Dialéctica de lo contingente y lo necesario
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N. PILIPENKO

DIALECTICA de lo

CONTINGENTE yde lo

NECESARIO

l!lnl Editorial Progreso Moscú 1986

Trn d uci do del ruso por F'. Cel)()rio

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p. 167. p . 1 70 . p . H i t\ . p . 1 7 2. 77

est án d a das en ella; son creadas p or e i pensaml.ento como me d io d e organizar la experiencia, d e coordinarla armoniosamente en una unidad b ien proporcionada .» 1 5 6 Criticando dichas concepciones Lenin escribiría: «La idea d e que el conocimiento puede ' crear' formas universales, sustituir con el orden el primitivo caos, etc . , es una idea d e la filosofía idealista. El universo es e l movimiento re­ gulado de la materia, y nuestro conocimient o , siendo el producto supremo de la N aturaleza , sólo puede reflejar esa regularidad» . 15 7 E l modo como e l p ositivismo moderno (neopositivismo) p lantea l a cuestión referida a las categorías de causalidad, necesidad y contingencia es, en esenci a , semej ante al de Hume y Mach. Así ,j en su Tratado lógico-filosófico Ludwig Wittgen­ stein dice que la causalidad no es más que la fe en una se­ cuencia determinada de los acontecimientos. D e esta tesis de Hume hace la siguiente conclusión : «La fe en la relación d e causación es un prejuicio»15 8 • Wittgenstein p arte de la afirmación de que lo s fenómenos de la N aturaleza , los hechos, no pueden hal1arse entre sí en una relación necesaria. N o existe la necesidad por la cual una cosa debe suceder porque va a suceder otr a . «Solamente existe la necesidad lógica .»159 Rudolf Carnap entiende también la necesidad y la contin­ gencia de un modo idealista subjetivo. En su libro S ignifi­ cación y necesidad niega el carácter objetivo de las mismas. Sustituye l as conexiones necesarias que existen en la N a­ turaleza con l igazones entre l as proposiciones y los juicios o , según su terminología , con «hechos de l a experiencia» , y los presenta como resultado d e la percepción del individuo . Carnap señala que la cuestión de si los hechos son juicios de c ierto género o entidades de un a naturaleza diferente , es controvertible y, por lo tanto , debe resolverse por acuerdo. Para que e l juicio sea un hecho , en opinión de Carnap , tiene que ser, primero , verdadero y, segundo, contingente1 6 0 • Camap no sólo niega l a existencia de conexiones en el mun­ do material , reflejadas por las categorías de necesidad y contingencia y otras más; t ampoco reconoce el mundo ob156

Citado p o r V . I . Lenin e n : Materialismo y emp iriocriticismo .

o . e . , t. 1 8 , p . 1 14. 157

Ibid. l 5 8 L . Wittgenstein. Tractatus Logico-Philosophicus. London, 1 955, p . 1 08 . 159 Ibid . , p . 1 80 . i, Go Véase R . Carnap . M eaning and Necessity . Chicago, Illinois, 1 9 56, p. 28. 78

j etivo mismo , considerandolo pro b lemático (aquello so bré 1o que n o se formulan sino preguntas fals q s ) . 161 Bertrand R ussell , asimismo , sustentaba posiciones subje­ tivistas en la concepción de la causalidad , la regularidad , la necesidad y la contingencia. P ara él la regularidad y las conexiones necesarias en la Naturaleza son fruto de la concien­ cia humana y constituyen una sup ervivencia del p asado siglo que se conserva únicamente , igual que la monarquía, porque el mantenerla no causa menoscabo. E n opinión de R ussell , los filósofos llegaron a reconocer el carácter objetivo de las leyes y d e las conexiones necesarias en la N aturaleza por la razón de que a dm itían l a existencia en la vida cotidiana de multitud de secuencias regulares de los sucesos. Esta regu­ laridad j ustamente les sugirió la idea en cuanto a las l eyes y la necesidad en l a N aturaleza. A esa secuencia d e los acon­ tecimientos denomina «línea causal» . Si se nos dan algunos de ellos, dice, podemos inferir algo sobre o tros sin que nada tengamos que saber sobre el medio circundante . 1 6 2 Al determinar la necesidad por medio d e la c ausalida d , R ussell señala q u e t a l puede ser «cualquier ley que , siendo verdader a , brinda la posibilida d , dado cierto número de acon­ tecimientos, de inferir algo sobre otro u otros acontecimien­ tos» . 1 63 K arl Popper t ambién otorgó atención a d ichas c atego­ rías. Bajo el p eso de los datos que aportan las Ciencias N a­ turales modernas reconoce que existe la n ecesidad física y lógica. S egún él , l a necesidad física es una necesidad d e un orden d istinto por completo al de la necesidad lógica . La necesidad lógica es en cualquier realidad más amplia que la necesidad física1 64• La primera p ermanece como es en todos los mundos p osibles; la segun d a, en algunos mundos posibles n o p ermanece. Ahora b ien, se sabe por la experien­ cia que la necesidad físic a , natural, p ese al car ácter j erár­ quico de la estructura de los entes materiales , es primaria y la necesidad lógica , secundaria,, un efecto d e l a n ecesidad física. Algunos filósofos norteamericanos i dentifican la n ecesi­ dad física y lógica. E n sus escritos: ¿Existen conexiones necesarias en la Na1 61 Ihid . , p . 207-208. 16 2 Véase B. Russell. Human Knowledge. Its Scope and Ltmits. London, 1 959, p . 333. 163 I bi d . , p . 344. 16 4 K. P o pper. The Logic of Scientific D iscovery. N . Y . , 1 95 9 , p . 420.

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turaleza't y Naturaleza 1J necesidad. Ensayo sobre ontología física_, Mil ton Fisk avanza la idea de q ue existen en la reali­ dad conexiones necesarias que aparecen en forma de nece­ sidad física y lógica que no son sino variedades de una nece­ sidad «natural» única. 1 65 E llo no da pie p ara diferenciar l a necesidad lógica de l a necesidadJ física.10 6 En la obra Hume y el horno ardiente de E dward H. Madden_i la relación de causación se identifica con el efecto ló­ gico . 167 Robert A. Oakes1 en su artículo El horno ardiente ¿es una «necesidad natural» o una deducción lógica? al prin­ cipio está de acuerdo con la opinión de Madden acerca de que la causalidad es un aspecto de l a deducción lógica. Luego saca l a conclusión d e que «no hay distinción lógica entre la necesidad que dimana de la naturaleza misma de la s cosas y l a necesi d a d a nivel conceptual» . 168 S in embargo, t al diferencia existe por cuanto la necesidad física es pri­ maria y la n ecesidad lógica secundaria J derivada de la física. L a Natur aleza, sus conexiones, comprendidas las conexio­ nes necesarias1 y la necesidad física existían,, como demues­ tran los datos de las Ciencias N aturales, mucho antes de la aparición de l hombre capaz de reflej ar de modo lógico la necesidad natural,. física. L a contingencia en l a filosofía neopositivista se concibe también desde un ángulo idealista subjetivo. El filósofo fran­ cés Henri Berr afirma que «allí donde el j uego de la causali­ dad escapa a nosotros hemos de hablar del azar como de una cosa real»1 p ero en realidad , lo casual no existe! y es l50 y se somete a las leyes est a d ísticas, probabi lísti c a s . E l concept o , d e u so corri e n t e , e n c uanto al con d i c i on a­ miento c a u sal d e lo n ecesario y lo conti n ge n t e n o satisface a l a ciencia c o n te m p or á n e a y precisa d e correcc i o n e s sustan · c i a l es . E n la real i d a d efectiva e xisten rn u ltitu d d e fenóme­ nos, cosas, acon tecim i e ntos, procesos, q 11 e sien d o refl e j a d o s e n l a c a tegoría d e n ecesid a d , s o n engen d r a d o s p or cau sas n o sólo interiores , s i n o t a m b i én exteriores; como e x isten t am­ b ién muchos fenómenos q u e , estand o reflej a d os e n la c at ego­ ría de contin gencia , n o sólo surgen en fun c i ó n d e causas ex­ t er i ore s , d e una c o n junción d e v ar i as circ un st an c i as con co­ m itantes, sino t am b i én de c a u sas intrínsecas d e su d esarro­ llo.

i.

4 8 N . Duhinin. La función i ntef{radora d e l a genética p ara la biolo­ gía moder'!:ª· -Las C iencias Naturales actuales y la dialéc tica materiali­ sta. Moscu, 1 977, p . 3 7 7. 49,jI .' Narski. I n te rp ret ac i ón de la cate{{oría «contingencia». Filosó­ fskie naúki, 1 970, No. I , p . 4 8 . � o Véase C. Marx y F' . Engels. D e las obras tempranas. Mosc ú , 1 956, p . 36.

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Por ejem pl o , el metabolismo que tran scurre en l o s o rga-­ n ism os v ivientes y se hall a ligado con los procesos d e asimí.-­ lación y desasimilac i ó n es necesario para su d esarrollo'­ Per o ¿acaso se dehe ún icamente a cau sas in tern as que se en­ cuon Lran en los organismos? No p o dría producirse sin l a conexi óH do l o s org a n ismos c o n l as con d iciones d e su e xisten­ c i a , con el m e d i o exterior. Por lo t a n t o , el rn et abol isrno co­ mo n eces i d a d no sólo d eriva do las causas intern as de la exis­ ten cia d e los propios organismos v iv ientes, sino q u e se ha­ lla determinado además por condiciones qu e son exteriores· con relación a los m ismos. El c arácter n ecesa rio de la evolución d e los organ ismos so dobo t a mbién a un c úmulo do n e x os tan t o i n teriores como O \" lori o res y so p o n e de m an i f iesto en u n as con dicio n es e n que l as posibilidades que encierran las estruc tu ras hered itarias d e los organ ismos se h acen realidad . Pero l a materialización do d i ch as posibi1 i d ades d el genotipo de un organ ismo se pro­ d u ce sol am en te a p artir de l a acción recíproca de l a s estruc­ turas de los seres vivientes con el medio . La n ecesi dad se prcsp 1ita como el efecto de un c úmulo in tegral de causas, coll d i c i on es y razones que se d an durante l a evolución del orQ'm1 � isrn o . A su v e z , tamb i é n las c o ntingencias surgen b a j o la ac­ ción de causas n o sólo exteriores , sino a menud o t a m b i é n in­ teriores , derivan d e la esencia del fen ómen o . Sabido es que la acu mulación en los organismos de diferencias fortuitas y su con solidación en e l curso de l a selección n a tural d a lugar . a qu e se m odifican los caracteres específicos n ecesarios y se tran sform an nnas especies en otras. Pero estas v ariacion es for­ Lui Las de l os necesarios caracteres especí ficos, se pro d u ce n en prim er término b a j o el in f lu j o d e las p articu l aridades here­ d itarias de los organ ismos , esto es , d e sus propiedades intrín ­ secas, que s e hallan determ i nadas por l a acción recf proca do las moléculas d e los ácidos nucleicos (AD N , A R N \ y las proteínas en s u sistema de células y que se transmiten por herencia de p adres a hij os En ello precisamente se b asa e l c ultivo de nuevas razas de animales y v arie d a des d e p l a n ­ t a s p o r medio d e l cruzam iento y l a hibridación interespecí-­ fic a , e tc . E l que l a s contin gencias surgen como con secuencia d e causas i n Lem as y extern a s l o con firm a también e l hecho d o l a selección n a turnL Basán dose en e ll a , l os espec i a l i stas eli­ gen do mu l t i tu d d e v aria n tes sól o a q u o ll n s q u e en la l u c h a d e los organismos por J a continuación de l a especie y e n e l 105

c ambio su cesivo de J a s gen eraciones se a daptan mejor a un medio determina d o . E l resultado del proceso an terior de se­ l ección se fij a genéticamente en ] a s gen eracion es p o sterio­ res, las cu ales se someten a u n a n u eva sel ecc,ión d e m o d o q u e , en difinitiva , se pro d u ce un c a mb i o , n ace H n a especie ad ap­ t a d a al m ed i o . «Y a qu í -escribe J . Cimutta en su artículo

La dial&tica de la continf{encia y l a necesidad en el proce.c;o evo­ lutivo- se p o n e en evidenci a que la necesid a d (la selección n atural. -N.P . ) se abre p as o por medio de l ey d e una o fer­

ta d e variantes casualmente c o n diciona d a , con l a p articula­ r i d a d de que la con tingen cia n o es una form a simple de m a­ n ifestación , pues pertenece a l a s p artes int egran tes in tern as d el mecanismo tran sform a dor rle la evolu ción . »51 En l a vida soc i al e x isten infini d a rl de fenómen o s fortui­ tos origin a d o s simu ltáneamen t e por cau sas in tern as y exter­ n a s . El precio d e uua]quier mercan cía d epen d e en el merca­ do c apitalista (como contin gen c i a ) de multitu d de circun s­ tancias exteriores: comnetencfa. d e los pro duct ores , re] a­ c i ó n en tre la dema n d a y l a ofert a , etc . Al propio t iem p o , «el preci o , como exponen te de la m agnitud de valor de ] a mer­ cancía»52 se presenta como un a necesi d a d . La insuficiencia d e deducir l o n ecesario ú n icamente d e l a s c ausas intern a s d e l o s fenómeno s , d e su s n ex o s est ables, p ermanen tes, y l o contingente sólo d e l a s c ausas externa s d e l os fen ómen os , d e sus vínculos extern o s in est ables , tempora­ l e s , se a preci a b ie n cuan d o se an alizan mucho s procesos y objetos de la real i d a d con a yu d a d e represent acion es estruc­ turales de sistem a . Conforme a ést a s , cualquier fen ómeno d e l a realidad efecti v a s e con ceptúa como u n sistem a complejo compuesto d e multitud de elementos i n teractu antes. Cad a elemento p osee cierta i n depe n d en c i a , cierta autonomía y muitiform i d a d que e xpresan u n a determ i n a d a estructura d e sistem a . Los elementos de los sistemas n o d epen d en n i se h allan d etermina d o s por el est a d o v l a con ducta de otros ele­ mentos i dénticos. La c o nducta y el �sta d o de los elementos en los sistemas y sn in teracción ambian de m a n era d esordena d a . Y. Sachko v , e n su artículo Sobre las actuales síntesis de la categoría de contingencia53 , d ice q u e la cont i n ge nc i a ex pre51 J . Cimutta. D ie D ialektik von Zufall und N otwendigkeit im Evoluttonsgeschenen. -Deutsche Zeitschrift für Philo.�ophie, Sg. 1 7 (1969) , No. 8 , S . 972. ri. 52 C . Marx. El Capital. C. Marx y F . Engels. Obras, t. 23, p. 1 H . ' ' T53 Véase Razones ftlos6ficas de las Ciencias�Natz¡,rale11, Moscú, 1. 976, '

p. 263.

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sa la presencia de u n tipo de termi n ado d e r e l a c io n es entre los o b j e t o s o acon tecimientos dentro de u n o s siste m as , en que n o existen entre ellos depen dencias d irecta s , in mediat a s , p e r m a n entes, de term i n an tes u n as d e otras . L a con tin gen c :i sign ifi c a q u e el est a d o o l a conducta de los e lementos q ' fo r m an p arte de s istemas so n i n depen dientes , p o r l o que el u r n n te l as i n ter acciones i n med iatas su est a do c a m b i a de mo­ do «caótico>) . La co n t i ngencia presupone q u e la intercon e­ x ió n de los elementos en los sistemas tiene un c ar ácter sinte­ tiz a d o , profu n d amente mediat iz a d o . Los progresos qu e s e h a n alc a n z ado c o m o c o n secuencia d el uso do l as i d e a s estadístico-prob abilísticas y las r epresen­ t a cion es sistém icas en la cien cia contem p or á n e a t e st imonian q ue la continge ncia gu arda relación directa con la esen cia de los procesos que se estudian , a parece como c ar acterística estructun.l d e los sistemas materiales y o b j e t o s y se debe a cambios «espo n t á neos» intern os que en ello s se p r o du cen . E sto se a prec i a b ien en los ej em plos de l a s magnitudes alea­ t or i as54, qu e d esempeñ an u n a f u n ción i m p ortante en el esp ar­ ci m iento de l os proyec tiles du r n n te el c añone o , en los ruidos e inter fer e n c i a s e n las instalacio n es de r a d i o , en la disper­ sión de las p artículas eleme ntales, en la deter m i nación de l a c arga d e u n a re d telefónic a , e n l a desintegración r a diactiva de l os átom os d e ciertos elementos químicos , e n l a produc­ ción de n i e z a s n o coinciden tes con las dimen siones e standar , en el estu d i o de los fenómenos de mut agénes i s , e t c . A primera v ista p arece extraño apelar a l a vinculación de l a con tingencia con la n aturale z a inter n a , con la es tructu­ ra de los obj etos. ¿, D e qu é modo l a revelación de los rasgos fortuitos d e los objetos, de las v ar i acion es c asua l e s de sus p arámetro s , puede l levar al descubrimiento de su e st ructu­ ra? P ar a dar respuesta a este interrogante hemos de renun­ ciar a la i d e a de que la estru ctura es sólo u n a c o n strucción rígi d a b a s a d a e n los principios de la mecánica newton í a n a . El concepto de estructur a de los objetos es m u y amplio en las Ciendas N aturales modernas. Se expresa t a n t o en las d i s tr i b uciones p r o b ab ilísticas introducidas p or la física es­ t a d ística como en las funciones ondul atori a s intr o ducidas por la mecánica cuá n tica . L o s o b j etos de la mecánica estadística y cuán t i c a se so­ motfrn a leyes e s t a d ístic a s en l as q n e l a n ecesid a d y la con-

54 Se denomina magni tud aleatoria la que en unas mismas con d i cio­ nes puede adquirir valores distintos, imprevisibles cada vez. i07

tinge ucia so h al l an en miidad , e n i ntercone xió n . Esa i n ter­ conexi ón en las l eyes estadíst icas d iman a de un pecul i ar en­ trel azamiento de motivacio nes grandes y pequeñas e n los objetos d e los conjuntos est a d í s ticos. L a necesidad es produ­ cto d e l a h omogeneid a d cua litativa de los objetos y d iman a d o l a acción de causas fu11damentales. La con tingen cia , e n cam b i o , o s consecu encia d e l carác ter desorden ado d e l a i nte­ racc i ó n de los objeto s , ele que cad a uno d e éstos os Lá s u j eto a l o s efect o s d e motivac iones pequeñas y depende tanto d e las propiedades generales del conjunto estadístico como d e los rasgos indivi duales d e cada objeto en una serie de objetos semej antes, idénticos. E xisten n u merosos fenómenos socia les que poseen t am­ b i én rasgos de sistem a estad íst ico-probab ilístico e i 1J cl u yen m agnitu des aleatorias. En la sociedad son a menud o fortui­ tas l as actuacion es d e perso n a s que poseen d iferentes car a­ cterística s soci ales y psíquicas, persignen objet ivos d isti n ­ t o s y tienen también disl iutos i ntereses y d em an d as . Los actos d e diferentes personas , por modio d o los c u ales se reve­ l a u n a necesid a d h is tó r ic a , al reducirse a acto s d o g rupos y clases sociales que ocu pan 1 rn é1 posición sociooconómica igu al y tien e n , p or t a n t o , demandas e in tereses semej aJJtes, etc . , tienen el m ismo carácter de ley q u e l a prop ia necesidad h is­ tóric a . Más exac t o : los actos de personas d istintas , agru p a­ d o s por u n as u o tras ra zones gen erales (carác ter y co n ten i d o del trabaj o , n i vel d e instrn cci ó n y d e formación pro fesio­ n a l , etc . ) , a parecen en su conjunto ya como necesttr ios , co­ mo la expresión d e estas o las otras leyes sociales. El mecan ismo d e acción d e la con tingen cia en los siste­ m as esta dí stico-p robab ilísticos, estocásticos55 , n aturales y sociales todavía n o está bien claro. No obstan t e , p o demos imaginar sus rasgos gen erales. E n el momen to actu al las represe n tacion es estadístico­ prob ab ilís ticas so relacionan más íntimamente cada vez con el en foque estructural de sistema d o los objetos que se os tu d i a n . J u stamente la apc�lac.ión a las represen tacion os de ústem a permite hallar marcos y con ceptos adec u a d os p ara descri b ir e l mecan ismo probabil ístico en los sistemas com­ plejo s . L a acción d el mecan ismo probabilístico puede segu ir­ se al examin ar las i nterrelaciones de un sistem a y su s com5 � E l Lérm i n o «estocástico» s i gn i fica que un sistema que consta de m ul ti tud de partículas varía su estado como consecuencia d e accio­ n es e interacciones accidentales. 108

pün o n tes , h ac i m1 d o uso d e la i d ea d e la d ob l e natnraíezn d o éstos . Los sistemas m a Leriales c o n tienen cm s u estructura infi­ nidad d9 elementos ligados por relaciones de c ausa y efoc L o . S u s regularidades d i b eren d e las l e yes de los element o s que forman p a r t e de su estruc tu ra, pues se h allan , o masa d e Í a par­ tícula límite «max i món» , puede pretender a ser candidato al límite su perior en el espectro de masas de las p artículas elementales. E n el marco de la teoría general de l a relativi­ d a d , el m aximón es p ara los físicos un aguj ero negro ele­ mental formado de partículas elementales comprimidas, con ocidas y no conocidas todavía. E l cuadro único del mun do no precisa de la idea de la materia primaria . Cada p artícula elemental se «compone» en cierta medida «de to­ das las p artículas elementales». O «todo se compone de t odo»55 . Los progresos d e l a física en el momento actual, igual que a principios de siglo , d an lugar también a interpretacio­ nes filosóficas incorrectas. Así , refiriéndose a dichos pro­ gresos, W . Heisenberg sostenía que «el actual desarrollo d e la física se ha vuelto de la filosofía de D emócrito a la de Platón» . M. Omeliánovsk i escribiría con razón sobre el p articular : «Esta i de a es profundamente errónea. A nues­ tro p arecer , el actual desarrollo de la física n o se ha vuelto de la filosofía de D emócrito a la de Platón, sino a la de Epi­ curo. L a filosofía del atomista D emócrito no poseía la dia­ léctica propia de la filosofía del atomista E picuro» .56 No es por casualidad, n i mucho menos, que , hoy, Lu­ crecio Caro , que expresó en forma poética el atomismo de E picuro, sea el autor de la antigüedad más estudiado p or los físicos y de m ayor prestigio, y que Albert E instein dedi­ case incluso un prólogo a su poema De rerum natura. En efecto , la física moderna h alla soluciones filosóficas a las colisiones entre lo simple y lo compuesto , lo finito y lo infinito y lo necesario y lo fortuito , que se encierran en la b ase misma de la materia, a saber, en la dialéctica m aterialista. Por ello sería más exacto decir que el desarrollo actual d e la física se ha vuelto de la filosofía de D emócrito a la filosofía de Marx, Engels y Lenin. Como señalara Lenin a principios de sigloi sin apelar al materialismo dialéctico será imposible superar la «crisis» en la física. � 4 M . Márkov. Sobre l a unidad y la diversidad d e formas de la materia en el cuadro físico del mundo . Del libro La dialéctica en las ciencias que tratan de l a Naturaleza y el hombre, t . I I , 1 982, p. 237. 5� I bid. , p. 240. �6 M. Omeliánovski. La dialéctica de las revoluciones en la física y las ideas fundamentales de sus principales teorías. - Voprosi filosofii, 1 9 78 , N2 9, p. 7 1 .

Ca p ítulo I V LA C O N T I HG E H C l A Y LA N E C E S I D A D EN LA FORMA ORGAM I C A D E LA MATE R I A

Desde el ángulo termodinámic o, los objetos de la mate­ ria viva son sistemas estacionarios abiertos . Entre ellos y el n1edio ambie11te tiene lugar ur1 intenso intercambio de sus­ tancias y energía. E stos sistemas poseen una estructura compleja y se componen de subsistemas y de distinto s e le­ mentos. En la naturaleza orgánica, viva, podemos distin­ guir más o menos los siguientes niveles estructurales de su organización : b iósfera , b iocenosis , población , organis­ mos, células, organelas, conjuntos macromoleculares, ma­ cromoléculas y moléculas simples que enlazan lo viviente con la n at uraleza in orgán ica. Al mismo tiemp o , cada o b j eto de materia viva es elemento de un sistema más elevado . E l rasgo principal de los sistemas vivos es que e l carác­ ter de éstos, como un todo , permanece relativamente cons­ tante y determinado pese a las múltiples incidencias del medio ambiente exterior y al gran d inamismo de sus sub­ sistemas y elem entos. El sistema gobierna sus subsistemas permitiéndoles guardar los grados de libertad que les c orres­ ponden conforme a su modelo general. El mismo l imita estos grados de libertad igual que el modelo de fun cionamiento d e su suprasistema restringe su propia l ibertad. Las propieda­ des de los sistemas vivos como un todo se hallan determinadas no sól o p or el modo 0 11 que están organi zn das sus partes, sin o también por las propiedad es de los objetos de los que forman parte. De ahí que a menudo el conocim i en t o de l as

leyes de los subsistemas sea insuficiente p ara describir la con ducta de un sistema1; este último se supedita a v eces a regularidades que no pueden deducirse de su propio aná­ lisis. Los sistemas y subsistemas vivos y sus elementos se h allan entre sí y con el medio circundante en interacción permanente que se pone de m an ifiesto también en la corre­ lación entre la necesidad y la contingen cia. Esta correla­ ción no es la misma en los diferentes niveles estructurales de organ ización de lo vivo , y puede observarse con p articular transparenci a en los procesos relacionados con la aparición d e la vida en la T ierra, con la evolu ción biológica de los organismos y la ap arición del h ombre y de su conciencia. La posibilidad de la vida y del raciocinio d imana de la rognlarída d , que encierra la materia mism a , de su evolu­ ción progresiva de formas inferiores a superiores, de niveles simples a compuestos. Todos los cuerpos de la naturaleza viva están compuestos de los m ismos elementos químicos que encontramos en la natur aleza no viva. Además, como d ice Lenin: «Toda la m ateria p osee una propiedad esencial­ mente parecida a la sensación, la propiedad de reflej¡:¡.r». 2 En cierto momento histórico la posibilidad abstracta de la vida y el raciocinio se h ace necesidad . Ahora bien , esa ne­ cesidad se abre p aso a través de tal cantidad de contingen­ cias y depende de tantos factores que p o demos referirnos con la m isma probabilidad a la d iversidad y singularidad do la materia sen sitiva y p en sante en el Universo . En la ciencia m oderna l a afirmación de que l a «vida y el raciocin io son ún i cos» o que la «vida y el raciocinio son d istintos en el Universo» no se consi deran como alternati­ vas, como que la primera es idealista y la segunda materialis­ ta . N i una n i la otra se contradicen con el materialismo . Para solucionar dicho dilema es preciso tener en cuenta mul­ titud de factores. P or ej emplo , al discutir el proyecto «Cí­ clope» ideado para evaluar el dilema en cuestión se tomaron las siguientes magnitudes: velocidad de formación de las estrellas en la Galaxia -20 estrellas anuales; la p arte corres­ pon diente a cada una de ellas con los planetas igual al 50 % ; número de planetas aptos p ara ser habitados en cada siste1 P . A. Weiss. L ije, Order and Understanding. A Theme in three Variations. - The Graduate Jo urnal , 1 970, vol. V I I I , Suppl. 1 . The

Univers. of Texas. 2 V. I . Lenin. La teoría del co nocimiento del emp iriocriticismo. o . e . , t. 1 s, p. 9 1 .

roa planetario- 1 , y proporc10n de los mismos en que hay vida-20 % ; proporción de planetas donde hay v ida en los que aparece la vida racional-100 % ; proporci ón de pla­ netas con vida racional donde e xiste una civilización tecno­ lógica que desee entablar contactos con otros-50 % . E l resultado e s que aparece una magnitud indefinida por com­ pleto , la cual proporciona un máximo: m iles d e m illones de civilizaciones que existen a la vez en la Galaxi a y la Megagalaxia, y un mínimo (si se tiene en cuenta la capacidad de autoexterminio d e la civilización ) ; varias d ecenas o in­ cluso uni dades de civilizaciones, lo que plantea la cuestión de si es única la v i d a en la Tierra. 3 Una p articularidad d e l a vida orgánica es su n ecesaria ligazón con los procesos informativos que se transmiten a través d e las d istintas combinaciones y estructuras d e los ácidos nucleicos. El famoso b iofísico inglés, Francis Crick, formula l a orientación d e d icha ligazón como «dogma cen­ tral» del modo sigu iente: la información una v e z recibida por una molécula d e albúmina ya no puede a b andonarla. Puede p asar de un ácido nucleico a otro y del ácido nucleico a la albúmina, pero no de una albúmina a otra ni de la al­ búmina al ácido nucleico . Freeman J . Dyson , físico teórico norteamericano , que se solidariza con d icho «dogma central» , avanza en su artícu­ lo El futuro de la voluntad y el futuro del destino e l presu­ puesto de que es posible que surj a y funcione la vida a tem­ p eraturas b ajas. Y razona así : durante la adaptación de un organismo viviente de una complejidad dada a las distintas condiciones del medio ambiente , la velocidad del metabo­ lismo de la energía cambia proporcionalmente a l cuadrado de la temperatura. El hecho de que el gasto de energía cam­ bia proporcionalmente al cuadrado de la temperatura tiene consecuencias esenciales , y sobreentiende que el medio frío es para las formas de vida compuestas más favorable que el caliente . La vida es, en fin de cuentas , una forma de ma­ teria ordenada y la temperatura baja favorece al orden . En definitiv a , la vida depende menos de la cantidad de energía que se recibe que de la relación señal-ruido . Cuanto m ás frío es el ambiente con más mesura pued e utilizar la vida su energía . E l fenómeno de la v i d a orgánica y de l a inteli3 Véase N. Kardáshev. So bre la estrategia de b úsqueda de c i viliza­ c iones extraterrestres. - Voprosi filosof ii, 1 977, N 12, p. 4 6 ; I . S hklov­ ski . Sobre la p osibilidad de una vida racional zínica en el U ni verso. Voprosi filosofii, 1 976, N 9 .

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genci a F . J . Dyson lo vincula ante t o d o con el concepto , ya abordado m á s arriba, de alteración de la simetr í a , en que la necesid a d del desarrollo progresivo d e l a materia se mani­ fiesta en forma de contingencia objetiva causalmente con­ d iciona d a . L a evolución del Universo desde su surgimiento aparece como una secuencia continua de alteraciones d e la simetría. E n e l momento en que surge , al pro ducirse l a grandiosa explosión , e l Universo es absolutamente simé­ trico y h omogéneo. Conforme se va enfriando se rompe una simetría tras otra , lo cual propicia l a posibilidad p ara que e xista una d iversid a d cada vez mayor d e estructura s . E l fenómeno d e l a vida s e inscribe e n este cuadro d e m o d o na­ tura l , pues la vida t ambién es alteración de la simetría . En el océano primario h o mogéneo algo se iba d iferenci an d o en células y en organismos elementales, en elementos voraces y en víctimas. L a ulterior d iferenciación d e la población h o mogéne a de antropoi des desembocó en l a aparición de l enguas , culturas, artes , ciencias y religiones. Cada vez que la simetría se rompía se hacían p osibles nuevos n iveles de evoluci ón de l a d iversid a d y l a creación. E n nuestro Uni­ verso también l e es inherente a l a vida, d ice Dyson , el hecho de que el proceso d e aumento de l a d iversid a d no tiene fin . E l concepto d e «ecología cósmica» de Dyson nos parece b astante sustancial y fundado , aunque valga l a observación fundamental d e que la aparición d e l a soci e d a d humana y , singularmente , d e l pensamiento hum an o , n o fue resultado de una simple d iferenciación de las especies biológicas, sino un salto cualitativo , una «alteración d e la simetría» , en que l as l eyes biológicas se someten a las leyes sociales, d e lo cual trataremos en p áginas siguientes.

1 . Surgimiento de la naturaleza viva y de la no viva Hasta comienzos del siglo X I X domin ab a en las Ciencias Naturales y la filosofía la idea de que l o vivo había surgido p or una feliz casualidad que n o se h allaba ligada necesaria­ mente a las condiciones de vida en la T ierra , idea que tuvo reflejo e n d i versas teorías materialistas (Demócrito , E pi­ curo , J , B u ffon , F. Pouchet , F. R edi) , como también i dea­ listas ( Platón , Plotino , Alberto Magno , Santo Tomás de Aquin o , etc . ) sobre l a generación espontánea d e los organis­ m o s . Según las teorías materi alistas, la generación de la v i da era consecu encia de un proceso n atural inheren te a la propia mater i a , y con forme a las teorí as idealistas, producto 168

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de un acto creacional , de un princ1p10 espiritual (psique­ alma inmortal, espíritu «vivificador» , «fuerza vital» , etc . ) . Los representantes d e las teorías materialistas apelaban p ara ello a sus observaciones de l a «generación espontánea» de lo vivo en algunas infusiones, soluciones, etc. En 1 862, L o u is Pasteur impugnó experimentalmente l a teoría de la genera­ ción «espontánea» , accidental , de los organismos, demostran­ do que en la atmósfera que rodea a los h ombres ex isten microorganismos. Y son éstos los que «provocan» en las res­ pectivas infusiones y soluciones la aparición de seres v ivien­ tes . 4 Svante Arrhenius, Hermann Helmholtz y otros más , e n lugar d e l a s teorías sobre la generación casual de l o s organ is­ mos, avanzaron hipótesis de que la vida es eterna. Helm­ holtz sostenía que si todas las tentativas de crear organismos de la materia no viva fracasan , cabe lógicamente la pregunta de si ha surgido j amás vida y si no es tan vieja como la materia . Y Arrhenius, fundándose en l a h ipótesis de la p ans­ permia5, afirmaba que la vida podía haber sido transpor­ tada a la Tierra de otros astros por los meteoritos o por par­ tículas de polvo cósmico por efecto de la presión lumínica. Con independencia de sus diferencias , todas las h ipótesis sobre la vida eterna no resistieron la crítica pu esto que con­ ceptuaban l a vida como una propiedad eterna de la materi a , lo cual llevaba , e n fin d e cuentas, a reconoc er el principio inmaterial de la misma , al vitalismo y el i dealismo. En las primeras doctrinas evolucionistas también se sobrevaloraba el papel de la contingencia en el origen de la vida. Según J . B . Lamarck, los cuerpos vivos surgían de los no vivos en el curso de la evolución de la materi a . La Natu­ raleza, al crear cuerpos inorgánicos y formar para ello dis­ tintfls aglomeraciones de diferentes tipos de materia , bien mediante l a simple agrupación o la unión de sus moléculas, podría haber originado , entre los cuerpos surgidos como con­ secuencia de dichos actos, otros susceptibles de retomar de fuera los rasgos de organización y movimiento que consti­ tuyen la vida. Al principio la Naturaleza formó «entre los cuerpos inorgánicos unos cuerpos gelatinosos muy dimi­ nutos de muy escasa consistencia» . Lu ego , mediante la penetración fortuita de flui dos sutiles del medio circun dan4 L. Pasteur. Memo ire sur les corpuscules organisés qui existent

dans l' atmosphere,

examen de la doctrine des générat ions spontanées,

5e série, t. LX IV, París, 1 862. § Véase S . Arrhenius. L ' évolution 169

des mo ndes. París, 1 9 1 0 , p. 2 3 1 .

te , transformó «estas masas gelatinosas en cuerpos celulares». Estos ad quirieron l a capacidad de «poseer vida». 6 Tales razonamientos acerca del origen de la vida fueron sostenidos a fines del siglo X I X por Ernst Haeckel . 7 En nuestros días l a mayoría d e los científicos, filósofos y naturalistas, consideran que l a materia viva surgió de la materia no viva en e l curso de su evolución regular. Ahor a b ien, sus respuestas al interrogante de l a función que la necesidad y l a contingencia ejercen en ese proceso lógico son diferentes. Algunos científicos ex ageran el papel de la contingenci a en la aparición de l a vida. E l físico norteamericano Víc­ tor F. Weisskopf, por citar un ejemplo , afirma que , en l a atmósfera de la Tierra , b a j o el efecto de las descargas eléc­ tricas, de los vapores de agua, metano y amoníaco surgieron inevitablemente los hidrocarburos, nucleótidos y aminoáci­ dos. Acto seguido , de estos compuestos orgánicos surgiero n «por azar» 8 moléculas «vivas» de ácido nucleico , capaces . de producir albúminas específicas. Las ideas que e l bioquímico inglés M . Cal vin sustentaba sobre el particular eran semejantes. E n el simposio interna­ cional dedicado a los prob lemas relativos al origen de la vida que tuvo lugar en 1 95 7 Calvin declaró que l a vida es producto de una larga evolución de l a materia n o viva en la Tierra que comenzó con la formación de moléculas más o menos compuestas. Luego , ese proceso evolutivo , median­ te mutaciones casuales de l a autocatálisis y l a selección de dichas moléculas, dio lugar a sistemas más complejos y , finalmente , a estructuras que son vehículos de continui­ dad y organización de los actuales seres vivientes. El científico italiano F. Cedrangolo asevera que la apa­ rición de l a vida se debe a l a formación accidental no sólo de la molécula de albúmin a , sino también de los h idrocarbu­ ros y los monómeros. En su escrito El azar y la necesidad 9 , el biólogo molecular francés J acques Monod afirma que la estructura compleja d el ácido nucleico surgida por casuali6 J . B . Lamarck. Systeme analitique des Connaissances positives de l ' homme , restreintes a celles qui p roviennent directement o u indirecte­ ment de l ' o bservatio n . Paris. 1 820, p p . 1 1 5-1 1 6 . 7 Véase E . Haeckel . D er Monismus als B and zwischen Religion und Wissenschasft. Glaubensbekenntnis e ines Naturforschers. Bonn, 1 893, S . 35. 8 V. F. Weisskopf. Knowledge and Wonder the Natural World as Man knows it. Cambridge, Massachusetts, 1 9 79, p p . 244-274. 9 J . M onod. Le hazard et la nécessité. Essai sur la philosophie natu­ relle de la b i o logie moderne. Paris, 1 9 70, p . 127, 1 55 , 1 57. no

da d fue la b ase de la vida. Según él , en el proceso de apari­ c i ón de los seres vivos se pueden distinguir a priori tres eta­ pas. Primera , formación en la Tierra de los compuestos químicos esenciales: los nucleótidos y los aminoácidos. Se­ gunda , aparición , a p artir de estos compuestos químicos, de las primeras moléculas capaces de replicación. Y tercera y última, la evolución que desembocó en l a creación , «en torno a las estructuras de replicación», del aparato teleo­ nómico , y luego de la célula. En las tres etapas, según él, el ciego azar tuvo sus ventajas. Pese a ciertas diferencias, pues, muchas h ipótesis sobre el surgimiento de la vida sobrevaloraban la casualidad. De ellas se desprende que en la distribución inicial, muy caóti­ ca, de la materia, se produjeron de manera puramente casual interacciones de las moléculas elementales que desembocaron en la formación de las primeras moléculas de AD N , y luego de sistemas vivos. En su t iempo , F. Engels , b asándose en los a delan tos de las Ciencias Naturales del siglo XVI I I y de princip ios del X I X , especi almente en la hipótesis de Kant-Laplace sobre la aparición del sistema solar de las nebulosas, en la teoría de Layel sobre la transformación permanente de la super­ ficie terrestre , en l a teoría de l a evolución de D arwin y otros descubrimientos científicos, llegó a la conclusión de que la evolución de la m ateria de unas fases cualitativas simples, inferiores , a o tras más altas, llegando a aquella p or la que comenzó la v i da fue un proceso regular del que no excluía un p apel fundamental de las contingencias . 1 0 Actualmente son muchos los científicos que impugn an las teorías del origen 'puramente casual de la v i d a , desarro­ llando en realidad las i deas de Engels en cuanto a l papel que la necesidad y la contingencia desempeñan en esta cuestión . Parten de que durante e l desarrollo lógico de l a materia inorgánica , que conduj o a la aparición de la vida , la nece­ sidad y la contingencia formaban una unidad y se hallaban en interacción. El científico inglés J . Haldane11 aseveraba que en el surgir de la vida, l a aparición de monómeros del h idrógeno , amon íaco , metano y vapores de agua contenidos en la pri­ mitiva atmósfera de la T ierra se pro duj o b aj o la acción 10 Véase F. E ngels. La dialéctica de la Naturaleza. C . M arx y F. E n­ gels. O bras, t. 20, p . 361 . U J . Haldane. The Planet Earth. London, N . Y . , París, Los Ange­ les, 1 957, p p . 287-301 .

de diferentes tipos de energía -radiación ultravioleta,,, cargas eléctricas , temperaturas altas- en virtud de la necesid a d , y que la formación a partir de los mon ómeros, de biop olímeros compuestos que constituyen la base de los cuerp os vivo s , fue efecto d e las contingencias. En un artículo que lleva el título de Sobre la dialéctica

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K . Fuchs-K ittowsk i , S . R apoport , H . R osenth al y G . Wintgen , hombres de ciencia de la R DA, señalan que el papel que la contin gencia desempeñó en los procesos del surgir d e la vida fue limitado. Por ejemplo , al aparecer las etapas de la vida prebióticas, la contingencia se limitaba a la interacción de los ácidos n ucleicos y las albúminas . Al surgir los conjuntos de ácidos nucleicos y albúmin a capaces d e funcionar tampoco fue fun damental el p ap el de la contingencia. Ello se debe a que la aprobación del total de macromoléculas teóricamente concebibles p ara la búsqueda de una estructura suficientemente fiable desde el punto de vista funcional requeriría una cantidad astronómica, a saber 10 130 m acromoléculas, las cuales no cabrían en el sistema solar, ni incluso en el espacio universal que conocemos. De ahí deducen que o bien fue la «suerte» la que en la fase muy temprana de d ichas «tentativas» creó l as correspondientes macro­ moléculas , o éstas surgieron de m anera regular, p aso a paso , cada uno de los cuales incluía contingencia. En la serie de dichos pasos el último fue ya el primero que dio lugar a que apareciera la información genética, y, con ello , a que surgiera la vida que evolucionaría ya p or las leyes de la b iología. K . Fuchs-Kittowski en su escrito P roblemas del deter-

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de la necesidad y la contingencia en la b iología molecular12,

minismo en la cibernética y la b iología molecular. Hechos sobre correlaciones entre los aparatos automáticos y los organismos vivos (Moscú , Progreso , 1 980) sostiene que lo vivo (la vida)

surge de lo p osible en el curso de la realización de lo posible: la realización de lo p osible se produce como una solución de la contradicción entre la necesidad y la contingencia. El científico búlgaro V . Tsonev también señala la inter­ conexión que entre la necesidad y la contingencia hay en el proceso lógico de la aparición de la vida, de la materia viva de la no viva . 13 Al hacerlo admite que antes de que

12 Zur Dialektik von Notwendigkeit und Zufall in der Mole /wla r­ b iol o g ie . -Deutsche Zeitsch r ift fü r P h ilosoph i e . Borl i n, 19 7 2, N 4, S. 43B.

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áj)ai'eCÍera l a v id a en l a ;l' ieri'a,,, 1 as mo lécul as a h iógenas de l ácido nucleico, y no sól o ellas, sino también las nuevas mo­ léculas ab iógenas de albúmina, se formaron tanto como efec­ to de la síntesis primaria , como mediante la síntesis por matriz . Luego sobrevino ya un «acontecimiento fortuito de trascendell cia secular» . Las moléculas del ácido nucleico resultaron casualmente ser aptas p ara ejercer la función de m atrices para la síntesis de l as moléculas de la misma especie de albúmina que contiene el conjunto supermolecu­ l ar . Y las moléculas de albúmina resultaron casualmente ser aptas para ejercer la función de fermentos específicos en la síntesis de l as nuevas moléculas, del mismo ácido nucleico . La síntesis de las nuevas albúminas de sustancias orgánicas de otras moléculas en el conjunto supermolecular, sin perder su c arácter de proceso químico compuest o , desbordó con todo sus límites y con dujo a la racionalidad b io lógica. E n este proceso lógico l a contingencia no desempeñó un p apel inde­ pendiente , sin o que fue un a forma de revelación de l a ne­ cesidad. D ietfurt H. Von (RDA) considera , a juzgar por su obra No sonws sino de este mundo . . . ( 1 981 ) , que la vida terres­ tre no surgió por azar. Al propio tiempo opina que en su desarrollo tuvo una determinada prehistoria trascendental. N . Dubinin� F. J acob , P . Weiss, D . Cagnon , H . Stein­ man y otros científicosi que convienen en que en el origen de l a vida la necesid a d y l a contingencia desempeñan una función esencial y van siempre unidas, no atribuyen esa unidad a las moléculas de la albúmina o a las de los ácidos nucleicos. Es característico de lo vivo, según ellos, una es­ p ecífica interacción de sustancias, energía e información. Por eso , la vida pudo surgir únicamente en condiciones pre­ p aradas por l a evolución química precedente de las sustan­ cias orgánicas. De ahí que también las primeras formas de l a vida deben ser consideradas como un sistema de interac­ ciones ordenadas de a lbúminas, ácidos nucleicos (ADN,, ARN), polisacáridos� lipoides, etc. Esta interacción justa­ mente, en las condiciones de un sistema abiert o , d eterminó la singularidad del metabolismo y de la generación de l a vida. El enlace ADN-albúmina surgió1 por l o v isto , así lo estima N. D ub inin} de manera fortuita, cuando en unas condiciones favorabl es los elementos de ADN o ARN fueron capaces de utilizar la influencia de l a albúmina en forma de K'b.M JJC u e a MamepuH. rJJ u .tiocoif!cx:u O'lepx: aa e'banux:e o n emo na 6uo.tiozu'l­ uama 1.fe.tiec'b6paana ax:muenocm. Coqnrn:, 1973, c. 1 1 6, 1 18 . 1 73

futuro p o il merazo para rea li zar i a repro d ucci ón rudi ment a­ ria14. El gran biólogo francés F. J acob estima que la aparición de la vida en la Tierra precisa de una evolución química . Según él, obsérvese donde se observe el comienzo de lo que puede entenderse como un sistema vivo , su organi zación sólo es posible en un medio que esté preparado ya desde hace tiempo. La evolución b iológica prosigue necesariamente y sin cesar una larga evolución química. En la solución materialista dialéctica del problema re­ ferente a la lógica aparición de la vida en l a Ti erra y al pa­ pel que la necesidad y la contingencia desempeñaron en este proceso fue fundamental la contribución de A. Oparin. Ya en 1 924 había formulado la hipótesis de que lo vivo había surgido como consecuencia de una e volución química n atural y de una posterior selección n atural a nivel de formaciones multimoleculares. Al inicio de su formación no había vida en la T ierra, pero tenían lugar legítimamente síntesis abió­ ticas de compuestos c arbonosos y su posterior evolución prebiológica. Esta evolución química desembocó en que los compuestos abiogénicos fueron p aulatinamente haciéndose más complejos y luego a que se formaran de ellos sistemas individuales de propia fase y la transformación de éstos (basada en la selección n atural) en protobiontes, precursores de la vida, y en seres vivos primarios. Esta hipótesis de A. Oparin descansaba en los conceptos de Engels quien escrib i ó : «El que la vida es consecuencia de toda la Naturaleza no se contradice en lo más m ínimo con el hecho de que la albúmina , que es un vehículo excepc ional y autónomo de la vida (nosotros d iríam os ahora : junto con los ácidos nucleicos, ADN y AR N , los lipoides, etc. -N.P . ) , surge en unas cond iciones determinadas, creadas por todas las conexiones d e la Naturaleza, mas, con todo , j ustamente como producto d e cierto proceso químico» . 1¡¡ Partiend o de los actuales datos de l a ciencia, A. Oparin considera que l a evolución d e los compuestos carbonosos hacia la aparición de la vida cubrió cuatro etapas n aturales . 1 6 ;1,4 Véase N . Duhinin. Problemas metodol6gico-f ilos6ficos de actua­ lidad de la biología moderna. - Voprosi filosofii, 1 978, N 7, p p . 48, 49 . Véase además D . Cagnon, H . Steinman. La determinaci6n bioquímica. Moscú, 1 972, p . 307. ;i,� F. Engels. La dialéctica de la Naturaleza. C. M arx y F. E ngels. Obras, t. 20, p. 514. ;i, o Véase A. Oparin. Materia-Vida-Intelecto. Moscú, 1 97 7, p p . 29, 30, 42, 46, 8 1 , 82, 98, 1 16 , 1 62, 1 99-202. 1 74

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L a primera se h a lia Íiga d. a con e i surgir de Ío s h i drocar­ bonos, cianuros y derivados y de sustancias orgánicas com· puestas en el espacio y al formarse la T ierra como planeta . En la segunda, los compuestos carbonosos iniciales fueron transformándose , bajo unas condiciones determinadas, en sustancias orgánicas cada vez más complejas, en m onómeros y p olímeros. E n la tercera se fueron formando por sí solas las sustancias orgánicas compuestas de sistemas abiertos de m oléculas múltiples, capaces de entrar en interacción con el medio exterior y susceptibles de crecer y reproducirse sobre esa base (formación de los denominados protobiontes) . La cuarta es la etapa de l a evolución ulterior d e los pro­ tobiontes, del perfeccionamiento de su metabolismo y de su estructura molecular y supermolecular a p artir de la selección prebiológica. Durante este período surgen los seres vivos primarios más elementales , los procariotas, es decir, los virus y b acterias c arentes de núcleo , formándose de ellos los eucariotas, organismos cuyas células están ya divididas en núcleo y citoplasma . R efiriéndose a l a cuestión de si al surgir la vida apare­ cieron primero las albúminas o los ácidos nucleicos Oparin escribe: «Al principio , a nivel molecular, solament e podían surgir polímeros albuminoi des y nucleinoides, con una estruc­ tura molecular interna desprovista de «racionalidad» b ioló­ gica alguna. Un icamente al combinarse estos polímeros en los sistemas de moléculas múltiples de fase separada , actuan­ do recíprocamente entre sí, fueron concordando mutua­ mente su estructura nuclear interna y sus funciones b ioló­ gicas como consecuencia de la selección natural, p ero no de moléculas separadas, sino de sistemas abiertos integrales.»17 L a formación y complicación inicial de los compuestos orgánicos se produjo en condiciones distintas en el cosmos y en nuestro planeta y bajo la influencia de diferentes fuen­ tes energéticas. Muchos de dichos compuestos se desintegra­ b an en p artes que se esfumaban en el espacio universal. Ahora b ien,, pese a la d iversidad de condiciones, de algunas sustancias orgánicas iniciales fueron formándose necesaria­ mente compuestos más y más complicados, de un creciente peso molecular. «Este fenómeno -escribe A. Oparin - , no puede considerarse como una «feliz casualidad». D esde luego il.7 A.

Oparin. El problema del origen del la vida. -Oktiabr y naú­

ka, p. 441 .

1 75

qué , en este o e l otro l ugar concreto y én un rr10mento d eter­ minado , el mundo orgánico podía o no hacerse más comple­ j o . . . Pero a nivel d e toda la superficie terrestre y en espa­ cios de tiempo considerables, las sustancias orgánicas iniciales debían necesaria e incluso reiteradamente alcanzar un grado de organización cada vez m ayor. Las formas de esta organización podían ser muy variadas» . 18 Y no deben conceptuarse solamente por la estructura molecular interna propia d e las albúminas o ácidos nucleicos (AD N , ARN) contemporáneos. Actualmente algunos científicos avanzan suposiciones en cuanto a la «prehistoria fría de la vida» . Así en el ciclo de escritos Localización y estudio del poder reaccional anomalmente elevado de las moléculas en los sistemas ordenados, de N . Enikolópov, V . Goldanski, V. K ab anov , A. Abkin y G. Serguéiev se señala que los procesos de polimerización p uede darse rápidamente también cerca del cero absoluto d e temperatura (esto es, a -269º) . Esta conclusión abre nuevos enfo ques para la interpretación de los procesos relativos a la evo lución prebiológica y permite fundamentar la posib ilidad b ásica de la formación de moléculas orgánicas comp uestas en las condiciones del profundo frío espacial. H efiriéndose a esta cuestión, V . Goldanski dice que en esas condiciones de frí o espacial, incluso bajo una débil radiación cósmica, pueden darse, aunque muy lentamente, procesos de formación incluso de moléculas compuestas y h asta albúminas y que las reacciones químicas lentas1 pero claramente orientadas h acia el máximo desprendimiento de calor, pueden cumplir , a temperaturas b aj as y ultrab aj as, cierta función en la evolución química y b iológica. Surge la p osibilidad de l o que puede llamarse «prehistoria fría de la vida» . 19 La vida.t pues.i es material por n aturaleza y surgió por ley natural de las sustancias inorgánicas de la naturaleza no viva en el curso de la evolución química sobre la b ase de l a unidad de la interacción de lo necesario y lo fortuito1 siendo clave el p apel de l o necesario. Con l a aparición de los seres unicelulares y de los organismos multicelulares que surgieron de éstos comienza la evolución b iológica.

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A. Oparin. Materia-Vida-Intelecto, p . 1 99.j l9 V. Goldanski. Las reacciones qufmicas cuánticas cerca del cero a bsoluto y su importancia p ara las Ciencias Naturales. - Voprosi filoso/ti, 1 978, N 8 , pp. 1 25 , 1 26, 130, 1 3 1 . 1 7G

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l. Condicionamiento interno y e:iderno de la evolución de la naturaleza viva

En cuanto a la necesidad y la con tingencia en la evolu­ cío n de los seres vivientes, diversos hombres de ciencia emi­ ten hoy, igu al que a ntes, pun tos de vis ta excluyentes. Unos partían y parten de la idea de que l a evolución biológica reviste un carácter accidenta l y carece de necesidad. S egún T. Morgan , la correlación entre el azar y la evolución de los organismos cobra realmente un sign ificado fuu dament al si consideramos la evolución como un «fenómeno fortuito». 20 La importancia del azar en la evolución b iológica la exa­ geran a todas lu ces los adeptos de la h ipótesis de la «deriva de los genes» (S. Wright , etc . ) quienes , sin excluir de l a evolución e l hecho d e l a selección natur a l, contemplan junto a éste l a acción más o menos notable de mutaciones genéticas fortuitas en el desarrollo de l a población, esto es, una modificación accidental de los genes y l a acumul ac ión de estas modificaciones. La «deriva de los genes» desempeña cierta función en las pequeñas poblaciones de laboratorio cuando se crían animales con un genotipo modificado en parques zoológicos o en las b iocenosis creadas por el h om bre. Pero toda vía no se ha demostrado su viabilidad en las gran­ des pob laciones naturales. J . Monod levanta el t inglado de la evolución b iológica sobre la casualidad pur a2 1 y p arte de que el azar es la única fuente de cualquier neoforrnación y creación en la naturaleza viva. Los partidarios de reducir al azar la evolución bi ológica sostienen que su papel en el origen y el d esarrollo de los seres vivientes reside en que en el p asado geológico se fue creando en la Tierra un medio ambiente a decuado para l a formación d e moléculas compuestas ; que la modificación de este medio fu e lo bastante gradual corno p ara que los mecanismos gené­ ticos pudiesen desarrollarse y afrontar las modificaciones ; que, salvándose del medio ambiente hostil, algunos entes cayeron a pesar de todo en lugares favorables donde fueron capaces de sobrevivir, reproducirse y ser un nuevo centro de colonización ; que surgieron errores al copiar las m o lécu­ las ADN que proporcionaban la b ase p ara la diversid a d de los organismos vivos, etc. Si se sustenta e l concepto de que la evolución b iológica 20 T. H. Morgan. The Physical B asis of Heredi ty. Philadelphia , London, 1 9 1 9 . 2' J . Monod. Le hazard et l a nécessité, p . 1 2 7.

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se supedita únicamente al puro azar , resulta imposi b le ex­ plicar la aparición de lo nuevo en la naturaleza viva, dada la gra n in determin ación en la i nterpre tación de los mecanis­ mos de su surgir y en la dirección de su desarrol l o . Dicha i dea sobre el desarrollo de lo vivo conduce o b ien al vita­ l ismo , que con templa la existencia de fuerzas v i t ales espe­ ciales, o a las doctrinas fin alistas , según las cuales la e vo­ lución persigue cumpl ir determin ados objetivos que tienen planteados los organismos. «Hablar de un objetivo -señalaba H. Bergson -- es pensar en un modelo preexistente que no ha de ser más que realizado. E ll o es suponer, en el fondo , que todo nos es dado, que el porvenir podría leerse en el pre­ sente. »22 Otros c ientíficos, por el contrario , excluyen de la evo­ lución biológica la contingencia y consideran que el desarro­ l l o de los organismos y las especies tuvo lugar y t iene en virtud solamente de la necesidad, de una estricta regulari­ dad. Para L. Berg l a evolución de los organismos es una n omogénesis, un desarrollo por leyes rígidas. La aparición de nuevos caracteres en los ogranismos, dice, «se produce a partir de regularidades. En la evolución no hay lugar para las contingencias . . . »23 D esde e l punto de vista de l a teoría de la n omogénesis de L. Berg, l a vida primaria tenía en la Tierra ya un programa de desarrollo evolutivo que se fue realizan­ do durante una l arga serie de generaciones repitiéndose in­ finidad de veces en multitud de individuos. Según H. J . Can­ non, en la evolución de los organismos vivos nada le queda al azar , ya que existe en l a naturaleza orgánica un control que conduce a los organismos a una evolución finalista. H. Wessel trató de demostrar que l a ausencia de contin­ gencias en la evolución biológica se debía a que los fenóme­ nos de variación orgánica se supeditan a regularidades esta­ d ísticas.. «Si en el mundo orgánico tiene lugar objetivamente el aspecto fortuito -sostenía- en tal caso c iertos fenó­ menos pueden expresarse únicamente en regularidades esta­ dísticas; y entonces no puede h aber una orientación total de l a variación orgánica hacia una mejor adaptaci.ón . » 24 N o obstante, dd hecho de que multitud de fenómenos gené­ ticos se supeditan a leyes estadísticas no se puede todavía 22 H. Bergson. L' evo l ution créatrice. Paris, 1 9 1 1 , 23 L . Berg. La nomogénesis o evolución a partir d e

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regularidades . Petrogrado, 1 922, p p . 102, 1 1 5 . 24 H arold Wessel. Viren- Wunder- Widersprüche. Eine Streitschrift zu Philosophischen Pro blem der modernen B iologie. Berlin, 1 961 , S. 214.

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dedu cir q u o n o e x i st a el a z a r e n l a evolución b i ológica . También sobrevaloraba el p a p e l d e l a n ec e s i d a d en e l d esarrollo