El capital. Libro primero (vol. 1) [1]
 9788432316005, 9788432315923

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Karl Marx El capital LIBRO PRIMERO EL PROCESO DE PRODUCCIÓN DEL CAPITAL

Volumen I

Traducción y notas de Pedro Scaron SIGLO

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EL CAPITAL

CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA

Traducción, advertencia y notas de PEDRO SCARON

Biblioteca del Pensamiento Socialista

KARLMARX

EL CAPITAL

CRITICA DE LA ECONOMIA POLillCA

LIBRO PRIMERO

EL PROCESO DE PRODUCCION DEL CAPITAL l

Edición a cargo de PEDRO SCARON

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ve1nnuno deesparn1 editores �a.

España México Argentina

DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY

© De esta edición, junio de 2010 SIGLO XXI DE ESPAÑA EDITORES, S. A. Sector Foresta, 1. 28760 Tres Cantos. Madrid - España. www.sigloxxieditores.com/catalogo/el-capital-tomo-ivol-1-944.html

Título original: Das Kapital/Kritik der politischen Ökonomie Diseño de la cubierta: José Toribio Barba ISBN-DIGITAL: 978-84-323-1600-5 (O. C.) ISBN-DIGITAL: 978-84-323-1592-3 (Vol. I)

ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR

Aunque ha transcurrido ya casi un siglo desde su . muerte y más de cien años desde la primera edición del tomo 1 de El capital, no se ha publicado todavía, ni en los países de habla española ni en otros, una edición crítica de la obra cimera de Karl Marx. No es éste el lugar para exponer los motivos de ese hecho. Trataremos, simplemente, de definir qué enten­ demos por edición crítica de El capital. Es sabido que del tomo 1 de El capital se publicaron en vida de Marx no una sino dos, y en cierto sentido tres, versiones distintas, que pese a su identidad conceptual básica presentan entre sí diferencias en muchos casos importantísimas: a) La versión original alemana, publicada en 1 867. b) La segunda edición alemana, que aparece en fas­ cículos de junio de 1 872 a mayo de 1 873 y en volumen a mediados de ese último año.' Marx no sólo efectúa una larga serie de enmiendas y modificaciones menores, sino que incorpora numerosos agregados, suprime no pocos pasajes de la versión original y reelabora totalmente partes de la .misma. Para poder formarse una idea de hasta qué punto Marx reconstruyó, por ejemplo, el fundamentalísimo capítulo 1 de la obra, el lector deberá comparar no sólo el texto del mismo en ambas ediciones (en la nuestra, 1 Ciertos indicios nos hacen suponer que existen algunas va­ riantes de escasa entidad entre el texto de los fascículos y el de la edición en volumen, conjetura que por el momento no podemos confirmar ni del equi­ t•alente generol, no tene­ mos más remedio que volver los ojos n fa for­ ma III.

O

Dietz 91: Sie !die Wa­ renl müssen also allseitig die Hiinde w e c h s e l n . Aber dieser Hiindewech· sel b i l d e t i h r e n Aus· t a u s ch, u n d ihr Aus­ tausch b e z i e h t sil' als Werte aufeinander und rl'alisil'rt sir al� Wertl'.

sea: Por eso tienen to­ das !las mercancías] que cambiar de dueño. Pero este cambio de dueño constituye su intercam· bio, y su intercambio las relaciona recíprocamente como valores y las rl'ali­ u l'n C'Uanto talt>s.

Dietz 106: jede Spur dts Wertv€'rhliltnisse5

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sea: toda huella de la relación de valor

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C'rt'; 134, w 166: Si Sf' trata, por con· siguiente, , estampador bajo la «Print Works Act:& y finisher bajo la 11:Ley Fabril> . . ." (Report of Mr. Redgrave " in Reports . . . 3Jst October 1861, p. 20.) Tras enu­ merar las diversas disposiciones de estas leyes [y poner de relieve] la complicación resultante, dice el señor Redgrave: ª "Se verá lo difí­ cil que tiene que ser garantizar el cumplimiento de esas 3 resolu­ ciones del parlamento cuando el fabricante opta por transgredir la ley". [Ibídem, p. 2 1 .] Pero lo que se garantiza con esto a los señores abogados es . . . procesos. •

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En la 41!- edición, "Baker" en vez de "Redgrave".

nores y mujeres, y que sólo en los últimos tiempos ha sido reivindicado como derecho general. 1 95 En los Estados Unidos de Norteamérica todo movi­ miento obrero independiente estuvo sumido en la parálisis mientras la esclavitud desfiguró una parte de la república. El trabajo cuya piel es blanca no puede emanciparse allí donde se estigmatiza el trabajo de piel negra. Pero de la muerte de la esclavitud surgió de inmediato una vida nueva, remozada. El primer fruto de la guerra civil fue la agitación por las ocho horas, que calzándose las botas de siete leguas de la locomotora avanzó a zancadas desde el Océano Atlántico hasta el Pacífico, desde Nueva Inglaterra hasta California. El Congreso General del Trabajo, reunido en Baltimore ( 1 6 de agosto de 1 866 ) 1m1 declara: "La primera y gran necesidad del presente, para librar de la esclavitud capitalista al trabajo de esta tierra, es la promulgación de una ley con arreglo a la cual las ocho horas sean la jornada laboral normal en todos los estados de la Unión norteame­ ricana. Estamos decididos a emplear todas nuestras fuerzas hasta alcanzar este glorioso resultado".'" Simultáneamente (principios de setiembre de 1 866), el Congreso Obrero Internacional de Ginebra adoptó la siguiente resolución, a propuesta del Consejo General de Londres: "Declaramos que la restricción de la jornada laboral es una condición previa, sin la cual han de fracasar todos los demás esfuerzos por la emancipación . . . Proponemos 8 horas de trabajo como límite legal de la jornada laboral". i"'i 1 05 De esta suerte, finalmente, los inspectores fabriles se aven­ turan a decir: "Estas objeciones" (del capital contra la restricción legal del tiempo de trabajo) "deben ceder ante el gran principio de los derechos del trabajo . . . Llega un momento en que cesa el derecho del patrón sobre el trabajo de su obrero, y en que éste, aunque todavía no esté exhausto, puede disponer de su tiempo". (Reports . . . 31st October 1862, p. 54.) 196 "Nosotros, los obreros de Dunkirk, declaramos que la du­ ración del tiempo de trabajo requerida bajo el actual sistema es demasiado grande y, que lejos de dejar al obrero tiempo para el reposo y la educación, lo .sume en una condición de servidumbre que es poco mejor que la esclavitud (a condition of servitude but Jittle better than slavery). Por eso decimos que 8 horas son sufi­ cientes para una jornada laboral y que tienen que ser legalmente reconocidas como suficientes; [. . .] llamar en nuestra ayuda a la prensa, esa poderosa palanca . . . y considerar a todos los que rehú· sen esa ayuda como enemigos de ·la reforma del trabajo y de los derechos obreros." (Resoluciones de Jos obreros en Dunkirk, estado de Nueva York, 1866.) 363

El movimiento obrero, crecido instintivamente en las dos orillas del Océano Atlántico a partir de las condiciones de producción mismas, corroboraba de este modo la sen­ tencia del inspector fabril inglés Robert John Saundero: "Nunca podrán darse nuevos pasos hacia una reforma de la sociedad, a menos que se limiten las horas de trabajo y se imponga el respeto estricto al límite preceptuado".'" Es preciso reconocer que nuestro obrero sale del pro­ ceso de producción distinto de como entró. En el mercado se enfrentaba a otros poseedores de mercancías como po­ seedor de la mercancía "fuerza de trabajo": poseedor de mercancías contra poseedor de mercancías. El contrato por el cual vendía al capitalista su fuerza de trabajo demos­ traba, negro sobre blanco, por así decirlo, que había dispuesto libremente de su persona. Cerrado el trato se descubre que el obrero no es "ningún agente libre", y que el tiempo de que disponía libremente para vender su fuerza de trabajo es el tiempo por el cual está obligado a vender­ la; "' que en realidad su vampiro no se desprende de él "mientras quede por explotar un músculo, un tendón, una gota de sangre".1 99 Para "protegerse" contra la serpien­ te de sus tormentos, 1ia91 los obreros tienen que confe­ derar sus cabezas r, imponer como clase una ley estatal, una barrera social infranqueable que les impida a ellos mismos venderse junto· a su descendencia, por medio de un contrato libre con el capital, para la muerte y la esclavitud."º En 1 s1 Reports . . . 3Jst October 1848, p. 112. 198 "Estos procedimientos" (las maniobras del capital,. por

ejemplo en 1848-1850), "han aportado además la prueba i11co11tro­ vertible de lo falaz que es la afirmación, tantas veces formulada, según la cual los obreros 110 11ecesita11 protección, sino que debe considerárselos como personas actuantes que disponen libremente de la única propiedad que poseen: el trabajo de sus manos y el sudor de su frente." (Reports . . . 30th April 1850, p. 45.) "El traba­ jo libre, si así puede llamárselo, incluso en un país libre requiere para su protección el fuerte brazo de la ley." (Reports . . . 3Jst Oc­ tober 1864, p. 34.) "Permitir, o lo que tanto da, compeler . a trabajar diariamente 14 horas, con o sin tiempo para las comidas'', etcétera. (Reports . . . 30th April 1863, p. 40.) 199 F. Engels, "Die englische . . .", p. 5. 2oo La ley de diez horas, en los ramos industriales por ella protegidos, "ha salvado a los obreros de una degeneración total y protegido su salud física". (R.eports . . . 3Jst October 1859, p. 47.) "El capital" (en las fábricas) "nunca puede mantener la maquinaria . .

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lugar del pomposo catálogo de los "derechos humanos inalienables" hace ahora su aparición la modesta Magna Charta 114•1 de una jornada laboral restringida por la ley, una carta magna que "pone en claro finalmente cuándo termina el tiempo que el obrero vende, y cuándo comienza el tiempo que le pertenece a si mismo". 201 Quantum muta­ tus ab illo! [¡Qué gran transformación! ] i"'i

en movimiento más allá de un período determinado sin perjudicar en su salud y su moral a los obreros que emplea, los cuales no estdn en situación de protegerse a si mismos." (Ibídem, p. 8.) 201 "Una ventaja aun mayor es la distinción, que por fin se ha vuelto clara, entre el tiempo que pertenece al propio obrero y el que es de su patrón. El obrero ahora sabe cuándo termina el tiem­ po que vende, y cuándo comien4,a el suyo propio, y al tener un conocimiento previo y seguro de esta circunstancia, está en con­ diciones de disponer por anticipado de sus propios minutos para sus propios fines." (Ibídem, p. 52.) "Al convertirlos en dueños de su propio tiempo", (las leyes fabriles) ..les han infundido una energía moral que los está orientando hacia una posibJe toma del poder político." (Ibídem, p. 47.) Con contenida ironía y giros muy cir­ cunspectos, los inspectores fabriles insinúan que la actual ley de diez horas también ha liberado a los capitalistas, hasta cierto punto, de su brutalidad natural en cuanto mera encarnación del capital y les ha concedido tiempo para "cultivarse" ellos mismos. Anteriormente, "el empresario no tenía tiempo para nada que no fuese el dinero; eJ obrero para nada que no fuera el trabajo". (Ibídem, p. 48.)

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CAPÍTULO IX

TASA Y MASA DEL PLUSVALOR

Como hasta aquí, suponemos eu este capítulo que el valor de la fuerza de trabajo, o sea de la parte de la jornada laboral necesaria para la reproducción o conservación de la fuerza de trabajo, es una magnitud dada, constante. Una vez presupuesto esto, con la tasa del plusvalor queda dada a la vez la masa del plusvalor que el obrero individual suministra al capitalista en determinado período. Si, a modo de ejemplo, el trabajo necesario asciende diaria­ mente a 6 horas, expresadas en una cantidad de oro equi­ valente a 3 chelines = 1 tálero, tendremos que el tálero es el valor diario de una fuerza de trabajo, o el valor del capital adelantado en la compra de una fuerza de trabajo. Si, además, la tasa del plusvalor es de 1 00 % este capital variable de 1 tálero producirá una masa de plusvalor de 1 tálero, o bien el obrero producirá diariamente una masa de plustrabajo de 6 horas. El capital variable, empero, es la expresión dineraria correspondiente al valor total de todas las fuerzas de traba­ io que el capitalista emplea simultáneamente en un proceso de producción determinado. Si el valor diario de una fuerza de trabajo es de 1 tálero, será necesario adelantar un capital de 100 táleros para explotar diariamente 100 fuer­ zas de trabajo, y de n táleros para explotar n fuerzas de trabajo. El valor del capital variable adelantado será igual, pues, al valor medio de una fuerza de trabajo, multiplicado por el número de las fuerzas de trabajo empleadas. Por consiguiente, si el valor de la fuerza de trabajo está dado, el monto de valor o la magnitud del capital variable cam,

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biará con la masa de las fuerzas de trabajo apropiadas o con el número de los obreros utilizados simultáneamente.• Del mismo modo, si un capital variable de 1 tálero, el valor diario de una fuerza de trabajo, produce un plus­ valor diario de 1 tálero, un capital variable de 100 táleros producirá un plusvalor diario de 1 00, y uno de n táleros un plusvalor diario de 1 tálero X n. La masa del plusvalor producido es, por tanto, igual al plusvalor que suministra la jornada laboral del obrero individual, multiplicada por el número de obreros utilizados. Pero, además, como la masa de plusvalor producido por el obrero individual -estando dado el valor de la fuerza de trabajo--, se determina por la tasa del plusvalor, tendremos entonces : b la masa de/ plusvalor producido es igual a la magnitud del capital variable adelantado multiplicada por la tasa del plusvalor, o bien se determina por la razón compuesta entre el número de las fuerzas de trabajo explotadas por el mis­ mo capitalista y el grado de explotación de cada fuerza individual de trabajo.' Por tanto, si denominamos P a la masa del plusvalor; p al plusvalor diariamente proporcionado, término medio, por el obrero individual; v al capital variable adelantado por día para comprar cada fuerza de trabajo; V a la suma total del capital variable; f al valor de una fuerza de trabajo t' plustrabajo a su grado de exmedia; trabajo necesario t ·

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En la 411- edición, el párrafo quedó redactado de la siguiente manera: "El capital variable, empero, es la expresión dineraria correspondiente al valor total de todas las fuerzas de trabajo que el capitalista emplea simultáneamente. Su valor será igual, pues, al valor medio de una fuerza de trabajo, multiplicado por el número de fuerzas de trabajo empleadas. Por consiguiente, si el valor de la fuerza de trabajo está dado, la magnitud del capital variable estará en razón directa de la cantidad de obreros utiliza­ dos simultáneamente. Si el valor diario de una fuerza de trabajo es 1 tálero, será necesario adelantar un capital de 100 táleros para explotar diariamente 100 fuerzas de trabajo; de n táleros para explotar n fuerzas de trabajo". b 3lll edición: "tendremos entonces esta ley"; 4� edición: "ten­ dremos entonces esta primera ley". En la versión francesa la segunda parte de esta frase dice así: "o bien es igual al valor de una fuerza de trabajo, multiplicado por el grado de su explotación, multiplicado por el número de fuerzas empleadas conjuntamente". =

r

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plotación, y n al número de los obreros utilizados, tendre­ mos entonces:

P=

¡ -7:V

tx1- X n

Suponemos siempre no sólo que el valor de una fuerza de trabajo media es constante, sino también·que los obreros utilizados por un capitalista se reducen a obreros medios. Hay casos excepcionales, en que el plusvalor producido no aumenta proporcionalmente al número de los trabaja­ dores explotados, pero siendo así tampoco se mantiene constante el valor de la fuerza de trabajo. En la producción de determinada masa de p/usvalor, pues, puede compensarse el decrecimiento de un factor por el acrecentamiento de otro. Si mengua el capital varia­ ble y simultáneamente aumenta la tasa del plusvalor en

la misma proporción, la masa del plusvalor producido

se mantendrá inalterada. Si, en Jos supuestos anteriores, el capitalista debe adelantar 100 táleros para explotar diaria­ mente 100 obreros y la tasa del plusvalor asciende a 50 % , este capital variable de 100 arrojará un plusvalor de 50 ', o sea de 100 X 3 horas de trabajo. Si se duplica la tasa del plusvalor, o se prolonga no de 6 a 9 sino de 6 a 1 2 horas la jornada laboral, un capital variable reducido a la mitad, esto es, de 50 táleros, generará de la misma manera un plusvalor de 50 táleros o de 50 X 6 horas de tra­ bajo. La reducción del capital variable, en consecuencia, se puede compensar por el aumento proporcional en el grado de explotación a que está sometida la fuerza de tra­ bajo, o, en otras palabras, la reducción en el número de obreros ocupados es compensable por la prolongación pro­ porcional de la jornada laboral. Dentro de ciertos límites , como vemos, el aflujo de trabajo explotable por el capital es independiente del aflujo de obreros.'"' A Ja inversa, la 262 Esta ley elemental parece serles desconocida a los caba­ lleros de la economía vulgar, Arquímedes al revés que creen haber encontrado, en la determinación de Jos precios del trabajo en el mercado por la oferta y la demanda, la palanca no para mover de sus quicios al mundo, sino para mantenerlo en reposo.

a 3;,i. y 4