Diplomáticos, propagandistas y espías : Estados Unidos y España en la Segunda Guerra Mundial : información y propaganda: Estados Unidos y España en la Segunda Guerra Mundial: información y propaganda 8400089057, 9788400089054

La propaganda norteamericana en España durante la Segunda Guerra Mundial tuvo una presencia mayor de lo que podría supon

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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
APROXIMACIÓN A LA PROPAGANDA DE GUERRA
PROPAGANDA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓNEN ESPAÑA (1939-1945)
LA ORGANIZACIÓN DE LA PROPAGANDANORTEAMERICANA EN LA SEGUNDAGUERRA MUNDIAL
DIPLOMÁTICOS, PROPAGANDISTAS Y ESPÍAS
CONCEPCIÓN Y CONTENIDOS DE LA PROPAGANDANORTEAMERICANA EN ESPAÑA
NEGRO SOBRE BLANCO: PRENSA Y PROPAGANDA
LA BATALLA DE LAS ONDAS
IMÁGENES PERSUASORAS: EL CINE
OTROS CAMPOS: DE LA CULTURA A LA INDUSTRIA
A MANERA DE CONCLUSIÓN
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE ONOMÁSTICO
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Diplomáticos, propagandistas y espías : Estados Unidos y España en la Segunda Guerra Mundial : información y propaganda: Estados Unidos y España en la Segunda Guerra Mundial: información y propaganda
 8400089057, 9788400089054

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CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

Diplomáticos, propagandistas y espías Estados Unidos y España en la Segunda Guerra Mundial: información y propaganda ALEJANDRO PIZARROSO QUINTERO

COLECCIÓN AMÉRICA

DIPLOMÁTICOS, PROPAGANDISTAS Y ESPÍAS

COLECCIÓN AMÉRICA: 17

Director

Alfredo Moreno Cebrián (CSIC) Secretaria

Marta Irurozqui Victoriano (CSIC) Comité Editorial

Salvador Bernabéu (CSIC) Elda Evangelina González Martínez (CSIC) Ascensión Martínez Riaza (Universidad Complutense) Consuelo Naranjo Orovio (CSIC) Mónica Quijada Mauriño (CSIC) Rosario Sevilla Soler (CSIC) Consejo Asesor

Michael Baud (Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral Agrario, Bolivia) Jesús Bustamante (CSIC) M.ª Elena Capelloti (Universidad de São Paulo) Manuel Chust (Universidad Jaume I) M.ª Teresa Zavala Cortés (Universidad Michoacana, México) Jesús M.ª Añoveros García (CSIC) Ricardo González Leandro (CSIC) M.ª Dolores Ripoll González (CSIC) Tulio Halperin Donghi (Berkeley University, Estados Unidos) Sylvia L. Hilton (Universidad Complutense) Clara López Beltrán (Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia) Víctor Peralta Ruiz (CSIC) Jaime O. Rodríguez (University of Irvine, Estados Unidos) René Salinas (Universidad Santiago de Chile) Margarita Suárez (Pontificia Universidad Católica del Perú)

ALEJANDRO PIZARROSO QUINTERO

DIPLOMÁTICOS, PROPAGANDISTAS Y ESPÍAS ESTADOS UNIDOS Y ESPAÑA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: INFORMACIÓN Y PROPAGANDA

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2009

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, sólo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.

Catálogo general de publicaciones oficiales: http://www.060.es

GOBIERNO DE ESPAÑA

MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN

© CSIC © Alejandro Pizarroso Quintero

NIPO: 472-09-165-8 ISBN: 978-84-00-08905-4 Depósito Legal: M-43.673-2009 Preimpresión, impresión y encuadernación: # Sociedad Anónima de Fotocomposición Talisio, 9 - 28027 Madrid Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

A Elvira, siempre a Elvira, en cuya ausencia se escribieron estas páginas

ÍNDICE AGRADECIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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SIGLAS Y ABREVIATURAS UTILIZADAS . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

17

CAPÍTULO 1 APROXIMACIÓN A LA PROPAGANDA DE GUERRA . El concepto de propaganda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La propaganda de guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Evolución de la propaganda de guerra . . . . . . . . . . . . La desinformación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Public Diplomacy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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31 32 34 38 43 49

CAPÍTULO 2 PROPAGANDA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN ESPAÑA 1939-1945 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La propaganda del franquismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El aparato franquista de propaganda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La prensa en los primeros años del franquismo . . . . . . . . . . . . . . . Propaganda y guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Radio y propaganda en España durante la Segunda Guerra Mundial .

53 53 59 62 67 71

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CAPÍTULO 3 LA ORGANIZACIÓN DE LA PROPAGANDA NORTEAMERICANA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . El arma de la propaganda en la Segunda Guerra Mundial . . . . . . . . Propaganda de guerra en la historia de Estados Unidos hasta 1941 . La organización de la propaganda norteamericana desde diciembre de 1941 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La propaganda en el campo de batalla: Organizaciones integradas anglo-norteamericanas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

77 77 79 82 87

10

ÍNDICE GENERAL

CAPÍTULO 4 DIPLOMÁTICOS, PROPAGANDISTAS Y ESPÍAS . . . . . . . . . . La representación diplomática de Estados Unidos . . . . . . . . . . El outpost de la Office of War Information en Madrid . . . . . . . Actividades de la Office of Strategic Services (OSS) en España

. . . .

95 96 101 110

CAPÍTULO 5 CONCEPCIÓN Y C ONTENIDOS DE LA PROPAGANDA NORTEAMERICANA EN ESPAÑA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La visión de España en Estados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La percepción de los servicios diplomáticos . . . . . . . . . . . . . . . . . La contrapropaganda estadounidense contra el Eje . . . . . . . . . . . . . Los contenidos de la propaganda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Los canales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

119 119 123 123 124 133

CAPÍTULO 6 NEGRO SOBRE BLANCO: PRENSA Y PROPAGANDA . . . . . . . . . Presencia estadounidense en la prensa española . . . . . . . . . . . . . . . Publicaciones de propaganda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

137 138 142

CAPÍTULO 7 LA BATALLA DE LAS ONDAS . . . . . . . . . . . . . . . . Radio y propaganda en la Segunda Guerra Mundial . La propaganda radiofónica norteamericana . . . . . . . Primeras emisiones norteamericanas hacia España . . La emisora The Voice of America en España . . . . . .

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149 150 158 161 163

................... Segunda Guerra Mundial . ................... ................... ...................

. . . . .

171 173 181 187 192

CAPÍTULO 9 OTROS CAMPOS: DE LA CULTURA A LA INDUSTRIA . . . . . . . . Cultura, educación y sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El caso de la Feria de Muestras de Barcelona de 1944 . . . . . . . . . .

205 206 213

CAPÍTULO 8 IMÁGENES PERSUASORAS: EL CINE . Cine y propaganda en EEUU durante la El cine informativo . . . . . . . . . . . . . . . Los documentales de propaganda . . . . . El cine de argumento . . . . . . . . . . . . .

. . . . .

. . . .

ÍNDICE GENERAL

11

A MANERA DE CONCLUSIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

221

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

225

ÍNDICE ONOMÁSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

241

AGRADECIMIENTOS Esta obra se basa en mis investigaciones en los National Archives y en la Library of Congress en Washington D.C. que fueron posibles gracias a un proyecto de investigación (España en el panorama internacional: prensa, radio y propaganda, 1936-1945) que se prolongó hasta 1996 y del que fui investigador principal. Algunos de sus capítulos fueron apareciendo como artículos mucho antes de que emprendiera la redacción de la obra en su conjunto. Para poderla completar he contado también con la ayuda del grupo de investigación UCM «Historia de los Estados Unidos de América» en el que estoy integrado y que ha disfrutado de ayudas para el proyecto de investigación «La percepción de los Estados Unidos desde España: análisis de tendencias historiográficas e interpretativas españolas. Estudio de caso para la historia de las relaciones culturales internacionales» (EEUUESPHIST), de 2005 a 2006 dentro del IV Plan Regional de Investigación Científica e Innovación Tecnológica, PRICIT IV, Ref. UCM2005-930580 y, desde 2006 hasta 2009 dentro del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 20042007 (Secretaría de Estado de Universidades e Investigación del Min. de Educación y Ciencia; Convocatoria de Proyectos I+D+I 2006. Programa Nacional de Humanidades, Ref. HUM2006-11365/HIST). La directora del grupo e investigadora principal de ambos proyectos es la prof. Dra. Sylvia L. Hilton. Vaya mi agradecimiento en primer lugar a todo el personal de ambas instituciones norteamericanas citadas más arriba, donde encontré toda la ayuda que podía necesitar para acceder a las fuentes que han hecho posible esta obra. Mi agradecimiento especial para D. Juan Manuel Pérez de la Hispanic Section de la Biblioteca del Congreso. También a los compañeros que formaron conmigo el equipo de investigación y que en tantas reuniones, ya lejanas en el tiempo, me hicieron numerosas sugerencias mientras ellos se ocupaban de otros países y otros momentos. Mi recuer-

14

AGRADECIMIENTOS

do pues para la Dra. Dña. Ingrid Schulze Schneider, la Dra. Dña. Mirta Núñez Díaz-Balart, la Dra. Dña. Antonia Paz Rebollo y la Dra. Dña. Sara Núñez de Prado Clavell. Así como a la Dra. Sylvia Hilton que me ha orientado para la redacción final de conjunto de esta obra. También a los compañeros del Departamento de Historia de la Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense que en mis ausencias soportaron hacerse cargo de algunas de mis obligaciones. No puedo olvidar tampoco a Paulina Correa Burrows que revisó todas mis traducciones del inglés de los textos recogidos de los documentos originales. Si hay errores sólo se deben a mí. También a Noelia Martínez y a Sofía Tarín sin cuyas «manos» en el ordenador no hubiéramos podido poner en orden los originales de un anticuado como yo aferrado a la pluma.

SIGLAS Y ABREVIATURAS UTILIZADAS

AP

Associated Press

b.

Box (equivalente a legajo en España)

BBC

British Broadcasting Corporation

CI-AA

Coordinator of Inter-American Affairs

COI

Coordinator of Information

DNB

Deutsches Nachrichten Büro (Agencia de Noticias Alemana)

DS

Department of State

E.

Entry (entrada, en los archivos norteamericanos)

EAJ

España, emisora de cuarta categoría (es decir, emisora de radio profesional)

f.

Folder (carpeta en que se subdivide cada box o legajo en los archivos estadounidenses)

MOI

Ministry of Information

NAW

National Archives Washington

OFF

Office of Facts and Figures

OSS

Office of Strategic Services

OWI

Office of War Information

PWB

Psychological Warfare Branch

PWE

Political Warfare Executive

RG

Record Group (secciones en que se subdividen los archivos nacionales en Washington)

SI

Secret Intelligence

UP

United Press

VOA

The Voice of America

INTRODUCCIÓN

Esta obra se ocupa de un aspecto de las actividades de propaganda durante la Segunda Guerra Mundial. Vamos a tratar de los esfuerzos de una de las grandes potencias beligerantes para influir sobre la opinión pública de un país neutral pero claramente inclinado hacia el bando contrario. Las actividades de persuasión en un conflicto bélico son múltiples y variadas. Este estudio no es más que una pequeña contribución a la historia de la Segunda Guerra Mundial y a un aspecto relativamente poco conocido de la historia de España. Me he acercado antes al tema de esta investigación en obras de carácter general. Así, me he ocupado de la propaganda durante la Segunda Guerra Mundial en las principales potencias beligerantes y, por supuesto, también en Estados Unidos en mi obra Historia de la Propaganda.1 De los medios de comunicación en Estados Unidos me ocupo en la obra Historia de la Prensa.2 También del periodo franquista durante la Segunda Guerra Mundial en mi manual sobre Historia del Periodismo español3 y antes dentro de una obra colectiva dirigida por el profesor Jesús Timoteo Álvarez.4 1 Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: Historia de la Propaganda. Notas para una estudio de la propaganda política y de guerra, Madrid, Eudema, 1993 (1.ª ed., 1990). 2 Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: «Evolución histórica de la prensa en los Estados Unidos» en A. PIZARROSO QUINTERO (coord.), Historia de la prensa, Madrid, Ediciones del Centro de Estudios Ramón Areces, 1994, pp. 417-466. 3 Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: De la Gazeta Nueva a Canal Plus. Breve historia de los medios de comunicación en España, Madrid, Editorial Complutense, 1992. Concretamente el capítulo VI: «El franquismo, los años oscuros (1939-1966)», pp. 159-183. 4 Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: «Política informativa: información y propaganda (1939-1966)» en ÁLVAREZ, Jesús Timoteo (ed.), Historia de los medios de comunicación en España. Periodismo, imagen y publicidad (1900-1990), Barcelona, Ariel, 1989, pp. 231-249.

18

ALEJANDRO PIZARROSO QUINTERO

He publicado además un estudio comparado de los medios de comunicación de Estados Unidos en España en el periodo de entreguerras hasta 1936.5 Compara este artículo dos mundos muy distintos pero que sin duda tuvieron en aquel periodo una interrelación probablemente poco conocida. La gran potencia norteamericana penetró en el mundo de las telecomunicaciones en España en un medio naciente como la radio y, sobre todo, sus agencias de prensa iniciaron una estrategia de penetración que se vio truncada por la guerra. Me he ocupado también de un aspecto fundamental de la propaganda norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial que tuvo no poco importancia en su proyección hacia España. Me refiero al cine, específicamente al cine bélico.6 Veremos más abajo la importancia que el cine estadounidense como arma de propaganda en España entre 1939 y 1945. Específicamente sobre el tema de esta obra he adelantado ya algunos resultados en cuatro artículos. Me ocupé en primer lugar de este asunto en una comunicación a un congreso de estudios sobre el franquismo luego publicada.7 Traza este estudio un panorama introductorio sobre las actividades de propaganda norteamericanas en España durante la Segunda Guerra Mundial partiendo del «estado de la cuestión» y con aparato crítico original procedente de archivos norteamericanos. Con carácter general y afán de divulgación he publicado un breve artículo sobre este argumento.8 En él se traza un breve panorama de las actividades de propaganda de Estados Unidos en España durante la Segunda Guerra 5 Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: «La comunicación de masas en España y EE.UU. (1918-1936): panorama comparado» en Revista de Estudios Norteamericanos (REDEN), n.º 14, a. VIII, 1997, pp. 107-138. 6 Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: «Cine y Segunda Guerra Mundial. El cine bélico americano, 1941-1945», en PAZ, M. A. y MONTERO, J. (eds.), Historia y cine. Realidad, Ficción y Propaganda, Madrid, Editorial Complutense, 1995, pp. 175-197. Este texto se ocupa de las relaciones de la industria cinematográfica con las agencias de propaganda que surgieron en EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial y de la producción documental y de argumento de tema bélico que, con fines propagandísticos, se hizo durante el periodo en que EE.UU. estuvo en guerra. Incluye una lista de las películas de argumento, ya de combate ya de transfondo bélico en general que se produjeron durante esos años. 7 Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: «Estados Unidos y España en la Segunda Guerra Mundial: Información y propaganda» en I Encuentro de investigadores del franquismo (pp. 191-194), Barcelona, Fundació Arxiu Històric/Universidad Autonoma de Barcelona/Societat Catalana d’Estudis Històrics, Barcelona, 1992. 8 Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: «La guerra de las palabras», en Revista Española de Defensa, Año 8, n. 83, 1995, pp. 94-98.

INTRODUCCIÓN

19

Mundial. De más envergadura son mis estudios sobre la propaganda cinematográfica9 y la propaganda radiofónica.10 En la espléndida obra España y Estados Unidos en el siglo XX, coordinada por Lorenzo Delgado y M.ª Dolores Elizalde, se recoge una colección de trabajos pero ninguno se ocupa de la relaciones entre España y Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, es más, las alusiones a ésta sólo son referencias al papel protagonista que adquiere Estados Unidos precisamente en esa guerra y que desarrollará en 1945: La intervención norteamericana en la posterior guerra mundial tuvo consecuencias mucho más amplias que las derivadas del primero de aquellos conflictos. La situación europea era más delicada e inestable que en los años veinte, la destrucción había sido mayor, la necesidad de recurrir a una ayuda externa para la reconstrucción se tornó más imperiosa. Retornar al aislacionismo desentendiéndose de los sucesos europeos como ocurrió en el pasado, podía pasar de nuevo factura. Además, la recuperación del mercado europeo resultaba de suma importancia para la producción y el comercio norteamericanos.11

Creemos poder demostrar en esta obra que las bases de la penetración cultural de Estados Unidos en España hasta nuestros días se asientan precisamente durante la Segunda Guerra Mundial en función del esfuerzo propagandístico que Estados Unidos realiza en España como país neutral o no beligerante. Ésta es una obra de Historia de la Comunicación Social, de Historia de la Propaganda. No va a ser nuestro estudio un estudio de mentalidades ni de opinión pública. Tampoco pretendemos decir aquí nada nuevo sobre las relaciones diplomáticas, económicas o militares. Nos vamos a ocupar de las organizaciones que la llevaron a cabo, de sus contenidos, de los medios o canales a través de los cuales se difundió en nuestro país. Y creemos con ello colmar una laguna en nuestra historiografía. 9

Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: «El cine americano en España durante la Segunda Guerra Mundial: Información y propaganda», en Revista Española de Estudios Norteamericanos, n. 7, 1994. Dentro de las actividades de propaganda norteamericanas en España durante la Segunda Guerra Mundial el cine constituyó una de las armas fundamentales tanto en cuanto a películas de argumento como en cuanto a documentales y noticiarios cinematográficos. El artículo se basa en documentos originales de archivos norteamericanos. 10 Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: «Información y propaganda norteamericana en España durante la Segunda Guerra Mundial: la radio», en Revista Complutense de Historia de América, n. 24, A. 1998, pp. 223-246. 11 DELGADO, Lorenzo & ELIZALDE, M.ª Dolores: «Presentación» en DELGADO, L. & ELIZALDE, M. D. (eds.): España y Estados Unidos en el siglo XX, Madrid, CSIC, 2005, p. 13.

20

ALEJANDRO PIZARROSO QUINTERO

Delgado y Elizalde resaltan también el papel de la opinión pública en las relaciones entre España y Estados Unidos, pero se refieren sobre todo al periodo franquista después de la Segunda Guerra Mundial sin mencionar el esfuerzo que, desde 1942, Estados Unidos había ya realizado en España durante el periodo bélico: Sin duda la dictadura franquista, sobre todo a partir del momento en que se convirtió en un sistema político repudiado en la Europa de la posguerra, impuso severas restricciones a los contactos con el exterior. Era una manera de asegurarse el control de la información, de proyectar la imagen del mundo que mejor cuadraba a sus propósitos. La opinión pública era concebida como una caja de resonancia, ante la cual se exaltaban los limitados éxitos que se obtenían en la escena internacional y se silenciaban los fracasos. Pero independientemente del filtro propagandístico con que los españoles recibían las noticias del mundo exterior, su gobierno hubo de afrontar los desafíos que se presentaron al concluir el conflicto mundial, toda vez que el franquismo aparecía como un paria internacional. Su proclividad hacia las naciones del Eje y las facilidades que les otorgó representaron una seria preocupación para las potencias aliadas.12

En la amplísima bibliografía sobre la Segunda Guerra Mundial son numerosísimas las obras dedicadas a cuestiones de información y propaganda tanto de carácter general como temáticas, por países o estudio de casos concretos,13 aunque, en cuanto a las relaciones entre España y Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, la historiografía tradicional soslaya siempre este aspecto, mucho más atenta a cuestiones militares, diplomáticas o económicas. Sin embargo, sí podemos mencionar aportaciones importantes como la de Pablo León de Aguinaga sobre el cine de ficción como instrumento de propaganda.14

12

DELGADO, Lorenzo & ELIZALDE, M.ª Dolores: «Presentación», op. cit., p. 14. Dejamos constancia aquí sólo de algunas de las obras de carácter más general sobre el argumento: BALFOUR, Michael: Propaganda in war 1939-45: Organizations, Policies, and Publics, in Britain and Germany, Londres, Routledge, 1979; BOEHM, Edward: Behind Enemy Lines. WWII Allied/Axis Propaganda, Secaucus (NJ), The Wellfleet Press, 1989; CRUICKSHANKS, Charles: The Fourth Arm: Psycological Warfare 1939-1945, Londres, Oxford University Press, 1981; LERNER, Daniel: Psychological Warfare against Nazi Germany, Cambridge (Mass) MIT Press, 1971; RHODES, Anthony R. E.: Propaganda: Techniques and Persuasion in Second World War, Londres, Annan Report HMSO, 1974 y SHORT, K. R. M. (ed.): Film & Radio Propaganda in World War II, Londres, Croom & Helm, 1983. En cualquier caso véase la bibliografía al final de este trabajo. 14 LEÓN AGUINAGA, Pablo: «El comercio cinematográfico como instrumento de acción norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial», en Cuadernos de Historia Contemporánea, 28 (2006), pp. 303-322. 13

INTRODUCCIÓN

21

Sobre las actividades de propaganda de otras potencias en España durante la Segunda Guerra Mundial, además de las referencias en las obras generales que citamos, se han publicado algunas de interés. Sobre la propaganda británica hay un excelente texto de Jean-François Berdah,15 y referencias en otros de carácter más general.16 Schulze y Velasco han publicado sendos textos sobre el caso alemán.17 Y quien suscribe estas líneas sobre el caso italiano.18 A nuestro entender no se puede escribir Historia, al menos Historia Contemporánea, y mucho más del siglo XX, sin tener en cuenta el mundo de la comunicación. Mucho más todavía si nos ocupamos de periodos bélicos. La Primera Guerra Mundial o la Guerra Civil española no se pueden entender sólo desde un punto de vista militar, político, económico o diplomático, la propaganda y el uso de los medios de comunicación como canales de ésta por los beligerantes es un aspecto esencial de las guerras modernas. Naturalmente también en la Segunda Guerra Mundial. El soldado puede percibir la guerra directamente en el frente. En la retaguardia la población civil sufre los bombardeos o la carestía. Pero a ese soldado y a esa población en la retaguardia hay que motivarles para su sacrificio y mantenerles informados. Es decir, perciben la guerra indirectamente a través de los medios. Mucho más en el caso de los países neutrales donde la guerra es algo así como una realidad virtual que ves en los noticiarios, en los periódicos, que escuchas en la radio, etc. Si consideramos los testimonios dejados en esos medios como fuente histórica, obtendríamos, en efecto, una visión deformada de la realidad tal como fue. Pero lo que es cierto es que esa es la realidad tal y como la percibieron los que se acercaron a esos medios y por tanto es también parte de la realidad. 15 BERDAH, Jean-François: «La propaganda cultural británica en España durante la Segunda Guerra Mundial a través de la acción del “British Council”», en El régimen de Franco (1936-1975), Madrid, UNED, 1993, tomo II, pp. 273-286. 16 COLE, Robert: Britain and the War of Words in Neutral Europe, 1929-45. The Art of the Possible, Londres, McMillan, 1990. 17 SCHULZE SCHNEIDER, Ingrid: «La propaganda alemana en España 1942-1944», en España y la Segunda Guerra Mundial, Madrid, UNED, 1994, pp. 371-386; VELASCO MURVIEDRO, Carlos: «Propaganda y publicidad nazis en España durante la Segunda Guerra Mundial: algunas características», en España y la Segunda Guerra Mundial, Madrid, UNED, 1994, pp. 85-107. También habría que mencionar la obra de RUHL, Hans-Jörg (ed.): Franco, Falange y III Reich, Madrid, Akal, 1986, que contiene abundante información sobre propaganda alemana en España durante aquellos años. 18 PIZARROSO QUINTERO, A.: «Italia y la España franquista: información y propaganda (1939-1945)», en GARCÍA GALINDO, Juan A. (et al., eds.): La comunicación social durante el franquismo, Málaga, Diputación Provincial, 2002, pp. 32-54.

22

ALEJANDRO PIZARROSO QUINTERO

No va a ser esta obra algo así como «La Segunda Guerra Mundial en España a través de la prensa, la radio, los medios en general». Se va a ocupar de un aspecto de la realidad bélica, de una batalla muchas veces tan importante como la que conducen los soldados en el frente o los diplomáticos en sus negociaciones. Estudiar la batalla de la propaganda en la Segunda Guerra Mundial tal y como la planteó uno de los beligerantes, Estados Unidos, frente a uno de los países neutrales —o menos—, en este caso España. Para ello, además de las fuentes bibliográficas, nos vamos a basar fundamentalmente en la documentación que sobre ellos se conserva en los National Archives en Washington D.C. y sólo ocasionalmente en la hemerografía, el cine o las escasísimas grabaciones radiofónicas que se han conservado o en otras fuentes españolas. Tal documentación es abundantísima y la hemos consultado ampliamente. En estos documentos encontramos todo lo referente a las personas que trabajaron en este esfuerzo de propaganda, las organizaciones de que dispusieron, como evolucionaron éstas, cual fue su trabajo. Encontramos también las directivas de su actividad, los contenidos que debían trasladar a su objetivo a través de los medios. También nos ofrece análisis de la situación española y, sobre todo, de los medios y actividades de propaganda del régimen franquista en el periodo; además de informes sobre las actividades del enemigo en España en ese mismo terreno. Creemos que un estudio de estas características es indispensable y no existe en nuestra bibliografía. Llega a ser sorprendente el poquísimo espacio —muchas veces ninguno— que todas las obras sobre España y la Segunda Guerra Mundial, a las que nos referiremos luego, dedican al esfuerzo propagandístico de los beligerantes en España. También es descorazonador que las obras que se dedican a estudiar la historia de los medios o de la propaganda franquista en ese periodo sólo hacen alusiones sumarias basadas generalmente en fuentes hemerográficas o bibliográficas, y no de archivo, sobre la actividad propagandística de los beligerantes en España durante la Segunda Guerra Mundial. La política y la vida española durante la Segunda Guerra Mundial es un argumento tratado muy a menudo, pero que está lejos todavía de completarse. La mayoría de las obras que manejamos se dedican al estudio de las relaciones internacionales en España en ese periodo, o bien a la vida política de los primeros años del franquismo en relación con la guerra. No conocemos ninguna obra que se ocupe de la propaganda de las potencias beligerantes en España. En las que se ocupan de los medios de comunicación en España en aquellos años, las alusiones a la Segunda Guerra Mundial son anecdóticas o circunstanciales.

INTRODUCCIÓN

23

La obra del profesor Morales Lezcano sobre la posición española ante la guerra es un importante estudio de un periodo concreto que no abarca toda la guerra, aquel en el que España abandona la neutralidad y se declara «no-beligerante».19 El profesor Marquina Barrio se ha ocupado también de la posición de España durante la Segunda Guerra Mundial en su obra sobre el papel de España en la política de seguridad occidental20 y en diversos artículos.21 Tienen interés también las actas del seminario interdisciplinar celebrado en Córdoba en noviembre de 1989 y publicadas al año siguiente.22 Dedicado, eso sí, a aspectos de la vida interna española durante la Segunda Guerra Mundial, fue el V Coloquio de Historia Contemporánea de España dirigido por Manuel Tuñón de Lara.23 El profesor Espadas Burgos en su obra sobre franquismo y política exterior se ocupa de la posición española en la Segunda Guerra Mundial.24 El profesor Tusell publicó una obra sobre el argumento cuyo último capítulo está además dedicado específicamente a Estados Unidos (Cap. 6: «La benevolencia hacia los Estados Unidos. Agosto de 1944-verano de 1945»).25 No queremos dejar de mencionar la obra de Luis Suárez, bien fundamentada y que recoge documentos del archivo de la familia Franco pero claramente tendenciosa para justificar la actitud del régimen en aquellos años.26

19 Véase: MORALES LEZCANO, Víctor: Historia de la no-beligerancia española durante la Segunda Guerra Mundial (VI, 1940-X, 1943), Las Palmas, Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, 1980. Recogemos en la bibliografía y fuentes de este trabajo otras obras de este autor sobre el argumento. 20 Véase: MARQUINA BARRIO, A.: España en la política de seguridad occidental. 1939-1986, Madrid, Ediciones Ejército, 1986, sobre todo pp. 21-124. Recogemos en la bibliografía y fuentes de este trabajo otras obras de este autor sobre el argumento. 21 Véase: MARQUINA BARRIO, A.: «Conspiración contra Franco: el ejército y la injerencia extranjera en España: el papel de Aranda, 1939-1945», en Historia 16, n. 72, abril 1982; MARQUINA BARRIO, A.: «La etapa de Ramón Serrano Suñer en el Ministerio de Asuntos Exteriores», en Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, tomo 2, 1989 y MARQUINA BARRIO, A.: «La península ibérica y la planificación militar aliada», en Revista de Occidente, n. 41, octubre 1984. 22 Véase: CASAS SÁNCHEZ, José Luis (ed.): La postguerra española y la II Guerra Mundial, Córdoba, Adisur, 1990. 23 Véase: GARCÍA DELGADO, J. L. (ed.): El primer franquismo. España durante la Segunda Guerra Mundial, Madrid, Siglo XXI, 1989. 24 Véase: ESPADAS BURGOS, Manuel: Franquismo y política exterior, Madrid, Rialp, 1988, pp. 90-156. 25 Véase: TUSELL, Javier: Franco, España y la II Guerra Mundial. Entre el eje y la neutralidad, Madrid, Temas de Hoy, 1995. 26 Véase: SUÁREZ, Luis: España, Franco y la Segunda Guerra Mundial. Desde 1939 hasta 1945, Madrid, Actas, 1997.

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En cualquier caso se ha estudiado desde un punto de vista político, militar, incluso de espionaje. La obra de Pastor Petit sobre el espionaje en la Segunda Guerra Mundial es un voluminoso trabajo carente, por desgracia, de aparato crítico, lo que dado el argumento que trata suscita perplejidad. Además el título es engañoso pues se trata de un potpourri de historias y anécdotas sobre espionaje en el que las referencias a la actuación en España de los beligerantes son mínimas, aunque sí se trata el caso de los más conocidos agentes españoles que trabajaron para ambos bandos en la Segunda Guerra Mundial.27 Dentro de distintas historias de la Office of Strategic Services (OSS) hay siempre algún capítulo dedicado a la pensínsula Ibérica o específicamente a España.28 Naturalmente también hay una amplia referencia a España dentro de lo que denomina The Secondary Neutral Countries en el informe oficial que resume toda la actividad de la OSS elaborado por varios autores bajo la coordinación de Kernit Roosevelt (Chief, History Project) entre 1946 y 1947 y publicado en 1976.29 Tiene cierto interés lo escrito por la condesa de Romanones, que fue agente de la OSS en España dentro de una obra colectiva que recoge las actas del Congreso sobre la OSS celebrado en 1991.30 Los servicios secretos norteamericanos y británicos llegaron a sostener en algunas ocasiones, aunque no siempre, una estrecha relación en nuestro país. En algunos estudios sobre estos hay alusiones a la actividad de los norteamericanos en este campo.31 27 Véase: PASTOR PETIT, D.: Espionaje: la Segunda Guerra Mundial y España, Madrid, Plaza & Janés, 1990. 28 Véase: SMITH, R. Harris: OSS. The Secret History of America’s First Central Intelligence Agency, Berkeley, University of California Press, 1972, sobre todo pp. 74-82; y también, SMITH, Bradley F.: The Shadow Warriors. O.S.S. and the Origins of the C.I.A., Nueva York, Basic Books, 1983, sobre todo pp. 187-189 y 218-222. Véanse también aunque sus referencias a España son mínimas: ALSOP, Stewart & BRADEN, Thomas: Sub Rosa. The OSS and American Espionage, Nueva York, Harcourt, Brace & World, 1963 y KATZ, Barry M.: Foreign Intelligence. Research and Analysis in the Office of Strategic Services 1942-1945, Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 1989. 29 Véase: BROWN, Anthony Cave (ed.): The Secret War Report of the OSS, Nueva York, Brandt and Brandt, 1976. Este largo informe elaborado para uso interno y depositado en los National Archives es obra de varios autores, algunos de ellos ex-miembros de la OSS y fue coordinado por Kermit Roosevelt (Chief, History Project). 30 Véase: ROMANONES, Aline, Countess of, «The OSS in Spain during World War II», en CHALOU, George C. (ed.), The Secret War. The Office of Strategic Services in World War II, National Archives and Records Administration, Washington D.C., 1991, pp. 121-128. 31 Véase: BRISTOW, Desmond & BRISTOW, Bill: Juego de topos. Memorias del jefe de la sección española del servicio secreto británico, Barcelona, Ediciones B, 1993; MASTERMAN, J. C.: The Double-Cross System in the War of 1939 to 1945, New Haven,

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Desde el punto de vista de la prensa, la información y la propaganda, sólo conocemos un estudio dedicado a la prensa española durante la Segunda Guerra Mundial32 y la interesante obra autobiográfica de Martínez Nadal sobre su trabajo en la British Broadcasting Corporation (BBC) con el famoso seudónimo de Antonio Torres, claramente autojustificativa.33 Hay además dos estudios importantes sobre Portugal y México en el mismo periodo.34 Además de otras obras sobre aspectos particulares o relaciones con países como Francia, Alemania o Italia durante el periodo a las que no nos referimos ahora pero que recogemos en la bibliografía al final de este trabajo. No queremos dejar de mencionar un trabajo excelente y muy amplio, publicado en Italia, obra del profesor Massimiliano Guderzo y apoyado en un abundante y cuidado aparato crítico.35 Esta obra que se ocupa de las relaciones internacionales españolas con todas las potencias beligerantes en los distintos periodos de la guerra no toca desgraciadamente más que de pasada aspectos propagandísticos, aunque sí se ocupa algo más del espionaje. Sobre las relaciones de España con el Reino Unido y sólo referido a los dos primeros años de la guerra Denis Smyth es autor de un interesantísimo trabajo.36 Es muy curiosa una obra publicada en el veinte aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y que funde en un sólo libro dos textos publicados respectivamente en 1946 (Política internacional de España. El caso español en la ONU y en el mundo 1945-1946) y en 1947 (España rumbo a la postguerra. La paz española de Franco). Este último texto Yale University Press, 1972 y PUJOL, Juan & WEST, Nigel: Garbo. The Personal Story of the Most Successful Double Agent Ever..., Londres, Weidenfeld and Nicholson, 1985, entre otros. 32 Véase: GARCÍA ALIX, Conrado: La prensa española ante la Segunda Guerra Mundial, Madrid, Editora Nacional, 1974. 33 Véase: MARTÍNEZ NADAL, Rafael: Antonio Torres y la política española del Foreign Office (1940-1944), Madrid, Casariego, 1989. También tiene interés segunda parte de estas memorias: MARTÍNEZ NADAL, Rafael: Antonio Torres de la BBC a The Observer. Republicanos y monárquicos en el exilio, 1944-1956, Madrid, Casariego, 1996. 34 Véase: TELO, António José: Propaganda e guerra secreta em Portugal (1939-1945), Lisboa, Perspectivas & Realidades, 1990 y ORTIZ GARZA, José Luis: México en guerra. La historia secreta de los negocios entre empresarios mexicanos de la comunicación, los nazis y E.U.A., México, Planeta, 1989. También sobre el caso portugués pueden verse: TELO, António José: Portugal na Segunda Guerra (1939-1941), Lisboa, Perspectivas & Realidades, 1987 y TELO, António José: Portugal na Segunda Guerra (1941-1945) (2 vols.), Lisboa, Vega, 1991. 35 Véase: GUDERZO, Massimiliano: Madrid e l’arte della diplomazia. L’incognita spagnola della seconda guerra mondiale, Florencia, Il Maestrale, 1995. 36 Véase: SMYTH, Denis: Diplomacy and Strategy of Survival. British Policy and Franco’s Spain, 1940-41, Londres, Cambridge University Press, 1986.

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tiene sobre todo interés porque además de algún que otro documento y artículos publicados en su momento por su autor, Agustín del Río Cisneros, recoge un ramillete de «consignas» de las que envió la Delegación Nacional de Prensa a los periódicos españoles para orientar su línea en función de las líneas de acción de la política internacional del régimen durante la Segunda Guerra Mundial.37 Son abundantes las memorias de españoles y extranjeros que vivieron aquellos tiempos o fueron sus protagonistas.38 Sobre las relaciones entre Estados Unidos y España durante la guerra, además de la memorialística, hay varios estudios que merecen nuestro interés, sobre todo la obra de Feis, numerosas veces reeditada, que se ocupa de la situación del régimen de Franco en relación con todas las potencias en guerra.39 Hay que mencionar también el capítulo que el embajador Carlton Hayes dedica al asunto en su ensayo sobre las relaciones entre Estados Unidos y España publicado en 1951.40 Pero hay que referirse sobre todo al excelente trabajo, todavía inédito, de Watson, que además se ocupa también de cuestiones de propaganda.41 Hay además otros trabajos inéditos sobre las relaciones entre España y Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.42 37

Véase: RÍO CISNEROS, Agustín del: Viraje político español durante la II Guerra Mundial, 1942-1946. Réplica al cerco internacional 1945-1946, Madrid, Ediciones del Movimiento, 1965. 38 Sería interminable citarlas todas aquí, pero algunas son indispensables para nuestro estudio, así las de los diplomáticos norteamericanos: BEAULAC, Willard L.: Career Ambassador, Nueva York, MacMillan, 1951 y sobre todo HAYES, Carlton J. H.: Wartime Mission in Spain, Nueva York, The MacMillan Company, 1946 (Hay traducción española: Misión de guerra en España, Madrid, EPESA, 1946). O las de otros embajadores como: HOARE, Samuel: Ambassador on Special Mission, Londres, Collins, 1946; PIÉTRI, François: Mes Années D’Espagne (1940-1948), París, Librairie Plon, 1954. O los testimonios de corresponsales como HAMILTON, Thomas J.: Appeasement’s Child. The Franco Regime in Spain, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1943 (Hay traducción española: México, Nuevo Mundo, 1943). Sin olvidar, desde luego, el interesantísimo testimonio del responsable de la propaganda norteamericana en España durante la guerra: HUGHES, Emmet J.: Report from Spain, Nueva York, Henry Holt, 1947. 39 Véase: FEIS, Herbert: The Spanish Story. Franco and the Nations at War, Nueva York, W. W. Norton & Company Inc., 1966 (1.ª ed. 1948). 40 Véase: HAYES, Carlton J. H.: The United States and Spain: An Interpretation, Nueva York, Sheed & Ward, Inc., 1951, pp. 135-172. 41 Véase: WATSON, Bert Allan: United Satates-Spanish Relations, 1939-1946, Tesis doctoral inédita, George Washington University, 1969, Washington D.C. 42 Véase: HALSTEAD, Charles R.: Spain, The Powers and The Second World War, Virginia, tesis doctoral inédita, University of Virginia, 1962; KIME, Martin G.: The Contest for Spain during World War II: Anglo-American Planning to Retain Control over the Straits of Gibraltar, Nebraska, tesis doctoral inédita, Universidad de Nebraska, 1987

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Sin embargo uno de los trabajos que mayor interés puede tener para nosotros, pues analiza la presencia de España en la prensa y en la opinión pública norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial, es una obra inédita que data de 1959 y cuyas fuentes son sobre todo los periódicos norteamericanos.43 Se ha publicado un estudio dedicado a las actividades de propaganda en Estados Unidos relacionadas con la Guerra Civil española cuyo conocimiento explica muchas cosas de lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial. La obra procede de una tesis doctoral dirigida por el autor de esta obra.44 En el caso concreto que nos ocupa, la fuente principal la constituye el corpus documental del Outpost de la Office of War Information (OWI) en Madrid de 1942 a 1945, completado con otros documentos diplomáticos, todo ello en los National Archives en Washington D.C. En ambas guerras mundiales la propaganda dirigida a los países neutrales se valió de múltiples medios, uno de los cuales fueron, naturalmente, los servicios diplomáticos, dentro de los cuales los agentes de propaganda trabajaban de manera más o menos enmascarada. Sobre la propaganda dirigida a los países neutrales durante la Segunda Guerra Mundial falta un estudio dedicado al caso norteamericano, pero existe uno sobre el caso británico que desgraciadamente no dedica mucho espacio a España.45 Sobre las potencias neutrales en la Segunda Guerra Mundial se publicó en Londres en 1940 una curiosa obra que agrupa una serie de ensayos de periodistas y diplomáticos de los países neutrales en aquel momento. Incluye, por ejemplo, algunos que ese mismo año o al siguiente iban a entrar en guerra como Holanda, Unión Soviética, Estados Unidos, Italia o Grecia. Sobre España escribe el Marqués de Merry del Val, ex-embajador de España en Gran Bretaña.46 No hay que olvidar desde luego la obra de Arnold Toynbee, La Guerra y los Neutrales, publicada en 1956 y traducida al español dos años más tarde que sí dedica un amy WILLSON, John P.: Carlton J. H. Hayes in Spain, 1942-1945, Syracuse (NY), tesis doctoral inédita, University of Syracuse, 1969. 43 Véase: BEGNAL, Sister Saint C.: The United States and Spain: A Study in Press Opinion and Public Reaction, Nueva York, tesis doctoral inédita, Forham University, 1959. 44 Véase: REY GARCÍA, M.: Stars for Spain. La guerra civil española en los Estados Unidos, A Coruña, Do Castro, 1997 (prólogo de A. Pizarroso Quintero). Esta obra se basa en una tesis doctoral dirigida por mí. 45 Véase: COLE, Robert: Britain and the War of Words in Neutral Europe, 1929-45. The Art of the Possible, Londres, McMillan, 1990, sobre todo pp. 133-143. 46 Véase: AA.VV.: Neutral War Aims, Londres, Burns Oates, 1940; sobre todo «Spain», pp. 63-76.

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plio espacio al caso español y dentro del mismo a las relaciones de la España franquista con Gran Bretaña y Estados Unidos.47 La Segunda Guerra Mundial tuvo un carácter más marcadamente ideológico que la primera. Se enfrentaban por un lado las democracias representativas de Occidente (aliadas más tarde con la URSS) y por otro el fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán y el militarismo japonés. Fue, pues, una guerra de propaganda que se valió de todos los instrumentos posibles, de todos los canales. Intentar describir aquí todo lo que en términos de información y propaganda supuso la relación entre Estados Unidos y la España de Franco durante la Segunda Guerra Mundial, es tarea absolutamente imposible. Sin embargo en este trabajo de investigación sí pretendemos dar una visión general de este problema y abordar de manera más pormenorizada sus aspectos más importantes. Nadie niega en nuestros días la influencia que la cultura estadounidense —entendida en su más amplio sentido— ejerce sobre el resto del mundo civilizado. Su influencia en Europa Occidental es patente y parece claro que se afianza definitivamente después de la Segunda Guerra Mundial por el papel liberador que los norteamericanos ejercieron en aquel momento. En España, tal penetración cultural, se atribuye con una cierta ligereza a las peculiares relaciones que el régimen franquista estableció con Estados Unidos en los años cincuenta. Ciertamente los norteamericanos no representan ante el pueblo español ese papel liberador que ejercieron ante otros pueblos europeos. Estados Unidos llevaba ya un siglo ejerciendo una suerte de fascinación entre los europeos. El mito del Far West ya existía, con Bufallo Bill y su espectáculo circense mucho antes de que las películas de Hollywood lo trajeran a las pantallas en Europa. El antiamericanismo español que se gesta con el Desastre del 98 no impide esta fascinación, que va a culminar con la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos sea además de un modelo cultural, la potencia hegemónica en la tierra. Ese antiamericanismo vivo en los medios progresistas españoles hasta nuestros días se afianza por su colaboración con el régimen del general Franco. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, los vencidos de nuestra guerra civil volvieron a ver en Estados Unidos a un liberador, lo que no llegó a hacerse realidad. La actividad propagandística norteamericana en Europa se desarrolló ampliamente en clave anticomunista durante todo el periodo de la 47

Véase: TOYNBEE, A. & TOYNBEE, V. (eds.): The War and Neutrals (Survey of international affairs, 1939-1946), Londres, 1956 (Hay traducción española: La Guerra y los neutrales, Barcelona, Vergara, 1958), pp. 318-375 de la edición española.

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Guerra Fría. También en España. Pero empezó a tener un carácter organizado y sistemático durante la Segunda Guerra Mundial. Vamos a estudiar, pues, el caso de una potencia beligerante —Estados Unidos— que dirige su actividad de propaganda hacia un país neutral —España— claramente inclinado a favorecer a las potencias enemigas que con su apoyo jugaron un papel fundamental en el triunfo de Franco en la Guerra Civil. Para ello van a apoyarse en el servicio diplomático pero, naturalmente, la actividad de propaganda va a ser dirigida y llevada a cabo por un organismo especializado. En este caso la Office of War Information. Nos vamos a ocupar de la génesis y organización de la OWI en Estados Unidos, de los servicios diplomáticos estadounidenses en España y del Outpost de la OWI en Madrid. Luego veremos los principales contenidos y directivas de la propaganda norteamericana en España, para estudiar después los canales (prensa, radio, cine, etc.) a través de los cuales se difundió en nuestro país durante la guerra. Antes de abordar el estudio de las actividades de propaganda norteamericanas en España durante la Segunda Guerra Mundial nos parece indispensable trazar un panorama de cual era la situación española en ese terreno en aquel momento, lo que haremos en el capítulo segundo para entender mejor el medio en el que se movieron los propagandistas norteamericanos. Sin embargo, hemos creído también necesario establecer un breve marco conceptual sobre la propaganda en general y la propaganda de guerra en particular, con referencias específicas a actividades como la desinformación y, sobre todo, al trabajo de Public Diplomacy que, como veremos, no es otra cosa que la actividad que realizaron los propagandistas estadonidenses a través del Outpost de la Office of War Information Madrid.

CAPÍTULO 1 APROXIMACIÓN A LA PROPAGANDA DE GUERRA El uso de la palabra propaganda tiene en nuestros días y en numerosas ocasiones un carácter peyorativo: calificar de propaganda un mensaje cualquiera puede equivaler a que este sea considerado negativo, falso o carente de honradez. En efecto, propaganda se asocia a control, a una pretensión de alterar o mantener un determinado equilibrio de poder a favor del emisor del mensaje, es decir, del propagandista. Este carácter peyorativo del término comenzó a tomar carta de naturaleza después de la Primera Guerra Mundial. De todos modos, en el período de entreguerras siguió manteniendo una connotación positiva en la Unión Soviética y en los regímenes dictatoriales. Durante la Segunda Guerra Mundial y posteriormente el mundo occidental evitó el uso del término, aunque no, desde luego, de la propaganda en sí. Además, por su origen claramente papista, el mundo protestante rechaza el término desde que aparece y sólo lo utiliza con una connotación negativa. Aunque sabían muy bien lo que estaban haciendo, los propagandistas norteamericanos en España durante la Segunda Guerra Mundial no se hubieran definido en ningún caso públicamente como tales. Propaganda es lo que hacía el enemigo, los nazis y los fascistas; y, en todo caso, los aliados soviéticos. Las potencias democráticas trabajaban con la «información» nunca con la «propaganda». Tal idea está viva hasta nuestros días. Lo pudimos ver en la guerra de Kosovo en la que, la «información» de las potencias de la OTAN, se enfrentaba a la «propaganda» del régimen serbio. Y, del mismo modo, en la preparación de la guerra de Irak. Las potencias democráticas «informan» mientras que los enemigos totalitarios o fundamentalistas «hacen propaganda».

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El concepto de propaganda En el clásico esquema de la comunicación (emisor, mensaje, medio, receptor) se entiende por información aquel fenómeno en el que el emisor sólo pretende compartir el contenido del mensaje con el receptor. Tal fenómeno, la información, puede llegar a ser una realidad en la práctica de la comunicación interpersonal, en la enseñanza; pero en la vida de los medios de la comunicación social no deja de ser sólo una aspiración. Entendemos como persuasión aquel fenómeno comunicativo en el que el emisor no sólo pretende compartir el contenido del mensaje con el receptor sino provocar en él una respuesta activa o pasiva, dirigida a crear una nueva actitud o provocar una acción determinada, a reforzar una actitud preexistente o a modificarla. Cuando este fenómeno va más allá de los límites de la comunicación interpersonal, modestamente, yo sigo denominándolo propaganda, a pesar de la mala prensa del término. Pues bien, lo que vulgarmente llamamos «información» en el terreno de los medios de comunicación social, a pesar de los desvelos y la creencia de muchos periodistas honrados, más bien tendríamos que interpretarlo como «persuasión». Al fin y al cabo, de lo que estamos hablando es de comunicación persuasiva, es decir, de aquel tipo de comunicación que no pretende que el receptor comparta con el emisor un determinado conocimiento o dato sino, sobre todo, que desarrolle una respuesta favorable al emisor. Cuando este fenómeno se da a escala de toda la sociedad se le puede denominar con múltiples eufemismos como por ejemplo comunicación política, marketing político, publicidad política y otras zarandajas. En realidad, la sabia Iglesia Católica inventó para ello un término muy preciso: propaganda. El término propaganda se escribe y se pronuncia igual casi en todas las lenguas cultas del planeta. Ello indica que nace y se recoge de manera prácticamente simultánea. Aparece por primera vez en un diccionario en Francia en 1740. Aunque, claro está, el fenómeno existe desde mucho antes.1 1 El origen del término «propaganda» está en la «Sacra Congregatio de Propaganda Fide» (o también «Sacra Congregatio Christiano Nomini Propaganda»), constituida de manera definitiva por la bula Inscrutabili Divine de 1622 emitida por el papa Gregorio XV, pero que ya funcionaba desde 1572 cuando el papa Gregorio XIII comenzó a reunir con frecuencia más o menos regular a tres cardenales en una primitiva congregatio para combatir la acción de la Reforma. Esta comisión o congregación se constituiría de hecho como órgano permanente bajo Clemente VIII. A su composición de 1622 (trece cardenales, tres prelados y un secretario) añadiría el papa Urbano VIII un colegio y

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Entre las múltiples y variadas definiciones de propaganda hay una muy escueta que nos da idea de su verdadera dimensión. Se debe a Edward L. Bernays en su obra Propaganda: es la «persuasión organizada u organización del consenso».2 Otra definición interesante, sobre todo porque incluye los canales y —casi podríamos decir— las técnicas, se debe a Harold Lasswell en la International Encyclopedia of the Social Sciences: «Es la manipulación más o menos deliberada mediante símbolos, palabras, gestos, banderas, imágenes, monumentos, música, etc., del pensamiento o de las acciones de otras personas en lo que se refiere a creencias, valores y comportamientos que aquellas personas llamadas «reactores» consideran como discutibles». Con todo, nos parece más precisa la muy sencilla y neutra definición de Violet Edwards, adoptada por el Institute for Propaganda Analysis e inspirada por Lasswell: «Propaganda es la expresión de una opinión o una acción por individuos o grupos, deliberadamente orientada a influir opiniones o acciones de otros individuos o grupos para unos fines predeterminados y por medio de manipulaciones psicológicas».3 Oliver Thomson establece una tipología de objetivos de la propaganda, y ocho distintas categorías de la misma según esos objetivos: religiosa, política, económica, militar, diplomática, didáctica, ideológica y escapista.4 Podríamos simplificar la tipología en tres grandes modelos: religiosa, de guerra y política. En primer lugar, la propaganda religiosa o la religión como forma de propaganda. Históricamente la religión ha sido uno de los primeros modos de aproximación a la realidad que han tenido los seres humanos, y su transmisión, tanto en la educación en el seno de una familia religiosa cuanto su expansión a otros pueblos, ha producido uno de los mejores ejemplos que existen del fenómeno. La religión se dirige al corazón de los hombres mucho más que a su razón. A la propaganda de guerra nos referimos a continuación mientras que la propaganda política englobaría los otros dos modelos y se referiría, en general, a todas las actividades de persuasión de masas en las sociedades humanas.

un seminario de misioneros. Nacida como instrumento de lucha de la Contrarreforma, acabaría ocupándose fundamentalmente de la expansión del catolicismo en «tierras de misión». 2 BERNAYS, Edward L.: Propaganda, Nueva York, Liveright Publishing Corp., 1936 (1.ª ed. 1928). 3 EDWARDS, V.: Group Leader’s Guide to Propaganda Analysis, Nueva York, Columbia, University Press, 1938, p. 40. 4 Cfr. THOMSON, O.: Mass Persuasion in History: a Historical Analysis of the Development of Propaganda Techniques, Edimburgo, Paul Harris Publishing, 1977.

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La propaganda de guerra La guerra es una actividad humana y un ejercicio intelectual de enorme complejidad. Llevado a la práctica es terrible —todos estamos de acuerdo—. Si el sujeto de la guerra son los hombres y los hombres lo son por su capacidad intelectiva y por sus emociones, una de las armas primordiales en el ejercicio de la guerra es aquella que pueda gobernar el intelecto y los sentimientos humanos, algo que el viejo maestro Aristóteles llamaba persuasión y que utilizada en el campo de batalla llamamos propaganda de guerra, desinformación o guerra psicológica. Cuando de un modo u otro una sociedad se ve afectada por actos de guerra — aunque sean muy lejanos—, el interés por la misma se multiplica y los medios de comunicación de masas responden a esta necesidad. A lo largo de la historia del periodismo podemos asistir a una íntima relación entre guerra y medios. Éstos no sólo son instrumentos de propaganda de guerra en el más amplio sentido del término, sino que también se ven beneficiados por ella. Los periódicos neoyorquinos multiplicaron sus tiradas y se consolidaron durante la Guerra de Secesión norteamericana. La CNN se convirtió en lo que es hoy gracias a la guerra del Golfo. Otro tanto podríamos decir de Al Yasira, que se ha consolidado como una gran fuente de información internacional gracias a la invasión de Afganistán (aunque su prestigio en el mundo islámico se basa en la información sobre el conflicto palestino-israelí). Cuando dos sociedades, dos grupos humanos, se enfrentan lo hacen con la violencia, pero entonces la persuasión se convierte en un instrumento precioso en la batalla. Con ella se mantiene tu propia moral y se mina la del enemigo; con ella se aleja a los neutrales de la tentación de entrar en la disputa. La persuasión misma es una forma de violencia mental que se ejerce hacia el otro. Propaganda y guerra han estado siempre unidas. Los grandes generales se han valido siempre de la propaganda, Alejandro, Aníbal, César, Cortés, sabían muy bien de su poder. Napoleón fue un genio de la propaganda. Su mayor enemigo lo reconocía. Afirmaba que «las gacetas eran para Napoleón como un ejército de 300.000 hombres», llegando a decir que «con media docena de plumillas» controlaba tanto Francia como asustaba al extranjero.5 También decía:

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Cfr. METTERNICH (Prince de), Mémoires, documents et écrits divers (2 vols.), París, 1819, tomo II, p. 188. Citado por CABANIS, André, La presse sous le Consulat et l’Empire (1799-1814), París, Société des Études Robespierristes, 1975, pp. 314-315.

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(...) los boletines diarios del ejército francés (...) que inundan Alemania y Europa entera son una nueva invención y merecen una atención seria (...). El gabinete de Bonaparte se pone en contacto diario con todas las clases de la sociedad. Se despoja del estilo oficial para adoptar el de la conversación más familiar. Cada boletín presenta personajes cuyos nombres respetables inspiran confianza entre las gentes del pueblo (...).6

La propaganda de guerra es el segundo gran modelo de la propaganda. La guerra es una actividad humana primigenia y en ella la acción psicológica ha sido esencial incluso en sus formas más primitivas. De la propaganda de guerra a lo largo de la historia se obtienen algunos de los mejores ejemplos de técnicas que pueden aplicarse después a otros casos. Finalmente, podemos englobar bajo el epígrafe de propaganda política todos los demás fenómenos propagandísticos que se dan en las sociedades humanas. La propaganda de guerra existe desde que la guerra existe. Siempre se ha intentado intimidar al enemigo, exagerar la propia fuerza, sembrar discordias, difundir informaciones falsas, mantener la moral de las propias tropas, etc. Quizá en tiempos de guerra o de conflicto agudo es cuando la propaganda alcanza sus cumbres más brillantes. En realidad y en sentido estricto, la propaganda de guerra no sería sino la aplicación de los modelos, formas y técnicas de la propaganda en general, durante el tiempo de guerra y para fines bélicos; aunque también podría entenderse a la inversa. Su trascendencia la podemos ver día a día a propósito de cualquier acción de guerra. Por no remontarnos demasiado lejos, podemos mencionar la intervención de la OTAN en Kosovo, en la que se bombardeó la televisión de Belgrado porque fue considerada un arma de guerra de la república yugoslava tan formidable como otros objetivos estrictamente militares. Los grandes medios occidentales se pusieron al servicio de la propaganda de guerra de la maquinaria bélica de la OTAN, mientras Belgrado se valía de todos los medios a su alcance para mantener alta la moral de su población y para contrarrestar la propaganda occidental; entre ellos, internet. En esa guerra, incluso para el espectador menos avisado, la batalla de la propaganda cobró una relevancia decisiva. También, la actitud de las tropas invasoras en Irak en marzo de 2003 respecto a los medios de comunicación, cuyos enviados no estaban «incrustados» con ellos, produjo numerosas bajas y fue particularmente agresiva con las cadenas en lengua árabe no iraquíes. Así pues podemos decir que la propaganda de guerra se dirige a muy diversos objetivos. En primer lugar a mantener la moral de las propias 6

METTERNICH (Prince de), Mémoires, documents et écrits divers (2 vols.), París, 1819, tomo II, p. 81. Citado por CABANIS, André, La presse sous le Consulat et l’Empire (1799-1814), París, Société des Études Robespierristes, 1975, p. 274.

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fuerzas combatientes. También ha de dirigirse a su propia retaguardia cuyo esfuerzo en tiempos de guerra es esencial, sobre todo en las guerras de nuestro siglo donde además ha sufrido directamente los efectos devastadores de la fuerza enemiga. Luego, el gran objetivo son los combatientes enemigos, esto sería exactamente lo que denominamos guerra psicológica. La retaguardia adversaria es, obviamente, otro objetivo de la propaganda de guerra; nunca hasta la existencia de la radio se pudo llegar a ella de manera tan efectiva. Pero aún queda otro objetivo: los neutrales. La propaganda de guerra dirigida a los países neutrales puede tender a mantenerlos en esa posición de neutralidad, a impedir su inclinación hacia el adversario y a buscar su benevolencia o, incluso, su participación en la guerra con el bando que la produce. Los servicios diplomáticos han sido históricamente las vías principales a través de las cuales se ha canalizado esta actividad de propaganda. Pero la complejidad y el carácter masivo de los medios de comunicación en nuestro siglo no puede ser abarcada por un servicio diplomático siempre anclado en su propia tradición de secreto y prudencia. Al conjunto de actividades de propaganda de guerra dirigidas hacia el enemigo se le llama también guerra psicológica, lo que los tratadistas anglosajones denominan Psychological Warfare. Así la define W. E. Daugherty: El uso planificado de propaganda y otras acciones orientadas a generar opiniones, emociones, actitudes y comportamientos en grupos extranjeros, enemigos, neutrales y amigos, de tal modo que apoyen el cumplimiento de fines y objetivos nacionales.7

Esta definición se correspondería más bien con la propaganda de guerra en todas sus facetas que con la guerra psicológica propiamente dicha. En realidad, aceptando la máxima de Clausewitz de que «la guerra es una continuación de la política por otros medios», la propaganda de guerra sería la continuación de la propaganda política en otra situación. De hecho, la propaganda y la guerra tienen análogos objetivos. La guerra es «un acto de fuerza para imponer nuestra voluntad al adversario», como también afirma Clausewitz. Parafraseándolo podríamos decir que la propaganda es un acto de violencia mental para inducir a alguien a someterse a nuestra voluntad. En efecto, la propaganda es un arma de guerra, muchas veces más eficaz que otras armas. 7 DAUGHERTY, W. E. y JANOWITZ, M. (eds.): A Psychological Warfare Casebook, Baltimore (MD), The John Hopkins University Press, 1958, p. 2.

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En la definición de guerra psicológica que recogemos de Daugherty no se menciona algo, a nuestro juicio, fundamental: el hecho de que el concepto de la propaganda de guerra, que es más amplio que el de guerra psicológica, no se dirige solamente hacia el exterior sino también hacia el interior, tanto hacia la propia población civil que sostiene el esfuerzo de la guerra como hacia los miembros de los ejércitos que la llevan a cabo. Incluso en países donde la propaganda estatal no existe en tiempos de paz —al menos en apariencia—, el mecanismo se activa en tiempo de guerra. El ejemplo más claro puede ser la liberal Gran Bretaña donde teóricamente el Estado no ejerce activamente una acción propagandística pero que durante la Gran Guerra crea un Ministerio de Información y pone en marcha una organización de propaganda política y de guerra de máxima eficacia. Algo que se repetirá en la Segunda Guerra Mundial. Maurice Mégret afirma que en la guerra psicológica convergen numerosas y diversas ac iones que no tienen en común más que la confusión del adversario y el debilitamiento de su resistencia:8 la propaganda, el terror, el chantaje, etc. Y considera en ella tres elementos fundamentales: una organización de propaganda (en apoyo de las operaciones militares), una acción político-militar (para asumir el control no violento de la población) y un sistema coherente de pensamiento.9 El siglo XX es el siglo de la propaganda. Con la Gran Guerra adquirió categoría científica y dimensiones de organización hasta entonces desconocidas. La vida política en el periodo de entreguerras se polarizó entre dos bandos que hicieron de la propaganda no ya un arma sino algo esencial de su concepción política: el comunismo soviético y los fascismos. La propaganda de guerra existe desde que la guerra existe. Siempre se ha intentado intimidar al enemigo, exagerar la propia fuerza, sembrar discordias, difundir informaciones falsas, mantener la moral de las propias tropas, etc. Quizá en tiempos de guerra o de conflicto agudo es cuando la propaganda alcanza sus cumbres más brillantes. La propaganda de guerra clásica se dirigía fundamentalmente al enemigo y a los neutrales, puesto que se contaba de antemano con el sostén de los del propio bando, con el patriotismo, etc. Ya en la Primera Guerra Mundial vemos, sobre todo en Inglaterra, un espléndido manejo de la opinión pública propia para apoyar un tipo de guerra cuyo coste se suponía muy difícil de asumir. Los ingleses también desarrollaron una magistral campaña de propaganda hacia la opinión pública de una potencia 8 9

Cfr. MÉGRET, M.: La guerre psychologique, París, PUF, 1963. MÉGRET, M.: La guerre psychologique, op. cit., p. 129.

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neutral, Estados Unidos. Hoy en día el problema reside en el uso de la propaganda dirigida hacia nuestra propia retaguardia: en un sistema democrático no se puede emprender ninguna acción violenta sin el apoyo de la opinión pública, a no ser que los dirigentes quieran pagar un alto coste político. ¿Hasta qué punto es lícito «manipular» a nuestra opinión pública en busca de ese apoyo? En ese terreno es donde hay que trazar la línea del límite, que no es necesariamente moral y puede llegar a ser tan eficaz que justifique medios violentos (considerados incluso inmorales). Nadie se atreve a criticar seriamente a Truman por el uso de la bomba atómica, o a los aliados por el bombardeo de Dresde. Es más, en el siglo XX el fenómeno propaganda en su conjunto ha tenido tal desarrollo desde la Primera Guerra Mundial que las tradicionales vías diplomáticas se le quedan pequeñas. Así la propaganda hacia el exterior en tiempos de guerra tiene que depender en nuestros días de agencias o instituciones especializadas que forman su propio personal y que en directa conexión con su gobierno elaboran las líneas directivas y contenidos de su propaganda y habilitan los medios necesarios para producirla y difundirla. No queremos olvidar tampoco el papel que los propios ejércitos tienen en esta tarea. Sobre todo en la guerra psicológica y en la organización y administración de la propaganda en territorios ocupados. Pero este no es el caso que nos ocupa en esta obra. Vamos a ver en ella el desarrollo de un trabajo difícil. Vamos a ver cómo una potencia democrática pretende acercarse a la opinión pública de un país con un régimen totalitario y proclive a sus enemigos en una guerra de dimensiones desconocidas hasta entonces. Veremos clásicas acciones de propaganda de guerra pero, sobre todo, el sutil trabajo de Public Diplomacy aprovechando todos los resquicios del régimen para poder acercarse a sus ciudadanos y, desde luego también, hacia los propios hombres del régimen para sustraerlos de la tentación de inclinarse definitivamente hacia sus enemigos.

Evolución de la propaganda de guerra Sun Tzu afirmaba que «todo el arte de la guerra está basado en el engaño» y recomendaba fingir incapacidad si eres capaz, pasividad si estás activo, proximidad si estás lejos, lejanía si estás cerca. Aunque es muy difícil datar exactamente el momento en que escribió sus Trece capítulos podemos aceptar que Sun Tzu escribía esto por lo menos cuatrocientos o quinientos años antes de nuestra era. Es decir, en la Antigüedad, tanto en

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el lejano Oriente cuanto en el próximo Oriente o en el mundo helénico, la mentira al servicio de la guerra era ya algo perfectamente estudiado.10 Los relatos heroicos y la Historia son en la Antigüedad también fenómenos de desinformación. Leyendas y exageraciones mitifican a los héroes propios en detrimento de los ajenos, y estos héroes y sus leyendas se utilizan como arma de propaganda para levantar la moral de los propios combatientes. Desde la Antigüedad clásica la guerra ha sido contada y representada de mil modos. La Anábasis de Jenofonte es un espléndido reportaje de guerra. Más cerca de lo que entendemos por desinformación en nuestros días estaría el caso de Julio César. Sus victorias militares existieron realmente y no fueron manipuladas al menos en lo esencial; lo que hizo fue valerse de la palabra escrita para magnificarlas y difundirlas. Sus Comentarii rerum gestarum (Guerra de las Galias y Guerra Civil) fueron conocidos en Roma por entregas antes de poderse leer como una obra completa. Su Guerra de las Galias ya fue considerada como inexacta e irrespetuosa con la verdad por Asinius Pollio, que gobernó aquel territorio tras la muerte de César. Otros le acusaron más tarde de deformar por completo la verdad en un ejercicio clásico de desinformación destinado a ganarse a la opinión pública de la Urbe, si es que en aquella época podemos hablar de opinión pública. Su mensaje también se dirigía a la posteridad. En la Edad Media, por ejemplo en las Cruzadas, la Iglesia manejó todo tipo de falsas informaciones contra el enemigo musulmán. Otro tanto podría decirse de las persecuciones antisemitas de aquella época. La conocida como «leyenda negra», que se basa en las atrocidades de los españoles en la conquista de las Américas, podemos entenderla también como un fenómeno de desinformación. No vamos a entrar ahora en la realidad o la falsedad de los hechos, sino en la exageración de los mismos y en el uso informativo y propagandístico que los enemigos de los Habsburgo, sobre todo Inglaterra y las Provincias Unidas, hicieron de ella. Por no hablar de su prolongación hasta nuestros días, muy fomentada por las corrientes indigenistas en los países hispanoamericanos. Las falsedades sobre personajes históricos han estado siempre a la orden del día. Schiller y Verdi pueden más contra Felipe II que cualquier revisión histórica de este personaje en la actualidad. Las guerras de religión en la Edad Moderna europea están llenas de ejemplos de manejo de la mentira como arma arrojadiza entre los papistas y las iglesias reformadas y los príncipes que las sostenían. 10 Véase: SUN TZU: El Arte de la guerra, Madrid, Ministerio de Defensa, Secretaría General Técnica, 1988.

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La historia del colonialismo europeo del siglo XIX está plagada de ocasiones en las que se manejaban falsas informaciones, dirigidas a la opinión pública de las metrópolis, sobre todo Francia y Gran Bretaña, para justificar tropelías ante sus ciudadanos bien pensantes. Otro tanto podría decirse del exterminio de los indios en Estados Unidos o en la Argentina. Desde que la prensa escrita comenzó a ser un incipiente medio de masas, la guerra ha ocupado en ella un gran espacio. Pero para contarla hay que acercarse a ella, y su zarpazo puede ser peligroso. William Howard Russell inmortalizó en The Times de Londres la carga de la Brigada Ligera de Caballería en la batalla de Balaklava.11 Tanto él como sus compañeros contaron también las miserias de aquella guerra en la que las enfermedades hicieron morir a más soldados en la retaguardia que en el frente. Desde entonces los militares de todos lo países han controlado de una manera u otra a aquellos que se acercan al frente como profesionales de la información.12 En las guerras tradicionales, con ejércitos, frentes y retaguardias, los corresponsales de uno y otro bando han tenido que someterse al control de los profesionales de la guerra, incluso para transmitir su información. En estas guerras también los corresponsales han pagado un alto tributo acompañando a las tropas en los frentes. La Primera Guerra Mundial fue el conflicto donde, por primera vez, la propaganda se convirtió en una actividad sistemática. Todos los países en liza desarrollaron poderosos aparatos para llevar a cabo sus campañas persuasivas en los que contaban con personal, financiación y todo tipo de medios, conscientes de la importancia de ese frente de batalla. Probablemente, durante la Gran Guerra pudimos asistir a algunos de los momentos más brillantes del ejercicio de la persuasión de masas. Baste mencionar la espléndida campaña de los británicos en Estados Unidos que concluye con la intervención norteamericana en la guerra europea. La Guerra Civil española fue un ensayo general de la Segunda Guerra Mundial. En la propaganda de ambos bandos se utilizó profusamente la difusión de informaciones deliberadamente falsas, tanto en España como en el extranjero. La Segunda Guerra Mundial no implicó un salto cualitativo sobre la primera. Naturalmente, se manejaron también las técnicas de desinformación, aunque medios como la BBC airearon y practi11

The Times, 14 de noviembre de 1854. Son numerosas las obras sobre la historia de los corresponsales de guerra. Véase en todo caso: KNIGHTLEY, Phillip: The First Casualty: The War Correspondent as Hero, Propagandist and Myth Maker from the Crimea to Kosovo, Baltimore (MD), The John Hopkins University Press, 2002 (1.ª ed.: Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, 1975). 12

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caron en la medida de lo posible la strategy of the truth con muy buenos resultados. Las potencias del eje disponían de sólidos aparatos de propaganda; también la Unión Soviética. El Reino Unido tuvo que volver a poner en marcha una estructura análoga a la que tenía durante al primera guerra mundial. El presidente Roosevelt en Estados Unidos había comenzado a preparar el terreno desde 1939 y, con la Office of War Information fundada en 1942, puso en pie un aparato de propaganda inmensamente eficaz13 que también se utilizó en España. En la Segunda Guerra Mundial los beligerantes dirigieron su propaganda también a los países neutrales a través de múltiples medios incluidos los servicios diplomáticos. Desde el punto de vista de los beligerantes hay pocos estudios sobre este asunto excepto uno sobre el caso británico que no dedica mucho espacio a España.14 Desde el punto de vista de los países neutrales hemos mencionado también ya estudios interesantes sobre los casos portugués y mexicano. En la Segunda Guerra Mundial, con respecto a la Gran Guerra y en el terreno de los medios sólo hay una novedad esencial: la radio iba a ser el más formidable instrumento de propaganda.15 La radio no había tenido papel alguno en la actividad propagandística durante la Gran Guerra en la que se desarrolla lo que entendemos por «propaganda científica» en gran escala. Como medio de comunicación se desarrolla precisamente en el periodo de entreguerras, para convertirse en uno de los instrumentos fundamentales de la propaganda de los regímenes dictatoriales. Pero su utilización como arma de guerra, algo que será característico de la Segunda Guerra Mundial, se manifiesta por primera vez, en todo su esplendor, durante la guerra civil española. En efecto, la radio fue el gran instrumento de la propaganda de guerra entre 1939 y 1945. Tenía la gran virtualidad de pasar por encima de los frentes de batalla. Y de meterse en la intimidad de los hogares de las retaguardias. Por radio, Churchill anunció a su país y al mundo «sangre, sudor y lágrimas». Por radio, Charles De Gaulle se dirigió a las francesas 13 Véase sobre esto: PIZARROSO QUINTERO, A.: «Algunas consideraciones sobre las organizaciones de propaganda anglo-americana en la II Guerra Mundial hasta junio de 1944», op. cit., pp. 105-124. Y también del mismo autor: «Cine y Segunda Guerra Mundial. El cine bélico americano, 1941-1945», en PAZ, M. A. y MONTERO, J. (eds.): Historia y cine. Realidad, ficción y propaganda, op. cit., pp. 175-197. 14 Véase: COLE, Robert: Britain and the War of Words in Neutral Europe, 1929-45. The Art of the Possible, Londres, McMillan, 1990. Sobre España, pp. 133-143. 15 Qué duda cabe que el desarrollo del cine y la aparición del sonoro mejoraron mucho las posibilidades de utilización propagandística de éste entre ambas guerras mundiales. Pero el cine ya había sido un instrumento fundamental de propaganda durante la Gran Guerra.

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y a los franceses confirmando que Francia estaba todavía viva. Por radio la «Rosa de Tokio» les dedicaba discos a los combatientes norteamericanos del Pacífico. La British Broadcasting Corporation (BBC) se convirtió en la esperanza de todos los pueblos de Europa, incluida España.16 Los norteamericanos, como veremos, crearán en 1942 The Voice of America. La VOA será otro gran instrumento de propaganda de los aliados y tendrá una notable presencia en España como veremos. Desde 1945 el mundo quedó dividido en dos bloques perfectamente diferenciados. En uno de ellos sobrevive el antiguo modelo de la propaganda soviética con mínimas variaciones. En el bloque occidental se acentúa todavía más el rechazo del mismo término propaganda. Pero, a diferencia de lo que sucede después de la Primera Guerra Mundial, los estados occidentales no se desarman en este aspecto. Los servicios de lenguas extranjeras en las radios, las organizaciones de «propaganda cultural», etc., se mantienen vivos; de un modo u otro se consolida organizativamente la propaganda estatal. Del llamado Tercer Mundo, de los pueblos colonizados o sometidos al imperialismo económico, la voz de la liberación y de la revolución se ha hecho oír en forma de propaganda revolucionaria. Estos pueblos subdesarrollados y sometidos se valen de los medios y de las técnicas de los países más desarrollados. Aunque hoy su vanguardia parece haber adoptado el discurso del integrismo religioso. Generalmente se atribuye el comienzo de la llamada Guerra Fría al famoso discurso de Churchill en la Universidad de Fulton en 1946 en que expresó la división entre el Este y el Oeste con la plástica metáfora del «Telón de Acero» (Iron Courtain). En realidad, ya durante la Segunda Guerra Mundial se perfilaba el enfrentamiento de los que entonces eran aliados, sobre todo entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En esta situación ambos bandos iban a librar una dura batalla de propaganda tanto como preparación de una posible nueva guerra generalizada como 16 Sobre la actividad propagandística exterior de la BBC durante la Segunda Guerra Mundial echamos en falta algún estudio reciente y omnicomprensivo, aunque hay que referirse a la monumental historia de esta emisora: BRIGG, A.: The History of Broadcasting in the United Kingdom. Vol. III, The War of Words, Londres, Oxford University Press, 1969; y también BRIGG, A.: The BBC: The First Fifty Years, Londres, Oxford University Press, 1985. Hay, sin embargo, interesantes monografías, como por ejemplo de su actividad propagandística hacia Italia. Véase: CAPRIOLI, M. P.: Radio Londra 1939-1945, Bari, Laterza, 1979. O también hacia España: MARTÍNEZ NADAL, R: Antonio Torres y la política española del Foreign Office (1940-1944), cit. Sobre la propaganda radiofónica interna en el Reino Unido puede verse: NICHOLAS, S.: The echo of war. Home Front propaganda and the wartime BBC, 1939-45, Manchester, Manchester University Press, 1996.

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para otras conquistas parciales. El mundo occidental desempolvó la vieja propaganda antibolchevique de los años veinte con renovado vigor. En el bloque oriental se desarrolló un clima de resistencia, de temor, que haría de los nuevos regímenes socialistas aliados de la Unión Soviética sociedades rígidamente organizadas, incapaces de satisfacer muchas de las legítimas aspiraciones populares. La revolución china de 1949 hizo sonar todas las alarmas en Occidente: Asia podía convertirse bruscamente en comunista. La guerra de Corea expresó la voluntad de Estados Unidos de impedir que tal cosa pasase. Fue un conflicto tradicional, con frentes de batalla y grandes masas de combatientes enfrentadas. La información llegó a Occidente a través de unos corresponsales de guerra que cumplieron con su trabajo de manera tradicional y que contaban con una opinión pública que apoyaba abiertamente la intervención. Estados Unidos creó en 1953 la United States Information Agency (USIA)17 y, mucho más tarde, en 1978 la International Communication Agency (ICA), para el desarrollo de una política de intercambios culturales y educativos. Aunque lógicamente evita el nombre, se trataba de una política de propaganda que los teóricos norteamericanos denominan hoy public diplomacy.18 La desinformación Curiosamente, el término disinformation, tan empleado por los tratadistas anglosajones, no figura en ninguno de los grandes diccionarios de esa lengua, ni siquiera en la Encyclopaedia Britannica. Sí figura el término misinformation en algunos diccionarios, como el Oxford y el Webster’s, con una definición análoga. Sin embargo, nuestra Real Academia lo acoge en su diccionario, definiendo la «desinformación» como «acción y efecto de desinformar», y también como «falta de información, ignorancia» (esta segunda acepción estaría más cerca del término inglés misinformation). «Desinformar» se define como «dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines» y, en su segunda acepción, como «dar información insuficiente u omitirla». En francés la 17 En realidad era una continuación del Overseas Branch de la Office of War Information de la Segunda Guerra Mundial. La Domestic Branch desapareció con la guerra. 18 Sobre la organización de la propaganda exterior norteamericana en este periodo véase: SORENSEN, Thomas C.: The Word War. The Story of American Propaganda, Nueva York, Harper & Row, 1968; HOFFMAN, Arthur S. (ed.): International Communication and the New Diplomacy, Bloomington, Indiana University Press, 1968; HENDERSON, Gregory (ed.): Public Diplomacy and Political Change, Nueva York, Praeger, 1973; HANSEN, Allen C.: USIA. Public Diplomacy in the Computer Age, Nueva York, Praeger, 1984.

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desinformation aparece por primera vez en la edición de 1982 del Petit Larousse, definida como: «acción de suprimir la información, de minimizar su importancia o modificar el sentido», que —a mi entender— no es una definición demasiado precisa. Por último, y sin caer en una cuestión exclusivamente terminológica, a este tipo de manipulación de la información se le aplican en las grandes lenguas occidentales distintas variantes como «intoxicación» o «injerencia» en Francia; y en inglés, deception, que podríamos traducir por «engaño», «timo», etc. En tiempo de guerra tiene una definición más precisa. El término desinformación procede, al parecer, de los orígenes del régimen soviético. Los emigrados rusos en Francia después de la revolución relataban que la policía política del nuevo régimen utilizaba el término desinformatzia para referirse a toda una serie de acciones de propaganda y guerra psicológica organizadas desde el exterior y el interior del país para obstaculizar la consolidación del nuevo régimen. La doctrina oficial soviética atribuía tradicionalmente la actividad de desinformación de manera exclusiva a sus enemigos.19 La Enciclopedia Soviética en su edición de 1972 define también el término en tiempo de guerra: «En el ámbito militar, la desinformación tiene por objetivo la difusión de informaciones engañosas en lo que concierne a sus propias fuerzas armadas y planes de acción militares, con el fin de confundir el discernimiento del adversario. La desinformación militar se produce por informaciones engañosas acerca de los movimientos de tropas, la instalación de aeródromos, etc. (...)». Tal definición nos parece bastante precisa y aplicable a cualquier conflicto o guerra. En una obra sobre este tema, Roland Jacquard adopta la siguiente: «Conjunto de técnicas utilizadas para 19 Así definía «desinformación» la Enciclopedia Soviética en su edición de 1952: «La desinformación es la propagación de informaciones falsas con el fin de crear confusión en la opinión pública. La prensa y la radio capitalistas la utilizan ampliamente. La desinformación tiene como objetivo engañar a los pueblos, cercarlos con la mentira, a fin de que imaginen una nueva guerra preparada por el bloque imperialista contra la política pacifista de la URSS, de los países con democracias populares y de otros países pacíficos, presentada como agresiva. Un papel especial en la propagación de tales informaciones provocadoras y falsificadas corresponde a la prensa, la radio y otros órganos de información del capital norteamericano, que suministran informaciones engañosas a la prensa y a los órganos de propaganda. Los medios gubernamentales de Estados Unidos, Francia y otros países imperialistas utilizan frecuentemente la desinformación en el ámbito de las relaciones internacionales». Veinte años después, en su edición de 1972, la misma Enciclopedia Soviética, además de insistir en su definición de la desinformación como «la difusión en los países burgueses de noticias engañosas o deformadas» acerca de las «relaciones entre gobiernos capitalistas y socialistas, del progreso del socialismo, de los movimientos nacionalistas de liberación, etc.».

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manipular la información conservando su verosimilitud con el fin de influir en la opinión y las reacciones de las gentes».20 Curiosamente el fenómeno de la desinformación no aparece muchas veces como un componente más de la propaganda, a pesar de que es un elemento esencial de la misma, quizá porque se entiende la propaganda como una acción deliberada de manipulación a través de símbolos, palabras, gestos, etc., mientras que la desinformación podríamos relacionarla con la llamada propaganda negra. Es decir, la desinformación es un intento de difundir una falsedad haciéndola pasar por una información verdadera para crear respuestas o actitudes, o bien modificarlas en aras de la consecución de un objetivo determinado. En efecto, si en lo que llamamos propaganda negra la que está deliberadamente falsificada es la fuente, para que el contenido de su mensaje pueda ser aceptado como bueno por el lector al que se dirige, en el caso de la desinformación lo que está deliberadamente falsificado es el mensaje mismo, siendo la fuente que lo emite perfectamente reconocible. Desinformación y propaganda se solapan como técnicas de la guerra psicológica. No olvidemos que también existe la propaganda blanca, aquella en la que la fuente —o emisor— está correctamente identificada, y su mensaje tiende a ser preciso. Por contra, llamamos propaganda negra a aquella en la que la fuente emisora está deliberadamente falsificada, independientemente de la falsedad o veracidad del mensaje. Algunos autores se refieren a una forma intermedia, que denominan propaganda gris «cuando la fuente puede ser correctamente identificada o no, y la exactitud de la información es incierta».21 Pero hay un aspecto en el que la desinformación se sale del campo que pretendemos tratar aquí, y es que uno de sus vehículos principales y más eficaces es lo que vulgarmente todos conocemos como espionaje. Por no citar más ejemplos, bastaría la famosa historia del piloto británico de la Segunda Guerra Mundial, cuyo cadáver fue rescatado por unos pescadores andaluces; los documentos secretos que portaba llegaron inmediatamente a manos alemanas, haciéndoles creer que la inminente acción del Sur de Europa se haría por Grecia y no por Sicilia como efectivamente sucedió el 10 de julio de 1943. En los conflictos de nuestros días podemos hablar de fenómenos de desinformación «pública», es decir, aquella que se hace a través de cana20 JACQUARD, R.: La guerre du mensonge, París, Librairie Plon, 1986. Hay traducción española, La desinformación: una manipulación del poder, Madrid, Espasa Calpe, 1988, p. 9. 21 Cfr. JOWETT, G. S. y O’DONNELL, V.: Propaganda and Persuasion, Beverly Hills (Cal.), Sage Publications, 1986, pp. 17-18.

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les públicos —valga la redundancia— y perfectamente identificables. Algo que, por ejemplo, sucedió en el caso de la Guerra del Golfo de 1991, en la de Bosnia-Herzegovina —tal y como la mostraron los grandes medios occidentales— y, desde luego, en el conflicto de Kosovo. Ciertamente se dio también en la intervención anglonorteamericana en Afganistán, aunque parece claro en este caso que la opinión pública occidental en general apoyaba tal intervención, por lo que no era necesario ningún tipo de «ayuda». En la preparación de la invasión de Irak se hizo necesaria una fuerte presión hacia una opinión pública europea e incluso norteamericana poco favorable a esta nueva guerra. En el fondo la desinformación es un mecanismo de propaganda bastante sencillo y tosco, cuya eficacia sólo se alcanza en dos casos: o bien cuando se difunden deliberadamente falsedades de cualquier dimensión frente a un público previamente amigo y, por tanto, predispuesto a dar por buena incluso la mentira más flagrante; o bien cuando la falsedad deliberadamente difundida es lo suficientemente sutil o creíble para un público no necesariamente amigo. Algunas de las toscas falsedades iraquíes durante la Guerra del Golfo de 1991 parecían impensables para un público occidental teóricamente formado, lector, etc. Pero, qué duda cabe, resultaban enormemente eficaces no ya para la propia población iraquí sino, en general, en todo el ámbito musulmán. Por otra parte, la sobrevaloración de la capacidad militar iraquí hecha por los medios occidentales no era, no podía ser —a nuestro juicio— otra cosa que desinformación, mucho más sutil en este caso, pues estaba revestida de la autoridad de los informes oficiales del International Institute for Strategic Studies de Londres. Al hablar de estos asuntos, muchos de nosotros comenzamos citando al senador norteamericano Hiram Warren Johnson quien afirmó en 1917 (otros dicen en 1918), cuando Estados Unidos entró en guerra: «The first casuality when war comes, is truth» («La primera baja cuando empieza la guerra es la verdad»).22 Samuel Johnson escribió en The Idler en noviembre de 1758: «Entre las calamidades de la Guerra hay que añadir la disminución del amor por la verdad, sustituida por las falsedades que dicta el interés y la credulidad estimula».23 Sin embargo, mucho antes todavía, ya Esquilo había afirmado: «En la guerra, la verdad es la primera 22 Phillip Knightley encabeza su obra sobre los corresponsales de guerra con la cita del senador Johnson de la que toma también el título: «The first casualty when war comes is truth». Véase: KNIGHTLEY, Phillip: The First Casualty: The War Correspondent as Hero, Propagandist and Myth Maker from the Crimea to Kosovo, op. cit. 23 «Among the calamities of war may be jointly numbered the diminution of the love of truth, by the falsehoods which interest dictates and credulity encourages», The Idler, noviembre, 1758.

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víctima». La idea la han repetido a lo largo de los tiempos numerosos autores, también Rudyard Kipling en la Primera Guerra Mundial. Como decía Göbbels, la mentira repetida ad infinitum se convierte en verdad. La utilización de la mentira como arma de guerra es un fenómeno tan antiguo como la guerra misma y es probablemente lo primero que llama la atención a quien se acerca a la guerra con curiosidad e interés. Winston Churchill afirmaba que una nación en guerra debe rodearse de una «guardia de mentiras».24 Lo cierto es que no hace falta ser un genio para llegar a esta conclusión. De ahí que muchas veces nos pueda sorprender el que tantos se escandalicen o hagan que se escandalizan cuando estas falsedades salen a la luz. Al fin y al cabo se trata, en tiempo de guerra, de una práctica de ordinaria administración. En todo caso, el uso del engaño en el campo de batalla es lo que llamaríamos en inglés deception y forma parte de lo que llamamos guerra psicológica. Ya hemos expuesto que no es exactamente lo mismo que desinformación.25 Tampoco puede identificarse la desinformación con la propaganda que no necesariamente se basa en la mentira y es un fenómeno mucho más amplio que la desinformación. Lo es tanto que es prácticamente imposible definirla en todos sus aspectos. La desinformación es pues, una actividad perfectamente sometida a reglas y técnicas, esencial en toda acción de propaganda bélica. Naturalmente, los gobiernos occidentales democráticos, que sí admiten por ejemplo haber ejercido la censura, al menos en sus destacamentos militares en los conflictos bélicos desde la Guerra del Golfo de 1991, niegan rotundamente haberse valido de las técnicas de desinformación. La desinformación puede valerse también de canales no estrictamente públicos como puede ser el rumor. El rumor no necesariamente difunde una información falsa aunque podemos afirmar que sí lo hace en la mayoría de los casos.26 Napoleón, por ejemplo, se valió en muchas ocasiones de la difusión de rumores. 24 La frase exactamente decía así: «In wartime, truth is so precious that she should always be attended by a bodyguard of lies». 25 Véase: LATIMER, Jon: Deception in war. New York, The Overlook Press, 2001; MARÍN, Francisco A.: Engaños de guerra. Las acciones de Decepción en los conflictos bélicos, Barcelona, Inédita, 2004. 26 Sobre el rumor y su utilización en la vida social y política hay una amplísima bibliografía. Véase, por ejemplo: KAPFERER, J.-N.: Rumeurs: le plus vieux média du monde, París, Seuil, 1987; REUMAUX, F.: La rumeur. Message et transmission, París, Armand Colin, 1998; ROUQUETTE, M. L.: Les Rumeurs, París, PUF, 1975; ALLPORT, F. H. y LEPKIN, M.: «Wartime Rumors of Waste and Special Privilege: Why Some People Believe them» en Journal of Adnormal and Social Psychology, n. 40, 1945, pp. 3-36 y CAPLOW, T.: «Rumors in War», en Social Forces, n. 25, 1947, pp. 298-302.

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La censura es otro instrumento esencial en el control del flujo de la información. En tiempo de guerra tiene una doble misión. En primer término, aquella por la que nadie la pone en duda: evitar que pueda llegar al enemigo ninguna información de valor militar. Pero una vez impuesta por estas razones, entra en juego su segunda función: la censura es también un arma psicológica que siempre forma parte de la actividad de propaganda y guerra psicológica y controla el flujo de la información también hacia su propio bando, ahí con una finalidad clara de manipulación psicológica. La censura de guerra se ejerce de dos maneras: una, en las fuentes de donde surge la información y otra, en los medios de comunicación. Para aplicarla en estos últimos es indispensable —siempre que se respeten los mecanismos democráticos— que la situación de guerra esté declarada por un parlamento, y que se establezcan los mecanismos clásicos de la censura previa. La censura tiene múltiples repercusiones y efectos perversos. En primer lugar, la desconfianza. Cuando se hace patente que la censura está actuando sobre la información, la gente desconfía —obviamente— de la información que recibe. En segundo lugar, la censura deja el campo abonado para los rumores, que son siempre incontrolables, salvo aquellos deliberadamente difundidos con el fin de desinformar. Con frecuencia los rumores tienen un efecto propagandístico y psicológico muy profundo y pueden incluso volverse contra los censores que han difundido una información —verdadera o falsa, no importa— creíble y «peor» de lo que hubiera podido ser la información no censurada. Fenómenos de censura se dieron desde luego en Estados Unidos durante el periodo bélico y, naturalmente, en la España franquista. En una información verdadera el mecanismo de la desinformación actúa de distinta manera. En primer lugar, mediante la supresión, es decir, ocultando algún aspecto dentro de un conjunto verdadero. En segundo lugar, mediante la adición, añadiendo alguna falsedad dentro del conjunto de información verdadera que se difunde. En tercer lugar, mediante la deformación, modificando —y por tanto desvirtuando— algún aspecto de la información o toda ella. Un cuarto mecanismo consiste en efectuar todas las posibles combinaciones de esas tres técnicas fundamentales. Así pues, propaganda, guerra psicológica o desinformación son un instrumento más que se emplea en un conflicto. Como tal hemos de entenderlas, y no caer en fáciles e improvisadas valoraciones morales, las cuales pueden efectuarse en torno al meollo del asunto, es decir, en función de las características del mismo y de nuestra posición (personal,

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ideológica, patriótica, etc.).27 Podemos esgrimir todo tipo de argumentos, pero, si estamos implicados en él, nuestra posición tendrá que justificarse desde muchos puntos de vista, entre otros, el ético. Si somos parte del conflicto y lo consideramos justo e inevitable, habremos de aceptar que, cuanto más eficaces sean nuestros medios, más posible será la victoria de nuestra (justa) causa, y que ésta se obtendrá con menos costes tanto en nuestro bando como incluso en el enemigo. Dicho de otro modo, de la misma manera que en el Derecho Penal los atenuantes o eximentes de legítima defensa se basan en la proporcionalidad de los medios utilizados respecto a los del agresor, así debería entenderse en el Derecho Internacional el uso de la fuerza. ¿Por qué un fusil sí y el gas no? ¿Por qué un misil inteligente sí y una bomba nuclear no? Si juzgásemos sólo desde un punto de vista moral, son exactamente lo mismo. Sin embargo, el factor determinante para el uso de un tipo u otro de arma no es ni el moral ni el jurídico sino el de la opinión pública. Y recuérdese que a la opinión pública se la maneja mediante la propaganda. Por consiguiente, —aunque esto parezca una historia de katiuskas rusas— tendríamos que plantearnos donde está el límite (¿moral?) del uso de la propaganda. O si alguien prefiere no utilizar esta palabra tan políticamente incorrecta, tendríamos que plantearnos dónde está el límite del manejo de la información. El primero que podemos considerar es el de la eficacia y el riesgo de que un mal uso de la propaganda pueda volverse contra nosotros mismos. Las operaciones de desinformación dirigidas al enemigo fueron numerosas durante toda la Segunda Guerra Mundial, la actividad propagandística norteamericana en España difundió en muchos casos también informaciones falsas con la intención de que llegasen precisamente a la Alemania nazi.

Public Diplomacy El término inglés Public Diplomacy se viene traduciendo generalmente en español como «Diplomacia Pública» lo que, a mi entender, no es precisamente lo más correcto pues en lengua castellana me parece ininteligible. 27 En general, sobre desinformación y conflicto véase: PIZARROSO QUINTERO, A.: «Disinformazione, propaganda e opinione pubblica nelle nuove guerre asimmetriche», en L’ospite ingrato, n.º 2, 2003 (Coflitto, guerra, media), Siena (Italia), pp. 143-159. Y también: PIZARROSO QUINTERO, A.: «Guerra y comunicación. Propaganda y desinformación y guerra psicológica en los conflictos armados», en SIERRA, F. y CONTRERAS, F. R. (eds.), Culturas de guerra, Madrid, Cátedra, 2004, pp. 17-56.

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La actividad de proyección de un Estado hacia el exterior no sólo se realiza a través de los sigilosos canales de la diplomacia o los más procelosos de los servicios secretos, sino también a cielo abierto a través de una actividad propagandística que los anglosajones denominan Public Diplomacy, y que considero parte de la subpropaganda tal y como la denominan Jowett y O’Donnell.28 A veces el fenómeno de la propaganda aparece, más que como un estricto fenómeno comunicativo, en los aspectos colaterales a éste que pueden llegar a facilitarla. Se denomina subpropaganda a las actividades que tienden a facilitar la multiplicación de los emisores de propaganda. En buena medida coincide con el conocido fenómeno de las «relaciones públicas» en el terreno de la actividad comercial o de negocios. Viajes pagados, invitaciones, organización de actividades turísticas, becas, cursos de lengua, etc. son actividades que un Estado, o un partido político, pueden utilizar para convertir en «propagandistas» a sus beneficiarios. Se puede subrayar que es imposible distinguir unos tipos de propaganda de otros pues están íntimamente integrados. Oliver Thomson denomina propaganda diplomática a la que un Estado dirige, por distintos cauces, hacia la población de otros estados. Si usamos como ejemplo una campaña como la de los ingleses en Estados Unidos para hacerles intervenir en la Gran Guerra, la podemos entender tanto como un aspecto de propaganda de guerra cuanto como un ejemplo claro de subpropaganda. Entre otras cosas fueron numerosísimas las personalidades norteamericanas —periodistas, intelectuales, artistas, industriales, etc.— invitadas por los gobiernos británico y francés a visitar sus respectivos países y el frente de guerra. Obviamente pretendían que estos invitados al volver a Estados Unidos se convirtieran en propagandistas de su causa y defensores de la intervención norteamericana contra los imperios centrales.29 En realidad esta actividad de la subpropaganda típica por ejemplo de la Public Diplomacy, es decir, de las relaciones en el terreno de la comunicación que se establecen entre los estados y ciudadanos de otros países, no es más que lo que muchos definirían como relaciones públicas.30 28

Véase JOWETT, Garth S. y O’DONNELL, Victoria: op. cit., pp. 20-21. Véase, por ejemplo: SWETLAND, H. M.: American journalists in Europe. An account of a visit to England and France at the close of the War made by a party of editors and publishers of American industrial papers as guests of the British Government under the auspices of the British Ministry of Information, Nueva York, United Publishers Corporation, 1919. 30 Sobre esta cuestión pueden verse: HOFFMAN, A. S.: International Communication and the New Diplomacy, Bloomington, Indiana University Press, 1968; HENDERSON, G.: Public Diplomacy and Political Change. Four Case Studies: Okinawa, Perú, Czechoslovakia, Guinea, Nueva York, Praeger, 1973; MARTIN, L. J.: International Propaganda. Its Legal and 29

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En el terreno internacional se producen también verdaderas campañas de comunicación y relaciones públicas a cargo de grandes empresas multinacionales en múltiples campos de actividad. También organizaciones no gubernamentales organizan este tipo de campañas. Recordemos casos conflictivos como el de British Petroleum o los innumerables de Green Peace. Aunque no todas estas campañas son de carácter tan conflictivo.31 En buena medida lo que llamamos diplomacia cultural es una parte de la Public Diplomacy y ésta es siempre propaganda. En efecto, como vamos a ver en las páginas que siguen buena parte de la actividad propagandística de Estados Unidos en la España franquista de la Segunda Guerra Mundial se corresponde con lo que hoy denominamos Public Diplomacy.

Diplomatic Control, Minneapolis, University of Minneasota Press, 1958 y HANSEN, A. C.: USIA, Public Diplomacy in the Computer Age, Nueva York, Praeger Publishers, 1984. 31 BLACK, S.: International Public Relaions Case Studies, Londres, Kogan Page Publishers Ltd, 1993 (hay traducción en castellano: Casos de Relaciones Públicas Internacionales, Barcelona, Ediciones Gestión 2000, 1994).

CAPÍTULO 2 PROPAGANDA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN ESPAÑA (1939-1945) Los contenidos de la propaganda norteamericana en España durante la Segunda Guerra Mundial tenían que circular en buena medida por los canales existentes en el país. Es decir, noticias norteamericanas tenían que publicarse en periódicos españoles sometidos a la censura; fragmentos filmados estadounidenses tenían que incluirse en el noticiario NO-DO, único que podía exhibirse en las pantallas españolas; las películas tenían que someterse a la censura del régimen y exhibirse en competencia con otras películas españolas o procedentes del Eje. Sólo la radio podía emitir libremente pero su audiencia necesariamente era limitada. Los diplomáticos y propagandistas norteamericanos en España se encontraron con una realidad peculiar que quizá podía evocarles —y de hecho así fue— algunas dictaduras militares hispanoamericanas que conocían más de cerca. Hubieron de regular sus cuentas con la situación española. Por eso es necesario que nos detengamos en ella ahora, incluso en aspectos que aparentemente no tenían demasiado que ver con la actividad propagandística desarrollada por los norteamericanos en España durante aquel periodo. La propaganda del franquismo Una vez acabada la guerra, España iba a entrar en uno de los periodos más negros de su historia. Durante siete lustros todo el país iba a vivir bajo una férrea tutela ideológica, cultural e informativa. La bibliografía sobre este asunto es abundante.1 La Falange y el nacional-catolicismo son las ba1 Véase SEVILLANO CALERO, Francisco: Propaganda y medios de comunicación en el franquismo (1936-1951), Alicante, Universidad de Alicante, 1998; y también BARRERA, Carlos: Periodismo y franquismo. De la censura a la apertura, Barcelona, Ediciones

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ses ideológicas fundamentales del régimen en su primera etapa. Aunque, de carácter menos ideológico, el componente militar de la dictadura es esencial para comprender su carácter. El componente falangista del régimen, que tuvo una actitud militante por nazi durante toda la segunda guerra mundial, obstaculizó siempre cualquier actividad norteamericana cultural o propagandística dirigida a España. Además de los perseguidos que, naturalmente eran pro aliados, sólo encontramos pro británicos o pro norteamericanos en algunos sectores católicos del régimen. En los largos años de su existencia el régimen pasó por distintas etapas. Incluso en los años sesenta se puede llegar a hablar de una cierta tolerancia. Desde el punto de vista de la información y de la propaganda, sólo en la primera etapa encontramos una actitud claramente ofensiva, de corte totalitario. Ya desde los años cincuenta, y aún antes, el régimen favorece más bien la despolitización, la propaganda inhibidora. Lo que no quiere decir que no mantuviera un control constante de los medios de información y de difusión cultural y que no existiera una continua campaña propagandística cuyos ejes se seguirán orientando según las necesidades interiores y exteriores de la política de la dictadura. El nuevo sistema, pues, no tiene solamente una actitud defensiva, de censura, en el terreno de la información y de la cultura. Intenta controlar todos los medios de comunicación de masas y servirse de ellos para su propaganda. Ciertamente puede parecer contradictorio que un empeño propagandístico en gran escala, como lo fue el de la primera época, conviva con una brutal represión de dimensiones incalculables. Sobre la represión franquista se han manejado las cifras más dispares y la mayoría de los estudios publicados pecan de partidismo.2 Internacionales Universitarias, 1995; SINOVA, Justino: La censura de Prensa durante el franquismo, Madrid, Espasa, 1989 y TERRÓN MONTERO, J.: La prensa en España durante el régimen de Franco. Un intento de análisis político, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1981. Además PIZARROSO QUINTERO, A.: «Política informativa: información y propaganda (1939-1966)», en ÁLVAREZ, Jesús Timoteo (ed.): Historia de los medios de comunicación en España. Periodismo, imagen y publicidad (1900-1990), op. cit. y PIZARROSO QUINTERO, A.: De la Gazeta Nueva a Canal Plus. Breve Historia de los medios de comunicación en España, op. cit. Habría que mencionar también un trabajo inédito: BERMEJO, Jesús Benito: Propaganda y control de la comunicación social en el primer franquismo. La Vicesecretaría de Educación Popular (1941-1945), memoria de licenciatura leída en la Universidad de Salamanca, 1989. Y, desde luego, dos obras colectivas: GARCÍA GALINDO, Juan A. (et al., eds.): La comunicación social durante el franquismo, Málaga, Diputación Provincial, 2002 y DELGADO IDARRETA, J. M. (Coord.): Propaganda y medios de comunicación en el primer franquismo (1936-1959), Logroño, Universidad de La Rioja, 2006. 2 NÚÑEZ, Mirta y ROJAS, Antonio: Consejo de Guerra. Los fusilamientos en el Madrid de la posguerra (1939-1945), Madrid, Compañía Literaria, 1997. Esta obra hace un verdadero esfuerzo de investigación sobre tan desdichado momento de la historia de España.

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La represión puede llegar a hacer innecesaria la propaganda en un sistema, siempre y cuando sea lo suficientemente amplia para que el silencio pueda convertirse en consenso. Sin embargo, la misma represión franquista, no demasiado ocultada, fue un hecho propagandístico en sí misma; la propaganda del terror puede llegar a ser muy efectiva. Por otra parte, se combinan otros factores como, por ejemplo, que la Iglesia Católica puede, con la ayuda y el beneplácito del Estado, convertirse en directora de las conciencias de todos los españoles, o que los falangistas, en pleno auge de las potencias del Eje, pretenden la «fascistización» de España, algo que el dictador deja hacer mientras le conviene. Los «leitmotiv» de la propaganda del régimen evolucionaron según sus distintos periodos. La «barbarie roja» y la «victoria» fueron las palabras claves de la propaganda franquista durante la Guerra Civil. La exaltación fascista y la propaganda de tono imperial y totalitario llenan la etapa 1939-1945, aunque en lo referente a la política exterior hubo un claro cambio de rumbo entre 1943 y 1944. Y en ello no podemos desconocer la influencia del esfuerzo propagandístico norteamericano en España, además naturalmente de la evolución de la situación militar cada vez más favorable a los aliados. De 1945 a 1950 predomina la defensa de la autarquía, el «numantinismo». En la década de los cincuenta (1951-1959), que Tusell considera de apogeo del régimen, éste explota en su propaganda los éxitos de su política exterior: superación del aislamiento internacional, concordato con el Vaticano, acuerdos con Estados Unidos, etc. Del mismo modo evolucionan los mecanismos de control en el mundo de la cultura e incluso en la información al menos desde un punto de vista activo. Ya que la censura permaneció inalterable hasta 1966. No existe un arte franquista casi ni siquiera al principio. No hay un estilo con el que se pueda identificar al régimen. Quizá en la primera etapa se pueda hablar remotamente de algunos artistas al servicio del régimen. Sin embargo, en el terreno del arte a partir de los años cincuenta sólo podríamos hablar de «arte bajo el franquismo» que es algo muy distinto que «arte franquista». Tampoco se desarrolla una arquitectura propagandística reconocible, probablemente por falta de medios. Aunque es indudable que ciertos monumentos megalíticos (en el más estricto sentido etimológico) son obras de propaganda, como el llamado «Santuario del Valle de los Caídos». Pero no hay un estilo fácil de identificar como, por ejemplo, sí lo es la arquitectura y escultura fascistas en Italia. En el mundo intelectual, tras haber fracasado un intento de articulación de corte totalitario, impulsado, entre otros, por figuras como Giménez Caballero, el régimen se limita a controlar sus posibles excesos o desvia-

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ciones. Personajes como José María Pemán, tantas veces identificado como «intelectual del régimen», se alejan de esa categoría por su posición inequívocamente monárquica, a pesar de su servilismo en muchos momentos. El cine tiene una fase más claramente propagandística a la que corresponden las grandes películas de tema histórico-imperial o ambientadas en la guerra civil, como las que se hicieron en coproducción con Italia hasta 1943. Más tarde, la propaganda cinematográfica del régimen se reduce prácticamente al No-Do. El cine español oscila entonces entre la búsqueda de una propia identidad intelectual y la evasión. Incluso en este último caso se puede decir que hay ejemplos no exentos de calidad. Pero la evasión cumple también un papel propagandístico. El cine, los toros, el fútbol, como más tarde la televisión, son inhibidores, bloquean la posible llegada de una contrapropaganda política a su audiencia potencial. Sin embargo, el cine americano no dejó de tener una importante presencia en nuestras pantallas, no sólo por los gustos del público español sino también por el esfuerzo que, desde Estados Unidos y, desde luego, desde los servicios de propaganda de la Embajada, se realizó para agilizar la difusión de éste. Las técnicas y los canales de la propaganda franquista son los clásicos utilizados por los regímenes autoritarios pero con algunas peculiaridades, entre ellas habría que destacar el papel de la Iglesia. La pobreza, la falta de medios, es uno de los aspectos más significativos. De todo ello son perfectamente conscientes los servicios de propaganda estadounidense en España y lo reflejan en numerosos informes y documentos. Se dan, sobre todo en los primeros años, las grandes concentraciones organizadas. En estas movilizaciones de masas lo primero que hay que destacar es que el general era un pésimo orador, a diferencia de Hitler o de Mussolini. En los primeros tiempos las arengas propagandísticas más exaltadas y de mayor calidad fueron obra del «cuñadísimo». El dictador era incapaz de despertar entusiasmo sincero con su voz gangosa y feminoide y sus ínfimos recursos retóricos. Por ello mismo no se valió de la radio, y luego de la televisión para intervenciones directas más que en contadas ocasiones. Por otro lado, las grandes manifestaciones del franquismo se parecían más a las adunate de Piazza Venezia que a los fastos germánicos de Nuremberg. Quizá fuera también por la falta de medios. El general no había llegado a su puesto como un conductor de masas sino como un conductor de ejércitos. Y se mantenía en él por su capacidad de generar equilibrios entre las minorías. No le gustaban los baños de multitud, aunque éstos no dejaron de convocarse hasta el último momento por necesidades concretas. Es probable que la única gran manifestación de masas en torno al dictador que tuvo, al menos parcialmente, carácter espontáneo,

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fuera la celebrada en la Plaza de Oriente de Madrid el 9 de diciembre de 1946, a raíz de la retirada de embajadores recomendada por las Naciones Unidas. Sí existía, ciertamente, un culto a la personalidad aunque ésta tenía un carácter no precisamente subyugante. Se exaltaban su prudencia, su firmeza, sus cualidades militares, su clarividencia, etc. Y, desde luego, su capacidad para mantener a España fuera de la Segunda Guerra Mundial. Todo era obra de sus biógrafos oficiales, de sus corifeos. El dictador era el «Caudillo de España por la gracia de Dios», buscando así un equivalente en «Caudillo» a «Duce», «Führer» o «Conducator». Era un enviado providencial de Dios, probablemente él mismo llegó a estar convencido de ello. «Su Excelencia» era un gran cazador, un gran pescador, un deportista, un hombre de hierro, así nos lo presentaba la propaganda. El caso de José Antonio Primo de Rivera merecería un capítulo aparte. Encarcelado en Alicante cuando se produjo la rebelión, y luego fusilado el 20 de noviembre de 1936, sus seguidores se referían a él como «El Ausente». El mito de «El Ausente» arraigó después de su muerte que no fue oficialmente conocida hasta meses después de que se produjera la ejecución, haciendo de él el primero de los «caídos», un mártir. Su figura fue prácticamente santificada; no faltaron intentos de que así lo fuera canónicamente por la Iglesia. Aunque probablemente, como afirman los joseantonianos más puros, su doctrina fuera desvirtuada. El traslado de sus restos desde Alicante a El Escorial, cuyos mojones de mármol todavía se conservan, fue uno de los momentos culminantes de la escenografía fascista española, que se repitió, mucho más tarde, cuando fueron llevados a su tumba definitiva en Cuelgamuros. Todas las dependencias oficiales debían estar presididas por un retrato del dictador junto a otro del «fundador» o «ausente». Los muros se llenaban de negras inscripciones que rezaban «Franco, Franco, Franco» y «José Antonio, ¡presente!» junto a sus respectivos retratos. Hablando de esta propaganda mural: todas las Iglesias de España —excepto las de la diócesis de Sevilla del cardenal Segura— se ornaban con una cruz y un recuerdo a los «caídos». Muchas se conservan todavía. La bandera española aparecía siempre flanqueada por la rojinegra de Falange y la tradicionalista con la cruz de San Andrés. A los compases de la Marcha Real, denominada entonces y ahora Himno (sic) Nacional,3 seguían indefectiblemente la música del «Cara al Sol» y el «Oriamendi», éstos sí, himnos, es decir, con letra que podía ser cantada. Parece ser que 3

En realidad, en España denominamos Himno Nacional a lo que más propiamente deberíamos llamar Marcha Real. Un Himno es una composición poética cantada y una Marcha es algo puramente musical como, afortunadamente, sucede en España.

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cuando los sublevados decidieron abandonar la bandera de la República con la que se habían alzado, Pilar Primo de Rivera llegó a proponer como bandera e himno nacional a la bandera de Falange y al Cara al Sol, algo parecido a lo que había sucedido en Alemania, al menos con la bandera.4 Incluso en la publicidad comercial, sobre todo en los primeros momentos de la postguerra o cuando las ciudades eran «liberadas», la propaganda política tuvo una importante presencia. Los anunciantes se congraciaban así con el nuevo régimen e intentaban aprovecharse de las nuevas ideas dominantes. Un botón de muestra genial: «Los rojos no usaban sombrero» que aparecía en todas las sombrererías de Madrid y de toda España. Aunque no faltaron las disensiones con algunos sectores católicos, la Iglesia contribuyó a la propaganda del régimen. Desde la famosa Pastoral Colectiva de los obispos españoles, con la única excepción de Vidal i Barraquer, calificando de «cruzada» a la guerra provocada por el golpe de estado de los generales, hasta la generalización del saludo brazo en alto en el clero o las entradas del dictador bajo palio en los recintos eclesiásticos. Ciertas manifestaciones religiosas eran indistinguibles de una manifestación política como los Congresos Eucarísticos y otras donde el fervor religioso se entremezclaba con el patriótico o el político. No podemos olvidar que el embajador Hayes enviado por Roostvelt a España en 1942, y del que nos ocuparemos in extenso más abajo, era un católico irlandés que había apoyado al bando franquista durante la Guerra Civil. La retórica imperial de los primeros años debía resultar, como mínimo, paradójica en aquellos años de hambre. Esta retórica fue de contenidos fantásticos, irreales, de un alto nivel de abstracción pero no de racionalidad; exalta el idealismo, la pureza por encima de lo material y toma su pseudopoesía de la verborrea falangista y jonsista de la preguerra.5 A ello se unía la propaganda de las potencias del Eje que se difundía sin ningún obstáculo en toda España. Precisamente para contrarrestarla, los Estados Unidos realizaron un esfuerzo importante del que nos ocupamos en esta obra. Naturalmente el 18 de julio, fecha mágica, no se conmemoraba un golpe de Estado, tampoco un pronunciamiento —aunque para muchos historiadores fue el último del siglo XIX— sino un «Alzamiento» que no dio lugar a una guerra sino a una «Cruzada». 4 Cfr. SERRANO SUÑER, R.: Entre el silencio y la propaganda. La historia tal como fue, Barcelona, Planeta, 1977, p. 170. 5 Cfr. PEÑA-MARÍN, C. y MELLONI, A.: El discurso político en la prensa madrileña del franquismo, Roma, Bulzoni, 1980, pp. 24-25.

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La radio, la prensa y el cine fueron, junto a las movilizaciones de masas locales o nacionales, los más importantes canales de la propaganda franquista. El púlpito no dejó de poner su granito de arena. Por otro lado, se pretendía llevar a cabo una propaganda a largo plazo, de carácter formativo, a través de la educación. La enseñanza a todos los niveles se consagró a la tarea de formar «buenos españoles», fieles al Movimiento, y «buenos católicos», fieles a la Iglesia. Purgados los maestros y profesores de universidad sospechosos, la enseñanza primaria y media, desatendida por el Estado, se convirtió casi en un monopolio de la Iglesia. En todos los planes de estudio se incluyeron la doctrina política del régimen y la religión como contenidos fundamentales. Se deformaron la historia y la literatura. Nada contrario al dogma o a la moral católicas podía ser enseñado. Con Sainz Rodríguez la enseñanza media se hizo fundamentalmente humanística aunque claramente sesgada. Ibáñez Martín, bajo cuyo mandato se crea el Consejo Superior de Investigaciones Científicas a imitación de sus homólogos alemán e italiano, consagra éste ad maiorem Dei gloriam, llegando a distinguir entre «ciencia buena» y «ciencia mala». La Universidad, después del gran momento que gozó bajo la República, vegetó tristemente durante aquellos años. La repetición, la orquestación, es una regla básica de la propaganda política pero tiene un límite que a veces es difícil de discernir. La excesiva repetición de unas ideas siempre las mismas y muy elementales puede hacer de ellas un tópico manido, unas palabras huecas, y provocar un efecto inhibidor, incluso ser contraproducente. En cierto modo, algunos aspectos de la propaganda franquista sufrieron este proceso, se convirtieron en una fraseología sin contenido y sin influencia real en la población.

El aparato franquista de propaganda El organigrama del aparato franquista de propaganda comenzó a gestarse ya durante la Guerra Civil. El 5 de agosto de 1936 se constituyó el Gabinete de Prensa de la Junta de Defensa Nacional a cuyo frente estaba Juan Pujol. El 24 del mismo mes cambió su denominación por la de Oficina de Prensa y Propaganda, cuyas funciones fueron asumidas el 1 de octubre por la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado. El 14 de enero de 1937 nació la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda dependiente de la Secretaría General del Estado cuyo primer delegado fue el general Millán Astray, siendo delegados sucesivamente Vicente Gay, el comandante Arias Paz y el comandante Moreno Torres. La Delegación Nacional de Prensa y Propaganda pasó a de-

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pender del Ministerio del Interior en febrero de 1938, siendo entonces delegado el «cuñadísimo» Ramón Serrano Súñer, desglosándose en una Delegación Nacional de Prensa a cargo de Juan Antonio Giménez Arnau y otra de Propaganda a cargo de Dionisio Ridruejo. En agosto de 1939, la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda, dependiente del Ministerio del Interior, se convirtió en la Subsecretaría de Prensa y Propaganda del nuevo Ministerio de la Gobernación, surgido de la fusión de Interior y Orden Público. El primer subsecretario fue José María Alfaro, cesado en octubre de 1940, al que sucedería Antonio Tovar desde el 14 de diciembre del mismo año. De esta Subsecretaría dependían dos direcciones generales, una de Prensa y otra de Propaganda, en esta última continuaba en su cargo Dionisio Ridruejo. Tovar y Ridruejo pretendieron liberar de la tutela del Estado a la cadena de prensa de FET y de las JONS eximiéndola por orden de 1 de mayo de 1941 de la censura previa. Tal orden fue derogada el 9 de mayo siguiente. En efecto el coronel Valentín Galarza Morente, conocido antifalangista, había sido nombrado ministro de la Gobernación el 5 de mayo de 1941. De Gobernación dependían todavía los servicios de prensa y propaganda. Contra la derogación promovida por Galarza se publicó en el diario madrileño Arriba un suelto titulado «Los puntos sobre las íes. El hombre y el currinche» en el que se aludía al nuevo ministro sin mencionarlo. El tándem Tovar-Ridruejo fue destituido a raíz de este incidente. Se produjo una fuerte reacción en medios falangistas, llegando Miguel Primo de Rivera a presentar su dimisión como delegado provincial de Madrid. Las competencias de prensa y propaganda iban a sufrir todavía varios cambios de lugar dentro del organigrama franquista en el periodo que nos ocupa. Por ley de 20 de mayo de 1941 el dictador procedió a una reorganización del Gobierno. La Secretaría General del Movimiento que había adquirido rango ministerial en la reorganización ministerial de agosto de 1939 pasó a ser desempeñada por José Luis Arrese. De ella iba a depender desde entonces todo lo relacionado con prensa y propaganda sin distinguir Estado de Partido. Se creó, pues, una Vicesecretaría de Educación Popular de la que dependían cuatro delegaciones nacionales: de Prensa, de Propaganda, de Cinematografía y Teatro y de Radiodifusión.6 Antonio Tovar sería sucedido por Gabriel Arias-Salgado como nuevo Vicesecretario General de Educación Popular. Juan Aparicio sería el nuevo Director General de Prensa. Con ellos tuvieron frecuentes contactos los responsables de propaganda norteamericanos en España, de los 6

Véase BERMEJO, Benito: «La Vicesecretaría de Educación Popular (1941-1945): un “ministerio” de la propaganda en manos de Falange» en Espacio, Tiempo y Forma, IV (1991), pp. 73-96.

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que dejaban constancia en informes confidenciales. Gabriel Arias-Salgado había realizado estudios eclesiásticos sin ordenarse, doctorándose luego en Filosofía y Letras; había ocupado distintos puestos de responsabilidad intermedia antes de encargarse de esta vicesecretaría. De índole clerical y bobalicona, patológicamente obsesionado por un estrecho concepto de la moral, llegó a afirmar, cuando ya era Ministro de Información y Turismo, que su doctrina era una «teología de la información»; hombre del Movimiento de todos modos, su característica principal era su ciega fidelidad al dictador, algo que éste apreciaba y por lo que precisamente le otorgaba su confianza. Juan Aparicio había sido el primer Secretario Nacional de las J.O.N.S., «camisa vieja» con carnet número siete de fundador de Falange, profesor de redacción en la Escuela de Periodismo de El Debate y editorialista internacional de Ya. En esos informes confidenciales se subraya sobre todo que Arias-Salgado está convencido de la victoria de Estados Unidos tanto sobre Alemania como sobre Japón y que la neutralidad española es indudable así como el riesgo de que cualquier intervención aliada en España implicaría el riesgo de una vuelta al poder de los izquierdistas derrotados en la Guerra Civil. Arias-Salgado se comprometió igualmente en una serie de concesiones como por ejemplo el uso de más material estadounidense en NO-DO o el estreno en Valencia de Lo que el viento se llevó, entre otras cosas. Véase, por ejemplo, el «Memorandum for the Ambassador. Strictly Confidential» de la conversación de William Patterson con Gabriel Arias-Salgado que el embajador Carlton Hayes remite al secretario de Estado en carta del 17 de junio de 1943.7 Aunque no exactamente de la estructura organizativa de la propaganda del régimen, habría que mencionar a José Doussinague que en aquellos años ocupaba el cargo de Jefe de la Oficina de Información Diplomática en el Ministerio de Asuntos Exteriores bajo Serrano Suñer. La Embajada tuvo frecuente contacto con Doussinague; los sucesivos agregados de prensa estadounidenses le mencionan en numerosos informes refiriéndose a él como Chief of the Diplomatic Cabinet in the Foreign Office.8 En el verano de 1942 Ramón Serrano Suñer, a la sazón ministro de Asuntos Exteriores, intentó el traspaso de todas las competencias de 7 National Archives-Washington (en adelante, NAW), Record Group - 59 (en adelante, RG), box 5126 (en adelante, b.) (Department of State 852911/90 PS/MJN —en adelante DS—). 8 Este diplomático español es uno de los pocos que nos ha dejado unas memorias de aquellos momentos. Véase: DOUSSINAGUE, José M.: España tenía razón (1939-1945), Espasa-Calpe, Madrid, 1950.

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prensa y propaganda que ya había ejercido desde el Ministerio de la Gobernación, al Ministerio de Asuntos Exteriores. Para ello llamó de Berlín a Ramón Garriga Alemany, corresponsal allí de EFE y agregado de prensa de la embajada española. Garriga ya había sido colaborador estrecho de Serrano Suñer en el Servicio Nacional de Prensa creado por la Ley de 1938, antes de marchar a Berlín. El proyecto no llegó a hacerse realidad y Garriga regresó a Berlín. En diciembre de 1945 todo el aparato de control de prensa y propaganda pasó al Ministerio de Educación, desempeñado desde agosto de 1939 por José Ibáñez Martín, en forma de Subsecretaría de Educación Popular de la que dependían cuatro direcciones generales análogas a las de la Vicesecretaría anterior. Así pues, el embajador Hayes y sus agregados de prensa tuvieron que competir por la atención de la Vicesecretaría de Educación Popular y sus cuatro delegaciones (prensa, propaganda, cine y teatro, y radio) sobre todo con Hans Lazar quien dirigía toda la propaganda alemana en España y, de quien muchas veces se ha dicho, que fue el verdadero director de prensa en aquellos años. La prensa en los primeros años del franquismo Una de las primeras preocupaciones en el bando franquista desde los comienzos de la guerra civil fue el control de la prensa y otros medios de comunicación. La arquitectura básica de lo que después, durante casi cuatro décadas, sería el aparato propagandístico del régimen, se forja ya en plena guerra: la Ley de Prensa de febrero de 1938, que estará vigente hasta 1966; la agencia EFE, que se funda en Bilbao en 1939; dos años antes, en Salamanca, nace Radio Nacional de España. En octubre de 1937, para administrar los periódicos incautados que se habían convertido en órganos del nuevo partido unificado, se creó la Administración Central de la Prensa del Movimiento que dependía tanto de la correspondiente Delegación del Estado como de la del Partido.9 Todos estos periódicos y emisoras de radio incautados pasaron al patrimonio de la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda del Movimiento el 24 de julio de 1940. Junto a todo este aparato de carácter oficial, existirán en España empresas privadas de comunicación tanto en el campo de la prensa como en la radio, eso sí, sometidas a un estricto control por el régimen. 9

Véase GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo: «La prensa falangista y la prensa del Movimiento y del Estado: consideraciones sobre su origen y desarrollo», en Comunicación, cultura y política durante la II República y la Guerra Civil, Bilbao, 1990, pp. 495-517.

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En 1939, cabeceras tan prestigiosas de la derecha española, como El Debate, no volvieron a aparecer permitiendo a la Editorial Católica disponer en la capital sólo del que había sido el vespertino Ya y, naturalmente, con un director falangista nombrado por las autoridades. Tampoco reaparecieron El Siglo Futuro o La Nación. El ABC de Madrid, intervenido por Izquierda Republicana durante la guerra civil, fue devuelto a los Luca de Tena que ya habían estado publicando el ABC de Sevilla, mientras que El Sol, con su edificio de la calle Larra y toda su maquinaria, fue incautado, pasando a publicarse allí el diario Arriba. La censura y las «consignas», además del nombramiento del director independientemente de la voluntad de la empresa, uniformizan la nueva prensa hasta extremos que hoy nos parecerían irrisorios. De todos modos aún podemos distinguir en ella tres grandes grupos: la prensa de propiedad privada, la prensa de la Iglesia y la prensa del Movimiento. La prensa del Movimiento formaba parte del patrimonio de éste y estaba extendida por todo el país. La prensa de la Iglesia estaba constituida por una importante cadena de diarios (34 en 1956), la mayoría de ellos de empresas privadas pero con una característica peculiar en común: se sometían a la censura eclesiástica además de a la civil como les obligaba la ley. Quedan, por último, toda una serie de periódicos que ni eran del partido ni se sometían a la censura eclesiástica que agrupamos bajo el epígrafe de prensa de propiedad privada porque atrevernos a llamarles «prensa independiente» sería ridículo. En Madrid hay además un periódico de peculiares características pues es propiedad de los sindicatos verticales: el diario Pueblo que, a muchos efectos, podríamos englobar dentro de la prensa del Movimiento. Según el primer Anuario de la Prensa Española publicado por la Delegación Nacional de Prensa y correspondiente a los años 1943 y 1944, en 1943 se tiraron en España en todo el año 550.736.776 ejemplares de periódicos diarios, es decir, una media diaria de 1.760.000 aproximadamente. El número de ejemplares de diarios tirados por habitante y año alcanza la cifra de 48 en Castilla la Nueva (con Madrid), 48 en el País Vasco, 34 en Cataluña, 26 en Navarra, 24 en Asturias, 22 en Aragón, 22 en Baleares, 20 en Valencia y menos de 15 ejemplares por habitante y año en el resto de las regiones. Un panorama no demasiado alentador. Se editaban entonces un total de 111 periódicos diarios, incluyendo Marruecos donde, en Tetuán, había uno (Las Noticias) en lengua árabe. De ellos, 37 pertenecían a la cadena de prensa del Movimiento (30 matutinos y 7 vespertinos). El control del nombramiento de los directores de todos los periódicos los uniformaba todavía más. Periódicos de propiedad religiosa como

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Ya o supuestamente monárquicos como ABC tenían directores falangistas. Hans Lazar, el omnipresente agregado de prensa de la embajada alemana ejercía una influencia real sobre los medios españoles en general y particularmente sobre el periódico Informaciones que dirigía Víctor de la Serna. El Informaciones pasaba por ser el portavoz de la embajada alemana en la prensa española. El periódico Madrid estaba dirigido entonces por Juan Pujol, su propietario y fundador, que había sido jefe del Gabinete de Prensa de la Junta de Defensa Nacional desde el 5 de agosto de 1936. Pujol fue hasta 1936 director del Informaciones fundado por Leopoldo Romeo en 1922 y controlado por Juan March desde 1925, mientras tanto estuvo «en nómina» de los agentes alemanes desde 1933 como otros periodistas, entre ellos Vicente Gay (luego delegado del Estado para Prensa y Propaganda, cargo en el que sucedió a Millán Astray), etc. Este periódico que en cierto modo intentó sustituir a la Correspondencia de España y que sobrevivió de la Dictadura de Primo de Rivera a la República y a la Guerra Civil para terminar desapareciendo una vez muerto Franco. La vinculación de Pujol con los alemanes se remontaba a la Primera Guerra Mundial de lo que son perfectamente conscientes los servicios de prensa estadounidenses.10 Naturalmente tanto Arriba, dirigido por Xavier de Echarri, como Informaciones acentuaban la germanofilia dominante y la mantuvieron hasta el final de la guerra. Periódicos como ABC, Ya o La Vanguardia llegaron a coquetear con la causa aliada, al menos desde 1943. De todo ello se hacen eco los servicios de prensa de la embajada estadounidense que analizan pormenorizadamente las posturas de todos los periódicos. Los servicios de prensa estadounidenses en España ya eran conscientes, aún antes de la entrada en guerra de Estados Unidos del control que los alemanes ejercían sobre la prensa española. De ello se hacen eco en diversos informes. Por ejemplo en una carta del embajador Weddell del 23 de octubre de 1940 (Subject: German Domination of the Spanish Press) en la que se subraya la dependencia de EFE y del diario ABC y el papel de Joseph Hans Lazar y donde podemos leer: «El poder que posee la embajada alemana y que ejercita a través de su oficina de prensa, que difunde sus órdenes a los periódicos de todo el país, es absoluto y completo».11 La agencia EFE se funda en 1939, en las postrimerías de la Guerra Civil, y sucede a todos los efectos a la Agencia Fabra. Mucho se ha dis10 Cfr. Informe de Emmet J. Hughes de 23 de septiembre de 1942 (Madrid Newspapers and Spanish News Agencies) remitido por el embajador Hayes al secretario de Estado en carta de 24 de septiembre de 1942, en NAW, RG 59, b. 5126 (DS 852.911/78 PS/MEL). 11 NAW, RG 59, b. 5125 (DS 852.91/6 PS/Ji).

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cutido sobre el origen del curioso nombre de esta agencia, que puede provenir de la letra inicial del partido que la fundó y a cuyo servicio estuvo, la Falange; o de una de sus publicaciones FE; o de Francisco Franco; aunque también de su predecesora Fabra, etc. en cualquier caso es un misterio no demasiado relevante y nunca claramente desvelado. Fundada en Burgos se traslada a Madrid poco después de la guerra y se instala en los viejos locales de Fabra. Su primer director fue Vicente Gallego Castro, pero casi podemos decir, sin miedo a exagerar, que en aquellos años de la segunda guerra mundial la agencia la dirigía el agregado de prensa alemán Hans Lazar. En julio de 1944 Gallego, demasiado comprometido con las armas alemanas, fue sustituido por su subdirector, Pedro Gómez Aparicio que se mantendría hasta 1958 viviendo dos épocas diferenciadas: la del máximo aislamiento de la postguerra mundial y la lenta recuperación de los lazos exteriores durante los años cincuenta; durante aquellos años, al menos de 1945 a 1950 el monopolio de la información exterior de EFE llegó a estar amenazado por la agencia Pyresa, directamente controlada por la Falange. Gómez Aparicio será el director de EFE que más tiempo se ha mantenido en el cargo. Es importante subrayar que EFE tenía el monopolio de la prensa internacional para la prensa española y era el trámite del cual pasaba la información procedente de otras agencias internacionales tanto aliadas como del Eje. Los informes estadounidenses se ocupan en numerosas ocasiones del papel de la agencia: Las noticias extranjeras se pueden distribuir a la prensa española sólo a través de la agencia oficial EFE. La agencia está dirigida por Vicente Gallego, un astuto español educado en la tradición jesuita, formado en la AP y que fue primer editor de uno de los periódicos más influyentes de España, el diario Ya.12

Una preocupación fundamental de los servicios de información estadounidenses en España se refería sobre todo a la relación de la agencia EFE y sus asociadas, Cifra y Alfil, con las grandes agencias norteamericanas así como con las agencias del enemigo. EFE recibía según los informes estadounidenses free of charge los servicios de la alemana Deutsches Nachrichten Büro (DNB), de la italiana Stefani y de la británica Reuters y a través de ella los de Associated Press (AP). A la altura del otoño de 1943 EFE disponía de sus propios corresponsales en Berlín, Roma, Lisboa, Nueva York, Vichy, Buenos Aires y Guatemala, en un in12

Carta de William Patterson (Chief Representative of the OWI in Spain) de 3 de febrero de 1943 a James Linen (Outpost Bureau OWI), en NAW, RG 208, Entry 387 (en adelante E.), b. 726.

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tento de depender menos de los servicios extranjeros.13 En cualquier caso la embajada estadounidense intenta permanentemente que los servicios de AP y United Press (UP) lleguen con más facilidad a través de EFE: Tanto la AP como la UP estarían felices de trasmitir cualquier material que les recomendáramos como de especial interés para España. Para mantener esta situación sugiero el siguiente procedimiento: si la OWI llega a un acuerdo con alguna de ellas o con ambas, por favor avisadme por cable oficial de los términos de dicho acuerdo y de las instrucciones dadas a sus corresponsales en España. Creo que la Oficina del Agregado de Prensa no debería verse involucrada en este asunto. Por tanto, transmitiré a Foltz y Forte las instrucciones de su oficina, además de la autorización para abrir negociaciones con EFE. A partir de ese momento, la Jefatura podrá hacerse cargo de las relaciones con EFE y comunicarse directamente con sus propias agencias, pero sugiero en beneficio de nuestro propio interés que este acercamiento se realice sólo a través de canales oficiales por la naturaleza confidencial de nuestro objetivo.14

En efecto, los servicios de AP y UP habían dejado de llegar a España desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. EFE se nutría sobre todo de la DNB mucho más que de la Transocean cuyos servicios sólo recibía por mensajero. También recibía los servicios de Reuters que era el único canal a través del que llegaba información norteamericana.15 La prensa española, incluidas naturalmente las agencias, está globalmente al servicio de la política del régimen, controlada por la censura y las consignas a las que responde de forma automática. Además de EFE y sus asociadas operaban Pyresa, del Movimiento, Mencheta, privada, y Logos, de la Iglesia. Sólo pueden apreciarse ellas diferencias de matiz o de talante a las que los servicios de propaganda estadounidenses en España están muy atentos buscando cualquier signo amistoso que les permita acercar sus posiciones al pueblo español a través de la prensa. Sin embargo tales diferencias no son, muchas veces, apreciables y la actitud de muchos periódicos españoles no respondió nada más que a los deseos del régimen.

13 Cfr. Informe de Emmet J. Hughes de 23 de septiembre de 1942 (Madrid Newspapers and Spanish News Agencies) remitido por el embajador Hayes al secretario de Estado en carta de 24 de septiembre de 1942, op. cit. 14 Carta de William Patterson (Chief Representative of the OWI in Spain) de 3 de febrero de 1943 a James Linen (Outpost Bureau OWI), op. cit. 15 Sobre la agencia EFE en la Segunda Guerra Mundial véase: KIM, Soon Jin: EFE. Spain’s World News Agency, Connecticut, Greenwood Press, 1989, Ch. 2, «Managing Three Wars (1939-1945), pp. 39-64; y OLMOS, Víctor: Historia de la agencia EFE. El mundo en español, Madrid, Espasa, 1997, sobre todo pp. 108-115.

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Propaganda y guerra Éste era el panorama que encontraron los diplomáticos y propagandistas norteamericanos cuando intentaban desarrollar su política durante la Segunda Guerra Mundial. Respecto a ella la política de propaganda del régimen vivió varias etapas. Prudente desde la firma del pacto nazi-soviético en agosto de 1939, la caída de Francia en junio de 1940 convenció al régimen de lo inevitable de la victoria alemana. España ocupó Tánger y la prensa española cantaba las glorias del Eje. La propaganda se mostró belicista y parecía inminente la entrada de España en la guerra. La entrevista de Hendaya entre Franco y Hitler en octubre de 1940 calmó parcialmente ese entusiasmo propagandístico que se reavivó con la operación «Barbarroja», es decir, el ataque alemán a la Unión Soviética en junio de 1941. La actitud pro Eje de la propaganda fue entonces manifiesta. España dejó de ser neutral para pasar a ser «no beligerante» y envió al frente ruso la «División Azul». La entrada de Estados Unidos en guerra en diciembre de 1941 vino a complicar la situación. Hasta entonces la propaganda franquista sostenía la «teoría de las dos guerras», es decir, el frente occidental en el que España mantenía la neutralidad y las correctas relaciones con Inglaterra por un lado y el frente oriental en que España era beligerante. La guerra del Pacífico propició la «teoría de las tres guerras», es decir, en la guerra entre Japón y Estados Unidos la neutralidad española era benevolente respecto al gran país americano. Pero esto no fue así hasta la invasión del norte de África en noviembre de 1942, la caída de Túnez en mayo de 1943 y la invasión de Italia en julio de ese mismo año. Pasado ya el temor de una ocupación alemana del protectorado español de Marruecos la actitud del régimen y por lo tanto de su propaganda empezó a considerar abiertamente la posibilidad de una victoria aliada. Estados Unidos habían enviado a Madrid a su nuevo embajador, Carlton Hayes. Desde septiembre de 1942 el conde de Jordana había vuelto al Ministerio de Asuntos Exteriores sustituyendo al demasiado comprometido con el Eje, Serrano Suñer, que abandonó la escena política. La propaganda alemana siguió circulando libremente amparada por los elementos más radicales del régimen. Aunque Franco no reconoció la república títere de Mussolini en el norte de Italia y mantuvo las relaciones diplomáticas con el gobierno de Víctor Manuel III y Badoglio, toleró las actividades propagandísticas de los representantes oficiosos de la República de Saló. Con todo 1944 fue el año de la benevolencia hacia los aliados, sobre todo hacia Estados Unidos.

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Dentro de la «teoría de las tres guerras» la actitud hacía Japón se endureció de modo notable paralelamente a la benevolencia hacia Estados Unidos. Una de las «consignas» enviada entonces a la prensa es una demostración palpable: ORDEN SOBRE EL CRITERIO ABIERTAMENTE FAVORABLE A LOS ESTADOS UNIDOS EN LA GUERRA CONTRA EL JAPON, Y MUY CONCRETAMENTE EN LAS OPERACIONES QUE TENDRAN LUGAR EN FILIPINAS De acuerdo con las normas enviadas por esta Delegación Nacional de Prensa a lo largo de estos últimos años y con los principios generales de signo occidental que repugna cualquier triunfo de Oriente, se ordena a toda la Prensa que, ante los acontecimientos militares que se desarrollan entre los Estados Unidos y el Japón, mantengan en sus críticas, en sus comentarios, y muy especialmente en la titulación, un tono que, sin abandonar la postura de neutralidad española, sea favorable a los Estados Unidos. Ante la inminencia de grandes operaciones en el Pacífico, y más concretamente en Filipinas, España prefiere el triunfo americano a la victoria del Japón. Como norma general se advierte que ante la guerra entre países civilizados, el tono de la Prensa ha de ser absolutamente neutral y objetivo. Ante los países de Oriente, no. (16 de agosto de 1944).16

La embajada estadounidense se hace eco de otra directiva dos días después también sobre la guerra del Pacífico donde todavía se justifica de manera más estrafalaria la nueva postura antijaponesa que deben reflejar los periódicos. Extractamos sólo dos párrafos: (...) Japón ha mantenido relaciones de amistad con Rusia y las mantiene en términos de intenso intercambio económico y de pactos diplomáticos, que hacen que Rusia sea neutral en la guerra del Pacífico y que Japón sea prácticamente —realistamento— neutral en la lucha anticomunista, del Este europeo. Japón no ha realizado la política anticomunista, sino una política de ambiciones imperialistas. Predomina en este aspecto un tipo de inteligencia europea, que constituye una extraordinaria paradoja de la guerra mundial, si no una hábil trampa para todos los pueblos europeos de procedencia europea. Existe de hecho una amistad ruso-japonesa, a pesar de la filiación de estos países en la lucha entablada. (...) Concretamente: en el pleito del Pacífico deberá mostrar nuestra Prensa una inteligente corrección y cortesía con Estados Unidos, consecuente don nuestra actitud contraria a la expansión del comunismo y a la expansión de las potencias asiáticas. De la misma manera que no se aplaude el avance comunista en el sector europeo, no debe aplaudirse tampoco ninguna acción japonesa en el sector del Pacífico.17 16

Texto recogido en RÍO CISNEROS, Agustín del: Viraje político español durante la II Guerra Mundial, 1942-1946. Réplica al cerco internacional 1945-1946, op. cit., p. 326. 17 Copia de la «ORDEN RESERVADA A los delegados de la Vicesecretaría de

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Pero todavía van más allá. A medida que la victoria aliada se convertía en una posibilidad real, a pesar de que los sectores más recalcitrantes todavía confiaban en una reacción o arma secreta del Eje, la propaganda llega a admitir, incluso, el papel de la Unión Soviética como miembro de las Naciones Unidas y partícipe de su inminente victoria. Las últimas tropas españolas, la «Legión Azul», acababan, prácticamente de abandonar el frente ruso cuando ya el Delegado Nacional de Prensa enviaba con fecha de 13 de septiembre de 1944 una «Orden y orientaciones» a todos los delegados provinciales de Educación Popular y directores de los periódicos sobre cómo referirse al incómodo aliado ruso. De ella entresacamos lo siguiente: (...) Independientemente del juicio histórico respecto al proceso comunista en el mundo, es preciso, en el orden de nuestra política exterior de las relaciones que la prensa guarda con ellas, distinguir a Rusia, entidad nacional, y al “comunismo de exportación”, internacionalismo ideológico subversivo que labora en el interior de los distintos pueblos. (...) De esta manera todos los actos que realice Rusia, como aliada de las potencias anglosajonas, deberán mencionarse con su nombre histórico y la nación y sus ejércitos se denominarán en nuestra prensa como nación rusa y ejércitos rusos. No se aplicarán en estos casos los términos de “comunistas”, ni “soviéticos” ni “bolcheviques” dedicados estos exclusivamente a los fenómenos políticos del internacionalismo subversivo de exportación.— Hay una cuestión ideológica que es el comunismo y hay unos hechos históricos nacionales propios de Rusia.— Esta diferencia es fundamental. Todo lo relacionado con la guerra mundial en que Rusia interviene, aliada de Inglaterra y de Estados Unidos, será incluido en el criterio general de objetividad y neutralidad de nuestra posición en el actual conflicto. Y dentro de esta conducta reiteramos el matiz correcto que cabe: que aparezcan los hechos reales, dando a los éxitos anglosajones la mayor resonancia y reduciéndola en los de Rusia, especialmente en la titulación y proporción de espacio y preferencia de lugar en los periódicos. Como Inglaterra y Estados Unidos han establecido relaciones militares con Rusia y no compromisos ideológicos— recuérdese las declaraciones de M. Churchill— no deberán hacerse comentarios que involucren estas cuestiones, produzcan confusión en nuestra opinión pública, o levanten recelos para dichas potencias.18

Educación Popular de Provincias y a los Directores de periódicos y Revistas» de 18 de agosto de 1944 remitida junto a otras cuatro en un informe del Encargado de Negocios americano W. Walton Butterworth al secretario de Estado de 15 de febrero de 1945, en NAW, RG 59, b. 6363. 18 Copia de la «Orden y orientaciones» a la prensa del 13 de septiembre de 1944 que el embajador Carlton Hayes remite al secretario de Estado en carta en 19 de septiembre de 1944, en NAW, RG 59, b. 5127 (DS 852.918/ 9-1944 OMM). Esta misma directiva es remitida junto a otras cuatro en un informe del Encargado de Negocios americano W. Walton Butterworth al secretario de Estado de 15 de febrero de 1945, op. cit.

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En cualquier caso el leitmotiv de la propaganda franquista explotó hasta la saciedad la supuesta clarividencia del caudillo al haber sabido mantener a España fuera del conflicto desde entonces hasta el final del régimen. Esta campaña de propaganda fue tan eficaz que todavía hoy está viva. La actitud de la prensa española fue, pues, cambiando en función de «consignas» como las que acabamos de ver. No podemos detenernos aquí en un seguimiento detallado de los periódicos en aquellos días. No sin ciertas limitaciones Conrado García Alix da cuenta de este cambio en su obra sobre la prensa española en el periodo.19 De ese cambio de actitud da cuenta también la Embajada en distintos informes que envía a Washington. Tampoco podemos recoger aquí estos numerosos informes pero hay algunos curiosamente significativos. Emmet J. Hughes, a la sazón Agregado de Prensa de la embajada de Estados Unidos, resalta por ejemplo en uno de 7 de julio de 1944 un artículo de Manuel Aznar publicado en la primera página del diario Arriba sobre la toma de Cherburgo por los estadounidenses después del desembarco de Normadía donde éste afirma que las tropas de Bradley se batieron con extraordinario coraje. Hughes afirma que «(...) Muchos españoles, francamente escépticos respecto a la valentía de los soldados americanos en el pasado, han quedado profundamente impresionados».20 Precisamente el diario Arriba órgano de la Falange es el que más claramente adopta en el año 1944 una posición neutral o más bien benevolente con los estadounidenses. La posición de este periódico en otros asuntos era distinta. Así, apoyaba claramente a la República fascista títere de Mussolini en el norte de Italia mientras que el gobierno español no la reconocía y mantenía relaciones diplomáticas con el gobierno monárquico del mariscal Badoglio. Todo lo cual lleva a Hughes, responsable estadounidense de propaganda, no sin cierta ingenuidad al elogio: 3. Manuel Aznar —el Hanson Daldwin del periodismo español contemporáneo— está cooperando con nuestra oficina al grado más alto posible. Su columna militar, que aparece cada día en la portada de ARRIBA con un titular a dos o tres columnas, es la expresión sana y articulada de la opinión española más neutral que pueda leerse».21

19

GARCÍA ALIX, Conrado: La prensa española ante la Segunda Guerra Mundial, Madrid, Editora Nacional, pp. 102 y ss. 20 «WEEKLY MEMORANDUM FORM PRESS ATTACHE Number 3» de 7 de julio de 1944 en NAW, RG. 208, E. 6G, b. 6. 21 «WEEKLY MEMORANDUM FROM PRESS ATTACHE Number 6» de 4 de agosto de 1944 en NAW, RG 208, E. 6G, b. 6.

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Pero no podemos generalizar esta actitud dentro de un diario como el Arriba que, por ser oficialista, órgano del partido único y cabeza de la cadena de prensa del Movimiento no puede entrar en contradicción con la postura oficial del gobierno. El periódico daba muchas veces una de cal y una de arena. Y si fue benevolente con los estadounidenses porque el gobierno estaba claramente cambiando de actitud no dejaba de manifestar simpatías por los alemanes o por la República Social de Mussolini que no estaba reconocida por el régimen franquista. Por otro lado, la embajada norteamericana estaba muy atenta a los mecanismos de censura vigentes en España sobre todo en los que afectaba a los despachos de sus corresponsales. Según Hayes estos se veían obligados a enviar textos de la most innocuous nature o bien sus despachos eran censurados o retenidos hasta que su contenido era difundido por la agencia EFE.22 La Embajada está permanentemente atenta a la evolución de los periódicos españoles. En sus informes periódicos los describe con acierto y lujo de detalles. Rastrea en ellos cualquier matiz indicativo de un cambio de actitud y está muy atenta a sus posiciones hacia el Eje y hacia los aliados. Como veremos más abajo una de sus tareas fundamentales va a ser la de conseguir que informaciones y fotografías de procedencia norteamericana o aliada tuvieran espacio en los periódicos españoles frente a la abrumadora presencia de las fuentes del Eje en los primeros años de la guerra. Radio y propaganda en España durante la Segunda Guerra Mundial Cuando Europa, y luego el mundo, se enzarzaron en la gran batalla de la Segunda Guerra Mundial, España vivía su peculiar postguerra. La radio que había sido un elemento clave de propaganda durante nuestra Guerra Civil vivía en España un momento pobre. La recién nacida radio estatal (Radio Nacional de España, 1937) estaba lejos de ser la emisora más oída en España, ni siquiera funcionaba en régimen de monopolio, 22 Carta del Embajador Hayes al secretario de Estado de 2 de junio de 1942 donde se le informa del nombramiento de Eduardo Vázquez como nuevo censor de los corresponsales de prensa extranjeros, en NAW, RG 59, b. 5127 (DS 852.918/51 PS/LIC). En esta carta podemos leer: «The new appointee, one Eduardo VÁZQUEZ, like his immediate predecessor, is an obscure, middle-class Falange party member who cannot, or will not, make other than strictly routine decisions and who takes his orders from Sr. José Doussinague, at present Chief of the Diplomatic Cabinet in the Foringn Office. Sr. Juan APARICIO, National Press Delegate, also exercises general supervisory control».

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como podía esperarse de las características del régimen. La empresa privada tenía en el mundo de la radio todavía un papel importante, aunque el monopolio de la información política estaba en manos Radio Nacional con la que todas las emisoras debían conectar obligatoriamente para emitir sus diarios hablados. Alrededor de 1940 funcionaban en España las siguientes emisoras: — 68 emisoras privadas que operaban con el indicativo EAJ, 8 de las cuales habían sido creadas al amparo del Reglamento de 14 de junio de 1924 (estaciones de 4.ª categoría) y las restantes 60, en virtud del Decreto de 8 de diciembre de 1932 (estaciones locales). — Una veintena de emisoras de onda corta y ámbito local, que utilizan el indicativo FET, nacidas durante la guerra con fines propagandísticos. — Las cinco emisoras de Radio Nacional (Barcelona, Huelva, La Coruña, Madrid y Málaga). — Y, a partir de 1941, Radio SEU de Madrid, embrión de las futuras Estaciones-Escuela.23

Un aspecto no poco importante del panorama de la radio de entonces eran las dificultades técnicas. En primer lugar el número de aparatos era todavía relativamente escaso, con una mayor densidad en las zonas urbanas que en las áreas rurales, en segundo lugar las características técnicas de estos aparatos les permitían captar emisiones locales en onda media pero muchos de ellos no podían captar la onda corta. La escasez de repuestos para muchos aparatos que, o bien eran de importación, o bien fabricados bajo licencia en España, era enorme y se acrecentó con las dificultades de la guerra; ello inutilizaba muchos receptores. Por último la irregularidad de suministro eléctrico dificultaba, por su parte, la recepción de todo tipo de programas. Naturalmente los propagandistas extranjeros eran muy conscientes de todas estas dificultades, que mermaban mucho la repercusión de sus emisiones. Las referencias a las mismas son constantes en los informes norteamericanos, tantas que sería ocioso dar cuenta de ellas aquí. La radio era entonces el gran medio de evasión en la España desolada de la postguerra civil, pero también era un gran medio de información; información controlada y dada con cuentagotas a través de Radio Nacional de España, pero que para aquellos que conseguían superar las dificultades y podían captar emisoras extranjeras se enriquecía y se diversificaba. A pesar del carácter propagandístico que todas estas emisiones tenían en tiempos de guerra, el radioyente español podía, después de 23

MULTIGNER, Gilles: «La radio 1940-1960. Ocio y negocios rigurosamente vigilados» en ÁLVAREZ, J. Timoteo (ed.): Historia de los medios de comunicación en España. Periodismo, imagen y publicidad (1900-1990), op. cit., pp. 275 y ss.

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haber escuchado el «parte», si no había problemas técnicos, enterarse de la marcha de la campaña de Rusia a través de alguna emisora alemana en español, continuar con la versión de la BBC y concluir, por ejemplo, con la versión de The Voice of America (VOA). Probablemente el peso de las emisoras extranjeras de propaganda en el panorama radiofónico español durante la Segunda Guerra Mundial era mucho mayor de lo que hoy podemos imaginar, al menos en las áreas urbanas y en las clases medias que podían disponer de aparatos capaces de captar la onda corta. En cuanto a esta propaganda radiofónica extranjera en España, fueron numerosos los programas en español que llegaban de las distintas potencias beligerantes. Alemanes e italianos, aún sabiendo que contaban con las simpatías del régimen del general Franco y con el apoyo de los medios de comunicación españoles, mantuvieron e incrementaron sus propios programas en español dirigidos hacia España. Naturalmente los noticiarios italianos y alemanes en español se anunciaban diariamente en todos los periódicos españoles, lo que nunca ocurrió por ejemplo con los de la BBC, aunque sí con los norteamericanos. Según un informe norteamericano de 1944 los alemanes emitían directamente desde Berlín o desde otras emisoras que controlaban un total de nueve programas diarios dirigidos a España. De éstos uno tenía una duración de hora y media, se titulaba «La hora española» y no era un programa estrictamente informativo; los restantes duraban quince minutos. Es importante subrayar que uno de ellos se transmitía en onda media desde Burdeos todos los días a las 19h. 30m., lo cual multiplicaba sus posibilidades de audiencia dado que la mayoría de los aparatos receptores de España eran de onda media y no contaban con onda corta. Además de estos programas los alemanes transmitían dos programas semanales de media hora los fines de semana de carácter humorístico. Se titulaban: «Mariquilla y sus secuaces» y «Cabaret político», que se emitían los sábados sucesivamente a las 22h. 15m. y a las 22h. 45m. Para contrarrestar éstos la VOA transmitía a las 22h. 30m. un programa de dos horas de duración con variedades, información, música e incluso una radionovela. Los programas alemanes se transmitían a España a las 15h., las 14h., las 16h., las 17h. 30m., las 20h. 30m., las 21h. 30m., las 22h. 30m., las 23h. 30m. y las 0h. 30. Datos recogidos del informe titulado The Voice of America in Spain, de febrero de 1944, en NAW, RG 208, E. 367, b 347. En cualquier caso debió haber variaciones, pues según un anuncio publicado en la Hoja del lunes de Madrid de 9 de marzo de 1942 los alemanes emitían catorce boletines diarios de un cuarto de hora de duración en onda corta y otros cinco boletines de quince minutos y un programa de una hora de duración en onda media.

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También los italianos mantuvieron programas en español durante la Segunda Guerra Mundial. Habían tenido ya una larga experiencia durante nuestra Guerra Civil con la famosa Radio Verdad cuya actividad había cesado en 1939.24 Desde entonces la radio estatal italiana, Ente Italiano Audizioni Radiofoniche (EIAR), mantuvo el español como una de las 26 lenguas en las que emitía boletines en onda corta. En cualquier caso el español no recibió atención predominante frente a las emisiones en inglés, en árabe o en lenguas balcánicas. Desde la caída de Mussolini en 1943 la radio repubblicchina sí mantuvo algunos boletines en español, mientras que las emisoras italianas en el territorio controlado por los aliados, emitieron en árabe, lenguas balcánicas y otras, pero no en español.25 Poco podemos decir de las radios francesas antes de 1940. Sin embargo, las emisoras del régimen de Vichy también emitieron en español, a pesar de la relativa precariedad de sus medios. Desde otras emisoras francesas controladas directamente por los alemanes en la zona de ocupación, se emitieron asimismo programas, pero fueron claramente de propaganda alemana.26 Sin duda la BBC de Londres tuvo la más destacada actividad en este terreno. El domingo 17 de noviembre de 1940 comenzó a emitir La voz de Londres, el programa especial de la BBC dirigido a España, con la voz de «Antonio Torres», es decir, Rafael Martínez Nadal.27 El incremento de la propaganda aliada en España obligó a tomar algunas medidas al Gobierno. Así por ejemplo la ley de 9 de mayo de 1942 (BOE 20 de mayo de 1942) en la que se conceden varios créditos extraordinarios por un valor de 800.000 pesetas para la adquisición de cierto material destinado «a un servicio de propaganda radiada». El preámbulo de la Ley es muy significativo: La necesidad de contrarrestar los perniciosos efectos que la propaganda de algunas emisiones de radio extranjeras pueden producir en las conciencias de aquellos que, por su poca firmeza de convencimientos, constituyen campo 24 Véase: PIZARROSO QUINTERO, A.: «La propaganda radiofónica italiana en la guerra civil española» en AA.VV.: Haciendo Historia (Homenaje al profesor Carlos Seco), Editorial de la Universidad Complutense, Madrid 1989, pp. 563-572. 25 Sobre todo ello puede verse PAPA, Antonio: Storia politica della radio in Italia, V. 2, Dalla guerra d’Etiopia al crollo del fascismo, 1935-1943, Nápoles, Guida Editori, 1978, pp. 132-134; y también MONTICONE, Alberto: Il fascismo al microfono. Radio e politica in Italia (1924-19445), Roma, Studium, 1978, pp. 277 y ss. 26 Sobre la actividad de las emisoras francesas durante la Segunda Guerra Mundial véase: ECK, H. (ed.): La guerre des ondes. Histoire des radios de langue française pendant la Deuxème Guerre mondiale, París, Armand Colin, 1985. 27 Véase MARTÍNEZ NADAL, Rafael: Antonio Torres y la política española del Foreign Office (1940-1944), cit., pp. 44-45.

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adecuado para la germinación de ideas contrarias al buen nombre de España y de sus Instituciones, aconseja la conveniencia de organizar un sistema de contrapropaganda radiada, cuya preparación exige gastos para el abono de los cuales no existen disponibilidades adecuadas en el Presupuesto en vigor.

Funcionaron, naturalmente, interferencias en las longitudes de onda de los programas aliados, pero la relativa falta de medios no conseguía obstaculizar esas emisiones por completo y creemos poder afirmar que su repercusión fue importante. Sorprende que ninguna de las historias de la radio hasta ahora publicadas se ocupe de esta cuestión y nos relaten con mayor o menor carga de nostalgia el papel de evasión de la radio española de aquellos tiempos. Sin embargo no nos parece arriesgado afirmar que cualquier radioyente español, independientemente de su ideología política, escuchaba, si le era posible, las emisoras de las potencias beligerantes. Claro que las emisoras aliadas podían probablemente despertar mayor interés porque en la radio española ya había suficiente propaganda pro-Eje, al menos en los primeros años de la guerra. No deja de tener interés también la atención que desde Estados Unidos se podía llegar a prestar a las emisoras de radio españolas que emitían en onda corta. Una curiosa carta firmada por el propio John Edgard Hoover, director del FBI, informa a la Secretaría de Estado sobre las emisoras que tenían alcance para llegar hasta los españoles al otro lado del Atlántico (parece ser que se refiere sobre todo a los distintos países hispanoamericanos). Hoover obtiene su información de un llamado Falangist Propaganda Bulletin en el que se recomienda a los españoles del otro lado del Atlántico escuchar Radio Málaga Onda Corta los martes, jueves y sábados de 12.30 a 2.00 de la noche. Hoover resalta as of possible to you que ese mismo boletín informaba a los españoles de Argelia y Marruecos de los programas de Radio Falange del exterior y Radio Melilla. Es curioso que sea el propio Hoover el que firma una carta donde resalta también que la información la había recibido de una fuente confidencial pero segura para después decir esas simplezas.28

28 Cfr. carta de J. E. Hoover a Adolf A. Berle, Jr. de 16 de enero de 1942, en NAW, RG 59, b. C207 (DS 852.20281/5, PS/HM).

CAPÍTULO 3 LA ORGANIZACIÓN DE LA PROPAGANDA NORTEAMERICANA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

El arma de la propaganda en la Segunda Guerra Mundial Todavía hoy, más de sesenta años después del final de la guerra más cruenta de la historia de la Humanidad, vivimos en un mundo que es en gran medida consecuencia de ella. En realidad, la Segunda Guerra Mundial fue una consecuencia directa de los problemas irresueltos por la primera. Muchos autores hablan con razón de una nueva Guerra de los Treinta Años, pues el periodo de entreguerras no fue otra cosa que una sucesión de conflictos localizados que precedieron al conflicto generalizado (guerra civil rusa, guerra greco-turca, guerra chino-japonesa, expansión italiana en África, guerra civil española, expansión alemana en Europa y también las numerosas intervenciones estadounidenses en Iberoamérica, sobre todo en México, Centroamérica y las Antillas). Así, las cotas alcanzadas por la propaganda en la Primera Guerra Mundial tienen claro desarrollo en el periodo de entreguerras sobre todo en los regímenes totalitarios, y hacen que la actividad propagandística se manifieste con toda su plenitud en la Segunda Guerra Mundial. Las reflexiones teóricas sobre la propaganda se multiplicaron en el periodo de entreguerras. Así pues, se llega a la Segunda Guerra Mundial con una gran preparación teórica que permite abordar la propaganda de guerra en gran escala desde nuevas perspectivas. En el periodo de entreguerras serán tres los modelos esenciales de actividad propagandística: el occidental o anglosajón, quizá el más elaborado aunque de resultados menos brillantes, pues actúa en sociedades donde las libertades individuales son un principio básico; el soviético, que, procedente de la propaganda obrera del siglo anterior, adquiere sus perfiles definitivos también

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en el periodo de entreguerras con el desarrollo del modelo de la propaganda leninista; y el de las dictaduras fascistas. Durante la Segunda Guerra Mundial el despliegue propagandístico en ambos bandos fue enorme y contó con medios que no habían sido utilizados en la Gran Guerra, como la radio, o con otros, mucho más desarrollados entonces, como el cine. Los aliados occidentales evitaron en todo momento la utilización del término propaganda, cosa que no hicieron las potencias del Eje ni los soviéticos. Estas experiencias darán un nuevo impulso a los estudios sobre propaganda a partir de 1945. Fenómenos como el que se desarrolla en la Segunda Guerra Mundial en este campo no tenían precedentes si hacemos la salvedad de la guerra civil española que, igualmente en esto, fue pionera o banco de pruebas. El empleo de la radio para llegar a las audiencias de países enemigos es algo totalmente nuevo, y la renovación de los sistemas informativos en los países derrotados del Eje, en Japón o en los países que, ocupados por los alemanes tuvieron regímenes colaboracionistas, es también algo totalmente nuevo. En Alemania o en Japón el fenómeno podemos considerarlo como una verdadera «revolución desde arriba». En Francia o en Noruega fueron las fuerzas políticas autóctonas las que condujeron el proceso democratizador, una vez obtenida la victoria militar por las tropas aliadas. En el caso italiano, país «ocupado» y «liberado», el fenómeno es algo más complejo: por un lado, los aliados propician una «revolución desde arriba» de carácter democrático pero, a diferencia de Alemania y Japón, hay además unas fuerzas políticas autóctonas que juegan un papel importantísimo. En la Primera Guerra Mundial, la elaboración de un plan de paz —los famosos catorce puntos de Wilson— fue un importante instrumento propagandístico que los aliados dirigían a los imperios centrales. Ahora, sin embargo, se iba a imponer, desde la Conferencia de Casablanca, de 1942, el criterio de la rendición incondicional, lo que hacía mucho más difícil la labor propagandística dirigida por los aliados al enemigo. Ciertamente, en la práctica, este criterio no se cumplió al cien por cien pues se llegó a acuerdos con las autoridades francesas de Vichy en el norte de África (acuerdo Darlan-Clark) o con el gobierno de Badoglio en Italia. Además, la fronda militar alemana que conspiraba contra Hitler, esperaba que desaparecido éste se pudiera llegar a algún tipo de acuerdo honorable. Pero lo cierto es que, para minar la moral del enemigo, es mucho más fácil hacerlo ofreciéndole algún tipo de salida que no exigiéndole la sumisión absoluta.

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Propaganda de guerra en la historia de Estados Unidos hasta 1941 El fenómeno de la propaganda de guerra en la historia de Estados Unidos lo encontramos desde los orígenes de la nación. Samuel Adams, Franklin o Jefferson fueron maestros en este arte cuando se enfrentaron con los británicos. La guerra contra México fue manejada magistralmente en este terreno por el presidente Polk y toda la prensa de la época. En la Guerra de Secesión ambos bandos organizaron su propaganda en la vieja Europa con fondo, personal y sistema y, por supuesto, en sus respectivas retaguardias.1 La prensa norteamericana jugó un papel fundamental en la intervención de Estados Unidos en la guerra de 1898. Durante la guerra el Gobierno Federal, el Ejército y la Marina establecieron relaciones organizadas con la prensa. Incluso el cine, que acababa de nacer, participó en el esfuerzo propagandístico.2 La primera experiencia de una organización de carácter oficial dedicada a la información y a la propaganda en Estados Unidos se había dado durante la Primera Guerra Mundial con el Comittee on Public Information, dirigido por el periodista George Creel, que se disolvió al acabar la guerra. Estaba integrado por los secretarios de Marina y Guerra, además del secretario de Estado y, por supuesto, Creel quien era el responsable de toda la actividad de propaganda interior y exterior.3 Durante el periodo de entreguerras la propaganda política va a sufrir una transformación profunda a raíz de la experiencia de la Primera Guerra Mundial. En ese periodo se consolida el recién nacido sistema soviético; Mussolini funda en Italia su estado totalitario fascista y Hitler llega al poder en 1933. Estos tres sistemas totalitarios se basan fundamentalmente en la actividad de propaganda. Sin embargo, las democracias occidentales que habían puesto en pie complejos aparatos de propaganda durante la Gran Guerra los disuelven al acabar ésta. El término propaganda que tenía ya, por su origen en la Contrarreforma, un cierto contenido negativo, se identifica con el totalitarismo. Si las democracias occidentales, incluido Estados Unidos, la utilizan sin 1

PIZARROSO QUINTERO, A.: Historia de la Propaganda, cit, sobre todo los capítulos 5 («La propaganda política en la Revolución americana») y 10 («Evolución de la propaganda en los Estados Unidos») y las referencias allí citadas. 2 Sobre esto último véase: PIZARROSO QUINTERO, A.: «La guerra hispano-norteamericana de 1898 en el cine» en Manuel BRONCANO (ed.): Fin de siglo: Crisis y nuevos principios (Century Ends: Crisis and New Beginnings), León, Servicio de Publicaciones de la Universidad de León - Ministerio de Educación y Cultura, 1998. 3 Sobre esto véase: PIZARROSO QUINTERO, A.: Historia de la Propaganda, op. cit., pp. 248 y ss. y la bibliografía y fuentes allí citadas.

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empacho entre 1914 y 1918, sus connotaciones negativas y su identificación con los totalitarismos harán que en la segunda guerra mundial se evite casi por completo. En Estados Unidos el comité presidido por Creel, que no era otra cosa que un «ministerio de propaganda» se autodenominaba con el eufemismo de Public Information. También en el Reino Unido se hablaba del Department of Information (enero 1917) y luego de Ministry of Information (febrero 1918). Del mismo modo va a ocurrir en la Segunda Guerra Mundial con el nuevo Ministry of Information (MOI), el Political Warfare Executive (PWE) ambos británicos, o el norteamericano Coordinator of Information (COI) y luego Office of War Information (OWI). Sin embargo, aunque en el trabajo del día a día y en muchos de los documentos que vamos a manejar el término propaganda comparece muy a menudo, lo cierto es que se evita mucho menos en la Primera Guerra Mundial que el la Segunda. En ésta la propaganda es una actividad del enemigo, mientras que en Estados Unidos o Gran Bretaña se habla sólo de información. En el caso norteamericano en el periodo de entreguerras nadie puede negar que Franklin D. Roosevelt fue un maestro en el arte de la propaganda,4 lo que demostró también en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo y frente a los organizados aparatos de propaganda de los totalitarismo de la época no encontramos nada de eso en la democracia norteamericana. La administración Roosevelt ya había establecido antes de la Segunda Guerra Mundial algunos canales con carácter oficial dedicados a acercar al público el significado y las conquistas de la política del New Deal, pero éstos sólo jugaron un papel limitado en los años treinta. En cualquier caso no faltaron acusaciones contra Roosevelt en ese sentido. En septiembre de 1939 fue creada la Office of Government Reports, que englobaba la actividad de los programas de información pública de los años del New Deal. Esta oficina fue muy criticada por la oposición republicana en el Congreso, y no fue reconocida por las Cámaras hasta 1941. A medida que se hacía más previsible la intervención de Estados Unidos en la guerra, el país iba preparando una política de defensa más compleja, de la que no estaba ausente la política informativa. Nació así, en marzo de 1941, la Division of Information of the Office of Emergency Management, luego la Office of Civilian Defense y en octubre de 1941 una sección de ésta última se convirtió en la Office of Facts and Figures, 4 Sobre esto véase: WINFIELD, Betty Houchin: FDR and the News Media, Urbana, University of Illinois Press, 1990.

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a cuyo frente estuvo el poeta y director de la Library of the Congress Archibald MacLeish.5 La OFF (cuyas siglas se prestan a obvios juegos de palabras) fue muy criticada por la prensa, a pesar de que MacLeish defendió desde ella la strategy of truth. Aunque la OFF debía canalizar toda la información oficial hacia los medios de comunicación, el mismo Roosevelt pareció ignorarla en muchas ocasiones. Por otra parte, ya en el terreno de la propaganda exterior, el 16 agosto de 1940 Nelson Rockefeller fue nombrado Coordinator of Inter-American Affairs, para contrarrestar la propaganda nazi y fascista en Iberoamérica. Así pues, tras la experiencia del Creel’s Committee en la Primera Guerra Mundial, las primeras organizaciones oficiales dedicadas a la propaganda y a la información en Estados Unidos van a nacer con la Segunda Guerra Mundial. Sólo cinco meses antes de la entrada en guerra de Estados Unidos, Roosevelt establece, mediante una Military Order de 11 de julio de 1941, la Office of the Coordinator of Information. Tenía ésta dos funciones: por un lado, de Intelligence (recogida y análisis de información de cualquier fuente, incluida la militar), por otro, de información (transmisión de información y propaganda hacia el exterior, excepto para Iberoamérica, terreno reservado a Rockefeller). Al frente de la oficina del COI fue nombrado el coronel William J. Donovan (Wild Bill).6 Para llevar a cabo la segunda función del COI, mucho menos definida que la primera, se creó el Foreign Information Service (FIS), bajo la dirección de Robert Sherwood,7 quien había sugerido a Roosevelt la creación de 5 Educado en Yale, abogado en Boston, vivió en Francia en los años veinte publicando una serie de libros de poemas con clara influencia de Ezra Pound y T. S. Eliot. En los años treinta tomó clara postura contra la amenaza del fascismo en política internacional y apoyó a Roosevelt. En 1939 fue nombrado director de la Biblioteca del Congreso. Durante la guerra trabajó en diversos puestos para la OWI. Entre 1944 y 1949 ocupó varios puestos en la administración americana para terminar como profesor en la Universidad de Harvard. Nació en 1892 y murió en 1982. 6 Abogado y militar nacido en 1883, participó en la Primera Guerra Mundial obteniendo la Medalla de Honor del Congreso. En los años veinte fue fiscal en Nueva York y en los treinta volvió al ejercicio de la abogacía. Roosevelt le llamó para organizar un servicio de inteligencia centralizado en 1940. En 1941 fue nombrado Coordinator of Information y en 1942 dirigió la recién creada la Office of Strategic Services (OSS). Ascendió a general en 1943 y a pesar de que después de la guerra fue uno de los impulsores de lo que iba a ser la CIA, cuando ésta se creó en 1947, declinó ser su director. Fue embajador en Tailandia en 1953-54. Murió en 1956. Véase: BROWN, Anthony Cave: Wild Bill Donovan, the Last Hero, Londres, Micael Joseph, 1982. 7 Autor de teatro y periodista, nacido en 1886, se alistó voluntario en un batallón canadiense en la Gran Guerra. Crítico de teatro de Vanity Fair en 1919 y 1920. Pasó

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una organización de esas características. Sherwood se rodeó en le FIS de periodistas como Joseph F. Barnes o James Warburg, entre otros. El FIS, en cuyo equipo se reunió un nutrido grupo de periodistas con experiencia internacional, figuras literarias y también hombres del cine,8 —así como el CI-AA— inició sus primeras campañas de propaganda a través de la radio, sobre todo desde The Voice of America cuando se fundó en 1941. La organización de la propaganda norteamericana desde diciembre de 1941 Poco después, ambas funciones del COI iban a dar lugar a dos organismos diferentes: por un lado, se crearía la Office of Strategic Services (OSS), a cuyo frente permanecería Donovan;9 y el 13 de junio de 1942, la Office of War Information —la oficina del CI-AA, fuera de la OWI, seguirá manteniendo sus competencias—. En la OWI se integrarán diversas agencias (OFF, OGR y OEM), que constituirán fundamentalmente su Domestic Branch, y el FIS, que constituirá su Overseas Branch.10

después al semanario de humor Life (no el Life de Luce, fundada en 1936) hasta 1928. Desde 1927 estrenó varias obras entre ellas Abe Lincoln in Illinois (1939), que ganó el premio Pulizter de teatro y fue llevada al cine en 1940, a raíz de lo cual intimó con Eleanor Roosevelt y luego con el propio presidente del que pasó a ser speechwriter y consejero. En 1940 era consejero del secretario de Guerra. En 1941 pasó a dirigir el FIS y luego la Overseas Branch de la OWI. En 1945 fue también asistente del secretario de Marina. Murió en 1955. Es autor de Roosevelt and Hopkins. An Intimate History, sobre la presidencia en los años que él la conoció. Durante nuestra Guerra Civil apoyó activamente la causa republicana, en aquellos años también apoyó al Frente Popular francés. 8 Entre ellos el ex-consejero de Roosevelt, James P. Warburg, Joseph Warnes (ex-corresponsal de Moscú y Berlín del New York Herald Tribune), el productor de cine John Houseman y figuras como Thornton Wilder y Stephen Vincent Benet. 9 Sobre la historia de la OSS la mejor obra publicada es la ya citada: SMITH, R. Harris, OSS. The Secret History of America’s First Central Intelligence Agency. De menor interés es la también citada: ALSOP, Stewart y BRADEN, Thomas, Sub Rosa. The OSS and American Espionage. La OSS desaparecerá el 1.º de agosto de 1945 y es el precedente de la actual CIA. 10 Sobre la actividad propagandística del Domestic Branch cara a la población de Estados Unidos, véase: BLUM, John Morton: V Was for Victory, Politics and American Culture During World War II, Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, 1976. Y sobre la actividad en general de la OWI, véase: WINKLER, Allan M.: The politics of propaganda, The Office of War Information 1942-1945, New Haven y Londres, Yale University Press, 1978.

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Director de la nueva oficina será nombrado Elmer Davis,11 y al frente de su Overseas Branch permanecerá Robert Sherwood hasta 1944 en que pasará al servicio del secretario de Marina y le sucederá T. L. Barnard. Sin embargo, «la orden que creaba la OWI no establecía claramente una división de responsabilidades entre ella y la OSS para dirigir la guerra psicológica».12 Así nos describe la situación Daugherty: Durante el primer año de vida de la OWI, predominó la información de asuntos internos. La Overseas Branch siguió operando hasta la primavera o el verano de 1943 como una unidad casi autónoma. Desde que la OWI entró en funcionamiento, en junio de 1942, hasta el 9 de marzo de 1943, fueron tres los factores que influyeron en el carácter de esta organización que había emergido de la experiencia de la guerra. Primero, las actividades de ultramar de la OWI y la OSS fueron vagamente definidas. En segundo lugar, la organización de la guerra psicológica — OWI, OSS, y CIA— dio lugar a conflictos entre las tres agencias. Tercero, aunque el mayor esfuerzo de los jefes de la OWI se dirigía a cuestiones internas, la OSS bajo la brillante dirección del general Donovan desarrolló planes de gran envergadura para la conducción de la guerra psicológica en conexión con las próximas campañas militares. Estos planes no fueron aceptados por Robert Sherwood, jefe de la Overseas Branch, y Elmer Davis, director del la OWI.13

Este solaparse de competencias en lo referente a psychological warfare pareció inclinarse hacia la OSS en la primera operación militar en gran escala de tropas norteamericanas, la operación Torch (desembarco en el norte de África), lo que provocó una reacción en contra de Donovan de Davis y de Rockefeller, que se dirigieron directamente al Presidente. En efecto, la OSS, como agencia dependiente de la Joint Chiefs of Staff fue encargada de «planificar, desarrollar, coordinar y ejecutar el programa de guerra psicológica».14 El 9 de marzo de 1943, durante la ofensiva de Túnez, cuando ya se estaba preparando la invasión de Sicilia, el presidente Roosevelt determi11 Periodista y escritor nacido en 1890. En 1939 comenzó a trabajar para la CBS y para el New York Times, lo que abandonó en 1942 para dirigir la OWI. En 1945 volvió al periodismo profesional en la cadena radiofónica ABC oponiéndose abiertamente al senador McCarthy. Murió en 1958. 12 DAUGHERTY, W. E.: «Us Psychological Warfare Organization in World War II», en DAUGHERTY, W. E. y JANOWITZ, M. (eds.): A Psychological Warfare Casebook, op. cit., p. 128. 13 DAUGHERTY, W. E.: «Us Psychological Warfare Organization in World War II», en DAUGHERTY, W. E. y JANOWITZ, M. (eds.): A Psychological Warfare Casebook, op. cit., p. 128. 14 Citado en DAUGHERTY, W. E.: «Us Psychological Warfare Organization in World War II», en DAUGHERTY, W. E. y JANOWITZ, M. (eds.): A Psychological Warfare Casebook, op. cit., p. 128.

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nó que, en lo referente a «guerra psicológica», «todos los planes y proyectos (...) deberían estar sujetos a la aprobación (...) del comandante en el teatro de operaciones»,15 con lo cual se reducía enormemente el ámbito de las competencias de la OSS. Por parte militar existía ya una Special Warfare Branch en el Navy Department, dentro de la oficina de Naval Intelligence, y en el War Department se creó, en junio de 1941, un Special Studies Group a cuyas instancias se constituyó, dentro de la JCS, un Joint Psychological Warfare Comittee, con las siguientes funciones: (...) iniciar, formular y desarrollar planes de guerra psicológica (...) (y) bajo la dirección de la Junta de Jefes de Estado Mayor para coordinar la guerra psicológica de otras agencias gubernamentales de Estados Unidos, así como para colaborar con las naciones firmemente interesadas en que ésta se lleve a cado de acuerdo con la estrategia aprobada.16

Este Psychological Warfare Comittee o Psychological Warfare Branch, como también fue conocido, estaba encabezado por el coronel Oscar Solbert. La relación inicial entre este grupo militar y la recién creada OWI no fue en absoluto de colaboración17 y, poco después de la invasión del norte de África, en la que el grupo militar apenas tuvo participación, éste fue disuelto.18 En el norte de África, Italia y el resto de Europa las fuerzas norteamericanas actuaron de manera integrada con las británicas y de otros aliados dando lugar a organizaciones de propaganda integrada anglo-norteamericanas. En la guerra del Pacífico no se produjo esta integración, excepto un intento frustrado en el Sureste Asiático. La propaganda de guerra, dependiente de la autoridad militar, adoptó diferentes formas de organización en las distintas áreas.

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«Executive Order n. 9312», citado en DAUGHERTY, W. E.: «Us Psychological Warfare Organization in World War II» en DAUGHERTY, W. E. y JANOWITZ, M. (eds.): A Psychological Warfare Casebook, op. cit., p. 129. 16 Citado en DAUGHERTY, W. E.: «Us Psychological Warfare Organization in World War II», en DAUGHERTY, W. E. y JANOWITZ, M. (eds.): A Psychological Warfare Casebook, op. cit., p. 128. 17 Cfr. WINKLER, A. M.: The Politics of Propaganda: the Office of War Information 1942-1945, op. cit., p. 113. 18 Cfr. «Words and Bullets in Battle: The Beginnin of PWB», Chapter V of «Final Report of the OWI Historian», pp. 4-5 (Se trata de un largo manuscrito inédito elaborado por Edward P. Lilly que se conserva en los National Archives en Washington) y también WINKLER, A. M.: The Politics of Propaganda: the Office of War Information 1942-1945, op. cit., pp. 112-114.

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En el Pacífico Sur, el almirante Halsey rechazaba todo lo que tuviera que ver con la actividad propagandística, obstaculizando la actuación del poco personal que, procedente de la OSS y de la OWI, tenía asignada. En el Pacífico del Suroeste, con el general MacArthur, se constituyó, en junio de 1944, en su cuartel general, una Psychological Warfare Branch; fue el único comandante del Pacífico que comprendió la importancia de las operaciones de propaganda y favoreció la colaboración entre el personal militar y el civil procedente de la OWI. En el Pacífico Central, bajo el mando del almirante Nimitz, se dió una situación intermedia, pero sólo se estableció en su cuartel general una Psychological Warfare Branch cinco días antes de la rendición incondicional del Japón. Por otra parte, la OWI desplazó una importante sección a Honolulú, que daba soporte logístico a las operaciones de propaganda en las distintas áreas. El personal que trabajaba en estas actividades estaba seleccionado fundamentalmente por su conocimiento de la lengua japonesa. La OWI editaba para consumo interior y exterior una revista llamada Victory,19 que fue acusada, tanto por miembros del partido republicano como por algún sector del partido demócrata, de ser un instrumento más para la promoción personal de Roosevelt. Además de Victory se publicaron otras revistas de propaganda como USA o la que en español se titulaba En guardia. Todas ellas se distribuyeron en España. El partido republicano ganó las elecciones legislativas de noviembre de 1942, y desde 1943, aliado con los demócratas del sur, controlaba el Congreso. Comenzó entonces una campaña contra la forma que había tomado la propaganda de guerra en el interior del país, a la «mayor gloria» de Roosevelt. La Cámara de Representantes votó, por 218 contra 114, la abolición del presupuesto de la Domestic Branch de la OWI. Para 1944, ésta sólo dispuso de tres millones de dólares gracias al voto del Senado y después de que Davis amenazara con dimitir. Por el contrario, para la propaganda exterior la OWI dispuso de veinticuatro millones de dólares en 1944. Es decir, que la propaganda interior estadounidense vivió en un clima de dificultades y de contrastes políticos en un país que no sufría la guerra directamente en su territorio. En líneas generales, la propaganda interior norteamericana tuvo como objetivo la movilización de toda la nación en el esfuerzo bélico y 19 En realidad el primer nombre propuesto para esta publicación fue el de Freedom, sin embargo parece que se prefirió la alusión a la victoria final antes que a la idea de libertad en función de posibles acuerdos con poderes no democráticos como de hecho sucedió con el almirante Darlan en el norte de África o con el mariscal Badoglio en Italia además del aliado soviético. Cfr. BLUM, John Morton: V was for Victory. Politics and American Culture during World War II, op. cit., pp. 42-43.

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se llevó a cabo a través, por supuesto, de todos los medios de comunicación, especialmente de la radio y el cine. El enemigo volvía a ser descrito, como en la Primera Guerra Mundial, como brutal y sin piedad, sin que faltara un toque de racismo respecto a los japoneses aunque, para evitar ciertos excesos de la Primera Guerra Mundial, no se difundió toda la información de que se disponía sobre los campos de exterminios nazis, temiendo que tal tipo de propaganda pudiera ser contraproducente. Los soldados aliados, sobre todo, naturalmente, los norteamericanos eran exaltados como héroes a través de todos los medios. Ciudadanos norteamericanos de origen italiano y alemán, no sufrieron el clima de desconfianza y persecución que se había dado respecto a los oriundos alemanes en la Primera Guerra Mundial. Por el contrario, los inmigrantes japoneses, ciudadanos o no, fueron internados en campos de concentración (Relocation Centers). No eran demasiados (unos 127.000), no eran blancos y no tenían el arraigo ni la importancia electoral de los italo-americanos, por ejemplo. La Overseas Branch de la OWI que, como hemos visto, procedía del FIS tuvo un funcionamiento bastante independiente a pesar de que el propio Elmer Davis se ocupó muchas veces personalmente de cuestiones referentes al exterior. Sherwood era un hombre de grandes ideas pero no tenía ninguna experiencia de trabajo burocrático lo que causó no pocos problemas.20 De todos modos, siguiendo la conocida strategy of truh, Sherwood puso en marcha una magna campaña de propaganda exterior dirigida a aliados, enemigos y, sobre todo, neutrales: el esfuerzo de propaganda tomó una variedad de formas. Muchos de los métodos y medios utilizados en la escena doméstica fueron empleados de diversas maneras en el exterior. Las noticias se convirtieron en la columna vertebral de la campaña; desde los primeros momentos de la guerra, Sherwood decidió evitar el recurso a las emociones, pensando que, después de años sometida a la propaganda enemiga, la gente respondería mejor a una presentación sobria de los hechos de la guerra. Las noticias, transmitidas tan pronto como era posible, constituyeron el grueso de las entregas, pero fueron acompañadas de historias que ayudaban a situar los acontecimientos en el marco de la guerra.21

La OWI se articulaba en el exterior con oficinas vinculadas a las respectivas embajadas que se denominaban Outpost, generalmente el responsable de éstas era a su vez el Agregado de Prensa de la Embajada. Así 20

Cfr. WINKLER, Alan M.: The Politics of Propaganda. The Office of War Information 1942-1945, op. cit., p. 77. 21 WINKLER, Alan M.: The Politics of Propaganda. The Office of War Information 1942-1945, op. cit., p. 78.

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sucedió en España. Para coordinar todo este trabajo en los distintos países la Overseas Branch de la OWI organizó en Londres en julio de 1942 una Overseas Operational Base dirigida por Archibald MacLeish y James Warburg. También contaron con Percy Winer quien, en colaboración con Wallace Carroll (entonces corresponsal de la United Press y que llegaría a ser jefe de la oficina londinense de la OWI), comenzó a elaborar las directivas de propaganda que debían acompañar el ataque al norte de África, controlado por el gobierno francés de Vichy.22 Asimismo, desde Londres, llegaron numerosas directivas de propaganda a los países neutrales, entre ellos España.

La propaganda en el campo de batalla: organizaciones integradas anglo-norteamericanas Nos referimos aquí solamente a la génesis de los distintos organismos de propaganda en que ambas potencias trabajaron conjuntamente sobre el campo de batalla.23 La primera experiencia de este tipo se desarrolla en el norte de África. Con la práctica adquirida, la propaganda sobre el terreno, sobre todo en calidad de potencias de ocupación, alcanza en Italia las máximas cotas. Francia, como territorio liberado, no vivirá un régimen de ocupación, y las competencias de propaganda corresponderán casi inmediatamente a las nuevas autoridades francesas, lo que por otra parte había sucedido ya en las colonias francesas del norte de África y también se daría en países liberados como Noruega, Holanda o Bélgica. En el caso alemán, los territorios ocupados no se administrarán de manera conjunta sino por separado.24 El general Eisenhower, que llegó a Londres para organizar un staff combinado anglo-norteamericano, y aunque él mismo afirmó desconocerlo todo sobre Psychological Warfare, dio todo su apoyo para que se crease un organismo encargado de ello en su Cuartel General. 22

Cfr. CARROLL, Wallace: Persuade or Perish, Boston, Houghton Mifflin Company, 1948, p. 12 y pp. 27-29. 23 Sobre lo tratado en este epígrafe véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro, «Algunas consideraciones sobre las organizaciones de propaganda anglo-americana en la Segunda Guerra Mundial hasta junio de 1944», en Anuario del Departamento de Historia, n. 1, 1989, pp. 105-124. 24 Sobre las actividades de propaganda e información en la zona de ocupación americana de Alemania, véase: DUNNER, Joseph, «Information control in the American Zone of Germany, 1945-1946» en FRIEDRICH, Carl J. (ed.), American Experiences in Military Government in World War II, Rinehart, New York 1948, pp. 276-291.

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Cuando los primeros «propagandistas» norteamericanos llegaron a Londres, el PWE no tenía todavía un año de vida. En la preparación de la actividad de propaganda de la operación Torch trabajó con Winer, por parte británica, Ritchie Calder, del PWE. Así nació la Psychological Warfare Section of Allied Force Headquarters, que integraba personal procedente de la OWI y de la OSS norteamericanas y del PWE y MOI británicos.25 Esta organización integrada británico-norteamericana, independientemente de la procedencia de su personal, dependía orgánicamente del AFHQ, manteniendo tal dependencia en la campaña del norte de África y en la campaña italiana, donde colaboraría estrechamente con el Allied Military Government (AMG) y luego con la Allied Control Commission (ACC), manteniéndose en funciones hasta diciembre de 1945, así como, a partir de Normandía, quedaría organizada dentro del Cuartel General de Eisenhower una Psychological Warfare Division hasta el final de la guerra en Europa. Al frente de este nuevo organismo fue nombrado el coronel de caballería norteamericano Charles B. Hazeltime, quien, al hacerse cargo del mando, declaró a los miembros de la nueva unidad que no conocía nada sobre propaganda, aunque confiaba en su poder. Hazeltime era uno de los íntimos de Eisenhower y fue nombrado para dar un mayor carácter militar a las actividades de psychological warfare, que inicialmente habían sido reducidas a su aspecto de propaganda e incluidas en la civil affairs section del Cuartel General Aliado, que comenzó su actividad en Londres el 15 de septiembre de 1942 bajo la dirección de Robert Murphy, más tarde representante personal de Roosevelt en Italia. La organización de este nuevo Psychological Warfare Branch es muy significativa en la evolución de la política aliada en este campo, pues subraya una vez más el principio de que toda actividad, incluida la propaganda, en un teatro de operaciones, debe estar sujeta a la autoridad militar.26 En un AFHQ-Memorandum, redactado por Hazeltime y Winer, la PWS fue organizada formalmente dentro de la civil affairs section AFHQ y estaba dividida en cinco subsecciones (Executive, Policy Planning and Propaganda, Special Missions, Collection and Evaluation y Preparation and Distribution, ésta última encargada de la difusión del 25

En un documento aliado, poco posterior, en el que se determinan la organización y actividades del PWB podemos leer textualmente: «Under the Information and Censorship Section, the Psychological Warfare Branch amalgamates the activities perfformed by Office War Information, Political Warfare Executive, Ministry of Information, and part of Office Strategic Services», en Staff Memorandum N. 56, «Organization and Activities-Psychological Warfare, 1 july 1943», en NAW, RG 331, 10000/136/521. 26 Cfr. WINKLER, A. M., op. cit., p. 115.

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material a través de la prensa, la radio y el cine).27 Quedaba también claro que una de las prerrogativas de la PWS era la de dar directivas políticas y de opinión en los países neutrales o en las áreas militarmente ocupadas. Así, en efecto, en Orán y en Argel, «el personal de la PWS tomó posesión y protegió inmediatamente de los locales de los periódicos (...) y de la radio local».28 Sin embargo, con el acuerdo Darlan-Clark, todo el control de la vida informativa pasó a las autoridades coloniales francesas. Tendremos que esperar a la ocupación de Italia para que los psychological warriors desarrollen una completa actividad de control de la información durante un largo periodo. Cuando en enero de 1943 se organice la Information and Censorship Section, bajo la dirección del general Robert A. McClure, la PWS pasará a integrarse en ella y comenzará a ser denominada Psychological Warfare Branch (PWB). Durante la campaña del norte de África se produjo una disputa entre la OWI y la OSS sobre cuál debía dirigir la propaganda de guerra en el teatro de operaciones, que finalmente quedaría resuelta a favor de la OWI, pues ésta tenía una mayor presencia en el PWB que, bajo directo control militar, fue sin duda el principal y casi único organismo encargado de la propaganda y del control de la información. La OSS quedó relegada a lo que, en palabras vulgares, conocemos como actividad de espionaje. La actividad de este nuevo PWB en el norte de África tendrá unas características muy distintas de las que habrá de tener en Italia. En la campaña africana su trabajo fue fundamentalmente una labor previa de propaganda, además del habitual mantenimiento de la moral de las tropas a través de publicaciones como Stars and Stripes o Union Jack. Sin embargo, con el acuerdo Darlan-Clark, la administración colonial francesa se mantuvo prácticamente intacta y fueron los propios franceses quienes ejercieron el control de la prensa, aparte de la censura militar aliada o del uso de la radio para propaganda dirigida hacia Europa. Concluida la campaña militar en el norte de África, el siguiente objetivo aliado fue Italia. Naturalmente, en materia de propaganda, ésta siguió siendo particularmente activa cara a otros potenciales objetivos, como el sur de Francia, Grecia o los Balcanes. A todos ellos se dirigía la propaganda aliada a través de Radio Argel, controlada por el PWB. Los aliados no podían descubrir claramente cuál habría de ser su siguiente objetivo militar; sin embargo, ya entonces estaban preparando la operación Husky, el desembarco de Sicilia. 27 28

Cfr. «Words and Bullets in Battle: The Beginning of PWB», op. cit., p. 14. Ibídem, p. 17.

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En Italia, donde los aliados además de disponer de publicaciones propias dirigidas directamente por el PWB, ejercerán el control de otros medios informativos mediante un sistema de concesión de licencias y, naturalmente, de censura, aparte de la distribución de papel de prensa con lo que mediante un férreo sistema de control, ejercido en nombre de la libertad de expresión, contribuyeron a transformar la vieja prensa fascista en el embrión de lo que sería la nueva prensa italiana de posguerra.29 Algunos autores señalan la americanización del PWB en Italia.30 De otros testimonios se deduce lo contrario. Pero aunque, a nuestro entender, el peso de los británicos en este terreno en Italia fue mayor, nunca eclipsó a la parte estadounidense. El PWB iba a operar por primera vez en un frente complejo que iba más allá de la propaganda de guerra, durante largo tiempo y en una situación administrativa que combinaba aspectos muy diversos: un gobierno militar en un país ocupado; una administración autóctona bajo control —progresivamente menor— de los aliados, en un país «liberado»; un enemigo al frente que no sólo era nazi sino también italiano, como la población del territorio liberado; y una situación de guerra civil con una Resistencia que, con su desarrollo, acrecentaría su peso político en el Sur y que, con la liberación —y al menos un año antes, desde la liberación de la Toscana—, comenzó a soplar en forma de vento del Nord. Conflictos no faltaron. Sobre todo por la enorme autonomía de que disponían los responsables locales y porque la actividad de propaganda no estaba sólo generada por los aliados sino que, de manera independiente y muchas veces desordenada, los partidos antifascistas, o simples ciudadanos italianos publicaban o pretendían publicar hojas y periódicos, ante lo cual la actitud de los aliados, aun conservando una cierta coherencia de conjunto, dio lugar a actuaciones muy diversas e incluso contradictorias entre sí.

29 El teniente coronel Munro describe magistralmente la situación en un informe de 22 de agosto de 1944, donde podemos leer: «Cuando la oficina de prensa del PWB afrontó la tarea de transformar los objetivos en hechos, era consciente de haber emprendido un experimento único en la historia del periodismo y quizá único en la historia de la guerra, es decir instituir la libertad de expresión de la palabra impresa entre una población de ex-enemigos que no había disfrutado de tal facultad por dos generaciones y la promoción de una prensa libre en un país que era todavía teatro de operaciones», cita recogida en PIZARROSO QUINTERO, Alejandro, Stampa, Radio e Propaganda. Gli alleati in Italia 1943-1946, Franco Angeli, Milano 1989, p. 20. 30 Entre otros, MONTELEONE, F.: Storia della RAI dagli Alleati alla DC 1944-1954, Laterza, Roma-Bari 1980, p.18.

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El Executive Secretary del PWB en Italia era el teniente coronel británico Ian S. Munro, que dirigió las operaciones del mismo durante toda la campaña italiana hasta 1945 y que es el principal responsable de todas las actividades del PWB en Italia. Munro firmará también muchos documentos como PWB Chief Press. En aquellos momentos el norteamericano George W. Edman era Deputy Chief del PWB. El 11 de diciembre de 1943, el AFHQ creaba el Allied Publications Board, cuyas funciones abarcaban todo lo concerniente a las publicaciones periódicas o no periódicas, material de impresión, instalaciones (inclusive de radio), establecimiento de directivas para la censura, etc. Presidente del APB (Chairman) será George W. Edman. El teniente coronel Munro, Secretario Ejecutivo del PWB, lo será además del APB. El año 1943 se cierra, pues, con el embrión de una política de prensa e información por parte de los aliados, para los nuevos territorios ocupados. Por su parte, el Gobierno italiano, que desde el 11 de febrero de 1944 ejerce su jurisdicción en el territorio conocido como Regno del Sud, desarrolla paralelamente, su propia legislación y mecanismos de control de la información y la prensa. Los aspectos más importantes a destacar, por parte aliada, en estos meses son la elaboración de un Press Plan for Italy, el 4 de marzo de 1944, que será el punto de referencia general para el APB y el PWB en su política de prensa hasta la elaboración de un Press Plan for Northern Italy un año después. Con fecha 24 de marzo de 1944 se establece un plan o directiva sobre la función del PWB como agencia de noticias única, pues, en efecto, ni siquiera las grandes agencias británicas o norteamericanas estaban todavía autorizadas a dar sus servicios a los medios de comunicación existentes en la Italia liberada. La entrada de estas agencias en el mundo periodístico italiano no se producirá hasta enero de 1945. En Italia, después de la ocupación de Roma, los aliados mantuvieron un sistema análogo al utilizado hasta entonces pero con una política cada vez más definida, encontrándose con la «dificultad» de que en los nuevos territorios que liberaban —la Toscana, Emilia, las regiones del norte de Italia— la Resistencia, con predominio comunista, tenía una implantación que hasta entonces no habían encontrado. También en la invasión de Normandía, y en las campañas subsiguientes hasta la derrota final de Alemania, británicos y norteamericanos actuaron conjuntamente en el terreno de la propaganda a través de la llamada Psychological Warfare Division, Supreme Headquarters Allied Expeditionary Force (PWD/SHAEF), que se constituyó sobre el modelo de la Psychological Warfare Section del norte de África, luego Psychological Warfare Branch de la campaña de Italia. Sus misiones eran:

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(a) Sostener la propaganda de guerra contra el enemigo. (b) Usar todos los medios de comunicación disponibles para la propaganda de guerra orientada a sostener la moral de las naciones amigas ocupadas por el enemigo y a provocar en la población de esos países aquiescencia con los objetivos del Comandante Supremo. (c) Llevar a cabo las así llamadas operaciones de propaganda de “consolidación” en los países amigos liberados. (d) Controlar los servicios de información en la Alemania bajo ocupación aliada.31

Durante la ocupación de Francia los servicios de propaganda anglo-norteamericanos (PWD) limitaron su actuación a la propaganda inicial sobre el terreno dirigida a las poblaciones liberadas y a la propaganda destinada a desmoralizar al enemigo. En la retaguardia no faltaron actividades de propaganda por parte de británicos y norteamericanos, sobre todo de estos últimos, pero el control de la información estaba en manos de las nuevas autoridades francesas. En el caso alemán, una vez acabada la guerra, el control de la información y las actividades básicas de propaganda iban a llevarse a cabo de manera diferenciada por cada una de las cuatro potencias ocupantes en sus respectivas zonas. Sin embargo, en la penetración en el territorio alemán todavía actuó este organismo conjunto. El SHAEF estableció en la primavera de 1945 una serie de directivas sobre los servicios de información en Alemania: debía destruirse todo el aparato de propaganda nazi, llenando su vacío con la afirmación ante los alemanes, de manera clara y rotunda, de la desaparición del orden nazi, demostrándoles asimismo lo que era en realidad un servicio de información basado en los hechos y no en la «propaganda». En la primera fase de la ocupación militar, la llamada ley n. 191 puso bajo el control del gobierno militar las publicaciones, emisiones radiofónicas, servicios de noticias, distribución de cine, teatro, música, etc., prohibiéndose todo lo que tuviera un claro origen nazi.32 En el área del Pacífico sólo en el Sureste Asiático bajo el mando del almirante británico Mountbatten, se pretendió crear una organización integrada de propaganda de guerra modelada sobre la PWD del SHAEF bajo el mando del general Eisenhower. De todos modos, los puntos de vista divergentes entre británicos y norteamericanos, sobre todo en cuanto al colonialismo, llevaron a los estadounidenses a distanciarse de la propaganda británica en el Sudeste Asiático y el personal de la OWI, del Ejército y del Departamento de Estado rechazó formar parte de un organismo integrado británico-norteamericano. Los estadounidenses llevaron 31 DAUGHERTY, William E., «Us Psychological Warfare Organizations in World War II», op. cit., p. 131. 32 Cfr. DUNNER, Joseph, op. cit., pp. 276-291.

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a cabo sus propias campañas de propaganda, sobre todo en el norte de Birmania. *

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Era indispensable detenerse en describir mínimamente todo este gran esfuerzo para entender mejor el trabajo de propaganda que Estados Unidos desarrolló en España en aquel periodo. A pesar de que no se puede considerar a España un país estrictamente neutral, la actividad propagandística tuvo aquí características análogas a la que se realizó en otros países neutrales como por ejemplo Turquía o Portugal. No hubo en España una actividad clásica de propaganda de guerra. El país no era un campo de batalla, sin embargo el esfuerzo de los estadounidenses fue mucho más allá del mero trabajo diplomático. Naturalmente, España, como Portugal o Turquía, fue un nido de espías de ambos bandos. También como Portugal y Turquía en España había un régimen autoritario, sin libertad de expresión por lo que los esfuerzos de propaganda, es decir, de influencia en la opinión pública tenían que pasar necesariamente por las rígidas estructuras del propio régimen. Cumple ahora describir con qué organización y qué hombres contaron los norteamericanos en España para llevar a cabo ese trabajo.

CAPÍTULO 4 DIPLOMÁTICOS, PROPAGANDISTAS Y ESPÍAS El fenómeno de la propaganda en cualquier periodo o país se puede estudiar desde el punto de vista de los contenidos, de los canales por los que transcurre y de sus fuentes. Estas últimas están en íntimo contacto con el estudio de los contenidos, pues es el Estado, en este caso el Gobierno federal norteamericano o sus agencias, la fuente u origen de esta propaganda y el responsable de sus contenidos fundamentales. Ya hemos estudiado la génesis y características del aparato de propaganda que se desarrolló en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. Pero la propaganda se hace también sobre el terreno, en este caso el territorio español. Para ello era necesario disponer de una organización capaz de llevar a cabo esta propaganda in situ. Esta organización sobre el terreno no es exactamente la fuente de la propaganda pero tampoco debe confundirse con los canales de que se vale. Desde nuestro punto de vista es esencial conocer las características de esta organización y las personas que la integraban para comprender como se desarrolló en España la propaganda de Estados Unidos en aquellos años. Aspecto clave de esta organización en el caso de un país beligerante en el territorio de un país neutral son los servicios diplomáticos sobre los que nos detendremos sólo mínimamente. Bajo la cobertura de éstos se organizó en España un Outpost de la OWI cuyas peripecias constituyen un aspecto fundamental en nuestro estudio. Pero no podemos olvidar tampoco que, al margen de los servicios diplomáticos y muchas veces en contradicción con ellos, en España actuó también la OSS. Tanto para preparar el terreno de una futura guerra psicológica, caso de que España entrase en el conflicto, cuanto en el de las clásicas labores de información e «inteligencia», la OSS tenía que estar presente en España. A este aspecto dedicamos menos nuestra atención pues constituiría todo un argumento por sí mismo, pero nos parece importantísimo no sólo por que OSS y

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OWI proceden de un tronco común y a veces sus funciones se confunden, sino porque en tiempo de guerra la actividad de propaganda es muchas veces inseparable de la de espionaje. Vamos a ver hasta qué punto lo fue en España.

La representación diplomática de Estados Unidos Claude G. Bowers había sido embajador de Estados Unidos en España desde junio de 1933 hasta 1939. En enero de 1939 fue llamado a Washington para consultas, abriendo así paso al reconocimiento por parte de Estados Unidos del régimen victorioso de Franco.1 Una vez reconocido el nuevo régimen fue nombrado embajador Alexander W. Weddell, que se mantuvo en España durante los primeros dos años de la Guerra Mundial mientras Estados Unidos todavía era un país neutral.2 Desde noviembre de 1941, poco antes de la entrada de Estados Unidos en guerra, y durante aproximadamente seis meses el responsable de todas las tareas de prensa y propaganda en la Embajada fue el tercer secretario Earl T. Crain, conocido por todos como «Tom». Desgraciadamente enfermó de tuberculosis y abandonó España en la primavera de 1942. Tres meses después de la entrada de Estados Unidos en guerra el Departamento de Estado parece que toma conciencia de la importancia de España como país neutral dentro de la guerra. En diciembre de 1941 el embajador Weddell fue llamado a consultas a Washington donde aprovechó para someterse a una operación quirúrgica. Quedó entonces en Madrid Williard L. Beaulac como Encargado de Negocios.3 Weddell presentó su dimisión por razones de salud a finales de marzo. Roosevelt necesitaba entonces para España un embajador de una cierta talla, que pudiera mantener la neutralidad española o incluso contribuir a que España se inclinase hacia el bando aliado. 1 Sobre esto véase: BOWERS, Claude: My Life. The Memoirs of Claude Bowers, Nueva York, Simon and Schuster, 1962; y sobre todo del mismo autor: My Mission to Spain. Watching the Reshearsal for World War II, Nueva York, Simon and Schuster, 1954 (versión española: Misión en España. En el umbral de la Segunda Guerra Mundial (1933-1939), México, Editorial Grijalbo, 1966). 2 Sobre su periodo como embajador, véase: HALSTED, Charles R.: «Diligent Diplomat: Alexander W. Weddell as American Ambassador to Spain, 1939-1942», en The Virginia Magazine of History and Biography, 1974, 1, pp. 3-38. 3 De su paso por España Beulac ha dejado testimonio en una obra autobiográfica ya citada y en un interesante estudio: BEAULAC, Willard L.: Franco Silent Ally in World War II, Carbondale, Southern Illinois University Press, 1986.

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Roosevelt y el vicesecretario de Estado Sumner Welles ya habían entrado en contacto con Carlton J. H. Hayes que aceptó el encargo el 25 de marzo y fue nombrado embajador el 2 de abril. Probablemente detrás de todo ello estaba la larga mano de Donovan a la sazón «Coordinador de Información» cuyos informes de Madrid no eran demasiado favorables sobre el trabajo de Weddell en España.4 A principios de 1942, según las informaciones de Donovan, los embajadores chileno y argentino en Madrid intentaban implicar a España y Portugal en la formación de un bloque de neutrales. Lo que Donovan interpretaba como un intento español de obstaculizar la conferencia de Río auspiciada por Estados Unidos.5 El sábado 16 de mayo de 1942 Carlton J. H. Hayes llegó a Madrid. Hayes no era un diplomático de carrera ni un político profesional, sino un profesor de Historia de la Universidad de Columbia, católico y buen conocedor, aunque no especializado, de la Historia de España. Así se refiere a él Stanley Payne: La beligerancia de Estados Unidos requirió un embajador más competente que fuera capaz de tratar eficazmente con los nuevos líderes españoles, ya fuesen fascistas arrogantes o no. En 1942 Roosevelt nombró al distinguido historiador Carlton J. H. Hayes. Aunque no era un hispanista, Hayes había tenido una carrera brillante en Columbia University, donde logró fama de ser el más importante historiador americano del nacionalismo europeo contemporáneo. Carlton Hayes fue el más interesante y el más importante de todos los embajadores de Estados Unidos durante la larga época del franquismo. No fue sólo el más distinguido y mejor conocido en términos personales, sino también un converso al catolicismo y un simpatizante de los Nacionales durante la guerra civil. Estas últimas calidades probablemente fueron factores determinantes en su nombramiento, basándose en la creencia de que podría entenderse mejor con los franquistas católicos.6

Cuando el vicesecretario de Estado, Sumner Welles entabló los primeros contactos con Hayes, acababa de empezar a trabajar con él en la Universidad de Columbia un joven que se había graduado en Princeton con una tesis titulada The Churchs and the Liberal Society que sería publicada al año siguiente y que recibiría el premio anual del Catholic Book Club en 1944. Este joven de origen irlandés y católico como Hayes no había cumplido todavía los veintidós años. Era Emmet John Hughes. 4 Cfr. GUDERZO, Massimiliano: Madrid e l’arte della diplomazia. L’incognita spagnola della seconda guerra mondiale, op. cit., pp. 204 y ss. 5 Cfr. GUDERZO, Massimiliano, op. cit., p. 211 y las referencias allí citadas. 6 PAYNE, Stanley G.: «Los Estados Unidos y España: Percepciones, imágenes e intereses», en Cuadernos de Historia Contemporánea, 2003, n. 25, p. 158.

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Sólo once días después de su llegada el embajador Hayes envía un telegrama al coronel Donovan a quien hace llegar sus necesidades en materia de propaganda tanto en cuanto a personal como a fondos y equipo. Así le solicita un hombre conectado con la industria del cine «que pueda obtener películas adecuadas y exhibirlas aquí y también conectar con la gente de la industria del cine de su país». Pide además la presencia de un periodista con experiencia y buen juicio a ser posible católico, aunque eso no fuera indispensable. En todo caso «este hombre debe tener como asistente un católico profundamente sincero que pueda intimar con los eclesiásticos», y afirma luego que «Emmet Hughes debería ser el asistente con una paga del COI de mil dólares además del sueldo como empleado de la Embajada». Así Hayes pudo traer a Madrid a su alumno.7 Hughes llega a Madrid y comienza a trabajar bajo las órdenes de Earl T. Crain. Hayes afirma de él: Hughes demostró un gran interés en el trabajo y una capacidad inusual, especialmente teniendo en cuenta su juventud. Cuando Crain cayó enfermo de tuberculosis, producto de la cual hubo una sobrecarga de trabajo, Hughes se hizo cargo de la sección de prensa, donde estableció un sistema de organización mucho más eficaz.8

Así Emmet J. Hughes ocupa de hecho el puesto de Agregado de Prensa de la Embajada. La OWI está a punto de nacer como tal pero todavía todas las tareas de propaganda exterior dependen del FIS que a su vez depende del COI, es decir, de Donovan. Hayes contaba también para este trabajo de propaganda con los periodistas: Foltz, de la Associated Press, trabajaría como nuestro informador, lo que podría llevar al Times a hacer lo mismo en España. Crain, un secretario de la embajada con buena reputación, serviría de enlace y en general para dirigir y supervisar.9

Carlton Hayes abandonó Madrid el domingo 14 de enero de 1945, en marzo de ese mismo año llegó su sucesor Norman Armour. La guerra 7 Cfr. Telegrama del embajador Hayes al coronel Donovan (in person) de 27 de mayo de 1942 en NAW, RG 208, E. 380, b. 19. 8 Carta del embajador Hayes al secretario de Estado de 7 de agosto de 1943 a la que se adjunta un memorándum donde se critica el trabajo de William Patterson al frente del Outpost de la OWI en Madrid, en NAW, RG 59, b. 87 (DS 103.916602/1423 GS AW). 9 Telegrama del embajador Hayes al coronel Donovan (in person) de 27 de mayo de 1942, op. cit.

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en Europa estaba a punto de acabarse. De los dos años y medio cruciales que pasó en España, el embajador Hayes nos ha dejado un testimonio precioso en su obra Wartime Mission in Spain, editada en 1946 y traducida y publicada en España ese mismo año (Misión de Guerra en España). Se hace inevitable la comparación con otra obra fundamental, Ambassador on Special Mission, del embajador británico Sir Samuel Hoare, publicada el mismo año 1946. Mucho más aguda y crítica con el franquismo no fue traducida en España en aquellos momentos. José María de Areilza publicó en 1947 su obra Embajadores sobre España en la que critica duramente a Hoare y salva en todo momento a Hayes, en un capítulo que titula nada menos que «Carlton Hayes dice la verdad».10 El libro de Areilza está prologado por Gregorio Marañón y quizá en este prólogo encontramos algunas alusiones muy significativas como cuando califica al libro de Hayes como «la obra, digna, veraz, respetuosa, aunque un tanto ingenua, que corresponde a un profesor de Historia». Mientras que de la obra de Hoare que «ha producido estupefacción entre los propios ingleses, aun entre aquellos cuya hostilidad hacia la España actual está fuera de dudas». La animadversión que el que fue alcalde del Bilbao recién ocupado por los franquistas en 1937 y luego director general de Industria demuestra hacia Sir Samuel Hoare y la complacencia con lo escrito por Hayes hace casi que huelgen otros comentarios. Hayes justifica en todo momento su trabajo en España, no sin razón, pues España no sólo no entra en guerra sino que al final de la guerra adoptó una actitud benevolente hacia Estados Unidos. Hombre católico y conservador no plantea una actitud excesivamente crítica con el régimen imperante en España. La considera un puente necesario para las relaciones de Estados Unidos con Hispanoamérica donde, afirma que España no tiene pretensiones políticas que puedan contrarrestar la influencia estadounidense. Sostiene que hay menos diferencias entre España e Hispanoamérica que entre Inglaterra y Estados Unidos. Llega a afirmar que tanto los países hispanoamericanos como España tienen una tendencia a recurrir como solución política a la dictadura militar. En todo momento defiende una política de no ingerencia en los asuntos internos españoles. Es consciente de que la opinión pública en Estados Unidos no deja de ver en el franquismo un régimen demasiado parecido a los del Eje y llega a sostener que el Gobierno Federal y el De10 Véase: AREILZA, José María de: Embajadores sobre España, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1947 (cap. II, «Carlton Hayes dice la verdad», pp. 67-99).

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partamento de Estado deberían influir en la opinión pública y en los medios de comunicación para evitar toda ingerencia: a medida que Estados Unidos proyecta su liderazgo mundial en la reconstrucción de la posguerra así como en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, es deseable que nuestro gobierno, particularmente el Departamento de Estado, consolide y haga más eficaces sus vínculos con la prensa estadounidense y otros líderes de opinión, de tal modo que contribuyan activamente a la creación y el mantenimiento de una opinión pública ampliamente informada. Esto se aplicaría a nuestra relación con España y otros países.11

Su visión de España no deja de ser muy tolerante con el régimen ninguno de cuyos aspectos más negativos critica en ningún caso. Acepta la situación de hecho como buen diplomático y sostiene que la amistad con España, sea cual sea su régimen, e independientemente de la opinión que de él se tenga en Estados Unidos, es esencial para la política europea de la que ya se perfila como una superpotencia mundial. Hoare y Hayes convivieron en Madrid con los representantes diplomáticos del Eje y los de otros muchos países. El tejer y destejer de la actividad de todos esos diplomáticos en la España más o menos neutral de la Segunda Guerra Mundial es un aspecto que no podemos tratar desgraciadamente aquí. Ya hemos citado la excelente obra de Massimiliano Guderzo, Madrid e l’arte della diplomazia, que se ocupa con rigor y abundancia de fuentes de estas cuestiones. En enero de 1945, cuando el embajador Hayes está a punto de abandonar Madrid, tuvo entrevista con José Doussinague, Jefe de la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores español. En ella le promete que hará todo lo posible para explicar en Washington la política de España que, en opinión de Doussinague, Hayes entendía perfectamente. El embajador llegó a decirle que de haber sido un político español entre 1940 y 1942 hubiera hecho una política germanófila a fondo, como única manera de evitar la invasión alemana. Sin embargo, afirma también que «tres graves errores ha cometido Alemania, sin los cuales hubiera ganado la guerra». En primer lugar, no haber invadido España en junio de 1940, para cerrar Gibraltar; no haber realizado a fondo la campaña del Norte de África, con todo su Ejército para cerrar Suez y, por último, su ataque a Rusia.12 11

HAYES, Carlton: Wartime Mission in Spain, op. cit., p. 309. Afirma también que «Ellos, por lo que se refiere al primer punto —continuaba el Embajador—, actuaron bajo la sugestión del estudio de las campañas napoleónicas, que fueron tan difíciles en España y pensaron que no les convenía abrir una campaña en la Península Ibérica, en la que sin duda hubieran tenido rápidos triunfos, pero teniendo 12

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El Outpost de la OWI en Madrid En el momento de crearse la OWI (13 de julio de 1942) Hughes, con un cargo no muy definido todavía, pasó a organizar el Outpost of the Office of War Information en Madrid. De todos modos, poco después de su llegada a Madrid, Hughes consiguió permiso para alistarse en el Ejército del norte de África. Allí fue asignado a la Office of Strategic Services (OSS). En diciembre de 1942 William D. Patterson llega a Madrid para encargarse de las actividades de prensa y propaganda como Chief Representative of the OWI in Spain. En algunos documentos figurará también como agregado de prensa. En ningún momento llegó a entenderse con el embajador Hayes: Desde que Patterson llegó a Madrid, el pasado mes de diciembre, he tenido dificultad en comprobar qué es lo que hace exactamente la sección de la prensa. En numerosas ocasiones me ha dado respuestas evasivas e inexactas al respecto. Insistí durante muchos meses para sacarle información concreta sobre el esfuerzo que hacía para poner un poco de orden en la sección de prensa, pero sin resultados.13

Hughes volvió a Madrid probablemente en febrero de 1943 y asumió de nuevo su tarea bajo las órdenes de Patterson como Assistant Representative OWI in Spain. Patterson concebía su trabajo al parecer como algo volcado al exterior, una especie de relaciones públicas muy poco preocupado de la organización que dirigía: Patterson ha demostrado un considerable interés por su trabajo. A su manera, ha trabajado duro. Sin embargo, es por naturaleza un «hombre de la calle». Mientras que insiste en continuar administrando la oficina, se ausenta durante la mayor parte de la jornada, tiempo durante el cual evidentemente descuida la rutina del trabajo, no está disponible para atender las consultas de aquéllos que desempeñan ese trabajo, que es fundamental para la producción que contar con que Inglaterra y los Estados Unidos vendrían a desembarcar en ese país rodeado de costas por todas las partes y donde la operación de desembarco les era más fácil...» Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Leg. R-2421, Exp. 4. Citado por POZHARSKAYA, Svetlana: «España en la II Guerra Mundial. Versiones historiográficas y documentos», en Portal del Hispanismo, Instituto Cervantes (http://hispanismo. cervantes.es). 13 Carta del embajador Hayes al secretario de Estado de 7 de agosto de 1943 a la que se adjunta un memorandum donde se critica el trabajo de William Patterson al frente del Outpost de la OWI en Madrid, op. cit. En esta carta se hace mención al telegrama número 1995 de 31 de julio de 1943 en el que Hayes solicita al Departamento de Estado que Patterson abandone Madrid. No hemos podido localizar el telegrama.

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de los boletines y para la distribución de todo el material informativo. Yo mismo he tenido grandes dificultades para comunicarme con él./ Patterson ha hecho un número interesante de contactos en Madrid, la mayoría de ellos, sin embargo, ha expensas de la buena gestión de la oficina/ (...) ha demostrado una falta notable de franqueza en sus informes a la OWI. Con frecuencia exagera los logros de la oficina y minimiza sus errores./ Esa misma falta de honestidad la ha tenido conmigo. Como dije en mi telegrama, no puedo dar por cierto nada de lo que me diga.14

Patterson abandonó Madrid a principios de agosto de 1943, desde el 13 de septiembre de 1943 Emmet J. Hughes figura como Acting General Representative OWI in Spain.15 Desde mayo de 1944 firma todos sus documentos como Press Attaché.16 Hayes se había salido con la suya y su protegido, católico irlandés como él, asume desde entonces toda la responsabilidad de prensa y propaganda. La gestión de una oficina de prensa en un país como España es una tarea importante y delicada que requiere honestidad y capacidad para colaborar estrechamente con la embajada. Patterson ha demostrado que no posee ninguna de estas cualidades, y, por tanto, he solicitado su relevo. Afortunadamente, tenemos a Hughes en Madrid, ya que ha demostrado habilidad para hacerse cargo de un puesto como éste de forma satisfactoria cuando se le ha dado la autoridad para ello. Debo enfatizar la importancia de dejar a Hughes al frente.17

En Washington y Nueva York causó sorpresa y cierta perplejidad la insistencia de Hayes tanto en que Patterson abandonara Madrid como que Hughes se hiciera cargo de sus tareas. En un Memorandum of conversation del Departamento de Estado firmado por W. E. DeCourcy se informa de que T. L. Barnard (Associate Chief, Representation Service Bureau, OWI) también recomendaba que «en vista de la fuerte implica14 Carta del embajador Hayes al secretario de Estado de 7 de agosto de 1943 a la que se adjunta un memorandum donde se critica el trabajo de William Patterson al frente del Outpost de la OWI en Madrid, op. cit. 15 Hughes fue nombrado Acting General Representative of the OWI en Madrid por carta de Sherwood de 8 de septiembre de 1943. Su nombramiento fue efectivo en Madrid el 13 de septiembre. Cfr. Operations Report-September and October de Hughes a Sherwood de 1 de noviembre de 1943, en NAW, RG 208, E. 367, b. 347. 16 De todos modos en febrero de 1944 Hughes abandonó su cargo temporalmente siendo sustituido en sus tareas por Gordon F. Wise bajo la supervisión de uno de los secretarios de la Embajada, Haering. Aunque su ausencia fue breve llegó a pensarse en nombrar un sucesor para lo que Hayes exigía ser consultado por la OWI. Cfr. carta del embajador Hayes a la OWI de 5 de febrero de 1944 en NAW, RG 59 (DS 124.526/259). 17 Carta del embajador Hayes al secretario de Estado de 7 de agosto de 1943 a la que se adjunta un memorandum donde se critica el trabajo de William Patterson al frente del Outpost de la OWI en Madrid, op. cit.

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ción mostrada por el embajador, Patterson debería ser relevado». Sin embargo se da cuenta del desacuerdo de Barnard y del propio Sherwood sobre Hughes tanto por su juventud como por su vinculación personal al embajador que le dominaría por completo. Y se recomienda buscar un nuevo responsable para Madrid.18 El asunto debió tener incluso mayor repercusión. Sobre todo desde el punto de vista del respeto de las distintas confesiones religiosas en Estados Unidos. El que un simple ciudadano del estado de Nueva York que se dirige al Departamento de Estado quejándose de la publicación por parte de la Embajada de Madrid de El Mundo Católico, al que nos referiremos luego, llegue a afirmar que el embajador Hayes «miembro de la Iglesia Católica, tuvo que destituir al agregado de prensa de la Embajada, por oponerse a una política que entraba en conflicto con la doctrina estadounidense de la separación entre el Estado y la Iglesia»,19 indica hasta que punto el eco de semejantes cosas podía repercutir en Estados Unidos. Fue inteligente por parte de Roosevelt nombrar a un irlandés católico como embajador en la España de Franco y, en efecto, su «militancia» religiosa podía favorecer los intereses estadounidenses en España pero podía provocar tensiones entre conciudadanos de otras confesiones. No hemos encontrado otros documentos oficiales que se hicieran eco de este aspecto del enfrentamiento entre Patterson y Hayes. En cualquier caso, Hughes siguió en Madrid y asumió toda la responsabilidad de la OWI tal y como recomendaba Hayes. El temperamento del embajador Hayes y lo delicado de su misión en España creó en él una cierta obsesión por el control de toda actividad que directa o indirectamente se relacionase con la Embajada. No sólo tuvo problemas con la OWI y Patterson sino que también los tuvo, como no podía ser menos, con la OSS. Hayes temía que tanto una actividad de propaganda que pudiera entrar en contradicción con su actividad diplomática como las labores de espionaje, pudieran empañar su tarea. Creía que la posición de Estados Unidos en España durante la guerra —y previsiblemente en la posguerra— pasaba sobre todo por acuerdos e intercambios económicos.20 Al menos ante las autoridades españolas, el cargo de Hughes era el de Agregado de Prensa, como figura en todos los membretes. Sin embar18

«Memorandum of Conversation» entre T. L. Barnard y W. E. DeCourcy de 4 de agosto de 1943, en NAW, RG 59, b. 87 (DS 103.916602/1407 GS AW). 19 Carta de S. Miles Bouton (Ashville, New York) al secretario de Estado de 1 de febrero de 1944, en NAW, RG 59, b. 732 (DS 124. 526/ 258). 20 Cfr. GUDERZO, Maximiliano: Madrid e l’arte della diplomazia, op. cit., p. 273. También sobre la actividad de la OSS en España en 1943, veáse Ibídem, pp. 271-273.

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go en parte de la correspondencia dirigida a Estados Unidos figura como Acting Chief Representative OWI in Spain. En cualquier caso era el encargado de todo lo referente a cuestiones de información y propaganda. Probablemente fue el soldado raso que tuvo una más alta responsabilidad de todo el ejército norteamericano. No abandonaría su cargo hasta 1946.21 Como acabamos de ver la OWI no existe como tal hasta bien entrado 1942. En España no comienza a funcionar hasta mediados de agosto de ese mismo año. Sus primeras armas fuera de Estados Unidos las hará durante la invasión del norte de África, momento en el que precisamente Hughes entra en contacto con ella. La Outpost de la OWI tenía pues un carácter relativamente independiente. En octubre de 1942, antes de operación Torch, Hughes prepara un informe dirigido a la OWI sobre Organization and Operations of Madrid Outpost donde se describe la puesta en marcha de esta dependencia de la Embajada. Durante el verano de 1942 se había trasladado de la sede de la Embajada a Don Ramón de la Cruz n.5 (Byne House), que empieza a ser conocida como La Casa Americana. El edificio cuenta con cuatro plantas y Hughes lo considera excelente para desarrollar su trabajo. Éste se organiza en cuatro divisiones: Editorial Division; Publication Division; Distribution Division y Photographic Division. Esta organización tiene inicialmente un carácter provisional y se hará más compleja con el tiempo. Así describe las ideas esenciales que configuran el carácter de la nueva organización: 1. Esta organización, es una agencia gubernamental independiente, forma parte de la Embajada de Estados Unidos - en el sentido que forma parte 21 Hughes estuvo en España hasta 1946 y publicó un libro sobre la España de Franco en 1947 (Report from Spain). En 1946 pasó a dirigir la oficina de Time-Life en Roma, de donde pasó a Berlín en 1948 con el mismo cargo. En 1949 volvió a Nueva York como director de colaboraciones («articles Editor») de la revista Life. En 1952 el partido republicano recurrió a la ayuda de Henry R. Luce, director de Life, y aunque Hughes era de convicciones mucho más liberales que Eisenhower, colaboró con la Administración Eisenhower y le preparó algunos de sus más importantes discursos durante la campaña y la presidencia, pero abandonó la Casa Blanca en septiembre de 1953. Eisenhower recibió su ayuda para la reelección y en algunas otras ocasiones. Sobre su experiencia con el presidente Eisenhower publicó en 1963 The Ordeal of Power. Antes había publicado, America the Vincible (1959) donde no dudó en criticar aspectos de política exterior y defensa del general Einsenhower. Por otro lado siguió trabajando siempre en el imperio periodístico de Luce, hasta marzo de 1960, en que pasó a trabajar para la familia Rockefeller como director de relaciones públicas. En noviembre de 1962 pasó a trabajar para Newsweek y Washington Post. Murió en 1982, a los sesenta y un años de edad.

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del esfuerzo político que aquí realiza el embajador. Es, al mismo tiempo, únicamente responsable ante el embajador. // 2. Resulta evidente que nuestro gran propósito es mejorar al máximo las relaciones entre España y Estados Unidos, así como el fortalecimiento simultáneo de las fuerzas antifascista en España. Para alcanzar este objetivo, la propaganda y las «relaciones culturales» son instrumentos perfectamente lógicos. // 3. Aunque los dos métodos de acción citados son, en muchos sentidos, similares, precisan de tiempos y condiciones diferentes. La balanza se inclina hoy a favor de la propaganda - un programa informativo y proselitista que sea un programa de la guerra, inmediato en sus objetivos de guerra. // 4. Por consiguiente, el «conducto» que ahora se organiza es un centro de propaganda donde el trabajo tiene una prioridad extrema, y donde las actividades pueden conducirse para alcanzar este objetivo, pero nunca para obscurecerlo u obstaculizarlo.22

Meses después el trabajo había ido organizándose. La estructura originaria no varió sustancialmente pero se fueron definiendo cada vez mejor los fines específicos y las metas a las que pretendía llegar. Con fecha 17 de marzo de 1943 un documento de la OWI describe así sus propósitos respecto a España: Para fomentar el respeto hacia Estados Unidos y los miembros de Naciones Unidas, para fomentar la confianza en nuestra victoria total sobre el Eje, y para convencer a los españoles de que su continuidad histórica como nación depende del triunfo de las Naciones Unidas. 2. Para evitar que España se convierta en una base de operaciones del Eje contra las Naciones Unidas. 3. Ante la posibilidad de que Alemania invada España, para estimular a los españoles —a todas las clases— a hacer la trayectoria del invasor tan difícil y peligrosa como sea posible.23

En julio de 1944, ya liberada Roma y mientras las tropas aliadas avanzan en Italia hacia Toscana y en Francia hacia París, las actividades de la OWI en Madrid están en plena efervescencia. De Hughes depende un complejo organigrama que desarrolla tareas en múltiples campos. Así describe él mismo su tarea en ese momento: Como agregado de prensa y jefe representante de la OWI, tengo las siguientes responsabilidades administrativas: (a) aplicar e implementar la política ordenada por mis superiores de la OWI en Washington y el embajador en Madrid; (b) introducir cambios en esa política, consultando con el embajador en Madrid personalmente y con la OWI en Washigton a través de los servi22

Informe de Emmet J. Hughes a la OWI de 28 de octubre de 1942 (Organization and Operations of Madrid Outpost), en NAW, RG 208, E. 387, b. 726. El subrayado en el original. 23 Texto recogido en un amplio documento mecanografiado, de 75 folios, firmado por Alicia Gallagher, con fecha 28 de octubre de 1944 y titulado Basic Report. Madrid Outpost, en NAW, RG 208, E 6J, b. 4.

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cios de cable o carta, (c) supervisar la oficina de la OWI en Madrid como un conjunto (nunca como varias divisiones); (d) mantener relaciones y correspondencia con funcionarios oficiales adecuados del Gobierno español; (e) estar en contacto con otras agencias de nuestro Gobierno en Madrid; (f) estar en contacto con agencias de otros Gobiernos, especialmente las secciones de prensa británica e italiana, así como con los agregados de prensa de América Latina y otros países neutrales; (g) contactar y mantener correspondencia con los consulados de Estados Unidos en España y cualquiera de las 33 oficinas consulares de países aliados, actuando con centro de distribución de nuestro material; (h) contactas personalmente con periodistas españoles y líderes de opinión, además de funcionarios oficiales, incluyendo disidentes políticos del actual régimen; (i) contactar por cable y por carta a la OWI en Washington para preparar los informes mensuales y otros informes para la oficina.24

Parece obvio que los servicios de prensa de la embajada norteamericana sostuvieran relaciones especiales con sus homólogos británicos e hispanoamericanos. Pero también lo hacían con los italianos, sobre todo cuando después del armisticio de septiembre de 1943 la embajada italiana, encabezada por el embajador Paulucci di Calboli estuviera en la posición de co-beligerante con los aliados. Mientras tanto la «Repubblica Sociale Italiana», no reconocida por Franco, mantenía en España una representación oficiosa protegida por los más radicales falangistas.25 La OWI en España operaba bajo la cobertura de la oficina de prensa de la embajada norteamericana en España pues el Gobierno español no permitía de ningún modo la actividad de «agencias» extranjeras de estas características fuera de los canales diplomáticos. Algo parecido pasaba con el «Ministerio de Información» británico y, desde luego, también con los alemanes. Desde el momento en que Hughes se hace cargo, definitivamente, de las actividades de la OWI en España comienza a elaborar unos informes mensuales de actividades que remite regularmente a Nueva York. Éstos son una fuente preciosa para conocer las actividades de propaganda en España en todos sus aspectos. En ellos se puede seguir día a día la evolución de la distribución de medios impresos, material filmado, control de audiencias de radio, etc., etc. Su estructura es variable pero dedica siem24 Carta de Emmet J. Hughes, Press Attaché, a Edward Barrett, Acting Director, Overseas Branch, OWI de 13 de junio de 1944 en NAW, RG 208, E 387, b. 731. 25 Sobre la propaganda italiana en España hasta el armisticio, véase: PIZARROSO QUINTERO, A.: «Propaganda italiana en la España franquista durante la segunda guerra mundial (hasta el 8 de septiembre de 1943) en Comunicaciones presentadas al II Encuentro de Investigadores del Franquismo (2 tomos), Alicante, Institut de Cultura «Juan Gil Albert», 1995, tomo II, pp. 213-222. Véase también GUDERZO, Massimiliano: Madrid e l’arte della diplomazia. L’incognita spagnola della seconda guerra mondiale, op. cit., sobre todo pp. 324-329 y 385-390.

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pre un epígrafe al «Programa de Publicaciones», otro al «Programa de Producciones Audiovisuales», «Programa de Información y Noticias», «Programa de Fotografías», «Programa de Publicidad en la Prensa Española».26 A ellos nos referiremos cuando nos ocupemos de los distintos medios o canales de propaganda. Nos hemos referido más arriba a la actuación de los británicos en este campo y a la colaboración que llegaron a mantener en numerosas ocasiones con los norteamericanos. Sin embargo, y no sólo, por las distintas opciones políticas que sus gobiernos llegaron a sostener respecto a España, las actividades de propaganda de ambos aliados en nuestro país tuvieron unas diferencias que el propio Hughes señala en su primer informe mensual fechado el 1 de noviembre de 1943: (...) llegados a este punto, seria pertinente subrayar las diferencias entre nuestra organización y la británica. Teniendo presente las limitaciones impuestas por la situación política, la Oficina de Prensa Británica se ha centrado en una audiencia especializada y relativamente pequeña. Nosotros, en cambio, jamás nos hemos puesto límites a ese respecto y nos hemos esforzado por alcanzar un equilibrio entre las campañas de distribución especializadas y las masivas, que sólo podrían ser llevadas a cabo a través de los canales públicos habituales, cerrados en el pasado. Hemos procurado compensar al máximo, a través de nuestros propios medios de distribución, las disfunciones de esos canales. Producto de esta diferencia, hemos distribuido aproximadamente cinco o diez veces más material que los ingleses. El sistema británico se ha afirmado en la convicción, convertida virtualmente en axioma, de que los únicos objetivos apropiados son los líderes políticos del momento, aquellos que se encontraban en una posición estratégica desde la cual podían afectar el curso inmediato de la política española. Reconocemos la importancia de este tipo de trabajo por la trascendencia militar que ha tenido España para las operaciones de los Aliados del pasado año. Sin embargo, no restringimos la producción y distribución del modo en que lo hace la Oficina de Prensa Británica. Hacerlo, llevaría a confundir (a) presión diplomática o guerra política, necesariamente orientada a un objetivo concreto, con (b) operaciones informativas y de propaganda, que por definición se despliegan en un nivel popular, mucho más amplio.27

La actitud británica respecto al régimen de Franco, aunque esencialmente era análoga a la norteamericana, fue siempre más dura. Es decir, 26 El primero de estos informes comprende los meses de septiembre y octubre de 1943 (Operations Report-September and October). Continuan después con el título, ya fijo, de Operational Report for month of..., en algunos casos se agrupan dos meses. El último que hemos manejado es el correspondiente a mayo de 1945. Todos ellos en NAW, RG 208, E. 387, b. 729, 730, 731, 732. 27 Operations Report-September and October (de Hughes a Sherwood) de 1 de noviembre de 1943, en NAW, RG 208, E. 387, b. 729 y también en NAW, RG 208, E. 367, b. 347.

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los británicos practicaban la no ingerencia, aceptaban el régimen de Franco como un poder de hecho, buscaban también el mantenimiento de la neutralidad. Pero el gobierno nunca llegó a tener hacia ellos la actitud benevolente que sí llegó a tener hacia los norteamericanos y por tanto las fricciones fueron mayores. La propaganda británica buscaba como la norteamericana espacios en los medios de comunicación españoles pero los encontraron mucho menos que los estadounidenses. La BBC fue más dura que la The Voice of America con el régimen franquista, lo que provocó muchas veces el enojo del embajador Hoare, además los británicos buscaron siempre el contacto con minorías cara a una posible restauración monárquica con su apoyo una vez acabada la guerra.28 En cuanto al personal el Outpost de la OWI en Madrid contó con un alto número de dependientes que aún creció con el tiempo hasta que en las postrimerías de la guerra el propio Hayes instó a su reducción. En 1943 todavía bajo la dirección de Patterson trabajaban en la Casa Americana un total de unas cuarenta personas incluidos el propio William Patterson (Press Ataché and Director) y Emmet J. Hughes («Assistant Director»). La Editorial Division a cargo del propio Hughes contaba con Francisco Ugarte (Assistant chief and chief of all Spanish personnel), un «fotoeditor» (Adolfo Bramtot) que asimismo hacía funciones de traductor y José Méndez Herrera, traductor; además tres secretarias y una telefonista. La Production Division estaba encabezada por William Derganc (Techical Supervisor), otros dos estadounidenses y cuatro españoles, además de otros once españoles que trabajaban en la Distribution Section. La esposa de Charles Foltz dirigía la Social Division además de la biblioteca de la Casa Americana con la colaboración de dos españolas; de ella dependía también la sección de Motion Pictures que contaba con Diego Ramérez como operador y montador y otro español. Este staff de la Casa Americana contaba además con dos señoras de la limpieza, tres mensajeros, un conserje, un portero y un portero de noche.29 En junio de 1944 el personal del Outpost de la OWI constaba de trece norteamericanos y aproximadamente ciento veinte españoles, contratados como ayudantes, traductores, bibliotecarios, recepcionistas, mensajeros, operadores cinematográficos, etc. Su organización se basaba en el siguiente organigrama: un Jefe (Chief, E. Hughes), un departamento editorial (Editorial Board, de cuatro miembros todos ellos jefes de divi28 Sobre la propaganda británica en España véase: COLE, Robert: Britain and the War of Words in Neutral Europe, 1939-45, op. cit., pp. 133-146. 29 Cfr. «Staff of Casa Americana», anexo a la carta de William Patterson a James Linen (Outpost Bureau, Overseas Branch, OWI») de 28 de mayo de 1943, en NAW, RG 208, E. 387, b. 727.

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sión), una oficina administrativa (con un director y seis miembros) y seis divisiones operativas. Éstas eran las siguientes: Radio and Propaganda Analysis, News and Features (con dos secciones: News y Features), Motion Pictures, Distribution (con tres secciones: Mail, Files y Messenger), Social-Cultural y Reproduction (con dos secciones: Production y Photo). El 1 de julio de 1944 y después de una larga negociación el embajador Hayes consiguió que FET y de las JONS desalojase el edificio del Instituto Nacional para Señoritas de la calle Miguel Ángel que fue alquilado por la Embajada por cinco años para instalar su sede. El momento coincidió con una reorganización de la Embajada y de toda la presencia norteamericana en España dado el curso de la guerra.30 Acabamos de ver que en ese momento la actividad de la OWI en Madrid estaba en su apogeo. Sin embargo coincidiendo con el cambio de sede de la Embajada el embajador Hayes se plantea una disminución en las actividades de prensa y propaganda, lo que, naturalmente, afectaba al Outpost de la OWI en Madrid: (...) No tuvimos que emprender operaciones de guerra psicológica y propaganda contra el Eje en España. Habíamos vencido ya, y en toda España se sabía que la rendición incondicional de Alemania se acercaba. No había necesidad, pensaba yo, de seguir gastando grandes sumas de dinero en la impresión y distribución de propaganda de guerra. Nuestro personal en la Casa Americana debía ser drásticamente reducido. Al mismo tiempo percibí ventajas a largo plazo de crear y mantener agregadurías de prensa y cultura en las embajadas y a cargo del Departamento de Estado, después de que la OWI hubiera desaparecido. Con este propósito, envié en septiembre al Departamento de Estado un informe bastante elaborado en el que había recomendaciones específicas. T. L. Barnard, el director de ultramar de OWI que nos visitó en Madrid a principios de octubre manifestó su conformidad. Fue arreglado por consiguiente que, mientras Emmet Hughes y algunos miembros del OWI en Madrid permanecería por un tiempo, sus funciones serían restringidas gradualmente, y que todas sus funciones estarían subordinadas a la Oficina del Agregado de Prensa, que sería elegido entre los funcionarios del Servicio Exterior. En octubre, designé para el cargo de primer secretario a Philip Bonsal. Creo que demostró ser una gran elección.31

Naturalmente la actividad de la OWI no se desarrollaba sólo en la capital. A través de los consulados establecidos su material, tanto impreso como fotográfico o cinematográfico se distribuía también en las distintas provincias españolas. Se guarda en los archivos informes de los cónsules referentes a estas materias de propaganda e información. 30 31

Cfr. HAYES, Carlton J. H.: Wartime Mission in Spain, op. cit., pp. 265-66. HAYES, Carlton J. H.: Wartime Mission in Spain, op. cit., p. 267.

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En junio de 1943 se abrió una oficina de la OWI en Barcelona dirigida por John Caragol, que contaba con cinco funcionarios. Trabajaban además para la OWI dentro de los respectivos consulados y sobre todo para distribuir publicaciones algunas personas en Valencia, Sevilla, Bilbao y Vigo. «Los medios empleados para las actividades de la OWI en España han incluido, principalmente, radio, grabaciones, transmisión de noticias por cable, cuadros, radiophoto, exhibiciones de películas, préstamos en biblioteca de préstamos y espectáculos sociales».32

La oficina de prensa de Barcelona actuaba bajo la dirección del Outpost de la OWI en Madrid. Contaba con una «Aula de Producciones Británicas y Americanas», una «Aula de Producciones Audiovisuales» que programaba semanalmente proyecciones. Como el resto de los otros cinco consulados era fundamentalmente un centro de distribución de las publicaciones que se producían en Madrid o que se importaban de Estados Unidos.33 Actividades de la Office of Strategic Services (OSS) en España Madrid, como toda capital de un estado neutral que mantiene relaciones diplomáticas con ambos bandos contendientes, era un nido de espías. Ya hemos visto hasta que punto pueden llegar a confundirse las tareas de la información pública y la propaganda con las de «inteligencia». A pesar de todo tienen una diferencia esencial. El propagandista intenta trasmitir una información a un determinado objetivo, generalmente lo más amplio posible. Para ello necesita conocer muy bien el terreno. El espía, en cambio, es aquel que recoge esa información, la selecciona y la analiza. Muchos informes sobre la situación española, que elaboraba la Oficina de Prensa de la embajada norteamericana o cualquier otro servicio de la misma Embajada, eran procesados y analizados en Estados Unidos por la OSS. Muchas de las directivas de propaganda que llegaban al Outpost de la OWI en Madrid se basaban en los que sobre España elaboraban agentes de la OSS. Estos informes sobre la situación política española que indicaban hasta que punto España podía o no entrar en la guerra o que relaciones económicas mantenía con las potencias enemigas, etc. te32 33

Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, op. cit., p. 26. Cfr. Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, op. cit., pp. 67-68.

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nían tanto valor muchas veces como los puramente militares, es decir, la cesión de bases navales españolas para uso de submarinos alemanes o cualquier otra cosa. Además de algunos específicos, nos referimos fundamentalmente a los informes mensuales (Monthly Reports) del Outpost de la OWI que no sólo se ocupan del trabajo de propaganda sino que hacen referencias constantes a la situación política. El propio Donovan antes de ser nombrado Coordinator of Information estuvo en España como enviado especial de Roosevelt para pulsar la situación española en febrero de 1941. En Madrid se entrevistó, naturalmente, con el embajador Weddell y con el embajador Hoare. Estados Unidos todavía no estaba en guerra.34 En marzo de 1941 también fue enviado a España el teniente coronel Robert Solborg que despues con Donovan sería uno de los fundadores de la OSS. Procedía del norte de África y, en contra de la visión de los británicos que preveían una inminente penetración alemana en España, informó que ésta no era previsible inmediatamente.35 Solborg fue el primer representante del COI en Portugal. Llegó a Lisboa en febrero de 1942. Organizó por su cuenta contactos en Madrid y sobre todo en el Marruecos francés, donde prometió armas y apoyo de Estados Unidos a oficiales franceses, lo que hizo que Donovan lo expulsase de la OSS.36 De todos modos el Estado Mayor Americano lo mantuvo como Agregado Militar en Lisboa desde donde controló una red de agentes en la Europa ocupada y en España. Su conflicto con Donovan coincidió con el conflicto de la OSS en España con el embajador Hayes al que nos referiremos a continuación.37 La OSS estaba organizada en distintas secciones.38 Los agentes sobre el terreno en los países neutrales provenían del Secret Intelligence Branch. En buena medida los agentes de la OSS en España y Portugal actuaron coordinadamente.39 De todos modos se simultaneaban operaciones de distinto carácter. Así desde Estados Unidos y más tarde desde 34

Cfr. SMITH, Bradley F.: The Shadow Warriors. O.S.S. and the Origins of the C.I.A., op. cit., p. 47 y SMITH, R. Harris: OSS. The Secret History of America’s First Central Intelligence Agency, op. cit., p. 77. 35 Cfr. SMITH, Bradley F.: The Shadow Warriors. O.S.S. and the Origins of the C.I.A., op. cit., pp. 58-59. 36 Cfr. SMITH, Bradley F.: The Shadow Warriors. O.S.S. and the Origins of the C.I.A., op. cit., pp. 145-146. 37 Cfr. TELO , António José: Propaganda e guerra secreta em Portugal (1939-1945), op. cit., pp. 124-125. 38 Veáse: BROWN, Anthony Cave (ed.): The Secret War Report of the OSS, op. cit., sobre todo el cap. 2 («The Structure of the OSS»), pp. 62-133. 39 Sobre las actividades de la OSS en Portugal, véase: TELO, António José: Propaganda e guerra secreta em Portugal (1939-1945), op. cit., pp. 122-145.

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los cuarteles norteamericanos del norte de África se planearon acciones de las que los agentes de la OSS en Madrid no tenían la menor información y mucho menos el embajador Hayes. Hayes no sólo tuvo problemas con Patterson como jefe del Outpost de la OWI en Madrid, también los tuvo con los agentes de la OSS. El embajador Hayes pretendía controlar y centralizar toda actividad que de una manera y otra implicase la imagen de su embajada y en general de Estados Unidos. Hayes tampoco llegó a entenderse nunca con Di Lucia que dirigía las actividades de espionaje de la OSS en España y Portugal bajo la cobertura de la agregaduría comercial en la embajada estadounidense en Lisboa. Tampoco con otros agentes como Jack Pratt, Frank Ryan o Gregory Thomas. Ya hemos hablado de la obsesión de Hayes sobre las actividades de propaganda y espionaje que podían empañar lo delicado de su misión. Los problemas entre la OSS en España y el embajador Hayes comenzaron poco después de su llegada a Madrid: Ya en agosto de 1942, el embajador se quejó al Departamento de Estado de que “la información” que era enviada a Washington por los hombres de la OSS en España era “poco más que rumores”. A finales de ese año, el embajador y Donovan intentaron limar asperezas, pero pronto Hayes recomendó que la OSS en España fuera puesta bajo la autoridad del agregado militar de la embajada. Cuando Washington no pudo aceptar esta sugerencia, el volumen y la fecuencia de las quejas de Hayes fueron en aumento. En la primavera de 1943, el embajador se había comprometido a colaborar en la organización de la guerra subversiva y, mientras reunía evidencias que respaldaran su desacuerdo con la OSS, espetaba el momento preciso para un ataque total a la organización de Donovan.40

Una de las operaciones de la OSS de la que no tuvo información el embajador Hayes y que provocó el llamado «incidente de Málaga» y culminó en enfrentamiento de la Embajada con la OSS fue la organizada por Donald Downes.41 A principios de 1942 Donald Downes, que había trabajado como agente del «Inteligencia Naval Americana» en los Balcanes y el Próximo Oriente y en el británico M16 en Estados Unidos comenzó a trabajar con Donovan. Uno de sus primeros proyectos fue el organizar un grupo de españoles exilados para futuras operaciones de espionaje en España. Para ello se puso en contacto con Julio Álvarez del Vayo, a la sazón exilado en Estados Unidos y con José Aguirre del Partido Nacionalista Vasco, 40 SMITH, Bradley F.: The Shadow Warriors. O.S.S. and the Origins of the C.I.A., op. cit., p. 189 y las referencias allí citadas. 41 Para describir de manera sucinta esa operación seguimos fundamentalmente a SMITH, R. Harris: OSS. The Secret History of America’s First Central Intelligence Agency, op. cit., pp. 74-82.

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quienes a su vez le pusieron en contacto con el gobierno republicano español en el exilio en Ciudad de México. En noviembre de 1942 Downes disponía ya de un equipo en el que había también algunos ex-miembros de la Brigada Lincoln. Después del desembarco en el norte de África Downes y su equipo de unos veinte hombres partieron para trabajar en la Intelligence Division del V Ejército de Mark W. Clark. Downes amplió su campo de alistamiento en los campos de concentración argelinos donde sobrevivían numerosos republicanos españoles. Cuando tenía preparado un amplio grupo no le fue concedida la solicitud de liberarlos, pero él organizó su fuga e instaló su base bajo la cobertura de una falsa estación metereológica unos 70 km. al sur Oujda en Argelia. En principio se preparaban para infiltrarse en el Marruecos español caso de una invasión alemana de éste u otra eventualidad. Incluso se planeó, con el apoyo explícito del propio Donovan, infiltrar a gente en mismo territorio español metropolitano. En junio de 1943 Downes mandó a su primer destacamento a Málaga en una barca de pescadores. Entretanto Downes se había entrevistado con Juan Negrín en Inglaterra, quien, con demasiado optimismo, le garantizaba un levantamiento general en España contra el régimen de Franco. Poco después mandó otro grupo a Cádiz. Ambos grupos disponían de armas ligeras y equipo de radio, y estaban coordinados con los servicios secretos británicos. El grupo de Málaga fue capturado por la policía española que, tanto por el material intervenido como por las confesiones arrancadas bajo tortura, podía probar la directa implicación norteamericana. El incidente provocó una protesta formal del Ministerio de Asuntos Exteriores al embajador Hayes. También hubo terremoto en Washington donde Donovan afirmó desconocer la operación aunque terminó aceptando que la había impulsado y que había sido aprobada por la sección de Inteligencia del V Ejército. Este incidente reforzó la posición de Hayes en su exigencia de limitar y controlar las actividades de la OSS en España. Desde abril de 1943 el nuevo jefe de la misión de la OSS en España era Gregory Thomas que tampoco fue santo de la devoción del embajador. Hayes llegó a enviar un despacho al secretario de Estado Hull en el que criticaba abiertamente toda la actividad de la OSS en la península ibérica y tachaba de incompetentes a sus agentes.42 42 Despacho (n. 991) del embajador Hayes al secretario de Estado de 16 de junio de 1943 en NAW, RG 226, E. 146, b. 192, citado en GUDERZO, Maximiliano: Madrid e

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Probablemente uno de los momentos en los que España tuvo mayor interés estratégico para los aliados fue en los meses anteriores a la operación Torch y luego a la consolidación aliada en el norte de África hasta la caída de Túnez en 1943. Así describe el historiador oficial las tareas de la OSS en España: (1) la protección de toda la información, militar, política y económica, sobre un posible golpe de Estado o invasión nazi; (2) la protección de la inteligencia respecto a la ayuda española, económica o de otro tipo, al Eje, al extremo de que tal ayuda pueda ser expuesta o bloqueada; y (3) reunir la clase de material que pueda ser vital para los Aliados si la Península Ibérica se convierte en un campo de batalla (incluido el reclutamiento de los agentes con los que se podría contar ante esa eventualidad).43

Desde febrero de 1943 todas las operaciones de la OSS en la península ibérica estuvieron bajo el control directo de Eisenhower. En el momento de la operación Torch el servicio de Secret Intelligence (SI) de la OSS contaba con ocho agentes en España y Portugal incluidas las Islas Canarias. Éstos no estaban al tanto de operaciones como la organizada por Donald Downes. Además de este tipo de operaciones la OSS disponía en Madrid de distintos grupos de agentes dedicados a una tarea mucho más callada, recoger y procesar información. Estos grupos recogían muchas veces información análoga a la de los servicios diplomáticos pero obviamente pretendían llegar más allá. También organizaban redes en las que entraban en contacto con las organizaciones de los vencidos en la Guerra Civil, a pesar de que eran conscientes del riesgo que suponía este tipo de actividad. Los informes que remitían estas redes llegaban por distintos conductos hasta Washington. En los archivos de la OSS se conservan todo tipo de éstos sobre fortificaciones, movimientos de tropa, de material, etc. en España. No faltan en ellos los croquis, dibujos y mapas. Los hay además sobre la situación en Alemania obtenidos de combatientes de la División Azul de regreso a España.44 Llegaban asimismo otros de más fácil obtención como por ejemplo una lista de «Emisoras de Radio españolas», es decir, todas las EAJ.45 También llegaban algunos sobre las organizaciol’arte della diplomazia. L’incognita spagnola della seconda guerra mondiale, op. cit., p. 272. 43 BROWN, Anthony Cave (ed.): The Secret War Report of the OSS, op. cit., p. 157. 44 Muchos de estos informes procedentes de España pueden verse en NAW, RG 226, E 97, b. 18, b. 19 y b. 20. 45 Spanish Radio Stations en NAW, RG 226, E. 97, b. 20 (f. 344). Sobre el origen de la sigla con la que se denominaban las radios comerciales en España Ezcurra afirma

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nes de Falange en el norte de África y sus relaciones con los servicios alemanes de espionaje,46 incluso se da cuenta de una operación preparada para desarticular la red alemana en Melilla.47 Ya en las postrimerías de la guerra, en 1945, se multiplican los informes sobre alemanes que se asientan en España.48 Estos agentes muchas veces anónimos son excelentes informadores. La lectura de sus textos en español se vuelve algo delicioso y merecería un estudio en el cual no podemos detenernos ahora. Naturalmente los nombres con que son conocidos no son sus verdaderos nombres. Así figura Valle, Pepín, Concha, Conde, Polar, y tantos otros. Valle, cuya identidad no hemos podido localizar controlaba una amplísima red cuyos informes eran muy apreciados, conocida como Valle’s Chain.49 En general estos grupos o redes funcionaban al margen de la Embajada que, a pesar de los esfuerzos de Hayes, no podía controlarles completamente. Entre ellos puede mencionarse el trabajo que realizó Aline Griffith. De enero de 1944 hasta el final de la guerra, Aline Griffith trabajó en Madrid al servicio de la OSS.50 Su trabajo se desarrollaba bajo la cobertura de la American Oil Mission que formalmente dirigía Frank Ryan, que había sido Chief of SI for Spain and Portugal en Washington. Gregory Thomas seguía siendo Chief of Station en Madrid. lo siguiente: «De acuerdo con los usos y acuerdos internacionales del primer periodo de la vida de la radiodifusión, a cada licencia de emisión otorgada correspondía un indicativo compuesto por una o dos iniciales fijas para identificar el país en cuyo territorio estaba situada la estación, otra letra representativa del código admitido para cada tipo de emisora y un número de matrícula o registro de la concesión. A España correspondía las iniciales EA como distintivo y ajustó los códigos J y R, el primero para las emisoras de cuarta categoría, es decir, de radiodifusión y el segundo para las de quinta o de radioaficionado de tal forma que EAJ-1 significó “España, estación de cuarta categoría-número uno”, es decir, Radio Barcelona, etc.» EZCURRA, Luis: Historia de la radiodifusión española. Los primeros años, Madrid, Editora Nacional, 1974, p. 126. 46 Spanish German Espionage System in North Africa en NAW, RG 226, E. 97, b. 24 (f. 410). 47 Operation vs. German-Spanish Group in Melilla en NAW, RG 226, E. 97, b. 35 (f. 618). 48 La mayoría de estos informes en NAW, RG 226, E. 127, b. 1. 49 La mayoría de los informes de Valle y sus agentes pueden encontrarse en NAW, RG 226, E. 127, b. 2 (f. 11) y b. 3 (f. 14). Los informes de otros agentes de distintas provincias en NAW, RG 226, E. 127, b. 15. 50 Esta joven norteamericana, graduada en Mount St. Vincent College en 1943 después de trabajar para la OSS en España pasó a Francia y sirvió después de la guerra en Suiza. Abandonó el servicio para casarse con el conde de Quintanilla en 1948 con el que tuvo tres hijos. Se licenció en la Universidad de Madrid en 1952 y volvió a trabajar para la CIA desde 1958 hasta 1980. Es autora de una novela de espionaje basada en su experiencia en España, The Spy wore Red.

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En estas oficinas se mantenía un horario normal para no levantar sospechas. Y de hecho en ellas se cumplía con parte del trabajo que utilizaban como cobertura. Disponían de un aparato de un emisor de radio para enviar y recibir mensajes codificados. El trabajo de los agentes consistía en reclutar a otros sobre el terreno para obtener información y para mantener viva una red que pudiera ser utilizada en caso de cualquier emergencia: La mayoría de nosotros organizó redes de agentes, como nos habían enseñado, tan pronto como nos fue posible. Habíamos sido entrenados para mantener todas nuestras actividades en estricto secreto, incluso entre nosotros. Como jefa de mi red utilicé a una comunista española que había sido la secretaria privada de una mujer en la que ella tenía total confianza, porque su vida dependía de ella, y esa mujer seleccionaría a otras, y así sucesivamente, hasta reclutar a 15. Sabía que de ese modo, la última mujer de la cadena sólo conocería a aquella que la había reclutado, mientras que las otras conocerían a lo sumo a dos, de forma que si una era capturada, la cadena no se desarticularía. Estas mujeres estarían situadas en las oficinas de los sospechosos, trabajando como secretarias o criadas.51

Además de las coberturas que hemos mencionado se valieron de muchas otras. Disponían de locales, oficinas camufladas o pisos que no sólo eran viviendas. Las oficinas del Secret Intelligence de la OSS en Madrid estaban situadas en Alcalá Galiano número 4, 2.º piso. Más tarde se trasladaron a un ático sobre la residencia del embajador estadounidense en la calle Eduardo Dato, por razones de seguridad pues así estaban amparados por la inmunidad diplomática. Los agentes de la OSS en Madrid recibían instrucciones para evitar familiaridad y relaciones de amistad con el personal de la Embajada, pues estos carecían de entrenamiento de seguridad. Aunque también podemos suponer que la desconfianza de Hayes respecto a la OSS era mutua. La actividad pues de la OSS en España pudo alguna vez interferir con los designios diplomáticos que pretendía llevar a cabo Hayes y el Departamento de Estado a través de todos sus instrumentos, incluida la propaganda. En este último caso podemos afirmar que no hubo solapamiento entre ambas actividades. La OSS y sus agentes en España pretendían poner a punto potenciales operaciones de guerra psicológica caso de una entrada de España en el conflicto y, siempre, recoger la mayor cantidad de información de 51 ROMANONES, Aline: Countess of, «The OSS in Spain during World War II», en CHALOU, George C. (ed.), The Secret War. The Office of Strategic Services in World War II, op. cit., pp. 125.

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las actividades enemigas en España tanto en el terreno militar como el político y diplomático. La actividad de la OWI en España transcurría por canales fundamentalmente públicos y pretendía difundir entre los españoles la posición de Estados Unidos y dar la mayor cantidad de información favorable a la causa aliada. La contradicción mayor estaba en que uno de los ejes de la propaganda norteamericana en aquella España franquista consistía en asegurar al régimen su supervivencia siempre y cuando se mantuviese verdaderamente neutral mientras que la OSS debía preparar el escenario de una España franquista combatiendo junto a las potencias del Eje.

CAPÍTULO 5 CONCEPCIÓN Y CONTENIDOS DE LA PROPAGANDA NORTEAMERICANA EN ESPAÑA La visión de España en Estados Unidos Un elemento fundamental en toda actividad de propaganda es el conocimiento del terreno, o en todo caso, la percepción del mismo. Los norteamericanos tienen una peculiar visión de España que no siempre coincide con la realidad. Esta visión se forja sobre la base de la tradición anglosajona del exotismo de un país meridional y atrasado. Un país que conocen a través de Washington Irving y de la visión romántica que les llega en el siglo XIX. Se forja también a raíz de la Guerra Hispanoamericana de 1898 que hace de Estados Unidos una verdadera potencia mundial a costa de hacerse con los restos del imperio ultramarino español.1 La neutralidad española en la Primera Guerra Mundial aleja a nuestro país del punto de mira estadounidense. Sin embargo en los años veinte podemos hablar de un interés norteamericano por España en el terreno de las inversiones industriales y los medios de comunicación.2 1

La bibliografía sobre la guerra de 1898 es muy abundante. Hay varias obras que se ocupan de la campaña de propaganda que los medios estadounidenses realizaron animando a la intervención. Sobre el papel que la prensa norteamericana jugó en la génesis de intervención de Estados Unidos en Cuba podemos citar dos obras españolas: BERMEOSOLO, Francisco: El origen del periodismo amarillo, Madrid, Rialp, 1962 (sobre todo pp. 41-54); y el de COMPANYS MONCLÚS, Julián: La prensa amarilla norteamericana en 1898, Madrid, Sílex, 1998. Personalmente me he ocupado de un aspecto de no menor importancia pues, en 1898 es la primera vez que podemos hablar de cine bélico: PIZARROSO QUINTERO, A.: «La guerra hispano-norteamericana de 1898 en el cine», en BRONCANO, Manuel (ed.): Fin de siglo: Crisis y nuevos principios (Century Ends: Crisis and New Beginnings), León, Universidad de León, 1999, pp. 329-344; ISBN: 84-7719-751-2. 2 Sobre este aspecto he publicado un artículo donde se describe la penetración norteamericana sobre todo en el terreno de las agencias de prensa en la España de Primo de Rivera. El advenimiento de la República significó un cambio en la situación de los

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La Guerra Civil revive la visión romántica de España. El pueblo estadounidense la sigue a través de sus corresponsales que acentúan los aspectos trágicos y peculiares de nuestra contienda. La propaganda de ambos bandos en el gran país americano se apoya en distintas organizaciones, entre ellas la Iglesia Católica.3 Los corresponsales norteamericanos informaron desde los dos bandos. Muchas veces se distribuían en uno u otro según las afinidades políticas o religiosas de los medios que los enviaban. También los hubo que informaron primero desde un bando y luego desde el contrario. En otros casos hubo algunos grandes periódicos que mantuvieron corresponsales en ambos bandos. El caso más significativo de éstos últimos es el del New York Times que envió a Herbert Matthews a la zona republicana y a William P. Carney, que era su corresponsal fijo en Madrid, a la zona franquista. Matthews era un periodista objetivo que intentaba impedir que su trabajo se contaminase de simpatías o antipatías, mientras que Carney era abiertamente favorable a la causa franquista. El periódico estaba entonces controlado por los católicos que veían en las crónicas de Matthews propaganda bolchevique, mientras que antes había sido tachado de fascista por sus crónicas desde Etiopía. A pesar de la fortísima campaña contra Matthews, su mayor profesionalidad le hizo terminar obteniendo mayor crédito que Carney, aunque éste siempre contó con el apoyo de los sectores católicos más reaccionarios que tenían intereses en el periódico.4 A pesar de que el New York Times había sido uno de los primeros periódicos en dar cuenta de la intervención italiana y alemana en ayuda de los facciosos, ya en agosto de 1936 con los reportajes de Frank Kluckhohn por los que fue expulsado del territorio rebelde, lo cierto es que en los despachos de Matthews sobre la batalla de Guadalajara, todas las vemedios que hasta cierto punto vivió ese proceso de penetración. Cuando comenzaba a reactivarse, la Guerra Civil lo truncó todo. Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: «La comunicación de masas en España y EEUU (1918-1936): panorama comparado», en Revista Española de Estudios Norteamericanos (REDEN), n. 14, A. VIII, 1998, pp. 107-138. 3 Sobre esto veáse: REY GARCÍA, Marta: Stars for Spain. La Guerra Civil española en los Estados Unidos, op. cit., pp. 52-70; y también TUSELL, Javier y G.ª QUEIPO DE LLANO, G.: El catolicismo mundial y la guerra de España, Madrid, BAC, 1993, pp. 297-364. 4 Por ejemplo, en diciembre de 1937 Carney remitió una crónica con abundantes detalles sobre la ocupación de Teruel por los franquistas; el mismo día Matthews, con el famoso fotógrafo Robert Capa (autor de la más inmortal fotografía de la Guerra Civil, la del miliciano cayendo muerto segado por una bala enemiga), llegaba a Teruel, todavía en manos leales, y remitía luego desde Barcelona su crónica que el periódico hubo de publicar desmintiendo a Carney. Cfr. KNIGHTLEY, P.: The First Casualty, op. cit., pp. 198-200.

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ces que aparecía la palabra Italians, la redacción de Nueva York la sustituía por insurgents, lo que falsificaba absolutamente la realidad de la situación. Matthews continuó, a pesar de todo y de las fuertes presiones para ser retirado, escribiendo hasta el final de la guerra saliendo con el éxodo de refugiados tras la caída de Barcelona.5 Durante la Segunda Guerra Mundial seguiría siendo uno de los mejores corresponsales del gran diario neoyorquino. Entre las muchas figuras de renombre internacional que llegaron a España en apoyo de la República merece destacarse a Ernest Hemingway que vino como corresponsal de la North American Newspaper Alliance (NANA). Según algunos autores, sus crónicas periodísticas, por otra parte literariamente excelentes, pecaban de exceso de sangre y truculencia. Se ha publicado también un libro que recoge treinta crónicas enviadas por Hemingway en su versión original antes de sufrir las modificaciones de las redacciones de los periódicos de Estados Unidos. La recopilación editada por The Hemingway Review de la Ohio Northern University se debe al profesor William B. Watson. Jay Allen, que ya había cubierto para el Chicago Tribune la Revolución de Asturias de 1934 y se había quedado luego en España, se encontraba en Lisboa cuando las tropas facciosas llegaron a Badajoz. Allen se trasladó allí y pudo dar testimonio de las atrocidades cometidas. Pasó después a informar desde el bando leal mientras que su periódico enviaba a la zona rebelde a Maxwell M. Corpening. Si Allen y otros estremecieron al mundo describiendo las atrocidades cometidas por los franquistas, Carney, para el New York Times, o Cecil Garathy, para el conservador Daily Mail de Londres, se ocuparon abundantemente en sus crónicas de la represión en el campo republicano. El más logrado empleo del periodismo gráfico, donde las imágenes adquieren categoría por sí mismas, frente a un escasísimo texto, lo podemos encontrar también en Estados Unidos, en la revista Life-Magazine fundada por Henry Luce en noviembre de 1936, a pesar de que sus reportajes sobre España no sean muy numerosos. En Life aparecen los mejores ejemplos de fotografías-secuencia; además la revista no sólo indicaba la fuente de sus imágenes sino que incluía un apéndice con la biografía profesional de los fotógrafos de cuya obra se valía. Podemos hablar verdaderamente no de anónimas fotografías de prensa de cualquier agencia sino de fotografías de autor. 5

Todavía en plena en Guerra Civil Matthews publicó unas espléndidas memorias sobre su experiencia como corresponsal en la Guerra de Abisinia y en la Guerra Civil española. Véase: MATTHEWS, Herbert L.: Two wars and more to come, Nueva York, Carrick & Evans, Inc., 1938.

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El gran fotógrafo-autor, cuyos mejores trabajos serán publicados por la revista Life, será Robert Capa (Andreiyj Friedmann), húngaro que estudió en Berlín de donde huyó a París en 1933. Vino a España en 1936 con su esposa, fotógrafa como él, Gerda Taro, que murió después de la batalla de Brunete en julio de 1937. Capa abandonó entonces España y pasó a fotografiar la Guerra Chino-japonesa en 1938, acompañando más tarde al ejército estadounidense en su avance por África y Europa en la Segunda Guerra Mundial. Su fotografía del miliciano que muere, quizá la imagen más representativa de la Guerra Civil española, apareció encabezando una crónica ilustrada con fotogramas de la película de Joris Ivens, John Ferno y Ernest Hemingway, The Spanish Earth. En cuanto a la actividad extranjera en el campo cinematográfico, quizá la compañía estadounidense que se ocupó más de la Guerra Civil española fue «Universal Newsreel»; desgraciadamente la mayoría de su producción desapareció en el incendio de sus almacenes en 1978. Igualmente rodaron material sobre la guerra española, «RKO News», «Paramount News», «Movietone News» y «Pathé News». Entre los documentales norteamericanos sobre la Guerra Civil española podemos mencionar Return to Life (1938, 20 mts.), de Henri Cartier-Breson y Herbert Kline sobre los servicios sanitarios en el bando leal; también sobre la ayuda médica extranjera a la República, Heart of Spain (1937, 20 m.), de Leo Hurbitz y Paul Strand. Pero el mejor de ellos fue el ya mencionado Spanish Earth (Tierra española) del holandés Joris Ivens con la colaboración de Ernest Hemingway, tenía una duración de 58 minutos y se estrenó en el Cine Rialto de Madrid el 23 de mayo de 1938. Obra del mismo Joris Ivens es Spain in Flames (1936, 63 m.). Es decir, en el momento en que Estados Unidos entra en la Segunda Guerra Mundial la visión de España está condicionada por la Guerra Civil y por la propaganda que en torno a la misma se difundió en Estados Unidos de manera abundante. La victoria del general Franco alinea a España con las dictaduras fascistas europeas. Las voces de los republicanos vencidos ya no se hacen oír en Estados Unidos. España ha dejado de estar en primera página. En el peculiar «drôle de guerre» estadounidense, España tiene un interés secundario. A pesar de ello la diplomacia norteamericana no pierde de vista la evolución de la «neutralidad» española en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Desde el momento en el que Estados Unidos entra en guerra el interés por España se vuelve prioritario.

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La percepción de los servicios diplomáticos Los informes de la Embajada a la Secretaría de Estado sobre la situación política española se vuelven más detallados y precisos. No dejan de estar influidos por prejuicios y estereotipos. Quizá magnifican las posibilidades de una oposición que en aquellos momentos estaba en el exilio, en la cárcel o bajo tierra. Sin embargo atisban con buena intuición política las diferencias entre los distintos grupos que dieron vida al bando nacional. A pesar de todo en ellos se peca a veces de una cierta ingenuidad y simplificación. En aquella España no existía la libertad de expresión. La propaganda de las potencias del Eje circulaba con entera libertad y contaba con apoyos oficiales. Muchas más dificultades encontraba la propaganda de los aliados que tenía que buscar los resquicios que quedaban según la afinidad de los distintos medios de comunicación con los grupos que conformaban el régimen. A ello prestaron mucha atención los servicios de propaganda de la Embajada. La propaganda pues no podía dirigirse libremente a los españoles. En muchos casos el trabajo de propaganda se acercaba más al típico trabajo diplomático de acercamiento a distintos grupos y personalidades. Sólo la radio podía ser más explicita pues sus emisiones no estaban sometidas a la dictadura franquista, pero The Voice of America tenía una audiencia limitada que fue creciendo, eso sí, a lo largo de la guerra pero que siempre estuvo por debajo de la BBC. Algunas publicaciones norteamericanas en España sólo se distribuían en medios oficiales y muy raramente accedía a ellas el hombre de la calle. Era difícil, incluso, publicar comunicados de prensa. El cine fue probablemente el canal de propaganda estadounidense al que tuvo un acceso mayor el pueblo español. Buena parte de la actividad de propaganda de las potencias aliadas estaba destinada a contrarrestar la de las potencias del Eje. Muchos de sus contenidos, pues, están condicionados por los contenidos de la propaganda italiana y alemana.

La contrapropaganda estadounidense frente al Eje Los servicios de la Embajada siguen atentamente las actividades de propaganda enemigas e informan puntualmente y con regularidad de ellas a la Secretaría de Estado. La propaganda alemana en España insistía siempre en un aspecto:

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La propaganda del Eje pretende que su audiencia crea que Estados Unidos y Gran Bretaña intentan sabotear al gobierno de Franco; que los Aliados están con los “marxistas españoles” y los “rojos españoles”. Según informes del Eje, Estados Unidos (y Gran Bretaña) están desplegando su actividad antiespañola apoyando y protegiendo a elementos antifranquistas, además de continuar con sus campañas de espionaje y propaganda.6

En efecto, la actividad propagandística aliada en España tiene muchas veces un claro carácter de contrapropaganda y está dedicada a contrarrestar la omnipresente propaganda del Eje. El papel de Estados Unidos cambia, naturalmente, desde la entrada en guerra en diciembre de 1941. Instintivamente el régimen franquista percibe que ha cambiado la correlación de fuerzas. El ataque japonés a la gran base naval de Pearl Harbor tuvo amplia repercusión en los medios españoles. España se había implicado más abiertamente a favor del Eje desde el ataque alemán a la Unión Soviética en junio de ese mismo año. Sin embargo, casi podemos afirmar que la entrada de Estados Unidos en guerra fue el punto de inflexión del viraje de la política española dentro de la guerra lo que se hará patente tras el desembarco en el norte de África en noviembre de 1942 y sobre todo el desembarco en Sicilia en julio de 1943. Poco después del ataque japonés a Hawaii el embajador Weddell solicita con urgencia al Departamento de Estado que le sean enviadas publicaciones, fotografías y películas documentales, además de dinero, para incrementar la actividad de propaganda,7 siempre en función de contrarrestar a alemanes e italianos.

Los contenidos de la propaganda En cuanto a los contenidos la propaganda estadounidense va a seguir las directivas generales de la OWI y antes del COI. La OWI elaboraba semanalmente unas directivas regionales firmadas por el propio Sherwood dirigidas a España y algunas veces a España y Portugal. Estas directivas semanales son enormemente reveladoras y demuestran un seguimiento día a día de la política española y su relación con la evolución de 6

«Special Report on Axis Claims of U.S. Intrigue Against Spain» de 10 de diciembre de 1942, en NAW, RG 208, E. 380, b 19. 7 Cfr. Telegrama del embajador Weddell al secretario de Estado de 26 de diciembre de 1941, en NAW, RG 59, b. 732 (DS 124.526/180); que concluye diciendo: «Increased propaganda activity will require additional funds and I recommend that that the present allotment for this purpose be increased by $1000».

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la guerra. En cualquier caso las líneas fundamentales de la propaganda norteamericana en España, sus temas y sus contenidos pueden resumirse así: a. La acertada estrategia global de las Naciones Unidas, con un énfasis particular en el frente del Pacífico, sobre el que muy poco se sabe en España. b. La ejecución de los planes acordados en Moscú, El Cairo y Teherán. c. El fuerte respaldo popular a los planes de postguerra norteamericanos d. El respaldo sincero de América Latina a las Naciones Unidas e. Las ventajas para España de colaborar con las Naciones Unidas f. Las divergencias entre España y el Eje, sobre todos por el tratamiento dado por los nazis a la Iglesia Católica, por desprecio de Hitler hacia las naciones latinas, por el maltrato a los trabajadores españoles en Alemania, por el triste final de la División Azul, etc. g. El resurgimiento del patriotismo ruso, a partir de sus hazañas militares h. El honor de Estados Unidos, que le guarda de interferir con el gobierno de cualquier país extranjero o de violar la soberanía de cualquier nación. i. El progreso cultural, científico y artístico de Estados Unidos j. La solución democrática de los problemas en Estados Unidos.8

En efecto, estos fueron los temas principales que a través de distintos canales desarrolló la propaganda estadounidense en la España de aquellos años. La formulación de estos temas tal y como acabamos de recoger procede de un informe general de la actividad del Outpost de la OWI en Madrid fechado el 28 de octubre de 1944. Sin embargo, tenemos que ocuparnos en la evolución de los motivos de la propaganda norteamericana en España con algo más de detenimiento. Antes de la llegada de Hayes y Hughes podemos leer en un memorándum de la Psychology Division dirigido a John M. Potter del FIS un primitivo informe con sugerencias para el esfuerzo propagandístico norteamericano en España. Curiosamente se apoya en la idea de una neta separación entre las metas del pueblo español y sus gobernantes, a los que considera «dentro de la esfera de dominación del Eje», y afirma: Los españoles son una potencial fuente de apoyo a los Aliados y de oposición al Eje. Sus convicciones, intereses y aspiraciones son coherentes con las de las Naciones Unidas, pero no están en condiciones físicas ni mentales de defenderlas con tesón.9

Así concluye con una larga serie de sugerencias específicas que recogemos resumidas: 8

Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, op. cit., pp. 22-23. Memorándum de la Psychology Division: «Suggestions for Propaganda to Spain» de 30 de marzo de 1942 dirigido a John M. Potter (FIS), en NAW, RG 208, E.367, b.347. 9

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1. No se debería hacer ningún esfuerzo para que España participe activamente en la guerra (...)/ 2. El terrible sufrimiento por la falta de alimentos es innecesario (...)/ 3. La actitud de la gente hacia Franco es menos negativa que la que expresan hacia la Falange y el Ministro de Asuntos Exteriores Serrano Súñer, aunque de ningún modo El Caudillo ocupa en la mente de los españoles el lugar que Petain ocupa en la de los franceses (...)/ 4. El régimen franquista — que la gente desdeña— está ahora bajo completa dominación alemana (...) / 5. La Falange, que ahora controla todas las esferas del gobierno y de la vida española, es despiadado en sus medidas opresivas, obligando a un gran número de presos políticos a participar en las labores de reconstrucción de España, ha ignorado todas las reformas sociales y económicas liberales, incluidas originalmente en su programa.10

Como vemos, el diagnóstico sobre los sufrimientos de la sociedad española, la opresión franquista y el papel del partido único, Falange, en todo ello, es preciso y acertado. El informe continúa con referencias a la política exterior, sobre todo a las relaciones del régimen con el Eje: (...) 6. La Falange y sus socios del Eje han distorsionado continuamente la imagen de los españoles hacia el resto del mundo, etiquetando todas las fuerzas que luchan por la libertad y la democracia como grupos destructivos y al margen de la ley (evitar «anarquista», «comunista», o «rojo».)/ 7. El régimen de Franco y la presión del Eje están evitando que España tenga la oportunidad de establecer un gobierno de su elección y de volver a la estabilidad necesaria para proceder a la reconstrucción nacional (...) / 8. La dominación alemana promete traer un poco de orden y nada de libertad (...)/ 9. Para Franco y Serrano Súñer permitir a las tropas alemanas el libre tránsito por España sólo traería más penurias a los españoles / 10. Rusia, la única nación que se enfrentó a la intervención de Alemania e Italia en la Guerra Civil española, es ahora el aliado más respetado de Estados Unidos y Gran Bretaña...)/ 11. El reclutamiento y tratamiento dado a la División Azul prueban el desinterés de Alemania hacia España y el desinterés del gobierno español hacia su gente. (...).11

No desconoce tampoco el papel de la Iglesia Católica, sobre todo el que ésta podría jugar respecto a la inclinación definitiva de España hacia los aliados y su alejamiento con respecto del Eje: (...) 12. La iglesia católica española debe reconocer que Franco, Serrano Súñer y la Falange son de tendencia nazi, y debe darse cuenta, como lo tiene que hacer la Iglesia en Francia, de que no hay compromiso posible con Hitler.12 10

Memorandum de la Psychology Division: Spain» de 30 de marzo de 1942 dirigido a John M. 11 Memorandum de la Psychology Division: Spain» de 30 de marzo de 1942 dirigido a John M. 12 Memorandum de la Psychology Division: Spain» de 30 de marzo de 1942 dirigido a John M.

«Suggestions for Propaganda to Potter (FIS), op. cit. «Suggestions for Propaganda to Potter (FIS), op. cit. «Suggestions for Propaganda to Potter (FIS), op. cit.

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Por último, queremos destacar la atención que los norteamericanos prestan también a las relaciones de España con Latinoamérica y con Filipinas ocupada, en aquellos momentos, por Japón: (...) 13. Los países de Latinoamérica, cuyos lazos culturales con España son muy estrechos, han manifestado sus simpatías hacia las Naciones Unidas y han interrumpido sus relaciones con los países del Eje. / 14. España, como Estados Unidos, debe lamentar los hechos de las Islas Filipinas que se habían preparado admirablemente para la independencia y habían caído presa del invasor japonés (...)/ 15. Solamente una victoria de las Naciones Unidas permitirá que los dos grandes pueblos dentro de España, que durante años han luchado por su autonomía —los catalanes y los vascos— realicen sus aspiraciones.13

Tales sugerencias responden a una posición política antifascista y a un cierto desconocimiento de lo que era la situación española en aquel momento. Pocos meses después de su llegada, Emmet Hughes resume, dentro de una amplio informe sobre la situación española, las que a su juicio, deben ser las líneas esenciales de la propaganda norteamericana en España, mucho más ajustadas a la realidad: 1. Hay tres temas en torno a los cuales debería girar nuestro esfuerzo de propaganda —tres temas que deberíamos explotar hasta el límite: a. La enorme fuerza de la producción y esfuerzo militar americanos./ b. la solidaridad del hemisferio occidental —la solidez de los vínculos de EEUU con toda América Latina / c. El conflicto irreconciliable entre el Catolicismo y la ideología Nazi, los líderes nazis y los líderes de la Iglesia. / 2. Hay dos cuestiones que la propaganda contra el régimen no debería ignorar: a. respecto a la propaganda de radio, las presentaciones se han creado en un esfuerzo para detener las conocidas interferencias (jamming) de las emisiones americanas. En caso de asumir un tono demasiado vehemente, estas presentaciones están condenadas al fracaso b. En gran medida, los españoles no tienen que dar cuenta de los abusos del régimen. Esas denuncias sólo irritarían a los propios españoles, porque presuponen un desconocimiento por su parte de esos hechos y deben, por tanto, aclarar la naturaleza intolerable de su situación. / 3. En este momento, difícilmente podría haber algo peor que alguna evidencia de que el Gobierno americano baraja la posibilidad de hacer alguna proposición a los líderes republicanos en el exilio.14

13 Memorandum de la Psychology Division: «Suggestions for Propaganda to Spain» de 30 de marzo de 1942 dirigido a John M. Potter (FIS), op. cit. 14 Informe de Emmet J. Hughes («Observations on Current Political Condition in Spain») dirigido a la OWI (Att.: Mr. Harold Guinzberg) de fecha 1 de septiembre de 1942 y remitido por el embajador Hayes al secretario de Estado con esa misma fecha, en NAW, RG 59, DS 852.00/10129, PS/HW.

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Naturalmente las ideas de Hughes no siempre coincidían con las directivas generales de la OWI que se plasmaban más directamente en la propaganda radiofónica de la que nos ocuparemos luego. The Voice of America entraba muchas veces en contradicción con los esfuerzos que se realizaban directamente desde Madrid. Del mismo modo sucedía con la BBC. El embajador británico Hoare no cejó hasta conseguir que «Antonio Torres», es decir, Rafael Martínez Nadal abandonase sus charlas en la BBC en las que muchas veces, a pesar de su moderación, ponía en peligro el delicado esfuerzo diplomático de Sir Samuel.15 Si seguimos algunas de las directivas semanales que desde la Overseas Branch de la OWI llegaban a Madrid podemos seguir la evolución de algunos de los temas de propaganda que ya hemos visto. En realidad tenemos que entender estas directivas semanales elaboradas en Estados Unidos como dirigidas fundamentalmente a las emisiones en español de la emisora The Voice of America. Pero también llegaban al Outpost de la OWI en Madrid. Ciertamente, muchas de ellas no van a pasar de ser sugerencias que no siempre pudieron ponerse en práctica en España pues la censura del régimen hacía imposible que tales mensajes llegaran abiertamente a los españoles. Sin embargo, son suficientemente significativas. Se repite en varias ocasiones la presencia de la División Azul «combatiendo a nuestros aliados rusos en el frente oriental» para recomendar enfatizar las derrotas alemanas en ese frente o incluso que «este invierno será incluso peor para los alemanes». Se insiste en la mano de obra española que trabaja en Alemania, algo que probablemente los norteamericanos sobredimensionan.16 También se enfatizan las bajas tanto alemanas como de los países satélites, incluida España. El riesgo se hace extensivo a los trabajadores españoles en la industria alemana sometidos a los bombardeos aliados.17 Otro de los temas en los que se insiste es en las actividades de los falangistas en Hispanoamérica y en contrarrestar la campaña española sobre la Hispanidad en esos países.18 Sin embargo subrayan que «a los es15 Véase: MARTÍNEZ NADAL, Rafael: Antonio Torres y la política española del Foreign Office (1940-1944), op. cit., sobre todo pp. 135 y ss. 16 Cfr. «OWI Directive. Overseas Branch. Spain» de la semana del 4 de octubre de 1942, en NAW, RG 208, E. 6E, b. 7. 17 Cfr. «OWI Directive. Overseas Branch. Spain and Portugal» de la semana del 14 de marzo de 1943, en NAW, RG. 208, E. 6E, b.7. 18 Cfr. «OWI Directive. Overseas Branch. Spain» de la semana del 18 de octubre de 1942, y también la de la semana del 4 de abril de 1943, ambas en NAW, RG. 208, E. 6E, b.7.

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pañoles les gusta pensar que no forman parte de Europa» para afirmar inmediatamente: Deberíamos alentarles. No son parte de la Europa de Hitler, que ya ha empezado a derrumbarse. Son parte de Occidente, que es joven, fuerte y confía en la victoria.19

Hispanoamérica está siempre presente en las directivas de propaganda que comentamos. También en cuestiones específicamente políticas. Así cuando Chile rompió relaciones diplomáticas con Alemania, Italia y Japón en enero de 1943 se recomendaba subrayar el crecimiento de la solidaridad panamericana contra el Eje y el aislamiento cada vez mayor de Argentina que mantenía una posición ambigua.20 A medida que se acerca la operación Torch se insiste en garantizar que ni Estados Unidos ni Gran Bretaña tienen ambiciones territoriales en el norte de África que Tánger puede mantener su estatus y que «el territorio español será totalmente respetado y los intereses de España no se verán en modo alguno comprometidos».21 Se reitera constantemente que la «la mayoría de los españoles están en contra del Eje» lo que no deja de reflejar un cierto optimismo voluntarista por parte estadounidense. Hay que resaltar aquí también una curiosa recomendación: Debemos intentar utilizar el orgullo de los españoles y su respeto hacia el poder de tal forma que se identifiquen con el éxito de nuestras propias fuerzas militares. A nuestros hombre les gusta les gusta el ímpetu de los soldados españoles, no son profesionales. La nuestra, en cambio, es una fuerza profesional, que lucha por la libertad y la independencia. Deberíamos recalcar el heroísmo de los soldados y dejar implícito que lo hemos aprendido de ellos.22

Sobre el valor de los soldados aliados y particularmente de los americanos se insiste en distintas ocasiones: «(...) cuando se trata de valor y heroísmo, los soldados americanos no están por detrás de nadie».23 19 «OWI Directive. Overseas Branch. Spain» de la semana del 15 de noviembre de 1942, en NAW, RG. 208, E. 6E, b.7. 20 Cfr. «OWI Directive. Overseas Branch. Spain and Portugal» de la semana del 24-31 de enero de 1943, en NAW, RG. 208, E. 6E, b.7. 21 Cfr. «OWI Directive. Overseas Branch. Spain» de la semana del 7 de noviembre de 1942, en NAW, RG. 208, E. 6E, b.7 y también en «Overseas Branch O.W.I. Special guidance-Spain» de 9 de noviembre de 1942 en ibídem. 22 «OWI Directive. Overseas Branch. Spain» de la semana del 15 de noviembre de 1942, op. cit. 23 «OWI Directive. Overseas Branch. Spain» de la semana del 29 de noviembre de 1942, en NAW, RG. 208, E. 6E, b.7.

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Uno de los leitmotiv es la potencia industrial y la gran capacidad de producción que tiene Estados Unidos. A medida que avanza la guerra se resalta además el descenso de la capacidad productiva del enemigo alemán y japonés. La industria de guerra estadounidense da lugar a unos nuevos productos que alcanzan la categoría de mito, entre ellos el jeep. Curiosamente se insta a utilizar estos términos en inglés: Popularizad términos americanos tales como “jeep”, “rangers”, “Thunder-bolt”. Utilizad siempre palabras de esencia americana (excepto Fuerza Aérea); ni traducidlas ni explicadlas.24

Esta penetración lingüística a la que hoy estamos tan acostumbrados, que incluso la mayoría de las películas americanas se estrenan directamente con el nombre original, chocaba en realidad con la política lingüística del régimen que pretendía españolizarlo todo tal y como había sucedido en el régimen de Mussolini. Ciertamente, palabras como fútbol ya habían arraigado en español. El régimen de Mussolini veinte años antes había conseguido eliminar el término inglés football y sustituírlo por el muy italiano de calcio (patada) con el que se hoy de denomina ese juego o deporte en Italia. Palabras como jeep son simplemente intraducibles,25 a no ser que se llegue a pequeños circunloquios como «pequeño vehículo de combate»; términos como «todoterreno» eran inconcebibles en la época. En todo caso, es inteligente la recomendación. La adopción en una lengua de términos de otra, ha expresado siempre en la historia relaciones de dominio. No deja de ser paradójica la dificultad que tienen los estadounidenses en su propia propaganda interior al referirse al aliado soviético. El anticomunismo de entreguerras está vivo en Estados Unidos y para referirse a tan importante aliado prefieren utilizar el término Rusia. Ya hemos visto como cuando el régimen franquista intenta congraciarse con los aliados al final de la guerra lanza consignas a la prensa en este mismo sentido que coinciden plenamente con algunas de las directivas de la propaganda norteamericana: Al informar de la guerra en Rusia hay que jugar con la idea de batalla contra los invasores y de reconquista de su propia tierra para contrarrestar la idea del “peligro bolchevique” dominante en la propaganda alineada con Ale24 «OWI Directive. Overseas Branch. Spain and Portugal» de la semana del 31 de enero al 7 de febrero de 1943, en NAW, RG. 208, E. 6E, b.7. 25 La palabra «Jeep» tiene su origen en las iniciales G P de las palabras inglesas «General Purpose», es decir, para toda clase de objetivos; y en inglés se pronuncia «yip».

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mania. Se pueden recuperar frases populares comunes en España en la guerra contra Napoleón y salpicarlas en las noticias de guerra que describan las victorias rusas. No usar las expresiones “liberación” o “liberación nacional” por sus connotaciones dudosas.26

En abril de 1943, poco antes de la caída de Túnez, se resumen así los objetivos de la propaganda estadounidense en España: a. dejar claro que las Naciones Unidas están ganando la guerra. / b. demostrar que las Naciones Unidas, incluyendo América Latina, están unidas y son capaces de llevar a cabo una acción unificada. / c. Insistir en la erosión cada vez mayor del Eje, así como en el debilitamiento del ascendiente alemán sobre sus satélites. / d. indicar a qué se enfrentaría España en una Europa dominada por Alemania, en contraste a las ventajas de la neutralidad y de una colaboración estrecha con las Naciones Unidas.27

Se añade además que «debemos insistir en la cuestión de la rendición incondicional, como respuesta a cualquier posible sentimiento próximo a la paz en el bando del Eje».28 Sobre la rendición incondicional se insiste también en otras ocasiones.29 Hay otro tema que se repite en muchas directivas: la exaltación de la resistencia europea contra el nazismo, sobre todo de la francesa. Naturalmente estamos seguros que muy poco de este argumento pudo utilizarse dentro de España aunque sí, desde luego, a través de la radio. Una de las líneas de actuación de la propaganda aliada en general y particularmente norteamericana se basaba en la oposición entre la ideología nacionalsocialista y el cristianismo, particularmente la Iglesia Católica. Sobre esto podemos leer asimismo alguna directiva a enfrentarse a la idea de Alemania como salvador de Europa, tal como aparecía en la propaganda falangista. Así recomiendan: usar como un antídoto la idolatría pagana y los bárbaros horrores que los nazis han resucitado. Tomándolo de fuentes católicas, neutrales y otras.»30 En septiembre de 1943, una vez hecho público el armisticio entre Italia y los aliados, Roma fue ocupada como ciudad abierta por los alemanes. A los ojos de los católicos en el bando aliado el Papa era un pri26

«OWI Directive. Overseas Branch. Spain and Portugal» de la semana del 14 de febrero de 1943, en NAW, RG. 208, E. 6E, b.7. 27 «Weekly Propaganda Directive. Spain» del 24 de abril de 1943, en NAW, RG. 208, E. 6E, b.7. 28 «Weekly Propaganda Directive. Spain» del 24 de abril de 1943, op. cit. 29 Cfr. «Weekly Propaganda Directive. Spain» del 19 de julio de 1943, en NAW, RG. 208, E. 6E, b.7. 30 Cfr. «OWI Directive. Overseas Branch. Spain and Portugal» de la semana del 21 de febrero de 1943, op. cit.

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sionero de los nazis. La radio de la nueva república fascista, fundada por Mussolini, atacaba al Vaticano. En esta situación confusa tanto Hayes como Hughes relanzaron su propaganda oponiendo catolicismo y nazismo. La Embajada comenzó a publicar un mensual, El Mundo Católico, en el que nos detendremos más tarde, y subrayó también en otras publicaciones el peligro que la civilización cristiana corría frente al nazismo. Eran muy conscientes, desde luego, del interés que en este asunto podía tener la embajada alemana en Madrid: Cuando el último embajador alemán, Von Moltke, vino a Madrid, esta oficina fue informada de que uno de sus principales objetivos, de acuerdo con lo dictado por Berlín, era presionar al gobierno español respecto a la cuestión religiosa. Von Moltke se ha marchado y Dieckhoff ha venido, pero dudo mucho que hasta la fecha se haya hecho algún progreso en este sentido.31

Ya hemos establecido que buena parte de la actividad de la Embajada se dirigía a medios oficiales pues la falta de libertad de expresión en España hacía muy difícil dirigirse a la gente de la calle sin pasar por los controles del régimen. Todo este trabajo en medios oficiales, clásico de la actividad diplomática tenía una doble finalidad desde el punto de vista de la comunicación. En primer lugar, en los contactos con personalidades e instituciones hacerles llegar a la convicción de la inevitabilidad de la victoria de los aliados y de la contribución de Estados Unidos a la misma sobre la base de su superioridad económica, industrial, técnica, militar, etc. Por otro lado el mensaje que se dirigía a estos medios era también de garantía, por parte de Estados Unidos del régimen establecido, siempre que éste no se enfrentase al gran país americano. En segundo lugar pretendía abrir resquicios sobre todo en los medios de comunicación para que a través de ellos llegase al pueblo español el mensaje de Estados Unidos. Tenemos que dejar a parte un aspecto de la propaganda estadounidense, desde luego, la dirigida a los medios españoles en el exilio que fomentaba siempre la esperanza de que una victoria aliada propiciaría un cambio de régimen en España. En este sentido no faltaron tampoco algunos sondeos en el interior, sobre todo con los medios monárquicos y católicos. A manera de ejemplo, y en lo tocante siempre a los medios de comunicación, el embajador Hayes da cuenta de una conversación con Fran31 «Operations Report-September and October» (de Hughes a Sherwood) de 1 de noviembre de 1943, op. cit.

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cisco de Luis, presidente de Editorial Católica, al que califica de «prominente monárquico» donde éste le confiesa confidencialmente formar parte de una conspiración monárquica con Gil Robles a través de su «representante» en Madrid, Cándido Casanueva. No olvidemos que Editorial Católica editaba Ya y El Alcázar en Madrid, además de otros periódicos en provincias y que era propietaria también de la agencia Logos, lo que subraya Hayes en su carta al secretario de Estado.32 Los canales La propaganda norteamericana se valía de múltiples canales más o menos convencionales. De manera directa contaba con la distribución de diverso material impreso en lengua castellana así como de las emisiones de The Voice of America dirigidas a España. De manera más indirecta, el cine estadounidense supuso otro gran instrumento de propaganda. Aunque la tolerancia oficial a la propaganda norteamericana —mucho menos a la británica— fue creciente, lo cierto es que contó con la oposición de los elementos más radicales del régimen. La Falange ha combatido la propaganda americana en muchos frentes. Nuestras publicaciones y otros materiales han sido confiscados y las cartas, destruidas. La gente que ha recibido nuestro material ha sido arrestada, encarcelada e, incluso, expulsados de sus hogares. Los consulados estadounidenses han sido vigilados por la policía secreta que ha llegado a detener gente que sale de esos edificios. Nuestros mensajeros han sido arrestados. En los periódicos y las revistas se ha prohibido la publicación de artículos favorables a nosotros. Cuando esa publicaciones lo han hecho, han sido duramente multadas, sus directores amenazados y, en algunos casos, se les ha cortado el suministro de papel. La Falange prohibió a la prensa española publicar artículos sobre las actividades de la OWI, pero al mismo tiempo permitió que se insertaran propaganda nazi antianarquista.33

Sin embargo esta actitud se modificó sobre todo a partir de la caída de Mussolini y del éxito de la campaña en Sicilia en el verano de 1943. Así, por ejemplo, el diario Arriba publicaba el 3 de febrero de 1944 un editorial titulado «La neutralidad reconocida» dedicado a subrayar este hecho, por parte de la diplomacia norteamericana. Las consignas a la prensa cambiaron claramente entre 1943 y 1944, como hemos visto más arriba. 32 Cfr. carta del Embajador Hayes al secretario de Estado de 6 de febrero de 1943 («Futher plans for a restoration of the Monarchy in Spain»), en NAW, RG 59, DS 852.00/10440 PS/JW. 33 Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, op. cit.

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Desde finales de 1943 Estados Unidos podía distribuir legalmente propaganda impresa en lengua española. En un informe de 19 de noviembre Hughes se refiere a ello como un triunfo importante y afirma que de las versiones españolas de las revistas USA y Victory habían sido autorizadas por la Vicesecretaría de Educación Popular para que se distribuyeran comercialmente nada menos que 75.000 ejemplares de cada una de ellas.34 Como veremos se pusieron a la venta en marzo de 1944. Aspecto fundamental de la propaganda norteamericana en España fue la radio. Como hemos visto, The Voice of America había sido creada precisamente para cumplir estos cometidos que las emisoras comerciales no podían cubrir en el exterior. Así pues, la actividad de propaganda estadounidense dirigida al pueblo español trascurría por los canales tradicionales que vamos a estudiar por separado a continuación. Estos eran fundamentalmente los medios impresos, la radio, el cine, la cultura y otros entre los que podemos destacar el caso de la participación norteamericana en la Feria de Muestras de Barcelona de 1944. En cuanto a los medios impresos hay que considerar tres tipos de canales: la prensa española como vehículo de información de procedencia estadounidense o favorable a los aliados; el periodismo de agencia; y publicaciones informativas y de propaganda editadas o importadas por la misma Embajada. Los libros, que naturalmente también son medios impresos los consideramos como propaganda cultural. En cuanto a la radio hay dos aspectos muy bien diferenciados. Por un lado, como en la prensa escrita, no fue irrelevane la presencia de informaciones de procedencia estadounidense o positivas para Estados Unidos, en la información radiofónica que, era monopolio de Radio Nacional de España, como sabemos. En la radio comercial la presencia de publicidad de productos estadounidenses así como las informaciones culturales, sobre todo en el campo cinematográfico, no dejan de tener importancia. Pero la radio es un instrumento esencial de propaganda en las guerras pues las ondas trascienden las fronteras y los frentes. The Voice of America dispondrá de programas en español para España e Hispanoamérica. La Embajada tendrá una preocupación especial en difundir los horarios de emisión de la VOA y en medir su penetración real. El cine de ficción norteamericano tenía ya cautivado al público español desde hacía décadas. La Guerra Civil había obstaculizado su distribución normal en España pero la paz multiplicó la demanda. La presencia 34 Documento citado en Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, op. cit., p. 19.

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del cine de ficción estadounidense en las pantallas españolas, y no nos referimos a películas con un contenido más o menos propagandístico, era ya algo esencial para la propaganda norteamericana en España. El cine informativo pasó a ser un monopolio en España con NO-DO desde enero de 1943. Los servicios de propaganda de la Embajada van a dedicar atención especial a la presencia de imágenes de guerra de procedencia estadounidense en este medio informativo. Las actividades culturales como medio de propaganda tuvieron asimismo su importancia en este periodo. España estaba muy lejos de la penetración cultural estadounidense que vivimos en nuestros días pero va a ser, precisamente con la guerra, cuando nazca la Casa Americana, hoy desaparecida, que fue una institución que tuvo una enorme importancia en la vida española durante el periodo franquista y la transición. Con ella nacerá la Biblioteca Washington Irving también hoy desaparecida. No menor importancia propagandística va a tener la presencia norteamericana en acontecimientos como la Feria de Muestras de Barcelona.

CAPÍTULO 6 NEGRO SOBRE BLANCO: PRENSA Y PROPAGANDA Los medios impresos tanto como vehículo de información como de opinión constituyen un canal fundamental de la propaganda. A diferencia de la radio, que requiere de una mayor infraestructura técnica y se capta en un sólo momento, tienen la ventaja de la duración y de requerir una menor infraestructura. Una campaña de propaganda basada solamente en ellos sería claramente insuficiente. La difusión de la prensa escrita en España era, y sigue siendo, escasa, en el caso de las publicaciones especializadas su difusión es todavía menor. Si consideramos dentro de los medios impresos a los libros, la primera dificultad que encontramos es la del idioma y naturalmente la de una difusión más restringida. De ellos nos ocuparemos en el epígrafe dedicado a la propaganda cultural. Ahora vamos a ocuparnos de la propaganda a través de estos medios desde dos puntos de vista. Por un lado, la presencia de información de procedencia estadounidense o positiva para ellos en la prensa española, incluyendo los comunicados de la Embajada con los que hubo muchas dificultades y también la publicidad comercial que no dejaba de subrayar la presencia de los productos norteamericanos como índice de su capacidad industrial y económica. Habría que referirse además al periodismo de agencia. EFE tenía el monopolio de la información exterior pero ésta procedía de las agencias extranjeras en gran medida. Por otro lado habría que hablar de las publicaciones informativas y de propaganda que editaba la misma Embajada y de los problemas de su difusión sin olvidar, desde luego, la distribución, muy restringida de publicaciones norteamericanas en inglés.

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Presencia estadounidense en la prensa española La OWI intentó en todo momento que hubiera una presencia norteamericana en la prensa española, ya sirviendo a los periódicos textos directamente elaborados por ellos cuanto influyendo para que textos favorables fueran publicados. En un informe de Emmet Hughes de septiembre de 1942, éste se lamenta de la situación anterior: Cuando el embajador Hayes llegó a Madrid a mediados de mayo pasado los partes americanos de guerra casi nunca se entregan impresos, y si así ocurría se entregaban de forma desordenada, como un obituario de un diario estadounidenses. Aquellos partes que recibieron algo de atención eran los que anunciaban bajas americanas.1

Las exigencias de la Embajada dieron al parecer algún fruto pues en agosto de 1942 una «consigna» remitida a todos los periódicos establecía que se publicasen los textos completos de los comunicados estadounidenses. La misma preocupación demuestra la Embajada por la publicación de fotografías de origen norteamericano que reproducía la prensa española. La distribución se hacía fundamentalmente a través de las instituciones diplomáticas. En Madrid desde la Embajada, en Barcelona desde el Consulado General y en otras capitales desde los siete consulados existentes en Bilbao, Valencia, Vigo, Sevilla, Málaga, Las Palmas y Tenerife.2 Sería demasiado prolijo detallar aquí semana tras semana los artículos sobre temas norteamericano, favorables o desfavorables, aparecidos en la prensa española. Naturalmente los servicios de prensa de la Embajada informan puntualmente a Washington de ello en numerosos informes, sobre todo en los mensuales regulares a que nos hemos referido más arriba. En todos ellos hay un apartado dedicado a la presencia de estos artículos en nuestros periódicos. A mediados de 1944 parece claro que el número de artículos directamente preparados por el Outpost de la OWI y publicados por diarios y semanarios españoles había aumentado considerablemente. El censo era 1 Informe de Emmet J. Hughes («Conduct of Press and Propaganda Activities in Madrid») de 4 de septiembre de 1942 a la OWI (Att. Mr. Harold Guinzberg), en NAW, RG 208, E. 387, b. 726. 2 Cfr. Informe de Emmet J. Hughes («Conduct of Press and Propaganda Activities in Madrid») de 4 de septiembre de 1942 a la OWI (Att. Mr. Harold Guinzberg), cit. Sobre el incremento de la publicación de «American Official Communiqués» en la prensa española veáse también la carta del Embajador Hayes al secretario de Estado de 18 de septiembre de 1942 en NAW, RG 59, b. 5127 (DS 852.9111/130 PS/PN).

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el siguiente: en julio de 1943 (12 artículos), en agosto (12 artículos), en septiembre (20 artículos), en octubre (28 artículos), en noviembre (35 artículos), en diciembre (43 artículos), en enero de 1944 (65 artículos), en febrero (75 artículos), en marzo (85 artículos), en abril (125 artículos), en mayo (165 artículos) y en junio de 1944 (190 artículos). Concretamente de los artículos publicados en junio de 1944 ciento siete se ocupaban de la guerra mientras que ochenta y tres eran sobre temas diversos (Hispanoamérica, cine, ciencia, etc.).3 El número de artículos de origen norteamericano frente aquellos de claro origen alemán mostraba una proporción favorable a éstos últimos hasta mediados de 1943 en que progresivamente comenzó a cambiar a favor de Estados Unidos. Esto se hizo particularmente visible en el caso de las fotografías publicadas. Así mientras en marzo de 1942 se publicaron doscientas cuatro fotografías procedentes de las potencias del Eje en la prensa española, hubo solamente veintiocho fotos norteamericanas. Un año después, en marzo de 1943, la relación era de 433 (Eje) a 41 (EE.UU.). Pero en marzo de 1944 se publicaron 325 fotografías de origen alemán frente a 344 de origen norteamericano. Naturalmente, estos incrementos se debían a la variación de la política española según el curso de los acontecimientos bélicos, pero también al trabajo de distribuición realizado por la OWI en España. Por ejemplo, nada menos que el falangista diario Arriba publicó en febrero de 1944 en la primera página una fotografía del presidente Roosevelt recibiendo una condecoración de la Cruz Roja que había sido distribuida por la OWI. Al mes siguiente Arriba publicó ventiuna fotografías de guerra norteamericanas, mucho más que el diario Ya considerado en la Embajada como el órgano de prensa más simpatizante con Estados Unidos.4 A las fotografías de procedencia estadounidense que se publicaban en la prensa española dedicó igualmente su atención la Embajada en todos los informes que enviaba a Washington. La Embajada preparaba semanalmente un informe sobre lo publicado en la prensa española. Más esporádicamente se elaboraban otros detallados sobre el material procedente del Outpost de la OWI en Madrid que había aparecido en los periódicos españoles. Por ejemplo William D. Patterson elabora un informe en junio de 1943 donde enumera hasta noventa y ocho casos de la presencia de este material, gráfico o escrito, en periódicos y revistas españolas.5 3

Datos tomados de Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, cit.,

p. 39. 4

Cfr. Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, cit., pp. 41-42. Véase la carta-informe de William D. Patterson a James Linen («Outpost Bureau, Overseas Branch, OWI») de 17 de junio de 1943, en NAW, RG 208, E. 387, b. 727. 5

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Naturalmente desde la Embajada se seguía con atención tanto lo publicado sobre las potencias del Eje como los textos antialiados y más específicamente antiamericanos. Este seguimiento dio lugar también a protestas, notas verbales y a entrevistas con responsables políticos y hombres de la prensa con miembros de la Embajada sobre estas cuestiones. Por citar sólo algunos casos el embajador Hayes dirigió con fecha 19 de marzo de 1943 una Nota Verbal a Gómez-Jordana en cuya traducción inglesa que manejamos podemos leer: La prensa española continúa dando excesivo énfasis a noticias y artículos tendenciosos de países del Eje, exaltando todas sus victorias, mientras que sistemáticamente minimiza los triunfos Aliados. Es evidente que esta práctica constituye un esfuerzo decidido de convencer a los españoles de la superioridad del Eje sobre las Naciones Unidas y de crear en ellos una preferencia fuerte por aquél. Muchos periódicos españoles no han publicado los partes de guerra entregados por las Naciones Unidas, a pesar de la promesa hecha al embajador por el Ministerio de Asuntos Exteriores, de que esos comunicados serían publicados y, sin duda también, a pesar de los esfuerzos hechos por ese Ministerio para que fueran publicados. Las autoridades de censura del Gobierno han advertido a muchos periódicos españoles de publicar noticias procedentes de Estados Unidos, e incluso esos periódicos han sido obligados en ocasiones a publicar un número mucho mayor de noticias del Eje. A las revistas americanas se les presionó reiteradamente para no ser importadas y vendidas en España, mientras que a las revistas del Eje, muchas de las cuales eran abiertamente propaganda, se les permitió la venta con toda libertad hasta constituir el grueso de publicaciones disponibles para el público español.6

En junio de 1943 Patterson se entrevista con Gabriel Arias-Salgado a la sazón subsecretario de Educación Popular. El memorandum que prepara para el embajador recoge naturalmente todas las quejas de la Embajada sobre las dificultades que ésta encuentra para difundir su propaganda. También se refiere a la preocupación del propio Arias-Salgado y del Gobierno que le suscita el hecho de desarrollar «lazos más estrechos con Estados Unidos y esperanza en nuestra victoria militar» pudiera repercutir en la estabilidad del régimen. Patterson, apoyándose en un reciente discurso de Hayes en la Casa Americana le garantiza la estricta no ingerencia en asuntos internos españoles. Concluye con un corolario de los compromisos que Arias-Salgado asume ante él sobre la difusión de 6

Traducción inglesa de la Nota Verbal del embajador Hayes al Ministro Gómez-Jordana de 19 de mayo de 1943 incluida como apéndice en la carta del embajador Hayes al secretario de Estado de 29 de marzo de 1943, en NAW, RG 59, b. 2191.

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material norteamericano en prensa, radio y cine. En cuanto a la prensa afirma: Dijo que la prensa publicaría artículos perjudiciales para nosotros y cada vez más se dio más espacio y atención a las noticias de Estados Unidos.7

La publicidad de productos norteamericanos en la prensa española fue también una preocupación de la Embajada que medió entre las firmas estadounidenses y las empresas de publicidad españolas para distribuir sus anuncios que en ningún caso debían contener mensajes propagandístico y que además debían someterse a las reglas de no anunciar productos que no estuvieran realmente a la venta en España. Sobre ello escribe el embajador Hayes: Publicatas (sic, ¿Publicitas?) es una firma eficiente para la gestión de contratos de publicidad en su nombre. Roldos, SA, Avenida Vergara 11, Barcelona está también digno tener en cuenta. Ambas están entre lo mejor de las agencias españolas. Los anuncios no deberían contener propaganda o alusiones políticas, ya que los censores de la Falange son los que leen y aprueban todos los anuncios en la prensa española. Asimismo, no más de un tercio del espacio de los periódicos puede dedicarse a publicidad. Por lo tanto, los anunciantes deben comprar todo el espacio posible y dejar que se editen tantos anuncios como espacio haya, e insistir en un calendario de publicaciones. Los primeros tres días de la semana (lunes, martes y miércoles) son los de menor demanda publicitaria. En el pasado, la censura ha insistido en que ninguna compañía anuncie productos que no están disponibles en seguida para la venta. Sin embargo, el nuevo esquema publicitario de la prensa alemana permite que se publiquen algunos anuncios institucionales.8

De hecho había un plan de la OWI para multiplicar la publicidad de empresas norteamericanas en la prensa de los países neutrales, incluida España. El plan estaba minuciosamente elaborado y contaba con datos incluso del coste de esos anuncios en los distintos periódicos.9

7 Memorándum de Patterson al embajador Hayes sobre su conversación con Gabriel Arias-Salgado de 8 de junio de 1943, remitido por el embajador Hayes al secretario de Estado con carta del 17 de junio de 1943, en NAW, RG 59, b. 5126 (DS 852.911/90). 8 Telegrama del embajador Hayes al secretario de Estado de 9 de marzo de 1943, en NAW, RG 208, E. 380, b. 87. 9 Pueden verse distintos documentos sobre estos planes de la OWI en NAW, RG 59, b. 80 (DS 103.9166/4192 GS/AW).

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Publicaciones de propaganda Ciertamente podemos suponer que la presencia de informaciones de origen norteamericano en la prensa española tenía, a pesar del bajo índice de lectura un alto grado de penetración. Aunque su valor propagandístico, salvo en informaciones netamente favorables como pudieron darse a partir de 1943, era mucho menor. La difusión de publicaciones norteamericanas en inglés fue necesariamente minoritaria tanto por las restricciones de la distribución como por la barrera del idioma. Se difundieron también publicaciones periódicas que ya se editaban en español desde Estados Unidos, siempre de acuerdo, claro es, con las autoridades españolas. Pero la Embajada hizo el esfuerzo notable editando además una serie de publicaciones, quizá de carácter menor pero que llegaron a alcanzar tiradas considerables y que tenían un alto valor propagandístico. La OWI publicaba en España diverso material. Desde el 4 de marzo de 1942 se publicaba un Boletín de Información en cuya cabecera además del número y la fecha figuraba la siguente leyenda: «Destinado exclusivamente a las autoridades». Su periodicidad era bisemanal. Se publicaba mimeografiado. Su tirada en junio de ese mismo año alcanzó los 6.000 ejemplares llegando a los 7.500 en septiembre de 1942.10 El Boletín se elaboraba con extractos seleccionados del Department of State Bulletin (diario) traducidos al español además del material que publicaban en el Daily Radio Bulletín al que no referiremos luego. Así describe su contenido Hughes: El contenido de cada boletín es estrictamente noticioso, incluyendo por supuesto el texto completo de comunicados oficiales americanos. Cada edición concluye con una selección de editoriales de los principales periódicos estadounidenses. Aproximadamente una vez al mes se publica una relación de los programas.11

El Boletín de Información nació por iniciativa de Earl T. Crain y en los primeros momentos colaboró con él voluntariamente el corresponsal de Associated Press Charles Foltz Jr. que había sido corresponsal en España durante la Guerra Civil y había regresado a Madrid a finales de 1941. Hughes afirma que «la ayuda de Folz ha sido invaluable»,12 como ya hemos visto. 10

Cfr. Informe de Emmet J. Hughes («Conduct of Press and Propaganda Activities in Madrid») de 4 de septiembre de 1942 a la OWI (Att. Mr. Harold Guinzberg), cit. 11 Informe de Emmet J. Hughes («Conduct of Press and Propaganda Activities in Madrid») de 4 de septiembre de 1942 a la OWI (Att. Mr. Harold Guinzberg), cit. 12 Informe de Emmet J. Hughes («Conduct of Press and Propaganda Activities in Madrid») de 4 de septiembre de 1942 a la OWI (Att. Mr. Harold Guinzberg), cit.

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Desde el 23 de junio de 1943 el Boletín se convirtió en diario y su tirada y difusión aumentó notablemente. Por ejemplo, el día D (6 de junio de 1944) llegó a distribuir 30.000 ejemplares en Madrid con la noticia de la invasión de Normandía a la que los diarios españoles no habían llegado a tiempo.13 En Madrid en Boletín se difundía en los medios oficiales a través de una agencia comercial de distribución. Lo que se hacía necesario pues, el servicio de correos «ocasionalmente interceptados y destruidos, incluso aquellos boletines dirigidos a los oficiales». En el resto de España se encargaban de la distribución los consulados tanto de manera directa como por correo pues no podían valerse de otros sistemas o bien por no existir o bien por falta de fondos. Un ciudadano de a pie que quisiera recibirlo sólo podía hacerlo «llamando personalmente a la Embajada o a los consulados» pues «ninguna agencia de distribución comercial correría el riesgo de vender boletines no oficiales».14 El Boletín fue uno de los principales instrumentos de la propaganda norteamericana en España. Sin embargo en el otoño de 1944 y dentro de un conjunto de medidas destinadas a reducir el volumen de las acciones de la Outpost de la OWI en Madrid, llegó a pensarse en suprimirlo,15 lo que al parecer sucedió más tarde. Si seguimos los «informes mensuales» que Hughes elabora desde septiembre de 1943 en los que se indican con precisión la producción mensual de todas las publicaciones de diversa periodicidad que la Embajada editaba en Madrid y distribuía luego, podemos hacernos una idea de las dimensiones de este aspecto del trabajo de propaganda norteamericano en España. Así del Boletín de Información, semanal, la producción mensual evoluciona del siguiente modo: agosto de 1943 (281.700 ejemplares), septiembre de 1943 (285.200), febrero de 1944 (415.690), marzo de 1944 (432.920), abril de 1944 (337.500), mayo de 1944 (452.800), junio de 1944 (541.200), julio de 1944 (515.400), agosto de 1944 (618.600), septiembre de 1944 (357.000). Desde septiembre de 1944 el Boletín de Información deja de figurar en los informes mensuales.16 13

Cfr. Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, cit., p. 44. Informe de Emmet J. Hughes («Conduct of Press and Propaganda Activities in Madrid») de 4 de septiembre de 1942 a la OWI (Att. Mr. Harold Guinzberg), cit. 15 Cfr. «Official Dispatch» de Hughes a Carrol Barrett de 19 de septiembre de 1944 en NAW, RG 208, E. 380, b. 259. 16 Cfr. los «Operational Reports», luego «Monthly Reports» (algunos bimensuales) desde septiembre de 1943 a mayo de 1945, en NAW, RG. 208, E. 387, b. 729, b. 730, b. 731, b. 732. 14

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Semanalmente se distribuía también la llamada Carta de los Estados Unidos, que siempre aparecía fechada en Washington DC. y que era conocida en la Embajada como Washington Newsletter. Su formato era similar al del Boletín, cuatro páginas mimeografiadas. Su método de distribución era análogo al del Boletín aunque en este caso se empleaba más el correo. En septiembre de 1942 la Carta de los Estados Unidos tenía una difusión de 8.000 ejemplares que se distribuían del siguiente modo: Madrid Barcelona Bilbao Málaga Sevilla Valencia Vigo Las Palmas Tenerife Tánger Embajada Británica Miscelánea

3.320 1.100 50 500 500 275 75 100 105 150 800 725

Total

8.00017

Las autoridades españolas habían intentado regular y restringir la propaganda de los beligerantes con un decreto de junio de 1940. Según la Embajada el Boletín entraba de lleno en las restricciones del decreto, no así la Carta de los Estados Unidos: ... esto se debe a que la carta no puede definirse como “propaganda”, de acuerdo con los términos del decreto de junio de 1940. La embajada ha actuado asumiendo no entraba en dicha categoría, porque, teóricamente, se trataba de una carta transmitida directamente desde Estados Unidos y que incluía reportajes de sucesos estadounidenses —y no una publicación local de la Embajada preparada para consumo español.18

Con periodicidad diaria se editaba también un Daily Radio Bulletin que tenía una limitadísima difusión y cuyo material servía de base para la elaboración del Boletín bisemanal. Al parecer dejó de publicarse cuando en 1943 el Boletín pasó a ser diario. 17 Cfr. Informe de Emmet J. Hughes («Conduct of Press and Propaganda Activities in Madrid») de 4 de septiembre de 1942 a la OWI (Att. Mr. Harold Guinzberg), cit. 18 Informe de Emmet J. Hughes («Conduct of Press and Propaganda Activities in Madrid») de 4 de septiembre de 1942 a la OWI (Att. Mr. Harold Guinzberg), cit.

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¿Sabe Vd...? fue una peculiar publicación semanal que era fundamentalmente un cuestionario. El número uno lleva la fecha de 12 de julio de 1944. Dejó de publicarse en el otoño de ese mismo año.19 En julio de 1944 su tirada fue de 64.500 ejemplares, en agosto alcanzó los 98.200 y en septiembre 102.000. Desde octubre de 1944 no comparece en los informes mensuales del Outpost de la OWI en Madrid.20 Se trata de una sencilla hoja a dos columnas cada una dividida en recuadros, con un total de diez, que pueden incluir fotografías, mapas o dibujos y el texto de una pregunta y unas lineas en blanco para escribir la respuesta correcta. Al dorso se dan las instrucciones para contestar a las preguntas y se reproduce más pequeño el número anterior con las repuestas correctas y se indica el plazo de entrega en la Casa Americana que siempre es el viernes siguiente a las nueve de la mañana. Se ofrece un premio simbólico como puede ser la ampliación de la fotografía de un avión o una fotografía aérea de Manhatan para los diez primeros que entreguen las respuestas correctas. A partir del número dos se amplía el número de premiados a veinte. La lista de premiados sería pública el lunes sucesivo en la portería de la Casa Americana de la calle Don Ramón de la Cruz, 5. Se publicó más tarde, además, el Semanario Gráfico, de cuatro páginas que pasó a ocho páginas el 1 de abril de 1944. La evolución de la producción mensual de Semanario Gráfico es como sigue: agosto de 1943 (125.200 ejemplares), septiembre de 1943 (127.600), febrero de 1944 (186.450), marzo de 1944 (192.700), abril de 1944 (254.550), mayo de 1944 (212.600), junio de 1944 (232.200), julio de 1944 (306.360), agosto de 1944 (270.048), septiembre de 1944 (202.536), octubre de 1944 (276.424), diciembre de 1944 (140.000), enero de 1945 (350.200), febrero de 1945 (280.400), marzo de 1945 (280.800) y mayo de 1945 (347.400).21 Se publicaron igualmente ediciones excepcionales como discursos de Rooselvelt o del secretario de Estado Hull. La Embajada también se encargó de publicar tres noticiarios que tenían una difusión muchísimo menor, uno médico, otro agrícola y otro de ingeniería. Los tres tenían una gran aceptación entre los especialistas a los que iban dirigidos.

19

Cfr. «Official Dispatch» de Hughes a Carrol Barrett de 19 de septiembre de 1944, cit. 20 Cfr. los «Operational Reports», luego «Monthly Reports» (algunos bimensuales) desde septiembre de 1943 a mayo de 1945, ya citados. 21 Cfr. los «Operational Reports», luego «Monthly Reports» (algunos bimensuales) desde septiembre de 1943 a mayo de 1945, ya citados. Cfr. también con Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, cit., p. 45.

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El Noticiario Médico pasó de 4.550 ejemplares en febrero de 1944 a 10.700 en marzo. Mantuvo su tirada entre 6.000 y 8.000 en 1944, aumentando en 1945 a tiradas superiores a 10.000 ejemplares. Algunos meses dejó de publicarse por falta de material o problemas con la traducción. Otro tanto sucedió con el Noticiario Agrícola cuya tirada en febrero de 1944 fue de 6.400 ejemplares para reducirse luego durante 1944 a tiradas en torno a las 4.000 y mantenerse así hasta mayo de 1945. El Noticiario de Ingeniería mantuvo durante todo el periodo que estamos considerando un tirada en torno a los 5.000 ejemplares o algo superior.22 Una de las publicaciones que obtuvo más éxito fue sin duda el mensual cuyo primer número salió el 15 de octubre de 1943, El Mundo Católico: Éste ha sido el esfuerzo de publicación más ambicioso hecho por la oficina; un panfleto de ocho páginas en tres colores difundido cada dos semanas, con fotografías a página completa en portada y contraportada (fotografías de iglesias españolas históricas hechas por la propia oficina). Editorialmente, es el vehículo para abordar temas de interés para la Iglesia y para los españoles en la medida en que esas noticias conciernen (a) a la Iglesia Católica y las Naciones Unidas, (b) a la Iglesia y el Nazismo, y (c) a los líderes católicos y las Naciones Unidas en la postguerra (...) Se ha observado rígidamente una regla editorial: evitar el comentario y no editorializar (...) La única publicación preparada y difundida localmente que se puede llamar con propiedad panfleto, el MUNDO CATÓLICO, ha sido el mayor paso adelante de todo nuestro trabajo en España.23

Era, junto a Semanario Gráfico, la única publicación ilustrada que preparaba la Embajada. Comenzó con una tirada de diez mil ejemplares que en el segundo número se duplicó. No se distribuía por correo sino exclusivamente a mano, tanto desde la Embajada como de los consulados en provincias. Según Hughes tuvo una gran acogida, incluso entre algún sector del clero u organizaciones como Acción Católica.24 Esta peculiar publicación suscitó controversias. En efecto no dejaba de ser peculiar que la embajada de un país donde los católicos no eran más que una minoría frente a la abrumadora mayoría protestante publicase una revista de contenido religioso. Esta perplejidad fue suscitada por algunas cartas de ciudadanos norteamericanos indignados por lo que 22

Cfr. los «Operational Reports», luego «Monthly Reports» (algunos bimensuales) desde septiembre de 1943 a mayo de 1945, ya citados. 23 «Operations Report-September and October» de Hughes a Sherwood de 1 de noviembre de 1943, cit. 24 Cfr. «Operations Report-September and October» (de Hughes a Sherwood) de 1 de noviembre de 1943, cit.

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consideraban un sectarismo por parte del católico embajador Hayes y de su católico agregado de prensa Hughes.25 Las dos cartas que recogemos podrían no tener interés, sin embargo ambas fueran contestadas por E. Wilder Spaulding (Chief, Division of Research and Publication, DS) en nombre del secretario de Estado y dieron lugar a un informe sobre esta publicación fechado el 14 de febrero en el que después de analizar el caso podemos leer: Por sus propios méritos la misma publicación desde el punto de vista de la propaganda de Naciones Unidas para España parece muy efectiva. No es un intento de promover los intereses de la Iglesia Católica. Es una forma de convencer a los católicos de que las Naciones Unidas —a diferencia del régimen de Franco— lucha por preservar los valores religiosos y sociales que los nazis están erosionando en la medida en que su propaganda proclama a Alemania defensora de de la civilización.26

El Mundo Católico que se publicó por primera vez en septiembre de 1943 alcanzó una tirada en febrero de 1944 de 16.100 ejemplares. A partir de marzo de 1944 no comparecen datos de esta publicación en los informes mensuales del Outpost de la OWI en Madrid.27 Del mismo modo se distribuía en España material que llegaba a la Embajada desde Estados Unidos o desde Londres. Así, las revistas Victory, USA, En Guardia o Carta de los Estados Unidos América, entre otras publicaciones. Hemos mencionado ya que Hughes obtuvo de la Vicesecretaría de Educación Popular en noviembre de 1943 el permiso para distribuir comercialmente en España Victory y USA. Victory se puso a la venta en Madrid el sábado 25 de marzo de 1944 y, según los datos de la Embajada, se vendieron 3.000 ejemplares aquel día, concretamente Hughes subraya que se pusieron a la venta el sábado por la tarde y aquella misma noche ya no quedaban ejemplares. Del segundo número se preparó una tirada de 10.000 ejemplares para distribuirse también en provincias. Junto con el número dos de Victory se puso a la venta USA con un total de 25.000 ejemplares distribuidos.28 25

Cfr. carta de S. Miles Bouton (Ashville, New York) al secretario de Estado de 1 de febrero de 1944, cit.; y carta de A. J. Read del Melrose 76 Massachusetts de 28 de enero de 1944, en NAW, RG 59, b. 732 (DS 124.526/ 8-2944 CS/ JK). 26 Informe interno del Departamento de Estado de 14 de febrero de 1944: «Madrid Embassy Publication “El Mundo Catolico”», en NAW, RG 59, b. 732. 27 Cfr. los «Operational Reports», luego «Monthly Reports» (algunos bimensuales) desde septiembre de 1943 a mayo de 1945, ya citados. 28 Cfr. Telegrama del embajador Hayes a secretario de Estado de 27 de marzo 1944 en NAW, RG 208, E. 380, b. 25 y también la carta de Hughes a Bartow H. Underhill de 28 de marzo de 1944 en NAW, RG 208, E. 387, b. 730.

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Era ya muy popular en España el mensual Selecciones del Reader Digest. Sin embargo, en contra de los que pudiera parecer la OWI dejó de colaborar en su distribución por considerarlo contrario a su labor propagandística.29 En cualquier caso la Embajada canalizó en numerosas ocasiones la distribución y venta en España de publicaciones norteamericanas no necesariamente propagandísticas. Al parecer los contactos se hicieron a través de la Sociedad General de Librerías de Madrid. Hughes recibió instrucciones al respecto directamente de la OWI: Se planea incrementar la venta de publicaciones estadounidenses en España, utilizando los canales regulares de distribución. News Week, Colliers, Look, Harpers Bazaar, Harpers Magazine, Vogue, American Photographer, (edición española) Riders Digest, Cosmopolitan son publicaciones típicas. Enviaremos las revistas sin censurar, por transporte prepagado, directamente a los distribuidores. El pago en moneda española lo deberá hacer el distribuidor. Llegue a un acuerdo con los distribuidores para que le devuelvan las copias que no se hayan vendido de modo que usted pueda distribuirlas gratuitamente. Contacte con la sociedad General De Liberria (PTO) en Madrid y háganos saber la media de revistas que necesita de cada una de las publicaciones.30

Sorprende las altas tiradas que alcanzaron algunas de las publicaciones especializadas y la difusión que llegaron a tener las publicaciones periodicas en inglés o en español que llegaban preparadas desde Estados Unidos. La competencia era fuerte, la edición española de Signal tenía también una enorme difusión, tanto que, a los ojos de muchos ciudadanos, casi era considerada como una publicación local. Precisamente por ello el esfuerzo norteamericano en este terreno hubo de ser muy importante. En la última fase de la guerra además, como hemos visto, se multiplicó la presencia de artículos sobre Estados Unidos y fotografías en la prensa española, lo que los británicos no había podido conseguir en los primeros años de la guerra dominados completamente por la presencia alemana tanto en los periódicos españoles como en lo que ser refiere a la difusión de publicaciones de propaganda.

29

Cfr. Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, cit., p. 47. «OWI Official Dispatch» de 19 de noviembre de 1942, dirigido a Emmet J. Hughes, en NAW, RG 208, E. 380, b. 19. 30

CAPÍTULO 7 LA BATALLA DE LAS ONDAS La radio fue una formidable arma de propaganda en la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos que carecía de un sistema estatal o público de radio y de una organización de propaganda mínimamente eficaz antes de su entrada en guerra, supo crear tanto uno como otro.1 Probablemente la radio norteamericana como entretenimiento, como información y como vehículo publicitario era una de las más desarrolladas del mundo. Por radio, el pueblo estadounidense seguía el curso de la lejana guerra que se desarrollaba en Europa mientras ellos permanecían neutrales. Crónicas tan emocionantes como las de Edward Murrow en la CBS sobre la batala de Inglaterra influyeron sin duda de ningún género más que muchas otras cosas en romper la tendencia al aislacionismo. La radio norteamericana también tenía experiencia internacional como la que habían desarrollado algunas grandes emisoras estatales europeas en los años treinta. Se dirigía sobre todo a Hispanoamérica. Pero las grandes cadenas norteamericanas a pesar de su capacidad y experiencia no podían ponerse al servicio de la propaganda exterior del Estado. Para ello nació The Voice of America. En Estados Unidos las grandes cadenas como CBS, NBC o RKO cumplieron su papel en el «frente doméstico», pero todo el esfuerzo exterior recayó sobre la nueva emisora cuyo modelo, sin duda de ningún género, fue la BBC. La BBC hacía oír su voz también en España, en competencia con las radios del Eje y con las radios españolas al servicio de la propaganda pro Eje del régimen franquista. La VOA, desde su creación, tuvo a España, desde luego, entre sus objetivos.

1

Lo desarrollado en este epígrafe se basa fundamentalmente en un artículo publicado por mí. Véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: «Información y propaganda norteamericana en España durante la Segunda Guerra Mundial: la radio», cit.

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Antes de concentrarnos en la propaganda radiofónica norteamericana hacia España es importante establecer el contexto en el que ésta se desenvolvía, sobre todo porque muchas de esas emisoras a las que nos vamos a referir también se escuchaban en España.

Radio y propaganda en la Segunda Guerra Mundial La radio fue el instrumento fundamental de propaganda durante la Segunda Guerra Mundial. Sólo con ella se sobrepasaban fácilmente los frentes de batalla. Ella era además la fuente fundamental de información para las retaguardias. Al comienzo de la guerra, los más importantes países beligerantes disponían de potentes sistemas radiofónicos que contaban además con secciones ya experimentadas de transmisión en lenguas extranjeras. Una vez que los alemanes dominaron el continente europeo, Inglaterra se mantuvo gracias tanto a la RAF como a la BBC; mientras, Edward R. Murrow conmovía a los oyentes norteamericanos de la CBS con sus crónicas en directo de los bombardeos alemanes sobre Londres, y el general De Gaulle mantenía contra viento y marea, a través de las ondas, levantada la bandera de Francia. En realidad, la utilización de la radio como arma de guerra tenía ya antecedentes de importancia. Los japoneses se habían servido de ella en los territorios chinos ocupados desde 1931. La Guerra Civil española había sido un fecundo campo de experimentación, también en este terreno. Alemania, Inglaterra, la Unión Soviética o Italia, habían experimentado ya con transmisiones en lenguas extranjeras. Los italianos, por ejemplo, además de su importante intervención radiofónica en la Guerra Civil española, habían llevado a cabo propaganda antifrancesa en lengua árabe dirigida al norte de África —sobre todo Túnez— mucho antes de entrar en el conflicto mundial. La radio se convirtió en un instrumento fundamental de todos los gobiernos para estar en contacto con sus poblaciones. El número de receptores se duplicó en toda Europa en ambos bandos contendientes.2 La ra2

En Bulgaria pasaron de 34.000 en 1938 a 205.000 en 1946; en Checoslovaquia, de 1.000.000 (1938) a 1.616.000 (1946); en Francia, de 4.166.000 (1938) a 5.577.000 (1946); en la Unión Soviética, de 4.550.000 (1938) a 9.300.000 (1946); en el resto de Europa, excepto Gran Bretaña y Alemania, de 7.192.000 (1938) a 18.361.000 (1946). En España, para ese mismo periodo, se pasó de 300.000 (1938) a 400.000 (1946). Datos tomados de: WEDLAKE, G. E.: SOS The History of radio communication, David & Charles Newton Abbot, London 1974.

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dio fue, además, el principal instrumento de «propaganda negra», en este conflicto. Pero, además de las emisiones de propaganda negra todos los Estados difundían programas en la lengua de los países enemigos. Es más, aunque en estas transmisiones colaboraron personas cuya lengua madre era en la que se emitía, llegó a preferirse el uso de personas que hablasen perfectamente la lengua de que se tratase pero con claro acento extranjero. Con ello, sobre todo en las emisiones de la BBC, se eliminaba el rechazo que escuchar a un perfecto italiano o a un perfecto alemán, por ejemplo, podía surgir en los receptores potenciales que podían considerar que quien les hablaba era un traidor.3 Los alemanes difundían desde antes de la guerra emisiones en francés desde Stuttgart, donde contaron con la colaboración del periodista francés Ferdonnet; y desde Hamburgo emitían en inglés con William Joyce («Lord Haw-Haw»). Los franceses emitían en alemán, también desde antes de la guerra, desde Estrasburgo. Los servicios en lenguas extranjeras de la BBC emitían en alemán y en italiano. En esta última lengua fueron famosas las transmisiones de Radio Londra, en las que colaboraba un grupo de antifascistas italianos, pero cuyo personaje principal era un británico conocido como «colonello Stevens».4 Por parte aliada habría que destacar fundamentalmente la actividad desarrollada por la BBC. Dirigida inicialmente por Ogilvie y, desde 1942, por Robert Foot y sir Cecil Graves, fue para el interior nexo fundamental del gobierno con la población civil y con los combatientes, a los que ofrecía una información que la escasez de papel limitaba en la prensa. Hacia el exterior destacan las ya mencionadas transmisiones en italiano, que aumentaron de tres horas y media semanales en 1939 a casi treinta horas semanales en 1943, y que no desaparecieron ni siquiera cuando entre 1943 y 1945 los aliados reconstruyeron en los territorios que ocupaban sucesivamente la infraestructura radiofónica italiana y se valieron cumplidamente de ella.5 Las emisiones en francés pasaron de tres horas y media en 1939 a casi cuarenta horas en septiembre de 1943. De Gaulle lanzó desde la BBC el 18 de junio de 1940 su primera llamada a la resistencia. El propio general se dirigió sesenta y siete veces a los franceses a través de la BBC, 3

Cfr. QUALTER, Terence H.: Propaganda and Psychological Warfare, Random House, New York 1962, p. 117. 4 Sobre la actividad de la BBC en italiano véase: PICCIALUTI CAPRIOLI, Maura: Radio Londra 1939-1945, Laterza, Roma-Bari 1979. 5 Sobre la intervención propagandística aliada en Italia en general y, particularmente sobre la radio véase: PIZARROSO QUINTERO, Alejandro: Stampa, Radio e Propaganda. Gli alleati in Italia 1943-1946, cit.

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aunque a partir de 1941 disponía también de Radio Brazzaville, de Radio Beirut y de Radio Argel6 desde noviembre de 1942, pero fue el joven periodista de la agencia Havas Maurice Schumann quien, junto con el padre Cassin, fue el alma de estas emisiones de la Francia Libre, que muchas veces disgustaron a las autoridades británicas. La sección francesa de la BBC estaba dirigida por Darsie Guille y comenzaron transmitiendo un espacio denominado Ici la France, que luego se llamaría Les français parlent aux français, dirigido por Michel Saint-Denis, que usaba el pseudónimo de Jacques Duchesne. El propio Goebbels confirma la escucha de que gozaban las alocuciones de Richard Crosmann y A. Voigt hacia Alemania. La BBC, que emitía sólo en seis lenguas extranjeras en 1939, pasó a hacerlo en catorce lenguas distintas en diferentes transmisiones semanales que fueron eficaz contrapeso de la propaganda alemana en la Europa ocupada. Por parte norteamericana, es importante destacar, antes de su entrada en guerra, el papel que jugaron las grandes cadenas privadas, como la NBC o la CBS. Desde esta última transmitió desde Londres el gran Edward R. Murrow, conmoviendo al público norteamericano.7 Se creó, por otro lado, una American Forces Network, cadena que transmitía para las distintas fuerzas expedicionarias estadounidenses y que llegó a disponer de más de trescientos puntos de emisión. Desde la creación, en junio de 1942, de la OWI transmitía en lenguas extranjeras la Voice of America, cuyo programa en español (La voz de América) dirigido a Iberoamérica, contrarrestó eficazmente allí la propaganda italiana y alemana. Esta emisora emitió en otros muchos idiomas; en italiano, por ejemplo, fueron famosas las alocuciones del alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia. La radio soviética contaba en el interior con la ventaja de que la mayor parte del sistema de recepción lo era por cable con lo que no podían escucharse emisoras extranjeras. Dispuso también de emisiones en distintos idiomas en las que colaboraban exilados comunistas de varios países; la dirección de las emisoras en lenguas extranjeras la llevó a cabo S. A. Lozovski. Además del alemán, emitió en francés (Radio France) o en italiano (Radio Milano). Esta última, repetía el mismo nombre que ya había sido utilizado por los italianos exilados, emitiendo desde la zona republicana en la Guerra Civil española; fueron famosos en ella los discur6 Aunque Radio Argel, bajo control aliado, se dirigía también a Grecia y los países balcánicos, actividad que luego se realizaría desde Radio Bari. 7 Sobre la actuación Edward R. Murrow pueden consultarse dos biografías: KENDRICK, Alexander: Prime Time. The Life of Edward R. Murrow, Little, Brown and Co., Boston 1969 y SPERBER, A. M.: Murrow: his life and times, Bantam Books, New York, 1986.

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sos de Palmiro Togliatti (Ercole). El mayor esfuerzo fue, naturalmente, para las transmisiones en alemán, en las que se daban listas de los prisioneros alemanes —lo cual garantizaba la escucha—, se hacía hablar a estos prisioneros, se incitaba a la deserción, etc. Después de Stalingrado se creó el Comité Nacional de la Alemania Libre, con el mariscal von Paulus que dirigió un llamamiento al pueblo alemán contra Hitler en agosto de 1944. Hacia el interior, una vez en guerra, la radio fue el canal de la propaganda patriótica. Se emitió, por ejemplo, en una versión dramatizada por capítulos Guerra y Paz de León Tolstoi. Al comienzo de la guerra podemos considerar que Alemania era el país que contaba con más receptores de toda Europa. Goebbels ya se había valido de ella como eficaz instrumento de propaganda del régimen y durante la guerra fue también su instrumento fundamental de propaganda interior. Como la BBC, la radio alemana hubo de volver más ligeros sus programas, aumentando el espacio de los dedicados a la evasión. Programas más alegres y con una carga propagandística menos explícita contribuían al sostenimiento de la moral. Por otra parte, la radio alemana debía contrarrestar la propaganda extranjera en lengua alemana tanto «blanca» como «negra». Así, Goebbels hubo de reconocer la difícil situación de Stalingrado en febrero de 1943 y, para estimular la resistencia final ante el avance del Ejército Rojo, en marzo y abril de 1945 se radiaron programas dando cuenta de este avance y de las atrocidades reales y supuestas cometidas por los soviéticos. Las emisiones radiofónicas en lenguas extranjeras dependían, como hemos visto, del Ministerio de Asuntos Exteriores desde 1939. Sin embargo, en los países ocupados era la administración militar la que se encargaba de dirigir la nueva propaganda radiofónica a través de las radios de los países ocupados. La política seguida varió de país a país. En todo caso, se multiplicaron las estaciones dedicadas a interferir las radios enemigas, sobre todo la BBC, y otras emisoras «negras». En Noruega, por ejemplo, se llegó a un secuestro generalizado de receptores, mientras que en Holanda se transmitían desde la emisora de Hilversum programas en holandés producidos en Alemania. En Francia, después del armisticio, el régimen de Vichy seguía disponiendo de una parte reducida del sistema de radiodifusión francés.8 En el territorio directamente administrado por los alemanes, estos organizaron ya en junio de 1940 una red de emisoras que contaba con las estacio8 Sobre la radio de Vichy véase: DUVAL, René: Histoire de la radio en France, París, Alain Moreau, 1979, pp. 326-333.

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nes de Rennes-Alma (40 kW), Allouis ondes cortes I (100 kW), Radio-Normandie (60 kW), Poste Parisien (60 kW), Bordeaux national (40 kW) y Radio-Paris (450 kW). Todas ellas emitían con el nombre de Radio-Paris. Todo ello estaba bajo el control de la Propaganda Staffel, cuyas oficinas estaban situadas en la avenida de los Campos Eliseos, n. 52. La radio italiana tenía ya una importante experiencia en actividades de propaganda de guerra y en transmisiones en lenguas extranjeras que se había desarrollado a lo largo de los años treinta, en torno a la guerra de Abisinia y a la Guerra Civil española. Desde el comienzo de la guerra hasta la entrada en ella de Italia el EIAR se organizó para los cometidos que previsiblemente había desarrollado. Desde el verano de 1939 todos los servicios políticos y culturales que dependían del Ispettorato per la radiodiffusione e la televisione pasaron a la Dirección General de Propaganda del Ministerio de la Cultura Popular y se constituyó también el «Centro Radio Guerra» para la difusión de noticias sobre operaciones militares.9 Los fracasos militares italianos contrastaban con el triunfalismo del EIAR y la penetración cada vez mayor de la propaganda aliada a través de la radio. Por otra parte, el número de receptores aumentó considerablemente con la guerra. En 1940 había en Italia 1.375.205 abonados al EIAR, que pasaron en 1941 a 1.628.317 y en 1942 a 1.827.950; es decir, 452.745 receptores más, que correspondían al 17,65% de las familias italianas.10 La radio italiana desarrolló asimismo una importante propaganda para el exterior que, con programas en veinticuatro lenguas distintas, llegó a ocupar hacia finales de 1942 veinticuatro horas diarias de emisión. Se dirigían a Estados Unidos antes y después de su entrada en guerra, hacia América del Sur, España y Portugal, por supuesto al norte de África en lengua árabe, hacia Grecia desde Radio Bari, también a los países del este de Europa, existiendo desde el verano de 1941 una oficina de conexión italo-alemana para distribución de noticias en el frente oriental; hubo una sección dedicada al Extremo Oriente. En lengua inglesa destacaron los discursos del gran poeta norteamericano Ezra Pound, convencido admirador del fascismo. Cuando se constituyó la República Social Italiana sobre la base de un territorio ocupado por las tropas alemanas, los recursos técnicos de la radio italiana eran bastante limitados y debían además contrarrestar la propaganda aliada o filo-aliada que llegaba ya desde su propio territorio 9 10

Cfr. PAPA, Antonio: op. cit., vol. 2, pp. 87-88. Datos tomados de ibídem, p. 114.

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(Radio Palermo, Radio Bari, Radio Napoli), que transmitían además programas para las guerrillas de la resitencia en el Norte. La radio de la nueva republica fascista hubo de sufrir el control alemán en todos los aspectos de su actividad; así por ejemplo, los programas de Radio Fante, dirigidos a las tropas italianas, estaban redactados por personal alemán dependiente directamente de Kesselring y de von Rahn.11 La radio japonesa tenía ya un desarrollo considerable poco antes del comienzo de la guerra. En 1939, el número de licencias de receptores era de 4.862.137, cuando Japón entró en guerra, había pasado a ser de 6.624.326, y en 1944 había alcanzado los 7.437.688, con lo que se puede calcular que la audiencia de la radio alcanzaba casi el cincuenta por ciento del total de la población japonesa.12 En cuanto a sus programas para el exterior, la NHK emitía en onda corta cinco horas de programación en dieciséis lenguas distintas en 1939. En diciembre de 1941, sus programas ocupaban las veinticuatro horas del día y se dirigían a China, Tailandia, la Indochina Francesa y también hacia Hawai y la Costa Oeste de Estados Unidos. Más tarde comenzaron a transmitirse programas para Alemania e Italia y en 1943 emitían un total de catorce transmisiones en veinticuatro lenguas treinta y una hora al día, claro es, muchas de manera simultánea. De los seis mil miembros del personal de la NHK, unos cien trabajaban en la sección exterior, cuyas actividades estaban dirigidas por un comité en el que estaban representados los ministerios del Ejército, la Marina, Exterior, Interior, Gran Asia y Comunicaciones, además de la NHK, naturalmente, y la agencia de noticias Domei. En estos programas para el exterior sí se difundía música occidental —totalmente eliminada para el consumo interno— y otros programas propagandísticos, sobre todo mensajes de los prisioneros de guerra. Además de la sección exterior de la NHK, se organizó una cadena de radios de Asia Oriental (Toa-Hoso) en la que estaban integradas emisoras de Taiwan, Corea, Manchuria y China (norte y centro), que emitían en japonés y en sus propias lenguas. Igualmente, se incorporaron a estas cadenas las emisoras de los territorios ocupados: Filipinas, Hong-Kong, Saigon, Malasia, Indonesia y Birmania. Esta gigantesca cadena fue la encargada paradójicamente de transmitir la voz del Emperador anunciando la rendición incondicional.13 11

Cfr. MONTELEONE, Franco: La radio italiana nel periodo fascita, Venecia, Marsilio, 1976, pp. 218-226. 12 Datos tomados de HISTORY COMPILATION ROOM (Radio and Television Culture Rechears Institute): NHK. History of Broadcasting in Japan, Tokio 1967, pp. 402-403. 13 Cfr. RYO, Namikawa: «Japanese Overseas Broadcasting: a Personal View», en SHORT, K. R. M., op. cit., pp. 319-337.

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El fenómeno de la propaganda negra14 fue ampliamente utilizado por ambos bandos contendientes y se desarrolló sobre todo a través de la radio, aunque también se utilizaron impresos, sobre todo por parte alemana en los territorios ocupados y dirigidos a contrarrestar la propaganda de las distintas resistencias nacionales. Los alemanes se valieron de emisoras negras dirigidas a minar la moral de la resistencia británica. También los hicieron en el Frente Oriental, aunque en Rusia predominaban los receptores por cable, que hacían inviable recibir otra emisora que la oficial, y la mayor parte de los receptores de antena habían sido requisados. Un mes después de la invasión de la Unión Soviética, Goebbels organizó una emisora negra dirigida por Albrecht, ex-dirigente comunista ruso de origen alemán que había huido a Alemania en 1936 durante el periodo de las purgas. Esta emisora mantenía, por un lado, un programa de oposición general al régimen soviético, por otro defendía una línea trotskista y, sobre todo, defendía una política radical bolchevique que presentaba a Stalin como un esclavo de los capitalistas y de los plutócratas.15 Para contrarrestar la propaganda radiofónica gaullista que llegaba a la Francia ocupada y a la Francia de Vichy, Friedrich creó una emisora, Radio Brazzaville II, después del desembarco aliado en el norte de Africa. Emitía desde París en onda corta fingiendo provenir de Africa. Su redactor-jefe fue Olier Mordrel, antiguo dirigente del Partido Nacional Breton, que contó con un nutrido grupo de periodistas colaboracionistas. La Propaganda Abteilung alemana le consintió, naturalmente, que utilizase todos los argumentos de la propaganda antialemana de los aliados. La emisora, como la BBC, tenía un programa dedicado a los mensajes personales. Entre todo ello, se mezclaban sutílmente las ideas derrotistas, los falsos mensajes orientados a favorecer la acción policial contra la Resistencia, etc. Curiosamente esta emisora anunció con veinticuatro horas de antelación a todas las radios del mundo la reconquista de Tobruck por 14 Sobre la propaganda negra hay una excelente obra del que fue su organizador en Gran Bretaña: DELMER, Sefton: Black Boomerang, Secker & Warbourg, London, 1962 (hay traducción española: Los alemanes y yo, L. Caralt, Barcelona 1967). Véase también: FARAGO, Ladislas: «Black Propaganda: Its Techniques and Requirements», en DAUGHERTY, William E. y JANOWITZ, Morris (eds.), op. cit., pp. 670-672; BECKER, Howard: «Nature and Consequences of Black Propaganda», en American Sociological Review, 14 (1949), pp. 221-235 y ÁLVAREZ, Jesús T.: «La propaganda negra y la sociedad de información», en Perspectivas de la España contemporánea, Universidad Complutense, Madrid, 1986, pp. 477-492. 15 Cfr. ZEMAN, Z. A. B.: Nazi Propaganda, Oxford, Oxford University Press, 1973, p. 159.

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el VIII.º Ejército Británico al mando de Montgomery, exceso de celo que le costó el puesto a Mordrel. Continuó emitiendo hasta julio de 1944.16 Además de Radio Brazzaville II, los alemanes habían puesto en marcha emisoras que fingían ser de distintas tendencias, desde el pacifismo hasta el extremismo más radical, como Reveil de la France, La voix de la paix, Radio Humanité.17 Aunque el recién creado Political Warfare Executive tuvo su sede en Bush House junto al European Service de la BBC, ésta se mantuvo siempre ajena a la propaganda negra cuyas emisiones dependían del PWE. De todos modos, antes de la constitución del PWE en septiembre de 1941, la Inteligencia británica sostenía ya en 1940 dos emisoras en lengua alemana, una de carácter conservador y otra radical pero ambas abiertamente antihitlerianas, por lo que no podemos considerarlas «negras». El MI.6 va a encargar a Sefton Delmer al organización de una emisora típicamente «negra» dirigida a Alemania. Sefton Delmer había nacido en Berlín, donde había trabajado largo tiempo como corresponsal, y conocía perfectamente el mundo alemán. Su objetivo fue crear una emisora que se mostrase defensora de los más puros principios del régimen nazi pero que atacase los abusos y corruptelas que se daban en la retaguardia, frente al heroismo de los soldados en el frente y, sobre todo, que marcase netamente las distancias entre el ejército y el partido. Para ello, debía contar con información veraz y utilizar un lenguaje en el que estuvieran representados hasta sus más nimios detalles los giros cotidianos que se introducían con la guerra. Nació así, el 23 de mayo de 1941, la Gustav Siegfried Eins, primera emisora de una larga serie que pondrían en pie los ingleses durante la guerra. Emitió hasta 1943 en onda corta. Dirigidas al ejército y a la retaguardia alemanas además de la mencionada, emitió en 1941 durante poco tiempo, la Wehrmachtsender Nord, también en onda corta y sobre todo Atlantik, que emitió en onda corta de 1942 a 1945 y la Soldatensender Calais, que emitió en onda media de 1943 a 1945. Esta última fue la de mayor éxito, contaba con la emisora más potente, 600 kW, de fabricación estadounidense. Todas estas emisoras se valieron de prisioneros de guerra, inmigrados antinazis y recogían información por los más diversos medios, además de los prisioneros de guerra, interceptando el correo dirigido a países neutrales, y naturalmente del espionaje. Igualmente dirigidas a Alemania, los ingleses organizaron en 1944 dos emisoras, una de ellas de carácter católico y otra de carácter obrero. 16

Cfr. DUVAL, René: op. cit., pp. 356-357. Cfr. DURANDIN, G.: La mentira en la propaganda política y en la publicidad, Paidós, Barcelona 1983, p. 130. 17

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Pero la propaganda radiofónica negra británica no sólo se dirigía a Alemania; en 1943 comenzaron a emitir en onda corta emisoras dirigidas a Hungría, Bulgaria y Rumania, además de Radio Livorno, dirigida a Italia. La propaganda radiofónica norteamericana Dentro del complejo aparato propagandístico que se gestó en Estados Unidos para hacer frente a las necesidades de la guerra tenemos que referirnos necesariamente a la que hoy es todavía la emisora norteamericana de propaganda exterior: The Voice of America.18 Aún antes de que existiera la VOA el Foreign Information Service (FIS) había comenzado una serie de emisiones en inglés dirigidas a Filipinas desde finales de 1941 y el Coordinator of Inter-American Affairs (CIAA) lo hizo también entonces hacia Hispanoamérica, no sólo en inglés sino además en español y portugués para Brasil. Era la primera vez que el gobierno norteamericano emitía de manera oficial desde los estudios de Nueva York que después fueron de la VOA. Desde diciembre de 1941 el FIS emitió desde San Francisco en chino cantonés y exactamente desde el 28 de diciembre en chino mandarín. The Voice of America nació oficialmente como tal en febrero de 1942, es decir, tres meses después del ataque japonés a Pearl Harbor. Su impulsor principal fue Robert E. Sherwood. Durante el periodo en que Sherwood trabajó estrechamente con William Donovan, meses antes de la entrada de Estados Unidos en guerra se fue gestando el proyecto de dotar a Estados Unidos de una radio capaz de contrarrestar el enorme poder que en ese terreno tenía el enemigo potencial y de emular también a la BBC de Londres. Naturalmente el ataque a Pearl Harbor precipitó los acontecimientos. En efecto, Sherwood llamó a Nueva York, el 26 de diciembre, a John Houseman, productor de cine, teatro y radio con el propósito de encargarle organizar una emisora del gobierno dedicada a la propaganda exterior.19 18 Sobre esta actividad de propaganda radiofónica norteamericana se ha publicado hace pocos años un excelente trabajo: SHULMAN, Holly Cowan: The Voice of America. Propaganda and Democracy, 1941-1945, Madison, The University of Wisconsin Press, 1990. Véase también, PIRSEIN, R. W.: The Voice of America. An History of the International Broadcasting Activities of the United States Government, 1940-1962, Nueva York, Arno Press, 1979. Holly Cowan Shulman, la autora de la obra citada más arriba, es hija de Lou Cowan, uno de los fundadores de The Voice of America, como veremos más abajo. 19 Houseman, nacido en Rumanía, de madre británica y padre judío alsaciano, era un políglota de gran cultura que inmediatamente se volcó en su nueva tarea. En su

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A partir de febrero de 1942 la VOA se convirtió en un potente instrumento de la propaganda de guerra. Houseman estuvo al frente de ella hasta junio de 1943. La política de Houseman al frente de la VOA y de Sherwood al frente de la Oversea Branch de la OWI estaba impregnada de un cierto izquierdismo, lo que en Estados Unidos se llama «liberal». Cuando, después de la invasión del norte de África, se produjo el acuerdo Darlan-Clark, Estados Unidos decidió colaborar con el almirante Jean Darlan, antíguo ministro del régimen de Vichy, se produjo una verdadera crisis dentro de las organizaciones de propaganda norteamericanas. Desgraciadamente no podemos detenernos en los particulares de esta crisis pero sí hemos de dar cuenta de los efectos que tuvo sobre la VOA. Houseman, a quien por entonces se le recordó su condición de extranjero,20 abandonó la VOA en junio de 1943. Lou Cowan, que había empezado a trabajar en el FIS a principios de abril de 1942 y fue luego el ayudante de John Houseman, en julio de 1943 pasó a encargarse del Radio Program Bureau, donde estuvo hasta 1944.21 La sustitución de Houseman significó un gran problema para la OWI. Cowan tenía un defecto muy norteamericano, no hablaba lenguas extranjeras; así, ya a finales de 1943 Lawrence Blochman se convirtió en el nuevo jefe del Radio Program Bureau y Werner Michel amplió sus competencias como jefe de la Broadcasting Division of the Radio Program Bureau. Ambos eran políglotas con amplia experiencia europea, pero formaron un gran equipo con el estadounidense puro del medio oeste que era Lou Cowan. Dentro de la programación de la VOA en lenguas extranjeras la más importante fue probablemente la lengua francesa cuyas emisiones comenzaron el 25 de febrero de 1942 y que eran el tercer sevicio en idioma curriculum figuraba nada menos que haber sido el productor del famoso programa War of the Worlds de Orson Welles en 1938. Houseman como Sherwood habían apoyado a la causa republicana en España, así como el Frente Popular francés. 20 En efecto en marzo de 1943 el Departamento de Estado denegó a Houseman un visado para viajar al Norte de África, tres meses después Houseman volvió a sus actividades privadas. 21 Lou Cowan era un periodista de origen judío-lituano, experto en relaciones públicas y productor de radio, cuyo primer contacto con el mundo de la propaganda lo tuvo a través de Harold Laswell, que fue su profesor en la Universidad de Chicago. Al comienzo de la guerra, empieza a trabajar para la Radio Division of the Army Bureau of Public Relations. Sus primeros contactos con la OWI fueron en calidad prácticamente de enlace entre el Ejército y la oficina federal de propaganda. Cowan tampoco estaba de acuerdo en todos sus aspectos con el rumbo de la política exterior americana de entonces, sin embargo aceptaba disciplinadamente, considerando que el esfuerzo de guerra estaba por encima de todo.

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extranjero. El 26 de febrero, según otros autores, comenzaron las emisiones en inglés dirigidas a Gran Bretaña.22 El 24 de febrero habían comenzado las emisiones en alemán. El segundo servicio en lenguas extranjeras que comenzó la VOA fue el italiano. Poco a poco, a lo largo de 1942 se fueron inaugurando nuevos servicios en distintos idiomas.23 El proceso continuó en 194324 y sucesivamente. Los programas en español para España fueron inaugurados en abril de 1942 aunque en algunos documentos se los sitúa en junio a la vez que el comienzo de las emisiones en portugués para Portugal, el 8 de junio, dos días después que las emisiones hacia el otro país ibérico.25 John Houseman creó un estilo agresivo aunque equilibrado en los primeros meses de emisiones de The Voice of America, tras la invasión aliada del Norte de África en la primavera de 1942 el estilo de la propaganda de la VOA se fue alterando gradualmente, «y adquiriendo progresivamente un aire de calma y neutralidad en la cobertura de la información».26 En realidad éste fue fundamentalmente el estilo de la propaganda aliada: evitar las exageraciones y basarse sobre todo en la verdad («estrategia de la verdad»). Con la crisis de 1943 la VOA, como todos los servicios de propaganda, estrechó su relación con el Departamento de Estado y se ajustó más a los objetivos de la política exterior respecto a Francia. La muerte de Darlan y el reconocimiento de facto del papel de De Gaulle por parte norteamericana limó asperezas en ese terreno. The Voice of America desde mediados de 1943 tuvo un papel fundamental en el apoyo de la resistencia 22 Pirsein sitúa el comienzo de estas emisiones el 26 de marzo de 1942. Cfr. PIRSEIN, R. W.: The Voice of America. An History of the International Broadcasting Activities of the United States Government (1940-1962), cit. pp. 67 y ss. 23 Afrikaans, árabe, búlgaro (15 de agosto), coreano (29 de agosto), checo y eslovaco (marzo de 1942), farsi, finés, flamenco, griego, holandés (1 de noviembre de 1942), húngaro (3 de agosto), japonés, noruego, polaco (7 de mayo), portugués (para Portugal, 6 de junio), rumano (2 de noviembre), tailandés (marzo) y turco. Datos tomados de un panfleto editado en fotocopia por The Voice of America Program Office, titulado History of Voice of America Lenguage Services (edición de 1991). 24 Albanés (13 de mayo), birmano (junio), croata (marzo), serbio (26 de marzo), sueco (29 de marzo), vietnamita. Cfr. History of Voice of America Lenguage Services (edición de 1991), cit. 25 Aunque en el texto ya citado, A History of Voice of America Language Services, se consignan tanto la fecha de abril como la de junio el otro texto que se conserva en la biblioteca de la VOA se da por cierta la fecha de 8 de junio de 1942. Véase, An Outline of the History of OWI Broadcast in Spanish (texto mecanografiado de cinco páginas con sello de la biblioteca de la Office of War Information). 26 SHULLMAN, Holly Cowan: The Voice of America. Propaganda and Democracy, 1941-1945, cit., p. 6.

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francesa y contribuyó probablemente a una mitificación que después hemos visto multiplicarse en la cinematografía de Hollywood hasta el extremo de recibir entonces críticas por parte de los británicos Political Warfare Executive (PWE) y BBC.

Primeras emisiones norteamericanas hacia España Desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial hasta las emisiones regulares de la VOA en español desde abril de 1942 no llegó a España a través de la radio otra voz norteamericana que la de las múltiples emisoras privadas mediante sus programas en onda corta. A estas emisiones, al menos hasta la entrada de Estados Unidos, en guerra no les podemos atribuir un carácter propagandístico al cien por cien, entre otras cosas porque una gran multiplicidad de fuentes crean inevitablemente confusión en el receptor de los mensajes. En efecto, antes de que la VOA comenzase sus emisiones en español hacia España, otras grandes cadenas de radiodifusión norteamericanas tuvieron programas en español, en la mayoría de los casos dirigidos a Hispanoamérica, pero que, al ser emitidos en onda corta, también se recibían en España. Por ejemplo, la WBOS (de la Westinghouse) tenía un programa en español en onda corta de cinco a seis de la mañana, según el horario de la costa este de Estados Unidos, dirigido fundamentalmente a Hispanoamérica con un locutor de nacionalidad estadounidense pero que había vivido en Ecuador. Y antes incluso de que Estados Unidos entrase en guerra el Departamento de Estado se interesó por estos programas y requirió a la emisora privada que cambiase el locutor por uno cuyo español fuese más aceptable para los radioescuchas españoles, de cuya existencia tenían constancia.27 Totalmente distinto era por ejemplo el caso de la BBC que era la única emisora británica que podía escucharse. Aunque después de la entrada de Estados Unidos en guerra podemos suponer que los programas en español en onda corta de las grandes emisoras norteamericanas adquirieron tintes cada vez más propagandísticos lo cierto es que faltaba una voz en la que los posibles radioescuchas españoles pudieran reconocer a la voz del gobierno estadounidense como una de las potencias beligerantes y esto no llegó hasta mediados de 1942. 27 Cfr. carta de F. P. Nelson, Director de Westinghouse International Broadcasting Stations a M. R. Thomas Burke, Chief, Division of International Communications, Department of State; de 31 de julio de 1941. En NAW, RG 59, b. 429 (DS 811.7652/15, PS/ RB).

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Sin embargo, y aún antes de la entrada de Estados Unidos en guerra, la embajada norteamericana en Madrid y los consulados norteamericanos en algunas capitales de provincia elaboraban ya informes sobre la recepción de emisoras norteamericanas de onda corta en España.28 Una vez Estados Unidos hubo entrado en guerra pero aún antes de la creación de la VOA el interés de la Embajada sobre la recepción de las distintas emisoras siguió siendo muy alto y sus informes cada vez más precisos, así da cuenta de las diferentes emisiones que procedentes de Estados Unidos y en lengua española podían captarse en España.29 Los noticiarios en español de estas emisiones contaron incluso con publicidad en los periódicos españoles. El encargado de negocios Beaulac escribió a varios periódicos de Madrid con fecha 9 de marzo incluyendo una ficha con las noticias de los noticiarios estadounidenses en español y sus horarios y rogando fueran publicados como anuncio con el precio establecido. La mayoría no respondieron, aunque el periódico Ya la publicó, al parecer antes de recibir una orden en contrario por parte de la censura oficial. Hubo otras respuestas curiosas, por ejemplo Pueblo respondió el 13 de marzo diciendo que no podía publicar la nota por carecer de una sección dedicada a la radio, la Hoja del lunes se remitía a «causas ajenas a la voluntad de este periódico», mientras que Informaciones se limitaba a denegar la publicación afirmando que lo sentía mucho. Siguiendo el relato de Beaulac, intervino entonces por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores español D. Felipe Ximénez de Sandoval, ofreciendo a la Embajada el trámite del Ministerio para poder publicar tales anuncios. En la larga carta en la que Beaulac da cuenta de todo este 28 Por ejemplo, el embajador Alexander Weddell envía con fecha 12 de agosto de 1941 un informe al secretario de Estado donde da cuenta detallada de la recepción de distintas emisoras norteamericanas de onda corta en España. El informe consiste en un resumen de los distintos consulados de Barcelona, Bilbao, Vigo, Málaga, Sevilla, Valencia y Tenerife además, naturalmente, de la recepción en Madrid. Es muy minucioso y se refiere tanto a los horarios, como a los programas, como a las distintas emisoras, la calidad de su recepción, etc. aunque, ciertamente tiene un carácter general y sólo se refiere a las posibles audiencias de pasada. Cfr. el documento en NAW, RG 59, b. 4029 (DS 811.7652/17, PS/ MM). 29 Según el informe de dos monitores locales la WRCA de Nueva York se escuchaba bien en sus informativos de 1.00 a 1.15 y de 3.00 a 3.15 (no se indica si la hora es la local de Madrid o la de la costa este americana); la WGEA de Schnectady se escuchaba bien en sus emisiones de 15.30 a 15.45 y de 21.15 en adelante, aunque con dificultades en otras ocasiones; también correctamente llegaban las ondas de la WNBI de Nueva York y en cambio se escuchaban difícilmente la WBOS de Boston y la WLWO de Cincinnati. Cfr. Carta de Willard L. Beaulac (Encargado de Negocios ad interim) al secretario de Estado de 27 de febrero de 1942, en NAW, RG 59, b. 4027 (DS 811.76, Short Wave/ 259, PS/ GD).

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proceso se incluye un recorte con el horario completo de las emisiones alemanas en español.30 La Embajada también tenía mucho interés en aquellos momentos en la recepción de la BBC en España en un informe de marzo de 1942 Beaulac habla de las interferencias oficiales españolas tanto a las emisiones en español como a las emisiones en inglés de la BBC.31

La emisora The Voice of America, en España The Voice of America había sido creada precisamente para cumplir los cometidos de propaganda que las emisoras comerciales no podían cubrir en el exterior. El papel de esta emisora en el contexto de las actividades de propaganda a través de la radio en la Segunda Guerra Mundial ha podido quedar quizá oscurecido por la brillantez de la BBC de Londres. Sin embargo, la obra de la VOA fue enorme y en España tuvo no poco eco.32 Aunque ciertamente era muy difícil cuantificar la audiencia de la VOA en la España de aquellos años, los analistas norteamericanos se muestran en febrero de 1944 relativamente optimistas. Como hemos visto, las emisiones en español para España empezaron en 1942 según unos documentos en junio y según otros en abril. Sus transmisiones llegaban a España desde Londres, Rabat, Gibraltar y Argel, lo que mejoraba mucho la calidad de la recepción. Otro problema que señalan los analistas es el de los frecuentes cortes de suministro de energía eléctrica en España, sobre todo en las horas consideradas de mayor audiencia, es decir entre las 8 y las 12 de la noche. Buena parte de la información que los analistas norteamericanos manejan proceden de fuentes británicas, que periódicamente intentaban calibrar el volumen de la audiencia de la BBC y otras emisoras aliadas en comparación con otras emisoras del Eje. 30

Cfr. Carta de Willard L. Beaulac al secretario de Estado de 20 de marzo de 1942 (a la que se adjunta un recorte del periódico Ya, copia de la carta de Felipe Ximénez de Sandoval, copia de la carta de Earl T. Kraime y un recorte de la Hoja del lunes con la programación en español de las emisoras alemanas), en NAW RG 59, b. 4029 (DS 811.7652/20, PS/EPM). 31 Cfr. carta de Willard Beaulac al secretario de Estado de 5 de marzo de 1942, en NAW, RG 59, b. 5123 (DS 852.76/28 PS/ EPM). 32 Sobre el papel de la VOA en España, además de numerosos documentos que no podemos reflejar aquí en su totalidad, véase sobre todo el informe titulado The Voice of America in Spain, de febrero de 1944, ya citado. Se trata de un informe de treinta y dos folios mecanografiados a un espacio, obra del Bureau of Overseas Intelligence - Field Intelligence Division - OWI.

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De distintos informes de ciudadanos españoles recogidos a través de la Embajada principalmente deducen, no sin sorpresa, que el horario desde el punto de vista anglosajón podía parecer el más indicado para las transmisiones, es decir entre las 4 y las 6 de la tarde, está muy lejos de los verdaderos hábitos españoles, que escuchan la radio desde las 9 o 10 de la noche hasta la madrugada. Otro aspecto que preocupa es el de las interferencias de otras emisoras en la misma longitud de onda, etc. En cualquier caso, constatan que desde la caída de Mussolini y la salida en la práctica de Italia de la guerra las interferencias han disminuido notablemente. El programa principal que la VOA dedicaba a España se titulaba «América llama a España» (America calling Spain). Tenía quince minutos de duración y se emitía desde Londres y Gibraltar, gracias a la colaboración británica, y desde 1943 desde Rabat (Radio Maroc), gracias a la colaboración francesa. Su horario era de 19h. 15m. a 19h. 30m. De los informes británicos se deduce una cierta crítica a la VOA que asumen los analistas norteamericanos. Por ejemplo, los locutores de la VOA son tachados de hablar muy lentamente (130 palabras por minuto) mientras que los de la BBC transmitían 150 palabras por minuto lo que, curiosamente, les permitía superar más fácilmente las interferencias. Parece ser que tanto el dominio del castellano como el tono de la voz de los locutores despertaba cierta crítica de la que tomaban buena nota las autoridades de la OWI. Subrayan también los analistas que, incluso en 1944, la escucha de cualquier emisora aliada significa un enfrentamiento con los falangistas que, a ojos de los aliados, controlan la situación en España. En realidad la BBC transmitía menos programas que la VOA para España.33 Éstos duraban media hora mientras que las transmisiones de la OWI eran de quince minutos, y más numerosas. Como acabamos de ver la OWI transmitía a través de la BBC todos los días a las 19h. 15m. el programa «América llama a España», pero además transmitía nada menos que diecisiete programas a España diariamente de modo directo sin contar con la BBC.34 Con todo parece clara la mayor repercusión de los programas británicos en España, pues excepto el programa de las 19h. 15m. todos los de33 La BBC emitía para España a las 8h. 15m., las 9h. 30m., las 13h. 30m., las 19h. 45m. y las 21h. 45m. De éstas sólo la de las 8h. 15m. y la de las 19h. 30. eran de quince minutos. Datos tomados de The Voice of America in Spain, cit., p. 16. 34 Se emitían directamente a las 6h. 16m., las 7h. 15m., las 8h. 15m., las 12h. 15m., las 13h. 15m., las 14h. 15m., las 15h. 15m., las 16h. 15m., las 17h. 15m., las 18h. 15m., las 20h. 15m., las 20h. 30m., las 21h. 15m., las 22h. 15m., las 23h. 15m., las 0h. 15m. y la 1h. 15m. Datos tomados de The Voice of American in Spain, cit. p. 16.

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más tenían una recepción muy pobre. Por otro lado, los informes que reciben desde el interior son contradictorios pues en unos casos sostienen que las interferencias afectan más a la BBC y en otros casos que afectan más a la VOA. La VOA emitía, pues, dieciocho programas diarios y la BBC cinco diarios desde Londres y dieciséis desde Gibraltar, mientras los alemanes emitían, como hemos visto, catorce boletines diarios de un cuarto de hora de duración en onda corta y otros cinco boletines de quince minutos y un programa de una hora de duración en onda media.35 The Voice of America contó con una ventaja importante frente a la BBC y es que mientras a ésta última nunca le fue permitido hacer publicidad de sus programas en la prensa, como sí hacían los alemanes, The Voice of America sí pudo hacerlos al menos desde la segunda mitad de 1943 lo que puede hacernos suponer que se dio un considerable aumento de su audiencia.36 Estos anuncios se insertaban con regularidad y la Embajada disponía de un amplio presupuesto para cubrirlos. Dentro del informe mensual de operaciones correspondiente a febrero de 1944 se da cuenta que, durante ese mes, un grupo de once periódicos diarios publicaron veinticinco anuncios, algunos de una página, otros de cuarto de página y muchos de ellos de media página en ocho ciudades (Madrid, Badajoz, Barcelona, Bilbao, Burgos, La Coruña, Granada y Sevilla) con un coste total de 27.776 pesetas. Se subraya además que en la capital se insertaban en el Madrid y en el Ya, «los periódicos con mayor aceptación de la mañana y de la tarde (...) y cada uno de los cuales tenía una circulación cercana a los 100.000 ejemplares».37

35 Según un anuncio publicado en la Hoja del lunes de Madrid de 9 de marzo de 1942, ya citado. 36 En efecto, además desde luego de los periódicos españoles donde queda constancia de estos anuncios se conservan en los archivos de Washington datos sobre el número de inserciones, su coste, etc. etc. Así, por ejemplo, en un telegrama de Hughes a la OWI de 10 de marzo de 1944, en NAW, RG 208, E 380, b. 256, donde se ofrece la siguiente relación: «(...) Voice of America advertisement in Spanish periodicals and newspaper, herewith: // August/ $2,922/ five cities/ 10 papers/ 26 insertions// October/ $3,688/ seven cities 16 papers/ 33 insertions// July/ 145/ Madrid/ 1 paper/ 2 insetions// September/ $4,658/ No cities/ 25 papers/ 52 insertions// November/ $4,779/ ten cities/ 15 papers/ 39 insertions// December/ 278/ Bilboa Nental Theatre showing/ (Gone With the Wind)// Advertising/ $3,856/ seven cities/ 21 papers/ 29 insertions// Total/ $20,326// The cities in which advertisements were had were Barcelona, Seville, Valencia, Badajoz, Zaragoza, Burgos, Tangier, Granada, Santander, Madrid, San Sebastian, La Coruna, Bilboa, Ceuta, Vigi». 37 «Operational Report of Madrid Office for month of February, 1944» de 20 de abril de 1944, en NAW, RG. 208, E. 387, b. 730.

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Uno de los problemas más importantes, y tan difícil de resolver ahora como entonces, es el saber con qué audiencia contaba esta emisora. Aunque visto de lejos nos puede parecer difícil por no decir imposible la cuantificación de esta audiencia los servicios estadounidenses en España hicieron ímprobos esfuerzos para ello. Por ejemplo, preparaban una encuesta en español sobre la cual elaboraban un informe aproximadamente quincenal.38 Este tipo de cuestionarios fueron distribuidos en distintas provincias, por ejemplo en una carta de octubre de 1944 se da cuenta de la distribución de veinte mil cuestionarios en Aragón y Cataluña. De ellos unos nueve mil lo fueron a personas elegidas al azar en la guía de teléfonos de Barcelona y los otros once mil enviados a personas que habitualmente recibían propaganda norteamericana a través del consulado de Barcelona. En esa misma carta se habla de ochenta mil cuestionarios todavía no distribuidos para el resto de España.39 No se da cuenta en este documento del porcentaje de respuestas recibidas aunque se espera sólo un pequeño número de éstas. Sobre la base de los informes que se recibían de la Embajada la Evaluations Division de la Overseas Branch de la OWI se elaboró un largo informe cuyas partes están fechadas entre diciembre de 1944 y enero de 1945 con el título general de Radio Listening-Spain. Estaba dividido en cinco partes,40 basado en las ochocientas cuarenta y tres respuestas recibidas al cuestionario que mencionábamos más arriba del área de Catalu38 Esta son algunas de las preguntas de estos informes quincenales: ¿Es la recepción de la Voz de América buena, regular, mala o irregular? ¿Qué tipo de programa prefiere usted? ¿Son satisfactorias la selección y la presentación de los programas? ¿Prefiere uno o varios locutores en los programas de noticias? ¿Hay algún locutor en particular que le parezca bueno o malo? ¿Qué duración de programa prefiere? ¿Se dan las noticias con demasiado detalle o son insufiencientes? Comparación crítica entre la Voz de América y los programas de otros países. ¿Cuál es su crítica personal de la Voz de América? Textos tomados de los informes correspondientes a los periodos de 14 de febrero de 1944 a 1 de marzo de 1944 y del 26 de abril de 1944 al 12 de mayo de 1944; ambos en NAW, RG 208, E 387, b. 731. 39 Cfr. carta de Abel R. Plenn, Assitant Press Attaché a Mr. Bartow H. Underhill, Chief, Outpost Service Bureau, OWI, New York», de 6 de octubre de 1944, en NAW, RG 208, E. 387, b. 732. 40 Los títulos eran los siguientes: 1.- «General topic preferences. What Spaniards want to hear about America» (28-12-44); 2.- «What spaniards want to hear about their own country» (30-12-44); 3.-.../... (ilegible); 4.- «What listeners like about announcers and presentation/ Criticisms of Voice of America/ Differences in interest between regular listeners to the Voice of America and other Spanish radio listeners» (6-1-45); 5.- «Size of audience at different hours of the day/ Amount of listening/ Listening alone or in groups/ Listening to the home radio/ Foreign stations heard/ Relay or direct/ Listening in other languages» (17-1-45). Todos estos informes en NAW, RG 208, E 367, b. 347.

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ña. Es decir, sobre los nueve mil cuestionarios repartidos en Aragón y Cataluña casi un 10% obtuvieron respuesta. A nuestro parecer es un porcentaje considerable y suficientemente significativo para la elaboración de un estudio de audiencias, aunque ellos mismos reconocen sus limitaciones: Las respuestas corresponden mayoritariamente a la clase media urbana. La gran mayoría se siente más o menos atraída a la causa aliada. En torno al 96% son hombres. Probablemente, el grupo no es representativo de la audiencia española, que es claramente favorable a Estados Unidos.41

En cuanto a los contenidos, The Voice of America no se limitó, naturalmente, a informar sobre el curso de la guerra. Desgraciadamente la VOA no conserva en ss archivos los textos de sus programas en lenguas extranjeras de aquella época, como por ejemplo, sucede con la BBC. Quizá algunos de ellos puedan encontrarse dispersos dentro de los fondos de la OWI pero, por ahora, no nos ha sido posible consultarlos. Sin embargo no es difícil reconstruir los contenidos de la programación si nos atenemos, por ejemplo, a los cuestionarios que hemos mencionado y a las respuestas de los mismos que, ateniéndonos a la documentación, sí que fueron tenidas en cuenta si no para modificar profundamente la programación sí para poner énfasis en algunos contenidos de la misma. La VOA informaba sobre Estados Unidos, tanto dando una imagen del país como una gran potencia industrial, como en cuestiones de arte, literatura y espectáculos y por supuesto como la gran potencia militar en que se estaba convirtiendo. También se ocupaba de temas españoles, a decir de muchos con excesivo tacto, al menos en lo referente a cuestiones del ámbito político. Por ejemplo es curioso observar el interés por los distintos temas referentes a Estados Unidos que mostraba la audiencia española:

41 Radio Listening Spain («I - General Topic Preferences. What Spaniards want to hear about America»), cit.

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Todo Estilo de vida Aspectos políticos Aspectos económicos (incl., comercio, agricultura, etc.) Industria americana Modelo americano de democracia El esfuerzo bélico Postguerra Ciencia Deporte Arte, teatro y literatura Películas Música Otros temas Total de respuestas (423)

34 31 18 18 12 9 7 6 5 5 4 4 4 6 100%42

Dejando aparte el socorrido cajón de sastre de aquellos a los que les interesa «todo» sobre Estados Unidos, hay que resaltar que el modelo de vida norteamericano (the American way of life) despierta mucho más interés que el esfuerzo bélico o que cualquiera de los temas de arte y cultura. En el interés de los españoles encuestados aparecen en segundo lugar los asuntos referidos a cuestiones de política interna y economía, cosa que cuando se analizan las respuestas de los encuestados sobre temas españoles aparecen en primer lugar: LO QUE QUIEREN OIR ACERCA DE ESPAÑA Political topics were requested by 53% (219) of those answering Política (no especificado) España en el mundo Expresión de sentimientos antifascistas Los hechos en la prensa Problemas políticos de la postguerra

19% 18 17 7 5

Non-political topics were requested by 19% (80) of those answering Cuestiones culturales y sociales Temas económicos de actualidad Temas económicos de la postguerra Debate sobre la grandeza de España Otros temas no políticos

13% 8 2 1 0,7

Debate sobre el futuro de España No querían saber nada de España Everything (no specific topic mentioned) was wanted by

11% 5% 19%

Número total de respuestas (410)

100%43

42 Radio Listening-Spain, («I - General Preferences. What Spaniards want to hear about America»), cit. 43 Radio Listening-Spain (II - What Spaniards want to hear about their own country), cit.

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En efecto, todos los asuntos políticos en general y la situación española en el mundo, en segundo, son los asuntos más solicitados por los radioyentes españoles de la VOA. Por otro lado, hay que destacar que los encuestados tienen preferencia por The Voice of America a causa fundamentalmente de la simpatía por los aliados o la veracidad (28%), la cantidad de información (25%) y la calidad de los programas (16%); así como consideran la presentación de las noticias como clara y bien organizada (33%), concisa y breve (17%), completa (15%) y concreta y ceñida a los hechos (10%).44 Es muy difícil cuantificar hasta qué punto la propaganda norteamericana a través de la radio pudo penetrar en España. Ciertamente si hablásemos del cine no cabría la menor duda, ni el cine alemán ni el italiano pudieron nunca competir con Hollywood, tampoco el británico. Además esa repercusión sería más fácilmente cuantificable. Sin embargo, y dejando a un lado las emisiones procedentes del Eje, habría que distinguir muy bien la influencia de norteamericanos y británicos a través de la VOA y de la BBC. La supremacía de esta última la reconocen en todo momento los mismos estadounidenses. La BBC contaba on una tradición, con un público, aunque quizá con menos simpatías entre los aliadófilos. La VOA contaba, además, con las dificultades añadidas de la distancia, que dificultaban la recepción de sus emisiones, que no se hacían a través de la misma BBC, o de emisoras del norte de África. Pero, a pesar de la dificultad de reconstruir los contenidos exactos de los programas, creo que podemos afirmar que la calidad de sus contenidos y de su potencial efecto propagandístico era, como mínimo, análoga.

44 Véanse estos datos completos en Radio Listening-Spain (IV - What listerners like about announces and presentation. Criticism of Voice of America. Differences in interests between regular listeners to the Voice of America and other spanish radio listeners), cit. Sobre todo: Table 7: Reasons for preference y Table 8: Reasons for liking news presentation of the Voice of America.

CAPÍTULO 8 IMÁGENES PERSUASORAS: EL CINE Se habla en nuestros dáis de la decadencia del cine. Sin embargo, todas las encuestas y estudios sociológicos nos demuestran que el 80% de nuestro tiempo de ocio lo ocupamos en ver imágenes en movimientos, es decir, cine; aunque sean series en televisión. Y, al menos en Europa y, desde luego en España, la mayoría de esas «imágenes en movimiento» son de procedencia estadounidense. De hecho, después de la aviación, el entretenimiento ocupa el segundo lugar en las exportaciones de los Estados Unidos al exterior. No podemos olvidar las batallas comerciales emprendidas por Estados Unidos cuando se ha pretendido establecer cuotas de pantalla en Europa, sobre todo en Francia. El cine es el gran vehículo de influencia y de intercambio cultural en el mundo contemporáneo. Por otro lado el cine ha sido ya desde la Primera Guerra Mundial una formidable arma de propaganda, argumento que ha producido una ingente bibliografía. Aunque podríamos remontarnos también a la Guerra de Cuba. En el periodo de entreguerras, durante la Guerra Civil española, el cine, tanto documental como de argumento, fue utilizado en la propaganda de ambos bandos contendientes. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial tanto los aliados como las potencias del Eje no descuidaron este flanco. Los regímenes totalitarios alemán e italiano habían potenciado enormemente su industria cinematográfica antes de la guerra. De la potencia y la calidad de estas industrias cinematográficas tuvieron cumplida noticia los habitantes de la zona controlada por Franco y la presencia del cine alemán y del cine italiano en la España de la postguerra civil fue importantísima. Nadie había olvidado el encanto del cine estadounidense que había cautivado ya los gustos del público en los años treinta. Las dificultades de importación no fueron óbice para que las películas norteamericanas, que circulaban en la España de entonces, se proyectaran una y otra vez

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tanto en el bando republicano como en el franquista y en toda España después de la victoria del general Franco. Desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial hasta la entrada de Estados Unidos en guerra, la presión alemana e italiana por un lado y las dificultades económicas por otro limitaron la difusión del cine estadounidense en España. Sin embargo, todos querían ver Lo que el viento se llevó que se vio por primera vez en España en las sesiones de propaganda organizadas por la recién creada Casa Americana. Una vez que Estados Unidos hubo entrado en guerra la presión de las potencias del Eje contra la difusión del cine estadounidense en España se acrecentó, pero de igual modo se acrecentó la actividad de los servicios de propaganda de la Embajada para que esta difusión se produjera. El tema del que vamos a ocuparnos es enormemente amplio y no pretendemos aquí sino hacer una primera aproximación. Nos interesan varios aspectos: en primer lugar, la difusión del cine estadounidense de argumento en general; luego la de las películas de argumento de contenido más o menos propagandístico; también la difusión del cine documental y por último la difusión de los noticiarios cinematográficos norteamericanos en España antes de la fundación de NO-DO y la presencia de material informativo estadounidense en el NO-DO desde 1943. El cine, en todas sus modalidades, es sin duda un potente instrumento de propaganda en tiempos de paz y en tiempos de guerra. Antes de la Guerra Civil española el cine estadounidense gozaba ya del favor del público en nuestro país y también se distribuían en España noticiarios cinematográficos producidos en Estados Unidos. Después de la Guerra Civil, la calidad de las producciones de Hollywood que ya contaba con un público fiel en España volvió a llenar las pantallas españolas, aunque no sin dificultades. Ya comenzada la Segunda Guerra Mundial, incluso antes de la participación norteamericana en ella, es cierto que algunas películas de argumento bélico y carácter puramente propagandístico no pasaron la censura franquista pero muchas otras sí lo hicieron. El hecho mismo de que el cine norteamericano siguiera representando ante los ojos de los españoles a una sociedad que, a pesar de la guerra, vivía en una superabundancia impensable para los españoles tenía igualmente un gran valor propagandístico. Es conocida la afición que el general Franco tenía al cine, así la Embajada le hizo llegar al palacio de El Pardo algunas películas mucho antes de que llegasen a estrenarse públicamente, por ejemplo, Lo que el viento se llevó, de la que se hicieron pases privados para grupos de altas personalidades del régimen, antes de su estreno comercial.

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Cine y propaganda en EEUU durante la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos entra en la guerra a raíz del bombardeo de la base de Pearl Harbor, que se produjo pocas horas antes de la declaración formal de guerra de Japón, el 8 de diciembre de 1941. El presidente Roosevelt ya había ido preparando al país para una posible entrada en guerra, a pesar de la fuerte oposición de los aislacionistas y había apoyado materialmente con gran generosidad el esfuerzo bélico británico. El ataque por la espalda de Japón tuvo un efecto revulsivo en todo el país, todas las fuerzas se movilizaron. Quizá la mayor dificultad propagandística que tuvo entonces Roosevelt fue el convencer a sus ciudadanos de que el esfuerzo principal debía orientarse, en primer lugar, a ganar la guerra en Europa. Todos los sectores del país se movilizaron para aunar esfuerzos en la causa común. También lo hizo el mundo del cine, cuya contribución a la victoria fue muy notable.1 Aún antes del nacimiento de la OWI ya se había creado, concretamente el 18 de diciembre de 1941, un Bureau of Motion Pictures, bajo la dirección de Lowell Mellett. Más tarde quedaría integrado dentro de la Domestic Branch de la OWI con numerosas funciones. Por un lado servía de punto de contacto con la industria cinematográfica de Hollywood, así como distribuía las películas documentales creadas por otras agencias del gobierno o paragubernamentales. El Bureau of Motion Pictures produjo también una serie de documentales de carácter sobre todo didáctico y propagandístico, con títulos como Manpower, Fuel Conservation, Food for Fighters, Doctors at War, War Town,2 Troop Train3 o Salvage.4 Por su parte los grandes estudios de Hollywood crearon un War Activities Committee, inmediatamente después de Pearl Harbor, como interlocutor con la Administración. Las relaciones entre este War Activities Committee de la industria cinematográfica y el Bureau of Motion Pictures de la OWI no fueron siempre fluidas, pues la gran industria de Hollywood se mostró siempre muy celosa de su 1 Sobre todo ello véase: LEÓN AGUINAGA, Pablo: «El comercio cinematográfico como instrumento de acción norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial», en Cuadernos de Historia Contemporánea, 28 (2006), pp. 303-322. 2 Esta película mostraba cómo una pequeña ciudad, Mobile, en el Estado de Alabama, hacía frente a los problemas de salud, alojamiento, etc. que había traído la guerra. 3 Este documental, que se hizo a requerimiento de la Office of Defense Transportation mostraba la complejidad del transporte por ferrocarril de una división completa del Ejército. 4 Este documental se refería a la necesidad de ahorrar toda una serie de materiales útiles para la guerra por parte del público.

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propia independencia y creía ver en cualquier parte el fantasma de la censura. Archibald MacLeish criticó abiertamente el cine de Hollywood de carácter más popular, acusándolo de escapista y recordó en varias ocasiones la enorme responsabilidad de la industria de Hollywood cara al esfuerzo bélico. En los mismos términos se expresó también Elmer Davis el primer año que estuvo al frente de la OWI. Algunos documentos oficiales del Bureau of Intelligence de la OWI valoraron negativamente la repercusión del cine de Hollywood en la moral del pueblo estadounidense. No faltaron tampoco críticas a la visión estereotipada que el cine de Hollywood dio del enemigo. Los alemanes hablaban siempre un inglés con acento gutural y repetían, a veces sin ton ni son, Heil Hitler como demostración de su profunda fe nacionalsocialista. No quedaban mejor parados los japoneses retratados siempre como crueles y actuando siempre en contra de las normas de la guerra civilizada. Sin embargo, a pesar de estas críticas, que nos demuestran hasta qué punto se pretendía cuidar el tono de la propaganda norteamericana por parte del OWI, no todo fueron críticas. La OWI apoyó y recomendó numerosos trabajos salidos de la factoría hollywoodiense aunque nunca pudo intervenir directamente en su elaboración pues su Bureau of Motion Pictures no pudo actuar más que como observador pasivo ante la industria de Hollywood. Desde el comienzo de la guerra en Europa en septiembre de 1939 hasta la entrada de Estados Unidos en guerra en diciembre de 1941 la atención de Hollywood por la guerra fue más bien escasa. Por ejemplo, en 1940 sólo el 5% de las películas de Hollywood se ocupaban de la guerra en Europa.5 Poco antes de la guerra, en la primavera de 1939, se estrenó una película que rompía la norma no escrita de no intromisión en las cuestiones ideológicas europeas, se trataba de Confesiones de un espía nazi, dirigida por Anatole Litvak. Esta película, que mostraba casi de manera documental las investigaciones sobre las actividades del espionaje nazi en Estados Unidos, motivó la protesta diplomática de Alemania. En 1940 el gran director inglés Alfred Hitchcock iba a estrenar sus Foreign Correspondences y Charles Chaplin The Great Dictator, una verdadera obra maestra. Aunque no está ambientada en la Segunda Guerra Mundial no podemos dejar de mencionar la obra magistral de Howard Hawks, Sergeant 5 Cfr. HUELI, Eduar: «Hollywood va a la guerra», en Historia y Vida, Extra n.º 72, (El cine bélico), p. 104.

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York, en la que Gary Cooper, en un papel que le valió el Óscar a la mejor interpretación, encarna a un pacifista que es reclutado para combatir en la Gran Guerra y que termina convirtiéndose en un héroe que acaba con la vida de más de veinte enemigos alemanes y captura él solo a ciento treinta y dos prisioneros. Se estrenó en julio de 1941. Ciertamente si consideramos solamente el número de las películas dedicadas a la guerra o con algún mensaje propagandístico en este periodo no podemos concluir que Hollywood en su conjunto tuviera una actitud belicista o intervencionista. Sin embargo, la calidad y la repercusión de algunas de ellas, como las citadas, el gran número de actores y actrices de nacionalidad británica y el peso de los judíos en los estudios llevó al propio Roosevelt a agradecer públicamente la espléndida colaboración de Hollywood en su política. Pero no faltaron las críticas severas. Así en agosto de 1941 el senador Nye se dirigió por radio a toda la nación advirtiendo del peligro que encerraban películas como Sergeant York. Nye era fuertemente aislacionista y consideraba que Estados Unidos no debía contribuir a la derrota de Alemania que sólo significaría, desde su punto de vista, el mantenimiento del imperio británico y del comunismo.6 Este tipo de polémicas fueron frecuentes hasta el ataque de Pearl Harbor. A pesar de la actitud crítica por parte del sector más liberal de la OWI respecto a la industria de Hollywood y de las reticencias que ésta tuvo con respecto a la intervención del Estado en su actividad, lo cierto es que la misma evolución de la guerra limó muchas asperezas. Una vez que la Office of War Information comenzó a trabajar en este terreno, la gran industria de Hollywood fue respondiendo de manera cada vez más positiva. Productoras como la Warner Brothers se sumaron sin ambages a la propaganda belicista propugnada por la OWI. Otras, como la Paramount, se mostraron más reticentes a las constantes intervenciones de la Administración, que no sólo seguía conductos oficiales sino que muchas veces llegaban en forma de presión personal a directores, actores y otros empleados de la productora. La intervención del ejecutivo a través de la OWI determina en gran medida las directrices que va a tomar el cine de Hollywood. Por ejemplo, entre el 1 de diciembre de 1941 y el 24 de julio de 1942 la temática de guerra aparece en setenta y dos películas. El tratamiento del conflicto bélico presenta unas características comunes que responden al ideario subyacente, diseñado con fines clara6

Cfr. KOPPES, Clayton R. y BLACK, Gregory D.: Hollywood goes to War. How Politics, Profits and Propaganda Shaped World War II Movies, Berkeley, University of California Press, 1990, pp. 40-47.

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mente propagandísticos. La OWI pretende inculcar una serie de principios a través de las películas. Se trata de una guerra necesaria para sobrevivir, ya que el abstenerse de intervenir equivaldría a la esclavitud. Se describe al enemigo como brutal y traicionero. Se defienden las naciones aliadas, incluida Rusia. Igualmente se crea un escenario idealizado de la vida nacional, donde se evitan problemas de discriminación racial o de tipo social, fomentando la idea de la unidad en la lucha ante un enemigo común.7 Esta ideología básica, necesariamente presente en el cine, incide en ocultar aspectos más sórdidos de la vida cotidiana, o describe escenarios que no se corresponden con la realidad, pero que obedecen a las exigencias propagandísticas del momento: A través del uso de símbolos sagrados y sentimentales la OWI y Hollywood intentaron manipular la opinión ocultando o ensombreciendo información relevante.8

La OWI aconseja a Hollywood evitar películas que hagan pensar en lucha de clases y conflictos de intereses. En otoño de 1942 prohíbe la filmación de escenas de pobreza, barriadas conflictivas, o películas de gansters que pudieran debilitar la idea de la unidad nacional en la lucha. Así se evitan películas como The Grapes of Wrath, basada en la novela de Steinbeck, ya que no conviene exacerbar la animosidad de las gentes. Por el contrario se intenta fomentar la unión del grupo y el sacrificio individual en aras del bien común. So Proudly We Hail (1942) refleja el comportamiento heroico de las enfermeras en Bataan, que culmina al final con la muerte de la novia del protagonista, dispuesta a sacrificarse para salvar a sus compañeros. La mujer adquiere una mayor relevancia de las películas de guerra, en ésta concretamente se sirve de su belleza para atraer al enemigo, cuando los japoneses están cerca les lanza una granada de mano y todos mueren. La mujer heroína constituye la excepción; sin embargo, la guerra supone un buen estimulante para la mujer, que sale a trabajar fuera del hogar familiar por una buena causa. Las películas de guerra muestran el papel activo de la mujer en las tareas de asistencia o colaboración, pero se cuidan tremendamente los detalles, la belleza continúa siendo prioritaria en la 7

Son abundantísimas las obras sobre el cine bélico norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial. Podemos mencionar el siguiente estudio y la bibliografía en él citada: PIZARROSO QUINTERO, A.: «Cine y Segunda Guerra Mundial. El cine bélico americano, 1941-1945», en PAZ, M. A. y MONTERO, J. (eds.), Historia y cine. Realidad, Ficción y Propaganda, Madrid, Editorial Complutense, 1995, pp. 175-197. 8 KOPPES, Clayton R. y BLACK, Gregory D.: op. cit., p. 71.

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representación de los personajes femeninos y se presente a las mujeres perfectamente ataviadas y uniformadas con todo rigor y pulcritud. Se evitan películas que sugieran conflictos raciales, a la vez que se organiza una campaña para mejorar la opinión que se tiene de los negros como seres humanos. Cuando surgían problemas sobre la intervención de negros en las películas, las productoras simplemente optaban por suprimir el papel, para evitar posibles conflictos en el tratamiento de los personajes. Entre 1942 y principios de 1943 aparecen personajes negros en el 23% de las películas producidas; en el 82% de los casos la imagen del negro se presenta en condiciones de inferioridad con respecto al resto de los personajes. A pesar de los requerimientos de la OWI y su campaña por evitar la discriminación racial en favor de la unidad del grupo, dicha unidad sólo se observa en las películas estrictamente de combate donde no se plantean tales diferencias, y las desigualdades se olvidan ante la lucha por la supervivencia. La película de Hitchcock Lifeboat (1944) presenta un tratamiento igualitario del negro donde lo verdaderamente importante es sobrevivir. Sin embargo, cuando le preguntan su parecer, el negro se abstiene de votar considerando su posición de inferioridad. Además hay que tener en cuenta que el personaje negro aparece ante la cámara durante menos tiempo que el resto de los personajes. La película Casablanca (1943) producida por Warner Brothers, presenta al negro Sam, desde un punto de vista más igualitario, muy en la línea del ideario vigente. Se favorece la presentación de las naciones aliadas, aún a riesgo de crear un clima de irrealidad: «La aparición de películas favorables a la Unión Soviética fue el ejemplo más difícil de lo cambiante de la realidad ante las demandas del tiempo de guerra».9 El ejemplo más claro de propaganda velada bajo la forma del cine de evasión lo tenemos en Mission to Moscow (abril, 1943).10 La película constituye un retrato inexacto de la Unión Soviética. Resulta evidente que las películas pro-soviéticas obedecían a razones políticas transitorias: «Las películas pro-rusas son así la prueba no de que la influencia comunista en los medios era profunda sino más bien de que era superficial».11 La relación entre Estados Unidos y Gran Bretaña se ve estimulada por la amistad entre Roosevelt y Churchill. Al cordial intercambio epis9

KOPPES, Clayton R. y BLACK, Gregory D.: op. cit., p. 186. En 1947 la Warner Bros. destruyó las copias de esta película para no poder ser acusada ni aún mínimamente de pro-comunista en plena guerra fría. 11 KOPPES, Clayton R. y BLACK, Gregory D.: op. cit., 221. 10

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tolar mantenido por los dos dirigentes, hay que añadir el encuentro que tuvo lugar en agosto de 1941. Hollywood a su vez produce películas situadas en Gran Bretaña, y —por consejo de Mellett— hace olvidar la idea del imperialismo y la tradicional visión clasista de esa sociedad con una auténtica temática donde recoge el sentir del pueblo. En How Green Was My Valley (1941) los personajes, galeses, son gente corriente; se trata de conocer al pueblo británico y hacer olvidar la noción del imperio, con la que los aislacionistas se oponían a un compromiso con Gran Bretaña en el conflicto armado. China era considerada como la cuarta potencia aliada junto a Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS, de ahí que se pretenda dar una visión favorable del país. Tradicionalmente se había asociado China con la idea de pobreza. La máquina propagandística aconseja a Hollywood cambiar su visión del pueblo chino, al sugerir exponer en las películas la grandeza de su cultura milenaria. En este sentido Frank Capra realiza The Battle of China, otro de los documentales pertenecientes a la serie Why We Figth, producida por el director. Conviene recordar que entre 1931 y 1945 Hollywood llegó a producir 99 películas sobre China. Franklin Roosevelt y los suyos construyeron una China ficticia en la que basaron su política. Los políticos y los propagandistas redujeron la diversidad turbulenta y extraña de China a algo familiar, de términos fácilmente manejables, pero que resultaron ser bases desastrosas durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.12

Fomentada por la OWI, la idea del enemigo adquiere unos matices característicos. Al tratar el tema de Alemania se diferencia la mayoría del pueblo alemán, con un sentir comprensible correspondiente al pensamiento común occidental, que se distingue de la barbarie de los nazis, seres obcecados por una ideología destructiva. De igual manera se diferencia a la mayoría del Ejército Alemán de la SS o de la Gestapo. Aún así se evita reflejar el exterminio de los judíos, aunque se tiene constancia documental del mismo a finales de 1942. La película Four Sons (1940) presenta una familia dividida por sus diferentes actitudes frente al nazismo. La visión del pueblo alemán se va a ver favorecida por cierto antisemitismo existente en Estados Unidos. En una encuesta realizada en 1942, un 40% de los entrevistados consideran que los judíos poseen demasiado poder. Por el contrario el tratamiento del enemigo japonés introduce caracteres mucho menos benévolos. La OWI aconseja evitar la utilización de 12

KOPPES, Clayton R. y BLACK, Gregory D.: op. cit., p. 247.

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terminología despectiva para referirse a sus orígenes étnicos, ya que tales expresiones podían ofender a las minorías étnicas de Estados Unidos, en un momento en que precisamente se intentaba fomentar la unidad, por encima de las desigualdades. El trato peyorativo del enemigo japonés se consigue aludiendo a su carácter tribal que le exige lealtad absoluta a su emperador por el que está dispuesto al suicidio. El fanatismo japonés así retratado supone una amenaza a los ideales de libertad del pueblo estadounidense y provoca la reacción hostil del sentir popular. En una encuesta publicada por la OWI, el 73% de los entrevistados considera al enemigo japonés traicionero, el 62% le considera engañoso, y el 55% alude a la crueldad como rasgo sobresaliente de su carácter. Además la prensa describe al enemigo nipón como dogmático y arrogante; mientras tanto en la prensa como en la literatura popular, presentan un perfil amable y placentero del pueblo chino. Esta visión peyorativa de la cultura japonesa, de la que también la prensa se considera responsable, favorecerá un clima propicio para futuros conflictos armados: El retrato de Hollywood de los japoneses perpetuaba una visión racista de los enemigos asiáticos de América que les devolvía a la insurrección filipina de finales de siglo y les proyectaba hacia Vietnam. En esto, la industria cinematográfica no fue peor que otros medios de masas americanos.13

La película Wake Island (1942) presenta la lucha contra Japón en el Pacífico, Bataan concretamente. Los japoneses destruyen salvajemente a seres indefensos. Una excepción la constituye la película Behind the Rising Sun (1943), que pretende demostrar que el gobierno japonés actúa erróneamente por estar en manos de los militares. La mayoría de las películas de combate tienen como enemigo al pueblo nipón. Existía la brutalidad alemana, pero era racional de acuerdo con el pensamiento occidental. Películas de humor como To Be or Not to Be podían mofarse del enemigo alemán, el japonés era un personaje demasiado repulsivo para ser tratado de forma humorística. Frank Capra se había alistado en el Ejército a raíz de Pearl Harbor. Las Fuerzas Armadas le conceden el rango de coronel y le encargan la creación de películas de propaganda destinadas a los soldados. Esto se traduce en la serie documental Why We Fight, sobre los primeros años de la guerra. El primero de estos documentales, Prelude to War obtuvo el Óscar al mejor documental en 1942. El Ejército pretendía que la serie se comercializara al público en general, lo que suponía una intervención di13

KOPPES, Clayton R. y BLACK, Gregory D.: op. cit., pp. 276-277.

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recta de las Fuerzas Armadas en Hollywood. La idea cuenta con la oposición de la OWI, donde Mellett se opone al proyecto al considerar que podía perjudicar la armoniosa relación existente entre Hollywood y la OWI. Además Why We Figth se oponía a la línea general de propaganda, y su duración de 50 a 60 minutos era inadecuada para salas comerciales. Aunque el Ejército consigue la distribución de Prelude to War para el público en general, pronto abandonaron el proyecto que supone pérdidas en taquilla. El espectador no quería el tipo de guerra presentado por las Fuerzas Armadas. En el extranjero se proyectan las películas de Hollywood conforme se van consiguiendo nuevos territorios para los aliados. La idea fomentada por la OWI y que contaba con todo el apoyo de la organización era la de inspirar sentimientos patrióticos en el espectador, con el tratamiento emocional de las películas y de los personajes. Con Casablanca (1943) Warner Bros. consigue este propósito. A pesar de ello se hicieron algunas objeciones a la película, se hacía demasiado hincapié a las irregularidades de la Francia libre, y la actitud profundamente cínica del protagonista abarcaba la mayor parte del guión; con todo, sus empleados eran fieles defensores de la causa aliada y el propio Rich se niega a aceptar la entrada en su salón de juego a un oficial alemán de alta graduación. El mensaje final resulta marcadamente positivo a favor de la resistencia. Humphrey Bogart protagoniza igualmente Passage to Marseilles producida por Warner Bros. en 1944. La película, menos conocida, presenta a un protagonista mucho más comprometido con la resistencia. La imagen de tres pilotos alemanes que habían caído al mar y que levantan las manos en gesto de rendición hubo de ser suprimida, para conseguir una licencia de exportación. Al finalizar la contienda Hollywood encuentra dificultades para representar la temática sugerida. Se trata de fomentar entre el bando vencedor la idea abstracta de que el fascismo nunca regresaría. La película Wilson (1944) muestra la dificultad de combinar el ideario con el mero entretenimiento. El miedo al comunismo sustituye al temido fascismo; de ahí que el cine se vea obligado a presentar verdades absolutas, mostrando las nociones del bien y del mal como opciones claramente definidas y definitorias de los personajes. Los trabajadores de Hollywood serán seriamente acosados en este sentido y se les exigirá gestos humillantes como confesiones de no pertenecer a movimientos comunistas o de izquierdas. Una vez más, la intervención militar se deja sentir en la industria de Hollywood. El triunfo de la televisión en los años cincuenta y la pérdida del monopolio por parte de la industria del cine, termina con esta actitud dema-

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siado intervencionista del aparato estatal, al empezar a existir la alternativa del cine independiente: Cuando las películas perdieron popularidad, se hicieron más libres. Fue crucial para aquel crecimiento de la libertad la desintegración del viejo oligopolio de los grandes estudios y su sustitución por una legión de productores independientes.14

A partir de la guerra se deja de presentar una visión monocolor de la realidad, que se irá retratando bajo distintos enfoques dentro de un abanico plural. El antiguo mensaje de Hollywood se verá progresivamente modificado. El cine fue pues un formidable instrumento de propaganda para Estados Unidos y, desde luego, también en sus esfuerzos de esa índole en España.15 Como vamos a ver se continuaba una realidad anterior que, desde luego, se perpetuaría más tarde.16 El cine informativo El cine de argumento o de ficción tiene sin duda una penetración más profunda en las mentalidades. Sin embargo, no hay que olvidar que antes de la era de la televisión, el cine informativo era un formidable instrumento de propaganda. Consciente de ello, el régimen franquista fundó el NO-DO. Hasta entonces el cine informativo en España se basaba en noticiarios extranjeros, sobre todo alemanes e italianos pero también norteamericanos. No hay que olvidar el esfuerzo que en estos terrenos se realizó durante la Guerra Civil en ambos bandos, con noticiarios como Espanya al día. Noticiari Nacional de Laya Films en Barcelona o Momentos de España de Spartacus Films, productora anarquista de Madrid o el Noticiario español, precedente del No-Do, que entonces sólo produjo diecinueve números, de los franquistas. Hasta septiembre de 1942 llegaban regularmente a España dos noticiarios cinematográficos norteamericanos Fox Movietone News y News 14

KOPPES, Clayton R. y BLACK, Gregory D.: op. cit., 328. Véase PIZARROSO QUINTERO, A.: «El cine americano en España durante la segunda guerra mundial: Información y propaganda», en Revista Española de Estudios Norteamericanos, n.º 7, 1994, pp. 121-155 y también LEÓN AGUINAGA, Pablo: «El cine norteamericano en España: las negociaciones para su importación, 1950-1955», en Hispania, LXVI/222 (enero-abril 2006), pp. 277-318. 16 LEÓN AGUINAGA, Pablo: «El cine norteamericano en España: las negociaciones para su importación, 1950-1955», en Hispania, LXVI/222 (enero-abril 2006), pp. 277-318. 15

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of the Day de Metro Goldwyn Mayer. A partir de entonces cesó la importación regular de estos noticiarios para dar paso desde el uno de enero de 1943 al NO-DO, noticiario cinematográfico español producido y emitido en régimen de monopolio. El NO-DO se emitió de manera obligatoria hasta el 1 de enero de 1976 (orden de 22-8-75, BOE 19-9-75) en todas las salas de exposición cinematográfica españolas y desapareció definitivamente en 1980.17 Tanto la Embajada cuanto la Office War of Information seguían de cerca la evolución de los noticiarios norteamericanos en España. Poco antes de la orden mediante la cual se creaba el NO-DO, Metro Goldwyn Mayer había firmado un nuevo contrato para la distribución semanal de su noticiario en lengua española en España.18 En realidad, la firma de este contrato significaba entrar en competencia con la Twentieth Century Fox que dominaba el mercado junto con la alemana UFA y el Istituto LUCE italiano. Cuando estas tres compañías (en su versión española) recibieron una carta oficial del Vicesecretariado de Educación Popular, fechada el 7 de octubre de 1942 en la que se les comunicaba la creación del nuevo monopolio se les ofreció la posibilidad de vender, ceder o alquilar su material para el nuevo noticiario. Según Hughes el Istituto LUCE no entró en este juego, los alemanes se apresuraron a enviar un alto representante de su compañía desde Alemania mientras que Luis Díaz Amadeo, que dirigía la Fox española, estaba, al parecer, completamente de acuerdo con Joaquín Soriano (de la Subcomisión de Cinematografía) que había impulsado la creación de NO-DO y que sería su director de 1943 a 1952. Los entresijos de toda esta negociación fueron seguidos atentamente por 17 Véase: SÁNCHEZ-BIOSCA, V. y TRANCHE, Rafael R.: NO-DO: El tiempo y la memoria, Madrid, Filmoteca Española (Cuadernos de la Filmoteca n.1), 1993. También la revista valenciana Archivos de la Filmoteca. Revista de Estudios Históricos sobre la Imagen recogió un conjunto de artículos sobre NO-DO en el n. 15 de octubre de 1993 entre ellos AMO GARCÍA, Alfonso del: «El noticiario NO-DO en el archivo», pp. 11-19; GONZÁLEZ REQUENA, Jesús: «El Kitsch Imperial», pp. 21-29; GUBERN, Román: «NO-DO: la mirada del régimen», pp. 5-9 y TRANCHE, Rafael R. y SÁNCHEZ-BIOSCA, V.: «NO-DO: entre el desfile militar y la foto de familia», pp. 41-53. 18 De ello da cuenta Lacy W. Kastner (Assistant Chief, Motion Picture Division, OWI-Overseas Branch) en carta de 8 de septiembre de 1942 dirigida a William L. Schurz (Acting Chief, Division Cultural Relations, Department of States), en NAW, RG 59, b. 5108 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/81). Véase también la carta de Martin S. Quigley de la OWI en Nueva York a John M. Begg de la División de Relaciones Culturales del Departamento de Estado de 28 de agosto de 1942, en NAW, RG 59, b. 732 (DS 124.526/202) en la que podemos leer: «Finalmente se han dado los pasos para disponer de la edición española de MGM News of the Day distribuida semanalmente y enviada a usted para que se transmita a la Embajada en Madrid».

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Hughes consciente de la importancia de mantener una presencia norteamericana en el nuevo noticiario español sin servir por ello abiertamente a sus objetivos propagandísticos.19 Podemos afirmar que el material filmado estadounidense ocupó un espacio cada vez más importante en el NO-DO. Buena parte del material sobre la guerra del Pacífico que emitió NO-DO tenía procedencia norteamericana. Desde finales de 1943 el material filmado aliado fue progresivamente superando al de procedencia alemana en las pantallas españolas. Sin embargo, la OWI empezó a importar el United Newsreel cuyas imágenes cedía gratuitamente a NO-DO. United Newsreel Corporation era una compañía formada por las cinco productoras de noticiarios cinematográficos norteamericanas (Movietone News, Paramount News, Pathe News, Universal News y MGM News of the Day) que preparaba un noticiario semanal, United Neewsreel, para la exportación. En realidad, lo que había llegado a España eran algunos números de News of the Day y Fox Movietone News doblados al español para el público hispanoamericano que habían sido empleados en distintas proyecciones privadas organizadas por la Embajada. A partir del momento en que se conoce la voluntad del gobierno español de crear su propio noticiario cinematográfico se plantea un problema sobre la cesión de imágenes de procedencia norteamericana cuyo significado puede verse modificado por los comentarios que podrían añadírsele en la versión española. De todos modos, la OWI comienza a enviar a Madrid regularmente el negativo de United Newsreel para que la Embajada disponga de él tanto para sus exhibiciones cuanto para cederlo al NO-DO.20 Inicialmente predominaban las secuencias alemanas y sólo en octubre de 1943, por primera vez, el número de secuencias de procedencia aliada igualó a las alemanas en el NO-DO. En los primeros seis noticiarios de NO-DO sólo hubo una secuencia aliada. En mayo de 1943 se mencionó por primera vez a Estados Unidos. Sucesivamente en junio de 1943 aparecieron ocho tomas procedentes de United Newsreel; en julio, siete; en agosto, trece; en septiembre, dieciseis; en octubre, doce; en noviembre, diecisiete; en diciembre, catorce y en enero de 1944, treinta. A pesar de todo, durante la primera mitad de 1944 NO-DO continuó usando más material procedente de Alemania o sus satélites que el procedente de 19

Cfr. telegrama de Hughes a la Office of War Information de 21 de octubre de 1942, en NAW, RG 208, E. 367, b. 347; también en RG 59, b. 5108 (DS FW 852.4061 MOTION PICTURES/86). Hughes se refiere en este texto a Joaquín Soriano como Fernández Soriano. 20 Cfr. carta de Lacy W. Kastner (Assistant Chief, Motion Picture Division, OWI) a Emmet J. Hughes, en NAW, RG 208, E. 387, b. 726.

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las Naciones Unidas. Concretamente en mayo de 1944 la relación fue de 28 secuencias de procedencia aliada frente a 41 del Eje. A pesar de las protestas españolas de que NO-DO era un noticiario perfectamente neutral en él aparecían tratados con equidad ambos bandos contendientes, por parte norteamericana las quejas sobre su imparcialidad fueron constantes desde el primer momento. Siendo William D. Patterson agregado de prensa dirigió un duro memorándum a Felipe Campuzano jefe del gabinete diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores. El texto se organiza en sucesivas cuestiones sin respuesta con una fuerte carga irónica: ¿Cuándo descubrirá el monopolio informativo gubernamental, NO-DO, a Estados Unidos? Seguramente que a los funcionarios españoles que editan el NO-DO se les ha alertado de la existencia de una realidad geográfica, cultural, económica, política y militar llamada Estados Unidos. La única pregunta parece ser si admitirán su existencia.21

Patterson enumera los distintos temas de los que se han ocupado los primeros números de NO-DO subrayando que los estadounidenses aparecen solamente como derrotados por los japoneses en las primeras fases de la Guerra del Pacífico para pasar a preguntarse luego por qué no aparece la importación de fertilizantes estadounidenses en España ni la llegada de gasolina y petróleo desde Estados Unidos, por qué se ignoran los países hispanoamericanos que han roto con el Eje, o las victorias aliadas en el norte de África, etc., cuando material filmado sobre todos esos asuntos se le ha hecho llegar en abundancia a NO-DO. Patterson afirma que NO-DO no es más que propaganda del Eje, no exige que no se cubra la información procedente del Eje pero que para mantener una «estricta imparcialidad» deberían cubrirse también las noticias de procedencia aliada. Al mes siguiente Hayes informa al Departamento de Estado de la continua parcialidad del NO-DO.22 Poco tiempo después, sin embargo, el propio Patterson envía a la OWI un informe sobre las actividades de NO-DO donde sin desconocer el carácter pro-Eje de la línea editorial de éste y tras dar cuenta de sus propias protestas elevadas a las autoridades españolas reconoce un cierto cambio: 21 Memorandum de William D. Patterson para don Felipe Campuzano, jefe del gabinete diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores, de 21 de abril de 1943, en NAW, RG. 208, E. 387, b. 728. 22 Cfr. carta de Hayes al secretario de Estado, de 11 de mayo de 1943, en NAW, RG 208, E 380, b. 87.

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Desde entonces ha habido una cierta mejora. El director del noticiero, Joaquín Soriano, amigo personal, me dijo que el Conde de Jordana lo había llamado para ordenarle que incluyera más material sobre Estados Unidos. Por desgracia, Soriano es directamente responsable ante Gabriel Arias-Salgado, un falangista acérrimo que es vicesecretario de Educación, una sección de Falange que controla todo lo que tenga que ver con la difusión de noticias o información pública. Aparentemente, Arias-Salgado restó importancia a las instrucciones de Jordana —hay divergencias continuas entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y Falange respecto a la censura de las noticias extranjeras—, pero ha habido algunos cambios que indican una mejoría. /. NO-DO todavía responde con facilidad a las principales líneas de la propaganda alemana, aunque ahora está utilizando semanalmente material americano. Naturalmente, el número de informaciones del Eje o de la Europa bajo su dominio supera ampliamente el número de informaciones americanas o británicas, pero incluso este aumento ya es noticia.23

Durante los últimos dieciocho meses de guerra el NO-DO ya se había consolidado como único noticiario cinematográfico en España, publicaba dos números semanales y tuvo un claro incremento de presencia de material aliado. Si durante 1943 sólo aparecieron 110 noticias de origen aliado, equivalentes a 4027 metros de película, en 1944 aparecieron 311 noticias con un total de 8621 metros de película. De estas 311, 95 procedían de United News, 12 de la edición londinense de United News, 97 de Aereonoticias, 19 eran no bélicas de distintas procedencias y 88 procedían de la sección de prensa de la embajada británica. La distribución mensual de estas noticias de procedencia aliada fue como sigue: enero (30), febrero (23), marzo (30), abril (22), mayo (36), junio (21), julio (10), agosto (14), septiembre (16), octubre (37), noviembre (34) y diciembre (38).24 En los primeros seis meses de 1945 el número de noticias de procedencia aliada aparecidas en el NO-DO fue de 185 equivalentes a 7097 metros. Pero también se dieron cambios cualitativos: Durante los primeros seis meses de 1945 ha habido ulteriores progresos sobre todo en el metraje dedicado a cada tema. Las noticias son más completas y cuentan las historias detalladamente, con muy pocos cortes respecto al original. Además de la cobertura de todos los frentes de la guerra, el material publicado sobre la muerte del ex presidente Roosevelt, los campos de concen23

Carta de Willian D. Patterson a James Linen (Overseas Branch - OWI) de 8 de julio de 1943, en NAW, RG 208, E. 387, b. 728. 24 Cfr. carta de Theodore J. Pahle (Attaché) a la OWI en Nueva York de 23 de julio de 1945 que incluye el siguiente informe: DISSEMINATION OF ALLIED NATIONS’ NEWSITEMS DURING THE YEAR 1944 AND THE FIRST SIX MONTHS OF 1945, THROUGH THE SPANISH GOVERNMENT CONTROLLED NEWSREEL «NO-DO», en NAW, RG 208, E. 387, b. 733.

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tración nazis, la Conferencia de San Francisco, la investidura del presidente Truman, y los criminales de guerra nazis, así como las escenas describían la liberación de los países que habían estado bajo la dominación del Eje. La guerra en el Pacífico sigue teniendo una cobertura semanal notable. La liberación de Manila y las escenas de las atrocidades japonesas fueron recibidas por el público español con gran interés. El material del Eje despareció del NO-DO el 30 de abril de 1945.25

Otro problema importante que se planteó en el terreno de la información cinematográfica fue el del material virgen en España. De hecho tanto el director de NO-DO como el secretario de Educación Popular se dirigieron a la Embajada para obtener cinta virgen.26 Durante los primeros meses de 1943 se dieron varias conversaciones en las que participaron representantes de la embajada británica, de la embajada estadounidense y las autoridades españolas sobre la manera de poner en práctica la importación y la distribución de película virgen. Las autoridades españolas no reconocían el control que sobre los destinos de esta película virgen pretendían ejercer británicos y norteamericanos después de su venta. Éstos, por su parte, mantenían la posición de que la distribución se realizase a través de empresas subsidiarias o representativas de ellos. Se llegó finalmente a un acuerdo con un intercambio de notas informales entre los agregados de prensa británico y norteamericano y el presidente de la Subcomisión Reguladora de la Cinematografía. En este acuerdo quedaba claro que en ningún caso se emplearía el material virgen de procedencia británica o norteamericana para producir o reproducir películas procedentes del territorio del Eje ni mucho menos para cedérselo a empresas alemanas o italianas. Se acordó igualmente que el presidente de la Subcomisión Reguladora informaría periódicamente a las embajadas aliadas del empleo dado a la cinta virgen recibida aceptando los vetos que éstas pudieran ponerle. Hayes subraya a este respecto, además, que para hacer efectivo ese control era esencial que se regularizase la importación de películas estadounidense directamente desde Estados Unidos y no a través de Portugal o Hispanoamérica, como sucedía entonces, para que los exportadores estadounidenses pudieran acceder al uso de ese material virgen para doblar y distribuir sus producciones.27 25

DISSEMINATION OF ALLIED NATIONS’ NEWSITEMS DURING THE YEAR 1944 AND THE FIRST SIX MONTHS OF 1945, THROUGH THE SPANISH GOVERNMENT CONTROLLED NEWSREEL «NO-DO», cit. 26 Cfr. Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, cit., p. 49. 27 Cfr. carta del embajador Hayes al secretario de Estado, de 20 de mayo de 1943, en NAW, RG 59, b 5108 (852.4061 MOTION PICTURES/118-1/2).

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Por otra parte, durante la época de Patterson como agregado de prensa funcionaba un acuerdo en el que, del mismo modo que la parte norteamericana proveía a NO-DO secuencias de United Newsreel o incluso otras de Aereonoticias que era el noticiario de Metro Goldwyn Mayer editado en español para Hispanoamérica. El director de NO-DO, según Patterson, solicitaba a los estadounidenses material filmado que no fuese estrictamente de tema bélico que podría emplear con menos resistencias en sus noticiarios semanales. Se dieron incluso anécdotas curiosas pues cuando Patterson consignó un rollo con más de diez asuntos de tema no bélico, lo que agradó mucho al director de NO-DO. Éste no pudo ser empleado pues quedó destruido «por accidente» en los laboratorios de NO-DO, lo que Patterson atribuye al personal alemán que trabajaba allí, o bien, a algún empleado germanófilo. De todos modos Patterson considera que cualquier material procedente de Estados Unidos aunque no exalte su actividad militar podría muy bien ser útil a la propaganda estadounidense ya que, según él, Estados Unidos era, en cualquier aspecto de su vida, muy conocido en España. Se distribuyeron también documentales sobre distintos temas mientras que en la Casa Americana se proyectaban los más estrictamente propagandísticos.

Los documentales de propaganda Una de las actividades a la que mayor atención dedicó la OWI fue la producción y distribución de documentales de propaganda. La OWI tenía en Nueva York un Bureau of Motion Pictures dirigido por Lowell Mellett en permanente contacto con la industria del cine de Hollywood que influyó en el carácter propagandístico de algunas de sus películas y que además produjo numerosos documentales. Contó para ello con nombres de la categoría de Frank Capra o John Ford por no citar más que a dos de los más grandes que colaboraron en los documentales de la serie que se denominó Why we fight? Estos documentales se distribuían, naturalmente, en el interior de Estados Unidos pero tenían sobre todo una función de propaganda exterior. Fueron notables cortos documentales como Swedes in America, protagonizado nada menos que por Ingrid Bergman que mostraba la capacidad de asimilación de un grupo de inmigrantes en la vida norteamericana; Cowboy, que representaba la dura vida de las praderas y que mostraba así la enorme capacidad de recursos de Estados Unidos apoyándose en el reclamo del mito del oeste; Autobiography of a jeep, era un alarde

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que mostraba la capacidad de la producción de la industria estadounidense eligiendo como protagonista a ese modelo de automóvil que tanto contribuyó a la victoria, que admiró al mundo y que se ha estado fabricando hasta hace pocos años. Más tarde Capra rodaría los excelentes filmes dedicados a Alemania y Japón. Muchos de estos documentales, abiertamente propagandísticos, tenían difícil salida en el mercado español, sin embargo, la Embajada dispuso de un gran número de ellos que fueron empleados en las exhibiciones que se hacían en la Casa Americana y en otras ciudades españolas bajo los auspicios de los respectivos consulados. En algunos casos los documentales tenían una alta especialización así, por ejemplo, el 14 de diciembre de 1944 se exhibieron en la Casa Americana una serie de documentales con tema médico con títulos como: Traumatic Hernia (Hernia Traumática), Treatment of Lung Abscesses (Tratamiento de Abscesos de Pulmón), Tiroidectomy (Tiroidecotomía), Two Methods of Glaucoma Surgery (Dos métodos de cirugía de glaucoma), Rest Treatment of Burns y Varicose Veins (Tratamiento de quemaduras y varices). Dos días antes se había presentado una serie de documentales sobre deportes con especial atención a aquellos entonces tan específicamente estadounidenses como el beisbol (Advanced Baseball Technique) y el baloncesto.28 Meses antes se había producido, por ejemplo, un intercambio de películas documentales de tema agrícola que fueron cedidos por tiempo indefinido y sin restricciones al Ministerio de Agricultura español. Estas películas se distribuyeron con títulos como: Electricity on the Farm, For Year to Come, Operation of a Forest Nursery, Rain on the Plains, Wise Land Use Pays, etc. Por parte española fueron entregados a la Embajada títulos como: El corcho, El barbecho, Seda en España, Bosques amigos, Repoblación forestal, Jerez-Xéres-Sherry, Lana de España, Trigo de España, Tabaco en España y Algodón en España. De todo ello da cuenta el Agregado Comercial.29 En la documentación de la Embajada son numerosas las cartas que dan cuenta de la llegada o de la devolución de los documentales estadounidenses, así como comentarios sobre su contenido, la conveniencia de su programación y datos sobre el número de veces que han sido exhibidos y el público que asistió a la proyección. 28

Carta del embajador Hayes al secretario de Estado («Recent Showings of Educational Motion Pictures in the Casa Americana»), de 4 de enero de 1945, en NAW, RG 59, b. 6347 (852.4061 MOTION PICTURES/1-445). 29 Cfr. carta de Ralph H. Ackerman (Commercial Attaché) al secretario de Estado de 18 de febrero de 1944, en NAW, RG 59, b. 5108 (852.4061 MOTION PICTURES/176).

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En septiembre de 1943 la Secretaría de Estado envió a su Embajada en España treinta y un cortometrajes documentales de la más variada procedencia y que se ocupaban también de múltiples argumentos. En la nota que acompañaba a este envío se hacía sólo una salvedad sobre dos de ellos ambos del United States Public Health Service que «debería mostrarse a audiencias muy específicas bajo la supervisión de profesionales de la medicina»;30 se trataba de los titulados Know for Sure (Protéjase contra la Sífilis) y Fight Syphilis (Luche contra la Sífilis). Dentro de esta amplia e interesantísima lista, la Walt Disney Productions se ocupaba tanto de la agricultura en tres de estos documentales: The Grain that Built a Hemisphere (La Semilla de Oro), How to Fish (El Arte de la Pesca) y Winged Scourge (La Peste Alada).31 Como hacía la más clara propaganda anti-nazi en Der Fuehrer’s Face (La Vida de un Nazi) y Education for Death (Educación Para la Muerte). Pocos procedían de las grandes casas productoras: uno de la Paramount: Victory for the Americas (Por la Victoria de las Américas); dos de la Twenty Century Fox: It’s Everybody’s War (La Guerra de Todos) y Training Police Horses (Domando Caballos de Policía) y tres de la Metro Goldwyn Mayer: Air Training Cadets of America (El Famoso C.E.A.A.), Magic Alphabet, The (El Alfabeto Mágico) y Of Pups and Puzzles (Problemas Psicológicos). Sólo uno procedía de la OWI, Firepower (Armamentos) y otro de la Office of Coordinator of InterAmerican Affairs, North African from (El norteafricano). Además de los mencionados había otros tres dedicados a cuestiones agrícolas, dos del United States Department of Agriculture: 5-C Clubs of Cuba (Los Clubs 5-C de Cuba) y Henry Brown, Farmer (El Agricultor, Henry Brown) y otro de la «Fundación Harmon»: On the Farm (En la Granja), sólo uno dedicado a la cultura, Art Discovers America (La Pintura Moderna en los Estados Unidos) de «Willard Pictures» y otro a cuestiones educativas, Evander Childs High School, producido por esta misma institución y titulado en España La Segunda Enseñanza en los Estados Unidos.32

30 Mensaje del Departamento de Estado to the Officer in Charge of the American Mission, Madrid, de 23 de diciembre de 1943, que incluye una lista de treinta y un documentales («16 mm. Nontheatrical Motion Pictures for American Embassy, Madrid»), en NAW, RG 59, b. 5108 (852.4061 MOTION PICTURES/ 150A). 31 Cfr. mensaje del Departamento de Estado to the Officer in Charge of the American Mission, Madrid, de 23 de diciembre de 1943 («16 mm. Nontheatrical Motion Pictures for American Embassy, Madrid»), cit. 32 Cfr. mensaje del Departamento de Estado to the Officer in Charge of the American Mission, Madrid, de 23 de diciembre de 1943 («16 mm. Nontheatrical Motion Pictures for American Embassy, Madrid»), cit.

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De tema específicamente militar encontramos nueve documentales, cuatro producidos por el United States Army Signal Corps33 y cinco de tema naval, uno producido por la United States Coast Guard,34 otro directamente por el United States Coast Guard, The Navy and the Nation, 1943 (La Armada y la Nación, 1943) y los tres restantes por el noticiario de la MGM, March of Time para el Navy Department.35 De la propaganda típicamente preparada para los países hispanoamericanos destaca una producción de la universidad de Princeton (Princeton Film Center), Sons of the Conquistadores traducida en España como En un lugar de América. Había incluso uno dedicado al más popular medio de transporte norteamericano, el autobús, This Amazing America (Norteamérica en Autobús), producido, naturalmente, por la Greyhound Bus Lines. Casi un año más tarde el repertorio se había renovado mucho. En la primavera de 1944 la Embajada disponía, entre otros, de los siguientes documentales en 16 mm. todos ellos de un rollo A Ship is Born y United States Army Band de Warner Brothers; Inside Baseball de Hartle Production; A Child Health Conference de State of Maryland Public Health Service; Handing It Back de United States Navy; Victory Gardens, Contact America, Basketball Technique y Campus Frontiers de Coordinator of Inter-American Affairs; There Shall Be Freedom de RKO Pathe; Farmers at War y Right of Way de Office of War Information; Home on the Range de United States Department of Agriculture; Your Air Raid Warden de Office of Civilian Defense; Jeeps in War and Peace de Soundmasters; Busy Little Bears de Paramount Pictures; Convoy Snapshots, Airborne Infantry, We Fly For China de Soldiers Stevedores de United States Army Signal Corps. También tenía a su disposición Swedes in

33 Army Food (La Alimentación del Ejército de los Estados Unidos), Battlefield Sounds (Ruidos del Combate), Combat Report (El Parte de Combate) y Tank Destroyers (Carros Antitanques). Cfr. mensaje del Departamento de Estado to the Officer in Charge of the American Mission, Madrid, de 23 de diciembre de 1943 («16 mm. Nontheatrical Motion Pictures for American Embassy, Madrid»), cit. 34 U.S. Coast Guard Academy (Los Guardacostas de los Estados Unidos). Cfr. mensaje del Departamento de Estado to the Officer in Charge of the American Mission, Madrid, de 23 de diciembre de 1943 («16 mm. Nontheatrical Motion Pictures for American Embassy, Madrid»), cit. 35 Men of the U.S. Navy (Marineros de la Marina Norteamericana), Planes of the U.S. Navy (Aviones de la Escuadra Norteamericana) y Ships of the U.S. Navy (Navíos de la Escuadra Norteamericana). Cfr. mensaje del Departamento de Estado to the Officer in Charge of the American Mission, Madrid, de 23 de diciembre de 1943 («16 mm. Nontheatrical Motion Pictures for American Embassy, Madrid»), cit.

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America, Pipeline, Autobiography of a Jeep, Airborne Victory, Basketball y Advanced Baseball Technique.36 Estos documentales se exhibían, no sólo en la Casa Americana de la calle D. Ramón de la Cruz, sino en todo tipo de instituciones públicas, privadas o educativas que lo deseaban. De todo ello la Embajada daba cuenta regularmente a la Office of War Information y así podemos saber que durante el mes de mayo de 1944 se exhibieron en el Colegio de los Padres Redentoristas de Astorga (León) los siguientes documentales: Snow Trail (En la nieve), Paratroops (Paracaidistas), Fighting Fish (Peces Duelistas) y Democracy in Action (La Democracia en Acción) al que asistieron ochenta personas por pase, la Embajada calificó la reacción del público de excelente. Asimismo hubo sesiones en el Colegio Salesiano de Cuatro Caminos (Madrid): Alaska’s Silver Millions (Alaska Tierra de Promisión) y Let ’Em Go Alive (Pececitos a la mar) a los que asistieron doscientas cincuenta personas por pase y cuya reacción la Embajada calificó de muy divertida (highly enjoyed). En el Seminario Salesiano de Carabanchel Alto (Madrid) se proyectaron: Firepower (Potencia de Tiro), Combat Report (El Parte de Una Acción), Soldiers of the Sky (Soldados del Aire) y This is Blits (Esto es Blits) a los que asistieron trescientas cuarenta personas por pase cuya reacción fue calificada de muy satisfactoria. Durante ese mes de mayo también se proyectaron en la Casa Americana This Amazing America y The Grain That Built a Hemisphere y en la sala de proyección de Sevilla Films en Chamartín de la Rosa con la asistencia de sesenta personas, la mayoría de ellos refugiados holandeses y miembros de la Legación holandesa, Major and the Minor (La pícara Susú).37 Del 10 de junio al 2 de julio de 1944 se celebró en Barcelona la Feria de Muestras en la que los estadounidenses tuvieron una presencia muy importante.38 En efecto, desde el 15 de junio hasta el día de clausura se 36

Cfr. carta del embajador Hayes al secretario de Estado de 27 de marzo de 1944, en NAW, RG 59, b. 5108 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/183) y también telegrama de la Secretaría de Estado dirigido al Officer in Charge of the American Mission, Madrid, Madrid de 10 de marzo de 1944, donde se anuncia el envío por barco de una lista de documentales requeridos, en NAW, RG 59, b. 5108 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/179A). 37 Cfr. carta de Theodore J. Pahle (Assistant Press Attaché in Madrid) a Charles Goldsmith (Chief of Distribution Motion Pictures Bureau) de 10 de junio de 1944, en NAW, RG 208, E. 387, b. 731. 38 Uno de sus capítulos del completo informe elaborado por Leonard C. Rennie (Director, Official U.S. Goverment Exhibit at Barcelona), se ocupa de la propaganda cinematográfica. Véase: «REPORT. OWI EXHIBIT. INTERNATIONAL SAMPLE FAIR. Barcelona, Spain. June 10-July 2, 1944», en NAW, RG 208, E. 6E, b. 7.

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proyectaron dos sesiones diarias de documentales en el Palacio de Proyecciones de la Feria, de lo que nos ocuparemos más tarde. Mensualmente se elaboraba un informe titulado genéricamente General Comments on NonTheatrical Motion Picture Exhibitions given under the auspices of the Casa Americana, Madrid Spain, for (...) (Comentario General de Producciones no Dramáticas bajo el auspicio de la Casa Americana, Madrid España, para...). En ellos no sólo se daba cuenta de las proyecciones en la Casa Americana, sino también de las actividades de la Mobile Unit en todo tipo de locales e instituciones dentro y fuera de Madrid. Corría ya el año 1945 cuando en uno de estos informes se da cuenta de la presentación el día 28 de enero del n.º11 de Aereonoticias al «Generalísimo Francisco Franco y los miembros de su familia». El noticiario estadounidense sirvió para introducir la película española El destino se disculpa y fue «disfrutada por una distinguida audiencia». En él se dice además que «el Caudillo está interesado en seguir viendo películas americanas en el futuro».39 Aunque la guerra en Europa ya había acabado, todavía duraba en el Pacífico y la actividad de propaganda estadounidense no sólo no cesó sino que, con la buena acogida de las autoridades y el público se multiplicaba. En el informe mensual de junio de 1945 podemos leer: Un hecho muy inusual tuvo lugar el 26 de junio en la Casa Americana. El reverendo. El reverendo Pfarrer Bruno, Pastor de la iglesia luterana en Madrid, pidió autorización para ver las películas sobre los campos de concentración alemanes. Ante las evidencias de semejante brutalidad, el reverendo Muhr quedó fuertemente impresionado y dijo que los alemanes en España eran totalmente inconscientes de tamaña crueldad y que sus feligreses jamás cometerían actos como. El pastor alemán, sin embargo, parece haber olvidado que todos los filmes sobre campos de concentración fueron emitidos en España por el NO-DO.40

El cine de argumento Desde el final de la Guerra Civil española, pocos meses antes de que comenzase la Segunda Guerra Mundial, hasta la entrada en guerra de Estados Unidos, en diciembre de 1941, la presencia del cine estadouni39 «General Comments on Non-Theatrical Motion Picture Exhibitions given under the auspices of the Casa Americana, Madrid, Spain, for the month of January, 1945», en NAW, RG 208, E. 387, b. 732. 40 «General Comments on Non-Theatrical Motion Picture Exhitions given under the auspices of the Casa Americana, Madrid, Spain, for the month of June 1945», en NAW, RG 208, E. 387, b. 733.

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dense en España, así como del material informativo cinematográfico de aquel país en el nuestro fue una constante preocupación de la Embajada. En efecto, en enero de 1940 el embajador Weddell informaba en carta dirigida al secretario de Estado que el embargo virtual al que estaban sometidas las películas norteamericanas empezaba a relajarse y daba cuenta de la autorización que don Julio Elías, de Barcelona, había recibido para importar diez películas de argumento y veintidós cortos.41 El embargo virtual al que se refería Weddell se agravaba por la actuación de la censura que no sólo se ocupaba de cuestiones políticas o escabrosos temas de sexo, por otra parte inexistentes en el cine estadounidense gracias al Hays code. El gobierno había prohibido la proyección de películas en las que participasen actores o actrices que en algún momento se hubieran pronunciado contra el gobierno español durante o después de la guerra civil. Según la Embajada, la lista de estos actores y actrices non gratos alcanzaba el número de veintidós. Entre ellos, Paul Muni, Luise Rainer, Frederick March, Franchot Tone, James Cagney, Douglas Fairbanks Jr., Paul Robertson, Sylvia Sidney, Bette Davis, Bing Crosby, Eddie Cantor, Edward Arnold y Rudy Vallee.42 Ante ello, Weddell sugirió a los importadores, a través del agregado comercial, que hicieran una solicitud formal para eliminar esa lista que tenía su origen en el tiempo de la guerra civil. Pero los problemas iban más allá de la censura. En España faltaban divisas para organizar regularmente la importación y se sucedieron distintas medidas para paliar esta dificultad. Por ejemplo, en 1939 llegó a decirse que para poder importar diez películas norteamericanas debía exportarse una película española a cambio, algo a lo que se negaron las compañías norteamericanas. Luego la importación sufría un fuerte impuesto redoblado con el que se gravaba el doblaje que era, por otra parte, obligatorio. Durante 1941, todavía antes de la entrada en la guerra de Estados Unidos, la difusión del cine nortemericano en España siguió con paso lento. La Embajada seguía día a día los acontecimientos y demostraba una gran preocupación por el asunto. Weddell en persona informaba periódicamente al secretario de Estado sobre la situación. Otra de las preocupaciones de la Embajada sobre este punto era la presencia de películas alemanas o italianas con el apoyo del gobierno y de la prensa, películas que, por otra parte, sufrían problemas análogos a 41 Cfr. carta de 12 de enero de 1940 de Alexandrer W. Weddell al secretario de Estado, en NAW, RG 59, b. 5107 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/46). 42 Cfr. carta de Alexander W. Weddell al secretario de Estado de 29 de febrero de 1940, en NAW, RG 59, b. 5107 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/49).

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las estadounidenses aunque, ciertamente, en menor medida.43 Poco después fue posible, al parecer, obtener en préstamo una copia de Lo que el viento se llevó que John M. Begg de la OWI se aprestó a remitir a Madrid.44 Antes de la Guerra Civil se importaban en España alrededor de quinientas películas anuales, la mayoría de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania e Italia, menos de Francia y muchas menos de Argentina, México o Cuba. Una orden del Ministerio de Industria y Comercio de 20 de octubre de 1939 creaba la Subcomisión reguladora de cinematografía en cuyas competencias entraba no sólo la exportación del cine español, sino también la importación de películas extranjeras. Según un amplio informe de la embajada estadounidense sobre el negocio de cine en España, a pesar de las facilidades de penetración del cine alemán éste era menos del gusto del público español que el norteamericano o, dentro del Eje, que el cine italiano. Si aceptamos las cifras de este informe para 1941 y 1942 en términos exclusivamente cuantitativos será la cantidad de película en positivo o en negativo alemana la más importada en España, sin embargo, para esas mismas fechas el número de películas de argumento importadas en España entre 23 de abril de 1941 y el 28 de febrero de 1943 era como sigue: Estados Unidos, 62; Gran Bretaña, 89; Italia, 39; Francia, 39; Alemania, 5; Argentina, 16; México, 9; y Portugal, 4.45 Se trata de un largo texto mecanografiado a un espacio de 57 páginas más índices y numerosos apéndices en el que se describe la situación del cine nacional en términos de producción, distribución, exhibición, de películas extranjeras en España. Una vez que Estados Unidos entró en guerra la situación se había hecho incluso complicada. El nuevo Embajador Hayes demuestra la misma preocupación que su antecesor por la penetración cinematográfica norteamericana en España. En un telegrama de 22 de junio de 1942 dirigido al secretario de Estado solicita le sea enviada una copia de 35 mm. de Lo que el viento se llevó que constituía, según él, la base a partir de la cual se podía organizar el programa de exhibiciones cinematográficas en 43 Cfr. carta de Weddell al secretario de Estado de 6 de mayo de 1941, en NAW, RG 59, b. 5107 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/62). 44 De ello da cuenta Lacy W. Kastner (Assistant Chief, Motion Picture Division, OWI-Overseas Branchs) en carta de 8 de septiembre de 1942 dirigida a William L. Schurz (Acting Chief, Division Cultural Relations, Department of State), en NAW, RG 59, b.5108 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/81), ya citada. 45 Cfr. «The Motion Pictures bussines in Spain», informe preparado por William L. Smyser (Tercer secretario de Embajada) y remitido con fecha de 9 de junio de 1943, p. 11, en NAW, RG 59, b. 5108 (DS 852.4016 MOTION PICTURES/123).

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España con las películas recibidas anteriormente.46 Todo ello antes de comenzar las exhibiciones periódicas en la Casa Americana, que todavía no había sido fundada. Para comenzar estas sesiones de exhibición cinematográfica en las que Carlton Hayes pretendía combinar la exhibición de documentales y noticiarios con largometrajes de argumento, se le indica desde la OWI que ya se han tomado las medidas para hacer posible la llegada de estas películas a través de los representantes en Lisboa de las distintas compañías cinematográficas norteamericanas a los que debería dirigirse el Embajador solicitando el material para sus sesiones. Tenían oficina en Lisboa la RKO, Metro Goldwyn Mayer, Paramount y Twentieth Century Fox. Universal Films disponía de una oficina de distribución en Barcelona. Por lo que se refiere a Warner Brothers, Columbia Pictures y United Artists. Se indicó al embajador Hayes que se dirigiera a ellas a través de Departamento de Estado.47 Según la embajada estadounidense en Madrid durante los primeros siete meses de 1942 las autoridades españolas sólo habían permitido la importación de quince películas norteamericanas frente a las cuatrocientas sesenta y tres películas de origen británico. En el verano de 1942 todos los permisos de importación habían sido suspendidos por la falta de película virgen para repicar en ella las versiones dobladas y las copias necesarias para su distribución comercial. Así pues, la importación de película virgen se convertía en conditio sine qua non para la llegada de nuevas películas al público español. En efecto, la Embajada calculaba que sería necesario hacer llegar a España seis millones de metros de película virgen necesarios para la distribución de setenta y cinco películas británicas y norteamericanas y quince películas españolas (la cuarta parte de la producción anual). Los británicos (Suppliers Kodak Ltd., London) habían dado licencia de exportación para 4.900.000 metros, a razón de 380.000 mensuales sin banda de sonido. La embajada norteamericana estaba dispuesta a informar a las autoridades españolas sobre la posibilidad de suministrar, aproximadamente, 600.000 metros de película virgen mensuales, es decir, contando con los 46 Cfr. telegrama de 22 de junio de 1942 en NAW, RG 59, b. 732 (DS 124.526/190), donde Hayes añade: «muchos españoles prominentes me han hablado de su deseo de ver esa película y he solicitado una copìa para que me sea enviada en la primera fecha posible». 47 Cfr. carta de Lazy W. Yastner (Head, Promotion & Publication Specialist) a John M. Begg (Assistant Chief, Division of Cultural Relations, Department of State) de 20 de julio de 1942. Con las mismas indicaciones véase también la carta de G. Howland Shaw, en nombre del secretario de Estado, a Carlton Hayes de 19 de agosto de 1942. Ambos documentos en NAW, RG 59, b. 732 (DS 124.526/198).

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de procedencia británica alcanzar el millón de metros mensuales en los últimos meses de 1942.48 A lo largo de 1943 la situación tendía a normalizarse. Según un informe de William D. Patterson, a la sazón Chief Representative OWI en Madrid, en agosto de 1943 los diferentes importadores y distribuidores españoles tenían solicitados un total de ochenta y seis permisos de importación para películas norteamericanas o británicas (concretamente setenta y cuatro norteamericanas y doce británicas), entre ellas esperaban su turno Dumbo y Pinocho cuyo permiso de importación había sido solicitado por «Helios Films». CIFESA tenía solicitado el permiso para dieciocho películas: Pudding Head, Melody Ranch, Lady from Lusiana, Scatterbrain, Easy Living, Zaza, The Texas Rangers, Rulers of the Sea, Christmas in July, One Million B.C., Saps at Sea, The Duke of West Point, Champ of Oxford, South of Pago Pago, Housekeeper’s Daughter, A Gentleman after Dark, King of the Turf y Topper Returns.49 La situación de CIFESA, la gran productora española, estaba en entredicho: Tenga en cuenta que CIFESA, que ha solicitado importar licencias de 18 producciones americanas incluidas en esta lista, es considerada persona non grata por el embajador y, por tanto, no recibirá las autorizaciones pertinentes del Gobierno español.50

Por otro lado en la misma fecha (agosto de 1943) había un total de noventa y tres películas norteamericanas y británicas ya adquiridas por distribuidores españoles con sus correspondientes permisos de importación que esperaban la llegada de película virgen de Inglaterra o Estados Unidos para las copias necesarias para su explotación comercial.51 En este terreno la Embajada seguía también muy de cerca la evolución del «mercado negro» de película virgen. A principios de 1944, una vez que los acuerdos de recepción de película virgen estaban ya en vigor se planteaba el siguiente problema: el Ministerio de Industria español concedía solamente película virgen suficiente para hacer un máximo de 48 Cfr. con el informe confidencial del embajador Hayes al secretario de Estado de 3 de agosto de 1942, en NAW, RG 208, E. 380, b. 19. 49 Cfr. carta de William D. Patterson (Chief Representative OWI, Spain) a T. L. Barnard (Acting Chief, Outpost Bureau, Overseas Branch, OWI), de 16 de agosto de 1943, en NAW, RG 208, E. 387, b. 728. 50 Carta de William D. Patterson (Chief Representative OWI, Spain) a T. L. Barnard (Acting Chief, Outpost Bureau, Overseas Branch, OWI), de 16 de agosto de 1943, cit. 51 Cfr. Carta de William D. Patterson (Chief Representative OWI, Spain) a T. L. Barnard (Acting Chief, Outpost Bureau, Overseas Branch, OWI), de 16 de agosto de 1943, cit.

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cinco copias dobladas de las películas estadounidenses (o británicas) que llegaban a España, basándose en que el suministro de película virgen de procedencia angloamericana era limitada. Sin embargo, los distribuidores para utilizar sus beneficios necesitaban entre diez y quince copias. Además muchas veces obtenían las películas sobre la base de un permiso temporal de importación y comenzaban a doblar y a hacer copias sin esperar a que se completasen todas las formalidades entre la Embajada y el Ministerio de Industria y Comercio para recibir película virgen de procedencia oficial. Los retrasos, además, contribuían a que en muchos momentos aunque un distribuidor tuviera el perfecto de derecho de doblar y copiar una película, no hubiese en el mercado ni un sólo metro de película virgen de procedencia legal. La embajada estadounidense investigó las posibles fuentes de película virgen en el mercado negro. En primer lugar, llegaba a España con grandes facilidades de Portugal sobre todo de marca Agfa. El contrabando también provenía de la Francia ocupada por los alemanes y según la embajada estadounidense eran los mismos ocupantes los que lo ofrecían a los ávidos distribuidores españoles. No era difícil tampoco traer una cierta cantidad de Sudamérica, pero los dos sospechosos que con más énfasis consideraba la Embajada eran la misma compañía Agfa en España y el NO-DO, algunos de cuyos directivos corruptos vendían al mercado negro parte del lote que les era concedido. Algo parecido hacían algunos productores españoles que encontraban más provecho el vender al mercado negro película virgen, limitando el metraje y las tomas en las películas que producían. En el caso de la compañía Agfa los alemanes se aprovechaban del hecho de recibir permiso para hacer quince copias de sus películas que llegaban a España para hacer solamente diez y trasladar al mercado negro el resto del material Agfa no utilizado que se vendía aproximadamente a cuatro veces su precio legal.52 Para facilitar aún más la llegada de películas norteamericanas a España Hayes se dirige a la OWI para que negocien con la Hays Organization el conseguir películas cuyo precio no exceda de los 12.000 dólares. Por otro lado, no olvida la principal finalidad que tenía la llegada de este cine estadounidense a España: Habría que asegurarse de que una parte sustancial de las producciones que incluyen aspectos educativos, históricos y sociales de América tengan el suficiente atractivo comercial como para justificar su compra; tendría que ser 52

Sobre todo lo anterior véase la carta de Raph H. Ackerman (Commercial Attaché) al secretario de Estado de 12 de febrero de 1944, en NAW, RG 59, b. 5108 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/179C).

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una de nuestros principales objetivos, de acuerdo con el valor propagandístico de las películas americanas.53

En realidad, las dificultades para adquirir y distribuir películas norteamericanas en España eran múltiples. La mayoría llegaban a España a través de Portugal, por lo menos hasta 1944, sin que la Embajada pudiera controlar tal flujo. El otro gran problema era la forma de pago pues estaba prohibido sacar fuera del país pesetas y, mucho menos, otras divisas. Así, los distribuidores españoles «recurrieron a la ficción extraña en su género presentando a su gobierno para obtener licencias de importación un contrato afirmando que las películas americanas eran una compensación por los derechos de distribución en el extranjero de una película española».54 Hayes dirigió una nota al nuevo ministro de Asuntos Exteriores, José Félix de Lequerica, titulada Discrimination Against American Motion Pictures and Film. Se lamenta Hayes de la nueva ley sobre importación de películas (B.O.E. 19 de julio de 1944) quejándose, en primer lugar, de haberse informado oficialmente de la misma nueve días después de su publicación y prosigue: Aunque la ley no fija un límite ni establece nuevos impuestos, es un hecho que incrementa las tasas de importación, y si estas se aplican junto con las numerosas restricciones internas, el comercio de películas estadounidenses en España se enfrentará a una situación insostenible. / Como su Excelencia bien sabe, en los últimos cuatro años, el gobierno español ha levantado muchas barreras a la importación y distribución de producciones norteamericanas. Desde 1939, no se ha dado ninguna garantía oficial a las producciones importadas desde Estados Unidos y, como consecuencia de ello, los exportadores no han podido obtener una rentabilidad apropiada por las películas que distribuyen en España.55

Además de la censura propiamente dicha, que podía impedir la difusión de una película o imponer determinados cortes a la misma, el doblaje era también una sutil forma de censura. Hasta el 23 de abril de 1941 53 Carta de Raph H. Ackerman (Commercial Attaché) al secretario de Estado de 12 de febrero de 1944, cit. 54 Carta de Raph H. Ackerman (Commercial Attaché) al secretario de Estado de 11 de febrero de 1944 («Control of American Motion Pictures in Spain»), en NAW, RG 59, b. 5108 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/178C). 55 «Note verbale» («Discrination Against American Motion Pictures and Film») del embajador Carlton H. Hayes al ministro de Asuntos Exteriores D. José Félix de Lequerica, de 28 de agosto de 1944, copia de la cual se incluye en el despacho de 9 de septiembre de 1944 de la Embajada a la Secretaría de Estado, en NAW, RG 59, b. 5108 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/9-944).

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era posible la exhibición en España de películas en versión original con subtítulos. Con esa fecha una ordenanza del Ministerio de Industria y Comercio hizo obligatorio el doblaje para todas las películas importadas. Sólo una compañía norteamericana, la Metro Goldwyn Mayer, tenía sus propios estudios de doblaje en Barcelona el resto lo hacía a través de las cinco compañías españolas dedicadas a ello. Sin embargo, los norteamericanos eran conscientes de que el público español prefería las películas dobladas: Podría parecer que la influencia propagandística de las producciones estadounidenses merma cuando se doblan las películas, aunque lo cierto es que estas películas no pueden valorarse a partir de las pocas palabras que van quedando en el público: las películas dobladas tienen en España un público mucho superior al de las películas subtituladas.56

Hollywood se había sumado al esfuerzo de propaganda aliada aún antes de la entrada en guerra de Estados Unidos, produciendo un gran número de películas de tema bélico con claro afán propagandístico, que, naturalmente, se incrementaron con la entrada en guerra del gran país americano.57 Sin embargo, al menos en la percepción de la embajada estadounidense éstas no son las películas preferidas del público español: La mayoría del público español muestra su preferencia en primer término por las películas estadounidenses y británicas de todo género, especialmente por la comedia ligera, (a) películas de aventuras y triángulos amorosos, (b) sentimentales, (c) de misterio, crimen y detectives y, por último, por las de guerra, de las cuales, el público —excepto ciertos sectores particulares— está ya cansado.58

En este mismo informe se hace una curiosa clasificación de los actores según la preferencia del público español: Artistas que atraen al gran público: Mickey Rooney, Charles Boyer, Vivian Leigh, Ronald Colman, Olivia de Havilland, Douglas Fairbanks, Joan Fontaine, Laurence Olivier, Myrna Loy, Claudette Colbert, Greta Garbo, Spencer Tracy, William Powell, James Stewart, Cary Grant, Robert Taylor etcetera./

56 «The Motion Picture Business in Spain», informe de William L. Smynser de 9 de junio de 1943, en NAW, RG 59, b. 5108, p. 29. Se trata de un extenso informe de más de cincuenta páginas elaborado por el tercer secretario de la Embajada sobre la situación del mundo del cine en la España de la época. 57 Sobre este asunto, véase: KOPPES, Clayton R. y BLACK, Gregory D., Hollywood goes to War. How Politics, Profits and Propaganda Shaped World War II Movies, cit. 58 «The Motion Picture Business in Spain», informe de William L. Smynser de 9 de junio de 1943, cit., p. 30.

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Artistas que tienen su propio público: Paul Muni, Edward G. Robison, Madeleine Carrol, Marlene Dietrich, Lionel Barrymore, George Raft, etcetera./ Artistas que son vistos siempre con gran placer: Aubrey C. Smith, Charles Winniger, Mary Astor, Raymond Massey, David Niven, etcetera./ Otros actores predilectos para los españoles, como James Cagney, están temporalmente excluidos de España o, si se les permite aparecer en la pantalla, no se puede hacer publicidad debido al boicot basado en la política del partido hoy en el poder.59

La Embajada era, pues, muy consciente del valor propagandístico que podía tener el cine estadounidense pero se daba cuenta de la dificultad de introducir directamente para el público en general propaganda bélica a través del cine: Las susceptibilidades políticas están muy a flor de piel y cualquier forma directa de propaganda se reconoce y se rechaza enseguida, producto de lo cual una buena película puede ser vetada en el país. Algo mucho más eficaz que la propaganda, y que siempre se permite, es la presentación de la familia americana y de escenas típicamente americanas, en definitiva el estilo de vida americano, ante el cual los españoles muestran un considerable respeto. La admiración que todavía existe puede ser utilizada por medios más sutiles que a través de la propaganda directa. Basta para satisfacer el deseo siempre presente en España de conocer más el panorama americano.60

Quedaba, de todos modos, aún otro pequeño obstáculo, esta vez por parte norteamericana, pues las grandes productoras estadounidenses pretendían seguir su habitual política comercial de exportar películas en «paquetes» en los que el atractivo de una o varias de ellas obligase al distribuidor español a comprar otras de menor calidad. Este tipo de política comercial, dadas las dificultades financieras de los distribuidores y exhibidores españoles, obstaculizaba también la presencia del cine estadounidense en España y preocupaba mucho a la Embajada: En este momento, y también por la política comercial a largo plazo, así como por razones de deber patriótico, el cine americano no debería descargar en España películas de baja calidad (potboilers). La vieja política “de reserva en bloque” que permite al distribuidor obtener tener diez películas buenas pero también diez malas, está en contra de una actitud equilibrada y es posible sólo donde hay poca competencia y nada que perder. En España hay choque dramático de intereses y cada carta jugada por Estados Unidos debe de ser la buena.61 59 Cfr. «The Motion Picture Business in Spain», informe de William L. Smynser de 9 de junio de 1943, cit., p. 42. 60 «The Motion Picture Business in Spain», informe de William L. Smynser de 9 de junio de 1943, cit., p. 42. 61 The Motion Picture Business in Spain», informe de William L. Smynser de 9 de junio de 1943, cit., p. 57.

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Todavía más, la Embajada pretendía discriminar también a aquellos distribuidores españoles que tuvieran en su cartera películas del Eje. Así, debía rellenarse una ficha muy completa donde aparecían preguntas como «¿tiene el comprador real algunas películas del Eje o controladas por el Eje en distribución?, ¿tiene el comprador real algún contrato u otro arreglo convenido para la distribución de películas del Eje o controladas por el Eje?, ¿Cuántas películas del Eje o controladas por el Eje ha distribuido el comprador real durante las dos últimas temporadas?». El texto de la ficha que debía rellenarse para obtener los permisos de importación de películas norteamericanas por parte de los distribuidores españoles, que, en papel con membrete de la oficina del Agregado de Prensa de la Embajada (Casa Americana/ D. Ramón de la Cruz, 5/ Madrid), se envió a Washington, era muy detallado. No nos resistimos a reproducir el texto completo: Datos para la extensión de certificados de exportación de los Estados Unidos Pelicula(s) española(s) 1. Nombre del productor español: Dirección: 2. Título de la película: 3. Producida en: 4. Fecha: 5. Coste de producción: 6. Datos de distribución (ver contrato): 7. Base de porcentaje: 8. Licencias concedidas: 9. Tipo de película virgen empleada: Longitud del negativo: Copias: Películas(s) americana(s) o británica(s) 10. Título: Nombre del vendedor: Dirección: 11. Comprador nominal: Dirección: 12. Comprador real: Dirección: 13. Precio pagado: 14. Plan de distribución (ver contrato): 15. Base de porcentaje: 16. Licencia de importación empleada: 17. Número de licencias de importación adicionales en propiedad del abastecedor: 18. Si las licencias de importación permanecen a otro que no sea el solicitante, ¿En qué forma y que precio se obtuvieron?:

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19. ¿Conserva el vendedor de la licencia algun interés de porcentaje en las ganancias de la película en España?: 20. ¿Cómo se efectua el pago a los Estados Unidos en dólares?: 21. Nombre de quién facilita los dólares a cambio de pesetas:/ Dirección: 22. Tarifa de cambio: 23. Identifiquese a todos cuantos intervienen en la transacción (bancos y otros intermediarios de cualquier clase): 24. ¿Dónde y por quién se doblará la película?: 25. Número de copias que se necesitan: Película virgen: 26. ¿Tiene el comprador real algunas películas del Eje o controladas por el Eje, en distribución?: 27. ¿Tiene el comprador real algún contrato u otro arreglo convenido para la distribución de películas del Eje o controladas por el Eje?: 28. ¿Cuántas películas del Eje o controladas por el Eje ha distribuido el comprador real durante las dos últimas temporadas?: Observaciones:62

En resumen podemos afirmar varias cosas. En primer lugar, hay que dejar bien sentado el hecho de que, en el terreno del cine y la información cinematográfica, pesaron tanto en la España de entonces los criterios meramente económicos cuanto los políticos, que tanto la OWI como el personal de la Embajada pretendían hacer prevalecer. En cualquier caso las necesidades de la propaganda no les hacían olvidar nunca la gran importancia económica que la industria norteamericana del espectáculo había tenido en la España de los años treinta y que, gracias en parte a su preparación, recuperó en la España franquista en los años de la postguerra mundial. Parece quedar claro, por otra parte, el hecho de que la propaganda norteamericana en España no tuvo el menor carácter subversivo para el régimen español. En términos generales se orientó mucho más a las personalidades del régimen o cercanas a él aliadófilas o supuestamente aliadófilas que no a una teórica oposición (que no existía) claramente aliadófila. En este aspecto no dejó de haber contradicciones entre los dirigentes de la OWI en Nueva York, Washington y el personal de su Embajada en España, de los que ya hemos dado cuenta; pero, en cualquier caso, era impensable que la propaganda estadounidense pudiera dirigirse al pueblo español en clave antifranquista. El cine, por su carácter de medio de comunicación de masas eminentemente popular, tenía un valor propagandístico enorme. Precisamente 62

Anexo a la carta de Raph H. Ackerman (Commercial Attaché) al secretario de Estado de 11 de febrero de 1944 (Control of American Motion Pictures in Spain) en NAW, RG 59, b. 5108 (DS 852.4061 MOTION PICTURES/178C), cit.

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por ello el régimen de Franco lo sometió a una censura férrea. Sin embargo, el gusto del público español estaba ya formado desde antes de nuestra guerra civil y sus preferencias se inclinaban claramente al cine estadounidense. Probablemente tuvieron más valor propagandístico las buenas películas norteamericanas, dramas o comedias, que reflejaban la vida de aquel gran país, que las de tema bélico, más abiertamente propagandísticas. El giro diplomático del gobierno español a medida que se hacía más obvia la victoria de las fuerzas aliadas propició también una mayor presencia del cine informativo estadounidense en España, eso sí, dentro siempre del único noticiario cinematográfico permitido, el NO-DO.

CAPÍTULO 9 OTROS CAMPOS: DE LA CULTURA A LA INDUSTRIA

Como afirma Jean-Marie Domenach: «la propaganda es polimórfica y se vale de recursos casi infinitos».1 Hasta ahora nos hemos ocupado de los medios de comunicación de masas más tradicionales, que son sin duda de ningún género eficacísimos vehículos del mensaje propagandístico. Pero no son los únicos. La propaganda puede llegar por otras muchas vías a sus objetivos. El arte, la arquitectura, la vida cultural, las relaciones sociales, la industria, etc. Pueden trasladar también entre un emisor y un receptor contenidos persuasivos. Naturalmente en el caso ue estamos estudiando no fueron descuidados estos flancos. Precisamente en ellos se basan mucho más lo que decíamos al principio. Mucho más que en los medios de masas la penetración en una sociedad de un modelo de vida como el estadounidense. Para concluir nuestro trabajo nos ocupamos aquí del que los teóricos de la propaganda denominan «subpropaganda»,2 es decir, toda una actividad de relaciones dedicadas a facilitar la comunicación pero que no necesariamente se orientan a transmitir un mensaje propagandístico concreto sino a establecer canales profundos sobre los cuales puedan ser más operativos los canales más inmediatos.3 Todo este trabajo de comunicación se denomina hoy Public Diplomacy y, esto es exactamente lo que, 1

DOMENACH, Jean-Marie: La propagande politique, París, PUF, 1979 (1.ª ed. 1950), p. 45. 2 Véase lo dicho en el capítulo 1 de esta obra y Cfr. JOWETT, Garth S. y O’DONNELL, Victoria: Propaganda and Persuasion, Beverly Hills (Cal.), cit., pp. 20-21. 3 Sobre ello puede verse también: PIZARROSO QUINTERO, A.: «Las Relaciones Públicas en el mundo de la comunicación política y la propaganda» en Alberto PENA (ed.): Relaciones Públicas y Protocolo, Pontevedra, Diputación de Pontevedra, 1998, pp. 47-70; y también PIZARROSO QUINTERO, A.: «Vieja y nueva propaganda» en Juan BENAVIDES (ed.): El debate de la Comunicación, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1998, pp. 219-232.

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como ya hemos visto a lo largo de las páginas anteriores, realizaron los norteamericanos en España durante la Segunda Guerra Mundial a pesar de las limitaciones que imponía la censura imperante en el régimen franquista. Las relaciones culturales y educativas, las simples relaciones sociales son también un vehículo de propaganda. Y además, cualquier manifestación pública cultural o artística e incluso industrial o tecnológica pueden ser excelentes vehículos del mensaje propagandístico. Desde el siglo XIX hasta nuestros días las Exposiciones Universales han sido canales de la propaganda. En España podríamos mencionar la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla o la Exposición Universal de 1992 también en Sevilla. El desarrollo industrial y la grandeza de Gran Bretaña en el siglo XIX erigen símbolos arquitectónicos nuevos. Junto a la arquitectura monumental y el nuevo urbanismo de la capital del Imperio, enormes complejos industriales, construcciones de hierro, chimeneas gigantes, bellísimas estaciones de ferrocarril, etc. son símbolos propagandísticos de la nueva era. La primera Exposición Universal celebrada en Londres en 1851 fue un ejemplo de este tipo de propaganda con su maravilloso Palacio de Cristal y el despliegue abrumador de los productos industriales ingleses de objetos exóticos traídos de las colonias de todos los rincones del globo, etc. También en Francia. En 1855 y 1867 se celebran en París sendas exposiciones universales, ocasión que no desaprovechan los gobiernos de Napoleón III para hacer de ellas un espejo propagandístico del desarrollo industrial francés y de su régimen político. En el mismo periodo, Alemania es, además, una enorme potencia industrial, algunos de cuyos índices de producción empiezan a sobrepasar a los ingleses. Esta carrera por la producción industrial será uno de los motivos básicos de la propaganda alemana de fin de siglo y de los primeros años del siglo XX. En la Feria de Muestras de Barcelona de 1944 Estados Unidos enfrentará, en clave de propaganda, su poderío industrial con el de la Alemania nazi. No olvidemos que Alemania ante los ojos de los españoles y de gran parte de los europeos era, desde finales del siglo XIX un modelo de desarrollo tecnológico e industrial.

Cultura, educación y sociedad En tiempos de paz la educación, la cultura y las relaciones sociales son también un instrumento de propaganda internacional que los estados desarrollan abiertamente en el ámbito de otros estados con los que man-

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tienen relaciones. La penetración en este terreno en la población de otro puede ser muy importante y determinar simpatías o antipatías. Normalmente un estado más potente y desarrollado influye y exporta pautas de comportamiento, ideas, estética, idioma, modelos educativos, etc. hacia otros estados menos fuertes o desarrollados. Nadie puede negar la omnipresencia de la cultura norteamericana en el mundo de hoy. Ésta se remonta ya al siglo pasado pero no cabe duda que fue el papel de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y su condición de superpotencia victoriosa más tarde lo que más contribuyó a la expansión de la cultura norteamericana en el mundo. Estados Unidos veía en las relaciones culturales un aspecto importante de su actividad exterior ya desde los años treinta, sobre todo en lo referente a Latinoamérica: La Division of Cultural Relations del Departamento de Estado se creó en julio de 1938. En sus orígenes debía ocuparse de organizar la aplicación de la Convención para la promoción de las relaciones culturales inter-americanas que se había aprobado en la Conferencia panamericana celebrada en Buenos Aires en diciembre de 1936, aunque simultáneamente sus miras estaban puestas en contrarrestar la influencia alemana al intensificar las manifestaciones de la Good Neighbor Relations en América Latina. Unos meses después, se designó un General Advisory Comité on Cultural Relations, que habría de contribuir a la definición de sus objetivos al tiempo que facilitaba la coordinación con las agencias privadas comprometidas desde tiempo atrás con el fomento de los intercambios educativos y culturales con el exterior (Institute of International Education, American Library Association, American Council of Learned Societies, las Fundaciones Carnegie, Guggenheim, Rockefeller, etc.). También en 1938 comenzó a funcionar el Interdepartamental Comité on Cooperation with the American Republics, aunque no se constituyó formalmente hasta agosto de 1939.4

En 1996 la United States Information Agency (USIA) perdió su autonomía como agencia federal para depender por completo del Departamento de Estado. Hasta entonces en el organigrama de cualquier embajada estadounidense en el exterior el Consejero de Cultura y Prensa o el Agregado Cultural o el Agregado de Prensa no eran diplomáticos funcionarios del Departamento de Estado sino funcionarios de la USIA. Es decir, todo el trabajo de propaganda cultural impulsado por el Gobierno federal o propiciado por éste en el mundo de la iniciativa privada dependía

4

DELGADO GÓMEZ-ESCALONILLA, L.: «Las relaciones culturales entre España y Estados Unidos. De la guerra mundial a los Pactos de 1953», en Cuadernos de Historia Contemporánea, 25, 2003, p. 39.

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de una agencia federal que nace en 1953 sobre la base de la antigua Office of War Information. La USIA no es otra cosa que una continuación la Overseas Branch de la OWI que desapareció en 1946. Cuando nació fue denominada International Communication Agency (ICA), pasó después a ser USICA para evitar confusiones con la CIA. Llegó a proponerse el nombre de United States Information and Cultural Agency, manteniendo las siglas, pero desde 1982 se denomina USIA. A veces el fenómeno de la propaganda aparece, más que como un estricto fenómeno comunicativo, en los aspectos colaterales a éste que pueden llegar a facilitarla. Se denomina subpropaganda a las actividades que tienden a facilitar la multiplicación de los emisores de propaganda. En buena medida coincide con el conocido fenómeno de las «relaciones públicas» en el terreno de la actividad comercial o de negocios. Viajes pagados, invitaciones, organización de actividades turísticas, becas, cursos de lengua, intercambios educativos, promoción de la propia cultura (publicaciones, arte, cine), etc. son actividades que un Estado, o un partido político, pueden utilizar para convertir en «propagandistas» a sus beneficiarios. A ello nos hemos referido ya en el capítulo 1 de esta obra. En realidad esta actividad de la subpropaganda típica por ejemplo de la Public Diplomacy, es decir, de las relaciones en el terreno de la comunicación, la cultura y la vida social que se establecen entre los estados y ciudadanos de otros países, no es más que lo que muchos definirían como relaciones públicas.5 Esta actividad no fue descuidada tampoco por la Overseas Branch de la OWI en Washington ni por el Outpost de la OWI en Madrid. Precisamente durante la Segunda Guerra Mundial se sentaron las bases de lo que sería después la penetración cultural en España, intensa y visible ya en los años cincuenta, a pesar de que España había permanecido ajena a la guerra y de que las tropas norteamericanas no llegaron aquí como liberadoras de nada sino para apuntalar al régimen franquista en 1953. El actual centro «Washington Irving» es hoy solamente un centro de información y documentación. Hasta hace pocos años reunía las actividades de la Casa Americana y era una interesante biblioteca. Nació en realidad como un arma de propaganda de guerra.

5 Sobre esta cuestión pueden verse: HOFFMAN, Arthur S.: International Communication and the New Diplomacy, Bloomington, Indiana University Press, 1968; MARTIN, L. John: International Propaganda. Its Legal and Diplomatic Control, Minneapolis, University of Minneasota Press, 1958 y HANSEN, Allen C.: USIA, Public Diplomacy in the Computer Age, Nueva York, Praeger Publishers, 1984.

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En agosto de 1942 Carlton Hayes elabora un memorandum que dirige al secretario de Estado para la organización de un programa de actividades culturales con España. Tal programa debía ser concebido en estrecha relación con los programas culturales dirigidos a Hispanoamérica, subrayando que a pesar de las diferencias de orientación política la relación de España con las Américas, incluyendo a Estados Unidos, era muy estrecha y por lo tanto debía ser explotada. Hayes es consciente de que la política de «Hispanidad» dirigida intensamente por España hacia el mundo iberoamericano en aquellos días podía chocar con el «Pan-americanismo» propugnado por Estados Unidos en aquella zona. Hayes es consciente de que hasta entonces nunca había habido un programa de cooperación cultural con España, algo que los franceses, los británicos y sobre todo los alemanes sí tenían. Para contrarrestar a éstos Hayes sostenía la idea de aprovechar la experiencia británica aunque con un programa muy bien diferenciado de ellos. El programa debería apoyarse en la actividad de la OWI en el terreno de radio, cine, distribución de boletines de noticias y otras publicaciones pero ampliándose también a publicaciones científicas en todos los campos, desde la Medicina hasta la Historia, y publicaciones religiosas. En ese terreno de intercambio, la Embajada debía propiciar la traducción al español de obras significativas de autores norteamericanos. Del mismo modo organizar una serie de visitas de intelectuales norteamericanos, sobre todo a universidades españolas y fuera de todo lo que tuviera que ver con la política. La viceversa era más complicada: (...) Sería más difícil, en las circunstancias existentes, asegurarnos de un visitante español acertado y propiciarle una recepción apropiada, pero imagino que un científico aceptable o un artista podrían ser encontrados, o, en su defecto, estudiantes avanzados españoles de medicina, química o agricultura pueden convertirse en un laboratorio suplementario de entrenamiento para Estados Unidos.6

Para poner en marcha este programa debería contarse con los locales adecuados, una persona que ejerciera las funciones u ostentara el título de Agregado Cultural con «tacto e buenos recursos, formación cultural y amplios intereses, simpatía hacia España y buen conocimiento del español». El trabajo debía realizarse en estrecha colaboración de la OWI y contar con la ayuda de agencias no gubernamentales como el Carnegie 6 «MEMORANDUM ON THE ORGANIZATION OF A CULTURAL RELATIONS PROGRAM WITH SPAIN» remitido por el embajador Hayes al secretario de Estado con carta de 13 de agosto de 1942 en NAW, RG 59, b. 3843 (DS 811.42752/57 PS/VMC).

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Endowment for International Peace (para enviar visitantes estadounidenses a España), el National Research Council, el American Council of Learned Societies, el Social Science Research Council o el Rockefeller Medical Institute, entre otras instituciones. Hayes concluye su memorandum con las siguientes recomendaciones urgentes para poner en marcha tal programa: (a) Se debería designar un agregado, que dedicara todo su tiempo a ayudarme con el programa. / (b) La OWI debería ayudarnos con la difusión de noticias y actividades publicitarias y a subrayar la rentabilidad de estos objetivos comunes de la Byne house.7 / (c) En esa casa, se debería instalar la colección de libros norteamericanos que, a mi entender, está a punto de llegar desde la Biblioteca del Congreso. / (d) En Madrid y Washington, habría que preparar un listado de publicaciones científicas que pudieran intercambiarse. / (e) Habría que enviar a algún estudiante a España, durante unos tres meses, financiado por el Departamento de Estado y la Fundación Carnegie. Si el programa se aprueba, haré algunas propuestas. / (f) Deberían mandarnos a España todo el material impreso y películas que haya sido útil en Hispanoamérica.8

John Van Horne fue nombrado Attaché for Cultural Relations y trabajó en la Casa Americana en estrecha colaboración con los servicios de la OWI. Dependía en su trabajo de la Office of Public Information del Departamento de Estado. La Casa Americana, situada entonces en Don Ramón de la Cruz casi esquina a Serrano, sirvió de centro de reunión, de punto de referencia, de sala de lectura para los amigos de Estados Unidos y de la causa aliada. Fue también la sede de una biblioteca cuyo papel como instrumento de propaganda no es de despreciar. La sala de lectura se abrió el 28 de enero de 1943 y el 23 de marzo comenzaron los préstamos. Contaba sólo con 543 volúmenes que poco a poco fueron aumentando. Los editores norteamericanos presentes en la Feria Internacional de Muestras de Barcelona de 1944 donaron a la biblioteca 1.200 libros. Esta biblioteca contaba además con una suscripción regular de noventa y nueve publicaciones perió7

La Byne house, en Don Ramón de la Cruz, 3 (Madrid) era entonces la residencia del embajador de Estados Unidos, hoy lo es del número dos de la Embajada. Se trata de un edificio singular construido en 1885 por Don Manuel Caldero, Marqués de Salamanca, y lleva el nombre del arquitecto norteamericano Arthur Byne que adquirió la propiedad en 1931. Byne, autoridad mundial en arquitectura española y comerciante de antigüedades, redecoró la casa con elementos arquitectónicos (ventanas, escaleras, artesonados, etc.) procedentes de sus «correrías» por España muchas veces al servicio del coleccionista y tycoon de la prensa neoyorquina William Randolph Hearst. 8 «MEMORANDUM ON THE ORGANIZATION OF A CULTURAL RELATIONS PROGRAM WITH SPAIN» de agosto de 1942, cit.

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dicas norteamericanas. A finales de junio de 1944 había otorgado 441 carnéts de lector. De enero de 1943 a enero de 1944 la Biblioteca tuvo 5.025 lectores pasando de 56 en febrero a 608 en octubre. Entre el 1 de agosto de 1944 y el 31 de enero de 1944 fueron requeridos 1.094 libros y 1.274 revistas.9 La Casa Americana organizaba también una serie de actividades sociales desde tés a proyecciones cinematográficas. Para ello contaba con una lista básica de invitados de 3.250 nombres. Durante el invierno de 1943-44 todos los lunes por la tarde la esposa del embajador organizaba un té con proyección de noticiarios cinematográficos y documentales al que estaban invitadas las esposas de algunos españoles prominentes. Los jueves por la tarde los hijos del embajador invitaban a los hijos adolescentes de algunas influyentes españolas y otros diplomáticos. Se organizaron asimismo audiciones musicales con los discos que llegaban a la Embajada que también fueron ofrecidos Radio Madrid para su emisión, lo que sucedió en varias ocasiones. Se trataba fundamentalmente de música popular norteamericana con orquestas como la de Glenn Miller y otras.10 De estas actividades sociales se encargaba la señora Frances Foltz, esposa del corresponsal de Associated Press. Llevó a cabo su trabajo con gran eficiencia y tacto lo que le proporcionó numerosos éxitos y el aprecio de sus superiores.11 Como afirma Delagado tuvo una «cierta prioridad inicial por atraer a medios de negocios y sectores eclesiásticos» y continúa: Para cumplir con esa labor y, fundamentalmente, para que actuase como centro de irradiación propagandística, se dotó a la Casa Americana de proyectores de cine, emisores de radio, máquinas de impresión y otro material técnico indispensable. La biblioteca abrió sus puertas a comienzos de 1943, enriqueciéndose con fondos adquiridos al Institute for Girls in Spain y con donaciones procedentes de los editores norteamericanos que acudieron a la Feria de Barcelona de 1944.12

Una de las actividades de La Casa Americana fueron, naturalmente, las conferencias. Dadas las circunstancias era relativamente difícil contar con figuras norteamericanas que además, en muchos casos, no hubieran 9

Cfr. Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, cit., pp. 55-56. Cfr. Basic Report. Madrid Outpost de 28 de octubre de 1944, cit. pp. 57-60. 11 Cfr. carta de John Van Horne a Charles A. Thomsom (Office of Public Information, DS) de 1 de agosto de 1944, en NAW, RG. 59, b. 5108 (DS 852.42711/8-144). 12 DELGADO GÓMEZ-ESCALONILLA, L.: «Las relaciones culturales entre España y Estados Unidos. De la guerra mundial a los Pactos de 1953», cit., p. 45. 10

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querido venir a España. Algunas fueron impartidas por profesores españoles. Hubo concretamente un ciclo sobre arte español impartido por el profesor Enrique Lafuente de la Universidad de Madrid. En otros casos se recurrió a personal de la Embajada o a colegas de la embajada británica. Por ejemplo entre febrero y marzo de 1945 se dieron las siguientes conferencias: el 27 de febrero John Van Horne, Attaché for Cultural Relations, disertó sobre «Tendencias en la Literatura de los Estados Unidos»; el 6 de marzo el profesor Walter Starkie, Director del Instituto Británico en Madrid, habló de «Impresiones de los Estados Unidos»; el 13 de marzo Emmet Hughes habló de American Foreign Policy. Estas conferencias se desarrollaron en inglés. Durante el mes de abril siguiente se dieron una serie de conferencias en español: Van Horne hablará de los estudios de España en Estados Unidos, Folz, de la Associated Press, sobre la prensa en Estados Unidos; el Dr. Rodríguez Candela, sobre el Instituto de Medicina Tropical de Lousiana y del Centro Médico de Nueva York, y José Guidol, de Barcelona, sobre las fórmulas pedagógicas en los museos estadounidenses.13

A estas conferencias se asistía por invitación y en algunos casos eran anunciadas en la prensa que a su vez se hizo eco de algunas de ellas a posteriori. La sala con la que contaba la Casa Americana era bastante reducida. En ningún caso podían asistir más de 80 personas. Desde la Office of Public Information del Departamento de Estado se instó a John Van Horne en el verano de 1944 a que orientase su actividad como Agregado Cultural a establecer lo que el mismo denomina «una misión cultural permanente en España», es decir, a que preparase el futuro una vez acabada la guerra. De su esfuerzo en este sentido informa a Washington en una interesante carta de 1 de agosto de 1944 que ya hemos citado. Obviamente el esfuerzo propagandístico en España en aquellos tiempos estaba orientado a la inmediatez de la guerra pero no se descuidó en ningún modo el flanco cultural y social sentando así las bases de lo que después, a lo largo de todo el franquismo y hasta nuestros días iba a ser la penetración cultural norteamericana en España. Hemos visto ya el papel que tenía el cine dentro de este panorama de la propaganda cultural. Estados Unidos era muy consciente durante la Segunda Guerra Mundial de que podía obtener más ventajas con este tipo de propaganda que con una propaganda puramente política que hu13

Carta de W. Walton Butterworth, Encargado de Negocios, al secretario de Estado de 19 de marzo de 1945 sobre «Lecture Series in the Casa Americana» en NAW, RG 59, b. 4804 (DS. 811.42752/3-1945).

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biera sido imposible de difundir en un régimen totalitario como el español. Así lo describe Lorenzo Delgado: En España debía evitarse el plano político y concentrarse en el cultural, no podía esperarse la cooperación de sus autoridades y habría que conformarse en el mejor de los casos con su tolerancia, e inicialmente tendría que ponerse el acento en los contenidos de propaganda informativa antes que en la actuación más a largo plazo propia de las relaciones culturales. En este sentido, era preciso obtener una dotación urgente para ampliar las actividades de prensa y propaganda de la embajada, que deberían suministrar más noticias sobre la guerra desde la óptica de los aliados, por meido de boletines, programs de radio, largometrajes y películas documentales; el material que ya había sido preparado para su difusión en América Latina podía emplearse con algunos retoques para el público español. Esa labor debía completarse con la organización de in intercambio de publicaciones sobre medidicina y salud pública, física y química, agricultura, arte, historia, economía, arqueología, biblioteconomíoa, estudios hispánicos y materias católicas. Además, convenía contar con una biblioteca americana en Madrid. Asimismo, se sugería ir preparando, para cuando las circunstancias lo permitieran, un intercambio de intelectuales, estudiantes y profesores entre amos países que privilegiara el envío a España de norteamericanos especializados en historia, literatura, literatura y arte; en tanto que la corriente unversa la compondrían españoles que acudirían a Estados Unicos para ampliar su formación en materias científicas y técnicas.14

Precisamente, como afirma Delgado, también la actividad industrial y económica podía ser un buen camino. El ejemplo de la Feria de muestras de Barcelona de 1944, y de la presencia norteamericana en la misma, nos ilustra sobre ello. El caso de la Feria de Muestras de Barcelona de 1944 La propaganda como hemos visto discurre a través de muchos y muy variados canales. Los medios de comunicación de masas constituyen, evidentemente, sus canales más utilizados tanto de manera directa como indirectamente. La actividad cultural a través de determinadas instituciones es, obviamente, otro importante canal de propaganda. Uno de los leitmotiv de la propaganda estadounidense aún en nuestros días es su superioridad técnica e industrial. Como hemos visto más arriba, las grandes exposiciones industriales son un instrumento de propaganda desde el siglo XIX. Junto a estos magnos acontecimientos las Ferias no sólo son ocasión de fomentar el inter14 DELGADO GÓMEZ-ESCALONILLA, L.: «Las relaciones culturales entre España y Estados Unidos. De la guerra mundial a los Pactos de 1953» cit., p. 44.

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cambio comercial sino también ocasión de propaganda. La participación norteamericana en la Feria Internacional de Muestras de Barcelona de 1944 es un buen ejemplo de ello. El gobierno de Washington era perfectamente consciente de la importancia de la ocasión tanto para contrarrestar ese mismo aspecto de la propaganda alemana igualmente basado en su superioridad técnica e industrial como para sembrar para el futuro. La Feria Internacional de Muestras de Barcelona se celebro del 10 de junio al 2 de julio de 1944. En ella estaban oficialmente representadas España, Marruecos español, Suiza, Suecia y Chile. Portugal «estaba representada por una tienda de artículos de regalo, cuero artículos similares». Ni Alemania ni Inglaterra estuvieron representadas como países sino bajo la cobertura de firmas españolas: Era evidente que las firmas españolas eran fachada de las firmas alemanas, como las radios y equipos Philips (de propiedad holandesa, pero bajo control alemán), los motores diesel Skoda (checoslovacos), y los artículos fotográficos, incluidas las cámaras, fabricados en Alemania, pero vendidos con nombres españoles.15

El Departamento de Estado norteamericano aceptó la invitación española de participar en esta Feria de 1944 y encargó a la OWI «para crear, organizar y montar una exhibición americana». Se encargó de la coordinación por cuenta de la OWI Leonard C. Rennie, autor de un interesante informe en el que basamos todo lo que sigue. La invitación se produjo con poco tiempo. Rennie no fue nombrado hasta el 20 de marzo, es decir, menos de tres meses para prepararlo todo. En un principio se pensó organizar una clásica muestra de productos industriales contando con la colaboración de la Cámara de Comercio Americana en España pero surgieron una serie de dificultades. En primer lugar la OWI no tenía experiencia en este tipo de trabajo, la Foreign Economic Admistration no dio facilidades en las necesarias licencias de exportación. Incluso los sindicatos amenazaron con boicotear determinados envíos a la España fascista. Así que hubo de limitarse a una mera exhibición de muestras de algunos bienes y sobre todo una exposición con unos fines didáctico-propagandísticos. Del diseño del pabellón norteamericano se encargó el arquitecto Jack P. Gensemer que estaba destinado en las oficinas de la OWI en Lon15 «REPORT. OWI EXHIBIT. INTERNATIONAL SAMPLE FAIR. Barcelona, Spain. June 10-July 2, 1944», cit., p. 18.

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dres. Se preparó también una película y una serie de fotografías muy ampliadas obra de Knaster, cameraman de la OWI de Madrid. La exhibición estadounidense estaba dividida en catorce secciones: «Presentación y bienvenida, nuestro país, nuestras ciudades, nuestra gentes, nuestros hogares, nuestras escuelas, nuestra prensa y nuestra radio nuestro programa público de atención sanitaria, nuestras formas de diversión, nuestra agricultura, nuestro trabajos, nuestras industrias, nuestro gobierno y nuestras esperanzas en el futuro».16 Todas estaban organizadas sobre la base de un texto de presentación breve y de fácil lectura que daba paso a grandes fotografías con explicaciones, mapas, revistas, libros, sonido en su caso, etc. Se pensó también preparar una amplia zona de lectura para que los visitantes pudiesen examinar libros y revistas. Para ello se enviaron 1.200 títulos que pasaron más tarde a engrosar la biblioteca de la Casa América. Dificultades de espacio limitaron este idea a una sala mucho más pequeña y separada de la exhibición propiamente dicha donde los libros fueron ordenados en estanterías que reproducían una típica librería de un hogar norteamericano. Todos los empleados, excepto el Director de la biblioteca de la Casa Americana, eran españoles republicanos, con fuertes inclinaciones pro americanas. Esos empleados eran tres guías (hombres), dos bibliotecarias (mujeres), una empleada de información, la mujer de la limpieza y un encargado angloparlante, que también trabajaba como traductor. Este último era responsable del mantenimiento y del control de resto de los empelados. Además, un vigilante nocturno que trabajaba entre las 9:00 PM y las 9:00 AM, cuando era relevado por alguno de los guías.17

Además de estos empleados fueron enviados otros dos desde Madrid. Abel R. Plenn, Assitant Press Attaché de la Embajada, que estaba encargado de moverse entre los visitantes y hacerse luego eco de sus reacciones ante la muestra y que, además, se encargó de investigar la audiencia de The Voice of America. Plenn preparó distintos informes entre ellos uno ya citado al hablar de la propaganda radiofónica.18 Además, un tal Mac Krim estaba encargado de todo lo relacionado con el cine. 16 «Introduction and Welcome, Our Country, Our Cities, Our People, Our Homes, Our Schools, Our Culture, Our Press and Radio, Our Public Health Program, Our Recreations, Our Agriculture, Our Jobs, Our Industries, Our Government and Our Hopes for the Future» en «REPORT. OWI EXHIBIT. INTERNATIONAL SAMPLE FAIR. Barcelona, Spain. June 10-July 2, 1944», cit., pp. 3-4. 17 «REPORT. OWI EXHIBIT. INTERNATIONAL SAMPLE FAIR. Barcelona, Spain. June 10-July 2, 1944», cit., p. 5. 18 Cfr. carta de Abel R. Plenn, Assitant Press Attaché a Mr. Bartow H. Underhill, Chief, Outpost Service Bureau, OWI, New York, de 6 de octubre de 1944, cit.

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Como hemos visto desde el 15 de junio en adelante se proyectaron dos sesiones de cine documental en el Sala de Espectáculos del Palacio Lateral número 2 de la Feria. Dado que había un suficiente número de documentales a disposición fue posible organizar tres programas que se turnaban cada día y que se distinguían por el color de las invitaciones: azul, el programa número 1; blanca, el programa número 2; «encarnada», el programa número 3.19 En sendos programas se alternaban documentales claramente de propaganda bélica con otros que mostraban diferentes aspectos de la vida norteamericana.20 Aunque la capacidad de la sala no llegaba a mil localidades se imprimieron mil doscientos para cada programa y sesión y la demanda estuvo siempre por encima de la capacidad de la sala. Cada día había dos sesiones, una matutina y otra vespertina. Por la noche se proyectaron también películas comerciales que no habían llegado todavía a España, aunque no hubo suficientes para preparar un programa diario completo y tampoco la sala de proyecciones estaba libre todos los días. Estas sesiones estaban patrocinadas por la U.S. Chamber of Commerce in Spain que se encargaba de darle publicidad. Sin embargo, cada entrada costaba el enorme precio, entonces, de 25 pesetas pero ni ello ni el que algunas de las películas proyectadas fueran en inglés fue obstáculo para que la sala estuviese siempre a rebosar. Este programa de películas comerciales se introdujo con la proyección en el cine Coliseum de la Gran Vía de Barcelona de How Green Was my Valley, doblada al español y que todavía no se había estrenado, lo que constituyó todo un acontecimiento social en la ciudad. 19 Nótese que para denominar las invitaciones en español los mismos norteamericanos emplean la denominación de «encarnada» para evitar la palabra «roja». En el informe citado anteriormente se incluyen invitaciones de los tres colores que sitúan las proyecciones en la «Sala de Espectáculos del Palacio Lateral número 2 de la Feria». 20 Programa n.º 1: Highway of Friendship (El Camino de la Amistad), Paratroops (Paracaidistas), Power and the Land (Electricidad en el Campo), Fighting Spirit (Espíritu de Lucha), Alaska’s Silver Millions (Alaska Tierra de Promisión), Let ’Em Go Alive (Pececitos a la mar). Programa n.º 2: Swordfishing (La Pesca del Pez Espada), Snow Trail (En la Nieve), Beyond the Line of Duty (Más Alla del Deber), Harvests for Tomorrow (La Resurreción de la Tierra), Cowboy (El Vaquero), Jeep (Jeep), Winged Scourge (Malaria, Technicolor). Programa n.º 3: Aluminum (Aluminio), Fighting Fish (Peces Duelistas), Pipeline (Oleoducto), Building a Bomber (Aviones Bombarderos), Sand and Flame (Fuego y Arean), This is America (Eso es América), Trotting Kings (Carreras de Trotadores). Los títulos en castellano tomados del informe de Leonard C. Rennie ya citado. Para los títulos en inglés, cfr. carta de W. Walton Butterworth (Chargé d’Affaires ad interim) al secretario de Estado («Display of Non-Theatrical Motion Pictures»), de 13 de julio de 1944, en NAW, RG 59, b. 5108 (852.4061 MOTION PICTURES/ 7-1344), copia de la misma se encuentra también en los archivos de la OWI, en NAW, RG 208, E. 387, b. 731.

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En cuanto a la promoción del Pabellón estadounidense no faltaron tensiones entre Rennie y Hughes. Éste se negó a que Rennie organizase los contactos con los periodistas, asunto del que quería ocuparse en exclusiva, así no pudo celebrarse una comida prevista con todos los corresponsales estadounidenses. Hughes intervino también en la preparación de una carpetilla informativa que debía contener los textos básicos y algunas ilustraciiones claves. Aprobó el proyecto en su conjunto. Pero cuando llegaron las primeras pruebas modificó el diseño de la carpetilla y sustituyó algunos textos por un discurso del embajador Hayes. Esto retrasó la preparación de esta carpeta o folleto que sólo pudo distribuirse en los últimos días de la Feria. Hubo problemas además con el cartel del Pabellón norteamericano que, ideado en Estados Unidos, debía ser impreso en Madrid. Desde Barcelona solicitaron quinientos carteles grandes y trescientos pequeños pero sólo llegaron trescientos y doscientos que fueron distribuidos en restaurantes, cafés, estaciones, almacenes, etc. Después de que estos carteles aparecieran por Barcelona Rennie afirma que a través del teléfono le fueron solicitadas otras tres mil copias de las que no disponía. No acabaron ahí los problemas entre Rennie y Hughes. Una de las salas de la exposición que despertó más interés fue la destinada a los 1.200 volúmenes enviados desde Estados Unidos. Ante el interés despertado entre los intelectuales barceloneses por su lectura, Rennie llegó a un acuerdo con la Cámara de Comercio Americana en España para que, a sus expensas, estos libros fueran instalados dentro de una sala en la Biblioteca Pública de Barcelona. Hughes se opuso y los libros fueron enviados a la Casa Americana de Madrid, tal y como estaba previsto. Rennie se lamentaba de estos términos: Aunque fui a España pensando en que trabajaría como coordinador, en Barcelona rápidamente me di cuenta de que desempeñaría las funciones propias de un delegado comercial y de consultor técnico para algunos empresarios e industriales locales.21

Dentro de la Feria la música popular norteamericana que sonaba en los altavoces era el mejor reclamo para atraer visitantes al Pabellón. En la Sala B del Palacio Central de la Feria se hicieron numerosas audiciones de discos norteamericanos. Además de las generalmente positivas reacciones en la prensa barcelonesa, los servicios de la Embajada pulsaron distintas reacciones tanto 21 «REPORT. OWI EXHIBIT. INTERNATIONAL SAMPLE FAIR. Barcelona, Spain. June 10-July 2, 1944», cit., p. 14.

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del público que visitaba el pabellón estadounidense como de algunas instancias oficiales. De todo ello también se hizo eco la OSS que elaboró distintos informes sobre las reacciones del público, la prensa y distintas instituciones a la presencia norteamericana en la Feria.22 Rennie, en su informe, afirma que «los oficiales de la Falange estaban excesivamente enfadados» Concretamente el Gobernador Civil de Barcelona, un tal Correa, cuando se entrevistó con el embajador, exigió algunos cambios para permitir la apertura del pabellón estadounidense. Por ejemplo, debía aparecer la típica frase de Lincoln describiendo el sistema de gobierno de Estados Unidos como the government of the people, for the people, by the people shall not perysh from the earth, así como el texto de la sección Our hopes for the future donde se hacía alusión a la libertad religiosa, afirmando: «Estados Unidos es una tierra de muchas iglesias. Cada familia elige su propia religion y cada persona es libre de asistir a los oficios religiosos donde y cuando le plazca. Las iglesias no tienen voz en el gobierno pero la gente es libre de actuar según las enseñanzas de sus iglesias».23 Requirió también la retirada de una revista cuya portada era una fotografía de Stalin y protestó además por las cinco estrellas que había en un lado de una fotografía de Lincoln. Rennie subraya que «fue bastante extraño que no se pidiera a los americanos retirar la Declaración de Derechos ni el texto completo del Discurso Gettysburgh, ambos montados sobre atriles frente a la fotografía de Lincoln». Se realizaron algunos cambios pero la definición de Lincoln sobre el gobierno se mantuvo junto a las fotografías de los ciudadanos votando o en reuniones políticas, etc., ampliamente explicadas con textos adjuntos. Las primeras reacciones de los miembros de la Cámara de Comercio Americana no fueron positivas pues hubieran preferido, claramente, una muestra industrial y comercial y no propaganda política: La primera reacción de los funcionarios y miembros de la Cámara Americana de Comercio en España fue desalentadora. Esperaban, y habían prometido al gobierno, una exhibición comercial y en lugar de ello se encontraron con un espectáculo de propaganda.24

Sin embargo sí se llegó a determinados acuerdos comerciales. Ramón Hernández Francés, a la sazón director de Ferrocarriles de Cataluña, 22

Un conjunto de estos informes en NAW, RG 226, E. 127, b. 18. Texto recogido en «REPORT. OWI EXHIBIT. INTERNATIONAL SAMPLE FAIR. Barcelona, Spain. June 10-July 2, 1944», cit., appendix I, p. 5. 24 «REPORT. OWI EXHIBIT. INTERNATIONAL SAMPLE FAIR. Barcelona, Spain. June 10-July 2, 1944», cit., pp. 12-13. 23

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solicitó ayuda a Rennie para hacer un pedido en Estados Unidos de dos trenes completos además de todo un equipo de señales para modernizar su red comprometiéndose a exhibir ese material en el Pabellón estadounidense de la Feria de 1945 a sus expensas. También se interesaron distintos empresarios textiles para que se les facilitase la importación de maquinaria y del mismo modo el ingeniero agrícola, José Bustinza, sondeó la posibilidad de importar maquinaria agrícola. Todos ellos fueron dirigidos a la cooperación de la Cámara de Comercio Americana en España. Según los organizadores del pabellón la reacción del público español fue siempre positiva: Los trabajadores, intelectuales y empresarios españoles coinciden en su gusto por los libros, aparatos, moda, medicamentos, artículos de oficina, electrodomésticos, coches, aviones y armas americanos.25

El material español exhibido en la Feria no podía ser excelente. En su informe Rennie describe la industria española como atrasada y dependiente. Subraya Rennie que por parte española no había en la Feria explícita propaganda política. La presencia extranjera en la Feria fue abundantemente recogida en la prensa. La Cámara de Comercio Americana financió anuncios sobre las proyecciones cinematográficas. Ciertamente un trabajo de estas características sólo lo podemos considerar desde el punto de vista de la propaganda. No deja de ser curioso subrayar el enfrentamiento por cuestiones de competencias entre el responsable de la OWI en Madrid, Emmet Hughes, y el comisario de la Feria enviado a Barcelona por la OWI desde Estados Unidos, probablemente como este último señala en su informe sus desacuerdos limitaron parcialmente la efectividad propagandística del acontecimiento.

25 «REPORT. OWI EXHIBIT. INTERNATIONAL SAMPLE FAIR. Barcelona, Spain. June 10-July 2, 1944», cit., p. 13.

A MANERA DE CONCLUSIÓN Estados Unidos estaba muy lejos de disponer de un sólido y probado aparato de propaganda de carácter estatal cuando comienza la Segunda Guerra Mundial al contrario que Alemania, Italia o la Unión Soviética. No cabe duda, sin embargo, de que sus medios de comunicación de masas (prensa, radio, cine informativo y de argumento) eran, probablemente, los más desarrollados del mundo. También habían sido norteamericanos la mayoría de los más importantes estudiosos del fenómeno de la propaganda después de la Primera Guerra Mundial. Es decir, disponían de los medios, de las ideas y de los hombres. Faltaba sólo el presupuesto y la voluntad política. Conocían además muy de cerca la experiencia británica en este terreno en los dos primeros años de la guerra. Sólo así puede explicarse como pudieron poner en pie tan rápidamente una organización eficaz para este propósito. España, entre los países neutrales, tenía una gran importancia para los beligerantes de ambos bandos. La industria española no podía ofrecer nada que tuviera un mínimo de valor estratégico pero sí algunas materias primas, sobre todo minerales como el tungsteno, el wolframio o el mercurio. Su posición estratégica de llave del Mediterráneo y la cercanía de su régimen a los de las potencias del Eje hacían esencial para los aliados el mantenimiento de su neutralidad. España acababa de salir de una guerra civil en la que el bando derrotado se identificaba con la causa aliada. Numerosos ex-combatientes republicanos luchaban en la medida de sus posibilidades con las Naciones Unidas contra el Eje. No faltaron contactos con figuras del exilio en previsión de una posible entrada de España en el conflicto. Organizaciones como la OSS contaron entre sus agentes con republicanos españoles para preparar una eventual guerra psicológica o actos de sabotaje. Sin embargo, Estados Unidos mantenía normales relaciones diplomáticas con el régimen imperante en España. Los grandes medios de comunicación norteamericanos, sobre todo la prensa criticaban reiterada-

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mente al régimen franquista tanto por razones de política interior como por su inclinación a las potencias del Eje. Estas críticas no faltaron tampoco desde instancias oficiales de propaganda como la VOA. Todo ello dificultaba una labor diplomática cuyo objetivo principal era mantener a España lejos de la tentación de intervenir en la guerra a favor del Eje y cuyo objetivo secundario se centraba en las relaciones económicas, sobre todo para evitar las facilidades que Alemania podía encontrar en el acceso a las materias primas españolas. Si a esto unimos el hecho de que en España no había mínimamente libertad de expresión, que los medios estaban dominados por la propaganda oficial y que la propaganda de las potencias del Eje campó por sus respetos durante toda la guerra, tenemos que concluir que a la propaganda aliada le quedaba sólo un estrecho margen. Podía, por un lado, hacer llegar parte de su mensaje, sobre todo vía radio, por encima de la rígida censura franquista. Pero esto sólo creaba dificultades al objetivo diplomático principal, lo que en efecto sucedió. Tenía pues que limitarse a aprovechar los cauces que el propio sistema le permitía y acercar al pueblo español y algún que otro sector del régimen unas cuantas ideas muy elementales como la confianza en la victoria aliada, la superioridad técnica y económica de Estados Unidos, etc. Paralelamente, por vía diplomática se garantizaba al régimen su continuidad caso de una victoria aliada para evitar cualquier tentación de que se sumase al Eje. No por ello el esfuerzo propagandístico norteamericano fue menor. Y de hecho sentó las bases de la futura influencia cultural norteamericana en la España franquista y en la de nuestros días. Se alcanzaron objetivos no poco importantes. La información de procedencia norteamericana se multiplicó en los medios españoles claramente a partir de 1943. El cine estadounidense siguió siendo el favorito de los españoles y fue muy bien canalizada la distribución de películas y el uso de material filmado estadounidense en el noticiario monopolístico NO-DO. El embajador Hayes pudo pecar algunas veces de ingenuidad sobre todo si lo comparamos con el británico Hoare. También su catolicismo conservador hizo que aceptase como hechos consumados demasiados aspectos negativos del régimen sanguinario imperante en España. Sin embargo, cumplió completamente los objetivos para los que Roosevelt le había enviado a España: mantuvo a España fuera de la guerra y acercó diplomática y económicamente ambos países. Para ello el embajador Hayes controló con mano de hierro las actividades de otras agencias en España. Su enfrentamiento con la OSS fue

A MANERA DE CONCLUSIÓN

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permanente, sobre todo por la tendencia de esa organización a valerse de republicanos en el exilio o en el interior sobre todo en clave de una posible entrada de España en la guerra. En cualquier caso limitó mucho las actividades de la OSS en España que no dejó nunca de exigir el control de las mismas desde la Embajada. Hayes también se enfrentó con la OWI. Criticaba a menudo las emisiones de la VOA y, en general, a la prensa estadounidense de la que decía que no se habían dado cuenta de que la Guerra Civil en España ya había acabado y mucho menos de quién la había ganado. Consiguió desplazar a Patterson, enviado desde Estados Unidos, para imponer al frente del Outpost de la OWI en España a su protegido Emmet J. Hughes, con quien estaba en perfecta sintonía. Hughes, por otra parte, llevó a cabo una labor meritoria. Eso sí, siempre ajustada a los designios de Hayes y del Departamento de Estado, mucho más que a los de la OWI en Nueva York. Podemos afirmar que la labor de la propaganda de Estados Unidos en España, probablemente mucho más que la de los británicos, llegó al pueblo español. Los españoles, a pesar de la propaganda oficial del régimen franquista y de la actitud de la prensa española favorable al Eje casi hasta el último momento, no dejaron de percibir el mensaje norteamericano que llegó nítido y sin compromisos: la superioridad militar y económica, la voluntad de victoria y la seguridad en la misma, basada en la rendición incondicional del enemigo.

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ÍNDICE ONOMÁSTICO Ackerman, Ralph H.: 188n., 197n., 198n., 202n. Aguirre, José: 112. Albrecht: 156. Alejandro (rey de Macedonia): 34. Alfaro, José María: 60. Allen, Jay: 121. Allport, F. H.: 47n. Alsop, Stewart: 24n., 82n. Álvarez, Jesús Timoteo: 17, 17n., 54n., 72n., 156n. Álvarez del Vayo, Julio: 112. Amo García, Alfonso del: 182n. Aníbal: 34. Aparicio, Juan: 60, 61, 65, 71n. Areilza, José María: 99, 99n. Arias Paz, Manuel: 59, 61, 140. Arias Salgado, Gabriel: 60, 61, 140, 141n., 185. Aristóteles: 34. Arnold, Edward: 193. Arrese, José Luis: 60. Asinius Pollio: 39. Astor, Mary: 200. Aznar, Manuel: 70. Badoglio, Pietro: 68, 70, 78, 85n. Balfour, Michael 20n. Barnard, T. L.: 83, 102, 103, 103n., 109, 196n.

Barnes, Joseph S.: 82. Barrera, Carlos: 53n. Barrett, Carrol: 143n., 145n. Barrett, Edward: 106n. Barrymore, Lionel: 200. Beaulac, Willard L.: 26, 26n., 96, 96n., 162, 162n., 163, 163n. Begnal, sister Saint C.: 27n. Becker, Howard: 156n. Begg, John M.: 182n., 194, 195n. Benavides, Juan: 205n. Benet, Stephen Vincent: 82n. Berdah, Jean-François: 21n. Bergman, Ingrid: 187. Berle, Adolf A.: 75n. Bermejo, J. Benito: 54n., 60n. Bernays, Edward L.: 33, 33n. Black, Gregory: 175n., 176n., 177n., 178n., 179n., 181n., 199n. Black, S.: 51n. Blochman, Lawrence: 159. Blum, John Morton: 82n., 85n. Bogart, Humphrey: 180. Bonsal, Philip: 109. Bouton, S. Miles: 103n., 147n. Bowers, Claude G.: 96, 96n. Boyer, Charles: 199. Braden, Thomas: 24n., 82n. Bradley, Omar: 70.

242

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Bramtot, Adolfo: 108. Brigg, A.: 42n. Bristow, Desmond: 24n. Bristow, Bill: 24n. Broncano, Manuel: 79n., 119n. Brown, Anthony Cave: 24n., 81n., 112n., 114n. Bruno, Pfarrer: 192. Buffalo Bill (William Frederick Cody): 28. Burke, M. R. Thomas: 161n. Bustinza, José: 219. Butterworth, W. Walton: 69n., 212n., 216n. Byne, Arthur: 210n. Cabanis, André: 34n., 35n. Cagney, James: 193, 200. Calder, Ritchie: 88. Caldero, Manuel (Marqués de Salamanca): 210n. Campuzano, Felipe: 183, 184n. Cantor, Eddie: 193. Capa, Robert (Andreiyj Friedmann): 120n., 122. Capra, Frank: 178, 179, 187, 188. Caplow, T.: 47n. Caragol, John: 110. Carney, William P.: 120, 120n., 121. Carrol, Madeleine: 200. Carroll, Wallace: 87, 87n. Cartier-Breson, Henri: 122. Casanueva, Cándido: 133. Casas Sánchez, José Luis: 23n. Cassin (sacerdote): 152. César: 34, 39. Chaplin, Charles: 174. Churchill, Winston: 41, 42, 47, 69, 177. Clark, Mark W.: 78, 89, 113, 159.

Clausewitz, Karl von: 36. Clemente VIII: 32n. Colbert, Claudette: 199. Cole, Robert: 21n., 27n., 41n., 108n. Colman, Ronald: 199. Companys Monclús, Julián: 119n. Contreras, F. R.: 49n. Cooper, Gary: 175. Corpening, Maxwell M.: 121. Correa Burrows, Paulina: 14. Cortés, Hernán: 34. Cowan, Lou: 158n., 159, 159n. Crain, Earl T.: 96, 98, 142. Creel, George: 79-81. Crosby, Bing: 193. Crosmann, Richard: 152. Cruickshanks, Charles: 20n. Daldwin, Hanson: 70. Darlan, François: 78, 85n., 89, 159, 160. Daugherty, W. E.: 36, 36n., 37, 83, 83n., 84n., 92n., 156n. Davis, Bette: 193. Davis, Elmer: 83, 85, 86, 174. DeCourzy, W. E.: 102. De Gaulle, Charles: 41, 150, 151, 160. De Havilland, Olivia: 199. Delgado Gómez-Escalonilla, Lorenzo: 19, 19n., 20, 20n., 207n., 211n., 212, 212n. Delgado Idarreta, J. M.: 54n. Delmer, Sefton: 156n., 157. Díaz Amadeo, Luis: 182. Dietrich, Marlene: 200. Di Lucia, Francis: 112. Domenach, Jean-Marie: 205, 205n.

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Donovan, William J.: 81n., 82, 83, 97, 98, 98n., 111-113, 158. Doussinague, José M.: 61, 61n., 71n., 100. Downes, Donald: 112-114. Duchesne, Jacques: 152. Dunner, Joseph: 87n., 92n. Durandin, G.: 157n. Duval, René: 153n., 156n. Echarri, Xavier de: 64. Eck, H.: 74n. Edman, George W.: 91. Edwards, Violet: 33, 33n. Eisenhower, Dwight David: 87, 88, 104, 104n., 114. Elías, Julio: 193. Eliot, T.S.: 81n. Elizalde, María Dolores: 19, 19n., 20, 20n. Espadas Burgos, Manuel: 23, 23n. Ezcurra, Luis: 114n., 115n. Fairbanks, Douglas: 193, 199. Farago, Ladislas: 156n. Feis, Herbert: 26, 26n. Felipe II: 39. Ferdonnet, Paul: 151. Ferno, John: 122. Foltz, Charles: 66, 98, 108, 142. Foltz, Frances: 211. Fontaine, Joan: 199. Ford, John: 187. Foot, Robert: 151. Franco, Francisco: 21n., 23, 23n., 25, 25n., 26, 26n., 28, 28n., 29, 54n., 57, 64, 65, 67, 73, 90n., 96n., 103, 104n., 106-108, 113, 122, 124, 126, 147, 155n., 171, 172, 192, 203. Friedrich, Carl: J. 87n.

243

Galarza Morente, Valentín: 60. Gallego Castro, Vicente: 65. Garathy, Cecil: 121. Garbo, Greta: 199. García Alix, Conrado: 25n., 70, 70n. García Galindo, Juan Antonio: 21n., 54n. Garriga Alemany, Ramón: 62. Gay, Vicente: 59, 64. Gensemer, Jack C.: 214. Gil Robles, José María: 133. Giménez Arnau, Juan Antonio: 60. Giménez Caballero, Ernesto: 55. Goebbels, Joseph: 152, 153, 156. Gómez Aparicio, Pedro: 65. Gómez-Jordana, Francisco (conde de): 67, 140, 140n., 185. González Calleja, Eduardo: 62n. González Requena, Jesús: 182n. Grant, Cary: 199. Graves, Cecil: 151. Gregorio XIII: 32n. Gregorio XV: 32n. Gubern, Román: 182n. Guderzo, Massimiliano: 25, 25n., 97n., 100, 103n., 106n., 113n. Guidol, José: 212. Guille, Darsie: 152. Guinzberg, Harold: 127n., 138n., 142n., 143n., 144n. Halsey, William F.: 85. Halstead, Charles R.: 26n., 96n. Hansen, Allen C.: 43n., 51n., 208n. Hawks, Howard: 174. Hayes, Carlton J. H.: 26, 26n., 27n., 58, 61, 62, 64n., 66n., 67, 69n., 71, 71n., 97, 98, 98n., 99,

244

ÍNDICE ONOMÁSTICO

99n., 100, 100n., 101, 101n., 102, 102n., 103, 109, 109n., 111-113, 113n., 115, 116, 125, 127n., 132, 133, 133n., 138, 138n., 140, 140n., 141, 141n., 147, 147n., 184, 184n., 186, 186n., 188n., 191n., 194, 195, 195n., 196n., 197, 198, 198n., 209, 209, 209n., 210, 217, 222, 223. Hazeltime, Charles B.: 88. Hearst, William Randolph: 210n. Hemingway, Ernest: 121, 122. Henderson, G.: 50n. Hilton, Sylvia L.: 13, 14. Hitchcock, Alfred: 174, 177. Hitler, Adolf: 56, 67, 78, 79, 125, 126, 129, 153, 157, 174. Hoare, Samuel: 26n., 99, 100, 108, 111, 128, 222. Hoffman, Arthur S.: 43n., 50n., 208n. Hoover, J. E.: 75, 75n. Houseman, John: 82n., 158, 158n., 159, 159n., 160. Hueli, Eduar: 174n. Hughes, Emmet: J. 26n., 56n., 64n., 66n., 70, 97, 98, 101, 102, 102n., 103, 104, 104n., 105, 105n., 106, 106n., 107, 107n., 108, 109, 125, 127, 127n., 128, 132, 132n., 134, 138, 138n., 142, 142n., 143n., 144n., 145n., 146n., 147n., 148n., 165n., 182, 183n., 212, 217, 223. Hull, Cordell: 113, 145. Hurbitz, Leo: 122. Ibáñez Martín, José: 59, 62.

Irving, Washington: 119, 135, 208. Ivens, Joris: 122. Jacquard, Roland: 44, 45n. Janowitz, Morris: 36n., 83n. 84n., 156n. Jenofonte: 39. Johnson, Hiram Warren: 46, 46n. Johnson, Samuel: 46. Joyce, William: 151. Jowett, G. S.: 45n., 50, 50n., 205n. Kapferer, J. N.: 47n. Kastner, Lacy W.: 182n., 183n., 194n. Katz, Barry: 24n. Kendrick, Alezander: 152n. Kesselring, Albrecht: 155. Kim, Soon Jin: 66n. Kime, Martin: 26n. Kipling, Rudyard: 47. Kline, Herbert: 122. Kluckhohn, Frank: 120. Knaster: 215. Knightley, Philip: 40n., 46n., 120n. Koppes, Clayton R.: 175n., 176n., 177n., 178n., 179n., 181n., 199n. Kraime, Earl T.: 163n. La Guardia, Fiorello: 152. Lasswell, Harold: 33, 33n. Latimer, Jon: 47n. Lazar, Hans: 62, 624, 65. Leigh, Vivian: 199. León Aguinaga, Pablo: 20n., 173n., 181n. Lepkin, M.: 47n.

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Lequerica, José Félix de: 198, 198n. Lerner, Daniel: 20n. Lilly, Edward P.: 84n. Lincoln, Abram: 82n., 113, 218. Linen, James: 65n., 66n., 108n., 139n., 185n. Litvak, Anatole: 174. Loy, Myrna: 199. Lozovski, S. A.: 152. Luca de Tena (Familia): 63. Luce, Henry L. 82n., 104(n,), 121. MacArthur, Douglas: 85. MacLeish, Archibald: 81, 87, 174. Mac Krim: 215. Marañón;Gregorio: 99. March, Frederick: 193. Marín, Francisco: 47n. Marquina Barrio, Antonio: 23, 23n. Martin, L. J.: 50n., 208n. Martínez, Noelia: 14. Martínez Nadal, Rafael (Antonio Torres): 25, 25n., 42n., 74, 74n., 128, 128n. Massey, Raymond: 200. Masterman, J. C.: 24n. Matthews, Herbert: 120, 120n., 121, 121n. McCarthy, Joseph: 83n. McClure, Robert A.: 89. Mégret, Maurice: 37, 37n. Mellett, Lowell: 173, 178, 180, 187. Melloni, A.: 58n. Méndez Herrera, José: 108. Merry del Val (marqués de): 27. Metternich: 34n., 35n. Millán Astray, José: 59, 64. Miller, Glenn: 211.

245

Montero, Julio: 18n., 41n., 176n. Monticone, Alberto: 74n. Mordrel, Olier: 156, 157. Moreno Torres (comandante): 59. Morales Lezcano, Víctor: 23, 23n. Mountbatten, Louis (almirante): 92. Multigner, Gilles: 72n., 237. Muni, Paul: 193, 200. Munro, Ian S. (Tte. Col.): 90n., 91. Murrow, Edward R.: 149, 150, 152, 152n. Mussolini, Benito: 56, 67, 70, 71, 74, 79, 130, 132, 133, 164. Namikawa, Ryo: 155n. Napoleón: 34, 35, 47, 131. Napoleón III: 206. Negrín, Juan: 113. Nelson, F. P.: 161n. Nicholas, Sian :42n. Nimitz, Chester William (almirante): 85. Niven, David: 200. Núñez Díaz-Balart, Mirta: 14, 54n. Núñez de Prado Clavell, Sara: 14. Nye, James Warren: 175. O’Donnell, V.: 45n., 50, 50n., 205n. Olivier, Laurence: 199. Olmos, Víctor: 66n. Pahle, Theodore J.: 185n., 191n. Papa, Antonio: 74n., 154n. Pastor Petit, D. 24, 24n. Patterson, William D.: 61, 65n., 66n., 98n., 101, 101n., 102, 102n., 103, 108, 108n., 112,

246

ÍNDICE ONOMÁSTICO

139, 139n., 140, 141n., 184, 184n., 185n., 187, 196, 196n., 223. Paulucci di Calboli: 106. Payne, Stanley G.: 97, 97n. Paz Rebollo, Mª Antonia: 14, 18n., 41n., 176n. Pemán, José María: 56. Pena, Alberto: 205n. Peña-Marín, Cristina: 58n. Pérez, Juan Manuel: 13. Piccialutti-Caprioli, M. A.: 42n., 151n. Pietri, François: 26n. Pirsein, R. W.: 158n., 160n. Pizarroso Quintero, Alejandro: 17n., 18n., 19n., 21n., 27n., 41n., 49n., 54n., 74n., 79n., 87n., 90n., 106n., 119n., 120n., 149n., 151n., 176n., 181n., 205n. Plenn, Abel R.: 166n., 215, 215n. Polk, James Knox: 79. Potter, John M.: 125, 125n., 127n. Pound, Ezra: 81n., 154. Powell, William: 199. Pratt, Jack: 112. Primo de Rivera, José Antonio: 57. Primo de Rivera, Miguel: 60. Primo de Rivera y Orbaneja, Miguel: 64, 119n. Primo de Rivera, Pilar: 58. Pujol, Juan (Garbo): 25n. Pujol, Juan: 59, 64. Qualter, Terence: H. 151n. Quigley, Martin S.: 182n. Raft, George: 200. Rainer, Luise: 193.

Read, A. J.: 147n. Rennie, Leonard C.: 191n., 214, 216n., 217-219. Reumaux, F. 47n. Rey García, Marta: 27n., 120n. Rhodes, Anthony: 20n. Ridruejo, Dionisio: 60. Río Cisneros, Agustín: 26, 26n., 68n. Robertson, Paul: 193. Robison, Edward G.: 200. Rockefeller, Nelson: 81, 83, 104n., 207. Rodríguez Candela, (Dr.) 212. Rojas, Antonio: 54n. Romanones, Aline Griffith (condesa de): 24, 24n., 116n. Romeo Leopoldo: 64. Rooney, Mickey: 199. Roosevelt, Eleanor: 82n. Roosevelt, Franklin Delano: 41, 80, 81, 81n., 82n., 83, 85, 88, 96, 97, 103, 111, 139, 173, 175, 177, 183, 185, 222. Roosevelt, Kernit: 24, 24n. Rouquette, M. L.: 47n. Ruhl, Hans-Jörg: 21n. Russell, William Howard: 40. Ryan, Frank: 112, 115. Sainz Rodíguez, Pedro: 59. Sánchez-Biosca V.: 182n. Schiller, Fiedrich: 39. Schulze Scheneider, Ingrid: 14, 21, 21n. Schurz, William L.: 182n., 194n. Schumann, Maurice: 152. Segura, Pedro (Cardenal): 57. Serna, Víctor de la: 64. Serrano Suñer, Ramón: 23n., 58n., 60-62, 67, 126.

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Sevillano Calero, Francisco: 53n. Shaw, G. Howland: 195n. Sherwood, Robert: 81-83, 86, 102n., 103, 106n., 124, 132n., 146n., 158, 159, 159n. Short, K. R. M.: 20n., 55n., 162n. Shulman, Holly Cowan: 158n. Sidney, Sylvia: 193. Sierra, F.: 49n. Sinova, Justino: 54n. Smith, Aubrey C.: 200. Smith, Bradley F.: 24n., 111n., 112n. Smith, R. Harris: 24n., 82n., 111n., 112n. Smyser, William L.: 194n. Smyth, Denis: 25, 25n. Solborg, Robert: 111. Sorensen, Thomas C.: 43n. Soriano, Joaquín: 182, 183n., 185. Spaulding, E. Wiloder: 147. Sperber, A. M.: 152n. Stalin, J. V.: 156, 218. Starkie, Walter: 212. Stewart, James: 199. Strand, Paul: 122. Suárez, Luis: 23, 23n. Sun Tzu: 38, 39n. Swetland, H. M.: 50n. Tarín, Sofía: 14. Taro, Gerda: 122. Taylor, Robert: 199. Telo, Antonio José: 25n., 111n. Terrón Montero, J.: 54n. Thomas, Gregoy: 112, 113, 115. Thomson, Oliver: 33, 33n., 50. Togliatti, Palmiro: 153. Tolstoi, León: 153. Tone, Franchot: 193. Tovar, Antonio: 60.

247

Toynbee, Arnold: 27, 28n. Toynbee, V.: 28n. Tracy, Spencer: 199. Tranche, Rafael R.: 182n. Truman, Harry: 38, 186. Tuñón de Lara, Manuel: 23. Tusell, Javier: 23, 23n., 55, 120n. Ugarte, Fracisco: 108. Underhill, Bartow H.: 147n., 166n., 215n. Urbano VIII: 32n. Vallee, Rudy: 193. Van Horne, John: 210, 211n., 212. Vázquez, Eduardo: 71n. Velasco Murviedro, Carlos: 21, 21n. Verdi, Giuseppe: 39. Víctor Manuel III: 68. Vidal i Barraquer, Francisco de Asís (Cardenal): 58. Voigt, A.: 152. Von Moltke, Helmut: 132. Von Paulus, Friedrich: 153. Von Rahn: 155. Warburg, James: 82, 82n., 87. Warnes, Joseph: 82n. Watson, Bert Allan: 26, 26n., 122. Watson, William B.: 121. Weddell, Alexander W.: 64, 96, 96n., 97, 111, 124, 124n., 162n., 193, 193n., 194n. Wedlake, G. E.: 150n. Welles, Orson: 159n. Welles, Sumner: 97. West, Nigel: 25n. Wilder, Thornton: 82n. Willson, John P.: 27n.

248

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Wilson, Woodrow: 78. Winer, Percy: 87, 88. Winfield, Betty Houchin: 80n. Winkler, Allan M.: 82n., 84n., 86, 88n. Winniger, Charles: 200.

Ximénez de Sandoval, Felipe: 162, 163n. Yastner, Lazy W.: 195n. Zeman, Z. A. B.: 156n.

Editada bajo la supervisión del Departamento de Publicaciones del CSIC, esta obra se terminó de imprimir en el mes de noviembre de 2009 en los talleres de Sociedad Anónima de Fotocomposición