los dioses que ella creó, se habían desprendido de ella. Comprendió que todas las así llamadas libertades burguesas y las instituciones de progreso atacaban y amenazaban, al mismo tiempo, su dominación de clase en la base social y en el frente político; que, por tanto, se habían vuelto "socialistas". En estas amenazas y en estos ataques halló, con razón, el secreto del socialismo, cuyo sentido y cuya tendencia valoró más correctamente, de lo que el así llamado socialismo sabe valorarse a sí mismo. De ahí que éste no pueda comprender cómo la burguesía se cierra y oculta frente a él, quiera lloriquearle sentimentalmente ahora acerca de los sufrimientos de la humanidad; o predicarle cristianamente el reino milenario y la hermandad universal; o decirle humanamente mentiras del Espíritu, de la educación, de la libertad; o tramar doctrinalmente un sistema de arreglo y prosperidad de todas las clases sociales. Pero lo que [la burguesía, d. a.] no comprendió, fue la consecuencia de que a su mismo régimen parlamentario, que a su dominación política de hecho, tenía que sobrevenirle ahora

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también como socialista la sentencia de condenación general. Mientras la dominación de la clase burguesa no se había organizado íntegramente, no había adquirido su verdadera expresión política, tampoco podía sobresalir claramente la contradicción de las otras clases; y donde sobresalía, no tomaba el giro más arriesgado, que transforma toda lucha contra el poder del Estado en una lucha contra el capital. Si vio peligrar la "tranquilidad" en cada manifestación de la sociedad, ¿cómo podía querer ratificar al frente de la sociedad el régimen de la intranquilidad, su propio régimen, el régimen parlamentario, este régimen que, según la expresión de uno de sus oradores, vive en la lucha y a través de la lucha? El régimen parlamentario vive de la discusión; ¿cómo debe prohibir la discusión? Todo interés, toda institución social es transformada aquí en ideas generales, es examinado como ideas, ¿cómo cualquier interés, una institución, debe ratificarse sobre el pensamiento e imponerse como artículo de fe? La lucha de los oradores en la tribuna ocasiona la lucha de los canallas de la prensa; el club contendiente del parlamento se complementa necesariamente a través de los clubes contendientes al interior de los salones y las cantinas; los representantes que apelan constantemente a la opinión del pueblo, autorizan decir a la opinión del pueblo en peticiones su opinión verdadera. El régimen parlamentario confía todo a la decisión de las mayorías; ¿cómo no deben querer decidir las grandes mayorías más allá del Parlamento? Si los de la cumbre de Estado tocan el violín, ¿qué otra cosa esperan, más que los de abaj o bailen? Ahora la burguesía, por tanto, al excomulgar como "socialista" lo que antes celebraba como "liberal", respondió que su propio interés le ordena liberarla del peligro del propio gobierno; que para realizar la paz en el país, tiene que ser llevada la paz ante todo a su parlamento burgués; que para conservar intacto su poder social, tiene que ser quebrantado su poder político; que la burguesía privada sólo puede continuar para explotar a las otras clases y para gozar imperturbablemente la propiedad, la familia, la religión y el orden, con la condición de que su clase sea condenada, además de las otras clases, a la misma nulidad política; que para salvar su

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bolsa, rechazó la corona, y que la espada que debía de protegerla tiene que estar colgada, al mismo tiempo, sobre su propia cabeza, como la espada de Damocles. 125 En el ámbito de los intereses generales burgueses, la Asamblea Nacional se mostró tan improductiva, que, por ej emplo, las negociaciones sobre el ferrocarril París-Aviñón, comenzadas en el invierno de 1 850, no habían madurado aún el 2 de diciembre de 1 85 1 . Donde ésta no oprimía, no actuaba por reacción, estaba encadenada a la esterilidad incurable. Mientras el ministerio de Bonaparte recibió, en parte, la iniciativa de las leyes según el espíritu del Partido del Orden, y en parte exageró hasta su rigor en la ejecución y aplicación de las mismas, Bonaparte intentó, por otro lado, mediante inocentes propuestas absurdas, conquistar la popularidad, dar constancia de su contradicción con la Asamblea Nacional, e indicar el proyecto secreto, que fue impedido por ahora sólo por las circunstancias, para abrir al pueblo francés sus tesoros ocultos. En consecuencia, la propuesta para decretar un sobresueldo diario de cuatro Sous 126 a los suboficiales. En consecuencia, la propuesta de un Banco de préstamos de honorarios para los trabajadores. Recibir dinero regalado y prestado, esa fue la perspectiva con la cual tuvo la esperanza de atraer a las masas. Las cantinas y los préstamos: a eso se limita la ciencia financiera del lumpemproletariado, del elegante y del común. A esto se l imitaban los resortes que Bonaparte sabía poner en movimiento. Jamás había especulado un pretendiente más vulgarmente sobre la banalidad de las masas. La Asamblea Nacional rugió repetidamente sobre esos intentos inequívocos de ganar popularidad a su costa, con el peligro creciente de que este aventurero, al que azotaban las deudas y no retenía ninguna reputación adquirida, fuera a arriesgar un golpe desesperado. La irritación entre el Partido del Orden y el presidente había adoptado un carácter amenazador, cuando un acontecimiento 125 La frase espada de Damocles simboliza el peligro permanente, hasta en situaciones placenteras. 126 Sous: literalmente, bajo; moneda de cinco centavos.

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inesperado lo arrojó de vuelta, arrepentido, a sus brazos. Nos referimos a las segundas elecciones del 10 de marzo de 1850. Estas elecciones se realizaron para ocupar otra vez los puestos de representantes que después del 1 3 de junio, por prisión o exilio, habían cesado. París sólo eligió candidatos socialdemócratas. Incluso acumuló la mayoría de los votos en un insurgente de junio de 1 848, en De Flotte. De esta manera, la pequeña burguesía de París, aliada con el proletariado, se vengó de su derrota del 1 3 de junio de 1 849. Pareció sólo estar desaparecida del terreno de batalla en el instante de peligro, para pisarlo otra vez en la oportunidad más propicia con mayores fuerzas armadas y con una propuesta de lucha más audaz. Una circunstancia pareció incrementar el peligro de esta victoria electoral. El ejército votó en París por el insurgente de junio, en contra de La H itte, un ministro de Bonaparte, y en los Departamentos [votó, d. a.] en gran parte por los de la Montaña, que también aquí, ciertamente no tan resueltamente como en París, ratificaron la superioridad sobre sus adversarios. Bonaparte se vio, de repente, enfrentado otra vez a la revolución. Al igual que el 29 de enero de 1 849, al igual que el 13 de junio de 1 849, el 1 O de marzo de 1 85 0 desapareció detrás del Partido del Orden. Se rindió, pidió perdón cobardemente; se ofreció a designar cualquier ministerio a la orden de la mayoría parlamentaria; incluso suplicó a los dirigentes de los partidos orleanista y legitimista, a los Thiers, a los Berryer, a los Broglie, a los Molé, en suma, a los así llamados Burggrafen127, a empuñar en persona propia el timón del Estado. El Partido del Orden no supo aprovechar este momento irrecuperable. En lugar de adueñarse audazmente del poder ofrecido, ni siquiera obligó a Bonaparte a 1 27 Burggrafen:

literalmente, Conde de castillo. La palabra burgrave en la Alemania feudal designaba un título con el cual el emperador nombraba a los gobernadores de las ciudades y las provincias. Así se llamó a los diputados orleanistas y legitimistas con pretensiones de poder, que formaban parte de la comisión encargada por la Asamblea Legislativa de redactar el proyecto de la nueva ley electoral. El apodo fue tomado de la obra de teatro de Víctor Rugo Los burgraves ( 1 843), dedicado a la Alemania medieval.

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reponer el ministerio destituido el 1 de noviembre; se contentó con humillarle mediante el perdón y con incorporar al ministerio d'Hautpoul al señor Baroche. Este Baroche había causado daño como acusador público ante el Tribunal Superior del Bourges, una vez en contra de los revolucionarios del 1 5 de mayo, otra vez en contra de los demócratas el 1 3 de junio, ambas veces con motivo del atentado a la Asamblea Nacional. Además, ninguno de los ministros de Bonaparte, posteriormente, contribuyó más a desprestigiar a la Asamblea Nacional; y después del 2 de diciembre de 1 85 1 lo encontramos otra vez bien nombrado y costosamente pagado, como vicepresidente del Senado. Había escupido en la sopa de los revolucionarios, para que Bonaparte se la comiera toda. Por su parte, el Partido Socialdemócrata parecía perseguir sólo pretextos para interrumpir su propia victoria otra vez y dudar del asunto. Vidal, uno de los diputados recién elegidos en París, había salido elegido simultáneamente en Estrasburgo. Algunos lo persuadieron a declinar la elección por París y optar por la de Estrasburgo. Por tanto, en vez de dar a su victoria en el terreno electoral un carácter definitivo, y de ese modo obligar al Partido del Orden a disputársela enseguida en el parlamento; en vez de empujar así a la lucha al adversario, en el momento de entusiasmo popular y de ánimo del ejército, el partido democrático cansó a París durante los meses de marzo y abril con una nueva agitación electoral; permitió agotarse las excitadas pasiones del pueblo en ese reiterado juego electoral provisional; permitió satisfacerse el vigor revolucionario en éxitos constitucionales, que ardieran en intrigas pequeñas, declamaciones vanas y movimientos aparentes; permitió a la burguesía reunirse y tomar precauciones; finalmente, permitió hallar un tenue comentario sentimental al significado de las elecciones de marzo, en las elecciones adicionales de abril, con las palabras de Eugenio Sue. En una palabra, envió el 1 O de marzo a abril. La mayoría parlamentaria comprendió la debilidad de su adversario. Sus diecisiete burgraves -pues Bonaparte les había cedido la dirección y la responsabi lidad del ataque- redactaron una nueva Ley Electoral, cuyo proyecto fue encomendado al señor

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Faucher, quien exigió este honor. El 8 de mayo él llevó la ley, por la cual se abolió el sufragio universal, se impuso como condición un domicilio de tres años en la localidad de la elección; finalmente, la prueba de ese domicilio para el trabajador dependió del testimonio de su patrón. Así como los demócratas revolucionarios habían estado furiosos y excitados durante la lucha constitucional de las elecciones, así pregonaban constitucionalmente ahora que merecía demostrarse, con las armas en la mano, la formalidad de esos triunfos electorales; orden, calme majestueux128 , comportamiento legal, es decir, sumisión ciega bajo la voluntad de la contrarrevolución, que se imponía como ley. Durante el debate, la Montaña avergonzó al Partido del Orden, haciendo valer en contra de su animosidad revolucionaria, el comportamiento desapasionado del conservador que confirma el terreno de la ley y golpeándolo con el reproche horrible de que procedía revolucionariamente. Los mismos diputados recién elegidos se esforzaron en demostrar, mediante la actuación sensata y honesta, qué ignorantes eran al difamarlos como anarquistas e interpretar su elección como una victoria revolucionaria. El 3 1 de mayo se aprobó la nueva ley electoral. La Montaña se contentó con eso, al contrabandear una protesta en el bolsillo del presidente. A la ley electoral siguió una nueva ley de prensa, por la que fue eliminada toda la prensa revolucionaria129. Se había merecido su destino. El National y La Presse130 -dos órganos burgueses-, quedaron, después de este diluvio, como el residuo más externo de la revolución. Hemos visto cómo los dirigentes democráticos habían hecho, . 12s e 1 . a ma majestuosa, en firances. 129 Ley aprobada por la Asamblea Legislativa enjulio de 1 850, con la cual se aumentó la suma que los editores de periódicos debían depositar en fianzas y se introdujo el impuesto del timbre, que se extendía igualmente a los folletos. 130 Sobre El National, véase la nota 45. (W) (P) La Presse (La Prensa): diario que salía en París desde 1 836; durante la monarquía de Julio fue oposicionista; en 1 848- 1 849 fue órgano de los republicanos burgueses; posteriormente fue órgano bonapartista. Emile Girardin era su redactor.

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durante marzo y abril, todo por implicar al pueblo de París en una lucha aparente; cómo habían hecho todo después del 8 de mayo por impedir la lucha verdadera. No debemos, además, olvidar que el año 1 850 fue uno de los años más espléndidos de prosperidad industrial y comercial, por lo cual el proletariado de París estuvo empleado plenamente. Pero la ley electoral del 3 1 de mayo de 1 850 lo excluye de toda participación en el poder político. Lo separaba del terreno de la lucha. Arrojaba a los obreros otra vez a la situación de parias que habían ocupado antes de la revolución de febrero. Dejándose dirigir por los demócratas ante tal acontecimiento y pudiendo olvidar el interés revolucionario de su clase a cambio de un bienestar momentáneo, renunciaron al honor de ser un poder conquistador; se sometieron a su destino, demostraron que la derrota de junio de 1 848 los hizo incapaces para la lucha por años y que, por el momento, el proceso histórico tenía que efectuarse otra vez encima de sus cabezas. En lo que se refiere a la democracia pequeñoburguesa, que había gritado el 1 3 de junio: " ¡pero si es quebrantado el sufragio universal, entonces ! ", se consolaba ahora tanto con eso, que para ella el golpe contrarrevolucionario que le dieron no era golpe y la ley del 3 1 de mayo no era ley. "En el segundo [domingo d. a.] de mayo de 1 852, todo francés se presenta en la plaza electoral, con una mano en la papeleta de voto y con la otra en la espada". Con esta profecía hizo por sí misma lo suficiente. Por último, el ejército fue castigado por sus superiores, así como por las elecciones de marzo y abril de 1 850, así también por las del 28 de mayo de 1 849. Pero esta vez se dijo resueltamente: " ¡La revolución no nos engaña por tercera vez ! " L a ley del 3 1 de mayo de 1 850 fue e l coup d'état [golpe de Estado, d. a.] de la burguesía. Todas sus conquistas anteriores sobre la revolución tuvieron sólo un carácter provisional. Fueron cuestionadas tan pronto la actual Asamblea Nacional se retiró de la escena. Dependían del azar de unas nuevas elecciones generales, y la historia de las elecciones desde 1 848 probó irrefutablemente que en la misma medida en que se desarrollaba la dominación factual de la burguesía, su dominación moral sobre las masas del pueblo

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se perdía. El sufragio universal del 1 0 de marzo [de 1 850, d. a.] se declaró directamente en contra de la dominación de la burguesía; la burguesía contestó con la proscripción del sufragio universal. La ley del 3 1 de mayo fue, por tanto, una de las necesidades de la lucha de clases. Por otro lado, la Constitución exigió, para que la elección del presidente de la República sea válida, un mínimo de dos millones de votos. Por lo cual, si ninguno de los candidatos a la presidencia lograba este mínimo, la Asamblea Nacional debía elegir al presidente entre los tres candidatos que obtuvieran la mayoría de los votos. Actualmente, aunque la Constituyente creó esa ley, estaban inscritos en las listas de votos diez millones de electores. Es decir, a su juicio, bastaba un quinto de los votantes para hacer válida la elección del presidente. La ley del 3 1 de mayo borró de la lista electoral, por lo menos, tres millones de votos; redujo así el número de votantes a siete millones y conservó, no obstante, el mínimo legal de dos m illones para la elección del presidente. Por tanto, elevó el mínimo legal de un quinto a casi un tercio del voto electoralmente susceptible; es decir, hizo todo por pasar fraudulentamente la elección del presidente de las manos del pueblo, a las manos de la Asamblea Nacional. De esta manera el Partido del Orden pareció haber fortalecido doblemente su dominación mediante la ley del 3 1 de mayo, al haber remitido la elección de la Asamblea Nacional y la del presidente de la república a arbitrio la parte estacionaria de la sociedad.

V

Enseguida estalló otra vez la lucha entre la Asamblea Nacional y Bonaparte, mientras la crisis revolucionaria sobrevivía y el sufragio universal era abolido. La Constitución había fijado el sueldo de Bonaparte en 600,000 francos. Apenas medio año después de su instalación, consiguió elevar esta suma al doble. Particularmente Odilon B arrot arrancó a la Asamblea Constituyente un subsidio anual de 600,000 francos para los así llamados gastos representación. Después del 1 3 de j unio, Bonaparte hizo saber otra petición parecida, sin ser

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escuchado esta vez por Barrot. Ahora, después del 3 1 de mayo, se aprovechó inmediatamente del momento favorable y permitió solicitar a sus ministros una lista civil1 3 1 de tres millones a la Asamblea Nacional. Una larga y aventurera vida de vagabundo le había dado los tentáculos más desarrollados para palpar los momentos débiles en los que podía extorsionar dinero a sus burgueses. Él practicaba formalmente el chantage. La Asamblea Nacional había deshonrado la soberanía del pueblo con su ayuda y su conocimiento. Él amenazó con denunciar su delito al tribunal del pueblo en caso de que ella no arroje la bolsa y compre su silencio con tres millones al año. Ella [la Asamblea Nacional, d. a.] había robado de su derecho de voto a tres millones de franceses. Él exigió por cada francés aplacado y fuera de curso, un franco en moneda de curso, exactamente tres millones de francos. Él, el elegido por seis millones, exige una indemnización por los votos que aproximadamente le han estafado después. La comisión de la Asamblea Nacional rechazó al impertinente. La prensa bonapartista amenazó. ¿Podía la Asamblea Nacional romper con el presidente de la República, en un momento en el que ella, por principio y definitivamente, había roto con la masa de la nación? Ciertamente rechazó l a lista civil, pero autorizó una sola asignación financiera por 2 , 1 60,000 francos. De manera que ella se hizo culpable de una doble debilidad: autorizar el dinero y, a la vez, mostrar, a través de su disgusto, que ella lo autoriza de mala gana. Veremos después para qué utilizó Bonaparte ese dinero. Tras este enfadoso epílogo, que siguió las huellas de la supresión del sufragio universal, y en el que Bonaparte cambió la humilde actitud durante la crisis de marzo y abril por la insolencia retadora ante al parlamento usurpador, la Asamblea Nacional se suspendió por tres meses, desde el 1 1 de agosto hasta el 1 1 de noviembre. Dejó en su lugar una Comisión Permanente de 2 8 miembros, que n o contenía ningún bonapartista, pero sí algunos republicanos moderados. La Comisión Permanente de 1 849 había considerado sólo hombres del Orden y bonapartistas. Pero en ese 131

Véase la nota 1 20.

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tiempo el Partido del Orden se declaró permanentemente en contra de la revolución. Esta vez la república parlamentaria se declaró permanentemente en contra del presidente. Después de la ley del 3 1 de mayo, el Partido del Orden se encontró solamente ante este rival. Cuando la Asamblea Nacional se reunió de nuevo en noviembre de 1 850, parecía estar manifiesta, en vez de sus mezquinas escaramuzas con el presidente, una gran lucha sin consideraciones, una lucha de vida o muerte entre ambos poderes. Al igual que en 1 849, durante las vacaciones parlamentarias de este año el Partido del Orden se había dispersado en sus distintas :fracciones, cada cual ocupada con sus propias intrigas de Restauración132, que a través de la muerte de Luis Felipe habían recibido nueva energía. El rey de los legitimistas, Enrique V, había nombrado incluso un ministerio formal que residía en París y en el que estaban sentados miembros de la Comisión Permanente. De esta manera, Bonaparte fue autorizado a realizar, de su parte, giras por los Departamentos franceses y, de acuerdo al estado de ánimo de esa ciudad, a la que deleitaba con su presencia, divulgaba pronto sus propios planes de Restauración, más oculta, más abiertamente, con el fin de captar votos para sí. En estos desfiles, que el gran Moniteur oficial y los pequeños "monitores" privados de Bonaparte tenían que celebrar, naturalmente como desfiles de triunfo, él estuvo acompañado constantemente por afiliados de la Sociedad del 1 O de Diciembre. Esta sociedad data del año 1 849. Con el pretexto de fundar una sociedad de caridad, había sido organizado el lumpenproletariado de París en secciones secretas, cada sección dirigida por agentes bonapartistas, con un general bonapartista al frente de todas. Junto a roués133 arruinados, con dudosos medios de subsistencia y dudosa procedencia, al lado de retoños degenerados y aventureros de los vagabundos de la burguesía, soldados depuestos, ex presidiarios, esclavos de galeras fugitivos, estafadores, bufones, 1 32

Véase la nota 66. Literalmente, "ruedas", en francés; es decir, apostadores de ruleta o de la rueda de lotería. 1 33

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lazzaroni134, carteristas, cubileteros, jugadores, Maquereaus 135, dueños de burdeles, cargadores, escritorcillos, organi lleros, ropavejeros, afiladores, soldadores ambulantes, mendigos, en suma, toda la masa abandonada, ambulante, indefinida, confusa que los franceses llaman la boheme136; con estos elementos similares a él, Bonaparte formó las reservas de la Sociedad del 1 O de Diciembre. "Sociedad de caridad" en el sentido de que todos sus integrantes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora. Este Bonaparte, que se constituye como jefe del lumpenproletariado, que solamente aquí encuentra en gran cantidad la forma de los intereses que él personalmente persigue, que reconoce en esta mucosidad, basura y desperdicio de todas las clases, la única clase en la que puede apoyarse incondicionalmente, es el verdadero Bonaparte, el Bonaparte sans phrase. 137 Viejo roué [apostador, d. a.] astuto, concibe la vida histórica de los pueblos y los principales actos del Estado como una comedia en el sentido más ordinario, como una mascarada, en donde los grandes disfraces, expresiones y posturas sirven sólo de máscara a los canallas más mezquinos. De manera que, en su desfile a Estrasburgo, un buitre suizo amaestrado representó el águila napoleónica. Para su irrupción en Boulogne138, metió a unos lacayos londinenses en uniformes franceses139. Ellos representan 1 34 Pillos, granujas, en italiano: nombre que se dio en Italia al lumpemproletariado. Los lazzaroni fueron utilizados reiteradas veces por los medios monárquico-reaccionarios en la lucha contra el movimiento liberal y democrático. 1 35 Chulos, padrotes, en francés. 1 36 La bohemia, en francés; se aplica ese nombre a la vida que se aparta de las normas y convenciones. 1 37 Sin frases, en francés; es decir, sin disimulos, sin encubrimientos. 1 38 Estrasburgo y Boulogne son ciudades francesas. 1 39 (W) (P) Alusión a dos hechos de la biografía de Luis Bonaparte: el 30 de octubre de 1 836 intentó levantar una sublevación en Estrasburgo con el apoyo de dos regimientos de artillería. Los sublevados fueron desarmados, y el propio Luis Bonaparte detenido y deportado a América. El 6 de agosto de 1 840 intentó sublevarse de nuevo con las tropas de

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al ejército. En su Sociedad del 1 O de Diciembre, reunió a 1 0,000 ejemplares del lumpen, que debían representar al pueblo como Klaus Zettel140 al león. En un momento en que la burguesía misma j ugó a la comedia más completa, pero de la manera más seria del mundo, sin infringir alguna de las condiciones pedantes de la etiqueta dramática francesa, y medio engañada a sí misma, medio convencida de la solemnidad de sus propias acciones principales y de las del Estado tenía que vencer al aventurero que tomara llanamente la comedia como comedia. Cuando primeramente él había eliminado a su solemne adversario, cuando él mismo toma en serio su rol imperial y cree representar, con su máscara napoleónica, al verdadero Napoleón, es víctima de su propia representación del mundo, el payaso serio que ya no toma a la historia universal como una comedia, sino su comedia como la historia universal. Lo que para los trabajadores socialistas fueron los Talleres Nacionales, y para los republicanos burgueses la Guardia Móvi/141, para Bonaparte la Sociedad del 1 O de Diciembre era el poder combativo del Paiiido típico de él. En sus viaj es, tenía que improvisarle un público con secciones compactas de ella misma en las estaciones del ferrocarril, representar el entusiasmo popular, bramar Vive l 'Empereur142, insultar y vapulear a los republicanos, naturalmente, bajo la protección de la policía. En sus viajes de regreso a París, tenía ella que formar la vanguardia, prevenir las contramanifestaciones o dispersarlas. La Sociedad del 1 O de Diciembre le pe1ienecía a él, era su obra, su idea más típica. De lo que se apropia [Bonaparte, d. a.], en general, se lo envía la guarnición de Boulogne, después de cuyo fracaso fue condenado a

frisión perpetua, pero huyó a Inglaten-a en 1 846. 40

Zettel, Klaus, personaje de Ja comedia de Shakespeare Sueño de una noche de verano. 141 Los temas de los Talleres Nacionales y la Guardia Móvil, los analiza Marx en el primer capítulo de su escrito La lucha de clases en Francia de 1848 al 850. Véase Marx-Engels, Obras Escogidas, op, cit, v. 1, pp. 224-225. 142 Viva el Emperador, en francés.

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la fuerza de las circunstancias; de lo que hace, en general, lo hacen las circunstancias por él, o se contenta copiarlo de otros hechos; pero él, públicamente ante los ciudadanos con las expresiones oficiales del Orden, la Religión, la Familia, la Propiedad, tiene detrás la sociedad secreta de los Schufterle y los Spiegelberg143, la sociedad del desorden, la prostitución y el robo; es el mismo Bonaparte como autor original, y la historia de la Sociedad del 1 O de Diciembre es su propia historia. Entretanto, había ocurrido excepcionalmente que representantes del pueblo pertenecientes al Partido del Orden habían sido golpeados con los palos de los decembristas144. Más aún. El comisionado de policía Yon, asignado a la Asamblea Nacional y encargado de la vigilancia de su seguridad, notificó a la Comisión Permanente de la declaración de un tal Allais, indicando que una sección de los decembristas había decidido el asesinato del General Changarnier y de Dupin, presidente de la Asamblea Nacional, y había determinado ya los individuos para esa ejecución. Se comprende el terror del señor Dupin. Una Enquéte145 parlamentaria sobre la Sociedad del 1 O de Diciembre, es decir, la profanación del mundo secreto bonapartista, parecía inevitable. Precisamente, antes de la reunión la Asamblea Nacional, Bonaparte disolvió por precaución su sociedad, naturalmente, sólo en el papel, pues todavía a fines de 1 8 5 1 , el prefecto de policía Carlier, en una detallada memoria, en vano lo persuadió a la dispersión real de los decembristas. De esta manera, la Sociedad del 1 O de Diciembre tenía que seguir siendo por mucho tiempo el ejército privado de Bonaparte, hasta que él consiguiera convertir el ejército público en una Sociedad del 1 O de Diciembre. Bonaparte hizo el primer intento respecto a esto poco después del aplazamiento de la Asamblea Nacional, es decir, con el dinero que le extorsionó. Como fatalista, él siente la convicción de que hay ciertos poderes superiores, ante los cuales el hombre y especialmente el soldado no puede resistir. Entre estos 1 43 (W) Personajes del drama Los bandidos, de Schiller. Ladrones asesinos que habían perdido toda firmeza moral 1 44 Es decir, por los integrantes de la Sociedad del 1 O de diciembre. . , en frances. 1 45 I nvest1gac1on, , .

y

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poderes tiene en cuenta, en primer término, los cigarros caros y el champagne, las aves ribereñas y el salchichón con ajo. De ahí que, en los salones del Elíseo, atormente de primera intención a los oficiales y suboficiales con cigarros y champaña, aves ribereñas y salchichón con ajo. El 3 de octubre repite estas maniobras con las masas de tropa en la revista de St. Maur, y el 1 O de octubre las mismas maniobras, aún en escala mayor, en la exhibición militar de Satory. El tío146 se acordaba de las expediciones de Alejandro en Asia, el sobrino de los tragos de conquista de Baco147 en el mismo país. Alej andro fue, ciertamente, un dios a medias, pero Baco fue un dios y, además, el dios protector de la Sociedad del 1 O de Diciembre. Después de la revista del 3 de octubre, la Comisión Permanente citó al ministro de la Guerra, d ' Hautpoul ante ella. Éste prometió que no deberían repetirse aquellas asperezas disciplinarias. Se sabe cómo Bonaparte el 1 O de octubre tomó la palabra de d 'Hautpoul. En ambas revistas había mandado Changamier, como comandante supremo del ejército de París. Él, a la vez miembro de la Comisión Permanente, Jefe de la Guardia Nacional, "salvador" del 29 de enero y del 1 3 de junio148, "valuarte de la sociedad", candidato del Partido del Orden para la dignidad presidencial; el presentido

146 Véase la nota 1 6 . . 147 . de l vmo. ' romana, d 10s B aco: en 1 a mito l ogia 148 El 29 de enero de 1 849 Bonaparte, ya como Presidente de Francia, realiza su primer golpe de Estado, al obligar al Poder Legislativo, es decir, a la Asamblea Nacional Constituyente apegada a la Constitución, a disolverse. Para ello se apoyó en Changamier, general en jefe del ejército francés y de la Guardia Nacional, quien ocupó el recinto de sesiones mil itarmente (véase el capítulo II). El 1 3 de junio del mismo año, Bonaparte derrota a dos de sus enemigos a la vez. A la Montaña o Partido Socialdemócrata pequeñoburgués, que lo quería encarcelar por violar la Constitución, la derrota parlamentariamente; a la Guardia Nacional, compuesta predominantemente de pequeños burgueses, que intentó secundar el llamamiento a las armas convocado por la Montaña si no se encarcelaba a Bonaparte, la derrota militarmente, apoyado de nuevo en Changamier (véase capítulo III). .

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Monk149 de dos monarquías, nunca había aceptado hasta entonces su subordinación al ministro de Guerra, se había burlado siempre abiertamente de la institución republicana y había perseguido a Bonaparte con una dudosa protección elegante. Ahora, se esmeraba por la disciplina frente al ministro de la Guerra y por la Constitución frente a Bonaparte. Mientras el 1 O de octubre una parte de la caballería dejó resonar el grito de Vive Napoleón! Viven! les saucissons/ 1 50 , al menos Changarnier organizó que bajo el mando militar de su amigo Neumayer la infantería mostrara en su desfile un silencio glacial. De castigo, el ministro de la Guerra de Bonaparte, ahuyentó el brío del general Neumayer de su puesto en París, con el pretexto de nombrarlo General Superior de la 14 y 1 5 división militar. Neumayer rechazó ese cambio de puesto y se vio obligado así a aceptar su despido. De su parte, Changarnier publicó el 2 de noviembre una orden del día en la que prohibía a las tropas permitirse cualquier tipo de expresiones y demostraciones políticas bajo las armas. Las publicaciones elíseas151 atacaron a Changarnier; las del Partido del Orden, a Bonaparte; la Comisión Permanente llamó de nuevo a sesiones secretas en las que reiteradamente fue pedido declarar a la patria en peligro; el ej ército parecía dividido en dos grupos enemigos, con dos Estados Mayores enemigos, uno en el Elíseo, donde residía Bonaparte, y otro en las Tullerías, donde residía Changarnier. Sólo parecía requerirse la reunión de la Asamblea Nacional para que resonara la señal de lucha. El público francés juzgó esos roces entre Bonaparte y Changarnier, como aquel periodista inglés que los ha caracterizado con las siguientes palabras: "Las criadas políticas de Francia barren la lava ardiente de la revolución con las viejas escobas, y se insultan mientras ejecutan sus trabajos." 1 49 Marx se refiere a Jorge Monk, general inglés del siglo XVII que contribuyó a la restauración de la monarquía en su país. 150 ¡ Viva Napoleón! ¡ Vivan los salchichones!, en francés. 1 5 1 Es decir, bonapartistas; pues el palacio del Elíseo era la residencia de Bonaparte en el carácter de Presidente de Francia.

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Entretanto, Bonaparte se apresuró a desechar al ministro de la Guerra d'Hautpoul, al expedirlo precipitadamente a Argelia y designar al general Schramm como ministro de Guerra. El 1 2 de noviembre envió a la Asamblea Nacional un mensaje de extensión americana, recargado de detalles, oloroso a orden, deseoso de reconciliación, resignado constitucionalmente, tratando de todo y de cada cosa, no sólo de las questions brúlantes 1 52 del momento. Como de pasada, dejó caer las palabras de que con arreglo a las disposiciones explícitas de la Constitución, el presidente solo disponía del ejército. El mensaje terminaba con las siguientes palabras muy acertadas: "Francia exige ahora ante todo tranquilidad distinta . . . he sido el único ligado por un juramento, y me sujetaré dentro de los límites estrechos que él me ha trazado . . . En lo que a mí se refiere, elegido por el pueblo y debiéndole a él solo mi poder, me someteré siempre a su voluntad legalmente expresada. De esta manera, si ustedes concluyen en estas sesiones la revisión de Ja Constitución, una Asamblea Constituyente reglamentará la posición del poder ejecutivo. De lo contrario, el pueblo declarará solemnemente su decisión en 1 852. Pero lo que siempre deban ser las soluciones del porvenir, permitamos conseguirlas con un entendimiento, para que jamás la pasión, la sorpresa o la violencia decidan el destino de una gran nación . . . Lo que ante todo llama mi atención no es saber quién gobernará sobre Francia en 1 852, sino hallar el tiempo a mi disposición de modo que se utilice el entre período sin que lleve agitación y alteración. Les he abierto mi corazón con sinceridad, responderán a mi franqueza con su confianza, a mi buena aspiración con su cooperación, y Dios hará del resto."

Este lenguaje honesto, hipócritamente moderado, virtuosamente común de la burguesía, manifiesta su más profundo sentido en la boca del autócrata de la Sociedad del 1 O de Diciembre y del héroe 152

Cuestiones candentes, en francés.

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del almuerzo [Picknick, d. a.] de St. Maur y Satory. 1 53 Los burgraves del Partido del Orden no se equivocaron ni un instante sobre la confianza que merecía esa revelación del corazón. Sobre los juramentos [de Bonaparte, d. a.], éstos habían desilusionado hacía mucho tiempo; contaron viejos, virtuosos [juramentos, d. a.] del perjurio político en la mitad [del mensaje, d. a] y no desoyeron el pasaje [del mensaj e que hablaba, d. a.] acerca del ejército. Observaron [los burgraves, d. a.] con enojo que el mensaje, en la prolija enumeración de las leyes recientemente promulgadas, en la más importante, la ley electoral, se pasaba fingidamente en silencio; más bien, observaron que en caso de no revisar la Constitución, la elección del presidente para 1 852 se dej aba al criterio del pueblo. La ley electoral era la bola de plomo a los pies del Partido del Orden que le impedía el movimiento, ¡e incluso en ese momento el ataque ! Además, mediante la desintegración oficial de la Sociedad del 1 O de Diciembre y la destitución del ministro de la Guerra, d'Hautpoul, Bonaparte había sacrificado con mano propia en el altar de la patria a los chivos expiatorios. Él había roto la punta a la colisión esperada. Finalmente, el mismo Partido del Orden intentó temerosamente tapar, atenuar, evitar, todo conflicto decisivo con el poder ej ecutivo. Por miedo a perder las conquistas sobre la revolución, dej ó ganar a sus rivales esos mismos frutos. "Francia exige ahora ante todo tranquilidad distinta". Así gritaba el Partido del Orden a la revolución desde febrero [de 1 848, d. a.]; igualmente gritaba el mensaje de Bonaparte al Partido del Orden. "Francia exige ante todo tranquilidad". Bonaparte cometía actos encaminados a la usurpación, pero el Partido del Orden cometía "agitación" si hacía ruido sobre esos actos y los interpretaba de modo hipocondríaco. Los salchichones de Satory eran ratones quietos si nadie hablaba de ellos. "Francia exige ante todo tranquilidad". Es decir, Bonaparte exigía que se le dej ara hacer tranquilamente, y el partido parlamentario estaba paralizado por un doble temor: por el temor de originar otra vez la agitación revolucionaria, y por el temor de 1 53

B arnos pobres de p ans. , .

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aparecer incluso como el agitador a los ojos de su propia clase, a los ojos de la burguesía. Así, puesto que Francia exigía ante todo tranquilidad, el Partido del Orden no se atrevió, después de que Bonaparte en su mensaje había hablado de "paz", responder con "guerra''. El público, que ya se había favorecido con las grandes escenas de escándalo en el inicio de la Asamblea Nacional, fue engañado en sus esperanzas. Los diputados de la oposición que exigían el proyecto de las actas sobre los acontecimientos de octubre154 a la Comisión Permanente, fueron vencidos por 1a mayoría. Se rehuyeron por principio todos los debates que pudieran irritar. Los trabajos de la Asamblea Nacional durante los meses de noviembre y diciembre de 1 850 fueron sin interés. Finalmemte, hacia fines de diciembre comenzó la guerra de guerrillas en tomo a algunas prerrogativas del parlamento. El movimiento se empantanó en pequeñas triquiñuelas alrededor de las prerrogativas de ambos poderes, desde que la burguesía, con la abolición del sufragio universal, había quitado de momento la lucha de clases. Contra Mauguin, uno de los representantes del pueblo, había sido ej ecutada una sentencia judicial por deudas. A petición del presidente del Tribunal, el ministro de Justicia, Rouher declaró que se podía expedir una orden de arresto en contra del deudor sin consideración de las circunstancias. Mauguin fue arrojado, pues, en la cárcel de deudores. La Asamblea Nacional se encolerizó cuando se enteró del atentado. No sólo ordenó su inmediata liberación, sino que incluso aún esa misma tarde permitió a su greffier1 55 ·

sacarlo por la fuerza de Clichy156. Sin embargo, para conservar su fe en la santidad de la propiedad privada, y con la doble intención de abrir, en caso necesario, un asilo para recientes Montagnards1 57

1 54 M arx se refi ere a 1os actos m1·1·1tares con 1os que B onaparte mtento . convertir parte del ejército en la Sociedad del 1 O de Diciembre, que terminaron en manifestar las diferencias políticas que tenía con su General en jefe Changamier. . . 155 ecretano ' . 1, en firances. JU d'1cia s 156 Véase la nota 56 . 157 M ontaneses, . bros de L a M ontana. en fr anees; es decir, . m1em '

'

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incómodos, declaró lícita la prisión por deudas de representantes del pueblo, previa aceptación [de la Asamblea Nacional, d. a.] de su consentimiento. Olvidaron decretar que también podría ser encarcelado por deudas el Presidente. Destruyeron la última apariencia de invulnerabilidad que rodeaba a los miembros de su propia corporación. Recuérdese que el comisario de policía Yon había denunciado a una sección de decembristas, debido a la declaración de un talAllais, del plan de asesinato de Dupin y Changamier. En la primera sesión los cuestores hicieron, con relación a esto, la propuesta para formar una policía parlamentaria propia, pagada del presupuesto privado de la Asamblea Nacional e independiente en absoluto del prefecto de policía. El ministro del Interior, Baroche, había protestado en contra de esta intromisión en su competencia. Por tal motivo, se concertó un compromiso miserable, por el cual el comisionado de policía de la Asamblea debía ser pagado, ciertamente, de su presupuesto privado, y nombrado y destituido por sus cuestores, pero previo acuerdo con el ministro del Interior. Entretanto, Allais había sido perseguido judicialmente por el Gobierno, y fue fácil presentar sus declaraciones como un engaño, y arrojar por boca del fiscal, un resplandor ridículo sobre Dupin, Changamier, Yon y toda la Asamblea Nacional. Actualmente, el 29 de diciembre, el ministro Baroche escribe una carta a Dupin, en la cual le exige el despido de Yon . El despacho de la Asamblea Nacional decide conservar a Yon en su puesto; sin embargo, la Asamblea Nacional -asustada por la violencia a ella en el asunto Mauguin, y acostumbrada a que si ella se ha atrevido a dar un golpe en contra del poder ejecutivo, en el intercambio le regresen dos- no aprueba el acuerdo. Despide a Yon en recompensa por su afán de servicio, y se despoja de una prerrogativa parlamentaria indispensable en contra de un hombre que no decide en la noche para ejecutar en el día, sino que decide en el día y ej ecuta en la noche. Hemos visto cómo la Asamblea Nacional, durante los meses de noviembre y diciembre, junto a grandes y combativas causas, evitó la lucha contra el poder ejecutivo. Ahora la vemos obligada a aceparla con los motivos más mezquinos.

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En el asunto de Mauguin, por principio, confirma la prisión por deudas de los representantes del pueblo, pero se reserva permitir emplearla sólo a los representantes malqueridos, y riñe en tomo a este infame privilegio con el ministro de Justicia. En lugar de aprovecharse del supuesto plan de asesinato, con el fin de hacer necesaria una Enquéte158 sobre la Sociedad del 1 O de Diciembre, y evidenciar irremisiblemente a Bonaparte, en su figura verdadera ante Francia y ante Europa, como el j efe del lumpenproletariado de París, permite que la pugna se rebaje a un punto en el que, entre ella y el ministro del Interior, sólo se trate de a quién pertenece la competencia de la colocación y destitución de un comisionado de la policía. De esta manera, vemos al P artido del Orden, durante todo este período, obligado por su posición ambigua, a desmoronar su lucha con el poder ejecutivo en mezquinas discordias de competencias, hostigamientos, charlatanerías, en estallar disputas sobre límites, y convertir las más insípidas cuestiones de forma en el contenido de su actividad. No se atreve a aceptar la pugna en el momento en que ésta tiene un significado de primera instancia, en el que el poder ej ecutivo se ha evidenciado realmente y en el que la causa de la Asamblea Nacional fuese la causa nacional. Con ello manifestaría la nación un Marsch-Ordre159, y nada atemorizó más, como que la nación se mueva. De ahí que en ocasiones semejantes rechace las propuestas de la Montaña e ignore la orden del día. Después de que se ha abandonado así la disputa en cuestión en sus grandes dimensiones, el poder ejecutivo espera tranquilamente la fecha en la cual pueda, otra vez, recogerla junto a insignificantes razones mezquinas, en la cual ofrezca, por así decir, solamente un interés parlamentario local. Entonces estalla la ira contenida del Partido del Orden, entonces rasga el telón de los bastidores, entonces denuncia al presidente, entonces declara a la república en peligro; pero entonces también su patetismo aparece de mal gusto, y el motivo de la lucha aparece como un pretexto hipócrita o esa 158

Véase la nota 1 45. Orden de marcha, en francés. Término marítimo que se refiere a la marcha defensiva de diferentes buques. 1 59

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lucha no es importante en general. La tormenta parlamentaria se convierte en una tormenta en un vaso de agua, la lucha en intriga, la pugna en escándalo. Mientras la malicia de las clases revolucionarias se deleita con la humillación de la Asamblea Nacional, pues se apasionan por las mismas prerrogativas parlamentarias como aquella Asamblea por las libertades públicas, la burguesía externa al parlamento no comprende cómo la burguesía al interior del parlamento puede desperdiciar su tiempo en disputas tan mezquinas y evidenciar el silencio por medio de rivalidades tan pobres con el presidente. Está confundida esta burguesía sobre una estrategia que concierta la paz en los momentos en los que todo el mundo esperaba batallas, y ataca en los momentos en los que todo el mundo cree concertada la paz. El 20 de diciembre Pascal Drupat interpeló al ministro del Interior sobre la lotería de las barras de oro. Esta lotería era una "hija del Elíseo"160 que Bonaparte había colocado en el mundo con sus fieles, y el prefecto de policía Carlier la había puesto bajo su protección oficial, aunque la ley francesa prohíbe todas las loterías, con excepción de los sorteos para fines caritativos . Siete millones de billetes de lotería, uno tras otro en un franco, cuya ganancia se destina, presuntamente, a la embarcación de vagabundos de París hacia California. De una parte, los sueños dorados tenían que sustituir a los sueños socialistas del proletariado de París; el panorama seductor de la gran suerte tenía que sustituir al derecho doctrinario sobre el trabajo. Naturalmente, los trabaj adores de París no reconocieron en el brillo de las barras de oro californianas los insignificantes francos que se les sacó a engaños del bolsillo. Sin embargo, en lo fundamental, se trató de una estafa directa. Los vagabundos que querían abrir minas de oro californianas sin esforzarse a salir de París, eran el mismo Bonaparte y los deudores arruinados de su Mesa Redonda161 . 1 60 ( W)

"Hija del Elíseo'', versos de la poesía de Schiller Oda a la alegría,

fªra referirse a la residencia de Luis Bonaparte.

61 Marx hace alusión a la mesa redonda del rey britanio Arturo de la Edad

Media, diseñada así para que se reunieran en torno a ella sus caballeros sin distinción de rango.

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Los tres millones concedidos por la Asamblea Nacional fueron malgastados, la caj a de dinero tenía que ser llenada de una u otra manera de nuevo. En vano Bonaparte había abierto una suscripción nacional para la construcción de las llamadas cités ouvriéres 162 , a cuyo frente figuraba él mismo con un importe considerable. Los burgueses, duros de corazón, esperaron desconfiadamente el pago de sus acciones, y puesto que, naturalmente, éste no se efectuó, la especulación sobre esos castillos socialistas en el aire sencillamente cayó al suelo. Las barras de oro se extraj eron más convenientemente. Bonaparte y compañeros no se contentaron con meterse en el bolsillo parte del excedente de los siete millones de billetes de lotería sobre las barras jugadas; ellos fabricaron billetes falsos, vendieron del mismo numero diez, quince y hasta veinte billetes. ¡ Operaciones financieras en el espíritu de la Sociedad del 1 0 de Diciembre ! Aquí la Asamblea Nacional no tenía enfrente al presidente ficticio de la República, sino al Bonaparte de carne y hueso. Ella podía aquí atraparlo en los hechos, en conflicto no con la Constitución, sino con el Code pénal. 163 Si la asamblea pasó de la interpelación de Duprat a la orden del día, ello no ocurrió sólo porque la propuesta de Girardin al declararse por "satisfait" 164 recordara al Partido del Orden su corrupción sistemática. El burgués, y ante todo el burgués inflado de estadista, complementa su vileza práctica mediante su euforia teórica. En calidad de estadista, se convierte, al igual que el poder del Estado que tiene enfrente, en un ser supremo, el cual sólo puede ser combatido de un modo sagrado, superior. Bonaparte, quien precisamente como bohémien165, como lumpemproletario principesco, tenía la ventaja ante el burgués indigno de que podía conducir la lucha deslealmente, vio ahora, después de que la misma Asamblea le había llevado hacia el otro lado con su propia mano sobre el suelo resbaladizo de los banquetes militares, las revistas militares, la Sociedad del 1 O 162 Ciudades obreras, en francés. 1 63 Código Penal, en francés. 164 Satisfecho, en francés. 1 65 Bohemio, en francés; véase la nota 1 36.

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de Diciembre y, por último, del Code pénal, que había llegado el momento en el cual podía pasar de la defensiva aparente a la ofensiva. Poco le avergonzaban las pequeñas derrotas en medio del ministro de Justicia, del ministro de la Guerra, del ministro de Marina, del ministro de Finanzas, por las cuales la Asamblea Nacional publicaba su disgusto gruñón . No sólo impidió renunciar a los ministros, y reconocer así el sometimiento del poder ejecutivo al parlamento. En ese momento pudo continuar con lo que había comenzado durante las vacaciones de la Asamblea Nacional, la absolución del poder militar por el parlamento: la destitución de Changarnier. Durante el mes de mayo una publicación elísea difundió una orden militar dirigida, presuntamente, a la primera división del ejército, es decir, procedente de Changarnier, en la cual fue recomendado a los oficiales, en caso de una rebelión, no dar alojamiento a los traidores dentro de sus propias filas, fusilarlos inmediatamente y negar a la Asamblea Nacional las tropas, si ésta tuviera que requerirlas. El 3 de enero de 1 85 1 fue interpelado el gabinete acerca de esta orden militar. Para el examen de este asunto pidió primeramente tres meses, luego una semana, finalmente sólo veinticuatro horas para reflexionar. La Asamblea insistió en la explicación inmediata. Changarnier se levanta y declara que esa orden militar jamás ha existido. Añade que se apresurará siempre a cumplir las exhortaciones de la Asamblea Nacional, y que en caso de colisión ésta puede contar con él. Aplausos, y se le decreta a él un voto de confianza. La Asamblea renuncia, decreta su propia impotencia y la omnipotencia del ejército, al dirigirse baj o la protección privada d e u n general; sin embargo, el general se equivoca, cuando pone en contra de Bonaparte un poder con orden que sólo sujeta como feudo del mismo Bonaparte; cuando, a su vez, tenía la esperanza de la protección del mismo parlamento, de su protegido necesitado de protección. Pero Changarnier cree en el poder misterioso con el que la burguesía le ha dotado desde el 29 de enero de 1 849. Se considera el tercer poder, al lado de los otros dos poderes del Estado. Comparte el destino de los demás héroes o, mejor dicho, santos de esta época,

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cuya grandeza consiste precisamente en la gran opinión interesada que sus partidos reúnen de ellos y que se desmoronan en figuras antiguas tan pronto como las circunstancias los invitan a realizar milagros. La falta de fe es generalmente el enemigo mortal de esos supuestos héroes y santos verdaderos. De ahí su digna irritación moral sobre los bromistas y burlones pobres de entusiasmo. En la misma noche fueron informados los ministros según el Elíseo; Bonaparte insistió en la destitución Changamier, cinco ministros se niegan a firmarla, el Moniteur anuncia una crisis ministerial y la prensa del [Partido del, d. a.] Orden amenaza con la formación de un ejército parlamentario bajo el mando de Changamier. El Partido del Orden tenía la autorización constitucional para este paso. Necesitaba únicamente nombrar a Changarnier para presidente de la Asamblea Nacional y requerir cualquier cantidad de tropas para su seguridad. Tanto más seguro podía nombrarlo, que Changamier se hallaba todavía realmente al frente del ejército y de la Guardia Nacional de París y sólo esperaba por ello ser requerido junto con el ejército. La prensa bonapartista ni siquiera se atrevió, una vez, a cuestionar el derecho de la Asamblea Nacional a la requisición directa de las tropas, un escrúpulo jurídico que bajo las circunstancias dadas no prometía ningún éxito. Que el ejército había escuchado la orden de la Asamblea Nacional, es probable, cuando se considera que Bonaparte tuvo que buscar en todo París durante ocho días para encontrar, por fin, a dos generales -Baraguay d'Hilliers y Saint­ Jean d' Angely- que se declararan de inmediato a confirmar la destitución de Changamier. Pero que el Partido del Orden hubiera encontrado en sus propias filas y en el parlamento el número de votos necesario para un acuerdo semejante, es más que dudoso si se considera que ocho días después se separaron de él 286 votos, y que la Montaña rechazó una propuesta semejante, en diciembre de 1 85 1 , en la última hora de la decisión. No obstante, ahora los burgraves hubiesen conseguido todavía arrastrar a la masa de su partido a un heroísmo que consistía en sentirse seguros atrás de un bosque de bayonetas y aceptar la ayuda de un ejército que había desertado a su campamento. En vez de esto, los señores burgraves

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se dirigieron al Elíseo en la noche del 6 de enero para hacer resaltar a Bonaparte, mediante giros y reflexiones de inteligentes estadistas, de la destitución de Changamier. Cuando se intenta convencer, se reconoce al amo de la situación. Bonaparte, seguro por este paso, nombra el 1 2 de enero un nuevo ministerio, en el que permanecen los dirigentes del antiguo, Fould y Baroche. Saint-Jean d' Angely se convierte ministro de la Guerra; el Moniteur incluye el decreto de destitución de Changamier, y su mando es dividido entre Baraguay d 'Hilliers, quien recibe la primera división militar, y Perrot la Guardia Nacional. El valuarte de la sociedad ha renunciado, y si no cae piedra sobre el tejado, suben, en cambio, las cotizaciones de la Bolsa. Poniéndose el ejército a su disposición en la persona de Changamier, rechazándolo y abandonándolo así irrevocablemente al presidente, el Partido del Orden muestra que la burguesía ha perdido el oficio para la dominación. Ya no existía el ministerio parlamentario. Perdiendo ahora hasta la agarradera del ejército y de la Guardia Nacional, ¿qué recurso de fuerza le quedaba para mantener al mismo tiempo el poder usurpado del parlamento sobre el pueblo y su poder constitucional en contra del presidente? Ninguno. Solamente le quedaba la apelación a los principios sin violencia que él mismo había interpretado siempre como reglas generales, que se ordenan a terceros con el fin de poder moverse uno mismo tanto más libremente. Con la destitución de Changarnier, con la restitución del poder militar a Bonaparte, termina la primera sección del período que consideramos, él período de la lucha entre el partido del orden y el poder ej ecutivo. La guerra entre ambos poderes se ha declarado ahora abiertamente, es llevada abiertamente, pero después de que primeramente el Partido del Orden ha perdido armas y soldados. Sin ministerio, sin ej ército, sin pueblo, sin opinión pública, sin ya no ser desde su ley electoral de 3 1 de mayo, el representante de la nación soberana; sin ojos, sin orejas, sin dientes, sin nada, la Asamblea Nacional se ha convertido poco a poco en un antiguo

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parlamento francés166, que tiene que ceder la acción al Gobierno y contentarse ella misma con protestas gruñonas postfestum. 167 El Partido del Orden recibe al nuevo ministerio con una tormenta de indignación. El general Bedeau168 recuerda la suavidad de la Comisión Permanente durante las vacaciones y las consideraciones enormes con las que había renunciado a la publicación de sus actas. El ministro del Interior insiste ahora mismo en la publicación de estas actas, que se han vuelto en este momento, naturalmente, insípidas como agua estancada, sin revelar nuevos hechos y sin dej ar el menor efecto en el público desilusionado. A propuesta de Rémusat, la Asamblea Nacional se retira a sus despachos y nombra un "Comité de medidas extraordinarias". París avanza tanto menos en el camino de su orden cotidiano, cuanto que en este momento el comercio prospera, las manufacturas están ocupadas, los precios de los cereales están baratos, los medios de vida abundan, las cuentas de ahorros reciben diariamente depósitos nuevos. "Las medidas extraordinarias" que el parlamento tan ruidosamente ha anunciado, estallan el 1 8 de enero [de 1 852 d. a.] en un voto de desconfianza en contra de los ministros, sin que fuera mencionado siquiera el general Changamier. El Partido del Orden fue obligado a esta forma de su voto para asegurarse los votos de los republicanos, ya que de todas las medidas del ministerio, precisamente sólo aprueban la destitución de Changamier; en cambio, el Partido del Orden no puede en realidad criticar los demás actos ministeriales, que había dictado él mismo. El voto de desconfianza del 1 8 de enero se decidió por 4 1 5 votos contra 286. Por tanto, sólo fue conseguido mediante una coalición

1 66 (W) Parlamentos: instituciones judiciales y provinciales que existieron durante la era absolutista francesa de los siglos XVII-XVIII. Registraban las ¡jisposiciones reales y gozaban del derecho de protesta, pero no de veto, contra los decretos del rey que no correspondían a las costumbres y a la legislación del país. El parlamento de París, en realidad, no tenía �67 oder, pues en sus sesiones de registro la presencia del rey era obligatoria. Después de la.fiesta, en latín; es decir, con retraso. 1 68 Representante de la burguesía republicana.

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de los legitimistas y orleanistas resueltos con los republicanos puros y la Montaña. Es decir, ello probó que el Partido del Orden no sólo había perdido el ministerio, no sólo el ej ército, sino, en los conflictos con Bonaparte, también su mayoría parlamentaria independiente; probó que un tropel de representantes había desertado de su campamento por el fanatismo de conciliación, por miedo ante la lucha, por agotamiento, por consideraciones familiares de parentesco hacia los sueldos del Estado, por la especulación reciente sobre las vacantes a puestos de ministros (Odilon Barrot), por ese egoísmo vulgar con el cual el burgués común siempre se ha inclinado a sacrificar el interés total de su clase a este o ese motivo privado. Desde el principio, los representantes bonapartistas pertenecían al Partido del Orden sólo en la lucha en contra de la revolución. El j efe del Partido Católico, Montalembert, en aquel tiempo ya lanzaba su influencia en el plato de l a balanza de Bonaparte, pues perdía la esperanza en la viabilidad del partido parlamentario. Finalmente, los dirigentes del Partido [del Orden, d. a.], Thiers y Berryer, el orleanista y el legitimista, fueron obligados a proclamarse abiertamente republicanos, a reconocer que su corazón se consideraba realista, pero su cabeza republicana; a reconocer que la república parlamentaria sea la única forma posible para la dominación de toda la burguesía. En consecuencia, fueron obligados a denunciar los planes de Restauración ante los ojos de la misma clase burguesa, que perseguían · irreductiblemente más allá, atrás de la espalda del parlamento, como una intriga tan llena de peligro como descabezada. El voto de desconfianza del 1 8 de enero se opuso a los ministros y no al presidente. Pero el ministerio no había destituido a Changamier, sino el presidente. ¿El Partido del Orden tenía que cambiar la acusación a Bonaparte? ¿Debido a sus deseos de Restauración? Éstos sólo complementaban las suyas propias. ¿Debido a su conspiración en las revistas militares y en la Sociedad del 1 O de Diciembre? Estos temas hacía mucho tiempo que se habían enterrado bajo las simples órdenes del día. ¿Debido a la destitución del héroe del 29 de enero y del 1 3 de junio, del hombre

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que en mayo de 1 850 amenazó incendiar a París en todas las cuatro esquinas en caso de sublevación? Sus aliados, desde la Montaña y Cavaignac, no le permitieron una vez levantar al caído baluarte de la sociedad mediante un testimonio oficial de pésame. El mismo Partido del Orden no podía refutar al presidente la autorización constitucional para destituir un general. Sólo enfureció porque él hizo un uso no parlamentario de su derecho constitucional. ¿No había hecho él constantemente un uso inconstitucional de sus prerrogativas parlamentarias, y particularmente en la abolición del sufragio universal? Es decir, estaba enseñado, por lo tanto, a moverse exactamente dentro de los límites parlamentarios. Y forma parte de ello aquella enfermedad típica que desde 1 848 se ha extendido en el continente, el cretinismo 169 parlamentario, que ata a los infectados en un mundo imaginario, arrebatándoles todo sentido, toda memoria, toda comprensión para el difícil mundo exterior; este cretinismo parlamentario es parte de ello, aunque [el Partido del Orden, d. a.], que había destruido con sus propias manos todas las condiciones del poder parlamentario -y tenía que destruir en su lucha con las otras clases-, considerara sus triunfos parlamentarios todavía triunfos, y creyera oponerse al presidente, mientras derrotaba a sus ministros. Sólo le dio [a Bonaparte, d. a.] la oportunidad para humillar nuevamente a la Asamblea Nacional a la vista de la nación. El 20 de enero, el Moniteur informó que había sido aprobada la destitución de todo el ministerio. Con el pretexto de que ya no poseía ningún partido parlamentario la mayoría, como lo demuestra el voto del 1 8 de enero, esto fruto de la coalición entre la Montaña y los realistas, y para esperar a la nueva formación de una mayoría, Bonaparte nombró un así llamado ministerio de transición, al cual no pertenecía ningún miembro del Parlamento, sólo individuos absolutamente desconocidos e insignificantes, un ministerio de simples dependientes y escribientes. El P artido del 169

El diccionario de la Real Academia Española define esta palabra así: "Enfermedad caracterizada por un peculiar retraso de la inteligencia, acompañado, por lo común, de defectos del desarrollo orgánico. 11 2. Estupidez, idiotez, falta de talento" .

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Orden podía ahora cansarse en el juego con estos títeres; el poder ej ecutivo ya no consideró que valiera la pena estar seriamente representado en la Asamblea Nacional. Bonaparte concentró tanto más visiblemente todo el poder ejecutivo en su persona, tenía tanto más espació libre para explotar sus fines, cuanto más sus ministros fueran simples comparsas. Unido con la Montaña, el Partido del Orden se vengó rechazando la dotación presidencial de 1 ,800,000 francos, en cuyo proyecto el jefe de la Sociedad del 1 O de Diciembre había obligado a sus dependientes ministeriales. Esta vez decidió una mayoría de sólo 1 02 votos, ya que desde el 1 8 de enero habían caído 27 votos170; la desintegración del Partido del Orden avanzaba. Con el fin de que en ningún momento se equivoque el sentido sobre su coalición con la Montaña, rechazó al mismo tiempo tomar en consideración siquiera una propuesta firmada por 1 89 integrantes de la Montaña para la amnistía general de los presos políticos. Bastó que el ministro del Interior, un tal Valsse, declarara que la paz era sólo aparente, que reinaba en secreto gran agitación, que sociedades omnipresentes [también, d. a.] se organizaban en secreto, que las publicaciones democráticas hacían preparativos para reaparecer, que los informes de los Departamentos eran desfavorables, que los refugiados de Ginebra dirigían, por Lyon, una conspiración a través de todo el sur de Francia, que Francia se encuentra al borde de una crisis industrial y comercial, que los fabricantes de Roubaix171 habían reducido el tiempo de trabaj o, que los presos de Belle-Ile172 se revelaban; bastó que hasta sólo un Valsse conjurara el fantasma rojo, para que el Partido del Orden rechazara, sin discusión, una proposición con 170 Es decir, en el voto de desconfianza en contra del ministerio de Bonaparte del 1 8 de enero, que se decidió por 4 1 5 votos a favor y 286 del Partido del Orden en contra, había una diferencia de 1 29 votos. Ahora, en la votación para conceder la dotación económica, había una diferencia de 1 02 votos entre los diputados que la rechazaron y los del Partido del Orden que la aprobaron; este partido, pues, había perdido 27 votos más. 171 Ciudad al norte de Francia, muy cercana a la frontera con Bélgica. 172 (W) Belle-Ile-en-Mer: isla en el Mar Cantábrico, al oeste de Francia; lugar de reclusión de los presos políticos entre 1 849 y 1 857.

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l a cual la Asamblea Nacional tenía que conquistar una inmensa popularidad y tenía que arrojar a Bonaparte en sus brazos. En lugar de dejarse intimidar por el poder ejecutivo mediante la perspectiva de nuevas agitaciones, debió haber otorgado a la lucha de clases, más bien, un pequeño espacio, para subordinar al poder ejecutivo. Pero no se sintió a la altura de la tarea, para jugar con el fuego. M ientras tanto, el así llamado ministerio de transición siguió vegetando hasta mediados de abril . Bonaparte cansó, se burló de la Asamblea Nacional con constantes nuevas combinaciones de ministros. Parece pronto querer formar un ministerio republicano con Lamartine y Billault; pronto uno parlamentario, con el inevitable Odilon Barrot, cuyo nombre nunca debe faltar cuando es necesario un inocente; pronto uno legitimista, con Vatimesnil y Benosit d 'Azy; pronto uno orleanista, con Maleville. De este modo, mientras mantiene en tensión unas contra otras a las diversas :fracciones del Partido del Orden y las asusta a todas con la perspectiva de un ministerio republicano y luego con la realización inevitable del sufragio universal, promueve en la burguesía la convicción de que sus esfuerzos sinceros en torno a un ministerio parlamentario fracasan por la incompatibilidad de las fracciones realistas. Pero la burguesía gritó tanto más ruidosamente en dirección a un "gobierno fuerte'', tanto más encontró imperdonable dejar a Francia "sin administración", cuanto más parecía ahora ponerse en marcha una crisis comercial general, y se anunció en las ciudades en calidad de socialismo, como anunció el ruinoso precio bajo de los cereales en el campo. El comercio diariamente se puso más flojo; las manos desocupadas se multiplicaron visiblemente; en París había por lo menos 1 0,000 obreros sin pan; en Rúan, Muhlhausen, Lyon, Roubaix, Tourcoing, Saint-Etienne, Elbeuf, etc., estaban paradas innumerables fábricas. Bajo estas circunstancias, Bonaparte pudo atreverse a restaurar, el 1 1 de abril, el ministerio del 1 8 de enero. Los señores Rouher, Fould, Baroche, etc., reforzados por el señor León Faucher, a quien la Asamblea Constituyente había humillado durante sus últimos días, por unanimidad, con un voto de desconfianza con la excepción de cinco votos de ministros, a

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causa de la difusión de telegrafía falsa. Por tanto, la Asamblea Nacional se había resignado, el 1 8 de enero, al triunfo sobre el ministerio; había luchado durante tres meses con Bonaparte para que el 1 1 de abril Fould y Baroche pudieran acoger en su alianza ministerial, como tercero, al puritano Faucher. En noviembre de 1 849, Bonaparte se había contentado con un ministerio no parlamentario; en enero de 1 85 1 con un ministerio extraparlamentario; el 1 1 de abril, se sintió suficientemente fuerte para formar un ministerio antiparlamentario, el cual reunió en sí armónicamente los votos de desconfianza de ambas Asambleas, la Constituyente y la Legislativa, la republicana y la realista. Esta escala de ministerios fue el tennómetro por el cual el parlamento podía medir la disminución de su propio calor de vida. Éste había caído tan bajo a fines de abril, que Persigny1 73 pudo invitar a Changarnier, en una reunión personal, a pasarse al campamento del presidente. Bonaparte, le aseguró, consideraba como completamente destruida la influencia de la Asamblea Nacional, y que ya estaba lista la proclamación, constantemente planeada, pero casualmente aplazada otra vez, que debía ser publicada después del coup d'état [golpe de Estado, d. a.]. Changarnier comunicó a los dirigentes del Partido del Orden la esquela; pero, ¿quién cree que las picaduras de las chinches matan? Y el parlamento estaba tan derrotado, tan disuelto, tan corrompido, que no podía esforzarse por ver en el duelo con el grotesco jefe de la Sociedad del 1 0 de Diciembre algo distinto que el duelo con una chinche. Pero, Bonaparte contestó al Partido del Orden como Agesilao al rey Agis: "Te parezco hormiga, pero seré alguna vez león". 1 74 1 73 Marx se refiere al conde Juan Gilbe1io Víctor Persigny, diputado bonapartista que organizó, junto con otros, el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1 85 1 . 174 Marx utiliza aquí, sin exactitud, el siguiente episodio del libro Deipnosophistae (Los banquetes de los sofistas), de Ateneo, escritor antiguo (s. II-III d. de n. e.) . El faraón egipcio Tachos, al hacer alusión a la pequeña estatura de Agesilao II, rey de Esparta, que había acudido en su ayuda con las tropas a su mando, dijo: "La montaña estaba en cinta. Zeus se asustó. Pero la montaña parió un ratón." Agesilao replicó: "Te

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VI La coalición con la Montaña y con los republicanos puros, a la que el Partido del Orden se vio condenado, en sus inútiles esfuerzos para mantener la posesión del poder militar y reconquistar la máxima dirección del poder ejecutivo, demostró irrefutablemente que había perdido la mayoría parlamentaria independiente. La simple fuerza del calendario, la manecilla de las horas, dio el 28 de mayo [de 1 85 1 , d. a.] la señal de su completa desintegración. Con el 28 de mayo comienza el último año de vida de la Asamblea Nacional. Ésta tenía que decidirse ahora por la continuación invariable de la Constitución o por su revisión. Pero la revisión de la Constitución no significaba sólo la dominación de la burguesía o de la democracia pequeño burguesa, de la democracia o de la anarquía proletaria, de la república parlamentaria o de Bonaparte, sino significaba a la vez de Orleáns o de Borbón. De este modo, cayó en el parlamento la manzana de Eris175, en el que debía encenderse abiertamente la oposición de intereses que separaba al Partido del Orden en fracciones enemigas. El Partido del Orden era una unión de sustancias sociales heterogéneas. La cuestión de la revisión originó una temperatura política que separó otra vez el producto en sus componentes originarios. El interés de los bonapartistas en la revisión era sencillo. Para ellos se trataba, ante todo, de la supresión del artículo 45, que prohibía la reelección de Bonaparte y la prórroga de sus poderes. No menos sencilla parecía la posición de los republicanos. Ellos

rarezco hormiga, pero seré alguna vez león". 75

Marx se refiere a Eris, la diosa de la discordia, que no fue invitada a la boda de Peleo y Tetis. Resentida, arrojó a la sala del banquete una manzana de oro para la "más hermosa". Hera, Atenea y Afrodita aspiraban a la manzana, y le pidieron a Paris, príncipe de Troya, que decidiera. Afrodita lo sobornó ofreciéndole la mujer más hermosa del mundo, que fue Helena de Troya, la mujer del rey griego Menelao. El rapto de Helena por París produjo la guerra de Troya.

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rechazaban incondicionalmente toda revisión; vieron en ella una conspiración general en contra de la república. En ese momento disponían de más de un cuarto de los votos de la Asamblea Nacional, y constitucionalmente fueron exigidos tres cuartos de los votos para el acuerdo legalmente válido de revisión y para la convocatoria a una Asamblea revisora; necesitaban sólo contar sus votos para estar seguros del triunfo. Y estaban seguros de triunfar. Ante estas claras posiciones, el Partido del Orden se hallaba en inextricables contradicciones. En consecuencia, si rechazaba la revisión, ponía en peligro el statu quo, dejándole a Bonaparte solamente una salida, la de la violencia, abandonando a Francia en el segundo [domingo, d. a.] de mayo de 1 852, en el momento de la decisión, a la anarquía revolucionaria, con un presidente que perdía su autoridad, con un parlamento que hacía mucho tiempo ya no la poseía y con un pueblo que pensaba reconquistarla. Igualmente, si votaba por la revisión constitucional, sabía que la votaba en vano y que tenía que fracasar constitucionalmente por el veto de los republicanos. Si declaraba inconstitucionalmente la mayoría simple de los votos176 como obligatoria, de ese modo sólo podía tener la esperanza para dominar la revolución; si se sometía incondicionalmente al dominio del poder ejecutivo, por lo tanto, convertía a Bonaparte en el amo encima de la Constitución, encima de la revisión constitucional y encima de sí mismo. Sólo una revisión parcial, la cual prolongara el poder del presidente abría el camino a la usurpación imperial. Una revisión general, que acortase la vida de la república, iniciaba el conflicto inevitable de las pretensiones dinásticas, pues las condiciones para una restauración borbónica y una restauración orleanista no sólo eran distintas, sino mutuamente se excluían. La república parlamentaria era más que el campo neutral en el que podían habitar emancipadas las dos fracciones de la burguesía francesa -legitimistas y orleanistas-, la gran propiedad territorial y la industria. Era la condición imprescindible de su dominación 176

Es decir, más de la mitad de los votos, pero no las tres cuartas partes de ellos, como lo exigía la Constitución.

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común, la única forma de Estado en la que se sometía su interés general de clase al mismo tiempo que las pretensiones de sus fracciones particulares como las de todas las otras clases de la sociedad. Como realistas, caían en su viej a oposición en la lucha alrededor de la supremacía de la propiedad territorial o la del dinero, y la expresión máxima de este antagonismo, la personificación del mismo, eran los mismos reyes, sus dinastías. De aquí la resistencia del Partido del Orden en contra de volver a llamar a los Barbones. El orleanista y representante popular Creton había entregado periódicamente, en 1 849, 1 850, 1 85 1 , la propuesta de abolir el decreto de destierro en contra de las famil ias reales. El parlamento ofrecía también periódicamente el espectáculo de una asamblea de realistas quienes tercamente cierran a sus reyes desterrados la puerta por la que podían regresar a la patria. Ricardo III había asesinado a Enrique VI con la observación de que era demasiado bueno para este mundo y que pertenecía al cielo. Los realistas declaraban que para Francia era demasiado ruin poseer otra vez sus reyes. Obligados por la fuerza de las circunstancias, se habían vuelto republicanos y aprobaban repetidamente la decisión del pueblo que expulsaba a sus reyes de Francia. La revisión de la Constitución -y las circunstancias obligaban a tomarla en consideración- ponía en duda, con la república a la vez, la dominación común de ambas fracciones de la burguesía, y recordaba principalmente, con la posibilidad de la monarquía, la rivalidad de los intereses que alternativamente había representado la lucha en torno a la supremacía de una fracción sobre la otra. Los diplomáticos del Partido del Orden creían poder resolver la lucha por medio de una fusión de ambas dinastías, por medio de una así llamada fusión de los partidos realistas y sus casas reales. La verdadera fusión de la Restauración y de la monarquía de Julio era la república parlamentaria, en la que estaban disueltos los colores orleanista y legitimista y los tipos de burguesías desaparecían en la burguesía a secas, en la burguesía como género. S in embargo, ahora tenía que ser la orleanista legitimista y la legitimista orleanista. La monarquía, en la que se personificaba su oposición, tenía que encarnar su unidad, en la cual la expresión de sus

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exclusivos intereses de fracción s e convirtiera en l a expresión de su interés común de clase; una monarquía que realizara lo que sólo la abolición de las dos monarquías, la República, podía realizar y había realizado. Ello era la piedra filosofal, en cuya fabricación se quebraban la cabeza los doctores del Partido del Orden. Como si nunca pudiera la monarquía legitima convertirse en la monarquía del burgués industrial, o la monarquía burguesa en la monarquía de la aristocracia hereditaria de la tierra. Como si pudieran la propiedad territorial y la industria hermanarse bajo una sola corona, en la que ésta sólo podía caer en una cabeza, en la del hermano más viejo o en la del más j oven. Como si la industria no pudiera compensarse de hecho con la propiedad territorial, mientras ésta misma no se decide a convertirse en industrial. Aunque Enrique V177 muriera mañana, el conde de París no se convertiría por ello en rey de los legitimistas, a menos que dejara de serlo de los orleanistas. Sin embargo, los filósofos de la fusión, que se extendían a medida que la cuestión de la revisión se dirigía al primer plano, quienes habían creado en la "Assemblée Nationale " 178 su órgano oficial del día, quienes están trabajando en ello, incluso, otra vez en este momento (febrero de 1 852), se explicaban todas las dificultades por la resistencia y la rivalidad de ambas dinastías. Los intentos por reconciliar a la familia Orleáns con Enrique V, que comenzaron desde [ 1 85 0 con, d. a.] la muerte de Luis Felipe, pero como las intrigas dinásticas, en general, solamente se actuaban durante las vacaciones de la Asamblea Nacional, tras bastidores, más por coquetería sentimental con la viej a superstición que como pretensión seria, ahora se convirtieron en principales acciones de Estado representadas por el Partido del Orden en la escena pública, en lugar del teatro de aficionados, como antes. Los correos volaban de París a Venecia179, de Venecia a 1 77

. . . Rey de 1os 1eg1tim1stas. (P) L 'A ssemblée Nationale (La Asamblea Nacional): diario francés de orientación monárquico-legitimissta.; aparecía en París desde 1 848 hasta 1 857; entre 1 848 y 1 85 1 reflejaba las opiniones de los partidarios de la fusión: legitimistas y orleanistas. 1 79 (W) Lugar de residencia en ese entonces del conde de Chambord, 1 78

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Claremont180, de Claremont a París. E l conde de Chambord publicó un manifiesto en el que él, "con la ayuda de todos los miembros de su familia", anunció, no su restauración, sino la Restauración "nacional". El orleanista Salvandy se arroja a los pies de Enrique V. Los j efes legitimistas Berryer, Benoist d' Azy, Saint-Priest, viaj an a Claremont, para convencer a los Orleáns, pero en vano. Los fusionistas concedieron demasiado tarde que los intereses de ambas fracciones de la burguesía no pierden en exclusividad ni ganan en docilidad por intensificarse en la forma de intereses de familia, de intereses de dos casas reales. Aunque Enrique V reconociera al Conde de París en calidad de sucesor -el único resultado que podía conseguir la fusión, en el mejor caso-, la casa de Orleáns no ganaba, en consecuencia, ninguna pretensión que no le hubiera asegurado ya la falta de hijos de Enrique V, pero perdía todas las pretensiones que había conquistado mediante la revolución de julio. Renunciaba a sus derechos originales, a todos los títulos que, en una lucha casi secular, arrancó a la rama más antigua de los Borbones, intercambiaba sus prerrogativas históricas, las prerrogativas de la monarquía moderna, a cambio de las prerrogativas de su árbol genealógico. Por tanto, la fusión no era nada más que una abdicación voluntaria de la casa de Orleáns, la resignación legitimista misma, la renuncia arrepentida de la Iglesia estatal protestante por la católica. Una renuncia que, además, ni siquiera la llevaba al trono que había perdido, sino al escalón del trono en que había nacido. Los antiguos ministros orleanistas, Guizot, Duchil.tel, etc., quienes también se fueron corriendo a Claremont a prologar la fusión, sólo representaban, en realidad, la resaca sobre la revolución de julio181, la pérdida de esperanza en la monarquía burguesa y en la monarquía de los burgueses, la superstición en la legitimidad como último amuleto en contra de la anarquía. En su imaginación, intermediarios entre los Orleáns y los Borbón,

fretendiente legitimista al trono de Francia (después Enrique V) . . 80 Véase la nota 96. 181 Véase la nota 37.

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solamente eran en realidad orleanistas apóstatas, y corno tales los recibió el príncipe de Joinville182. En cambio, el sector viable, batallador de los orleanistas, Thiers, Baze, etc., convenció tanto rnás fácilmente a la familia de Luis Felipe de que si toda la inmediata Restauración monárquica presuponía la fusión de ambas dinastías, pero cada fusión semejante la abdicación de la casa de Orleáns, en cambio correspondía a toda la tradición de sus antepasados reconocer y tener esperanza provisionalmente la república hasta que los acontecimientos permitieran convertir la silla presidencial en un trono. La candidatura de Joinville [a la presidencia, d. a.] fue divulgada a manera de rumor, la cual mantuvo en suspenso la curiosidad pública, y algunos meses rnás tarde, en septiembre, después de la revisión de la Constitución, fue proclamada públicamente. De este modo, el intento de una fusión realista entre orleanistas y legitimistas no sólo había fracasado, sino había roto su fusión parlamentaria, su forma común republ icana, y había descompuesto otra vez al Partido del Orden en sus elementos originarios; pero, cuanto rnás crecía el distanciamiento entre Clarernont y Venecia, cuanto rnás su arreglo se frustraba, cuanto rnás se extendía la agitación por Joinville, tanto rnás asiduas y rnás prudentes se volvían las negociaciones entre Faucher, el ministro de Bonaparte, y los legitimistas. La desintegración del Partido del Orden no se detuvo en sus elementos originarios. Cada una de las dos grandes fracciones se descompuso a su vez de nuevo. Era corno si todos los rasgos antiguos que se habían mezclado y sacudido anteriormente al interior de cada uno de los dos sectores, sea en el legitimista, sea en el orleanista, fueran disueltos otra vez, al igual que los infusorios secos al contacto con el agua; como si hubiesen adquirido de nuevo suficiente vitalidad para formar grupos propios y oposiciones independientes. Los legitimistas se soñaban otra vez en los ternas de disputa entre las Tullerías y el Pabellón Marsan183, entre Villele 182

Marx se refiere a Luis María Joinville, Duque de Orleáns, hijo del rey francés Luis Felipe, quien subió al trono a través de la Revolución de Julio en 1 830 y gobernó hasta 1 848. 183 Tullerías: véase la nota 44. (W) En este lugar residió Luis XVIII; el

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y Polignac 1 84. Los orleanistas experimentaban la época dorada de los torneos entre Guizot, Molé, Broglie, Thiers y Odilon Barrot. El sector del Partido del Orden en desacuerdo de nuevo sobre los límites de la revisión [de la Constitución d. a.], de la revisión graciosa, compuesto por los legitimistas bajo Berryer y Falloux de un lado y bajo La Rochejaquelein del otro, y los orleanistas cansados de luchar, bajo Molé, Broglie, Montalembert y Odilon Barrot, se pusieron de acuerdo con los representantes bonapartistas para la siguiente indefinida y muy resignada proposición: "Los representantes [populares, d. a.] abaj o finnantes, con el fin de restituir a la nación el pleno ejercicio de su soberanía, entregan la moción de que la Constitución fuera revisada."

Pero al mismo tiempo declaraban unánimemente, por medio de su informador Tocqueville, que la Asamblea Nacional no tenía el derecho para solicitar la abolición de la república, que ese derecho sólo correspondía a la cámara de revisión. Ciertamente, la Constitución sólo podía ser revisada de modo "legal", es decir, sólo cuando se decidiera por la revisión las tres cuartas partes prescritas constitucionalmente del número de los votos. Tras 6 días enteros de debates tormentosos, el 1 9 de julio, fue rechazada, como era de preverse, la revisión. Por ese rechazo votaron 446, pero en contra 278. Los orleanistas resueltos, Thiers, Changarnier, etc., votaron con los republicanos y la Montaña. De esta manera, la mayoría del parlamento se declaraba en contra de la Constitución, pero ésta misma se declaraba por la minoría, y sus acuerdos, como obligatorios. Pero, ¿no había subordinado el Partido del Orden la Constitución a la mayoría parlamentaria, el Pabellón era un edificio del las Tullerías, donde vivió en la época de la Restauración el conde d' Artois. 1 84 (P) Sealudea las divergencias tácticas de los legitimistasduranteel período de la Restauración. Villéle (partidario de Luis XVIII) se pronunció en pro de la aplicación cautelosa de medidas reaccionarias; Polignac, partidario del conde d' Artois, coronado en 1 824 con el nombre de Carlos X, exigía el restablecimiento completo del orden de cosas anterior a la revolución.

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3 1 de mayo de 1 850 y el 1 3 de junio de 1 849?185 ¿No se basaba toda su política anterior en la subordinación de los artículos constitucionales bajo los acuerdos de la mayoría parlamentarios? ¿No había cedido a los demócratas, y castigado en ellos, la vieja superstición testamentaria hacia las letras de las leyes? Pero en este momento la revisión de la Constitución no significaba otra cosa que la continuación del poder presidencial; al igual que la continuación de la Constitución no significaba otra cosa que la destitución de Bonaparte. El parlamento se había declarado por él, pero la Constitución se declaró en contra del parlamento. Bonaparte obró, pues, en un sentido parlamentario al desgarrar la Constitución, y en un sentido constitucional al disolver el parlamento. El parlamento había declarado a la Constitución, y con ella a su propia dominación, "fuera de la mayoría"; había derogado, a través de su acuerdo, la Constitución y prorrogado el poder presidencial, y había declarando, al mismo tiempo, que ni una podía morir, ni el otro vivir, mientras él mismo subsistiera. Los que habían de enterrarlo estaban frente a la puerta. Mientras el parlamento debatía la revisión, Bonaparte retiró al general Baraguay d' Hilliers, que se mostraba indeciso, del mando de la primera división militar, y nombró en su lugar al general Magnan, el vencedor de Lyon186, el héroe de las jornadas de diciembre, una de sus criaturas, que ya bajo Luis Felipe se había comprometido más o menos por él, en ocasión de la expedición de Boulogne187. 185

Recuérdese que el 1 3 de junio de 1 849 una parte de la Montaña declaró "fuera de la Constitución" a Bonaparte, por el bombardeo a Roma, pero la Asamblea Nacional, dominada por el Partido del Orden, rechazó la acusación; y que el 3 1 de mayo de 1 850 se aprobó la nueva ley electoral, elaborada por los "burgraves" del Partido del Orden, que abolió el sufragio universal. 186 Marx se refiere a que en esa ciudad, el 1 3 de junio de 1 849, se declaró el estado de sitio dirigido por Magnan, ante una probable insurrección de trabajadores en contra del régimen de Bonaparte. 187 El 6 de agosto de 1 840 Bonaparte intentó sublevarse con las tropas de la guarnición de Boulogne, pero fracasó y fue condenado a prisión perpetua, de la cual huyó a Inglaterra en 1 846.

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El Partido del Orden demostró, con su acuerdo sobre la revisión, que no sabía dominar ni servir, ni vivirni morir, ni tolerar la república ni derribarla, ni mantener erguida la Constitución ni arrojarla por la borda, ni colaborar con el presidente ni romper con él. ¿De quién esperaba, pues, la solución a todas las contradicciones? Del calendario, del curso de los acontecimientos. Dejó de arrogarse el poder sobre éstos. Desafió, por tanto, a los acontecimientos para que se hicieran por su fuerza, y con ello al poder, al cual, en lucha con el pueblo, había renunciado un atributo tras otro, hasta que lo enfrentó sin fuerza. Para que el jefe del poder ejecutivo pudiera trazar tanto más inalteradamente el plan de lucha contra el Partido del Orden, fortalecer sus medios de acción, seleccionar sus instrumentos, fortificar sus posiciones, decidió, en medio de este momento crítico, retirarse de la escena y demorarse por tres meses, del 1 O de agosto al 4 de noviembre [de 1 85 1 , d. a.]. El partido parlamentario no sólo se había separado en sus dos grandes fracciones, cada una de éstas no sólo estaba disuelta al interior de ella misma, sino que el Partido del Orden en el parlamento estaba separado del Partido del Orden fuera del parlamento.Los voceros y sabios escritores de la burguesía, su tribuna y su prensa, en suma, los ideólogos de la burguesía y la burguesía misma, los representantes y los representados, se enfrentaban distanciados y ya no se entendían. Los legitimistas en las provincias, con su horizonte l imitado y su i limitado entusiasmo, acusaban a sus dirigentes parlamentarios, Berryer y Falloux, de deserción hacia el campo bonapartista y de la caída de Enrique V. Su j uicio de lirio188 creía en el pecado original, pero no en la diplomacia. Inigualablemente más funesta y más decisiva fue la ruptura de la burguesía comercial con sus políticos. Ella no les reprochaba, como los legitimistas a los suyos, de haber renunciado al Principio sino, por el contrario, en conservar principios que se han vuelto inútiles. Ya he indicado antes que, desde la entrada de Fould en el ministerio, el sector de la burguesía comercial que había poseído la parte del león en el Gobierno de Luis Felipe, la aristocracia 188

Véase la nota 92.

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financiera, se había hecho bonapartista189. Fould no representaba sólo el interés de Bonaparte en la Bolsa, representaba al mismo tiempo los intereses de la Bolsa cerca de Bonaparte. La posición de la aristocracia financiera se expone lo más contundentemente en una cita de su órgano europeo, el londinense Economist 190 . En su número del 1 de febrero de 1 85 1 , permitió escribir de París: "Por todas partes hemos podido constatar aquí, que Francia desea ante todo tranquilidad. El presidente lo declara en su mensaje a la Asamblea Legislativa; los oradores de la tribuna nacional lo resuenan como eco; es aseverado por los periódicos; es predicado desde el púlpito; es demostrado por la sensibilidad de los papeles de Estado [Staatspapieren] 191 en la menor perspectiva de alteración; por su solidez, siempre que vence el poder ejecutivo."

En su número del 29 de noviembre [de 1 85 1 , d. a.], el Economist declara en su propio nombre: "En todas las Bolsas de Europa es reconocido el presidente ahora como el guardián del orden."

Por tanto, la aristocracia financiera condenaba la lucha parlamentaria del Partido del Orden con el poder ej ecutivo como una alteración del orden y celebraba todos los triunfos del presidente sobre sus supuestos representantes como un triunfo del orden. Tiene que entenderse aquí por aristocracia financiera no sólo a los grandes empresarios prestamistas [Anleihunternehmer, d. a.] y los especuladores en papeles del Estado, de quienes se comprende, inmediatamente, que sus intereses coincidan con los intereses del poder del Estado. Todo el moderno negocio del dinero, toda la 189

Marx se refiere a que Fould, miembro de la alta finanza, formó parte del ministerio d'Hautpoul, véase p. 85 de la presente edición . 190 (W) (P)The Economist (El Economista): revista semanal inglesa de economía y política, órgano de la gran burguesía industrial; aparece en Londres desde 1 843 . 191 Papel del Estado, significa cada uno de los diferentes documentos que emite el Estado reconociendo créditos o deudas.

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economía bancaria, está entretej ida en lo más íntimo con el crédito público. Una parte del capital de su negocio está colocado, para producir intereses rápidamente convertibles, en papeles del Estado. Sus depósitos -el capital puesto a su disposición y distribuido a partir de ellos entre los comerciantes e industriales-, fluye en parte de los dividendos de los rentistas del Estado. Si en todas las épocas la estabilidad del poder del Estado ha representado la estabilidad . de todo el mercado de dinero y sus sacerdotes, ¿cómo no ha de representarlo hoy, en donde todo diluvio amenaza arrastrar con los viej os Estados las viejas deudas del Estado? También la burguesía industrial se enojaba, en su fanatismo de orden, sobre las disputas del Partido parlamentario del Orden con el poder ejecutivo. Thiers, Angles, Sainte-Beuve, etc., recibieron reprimendas públicas después de su voto del 1 8 de enero, en ocasión de la destitución de Changamier, justamente de sus mandantes de los distritos industriales, en las que fue censurada particularmente su coalición con la Montaña, como alta traición al orden. En consecuencia, si hemos visto que las bromas presuntuosas, las intrigas mezquinas en las que se expresaba la lucha del Partido del Orden con el presidente no merecieron buena acogida; por otra parte, este partido burgués, que había pedido a partir de sus representantes dej ar pasar, sin resistencia, el poder militar de manos de su propio parlamento a las de un pretendiente aventurero, no valoró ni siquiera las intrigas que en su interés fueron derrochadas. Este partido demostró que la lucha en tomo a la ratificación de su interés público, su propio interés de clase, su poder político, sólo le disgustaba y molestaba como estorbo al negocio privado. Los dignatarios burgueses de las ciudades departamentales, los magistrados, los jueces comerciales, etc., en todas partes, recibieron en sus giras a Bonaparte, apenas con una excepción, del modo más servil, hasta cuando, como en Dijon, atacó abiertamente a la Asamblea Nacional y especialmente al Partido del Orden. Cuando el comercio iba bien, como al comienzo aún de 1 85 1 , la burguesía comercial se enfurecía en contra de toda lucha parlamentaria, con el fin de que, por supuesto, al comercio no se le apagara el humor. Cuando el comercio iba mal, como

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continuamente le fue desde fines de febrero de 1 85 1 , denunciaba a las luchas parlamentarias como la causa del estancamiento y gritaba después su suspensión, para que el comercio estuviera fuerte otra vez. Los debates de la revisión [constitucional d. a.] sobrevinieron precisamente en esta época mala. Puesto que aquí se trataba en tomo al ser o no ser de la forma de Estado existente, la burguesía se sintió aún más autorizada a exigir, a partir de sus representantes, el fin de esa atormentadora solución provisional y, al mismo tiempo, el mantenimiento del statu qua. Ello no era ninguna contradicción. Por el fin a esa solución provisional ella entendía precisamente su continuación, el alargamiento muy lejano del momento en el cual tenía que llegar una resolución. El statu qua solo podía ser conservado sobre dos caminos: prorroga del poder de Bonaparte o renuncia constitucional del mismo y elección de Cavaignac. Una parte de la burguesía deseaba la última solución y no supo dar a sus representantes mej or consejo que callar, abandonar el punto candente sin tocar. Si sus representantes no hablaban, creyó, Bonaparte no actuaría. Quería en ese momento un parlamento­ avestruz, que escondiera la cabeza para no ser visto. La otra parte de la burguesía quería que Bonaparte, debido a que una vez estuvo sentado en el silla presidencial, plantarlo en el silla presidencial, para que todo quedara igual. Le irritaba que su parlamento no violara abiertamente la Constitución y renunciara sin rodeos. Los Consejos Generales de los Departamentos, esas representaciones provinciales de la gran burguesía, que se reunieron durante las vacaciones de la Asamblea Nacional, desde el 25 de agosto [de 1 849, d. a.], se declararon casi unánimemente por la revisión, es decir, en contra del parlamento y por Bonaparte. Todavía más inequívocamente que la descomposición con sus representantes parlamentarios, la burguesía colocaba su rabia encima de sus representantes literarios, sobre su propia prensa diaria. Las condenas a exorbitantes sumas de dinero y a desvergonzadas penas de cárcel por conducto de los jurados burgueses, para todo ataque de los periodistas burgueses hacia los deseos de usurpación de Bonaparte, para todo intento de la prensa por defender los derechos políticos de la burguesía en contra del poder ejecutivo,

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no sólo sorprendían a Francia, sino a toda Europa.

Por tanto, si el Partido del Orden parlamentario-como he indicado- a través de sus gritos hacia la tranquilidad, se expulsaba a sí mismo a la tranquilidad, si declaraba la dominación política de la burguesía como inconciliable con la seguridad y la existencia de la burguesía, destruyendo con su propia mano, en la lucha contra las demás clases de la sociedad, todas las condiciones de su propio régimen parlamentario; la masa extraparlamentaria de la burguesía, al contrario -por su servilismo hacia el presidente, por sus insultos hacia el parlamento, por el maltrato brutal a la propia prensa-, invitó a Bonaparte a destruir, a reprimir a su parte oradora y escritora, a sus políticos y literatos, a su tribuna de oradores y a su prensa, con el fin de poder ahora dedicarse con plena confianza a sus negocios privados bajo la protección de un gobierno fuerte y absoluto. Declaró inequívocamente que se apuraba a deshacer su propia dominación política, para evitar los esfuerzos y los peligros de esa dominación. Y esa misma burguesía, que ya se había irritado en contra de la lucha simplemente parlamentaria y literaria por la dominación de su propia clase, y había traicionado a los dirigentes de esta lucha, ¡ se atreve ahora a acusar al proletariado de que no se haya sublevado posteriormente por ella para la lucha sangrienta, para la lucha de vida o muerte! Ella, que sacrificó cada momento su interés general de clase, es decir, su interés político, el más mezquino, el más sucio interés privado, que puso en sus representantes la exigencia de un sacrifico semejante, ¡ se queja ahora de que el proletariado tenga sus intereses materiales, sacrificados a sus ideales intereses políticos ! Ella se presenta como un alma bella, que ha sido abandonada e ignorada en el momento decisivo por el proletariado, extraviado a través de los socialistas. Y ella encuentra un eco general en el mundo burgués. No hablo aquí, naturalmente, de los politicastros y sinvergüenzas de convicción alemanes. Me remito, por ejemplo, al mismo Economist, que todavía el 29 de noviembre de 1 85 1 , es decir, cuatro días antes del golpe de Estado, había considerado a Bonaparte como el "guardián del orden", pero a los Thiers y Berryer como "anarquistas"; y ya el 27 de diciembre de 1 85 1 , después de

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que Bonaparte había llevado a esos anarquistas a la tranquilidad, grita sobre la traición de las "ignorantes, maleducadas, estúpidas masas proletarias a la habilidad, los conocimientos, la disciplina, el prestigio espiritual, los recursos intelectuales y la importancia moral de las categorías medias y altas de la sociedad". La masa estúpida, ignorante y vulgar no fue ninguna otra que la propia masa burguesa. En efecto, Francia había vivido en 1 85 1 una especie de pequeña crisis comercial. A fines de febrero se manifestó la disminución de las exportaciones en comparación a 1 850; en marzo se resintió el comercio y se cerraron las fábricas; en abril la situación de los Departamentos industriales parecía tan desesperada como después de las j ornadas de febrero; en mayo los negocios todavía no se habían reanimado otra vez; todavía el 28 de junio, la cartera del Banco de Francia mostraba el estancamiento de la producción, a través de un aumento inmenso de depósitos y también un gran descenso de los adelantos de letras de cambio; y hasta mediados de octubre ocurrió de nuevo una mejora progresiva de los negocios. La burguesía francesa se explicaba este estancamiento del comercio por causas puramente políticas, por la lucha entre el parlamento y el poder ejecutivo, por la incertidumbre de una forma de Estado sólo provisional, por el panorama de miedo del segundo domingo de mayo de 1 852. No negaré que todas estas circunstancias deprimían algunas ramas industriales en París y en los Departamentos. Pero, en todo caso, esta influencia de las circunstancias políticas fue sólo local e insignificante. ¿Qué necesidad de otra prueba, cuando la mejora del comercio ocurre precisamente hacia mediados de octubre, en el momento en el cual empeoró la situación política, en que el horizonte político se oscureció y en el cual a cada instante fue esperado un rayo del Elíseo? El burgués francés, cuya "habilidad, conocimientos, discernimiento espiritual y recursos intelectuales" no llegaron más lejos de su nariz, pudo, por lo demás, encontrar con la nariz la causa de su miseria comercial, en todo el tiempo que duró la Exposición Industrial de Londres.1 92 1 92 ( W )

(P) Exposición industrial de Londres: primera exposición mundial

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Mientras en Francia fueron cerradas las fábricas, en Inglaterra estallaban las bancarrotas comerciales. Mientras el pánico industrial alcanzaba en Francia su apogeo en abril y mayo, el pánico comercial alcanzaba el apogeo en Inglaterra en abril y mayo. La industria de la lana inglesa sufría como la francesa, igualmente la manufactura de la seda inglesa sufría como la francesa. Si las fábricas algodoneras inglesas seguían trabaj ando, ya no sucedía con las mismas ganancias como en 1 849 y 1 850. Hubo diferencia sólo porque en Francia la crisis fue industrial y en Inglaterra comercial; mientras que en Francia las fábricas se detenían, en Inglaterra se extendían, pero bajo condiciones más desfavorables que en los años anteriores; mientras en Francia la exportación se sostuvo principalmente golpeada, en Inglaterra se sostuvo así la importación. La causa común que, naturalmente, no ha de buscarse dentro de los límites del horizonte político francés, era evidente. 1 849 y 1 850 fueron años de la mayor prosperidad material y de una sobreproducción que sólo se descubrió como tal a hasta 1 85 1 . Todavía fue promovida especialmente a comienzos de este año mediante el encuentro con la Exposición Industrial. Como circunstancias características se agregan: en primer lugar, la mala cosecha de algodón de 1 850 y 1 85 1 ; luego, la seguridad de una gran cosecha algodonera en comparación a la que estaba esperada, primeramente las alzas, luego las caídas, en suma, las oscilaciones de los precios del algodón. La cosecha de seda en bruto no se realizó, por lo menos en Francia, ni siquiera al promedio inferior de cosechas. Finalmente, la manufactura lanera se había extendido tanto, desde 1 848, que la producción de lana no podía seguirla y el precio de la lana en bruto subió en una gran desproporción en el precio de los artículos de lana. Por lo tanto, aquí tenemos, en la materia prima de tres industrias del mercado mundial, ya triplicado el material para un estancamiento del comercio. Prescindiendo de estas circunstancias especiales, la crisis aparente del año 1 85 1 no fue ninguna otra cosa que una pausa que la sobreproducción y sobrespeculación realizan en el movimiento de la circulación de comercio e industria; se celebró entre mayo y octubre de 1 85 1 .

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industrial, antes de que reúna todos sus recursos de fuerza para recorrer febrilmente el último segmento del círculo y llegar de nuevo a su punto de salida, la crisis general de comercio. En tales intervalos de la historia del comercio, estallan en Inglaterra las bancarrotas comerciales, mientras en Francia se detuvo la industria misma, en parte ahora obligada al retroceso precisamente por la reciente competencia insoportable de los ingleses en todos los mercados, en parte afectada principalmente, como industria de lujo, por todo el estancamiento de los negocios. De esta manera, Francia soporta, además de las crisis generales, sus propias crisis de comercio nacionales, las cuales; sin embargo, están mucho más determinadas y condicionadas por la situación general del mercado mundial, que por las influencias locales francesas. No carecerá de interés confrontar al prejuicio del burgués francés, el juicio del burgués inglés. Una de las mayores casas de Liverpool escribe en su informe de comercio anual de 1 85 1 : "Pocos años han engañado más las previsiones guardadas en su comienzo, que las recorridas en este momento; en vez de la gran prosperidad que se esperaba unánimemente, se manifestó como uno de los más desanimados desde hace un cuarto de siglo. Esto es aceptable, naturalmente, sólo por las clases mercantiles, no por las industriales. Y, sin embargo, existían seguramente razones al comienzo del año para deducir lo contrario; el acopio de productos era escaso, el capital innecesario, los alimentos baratos, estaba asegurado un otoño abundante; paz inquebrantable en el continente y ninguna perturbación política o financiera en casa: realmente, las alas del comercio nunca estuvieron con menos ataduras . . . ¿A qué atribuir este resultado desfavorable? Creemos que al excedente de comercio, tanto en las importaciones como en las exp01taciones. Si nuestros comerciantes no ponen por sí mismos a su actividad límites más estrechos, nada puede sujetarnos al cause normal, más que un pánico cada tres años." 193

Ahora imagínese al burgués francés, igualmente en medio de ese pánico de negocios, que sea aturdido, revoloteado, atormentado 1 93

(W) El Economista, del 1 O de enero de 1 852.

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en su cerebro enfermo de comercio, por los rumores de golpe de Estado y la realización del sufragio universal; por la lucha entre el parlamento y el poder ejecutivo, por la guerra de la Fronda194 de los orleanistas y los legitimistas, por las conspiraciones comunistas del Sur de Francia; por las supuestas jacqueries 195 de los departamentos del Nievre y del Cher; por los reclamos de los distintos candidatos a la presidencia; por las consignas charlatanas de los periódicos; por las amenazas de los republicanos de querer sostener con las armas en la mano la Constitución y el sufragio universal; por los evangelios de los héroes emigrados in partibus,1 96 quienes anunciaron el hundimiento del mundo para el segundo [domingo, d. a.] de mayo de 1 852; y se comprende que el burgués, en esta confusión indecible y ruidosa de fusión, revisión, prórroga, Constitución, conspiración, coalición, emigración, usurpación y revolución, jadeara frenéticamente a su república parlamentaria: " ¡ es preferible un.final con terror que un terror sin.fin ! " Bonaparte entendió ese grito. S u capacidad de comprensión fue agudizada por el ímpetu creciente de sus acreedores, quienes veían con cada puesta de sol, con el vencimiento del día, acercarse el segundo [domingo, d. a] de mayo de 1 852, una protesta del movimiento de los astros en contra de sus mundanas letras de cambio. Éstos se habían vuelto verdaderos astrólogos. La Asamblea Nacional había cortado a Bonaparte la esperanza en la prórroga constitucional de su poder, y la candidatura del príncipe de Joinville no permitió silencios prolongados. En consecuencia, sí alguna vez un acontecimiento había proyectado ante sí su sombra por mucho tiempo antes de su comienzo, éste fue el golpe de Estado de Bonaparte. Ya el 29 de enero de 1 849, apenas un mes después de su elección, había hecho una proposición para ese fin a Changamier. Su propio primer 1 94 Véase la nota 87. 1 95 Jacqueries: E l término deriva de Jacques Bonhomme (Jacobita), nombre que dieron las clases privilegiadas al campesinado francés . Gran insurrección campesina en contra de la nobleza francesa realizada en 1 358, en el marco de la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra. 196 Véase la nota 29.

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ministro Odilon Barrot había denunciado ocultamente en el verano de 1 849, y Thiers abiertamente en el invierno de 1 850, la política del golpe de Estado. Persigny197 había intentado ganar en mayo de 1 85 1 otra vez a Changamier para el golpe, y el Messager de l 'Assemblée198 había publicado esta negociación. Los periódicos bonapartistas amenazaban en cada tormenta parlamentaria con un golpe de Estado, y cuanto más se acercaba la crisis, tanto rnás ruidosos de tono eran. En las orgías que Bonaparte festejaba todas las noches con la swell mob 199 varonil y femenil, cada vez que se acercaban las horas de la media noche y las abundantes libaciones habían aflojado las lenguas y encendido la fantasía, el golpe de Estado era decidido para la mañana siguiente. Las espadas fueron sacadas, tintineaban los vasos, los representantes volaban hacia afuera por las ventanas, la capa del emperador caía sobre los hombros de Bonaparte, hasta que la mañana siguiente expulsaba otra vez al espanto, y el París asombrado se enteraba, por las vestales poco reservadas y los paladines indiscretos, del peligro del cual había escapado una vez rnás. En los meses de septiembre y octubre se precipitaron los rumores de un coup d'état [golpe de estado, d. a.]. La sombra adoptaba al rnisrno tiempo varios colores, como un daguerrotipo. Consúltese las series de septiembre y octubre en las publicaciones de la prensa diaria emopea, y se encontrarán señalamientos corno los siguientes: "París se llena de rumores de un golpe de Estado. La ciudad debió ser llenada con tropas durante la noche y que a la siguiente mañana se dirigirán decretos que disolverán la Asamblea Nacional, que el departamento del Sena será cambiado en estado de sitio, que se restaurará el sufragio universal, que se apelará al pueblo. Bonaparte debe buscar ministros para la ejecución de 1 97 Véase la p. 1 1 7 de la presente edición. 198 ) (P Le Messager de l 'Assemblée (El Mensajero de la Asamblea): diario antibonapartista francés; apareció en París desde el 1 6 de febrero hasta el 2 de diciembre de 1 85 1 . 199 Gran muchedumbre, en inglés.

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estos decretos ilegales".

Las con-espondencias que incluyen estas noticias terminan siempre con el funesto "aplazado". El golpe de Estado fue siempre la idea fij a de Bonaparte. Con esta idea tuvo que pisar otra vez el suelo francés. Tanto lo poseía, que él la divulgaba y revelaba constantemente. Pero él era tan débil, que también la abandonaba sentado constantemente. La sombra del golpe de Estado se había vuelto tan familiar a los parisinos como espectro, que cuando por fin apareció en carne y hueso, no querían creer en él. No fue, entonces, ni la cautela discreta del jefe de la Sociedad del 1 0 de Diciembre, ni una sorpresa insospechada por parte de la Asamblea Nacional, lo que permitió triunfar al golpe de Estado. Si él triunfó, triunfó, a pesar de su indiscreción y al conocimiento previo de ella, un resultado necesario, inevitable del desarrollo precedido. El 1 0 de octubre [de 1 85 1 , d. a.], Bonaparte anunció a sus ministros su resolución de querer restaurar el sufragio universal; el 1 6 les dio su despido, y el 26 se enteró París de la formación del ministerio Thorigny. El prefecto de policía Carlier fue sustituido al mismo tiempo por Maupás y el j efe de la primera división, Magnan, estrechó en la capital los regimientos de más confianza. El 4 de noviembre reanudó sus sesiones la Asamblea Nacional. Ya no tenía más por hacer, que repetir directamente las lecciones del curso que había soportado y presentar pruebas de la habían enterrado después de que se había muerto. El primer sitio que había perdido en su lucha con el poder ejecutivo fue el ministerio. Tuvo que confesar solemnemente esta pérdida, aceptando plenamente el ministerio Thorigny como un simple ministerio de apariencia. La Comisión Permanente había recibido con carcajadas al señor Giraud, cuando se presentó en nombre de los nuevos ministros. ¡ Un ministerio tan débi l para medidas tan fuertes como la restauración del sufragio universal ! Pero se trataba por eso, precisamente, de no lograr nada en el Parlamento, sino de lograrlo todo en contra del Parlamento. El mismo primer día de su reanudación, la Asamblea Nacional recibió el mensaje en el cual Bonaparte exigía la restauración del

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sufragio universal y la.derogación de la ley de 3 1 de mayo de 1 850. Sus ministros llevaron el mismo día un decreto en este sentido. La Asamblea rechazó inmediatamente la propuesta de urgencia de los ministros, y la misma propuesta de ley el 1 3 de noviembre, por 355 votos contra 348. De este modo, ella rompió una vez más su mandato, confirmó, otra vez, que se había convertido de la representación libremente elegida del pueblo, en el parlamento usurpador de una clase; confesó, otra vez que había cortado en dos ella misma los músculos que unían la cabeza parlamentaria con el cuerpo de la nación. Si el poder ejecutivo, a través de su propuesta de restauración del sufragio universal, apelaba de la Asamblea Nacional al pueblo, el poder legislativo, a través de su Proyecto de Ley de Cuestores, apelaba del pueblo al ejército. Este Proyecto tenía que fijar su derecho a la requisición directa de las tropas, a la creación de un ejército parlamentario. En consecuencia, cuando designó al ejército en árbitro entre ella y el pueblo, entre ella y Bonaparte; cuando reconoció al ejército como decisivo poder del Estado, tenía que confirmar, por otra parte, que había entregado desde hacía mucho tiempo la pretensión de dominio sobre el ejército. En vez de requerir inmediatamente a las tropas, debatía el derecho de la requisición, revelaba la duda en su propio poder. Al rechazar el Proyecto de Ley de Cuestores, reconocía abiertamente su impotencia. Esta ley fracasó por una minoría de 1 08 votos; la Montaña había sido decisiva. Se encontraba en la situación del burro de Buridan200, no ciertamente entre dos sacos de heno, para resolver cuál es más atractivo, pero sí entre dos palizas, para decidir cuál es la más dura. Por un lado, el miedo a Changarnier; por el otro, el miedo a Bonaparte. Se tiene que admitir que la situación no era heroica. 200 Buridan, Jean: filósofo francés del siglo XIV, afinnaba que la voluntad del hombre estaba determinada para escoger el mejor de los bienes; por ello se le asocia injustamente con Ja elección moral conocida como el dilema del "burro de Buridan". Como el burro estaba situado a igual distancia de dos montones iguales de paja, el animal murió de hambre porque no tenía base racional para preferir una u otra.

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El 1 8 de noviembre fue entregada laAmendement201 a la ley sobre las elecciones municipales, la cual fue aportada por el Partido del Orden, en la que debía bastar un año de domicilio en lugar de tres para las elecciones municipales. La enmienda fracasó por un solo voto, pero este voto se evidenció inmediatamente como un error. El Partido del Orden había perdido desde hacía mucho tiempo, a través de la separación en sus fracciones enemigas, su mayoría independiente parlamentaria. Ahora mostraba que, en absoluto, ya no había existencia de mayoría en el parlamento. La Asamblea Nacional había sido incapaz de decidir. Sus componentes atómicos ya no se mantenían juntos por ninguna fuerza de cohesión; había consumido su último aliento de vida, estaba muerta. La masa extraparlamentaria de la burguesía, finalmente, tuvo que confirmar solemnemente otra vez, algunos días antes de la catástrofe, su ruptura con la burguesía al interior del parlamento. Thiers, como héroe parlamentario, contagiado principalmente de la enfermedad incurable del cretinismo parlamentario, había tramado después de la muerte del parlamento una nueva intriga parlamentaria con el Consejo de Estado, una ley de responsabilidad con la que tenía que sujetarse al presidente dentro de los límites de la Constitución. Tal como Bonaparte el 1 5 de septiembre, en la fundación del nuevo mercado cubierto de París, había fascinado a las dames des halles202, a las señoras pescadoras, como un segundo Masiniello -en efecto, una señora pescadora compensaba, en fuerza real, 1 7 burgraves-; tal como después de la presentación del Proyecto de Ley de Cuestores, molestaba en el Elíseo a los tenientes entusiasmados; ahora, el 25 de noviembre, arrastraba a la burguesía industrial, que había reunido en el circo, para recibir de sus manos las medallas por los premios de la Exposición Industrial de Londres. Doy laparte significativade sudiscurso, delJournal des Débats. 203 "Con tales éxitos inesperados, estoy autorizado para repetir . 201 E mmen da, en mg ' l es. 202 Señoras placeras, en francés. 203 Diario de los Debates, en francés; véase la nota 47. .

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cuán grande sería la República Francesa si le fuera permitido perseguir sus intereses reales y reformar sus instituciones, en vez de ser constantemente alterada, por un lado, por los demagogos y, por el otro, por las alucinaciones monárquicas. (Aplausos muy fuertes, muy impetuosos y muy repetidos de todas las partes del anfiteatro). Las alucinaciones monárquicas impiden todo progreso y toda rama industrial seria. En lugar del progreso, sólo la lucha. Se ve a hombres que antes eran el soporte más apasionado de la autoridad y de las prerrogativas reales, convertidos en partidarios de una Convención, simplemente para debilitar la autoridad, la cual ha nacido del sufragio universal. (Aplausos muy fuertes y repetidos). Vemos a hombres que han sufrido generalmente por la revolución y la han deplorado generalmente, provocar una nueva, y sólo para atar la voluntad de la nación . . . Yo les prometo tranquilidad para el porvenir, etc., etc. ( ¡ Bravo, Bravo, impetuosos Bravo ! )"

Así aclama la burguesía industrial el golpe de Estado del 2 de diciembre, la aniquilación del parlamento, el ocaso de su propia dominación, su servil ¡ Bravo ! a la dictadura de Bonaparte. El estruendo de aplausos del 25 de noviembre consiguió su respuesta en el estruendo de los cañones del 4 de diciembre, y la casa del señor Sallandrouze, quien había aclamado la mayoría de los ¡ Bravos ! , fue en la que estallaron la mayoría de las bombas. Cuando Cromwell disolvió el Parlamento Largo204, se dirigió solo al centro del mismo, sacó su reloj, con el fin de que no siguiera existiendo ningún minuto más del plazo fij ado, y ahuyentó uno por uno a los integrantes del parlamento con alegres insultos humorísticos. Napoleón, más pequeño que su modelo, se dirigió el 1 8 Brumario, por lo menos, al Cuerpo Legislativo y le leyó, aunque con voz angustiada, su sentencia de muerte. El segundo Bonaparte, que ciertamente se hallaba en posesión de un poder ej ecutivo muy 204 (P) El Parlamento Largo ( 1 640- 1 653): parlamento inglés convocado por el rey Carlos 1 cuando se había iniciado la revolución burguesa, convertido luego en organismo legislativo de ésta. En 1 649, el Parlamento condenó a Carlos 1 a muerte y proclamó la República en Inglaterra; Cromwell lo disolvió en 1 65 3 .

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distinto al de Cromwell o Napoleón, no buscó su modelo en los anales de la historia universal, sino en los anales de la Sociedad del 1 0 de Diciembre, en los anales de la historia criminal. Bonaparte roba del Banco de Francia alrededor de 25 millones de francos, compra al general Magnan con un millón, a los soldados uno tras otro con 1 5 francos y con aguardiente, se reúne a escondidas como un ladrón en la noche con sus cómplices, manda robar en las casas de los dirigentes del parlamento más peligrosos y raptarlos de sus camas; manda ocupar con tropas a Cavaignac, Lamoricere, Le Flü, Changarnier, Charras, Thiers, Baze, etc., las plazas principales de París así como el recinto del Parlamento y manda fijar al amanecer en todos los muros carteles embaucadores en los que son anunciados la disolución de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado, la restauración del sufragio universal y el cambio del Departamento del Sena en estado de sitio. También poco después inserta en el Moniteur un documento falso, según el cual influyentes nombres parlamentarios se habrían agrupado en torno a él en un Consejo de Estado. En el edificio de la Mairie des 1 O.Arrondissements105 los restos del parlamento se reunían, constituidos principalmente de legitimistas y orleanistas, deciden bajo gritos repetidos de " ¡ Viva la república !", la destitución de Bonaparte; arengan en vano a la masa boquiabierta frente al edificio y, por último, son arrastrados por la escolta de soldados africanos, primero al cuartel d' Orsay, luego empaquetados en carruajes-prisión y trasportados a las prisiones de Mazas, Ham y Vincennes. Así terminaron el Partido del Orden, la Asamblea Legislativa y la revolución de febrero. Por último, antes de que vayamos rápidamente a la conclusión, el esquema breve de su historia: I. Primer período. Del 24 de febrero al 4 de mayo de 1 848. Período de febrero. Prólogo. Farsa de la hermandad general. II. Segundo período. Período de constitución de la república y de la Asamblea Nacional Constituyente. 1 . Del 4 de mayo al 25 de junio de 1 848. Lucha de todas las 265

Alcaldía del

1 Oº Distrito,

en francés .

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clases en contra del proletariado. Derrota del proletariado en las jornadas de junio. 2. Del 25 de junio al 1 0 de diciembre de 1 848. Dictadura de los republicanos burgueses puros. Elaboración de la Constitución. Imposición del estado de sitio sobre París. La dictadura de la burguesía se elimina el 1 O de diciembre por medio de la elección de Bonaparte para presidente. 3. Del 20 de diciembre de 1 848 al 28 de mayo de 1 849. Lucha de la Constituyente con Bonaparte y el Partido del Orden unido con él. Hundimiento de la Constituyente. Caída de la burguesía republicana. I II. Tercer período. Período de la república constitucional y de la Asamblea Nacional Legislativa. 1 . Del 28 de mayo al 1 3 de junio de 1 849. Lucha de los pequeños burgueses contra la burguesía y contra Bonaparte. Derrota de la democracia pequeñoburguesa. 2. Del 1 3 de junio de 1 849 al 3 1 de mayo de 1 850. Dictadura parlamentaria del Partido del Orden. Pero cuando completa su dominación mediante la abolición del sufragio universal, pierde el ministerio parlamentario. 3 . Del 3 1 de mayo de 1 85 0 al 2 de diciembre de 1 85 1 . Lucha entre la burguesía parlamentaria y Bonaparte. a) Del 3 1 de mayo de 1 850 al 1 2 de enero de 1 85 1 . El parlamento pierde el alto mando sobre el ejército. b) Del 1 2 de enero al 1 1 de abril de 1 85 1 . El parlamento sucumbe en los intentos por adueñarse otra vez del poder administrativo. El Partido del Orden pierde su mayoría parlamentaria independiente. Su coalición con los republicanos y la Montaña. c) Del 1 1 de abril al 9 de octubre de 1 85 1 . Intentos de revisión, fusión, de prórroga de poderes. El Partido del Orden se disuelve en sus componentes individuales. La ruptura del parlamento burgués y de la prensa burguesa con la masa de la burguesía se consolida. d) Del 9 de octubre al 2 de diciembre de 1 85 1 . Ruptura abierta entre el parlamento y el poder ejecutivo. El parlamento realiza su acto mortal y sucumbe, abandonado por su propia clase, por el ej ército y por las demás clases. Hundimiento del régimen parlamentario y de la dominación burguesa. Triunfo de Bonaparte.

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Parodia de restauración imperial.

VII La república social apareció como frase, como profecía, en el umbral de la revolución de febrero. En las jornadas de junio de 1 848, fue ahogada en la sangre del proletariado de París, pero ronda en los actos siguientes del drama como espectro. Se proclama la república democrática. Estalla el 1 3 de junio de 1 849, con sus pequeños burgueses fugados, pero en su huída arroja tras sí propaganda doblemente célebre. La república parlamentaria con la burguesía se adueña de toda la escena, goza de la vida en toda la plenitud de su existencia, pero el 2 de diciembre de 1 85 1 la entierra bajo los grito de terror de los realistas coligados: " ¡ Viva la república ! " La burguesía francesa, que s e sublevaba contra l a dominación del proletariado trabaj ador, ha llevado a la cumbre de la dominación del lumpenproletariado, al jefe de la Sociedad del 1 0 de Diciembre. La burguesía mantenía a Francia en el miedo constante ante los futuros espantos de la anarquía roja; Bonaparte le rebajó este porvenir cuando el 4 de diciembre permitió disparar al ej ército del orden, animado de aguardiente desde sus ventanas, a la burguesía distinguida del Boulevard Montmartre y del Boulevard des Italiens. La burguesía deificó el sable; el sable la gobierna. Destruyó la prensa revolucionaria; su propia prensa es aniquilada. Puso las asambleas del pueblo bajo la vigilancia de la policía; sus salones están bajo el control de la policía. Disolvió la guardia Nacional democrática; su propia Guardia Nacional está disuelta. Impuso el estado de sitio; el estado de sitio está impuesto sobre ella. Suplantó los j urados por comisiones militares; sus jurados están ocupados por comisiones miliares. Sometió la enseñanza del pueblo a los sacerdotes, y los curas la someten a su propia enseñanza. Encarceló sin juicio; ella es encarcelada sin j uicio. Sofocó todo movimiento de la sociedad mediante la fuerza del Estado; todo movimiento de su sociedad es sofocado por la fuerza del Estado. Se reveló, por el entusiasmo de su bolsa de dinero, contra sus propios políticos y

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literatos; sus políticos y literatos están eliminados, pero su bolsa está saqueada, después de que está amordazada su boca y rota su pluma. La burguesía gritaba incansablemente a la revolución como San Arsenio a los cristianos: ¡Fugue, tace, quiesce/2°6 Bonaparte grita [ahora, d. a.] a la burguesía: ¡Fugue, tace, quiesce! La burguesía francesa había descubierto desde hacía mucho tiempo el dilema de Napoleón: Dans sinquante ans, l 'Europe sera républicaine ou cosaque . . . Lo había descubierto en la république cosaque207• Ninguna Circe208 ha desfigurado en una monstruosidad la obra de arte de la república burguesa mediante su hechizo dañino. Aquella república nada más había perdido su apariencia de respetabilidad. La Francia actual2º9 estaba contenida en la república parlamentaria. Sólo se necesitó un pinchazo de bayoneta para que la burbuja explote y el monstruo salte a la vista. ¿Por qué el proletariado de París no se ha sublevado después del 2 de diciembre? La caída de la burguesía tan sólo fue decretada; el decreto no se había efectuado todavía. Cualquier sublevación seria del proletariado la hubiera reanimado enseguida, la hubiera reconciliado con el ejército y hubiera asegurado a los obreros una segunda derrota de junio. El 4 de diciembre, el proletariado fue incitado a la lucha por burgueses y Épicer210 • En la noche de ese día, prometieron varias legiones de la Guardia Nacional presentarse en el lugar de lucha, armadas y uniformadas. Precisamente, los burgueses y tenderos habían averiguado que Bonaparte en uno de sus decretos del 2 de diciembre, abolía el voto secreto y les ordenaba apuntar en las listas oficiales, después de sus nombres, su sí o su no. La resistencia del 4 de diciembre intimidó a Bonaparte. Durante la noche mando fij ar 206 ¡ Huye, calla, admite ! , en italiano. San Arsenio fue un monje romano del siglo IV, famoso por sus refranes. 207 "Dentro de cincuenta años, Europa será republicana o cosaca"; "República cosaca, respectivamente, ambas frases en francés. · . 2os e 1rce: . . en l a mito l ogia gnega, h ech 1cera. 209 (P) O sea, después del golpe de Estado. 210 Tenderos, en francés. ,

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carteles en todas las esquinas de las calles de París en los que se anunciaba la restauración del voto secreto. Burgueses y tenderos creyeron haber alcanzado su propósito. Los que no se presentaron a la mañana siguiente, fueron los tenderos y los burgueses. El proletariado de París había sido despojado de sus dirigentes, de los jefes de las barricadas, a través de un golpe de mano de Bonaparte, durante la noche del 1 al 2 de diciembre. ¡ Un ejército sin oficiales, renuente a luchar bajo la bandera de los montañeses por los recuerdos de junio de 1 848 y de 1 849 y de mayo de 1 850, confió su vanguardia a las sociedades secretas, la salvación del honor insurreccional de París, el cual la burguesía abandonó tan pasivamente a la soldadesca, que Bonaparte pudo más tarde desarmar a la Guardia Nacional con el siguiente pretexto burlón : temía que sus armas ¡hubieran sido abusadas contra ella misma por los anarquistas ! "C 'est le triomphe complet et définitif du Socialisme/"2 11 Así caracterizó Guizot al 2 de diciembre. Pero si la caída de la república parlamentaria contiene en sí el germen hacia el triunfo de la revolución proletaria, por tanto su resultado tangible, inmediato, era la victoria de Bonaparte sobre el parlamento, del poder ejecutivo sobre el poder legislativo, de la fuerza sin frases sobre la fuerza de las frases . En el parlamento, la nación elevaba su voluntad general a ley, es decir, la ley de la clase dominante a voluntad general. Ante el poder ej ecutivo, la nación abdica de toda voluntad propia y se somete al manda.to de un poder extraño, de la autoridad. El poder ejecutivo, al contlrario del legislativo, expresa la heteronomía de la nación, al contrario de su autonomía. Por tanto, Francia sólo parece escaparse del despotismo de una clase, para caer bajo el d�spotismo d� un individuo y, ciertamente, bajo la autoridad d e u n indivjduo s i n autoridad. La lucha parece tan resuelta, que todas las clases se arrodillaron igualmente impotentes e igualmente silenciosas, ante la culata. . Pero lá" fovoluCÍ Ón. es- miiiúciosa. Está todavía en el viaje, por haber entendido el purgatorio. Realiza su tarea con método. Hasta el �

211

Eso es el triunfo completo y definitivo del socialismo, en francés.

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2 de diciembre de 1 85 1 había terminado la mitad de sus preparativos; ahora, termina la otra mitad. Perfecciona primeramente el poder parlamentario, para poder derrocarlo. Ahora, donde consigue esto, perfecciona el poder ejecutivo, lo reduce a su más pura expresión, lo aísla, se coloca frente a él con el único motivo de concentrar todas sus fuerzas de destrucción contra él. Y cuando haya llevado a cabo esta segunda mitad su labor preliminar, Europa saltará de su asiento y gritará jubilosa: ¡ buena excavada, viej o topo! 212 i Este poder ejecutivo, cor su inmensa organización burocrática y militar, con su distante y artificial maquinaria de Estado, con un ejército de funcionarios de medio millón, j unto a un ej ército de otro medio millón; este terrible cuerpo parasitario que se trepa como un tej ido alrededor del cuerpo de la sociedad francesa y le tapona todos los poros, surgió en la época de la monarquía absoluta, en la decadencia del feudalismo, que él ayudó a acelerar. Los privilegios señoriales de los terratenientes y de las ciudades se convirtieron hasta tal punto en atributos del poder del Estado; los dignatarios feudales en funcionarios pagados; y el heterogéneo esquema de autoridades centrales medievales antagónicas, en el plan reglamentado de un poder estatal cuyo trabajo, moderadamente fabril, está dividido y centralizado. La primera revolución francesa, con su tarea para romper todos los poderes particulares, locales, territoriales, urbanos, y provinciales, para crear la unidad civil de la nación, tenía necesariamente que desarrollar lo que la monarquía absoluta había iniciado: la centralización; pero, al mismo tiempo, la extensión, los atributos y los peones del poder del Gobierno. Napoleón perfeccionó está máquina del Estado. Además, la monarquía legítima y la monarquía de Julio no pusieron nada más que una mayor división del trabaj o, en la misma medida creciente en que la división del trabaj o creaba dentro de la sociedad burguesa nuevos grupos de intereses, por tanto, nuevo material para la administración del Estado. Cada interés común fue desprendido inmediatamente de la sociedad, enfrentado a ella como interés general, superior, arrebatado de la independencia de Jos miembros 2 1 2 (W) (P) Shakespeare, Hamlet, acto I, escena 5 .

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de la sociedad [Gesellschaftsglieder] y convertido en el objeto de la actividad del Gobierno, desde el puente, la escuela y los bienes comunales de un pueblo, hasta los ferrocarriles, el patrimonio nacional y las universidades regionales de Francia. F inalmente, la república parlamentaria se vio obligada a fortalecer, en su lucha contra la revolución, junto con las medidas represivas, los medios y la centralización del poder del Gobierno. Todas las revoluciones perfeccionaron esta máquina, en vez de destrozarla. Los partidos que pelearon alternadamente por la dominación, consideraban la toma de posesión de este inmenso edificio del Estado como el botín principal del vencedor. Pero con la monarquía absoluta, durante la primera revolución, con Napoleón, la burocracia fue sólo el medio para preparar la dominación de clase de la burguesía. Con la restauración, con Luis Felipe, en la república parlamentaria, la burocracia fue el instrumento de la clase dominante, por mucho que ella aspirara a su propio poder. Hasta con el segundo Bonaparte el Estado parece haberse independizado completamente. La máquina del Estado se ha reforzado tanto frente a la sociedad burguesa, que es suficiente que el jefe de la Sociedad del 1 O de Diciembre esté al frente, un caballero de suerte llegado de prisa del extranjero213, erigido en jefe por una soldadesca ebria, que él ha comprado con aguardiente y salchichones, hacia la que tiene que lanzar s iempre, una vez más, salchichón. De aquí la desilusión abatida, el sentimiento de la más inmensa humillación, envilecimiento, que oprimen el pecho de Francia y permiten detener su aliento. Se siente como deshonrada. Y, sin embargo, el poder del Estado no flota en el aire. Bonaparte representa a una clase, es decir, a la clase más numerosa de la sociedad francesa: los campesinos parcelarios. Así como los Borbones son la dinastía de los grandes terratenientes, así como los Orleáns son la dinastía del dinero, 213

A pesar de que Luis Bonaparte nació en París, su familia había sido desterrada de Francia después de la caída de su tío, Napoleón Bondparte, por lo que vivió su juventud en Suiza y Baviera.

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los Bonapartes son la dinastía de los campesinos, es decir, de la masa del pueblo francés. No el Bonaparte que se sometió al parlamento burgués, sino el Bonaparte que lo dispersó, es el elegido de los campesinos. Fueron tres años, en los cuales las ciudades consiguieron falsificar el sentido de la elección del 1 O de diciembre y estafar a los campesinos en torno a la Restauración del imperio. La elección del 1 O de diciembre de 1 848 ha sido realizada mediante el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1 85 1 . Los campesinos parcelarios forman una masa inmensa, cuyos integrantes viven en la misma situación, pero sin entrar en relaciones diversas unos con otros. Su modo de producción los aísla a unos de otros, en vez de ocasionar comercio mutuo en ellos. Este aislamiento es fomentado por los defectuosos medios de comunicación franceses y por la pobreza de los campesinos. Su campo de producción, la parcela, no admite en su cultivo ninguna división del trabajo, ninguna aplicación de la ciencia; por tanto, ninguna diversidad de desarrollo, ninguna variedad de talentos, ni riqueza de relaciones sociales. Cada familia campesina particular se basta casi por sí misma, produce directamente ella misma la mayor parte de su consumo y obtiene así sus materiales de vida más en intercambio con la naturaleza que en comercio con la sociedad. La parcela, el campesino y su familia; al lado, otra parcela, otro campesino y otra familia. Un montón de éstas forman una aldea, y un montón de aldeas, un Departamento. Así está formada la gran masa de la nación francesa, por la simple adición de una magnitud del mismo nombre, al igual que, por ejemplo, un saco con papas forma un saco de papas. En este sentido, millones de familias viven baj o condiciones económicas de existencia que las separan en su modo de vivir, sus intereses y su educación de las condiciones de las otras clases y las enfrenta hostilmente, forman ellas una c lase. En tanto exista entre los campesinos parcelarios una relación sólo local, en tanto esta misma no genere entre sus intereses ningún elemento esencial en común, ninguna unión nacional y ninguna organización política, no forman una clase . De ahí que sean incapaces de hacer válido su interés de clase en nombre propio, sea por medio de un parlamento,

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sea por medio de una Convención. No pueden representarse, sino que tienen que ser representados. Su representante tiene que aparecer al mismo tiempo como su señor, como una autoridad encima de ellos, como un poder ilimitado de gobierno que los protege de las demás clases y les envía desde arriba la lluvia y la luz del sol. Por consiguiente, la influencia política de los campesinos parcelarios encuentra en eso su última expresión, en que el poder ejecutivo somete a la sociedad. A través de la tradición histórica ha surgido la fe milagrosa de los campesinos franceses de que un hombre llamado Napoleón les devolverá todo el esplendor. Y se encontraron un individuo que se hace pasar por ese nombre, porque lleva el nombre de Napoleón a consecuencia de que el Code Napoleón ordena: "La recherche de la paternité est interdite"214. Tras 20 años de vagabundaje y una serie de grotescas aventuras se cumple la leyenda, y este hombre se convierte en emperador de los franceses. La idea fij a del sobrino se realizó, porque coincidió con la idea fija de la clase más numerosa de los franceses. Pero, se me objetará: ¿y las sublevaciones campesinas de media Francia, los allanamientos del ej ército a los campesinos, los encarcelamientos y deportaciones inmensos de campesinos? Desde Luis XIV, Francia no ha presenciado ninguna persecución semejante de campesinos "debido a intrigas demagógicas". Pero entiéndase bien. La dinastía de Bonaparte no representa a los campesinos revolucionarios, sino a los conservadores; no a los campesinos que empujan más allá de su condición social de existencia, la parcela, sino, más bien, a los que quieren reforzarla; no a la población del campo, que mediante su propia energía en conexión a las ciudades, quiere derribar el viej o orden sino, al contrario, a la que encerrada en este viej o orden, quiere verse favorecida y salvada junto con su parcela, por el fantasma del imperio. No representa el esclarecimiento, sino la superstición de los campesinos, no su juicio, sino su prejuicio, no su futuro, sino 214

"Código Napoleón"; "La investigación de la paternidad está prohibida", respectivamente, ambas frases en francés.

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su pasado, no sus Cévennes modernas, sino su moderna Vendée.2 15 Los tres años de dominación dura de la república parlamentaria habían liberado a una parte de los campesinos franceses de la ilusión napoleónica y los habían revolucionado, aún cuando sólo superficialmente; pero la burguesía los arrojaba violentamente hacia atrás cada vez se ponían en movimiento. Baj o la república parlamentaria, la conciencia tradicional de los campesinos franceses peleó con la conciencia moderna. El proceso avanzó en la forma de una lucha incesante entre los maestros de escuela y los sacerdotes. La burguesía derrotó a los maestros. Por vez primera los campesinos hicieron esfuerzos por comportarse independientes frente a la actividad del Gobierno. Esto se apareció en el conflicto continuo de los Maires [Alcaldes, en francés, d. a.] con los prefectos. La burguesía destituyó a los alcaldes. Finalmente, los campesinos de diversas poblaciones se sublevaron durante el período de la república parlamentaria en contra de su propio engendro, el ejército. La burguesía los castigó con estados de sitio y ejecuciones. Y esta misma burguesía grita ahora acerca de la estupidez de las masas, de la vile multitude216 que la ha traicionado por Bonaparte. Ella misma ha reforzado violentamente el imperialismo a la clase campesina, la que ha mantenido las condiciones actuales que forman el lugar de nacimiento de esta religión campesina. Naturalmente, la burguesía tiene que temer la tontería de las masas, mientras se mantengan conservadoras, y la perspicacia de las masas, en cuanto llegan a ser revolucionarias. En las sublevaciones proclamadas después del coup d'état [golpe de Estado, d. a.], una parte de los campesinos franceses 215 (W) (P) Cévennes (o Cevenas) : zona montañosa de la provincia francesa de Languedoc, donde se sublevaron los campesinos en 1 7021 705. La insurrección, provocada por las persecuciones a los protestantes, adquirió un acusado carácter antifeudal. Vendée: alusión al motín contrarrevolucionario de la Vendée (provincia occidental de Francia), levantando en 1 793 por los realistas franceses que utilizaron a los campesinos atrasados de esta provincia para luchar contra la revolución francesa. 216 Multitud despreciable, en francés.

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protestó con las armas en la mano contra su propio voto del 1 O diciembre de 1 848. Las clases desde 1 848 los había aguzado. Sin embargo, se habían entregado a la histórica hampa; la historia les tomó la palabra y la mayoría era aún tan miedosa, que precisamente en los departamentos más rojos la población campesina votó públicamente por Bonaparte. La Asamblea Nacional le había impedido el andar, según su opinión. Ahora, sólo había roto las ataduras que las ciudades habían colocado a las intenciones del campo. En algunos sitos, incluso, persuadieron con esta idea grotesca: junto a un Napoleón, una Convención. Después de que la primera revolución había convertido a los campesinos semisiervos en propietarios libres de tierra, en primer lugar Napoleón fij ó y reglamentó las condiciones en las cuales precisamente podían explotar sin ser molestados el suelo de Francia retribuido a ellos, y sacrificarse por el deseo juvenil de propiedad. Sin embargo, por lo que se arruina hoy el campesino francés, es por su misma parcela, por la división de la tierra, por la forma de propiedad que consolida en Francia Napoleón. Son precisamente las condiciones materiales las que convierten al campesino feudal francés en campesino parcelario y a Napoleón en emperador. Han bastado dos generaciones para convencerse de este resultado inevitable: empeoramiento progresivo de la agricultura, endeudamiento progresivo del agricultor. La forma "napoleónica" de propiedad, que en el comienzo del siglo XIX fue la condición para la liberación y el enriquecimiento de la población campesina francesa, se ha desarrollado en el transcurso de este siglo como la ley de su esclavitud y de su pauperismo. Y es precisamente esta ley la primera de las idées napoléoniennes2 1 7 que tiene por confirmar el segundo Bonapaite. En consecuencia, si comparte todavía con los campesinos la ilusión de buscar la causa de su ruina, no en la misma propiedad de la parcela, sino exteriormente, en la influencia de circunstancias secundarias, sus experimentos se estrellarán como pompas de jabón contra las relaciones de producción. El desarrollo económico de la propiedad parcelaria ha 217 Véase

la nota 1 2 1 .

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trastornado de fondo la relación de los campesinos con las demás clases de la sociedad. Bajo Napoleón, la parcelación del suelo del campo complementaba la libre concurrencia y la insipiente gran industria de las ciudades. En primer lugar, la clase campesina era la protesta omnipresente en contra precisamente de la aristocracia terrateniente derrocada. Lo arraigado de la propiedad parcelaria en el suelo francés, quitó al feudalismo toda materia de nutrición. Sus linderos formaban el baluarte natural de la burguesía contra todo golpe de mano de sus antiguos señores. Pero en el transcurso del siglo XIX entró, en lugar de los señores feudales, el usurero de la ciudad; en lugar de la propiedad aristocrática, el capital burgués. La parcela del campesino es solamente el pretexto que permite al capitalista sacar del campo ganancia, intereses y renta, y dejar al agricultor cuidarse a sí mismo. La pesada deuda hipotecaria sobre el suelo francés impone a los labriegos franceses un interés tan grande, como el interés anual de toda la deuda nacional británica. La propiedad parcelaria en esta esclavitud del capital, a la que empuj a inevitablemente su desarrollo, ha convertido a la masa de la nación francesa en cavernícola. Dieciséis millones de campesinos (incluidos las mujeres y los niños) habitan en cuevas, de las cuales una gran parte sólo tienen una abertura, otra sólo dos, y las favorecidas tres. Las ventanas son para una casa, lo que los cinco sentidos son para una cabeza. El orden burgués, que a comienzos del siglo colocó al Estado como el guardián de la parcela recién aparecida y la abonó con laureles, se ha convertido en un vampiro que le chupa la sangre del corazón y la pulpa del cerebro y la lanza a la caldera de alquimista del capital. El Code Napoleón [Código Napoleón, d. a.] es sólo el código de las ejecuciones, subastas y remates forzosos. A los cuatro millones (incluidos niños, etc.) de paupers2 18 oficiales, vagabundos, delincuentes y prostitutas que cuenta Francia, se suman cinco millones, cuya existencia flota en el abismo y que o bien habitan en el mismo campo, o desertan constantemente con sus harapos y sus hijos, del campo a las ciudades y de las ciudades 218 n 1gentes, en mgles ' I d. . .

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al campo. Por tanto, los intereses de los campesinos ya no se hallan, como baj o Napoleón, en annonía, sino en contradicción con los intereses de la burguesía, con el capital. Por eso ellos encuentran a su aliado y dirigente natural en el proletariado urbano, cuya tarea es el derrocamiento del orden burgués. Pero el Gobierno fuerte e ilimitado -y esta es la segunda idée napoléonienne [idea napoleónica, d. a.] que tiene que realizar el segundo Napoleón- está llamado a la defensa violenta de este orden "material". También este ordre matérieP.19 se entregó de lema en todas las proclamas de Bonaparte contra los campesinos rebeldes. Junto a la hipoteca, que el capital le impone, pesan sobre la parcela los impuestos. Los impuestos son la fuente de vida de la burocracia, del ejército, de los sacerdotes y de la corte; en suma, de todo el aparato del poder ejecutivo. El gobierno fuerte y los fuertes impuestos son idéntico. La propiedad parcelaria sirve por su naturaleza de base a una burocracia omnipotente e innumerable. Ésta crea un nivel constante de relaciones y de personas sobre toda la superficie del país. Por tanto, permite también la influencia constante, hacia todos los puntos de esta masa regular, desde un centro superior. Destruye los aristocráticos niveles medios entre la masa del pueblo y el poder del Estado. Es decir, estimula desde todos los lados la intervención directa de este poder del Estado y la interposición de sus órganos directos. Finalmente, crea una superpoblación desocupada que ni encuentra sitio en el campo ni en las ciudades, y de ahí que se agarre después de los cargos públicos como de una forma de respetable limosna, y provoque la creación de puestos públicos. Napoleón devolvió con los nuevos mercados, que abrió con las bayonetas, con el saqueo del continente, los impuestos obligatorios con sus intereses. Éstos fueron un acicate para la industria del campesino, mientras que ahora despojan a su industria de sus últimos recursos y consuman su debilidad hacia el pauperismo. Y una enorme burocracia bien galoneada y muy nutrida es la idée napoléonienne [idea napoleónica, d. a.], que generalmente gusta, 219

' trances. orden matena l, en � .

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de todas, al segundo Bonaparte. Cómo no debía gustarle, puesto que está obligado a crear, junto a las clases reales de la sociedad, una casta artific ial, para la cual el mantenimiento de su régimen es cuestión de cuchillo y tenedor. Por eso, una de sus primeras operaciones financieras fue también el reincremento de los sueldos de los funcionarios a su importe antiguo y la creación de nuevas smecuras. Otra idée napoléonienne es la dominación de los curas como medio de gobierno. Sin embargo, si la parcela recién creada, en su armonía con la sociedad, en su dependencia de las fuerzas de la naturaleza y en su sumisión baj o la autoridad que la protegía desde arriba era, naturalmente, religiosa; la parcela arruinada de deudas, separada de la sociedad y de la autoridad, rebasada sobre su propia escasez se vuelve, naturalmente, irreligiosa. El cielo era un suplemento muy hermoso para la estrecha porción de tierra adquirida, especialmente porque de él se obtiene el agua; pero es un insulto tan pronto como es impuesto como reemplazo de la parcela. En consecuencia, el cura sólo aparece como el ungido perro rastreador de la policía mundana, otra idée napoléonienne. La próxima vez, la expedición contra Roma se efectuará en la misma Francia, pero en sentido contrario al del señor Montalembert.22º Finalmente, el punto culminante de las idées napoléoniennes es la preponderancia del ejército. El ejército era el point d'honneur22 1 de los campesinos parcelarios, ellos mismos se convertían en héroes, defendiendo allí hacia el exterior la nueva propiedad, glorificando precisamente su nacionalidad primeramente conseguida, saqueando y revolucionando el mundo. El uniforme era su propio traj e de gala; la guerra, su poesía; la parcela, prolongada y redondeada en la fantasía, la patria y el patriotismo la forma ideal del sentido de propiedad. Pero los enemigos contra quienes el campesino francés ahora tiene que defender su propiedad no son los cosacos, son los Huissiers222 y los agentes fiscales. La parcela ya no yace en la así 220 Montalembert, Charles: Conde

y diputado orleanista; dirigente del Partido Católico que respaldó el golpe de Estado de Luis Bonaparte. 221 Punto de honor, en francés. 222 Alguac1·1 es, en firances. ,

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llamada patria, sino en el libro de hipotecas. El mismo ejército ya no es la flor de la juventud campesina, sino la flor del pantano del lumpemproletariado campesino. Está formado en gran parte de remplm:;ants223, de hombres de reemplazo, como el mismo segundo Bonaparte sólo es el rempla