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Spanish Pages [309] Year 2012
fND ICE
Introducci6n
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I. Doreen Massey: trayectos de ida y vuelta
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II. Conversando con Doreen Massey: una intelectual comprometida con su «espacio/tiempo» 43 III. Antologia de textos:
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�En que sentido hablamos de problema regional?* lntroducci6n: la geografia importa Un sentido global del lugar
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lmaginar la globalizaci6n: las geometrfas del poder del tiempo-espacio
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La filosofia y la polftica de la espacialidad: algunas consideraciones
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Algunos tiempos de espacio
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Espacio, tiempo y responsabilidad polftica en una era de desigualdad global Londres
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inside-out 215
Ideologfa y economfa en el momento actual
IV. Texto inedito
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Londres, diciembre de 2011
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V. Conceptos te6ricos y practica politica: aportaciones de Doreen Massey para entender y estar en el mundo 265 La Geografia importa
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Aportaciones conceptuales Mas alia de Ia academia
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El feminismo como antiesencialismo Londres: militancia y responsabilidad Referencias
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Selecci6n de Ia bibliografia de Doreen Massey
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INTRODUCCI6N
Poseedora de una larga carrera como intelectual y universita ria y caracterizada por una potente voz siempre presente en los debates politicos, Doreen Massey es una figura central del pensamiento espacial crftico. A su trabajo debemos aportacio nes clave sobre los conceptos de espacio y de lugar, sobre las relaciones entre espacio y poder, sobre las conexiones entre lo local y lo global, sobre la responsabilidad de determinados centros de poder sobre otros espacios. Cuestiones de gran calado te6rico y aparentemente necesitadas de una notable capacidad de abstracci6n que Massey sabe tratar con ejemplos cotidianos y palabras inteligibles para dotarlas si cabe aun de mayor relevancia y utilidad. Sus trabajos destacan asf tanto por su profundidad y enfo que novedoso como por la claridad y cercanfa que sus palabras transmiten. En Massey se funde de manera natural su trabaj o intelectual mas erudito con sus ganas de compartir sus ideas, no solo con sus colegas del mundo academico sino con todo aquel que busca nuevas formas de entender y transformar el mundo. Por ello, aunque sus trabajos mas «academicos» cuen ten con un nivel de profundidad y de abstracci6n considerable, es capaz de cambiar con facilidad de registro para traducir sus ide as para un audiencia mucho mas amplia. Con Doreen Massey se hace evidente que el papel del in tele c tual (el intelectual publico) debe trascender el trabajo en
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la academia, que el compromiso social no es solo un afiadido o un complemento a la labor profesional, y que una universi dad publica, por desesperante y frustrante que a veces pueda parecer, es siempre un lugar privilegiado desde el que analizar, entender y lanzar propuestas. Este volumen lleva por titulo Un s entido global del lugar, recogiendo el enunciado de uno de sus artfculos mas celebra dos (traducido al castellano en el presente volumen) y que fue precisamente escrito para ser publicado en una revista no academica. Sin embargo, su planteamiento, riguroso y nove doso a la vez, dedicado a las conexiones entre lo local y lo global, lo han convertido en uno de los artfculos geograficos mas citados y utilizados por los estudiosos de las ciencias sociales. Como es habitual en la colecci6n «Espacios Crfticos», este volumen cuenta con una estructura disefiada para acercarnos a la personalidad del autor y a su obra. En el primer capitulo, «Trayectos de ida y vuelta», hemos querido seguir sus recorridos vitales e intelectuales a traves del tiempo y del espacio. Desde su nifiez en un barrio obrero de Manchester y su posterior paso por la elitista Oxford, a su larga y profunda implicaci6n tecnico-polftica en los afios mas decisivos del laborismo britanico en el Greater London Council y su matizada entrada en el mundo universitario a traves del singular proyecto de la Open University. Son ob jeto de reflexi6n asimismo sus experiencias en otros contextos geograficos, particularmente en America Latina, a partir de las cuales afirma Massey haber aprendido a reflexionar sobre su propia vision del mundo y sobre la utilidad de sus propios conceptos. En segundo lugar, largas, interesantes y fecundas horas de conversaci6n se concretan y sintetizan en el capitulo-entrevis ta. Pretendemos acercar al lector esa personalidad ciertamente
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arrolladora, capaz de sacar jugo a cualquier anecdota o viven cia por cotidiana o personal que sea. La antologia de textos de Doreen Massey no solo pre de ser exponente de las diferentes etapas y tematicas de su n te producci6n escrita sino que combina los textos academicos con los destinados a una audiencia mas amplia y politizada. Con contadas excepciones los textos de Massey habian sido traducidos al Castellano, de modo que ofrecer una selecci6n contextualizada que abarca diferentes momentos de su carrera y diferentes temas que han focalizado su atenci6n, nos ha pa recido una magnifica oportunidad para difundir sus trabaj os entre los lectores hispanohablantes. Le sigue un texto inedito, originalmente redactado por Doreen Massey para esta ocasi6n, en el que, siguiendo el estilo massey habitual que combina las vivencias personales, la alta elucubraci6n te6rica y la experiencia social y politica con la reflexi6n critica y esperanzada, nos introduce en los entresi jos del debate entre Hardt-Negri y Mouffe-Laclau sobre las conexiones entre la democracia participativa y la construcci6n social del espacio, partiendo de dos experiencias creativas de lugar que Massey conoce de primera mano: el movimiento Occupy London y la refundaci6n politica que se da en diver sos paises latinoamericanos. Un ensayo acerca de las aportaciones de Doreen Massey al pensamiento critico culmina este volumen. Hemos querido poner el enfasis en su vision del espacio como elemento expli cativo de la complejidad social, en sus mayores aportaciones conceptuales (las divisiones espaciales del trabajo, la relaci6n lo cal-global, las geometrias del poder) y en su manera de abordar su trabajo como intelectual comprometida en el feminismo, en la politica urbana, en las luchas politicas de otros contextos. Este volumen se cierra, como es habitual, con una selec ci6n de las referencias bibliograficas esenciales de la autora (la
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bibliografia completa se puede consultar en el sitio web de Ia editorial). La elaboracion de este libro ha requerido conocer a Ia au tora en toda su complejidad. Hay que decir en honor a Ia ver dad que ella allano el camino todo cuanto pudo. Nos facilito material adicional no publicado o de dificil acceso. Converso con nosotros ampliamente y sin limites, abriendonos las puer tas de su casa en no pocas ocasiones. Nos mostro su barrio ( el Kilburn que aparece en sus textos ), nos presento a los que viven en su entorno inmediato y nos permitio percibir el am biente en el que han tenido Iugar los encuentros y debates de Ia intelectualidad londinense mas comprometida y critica con Ia situacion politica britanica. Su domino del castellano, adquirido en sus frecuentes via j es a America Latina, le permitio, ademas, leer y opinar sobre nuestros textos. Ello no solo facilito Ia correccion de algunas inexactitudes sino que dio pie a interesantes debates sobre cuestiones teoricas y de Ia actualidad politica que sin duda encontraran su eco en este libro. Tambien fueron de enorme ayuda las conversaciones man tenidas con personas que pertenecen a su entorno acade mico y personal. El personal administrativo de Ia secretarfa del Departamento de Geografia de Ia Open University nos presto su colaboracion de manera amable y desinteresada: Jan Smith facilito Ia obtencion de material grafico y bibliografico y Sheree Barboteau fue diligente transmisora de nuestros fre cuentes contactos con Massey. Abel Albet dedico su cuatrimestre sabatico en Ia primavera de 201 0 a un mayor conocimiento de Ia estructura y organiza cion del Departamento de Geografia de Ia Open University. Ello le permitio, ademas de profundizar en Ia relacion con Massey, compartir impresiones con sus colegas de departa mento que se mostraron enormemente receptivos a colaborar
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en este proyecto: John Allen, Steve Pile, Gillian Rose y Phil Sarre. Ademas de a estas personas, nuestro agradecimiento debe hacerse extensivo a otras muchas que, en distintos niveles, han enriquecido nuestro conocimiento y percepci6n acerca de Ia vida y Ia obra de Doreen Massey: David Featherstone (Universidad de Glasgow), Rogerio Haesbert (Universidad Federal Fluminense de Rio de Janeiro), Joe Painter (Universidad de Durham), Jamie Peck (Universidad de British Columbia), Jane Wills (Queen Mary, Universidad de Londres) respondie ron amablemente a nuestras demandas de informacion sobre Doreen Massey, proporcionandonos sus comentarios y abun dante material adicional. De gran interes fueron asimismo los comentarios que nos hicieron llegar Richard Meegan (Universidad John Moores, Liverpool), Dina Vaiou (Universidad Tecnica Nacional de Atenas), Sybille Bauriedl (Universidad de Kassel), Olafur Eliasson (Studio Olafur Eliasson, Berlfn) y Ricardo Menendez (ministro del Poder Popular para Ciencia, Tecnologia e Industrias Intermedias, Republica Bolivariana de Venezuela). Queremos agradecer de modo muy especial Ia generosidad de Chantal Mouffe (Universidad de Westminster), Michael Rustin (Universidad de East London) y Hilary Wainwright ( editora de R ed Pepp er), que nos recibieron en Londres y nos dedicaron parte de su tiempo atendiendo a nuestras preguntas y proporcionando numerosas claves para Ia comprensi6n de diferentes momentos de Ia carrera de Massey. Los autores quieren agradecer ademas el apoyo y Ia amis tad de Maria Dolors Garcia Ramon (Universitat Autonoma de Barcelona) quien espole6 el proyecto y Ia realizaci6n de este libro al organizar y fomentar numerosas ocasiones de en cuentro con Doreen Massey, tanto de tipo institucional como personal. La generosidad y Ia erudici6n de Enric Mendizabal
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(Universitat Autonoma de Barcelona) permttteron mejorar significativamente una version provisional de este libro. Y, como siempre, Ia editora, Anna Monjo, acogi6 con su habi tual entusiasmo nuestras propuestas y dio forma final a este volumen.
I. DORE EN MA SSEY: TRAYECTOS D E IDA Y VUELTA
A l'atzar agraeixo tres dons: haver nascut dona, de classe baixa i naci6 oprimida. I el terbol atzur de ser tres voltes rebel. Maria Merce Mar�al, Divisa
(1977)
Sostiene Doreen Massey que las ideas, los conceptos y las in fluencias siempre son «de ida y vuelta». Con ello, remarca que no se siente propietaria de su obra sino que lo que le importa realmente es Ia utilidad y permeabilidad de sus conceptos, a Ia vez que demuestra su propia receptividad y profundo res peto ante las nuevas ideas. Los trayectos vitales de Massey no han sido simples desplazamientos geognificos sino que se han convertido, tambien, en viajes intelectuales: despues de cada uno de ellos sus ideas parecen haberse enriquecido. Las trayec torias biogrcifica, geografica e intelectual de Doreen Massey estan estrechamente unidas. Ella misma seiiala aun hoy, Ia im portancia de haber nacido en el norte de Inglaterra y como los sentimientos sobre Ia situacion marginal y desprivilegiada de dicha region Ia llevaron a reflexionar sobre las desigualdades geograficas. 0 como Ia elistista Oxford desencadeno en ella una furia ideologica radical y feminista. 0 como coincidir con una serie de compaiieros en su estancia en Estados Unidos influyo en su trayectoria ideologica y activista. 0 como los viajes mas o menos accidentales (y a menudo accidentados) a diversos paises de America Latina constituyeron un revulsivo intelectual y vital que afectaron profundamente su modo de ver y de teorizar el mundo.
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La formaci6n de una intelectual de izquierdas
Doreen Barbara Massey (Manchester, 1 944) se resiste a situar en un momento concreto de su existencia el nacimiento de su interes y vocacion por Ia geograffa pero rememora las sugerentes lecciones de una maestra en su escuela, Ia suerte de vivir en un hogar lleno de libros, atlas y globos temiqueos y de tener unos padres amantes del excursionismo. Y, por que no decirlo, Ia fuer za seductora de una imaginacion geografica que le hacfa reseguir sobre mapas de cualquier rincon del mundo, las sugerentes tra zas de una linea de ferrocarril o los riscos de una cordillera. Con todo, Massey reconoce que nacer, crecer y vivir con el reto diario que suponen cuatro «desventajas» (Ia clase social de origen, el caracter periferico de su region, el hecho de ser mujer, un cuerpo fragil y aparentemente constreiiidor) contri buirian decisivamente a canalizar aquellas seducciones e ima ginarios geograficos hacia una dedicacion intelectual llamada Geografia y hacia un compromiso militante aderezado con una ideologfa crftica y emancipadora. Massey se considera Ia «tfpica chica becada» por Ia socie dad del bienestar de Ia Gran Bretaiia de Ia postguerra: a pesar de haber nacido en Wythenshawe (uno de los barrios obreros mas complej os de Manchester y, en su momento, Ia mayor concentracion de viviendas de proteccion oficial del mundo ), las ayudas estatales le permiten obtener una educacion de calidad desde Ia enseiianza primaria (en una de las llamadas « escuelas independientes») hasta Ia Universidad de Oxford donde cursa Geografia (a pesar de que estuvo a punto de deci dirse por Ia combinacion Ciencias Polfticas-Filosofia-Ciencias Economicas ). Es, precisamente, a los tres meses de llegar a Oxford donde su ideologfa se radicaliza y se fundamenta . . . a Ia vista de las circunstancias familiares y economicas de Ia gran mayorfa de sus elitistas compaiieros de estudios. Ello le per-
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mite tomar asi consciencia de las dificultades y marginalidades de sus propios origenes sociales, trasladando el sentimiento y el descontento a la esfera de la ideologia, del feminismo y de la filosofia politica socialista. Al acabar sus estudios en Oxford (1 966) empieza una etapa de implicacion en movimientos po liticos y, especialmente, feministas. Massey empieza a trabajar en el Centre for Environmental Studies (CES) de Londres en 1 968, el mismo aiio de su funda cion. El CES es una consultoria publica producto de la politica socialdemocrata de la epoca y del proceso de modernizacion institucional de los gobiernos laboristas, convencidos de que la planificacion, la tecnologia y el uso adecuado de la ciencia podian construir un mundo mejor. Massey trabaja en el CES hasta que Margaret Thatcher lo cierra en 1 980 tras haberse convertido en una gran maquina de produccion cientifica critica, incluso mucho mas a la izquierda de lo que el mismo Partido Laborista habria deseado. En el CES se dedica a idear e implementar modelos de locali zacion industrial de corte tradicional: descontenta con la orienta cion de sus investigaciones a la vez que insegura por desconocer muchos de los recovecos de la economia neoclasica, decide rea lizar, de nuevo con una beca, un master intensivo en economia y ciencia regional (para, seglin ella misma, «conocer al enemigo y poder criticarlo con conocimiento de causa y con razones y ar gumentos» ). Ello es lo que la lleva en 1 971-72 a la Universidad de Pennsylvania (en Filadelfia, Estados Unidos), al corazon mismo de la economia neoclasica. Parte de los estudiantes del master son europeos y, junto a algunos de ellos, Massey sigue una asignatura optativa sobre Louis Althusser que tambien le implica leer todo Marx asi como iniciarse en Gramsci y Mao. Massey reconoce que hasta aquel momento le habia sido muy dificil aceptar y asumir los textos de Marx por su rigi dez a la hora de incorporar otras estructuras de dominacion
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y subordinaci6n mas alla de la clase social. Son los textos de Althusser y su antiesencialismo los que la ayudan a elaborar estas ideas filos6ficamente, de manera que todavia hoy reco noce lo mucho que le debe por todo ello al pensador frances. De hecho, muchos de los intelectuales que posteriormente ro dearan a Massey (como Stuart Hall, Chantal Mouffe, Ernesto Laclau) tambien se vieron positivamente influenciados por los textos de Althusser, precisamente en el momento en que esta ban siendo traducidos al ingles. La decada que va de 1 972 a 1 982 supone un periodo de gran efervescencia politica e intelectual que se traduce en una activa contribuci6n a diversos grupos de lectura y debate politico. Asi, junto a Hall, Mouffe y Laclau, participa en el Hegemony Group que, entre 1 980 y 1 983, se estuvo reuniendo una vez al mes para leer, compartir y debatir textos de Antonio Gramsci y, especialmente, La revoluci6n te6rica de Marx y Para leer El Capital de Althusser: dichas lecturas suponen la base del pen samiento intelectual de Massey en las decadas de los aiios 1 970 y 1 980 y aun hoy confiesa retornar a menudo a dichos textos como fuente de inspiraci6n. Paralelamente al Hegemony Group y tambien al margen del mundo universitario, Massey participa asimismo en el colectivo Women and Socialism dedicado a organizar un con greso anual y a generar grupos de lectura sobre temas feminis tas, sobre textos originales de Marx asi como sobre la obra de Althusser, Nicos Poulantzas, E tienne Balibar y otros autores coetaneos. A parte de debatir textos feministas, estos grupos de lectura se dedican a lidiar con temas como el modo de pro ducci6n, la formaci6n social, las estructuras de dominaci6n, etc. que, para Massey, son los conceptos clave para desarrollar su manera de entender el mundo. Tras el breve paso por Filadelfia, el retorno a Londres en 1972 supone su reincorporaci6n al CES. En base a un estudio
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allf realizado y de lo asumido en su estancia en los Estados Unidos, Massey elabora una crftica a la teorfa de la localizaci6n industrial clasica a partir de su innovadora propuesta centrada en las divisiones espaciales del trabajo. Seglin este concepto, las desigualdades sociales son generadas por los desequilibrios de la economfa capitalista la cual provoca rfgidas divisiones entre regiones ricas y regiones pobres y entre clases sociales: asf, en lo que se refiere a la pobreza, el bienestar y la riqueza, el «espacio importa» (space matters) . . . y mucho. Gran parte del desarrollo de esta teorfa da pie a una serie de textos, muchos de los cuales en estrecha colaboraci6n con Richard Meegan, que resultaran esenciales para la interpretacion de la crisis industrial britanica y mundial de la decada de los aiios 1 970 y 1 980: Industrial Restructuring versus the Cities (1 978}, The
Geography of Industrial Reorganisation ( 1 979}, The Anatomy ofjob Loss ( 1 982} y, sobre todo, Spatial Divisions of Labour ( 1 984). Una beca del Social Science Research Council (SSRC) per mite al CES llevar a cabo un proyecto sobre la propiedad de la tierra que, en manos de Massey, se convierte en un analisis mas amplio sobre la propiedad capitalista del suelo en el Reino Unido y cuyo producto final es el libro Capital and Land, firmado junto con Alejandrina Catalano. A pesar de que este libro estaba centrado en la realidad britanica, de hecho fue un trabajo muy influyente en muchas partes de America Latina desde donde las autoras tambien recibieron las crfticas mas constructivas e interesantes y que les permitieron profundizar en los debates sobre las diferentes trayectorias y las diferentes condiciones sociales y polfticas en torno a la propiedad de la tierra y la teorfa de la renta, entre otros aspectos. En dichos debates Massey ya plantea la necesidad de introducir Ia rela cionalidad en el estudio de Ia propiedad, distinguiendo entre, por ejemplo, propiedad productiva de la tierra, propiedad feu-
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dal de la tierra, propiedad financiera de la tierra y remarcando la importancia de las relaciones existentes entre elias. Gracias a esta dedicacion, en 1 973 Massey colabora en la celebracion del congreso del Partido Laborista (aun sin estar afiliada) participando en una ponencia dedicada a la (hoy impensable) nacionalizacion de la tierra. Con el cierre del CES en 1 980 llega un breve perfodo de in certidumbre para Massey: si polfticamente supone el inicio de una etapa oscura, laboralmente se caracteriza por la movilidad y la precariedad. Unos pocos meses (1 980-1 982) los dedica a
Una de las principales contribuciones de Doreen Massey consiste en su plena conviccion de que lo social y lo espacial tienen que ser conceptualizados conjun tamente, superando asf una de las miradas clasicas de Ia geograffa y, en general, de las ciencias sociales, que ven en el espacio un simple escenario pasivo donde se desarrollan los hechos sociales. Para Massey, como para otros geografos y geogra fas radicales, el espacio y el tiempo no son categorfas neutrales y apriorfsticas sino componentes implfcitos del mundo de lo natural y de lo social. [Foto: A. Albet]
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finalizar, en el marco de la London School of Economics, un proyecto heredado del CES y financiado por el SSRC (antes que Thatcher lo convierta en Economic and Social Research Council, tras afirmar que «las ciencias sociales no existen» ). Tambien durante un muy corto periodo ( 1 98 1 ) imparte do cencia en la Universidad de California (en Berkeley) junto con Michael Storper, Richard Walker y Michael Watts.
El encaje perfecto: Ia incorporaci6n a Ia Open
University
Sin lugar a dudas, la incorporaci6n de Doreen Massey al Departamento de Geografia de la Open University ( ou) en 1 982 supone el factor clave para entender el desarrollo y el exito no solo del mismo departamento sino de una forma de hacer y de entender la geografia. Tambien es cierto que tanto el quehacer como la manera de ser de Massey encajan a la per fecci6n con el proyecto docente e institucional de la OU, hasta el punto de mostrar una simbiosis casi perfecta que se retroa limenta. Desde el primer dia, Massey se siente muy c6moda con los objetivos de la OU (incluidos en su carta fundacional) relacionados con la justicia social y con la 6ptica claramente progresista y socialdem6crata que le insuflaron los gobiernos laboristas britanicos. El ingreso de Massey en la OU se produce, como acostum bra a suceder en las universidades britanicas, a traves de un proceso de selecci6n en el que, si bien no se lo pusieron facil, el tribunal supo apreciar en Massey sus capacidades y potencia lidades asi como su empatia con la filosofia de la universidad y del departamento, precisamente en un momento en que todo ello se estaba empezando a fraguar y concretar. Massey accede directamente al puesto de catedratica sin disponer de tesis doc-
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toral (tramite academico que, en una firme decision adoptada cuando todavia estaba en Oxford, nunca completara) y con el vertigo de una gran carga de implicaci6n personal y colectiva, asi como de compromiso social y politico. Massey admite que quiza la OU fue la tinica universidad (o una dentro de un reducidisimo grupo) en la que ella misma podia verse traba j ando: mas como una intelectual que como una academica propiamente dicha con todos los rasgos propios de la carrera universitaria (rasgos que, por cierto, siempre ha desestimado). El ingreso en la ou resuelve su dilema entre el mundo acade mico y el intelectual. Desde muy pronto Massey cataliza gran parte de la acci6n generada en el marco del Departamento de Geografia y de la Facultad de Ciencias Sociales, lo que le permite construir un equipo amplio y cohesionado de profesores e investigadores con los que comparte formas de ver y acercarse al mundo. Massey lidera, de manera indiscutible, el departamento y la geografia que se produce en el, aunque se trate de un liderazgo sutil, nada totalitario, que acaba imponiendose y triunfando, aunque no todo el mundo quiera o pueda reconocerlo. En el contexto de la Facultad de Ciencias Sociales encuentra tam bien una gran complicidad intelectual y academica en Stuart Hall, catedratico de Sociologia e impulsor de los «estudios cul turales», con quien le unira, ademas, una estrechisima amistad, lo que favorecera el impulso conjunto de diversas iniciativas y actividades hasta el momento presente. A demas de sentirse bien con el proyecto fundacional de la OU, la filosofia de Massey encaja plenamente con la geografia que se hace alli: junto con la London School of Economics es el tinico departamento de las universidades britanicas en el que la geografia es exclusivamente humana (no fisica) e inconfundiblemente encaj ada en un ambito y una facultad de ciencias sociales que se dedica, esencialmente, a la politica y
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a las politicas, a la cultura y a la economfa. Ello no significa una renuncia a los temas y aspectos propios de la geograffa fisi ca: todo el profesorado tiene amplisimos conocimientos de geomorfologfa, climatologfa o hidrologfa (la misma Massey es una gran conocedora de los drumlins, esas peculiares formas de relieve de origen glaciar) pero esta muy claro que incluso esta geograffa ffsica debe entenderse en el marco de la sociedad y lo social, en un contexto politico y econ6mico. Un ejem plo de esta orientaci6n es que se trata de una de las primeras instituciones academicas en las que se empiezan a exponer las problematicas del cambio climatico y del medio ambiente (en un ya lejano 1 989) y que la geograffa humana es introducida y explicada abiertamente a traves de cursos inter e intrafaculta tivos (en sociologfa, en ciencia politica, en ciencias naturales, etc.) sin traumas ni complej os, ni como un aiiadido ni como un pie colonizador. Todo ello es asf en tanto que filosoffa pro pia de la OU pero que coincide plenamente con la mirada de Massey que lo desarrolla y lo eleva hasta convertirlo en marca de la casa. Las especiales caracteristicas de la OU tambien suponen un reto y un compromiso para la geograffa de Massey. Encerrada en un campus aislado en el contexto de un peculiar new town (Milton Keynes), el campus no tiene estudiantes presenciales: tan solo se reunen allf los doctorandos. Los alumnos de grado, ademas, poseen unas caracterfsticas muy excepcionales: al ser una enseiianza a distancia, a menudo se trata de estudiantes que no poseen una dinamica de estudio concreta y que mas bien responden a casufsticas tan diversas y dispersas como la de ser amas de casa, reclusos en sus carceles, o incluso soldados en sus submarinos: personas que diffcilmente podrfan haber accedido a cualquiera de las universidades presenciales britani cas, mas o menos elitistas. Se trata casi siempre de estudiantes adultos con un variadfsimo abanico de intereses que no buscan
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acumular informacion ni memorizarla para aprobar un exa men; bien al contrario, sus interrogantes y debates formulan serios retos intelectuales al profesorado. Asf, el planteamiento didactico desarrollado por Massey se basa en seducir a los estudiantes para que estudien y para que se interesen por la geograffa: es por ello que la elaboracion de los manuales y de los programas de radio y television tienen una importancia esencial para alcanzar aquellas audiencias tan diversas y tan exigentes. Los manuales de geograffa elaborados por la OU llevan, de manera evidente, la impronta de Massey, tanto en la forma como en el contenido, aunque de hecho cada capitulo este firmado individualmente por uno o varios autores distintos. Massey contribuye decisivamente a imponer un funciona miento colectivo e iterativo en la elaboracion de dichos mate riales. Antes de dar por bueno y definitivo un texto, se llevan a cabo diversos pasos imprescindibles: encargar, por decision colectiva, a una persona la elaboracion de un primer borra dor sobre un tema previamente decidido tambien de manera colectiva; dicho borrador recibe las crfticas constructivas del conjunto del equipo para que sea reelaborado y sometido a nueva revision antes de alcanzar la version final. El objetivo no es ni teorizar directamente ni tampoco presentar estudios de casos: se trata de pensar a traves de los temas y conceptos y de exponer como estos se desarrollan espacialmente. Dadas las caracterfsticas cambiantes de nuestro mundo, el equipo redactor es consciente que los manuales de geograffa tienen fecha de caducidad y que hay que renovarlos totalmente cada seis o siete aiios pero que, a su vez, durante todo su perfodo de vigencia deben demostrar plena validez. El resultado es una coleccion de obras rigurosas pero atractivas y accesibles, excepcionalmente bien elaboradas. Ademas de Massey, detras de esta orientacion pedagogica y geografica destaca la labor de
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John Allen con quien ella, ademas de colaborar codo a codo con los aspectos docentes de Ia OU, ha producido algunas de sus obras clave: Geography Matters! ( 1 984), The Economy in Question ( 1 988) o Uneven Re-Development: Cities and
R egions in Transition ( 1 988).
Para Massey y el colectivo de profesores, enseiiar es ense iiar a las personas a pensar espacialmente, hacerlo de manera critica, aut6noma y responsable. Pensar a traves de Ia espacia lidad es quiza una buena definicion de los obj etivos docentes de Ia geografia de Ia OU. En este sentido Massey aboga por una forma discursiva y acumulativa de aprendizaj e y de transmitir los mensaj es; no se trata de cuantificar los conocimientos que debera haber aprendido el estudiante al final del capitulo ni, mucho menos, plantear una enseiianza memorfstica. Se busca que el estudiante sea capaz de reconocer que, por ejemplo, ha aprendido algo acerca de las relaciones de poder a traves del capitulo dedicado a los talleres clandestinos de ropa. Otro ejemplo clave pueden ser los conceptos esenciales que hay que transmitir: estos conceptos son uno de los elementos mas trabajados en el proceso de elaboraci6n de los materiales: los manuales no plantean definiciones apriorfsticas (ni, de hecho, de ning\ln tipo) sino que van apareciendo de manera acumulativa las ideas que acabaran construyendo Ia mirada del propio alumno en relaci6n con aquel concepto esencial. Asf, seg\ln esta dinamica, para Massey y su equipo se hace dificil discernir Ia investigaci6n de Ia docencia: � cuando aca ba una y empieza Ia otra? En este sentido, los manuales de Ia OU han sido el canal privilegiado a traves del cual se han introducido, de manera afortunada, una serie de conceptos clave que han trascendido mucho mas alla de Ia docencia de Ia OU basta alcanzar Ia totalidad de los cfrculos academicos en ciencias sociales y, paralelamente, el debate ciudadano (lo que supone un exito doble e inedito). Asf, por ej emplo, fra-
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ses como «Changing Britain, changing world» o, sobre todo, « Geography matters ! » son dos ideas-concepto surgidas en el marco de la investigaci6n-docencia de la ou que mas alla de su influyente papel como tftulos de libro, se convierten en verda deras declaraciones de principios, en definiciones sinteticas de nuestra realidad presente (de lo que es la globalizaci6n, de la importancia de la espacialidad en el mundo actual). Se trata de conceptos complej os a la vez que extremadamente comprensi bles, asimilables por un estudiante o un ciudadano cualquiera a la vez que utilizados por muy diversos cientfficos sociales (economistas, arquitectos, soci6logos, polit6logos, antrop6logos, etc.) y que les han sido muy utiles para introducir el discurso espacial en sus reflexiones e investigaciones. Tambien son de Massey (y tambien surgidos de este nido de ideas que son los manuales de la ou) propuestas como unicidad (uniqueness) o interdependencia, entendidos como formas de interpretacion de la realidad del lugar. Algunos de estos conceptos evolucionan hasta uno de los mas logrados a la vez que exitosos por su sencillez y su potente carga explicativa y evocativa: «el sentido global del lugar», el lugar entendido como una combinaci6n unica e interactiva de complejidades a diversas escalas. Asf tambien, «as british as a cup of tea» (tan britanico como una taza de te) es una frase simple y compren siva pero que permite a Massey introducir el tema de la cultura britanica como un producto de relaciones mas amplias, funda das en el colonialismo y el postcolonialismo. Seguramente « Geography matters ! » (la geograffa importa) es la idea mas afortunada y diseminada dados sus diversos sig nificados y sus multiples acepciones y usos. Se trata, ademas, de toda una declaraci6n de principios que no solo ayuda a de finir el papel de la geograffa ( dandole un rol relevante entre las ciencias sociales y suponiendo, quiza, el mejor marketing en un mundo competitivo, tambien entre ciencias) sino a ofrecer
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una in terpretacion valida, posible y plausible de lo que sucede, tan complej amente, hoy en el mundo: lo que pasa en el ultimo rin con del planeta importa e interesa estudiarlo, conocerlo y tene rlo en cuenta porque es relevante aqui y ahora mismo. Las cosas suceden localmente y de ahi la importancia del estudio de los lugares, entendidos como una combinacion unica y singular de estratos, de capas que configuran una articulacion irrepetible y que permite, ademas, superar el localismo reac cionario «de campanario». No interesa ya el simple retrato estatico y descriptivo de los lugares sino que importan los procesos y la comprension de las estrategias de poder que hay detras de dichos procesos: es por ello que «geography mat ters» se convierte, tambien, en una invitacion y una razon para la lucha politica. Ver las cosas asi, plantearlas asi, redactar textos asi, tra bajarlo colectivamente asi. . . moldeo radicalmente el equipo compacto liderado por Massey que, aunque no se haya perpe tuado, ha generado productos, miradas y cohesiones que han calado profundamente, transformando para siempre a los pro tagonistas. La falta absoluta de protagonismo de Massey hace que casi siempre estos conceptos, ideas y textos aparezcan como autorias diversas y compartidas o incluso ajenas, como el resultado de un trabajo grupal cuando, a pesar de ser asi, la mano de Massey es extensa y esta decisivamente presente. El liderazgo de Massey se traduce en una suave presion al resto del grupo que obliga a todos a agudizar sus argumentos para contrastarlos con los suyos y que reclama un alto nivel de im plicacion y de compromiso, de rigor y de seriedad. El resulta do es siempre un producto de muy alta calidad, que combina el compromiso con lo teoricamente informado; que convierte al e quipo, al lector, a los estudiantes . . . en pensadores espaciales criticos, y, en consecuencia, dandole a la geografia una nueva y decisiva funcion central.
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Interludio en Nicaragua: «siempre es Ia misma luc�a»
Desde su fundacion en 1 982 Massey colabora activamente en el Greater London Enterprise Board ( GLEB ) , un organismo crea do en el marco del Greater London Council liderado por Ken Livingstone ( 1 98 1 - 1 986). El GLEB fue una innovadora propuesta institucional que tenfa por objetivos primordiales Ia lucha contra el desempleo y Ia elaboracion de estrategias de dinarnizacion y desarrollo econornico. Esta etapa de Massey en el GLEB propicia multiples colaboraciones con Livingstone y genera asirnismo una relacion de estrecha amistad con ei que perdura a pesar de los avatares posteriores de Ia politica municipal londinense.
Doreen Massey departiendo con Ken Livingstone, ex alcalde de Londres y destacado miembro del laborismo britanico mas izquierdista, durante el acto de homenaje Spatial delights. An engagement with the work of Doreen Massey ce lebrado en Londres el II de marzo de 2009. Tras ellos, Michael Rustin, fundador, junto con Massey y Stuart Hall, de Ia revista Soundings. [Foto: Spatial Delights]
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La huelga de los mineros britanicos ( 1 984-1 985) es uno de l os multiples sucesos que movilizan el pensamiento, el activis mo y Ia solidaridad de Massey. En Ia huelga convergen algunos de los recientes temas de investigacion de Massey (los procesos de desindustrializacion, la crisis en las regiones perifericas) con su interes en las relaciones politicas y sociales de Ia realidad britanica (Ia fuerza de los sindicatos y de Ia ciudadanfa) asf como con sus preocupaciones ideologicas en el sentido mas extenso (Ia derrota de los mineros supondrfa una gran victoria politica e ideologica para Thatcher asf como Ia consolidacion de su programa de neoliberal y de libre mercado ). Asf, junto con Ia feminista y activista Hilary Wainwright, Massey em prende un largo viaje por el norte de Inglaterra implicandose activamente en las iniciativas de los huelguistas y, especial mente, en las redes de solidaridad tejidas por Ia sociedad civil. Producto de dicha visita y de dicha vision son textos como
Beyond the Coalfields ( 1 985}. En 1 984, durante Ia celebracion de una Cumbre Economica Mundial Alternativa en Londres, un grupo de nicaragiienses invita a Massey a participar en labores de investigacion, dada Ia necesidad que en aquellos momentos tiene Ia Nicaragua sandinista acosada por Ronald Reagan. Como docente de Ia ou, a finales de 1 985 habfa acumulado seis meses de sabatico que paso en Managua, una vez aprendido el buen espafi.ol que todavfa hoy conserva. Massey marcha del Reino Unido en 1 985, en un momento complicado, en medio de las batallas contra Ia abolicion del Greater London Council por parte de Thatcher y el inicio del papel de Londres como centro financiero mundial, asf como de las huelgas de mineros del norte de Inglaterra. Cuenta Massey que los dfas previos a su marcha fueron terribles: con un brazo roto y grandes dudas acerca de Ia conveniencia de dejar en Londres tantos proyectos y luchas, Dave Wield, buen
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amigo con el que estaba escribiendo High Tech Fantasies la acab6 de convencer para ir a Nicaragua con el argumento «Doreen, it's the same struggle» : en el fondo, tanto la de aqui y como la de alla es el mismo tipo de lucha. Las inclemencias del tiempo y la peculiaridad del viaj e hizo que el trayecto Londres-Managua durase casi una semana, via Kiev, Moscu, Limerick, La Habana, Mexico (justo tras el terremoto) y San Salvador. De la etapa «nica» recuerda muchas vivencias, muchas batallas por lidiar, muchas cosas por hacer y escribir. Tambien una mezcla de sensaciones con momentos en los que triunfaba el convencimiento pleno de que otro mundo era po sible junto a otros momentos de completa desesperaci6n: ella misma reconoce que, no obstante, quiza en aquel entonces las Hneas de batalla eran bastante mas claras que las de ahora. En Nicaragua, Massey trabaja en el Instituto Nicaragiiense de Investigaciones Econ6micas y Sociales (INIES, una institu ci6n no oficialista pero marcadamente prosandinista) llevando a cabo tareas de base en relaci6n con diversos proyectos de investigaci6n (mas que implementando sus ideas y propuestas conceptuales), en medio del desierto que Somoza habia de jado en el marco de la investigaci6n social y econ6mica. Los proyectos realizados giran esencialmente en torno a los asen tamientos informales en la periferia de Managua, intentando dilucidar hasta que punto la guerra habia sido una causa o un detonante de dichos asentamientos espontaneos. La conclusion fue que los asentamientos eran producto de las circunstancias sociales y econ6micas y que se hubiesen dado igualmente, in dependientemente de la guerra. A pesar de las limitaciones en la acci6n politica, Massey reconoce que estas investigaciones contribuyeron a generar debate publico sobre el tema. Vuelve de Nicaragua convencida de haber aprendido mu chas cosas de aquel contexto, no solo acerca de la realidad po Htica, social y econ6mica de un pais revolucionario sino tam-
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bi en del papel que deberfan jugar los investigadores forcineos y c omo deberfan negociarse los terminos de la investigaci6n y d e lo investigado. Desde entonces Massey mantiene fuertes re tic encias a realizar estudios sobre « otras» partes del mundo fuera de la propia realidad de origen, como ha sido tradicio nalmente la funci6n de la Hamada «geograffa del desarrollo»; con todo, ella reconoce que la presente globalizaci6n permite adoptar un posicionamiento muy distinto, dado que tambien es posible analizar la responsabilidad del papel jugado por los pafses desarrollados en la producci6n de los desequilibrios y de las desigualdades a escala mundial. Cuando el Congreso Nacional Africano llega al poder en Sudafrica en 1 994, Massey es invitada a participar en la consti tuci6n de grupos de investigaci6n para contribuir a la planifi caci6n macroecon6mica. La acompaiian Maureen Mackintosh {profesora de economfa de la ou) y Diane Elson {profesora de Sociologfa de la Universidad de Essex). Las tres trabajan junto a Frene Ginwala (portavoz en el Parlamento sudafricano) y redactan diversos informes que vienen a ser propuestas de in tervenci6n feminista en los planes econ6micos que los grupos de izquierda estan elaborando en ese momento (hasta entonces mayormente pensados desde una 6ptica masculina). Pretenden remarcar el papel decisivo de las mujeres en la organizaci6n del campo y de la agricultura, en el acceso al agua, en las ciudades y en otros ambitos basicos similares. En esta ocasi6n, y a di ferencia de Nicaragua, la actuaci6n de Massey y sus colegas es relativamente facil y precisa ya que su misi6n esta perfecta mente definida y forma parte del debate general. La segunda actividad de Massey en Sudafrica es dialogar con gente muy diversa acerca de un aspecto mas tfpicamente geogrcifico: la constituci6n y el nuevo papel de las regiones y de la descentralizaci6n en el pais. El tema es complejo porque hasta entonces la regionalizaci6n (en forma de bantustanes) es
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vista en sf misma como parte del Apartheid. Laurine Platsky (del Development Action Group y que posteriormente forma ra parte del Gobierno provincial de Western Cape y muy im plicada en el debate) invita a Massey a pesar de que ella insiste tanto en su falta de experiencia en el tema como en su carcicter foraneo: «yo no era una experta ni iba a ir portando 'Ia verdad', a decirles lo que debfan hacer. Lo unico que podfa hacer era reflejar, con mi bagaj e teorico, mis conocimientos en el caso del Reino Unido. Y me parece que funciono. » El retorno d e Nicaragua (1 986) e s u n momento especial mente duro para Massey ya que el gobierno Thatcher esta en su apogeo y, a pesar de que con John Major ( 1 990-1 997) se empieza a ver el final de Ia etapa Tory, Ia losa de sus polfticas es ya muy pesada de remover. De hecho, Ia llegada del nuevo gobierno laborista de Anthony Blair (1 997) indica que no habra un cambio drastico y que Ia teorfa y Ia praxis de dicho gobierno seguira, con leves modificaciones, con Ia Hnea traza da por Thatcher. Son momentos diffciles para dilucidar cual puede ser Ia mejor forma de intervencion estrategica: las pu blicaciones de Massey de aquella epoca gris reflejan este vado circunstancial que no empieza a difuminarse hasta Ia aparicion de Ia revista Soundings que, tras unos meses de gestacion, ve Ia luz publica en 1 995. En medio de dichas dificultades se consolida un grupo de lectura y de debate polftico que se reline periodicamente en casa de Massey, tomando el nombre de su calle: el Ariel Road Group. Dicho grupo supone, en cierto modo, una continua cion del foro de debate progresista y nido de creacion de nue vas ideas y propuestas que se habfa constituido anteriormente en torno al GLEB y con Massey tambien al frente. Cuando Stuart Hall, Michael Rustin y Doreen Massey fundan la revista Soundings: A journal of Politics and Culture, los tres acaban de abandonar el consej o editorial de New
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Doreen Massey en su casa de Ariel Road, Londres, Iugar de encuentro del Ariel Road Group que durante aiios fue un activo foro de debate del pensamiento politico de izquierdas de Londres. [Foto: A. Albet)
Left Review. Soundings (cuyo nombre evoca Ia necesidad de, constantemente, dejar algo en el aire para que pueda ser ofdo y utilizado) aparece tres veces al aiio, y pretende situarse entre el desaparecido Marxism Today: Theoretical and Discussion journal of the Communist Party (cuyo final se relaciona con lo s cambios observados en el Partido Comunista britanico) y New Left Review. Los fundadores de Soundings ven el mo mento como una oportunidad hist6rica para denunciar una se rie de situaciones (las formas que adopta el crecimiento econ6mico, el aumento de las desigualdades sociales, el incremento de la corrupci6n politica, etc.) y plantear alternativas radicales 31
tanto a nivel britanico (ante la deriva del Partido Laborista y del mismo Blair de renunciar a liderar ningun tipo de cambio) como a escala internacional. Se pretende que Soundings juegue un papel de influyente y esperanzada narrativa y de conciencia critica ante las directri ces cada vez mas conservadoras del Partido Laborista. Aunque para los laboristas Soundings es un panfleto demasiado iz quierdoso para ser tenido en cuenta, es cierto que fue, y sigue siendo, una pieza clave y decisiva en los debates y en la intro ducci6n de algunos cambios. Soundings sigue apareciendo tres veces al afio como revista de referencia te6rica e ideol6gica a la vez que portadora de nuevas politicas y valores; ademas ac tualmente desde la revista se organizan encuentros, seminarios y redes y publica libros de manera que se ha convertido en algo mas que una revista.
«Cuando Ia teorfa se encuentra con Ia polftica»
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En 2005 aparece For Space. El libro pretende organizar y sis tematizar gran parte de las propuestas te6ricas e intelectuales de Massey, dado que de su trabajo en los afios precedentes pendian muy diversas indicaciones acerca del espacio y la espacialidad a la vez que debates como los sostenidos con Ernesto Laclau o sobre Henri Bergson asi como la relaci6n con los nuevos movimientos sociales. A pesar de reconocer la imperiosa necesidad de realizar una reflexi6n te6rica como esta, Massey admite que fue una experiencia dificil, ante la
1. «When Theory Meets Politics» es el titulo del articulo que Massey publica en Antipode en 2008 para seiialar que, en su caso, teoria y praxis politica no son dos facetas que deban ni puedan separarse.
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co mplejidad de ordenar todo este trabaj o precedente y dotarlo de una estructura y un marco coherente. Tras la publicaci6n de For Space, a las dificultades politicas el d momento se aiiadieron las dudas acerca de la necesidad y d e la oportunidad de continuar teniendo un papel destacado en la academia u optar por una placida y anticipada jubilaci6n. L os debates internos en la geograffa britanica del momento no ayudaban mucho ya que, seg6n Massey, solo eran pura irrele vancia decorativa, cargados de una enorme cantidad de inutil material intertextual ( comentarios de comentarios) y sin una consciencia acerca de las problematicas de la sociedad contem poranea. Massey no se sentfa muy c6moda en este contexto y sin ninguna motivaci6n para, segun sus palabras, «actuar per formativamente en un carrusel de material refinado elaborado por hombres j6venes a la busqueda de reconocimiento. » Cuando e n 2007 esta a punto d e tirar l a toalla, aparece World City. A mitad de camino entre libro academico y libro politico, la obra atrae muchfsima atenci6n mediatica y por todo el espectro ideol6gico, dada la implicaci6n de Massey durante el mandato de Ken Livingstone al frente del Greater London Council ( 1 98 1 - 1 986) pero, a la vez, su voz crftica hacia el entonces (2000-2008) alcalde Livingstone dada su con descendencia frente el empuje arrollador del sector financiero londinense. Y, por si fuese poco, en febrero, pocos dfas antes de la aparici6n de World City, llega una invitaci6n desde Venezuela que, para Massey, supone un enorme revulsivo personal e i ntelectual y que le hace encontrar una raz6n poderosa para continuar con la reflexi6n te6rica y evidenciar que la teorfa es capaz, tambien, de marcar la diferencia, de transformar la re alidad. Para Massey el fax enviado desde Caracas es un buen ej emplo de los cambios que llegan por serendipia: en un mo mento de desaz6n academica alguien desde la otra punta del
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mundo pregunta «{ Quiere venir a Venezuela para participar en un proyecto sobre metropolis y revoluci6n?». Hugo Chavez en persona adopta y adapta el concepto de las « geometrias del poder» ideado por Massey, como el cuarto de los «cinco motores» de Ia revoluci6n y Ia renovaci6n politi ca2 y como uno de los medios para llevar adelante el programa de descentralizaci6n y ecualizaci6n del poder politico. El cuar to motor queda definido como «La nueva geometria del po der: Ia reorganizaci6n socialista de Ia geopolitica de Ia naci6n». Concretamente, ello implica proporcionar Ia posibilidad de conceder una significativa voz politica tanto a las regiones mas pobres como a los excluidos que habitan las ciudades y de desarrollar formas de democracia participativa y de poder po pular. Massey es invitada a Venezuela a exponer y desarrollar estas ideas ante ambitos muy diversos: desde foros ciudadanos en Ia calle hasta debates televisivos asi como Ia publicaci6n de un cuaderno explicativo (redactado directamente en castellano por Massey) acerca de dicho concepto y su potencialidad en cuanto a motor. Este cuaderno forma parte de una colecci6n de libros de lectura popular integrada por textos de, entre otros, Voltaire, Lenin, Jose Marti, Che Guevara, Hugo Chavez y . . . Doreen Massey. Para Massey supone un enorme reto: ademas de confir marse lo util que puede ser reflexionar sobre Ia teoria, tambien resulta un buen ejemplo de que los conceptos viajan, se de sarrollan y pueden llegar a tener vida propia. Es tambien una etapa de reconocimiento publico e internacional de su obra y de su aportaci6n, precisamente en un momento de crisis personal e intelectual en el que lleg6 a pensar que nada habia valido Ia pena. Para Massey Ia experiencia venezolana tiene 2. Los otros cuatro motores son Ia Ley habilitante al socialismo, Ia reforma constitucional, Ia educaci6n popular y el poder comunal.
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m uch fsimo valor no solo por ver validada y aplicada (al nivel de Ia alta polftica y del debate ciudadano de calle) una de sus ap o rtaciones te6ricas sino por Ia oportunidad de aprender y reflexionar sobre dicha validaci6n, en un viaj e de ida y vuelta de los conceptos. En los ultimos tiempos, y especialmente como reacci6n a s u obra For Space, Massey ha realizado diversos trabajos (ella habla de «intersecciones») junto con artistas de recono cido prestigio internacional como por ejemplo el danes (de ascendencia islandesa) Olafur Eliasson, muy interesado en Ia tematica espacial y con quien comparti6 su Weather Project (proyecto del que hay un texto traducido en este mismo libro)
Massey se ha distinguido siempre por su apertura y su capacidad de di:ilogo con otras disciplinas sociales y con otras expresiones del pensamiento. En Ia foto grafia aparece Doreen Massey entre el artista pl:istico Olafur Eliassen y Ia polito loga Chantal Mouffe durante el acto de homenaje Spatial delights. An engagement with the work of Doreen Massey celebrado en Londres el 1 1 de marzo de 2009. [Foto: Spatial Delights)
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expuesto en Ia Tate Modern de Londres. Massey reconoce que se trata de un texto «algo loco» pero que pretende mostrar Ia importancia del espacio para una audiencia experta en arte: es como un For Space pero para las artes. Con Patrick Keiller, cineasta socialmente comprometido, mantiene una relaci6n de amistad y de luchas «en este mismo lado de las barricadas» si bien, como reconoce Massey, Ia manera que tiene Keiller de expresar sus criticas estan muy lej os de lo que se consideraria propaganda: mas bien se trata de invitaciones a que Ia gente piense por si misma. La rela ci6n empez6 cuando, sin conocerse personalmente, Keiller cit6 a Massey en su Robinson in Space, pelicula muy celebra da en el Reino U nido por ser una excelente y contundente critica al thatcherismo. En su siguiente filme-documental, The Dilapidated Dwelling, Massey aparece entrevistada en relaci6n con el tema de Ia vivienda y Ia especulaci6n inmo biliaria. Massey tambien participa en otro documental de Keiller, Robinson in Ruins, como parte de un proyecto mas amplio ( The Future of Landscape and the Moving Image) en el que a traves de Ia contemplaci6n, a uti ritmo exasperantemente Ien to, de Ia evoluci6n del paisaj e ingles expresa su apreciaci6n cri tica de Ia sociedad y Ia politica. La pelicula no pretende el exito comercial sino que busca Ia reflexi6n y el debate ciudadano. Massey afirma haber aprendido mucho de Keiller y de su proceder: seglin ella, los academicos pueden llegar a ser extremadamente verbales y cerebrales, de manera que es una gran experiencia descubrir y aprender otros lenguajes y otras formas de expresi6n para entender, narrar y transmitir cosas similares. A pesar de utilizar metodos y caminos muy diver sos, ella cree que se llega a conclusiones similares con una narrativa altamente politizada y socialmente comprometida. Aunque con algunas precauciones y reticencias, Massey se
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rec o n oce interviniendo como ge6grafa en un debate que no es estrictamente propio de Ia geografia academica. Ademas Massey ha colaborado en divers as ocasiones con Ia e Tat Modern y reconoce que su texto Bankside: International Local, publicado en uno de los primeros catalogos del Museo, sea quiza uno de sus articulos mas reproducidos y vendidos, junto con los cuadernos venezolanos sobre las geometrias del poder. Es asf como textos cientfficos escritos por una ge6grafa crftica han entrado en las casas de muchos ciudadanos, difun diendo el mensaj e que «Ia geograffa importa» y que Ia sociedad es intrfnsecamente espacial. Massey ha recibido Ia Victoria Medal de Ia Royal Geogra phical Society ( 1 994) y el Premio «Nobel» Internacional Vau trin Lud ( 1 998) asf como diversos doctorados honoris cau sa. El 1 1 de marzo de 2009 en Ia sede de Ia Royal Geographical Society en Londres se celebr6 Ia First Annual Doreen Massey Lecture y Ia inauguraci6n del ambito OpenSpace de confe rencias, seminarios e investigaciones en el marco de Ia OU. La sesi6n, con el titulo de «Spatial Delights: an engagement with the work of Doreen Massey» fue un acto de homenaj e a Ia trayectoria de Massey con motivo de su jubilaci6n. Asistieron cerca de 450 personas y los conferenciantes (Ash Amin, Olafur Eliasson, Stuart Hall, Ken Livingstone, Chantal Mouffe, Jamie Peck, Michael Rustin y Jane Wills, junto con otros amigos y colaboradores de Massey) glosaron Ia figura de Massey. Paralelamente, un libro editado por dos de sus discfpulos mas directos reline las aportaciones y las reflexiones de amigos y colegas en torno a Ia vida y Ia obra de Massey.3 Desde su jubi laci6n oficial, Massey mantiene todavfa una apretada agenda, sobre todo, militante y activista, selectivamente concentrada 3. Se trata de David Featherstone y Joe Painter (eds.) (2012), Spatial Politics: Essays for Doreen Massey. Londres: Wiley-Blackwell I RGS-IBG series.
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en aspectos politicos y conceptuales y menos dedicada a escri bir en revistas academicas. ;:.
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Ciertamente, las propuestas de Massey sobre las divisiones es paciales del trabajo pueden considerarse una enorme contribu ci6n a los estudios regionales y la geografia econ6mica de finales del siglo XX. Su obra sobre la interrelaci6n entre la dinamica espacial y las relaciones de genero ha dado un gran empuje a las geografias criticas y feministas. Sus reflexiones sobre el pensa miento espacial y local han contribuido decisivamente a la de finitiva consolidaci6n del giro espacial en las ciencias sociales y en las humanidades y suponen una s6lida base para la geografia critica contemporcinea pero tambien son un referente esencial en sociologia y en las ciencias politicas. Sus aportaciones sobre las geometrias del poder y el espacio relacional son ampliamen te incorporadas en muchos debates e investigaciones, especial mente en America Latina. Sus reflexiones acerca de lo que ha sido, es, puede ser y debe ser la geografia, son extremadamente influyentes tanto para una gran mayoria de ge6grafos como para muchos otros cientificos sociales. La conceptualizaci6n que Massey hace del espacio y del lugar la convierten en una de las cientificas sociales mas in fluyentes, pero hablar de una posible «Escuela Massey» de pensamiento espacial significa no comprender suficientemente bien la forma en que ella trabaja. Nunca ha pretendido crear un circulo autorreferencial de discipulos o de colegas, sino que a traves de sus argumentos politicos y filos6ficos sobre el espacio, busca inspirar a personas tanto del ambito academico como del no-academico. Algunos de sus colegas afirman que ella es de una «clase» en si misma: quiza por ello no necesita de una «escuela» .
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A Massey le gusta definirse como una activista intelectual: vive a diario sus postulados intelectuales y, a Ia vez, las expe ri en cias cotidianas son Ia base ineludible de sus investigaciones te o ricas y de su trabajo empirico. El quehacer academico de Massey siempre ha mantenido un posicionamiento profunda mente politico, con un especial interes para que su perspec tiva critica fuese siempre transparente ante todo el mundo. Paralelamente, en todo momento ha buscado estar activamente implicada en acciones politicas y sociales fuera de Ia academia, siguiendo unos argumentos y planteamientos igualmente radi cales. Su interaccion social conlleva inspiracion para Ia accion, tal como lo hacen sus textos sobre justicia social, igualdad de genero o desigualdad global. No es atrevido afirmar que es una de las pocas personas del mundo academico anglosajon que es consciente de que los debates con los no angl6fonos necesitan de un estilo diferente de narrativa; su decision de aprender castellano y frances cabe entenderla, precisamente, en esta linea, a Ia vez que hacen mu cho mas veraces y convincentes sus criticas postcoloniales y sobre Ia dominacion cultural. Las personas que trabajan a su alrededor reconocen que Massey es un ser muy espacial no solo por su amplia reflexion en torno a Ia vertiente teorica sino por su especial sensibilidad ante las cuestiones y las personas que se hallan marginadas y dominadas por causa de Ia percepcion y el uso del espacio. Capta con precision los mecanismos con los que funcionan los espacios socialmente producidos y plantea Ia importancia de las identidades y de los espacios diversos, lo que Ia hace siempre consciente de Ia diversidad. Ella misma argumenta a menudo que todo clio es producto y reflejo de sus origenes de clase obrera y del norte de Inglaterra, que se resiste a que desaparez can: ambos origenes estan muy presentes, de manera afectiva y afectada, en su rol y su actitud dentro de Ia sociedad.
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HECHOS HISTORICOS 20 1 0
Gobierno Cameron Crisis financiera global /
DEBATES
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Ascenso paises BRIC
2000 Chavez en Venezuela Gobierno Blair Gobierno Major
1 990 Abolici6n GLC "New urban left" Huelga mineros Guerra Malvinas Contra en Nicaragua Disturbios urbanos Revoluci6n sandinista _.--Gobierno Thatcher Revoluci6n Portugal Gobierno labor isla
1 970
Golpe en Chile Conferencia feminista Woodstock/Isla Wright Vietnam Mayo frances Creaci6n GLC Democracia social Wilson
1 960
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Fin apartheid Sudafrica
1 980
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Marea rosa latinoamerica
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CAMPOS DE ESTUDIO
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Crisis misiles Cuba Revoluci6n cubana Guerra Suez Guerra Corea
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Gobierno tory
Estado bienestar Fin II Guerra Mundial
Cuadro que sintetiza Ia evoluci6n intelectual de Doreen Massey en el tiempo y en el espacio (elaboraci6n de los autores).
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INFLUENCIAS
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OBRAS
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Programas BBC
Manuales Geograffa de la OU
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Por llaneza y por ideologia, Massey rechaza de plano a la gente privilegiada que utiliza su estatus unicamente para su propio beneficio: resulta siempre interesante escuchar su afilada lengua cuando opina acerca de las clases altas o in cluso acerca de la realeza, pero tambien cuando reprocha la petulancia de muchos academicos. Por el contrario, ella se ha servido de su renombre internacional para dar apoyo a temas y a grupos marginales y marginados, tanto en la academia como fuera de ella. Afortunadamente su cr6nica dolencia 6sea no se ha de sarrollado en toda su posible gravedad . . . o quiza si, pero la forma positiva con la que, desde pequeiia, la ha gestionado es reflejo del espiritu ind6mito y tenaz que tambien subyace en su trabajo. Intelectualmente rigurosa e integra, su mente es rapida y clarividente pero nunca se toma a si misma demasiado en serio: no es un t6pico afirmar que su rostro siempre esta iluminado por su sonrisa afable y amable y que su agudo sentido del hu mor estalla a menudo en risas sinceras y contagiosas.
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1 1 . CO NVERSANDO CON DOREEN MASSEY:
UNA INTELECTUAL COMPROMETIDA CO N SU «ESPACIO /TIEMPO» There are places I'll remember all my life, though some have changed, some forever, not for better, some have gone and some remain. All these places had their moments, with lovers and friends I still can recall, some are dead and some are living, in my life I've loved them all.
The Beatles, In my life (1965)
Doreen Massey es una persona plet6rica de optimismo, vitali dad, simpatfa y sencillez cuyo compromise y activismo mili tante abarcan todas las esferas de la vida ( «Saludar al conduc tor cada vez que subo al autobus forma parte de mi lucha por una sociedad mej or, mas justa y libre» ). Sus ideas flu yen con claridad y las defiende siempre con enfasis y contundencia. La conversaci6n que sigue es el resultado de diversas charlas y entrevistas mantenidas entre una camiseta de Bill Shankly, el mftico entrenador del Liverpool, y un ramo de narcisos en la mesa del comedor de su casa londinense de Ariel Road ademas de en otros entraiiables rincones de su Kilburn «localmente global» .
-El Departamento de Geografia de Ia Open University ha sido uno de los mas dinamicos e innovadores de Ia geografia mundial. � Como fue su integraci6n en el? -Al volver de mi breve estancia en Berkeley y cuando mi beca estaba a punto de agotarse surgi6 la oportunidad de 43
trabajar en la Open University. Para mi, este puesto resolvia una gran dilema porque yo me reconocia como una intelectual comprometida (al menos eso queria ser y es lo que habia asu mido con mi paso por el Centre for Environmental Studies) pero no queria convertirme en una academica tipica tras mi horrible experiencia cuando estudie en la elitista Oxford. La Open University ofrecia dos cosas esenciales para mi: no era elitista y estaba dedicada (por su misma orientaci6n fundacio nal) a ofrecer un proyecto colectivo de educaci6n democratica. Estuve muy contenta de tener esta oportunidad ya que segu ramente era el unico puesto academico que yo podia haber asumido y, de paso, resolvia mi dilema. Sin embargo, estaba aterrorizada porque directamente me nombraron catedr:itica y creia que no podria estar a la altura de lo que se me exigia: durante muchos meses me despertaba por las noches con una gran ansiedad por esta responsabilidad.
-� Como accedi6 al puesto ? -Fue en un proceso de largas y tortuosas entrevistas no exento de condicionantes extraacademicos. Por aquel enton ces solo habia un catedratico por departamento que, ademas, se convertia automaticamente en su director. En la denostada area de ciencias sociales de la Open University, tres de los cinco catedraticos existentes ya eran abiertamente marxistas (Stuart Hall, Lawrence Harris . . . ) de manera que nombrar a otro, en pleno mandato de Thatcher, suponia una afrenta di recta. Yo estoy muy agradecida a un buen numero de personas (no necesariamente marxistas y ni tan solo de izquierdas) que redactaron informes muy favorables sobre mi y sobre mi rigor academico e intelectual. Visto en perspectiva hay que recono cer que fue una batalla muy dura pero vali6 la pena ya que se trataba del mejor puesto de trabajo del mundo que podia haber conseguido.
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-Se diria que usted y el Departamento de Geografia de la Op en University estan hechos el uno para el otro. Usted contri b uy 6 decisivamente a construir su estructura actual. . . -Si, pero no ha sido obra exclusivamente mia sino de un conjunto bastante amplio de personas. Cuando entre en el de partamento este estaba justo en sus comienzos, de manera que fue una autentico reto ponerlo en marcha y hacer que lle gase a ser una pieza destacada en la sociedad y que, a pesar de enseiiar a distancia, estuviese vinculado al mundo real y no se circunscribiese exclusivamente a teorizar. Hay personas, como por ej emplo John Allen, que tienen esta valiosisima habilidad de pensar conceptualmente las cosas a la vez que explicarlas a traves del mundo real: eso es una de las formulas que siempre han estado muy presentes en nuestro modo de proceder.
Doreen Massey departe incansablemente sobre su trayectoria, sobre sus ide as sobre el espacio y sus implicaciones para explicar Ia situaci6n sociopolitica del mundo. En la fotografia, con Nuria Benach en Londres durante el proceso de elaboraci6n de este libro. [Foto: A. Albet]
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A la vez, hay que decir que en el Departamento de Geograffa durante muchos aiios conseguimos mantener un altisimo nivel en el terreno de la investigaci6n (durante cierto tiempo fuimos calificados entre los seis mejores departamen tos de geograffa del Reino Unido) lo que puede considerarse un excelente logro: era la primera vez que un departamento de la Open University alcanzaba esos niveles.
-Pero para alcanzar estas calificaciones se requieren unos niveles de productividad y de competitividad que seguramente estaban alejados de las intenciones y de las maneras de enten der Ia universidad que ustedes tenian . . .
-Si, pero precisamente lo que buscabamos era obtener estas calificaciones de excelencia. . . Habia dos razones pode rosas. Una es que existia la tendencia a pensar que la Open University era una universidad de segunda categoria y que la formaci6n que impartia tampoco era de primera clase: para nosotros era muy muy importante conseguir establecernos como uno de los departamentos punteros en investigaci6n en el pais y asi poder trasladar confianza e implicaci6n a nuestros estudiantes (amas de casa, obreros de los astilleros, prisioneros, gente de clase media . . . ). Es decir, buscabamos la calificaci6n de excelencia por razones muy distintas por las que lo hacian el resto de universidades. La otra raz6n era para denunciar la estrechez de la normativa de las calificaciones universitarias: dos o tres veces rehusamos obedecer las normativas y a pesar de ello conseguimos las cinco estrellas, la maxima calificaci6n. El problema era que las normas exigen un alto numero de es tudiantes de doctorado y de ingresos por becas doctorales y siempre recibimos bajas calificaciones por este concepto: dado el tipo de estudiantes que posee, para la Open University este es un problema estructural de manera que siempre rechazamos este tipo de indicadores. Ademas no tenemos geograffa ffsica,
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gran parte de nuestra docencia es de tipo te6rico y hacemos poca investigaci6n aplicada; todo ello no estaba muy bien visto por los evaluadores. En la actualidad ya no podemos proceder como lo ha biamos hecho anteriormente porque las cosas han cambiado mu chisimo . . . jpero nosotros no hemos cambiado ! En buena parte, aun se mantiene el respeto que un dia nos ganamos por hacer las cosas a nuestro aire y de una manera diferente. Las razones que entonces teniamos para actuar de ese modo tambien se relacionaban con el tipo de geografia que impartiamos: una sociedad espacializada, la espacializaci6n de las ciencias sociales, la idea de que la « Geografia importa» . . .
-Supongo que no podria haber hecho todo esto sin un po tente equipo de personas . . . -Ciertamente: se necesitaba un buen equipo de gente y una realmente buena cultura de investigaci6n. Con el tiempo ambas cosas son dificiles de mantener pero fue genial mientras duro aquel periodo y haber podido participar en el. Pienso que contribuir a formar aquel departamento es una de las cosas mas importantes que he hecho en mi vida. Pero las cosas cambian y los equipos de personas tambien: al Centre for Contemporary Cultural Studies de Stuart Hall en Birmingham le sucedi6 lo mismo. Incluso a los equipos de futbol les sucede igual ( j quiza con la excepci6n del FC Barcelona! ) . [risas]
-Su forma de entender y de explicar el mundo tiene mu chisimos adeptos: ? cree que a lo largo de los aiios ha creado una «escuela Massey» ? -Es una pregunta interesante, pero la unica respuesta que tengo es «no lo se». Es cierto que recibo un gran numero de invitaciones para dar conferencias y participar en eventos. Hace poco alguien del departamento me decia a prop6sito de
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cierto curso impartido en una universidad londinense: «Ah, j todos en mi clase no paran de hablar de Doreen Massey! j Estan obsesionados contigo ! » Cada dos por tres escuchas cosas parecidas lo que, por otro lado, no dej a de ser agra dable. Y tambien esta la sesion celebrada en mi honor en la Royal Geographical Society el 2009: acudieron mas de 450 personas, no solo para escucharme a mi, ya que habia otros oradores importantes. Creo que pertenezco a aquel tipo de escuela marxista (o, mejor dicho, gramsciana) segun la cual tu formas parte de algo mas. No lo se. Es un tema interesante, no intento esquivar la pregunta, pero nunca me he parado a pensar en los efectos de mis propuestas. Nunca he intentado fundar una escuela . . . aunque creo que algunos academicos si que lo han pretendido.
-Pero los conceptos que usted ha ideado son utilizados a diario por muchos cientificos, intelectuales e incluso ciudadanos de a pie. -Las influencias siempre van en doble sentido: de ida y de vuelta. Creo que una de las cosas que pasa es que ciertas formas de pensar se naturalizan, de manera que hay gente (no mucha) que utiliza el concepto de «division espacial del traba jo» probablemente sin ni tan siquiera saber de donde procede y, para ser sinceros, a menudo, sin el mismo significado con ceptual que yo deseo que contenga: en ocasiones se convierte en algo un poco mas descriptivo y menos conceptual.
-De manera que el exito nunca es completo. . . -Pero en esto me pasa igual que a todo el mundo, es asi, asi es la vida: ya sabemos que las teorias viajan, los conceptos cambian, se convierten en palabras, se degradan. Gran parte de la batalla reside en el significado de las palabras y de los con ceptos, tanto politicamente como academicamente.
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Tambien hay que tener en cuenta que gran parte de mi ducci6n no es exclusivamente te6rica, de manera que mis pro te o rfas surgen de historias personales: cosas como que mi co ncepcion del espacio me viene de hacer excursiones por el m onte o a partir de determinadas situaciones sociales o polfti cas. 0 que el libro World City nace a partir de mi experiencia sobre Londres pero intrfnsecamente la obra conlleva un plan teamiento mucho mas amplio sobre las responsabilidades del lugar, la naturaleza de la globalizaci6n, etc. Todo ello hace que estos textos no sean grandes exitos de ventas pero mucha gente les hace referencia y a menudo los citan sin ni tan siquiera ha berlos lefdo (a muchos libros les sucede esto). Creo que fundamentar nuestras teorfas, hacer que toquen de pies en el suelo, a veces evita que te conviertas en el gran dios de la teorfa: pienso que. tenemos que arraigar nuestras teorfas, no deberfamos asumir que las teorfas son esenciales de igual forma en cualquier parte del mundo. Pero esto no es facil: yo mantengo grandes discusiones sobre este tema porque me gusta escribir sobre situaciones concretas, va conmigo y, de hecho, tambien es lo que hacemos en la Open University. Incluso en For Space, que supuestamente tenfa que ser mi libro de «alta teorfa», acabo escribiendo sobre la Vfa Campesina y muchas mas cosas, simplemente porque encarnan perfecta mente lo que intento decir a nivel te6rico.
-Pero, a escala mundial, Doreen Massey es una de las vo ces mas significativas y respetadas de las ciencias sociales. . . -Una de las cosas curiosas que han sucedido con el post modernismo (que se supone tenfa que traer la muerte del su j eto), el postestructuralismo y todo lo vinculado a ello, es que, de manera bastante ir6nica, ha conllevado la aparici6n a nivel mundial de una serie de «grandes estrellas» academicas, un grupo de voces globales . . . entre las cuales yo no me encuentro
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o, al menos, sinceramente yo no me siento perteneciente a di cho grupo. Todavia hay otro nivel (en lo que, por cierto, creo que es una especie de ironia del postestructuralismo) en el que todo queda personificado en 1 0 o 20 individuos, la mayoria de ellos residentes en los Estados Unidos, lo que contribuye a mantener la diferenciacion entre este «centro» y el resto en marcado en el «sur global» ( quiero decir que incluso la gente del «sur global» se va a vivir a los Estados Unidos, lo que me parece de una enorme ambigiiedad). Insisto en que yo no soy . . . yo no me siento uno de ellos y, de hecho, no quiero convertirme en uno de ellos y esto no es de bido a que yo sea asf de especial sino porque yo quiero tener mi propia vida . . . e sabeis ? Quiero caminar por el campo y cuidar mi jardin, ir a ver partidos de futbol y observar pajaros en plena naturaleza, etc. La politica tambien ocupa mucho de mi tiempo y me gusta mi trabajo pero no estoy preparada para dedicar 24 horas al dia a la geografia . . . especialmente ahora que estoy jubilada. A veces me digo «e podrias haber tenido una voz mas importante ?» Miro atras y pienso: «David Harvey esta en todas partes: e por que no habre hecho yo lo mismo ?» Pero, bueno, yo no soy un hombre: quiza esto hace las cosas distintas. Ha habido epocas en que he sido obsesivamente adicta al trabajo (al trabajo y a la politica) y al verlo en perspectiva a veces te recriminas acerca de lo que dejaste de hacer . . . Cuando me jubile lo primero que hice fue comprarme un teclado: es fantastico, lo puedes enchufar en cualquier parte y tocar: es algo que nunca antes habia podido hacer . . . porque nunca ha bia tenido la oportunidad de dedicarle tiempo.
-En cualquier caso, no puede negar que su influencia es notable . . . -Esto es algo muy interesante sobre lo que pensar ya que la geografia de las influencias intelectuales es muy impor-
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tante (Edward Said nos explicarfa muy bien este tema). Ello tam bien forma parte de Ia humildad con la que yo viajo por w do el mundo. Por ejemplo, yo voy a menudo a Mexico y se que allf tienes que ser muy insistente acerca de los temas a los que quieres dedicar tus conferencias. AI principio me de cfan «< Vendras a explicarnos que esta pasando en el centro del mundo ? < Que es lo ultimo en Ia geograffa anglosajona?» (p orque se supone que es mucho mejor). Y yo tenia que decir: «No, no voy a hablar de eso pero voy a contarles acerca de lo que he estado pensando ultimamente, y cuales son los grandes debates ahora mismo en el Reino Unido . . . aunque tambien quiero que me cuenten cuales son los grandes debates del pre sente en Mexico. »
Doreen Massey e n su casa d e Ariel Road. Sobre I a mesa, u n ejemplar de
Soundings, revista de analisis social y politico, de Ia que es fundadora y miembro del Consejo Editorial. [Foto: A. Albet]
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� Sabeis ? Ahora mismo hay un nuevo tipo de imperialismo intelectual; con este inten!s tan grande por Ia diferencia y con tra Ia j erarquia de las palabras, es curioso que hayamos termi nado con, ya sabeis, Spivak y una veintena de nombres domi nando las ciencias sociales . . . yo creo que esto no es bueno.
-A pesar de haber vivido y estudiado a fondo realidades como las de Nicaragua, Suddfrica o Venezuela, apenas ha pu blicado textos acerca de estos paises. � Quiza la explicaci6n este en que no quiere tratar estos paises como extranjera, como una experta forastera ? -Si, es asi. Cuando volvi de Nicaragua, mi departamento me presion6 mucho para publicar algo, en parte porque me habia tornado un sabatico de seis meses con el compromiso de producir algtin texto, de manera que acabe publicando un libro sobre Nicaragua y sobre los proyectos alli desarrollados. Con todo, siempre me senti algo culpable porque me pareci6 que estaba utilizando Nicaragua para promover mi carrera. Afortunadamente, de aquel libro apenas se vendieron unos pocos ejemplares; por aquel entonces ya existian otros mate riales mucho mejores sobre Nicaragua. En relaci6n con Sudafrica tan solo escribimos lo que ellos nos pidieron, lo que era estrictamente necesario. Y lo mismo es aplicable para el caso de Venezuela, si bien es cierto que, gente como por ej emplo mis compafieros venezolanos de Ia embaj ada en Londres, me estan solicitando que diga mas y mas cosas sobre el pais especialmente al ser «criticamente simpatizante» con Venezuela. Pero cuando escribo lo hago de manera casi inmediata en un contexto casi totalmente po litico mas que academico. Con todo, creo que voy a escribir algo acerca de Venezuela en relaci6n con aquel argumento de que tus conceptos cambian como resultado del compromiso y el estar involucrado. Y ademas porque creo que, a pesar
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d e las feroces cnucas que la gente hace sobre Venezuela, aq uel pais tiene mucho que ensefi.arnos sobre experimentos en d emocracia. De hecho, hoy por hoy, Venezuela es m as d em o cratica que el Reino Unido: esta misma manana oia p or la ra dio acerca de las ultimas turbias historias de corrupci6n parlamentaria britanica . . .
-Cuentenos un poco acerca de su experiencia como femi nista.
-Siempre he mantenido, y sigo manteniendo, un posi cionamiento feminista a la vez que cuestionando todo tipo de esencialismos tambien en relaci6n con la sexualidad y con las mujeres: para mi la heteronormatividad es tan mala como el feminismo radical intransigente. Yo asisti al congreso original de 1 970 en Oxford cuando se clio el punto de salida de la verdadera segunda ola del movi miento feminista organizado en el Reino Unido. Desde enton ces siempre he estado involucrada en movimientos feministas pero en ocasiones tambien me he distanciado del feminismo. Soy, sin dudarlo, una feminista socialista, lo que no excluye mi preocupaci6n sobre aspectos relacionados con la sexuali dad y otros temas paralelos. Al leer Althusser y su «no hay punto de partida» encuentro el fundamento necesario para mi antiesencialismo y lo empiezo a reconciliar con el hecho de ser marxista y feminista. Politicamente tambien me considero feminista y siempre que he escrito algo ha sido como feminista. Lo podeis com probar en textos como Spatial Divisions of Labour en los que, por ej emplo, yo fui una de las primeras personas en hablar de que se estaba produciendo una substituci6n del trabajo mascu li no de pleno empleo para pasar a trabajos femeninos a tiemp o parcial y con bajos salarios: asi, dicha problematica es tratada desde una 6ptica feminista mas que como una afirmaci6n que-
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jumbrosa del tipo «que terribles son estos trabaj os que hacen las muj eres» . Y asi en todo. Por otra parte, siempre me he sentido muy cautelosa acerca del tipo de identidad politica de las muj eres. Yo soy un tipo de feminista que nunca ha querido casarse o vivir en una familia heterosexual con niii.os, de modo que a veces me he im pacientado un poco con algunos de los trabaj os que se hacian, como si eso fuera el destino inevitable de las mujeres. Durante un tiempo hubo un poco de eso en la geograffa.
-� Como es que a pesar de ser feminista ha publicado rela tivamente poco en relaci6n a la geografia del genera ? -Nunca he creido que tuviesemos que dedicar todos nues tros esfuerzos a priorizar el tema del genero, de las muj eres, de la sexualidad, por encima de otros temas. Lo que he intentado hacer es escribir sobre cualquier tema como alguien que esta contra el sexismo y contra la heteronormatividad. Ello no sig nifica que yo no crea que otras personas no debao dedicarse a ello pero para mi es mucho mas importante atacar los castillos que construyen ciertas personas y desde los que escriben sobre cualquier tematica y hacerlo desde mi perspectiva feminista. Un buen ej emplo de ello es mi texto «Flexible Sexism» pero tambien lo es la manera en que trabaj o y escribo. Creo que es muy importante que las feministas esten por todas partes . . . y no solo dedicandose a «hacer genero» : para mi ha sido mucho mas atractivo e interesante dedicarme a «hacer feminismo desde cualquier parte» . Tampoco nunca he formado parte de los llamados «Estudios de Mujeres» o de nada parecido y, hasta cierto punto, sostengo algunas reservas hacia dichos estudios ya que en muchas ocasiones han sido entendidos como una forma de domesticaci6n del feminismo y de someterlo a las estructuras academicas. No estoy conde nando a los Estudios de Muj eres porque han sido necesarios
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para Ia evoluci6n del pensamiento pero, ciertamente, no han sido mi ambito preferido. Asf pues, sigo siendo una feminista convencida y militante pero confieso que el feminismo nunca ha sido mi preocupaci6n u objetivo intelectual . . . y no porque no haya querido.
-Una buena parte de su investigacion es de tipo teorico. � Que piensa acerca de Ia importancia del discurso, de lo teo rico?
-Creo que es correcto afirmar Ia importancia del discurso pero convertirlo en Ia unica manera a traves de Ia cual pode mos pensar . . . acaba en Ia paradoja de analizar los discursos como si fuesen Ia realidad y, de hecho, a menudo no tenemos ningtin empacho en tratarlos asf. Ya sea que estemos hablando del dolor en los huesos o de una flor, podemos acabar diciendo «oh, esto esta socialmente construido, de manera que tan solo necesitamos 'pensar' en Ia flor o en el dolor en los huesos, sin mas» . Si no podemos banalizar lo real tampoco podemos ha cerlo con lo te6rico. Ciertamente hay muchas ambigiiedades al respecto. En ambos casos tenemos que interpretar, tenemos que luchar con el hecho de que no tenemos una version inme diata de todo, pero esto se da tanto en los discursos como en las flores o los dolores en los huesos. J Cual debe ser, segun su opinion, el papel del intelectual y del academico, con respecto al compromiso politico personal? -Tengo un pequeiio articulo publicado en Antipode titu -
lado «When Theory Meets Politics» que dice algo al respecto. Se trata de un tema que, hasta cierto punto, se solapa un poco con lo que antes decfa acerca del feminismo . . . y tambien con Ia distinci6n que siempre hago entre ser un academico y ser u n individuo polfticamente comprometido. Pienso que si eres alguien polfticamente comprometido tambien produces
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una gran cantidad de pens amiento, de ideas, esp ecialmente si eres alguien intelectualmente persuasivo ya que entonces estas siempre teorizando, conceptualizando. Piensas y haces pensar.
Y esto es especialmente cierto en relaci6n con el movimiento feminista y el de liberaci6n sexual ya que, junto con las luchas antirracista, fueron los ambitos donde se inici6 el debate an tiesencialista. Dicho de otra forma, la primera vez que lef a Derrida fue a traves del feminismo y de la pregunta «entonces, ( qUe es una muj er? � Existe tal cosa ? » etc. Desde el congreso feminista britanico de 1 970 fuimos mu chos los que estuvimos implicados ya fuese en el feminismo, en los movimientos de lib eraci6n sexual o en las luchas antirracis tas, pero muchos de nosotros nunca escribimos sobre ello en nuestros textos academicos. Parecfa que estas implicaciones las necesitabamos unicamente para nuestras actividades polfticas.
Doreen Massey con Abel Albet en Kilburn High Road, Londres, calle que ha inspirado y ejemplificado p arte de sus reflexiones te6ricas sobre el Iugar y Ia globalizaci6n. [Foto: N. B enach]
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P or supuesto que, tras convertirse en grandes debates sociales, l os incorporamos a nuestros textos pero, al menos yo, no lo hice por alimentar mi curriculum vitae. Lo hicimos porque p oliticamente lo necesitabamos. Pero entonces sucedi6: apa recieron los Estudios de Mujeres y se institucionalizaron en Ia ac ademia (yo continuo creyendo que hay una gran diferencia entre el feminismo y los Estudios de Mujeres . . . incluso por el hecho que a veces no mantienen una relaci6n facil). Sea como sea, yo creo que, ante todo y por encima de todo, tenemos que ser personas politicamente comprometidas. Y, desput!s, ademas tambien podemos ser academicos. Pero para mii es algo muy importante diferenciar que se trata de dos realidades distintas que no se solapan al completo: yo no desa rrollo toda mi militancia politica en Ia academia.
-Dadas las circunstancias actuales de irrupci6n del neoli beralismo en Ia universidad y de desprestigio generalizado de Ia academia, � cree que solo pueden realizarse investigaciones destacables y propuestas comprometidas al margen de Ia uni versidad? -No. No me atreveria a hacer esta afirmaci6n tan cate g6rica pero en algunas conferencias politicas recientes en las que tambien los academicos tomaban parte he escuchado decir a un buen numero de personas que hoy por hoy no ven a las universidades como un Iugar de producci6n de ideas radicales (y «radical» incluso en el sentido de nuevas ideas, no solo pro puestas supuestamente de izquierdas). En un primer momento pense: «Esto no puede ser cierto» pero despues empece a re flexionar mas detalladamente. No creo que esa gente estuviese diciendo que los academicos no pueden hacer eso, sino que Ia universidad hoy por hoy puede que no sea el lugar en el que ello suceda. Por el contrario, puede suceder en, por ej emplo, el pequefio grupo de lectura sobre economia politica con el
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que me reuno los lunes por la noche; o puede suceder como en el Hegemony Group o, como sucedi6 en su momento con el movimiento feminista o el postcolonial: todos ellos produ jeron o producen pensamiento critico esencial y con identidad prop1a. Y si uno se fij a en algunos de los movimientos que existen hoy en dia, como el Foro Social Mundial o los diversos gru pos relacionados con el, buena parte de las ideas que surgen de alli tienen relaci6n con la academia pero es cierto que van mucho mas alla de la academia. Yo no estoy muy de acuerdo con los posicionamientos marxistas-autonomistas pero esa noci6n antiestatal, de denuncia de la democracia represen tativa, de democracia como un enj ambre de inteligencias, esa mezcla de ideas que van desde Negri basta quien sabe don de . . . politicamente es muy, muy poderosa. Creo que tiene mucho que ofrecer aunque, en esencia, yo no estoy contra la democracia representativa. Tampoco creo que se tomen la realidad geografica muy seriamente, de manera que tambien mantengo muchas criticas bacia estos grupos. Pero lo cierto es que muchas ideas se estan desarrollando en un contexto politico nuevo, en buena parte fuera de las universidades, y eso me gusta. La unica reticencia que tengo es el hecho que hay millones de personas intentando hacer su tesis doctoral sobre este contexto, y a mi me parece algo cansino pero j que le vamos a hacer !
-En lo que respecta a Ia geografia universitaria, Ia orien taci6n de sus planes de estudio esta cada vez mas dirigida a Ia aplicaci6n y a Ia esfera de Ia empresa privada. A pesar de ello, � cree que Ia geografia tiene a/gun papel a jugar? -Por supuesto. Parte de una posicion privilegiada y tiene potencial. Y tenemos que sacar mucho mas partido de dicho potencial.
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-Pero ? como convencer a los estudiantes acerca de La esidad n ec y de La capacidad critica de La geografia y del resto de ciencias sociales? ? Como convencerles de La validez de una actitud militante y activista ? ? Existe un rol intelectual para los geografos y geografas en el contexto academico ?
-No se hasta que punto se trata de hacer algo «desde dentro hacia el exterior». Quiero decir que, por ejemplo, no se trata de algo relacionado con la politica universitaria (aunque se pueden hacer muchas cosas por ahi) o con la politica do cente y el enfoque de nuestras clases (ahi tambien hay mucho que hacer, pero eso es todo otro tema). Para mi no se trata de hacer una serie de cosas en la universidad para despues «llevarlas afuera» y aplicarlas de alguna manera. Se trata mas bien . . . a ver: la gente que yo conozco y que tiene una voz mas efectiva en este sentido son, en si mismos, personas politizadas (politizadas con la «p» minuscula), en el sentido de seres que desean tener un papel efectivo dentro de la sociedad, que de al g-6n modo quieren cambiar la sociedad. Y esto podria hacerse desde una 6ptica de derechas o de izquierdas, pero yo lo veo desde la izquierda. Su politizaci6n envuelve toda su persona y estar en la universidad es tan solo una parte de su ser que se mueve por todas partes. Cuando yo estaba colaborando con el Greater London Enterprise Board, se me ocurrieron conceptos te6ricos en el trayecto de tren de vuelta a casa o en las reuniones despues de la jornada !aboral. Pero la raz6n por la que yo estaba en el G LEB era que yo era una ge6grafa academica que tenia cosas que de cir sobre economia, sobre urbanismo, sobre Londres. Es lo mismo que en el caso de Venezuela: se trata de un tema de ida y de vuelta. No se trata de hacer un proyecto y una vez acabado pensar en como convertirlo en relevante: es algo mas que eso. Las verdaderas cuestiones salen a partir del compromiso que cada cual sostiene. Y no estoy diciendo que este sea el unico
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modelo posible. Ahora se me ocurre pensar en dos personas a las que dirigf sus tesis doctorates. El trabaj o de Jane Wills como profesora de Geograffa Humana en la Queen Mary University de Londres se basa en el trabaj o precario de las inmigrantes en Londres; cuando empez6, ella ya era una sindicalista com prometida. No es que se convirtiese en academica, hiciese un proyecto sobre el trabaj o de los inmigrantes y despues pensase «ahora, � como lo aplicare ? » . Para ella es un todo. Lo mismo sucede con otro ex estudiante, Dave Featherstone (profesor de Geograffa Humana en la Universidad de Glasgow). E l trabaja en movimientos sociales y despues escribe artfculos bastante te6ricos. Acabo de escribir una replica a su ultimo articulo te6rico sobre alianzas y articulaciones polfticas, que es sobre lo que esta investigando actualmente.
-Sabemos de sus multiples aficiones y ademas nos ha de jado claro que para usted la universidad no significa todo en su vida pero, ? existe alguna relaci6n entre la geografia y cosas tan variadas como el excursionismo, la observaci6n de aves y elfutbol? -Con el excursionismo existe una relaci6n clara: yo soy de aquel tipo de ge6grafos que calzan botas y se van al campo a caminar. Me encanta viaj ar. � Que hice para celebrar mi 60 cumpleafi.os ? Me fui al A rtico a observar aves y bancos de hielo a bordo de un fragil barco cientffico de la epoca sovie tica. Cuando mi hermana cumpli6 los 60 fuimos de Moscu a Vladivostok en el ferrocarril Trans-Siberiano: algo propio de ge6grafos totalmente trasnochados. En el fondo se trata de amar este planeta, de estar constantemente sorprendida ( casi de manera ingenua) acerca de cuan increfble puede llegar a ser nuestro planeta. A pesar de que no soy nada religiosa se que hay algo de panteismo en esta apreciaci6n, pero es que el mun do en el que vivimos me parece delicioso, maravilloso.
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Con aficiones como Ia observaci6n de pajaros y el futbol . . . no sabria que decir. Quiza hay una relaci6n con Ia geograffa, no se. Mi padre era del Manchester City y crecimos yendo a menudo a ver los partidos del Manchester City (aunque pocas veces yo iba con mi padre); conservo los aut6grafos de todos los jugadores de aquella epoca en Ia que yo era una nina. De repente el futbol dej6 de interesarme y cuando volvi a afi cionarme muchos anos despues, el Manchester City era algo desastroso en todos los sentidos. Y para entonces no podia hacerme del Manchester United: j Crecf odiandole! Con todo, me entristecf mucho cuando el avi6n en el que viajaban todos los jugadores del United se estrell6 en Munich: muchos de los jugadores eran de mi barrio ( jcuando los jugadores todavia vi vian en bloques de pisos !). Por aquel entonces el Liverpool era roj o y socialista y ning\ln jugador estaba por encima del equi po: jugaban con tacticas muy bonitas . . . e hice el « gran salto», me cambie de bando: j me pase al Liverpool !
En una epoca en que todavia no era una pr:ictica habitual, Massey, junto con otros colegas seguidores del Liverpool FC, hizo inscribir el nombre de Bill Shankly sobre Ia cl:isica camiseta roja del club. En el anverso de Ia camiseta puede leerse una de las conocidas frases de este apreciado entrenador del Liverpool ( 1 959-1 974): «El socialismo en el que yo creo es cada uno trabajando para el otro, cada uno disfrutando de una parte de los beneficios. Es asi como yo concibo el futbol, es asi como yo concibo Ia vida.� [Foto: A. Albet]
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-Creo que queria hacer una observaci6n acerca del reto que su cuerpo le plan tea . . . -Ya desde muy pequefia tenia claras mis «desventaj as» : la clase social de origen, el canicter periferico de la region don de naci, el hecho de ser muj er y mi cuerpo en cierta medida «discapacitado» . Soy muy fnigil y siempre me he sentido algo atemorizada ante el mundo: me he roto la practica totalidad de los huesos de mi cuerpo. Naci sin calcio, de manera que mis huesos se rompen muy facilmente; a los tres afios ya me habia roto tres: un brazo, una pierna y un pie y mi pobre madre (se lo debo todo a mis padres, especialmente a mi madre) tuvo que llevarme al hospital tres veces por semana durante afios y afios. Entre los nueve y los 15 afios asisti dos veces por semana a se siones de recuperaci6n muscular (antes se llamaba «terapia es pastica») y despues continue asistiendo de vez en cuando. En la actualidad tengo una artritis severa y, desde que me rompi un pie en Nicaragua, tengo una pierna mas larga que la otra (de hecho me lo rompi en Chichicastenango, Guatemala, cuando sali de Nicaragua para renovar mi visado; fue toda una odisea ya que por aquel entonces los hospitales de Nicaragua estaban colapsados por la guerra). Algunos de mis huesos tienen pie zas metalicas y mis pies estan llenos de parches. En conjunto mi cuerpo es un gran desastre pero este desastre siempre ha formado parte de mi, de manera que cada dia es un pequefio gran reto. No puedo ser exclusivamente cerebral. . . porque mi cuerpo esta aqui cada dia y, pues, es un aspecto muy impor tante para mi.
-Efectivamente debe serlo, no solo persona/mente, al ha cerse uno mas consciente de su propio cuerpo, sino por la noci6n de que significa tener un cuerpo que funciona y las fronteras entre un cuerpo discapacitado y uno perfecto y sano. -Nadie esta totalmente sano.
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-Vivimos siguiendo unas normas, unos mode los normati vos de reglas sobreimpuestas y ello implica al cuerpo, al genero y a muchas cosas mas.
-Ciertamente, es muy importante. Los martes y jueves de los ultimos tres aiios voy a una sesion de rehabilitacion de hora y media que me ayuda a mantenerme. Alii los terapeutas se niegan a pronunciar Ia palabra «normal» e incluso cuando yo digo «este es mi tobillo bueno y este es mi tobillo malo» o cualquier cosa por el estilo ellos dicen «Venga Doreen, no se trata de bueno o malo sino de 'este tobillo con un proble ma'» . . . en una afirmacion bastante foucaultiana del tipo «no existe lo normal» y toda discapacidad esta socialmente cons truida. Y si, es cierto, es asi pero por otra parte . . . duele: hay dias en los que llego a casa y me siento en el sofa casi llorando de tanto cansancio y dolor; no puedo correr y tengo que po nerme vendas cada manana y todo esto no esta «socialmente construido» (en el sentido que es una construccion discursiva) sino que j es pura materialidad ! Pero esto, en cierto sentido, nos retrotrae al debate entre geografia fisica y geografia humana en el sentido que deriva casi en un debate entre lo discursivo y lo no discursivo que a mi me gustaria rechazar de plano: creo que necesitamos los dos a Ia vez. Mi nocion acerca de lo socialmente construido es que no es algo exclusivamente discursivo.
-Usted tiene una producci6n escrita impresionante. Nos sorprende que no utilice ordenador ni internet. . . -Escribir directamente en ordenador nos limita mucho nuestra capacidad de reflexion. Pero yo no paro nunca de escribir, en cualquier Iugar: tengo blocs de notas por todas partes, aunque tan solo una minima parte de las notas acabe reflej ada en un articulo; seguramente ello es debido a que nuestro modo de pensar se da a traves de las palabras y Ia
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escritura. Una vez di una conferencia por radio precisamente sobre este tema. Al mismo tiempo, cuando estoy fuera viaj ando (no tiene por que ser caminando por el campo necesariamente) siempre estoy pensando. Me acuerdo muy, muy claramente del mo mento en el que establed la noci6n de las «multiples trayecto rias» y el argumento que me conducirfa al debate sobre Henri Bergson: yo estaba sentada en la parte de arriba de un autobus de dos pisos recorriendo la orilla del Lago Windermere, en el Lake District, y habfa estado charlando con mi hermana acerca del espacio (mi hermana tambien estudi6 geograffa en la universidad; aunque nunca se ha dedicado profesionalmente a la geograffa y ha trabaj ado en diferentes lugares de la adminis traci6n publica, ella siempre ha sido una compaiiera fiel en mis diferentes propuestas y trayectorias). Seguro que ella debi6 pensar: « jYa esta Doreen de nuevo con el tema del espacio ! ». Pero la idea me surgi6 asf de golpe y me acuerdo de mf misma garabateandola en un pedazo de papel (yo siempre llevo con migo un trozo de papel, todos lo llevamos � no es asf?). Yo es cribo muchfsimo cuando voy en tren: son aquellos momentos en los que tienes tiempo para ti misma.
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II I. ANTOLOG 1 A DE TEXTOS:
e EN QUE SENTIDO HABLAMOS DE PROBLEMA REGIONAL ? *
Doreen Massey Introducci6 n
El prop6sito de este articulo es suscitar algunas preguntas sobre cuestiones generales relacionadas con los «problemas regionales» en las sociedades capitalistas. Algunas de las obser vaciones son ya conocidas, otras se plantean menos a menudo; algunas otras cuestionan afirmaciones explfcitas de la teorfa establecida y otras ponen en duda supuestos implfcitos de la metodologfa. El objetivo es que, reuniendo estos elementos y mostrando sus interrelaciones, sea posible ver las implicacio nes de cada uno de ellos a traves de una mirada mas rigurosa. La diferenciaci6n re gional y el concepto de division espacial del trabajo
Este apartado presenta un marco donde analizar la diferencia ci6n regional. Dicho marco de entrada sera, necesariamente, '' © Regional Studies, Sea Ford, Reino Unido, 1 979. Traducido por Abel Albet y Nuria Benach del original ingles «In What Sense a Regional Problem ?», Regional Studies, 1 3 (1 979); pp. 233-243.
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bastante abstracto, pero se ira concretando en sucesivos apar tados. En primer lugar, hay que dej ar claro que la desigualdad es pacial (o regional) siempre ha existido. Esta es una afirmaci6n hist6rica; y, de hecho, el tipo de marco general que se presenta aqui es un marco para el analisis de procesos hist6ricos reales. Tan solo en los modelos formales se parte de la mon6tona igualdad de una hoja en blanco. En segundo lugar, sin embargo, hay que definir que se en tiende por «desigualdad» en este contexto. Esta palabra suele usarse indistintamente en la bibliografia de dos maneras dife rentes. Primeramente, existe desigualdad en el nivel de atrac ci6n de una zona concreta en relaci6n a la actividad econ6mica dominante; en segundo lugar, existe desigualdad en funci6n de los terminos establecidos por varios indicadores de bienestar social (por ejemplo: la tasa de desempleo, la renta per capita 0 el grado de control externo de la producci6n). Evidentemente ambos no equivalen necesariamente a lo mismo. En un senti do amplio, uno es la causa y el otro, el efecto. De entrada nos centraremos en la primera definicion, que trata la desigualdad regional seglin sea el nivel de atracci6n e idoneidad hacia la actividad econ6mica. En otras palabras, en cualquier momento dado puede darse una distribuci6n geografica desigual de las condiciones necesarias para la producci6n rentable y compe titiva. En tercer lugar, esta desigualdad geografica es un fen6meno hist6ricamente relativo (es decir, cambiante) como re sultado de dos procesos. Por un lado, responde a los cambios en la distribuci6n geografica de los requisitos de producci6n -que suelen llamarse cambios en la superficie espacial o loca cional- cambios como los existentes en la distribuci6n de la poblaci6n o de los recursos, o en las distancias relativas cau sadas por el desarrollo en el transporte y las comunicaciones.
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Por otro lado, el modelo de desigualdad espacial puede variar co mo consecuencia de los cambios en los requisitos del proce so de produccion en sf mismo; es decir, por los cambios en Ia demanda de localizacion de actividad economica rentable. A su vez, dichos cambios en los requisitos de Ia produccion son en sf mismos el resultado, no de un avance tecnico objetivo, sino de los imperativos del conjunto del proceso de acumula cion. Sin embargo, en cualquier perfodo de tiempo, las in versiones en nuevas actividades economicas se distribuyen geograficamente como consecuencia de dicho modelo de di ferenciacion espacial. Aparece, entonces, una cuarta pregunta referida al significado de «como consecuencia de»: es entones cuando me permito introducir el concepto de division espacial del trabajo. Este concepto me es util para plantear algo muy importante. La asuncion general es que ante una desigualdad geognifica en las relaciones de produccion, cualquier activi dad economica reacciona buscando aumentar sus beneficios. Aunque esta afirmacion es correcta, tambien es trivial. No tiene en cuenta Ia variacion existente en Ia manera en Ia que las diferentes formas de actividad economica incorporan o se va len de Ia desigualdad territorial para aumentar los beneficios. Esta forma de responder a los desequilibrios geograficos varfa tanto entre sectores como con las cambiantes condiciones de Ia produccion, en el contexto de cualquier sector determina do. Tambien puede variar, por ejemplo, con Ia estructura de propiedad de capital ( dependiendo de Ia cantidad y el ambito de produccion de una misma propiedad). La determinacion de este tipo de respuesta es en sf misma el resultado de Ia interaccion entre, por un lado, las caracterfsticas existentes de Ia diferenciacion espacial y, por el otro, los requisitos en el momento concreto del proceso de produccion. Ademas, si resu lta que diferentes sectores empresariales usan Ia variacion
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espacial de distintas maneras, estas diferencias en los mo do s de uso produciran/contribuiran posteriormente a la aparicion de distintas formas de desigualdad geografica. Los diferentes modos de respuesta seglin cada tipo de industria, que implican distintas divisiones del trabajo dentro del conjunto del pro ceso de produccion, pueden generar asi diferentes formas de «problema regional» . Una forma sintetica d e afrontar este tema entendiendolo como un proceso historico es concebirlo como una conjunto de «rondas» de nueva inversion, en cada una de las cuales se desarrolla una nueva forma de division espacial del trabajo. De hecho, el proceso de cambio es algo mucho mas diversificado y gradual (a pesar de que haya periodos de redireccion radical). Ademas, en cualquier momento de la historia un mismo con junto de divisiones espaciales de trabajo puede estar desarro llandose en diferentes ramificaciones del sector industrial. Por lo tanto, en todo trabajo empirico es necesario tanto analizar esta complejidad como aislar e identificar esas divisiones parti culares que dominan la reformulacion de la estructura espacial. La distribucion geografica de la actividad economica que re sulta del desarrollo de una nueva forma de division del trabajo se solapar:i y combinara con el modelo producido en periodos anteriores a partir de diferentes formas de division del trabajo. Esta combinacion de niveles sucesivos produce efectos que en si mismos varian en el espacio y, consecuentemente, hacen surgir una nueva forma de distribucion espacial de desigualdad en las condiciones de produccion, como base para la siguiente «ronda» de inversion. « La economia» de cualquier zona lo cal determinada es, por lo tanto, el resultado complejo de la combinacion de su sucesion de roles dentro del marco de los conjuntos de divisiones espaciales del trabajo en escalas mas amplias de alcance nacional e internacional.
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Difere ntes formas de Ia division espacial del trabajo en el Reino Unido
Para ilustrar algunos de los puntos que se han seiialado hasta ahora, y como base para los debates de los apartados siguien tes, merece la pena comentar brevemente dos formas de di vision espacial del trabajo que han sido, o son, componentes sign ificativas del «problema regional» en el Reino Unido. El primer ejemplo es lo suficientemente conocido como para tratarlo de manera breve. Se trata de la forma de division espacial del trabaj o que estructuro la organizacion espacial del Reino Unido durante la mayor parte del siglo XIX (McCrone, 1 969: 1 6) y que tomo la forma de especializacion espacial sec torial. En el Reino Unido, el precoz control que se dio sobre el crecimiento de la industria moderna y su consiguiente im plicacion tanto en el mantenimiento de dicho control a traves del libre comercio como en su especializacion manufacturera en el contexto de la division internacional del trabaj o, permi tio que las grandes industrias exportadoras basadas en el car bon, los astilleros, el hierro, el acero y el textil disfrutasen de un crecimiento sostenido, al menos hasta la Primera Guerra Mundial. Al establecer su modelo territorial de produccion dentro del Reino Unido, estas industrias no se hallaban ante una superficie geognificamente indiferenciada. Los aspectos diferenciadores que eran significativos para estas industrias en aquella fase del desarrollo eran cuestiones como el acce so a puertos para la exportacion de sus productos y para la importacion de materias primas (por ej emplo, el algodon), el suministro de mano de obra especializada y, hasta cierto p unto, la disponibilidad de carbon. La conjuncion de estos requisitos de produccion y de diferenciacion geografica dio lugar a una division espacial del trabaj o que, como ya se ha indicado, adopto la forma de una especializacion territorial
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sectorial. Los diferentes sectores se dedicaron, simplemente, a concentrar toda su capacidad en las areas mas favorables segun sus requisitos de produccion. Asimismo, dado que estos eran los sectores industriales dominantes en termino s de nuevas inversiones y crecimiento de produccion y ocu pacion, constituian los elementos estructurales en el nuevo modelo emergente de diferenciacion regional. Consecuentemente, Clydeside se identifico con barcos e ingenieria pesada; el Nordeste, con exportacion de carbon, hierro y acero, barcos e ingenieria pesada; Lancashire, con algodon y algo de ingenieria; el West Riding, con carbon y prendas de lana; el sur de Gales, con exportacion de car bon, hierro y acero. (Hall, 1 974: 84) Desde el punto de vista de cada sitio implicado, ello con dujo a una situacion en la que «varias de las principales regio nes industriales habrian fundamentado su prosperidad en una base economica muy limitada» (Hall, 1 974: 83). Los subsiguientes efectos de esta particular forma de divi sion espacial del trabajo son bien conocidos, pero es importan te destacar algunos puntos. En primer lugar, un modelo de dis tribucion industrial asi, no era necesariamente problematico en si mismo, en el sentido de producir desigualdad geografica. En segundo lugar, por el contrario, el problema regional resul tante fue producto de cambios en relacion con la economia del Reino Unido en su conjunto, y de estos sectores industriales en particular, con la division internacional del trabajo. El problema regional, por lo menos en las zonas indus triales, tiene sus origenes en el fracaso de esta politica (de especializacion internacional basada en el dominio indus trial y el libre comercio ). La sobrevaloracion de la libra en
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la decada de 1 920, la emergencia de bloques economicos en los afi.os treinta, los cambios en la tecnologia y la com petencia de los paises con salarios inferiores . . . la combina cion de todo ello produjo un declive secular en los sectores industriales tradicionalmente dedicados a la exportacion. (McCrone, 1 969: 1 6) El «problema regional» que surgio fue un producto, por consiguiente, de los efectos que el cambio en las relaciones imperiales y el declive del Reino Unido como economia ca pitalista dominante en el mundo tuvieron sobre la division espacial del trabajo de estos sectores industriales. En tercer lugar, este proceso produjo una forma espedfica de problema regional. El declive sectorial condujo, concretamente, a un de clive regional y los indices con los que se media la subsiguiente desigualdad regional fueron los habituales vinculados a la tasa de desempleo, la cantidad de empleo industrial, el salario per capita y la emigracion. Este tipo de division espacial del trabaj o ha sido frecuen temente analizada como la causa inicial del «problema re gional» (por lo menos del problema industrial-regional) del Reino Unido. Asimismo, en la documentacion de base que el Reino Unido redacto como solicitud de ayuda al Fondo Europeo de Desarrollo Regional se afirmaba: El problema regional del Reino Unido es fundamental mente la disminucion de empleo en los sectores industria les tradicionales (carbon, acero, construccion naval, textil y agricultura). Las razones de esta disminucion varian de sector en sector. La mayoria de estos sectores industriales se concentran en un pequefi.o mimero de zonas y, por lo tanto, dicha disminucion les afecta dura y desproporcio nadamente. (Trade and Industry, 1 977: 358)
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Una gran parte de las ideas politicas que vienen mante niendose en los ultimos tiempos y que hoy siguen obsesio nando ( concretamente, el compromiso general con Ia diver\, sificacion sectorial como base para Ia estabilidad) reflej an lo experimentado en aquel primer periodo. En realidad, un buen numero de textos presentan indicios de que Ia desaparicion de esta forma de division espacial anunciaba el final ( o por lo menos el principio del fin) de los problemas regionales: A medida que pasa el tiempo, Ia estructura del problema regional esta evolucionando gradualmente de forma favo rable; los sectores industriales en declive no pueden dismi nuir para siempre, y las nuevas industrias estan asumiendo un papel mayor en las economias regionales. Mientras este proceso continue, el problema deberia ser mas facil de re solver. (McCrone, 1 969: 1 66) Y, efectivamente, ha habido seiiales de cambio. Por un lado, muchos estudios indican Ia progresiva disminucion de la especializacion sectorial (veanse, por ej emplo, Chisholm y Oeppen, 1 973; Dixon y Thirlwall, 1 975). Por otro lado, ha habido cambios en la clasificacion comparativa de las regiones teniendo en cuenta indices que son relevantes para este tipo de problema regional. Asi, en un reciente articulo, Keeble ( 1 977) escribe « el periodo a partir de 1 965, y concretamente desde 1 970, ha sido testigo de la sorprendente convergencia de casi todos estos diferentes indices de actuacion economica regional respecto al promedio nacional» (p. 4 ). Los indices a los que se refiere incluyen la ocupacion industrial, Ia tasa de desempleo, el salario y la migracion neta. Incluso a medida que se esta dando esta «convergencia» (aunque sea en los niveles nacionales inferiores) paralelamente otros indices empiezan a destacar, lo cual no implica el fin de
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la dife renciacion espacial, sino que su existencia adopta una forma diferente tanto en terminos del tipo de desigualdad es pacial como tambien de su base geognifica. Los nuevos in dices se refieren, por ej emplo, a la cantidad de propiedades en manos foraneas, a los efectos de las jerarquias de control y a la diferenciacion en el tipo de empleo. Westaway ( 1 974) apunta que se trata del desarrollo de una jerarquia espacial de la pro piedad y del control (y de sus consecuencias en relacion con el empleo) asi como del dominio ascendente de las empresas multiplanta. Las publicaciones de North y Leigh ( 1 976) y de Massey ( 1 976) destacan los efectos de la j erarquizacion creada en estos ultimos afios por el grado creciente de concentracion industrial (vease tambien Massey y Meegan, 1 979). Firn ( 1 975) examina pruebas en el nivel y el tipo de propiedad foranea y el control de la industria escocesa; el trabaj o de McDermott ( 1 976) sigue la misma pauta. Refiriendose a la cambiante base geogrdfica de los «problemas espaciales», el aspecto dominante del cambio es, por supuesto, la combinacion de la «convergen cia» regional con la nueva prominencia del centro urbano. En un articulo de esta extension, obviamente, resulta com plicado producir un analisis completo de esta reestructuracion espacial, pero es conveniente describir brevemente una forma emergente de division espacial del trabaj o que parece ser, por lo menos, una contribucion decisiva.1 Si bien se basa en ciertos aspectos (aunque no todos) del impacto de la division que ya han sido descritos, esta forma de division espacial del trabajo es completamente distinta de la forma de especializacion es pacial sectorial. En concreto, y quizas de manera inquietante,
1 . Debe destacarse que esta division espacial del trabajo permite caracterizar unicamente a determinados sectores, si bien se trata de sectores que parecen ser decisivos en Ia configuraci6n actual de nuevos modelos geograficos de actividad econ6mica.
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las «desigualdades» inherentes a esta division no solo se hac en evidentes cuando esta desaparece sino que son intrinsecas ala propia forma de organizacion espacial. Su evolucion y efectos tampoco dependen solo de los incrementos y decrecimientos de sectores enteros de la economia, sino que tambien surgen de los cambios en la forma de la organizacion de la produccion dentro de los sectores. Siguiendo el marco descrito en la seccion anterior, prime ro es necesario especificar las caracteristicas y las necesidades de la produccion que, combinadas con las condiciones espa ciales particulares, constituyen la base del desarrollo de una nueva division de trabaj o. Tales caracteristicas y requisitos incluyen un aumento del tamaiio de cada empresa y de cada planta (vease, por ejemplo, Dunford, 1 977), la separacion y la j erarquizacion de las funciones tecnicas, de control y de ges tion (vease Westaway, 1 974), asi como la segregacion en dis tintas fases de produccion, incluso dentro del mismo proceso productivo (veanse Massey, 1 976; Lipietz, 1 977). Tambien ha habido cambios considerables dentro del proceso de produc cion. Por un lado, la intensificacion de la competencia en los ultimos aiios ha acarreado una creciente presion para reducir los costos laborales y aumentar la productividad y esto, a su vez, ha producido una aparente aceleracion de los procesos de estandarizacion de las mercancias producidas (reduciendo tanto el numero de trabaj adores como las capacidades labo rales que se les requieren), de la automatizacion (con efectos similares a los de la estandarizacion), y de la introduccion de sistemas como las maquinas de control numerico (que generalmente tambien conducen a reducir el numero y la capacitacion de la mano de obra, a la vez que requieren un numero reducido de tecnicos mas cualificados). Parece ser que la mayoria de los trabaj adores esta sufriendo un proceso de descualificacion (vease, por ej emplo, Massey y Meegan,
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t 9 79). En el otro extremo, tanto el cambiante equilibria entre
lo s sectores de Ia economia como Ia naturaleza de Ia competi ti vi dad en los nuevos sectores dominantes como el de Ia elec tr6nica (en particular Ia dependencia respecto al vertiginoso cambio tecnol6gico ), han aumentado Ia importancia relativa de Ia investigaci6n y el desarrollo en el marco de Ia estructura nacional de ocupaci6n. En los paises donde ya existe un cierto grado de diferencia ci6n territorial en lo que respecta a los niveles de cualificaci6n }aboral (tanto entre obreros como entre estos y los trabajado res tecnicos y cientificos), en los niveles salariales de los obre ros ( cada vez menos cualificados) de cualquier especialidad, en el grado de organizaci6n y de militancia del movimiento obrero, y en Ia presencia de, por ejemplo, el sector bancario, comercial y de servicios, en esta ultima decada ha empezado a arraigarse una nueva forma de division espacial del trabajo. Es el caso de Ia mayoria de paises de Europa Occidental y de los Estados Unidos. Y son precisamente las condiciones cambiantes de Ia pro ducci6n las que permiten al sector industrial aprovecharse de esta manera de las diferencias espaciales. Una «utilizaci6n» cada vez mas habitual por parte de Ia industria de esta forma particular de diferenciaci6n espacial se encuentra, cada vez mas, en Ia separaci6n geografica de las funciones de control e I+ D con respecto a los procesos de producci6n directa, que aun requieren trabajadores cualificados, y de estos, a su vez, de Ia cada vez mas importante producci6n en serie y en cadenas de montaj e para Ia cual solo se necesitan trabaj adores semicua lificados. El crecimiento en el tamaiio de las empresas es fun damental en este proceso. Por una parte, esto es necesario para financiar los enormes gastos de investigaci6n y de desarrollo (veanse Massey, 1 976; Nedo, 1 972, 1 973) y, por otra parte, en cada empresa aumenta Ia cantidad de productos elaborados en
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cantidad suficiente como para poder justificar un cierto grado de automatizacion que permita, a su vez, reducir los costo s de mano de obra y aumentar la productividad del trabajo in- dividual. Por ultimo, es evidente que es el mayor tamaiio de las unidades de produccion lo que hace aumentar la viabilidad de poder realizar en diferentes ubicaciones las diversas etapas del proceso general de produccion y, por lo tanto, permite establecer las j erarquias locacionales aprovechandose de la desigualdad espacial. Empezando por el «nivel mas bajo» de la jerarquia, la produccion en serie y las fases de montaje se localizan cada vez mas en zonas donde no solo abundan los trabajadores semicualificados, sino donde los salarios son baj os y hay poca tradicion de organizacion sindical y militancia obrera. Muy a menudo esto significara la localizacion en areas donde hay tra bajadores con poca experiencia previa de trabajo remunerado. Suelen ser zonas que anteriormente se vieron afectadas por el desmoronamiento de alglin sector industrial, como las antiguas zonas mineras del carbon en Northumberland, o las del carbon y el esquisto en Escocia. En tales casos, en general el perfil del trabajador ya no sera el mismo que se requeria con la anterior especializacion, sino que ahora acostumbran a ser mujeres de la zona. Otras areas favorecidas por esta etapa de la produccion incluyen aquellas en las que los trabajadores (en su mayoria mujeres) no dependen completamente (ni se organizan esen cialmente) en torno al trabajo asalariado. En el sector del tu rismo, los resorts de playa que ofrecen trabajos estacionales o a tiempo parcial sin contrato son caracteristicos de este segundo tipo. A pesar de que las nuevas inversiones en infraestructuras de produccion realizadas en areas de este tipo (a menudo muy deprimidas) se consideran beneficiosas, sus efectos positivos pueden ser minimos. Los salarios y las cualificaciones siguen siendo bajos y ni siquiera esta asegurada la creacion de nuevos
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empleas; una de las principales caracteristicas de dichas fabricas es que tienen pocos vinculos locales y generan escasas siner gias en terminos de producci6n asociada (veanse, por ejemplo, McDermott, 1 976; Lipietz, 1 977; Dunford, 1 977; y las pro pue stas de McCrone, 1 975). Despues de estudiar ampliamente la forma y el alcance del control foraneo sabre la economia escocesa, Firn ( 1 975) extrae unas primeras conclusiones sabre los posibles efectos. Y estas son muy similares a las insinua das mas arriba. Seg1ln lo que Firn plantea, es probable que las disparidades existentes en el tipo de ocupaci6n disponible se agraven. Tales inversiones no ampliaran los niveles de ocupa ci6n de tipo tecnico, gerencial o vinculado a la investigaci6n. Es mas: dadas las actuales caracteristicas dominantes en el proceso de creaci6n de nuevas empresas, la falta de un componente de l+D tambien reducira la probabilidad de generaci6n interna de nuevas empresas. Una vez mas, la division del trabajo exacerba las desigualdades existentes, en este caso, reduciendo aun mas el grado de control local en este tipo de regiones. Las hip6tesis de Firn tambien concuerdan con nuestro propio testimonio (Massey y Meegan, 1 979) sabre los efectos en la mana de obra directa y en el ingreso per capita Firn afirma: El tipo de nuevas puestos de trabajo previstos por em presas externas se ha orientado principalmente a labores de montaj e pensadas para una mana de obra femenina y semicualificada, por ejemplo en las empresas de produc tos electr6nicos, mientras que el perfil de los empleos perdidos ha sido, basicamente, el de un hombre con una especializaci6n cualificada y muy bien remunerado. Por lo tanto, parece evidente que ha habido una reducci6n neta del salario por cada nuevo puesto de trabajo, asi como un proceso de descualificaci6n, aunque esta afirmaci6n aun se tenga que demostrar. (p. 4 1 1 )
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Por ultimo, en estas regiones, esta forma de division es pacial del trabajo «se expresani en terminos de una economfa regional muy abierta, con un alto grado de integracion con otros sistemas economicos» (Firn, 1 975: 4 1 1 ). Dunford ( 1 977) y Lipietz ( 1 977) son testimonios de realidades similares en Italia y en Francia. La «segunda etapa» de Ia produccion ( es decir, aquellos procesos que aun no estill automatizados, reducidos al trabajo de montaj e o a Ia producci6n de productos estandarizados) sigue localizada en los antiguos centros de mano de obra cua lificada, principalmente en los pueblos y ciudades industriales del siglo XIX. Sin embargo, el elemento mas caracterfstico de esta etapa es Ia tendencia a Ia disminucion de su importancia cuantitativa. Cada vez mas, los procesos de descualificacion ya mencionados estan permitiendo que el sector industrial se libre de los condicionantes locacionales impuestos por Ia mano de obra cualificada (y, en consecuencia, uno podria aiiadir, por los trabajadores fuertemente sindicalizados ). Las consecuencias de Ia relacion entre estos cambios en el proceso de produccion y las posibilidades abiertas al sector industrial como resultado de Ia diferenciacion espacial del trabajo, son uno de los componentes del declive industrial actual en los centros urbanos (veanse Community Development Project, 1 977; Massey y Meegan, 1 978). Por ultimo, en Ia «cima» de Ia jerarquia, las principales me tropolis (que todavia incluyen ciudades europeas como Londres y Paris) se caracterizan por Ia presencia de funciones de control (incluida Ia asignacion de Ia produccion a otras regiones), inves tigacion, diseiio y desarrollo y por Ia presencia significativa de los estratos gerenciales y tecnicos ( es esta presencia, y no Ia falta de trabajo manual, lo que marca Ia diferencia). Con el fin de aclarar el contenido del termino «division espacial del trabajo», vale Ia pena precisar de que manera el
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c ap ital utiliza de maneras diferentes la diferenciacion espacial
y la especializacion espacial sectorial. En primer lugar, y de
fo rma mas evidente, no se trata de una division geografica sectorial sino mas bien de una division intrasectorial del tra bajo dentro del proceso general de produccion de un capital. En segundo lugar, como ya se ha mencionado, la desigualdad regional es inherente a su propia naturaleza y no meramente una consecuencia de su desaparicion, como fue el caso de la especializacion espacial sectorial. En tercer lugar, y lo mas importante, sus efectos son di ferentes. Asi, aunque algunos de los «indices de desigualdad» que hemos venido utilizando todavia puedan ser relevantes, no todos lo seran y puede ser necesario idear otros para capturar los efectos de esta nueva forma de diferenciacion. Ya hemos mencionado cuales son los aspectos mas importantes de las disparidades en lo que respecta a la cualificacion, el control y los niveles salariales. A pesar de todo, quizas el efecto mas comunmente citado es que, como resultado del alto grado de control externo sobre el «ultimo nivel» de la j erarquia loca cional, esas regiones tienen economias muy «abiertas» . Esta apertura conlleva una serie de repercusiones. La primera es que la economia regional esta a merced de los cambios econo micos externos. Esto a menudo se presenta como una nueva consecuencia pero, de hecho, y como se mostro en la decada de los aiios treinta, la especializacion sectorial controlada inter namente tiene repercusiones similares. Sin embargo, hay otros dos modos en los que los efectos de apertura de esta division espacial del trabaj o son muy diferentes del caso de la especia lizacion espacial sectorial. Ademas, ambos estan relacionados con el hecho de que la apertura es aqui un resultado del control externo. El primero es la poca probabilidad de que los empleos creados a nivel local tengan efectos multiplicadores. El segun do es la probabilidad de remision de intereses, de beneficios
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y de dividendos a una empresa matriz fuera de la region de produccion. La cuarta forma en la que este tipo de division espacial difiere respecto a la primera es que esta implica una configu racion geografica de «zonas problematicas» bastante diferente: tal y como ya ha sido citado anteriormente, es un componente de la degradacion del centro de las ciudades, tanto dentro como fuera de las zonas subvencionadas. En quinto y ultimo Iugar, una similitud: el desarrollo de esta nueva division espacial del trabajo es, una vez mas, producto de los cambios en la produccion que, a su vez, son una respuesta a las fuerzas economicas mas extensas. La crisis actual de rentabilidad y de los mercados ha reforzado notable mente tanto la presion para aumentar el tamaiio de las empre sas particulares (con las consecuencias ya mencionadas) como para reducir los costes laborales (veanse Massey, 1 976; Massey y Meegan, 1 979). Algunas repercusiones
Es muy posible que lo que se ha planteado hasta ahora parezca poco objetable. Sin embargo, si este enfoque se tomara en serio tendria repercusiones importantes en ciertos principios gene rales que fueron hechos en su momento acerca de la naturaleza y de las causas de «los problemas regionales» . Tal vez e l principal tema a plantear e s que las cuestiones relacionadas con los problemas y las politicas regionales sue len analizarse exclusivamente como problemas de distribucion geografica. Sin embargo, en el contexto y en los ej emplos an teriores se ha hecho hincapie en la forma y el nivel del proceso de producci6n y en su relacion con el modelo actual de des igualdad geografica. Enfatizar simplemente el resultado de la distribucion geografica predispone a un analisis centrado solo
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en el espacio, en la diferenciacion espacial y en los cambios en
} a superficie espacial. De hecho, si bien los cambios espaciales
s on, evidentemente, los mas importantes, Ia discusion anterior ha demostrado que no se deberia asumir que lo demas se man ti e ne constante en el tiempo. Los requisitos de Ia produccion ta mbien cambian (en respuesta a las presiones del sistema eco nomico internacional y nacional) y, por lo tanto, tambien cam bia Ia relevancia de la produccion de un tipo de diferenciacion espacial determinada. Con el siguiente ejemplo se pretende evitar cualquier im presion de que aqui solo se abordan cuestiones insustanciales. Vamos a concentrarnos en la cuestion de la «convergencia», a Ia cual ya se ha hecho referencia (y ha sido documentada por Keeble, 1 976; 1 977). Como ya se ha dicho, esa convergencia se refiere unicamente a ciertos indicadores y de ninguna manera presagia el fin del problema regional, pero esta claro que algu nos cambios se estan produciendo. ( Por que ? De hecho, la mayoria de estudios que cubren el periodo que va de mediados de los sesenta basta principios de los setenta estan de acuerdo en que la convergencia se debe a Ia politica regional. Ahora bien, aunque no queremos argumentar que Ia politica no tuvo un efecto, es interesante examinar un poco mas de cerca como se llega, a menudo, a esta conclusion. Un procedimiento comun es proyectar a traves del tiempo «lo que habria sucedido» y luego analizar las desviaciones de ese supuesto patron de comportamiento. La variable que se pro yecta es, normalmente, Ia dinamica de localizacion industrial ( o algun efecto de Ia misma, como Ia distribucion interregional del empleo industrial) con los necesarios ajustes de los indica dores, por ej emplo para las variaciones ciclicas en la presion de Ia demanda. La pregunta es: ( este efecto de la dinamica lo cacional muestra algun cambio significativo a mediados de los sesenta, en el periodo en que la politica regional se refuerza ?
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Asi pues, el metodo de investigacion esta completamente basado en terminos de una explicaci6n de los cambios en la dinamica locacional del sector industrial, que se basa en lo s cambios no del propio sector industrial, sino solo del entor no en el que la decision locacional se lleva a cabo ( el ambito locacional). En la medida en que se considera la producci6n, esta es obj eto de las proyecciones de tendencia. Este metodo no permite tener en cuenta ningun cambio estructural en la economia. Las proyecciones de tendencias cuantitativas tam poco contienen ninguna informacion sobre los mecanismos que subyacen a esas tendencias. Pero son precisamente esos mecanismos los que pueden implicar cambios significativos en las necesidades de localizacion del sector industrial.2 Por el contrario, se considera que la aplicaci6n de la politica regional se ha intensificado con relativa brusquedad a mediados de la decada de los sesenta. Ciertamente, a mediados de la decada de los sesenta ha aumentado en intensidad la aplicacion de la politica regio nal y, por supuesto, se han alterado las pautas locacionales, por ejemplo, cambiando la distribucion de los costos. Pero tambien es cierto que durante este periodo se han producido enormes cambios en la propia industria. Ademas, algunos de estos cambios han ganado importancia a mediados de los se senta (precisamente el periodo que comprende las fases tanto
2. Esta crltica se refiere tambien al metodo habitual de valoraci6n de los efectos que tiene Ia disminuci6n de Ia ocupaci6n en el sector industrial sobre Ia dis tribuci6n del empleo regional. Esta disminuci6n habitualmente se considera solo como una restricci6n cuantitativa (por ejemplo, sobre Ia disponibilidad de empleo industrial fluctuante). De hecho, en sf mismo se trata tan solo de un reflejo, pero de un reflejo de los importantes cambios subyacentes (de las cada vez mas duras condiciones que debe afrontar Ia industria manufacturera y de su respuesta en ter minos tanto del declive en Ia tasa de crecimiento de los resultados como del relativo crecimiento en Ia productividad !aboral) con todas las implicaciones correspon dientes en lo que respecta a los requerimientos de Ia producci6n y Ia localizaci6n.
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de la politica regional intensiva, como de convergencia). Se han p roducido cambios estructurales tanto en la economia mun di al como en la relaci6n que el Reino Unido tiene con ella. La co mpetitividad se ha vuelto mas dura. La rentabilidad ha caido y los mercados han disminuido. En este momento el Reino Unido sufre la crisis econ6mica mas grave desde la decada de los treinta. Dificilmente se podia esperar que estos hechos no afectaran la producci6n. Lo verdaderamente importante es que estos acontecimientos han aumentado la importancia relativa de los cambios en los procesos de producci6n de una serie de sectores industriales. Ademas, nuestra propia investigaci6n indica claramente que estos cambios en la producci6n a su vez han cambiado los requisitos de localizaci6n de los secto res afectados, y los han modificado de una manera que parece indicar una cierta tendencia, bastante independiente de la poli tica regional, hacia la convergencia (para un informe detallado, veanse Massey y Meegan, 1 979, y Massey, 1 976). El «factor trabajo» es un ejemplo de ello. Tal y como ya se ha indicado al considerar las divisiones espaciales del trabajo, los cambios recientes en la producci6n de algunos sectores han tendido a reducir el nivel general de requisitos de cualificaci6n laboral y, consecuentemente, la industria se ha librado de las antiguas restricciones de localizaci6n. De manera relativa, el coste y la baj a disponibilidad de mano de obra estan siendo cada vez mas importantes para muchos procesos directos de producci6n, en comparaci6n con la cualificaci6n y la capacidad de adaptaci6n. Y es en la disponibilidad y el baj o coste donde las regiones pe rifericas tienen ventaja (vease la exposici6n de estas evidencias presentada en Keeble, 1 976, cap. 4). En otras palabras, a me dida que el contexto espacial va cambiando, debe redefinirse tambien la respuesta de ciertos sectores ante una forma dada de desigualdad regional (la naturaleza de su division espacial del trabajo). Teniendo en cuenta que algunos de los sectores
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afectados de esta manera son cuantitativamente importantes en la evoluci6n de los modelos espaciales de empleo, estos cambios podrian ser componentes importantes del proceso de convergencia registrado en determinados indices de empleo y desempleo. Por lo tanto, podria ser que no solo la politica regional influyera en los cambios en la distribuci6n regional del em pleo, sino tambien los efectos de la crisis en las necesidades de la industria. Pero hay muchos enfoques para la evaluaci6n de politicas regionales que ni tan siquiera consideran esta posibi lidad. La politica regional (por ej emplo, la superficie espacial) aparece como la unica explicaci6n porque es el unico factor explicativo que puede variar con el tiempo. Las demandas de la industria se mantienen constantes. De hecho, a partir de las evidencias que yo he examinado, me atrevo a plantear que es probable que la combinaci6n de cambios en la industria y en la politica se hayan reforzado mutuamente.3 Pero lo que en rea lidad muestra este ejemplo ilustrativo es que, normalmente, la distribuci6n regional del empleo (y en consecuencia, el «pro blema regional») no se ve solo como un fen6meno espacial, si no que tambien se puede interpretar (aunque solo implicita mente) como el resultado de procesos puramente espaciales. En este punto se requiere alg-6n tipo de informacion adi cional. No se deberia pensar que la discusi6n anterior preten de presentar un analisis alternativo de los modelos regionales
3. Por «reforzarse mutuamente" entendemos mucho mas que una simple operaci6n en Ia que Ia industria y Ia polftica se trasponen como factores aditivos. Asf, los cambios en Ia producci6n pueden haber sido una de las precondiciones ventajosas asumidas por Ia polftica regional. Tal como un buen mimero de autores plantean, tambien puede suceder, evidentemente, que Ia combinaci6n tambien haya funcionado a! reves: que Ia polftica regional (a traves de las ayudas obtenidas por una empresa en un perfodo de poca liquidez) a su vez haya promovido o incluso posibilitado algunas de las inversiones realizadas en los nuevos procesos de pro ducci6n.
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cambiantes. Se limita a indicar un componente importante que la mayorfa de los enfoques actuales omiten. El uso cambiante del espacio por parte de una serie de importantes sectores, y la aparicion de nuevas formas de division espacial del trabajo, no han producido por sf solos los considerables cambios en el modelo espacial que actualmente estan en curso. Se han combi nado con otros efectos de la crisis economica. Concretamente, ha aumentado en importancia relativa -y por lo tanto en su impacto- por la desaceleracion de la tasa de crecimiento de varios sectores de la produccion manufacturera. En una situa cion como esta, en la que pueden continuar dandose nuevas inversiones en nuevas tecnologfas que incorporan capacidades (en respuesta a las presiones de la competencia para reducir los costes), se « compensara» ahora -mas que en un perfodo de rapido crecimiento-, descartando las capacidades menos rentables. (En un perfodo de rapido crecimiento, por contra, estas nuevas inversiones podrian simplemente ser un valor afiadido a la capacidad.) Hay, pues, un doble efecto espacial. Las nuevas tecnologfas incorporadas en las nuevas inversiones pueden permitir, y exigir, un cambio en la localizacion, mien tras que se pierden empleos en el lugar original de produccion. Actualmente, la autora de este articulo y Richard Meegan, del Centre for Environmental Studies, estan llevando a cabo una investigacion empfrica acerca de esta dinamica, en un marco formal y detallado para su analisis. Los aspectos destacados en relacion con este planteamiento son los siguientes. En primer lugar, incluso si la nueva inversion se localiza en las Areas de Desarrollo* unicamente como resultado de la politica regio-
* N.T.: A reas de Desarrollo o Development Areas es Ia denominacion otorga da en 1 944 a las Special Areas que, desde Ia decada de los aiios 1 930, habian estado recibiendo inversiones preferentes del gobierno britanico con el objetivo de pro mover su industrializacion y el fin de su desempleo cronico.
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nal (lo que, por lo menos, cuestionarfa el argumento anterior sobre las tecnologfas de producci6n) no serfa el unico factor que explicarfa la convergencia. Si la localizaci6n original se encuentra en una de las A reas de Desarrollo, por supuesto no necesariamente tendra que haber convergencia. Y si la locali zaci6n original esta en una zona no subvencionada del pafs, lo que produce la convergencia no es solo la localizaci6n de la nueva inversion, sino su combinaci6n con la perdida de pues tos de trabajo en la zona no subvencionada. En segundo Iugar, es necesario, si estos fen6menos se estan produciendo, tener cuidado con las afirmaciones hechas por el efecto de la polftica regional ( o, en otras palabras, los cambios puramente espacia les). Si bien es cierto, segun estos supuestos, que las Areas de Desarrollo tendran mas puestos de trabajo que de otro modo, esto no es lo mismo que la consideraci6n de la polftica regional para la convergencia. Y todavfa menos significa que la polftica regional ha sido un exito. El problema regional sigue allf. Pero, en tercer Iugar, y lo mas importante, es que estos avances son fundamentalmente el resultado de los cambios, no en la con figuraci6n espacial del Reino Unido, sino en la relaci6n del Reino Unido con la economfa mundial en su conjunto. En resumen, de ninguna manera estoy planteando el argu mento de que la polftica regional no haya tenido ningun efecto (y, ciertamente, no que se deba interrumpir). Sin embargo, es importante que las evaluaciones de este efecto no dej en de te ner en cuenta los cambios operados en la propia industria. Hay demasiadas interpretaciones actuales de los modelos regionales cambiantes que ignoran esta relaci6n con la producci6n y con el sistema econ6mico global. Con demasiada frecuencia se con cede a Ia distribuci6n espacial una existencia aut6noma propia. Se pierde de vista el hecho de que cada forma de distribuci6n es el resultado de las formas especfficas de producci6n. Esto, a su vez, permite que problemas que son resultados directos del
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si stema productivo sean tratados como si fuesen consecuencia exclusiva de la disposici6n espacial. El segundo argumento que se ha expuesto es que, en cualquier caso, la convergencia de las regiones en relaci6n a ciertos fndices no implica de ningun modo el fin de la desigualdad regional. No se trata simplemen te de una convergencia en un contexto de declive general, sino que, ante el uso que la industria hace de las nuevas formas de desigualdad espacial, la misma forma de desigualdad regional puede, basta cierto punto, estar cambiando. Asf pues, (. en que sentido los problemas «regionales» son problemas regionales ? Es evidente que esas desigualdades no son consecuencia de una mera deficiencia absoluta. Son, mas bien, el resultado de la cambiante relaci6n entre las exigencias de la producci6n privada con fines de lucro y la superficie espa cial. Una vez mas, en tanto que tal declaraci6n puede aparecer como de lo mas obvio, a menudo se ignoran sus implicaciones. (. Cuantas veces se ha «explicado» el «problema del centro de las ciudades» basandose en rasgos exclusivamente internos a estas areas ? (. y cuantas veces se ha achacado una supuesta fal ta de mano de obra cualificada (aunque la mayor parte de las pruebas especifican lo contrario: vease, por ejemplo, Massey y Meegan, 1 978), a las acciones de los planificadores (poco pro bable, de todos modos, de ser una causa dominante) o, mucho peor, a la propensi6n psicol6gica y las caracterfsticas sociol6gicas de sus habitantes ? De hecho, las razones han cambiado con el tiempo, pero la reciente y vertiginosa disminuci6n ha sido el resultado de presiones similares a las ya mencionadas: presiones para la racionalizaci6n y reestructuraci6n que se de rivan de la crisis de la economfa en su conjunto (vease tambien Falk y Martinos, 1 975). Una vez mas, (como la sequia, las inundaciones o las cosec has fallidas) eran las responsables de la hambruna, la pobreza y la falta de alimentos en extensas zonas del mundo. La escuela que refuto el determinismo ambiental atenuo pero no erradico en absoluto ese legado. Fue la escuela del «posibilismo>> . Era un titulo poco elegante pero muy apropia do, ya que los posibilistas argumentaban que la naturaleza no podia considerarse como algo que determinaba de la accion social, sino que proveia de un conjunto de opciones y de cons trefiimientos. Uno no puede explotar carbon donde no hay, pero la existencia del carbon no produce una mina espontanea mente. « La sociedad decide.>> Esta perspectiva, a pesar de sus diferencias con el determinismo ambiental, tambien compartia algo con este. Para ambas escuelas, la forma en que se concep tualizaba la naturaleza no era problematica; su realidad fisica era simplemente evidente.
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Pero en las decadas mas recientes se han realizado, de nuevo, grandes crfticas tanto a esta forma de conceptualizar la naturaleza como a lo que queda de la vision determinista. De hecho, el nuevo argumento pretendfa acabar con el determi nismo. Fue diseiiado para combatir la nocion de causa natural no mediatizada. Seiialaba, bastante acertadamente, cuales eran las causas sociales del hambre, la articulacion social de lo que los medios de comunicacion presentaban en sus noticias como «desastres naturales», el hecho de que la disponibilidad o la falta de recursos era una cuestion social, que mientras se alzaba el grito de que escaseaban los recursos naturales, por ejemplo, se cerraban minas de carbon cuando en ellas todavfa quedaba buen carbon. Era una crftica esencialmente optimista y era importante hacerla. Los fenomenos que son producto de la sociedad son modificables. Lo natural, al igual que lo espacial, se construye socialmente. Pero, como en el caso de lo espacial, la crftica fue demasia do lejos y dejo de lado muchas cosas. En lugar de llevar a cabo una verdadera reconceptualizacion, le dio a lo social un poder total y erradico la naturaleza. Sin embargo, lo social no es todo lo que hay: las relaciones sociales estan construidas dentro y como parte del mundo natural. Ni tampoco es simplemente una cuestion de opciones y constreiiimientos, como preten dieron los posibilistas, pues eso hubiera planteado otra vez la nocion de dos esferas separadas. Si asumimos de partida las dos esferas como separadas, solo podremos pensar en lo social como conquista sobre lo natural o en lo natural como aquello que limita a lo social. Una vez mas la conceptualizacion es central. Las ideas sobre la naturaleza, al igual que las del espacio, han cambiado drasticamente a traves de la historia. Han existido contrastes entre diferentes sociedades y conflictos dentro de ellas sobre cual deberfa ser la optica dominante. Esos conflictos han sido,
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y son, mas que simples altercados intelectuales; reflej an las
luchas por la organizacion de la sociedad y por cuales debe rian ser sus prioridades. El surgimiento del capitalismo traj o consigo cambios enormes en la vision dominante de la natura leza; desde la vision de esta como una Madre Tierra con vida propia, como una fuente de recursos naturales y beneficio, o como aquello que nunca se podra catalogar y que siempre es impredecible. La expansion geografica del capitalismo fue vis ta con frecuencia en terminos de como darle mejor uso a los recursos, de como ganar un mayor control sobre la naturaleza (de hecho, como tener un mayor control sobre las sociedades, y sobre otras visiones de la naturaleza). Los conflictos actuales . entre las compaiiias mineras y los aborigenes australianos en cierran el mismo tipo de confrontacion: la tierra como fuente de beneficio gracias al uranio o como lugar sagrado desde tiempos inmemorables. Las encuestas sobre la planificacion de nuevas zonas mineras de carbon propuestas para la region inglesa de las Midlands ponen en conflicto diferentes nociones sobre la tierra, como tierra de propiedad, la naturaleza como fuente de recursos y lo «natural» como sitio al que escaparse durante el fin de semana. En otros lugares del mundo, el uso positivo que hacen los campesinos de la variedad y de la ri queza multiple de la naturaleza se rebela contra la logica de la agricultura comercial cuyo deseo es erradicar esa riqueza e imprevisibilidad, de controlarla a traves de la aplicacion de la «ciencia», de realizar cosechas en paisaj es interminables de monocultivos, de poner a las gallinas dentro de fabricas y de producir el tomate cuadrado. Para afrontar estos temas, es necesario ir mas alla de la cri tica de los aiios 1 970. Como ya hemos dicho, la logica de esta cuestion es similar a la de la relacion entre lo social y lo espacial. Ambas parten del rechazo de su consideracion como esferas simplemente au-
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tonomas. En el caso de Ia relacion entre sociedad y naturaleza, el planteamiento parte, por supuesto, del rechazo de Ia nocion de un efecto no mediatizado de Ia naturaleza sobre Ia socie dad, de que las hambrunas, por ejemplo, sean simplemente el resultado de condiciones naturales, o que el desarrollo sea el resultado de los recursos naturales. Los materiales naturales ni siquiera son necesariamente recursos naturales; son necesarias ciertas condiciones sociales para que lleguen a serlo. Esta es una posicion ampliamente aceptada dentro de las ciencias so ciales, pero tambien dentro del mundo de Ia politica cotidiana y de Ia prensa publica. Pero aceptar esta posicion no significa que el mundo sea, en cierto sentido, «totalmente social». Esto tiene sus implicaciones tanto para Ia conceptualizacion de los procesos sociales dentro de las ciencias sociales como para Ia sociedad en si misma. Por un lado, si solo podemos conceptua lizar «lo natural» a traves del prisma de lo social entonces tam bien tenemos que ser conscientes de que cuando analizamos los procesos sociales estos tienen Iugar necesariamente dentro de un mundo «natural» . Por otro lado, reconocemos que los procesos sociales tienen efectos sobre el medio ambiente: es decir, un impacto que, en el mundo industrializado, se des cribe muy a menudo en terminos de control o de conquista. Estos terminos dan Ia impresion de que Ia sociedad esta en deuda con Ia naturaleza y algunas de las consecuencias de esta vision son cada vez mas manifiestas. Desde Ia lluvia acida a los desastres climaticos potenciales, pasando por Ia devastacion de los bosques mas grandes del mundo, Ia «naturaleza» nos esta devolviendo el golpe. Esta claro que Ia conceptualizacion de lo natural y lo social como dos esferas separadas es inadecuada, de igual modo que son inadecuadas Ia diversidad de perspecti vas ( desde cualquier parte del espectro politico) que conside ran que en esa dualidad, lo social (que se manifiesta frecuen temente con el apelativo de «el hombre») controla lo natural.
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Muchas cosas van a depender de nuestro reconocimiento de que ni «lo social» ni «lo natural» se pueden conceptualizar aisladamente uno del otro. Unicidad e interdependencia
Hay todavia otra manera en que nuestro razonamiento intenta hacer avanzar el estado del debate en las ciencias sociales en general. Cualquier consideracion de Ia geografia en el sentido mas pleno de Ia palabra debe enfrentarse con el problema teo ri co del analisis de lo unico. En cierto sentido, lo que estudiamos en realidad es Ia variacion; cada Iugar es unico. Esto es algo que tambien se habia perdido en el debate de las ciencias sociales de los ultimos aiios, debido a Ia busqueda de leyes generales, a Ia dominacion intelectual de ciertas formas de estructuralismo de «arriba-abajo», y al (bastante correcto) deseo de relacionar el acontecer individual con las causas generales. En los aiios 1 970 era muy importante explicar que el de caimiento de las zonas urbanas deprimidas era el resultado de los procesos generales de desindustrializacion en Ia economia britanica, mas concretamente de Ia reorientacion de la posicion de esa economia dentro de los cambios en la division interna cional del trabajo. Era importante contrarrestar Ia ortodoxia del momento, que consideraba que Ia explicacion de los pro blemas de las zonas urbanas deprimidas se podia encontrar dentro de elias. Era importante, en otras palabras, mostrar como los resultados especificos (la debacle de Merseyside, de los muelles londinenses o del centro de Glasgow) eran el pro ducto de causas mas generales. No obstante, al remarcar tanto esta cuestion, se tuvo que sacrificar algo: Ia importancia de Ia especificidad, Ia habilidad para explicar, entender y reconocer el significado del resultado unico.
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La cuestion metodologica fundamental es como mantener el control sobre Ia generalidad de los sucesos, sobre los proce sos mas amplios que hay tras estos, sin perder de vista Ia indi vidualidad de Ia forma concreta en que acontecen. Seiialar los procesos generales no explica adecuadamente lo que esta suce diendo en momentos particulares o en lugares particulares. Sin embargo toda explicacion debe incluir esos procesos generales. La cuestion es como. Muy a menudo Ia solucion se ha buscado en Ia diffcil e insostenible yuxtaposicion de dos clases de expli cacion. Por un lado, lo « general», sea en forma de tendencias inmanentes 0 de procesos mas amplios identificados empirica mente, es tratado de forma determinista. Por otro lado, debido a que Ia variedad infinita de Ia realidad no se conforma a esta logica, se aiiaden factores adicionales, en forma descriptiva y ad hoc, para explicar (justificar) Ia desviacion. Pero Ia variedad no deberia verse como una desviacion de lo esperado; ni Ia singularidad deberia verse como un proble ma. Los «procesos generales» no funcionan nunca de forma pura. Siempre existen circunstancias especificas, una historia particular, un Iugar o una localizacion especifica. Lo que esta en juego, por ponerlo en terminos geograficos, es Ia articula cion de lo general con lo local (lo particular) para producir re sultados cualitativamente diferentes en diferentes localidades. Por poner un ejemplo: en las ultimas decadas Ia descentraliza cion de los «trabajos femeninos» ha tenido Iugar en diferentes regiones del Reino Unido: en el este de Inglaterra, en el sur de Gales, en Cornualles. El impacto de esa descentralizacion ( el resultado, el desenlace) ha sido diferente en cada Iugar. Cada region era diferente (unica) antes de que el proceso tuviera Iugar, y en cada Iugar las condiciones/caracteristicas locales operaron sobre los procesos generales para producir un resul tado especifico. En cada caso se reprodujo Ia unicidad, y en cada caso, esta tambien cambio. Se puede considerar, en cierto
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sentido, que este es un «analisis estructural», pero de ningun modo es un analisis simplemente de «arriba-abaj o». Esta cuesti6n es importante. Pero es mas importante, ob viamente, ser capaz de explicar rigurosamente la particularidad. Solo entonces es posible entender una sociedad tal como es, en su forma especifica y con sus variaciones internas. Pero esta especificidad tambien es importante en la explicaci6n. En las «cuestiones geograficas» esto ocurre de varias maneras: como hemos argumentado, la especificidad regional tiene un impacto sobre el funcionamiento de los procesos en el ambito general, nacional o internacional, por poner un ejemplo. Y todo el mosaico de especificidades regionales, el propio hecho de la variedad geografica (en la movilidad laboral, en las tasas de desempleo, en las tradiciones polfticas) puede tener un impacto enorme sobre la manera en que la sociedad «como conjunto» se reproduce y cambia, a un nivel nacional. Estos ejemplos estan tornados de la geografia humana y se relacionan con una de sus mayores preocupaciones: la existencia de un desarrollo desigual y de sistemas interdependientes de dominio y de subordinaci6n entre regiones, por un lado; y la especificidad del lugar por otro lado. El problema de lo general y de lo especifico se presenta con mas claridad de este modo en la geografia. Es un problema que ha estado presente durante bastante tiempo. Como ya he mos visto, para los cientfficos espaciales positivistas la especifi cidad solo era significativa en terminos descriptivos. La crftica radical lo reconoci6 pero consider6 que la tarea mas importante era vincular lo especifico a lo general. Esta tarea sigue siendo importante. Pero tambien es necesario reafirmar la existencia, la explicabilidad y el significado, de lo particular. Lo que hacemos aquf es retomar de nuevo el desafio de la vieja geografia regio nal, reconociendo la importancia del problema que plante6 pero rechazando sus respuestas y presentar nuestras propias solucio nes, que son muy diferentes.
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UN SENTIDO GLOBAL DEL LUGAR*
Doreen Massey Se dice a menudo que vivimos una epoca en Ia que todo se acelera y se expande. El capital esta experimentando una nue va fase de internacionalizacion, especialmente en sus aspectos financieros. Hay mas gente que viaja con mayor frecuencia y a mayor distancia. Su ropa probablemente se ha fabricado en muy diversos paises, desde America Latina hasta el Sudeste Asiatico. Su cena se compone de alimentos traidos de todo el mundo. Y si usted tiene una ordenador en su oficina, en Iugar de abrir una carta que ha tardado varios dias viajando a traves del pais (a cargo del correo de Su Maj estad) ahora estara siendo interrumpido por un correo electronico. Esta vision de Ia epoca actual hoy en dia se encuentra facil mente en una gran diversidad de libros y revistas. Mucho de lo que se ha escrito sobre el espacio, el lugar y los tiempos post modernos pone el acento en una nueva fase de lo que Marx lla mo en una ocasion «Ia aniquilacion del espacio por el tiempo». Se argumenta o, aun mas, se afirma que el proceso ha tornado un nuevo impulso, que ha alcanzado una nueva fase. Se trata de un fenomeno que ha sido denominado «compresion espacio temporal» . Y Ia aceptacion generalizada de que algo asi esta pasando esta marcada por un uso casi obligatorio en los textos de terminos o frases como aceleracion, ciudad global, supera cion de barreras espaciales, alteracion de horizontes, etcetera. Como resultado, tenemos una creciente incertidumbre sobre lo que entendemos por «lugares» y sobre como nos relacionamos con ellos. ( Como retener, frente a todo este mo* @) Creative commons 2.5, Marxism Today, Londres, 1 99 1 . Traducido por Abel Albet y Nuria Benach del original ingles «A Global Sense of Place», Marxism Today, junio 1 99 1 ; pp. 24-29.
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vimiento y mezcla, alg6n sentido local del lugar y de su pecu li aridad ? A la fragmentaci6n y el desorden actual se contrapone una noci6n (idealizada) de una epoca en la que los lugares eran (supuestamente) habitados por comunidades cohesionadas y homogeneas. La contraposici6n es, desde luego, discutible; solo excepcionalmente «lugar» y «comunidad» han tenido fronteras coincidentes. Pero la ocasional busqueda de esta coherencia es, sin embargo, un signo de la fragmentaci6n geografica, de la alte raci6n espacial, de nuestro tiempo. Tambien de modo ocasional, ha sido parte de lo que ha dado lugar a respuestas defensivas y reaccionarias: ciertas formas de nacionalismo, la recuperaci6n sentimentalizada de «patrimonios» asepticos, y un antagonismo pronunciado con los recien llegados y los «outsiders». Uno de los efectos de estas respuestas ha sido que el lugar mismo, la busqueda de un sentido del lugar, ha llegado a ser visto por al gunos como algo necesariamente reaccionario. Pero l tiene que ser necesariamente asf? l No podemos re pensar nuestro sentido del lugar? l No es posible que un sentido del lugar sea progresista, que no este encerrado en sf mismo y a la defensiva, sino abierto al exterior? l Un sentido del lugar adecuado a esta epoca de compresi6n espacio-temporal ? Para empezar, hay algunas preguntas que formularse a prop6sito de la misma compresi6n espacio-temporal. l Quien la experimenta, y de que manera? l Nos beneficiamos o la sufrimos todos del mismo modo ? Por ejemplo, I! hasta que punto la actual caracterizaci6n de la compresi6n espacio-temporal no es sino una vision occiden tal, de colonizador? El sentido de deslocalizaci6n que algunos sufren al ver la transformaci6n de una calle local que una vez fue algo familiar, en una interminable sucesi6n de importacio nes culturales (la pizzeria, el establecimiento de kebabs, la su cursal del banco de Oriente Medio) debe ser el mismo que han tenido durante siglos, y desde un punto de vista bien diferente,
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los pueblos colonizados de todo el mundo al ver la impor tacion de, tal vez incluso utilizar, los productos de, primero, la colonizacion europea, tal vez britanica ( desde las nuevas formas de transporte a las sales minerales o las natillas ins tantaneas ), despues norteamericana, al tiempo que aprendian a comer trigo en vez de arroz o maiz y a heber Coca-Cola, exactamente igual como hoy probamos las enchiladas. Mas aun, ademas de preguntarnos sobre la etnocentricidad de la idea de compresion espacio-temporal y su aceleracion actual, debemos tambien interrogarnos acerca de sus causas: � que es lo que determina nuestro grado de movilidad y que in fluencia nuestro sentido del espacio y del lugar ? La compresion espacio-temporal se refiere al movimiento y la comunicacion a traves del espacio, a la extension geografica de las relaciones sociales, y a nuestra experiencia de todo ello. La interpretacion corriente es que es el resultado, casi por completo, de las ac ciones del capital y de su creciente internacionalizacion actual. Segtin esta interpretacion, pues, son el tiempo, el espacio y el dinero los que hacen girar el mundo, y nosotros giramos ( o no) alrededor de el. Se entiende que son el capitalismo y su desarrollo los que determinan nuestra comprension y nuestra experiencia del espacio. Pero acaso esto sea insuficiente. De entre las muchas cues tiones que claramente influyen en esta experiencia estan, por ej emplo, la etnia y el genero. Hasta que punto nos podemos mover entre paises, o pasear por las calles de noche, o atrever nos a ir a hoteles en ciudades extranjeras, es algo que no esta solamente influenciado por el «capital». Encuesta tras encuesta se demuestra que la movilidad de las mujeres, por ej emplo, esta coartada (de mil maneras diferentes, desde la violencia fisica a las miradas descaradas o a sentirse simplemente «fuera de Iugar») no por el «capital» sino por los hombres. 0, para tomar un ejemplo mas complicado, Birkett, al reseiiar libros
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sobre mujeres aventureras y viajeras en los siglos XIX y XX, sugiere que «para una mujer es mucho mas diffcil viajar en la actualidad que en cualquier epoca anterior». 1 Las razones que utiliza para sostener esta afirmaci6n son una mezcla de colo nialismo, ex-colonialismo, racismo, relaciones cambiantes de genero, y riqueza relativa. Un recurso explicativo simple solo en terminos de «dinero» y «capital» no podria siquiera acer carse al tema. La aceleraci6n actual puede estar fuertemente determinada por fuerzas econ6micas, pero Ia economia sola no determina nuestra experiencia del espacio y el lugar. En otras palabras, y para decirlo de modo simple, nuestra experiencia del espacio esta determinada por mucho mas que lo que pueda hacer el «capital». Aun mas, desde luego, este ultimo ejemplo mostraba que Ia «compresi6n espacio-temporal» no se ha producido para todo el mundo en todas las esferas de actividad. Citando de nuevo a Birkett, esta vez a prop6sito del Oceano Pacifico: Los jumbos han permitido que los asesores informaticos coreanos vuelen a Silicon Valley como si se asomaran a Ia puerta de al lado y que los empresarios singapurenses se planten en Seattle en un dia. Los hordes del mayor de los oceanos del mundo se han unido como nunca. Y ha sido Boeing Ia que ha juntado a esa gente. Pero l que pasa con aquellos a los que sobrevuelan, en sus islas, 8.000 metros mas abaj o ? l Y de que modo ese impresionante 747 ha crea do una mayor union para aquellos cuyas costas estan ba iiadas por Ia misma agua? De ninguno, naturalmente. Los viaj es aereos pueden permitir que los hombres de negocios crucen el oceano pero el subsiguiente declive de Ia navega-
1. Dea Birkett, New Statesmen & Society, 13 de junio de 1 990; pp. 4 1 -42.
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cion ha aumentado el aislamiento de muchas comunidades isleii.as . . . Pitcairn, como muchas otras islas del Pacifico, nunca se ha sentido tan lejana de sus vecinos.2 En otras palabras, y de modo mas general, la compresi6n espacio-temporal debe ser socialmente diferenciada. No se trata solo de una cuesti6n moral o polftica sobre la desigual dad, aunque ello ya serfa raz6n suficiente para mencionarlo; es tambien una cuesti6n conceptual. lmaginemos por un momento que estamos en un satelite, mas alla de todos los satelites existentes; podemos ver el «pla neta Tierra» desde la distancia y, de modo inusual para alguien con intenciones exclusivamente pacfficas, estamos equipados con el tipo de tecnologfa que nos permite ver el color de los ojos de las personas y los mimeros de las matrfculas de los coches. Podemos ver todos los movimientos y sintonizar con todas las comunicaciones que se estan produciendo. Mas abajo estan los satelites, luego los aeroplanos, el largo trayecto en tre Londres y Tokio y el pequeii.o trecho entre San Salvador y la Ciudad de Guatemala. Se trata de gente moviendose, de comercio ffsico, de emisiones de los medios de comunicaci6n. Hay faxes, correos electr6nicos, redes y distribuci6n de pelf culas, flujos y transacciones financieras. Mirando mas de cer ca, se ven barcos y ferrocarriles, trenes de vapor transitando trabajosamente cuesta arriba en alglin Iugar de Asia. Atin mas cerca se ven camiones y coches y autobuses y, mas alla, en al gtin Iugar del Africa subsahariana hay una mujer caminando, que atin dedica varias horas cada dfa a recoger agua. Ahora quisiera plantear aquf una idea simple, sobre lo que podrfamos Hamar Ia geometria del poder de todo esto; Ia geo-
2. Dea Birkett, New Statesmen & Society, 15 de marzo de 1 99 1 ; p. 38.
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metria del poder de Ia compresion espacio-temporal. Porque los diferentes grupos sociales y los diferentes individuos estan situados de maneras muy distintas en esos flujos e interco nexiones. Esto tiene que ver no solo con quien se mueve y quien no, aunque eso ya es un elemento importante del asun to; tiene que ver tambien con el poder en relacion a los flujos y al movimiento. Diferentes grupos sociales tienen distintas relaciones con esa movilidad siempre diferenciada: algunas personas tienen mas capacidad de movimiento que otras; algu nas generan fluj os y movimiento, otras no; algunas estan mas en el punto de recepcion que otras; algunas estan literalmente encarceladas por ella. De alg1ln modo, al final de todo el espectro se hallan aquellos que estan generando tanto el movimiento como las comunicaciones, y quienes estan en cierto sentido en una posi cion de control sobre todo ello: los que viajan en j ets privados, envian y reciben faxes y correos electronicos, mantienen tele conferencias internacionales, distribuyen las peliculas, contro lan las noticias, organizan las inversiones y las transacciones internacionales de dinero. Estos son los grupos que realmente estan a cargo de Ia compresion espacio-temporal, que pueden utilizarla y ponerla a su servicio, cuyo poder e influencia de finitivamente va en aumento. En sus margenes mas prosaicos, este grupo probablemente incluye un considerable numero de academicos y periodistas: aquellos que, en otras palabras, escriben sobre todo de ello. Pero hay otros grupos que tambien realizan una gran can tidad de movimiento fisico sin estar en absoluto «a cargo» del proceso de Ia misma manera. Los refugiados de El Salvador o de Guatemala y los trabajadores migrantes indocumentados de Michoacan en Mexico, que se amontonan en Tijuana y se lanzan quiza fatalmente hacia Ia frontera de Estados U nidos agarrandose a Ia posibilidad de una nueva vida. Aqui Ia ex-
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periencia del movtmtento, y de una pluralidad de culturas realmente confusa, es muy diferente. Y estan los de India, Pakistan, Bangia Desh, el Caribe, que dan la vuelta a medio mundo para quedar retenidos en una sala de interrogatorios de Heathrow. 0 (de nuevo un caso diferente) aquellos que simplemente se hallan en el extremo receptor de la compresion espacio temporal. El pensionista en una habitacion de cualquier centro urbano en este pais, comiendo fish and chips al estilo de la clase obrera britanica de un establecimiento chino de comidas para llevar, mirando una pelicula norteamericana en una television j aponesa; y sin atreverse a salir despues de oscurecer. Aunque, de todos modos, han suprimido el transporte publico. 0 (un ultimo ej emplo para ilustrar otro tipo de compleji dad) hay personas que viven en las favelas de Rio de Janeiro, que conocen el futbol global como la palma de su mano y que han producido algunos de sus mejores jugadores; que han con tribuido masivamente a la musica global, que nos han dado la samba y han producido la lambada que todo el mundo bailaba el afio pasado en los clubs de Paris y de Londres; y que nunca, o casi nunca, han estado en el centro urbano de Rio. Por un lado, han contribuido tremendamente a lo que llamamos com presion espacio-temporal; y por otro, han quedado encerrados en ella. Se trata, en otras palabras, de una diferenciacion social al tamente complej a. Hay diferencias en el grado de movimiento y de comunicacion, pero tambien en el · grado de control y de habituacion. Los modos en los que las personas quedan situa das en la compresion espacio-temporal son muy complicados y extremadamente variados. Pero a su vez ello conlleva inmediatamente a cuestiones politicas. Si la compresion espacio-temporal puede pensarse de manera mas diferenciada, con mayor contenido social y
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crftico, entonces puede haber Ia posibilidad de desarrollar una polftica de movilidad y acceso. Porque realmente parece que Ia movilidad y el control sobre Ia movilidad reflejan y refuerzan el poder. No se trata de una mera cuestion de distribucion desigual y de que algunas personas se muevan mas que otras. Se trata de que Ia movilidad y el control de algunos grupos pueden debilitar activamente Ia de otra gente. La compresion espacio-temporal de unos grupos socava el poder de otros. Esto es algo que esta bien establecido y reseiiado a menudo en Ia relacion entre capital y trabajo. La capacidad del capital de moverse por el mundo queda todavfa mas reforzada ante Ia relativa inmovilidad de los trabajadores, lo que le permite enfrentar Ia planta de Genk contra Ia planta de Dagenham. Tambien refuerza su posicion frente a las economfas locales que luchan a nivel mundial compitiendo por recibir alguna in version. El 747 que traslada a cientfficos informaticos a traves del Pacifico es parte de Ia explicacion del mayor aislamiento actual de Ia isla de Pitcairn. Del mismo modo, cada vez que alguien utiliza el coche, y por tanto aumenta su movilidad personal, se reduce tanto Ia justificacion social como Ia viabi lidad financiera del sistema de transporte publico y, por tanto, tambien se reduce potencialmente Ia movilidad de aquellos que dependen de este sistema. Cada vez que conducimos has ta el centro comercial suburbano, estamos contribuyendo al aumento de precios, incluso adelantando Ia desaparicion, de Ia tienda de Ia esquina. Y Ia «compresion espacio-temporal» que esta involucrada en Ia produccion y en Ia reproduccion de Ia vida cotidiana en nuestras acomodadas sociedades del Primer Mundo (no solo en cuanto a desplazamientos sino en relacion con los recursos de los que hace uso para abastecer dicha coti dianeidad, procedentes de todos los rincones del mundo) pue de conllevar consecuencias ambientales o imponer constreiii mientos, que limiten las vidas de otros antes que las nuestras
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propias. Debemos preguntarnos, en otras palabras, si nuestra relativa movilidad y nuestro poder sobre Ia movilidad y Ia co municacion endurecen Ia prision espacial de otros grupos. Pero este modo de pensar acerca de Ia compresion espacio temporal nos lleva tambien a Ia cuestion del Iugar y del sentido del Iugar. c! Como pensar sobre los «lugares» en el contexto de todos estos cambios espacio-temporales socialmente tan va riados ? En una epoca en Ia que se dice que las «comunidades locales» parecen romperse de modo creciente, cuando vas al extranj ero y encuentras las mismas tiendas y Ia misma musica que en casa, o comes tu plato extranjero favorito en un restau rante cercano (y cuando todo el mundo tiene una experiencia diferente de todo ello) t como podemos, entonces, pensar so bre Ia «localidad» ? Muchos de los que escriben acerca de Ia compresion espacio-temporal ponen el acento en Ia inseguridad y en el alarmante impacto de sus efectos, en los sentimientos de vul nerabilidad que puede producir. Algunos van mas alia para argumentar que, en medio de todo este fluj o, Ia gente necesita desesperadamente un poco de paz y tranquilidad, y que un sentido del Iugar fuerte, de localidad, puede ser una especie de refugio en medio de tanto barullo. De modo que Ia busqueda de los significados «reales» de los lugares, el descubrimiento de patrimonios, etcetera, se interpreta en parte como respuesta al deseo de fijacion y de seguridad de Ia identidad en medio de todos estos movimientos y cambios. Un «sentido del Iugar», de enraizamiento, puede proporcionar (de esta forma y con esta interpretacion) estabilidad y una fuente de identidad no problematica. Sin embargo, vistos de esta manera, el Iugar y Ia espacialidad local son rechazados por mucha gente pro gresista al verlos como algo necesariamente reaccionario. Son interpretados como una evasion; como una huida (de hecho, inevitable) de la dinamica y del cambio de la «vida real», que
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es a lo que nos debemos agarrar si es que vamos a transformar las cosas para mejor. En esta perspectiva, el lugar y la locali dad son focos para una forma de romantizado escapismo del funcionamiento real del mundo. Mientras que el «tiempo» se equipara con movimiento y progreso, el «espacio/lugar» se equipara con lo estatico y Ia reacci6n. Pero este argumento contiene algunas deficiencias. Esta Ia cuesti6n de por que se asume que Ia compresi6n espacio temporal producira inseguridad. Hay que afrontar (mas que simplemente rechazar) el hecho de que las personas necesitan de algun tipo de apego por el lugar o por cualquier otra cosa. Aunque, ciertamente, se da el caso de que en Ia actualidad hay un autentico recrudecimiento de algunos sentidos del Iugar muy problematicos, sean nacionalismos reaccionarios, localismos competitivos o obsesiones retr6gradas con el «patrimonio». Necesitamos pensar, por tanto, a traves de lo que puede ser un sentido del Iugar adecuadamente progresista, que pueda encajar con el momento actual global-local y con los sentimientos y relaciones a los que da pie y que serian utiles en tanto que son, despues de todo, luchas politicas a menudo inevitablemente ba sadas en el lugar. La pregunta es como mantener una noci6n de diferencia geografica, de unicidad, incluso de enraizamiento (si asf lo quiere Ia gente), sin ser reaccionario. Hay diversas maneras en las que Ia noci6n «reaccionaria» de Iugar descrita mas arriba es problematica. Una es Ia idea de que los lugares tienen identidades unicas, esenciales. Otra, que Ia identidad del Iugar -el sentido del Iugar- esta construida a partir de una historia introvertida y encerrada en sf misma, ba sada en Ia busqueda en un pasado acotado para hacer remontar el orfgen del propio apellido hasta el Libro de Domesday.·� Asf, * N.T.: Principal registro censal de lnglaterra, completado en 1 086 bajo las 6rdenes del rey Guillermo I.
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Wright narra la construccion y apropiacion de Stoke Newington y su pasado por parte de la recien llegada clase media ( el Libro de Domesday registra el lugar como «Newtowne» ... «Hay tierra para dos arados y medio . . . Hay cuatro villanes y 37 cam pesinos con 1 0 acres»). Y contrasta esta version con la de otros grupos: la clase obrera blanca y el gran mimero de importantes comunidades minoritarias.3 Un problema particular con el con cepto de lugar es que parece requerir el trazado de fronteras. Los geografos se han dedicado durante largo tiempo al proble ma de definir regiones y esta cuestion de la «definicion» casi siempre se ha reducido al inten!s por trazar fronteras alrededor de un lugar. Recuerdo algunos de los momentos mas penosos que pase como geografa luchando de mala gana pensando como se podia dibujar una frontera alrededor de algo como los «East Midlands» .':· Pero este tipo de lfmites alrededor de un area se para precisamente un interior de un exterior. Tambien puede ser otra manera facil de construir una contraposicion entre «noso tros» y «ellos» . Y, sin embargo, considerando practicamente cualquier lu gar real, y con seguridad uno que no este definido fundamen talmente por fronteras polfticas, esas supuestas caracterfsticas tienen poco credito. Hagamos un paseo, por ej emplo, por Kilburn High Road, mi zona comercial habitual. Es un lugar bastante ordinario, en el noroeste de Londres. Baj o el puente del ferrocarril, el quiosco vende periodicos de cualquier condado de lo que muchos de mis vecinos, muchos de los cuales proceden de allf, todavfa Haman el Estado Libre Irlandes. Los buzones que hay
3. Patrick Wright (1 985), On Living in an Old Country. Londres: Verso; pp. 227, 23 1 . * N.T.: East Midlands (o Midlands Orientales) es una de las nueve regiones administrativas de lnglaterra.
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mas abajo en High Road y una gran parte del espacio vacio en una pared estan adornados con las letras IRA. Otros espacios disponibles estan recubiertos esta semana con carteles de un mitin especial en recuerdo de los Diez Aiios de Ia Huelga de Hambre. * En el teatro local, Eamon Morrissey tiene en cartel un mon6logo; en el National Club estan los Wolfe Tones y en el Black Lion suena «Finegan's Wake» . * '� En dos tiendas he visto los ganadores de los boletos de loteria de esta semana: en uno el nombre es Teresa Gleeson y, en el otro, Chouman Hassan. Si desde el quiosco cruzamos diagonalmente Ia calle a tra ves del trafico casi siempre parado, hay una tienda que hasta donde puedo recordar siempre ha tenido saris en el escapa rate. Cuatro maniquis de mujeres indias de tamaiio natural y montones de ropa. En Ia puerta un cartel anuncia el proximo concierto en el estadio de Wembley: Anand Miland presenta a Rekha en directo, con Aamir Khan, Salman Khan, J ahi Chawla y Raveena Tandon. * * * En otro anuncio para fin de mes pone «Todos los hindues estan cordialmente invitados» . En otro quiosco, charlo con el quiosquero, un musulman profunda mente deprimido por los sucesos en el Golfo, silenciosamente irritado por tener que vender The Sun. Por encima de nuestras cabezas pasa casi siempre por lo menos un avi6n: parece que estamos en una ruta de vuelo a Heathrow y cuando pasan sobre Kilburn se ven con suficiente claridad para adivinar * N.T.: Huelga de hambre llevada a cabo en 1 98 1 por miembros del IRA en carcelados, de los que fallecieron diez incluyendo a Bobby Sands, que lleg6 a ser elegido parlamentario durante Ia huelga. ** N.T.: Eamon Morrisey es un actor irlandes conocido por sus monologos. Los Wolfe Tones son un grupo de musica tradicional irlandesa, que toman el nom bre de Theobald Wolfe Tonem, Hder de Ia rebelion irlandesa de 1 798 (juego de palabras con «wolfe tone• que es un falso sonido). «Finegan's Wake» es un tema clasico de The Dubliners. *** N.T.: Se trata de un espectaculo al estilo Bollywood.
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la compaiiia aerea y preguntarte, mientras te peleas con tu compra, de donde deben venir. Abajo, el trafico esta atasca do ( j otro efecto curioso de la compresion espacio-tempor� principalmente porque esta es una de las principales entradas y salidas de Londres, la calle hasta Staples Corner'� y el inicio de la M l hacia el Norte. Esto es solamente un inicio de esbozo a partir de impresio nes inmediatas pero podria hacerse el analisis correspondiente de las relaciones entre Kilburn y el mundo. Y lo mismo para casi cualquier otro lugar. Kilburn es un lugar por el cual tengo un gran afecto; he vivido aqui durante mucho tiempo. Tiene, desde luego, «una gran personalidad» . Pero es posible sentir todo esto sin sus cribir ning{in sentido del lugar estatico y defensivo (y, en este sentido, reaccionario) a los que me he referido mas arriba. Primero, aunque Kilburn pueda tener un carcicter distintivo propio, no tiene para nada una identidad exclusiva u homoge nea, un unico sentido del lugar que todo el mundo comparta. Dificilmente podria ser menos. Las rutas de la gente por el lugar, sus sitios favoritos, las conexiones que mantienen (fisi camente, por telefono, por correo, o en la memoria y la ima ginacion) con el resto del mundo varian enormemente. Si hoy se admite que la gente tiene multiples identidades, lo mismo puede decirse a proposito de los lugares. Aun mas, estas iden tidades multiples tanto pueden ser una fuente de riqueza como de conflicto, o ambas a la vez. Uno de los problemas ha sido la persistente identificacion entre lugar y «comunidad». Y es que se trata de una identifica cion equivocada. Por un lado, las comunidades pueden existir sin estar en el mismo lugar: desde redes de amigos con intere-
* N.T.: Uno de los principales nudos viarios de Londres.
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ses comunes a las principales comunidades religiosas, etnicas o politicas. Por otro lado, los casos de lugares habitados por «comunidades» unicas en el sentido de grupos sociales cohe rentes son probablemente (y diria que desde hace bastante tiempo) muy raros. Ademas, incluso cuando existen, ello no implica de ning1ln modo un sentido unico del Iugar. Porque las personas siempre ocupan diferentes posiciones dentro de la comunidad. Podemos contraponer la ca6tica mezcla de Kilburn con la comunidad relativamente estable y homogenea (al menos en el imaginario popular) de un pequefio pueblo minero. { Homogeneo ? Las «comunidades» tambien tienen estructuras internas. Para tomar el caso mas obvio, estoy segu ra que el sentido del lugar de una mujer en un pueblo minero (los espacios en los que normalmente se mueve, los lugares de encuentro, las conexiones con el exterior) son diferentes a los de un hombre. Sus «sentidos del lugar» seran diferentes. Todavia mas: no solo se trata, pues, de que « Kilburn» ten ga muchas identidades ( o que su identidad global sea una com pleja mezcla de elias); es que, visto de esta manera, no esta en absoluto introvertido. Es (o deberia ser) imposible ni siquiera pensar en Kilburn High Road sin poner en juego la mitad del mundo y una parte considerable de la historia imperialista britanica (y, ciertamente, eso vale tambien para los pueblos mineros). Imaginarlo de esta manera provoca (al menos a mi) un sentido realmente global del lugar. Y, finalmente, en contraste con esta manera de contem plar los lugares con esta mirada defensiva reaccionaria, yo seguro que no empezaria, ni siquiera querria hacerlo, a definir « Kilburn» trazando unos limites que lo encerrasen. Asi que, llegados a este punto, volvamos a nuestra mirada mental desde el satelite. Salgamos de nuevo y miremos el glo bo. Esta vez, sin embargo, imaginemos no solo el movimiento fisico, ni siquiera las a menudo invisibles comunicaciones, sino
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tambien y especialmente todas las relaciones sociales, todos los vinculos entre las personas. Llenemoslo de todas aquellas ex periencias de Ia compresion espacio-temporal. Lo que sucede es que Ia geografia de las relaciones sociales esta cambiando. En muchos casos, estas relaciones se han ampliado de manera efectiva a traves del espacio. Las relaciones sociales, culturales, politicas y economicas, cada una llena de poder y con estructu ras internas de dominacion y subordinacion, se expanden por el planeta a muy diferentes niveles, desde el hogar a Ia esfera local y a Ia internacional. Es desde esta perspectiva que es posible vislumbrar una interpretacion del Iugar alternativa. Bajo esta interpretacion, lo que confiere a un Iugar su especificidad no es ninguna lar ga historia internalizada sino el hecho que se ha construido a partir de una constelacion determinada de relaciones sociales, encontrandose y entretejiendose en un sitio particular. Si nos desplazamos desde el satelite hacia el globo, manteniendo en Ia cabeza todas estas redes de relaciones sociales, movimientos y comunicaciones, entonces cada «Iugar» puede verse como un punto particular y unico de su interseccion. Es, verdade ramente, un punto de encuentro. Entonces, en vez de pensar los lugares como areas contenidas dentro de unos limites, podemos imaginarlos como momentos articulados en redes de relaciones e interpretaciones sociales en los que una gran proporcion de estas relaciones, experiencias e interpretaciones estan construidas a una escala mucho mayor que Ia que define en aquel momento el sitio mismo, sea una calle, una region o incluso un continente. Y a su vez esto permite un sentido del Iugar extrovertido, que incluye una conciencia de sus vinculos con todo el mundo y que integra de una manera positiva lo global y lo local. No se trata de establecer conexiones rituales con el «siste ma mas amplio» (Ia gente que en Ia reunion local saca a cola-
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cion el capitalismo internacional cada vez que quieres hablar sobre la recogida de basuras) sino de las relaciones reales con contenido real (economico, politico, cultural) entre un lugar local y el resto del mundo en el que esta. En geografia econo mica, hace tiempo que se acepta que no se puede entender la «ciudad central», por ej emplo en cuanto a perdida de empleos o al declive del empleo industrial, mirando solo a la ciudad central. Cualquier explicacion adecuada tiene que poner la ciudad central en un contexto geografico mas amplio. Quiza sea apropiado pensar como este tipo de aproximacion puede extenderse a la nocion de sentido del lugar. Estos argumentos, pues, ilustran diversas maneras en las que se puede desarrollar un concepto progresista de lugar. Primero, no es en absoluto est:itico. Si los lugares pueden conceptualizarse en terminos de las interacciones sociales a las que estan unidos, entonces tambien puede decirse que estas interacciones no son cosas inmoviles, congeladas en el tiempo. Son procesos. Una de las mejores frases en las discu siones marxistas ha sido durante mucho tiempo «Ah, pero el capital no es una cosa, es un proceso». Tal vez deba decirse eso mismo a proposito de los lugares; que los lugares tambien son procesos. Segundo: los lugares no tienen fronteras en el sentido de divisiones que enmarcan simples espacios cerrados. Las «fronteras» pueden ser sin duda necesarias, por ejemplo para los objetivos de ciertos tipos de estudio, pero no son necesa rias para la conceptualizacion del lugar en sf mismo. En este sentido, la definicion no tiene que realizarse a traves de una simple contraposicion con el exterior; puede proceder, en par te, precisamente de las particularidades de los vfnculos con ese «exterior», que pasa a ser, por tanto, una parte mas de lo que constituye un lugar. Esto permite escapar de la comun aso ciacion entre penetrabilidad y vulnerabilidad. Porque es este
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tipo de asociaci6n lo que hace que Ia invasion por parte de lo s recien llegados sea tan amenazadora. Tercero: los lugares no tienen en absoluto «identida des» unicas y especfficas; estan llenos de conflictos internos. Pensemos, por ej emplo, en los Docklands de Londres, un Iugar que esta ahora mismo definido con bastante claridad por el conflicto: un conflicto sobre lo que ha sido su pasado (Ia naturaleza de su «patrimonio» ), sobre lo que deberia ser su urbanizaci6n actual, sobre lo que deberia ser su futuro. Cuarto: finalmente, nada de esto niega el lugar ni Ia im portancia de Ia unicidad del Iugar. La especificidad de un Iugar continuamente se reproduce pero no es una unicidad que resulte de ninguna larga historia internalizada. Hay una diversidad de fuentes de esta especificidad-unicidad del Iu gar.4 Las relaciones sociales extensas a partir de las cuales se configuran los lugares, estan diferenciadas geograficamente. La globalizaci6n (en Ia economia, en Ia cultura o en lo que sea) no conlleva solo homogeneizaci6n. Por el contrario, Ia globalizaci6n de las relaciones sociales es otra fuente de (re producci6n de) desarrollo geografico desigual, y por tanto de unicidad del Iugar. Hay una especificidad del Iugar que deriva del hecho de que cada Iugar es el foco de una mezcla distin ta de relaciones sociales mas amplias y mas locales. Y esta misma mezcla aglutinada en un mismo Iugar puede producir efectos que no tendrian Iugar de otro modo. Y, finalmente, todas estas relaciones interactuan con y toman nuevos ele mentos de especificidad de Ia historia acumulada que todo Iugar tiene, siendo dicha historia imaginada el producto de una capa sobre otra de diferentes conjuntos de vinculos, tan to locales como con el mundo mas amplio. 4. Doreen Massey (1 984), Spatial Divisions of Labour. Social Structures and the Geography of Production. Basingstoke: Macmillan.
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En su retrato de C6rcega, Granite Island, Dorothy Carrington viaja por la isla buscando las rafces de su canicter.5 Explora todas las diferentes capas de gentes y culturas: la larga y tumultuosa relaci6n con Francia, con Genova y Aragon en los siglos XIII, XIV y XV, bacia atnis a traves de la muy temprana incorporaci6n al Imperio Bizantino, y la dominaci6n por los vandalos, y antes de eso, parte del Imperio Romano, y antes la colonizaci6n y asentamiento de los cartagineses y los grie gos . . . basta que encontramos . . . que incluso los constructores de megalitos llegaron a C6rcega desde alg6n otro lugar. Se trata de un sentido del lugar, una comprensi6n de «su canicter», que solo puede construirse vinculando un lugar determinado a los lugares que estan mas alla. Un sentido del lugar progresista reconocerfa esto, sin sentirse amenazado por el. Lo que necesitamos, me parece a mf, es un sentido global de lo local, un sentido global del lugar.
5. Dorothy Carrington (1 984), Granite Island. A Portrait of Corsica. Hardmondsworth: Penguin.
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IMAGINAR LA GLOBALIZACION: LAS GEOMETRIAS DEL PODER DEL TIEMPO-ESPACIO*
Doreen Massey Como sabemos, hay muchas maneras de imaginar la globaliza cion. Estas varian en funcion de su contenido empirico, de las estructuras de su conceptualizacion, de las periodificaciones implicitas o explicitas que contemplan, etcetera. Es imposible, y probablemente poco deseable, decantarse por una interpre tacion por encima de otra. Hay, no obstante, ciertos aspectos de este debate acerca del significado y la interpretacion sobre los que vale la pena detenerse, y el proposito de este texto es precisamente abordar uno de ellos. Porque, a mi modo de ver, hay ciertas maneras de conceptualizar la globalizacion, maneras que estan bien presentes en el discurso academico y en el popular, que deben ser sometidas a critica tanto sobre bases intelectuales como po liticas. Son conceptualizaciones poco cuidadosas con aspectos sobre los que en otras circunstancias seriamos escrupulosos, que poseen una inconsciencia involuntaria sobre su posicio nalidad, y que dan credibilidad a una determinada politica (en este caso en forma de una clase concreta de globalizacion), no por ser explicitas sobre ello sino por aceptar su inevitabilidad. Quisiera, por tanto, examinar algunas maneras de «imaginar la globalizacion» y de explorar sus efectos. Esta exploracion, ademcis, se relaciona con dos temas centrales. El primero es la importancia de tener siempre presentes las relaciones de poder. Y eso tanto en el sentido de las relaciones de poder en las esferas * © Department of Geography, University of Heildelberg, Heildelber, 1999. Traducido por Nuria Benach y Abel Albet del original ingles en Doreen Massey
( 1999), Power-geometries and the politics of space-time. Hettner-Lecture 1998. Heildelberg: Department of Geography, University of Heildelberg; pp. 9-23.
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sociales que estamos examinando como en el de las relaciones de poder contenidas en el sistema de poder-conocimiento que nuestras conceptualizaciones construyen. El segundo tema gira en torno del espacio-tiempo (0 tiempo-espacio) y como lo conceptualizamos. Uno de los encuentros interdisciplinares mas fructiferos de los ultimos afi.os es el que se ha producido entre Ia sociologia/estudios culturales y Ia geografia y que, adoptando diversas formas, se ha dado en torno al proyecto de espacializar Ia teoria social. Mi propio punto de vista es que este proyecto ya ha sido enormemente productivo pero que podria serlo aun mas y que sus implicaciones afectan tanto a Ia naturaleza como al contenido de nuestra teoria. Las diferentes maneras de imagi nar Ia globalizaci6n que se presentan a continuaci6n dan algunas pistas sobre estas cuestiones. La «globalizacion» pareciera ser un tema intrinsecamente espacial. Pero � seguro que todo el mundo que explora Ia globalizaci6n piensa espacialmente? De hecho no es asi, tal como argumentare a continuaci6n. Y Ia diferencia entre pensar Ia globalizaci6n espacialmente o hacerlo a-espacialmente es considerable y significativa. Finalmente, estos dos temas (las relaciones de poder y el espacio-tiempo) estan interconectados en lo que he llamado las geometrias del poder del tiempo-espacio.1 La globalizaci6n y Ia espacializaci6n de Ia historia de Ia modernidad
uno de los usos mas provocativos y productivos del termino «globalizaci6n» ha sido su empleo por parte de los te6ricos 1. Las cuestiones relacionadas con Ia espacializaci6n de Ia teorfa social se exploran en un libro que sera. publicado pr6ximamente. La noci6n de geometrfa del poder fue introducida por primera vez en Doreen Massey (1 993), «Power-geo metry and a progressive sense of place», en Jon Bird, Barry Curtis, Tim Putnam, George Robertson y Lisa Ticker (eds.), Mapping the futures: local cultures, global change. Londres: Routledge, y en «A global sense of place•, en Doreen Massey (1 994), Space, place and gender. Oxford: Polity Press; pp. 1 46-1 56.
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«postcoloniales» para volver a contar la historia clasica de la modernidad. La globalizacion, explicada de este otro modo, ha tenido efectos impresionantes, dislocando y deslocalizan do* (en los diversos sentidos de estas palabras) la historia de la modernidad tal como nos la habfan contado. Hall defiende con claridad que esta es una de las principales contribuciones de la crftica postcolonial: Es esta reformulacion retrospectiva de la Modernidad en el contexto de la «globalizacion» . . . lo que constituye el elemento distintivo en una periodizacion «postcolonial». De este manera, lo «postcolonial» marca una interrupcion crftica en toda la gran narrativa historiografica que, tanto en la historiograffa liberal y en la sociologfa historica we beriana como en las tradiciones dominantes del marxismo occidental, ha dado una presencia subordinada a esta di mension global en una historia que pudo ser contada esen cialmente dentro de sus parametros europeos.2 Los efectos de esta globalizacion de la historia de la mo dernidad son profundos. El primer efecto -en realidad, el principal intento- es una reelaboracion de la modernidad que no sea una mera extension de la propia historia interna de Europa. El objetivo ha sido precisamente el de desplazar a Europa del centro. Asf: Esta re-narrativizacion desplaza la «historia» de la moder nidad capitalista de su centralidad europea a sus periferias * NT: En el original ingles, juego de palabras entre «dislocating» y «dis-lo cating». 2. Stuart Hall (1 996), «When was the 'post-colonial' ? Thinking at the limit», en lain Chambers y Lidia Curti (eds.), The post-colonial question: common skies, divided horizons. Londres: Routledge; pp. 242-260, cita de Ia p. 250.
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«globales» dispersas. La colonizacion, entendida o relefda en este sentido, era solo inteligible como un hecho de sig nificacion global.3 La «colonizacion» se convierte asf en algo mas que en un tipo de consecuencia secundaria de los hechos acaecidos en Europa. Al contrario, « asume el lugar y el significado de un hecho historico mundial importante, amplio y rupturista» . Ademas, no solo se convierte en mas importante -mas cen tral- como fenomeno, sino que tambien cambia su significa do y sus efectos. La «colonizacion» aquf, en esta historia de la globalizacion, es un momento crucial en la formacion de la identidad del mismo «Occidente» . E l segundo efecto de globalizar asf e l relato d e l a moderni dad es que, una vez la historia de la modernidad se compren de como algo mas que la historia de las propias aventuras de Europa, es posible ver como el modo precedente de contar la historia (con Europa como su centro) estaba de hecho gene rado y mantenido por el modo en que el proceso era experi mentado dentro de Europa. Era una historia contada a traves de la experiencia de la exploracion desde Europa y del des cubrimiento de tierras y gentes no europeas. Era una historia contada desde el punto de vista de Europa como protagonista. Globalizar esta historia permite la comprension de su posicio nalidad, de su circunstancialidad geografica. Tercero, globalizar/espacializar la historia de la moder nidad permite realmente ver como el discurso tipo de aque lla historia fue utilizado para legitimarlo. Es a traves de ese discurso euro-centrico de la historia de la modernidad que el proyecto (concreto y altamente polftico) de generalizacion de la forma de estado-nacion por todo el planeta pudo ser legi3. Hall, op. cit.; p. 250.
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timado como progreso, como algo «natural» . Ademas, aquel proyecto -el de Ia division de Ia Tierra en entidades politicas con fronteras- era solo un aspecto, aunque particularmente poderoso, del desarrollo de una manera de imaginar las «cul turas» y las «Sociedades» de modo mas genera}, y en particular de conceptualizarlas como teniendo una relacion especifica con el espacio. Tanto las culturas como las sociedades fueron imaginadas como teniendo una relacion integral con espacios relativamente limitados. Y a su vez -un aspecto sobre el que reflexionaremos mas adelante- ello se reflej aba en un enfoque caracteristico del espacio en general. Los «lugares» pasaron a ser vistos como limitados, con sus propias autenticidades ge neradas internamente, como definidos por sus diferencias con otros lugares que estaban afuera, mas alia de sus fronteras. Es un enfoque que aun es dominante en Ia actualidad. Tal como Gupta y Ferguson argumentan: Las representaciones del espacio en las ciencias sociales [y, podria aiiadirse, no solo en las ciencias sociales sino tambien en los discursos politicos y populares] son no tablemente dependientes de imagenes de fractura, ruptura y division . . . La premisa de discontinuidad es el punto de partida para teorizar el contacto, el conflicto y Ia contra diccion.4 En otras palabras, nuestro punto de partida es muy a me nudo una imaginacion de los espacios que ya estan divididos, de lugares que ya estan separados y limitados. Lo que esta en cuestion aqui, pues, es tanto Ia manera de organizar el espa cio y de controlarlo como Ia manera de conceptualizarlo. Tal 4. Akhil Gupta y James Ferguson (1 992}, «Beyond 'culture': space, identity, and the politics of difference», Cultural Anthropology, 7; pp. 6-23, cita de Ia p. 6.
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como Walker ha defendido a proposito del caso particular del Estado-nacion: Las teorfas de las relaciones internacionales son mas inte resantes como aspectos del mundo polftico contemporci neo que necesitan ser explicados que como explicaciones de Ia polftica mundial contemporanea. Como tales, pueden verse como un discurso caracterfstico del estado moderno y como una practica constitutiva cuyos efectos pueden rastrearse en los mas remotos intersticios de Ia vida coti diana.5 En otras palabras, esa forma previa de entender Ia mo dernidad permitio el establecimiento y Ia universalizacion de determinados marcos teoricos/conceptuales que a su vez apuntalaron Ia aplicacion material de ciertas formas de organi zar tanto Ia sociedad como el espacio. En cuarto Iugar -y de nuevo como parte de lo que pre tende el proyecto postcolonial de espacializacion-, al volver a explicar Ia historia de Ia modernidad a traves de Ia globaliza cion se dejaron al descubierto las precondiciones de Ia moder nidad y los efectos de violencia, racismo y opresion. Es aquf que Ia tan contada historia de Ia pregunta a Ia modernidad de Toussaint-Louverture es relevante. En su crftica a Ia etnocen tricidad de Ia version de Ia modernidad de Foucault, Bhabha escribe: Las limitaciones etnocentricas del caracter espacial de Ia modernidad de Foucault devienen visibles inmediatamen te si tomamos posicion, en el perfodo inmediatamente 5. R.B.J. Walker (1 993), Inside/outside: international relations as political theory. Cambridge: Cambridge University Press; p. 6.
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postrevolucionario, en Santo Domingo con los jacobinos negros, mas que en Paris.6 Toussaint-Louverture, lider de los esclavos rebeldes, tenia siempre en mente los principios de la Revoluci6n Francesa (modernidad). C.L.R. James escribe: Lo que signific6 la Francia revolucionaria estaba perma nentemente en sus labios, en sus declaraciones publicas, en su correspondencia. . . Si estaba convencido de que Santo Domingo se desmoronarfa sin los beneficios de las co nexiones francesas, tambien lo estaba de que la esclavitud nunca podria volver.7 Por supuesto, estaba «equivocado». Como seiiala Bhabha, tuvo que aprender «la tragica lecci6n de que la disposici6n moral moderna de la humanidad, consagrada en el signo de la Revoluci6n, solo alimenta el arcaico factor racial en la so ciedad de la esclavitud» y Bhabha pregunta «que aprendemos nosotros de aquella conciencia dividida, aquella separaci6n 'colonial' de los tiempos modernos y las historias coloniales y de esclavos ?».8 En otras palabras, (algunas de) las precon diciones materiales y efectos del proyecto de la modernidad, cuando se ponen a la luz de este despliegue espacial, socavan la misma historia que cuenta de si misma: Esta re-narrativizaci6n desplaza la «historia» desde la mo dernidad capitalista de su centro europeo hacia sus «peri6. Homi K. Bhabha ( 1 994), The location of culture. Londres: Routledge; p. 244 [Hay traducci6n al castellano, El lugar de La cultura. Buenos Aires: Manantial, 2002]. 7. C.L.R. James (1 938), The black facobins. Londres: Allison and Busby; p . 290. 8. Bhabha, op. cit.; p. 244.
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ferias» globales dispersas; desde la evolucion pacifica a la violencia impuesta.9 En quinto lugar, finalmente, y en relacion directa a lo ante rior, la exposicion de aquellas precondiciones y efectos revela aquella historia de la modernidad como algo que tiene que ver con el establecimiento de una «posicion enunciativa» que (i) pese a ser particular, reclamaba universalidad, pero que (ii) no era (no podia ser) de hecho universal o generalizada. En otras palabras, uno de los efectos de la modernidad fue el estableci miento de una relacion poder/conocimiento determinada que se reflej aba en una geografia que era a su vez una geografia del poder (poderes coloniales/espacios colonizados). Y en el momento postcolonial es cuando se han empezado a pagar las consecuencias. Porque poner al descubierto esta geografia -con el alzamiento de voces localizadas fuera del foro acep tado de la modernidad- ha ayudado tambien a descubrir y a quebrantar la relacion poder/conocimiento. En todas esas formas, por tanto, la globalizacion/ espacializacion de la historia de la modernidad ha proporcio nado una interpretacion, y por tanto ha cuestionado, tanto el sistema de dominio como el sistema de conocimiento y repre sentacion. Entonces, esto dice mucho sobre las manera de pensar (incluyendo las maneras de no pensar) el espacio mismo. Del modo mas evidente, la version estandar de la historia de la modernidad -como una narrativa del progreso emanando de Europa- representa una victoria discursiva del tiempo sobre el espacio. Es decir que las diferencias que son realmente espaciales son interpretadas como diferencias en desarrollo
9. Hall, op. cit.; p. 250.
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temporal -diferencias en el estadio de progreso alcanzado. Las diferencias espaciales son reorganizadas como una se cuencia temporal. Asf, Europa occidental se entiende como «avanzada», otras partes del mundo como «algo mas atras» y otras como «retrasadas». Re-etiquetar eufemfsticamente «re trasado» como «en desarrollo» no altera el proceso de pensar la variaci6n espacial en terminos de series temporales. No obstante, el impacto es mas complej o que una simple aniquilaci6n total del espacio. Ciertamente, esta ordenaci6n de las diferencias coexistentes ( o sea, espaciales) en una secuencia temporal tiene efectos importantes. Del modo mas significa tivo, elimina, o por lo menos reduce, la importancia real y la medida justa de las diferencias reales que estcin en cuesti6n. Y esta observaci6n por sf misma empieza a indicar que es lo que queremos decir con «lo espacial». Despues de todo, como ya se ha indicado, la «viej a» version de la historia de la modernidad sf tenfa algun concepto de espacio: como partido y limitado, por ejemplo polfticamente, en estados-naci6n. Lo que esta en cuesti6n es que tom6 las diferencias espaciales y las recompuso como secuencias temporales. Este acto es el que resta su im portancia real a estas diferencias espaciales, las despoja de «Ia medida justa de las diferencias reales que estan en cuestion» . Ello implica que reconocer autenticas espacialidades requiere conocer un mayor grado de diferencia y un tipo diferente de diferencia: uno que contemple la existencia de trayectorias que tienen al menos un cierto grado de autonomfa respecto a otras (que no son simplemente alineables en una historia lineal). Empieza a emerger asf una conexi6n entre la espacializaci6n real y la posibilidad de historias diferentes y la existencia de alteridad. Ir6nicamente, entonces, la estructuraci6n temporal de la geografia de la modernidad no solo no es una represi6n de lo espacial, sino que es tambien la represi6n de la posibilidad
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de otras temporalidades (es decir, diferentes del maj estuoso progreso hacia Ia modernidad/ modernizaci6n/ desarrollo basado en el modelo europeo occidental). Verdaderamente, es en estos terminos -sobre Ia existencia de otras tempo ralidades e historias- en los que se articula el argumento contra Ia formulaci6n dominante de Ia modernidad. En otras palabras, para que coexistan diferentes temporalidades debe haber espacio. Este acto de globalizaci6n, por tanto, nos ha aportado algo sobre el potencial de la misma espacialidad. Subraya del modo mas claro Ia coexistencia temporal de narrativas distintas como caracteristica inherente de lo espacial. En las figuraciones es paciales, temporalidades que previamente no estaban relacio nadas pueden entrar en contacto, o bien pueden separarse las que antes si estaban relacionadas. Bajo esta lectura, lo espacial deviene de modo crucial el dominio de la yuxtaposici6n de narrativas disonantes. Los lugares y los espacios, mas que loca lizaciones con coherencia propia, devienen focos de encuentro de lo no relacionado. Aun mas, si eso es asi, entonces lo espacial se convierte en generador de narrativas. Al poner en contacto distintas temporalidades, lo espacial provoca la interacci6n, la cual pone en marcha nuevos procesos sociales. (Y a su vez, ello enfatiza la naturaleza de las narrativas ya no como reve ladoras de alguna historia internalizada [algunas identidades ya establecidas] -la historia autoproducida de Europa- sino sobre la interacci6n y el proceso de constituci6n de identidades: la noci6n reformulada de colonizaci6n). Esta manera de «ha cer globalizaci6n» por tanto -de espacializar la historia de la modernidad- empieza a especificar la contribuci6n potencial de lo espacial a la teoria social. Es una aproximaci6n que une espacio y tiempo, la espacialidad y la temporalidad, y obliga a ambos al plural. Cuenta una historia genuinamente espacial de la globalizaci6n.
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La globalizaci6n no espacializada
No obstante, y tal y como se acaba de describir, aunque el termino globalizaci6n ha sido ciertamente utilizado de una manera sofisticada para, genuinamente, espacializar la narra tiva de la modernidad, el concepto «globalizacion» se utiliza de hecho de una manera mucho mas laxa por parte de los aca demicos, los politicos y en terminos comunes. La diferencia entre estas dos maneras de utilizar el concepto es importante porque (por lo menos baj o mi punto de vista) mientras que el primero lleva a una espacializacion genuina, con todos los efectos productivos-disruptivos que se acaban de presentar, el segundo no lo hace. Ademas, a causa de ello -y este es el pun to importante- esta nocion laxa de globalizacion esta sujeta a muchas de las crfticas que ya se habfan hecho de la historia no espacializada de la modernidad. La globalizacion es, en la actualidad, uno de los terminos mas poderosos y mas frecuentemente utilizados en nuestras imaginaciones geograficas y sociales. En su version extrema {que, a pesar de su «extremismo», es muy popular) apela a una vision de una movilidad total sin restricciones, de un espacio libre de barreras. En el trabajo academico, especialmente quiza en sociologfa y en estudios culturales, se presenta tfpicamen te como un resumen de globalizacion economica en unos parrafos previos al tratamiento de algo «mas social». En el peor de los casos, se ha convertido en una especie de mantra. Determinadas palabras y frases aparecen de modo obligato rio: instantaneo; internet; comercio financiero; los margenes invaden el centro; la aniquilacion del espacio por el tiempo. En estos textos, la economfa mundial emergente queda capturada en una economfa iconica: referencias a la CNN, McDonald's, Sony. Y sesudas aliteraciones se esforzaran por transmitir lo laberfntico de todo ello: Beijing-Bombay-Bamako-Burnley. (Lo que esta en juego en todo esto son nuestras imaginaciones
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geograficas. Y a este respecto las aliteraciones son de particular inten!s: a menudo revelan, por los efectos que esperan produ cir, una geografia imaginativa que aun sabe que es «lo exotico» y que es «lo banal» y cuando se los lleva a una yuxtaposicion inesperada [aunque a menudo se trate de un tropo]). De todos modos, este mantra, utilizado a menudo como un preliminar del estudio en si, es tambien una evocacion con una poderosa vision. Es una vision de un espacio inmenso, sin estructurar, libre de barreras y de una mixticidad gloriosa, compleja. Es tambien una vision que, pese a que aparentemen te abunda en su reconocimiento de lo espacial (aunque hablan do al mismo tiempo de su aniquilacion), me incomoda. Y lo hace por cuatro razones interconectadas. En primer lugar, en esta epoca de comprension del signi ficado de las construcciones discursivas, exhibe una curiosa aceptacion de la «factualidad» material de las historias que los (algunos) economistas cuentan. Hay una extrafia y perturba dora anomalia ahi. Es como si, en un movimiento hacia un mayor compromiso con lo social y lo cultural, lo que por si mismo es parte de un rechazo positivo y mas amplio del eco nomicismo previo, hayamos huido de contemplar seriamente la economia. Pero el resultado ironico de ello es que «lo econo mico» aun cuenta, solo que ahora acrua como el fondo esencial y a menudo no cuestionado de nuestras historias de lo social y lo cultural. Asumimos que «hay» globalizacion economica antes de entrar en los resultados complej os y matizados de nuestras propias investigaciones. Se trata de la reintroduccion, por omision y por tanto inadvertida, de una clase de persisten te economicismo. La aceptacion de una version determinada de globaliza cion economica como telon de fondo acarrea otros efectos. Precisamente a causa de su falta de especificacion y especial mente a causa de su falta de analisis de sus causas -mas alla
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de un irreflexivo determinismo tecnologico- esta version de la globalizacion economica llega a tener casi la inevitabilidad de una gran narrativa. (En la «historia» -lease, con el cambio tecnologico- estas cosas ya pasan, { no ?). La globalizacion, por tanto, es inevitable. Es como la historia del progreso de la modernidad. Y con ella viene de nuevo y como en el caso del discurso de la modernidad, una imaginacion de las diferencias espaciales y temporales. De nuevo, las diferencias espaciales se reunen baj o el signo de la secuencia temporal. { Mali y Chad todavfa no estan en la comunidad global de la comunicacion instantanea? No se preocupen; pronto lo estaran. Pronto se ran, en lo concerniente a esto, igual que nosotros. Esta es una vision aespacial de la globalizacion. Las dife rencias potenciales de las trayectorias de Mali y Chad estan ocultas. Se asume que siguen el mismo ({ nuestro ?) camino de globalizacion. Como el espacio ha sido fijado baj o el signo del tiempo, estos pafses no tienen espacio -precisamente- que cuente diferentes historias, que sigan otros caminos. Lo que se ha olvidado en esta economfa iconica con sus implicitas inevitabilidades es que la globalizacion economica puede tomar formas muy diversas y, lo que aun es mas impor tante, que la «economfa» es tambien un discurso. Es hora de que llevemos nuestras habilidades reconstructivas tambien a este campo. Porque, de modo crftico, lo material y lo discursi vo, van entrelazados: la manera en que imaginamos la globali zacion afecta la forma que esta toma. Lo que nos lleva directamente a la segunda fuente de mi incomodidad con la vision de la globalizacion caracterizada por un movimiento sin restricciones. Porque la imaginacion de la globalizacion en terminos de espacio libre de barreras armoniza demasiado bien con la poderosa retorica del neoli beralismo sobre el «libre comercio». Es un elemento central de un discurso elaborado, politico y poderoso. Es un discurso
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que predominantemente se produce en los paises del Norte del mundo. Es un discurso que tiene sus instituciones y sus profesionales: el Fonda Monetario Internacional, el B anco Mundial, Ia Organizacion Mundial del Comercio, los gobier nos occidentales. Es un discurso que es normativo; y es un discurso que tiene sus efectos. En los paises del «Sur» es esta vision del mundo del fu turo (como espacio de comercio global sin barreras) lo que permite Ia imposicion de los programas de ajuste estructural. Con todos sus horrendos y bien documentados efectos de polarizacion, de privaciones en aumento para los ya pobres y especialmente para las mujeres. Es esta vision de la inevitabi lidad (irremediabilidad) de esta forma de globalizacion lo que legitima Ia aplicacion de la orientacion a la exportacion en Ia economia de un pais tras otro, Ia priorizacion de las exporta ciones sabre Ia produccion para el consumo local. En otras pa labras, este discurso de esta forma particular de globalizacion es un componente importante en la continua legitimacion de Ia vision de que hay un modelo determinado de «desarrollo», una via unica a una forma de «modernizacion» . Tambien en el «Norte» (el «Primer Mundo»), este discurso de Ia globalizacion tiene efectos: el constante hablar de ella, su interminable descripcion de un modo particular, son p arte de un proyecto activo de su produccion. El discurso se convierte en la base precisamente para las decisiones para llevarla a cabo. La firma de Ia Ronda Uruguay del GATI Ia llevo un paso mas alla, Ia Organizacion Mundial del Comercio esta comprome tida en producirla, Ia Sra. Thatcher en uno de sus primeros aetas como primera ministra en 1 979 abolio los controles financieros/monetarios. Es una demostracion extraordinaria de la mezcla total de «representacion» y «accion» en el (pro yecto de) produccion de una espacialidad determinada. Por un lado, la globalizacion (en esta forma neoliberal concreta e
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incuestionada) se representa como completamente inevitable: una fuerza frente a la cual debemos adaptarnos o ser echados al olvido. Por otro lado, algunas de las mas poderosas agencias del mundo estan totalmente decididas a su produccion, frente a toda esa agitacion y obstinacion demostrada por los sectores «menos dinamicos» de la poblacion y la economia del mundo (lease: aquellos que tienen una imaginacion diferente del mun do ). La duplicidad de los poderosos en esto es profunda. Los lideres economicos mundiales se reunen (en Washington, Paris o Davos) para congratularse, alardear y reforzar su poderio, un poderio que consiste en insistir en que ellos (nosotros) no tienen poder: frente a las fuerzas de mercado globalizadas no hay nada absolutamente que se pueda hacer. A excepcion, na turalmente, de avivar mas el proceso. Esta vision de la globalizacion neoliberal, por tanto, no es tanto una descripcion de como es el mundo sino una imagen en la que el mundo se hace. Pero esta vision, una vez que se ha lanzado e instalado como hegemonica, proporciona el contexto para las acciones de otros. En particular, proporcio na la excusa para la inaccion. John Gray, habiendo asumido esta version de la globalizacion, pasa a argumentar. que -por tanto-- las posibilidades para una socialdemocracia estan acabadas. 1 0 Los gobiernos conservadores encabezan el declive de una considerable parte de la industria manufacturera y nos explican que el crecimiento debe provenir ahora de las inver siones en el interior. Tony Blair se pone las manos en la cabeza ante sugerencias de politicas sobre impuestos y bienestar so cial mas progresistas («no podemos hacer eso: tenemos la glo balizacion, � sabe?»). Al igual que en el caso de la modernidad, tenemos aqui una poderosa geografia imaginativa. Se trata de 1 0. John Gray (1 996 ), After social democracy: politics, capitalism and the com mon life. Londres: Demos.
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una imaginacion muy diferente: en lugar de un espacio dividi do y cerrado, tenemos aqui una vision del espacio abierto y sin barreras. Pero ambas funcionan como imagenes en las que el mundo se hace. Ambas son geografias imaginativas que legiti mizan, y que lo hacen en el nombre (naturalmente sin decirlo) de los poderosos y de aquellos de quienes son la imaginacion. Y sin embargo -y esta es la tercera razon de mi incomo didad con la nocion de globalizacion- es realmente inexacto. Evidentemente, el mundo no esta totalmente globalizado (cualquiera que sea su significado); el mismo hecho de que algunos se esfuercen tanto para que lo sea, es una evidencia de lo incompleto del proyecto. Pero es mas que una cuestion de que este inconcluso: es mas bien una cuestion de esperar a que los rezagados se pongan al dia (gran parte del Tercer Mundo y aquellos inmovilizados en el Primero). Una vez mas, como en el caso de la modernidad, se trata de una imaginacion geografi ca que ignora las brechas estructurales, las necesarias rupturas y desigualdades, de las que depende la proyeccion exitosa de la vision misma. Se trata, yo diria, de una imaginacion geografica que ignora su propia espacialidad real. Consideremos por un momento algunas economias iconi cas altemativas. En primer lugar, Hirst y Thompson argumen tan que las mayores economias nacionales del mundo no estan mas abiertas en terminos de comercio y de flujos de capital de lo que lo estaban en el periodo del patron oro. 1 1 Es mas, sefia lan el hecho de que, por termino medio ( digamos durante el ultimo siglo) no ha existido una direccion de cambio unilineal. Al contrario, los grados de obertura han fluctuado en el tiem-
1 1 . Paul Hirst y Grahame Thompson (1 996), Globalization in question: the international economy and the possibilities ofgovernance. Cambridge: Polity Press,
y «Giobalisation: ten frequently asked questions and some surprising answers»,
Soundings, 4 ( 1 996); pp. 47-66.
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po segun la naturaleza del desarrollo econ6mico. Segundo, Hirst y Thompson tambien realizan algunos ccilculos sobre las formas del flujo que generalmente se dice que caracterizan la globalizaci6n actual. Lo que demuestran es una concentra ci6n geografica bastante espectacular. £1 9 1 ,5 % de la inversion extranjera directa se invierte en aquellas partes del mundo en las que solo vive un 28% de la poblaci6n. La cifra para el comercio es asimismo alta: el 80%. La cuesti6n inmediata aqui, por tanto, es la naturaleza alarmantemente desigual de la incorporaci6n de las personas del mundo a la globalizaci6n tal como es habitualmente descrita. Aun mas -tercer hecho ic6nico alternativo- se trata de una desigualdad producida. Una de las caracteristicas mas notables, aunque menos adver tidas, de la desigualdad en el actual tipo de globalizaci6n es la que existe entre capital y trabajo. No hay un mercado mundial para el trabajo como el que hay para el capital. Mientras que el capital -en forma de transacciones financieras, inversiones y mercancias intercambiadas- verdaderamente se ha movido con total libertad en el periodo mas reciente, y ha sido incita do a ello baj o la etiqueta de «libre comercio», las personas no han sido estimuladas de ning6n modo a moverse. El capital puede moverse por todas partes en busqueda de las mejores oportunidades para invertir y es mirado con asombro por su flexibilidad y capacidad de respuesta cuando lo hace. No asi con el trabajo, la gente dispuesta a recorrer el mundo en busca de trabaj o son «solo» considerados como migrantes econ6mi cos. Se levantan barreras contra ellos y, entre las principales areas del mundo, se fijan en su lugar. Las migraciones interna cionales por supuesto continuan pero se reducen y se regulan; se controlan. Bastante diferente de la exhuberancia con la que es celebrada la libertad de movimiento del capital. Ademas, la migraci6n internacional restante esta claramente segregada en tre los ricos, aquellos con cualificaci6n o dinero para invertir y
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que se pueden mover con relativa facilidad, y los pobres y sin cualificaci6n, contra los cuales las barreras se alzan con mayor insistencia. 12 Nada de esto significa que la «globalizacion» no exista. Al contrario, la idea es que esta es una globalizaci6n de un tipo particular, que es producto y forma parte intrinseca del discur so del movimiento libre y sin barreras que el neoliberalismo comparte con gran parte de los estudios sociales y culturales. Y, por supuesto, una de las caracteristicas de esta forma de globalizaci6n (en contraste con los supuestos basicos de equi libria en los que se basa la teoria neoliberal) es que exacerba la desigualdad tanto dentro de los paises como entre ellos. Ademas, aquellos pocos hechos econ6micos ic6nicos alter nativos de la forma actual de globalizaci6n ponen de relieve algo mas: que la repentina conciencia de globalizaci6n en el Primer Mundo no puede ser el resultado de una nueva «apertura» en general. Como hemos visto, en muchos sentidos la apertura no es nueva. Lo que ha provocado esa oleada de interes son los terminos nuevos, y la geografia, de dicha apertura. Ahora es el Primer Mundo el que esci sujeto a la inversion interior (y por supuesto, el 72% de la poblaci6n mundial esta fuera del ambito de la mayor parte de ella). Son las ciudades del Primer Mundo las que, por termino medio, estan experimentando la llegada de personas de otras partes del mundo. Como se ha seiialado a menudo, gran parte del trabajo sobre diasporas e hibridaci6n ha venido estimulado por la famosa «llegada de los margenes al centro». (Esta era la provocaci6n para re-contar la historia de la modernidad). En este sentido, se reconoce ya que esta es una historia contada desde el Primer Mundo.
12. Russell King ( 1 995), «Migrations, globalization and place», en Doreen Massey y Pat Jess (eds.). A place in th world? Places, cultures and globalization. Oxford: The Open University y Oxford University Press; pp. 5-44.
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Salvo que, esta es una historia del Primer Mundo mas de lo que se dice. Porque los margenes no han llegado al centro. Esta es Ia vision de aquellos que ya estan «en el centro» y de aquellos de Ia periferia que han logrado a traves de los aii.os instalarse en el. La mayorfa de «los margenes» han estado es trictamente excluidos. Y los cambios actuales en las polfticas de migracion indican que muy pocos de ellos podran llegar en el futuro proximo. Su llegada esta siendo activamente evitada. Todo lo cual lleva a mi cuarta y ultima fuente de preocu pacion a proposito de esta formulacion de Ia globalizacion. Nos devuelve de nuevo a Ia forma discursiva de Ia vision neoliberal de Ia globalizacion: es decir, como esta imagina el mundo. Pensemos, para empezar, en algunos de los mas firmes defensores del libre comercio del ala derechista del espectro polftico. Defienden el libre comercio en terminos que sugie ren que hay algtin derecho evidente a Ia movilidad global. El mismo termino de «libre» implica inmediatamente algo bueno, algo deseable. Sin embargo, viene un debate sobre inmigracion e inmediatamente se recurre a una imaginacion geografica to talmente distinta. Es una vision del mundo que es igualmente poderosa, igualmente -aparentemente- incontrovertible. Y, no obstante, esta en total contradiccion con Ia vision de Ia globalizacion. Esta segunda imaginacion es Ia imaginacion de los lugares defendibles, de los derechos de Ia «gente local» a sus propios «lugares locales», de un mundo dividido por Ia diferencia y Ia bofetada de las barreras empresariales, una ima ginacion geografica de los nacionalismos. En un suspiro este tipo de voceros asumen que el «libre comercio» se aproxima a alguna virtud moral, y al siguiente vierten veneno contra los que piden asilo polftico (tornados generalmente como falsos) y los «migrantes economicos» ( «economicos» parece no ser suficiente razon para querer migrar . . . -jl que es lo que decfan a proposito del capital ? ! ).
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De modo que aqui tenemos dos verdades aparentemente indiscutibles, dos imaginaciones geograficas completamente diferentes, que son esgrimidas por separado. Poco importa que sean contradictorias, dado que funcionan. y asi, en esta epoca de la globalizacion, tenemos perros rastreadores para detec tar a personas ocultas en las bodegas de los barcos, personas muriendo al intentar cruzar el Rio Grande, y botes cargados de personas que intentan «buscar las mejores oportunidades» hundiendose en el Mediterraneo. Este doble imaginario, en el mismo hecho de su dualidad, de la libertad espacial por un lado y el «derecho al propio lugar» por otro, funciona a favor de los que ya son poderosos. EHos pueden tener ambos. De nuevo hay aqui ecos de como se ha contado la histo ria de la modernidad, y este modo de pensar la globalizacion deber estar sujeto a la misma critica. lgual que la Hamada de Toussaint-Louverture a participar de los principios del discur so legitimador de la modernidad, hoy tambien la Hamada a la libre movilidad ( el discurso de la globalizacion) por parte de los pobres del mundo es rechazada de plano. El nuevo orden mundial de la globalizacion del capital (de todos modos alta mente desigual) se fundamenta en mantener el trabajo en su lugar como lo hacia la primera modernidad en la esclavitud. Si, en palabras de Bhabha, el discurso de la modernidad alimento « el arcaico factor racial en la sociedad de la esclavitud»13 (aun que naturalmente era todo menos arcaico) asi tambien el dis curso de la globalizacion como libre movimiento a traves del mundo esta alimentando los sentimientos «arcaicos» (que no lo son) del parroquialismo, del nacionalismo, y de la exclusion de aqueHos que son diferentes. La historia hegemonica actual de la globalizacion, por tanto, relata una forma muy particular de globalizacion. No 13. Bhabha, The location of culture. op. cit.; p. 244.
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es ni la globalizaci6n de la primera modernidad ni la de la fase algida del imperialismo. Pero parte integrante de su realizaci6n (tal como entonces) reside en la movilizaci6n de imaginaciones geograficas del mundo (inconsistentes, falsamente evidentes, jamas universalizables . . . pero poderosas). Sin embargo hay imaginaciones de una geografia que no es verdaderamente geografica. Quiero argumentar que se trata de una historia de la globalizaci6n que no esta verdaderamente espacializada. En esto tiene exactamente la misma forma que el relato de la modernidad -como el relato de una historia in terna de Europa- que ha sido tan duramente criticado por los te6ricos post-coloniales. Verdaderamente, esta version de la historia de la globalizaci6n, pese a ser sobre un fen6meno «es pacial» (como realmente lo fue la exploraci6n y la colonizaci6n contada en la historia de la modernidad), esta potencialmente suj eta a todas las mismas crfticas a las que ha sido sometida la narrativa clasica de la modernidad. Esta es una historia de la globalizaci6n que ha sido (como lo fue la historia de la mo dernidad) precisamente provocada por lo que esta sucediendo en «Occidente», por las experiencias de este Occidente; en cierta medida se fundamenta (como lo fue el discurso colonial) sobre una ansiedad occidental (de Primer Mundo). Ademas, igual que la modernidad, este discurso de la globalizaci6n proporciona una legitimaci6n de las cosas. No es una mera descripci6n sino un discurso, una geografia imaginativa que justifica las acciones de aquellos que la proclaman, incluyendo una determinada actitud hacia el espacio y el lugar. De nuevo tambien, como en el caso de la historia de la modernidad, se trata de un discurso que simplemente no es generalizado ni generalizable. La globalizaci6n actual del capital, por lo menos de momento, se basa en mantener a los otros en su lugar. El discurso del «otro», de fronteras cerradas y temerosos parro quialismos defensivos, no es ninguna reliquia antigua. Ni son
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los dos discursos, de hecho, simplemente contradictorios. Los dos son parte integral de la construccion de una forma parti cular de globalizacion economica a la que nos enfrentamos en este momento. Y finalmente esta version de Ia globalizacion trata de nuevo sobre la construccion de posiciones privilegia das por parte del que habla, fijando un marco de pensamiento (como si fuera) universal. Se trata, otra vez, de una geografia muy particular de poder/conocimiento. Mi argumento es que esta narrativa de Ia globalizacion no esta verdaderamente espacializada. Es una historia contada como algo universal desde la posicion geognifica del que ha bla. Es una imaginacion que ignora las desigualdades, roturas y brechas de base sobre las que se construye. Hace aparecer, de nuevo, una diferencia espacial real dentro de la homogeneidad de una secuencia temporal (al final todos estaremos globali zados de igual manera) y por tanto encubre Ia posibilidad de una diferencia real. Se trata de una historia de la globalizacion que sigue teniendo necesidad de espacializarse. Y asi como la revision postcolonial de Ia historia previa de Ia modernidad Ia desestabilizo significativamente, asf tambien una espacia lizacion genuina de como pensamos Ia globalizacion deberfa permitirnos contar una historia enteramente diferente. Geometrias del poder del tiempo-espacio
En las secciones anteriores han emergido tres maneras diferen tes de imaginar Ia relacion entre espacio y sociedad. Primero, esta Ia historia de Ia modernidad: de un espacio dividido en parcelas, de un isomorfismo asumido entre espacios/lugares y culturas/sociedades. Segundo, esta Ia nocion del espacio de flujos hoy hegemonica: el espacio de Ia historia de una globa lizacion sin barreras. Ambas visiones del espacio son, como he argumentado, deficientes. En ambos casos se han movilizado
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historias que, de hecho, aniquilan su espacialidad, en la que las diferencias espaciales pierden toda posibilidad de autono mia por su arreglo discursivo en una secuencia temporal. En ambos casos, tambien exageran sus argumentos (por decirlo de un modo suave). No hay isomorfismo simple entre lugar y cultura baj o la modernidad, pese a los esfuerzos (incluyendo a traves de la movilizaci6n del discurso del espacio) para produ cirlo. De modo similar en la actualidad, en medio del llamado espacio de flujos de la globalizaci6n, se erigen nuevas barreras, se construyen nuevas fortalezas. Pero tambien ha emergido un tercer enfoque para la com prensi6rt del espacio/sociedad. Este imaginaria lo espacial como la esfera de yuxtaposici6n o coexistencia de distintas narrativas, como el producto de relaciones sociales dinami cas; seria una vision del espacio que intenta enfatizar tanto su construcci6n social como su naturaleza, ambas necesaria mente dinamicas. 1 4 En este contexto, los «lugares » pueden ser imaginados como articulaciones concretas de estas relaciones sociales, incluyendo las relaciones locales «dentro» del lugar y todas aquellas conexiones que se extienden mas alla de el. Y todo ello cargado de historias complej as y densas. Se trata de un lugar abierto, poroso, hibrido: este es el Iugar como punto de encuentro (de nuevo la importancia de reconocer en «lo espacial» la yuxtaposici6n de diferentes narrativas). Se trata de una noci6n de lugar donde la especificidad (unicidad local, sentido del lugar) no proviene de rakes miticas inter nas ni de una historia de relativo aislamiento -que ahora se veria alterado por la globalizaci6n- sino precisamente de la particularidad absoluta de la mezcla de influencias que se congregan aqui.
14. Vease nota 1 .
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Pero las «culturas» y las «sociedades» tambien pueden imaginarse de esta manera. 15 Como constelaciones de relacio nes sociales configuradas como formando un espacio-tiempo. De nuevo son abiertas, porosas, inventadas y particularizadas como producto de Ia interaccion. Puede tratarse de una «co munidad local» (un grupo indigena, digamos), o un Estado nacion, donde Ia hibridacion interna esta, no obstante, rela cionada con un espacio particular. Pero puede ser tambien el «Black Atlantic» de Paul Gilroy, mas complejo y mas difuso geogrcificamente; entremezclado con otras tradiciones cultura les que tambien formen su propio tiempo-espacio. Las formas y las caracteristicas de estas constelaciones pueden cambiar (y de hecho, lo hacen) a lo largo del tiempo. Toman coherencia; y pueden disolverse. Espacialmente, no son ni cerradas ni exclu yentes (aunque haya intentos de convertirlas en eso). Sin embargo, pueden trazarse fronteras alrededor tanto de lugares como de culturas: fronteras geograficas o institucio nales. Algunas veces puede haber intentos de forzar su coin cidencia. Que estas fronteras sean o no trazadas sera resultado y expresion del poder social (que, a su vez, puede ser tanto defensivo como ofensivo). Pero cuando se trazan, estas fronte ras encerrarcin, constituiran envolturas de espacio-tiempo. Asi, por ejemplo, hemos sido testigos de un periodo (moderno) en el que eran tipicas las envolturas del espacio-tiempo llamadas «estados-nacion» . Y, con Ia aceptacion del isomorfismo entre cultura y Iugar como «natural», se desarrollo una nostalgia hacia las «comunidades locales» . Las entidades cerradas eran (aun lo son, en parte, como hemos visto) Ia manera de domes ticar el espacio-tiempo de Ia epoca, de fijarlo y estabilizarlo, o
1 5 . Stuart Hall (1 995), «New cultures for old», en Doreen Massey y Pat Jess (eds.), A place in the World? Places, cultures and globalization. Oxford: The Open University y Oxford University Press; pp. 1 75-2 1 3 .
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de intentar fij ar y estabilizar (ya que es una tarea imposible) significados e identidades en relacion al tiempo-espacio. Y realmente quiero decir tiempo espacio. Quiza frecuen temente pensamos en, por ejemplo, «pafses» en relacion al espacio-tiempo, como areas en un mapa plano. Y, sin em bargo, pensemos en Hungrfa, o en Montenegro, o en los Estados Unidos de America. No son areas de unos mapas. Son envoltorios socialmente construidos y etiquetados de un espacio-tiempo, que antes no existfan (no habfa tal delimita cion ni etiquetado ), que han cambiado de forma espacial a lo largo de la dimension temporal, que siempre han existido en relaci6n a otros sitios (no hay identidades puras, no hay his torias internas de unicidades; estas fronteras siempre han sido elementos de contencion), y algun dfa pueden dej ar de existir. El Estado-nacion (como toda sociedad o cultura) es un suceso -
espacio-temporal. Constantemente estamos haciendo y rehaciendo los tiem po-espacios en los que vivimos nuestras vidas. Y la globaliza cion, imaginada a traves de los lentes de esta conceptualizacion de espacio-tiempo, la globalizacion a la que nos enfrentamos ahora es una reestructuracion en toda regla y de alcance mun dial de aquellos tiempo-espacios a lo largo de lfneas determi nadas. Es una reelaboracion de aquellos espacios, lugares y culturas, heredados pero siempre temporales y provisionales, que son ellos mismos los productos hfbridos de reestructura. . c10nes prevtas. Una imaginacion alternativa a una globalizacion como esta, por tanto, diffcilmente podrfa adherirse a la nocion de cambio masivo y absoluto que supondrfa el pase de un «espacio de lugares» a un «espacio de flujos». Esta gran narrativa realiza suposiciones equivocadas sobre el pasado (nunca existi6 un simple espacio de lugares -en su extremo, de culturas aisla das ); fracas a en reconocer los «lugares» (los espacios cerrados,
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las fortalezas de los poderosos) que continuan construyendose en media de Ia globalizaci6n actual; falla en reconocer tanto los espacios divididos de Ia modernidad y Ia globalizaci6n como-espacio-libre como proyectos en los que son importan tes y son componentes efectivos determinados discursos de Ia relaci6n entre espacio y sociedad; y, en consecuencia y sobre todo, omite mucho sobre Ia construcci6n de tiempo-espacios a traves de las relaciones de poder social. Una imaginaci6n alternativa de Ia globalizaci6n como esta, en relaci6n a lo anterior, tambien reconoceria las rupturas y desigualdades, y las brechas estructurales dentro de ella. El mundo global actual no es solo algo esplendidamente hibrido, complej o y mixto; es tambien algo sistematicamente desgarra do. Ademas, estas «diferencias geograficas» no son solo una cuesti6n de que algunos lugares «deban ponerse al dia». Mas bien se trata de diferencias -desigualdades profundas- pro ducidas por el mismo proceso de (esta forma actual de) globa lizaci6n. Y finalmente, por tanto, este diferente imaginar Ia globa lizaci6n -en mis terminos una comprensi6n verdaderamente espacializada de Ia globalizaci6n- rechazaria reunir las dife rencias espaciales baj o el signo de Ia temporalidad. Rechazaria los relatos de inevitabilidad que necesariamente acompafian estas narrativas singulares. En consecuencia, reconoceria con mayor claridad a los agentes y a los organismos, y a las rela ciones de poder que estan baj o la forma particular de globali zaci6n que estamos experimentando en la actualidad. En otras palabras abriria la posibilidad a Ia existencia de relatos alter nativos. Imaginar Ia globalizaci6n actual en sus geometrias del poder del espacio-tiempo seria el principia de su comprensi6n espacial plena.
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LA FILOSOFiA Y LA POLiTICA DE LA ESPACIALIDAD: ALGUNAS CONSIDERACIONES*
Doreen Massey En este articulo me dedican! particularmente a tratar la cuestion de como podriamos pensar el espacio/la espacialidad1 en los tiempos que corren, en el contexto de los debates que sostenemos y de los desafios con que nos enfrentamos. El «espacio» es una de las cosas mas obvias que se movilizan como termino en una infinidad de contextos distintos, pero cuyos significados poten ciales son raramente tematizados o explicitados. En tal sentido, Grossberg afirma que «con frecuencia, los rasgos mas 'obvios' de nuestra experiencia, por ejemplo, la distincion entre espacio y tiempo, son las menos analizadas en terminos filosoficos».2 En el contexto de esta semana de conferencias en Heidel berg, mi interes particular es analizar los vinculos entre esta cuestion de como conceptualizar el espacio, por un lado, como se lo teoriza en las ciencias sociales,3 por el otro, y ademas explorar como estas dos cuestiones se relacionan con lo que parece ser un cambio mas general que esta ocurriendo en la actualidad en el campo de la filosofia politica y el pensamiento
* © Department of Geography, University of Heildelberg, 1 999. Traducci6n del original ingles «Philosophy and politics of spatiality: some considerations• en Doreen Massey, Power-geometries and the politics of space-time. Hettner Lecture 1998. Heidelberg: Department of Geography, University of Heildelberg, 1 999; pp. 27-42. Version castellana publicada en Leonor Arfuch (comp.) (2005}, Pensar este tiempo. Espacios, afectos, pertenencias. Buenos Aires: Paid6s; pp. 1 0 1 - 1 27. 1. En este articulo usare indistintamente los dos terminos. 2. Lawrence Grossberg (1 996}, «The space of culture, the power of space», en lain Chambers y Lidia Curti (eds.}, The Post-Colonial Question: Common Skies, Divided Horizons. Londres: Routledge; pp. 1 69- 1 88, Ia cita es de Ia pag. 1 7 1 . 3. Tambien existen vinculos con las ciencias naturales, pero aqui hare solo una breve menci6n a! respecto (existe un analisis detallado, aunque preliminar, en Doreen Massey: «Physical geography/Human geography: thinking about space time•, sin publicar).
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politico. El vinculo con la teorizaci6n en ciencias sociales -el desafio de espacializar la teoria social- ha sido abordado en « Imagining globalisation: power-geometries of space-time»4 [lmaginar la globalizaci6n: geometrias de poder del espacio tiempo]. La relaci6n con los cambios en el abordaj e politico es el tema principal de este trabajo. A modo de introducci6n, presentare las tres proposiciones acerca de como podria conceptualizarse el espacio.5 1 . El espacio es producto de interrelaciones. Se constituye a traves de interacciones, desde lo inmenso de lo global hasta lo infimo de la intimidad. Esta es una proposici6n que no sorprendera a quienes hayan leido la bibliografia reciente escrita en ingles.6 2. El espacio es la esfera de la posibilidad de la existencia de la multiplicidad; es la esfera en la que coexisten distintas trayec torias, la que hace posible la existencia de mas de una voz. Sin espacio, no hay multiplicidad; sin multiplicidad, no hay espacio. Si el espacio es en efecto producto de interrelaciones, 4. Doreen Massey (1 999), «Imagining globalisation: power-geometries of space-time,., en Avtar Brah, Mary Hickman y Mairtfn Mac an Ghaill (eds.), Future Worlds: Migration, Environment and Globalization. Basingstoke: Macmillan. Reimpreso en Power-geometries and the Politics of Space-time, Hettner-Lecture 1998. Heidelberg: Department of Geography, University of Heidelberg, 1 999; pp. 9-23; [Version castellana publicada en Abel Albet y Nuria Benach (201 2), Doreen Massey: un sentido global del lugar. Barcelona: lcaria; pp. 1 30-1 55]. 5. La primera parte de este articulo toma conceptos de «Spaces of politics,., en Doreen Massey, John Allen y Philip Sarre ( 1 999), Human Geography Today. Oxford: Polity Press. 6. Cabrfa advertir que no especifico que esas «interrelaciones• sean «sociales» en particular. De hecho, lo que me ocupa principalmente en este contexto es el «espacio social,.. Sin embargo, no serfa adecuado limitar el concepto a nuestra de finicion habitual de lo social en el sentido de «relacionado con lo humano,. (punto que se vincula con Ia nota 3). Si se desea leer sobre los posibles significados mas amplios de «social» en los que a veces el termino abarca interrelaciones mas gene rales, vease Barbara Adam (1 990), Time and Social Theory. Oxford: Polity Press, y especialmente los comentarios de Mead y de Luhmann.
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entonces debe ser una cualidad de la existencia de la plurali dad. La multiplicidad y el espacio son co-constitutivos. 3 . Por ultimo, y precisamente porque e l espacio e s producto de las «relaciones», relaciones que estan necesariamente implicitas en las practicas materiales que deben realizarse, siempre esta en proceso de formaci6n, en devenir, nunca acabado, nunca cerrado. Este ultimo punto es quiza de particular importancia por que significa que siempre hay -en cualquier momento del «tiempo»- vfnculos que deben concretarse, yuxtaposiciones que van a traer aparej adas interacciones ( o no, pues no todos los vfnculos potenciales han de establecerse), relaciones que pueden existir o no. Si se imaginan asf las cosas, entonces el espacio es en efecto producto de relaciones (primera propo sici6n) y para ello debe haber multiplicidad (segunda propo sici6n). No obstante, de ning1ln modo son estas relaciones de un sistema cerrado y coherente en el que, como se dice, «todo (ya) esta relacionado con todo». Desde esta 6ptica, el espacio nunca puede ser esa simultaneidad completa en la que todas las interconexiones ya se han establecido y en la cual todos los lugares ya estan vinculados entre sf. Ahora bien, este modo de abordar la conceptualization del espacio/la espacialidad esta en sintonfa con los giros que ha ha bido recientemente en ciertos ambitos en cuanto a la forma en que puede imaginarse la politica «progresista» . Aunque serfa incorrecto, excesivamente rfgido y limitante proponer relacio nes unfvocas, de equivalencia, las tres proposiciones presen tadas mas arriba elucidan un aspecto ligeramente diferente de esta conexi6n. Entonces, 1 . imaginar el espacio como producto de interrelaciones (primera proposici6n) esta en sintonfa con el surgimiento
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reciente de una politica que intenta operar a traves de un compromiso con el antiesencialismo. Esto es, en Iugar de una clase de politica de identidad que toma las identidades como ya constituidas e inmutables ( «mujer», «homo sexual») y defiende los derechos o reclama Ia igualdad para esas identidades ya constituidas, esta politica antiesencia lista toma Ia constitucion de las identidades en si como una de las cuestiones centrales que estan en juego en Ia politica. En Iugar de aceptar y trabajar con las identidades ya cons tituidas, esta politica antiesencialista pone el acento en Ia constructividad de las identidades y los obj etos (incluso eso que se denomina subjetividad politica y electorado politico). Por lo tanto, toma con precaucion los reclamos de autenticidad basada en nociones de identidades inmu tables. En su Iugar, propone una concepcion relacional del mundo. Asi, esta politica de interrelaciones refleja Ia primera propo sicion consignada en el presente trabajo, en tanto el espacio tam bien es producto de interrelaciones. Desde una perspectiva mas general, podria afirmar que las identidades/entidades, las relacio nes «entre» elias, y Ia espacialidad que es parte de elias son todas co-constitutivas. Chantal Mouffe tiene escritos muy reveladores sobre como podriamos conceptualizar Ia construccion relacional de las subjetividades politicas.8 Seg6n Ia autora, Ia identidad y Ia interrelacion se constituyen juntas. Mi propuesta es que el espacio es necesariamente parte integral de ese proceso de constitucion y
7. Vease Doreen Massey ( 1 995), «Thinking radical democracy spatiallp, en
Environment and Planning D: Society and Space, 1 3 (3); pp. 283-288. 8. Vease Chantal Mouffe (1 993), The Return of the PoliticaL Londres: Verso [ed. cast.: El retorno de lo politico. Barcelona: Paid6s, 1 999]; y de Ia misma auto ra «Post-Marxism: democracy and identity», en Environment and Planning D: Society and Space, 1 3 (3), 1 995; pp. 259-265.
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tambien un producto del proceso. Por lo tanto, no solo existe un paralelo entre la manera de conceptualizar el espacio y la de con ceptualizar entidades/identidades (como los sujetos politicos), sino que tambien el espacio es, desde un principio, parte integral de la constituci6n de esas subjetividades politicas; 2 . ademas, imaginar e l espacio como l a esfera de l a posibi lidad de existencia de la multiplicidad (segunda proposi ci6n) coincide con el acento mas marcado que durante los ultimos afios ha puesto el discurso politico de izquierda en la «diferencia» y la multiplicidad. Asi, en lo que quiza haya sido la forma mas evidente que ha tornado este aspecto, se ha enfatizado cada vez mas que la historia del mundo puede relatarse (y lo mismo vale para la elaboraci6n de su geografia) desde una perspectiva distinta de la adoptada por «Occidente» (como ha ocurrido durante tanto tiempo) y desde una concepcion distinta de la clasica figura (en si, una figura ir6nicamente esencializada) del hombre blanco heterosexual, por ej emplo. Este enfoque reconoce que esas concepciones (la de Occidente y la del hombre hetero sexual) son puntos de vista bastante locales y espedficos, y no ya las nociones universales que durante tanto tiempo se crey6 que eran. Es un enfoque elaborado y defendido sobre todo por feministas y por quienes trabajan dentro del marco de los estudios poscoloniales. La relaci6n entre este aspecto de una politica (y de una forma de construir la teoria social) cambiante y la segunda proposici6n sobre el espacio es de naturaleza algo diferente a la de la primera proposici6n. En este caso, el argumento es que la posibilidad misma de todo reconocimiento serio de la multiplicidad y la diferencia depende del reconocimiento de la espacialidad. Con frecuencia, este reconocimiento es implicito
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(a veces sin efectos daiiinos, y otras veces con consecuencias desfavorables); en otras oportunidades, particularmente cuan do Ia espacialidad en sf es una de las dimensiones de Ia cons trucci6n de Ia diferencia, sera -deb era ser- explfcito. Volvere a este argumento mas adelante, pero Ia esencia de Ia cuesti6n es que para que haya multiplicidad (y, por lo tanto, para que haya diferencia) debe haber espacio; 3.
por ultimo, imaginar el espacio como un proceso en deve nir, nunca como un sistema cerrado (tercera proposici6n), evoca Ia creciente insistencia del discurso polftico en Ia apertura genuina del futuro, insistencia fundada en un intento por escapar de esa inexorabilidad que caracteriza frecuentemente los grandes relatos de Ia Modernidad. Los marcos de «Progreso», «Desarrollo» y «Modernizacion», y Ia sucesi6n de modos de producci6n elaborados dentro del marxismo, todos proponen escenarios en los cuales las direcciones generales de Ia historia, incluido el futuro, son conocidos. Sin embargo, por mas que sea necesario mucho esfuerzo para ponerlos en practica y mucha lucha para llevarlos a buen termino, siempre se ha contado con el respaldo de una convicci6n acerca de Ia direcci6n en que se movfa Ia historia. En Ia actualidad, muchos te6ricos re chazan ese tipo de formulaciones y en cambio sostienen que existe una apertura radical del futuro, ya sea a traves de argumentos relacionados con Ia democracia radica},9 con nociones de nomadismo, 1 0 con determinadas concepciones
9. Vease Ernesto Laclau (1 990), New Reflections on the Revolution of our Time. Londres: Verso. [Existe traducci6n al espaiiol: Nuevas reflexiones sabre Ia revoluci6n de nuestro tiempo. Buenos Aires: Nueva Vision, 1 993]. 1 0. Gilles Deleuze y Felix Guattari (1 984), A Thousand Plateaus: Capitalism and Schizophrenia (traducci6n al ingles). Londres: The Athlone Press. [Existe traducci6n al espaiiol: Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-textos, 2004].
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de la teoria queer. 1 1 D e hecho, y como aseguraria Laclau en particular, solo si concebimos el futuro como genuinamen te abierto podemos aceptar o adherir a una noci6n genuina de politica. Aqui, como en el caso de la primera proposici6n, hay un paralelismo con mi propuesta acerca de la conceptualiza ci6n de la espacialidad. Tanto el espacio como la historia son «abiertos»; de hecho, a medida que avancemos en la argumen taci6n, intentare mostrar con claridad que las dos aperturas son, en realidad, dos caras de la misma moneda y que cada una es imprescindible para la otra. 1 2 Dicho de otro modo, la conceptualizaci6n del espacio como «ahierto, incompleto y en constante devenir» es un pre-requisito esencial para que la historia sea abierta, y por ende, tomando en cuenta los argu mentos de Laclau, es un pre-requisito para la existencia de la politica. En una primera lectura, podria ocurrir que las proposicio nes sobre el espacio/la espacialidad parecieran inobjetables y razonables y que, por lo tanto, fuesen aceptadas sin mas. Por extraiio que parezca -aunque, claro esta, mi deseo es que el lector concuerde conmigo a medida que avance en la lectura-, esa rapida aceptaci6n me desilusionaria. Es que tambien deseo proponer que esos elementos de una imaginaci6n revisada del
1 1 . Vease William Haver ( 1 997), «Queer research: or, how to practise inven tion to the brink of intelligibilitp, en Sue Goulding (ed.), The Eight Technologies of Otherness. Londres: Routledge; pp. 277-292. 12. Aqui hay una relaci6n con Ia primera proposici6n. Para muchos antie sencialistas, Ia verdadera importancia de su postura (es decir, Ia oposici6n a Ia naturaleza esencial de las identidades -en el sentido de su caracter inmutable-) es que, precisamente, esta abierta a Ia posibilidad de cambio. Como ya he sugerido, y como se vera mas explicitamente mas adelante, Ia construcci6n relacional garantiza Ia posibilidad de cambio solo cuando Ia noci6n de «relaciones» no se limita a un sistema cerrado.
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espacio son nuevos, que en algunos casos son contradicto rios y en otros desafian seriamente Ia forma en que estamos acostumbrados a pensarlo. Un aspecto relacionado con esta cuesti6n es que, como ya he mencionado, muchas veces no pensamos el espacio: utilizamos el termino, tanto en el discur so cotidiano como en el academico, sin tener plena conciencia del sentido en que lo usamos. 1 3 Otra dificultad que hace de Ia propuesta de revisar nuestra imaginaci6n del espacio un desa ffo interesante, es que hay diversas conceptualizaciones, muy diferentes entre si. En esta secci6n, entonces, y para subrayar las diferen cias entre las tres proposiciones presentadas anteriormente, analizare algunas de las formas en que han pensado el espa cio ciertos te6ricos y escuelas te6ricas de gran importancia, formas que difieren por completo de lo que aqui propongo. Este abordaj e de posturas distintas permitira profundizar mis propios argumentos. En primer Lugar, hay una larga e influyente linea de pensa miento dentro de Ia «filosoffa continental», cuyo interes prin cipal radica, en este tema, en Ia conceptualizaci6n del tiempo, pero que tiene como correlato una idea bastante particular del espacio. (Ese vinculo entre conceptualizaciones del tiempo y conceptualizaciones del espacio no se limita a esa corriente filos6fica. Como veremos, es parte integral de muchas de las posturas que analizaremos aqui. Y tambien es parte de mi propia argumentaci6n: ambas estan -coherente o incoheren temente- relacionadas. En este caso, como ya he indicado, el argumento es que toda conceptualization del tiempo que sea radicalmente abierta requiere, paralelamente, una concep13. El hecho de que el concepto de espacio se emplee aquf y alii sin ser analiza do es algo que Henri Lefebvre sefiala en los primeros argumentos que presenta en The Production of Space (traducci6n a! inglt!s). Oxford: Blackwell, 1 99 1 .
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tualizacion abierta del espacio.) Dentro de esta primera linea de pensamiento, quiza la figura emblematica sea la de Henri Bergson, 1 4 y su influencia aun tiene vigencia, quiza mas parti cularmente en la obra de Deleuze y Guattari. De modo que no se trata «nuevamente» de una cuestion historica. La segunda proposicion de este articulo es que el espacio es la esfera de la posibilidad de existencia de la multiplicidad. Por extension, el espacio como dimension es necesario para que exista la diferencia. Esto se opone diametralmente a la propuesta de Bergson, para quien el tiempo es la dimension esencial de la diferencia. La razon es que, para Bergson y otros, entre los que se cuentan muchos teoricos actuales, la «diferen cia» en si es imaginada no como aspecto potencial de la multi plicidad, tal como se propone en el presente trabajo, sino como cambio a traves del tiempo. No se justifica detenernos aqui para exponer las razones de la postura de Bergson, aunque mi intuicion me lleva a creer que derivan de la batalla que libro esa linea filosofica contra la ciencia newtoniana y einsteniana. 1 5 En lo que a conceptualizaciones del espacio se refiere, esa logica fue devastadora. Si se define la diferencia como cambio (de una sola cosa en el tiempo, en lugar de la existencia simultanea de una multiplicidad de cosas), luego el tiempo es la dimension crucial de la diferencia y esa dimension, el unico vehiculo de la creatividad. Asi, el espacio queda excluido de todo proceso de creatividad (en otras palabras, el caracter abierto del futuro: proposicion numero tres). De hecho, para Bergson, el espacio era la dimension de la representacion, de la fijacion, del confi namiento. Era el lenguaje de los cientificos, que el oponia a la vida del mundo. Es por ello que pudo escribir:
14. Veanse en particular sus trabajos Time and Free Will [tesis doctoral de 1 8 89] y Matter and Memory. 1 5 . Vease Massey, «Physical geography/Human geography,., op. cit.
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Debemos romper la espacializaci6n impuesta por la mente con el obj eto de recuperar el contacto con el nucleo de lo que verdaderamente esta vivo, lo que subsiste solo en la dimension temporal. Asi, el espacio es el reino de la stasis. Quizas el enunciado mas provocador de Bergson en este aspecto es: { Cual es la funci6n del tiempo ? [ ... ] El tiempo evita que todo ocurra en el mismo momento [ ... ] . { DO es acaso el ve hiculo de la creatividad y la elecci6n? { No es la existencia del tiempo la prueba del indeterminismo en la naturaleza ? Hay aqui una cantidad de puntos que reclaman atenci6n. Por empezar, deberia seiialarse que el «indeterminismo» que aparece en la cita se refiere precisamente a la creatividad y a la posibilidad de la politica -el genuino caracter abierto del fu turo jproposici6n numero tres !- que se defienden en este tra bajo. Para Bergson, el cambio implica realmente una novedad, la producci6n de lo nuevo, de cosas que no estan totalmente determinadas por la disposici6n actual de fuerzas. Entonces, «para [Bergson], el futuro esta llegando a ser de tal modo que nunca puede ser una mera redisposici6n de lo que ha sido.» 16 Lo primero que debe notarse es que hay aqui algunas coincidencias de deseos. Tanto el proyecto de Bergson como los argumentos presentados en este articulo bregan por abrir nuestras conceptualizaciones de la temporalidad y del futuro. La segunda cuesti6n, en cambio, destaca las divergencias, y esto afecta lo que entendemos acerca de que es lo que requiere del espacio y del tiempo. En la cita anterior, Bergson expresa
1 6. Barbara Adam, Time and Social Theory, op. cit.; p. 24.
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que el tiempo es el vehiculo del cambio. Hasta ahi estamos de acuerdo, pero ser el vehiculo no es lo mismo que ser la causa. A menos que se adopte una postura completamente esencialista, el tiempo no puede empezar a existir sin cierta ayuda externa. Es decir, en tanto no se recurra a alguna noci6n de desarrollo inma nente de una entidad indiferenciada, solo la interacci6n puede producir cambios (creatividad) y, por consiguiente, tiempo. No obstante, la posibilidad de interacci6n depende de la existencia previa de la multiplicidad (debe haber mas de una entidad para que la interacci6n sea posible: la forma pura de la argumenta ci6n consiste, por supuesto, en que la interacci6n en si es parte integral de la producci6n de las entidades). De modo que: • • •
para que haya tiempo debe haber interacci6n para que haya interacci6n debe haber multiplicidad para que haya multiplicidad debe haber espacio
En otras palabras, y modificando la cita de Bergson, el tiempo, por cierto, puede «evitar que todo exista en el mismo momento» (aunque es una manera curiosa de decirlo), pero para que haya tiempo tiene que haber en un mismo momento mas de una cosa. Para que haya tiempo, debe haber espacio. En segundo Iugar, la escuela estructuralista francesa tam bien se ocup6 de una conceptualizaci6n del espacio que difiere en mucho de lo que se propone aqui, y es posible detectar su gran influencia en la obra de los te6ricos que derivan del es tructuralismo, como Ernesto Laclau, por ejemplo, y Michel de Certeau, entre otros, incluido Michel Foucault. De nuevo, como en el caso de B ergson, los estimulos iniciales para el abordaj e estructuralista fueron aquellos con los cuales nos identificariamos en este trabajo, y en los que se vislumbra un interes real, central, por el tiempo. En la antropologia en parti cular, una corriente de conceptualizaci6n «estructuralista» del
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mundo deriva de una especial atenci6n a las implicancias de las nociones por entonces hegemonicas sobre narraci6n temporal. Demasiado a menudo, sostenfan, ese modo narrativo (tem poral) de conceptualizar el mundo condujo a clasificaciones de niveles de desarrollo que relegaban a las sociedades que estaban estudiando a la condici6n de «primitivas», como si solo fueran precursoras de nuestra propia condici6n de «de sarrollados» . El estructuralismo defiende la coherencia de esas sociedades por merito propio. En lugar del predominio de la narraci6n temporal, los estructuralistas afirman la importan cia de la coherencia interna de las estructuras autosuficientes. Hasta aquf, estamos de acuerdo. Los problemas surgen cuando el debate se traduce -y mal, se podrfa decir- en conceptualizaciones de -y dicotomfas entre- el espacio y el tiempo. Los estructuralistas argumentan contra el predominio de la temporalidad (en realidad, de una vision particular de la temporalidad). En su afan por avanzar en esa linea, y usando una logica que es comprensible pero que no tiene ninglin fundamento filosofico, los estructuralis tas igualan sus estructuras a-temporales con la espacialidad. El supuesto en el que se basan es que el tiempo y el espacio son ant6nimos, ya que el espacio se define como la ausencia de temporalidad. Como en el caso de Bergson, los estructuralistas contraponen tiempo y espacio (para Bergson, lo primordial es el tiempo, y para los estructuralistas, el espacio), y en Bergson, lo espacial se entiende como el campo de la stasis y la fijaci6n. No hay necesidad, ni siquiera en el proyecto estructura lista, de que esto sea asf, porque las estructuras propuestas, si bien carecen de temporalidad, no son espaciales en ningun sentido del termino. Simplemente, son a-temporalesY Se las 1 7. Vease tambien Peter Osborne (1 995), The Politics of Time: Modernity and Avant-garde. Londres: Verso.
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ha denominado espaciales en virtud del supuesto simplista de que, al no haber tiempo, lo unico que queda es el espacio. Esa concepcion de la espacialidad como stasis, se ve refor zada ademas por la conceptualizacion de las estructuras mis mas, que se piensan como sistemas de relaciones fuertemente entrelazados. Asi, el «espacio» se comprende no solo como una sincronia sino como una sincronia cerrada y opuesta a una diacronia. Por cierto, esa nocion de espacialidad se correspon de con la primera proposicion presentada en este articulo: el espacio es producto de interrelaciones. Pero se contradice por completo con la tercera proposicion: la de que el espacio esta en proceso de formacion y nunca constituye un sistema cerra do. Fue esta stasis de sus estructuras/ espacio lo que llevo a sus conocidas dificultades para pensar la movilidad de esas estruc turas y la insalvable oposicion entre pares tales como «lengua» y «habla» . De Certeau comenta: «[ ... ] la espacializacion del discurso cientifico [ ... ] la escritura cientifica incesantemente reduce el tiempo, ese elemento fugitivo, a la normalidad de un sistema observable y legible» . 1 8 Asi, no es de extraiiar que Foucault haya dado vueltas retrospectivamente sobre el tema de como el espacio solia pensarse como lo muerto, lo fijo, lo inamovible. En tercer Lugar, hay una maniobra mas familiar, que se aprecia en las ciencias sociales (incluida la geografia) y en una gran variedad de discursos populares. Se trata de la estrategia que en la conferencia anterior se denomino «organizacion del espacio en terminos temporales » . Cuando utilizamos terminos como «avanzado», « atrasa do», «en desarrollo», «moderno» para referirnos a distintas regiones del planeta, lo que ocurre es que imaginamos las 1 8. Michel de Certeau {1 984), The Practice of Everyday Life. Berkeley: The University of California Press; p. 89.
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diferencias espaciales en terminos temporales. Las diferencias geogrcificas se reorganizan en una secuencia historica: es una maniobra que presenta relaciones interesantes con las otras dos posiciones mencionadas. En un sentido, retoma la posi cion bergsoniana respecto de que la diferencia es temporal en esencia. Por otra parte, es la clase de lectura de la espacialidad que, segun se puede imaginar, los estructuralistas habrian ob j etado. Esta organizacion del espacio en terminos temporales es una manera de concebir la diferencia que es tipica de muchas de las concepciones modernistas del mundo. Las historias sabre el progreso (desde la tradicion basta la modernidad), el desa rrollo, la modernizacion, el relata marxista de la evolucion por media de modos de produccion (feudal, capitalista, socialista, comunista) y muchos de los relatos actuales sabre la «globali zacion», 19 entre otros, comparten una imaginacion geognifica que reorganiza las diferencias espaciales en una secuencia tem poral. Asi, los lugares no tienen diferencias genuinas sino que se ubican mas adelante 0 mas atras en el mismo relata: la unica «diferencia» es su ubicacion en la secuencia historica. Este argumento no es en si mismo original de este arti culo. Foucault lo ha reconocido en algunos de sus aspectos, y en la antropologia esta instalado el debate en relacion con este tema.20 Pero lo que nunca se ha hecho notar es que esta practica reprime el verdadero significado de la espacialidad. Oblitera, o al menos reduce, la verdadera importancia y la di mension de las diferencias en cuestion. En este trabajo, la pro puesta es que un reconocimiento politico real de la diferencia haria que se la entendiera mas como lugar que como secuencia,
1 9. Vease Doreen Massey, Imagining Globalisation, op. cit. 20. Vease Johannes Fabian (1 983), Time and the Other: How Anthropology Makes its Object. Nueva York: Columbia University Press.
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que una comprension mas acabada de Ia diferencia tendrfa en cuenta Ia contemporaneidad de Ia diferencia y tambien tendrfa en cuenta que los «otros», de existencia real, no estan simple mente detras de nosotros sino que tienen sus propias historias que contar. Le otorgarfa al otro, al diferente, al menos un cier to grado de autonomfa en ese sentido. Daria Ia posibilidad de que existieran trayectorias de relativa independencia, es decir, aceptarfa Ia posibilidad de Ia coexistencia de una multiplicidad de historias. Sin embargo -y para dar otra vuelta de tuerca a Ia ar gumentacion- para que coexistan multiples historias debe haber espacio. En otras palabras: una comprension acabada de Ia espacialidad implica reconocer que hay mas de una historia desarrollandose en el mundo y que esas historias tienen al me nos una relativa autonomfa. En cuarto Iugar, hay una ultima forma de abordar Ia no cion de espacio de Ia que es necesario alejarse. En efecto, parte fundamental de Ia concepcion «modernista» del espacio como algo temporal supuso una manera particular de entender Ia re lacion entre «espacio» y «sociedad». Sobre todo, en el sentido de que el espacio geografico se imagina como dividido, sepa rado en localidades, lugares, regiones ... AI respecto, Gupta y Ferguson afirman: «Las representaciones del espacio en las ciencias sociales son en gran medida dependientes de imagenes de quiebre, ruptura y disyunci6n».2 1 Ademas, ese espacio dividido se imagina en relacion con una forma particular de organizacion de Ia sociedad en Estados-nacion, comunidades locales, las tribus locales de los antropologos, las culturas regionales de los sociologos y los geografos. En otras palabras, se parte del supuesto de un iso21. Akhil Gupta y James Ferguson (1 992), «Beyond 'culture': space, identity, and the politics of difference», Cultural Anthropology, 7; pp. 6-23, cita en pag. 6.
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morfismo entre cultura y sociedad par un lado y Lugar par el otro. Las culturas tienen sus propios espacios. Sin embargo, puede avanzarse un poco mas en este senti do. Se supone que las diferencias entre esas culturas con base espacial y la identidad de esas culturas se generan internamente y se constituyen de antemano. Se piensa que las culturas (las culturas regionales, las naciones, etc.) primero se forman y lue go comienzan a interactuar. Se supone que, de alguna manera, las caracterfsticas de un lugar y su «cultura local» brotan de la tierra. Esa vision de los lugares y las regiones, asf como de la constitucion de identidades y diferencias es la concepcion newtoniana clasica, la de las bolas de billar. Es, fundamental mente, esencialista e individualista. Y, par cierto, es un modo de entender las casas que puede convertirse en sf mismo en materia de analisis. Seglin Walker, Las teorfas de las relaciones internacionales son mas interesantes en tanto aspectos de la politica mundial contemporanea que necesitan ser explicados que como explicaciones de la politica mundial contemporanea. [ ... ] pueden interpretarse como un discurso que caracteriza al estado moderno y al mismo tiempo como una practica que lo constituye.22 En este trabajo, y en contraposicion con esa nocion com partimentada del espacio, nos imaginamos el espacio y los lugares, y la identidad de los lugares, regiones, naciones ... , en parte, precisamente como un producto de la interaccion. Ademas, argumentamos en favor de esta postura no solo como principia (como una forma util de conceptualizar el espacio) 22. R.B.J. Walker (1 993), Inside/Outside International Relations as Political Theory. Cambridge: Cambridge University Press; cita en p. 6.
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sino como materia de comprension historica. Es decir, es tanto una propuesta teorica sobre como podrfamos imaginar mejor lugares y regiones23 como un argumento que permite postular que las cosas fueron siempre asf. Por ej emplo, no es correcto decir que los lugares y las na ciones existian en un estado de autoencierro hasta que la etapa actual de la globalizacion derribo las fronteras que antes eran soberanas. En Europa y Ia gente sin historia, 24 Eric Wolf es muy persuasivo cuando asegura que antes de 1 492 las socieda des no estaban «aisladas culturalmente» . Hasta los iconos mas sagrados de la quintaesencia de los lugares tienen «rutas» geo graficas mucho mas ampias y dispersas que el area geografica a la cual, supuestamente, representan: la iconica aguja de las igle sias inglesas proviene de una religion nacida en Cisjordania; la «tan inglesa» taza de te dependfa para su institucion de un colonialismo que se extendfa desde la esclavitud de la caiia de azucar en el Caribe, a traves de la Compaiifa de las Indias Orientales, hasta las guerras del opio en China. Si se adopta esta perspectiva, se nos presenta una pregunta: ( COmo ten drfamos que caracterizar la identidad de la nueva «Europa» ? ( Podemos imaginarla de modo tal de reconocer cucinto de la «europeidad» se debe a siglos de relaciones con un mundo que va mucho mas alia de sus fronteras ? Quiza aquf convenga hacer una breve recapitulacion. Resulta crucial para la conceptualizacion del espacio/ espacialidad el reconocimiento de su relacion esencial con las diferencias coexistentes, es decir con la multiplicidad, de su
23. Vease John Allen, Doreen Massey y Allan Cochrane (1 998), Rethinking the Region. Londres: Routledge. 24. Eric Wolf (1 982), Europe and the People without History. Londres: University of California Press. [Existe traducci6n al espaiiol: Europa y La gente sin historia. Mexico: FCE, 1 987.]
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capacidad para posibilitar e incorporar Ia coexistencia de tra yectorias relativamente independientes. La propuesta es que deberfa reconocerse el espacio como esfera del encuentro -o desencuentro- de esas trayectorias, un Iugar donde coexistan, se influyan mutuamente y entren en conflicto. El espacio, asi, es el producto de las intrincaciones y complejidades, los en trecruzamientos y las desconexiones, de las relaciones, desde lo cosmico, inimaginable, hasta lo mas intimo y diminuto. El espacio, para decirlo una vez mas, es el producto de interrela cwnes. Asimismo, y como consecuencia de ello, y tal como ya hemos sugerido, el espacio siempre esta en proceso de realiza cion, nunca se halla concluido. En el espacio siempre quedan cabos sueltos. Ahora bien, todo esto nos lleva a otra conclusion. Este caracter relacional y abierto del espacio, hace que siempre tenga algo de inesperado, de impredecible. Como los cabos sueltos, el espacio siempre tiene algo de «caotico» (aquello no prescripto aun por el sistema). Es un «caos» que surge de esas yuxtaposiciones circunstanciales, de las separaciones accidentales, del carcicter tantas veces paradojico de las confi guraciones geograficas en las que, precisamente, una cantidad de trayectorias distintas se entrelazan y a veces ineractuan. En otras palabras, el espacio es por naturaleza una zona de «dis rupciones» .25 Quiza Ia conclusion mas sorprendente de todas, dadas las conceptualizaciones hegemonicas, es que el espacio
no es una superficie. La razon para haber incluido aqui esta recapitulacion es que me permite presentar dos cuestiones mas.
25. Vease Doreen Massey, «Spatial disruptions», en Sue Goulding (ed.), The
Eight Technologies of Otherness, op. cit.; pp. 2 1 8-225.
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La primera consiste en remarcar que esta disrupci6n del espacio es importante, por cuanto hace posible una distinci6n entre Ia postura presentada aqui sobre Ia interrelacionalidad y Ia que caracteriza Ia actitud de lo que podria denominarse «ho lismo New Age», una forma de ver el mundo construida por medio de interrelaciones pero en Ia que, en alg1ln sentido, to das las interrelaciones estan establecidas de antemano: donde todo ya esta vinculado con todo lo demas. En esa formulaci6n hay un peligro, el de llegar a Ia clausura en un encierro totaliza dor, Ia claustrofobia del sistema cerrado, Ia coherencia cerrada donde no hay Iugar para Ia entrada de lo nuevo. Pasar de Ia vision «individualista» del espacio criticada anteriormente (el espacio como contenedor de «cosas») a este carcicter relacional significa pasar del mundo esencialista newtoniano de las bolas de billar a un holismo cerrado que no da Iugar a una politica activa. De modo que no estoy a favor de ese pasaj e. En cambio, en este trabajo, postulo Ia existencia de un «sistema» abierto (aunque el termino puede no ser apropiado) que contiene re laciones existentes y futuras siempre cambiantes. Se trata de una formaci6n de potencial. Contiene, como aspecto integral, lo que ha sido denominado «Ia productividad de Ia incoheren cia» .26 Aun mas, esa productividad de Ia incoherencia es funda mental para pasar al segundo aspecto, un aspecto que puede ser lo suficientemente significativo para considerarlo como Ia «cuarta proposici6n». Esto es, precisamente porque es Ia esfera de Ia yuxtaposici6n potencial de los distintos relatos, del for-
26. Y. Levin (1 989), «Dismantling the spectacle: the cinema of Guy Debord», en Elizabeth Sussmann (ed.), On the Passage of a Few People Through a Rather Brief Moment in Time: the Situationist /nternationa/ 1957-1972. Cambridge: MIT Press; pp. 72- 1 23.
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jamiento de relaciones nuevas, la espacialidad es tambien una fuente para la producci6n de nuevas trayectorias, nuevas his torias. Es una fuente de producci6n de espacios nuevos, iden tidades nuevas, relaciones y diferencias nuevas. (Es interesante y significativo que el argumento se vea limitado porque no existe un lenguaje adecuado para expresarlo.) Volviendo a las consideraciones anteriores sobre Bergson (y disintiendo con el una vez mas), la consecuencia es que el tiempo necesita del espacio para avanzar. El tiempo y el espacio nacen al mismo tiempo; asi, es absolutamente necesario que conceptualicemos el mundo en terminos de espacio-tiempo. En las ultimas decadas, muchos ge6grafos han argumenta do a favor de volver a dar prioridad a lo espacial. Pero proba blemente sea mas importante poner fin a esa separaci6n radical entre tiempo y espacio, separaci6n que no hemos cuestionado en las ciencias sociales desde los pronunciamientos de Kant. Sin embargo, hay un aspecto fundamental que merece ser tratado. Incluso si se aceptara sin mas todo lo expuesto anteriormente, todavia quedaria pendiente el tema de por que deberiamos imaginar asi el espacio. Hay una respuesta posible, que hoy esta muy en boga, con la que soy cauta, por no decir que no me convence. Es la respuesta que reza: «eso es lo que dice la fisica» . Uno de los aspectos mas divertidos y engafi.o sos de gran parte de lo que se escribe actualmente con tinte posmoderno es que, por un lado, se sospecha profundamente de toda aseveraci6n que pretenda ser una verdad universal y, por otro lado, se recurre con liberalidad (y muchas veces con pereza, diria yo) a referencias a las ciencias naturales. Se echa mano de la mecanica cuantica, la teoria del caos y los fractales (muchas veces con bastante vaguedad) para argumentos que estan en si ligados al ambito de las humanidades. Hasta que no hayamos debatido con mas seriedad acerca de la condici6n de ese uso, deberia tratarselo -al menos- con mas cuidado. Los
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fisicos discuten entre ellos tanto como nosotros. No queda claro por que los que trabaj an en el campo de las ciencias «so ciales» deberfan considerar las ciencias denominadas «duras» como fuentes de verdad irrefutable.27 De modo que, a pesar de mis referencias a Newton, no es al campo de la ffsica al que deseo hacer referencia para justificar las proposiciones de este trabajo. Esa invocaci6n a la «fisica», claro esta, evidencia una nece sidad de recurrir a una noci6n de verdad eterna y objetiva. No es el tipo de estrategia que empleare aquf. En cambio, prefiero argumentar a favor de este enfoque de la conceptualizaci6n del espacio sobre una base totalmente distinta: que los saberes particulares (del espacio, por ejemplo) se vuelven adecuados en momentos especfficos del espacio-tiempo y seg\ln pers pectivas (politicas) particulares. Antiguas formas de pensar pueden caer, convertirse en obstaculos para el pensamiento y la acci6n, e incluso pueden movilizarse activamente en tanto «obstaculos» para el cambio. En este sentido, la raz6n por la que propongo esta forma particular de conceptualizar el es pacio no se debe a ninguna afirmaci6n acerca de su verdad o correcci6n eterna u objetiva. Se trata, en cambio, de rechazar la trampa reaccionaria de formulaciones hegem6nicas anterio res y abrir el camino para formular nuevos interrogantes que, segun creo, deben ser formulados -en un sentido politico-. Asf, la ultima secci6n de este trabajo toma cuatro caminos en lo referente a esta cuesti6n: como el mundo al que nos enfren tamos a la luz del nuevo milenio nos exige una nueva imagina ci6n geografica. El primero es muy general, y hare de el una presentaci6n breve. Este abordaj e abre el espacio/ espacialidad a la politica de
27. Massey, «Physical geography/Human geography,., op. cit.
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una manera renovada. De hecho, le permite ser parte integral de lo politico. El espacio dej a de ser el reino de lo muerto (pos tura de Bergson y de los estructuralistas ), no es sencillamente un corte transversal del tiempo, no es una dimension cuya es pecificidad se ocluye con persistencia porque se interpreta en terminos de temporalidad (como en muchas versiones actuales de la «globalizacion» ). En su lugar, se presenta el espacio como parte (parte necesaria) para la generacion, la produccion, de lo nuevo. Es decir, no se trata aqui de enfatizar la produccion del espacio sino del espacio en si como parte integral de la produc cion de la sociedad. Por cierto, la cuestion es que si queremos que el tiempo (el futuro) sea abierto (segtin propuso Bergson y tantos lo hacen en la actualidad), entonces es imprescindible conceptualizar el espacio de la misma manera, es decir, como completamente abierto y activo. La segunda razon para argumentar a favor de pensar el espacio de esta forma es mas especifica y ataiie a la concep tualizacion del espacio en terminos de relaciones. Pienso que hay muchas formas de justificar la importancia de este modo de abordar el tema, y muchas de elias han sido avaladas en los ultimos aiios por los estudios queer, feministas y poscolonia les. No voy a repetir aqui sus argumentos, sino que tomare un tema mas especifico de la geografia, como es el de la identidad, en particular el de la identidad de lugar.28 En este contexto, «lugar» puede referirse a localidad, region, Estado-nacion, una formacion nueva como lo es la «Union Europea», o cualquier otra entidad geografica. Esos «obj etos» siempre han sido cen-
28. Esta discusi6n ha sido desarrollada con mas detalle en Doreen Massey (1 998), «'Identity': some parallels between feminist debate and the identity of pla ce», en Berichte zur deutscben Landeskunde, vo!. 72; pp. 53-59, donde se explora Ia relaci6n entre las conceptualizaciones de distintos tipos de identidad (de genero, de Iugar, de etnia, etc.).
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trales en el pensamiento geognifico, y han existido vastas dis cusiones sobre como debe definirselos. (Aunque, debo decir, gran parte de esas discusiones tenian que ver mas con defini ciones tecnicas que con conceptualizaciones: muchas veces se suponia que la tarea era trazar una linea que cercara el espacio y se suponia que el problema era solamente d6nde trazarla.) En lo personal, los dramaticos acontecimientos de 1 989 hi cieron que revivieran en mi muchas dudas que habian surgido en los aiios precedentes. En ese aiio, en toda Eurasia se vivi6 una oleada creciente de nacionalismos diversos, regionalismos y antipatia entre etnias que con frecuencia se definian a si mis mas en terminos geograficos (y por lo tanto reclamaban una base geografica). A partir de ese momento se volvieron a escu char en el continente terminos como «limpieza etnica» . Se vio mucha sangre, mucha violencia, en defensa de la especificidad local (algo que sigue ocurriendo en muchas partes del mundo.) Todo esto gener6 en mi un conflicto interno. Por un lado, yo rechazaba totalmente las reivindicaciones de exclusividad local y los terminos en que se hadan. Por otro lado, no queria dejar de lado el estudio de las diferencias locales ( es una de las razo nes por las que decidi ser ge6grafa). Mi reacci6n consisti6 en inten tar reimaginar el lugar ( o, en terminos mas generales, la especificidad geografica) de modo que no fuese ( 1 ) limitado, ni (2) definido en terminos de exclusividad, ni (3) definido en terminos de contraposici6n entre un interior y un exterior, ni (4) dependiente de nociones falsas sobre una autenticidad generada internamente. En otras palabras, era un rechazo de la conceptualizaci6n en terminos del esencialismo newtoniano antes mencionado. Esa forma de conceptualizar la espacialidad se habia convertido en un obs taculo para poder pensarla y trascender la confrontaci6n entre esencialismos geograficos. En lugar de eso, se trataba de pro poner una comprensi6n de la identidad de lugar en tanto cons-
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truida por medio de relaciones con otros lugares, «un sentido global del espacio».29 Seglin mi punto de vista, considerar la cuesti6n de ese modo nos permitirfa argumentar a favor de una postura polftica que permitiera apreciar la especificidad local y al mismo tiempo mantener una perspectiva internacional. En tercer lugar, conceptualizar la «identidad» de esta manera -tanto la identidad en general como la especificidad geografica en particular- abre la posibilidad de nuevos inte rrogantes y de nuevas cuestiones relacionadas con las formas polfticas posibles. Ya he sugerido que creo que nuestra epoca exige lo que podrfa denominarse una «polftica relacional»; es decir, no una polftica de identidades preconstituidas (no una «polftica de identidad» como la de Estados Unidos) sino una polftica en la que se expongan los mapas de poder a traves de los cuales se construyen las identidades. Por cierto, existe una polftica real (reaccionaria, en mi opinion) que depende justa mente de la supresi6n del reconocimiento de las cartograffas de poder en las que necesariamente se apoya la construcci6n de identidades, de modo que el simple reconocimiento ya es un paso adelante. De todos modos, no basta con el reconoci miento solamente. Como ya he manifestado con anterioridad, proponer que «todos estamos relacionados» no es suficiente, pues todas esas relaciones se construyen de forma activa (y algunas pueden no concretarse nunca), y a su vez el hecho de que se concreten (son practicas sociales integrales) significa que estan llenas de poder social. Asi, polfticamente, lo que de bemos hacer es reconocer tambien la forma de esas relaciones, su insoslayable contenido de poder social, las relaciones de 29. Doreen Massey ( 1 99 1 ), «A global sense of place», en Marxism Today; pp. 24-29. Reproducido en Doreen Massey (1 994), Space, Place and Gender. Oxford: Polity Press; pp. 1 46-1 56. [Version castellana publicada en Abel Albet y Nuria Benach (20 1 2), Doreen Massey: Un sentido global del lugar. Barcelona: Icaria; pp. 1 1 2 - 1 29).
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dominio y subordinaci6n que pueden implicar, o (visto esde un aspecto mas positivo) el potencial habilitante al que pueden dar origen. Para decirlo de otra manera, esa clase de politica, en Iugar de reclamar derechos para un conjunto de identidades pre constituidas que se multiplican con gran velocidad, asumirfa la responsabilidad y -cuando fuese necesario- el desaffo por la forma de las relaciones a traves de las cuales se forjan esas identidades; identidades en las que, de hecho, estamos ubi cados individual y colectivamente, y a traves de las cuales se constituye la sociedad en general. En cuarto y ultimo Iugar, esto se vincula con otra forma en que podrfamos pensar la politica. Ya he expresado que muchos enfoques «modernistas» de la politica (sean progre sistas liberales o marxistas) imaginan el mundo en terminos de secuencias hist6ricas, lo que tiene dos consecuencias signi ficativas. Por una parte, significa que el futuro ya se conoce, su delineamiento general ya esta trazado por los grandes re latos. Ha habido, por cierto, una persistente ambigiiedad al respecto, ya que se han seguido realizando acciones politicas aunque «se supiera» que el futuro ya estaba escrito. (Es una de las ambigiiedades que gener6 lo que se conoce como «el debate estructuralagencia», y esta en la base de los problemas de dualidades propio del estructuralismo.) Lo que hoy esta ((deberfa estar?) incluido en la agenda es una apreciaci6n mas acabada del hecho de que el futuro es genuinamente abierto. Por otra parte, la organizaci6n moderna del mundo dentro de un gran relato unico suprimi6 la existencia de las diferencias reales. Si solo existe un relato, un futuro hacia el que todos nos dirigimos (baj o Ia forma en que nos imaginamos el mun do), entonces hemos suprimido las multiplicidades genuinas y potenciales de lo espacial. La historia lineal unica organiza el espacio en una secuencia temporal. En consecuencia, rechazar
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Ia temporalizaci6n del espacio abre nuestras historias a Ia mul tiplicidad y permite reconocer que el futuro no esta escrito de antemano, sino que, al menos en cierto grado y dentro de las condiciones que imponen las circunstancias que no elegimos, esta en nuestras manos construirlo.
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ALGUNOS TIEMPOS DE ESPACIO*
Doreen Massey Expectativas
Lo mas previsible que se puede decir acerca del tiempo meteo rol6gico es, por supuesto, lo diffcil que es predecirlo. James Gleick cuenta una historia acerca del momento en que se em pez6 a entender el «caos» y donde la meteorologia es crucial. Las nubes representan un lado de la naturaleza que la co rriente dominante de la fisica ha obviado, un lado que a la vez era confuso y detallado, estructurado e impredecible. [ . . . ] Desde que el mundo tiene fisicos que se dedican a in terrogar sobre las leyes de la naturaleza, ha venido sufrien do una especial ignorancia acerca de los des6rdenes de la atmosfera. [ ] A medida que hace su curso la revoluci6n sobre el caos, los mejores fisicos se ven volviendo, sin nin gun tipo de turbaci6n, a los fen6menos de escala humana. Investigan no solo las galaxias sino tambien las nubes. 1 . . .
Y e s bien extrafio que e n u n mundo donde existe l a comu nicaci6n instantanea, los viaj es a otros planetas, la manipula ci6n genetica avanzada (en otras palabras: la magia y el control tecnol6gico mas increible) todavia puedas salir de casa y, de manera imprevista, quedarte empapado de cabeza a pies. A menudo voy a una casa en el sur de Francia. Esta zona de la Catalufia Septentrional se situa entre el Atlantico y el * © Tate Publishing, Londres, 2003 . Traducci6n de Abel Albet y Nuria Benach del original ingles «Some Times of Space», en Susan May (ed.), Olafur Eliasson: The Weather Project. Londres: Tate Publishing, 2003; pp. 1 0 7- 1 1 8. 1 . James Gleick (1 988), Chaos: Making a New Science. Londres: Penguin; pp. 3-8 [Existe traducci6n a! castellano: Caos: La creaci6n de una ciencia. Barcelona: Seix Barra!, 1 988). .
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Mediterraneo, entre los Pirineos y las Cevennes; los puntos cardinales se identifican con los vientos. Cada viento tiene su nombre: Vent de Dalt, Gregal, Llevant, Migj orn, Tramuntana . . . El tipo de tiempo que hace depende de que tipo de viento esta soplando en cada momento. Cada viento trae consigo una peculiar temperatura, lluvia (o sequedad), humedad, e incluso tipo de luz. Las tormentas violentas de Ia Tramuntana, el oca sional frio intenso que viene de las montanas al sur, Ia nitida sequedad del Mediterraneo; y ademas cada uno de ellos varia segun Ia estaci6n del ano. Un pequeno cambio en Ia configu raci6n de las siempre variables condiciones meteorol6gicas y tendras que rehacer tus planes para el dia. Quizas esta descripci6n de Ia expectativa de Ia variabilidad se base en los rasgos que caracterizan Ia zona de clima tem plado. Hay sitios donde puedes estar seguro que durante dias o incluso semanas lucira el sol o hara un frio helado o estara lloviendo. La misma expectativa de variabilidad, pues, te deja sorprendido. Incluso en aquellas islas del Reino Unido tan obsesiona das por Ia meteorologia Ia impredictibilidad es habitualmente negada en beneficio de Ia caricatura. Indolentes alocuciones periodisticas evocan una deprimente monotonia al referirse a las mananas lluviosas de Walsall o de Telford. � Por que estos lugares ? Esta claro que no siempre llueve alii. La meteorologia es utilizada para intensificar un efecto, para tipificar. Lo que se asume es que «nosotros» no somos de estos lugares. Mas bien somos cooptados, junto con Ia meteorologia, para contribuir a Ia prepotente risita sarcastica del autor. Sonreimos ante Ia ima gen de un tiempo gris. La caricatura de Ia meteorologia es utili zada no tanto para mostrar algo que es evidente (que el tiempo es distinto en cada Iugar: es decir, una variabilidad real) sino para establecer una caracterizaci6n mutua. Supuestamente, no hay mananas lluviosas donde «nosotros» estamos. Quiza ello
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Tonight, drier.
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The Guardian, martes 20 de mayo de 2003; p. 24
sea debido a un vestigio remanente del extenso y persistente fen6meno que es la «climatologfa moral», seg-Un la cual los tiempos y los dimas son movilizados en tanto que categorfas culturalmente moduladas con el objetivo de reforzar determi nadas geograffas polfticas.2 2. David Livingstone (2002), « Race, Space and Moral Climatology, Notes toward a Genealogy», ]ournal of Historical Geography, 28; pp. 1 59- 1 80.
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A pesar de ello y prescindiendo de estas precauciones e intentos de crear estereotipos, a todos los visitantes de la casa en Cataluiia un cartel les advierte: «No salgan de la casa sin asegurar los postigos» : podrfa suceder que la Tramuntana em pezase a soplar sin previo aviso. Encuentros
Imaginate que estas de viaje. No hace falta que sea algo epi co: puede tratarse de un desplazamiento bastante cotidiano, un simple «de aquf para alla», algo como ir de Manchester a Liverpool. Una manera de describirlo es como un desplaza miento a traves del espacio. Te estas moviendo entre dos luga res sobre un mapa. Manchester y Liverpool estan ahf fijos y tu, el suj eto activo, viajas entre ambos. Haces un trayecto. Ahora piensalo de otra manera. Piensa que este movimiento tuyo no solo es espacial: tambien es temporal. Asf, apenas has salido de Manchester, y te acercas a los llanos de musgos que se extienden a ambos lados, Manchester ya ha quedado atras. Las vidas han avanzado, se han hecho negocios, la meteorologfa, por supuesto, ha cambiado. Aquella colecci6n de trayectorias que es Manchester ya no es la misma que habfa cuando tu te fuiste de allf. Ha perdurado sin ti. � Y Liverpool ? De igual forma, no se ha quedado ahf sin mas, quieto en el mapa, esperando tu He gada. Tambien ha continuado haciendo sus cosas, moviendose. Cuando sales del tren, tu llegada a la calle Lime se convierte en el inicio de tu implicaci6n en las cosas que te trajeron aquf y en una conjunci6n de trayectorias, a medida que te vas involucran do en historias que habfan empezado antes de tu llegada. No se trata de la llegada de un viajero activo a un destino expectante y pasivo, sino de un entrelazamiento de trayectorias en curso de las que algo nuevo puede emerger. El movimiento, el encuentro y la construcci6n de las relaciones, llevan tiempo.
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* * *
Es imposible toparse con algo de lo que no tengamos ningun tipo de idea preconcebida, pero el pleno reconocimiento de que lo que nos encontramos esta tambien en movimiento (cambiante a Ia vez que persistente), como mfnimo altera un poco nuestra confianza sobre si se veran cumplidas nuestras expectativas. Un encuentro se da siempre con algo «en mar cha». El viajero no es el unico que esta activo. El origen y el destino tienen sus propias vidas. Deshacer esta forma tradicio nal de contraposici6n entre el sujeto activo y el objeto pasivo es un elemento caracterfstico de Ia practica de Olafur Eliasson. E l cuestiona el «objetivismo» estatico, dado e implacable del arte, propio de un espectador. Y esto tambien plantea el reto a determinadas ideas acerca del espacio. Eliasson lo ha planteado con motivo de los escri tos de Henri B ergson. Una «selecci6n artfstica» incluida en una monograffa suya reciente, consisti6 en una larga cita saca da de Evoluci6n Creativa.3 Bergson escribe acerca del «movi miento, que es realidad en sf mismo» .4 Se trata de movimiento en su sentido mas amplio: de proceso, de cambio. El espacio, pues, no puede ser una lamina estatica ortogonal al tiempo y definida en oposici6n a este. Si el movimiento es realidad en si mismo, entonces nuestra idea de espacio resulta ser un corte a traves de todas aquellas trayectorias; una simultaneidad de historias inacabadas. El espacio contiene tiempo/tiempos en su interior. Esta no es Ia simultaneidad estatica de un sistema cerrado sino Ia simultaneidad de movimientos. Y, en conjunto, es algo muy diferente.
3. «Artist's Choice», en Madeleine Grynsztejn, Daniel Birnbaum y Michael Speaks, Olafur Eliasson. Londres: Phaidon, 2002; pp. 1 1 2-1 20. 4. f bid.; p. 1 1 7.
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Significa, par una parte, que no puedes volver atnis en el espacio: el mito del retorno. A medida que subes de nuevo al tren para volver a casa aquella misma noche, deshaciendote (al menos ffsicamente) de aquellas trayectorias liverpulienses, el Manchester que dej aste ya no sera el Manchester de ahara mismo (tal y como tu mismo habras cambiado). El espacio tiene sus tiempos. Abrir el espacio a este tipo de imaginaci6n equivale a tej er el tiempo y el espacio de manera conjunta. Todavia no puedes suj etar lugares (ni casas, ni nada) . Pero lo que si puedes hacer es encontrarte con ellos, hacer tuya la historia que alguien ha venido manteniendo hasta « ahara», y
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Show> (a big story) no es lo mismo, afirma Massey, que «una gran narrativa (a grand narrative)>> en la que, despues de todo, siempre se sabe el final (sea este el progreso, la globalizacion, el comunismo . . . ); en una gran narracion, lo unico que sabes es que hay «procesos importantes (big things)>> que tienen lu gar en el mundo y que te permiten situarte en un nivel mayor que el de las interrelaciones de tipo micro (Massey en Spatial
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Delights, 2009). La pregunta es como, desprovistos de una
narrativa previa donde ir interpretando nuestros pedazos de informacion, podemos identificar esos procesos mas genera les. La respuesta, esperable, de Massey es que para encontrar ese marco general no hay otra receta que el trabajo empirico, porque la proximidad a lo concreto es precisamente lo que diferencia Ia gran historia de Ia gran narrativa.
Las aponaciones de Massey son esenciales para entender uno de los debates clave en Ia geografia y Ia teoria social de Ia decada de los 1 990: el papel de Ia singu laridad local ante los retos de Ia Hamada «globalizaci6n,. y las criticas a las explica ciones y las teorias universales y universalizantes. Para Massey pensar e interpretar en terminos locales y de «Iugar,. no implica algo reaccionario o excepcionalista si se entiende el sentido y Ia especificidad del Iugar como algo construido a panir de Ia concreci6n (en un tiempo-espacio comprimido) de una constelaci6n panicular de relaciones sociales que catalizan en un Iugar especifico. [Foto: A. Albet]
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Aportaciones conceptuales
Las propuestas conceptuales de Massey sobre el espacio han contribuido a transformar lo que 30 afios atras se asumfa, sin siquiera cuestionarlo, como cierto. Como ha sefialado acertadamente Ash Amin, una idea ampliamente aceptada en Ia actualidad como Ia de que el espacio ocupa una posicion central en Ia constitucion de lo social no era para nada tan obvia entonces (Amin en Spatial Delights, 2009). Massey ha logrado, efectivamente, formular ideas sabre el Iugar, las ciudades, las regiones, las localidades y el espacio vivido de un modo completamente nuevo. En los afios 1 960 los lugares eran contemplados bien como entidades historicas cerradas, productos unicamente de su propio pasado 0 bien, en algu nos momentos de efervescencia neopositivista, como puntas abstractos en una superficie geometrica. Massey, con una aproximacion completamente diferente, fue una de las que mas contribuyo a politizar ese espacio a traves de tres ideas fundamentales; el espacio como producto de las relaciones, como esfera de lo multiple y como siempre en construccion (vease Massey, 1 999b y 2006a y tambien, extensamente, Massey, 2005). 1. El espacio es definido como el producto de las interre laciones e interacciones a todas las escalas: «el espacio es un producto de las practicas, las relaciones, las conexiones y las desconexiones. Hacemos espacio en el devenir de nuestras vidas» (Massey, 2006b ). El espacio es asf contemplado no de una manera esencializada como alga pre-existente, sino como modelado a traves de las relaciones existentes. Asf, las identi dades, los suj etos, los espacios, no pre-existen sino que se van construyendo a partir de las relaciones con otros suj etos y con otros espacios; esta es Ia base de Ia concepcion relacional del espacio que Massey propane. Esta vision relacional ha sido criticada en ocasiones, particularmente desde Ia geograffa eco274
n6mica, por dejarse llevar en exceso, supuestamente, por un enfasis en las redes, los flujos y lo cambiante y por estar mas interesada en lo personal y en las relaciones sociales que en los mecanismos y las macroestructuras subyacentes. Curiosamente, en otras ocasiones, se ha seiialado que era Ia insistencia en las especificidades del Iugar Ia que no daba cabida adecuadamente a ese espacio de flujos «mas global» (Taylor et al., 2008). Ni uno ni otro tipo de criticas toman en cuenta que el pensamiento relacional persigue precisamente Ia convergencia de todo (lo micro y lo macro, lo contingente y lo institucionalizado) de modo que cualquier planteamiento que llevara a su separaci6n seria necesariamente inadecuado. Para Massey, no hay (y no debe haber) contradicci6n entre aquella dicotomia que seiialara Manuel Castells ( 1 989) entre espacio de lugares y espacio de flujos. Su reconceptualizaci6n del espacio consiste precisamente en pensarlo relacionalmente sin negar Ia existencia de entidades territoriales tales como naciones, regiones, lugares . . . Se trata, en definitiva, de no contraponer los territorios y las relaciones sino de pensar los territorios relacionalmente. Que las criticas hayan llovido de ambos frentes (por poner un acento excesivo en lo local o por ponerlo sobre todo en las conexiones y en los flujos) no hace sino mostrar con mas claridad aun Ia potencia interpretativa de esa concepcion relacional del espacio, en Ia que no puede entenderse lo que pasa a nivel global sin examinar cuidadosa mente el lugar, y viceversa. 2. El espacio es tambien Ia esfera que posibilita Ia existencia de Ia multiplicidad, Ia que permite Ia coexistencia de lo hetero geneo. Y no solo eso sino que el mismo espacio esta constitui do, por su parte, por multiples dinamicas y fuentes a partir de las que se forman las ciudades y las mismas regiones: el legado hist6rico, las influencias externas, las fuerzas institucionales, las conexiones entre lugares, las relaciones sociales locales, etc.
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El espacio es, pues, la dimension de la multiplicidad, la dimen sion de lo social. Asi que la cuestion politica fundamental es la planteada por la misma existencia del espacio: «� como vamos a vivir juntos; a convivir, co-existir ? El espacio nos ofrece el desafio (y el placer y la responsabilidad) de la existencia de 'otros'» (Massey, s.f.). En una concepcion como esta, el analisis debe hacerse «desde abajo», para poder seguir la existencia de redes y relaciones y detectar la pluralidad de actores que, en definitiva, «hacen» los lugares. Es una muestra clara de una concepcion del lugar suficientemente sofisticada y cuidadosa como para tener en cuenta a los actores, la historia y las insti tuciones propias de cada lugar sin levantar los pies del suelo y, a la vez, sin olvidar que todo espacio se ha forjado a traves de las relaciones con otros espacios, con otros actores. El espacio se plantea pues como una arena politica, en que las relaciones de poder no son reducibles unicamente a las de los poderosos sino que se visibilizan tambien en la ausencia de poder y en las aspiraciones a un poder colectivo y verdaderamente democra tico (ahi reside la potencia politica de un concepto tan propio de Massey como el de las «geometrias del poder» ). 3. Este espacio, multiple y producto de las relaciones es, en consecuencia, algo que no esta cerrado ni acabado sino que esta siempre en construccion, en constante proceso de forma cion. Ya se ha seiialado como Doreen Massey ha defendido con gran vehemencia una vision de la geografia en la que el espacio y el tiempo estan intimamente unidos. Su contraposicion, tan consolidada tras siglos de identificacion de lo temporal con lo dinamico y de lo espacial con lo estatico, es cuestionada y re planteada por ella mediante el concepto de «espacio-tiempo» con el que se pretende mostrar que sin espacio no hay tiempo, no hay produccion de historia, no hay posibilidad de cambio politico (Massey, 2006a). Una de las ideas que con mayor fuer za ha querido combatir Massey es precisamente esa nocion de
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espacio como una dimension atemporal (Massey, 2003 ), reto mando Ia idea foucaultiana que negaba que el espacio fuera una mera superficie plana y muerta. AI contrario, para remar car justamente lo opuesto, Massey afirma que el espacio es un corte a traves de una miriada de historias que ocurren en un momento determinado: «a simultaneity of stories so far» (una simultaneidad de historias hasta ahora) (Massey, 2003). La defensa de estas tres caracteristicas de espacio esta pre sente en toda Ia obra de Massey, cuyo objetivo ha sido siempre no solo repensar Ia teoria sino tambien examinar y valorar sus implicaciones para Ia practica politica. Massey ha sido no solo innovadora en enfoques y visio nes, sino que tambien ha propuesto, cuando las palabras le han faltado, algunos neologismos que no deberian ensombrecer las profundas y creativas propuestas conceptuales que hay tras ellos. Destacamos a continuacion tres conceptos de gran poder analitico y de gran influencia en el mundo intelectual y que han llegado ya a identifi.carse plenamente con su persona: las divisiones espaciales del trabajo, el sentido global del Iugar y las geometrias del poder. Divisiones espaciales del trabajo
Massey se refi.ere a menudo a sus origenes en el norte de Inglaterra, el area mas deprimida economicamente del Reino Unido frente al pujante sudeste que concentra todo el poder econ6mico y politico. El «problema regional», decia Massey, era siempre contemplado como un hecho geografi.co, como algo que simplemente existia, como si las regiones deprimidas fueran de alglin modo responsables de su propio destino. De modo que empez6 por hacerse a si misma Ia pregunta mas simple: { que re laci6n hay entre las diferencias geografi.cas de las diversas partes del pais ? (Massey, 1 973; 1 979). Pronto lleg6 a Ia conclusion de
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que lo que aparecian como hechos en los mapas no eran sino el producto de relaciones de produccion estructuradas en el espa cio y, en definitiva, de que no se podia pensar en el exito de una region sin pensar en la pobreza de las demas. Massey escribe Spatial Divisions of Labour en el contex to de la intensa crisis industrial que el Reino Unido sufrio durante los aiios 1 970 y 1 980; el libro analiza los efectos que la reestructuracion economica tuvo en las ciudades y regio nes britanicas. Pese a su referencia a un lugar y un tiempo determinado, el libro ha demostrado tener, no obstante, una considerable «longevidad» (publicado en 1 984, fue reeditado en 1 995) asi como una importante capacidad de ser utilizado en contextos diferentes (Phelps, 2008: 84 ). En este sentido, ello no nos dej a de parecer un ej emplo de como funciona el «metodo» de investigacion empleado por Massey, en el que a partir del estudio de uno o diversos casos en profundidad, las conclusiones alcanzadas pueden ser iluminadoras luego de otras situaciones. En este caso, mostrando la importancia de lo que llamo las «diferentes divisiones espaciales del trabaj o » e n e l proceso de produccion como e l origen de los «proble mas regionales » . La publicacion d e Spatial Divisions of Labour tuvo un impacto tremendo y marco un cambio de paradigma fun damental en la geografia economica (Callard, 2004; Phelps, 2008). No es de extraiiar, ya que el libro contenia toda esa capacidad de integrar temas y enfoques diferentes tan propia de Massey: Es a la vez una critica de la teoria de la localizacion y de la geografia economica existente y una nueva aproximacion para entender el desarrollo economico desigual. Es un tour de force teorico y a la vez una exploracion empirica deta llada de este enfoque teorico. (Phelps, 2008: 83)
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Su manera de abordar las cuestiones economicas (Ia indus tria en el Reino Unido) requeria, ademas, incluir cuestiones de tipo social, politico e ideologico, prefigurando en muchos sen tidos posicionamientos posteriores en geografia y en ciencias sociales en general. Retomando su trabajo anterior, Massey remarc6 que habia que analizar Ia organizacion espacial de las relaciones de pro duccion y no solo describir los resultados de ella, sugiriendo por tanto Ia adopcion de un enfoque radicalmente diferente. Su manera de llegar a formular teorias explicativas era menos rigida, mas creativa y, sobre todo, mostraba Ia importancia de prestar atencion a lo concreto, de buscar explicaciones sobre el terreno y no solo de confiar en Ia capacidad interpretativa de las leyes de Ia acumulacion capitalista (caso de Ia restructura cion de Ia industria britanica). La influencia, dice Peck (Spatial Delights, 2009), fue enorme, el libro lleg6 a ser considerado casi como una «Biblia» que cambi6 para siempre Ia Geografia Economica. Su «nueva manera de pensar», de entender las interco nexiones, viaj6 allende de Ia geografia y penetr6 en todas las ciencias sociales. Su gran leccion fue Ia de entender los pro cesos economicos enraizados en las pr:icticas locales, prefigu rando algunos de los grandes debates de Ia teoria social de los aiios 1 990: Ia afirmacion del papel de lo local y de lo unico, que iba de Ia mano con Ia critica a las explicaciones totalizantes. Massey lograba mostrar, a traves del analisis empirico, como utilizar Ia teoria marxista huyendo de tendencias y leyes pre determinadas para analizar una realidad complej a y establecer que: 1 ) las relaciones sociales de produccion son a Ia vez rela ciones espaciales de produccion, 2) Ia estructura del capitalis mo reproduce Ia diferenciacion espacial, 3) el capitalismo es un modo de produccion espacialmente diferenciado (Clark, 1 985: 290). Massey dejaba claro que no renegaba del analisis
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marxista de clase para interpretar las relaciones de produccion pero ponia su empeiio en mostrar la estructura espacial de esas relaciones de produccion y en la utilidad de conceptualizar el desarrollo desigual en terminos de estructuras espaciales. Y, lo que era muy significativo en su aproximacion, no concebia el concepto de «division espacial del trabaj o» como un termino explicativo de cualquier forma de desarrollo desigual porque «la historia muestra que las razones por las que el desarrollo desigual toma un forma determinada cambian a lo largo del tiempo» (Massey, 1 994: 1 1 1 ). No era ajena a esa posicion la influencia de los planteamientos gramscianos que Massey muestra ya desde principios de los 1 980 sobre el necesario co nocimiento de la base real de cada sociedad. Como remarcaba Richard Peet en su revision de las polemicas cientificas de la decada de los 1 980: Massey se decanta por otro tipo [respecto al marxismo] de explicacion, con similaridades con el realismo, que reco noce los procesos causales subyacentes pero que no los ve como operando de modo aislado, porque son precisamente esas combinaciones variables las que producen la variedad y la unicidad [ . . . ] Para Massey, tanto lo general como lo especifico son esenciales para el analisis y la accion. (Peet, 1 998: 1 77) A traves de su libro, Massey se distanciaba tanto de los ana lisis que perseguian explicaciones universales como de los que se centraban en Ia descripcion de lo particular: El intento de Massey de superar Ia separacion epistemo logica entre lo nomotetico y lo idiografico en geografia humana fue por si mismo el principal detonante de las cri ticas recibidas. La misma Massey se referia aiios mas tarde
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en la segunda edicion a que el libro fue criticado tanto por ser marxista como por no serlo suficientemente. (Phelps, 2008: 86) Si para los autores mas comprometidos con los enfoques marxistas faltaba mayor profundizacion en la categorfas mar xistas, para otros autores lo que Massey proponia no era sino una version apenas revisada de la viej a geografia regional. Lo cierto es que el libro vio la luz en un contexto cientifico en el que rapidamente progresarian nuevos enfoques que buscaban precisamente salvar esa distancia entre lo general y lo parti cular. En la geografia britanica, Spatial Divisions of Labour fue clave en el desarrollo de los «locality studies» (estudios de localidades) que se propusieron debatir los efectos locales de los procesos de reestructuracion economica y que marcarian toda una epoca en la geografia britanica. Muestra de ello fue la puesta en marcha de un importante programa de investi gacion en el Reino U nido, el programa Changing Urban and Regional Systems (CURS), con el obj etivo de valorar el impacto del cambio economico a nivel nacional y local y contribuir al diseiio de politicas gubernamentales (Cooke, 1 989). Polemicas del momento al margen y visto desde la perspec tiva de hoy, toda su teorizacion mostraba ya con claridad aque lla concepcion relacional del espacio a la que nos referfamos anteriormente, y que Massey ha venido proponiendo larga mente (como ella misma seiialaba en su intervencion en Spatial Delights, y tomando prestada la frase de su amigo Stuart Hall, «a veces llega a ser embarazoso leer textos antiguos y ver que j Siempre dices mas o menos lo mismo ! ») segt1n la cual el espacio ya no es aquel contenedor que alberga o en el que suceden cosas, sino que es el resultado de procesos que se extienden desde la intimidad del propio cuerpo a todo el globo: «el espacio no tiene una esencia permanente» (Anderson, 2008: 230).
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Un sentido global del lugar
Massey empezo a reflexionar de manera aun mas explfcita sobre este pensamiento relacional a partir de 1 989, cuando se produjo en toda Europa un violento estallido de defensa de las especificidades del lugar (limpieza etnica, fractura de Yugoslavia y de la Union Sovietica) y emergieron numerosos nacionalismos y localismos. El lugar se asocio entonces con la exclusion, con una nocion cerrada. Massey publica precisa mente en ese mom en to «A Global Sense of Place» que no es un articulo academico sino que pretende llevar a la opinion publi ca la nocion de los lugares como producidos relacionalmente, es decir, que su especificidad era el resultado, precisamente de su no aislamiento. Ante el avance de posiciones localistas reaccionarias, «A Global Sense of Place» era un alegato claro contra el esencialismo del lugar, que estaba siendo reivindica do como un espacio con fronteras cerradas y constituido his toricamente a traves de su propia historia interna. En su lugar, Massey afirma una vision de lo local fruto de las relaciones con otros espacios, las cuales son, en definitiva, las que le habrian dado su forma y su personalidad actual. Porque la idea de unas dimensiones local y global perfectamente articuladas y sin apenas sentido por separado, que puede resultar casi obvia en la actualidad no lo era tanto entonces, ha afirmado a menudo la propia Massey. En aquel articulo, publicado de manera significativa en una revista de opinion polftica (Marxism Today), apenas una dece na de paginas le permitian viaj ar a su entorno mas proximo (el multicultural Kilburn londinense) para mostrar la intensidad de los fluj os globales, ante los cuales, naturalmente, afirma ba Massey, no todo el mundo estaba posicionado del mismo modo. En la globalizacion, unos pocos controlan el proceso, algunos mas hablan de ello, y otros muchos sufren sus conse cuencxas. 282
Doreen Massey paseando por Kilburn High Road, Londres, una estampa tfpicamente londinense que ilustra a Ia perfecci6n su pensamiemo sobre e1 espacio como Iugar de interacci6n social. [Foto: N. Benach]
Echando mano de su conceptualizacion de lo local, «A Global Sense of Place>> era tambien, en el mejor estilo de Massey, un intento de mostrar como Ia afirmacion del senti do del Iugar puede dar Iugar a Ia construccion de alternativas progresistas que reconocieran Ia especificidad local pero que no la defendieran de un modo excluyente sino reconociendo justamente que dicha especificidad se habfa construido a traves de una larga historia de relaciones con otros lugares. No habfa que defenderse de otros lugares sino de Ia desigualdad y de Ia injusticia. El concepto, Ia expresion, de , ha quedado ya en el imaginario geografico como una muestra de transgresion de Ia dicotomfa local-global. Lo que aparentemente parecfa una contradiccion en los terminos (� como puede ser global algo local ?) no hacfa sino mostrar y 283
demostrar esa concepcion del espacio como algo abierto, hete rogeneo y en construccion. Sin embargo, seiiala Massey que tras «A Global Sense of Place» progresivamente empieza a tener Ia sensacion de que solo habia expuesto «Ia mitad del cuadro», de que de algun modo habia estado contribuyendo a una cierta obsesion por escarbar y buscar explicaciones dentro de los lugares. Y empieza a trabajar con Ia idea de centrar Ia atencion en esas relaciones mas amplias que mantienen todos los lugares y, sobre todo, en Ia responsabilidad que unos lugares tienen con respecto a otros. Ademas de celebrar el movimiento, Ia mezcla y el multicul turalismo hay que interrogarse tambien por los efectos sobre estos otros lugares: lo que ella ha llamado outward lookingness, Ia mirada bacia fuera (Massey, 2006a). Ahi ha acuiiado otros terminos que nos parecen de gran relevancia: «las geografias de Ia responsabilidad» o «Ia politica del Iugar mas alia del Iu gar» (politics of place beyond place). A partir del trabajo de las filosofas feministas Moira Gatens y Genevieve Lloyd ( 1 999) sobre Ia responsabilidad actual frente a los hechos historicos, Massey desarrolla un paralelismo sobre Ia responsabilidad frente a los hechos geograficos, lo que Ia lleva de nuevo a Ia cuestion de lo local y lo global. Massey afirma que los lugares no son simples receptores del impacto de lo global (no son las «victimas») sino que tam bien son parte activa contribuyendo a Ia forma actual de Ia globalizacion. Aunque, desde luego, unos lugares contribuyen mas que otros, tienen diferente grado de responsabilidad de Ia situacion. Asi, reforzando Ia union original de dos terminos que se han presentado como contrapuestos, ya no se trata de que lo local sea el producto de lo global, sino de que Ia forma de lo global es resultado tambien de lo local. El ejemplo de Ia crisis financiera global de las primeras decadas del siglo XXI y Ia
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responsabilidad de Londres en ella (como «nodo en las geo metrfas del poder de la globalizacion») es un buen exponente de su trabajo a este respecto. Pensando en el Londres en el que vive y trabaj a es precisamente como Massey llega a un fino analisis de los orfgenes de la crisis y del papel de dicha ciudad como «cuna del neoliberalismo» (Massey, 2006a). Geometrfas del poder
Como se ha seiialado anteriormente, la obra de Massey ha sido de gran influencia en las ciencias sociales y tambien en la esfera de las ciencias polfticas (en parte gracias a su larga y fructffera amistad y trabajo con la polit6loga Chantal Mouffe), en espe cial en lo relativo al papel del poder en la construcci6n de una practica social espacializada: es decir, lo que ella ha denomina do como «las geometrfas del poder» . Massey ha polemizado repetidamente, siguiendo las formulaciones crfticas de Mouffe, con las teorizaciones de Hardt y Negri que, seg6n Massey, re chazan toda polftica del lugar al preconizar el exodo y la deser ci6n de la instituciones polfticas existentes y de las formas de democracia no representativas (Mouffe, 2005; Massey, 2 0 1 1 b; 201 2). En su lugar, y en acuerdo con la posicion mostrada por Mouffe, Massey defiende estrategias de implicaci6n para de sarticular la hegemonfa polftica, para crear nuevas formas de articulaci6n que transformen las geometrfas del poder (Mouffe dirfa «construir cadenas de equivalencias a traves de lo global y lo local de una manera multipolar»). En otras palabras, ambas defienden la necesidad de una democracia real participativa sin renunciar por ello a las vfas de influencia y de intervenci6n que posibilita la democracia electiva. En sus primeros abordaj es a la cuesti6n de las geometrfas del poder (en «A Global Sense of Place» de 1 99 1 y en «Power Geometry and a Progressive Sense of Place» de 1 993 ), Massey
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pretendfa combatir el concepto de aniquilaci6n del espacio por el tiempo o de «compresi6n tiempo-espacio» como lo llam6 Harvey ( 1 989). Argumentaba Massey que el concepto de Harvey (una compresi6n homogenea del espacio merced al movimiento y a Ia comunicaci6n a traves del espacio) atribufa al espacio un caracter pasivo que no contemplaba su «geo metrfa del poder», segtin Ia cual «los diferentes grupos y los diferentes individuos estaban situados de maneras muy dife rentes ante esos flujos e interconexiones)) ( 1 993 : 6 1 ). Porque Ia globalizaci6n, recordaba Massey, implica el aumento de las desigualdades tanto sociales como geograficas y, por tanto, un posicionamiento muy diferente de las personas y de los lugares ante elias.
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Massey confiesa e l gran impacto que supuso para ella ver sus propuestas concep ruales inscritas en enormes carteles en las fachadas cen tricas de Caracas, tras aterrizar por primera vez en Venezuela. [Foto: D. Massey]
En su formulacion original las concepciones de las geome trias del poder y del mismo poder, se referian a Ia forma espa cial de las relaciones de poder de un modo bastante abstracto y basicamente fundamentado en su propia concepcion del espacio como relacional, multiple y en construccion. Cuando el concepto de geometrias del poder fue incluido como uno de los motores de la revolucion bolivariana, ya habia adquirido una dimension territorial politica que la misma Massey ha co mentado y debatido, tal como se seiiala mas adelante. Mas ali a de Ia academia
Si alguna cosa remarcaron repetidamente los invitados a la jornada de celebracion de la obra de Doreen Massey que, con el nombre de Spatial Delights, se celebro en 2009, fue la indi sociabilidad de la intelectual con la activista. Massey siempre se ha propuesto entender el mundo, sf, pero tambien y sobre todo, transformarlo (Wills en Spatial Delights, 2009). Para Michael Rustin, Massey siempre ha estado comprometida politicamente, como persona y como geografa, como si no hubiera tenido nunca la necesidad de separar una cosa de la otra, «llevando sus perspectivas geograficas a sus escritos y a su actividad politica, y llevando sus perspectivas politicas a su geografia» (Rustin en Spatial Delights, 2009). Massey se situa explicita e intencionadamente «mas alia de los confines de Ia academia» no sin interrogarse antes sobre como hacerlo, que papel adoptar, que responsabilidad asumir. Y lo hace con la maxima critica frente al trabaj o elaborado unidireccionalmente desde la academia para ser «diseminado» o «aplicado» en el ambito publico (Massey, 2008: 493). Como ella misma seiiala, no es que haya que estudiar lo que pasa en Ia calle, j es que los temas surgen en la calle ! Para Massey la mane ra de tener influencia en la esfera politica es a traves del mismo
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compromiso politico en sus diversas maneras y grados. Aqui presentaremos algunas facetas en las que ha dado muestras de como su papel como intelectual tenia tambien una traduccion politica: en sus posiciones feministas, en su activismo «local• en el Londres donde reside y en sus colaboraciones con otros territorios. El feminismo como antiesencialismo
Massey siempre ha sido feminista, lo que se hizo mas eviden te tras su paso por Ia elitista Oxford, donde sintio en carne propia Ia doble opresion de clase y de genero. El antiesencia lismo (que afirma haber aprendido de Althusser) ha nutrido su vision de los grupos sociales cuya construccion debe mas a Ia organizacion espacial de las relaciones sociales que no a ninguna caracteristica intrinseca. Su feminismo militante esti relacionado precisamente con esta vision y no con una dedica cion a «estudios de genero•. Para Massey hacer geografia feminista siempre ha supues to mucho mas que una dedicacion a los estudios de genero; la perspectiva feminista deberia estar siempre presente en cual quier trabajo, es una manera de hacer las cosas. «Yo quiero feministas en todas partes, en fisica nuclear, en geomorfologia, en geografia humana, etc. Estudiarlo todo como feminista, no solo estudiar las mujeres y el genero• (Massey et al., 2009: 405). En consonancia con ello, no se ha significado espe cialmente por publicar articulos sobre temas de genero o en defensa explicita o exclusiva de posiciones feministas, lo que sorprende a veces en una autora que se declara explicitamente feminista. Quiza un momento en el que hizo mas patentes sus posi ciones fue en un episodio de encendida polemica con David Harvey y Edward Soja, amigos con los que, por otra parte,
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tiene mucho en comun. En 1 989 estos dos aclamados geogra fos publicaron sendas obras que obtuvieron un amplio reco nocimiento: The Condition of Postmodernity y Postmodern Geographies, respectivamente. Con el titulo de «Flexible Sexism», Massey publico en 1 99 1 un durfsimo alegato contra esas dos grandes obras y esos dos grandes autores que, pese a su enorme y positiva contribucion, no dejaban de ser, decfa Massey, profunda e inconscientemente sexistas. La falta de atencion tanto al feminismo como movimiento como a lo que las feministas habian defendido durante decadas y, sobre todo, el tono adoptado por parte de dos de los intelectuales pro gresistas mas reconocidos e influyentes, enoj6 enormemente a Massey que se mostr6 inusualmente dura y aspera. Su voz era de enfado y probablemente no fue del todo comprendida porque en su argumentacion iba mas alia de lo que academi camente se podia esperar. Tal como se decfa en una reseii.a a proposito de su coleccion de ensayos Space, Place and Gender: «Podria decirse que sus ensayos son academico-personales, que lo academico y lo personal son inseparables, que uno es integral al otro. Esto seria una geograffa con perspectiva de genero [gendered geography] » (Slater, 1 995). Londres: militancia y responsabilidad
En Londres es donde Massey ha desplegado una actividad polf tica mas explfcita. En los aiios 1 970, no solo estaba activamente implicada en el movimiento feminista, sino que tambien actu6 como experta en el comite de polfticas del Partido Laborista. Massey explica sus dificultades para situarse ahf polfticamente (ella se hallaba muy a Ia izquierda de las posiciones oficiales del partido) y teniendo que hacer de su propia presencia («una chica rubia bajita que ni siquiera llevaba traje . . . » se describe a sf mis ma) toda una afirmacion de clase y de genero (Massey, 2008).
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Ya en los afios 1 980, uno de las momentos que Doreen Massey y sus compafieros de batallas recuerdan aun hoy con mayor satisfaccion fue el de su participacion en el Greater London Enterprise Board, el brazo economico del Greater Lon don Council, que Margaret Thatcher aboliria a mediados de la decada para contrarrestar el enorme peso politico de la metropolis londinense. Massey explica lo importante y diffcil a la vez que fue tener que estar obligada a adoptar posicio nes constructivas y de responsabilidad. Massey no admite de ninguna manera que toda esa dificultad de construir politicas desde abajo, debiendo negociar con multiples frentes a la vez, pero aspirando a orientarlas hacia una direccion mas progre sista, pueda responder a la etiqueta de «trabajo aplicado» (que supondria la existencia de una trabaj o o teorizacion previa que luego se aplica sin mas). Es una constante en Massey el hecho de que sus trabajos no sean concebidos como una elaboracion desde la academia que luego puede aplicarse en la practica. La no unidireccionalidad del trabajo es visible incluso en su papel central en Soundings: A journal of Politics and Culture, una revista no academica (aunque con un peso muy destacado de profesores universi tarios entre sus colaboradores) y con voluntad explicita de intervencion en los debates politicos del momenta. A la vez, la revista contempla tambien la organizacion de seminarios, fo ros de debate etc. con la intencion de fomentar una verdadera comunicacion. Ahi se justifica mas que nunca tal vez la dife renciacion que Massey establece a menudo entre academico e intelectual, y que obliga a utilizar palabras y planteamientos que sean utiles en la prcictica politica. Londres ha sido el detonante de su reflexion teorica a lo largo de decadas y lo ha sido de nuevo de manera central a raiz de la reflexion sabre la responsabilidad de la metropolis financiera en un mundo global. En World City (2007), apa-
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rentemente un libra sabre Londres (aunque no es propia mente sabre Londres, advierte Massey, sino sabre temas que Londres ha hecho surgir), recoge muchos de los aspectos que le han preocupado en su dilatada carrera. De su libra se han hecho numerosos elogios, muchos de ellos relacionados con su capacidad de haber elaborado un texto que de gran agudeza teorica, con intencion politica y accesible al lector no especia lista, mostrando en buena medida el tipo de contribucion que puede ser util socialmente. Precisamente en 2006 condenso sus argumentos en el articulo «London inside-out» publicado en Soundings (y traducido al castellano en este volumen) a partir de sus intervenciones en el Foro Social Europeo y otros foros de debate publico. Massey dedica parte de su esfuerzo a mostrar que el exito financiero y economico de la ciudad esta relacionado con la creciente pobreza y desigualdad en el mundo y que no puede olvidarse lo que significa ser una metropolis de exito en estos tiempos de neoliberalismo y globalizacion (Peck, 2008: 3 75). Para entender a Londres, uno debe entender lo que pasa mas alla de Londres mostrando la «otra mitad del cuadro» del sen tido global del lugar: «esta es la otra geografia, la geografia ex terna por decirlo asf, de un sentido global del lugar» (Massey, 2007: 7). Hay que afiadir, sin embargo, que World City ha recibido, por otro lado, crfticas de diversa indole, algunas relacionadas con la propia concepcion del espacio de Massey, otras de tipo mas politico, incluso algunas de marcados tintes personales. Ej emplo de la primera es la realizada por Taylor et al. {2008) en la que se abunda en la contraposicion entre espacios de flujos y espacios de lugares, situando a Massey exclusivamente preocu pada por los segundos y remarcando la escasa importancia que concede a las redes y a las jerarqufas urbanas en la constitucion de la metropolis mundial.
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Imervenci6n de Jamie Peck acerca del libro World City de Doreen Massey durante el acto de homenaj e Spatial delights. An engagement with the work of
Doreen Massey celebrado en Londres el 1 1 de marzo de 2009. Detras de el, Ash Amin, y al fondo John Allen. [Foto: Spatial Delights]
Dada la intencionalidad abiertamente polftica del plan teamiento de Massey, no es de extrafi.ar por otra parte que no todo el mundo este de acuerdo con su planteamiento ni vea viables sus propuestas. Darel Paul (2008) se pregunta, por ej emplo, hasta que punto el internacionalismo local que pregona Massey ( el sacrificio que deberfa hacer la metropo lis imperial por un sentido de solidaridad y ciudadanfa) serfa asumible por los propios habitantes de Londres. Tampoco comparte la vision de la ciudad como el lugar de resistencia y movimiento polfticos: «La ciudad mundial es tal vez el ul timo sitio en el que deberfamos esperar la revolucion» (Paul, 2008: 6 3 8 ) . John Rennie Short (2008), que no oculta su escasa simpatfa por Massey, dedica su resefi.a de World City no solo
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a criticar los aspectos mej orables de Ia obra (tablas, mapas . . . ) sino que se muestra disgustado por todo el enfoque adoptado por Massey para presentar «SU» ciudad mundial, en el que echa en falta mayor atenci6n al contexto hist6rico, a Ia jerarquia urbana global, o a Ia comparaci6n con otras ciudades globales por citar solo algunos aspectos. Aunque todas (o casi todas) las criticas deben ser vistas siempre como saludables, lo cierto es que nos parece detectar una cierta incomprensi6n desde el mundo academico hacia el tipo de trabaj os que a veces Massey realiza en los que delibe radamente rompe con el corse academico y con Ia obligaci6n de demostrar su conocimiento de tal o cual contribuci6n para concentrarse en aquello que realmente quiere transmitir, a me nudo sin distinguir entre una audiencia academica y una que no lo es. Phil Hubbard (2008) Ia califica como una de las pocas «intelectuales publicas» genuinas en Ia geograffa britanica, una caracterizaci6n con Ia que ella misma seguramente se sentiria c6moda, y que alude a un rol social que trasciende el estrecho marco universitario. En este caso, Ia indagaci6n sobre el papel de Londres en el sistema global lleva a Massey a reflexionar sobre los cambios acaecidos en el mundo en los ultimos 3 0 aiios. Spatial Division of Labour habia sido escrito antes del periodo de dominio financiero, en el final del periodo fordista, cuando el capital intentaba salir de Ia crisis expandiendose geo graficamente y no tuvo aun en cuenta Ia coyuntura de los 1 980, Ia decada crucial de cambio, cuando las finanzas establecieron su dominio global, lo que tendria efectos determinantes en los 30 aiios siguientes. Esta perspectiva es Ia que tom6 World City: Nos dicen que Ia actual crisis es global y que proviene de Estados Unidos (en otras palabras: «no nos culpen» ). Es ciertamente global en sus repercusiones y ciertamente el
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detonador inicial fueron los mercados hipotecarios en los Estados Unidos -aunque facilmente podfa haber sido cualquier otra cosa. Pero las precondiciones para ello, los enormes cambios culturales producidos fueron, en parte, inventados y creados en el Reino Unido, en la City de Londres, cuya unica ventaj a ha sido la falta de regulaci6n. (Massey, 2009: 1 4 1 ) E n los ultimos afios, y publicando mayormente e n revistas no academicas como Soundings, Massey ha entrado de pie no en el analisis de la crisis financiera global (Massey, 20 1 0; 201 1 a). Uno de los aspectos en los que ha puesto mayor enfasis es en el examen de una coyuntura marcada por la hegemonfa ideol6gica neoliberal y en el de las posibilidades existentes para contribuir a crear un momento de ruptura que modi fique el equilibria del poder social. Para Massey, el terreno ideol6gico que domina los analisis de la crisis ha sido abonado durante decadas con la impagable ayuda de los medios de co municaci6n, consiguiendo que lo econ6mico haya adquirido una naturaleza de inevitabilidad hasta dejarlo fuera de toda posibilidad de debate polftico. Por ello, la unica posibilidad de empezar a cambiar las cosas (de crear un momento de ruptura coyuntural, dirfa Massey) pasa por cambiar la idea de lo eco n6mico como una especie de fuerza natural externa sobre la que no se puede discutir. Y lo que Massey pretende es precisamente abrir el terre no para Ia discusi6n. En primer Iugar, cuestionando las ideas, aceptadas sin obj eci6n, a prop6sito del crecimiento econ6mico (y especialmente, de su secuencialidad: primero crece mos, luego redistribuimos). En segundo Iugar, poniendo en duda Ia falsa equiparaci6n entre igualdad y libertad que ha llevado a censurar por «poco democraticas» las experiencias igualitarias de otros pafses, olvidando que Ia igualdad es uno
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de los principios basicos de la tradicion democratica; liega a afirmar Massey sin ambages que « el neoliberalismo es una amenaza para las instituciones democraticas » (Massey, 2 0 1 1 a: 3 7). Y en tercer Iugar, abogando por recuperar el sentido perdido de colectividad, tanto a nivel cultural como politico, minado por decadas de individualismo, a partir de la sensibilidad hacia las nuevas formas de colectividad que estan emergiendo. Y, como siempre, la reflexion debe servir para el debate y para la accion. La misma Massey estuvo compartiendo sus ideas en la ocupacion de las escaleras de la catedral de San Pablo de Londres en octubre de 2 0 1 1 para referirse a las dramaticas consecuencias del dominio del sector financiero en los ultimos 30 aiios y, en especial, a la «invasion de la imaginacion» que Iastra las posibilidades de ideas y lecturas alternativas. Latinoamerica: viajes de ida y vuelta
Las experiencias de trabaj o y de compromiso politico fuera de su propio pais, seiiala Ia propia Massey, han constituido un gran reto para pensar de que manera y en que posicion debia situarse ante elias. Sus vivencias en Nicaragua, Mexico, Sudafrica o Venezuela Ia forzaron a pensar muy bien el papel que, como intelectual occidental, podia desempeiiar. Hay que remarcar, como recuerda Massey, que toda esta experiencia fue realizada mas desde el angulo de Ia cooperacion y el apren dizaj e mutuo que no desde Ia posicion de una experta que asesorara las lineas a seguir en estos contextos diferentes y con problematicas tan diversas. Quiza por elio, su paso por estos paises apenas dej o publicaciones mas alia de algunos informes y textos diversos, incluso convertido a veces en interesante material didactico como muestran algunos ejemplos recogidos en los textos docentes de Ia Open University.
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La experiencia venezolana constituye quiza una excepcion inesperada por la misma Massey, por el papel tan protagonista que ha adquirido su concepto de geometrias del poder. En par ticular, a partir de la Hamada inicial del propio alcalde Caracas, Massey se vio confrontada muy directamente con el uso de sus ideas por parte de otras personas y en contextos absolutamen te diferentes de los que las originaron. Para su propia sorpresa, las geometrias del poder habian sido adoptadas como uno de los ejes de actuacion politica del gobierno de Chavez. El momento de perplejidad («(Viste ? ... el cuarto motor . . . (Viste ?» le decia un acompafiante al pasar delante de una valla publicitaria en Caracas que se hacia eco de las nuevas geome trias del poder como uno de los cinco motores de la revolucion venezolana, Massey, 2008: 492) fue rapidamente seguido por la reflexion de como viajan los conceptos y como son utilizados de formas nuevas hasta no ser propiamente «de nadie» en ex clusiva; «asi es como la teoria se desarrolla», afirma Massey, «y asi es como cobra importancia» {2008: 497). Pero ( de que modo llego y como fue adoptado el concep to inicial de geometrias del poder? En sus escritos, Massey se referia a la complejidad de la nocion de espacio y poder en una situacion politica concreta para teorizar con la idea de que el espacio es producto de las relaciones que siempre estan imbui das de poder, y que el poder mismo tiene su cartografia (des de el espacio domestico hasta el espacio global). En Venezuela todo eso encuentra una traduccion concreta particular. Hugo Chavez se habia alzado con el poder en 1 998 y desde las elecciones de 2006, la construccion del «socialismo del siglo XXI» fue proclamada como la tarea prioritaria. Con la finalidad de acelerar la marcha hacia el socialismo, Chavez anuncio la puesta en accion de «cinco motores constituyen tes», el cuarto de los cuales era «Nueva Geometria del poder: el reordenamiento socialista de la geopolitica de la nacion»
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y conllevaba una revision sin precedentes del ordenamiento politico-territorial del pais. El concepto de «geometria del poder» de Massey habia sido, pues, adoptado como motor de la revolucion bolivariana. La emocion de la geografa estaba justificada: «no hay nada como intentar utilizar uno de tus propios conceptos en una situacion politica real» (Massey en Spatial Delights, 2009). U n concepto profundo pero abstracto, encontraba asi una manera de expresarse en la practica a traves de una reestructuracion rotunda de la organizacion territorial cuyo objetivo era cambiar la naturaleza del poder, reforzando su dimension popular y comunal, lo cual levanto, como era de esperar, no pocos frentes de resistencia politica. No hay duda de que los conceptos geograficos y la conexion entre espacio y poder tantas veces presentada y reivindicada por Massey habian calado de verdad en la estructura gubernamental ve nezolana. El propio discurso del presidente Chavez en su presentacion del proyecto de Reforma Constitucional ante la Asamblea Nacional (2007) parecia estar imbuido de una curio sa dosis de «geograficidad» : Miren, e l territorio y s u organizacion politico-territorial tiene un peso sumamente grande a la hora de pretender hacer cam bios revolucionarios. Una revolucion no puede serlo realmente si no enfoca el problema geografico y de la distribucion del poder politico, economico, social, militar sobre su espacio [ . . . ] la geografia somos nosotros, noso tros somos parte de la geografia, incidimos sobre ella y ella incide sobre nosotros. Incide, sobre todo tiene un peso muy grande en las relaciones economicas, en las relaciones politicas, en la cultura. (Chavez, 2007) Y, concretamente, la propuesta de «sacudir el territorio», como la llamo el propio Chavez, consistia en una nueva de-
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finicion de las estructuras politico-administrativas a todas las escalas (reforma que seria rechazada en referendum como par te de la constitucion pero que fue implantada a traves de otras vias legislativas ). Segun los numerosos criticos de la propuesta, no obstante, esta era una mera propuesta ideologica que perseguia concen trar, centralizar y monopolizar el poder economico (Estaba, 2007; Banko, 2008) y la geometria del poder no seria sino: Una confusa adaptacion del discurso de la geografia radi cal, que si bien concibe al territorio como una categoria estrategica, para entender y superar las contradicciones que emergen de los actores sociales, tambien rechaza la concepcion piramidal del poder, pues defiende el princi pia de subsidiariedad territorial y las especificidades de los gobiernos locales en los contextos globales [ . . . ] En el fonda se trataba de imponer una nueva division politico administrativa sin referentes en la historia del pais, creada desde arriba, una estructura paralela que reduj era las com petencias, funciones y recursos a los gobernadores de los estados federales y los alcaldes de los municipios. (Rojas Lopez y Pulido, 2009) La misma Massey (20 1 1 b) se ha manifestado a menudo como criticamente simpatizante del proyecto bolivariano de Chavez y, en particular, con la aplicacion del concepto de geo metria del poder a la realidad interna venezolana. Por ejemplo, un objetivo de la revolucion bolivariana con el que Massey naturalmente simpatiza es dar voz a los que nunca antes la han tenido mediante el establecimiento de entes territoria les de base (por ejemplo, los llamados consej os comunales). Sin embargo, se afana Massey a seiialar que no basta con la definicion de entes territoriales para lograr ese objetivo: se-
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