Cultura en cuarentena. Experiencias del sector cultural local en contexto de pandemia

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Cultura en cuarentena. Experiencias del sector cultural local en contexto de pandemia © Centro Cultural Centenario Prolongación Alfonso Ugarte Nº 800, Chimbote, Perú. www.facebook.com/centroculturalcentenario Teléfonos: (51) 043-321026 / (51) 043-325175 © Cola de Lagartija www.facebook.com/coladelagartija Dirección Silvia Diestra Pastor Edición César Sánchez Lucero Diseño y diagramación Moisés Díaz Bruno Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra sin previo consentimiento de los autores y de la editorial. Publicado en febrero de 2021

Si deseamos preservar la cultura, debemos continuar creándola.

Johan Huizinga

Índice La cultura (res)guardada en un libro: un abrigo en tiempos de incertidumbre Cleudene de Oliveira

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Adela Inti

Bérberly Enríquez

Ítalo Morales

Jessenia Medina

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Chimbote pospandemia: dignificar al chimbotano con el espacio urbano

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Juan José Magán

Manuel Chiroque

Dan Ruiz

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Resistiendo a la adversidad: comunidades lectoras en y desde Chimbote

Homo streaming: la cultura en las pantallas

Carolina León

Lo que no te dicen los medios 6

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Nuevas costumbres en algo poco habitual

Cultura en tiempos de pandemia

Cultura ambiental en tiempos de la COVID-19

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Lectura y escritura en épocas de la COVID-19

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Apuntes sobre un nuevo espacio para los libros Renato Mendoza

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INTRODUCCIÓN

LA CULTURA (RES)GUARDADA EN UN LIBRO: UN ABRIGO EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE

ivimos un tiempo diferente. La mayoría de nosotros nunca había vivido algo así. De pronto, se fue todo lo que conocíamos, todo lo que dominábamos y fuimos arrojados a un nuevo mundo en el que tuvimos que aprenderlo todo otra vez: a hablar, a caminar, a vestirnos, a trabajar, a relacionarnos, a no besar, a no abrazar. La pandemia nos trajo un sentimiento de impotencia y fragilidad, pero también nos reveló lo que tenemos de más profundo y duradero: las relaciones personales verdaderas y la cultura. Y en medio de este panorama tan complicado, ¿cuál es la importancia de un libro sobre las acciones culturales promovidas en Chimbote en tiempos de pandemia? Aprender a valorar el poder simbólico de la cultura a pesar del caos. 9

INTRODUCCIÓN

Es normal en los regímenes totalitarios que lo primero que deseen destruir sea la identidad del pueblo y su cultura, porque dan anhelos de libertad. España, en la dictadura de Franco, vivió la prohibición de las lenguas y culturas minoritarias, pero las familias y amigos hacían teatro en catalán y los autores escribían textos en gallego o euskera a escondidas. Hitler y la propaganda nazista quemaron libros en plaza pública, pero algunos textos sobrevivieron hasta nuestros días. Desafortunadamente, muchos países, además de la amenaza de un virus letal, viven el regreso de gobiernos de extrema derecha, cuyo enemigo número uno vuelve a ser la cultura, la expresión de la libertad, la creatividad, la difusión de las ideas sobre justicia social. Aquí, desde Brasil, vivimos desde 2016 un proyecto de destrucción de cualquier posibilidad de fomento de la cultura: extinción del Ministerio de Cultura (fundado en 1985) y transformación en una mera secretaría; elección de directores con escasa o ninguna historia o conocimiento en promoción de la cultura; destrucción de las políticas culturales construidas en los años anteriores con la participación de sociedad civil; reducción de los presupuestos para la cultura a montos insignificantes; persecución de artistas; congelación de políticas culturales por la diversidad cultural étnica y de género; etcétera. En otras palabras, un intento de muerte por inanición de un campo que venía presentando grandes avances en la promoción de las culturas brasileñas en todos sus sentidos. 10

CLEUDENE DE OLIVEIRA

Debemos luchar siempre por políticas públicas en cultura, para que este bien pueda llegar a todas partes, pero lo que más nos anima es que la cultura no muere. A pesar de los ataques o de la negligencia, la cultura resiste. Aunque falten recursos y voluntad política en nuestros países, para valorarla y difundirla, ella no muere porque es parte fundamental de lo que somos. Es lo que nos mantiene vivos e ilusionados. Aun en tiempos de caos sanitario. Muestra del poder de la cultura es este libro, nacido en un momento de grandes desafíos para toda la humanidad, sobre todo en América Latina y especialmente en Chimbote, Perú. Un libro es siempre un motivo de esperanza y más si está hecho por personalidades de la cultura que reflexionan sobre los caminos que se nos presentan en este momento singular de nuestra historia. Importante iniciativa de Silvia Diestra y César Sánchez, el libro nace de la necesidad de dar a conocer a los artistas, productores y gestores culturales de otras ciudades y países; los debates, propuestas y proyectos que han brotado en Chimbote, a pesar (y a raíz) de los problemas traídos por la pandemia. En él encontramos las carencias en las políticas públicas de cultura, pero también los aciertos de algunas instituciones y las alternativas novedosas que los productores culturales han venido buscando para hacer frente a las dificultades y adaptarse a lo que requieren los nuevos tiempos.

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INTRODUCCIÓN

Con Adela Inti, en su «Cultura en tiempos de pandemia en la formación docente», somos invitados a conocer las dificultades de los estudiantes, futuros docentes, de Chimbote – Perú, no solamente para el acceso a las actividades educacionales, sino también por una pérdida de acceso a la oferta cultural que tenían anteriormente, lo que supone una adaptación a los nuevos medios y ajustes en su formación, para que ellos y sus futuros alumnos tengan garantizados sus derechos a la educación y a la cultura. Ya Béberly Enríquez, en su texto «Cultura ambiental en tiempos de la COVID-19», nos cuenta los esfuerzos, desde el 2015, del colectivo ciudadano Chimbote de Pie por la recuperación de la bahía El Ferrol, para instaurar en la ciudad una cultura ambiental sostenible. Sus actividades, en su mayoría presenciales, se vieron muy afectadas por la realidad de la pandemia, lo que les obligó a adaptarse y reinventarse, trasladándolas al mundo virtual. Carolina León nos presenta, en «Chimbote pospandemia: dignificar al chimbotano con el espacio urbano», los desafíos para el uso del espacio urbano público en contexto de pandemia, reflexionando sobre la necesidad de creación o nueva significación de espacios centrales, barriales o comunales de Chimbote y Nuevo Chimbote. Manuel Chiroque, con «La cultura de las pantallas», nos cuenta cómo se trasladó la cultura de Chimbote a las pantallas durante el encierro forzoso, a través de iniciativas personales de artistas, en un principio y, después, con la 12

CLEUDENE DE OLIVEIRA

progresiva adaptación de las instituciones chimbotanas de promoción cultural a la nueva realidad. «Lo que no te dicen los medios», texto de Dan Ruiz, nos invita a reflexionar sobre los tiempos de la posverdad y la necesidad urgente de un periodismo que se interese y difunda las pautas de la educación y de la cultura, y que además se conecte al día a día del ciudadano, luchando por las causas justas. Ítalo Morales, en «Lectura y escritura en épocas de la COVID-19», advierte un aumento de los hábitos lectores en medio de la pandemia, pero además nos presenta actividades de fomento a la lectura, realizadas desde Lima y Chimbote, para mantener despiertos a los lectores y también a los escritores, a pesar del contexto adverso. Jessenia Mediana, con su texto «Nuevas costumbres en algo poco habitual», nos muestra las dificultades para seguir con los proyectos en época de pandemia, pero defiende la necesidad de luchar en contra la corrupción gubernamental, reinventarnos y buscar nuevas maneras de promover la cultura en ambiente digital, más allá de los likes y redes sociales. Juan José Magán, en «Resistiendo a la adversidad: comunidades lectoras en y desde Chimbote», nos revela cómo fue la experiencia de mantener grupos de lectura en contexto virtual y cómo realizó un taller virtual de mediación lectora, considerando las ventajas y desventajas de la

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INTRODUCCIÓN

nueva modalidad en un medio digital y la necesidad de más oferta cultural por parte de las instituciones municipales. En el texto «Apuntes sobre un nuevo espacio para los libros», Renato Mendoza reflexiona sobre el papel de las librerías y las bibliotecas públicas en una ciudad, como un derecho fundamental de los ciudadanos y nos cuenta la supuesta aventura de abrir una librería «física» en Chimbote en tiempos de pandemia. En todos los textos del libro, sobre la realidad cultural de Chimbote y de Perú, podemos escuchar el eco de una idea de cultura como resistencia. Resistimos a la corrupción, a la inacción, a la indiferencia de autoridades, al desánimo e incluso a la desesperación traída por el virus, a través de la cultura. Este libro puede ser una luz para muchos que se preguntan hacia dónde irá la cultura, sin recursos, sin actos presenciales y a veces sin creer en el futuro. La cultura no irá a ninguna parte, porque nunca nos ha dejado, ni nos dejará, porque es parte esencial de nuestras vidas. En todo el mundo estamos viendo a cantautores realizando espectáculos en directo, lecturas en vivo de libros, saraos, grupos de lectura, piezas teatrales transmitidas vía streaming, charlas entre actores, conversatorios sobre cultura (como «Cultura en cuarentena», que realizó el Centro Cultural Centenario en colaboración con la plataforma Cola de Lagartija y que, de cierta manera, dio origen a este libro), conferencias académicas, eventos literarios virtuales, monólogos de actores, charlas de escritores, cuentacuentos y 14

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una serie de actividades culturales, hechas muchas veces por iniciativa de los propios artistas o algunas veces promovidas por instituciones de gestión cultural. En el libro que ahora tenemos en manos, podemos descubrir qué vienen haciendo los artistas, colectivos y gestores culturales en Chimbote, lo que puede inspirar a otros actores del mundo cultural en distintas partes de América Latina. Desde Brasil se ha creado, por iniciativa de algunos diputados y diputadas, la Ley Nº 14017, de 29 de junio de 2020, llamada «Ley Aldir Blanc» (consagrado cantautor brasileño víctima reciente de la COVID-19), de apoyo a artistas y organizaciones del sector cultural durante la pandemia. Aunque sea una iniciativa que se debe celebrar, después de seis meses de encierro, todavía se está organizando la distribución de estos recursos, lo que causa momentos de ansiedad y desánimo a los productores culturales, que vieron sus ingresos reducidos a casi nada y que están pasando por momentos muy difíciles. La pandemia sigue ahí y las palabras centrales son adaptación y reinvención, como podemos encontrar en los textos sobre las acciones culturales que siguieron vivas (o que nacieron) en Chimbote en este año complejo. Las actividades virtuales nunca sustituirán el placer del contacto humano, pero nos dieron la posibilidad de realizar actividades culturales con participantes del mundo entero, con la utilización mínima de recursos financieros. Esa posibilidad ya existía, claro está, pero con ser la única factible en estos 15

INTRODUCCIÓN

días, pasamos a verla de manera distinta. ¿Qué más quedará de esta experiencia? Todavía estamos plantando el futuro, pronto lo sabremos. Ojalá muy pronto nos encontremos cara a cara, en las ferias de libro, en los teatros, en las muestras de cultura popular y tradicional, en los cines, en los clubes de lectura, en los espectáculos musicales, en las ferias gastronómicas, en las muestras de danza, en los circos, en los slams de poesía urbana, en los festivales de danza, música, teatro y cine, en los conciertos eruditos, en las charlas de escritores presentando sus libros… en todo lo cultural, que nos hace sentir más vivos. Y luchemos, siempre, para que todos y todas las personas de nuestros países tengan este derecho asegurado. Esta es la propuesta de este libro, que debemos celebrar: acercarnos, aunque estemos en ciudades y países alejados; mostrar que tenemos los mismos desafíos aun en contextos tan diferentes; hacernos creer que es posible seguir, buscar alternativas, mantener la llama viva, luchar por nuestros derechos culturales, a pesar de los días difíciles y tristes que vivimos. Deseamos que este libro sea la semilla para nuevos debates, conversatorios, textos y acciones para la promoción y defensa de la cultura en nuestros países. Que expresemos todos los días este deseo de juntarnos otra vez, así como lo expresaba el cantautor brasileño Belchior (refiriéndose a la

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CLEUDENE DE OLIVEIRA

amnistía y al fin del exilio posdictadura brasileña), en la canción «Tudo outra vez» (1979):

«E vou viver as coisas novas Que também são boas O amor, humor das praças Cheias de pessoas Agora eu quero tudo Tudo outra vez». «Y voy a vivir las cosas nuevas Que asimismo son buenas El amor, humor de las plazas Llenas de personas Ahora lo quiero todo Todo otra vez».

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Cleudene de Oliveira

icenciada en Filología Hispánica y Portuguesa, por la Universidad Estadual de Ceará, UECE. Máster en Letras (Literatura Comparada), por la Universidad Federal de Ceará, UFC y Doctora en Filología Hispánica, por la Universitat de Barcelona. En la Universidad Estadual de Ceará actúa como profesora de Literaturas Hispánicas en la licenciatura en filología hispánica y conduce investigaciones sobre la Literacidad Literaria en el Programa de Máster y Doctorado en Lingüística Aplicada, además de actuar como líder del Grupo de Investigación – Literatura: Estudio, Enseñanza y (Re)lectura del Mundo (GPLEER). Es la idealizadora y coordinadora de la Fiesta del Libro e da Rosa de Ceará (para celebrar el 23 de abril, día mundial del libro) que ya tuvo diez ediciones. Es escritora y ganó los premios: 2011- Prêmio Osmundo Pontes de Ensayo, por la Academia Cearense de Letras; 2010- Premio Moreira Campos de Cuento, por la Consejería de Cultura de la Provincia de Ceará, con cinco autoras.

Cultura en tiempos de pandemia en la formación docente

Adela Inti

L

a formación docente en el Perú siempre ha sido una de las mayores preocupaciones en el país, aunque los esfuerzos nunca han sido suficientes. Si bien en el proceso formativo de los estudiantes influyen una diversidad de factores socioeconómicos y culturales, no podemos dejar de reconocer que el elemento docente tiene una fuerte relación con el aprendizaje de los mismos; por tanto, la calidad con que estos se forman está asociada a la calidad del servicio que se les brinde. Formar con calidad a los futuros docentes, como consigna irrenunciable, ha sido desde siempre una de las grandes preocupaciones del Instituto de Educación Superior Pedagógico Público Chimbote, centro en el cual laboro y el que, antes de la declaratoria de la emergencia nacional a causa de la pandemia que nos aqueja, estaba próximo a cumplir 37 años de funcionamiento ininterrumpido a lo largo de su vida institucional. A mediados del mes de marzo, sin embargo, esa labor se truncó por primera vez debido a la COVID-19, situación 23

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sanitaria sin precedentes que alteró todos los procesos formativos previstos en nuestra planificación institucional. Retomar la acción educativa a través de medios remotos ha supuesto un esfuerzo inmenso no solo por parte de la administración, sino también por parte del docente, quien ha tenido que capacitarse, a contra reloj, para asegurar el cumplimiento de sus responsabilidades, en el aprendizaje y manejo de las diversas herramientas virtuales de esta modernidad. Entre otras dificultades, el docente ha tenido que lidiar con la articulación de diversas tareas, tales como las de planificar sesiones sincrónicas y asincrónicas, elaborar módulos de autoaprendizaje, duplicar los tiempos de enseñanza para satisfacer, a través de diferentes medios, las necesidades educativas de los estudiantes, entre otras cosas. La gestión pedagógica, además, ha tenido que implementar una serie de mecanismos para que los sistemas más relevantes como la enseñanza, la tutoría, la investigación y la evaluación se virtualicen. El trabajo conjunto de la institución ha demandado el soporte de la participación docente para el cumplimiento de las responsabilidades a través del monitoreo y el acompañamiento de los estudiantes. Tal es la complejidad que supone adecuarse a los tiempos de pandemia. Por otra parte, del lado de los estudiantes, la problemática se ha tornado más aguda de lo que se esperaba. El diagnóstico institucional sobre su conectividad permitió conocer que el 63% de la comunidad estudiantil cuenta con un equipo de cómputo en casa, pero solo el 50% de ellos tiene acceso a 24

ADELA INTI

internet vía línea telefónica. Los casos de internet sin línea telefónica son aquellos en los que los estudiantes acceden a la red gracias a las recargas que hacen en sus teléfonos celulares, las cuales se agotan tan pronto como se adquieren, pues tienen una disponibilidad limitada de datos, lo que, al mismo tiempo, dificulta y hasta imposibilita que se mantengan conectados a la expectativa de las actividades curriculares. La comunicación a través del aplicativo WhatsApp y las llamadas telefónicas no son canales suficientes para la transmisión y el logro de los aprendizajes, sobre todo por aquellos casos donde los estudiantes, por razones familiares y laborales, radican en zonas alejadas de la ciudad. Al riesgo de la preocupación por la pérdida de las tareas y demás actividades se suma otra de índole más humana: la vulnerabilidad de las familias que en su seno albergan personas mayores o en estado de riesgo frente a la pandemia. En muchos casos hemos recibido terribles noticias del padecimiento de la enfermedad que nos aqueja: fallecimiento de padres, madres, hermanos y otros familiares. Todo esto, además de suponer una dificultad en el proceso de sus aprendizajes, también demanda un soporte emocional por parte del docente en su relación con el estudiante, máxime en circunstancias tan adversas como las que vivimos. La problemática descrita evidencia la situación de precariedad y vulnerabilidad de los estudiantes de la carrera docente en el Instituto Superior Pedagógico Público Chimbote, quienes en su mayoría provienen de grupos familiares de escasos 25

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recursos, cuando no de lugares en los que el acceso a internet supone una dificultad constante.

¿Qué ha sucedido con los espacios culturales ganados antes de la pandemia? En un contexto tan difícil como el que vivimos, el desempeño, desarrollo y la participación de nuestros estudiantes en espacios que posibiliten su formación cultural se ha visto minimizado y al borde de la desaparición. Algunos espacios que tenían asumidos, tales como la Sala de Lectura Infantil en las ferias del libro de Chimbote y Nuevo Chimbote, las actividades de revaloración de nuestro folclor realizado por el taller de danzas, la participación en las actividades de los diversos colectivos ciudadanos y movimientos culturales de realización pública y congregación de la población, además de los proyectos institucionales de intervención comunitaria para la revaloración de nuestro patrimonio, han desaparecido. Aun cuando, durante estos últimos meses, se han abierto diversas actividades y espacios virtuales en torno de la cultura, los esfuerzos académicos, con todas las dificultades antes descritas, han abarcado el tiempo y las energías de nuestros estudiantes. ¿Cómo podrían participar o promover estos eventos si no cuentan con las herramientas en medio de su precariedad?

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Esto constituye una gran preocupación porque implica el abandono de proyectos trazados, de planes asumidos tanto personal como institucionalmente, lo que supone un retroceso en la formación de un magisterio que, además de su identidad profesional, siempre se ha preocupado por forjar una identidad cultural acorde con la idea de la cultura como eje imprescindible en su formación como educadores.

El componente cultural en la formación de nuestros profesionales La visión de la profesión docente en el Perú, consentida en el Marco del Buen Desempeño Docente), está basada en «consideraciones culturales, ético-morales y políticas». Desde esta perspectiva la labor docente contempla no solo las dimensiones pedagógica y política, sino también la dimensión de índole cultural. Esta última insiste en la necesidad de que los docentes posean conocimientos amplios de su entorno, con la finalidad de «enfrentar los desafíos económicos, políticos, sociales y culturales, así como los de la historia y el contexto local, regional, nacional e internacional en que surjan» (Minedu, 2012, p.10). Generar en el aula aprendizajes contextualizados y situados demanda que el docente no solo asuma el conocimiento de la realidad socioeconómica y cultural de sus ámbitos de acción, pues este tipo de aprendizaje, según Díaz (2003, citado en Minedu, 2019, p.48) «es parte y producto de la acti27

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vidad, el contexto y la cultura en que se desarrolla y utiliza», sino también de las estrategias y mecanismos para insertarse en los espacios generados por los diferentes movimientos o entidades culturales. Solo así, y de este modo, será posible vincular los aprendizajes con las situaciones que se presentan en los entornos Antes creíamos que los inmediatos y futuros de las problemas de acceso a comunidades donde viven internet solo afectaban a los estudiantes. La escasa los estudiantes de la zona presencia de estos esparural, hipótesis sostenida cios, reducidos ahora por por su lejanía con la ciuel surgimiento de la pandedad, pero ahora entendemos que, por sus carenmia, afecta la formación de cias económicas, muchos nuestros futuros docentes, no pueden contratar ni pues merma sus posibilicuentan con un servicio dades de participación y de internet acorde a sus enriquecimiento cultural. necesidades académicas. Hasta el momento, cabe reconocer que los esfuerzos institucionales han estado centrados en los procesos de carácter académico y el reconocimiento del entorno inmediato del estudiante, su familia y comunidad, además de la tutoría y el soporte emocional para evitar su deserción fundada en situación de riesgo material o afectivo. Lograr su estabilidad es una condición

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prioritaria para implementar —con mayor éxito— los procesos formativos y la participación en nuevos escenarios culturales.

Redefinición de los espacios culturales En buena cuenta, es cierto que los espacios virtuales de promoción cultural han visto un crecimiento significativo en los días de confinamiento, lo cual es un índice positivo de las necesidades culturales de la ciudadanía. Sin embargo, y en vista del problema antes descrito, el precario acceso a la conectividad de nuestros estudiantes sigue siendo una condición limitante. ¿Cómo deberíamos, entonces, paliar esa precariedad? En los tiempos que corren, la atención a ciertos derechos debería actualizarse y la responsabilidad recae en la gestión del Estado. El acceso a internet debiera estar inscrito dentro de los derechos fundamentales de la persona, puesto que es de necesidad, tanto en la educación básica como en la superior, que el Estado atienda y garantice este derecho como medio imprescindible del derecho a la educación. Al mismo tiempo, se hace necesario replantear el fenómeno cultural desde la virtualidad, sin que este pierda su poder de convocatoria ni su impacto social. Los canales virtuales han llegado para quedarse, eso lo asumimos todos, y las necesidades culturales no pueden sino adaptarse a la demanda de estos tiempos. El reto está planteado.

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Una nueva perspectiva de la formación docente El surgimiento de esta pandemia, y su posterior reflexión sobre el porvenir, sea este próximo o distante, nos sugieren la posibilidad de atravesar situaciones similares y difíciles en el futuro. Estas reflexiones plantean a nuestra institución, formadora de docentes en sus casi cuarenta años, la redefinición del perfil del docente del mañana. Para aquellos que trabajamos como formadores, y que ya cargamos sobre nuestras espaldas el peso de más de cinco décadas, nos ha supuesto una dificultad enorme adaptarnos a estos tiempos. Sobre todo por el requerimiento de adecuarse al manejo eficiente de las diversas aplicaciones y herramientas virtuales modernas. En ese sentido, la redefinición del perfil del docente deberá atender al estudiante en entornos probablemente diferentes al suyo, puesto que estos serán los docentes a quienes la sociedad encargará «preparar a las nuevas generaciones que deban afrontar los desafíos de una sociedad futura aún en construcción» (Minedu, 2012, p.5), y con toda seguridad en constante cambio. Esta pandemia, entre muchas otras revelaciones, ha desnudado las falencias y desigualdades existentes en la población estudiantil, al mismo tiempo que ha roto nuestras suposiciones como docentes. Antes creíamos que los problemas de acceso a internet solo afectaban a los estudiantes de la zona rural, hipótesis sostenida por su lejanía con la ciudad, pero ahora entendemos que, por sus carencias económicas, 30

ADELA INTI

muchos no pueden contratar ni cuentan con un servicio de internet acorde a sus necesidades académicas. Uno de los aspectos que hemos conocido es que, aun cuando los jóvenes de ahora tienen mayor predisposición al uso de la tecnología, muchas de estas habilidades se limitan al manejo de las redes sociales, quedando fuera de sus destrezas la pericia para el uso de las diversas herramientas de estudio, tales como buscadores de información confiable y válida (con su posterior tratamiento y discriminación), programas para la elaboración de mapas conceptuales, organizadores visuales, incluso aquellas aplicaciones de uso básico como el Word o el Excel. Otro de los desafíos más importantes también ha sido la necesidad de desarrollar la autorregulación en los estudiantes, puesto que, durante las sesiones, a diferencia de los tiempos donde se contaba con la presencia física del docente, hay que apelar a su capacidad de autoaprendizaje a partir de los materiales diseñados por los docentes. Todo esto, desde luego, demanda una nueva manera de formación y concepción de la enseñanza. Como institución formadora, cuya filosofía educativa gira alrededor de tres claves —educación: tarea de humanización; educación: vocación de servicio y solidaridad; y educación: proceso en continuo cambio—, tenemos el compromiso de contribuir a la formación de docentes que se relacionen con las familias de sus estudiantes, respetando y valorando su cultura, saberes, experiencias y recursos. Según Altbach, Reisberg y 31

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Rumbley (2009, p.10, citado en Minedu, 2019) «el mundo globalizado ha incrementado el número de estudiantes provenientes de otros lugares, con culturas y lenguas diversas, lo que convierte a las instituciones formadoras en un espacio privilegiado donde confluyen concepciones heterogéneas, por lo que el sistema educativo, a través del maestro, tiene la obligación de generar espacios para que sus estudiantes reconozcan y valoren las lenguas, culturas y valores del entorno en que viven, y a partir de ello establecer un diálogo de saberes, basado en las interrelaciones de «diferentes tradiciones culturales construidas y aprendidas teniendo en cuenta el contexto social, cultural y productivo de cada pueblo» (Minedu, 2019, p.47). Para lograr este objetivo no bastan los procesos formativos generados en las aulas, sino que se debe apelar a espacios externos diversos. La inmersión en escenarios culturales, sean estos reales o virtuales, debe constituirse en fuente generadora del aprendizaje, articulado a las competencias y desempeños del docente. Estas vivencias, desde su etapa formativa, le permitirán comprender y valorar la importancia de las interrelaciones y la experiencia cultural, con la finalidad de insertarla en su actividad educativa. Por esto es muy importante fortalecer las alianzas institucionales para un trabajo corporativo en torno a la cultura, con una agenda cultural viable y accesible que democratice la participación de los jóvenes, y en nuestro caso, de los estudiantes de formación docente.

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ADELA INTI

Referencias: • •

Ministerio de Educación – Minedu (2012). Marco de Buen Desempeño Docente. https://cutt.ly/hgrarHP Ministerio de Educación – Minedu (2019). Diseño Curricular Básico Nacional de la Formación Inicial Docente – Programa de Estudios Educación Primaria. https://cutt. ly/Ygravky

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Adela Inti

acida en el distrito de Samanco, provincia del Santa, ex alumna de la institución educativa República Argentina; docente de carrera, realizó sus estudios de formación profesional en el Instituto de Educación Superior Pedagógico Público Chimbote, institución en la cual labora en calidad de personal nombrado. Cuenta con una maestría en Docencia y Gestión Educativa y doctorado en Administración Educativa, otorgados por la Universidad César Vallejo. Realizó estudios de segunda especialidad en Formación Magisterial y Diplomado de Gestión Educativa en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha sido capacitadora en diversos programas dirigidos a docentes y directores de instituciones del Perú; consultora y ponente en mesas de trabajo del Minedu, CEREBRUM, UNESCO y otras entidades relacionadas con el campo educativo. Ha ejercido la docencia en Programas de Postgrado de las Universidades Uladech Católica, USP y UCV.

Cultura ambiental en tiempos de la COVID-19 Béberly Enríquez

ste maravilloso planeta y su sabia naturaleza parecen darle un ultimátum a la humanidad, humanidad a la que alberga, alimenta, viste y a quien le brinda incondicionalmente todas sus bondades. Los seres humanos hemos vivimos sumergidos en una sociedad donde la cultura ambiental fue siempre opacada por un pensamiento egoísta, que nos hizo creer que todo y todos estaban a nuestro servicio. Sin embargo, este año, ese ego dañino quedó minimizado ante un pequeño virus, el cual nos comenzó a eliminar y nos obligó a encerrarnos y a detener nuestras contaminantes actividades. Por un lado, se le dio un respiro a la tierra, generando tranquilidad, armonía y recuperación inmediata de los daños ocasionados, pero por otro lado la corrupción aprovechó la inmovilización para agilizar permisos que debían contar con la participación de la ciudadanía y su aprobación, como por ejemplo los decretos a favor de la exploración y explotación de petróleo en las zonas marítimas más ricas del Perú y del mundo, poniendo en riesgo su gran 39

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biodiversidad y por consecuencia las actividades pesqueras que generan ingresos a miles de familias peruanas. Nos preguntamos si podrían todas estas experiencias en tiempos de la COVID-19 ayudarnos a reflexionar sobre nuestra escaza cultura ambiental, poniendo en práctica hábitos y compromisos que apunten a lograr un mundo más sostenible y resiliente, pues aún estamos a tiempo de reconciliarnos con la naturaleza. El colectivo ciudadano Chimbote de Pie se conformó en el año 2015 con el propósito de lograr detener la contaminación en la bahía de Chimbote, teniendo los siguientes objetivos concretos: • •





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La concientización, sensibilización e información de la ciudadanía ante esta problemática. El cumplimiento de los PACPE’S (Plan Ambiental Complementario Pesquero) para lograr detener los efluentes de las fábricas que se dirigían al mar sin ningún tratamiento. La construcción de la PTAR (Planta de Tratamiento de Aguas Residuales) para lograr detener que los desagües domésticos de toda la ciudad vayan al mar. Lograr un plan integral que contemple el reordenamiento de embarcaciones fondeadas en la bahía y el proceso de recolección de sus desperdicios sólidos y líquidos.

B É B E R LY E N R Í Q U E Z

Nuestro colectivo viene trabajando desde hace casi 6 años a través de diversas actividades y gestiones legales con el fin de lograr estos objetivos, teniendo significativos avances y postergando otros a causa de la corrupción que existe en el sector empresarial, y sobre todo, en las instituciones competentes, además del desinterés y/o desinformación de los propios ciudadanos y ciudadanas. Para cumplir el primer objetivo, realizábamos todas las semanas charlas en diferentes espacios e instituciones, funciones de títeres con el cuento «Mi maravillosa bahía», paseos guiados a nuestras riquezas naturales como La península El Ferrol, La Isla Blanca, Las Loberas, El Cerro de la Juventud. Además, organizamos caminatas guiadas por todo el litoral para apreciar la problemática y las hermosas características paisajísticas; producimos programas de televisión para informar sobre las actividades, gestiones y avances; misas de sensibilización, campañas en semáforos, distribución de volantes informativos, ferias con mobiliarios y juegos didácticos relacionados al tema, plantones y marchas para exigir el cumplimiento de las leyes y los proyectos, foros, entre otras actividades. Con todas las actividades antes mencionadas logramos llegar a miles de ciudadanas y ciudadanos chimbotanos, entre niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos, quienes hoy en día conocen la problemática de la bahía y las soluciones para detener la contaminación. Gracias a esto se logró poner en vigencia, a nivel local, regional y nacional, este tema tan importante para nuestra ciudad, y con ello se generó la presión 41

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política necesaria para el avance en el cumplimiento de las leyes y los proyectos pendientes. Entre las actividades y gestiones para cumplir los demás objetivos, realizamos reuniones con las autoridades del gobierno local, regional y central, así como también importantes trámites administrativos y judiciales con el fin de exigir el cumplimiento de funciones de todas las instituciones involucradas y responsables de solucionar esta problemática, como el Presidente de la Republica, el Ministerio de Vivienda, Saneamiento y Construcción, el Ministerio del Ambiente - MINAM, el Gobierno Regional de Áncash, la Municipalidad Provincial del Santa, Seda Chimbote, Capitanía de Puerto, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental - OEFA, la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental, la Autoridad Nacional del Agua - ANA, entre otros. Con respecto al cumplimiento de los PACPE’S, en el año 2015 iniciamos las denuncias contra las empresas pesqueras que no cumplían las leyes que los obligan a tratar sus efluentes y enviarlos fuera de la bahía. Estas denuncias fueron muchas veces archivadas a pesar de las evidencias, pero gracias a una marcha organizada por nuestro colectivo en el año 2016 se logró la destitución del fiscal a cargo del caso, y con la nueva fiscal se iniciaron los procesos para sancionar a algunas empresas pesqueras. Ello logró el cumplimiento del PACPE de muchas fábricas y por ende la disminución de efluentes al mar. Según el OEFA, desde el año 2018 todas las fábricas cumplen las normas, pero en la realidad no se evidencia esto, pues al42

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gunos empresarios pesqueros aún arrojan los desagües de sus fábricas directamente a la bahía o a través de las tuberías de Seda Chimbote de manera ilegal. Por este motivo, Chimbote de Pie debe continuar trabajando para exigirle a todas las fábricas instaladas en nuestra ciudad el real cumplimiento de las normas. En el año 2019 iniciamos una demanda constitucional de cumplimiento ante el juez civil de la Corte Superior de la Provincia del Santa, para que los entes como el OEFA, el MIMAN y la Capitanía de Puerto cumplan con sus funciones de acuerdo a sus reglamentos institucionales. Con respecto a la PTAR para nuestra ciudad, en el año 2018 se logró, por parte del gobierno, aprobar la donación no reembolsable que ofrecía la Cooperación Financiera Alemana (KfW): más de cuarenta millones de euros para el estudio de preinversión y la construcción de la PTAR. Posteriormente, se iniciaron las gestiones de licitación. Chimbote de Pie exigió la elaboración del cronograma de este proyecto hasta su ejecución culminada. Dicho cronograma se expuso por parte del Ministerio de Vivienda, Saneamiento y Construcción a fines del año 2018, y a inicios del 2019 la empresa alemana encargada del estudio de preinversión se instaló en Chimbote para la iniciar los estudios. A causa de la pandemia todo el proceso se detuvo, y hasta el día de hoy, a pesar de los reiterados documentos ingresados por el colectivo Chimbote de Pie solicitando información, no obtenemos respuesta del proceso y cumplimiento del crono43

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grama. Por ello, debemos seguir pendientes y sumar esfuerzos para exigir se retomen las actividades según cronograma hasta lograr la construcción de la PTAR para nuestra ciudad. Respecto al ordenamiento de embarcaciones, a través de denuncias a Capitanía y marchas de exigencia, se logró que esta entidad responsable de la contaminación generada en el mar reordene los fondeaderos dentro de la bahía para un mejor control, pero no se logró la elaboración de un plan integral para solucionar el problema de contaminación generada por las embarcaciones fondeadas. Según el capitán de puerto, esto no se ha logrado a causa del poco presupuesto de su institución, sugiriendo se solicite al Ministerio del Ambiente la elaboración del proyecto y el presupuesto para su ejecución. Para ello, el colectivo Chimbote de Pie solicitó al MINAM la actualización del Plan Complementario Pesquero que fue aprobado mediante Decreto Supremo Nº 004-2012-MINAM, en el cual también se incluya el proyecto integral para los fondeaderos, obteniendo respuesta de actualización a principios del año 2020 con la presencia y exposición de la ministra en nuestra ciudad. Sin embargo, la actualización no contaba con un cronograma, por lo que se pidió que se elabore una actualización completa y concreta. Debido a la pandemia se paralizó este proceso y también su seguimiento. El colectivo, la ciudadanía y el gobierno local en conjunto deben continuar con el pedido de actualización del plan y la incorporación del proyecto de reordenamiento.

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Como diagnóstico de los objetivos trazados por nuestro colectivo en tiempos de la COVID-19, podemos manifestar que antes de la pandemia y a pesar de la lentitud de los entes competentes, hubieron grandes avances, lográndose encaminar todos los objetivos trazados, aunque todavía nos falte concluirlos al 100%. En esta época, en la que el enfoque prioritario es la pandemia y donde aún la cultura ambiental no es óptima, se vuelve aún más comChimbote de Pie, como plejo poder avanzar como colectivo con objetivos quisiéramos y teníamos concretos, tuvo que reinprogramado, pues las entiventarse y adaptarse a dades no responden, no se las nuevas formas de manifiestan y no informan, convivencia, dándole soy la ciudadanía no genera la lución a las actividades fuerza y la presión necesaantes realizadas, las cuales hoy se dan de manera rias a través de las redes sovirtual. ciales, sobresaliendo siempre los temas de corrupción política y los informes por la COVID-19. Sin duda, esta pandemia, con el drástico confinamiento, logró la rápida pero momentánea recuperación de la bahía El Ferrol, gracias a la paralización de las actividades industriales, y se pudo evidenciar que la industria pesquera aún sigue contaminando cruelmente la bahía a pesar que el OEFA informó que ya todas las fábricas cumplían las normas. Por 45

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otro lado, los desagües domésticos no han dejado de contaminar la bahía ni un minuto. Chimbote de Pie, como colectivo con objetivos concretos, tuvo que reinventarse y adaptarse a las nuevas formas de convivencia, dándole solución a las actividades antes realizadas, las cuales hoy se dan de manera virtual. Para cumplir el primer objetivo y sensibilizar, concientizar e informar a la ciudadanía sobre este problema específico que es la contaminación de la bahía El Ferrol, Chimbote de Pie, través de las redes sociales y demás plataformas digitales, realiza diariamente charlas con diferentes ponentes especializados en diversos rubros, pero vinculados siempre al tema del medio ambiente. También producimos videos didácticos con información sobre la biodiversidad. A su vez se realizan trivias en base a los videos didácticos; los jóvenes elaboran imágenes para informar y/o concientizar sobre temas actuales relacionados al medio ambiente; el teatrín con el cuento «Mi maravillosa bahía» se elaboró en versión digital para ser difundido en colegios y a través de las redes; las reuniones son a través del Zoom, así como la convocatoria para la integración de nuevos voluntarios e internas para la coordinación entre integrantes. Gracias al periodista Manuel Ríos Mantilla, contamos con un espacio en su programa para informar sobre las actividades y gestiones del colectivo; este video transmitido en el programa de TV, también es colgado en nuestra página. Para cumplir los demás objetivos, el colectivo se vio obligado a detener las gestiones, denuncias y demandas por tres 46

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meses, retomando el trabajo recientemente en agosto y solicitando información sobre el logro de objetivos. La próxima actividad programada es una audiencia pública virtual, cuya temática girará en torno a la demanda realizada en el año 2019 contra el OEFA. Ante lo expuesto, nuestro colectivo ciudadano no baja la guardia, por el contrario, se ha reinventado mediante la activación de estrategias digitales para continuar llegando a la comunidad chimbotana siempre de pie, siempre activos, con gran unión y motivación. Agradecemos a todos los integrantes que día a día suman con sus dones, talentos, conocimientos, capacidades, habilidades, gran creatividad y sobre todo mucha voluntad para continuar en esta ardua lucha por impartir cultura ambiental y lograr el cumplimiento de leyes y proyectos necesarios, y con ello detener la contaminación en nuestra hermosa bahía, logrando un bienestar común en base al desarrollo sostenible de nuestra ciudad.

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rquitecta especializada en Arquitectura Sostenible, Gestión ambiental y Responsabilidad Social, maestría en Docencia Universitaria y coordinadora del colectivo ciudadano «Chimbote de Pie por la recuperación de la bahía el Ferrol».

Berberly Enríquez

Chimbote pospandemia: dignificar al chimbotano con el espacio urbano

Carolina León

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e forma casi inesperada, apareció. Lo veíamos tan lejos que no pensamos que la viviríamos tan cerca. De repente, se dio el primer caso en el país, los siguientes no tardaron, y como era de esperarse, llegó a nuestro puerto. Entendidos en el tema comentan que se transmite de persona a persona, pero somos expertos en convivir en muchedumbre. ¿Recuerdan el último San Pedrito? El Estado estableció medidas preventivas, como el mal llamado «distanciamiento social», pero no dejamos de socializar, solo nos distanciamos físicamente; la muy repetida «cuarentena» fue toda una prueba para las y los ciudadanos chimbotanos y neochimbotanos, quienes casi por obligación religiosa, asistieron individual o colectivamente al principal «espacio público» de la ciudad, que no es la Plaza de Armas ni la Plaza Mayor, sino el centro comercial Mega Plaza. Al fin y al cabo, esta pandemia no es buena ni es mala, es simplemente un acontecimiento histórico que ha puesto en

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evidencia que aún falta mucho para que el espacio urbano de nuestra ciudad tenga como prioridad a los ciudadanos.

Abstinencia de la vida pública Quizás la medida preventiva más difícil que se nos solicitó cumplir como ciudadanas y ciudadanos es la de Las calles ahora no solo deabstenernos de salir de ben satisfacer su uso como casa. Solo pudimos salir espacio público donde se por motivos de urgencia realizan desplazamientos, como satisfacer nuessino que además se han contras necesidades básivertido en una sala de espera cas. ¿Cuál sería entonces urbana, con largas colas de nuestro comportamiento? acceso en donde se respeta Los humanos somos por —o debería respetarse— el naturaleza seres sociadistanciamiento físico sugebles y los chimbotanos rido. Me pregunto cómo será y neochimbotanos no posible esto en una ciudad cuyas veredas han sido conssomos ajenos a ello. La truidas con medidas mínimas vida pública, que se dede 60 centímetros de ida y sarrollaba con pequeños 60 centímetros de vuelta. encuentros en la avenida Pacífico o José Gálvez, hasta elaboradas intervenciones urbanas en la Plaza de Armas, las cuales pretendían promover cultura, debían esperar. Al inicio, las calles de 54

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la ciudad se mostraban desoladas, quizá por temor al contagio, sin embargo, conforme pasaban los días, dicha situación se invertía. Imagino que son diversas las causas, por lo que no comentaré a detalle ninguna de ellas; no obstante, es inevitable mencionar la incapacidad para tomar buenas decisiones, como las de decidir las circunstancias que requieren reuniones físicas, empezando por quienes «nos representan», lo cual es lamentable. Este término, «abstinencia», sugiere distintos comportamientos, el más común es el de cumplir con lo solicitado por un periodo determinado, para luego «caer en pecado» por lo anteriormente mencionado, considerando la necesidad «responsable o irresponsable» para socializar. Quizá deberíamos preguntarnos si el «espacio urbano» de Chimbote está preparado para albergar una «vida pública responsable» pero, sobre todo, «saludable», en medio de esta pandemia.

Ancho de las veredas; prioridad del ciudadano En medio de la pandemia, lugares comerciales y financieros como mercados, bancos y cajeros de Chimbote y Nuevo Chimbote, siguieron atendiendo, generando, por su función y por la implementación de medidas para prevenir el contagio como la reducción de aforo, mayor concurrencia en las calles. 55

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Las calles ahora no solo deben satisfacer su uso como espacio público donde se realizan desplazamientos, sino que además se han convertido en una sala de espera urbana, con largas colas de acceso en donde se respeta ––o debería respetarse–– el distanciamiento físico sugerido. Me pregunto cómo será posible esto en una ciudad cuyas veredas han sido construidas con medidas mínimas de 60 centímetros de ida y 60 centímetros de vuelta. He sido testigo de que en algunos espacios urbanos, como en la avenida Pacífico en Nuevo Chimbote, frente a entidades bancarias, se ha extendido el uso de la vereda hacia las pistas, como espacio de desplazamiento y de espera, reduciéndose temporalmente su uso vehicular y ampliando el espacio peatonal. Esta situación nos debería hacer reflexionar sobre la relación que existe entre el ancho de las veredas y la importancia del ciudadano como peatón en las calles; además del hecho de que en la ciudad no se cuenta con una calle que brinde al ciudadano un espacio propicio en términos de desplazamiento y permanencia peatonal, no solo en metros cuadrados, sino en la calidad que se requiere. Al fin y al cabo, «aceptamos las veredas que creemos merecer».

¿Qué pasa cuando el principal espacio público de la ciudad es un centro comercial? Indiscutiblemente, esta crisis sanitaria ha puesto en evidencia la importancia de los espacios públicos a nivel mundial, 56

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considerando parques, plazas, alamedas y demás, como componentes fundamentales para la salud pública (física y mental). En Chimbote y Nuevo Chimbote, el principal espacio que satisface en los ciudadanos la necesidad de interacción social y recreación para niños, jóvenes y adultos jóvenes, es el centro comercial Mega Plaza. Es irónico que un edificio privado sea el que cubra tales requerimientos públicos de la ciudad; sin embargo, este lugar no es de accesibilidad universal, además que por su función comercial tiene fines lucrativos. ¿Nos encontramos las y los chimbotanos en condiciones de pagar por el derecho a la recreación? Cuando el principal espacio público de la ciudad es un centro comercial, no cabe duda de que somos una sociedad consumista y precaria. Los espacios públicos representativos de la ciudad, además del centro comercial Mega Plaza, son nuestra histórica Plaza de Armas, en el casco urbano de Chimbote, seguidamente de la Plaza 28 de Julio, y en Nuevo Chimbote la Plaza Mayor. En medio de la pandemia, cuando es necesario salir a ocupar el área urbana para mejorar nuestra salud mental (manteniendo, lógicamente, el distanciamiento físico), ¿serán suficientes estos espacios? Tengo la impresión de que no es así. Por un lado, porque implica un riesgo para la población vulnerable tomar un vehículo desde el asentamiento humano Unión del Sur hasta la Plaza Mayor de Nuevo Chimbote, y, por otro, por la cantidad de personas que estos espacios pueden albergar en una época donde se debe mantener el 57

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distanciamiento social. Es aquí donde juegan un papel importante los espacios públicos a nivel barrial, como los parques, e incluso los locales comunales, que por su aforo se convirtieron en espacios inseguros y en algunos casos ni siquiera planificados por la informalidad que nos caEs aquí donde juegan un paracteriza. Es una lástima, pel importante los espacios puesto que en medio de públicos a nivel barrial, como esta crisis sanitaria, pudielos parques, e incluso los loron haber cumplido un rol cales comunales, que por su estratégico como puntos aforo se convirtieron en esrecreación y promoción pacios inseguros y en algucultural que tanto necesinos casos ni siquiera planifitamos. cados por la informalidad que nos caracteriza. Es una lástima, puesto que en medio de esta crisis sanitaria, pudieron haber cumplido un rol estratégico como puntos recreación y promoción cultural que tanto necesitamos.

CAROLINA LEÓN

el espacio urbano denota la poca importancia que sentimos las y los chimbotanos —y sobre todo las autoridades— por nuestra ciudad. Insisto en que esta pandemia no es buena ni mala, es un hecho histórico que tenía que pasar, y que se ha convertido en un despertador de conciencia, o al menos eso esperamos, pues es imprescindible repensar nuestras prioridades, como son dignificar a las y los ciudadanos y exigir lo que merecemos. Chimbote es nuestro hogar y no debemos ver con indiferencia que todas y todos necesitamos una mejor calidad de vida; por el contrario, debemos mejorarla desde donde nos encontremos, porque la ciudad no es solo el espacio físico, sino también la vida que genera la ciudadanía en ella.

El espacio urbano para y por los ciudadanos

Algunos expertos mencionan que el espacio público «educa», término que proviene del latín educare (según la Real Academia Española), cuyo significado es dirigir, encaminar, doctrinar. En tal sentido, nos preguntamos: ¿cuál es la enseñanza que deja el espacio urbano de Chimbote para la ciudadanía? La respuesta es lamentable:

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arolina León Ojeda es Máster en Planeación Urbano Territorial, estudió Arquitectura y Urbanismo, actualmente es docente en la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo en Perú, coordinadora general del movimiento ciudadano 100 En 1 Día Chimbote + Nuevo Chimbote 2019, fue ponente en el IV Foro Internacional de Internacional Intervenciones Urbanas y III Encuentro Placemaking Latinoamérica Perú.

Carolina León

Lo que no te dicen los medios Dan Ruiz

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a información, en el país, ha dejado de ser algo objetivo y se ha vuelto fantasía», escribió Mario Vargas Llosa, y prosigue: «informar es ahora interpretar la realidad de acuerdo a los deseos, temores o conveniencias». Entonces, es difícil saber lo que en la realidad sucede: una niña llora en la puerta de Emergencia del hospital La Caleta, tiene 13 años, está encinta y mientras sufre por el embarazo que no buscó, sus compañeros continúan las clases que ella ha abandonado. Un niño con síndrome de Down, confinado en su modesta casa, se viste con su uniforme cada mañana para ir al colegio, pero sus ilusiones se terminan en el umbral de la puerta, y su escuela, a 20 minutos de su vivienda, está vacío y triste. Muy triste. Un hombre saca su mototaxi y a los quince minutos de recorrido la Policía se la quita y la arrincona en el depósito, donde también queda la esperanza de comer algo mejor que ayer. Una anciana coloca sus verduras en el piso e intenta venderlas, baratito joven y directo de Huaraz, pero 65

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los policías municipales la botan y se llevan su mercadería, sin compasión ni remordiendo, como si no tuvieran madre. «La vida en el Perú, donde tan poca gente lee, se ha vuelto literaria», ironizó Mario Vargas Llosa. Todos los acontecimientos anteriores son reales y es la manera de cómo los chimbotanos desarrollamos nuestra vida y construimos el mundo o la ciudad donde habitamos; dicho en pocas palabras, es Pero, ¿qué tienen que ver nuestra cultura. Por cierlas palabras educación y culto, una cultura en la que tura? La respuesta es que el desarrollo intelectual tienen que ver en todo: el y artístico parecen dar aumento de la violencia de género, el racismo, la possus últimos pitidos en un verdad y creer en curas mimonitor cardiaco. Es esa lagrosas son consecuencia realidad la que reposa de la falta de políticas cultufuera del foco de las cárales y educativas. maras de los reporteros, ya sea porque no vende o daña la imagen de alguna autoridad que ellos «apoyan». Tampoco es que el ciudadano común y corriente ayude. Usualmente se indigna unos minutos y luego sigue su vida sin cuidado. El muerto, si no es nuestro, no pesa. En ese contexto, ambos, reportero y ciudadano, tienen responsabilidad. Pero enfoquémonos en el primero.

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Los periodistas ––y me lanzo al saco–– hemos olvidado los matices y las disidencias: redactamos desde la apatía e inclemencia para el hombre de a pie y con misericordia y sumisión cuando tocamos al poder de turno. Los problemas reales, esos que nos hacen igual o más daño que la pandemia, han sido cubiertos por el manto del terror a un virus que vino del extranjero. Como dijo Leila Guerriero, «los periodistas nos hemos convertido en los amplificadores del miedo». Y peor aún, todavía no queremos levantar ese manto para ver lo que tenemos abajo. No nos conviene porque encontraremos lo que ya sabemos: siempre hemos estado equivocados. La estrategia es culpar al virus por las mismas carencias y frustraciones de antaño, esas que están representadas en el vigilante que trata mal a la niña embarazada o el alcalde al que le importa un bledo la protección de su personal de limpieza pública. Corrupción e indiferencia en todos los niveles y desde tiempos inmemorables. El periodismo es una mezcla de bohemia y amor por las causas que se consideran justas, escribió Juan Gargurevich. Esa es la esencia, pero en el campo, la causa de reivindicar la educación como herramienta para cambiar los conceptos culturales nunca ha estado presente: ni antes ni ahora y de repente ni estará después de la pandemia. Pero, ¿qué tienen que ver las palabras educación y cultura? La respuesta es que tienen que ver en todo: el aumento de la violencia de género, el racismo, la posverdad y creer en

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curas milagrosas son consecuencia de la falta de políticas culturales y educativas. En mis años de periodista, que no son pocos, he registrado hechos que se han vuelto cotidianos, hasta el punto de que ya no se consideran noticia: coimear a un policía, arrojar basura en la calle, usar la criollada para ingresar más rápido a una entidad pública. Esa es la cultura que se debe cambiar y, aunque parecen detalles, influye en la destrucción de la ciudadanía. Si normalizamos esas acciones, lo que ahora nos parece común («que robe con tal que trabaje», «todos los políticos roban») en el futuro será decreto. En ese sentido, la educación y el periodismo (aunque en el Perú parezcan cosas opuestas) pueden hacer mucho. Un periodismo bien escrito, bien contado y bien contrastado, enseña. No es función del periodismo educar, incluso el que niegue que el periodismo nació para entretener es un cínico, pero ser responsable y respetar a los lectores debe ser la brújula de ese oficio que en la actualidad es ingrato con el ciudadano. Tampoco los periodistas vamos a desconocer las teorías que por años hemos aprendido en la universidad. Por ejemplo, nadie compraría un periódico en el que se lee los siguientes titulares: «El ómnibus llegó puntual a su destino» o «Nadie fue atropellado en la avenida José Gálvez». El periodista Cristian Campos, del diario El Español, contaba que todos los periodistas hemos tenido un profesor que dice: «¿No sería maravilloso que un día el

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periódico solo publicara buenas noticias?». Luego agrega: «Se podrían hacer tazas con esa idiotez y donar los beneficios de su venta a la Asociación de Tristes de la Vida». Escribir bien, contar bien y contrastar bien no deben ni tienen por qué estar alejados de los conocimientos y estrategias periodísticas. El otro asunto, y quizás el más importante, son los espacios que los periodistas ofrecen a la difusión de la educación y la cultura. No solo cuando hay eventos artísticos, sino espacios para el debate o las propuestas de políticas públicas como base para ayudar a formar mejores ciudadanos. Los periodistas ––de nuevo me lanzo al saco–– son reacios para cubrir información sobre ese sector que es tan o más importante que la conferencia de un alcalde que anuncia la reconstrucción de un hermoso y casi utópico bulevar. Pero, como no vende, la cultura es la última de la fila, la fea de la fiesta. Los periodistas tenemos amor por las causas justas, queremos el desarrollo, pero hemos olvidado que ese desarrollo no se dará si le ponemos más la cámara a un alcalde fanfarrón y populista que a un grupo de personas que creen en la música, la pintura o la literatura como herramientas para crear ciudadanía.

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Casos sin cobertura Las pequeñas historias con las que inicié este texto son la clave para entender lo anterior. Si en los lugares comunes (colegios, barrios, parroquias o municipalidades) no hay espacios para el desarrollo artístico e intelectual, ¿qué les depara a las personas marginadas que se preocupan más en sobrevivir que en leer o aprender? Además, ¿a quién puede interesarle la vida de Dorian Gray, Holden Caulfield o Alonso Quijano cuando no hay un pan en la mesa para el desayuno? Federico García Lorca escribió que no solo de pan vive el hombre, y que si él tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan, pediría medio pan y un libro. En el Perú, en Chimbote, te cerrarían la puerta porque te creerían orate. Esta pandemia no es democrática, como han dicho algunos periodistas apáticos, más bien se ha ensañado con los que menos tienen. No coloquemos números porque las cifras son generales y frías. Mejor sintamos la realidad. La niña de 13 años, la que esperó varias horas en el hospital La Caleta antes de ser atendida, no estudiará este año, quizá tampoco el que viene. A pesar de que las clases son virtuales por la pandemia, debe enfocarse en cuidar a su bebé porque los adultos trabajan y desde ahora ella está en la obligación de aprender a ser mamá, así el hijo sea fruto de una violación. Su futuro y el futuro de su pequeño son

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pura incertidumbre porque no hay ninguna política que se enfoque en ese problema social: la educación para las madres menores de edad que fueron violentadas. Además, de educación sexual en los colegios se habla a regañadientes y hay profesores que se sonrojan al tocar el tema. En las familias los tabúes todavía son una barrera difícil de eliminar porque muchos dicen que con sus hijos no nos debemos meter. Ese caso fue noticia de un par de días, luego los periodistas voltearon a seguir hablando sobre la pandemia y que viene el fin del mundo. Como siempre, exageraciones. El 2019, meses antes de la pandemia, los profesores del Centro de Educación Básica Especial (CEBE) 01 de Chimbote pedían un bus para los estudiantes. Los maestros ansiaban llevar a sus alumnos a recorrer el mundo (o parte del mundo); querían hacerlos ver la naturaleza, los campos, la ciudad, el transcurrir de la vida. Muchos de esos estudiantes solo tocaban la calle al ir al colegio y al regresar a sus casas. Un bus era el vehículo para ir más allá del espacio físico: para descubrir su propia existencia. Apareció la pandemia y murió el sueño de tener un bus. En las noticias nadie habla de los CEBE. El que está ubicado en la urbanización Laderas de Chimbote luce triste y vacío. ¿Cómo la estarán pasando en sus hogares los alumnos? El Aprendo en Casa del gobierno central también los ha olvidado: solo les llega por radio. La profesora Laura Acosta dice que la radio les puede aburrir porque sus alumnos tienen atención dispersa y aprenden mejor con imágenes, pero 71

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al Estado se le olvidó o ni siquiera lo pensaron, o quizá impusieron ese trabajo a los docentes. Arréglatelas como puedas, les dijeron. Los maestros ahora no solo deben enseñar, necesitan planificar, crear más, grabar y editar. Son profesores, comunicadores sociales y olvidados del Estado. Uno de los estudiantes del CEBE 01 de ChimPara las personas con disbote tiene síndrome de capacidad el futuro no es inDown. Cada día se levanta cierto por el coronavirus, es y se viste con su uniforme incierto desde que vinieron para asistir a clases, pero a este mundo indiferente. en la puerta sus padres lo Una sociedad soñada es la detienen. Él se desespeque respeta la condición hura, llora, pero luego entra mana, valora la diversidad y una videollamada. Es su evita todo tipo de exclusión profesora, quien le dice estereotipada. De eso no hemos aprendido nada porque que afuera hay un virus no hay espacios para hablar malo y que pronto se voldel tema. verán a reunir. Luego empiezan las clases virtuales y después de nuevo la realidad, esa que te hace quedarte en casa alejado de los amigos y de la libertad. ¿Acaso cuando pase la pandemia podrá el CEBE adquirir un bus? Si ni cuando hay un virus se han acordado de ellos, ¿se acordarán más adelante? ¿Qué hace la municipalidad o el gobierno regional por ellos? ¿Qué hacemos los ciuda72

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danos por ellos? ¿Por qué es importante que reciban educación y recreo? Tantas preguntas, ninguna respuesta. Para las personas con discapacidad el futuro no es incierto por el coronavirus, es incierto desde que vinieron a este mundo indiferente. Una sociedad soñada es la que respeta la condición humana, valora la diversidad y evita todo tipo de exclusión estereotipada. De eso no hemos aprendido nada porque no hay espacios para hablar del tema.

Trabajar para sobrevivir Jorge Peña es un mototaxista que trabaja para sobrevivir. El 8 de mayo, día 56 de la emergencia, ya no pudo soportar ver a su familia aguantarse el hambre. El transporte público tenía restricciones, pero el apetito no sabe de condiciones, así que tomó su vehículo y le hizo una carrera a su vecino. Solo pasaron quince minutos para que los inspectores municipales y la Policía lo agarraran como un delincuente. Llegó a casa sin mototaxi, sin dinero y sin esperanzas. Prendió la televisión y observó a un periodista criticar a una mujer que vendía en el piso del mercado. Le dijo que se vaya a su casa, que es una irresponsable y que por personas como ella el virus se está expandiendo. Mientras escucho a Jorge pienso en que ese periodista luego de gritar a la mujer sube a su carro, va al supermercado, compra con su tarjeta de crédito y llega a su casa a descansar en una cómoda cama

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para pensar en nuevas formas de humillar a otros vendedores ambulantes al día siguiente. Para Jorge, sobrevivir también implica que sus hijos estudien. En realidad, su idea es que deben comer para tener ganas de estudiar. La vida se le ha tornado más difícil porque ahora el gasto se ha duplicado. Antes sus hijos iban a la escuela caminando. Ahora él debe pagar una computadora de segunda y el internet que le están pasando a mitad de precio. No pensó tener una computadora en casa, tampoco pensó que iba a aprender a escribir algunas palabras por las clases virtuales que ve al lado de sus hijos. A José no le da miedo el coronavirus, le da terror el regresar a su casa sin dinero y escuchar el lamento de su familia. El periodismo se ha desconectado del día a día del ciudadano. Se ha alejado para burlarse y azuzar. Lamentablemente, dice Sergio Fernández Novoa, vivimos en una sociedad que ha mediatizado el conocimiento y necesita de los medios de comunicación para percibir fragmentos de la realidad. ¿Malos útiles? La televisión, los multimedios interactivos y las redes satelitales han incrementado las posibilidades de información y por lo tanto han modificado la relación de las personas con lo que acontece. Pero mayor información no garantiza mayor democracia ni mayor pluralidad. Marshall McLuhan tenía razón cuando escribió que «los medios nos vapulean minuciosamente. Son tan penetrantes en sus consecuencias personales, políticas, económicas,

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estéticas, psicológicas, morales, éticas y sociales, que no dejan parte alguna de nuestra persona intacta, inalterada, sin modificar. El medio es el mensaje. Ninguna comprensión de un cambio social y cultural es posible cuando no se conoce la manera en que los medios funcionan de ambiente». Si los periodistas leyeran a McLuhan se sentarían al lado de la mujer que vende verduras en el piso y le ayudarían a ofrecer sus productos. Al irse, le dejarían un pan y un libro. Si eso es ser orate, el mundo debe dejar la normalidad.

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egó a Chimbote el 2008. Es comunicador social egresado de la Universidad Nacional del Santa (UNS). Periodista y editor en el diario La Industria de Áncash. Profesor de Escritura Creativa en la asociación sin fines de lucro Murukushun. Ha sido dos veces finalista en el concurso internacional «Nuevas Plumas» que organiza la Universidad de Guadalajara (México). Segundo puesto en el concurso «El quehacer de la iglesia local y la defensa de los derechos humanos» que organizó la Comisión de Justicia Social (CJS) de Chimbote. Finalista en el concurso nacional «Historias de Solidaridad» organizado por el diario El Comercio. Ha publicado el libro de crónicas Todos muertos. También ha incursionado en la música. Ha sido profesor de Música en Murukushun, donde enseñó a tocar instrumentos como zampoña, charango y cajón. Es integrante del grupo de música folclórica Los Desaparecidos. Actualmente se dedica al periodismo diario.

Lectura y escritura en épocas de la COVID-19 Ítalo Morales

odo escritor de alguna forma comunica lo que no quiere. Hay en el lenguaje un vacío, una puerta siempre abierta. En ese proceso de salir al mundo el escritor desovilla la escritura, que es una forma política de ubicarse en el algún lado. Por eso un libro es a la vez cuerpo y tejido: una estructura eficiente que busca disolverse como antes lo hicieron lo libros de Camus. Un escritor sin literatura, como decía Barthes. Y toda escritura supone una lectura. Todo esto me lleva a pensar en el escritor sin editorial. El que edita y busca un lector como un cliente, como los hay cientos en el Perú. Si ya antes de la pandemia era un problema realizar ese ejercicio, es difícil graficarlo en un mundo aislado, donde las escuelas y las universidades están cerradas. ¿En épocas de pandemia qué leen los que nunca leyeron nada o los que leían poco? Al reducirse a su

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mínima expresión los planes lectores han buscado hacerse virtuales. Si antes el escritor-editor-multifacético buscaba un lector en los estudiantes, ahora sufre las consecuencias de la crisis. Entonces debe reinventarse, como todos los que están al lado de los productores. El libro debe contagiar también en lo afectivo, sin importar su formato en estos tiempos. Una reinvención implica una esperanza y a la vez un emprendimiento. ¿Es posible que el escritor sin editorial sobreviva en estos términos o debe esperar a que alguna institución privada o estatal le otorgue un soporte? Parece iluso suponer lo segundo. Omar Robles, escritor huaracino, ha cuajado la idea y en plena pandemia reparte sus libros a domicilio en su bicicleta. Claro ejemplo de que a veces escritor busca su lector. Leer en tiempos de crisis sanitaria ya supone un riesgo, debido al estrés, al miedo que implica estar pendiente de la muerte. Por eso en una encuesta a los escritores en Lima, la mayoría coincidió que al principio les resultó difícil concentrarse. No obstante, en términos generales es posible advertir un aumento de los hábitos lectores en medio de la pandemia. El aislamiento es un insumo para un escritor también para un lector. Esto ha sucedido en muchos países, como también en el Perú. Lo ha corroborado la consultora Conecta Research & Consulting, empresa que elabora el barómetro de hábitos de lectura, en alguna países euro-

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peos. Con ello también ha supuesto un aumento progresivo de la venta de libros en formato electrónico.

Combatir la pandemia leyendo ¿Qué estrategias de lectura y escritura se han desarrollado en medio de la ¿Es posible que el escritor pandemia? sin editorial sobreviva en Ante una crisis debe estos términos o debe espehaber múltiples respuesrar a que alguna institución tas. Desde diversas insprivada o estatal le otorgue tituciones han surgido un soporte? Parece iluso sumedidas para motivar/proponer lo segundo. Omar Romover la escritura y la lecbles, escritor huaracino, ha cuajado la idea y en plena tura: talleres on line, conpandemia reparte sus libros cursos, conversatorios, a a domicilio en su bicicleta. través de los medios digiClaro ejemplo de que a vetales. Por ejemplo, en abril, ces escritor busca su lector. la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima lanzó el club de lectura «Te Leo», un espacio virtual generado para leer y dialogar sobre los «munilibros». De igual modo, la Cámara Peruana del Libro promovió la campaña #SigamosLeyendo, que inició el 23 de abril, a propósito del Día del Libro. En ese marco, la Biblioteca Nacional del Perú 83

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lanzó «Voces que unen», una iniciativa que buscaba acercar a todos los peruanos a la lectura. Una suerte de lectura compartida vía on line, hecha por escritores. En Chimbote, también las instituciones culturales también han sido reactivas. El Centro Cultural Centenario ha venido realizando El escritor y el lector son souna serie de eventos que brevivientes a pesar de todo, han tenido por finalidad incluso cuando no haya nadie a quién escribir. En ese comunicar y fortalecer el epicentro, donde el sujeto diálogo propositivo sobre escritor-lector busca sostelas actividades en matenerse debe fortalecerse la ria cultural. De esta forma, maquinaria para ayudarlo. El la Biblioteca Itinerante del artista a fin de cuentas crea Centro Cultural Centenadesde su orfandad, pero nerio efectuó Cuenta cuencesita de los medios para la tos en diversas zonas de distribución de su mensaje. Chimbote, así como el He ahí el rol de la sociedad ciclo de conversatorios para engendrarlo. «Cultura en cuarentena», organizado por el Centro Cultural Centenario en colaboración con la plataforma de gestión sociopolíticacultural Cola de Lagartija, entre otros. Una pandemia puede ser un acto destructor o también un motivo: la creación no cesa en el instante de la muerte, sino que se ufana de ella. El escritor y el lector son sobre84

Í TA L O M O R A L E S

vivientes a pesar de todo, incluso cuando no haya nadie a quién escribir. En ese epicentro, donde el sujeto escritor-lector busca sostenerse debe fortalecerse la maquinaria para ayudarlo. El artista a fin de cuentas crea desde su orfandad, pero necesita de los medios para la distribución de su mensaje. He ahí el rol de la sociedad para engendrarlo.

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Ítalo Morales

icenciado en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional del Santa y especialista en Investigación y Didáctica en el área de Comunicación. Ha merecido diversas distinciones literarias: Primer Puesto en el concurso de Narrativa Regional de Nuevo Chimbote (1998), finalista en el Concurso de Narrativa Lundero de Trujillo (1999) y otra en el Concurso de Cuento II Feria de Libro de Trujillo (2005), 2do Puesto en el Concurso de Ensayos de Nuevo Chimbote (2012) y Primer Puesto en el Concurso de FELINCH (2014), en la Feria de Libro de Nuevo Chimbote. Ha publicado los libros de cuentos: Día de Suerte (1999), Camino a los extramuros (2005), Destierro de Abel y otros cuentos (2008) y El Lado materno de la muerte (2016). También ha publicado dos libros de microrrelatos: El Aullar de las Hormigas (3era edición. Estruendomudo, 2017) y El Cielo Desleído (2006). También ha sido columnista del diario Correo e Industria de Chimbote y colaborador de revistas como Bellamar, Alborada, Visión, MOT, 2mas, Plesiosaurio.

Nuevas costumbres en algo poco habitual Jessenia Medina

«La pandemia ha modificado la manera en la que percibimos ciertos procesos o actores sociales que por años hemos dado por sentados. Este momento de cambios es fundamental para construir un mundo y país más justos». Hacia otra mirada, Pedro Kumamoto

er esas memorables imágenes entre amigos, en aquel pub frecuentemente visitado revive momentos de felicidad. Cómo no recordar aquella noche cuando planeábamos constituir una empresa dedicada al sector entretenimiento; queríamos materializar una idea de negocio la cual desde hace meses nos estaba generando ingresos. Ahorramos, privándonos de gustos innecesarios, buscando mejorar la calidad de vida de aquellas mujeres que están trabajando arduamente por seguir creciendo, lograr tener mejores beneficios económicos y tener una verdadera vida digna. Se lo merecen. Varias de ellas son el único sustento en sus hogares, como Verónica, madre de dos niños que divide su tiempo entre dos trabajos; o Laura, que suma soles para terminar de tramitar sus papeles del instituto. Y así, cada una de ellas con una historia que contar y admirar. Al mismo tiempo coordinábamos la posibilidad de tener un espacio de comunicación y la oportunidad de contarles 91

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sin mendacidad la reprochable conducta de las autoridades; es más, contribuir a la no-mercantilización del periodismo local y poder retribuir lo que hemos perdido: la decencia. Sin embargo, los costos sobrevalorados impidieron consolidar el proyecto. Y mientras los propósitos diversos resonaban en el cerebro, escrutábamos otro camino: el digital. Si bien no Inicialmente, nuestras vidas dependíamos de ningún se paralizaron quince días y dueño televisivo necesicon mucho ánimo nos quedatábamos un triple esfuermos en casa, pues era la única forma de ayudar. Pasaban zo, así que la aventura eslas semanas y todo se agutaba a punto de iniciar. dizó, y ahí estábamos nosoPero, sin mucho tros, anhelando actividades preámbulo, llegó la COque habíamos paralizado por VID-19 para quedarse, así aquel virus que veíamos solo como en su momento lo en noticias internacionales y hizo la AH1N1, la influenza, cuya llegada a nuestro país entre otras enfermedades. parecía algo inaudito. Inicialmente, nuestras vidas se paralizaron quince días y con mucho ánimo nos quedamos en casa, pues era la única forma de ayudar. Pasaban las semanas y todo se agudizó, y ahí estábamos nosotros, anhelando actividades que habíamos paralizado por aquel virus que veíamos solo en noticias internacionales y cuya llegada a nuestro país parecía algo 92

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inaudito. Debo admitir con profunda tristeza que me acongoja ver imágenes del verano reciente en familia, de la fiesta patronal en el barrio; acordarnos del compañero de clase y hasta del docente universitario cascarrabias. Además, cómo entender esas semanas que se volvieron cruciales, especialmente, para las familias que viven del día a día, bajo la lupa de la informalidad; una informalidad causada por el peruano vivaracho; el que le saca la vuelta a la ley y se lo cuenta al amigo más cercano. Sumado a lo acontecido, en tierras ancashinas los seudolíderes políticos, como el gobernador regional, Juan Carlos Morillo Ulloa, eran noticia a nivel nacional por un supuesto caso de corrupción respecto a una donación de víveres de funcionarios del Gobierno Regional de Áncash. Mientras ellos se concentraban en explicar lo sucedido, la población pedía a gritos soluciones inmediatas y eficaces para paliar el hambre y la salud. Por el contrario, el Estado, ese artefacto político por excelencia, tan duramente criticado y menospreciado en las últimas décadas, resurgió como actor fundamental en un tiempo de crisis creciente, en el cual los propios ciudadanos y ciudadanas echaron de menos a otro de los actores esenciales de la vida política: los líderes.

Las cifras Igualmente, las cifras de contagios causan desolación y desesperanza, primordialmente, por la vaga implementa93

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ción de los hospitales, la nula reacción del señor que ocupa el sillón regional y la falta de hábitos de prevención de las personas. Y aunque estamos en el proceso de readaptación porque muchos se resisten al cambio de vida, no hay otra nueva forma de vivir. Es más, si miramos al pasado, nos daremos cuenta de que no cargábamos a la mano un gel antibacterial, y menos una mascarilla médica para una simple gripe. La realidad también nos ha dicho que muchos perdieron su único trabajo, quedaron clases inconclusas por falta de dinero y miles de ancashinas y ancashinos esperaban un bono o canasta básica del municipio que nunca llegó. Esa es la realidad. Los planes quedaron aplazados, y ahora vivimos en el dilema de que mantener la distancia es la forma más segura de demostrar el verdadero amor; nos hemos visto en la necesidad de posponer los abrazos hasta que todo esto haya pasado. Podría enumerar miles de aspectos que la pandemia ha cambiado y que ahora es parte de nuestra vida cotidiana, como desinfectarnos constantemente las manos, la forma en la que nos transportamos o cómo celebramos las fechas importantes, por mencionar algunos. Las medidas establecidas por el gobierno central no son nuevas, no es un descubrimiento ante la COVID-19, al contrario, son reglas determinadas desde antes para prevenir la transmisión de

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enfermedades respiratorias, pero que jamás tomamos en serio como ahora. En el contexto de esta emergencia sanitaria nos dimos cuenta de que nuestras vidas dependían del personal médico y, por lo tanto, la urgencia de garantizarles las mejores condiciones laborales. A su vez, la educación evidenció la falta de acceso a internet en las zonas rurales del país. Recordemos que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha manifestado la necesidad de declarar el internet como un derecho humano, no solo por ser una herramienta imprescindible para la libertad de expresión, sino que también promueve el progreso de la sociedad en su conjunto, y los gobiernos «deben esforzarse» para hacerlo ampliamente disponible, accesible y costeable para todos, especialmente, en momentos políticos claves como elecciones, tiempos de intranquilidad social o acontecimientos críticos como los de hoy.

Salud mental Esta época también nos hizo más conscientes de la importancia de trabajar en la salud mental y emocional, la que hemos postergado por vergüenza (por lo cual no hemos pedido ayuda). Entonces, ¿será este el aliciente para exigirle al Estado mayor énfasis en la materia? La salud mental ha jugado un rol muy importante en esta doble cuarentena. La

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hemos descuidado, y con ello han surgido situaciones de mayor riesgo. Otra iniciativa fundamental durante la pandemia fue la de activar los comedores populares con el objetivo de alimentar a niños, niñas, mujeres gestantes, adultos mayores, etcétera; es decir, a las poblaciones vulnerables. Cómo no recordar esa Ya no hay marcha atrás ante llamada a una dirigenta la incompetencia, desconoque me decía: «Nos hace cimiento y desidia, tampofalta pescado». Siendo co sirve ir quejándonos sin proponer nada. El reto de puerto pesquero, no érahacer un mejor gobierno es mos capaces de satisfade todos. Cojamos la escocer las necesidades de ba y empecemos a barrer. nuestra gente. ¡Qué imDebemos jugar un rol propotencia! Los comedotagónico en la historia del res populares debieron país, ser autocríticos y a la ser una contención ante vez visionarios. las salidas innecesarias, pero sin mucho ánimo se les dio apenas arroz y menestritas, y les tocaba a las cocineras inventarse platos sin carnes, como si la autoridad en su hogar comiese arroz con soledad, decía mi abuela. Dicen que las buenas acciones deberían quedar solo en la cabeza y en el corazón, pero es imposible porque lo brindado desde la verdadera voluntad merece ser replica96

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do. Eso me enseñó mi madre. En la familia nos organizamos, donamos y solo me queda decir: da lo que tengas y agradece el privilegio de poder gozar de alimentos en tu mesa, pues hay otros que sufren al no tener la misma suerte (mientras las autoridades continúan robando). Seamos voluntarios diariamente, no solo ante desastres mundiales. No esperemos consecuencias trágicas para actuar si podemos ayudar. Unámonos a las cadenas solidarias como Voluntarios del Bicentenario, que nos dio a decenas de jóvenes la oportunidad de monitorear a personas con discapacidad y a adultos mayores, estos últimos, estresados por no poder salir, otros diagnosticados con depresión, a punto de desatar su furia centenaria contra quien se le ponga en frente. La pandemia nos está enseñando a fomentar el trabajo en equipo con el fin de llegar a aquellos lugares donde los servicios básicos son casi un lujo y la calidad de vida es una idea alejada de la realidad. Simplemente, seamos seres humanos. Está claro que los mandos de turno no estuvieron a la altura de una región con tanta riqueza; los asesores también fracasaron, y en el vaivén de un mediocre gobierno, están tratando de enmendar delitos cuya pena debería ser la cadena perpetua. La pandemia puso en evidencia a los «políticos sabiondos», quienes creían estar haciendo todo bien porque eso les celebraban sus sobones, y ante la zanja de lodo, terminaron por cortar cabezas. 97

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Ya no hay marcha atrás ante la incompetencia, desconocimiento y desidia, tampoco sirve ir quejándonos sin proponer nada. El reto de hacer un mejor gobierno es de todos. Cojamos la escoba y empecemos a barrer. Debemos jugar un rol protagónico en la historia del país, ser autocríticos y a la vez visionarios.

Diálogo ciudadano Por esa razón, «reinventarse» ha sido la palabra clave en este episodio tan crítico, y es razón por la cual nace la idea de Diálogo Ciudadano, que se hizo pensando en educar a las personas, profesionalizar los medios de comunicación, unir jóvenes de diversas ciudades y países, acercar a las autoridades y ser esa voz de auxilio. En el proceso de desarrollo de contenidos nos escribieron diferentes actores políticos y sociales, por lo cual tuvimos que priorizar los temas más relevantes. En el transcurso de tantas transmisiones se dio la posibilidad de trabajar en la internacionalización de la Corporación de Mujeres Liderando América Latina (MLAL) de Colombia; ahí comenzó otro reto enfocado en mujeres emprendedoras y víctimas de violencia. Ser indiferentes ante esta realidad peruana es algo inaceptable. No puede ignorarse la violencia a la que se enfrentan las mujeres y sus hijas e hijos durante la crisis actual debido a la COVID-19.

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Solo como dato informativo: en Áncash, en el período de enero – febrero, las llamadas a la Línea 100 fue del 39%, creciendo al mes de junio en 46%, siendo la tasa más alta la de la violencia psicológica (50%) y física (40%). Desde el Perú, nos hemos unido a MLAL, quienes han brindado ayuda psicológica de manera virtual y han derivado casos complejos a entidades competentes. Por lo tanto, hay una necesidad de unificar esfuerzos entre los países vecinos con la finalidad de contrarrestar los feminicidios. Las acciones interpuestas por diversas mujeres profesionales han hecho que el espacio sea enriquecedor en opiniones y decisiones, pues estamos convencidas de que no hay mejor profesional que aquel que contribuye en el desarrollo de su sociedad. Otra pandemia ha sido la corrupción, la cual nos ha arrebatado sueños y derechos. Y aun en esas circunstancias, tenemos que mantener intacta nuestra fe y la esperanza de lograr un mundo mejor para las futuras generaciones. Este mal, habitual en el Perú, nos ha bajoneado, no solo porque Áncash es la segunda región más corrupta del país, sino porque a causa de esto, vemos fallecer amigos y familiares. Pareciera que todavía no nos damos cuenta de que las mejores y las peores decisiones se dan en el plano político, a pesar de que sigamos pensando que votar es una pérdida de tiempo. Los municipios tomaron decisiones nefastas, desde la entrega de víveres hasta la capacidad de controlar la sa99

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lida innecesaria de las y los ciudadanos. Esto seguirá pasando si el Estado se empeña en seguir divorciado de la ciudadanía —que le otorga el poder—, y será peor todavía si no entiende que quienes más conocen sobre la realidad son aquellos que la padecen. Algunas autoridades solo gobiernan para quienes les otorgaron el voto, desconociendo palabras como democracia, transparencia y sobre todo honestidad, pues es la corrupción nuestro mal crónico ad portas de conmemorar dos siglos de República. Es imprescindible recordar que los políticos tienen el deber de mejorar nuestras condiciones de vida, no de empeorarlas. Se debió hacer hincapié en el enfoque de Derechos Humanos y el uso de tecnologías, como, por ejemplo, la implementación de plataformas delivery para mercados y el acceso a internet gratuito desde Discover, aplicación creada por Facebook que solo está disponible en el Perú. En conclusión: vivir en una ciudad inteligente que permita unificar la administración pública y a su vez mejorar la calidad de vida de todas y todos.

Cultura y confinamiento Otro tema que hemos relegado durante el confinamiento ha sido la cultura, aquella que nos entretiene e identifica unos con otros. Hemos abandonado a los artistas locales y reemplazado los libros por memes. Lo trascendente de la cultura es el valor y la influencia que ejerce en la vida de todos y 100

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cada uno de nosotros, muy especialmente en las niñas, niños y adolescentes. No obstante, es lamentable que instituciones aparentemente comprometidas con el desarrollo cultural se quedaran de brazos cruzados, y si bien después nacieron ciertas iniciativas, Necesitamos, en los difeestas no fueron suficientes rentes niveles de gobiernos, para calmar la ansiedad tanto como en la oposición del sector, ni del espíritu. y en las organizaciones poDebemos concentralíticas, líderes motivadores, mos en el futuro y rechaejecutores y ejecutivos; lídezar el mito de la apatía de res que, desde la sabiduría los millennials. Si no somos y la ponderación, sean cahábiles para utilizar las hepaces de cooperar y llegar a acuerdos pertinentes para rramientas online, habredar solución a los graves e mos perdido la posibilidad ignotos problemas a los que de acceso a la imaginanos enfrentamos. En pocas ción. Debemos estar a la palabras: verdaderas gobervanguardia de la creación nadoras y gobernadores. de públicos, pues los jóvenes no solo no invierten en eventos culturales, sino que los desconocen. Estamos a tiempo de dejar los likes con los que se gana un concurso propuesto por la Municipalidad Provincial del Santa y utilizar el internet para gozar de una performance teatral,

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literaria o hasta la propuesta de un artista callejero, pues todo es cultura. Como lo he reiterado en distintas conversaciones virtuales, esta pandemia debió enseñarnos a ser menos egoístas, buenos administradores de la economía individual y familiar, mejorar la convivencia con los nuestros e incluso saber elegir a los políticos que nos siguen robando en plena desgracia. Además de estas lecciones, queda pendiente impulsar la generación de empleo, aumentar los presupuestos de salud para los centros médicos municipales y mejorar nuestra relación con el medio ambiente.

Otra forma de vida Iniciaremos otra forma de vida en la que aprenderemos a alimentarnos sanamente con el fin de no poner en riesgo nuestra salud, y usaremos todo medio de transporte que nos permita mantenernos a distancia. Sin duda alguna, el ciclismo se practicará de forma común, y así como el ejercicio de este, dependerá de la sociedad civil organizada adaptarse a los nuevos rumbos pospandemia. Además, será indispensable estar atentos a las próximas campañas generales y municipales, fiscalizar el origen del dinero invertido y analizar el discurso de los candidatos respecto a la economía, pues la generación de empleo será —una vez más— el caballito de batalla.

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Necesitamos, en los diferentes niveles de gobiernos, tanto como en la oposición y en las organizaciones políticas, líderes motivadores, ejecutores y ejecutivos; líderes que, desde la sabiduría y la ponderación, sean capaces de cooperar y llegar a acuerdos pertinentes para dar solución a los graves e ignotos problemas a los que nos enfrentamos. En pocas palabras: verdaderas gobernadoras y gobernadores. Ciertamente, ningún político nos podrá prometer que cuando deje el cargo estará del lado de la ciudadanía, inspirado por las voces de la justicia y la verdad, de la determinación, el buen humor y la bondad. Nosotros tendremos que actuar al ver un niño abandonado, una persona en condición de discapacidad, una mujer víctima de violencia o a un adulto mayor desvalido. Esta es la mayor prueba de que todavía tenemos mucho que hacer. Finalmente, si todavía queda alguien que dude de que el mundo se transformó, le digo que el ser humano tiene ahora una sola alternativa: cambiar. La humanidad necesita modificar su comportamiento y de esa forma salvar a los suyos. Cuidemos de nosotros mismos, amemos la vida y la salud, festejemos la llegada de nuevos seres vivos a este planeta, pues como manifiesta la canciller alemana Angela Merkel: «Somos una comunidad en la que cada vida y cada persona cuentan».

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s profesional en Derecho por la Universidad Nacional del Santa, becaria graduada por la Escuela de Formación Política de la Fundación Konrad Adenauer de Alemania, ha representado al Perú en Costa Rica, Estados Unidos, Alemania y México, en temas de sistemas de partidos políticos, pobreza, derechos humanos y participación política. En el año 2013 fue voluntaria en la Defensoría del Pueblo del Perú, y obtuvo el Premio Joven Iberoamericano (2015). Participó con la Fundación Mujeres por Colombia en la XII Convención Interuniversitaria de Mujeres de Negocio de la Escuela de Pregrado de la Universidad de Harvard – Boston, Massachusetts (Estados Unidos). Actualmente, es expositora y panelista en temas de derechos humanos, género, participación política de mujeres y jóvenes; asesora política y Coordinadora Regional del Instituto de Género, Igualdad y Desarrollo.

Jessenia Medina

Resistiendo a la adversidad: comunidades lectoras en y desde Chimbote

Juan José Magán

«Un lector es alguien que se apropia del lenguaje de otros para expresar sus propias intenciones y para convertirse en un autor y actor de su lugar en el mundo». Gregorio Hernández Zamora

e gustaría dedicar estas páginas que han tenido la amabilidad de brindarme —lo que agradezco— para compartir dos actividades que he desarrollado durante este año y que, desde luego, también han cambiado debido al nuevo contexto que nos plantea la pandemia en nuestras vidas. Una es desde el lugar del público, digamos: como participante de algunos grupos de lectura; la otra es como mediador de lectura, o sea: desde el lugar de quien propone el acercamiento entre las personas y los libros. Nuestros objetivos son pensar en cómo han encaminado sus propias dinámicas y qué podríamos tomar de ambas versiones: la presencial y la virtual. El bibliotecario Henri-Jean Martin decía que el libro ya no ejerce el poder que ha sido suyo, que ya no es el amo de nuestros razonamientos o de nuestros sentimientos frente a los nuevos medios de información y comunicación de los que ahora disponemos. Como mediadores de lectura, los talleres que realizamos son, en pocas palabras, un momento de lectu109

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ra y conversación literaria donde el libro, ese mismo acusado líneas antes de poca trascendencia en nuestro tiempo, es uno de los protagonistas. Uno solamente, pues todos aportamos y creamos en un taller. Hay una relación de interdependencia entre los libros –ya sean impresos o digitales–, pues sin ellos no tendríamos qué leer, y de los lectores, pues sin ellos no habría razón para ser mediadores. Así también, como dice Jorge Larrosa, la literatura es un gran acto de colaboración que se cumple si hay un autor y un lector. Cada uno provee una parte fundamental del acontecimiento. Sin la imaginación del autor no hay historia, pero sin la memoria y la imaginación del que escucha o del que lee, lo escrito sería letra muerta, un objeto inmóvil en un estante. De modo que, como vemos, en un espacio de lectura nos apoyamos en varias relaciones de modo que las ideas de comunidad, colaboración, diálogo, lectura compartida, son fundamentales. Teniendo en cuenta este tiempo, podríamos plantear: ¿Deberíamos quedarnos en la virtualidad? ¿La descartamos completamente? ¿Cogemos algo valioso de cada espacio y posibilidad? Leamos juntos y espero que algo podamos aprender de estas experiencias.

Grupos de lectura desde el encierro Estoy participando de algunos grupos de lectura durante estos meses. En el primero, que terminó hace un par de días, leímos ciencia ficción latinoamericana. Tal vez debido a la 110

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cantidad de personas, la participación de todos no ha sido la esperada. Pienso en un primer inconveniente con respecto al cambio de lo presencial a lo virtual. Empezamos veinticuatro y luego nos quedamos en quince. Podemos conjeturar las diversas circunstancias por las ausencias de los miembros con respecto a la primera reunión, pero más de una vez hemos visto que las personas se han retirado o ausentado durante un buen rato por mala señal, imposibilidad de conexión, falla de sus dispositivos móviles o algún otro problema técnico. Pudo ser que varias de esas personas quisieron estar en la reunión, pero un tema técnico se lo impidió. Inclusive podrían haber tenido mala suerte y sufrieron un corte de luz en el momento de la transmisión o previamente. Esto, claro, no niega que simplemente hubo personas a quienes no les atrajo mucho el tema o no se sintieron cómodos por algún motivo y solo decidieron ya no asistir más. Otro asunto. En un grupo de lectura presencial no todos terminan participando para expresar sus ideas, pero al menos sabíamos de quién se trataba, escuchamos su voz al presentarse y en definitiva había más medios para reconocernos los unos a los otros fuera de ese espacio. En estas reuniones virtuales, en el grupo de ciencia ficción, al término de las reuniones solo pude ver el rostro de cinco o seis asistentes. No recuerdo bien el nombre de todos, pues luego de una brevísima presentación, algunos aparecían con el código de sus dispositivos o un alias.

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Algo que me ha llamado la atención es la poca disposición —¿por falta de necesidad?, ¿por falta de voluntad?, ¿por inseguridad?— de los participantes para encender sus micrófonos o sus cáEn el último grupo, el cual maras, al opinar o durandimos inicio hace unos días, te toda la reunión. Es más estamos leyendo «El diario extraño cuando hablan de Ana Frank» y a pesar de sin encender sus cámalos también pocos particiras: escuchar una voz sin pantes —nueve— solo pude rostro, sin una mirada, sin ver el rostro de dos, la pargestos, anula toda nuestra ticipación fue muy limitada por parte de algunos, pero singularidad. Eso complica más allá de eso en definitiva mucho la comunidad que surgió mucha más cercanía debería de surgir en un entre todos. Eso tal vez por grupo de lectura. La mayoel libro elegido, pues, aunría solo escribía en el chat que las causas sean muy y creo que resulta imposidiferentes, compartimos la ble leer un chat donde essituación de encierro con criben varias personas al la pequeña Ana, personaje mismo tiempo. Si alguien central en el libro, lo que imdice algo con lo que estás plica empatía con ella y entre todos nosotros. de acuerdo o discrepas, es muy difícil responderle y atender lo que siguen diciendo los demás al mismo tiempo. Eso quiere decir que no hay mucho diálogo entre los participantes. En general, los que 112

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dirigen la sesión son quienes plantean las preguntas o sugieren otros temas, pero entre participantes el diálogo es muy limitado. Además, debería mencionar que por paradójico que parezca, a pesar de poder «escondernos» del resto sin usar la cámara, hubo constantes silencios frente a preguntas o pedido de comentarios por parte de nuestros mediadores. En el segundo grupo, donde leemos «Historia de la corrupción en el Perú» de nuestro historiador Alfonso Quiroz, el asunto cambia abruptamente. La participación en este cambia significativamente, a pesar de ser, digamos, un libro más académico. Solo somos cinco o seis participantes por reunión y aunque no todos nos conocemos, hemos generado rápidamente mucha confianza. En general todos tienen sus cámaras encendidas, todos planteamos preguntas y resolvemos asuntos de manera conjunta. El chat no lo usamos a menos que queramos mencionar alguna referencia bibliográfica aparte. Nuestra voz y nuestro rostro siempre están presentes. En el último grupo, el cual dimos inicio hace unos días, estamos leyendo «El diario de Ana Frank» y a pesar de los también pocos participantes —nueve— solo pude ver el rostro de dos, la participación fue muy limitada por parte de algunos, pero más allá de eso en definitiva surgió mucha más cercanía entre todos. Eso tal vez por el libro elegido, pues, aunque las causas sean muy diferentes, compartimos la situación de encierro con la pequeña Ana, personaje central en el libro, lo que implica empatía con ella y entre todos nosotros.

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Nuestros tres casos nos plantean situaciones diferentes. Si bien es cierto hay ventajas, como el hecho de tener participantes de varias ciudades o hasta de distintos países, generalmente han surgido limitaciones con respecto a un tema que me parece fundamental en este tipo de espacios: el diálogo horizontal y la creación de lazos que permitan establecer verdaderas relaciones ciudadanas significativas y duraderas entre los miembros. Por cierto, presencialmente esto no da resultado en una única reunión, pero aumentan las posibilidades si son continuadas. Escuchar la voz, ver el rostro, entablar diálogos entre participantes, encontrar momentos fuera de ese propio espacio, son oportunidades invaluables que debemos aprovechar al máximo para que una comunidad surja. ¿Cómo podemos mejorar esta situación? Volveremos a ello.

Comunidades lectoras presenciales y virtuales Llamo comunidades lectoras a los talleres que organizamos con el objetivo de acercar y profundizar la relación entre las personas y los libros. No las llamo clubes de lectura porque la idea de club me sugiere una forma de entretenimiento y, en mi opinión, la lectura no puede considerarse solo eso, sino más bien una actividad que genera mucho más que solo un momento de distensión, un momento de solaz, o solo una oportunidad de vivir aventuras y viajar a muchos lugares en nuestra imaginación. Cierto que la literatura logra todo eso, claro, pero 114

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limitarla así olvida la extraordinaria capacidad de la lectura para formar un espacio poético, un sí mismo, una «frontera indómita» como diría Graciela Montes, y esto está muy lejos de llamarse entretenimiento. Con intereses claramente ideológicos, las industrias del entretenimiento procuran una fuga de la realidad, del mundo, procuran un verdadero carnaval del placer, del disfrute y de la felicidad. Por su parte, la lectura no nos evade del mundo, en lo absoluto, y, al contrario, nos hace ingresar en él de forma diferente. El lector que buscamos con la mediación de lectura es capaz de desarrollar un pensamiento crítico respecto a su realidad. Además, apuntamos a un proceso que desarrolle un juicio estético y crítico sobre el libro, así como también contagiar —curioso término en nuestro contexto— un deseo por la lectura más allá de hacerla solo un hábito (pues hábitos tenemos muchos y no son necesariamente significativos o algo fundamental para nuestra vida). También los llamo talleres porque no es un espacio vertical donde alguien plantea un tema y el resto escucha, no es una conferencia, no es una disertación, nada más alejado que eso: este es un espacio y un tiempo donde creamos a partir de las lecturas. En general, los participantes del grupo realizan varias actividades, aparte de leer y escribir. A veces dibujamos, construimos pequeñas estructuras, hacemos pequeñas obras de teatro, etcétera. En pocas palabras, nos convertimos en homo fabers: fabricantes, creadores a partir de una idea previa que probablemente nos presenta el libro, pero que llega a nosotros para encontrarse con nuestras propias ideas, sa115

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beres y conocimientos, siempre en un ejercicio ambiguo entre lo que se nos ofrece y lo que podemos ofrecer. A inicios de este año, o sea a. C. —antes de la COVID-19— realizamos dos talleres de mediación lectora. Uno de ellos trató sobre la relación entre nuestra ciudad y nuestras vidas, los espacios y nuestras experiencias; y en el otro compartimos lecturas sobre nuestra infancia, nuestros juguetes y nuestros juegos de niños. En ambos fue permanente la idea del pasado y del presente. Las sesiones de lectura son habitadas por pocas personas (tal vez diez) y procuramos reunirnos en espacios pequeños. Algo muy íntimo. Sentados en círculo, en el centro una mesa llena de libros esperando su momento para tomar vida con nuestra voz. Nunca preguntamos, siguiendo un tanto a Deleuze y Guattari, qué quiere decir un libro, nos preguntarnos con qué funciona, en conexión con qué hace pasar o no intensidades, en qué multiplicidades introduce y metamorfosea la suya. A diferencia de los grupos de lectura de los que les comenté en el subtítulo anterior, en estos talleres la lectura conjunta y realizada en ese momento y entre todos es lo fundamental. Lo que realizamos durante el taller es leer y a partir de esas lecturas realizar una conversación literaria o algunas otras actividades. El taller virtual de mediación lectora, o sea el que realizamos durante la pandemia, fue sobre el medio ambiente. Participamos ocho personas. Una de ellas ingresó a la reunión, pero apenas empezó a saludarnos, su cámara quedó congelada. No pudo ingresar nuevamente, pero su rostro siguió 116

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ahí, con una amable sonrisa, y nos acompañó así, como una presencia virtual sin ninguna otra acción, durante el resto de la charla. Aprovechamos las herramientas digitales para compartir y visualizar juntos un corto animado. Incluso se sumó un amigo que vive en los Estados Unidos y otro que vive en Arequipa. Los demás estábamos en Chimbote. La sesión duró alrededor de dos horas y podría decir que hubiéramos podido seguir leyendo y charlando durante un buen rato más. ¿Qué diferencias pudimos encontrar entre la presencialidad y la virtualidad en los grupos le lectura? Es bueno saber que, en el taller virtual, pudimos contar con la presencia de personas de distintas ciudades. En este caso, siento que la cantidad de participantes, diferencia importante en los grupos de lectura arriba mencionados, sigue siendo un asunto a tomarse en cuenta. Tanto en los talleres virtuales como en los presenciales somos pocas personas. Eso abre la posibilidad de que todos hablemos, de que todos leamos, cambiando de turnos para la lectura, cambiando de tonos, cambiando de voz, cambiando de intensidad. En los talleres, suelo comenzar con una imagen que genere una primera impresión, les llaman elemento provocador. Puede ser un cuadro, una caricatura, una fotografía, etcétera. La virtualidad nos dio una ventaja. En este caso, al compartir mi pantalla para que todos pudieran ver la imagen, pude hacer algunos acercamientos a algunos detalles que no se veían a simple vista en las pinturas, lo que habría sido muy difícil o imposible en su versión física. Del mismo modo, me pareció que 117

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el recurso de proyectar un corto animado fue bien recibido por los talleristas pues a veces el dinamismo en las imágenes brinda y libera otro tipo de intuiciones diferentes a la lectura. Aquí tuvimos que adaptarnos. Propusimos utilizar solamente la capacidad verbal de nuestros talleristas. Como bien lo dije líneas arriba, la sesión no se trata solo de leer sino de crear a partir de esas lecturas. En esta modalidad, no podíamos hacer ejercicios de escritura, dibujo, grafitis o alguna actividad por el estilo puesto que no se sabía con qué condiciones contaban los participantes. ¿Qué habría sucedido si pedía que escriban algo y no tenían papel y lápiz a la mano? ¿O si pedía dibujar y no contaban con plumones y colores? Podríamos pensar que esas actividades son realizables en la computadora o el celular, pero para eso debemos pensar en otros temas. No sabemos con qué dispositivo iban a realizar el taller. Si tenían un equipo adecuado, no sabíamos si manejaban bien las herramientas propias para realizar esas actividades o si sería cómodo mantenerse en la reunión mientras las realizaban. En suma, nos dedicamos a la lectura y a la conversación. Eso, por cierto, no es ninguna desventaja. Un diálogo profundo es muy significativo, solo que limita las actividades en caso una sesión de mediación busque un producto final.

Recapitulando Tanto en el caso de los grupos de lectura como en los talleres de mediación, tenemos ventajas y desventajas. Volvemos 118

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a la pregunta inicial. ¿Nos quedamos en la virtualidad? ¿La rechazamos completamente? ¿Encontramos un equilibrio pensando en nuestro contexto? Pienso que de ningún modo podemos negar la posibilidad que nos ha brindado el acceso a estas tecnologías. No solo para seguir estudiando, en el caso de los muchos alumnos que están siguiendo sus clases de forma virtual; así como la gran cantidad de charlas, conferencias, congresos, conversatorios, etcétera, que han servido para mantener con vida a la actividad académica en estos meses. Habría que pensar, necesariamente, en la capacidad de acceso a estos dispositivos y servicios por parte de nuestra población. Quiero decir, ¿cuánto porcentaje de la población cuenta con un celular, tableta o computadora, o sea con la capacidad de conectarse a esta oferta cultural? Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática, solo alrededor del 40% de los hogares en el país tienen acceso a internet. Esto ya implica un gran inconveniente si buscamos la mayor cantidad de acceso. Pensar en una tecnología alterna, por otro lado, nos hace percatarnos que el mismo portal menciona que el 81.6% de la población de más de 6 años de edad del país accede a internet desde su celular. Eso podría ser muy alentador si pensamos seguir usando las herramientas virtuales, pero esos datos contrastan con la cantidad de noticias de niñas y niños que sufren caminando y subiendo cerros para obtener señal en sus radios y poder escuchar sus clases. Es imposible negar también la aún existente gran brecha sobre las condiciones que se manejan entre la costa, la sierra 119

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y la selva, la capital y las provincias, entre la urbe y el mundo rural; o brechas generacionales, cuando vemos la capacidad de cada una de ellas frente a las nuevas tecnologías. Tampoco debemos olvidar los factores como la calidez humana, que muchas veces se pierde totalmente ante estos aparatos. Todo ello nos hace pensar que estas herramientas deberían seguir siendo un buen apoyo ante una contingencia como esta, pero que no deberían convertirse en el modelo a seguir, ni deberíamos acostumbrarnos al uso y menos aún al reemplazo de otras modalidades. Tal vez podamos pensar en una mixtura o en ofrecer variantes frente a momentos determinados, pero siempre pensando que nada puede reemplazar al encuentro de personas diversas con el objetivo de contarse historias, de intercambiar experiencias, de resolver enigmas, de descubrir sentidos, en cualquier espacio por pequeño o modesto que pueda ser, en nuestra ciudad y en cualquier otra. La biblioteca de nuestra localidad, por ejemplo, debería de convertirse en ese espacio fundamental una vez que se hayan tomado en cuenta las directrices que ya ha brindado nuestro eje central, la Biblioteca Nacional del Perú, para ir retomando poco a poco sus actividades. Esto que me da pie a comentar lo siguiente. Durante esta pandemia, las actividades dedicadas a promover la lectura por parte de nuestra municipalidad han sido escazas: un concurso de declamación y de canto, además de publicaciones donde se animaba a descargar cuentos para niños y poemas para ser leídos en casa con la familia o se incentivaba la creación literaria. Seguro su intención es 120

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buena, pero no podemos seguir viviendo de intenciones. Recomendar un libro a alguien no asegura que esa persona lea ese texto (a menos que ya le guste la lectura). Menos aún que se convierta en un lector crítico e independiente, que es lo que buscamos. En todo caso, ¿se hizo un seguimiento para saber cuántas personas descargaron esos documentos? ¿Se pidieron testimonios de sus lecturas grupales a las familias? ¿Se ha organizado esa información si se tiene? Es necesario saber el efecto que han tenido esas campañas de lectura en nuestra población, de lo contrario ninguna de esas iniciativas pasará de ser un simple «peor es nada». Volviendo a la importancia de nuestra biblioteca municipal, que también se ha mantenido inactiva durante estos meses, es sumamente necesario que como institución que asume la centralidad del libro y de la lectura, no solo se dedique a realizar charlas, conversatorios o ese tipo de actividades, sino que tenga un plan con respecto a la promoción y mediación de la lectura. Eso, por cierto, conseguiría dos objetivos: que la lectura se afiance en una sociedad que no mantiene en su imaginario la relevancia de estos espacios ni de esta actividad; y podrá reunir, desarrollar y potenciar a sus lectores, pues no hay mejor forma de acercar los libros a las personas que leyendo juntos. Ninguna biblioteca o centro cultural, por mucho que tenga directores o representantes que hablen de la importancia de acercarnos a los libros, realizará un verdadero cambio social en su comunidad con respecto a la lectura, en tanto no cuente con estos espacios dedicados a sus lectores, y que los 121

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defienda y vuelva parte de un plan municipal, institucional o aún mejor, de una política pública.

¿Y mañana, qué? Nuestro pensador Manuel González Prada decía que la educación es importante, pero que el pan era igual de necesario. Educación y pan, decía. Pero asegurar el pan, ¿será suficiente? García Lorca proponía lo mismo: aseguremos no solo pan sino acaso medio pan y un libro. Tanto nuestro maestro Manuel como el escritor español refieren la importancia de asegurar las condiciones materiales del ser humano sin dejar de lado las educativas y culturales.

Desde que el planeta sufre su primera pandemia mundial, nos hemos sumido en una especie de paréntesis. Muchas muertes que la mayoría lamentamos. Pero este «enemigo» —como se le ha llamado con las siempre problemáticas metáforas de guerra— también, aunque de forma cruel, nos está enseñando mucho. Por ejemplo, que el sistema no sirve como lo estábamos llevando pues ha permitido que se desarrollen las condiciones que nos impidieron estar preparados. Una tremenda inestabilidad laboral, un pésimo servicio de salud y una historia de la corrupción en nuestro país, entre otros, han logrado que estemos entre los países más afectados del mundo. Una de sus más importantes

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enseñanzas, por otro lado, es que la cultura es fundamental para el desarrollo del ser humano. Pienso en desarrollo, no en crecimiento, que es un término acaparado por gobernantes y economistas. Hago esta aclaración porque estoy convencido de que debemos de dejar de crecer económicamente, en PBI o en consumo, para pensar en el desarrollo humano, emocional, interpersonal, intrapersonal, como tanto o más importante que llegar a ser un país de la OCDE. Por cierto, esto no niega que concuerdo completamente en que debemos exigir y luchar por mejores trabajos dignos y porque todas las personas tengan condiciones económicas que justamente le permitan pensar en algo más que trabajar diez o doce horas diarias para alimentar a sus pequeñines. Nuestro pensador Manuel González Prada decía que la educación es importante, pero que el pan era igual de necesario. Educación y pan, decía. Pero asegurar el pan, ¿será suficiente? García Lorca proponía lo mismo: aseguremos no solo pan sino acaso medio pan y un libro. Tanto nuestro maestro Manuel como el escritor español refieren la importancia de asegurar las condiciones materiales del ser humano sin dejar de lado las educativas y culturales. Estaba pensando en hacer un nuevo taller de mediación lectora y mientras reviso los libros llegan noticias sobre los hermanos awajún wampís muriendo por decenas. Leo a una Arequipa colapsada y a otras regiones en camino a lo mismo. Veo en los noticieros el llanto desesperado de una madre y esposa que pide a nuestro presidente como un favor lo que es un derecho: salud para su esposo. Tres horas después el se123

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ñor había muerto. Veo también a la CONFIEP, esa que se cree dueña del Perú, y su comunicado donde impele al gobierno a rectificarse sobre el recientemente firmado tratado de Escazú, tan valioso para la protección de nuestro medio ambiente. Finalmente veo las marchas y protestas de la sociedad civil chimbotana ante los atropellos de las empresas que desean destruir más nuestra ya arruinada bahía. Eso me hace pensar si frente a todo eso, sigue siendo importante reunirnos a leer poesía, a escribir cartas a nuestros personajes, a maravillarnos con una frase, con un párrafo. No pienso que un mundo lleno de lectores sea necesariamente e inmediatamente un mundo mejor. Hay lectores dogmáticos, fanáticos, que hacen de la lectura una trinchera contra la experiencia y contra el mundo. Aun así, mi respuesta es totalmente afirmativa, pues lo que se juega en una comunidad lectora no es la cantidad de libros que leemos al año, los autores que podemos citar o las corrientes literarias que influyeron en ellos; en una comunidad lectora, las palabras que compartimos, las lecturas que enfrentamos, ya son un acto político, fundan un espacio de reciprocidad, de respeto entre unos y otros, de escuchar y opinar, de deconstruir certezas y de cuestionar verdades. Nos hacemos más fuertes como sociedad conociéndonos, sabiendo cómo pensamos, sabiendo qué queremos, y qué mejor si es con una historia, escrita hoy o hace dos mil años, porque como decía Hannah Arendt, ninguna filosofía, ningún análisis, ningún aforismo por más profundos que sean

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pueden compararse en intensidad y riqueza de sentido a una historia contada adecuadamente. En su famoso diario, la pequeña gigante Ana Frank cuenta lo importante que fueron los libros mientras ella y su familia se encontraban aislados, escondidos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Según la antropóloga francesa Michèle Petit, leer es un arte: el arte de resistir la adversidad, de remontar la zozobra. Los motivos de Ana Frank y los nuestros no son los mismos, pero también hemos llevado algunos meses aislados. Incluso algunos sintiéndose solos —que es aún peor— y los libros también nos han brindado ese soporte. Me gustaría terminar con las palabras de nuestro escritor Julio Ramón Ribeyro, las cuales remarcan la importante relación entre libros y lectores, y lo que significan en nuestras vidas: Un libro leído y amado es un bien irremplazable. Para el verdadero lector no existen libros idénticos, por semejantes que sean. Cada libro es para él una amistad con todas sus grandezas y sus miserias, sus disputas y sus reconciliaciones, sus diálogos y sus silencios. Al releer estos libros —el amante es sobre todo un relector— irá reconociendo sus horas perdidas, sus viejos entusiasmos, sus dudas inútiles. Un libro amado es un fragmento de vida. Perdido el libro, queda un vacío en la memoria que nada podrá reemplazar. Los verdaderos amantes de los libros inscriben su vida en ellos.

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icenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional del Santa (Chimbote). Candidato a magíster en Estudios Literarios en el área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidade Federal de Minas Gerais (Brasil). Mediador de lectura egresado del programa Cátedra de Lectura, Escritura y Bibliotecas del Perú, promovido por la Casa de la Literatura Peruana, el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional del Perú. Fundador e investigador principal del grupo NOR – Instituto de Investigación en Ciencias Sociales. Investigador asociado a la biblioteca José María Arguedas y a la Red de Estudios Andinos en Brasil. Integrante del grupo de innovaciones pedagógicas LAVA – Laboratorio de Vanguardia Pedagógica. Miembro del Círculo de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos – Aleph. Además de escribir eventualmente en diarios de nuestra localidad. Ha sido arquero de fútbol en la Copa Perú durante quince años.

Homo streaming: la cultura en las pantallas Manuel Chiroque

n poco más de un siglo, las pantallas han cambiado la vida de la humanidad. Frente a una pantalla de cine, los espectadores del siglo XIX descubrieron la magia de la imagen en movimiento y pocos años después, miles de hogares en el mundo se conectaban en simultáneo para las emisiones televisivas de grandes acontecimientos. Pero ha sido con el internet y la informática que pasamos de mirar frente a las pantallas a vivir en ellas. El hombre del siglo XXI no existe si no hay rastros suyos en la nube, construye su identidad con las imágenes que publica para los demás, dialoga para sí mismo en el frenesí de las redes sociales, produce y se integra con su entorno utilizando dispositivos cuya condición básica es la transmisión de datos y la reproducción de la imagen. La comunicación es visual, móvil, táctil; la pantalla es hoy omnipresente. Lo supimos con mayor claridad durante el confinamiento al que nos obligó la pandemia de la COVID-19. Desconectados de nuestras rutinas, de los espacios físicos que frecuentamos para trabajar, socializar, nuestra mirada se concentró aún más en las 131

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cajas luminosas de los smartphones, las computadoras y los televisores. Parafraseando a Lev Manovich, citado por Renó (2013) utilizamos la interfaz del computador para transportar mensajes culturales que antes consumíamos en múltiples interfaces, como la escuela o el trabajo. Y así como hicimos de los servicios de videoconferencias y streaming nuestra forma habitual de seguir conectados También advertimos más al trabajo, la escuela y otras que nunca la importancia «actividades esenciales», que tienen en nuestras vidas también advertimos más expresiones como la música, que nunca la importancia el teatro, el cine o la literaque tienen en nuestras vidas tura, no solo como mecanisexpresiones como la músimos de entretenimiento, sino ca, el teatro, el cine o la literacomo espacios de reflexión y tura, no solo como mecanisreconocimiento de nuestras mos de entretenimiento, sino identidades, como esa carga como espacios de reflexión simbólica contenida que luy reconocimiento de nuescha por expresarse. tras identidades, como esa carga simbólica contenida que lucha por expresarse. En las siguientes líneas intentaremos describir lo que sucedió en Chimbote, cómo se vincularon las manifestaciones culturales con las pantallas en el contexto de este encierro forzoso, cómo las interacciones físicas encontraron un reemplazo —parcial, por cierto— en las réplicas virtuales puestas en circulación en la red. 132

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Lo haremos partiendo de la premisa de que somos nuestro propio lenguaje, el que producimos y el que recibimos, (Sánchez Corral, 2004, p. 10) y conscientes de que son esos discursos los que configuran nuestra identidad, nuestra cultura, como una red de significados compartidos (Austin, 2000). Es importante dejar establecido que centraremos la atención en el video, ya que se trata de la principal expresión y contenido de mayor consumo en redes sociales, nuestro ámbito de análisis. La imagen en movimiento importa tanto por su grado de iconicidad como por su capacidad de generar la ilusión de representación fidedigna de la realidad, en otros términos, el video permite sentir la presencia de las personas y objetos en un aquí y ahora que no alcanzan del mismo modo la fotografía o el texto. Asumiremos la concepción de cultura desde una perspectiva amplia, como aquello que le da vida al ser humano: sus tradiciones, costumbres, conocimiento, creencias, moral1, con funciones sociales que generan un modo de vivir, una cohesión social, la creación de riqueza y empleo y el equilibrio territorial. Dicho esto, y ante lo imperativo de una delimitación, este análisis prioriza expresiones artísticas, iniciativas culturales-educativas, así como tradiciones costumbristas y religiosas. 1. La cultura es algo vivo, compuesta tanto por elementos heredados del pasado como por influencias exteriores adoptadas y novedades inventadas localmente. La cultura tiene funciones sociales. Una de ellas es proporcionar una estimación de sí mismo, condición indispensable para cualquier desarrollo, sea este personal o colectivo (Verhelst, 1994: 42). 133

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Entonces, ¿qué cultura se reflejó en las pantallas de los hogares de la provincia del Santa durante la pandemia? No deja de ser inquietante que en las primeras semanas no figuren iniciativas institucionales como producto de políticas articuladas de los gobiernos locales, las universidades o la Dirección Desconcentrada de Cultura. En su lugar se observa a artistas, intelectuales y ciudadanos anónimos que, ya sea por mantenerse ocupados o por aportar con algo de optimismo o conocimiento, comparten lecturas de poesía, sesiones de baile, tutoriales, consejos educativos o tips para el uso de las tecnologías que se convirtieron en imprescindibles para la comunicación. Intencionalmente o no hay en estos discursos una expresión de esas identidades con las que queremos ser reconocidos o por lo menos no olvidados.

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En esta etapa, la transmisión de videos en vivo es uno de los formatos con mayor presencia. Cabe citar aquí los esfuerzos de actores como Jorge Álvarez Bocanegra con sus declamaciones y lecturas en directo2, se trata de relatos con una construcción sumamente básica, aunque eficaz. Las imágenes presentan casi siempre un encuadre único en planos de corto alcance, no por intención, sino por las limitaciones del espacio cerrado.

Es una gramática aprendida en el consumo de la era selfie, pero que resulta más que suficiente para cumplir su finalidad. Si bien los mensajes en video estructurados y posproducidos son escasos, entre los pocos merece mencionarse el proyecto Voces para Chimbote3 , que reunió a más de una decena de músicos locales en dos videoclips con un mensaje de esperanza. Los videos se grabaron por separado con smartphones, bajo la dirección de Víctor Nakasato, quien hizo la mezcla de audio y video. La iniciativa, publicada en Facebook, recibió la atención de los medios e incluso tuvo una aparición en la televisión limeña. Es comprensible que el extenso confinamiento tomara por sorpresa a las organizaciones de promoción cultural y formación artística, como el Centro Cultural Centenario de Chimbote. Con sus talleres y actividades suspendidas, sus primeras publicaciones durante la pandemia son básicamente actualizaciones de materiales elaborados con anterioridad, como los conciertos sinfónicos. Una vez asumida la nueva normalidad, resulta interesante la adaptación de la experiencia tridimensional, multisensorial de un taller presencial de ballet, dibujo o piano al espacio bidimensional y fragmentado de una pantalla4. ¿Como lo abordan tanto el aprendiz como el instructor? En lo presencial, la interacción entre varias personas en un mismo espacio se facilita porque se ponen en juego condiciones

2. https://youtu.be/_sYuWnEnmPw

3. https://youtu.be/loH5vbsXZAE 4. https://www.facebook.com/watch/?v=215975396442502

Chimbote en la red

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como las variaciones de distancia —acercarse para observar a detalle un movimiento o un trazo— la posibilidad de seguir las acciones desde múltiples puntos de vista, la percepción directa del sonido, la lectura mutua de la comunicación corporal del otro, o la facilidad de alternar la atención hacia los participantes de una sesión. En lo virtual las limitaciones son evidentes, pese a la complejidad del lenguaje audiovisual y lo que Roland Barthes (1968, p.7) llama la «ilusión referencial»5, la idea de que no existe intermediación entre lo que se muestra y lo que esto representa. A través de una sesión de Zoom, Meet o WhatsApp es difícil acercarse, rodear al sujeto, interpretar los gestos no captados por el encuadre, y más aún si son varios participantes los que comparten espacio dentro de las 15 pulgadas de la pantalla de un ordenador. Por suerte, lo intuitivo del lenguaje audiovisual facilita que el usuario reconozca rápidamente que es mejor un plano entero vertical para una muestra de danza o un plano medio horizontal para una clase de guitarra. En las sesiones virtuales de ballet del Centro Cultural Centenario, por ejemplo, se advierte una progresiva familiarización con la distancia ideal 5. Aquí reside lo que se podría llamar la ilusión referencial. La verdad de esta ilusión es la siguiente: suprimido de la enunciación a título de significado de denotación, lo «real» reaparece a título de significado de connotación; pues en el momento mismo en que se considera que estos detalles denotan directamente lo real, no hacen otra cosa, sin decirlo, que significarlo (Barthes, El efecto de la realidad). 136

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del sujeto a la cámara, la ubicación para el control de la intensidad y dirección de la luz, y la fragmentación de la sesión en momentos breves para mantener el ritmo y la atención. En la misma línea, vale resaltar el trabajo de la ONG Murukushun, dedicada a reforzar la educación de escolares en la zona rural del valle de Santa. Sus microprogramas de promoción de lectura6 siguen publicándose en Facebook y YouTube como antes de la pandemia, aunque más espaciados y desde casa. «Planeta B612» contiene cuentos o fábulas infantiles narrados con ayuda de dibujos, muñecos o decorados, el relato se enfatiza con las inflexiones de voz, musicalización, algunos efectos de sonido y sobreimpresiones de video en edición. «Si quieres aprender, ponte a leer» presenta análisis e impresiones de los propios escolares sobre los libros que leen; su planificación visual se nota en los encuadres con espacios laterales dejados a propósito para colocar textos o gráficos. A raíz del encierro, ya no fue posible continuar las grabaciones dentro de la biblioteca rural que Murukushun implementó en el sector Cascajal, por eso sus últimas publicaciones muestran a los niños desde sus casas o en espacios a campo abierto, aprovechando las locaciones naturales de esta zona rural. Si algo se ha impuesto como mensaje y formato en la cuarentena son los conversatorios virtuales y talleres sobre diversos temas como el arte, las políticas públicas, los retos 6. https://www.youtube.com/channel/UClS4WCUIf9uBOI-E_rJExQw 137

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de la educación, la cultura popular, el racismo, o la conciencia ambiental. El debate ha estado permanentemente abierto en las plataformas de las universidades locales, las municipalidades, y el Centro Cultural Centenario de Chimbote que organizó, junto a la plataforma de gestión sociopolíticacultural Cola de Lagartija, el ciclo Aunque la festividad de San de conferencias Cultura en Pedrito es más costumbrista Cuarentena7 para analizar que religiosa, en un escenalas dinámicas sociales y rio de tanta incertidumbre simbólicas que se ponen se hizo notorio el retorno a la en juego en un contexto fe y las creencias. Las misas como el actual. católicas y los cultos cristiaCada quién en su camnos pasaron de los templos a las pantallas, sin más público po. También abrieron el que una solitaria cámara. diálogo grupos como la Red Interquorum Áncash, Casa de Campeones, Murukushun o el colectivo Chimbote de Pie; este último intensificó sus publicaciones con tips ambientales y charlas diarias a cargo de profesionales de la localidad especializados en algún área vinculada con la defensa de los ecosistemas. Poco a poco, el streaming simple con una persona en pantalla derivó hacia la transmisión de las reuniones vía Zoom o

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Google Meet, en un formato parecido al que utilizan algunas emisoras radiales para sus entrevistas a distancia. Posteriormente, la necesidad de resultados más profesionales ha llevado a integrar aplicativos como OBS Studio o StreamLabs OBS que permiten superponer y alternar varias fuentes de video, colocar títulos y gráficos y controlar audio y video por separado, a la manera de las transmisiones televisivas. La atención a la imagen no ha ido paralela con el cuidado del sonido que, más allá de lo funcional, tiene un importante valor narrativo e incluso de conexión emocional. Esto implica que un sonido mal registrado influye considerablemente en la predisposición del público para seguir viendo el contenido. En el recuento de lo que ocurrió con la cultura en Chimbote durante la pandemia, la llegada de junio marca un hito importante. Por primera vez no iba a ser posible cumplir con tradiciones que forman parte del imaginario y la idiosincrasia local, como la fiesta de San Pedrito y su tradicional procesión por el mar. En su lugar, los chimbotanos asistimos a la transmisión de un breve recorrido de la imagen por algunas calles de la ciudad, acompañada de unos pocos fieles y mostrada desde una sola cámara, la de un celular, pues no se contó con la cobertura mediática de otros años. Las verbenas y homenajes musicales se hicieron a puerta cerrada. Radio Santo Domingo organizó una transmisión en redes sociales desde el salón de la Parroquia San Carlos Bo

7. https://youtu.be/bhEGervdSVM 138

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rromeo8 y las universidades locales presentaron a sus elencos de danzas y música a través de videos en vivo o grabados desde casa9 . El taller Palamenco de la UNS agregó una muestra virtual de pintura, que no es más que un collage en video de sus trabajos más destacados. Aunque la festividad de San Pedrito es más costumbrista que religiosa, en un escenario de tanta incertidumbre se hizo notorio el retorno a la fe y las creencias. Las misas católicas y los cultos cristianos pasaron de los templos a las pantallas, sin más público que una solitaria cámara. Curiosamente, esta comunicación usualmente vertical ganó en interacción con los comentarios y reacciones en línea. También en junio, las actividades por la semana cívica de Chimbote tuvieron que desarrollarse vía virtual. A través de las plataformas digitales de la Municipalidad Provincial del Santa, la Feria Internacional del Libro de Chimbote10 y Chimbote más cultura, el público siguió los concursos de relatos cortos, de poesía, de dibujo y de danzas, todos con una gran respuesta de participantes que enviaron sus videos desde casa. Sin lugar a dudas, estas iniciativas funcionaron como oportunidades de expresión de la identidad y de catarsis en medio de la pandemia. Entre los numerosos esfuerzos por mantener viva la actividad cultural en Chimbote vale destacar la ambiciosa puesta en

escena y alcance del Festival de Artes online Festibatá 202011, que reunió durante tres días a artistas de toda Latinoamérica con presentaciones de títeres, teatro, danza y música, en transmisiones de más de cinco horas continuas. Vale detenerse aquí para analizar como el plano único y en general el lenguaje del teatro se adaptan muy bien a las transmisiones en vivo, incluso al rompimiento de la cuarta pared para conectar con el público durante la construcción misma del espectáculo. Por eso, el trabajo de actores como Eduardo Urbano Acosta con sus cuentacuentos o el de Flor de Lis Álvarez con sus ejercicios de improvisación se perciben como hechos para la pantalla12. Sin el atrevimiento de darle una nomenclatura, asistimos al nacimiento de un nuevo formato dramático cuya puesta en escena se basa en la inmediatez y la fugacidad, la dimensión cercana y reducida de las pantallas, la presencia simultánea de uno o más personajes que solo están juntos en una videollamada. Con esos rudimentos surgen obras como Hot line, una performance en Instagram con actores limeños dirigidos desde Chimbote por David Ames, productor de La Sangre Live13. El relato, ambientado en plena cuarentena, muestra el diálogo entre un militar que acaba de enviudar y una mujer que ofrece el servicio de acompañante en línea. La puesta en escena es cuidadosa en los detalles, desde la diferencia de tonos de color cálido para ella y fríos para él, hasta

8. https://www.facebook.com/watch/?v=995075047578091 9. https://youtu.be/NMMQw3QtCSU 10. https://www.facebook.com/FILCH2019/

11. https://www.facebook.com/watch/?v=957838361343253 12. https://www.facebook.com/watch/?v=290254658948447 13. https://www.instagram.com/lasangrelive/

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la angulación de la toma y la información proporcionada incluso en el fuera de campo. En esta obra, incluida en el programa de la semana cívica de Chimbote, los espectadores dialogan con los actores a través de sus comentarios en directo. Propuestas como esta abren la puerta a la reinserción laboral de los artistas, afectados por la suspensión de los espectáculos masivos. Músicos locales como Willy Ferrer lo han intentado con presentaciones online abiertas a los aportes voluntarios, lo mismo que la Asociación de Músicos de la Provincia del Santa con un concierto online a mediados de agosto. En contraste, fuera de las pantallas, pequeñas bandas y grupos musicales siguen recorriendo la ciudad con presentaciones al paso, como una manera —tal vez la única— de generarse ingresos. Citar en este artículo todas las iniciativas culturales y artísticas a las que el público accedió sin salir de casa resultaría extenso y excede los alcances de lo que nos hemos propuesto. Baste señalar que el encierro no limitó las expresiones, sino que aceleró su adaptación a lenguajes e interfaces poco exploradas hasta hoy. Así como las plazas de los pueblos han sido reemplazadas por los centros comerciales como punto de reunión social, las pantallas han sustituido a los escenarios.

Reinvención Hay una reinvención de los modos de hacer: el Centro experimental de artes Adagio anuncia un proyecto de streaming para todos sus programas y servicios, el teatro La Butaca realiza en142

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sayos por videoconferencia para el retorno de sus funciones, y la agencia Life ha consolidado sus talleres de formación virtual, por citar algunos casos. Conceptos como fragmentación, simultaneidad, presencia virtual, dinámica interna de la imagen y narratividad del sonido deben ser toNinguna de las interfaces mados más en cuenta en hasta aquí mencionadas, ya sean educativas, culel diseño de estas perforturales, laborales o polímances y materiales si se ticas, cambiará simpleles orienta al goce estético mente incorporando un y la reflexión. Ya lo advierte actor tecnológico (¿digiCarlos Scolari, las actuales tal?) a la red de actores. interfaces de interacción Lo importante es transsocial están demostrando formar las relaciones y procesos, y para eso los su obsolescencia: desde actores tecnológicos puelas interfaces educativas den resultar de ayuda en (escuela o universidad), algunas cosas pero, en hasta las laborales (¿todo general, no son tan imel trabajo debe ser presenportantes como solemos cial?), políticas y, por sucreer (Scolari, 2020). puesto, culturales. Ninguna de las interfaces hasta aquí mencionadas, ya sean educativas, culturales, laborales o políticas, cambiará simplemente incorporando un actor tecnológico (¿digital?) a la red de actores. Lo importante es transformar 143

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las relaciones y procesos, y para eso los actores tecnológicos pueden resultar de ayuda en algunas cosas pero, en general, no son tan importantes como solemos creer (Scolari, 2020). La pandemia nos está dejando la oportunidad de plasmar una nueva huella para Chimbote en el ecosistema digital, de exhibir nuestra cultura al mundo de una manera que no había sucedido antes. Para ello es necesario pasar de las iniciativas individuales o aisladas a un plan integral y concertado de comunicación digital liderado por las autoridades e instituciones locales. Es indispensable renunciar al paradigma que opone la cultura popular con la llamada alta cultura, entender que lo digital no supone únicamente nuevos lenguajes, sino un espacio de interacción e intercambio simbólico que funciona como una interminable red en la que cada uno de nosotros es un nodo. Y lo más importante, comprender que asistimos al surgimiento de un nuevo modelo de humanidad, el homo streaming como evolución del homo videns de Sartori (1999, p. 11). Este nuevo hombre no solo ha reemplazado la palabra por la imagen, sino que existe por ella, su identidad no es sino en las pantallas ávidas de reflejarlo todo en tiempo real. Pareciera que el mito del Gran Hermano se materializa en una sociedad que va perdiendo la noción de presencia y privacidad. Por eso es crucial también en este escenario virtual la gestión de las industrias culturales, de la producción y consumo de discursos, a fin de orientar la construcción del sentido social más allá de lo utilitario y la evasión del entretenimiento. Es

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la cultura de Zoom, Instagram Live y Tik Tok, a la que no podemos sustraernos más.

Referencias •













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s especialista en comunicación audiovisual y corporativa. Estudió Ciencias de la comunicación en UPAO Trujillo y un posgrado en marketing en UPN Trujillo. Es docente universitario, actividad que comparte con la dirección de proyectos multiplataforma y consultorías en gestión de marca y comunidades virtuales. Tiene más de 15 años de experiencia en producción y dirección en medios y proyectos audiovisuales. Es investigador sobre comunicación transmedia, audiencias multiplataforma, narrativas móviles y 360° VR, con ponencias en el Perú y el extranjero. Representa en Perú a la Red Iberoamericana de Investigadores en Narrativas Audiovisuales.

Manuel Chiroque

Apuntes sobre un nuevo espacio para los libros Renato Mendoza

uando niños caminábamos por el centro de la ciudad buscando los libros que nos pedían en el colegio. Entonces (2000-2010), en las librerías de Divinas comedias a cinco soles, de Ilíadas a diez soles y de Perros hambrientos con veinte erratas por renglón, era normal que las obras se vendieran en ediciones «resumidas» o recortadas descaradamente a un costo que sintonizaba con nuestra valoración del libro. La excepción y la decencia solo estaban en Río Santa Editores. Como librería debíamos encarar la valoración del libro en el contexto de las últimas dos décadas, un período en el que muchos nos criamos asimilando, aceptando y concibiendo que un libro no podía costar más de unos cuantos soles. En su momento, el aumento del poder adquisitivo de la clase media peruana, la creciente producción editorial local e internacional y la era digital facilitaron la expansión de nuestra comprensión en torno a los libros como objetos delicados. Nos acercamos a obras contemporáneas o clásicas en ediciones cuidadas 151

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y respetables, así como un conjunto de sellos editoriales de merecido reconocimiento, por ejemplo, a Mario Vargas Llosa publicado por Alfaguara, o a José María Arguedas puPor otro parte, la Ley N° blicado por Horizonte. Por 26086, Ley de Democratizasu parte, un par de cadenas ción del Libro y de Fomento de librerías comenzaban a de la Lectura (publicada por llegar a algunas provincias vez primera el año 2003) que del país. exonera a los libros de imPuede que entonpuestos, ha servido mucho ces hayamos empezado para que el libro sea un poco a creer que una inversión más accesible, pero eso, solo mayor en libros puede conun poco. Sin embargo, es haducirnos a obras editadas bitual que cada año todos los involucrados en la venta y con rigurosidad y clase, a compra de libros, así como los autores que admiramos, los lectores, temamos el fin a la constelación de obras de la vigencia de esta ley, ya que nos forman como lecque se prorroga por plazos tores, obras que, además, muy cortos y no obedece a venían de cualquier parte una política pública nacional. del mundo o eran traducidas del griego, del alemán, del inglés, etcétera. Puede que también hayamos sido conscientes desde entonces que en el mundo hay gente que ama los libros, que estos no solo se escriben y se imprimen, sino que también se editan, corrigen,

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promocionan y requieren todo un proceso de trabajo, toda una suma de esfuerzos. Pero aún eran caros. Seguíamos visitando librerías de viejo, buscando libros de segunda en librerías informales, descargando fotocopias digitalizadas y subidas a la web. Los que podían, aprovechaban sus estadías en Lima para comprar libros en «Quilca», «Sur», «Communitas» o en algún centro comercial, así como en Trujillo o Piura. Mientras tanto en Chimbote nos amparaban algunos quioscos o «El gitano», así como tiendas de libros pirateados a la orden del día. Ya desde entonces el rubro libresco ha estado atenazado por la informalidad. Nos habíamos acostumbrado a que los libros fueran caros, pero también nos habíamos acostumbrado a nuestros ingresos, con una resignación que no problematizaba lo que podíamos gastar en ocio o entretenimiento cada mes, o si era justo llegar a fin de mes y no tener suficiente dinero para viajar, comprar libros o simplemente ahorrar. Por otro parte, la Ley N° 26086, Ley de Democratización del Libro y de Fomento de la Lectura (publicada por vez primera el año 2003) que exonera a los libros de impuestos, ha servido mucho para que el libro sea un poco más accesible, pero eso, solo un poco. Sin embargo, es habitual que cada año todos los involucrados en la venta y compra de libros, así como los lectores, temamos el fin de la vigencia de esta ley, ya que se prorroga por plazos muy cortos y no obedece a una política pública nacional.

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Libros en pandemia Esto era a lo que se enfrentaba la librería antes de la pandemia, problemas todavía presentes. Respecto de nuestra convicción por concretar este proyecto, aunque no realizamos un estudio de mercado propiamente dicho, el hecho era el mismo: aún no había una librería en la ciudad. La pandemia desparramó todo, empezó el Estado de Emergencia nacional y los ingresos empezaron a caer, lo cual produjo un reto mayor: abrir una librería como si no hubiera ocurrido ninguna desgracia, como si el deseo de leer fuera ajeno a todo. Por otro lado, tuvimos que confiar en una clase media cuya fragilidad (en apenas unas semanas) fue descubierta por la pandemia. El país estaba golpeado, pero sabíamos que la lectura como hábito o como pasión es ajena a toda crisis. Los lectores no vendrían a la librería por compasión ni caridad, sino porque para ellos los libros son un bien de primera necesidad u objetos muy apreciados. Qué potencia en la sencillez de semejante valoración. Pisemos otra orilla. La pertinencia y la acogida de una nueva librería en la ciudad no son solo una cuestión de poder adquisitivo, formalidad, emprendimiento y demanda. Ampliemos nuestras miradas y pensemos en una librería como en la hermana menor de una biblioteca pública, razón para que ambas sean siempre parte de

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cualquier ciudad y así normalicemos la presencia de ambas en una ciudad. Pero, aunque librería y biblioteca pública estén presentes en las vidas de pocos, varios o muchos ciudadanos (dependiendo de la ciudad), en la primera esencialmente se venden y compran libros, mientras que en la segunda se comparten en un espacio público. Es decir, tenemos derecho a poseer una biblioteca personal en casa, pero también tenemos derecho a leer gratuitamente en un lugar público e idóneo como una biblioteca. Sin acceso a los libros y con escasísimos espacios públicos para la lectura, ¿qué lugar ocuparía la librería en nuestra ciudad? Lo elemental de una biblioteca pública y de los espacios para la lectura expresa el porqué más importante de una librería: la certeza de que la comunidad tiene un vínculo fuerte con la lectura y, además, bibliotecas sólidas en colegios, urbanizaciones, pueblos jóvenes, asentamientos humanos, centros poblados, etcétera, espacios que sean los aparatos que hayan cimentado ese vínculo. En este sentido, un enfoque territorial de la problemática puede sincerar nuestra realidad, ya que se pueden realizar conversatorios, recitales, debates, presentaciones de libros, bibliotecas itinerantes, entre otros, pero la infraestructura es básica en esta problemática. ¿O es realista la visión de una ciudad de lectores sin espacios para la lectura? Si algo evidenciaron las ferias del libro de Chimbote o Nuevo Chimbote, fue que los libros deben mostrarse, de lo contrario, ¿cómo acercarnos a ellos? ¿Cómo conocer lo que no se ve? 155

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Además, sobre ellos es necesario plantearnos un enfoque dinámico y crítico sobre los espacios para la lectura, es decir, que no deben ser depósitos de libros, sino lugares prominentes que se filtren en la mediación de la lectura y en el ejercicio de comunicarnos a través de los libros, todo en base a una estrategia de accesibilidad a la lectura, de ejercicio de la lectura vertical, porque no se trata solo de leer, sino de leer bien, siempre y cuando hayan los recursos necesarios, tema que amerita investigaciones transdisciplinarias. Obviamente hay gente que lee. En un país mínimamente alfabetizado, a pesar de tener un motor educativo endeble e instituciones culturales flojas, los lectores no son pocos, pero analicemos el origen de esa multitud dispersa preguntándonos cuán influyente ha sido el Estado en su formación como lectora o en su interés por leer. La alfabetización es solo una parte del proceso de la lectura; son necesarios el acercamiento, la introducción, el acompañamiento, la mediación, en otras palabras, desempolvar los libros para tocar la fibra exteroceptiva de la gente e intentar que cada lector libere su propio calor oculto, que los lectores construyan sus miradas particulares. Consideremos a su vez que más allá de la oferta y satisfacción puntualísimas (brindada a la ciudadanía en general y los lectores en particular) por las ferias del libro en la provincia del Santa (sino en Chimbote y Nuevo Chimbote solamente) durante las dos últimas décadas, se destinaron millones de soles a conciertos, ferias gastronómicas, ferias artesanales, fuegos artificiales y otras guirnaldas que adornaron las celebraciones por la 156

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festividad de San Pedrito y las agendas culturales municipales. ¿Alguna vez el cielo reventó de fuegos artificiales por la inauguración de una nueva biblioteca pública para la ciudad? La librería también debía enfrentar ese largo silencio.

Entre lo físico y lo virtual Por razón de lo señalado párrafos arriba, a muchos solo nos quedaba comprar libros de segunda por Internet, hasta que pudiéramos aprovechar algunas ofertas en las ferias del libro o una estancia efímera en Trujillo o Lima. Las librerías virtuales (casi todas de vendedores ubicados en Lima) no tenían identidad, no tenían una marca, no tenían un criterio de selección, pero eran las que estaban al alcance. Claramente nos referimos a un acto desesperado por comprar libros, pues no conocíamos a esos vendedores, no teníamos referencias de ellos, no sabíamos en qué estado estaban los libros que vendían, si eran ediciones confiables, etcétera. En este sentido, no apuntábamos a un público desesperado por libros, sino más bien a uno ecléctico, a uno que pudiera absorber un universo de obras literarias, de ciencias sociales, política, humanidades, periodismo, entre otras categorías que, en suma, conformaran una selección bibliográfica variada. Queríamos llegar a ellos y las redes sociales fueron muy útiles para tal empresa. Además de una inversión mínima en publicidad digital, el rebote de nuestras primeras publicaciones sirvió para conectarnos con un público diversiforme: padres y madres 157

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de familia interesados en libros para sus hijos, estudiantes universitarios, docentes, médicos, técnicos, colegiales, lectores incipientes, lectores de ocasión y lectores cuajados. Un detalle no menor fue que llegamos a ellos con la página web de la librería con una pasarela de pagos habilitada para facilitar el proceso de compra digital, pero nos chocamos contra una pared: en esta En este panorama siempre fue vital recordar que los liparte del mundo la gente no bros se miran de cerca, que compra libros por internet. se tocan, se huelen e incluso Aquél era un público saber que un libro a veces amplio, acostumbrado a las se vende solo por su portalibrerías físicas, un público da, textura o contextura. Por ajeno al ecosistema digital omitir ello podríamos haber de compras por internet. sido otra librería virtual, mas Algunos saben cómo hadecidimos darles un espacio cerlo, pero desconfían de la a los libros, una luz, ponerweb. Otros no saben cómo los al ojo y tacto del público y optan por pagar a «con(siempre respetando los protocolos de bioseguridad nortraentrega». Muchos sencimados por ley). llamente no tienen tarjetas de débito ni de crédito, porque desconfían del sistema bancario, porque no hay una cultura de e-commerce y porque en nuestro país las actividades económicas, en general, no están digitalizadas.

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Temíamos que nuestros mensajes resbalaran en el ciberespacio y cayeran a un pozo ciego… No cayeron, pues la simbiosis entre lo físico y lo digital ha sido vital para que la librería siga en pie. En este panorama siempre fue vital recordar que los libros se miran de cerca, que se tocan, se huelen e incluso saber que un libro a veces se vende solo por su portada, textura o contextura. Por omitir ello podríamos haber sido otra librería virtual, mas decidimos darles un espacio a los libros, una luz, ponerlos al ojo y tacto del público (siempre respetando los protocolos de bioseguridad normados por ley). Muchos pudieron gastar su dinero en muchas cosas, pero decidieron comprar libros. La cantidad de estímulos que existen ahora, como Netflix, las redes sociales, la abundancia de información e incluso de libros gratuitos en internet, no afectaron a los visitantes de la librería. ¿Qué será de las librerías el próximo año? Seamos pacientes. Hoy libreros de todo el mundo se encuentran trabajando día y noche para que sus librerías no quiebren. Por el momento enterémonos de cuánto se lee en Islandia, cuántos espacios para la lectura hay en ese país de 300 mil habitantes, cómo ahí la Navidad se celebra regalando libros y cuál es la razón por la que el 95% de su población lee al menos un libro al año. Conozcamos ese paraíso.

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acido en Chimbote (1995). Licenciado en Ciencias de la Comunicación (2011). Ha colaborado con diversos medios de comunicación y organizaciones sin fines de lucro. Cofundador de Mendoza Franco Librería.

Renato Mendoza

« Muestra del poder de la cultura es este libro, nacido en un momento de grandes desafíos para toda la humanidad, sobre todo en América Latina y especialmente en Chimbote, Perú. Un libro es siempre un motivo de esperanza y más si está hecho por personalidades de la cultura que reflexionan sobre los caminos que se nos presentan en este momento singular de nuestra historia». Cleudene de Oliveira